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HISTORIA
IlFf. fcMI'KII \lli>|-.
\.1P0LE0\,
PORF.M.LAIWTDELARDECHE;
con 50© dibujos
DE HORACIO VERNET.
PUESTA EN CASTELLANO
Xov (-fe). ¿-ímxtíi.' (Jvent.u
Imprenta de don Antonio Bekgnes y Compañía.
1840.
V
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Bf TK ICI OÍD.
PROLOGO,
que temer que vaya á menos el desagravio grandioso que debe al nú
men , á la desventura y á la gloria.
Mas cabe otro medio de obsequiar á los difuntos, el mas esclarecido
para varones del temple de Napoleón, y es el historiar circunstanciada
mente su vida.
¿Quién acertará con efecto á idear rasgos mas gloriosos para la memo
ria de Napoleón que ellos mismos , ni qué ceremonial equivaldrá á la
mera relación de tan suma nombradla?
¡Nacer casi en el desamparo; vivir luego en la púrpura; Emperador
y Rey! ¡y luego morir y yacer allá en los peñascos de una isla bravia,
arrinconado por el miedo de sus enemigos!
¡Encontrar la potestad en medio de la calle, la sociedad bajo las plan-
tas de la revolución , y un mero soldado de fortuna restablecer la una y
realzar la otra: ¡dos afanes para emplear un siglo!
¡Enseñorearse, desde la nada, de todo y de todos; descollar tanto en
política como en milicia; con el cetro, con la vara de la justicia como
con la espada ; y acá y acullá andar repartiendo , en la carrera de una
vida portentosa, mas coronas que derribaron allá Alejandro y César!... t
¿Qué numen dio jamás á luz epopeya mas grandiosa? y ¿qué monumen-
to puede abarcar tan inmensa nombradía, sino su misma historia?
Tras aquel embeleso esplendoroso y la grandeza de los resultados,
ya muchos han intentado referir la carrera del soldado-emperador; pero
quedaban todavía muy cercanos los acontecimientos ; no habia aun vola-
do la humareda de las guerras , y no se rasguea á derechas la historia
tras un campo de batalla.
En el dia nos hallamos ya desviados de aquel horizonte abrasador , y
Napoleón ya no corresponde ni á Walter-Scott ni á Loriquet , ni tampoco
á Hudson-Lowe. Desde la crónica y el folleto que al pronto lo habían
traspasado, su memoria se encumbró á la historia verdadera , y Napo-
león es de nuevo Emperador y Rey.
Reconócese ya la posteridad en estas muestras esplendorosas; rayó por
fin el dia de historiar aquella grandiosa vida, y es quizás el único ins-
tante favorable para levantar un monumento á la verdad , pues dejando
á la espalda el folletín yerto con la postrer llamarada de las pasiones des-
vanecidas, ¿no asoma ya en el horizonte la poesía derramando á manos
llenas flores y patrañas?
Un sujeto de la nueva je neracion, de suyo acalorado, pero también
atinado y profundo, se enteró perfectamente del asunto y puso manos á
la obra.
Corre de estremo á estremo por Europa este libro , cuya primera edi
cion de 22,000 ejemplares está ya apurada, y luego sus traducciones en
PBOLOGO. 9
todos los idiomas han merecido igual aceptación que el orijinal (i\.
Desde luego se alcanza aquella ansia tan estremada, líense en esta his
loria los afanes del sumo capitán, relación portentosa que está abarcan-
do, desde sus dos puntos contrapuestos, Tolón y Waterloo, una serie de
victorias recordadas con los nombres de Montcnotc, Areola, Pirámides,
Rivoli, Austerlitz, .lena, Wagram, con otros muchos estampados en la
memoria de las jentes al par que en el bronce de la columna.
Hállanse en esta obra sus tratados de paz , que pregonan una activi-
dad que no podia hallar descanso sino en el término esclarecido señalado
por el engrandecimiento y la independencia de la patria; y aquellos bole-
tines inmortales, milagros patentes del numen político y de la elocuencia.
Junto á tantísimo primor del arte , de la diplomacia y de la guerra,
Mr. Laurcnt, con perspicacia despojadora, ha ido descubriendo los actos
de la política del siglo XIX , las conquistas de la revolución planteadas
por el Emperador, y aquella igualdad civil, fundada en sus códigos co-
mo base de la vida social, y que patentiza todas las carreras al trabajo,
al denuedo y á la esperanza.
Tratándose de los grandiosos afanes estemos, ha ido >lr. Laurent deli-
neando, con aquel brioso y arrebatado lenguaje que le es tan jenial, cuan
feliz influjo han tenido en Europa las avenidas de los ejércitos franceses,
hijos de la revolución.
En fin , sobre tantos realces para merecer el aprecio jeneral , ha cabido
á esta historia de Mr. Laurent la ventaja inapreciable de haberla ilustrado
Horacio Vernet , pues hasta quinientos dibujos de su lápiz en cstremo
espresivo engalanan este libro, en el cual los editores han echado el resto,
pues , aun en su jerarquía mas llana , no se han avenido á quedarse en
zaga del dibujante y del escritor.
Barcelona 26 de octubre de 1X40.
(I) ¿Quién no ha leído, hace algunos días, en una carta fecha en Teherán, una
nueva demostración de la aceptación imponderable de este libro? Un ejemplar de es-
ta « Historia ilustrada de Napoleón» fué ofrecido al Shah de Persia, por M. Sercey ; y
este libro es el que se ha hecho traducir aquel emperador de Asia, para venir en co-
nocimiento del Emperador de Europa ;i quien estaba celebrando por el eco de la nom-
bradla, antes de enterarse de los portentos de su vida. (Véase el Diario de los Deba-
tes del 19 de julio, carta de M. Enjenio Flandin)
Poct oci.tui»vn-
MAPOLtOli
INTRODUCCIÓN.
os hombres no faltan nunca para las circuns-
tancias, ha dicho Montesquieu, y en efecto
cuantas veces necesitó el mundo de un nuevo
pensamiento para no perecer con las creencias,
las instituciones y los imperios, ya exhausta su
vitalidad y cumplido su destino, otras tantas
se hallaron especuladores de relevante mérito,
apellidados sabios, profetas ó dioses, según las
"*''' épocas y la elevación ó trascendencia de su in
jenio, pareciendo ora como sublimes contempladores para idear una cm-
presa rejeneradora, en medio del aislamiento y del misterio de la inspira
cion; ora como filósofos para> enseñarla en las aulas, como tribunos para
comunicarla en las plaza» públicas, como lejisladores para darle una con
42 INTRODUCCIÓN.
sagracion política, y como conquistadores para esplayar los ámbitos de
su poderío y propagación.
Verdad es que hasta ahora los grandes capitanes antiguos y modernos
apenas se han hecho acreedores á la admiración de sus contemporá
neos y de la posteridad, cooperando indeliberadamente ala obra de la ci-
vilización universal. La historia ha realzado con especialidad el número
ó el esplendor de los triunfos, el arte de ganar batallas, la ciencia de las
retiradas , el mérito de las dificultades vencidas y de los peligros arrostra-
dos, las espediciones ajigantadas, las conquistas grandiosas y todo cuan-
to manifiesta injenio é ilustra militarmente, añadiendo además cuanto
deslumhra á los pueblos en la vida de los varones cstraordinarios que le-
vantan ó derrocan imperios con el poderío de sus armas. Así, por no
comprender la trascendencia filosófica de su sangrienta propaganda y por
no alcanzar en ellos mas que estruendosos asoladores, varios escritores de
nombradla han querido derribar el pedestal de sus estatuas y censurar
la autoridad de los siglos, jactándose de paradojistas y contraponiéndo-
se á las preocupaciones clásicas. Así el lírico Rousseau rehusó admirar
en Alejandro lo que aborrece en Afila, y Boileau , tan pródigo de in-
cienso con Luis XIV, no quiso ver en el discípulo de Aristóteles, vencedor
de Darío, mas que un alropellador que redujo el Asiaá cenizas.
Esta absoluta reprobación, aunque de fecha remota, es desatinada é
injusta. Si al endiosar á los guerreros, no se han recapacitado bastante los
estragos de la guerra, y si al ensalzar el heroísmo del soldado, no se ha
tenido presente que
Y donde (jtiiera qne un estado empieze,
Bañada en sangre cada espiga crece.
( Iíekaisgek).
mas injusta, y quizás menos disculpable que esta exajeracion apolojética,
seria la de negar redondamente la lejitimidad de la gloria militar , con
ceptuando allá la nombradía de los conquistadores como un dilatado em-
bate contra el jénero humano, y el producto de un aciago prestijio y de
un embeleso perpetuo.
Proclámese enhorabuena la superioridad racional de nuestro siglo so-
bre los anteriores; no titubearemos en reconocerla como secuaces ansio-
sos y perseverantes de la perfección humana; pero fuera sumo engreimien-
to en la época actual suponer que el mundo empezó ahora á despejar
INTRODUCCIÓN. 45
se , y tildar el descarrio de los tiempos pasados como desvariados en sus
conceptos históricos y en sus opiniones racionales mas universal y anti
guamente acreditadas. Cuando los pueblos concedieron al gran guerrero
tan unánimemente la ovación en vida y los honores del Panteón después
de su muerte, no los movió solamente el embeleso de la nombradla para
aquel asombro y reconocimiento inalterable. Hermanábase con el ímpetu
de un portento, en los pechos nobles y en las fantasías acaloradas, un ins-
tinto próvido de que los grandes hechos y los inmensos logros que infla-
maban las almas jenerosas y recibían por do quiera la sanción del aura
popular, lejos de malograrse para la santa causa del progreso social der-
ramando ráfagas de luz en la carrera de algunas naciones ó de algunos
individuos, producirían forzosamente consecuencias, no menos provecho-
sas para toda la familia humana, que gloriosas para algunos de sus miem
bros.
Con efecto, cuando el pueblo ejipcio invade el Asia y plantea sus co-
lonias victoriosas en las islas y el continente de la Grecia, la civilización
de Tébas y Ménfis marcha en pos de Sesostris ó de Cecrops.
Cuando la espada de Alejandro derriba el trono de Ciro y avasalla el
Oriente hasta la India, la civilización triunfa bajo el nombre y por el
brazo del discípulo del Estajirita; aquel rastro esplendoroso que deja la
conquista es el siglo de Péricles; aquel reflejo que se va tendiendo por le-
janos paises y anchurosos imperios es el arte y la ciencia del Ática , es la
filosofía de la Academia y del Liceo.
Cuando César subyuga á los Partos y á los Jermanos, planta las águi-
las romanas desde la cumbre del Cáucaso hasta los montes de la Calcdonia,
pasa de las (¡alias á Italia, de Roma á Macedonia, de las llanuras de Far-
salia á las costas de África, de las ruinas de Cartago á las márjenes del
Nilo y las playas del Euxino: cuando traspone el Rósforo y el Rin, el Tau-
ro y los Alpes, el Atlas y los Pirineos, en todas estas corridas triunfales
pasea, en alas de su gloria personal, el nombre, el idioma, las costumbres
y la civilización de Roma ; consigo lleva en ellas el siglo de Augusto, pró-
ximo á aparecer ; va iniciando á los pueblos idólatras en aquel escepticis
mo que no permite ya que los agoreros romanos se miren sin prorumpir
en risa, funda la mayor unidad política que se ha conocido en la tierra ,
y prepara, con el hermanamiento de muchos reinos en un solo imperio, el
establecimiento de la inmensa asociación que la Iglesia cristiana debe ir
labrando por el rumbo espiritual. Desalado por igualar ó aventajarse
á Alejandro, objeto de su pasmo, y proseguir la obra de los tribunos
cuyo patrimonio ha venido á heredar, engrandece con los portentos de su
espada el ámbito en que va á descollar apaciblemente una doctrina que
14 INTRODUCCIÓN.
ensalzará al desvalido y humillará al prepotente , mejor que los Gracos y
que Mario.
Ahora bien , ninguno de aquellos estruendosos conquistadores corro-
boró en tan sumo grado , como Napoleón con sus armas victoriosas , las
grandiosas doctrinas, la enseñanza material, y todas las relaciones civili-
zadoras que la guerra entabla entre los pueblos. Si en pos de sí lleva Ale.
jandro el siglo de Péricles, y César el de Augusto ; si los acompañan en
sus triunfos el numen de Homero y Sófocles, de Platón y Aristóteles, de
Cicerón y Lucrecio, de Virjilio y Horacio; Napoleón lleva consigo tres si
glos que ilustraron también las artes, las ciencias y la filosofía; y su séqui
to no es menos esplendoroso que el de sus antecesores , pues cruza la Eu
ropa con Montaigne y Descartes, Corneille y Racine, Voltaire y Rousseau.
Su cuartel jeneral forma una verdadera universidad ambulante en la que
se encumbra y señorea el espíritu del siglo XVIII , y que recorre las na-
ciones atrasadas del septentrión y del mediodía para doblegarlas al in-
flujo de las costumbres y de las doctrinas de la nación á quien el mundo
culto reconoce por Reina suya. Por mas que halague en Francia los re
cuerdos de la aristocracia y lisonjee las preocupaciones monárquicas con
un viso volandero de instituciones soterradas con el trascurso de los siglos,
no por eso deja de ser el demócrata mas poderoso, el innovador mas te-
mible, el propagandista mas formidable para la añeja Europa, el repre-
sentante y el verbo de aquella gran revolución que estuvo apuntando
Mirabeau con los destellos de la elocuencia, que la junta de salvación pú
blica defendió con los centellazos del terror, y que Napoleón debe conso
lidary propagar con los rayos de la guerra; revolución apellidada fran-
cesa en su cuna, pero que estaba destinada á ser universal.
INTRODUCCIÓN. Í5
Esto es el varón portentoso en quien los palaciegos, los haraganes de
los salones y los caciques de aldea no sabian ó no querían ver mas que un
déspota aborrecible y un conquistador insaciable, al paso que el artesa
no, el labrador y el guerrero , cuyo instinto es mas atinado qne el racio
nalismo de aquellos críticos vanos y desfallecidos , veían y todavía ven en
él un hombre-pueblo, un enviado ó protejido de Dios, el mas esclarecido
enjendro de la emancipación política, del mérito y del ingenio, la personi
ficacíon del espíritu de ignaldad que reinaba en la administración y en el
ejército y que está labrando hoy dia toda la sociedad europea.
Este es el hombre cuyo recuerdo se conservará rclijiosamente en las
chozas, como lo ha dicho el mas popular de nuestros poetas.
Escribir sucintamente su historia y compendiar su vida; tal es nuestro
instituto, tras ese cúmulo de historias, biografías y memorias en las que
tantos banderizos echaron el resto con sus rasgos estremados de alabanza
y de vituperio.
■
HISTORIA
EMPERADOR MPOLEON.
CAPITULO 1
Alcurnia y nin
apoleon.
eniendo ya un pié en el sepulcro Voltaire y
Rousseau, despidiéndose del siglo aclama-
dor de su nombradla, y cuando Mirabeau,
tras los devaneos de su mocedad , se en-
cumbraba á la escelsa jerarquía de sumo
orador y consumado estadista; la Provi-
dencia, que conduce siempre el mundo á
^•iífP'I^Tl ^B* l'í P" *os fines <lue ^ene an"^ Meados, por rum-
*.y T ..r fcos CUyo arcano está solo á su alcance , y
que todo lo tiene asombrosamente dispuesto en la sucesión de las genera-
ciones y de los imperios para el realce de los pensamientos y el triunfo
de las grandes revoluciones ; la Providencia dio á luz en un recóndito rin-
cón del Mediterráneo al hombre que debia avasallar el numen de la guer-
3
]H HISTORIA
ra al ímpetu reformador y cerrar el siglo XVIII , ya tan engreído con sus
conquistas racionales y sus triunfos en el foro, á impulsos de sus porten-
tos militares , mas esplendorosos que cuanto asombró en la antigüedad y
en la edad media.
Napoleón Bonaparte nació en Ajaccio , capital de la isla de Córcega
el día 15 de agosto de 4769, de Carlos Bonaparte y de Leticia Ramolino
En tiempos mas favorables á lo maravilloso , este acontecimiento hubie
ra ido acompañado de prodijios celestes y de predicciones populares
« Mr. de las Cazes dice que su madre, de suyo física y moralmente brío
sa, y que habia seguido al ejército estando embarazada, quiso ir á misa
con motivo déla solemnidad del dia, y tuvo que volver atropelladamen-
te á casa, y antes de llegar á su alcoba, arrojó al mundo un niño sobre uno
de aquellos tapices antiguos con figurones de héroes de la fábula ó de la
Ilíada : aquel niño era Napoleón . »
Algunos escritores, validos de la indisputable nobleza de la alcurnia
de Bonaparte , idearon , durante el consulado y al restablecerse la monar-
quía, la planta de una jeuealojía soberana para el emperador venidero,
desemboscándole antepasados entre los antiguos reyes del Norte ; pero
Napoleón , obrando cual soldado que sentia en sí la existencia de la revo-
DE NAPOLEÓN *»
lucion francesa y no echaba en olvido que solo su mérito le liabia en-
cumbrado á la potestad suprema en el reinado de la igualdad, desde los
grados subalternos del ejército , hizo contestar por medio de sus periódi-
cos que su nobleza se vinculaba en los servicios hechos á la patria, y que
no se remontaba sino hasta Montenole.
El padre de Napoleón habia cursado en Homa y en l'isa. Era hombre
instruido y afluente , que lució su brio y fogosidad en trances críticos ,
particularmente en la consulta estraordiaaria de la Córcega , relativa a
avasallamiento de aquella isla á la Francia. Mas adelante se presentó en
Versalles al frente de la diputación de su provincia, á consecuencia de las
contiendas que sobrevinieron entre Mr. de Marbeuf y Mr. de Narbonne
Pelez, jenerales franceses que mandaban en Córcega. El valimiento es
traordinario que el segundo tenia en la corte se estrelló contra la naturali-
dad y la trascendencia del testimonio de Carlos Bonaparte, quien abogó
bizarramente por la causa de Mr. Marbeuf, obrando conforme á verdad y
justicia. De aquí provino la protección que aquel caballero dispensó pos
teriormente á la familia de Bonaparte.
Aunque Napoleón fué el segundo de los hijos que tuvo Carlos Bona-
parte, sin embargo se le consideró como cabeza de la familia porque el
arcediano Luciano, hermano de su abuelo, que habia sido el guia y apo-
yo de todos los suyos, le diera este título antes de su muerte, recomen-
dando á José , el primojénito , que no se olvidase de su hermano; lo cual
hizo decir después á Napoleón que aquella escena de Jacob y Esav habia
sido un verdadero desheredamiento, üebia esta distinción niu\ notable
20 HISTORIA
al carácter grave y reflexivo , al tino , y á los alcances peregrinos de que
diera pruebas desde niño
Admitido en el colejio militar de Briena en el año de \ 777, se dedicó
particularmente al estudio de la historia, jeografía y ciencias exactas, sien-
do Pichegrú su pasante, y Mr. de Bourrienne su condiscípulo. Sobresalió
principalmente en las matemáticas y manifestó desde entonces su afición
á los negocios políticos. Entusiasta por la independencia de su patria,
profesó una especie de culto á Paoli , defendiéndole acaloradamente, aun
contra el dictamen de su padre.
Es infundado lo de estar en el colejio solitario y taciturno sin compa-
ñeros y amigos : tampoco es cierto que se mostrase desabrido en sus con-
versaciones y muy poco ajectuoso, según lo ha dicho Mr. de Bourrienne,
acaso como palaciego desairado. Su gravedad temprana y sus modales
broncos y despegados le han hecho tildar sin fundamento de misantropía
y adustez, pues era naturalmente afable y cariñoso. Solo en la temporada
DE NAPOLEÓN. 24
de su pubertad manifestó cierto cambio en su carácter, volviéndose me
Iancólico y silencioso, como él mismo lo refiere en su diario, dictado en
Santa Helena.
También se ha supuesto que su amor al retiro y su inclinación , tan
esclusiva como precoz al arte militar, le habían como aislado en su jardín,
fortificándose contra los asaltos de sus compañeros : hecho que uno de
ellos se encargó de desmentir, refiriendo lo que podia haberlo motivado,
esto es, la célebre anécdota del fuerte construido, sitiado y defendido con
bolas de nieve.
« Durante el invierno de \ 785 á J 784 , tan memorable por las nevadas
que estuvieron cuajando caminos, patios, etc., Napoleón se apesadumbró
sobremanera, careciendo de huertos y arbolados que le merecían tanto
cariño. Teniendo que alternar con sus compañeros en los ratos de recreo,
paseando con ellos por un salón anchuroso, acertó á desaburrirse del per
petuo y desabrido paseo , y persuadió á sus condiscípulos que se diverti-
rían sobremanera , abriéndose con palas varios caminos por medio de la
nieve y levantando medias lunas, parapetos, caballeros, etc. Cuando
nuestro primer trabajo esté concluido, les dijo, podremos dividirnos en
pelotones, y formar una especie de sitio, encargándome yo de disponer
los avances, como inventor de esta nueva diversión. Aviniéronse todos y
llevó á cabo el intento. Aquel embrión de guerra duró quince dias, sus
pendiéndose entonces de resultas de los muchos colejiales que resultaron
gravemente heridos con las piedras que se mezclaban al hacer las bolas
de nieve. Y aun me acuerdo que yo fui uno de los mas descalabrados. »
22 HISTORIA
Preciso era , para poner á todo el eolejio en movimiento, que el joven
Bonaparte hubiese conservado , á pesar de su propensión á la soledad ,
cierto predominio sobre la jeneralidad de sus condiscípulos, sin mediaren
sus relaciones con ellos aquel destemple violento que algunos se han com
placido en achacarle , dando crédito á biógrafos ilusos ó mal informados.
No solo merecia el aprecio de sus compañeros, sino que lograba tam
bien y en alto grado la intimidad de los catedráticos. Muchos de ellos han
supuesto posteriormente que le habían pronosticado sumo encumbramien
to, y Mr. de l'Eguillc, su maestro de historia, afirmaba, durante el im
perio, que en los archivos de la Escuela militar paraba una nota en la
que habia previsto y apuntado en pocas palabras todo el porvenir de su
discípulo: «Corzo por nacimiento y por carácter, decia en ellas, llegará
á descollar , si le favorecen las circunstancias. »
Domairon, su catedrático de humanidades, que sobresalió algún tanto
entre los retóricos , llamaba á sus amplificaciones granito caldeado por
un volcan.
//■ / , . ,
DE NAPOLEÓN. ¿r,
Elejido por el caballero de Heralio en las oposiciones de 4785 para pa
sar á la Escuela militar de Paris, á pesar de las objeciones hechas á este
jeneral, que desempeñaba el cargo de inspector, de que el tierno alumno
no tenia la edad requerida , y que solo era aventajado en matemáticas:
« Ya sé lo que hago, respondió; esta escepcion no es una preferencia de
familia, pues no conozco la de este niño ; si le elijo, lo debe á sí mismo,
porque advierto en él una disposición acreedora á todo esmero. »
Al entrar Napoleón en este nuevo colejio, estrañó y vituperó la educa
cion afeminada y lujosa de unos jóvenes destinados al afán y vida peno
sísima de la milicia, con cuyo motivo dedicó al director Mr. Berton una
memoria representándole « que los alumnos del rey , hijos todos de casas
nobles atrasadas, no podían mamar, en vez de prendas morales, sino
amor á una vanagloria , resabiándose con devaneos de presunción y en-
greimiento; que al volverá sus hogares, lejos de participar gustosos de
las medianas comodidades de su familia, se sonrojarían quizás de sus pa-
dres y despreciarían su modesta morada. Que en lugar de costearles nu-
merosos criados , darles diariamente comidas de dos servicios , ostentar
un picadero costosísimo, tanto en picadores como en caballos, seria mu-
cho mejor sujetarlos á servirse á sí mismos, sin interrumpir por eso el cur-
so de sus estudios. Que no siendo ricos y estando destinados todos al ser-
vicio de las armas , seria preciso darles una educación adecuada , y que
- <n-\
*.-i
24 HISTORIA
sujetos á una vida sobria y á mirar por su equipo, se robustecerían sabien-
do arrostrar la intemperie de las estaciones, sobrellevar con tesón las fa-
tigas de la guerra, é infundir respeto y ciega adhesión á los soldados que
estuviesen á sus órdenes. »
Asiera cómo Napoleón, aun niño, echaba en una memoria de estu-
diante los cimientos de un instituto que debia realizar algún dia en su om-
nipotencia.
Por lo demás, los exámenes brillantes que sostuvo le merecieron en
Paris igual distinción que en Briena. Salió de la Escuela militar en 4787 ,
y pasó, con el grado de subteniente, al Tejimiento de artillería de La Fere,
que estaba ala sazón de guarnición en Grenoble.
CAPULLO
Desde la entrada de Napoleón en el servicio hasta el sitio de Tolón.
oco tiempo después de su
llegada a París, Napoleón,
que aun do babia cumpli-
do diez y ocbo aíios, con-
trajo amistad con el aba-
le Ilaynal, y ambos á com-
petencia soban engolfarse
en los puntos mas arduos
de la bis loria, la legisla-
ción y la política.
Enviudo á Valencia, donde se bailaba á la sa/ou una paite de su re-
26 HISTORIA
jimiento, fué admitido en las principales tertulias, particularmente en
la de Madama de Colombier , mujer de mérito sobresaliente que servia
de norma á la jente distinguida. En su casa tuvo ocasión de relacionarse
con Mr. de Montalivet á quien nombró después ministro del interior.
Madama de Colombier tenia una hija (1), que inspiró al joven oficial
de artillería sus primeros arranques amorosos.
Esta inclinación , tan inocente como entrañable, fué felizmente cor-
(i) Napoleón volvió á ver en León á la señorita de Colombier, que se había
casado con Mr. de Bressieux, y la colocó de dama de honor en casa de su her-
mana, dándole también al marido un empleo muy lucrativo.
DE NAPOLEÓN. 27
respondida por el objeto que la causaba , y dio motivo á algunas breves
citas, en las cuales, según dice Napoleón , toda la dicha de los dos aman-
tes se reducía á comer cerezas juntos.
Por lo demás, nunca se trató de casarlos. F*i madre, á pesar de su
aprecio é inclinación al joven, no pensó en aquel enlace, como se ha su-
puesto. En recompensa, le pronosticó muchas veces una suerte encum-
brada, y aun renovó sus anuncios antes de su muerte, cuando la revolu-
ción francesa acababa de abrir la carrera en que debían tener cumpli-
miento.
Ni sus raptos amorosos , ni su lucimiento en las tertulias retrajeron á
Napoleón de sus estudios, afanándose con los problemas harto intrinca-
dos de la cconomia social , y ganó , encubierto bajo otro nombre , el pre-
mio que la academia de León había propuesto sobre esta cuestión sentada
por el abate Raynal : «¿Cuáles son los principios é instituciones que se
han de infundir á los hombres para hacerlos lo mas felices que sea da-
ble? » Napoleón desempeñó el asunto como alumno del siglo XVIII y sa-
lió premiado. Sin duda el recuerdo de aquel triunfo no le pareció muy
lisonjero en lo sucesivo, porque cuando Mr. deTalleyrand le presentó su
memoria bajo el imperio, la arrojó inmediatamente al fuego.
Estalló la revolución francesa, y toda la juventud instruida idolatró
sus anuncios, pregoneros de las doctrinas enciclopédicas en que se ha-
bía empapado. La nobleza, encaprichada con sus ejecutorias y privilejios,
no siguió aquel movimiento; pero aquellas aprensiones linajudas no po-
dían trascender á que desdijese de su numen y de su siglo un oficial, de
quien dijera Paoli con motivo y acierto, «que estaba vaciado á la anti-
gua y que era un hombre de Plutarco. » Napoleón no imitó á la mayor
parte de sus compañeros, que fueron á tildar en el estranjero la rejenera-
cion de su patria. Puede ser que la consideración de su fortuna y de su
gloria se aunase al influjo de sus opiniones y principios , diciendo á su
capitán, al abrazar el partido de los innovadores, « que las revoluciones
eran una temporada de cosecha para los militares que tenían valor y ta-
lento; » pero ¿es esta una razón para achacar únicamente á un cálculo
mezquino y despojar de toda moralidad política el ardiente patriotismo
que habia manifestado en sus conversaciones y escritos, aun antes de la
esplosion de la crisis? No cabe entrar con la nulidad contemplativa de un
ideólogo ni con el desapropio místico de un fraile en los negocios públi-
cos, si se quiere obrar poderosamente sobre los hombres y contribuir á
mejorar la suerte de los pueblos, y no se ejecutan grandes empresas ni se
da impulso al mundo con el despego absoluto de la impotencia. Afortu-
nado fué para la Francia que se hallasen, entre los lejisladores y soldados
adictos á la reforma de \ 789 , almas desaladas tras la gloria que se gran-
jea con eminentes servicios, ó ambiciosas de la potestad que franquea al
28 HISTORIA
numen el cabal desempeño de sus intentos. Feliz fué sobre todo para ella
que entre estos ambiciosos, sin los cuales el drama revolucionario, de
suyo exánime, solo hubiera presentado el yerto y desabrido espectáculo
de un congreso de cuáqueros ó de un concilio de jansenistas, se encontra-
se un soldado lejislador , capaz de aspirar y encumbrarse á una nombra-
día y poderío imponderable, por medio de grandiosos afanes en beneficio
de la civilización europea.
Napoleón siguió pues sus corazonadas y sus convencimientos, al
abrazar con ansia el partido popular ; pero este ardiente patriotismo no
le imposibilitó el dar pábulo en su alma á la aversión á la anarquía y
asistir con indignación y dolor á las bacanales populares que se estrema-
ron en la agonía de una potestad cuya sucesión debia recojer un dia. Así
en 20 de juuio de 1792, hallándose en la azotea de las Tuilerías que cae
al rio, y viendo que un hombre de la plebe ponia un gorro encarnado á
Luis XVI, esclamó, después de haber pronunciado una palabra tan trivial
como enérjica-. «¿Cómo han dejado entrar á esos canallas? Era preciso
barrer cuatrocientos ó quinientos de ellos á cañonazos, y los demás cor-
rerían aun. »
Presenciando el 10 de agosto, que habia previsto, como consecuencia
DE NAPOLEÓN 29
inevitable del 20 de junio, ansioso partidario de la revolución francesa ,
pero siempre adicto á las ¡deas de orden y al acatamiento á la potestad , <l<'s
amparó la capital de la Francia para regresar á Córcega. Paoli se liallaha
á la sazón en aquella isla maquinando por la Inglaterra; y el joven pa-
triota francés, acongojado hasta lo sumo con aquel procedimiento, estre-
lló desde entonces el ídolo de sus niñeces. Se encargó de un mando en la
guardia nacional y peleó acérrimamente contra el anciano por quien mos-
trara hasta entonces tanto respeto y cariño.
El partido inglés fué vencedor en esta lucha , señalada con el incen-
dio de Ajaccio , por cuyo motivo la familia de Bonaparte se refnjió á
Francia y se avecindó en Marsella. Napoleón permaneció poco tiempo en
esta ciudad y regresó desaladamente á Paris, donde los acontecimientos
se iban atrepellando tan violentamente que cada dia y cada hora eran la
señal de una nueva crisis.
El Mediodía acababa de enarbolar el estandarte del federalismo, y la
traición habia entregado Tolón á los Ingleses. El jeneral Cartaux fué en-
cargado por la Convención de avasallar la Provenza á las leyes de la re-
pública, activando en ella la derrota y castigo de los traidores y rebeldes.
Luego que la victoria condujo á este jeneral á Marsella, se dispuso el
sitio de Tolón , á*donde pasó Napoleón en calidad de comandante de ar-
tillería. En aquella época dio a luz, con el título de Cena de Beicaire,
un opúsculo de que no habla el Diario de Santa Helena, pero que Mr.
de Bourrienne declara haber recibido del mismo Bonaparte á su regreso
*yy.
50 HISTORIA
de Tolón. Por lo demás este escrito lleva el sello de las opiniones que de-
bia profesar entonces como patriota brioso y como aventajado militar;
encierra , acerca de las turbulencias del Mediodía y sobre el episodio del
federalismo , un juicio que muestra en el oficial de artillería los encum-
brados alcances y el tino que después descolló en el emperador.
•
CAPITULO III
Sitio y toma de Tolón. Principio de las campaña* de Italia. D e posición.
legando Bonaparte sobre Tolón, ha-
lló un ejército de voluntarios deno-
dados, pero sin caudillo digno de
mandarlos. El jeneral Cartaux, que
ostentaba un lujo y un boato impro-
y;z píos de la austeridad de los princi-
pios republicanos , era todavía mas
t* negado que vanidoso. La conquista
de Tolón era una empresa superior á sus fuerzas, pero estaba lejos de re-
conocer aquella incapacidad, suponiéndose al contrario esclusivamente
el desempeño adecuado al intento. Esta ridicula conflanza en sí mismo le
suministró el famoso plan que motivó su deposición , y estaba concebido
en estos términos :
• El jeneral de artillería bombardeará la ciudad de Tolón por espacio
32 HISTORIA
de tres dias, y al cabo de este tiempo, la asaltará con tres columoas y la
ocupará. »
Afortunadamente al lado de este táctico estraño y lacónico se encon-
tró un oficial subalterno, tan descollante por su ciencia y desempeño
militares como inferior en graduación. Era un joven de veinte y cuatro
años, y aunque sencillo y modesto, no pudo ocultar el menosprecio que
le infundían la mayor parte de los hombres á quienes la jerarquía y la
disciplina le precisaban á mirar como á superiores, pero cuya incapacidad
podia redundar en sumo daño de la república. Este desprecio tan funda-
do y el concepto de su propia superioridad entre cuantos le rodeaban ,
le alentaron á contradecir á sus jefes en todas las disposiciones que con-
ceptuaba descaminadas. En sus disputas diarias con Cartaux, la mujer
de este jeneral en jefe dijo una vez á su marido : « Deja obrar á ese jo-
ven ; sabe mas que tú ; él nada te pide : tú debes dar parte , y la gloria es
tuya. »
Desde el momento en que Napoleón llegó al ejército, comprendió con
aquella mirada pronta y certera que corria parejas con su numen en los
campos de batalla , que para tomar á Tolón era preciso embestir la gar-
ganta de la rada, y solia decir indicando este punto en el mapa: que allí
estaba Tolón. Pero sus conatos fueron por mucho tiempo infructuosos
para conseguir que se adoptase su parecer, aunque merecia la aprobación
del comandante de injenieros ; pues nada podia vencer la necia tenacidad
del jeneral en jefe. Por fin , entre los representantes del pueblo se halló
un hombre dotado de bastaute penetración y perspicacia para adivinar ó
calar, tras el uniforme de comandante de artillería, un gran capitán. Lo-
gró Napoleón cuanto ensanche necesitaba para afianzar el buen éxito de
sus planes; Cartaux fué depuesto, los Ingleses desocuparon á Tolón, y el
vencedor, al acordarse posteriormente de este primer triunfo, debido en
parte á la confianza del representante del pueblo, decia agradecido que
( raspar hi le había abierto la carrera.
Descolló Napoleón en el sitio por su serenidad y bizarría inalterables ;
pues no era solo en el consejo donde manifestaba su ciencia y desempeño,
acreditando uno y otro en medio de la acción, haciendo que el soldado
admirase tanto su heroica presencia de ánimo, como el jeneral la esten-
sion y rapidez de su intelijencia. Esta intrepidez acarreó el sacrificio de
muchos caballos y que le hiriesen en el muslo izquierdo con riesgo de
amputación.
Era de suyo tan opuesto á la teórica pura, y menospreciaba en tanto
gradólas ínfulas meramente científicas, que nunca se atuvo esclusi va-
lúente á sus doctrinas. Idear y plantear eran para él un solo acto instan-
táneo, desempeñando su brazo ejecutivamente cuanto abarcaba allá su
fantasía. Esta necesidad de obrar le siguió á todas partes; la sintió desde
DE NAPOLEÓN 55
niño, la conservó en todos los vaivenes de su estrella, y falleció al faltar-
le campo donde esplayarla, teniendo ya que concentrar en sí mismo aque-
lla omnipotencia pensadora que habia asombrado la Europa con sus aji-
gantados conceptos.
No solo aplicaba esta actividad incansable á lo grandioso, pues en ro-
deándose las circunstancias, ponia la mano á todo, y no temia esponer
su espíritu trascendental auna jestion desairada, dedicándose á un porme-
nor práctico según la urjencia del trance. Asi fué que, hallándose durante
el sitio de Tolón en una batería en el acto en que uno de los artilleros
cayó muerto , asió inmediatamente el atacador y cargó él mismo una do-
cena de tiros. Le resultó luego una sarna maligna de que estaba plagado
el artillero , y que después de haber puesto su vida en peligro, le causó la
estraordinaria flaqueza que conservó durante las guerras de Ejipto 6 Ita-
lia. Su cura radical no se efectuó hasta la época del imperio, merced á los
conatos de Corvisart.
No todos sus jefes fueron tan envidiosos é inhábiles como Cartaux. Los
jenerales Dutheil y Dugommier le manifestaron al contrario un alto apre-
cio y unas atenciones desusadas jeneralmeute con subalternos, lo cual era
un resultado de su inmensa é indisputable superioridad de saber y desem-
peño. Dugommier quedó atónito al oirle decir con una serenidad que fué
profética, después de la toma del Pequeño Jibraltar-. « Idos á descansar;
acabamos de tomar áTolou; pasado mañana dormiréis allí, i Pero sobre
pujó á la estrañeza mucho mayor pasmo, cuando la predicción fué pun-
54 HISTORIA
lual y plenamente cumplida. Napoleón se acordó en su testamento de los
jenerales Dutheil y Dugommier y también de Gasparin. Entonces Dugom-
mier escribió á la junta de salvación pública pidiéndole el grado de jene
ral de brigada para el comandante Bonaparte: «Recompensad y dad as
censos á este joven, porque si se obrase ingratamente con él, se los to-
marla él mismo. »
Los representantes del pueblo hicieron justicia á esta petición , y el
nuevo jcneral pasó al ejército de Italia á las órdenes de Dumcrbion y con
tribuyó eficazmente á la toma de Saorgio y á las victorias de Tanaro y de
Onella.
Aunque Napoleón era adicto al sistema de los republicanos ardientes ,
que salvaban entonces al pais con una pujanza acompañada á veces de
providencias pavorosas, se sobreponía siempre, desde la cumbre de su la-
lento, á las pasiones que se estaban estrellando, y conservaba, bajo los
ímpetus del delirio revolucionario, un carácter de moderación y de im-
parcialidad filosófica que no estaba al alcance de los estremos que presen-
ciaba. Así no usó de su poder y valimiento sino para resguardar de las
persecuciones á sus contrarios políticos y salvar á varios emigrados que
la borrasca había arrojado sobre la costa de Francia, y entre los cuales se
hallaba la familia de Chabrillant. Cuando las venganzas de la Conven-
ción contra los federalistas del Mediodía alcanzaron á Mr. Hugues, co-
merciante rico de ¡Marsella, de edad de ochenta y cuatro años, quedó ater
rado con este sacrificio, que le hizo prorumpir después : « Con aquel es
pectáculo me creí entonces al fin del mundo. »
Aunque horrorizado con tan estremada barbarie, Napoleón calaba
despejadamente á los sangrientos mandarines de aquella temporada. « El
emperador, dice el Diario de Santa Helena, hacia á Hobespicrre la jus-
ticia de decir que habia visto largas cartas suyas escritas á Hobespicrre
menor su hermano, entonces representante en el ejército del Mediodía,
en que desaprobaba espresivamente aquellas demasías, diciendo que des
honraban la revolución y la matarían. »
Hobespierrc menor habia comprendido j admirado , como Gasparin ,
al grande hombre en sus principios. Hizo todos sus esfuerzos para llevar
le consigo á Paris cuando fué llamado poco antes del 9 termidor. « Si yo
no me hubiese desentendido, dice Napoleón, ¿ quien sabe adonde hubiera
podido conducirme un primer paso y qué otra suerte hubiera sido la mia? ■
En el sitio de Tolón conoció y allegó á sí á Duroc y Junot: el primero,
que fué el único que poseyó su intimidad y su entera confianza, y Junot,
á quien distinguió con el rasgo siguiente i
Luego que el comandante de artillería llegó á Tolón, mandó cons
truir una batería, y necesitando escribir sobre el terreno, pidió un cabo
ó sarjento que pudiese servirle en clase de secretario. Presentóse al punto
DK NAPOLKf>> "i
.un). \ apenas estaba concluida ia carta, cuando una' bala la cubrió do
arena. «Bien», dijo el soldado amanuense, < no necesitaré areniHa.» Este
soldado era Junot, y la prueba que dio de valor y serenidad hizo que lo
recomendase su comandante, quien le ascendió después hasta los primeros
grados del ejército.
La conquista de Tolón, debida al joven Itonapartc , no alcanzó á es-
cudarle contra las quejas y persecuciones que solían padecerlos jefes mili
tares por parte de los comisarios de la Convención. Un decreto, que no
tuvo ejecución, le citó á comparecer ante ella para responder de algunas
disposiciones suyas relativas á las fortificaciones de Marsella. Un represen
3G HISTORIA
tante, descontento con su tesón y desabrimiento respecto ásus demandas,
pronunció contra él aquella fórmula tantas veces mortal, pero en esta oca-
sión felizmente ilusoria y vana, de puesto fuera de la ley.
No todos los representantes del ejército del Mediodía se mostraron des-
afectos á Napoleón, como antes dijimos. Uno de ellos, casado con una
mujer muy amable y hermosa, le colmó de atenciones y miramientos,
permitiéndole en su casa una familiaridad de que se utilizó ú abusó el
jeneral de artillería, si hemos de referirnos á las indiscreciones del Diario
de Santa Helena, según el cual aparece que la esposa participaba de la
benevolencia y preocupación del marido, quien fué uno de los primeros
que inclinó los ánimos de la Convención al vencedor de Tolón en la épo-
ca del f5 vendimiarlo.
Siendo Napoleón emperador, volvió á ver á su linda patrona de Niza.
El tiempo y las desgracias habían alterado , ó mas bien destruido entera-
mente, lo que cautivara en otro tiempo á Napoleón. «¿Cómo no os habéis
valido de vuestros conocidos del ejercito de Niza para llegar ámí?» le dijo
el emperador. «Hay entre ellos muchos personajes que están en relación
perpetua conmigo.— Ay, señor,» respondió ella, «yano hemos sido cono-
cidos desde el momento en que ellos han sido grandes y yo he llegado á
ser desgraciada. » Era entonces viuda y se hallaba en sumo desamparo.
Napoleón le concedió cuanto pedia.
Al citar la época de esta buena ventura, como así se llama en el esti-
lo del mundo, aunque no en el lenguaje de la moral, Napoleón se espresó
así: «Yo era entonces muy joven y estaba envanecido cou mi escaso
triunfo; así procuré agradecérselo con todas las atenciones que estaban á
DE NA.POI..BON 37
mi alcance, y vais á ver cuál puede ser el abuso de la autoridad y de qué
depende á veces la suerte de los hombres , sin que por eso so juzgue qne
yo sea de peor condición que otro. Paseándome un dia con ella por nuestros
acantonamientos en los alrededores de la garganta de Tende, á título de
reconocimiento como jefe de la artillería, me ocurrió de repente darle el
espectáculo de un encuentro y mandé un ataque de avanzad;). \erdad es
que salimos vencedores , pero el resultado no podia ser trascendental ; el
avance era un mero capricho, y sin embargo murieron algunos hombres.
Asi, cuando posteriormente me ha venido este recuerdo á la memoria,
me lo he vituperado amargamente. »
Los sucesos del 9 termidor rezagaron momentáneamente á Bonaparte
la carrera que emprendía con tanto éxito y brillantez. Ora sea (pie sus re-
laciones con Robespierre menor le hubiesen hecho sospechoso á los reac-
cionistas, ora que los envidiosos de su gloria asomante se hubiesen vali-
do de este ó de cualquier otro pretesto para perderle, quedó suspenso de
sus funciones y arrestado por orden de Albitte, Laporte y Sallicetti, (ju io-
nes le acriminaron el viaje que había hecho á Jénova , según un acuerdo
y las instrucciones de su companero Ricord á quien habian reemplazado.
Declarado Bonaparte indigno de la confianza del ejército y citado á
comparecer ante la junta de salvación pública , no se avino calladamente
al mandato ni á los cargos que se le hacian. Estendió al punto una nota
dirijida á los representantes que le habian mandado arrestar, en la que
asoma ya el estilo altivo, enérjico y terminante, harto reconocido y cele-
brado después en su habla y en sus escritos. De aquí algunos fragmentos
de este documento memorable i
«Me habéis suspendido de mis funciones, me habéis arrestado y de-
clarado sospechoso.
« Heme aquí mancillado sin juicio ó sentenciado sin haberme oido.
« En un estado revolucionario hay dos clases, una de patriotas, y otra
de sospechosos.
« ¿En cuál de ellas quieren clasificarme?
« ¿Por ventura no he sido adicto á los principios desde el orijen de la
revolución?
«¿No me han visto siempre pelear contra los enemigos interiores ó
contra los estranjeros á fuer de militar?
« He sacrificado la residencia de mi departamento , he abandonado
mis bienes, lo he perdido todo por la república.
«Posteriormente he servido en Tolón y he descollado, he servido en
el ejército de Italia, y he merecido la parte de los laureles granjeados en
las tomas de Saorgio , Onella y Tanaro.
« Cuando se descubrió la conspiración de Robespierre , mi conducta
fué la de un hombre acostumbrado á no ver mas que principios.
•i
38 HISTORIA
« Luego no se me puede disputar el título de patriota.
i ¿ Porqué me declaran sospechoso sin oinne?
«Inocente, patriota, calumniado, cualesquiera que sean las disposi-
ciones de la junta, no podré quejarme de ella.
« Si tres hombres declarasen que he cometido un delito, yo no podría
quejarme del jurado que me condenase.
«¿Deben los representantes poner al gobierno en la necesidad de ser
injusto y desacertado?
« Oidme, destruid esta opresión que me acosa ,. y voivedme el aprecio
de los patriotas.
i Una hora después , si los perversos quieren mi vida , la tengo en tan
poco , la he despreciado tantas veces. . . . Sí , la mera aprensión de que aun
puede ser útil á la patria me hace sobrellevar su peso con entereza. »
Esta protesta bizarra y grandiosa en medio de su sencillez , indujo á
los representantes á reflexionar que trataban con un hombre de suma
capacidad, y que por consiguiente debian perder la esperanza de doble
garle bajo la arbitrariedad y la persecución , sin esponerse á una larga y
tenaz resistencia de su parte. Atemperándose pues á las exijencias del
amor propio y á los consejos de la prudencia, Albitte y Sallicetti, de acucr
do con el jeneral Dumerbion, revocaron provisionalmente su decreto y
mandaron que se pusiese en libertad al jeneral Bonaparte, «cuyos conocí
mientos militaresy locales podían redundar en provecho de la república.»
Entretanto la reacción de termidor puso la dirección de la junta mili
tar en manos de Aubry , antiguo capitán de artillería, y con este motivo
Napoleón fué sacado de su cuerpo y destinado á servir en la Vendea en
clase de jeneral de infantería. Indignado de una trasmutación tan ofensi
I>K NAPOLEÓN r>!>
va y poco dispuesto á dedicar el desempeño que se conceptuaba a una gner
ra tan ingrata, acudió ejecutivamente en París a la junta militar, esprc
sándose con mucho ímpetu y vehemencia. Aubry fué inflexible, y dijo á
Napoleón « que era joven y se hacia forzoso que se antepusiesen los vete-
ranos; » a lo que respondió Napoleón , « que en el campo de batallase en
vejecia pronto , y que entonces llegaba de él. » El presidente de la junta
no se había hallado en ninguna acción.
Pero esla aguda y acalorada replica era mas á propósito para indispo
ner que para persuadir a Aubry, quien insistió en su providencia, > el Jé
ven oficial , no menos tenaz en sus resoluciones, pretirió el quedar arrin
eonado ni ceder á la injusticia.
CAPITULO IV.
Apeamiento. 13 de vendimiaiin. Josefina. Casamiento.
ncreible parece ver al avasallador veuidero
de la Europa , detenido en su carrera , de-
puesto y borrado de la lista de los jenerales
franceses en activo servicio, en virtud de
una orden firmada por Merlin de Douai, Ber-
lier, Boissy-d' Anglas y Cambaceres, que de
bian todos uu dia desalarse á competencia en
demostraciones lisonjeras para alcanzar una sonrisa ó un ademan de apro-
DE NAPOLEÓN. \\
bacion del joven oficial, á quien trataban entonces con tan poca conside-
ración y miramiento.
Pero entre los rcaccionistas de lermidor se halló un hombre que no
quiso dejar enteramente ociosos los conocimientos militares que Bonapar-
te habia manifestado en Tolón, y este fué Pontccoulant, sucesor de Aubry,
quien empleó á Napoleón en la formación de los planes de campaña, sin
hacer caso do las reconvenciones de la facción dominante.
Este destino arrinconado que tan mal conjeniaba con el carácter de un
guerrero, para quien eran condiciones necesarias de existencia el movi-
miento, el estruendo y la gloria, pareció todavía demasiado ventajoso y
honorífico para el joven oficial cuya suerte se intentaba soterrar. Lctour-
neur de la Mancha, que reemplazó á Pontccoulant en la presidencia de la
junta militar, heredó la añeja ojeriza de Aubry, y Napoleón quedó sin em-
pleo.
Entonces, desahuciado de arrollar envidias, vulgaridades y odios po-
derosos, y no queriendo sin embargo doblegar ante la idiotez y bastardía
arbitraria toda la capacidad política y guerrera que abrigaba en su inte-
rior , desvió por un momento sus miradas de Europa para clavarlas en el
Oriente. Necesitaba á todo trance destinos grandiosos ; la naturaleza lo
habia labrado para pretenderlos y ejecutarlos; y si la Francia se los rehu-
saba, el Oriente debia ofrecérselos.
Poseído de este pensamiento, estendió unos apuntes para dar á enten-
der al gobierno francés que estaba en el interés de la república el aumen-
tar los medios defensivos de la Puerta, contra las miras ambiciosas y los
proyectos de invasión délas monarquías europeas. « El jeneral Bonapartc,
que sirve en la artillería desde su mocedad, y que la dirijió en el sitio de
Tolón y durante dos campañas en el ejército de Italia, se ofrece al gobier-
no para pasar á Turquía con un encargo político Será útil á su patria
on esta nueva carrera; y hará un verdadero servicio, á su pais si alcanza á
robustecer las fuerzas de los Turcos, perfeccionar la defensa de sus prin-
cipales fortalezas y construir otras nuevas. » — « Si un empleado del des-
pacho de la guerra, dice Mr. de Bourrienne, hubiese puesto la palabra con-
cedido al pié de la nota , acaso esto solo hubiera cambiado la faz de la Eu-
ropa. » Pero esto no sucedió. Preocupado el gobierno con la política inte-
rior y las contiendas de partidos , no podia dedicar su atención á planes
militares, cuyo resultado era tan incierto como remoto; y Napoleón conti-
nuó ocioso en Paris, condenado á la inacción por la prepotencia, pero
retenido por la Providencia á las órdenes de la revolución.
No tardó en rodeársele coyuntura de emplearse. Los realistas , alen-
tados con la reacción de termidor, se introdujeron en las secciones parisien-
ses y las animaron á sublevarse contra la Convención. Las primeras tenta-
tivas fueron favorables á los insurjentes. El jeneral Menou, indiciado de
'
43 HISTORIA
traición y ciertamente culpable de Jlojedad y convencido de incapacidad,
facilitó esta \ ictoria á los seccionistas, á quienes se le habia encargado dis-
persar y rendir. Los caudillos de la Convención, demasiado comprometi-
dos con el realismo, á pesar de sus ímpetus contra los jacobinos, para no
sobresaltarse con el triunfo de la contra-revolución, se acordaron enton-
ces de que habían proscrito, desarmado y encarcelado á un sinnúmero de
ardientes patriotas que podiau parar en denodados auxiliares en tan críti-
cas circunstancias. Los republicanos perseguidos oyeron el llamamiento
de sus perseguidores, y corrieron á las armas para conjurar el peligro co-
mún. Pero este ejército extemporáneo necesitaba un jeneral, después del
revés y del arresto de Menou; y Barras, nombrado para jefe , solo podia
ejercer un mando nominal. Tnvo la sensatez de comprenderlo y de hacer
que se le agregase un ayudante mas intelijente de la guerra que él. Propu-
so al jeneral Bonaparte, y la Convención confirmó esta elección por un de-
creto que Bonaparte pudo oir desde la tribuna pública á donde habia con-
currido para observar de cerca la conducta de la asamblea, en cuyas manos
estaba la suerte de la república.
Seguu el Diario de Santa Helena , Napoleón deliberó por mas de me-
dia hora consigo acerca de la admisión ó no admisión del puesto importan-
te que se le confiaba. No habia querido militar contra la Vendea, y no de-
bía decidirse de repente á metrallar á los Parisienses. « Pero si la Convención
fracasa, decia consigo mismo, ¿ qué será de las grandes verdades de núes-
DE NA I» OLKOW. i.'
tra revolución? nucrtras numerosas victorias, y nuestra sangre, lanías veces
derramada, ya no serian mas ijuc acciones infames. Los «stranjeros, á
quienes hemos vencido, triunfarían entonces y nos llenarian de vilipen-
dio De modo que la derrota de la Convención ceñiría las sienes de los
estranjeros y pondría el colmo á la ignorancia y esclavitud de-la patria.»
Este arranque, veinte y cinco años, la confianza en sos fiterzas y en mi
destino preponderaron en él, y luego que se hubo decidido , se presentó á
la junta.
Aciaga determinación para los insurjcñtcs, pues Napoleón ajustó tan
acertadamente sus medidas, que al cabo de pocas horas de refriega, el
ejército parisiense fué arrojado de todas sus posiciones y el levantamiento
quedó enteramente sofocado.
\\
HISTORIA
La Convención recompensó á su libertador, nombrándole jeneral en
jefe del ejército del interior.
£¿EA/tfft
Desde aquel dia Napoleón pudo prever que dispondría luego de las
fuerzas militares de la Francia , y subió realmente la primera grada del
trono, al tomar el mando supremo de la capital.
¡En veinte y cuatro horas qué cambio de su suerte! El 12 vendimia-
rio estaba arrinconadamente desahuciado, teniendo que ensimesmar la ac-
tividad de su injenio, propenso á desconfiar de su estrella con tantísimos
tropiezos, y en tal manera aburrido de los contratiempos que esperimen-
taba en la escena política , que el halago y el reposo de la vida privada
empezaban á tentarle y le hacían prorumpir, al saber el enlace de su her-
mano José con la hija del principal comerciante de Marsella ¡
« ¡Qué afortunado es aquel picaro de José! »
DE NAPOLEÓN. 4.'i
Por el contrario, todas estas veleidades de estado llano habían desapa-
recido el 14 vendimiarlo, y el arrinconado de la víspera se había trasfor-
mado en el dominador del dia siguiente, viniendo á ser el centro de todas
las tramoyas y de todas las ambiciones, así como era el alma de todos los
movimientos. En presencia del realismo, cuya bandera rechazaba allá el
mimen de la Francia, y no teniendo sobre si mas que una junta ejecuti-
vamente desgastada en la carrera de las arbitrariedades y en las contien-
das de cadalso , el joven vencedor de las secciones parisienses eslabonó
con su estrella asomante los destinos de la revolución, que ya no podía
acaudillar el astro eclipsado de la Convención al resplandor de los prime-
ros años de la libertad.
El primer uso que hizo Napoleón de su poder y valimiento fué salvar
á Menou, cuya pérdida tramaban las juntas.
Apesar de toda su moderación, los vencidos no le pudieron perdonar su
derrota; pero su venganza se limitó á un apodo , no pudiendo nada mas
contra él que llamarle el Metrallador.
El vecindario parisiense estaba mortalmcnte agraviado y abatido; el
hambre estremó el quebranto y la aversión á los militares que lo habían
•
46 HISTORIA
avasallado. « Un dia que no habia podido veriQcarsc el reparto del pan ,
dice Mr. de las Cases , y que se habia agolpado el jcntío á las puertas de
los panaderos , Napoleón pasaba eon una parte de su estado mayor , ze-
lando la seguridad pública; detiénele un tropel de la plebe, compuesto
principalmente de mujeres, y le pide pan á voces descompasadas: crece
la concurrencia, se redoblan las amenazas, y la situación llega á ser suma-
mente crítica. Sobresalía sobre todos por sus ademanes y palabras una
mujer desatinadamente gruesa : « Todo ese hato de matones se burla de
nosotros , clamaba apuntando á la oGcialidad, pues en comiendo y engor-
dando ellos bien , poco les importa que el pueblo se muera de hambre. »
Volvióse Napoleón hacia ella y dijo : « Oiga, buena mujer, ¿qué os pare-
ce? ¿cuál está mas gordo de los dos?» Es de observar que Napoleón se
hallaba á la sazón sumamente ílaco. «Yo parecía un esqueleto, dice él.
Una risa jeneral aplaca la furia de la plebe, y el estado mayor prosigue
su camino. »
Sin embargo la trascendencia de la asonada insurreccional de vendí
miario, y la casi jeneralidad de las reconvenciones en que prorumpian con-
DE NAPOLEÓN. 47
tía la Convención todos los partidos, habian hecho disponer el desarme
jencral de las secciones. Mientras se llevaba a cabo esta providencia , un
joven de diez á doce años fué á suplicar al jeneral en jefe que le maudase
devolver la espada de su padre, que habia mandado los ejércitos de la re-
publita. Este joven era Eujenio de Beauharnais. Napoleón accedió á la
súplica, y le trató con sumo agrado. Enternecido el mozo, derramó algu-
nas lágrimas, y habló á su madre de la buena acojida que le habia dis-
pensado el jencral , con cuyo motivo aquella se creyó obligada á visitar-
le y manifestarle su agradecimiento. Madama Beauharnais, todavía jo-
ven , no ocultó probablemente en este avistamiento el donaire y los pri-
mores con que descollaba en las grandiosas tertulias de la capital. Interesó
á Bonaparte, quien avaloró la proporción que vino á rodearle la casuali-
dad, siendo desde luego uno de sus contertulios diarios. Acudían allí al-
gunos de la nobleza antigua que no descompadraban con el metrallador-
cillo, como se le apellidaba con estudio en las concurrencias. Cuando esta
se retiraba , quedaban algunos amigos , como el anciano Mr. de Montes-
quieu y el duque de Nivernés , para hablar á puerta cerrada de la anti-
gua corte y « dar una vuelta por Vcrsallcs. » Muy estraño pareciera hoy
<h r
48 HISTORIA
dia ver al vencedor de vendimiario rodeado de aquellos palaciegos vete
ranos , si no se supiera lo que ha hecho después por la etiqueta y las eje-
cutorias, aunque nunca se desprendió respecto á sí del menosprecio fi-
losófico que le merecian aquellas aprensiones , y debia ser el repre-
sentante nato de la revolución francesa y el espanto de las aristocracias
europeas. Por lo demás no fué un mero conocimiento ó una relación vo-
landera la que contrajo Napoleón con Madama de Beauharnais. El cariño
mas ardiente y entrañable se aposentó en su pecho , y cifró toda su dicha
(Mi desposarse con la que estaba adorando. Este enlace se verificó el 0 de
marzo de 4796. Una negra había pronosticado á Josefina que seria reina;
alo menos así se complacia en referirlo sin parecer muy incrédula, y su
matrimonio con Bonaparte fué un primer paso para el cumplimiento de la
profecía.
CAPITULO V.
Primera campaña de Italia.
ciierer , jenoral en jefe del ejército de
Italia , habia comprometido las armas y
el honor de la república por su incapaci-
dad militar y por el desconcierto de su
. administración, dejando perecer la caba-
llería por falta de abastos. El ejército ca-
^^s-J*^CZ3=c^=^,-c^p> recia de todo y no podia sostenerse por
mas tiempo en la ribera de Jénova. Deseoso el Directorio de poner un tér
7
oO HISTORIA
mino á tamaña desdicha , pero escaso de víveres y de caudales , le envió
un nuevo jeneral. Afortunadamente este nombramiento recayó en Rona-
parte , cuyo numen lo suplió todo.
Salió de Paris el 2í de marzo de 4796, dejando el mando del ejército
del interior á un antiguo jeneral llamado Hatri , y llevando ya ideado su
plan de campaña. Habia resuelto internarse en Italia por el valle que des-
linda los últimos picos de los Alpes y de los Apeninos, para atravesar el
ejército austro-sardo, precisando á los Imperiales á cubrir á Milán, y á los
Piamonteses á escudar su capital . Llega á Niza á fines de marzo, de donde
traslada, desde el arranque de la campaña, el cuartel jeneral á Albenga.
« Soldados, » dice Napoleón al pasar la primera revista á las tropas, «es-
tais desnudos y hambrientos: se os está debiendo mucho, y nada se os
puede dar. Vuestro sufrimiento, el denuedo que mostrasteis entre estos
peñascos es asombroso , mas no os acarrea el menor blasón, y así , vengo
á encaminaros á las llanuras mas pingües del mundo. Ricas provincias y
grandes ciudades caerán en nuestro poder, y allí lograréis riquezas , ho-
nor y gloria. ¡Soldados de Italia ! ¿escasearíais de arrojo?»
Kl ejército ya esperanzado vitorea este lenguaje , y utiliza el jeneral
aquel entusiasmo para hablar con desembozo al senado de Jénova, pidién-
dole el tránsito por la Rochetta y las llaves de Gavi.
En 8 de abril escribe al directorio- « He hallado este ejército, no sola-
DE NAPOLEÓN. 51
mente falto de todo, sino también de disciplina y rematadamente insu-
bordinado. El descontento había llegado á tal cstremo que los mal inten-
cionados, valiéndose de la coyuntura, habian formado una compañía, lla-
mada del Delfín, que iba entonando cantares contrarevolucionarios
Contad con que se restablecerán en 61 la paz y el orden Cuando leáis
esta carta, ya habremos venido a las manos. » Y con efecto sucedió todo
como Bonapartc había previsto y asegurado.
El ejército enemigo estaba mandado por Beaulicu , oficial sobresalien-
te, que se habia granjeado nombradla en las campañas del Norte. Al sa-
ber que el ejército francés, hasta entonces mantenido en la defensiva, aca-
baba de entablar de repente el sistema ofensivo, y trataba osadamente de
arrollar las puertas de Italia, sale arrebatadamente de Milán y acude al
socorro de Jénova. Situado en Novi , donde fija su cuartel jeneral, repar-
te su ejército en tres cuerpos, y publica un manifiesto que el jeneral fran-
cés remite al Directorio, diciéndole que iba á contestar « al otro dia de la
batalla. »
tfcy
Verificóse esta em en Montenote: y descollando con un golpe sonado
desde el principio de la campaña , alcanza el jeneral republicano la pri-
52 HISTORIA
mera victoria , desde cuya lecha quiso contar después el oríjen de su no-
bleza.
Nuevas refriegas le fueron proporcionando mayores triunfos; Bona-
parte, vencedor eH4 en Millesimo, y eUC en Dego, responde, no al otro
dia de la batalla , sino con tres victorias en cuatro dias, al manifiesto de
Beaulieu; y la noche misma del empeño en Dego, da cuenta al Directorio
de sus rápidas y esclarecidas operaciones , poniendo estudio en dar realce
á la parte que habiau tomado en tan reñidos trances los jefes que estaban
ásus órdenes , como Joubert , Massena, Augereau, Menard, Laharpe,
Rampon , Lannes , etc.
« Hemos cojido en esta acción de 7 á 0.000 prisioneros , contándose
entre ellos un teniente jeneral y veinte ó treinta coroneles y tenientes co-
roneles.
« El enemigo ha dejado en el campo de 2.000 á 2.500 muertos.
« Os comunicaré tan pronto como me sea posible los pormenores de
este glorioso encuentro , remitiendo lista de los que se han distinguido
particularmente. »
Sucedió entonces que el jeneral Colli, que mandaba la derecha, escri-
bió á Bonaparte reclamando un parlamentario llamado Moulin , emigra-
do francés , que habia sido detenido en Murseco, y amenazándole que usa-
ría de represalias en la persona del brigadier Barthelemy , prisionero con
los Austríacos. El jeneral francés respondió : «Un emigrado es un hijo
parricida que bajo ningún concepto se hace respetable. Al enviar á Mr.
Moulin en clase de parlamentario , se ha faltado al honor y á las conside-
raciones debidas al pueblo francés. Sabidas tenéis las reglas de la guerra,
y no creo en la represalia con que amenazáis al brigadier Barthelemy.
Pero si á pesar de aquellas leyes , os propasaseis á semejante acto de bar-
barie , de él responderán inmediatamente todos vuestros prisioneros con
cruelísima venganza, porque profeso á los oficiales de vuestra nación el
aprecio debido á valientes militares. » Y no era vana la amenaza de Bona-
parte, pues tenia ya en su poder gran número de prisioneros. Así pues
contestó á Colli eH8 de abril.
El resultado de las famosas jornadas en que los nombres de Joubert,
Massena y Augereau sonaron por primera vez esclarecidamente para la
Francia, fué quedar la retaguardia enemiga, mandada por Provera, ren-
dida, disponer la separación de los Austríacos y Piamon teses, y abrir á las
tropas republicanas á diestro y siniestro los caminos de Milán y deTurin.
Guando el jeneral en jefe llegó á las alturas de Montezemoto, que Auge-
reau habia ocupado el mismo dia en que Serrurier habia obligado á Colli
á evacuar su campamento atrincherado de Ceva, apuntó desde allí á su
ejército los picos altaneros que la nieve señalaba alo lejos y que se encum-
braban á manera de tendidas cascadas de hielo sobre las ricas llanuras del
DE NAPOLEÓN 53
I'i.-iiik ni i<\ « Aníbal ha forzado los Alpes, » dijo á sus soldados, fijando sus
miradas en los montes; a nosotros les daremos vuelta, i
II 22 quedó señalado con una nueva victoria. El ejército republicano
pasó el Tanaro y se apoderó del reducto de la Bicoca , de Mondovi y de sus
almacenes. El 25 se tomó y fortificó Cherasque, firmándose un armisti-
cio el 28.
Algunos dias antes, el 24, Bonaparte habia respondido en estos térmi
nos á una carta del jeneral Colli ¡ «El Directorio ejecutivo se ha reservado
el derecho de tratar de la paz : por lo mismo es preciso que los plenipo
tenciarios del rey vuestro amo pasen á Paris ó aguarden en Jénova á los
enviados del gobierno francés.
« La posición militar y moral de ambos ejércitos imposibilita toda sus
pensión pura y sencilla. Aunque yo esté particularmente convencido de
que el gobierno concederá á vuestro rey condiciones de paz honrosas, no
me cabe detener mi marcha por presunciones aéreas; sin embargo un me
dio hay de conseguir vuestro objeto conforme con los verdaderos intereses
de vuestra corte y que escusaria un derramamiento de sangre infructuoso,
y por lo tanto contrario á la razón y á las leyes de la guerra, y este es que
me entreguéis dos de las tres fortalezas de Coni, Alejandría y Tortona,
las que bien os parezcan »
Entregáronse las fortalezas de Coni y Tortona , como también la de
Ceva, á los republicanos, y quedó firmado el armisticio.
j Cuántas empresas ejecutadas en un mes ! ya no tenia que temer la re-
pública por sus puertos y fronteras : estremeciendo por el contrario en sus
capitales á los reyes que antes la amenazaban ; y este trueque se habia ve
54 HISTORIA
riíicado con suma prontitud, sin recursos nuevos, con un ejército exhaus-
to que carecia á un tiempo de víveres, de artillería y de caballería. Este
milagro era el resultado del numen ambidestro de un prohombre y del
ímpetu de la libertad que le franqueaba soldados y una oficialidad acree-
dora á su mando.
Los estranjeros estaban aterrados. El ejército francés, asombrado con
su caudillo novel, se angustiaba para lo venidero, aun en medio de sus
inauditos triunfos, al recapacitar los medios escasos que le acompañaban
en carrera tan esclarecida , entablando la ardua empresa de conquistar la
Italia. Para desvanecer aquellas zozobras y reencender el entusiasmo de
las tropas , Napoleou les dirijió desde Cherasque la proclama siguiente :
« ¡Soldados! en quince dias habéis alcanzado seis victorias, cojido vein-
te y una banderas, cincuenta y cinco cañones; habéis tomado varias plazas
fuertes y conquistado la parte mas rica del Piamonte ; habéis hecho quin-
ce mil prisioneros y herido ú muerto á mas de diez mil hombres. Hasta
DE NAPOLEÓN 55
ahora habéis peleado por áridos pénaseos, esclarecidos ya con vuestro de-
nuedo , pero inservibles para la patria. Ahora sois ya competidores digní-
simos del ejército conquistador de la Holanda y del Itin. Faltos de todo,
á todo habéis acudido. Habéis ganado batallas sin cánones, pasado rios
sin puentes, hecho marchas forzadas sin calzado y acampado sin aguar-
diente y á veces sin pan. Solo falanjes republicanas y soldados de la liber-
tad eran capaces de aguantar cuanto habéis padecido. I-a patria recono-
cida os deberá en parte su prosperidad ; y si al vencer en Tolón estuvisteis
ya anunciando la campaña inmortal de \ 793 , otra mas hermosa pregonan
desde ahora vuestras victorias.
« Ambos ejércitos , que poco ha os embestían con arrojo, huyen aterra-
dos á vuestra vista ; los malvados que se estaban mofando de vuestro des-
amparo y soñaban con mil triunfos de nuestros enemigos, yacen confun-
didos y trémulos. Pero es menester que no os desentendáis, oh soldados ,
de que nada habéis hecho , puesto que os queda todavía algo por hacer.
Turin ni Milán no están en vuestro poder , y los asesinos de Basseville
huellan todavía las cenizas de los vencedores de Tarquino. Estabais faltos
de todo al principio de la campaña ; ahora estáis abundantemente provis-
tos. Los depósitos cojidos á vuestros enemigos son crecidos y ya ha llegado
la artillería de sitio y de campaña. Soldados , la patria tiene derecho á es-
perar heroicidades de vosotros. ¿Corresponderéis á su esperanza? No hay
duda que están vencidos los mayores obstáculos; pero todavía tenéis re-
friegas que trabar, ciudades que tomar y rios que atravesar. ¿Hay entre
vosotros alguno cuyo denuedo amaine? ¿Hay alguno que prefiera volver
á la cumbre del Apenino y de los Alpes, para aguantar los baldones de
esa soldadesca esclava ? No, no hay ninguno entre los vencedores de Mon-
tenote, Millesimo, Dego y Mondovi. Todos están ardiendo en anhelos de
llevar á lo lejos la gloria del pueblo francés. Todos quieren humillar á
esos reyes orgullosos que se atrevían á tratar de aherrojarnos. Todos quie-
ren dictar una paz gloriosa que indemnice á la patria de los inmensos sa-
crificios que tiene hechos. ¡Amigos! esa conquista yo osla prometo, pero
bajo una condición, que debéis jurar y cumplir, de respetar á los pueblos
que libertáis y contener los horribles saqueos en que se engolfan algunos
perversos escitados por vuestros enemigos. No siendo así, los pueblos os
mirarán como un azote, y no como á sus libertadores ; y el pueblo fran-
cés, en vez de blasonar de vuestras acciones, os denegaria por sus hijos.
Victorias , valor, triunfos, la sangre de nuestros hermanos muertos en las
peleas, todo se perdería, hasta el honor y la gloria. En cuanto á mi y á
los jencrales que os merecen confianza, rubor tendríamos de mandar un
ejército sin disciplina, sin freno y que no conociese otra ley que la vio-
lencia. Pero revestido de la autoridad nacional y escudado con la justicia
y las leyes, sabré hacer respetar á esa corta grey de cobardes y desalmados
50 HISTORIA
las leyes de la humanidad y del honor que atropellan. No permitiré que
unos salteadores marchiten vuestros laureles. Haré ejecutar rigurosamente
el reglamento publicado en la orden del dia. Los ladrones serán ejecutados
sin conmiseración; algunos lo han sido ya, y con este motivo he podido
observar el afán con que cumplieron mis órdenes los buenos soldados del
ejército.
« ¡ Pueblos de Italia! el ejército francés viene á romper vuestras cade-
nas : el pueblo francés es amigo de todos los pueblos J salid confiados á su
encuentro. Propiedades, relijion, costumbres, todo será respetado. Pelea-
mos como enemigos jenerosos , y solo queremos mal á los tiranos que os
avasallad. »
Este lenguaje estaba descubriendo en Napoleón aun mas que un gran
capitán. En él descuella ya el estadista trascendental, que ha de ser un con-
quistador que imponga leyes, y logre pasmar y enloquecer á los pueblos
anunciándoles su libertad , el castigo de los malhechores y el respeto es-
crupuloso para con su relijion y sus costumbres.
Cuando Napoleón hablaba con tamaña entereza , estaba á diez leguas
de Turin, y tomaba, digámoslo así, posesión de la Italia. El rey de Orde-
ña temió y activó las negociaciones entabladas, y cuyas primeras conferen-
cias se efectuaron en casa de su mayordomo Salmatoris, que fué posterior-
mente prefecto del palacio de Napoleón durante el imperio ; y firmóse en
Cherasque el armisticio arriba anunciado, bajo condición , entre otras, de
que el rey de Cerdeña se retraería inmediatamente de la confederación y
enviaría un plenipotenciario á Paris para tratar de la paz definitiva , todo
lo cual fué puntualmente ejecutado. Hallábase el monarca sardo acosado
por el ejército republicano , y así no le cabia el faltar á su palabra. Despa-
chó al conde de Revel á Paris con las mas pacíficas instrucciones , y por su
parte Napoleón envió de antemano á la misma capital al jefe de escuadrón
Murat, encargado de llevar la noticia de las victorias con que se habia
señalado el principio de la campaña. « Ya podéis dictarle la paz al rey de
Cerdeña cual vencedores, » escribía Napoleón al Directorio. « ....Si tenéis
el proyecto de destronarle , entretenedle algunas décadas y avisadme in-
mediatamente ; entonces me apodero de Valencia y marcho sobre Turin.
« Enviaré doce mil hombres sobre Roma cuando haya derrotado á
Beaulieu »
Los representantes de la nación acojieron este mensaje decretando que
el ejército de Italia habia merecido bien de la patria por la quinta vez en
seis dias. La paz con el rey de Cerdeña aumentó el alborozo público, que-
dando firmada el 1 5 de mayo bajo las condiciones mas ventajosas para la
Francia.
No teniendo ya Bonaparte que pelear sino contra los Imperiales, se
preguntó si debia guardar la línea del Tesino ó caer sobre el Adijio con la
DE NAPOLEÓN. 57
celeridad audaz que le había hecho dueño eu pocos días de las mas lier
mosas provincias de la monarquía sarda. Él mismo nos lia conservado,
en una nota recopilada en el Diario de Sania Helena, las razones que mi
litaban en pro de uno y otro partido. Kl primero , de cordura y reserva,
no cuadraba con la posición de la república nueva, que debía acobardar á
laconfederacion con repetidos golpes é incesantes prodijios, ni con el joven
jcncral á quien su índole y ambición inclinaban á las resoluciones mas
atrevidas y peligrosas , que ofrecían mayores probabilidades de dificultad
y nombradía. Bonapartc siguió adelante después de haber escrito al Direc-
torio : « Mañana marcho contra Heaulicu; le obligo á atravesar el Po ; lo
paso inmediatamente tras él; me apodero de toda la Lombardía, y antes
de un mes confio hallarme sobre los montes del Tirol, encontrar el ojér
cito del Rin y trasladar de consuno con 61 la guerra á la Baviera. »
El 9 de mayo escribía al director Carnot :
« Al fin hemos pasado el Po , y se ha empezado la segunda campaña.
Beaulieu está desbaratado; yerra sus cálculos, y siempre para en los lazos
que se le arman; acaso querrá presentar batalla, porque este hombre tie-
ne arrojo como enfurecido, mas no como jeneral Una victoria mas y
somos dueños de Italia Es incalculable lo que hemos eojido al enemi-
58 HISTORIA
go Os remito veinte cuadros de los mejores, del Corregió y Miguel
Anjel.
« Os doy las mas espresivas gracias por las atenciones que tenéis con
mi esposa; os la recomiendo; es patriota de corazón y la amo en estremo. »
Al día siguiente de esta carta, la nueva victoria de que esperaba Bo-
naparte la posesión de la Italia fué patrimonio de la historia, inmortali-
zando el nombre de Lodi, que los republicanos ocuparon.
La conquista de la Lombardía fué el fruto de esta batalla. En pocos
dias, Pizzighitone, Cremonay todas las ciudades principales del Milanesa-
do cayeron en poder del ejército francés.
En medio de los campamentos y del estruendo de las armas, Napoleón,
á quien se hubiera podido conceptuar embargado en asuntos políticos y
guerreros, se mostraba ansioso por 4as artes y pedia al Directorio una co-
misión de artistas para recojer las preciosidades que la conquista ponia á
su disposición. Viósele posteriormente rehusar tesoros, que hubieran podi-
do ser propiedad suya, por apropiarse un cuadro del Corregió con el cual
apetecía enriquecer el Museo Nacional.
Y no solo mostraba interés y afán por el progreso y la prosperidad de
las nobles artes, pues cuanto corresponde al entendimiento, al cultivo de
las ciencias ó á ¡a causa de la civilización moderna , todo tenia cabida en
sus pensamientos. A los quiuce dias de su tránsito del Po, allá entre el es-
/
I)E NAPOLEÓN. 50'
truendo del canon de Lodi y las humaredas del crmpamento de .Mantua,
se retraía del ansia jeneral por verle en su cuartel de Milán , pana escri-
bir á un célebre jeómetra, al sabio Oriani , la carta siguiente
« AL CIUDADANO ORIAS!.
t I,as ciencias que honran al entendimiento humano y las artes que
hermosean la vida, encomendando las heroicidades á la posteridad, mere-
cen condecorarse con especialidad en los gobiernos libres. Todos los hom-
bres de injenio y cuantos se han granjeado timbres en la república litera
ria son hermanos , cualquiera que sea el pais que los vio nacer.
« Los sabios no disfrutaban en Milán el aprecio á que eran acreedo-
res. Retraídos en el interior de sus laboratorios, se conceptuaban dicho
sos, con tal que los reyes y los sacerdotes los dejasen intactos. Pero esto
no sucede hoy dia: el pensamiento es libre en Italia , ya no hay inquisi-
ción , intolerancia ni déspotas. Yo insto á los sabios para que se reúnan j
me propongan sus miras acerca de los medios que pudieran emplearse ó de
las carencias que están padeciendo para dar á las ciencias y las artes nue-
va vida y verdadera existencia. Cuantos gusten pasar á Francia pueden
contar con desalada acoj ida por parte- del gobierno. El pueblo francés tie-
ne en mas el granjearse un sabio matemático , un pintor acreditado ó un
hombre esclarecido, eu cualquiera linea, que el poseer la ciudad mas ri-
ca y abundante.
«Sed pues, ciudadano, el órgano de estos anhelos respecto á los sa
bios eminentes que está atesorando el Milaacsado.
t BOlfAPARTE. t
Pero aquel tino finísimo, y aquel desempeño y actividad que todo lo
estaba abarcando con tanto asombro de amigos y enemigos de la Francia,
encelaban también al gobierno suspicaz que manejaba á la sazón la repú-
blica. Estaba ya el Directorio presenciandOjUn sucesor en el héroe de Mon-
tenote y Lodi, y queria alejar cuanto fuese dable aquel trance, ton esta
mira trató de dar un segundo al que habia probado con una serie de vic-
torias inesperadas que sabia obrar y vencer por sí solo. No se equivocó
Itonapartc respecto al móvil que le daba por compañero á Kellermann, y
se franqueó sin rebozo en una carta escrita al director, cuyo carácter ,
servicios y conocimientos le merecían aprecio. «Creo, escribía á Carnot,
que juntar á Kellermann conmigo en Italia es querer desquiciarlo todo. Yo
no puedo servir gustoso con un hombre que se conceptúa el primer je-
neral de Europa; y además en mi dictamen, un jeneral malo vale aun
mas que dos buenos. En la guerra, como en el gobierno , todo se cifra en
el tino. »
i
60 HISTORIA
Después de haber enviado esta carta, Napoleón prosiguió obrando con-
forme á sus propias miras y llevando á cabo su plan. Habia hecho su en-
trada triunfal en Milán el! 5 de mayo, mientras que en Paris se firmaba
la paz que ¿1 mismo habia impuesto á la Cerdeña en Montenote, Dego, Mi
llesimo y Mondovi.
El Directorio no se atrevió á realizar su intento de asociación. Keller
mano fué nombrado gobernador jcncral de los paises cedidos á la Francia
por el último tratado con su Majestad sarda, y Bonaparte conservó el
mando en jefe del ejército de Italia.
Su primer conato fué trasladar el centro de las operaciones sobre el Adi
jio y entablar el bloqueo de Mantua. El ejército francés se componia ape-
nas de treinta mil hombres, mas no por eso el arrojo de su jeneral dejó di
I,
DE NAPOLEÓN. 01
aterrar al consejo áulico. Al punto se trató en Vicna de retirar á Wurmser
de las márjenes del Hin y enviarle á Italia con un refuerzo de treinta mil
hombres de tropas cscojidas.
No se le ocultaba por su parte á Napoleón que los encuentros diarios
y las enfermedades podían llegar á reducir su ejército, ya tan escaso, á una
inferioridad de número considerable respecto á los Imperiales, y no cesaba
de instar y clamar al Directorio para que le enviase reclutas y que el ejér-
cito del Rin ejecutase una llamada poderosa emprendiendo activamente
las hostilidades. ■ Me figuro que están peleando allá en el Rin , había es-
crito Bonaparte á Carnot pocos días después de la victoria de Lodi; sí con-
tinuase el armisticio, el ejército de Italia quedaría destruido; digno de la
república fuera ir á firmar el tratado de paz con los tres ejércitos reuni-
dos en el riñon de la Bavieraó del Austria atónita. »
Napoleón tenia tanto mas motivo de pedir la cooperación de los ejér-
citos del Rin y de Sambra y Mosa, por cuanto se lo habían formalmente
prometido á su salida de París para mediados de abril; y luego estos ejér-
citos no se pusieron en movimiento hasta fines de junio, cuando Wurmser,
á quien una llamada ejecutiva hubiera podido detener en Alemania, llega-
ba á Italia con sus refuerzos.
Los que estaba demandando el jeneral francés acudían mas pausados:
el Directorio, ó por imposibilidad ó malevolencia, ensordecía para sus
instancias. Teniendo así Napoleón que hacer frente con treinta mil hom-
bres á un ejército compuesto de cien mil, desentraña entonces de sí mismo
medios de minorar la superioridad numérica de los Imperiales; y vuela
en alas de su numen y de su estrella. Va allá ideando y disponiendo un
plan de marchas y contramarchas , de ataques falsos y retiradas aparentes,
de maniobras osadas y movimientos instantáneos , á favor de los cuales se
empeña en dividir y aislar los tres cuerpos enemigos, descolgándose des-
pués de improviso coa todas sus fuerzas reunidas, atacándolos separada-
mente y derrotándolos uno tras otro. El éxito mas completo abona el pen-
samiento y las esperanzas del sumo capitán , á quien acompañan eficaz-
mente la intelijencia y el denuedo de los jenerales y soldados republica-
nos. Mientras que Wurmser le supone embargado con Mantua, se escabulle,
por decirlo así , del sitio de aqiiella plaza , y trasladándose de relámpago
del Po al Adijio, del Chiesa al Mincio, parece que se multiplica para embes-
tir casi al mismo tiempo á todas las divisiones enemigas, y las va arrollan-
do, dispersando y destruyendo en una repetición de lances , conocida con
el nombre de campaña de los cinco días, que sobrevinieron en Salo,
Lonato, Castiglione, etc. Quosnadowich mandaba á los Austríacos en los
mas de estos descalabros; pero Wurmser quedó derrotado personalmente
en el mas desastrado de todos, el de Castiglione.
En el parte de esta prodijíosa campaña, que el jeneral victorioso re-
02 HISTORIA
dactó en el campo de batalla y remitió al Directorio el 1 9 de termidor
año IV (G de agosto de I79G), se hallan los pormenores siguientes:
« De algunos dias á esta parte habían ido llegando los veinte mil hom-
bres de refuerzo que el ejército austríaco del Rin enviaba al de Italia , el
cual, junto con un número considerable de reclutas y muchos batallones
venidos del interior del Austria, hacian su conjunto harto formidable, y la
opinión jeneral era que los Austríacos llegarían pronto á Milán
« El enemigo me acorralaba entre dos fuegos bajando del Tirol por
Brescia y el Adijio. Si el ejército republicano era muy escaso para hacer
frente á las divisiones juntas del enemigo, podia derrotar á cada una sepa-
radamente , y yo me hallaba situado entre ellas. Érame pues asequible el
atajar la división enemiga bajada de Brescia, por medio de un movimien-
to ejecutado con rapidez, hacerla prisionera y derrotarla completamente,
descolgándome luego sobre el Mincio para embestir á Wurmser y ano-
jarlo lejos del Tirol; mas érame forzoso, para ejecutar este intento, le-
vantar en veinte y cuatro horas el sitio de Mantua, próxima á caer en mis
DE NAPOLEÓN. 68
manos, pues no podía sostenerse raas de seis hora, Era también impres-
cindible despasar velozmente el Mineio sin dar tiempo á las divisiones ene
migas para (jne me acorralasen. La suerte me fué propicia, y la refriega de
Dezenzano, los dos encuentros de Salo , la batalla de Lonato y la de Cas'
tiglione son resultados que lo manifiestan
« El 10, al rayar el dia , nos hallamos al frente del enemigo : el jenc-
ral Guieux , que estaba á nuestra izquierda , debía atacar á íSalo; el jenc- '
ral Massena, situado en el centro, debia operar por Lonato; el jeneral
Augereau, que estaba á la derecha, debia atacar por Castiglione. El ene-
migo, en vez de ser atacado, acometió la vanguardia de Massena que se
hallaba en Lonato; ya estaba cortada, y el jeneral Díjcon habia caído pri-
sionero ; el enemigo nos habia tomado tres piezas de artillería á caballo.
Mandé formar inmediatamente la t8 media brigada y la 52 en columna
cerrada por batallones; al empeñarnos en arrollar al paso de ataque las fi-
las enemigas, estas se estendian para envolvernos, cuya maniobra con-
ceptué que nos brindaba con la victoria. Massena envió algunas guerri-
llas para detener la marcha de las alas enemigas ; la primera columna lle-
gada á Lonato arrolló al enemigo, y el I "i rejimiento de dragones dio una
carga á los huíanos y recobró nuestras piezas.
« En un instante se dispersó el ejército enemigo. Intentó verificar su
retirada sobre el Mineio, pero mandé á mi edecán, jefe de brigada, Junot,
que se pusiese al frente de mi compañía de guias, persiguiendo al encmi
go y aventajándole en rapidez hacia Dezenzano; encontró al coronel líen-
G4 HISTORIA
der con una parte de su Tejimiento de huíanos á quien acometió; pero no
queriendo entretenerse Junot en atacar la retaguardia, contramarchó por
la derecha , salió de frente al encuentro del Tejimiento, cuyo coronel hirió
con intención de hacerle prisionero , cuando se vio rodeado por todas
partes, y después de haber muerto á seis por su mano, fué derribado del
caballo y echado en un foso herido con seis sablazos, ninguno de los cua-
les dicen será mortal.
• Se iba retirando el enemigo sobre Salo, pero hallándose este en nues-
tro poder, cayó prisionera toda la división que andaba errante por los
montes. Entretanto Augereau, marchando sobre Castiglione y ocupando
aquella aldea , tuvo que estar todo el dia contrastando recios embates de
fuerzas duplicadas: artillería, infantería y caballería, todos han cumplido
con su deber, y el enemigo ha venido á quedar enteramente derrotado en
todas direcciones.
i Ha perdido veinte cañones , dos ó tres mil hombres entre muertos y
heridos, y cuatro mil prisioneros , entre ellos tres jenerales....
t Durante todo el dia 1 7 , Wurinser se esmeró en ir juntando las reli-
quias de su ejército , en adelantar su reserva , sacando de Mantua cuantas
fuerzas le era dable, colocándolas en batalla por la llanura entre la aldea
de Escandio, sóbrela que apoyó su derecha, y laChiesa, donde apoyó su iz-
quierda.
«La suerte de la Italia no estaba todavía decidida. Reunió un cuerpo
de veinte y cinco mil hombres y numerosa caballería, comprendiendo que
aun podía contrarestar el destino. Por mi parte di órdenes para que se
reuniesen todas las columnas del ejército.
« Pasé yo mismo á Lonato, para ver qué tropas podia sacar de allí ; y
¡cuál fué mi estrañeza al entrar en la plaza, en recibir un parlamentario in-
timando al comandante de Lonato á que se rindiese porque estaba acorra-
lado! Con efecto, de diferentes puestos de caballería me anunciaban que
muchas columnas llegaban á nuestras avanzadas y que el camino de Brescia
á Lonato estaba interceptado en el puente de San Marcos. Comprendí en-
tonces que no^podian ser mas que reliquias de la división cortada que, des-
pués de haber andado errante y haberse reunido, trataban de abrirse paso.
« Harto crítica era la situación : apenas tenia en Lonato unos mil y
doscientos hombres ; hice entrar al parlamentario , le mandé desvendar
los ojos y le dije que si en su jeneral cabia el arrojo de hacer prisionero al
Jeneral en jefe del ejército de Italia, no tenia mas que adelantarse y debia
constarle que yo me hallaba en Lonato, puessabian todos que el ejército
republicano lo ocupaba; que todos los oficiales jenerales y superiores de
la división serian responsables del insulto personal que me habia hecho ,
declarándole que si dentro de ocho minutos toda su división no habia
rendido las armas , no perdonaría uno solo.
DE NAPOLEÓN. «5
Kl parlamentario se quedó atónito de verme allí, y poco después loria
aquella columna rindió las armas. Constaba de cuatro mil hombres con
dos cañones y cincuenta caballos; venia de Gavardo y trataba de salvarse;
mas no habiendo podido ejecutarlo aquella mañana por Salo, queria efec-
tuarlo por Lonato.
t El \S al rayar el dia nos hallamos al fronte del enemigo; sin embal-
so eran las seis, y aun no se habia hecho ningún movimiento. Mandé que
el ejército retrocediese para atraer al enemigo , al mismo tiempo que el
jeneral Serrurier á quien aguardaba por momentos, llegaba de Marcario,
acorralando así toda la izquierda de Wurmser. Este movimiento produjo
en parte el efecto que me prometía, pues Wurmser iba esplayando su de-
recha para observarnos.
«Luego que descubrimos la división de Serrurier, mandada por el jene-
ral Fiorella , que atacaba la izquierda, mandé al a\ udante jeneral Verdiere
que tomase un reducto levantado por los enemigos en medio de la llanura
para sostener su izquierda Di orden á mi edecán jefe de batallón Marmont
para que dirijiese veinte piezas de artillería lijera, con objeto de obligar al
9
66 HISTORIA
enemigo á que nos abandonase aquel puesto interesante; y tras un caño
neo tremendo, la izquierda del enemigo se declaró en retirada.
« Augereau atacó su centro , apoyado en la torre de Solferino; Masse-
na acometió la derecha, y el ayudante jcneral Leclerc, al frente de la.'i '. me
día brigada, marchó en auxilio de la 4\ Toda la caballería, á las órdenes
del jeneral Beaumont, se encaminó á la derecha para sostener la artillería
lijera y la infantería. En todas partes quedamos victoriosos, en todas al-
canzamos el mas completo triunfo.
« Hemos cojido al enemigo diez y ocho cañones y ciento veinte arco-
nes: su pérdida asciende á dos mil hombres entre muertos y prisioneros.
Se ha dispersado en todas direcciones; pero nuestras tropas cansadas no
han podido perseguirlo sino por espacio de tres leguas. El ayudante jene-
ral Frontín pereció haciendo frente al enemigo.
« Ya tenernos otra campaña concluida en cinco días. Wurmser ha per-
dido en ellos setenta piezas de campaña, todas sus municiones de infan-
tería , de doce á quince mil prisioneros, seis mil muertos ó heridos y casi
todas las tropas procedentes del Rin. Fuera de todo esto, una gran parte
de su-ejército se ha dispersado y va cayendo en nuestro poder en el alcan-
ce. Todos los oficiales, soldados y jenerales han manifestado en trance tan
arduo sumo tesón y desempeño »
Sucesos tan asombrosos sublimaron mas y mas el entusiasmo de cuan-
tos pueblos de Italia se habían apasionado por la revolución francesa. Los
partidarios del Austria quedaron aterrados; habían cometido la torpeza
de manifestar su regocijo á la llegada de Wurmser, asociándose á la jactan-
cia de los Imperiales, quienes, vista su inmensa superioridad numérica, ce-
lebraban de antemano la derrota de los Franceses y su cspulsion de la Pe-
DE NAPOLEÓN. 67
nínsula. Uuo do estos imprudentes había sido el cardenal Mattei, arzobispo
de Ferrara. Se había mostrado mas que gozoso al asomo de los Austria
eos, y con nuestros desmanes eventuales, había arrebatado á su vecindario
á hostilizar al ejército francés. Después de la batalla deílastiglionc, Na
poleon le mandó prender y conducir á Breada. Kl sacerdote italiano, con
vertido con el malogro de sus amaños alborotadores y la derrota de sus
amigos, tuvo que h emularse ante el vencedor dictándole : Peccavi. Esta
contrición aparente le redundó en gran beneficio; Napoleón se contente»
con tenerle preso por tres meses en un seminario. Había nacido principe
romano y estuvo después encargado en Tolentino con plenos poderes de la
Santa Sede.
Pero el alto clero estaba ajeno de conjeniar con la nación italiana res
pecto á la Francia. En el Piamonte, la Lombardía y las legaciones, la pro-
paganda revolucionaria habia encontrado infinitos secuaces. Ante todos,
se habían mostrado los Milanescs adictos á la bandera republicana; el je-
68 HISTORIA
neralen jefe les manifestó altamente su reconocimiento. « Cuando el ejér-
cito se retiraba, les escribió, algunos partidarios del Austria y los enemi-
gos de la libertad la daban por desahuciada ; cuando era imposible que
vosotros sospechaseis que esta retirada era un ardid, os habéis mostrado
adictos á la Francia y amantes de la libertad; habéis manifestado un afán
y una entereza que os han hecho acreedores al aprecio del ejército y os me-
recerán la protección de la república francesa.
« De dia en dia vuestro pueblo se va haciendo mas digno de la libertad;
de dia en dia se robustece mas y mas su pujanza. Algún dia se presenta
rá sin duda con gloria en el teatro del mundo. Recibid el testimonio de mi
satisfacción , y los votos sinceros del pueblo francés por veros libres y di-
chón*. »
No se atuvo Napoleón con aquellos pueblos al mero sonido de para-
bienes. Avaloró su nativa disposición para con ellos mismos, con la repú-
blica francesa y con la causa de la independencia universal , planteando la
revolución allende los Alpes , y con especialidad las repúblicas Traspádana
y Cispadana. Corre de batalla en batalla, adelantando mas y mas sus em-
presas, y saca entretanto y de improviso á luz estas creaciones pacíficas.
Aventado allá el ejército que para libertar la Italia habia enviado el gabi-
nete de Viena, restablece el sitio de Mantua, donde Wurmser consiguió in
troducir algunas tropas y víveres , el dia de la toma de Laüago (lo de se-
tiembre), quedando ya derrotado en diez encuentros, á saber: el 6 de agos
to en Peschiera; e\\\ en la Corona; el 24 en Borgo-Forte y en Governalo;
el 3 de setiembre en Serravalle ; el 4 en Roveredo ; el 5 en Tiento , que
fué tomada; el 7 en Covolo; el 8 en Bassano, y eH2 en Cerca.
Al dia siguiente de su entrada en Mantua, los restos de su ejército, ar-
DE NAPOLEÓN. 69
rollados igualmente en DueCastelli, y en ia refriega deS. Jorje, trabada
el 15, padecieron su postrer ester minio.
Mas no desampara á Wurmser su corteen aquel trance, conceptuán-
dolo el emperador como el prohombre de todos sus capitanes, y constán-
dole además que en Mantua se eifraba la llave de sus estados. Echa el
resto Viena para rehacerse de tantísimo quebranto y preparar el rescate de
Mantua y de Wurmser , fundando en uno y otro reyes y aristócratas lo
que apellidaban la libertad de Italia.
Un nuevo ejercito imperial, y hasta de sesenta mil hombres, á las ór-
denes del mariscal de Alvinzi, acude al socorro de Mantua.
Al primer aviso que llega á Napoleón de la marcha de aquella hueste,
se quejó amargamente de que no hubiese sido atendido su dictamen res-
pecto al Rin, en donde las fuerzas republicanas eran snficientcs para eje-
cutar una llamada oportunísima. Habia estado clamando por refuerzos, y
ninguno le habia llegado. Aunque rebosando mas y mas de confianza
por sí mismo y por sus tropas, manifiesta sin rebozo sus zozobras respec-
to al éxito de la nueva campaña, para hacer cargo al gobierno francés de
la injusticia con que obraba desatendiendo al ejército de Italia, en medio
de sus redoblados triunfos.
«Allá va el pormenor de lo acaecido desde el 21 del presente, y no
hay que culpar al ejército de que no sea mas cabal su desempeño; pues
su inferioridad y la falta de los hombres mas valientes me infunden te-
mores para lo sucesivo. Quizás estamos amagados de perder la Italia. To-
davía no asoma auxilio alguno de los muchos que estábamos esperando;
la 85a. semi-brigada no se pone en camino; todos los refuerzos proceden-
tes de los departamentos están detenidos en León, y con especialidad en
Marsella. Se conceptúa que una detención de ocho ó diez dias no tiene
trascendencia, sin hacerse cargo de que la suerte de la Italia y de la Europa
se cifra aquí en ese plazo. El imperio todo se ha puesto y está todavía en
movimiento. Solóla actividad de nuestro gobierno, al principio de la guer-
ra, puede manifestarnos con que ímpetu se obra allá en Viena. Cada dia
llegan cinco mil hombres ; y de dos meses á esta parte , siendo tan pa-
tente la necesidad de socorros por acá, no ha llegado mas que un bata-
llón de la iO, ruin tropa y no fogueada, mientras que nuestras antiguas
milicias del ejército de Italia permanecen ociosas en la 8." división. Yo
cumplo con mi deber y el ejército desempeña el suyo : traspasado está mi
pecho, pero desahogada mi conciencia. Auxilios , vengan auxilios, no lo
tengáis por asunto de juguete, se requieren, no solo efectivos, sino presen-
tes sobre las armas. Cuando se ofrecen seis mil hombres efectivos y tres
mil presentes sobre las armas, al llegar á Milán quedan en mil y quinien-
tos; con que este número es el que recibe el ejército
« Los heridos son la flor del ejército : todos nuestros oficiales superio-
70 HISTORIA
res y jcnerales están fuera de combate ; cuanto llega es inservible y ajeno
de infundir confianza al soldado. El ejército de Italia, reducido á un puna-
do de hombres, queda exhausto. Los héroes de Lodí, Millesiino, Castiglio-
ne y Bassano han muerto por su patria ó yacen por los hospitales; solo
queda á los cuerpos su nombradía y su engreimiento. Joubert , Lannes,
Lanusse , Victor, Murat, Charlot, Dupuis, Rampon, Pigeon, Menard y
Chabran están heridos, y nos vemos en sumo desamparo, arrinconados
acá por la Italia. El concepto de mis fuerzas nos será muy provechoso ; y
he aquí que en la correspondencia de oficio publicada en Paris se dice
que no llegamos á treinta mil hombres.
« He perdido en esta guerra poca j ente, mas no cabe reemplazar á cuan-
tos han fenecido. Los valientes que me quedan ven una muerte infalible
en medio de continjencias tan incesantes y con fuerzas tan inferiores; qui-
zá va á llegar la última hora al valeroso Augereau, al denodado Massena,
á Berthier y á algún otro: entonces ¿qué será de estos valientes? Esta
aprensión me trae caviloso; ya no me atrevo á arrostrar la muerte, que
seria un motivo de desaliento y desgracia para quien es el objeto de mis
afanes.
«Dentro de pocos dias echaremos todo el resto; si la suerte nos es
propicia, Mantua caerá en nuestro poder, y con ella seremos dueños de la
Italia. Nada habrá que no emprenda, si me veo reforzado con mi ejército
de sitio. Si hubiese recibido la 8.>, cuya fuerza asciende á tres mil quinien-
tos hombres conocidos en el ejército, hubiera respondido de todo. Quizá
dentro de algunos dias no bastarán cuarenta mil hombres. »
Aquellas corazonadas tan aciagas , que Bonaparte estaba estudiada-
mente aparentando, no se realizaron, y la suerte se mostró risueña otra vez
á nuestras armas.
Bastáronle algunos dias al vencedor de Lodi para aventar cuantas espe
ranzas habia podido fundar la confederación en la nombradia de Alvinzi
y la fuerza numérica de sus tropas. Una batalla que duró tres dias, termi-
nada con la memorable victoria de Areola, acabó de dar á conocer en las
armas francesas la incontrastable superioridad contra la cual luchaban en
vano los jenerales y los soldados veteranos del Austria. En aquella batalla,
viendo Napoleón que sus granaderos titubeaban un momento bajo el ter-
rible fuego del enemigo que ocupaba posiciones inespugnables , se apea,
ase una bandera y se arroja sobre el puente de Areola por medio de mon-
tones de cadáveres, voceando: «Soldados, ¡qué! ¿no sois ya los valientes
de Lodi? seguidme. » Augereau le imita, y aquellos heroicos ejemplos fue-
ron de sumo influjo para el resultado de la batalla. En ella perdió Alvinzi
treinta cañones, cinco mil prisioneros y seis mil muertos; Davidowich
volvió al Tirol y Wurmser se restituyó á Mantua.
Véase ahora en qué términos desahogaba el triunfador de tantos guef -
72 HISTORIA
reíos alemanes su gozo y ufanía , y cómo descansaba de sus afanes y lo-
gros, en raptos entrañables de cariño para con su esposa. Desde Verona
escribe á Josefina: « Al fin , mi adorada Josefina, salgo de nuevo á luz. La
muerte no está ya á mi vista y la gloria y los timbres se anidan en mi pe-
cho. El enemigo ha quedado derrotado en Areola. Mañana nos rehacemos
de la necedad de Vaubois, que desamparó á Rívoli; dentro de ocho dias
seremos dueños de Mantua, y entonces podré en tus brazos darte mil prue-
bas del vehemente cariño que te profeso. Pasaré á Milán tan pronto como
me sea dable. Estoy algo cansado. He recibido una carta de Eujenio y Hor-
tensia: estos niños son preciosos. Como toda mi comitiva anda por ahí
dispersa, en juntándose conmigo te los enviaré.
• Hemos hecho cinco mil prisioneros y causado á lo menos seis mil
muertos á los enemigos. Adiós, mi adorada Josefina, piensa en mí. Si de-
jases de amar á tu Aquíles, ó si tu pecho se entibiase con él, injusta y
aleve serias ; pero estoy seguro de que serás siempre mi amante, como yo
seré tu entrañable amigo. Tan solo la muerte podrá romper una unión
que labraron la simpatía, el cariño y la sensibilidad. Dame noticia de la
barriguita; te envió mil besos tiernos y amorosos. »
Aquel mismo dia, 29 brumario (49 de noviembre), esto es, dos dias
después de la batalla de Areola, el jeneral victorioso daba parte al Direc
torio de aquella jornada memorable.
DE ^AI>()¡,EO^T 7:»
• Se había conceptuado oportuua , le escribía , la evacuación de la al-
dea de Areola, y creíamos que al rayar el día nos iba á embestir todo el
ejército enemigo, que había tenido lugar para poner en salvo sus bagajes
y parques de artillería y retroceder sobre nosotros.
« Amanece y se traba la refriega ejecutivamente. Massena, que estaba
á la izquierda , derrota al enemigo , persiguiéndole hasta las puertas de
Caldero. El jencral Robert , que se halla en la calzada del centro con la
('>:>.", arrolla al enemigo a la bayoneta, dejando el campo de batalla cu-
bierto de cadáveres. Mando al ayudante Vial que siga el Adijio con media
brigada para cortar la izquierda del enemigo ; pero este pais ofrece obs-
táculos insuperables; en vano se arroja aquel valiente al agua hasta el pe
olio, no puede efectuar una llamada suficiente. Doy orden para que echen
puentes sobre las azequias y pantanos, en la noche del 26 al 27 : por cu-
yo medio el jencral Augereau logra pasar con su división. A las diez de la
mañana nos hallamos al frente del enemigo: el jeneral Massena estaba ala
izquierda, Robert en el centro , y Augereau á la derecha. El enemigo ataca
denodadamente el centro, obligándole á cejar. Entonces retiro la 52.a de
la izquierda colocándola en emboscada, y cuando el enemigo avanzando
sobre el centro está para cortar nuestro costado derecho . el jeneral Gar-
ÍO
74 HISTORIA
danne sale del bosque y flanquea al enemigo, haciendo en él horrorosa
carnicería. La izquierda enemiga, apoyada á un pantano y superior en
número, asombraba á nuestra derecha: mando al ciudadano Hercules,
oficial de mis guias , que escoja veinte y cinco hombres de su compañía, y
que siguiendo el Adijio, dé la vuelta al pantano, embistiendo á escape so
bre la retaguardia enemiga y haciendo tocar muchas trompetas. lista ma
niobra surtió grandísimo efecto: la infantería se cuarteó y el jeneral Auge
reausupo utilizar los momentos. Sin embargo se resistia aun, peleando
en retirada, cuando una pequeña columna de ochocientos á novecientos
hombres que yo habia hecho desfilar por Porto-Leñago con cuatro piezas,
para situarse á retaguardia del enemigo, acabó de derrotarlo. El jeneral
Massena, que se habia encaminado hacia el centro, marchó en línea recta á
la aldea de Areola de que se apoderó, persiguiendo al enemigo hasta la de
San Bonifacio, pero la oscuridad de la noche nos imposibilitó seguir el
alcana;
« Los jenerales y oficiales del estado mayor han mostrado una activi
dad y un denuedo sin ejemplo; cuéntanse doce ó quince entre los muer
tos porque la refriega fué muy reñida, teniendo casi todos sus vestidos
acribillados á balazos. »
Sin embargo Alvinzi se empeñó en su desquite, volvió con Provera pol-
las gargantas del Tirol, y esta nueva agresión fué un motivo para que el
ejército francáj) y su jefe cojiesen nuevos laureles. La batalla de Rívoli,
los trances de San Jorje y de la Favorita, en los que la victoria fué cons
tantemente fiel a la bandera republicana , obligaron á Provera á rendirse
con su división y casi á vista de Wurmser , quien capituló también poco
después en Mantua.
En los partes que dictó Napoleón en su cuartel jeneral de Roverbello,
los dias 28 y 29 nevoso, año V (1 7 y 1 8 de enero de 1 797), se leen los por
menores siguientes acerca de estas nuevas victorias:
« El 24 el enemigo echó con presteza un puente en Anghiari, por el que
pasó su vanguardia á una legua de Porto Leñago; al mismo tiempo el je
neral Joubertme informó que una columna bastante considerable desfila
ba por Montagna, amenazando acorralar su vanguardia en la Corona. Va-
ríos indicios me dieron á conocer el verdadero intento del enemigo, y ya
no dudé de que estuviese en ánimo de atacar con sus fuerzas principales
mi línea de Rívoli, llegando así hasta Mantua. Aquella misma noche en
caminé la división del jeneral Massena y pasé yo mismo á Rívoli , «á donde
llegué á las dos de la madrugada.
« Inmediatamente hice que el jeneral Joubert ocupase la posición inte
resantede San Marcos, colocando la artillería en el llano de Rívoli, dispo
niéndolo todo para que al rayar el dia pudiese tomar la ofensiva y mar
char en persona sobre el enemigo.
DE NAPOLEÓN 75
« Al amanecer nuestra ala derecha y la izquierda enemiga se tropeza
i>ll en las alturas de San Marcos; y la pelea fué terrible y reñida
«Sin embargo hacia tres horas que se estaba peleando, y el enemigo no
nos habia presentado todavía todas sus fuerzas; una columna suya que
habia seguido el Adijio, escudada con fuerzas crecidísimas, marcha en lí-
nea recta al llano de Rívoli para ocuparlo, amenazando así atajar la dere-
cha y el centro. Doy orden al jeneral de caballería Leclerc para que se
abalance al enemigo, si consigue apoderarse del llano, y envió al jefe de es-
cuadrón Lasalle con cincuenta dragones para que flanquee la infantería que
ataca el centro y la rechace denodadamente. Al mismo tiempo el jeneral
Joubcrt habia hecho bajar de las alturas de San Marcos algunos batallones
que se estendian por el llano de Rívoli. El enemigo, que se habia adelan-
tado ya en 61 , viéndose reciamente acometido por todas partes, deja en el
campo un gran número de muertos, una parte de su artillería y se vuelve
al valle del Adijio. Casi al mismo instante la columna que estaba ya en
marcha para cortarnos la retirada, se formó en batalla sobre los picos
76 HISTORIA
que estaban á nuestra espalda. Yo habia dejado en reserva la 75", que no
solo amagó «á esta columna , sino que acometió también la izquierda que
se habia adelantado, y la derrotó inmediatamente. Entretanto llegó la I8.;'
semi brigada á tiempo que el jeneral Rey se habia colocado detrás de la
columna que nos iba cercando: mandé hacer luego al enemigo con algu
^—•^
ñas piezas de á doce , y dando orden de atacar , en menos de un cuarto
de hora quedó prisionera toda aquella columna, compuesta de mas de
cuatro mil hombres.
« El enemigo derrotado por donde quiera fué perseguido en todas di
recciones, y durante toda la noche estuvimos haciendo prisioneros. Mil y
quinientos hombres que huian por Guarda, quedaron detenidos por cin-
cuenta soldados de la 18.a, quienes al punto que los reconocieron mar-
charon contra ellos y les mandaron rendir las armas.
« El enemigo era todavía dueño de la Corona , pero ya no podia ha-
cernos daño. Se hacia forzoso marchar ejecutivamente contra la división
del jeneral Provera que habia pasado el Adijio el 24, por Anghiari, y al in-
tento hice acudir al jeneral Victor con la valiente 57.a, y retroceder cí Mas
sena, quien llegó á Roverbello el 25 con una parte de su división.
Di: NAPOLEÓN 77
« Encargué, al partir, a Joubert , que atacase al enemigo por la ma
ñaña, s¡ aun era tan temerario que se mantuviese en la Corona.
• I labia Murat caminado toda la noche con media brigada de infante
ría 1 i jera , á fin de presentarse al rayar el dia en las alturas de Montehal
do que dominan la Corona-, efectivamente después de una tenaz resisten
cia fué derrotado el enemigo, quedando prisioneros todos los que se habían
salvado la víspera. La caballería logró atravesar el Adijio á nado, pero
ahogándose muchos.
« En las dos jomadas de Rívoli hemos cojido trece mil prisioneros y
nueve cañones. »
Lo restante del parte se refiere á los reencuentros de San Jorge, An-
ghiari y la Favorita, sostenidos contra el jeneral Provera. En d segundo
de Anghiari, un comandante de los huíanos se presenta delante de un es
cuadron del 9o. rejimiento de dragones, y con una de aquellas fanfarrona
das, tan comunes á los Austríacos , vocea al rejimiento que se rinda. El
ciudadano Duvivier manda hacer alto á su escuadrón : « Si eres valiente,
ven á cojerme, » responde al comandante enemigo. Ambos cuerpos se
78 HISTORIA
escuadronan frente á trente, y entrambos caudillos traban uno de aquellos
combates que describe tan gallardamente el Taso. El comandante de los
huíanos recibe dos sablazos •. los huíanos son embestidos y quedan todos
prisioneros
« El 27, una hora antes del dia, los enemigos atacan la Favorita, al
mismo tiempo que Wurmser hace una salida acometiendo las líneas del
bloqueo por San Antonio. El jeneral Víctor, al frentede la 57.a semi-briga-
da, arrolla cuanto se le opone, y Wurmser tiene que volverse á Mantua ca-
si inmediatamente, dejando el campo de batalla cubierto de muertos y de
prisioneros. Serrurier hace entonces avanzar á Victor con la 57.a semi-bri-
gada para que tenga bloqueado á Provera en el arrabal de San Jorje. Con
efecto, es tal la confusión y desconcierto en las filas enemigas, que caba
Hería, infantería y artillería están revueltas. Nada detiene la terrible 57."
semi-brigada: por una parte coje tres cañones, y por otra desbarata el re-
jimiento de húsares de Herdendy. En aquel trance, el respetable jeneral
Provera pide capitulación contando connuestra jenerosidad, y no se equi-
voca. Se la concedimos arreglada á las condiciones que os remitiré: seis
mil prisioneros, entre los que se cuentan todos los voluntarios de Viena, y
veinte piezas de artillería , fueron el fruto de aquella jornada memorable.
I)i: NAPOLEÓN 79
Kl ejército de la república ha ganado en cuatro «lias tíos lutadas y
'X.*
seis reencuentros, ha cojido veinte y cinco mil prisioneros, entre ellos un
teniente jeneral y dosjenerales, doce ó quince coroneles, etc., veinte ban
deras, sesenta cañones, y muerto ú herido á seis mil hombres. »
Tantos reveses no podian menos de inclinar á Wurmscr á una capitu
lacion inevitable, haciéndose ya cargo de que el sitio de Mantua iba á He
varse á cabo como todas las demás empresas del ejército republicano.
Cuando se trató de la rendición, envió al jeneral Klenau, su primer
edecán, al cuartel jeneral de Serrurier, que se hallaba en Roverbello y que
no quiso escuchar ninguna proposición sin comunicarlas al jeneral en jefe.
Napoleón tuvo la aprensión de asistir de incógnito á las conferencias.
Pasa á Roverbello, y muy encapotado se pone á escribir, mientras que Kle
ñau y Serrurier están contratando. Va estendiendo sus condiciones al
márjen de las proposiciones de Wurmscr, y al acabar, dice al jeneral ans
trinco, que le conceptúa un escribiente del estado mayor: « Si Wurmscr
tuviese solamente víveres para diez y ocho ú veinte dias y hablase de rcn.
dirse.no merecería ninguna capitulación honrosa. Aquí están las condicio-
nes que le concedo , añadió entregando el papel á Serrurier. Ahí veréis
80 HISTORIA
que queda libre porque respeto su edad y sus méritos, y que no quiero
que sea víctima de los maquinadores que tratasen de perderle en Viena.
Si abre sus puertas mañana, tendrá las condiciones que acabo de escribir;
si tarda quince dias, un mes y aun dos, iguales serán los pactos, y asi
puede aguardar hasta el postrer mendrugo que le quede. Yo marcho al
instante para pasar el Po y descolgarme sobre Roma. Quedáis enterado
de todo y podéis participarlo á vuestro jeneral. »
Atónito Kleuau de hallarse aote el jeneral en jefe y lleno de asombro
y gratitud por cuanto acaba de oir, confiesa que Wurmser solo tiene vive
res para tres dias. lil anciano mariscal se conmueve tanto como su edecán
cuando sabe lo que habia pasado en las conferencias de Roverbello.
Manifiesta su agradecimiento á Napoleón avisándole de un intento de en
venenarle, ideado á la sazón contra él en la Romana. Por lo demás Serru-
rier fué quien mandó en la rendición de Mantua ( J ." de febrero de \ 797),
por ausencia del jeneral en jefe.
Tres dias después de la capitulación de Mantua, Bonaparte, quejoso de
la conducta del papa.dirijió una columna del ejército francés contra Roma,
y publicó el f> de febrero de 4707, desde su cuartel jeneral de Bolonia, una
proclama que empezaba así :
DE NAPOLEÓN. 81
« Kl ejército francés va á entrar en el territorio del papa; resguardará
la relijion y el vecindario.
«Elsoldado francés lleva en una mano la bayoneta fiadora incontrastable
de la victoria, y con la otra ofrece á las diferentes ciudades y aldeas paz,
resguardo y seguridad.... Desgraciados de aquellos que la despreciasen, y
que seducidos por malvados en estremo hipócritas, acarreen contra sí la
guerra y sus quebrantos con la venganza de un ejército que en seis me
ses hacojido cien mil prisioneros de las mejores tropas del emperador,
cuatrocientas piezas de artillería, ciento y diez banderas, y ha derrotado
cinco ejércitos »
IhI resistencia de la Santa Sede no podia ser formal.
Pió VI, amenazado en sucapital, enmudece y enfrena su enemistad, es
merándose en implorar la paz del jeneral republicano , quien se la conce-
de por un tratado del i9f de febrero, bajo las condiciones siguientes: \ ."
El papa renuncia á todas sus pretensiones sobre Aviñon y el condado Ve-
nesino ; 2." Cede perpetuamente á la república francesa Bolonia, Ferrara
y la Romana; 5.° Cede además todos los renglones pedidos por Bonaparte,
tales como el Apolo del Belveder , la Trasfiguracion de Bafael , etc. ; i".
Restablece la escuela francesa en Roma y paga, á titulo de contribución
militar, trece millones en plata ó en preciosidades. A este tratado añade
Fio VI, el 22 de febrero, un breve cu el cual da á Bonaparte el título de hi
jo querido.
Tras tanto desmán estaba despavorido el consejo áulico, mas no amai-
naba su odio tenaz contra la revolución francesa , ni se avenia al menor
pensamiento pacífico. Postrado ya con la guerra, se aferraba mas > mas
en arrostrar la suerte y batallar con los restos de sus grandiosos ejércitos,
contra el poder victorioso que los habia desbaratado y destruido tan á
carrera cuando ostentaban allá en la cumbre su confianza y poderío. Kl
archiduque Carlos pasó á Italia para tomar el mando en jefe de las tropas
imperiales y rehacerlas de tanto fracaso como habían padecido con sus au
lecesores. Conceptuando á Bonaparte embargado en castigar al papa por
su contravención al tratado de Bolonia , y que habia llevado consigo la me
jor parte de su ejército, quiso utilizar aquella ausencia para activar un
avance é hizo pasar el Brenta al jeneral Guveux. Pero pronto le cupo el
desengaño. Napoleón, que solo habia llevado á Boma cuatro ú cinco mil
hombres, volvió á presentarse sobre el Brenta y trasladó á principios de
marzo su cuartel jeneral á Bassano, donde publicóla proclama siguiente:
« ¡ Soldados !
« \jü toma de Mantua pone fin á una campaña en que habéis contraído
méritos eternos para la gratitud de la patria.
• Habéis salido victoriosos de catorce batallas campales y setenta reen
II
82 HISTORIA
cuentros ; habéis cojido cien mil prisioneros, quinientas piezas de campa-
ña, dos mil de grueso calibre y cuatro trenes de puentes.
« Las contribuciones impuestas á los países conquistados han mante-
nido, provisto y pagado al ejército durante toda la campaña; además ha-
béis remitido treinta millones al ministerio de hacienda en auxilio del
erario público.
« Habéis enriquecido el Museo de París con mas de trescientas precio-
sidades esquisitas de la antigua y nueva Italia y producto de treinta siglos.
« Habéis conquistado á la república las mas hermosas comarcas de Eu-
ropa. Las repúblicas Lombarda y Traspadana os deben su libertad; la ban-
dera francesa tremola por la primera vez en las orillas del Adriático, en
frente y á veinte y cuatro horas de navegación de la antigua Macedonia;
los reyes de Cerdeña y Ñapóles , el papa y el duque de Parma se han se-
parado de la confederación enemiga y han solicitado nuestra amistad ; ha
beis arrojado los Ingleses de Liorna , Jénova y de la Córcega Pero aun
no acalcasteis; un gran destino os queda reservado: en vosotros cifra la
patria sus esperanzas mas entrañables; continuaréis siendo acreedores á to-
das ellas.
- Solo queda el emperador, de tantos enemigos que se coligaron para
ahogar la república en su cuna. Este principe, apeándose de su escclsa je-
rarquía, está asalariado por los mercaderes de Londres; ya no tiene mas
albedríoni mas política que cuanto viene de aquellos alevosos isleños,
que ajenos de las desventuras de la guerra, se sonríen deleitosamente con
los quebrantos del continente.
« El directorio ejecutivo tiene echado el resto para proporcionar la paz
á la Europa entera ; la moderación de sus proposiciones desdecía del po
derío de sus ejércitos , no se alucinaba con vuestro denuedo , obrando á
impulsos de la humanidad y del anhelo de haceros volver á vuestras fa-
milias ; pero no ha sido escuchado en Viena. Ya no queda pues esperanza
alguna de paz, sino yendo en su busca hasta el riñon de los estados he
reditaríos de la casa de Austria. Allí hallaréis un pueblo valiente, aniqui-
lado por la guerra que sostuvo contra los Turcos, como también por la ac-
tual. Los habUantes de Viena y délos estados austríacos están llorando
la ceguedad y el despotismo de su gobierno. Todos viven persuadidos de
que«l oro inglés ha cohechado los ministros del emperador. Vosotros res-
petaréis su rclijion y sus costumbres ; protejeréis sus propiedades y daréis
la libertad á la valerosa nación húngara.
«La casa de Austria, de tres siglos á esta parte, va perdiendo en cada
guerra una parte de su poderío, y descontentando á sus pueblos despo-
jándolos de sus privilejios, severa reducida al fin de esta sexta campaña
(ya que nos precisan á emprenderla) á aceptar la paz que le concedamos
DE NAPOLEÓN. 83
y á bajar ú la clase de las potencias de segundo orden, en el que se ha colo-
cado asalariándose servilmente con la Inglaterra. »
Condeció Napoleón, cansado de vencer al emperador en Italia sin po-
derle inclinar á una negociación , había resuelto internar la guerra en el
Austria misma, para que la vista de la bandera tricolor, bajo los muros de
Viena, produjese en la cancillería austríaca una impresión mas intensa y
profunda de la que habian hecho los reveses lejanos de Beaulieu, Proveía,
Alvina y Wurmscr. Era su intento entrometerse en Alemania por la cal
zada de la Carintia, situándose sobre el Simering. Mandó ocupar las gar-
gantas de Osopo y del Pon toba por Masena, quien, después de haber atra
vesado el Piave y el Tagliamento en los montes , derrotó al príncipe Car-
los (\0 de marzo de 4797), le estrechó ejecutivamente, se apoderó de Fel-
tro, Cadora y Belluna , y cojió gran número de prisioneros, entre ellos al
jeneral de Lusignan , emigrado francés , que habia atropellado á sus com-
patricios enfermos en los hospitales de Brescia, en la temporada de la re-
tirada simulada del ejército republicano. EN tí, la batalla de Tagliamento
acabó de arrebatar al archiduque las esperanzas galanas con que habia
pasado á Italia, y que su mando habia podido infundir á su corte.
El príncipe Carlos, derrotado así y humillado, se decidió a la retirada,
no consiguiendo efectuarla desde el Tagliamento hasta el >luer , sino des-
pués de haber ido padeciendo descalabros diarios en los reencuentros de
84 HISTORIA
Lavis, Tramins, Clausen, Tarvis, Gradísca, Yillach, l'alma-Nova, etc. El
.">! , Napoleón llegó á Clagenfurt, capital de la Carintia. Al entrar en aque-
lla provincia habia pregonado una proclama á sus habitantes, para indu-
cirlos á que mirasen álos Franceses como libertadores, y no como enemi-
gos. «La nación-francesa, les decia, es amiga de todas las demás, y parti-
cularmente de los valientes pueblos de la Jermania. . . Yo sé que despreciáis
tanto como nosotros álos Ingleses, que son los únicos que ganan en la guer-
ra actual , como igualmente vuestro ministerio que les está vendido. »
En medio de sus triunfos Napoleón acechaba al senado de Venecia ,
enemigo encubierto, y siempre dispuesto tras la coyuntura propicia para
estallar. Este cuerpo, esencialmente aristocrático y adicto á la confedera-
ción de los reyes contra la revolución francesa, andaba fomentando aso-
nadas, é incitaba al asesinato contra el ejército republicano por la alta
Italia y el territorio veneciano. No cabía dilatar ya mas la hora de su es-
carmiento.
Bonaparte escribió al dux :
« Toda la tierra firme de la serenísima república de Venecia está sobre
las armas.
« Por todas partes el alarido de reunión de los paisanos que habéis ar-
mado es : « Muerte á los Franceses ; » centenares de soldados del ejército
de Italia han sido ya sus víctimas , en vano negáis unas reuniones que ha-
béis organizado ; ¿creeréis acaso que, en hallándome por el centro de la
Alemania,no tenga potestad para imponer acatamientos con el primer pue-
blo del universo? ¿Creéis que las lej iones de Italia han de tolerar los ase-
sinatos que estáis disponiendo ? La sangre de mis compañeros de armas
quedará vengada, y no hay un solo batallón francés que, encargado de tan
hidalgo ministerio,no sienta enardecer su denuedo y triplicar su desempeño.
El senado de Venecia ha correspondido con la mas bastarda alevosía á los
jenerosos procedimientos usados siempre con él. Os enviomi primer edecán
portador de la presente. La paz ó la guerra , si no providenciáis ejecutiva-
mente la disolución de esas reuniones: si no mandáis prender y entregar
me los autores de los asesinatos que acaban de cometerse, queda declara
da la guerra. Los Turcos no están sobre vuestras fronteras y no os amena-
za ningún enemigo; andáis á caza de pretestos para sinceraros de un
agolpamiento encaminado contra el ejército: dentro de veinte y cuatro
horas quedará disuelto. Ya no estamos en tiempo de Carlos VIH. Si á pesar
del anhelo patente del gobierno francés, me reducís al partido de haceros
la guerra, no creáis que los soldados franceses, á ejemplo de los que habéis
armado, talen los campos del pueblo inocente y desventurado de la tierra
firme; yo le escudaré, y bendecirá algún dia hasta los crímenes que ha
brán obligado al ejército francés á redimirlo de vuestro tiránico gobierno. »
El 7 de abril se firmó un armisticio en Judemburgo. Cuando el príncepe
DE NAPOLEÓN. 85
Carlos se vio imposibilitado enteramente de sostener la campaña , con los
desfiladeros de Ncuwmark y la posición de Hundsmark ocupado* por Ma-
sería, se hi/o cargo de que la ioílexibilidad monárquica del gabinete aus-
tríaco no era ya del caso. Napoleón, que habiu contado por *u parte con el
auxilio del ejército de Sambra-yMosa y acabando de saber que no se hnbia
movido ni se movería , no podia atravesar el Simering por temor de in-
ternarse á solas por el corazón de la Alemania. Así luego que recibió (!<• oi
cióla disposición del Directorio para que los ejércitos del Hin y de Sambra
y-Mosa no se moviesen, careciendo de la llamada cuya importancia y ne-
cesidad había manifestado , escribió al archiduque brindándole con la
participación de su gloria en pacificar la Europa y atajar los inmensos sa
orificios que la guerra costaba al Austria y á la Francia. « Ix>s valientes
militares, le dijo, pelean anhelando la paz. Bastante jente ha perecido y
hartos estragos hemos causado ala humanidad... ¿vos, que por nacimien-
to os acercáis tanto al trono y os sobreponéis á todas las pasioncillas que
suelen predominar á los ministros y á los gobiernos , ansiáis merecer el
dictado de bienhechor de la humanidad entera y de libertador de la Ale-
mania?.... En cuanto á mi, señor jeneral en jefe, si la comunicación que
acabo de haceros puede salvar la vida á un solo hombre, me engreiré
mas con la corona cívica que haya merecido, que con la aciaga nombradla
resultante de los triunfos militares. »
Llegaron luego á Viena las disposiciones pacíficas espresadas en aque-
lla carta, y amainó un tanto el pavor que habia causado el asomo de la
bandera republicana. El emperador envió al punto el embajador napolita
no Gallo al cuartel de Bonaparte, y el armisticio de Judemburgo fué el re
sultado de aquella negociación.
Utilizó Napoleón el desahogo que le proporcionaba la suspensión de
armas , para quejarse al Directorio de la inacción en que permanecieron
los ejércitos de Alemania, mientras estaba en Italia batallando con escasí-
simos recursos contra todas las fuerzas de la monarquía austríaca.
Por lo demás, harto bien hallado con lo anterior que le cabia presenciar
sin quebranto, se afanaba tras el porvenir, ahora ya de mas entidad con
la cooperación de Moreau , para conseguir mejores condiciones en el tra-
tado de paz ó mayores probabilidades de éxito en el caso de renovarse las
hostilidades. «En mediando afán por entrar en campaña, decia al Direc-
torio, nada detiene; ni jamás un rio ha podido ser un obstáculo verda-
dero desde que la historia nos describe operaciones militares. Si Moreau
quiere atravesar el Rin , lo pasará , y si ya lo hubiese ejecutado , nos ha-
llaríamos en estado de dictar imperiosamente las condiciones de la paz \
sin asomo de peligro; pero el que teme perder la gloria, por seguro se
queda sin ella. Yo pasé los Alpes Julianos y los Alpes Nórieos sobre tres
pies de hielo, etc. Si tan solo hubiese mirado por el sosiego del ejército y
8G HISTORIA
mi interés particular , me hubiera detenido después de traspuesto el Ison-
zo ; me arrebaté á la Alemania para libertar los ejércitos del Rin é imposi-
bilitar alenemigo el tomar la ofensiva. Estoy á las puertas de Viena, y los
plenipotenciarios de esta corte engreída y descocada se hallan en mi cuar-
tel jeneral. Parece como si allá los ejércitos del Rin careciesen de sangre
en sus venas i si me dejan solo, me volveré á Italia, y la Europa juzgará
de la diferencia de conducta en ambos ejércitos, f
El 26 jerminal se entablaron las negociaciones en Leoben, y los preli-
minares de la paz quedaron firmados el 29. Conversando llonaparte con
los plenipotenciarios austríacos, les dijo ¡ « Vuestro gobierno ha enviado
contra mí cuatro ejércitos sin jenerales, y esta vez un jeneral sin ejérci-
to. » Y como aquollos encargados demostraban en el encabezamiento del
tratado ya estendido, que el emperador reconocía la república francesa:
«Borrad, esclamó enordecídamente Napoleón; la existencia de la repú-
blica es tan visible como la del sol, y un artículo como ese tan solo podría
cuadrar para ciegos. »
Había llegado el punto de tratar de Venecia. Aquella república fué por
sí misma en busca del peligro que la estaba amenazando. Su nobleza, uni-
da al Austria que parecía aguardar al abrigo del convenio de Leoben que
unos viles matadores villanos acudiesen á su auxilio y la librasen de un
vencedor que habia triunfado del valor de sus mas aguerridos soldados ;
la nobleza de Venecia, repito, unida al clero italiano , sublevó las pobla-
ciones ignorantes situadas á orillas del Adriático , haciendo degollar en
DE \ tPOLBON. 87
Verona nocido número de Franceses, tú la festividad déla Pascua. Ixw
ministros de la relijion olvidando sn instituto <le paz y caridad, predica
han como furiosos « que era lícito y aun meritorio matar á los jacobinos. »
Acudió al punto Honnpai te para sofocar la revuelta y el asesinato en
el Yoronesado, tomando venganza de las Vísperas venecianas. Kn la tarde
misma do la asonada, dijo á su antiguo condiscípulo Ilóurríenne, que le
acompañaba en clase de secretario privado y que al juntarse con él había
estado cspiicsto á fenecer de una puñalada : « Sosiégate ; esos bribones me
la pagarán. Su república dejará de existir. » De allí á pocos dias escribió
al Directorio , « que el único partido que cabía, era destruir aquel gobier-
no feroz y sanguinario, y borrar el nombre veneciano de la superficie del
globo. »
En vano los raajistrados de Brcscia, Bérgamo y Cremona formaron sus
sumarias, en términos de manifestar empeñadamente que los Franceses
habían sido los provocadores de su propia matanza. Bonaparte los des-
mintió solemnemente en un manifiesto que fué el decreto de muerte para
la aristocracia veneciana, y terminado con las disposiciones siguientes:
« El jeneral en ¡efe requiero al ministro de Francia cerca de la repú-
blica do Venecia que salga do dicha ciudad; manda á los varios ajentes
■
ú
ysá^plF
88 HISTORIA
de la república veneciana en la Lombardía y Tierra Firme veneciana, que
la evacúen dentro de veinte y cuatro horas.
■ Manda á los varios jenerales de división que traten como enemigas á
las tropas de la república de Venecia, derribando el león de San Marcos
en todas las ciudades de la Tierra Firme. »
Esta orden del dia se ejecutó puntualmente. Despavorido el sumo con-
sejo de Venecia, hizo dimisión de su potestad y entregó la soberanía al
pueblo, quien cometió á un ayuntamiento el ejercicio de la autoridad. El
46 de mayo la bandera tricolor fué enarbolada en la plaza de San Marcos
por el jeneral Baraguay de Hilliers, efectuándose completamente una revo-
lución democrática en toda la esteusion de los estados venecianos. Dándo-
lo , abogado de Venecia , uno de los dos sujetos de mérito que Napoleón
declaró haber encontrado en Italia , fué colocado , por el favor popular al
al frente de este movimiento. El león de San Marcos y los caballos de Co-
rinto, que sirvieron después para adornar el arco triunfal del Carrousel,
fueron trasladados á París.
Mientras que las negociaciones con el Austria se llevaban á cabo , Na-
poleón supo que 1 loche y Moreau habian pasado el Rin. Pocos dias antes
el Directorio le habia anunciado que este movimiento no podría verilicarse,
y cuando la falta de esta poderosa cooperación le habia determinado á sus-
pender las hostilidades y detenerse á las puertas de Viena, se veia conde-
nado á asistir con la espada envainada por un armisticio á los movi-
mientos militares que en vano había estado pidiendo y solicitando por
espacio de dos meses , cuando podían ayudarle á tremolar la bandera
republicana en la capital del Austria. Era evidente que sus triunfos
demasiado rápidos habian sobresaltado al Directorio, y que los pen tarcas
presentían todo un emperador en el guerrero triunfante de Italia. Él mis-
mo confesó en Santa Helena que en efecto después de la batalla de Lodi,
le habia venido al pensamiento que podría muy bien llegar á ser el prota-
gonista en la escena política. « Entonces brotó, decia, la primera chispa
de la encumbrada ambición. »
Los directores, que habint advertido el chispazo, temerosos de que in-
cendiase el edificio republicano cuya cima estaba ocupando , se oponían á
sus progresos y su ensalzamiento , llevados de una envidia personal y del
instinto suspicaz de la democracia. Veían con pesar que el reconocimiento
nacional y el asombro de la Europa propendían á concentrarse en un so-
lo individuo, y no querían proporcionarle medios de estremar el entusias-
mo que lo endiosase, entrando triunfalmente en Viena al frente de todos los
ejércitos republicanos. Los caló Napoleón , como ellos le habian penetra-
do ; lo que no quitó el que se manifestase descontento en todas sus car-
tas y conversaciones. Pero el Directorio disimuló los verdaderos móviles de
su estraña conducta con tanto mayor motivo, cuanto el jeneral Bonaparte,
DE NAPOLEÓN. *<>
comandante del ejército del interior después de vendimiario, habia ideado
y puesto en los archivos de la guerra un plan de campaña que fijaba
el término de las hostilidades y la pacificación en la cumbre del Simering
Kl mismo habia colocado la valla que ahora estaba deseaodo emlnsin
Tero el vencedor del principe Carlos debia tener imprescindiblemente pM
samientos mas grandiosos y miras menos comedidas que el arrollador del
vecindario de Paris.
Bonapnrte se hallaba en una isla del Tagliamcnto cuando recibió H
correo que le traia la noticia de que Moreau habia pasado el rio. « No ca-
be retratar, dice Mr. de Bourrienne, la conmoción del jeneral al leer aquel
aviso Fué tal el trastorno de sus pensamientos, que ideó por un mo
mentó traspasar la orilla izquierda del Tagliamento y romper bajo cual-
quier pretcsto... » Decia: «Que diferentes hubieran sido los preliminares
en el caso de haberlo sabido. » Cierto es que Napoleón no hubiera mam
Testado el ánimo pacífico tan patente en su carta al principe (.«arlos, si hu-
biese podido contar con la cooperación de los ejércitos de Alemania, la
conquista de Viena le halagaba tanto como la de Roma, la doblez envi-
diosa y suspicaz del Directorio no le permitió satisfacer entonces su ambi-
ción.
12
90 HISTORIA
Las negociaciones se iban dilatando, y el jeneral en jefe utilizó el
ensanche del armisticio para recorrer la Lombardía y los Estados Venecia-
nos, Organizando un gobierno. Para sus intentos necesitaba hombres, y
los buscaba en vano. « ¡Dios mió, decia, cuan escasos son los sujetos! Cuén-
tanse en Italia diez y ocho millones, y apenas encuentro entre ellos dos de
mérito, Dándolo y Melzi. »
Cansado Bonaparte de las trabas que ponían los jefes de la república
á la ejecución de sus planes, y aburrido de las pausas de los diplomáticos
austríacos, habló de orillar el mando del ejército de Italia, é ir tras el re-
tiro y la soledad y luego el reposo que suponía necesitar. No hay duda
que esta era solamente una amenaza que no tenia deseos de realizar, pues
no conceptuaba que se pudiese prescindir de su desempeño , tras los ser
vicios hechos, de los conocimientos prodijiosos de que habia dado prue-
bas y de la asombrosa popularidad que se habia granjeado. La noticia de
su renuncíale parecía con razón un acontecimiento político harto sonado
para comprometer con la nación al gobierno que la hubiese acarreado con
sus injusticias y admitido por esceso de ingratitud y de envidia. Pero to
do se redujo á un mero susto, contentándose con quejarse amargamente y
desentonarse en su correspondencia de oflcio con suma vehemencia y alti-
vez. Después de haber declarado que, ■ en vista de la situación de los ne
gocios, aun las negociaciones con el emperador habían llegado á ser una
operación militar, » lo que le hacia arbitro de la paz y de la guerra y le
habilitaba para serlo de la misma república, aparentó saciedad de gloria
para convencer á sus apasionados, á sus émulos y competidores, que los
intereses de la Francia, y no los suyos, eran los únicos móviles de la fogosa
actividad que le estaba arrebatando. « Me lie arrojado sobre Viena, dice en
una de sus cartas , habiéndome granjeado mas nombradla de la que se re-
quiere para ser feliz, y dejando á la espalda las hermosas llanuras de Ita-
lia, como habia hecho al principio de la última campaña, en busca de pan
para el ejército que la república ya no podía alimentar. »
Por lo demás acompañó al Directorio en su ruin emulación y en sus
zozobras el desenfreno de la política interior. La reacción termidoriana
habia alentado á los realistas, que acababan de rehacerse en las eleccio-
nes de su derrota de vendimiario. Era natural que el partido contra-revo-
lucionario temiese el influjo del jeneral que habia salvado á la república
con cincuenta victorias, y cuya nombradla, timbres y existencia se her-
manaban con los progresos de la revolución. Los oradores y publicistas
de aquel partido se valieron de la libertad ilimitada de la tribuna y de la
imprenta, para fomentar hablillas, y robustecer las sospechas mas inju-
riosas respecto á la índole y los intentos de Napoleón. El Directorio, á pe-
sar de la lid que estaba encarnizadamente sosteniendo contra los Clichien-
ses , les dejó imprimir y obrar cuanto quisieron contra el héroe de Areola
DE NAPOLEÓN W
y Lodi, cuyo repentino engrandecimiento le lastimaba en ¿ran manera
Imprimióse en periódicos y folletos, y se proclamó en consejos y juntas,
que el gobierno de Venecia había sido víctima de las alevosías y provoca-
ciones encubiertas del jeneral francés, y que todos aquellos asesinatos de
que se habia quejado a la faz del mundo y de que habia tomado \ mean -
za, habían sido acontecimientos previstos y maquiavélicamente ideados
en el cuartel jeneral del ejército republicano. Dumolard, uno de los pro-
hombres realistas, hizo una propuesta en la que introdujo una frase que
mentaba espresamente las dudas suscitadas en el consejo de los Ancianos,
acerca de las causas y gravedad de las violaciones del derecho de jentes co-
metidas en Venecia. Sabedor Napoleón de todos estos ataques y malevo
1)2 HISTOUIA
las insinuaciones, escribió al Directorio en estos términos: «Tenia dere
cIjo, después de haber firmado cinco paces y dado un golpe mortal á la con
federación, sinoá triunfos cívicos, al menos para vivir desahogado y bajo
la protección de los primeros majistrados de la república. En el dia me
veo desatendido, perseguido , disfamado por cuantos medios vergonzosos
suele usar toda política perseguidora
«¿Pues que, hemos sido asesinados por traidores, han fenecido mas
de cuatrocientos hombres, y los primeros majistrados de la república le
acriminarán el haberlo creido por un momento ?
« Ya sé que hay sociedades en las que se dice: ¿y qué, tan pura es esa
sangre?....
« Que lo hubiesen dicho unos villanos, yertos para con la patria y la
gloria nacional, no me quejaría, ni hubiera hecho alto; pero tengo de
recho para quejarme del envilecimiento en que sumen los primeros ma
jistrados de la república á los que han engrandecido y encumbrado la
gloria del nombre francés.
«Os repito, ciudadanos directores, la demanda que os hice de mi re-
nuncia. Necesito vivir á mis anchuras , si los puñales de Clichy me lo
consienten.
« Me habéis encargado negociaciones; soy poco á propósito para ellas. »
Poco tiempo antes habia escrito amistosamente á C&rnot :
« Recibí vuestra carta, mi querido director, en el campo de batalla de
Rívoli. Leí entonces con menosprecio cuanto se dice respecto á mí , pues
cada cual me hace prorumpir á medida de sus deseos ; y harto me cono-
céis para poderos figurar que alguien influya en mi ánimo; blasoné en todo
tiempo de tantas finezas como os estamos debiendo, con sumo agradecí
miento, asi yo como los mios. Hay hombres para quienes el odio es una
necesidad, y que no pudiendo trastornar la república , se consuelan sem-
brando zizañay discordia á diestro y siniestro. En cuanto á mí, por mucho
que digan, ya no me alcanzan: lo único que me interesa es el aprecio de
unos cuantos sujetos como vos , y el de mis companeros y soldados; á ve-
ces también la opinión de la posteridad, y sobre todo la rectitud de mi
conciencia y la prosperidad de mi patria. »
Después Napoleón se encargó de responder personalmente á las calum-
nias de la facción clichiense, respecto á Venecia, haciendo circular al efec
toen el ejército, bajo un anónimo, una nota que iba refutando todas las
patrañas de los realistas y ponia muy en claro la verdad con todos sus de-
rechos.
Queda ya advertida la ninguna sinceridad de su renuncia; mas en cuan
to á la modestia con que se profesaba inhábil para tareas diplomáticas ,
se conceptuará el alcance de aquella manifestación con la anécdota siguien
DE NAI'OLKON. tí
te, relativa alas negoeiaeioiies de Campo-Formio, y que él mismo rcfi
rió en Santa Helena.
Mr. de Cobentzel, decia , era el prohombre de la monarquía austríaca,
el alma de sus intentos y el móvil de su diplomacia. Había desempeñado
las primeras embajadas de Kuropa y vivido mucho tiempo junto á Catali-
na, cuyo aprecio particular se habia granjeado. Engreído con su jerarquía
y su trascendencia , no dudaba que el señorío de sus modales y su prárti
ca en las cortes arrollarían desde luego aun jeneral labrado en los campa
mentos revolucionarios ; así recibió al jeneral francés con cierta liviandad;
pero bastaron el ademan y las primeras palabras de este para arrinconar
lo en su lugar, del cual no trató de salir en lo sucesivo.— I -as primeras
conferencias, añade Mr. de I>as Cazes, iban con suma pausa, pues Mr. de
Cobentzel, según costumbre del gabinete austríaco , se mostró muy du-
cho en ir dilatando los puntos; pero el jeneral francés resolvió dar un
corte. La conferencia, que habia resuelto fuese la última, llegó; y que-
dando desairado en sus propuestas , se levantó furioso voceando briosa-
mente: Ya que queréis la guerra, la tendréis, y asiendo una magnifica
jarra de porcelana que Mr. de Cobentzel complacido repetía sin cesar que
era regalo de la gran Catalina, la arrojó al suelo con toda su fuerza, don-
de se estrelló en mil pedazos. Ix) veis, esclamó otra vez, pues bien, an-
tes de tres meses yo os prometo que la monarquía austríaca va á quedar
eu el mismo estado. Y se salió arrebatadamente de la sala. Mr. de Co-
bentzel se quedó estático , decia el emperador; pero Mr. de Gallo , su se
94 HISTORIA
gundo y mucho mas conciliador , acompañó al jeneral francés hasta su
coche, procurando detenerle, «haciéndome rendidos acatamientos , ana-
dia el emperador , con unos ademanes tan estrambóticos , que á pesar de
mis iras estudiadas, no podia interiormente contener la risa. »
Este rumbo de negociar, que al parecer abonaba cuanto Napoleón ha-
bía dicho acerca de su atraso en punto á diplomacia , no dejó sin embargo
de conseguir el objeto que se habia prometido , pues en tal coyuntura te-
nia el enojo visos de maña y sabiduría ; como que se hacia forzoso zanjar
aquellas pausas premeditadas y los vaivenes alevosos del gabinete austría-
co; y Napoleón lo vino á lograr estrellando el agasajo primoroso de Cata-
lina. Su disparo fué mas provechoso en aquel trance para los intereses de
la Francia de lo que pudiera serlo la política de un palaciego redomado.
Pudo arrebatarse á tiempo, y cabe el decir que si quebrantó la etiqueta y
los estilos corrientes, fué para merecer bien de su pais y de la humanidad
acelerando el ajuste.
Pero mientras Napoleón se enojaba en Italia de las interminables de-
moras en las conferencias diplomáticas , de la inacción que le habia im-
puesto la voluntad aviesa del Directorio , y de los insultos que le asesta-
ban las facciones del interior de todos los puntos de la Europa, por medio
de los emigrados y de los corresponsales asalariados , el Directorio se vio
amenazado en su existencia por la mayoría realista de los dos consejos ,
al acercarse eH8 de fructidor.
El ejército de Italia, que habia vencido en tantas batallas bajo la ban-
dera republicana, y el jefe esclarecido que lo habia conducido á la carrera
de victoria en victoria, no podían menos de embargar la atención de am-
bos partidos, las zozobras del uno y las esperanzas del otro. Napoleón, po-
co antes calumniado con rebozo ó sin él por los Clichienses y el Directorio,
se vio de repente apetecido y galanteado por todas partes. Francisco Du-
coudray, uno de los oradores predominantes de la mayoría monárquica,
no escaseó dar el dictado de héroe al metrallador del \ 3 vendimiario , di-
ciéndole « que habia descollado en su desempeño de negociador, después
de haber igualado en ocho meses á los prohombres del arte militar. » Pe-
ro estos elojios interesados de un hombre mañero no podían encubrir el
odio que abrigaba y vertía su partido en los diarios y juntas contra el je-
neral en jefe del ejército de Italia. Aubry, antiguo enemigo de Bonaparte,
era uno de los prohombres en la reunión de Clichy. Sostenido por algu-
nos oradores furibundos, pedia á gritos la deposición y arresto de Napo-
león, lo cual era bastante para que este no debiese titubear entre el Direc-
torio y los consejos. Pero Napoleón despreciaba al Directorio, en cuyo in-
terior tan solo habia un sujeto, cuyo carácter apreciable y cuyos servicios
y capacidad conocía, y este era Carnot, que se habia separado de la ma-
yoría directorial por escrúpulos constitucionales, repugnándole repeler
DE \ l POLIO N 0!>
los ataques de los realistas con una arbitrariedad. Sin embargo, á impul-
sos de sus antecedentes , recuerdos y previsiones , prevaleció su menospre
ció de Barras y su inclinación á Carnot.
Kstuvo decidido por un momento á marchar sobre Paris, atravesando
lieon al frente de veinte y cinco mil hombres, y realizara esto intento, si
la probabilidad del triunfo en la capital quedara ó favor de los Clichien-
ses , y lo que ante todo le decidió á poner su poderosa espada del lado de
los directores contra la mayoría de los consejos, fué el descubrimiento de
la traición de Pichegrú que encabezaba aquella mayoría, y cuya criminal
intelijencia con el estranjero se descubrió con la detención y reconocimien
to de los papeles del célebre conde Antraigues, maquinador realista, sor
prendido y preso en los estados de Venecia, puesto en libertad bajo su pa
labra en Milán, y que se fugó á Suiza, donde publicó un libelo infame
contra Napoleón, a quien no tenia mas que motivos para alabar.
\a indignación de Bonaparte contra el partido estranjero se manifestó
en la esposicion que envió en nombre del ejército de Italia para arredrar
á los consejos y desahogar al Directorio. «¿Acaso, hizo decir á sus compa-
ñeros de armas , el camino de Paris ofrece mas obstáculos que el de Vie-
na? No; los republicanos fieles á la libertad nos lo franquearán, reunidos
la defenderemos, y nuestros enemigos dejarán de existir.
tUnos hombres, tiznados con su afrenta, ansiosos de venganzas,
ahitos de maldades, se azoran y conspiran en medio de Paris, cuando nos-
otros hemos triunfado á las puertas de Viena Vosotros que habéis he-
cho patrimonio de los defensores de la república el menosprecio, el baldón,
los ultrajes y la muerte, ¡temblad! desde el Adijio al Bin y al Sena no hay
mas que un paso; ¡temblad! vuestras iniquidades están contadas, y la re-
compensa reluce en la punta de nuestras bayonetas. »
Napoleón cscojió para llevar esta esposicion á Augereau, el mas capaz
entre sus tenientes de aspirar al primer papel y hacer olvidar al jeneral
en jefe por su consistencia personal en medio de las circunstancias que se
preparaban. En cuanto al dinero que Barras habia pedido por medio de
su secretario Bottot para el buen éxito del dia premeditado, Napoleón se
contentó con prometerlo y no lo envió nunca. Por lo demás despachó a
Paris á su edecán Lavallette, contando con su celo y perspicacia para
saberlo todo y obrar según lo exijiesen los acontecimientos.
La intimidad de Bonaparte con Desaix empezó por entonces. Desaix ,
empleado en el ejército del Rin, seguía de lejos con asombro los triunfos
del jeneral en jefe del ejército de Italia. Valióse del ensanche que le fran-
queaba el armisticio de Leoben para admirar mas de cerca al sumo capi-
tán. Estos dos hombres se calaron y se prendaron al verse, y en una de
sus conversaciones, habiendo querido confiar Napoleón á su nuevo amigo
el arcano de la traición de Pichegrú : «Hace tres meses que la sabíamos en
96 HISTORIA
el Riu, respondió Desaix. La furgón eojido al jeneral Klinglin puso en
nuestro poder la correspondeueia de Pichegrú con los enemigos de la re
pública. — ¿ Pero Moreau no ha dado parte al Directorio ? — No . — Es pues
un criminal; cuando media la pérdida de la patria, el silencio es una com
plicidad. » Después del 18 de fructidor ., cuando Pichegrú recibió el golpe
del estrafiamiento, Moreau le denunció ignominiosamente. « Con no ha-
blar antes, dijo Napoleón, hizo traición á la patria; con hablar tan tarde,
ha rematado la suerte de un desgraciado. »
Bonaparte supo con sumo gozo la derrota y proscripción de los di-
chienses, que Augereau le participó en estos términos: «Al fin, mi jeneral,
se cumplió mi eucargo, y las promesas del ejército de Italia han que-
dado satisfechas esta noche. » ,;
Pero el Directorio, libre ya de los realistas, volvió á su envidia encu-
bierta y tenaz contra Napoleón. Aunque conociese muy bien el modo de
pensar del jeneral respecto al!8 fructidor, después de los pliegos que ha
bia recibido, reclamando todos el golpe de arbitrariedad con una ener-
jía que rayaba en videncia, hizo correr la voz en Paris para que cundiese
hasta el ejército que ia opinión de Bonaparte acerca de aquel suceso
.
t
DE NAPOLEÓN. 97
era dudosa; y para dar mas poso á esta sospecha, encargó á Augercan
que remitiese él mismo á todos los jcnerales de división la circular que
solo el jeneral en jefe hubiera debido naturalmente "nviarles. Avisado
Napoleón de todos estos amaños, manilestó desde luego su duconUPlo v
su indignación.
«Es constante, cscribiaal Directorio, que el gobierno obra OMNMgo
como procedió con Pichegrú después de vendimiario del año IV.
«Os pido que mandéis quien me reemplace y admitáis mi renuneia.
Ningún poder en la tierra seria capaz de hacer que siga sin ieudo. después
de esta horrible prueba de la ingratitud del gobierno, que estaba muy a|e
no de presumir. Mi salud, en estremo menoscabada, está pidiendo desaho-
go y sosiego.
«La situación de mi alma necesita igualmente recntonarse entre el
bullicio délos ciudadanos. Demasiado tiempo hace que tengo en mis 111,1
nos una potestad grandiosa, de la cual me he valido a todo trance para
el bien de la patria; allá se las hayan los que descrean la virtud y hayan
maliciado contra la mia. ¡Mi galardón se cifra en mi conciencia y en el
juicio de la posteridad
«Creed que si hubiera un momento de peligro, me hallaríais en pri-
mera Ala para defender la libertad y la constitución del año III. »
El Directorio , que no se conceptuaba con fuerzas para sostener una
competencia directa y patente con el guerrero esclarecido, siguió disimulan-
do; se esmeró en redoblarle espiraciones para desenconarlo, y le dijo: «Te-
med que los conspiradores realistas, en el momento en que quizá estaban
envenenando á Hoche, no hayan tratado de introducir en vuestro ánimo
sinsabores y desconfianzas, capaces de privar á vuestra patria de los cona-
tos de todo ese mimen. »
Bonaparte no estaba tan desabrido con el mando en jefe como queria
aparentar; así finjió aceptar las esplicaciones lisonjeras que le daban, y se
puso en correspondencia particular con individuos y ministros del Direc
torio , acerca de las eventualidades de la guerra, las condiciones de la paz
y las cuestiones mas recónditas de la política jeneral. Conjorados momen
táneamente los peligros de la república en el esterior é interior, se indi
naba á la moderación y á la clemencia. « La suerte de la Europa, escribió
á Francisco Neufchateau , depende de la unión , la sabiduría y la pujanza
del gobierno. Queda una corta parte de la nación que es preciso cautivar
por medio de un buen gobierno Un decreto del Directorio ejecutivo
derroca los tronos; haced de modo que algunos escritores asalariados ó al-
gunos ambiciosos fanáticos, encubiertos con toda clase de máscaras, no nos
vuelvan á sumir en el torrente revolucionario. »
Por entonces fué cuando un sujeto afamado desde la asamblea consti-
tuyente, y cuya nombradía fué después siempre en aumento por una acu-
ló
98 HISTORIA
va participación al establecimiento y al vuelco de todos los mandos que
fueron mas y mas arrebatando á la Francia de reacción en reacción hasta
su situación actual ; por entonces, repito, fué cuando Talleyrand, siempre
pronto á saludar al sol saliente, procuró entablar relaciones seguidas y con
íidenciales con Bonaparte. Escribióle varias cartas sobre el 18 fructidor,
espresándose en todas con la vehemencia de un fogoso revolucionario.
Curioso es ver al hombre que contribuyó tan eficazmente en lo sucesivo
para eutronizar ambas ramas de la casa de Borbon, y cuyo último afecto
político fué definitivamente adquirido, al menos en apariencia, á la di
nastía reinante; curioso es verle anunciar con entusiasmo á su emperador
venidero , al ídolo que habia de ensalzar y estrellar, que una muerte pron
ta se habia sentenciado contra cuantos recordasen el trono, la consti-
tución del año 93 ó á Orleans.
Napoleón recibió estas proposiciones del jefe de la facción , llamada
entonces los constitucionales y los diplomáticos, como hombre solícito
de ir poniendo audamios y preparar instrumentos para la suma ambición
que ocultaba en su pecho. Se hacia cargo de que no habia llegado la ho
ra, pero que llegaría, y procuraba ir juntando sujetos para moverlos á su
albedrío cuando las circunstancias lo rodeasen. Cabe conceptuar, en vis
ta de la anarquía que reinaba en Francia, antes y después del 18 de fruc
tidor , del poco aprecio de los depositarios de la potestad , de la maldad
de los unos y la torpeza de los otros , que Napoleón fué harto reservado y
encojido y no abarcó el influjo de su Hombradía y el cansancio de los par-
tidos , cejando ante el golpe de estado que tenia premeditado, y ejecutó
posteriormente con tanto éxito. Pero le pareció que era preciso engrande
cer mas y mas todavía su fama con nuevos portentos, dejando aumentar
en la masa de la nación el disgusto á las tormentas de la democracia. Aca-
^so entonces ideó la espedicion de Ejipto, lo que muchos han pensado des-
pués de haber leido la proclama que envió, el 16 de setiembre de \ 797 , á
los marinos de la escuadra del almirante Brueix, y en la que, al celebrar el
triunfo del Directorio sobre los traidores y emigrados que se habían
apoderado de la tribuna nacional, dice á aquellos valientes i « Sin vo
sotros no podemos llevar la gloria del nombre francés sino á un estrecho
rincón de la Europa ; con vosotros cruzaremos los mares y llevaremos el
estandarte de la república á las mas remotas rejiones. »
Para realizar este grandiosísimo intento, se hacia forzoso ajustarpí i
meramente la paz en Europa. El Austria, cuyas esperanzas fundadas en
una revolución interior en Francia se habian desvanecido eH8 de fruc
tidor, no tenia ya los mismos motivos para ir entorpeciendo las negocia
ciones ; pero el Directorio, engreído con su victoria sobre los realistas alia
dos del emperador , manifestaba ímpetus belicosos. «No hay que guardar
miramientos con el Austria, escribió á Bonaparte; su doblez y su intcli-
DE NAI'OI.KON. M
jenciaoon los conspiradores del interior ion manifiestas. » Kstas órdenes
belicosas no cuadraban con las miras del jeneral en jefe, la aproximación
del invierno le decidió á ajnstar la paz. « Se necesita mas de un mes, dijo
á su secretario , para que los ejércitos del Hin me apoyen , si es que se ha
Man en estado de hacerlo, y dentro de quince dias los caminos y pasos es
taran cubiertos de nieve. Ks asunto concluido, hago la paz. Veneciana
gara los gastos de la guerra y el límite del Rin. Digan cuanto quieran el
Directorio y los letrados. •
Con efecto, se firmó la paz en Campo-Formio el '2A\ de vendimiario ,
año VI ( 17 de octubre de 4797). Una de las primeras condiciones del tra
lado que Napoleón requirió tenazmente, fué la lil>crtad délos prisioneros
de Olmutz, Ufayettc, Iatour -Maubourg y Burean de Fusy. Justo es decjr
que obraba entonces con arreglo á las instrucciones del Directorio
a y
• U'ITILO Vf.
Viaje ¡i Rastnilt. Vuelra ¡i Pan*. PaitiJn |»ar¡i el Fjiplo.
ibre ya Napoleón de la guerra y de las nego-
ciaciones en las fronteras del Austria, anduvo
visitando sus conquistas, y con especialidad
la Lombardía , que le recibió con aplausos
de libertador. Vitoreado umversalmente
por donde quiera , le llegó una providencia
del Directorio para trasladarse á Rastadt,
f.^^j^-^^ y presidir allí la legación francesa. En su
tránsito seguia caminando en alas de miles y miles de aclamaciones estre-
DK NAPOLEÓN. 101
mudas, por toda la Suiza hasta liasilca. Antes de salir de Milán envió, por
Joubcrt, al Directorio la bandera del ejército de italia, donde cam-
peaban por una cara el resumen de todas las acciones portentosas que
había desempeñado aquel ejército ; y por otra estas palabras: al ejército
de italia la patria RECONOCIDA. A su paso por Mantua había mandado
celebrar unos funerales en honor de Moche , que acababa de fallecer, y
habia activado la conclusión de un monumento dedicado á la memoria
de Virjilio.
Entre los aclamadores ansiosos que le salieron al encuentro en aquella
temporada, se cuenta un observador despejado , cuyas rellexiones envia-
das á Paris se publicaron en un periódico por diciembre de 47í)7. Decían
asi : « He visto con entrañable interés y suma atención aquel varón es-
traordinario, ejecutador de heroicidades, que deja pendiente su carrera.
Lo hallo muy parecido á su retrato, pequeño, flaco, macilento, con un
esterior atropellado, pero no enfermizo como algunos han dicho. \jo he
conceptuado distraído, y como ensimesmado y ajeno de cuantos obsequios
se le estaban tributando. Su fisonomía es de suyo aguda , y al par de ca-
vilosa, sumamente reservada. No cabe desentenderse de los pensamientos
que está abarcando aquella cabeza y aquel espíritu, arrollador tal vez de la
Europa entera. »
102 HISTORIA
Al atravesar la llanura de Morat, en la que los Suizos esterminaron el
ejército de Carlos el Temerario en \ 45C , Lannes dijo que los Franceses
de ahora peleaban mucho mejor. «En aquel tiempo, interrumpió Napo-
león disparadamente , los Borgoñones no eran Franceses. »
Cuando Napoleón llegó á Rastadt, conoció pronto que su nuevo empleo
por ningún título le cuadraba; y tan solo en París, en el centro del mo-
vimiento político ó al frente de su ejército, podia hallar en adelante hom-
bre tan portentoso su lugar competente. Mas no tuvo para qué solicitar
su regreso á la capital , pues pronto le llamó á ella una carta del Directo-
rio. Mr. de Bourrienne , su secretario , que no sabia aun que estaba bor-
rado de la lista de los emigrados , temia acompañarle y quería quedarse
en Alemania. «Venid, le dijo Bonaparte, pasad el Rin sin zozobra; no
os apartarán de mi lado; yo me constituyo responsable. »
El recibimiento de Napoleón en París fué tal cual lo debia esperar de
la aceptación universal que le habían granjeado sus hazañas. El Directo
rio, encabezando el reconocimiento nacional, disimuló su envidia y so-
bresalto disponiendo un agasajo esplendoroso al conquistador de Italia,
en el recinto del Luxemburgo. Tallcyrand, que presentó el héroe á los
directores, pronunció con este motivo un discurso rebosando de ardiente
y acendrado republicanismo: «Quizase estrañará, dijo, este mi conato
en rasguear y tal vez menoscabar la nombradíade Bonaparte, quien no
se dará por ofendido. Debo decirlo, temí un momento contra él allá un
desasosiego receloso que asoma en una república bisoña que se sobresal-
ta con cuanto amaga al parecer á la igualdad ; pero me engañé ; la gran-
deza personal , lejos de menoscabar la igualdad, es su mas esclarecido
triunfo ; y en este dia , los republicanos franceses deben conceptuarse mas
encumbrados. »
Napoleón respondió, dando por primera vez el dictado de grande á
la nación francesa, y se espresó en estos términos :
« Ciudadanos directores :
« El pueblo francés, para ser libre, tenia que pelear contra los reyes.
« Para conseguir una constitución fundada en la razón , tenia que ar
rollar las preocupaciones de diez y ocho siglos.
« Triunfasteis de todos estos obstáculos con la constitución del año III.
«La relijion, el feudalismo y los reyes han ido sucesivamente avasa
liando la Europa durante veinte siglos ; pero la paz que acabáis de firmar
deslinda la era de los gobiernos representativos.
« Habéis conseguido organizar la grande nación, cuyo territorio solo
está zanjado porque la misma naturaleza fijó sus límites.
« Aun habéis hecho mas.
DE NAPOLEÓN. 405
• I -as dos partos preferentes do la Europa, antiguamente tan esclarecí
das por sus ciencias , arles y prohombres , viven esperanzadas de ver el
mimen de la libertad remontarse del sepulcro de sus antepasados.
« Me cal>e el honor de remitiros el tratado firmado en Campo-Formio
y ratificado por S. !\!. el emperador.
«Cnando la felicidad del pueblo (Vanees estribe por fin en mejores le
yes orgánicas , toda la Europa quedará libre. »
Harto modesto se mostraba el negociador de Paseriano, traspasando
así «al Directorio el blasón do haber ajustado la par. Pero requería la po
lítica aquel acatamiento ceremonioso, y los favorecidos le dieron igual eré
dito que el mismo favorecedor. Desde aquel punto encumbróse en realidad
Napoleón á lo sumo de la diplomacia europea , en lugar del gobierno de
la república. Cifraba en sí el estado entero y trasladaba á la Erancin el
ademan y lenguaje que su grandiosa ambición y sus alcances traseenden
tales, y no las instrucciones del Directorio, le patentizaban como los mas
dignos del gran pükblo y los mas favorables á las miras ulteriores del
hombre grande. Desde su entrada en Italia, y sobre todo desde lodi, se ha-
bía dedicado á ir apeando la política francesa del carácter feroz que ñeco
sariamente le infundiera la terrible lucha de 9."). No queria conquistar una
paz gloriosa para su pais y una inmensa nombradía para sí, bajo la capa de
una democracia desaforada é implacable. Parecióle que había llegado la épo-
ca de amansar el fanatismo revolucionario, cuya necesidad habia compren
dido en otro tiempo y cuyas inspiraciones le habían arrebatado. En las no
gociaciones con el rey de Cerdeña, ol papa y el emperador, se mostró ave
nible y revestido de aquel espíritu de conciliación y tolerancia que deslinda
á los sujetos sensatos ; pero en el tratado de Campo Eormio sobre todo se
esmeró en manifestará los reyes de Europa la república francesa como
un enemigo jencroso que no profesaba enconos ciegos , y cuyos prin
cipios y consejos nada tendrían en lo sucesivo que pudiese amenazará los
gobiernos estranjeros. Él mismo lo declaró en Santa Helena, diciendo: «I-os
principios que debían rejir á la república habian quedado en planta desde
Gampo-Formio , pero el Directorio no tuvo parte en olios. » Y tal ora el
poderío que estaba ejerciendo aquel individuo, que el Directorio, cuya au
loridad suprema habia desconocido y cuyas funciones habia usurpado .
no se atrevió á residenciarle por sus menosprecios y su osadía, y antes
bien le halagó solemnemente por boca de su presidente con un cúmulo
pomposo de lisonjas. « La naturaleza , avarienta en sus prodijios, dijo
Parras en la contestación al jencral , solo franquea varones eminentes a
la tierra de tarde en tarde, pero quiso esclarecer la aurora do la libertad
con uno de aquellos fenómenos, y la sublime revolución del pueblo fian
ees, nueva en la historia de las naciones , tenia que presentar un numen
nunca visto en la historia de los hombres preeminentes. • Esta adulación
404 HISTORIA
que el influjo de la opinión pública arrancaba á la envidia, está demos
trando el encumbramiento en que se hallaba Napoleón , siendo de notar
que el caudillo del gobierno republicano se conceptuase precisado á hablar
á un mero jeneral y subdito suyo, como le habló después en el mismo lu
gar el presidente de su senado ó el principal de sus rendidos.
Los Parisienses aparentaron trascordarse de que el vencedor de Arco
la había sido el metrallador de vendimiado. Do quiera se presentaba, lo
iban asaltando torrentes de aclamaciones, y en asistiendo al teatro, el au-
ditorio lo vitoreaba con estruendosa gritería. Estas demostraciones, tan li-
sonjeras para su amor propio, parecian sin embargo serle ya incómodas, y
prorumpió en una ocasión: « No vengo al teatro, á saber que los palcos
estaban tan patentes.» Deseando ver una ópera cómica muy celebrada, en
la que cantaban madama de Saint-Aubin y Elleviou, pidió su representa
V ni.iHow»-^
DE NAPOl.Kn\ 405
cion bajo la fórmula comedida do: t Si fuese dable* Y el empresario
contestó agudamente que no so daban imposibles para el vencedor di» Ita
lia, quo hacia tiempo tenia borrada esta voz dd diccionario.
A pesar del ansia universal que iba en su alcance, Napoleón , sin de
jarse embriagar por tantísima humareda de incienso, y haciéndose atina-
damente cargo de su situación , temió que con tan dilatada inacción fue
se á menos el recuerdo de sus antiguos servicios y entibiase el acalora
miento de sus secuaces. • Kn París, decia él, nada se tiene presente, y si
paso mucho tiempo sin hacer nada, estoy perdido. Kn esta gran Babilonia
una Hombradía desbanca «á otra , y cuando me hayan visto tres veces en
el teatro, ya no harán caso de mi, por lo cual me escasearé por allá. Des
pues repetía el dicho de Cromwell, cuando le llamaban la atención al en
tusiasmo que movia su presencia: « ¡ Y qué! ¿si yo fuese al cadalso, el pue-
blo no correría tras mí con igual afán? * Rehusó una representación de
aparato que le ofreció la empresa de la ópera, y desde entonces asistió al
teatro en palco cubierto.
Sobrevinieron á la sazón varias conspiraciones contra su persona. I na
mujer le hizo avisar que trataban de envenenarle: el individuo que fué á
dar el aviso qnedó arrestado, y el juez de paz del distrito le hizo declarar
la casa de la mujer que lo habia enviado. Hallaron a esta desventurada
nadando en su sangre; los asesinos, noticiosos de que habia sabido y de
latado sns viles intentos , trataron delibrarse de su testimonio con un
nuevo atentado.
\1
100 HISTORIA
Bonaparte, retraído del Directorio, apeteció entrar en el Instituto, aun
que su afán se encaminase á otros objetos que los científicos ó literarios.
Fué admitido en reemplazo de Carnot, fallecido el! 8 de fructidor, forman-
do parte déla clase de ciencias y artes. La carta que escribió al presidente
Camus merece citarse por entero.
i Ciudadano presidente :
« El voto de los sujetos de suposición que componen el Instituto me
favorece.
«Estoy muy hecho cargo de que antes de ser su igual, seré mucho
tiempo su discípulo.
« Si hubiese un modo mas espresivo de darles á conocer el aprecio que
me están mereciendo, lo usaría. »
i Las conquistas verdaderas hechas contra la ignorancia son las úni-
cas que no redundan en quebrantos. Coadyuvar á la ostensión del alean
ce humano es la tarca mas honorífica y provechosa para las naciones.
« El poderío verdadero de la república francesa debe cifrarse para lo su
cesivo en no consentir que asome un solo concepto nuevo que no sea suyo.
Bonaparte. i
Asombroso era este lenguaje en boca de un hombre que habia llega
do á la cumbre de la gloria por medio de afanes puramente militares , pe-
ro Napoleón quería manifestar que no le alucinaban la suerte ni las preo
cupaciones de su profesión. Para encumbrarse allá hasta la altura que su
mimen ambicioso habia divisado y hacia la cual asestaba sus pensamientos
con desalada perseverancia, necesitaba manifestaren sí mas que un gran
de capitán engreído con sus triunfos y propenso á apreciar únicamente el
arte de la guerra, la ciencia y el valor de los campamentos. Importábale
que la gran nación dueña del orbe sobre la que aspiraba á reinar , se seos
tumbrasc á mirarle como al mas capaz ¿le defenderla con las armas, y tam
bien de sublimar siempre sus alcances intelectuales y el ejercicio del pa
trocinio universal que estaba ejerciendo, así por su superioridad moral,
como por su preponderancia militar.
;,Pero habia llegado el trance de patentizar pretensiones encubiertas
que albergaba desde la campaña de Italia? Napoleón no lo creyó, y desde
entonces debió pensar en salir pronto de la ociosidad que podia compro
meter, si no dar al través con su grandiosa nombradía.
Acordó pues pasar á Ejipto , á lo cual consintió el Directorio, porque
su previsión menguada y que solo comprendía los trances del dia siguien-
te , le hacia desear la ausencia del ilustre guerrero, sin reflexionar que
nuevos triunfos deslumhrarían mas y mas á la nación, y por consiguiente
acrecentarían la popularidad que tanto temían. Bonaparte, que ideara el
DE \ IPOLBON 407
plan , preparó por sí solo su ejecución , y se encargo de organizar todo el
ejercito espedicionario. 'también formó y elijió las (lucientes comisiones
de sabios y artistas que debían acompañar a nuestras tropas, para que los
triuufosdc nuestras armas sirviesen á los progresos de la civilización . Cuan
do le preguntaron si permanecería mocho tiempo en Ejipto, respondió ¡
« Estaré pocos meses o seis anos; todo depende de los aconta rimientos. »
Llovó consigo una biblioteca de campaíía/compnesta de tomos en 18". que
trataban de ciencias y artes, jcografiay viajes, historia, poesía, novelas y
política. Kn su catálogo se hallaban Plutarco, l'olihio, Tucídides, Tito
Livio, Tácito, llaynal, Yollaire, Federico II. Homero, el Taso, <>s¡an,
Niijilio, Fonelon, \a Fon tai ne, Housseau, Marmontel, I-e Sage, (¿oethe,
el Antiguo Testamento, el Nuevo, el Alcorán, el Vedan, el Espíritu de las
Leyes y la Mitolojía.
Una desavenencia de Reí nadotte con el gabinete austríaco , á causa
de la bandera tricolor que el embajador francés habia enarl>olado en su
casa y que la plebe de Viena habia insultado, faltó poco para que detu
viese á Bonaparte en Europa la víspera de su marcha de Paris. El Direc
torio quería tomar venganza de este ultraje á costa de una nueva guerra
que hubiera capitaneado el vencedor de Italia; pero este, que veia desba
ratadas sus miras con este nuevo desvío, observó « que á la política tocaba
avasallar los incidentes, y no á los incidentes gobernar la política. » El
Directorio tuvo que ceder á un reparo tan atinado, y Napoleón se encami
nóá Tolón.
Llegado el 4 8 de mayo de 4 799 á aquella ciudad , cuna de su fama y
gloria, supo que la lejislacion violentísima, ocasionada por los emigrados
contra ella, y restablecida en 48 de fructidor, estaba todavía causando
amargo duelo á la 9a. división militar. No cabiéndole promulgar órdenes
como jeneral en un país que no estaba bajo su mando , escribió como in-
dividuo del Instituto nacional á las comisiones militares del Mediodía ,
para exhortarlas á que se asesorasen para sus fallos con la clemencia y la
humanidad. « He sabido muy á mi pesar , les dijo, que han sido ejecuta
dos como reos de emigración, ancianos de setenta y ochenta anos, desdi
chadas mujeres embarazadas, madres de niños tiernos.
« ¿ Acaso los soldados de la libertad se han trasformado en verdugos ?
« ¿ Falleció por ventura en sus corazones la compasión que llevaron en
medio de los combates?
«La ley del 48 de fructidor fué una providencia de salvamento jene
ral. Su mente fué atajar á los conspiradores, desentendiéndose de miseras
mujeres cuitadas y de ancianos caducos.
«Os exhorto, pues, ciudadanos, á que declaréis, cuantas voces la ley
haga comparecer ante vuestro tribunal mujeres ó ancianos de mas de se
IOS II1ST01UA
sonta años, que en medio de las refriegas habéis respetado las mujeres y
los ancianos de vuestros enemigos.
« El militar que firma una sentencia contra una persona inhábil para
el manejo de las armas es un cobarde. »
Este jeneroso paso salvó la vida á un anciano emigrado á quien la co-
misión tolonesa habia condenado á muerte. Precioso se hace este rasgo en
un guerrero acostumbrado á derramar sangre humana en los campos de
batalla, recomendando á sus compañeros que respeten lahumanidad en la
flaqueza ya postrada de la vejez y de las mujeres ; asombroso se hace el
presenciarle encareciendo á sus guerreros aquella prenda con el sumo
ahinco de su propia humanidad. Reina en aquella carta de Bonaparte,
individuo del Instituto, á las comisiones militares del Mediodía, un im-
pulso de subordinación necesaria de la espada al pensamiento en la gran
carrera del progreso social.
Dispuesto ya todo para el embarquo y cercana la partida, Napoleón
dirijió á su ejercito la arenga siguiente :
DE MAPOLKUiY lu'J
t Oficiales y soldado»:
« llano dos anos que vine á mandaros: cu aquella época os hallabais
por la ribera de Jénova en sumo desamparo, faltos de lodo y habiendo
sacrificado hasta vuestros relojes para vuestra reciproca subsistencia ; o^
prometí poner un término a vuestras desdichas, os condujo á Italia y allí
se os concedió todo... Decid, ¿no he cumplido mi palabra?» l-os soldados
respondieron que sí con vocería jcneral.
Napoleón prosiguió:
t Quedo enterado, pero sabed que aun no habéis hecho bastante por
la patria, y que ella tampoco ha hecho todavía lo suficiente por vosotros.
• Voy á llevaros ahora á un pais, en el que vuestras hazañas venido
ras van á sobrecojer mas y mas á vuestros aclamadores, y en donde ha
réis a la patria servicios tan sumos cuales tiene derecho á esperar de un
ejército de invencibles.
« Prometo á cada soldado que, al volver de esta espedicion, se le fiara
con que comprar seis aranzadas de terreno.
« Vais á correr nuevos peligros que participaréis con vuestros herma
nos los marinos. Hasta ahora esta arma no se ha hecho temible á nuestros
enemigos; sus hazañas no han igualado las vuestras; les han faltado oca
siones; pero el valor de los marinos es igual al vuestro; su voluntad es
triunfar, y también lo conseguirán.
« Comunicadles esa esperanza invencible que os hizo en todas partes
victoriosos; apoyad sus conatos; vivid á bordo en aquella buena intelijen
cia tan jenial entre los hombres animosos de corazón y adictos al éxito de
la misma causa; se han granjeado, al par de vosotros, derechos al recono
cimiento nacional en el arte tan arduo de la náutica.
« Acostumbraos á las maniobras de abordo ; sed el terror de vuestros
HO HISTORIA
enemigos de mar y tierra , imitando así á los soldados romanos que su
pieron por igual derrotar á Cartago en las llanuras y á los Cartajincses en
sus armadas. »
El ejéreito respondió con aclamaciones de « ¡Viva la república! i
Josefina habia acompañado á su marido hasta Tolón. Bonapartc la
amaba con estremo, y así fué muy entrañable su despedida, pues podían
temer que su separación fuese eterna, al pensar en los riesgos á que iba
á esponerse el jeneral. La escuadra dio á la vela en 19 de mayo.
H'IIIIM \||
Conquista di Ijij,
stando ya la escuadra dispuesta para sdn i h
mar, tomó el nimbo de Malla. I na larde que
¡navegaba por el mar de Sicilia, el secretario
fdel jeneral en jefe creyó divisar, ai ponerse el
sol, la cumbre de los Alpes. Comunicó su des
cuDiimientoa lionaparte, ijuien le respondió con un jestode incredulidad
Pero el almirante Brueyx habiendo tomado su anteojo, declaró que Itour
rienne tenia razón. Entonces Konapartc esclamó: « ¡Qué! los Alpes!* y al
cabo de un rato de permanecer allá pensativo, añadió: «No, no puedo ver
el suelo de Italia sin conmoverme. Allá está el Oriente y alia me encami-
no. Una empresa aventurada me llama. Aquellos montes dominan las
442 HISTORIA
llanuras en que tuve la dicha de conducir en tantas ocasiones los France-
ses a la victoria. Con ellos todavía venceremos. »
Durante la travesía se entretenía en conversar con los sabios y jenera-
les que le acompañaban, hablando á cada uno del objeto de su inclinación
y de sus estudios.Trataba con Monge y Berthollet de las ciencias exactas, y
aun de metafísica y de política. El jeneral Cafarelli Dufalga, á quien pro
fesaba un aprecio afectuoso, le proporcionaba también distracciones dia-
rias con la agudeza de sus aprensiones y la amenidad de su conversación.
Después de comer solia suscitar cuestiones arduas sobre las mas graves
materias, complaciéndose en estimular á los interlocutores unos contra
otros, ora para aprender á justipreciarlos, ora para adquirir instrucción,
dando siempre la preferencia al mas capaz y al que sostenía con mas inje
nio lo paradojista y disparatado. Estas discusiones no tenían por consi-
guiente para él mas que un valor de ejercicio mutuo ú de jimnástica in
tclectual. Gustábale también sacar á luz el doble problema de la edad del
mundo y de su destrucción probable. Su imajinacion y su pensamiento no
se hallaban á gusto sino con datos grandiosos ó sublimes.
Al cabo de una navegación bonancible de veinte dias, la escuadra
francesa se presentó el 40 de junio delante de Malta, que se dejó ocupar
sin resistencia, lo cual dio motivo á que Cafarelli dijese á Bonaparte des-
pués de haber visitado las fortificaciones: « A fe mia, jeneral , que he-
mos tenido suerte en que hubiese alguien dentro en la ciudad para abrir-
nos las puertas. » Empero Napoleón negó en Santa Helena que debiese es-
I>K NAPOLEÓN \\r,
la conquista » intelijcncias particulares. iEn Mantua fue, dijo, riondc
tomóá Malta; mi procedimiento caballeroso con Wurmsn m valió la
sumisión del gran maestre y los caballeros. * Mr. de llourricnnc asegura
al contrario que estos fueron vendidos.
Como quiera que sea, Itonapartc se detuvo jxxos días en Malta. Li M
cuadra surcó bácia Candía á donde llegó el 25 de junio, babiendo burlado
con este rodeo á ¡Nclson , quien estaba esperando la espedicion francesa
|H>r las aguas de Alejandría como habia calculado, lo cual fué muy reí
turoso para la armada francesa , porque Hrueyx declárala que con solos
diez navios, el almirante inglés tendría á su favor todas las probabilida
des del triunfo. «Quiera Dios, decia a veces con un profundo suspiro,
que pasemos sin encontrar á los Ingleses. »
Antes de pisar la costa africana, Bonaparte (puso encararse de nuevo
con sus soldados para enardecer mas y mas su entusiasmo con la perspec
I iva de una próxima y grandiosa conquista, precaviéndolos del desalíen
to y de la indisciplina. He aquí la famosa proclama que les hizo en aque
Ha ocasión:
« BONAI'ARTK, MIKMHKO DEL INSTITUTO NAOOflAL, JENERA1. EN IKH
«A bordo del ürirktk, el \ de mesidor, año VI.
« Soldados :
« Vais a emprender una conquista cuyos resultados sobre la civiliza
cion y el comercio del mundo son imponderables. Daréis sobre la Ingla
ierra un embute recio y doloroso, ínterin llega el dia en que podáis darle
el golpe mortal.
i Haremos marchas penosas; trabaremos muchas peleas; pero saldré
mos airosos de todas nuestras empresas, porque el destino nos es propi-
cio. Los beyes mamelucos, que favorecen csclusivamenteel comercio in
glés, que han vejado á nuestros comerciantes y tiranizan á los infelices
habilantes del Nilo, fenecerán con nuestra llegada.
« Los pueblos con quienes vamos á vivir son mahometanos . su primer
articulo de fe es este: « No hay otro Dios sino Dios, y Mahoma es su pro
felá. » No les contradigáis; obrad respecto á ellos como hemos obrado
con los Judíos y los Italianos; guardad miramientos con sus muftis y sus
imanes, como los habéis guardado con los rabinos y los obispos; dispen
sad á las ceremonias que prescribe el Alcorán y á las mezquitas la misma
tolerancia que usasteis con los conventos y sinagogas, con la relijion de
Moisés y con la de Jesucristo.
« Las lejiones romanas amparaban todas las relijiones. Hallaréis aquí
usos diferentes de los de Europa, y es preciso que os acostumbréis á ellos
15
444 HISTORIA
« Los pueblos á donde varaos , tratan á las mujeres de muy diferente
modo que nosotros ; pero en todos países el que las violenta es un mons
truo.
« El saqueo solo enriquece á un corto número de hombres, nos des
honra, destruye nuestros recursos y nos hace enemigos de los mismos
pueblos que es nuestro interés tener por amigos.
« La primera ciudad que encontraremos fué edificada por Alejandro ;
á cada paso hallaremos grandes recuerdos dignos de escitar la emulación
de los Franceses. »
Después de esta proclama, Bonaparte publicó una orden del dia, con
donando á pena capital á cualquiera individuo del ejército que saquease,
forzase , impusiese contribuciones , ó cometiese tropelías de cualquiera
clase que fuesen. Hacia responsables á los cuerpos dolos escesos de aquo
líos individuos á quienes hubiera querido librar la intimidad militar de la
aplicación de esta terrible pena. Ia)s jefes estaban también sujetos á una
responsabilidad que debia activar su vijilancia, estimulando su severidad.
Por lo demás, toda esta prudente rijidez era al remedo de los Roma-
nos á quienes recuerda tan fundadamente Bonaparte en su proclama. Pe
ro lo que hay de verdaderamente nuevo en este documento orijinal, como
en la mayor parte de los que infundió la espedicion de Ejipto al prohom
bre que la capitaneaba, es el espectáculo de un conquistador que, al decir
una palabra solemne á sus soldados ó á los pueblos, cuyo territorio inva-
de , no va á buscar, siguiendo las huellas de sus predecesores, en títulos
pomposos y terribles el apoyo de la superstición, de la vanagloria ó del
temor, sino que aparenta por el contrario considerar como su primer dic
tado para el respeto y la confianza de las naciones su cualidad de indi-
viduo de un instituto académico, cuya autoridad está afianzada en el in
flujo pacífico del pensamiento y de la razón humana. Alejandro asomó en
Ejipto como hijo de Júpiter ; César quiso también descender de los dioses
por Ascanio ; Mahoma se presentó cual profeta , al paso que obraba en el
ejercicio de su apostolado como un soldado feroz, dando el renombre de
Espada de Dios al mas temible de sus tenientes. Atila se hizo llamar el
Azote de Dios, y la divinidad misma en la edad media cristiana, reme-
dando á la antigüedad pagana, recibió por principal atributo de parte de
los teólogos y poetas el depósito de los rayos, el mando de los ejércitos
y la dirección de las batallas. Bonaparte conocia bien el siglo que estaba
grandiosamente encabezando y sobre el cual debia imperar con su numen
todo poderoso , para acudir á otros realces que los enjendrados por sumos
talentos y esclarecidos triunfos; y eomo si hubiese querido manifestar es-
truendosa y ejemplarmente que el progreso social, anunciado por los filó
sofos y acojido por los pueblos , se cifraba en la subordinación progresi
va de la espada á la potestad civilizadora de las artes, del comercio y de
DE NAPOLEÓN 44S
!,is ciencias, siendo el primero de los guerreros cu la nación mas belicosa
de la tierra, pospone su dictado de jcncral en jefe al de académico, en
■ ■ 1 1 '!•/. mili i sus oficios y proclamas con estas palabras ¡ Honapartc , mimi
IIHO UEL INSTITUTO RACIONAL. *
La escuadra llegó el V. de julio á Alejandría, en donde habia estado
Nclson dos dias antes, y estrenando no encontrar la espedicion francesa,
sii|K) que se habia dirijido á las costas de Siria para desembarcar en Ale
jandreta. Bonaparte, informado de su aparición y previendo su próximo
regreso, resolvió efectuar inmediatamente el desembarro de su ejercito. El
almirante Brucyx encontraba dificultades y se oponía á todo trance. Bona
parte insistió y acudió á la potestad de su mando supremo. « Almirante ,
le dijo á Brueyx, que pedia una suspensión de doce horas, no tenemos
tiempo que perder, la fortuna me concede tres dias, si no los aprovecho,
estamos perdidos. »
El almirante tuvo que ceder, felizmente para su escuadra, porque no
habiéndola hallado Nelson en los parajes en donde la habia buscado , no
tardó en volver á Alejandría, pero era ya tarde; la tenacidad y la pronti
rey
M6 HISTORIA
tud de Bonapartc habían salvado el ejército francés, que se hallaba ya des
embarcado.
Esta operación se verificó en la noche del \ al 2 de julio á la una de
la mañana en el Marabut , á tres leguas de Alejandría. El ejército marchó
inmediatamente corttraesta ciudad, que fué asaltada, diríjiendo la opera
cíob Kleber, quien salió herido en la cabeza. Esta conquista costó poco
empeño, sin que resultase el menor esceso, pues no hubo saqueo ni mor
laudad en Alejandría.
Al desembarcar Bonapartc, escribió la carta siguiente al bajá de Ejipto-
« El Directorio ejecutivo de la república francesa ha acudido muchas
veces ala Sublime Puerta, pidiéndole el castigo de los beyes de Ejipto que
oprimían á los comerciantes franceses.
« Pero la Sublime Puerta ha declarado que los beyes, hombres anto
jadizos y codiciosos, desoían los recursos de la justicia, y que no solo no
autoriza los desacatos que cometían con los Franceses sus buenos y anti
guos amigos , sino que también les negaba su amparo.
«La república francesa ha por fin acordado enviar un poderoso
ejército para poner coto á las demasías délos beyes de Ejipto, comorepe
tidas veces tuvo que hacerlo en este siglo contra los beyes de Túnez y Arjel
« A ti que debieras ser el señor de los beyes, y á quien tienen sin em-
bargo en el Cairo sin potestad ni facultades , mi llegada debe serte agrá
dable.
« Sin duda estás noticioso de que nada intento contra el sultán ni el
Alcorán, y que la nación francesa es la sola y única aliada que el sultán
tiene en Europa.
« Sáleme pues al encuentro y maldice conmigo la ralea malvada de los
beyes. »
Al entrar en Alejandría publicó una proclama, dirijidaá los habitan
tes y concebida en estos términos :
BONAPARTE, INDIVIDUO DEL INSTITUTO NACIONAL, JENERAL EN JEFE,
DEL EJÉRCITO FRANCÉS.
«Bastante tiempo hace que los beyes, gobernadores del Ejipto, están
insultando á la nación francesa y causando estorsiones á sus comerciantes;
la hora de su castigo ha llegado.
« Tiempo hace que esa gavilla de esclavos comprados en el Cáucaso y
la Jeorjia tiranizan la parte mas hermosa del mundo; pero Dios, de quien
lodo depende, ha dispuesto que su imperio se acabe.
« Pueblos del Ejipto , os dirán que vengo á destruir vuestra relijion ;
mas no los creáis. Respondedles que vengo á reponeros en vuestros derc
chos, castigando á los usurpadores, y que respeto mas que los mamelucos
á Dios, á su profeta y ancoran. Decidles que todos los hombres son
DE NAPOLEÓN. M7
■míales á los ojos de Dios y que solo los diferencian la sabiduría, el talen
lo y las virtudes. ¿Y que sabiduría, qué talento, que virtudes realzan ¡i
los mamelucos para que tengan eselusivamentc todo euanto hace la vida
grata y apetecible ?
« Si el Kjipto es su hacienda , que presenten el contrato que Dios les
lia hecho. Pero Dios es justo y misericordioso con el pueblo.
« Todos los Kjipeios serán llamados a ejercer todos los cargos; gober
narán los mas sabios, instruidos y virtuosos, y el pueblo será Miz
tEn otro tiempo teníais grandes ciudades, hermosos canales y gran
dioso comercio: ¿y quién ha destruido todo esto, sino la avaricia, la sinra
zon y la tiranía de los mamelucos?
«Cadíes, jeques, imanes, eschorbadjis, decid al pueblo que somos ami
gosde los verdaderos musulmanes. ¿No somos nosetros los que hemos
destruido al papa,que decia era preciso hacer la guerra á los musulmanes?
¿ No somos nosotros los que hemos destruido á los caballeros de Malta
porque estos insensatos ereian que Dios deseaba hiciesen la guerra á los
musulmanes? ¿No somos nosotros los que hemos sido en todos tiempos
amigos del (irán Señor (cuyos deseos cumpla Dios) y el enemigo de sus
enemigos? Y al contrario, ¿no son los mamelucos los que se sublevaron
contra la autoridad del Gran Señor, que aun desconocen, soltando la rien
da á sus antojos?
«Tres veces bienaventurados los que estuviesen con nosotros, pues
prosperarán en riquezas y honores. Bienaventurados los que permanezcan
neutrales ; tendrán tiempo para conocernos y se alistarán con nosotros
Pero desgraciados, tres veces desgraciados los que se armaren por los ma
melucosy pelearen contra nosotros. Para ellos no habrá esperanza: fene
cerán todos. »
Luego que Bonaparte hubo encargado á Kleber el mando de Alejan
dría, salió de allí el 7 de julio tomando el camino de Damanhur por medio
del desierto, en donde el hambre, la sed y un calor insufrible acosaron el
ejército con padecimientos inauditos, feneciendo muchos soldados. Halló
la tropa algún alivio en Damanhur , donde Bonaparte planteó sus reales
en casa del jeque anciano, que aparentaba suma pobrezaá fin de libertarse
de las tropelías que le acarrearan las muestras de su riqueza. Prosiguió su
marcha sobre el Cairo, y en cuatro dias derrotó á los mamelucos en Kama
nieh y destruyó la escuadrilla y la caballería de los beyes en ChebUMI
En esta última refriega el jeneral en jefe habia escuadronado absoluta
mente en cuadro, de modo que la caballería enemiga se estrelló á i>esar del
arrojo de su ataque y del ímpetu de su denuedo. Al principio de este en
cuenteo, en el que el jefe de división Peree,atacado por fuerzas superiores.
se apoderó con brillante éxito de una posición arriesgada , los sabios Mon
-H8 HISTORIA
ge y Berthollet hicieron grandes servicios arrollando personalmente al
enemigo.
Estos diversos triunfos alcanzados sobre los Árabes fueron el preludio
de una victoria mas señalada que franqueó las puertas del Cairo al ejérci
to francés. A fines de julio se bailó en presencia de Murad-Bey y al pié de
las pirámides, en donde Bonaparte, sin duda inspirado á la vista de aque-
ni!H¡ii!:¡rt
"vW*)*ft.VM*».V
DE NAPOLEÓN H!>
líos antiguos y njigantmlo* monumentos, esrlamo on el arto de dar la !>;<
talla : « Soldados , vais á pelear contra los dominadores del Ejipto , recapa-
citad que desde la cumbre de esos monumentos os están mirando cuaren-
ta siglos, i
Y con efecto, cuarenta siglos contemplaban á los Franceses desde la ci-
ma de las pirámides; cuarenta siglos, habiendo visto echar el primero los
cimientos de aquellos inmensos sepulcros rejios por las serviles manos de
las castas ejipcias, y viendo el último conquistar á beneücio de la civiliza
cion aquellos monumentos de la antigua servidumbre por las manos libres
de ciudadanos franceses. La breve arenga de Napoleón rasgueaba toda
la distancia qne mediaba entre los fundadores de entonces y los conquis
tadores de ahora : unos tiranos ó esclavos por nacimiento ; otros todos
libres e iguales , jefes ó soldados según su mérito. Desde los Faraones,
señores absolutos y opresores de las tribus hereditariamente avasalladas
para los mas violentos afanes y la mas vil existencia hasta el jeneral que
viene á decir á los Ejipcios que « todos los hombres son iguales ante Dios*
y les anuncia el reinado esclusivo de los talentos y de las virtudes, se es
labona de continuo una serie de pausados y trabajosísimos progresos,
\2i)
HISTORIA
uyo primer entronque procede allá de la primera piedra de las pirámi
des, colocada por la desdicha hereditaria, y el último en la proclama del
guerrero que solo reconoce á la sabiduría y á la capacidad el derecho de
mandar á los hombres, mostrándose mas ansioso y ufano de la prepon-
derancia de sus luces que del poderío de su espada. Al decir á los solda-
dos de la república que cuarenta siglos los están mirando, al hallarse es-
cuadronados y en el punto de trabar la pelea con las tribus que han reco
jido las reliquias de la esclavitud antigua, Bonaparte enardece el afán por
los trofeos para que conserven y estiendan los beneficios de una civiliza-
ción que costó á la humanidad cuatro mil años de conatos y sacrificios.
Por lo demás , no en vano tomó por testigos aquellos monumentos embe-
DE NAPOLEÓN 121
Icsantos y misteriosos, pues el ejército francés correspondió con una com-
pleta victoria á la invocación elocuente de su caudillo.
La batalla recibió el nombre de Embabé, de la aldea cerca de la cual
vino á darse. Los mamelucos quedaron derrotados tn»s una refriega te-
naz que duró diez y nueve horas. He aquí la narración ét esta encarni
zada y tremenda lid, tal cual la describió el vencedor:
• HATAM.A I»K I.AS IIRAMIDF.S. •
i Al rayar el alba del dia .", encontramos los puestos avanzados que
luimos rechazando de una en otra aldea.
« A las dos de la tarde nos bailamos delante de los atrincheramientos
del ejército enemigo.
« Mandé á las divisiones de los jenerales Desaix y Rcynier que se situa-
sen á la derecha entre Djyzé y Embabé á f¡n de cortar al enemigo la co
municaeion con el Alto Ejipto, que era su retirada natural. El ejército es
taba formado del mismo modo que en la batalla de Chebrcisa.
« Luego que Murad-Bey advirtió el movimiento del jeneral Desaix, de-
terminó atacarle, y envió uno de sus beyes mas valientes con un cuerpo
sobresaliente que acometió disparadamente á entrambas divisiones. Ha
biéndoles dejado aproximarse á la distancia de cincuenta pasos, se les re
cibió con una nube de balas y metralla, quedando gran número tendidos
en el campo. Después se arrojaron al intermedio de las dos divisiones, en
donde fueron recibidos con dobles descargas que completaron su derrota.
« Aproveché el momento y di orden á la división del jeneral Bon, que
se hallaba sobre el Nilo, para que atacase los atrincheramientos, al mismo
tiempo que el jeneral Vial, comandante de la división del jeneral Menou ,
se colocaba entre el cuerpo que acababa de atacarle y los atrincheramieu
tos, con el intento de acudir al triple objeto de imposibilitar que este cuer-
po revolviese sobre ellos, cortar la retirada al que los estaba arrostrando,
y finalmente atacar dichos atrincheramientos por la izquierda, si fuese
necesario.
« Luego que los jenerales Vial y Bon se hallaron á tiro de fusil, manda
ron á la primera y tercera división de cada batallón que se formase en
columna de ataque, mientras que la segunda y la cuarta conservarían la
misma posición, formando siempre un cuadro, que solo tenia tres hombres
de fondo y se adelantaba para apoyar las columnas de ataque.
« Dirijidas estas por el valiente jeneral Rampon , se arrojaron con su
acostumbrado ímpetu sobre los atrincheramientos á pesar del fuego de
crecida artillería. Cuando los mamelucos dieron una carga y salieron de
los atrincheramientos á galope tendido, nuestras columnas tuvieron tiem-
po de hacer alto y frente por todas partes recibiéndolos con bayoneta ca
16
122 HISTORIA
lada y con una nube de balas. El campo de batalla quedó al punto cubier-
to de cadáveres, y nuestras tropas se apoderaron de los atrincheramientos.
Los mamelucos fujitivos se atropellaron sobre la izquierda, pero un bata-
llón de carabineros, cerca del cual tuvieron que pasar á quema ropa, les
causó una pérdida de consideración. Muchos se arrojaron también al Nilo
y quedaron ahogados.
« Han caido en nuestro poder mas de cuatrocientos camellos cargados
de bagajes y cincuenta piezas de artillería. Calculo que la pérdida de los
mamelucos asciende á dos mil hombres de su mejor caballería, pues ran-
chos délos beyes han quedado heridos ó muertos, y Murad-ltey herido
en la mejilla. Nuestra pérdida es de veinte á treinta hombres muertos y
ciento veinte heridos. Por la noche la ciudad del Cairo ha sido evacuada.
Todas sus cañoneras, corbetas, bergantines, y aun una fragata, han sido in-
cendiadas,) el 4 nuestras tropas entraron en el Cairo. Durante la noche el
populacho ha quemado las casas de los beyes y cometido muchos escesos.
El Cairo, que tiene mas de trescientos mil habitantes , encierra la mas as
querosa plebe del orbe.
« Después del gran número de encuentros y batallas dadas por las tro-
pas que mando, contra fuerzas superiores , no pasaría á elojiar su ade-
man y serenidad en tan reñido trance , si verdaderamente este jénero en-
teramente nuevo no hubiera requerido por su parte un aguante muy con-
trapuesto al ímpetu francés, ya que con su ardor jenial no lográramos la
victoria que solo podia alcanzarse con sumo sosiego y sufrimiento.
« La caballería de los mamelucos ha descollado por su denuedo. De-
fendían su fortuna, pues nuestros soldados les han hallado á todos de cua-
trocientos á quinientos luises de oro.
«Todo el lujo de estas jentes consistía en sus caballos y su armamen-
to. Sus casas son ruines, y no cabe apenas ver terreno mas fértil y pueblo
mas ignorante y embrutecido. Prefieren un botón de nuestros soldados á
un escudo de seis francos, y en las aldeas ni siquiera conocen unas tijeras.
Sus casas están fabricadas con barro, y su ajuar se reduce á una estera y
dos ó tres vasijas, también de barro. Comen y consumen por lo jeneral
poquísimos renglones, no conocen el uso de los molinos, de manera que
hemos acampado sobre inmensos montones de trigo sin poder lograr ha-
rina, alimentándonos con legumbres y animales. La escasa cantidad de
grano que reducen á harina la muelen con guijarros; y en las aldeas ma-
yores hay tahonas de bueyes.
«Nos andau hostilizando de continuo nubes y nubes de Árabes, que
son los mayores salteadores y asesinos de la tierra, pues degüellan á todos
los que caen en sus manos, sean Turcos ó Franceses. El jeneral de brigada
Muireur y otros muchos edecanes y oficiales del estado mayor han sido
asesinados por estos desastrados , quienes se emboscan con sus caballos
DE NAPOLEÓN 123
(letras de las vallas y en los fosos, y desgraciado de aquel que se aleje a
cien pasos de las columnas. El jcneral Muircur, á pesar délos avisos de la
gran guardia , solo por una fatalidad propia de los llegndos á su última
hora, quiso subir á un cerrillo que estaba á doscientos pasos del campa
mentó, y tres Beduinos encubiertos lo han asesinado. Ia república ha pa
decido con él grandísima pérdida, pues era uno de los jenerales mas arro-
jados que he conocido.
« No se puede rodear á la república colonia que esté mas á la mano ,
y de terreno mas fértil que el Ejipto. El clima es sano, porque las noches
son frescas. A pesar de quince dias de marchas y fatigas de todas clases,
de hallarnos privados de vino y aun de cuanto puede aliviar el cansancio,
no tenemos ningún enfermo. El soldado ha fenido á hallar cuantioso re
curso con las sandías que abundan en gran manera
« La artillería ha descollado sumamente; y así pido el grado de jeneral
de división para el jeneral de brigada Dommartin. He promovido al gra-
do de jeneral de brigada al jefe de la misma Destaing , comandante de la
cuarta semi-brigada ; el jcneral Zayonschek se ha portado esclarecidamen-
te en las varias comisiones importantes que le han cabido. El ordenador
Sucy se había embarcado en la escuadrilla del Nilo para podernos remi
tir víveres de la Delta. Viendo que activaba mi marcha y deseando hallarse
á mi lado en la batalla, se trasladó á una cañonera, y á pesar de los peli-
gros á que se esponia , se desvió de la escuadrilla. Habiendo encallado la
cañonera, fué acometido por una gavilla de enemigos, y estremó su añojo
hasta el punto de hallarse mal herido en un brazo y reanimar con su ejem-
plo á la tripulación y sacar su lancha de tamaño conflicto.
« No hemos recibido noticias de Francia desde nuestra partida
«Os ruego que mandéis entregar mil y doscientos francos á la mujer
del ciudadano Larrey , cirujano en jefe del ejército. Nos ha hecho en me
dio del desierto señalados servicios con su afán y desembarazo. Es el su
jeto mas á propósito para estar al frente de los hospitales de un ejército. •
Al dia siguiente, 4 de termidor (22 de julio), Bonaparte se acuartelo
sobre el Cairo, y publicó la proclama siguiente :
«Vecindario del Cairo, estoy bien hallado con tu conducta, pues lias
tenido el tino de no tomar partido contra mí. He venido para destruir la
ralea de los mamelucos, amparar el comercio y á los naturales del pais.
Sosiégúense los medrosos, y vuelvan á sus casas los que se han ausentado,
haciéndose hoy la oración como es costumbre y como apetezco que con
tinúe siempre. Nada temáis acerca de vuestras familias, casas y propieda-
des, y sobre todo por la relijion del profeta á quien amo. Como es urjente
que haya hombres encargados de la policía para que no se altere la tran
quilidad, se formará un diván compuesto de siete personas que se reuni
rán en la mezquita de Ver; dos de ellas estarán siempre junto al coman
Í24 HISTORIA
dante de la plaza, y cuatro estarán ocupados en mantener la quietud pú-
blica y mirar por la policía. •
Bonapai te entró el 24 de julio en la capital del Ejipto, y el 25 escribió
á su hermano José , individuo del consejo de los quinientos.
« Verás por los periódicos, le dice, los partes de las batallas y la con-
quista del Ejipto que ha sido harto reñida para añadir todavía una hoja
á la gloria militar de este ejército. El Ejipto es el pais mas rico en trigo,
arroz, legumbres y carnes que hay sobre la tierra. La barbarie está en su
punto. No hay dinero para pagar las tropas. Dentro de dos meses estaré
acaso en Francia.
« Haz de modo que tenga una casa de campo á mi llegada , cerca de
l'aris ó en Borgoña, pues quiero pasar en ella el invierno. »
Esta carta prueba que Napoleón conceptuaba su conquista harto aíian
zada para poder fiar su conservación sin continjencia á la cordura y des-
empeño de sus segundos. ¿Pero qué objeto tenia esta vuelta inesperada á
Francia ? ¿ era en busca de nuevos recursos militares y elementos de co-
lonización, como algunos lo han opinado? ¿ó era solo su objeto acercarse
DE NAPOLEÓN. l'¿f>
al teatro á -Ion. Ir su destino le llamaba á representar el primer papel, y mi
raba próximos los acontecimientos que habia previsto y deseado por mu
cho tiempo en alas de su encumbramiento? Esta última suposición nos pa-
iree mas verosímil.
CAPITULO VIII
Desastre de Abukir. Establecimientos é institutos de Bonapatte en Ejipto.
Campaña de Siria. Regreso al Ejipto. Batalla de Abukir.
Salida para Francia.
an afanado audaba Desaix en perseguir
á Murad-Bey en el Alto Ejipto, como Na
poleon en el Cairo por plantear una ad-
ministración acertada en las provincias
ejipcias. Pero Ibrahim-Bey, que se habia
encaminado á la Siria, precisó con sus
movimientos al conquistador á orillar
para volver á las peleas. Bonaparte le encontró y
I)K NAPOLEÓN 427
le derrotó en Salehcy'h. El valiente Sulkowsky salió herido en este en
cuentro.
Aguóse luego aquel regocijo con una nueva muy aciaga. Klcber partí
cipo de oficio á Bonaparte cómo Nelson acababa de derrotar la escuadra
(raneen en Abukir tras una lid reñidísima. Luego que la noticia de esta
catástrofe cundió por el ejército, el descontento y la consternación llegaron
á lo sumo. Los soldados y jcnerales, que desde el primer dia del desem-
barco adolecieron de estremado quebranto y desasosiego , se mostraron
agravados de este achaque , prorumpiendo en estremos desesperados por
su ilusión ya desvanecida. Napoleón, abarcando de una mirada toda la
trascendencia de aquel desastre, se mostró al pronto igualmente postra
do; y diciéndole que el Directorio sedaría priesa en repararlo, interrum
pió atropelladamente diciendo: « Vuestro Directorio es una gavilla de
Me envidian, me aborrecen y me dejarán perecer aquí.» Y luego añadía
apuntando á su estado mayor: «¿No veis todas esas trazas? No hay un solo
sujeto que trate de quedarse. »
Pero el abatimiento no llegaba á su grande alma y salió pronto de él
[>ara esclamar con acentos de una resignación heroica : « Enhorabuena
nos quedaremos aquí , ó nos engrandeceremos á la antigua. »
Desde aquel momento Bonaparte se dedicó allá con un ahinco y una
428 HISTORIA
actividad infatigable á la organización civil del Ejipto. Conoció mas que
nunca la necesidad de cautivar á los naturales del pais y plantear en él
establecimientos duraderos. Una de sus primeras y principales creaciones
fué la de un instituto pautado por el de Paris. Lo dividió en cuatro clases:
matemáticas, física, economía política, literatura y nobles artes. La pre
sidencia se confirió á Monge, y Bonaparte se honró él mismo con el cargo
de vicepresidente. La instalación de este cuerpo se celebró solemnemente,
y allí revalidó el inmortal guerrero sus grandiosas palabras al superior
del Instituto de Francia al quedar admitido , no mostrándose enamorado
de sus conquistas, sino en cuanto las hacia contra la barbarie, y que el
progreso de sus armas no era mas que el de las luces.
Bonaparte, ya bienquisto con los musulmanes, que le llamaban el sultán
Kebir (padre del fuego), fué admitido y convidado á todas sus funciones.
Asi asistió, pero sin presidir, como se ha dicho, á las fiestas de la
inundación del Nilo y del aniversario del nacimiento de Maboma. Los
miramientos que guardó con la relijion del profeta en todas ocasiones no
contribuyeron poco á hacer respetar su nombre y su autoridad entre los
Kjipcios. Algunos han querido ver en esta conducta una especie de cariño
DE NAPOLEÓN 129
;il islamismo, cuando solo había en ella maestría política (t). Bonaparte
no era musulmán ni cristiano; él y su ejército representaban en Ejipto la
ülosofía francesa, el escepticismo tolerante, la indiferencia rclijiosa del
siglo XVIII, y solo á falta de relijion positiva en su cabeza , abrigaba allá
en su alma ciertos lejos de relijiosidad. Pero esta disposición, que le pre-
servó del (lujo antirelijioso de su época y que le permitió conversar muy
de veras y mantener relaciones amistosas con los imanes y jeques, como
ha podido hacerlo en otras circunstancias con los ministros del cristianis-
mo ó del judaismo; esta disposición no propendía mas al Alcorán que al
Ityanjelio.
El aniversario de la fundación de la república se celebró en el
Cairo el \". de vendimiarío del ajio VII , presidiendo Bonaparte aquella
solemnidad patriótica. «Soldados, dijo á sus compañeros de armas,
cinco años atrás la independencia del pueblo se hallaba amenazada; re
cobrasteis á Tolón, y esta victoria fué el presajio del esterminio de vues-
tros enemigos. Un año después derrotabais á los Austríacos en Dego : y al
siguiente estabais en la cumbre de los Alpes. Dos años hace que peleabais
contra Mantua y que alcanzábamos la célebre victoria de San Jorje. El
año pasado estabais en el nacimiento del Drava y del Isonzo al volver de
Alemania. ¿Quién hubiera dicho entonces que os hallaríais en las márje-
nes del Nilo, en el centro del antiguo continente? Embargáis las miradas
del orbe desde las del Inglés, célebre en las artes y el comercio , hasta las
del horroroso y feroz Beduino. Soldados, vuestro destino es grandioso, por
cuanto sois dignos de lo que habéis hecho y del concepto que estáis mere-
ciendo. Moriréis con honor, como los valientes cuyos nombres están ins-
critos en esa pirámide (2), ó volveréis á vuestra patria ceñidos de laureles
y admirados de todas las naciones.
« Cinco meses ha que estamos ausentes de Europa y que somos el ob
jeto perpetuo del ansia de nuestros compatricios. En este dia cuarenta
millones de ciudadanos celebran la era del gobierno representativo ; cua-
renta millones de ciudadanos piensan en vosotros; todos dicen: ásus afa-
nes y á su sangre debemos la paz jeneral , el reposo , la prosperidad del
comercio y los beneficios de la libcr<ad civil. »
Por su parte los jeques (ó), en reconocimiento de que Bonaparte había
(i) Mr. de fiourrienuc , testigo ocul;ir, desmiente todo manto Walter Scott
y otros escritores han dicho de la participación solemne de Bonaparte á las ce-
remonias musulmanas. Asegur.i que solo asistió á ellas como mero concurrente,
y siempre en traje francés.
(a) Hahia mandado esculpir en la columna de Pom}>evo Loa Honrare* <lc los
cuarenta primeros soldados muertos en Ejipto.
(3) En casa del jeque El-Bckri participó Napoleón en la cclchracion dtl .mi.
versario de Malioma. Allí halló dos jóveues mamelucos, Ihr.iliim y HuM.ni, que
17
430 HISTORIA
asistido á sus funciones, se asociaron, al menos en apariencia, á los regó
cijos del ejercito francés; hicieron resonar la mezquita principal con can-
tares de regocijo ; pidieron al gran Alá « que bendijese al predilecto de la
victoria (I ) é hiciese prosperar el ejército de los valerosos del Occidente. »
pidió al jeque y que este le cedió. Por lu demás no llevaba turbante ni ninguna
otra insignia de mahometismo. Verdad es que se había mandado hacer un traje
turco , pero solo por mero antojo y para divertirse con sus familiares. Como le
manifestaron sin rebozo que no cuadraba á su fisonomía y á sus modales, no se
lo puso dos veces.
(i) Napoleón dejó en Ejipto , como en Europa , huellas permanentes de su
tránsito; su nombre es venerado éntrelos bárbaros, como entre los pue-
blos civilizados que sujetó con sus armas. El célebre orientalista Champollion
menor, á' quien una muerte muy temprana arrebató á las ciencias y á sus ami-
gos, nos ha referido que habiendo sido obsequiado por un bey de la Tebaida en
su viaje á las ruinas ejipcias, y hallándose á comer en su casa, se conceptuó pre-
cisado á dar un brindis al virey, persuadido de que su huésped correspondería
DE NAPOLEÓN \M
l'.n medio de estas demostraciones amistosas , Ibrahim y Murad-Bey ,
caudillos de los mamelucos aliados de la Inglaterra, estaban fraguando uu
alzamiento en la capital misma del Kjipto, que no tardó en estallar, lio
ñaparte se hallaba á la sa/.on en el Antiguo Cairo, y luego que supo lo que
estaba pasando, regresó á su cuartel jenernl. I^is calles del Cairo queda-
á e-ta atención meramente ceremoniosa á la salud del rey de Francia, que era
entonces Carlos X. Pero el bey, orillando todo miramiento diplomático y en alas
del asombro en que terciaba también nuestro esclarecido amigo, prorumpió con
acentos de vivísimo entusiasmo : « Voy á proponerte un brindis que no rehusa-
rás: Al gran Bortaparte.»
\ 52 HISTORIA
ron luego barridas por las tropas francesas, que obligaron á los sublevados
árefujiarse en la mezquita principaren donde quedaron pronto malpara-
dos con la artillería. Se desentendían de toda capitulación, pero el estam-
pido del trueno que llegó á lastimar su imajinacion supersticiosa los mostró
luego mas avcniblcs . Mas Napoleón se negó á sus propuestas ya tardías.
«La horade la clemencia voló, les dijo; vosotros empezasteis, y a mí me
toca acabar. » Las puertas de la mezquita quedaron al punto allanadas y
la sangre de los Turcos rebosó por los umbrales. Tenia Bonaparte que
vengar entre otras muchas la muerte del jeneral Dupuis , comandante de
la plaza, y la del valiente Sulkowsky á quien apreciaba y quería en igual
grado.
El inllujo inglés, quehabia traido la sedición del Cairo y la sublevación
de todo el Ejipto, decidió también al diván de Constantinopla á hostilizar
igualmente á la Francia. Un manifiesto del gran Señor, lleno de imprecado
nes y de invectivas, condenaba á la alienta las banderas de la república,
y sus soldados al cstermüiio. Bonaparte respondió á estos ultrajes y pro-
vocaciones homicidas con una proclama que terminaba así : « el mas reli-
jioso de los profetas ha dicho: La sedición está dormida; maldito el que
la despierte. »
A poco tiempo pasó á Suez para visitar las ruinas del antiguo canal que
juntaba las aguas del Nilo con el mar Rojo. Monge y Berthollet leacompa
fiaron, y habiendo lenido deseo de ver las fuentes de Moisés, le faltó poco
paraser víctima de su curiosidad, estraviándose, por efecto de la oscuridad.
/
DE NAPOLEÓN. 153
durante la sabida d« la marca. « Estuve á | iijnc de fenecer como Faraón .
ha dicho él mismo . lo cual no htibicra dejado de proporcionar á todos
los predicadora de la cristiandad un magnifico texto contra mi. »
Los monjes del monte Sinai, informados de «pie se hallaba en las en
canias, le diputaron un enviado pidiéndole (pie se apuntase en su reper
torio á continuación de Ali, Saladino, Ibrahim, etc. Napoleón no les re
huso una fineza que lisonjeaba su pasión á la nombradla.
Entretanto Djezzar-Bajá se habia apoderado del fuerte de El- Arish en
Siria. Napoleón, que estaba meditando desde tiempo atrás una campaña
por aquella provincia, resolvió ejecutar inmediatamente su intento. Ha
bia recibido en Suez la noticia de las ventajas de Djczzar ; se apresuró á
volver al Cairo para lomar las tropas que necesitaba para su espedicion, y
después de haber afianzado el rendimiento y sosiego de aquella capital
con el suplicio nocturno de los cabecillas que habían descollado en la últi
ma revuelta, salió de Ejipto y entró en Asia. Arrostra el desierto y lo atra
viesa montando las mas veces sobre un dromedario que resistía mejor que
sus caballos al calor y á la fatiga. Habiéndose estraviado la vanguardia, no
Í54 HISTORIA
la volvió á encontrar hasta el trance mismo de ir á fenecer de sed y de can
5©íS*~íSP2^
sancio. Ronapartc ofrece víveres y aguaá los infelices soldados-. « Pero aun
cuando todo esto hubiese tardado mas, les dijo, ¿habría motivo para tan
to murmurar y carecer de tesón? No, soldados, aprended á morir con
honor. »
Sin embargo las privaciones y padecimientos físicos solían ser tan es-
tremados que venian á redundar en sumo menoscabo de la obediencia y
disciplina. Sucedió en los arenales ardientes de la Arabia, que un soldado
francés cedió con repugnancia á sus jefes unos sorbos de agua cenagosa ó
di: napoleón. 155
la sombra do algunos restos di» pared, asi como posteriormente les disputó,
«mi medio de los hielos de la Rusia, un rincón cu un hogar ó algunos des-
pojos do caballo. Un dia que el jcneral en jefe estaba sofocado por el ardor
del sol . obtnvo como un favor el poner su cabeza á la sombra de un pe-
da/» de puerta; «y en esto, diee Napoleón, me badán un inmenso favor. »
Habiendo levantado algunas piedras con el pie , descubrió un camafeo
de Augusto al cual los intelijentes han dado mucho valor, y que Napoleón
cedió á Andreossy para quitárselo después y regalárselo á Josefina. Kste
hermoso descubrimiento ocurrió sobre las ruinas de Pelusa.
Al ir en busca del ejército turco por Siria, era el ánimo de Nonapai te
llevar adelante sus embates mas ó menos directos contra el poderío britá
uieo. Tenia ideado el proyecto de una espedicion á la India, atravesando
la Pcrsia, y habia escrito á Tipo-Saib una carta concebida en estos térmi
nos: « Sabréis ya mi llegada á las orillas del Mar Rojo con un ejército in-
vencible, ardiendo en anhelos de libertaros del yugo férreo de la Ingla-
terra.
« Os pido con ansia que me deis noticias de la situación política en que
os halláis, por la via de Máscate ó de Moka. También desearía que pudieseis
enviar á Suez ó al gran Cairo algún sujeto de todo desempeño que os me
reciese confianza y con el cual pudiese yo conferenciar. »
Esta carta no tuvo contestación. Se habia escrito el 2T> de enero de
I7íU> , y el imperio de Tipo Sai b fracasó poco tiempo después.
Bonaparte llegó delante de El Arish á mediados de febrero.
15C HISTORIA
Este fuerte capituló eH G de febrero después de mía completa derrota
de los mamelucos. Seis dias después Gaza abrió sus puertas. Cuando es-
tuvieron cerca de Jerusalen, preguntaron á Bonaparte si no deseaba pasar
por aquella ciudad, á lo cual coutestó arrebatadamente : « ¡En cuanto á
eso no ! Jerusalen no está en mi línea de operaciones; yo no quiero haber-
las con montañeses en caminos intrincados. Y además por la otra parte
me acometería una caballería crecidísima, y no apetezco la suerte de Ca-
sio. »
El C de marzo se tomó Jafa por asalto y se entregó al saqueo y de-
güello. Bonaparte envió sus edecanes Beauharnais y Croisier á desenfure-
cer al soldado. Llegaron á tiempo para conceder la vida á cuatro mil Ar-
nautas ó Albaneses que formaban parte de la guarnición y se habían sal-
vado del degüello refujiándose en unas grandiosas hosterías. Cuando el
jeneral en jefe vio que le traían aquella mole de prisioneros, esclamó con
tono entrañable: «¿Qué queréis que haga con ellos? ¿Tengo acaso víve-
res para mantenerlos y buques para trasladarlos á Francia ó á Ejipto ?
¿Qué diablos habéis hecho?» Los edecanes se escusaron acerca del riesgo
que hubieran corrido desechando la capitulación, y recordaron á Bona-
parte la embajada de humanidad que les habia encargado. « Sí, no hay
duda, » les replicó al momento, « por lo que toca á las mujeres, niños y
I>K N M'OI.ION <57
ancianos, pero no en cnanto á soldados armarios; era forzoso morir y no
traerme estos desgraciados. ¿Qué queréis «pie haga ron ellos?. Deliberó
Ins dios -obre la suerte de aquellos desventurados, aguardando que el
mar y los vientos le proporcionasen bajeles que le descargasen de tantísi-
mos prisioneros sin obligarle a nuevo derramamiento desangre ; pero no
permitiéndole las quejas del ejército dilatar por mas tiempo una disposi-
ción repugnantísima, dio orden, el 10 de mar/o, para que los Amantas y
A Iban eses fuesen ejecutados. l,a toma de Jafa se anunció en el Cairo con la
proclama siguiente:
« En el nombre de Dios misericordioso , clemente, santísimo, señor
del mundo, que hace lo que quiere de su propiedad, que dispone de la
victoria, lie aquí la relación délos favores que Dios poderoso ha'concedi
do á la república francesa ; nos hemos apoderado de Jafa en Siria.
« Djezzar estaba en ánimo de pasar con los salteadores árabes al Ejip-
to, morada de los menesterosos, pero los decretos de Dios destruyen
las tramas de los hombres. Quería derramar sangre, según su bárbara eos
lumbre, á causa de su altanería y de los principios malvados que ha reci
bido de los mamelucos y de su escasísimo talento. No ha recapacitado que
todo proviene de Dios.
« El 20 de ramazan, el ejército francés cercó á Jafa. El 27 el jeneral
en jefe mandó abrir zanjas porque vio que la ciudad estaba guarnecida de
artillería y contenia mucha jente. El 29 las zanjas tenían cien pies de
largo. El jeneral en jefe hizo colocar los cañones, morteros y baterías por
la parte del mar para detener á los que quisieran salir.
i El jueves último, día de ramazan, el jeneral en jefe se apiadó de los
habitantes de Jafa ; intimó la rendición al gobernador, y por respuesta fué
detenido el enviado contra todas las leyes de la guerra*y de Mahoma.
« Al punto estalló la ira de Bonaparte, hizo disparar balas y bombas, y
al cabo de pocos instantes la artillería de Jafa quedó desmontada. A la>
doce la muralla tenia brecha; se dio el asalto, y en menos de una hora los
Franceses fueron dueños de la ciudad y de sus fuertes. Los dos ejércitos
trabaron su pelea. I .os Franceses quedaron vencedores y el saqueo duro
toda la noche. El viernes el jeneral tuvo compasión de los Ejipcios que se
hallaban en Jafa; pobres y ricos, á todos concedió perdón, dejándolos vol
ver con honor á su país. Del mismo modo obró por lo que toca á los de
Damasco y A lepo.
« En la refriega perecieron mas de cuatro mil hombres de Djezzar á
tiros y al arma blanca, tas Franceses perdieron poca jente, y hubo tam-
bién pocos heridos; penetraron por el camino del puente sin ser vistos.
; O adoradores de Dios! sujetaos á sus decretos; no os opongáis á su vo
Itmtad, guardad sus mandamientos. Sabed que el mundo es su propiedad
18
Í38 HISTORIA
y que la da á quien quiere. Tras esto os deseo la bondad y la misericordia
de Dios. »
El ejército francés habia llevado á Siria las semillas de la peste que se
manifestó en el sitio de Jafa y llegó á ser cada dia mas intensa. Bonaparte
dijo, hablando del ayudante jeneral (írcsieux, que no queria tocar á nadie
para precaverse del contajio: «si tiene miedo de la peste, morirá de ella;»
pronóstico que se cumplió en el sitio de Acre.
Bonaparte llegó el ti de marzo delante de esta plaza, en la que pade-
ció una resistencia mas tenaz de lo que habia supuesto. El jeneral Cafare-
II i rocibió una herida mortal, y antes de exhalar el último suspiro mando
que le leyesen el prólogo de Voltaire al Espíritu de las Leyes, lo que pa-
reció bastante estraño al jeneral en jefe , quien por otra parte se descon-
soló en el alma con este malogro.
Llegaron noticias del Alto Ejipto al cuartel jeneral. Desaix participa-
ba, entre otras particularidades, que la barca la Italia se habia ido á pique
en la orilla occidental del N'ilo después de un sangriento choque. Napoleón,
di: napoleón 150
de suyo afectísimo ¡i toda aprensión imuci'IÚOÍWI (4), esclamo, al uter
este funesto suceso: «la Italia esta perdida parala I-' rancia. Mli H béeho
mis corazonadas son siempre certeras ■
. I ' • ■ H
x v. --
Durante el sitio de San Juau de Acre se ganó la batalla del monte la
l>or, en la que Kleber, acometido y acorralado por doce mil infantes y otros
tantos caballos, les opuso con tres mil hombres la mas heroica resistencia
Itonaparte, cerciorado de las fuerzas del enemigo, marchó con unadi\is¡oii
para sostener á Kleber. Habiendo llegado al campo de batalla, escuadronó
su división en dos cuadros y la dispuso de manera que formase un trian
guio equilátero con el cuadro de Kleber, poniendo de este modo al enemi
go en medio de ellos. El fuego terrible que salió entonces de los cstreir.os
de este triángulo volcó á los mamelucos y los dispersó á diestro y siniestro,
dejando la llanura cubierta de cadáveres. Aquel ejército, que los habitan
tes deciar. tan numeroso como las estrellas del cielo y los granos de «re
na del mar, quedó derrotado por seis mil Franceses.
Al cabo de dos meses de sitio, viendo Napoleón que su escaso ejército
iba aun menguando diariamente con los estragos de la peste y los repelí
dos trances imprescindibles contra una guarnición intrépida y mandada
por un caudillo tenaz, determinó volver al Ejipto. Todos sus grandiosos
proyectos respecto al Oriente , que hacían vagar su ¡majinaciou ambiciosa
(t) Sin embarga t elimo avenirse en el Cairo á las tramoyas de uno «te etoc
|ir«>fet.T¡ vagabundo*, qne recorren el Oliente y «pie quería derirle la hurnaven-
tnra.
i 40 HISTORIA
ora sobre el ludo, ora sobre el Bosforo, volaron para él desde aquel pun-
to, lo cual hizo decir posteriormente que « si hubiese zozobrado San Juan
de Acre, cambiaba la faz del mundo; que la suerte del Oriente dependía
de aquella fruslería. »
He aquí la proclama que publicó en su cuartel jeneral de Acre para
anunciar y sincerar su regreso á Ejipto :
« Soldados :
« Habéis atravesado el desierto que separa el África del Asia con mas
rapidez que un ejército árabe
« La hueste árabe que estaba en marcha para invadir el Ejipto , queda
derrotada ; habéis cojido su jenoral, su tren de campaña, bagajes, odres
y camellos.
« Os habéis apoderado de todas las plazas fuertes que defienden los po-
zos del desierto.
« Habéis dispersado los campamentos del monte Tabor, aquella nube
de hombres reunidos de todas las partes del Asia con la esperanza de sa-
quear el Ejipto.
« Los treinta bajeles que habéis visto llegar doce dias ha , llevaban el
ejército que debía sitiar á Alejandría, pero teniendo que acudir á Acre, ha
terminado su destino: una parte de sus banderas adornará vuestra entra-
da en Ejipto.
« Finalmente después de haber sostenido con un puñado de hombres
la guerra durante tres meses en el riñon de la Siria, tomado cuarenta ca-
ñones, cincuenta banderas , hecho seis mil prisioneros y arrasado las for-
tiGcaciones de Gaza, Jafa, Caifa y Acre, vamos á regnesar á'Ejipto á donde
me llama la estación de los desembarcos.
« Dentro de algunos dias teníais la esperanza de cojer al bajá en su
mismo palacio; pero en la presente estación, la toma del castillo de Acre no
equivale á la pérdida de algunos dias; los valientes que debería malograr
en ella son hoy dia necesarios para operaciones mas esenciales. »
El 20 de mayo se dio la orden de retirada. Bonaparte quiso que todos
echasen pié á tierra para dejar los caballos á la disposición de los heridos
y apestados. Cuando su asistente vino á preguntarle qué caballo se reser-
vaba para sí, lo despachó enojado voceándole : « Que todos vayan á pié...
yo el primero ; ¿no sabéis la orden ? salid. »
En Jafa, á donde llegaron el 2í,los hospitales estaban llenos de enfer-
mos, la fiebre causaba los mayores estragos. El jeneral en jefe visitó á
aquellos desventurados, se condolió entrañablemente de sus padecimien-
tos, y se manifestó inconsolable con tan doloroso espectáculo. Dióse la or-
den de evacuarlos, pero había entre ellos apestados, cuyo número ascen-
día á sesenta , y de ellos siete ú ocho estaban tan enfermos, dice el Dia
1>K NAPOLEÓN. 141
rio dr Santa Helena, que no podían pasar de veinte y cuatro horas, ¿yin-
era lo quo cabía con aquellos moribundos? Honapartc lo consultó, y le
respondieron que linbia muchos que pedían la muerte, que su contacto
podía ser muy aciago para el ejército, y que seria á un tiempo un acto de
cordura y caridad el acelerar su muerte de algunas horas. Viene á ser po-
sitivo que les administró una bebida soporífica.
Al acercarse al Cairo, Bonaparte encargó eficazmente que le preparasen
una entrada triunfal en aquella capital , para desvanecer ó minorar la im-
presión aciaga que hubiese podido causar el malogro de la espedicion á Si-
ria en el ánimo del vecindario y de la soldadesca. Se hacia forzoso preca-
ver el desaliento de esta y enfrenar los ímpetus sediciosos de los naturales.
\a política le imponía la precisión, y aun diremos, la virtud de encubrir
sus pérdidas y abultar sus ventajas.
Kl diván del Cairo correspondió á las miras de Bonaparte , dispuso re-
gocijos y dio á luz una proclama en que sobresalen los pasos siguientes :
« Ha llegado al Cairo el bien guardado, el caudillo del ejército francés,
el jeneral Bonaparte que ama la reiijion de Mahoma Ha entrado en el
(airo por la puerta de la Victoria Este dia es tan grande cual no ha
1 42
HISTORIA
tenido semejante... estuvo en Jafa y Gaza: ha protejido á los habitantes
de esta ciudad, pero los de Jafa,estraviados,no habiendo querido rendirse,
los entregó todos, como enfurecido, al saqueo y á la muerte. Ha destruido
todas las fortificaciones y muerto á cuantos se hallaban en ella. »
Durante su residencia en el Cairo, Napoleón se dedicó á sus tareas es-
tadísticas sobre el Ejipto. Las notas que redactó se han publicado en las
memorias de su secretario.
Una nueva correría de Murad-Bey por el Rajo Ejipto le sacó pronto de
estas pacíficas ocupaciones. Salió del Cairo en \ 4 de julio y se encaminó á
las Pirámides.
Pero un espreso de IVlarmont, que mandaba en Alejandría, le trajo el
5 por la tarde la noticia de que losTurcos, protejidos por los lngleses,ha-
bian efectuado un desembarco en Abukir el dia \\ . El jeneral en jefe voló
al punto al encuentro del ejército musulmán mandado por el bajá Musta-
fá, ansiosísimo de vengar el desastre de Abukir en este mismo punto. Com-
pleto fué el desagravio, pues diez mil hombres fueron arrojados al mar,
y los demás quedaron prisioneros ó muertos. Dejemos hablar á Bonaparte
mismo escribiendo al Directorio sobre este gran dia.
« En mis pliegos del 2\ de florea!, os participé cómo la estación de los
desembarques me determinaba á dejar la Siria.
« El 23 de mesidor , cien velas, muchas de ellas de guerra, se presentan
delante de Alejandría y fondean en Abukir. El 27, el enemigo desembarca,
y toma por asalto y con cstremado denuedo el reducto y estacada de Abukir.
•:. --
DE NAPOLEÓN. 143
III fuerte capitula ; el enemigo desembarca su artillería de campana, y re
forzado por cincuenta velas, se sitúa, apocaría la dereeba en el mar y la iz-
(|uiei da junto al lago Maadicb, sobre unos cerros de arena.
Silgo de mi campamento de las Pirámides el 27 , llego el I", de ter-
midor á Hahmanieh , elijo á Hirket por centro de mis operaciones, y ci 7
de termidor á las siete de la mañana nrrostro al enemigo.
■ Kl joneral l,annes marcha siguiendo el lago y so forma en batalla en
144 HISTORIA
frente de la izquierda del enemigo, al mismo. tiempo que el jeneral Murat,
que manda la vanguardia , dispone que el jeneral de Deslaings ataque !a
derecha sostenido por el jeneral Lanusse.
« Una hermosa llanura de cuatrocientas toesas separa las alas del ejér-
cito enemigo , nuestra caballería se entromete en ella, y con la velocidad
del pensamiento pasa ¿retaguardia del enemigo, qucacuchillado y volcado,
se ahoga en el mar sin que se libre uno solo. Si hubiese sido un ejército
europeo, hubiéramos hecho tres mil prisioneros, pero aquí fueron tres mil
muertos .
« La segunda linea del enemigo, situada á quinientas ó seiscientas toe-
sas , ocupa una posición formidable. El istmo es allí muy estrecho; estaba
atrincherado con el mayor esmero y sostenido por treinta lanchas cañone-
ras, ocupando además por delante la aldea de Abukir, que estaba aspillera-
da y fortificada. El jeneral Murat entra en la aldea, y el jeneral Lannes,con
la 22a. y parte de la Gí)a . ,se arroja sobre la izquierda del enemigo, mientras
que el jeneral Fugieres ataca en columna cerrada la derecha. Se echa igual-
mente el resto en el ataque y en la defensa ; pero la intrépida caballería
del jeneral Murat ha resuelto merecer el principal timbre en estedia; ata-
ca al enemigo por la izquierda, coje la derecha por retaguardia , la sor-
prende en un mal paso y hace en ella una carnicería horrorosa. El ciuda-
dano Bernard , comandante de batallón en la 69.a, y el ciudadano Bayle ,
capitán de granaderos de esta semi-brigada, son los primeros que entran
en el reducto y se cubren de gloria.
« Toda la segunda línea enemiga queda, como la'primera, en el campo
de batalla ó se ahoga en el mar.
A Qucdanlc al enemigo tres mil hombres de reserva que ha situado en
el fuerte de Abukir á cuatrocientas toesas detrás de la segunda línea: el je-
neral Lanusse lo acomete bombardeándolo con seis morteros.
« La playa á que las corrientes llevaron el año pasado los cadáveres
ingleses y franceses, se halla cubierta ahora de los de nuestros enemigos;
se han contado muchos railes, y no se ha salvado un solo hombre de este
ejército.
« ¡VIustafá, bajá de Romelia, jeneral en jefe del ejército y primo herma-
no del embajador turco en l'aris, se halla prisionero con todos sus oficia-
les : os envió esas tres colas
« El triunfo de esta batalla se debe principalmente á Murat: os pido
para este jeneral el grado de jeneral de división , pues su brigada de ca-
ballería ejecutó imposibles
«He regalado al jeneral BertLicr, departe del Directorio ejecutivo, un
puñal de labor esquisita, como prueba de satisfacción por los servicios que
no ha cesado de hacerme durante toda la campana »
Aprovechóse Bonaparte de esta ventaja para enviar un parlamentario
DE NAP0L8ON I4Í
al almirante ingles , este Ir remitió la gaceta francesa de Francfort del 40
de JUDÍO d« lfW< l'.l jéncral francés, que sr quejaba de algún tiempo á
(Mfoella pai lo de que le dejaban sin noticias <)>' Km opa, leyó ron anhelo
aquel periódico. Vio la rematada sitnanon de los negocio* de Francia y los
desmanes de nuestros ejércitos: « Ya lo veo . esrlamó . no me engañó mi
corazonada , ¡la Italia está perdida!!! ¡ab desastrados! Todo el fruto de
nuestras victorias ba desaparecido; tengo que irme. »
Desdo aquel momento tomó su determinación , comunicóla á Bertbier
y al almirante (lantheaume, encargado de disponer dos fragatas, la Mui.
ron y la Carrete, y dos bajclillos, el Desquite y la Fortuna, paratraspor
tar a Francia nljeneral y su comitiva.
140 HISTORIA '
Tratábase de dejar el mando en jefe del ejército en manos dignas de
él. Bouaparte tenia que elejir entre Desaix y Kleber. Deseoso de llevar
consigo al primero, se decidió á nombrar el segundo por sucesor suyo,
aunque no estuviesen muy bien avenidos (1). Escribió para comunicarle
su intento y entregarle el mando. Entre las instrucciones que le dio, mere-
ce notarse esta frase : « Los cristianos serán siempre nuestros amigos: hay
que irles á la mano en punto á sus demasías para que los Turcos uo ten-
gan contra nosotros el mismo fanatismo que tieueu con los cristianos , lo
cual nos haria irreconciliables. »
(i)lionap.irte habla eser¡d> á Kleber en 1798: «Crea Vil. queaprecio mucho
su amistad. Temo que estemos algo reñidos, y seria Vd. injusto, si dudase del
sentimiento que esto me causaria. En el Ejipto, las nubes, cuando las hay, pasan
en seis horas; por mi parte, si las hubiese, hubieran pasado en tres. » Todo es-
to manifiesta la zozobra de un rompimiento, mas bien que una si Apatía mutua.
Los dos guerreros podían y dehian apreciarse , pero es innegable que no se ama-
ban.
DE NAPOLEÓN. Ul
En cnanto á si el regreso de Bonnpartc fué deseado y solicitado por el
Directorio (l),i|uc le había visto marchar con pozo mal encubierto ¡Mira el
guerrero mismo, liase citado una carta firmada por Trcilhard, Ijircveillcrc
LepMtt y Barras , en vista de la cual Napoleón se hubiera decidido par
tieularmente á salir de Ejipto. Arduo es apurar cómo pudo acordar aquel
ptM cu medio de datos contradictorios , pero lo que nos parece cierto es
qM desengañado de sus aprensiones sobre el Oriente por el poco éxito de
su campafia de Siria, é instruido del estado de los negocios en Francia,
creyó que era llegado el momento de patentizar sus miras ambiciosas y
asestarlas al Occidente. « \as noticias de Europa , dice en una proclama
dada en Alejandría, me han decidido á marcharme á Francia. Dejo al je
ncral Kleber el mando del ejército, y pronto tendrá todo él noticias de mi
paradero. Amarguísimo se me hace el dejar á unos soldados á quienes
profeso tanto afecto, pero será momentáneamente, y el jencral que les que-
da merece la confianza del gobierno y la mia. »
Bonaparte dio á la vela á fines de agosto llevando consigo á Berthicr,
Marmont, Murat, Lanncs, Andrcossy, Mongo, Berthollet, etc. Fué evi
tando el crucero inglés que se habia alejado de la costa africana para ir
á reponerse de víveres en un puerto de Chipre, y habiéndose librado así de
Sydney-Smitb, desembarcó en Frejus el f> de octubre.
(i) También se ha hablarlo de pliego* que Bonaparte hahria recibirlo de«u*
hermanos en el sitio de Acre, por medio de un oficial llamarlo Rurbaki, y que le
habrian inducido á abandonar aquel cerco para regresar á Francia. Esto no e«
verosímil. Bonaparte se quejaba de la total ignorancia en que se hallaba acerca
de los negocios de Europa hasta el acto de su partida.
■
■
1
r.MMTiio l\
Hfgiiao i Pmncift. 18 de bri
a travesía de Alejandría á l'rcjus no se había
efectuado sin contratiempos y peligros. Para
salir de las aguas del Ejipto la escuadrilla habia
tenido que forcejear contra vientos tan contra-
rios, que el almirante habia propuesto volver
al puerto ; y este partido, aconsejado ú desea-
do por toda la tripulación, hubiera prevalecido
sin el tesón brioso y la resolución incontrasta-
ble de Bonaparte, decidido á aventurarlo todo para abarcar los destinos
esclarecidos que le estaban aguardando en Europa. Iguales obstáculos y
consejos encontró al partir de Ayacio, y les opuso igual tenacidad. Este
DE XAPOI.I o\ Mí)
empuje de su arrojo y el estraño rumbo que señaló al nlmirnnle (lantheau
me, siguiendo las costas de África para tomar después la punta de la Ger-
deña, le salvaron probablemente de los cruceros ingleses. Sumo contra
resto le oponía la peí speeliva del fastidio de la cuarentena, al mismo tiem
po que la mas pequeña vela le causaba las mayores congojas. Había sabi-
do en Ayacio el funesto éxito de la batalla de Novi, y prorumpia una y
mil veces: «Sin esa maldita cuarentena, apenas tocara en tierra, fuera á
ponerme al frente del ejército de Italia. Aun hay remedio. Estoy seguro
de que no hay un jcneral que rae negara el mando. La noticia de una victo-
ria alcanzada por mi llegaría á París tan pronto como la de Abukir, y esto
surtiría muy buen efecto, i Ya se ve que Bonaparte conocía la necesidad
de rebozar con novedades las desagradables impresiones que podia produ-
cir su partida de Ejipto, venida solitaria y tan inesperada que debia espo-
ner al jeneral á las reconvenciones do haber desamparado su ejército. Pero
cuando conoció toda la cstension de los reveses que habían padecido las
armas francesas allende los Alpes, quedó desahuciado de sus soñados triun-
fos, y luego se mostró tan abatido que con motivo so dijo que estaba vis-
tiendo luto por el malogro de la ludia. Por lo demás, el afán del vecindario
de Frejus le. preservó de las congojas de la cuarenteua. Luego que supieron
la entrada del jeneral Bonaparte en su puerto, cubrieron el mar de botes,
rodeando el bajel que traia á bordo al hombro grande, voceando: « Prefo
rimos la peste á los Austríacos. » De modo que fue imposible observar las
precauciones sanitarias, de lo cual se aprovechó Bonaparte para acelerar
su regreso á París.
\ 50 HISTORIA
Había participado su llegada á la esposa y hermanos, quienes le salie-
ron desaladamente al encuentro por el camino de la Borgoña que debía
seguir según el itinerario que les habia enviado, Pero en Liou mudó de
parecer y tomó el rumbo del Borbonés. Josefina y siis cuñados no habién-
dole hallado en Lion, volvieron inmediatamente á París.
CAialquiera que íuese el concepto que se pudiera formar del pronto
regreso de un jeneral en jefe dejando su ejército allende el mar, bajo un
cielo abrasador y en un pais mal sano, la gran mayoría de la nación le re-
cibió como un libertador. La deraocracia,dcspues de haber dado á la Fran-
cia sus inmensos recursos contra el estranjero, habia llegado á producir en
el interior un quebranto universal á fuerza de vicisitudes, de reacciones
y de turbulencias. La revolución, que habia hallado tan dignos y podero-
sos pregoneros en la asamblea constituyente, la lejislativa, la convención
y la junta de salvación pública, nada tenia que esperar de las institucio-
nes y de los caudillos áp aquella temporada, porque estaban desconcep-
tuando la potestad sin provecho para la libertad, y reemplazando la prepo-
tencia popular con la tiranía alternada de las facciones. Si á esto se añade
que la república, en las manos á donde habia ido á parar y bajo el viso
que habia tomado, no lograba afianzar la victoria bajo nuestras banderas,
y que desmanes redoblados habían desvanecido el fruto de nuestras pri-
meras é inmortales campañas, era muy obvio que los ánimos estuvieran
en lo jeneral dispuestos para una gran mudanza política. ¿ Pero de qué
jaez seria este trueque, y qué hombre ó qué hombres lo ejecutarían? He
aquí lo que todos se andaban preguntando, y lo que daba campo á mil con-
jeturas, á esperanzas ó zozobras, según las opiniones é intereses de cuantos
se afanaban tras estas cuestiones.
DE napoleón. HW
No Cabía «lar el golpe de estado á favor de la democracia, que padecía ó
la sazón toda la odiosidad de los recuerdoi y cargo», Acriminándole mas y
mas los trastornos y la anarquía <u\o termino aguardaban todos NU im
paciencia. Tampoco podia darse á favor de los realistas, porque la nación
en globo seguía apeteciendo los resultados de la revolución, ann cansándo-
se de las tormentas del réjimen republicano, y todo el ejército, como
lo había probado en fructidor,sc hubiera sublevado por otra parte contra
cualquier tentativa para reponer á los llorboncv
Era pues únicamente hacia una concentración de la autoridad en ma-
nos briosas á lo que la opinión nacional manifestaba su propensión ; pero
siempre por el rumbo y miras de la revolución, y no contra ella. En se-
mejanto situación, entre la repugnancia invencible del pueblo y del ejér-
cito por nna reacción borbónica, y la zozobra de un recrecimiento po|w-
lar, la necesidad llamaba al timón de los negocios á un hombre que pu-
diera preservar la reforma social del año Síí de los riesgos que le había
hecho correr la relajación incesante de los móviles del estado, é imposibi-
litase á los ánimos enconados el inclinarse al partido realista. En desem
peno de tan sublime intento, no debía el emprend<xlor apear tcmporalmen
te á la democracia sino en provecho de la revolución misma, y hacer iu
dividual la dictadura colectiva que habían ejercido las asambleas naciona-
les en nombre del pueblo. Era preciso pues que fuese íntimamente revo-
lucionario, adicto sin reserva á los nuevos intereses, hondamente imbuí
do en el aura de su siglo , enciímbrado en alas de una gloria granjeada al
servicio de la Francia rejeuerada, y capaz de triunfar, con el predominio
de su nombradía y de su mimen, de la fidelidad y adhesión que fomenta-
ba el acaloramiento patriótico tras la constitución del año 111 en algunos
pechos republicanos. También era preciso que su brazo fuese un antemu-
ral poderoso contra el estranjero, y que su nombre no hubiese sonado entre
los estadistas, despavoridos aun con el desenfreno que habia salvado al
país sin dejar á los libertadores otra recompensa que el borrón de su me-
moria. Solo un soldado de la revolución podia domar al león popular y
derrocar el sistema republicano sin tocar al fondo del plantel revoluciona-
rio, siempre bienquisto on la Francia. Tiempo habia que la corazonada
estaba latiendo en el pecho de aquel soldado ambicioso, acechando allá el
ti -anee, engreído con su situación y poderío que le ponían su logro en la
mano.
Lo que Bonaparte habia previsto y anhelado se avenia demasiado con
el ansia y las necesidades públicas para que su presencia no fnesc la señal
precursora del acontecimiento que debía entablar una carrera muy fttfera
para el ímpetu irresistible de la revolución francesa. Asi, desde que se so-
po sn regreso , todos los partidos se agolparon á él , formando un estribo
J52 HISTORIA
con su reputación y su talento, y haciéndole servir para el logro de sus com-
binaciones y de sus planes.
La mayoría del Directorio, formada de Barras, Gohier y Maulins, quería
conservar la constitución del año III: el primero porque hallaba en ella
medios de perpetuarse en la potestad; Gohier y Moulins, porque concep-
tuaban muy asequible la continuación del réjimen republicano bajo su
planta establecida. Sieyes, que por el contrario habia conservado siempre
una predisposición monárquica y una repugnancia desdeñosa á las fórmu-
las; populares, aguardaba con impaciencia una ocasión para manifestar y
satisfacer su propensión encubierta. Y aun le acusaban de haber pensado
en vender la república en beneficio de un príncipe de la casa de Bruns-
wick, así como se maliciaba que Barras, desahuciando su causa y cansado
de tantas vicisitudes, habia entablado relaciones con la casa de Borbon.
Predispuesto ya Sieyes para quien se arrojara á una arbitrariedad contra
los individuos y las instituciones democráticas, su compañero Roger-Ducos
no pensaba ni obraba sino como él. Sin embargo Bonaparte desconoció al
pronto á este cómplice imprescindible, y aun aparentó con él un menos-
precio insultante en una comida que Gohier le dio al dia siguiente del pri-
mer avistamiento que el jeneral tuvo con el Directorio, y en la que se pasó
todo con suma reserva y despego respectivo. A consecuencia de esta comida,
dijo Sieyes con enojo: « ¡Miren Vds. ese insolente cómo traía al miembro
de una autoridad que hubiera debido mandarle arcabu/ear! »
Pero esta repugnancia recíproca que sentían el metafísico y el guerrero
cedió pronto al anhelo común de cambiar el orden político establecido en
Francia. Habiendo dicho alguien delante de Bonaparte: « Buscad un apoyo
en las personas que tratan de jacobinos á los amigos de la república, y no
dudéis de que Sieyes está capitaneando esas jentes, » el jeneral fué amai-
nando en su repugnancia ó se esmeró al menos en disimularla para com-
prometer en la ejecución de sus intentos al hombre que habia recibido al
principio con desvio y á quien positivamente no amaba. El Directorio, pa.
ra librarse de un roce tan arriesgado, quería desterrar á Bonaparte dán-
dole el mando del ejército que mas le cuadrase; pero este ofrecimiento,
esplendoroso para cualquiera otro jeneral, no era para tentar al próximo
soberano de Francia. « No he querido desentenderme , dijo , pero les he
pedido tiempo para restablecer mi salud, y me he retirado para evitar otros
ofrecimientos que pudiesen comprometerme. No volveré á asistir á sus se-
siones; me decido por el partido de Sieyes, pues reúne mas votos que el del
disoluto Barras. » Las combinaciones que ocasionaron el! 8 de brumario se
tramaron principalmente por Luciano Bonaparte en los consejos, y por
Sieyes, Talleyrand, Fouché, Real, Begnault de San Juan de Angely y
algunos otros. Sobre todo Fouché se mostró ansiosísimo de volcar el
sistema republicano cuyos antojos mas sangrientos habia lisonjeado ,
DF NAPOLBOIS 153
y dijo al secretario de Bonaparte. « l|Wéi wu vocrtro Jwuil, pues sitar
da . está perdido. »
Cambaccrcs y Lchrun fueron mas pausados en decidirse. Kl pa|»el de
conspirador no cuadraba eon la circunspección del uno ni con el comedí
miento del otro. Informado Bonapartedc su incertidumbre, es» lamo como
si ya dispusiera de los destinos de la Francia-. « No quiero medias palnlu m;
no se figuren que los necesito; que se decidan hoy, si no, mañana será de
masiado tarde,- ahora ya me siento bastante fuerte para obrar á solas. »
Casi todos los jeneralcs de algún concepto presentes en París entraron
en las miras de Bonaparte ; el mismo Morenu se puso á su disposición , \
pronto veremos qué papel se avino á representar en el movimiento que se
preparaba. Pero le faltaba al esclarecido conspirador el arrimo del com
pañero de armas cuya oposición , carácter y lalento le eran mas temibles.
Bernadotte porfiaba defendiendo á la república y la constitución del
año III. Sin embargo su pariente José Bouaparte lo llevó á casa de su her
mano en la mañana del 48 de brumario. Todos los oficiales jenerales es-
taban de uniforme, y Bernadotte se presentó en traje de paisano. Ofendióse
Napoleón, y habiéndole manifestado agriamente su estrañeza, lo llevo á un
gabinete, en donde se esplicó acerca de sus intentos con sumo desahogo.
« Vuestro Directorio es aborrecible, le dijo, vuestra constitución esta des
gastada , es preciso dar un barrido y encaminar por otro rumbo el gobier
no. Idos á poner el uniforme, no puedo aguardaros mas; pero me halla-
réis en las Tuilcrías en medio de todos nuestros compañeros. No contéis
con Moreau ni con Beurnonville ni con los jenerales de abordo. Cuando
conozcáis mejor á los hombres, veréis que prometen mucho y cumplen
454 HISTORIA
poco. No seáis confiado. ■ Bernadotte respondió que no quería lomar
parte en una rebelión, y entonces Bonaparte exijió la promesa de una com-
pleta neutralidad, que solo consiguió á medias al principio. « Permanece-
ré tranquilo como ciudadano, respondió el austero republicano, que des-
pués consintió en ser rey; pero si el Directorio me da orden de obrar,
marcharé contra todos los alborotadores. » A estas palabras, Bonaparte, en
vez de entregarse á su fogosidad jenial, echó el resto en amainarle para
ajcnciarse con promesas y lisonjas la intervención de un hombre de talen-
to y valor que podia hacer frustrar la conjuración.
Mientras que esto pasaba en la casa de la calle de la Victoria, en don-
de viviael vencedor de Areola y las Pirámides, el consejo de los Ancianos
le enviaba por un mensaje el decreto siguiente:
« Art. 4". El cuerpo lejislativo se traslada al pueblo de San Cloud.
« Art. 2". Los consejos se hallarán allá mañana 19 á las doce.
* Art. 3o. El jeneral Bonaparte, encargado déla ejecución del presenta
decreto, tomará todas las disposiciones conducentes á la seguridad de la re-
presentación nacional. El jeneral comandante de la 47a. división militar, la
guardia del cuerpo lejislativo, los guardias nacionales sedentarios, las tro-
ñas de línea que se hallan en Paris y en el distrito constitucional y en toda
'a estension de la 47a. división militar, quedan inmediatamente bajo sus
órdenes, etc.
« Art. 4o. El jeneral Bonaparte, es llamado al seno del consejo para
recibir una copia del presente decreto y prestar juramento. Se pondrá de
acuerdo con los comisarios inspectores de ambos consejos. »
El jeneral aguardaba este decreto, convenido entre él y los partidarios
que tenia en el consejo, y después de haberlo Ieido á las tropas, añadió :
« Soldados :
« El decreto estraordinario del consejo de los Ancianos está conforme
con los artículos 402 y 403 del acta constitucional. Él me confiere el man-
do de la ciudad y del ejército.
« Yo lo he aceptado en apoyo de cuanto va á providenciar, y es todo en
favor del pueblo.
« Hace dos años que la república está mal gobernada. Habéis esperado
que mi regreso pondría término á tantos males (4); lo habéis celebrado con
(i) Bonaparte estaba interesado eu recargar lo» quebrantos públicos para
sincerar la revolución que estaba ideando bajo una planta gubernativa; pe-
ro por muy lamentable que fuese la situación de la república, los negocios
militares no infundían ya las mismas zozobras que tras la batalla de No-
vi : los triunfos de Masena habian remediado en parte nuestros fracasos. Así
cuando el jeneral en jefe del ejército de Ejipto dijo al Directorio que habia ve-
nido llevado de un temor patriótico para participar de los peligros del gobierno
republicano, Gohier le contestó arrebatadamente: «Jeneral, esos peligros eran
DE NAPOLEÓN IW
una hermandad, madre de las obligaciones que estoy cumpliendo; coa
plircis las vuestras, y ayudaréis á vuestro jeneral con H l»ii'» <onl¡;in/;i
y tesón que siempre he visto en vosotros.
« \a libertad, la paz y la victoria volverán a colocar a la república
francesa en el lugar que ocupaba en Europa, y que solo han podido hacer-
le perder la torpeza ó la traición. ><
Publicóse el decreto de los Ancianos, y si' tocó llamada en todos los cuar
teles de Paris. Acto continuo, Bonaparte mando lijar por las esquinas la pro-
clama siguiente :
« Ciudadanos :
« El consejo de los Ancianos, depositario de la sabiduría nacional, aca-
ba de espedir el decreto adjunto. Está autorizado por los artículos 102 \
I0."> del acta constitucional.
« Me encargo de providenciar el resguardo de la representación nacio-
nal. Su traslación es necesaria y momentánea. El cuerpo lejislativo se ha
liará en estado de sacar á la representación nacional del inminente peligro
gravísimos, pero hemos salido de ellos con gloria. Llegaii á tiempo |>.>rn cele-
brar con nosotros los repetidos triunfos de vuestros compañeros de armas y con-
solarnos de la pérdida del joven guerrero (Joubert) que aprendió ,i vuestro lado
á pelear y vencer. .Bonaparte habia abultado el peligro, y Gohier ex.ijeraha lue-
go la seguridad.
456 HISTORIA
en que nos ha puesto la desorganización de todas las partes de la admi-
nistración.
« En este trance necesita la hermandad y confianza de los patriotas; reu
níos en torno de él , único medio de afianzar la república sobre los ci
mientos de la libertad civil , felicidad interior, victoria y paz. »
Mientras que Bonaparte se hallaba así revestido de hecho y con uua
apariencia de legalidad del mando supremo de la capital , el Directorio
nada hacia, y preciso es decirlo para su descargo , nada podia hacer para
contrarestar los amaños que lo cercaban y mantener á un tiempo la cons
titucion y su propia autoridad. Gobier aguardaba en el Luxemburgo al
caudillo de los conjurados que se habia brindado familiarmente á comer;
no se hubiera atrevido á maliciar que su glorioso convidado quería con-
signar por medio de este convite en su comedor al presidente de la repú
blica para dejarle ignorar lo que se estaba tramando ú ejecutando contra
el gobierno directorial. Moulins desfogaba sus iras con protestas solitarias
y desvalidas; lianas venia en conocimiento dequeelgolpecuyasventajasle
habían lisonjeado que participaría, iba á ejecutarse sin él (I), y que tenia
que resignarse á la nulidad en que venia á quedar. Sieyes y Roger-Ducos
(i) Bonaparte habia prometido á Barras que se entendería con él «obre sus
intentos y le bahía ofrecido con este motivo una visita para el 17 brumario por
la noche, pero se contentó con enviarle su secretario, lo que indicaba qne el
jeueral estaba ocupado en otra parte y que habia dado otra dirección á sus
confidencias. Comprendiólo Barras luego que vio entrar á Mr. de Bourrienne, y
.te miró como perdido, y al acompañarle le dijo: « Veo que Bonaparte me enga-
ña, y a sé que no volverá; 9Ín embargo á mí me lo debe todo. » El secretario
quiso asegurarle que su jeueral le baria una visita al dia siguiente; pero esta
promesa no esperanzó tampoco al director.
El dia antes, Bouaparle no habia titubeado tanto en las Toilerías con Botot ,
secielario de Barras, á quien habia conceptuado representante del Directorio, y
á quien descargó una amarga reconvención que empezaba con estas palabras:
«¿Qué habéis hecho de la Francia..?» Mr. Collot, testigo ocular, ha referido así
esta escena memorable:
«No sé qué numen le estaba inspirando en aquel momento. Espresiones é imá-
jenes sublimes manaron de sus labios como uu raudal de elocuencia. Rasgueaba
á la Francia tal como la habia dejado; los arsenales llenos , su territorio au-
mentado, sus tropas bien vestidas, bien mantenidas y en todas partes victorio-
sas, etc. etc. ; luego trasladándose de repente á nuestros últimos campos de ba-
talla, mostró todavía en ellos sus soldados tendidos , muertos en el campo de Ja
derrota, aquellos soldados que no habian conocido á sus órdenes mas que la vic-
toria ; pintó sus restos humillados, etc. etc. Todo esto fué bosquejado con pin-
celadas tan recias y trascendentales y pronunciado con una vehemencia , una en-
tonación de autoridad y de quebranto tau grandiosa, que todos los que estaban
presentes quedaron exhalando ¡ras contra el Directorio.
DE NAPOLEÓN 4T>7
estaban decididos ;i hacer dimisión de sus cargos, y sobresalía sobre todo
el primero entre los jefes de la maquinación. Los obstáculos que Ronapar
le podia encontrar, solóse hallaban por consiguiente en el consejo.
Trasladóse a él á la una de la tarde del ítt, después de haber tafeo
ocupar por sus tropas todas los puestos importantes á las órdenes de jene
rales adictos , llevando consigo á Berthier, Lefevre, Murat, Lamics, etc.
Kn cuanto áMoreau, le nombró alcaide de los directores obstinados (lobier
y Moulins, cuya renuncia se publicó sin embargo por medio de una de
aquellas patrañas no escaseadas en este dia. Sieyes y Koger-Ducos en
viaron efectivamente las suyas: el primero, siempre cuidadoso de tener una
salida á todo evento, tuvo la precaución de mandarse arrestar en su casa.
Informado Marras por Talleyraud de lo que le habia hecho presumir la
visita de Bourrienne, abdicó en manos del célebre negociador y salió in-
mediatamente para (írosbois , dejando una carta para el presidente del
consejo de los Ancianos, en la que, después de haber protestado de su des-
interés y amor esdusivo á la patria y á la libertad, declaraba «que volvia
gustoso al estado de mero ciudadano , feliz, tras tantas l>orrascas , de en
tregar enteros y mas respetables que nunca los destines de la república
en cuyo depósito habia tenido parte. »
Í58
HISTORIA
Aunque los conjurados se creían dueños del consejo de los Ancianos ,
Bonaparte encontró en este cuerpo mas oposición de la que habia previs-
to. Su presencia fué la señal de vehementísimos cargos, y como estaba
acostumbrado á hablar á muchedumbres obedientes, el ademan amenaza-
dor de algunos republicanos adustos ó acalorados que se cubrían con el
título sagrado de representantes del pueblo , le causó una conmoción que
estuvo á punto de comprometer el éxito de aquel dia. Oraciones cortadas,
palabras sin ilación , esclamaciones interrumpidas por los alaridos del au-
ditorio, fueron todo lo que se le pudo oir en la tribuna. Ora dirijia re-
convenciones al partido democrático , ora tomaba un rumbo apolojético y
procuraba sincerar su conducta con el recuerdo de sus pasados servicios.
Al lin invocó la libertad y la igualdad, y como Lenglet se valió de esto para
recordarle la constitución , esclamó con mas entereza : « La constitución
la habéis atropellado eH8 de fructidor y el 22 de floreal y el 50 de pra-
deral. ¡ La constitución ! todas las facciones la invocan y todas la quebran-
tan y aun hoy se conspira en su nombre. Si es forzoso esplicarse cla-
ramente, si hay que citar personas, las citaré. Diré que los directores
Barras y Moulins me han propuesto que me pusiese al frente de un parti-
do, cuya propensión era abatir á todos los hombres de ideas liberales. »
Estas últimas palabras estremaron todos los ímpetus que arrebataban
al consejo. Pidieron que se declarase en sesión secreta, pero la mayoría
se opuso é intimó á Bonaparte que se esplicase sin rebozo á la faz de la na-
ción. Entonces se vio en mayor apuro, y reinando en la asamblea la mas
ansiosa ajitacion , terminó con esta voz que pronunció al retirarse : « El
que sea de los mios, que me siga. »
Aun era mayor el desasosiego en el consejo de los Quinientos, cuya
mayoría se mantenía firmemente adicta á la constitución y á la república.
La lectura de la carta de Barras, al confirmar todo lo que hacían presajiar
los acontecimientos del dia anterior, habia escitado las proposiciones mas
enérjicas contra cualquiera que atentase contra el orden existente. A pro-
puesta de Delbrel , los representantes renovaban su juramento , cuando
Bonaparte se presentó en la asamblea con una escolta de granaderos. A es-
te aspecto se manifestó en el salón una indignación casi universal, oyén-
dose por todas partes los gritos de : « Muera el dictador , muera el Crom-
well, Bonaparte fuera de la ley. » Algunos diputados se arrojaron de sus
asientos, saliendo al encuentro al jeneral , para echarle en cara aquella
profanación del templo de las leyes. « ¿Qué hacéis, temerario? le dijo Bi-
gonet, retiraos.» Y como esta demostración parecía unánime, Bonaparte,
aun conmovido de la resistencia inesperada que habia encontrado en el
consejo de los Ancianos, se vio imposibilitado de contrarestar á este nue-
vo alboroto parlamentario , mas amenazador que el primero, y volvió á
DK NAPOLEÓN ww
reunirse ron su escolta que le acompañó hasta H punto don le estaban Ins
tropas (4). Allí se sintió roas alentado y recobró su osadía v confianza
cuando Luciano, teniendo que dejar la presidencia porque no quiso poner
á votación la proscripción de su hermano , le trajo , no solo el apoyo de
la autoridad que acababa de deponer en el seno de la asamblea y con la
que persistía en apoyarse fuera de ella , sino también el auxilio de su elo-
cuencia, denuedo y eficacia.
(i) Inútiles recordar aqui la interpretación de oficio qu« quito tranformar
en asesinos á lo* representantes del pueblo, y recomendó a las gracias del primer
cónsul al granadero Thotné y otro compañero suyo por supuestas heridas que
no recibieron uno ni otro. Sabido es de todos boy dia que la fábula de los pu-
nales solo fué inventada para lejitimar la intervención de las bayonetas y escitar
la ojeriza nacional contra los republicanos. Cualquiera quesea la opinión que se
forme acerca del 18 de brumario, imposible es no ajar, en nombre de la moral
pública, todas las imposturas y calumnias de que hicieron uso los que de*pue*
se proclamaron libertadores del pais, cuando el éxito coronó sus conatos. Asf el
terror salvó á la Francia, y mas de cuatro terroristas emplearon medios ó come»
tieron actos que el resultado no pnede abonar. En la misma balanza debe ¡
la historia los actos y las palabras de Luciano Bonapartey desús cómplices.
160 HISTORIA
Luciano nontó á caballo, recorrió las filas y con el acento de nn hom
bre que parcciaaun teñera la vista puñales y asesinos , esclamó:
« Ciudadanos , soldados :
« El presidente del consejo de los Quinientos os declara que la inmensa
mayoría de aquel consejo se halla en este momento aterrada por algunos
representantes del pueblo que armados de puñales asedian la tribuna, ame
nazan de muerte á sus companeros y acarrean las deliberaciones mas es-
pantosas.
■«Os declaro que esos malvados forajidos, sin duda pagados por la In
glaterra, se han rebelado contra el consejo de los Ancianos, atreviéndose á
querer poner fuera de la ley al jeneral encargado de la ejecución de su de
creto; como si aun estuviéramos en aquellos terribles tiempos de su reina-
do en que la palabra fuera de la ley bastaba para derribar las cabezas mas
amadas de la patria.
« Os declaro que ese puñado de furiosos se han puesto ellos mismos fue
ra de la ley por sus atentados contraía libertad del consejo.
« En nombre de ese pueblo, tantos años hace juguete de tan desastra
dos hijos del terror, confio á los guerreros el afán de libertar á la mayo-
ría de sus representantes , para que salvos de los puñales por medio de las
bayonetas, puedan deliberar sobre la suerte de la república.
« Jeneral , y vosotros soldados y ciudadanos , no reconozcáis por lejis-
ladores de la Francia sino á los que se reúnan conmigo ; en cuanto á los
que permanecerán en el Invernadero, serán espulsados á viva fuerza. Esos
bandidos ya no son los representantes del pueblo, son los representantes
del puñal. Quédeles este dictado, sígales á todas partes, y cuando se atre-
van á mostrarse al pueblo, señalémoslos con el dedo dándoles el merecido
nombre de representantes del puñal
• ¡ Viva la república ! »
A pesar de este lenguaje, los soldados titubearon, lo cual, visto por Lu-
ciano, añadió para determinarlos: «Juro traspasar el pecho de mi propio
hermano, si algún dia atentase contra la libertad de los Franceses. »
Este juramento, pronunciado conbrio, triunfó déla indecisión délas
tropas. Sin embargo Bonaparte titubeó al dar orden á Murat de marchar al
frente de los granaderos y dispersar la representación nacional. Pero frus-
trada ya la esperanza que habia concebido de conseguirlo todo con el pre-
dominio de su presencia y de sus razonamientos, é instado eficazmente por
su hermano y los principales conjurados, se decidió á disolver la asamblea
á viva fuerza y el salón quedó desocupado en un momento.
Sin embargo los autores del \ 8 de brumario, una vez victoriosos, quisie-
ron valerse todavía de los fórmulas constitucionales que acababan de des-
truir para dar á sus actos un viso legal, y al efecto buscaron por todas
DI. \ MM>|.l.o\
lf.1
partes algunos restos de In asamblea que habían etptfcHáo \in|.ntanv»ntc
para formar un remedo do representación nacional. Luciano logró reunir,
en el invernadero de San Cloud, unos treinta diputados que se encargaron
de ejercer maquinalmente la potestad soberana que Bouaparte poseía ya en
realidad y que decretaron, además de la esclusionde sesenta y un eompa
fieros suyos, la disolución del Directorio y formación de una junta con
sular compuesta de tres miembros, á saber: Sioyes, Hoger-Dueos y Bona
parte. Este gran cambio se efectuó á las nueve de la noche.
Eran las once, y aun Bonaparte se bailaba en ayunas de todo aquel
dia. En lugar de atender á sus necesidades físicas, solo pensó al voher a
rasa , aunque tan eutrada la noche , en completar aquel día memorable
anunciándolo y esplicándolo al pueblo francés con su acostumbrada supe
rioridad. Con este objeto redactó la siguiente proclama :
« A mi regreso á I'aris bailé todas las autoridades divididas y solo
unánimes en una sola verdad, esto es, que la constitución estaba casi <lcs
truida y no podía salvar la libertad.
«Todos los partidos acudieron á mi, me patentizaron sus intentos y
reclamaron mi arrimo, pero me desentendí de partidos.
« El consejo de los Ancianos me ha llamado y he correspondido á su
confianza ; los sujetos , en quienes la nación está acostumbrada á ver
21
W2 HISTORIA
defensores de la libertad, igualdad y propiedad, habían ideado un plan de
restauración jeneral , que requería un escrutinio detenido, libre y ajeno de
todo influjo y zozobra. En su consecuencia el consejo de los Ancianos ha
dispuesto la traslación del cuerpo lejislativo á San-Cloud, encargándome
de disponer la fuerza necesaria á su independencia. He creído deber aceptar
el mando en obsequio á mis conciudadanos, á los soldados que están pere
ciendo en nuestros ejércitos, y á la gloria nacional granjeada con su san
gre.»
Después Bonaparte referia lo que habia ocurrido en San-Cloud , con
firmando con su poderoso testimonio el arrojado invento de Luciano so
bre los puñales, y terminaba asi:
« Franceses, sin duda agradeceréis el afán de un soldado déla libertad
y de un ciudadano adicto á la república. Las ideas conservadoras, tutela
res y liberales han recobrado sus derechos con la dispersión de los faccio
sos que oprimían á los consejos, los cuales, al parar en malvados odiosí-
simos , han venido á ser los mas desventurados »
< APIH LO X
i -i.ihic i ni" del gobierno (onsulai.
os hombres austeros efl sus principios , los
^republicanos inflexibles, persuadidos de que
[la causa popular había zozobrado con la es
[paila y la calumnia, con las formulas demo
[créticas déla constitución del año III, tilda
| ron de crimen de lesa nación la arbitrariedad
fdc brumario. El pueblo en globo, el conjiin
to de todos los partidos , la inmensa mayoría de las clases alta \ media,
y casi la unanimidad de la clase trabajadora, cuantos daban mayor valor
á la prosperidad material de la Francia, á su pacilicacion doméstica y a su
seguridad esterior , que á las cuestiones de mecanismo constitucional y de
metafísica gubernativa, en una palabra, todo el país, esceplo algunos áni
4G4 HISTORIA
mos indómitos , se afanó en descargar á Bonaparte del atentado de San-
Cloud, considerándolo umversalmente como un suceso acarreador de fe-
licidades.
« Se ha estado ventilando metafísicamente , dijo Napoleón en Santa
Helena, y aun se cavilará por mucho tiempo sobre si se atrepellaron las
leyes y fuimos delincuentes; pero estas son abstracciones cuando mas apro-
piadas á los libros y las tribunas, y que deben desaparecer ante la incon-
trastable ley deja necesidad; y es en suma culpar al marino que hachea sus
mástiles para no zozobrar. El hecho es que sin nosotros la patria estaba
perdida y que la salvamos. Así los autores y ejecutores de aquella memo-
rable arbitrariedad en vez de sincerarse, deben tan solo responder en-
greidamente á sus acusadores á ejemplo del Romano •• « Protestamos que
hemos salvado nuestro pais , venid con nosotros á dar gracias á los dio-
ses. »
« Y no cabe duda en que cuantos se arremolinaban en el torbellino
político, han tenido tanto menos derecho de quejarse con justicia, cuanto
DE NAPOLEÓN. 405
concordaban todos en que era imprescindible una mudanza , que todos la
ansiaban y que cada cual procuraba efectuarla por su parte. Yo ejecuté la
inia á impulsos de los moderados, y sus resultados fueron el fln ejecutivo de
|a anarquía y el inmediato recobro del orden, hermandad, fuerza y nom-
inadla. ¿ Acaso hubieran sobresalido los de los jacobinos ó de los inmo
rales? Permítasenos decir que no. Natural es que hayan quedado descon-
tentos y hayan voceado destempladamente. Asi solo á tiempos mas remo-
tos y hombres mas desinteresados toca sentenciar á derechas asunto tan
grave. »
Ksos tiempos remotos se acercan, esos hombres desinteresados van
asomando , y aunque las jeneraciones actuales estén empapadas en el espí-
ritu democrático cuyos representantes dispersó Bonaparte derribando las
instituciones en San-Cloud, los demócratas de hoy día, personalmente
ajenos de las violentas impresiones que esta dispersión y mudanza causaron
á los mas ardientes patriotas , deben estar ya harto exentos de recuerdos
amargos y del justo encono de sus padres , para cavilar á solas con la im
parcialidad si el apeamiento de los mas fogosos revolucionarios y de los
mas enteros, ardientes y acendrados demócratas y republicanos no fué al
cabo mas favorable que perjudicial á la marcha déla revolución, y aun al
porvenir de la democracia.
Cuando Bonaparte se presentó espada en mano para entronizar su al-
bedrio en lugar de las leyes que el pueblo había dictado y de los majistra-
dos , fué porque las leyes y los majistrados no podian defender su causa
contra sus enemigos interiores y estertores, porque el rumbo de la revo-
lución se hallaba entorpecido, y su éxito comprometido ya por la debilidad
y desquicio de la potestad ; poique la anarquía estaba amenazando entre-
gar el pais á las ciegas y menguadas pasiones de los varios sitios y faccio-
nes, y finalmente porque los chuanes y emigrados, siempre apoyados en
la liga de los reyes de Europa, disputaban al jacobinismo desfallecido las
gradea conquistas políticas que solo el jacobinismo en su mocedad habia
podido emprender, realizar y sostener.
Era evidente que la revolución habia apurado sus arbitrios populares y
habia desgastado una de sus fórmulas. Después de haber vencido por la
omnipotencia de la muchedumbre, corría riesgo de herirse á sí misma con
aquel temible instrumento de su victoria que no acertaba á manejar por
mucho tiempo sin peligro. Su nueva situación requeria por lo tanto una
nueva planta; la dictadura de uno solo debia coartar el desenfreno que
no podia contener la dictadura de todos. Una de las mas hermosas mani-
festaciones de la potestad revolucionaria era aquella facilidad en hallar, se-
gún las necesidades del momento, conceptos y hombres de orden para con-
tinuar la obra de los conceptos y de los hombres de libertad bajo una
apai ienriade reacción opuesta, y en realidad bajo un interés común y un
IOG HISTORIA
objeto idéntico. Los reyes y la aristocracia europea, que habian temblado
ante el pueblo soberano cuando se espresaba con millones de voces y
tremolaba millones de heroicos brazos , se habituaban ya á no temerle,
y aun empezaban á recobrar sobre él cierta ventaja, desde que el sin-
número de sus ajentes había acarreado funestas desavenencias y roto la
unanimidad arrolladora que debió á sus dias de peligro, trasformándolos
en dias de gloria. Era preciso que el pueblo soberano volviese á infundir
á sus irreconciliables enemigos el terror y respeto de que trataban de exi
mirsc, y enarbolase en sus mismas capitales el estandarte de la reforma que
hasta entonces se habia ceñido á defender contra sus ataques. Para lograr
este magnífico resultado, bastábale variar de táctica y de rumbo, remozan
do y cobrando nuevo temple por medio de una trasformacion completa.
El número inmenso de sus prohombres habia llegado á esponerle á mil
discordias destrozadoras ; la mayor parte de sus miembros , acosados con
tan larga lucha, se hallaban exhaustos y ruinosos. Sualbedrío y empuje,
endentados por infinitas ruedas que se estaban rozando y entorpeciendo
mutuamente , carecían de esfuerzo y unidad , y todo vino á brotar oportu
ñámente por el numen de un solo individuo.
Así Bonapartc no destronó al pueblo en San-Cloud , y solo varió su re-
presentación haciéndola única de colectiva que era, y el pueblo manifestó
que así lo comprendía, saludando su advenimiento con entusiasmo. Como
la asamblea constituyente y la junta de salvación pública habian espresa-
do la voluntad nacional en su período de destrucción y resistencia , así el
dictador, que se revistió sucesivamente con los dictados de cónsul y empe
rador , fué su esclarecida espresion en su período de reorganización y de
propaganda armada. Tras tantísimo yerro cometido últimamente por el
grande hombre , tras tantos descarríos villanos , tantos desmanes y tantos
ultrajes padecidos, el pueblo ha permanecido inalterable en su pensamien
to, y el pensamiento del pueblo es el único cuya infalibilidad atestigua la
perseverancia. En aquel piélago político, cuyo flujo y reflujo ha sumido
durante treinta años y diariamente absorve tantas grandes Hombradías y
tan esplendorosas reputaciones, el recuerdo de Napoleón va surcando so
lo y arrostrando la borrasca y las oleadas que al parecer lo encumbran,
para que reciba en mas remontado sitio el testimonio duradero del afecto
popular.
Y esta inmensa y constante popularidad no la debe á los prodijios de
su espada, cuyo poderío pudiera deslumhrar á la jeneracion contemporá
nea. El culto á su nombre, mas relijiosamente tributado bajo un techo de
paja que ea los palacios, demuestra que, lejos de haberse propasado de los
principios y de los intereses democráticos , tuvo algún derecho en llamar
se el primer demócrata de Europa; porque no sin motivo le eonsidera el
pueblo todavía como el revolucionario que mas poderosamente conmo-
DE NAPOLEÓN m;t
vio las potencias antiguas y 1a preponderancia sobrepuesta dH nacimiento
y de las riqueza», por medio de In emancipación del mérito que llegó á fa-
cí único realce para todos los empleos , y cuyo* escojidos llegaron basta el
trono para hollar el orgullo y los prestijios de la antigua soberanía, de
jando nsi rampo desahogado y anchurosa carrera al sistema de igualdad
desda el ínfimo escalón hasta el sumo en la gradería política
No vayan pues á defender el tema personal de los republicanos del
año VIII los hombres preocupados con la suerte de su pnis y con el por-
venir de la humanidad , ni á pedir cuenta á Ronaparte de la ronstiturion
del ano III , si es indisputable que su usurpación , yn (pie así quiere Ha
ni arsela. no fué mas que una de las faces bajo que debia consolidarse en
Frauda y cundir por Europa el afán revolucionario. También Mirabean
fué un usurpador , cuando queriendo encumbrar á soberana la junta en
que estaba reinando con su elocuencia, incitó al estado llano á menospre
ciar sus acuerdos, á destruir la antigua distinción de los estamentos, y á
derribar las leyes vijentes para proclamarse único depositario de la potes-
tad constitutiva. Sin embargo, solamente los estremados del antiguo réji
men se han atrevido á decir que el juramento del Trinquete fué un acto im-
pío y culpable, porque atacó las instituciones fundamentales de la monar
quia , y se tributó con manifiesta violación del espreso mandato de los
diputados. En efecto, solo á partidarios y letrados, movidos por enconos
ó por escrúpulos, toca andar escudriñando sutilezas al numen sobre la le-
galidad de su desempeño, coando acaba de ejecutar heroicidades.
Si Bonaparte no apagó el volcan democrático como alternativamente
se le ha tildado y encarecido ; si tan solo ocultó su cráter espantoso, pri-
mero con la silla consular, y luego con el solio imperial, debe descargarle
la jente republicana de haber sacrificado los visos de la democracia á sos
intereses esenciales , su salud y su propagación. Sin él, no por eso hubie-
ra dejado de perecer la república; pero algunos años mas de existencia bajo
leyes desvalidas y autoridades menospreciadas, no hubieran hecho mas que
agravar el cáncer que la estaba corroyendo, y los cargos que le asestaban.
Tales hubieran sido los progresos del quebranto y del enfado, que hubic.
ra podido efectuarse una reacción violenta contra la revolución , aun sin
permitir que ninguno de sus partidarios encaminase sus pasos por el rum-
bo de los nuevos intereses, y que hubiéramos tenido en los primeros años
del siglo XIX la restauración que vino quince años después. No cabe du-
da en que la restauración no hubiera logrado tampoco sentarse definitiva
mente, pero hubiera tenido mas probabilidades de duración, llegando á
favor de las discordias civiles tras una conmoción interior, y con la apa
ríencia de un acto espontáneo de la nación que la hubiera preservado del
achaque orijinal que la manchó en su alianza con los estranjero3 ; acha
que radical que la estrelló desde sus primeros pasos. Hallara además toda-
108 HISTORIA
vía á la sazón la mayor parte de las jeiieraciones educadas bajo el réjimen
antiguo, y que las tormentas revolucionarias habian hermanado algún
tanto con los tiempos pasados. Por otra parte, los hijos de la revolución,
que se hallaron ya hombres en 4815 y cuya entrada en los negocios pú-
blicos causó la desesperación de los Borbones , hubieran visto atajada en
su principio aquella educación liberal, lográndose tanto mas fácilmente
horrorizarlos con la república, cuanto hubiera enconado su odiosidad con
la prolongación de su agonía. Luego, aunque involutariamente, en el in-
terés mismo de las ideas republicanas, Bonaparte derribó el sistema repu-
blicano, pudiendo decirse que sustancialmente ningún golpe mortal dio
á la república , como tampoco á la revolución , sino que estorbó el que
suscitase por mas tiempo contra ella las aprensiones y rencores, dificultan-
do mas y mas su renovación.
No cabia en los republicanos enterarse por entonces debidamente de
los resultados de la arbitrariedad que presenciaban. Destempló al pronto
su encono al nuevo gobierno, en términos de amagar con su esterminio á
varios de sus caudillos; empero los ciudadanos beneméritos, designados
para el ostracismo, quedaron libres y solo sujetos á la vijilancia de la nueva
policía.
Para formar un concepto cabal del desorden que reinaba en Fiancia
bajo el Directorio cuando Bonaparte le arrebató el poder, baste decir que
habiendo querido el cónsul despachar un correo á Ghampionnet que man
daba en Italia, no se halló en el erario con qué costearlo, y cuando quiso
conocer el estado de los ejércitos, hubo de enviar comisarios para hacerse
cargo de ellos por falta de documentos en las oficinas de la guerra, a Pero
á lo menos debéis tener , decia Bonaparte á los empleados del ministerio,
un estado de los sueldos, lo cual nos conducirá á nuestro objeto. — Como
no los pagamos, » le respondieron
Desde la primera sesión de la comisión consular, Sieyes, queso lison-
jeaba merecer por su edad y antecedentes políticos cierta deferencia por
parte de su compañero aun mozo, á quien tenia mas envidia que nunca ,
preguntó : «¿cuál de nosotros presidirá? • lo cual era en cierto modo obli
gar á los demás á darle este distintivo ; pero el raudal de los sucesos arro-
lló á la política, y Roger-Ducos respondió prontamente: « ¿no veis que
está presidiendo el jeneral ? »
Sieyes, empapado en metafísica, no pensaba que un joven salido del
ejército, y cuyos estudios y afanes militares parecían haber vinculado toda
su existencia , pudiera abarcar ó imajinar nuevas combinaciones guber-
nativas, al par de un antiguo lejislador , de quien con razón se decia que
siempre tenia, como Tomás Payne, una constitución en el bolsillo. Pre-
sentó pues osadamente el fruto de sus cavilaciones, y cuando llegó á pro-
poner un grande elector que debia residir en Versalles con una renta de
DE NA POLISÓN i.,-,
mis millones, y sin otra función que la de nombrar dos cónsules con apro
Imcion del senado, que podía anular la elección y borrar al propio elector,
Honaparte prorumpió en risa y en sablazos, como él mismo lo dice, á las
l>equeñcces metafísicas de su compañero. Sieyes , tan apocado como vani
doso, cuando encontraba una resistencia tenaz, se defendía torpemente,
queriendo sincerar su concepto por medio de una analojia con la majes-
tad. « Pero no veis, le dijo el jeneral, que tomáis un abuso por un princi-
pio y la sombra por el cuerpo. ¿ Y cómo os habéis podido imajiuar, señor
Sieyes, que un hombre de algún talento y honor quisiera avenirse ai pa-
pel de un cerdo cebado con algunos millones ? *
Desde aquel momento no hubo mas discusiones entre el metafísico y
el guerrero, comprendiendo ambos que no podían marchar por largo tiem
po de pareja. Promulgóse la constitución del año VIH, que establecía un
simulacro de representación nacional, repartida entre varios cuerpos, ta-
les como el senado, el tribunado y la junta lejislativa, mientras que la
verdadera representación residió de hecho en el consulado, ó por mejor
decir, en el primer cónsul.
Encumbrado Honaparte á tanta elevación , separó á Sieyes , quien se
dejó deponer mediante una dotación nacional. También alejó de su lado
a Roger-Ducos, quien halló un retiro natural en el senado, y entonces to-
mó por nuevos compañeros á Cambaceres y Lebrun.
Cuanto providenciaba al golpe el consulado se cifraba m mejoras. Ke
vocarouse las le> es sobre los rehenes y el empréstito forzado, la toleran
cía reemplazó á la persecución, y la fdosofia sentada en el solio permitió á
los líeles que levantasen altares y amparasen á los sacerdotes. Regresaron
23
470 HISTORIA
los emigrados y proscritos de todas las opiniones y de todas las épocas, y
Carnot pasó del destierro al Instituto y al ministerio.
Bonaparte conservó en los primeros tiempos de su majistratura supre-
ma, y aun durante su residencia en el Luxemburgo, toda la sencillez de
recreos , costumbres y modales que le eran naturalísimos , y que no habia
perdido con el hábito de los campamentos. Era sumamente parco, y sin
embargo ya barruntaba que pararía en comedor y que su flaqueza se tro-
caria en gordura. Acaso no influyeron poco para este trueque los baños
templados de que hacia mucho uso. Por lo que toca al sueño, dormía sie-
te horas en las veinte y cuatro, y encargaba siempre que no le despertasen,
á menos que no sobreviniesen novedades infaustas : « Porque si es una
noticia favorable , solia decir , nada requiere, al paso que con una aciaga
no hay que perder un momento. »
A pesar de la vida algo vulgar que tenia en su palacio, recibía diaria-
mente á todos los sujetos visibles de aquella temporada , y Josefina hacia
los honores de su tertulia con el gracejo y amenidad de una gran señora
..
DE NAPOLEÓN. 471
de la sociedad antigua. Allí se introdujeron, á jnsar de la proscripción do
que estaban amenazados, los términos de finura y cortesanía que el rigo
rumo republicano habia desterrado de la conversación, y la palabra señor
volvió á usarse con preferencia á la voz ciudadano.
Kl primer cónsul, por lo regular vinculado en sus cavilaciones , por
maravilla terciaba en los coloquios injeniosos y en los pasatiempos hala
güeños de la esplendorosa tertulia que empezaba á plantearse en su casa.
Sin embargo, solia estar á veces placentero , manifestando entonces, con
la travesura, lluidcz y chiste de su espresion, que era amable cuando que-
ría; pero esto no sucedía á menudo, y las damas tuvieron particularmente
motivo para quejarse de tanto desvío.
Adusto al parecer y arrebatado, encubría Bonaparte bajo aquel rapto
desabrido un pecho de suyo afectuoso y graciable. Cuanto estaba ceñudo,
angustioso, violento, despegado é inexorable en sus preocupaciones poli
ticas obrando como hombre público , otro tanto se aparecía suave, fami
liar y cariñoso en las intimidades de la vida privada.
En comprobación de cuanto decimos acerca de las prendas del corazón
y de los afectos de Napoleón, creemos oportuno citar el párrafo de una car
ta que escribía el año III á su hermano José: * Cualquiera que sea la si
tuacion en que te coloque la suerte, ya sabes, hermano mío, que no pne
des tener mejor amigo á quien seas mas querido y que desee mas entra-
ñablemente tu felicidad. ... La vida es un leve sueño que allá se desvanece .
Si te marchas y crees que sea por algún tiempo, envíame tu retrato. Hemos
vivido tantos años juntos y tan estrechamente unidos que nuestros cora
zones se han hermanado también , y ya sabes mejor que nadie que el mió
es todo tuyo; al rasguear estos renglones , siento unas corazonadas que
l>ocas veces he percibido en mi vida ; conozco que tardaremos en volver-
nos á ver y no puedo proseguir mi carta »
Madama Leticia solia decir, hablando de su hijo Napoleón cuando es-
taba en la cumbre del poderío: « El emperador es bueno por mas que
haga. > Igual justicia le hace Mr. de Bourrienne, al paso que pretende que
Napoleón aparentaba no creer en la amistad , y aun que manifestaba
no tener cariño á nadie. Esta contradicción se halla esplicada por la dife-
rencia de las situaciones: el hombre de estado no tiene afectos privados, y
como tal y en la esfera de los intereses jenerales que traia á su cargo, de-
cía Napoleón que no amaba á nadie. Pero dejando la política aparte, la
naturaleza recobraba ampliamente sus derechos, y aun se le ha visto miti
gar en los campos de batalla el alborozo y la embriaguez del triunfo con
impulsos enfrenados á veces por precisión en la carrera de las armas. Du-
rante las campañas de Italia, después de una refriega sangrienta, pasaba
con su estado mayor por medio de los muertos y heridos, y sus oficiales,
enajenados con la victoria, manifestaban su entusiasmo sin detenerse en
\Tl U1ST0H1A
los cuadros mas ó menos lastimosos que se ofreeian continuamente á su
vista. De repente el jeneral victorioso advierte un perro que ahullaba jun-
to al cadáver de un soldado austríaco: «Mirad, señores, les dijo, esc
perro nos asta dando una lección de humanidad. ■
l'ero cualquiera lugar que ocupasen en el corazón de Napoleón los
alectos fundamentales de toda virtud privada y de la felicidad domestica, y
cualquier valor que diese á esta dicha, debia sacrificarla á la gloria y pros
peridad del pueblo, constituyéndose su único representante, porque, lo
repetimos, aunque la nueva constitución hubiese confiado la potestad
ejecutiva á tres cónsules, sabido era de todos que uno solo gobernaba; así
cuando Cambacercs y Lebrun fueron instalados, mas parecían, al decir de
Mr. de Bourrienne, dos testigos que compañeros de Bonaparte.Hallábase
pues restablecida de hecho la monarquía con el título de república. El pf i-
mer cóusul hacia y debia hacerlo todo, según lo que cabia prometerse del
oríjen de su potestad, de su predominio jenial y prepotencia de su si
tuacion. Talleyrand lo habia presentido así como palaciego artero, y ha
hia anticipadamente hablado bajo este concepto á Bonaparte, desde el pri
nier dia que despachó con él como ministro de negocios estranjeros.
« Ciudadano cónsul , le dijo , me habéis confiado el ministerio de es
lado y corresponderé á vuestra confianza, pero creo deberos manifestar
desde ahora que solo acudiré al despacho bajo vuestro mando. No es
un mero engreimiento el que me impele , os hablo por el interés de la
Francia: para que esté bien gobernada, es forzoso que haya unidad de
empuje , que seáis el primer cónsul y que este tenga en su mano todo lo
que corresponde directamente á la política, esto es, los ministerios de la
gobernación y de la policía para los negocios interiores , mi ministerio
DE NAP0L10N. Ifl
para los estenios, y luego los dos grandes medios de ejecución, guerra y
marina. Siria pues sumamente del caso que los ministros de estos cinco
ramos despachasen á vuestras órdenes; no hay duda que la administra
cion de la justicia y el buen orden en la hacienda están unidos con la
|K)litica por un sinnúmero de vínculos, aunque menos estrechos. Si me lo
permitís, añadiré, jcneral.que convendría dar al segundo cónsul, intelijen
te jurisconsulto, pleno poder para la justicia, y al tercer cónsul, también
muy versado en el conocimiento de las leyes de hacienda , pleno poder
eo este ramo. Kso los ocupará, los entretendrá, y entonces teniendo á vues
tía disposición todas las partes vitales del gobierno, alcanzareis el objeto
grandioso que lleváis por delante, la rejeneracion de la Francia. » «Sabéis
que Talleyrand es un buen consejero, dijo Bonaparte á su secretario des^
pues de haberse marchado el ministro. Es un hombre sensato harto
perspicaz , y me ha penetrado el interior. Ya sabéis que lo que me acón
seja es lo idéntico que estoy deseando. Sí , no hay duda, tiene razón : se
camina con mas desahogo marchando solo. Lebrun es un hombre de bien,
pero no hay política en aquella cabeza; parece como si estuviese traba
jando algún escrito; Cambaceres está harto imbuido en la revolución. Ks
forzoso que mi gobierno sea enteramente nuevo. »
Preciso era que esta planta esencial de novedad llegase á cundir por
todas las clases , porque los amigos de la revolución vitoreaban en globo
el gobierno consular, aunque encumbrado sobre las ruinas de la constitu
(ion republicana del año 111, al paso que las poblaciones ciegamente adic
tas al antiguo réjimen rehusaban su adhesión á la nueva potestad , no
obstante todos los actos de conciliación y de prudencia que habían seña
lado su instalación.
Temeroso el primer cónsul de que tanta terquedad reencendiese !a
guerra civil por el oeste , espidió á los habitantes de todo aquel ámbito
una proclama precaviéndolos contra las ajencias inglesas. Sus encargos,
sostenidos por un ejército de sesenta mil hombres, lograron felices resul
lados y evitaron una esplosion jeneral. Sin embargo los caudillos realis
tas, sostenidos en su perseverancia por convencimientos personales y por
las exhortaciones de la diplomacia europea, se mantuvieron sobre las ar
mas. siempre dispuestos para reentablar la contienda. Bonaparte, á quien
no cabia usar con ellos el lenguaje de la imparcialidad histórica, > que ni
siquiera hubiera podido desempeñar su papel revolucionario , si hubiese
sido capaz de contemplar con la insensibilidad de un estoico las nue\as
amenazas de la chuaneria y de la emigración ; Bonaparte caracterizó con
su enerjia acostumbrada á los tercos provocadores de la insurrección rea
lista, y los citó en una proclama como acreedores al menosprecio de la na
cion \ á la venganza del ejército.
Se enteraron los realistas de que ya no teuia cabida la guerra civil, no
174 HISTORIA
pudiendo ya sostenerse en campaña ni dar batallas contra el nuevo re-
presentante de la revolución, y tuvieron que resignarse á terminar la his-
toria de la Vendea; felices en poder separar de los anales de su fidelidad
y heroísmo los robos y asesinatos que debian en adelante formar los úni
eos y mustios trofeos de las gavillas que infestaron el oeste y el medio
dia después de haberse disuelto los ejércitos reales (I).
Enfrenar ó castigar á los enemigos de la república y recompensar á sus
servidores i tales eran las tareas que Bonaparte seguia con igual tesón y
rectitud. Conociendo cuanto apetece el mérito su debido galardón, y
cuanto aventaja en verse justipreciado, distribuyó cien sables de honor á
los soldados que se habian señalado en esclarecidos encuentros ; y el pue-
blo, que veia dar al denuedo los distintivos honrosos , antes reservados
para el nacimiento, ensalzó esta distribución, que, lejos de faltar á la
igualdad por la que tenia hecha la revolución , la establecía al contrario
(i) En esta época creyeron algunos hombres eminentes del partido realista
que Bonaparte, siguiendo el ejemplo de Monck, ajenciaria la restauración de la
monarquía. Admitidos reservadamente á conferenciar con él, les dijo: Olvido lo
pasado y despejo el porvenir. El que marchare recto delante de sí será proteji-
do sin distinción, y al quese desviare á derecha ó izquierda le alcanzará el rayo-
Dejad que todos los Vendeanos, ansiosos de avenirse al gobierno nacional, se pon-
gan bajo mi protección y sigan la carrera que tienen patente »
OK WPOI.KON 475
sobro el cimiento de la justicia y In remuneración proporcionada á los
servicios y a las virtudes.
t na carta de gracias que recibió entonces de un sárjenlo de granade-
ros llamado Aune, le proporcionó la ocasión de dar la respuesta sigm. ni.
i Kiribi vuestra carta, mi valiente compañero, y no necesitabais hablar
me de vuestras acciones, pues de todas esto> enterado. Sois el mas va
líente granadero del ejercito desde que murió el esforzado ltenezcltc. lia
beis recibido uno de los cien sables que he distribuido al ejército, todos
los soldados concordaban en que lo merecíais mas que otro alguno.
« Deseo mucho volveros á ver, y el ministro de la guerra os da orden
para que paséis á París. »
Cualesquiera que fueran las miras reservadas que encubriera Bona
parte bajo sus demostraciones de llaneza y desahogo, preferible es verle
halagar y recompensar el valor, aun por sistema de ambición, á seguirle en
las fiestas dadas en honor de los sujetos conceptuados de haberle preser-
vado en San C.loud de los peligros á que no estuvo espuesto. Por lo de
mas, si es cierto que Bonaparte ansiaba bienquistarse á impulsos de la am
bieion que abrigaba en su pecho, si es también innegable que el afán de
su engrandecimiento personal , poderío y nombradla tenia gran cabida en
476 HISTORIA
todas sus empresas políticas y militares, es también muy obvio que su
grandeza y poderío no podian ser sino los de la Francia, cuyos destinos le
estaban cometidos, y que para él trabajar en su propia gloria, para el lo
gro de su ambición y de su inmortalidad , era afanarse por el encumbra-
miento, prosperidad y porvenir del pueblo al que habia apellidado gran-
de, y cuya asombrosa personificación ofrecia en su persona y en su numen.
El poderío ilimitado que estaba gozando solo debia servirle de palanca
para que el sistema de igualdad y el mimen de la civilización moderna
hicieran los nuevos progresos que el afán de libertad, momentáneamente
entorpecido en su planta esterior, no podia ya favorecer ni por sí mismo
ejecutar. Los sabios y artistas recibieron en efecto estímulos de todas cla-
ses; la industria nacional, atascada con las discordias civiles, tomó un
vuelo que nunca habia conocido. Se planteó el banco de Francia, el mar-
co de pesos y medidas ideado por el Instituto mereció la sanción legislati-
va; en una palabra, Bonaparte realizó como caudillo del gobierno francés
cuanto habia concebido , anhelado y dado ya á conocer cuando era jene-
ral republicano, y se mostraba celoso de enriquecer el Museo nacional, in
terrogando á los profesores, poniendo sabios al frente de su estado mayor,
y recomendándose al aprecio y respeto de los pueblos , mas por su dicta-
do de individuo del Instituto que por el de comandante supremo de los
ejércitos.
El cónsul se conceptuaba tanto mas dichoso en poder presidir á las
conquistas intelectuales y fomentar los progresos de la ciencia , cuanto él
mismo habia pensado en la gloria científica durante su mocedad, y aun
intentado aventajarse á Newton. « Siendo joven , dice, deseé ser un in-
ventor, y allá un Newton. » El señor Godofredo Saint Hilaire refiere que
le oyó decir: «La carrera de las armas no fué de mi elección; me hallé em
juñado en ella por las circunstancias. » En las últimas horas de su residen
cia en el Cairo, se dirijió áMonge, que repetia afectadaments el dicho de
Lagrange : « Nadie alcanzará á la gloria de Newton , pues no habia mas
que un mundo por descubrir.— ¿Qué oigo? esclamó, y ¡el mundo de
los roRMBNORES ! ¿quién ha pensado en él ? Yo á los quince años ya lo te-
ma creido ¿Quién ha clavado la atención en el carácter de intensidad
y de imán á corta distancia de los mínimos átomos, de los que somos en
cierto modo los forzosos observadores ? »
En medio de sus afanes belicosos y de los triunfos diarios que esclare
caeros las campañas de Italia, conservó siempre sus aficiones, y no cesó
de hacer marchar de frente el engrandecimiento político de la Francia y
la esploracion científica por la civilización universal.
En Pavía hizo preguntas al fisiolojista Scarpa. En 1801, conferencio
con el físico Volta, á quien condecoró sobre manera. En 1802, fundó un
premio de sesenta mil francos para el que hiciese dar á la electricidad y
DE NAPOLEÓN 177
al galvanismo, con sus descubrimientos y «ponencias, un poso compara
ble al que propon ¡(Miaron á estas ciencia* Frankhn y Volta. Pidió también
al Instituto un resumen dolos progresos que lasarles, la literatura y las
ciencias habiau hecho con la revolución. Chcnier quedó encargado de la
parle literaria.
No se dedicaba oclusivamente el primer cónsul á pacificar y organi
/ni el interior de la república; también pensaba en la paz csterior. i <>n Ib
cual hubiera querido poner el complemento á los beneficios con que sena
l.ua su advenimiento á la potestad. Entabló al intento negociaciones con
el gabinete inglés por medio de Talleyrand.y aun escribió personalmente,
el '¿(i do diciembre de IV'.K). la earta siguiente al rey de Inglaterra, desde
los primeros dias de su instalación en el consulado ron f-ayí hacer es y I>
brun.
Hi»\\i'\r.-iT., pansa cóvsn. i>f. u rehouca, a s. M. u aar
l»K I.A GftJUi IniKI \>A V PC IllLARDA.
« l.l.mi,i(l(i por el voto de la nación francesa á ocupar el primer puesto
di1 la república, creo muy oportuno, al encargarme de este destino, parti-
ciparlo direelamente á V. M.
«¿Ha do ser eterna la guerra que lleva ocho anos de estar talando las
cuatro partes del muudo? ¿no cabe medio de entenderse? ¿Cómo es que
las dos naciones mas ilustradas de Europa, poderosas aun mas de lo que
requieren su seguridad é independencia, cómo es, repito, que sacrifican
a ideas do vanas grandezas la suerte del eomercio, la prosperidad interior
y la dicha de las familias? ¿Cómo no se hacen cargo de que la paz es la
primera de las necesidades, como la primera de todas las glorias?
« Estos impulsos no pueden ser ajenos del corazón de V. M. que go-
bierna una nación libre con el único objeto de hacerla feliz.
- V. M. no echará de ver en esta participación mas que mi anhelo sin
cero de contribuir eficazmente por la segunda vez á la pacificación jeneral
con un pronto arreglo, prescindiendo de aquellas fórmulas que, sisón ne-
cesarias para disfrazar la dependencia de los estados débiles, solo raani
fiestan en las naciones grandiosas un mutuo deseo de engañarse.
«Francia é Inglaterra, abusando de su poderío, pueden aun dilatar |>or
mucho tiempo su cstenuacion para desgracia de todos los pueblos; pero
me atrevo a decir que la suerte de todas las naciones civilizadas eafiá m
ti resada en que se termine una guerra que abarca al orbe «otero.
« IkmPARTK. ►
No era esta una mera ostentación de comedimiento \ humanidad Si
llonapartc hubiese apetecido la continuación de la guerra, si la Míese
querido como le han echado en cara, nada le precisaba á dar este paso
25
.
m HISTORIA
directo y solícito con el rey de Inglaterra. No hay duda en que eoncep
tuaba provechosa la paz á su gobierno , pero sobre todo tenia empeño en
consolidarlo y hacerlo amar por interés de la Francia y de la civilización
europea. Además, ¡con qué desahogo y miramiento espresa sn menosprecio
de las fórmulas de la diplomacia ! Sale aquí á luz y á las claras en este
lenguaje el hijo de la democracia, el depositario de los intereses déla re
volucion. Así el anciano monarca se desentendió de la innovación que eí
majistrado republicano habia tratado de introducir en las relaciones di
plomáticas , y mandó á lord Grenville que respondiese que no podia con
venirle la correspondencia directa entablada por el primer cónsul, y aun
encargó al ministro que redactase una nota llena de reconvenciones contra
la Francia. Comprendió Bonaparte que, para obligar á la paz¡á enemigo tan
tenaz de nuestra rejeneracion política, habia que acudirá llamamientos su
periores ásu ilustración y jenerosidad. Pero no hubiera querido tener con
trasí dos contrarios tan poderosos como Londres y Viena, y si entabló
comunicaciones con ambos, fué con objeto de separarlos ánno ú otrojde la
liga contra la Francia. Malográronse sus conatos. \a antipatía que las coi-
tes estranjeras abrigaban siempre contra el pueblo francés, desde el orí-
jen de la revolución , no podia cejar sino ante la victoria y la necesidad.
ftV.
CAPIT1 lo XI.
Tnútriam de la roiidMTfe coiuular n la* luilcn.-iv Mueva <.nn|
Ilahi. Batalla efe Marcngo. Vuelta a Pan-,. Fusta nacional
\ importancia de las csterioridad. 9 era
harto conocida del primer consol, para
no dedil irte i dar a las suyas cuanto po
dia engrandeeerlii i la riela del pn«*
blo. Kl palacio del I ai xemburgo liabia -i
do la morada de una autoridad endeble,
\ hija de nuestras juntas revolucionarias,
ml y derribada en medio de las aclamacio
nes déla Francia, al impulso de la repugnancia pública «pie había enjen
drado y que hacia diariamente mas amarga y aciaga la prolongación de
la anarquía : bastaba esto para «pie llonapai le no se hallase gustoso en se
180 HISTORIA
mejante residencia. Ya no convenía á un gobierno que abarcaba toda la
unidad y fuerza y que aspiraba á añadir la duración á su poderío y su
gloria, no le convenia, repito, lo que habia podido bastar á hospedar
aun lujosamente á un gobierno esencialmente provisional, cuya breve exis-
tencia no formaba en los recuerdos populares mas que un período de re-
vueltas, afrentas y desastres. Necesitaba en adelante el cónsul el palacio
de los reyes, por cuanto se hallaba realmente ejerciendo la potestad ré-
jia, y tan solo en las Tuilerías, dedicadas por las tradiciones nacionales,
para residencia natural de los caudillos del estado y como una especie de
santuario gubernativo, solo en las Tuilerías podia residir Bonaparte. Los
republicanos suspicaces insinuaban que era de temer que allí le importu-
nase ó influyese sobre él la sombra de la antigua monarquía, cuyo edificio
se maliciaba intentaba restablecer; pero entre el 10 de agosto y el 18 de
brumario , entre Luis XVI y Napoleón había habido otros dias y otras po-
testades fundadamente gratas á los demócratas; habían existido la con-
vención y la junta de salvación pública, que también habían celebrado sus
sesiones en la real mansión, y seguramente su residencia en aquel palacio
había debido bastar á su inauguración revolucionaria, y destenar para
siempre la sombra amenazadora y todas las malignas influencias del an-
tiguo réjimen.
Una vez tomada la determinación, se fijó el 19 de enero de 1800 para
la instalación del cónsul en su nueva residencia. Llegado este día, dijo á
su secretario : « Al fin vamos á dormir en las Tuilerías Me fastidia te
ncr que ir con gran séquito, pero es forzoso hablar á los ojos; esto produ-
ce buenos resultados con el pueblo. El Directorio era demasiado sencillo,
y por lo tanto no merecía la menor consideración. En el ejército es del
caso la sencillez; en una gran ciudad, en un palacio, es menester que el
caudillo de un gobierno procure embargar la atención por todos los me
dios posibles »
A la una en punto salió Bonaparte del Luxemburgo, acompañado de
tt| séquito mas imponente que ostentoso, y cuyo principal boato se cifraba
en el buen porte de las tropas. Cada cuerpo marchaba precedido de su
música; losjenerales y su estado mayor iban á caballo, y el pueblo scagol
paba á su tránsito para ver y aclamar de cerca á los héroes de tantas ba-
tallas, la flor de los guerreros , cuyos nombres se le habian hecho tan fa-
l)K NAPOLEÓN 181
miliares con las esplendorosas campañas de la revolución Pero w <l.-il i
ba BOtt todo tras el que sobro los domas so encumbraba en aquel <li;i por
su |K)tcstaíl sola, poique siempre había descollado Iota tilos mu su mi
meo y sus son icios ; el varón que compendiaba en si la uloria militar dr la
('•pora con cuyos Ionios hermanaba la Francia cngí enlámenle su propio
destino, Todas las minadas ndafabaa m el pitan cónsul, cuyo itdM
iba tirado por seis caballos blancos que el emjwrador de Alemania le había
dado después del tratado de Campo- Formio. Cambaeeres \ lebrón, ««uta-
dos en la delantera del coche, parecían ser los jentiles hombres de su com-
pañero. U comitiva atravesó una gran parte de París, y la presencia de
Bonapartc enardeció por donde quiera con arrebatado entusiasmo . « no
siendo preciso, dice un testigo verídico , que l.i policía lo dispusiese. »
Luego que el cónsul llego al palio del palacio, paso re\ ista a las tropas,
acompañado de Unncs y Mural. Cuando deslilaron la 30/, '•"» j N
serai-brigadas, se quitó el sombrero, iuclínándo^c en señal de respeto aute
sus banderas hechas jiras por el luego enemigo y ennegrecidas por la |nd
vora. Terminada la revista, se instaló sin ostentación en la antigua mora
da réjia.
Sin embargo para desvanecer la aprensión de toda restauración mo-
nárquica demasiado pronta, quiso que el albergue real solo fuese mi\o
bajo el titulo de palacio del gobierno, y á fin de contemporizar con d vi-
drioso republicanismo, mandó colocar en su nueva residencia los cu -nlros
y estatuas de los virones eminentes de la antigüedad ven. >r able. cuyo re
eueido era grato á los amantes de la libertad.
182 HISTORIA
David tuvo el encargo de colocar su Junio Bruto en una de las galerías
de la nueva habitación consular , como también un hermoso busto del
segundo Bruto, traido de Italia.
Desde su instalación en las Xiiilerias se cuentan ya las providencias res-
tauradoras y los grandiosos establecimientos, délos que algunos ya se han
apuntado, tales como el decreto cerrando la lista de los emigrados, la or-
ganización del banco de Francia y la de las prefecturas. Un suceso que
acababa de enlutar los pechos de los republicanos de América proporcionó
luego al primer cónsul una nueva ocasión de manifestar que á pesar de su
rápido encumbramiento, se consideraba siempre como el primer majistra-
do de una república, y como tal, unido al destino de los pueblos libres por
una simpatía inalterable.
« ¡ Washington ha muerto ! » decia una orden del dia dirijida á todas
las tropas de la república; «aquel varón eminente peleó contra la tiranía
y consolidó la libertad de su patria ; su memoria será siempre grata al
pueblo francés, como á todos los hombres libres de ambos mundos, y par
ticularmente á los soldados franceses , que , siguiendo su ejemplo y el de
los Americanos , lidian por la libertad y la igualdad.
« En su consecuencia el primer cónsul manda que durante diez dias
todas las banderas y estandartes de la república lleven una gasa negra. »
El mismo dia los cónsules proclamaron el resultado de los votos reco
jidos acerca de la nueva acta constitucional.
De los tres millones doce mil quinientos sesenta y nueve votantes, mil
quinientos sesenta y dos habian desechado, y tres millones once mil sete
cientos habian aceptado la constitución.
Entretanto llegaron al gobierno noticias del ejército de Ejipto. Venían
con el sobre al Directorio, y Kleber zahería á Ikmaparte culpándole de ha-
ber dejado al ejército en el mayor desamparo. El primer cónsul, que abrió
estos pliegos, se tuvo por dichoso que hubiesen caído en sus manos, pero
incapaz de sacrificar á rencillas personales lo que podían requerir de
él los intereses de la Francia, contestó grandiosamente á Kleber como hom
bre que sabia dominarse y probar cuan digno era de mandar á los demás.
Su respuesta fué una proclama dirijida al ejército de Oriente, y estendida
para encubrir el contenido de los pliegos é informes recien llegados de
Ejipto ; esta es la proclama :
« Soldados :
« Los cónsules de la república se afanan á porfía por la suerte del
ejército de Oriente.
« La Francia conoce todo el influjo de nuestras conquistas sobre la
restauración de su comercio y la civilización del mundo. La Europa ente
ra os contempla y mi imajinacion me traslada á vuestro lado.
HK NAPOLEÓN «*'
« Kn cualquiera situación ni qn«» lo» azares de la guerra os pongan ,
mostraos siempre los soldados de lli\oh\ de \l>iikn. \ seréis iim-ncibles
• Tened en kleber la rmlianza ilimitada que en mi teníais, pnct la
merece. *
• Soldados, pensad en aquel día en que \ol\eivis \ ictoriosos al suelo
palno: aquel día sera de gloria para la nación colera. »
Sin embargo la corte de Viena. recobrada del abatimiento en que la ha
Iii.iii dejado sus repelidos descalabros en las memorables campañas de
Italia, había cedido otra nc/ a su odio in\eterado contra la república fran
cesa, asociándose á la política hostil del gabinete inglés, y i relia/. indo lo
das las proposiciones pacificas de Kounpartc. Kn esla situacion.'el primer
cónsul mando al pronlo que se lormase en Dijon un ejército do reserv | <\>
Í84 HISTORIA
sesenta mil hombres, cuyo mando cometió á Berthier á quien reemplazó
Carnoí en el ministerio de la guerra; pero no tardó en ir á ponerse el mis
moal frente de aquella hueste, titulándola nuevo ejército de Italia.
Salido de París el Gde mayo, llegó el 15 al monte San Bernardo que
atravesó en tres dias. El 48, Bonaparte escribió desde su cuartel jeneral
de Martigni al ministro del interior, anunciándole que se habia efectua-
do aquel tránsito tan arduo y que todo el ejército se hallaría el 24 en el
territorio italiano.
« Ciudadano ministro, le dijo , estoy al pié de los Alpes en medio del
Valles.
« El Gran San Bernardo ha presentado muchos obstáculos que han
quedado vencidos con aquel heroico denuedo, distintivo jenial de las tro-
pas francesas en todas circunstancias. Una tercera parte de la artillería
está ya en Italia; el ejército baja á marchas forzadas ; Berthier está en el
Piamonte, y dentro de tres dias todos habrán pasado. »
Con efecto todo se ejecutó con orden y celeridad como el primer cón-
sul lo habia previsto.
Después de haberse apoderado de la ciudad de Aosta, el ejército se
DE \ \l'o|.Kn\ IH.i
hallo detenido por el fuerte de Bard, considerado romo inexpugnable, a
rausa <)«■ mi posición sobre un peñasco perpendicular, y atajando nn valle
profundo que era preciso atravesar Para supernr tamaña dificultad, se
abrió en la pefla , fuera de tiro de canon , una senda que hirvió de paso a
la infantería y caballería; luego en una noche oscura se envolvieron con
paja las ruedas de las cureñas y carros, logrando asi pasar el fuerte por
medio de la villa de Bard , bajo los fuegos de una batería de veinte y dos
piezas, cuyos tiros mal dirijidos ningún daño hicieron a los soldado? re
publícanos.
Trasladóse el cuartel jencral á Milán en los primeros dias de junio, y
desde allí dirijió Bonaparte la proclama siguiente , después de haber de
• retado el restablecimiento de la república Cisalpina.
« Soldados :
«Uno de nuestros departamentos se hallaba en poder del enemigo;
todo el norte de la Francia estaba atemorizado y la mayor parte del terri
torio liguriense , el mas fiel amigo de la república, estaba ya invadida.
« Ia república Cisalpina, reducida «i la nada, era juguete del burlesco
réjimen feudal. Soldados, apenas os ponéis en marcha, cuando queda li
bre el territorio Irancés, sucediendo el alborozo y la esperanza á la zozo
bra y la consternación.
« Restituiréis al pueblo de Jénova su libertad c independencia ; estará
para siempre libre de sus eternos enemigos.
• Os halláis en la capital de la Cisalpina, y el enemigo aterrado solo as
"s
i\
*8G HISTORIA
pira á alcanzar sus fronteras. Habéis cojido hospitales, depósitos y par-
ques de reserva.
« Ya está terminado el primer acto de la campaña , y como lo ois dia
riamcntc, millones de hombres os manifiestan su reconocimiento.
« Pero ¿quedará impune la violación del territorio francés ? ¿ dejaréis
volver á sus hogares el ejército que tiene despavoridas vuestras familias ?
¡ No , correréis á las armas. . . . !
« Hues bien, marchad en su persecución, oponeos á su retirada, arran
cadle los laureles con que se ha engalanado , y así enseñaréis al mundo
que la maldición cae sobre los insensatos que se atreven á insultar el ter
ri torio de la gran nación.
• El resultado de todos nuestros conatos será: gloria sin mancha y só-
lida paz. »
Tiempo habia que el ejército francés y su caudillo se habían granjeado
aquella gloria sin mancha; pero mas arduo se les hacia alcanzar una sóli-
da paz. Hallábanse sin embargo en vísperas de una de aquellas batallas
decisivas que precisan á los mas pertinaces enemigos á enfrenar, al menos
momentáneamente, sus ímpetus hostiles. El í) de junio, Bonaparte cruzó
elPo, derrotó á los Imperiales en Montebello, mereciendo allí el jeneral
Lannes un timbre esclarecido. El 14 alcanzó á los Imperiales en lasllanu
ras de Marengo, y consiguió sobre ellos una de las mayores victorias que
han inmortalizado las armas republicanas. Dejemos al vencedor la narra-
ción de esta memorable jornada:
« Después de la batalla de Montebello , el ejército se puso en marcha
para pasar el Siera. La vanguardia, mandada por el jeneral Gardanne, en-
contró el 24 al enemigo, que defendía los alrededores del Bórmida y los
tres puentes que tenia cerca de Alejandría ; lo ha arrollado cojiéndole dos
piezas y haciéndole cien prisioneros.
Di: \ VPOI.tON |87
Al miMiio tiempo llegaba la división del jonei .1 (.habrán siguiendo
el l'o en Irontc do Valencia, para impedir que el enemigo cruzase aquel rio.
He esta* nodo Melas se hallaba acorralado entre el Bormida y el l'o. Ha
liábase interceptada la única retirada que le quedaba después de la refrié
ga dt> Montebello; el enemigo al parecer carecía de plan, y hacia indeter
imitadamente sus movimientos.
i El 25, al rayar el dia, el enemigo pasó el Bórmida sobre tres puentes,
resuello a abrirse paso; se presentó con Tuerzas mayores, sorprendió mies
Ira vanguardia, y entabló con denuedo la célebre batalla de Marengo que
decide Analmente de la suerte de Italia y del ejército austríaco.
«Cuatro veces hemos retrocedido durante la batalla y otras tantas nos
adelantamos. Mas de sesenta piezas se han cojido y recobrado por una y
otra parle en diferentes puntos y en diversas horas. \¿i caballería ha car
gado doce veces y con diferentes resultados.
« Eran las tres de la tarde, y diez mil hombres de infantería se escua
1 1 roñaban contra nuestra derecha en la hermosi llanura de .San Julián ;
estaban sostenidos por una linea de caballería y mucha artillería Los gra
naderos de la guardia se colocaron á fuer de un reducto de granito en
medio de aquella inmensa llanura: dirijióse contra este batallón la caba-
llería , infantería y artillería con el objeto de arrollarlo, pero fué en vano
Entonces so vio lo que puedo un puñado de valientes.
« Contenida la izquierda del enemigo con esta tonazisima resistencia .
y apoyada nuestra derecha hasta la llegada del jeneral Monnier , nos apo-
deramos á la bayoneta de la aldea de Castol Ceriolo.
« Entonces la caballería enemiga hizo un rápido movimiento sobre
I
188 HISTORIA
nuestra izquierda que empezaba ya á cejar, y aquel avance atropello su
retirada.
« El enemigo se adelantaba contra toda la línea, haciendo un luego de
metralla con mas de cien piezas.
■ Los caminos estaban cubiertos de fujitivos y heridos. La batalla apa-
recía perdida. Dejamos adelantar al enemigo hasta tiro de fusil de la aldea
de San Julián, en donde se hallaba formada en batalla la división üesaix,
avanzando ocho piezas de artillería lijera y dos batallones sobre las alas.
Todos los fujitivos se iban rehaciendo á la espalda.
« El enemigo empezaba á cometer desaciertos que presajiaban su catás-
trofe; pues fué estendiendo sus alas en demasía.
« La presencia del primer cónsul rehacía el espíritu de las tropas.
« Muchachos, les decia, acordaos de que yo suelo dormir en el campo
de batalla.
DI. NAPOLEÓN IH»
\l eco del alarido «lo viva la república, vna el primer <<>:.«.,. I, l>i*;ii*
acometo el rentro á paso de ataque, y en un ¡oslante el enemigo queda ar-
rollado. Kl jeneral Kellermann.qne habia protejido todo el dia con su bri
gada de cabaHería la retirada de nuestra izquierda, cargó con tanto acier-
to y rapidez, que cayeron prisioneros seis mil granaderos, y el jeneral
Zach , jefe de estado mayor jeneral , quedando en el campo varios jene
rales enemigos. Todo el ejército siguió este movimiento, la derecha «leí
enemigo se halló cortada, y la consternación y el espanto cundieron por
sus filas.
• Ia caballería austríaca se habia adelantado hacia el centro para cu-
brir la retirada. Kl jefe de brigada Bessieres.al frente de los granaderos de
la guardia, dio una carga con tanto denuedo como tesón, aportillando la
caballería enemiga, con lo cual se completó la derrota del ejército.
!<)<> IIISTOMA
« Hemos cojido quince banderas, cuarenta pie/as, y herbó de seis
ocho mil prisioneros; mas de seis mil enemigos han quedado en el cam-
po de batalla.
« El 0". lijero ha merecido el dictado de incomparable. La caballería
de linea y el 8." de dragones han descollado hasta lo sumo. Nuestra pér-
dida es considerable, hemos tenido seiscientos muertos, mil y quinientos
heridos y novecientos prisioneros.
« Los jenerales Champaux, Marmont y Boudet están heridos.
« Los vestidos del jeneral en jefe Herthier han sido acribillados de ba-
las, y muchos de sus edecanes han quedado desmontados. Pero una pér-
dida que el ejército siente vivamente y que también sentirá toda la repú
blica destierra el júbilo de nuestros pechos. Desaix ha sido herido de una
bala al principio de la refriega, y ha muerto sin tener tiempo mas que pa-
ra decir al joven Lebrun que estaba con él: «Id á decir al primer cónsul
que muero con el sentimiento de no haber hecho bastante para vivir en
la posteridad. »
DE !S \ POLIO N 101
huíanlo In batallo, rl jeneral Desoís quedo desmontado cuatro reres
M./
y recibió tres heridas. Tres (lias antes se habia reunido con el cuartel jeno-
ral, ardiendo en deseos de pelear, y la víspera habia dicho dos ó tres veces
a sus edecanes: « Ya hace rancho tiempo que no peleo en Europa; las ba-
las no me conocen, algo nos sucederá. » Cuando fueron á participar al pri
raer cónsul, en lo mas encarnizado del trance, la muerte de Desaix, solo
soltó estas palabras: t¿ Porqué no me cabe llorar? » Su cuerpo fue llera
do en posta á Milán para embalsamarlo.
Dos dias después Konaparte escribió á los cónsules la carta siguiente
desde el cuartel jeneral de Torre di (iarafola.
■ Al dia siguiente déla batalla de Marenso, ciudadanos cónsules, el
jeoenü Meki em ió á pedir que se le permitiese enviarme el jeneral .skal
Donato1 el dia se ajustó el tratado de que remito copia. Anoche quedó lir
mado por el jeneral Ilerthier y el jeneral Melas. Ksporo que el pueblo
francés estará satisfecho de su ejército. •
Ixi batalla de Marengo bizo dueña á la Francia del Piamonte y la
Lombardia. Kl primer consol permaneció poco tiempo en Italia. En Hilan,
4 92 HISTORIA
el vecindario le había recibido con entusiasmo, y aun los sacerdotes ha-
bían participado de la alegría jeneral. Bona parte, queriendo granjearse el
apoyo de los clérigos de la capital, les habló en estos términos :
« Ministros de una relijion que también es la mia , les dijo, os miro
como á mis mejores amigos; os manifiesto que consideraré como á pertur-
badores del sosiego público y escarmentaré ejemplarmente como tales, y
aun si necesario fuere, con la pena capital, á todos los que cometan el
mas mínimo desacato contra nuestra común relijion, ó incurran en el me-
nor ultraje contra vuestras sagradas personas.
« Los filósofos modernos , añadió, se han empeñado en persuadir á la
Francia que la relijion católica era la implacable enemiga de todo sistema
democrático y de todo gobierno republicano: de ahí provino la cruel per-
secución que estremó la república francesa contra la relijion y sus minis-
tros; de ahí todo el desenfreno á que se entregó aquel desgraciado pue-
blo... También yo soy filósofo, y sé que en una sociedad, cualquiera que
sea, ningún hombre puede ser tenido por virtuoso y justo, si no sabe de
dónde viene y á dónde va. No cabe en la razón proporcionarnos la menor
luz sobre este punto; sin la relijion se está caminando á ciegas, y la reli-
jion católica es la única que franquea al hombre luces positivas é infalibles
sobre su principio y su fin postrero »
No hay que achacar este lenguaje á la política de un soldado ambicio
so. Aunque indiferente en materias relijiosas, como lo manifestó en el
Cairo , distaba mucho Bonapartede ser irrelijioso. « Mi razón, decia, me
hace incrédulo tocante á muchos puntos; pero las impresiones de mi niñez
y las inspiraciones de mi primera mocedad me envuelven en la incertidum-
bre. »
No cabe duda en que obraba á impulsos de la necesidad política de la
relijion , como lo manifiestan el Diario de Santa Helena, las Memorias
de Napoleón, el doctor O' Meara, Pelet de la Lozere y Thibaudeau. « Yo
no veo en la relijion , decia, el misterio de la encarnación, sino el miste-
rio del orden social ; ofrece en el cielo un concepto de igualdad que im-
pide que el rico sea asesinado por el pobre — Hemos visto repúblicas
y democracias, pero ningún estado sin relijion, sacerdotes y culto. »
A este modo de considerarlas cuestiones relijiosas, debe atribuirse prin-
cipalmente la acojida que Bonaparte hizo á los curas de Milán, y el dis-
curso cuyos trozos mas notables hemos citado. Por lo demás reconquistada
la Italia en pocos dias, se apresuró el primer cónsul á regresar á Francia
después de haber formado una junta para reorganizarla república Cisalpi-
na, y haber restablecido la universidad de Pavía. El 26 de junio mandó tras-
ladar el cuerpo de Desaix al monte San Bernardo, disponiendo que se le-
vantase en este lugar un monumento á la memoria de aquel héroe man-
cebo. El 29 llegó á Lion , en donde quiso señalar su tránsito con un acto
DE \\l»ni.F.n\ i»'.
reparador que le conciliar» dc*dc entonces el afecto de aquella cinn.l. é
industriosa ciudad, en cuyo regazo no ha cesado mi nombre de menear
aceptación. Decretó la reedificación de la* indiadas de Bcll'-muí i \ .1 mi*
ino puso la primera piedra.
Kl ."» de julio, esto es , antes de lo» do» meses desdi* *u salida do l'an*,
volvió triunfante á la capital en medio de las aclamaciones de un purblo
inmenso. Su primer alan fué premiar el denuedo de sus compañero* do
unió Va al principio de la campaña y en la falda del monte San Rernar
do liabia nombrado imiimkr orajarkro i>k i.a rf.pi hlic.a al arrojado l.atour
dc-Auvergne, que rehusaba todo ascenso A su represo, y después dn tan
\elo/ espedicion coronada con victoria tan esclarecida, crc\oojH»rlunoba
cer varias promociones y distribuir despachos de honor
Mientras que el primer cónsul recobraba en pocos dins la |«rte mas
hermosa de Italia, Bruñe y Bernadottc, comandantes en jefe d<- los ejérej
tos del oeste, habían pacilicado la Bretaña, y con este motivo schabiadis
puesto una función á la concordia de todos los Franceses. I n decreto con
Milar del 1*2 de junio suspendió su celebración hasta el I i de julio, para
que la nación hermanase en una misma consagración el regreso de la con-
cordia y el nacimiento de la libertad; y para que nada faltara á tan escel
sa solemnidad , se fijó para el mismo día la colocación de las primeras
piedras de las columnas departamentales y sobre todo de la nacional
unas levantadas en las cabezas de los deparlamentos . y oirás en París en
la plaza Yendoma , todas á la gloria de los valerosos muertos en defensa
de la patria y de la libertad
23
I1M HISTORIA
El Campo de Marte, que habia recibido á los diputados de todas las
guardias nacionales de Francia en el primer aniversario de julio, en aqnel
dia memorable de la confederación, fiesta cívica que se procuró hacer re
lijiosa, y en la que representó Laíayette el patriotismo en su cuna, yTalley
rand la fe moribunda ; el Campo de Marte volvió á ver, tras diez años de
conmociones civiles y guerras cstranjeras, á los defensores de la revolución,
otra vez reunidos en su grandioso recinto, no para jurar vencer ó morir,
sino para ver atestiguar solemnemente por los diputados del ejército que
se habia cumplido gloriosamente el juramento de los diputados de la guar-
dia nacional, y que la nueva Francia habia vencido á la antigua Europa.
Fn efecto, oficiales enviados por los dos ejércitos del Rin y de Italia des-
plegaron ante los cónsules las banderas cojidas al enemigo , que venían á
ofrecer al gobierno como un homenaje á la patria, y Bonaparte les habló
en estos términos grandiosos t
« l,as banderas presentadas al gobierno delante del pueblo de esta in
mensa capital atestiguan el desempeño de los jenerales en jefe Morcan,
Massena y Bcrthier ; los conocimientos militares de los jenerales, sus te
nienles, y el arrojo del soldado francés.
.V &
DK NAI'OI.KON. <•»»
- \l volvci a los campamentos decid .1 los soldados quc|Mia la éjioca
del I dfl \endinuario, 60 que celebraremos . I aun. 1 .11 unir la i. publica.
el pueblo franco» espera o la publicación de ln pus, o en «i tmo ajos 1 1
encmiiio opusiera obstáculos invencibles, nuevas tanderas, fruto de mi.
V8J uctorias. •
I 11. 1 particularidad se hace reparable cu estafaste arenp Honapain .
teniendo i|u«* |>osponerse a si mismo en la distribución de los elojios que
da á los caudillos) al ejército, sabiendo por otra parte muy bien qncesle
olvido necesario sera compensado con ventaja por los recuerdos del pan
blo, Bonaparle se esmera en real/ar cabalmente ¡i los jenerales que pmlic
ron concebir alguna idea de emulación ; antepone Morcan \ Mastena a
Bertbier, su eonlidentc y amigo. También aleja asi todo asomo de cetos
res|MTto á guerreros tan esclarecidos, al paso (pie maniliesta que no pin-
dó cr formalmente en ellos competidores á quienes temer y rebajar Vqui
se esta viendo el engreimiento del mimen que se deja adivinar y traslucir
|K)r medio de tanto comedimiento imprescindible en el lenguaje de oficio,
y qne nunca patento mas á las elaras el concepto que abriga de su pro
pia superioridad
Kste esplendoroso dia se terminó con un banquete que el primer con
sul dio á las principales autoridades de la república, y en el que dio el brin
dis siguiente :
•Al. II PE ful 10, V AL PIKIH.O KR\>CÉS, M ESTRO SORERAV). •
.
1 94 HISTORIA
El Campo de Marte, que había recibido á los diputados de todas las
guardias nacionales de Francia en el primer aniversario de julio, en aqnel
dia memorable de la confederación, fiesta cívica que se procuró hacer re
lijiosa, y en la que representó Lafayettc el patriotismo en su cuna, yTalley
rand la fe moribunda ; el Campo de Marte volvió á ver, tras diez años de
conmociones civiles y guerras cstranjeras, á los defensores de la revol ucion ,
otra vez reunidos en su grandioso recinto, no para jurar vencer ó morir,
sino para ver atestiguar solemnemente por los diputados del ejército que
se había cumplido gloriosamente el juramento de los diputados de la guar
dia nacional, y que la nueva Francia había vencido á la antigua Europa.
En efecto , oficiales enviados por los dos ejércitos del Rin y de Italia des-
plegaron ante los cónsules las banderas cojidas al enemigo ,que venían á
ofrecer al gobierno como un homenaje á la patria, y Bonaparte les hablo
en estos términos grandiosos:
p I„as banderas presentadas al gobierno delante del pueblo de esta in
mensa capital atestiguan el desempeño de los jcncrales en jefe Morcan,
Massena y Heithier ; los conocimientos militares de los jencrales, sus te
Dientes, y el arrojo del soldado francés.
■
.1 & ,
I>K NAIMH.KON 105
• M \olvei .1 los campamentos decid a los soldados que para la
del I" de vendimiario, ni que celebraremos i-I aimei modela república,
«•I pueblo flanees i ¡|mm i <• la publicación de la POS, Ó M el raso qm- «I
enemigo opusiera obstáculos invencibles, nuevas Laminas, iiotod. mi,
vas victorias. •
l'na parlieularulad se liacc reparable cu CilltiiHOinwpi Rona|>nrte,
leincndo que posponéis.- ,i |j misino en la distribución de los elojios que
da n los caudillos y al ejército, sabiendo por otra parte muy bien <|u. . t.
olvido necesario sera com|>ensado con ventaja por los rccuefdosdd pne
l>lo. Bonaparte se esmera en realzar cabalmente á los jenerales que pndie
ron eoooebir alguna idea de emulación ; antepone Morcan \ MasscM ¡i
Bcrthier, su eonlldentcy amigo. También aleja asi todo átomo de teta
res|Hrto á guerreros tan esclarecidos, al paso que maniliesta que no pne
de ver formalmente en ellos eom|)ctidores á quienes temer y rebajar \qui
se esta viendo el engreimiento del mimen que se deja adivinar y traslucir
por medio de tanto comedimiento imprescindible en el lenguaje de olido,
y q-ie nunca patentiza mas á las claras el concepto que abriga de su pro
pía superioridad.
Kste esplendorólo día se termino con un banquete que el primer con
sul dio á los principales autoridades de la república, y en el que dio el brin
dis siguiente :
•Al. 14 DF JII.IO. V \l. fl K.llMI KKWC.KS, M KSTKO SOItKRAIO. •
CAPITULO XII.
Organización del cuerno Je estado. Congreso de Luncvilic. Fiesta de la
fundación de la república. Trama republicana. Conspira-
ción realista. M.'iqninn infernal.
a lirma de los preliminares de la paz entre
Francia y Austria por el primer cónsul, si
guió de cerca á la celebración del \ 4 de ju
I lio, quedando justificadas las disposiciones
¿•' pacíficas que habia manifestado á los diputa
g^T dos y enviados á Paris por los ejércitos de
Alemania é Italia.
Al cabo de un mes , Bonaparte se dedicó á organizar el consejo de es-
tado, y nombrar los que debían componerlo. El 5 de setiembre, firmó un
tratado de amistad y comercio entre la Francia y los Estados Unidos, y el
20 del mismo mes, negándose el emperador á firmar los preliminares de la
I)K N\l'<)| I n\
497
paz, apunta otro congreso en l.unevHle, hallándose representada la ropnMi
ea por el jeneral Ctafta
\a función del 1 Al \»ii<lnniario no íné menos ostento»! que la del
44 de julio. Asistieron á ella diputados de todas las autoridades departa
mentales, habiéndose fijado el mismo dia para la colocación de la primera
piedra del monumento nacional (pie debia levantarse en la plata de la
Victoria á la memoria de Desaix y de hleber , muertos ambos en un mis
mo día, el uno en Marengo con los tiros enemigos , el otro en H Cairo con
el puñal de un asesino. I a traslación de las cenizas de Turma al templo
de Marte, decretada por los cónsules, realzo el esplendor del aniversario
aywS.W;y¥o«¿-
de la fnndaeion de la república. Con este motivo el ministro de la goerra
Carnot pronunció un discurso, y ningún labio era mas dignoqueel suyo de
tributar encomios al guerrero inmortal cuyos restos honraba la Francia. La
ciencia militar, el desempeño, las virtudes públicas y privadas del gran
capitán de la monarquía, fueron celebradas por el gran ciudadano de la re
pública, que había puesto, como Turena, al servicio de su país su virtud
inalterable y su profundo conocimiento en el arte de la guerra. Carnet
supo hermanar con los nombres de Kleber y l>esai\ el del adíente y sabio
198 HISTORIA
Latour-de-Auvergne, que acababa de fallecer en Alemania, y cuya muerte
lastimaba á los descendientes del grande hombre, ácuya memoria rendía
solemne tributo. Esplendoroso dia fué para todos los Franceses, engreídos
y ansiosos con este nombre, aquel en que la patria reconocida pudo encum-
brar en el templo de la fama ásus esclarecidos hijos, bajo los auspicios de
un gobierno que tenia por ministro á Carnot y por caudillo á Bonaparte.
La inauguración del Pritaneo en San Ciro contribuyó también á la ce
lebracion del octavo aniversario de la fundación de la era republicana.
Sin embargo á pesar del boato de las fiestas cívicas y de los conatos
del cónsul para no lastimar á los patriotas recelosos sobre la naturaleza
de sus segundas intenciones, la manera con que se había apoderado de la
potestad, y las disposiciones posteriormente manifestadas harto patentiza
ban su impaciencia por acabar con las instituciones republicanas, para
que los veteranos del partido republicano , ya muy airados, no hallasen
entre ellos algunos fanáticos capaces de idear y poner en planta el asesi-
nato de un hombre que miraban como á un tirano y un usurpador. El ex-
diputado Arena, el escultor Cerachi , Topino Lebrun, discípulo de David,
y Damerville fueron de este número; y un mentecato llamado Harrel
especuló con el odio que profesaban á Bonaparte, y los metió en una cons
piracion , cuya trama descubrió á la policía , y fué tal la serenidad del
primer cónsul respecto á los conspiradores, que no dejó de asistir á la
representación estraordinaria de la ópera en donde tenían dispuesto aco-
meterle.
Por su parte los tenaces partidarios de los Borbones, que un momento
antes se lisonjeaban de encontrar un Monck en Bonaparte, viendo que ya
no podían abrigar aquella loca esperanza, empezaron á conspirar con
tra él. Hermanáronse la malevolencia estranjera , la emigración y la
chuanería, y de su conjunto resultó la máquina infernal. Era el 5 de nevo-
so; el primer cónsul iba á la ópera, en donde se representaba por pri-
mera vez la Creación de Haydn . Acompañábanle Lannes , Berthier y
Lauriston. Al pasar por la calle de San Nicasio, oyóse la csplosion de
un barril de pólvora colocado sobre un carro. A haber tardado diez
segundos, Bonaparte y su acompañamiento quedaban en trozos. Afor-
tunadamente el cochero, que estaba beodo, aguijó á los caballos mas de
lo que acostumbraba, y esta celeridad , debida á tan estraño acaso, pre-
servó al hombre cuyo trájico íin hubiera cambiado los destinos de Fran-
cia y Europa. « Estamos minados, esclamó el primer cónsul. » Lannes y
Berthier insistían para que se volviese á las Tuilerías. « No, no, dijo Bo
ñaparte, á la ópera. « En efecto, compareció allá, se sentó en el primer
asiento del palco, mostrando un rostro tan sereno como si reinase en su
alma el mas cabal sosiego. Sin embargo no era así, y al cabo de algunos
momentos, dados á esta demostración pública de tranquilidad, se dejó ai
DE \ M'OI ,Ki\ iwi
rcbntnr por H ímpetu de mis lÉ^tMoiWI y nrndió n fosTnderi*»*. á donde
llegaban los |>or*onnje* influyentes de la épora para saber lo qno habia
Mínenlo y lo que iba a sureder. A ponas llegado M medio de ellos, lk)iin
partí M- disparó COII todn su (nria jrninl. y ron voz rocín le* dijo : • Ean
os obro do los jnrobinos: los jnrobinos me lian querido asesinar \o
lereinu en «^to ni nobles, ni saeerdotes, ni cbtWMi Yn sé n lo qtie
dobo atenerme y M me banni IMMtt1 nno por otro bM rs un f> dpe de
los sehombristns. di l#f imitados cubiertos do cieno que MAfl <n ron
lúiim revuelta, en conspiración permanente, en batallón cerrado contra
lodos los gobiernos que lian ido sobreviniendo. EMfe golpe c* obm de nr
listas y pintores de imajinneion nrnlorndn. y de nn poro mas de iinfni
200 HISTORIA
que el pueblo, sobre quien ejercen su influjo. Esta es obra de los asesi-
nos de Versalles, de los facinerosos del 51 de mayo , de los conspiradores
de praderal, de los autores de todos los crímenes cometidos contra los go-
biernos. Si no se les puede enfrenar , habrá que esterminarlos y despejad-
la Francia de esa hez odiosa. Que no haya compasión con semejantes mal-
vados »
Estas palabras, en que la aprensión se juntaba con la ira muy funda-
da , fueron repetidas con poca variedad en una respuesta del primer cón-
sul á una diputación del departamento del Sena; pero lo lastimoso fué
que se siguió á ellas el suplicio de las víctimas que el ájente Harrel había
eutregado á la policía, y el estrafiamiento de ciento y treinta ciudadanos á
quienes hacían sospechosos la perseverancia y el denuedo de su patriotis-
mo. El ministro de la policía Fouché, que tenia que disculparse de no ha-
ber precavido y desbaratado la atrocidad, se mostró uno de los mas ardien-
tes en castigar á los supuestos culpados, y las providencias que propuso
merecieron desde luego la aprobación del primer cónsul, cuyas sospechas
contra los republicanos estaba fogueando y dirijiendo de tiempo atrás. Por
una combinación que no admite disculpa, no se contentaron con proscri-
bir en globo á ¡nocentes, quisieron también hollarlos con menosprecio y
oprobio, asociando monstruosamente los honoríficos nombres deTalot,
Destrem, Lcpelletier-Saint-Fargeau, etc. etc., á los de algunos terroristas
sangrientos y forajidos, á los que se empeñaron en apellidar setiembristas,
con el fin de hacer su complicidad mas agravante para aquellos republi-
canos irreprensibles que se intentaba envilecer y estrenar al mismo tiempo.
DE \ VPou.nv 201
M rabo de un mes m descubrió que el crimen en obra do los realistas;
dos emisarios de la chuaneria, llamados Carbón y Siint-Regcnt, eoOTictOf
de ser autores del atentado, fueron condenados i muerte y ejecutados; pe
i o este castigo do los verdaderos reos no hizo revocar la disposición que
el gobierno liabia tomado do pronto contra los demócratas inocentes que
á su transito por Nantcs habian estado á punto de ser victimas de la in
dignación pública.
Esta justicia directoría! tropezó con pocos oponentes, tan descollante
era a la sazón el concepto á favor de Ronaparte. Kl almirante Truguet
arriesgó algunas rellcxioncs en favor del partido cuyas doctrinas profesa
ba, quejándose de que el espíritu público se iba estragando con publica
ciones que pregonaban la monarquía y el gobierno hereditario Istoalu
dia al escrito intitulado Paralelo entre César, CromwoH y Ronaparte, que
se publicaba bajo la protección del ministro del interior, y parecía destina
do a las claras para sondear las disposiciones del pueblo francés sobro la
revolución que Ronaparte estaba ideando
CAPITULO XIII.
Creación de los tribunales escepcionales. Obras públicas. Tratado de Ln-
neville. Fomento dado á las ciencias y á la industria. Tratados de
paz con Es a fia, Ñapóles y Parnia. Concordato. Paz
de Aniietis. Te-Deum en Nnestra Señora.
os escritos destinados á labrar los ánimos para
una nueva revolución en la forma del gobier
no, no siendo acojidos como debian hacerlo
^ suponer el favor popular de que gozaba el con
sul , y el desconcepto en que habían caido los
^pensamientos y las instituciones republicanas,
se disimuló su oríjen gubernativo, posponien
do atinadamente los intentos que traian consigo. Pero la máquina infer-
DE \ iPOLEOtS ««
nal motivó la creación de tribunales especíala y jurisdicciones deescep
cion, que fueron instrumentos de I» potestad absoluta que el primer con
Mil ejercía realmente sobre la Francia. Esta temible instituto sublevó en
el tribunado la animosa Oposición de Benjamín -Constan!, Daunou, Cingue
né, chenier, Isnard, etc. Trcsó cuatro voces jcaerosas, las de Laabndite,
Lmjuinais, Carat y lenoir-laroche, se oyeron también en el senado; pero
los defensores de las libertades públicas tuvieron una gran minoría, y los
deseos del cónsul fácilmente se convirtieron en disposkiooei Icjislativas.
Al par de estas providencias reaccionarias , veíanse diariamente actos
que manifestaban el mimen que debia realzar la gloria y el poder «le la
Francia. Por todas partes se abrían carreteras y canales, las nobles artes
descollaban coa nuevo esplendor , los descubrimientos científicos recibían
mayor fomento, y el comercio y la industria rompían por sendas basta en
tónces desconocidas.
Restablecióse el 17 de enero de I KOI la compañía de África, y el pri
mer cónsul trasportándose en pensamiento del Atlas á los Alpes y atarean-
do en su grandioso anhelo los intereses de la civilización entre los pueblos
cultos y los bárbaros, cometió por un decreto de aquella misma fecha al
jencral Turreau el encargo de presidir á la construcción del hermoso ca
mino del Simplón.
Fl *.) de febrero se lírmó la paz continental en Lunevillc, valiéndose
Bonaparte de esta circunstancia para aci.sar al gabinete inglés de ser el
único obstáculo á la pacificación universal. «¿Porqué, dijo al cuerpo le
jislativo y al tribunado en su mensaje, porqué no es este tratado el de la
pazjeneral? Este era el deseo de la Francia y el objeto constante de todos
los conatos del gobierno; pero ellos han sitio vanos. La Europa sal>c todo
lo (pie el ministerio británico ha hecho para que se frustrasen las negocia-
ciones de Lunevillc. » Luego respondiendo á los parabienes que le dírijió
el cuerpo lejislativo, dejó columbrar el grandioso concepto del bloqueo
continental. «Todas las potencias del continente, dijo, se hermanarían
|>ara hacer que la Inglaterra vuelva á la senda del comedimiento, de la
equidad y de la razón. »
Blasonando también de la paz interior que había precedido á la este
rior, manifestó el cónsul su contento por la armonía y hermandad que ha
bia notado en los departamentos que acababa de visitar, añadiendo: «Asi
no debe darse ninguna importancia á las palabras indiscretas de algunos
individuos. » Lo cual era una alusión á los atrevidos discursos pronuncia
dos en el tribunado con motivo i!o los tribunales estraordinarios. I este
cuerpo se le consideró desde este momento como el último refujio del es
piritu republicano, y debió pensarse en sofocarlo , primero cercenándolo,
y luego suprimiéndolo completamente.
Al tratado de Luneville,firmado principalmente con la corte de Viena,
20 <
HISTORIA
se siguieron otros particulares con Ñapóles, Parma y Madrid. Hacíala mis-
ma época Bonaparte formó los departamentos del Roer, Sane, Rin y Po-
seía y Mont-Tonnerrc, y como el engrandecimiento y la pacificación de
la república dcbian acompañar á su prosperidad material , obtuvo el cón-
sul una autorización por medio de una ley para plantear lonjas, y mandó
que se hiciera anualmente en el mes de setiembre una esposicion pública
de los productos de la industria francesa.
Libre de todo recelo por parte de las potencias continentales y habien-
do logrado aislará la Inglaterra, al menos en apariencia, con el nuevo
sistema que la revolución victoriosa acababa de imponerá la diplomacia
europea, fundaba Bonaparte grandes esperanzas en la amistad personal
que le enlazaba con el czar Paulo I. El asesinato de aquel príncipe, acaeci-
do en la noche del 25 al 2 i de marzo, trastornó todos sus proyectos. Luego
que supo este suceso, manifestó el mayor desconsuelo, y mandó insertar
en el Monitor la nota siguiente:
« Paulo I ha muerto en la noche del 23 al 24 de marzo. 'La escuadra
inglesa pasó el Sund el 50. La historia nos dirá qué relaciones pueden
mediar entre estos dos acontecimientos. ■
Ksta era la segunda vez que Bonaparte veía frustrados los grandiosos
intentos que habia ideado para derribar el poderío inglés en las Indias.
Sin ombargo, no le bastaba al primer cónsul el haber vencido á la Eu
ropa , pacificado la Francia, alentado el comercio y la industria y fomen-
tado las artes y las ciencias. En medio de sus inmensas y gloriosas tareas
y de sus fundaciones grandísimas, daba todavía por incompleto su edifi-
cio, careciendo de lugar para la relijion. No cabe duda en que hasta en-
tonces no la habia desconocido ni menospreciado; pero aun no habia dis-
puesto nada para ella, ora en los tratados, ora en las leyes , y aunque el
clero habia tenido también su parte en las finezas consulares, su nueva
posición, por muy ventajosa que Bonaparte la hubiese hecho, no por eso
dejaba de ser continjente. Para encumbrarla sobre cimientos legales entró
el primer cónsul en negociaciones con Roma y firmó un concordato con
Pió VIL Los filósofos que le cercaban y habían vitoreado la revolución de
brumario , porque consolidaba su encumbramiento repentino, se queja-
ron de esta reacción rclijiosa, pues hubieran querido que Ronaparte se
proclamara cabeza de la relijion galicana y rompiera definitivamente con
la santa sede; pero el primer cónsul conocía mejor la trascendencia de la
relijion en la mayoría y cuan espuesto era lastimar á la nación en globo
por parte tan vidriosa.
Durante el curso de la revolución y bajo el reinado del filosofismo
perseguidor de la Montana y del Directorio, algunos habiau sentido el va-
cío que deja en el estado la falta de relijion, y en balde habian echado el
resto para suplirlo, unos con fiestas al Ser supremo, otros con el culto de
DE NA POLEO tN 200
los teofllánrropos. «Kl qae lograra reemplazar la Divinidad n el riitaaas
del uuiverso, había dicho Robespierre, seria para mi Mn prodqio da talen
lo; pero el qne, sin haberla reemplazado, Irale de borrarla da la Diente de
los hombros os un portento <lo estupidez ó de maldad. •
Mgunosaños después, i»»* Maistre,nno de los entendimientos mas ,11
(•timbrados y profundos del partido de la emigración . al lamentarse de la
relajación de los vínculos sociales, de la decadencia de los principios mo
rales y de la instabilidad de las solieran ias que carenan de cimiento, hahia
atribuido el desorden universal a la desaparición de la fe, csclamando.
que á vista de tan triste espectáculo, cualquier verdadero filósofo debía
optar entre una de estas dos hipótesis, » o que el cristianismo seria rejene
rado por algún medio extraordinario; ó que se formaría una nueva reli-
jion. »
Bonaparte, á pesar de la sublimidad habitual de su mimen, no vio la
urjente alternativa en que el pensador católico habia puesto á todo verda-
dero filosofo. Para él las creencias rolijiosas, tan varias entre las naciones,
solo eran superstirionos que el tienijM) arraigara, aprensiones de la niñez
en los pueblos, impugnadas por la razón, cuyos progresos no habia hecho
mas que eontrarostar, y que sin embargo imponían en su vejez ciertas con
sideraciones al estadista. Del cristianismo, solia decir, aun cuando le lia
maba la verdadera relijion, que «la instrucción y la historia eran sus roa
yore* enemigos. »
Kraesto sentenciar al divino coloso que fué durante quince siglos el
do|>ositario del saber y el maestro de la razón humana, no por el magnifico
cuadro de su influjo civilizador en lo sumo de su encumbramiento, sino
por el trihte espectáculo de su pugna con la ciencia y la razón en el resba
ladero de su decadencia. Al oponer asi la instrucción y la historia al cris
tianismo sin deslindar tiempos ni sitios, trascordaba Bonaparte el estrecho
miicuIo que medió entre la relijion y el saber, y entre la relijion y la po-
lítica, al formarse las sociedades modernas en la lucha de las creencias
cristianas y de las costumbres caballerescas contra las repugnantes tradi-
ciones del mundo pagano y las supersticiones rastreras de las naciones
idólatras : alianza indisputable sin embargo y en que descuellan con es
plendor los nombres de los Pablos, Clementes, Agustinos, Jerónimo- >
Bernardos, al par de los de Hildebrando, f.arlomagnoy Alfredo.
Kl entendimiento encumbrado de Bonaparte no podía menos de ador
mecerse también , como suele hacerlo el mimen de Homero , pues al dar
por sentada la contraposición de los dogmas cristianos y de las doctrinas
lilosólieas, llegaba a negar, no tan solo el auxilio supremo del elemento
relijioso en el desarrollo racional y la perfección política de las sociedades
humanasen lo pasado, sino también la perfectibilidad del alcance huma
no en materia relijiosa ; lo cual dio en espresar bajo esta formula vulgar.
200 HISTORIA
que « todos debiaii vivir en la relijion de sus padres (O'Meara ) , y que no
quería que se estableciesen otras nuevas ( Pelet de la Lozere). »
Si conceptuara Bonaparte el influjo social de la relijion muy del caso
para lo venidero, se hubiera podido figurar que esta relijion no podia ser
ya , al cabo de tres siglos de protestas y dudas filosóficas después de Ba-
con y Descartes, Voltaire y Rousseau, lo que habia sido cu la edad media;
y hubiera podido añadir á su carrera conquistadora, lejisladora y revolu-
cionaria política , la de reformador relijioso. Entonces hubiera comprendi-
do la necesidad de optar, á que intentaba someter De Maistre á^los filósofos,
y llevando al dominio de la relijion el afán activo y fecundo de su numen,
hubiera favorecido ú ocasionado la rejeneracion del cristianismo ó la apa-
rición de una nueva creencia, según se hubiera decidido por una ú otra
de estas dos hipótesis, según hubiera hollado la senda en que entró poste-
riormente el ilustre Lamennais, ó la que han tratado de abrir innovadores
cuya osadía ha merecido á veces la aprobación de los dos primeros poetas
de Francia , Beranger y Lamartine.
DE N \ POl.lo N 207
Poro Honaparto , moro deísta , y cifrando su rclijion |>orsnnal en una
creencia abstracta, solo veía, como filosofo, on las rolijionos positivas unos
enemigo* perpetuos de la ra/.on y del sabor, y romo estadista, solo medios
do empaje sobro ol pueblo, ó ostorhos para la potestad según la naturali-
za do sus relaciones con los gobiernos. Por tanto . bailándola mayoría do
la nación franeesa adieta al catolicismo, natural ora «pie. bajo el concepto
que le hacia osolamnr que eada cual debía vivir y morir on la rehjioo ét
sus padres, so afanara por zanjar eon la santa sede los internes del culto
eatolieo, aparentando restituir á la Iglesia f al episcopado su antiguo espíen
dor, y avinioudoseá eneubrir sus opiniones íntimas, su indiferencia é m
credulidad bajo las mas grandiosas demostraciones do una fe ministerial
Así arrostrando los escarnios de su corto, mandó cantar un Te-Deum en
Nuestra Senora.con motivo del concordato y de la paz con la Inglaterra que
acababa do firmarse en Asuena. Todos los personajes eminentes ala sazón
acudieron á esta fiesta rolijiosa. Cuando taimes y Augercau. que forma
ban parto del séquito de los cónsules, supieron que iban á misa, trataron
de retirarse. Bonapartc les dio orden de asistir y se entretuvo al dia si
guíente on preguntar taimadamente á Augercau qué le había parecido la
ceremonia. Pero el bizarro campeón de Areola y Lodi le respondió: «Muy
hermosa; solo faltaba un millón de hombres que han muerto por destruir
lo que restablecemos. »
Desabrida al par que exajerada fue la contestación ; pues el millón de
hombres no habia muerto por derribar la rclijion , sino para impedií
que volviesen los abusos, diezmos, franquicias y privilejíos eclesiásticos,
y ol concordato nada de esto restablecía. No cabe duda en que la revota-
cion asaltó al pronto, por lo monos al parecer á la rclijion misma, dispo-
niéndose para derribar todos los cultos cristianos y sustituirles el de la ra-
zón; pero este recuerdo ora el que eabalmente debía borrarse. Su afán
no era solo acabar con la opresión y la arbitrariedad, asegurar el triunfo
de un partido sobre otro , libertará los eselavos para avasallar á los amos,
facilitar á la filosofía odiosas represalias contra la intolerancia rolijiosa >
no dar al mundo mas que el escándalo de un dilatado bacanal. Lejos de
esto, no podia triunfar definitivamente sino probando que su causa era la
de toda la sociedad ; que el nuevo derecho que habia creado amparaba a
todos los miembros del estado sin distinción de clases, opiniones ni creen
cías. \ que bajo su tandera habia resguardos para todas las tradiciones,
que aun podían ser objeto do los respetos populares, y para todos los inte
roses físicos ó morales que dejalwu de serlo hostiles. Cuanto mas rigurosa
ó implacable habia sido con los sacerdotes cuando se habia tratado de
(potarlos la rica parte que el réjimen antiguo les habia concedido eu la
distribueion de los privilejíos sociales, ó habia sido preciso castigar
sn resistencia . tanto mas debía empegarse en manifestar que sus rigores
208 HISTORIA,
solo so aplicaban á las desigualdades-monstruosas establecidas en beneíi
ció del clero y á la hostilidad activa de los privilejiados desposeídos con
el nuevo sistema; porque si esta tenaz hostilidad habia dado motivo á que
se cerrasen los templos, y acarreado el desenfreno de los apóstoles de la
razón y trasformado las iglesias en bodegones , mientras habia durado la
lucha, indispensable se hacia que la revolución victoriosa declarase rui-
dosamente , al volver la paz y la concordia , que solo accidentalmente y
por necesidad habia sido enemiga del sacerdocio y del culto ; pues no
era incompatible para ella la relijion del mayor número, y lejos de pro-
fesar el ateísmo, como vulgarmente se le tachaba, estaba propensa, no
solo á tolerar, sino a practicar las creencias existentes, con tal que no
acarreasen novedades al pueblo, que necesita por alimento relijioso ob-
jetos abultados y ajenos de sublimidades inesplicables. Esta fué la mani-
festación solemne y necesaria que hizo la revolución al negociar con Ro-
ma, dando publicidad al concordato y yendo con grandiosa pompa á misa
en la persona del mas glorioso de sus hijos y el mas esclarecido de sus in-
térpretes. Si el partido de la contra-revolución miró este paso como un
triunfo para su causa, gravísimo fué su error. Cuando Henrique IV halló
que París valía « una misa» , y consintió en hacer profesión pública de
catolicismo, estos actos de condescendencia , al quitar á sus enemigos el
arma en realidad mas acerada que pudieran emplear contra él , no reani-
mó, sino que dio al través con el partido de la liga.
« El concordato de 1801 , dijo Napoleón en sus Memorias, era nece-
sario á la relijion , á la república y al gobierno Puso coto al descon-
cierto, desvaneció los escrúpulos de los compradores de bienes nacionales
y rompió el último hilo con que todavía se comunicaba la antigua dinas-
tía con el pais ■ En una de las conferencias que precedieron á este
acto, habia soltado esta espresion : «A no mediar el papa, se hacia forzoso
el plantearlo para esta ocasión , como los cónsules romanos nombraban
un dictador en las circunstancial críticas. »
Por lo demás, Ronaparte, reconciliado con la iglesia romana, dio una
nueva prenda de duración á esta alianza fundando reinos en el suelo ita-
liano, el mismo que en otro tiempo habia querido cubrir de república/;.
La Toscana se constituyó en monarquía bajo el mando de un infante de
Parma á quien habían quitado sus estados para incorporarlos con la Lom-
bardía. Este príncipe, revestido con el dictado de rey de Etruria, visitó la
capital de Francia bajo el nombre de conde de Liorna. Hiciéronsele brillan-
tes festejos en que volvieron á aparecer los primores y modales de la anti-
gua aristocracia. Toda la magnificencia de aquel recibimiento no alcanza-
ba á encubrir la nulidad del personaje que la motivaba, y mostrando alguien
á Bonaparte alguna estrañeza al ver encumbrado ala suprema dignidad
un hombre de tan escasos alcances, respon dio : « Así lo ha querido la política;
DI. N\l»nu:n\ un
por lo domas es muy «l*»l caso que la jnventn l.qnc mi ha visto rc\c> \c.i
como están hechos. »
, No era «'sto decir (\\u> sus segundas intenciones di* reconstrucción
monarquía llevaban siempre la estampa y sello revolucionario . y que si
la \ imbloa lejislntivn y la Convención habían ajeado al rey de la sobera
.na . él estaba llamado á proseguir el intento y destruir el prostijio pro
lector de la misma planteando reyes?. . . .
Pero si el primer eónsul manifestaba entre las csterioridades de un
agasajo ostentoso el menosprecio que le infundía el rejio personaje que
acaltaba de imponer á la Finiría, por otra parte osó de menos boato y
ceremonial y mas injenuo esmero en el recibimiento de un nuevo huésped
llegado de las orillas del Támesis. No era una nulidad soberana encabrien
do, 1k\jo las insignias y el lujo délas cortes, la escasez de su talento y la estro
• hez do su alma: era un entendimiento elevado, un hombre muy superior
en el que dijo Napoleón que, «el pecho encumbraba el mimen , al paso
que en Pitt, el injenio apocaba el corazón. » Este personaje era Fov
Rooaparte dispensó al esclarecido Inglés el mayor afecto y aprecio
« Venia ti visitarme con frecuencia, dice en el Memorial; la nombradla me
había enterado do su talento, y pronto reconocí en él una alma grandiosa,
un buen corazón, miras elevadas y jenerosas, liberales, en lin, un realce
«le la humanidad. Yo le quería. Hablábamos á menudo sin ninguna preo
capación acerca de muchos objetos.... Fox es un dechado para los e>i van
tas . y su escuela debo rejir al mundo tarde o temprano. ...»
El afecto que manifestó el primer cónsul para con Fox \ino a jcnorali-
27
•2Í0 HISTORIA
zarse en Francia, « Recibiósele como un triunfador en todas las ciudades
por donde pasó. Hiciéronsele espontáneamente festejos y se le tributaron
los mayores obsequios por donde quiera que lo conocieron. » (O Meara).
La revolución francesa no debia menos á su perseverante amigo, y
treinta y siete años después quedará colmadamente retribuida por el aga-
sajo hecho á Fox con el recibimiento que el pueblo inglés haga á un sol-
dado de Napoleón, á un veterano de la república, y esto será porque la
escuela de Fox y Mackintosh, popularen Francia en 4801, llegará áser
lo en Inglaterra en 4858.
CAPITULO XIV
Desde el tratado de Aniinis ( J5 «le marzo de 18OI ) hasta el rompimiento
de la Francia con U Inglaterra (22 de mayo de 1803 ).
\ Étí&
a revolución francesa habia abierto un hueco
en el sistema europeo que nadie hasta entonces
habia podido llenar. Tal fué la hermosa espío
sion de Burke. Con efecto, aquel hueco estaba
asustando á todos los gabinetes con sus ensan-
ches por Alemania é Italia; pero los apuros del
erario, el cansancio de los pueblos, la neeesi-
' dad de rehacerse de tantas batallas perdidas
y campañas desgraciadas , el temor de nuevos desmanes , y también una
especie de creencia supersticiosa en la fortuna de la república y de su cau
dillo, todo esto habia hecho doblegar la Europa cristiana y feudal ante la
prepotencia irresistible de la Francia revolucionaría; y en adelante el pue-
blo libre, tanto tiempo acometido por naciones esclavas, y herido con su
reprobación como impío y rejicida , habia llegado á reconciliarse con la
212 HISTORIA
iglesia romana y la monarquía, siu retraerse un punto de sus principios
ni de sus actos con el papa ni con los reyes.
¡Cuan asombrosa era la situación de la república francesa! Después
de haber sostenido con heroísmo, durante diez años, el peso, á veces po
derosísímo, de una larga guerra para librarse del dominio de los privile
jios, se vciaal fin en la cumbre del poderío, gozando engreída y sosegada
los beneficios de la igualdad, y pudiendo maravillar al mundo con los
portentos de la paz, así como lo habia asombrado con los prodijios de la
guerra. Si sus ejércitos se componían de los mas valientes soldados y de
los mejores capitanes del siglo , sus administraciones contaban en su se
no lodos los prohombres que habían descollado con su desempeño en los
negocios públicos; sus juntas políticas contenían la flor de los oradores y
estadistas europeos ; su Instituto no tenia par entre los cuerpos académi
eos; sus sabios presidian á los descubrimientos cuya iniciativa habían to
mado; sus literatos, poetas, pintores y escultores empuñaban el cetro en
el dominio de las artes ; su comercio e industria, enriquecidos en poco
liempo con puentes , carreteras y un sinnúmero de canales , ostentaban
sus adelantos bajo las bóvedas del Louvre,como para desairar el fausto es
toril de la antigua monarquía con el fecundo lujo de la nueva Francia ; la
juventud, para educarse digna de aquella grandiosa temporada, veía es
cuelas abiertas para cada especie de instrucción, y hallaba en el erario un
arrimo para entrar en los liceos; sus museos y bibliotecas se enríquecian
con el fruto de sus conquistas y la victoria le traia á París la Venus de Me-
diéis y la Palas de Velletri. Finalmente su nombre, temido de los reyes, era
objeto del respeto y la admiración de los pueblos. De modo que, gloria
militar, política y literaria; triunfo de la civilización por las armas, las
ciencias , las artes y la industria ; tranquilidad completa en el interior ,
paz universal en el estertor, y además BONAPARTE ensalzado al asiento
de primer majistrado Esta era la situación de la república írances;i
después de la paz de Araiens.
Nada faltaba pues entonces á la grandiosidad y prosperidad de la Fran
cia. Pero aquel estado floreciente envidiado de la Europa hallaba en la
constitución misma inevitables probabilidades de instabilidad. Todos esta
bau convencidos de que las victorias, pacificación, poderío y esplendor
de la república eran en gran parte obra del hombre estraordinario que la
providencia habia enviado en auxilio de la revolución, y también opinaban
todos que la permanencia y conservación de tanto esplendor y poderío es
tribaban á la sazón, y aun por mucho tiempo estribarían en el numen que
los habia dado á luz. ¿Cómo cabia pues maliciar que su numen criador y
conservador pudiese quedar alejado del timón del estado y despojado de
su instituto á impulsos del mecanismo constitucional y la intervención de
los amaños y maquinaciones? ¿Cabia en la racionalidad suponer que eJ
l)K NAPOLBOM til
primero cu sei\ icios. |k>ha, intelijencia, voluntad y todo el desempeño
(Ir guerrero y estadista, pudiese quedar arrinconado en un puesto sulml
turno por una necesidad legal? Kl senado había creído hacer Instante,
cuando. á propuesta del tribunado. que pedia una prenda del reconocí míen
lo nacional para el primer consol , liabin nombrado á Bonapartc cónsul
por diez años. Pero esta próroga dejaba la majistratura suprema con su
carácter temporal, y por consiguiente, no hacia mas (pie ir dilatando in
rom ementes y peligros (pie era del caso precaver y alejar interminable*
mente. ln humbre como Boiuqiarte, en la situación que habia propon n>
nado a la Francia y la que esta le iria rodeando, ya no podia, al cabo de
cinco ni de diez años, volver á ser un mero ciudadano, ú avenirse á que
dar el segundo en el estado. Tan solo el destierro ó la muerte podinn se
pararle de la Francia y derrocarle del sumo encumbramiento. Asi lo con
ceptuaron Unto el mismo como la Francia, porque habiendo tenido a me
nos el \oto con que el senado le habia conferido el consulado por diez
aiios. apelo al pueblo proponiéndole esta pregunta: «¿Será Ronaparte
cónsul perpetuo? *\ acudiendo el pueblo atropelladamente alcscrutinio,
respondió aJinnativamente con tres millones de votos.
214 HISTORIA
El senado , ansiando que se olvidara, en cuanto posible fuese , su in-
tempestiva cortedad, se afanó en pregonar el voto del pueblo, añadiendo
el realce de una nueva prerogativa para el primer cónsul , la de elejir su
sucesor. Bonaparte respondió á la diputación de aquel cuerpo •.
i Senadores,
• La vida de un ciudadano es de su patria. El pueblo francés quiere
que yo le vincule la mia Obedezco á su voluntad
« Al darme una prenda nueva y permanente de su confianza , me im-
pone la precisión de afianzar el sistema de sus leyes con próvidas institu-
ciones.
« Con mis conatos , vuestro ánimo y el de todas las autoridades , la
confianza y voluntad de este inmenso pueblo, la libertad, igualdad y bien-
estar de la Francia, quedarán escudados contra los caprichos de la suerte
y contra la incertidumbre del porvenir El pueblo sobresaliente será
el mas venturoso como el mas digno de serlo , y su felicidad acarreará la
de toda Europa.
« Entonces ufano de ser llamado por disposición de aquel con quien
todo se eslabona para devolver á la tierra la justicia, el orden y la igual-
dad, oiré sonar la hora postrera sin desazón ni zozobra acerca del concep-
to de las jeneraciones venideras. »
En efecto', la opinión de las jeneraciones contemporáneas era para él
una prueba terminante y un anuncio precursor del endiosamiento que la
posteridad le estaba reservando. Sin embargo, el voto popular que le ha-
bía asegurado el goce vitalicio de la majistratura suprema , padeció sus
protestas aisladas , que solo sirvieron para realzar á algunos varones sin
menoscabar la universalidad y precisión del voto nacional. Imposible era
que de otro modo sucediese. El consulado perpetuo estaba al parecer fijan-
do los destinos de la república con la suerte de un individuo que consti
tuia una especie de monarquía vitalicia que asomaba á la república sobre
el confín de la monarquía hereditaria: ¿cómo cabía embotar los destemples
y los recelos sistemáticos y el tesón de las diferentes ramas liberales for-
madas desde \ 789 para dejar allá plantear con visos de una aprobación
unánime loque les era jenialmente contrapuesto? Pero entonces cabia opi-
nar que la Francia , al revestir á Bonaparte con su inmenso poderío , no
cedia solamente al embate de las circunstancias , y que , en vez de hacer
sencillamente una jestiou provisional de cordura, encumbrando un dicta-
dor, conceptuaba proceder sistemáticamente, plantear una constitución
definitiva, y renunciar en favor de sus caudillos venideros á todas las teo-
rías que invocara con tanta gloria contra sus antiguos señores. Era preci-
so que la revolución, al encumbrar á Bonaparte como el mas esclarecido y
fiel representante de sus intereses actuales y de sus nuevas exijencias, no
DE NAPOLBON MR
se desentendiese de sus prohombres anteriores, ipie por d contrario hiciese
(|iic algunos \elcranos de nuestras jimias nacionales sincerasen su obra
grandiosa. Kl consulado no solo había salvado, sino también esclarecido
la revolución ¡ la Asamblea constituyente y la Convención debían pues ha
llar hombres que protestasen en nombre suyo contra la disposición de los
ánimos i la potestad absoluta, y estorbasen que lasmáximas liberales, pro
clamadas en 1789 y cuya exajeracion habia sido en 1798 una condición
de salvación pública, no quedasen enteramente olvidadas, Li Asamblea
i ■onsiitiiyento resucitó en la persona de tafayette para conceder tan solo
un voto motivado y suspensivo sobre el punto del consulado perpetuo, al
paso que la sombra de la Convención dio un voto absolutamente negativo
por boca de Caraot.
Kl primer cónsul habia previsto la oposición de Lafayette, porque nun
ca habia podido determinar al prisionero de Olmutz, desde su vuelta á
Francia, á que admitiese la dignidad de senador. Si Konaparte cono-
ciera cabalmente á Lafayette, escusara todo paso en demanda suya. La
fayette era, no solo el mismo que en J789, sino que tenia empeño en que
esto se supiese en Francia, en Kuropa y en América. Recordando el gran
dioso papel que tan gallardamente habia desempeñado, ya juntoáWashing
ton , ya al lado de M ¡rabean , se habia constituido un estadista de primer
orden , cuyo concepto ileso le embargaba de continuo, y no trataba por
cierto de doblegarse á nadie. Aspiraba también á que se cifrase en él una
época, apersonar en si un sistema y la bandera de los patriotas del año 89;
y cuando este individuo se aparecía brillando todo con la gloria del hm
quete y de la Bastilla, encumbrado á la cima que el reconocimiento nacio-
nal le habia tributado en los dias esclarecidos de la Asamblea constituyen
te; ¿cómo hubiera podido avenirse á apearse del pedestal que le habian
levantado los vencedores del L4 de julio para sumirse y desaparecer en la
oleada de rendidos que estaban cercando al vencedor del \ 8 de brumario?
Sin duda en las miras del supremo y misterioso regulador de los negocios
humanos, el I s de brumario y eH4 de julio se enlazaban para el desar-
rollo de un plan idéntico, y para el éxito de una misma causa ; pero esta
relación íntima, encubierta en los arcanos del sistema revolucionario de la
Providencia , no por eso dejaba que existiesen entre los varios instrumen-
tos de que alternativamente se habia ido valiendo, según las circunstancias,
para llegar á un mismo fin , todas las incompatibilidades y antipatías indi-
viduales que podían resultar de la diferencia de las situaciones de !os indi
viduos y de los alcances. Asi el patriota de la primera confederación, celo-
so de su inmutabilidad, mal podía hermanarse con el dictador de 1802:
asi Lafayette debió desdeñar la toga de senador y oscurecer garbosamente en
su retiro de tagrange. en vez de adocenarse en el brillante alcázar de las
Tuilerías.
2Í6 HISTORIA
En el tiempo que medió entre el senado-consulto que confería el consu
lado á Bonaparte por diez años y el plebiscito que hizo esta próroga vita-
licia, fundó el primer cónsul la orden de la Lejion de Honor.
« Este instituto, dijeron sus intérpretes ante el cuerpo legislativo, borra
las distinciones que anteponían el blasón heredado á la gloria granjeada,
y los descendientes de los hombres grandes á estos.
Asi tributaba un nuevo homenaje á los principios de la filosofía moder
na y constituía la verdadera igualdad, fundando la recompensa en el méri
to; pero Bonaparte efectuaba este grandioso invento en medio de un pue-
blo que todavía abrigaba en su seno algunos partidarios de las distincio-
nes hereditarias, naturalmente envidiosasde las distinciones personales, y
algunos niveladores que veían el restablecimiento de la aristocracia anti-
gua ó la fundación de otra nueva en la mas lejítima distinción. Bastaba
esto para que el establecimiento de la Lejion de Honor encontrase oposi-
ción, y debemos decirlo, le dieron sus embates sujetos en quienes no po-
día maliciarse competencia aristocrática ni exajeracion democrática. Ad-
miróse Bonaparte y culpó á los oradores que habían defendido el proyec-
to. Decia « que si la diversidad de las órdenes de caballería y su partícula
ridad de galardones deslindaban los linajes, la única condecoración de la
Lejion de Honor, con la universalidad de su aplicación, era por el contra
rio el distintivo de la igualdad. » Por esta consideración había desechado
los consejos de aquellos que apetecían fuese la Lejion de Honor pura-
mente militar. «Ese concepto, les dijo., podia ser del caso en tiempo del
réjimen feudal y de la caballería, ó cuando los Galos fueron conquistados
por los Franceses. La nación era esclava; únicamente los vencedores eran
libres; lo eran todo; lo eran como militares Es imprescindible que en
DI \ M'OI I UN JI7
rl tiempo nrtii.il se piense de olio modo qnr en Ir» siglo* do barbarie. So-
idos treinta millones di* hombros reunidos |>or las lnrr« , l.i propiedad y el
comercio. Nada son trescientos ó cuatrocientos militan-* para esa mole;
i I. ni ii el caudillo solo mandn por sn desempeño civil . pnes en no ejer
riendo sus moñones , vndve ni orden natural. Kl ejérrito es la nación, ti
se conceptúa al militar prescindiendo del orden riul . se vera rpir <
noce otra les que la fuerza a que iodo lo refiere y que iiontirnoV masque á
si Ks jenial en el militar el quererlo todo despóticamente, y en H
hombre civil el sujetarlo todo á la discusión, á la verdad j a la ii/.mi
No titubeo pues en opinarque, tratándose de prceminenein, correspondo
sin disputa á lo eivil No gobierno por ser jeneral . sino |K>r cuanto la
nación conceptúa que tengo las prendas civiles adecuadas al gPbieno Bí
no lo opinase asi . se desplomaría el gobierno. Ya sabia yo mu> bien lo
qoe hacia . cuando siendo caudillo, me apropiaba el dictado de individuo
del Instituto, pues estaba seguro de que me comprendería hasta el intimo
tambor
« Si la l-cjion de Honor no fuese el galardón do los servicios civiles en
mo de los militares . dejaría de Mf lo que espresa su titulo. ... «
Y después dijo: «Kldiaen que M desvien de la organización funda
mental, habrán destruido un aran pensamiento y mi I .ejión de Honor deja
rá de existir. •
Grandioso era con efecto el jionsamiento de suscitar y promover la
emulación entra losciudadanos, patentizando á todos igualmente la carre-
ra de Ins distinciones honoríficas y la de las dignidades y destinos. En lo
sucesivo, el mérito era todo , y nada valia la casualidad del nacimiento:
era el triunfo de la revolución desprendida de sus pretensiones accidenta
les y ansiosa de afianzar lo que esencial y constantemente había apetecí
do. Cabe pues el conceptuar que si la Lejion de Honor tropezó con crecidos
opositores entre los mas esclarecidos patriotas, fué porque no creyeron en
los bienes que indicaban los oradores del gobierno, viendo solo un medio
reclutador para revolver imperceptiblemente la nación á los antiguos titu.
los, en ii 1 1 1.- 1 lo ni i sino donde Ilonapartc les mostraba los primeros ser \ idores
del pais premiados, j los principios de la igualdad puestos en práctica con
la fundación de una orden accesible á todos. De modo que cabe decir
que la oposición briosa y manifestada en el interior del tribunado dima
nó menos de que los tribunos indóciles comprendieron mal al primer
cónsul, que de haber columbrado con acierto la mente del emperador
l'ero entre las creaciones consulares, una hay á lo menos que niagn
na aprensión de secta ó partido alcanza á menoscabar en la memoria y el
reconocimiento de los pueblos, y este csel Código eivil. Vano fuera el em-
peño de atribuir esclusivamente el milagrea los sumos jurisconsultos que
lo revolución babia ensalzado. Sabido es que en las disensiones mas tras-
28
218 HISTORIA
cendentales, Bonapartedió su dictamen, y que á veces le sucedió resolver,
con una ocurrencia ó uno de aquellos rasgos grandiosos peculiares del
numen , dificultades que no podian despejarlos lejistas. Así mandó añadir
el capítulo V al título de los autos del estado civil para deslindarla condi
cion civil de los militares fuera del territorio de la república. Decian, para
desentenderse de esta adición, que bastaba que los autos concernientes á
estos militares se hallasen revestidos con las fórmulas usadas en los paises
estranjeros en donde se hallasen. ■ El militar, replicó prontamente Ñapo
león, nunca está en el estranjero cuando está bajo sus banderas; donde se
hallan estas, allí está la patria. •
Sin embargo con la paz de Amiens quedaban ociosos en manos de Bo-
naparte todos los recursos militares de la Francia. Entonces fué cuando el
primer cónsul trató de aprovecharse de la bonanza europea para trasla-
dar la guerra á América , y conquistar á Santo Domingo. Dio el mando
de la espedicion á su cuñado Leclerc, y le cupo un éxito fatalísimo. Su
Dfi NM'OI.KON *|
principal resultado fué la sorpresa «Id rnnililln ucun» . Todo* Santo* l¿nti-
•"'
verture, varón descollante entre los suyos, el cual remitido á Francia, mu-
rió en el castillo de Joux. Leclerc pereció con la pesadumbre de haberse
encargado de una empTesa desastrada. Rochambeau. que lo sucedió, per
dio la colonia con sus tropelías.
La Italia, cuna de la gloria y del poderío de Bonaparte , embargaba
también su pensamiento. Habia recibido de la consulta reunida en fjon ¡i
principios de Í802, la presidencia do la república cisalpina, cuyo peso
no era capaz de sobrellevar ninguno entre los Italianos; aun cuando no
hubiese entrado en las miras de Bonaparte el reservarlo para si . «No te-
neis mas que leyes particulares , dijo á los diputados de aquella nación ;
las necesitáis jcnerales. Vuestro pueblo no tiene mas que hábitos locales y
es forzoso que se nacionalize. » En el trascurso del mismo año Bonaparte
incorporó el Piamonte á la Francia y lo dividió eu seis departamentos : el
Po , el boira , el Sesia, el Stnra, el Tanaro y Marengo.
Floreció el año nuevo de Í80S con una nueva organización del In^ti
tuto nacional que se distribuyó en cuatro clases: 4". ciencias ; 2*. idio-
mas y literatura; 3*. historia y literatura antigua; 4\ nobles artes. Esta
220 HISTORIA
clasificación cercenaba en el Instituto las ciencias morales y políticas, por
encono de Bonaparte con algunos publicistas y metafísicos que osaron le-
vantar la voz contra sus planes de gobierno hasta en el mismo tribunado,
y que desde aquel punto le merecieron el concepto de meros soñadores.
Planteó también por entonces varios establecimientos de suma entidad,
como la escuela especial militar de Fontainebleau , y la especialísima de
artes y oficios de Compiegne.
Vencedor de las monarquías europeas y pacificador de la república
francesa, quiso añadir Bonaparte á entrambos dictados el de mediador
de la confederación helvética, dando á la Suiza una nueva organización
que zanjó las contiendas sobrevenidas entre los antiguos cantones. Diez y
nueve estados, que tenian cada uno su propia constitución bajo la protec-
ción suprema de la Francia, formaron la nueva Helvecia. El primer con
su I les dirijió una proclama en la que se nota el paso siguiente :
« Todo hombre sensato está viendo que la mediación, de que me en-
cargo, es para la Helvecia un beneficio de aquella providencia que en
medio de tantos trastornos y tropiezos siempre se desveló por la existen-
cia y libertad de vuestra nación , y que esta disposición es el único ai
bitrio que os queda para salvar uno y otro. »
Los gabinetes estran jeros veian con enfado y con ira la prepotencia que
mas y mas se iban granjeando la Francia y su caudillo mozo en los negó
cios de Europa. Pero sobretodo en Londres, en aquellos consejos de San
James, donde se habían ideado y planteado tantas ligas por la aristocracia
europea contra la democracia francesa , se iba sobrellevando la paz con
suma impaciencia. ¿Cómo se avendrían los estadistas, autores ó aclamado
res de los ímpetus de Brunswick, en su manifiesto, á presenciar por largo
tiempo el aparato grandioso y armado y la prosperidad floreciente de un
pueblo que soñaban poner absolutamente en manos de su soldadesca?
Los injenios toris entonaban las cantinelas de Burke y de Pitt con todas
sus violencias contraía revolución francesa. Bonaparte solo respondió al
pronto mandando insertar en el Monitor una nota que empezaba asi i
« Una parte de los periodistas ingleses está batallando en mil discor
días Todas sus columnas están brotando sangre. Claman á gritos por la
guerra civil en el regazo de la nación occidental tan felizmente pacificada
Todos sus raciocinios é hipótesis versan sobre estos dos puntos:
« I". Soñar agravios de parte de la Francia.
<' 2". Ajenciar aliados y dar alas á sus ímpetus con el auxilio de las
potencias principales del continente.
« Sus agravios mayores son los negocios de Suiza, cuyo feliz éxito pro
voca su zeloso furor »
La nota de oficio terminaba con votos por la paz duradera, al paso
que apuntaba estar la Francia preparada para la guerra y que nunca se
DE NAPOLEÓN 124
OMMfUilte nada de ella con amagos arrogante». Por lo demás «guióse á
tvla nota otro parto de ia misma pluma y que terminal» con estas pala-
lúas, liarlo reparables:
Mas hiedes ipu* las idas del Océano derroquen el |wfton que enhena
su saña por cuarenta siglos , que á la facción enemiga de la Europa y de
los nombres reenoeoder la guerra y todos sos desafuero» en raed» del Oc
cidenle, y sobre todo oscurecer por un momento el astro de) pueblo Ituf
oes. •
Pero pronto el primer cónsul debió tomar otro rumbo que el d»' sus
contiendas periódicas de oficio, pues se patentizó que los periodistas i agir
ses tenian harta cabida en el gabinete de San James, como Bonaparle lo ha
bia dicho con bastante claridad en esta solemne denuncia que el Monitor
llevó de un estremo ¿ otro de la Europa:
• El Times , que dicen cstó bajo la vijilancia ministerial . desemboza
incesantes embates contra la Francia El desastrado achaca al gobierno
¡i unís cuanto la fantasía puede idear en bajeza, pequenez y ruindad.
¿Goal es su objeto ?. . . . ¿ Quién lo paga?. . .
i ii periódico, redactado por algunos viles emigrados, hez impura y
escoria sin patria y sin honor, tiznados con todas las torpezas que ningu-
na amnistía puede sincerar , sobrepuja todavía al Times.
« Once obispos, presididos por el atroz obispo de Arras, rebeldes á la
patria y á la iglesia, se congregan en landres ; imprimen folletos contra
los obispos del clero francés, é injurian al gobierno y al papa porque han
restablecido la paz y el Evanjelio entre cuarenta millones de cristianos.
t La isla de Jersey rebosa de facinerosos sentenciados á muerte por los
tribunales por crímenes cometidos posteriormente á la paz, tales como
asesinatos , tropelías é incendios. El tratado de Amiens espresa que serán
respectivamente entregadas las personas acusadas de crímenes y homici-
dio ; muy lejos de esto, los asesinos que se hallan en Jersey son bien re
ci Indos
222 HISTORIA
« Jorje lleva públicamente en Londres su cordón encarnado en re-
compensa de la máquina infernal que destruyó un barrio de Paris y dio
muerte á treinta mujeres, niños ó pacíficos ciudadanos. ¿Esta protección
especial no inclina á creer que si hubiese logrado su intento, le hubieran
dado la orden de la jarretera? »
Tras tales jestiones y cargos y tales acusaciones , ¿ qué venia á ser la
paz de Amiens?
CU?, í)\
■
■
¿o! •!'.>■;
<:\i'm Ijü \\
Rompimiento entra Francia e IngUterr^. Viaje» «le Bonaparle |ior la
B. I|m ■■> y la» costas. Conspiración de Picbrpru v do.
forje. Muerta del tintine de FnRhien.
Fin del Consulado.
a unidad europea, primitivamente plantea
da á influjo del cristianismo y la conquis-
ta , y escudada después bajo el manto de
la diplomacia , habia ido al través con la
revolución francesa. Todos los gobiernos
añejos se habían alarmado , y el gabinete
británico , aunque la Inglaterra se titulase
•el pais clasico de la libertad, se habia mos-
trado el mas desaforado y tenaade nuestro*
enemigos, porque representaba, bajo fórmulas constitucionales, la
eraría mas fiiureida é implacable, el feudalismo —I MUJO «pie
Europa. Ninguna paz duradera tenia cabida para la Francia con aquel ga-
binete ni con ninguno de los que dirijian el continente, toa hostilidad
encubierta é incesante debia abrigarse tras todas las demostraciones pací-
224 HISTORIA
Qcas de las chaneillerías ; y esta antipatía, fundada en una contraposición
fundamental de principios é intereses , iba en aumento , al paso que el
triunfo de los intereses y principios revolucionarios, haciéndolos mas ame
nazadores , enfrenaba un tanto sin embargo los ímpetus soberanos y aris-
tocráticos. Si la escasez, la miseria y los clamores de los pueblos obliga
ban á veces á los gobiernos á deponer las armas, la urjencia acarreaba
tratados insubsistentes que dejaban en auje todos los móviles de guerra,
reservándose el atropellados sin escrúpulo á la primera coyuntura. La
vieja Europa queria reconquistar á todo trance su unidad, como aun lo
quiere hoy dia; se hacia cargo de que mediaba su existencia, y cuando ya
no podia marchar descubiertamente, disimulaba oficialmente y tomaba
caminos ocultos. Por su parte, la Europa joven debia también afanarse,
ya con el heroismo del soldado , ya con la sabiduría del estadista , en fun-
dar una nueva unidad, sabiendo muy bien que siempre habria para ella
peligro y mala vecindad , mientras el privilejio estuviese junto á la igual-
dad. El desengaño de esta deshermandad hizo decir á Napoleón que
« dentro de cincuenta años la Europa seria cosaca ó república, » lo que so-
lamente significa que en este trascurso , la revolución ó la contrarevolu-
cion habrán restablecido la unidad europea ; y como no cabe sn el orden
natural de lo humano que el poderío del porvenir, la fuerza y fecundi-
dad , tan jemales en la mocedad , tengan milagrosamente por paradero la
vejez , claro está que la alternativa profética que han repetido los ecos de
Santa Helena, no puede sobresaltar formalmente á cuantos esperan la con-
versión mas ó menos remota de la barbarie moscovita á las ideas francesas.
Si al cabo de mas de treinta años la guerra de principios que está
enfrenando el influjo de las disposiciones y de las necesidades de los pue-
blos , continúa calladamente por parte de los gobiernos en medio de la
paz, ¿qué debia ser en 1805, cuando los ímpetus estaban siempre hirvien-
do y la revolución aun no tenia para abogar por su duración y éxito defi-
nitivo las victorias del imperio ni las desvalidas tentativas de la restaura-
ción ni los portentosos acontecimientos de 1830? Una lid patente debia
pues suceder á estas hostilidades, encubiertas tan pronto como asomase el
trance propicio á los enemigos inveterados de la Francia. No se necesita
ron dos años en la corte de Londres para cansarse de la paz engañosa fir
mada en Amiensy para desenfrenar enmortal contienda á dosnaciones que
solo hubieran necesitado manejarse por gobiernos con miras liberales, por
estadistas de la escuela de Fox, para marchar de frente y en perfecta ar-
monía á la paz, prosperidad y civilización del mundo.
Un mensaje de los cónsules, con fecha del 20 de mayo de 1803, ente-
ró al senado, al cuerpo lejislativo y al tribunado, de las disposiciones hos-
tiles del gabinete inglés y lo inminente de la guerra. Estos diferentes cuer-
pos contestaron á esta manifestación espresando el anhelo de que « se pro-
DE NAPOLEÓN. 22-i
vidcncinse ni punto para hacer respetar la fe de los tratados y la dignidad
del pueblo (ranees, i Su resolución, participada al gobierno, fué acojida
con otas solemnes palabras del primer cónsul :
• Nos precisan a baeer la guerra para rechazar una injusta agresión :
la haremos con gloria.
■ Si el rey de Inglaterra está en el ánimo de mantener la (Irán Bretaña
en estado de guerra hasta que la Francia le reconozca el derecho de cum
plir ú hollar A su antojo los tratados, como también el privilejiode ultra
jar al gobierno francés en impresos de oficio ú por particulares, sin que po
damos quejarnos, forzoso se hace lastimarse por la suerte de la humanidad.
t Es positivamente nuestro Animo dejar á los últimos nietos el nombre
francés siempre condecorado y sin mancilla
« Cualesquiera que puedan ser las circunstancias , cederemos siempre
a la Inglaterra la iniciativa en tropelías contra la paz y la independencia
de las naciones, y le corresponderemos con ejemplares de comedimiento,
que únicamente puede mantener el orden social. • La posesión de las islas
ríe I^impedusa y de Malta y la evacuación de la Holanda , eran Las causas
aparentes , los protestos en que se fundaba el rey de Inglaterra p'ira rom
|x«r el tratado de Amiens ; pero en realidad la idéntica causa que había
fraguado la primera liga volvia á armar á la (irán Bretaña contra la Fran
cía: la guerra que se encendía, era toda de principios contra la revolución
francesa. En vano el emperador de Busia y el rey de Prusia aparentaron
ofrecer su mediación ; los sucesos de los años siguientes comprobarán que
220 HISTORIA
eran los aliados encubiertos de nuestros enemigos, con los que estaban
probablemente hermanados para que se rehusase de oficio su proposición ;
pero como la Inglaterra habia padecido mucho menos en las primeras
guerras que las potencias del continente, y habia necesitado plazo mas
corto para rehacerse, natural era que encabezase la nueva coligación que
debia encubrirse aun por mucho tiempo contra la Francia.
El primer resultado de aquel rompimiento redundó en quebranto su-
mo del gabinete que lo causó. Las tropas francesas ocuparon el Hanover,
y el ejército anglo-hanoveriano , desamparado vergonzosamente por el
caudillo duque de Cambridge, quedó prisionero de guerra.
Entablada ya tan esclarecidamente la contienda, sale Bonaparte de
Paris para recorrer la Béljica. Bruselas le recibe á fuer de triunfador, y el
pueblo belga manifestó á su tránsito aquel entusiasmo que le causaba la
presencia del héroe á quien debia el hallarse recien incorporado á la re
pública francesa. Bonaparte va correspondiendo á este recibimiento, según
su costumbre, dotando al pais con establecimientos y construcciones de
utilidad pública: dispone el enlace del Rin, del Mosa y del Escalda por
medio de un gran canal de comunicación.
De vuelta á Paris, manda que se abra al público el puente de las Artes,
y trasforma el Pritaneo en Liceo. Ocupábanle entretanto los negocios es-
tranjeros. Firma un tratado de alianza con la Suiza, recibe en audiencia
estraordinaria al embajador de la Puerta Otomana, y publica la cesión de
la Luisiana á los Estados-Unidos, mediante una indemnización de sesenta
millones de francos.
Pero la guerra con la Gran Bretaña embarga ante todo la atención del
primer cónsul. Cavila sobre un desembarco en Inglaterra, y con este mo
DE NAPOLEÓN Til
livo dijo después que • si en Taris se h.ibi.in rcido . no sucedía olro tanto
en Londres. «• A principios de iio\iemhre sale de París
parn ir examinando las obras inmensas que tema dispuestas ron este objeto,
j pi esencia un combate que ocurre en Bolonia entre una división inglesa y
la escuadrilla franeesa.
Al volver á su capital (pues ya estaba reinando Itnnanarte) . halla el
primer cónsul un mensaje del rey de Inglaterra al parlamento, en el que
Jorje III declaraba «rque va personalmente á acaudillar á su pueblo, por
qua la Francia está amenazando contra la constitución, relijion é iiidepcn
delicia de la nación inglesa ; pero que va á providenciar de modo que todo
redunde en quebranto , trastorno y desventura de la misma Francia. •
Booaparte se enoja y escribe en el Monitor ■
« ¿ Ks posible que el rey de Inglaterra, que el caudillo de esa nación,
«•ñora de los mares y soberana de la India, use semejante lenguaje?
I Ignoran acaso los que le dictan esos párrafos indiscretos, que Ilaroldo, el
perjuro, acaudilló también á su pueblo? ¿Ignoran por ventura que los pres
tijios del nacimiento , los atributos de la potestad soberana y el manto de
púrpura que cubre á los reyes, escudan frájilmente en tales trances, cuan
do la muerte, arrollando filas por ambas huestes , aguarda la mirada
del mimen y un arranque inesperado para escojer el partido que debe ofre
corle sus victimas? Todos los hombres son iguales el dia de una batalla.
« La maestría en las peleas , una táctica superior y la serenidad en el
mando, sobreponen el vencedor al vencido. Un rey, que á los sesenta y
tres años por la vez primera encabezase sus tropas, seria en la refriega un
estorbo para los suyos y una nueva probabilidad de triunfo para sus ene
migos.
« El rey de Inglaterra habla del honor de su corona , del sosten de la
constitución, de la relijion, de las leyes y de la independencia. ¿No le
afianzaba el tratado de Amiens el goce de todos estos preciosos bienes ?. . . .
¿t>ué tienen que ver el peñasco de Malta y vuestra relijion , leyes é inde-
pendencia f
• No le cabe alcanzar á la intelijencia humana cuanto la providencia
decretó en su profunda sabiduría como conducente al castigo del perju-
rio y de los que siembran la zizaíia, provocan á la guerra, y, por vanos pre
testos ó motivos encubiertos de una ambición torpe, están derramando á
rios la sangre humana; pero podemos presajiar con seguridad el éxito de
»>sta grandiosa contienda, y decir que no tendréis á Malta, ni tampoco a
Limpedusa, y que firmaréis un tratado menos ventajoso que el «le Amiens.
• I-a derrota , la confusión y las desventuras Todos esos retos son
ajenos de un gran pueblo y de un hombre que está en su juicio cabal.
Aun cuando el rey de Inglaterra hubiera alcanzado tantas victorias como
Alejandro. Aníbal ó César, insensato en cstremo fuera semejante lengua
228 H1ST01UA
je. La suerte de la guerra y de las batallas pende de lances tan nimios ,
que es forzoso carecer de todo raciocinio para afirmar que el ejército fran-
cés, nunca cobarde, solo hallaría en el suelo de la Gran Bretaña derrota,
confusión y desveuturas. »
La guerra habia encumbrado á Bonaparte á la jerarquía del sumo cau-
dillo del orbe ; había dado en el gobierno pruebas de grande estadista;
faltábale darse á conocer como escritor en aquella temporada, cuando era
la prensa ya una potestad política. A bien que sus proclamas, sus órdenes
del día, sus arengas militares y rasgos de oficio podían dar una idea de
su estilo; pero esto no bastaba para manifestar todo el ámbito de sus al-
cances. Su instinto de hombre grande le estaba voceando que acudiese á
todo jénero de armas, absolutamente imprescindibles en aquella época, á
saber, la espada, el habla y la pluma; que no desateudiese personalmente
ninguno de los principales medios que necesita la potestad para acaudillar
en el interior los pueblos y defender sus derechos en el esterior. Los pe-
riódicos ejercían en esta parte un imperio incontrastable, y bastaba esto
para que Bonaparte no se desdeñase de hermanar la propiedad de perio-
dista con la de guerrero y de lejislador , mostrándose en todo el hombre
cabal de su siglo. Y lejos de conceptuar que se desdorase afanándose en
contiendas periódicas, persuadidos estamos de que el vencedor de Maren-
go no se tenia en menos, con la pluma en la mano peleando con elocuen-
tes discursos y con el poderío de la razón contra los enemigos de la Fian
cia, que al blandir la espada en el acto de la pelea para arrojar sobre ellos
sus invencibles falanjes. Aun podemos añadir que en varias ocurrencias
manifestó que si optar debiera entre las prendas civiles y militares , no ti-
tubeara en dar la preeminencia á las primeras, y ya vimos poco ha como
recordaba que en Ejipto é Italia habia antepuesto el dictado de individuo
del Instituto al de jeneral en jefe.
Y. no se diga que lo hacia con afectación ; no : Bonaparte estaba muy
hecho cargo de los requisitos imprescindibles para gobernará un pueblo,
puesto ya por la filosofía en insurrección contra la monarquía militar de
Luis XIV. Sabia que la revolución francesa era una lid del entendimiento
contra las instituciones feudales planteadas por la irracionalidad, y que
si á veces tenia que valerse ella misma, en propia defensa.de aquella
fuerza, le repugnaba en gran manera aquella clase de pelea. Anteponía
por tanto Bonaparte el acudir á la lójica , arma natural que ilustra y ena-
mora los ánimos para avasallarlos á la razón , que hacer uso de los ajenies
mortíferos empleados en la guerra para derramar con profusión la sangre
de los hombres, y que solo pueden dar por resultado el rendimiento de la
razón á la violencia, lo que constituiría esencialmente la contra-revolución.
Por eso en todas las guerras que sostuvo como jeneral, cónsul ó empera
dor, siempre se dedicó á que constase, como en el rompimiento del tratado
di: napoleón ISO
di' \micns, que solo cedía a la necesidad ile repeler una injusta agresión,
haciendo recaer sobre los enemigos «le la Francia li odiosidad «Ir mantos
padecimientos debían caber a la humanidad desvalida (I).
Al naso que el primer cónsul repella •■ n m periódico de oficio las hala
drouadas parlamentarias del rey Jorje . echaba el resto en la KM| un/ 1
i ion interior de la república. En '20 de diciembre de ISO", con\oco un se
nado consulto para modificar la constitución del cuerpo lejislativo. que
empezó sus sesiones clf» de enero de 1804, siendo presidente Mr Fontanes.
Piole llonaparte la preferencia sobre kM «lemas candidatos, á pesar de sus
relaciones con el |>artido realista, llevado del sistema de liermanamn rito
por cuyo mcibo esperaba reconciliar con la revolución drstiznmla, como
solía llamarla, á los enemigos comedidos y álos amigos exagerados de la
causa democrática, á los que vieron la revolución COI repugnancia y los
que la sirvieron con escesos, en una palabra, á Fontanes y Foucíié, y con
ellos á cuantos la cordura o la ambición . el quebranto de lo pasado y la
incei lidumbre del porvenir defraudaban de la reconciliación y el sosiego.
El informe sobre la situación de la república, hecho ante el cuerpo le
jislalivo , en la sesión del 10 de enero , era un magnifico cuadro de los
adelantos en la prosperidad nacional. Mr. de Fonlanes, encabezando la di
putacion, congratulo ni primer cónsul en nombre de aquella junta. «El
cuerpo lejislativo, le dijo, os da gracias, en nombre del pueblo francés,
|K>r tantos afanes entablados á favor de la agricultura y de la industria \
que la guerra no ha interrumpido. Kl raudal de pensamientos encumbra
dos hace á veces que los prohombres desatiendan los pormenores de la ad-
ministraeion ; pero no os hará este cargo la posteridad. La mente y el rum-
Im) de vuestro gobierno caminan al par por donde quiera.
Todo va á mas ; los enconos se embotan , las contraposiciones desapa
recen, y al ímpetu del numen avasallador, sistemas 6 individuos, al pare
cer opuestos , se aunan , se emparejan y acuden acordes á la gloria de la
patria. Us costumbres antiguas y las nuevas se hermanan, conservándose
cuanto puede mantener la igualdad de los derechos civiles y políticos, y au-
mentar el esplendor y dignidad de un imperio grandioso.
« Estos beneficios, ciudadano primer cónsul . son obra de cuatro anos
Todos los destellos de la gloria nacional . de cinco años á esta parte empaña
(i) Pnra 'I ir iiumit |msu .i IM pacificas prolMtftft, UoiiapaMe quiso i|uc rstu-
\ie*rn revertida* con rl «rilo de la relijion. Pidióle al clero que Ituirsc pública*
rogativa* |»or el Imen éxito da sus amias contr.» la injusta agresión He la logia-
»rrr.i, y rl clero accedió a »ua deseos. Kl cardenal de Belloy,antobi«po <tr Paria,
pul |i. ii con ole motivo una pastoral en la que da prof'-licameote a B<>na|>ar-
ic el dictado da Cwhjuí umJor Je la Emrvpa, y apuuli a| gobierno ingles como au-
tor de l.i guerra.
230 HISTORIA
dos , han ido cobrando un esplendor que hasta ahora nunca habían te-
nido. »
El asombro que todos estaban tributando á Bonaparte y el apego de
casi toda la Francia á su consulado perpetuo, debian al parecer enfrenar
desafueros y tenerlos á raya ; pero los partidos que tremolan principios
en sus banderas, siguen agonizando tras sus derrotas, aun cuando su sis-
tema esté ya alterado por el tiempo, y tan solo equivalga á una preocupa-
ción. El cúmulo de Jos realistas podia ceder al raudal de los acaecimientos,
á la prepotencia del numen y á la estrella victoriosa de Bonaparte, y resig-
narse á ver la voluntad de Dios y el dedo de la Procidencia en los porten-
tosos acontecimientos que mediaban á fuer de antemurales entre los Bor-
bones y la Francia ; y este en efecto era el concepto que á la sazón iba
predominando entre las poblaciones en otro tiempo adictas á la causa
real. Empero, los prohombres del partido que habían permanecido en la
emigración, perseveraban siempre en sus enconos y amaños contra el nue-
vo sistema; contaban con el afecto de todas las cortes europeas y con su
auxilio encubierto, que podia brotar y florecer según las circunstancias, y
tenían el arrimo patente de la Inglaterra, desde que había quebrantado
la fe prometida en Amiens.
En tal estado, parecióles que la continuación del sosiego interior, res-
tituyendo á lospueblos del Occidente á sus faenas pacíficas, dificultaría mas
y mas cualquiera nueva tentativa de insurrección, y que por lo mismo era
urjente abalanzarse al primer cónsul antes que su poderío hubiese echa-
do mas hondas raices. Tramóse pues una conspiración contra el gobierno
y la vida de Bonaparte. Los conjurados se aunaron desde el Bin hasta el
Támesis bajo los auspicios del gabinete inglés, avasallado por los toris mas
desaforados. Pichegrú, atenido á sus antecedentes de traidor, terció en
la conspiración, asociándose con el célebre chuan Jorje Cadoudal. Moreau,
empañando la gloria de Hohenlinden, recibió sin enfado, y aun quizá es-
cuchó gustoso la comunicación de esta odiosa trama. « ¿Cómo se ha metido
Moreau en este negocio? esclamó Bonaparte. ¿Es posible que se estrelle
tan á ciegas el único prohombre que podia causarme zozobra, el único que
podia tener algunas probabilidades contra mí ? Tengo una estrella..... »
Descubierta la conspiración , el gobierno la denunció á la Europa en-
tera, valiéndose de cuantos medios le cabían para pregonarla. Todos los
cuerpos del estado pasaron á manifestar al primer cónsul su indignación,
ofreciéndole su cooperación para cuanto fuera dable providenciar al inten-
to. Bonaparte les contestó:
« Desde el día en que rae encargué de la potestad suprema, se han ido
fraguando repetidas conspiraciones contra mi vida; criado en los campos
de batalla, nunca conceptué de entidad peligros que no me infunden zo-
zobra.
1)1. NAPOLEÓN 25t
« Pero no puedfl menos de amargarme el recapacitar la situación en
queso hallaría hoy este eran pueblo, si el atentado ultimo bobeen tenido
éxito ; porque la conspiración iba principalmente asestada contra la pío
ria. la libertad y los destinos del pueblo francés.
« Tiempo hace que renuncié al embeleso de la vida primada, todos mis
momentos, mi existencia entera se x incida en el ileMIBpeéo de los deberes
que me han impuesto mis destinos y el pueblo francés.
■ Kl cielo velará por la Francia y borlará las conspiraciones de los
malvados. No tienen los ciudadanos porque sobresaltarse; mi vida durará
tanto cuanto necesaria sea á la nación. Tero quiero que el pueblo francés
sepa qoe la existencia sin su confianza y su cariño carecería para mi de
todo consuelo y ante torio carecería de objeto. •
De este modo, dejando que se trasluciese el triunfo de la contra revolu-
ción en el malogro de una trama contra su vida, y enlazando con su pro
pia existencia el blasón , libertad y deslinos de la Francia, Bonaparte da-
ba á entender qoe no bastaba en su concepto, para precaver al país, la
majistratura vitalicia que el pueblo le había conferido, y que pensaba en
un nuevo instituto que pudiera escodar con él los intereses recién plan
teados. Tronío veremos su |M*nsamientn patente y realizado.
Futre los emigrados que estaban prontos para trasponer la rasa a la
primera señal dada por los conspiradores, se hallaba el duque de Fnghien.
ultimo vastago de la sangre de Conde. El primer cónsul lo mandó prender
232 HISTORIA
en los estados de Badén y trasladar á Vincenas para sumariarlo y ajusticiar-
le atropelladamente. Algunos han afeado esta ejecución , tiznándola como
un vil asesinato que eslampaba un borrón indeleble en la memoria de Bo-
naparte. No cabe duda en que si el joven príncipe, que llevaba uno de los
apellidos mas grandiosos de la antigua Francia, hubiese guerreado contra
los intentos y novedades que le eran opuestos, con el antiguo pundonor y
según las leyes de la honradez y el derecho de jentes, su arresto y su muer-
te entrarían en el dominio de aquella implacable política que se valió del
terror y del cadalso como armas de guerra ; y desde entonces Bonaparte,
citado por aquel hecho ante el tribunal de la historia, solo pudiera sin-
cerarse igualando su causa con la de la junta de salvación pública y acla-
mando como ella la necesidad. Pero si, por el contrario, el duque de En-
ghien no se habia ceñido á pelear contra la república como soldado, y si
verdaderamente se habia asociado con los que asaltaran la persona del
primer cónsul , para trastornar y avasallar á su pais, ya no es un descen-
diente del vencedor de Rocroy el que pereció en los fosos de Vincenas, sino
un cómplice de Jorje y de Pichcgrú.
« He mandado prender y procesar al duque de Enghien, dice Napoleón
en su Testamento , porque así lo requerían el aíianzamicnlo , el interés y
el honor del pueblo francés, pues él mismo confesó que el conde de Artois
pagaba sesenta asesinos dentro de Paris.En circunstancias iguales, volvería
á obrar del idéntico modo con que procedí entonces. » — « Aun cuando las
leyes del pais no abogaran á favor mió y contra el duque de Enghien, dice
en otra parte, me autorizan los derechos de la ley natural y los de una le-
j i tima defensa. Así él como los suyos no tenían otro objeto que quitarme
la vida; yo me veía continuamente acometido; valíanse de escopetas de
viento, de máquinas infernales y de toda clase de lazos y tramas. Cánseme
al fin: utilizó la coyuntura de aterrarlos hasta en el mismo Londres, y lo
conseguí Y ¿quién pudiera oponerse? La sangre está clamando por
sangre ; preciso fuera ser necio é insensato para creer que una familia hu-
biera gozado el estraño privilejio de atacar diariamente mi existencia sin
darme derecho para pagarle en la misma moneda Yo nunca habia
hecho personalmente nada contra ellos ; una gran nación me habia colo-
cado á su frente; casi toda la Europa habia consentido en esta elección, y
al cabo mi sangre valia tanto como la suya. »
No cabe duda en que la sangre del hombre grande, acatado por la Eu-
ropa entera y manantial de la dicha de la Francia, valia tanto como la de
los príncipes empeñados en trastornarla Francia y la misma Europa. Pero
¿quién ignora que la sangre de los héroes á quienes no está ya escudando
el prestijio heráldico es de ningún valor para los linajes soberanos y las
aristocracias que se agolpan á sus plantas? ¿Quién ignora que los mismos
hombres que aparentan enternecerse y airarse viendo caer el esclarecimien-
DE NAPOLEÓN, '253
to hereditario bajo la cuchilla de las reacciooei políticas, bailan después
romo los salvajes entorno del suplicio, cuando el plomo ardiente vuela el
celebro á los prohombres nuevos? Preguntádselo si no á la sombra de
aquel malhadado mariscal , que no era do la prole de los bravos, sino el
mas descollante de los valerosos, y que no habia envilecido aquel dictado
conflándose en viles asesinos. El pecho verdaderamente humano se con
duele y enternece con todas las víctimas de las revoluciones sin acepción
de partidos ; el Francés verdadero simpatiza con todas las glorias de la
Francia, se desconsuela y se enluta en presencia de la desapiadada razón
de estado, si no acierta á respetar en sus ímpetus las grandes nombradlas
granjeadas en Austerlilz y Marengo.
Algunos han conceptuado que el anhelo y la necesidad de resguardar
contra el regreso de los Borbones á los jacobinos veteranos que rodeaban y
franqueaban á Bonaparte el camino del solio, indujo á este á quitar de
en medio al duque de Enghicn. Esta suposición, que desmienten el temple
y las palabras de Bonaparte , es inverosímil. No recordaremos las desear
gas de San Boque ni el estragamiento de los Clichienses ; obstáculos mas
insuperables que los recuerdos del ir» de vendimiario y del IX de íructi
dor, mediaban entre el primer cónsul y el partido realista. (Mros mas com-
prometido! que él con la antigua dinastía, tales como Fouché y Talleyraod,
tomaron posteriormente asiento en los consejos de Luis XVIII; pero lo que
verdaderamente inutilizaba el resguardo horroroso que se le requería, es
que habia manifestado claramente lo que intentaba y podía ser ; que á to
dos constaba cómo , para avenirse con los Borbones, se hacia forzoso que
mudara de repente de naturaleza , desertara de su destino . olvidara su
SO
254 HISTORIA
situación y la de la Francia, que se desentendiera al par de sus anteceden-
tes y de lo venidero, en una palabra, que dejara de ser el mismo. « Nun-
ca pensé en los príncipes, ha dicho en Santa Helena; y aun cuando me
hallara intensamente predispuesto á favor suyo , no estuviera en mi mano
llevar á cabo mis intentos. Por lo demás, son falsas las noticias que corrie-
ron de que yo les habia hecho proposiciones tocante á la cesión de sus
derechos , por mucho que lo hayan voceado en grandiosas declaraciones
derramadas con profusión por toda Europa. ¿Y cómo hubiera podido ser
de otra manera, cuando yo no podia reinar sino por el principio de la so-
beranía del pueblo que los escluia? Esto mismo habrán conceptuado ya á
la sazón los hombres sensatos que sabían que yo no era un loco ni un
necio. »
Como quiera que sea, los conspiradores que habían intentado reponer
el solio de los Borbones por medio de un asesinato , contribuyeron con
efecto al restablecimiento de la monarquía; pero esta revolución no se eje-
cutó en provecho del pretendiente á quien intentaban ensalzar; y desde
su encierro pudieron ver que sus proyectos habían dado una corona á
aquel cuya muerte estaban premeditando.
j&toüJtilUR^
IfH
T ,
Ufe
(MMIl l.o \M
EataMecintienin del gobierna imperial. Arlo «le rlcnicmia. < mi|.amcni.i
»lr Bolnñ* Viaje .i ¡.i Bt'ljitM.
i Bonaparte no hubiese apetecido
mas que una potestad grandiosa
para restableceré] orden \ la uni
dad en la administración del esta
do. y dar á la revolución . hasta
entonces necesariamente militan
te, elauje regular que las eonvul
siones populares habían imposibi-
litado por largo tiempo, bastarale
el ejereieio \ italício de la majistra
todo ron la regalía descompasada de nombrar él mis
250 HISTORIA
mo su sucesor. Con efecto , la elección, puesta en manos de tan subidos
alcances, afianzabael desempeño sucesivo, obviando los acasos de todo he-
redero inhábil, y era muy probable que el primojénito del monarca veni
dero seria menos cabal que el segundo de los hijos esclarecidos de la Fran-
cia para gobernar pais tan aventajado.
Al plantear de raiz otra potestad , conceptuaba ante todo perpetuar un
nuevo rumbo despejado por la revolución. « El derecho hereditario, dijo,
es la única valla que ha de atajar toda contrarevolucion. Nada hay que
temer mientras yo viva; pero en faltando yo, cualquier caudillo electivo
adolecerá de apocamiento para contrarestar al bando de los Borbones
La Francia debe mucho á sus veinte jenerales de división ; todos han pe-
leado valerosamente en las filas donde estaban embebidos, pero ninguno
sirve para jeneral supremo, y aun menos para caudillo del gobierno. » (Pe-
LET DE LA L.OZERE. )
¿Era acaso fundado este concepto esclusivo que Bonaparte manifestó
tocante á los jenerales de división mas sobresalientes? ¿No han desmenti-
do posteriormente algunos de ellos su incapacidad para el gobierno, tan
empeñadamente encarecida? ¿Y no es uno de aquellos tenientes de quienes
se decia en t804 que no servían para caudillos de gobierno, el que ocu-
pa aun en t85í) el trono de los Wasas, á que fué llamado en t8t0, sin
que la alianza con las alcurnias añejas, que estrelló el cetro de Napo-
león, haya podido hallar, por la incapacidad ó los deslices de aquel antiguo
jeneral francés , medio y ocasión de restaurar la lejitimidad en Suecia,
como pudo hacerlo en Francia, y libertar enteramente á la Europa mo-
nárquica del escándalo de las soberanías plebeyas?
Y si los mas decantados jenerales desdecían en realidad del papel de
caudillos del gobierno, ¿habia también incapacidades políticas entre los
prohombres civiles que galanteaban al primer cónsul y entre los que po-
día entresacar el nuevo gobernante del estado, lo mismo que entre las
Hombradías guerreras?
No lo creemos, y nos parece indisputable que si Bonaparte, para sin-
cerar el restablecimiento del derecho hereditario , alegó muy de veras la
imposibilidad de hallar un hombre digno de la primera majistratura en el
grande agolpamiento de varones eminentes que la revolución habia en-
cumbrado en Francia , su ambición en este caso pudo mas que sus al-
cances. Al buscar una garantía de estabilidad para el derecho hereditario
monárquico, ¿acaso Bonaparte contaba con el poderío del principio here-
ditario , y no con el desempeño de su heredero ? Si cupo tal esperanza en
el primer cónsul, y si en ella participaron los hombres de estado que le
ayudaron á plantear su solio, esto solo prueba que el numen mas encum-
brado se aletarga á ratos, y que la perspicacia mas intensa se suele embo-
tar y proceder ciegamente.
DE NAPOLEÓN «17
Knhorabtieníi que en la edad media se hubiese contado ante todo con
el poderío del principe hereditario; entonces este derecho era, no solo ase
quible, sino necesario. Kra posible, porque bastaba que la relijion lohubie
ra consagrado para que fuera inviolable á los ojos de los principes y de
los pueblos, cuya viva 6 idéntica fe afianzaba el avasallamiento jeneral a
cualquier instituto, ley ó máxima realzada con su estampa divina. Kra
asequible, porque en aquellos tiempos de universales y profundas creencias,
la consagración de los reyes no era un mero ceremonial, pues el unjimien
to sagrado atesoraba su virtud política, y el sello de la lejitimi.lad solo
pertenecia al unjido del Señor y á su linaje.
Era necesario, porque sin la consagración relijiosa de aquel dogma po
litico , la tranquilidad y unidad del reino se hubieran hallado comprome-
tidas al fin de cada reinado , con las competencias de los vasallos podero-
sos, pretendiendo unos la corona de mano armada, mientras otros hubie
ran apelado á la violencia para declararse independientes y sacudir el v u
go de todo vasallaje. Ya que á pesar del derecho público de la monarquía
sancionado por la relijion, se han manifestado tantas veces estas ambi
ciosas pretensiones y estas propensiones trastornadoras , provocando en
Francia á la guerra civil desde el oríjen del feudalismo hasta las conmo-
ciones de la Fronda, ¿á qué no se arrojaran los magnates sedientos de
dominio y de riquezas , desalados por la guerra y malhallados con todo
jénero de freno, á no contener sus ímpetus la autoridad moral de un mó-
vil que no podian contrarestar sin esponerse á los remordimientos de su
propia conciencia y sin ser declarados traidores é impíos en el pregón de
la Iglesia y del estado? \a barbarie y la indocilidad feudales destrozaran
mas desaforadamente el regazo de la Francia, y careciera la corona de me
dios para arrollarlas. 1.a sanción relijiosa concedida al derecho hereditario
fué la que hizo desvalida contra el solio la tenaz insubordinación de los
lirones, como habia dado á Juana de Are la fuerza milagrosa de que
necesitaba para salvar, con un rey niño, el reino mas precioso del orbe.
Cuando Kichelieu y Luis XIV lograron por fin doblegar la antigua ansto
cracia y bosquejaron el plan de unidad y conecntramiento, perfeccionado,
y después realizado por la revolución francesa, las violencias y el despo-
tismo que ejercitaron contra la grandeza, favorecieron á la potestad real,
en vez de redundar en su quebranto, porque entonces era el representante
del derecho divino, escudado todavía por la fe de los pueblos, y porque
lastimando á los subditos altivos que le hacian sombra, no alcanzaba mas
que a los representantes de la fuerza irracional encubierto con el boato de
los dictados.
¿Qué habia sido en 4804 del derecho div ino, protector del hereditario?
Había franqueado su asiento al derecho divino del mérito y del mi
258 HISTORIA
men, y asi la fe universal correspondía en adelante á la soberanía del puc
blo.
Por otra parte, ¿ habia acaso, al rededor del solio consular, vasallos te-
mibles, dueños de las mas hermosas provincias de la monarquía , siempre
dispuestas para alzarse aviva fuerza con la potestad suprema, y á constituir-
se independientes ea un rincón del imperio? No, nada de esto habia que
temer : pues si la santa ampolla estaba perdida, también el blasón queda-
ba hecho jiras. En vez, de potestades feudales hereditariamente destinadas
á la carrera de las armas y no pudiendo sostenerse sino por ellas en una
sociedad constituida por la conquista y organizada para la guerra, la Fran-
cia estaba viendo brotar por todas partes en la agricultura, comercio, ar-
tes y ciencias , nuevos prohombres, levantándose sobre los antiguos con
toda la superioridad del mérito personal ante el acaso del nacimiento y
no pudiendo subsistir ó engrandecerse sino por medio de la paz. Los cau-
dillos mas sobresalientes solo debían su encumbramiento al estado escep-
cional sobrevenido en el pais de quince años á aquella parte, y sus timbres
se cifraban por escelencia en hacerle gozar pacíficamente de los beneficios
de una revolución, que preparando la asociación moral é industrial de los
pueblos , dcbia hacer algún dia que se imposibilitase la guerra. Además
nuestros jenerales no teuian influjo particular ni directo sobre parte algu-
na del territorio , no tenían secuaces ni medio alguno de repetir el papel
de los militares del antiguo réjimen. No podía tampoco haber entre ellos
un Armagnac, un Burguignon, un Montmorency ó unEpernon-. y su con-
ducta asombradiza y reservada en todas las vicisitudes del solio ha venido
después á demostrar que la traslación de potestad, hereditaria ó electiva,
no padecería alteración ó contraresto por sus miras personales.
Engañábase pues Bonaparte al afanarse en sincerar el restablecimien-
to de la monarquía hereditaria, acudiendo á máximas y hechos propios de
un estado social enteramente diverso. Lo que habia sido posible y necesa-
rio allá en el regazo de una jeneracion militar y creyente , no era preciso
ni asequible en una sociedad industrial 6 incrédula que ya no tenia que
temerla turbulencia feudal, y solo pedia por paradero délos trances, en
premio de los triunfos guerreros mas esclarecidos , el derecho de entre-
garse con seguridad á sus pacíficas tareas.
Por lo demás, el primer cónsul habia dado, poco antes del 48 de bru-
mario, poderosísimas razones contra el derecho hereditario, proclamando
que este instituto, tan provechoso á la Francia en la edad media , era ina-
sequible en el siglo decimonono «El derecho hereditario es absurdo, de-
cía, no porque deje de afianzar la estabilidad del estado, sino porque es
imposible en Francia. Estuvo allá establecido por mucho tiempo; pero con
instituciones que lo hacían practicable, que ya no existen y que no se pue-
den ni deben restablecer. El derecho hereditario dimana del civil; supone
DE NAPOLEÓN. 2T.9
la propiedad y tiene por objeto vincular mi traspaso. ¿Cómo cabía herma
nar el derecho hereditario de la primera majistratnra 001 el principio de
la soberanía del pueblo? ¿Cómo el persuadir «pie esta majistratnra es una
propiedad? Cuando la corona era hereditaria, crecido numero «le majis
ti aturas lo eran igualmente; esta aprensión era una ley casi jeneral. déla
que ya nada existe. ■ (Thibaodbao. — El Consulado y r/ Imperio. )
¿Acaso lo absurdo se habia convertido en atinado desde el principio
al Un del consulado, y por ventura habia cesado tí era menos aparente en
1804 la desemejanza radical tan claramente advertida en I800?sin duda
cpie no; cada época habia conservado su estampa; pero Ronaparte habia
ido variando de pensamientos. Ya no le bastaba la potestad suprema a ti
tulo vitalicio. Habia penetrado en su alma el concepto engreído de plan
tear una dinastía y trasformar su familia en un rejio linaje. Desde entón
ees su politíes, siempre nacional y filosófica, siempre grandiosa y abarca
dora como sus alcances . se halló espuesta á contaminarse por el contacto
de las consideraciones secundarias y apearse casi de continuo sobre las mez-
quinas proporciones de la vanagloria y combinación dinástica. • Kste des-
compasado jigante, dice >lr. Chateaubriand, no enlazaba completamente
sus destinos con los de sus contemporáneos; su numen pertenecía á la
edad moderna, y su ambición correspondía á los tiempos antiguos; no ad-
virtió que los milagros de su vida descollaban en gran manera sobre el
valor de una diadema, y que este gótico realce le «vendría al soslayo. >
Justo es decir sin embargo que, aun cediendo á su « ambición de los
tiempos antiguos,* Ronaparte comprendió bastante las necesidades de
■ la época moderna, » para no embeber en el derecho hereditario que es-
taba planteando, el sesgo de absolutismo y las consecuencias rigurosas del
antiguo derecho divino. Quería por el contrarío eslabonarlos en cuanto
cupiera con la soberanía del pueblo: asi, cuando el senado pasó á visitarle
el 28 de floreal del año XII ( 18 de mayo de 1804) para presentarle el se-
nado consulto de aquel dia , por el cual el primer cónsul. era llamado al
solio y se declaraba la dignidad imperial hereditaria en su familia, Rona-
parte se esmeró en espresar contestando :
i Rindo ante la sanción del pueblo la ley del derecho hereditario. Be-
pero que la Francia no se arrepentirá nunca de los timbres que derrama
sobre mi familia. En todo caso , mi espíritu no estará con mi posteridad .
el dia en que esta deje de merecer el amor y la confianza del pueblo
francés. •
¿No era esto hacer el derecho hereditario meramente condicional ,
posponer los privilejios de la sangre á los derechos de la nación , sostener
el ejercicio privativo de la soberanía del pueblo y atenerse de antemano
con solemnidad á la prescripción eventual de la dinastía que fundaba , si
esta llegaba á perder la confianza nacional''
240 HISTORIA
En este sentido, el principio hereditario solo atribuía á los miembros
de la familia imperial una especie de candidatura legal que podia ofrecer
algún afianzamiento de orden y de estabilidad contra las vicisitudes inse-
parables de los interregnos, sin quitarle al pueblo el derecho soberano de
separar al sucesor que no se granjeara ó dejara de merecer su amor y con-
fianza.
Con efecto, así fué entendido y practicado el derecho hereditario en
Francia desde el principio de este siglo. El mismo Bonaparte, tan aprensi-
vo de fallecer sin completar su obra y plantear herederos que la consoliden,
sobrevivirá á su dinastía y á su propio gobierno por falta de arrimo con-
tra el poderío estranjero en el león popular que habrá aherrojado ú ador-
mecido á la sombra de su esclarecido despotismo. De nada le servirán el
voto del Luxemburgo y la consagración de Nuestra Señora; veíase des-
echado por el senado que lo encumbró , maldecido del pontífice que le
bendijo, y cuando la antigua lejitimidad acuda ufana y se aposente sobre
los escombros del derecho hereditario imperial, retando ciega y engreída-
mente el ímpetu del siglo y de la nación, bastarán algunos jornaleros des-
nudos para castigar el orgullo dinástico, vengar el siglo y la nación, cor-
roborando el dicho de Bonaparte, «que en lo sucesivo, el derecho heredita-
rio, tal cual se entendía en tiempo de nuestros antiguos reyes, es desatina
do é inasequible. » Entonces se convencerá de que el numen del individuo,
las glorias del linaje , ni las consagraciones de Paris y de Reinas no son
mas que meras aprensiones de estabilidad, y que si la consagración cons
titucional de un trono hereditario precave al pais de continuas revueltas
populares y de amaños electorales, siempre espuestos, solo es para librarlo
de conmociones revolucionarias periódicas. Con efecto, se podrá prescindir
de zozobrasen las juntas parroquiales, mas no por eso dejará de romper-
se el vínculo dinástico, y en lugar del bullicio del escrutinio, se oirá el es-
truendo de las armas; se padecerá una invasión ó sobrevendrán revolucio-
nes, y el orden de sucesión, ideado como medio infalible para perpetuar
los gobiernos, se hallará quebrantado dos veces en menos de veinte años,
ora por bayonetas estranjeras , en el nombrado por la nación , ora por la
espada nacional, en el nombrado por las bayonetas estranjeras. Ufánense
entonces de haberse libertado de los trastornos inseparables del sistema
electivo y haber entronizado el sosiego del estado y la fortuna de los lina-
jes soberanos al arrimo del derecho hereditario
¿Cuál podia ser sin embargo y cual fué el resultado moral sobre el es-
píritu de los pueblos europeos, del restablecimiento de la monarquía y de
la potestad hereditaria en Francia?
¿Salieron verdaderamente gananciosas la soberanía y la sucesión he-
reditaria, conceptuadas idealmente? Se consolidaron mas los tronos? ¿Se
afianzaron mas las dinastías? ¿Recobraron por ventura el poder de em-
DE N UM)LKON ¿II
I «losar y arrebatar que ed otro tiempo ejercieran sobre toda la sociedad
europea y aquel antiguo prestijin que constituía mi brillante/ \ su pujanza?
Por el contrario, aquel prestijio amaino masque nunca en «l regafl
las naciones, al ver que ol pueblo que había reinado en glol>o encasque-
tándose «'1 gorro encarnado y entonando la caramañola , se bada nw\»'
rador en uno de sus soldados, vestia la purpura \ ceñía la diadema sin
<pie pareciera escandaloso lo que la vieja Kuropa no podía conceptuar sino
como una profanación de las insignias monárquicas n por una usurpación
odiosísima.
Kl principio hereditario se adultero mas y mas cuando las familias pfc
beyas reemplazaron en Francia , Italia, Espafla, etc., ala dinastía n
clarecida, sentándole marcialmente entre los descendientes «le Cárloa v,
de Pedro el (irai.de y de Federico.
Tan cierto es que el destino de Ronaparte era ser el ájente mas activo
déla revolución, hasta en aquellos actos que mas estaban ostentando el
sello contrarevolucionario. Para contrareslar ala Kuropa entera, aquella
revolución habia tenido que pasar de la monarquía constitucional á la re-
publica. Para rundir |>or donde quiera y afrancesar de estremo á estremo
la Kuropa , paro en ambiciosa y conquistadora, pasando de la república á
la monarquía militar. Ksta nueva trasformacion se ejecutó por el senado
( onsnlto del ¿S de lloreal, año XII (IS de mayo de 1804). Kl cónsul Cam
baceres, encargado de presentar esta solemne acta á los pies del compañe-
ro que iba á ser su soprano . pronunció las palabras siguientes :
' Kl pueblo francés ha estado disfrutando por largos siglos las venta-
jas consiguientes á la potestad hereditaria. Ha hecho una prueba corta .
l>ero trabajosísima, del sistema contrario, > tras una deliberación libre y
premeditada, regresa á la senda que le señalaba su jenio. Kjeree desahoga
(lamente sus derechos para delegar á vuestra imperial majestad una |K>tes-
lad (pie su interés le imposibilita desempeñar por si mismo. Estipula pa
ra las jencraciones venideras y cifra por medio de un contrato solemne la
dicha de sus nietos en los vastagos de vuestrolinaje.F>stosimitarán\ uesiras
vii ludes y herederán nuestro amor y nuestra fidelidad. »
Napoleón respondió :
« lodo cuanto puede contribuir al bien de la patria está esencialmcn
le enlatado con nuestra felicidad.
• Acepto el dictado que conceptuáis provecboao el conferirme para
«loria de la nación. >
talego subordinando el nue\o derecho hereditario a la sanción del voto
popular, s,- esmeró en no provocar las repugnancias democráticas del si
glo , tributando un postrer homenaje á la soberanía del pueblo en la acta
misma que iba a suspender indefinidamente mi ejercicio Entonces pro-
nuncio las | ...labras ,\\U- ya citamos.
242 HISTORIA
« Rindo á la sanción del pueblo la ley del derecho hereditario. Espe
ro que la Francia no se arrepentirá nunca de los blasones que franquea á
mi familia. En todo caso, mi espíritu abandonará á mi posteridad el dia
en que deje de merecer el amor y la confianza de la gran nación. »
Al salir de la audiencia del emperador , el senado pasó á casa de Jose-
fina para saludarla con el dictado de emperatriz. «Señora, le dijo Cam
baceres, el concepto público y las finezas que estáis de continuo derraman-
do pregonan que, amiga de los desgraciados, solo hacéis uso de vuestro
valimiento con el caudillo del estado para aliviar su desventura, y que
vuestra majestad añade á la complacencia en favorecer el entrañable esmo-
ro que hace mas grato el reconocimiento y mas precioso el beneficio. Esta
disposición presajia que el nombre de la emperatriz Josefina será la señal
del consuelo y de la esperanza Kl senado se da el parabién de encabo
zar á todos en saludará vuestra imperial majestad. »
Cambaceres recibió en galardón de sus afanes la dignidad de canciller
mayor. No se debia menos á las veras con que había depuesto el título de
segundo majistrado de la república para allanarse al de primer subdito
del imperio. Labran fué nombrado tesorero mayor.
No fué solo en la respuesta al senado en la que Napoleón se esmeró en
halagar á los asombradizos republicanos; la fórmula del juramento que
prestó al tomar posesión del solio, demuestra el mismo afán. Quiere que
la Francia sepa que el emperador es lo mismo que e! cónsul , el primer re
presentante de la revolución, el arrimo mas esforzado de la causa popular
y el supremo defensor do la república misma. He aquí el juramento.
« Juro mantener la integridad del territorio de la república, respetar y
hacer respetar las leyes del concordato y la libertad de cultos ; respetar
y hacer respetar la igualdad de los derechos, la libertad política y civil,
la irrevocabilidad de las ventas de bienes nacionales; no recaudar contri-
bución ni impuesto alguno sino en virtud de una ley; mantener el insti-
tuto de la Lejion de Honor y gobernar con la única mira del interés, la
dicha y la gloria del pueblo francés. »
Aun echando así el resto de sus conatos para persuadir á la nación que
el establecimiento del imperio dejaría en pié la república, imposible era
que la fundación de una nueva dinastía no moviera zozobras en los pechos
republicanos, y no tuviera que prorumpir en protestas mas ó menos brio-
sas. Fué Carnot, como el mas descollante, el mas señalado en el trance. La
propuesta de restablecer la potestad hereditaria á favor de Napoleón y de
su familia se habia hecho en el tribunado, y Carnot la habia impugnado á
su primer asomo. «Desde eH8 de brumario, dijo , hubo una época, úni-
ca acaso en los anales del mundo, para premeditar al abrigo de las bor-
rascas, y plantear la libertad sobre sólidos cimientos , reconocidos por la
esperiencia y la razón. Después de la paz de Amiens, Ronaparte pudo ele-
DI. N M'OI.KON Jjr,
jir entro el sistema republicano ) el monárquico hubiera hecho emolo
¡ipeteciera sin asomo de contraresto Estábale confiado el dcpi>*ito de la
libertad ; había jurado defenderla . cumpliéndola promesa, hubiera «lis
fecho las esperaoxasde ln nación, que le habió cooocptuado «'I uniro capaz
de resolvere! gran problema de la libertad pública en los estados gran
•liosos; se hubiera cubierto de una «lona mu igual •
l-a voz «le Carnot son<> en el desierto. Los grandes cuerpos del estad»
fueron unánimes en su adhesión á la monarquía. No dirían sino que en
una milagrosa resurrección del lado derecho de la asamblea constituyente
Sin embargo, ni el senado, ni el tribunado, ni aun el cuerpo lejislativo
habían venido por aquel rumbo. Pero tal babia sido el raudal de los
acontecimientos, que los veteranos de la Convención se bailaron de repen
le trasformados en rortesanos, olvidando los principios, lenguaje y rostí un
bies que tuvieran el dia anterior.
Ix)s jenerales republicanos se doblegaron . romo lo> antiguos reprr
sentantes del pueblo, al imperio de las circunstancias. Siempre adictos á
la revolución, se avinieron á servirla bajo su nueva planta", ron tanto mas
motivo, cnanto hallaron una prenda de resguardo para mi propio enriim
tiramiento. Después de hal>ci sido promovido á la dignidad imperial, Vi
poleon convocó á la gradería de su sobo a los compañeros mas esclarecí
dos, condecorándolos con el dictado de mariscales del imperio, á saber
Bcrthicr, Mural, Moncey, Jourdan, Massena, Augereau, Bernadotte,
Soult, Bruñe, l^annes, Mortier, Ney, Davoust, Besicres, Kellermann, \jc
fevre, Perignon y Serrurier.
El pueblo no culpó de apostasia á todos los soldados de la república
viéndolos aceptar un titulo que recordaba la monarquía fcudnl. Al contra
rio, consideró como un nuevo homenaje á los principios de igualdad, para
él (anearos, el decreto que vinculaba en el cabal desempeño militar la
alta dignidad que el antiguo réjimen solia conferir únicamente al naci-
miento.
Pronto se le proporcionó á Napoleón una coyuntura para solemnizar
su advenimiento a la potestad suprema con un acto de demencia, l'.l fallo
del tribunal de justicia criminal, pronunciado el lude junio de 1801, con
dañó a pena capital á Jorje Cadoudal y á sus cómplices. Kl jeneral Morcan,
escudado ron su nombradla y el afecto del ejército, fué sentenciado a una
reclusión de dos años, conmutada en destierro perpetuo. Pero entre los
reos sentenciados á la pena capital . se hallaban hombres de esclarecido
linaje, tales como MM. de Bi viere y de Polignac. luciéronse las mas a< ti
vas dilijencias para salvarlos, y Josefina se encargó de corroborar las efi
caces instancias de las familias desconsoladas. Madama de Nonlessoe pasó
ji San Cloud bajo sus auspicios , y presento al emperador madama Ac Po
lignac, quien le pidió la gracia de su marido v la de Mr. ilc Riviere. « He
244 HISTORIA
mos conseguido , decia de allí a pocos dias la emperatriz , que madama de
Polignac se le presentase. ¡Dios mió! ¡cuan hermosa estaba ! Bonaparte se
conmovió al verla y le dijo : « Señora , perdono á vuestro marido , ya que
solo trataba de quitarme la vida. »
No paró en esto la jenerosidad de Bonaparte , pues también accedió á
menos poderosas intercesiones. Una muchacha de una familia desconocida
obtuvo para su hermano lo que madama de Polignac habia conseguido
para su marido. La clemencia imperial, implorada con feliz resultado por
MM. de Polignac y de Riviere, se estendió á Lajolais , Bouvet de Lozier ,
Rochelle, Gaillard, Russillony Carlos de Hozier; Jorje y sus cómplices
fueron ajusticiados. Pichegrú habia precavido á un tiempo su sentencia y
su castigo ahorcándose en el calabozo. « La ejecución de Jorje, dice Napo-
león en sus Memorias, no movió á compasión, por cuanto el asesinato ,
cualquiera causa que lo motive, será siempre odioso á los hombres. La ac-
ción de Judit necesita todo el predominio de la Sagrada Escritura para no
causar ira. » En cuanto al suicidio de Pichegrú, debia ser revocado en du-
da en una época en que todas las pasiones odiosas de los partidos contra-
rios y de las facciones vencidas se hermanaban para calumniar y envilecer
al vencedor. Puede haber habido hombres de buena fe que se dejaron per-
suadir que se habia atropellado la muerte de Pichegrú por disposición del
emperador. «Vergonzoso fuera, dijo Napoleón, quererse sincerar de un he-
i>K NAPOLEÓN
clin tan ilf^iiuiarfo- ¿(Joá podwi yo ganar ron c*ln» 1 n hombre de mi carác-
ter no obra sin grandes motivos. ¿Me han visto acaso derramar sangre por
antojo? Por mas qne echen el resto en timarme bajo todos los conceptos,
I.N que me conocen saben qne mi organización es opuesta al crimen, y
que en toda mi administración no aparece ningún acto privado del que yo
no pudiera responder ante un tribunal, no solo sin cortedad, sino con cier
to señorío. Kl hecho es que Pichegrú viéndose en una situación desahucia,
da, no pudo su entereza arrostrar la afrenta de un ajusticiado; desconfió
de mi clemencia ó la menospreció y se dio la muerte. • (Memorial.)
Pero en tanto que los principes que habían armado el brazo de l<
inducido á Pichegrú á una nueva traición, estaban devorando en Inglater-
ra el sonrojo de haber dado el cetro al que intentaban matar á puñaladas,
el caudillo ile la familia de Jos Borbones. a quien Napoleón declara no ha
bcr hallado nunca ten una»conspi ración directa contra n vida, i | que se
hallaba á la sazón retirado en Vnrsovía . ere* ó deber pnbliear un maní
tiesto contra «d acta del cenado que había I u miado una cuarta dinastía.
1'ouche. que fué el primer sabedor da aquel documento . estuvo solicito
.mi lavando al emperador, conceptuando que Napoleón le agí adecena su
afán * dilijemia > le daría inmediatamente ítideMi leveras para atajar en
Francia el escrito de luis \\ III . pero Kouch.- m engañaba Napoleón leyó
la declaración del pretendiente y dijo tibiamente al ministro al devolverse-
la : • Vaya, vaya , ¿con qué el conde de lila quiere hacer de tes soyas ?
246 HISTORIA
bien, muy bien. Mi derecho está en la voluntad de la Francia y sabré man-
tenerlo mientras tenga una espada. Los Borbones deben saber que no los
temo, y así que me dejen en paz. Decis que los bobos del arrabal de San
Jerman van á sacar copias de la protesta del conde de Lila; pues bien, que
la lean á su gusto. Maudadla al Monitor y que la publiquen mañana. » Y
en efecto , ell". de julio, el Monitor publicó la protesta de Luis XVIII.
De allí á pocos dias era el aniversario de la toma de la Bastilla, y esta
función republicana parecía deber hacerse desabrida al nuevo monarca ;
pero muy lejos de esto , acertó Napoleón á eslabonar los recuerdos del 1 \
de julio con las instituciones que habia planteado. Elijió este dia para la
primera distribución de las cruces de la Lejion de Honor, y para que los
agraciados prestasen juramento. Verificóse la ceremonia en los Inválidos.
El cardenal de Belloy, arzobispo dcParis, salió á recibir al emperador, á
la puerta de la iglesia seguido de todo el clero. Napoleón iba acompañado
de todas las grandes dignidades y empleados eminentes del imperio. Des
pues del oficio divino , Lacepede , canciller mayor de la Lejion de Honor,
tomó la voz y pronunció un discurso del que estractamos el paso si-
guiente :
DE \ IPOI.RON *¿Í7
« Hoy existe por la voluntad del pueblo cnanto apeteció alia en I i él
julio de ITHt». Ha conquistado su hUntad. y se halla afianzada sobre leu*.
inmutable»; b« querido la igualdad. > esta escudada por un gobierno que
constituye 80 cimiento Repetid estas palabras, ya proferida* en este
milito, \ que suenen basta los confines dd imperio: caMtoteaanNeo m
i • de julio m ¡nnutable ¡ cuaalo n destruyó do puede )a tener cabida. •
Deapoei de su discurso, Lncepcde llamo por sus nombres A Ion gran
dai itii.i.ilcs de la i .ejión, entre los que asomaba el cardenal Cepi i
cubriéndose el emperador . según uso de losrc\es de Francia, dij» ron
ros muy eatera ea medio dd profundo silencio y del fetyioso recojimien
to de toda la ooncurreaeia.
« Gomaodaales, oficiales, lejionarios . cíodadaoos y soldado*, ¿juráis
por fueatro honor sacrificaros ni sonido del imperio y conservar integro
su territorio? ¿Juráis defender d emperador, las leyes de la repábües >
las propiedades por dlasreasagradaí, pelear per oaanfos lawlios abonan
la justicia . la razón y las leyes, COOtra CUilqnieT intento encaminado a
restablecer d réjaaea feudal? ¿jarais finalmente echar d resto de vuestros
elctoeea BU sostener la Hkertad y la igualdad , estribos fundamentales de
nuestras constituciones? ¿ Ijo juráis? •
Todoi los miemhros de la Lsjion respondieron afirmativamente, y al
punto resonaron bajo las bofadas del templo las voces de < Viva el empe-
rador. » Mr. de Rourrienne confiesa que fuera imposible describir el entu
siasmo de los circunstantes.
Al dia siguiente de esta ceremonia, la escuela Politécnica recibió una
nueva organización.
Dos dias después, Napoleón salió de Paris para recorrer las costas de
la Mancha é inspeccionar los campamentos que tenia dispuestos. Anuncio
que este viaje tenia por objeto una solemne distribución de las anees ■ I » -
la lsjion de Honor á los valientes que no habian podido asistir á la cere-
monia de los Inválidos. Sin embargo, se creyó jenernlmente que esta dis
tribucion era un pretesto, y que Napoleón tenia siempre i la vista la reali
/«•ion de su intento predilecto, esto es, un desembarco en Inglaterra.
I is tropas situadas en la costa se eslemban desde Ktaples basta (>sten-
de. Davoust mandaba en Dunkerque ; Ney en Cales ; Oudinot en Santomer;
Mormonl en Mis fronteras de Holanda, y Soulten el campamento jeneral en
Boloña.
\ su llegada á esta riudad , el emperador halló el ejército rebosando
• le entusiasmo y denuedo. Soldados \ jenerales m- creían próximos á pasar
el estrecho. > no dejaba de li d>or sus re. dos de la otra parle de la Mancha.
Quinientas velas mandadas por el almirante Verbuel estaban como aguar
dando una señal |>ara diríjirse sobre los puertos de la Grao Bielafta. Ñapo
león era el único que tenia el secreto del destino eventual de aquellos te
248 HISTORIA
mibles campamentos. Al paso que amenazaba verdaderamente á la Ingla-
terra , veia formarse nuevas borrascas en el continente ; y acaso cuando
parecía estar engolfado con los inmensos preparativos de una espedicion
marítima, se preparaba mas de recio para laguerra continental, cuya inevi-
table esplosion divisaba á lo lejos.
Ochenta mil hombres de los campamentos de Boloña y de Montreuil
se reunieron á las órdenes del mariscal Soult en una dilatada llanura cerca
de la Torre de César. El emperador compareció en medio de ellos, seguido
de un estado mayor compuesto de los capitanes mas descollantes de aque-
lla época esclarecida. Situóse en una eminencia que la naturaleza parecía
haber proporcionado de intento para servirle de trono, y allí repitió con
voz sonora la alocución que habia dirijido á los lejionarios en la ceremo-
nia de los Inválidos. Sus palabras no tuvieron menos fuerza en Boloña que
en Paris; fueron tales los arranques que escitó, y tal la satisfacción que
sintió Napoleón, que su edecán, el jeneral Rapp, ha declarado después que
nunca le habia visto tan complacido.
Este precioso dia de la Torre de Orden fué sin embargo alterado por
la tarde con un temporal que infundió zozobra por el paradero de una par-
te de la escuadrilla. Elemperador, avisado, acudió inmediatamente al puer-
to para providenciar presencial y ejecutivamente. Pero á su llegada, cesó
la tempestad, como si los elementos acataran el predominio del prohombre
DE NAI'OI.KON. 249
> el embolen den mirada. ÜLaKeadj illa \«>h m inlarbí al puerto, y Na-
poleón regresó al campamento en don. Ir las tropas se rutn-naron luego á
<li\ rrsinnos y regocijos que se terminaron ron fuego* artilirtales disparados
en la costa y cuyos destellos se divisaron desde la costa misma de Ingla
térra.
Durante la residencia de Napoleón en el campamento de Rolona , dos
marineros ingleses, prisioneros en el depósito de Verdón, se escaparon y
llegaron á Molona , en donde construyeron un l>ote , sin otra herramienta
que sus navajas , con algunos pedazos de madera que ajustaron lo mejor
que pudieron , para pasar á Inglaterra en aquel frájil bajel que \\u hombre
solo podia llevar fácilmente al hombro. Acabado su trabajo , los dos ma-
rineros se hirieron á la mar, procurando «lar lIcNMe á una fracata nicle
sa que cruzaba á vista de la costa. Apenas salieron, cuando los aduaneros
los descubrieron . y habiéndolos apresado y vuelto al puerto, fueron presen
tados al emperador, quien habia manifestado deseos de verlos, como tam
bien el bote, pues su arrojo habia causado mucha novedad en todo H
r.mipamento «¿Es cierto, le» preguntó el emperador, que tratabais de
pasar el mar en ese bote v — Señor . si k> dudáis, respondieron los marine
250
HISTORIA
ros, dadnos vuestro permiso y nos marcharemos inmediatamente. —Cor-
riente , marchad, puesto que tal es vuestro arrojo ; me prenda el denuedo
en donde quiera que asome; mas no quiero que espongais vuestras vidas;
desde ahora quedáis libres y voy á mandar que os lleven á bordo de un
buque inglés. Allá podréis referir cuanto aprecio á los valientes, aun cuan
do sean mis enemigos. » Estos dos hombres, que iban á ser ajusticiados por
espías, con la vista del emperador, no solo consiguieron su libertad, sino
también algunas monedas de oro. Hallándose después en Santa Helena,
se entretuvo en referir este hecho á sus compañeros de destierro.
Ya dijimos que el emperador contaba con una guerra mas ó menos
próxima en el continente. Sabia que si la diplomacia monárquica de Euro
pa habia ido atemperando su lenguaje y sus pretensiones á la pujauza de
nuestras armas victoriosas, en nada habían variado sus propensiones. Las
maquinaciones del gabinete inglés podrían inducir de un dia á otro á las
cortes de Viena, de Petersburgo ó de Berlín á una nueva alianza contra la
Francia. Las disposiciones hostiles de todas estas cortes se alcanzaban por
cualquiera que comprendiese la incompatibilidad de nuestra monarquía re-
volucionaria con la añeja soberanía de los demás estados. Pero Napoleón
conocia aun mejor, de un modo positivo por medio de sus ajentes diplo
máticos, la malquerencia y las disposiciones guerreadoras de los gabine-
tes austríaco, ruso y prusiano. Los ochenta mil hombres que tenia en el
campamento de Boloña debían servirle para las continjencias que esta
mala voluntad podia acarrear. Miraba en ellos su porvenir y el de la Fran-
DE NAfOLBOÍS I H
na. \ asi echo d resto ni fomentar y estimular el entusiasmo di la» tropas
Desde entonces fue Braoldando sobre lo restante «Ir los «•júralos repnbh. i
nos la planta de las fe.lanjes imperiales . niyo transito trina dispuesto la
Providencia por todas las capitales do Knrnpa. K.ran siempre los mismos
soldados y jcnerales , eran los VITOMI > los pensamientos dH siglo diez y
odio, los hijos de la revolución. Kl campo de lloloña fué la cuna de aquel
(irande Ejército, á un tiempo avasallador y propagandista, qu«- hallo en
los campos de Waterloo, tras diez años de inauditos triunfos, una huesa
labrada por la traición y la fatalidad, y esclarecida con su heroísmo , ante
poniendo la muerte á la rendición.
Los preparativos militares que estaban embargando el ánimo del em
perador no le hacían desatender la administración civil del imperio. Se
complacía todo, al contrario, en abarcar cuantos objetos caben en losam
bitos del gobierno con desojada y cabal maestría Asi en medio de las
inspecciones y revistas del campo de Bolona, fundo los premios derenales
con un decreto estendido en estos términos
« Namh.eo* , emperador de los Franceses , a lodos los que las presen
tes vieren, salud.
t Siendo nuestro ánimo fomentar las atoan , las letras y las arte»
que contribuyen ante todo á la ilustración y gloria de las naciones ;
• Deseando no solo que la Francia conserve la preponderancia que se
ha granjeado en ciencias y artes , sino también que el siglo entrante aven
taje á los anteriores ;
« Anhelando conocer también á cuantos descollaren eu la carrera de
ciencias , letras y artes ;
< Hemos decretado y decretamos lo siguiente :
« Art. 1. Se celebrará cada diez años, el dia aniversario del IX de bru
m. u 10 . una distribución de grandes premios , dados por nuestra propia
mano, en el sitio y con la solemnidad que mas adelante se espresarán.
t II. Todas las obras de ciencias, literatura y artes, todos los inventos
útiles , Uníoslos establecimientos dedicados á los adelantos de la agricul-
tura ó de la industria nacional , publicados , conocidos ó planteados en
un intermedio de diez años, cuyo término procederá de un año á la épo
ca de la distribución , competirán para los premios mayores.
• III. S¿i primera distribución se verificará el 18 de brumario del
año XVIII, y conforme á las disposiciones del articulo precedente, el certa
men abarcará cuantas obras, inventos ó establecimientos sean publicados
ó conocidos desde el intermedio del 18 de brumario del año VII al 18 de
brumario del año XVII.
• IV. Estos premios mayores seráo, unos del valor de I O.OOo frascos.
y otros del de 5.000.
■ V. Ixw del valor de 10.000 francos serán nueve, y conferidos:
252 HISTORIA
« I". A los autores de las dos mejores obras de ciencias : una de física
y otra de matemáticas;
«2°. Al autor de la mejor historia ó del mejor trozo de historia, ya
sea antigua ó moderna ;
« 5o. Al inventor de la máquina mas útil á las artes y á la fabricación;
« 4o. Al fundador del establecimiento mas ventajoso á la agricultura ó
á la industria nacional ;
« 5o. Al autor de la mejor composición dramática representada en los
teatros franceses, ya sea comedia ó trajedia;
• 6o. A los autores de las dos mejores obras, una de pintura y otra de
escultura, representando hechos señalados ó acontecimientos memorables
sacados de nuestra historia ;
« 7o. Al compositor de la mejor ópera representada en el teatro de la
Academia imperial de música;
« VI. Los premios mayores del valor de 5.000 francos serán trece, y
conferidos :
«Io. A los traductores de diez manuscritos de la biblioteca imperial
ó de las demás bibliotecas de Paris, escritos en lenguas antiguas ú orienta-
les, y reconocidos por los mas útiles á las ciencias, historia, buenas letras
y artes ;
« 2o. A los autores de los tres mejores poemas que traten de sucesos
memorables de nuestra historia ó de acciones honoriíicás para el pueblo
francés.
« Vil. Estos premios se adjudicarán por informe y á propuesta de un
jurado compuesto de los cuatro secretarios perpetuos de las cuatro clases
del Instituto , y de los cuatro presidentes en ejercicio durante el año que
preceda al de la distribución. » ,
Mientras que la Europa conceptuaba á Napoleón dispuesto á caer sobre
Inglaterra, le vio Bruselas aparecer de repente en sus muros. Habia avisado
á Josefina que se verian en aquella ciudad, y con efecto se verificó su reu-
nión en el castillo de Laken, que estaba magníficamente dispuesto para el
intento. Allí fué donde recayendo la conversación sobre una novela de
madama de Stael , se espresó Napoleón acerca de aquella célebre escritora
en los términos que citamos y que dan vado para enterarse de la hostilidad
en que prorumpió posteriormente la autora de Corina respecto al empera-
dor : « Así como no me gustan los hombres afeminados, tampoco me cua-
dran las mujeres ahombradas. Cada cual desempeñe su papel en este mun-
do. ¿Qué son esos desvarios de la imajinacion? ¿Qué viene á quedar de
todos ellos ? Nada. Todo eso no es mas que metafísica inapeable y descon-
cierto de potencias. No puedo estomagar á esa mujer; además no me gus-
ta que las mujeres den conmigo los primeros pasos, y sabe Dios de cuan-
tas zalamerías se ha valido la susodicha. »
DK ISAPOLB01S ir,
\a repugnancia que Napoleón había proferido siempre á madama de
Stnel. convertida en enemiga por haberse visto desechada, • como diferí
Piano rir Snnla Helena, destempla aquí descompasadamente al probom
bre ron la? mujeres en joneral , porque tenin motivos particulares para
quejarte de uñado ellas. Su tino habitual se estmio además tanto en esto
punto ron su» rencores y sus mañas, que aun en Santa Molona continuaba
opinando del mismo modo acerca de las relación»* morales de los sexos, y
-tinaba eo afirmar que las mujeres solo oran del caso para procrear.
• Devaneo os qno aspiréis a la igualdad . • doria á las señoras Bertrand y
Montholon ; « la mujer es propiedad nuestra; nosotros no somos Ui suya. •
li residencia del emperador en 1-iken fuo do corta duración l^p»
aquel \ istoso paraje trasladándose á Aquisgran , donde pormanorió alga
nos días, detenido eo cierto modo por una simpatía misteriosa a la capital
y al tepatero del conquistador, cuyo imperio reponía al cabo de mil año*.
> que había recibido del cíelo, como él. el instituto de cmlixador da la Eu-
ropa por entrambas potestades . dd Domen J de lafl armas
Desde la ciudad de C-irlomagno . ciñas insignias quiso trasladar a Ta-
ris . s«- dinjio Napoleón á Maguncia . pasando por Colonia y Cohlcnza. Los
principes del imperio se agolparon a su encuentro, y utilizó su oficiosidad
para ochar los cimientos do la Confederación del Rin , con que trataba de
\ aliar la Francia contra las grandes potencias del Norte.
Poro no le bastaban todavía al glorioso restaurador del imperio de Car
lomagno los rendimientos sinceros ó finjidos de los principes y los votos
del pueblo. II héroe civilizador de la edad media habia hecho que la re
Iijioii consagrara su potestad , y Napoleón desentendiéndose de la diferen
cía de los tiempos, quería escudar su solio con todos los arrimos que eupie
ron al do Carlomagno. Para que la semejanza fuese aun tan cabal como
cabia. deseo el nnjimiento pontifical . y con este objeto despacho desdo
Maguncia i liorna á Cafarelli para que recabase de Pió Vil el venir á con
sagrar en Paris al emperador de los Franceses. Durante esta negociación .
Napoleón disponía, desde las márjenes del Hin. la salida do (Lis escuadras.
254 HISTORIA
una de Rochefort y otra de Tolón, á las órdenes de los almirantes Missiessy
y Villeneuve. Así andaba preocupado de espediciones marítimas. Al cabo
de tres meses de ausencia, volvió á tomar el camino de su capital y llegó
á San Cloud á mediados de octubre.
I.AIM1IH» VMI
t omocjrinn dr¡ rnerpo l*)i«l*ti*o < .miprnl.inon n> lo« »olo« popnlar
I lrt»dj * Frjnria <!*•! papi Pió Vil. Coronarton ilrl amblador.
a época de la coronación M 1K1
acareando, pues Cafarelli avisaba
de Roma que estaba corrunic su
encargo. Napoleón iba i sentar*
en el solio de los primoj«»nitos de
la Iglesia con el solemne benapla-
BÜO | Un auspicios de la
infalible déla
aunarse el boato de las representaciones políticas con las solemnidades de
la rdijion Kl afijo . el tribunado y el consejo de esudo
256 HISTORIA
toarse como perenes ; solo el cuerpo lejislativo necesitaba convocarse con
mucha anticipación, y lo fué por un decreto del 4 7 de octubre.
Los individuos del senado habian prestado ya un juramento individual
al emperador , y el presidente Francisco de Neufchateau habia pronuncia-
do un discurso en que sobresalian las palabras siguientes :
« Señor, cuando en un porvenir allá remoto, nuestros nietos y bisnie-
tos vengan con igual festejo á reconocer por emperador á aquel de vuestra
prole que deba recibir su juramento de fidelidad , una sola palabra basta-
rá para retratarle al vivo los anhelos y urjencias del pueblo , y para deli-
nearle todos sus deberes : « Os llamáis Bonaparte ; sois el hombre de la
Francia : acordaos , príncipe , del Gran Napoleón. »
Cuando se recojieron los votos del pueblo acerca del senado-consulto
del 28 deíloreal del año XII, y la comisión especial del recuento que
desempeñó Rcederer, hubo probado que «tres millones quinientos setenta
y dos mil trescientos veinte y nueve ciudadanos » habian declarado que-
rer la sucesión hereditaria de la dignidad imperial en la descendencia di-
recta, natural, lejílima y adoptiva de Napoleón Bonaparte, y en la descen-
dencia natural y lejítima de José y Luis Bonaparte, también fué Francisco
de Neufchateau quien tuvo el encargo de dar el parabién á Napoleón por
el nuevo testimonio de confianza y gratitud que acababa de darle el pueblo
francés. En medio de los conatos de la adulación y de las lisonjas académi-
cas que por precisión tenían que componer el razonamiento oficial del pre-
sidente del senado, y que al menos se hacían disculpables con un hombre
como Napoleón , supo el orador deslindar la diferencia esencial que debía
mediar entre la monarquía imperial y la antigua soberanía, que venia á ser
la misma que habia entre la revolución y el antiguo réjimen , porque de
otro modo, no tuviera cabida el voto reciente del pueblo francés. «El dic-
tado de emperador siempre recordó , dijo, no la soberanía ante que se
humillan y postran los subditos, sino el concepto encumbrado y liberal
de un primer majistrado mandando en nombre de la ley á la que los ciu-
dadanos se precian de obedecer »
Napoleón contestó:
« Subo al trono á que me llaman los votos unánimes del senado, del
pueblo y del ejército, convencido de los sumos destinos de ese pueblo á quien
yo saludé el primero desde los campamentos con el nombre d" Grande.
« Desde mi mocedad se vincularon en él todos mis pensamientos, y este
es el momento de espresarlo ; mis recreos y mis congojas se cifran desde
ahora en la dicha ó desventura de mi pueblo.
« Mis descendientes conservarán por mucho tiempo este solio, el pri-
mero del universo.
« En los campos de batalla serán los primeros soldados del ejército ,
sacrificando su vida por la defensa de su pais.
DE NAPOLIOfS
• (jtinn majistrados. no perderán do visi.i qnr el mcnosprmo de h-
leyw \ la illeiauon del órdei «.(>• iil son tan solo el rutilado de la flaqueza
\ «Ir la ineertidumbre fio los principes.
«Nosotros, sonadores . cnvo consejo y ¡irrimo minea mr hilaron en
las mas criticas circunstancia*, VUestroi alcnnoe* se irán trasmitiendo á
Mifsiros sucesores; so«l siempre el resguardo > km prinápele* cot)tt|efoi
ríe ntfl trono. imprescindible parala folirul.nl de t.ui dilatado iiii|n>ii I
toeraébeJC el «lia «le la consagración . Pío Vil. salido «lo Roma a pnnn
pioc de noviembre, llegó el 2Bá Fwliiígbleac Napoleón, «pie había di*
puesto imn cacería para hallarsr en si: transito, le salió al encuentra oa
el camino de Nemurs. Luego «pie le áuuhtié, se apeó ; hizo lo mismo o|
pontífice, y habiéndose abrazado, subieron en el mismo eoehe y pasaron al
palacio imperial «le Kontaineblcan, alhajado de nuevo con loda maenifi
cencía, Ll emperador y el papa tuvieron juntos vanas conferenciasen aque-
lla rejia mansión . de la «pie salieron el '2X. verificando el mismo «lia su
entrada en París.
Habíase lijado el '2 «le diciembre para la consagración . pero aun n:>
estaba determinado el sitio de la ceremonia. I nos hablaban del Campo de
Marte, otros «le la iglesia «le los Inválidos, > al lin Napoleón prefiní) Nuestra
Seftore. Kl Campo «le Harte abundaba demasiado en recuerdos revolucio-
narios- para cuadrar eon un ceremonial en el que la revolución . dando al
258 HISTORIA
olvido sus borrascosos estremos y su odio primitivo á los sacerdotes y á
los reyes, debia estremarse en sincerar su monárquico disfraz, y manifes-
tar á la Europa que podia hermanarse con la unidad del poderío y el ejer-
cicio de la relijion. Desatino fuera repetir en 4 804 lo que se hiciera en
1790. Pero si Pió VII estaba harto sabedor de su dignidad para avenirse á
un arreglo en el cual tenia que ser un imitador de Talleyrand , tam
bien Napoleón tenia de suyo un tino muy certero para requerir algo
que se le pareciese. «Se ha tratado del Campo de Marte, dijo, como un re-
cuerdo de la confederación ; pero los tiempos han variado Se ha pen-
sado en celebrar la ceremonia en la iglesia de los Inválidos á causa de las
memorias guerreras que presenta ; pero la de Nuestra Señora será mejor;
es mas capaz, y también tiene sus recuerdos que hablan mas á la imajina
cion, dará á la solemnidad un carácter mas augusto » (Pelet de la
Lozere. )
Llegado el dia, Pió VII pasó á Nuestra Señora, acompañado de un
clero numeroso, y precedido, según costumbre romana, de una muía, lo
cual dio campo para que los Parisienses prorumpiesen á porfía en carca-
jadas, interrumpiendo por algún rato la gravedad del acompañamiento
pontifical. El emperador siguió al papa. Nunca monarca alguno se vio ro-
deado de un séquito tan grandioso y galano. Allí iba todo lo mas esclare-
cido en armas'y gobierno. Agolpábase la brillantez de la gloria personal
al de las jerarquías y dignidades. El boato de los trajes y condecoraciones,
el lujo de las carrozas 'y caballos, la riqueza de las libreas, la oleada de
los concurrentes de todo el ámbito del imperio, contribuía todo para ha-
cer de aquella solemnidad un espectáculo inaudito de grandiosidad y mag-
nificencia. La nación se hallaba representada en Nuestra Señora por los
presidentes de los cantones, los presidentes de los colejios electorales, los
diputados de las diferentes administraciones y del ejército, el cuerpo legis-
lativo y las demás grandes corporaciones del estado. El papa celebró. En
cuanto al emperador, al adelantarse hacia el altar, no aguardó que el pon-
tífice le coronase, sino que tomando la corona de manos del papa, se la
puso en la cabeza y después coronó á la emperatriz.
Al dia siguiente de esta gran solemnidad, hubo en el Campo de Marte
una revista á la que se siguió la distribución de las águilas imperiales á los
diferentes cuerpos del ejército. El emperador, colocado en'un solio encum
brado cerca de la Escuela Militar, hizo el repartimiento personalmente.
A una señal dada, las tropas se pusieron en movimiento y se acercaron á
él. « Soldados, les dijo, he aquí vuestras banderas ; estas águilas os servi-
rán siempre de punto de reunión : siempre las hallaréis do quiera que
vuestro emperador las crea necesarias para la defensa de su trono y de su
pueblo.
DE NAI'OI.KON. MI
¿Juráis vi.riiir.u \ insii. i Mbttflda en defenderlas y manteoorlas
■
M i
• undantemente por vuestro valor ea el camino del honor y de In victo
ria?i
lx>ssoldados»rcspondieroii con unánimes aclamaciones: «Si, lo jura
mos. ■
Kl senado y la ciudad de París quisieron después consagrar la época de
la coronación con fiestas que dieron al emperador y á laemperatn/ II
consejo mum< ip;.l de la . apital congratuló también con este motivo ni cm
perador. ajinen k dio la respuesta siguiente:
« Señores del ayuntamiento , he venido á vuestra presencia para ma
infestar a mi buena dudad de Paris el afán con que ea mi animo apadrinar
200 HISTORIA
la. En todas circunstancias rae servirá de complacencia y será de mi obli-
gación el darle pruebas particulares de mi afecto : porque habéis de saber
que en las batallas, en los mayores peligros, en los mares, y aun en me-
dio de los desiertos, siempre tuve á la vista la opinión de esta gran capí
tal de Europa, aunque posponiéndola al voto, para mí preponderante, de
la posteridad. »
Pió VII se detuvo en Paris durante todas estas fiestas. Solo habia ido á
Francia con la esperanza de que su condescendencia sirviese á los intereses
de la relijion y á los de su soberanía temporal. Era pues natural que pro-
longase su residencia junto á Napoleón tanto tiempo como lo conceptuara
necesario á la realización de las esperanzas que traia.Mas adelante veremos
si eran ó no fundadas, y si el emperador, al redoblar con el pontífice ro-
■
DK \ L FOLIÓN
niíino sus fusilamientos por los santos nloos ron qnr Iií liabin nnjklo, lavo
1 1 uIim nV s.k i ilic.ii ;i mi nvoiniciininilM los |>mi«i|>i <» v inti i
liticn ri.iiMi-sa en Italia.
'<*
►*•
•
1
Sesión del cuerpo lejislalivo. Inauguración de l.< estatua de Napoleón. Carla del
emperador al rey de Inglaterra. K< puesta de lord Mulgrave.
Mensaje del .senado.
einte y cinco dias después de la
coronación, el emperador abrió las
a¿{» sesiones del cuerpo lejislativo.
«Príncipes, majistrados, dudada
" nos, soldados, dijo, todos no tene-
mos en nuestra carrera mas que un
I' objeto: el interés de la patria. Si es-
te solio en que me han colocado la
Providencia y la voluntad nació-
os preciosísimo á mis ojos , la razón es por cuanto solo él puede de-
fondee y conservar los mas sagrados intereses 44 pueblo ir nj|
< l-i flaqueza do I» potestad supieron es la mas espantosa calamidad
pira los pudiatl. (.orno soldado u primer cónsul . no tuve masque un
pensamiento ; ei mismo lie tenido romo emperador: la prosperidad de la
I rancia, luí harto venturoso en esclarecerla con victorias, convalidarla
con tratados . saharla de las discordias ciules > BfOpeTtt el rcstable. i
miento de las costumbres . de la sociedad y de la relijion. Si la muerte no
me asalta en medio de mis afanes, vivo esperanzado de traspasar a la nos
teridad un recuerdo que sirva siempre do norma o de reeon vención á mis
sucesores.
• Kl ministro del interior os liará un relato <l« h situación del imp< i
Con efecto. Mr. de Champagny desempeñó esta obvia y esclarecida
describiendo el sosiego, prosperidad y grandeza de la Francia,
despoei de (antas tormentas; los sacerdotes y pastores de diferentes culh*
reunidos en un mismo amor de la patria y un pasmo universal respecto a
Napoleón ; la nueva lejislacion celebrada en todas partes como un benefi
ció ; las escuelas de derecho próximas á abrirse; la escuela Politécnica
proporcionando jóvenes aventajado! a nuestros arsenales, puertos y talle-
res; las escuelas de Artes y Oficios de Compicgne haciendo cada día nuevos
adelantos; la inventiva francesa estimulada para producir obras majistra
les en todos los ramos de ciencias, letras y artes, por medio de los premios
docenales; la administración de Puentes y Calzadas ejecutando con la ma
204 HISTORIA
yor confianza las faenas entabladas é ideando otras nuevas; un vecindario
recien venido á la Vendea (Napoleón— Vendea) , para ser un foco de luces
y el centro de una activa y segura vijilancia ; el comercio reanimado en
la orilla izquierda del Rin por los decretos del emperador y dando á Ma-
guncia y á Colonia todas las ventajas de un verdadero depósito sin el ries-
go de las introducciones fraudulentas en el interior de Francia ; nuestras
manufacturas perfeccionadas; nuestra industria esfendiendo sus raices en
nuestro mismo suelo y rechazando la industria inglesa lejos de nuestras
fronteras, después de haber logrado igualarla en lo que constituía su bla-
són y su ventaja, esto es, en la perfección de sus máquinas; la agricultura
engrandecida y mejorada; finalmente, las verdaderas riquezas multiplican
(lose en todos los puntos del imperio. A continuación de esta pintura, el
ministro manifestó que el número de los pordioseros de la capital ascendía
á treinta y dos mil menos que en 1791 , y á veinte y cinco mil menos que
en el año X.
Bl estado de nuestra situación colonial era menos próspero á causa de
la guerra marítima. Por lo que tocaba á nuestras relaciones diplomáticas
con las potencias del continente, eran esteriormenle amistosas, pero, como
ya dijimos, era una paz fementida que estaba siempre encubriendo la
guerra.
En respuesta áesta comunicación, el cuerpo lejislativo se presentó de
gala el 2 de enero de \ 805 en la audiencia del emperador para manifestar-
le parabién, y el presidente Mr. de Fontanes usó, á pesar de los mur-
mullos de casi todos sus compañeros , la antigua fórmula de « fidelísimos
subditos. » Pocos dias después se inauguró en el sitio donde celebraban
sus sesiones los diputados, la estatua de Napoleón, ejecutada por Chaudet:
y Mr. de Vaublanc, cuestor del cuerpo, llevando la voz en aquel acto de-
lante del emperador, la emperatriz y los grandes personajes del imperio ,
empezó así el elojio histórico de su héroe:
« Señores , habéis señalado la conclusión del Código civil con un acto
de admiración y reconocimiento. Habéis levantado una estatua al ilustre
príncipe cayo tesón hizo llevar á cabo esta grande obra, al paso que su
grandioso entendimiento difundió vivísima luz sobre esta porción sobre
saliente de las instituciones humanas. Primer cónsul á la sazón, y hoy (lia
emperador de los Franceses, se presenta en el templo de las Isyes, orlada la
sien con la corona triunfal que tantas veces le ciñió la victoria presajián-
dole la rejia diadema
« Si las alabanzas estragan los pechos mezquinos, alimento son de co-
razones grandiosos
« ¿Qué hombre es mas acreedor que Napoleón al honor supremo que
hoy se le confiere? ¿Quién ha merecido mas de sus contemporáneos y de
la posteridad?.... »
DE NAPOLEÓN
>lr. de I botana hablo lurfio. y los olojios fnrron M H Uva no mi-
nos amaestrados y grandiosos. *C«be, dijo, «mi esta punto el gakfdOfl
mas debido á la gloría, al paso que la potolad s<< granjea csclnn
instrucciones. No m> l«'\nn(.i »sp monumento ni gran capitán, ni al tente
dorde tantas naciones : el cuerpo lejislativo lo dedica al restaurador de las
No s<« homiilan a los pies de esa estálna trémulos ovrla^os ó pneMos
aherrojados ; en rila se cooipltce una nación jenerosa presenciando las
faenónos de sn libertador
.-.;
2C6 HISTORIA
« ¡ Fenezcan allá cuantos monumentos levantaron el orgullo ó la lison-
ja ! pero que el reconocimiento condecore á cuantos rebosan de heroísmo
y beneficencia. ■
El cuerpo lejislativo terminó sus sesiones de allí á poco tiempo, cer-
rándolas Mr. de Segur, consejero de estado, quien, después de haber re-
cordado en su discurso y bajo una nueva planta las maravillas que cele-
braran Lacepede, Neufchateau, Vaublanc, Fontanes, etc. , recomendó á
los diputados las palabras que el emperador mismo habia pronunciado al
abrirse las sesiones: « Príncipes, majistrados, ciudadanos, soldados todos,
no tenemos mas que un objeto, el interés de la patria. »
Pero Napoleón habia comprendido que este interés requería ante todo
una paz sólida y duradera , una paz verdaderamente europea , de que no
estuviese esceptuada la Inglaterra. Olvidando entonces el poco éxito que
tuviera en otro tiempo la carta del primer cónsul al rey Joi je III , renovó
como emperador sus pacíficos intentos. « Hermano mió, le escribía (en
2 de enero de Í805) , llamado al solio por la Providencia y los votos del
senado, del pueblo y del ejército, mi primer impulso es el anhelo de la
paz. Francia é Inglaterra están desgastando su prosperidad, pueden luchar
siglos enteros. ¿ Pero desempeñan bien sus gobiernos el mas sagrado de
sus delires? ¿y no les reconviene su conciencia de tanta sangre inútil-
mente derramada y sin la perspectiva de ningún objeto? No tengo por
deshonroso dar los primeros pasos ; me parece que tengo harto demostra-
do cuan poca zozobra me causan los trances de la guerra , y por otra par-
te nada hay porque deba temerla. La paz es el ansia de mi corazón , pero
nunca la guerra contrarestó mi gloria , etc. , etc. »
Napoleón no recibió contestación directa , contentándose el rey de In
glaterra con que lord Mulgrave escribiese á Mr. de Talleyrand una carta
muy enmarañada, que el emperador sujetó al escrutinio del senado con
una copia de la que él mismo dirijiera á Jorje III. «Su Majestad ha re-
cibido, decia lord Mulgrave, la carta que le dirijró el caudillo del gobier-
no francés.
« Nada desea tanto su Majestad como utilizar la primera coyuntura de
proporcionar á sus subditos los beneficios de una paz fundada en cimien
tos que no sean incompatibles con la seguridad permanente y los intereses
esenciales de sus estados. Su Majestad está persuadido de que este bien solo
puede lograrse con arreglos que, al paso que afianzen el sosiego venidero
de la Europa, precavan la repetición de los peligros y desventuras en que
se ha visto comprometida. Bajo este concepto, su Majestad se halla impo-
sibilitado de contestar mas particularmente á las proposiciones que se le
hacen, hasta que haya tenido tiempo de comunicarlas á las potencias del
continente y en especial al emperador de Rusia, quien ha dado las mas
I>K NAIMH.KON. Üi7
patentes mtiesttii de la cordura y elevación de sus dktáflMDei y del inte
res que loma por la seguridad ó independencia de Kuropa. •
\ pesar do los conatos del diplomático inglés para no decir nada ter
minante sobre el ánimo verdadero del gabinete de l/mdres respecto á la
Francia, harto demostraba que no era pacifica la respuesta que araba il<>
leerse. Y con efecto , ¿qué significaba ese afectado empeño de no dar á Na
poleon el dictado que acababa de conferirle el pueblo francés, que el papa
babia consagrado, y reconocido toda la Europa continental y soberana ?
¿Cuales eran además esos arreglos indispensables para la seguridad vem
dera de la Kuropa y que solo podia evitar la repetición de las pasadas des
venturas? Y esas relaciones confidenciales con las potencias del conlúini
te y particularmente con el emperador de Rusia, ¿con qué objeto y contra
quién se habían fraguado? Todo en esle documento , en la apariencia tan
comedido é indeciso , estaba descubriendo y retratando el tenaz pensa
miento del gabinete de San James , la mente de Burke y de l'itt , el liste
ma que anhelaba guerrear con la Francia, á las claras ó con amaños en
cubiertos , hasta que ofreciese garantías de tranquilidad á la vieja Kuropa
orillando sus doctrinas y derrocando sus nuevos institutos para volver
al antiguo réjimen. Comprendiólo Napoleón y dio la mayor publicidad á
esta correspondencia, que atonaba sus preparativos, y bastó para com
prolmr esta observación atinada de >lr. do Hignon , que se aplicó luego á
las guerras posteriores, que « la guerra contra el emperador siempre fué
la guerra contra la revolución. »
CM'ITLLO XIX.
Napoleón proclamado rey de Italia. Salida de Parí». Residencia cu Tai
Monumento en M* rengo. Entrada en Milán. Reunión de
Jen ova á la Francia. Nueva consagración.
Viaje á Italia. Regreso á Francia.
a comunicación que Talleyraud pasó al
senado en nombre del emperador, había
J avisado á la Francia. Napoleón se ha-
llaba ya escudado con la opinión públi-
ca de toda reconvención acerca de la
guerra marítima, ó de haber suscitado
la guerra continental , dado caso que cs-
Pio Vil continuaba residiendo en Pa-
donde vio llegar los diputados de los colejios electorales y de los
DE NA POLLÓN Mfl
cuerpos consumidos de la república italiana , poniendo á los pies del em-
perador el voto de la nación y proclamándole rey de Italia.
Melzi , v ice-presidente de la república, fué el informante de la diptiia
cion: se presentó, el Í7de marzo de INO.i.cn la audiencia solemncdcl.ru
perador, y allí, en presencia del senado, pronunció nn discurso que termi-
nó con estas palabras ¡
«Señor, quisisteis que hubiese república italiana, y existió. Quered
que la monarquía italiana sea dichosa , y lo será. »
Napoleón respondió :
« Nuestro primera voluntad, todavía salpicada con la sangre y cubier
ta con el polvo de las batallas, fué la reorganización de la patria italiana.
« Entonces conceptuasteis forzoso para vuestros intereses que fuese
caudillo de vuestro gobierno; y hoy persistiendo en el propio pensamien
to, queréis que seamos el primero de vuestros reyes : la separación de las
coronas de Italia y Francia, que puede ser provechosa pera asegurar la in-
dependencia de vuestros descendientes, redundara ahora en detrimento de
vuestra existencia y sosiego. Conservaré esta corona, pero tan solo el
tiempo que asi lo requieran vuestros intereses, y veré gustosísimo el mo-
mento en que me cupiere poderla ceñir en sienes de persona mas joven
que, siguiendo mi rumbo, se manifieste siempre dispuesta para labrar
la dicha del pueblo, sobre el cual la habrán llamado á reinarla Providen-
cia, las constituciones del reino y nú votijMad.
No sin zozobra estaba viendo el papa como se planteaba el nuevo reí-
(lia.
270 HISTORIA
no de Italia y se estendia la autoridad directa de Napoleón hasta las puer-
tas de Roma.'El viaje de Francia, decidido sobre todo por consideracio-
nes temporales , habia tenido un objeto muy diverso de aquella vecindad
formidable. Pió Vil disimuló sin embargo su descontento , á lo menos en
sus manifestaciones esteriores, pues consintió en franquear segunda vez
su ministerio á la familia imperial.
Luis Ronaparte acababa de ser padre de un segundo hijo, y el empe
radar habia mandado depositar en los archivos del senado la fe de bautis-
mo del joven príncipe á quien llamaban eventualmente al trono las cons-
tituciones del imperio. El recien nacido recibió el nombre de Napoleón
Luis, bautizándolo el papa, el 24 de marzo de 4805, en el sitio de San
Cloud, y siendo su padrino el emperador.
Salió este de París el i°. de abril para pasar á Milán con la emperatriz.
Detúvose tres semanas en Turin, habitando en el palacio de Stupinice, lla-
mado el San Cloud de los reyes de Cerdeña. Allí le volvió á ver el papa
¿§SggÉ£§T§T«¡
I>K NAPOLEÓN. *27l
ni su regreso n Huma. \ tuvieron junio* varia» conferencia* en las que
Napoleón nunca eaporanaó a Pió \ II . lo mismo que en los alistamiento*
de Partí v rontainobloau . rn pago de los santos óleos, ron U mas mínima
rcnunria de territorio.
Kn su viaje ¡i Milán, quiso visitar Napoleón, el s de m.no.cl campo «Ir
batalla de Marengo. Habíanse reunido todos los CttcrpOi francotes que so
bailaban en aquella parte (Ir Italia. Patóleí revista el emperador, vestido
• . 'ii el traje y el sombrero que llevaba el día de aquella gran batalla. ■ No-
tóte, dice Bourrienne, qne la polilla que desacata los vetfidoi de los pro-
bombres. al parque los gusanos sus cadaverca, habían agujereado su
traje , lo cual no le retrajo do ponérselo. •
Napoleón no continuo su viaje basta después de baber colocado U
primera piedra del monumento dedicado á los valientes fenecidos en aquel
eampo de batalla . J verileó d mismo día su entrada en Milán.
I os historiado! n mas opuestos á Napoleón lian confesado que esta ca
l'H.il le tributo entonces un recibimiento tan lucido eomo todos los que
se hicieran en Francia después de las victorias de Leones > Marengo. El
entusiasmo de los Italianos fue extremado.
Napoleón ocupó el palacio de Muza, en que Duiazzo. ultimo du\ de Je
nova, vino a pcdii le que incorporase la republiea liguriense con el impe
no francés.
Napoleón contesto.
« Señor dn\ , y señores diputados del senado y del pueblo de Jénova.
« Tan solo las ideas liberales alcanzarán á devolver «i vuestro gobier
no el esplendor que tuvo alia en otros siglos; pero pronto me convencí
de que estabais imposibilitados de ejoeutar por vosotros heroicidad alguna,
digna de vuestros antepasados.
• Varió todo: los nuevos principios de la lejislacion de los mares que
lian adoptado los Ingleses , obligando á la mayor parte de Europa á reco-
nocerlos ; el supuesto derecho de bloqueo qne pueden estender «i las plazas
no bloqueadas, y que no es mas que el alan de acabar «i su antojo con el
comercio de los pueblos ; los saqueos siempre en aumento de los Berberís
eos; todas estas circunstancias no os acarreaban mas que aislamiento en
vuestra inde|»eiidenoia. I«a posteridad me agradecerá el halier libertado loa
mares y obligado á los Berberiscos á no atropHIar las banderas inferiores
\ minábanme á esto solamente el interés \ dignidad del hombre. Kn el Ira
lado de \miens . la Inglaterra se negó á cooperar a BfJas ideal Kbfl til l
• En no mediando la independencia marítima, forzoso se hace para
todo pueblo comerciante acojersc á otra ¡Midan B-BI poderom. lumpli
i uise vuestros anhelos, quedaréis reunidos á mi gran pueblo. •
Con efecto, esta incorporación >e ejecuto al golpe . \ el dnx de I
va tomó el titulo de senador franeév
•>7 2 HISTORIA
Celebróse la consagración de Napoleón, como rey de Italia, el 20 de
mayo en la catedral de Milán. Ofició el cardenal Caprara, arzobispo de es-
ta capital, y entregó.la antigua corona de hierro al emperador; y este re-
novando lo que habia hecho en la consagración de Paris , se la colocó él
mismo en la cabeza, esclamando: «Dios me la dio, cuidado con el que la
toque, i
Pero la corte de Viena debia tener mas zelos que la santa sede, al ver
establecido el dominio francés en Italia. Se le rodeaba una queja particu-
lar que tenia que añadir á las jenerales y que las antiguas monarquías de
Europa mantenían con relijiosa pertinacia para ponerlas en cobro en tiem-
po oportuno contra el gobierno revolucionario de' Francia. Napoleón, que
contaba siempre con la esplosion de los odios y del descontento entre los
antiguos enemigos de la revolución frc\ncesa,que no hacían mas que real-
zar de nuevo su encumbramiento y la prosperidad del imperio, procuró
desde entonces mantener mas que nunca y estremar la adhesión y el
entusiasmo del pueblo sujeto á su poderío. Recorrió el reino de Italia con
Josefina, y en todas partes fueron aeojidos con estruendosas aclamaciones.
Jénova, sobre todo , obsequió con festejos á los ilustres viajeros. Antes de
salir de Milán, Napoleón cumplió la promesa que habia hecho á los Ita-
lianos, dándoles un virey y haciendo recaer su elección en Kujenio
Reauharnais. Después fundó la orden de la Corona de Hierro, y organizó
la universidad de Turin.
Napoleón y Josefina tomaron el camino de Francia, y llegaron, el 1 1 de
•&s*iáf- S?
M)M
I)K IHAPOI.I <»\ ¿7-
juHo, ;i I onimneldenn Onde allí pasarooá Pwm > ¡i s.ox.iond. |»erolns
« -iirunsi.iiiri.is no permitían ni emperador gozar en ptJ de su ul<>ri.»
su destino que su engrandecimiento fuese siempre n eo*ta de su reposo.
• •
CAPITULO XX
dida de Napoleón para el campo de Boloña. Reunión de las tropas francesa
en las fronteras del Austria. Kegreso del emperador á París. Resta-
blecimiento del calendario gregoriano. Comunicación
al senado de la guerra inminente con el
Austria, y orden para una quinta
de ochenta mil hombres.
El emperador sale
para el ejérci-
to. Campa-
ña de Áus-
terlitz.
a hora prevista por Napoleón se iba
acercando, y las hostilidades encubier-
tas se iban á trocar en guerra patente.
El emperador salió otra vez de su ca-
J,v pital á principios de agosto para visitar
el campamento de Boloña y el ejército
¡repartido por las costas.
Este viaje duró un mes, en cuyo
tiempo dispuso el emperador que se
reuniesen ocho mil hombres en las
fronteras del Austria.
A su regreso á París, en medio de sus afanes guerreros, se dedicó Na-
t>K NAPOLEÓN. 273
l>oloon á restablecer d calendario gregoriano. Kra una < mi
sistema de gobiefDO que estiba planteando y del diotado con que había
venido á condecorarse; la era republicana ora incompatible con el ronjun
to de las inslitnriones monárquicas que iban brotando, al imputa) de Ni
poleon, do quiera que asomaba su poderío. Sin embargo la división del
año, decretada por la convención nacional, estaba fundada en cálculos non
tíficos: mas no importa, abi está obsequiosa la ciencia y va á demostró
la precisión de volver al calendario antiguo, encargándose \a Place de
restaurar la obra romana. Empero justo es decir que este sabio senador
esforzó ante todo la universalidad del calendario gregoriano , y que juz
fió del caso desvanecer cuanta zozobra infundía el trueque propuesto res
pecto al restablecimiento de las medidas antiguas. Tero sobre todo delnrn
conservarse las palabras del orador del gobierno, Kegnault «le San Juan
d'Angely, al intentar que se considerase como transitorio el proyecto tras
puesto al senado. « Dia vendrá, dijo, en que la Kuropa bonancible, re
puesta con la paz á sus conceptos provechosos y á sus sabios estudios .
conocerá la necesidad de perfeccionar las instituciones sociales , de her
manar á los pueblos jeneralizándolas, y en el que descollará una era me
morable con un método común y mas cabal de medir el tiempo.
« Entonces" podrá componerse un nuevo calendario para la Europa en
tera, para el universo político y mercantil , con los restos perfeccionados
del (pie desecha la Francia en este punto por no deshermanarse con las
demás naciones. »
Empero la Europa se obstinaba en tener á la Francia aislada á pesar
del restablecimiento de tantas instituciones añejas y comunes á los anti-
guos estados, porque veía claramente que la especie de contrarevoiucimí
efectuada en la superficie de la sociedad francesa no constituía mas que
un disfraz político y pasajero que dejaba á la revolución social todo su ¡n
timo poderío y su virtualidad democrática. Asi diez dias después del sena
do consulto que sustituía el calendario del antiguo rejimen al de la repú-
blica, Napoleón tuvo que esponer al senado la conducta hostil del Austria
y de la Rusia y anunciarle su próxima salida para el ejército. « Senadores,
les dijo, en las circunstancias actuales de la Europa, tengo que asociarme
con vosotros v daros á conocer mis interioridades.
• Voy á ausentarme de mi capital para ponerme al Irente del ejercito,
acudir al socorro de mis aliados, y defender los sumos intereses de mis
pueblos.
«Se han cumplido los anhelos de los enemigos constantes del eonti
nente: ha vuelto á encenderse la guerra en Alemania. El Austria y la Ru
sia se han coligado con la Inglaterra, y nuestra jeneracion se ha de i er
acosada con todas las calamidades de la guerra. Dias atrás aun vivia es-
peranzado de que no se turbaría la paz; pero el ejército austríaco ha tran
27<> HISTORIA
sitado el Inn , ha entrado en Munich, y el elector de Baviera ha sido arro
jado de su capital. Todas mis esperanzas quedan desvanecidas.
« En este punto ha salido á luz la maldad de los enemigos del conti
líente. Temían todavía la manifestación de mi cariño á la paz ; temian que
el Austria manifestara ideas mas justas y moderadas al presenciar el abis
mo á dondt; iba á derrumbarse. Ellos la han precipitado á esta guerra. Me
desconsuelo por la sangre que costará á la Europa ; pero el nombre fran
ees se granjeará nuevos timbres.
« Senadores, cuando con anuencia vuestra y por los votos de todo el
pueblo francés coloqué sobre mi frente la corona imperial, recibí de vo
sotros y de todos los ciudadanos la obligación de mantenerla pura é ilesa .
Mi pueblo me ha dado á todo trance pruebas de su confianza y de su ca
riño. Volará bajo las banderas de su emperador y de su ejército, que den
tro de pocos dias habrá traspuesto las fronteras
« Majistrados, soldados, ciudadanos, todos quieren mantenerla patria
libre del influjo de la Inglaterra, porque si este prevaleciera, solo nos
concedería una paz tiznada de afrenta y baldón y cuyas principales condi
ciones serian el incendio de nuestras escuadras, la destrucción de nuestros
puertos y el aniquilamiento de nuestra industria.
« He cumplido cuanto prometí al pueblo francés, y este por su parte no
ha contraido conmigo ningún empeño que no haya satisfecho colmada-
mente. En esta coyuntura, tan sonada para su gloria y la mia, continuará
mereciendo el nombre de gran pueblo con que le saludé desde los campos
de batalla.
« Franceses, vuestro emperador desempeñará su deber , mis soldados
acudirán al suyo, y vosotros cumpliréis el vuestro. »
El senado respondió al llamamiento del emperador votando una quin-
ta de ochenta mil hombres y la reorganización de la guardia nacional. El
tribunado quiso manifestar igualmente su afán y adhesión, espresando en
las gradas del solio la indignación que le causaban las disposiciones hosti
les de la Rusia y del Austria. Las autoridades de la capital tampoco enmu
decieron en tan críticas circunstancias. El prefecto del Sena, Frochot, en
cabezando el ayuntamiento, presentó al emperador las llaves de Paris co
mo antiguo símbolo del rendimiento y afecto de toda la ciudad. « Si es
cierto, como se susurra, dijo aquel majistrado, que están amenazadas
vuestra persona , la independencia de la nación, nuestras libertades é ins-
tituciones , mandad que nuestra defensa sea proporcionada al interés de
semejante causa. Do quiera que sea preciso marchar, creed que todos es
taran prontos á seguiros, serviros y vengaros. »
Por mucho que quiera achacarse á las demostraciones forzosas de los
grandes cuerpos del estado y al temple sospechoso de las arengas de
oficio , lo cierto es que los oradores cuyas palabras hemos citado no
DE \ k POLEO N 277
liarían mas que retratar ni vivo con sus rasgos el anhelo naeíonal. Alian
/ailu Napoleón con la unanimidad do la Francia , salió de Paris H '24 de
**»«*«.>•». WU t¡ UAOl*
setiembre, sentó su real en Estrasburgo y publicó el 29 la proclama si
guíente al ejército:
«Soldados,
«Ua empezado la guerra de la tercera coligación. El ejército anstriaco
ha pasado el Ion, quebrantando los tratados, acometiendo y arrojando
de su capital á nuestro aliado Vosotros mismos habéis debido acudir
á marchas forzadas en defensa de nuestras fronteras. Pero ya habéis
pasado el Rin,- y ya no nos detendremos hasta que hayamos afianzado la
independencia del cuerpo jermánico, socorrido á nuestros aliados y ajado
el orgullo de esos injustos agresores. No firmaremos otra paz sino al res
guardo de nuestra jenerosidad; no engañará ya nuestra política.
•Soldados , vuestro emperador está con vosotros. Sois la vanguardia
del gran pctehlo, y si es necesario, se levantará entero á mi voz para con
fundir y disolver esa nueva liga que han tramado el encono y el oro
inglés.
«Tendremos que hacer marchas forzadas y padecer toda clase de afa
nes y privaciones; pero por muchos obstáculos que se nos opongan, los
arrollaremos y no descansaremos hasta que hayamos plautado nuestras
águilas en el territorio de nuestros enemigos.
• Napoleón.»
278 HISTORIA
El emperador pasó el Rin por Kehl el \ .° de octubre, hizo noche en
Etelingen , donde recibió al elector y á los príncipes de Badén , y en-
caminándose después á Luisburgo, se hospedó en el palacio del elector
de Wurtemberg.
El ejército francés entró el 6 en Baviera, después de haber ladeaíp los
montes Negros y la línea de ríos paralelos que desaguan en el valle del
Danubio. Los Austríacos, que, después de haber invadido los estados bá-
varos durante la paz, habían querido adelantarse hasta los confines de la
Selva Negra para disputar el paso al ejército francés , se hallaban ya
acorralados por retaguardia.
Aquel mismo dia, el emperador dirijió una proclama á los soldados
bávaros. «Me he puesto al frente de mi ejército, les dijo , para libertar á
vuestra patria de los mas injustos opresores Como buen aliado de
vuestro soberano, me he enternecido con las pruebas de afecto que le
habéis dado en esta coyuntura memorable. Conozco vuestro valor; y me
lisonjeo de que después de la primera batalla/podré decir á vuestro prínci-
pe y á mi pueblo que sois dignos de pelear en las filas del grande ejér-
cito.» Al dia siguiente ocurrió el primer encuentro. El puente de Lech,
defendido en balde por el enemigo, fué tomado por doscientos dragones
del cuerpo de Murat. El coronel Wattier encabezó la embestida de aquellos
valientes.
El dia 8, el mariscal Soult, que habia entablado la campaña con la
toma de Donawerth, se encaminó sobre Augsburgo.
Entretanto Murat, capitaneando tres divisiones de caballería, manio-
braba para atajar el camino de Ulma á Augsburgo. Habiendo encontrado
al enemigo en Wertingen, lo acometió denodadamente, y sostenido por
el mariscal Lannes que llegó con la división de Oudinot, hizo rendir Jas
DE NAPOLEÓN 27»
armas , a las dos horas de polca, al cuerpo austríaco, compuesto de doce
batallones «le granaderos. Kl om|>crador quiso participar el mismo este
triunfo esclarecido a los prefectos \ demás loloridsjdw de la ciudad de
París, anviándotes las banderas y dos piezas cojidas al enemigo, para
que se colocasen en la cosa del Ayuntamiento la carta era del 40 de
octubre en d cuartel jcneral de Augsburgo. Kl mariscal Soult habia en-
trado la víspera en aquella ciudad con las divisiones Ar Yandamme,
Saint llilnirey l>egrand.
Kl emperador pasó revista á los dragones en la aldea de Zumcrshan-
sen, y mandó que le presentasen á un tal Marente, que habia salvado a
su capitán en el tránsito del Lech, á pesar de que estele habia depuesto
algunos días antes del grado de alférez Napoleón concedió el amula de
la I ejión de Honor al valiente, que respoudió: « No he hecho mas que
cumplir. Mi capitán me habia dqniesto por algunos desmanes de disci
plina; pero sabe que siempre fui un buen soldado . »
El desempeño de los dragones en el encuentro de Wertingen no habia
sido menos asombroso que en el puente de I .e« h . El emperador mandó
comparecer un dragón por Tejimiento y les dio, como á Marente, el águila
de la l.-jion «le Honor Cuando el comandante de escuadrón Kxcclraans.
edecán de Mm.it. á quien habian muerto dos caballos eu aquel día,
trajo al cuartel jeneral las banderas cojidas á los Austríacos, Napoleón
le dijo: «Sé que no cabe mas valentía que la vuestra: os nombro oBcial
de la Lejion de Honor.»
280 HISTORIA
Veinte y cuatro horas después del reencuentro de Wertingen, el puente
de Gunzburgo, defendido por el archiduque Fernando en persona, fué to-
mado á la bayoneta por un Tejimiento (el 59) de la división de Malhcr,
del cuerpo del mariscal Ney. El coronel I'aeuée, que estuvo peleando
valerosamente á la cabeza de este Tejimiento, quedó tendido en el campo
de batalla.
Por todas partes los Austríacos se iban retirando atropelladamente , y
el ejército francés ejecutaba tan atinados movimientos en su persecución,
que casi siempre se hallaban cortadas sus comunicaciones.
«Va á darse una batalla decisiva, decia el quinto Boletín, el ejército
austríaco se halla casi en la misma situación en que vino á estar el de
Melas en Marengo.
«El emperador se hallaba en el puente de Lech, cuando desfiló el cuer-
po de ejército del jencral Marmont. Mandó que cada Tejimiento formase
un círculo; y le habló de la situación del enemigo , de la suma entidad
de la batalla que iba á darse, y de la confianza que en ellos tenia. Mien-
tras les hacia esta arenga, nevaba copiosamente, y el soldado estaba me-
tido en lodazales hasta la rodilla, padeciendo un frió intensísimo; pero
las palabras del emperador eran como fuego, y al oirle, las tropas olvida-
ban sus quebrantos y privaciones, ansiando mas y mas la llegada del
trance. »
El dia \ 4 de octubre, la capital de la Baviera quedó libre de los ene
migos. El mariscal Hernadotte hizo su entrada á las seis de la mañana,
después de arrojar al príncipe Fernando, que dejó ochocientos prisioneros
en poder del vencedor.
Casi al mismo tiempo una división francesa a las órdenes del jeneral
Dupont, compuesta de seis mil hombres, resistía triunfalmente á la guar
nicion de Ulma, de hasta veinte y cinco mil, y le hacia quinientos pri
sioneros en el reencuentro de Albeck.
DE NAPOLEÓN Mi
II emperador llegó el I."» di* o< tubre al campamento sentado ttbh
lima, y dispuso que se ocupase el puente con las posiciones de Elchiogen
para facilitar el ataque contra el ejército enemigo.
II ni. iris, al Nej paso aquel puente el 1 1 al rayar el día, y se aposentó
sobre Elcbingcn, á pesar de la renitencia tenadehlMl 'I» I enemigo. Aldia
siguiente, regreso el emperador sobre l lina. Mural , Lomes \ Ne| se
situaron en bal. illa peía «lar el asalto, mientras que .soult íh upaba a l'.i
beraeh y que llcrnadottc seguía triunfante mas alia de Munich, derro-
lando de todo punto al jencral hienmayer. En el campamento de t Ima,
los soldados estaban metidos en el lodo bástala rodilla, y el emperMQf
no se descalzó en ocho dial
El (7, Mack se anticipó al asalto, y capituló, quedando prisionera toda
su guarnición.
Conceptuaba Napoleón por en estremo descollante la refriega de
Elcbingen. Desde sus reales, y sentado en aquel memorable campo de
batalla, escribió el 18 al senado conservador, tributándole homenaje con
cuarenta banderas que el ejército francés había cojido en faritfl |
posteriores aja de Wertingen; «Desde que salí á campaña, dijo, be &¡
|>ersado un ejército de cien mil hombres, cuya mitad ha quedado pri-
sionera; la otra se halla fuera de combate ó reducida á la ma\or eons
teroacioQ El principal objeto de la guerra se ha cumplido El elector
deRaviera ocupa otra vez su solio. Acentellados de muerte lian venido!
quedar los agresores, y confio que, Dios mediante. . a bn\e habré trian-
fado de los demás enemigos.» Aquel mismo día peñó una circular á los
obispos del imperio, encargándoles que mandasen cantar un Te Dmm
-r,
282 HISTORIA
«Las esclarecidas victorias que acaban de alcanzar nuestros ejércitos
contra la injusta liga que han fomentado el encono y el oro inglés, re
quieren, les dice, que asi yo como mi pueblo demos gracias al Dios de
los ejércitos y le imploremos para que esté constantemente con nosotros. •
La capitulación de Ulma tuvo cumplimiento el 20 de octubre. Veinte
y siete mil soldados austríacos , sesenta cañones y diez y ocho jenerales
desfilaron delante del emperador, situado en las alturas de la abadía de
Elchingen que dominaban el Danubio, á la sazón salido de madre con
una riada sin ejemplar en cien años. Al ver pasar aquel ejército prisio
ñero, Napoleón dijo á los jenerales austríacos que babia hecho venir á
su presencia: «Señores, vuestro amo me hace una guerra injusta. Os lo
digo sin rebozo , no sé porqué peleo, ni lo que de mí se requiere. MacK
respondió que esta guerra no era del dictamen del emperador de Alema
nia, y que solo la hacia, obligado por la Rusia. «En ese caso, replicó Na
poleon, ya dejais de ser una potencia.»
Una nueva proclama, dirijida al ejército en los reales de Elchingen
el 21 de octubre, hablaba en estos términos:
«Soldados del grande ejército;
«En quince dias hemos hecho una campaña. Queda ejecutado cuanto
intentábamos, arrojando de Raviera las tropas de la casa de Austria y
reponiendo á nuestro aliado en la soberanía de sus estados. Queda des-
truido ese ejército que habia venido á situarse en nuestras fronteras con
DE NAPOLEÓN as-
íanlo boato como desacierto é imprudencia /Pito que le importa estoá
la Inglaterra? logró su intento. Ya no estamos en Boloña. y sus pagos no
Mráfl BMi m menos crecidos.
• De los cien mil hombres que componían aquel ejercito, sesenta mil
están prisioneros. Irán á reemplazar á nuestros reclutas en las faenas
campestres. Doscientas pie/as de artillería, todo el parque, noventa ban-
deras, y todos los jenerales están en nuestro poder; apenas se salvaron
quince mil hombres de todo el ejército Soldados, os habia anunciado
una gran batalla; pero gracias á la suma loi pe/a del enemigo, he podido
alcanzarlos idénticos ronltados sin correr los mismos riesgos, y lo que
se hace inconcebible en la historia de las naciones, es que tan esclarecido
triunfo apenas nos cuesta mil y quinientos hombres.
-Soldados, esta victoria se debe á vuestra confianza total en \ucs
tro emperador, á vuestro agitante para la fatiga y las privaciones de toda
espe.ie y a \iiesho sin |»ar denuedo.
«Pero no pararemos aquí. ÜMÍOlti estáis ya de entablar segunda
campana. Igual suerte debe tener ese ejército ruso trasladado con d oro
inglés de los estremos del universo.
■En este trance se cifra esencialmente el pundonor de la infantería ,
por segunda vez va á sentenciarse, como ya lo fué en Suiza y en Holanda,
la cuestión de si la infantería francesa es la segunda ó la primera de
Europa. Allí no hay jeneralescontra los que yo pueda granjear blasones
Todos mis desvelos serán alcanzar la victoria economizando sangre,
pues conceptúo á mis soldados por otros tantos hijos.»
A esta proclama siguió un decreto, espresando que el mes vencido,
desde el 2.> de setiembre al '21 de octubre, secontaria á todo el ejército
I»» i una campaña.
El emperador marchó después de Elchingen y tomó el camino de Mu
nich en donde entro el 24.
El ejército austríaco estaba casi derrotado. Sin embargo sus restos,
eficazmente acosados en su atropellada fuga, esperi mentaron todavía en
varios encuentros el ímpetu y el denuedo francés. Finalmente después
de nna marcha mas y mas victoriosa y esclarecida con los encuentros de
M inenzel, Merhenbach, Lambach. Ix>vers y Vmstetten, el grande ejército
llegó á los umbrales de Viena. El 40 de no\ieml. re, el emperador sentó
su- reales en Molk . y se hospedó en la abad .'a , uno de los mas hermosos
edificios de l'.mopa. Esta en sitnaeion Inri Usina señoreando el Danubio.
los Romanos tenian en ella una desús mayores fortalezas, llamada la Casa
de Hierro, y habia sido construida por Cómodo.
Antes de entrar en la capital del Austria, el ejército francés debia aña
dir un nuevo y grandioso triunfo á los que diariamente conseguía El 1 1
de noviembre, seis batallones, formando un total «le cuatro mil hombro
284 HISTORIA
mandados por el mariscal Mortier, alcanzaron él ejército ruso en la aldea
de Diernstein, en donde solo creían hallar la retaguardia. Aunque infe-
riores en número , los soldados franceses no se acobardaron. Desde las
seis de la maiíana hasta las cuatro de la tarde, estos cuatro mil valientes
sostuvieron la pelea contra el ejército ruso, derrotándolo de todo punto,
causándole una pérdida de cuatro mil hombres entre muertos y heridos
y haciéndole mil y trescientos prisioneros.
A los dos diasde aquel memorable empeño, el grande ejército verificó
su entrada en la capital del Austria. El mariscal Lannes y el jeneral Ber-
trand fueron los primeros que pasaron por el puente que no habian lo-
grado quemar los enemigos.
El emperador no quiso entrar en Viena; plantó su real en el palacio
de Schonbrunn, edificado por María Teresa. Al ver en el gabinete que
escojió para sus tareas una estatua de mármol que representaba dicha
soberana, dijo que si hubiera vivido aquella gran reina, no hubiera con-
sentido que los Cosacos y Moscovitas talasen su pais, tomando por con-
sejeros una mujer como madama Colloredo, un palaciego como Cobentzel,
un escribiente como Collenbach, un maquinador como Laraberty , y un
jeneral como Mack al frente de sus ejércitos.
La corte austríaca habia desamparado la capital y seguido los restos
del ejército. Las autoridades que habian quedado en Viena, encabezadas
por M. de Bubna, pasaron á Schonbrunn para tributar al emperador su
homenaje en nombre de aquella gran ciudad. Napoleón agasajó á dicha
diputación y publicó una orden del dia encargando á sus soldados la mas
estrecha disciplina y el mas absoluto respeto á las personas y propiedades.
La ocupación de Viena no suspendió el raudal de los acontecimientos
y de las operaciones militares. Murat y Lannes, estrechando mas y mas
DE NAPOLEÓN. 2H.i
ni rj.-roito ntistro-nisn eO mi retirada hacia la Moravia , lograron alean-
zarlo y lo derrotaron dos diae cootecvtifOf , H 18 j ir. <|p eovtmbfe,
en Hollabninn y lontersdorf. Kl mariscal Sonlt se halló en esta última
refriega.
EotretaotO el marisral \ey, destinado á invadir el Tirol, estaba descm
penando n encargo con la maestría que 1<* era Jenial , romo din <-i \ yéal
mo quinto boletín. Después de haberse apoderado de las fortaleza» de
Sohartnitl y Ncustark , entró en Insprnek , el 18 de noviembre efl dotda
hallódiez y seis mil fusilas y una gran cantidad de pólvora. Kntre los
280 HISTORIA
Tejimientos valerosos de su división, descollaba el 70°., que habia perdido
dos banderas en la última guerra y estaba entrañablemente apesadum
brado por aquel malogro. Dichas banderas se hallaron en el arsenal de
Inspruck; un oficial las conoció, y cuando el mariscal Ney las volvió al
Tejimiento con toda solemnidad, prorumpieron en lágrimas los veteranos,
mientras que los reclutas se estaban engriendo de haber contribuido á
recobrar las insignias cuya pérdida habia causado tanta amargura á todo
el cuerpo. El emperador, sabedor de este hecho, mandó que se perpetuase
su memoria en un hermoso cuadro.
Al dia siguiente de la refriega de Juntersdorf, el emperador trasladó
sus reales á Znaim, y de allí á Porlitz y á Brunn. Los Rusos, en su retirada,
andaban padeciendo diariamente nuevas derrotas. Al fin, alucinados con
un movimiento retrógado, que efectuó Napoleón para hacerles conceptuar
que juzgaba su situación arriesgada y su ejército comprometido , se detu
vieron y tomaron al punto la ofensiva, no alcanzando que el caudillo fran-
cés quería atraerlos al terreno que habia elejido para darles la batalla.
Cuando Napoleón los vio caer tan de bruces en el lazo que les habia arma
do, procuró mantenerlos en su necia confianza , enfrenando sus propios
ímpetus para escuchar, con aparente allanamiento, las proposiciones inad-
misibles de un parlamentario. Finalmente el Io. de diciembre, hallándose
los dos ejércitos arrostrados, y siendo ya positiva la batalla que habia dis-
puesto, juntó sus mariscales y mostrándoles las filas enemigas, esclamó ■
« Ese ejército es mió. » « Soldados , dijo después en una proclama con fe-
cha del campamento de Austerlitz, el ejército ruso se presenta para vengar
al austríaco de Ulma. Esos son los mismos batallones que habéis derrotado
en Hollabrun y que habéis perseguido hasta aquí.
« Las posiciones que ocupamos son inespugnables, y al marchar para
acorralarme por la derecha, me presentarán su costado.
«Soldados, yo mismo escuadronaré todos vuestros batallones; me
mantendré lejos del fuego, si arrolláis con vuestro denuedo acostumbrado
y desbaratáis á diestro y siniestro las filas enemigas ; pero si la victoria es
tuviera un momento indecisa, veriais á vuestro emperador esponiéndose á
los primeros tiros, porque el vencimiento no puede titubear, sobre todo en
este dia en que se cifra el pundonor de la infantería francesa, que es deto
dala nación.
«Que no haya desorden en las filas al retirar los heridos, y que todos
se enteren cabalmente de que es forzoso escarmentar á los asalariados de
la Inglaterra enconados contra nuestra nación.
« Esta victoria terminará nuestra campaña y podremos retirarnos á
nuestros cuarteles de invierno, en donde se nos incorporarán los nuevos
ejércitos que se están planteando en Francia, y entonces Ja paz que firme
será digna de mi pueblo, de vosotros y de mí. »
I)K NAPOLKOM 287
l lo sucedía la víspera del cumpleaños do la coronación ; por la noche
hubo ilumina» ion «mi el campo para celebrar aquella fiesta.
Al din si^tn^iit*1 se cumplieron las provisiones y esperanzas de Napo-
león. \a maestría do su numen, al arrimo del desempeño de sus serondo*
y del sumo denuedo de la tropa, le granjeó en Austcrlitz una de aquellas
victorias decisivas que la historia retrata poquísimas veees en la vida de
los masóles capitanes \ que solo Napoleón ha redoblado M h NJI LOI
pormenores de aquella grandiosa batalla, contenidos en el .">o" tndetin,
son los siguientes.
BATALLA DK At'STKRMTZ.
« El f» de frimario, al recibir el emigrador el pliego con los plenos po
«leres de los señores de Stadion y de (iiulay . ofreció un armisticio para
escusar el derramamiento de sangre, si efectivamente mediaban deseos de
ajustar un convenio definitivo.
« Pero desde luego se entero de que eran muy diversos los intentos del
enemigo, y como este solo podia esperar el triunfo por parle del ejército
ruso . conjeturó obviamente que ya habian llegado , ó estaban á punto de
llegará Otante el segundo y tercer ejército, y que las negociaciones no
«Tan mas que un ardid de guerra para adormecer su vijilancia.
« El 7, á las nueve de la mañana, una nube de Cosacos, sostenida por la
caballería rusa, arrolló las guerrillas del principe ¡Murat, cercó á Vischau y
cojió cuarenta hombres á pié, pertenecientes al 0". rejimiento de dragones.
Duranteel din, el emperador de Rusia se trasladó a Vischau , y todo su ejér-
cito se situó detrás de aquella ciudad.
288 HISTORIA
« El emperador había enviado á su edecán el jeneral Savary, para cum-
plimentar al emperador de Rusia, luego que supo su llegada al ejército.
El jeneral Savary regresó en el acto en que el emperador estaba recono-
ciendo los fuegos del campamento enemigo situado en Vischau. Elojió el
agasajo y amenidad del emperador de Rusia, y aun del gran duque Cons-
tantino, quien le mostró sumas atenciones; pero desde luego se enteró,
por las conversaciones que tuvo en tres dias con unos treinta fatuos que
bajo diversos conceptos están cercando al emperador de Rusia, que la pre-
sunción, la desvergüenza y la botaratería habían de prevalecer en las deci-
siones del gabinete militar , así como estaban reinando en las del gabine-
te político.
« Una hueste tan á ciegas acaudillada no podia menos de cometer yer-
ros. El plan del emperador fué desde entonces disponerse para utilizar el
trance favorable. Dio al punto orden á su ejército para que emprendiese
la retirada de noche, como si hubiese padecido algún desmán, y tomando
posiciones á tres leguas en zaga, les mandó fortificar con mucho boato y
plantear sus baterías.
«Propuso un avistamiento al emperador de Rusia, quien le envió su
edecán Delgorouki : el cual vino á conceptuar por el ademan del ejército
francés que procedia en todo con zozobra y sobresalto. La colocación de
las avanzadas y las fortificaciones que se trabajaban atropelladamente ,
todo mostraba al oficial ruso un ejército mal parado.
«El emperador, que nunca recibe con tanta circunspección á los parla-
mentarios en sus reales, pasó personalmente á las guerrillas. Después de los
DE NAPOLtOfS W.)
primeros cumplidos, quiso el oficial ruso enlabiar cuestiones políticas .sen
tcnciaba sobro lodo ron Mimn iui|>erlineiieia. desconociendo absolutamen-
i.- kM kMBNHI de la Knropa y la situación del continente. Kn una pala
lara . era un fnt sanio apuntnrín por la Inglnterra. Hablaba al emperador
• orno suelo hacerlo ron los nucíales rusos a quienes tiene mucho tiempo
li i destemplados eoo su ÉM y sus ruindades. Kl emperador so contuvo.
\ aquel barbilampiño, que está gozando suma privanza ron el emperador
\fejandro, volvió muy creido de «pío el ejército francés estaba en TÍtpc
i m de su total esleí minio. Ya se deja discurrir cuanto vendria á padecer
el emperador al enterarse de que proponía por despedida ceder la MQfei
\ i mIih .11 la corona de hierro en las sienes de los mas implacables enemt
«os de la Francia. Toda esta variedad de pasos vino á surtir su oferto. \a
fatua liviandad que encabeza los dictámenes rusos , enloqueció su en
freimiento jemal. Ya no se trataba de derrotar al ejército francés, sino de
acorralarlo y eojerlo prisionero ; pues todos sos logros eran meros abortos
de la cobardía austríaca. Asegúrase que muchos antiguos jenerales aus
triaros . que habían militado contra el emperador, advirtieron al consejo
que no era del caso engreírse tanto contra un ejército que contaba en sus
lilas tantos soldados aguerridos y oficiales de acreditado desempeño. De
• mu que habían visto al emperador reducido á escasísimas fuerzas, en cir
«-(instancias mucho mas criticas, reconquistar la victoria por medio de
marchas y contramarchas impensadas, y destruir ejércitos crecidísimos ;
«pie además, ninguna ventaja se había logrado, y que muy al contrario,
iodos los encuentros <!o la retaguardia del primer ejército ruso habían re
dundado en favor del francés; pero aquella juventud engreída andaba
oponiendo á estas razones el tesón de ochenta mil Rusos, el entusiasmo
<¡iie les infundia la presencia de su emperador, el cuerpo selecto de la
gmrdii imperial de Rusia, y lo que probablemente no se atrevían ;i es
200 HISTORIA
presar, su talento, cuyo poderío estrañaban que los Austríacos no quisie
sen dar por averiguado.
« El dia ÍO , el emperador advirtió desde el cerro de sus mismos rea
les, con júbilo indecible, que el ejército ruso emprendía, á dos tiros de ca-
non de sus avanzadas, un movimiento de costado para acorralar su dere-
cha. Entonces vio hasta qué punto la presunción y la ignorancia del arle
de la guerra habían descaminado los consejos de aquel ejército valeroso ,
y esclamó repetidas veces ¡ « Antes de mañana á la noche esa hueste va
á ser mia. »
« Muy diverso era sin embargo el concepto del enemigo: se encaraba
con nuestras guerrillas á tiro de pistola, marchaba de sesgo en una linea
de cuatro leguas , propasando al ejército francés que al parecer no se
atrevía á dejar sus posiciones, sin mas zozobra que la de verlo trasponer el
horizonte. Hízose cuanto cabía para aferrar al enemigo en esta aprensión.
El príncipe Murat se adelantó con un cuerpo de caballería en la llanura, y
aparentando pasmarse con las inmensas fuerzas del enemigo, retrocedió
arrebatadamente. Así todo contribuía á encastillar al jeneral ruso en la
operación mal ideada que habia emprendido. El emperador mandó poner
DE NAIMH.KON J«.H
cu hunden In proclama adjunta. \qucll.i noche quiso \
/ario torio el campamento ; pero apenas dio algunos (misos ruando fué ro
nocido. Nocabecsprcsarcl entusiasmo de los soldados aJ verle Ai golpe
afianzaron haces rie paja eiu elididas en ti estremo de estacas, y
mil hombres se presentaron al emperador saludé nriole con acl
unos para solemnizar el cumpleaños de su coronación , otros diciendo que
el ejercito iba á presentar el dia siguiente su ramillete ni emperador I no
líranarieros veteranos se acerco a el y le dijo i » Mi emperador, no
necesitas esponerle ; te prometo en nombre de los granaderos del ejército
que solo pelearás con la visla y que mañana te traeremos las honderas y
la artillería riel ejército ruso para vitorear el día rie tu roronacion. •
• Kl emperador dijo al volverá su tienda, que consistía en una ruin
«boza rie jmja sin techo , que le habian levantado los granaderos i
« Esta es la mas hermosa noche de mi \ ida ; pero me desconsnelo al
recapacitar cuantos de estos valientes voy á perder, l.nticnrio, por el pesar
que esto me causa, que son verdaricrameute hijos míos, v |>or cierto que i
veces me reconvengo con esta congoja, porque temo que me inhabilite j»a
ra guerrear. • Si d enemigo pudiera presenciar este espectáculo , qneriaia
atorrnrio. Pero seguía el insensato con su movimiento y corría desalaria-
mente a su esterminio.
«El emperador fué dando to las las disposiciones para la batalla Ma:i
«I.» al mariscal havouM que ocupase el convento de Raygern ; con una rie
sus divisiones y otra rie dragones, dehia contener el ala izquierda del ene
migojwa que se hallase acorralado en el trance predispuesto: dio el man
do de la izquierda al mariscal l-annes , do la derecha á Soult , riel centro a
liernadotte, y de toda la caballería al principe Mural, agolpándola en un
soto punto. U i/.|iii.iil.' de I .aunes estribaba en el Santón, hermosa pos¡
cioil que <l eapendor habia mandado fortificar, y en donric bahía coloca-
das. «li''/\ ocho pie/as. Desde la víspera hábil conliado aquel apostadero
aventajado al 17". P-jimicnfo de infantería lijera, y por cierto que no poriin
iirdarin BOrnéjOrca (ropas, l.i división del jencral Snchet formaba
la izquierda rie tan nos; la riel jenepal Gafarelli su derecha al arrimo de la
• ■aball. Tía riel príncipe Murat. Esta tenia delante los húsares y cazadores á
1 1- ordenes riel jeneral Kellermann, j las di\ mOOOl de dragonea de Valthei
i.Mii#- .11 resera las divisiones de uwaierosdeloa jeneraJes Nsa>
d II ititpoiilt con v.-inte \ cuatro piezas de artillería lijera.
Penis iarnadotte, esto es, <-i centro á su izquierda la división del
i ii-i .ri Hi\.uifl, apoyada en la dereelia rie Murat. \ aro derecha It-lm
•ion «leí jeneral Dr
Sil . OnS lldaba Is derecha riel ejército, tenía a mi izquierda la
división del jeneral \ au. lamine, en el centro la riniMondc Saint Mil
a mi derecha la división del valiente I eerand.
•292 H1ST01UA
« Davoust estaba destacado á la derecha del jeneral Legrand , que
guardaba las salidas de las lagunas y las aldeas de Sokolnitz y de Celnitz.
Tenia á sus órdenes la división de Friant y los dragones de la división del
jeneral Bourcier. La división de Gudin debia ponerse en marcha sobre
Nicolsburgo , para contener al cuerpo enemigo que hubiera podido esten-
derse sobre la derecha.
« El emperador, con su liel compañero de batallas el mariscal Berlhicr,
su primer edecán, el coronel jeneral Junot y lodo su estado mayor, for-
maba la reserva con los diez batallones de su guardia y los diez batallo-
nes de granaderos del jeneral Oudinot, parte de los cuales estaban á las
órdenes del jeneral Duroc.
« Estaba dicha reserva escuadronada por batallones á distancia cabal
para formar en batalla , y en los claros habia cuarenta piezas de artille
lía servidas por los artilleros de la guardia. Era el intento del emperador
arrojarse con esta columna al trance mas arriesgado , equivaliendo aque
lia reserva á todo un ejército.
« A la una de la mañana, el emperador montó á caballo para recorrer
los puntos, reconocer los fuegos del campamento enemigo é inquirir de
las avanzadas cuanto hubieran podido asechar de los movimientos de los
Rusos. Supo que habian pasado la noche entregados á su embriague/ y
prorumpiendo en bulliciosa gritería,y que un cuerpo de infantería rusa se
habia presentado en la aldea de Sokolnitz, ocupada por un Tejimiento de
la división del jeneral Legrand , á quien dio orden para que lo reforzase.
I)K NAPOLEÓN,
el H de frimnrio. saliendo el id
le, y este eumplenftosde la coronación del emperador, en que ibaá mhnili'
nii una de las mayores heroicidades del siglo , fué uno de los mas hermo
m>s días del otoño.
« Kstn batalla , que los soldados se empeñaron en llamar la jornada de
los Tres Emperadores, que otros llaman del Cumpleaños , y que el empe
i idor denominó <le tusterlitz, sera por siempre memorable en los anales
de la grande nación.
MalM el emperador en medio de todos los mariscales, aguardando .
para «lar las ultimas órdenes . .1 desojo del horizonte. A los primeros
rayos del sol, comunicó sus disposiciones, y cada mariscal acudió á escape
al debido lugar.
• Kl entrador dijo al pasar al frente de varios rejimicntos: «Sóida
dos, es forzoso terminar esta campaña con un rayo qne anonade el orgn-
llo de nuestros enemigos. • Al pnnto los morriones, colocados en la punta
de las bayonetas, y los alaridos de t Viva el emperador» fueron la verda-
dera señal déla refriega. Oyóse un momento después el cañoneo en la li
nea de la derecha , qne la vanguardia enemiga habia ya propasado ; pero
I ennientro imprevisto del mariscal Davoust detuvo de repente al cnemi
gO, trabándose la pelea.
< Kl mariscal Sonlt se pone en movimiento, y dirijiéndose á las alturas
de la aldea de Priugen con las divisiones de los jenerales Vandamme y
Saint Hilaire, corta enteramente la derecha del enemigo , cuyos mo\ imien
204 HISTORIA
tos vinieron á ser indecisos. Sobrecogida con una marcha de costado,
mientras huia, viéndose acometida cuando creia embestir , se conceptúa
como derrotada.
« El príncipe Murat se pone en movimiento con su caballería ; la iz-
quierda, mandada por el jeneral Lannes, marcha en escalones por Teji-
mientos como en un dia de ejercicio. Rompe por toda la línea un cañoneo
horroroso ; doscientos cañones y cerca de doscientos mil hombres causan
un estruendo aterrador como una lid verdadera de jigantes. A la hora de
haberse trabado la contienda, queda ya cortada toda la izquierda del ene-
migo. Su derecha está llegando á Austerlitz, cuartel jeneral de los dos em-
peradores, quienes destacan al punto la guardia del emperador de Rusia
para restablecer la comunicación del centro con la izquierda. Un batallón
del cuarto de línea contraresta el avance de la guardia rusa á caballo y
queda arrollado; pero el emperador se halla cerca , advierte la novedad ,
manda al mariscal Bessieres que marche con sus invencibles al auxilio de
su derecha, y en breve llegan entrambas guardias á las manos.
« No cabe duda en el éxito, quedando al punto derrotada la guardia
rusa. Coronel, artillería, estandartes, todo cae en poder de nuestra tropa.
El Tejimiento del gran duque Constantino yace aniquilado , y este tan solo
debió su salvación á la velocidad de su caballo.
«Desde las alturas de Austerlitz , ambos emperadores están mirando
la derrota de toda la guardia rusa. Entonces se adelanta el centro del ejér-
cito, mandado por el jeneral Bernadolte ; tres de los Tejimientos que lo
I)K NAPOLEÓN Mi
• •)iii|m)im>ii controrestun una brillantísima carga do caballería. Uizqni<r
«l.i. mandada por el jencral I .aunes, acomete hasta li Cuantos
avance* te \ ,111 entablando logran resultados \cntajosisimos. la división
di-I jencral Cafarelli descuella sobremanera, y las de corazeros se apoderan
de las baterías del enemigo. A la mu de la tarde , la victoria se aparece
completísima . y durante larefricua m un momento siquiera te dudó del
éxito, sin que acuda un solo soldado de la reserva, que permanece in-
moble. II cañoneo ya no se sostenía sino á nuestra derecha, y el cuerpo
enemigo, que habiasido acorralado y vencido en todas su» alturas, se ha
liaba en una hondonada y encajonado sobre un pantano. Kl emperador
acude con veinte piexas, y deefMI de haberlo arrojado deposición en po-
sición, asomó un espectáculo pavoroso y cual se había visto en Abukir,
esto <s , vcmte mil hombres arrojándose al agua y ahogándose en las la
ganas.
« Dos columnas, de cuatro mil Rusos cada una, entregan las armas
y se rinden prisioneras ; todo el parque del enemigo cae en poder nuestro.
I as resultados de esta jornada son i cuarenta bauleras rusis, entre ellas
los estandartes de la guardia imperial ; crecidísimo número de prisioneros
que el estado mayor no acierta á sumar, habiendo ya dado una ñola de
Minie mil : doce ó quince jenerales, y al menos quince mil Rusos entre
muertos y heridos. Aunque no se tengan las relaciones, á primera vista
se puede computar nuestra peni nía en ochocientos hombres muertos y de
mil y quinientos á mil y seiscientos heridos. No estrenarán los militares
tamaña desigualdad , sabiendo que en la derrota es donde se pierde jeo-
te; pues á escepciou del batallón del A", ningún otro cuerpo fué desbaráta-
lo, r.uentanse entre los heridos el jeueral Saint Hilaire, que lo fué al prin-
cipio de la acción y permaneció todo el dia en el campo de batalla, los je
ncrales de división Kellermann y Valther, los brigadieres Yalhuber, Thie
baut, Sebastiani, Compan y Rapp, edecán del emperador. Este último dio
una carga capitaneando los granaderos de la guardia, cojiendo prisionero
al principe Repnin , comandante de los caballeros de la guardia imperial
de Rusia. Kn cuanto á los que sobresalieron, puede decirse que todo el
ejército ha logrado cubrirse de gloria. En todos los a\ anees ha resonado el
grito de \i\a el emperador, y el alan de solemnizar esclarecidamente el
cumpleaños d#la coronación estu\ o enardeciendo mas, J m is a los sóida
dos.
«El ejército francés, aun. pie muy crecido, no contaba las mismas
fuerzas que el enemigo, el cual osceudia á ciento y cinco mil hombres,
los ochenta mil Rotos . J veinte \ cinco mil Austríacos. La mitad de aque
lia hueste ha quedado íbera de combate , el resto ho sido absolutamente
derrotado, y la mayor paite ha ido arrojaudo las armas.
« Ksta jornada costará lágrimas de sangre en San IVtersburgo. Ojalá
•290
HISTORIA
logre que se deseche con la debida indignación el oro de la Inglaterra, y
■
* ¡
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'ti')*
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i
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que ese joven principe, habilitado con tantas prendas para ser el padre de
sus subditos, se desentienda del influjo de esos treinta mentecatos asalaria
dos por la Inglaterra , y cuyas necedades empañan sus intentos, le mal
quistan con las tropas, y le enmarañan en pasos desatinados. La natura-
leza, al dotarle de tan esclarecidos realces, le habia encumbrado para ser
el consolador de la Europa. Consejos alevosos le constituyen auxiliar de la
Inglaterra, y le colocan en la historiaal par de los individuosque perpetúan
do la guerra en el continente, habrán consolidado la tiranía británica en
los mares y acarreado la desventura de nuestra jeneracion. Si la Francia
no puede lograr la paz sino bajo las condiciones que el edecán Dolgorouki
proponía al emperador y que Mr. de Novozilzof estaba encargado de re
*y
I>h \ fcPOLBOM. l'Jl
dnndenr. la Kusia no las conseguiría aun ruando M ejército estuuna
m nipadoeo las alturas di Montniuhr
I n un pule mas rirrunstannndo (Ir osla batalla informara H calado
mayor ilrlo i|iu> r.ul.i cuerpo, jeneral \ olinal lian practicado para eacla-
rccer el nombre francos y «lar un testimonio fie su amor al emperador.
• II día VI al ui principe Juan de I n htenstein, comandan
te del i'jcri itn MUtriacO, lia \ ruido a IfistorM ron r| emperador en SO*
iralrs. sentados rn una quinta, > lia tenido una larga audiencia I Dtre
tanto proM güimos on nuestro triunfo. Kl enemigo se lia rrtiradn por el
camino de Austerhtz á (ioddinga. En esta retirada va presentando mi cos^
lado, y el ejército francés le sigue á retaguardia. *
• Jamas campo <lc batalla presentó aspecto mas borroroso : oyense del
centro de los inmensos pantanos los alaridos de millares de hombres ¿ los
que no cabe suministrar el menor auxilio. Se necesitarán tres dias para
que todos los heridos enemigos queden trasladados á Rrunn. Este espectá-
culo saja el corazón. ¡ Ojalá que tanta sangre derramada y tantas desdi-
chas recaigan finalmente sobre los pérfidos isleños que las han causado !
¡ojalá que los cobardes de landres padezcan la pena de tantísimo que
branto !
-s
r.AHTI I, o \\l
Resultados de la batalla de Misierlitz. Combale naval de Trafalg.tr. Paz de
Presburgo. Destronamiento de los Borbones de Ñapóles. La Baviera
constituida en reino. Banderas de Austeilitz enviadas :í Parí».
Regreso de Napoleón :i Francia.
a soberanía y la aristocracia europea, luí
muladas en la persona de los emperado
res de Alemania y de Rusia, se aterraron
con el desengaño de que li, nueva liga
vino mas y mas á tropezar en Austerlitz
con la misma nación que cu Zurich y en
Marengo. Agolpaba al parecer la Provi
dencia las épocas, reservando para el
cumpleaños de la coronación el primer triunfo decisivo del emperador
Napoleón, manifestando al mundo que los soldados del imperio iban con
tinuando dignamente la obra de las falanjes republicanas ; que el boato
DI >\l'n|.Kn\ wj
monárquico en nada había nltrrmlo la pujau/a «leí pueblo y del ejército.
ni el numen (ir mi caudillo. \ que la revolución, siempre batuca é inten
cible. seguía también remando en Kran. 1 1
i ir ili^innn . ipiesnlo mu" a rerarr sobre h Rusia y el Austria, peni
eu\o nvharo estremeció vi» lentamente á Berlin y á landres, no enfreno
.1 lo* proniotoi ■•> de la guei i .i \<> se cifraba rn una i esion de ten ¡
en intereses materiales, en agravios directo» ó accidentales la repetición «V
•
baten tremendas entre las mas poderosas monarquías de Kuropa. Tratábase
para ellos de una contienda de principios, causa de guerra activa \ J0
manente, aunque menos deslindada y aparente; que un pleito de tincas o
I i. utas; lo cual daba marjen a que Napoleón, aparentando equivocante.
dijera á los oficiales austríacos sus prisioneros : « No sé porqué peleo ni
sé lo que de mi se requiere. »
Kl gabinete de San James insistió pues en sus planes hostiles contra la
lian, i a i i'.s.n (|(> 1. 1 derrota completa de sus aliados Kl evito del comba
le de Trafalgar vino á ofrecerle una inmensa compensación. Las escua
«li i- IranreSi \ española combinada* habían rido destrozad is cu laSCOa^M
meridionales de Kspana por Nelson . quien pago con la vida este triunfo
ilecisivo de la marina inglesa. Kn medio de sus atro|>ellados y esclarecidos
triunfos con los Austro Rusos . le llegó ¿ Napoleón la noticia de aquel de»
catabro. Con cate motivo dijo posteriormente « Kn la mayor parte de las
batallas que hemos perdido contra los Ingleses, o ¿ramos inferiores en nú
mero, ó estallamos i, -minios con buques españoles, los males, estando mal
500 HISTORIA
organizados, debilitaban nuestra liuea en vez de reforzarla (I) ; ó bien fi-
nalmente, porque los jenerales que mandaban en jefe, que deseaban el
combate y marchaban al enemigo , titubeaban entonces , efectuaban su
retirada bajo diversos pretestos y comprometían así á los mas valientes. »
«He pasado mi vida, dijo en otra ocasión, buscando un buen marino
sin haberlo podido hallar. Esta profesión tiene algo de especial y de teóri-
co que coartaba todos mis conceptos Si hubiese encontrado un hom-
bre que hubiera abundado en mi sentido y pensamientos, ¡cuántos resul-
tados hubiéramos conseguido! pero durante mi reinado, nunca pudo des-
collar en la marina un campeón que orillara el carril y acertase á idear
novedades. »
La destrucción de la escuadra francesa desconsoló en el alma al empe-
rador, quien vio desde entonces que el imperio de los mares quedaba afian-
zado por mucho tiempo á los Ingleses ; por lo mismo caviló mas que nun-
ca sobre acosarlos en el continente, ya sea por los aliados que pensionaban,
ó en el comercio colonial , cuyo monopolio estaban ejerciendo.
El torismo, abatido con el primer boletín del grande ejército, se había
erguido en Londres con mayor insolencia y altivez ; y su esclarecido cau-
dillo, Pitt, cuyo fin se acercaba, agonizaba ya como Nelson en el regazo
de su triunfo. Un mes hacia que la Inglaterra estaba embriagada con los
triunfos inesperados de su escuadra ; se arriesgaba á perpetuar con el es-
truendo del cañón de Trafalgar, una guerra que, al preparar el derribo de
Napoleón, debía facilitar durante diez años la educación revolucionaría de
la Europa. Pero dejemos al gabinete de San James en medio de los rego-
(i) Bonaparte en cuatro palabras hacinó un cúmulo de desatinos.
Siempre los Franceses, particularmente en los trances marítimos, nos han
dejado en la demanda. Hace ya mas de un siglo que en las aguas de Mesina , un
Mr. de Cour , socolor de ir ciñendo mas y mas para lograr el barlovento, des-
amparó á D. José Navarro, titulado después marqués de la Victoria, quien con
sobrado arrojo trabó por sí solo el combate, y con su Real Felipe, de iao ca-
ñones, y el Poder, de 6o, se desembarazó de siete navios ingleses y entró en
Cartajena con lodo el buque hecho astillas , de modo que solo sirvió para leña.
En Trafalgar, la ciega terquedad de Bonaparte en acometer á todo trance
al enemigo, y la ignorancia total de Villeneuve,acarrearon la ruina de entram-
bas marinas. Mandando Gravina, no lograran seguramente atacar en columna
una linea dilatada y respectivamente muy endeble , peleando en todos los pun-
tos dos ó tres contra uno. Además los cuatro navios franceses d«^ la izquierda hu-
yeron cobardemente y cayeron luego en manos de los Ingleses, ya sobre la cos-
ta de Francia.
Con esto se malogró el heroísmo de nuestros ínclitos marinos, y aquel des-
calabro irreparable afianzó positivamente el imperio de los mares en la isla tra-
ficante y enemiga por lo jeneral del continente.
DE NAlMM.K.nN -,oi
rijos, y volvamos íi Viisl.-rhi/ que nubló muv (tronío los fotejos del turis-
mo y el postrer júbilo de l'itt.
Al din siguiente de esta gran batalla, rl principe Juan de Licbten«.t. ni
comandante del ejército austríaco de Moravia, se presentó al amanertr en
el cuartel jcncral del cmpeíador Napoleón, planteado en una quinta. Ve-
nia de parte de su amo, ansiosísimo de avistarse con el vencedor impioiw
do su moderación y jenerosidad para salvar su corona y sos estados de la
aplicación del derecho de conquista. Napoleón accedió á su demanda y ie
avistó en el mismo (lia con el monarca vencido en el campamento del hé-
roe victorioso. « Os recibo en el único palacio que habito de dos meseaá
ella parte, ■ dijo Napoleón al emperador Francisco; y este respondió ai
punto con una sonrisa forzada: «bebe gustaros vuestra habitación, ya que
tan buen partido sacáis de clin. * Ku pocas horas se firmó un armistin.>. j
se convino en las principales condicione» de la paz. El emperador de Ale
inania, cediendo a las circunstancias, procuraba templar el euojo del
Eg3Uf\
o<)2 HISTORIA
dor contra los Ingleses. «Son unos comerciantes, repetía, incendian el
continente por vincularse el trauco del mundo. » Habló también en nom-
bre del emperador de Uusia; que orillaba la aliauza inglesa y queria hacer
la paz por separado. « No cabe duda, añadió, en que la Francia tiene ra-
zón en sus reyertas con la Inglaterra. » ¡ La Francia tiene razón ! Y ¿no era
portentoso el estar viendo cómo los principes que habían levantado aque
Mas moles inmensas de huestes contra la Francia, se desengañaban así de
improviso acerca del derecho lejítimode sus enemigos y los agravios de
sus aliados? ¿No era muy lastimoso el ver que revolución tan repentina
solo hubiese aparecido tras veinte refriegas y una batalla en que la sangre
humana habia corrido con abundancia?
Napoleón no abuso de la superioridad que le tranqueaban los aconte
cimientos de la víspera. Prometió suspender la marcha de sus columnas y
dar paso al ejército ruso , si Alejandro empeñaba su palabra de volverse á
sus estados y evacuar la Polonia austríaca y prusiana. El emperador Fran-
cisco se lo aseguró á nombre de Alejandro, y se retiró después, acompañado
de los príncipes de Lichtenstein y de Schwartzenberg. Napoleón le acom
paño hasta su coche y se volvió á dormir en Austerlitz. Dijo después de ha-
berse separado del monarca austríaco : « Este hombre me hace cometer
un yerro, porque yo hubiera podido seguir mi victoria, y cojer todo ej
ejército ruso y austríaco; pero se derramarán algunas lágrimas menos. »
Napoleón habia hablado á sus soldados la víspera de la refriega para
inflamar su denuedo y presagiarles la victoria; no se olvidó de encararse
con ellos otra vez después de la batalla, en parabién de haber contribuido
tan esclarecidamente á verificar su predicción. «Soldados, les dijo, estoy
contentísimo con vosotros. Habéis desempeñado en la jornada de Auster-
litz cuanto yo esperanzaba de vuestro tesón. Habéis cubierto vuestras
águilas de una gloria inmortal Cuando hayáis llevado á cabo todo
cuanto se requiere para afianzar la dicha y la prosperidad de nuestra pa
tria, regresaréis á Francia, y allí echaré el resto en premiaros. Alborozado
os verá allá mi pueblo, y bastará que digáis: « Yo me hallé en la batalla
de Austerlitz, • para que respondan : « Ese es un valiente. »
Sin embargo un edecán de Napoleón , el jeneral Savary , habia acom
panado al emperador de Alemania para saber si Alejandro se avenía al
ajuste contraído en su nombre. El czar desde luego ratificó las promesas
de su augusto aliado y dijo al enviado francés : ■< Aunque inferiores en nú
mero, lograsteis la superioridad en todos los puntos de ataque. —Señor,
respondió Savary , ese es el arte de la guerra y el fruto de quince aíios de
gloria; esta es la cuadrajésima batalla que da el emperador. — Es cierto,
replicó Alejandro; es un gran militar. En cuanto á mí, esta es la primera
vez que salgo á campaña. Nunca he tenido la presunción de habérmelas
con él. Regreso á mi capital. Habia venido en auxilio del emperador de
I>K NM'OIION -.0-
VltMiinnia; me lia dicho que estaba satisfecho . yo también lo esto\ •
Kl armisticio convenirlo el ." de diciembre mire Yi|»oleoii \ el rm
l i ulor de \lemania quedó autorizado H iba | ron las firma* oVI
cal Bertlner y del |»i mcipe de Uchlenstcta
n oliéronse i esta suspensión do hostil idaries dos decretos, nno conce
dicndo pensiones á las viudas y á los hijos de los militares de todn gradúa
rion mnertosen austerliti , y otro mandando qne los caaones rusos y ans
Iriacoseojidos en aquel rampo de batalla se fundiesen para servir a la cree
rion. en la plaza de Yendoma, de una columna triunfal para perpetuar la
gloria del ejercito francés. Kn un tercer decreto, el emperador prohijaba
todos los niños de los jenerales , oficiales y soldados franceses muertos en
la batalla «le Nnsterlil/. \ mandaba: I". Que fuesen mantenidos y educa
dos i esponsas del estado : 2". que pudiesen añadir á sus nombres y apHli
dosel nombre de \apnleniv
Desde Anstetlit/ . el cuartel jeneral \o¡\ i<» á Itrunn. Mli mandó Napo-
león que se presentase el principe Hcpiiiii . coronel de los caballeros guar
dias, j le dija : « yue no quería privar |>m mas tiempo al emperador de
Rusia de Jante tan valetfOa, j |M podía juntar todos los prisioneros de la
limi.Ii.i imperial rusa y regresar con ellos a su patria. »
Kl I" de i Na|K)leon estaba de vuelta en Schunbrunn en
donde recibió la diputación de \o» i M » -| "lores de Paris. Kl correjidor del
séptimo distrito comunal tomo la voz. Kl emperador les anuncio la pro
rima conclusión de la pea i -<> que fletasen P • a las banderas
eojidas en Au de Nuestra *>eüoia M
504 HISTORIA
tiempo escribió al cardenal arzobispo conflándole la guarda de aquel glo-
rioso depósito, y espresándole su ánimo de que se cantase anualmente un
oflcio solemne en la metrópoli en memoria de los valientes muertos por
la patria en aquella gran jornada.
Durante su permanencia en Schoenbrunn, el emperador pasó revista á
las tropas, y al llegar al primer batallón del 4o. rejimicnto de línea que ha-
bía sido desbaratado en Austerlitz y habia perdido su águila. « Soldados,
esclamó Napoleón, ¿qué habéis hecho del águila que yo os habia dado?
Habíais jurado que os serviria de punto de reunión y que la defenderíais
á riesgo de vuestra existencia : ¿cómo habéis desempeñado vuestro jura-
mento?» El mayor respondió que habiendo muerto el abanderado cuan-
do cargó el enemigo, nadie lo habia advenido en medio del humo; pero
que el cuerpo no por eso habia dejado de cumplir con su obligación por-
que habia arrollado dos batallones rusos y cojido dos banderas de que tri-
butaba homenaje al emperador . Después de haber titubeado un rato, Napo-
león intimó á los oficiales y soldados que jurasen no haber advertido el
malogro de su águila, lo que todos hicieron inmediatamente: entonces el
emperador prorumpió en acento mas blando y aun risueño : « En ese caso,
os devolveré vuestra águila. »
Las negociaciones para la paz se llevaron adelante con el mayor ahin-
co y pararon en el tratado de Presburgo, que se firmó el 20 de diciembre,
quedando por él los estados venecianos reunidos al reino de Italia, y los
electores de Baviera y Wurtemberg elevados á la dignidad rejia. Napoleón
anunció él mismo esta fausta nueva á su ejército con una proclama del 27,
en la que les decia que después de haber visto á su emperador compartir
con ellos los peligros y las fatigas, vendrían á verlo rodeado de la gran-
,£klffito .
DK NAPOLEÓN
tinta y esj. Icudoi correspondientes al MuVrauo del primor pueblo del uní
verso. « Duró una gran función «n Pnris ;■ primeros do mayo, anadia : allí
• ■•.tap-is todos. \ después irruios doquiera que nos Manir la dicha de ni
|»atria y los interese* de nuestra gloria. Soldados . la confian™ de Véfdl
á lodos antes «le vis mcs«*s mimánMÚM en torno de mi alcázar esté ya
li.il.ttraii.lo a mi pecho. Realzaremos la memoria de cuanlos vacien
estas dos campañas por los campos del honor, \ el mundo nos verá pron-
tos á imitar su ejemplo y :i hacer, si mfftétO, mas de loque hemos hecho
contra aquellos que intentaren mancillar nuestro honor. •» se dejaren le*
ducir por el oro cohechador de los eternos enemigos del coi
Este májioo lenguaje arrollndor de los ánimos guerreros y estos Ha
mamienlos personales en las revistas y el ademan «le familiaridad militar
ron que Napoleón se allanaba a tomar cuando convenia, han dado campo
para zaherirle de haber entablado y sostenido aquella suma |>opnlaridad
en los campamentos a impulsos de su charlatanismo. Pero los escritores
que han estampado tamaña impropiedad no han comprendido que si podía
aplicarse semejante calificación á lamaestria de un prohombre para labrar
una nación y un ejército capaces de heroísmo , no se inferiría que d pro
hombre fuese menguando hasta el nivel de lo (pie vulgarmente se llama
un charlatán, sino que el charlatanismo se encumbrara á la altura del pa
triotismo \ de la maestría política. sublimnndoM- tal vez hasta losnmode
los alcances. Con efecto , ábrase la historia y véase si hay alguno de los
bienhechores de la humanidad ó de los grandes civilizadores por la lejis
lacion, la relijion ó la conquista, que haya dejado de valerse de los medios
que empleaba Napoleón para avasallar á los hombres y ensalzarlos hasta
lo mas eminente. Si puede apellidarse charlatanismo el uso que han he
• ho de su preeminencia para la dicha ó la gloria de las naciones, como se
llamó brujería el predominio de la maríscala de Añero para con María de
Mediéis, no es propio levantar en nuestro siglo una hoguera para seme
jantes charlatanes, antes bien esclamar: Vi\a el charlatanismo.
No merece ser menos recordada por la historia, que su última procla
ma al ejército, la despedida de Napoleón á la capital del Austria.
t Vecindario de Viena , le dijo , he tenido que escasearos mi presencia .
mas no ha sido por menosprecio ni por engreimiento , sino por cuanto no
.¡nena desimpresionaros del afecto que estabais profesando aun príncipe
con quien ansiaba \o ajotar una paz duradera. \l dejaros, recibid, como
un presente que os acredite mi aprecio, intacto vuestro arsenal que las
ley es de laguer i.i lialuan hecho propiedad una. servios de él siempí
el mantenimiento del orden. Atribuid cuantos pesares habéis padecido a
los quebrantos inseparables <¡c la guei m j iodos lo- miramientos que mi
ejercito ha temdo en vuestras campiñas, los debéis al aprecio que me ha
beis merecido. «•
506 HISTORIA
Apenas estaba firmada esta proclama y anunciada la paz al pueblo de
Viena y al ejército francés , cuando Napoleón pregonaba al mundo en una
nueva proclama , con fecha del 27 de diciembre , las alevosías de la corte
de Nápoles,que acababa de abrir sus puertos á los Ingleses con menosprecio
de un tratado firmado dos meses antes. Jamás sonaron en sus labios pala
bras mas grandiosas, enérjicas y amenazadoras. Unos Borbones daban la ma-
no á los Ingleses y hacían traición á la Francia. Bastaba esto para que se
sublevasen al punto las pasiones, antipatías y repugnancias de la nación y
para que se manifestasen en el lenguaje de su caudillo. En este caso , la
dictadura imperial debia hablar como lo hubieran hecho los convencio-
nistas. Forzoso se hacia el mostrarse inexorable con el perjurio real y
apear del solio á la faz de los Ingleses á los Borbones de Ñapóles abatidos
y afrentados. Napoleón desempeñó asombrosamente aquel intento. Nunca
representó mas airosamente la revolución y la Francia. He aquí la procla-
ma publicada en el ejército:
« Campamento imperial de Schcenbrunn , 26 de diciembre de 4 80.r>.
« Soldados :
i Hace allá diez años que eché el resto por salvar al rey de Ñapóles; él
lo ha echado también por su parte para estrellarse.
« Después de las batallas de Dego, Mondovi y Lodi, no podia oponer
me mas que una endeble resistencia. Di crédito á las palabras de aquel
príncipe y fui jeneroso con él.
«Cuando la segunda liga quedó disuelta en ¡Marengo, el rey de Ñapó-
les, que había encabezado aquella guerra injusta, desamparado por sus
aliados en Luneville, quedó solo é indefenso. Me imploró, y por segunda
vez le perdoné.
« Pocos meses hace que os hallabais á las puertas de Ñapóles. Lejítimas
fazones tenia para maliciar la traición que se estaba ideando y desagraviar-
me. Otra vez fui jeneroso. Reconocí la neutralidad de Ñapóles ; os mandé
x-j *m
I>K NAPOLEÓN B07
evactiai aquel miiii.) por la terrera vm la casa de Ñapóles quedó salva y
cabal
• , I udu liaremos todavía por la cuarta ves' ¿ nos fiaremos por la ruar
ta ves de tina corte sin fe. sin honor y sin discernimiento9 No . no. la
dinastía de Ñapóles dejó de reinar; su existencia ■ incompatible con el
sosiego de la Kuropa y el blasón de mi rorona.
« Soldados, marclmd ; precipitad en lasólas, dado caso que o» aguar
den. a esos débiles batallones de los tiranos de los mares. Mostrad al mun
do de que modo castigamos á los perjuros No tardéis en informarme que
toda la Italia yace avasallada á mis leyes o á las de mis aliados ; que el
mas hermoso pais de la tierra esta libre del \ ugo de los hombres mas per
(Idos; que se ha desagraviado la santidad de los tratados, y que están apta
cados los manes de mis valientes soldados asesinados en los puertos de Si
tilia á su regreso de Kjipto, después de haberse salvado de los naufrajios.
de loa desiertos y de cien refriegas. •
El ejército de Italia, que los triunfos de HatMM habían . onducidoá
las fronteras del Austria . tomando con este motivo el nombre de 8°. cuer
po del ejército de Alemania , correspondió airosamente á los anhelos de
Napoleón apoderándose ejecutivamente del reino de Ñapóles. Kl trijesimo
séptimo Metió del grande ejército pregono esta conquista velos en los tér
minos siguientes:
« El jeneral Saint Cyi se encamina a marchas forsadas hacia Ñapóles»
para castigar la traición déla reina y derrocar del solio áaquella mujer cri
minal que ha quebrantado cou tanto desenfreno cuanto se repula mas sa
grado entre los hombrea. Han querido interceder por ella con el empera
dor, y su respuesta ha sido :
f Aun cuando debieran renovarse las hostilidades y tuviera que soste-
ner la nación una guerra de treinta años , no cabe indulto para tan atroz
alevosía. La reina de Ñapóles ha dejado de reinar; este último atentado
redondeó su destino. Que vaya á landres á aumentar el número de los
Iramoislas y formar una junta de tinta simpática con Drake, Spenecr Smith,
Taylor y Wickam ; podrá llamar también , si lo juzga oportuno , al barón
de Armfeld , á los señores Ferscn , Antraigues y al fraile Monis.»
Antes de su salida de \ iena, Napoleón apeteció una esplicacion franca
con Mr. de Ifeugwitz, enviado del rey de l'rusia, que solo había venido
al teatro de la guerra para acechar los movimientos y estar dispuesto para
• I.'. I n n la aliansa de su amo con las cortes de Austria J Itu-ia, al primer
desmán de las armas francesas. Sin duda la Ivntalla «le Aiistei ht/ había h.
eho dilatar aquella declaración.} el ministro prusiano, embargado en ne
goeiar un nuevo tratado con Mr.deTalleyraml.no pensaba ya en su* ms
truccioneN primitivas, cuando habiéndose presentado al emperador . este
le dijo con sumo desentono y altn 81
508 HISTORIA
«¿Vuestro amo procede legalmente conmigo? ¿No le fuera mas deco-
roso haberme declarado sin rebozo la guerra, aunque sin tener motivos
para hacerlo ? Antepongo un enemigo patente á un amigo embozado.
¿Qué significa todo eso? Os decis mis aliados, y consentís en elHanover
un cuerpo ruso de treinta mil hombres que se comunica por vuestros esta-
dos con el ejército mayor de la misma nación. Nada puede sincerar seme-
jante conducta ; es un acto innegable de hostilidad. Si vuestros poderes
no os autorizan para tratar todas estas cuestiones, poneos corriente ; en
cuanto á mí, voy á marchar contra mis enemigos do quiera que se hallen. »
No cabia en Mr. de Haugwitz negar la realidad de aquellos cargos, y
para encubrir sus ambiguos intentos , se allanó á tralar con la Francia
bajo el concepto propuesto por Mr. de Tallcyrand. Firmó pues un solem-
ne tratado cambiando el Hanover por los margraviatos de Baireuth y de
Anspach, mientras que Mr. de Hardenbcrg estaba tratando en Berlin con
el gabinete de Londres por orden y á presencia del rey de Frusia. Pronto
veremos el resultado de esta aleve diplomacia.
A su regreso á Faris, Napoleón pasó por Munich, en donde permane-
ció algún ticni|>o para asistir al casamiento del príncipe Eujenio con la
hija del rey de Baviera. Desde aquella capital escribió, el 6 de enero de
F806,al senado conservador, participándole que pronto presentaría el tra-
tado de l'resburgo y que tendría que mandarlo publicar como ley del im-
perio. «Mi ánimo, les dijo, era enteraros yo mismo de las condiciones en
una sesión solemne ; pero habiendo ajustado con el rey de Baviera el en
lace del principe Eujenio mi hijo con su hija la princesa augusta, y hallan
dome en Munich , al ir á celebrarse este deposorio , no he podido menos
de unir yo mismo á entrambos novios , que son al par el modelo de sus
sexos respectivos Con este motivo se dilatará por algunos días mi lie
Vi >
I>K NAPOLBON 30U
gada al centro de mi pueblo ; días que «eran largo» para mi corazón ; pero
detona de vivir tan solo como soldado, me hallo gozosamente entregado
al (Nirmcnor de las obligaciones de un padre de familia Pero no querien-
do diferir normas tiempo In publicación M tratado de paz, he mandado
que se os comunicase inmediatamente •
A este parte siguióse pronto otro o al que Hipótesi informó al sena
.lo que acababa de prohijar á Kujenio, llamándole á reinar tras él sobre
los Italianos, a ralla de descendientes naturales y lejfthMI
Kl casamiento de este joven principe se solemnizó en Munich el 15 de
enero de IX4K». Napoleón y Josefina asistieron ¡i la ceremnni a * dieron
con su presencia mayor realce á los festejos que la corte de I la viera dispu-
so para celebrar aquel enlace Kujenio se había manifestado al pronto
algo opuesto á las manifestaciones que el emigrador le había Invho OM
este motivo, porque le repugnaba un matrimonio político; pero luego
que hubo visto y pudo apreciar á la joven princesa que se le destinaba,
entró gustoso en las miras de Napoleón.
Mientras que el emigrador prolongaba su residencia en Raviera , los
grandes cuerpos del estado y el pueblo parisiense se preparaban para re
cibir dignamente al vencedor de \usterlitz.
5Í0 HISTORIA
El tribunado habia tomado la iniciativa; la sesión del 50 de diciembre
de 1805 habia acordado una proposición dirijida á « dar al héroe que á
fuerza de prodijios imposibilitaba los elojios, un testimonio de admira-
ción y cariño que fuese inmortal como su gloria. »
El T'.de enero de 1806, se trasladaron al Luxemburgo las cincuenta y
cuatro banderas que el emperador habia dado al senado, asistiendo á este
acto el tribunado, todas las autoridades, la música militar y una parte de
la guarnición de Paris. El canciller mayor y todos los ministros se halla-
ron presentes en aquella sesión. El senado, presidido por el gran elector,
realzó el recibimiento del glorioso presente que iba á engalanar su palacio,
decretando en nombre del pueblo francés ¡
« \°. Que se levantaría un monumento triunfal á Napoleón el Grande;
« T. Que el senado en cuerpo saldría al encuentro deS. I. y R. M. y
le tributaria las muestras de admiración , gratitud y cariño del pueblo
francés ;
«-5°. Que la carta del emperador al senado, escrita desde Elchingen ,
• :;i:-^-,.
DI \\n>i ion »U
.1 ¿r» de vcndimiario del ano XIV, se graban/» en sitiare» de mármol que
se colocarían en d «don deMiionei del senado.
« 4*. S)w á continuación de aquella carta se grabaría lamhicn lo que
sigue :
• Las cuarenta banderas y catorce mas añadidas á las primera» por
s. M. han sido trasladadas al senado por el tribunado reunid... ] dépoti
l.i. la- en este salón .«I mimóles I «le enero de I9N
Iji catedral de Paris había tenido también su parte en la distribución
de I <>s trofeos de esta inmortal campana. Ya hemos \ istn que las banderas
•pie le estaban destinadas habían sido entregadas al ayuntamiento de Pa-
ris en el campo imperial de Schrenhrunn. El clero metropolitano salió á
recibirlas .1 1 1 de enero con gran pompa á la puerta de su iglesia en cuya*
bóvedas quedaron colgada-
CAPITIU) XXII
Napoleón reconocido emperador por la Puerta Otomana. El Panteón devuelto al cul-
to católico. Restauración de San Dionisio. Apertura del cuerpo lejislalivo. Fae-
nas públicas. Código de procedimientos civiles. Universidad imperial.
Banco de Francia. Estatutos imperiales. José Bonaparte, rey de Ña-
póles. Murat, gran dnque de Berg. Luis Bonaparte, rey de
Holanda. Fundación de la confederación del Rin. Gran
sanedrín reunido en Paris. Tratado con la Puer-
ta. Negociaciones para la paz uni-
versal. Muerte de Fox.
apoleon y Josefina regresaron á Paris el
dia26. Su presencia en la capital escitó un
[rapto de entusiasmo universa^, descollando
el senado y el tribunado en la solemne au-
jdiencia que se les dio el 28 en las Tuilerías.
Señor, dijo el presidente del primero de
| aquellos cuerpos (Francisco de Neuf-Cha-
teau), aunque vuestra modestia habla tan
llanamente de los prodijios fin cuento con
que ese numen que ya habia aventajado á todos los demás héroes acaba
DK N IPOLION M8
de sobreponerse á si mismo , permitid que planteemos el decreto del sena
do dando solemnemente al salvador de la Francia el dictado de <, randa,
nombre tan justo, y titulo que la voz del pueblo, que es la \<>/ -I U
mi h pr.vi-i ,i i mil. Tiros i
1.1 emperador respondió que daba granas al senado por las finen* qttt
su presidente acababa de manifestarle, y que cifraba toda u nombradla en
realzar mas y mas las excelencias de la Francia, de modo que bastí m los
siglos mas remotos llevase por denominación peculiar la de Brande pueblo
Coronaron los festejos publicos tan solemnes parabienes.
Sumo era el ahinco de Napoleón porque todos los gobiernos di BflPI
i. . reconociesen el dictado de emperador que le había conferido I • na- ion
francesa. Parecíale comprometida en este reconocimiento la digrmlad del
gran pueblo á quien debia el conjunto de sus derechos; y su altnez jemal,
su amor propio y su engreimiento no le inclinaban menos á darles MM
mado aprecio Alejandro le había descontentado mucho dirijiendole MM
carta con el sobre de « caudillo del gobierno Iraneés. . a ejemplo del
ie\ de Inglaterra, quien habia estremado el empeño basta el punto di-
ño corresponder sino por medio de un secretario de estado. Fue pues una
especie de indemnización para Napoleón cuando supo que el sultán de
Constantinopla , Selim III . acababa de reconocerlo oficialmente por em
perador de los Franceses.
Aquel anhelo de alternar fraternalmente le ha de redundar en daño de
trascendencia, arrojándole á jestiones torpes, asi en su diplomacia como en
la administración interior. Asi se muestra en Austerlitz jencroso con resa-
bios de indiscreción con unos enemigos poderosos é irreconciliables á quie
nes tenia en su mano anonadar, y luego se lo echa cu cara como un
yerro. Asi al volver de aquella memorable campana, restituye el Panteón al
culto católico y manda restaurar los sepulcros reales de San Dionisio sin
zozobra de lastimar las inclinaciones fllosoticas y democráticas del pueblo
que solo constituye su pujanza y poderío. I n mismo decreto, dado el Itt
de febrero de isoc. , basta para entrambas disposiciones. Kstendiose a ¡es-
tancia de Mr. de Champagny , cuyo informe basta para justipreciar los
intentos de aquella temporada:
« Señor , dice aquel ministro , la iglesia de Santa Jenovcva, el templo
mas hermoso, de la capital; un templo que, colocado en la cumbre del
monte consagrado á un culto tutelar, coronaba tan gallardamente d con-
junto de las obras maestras que engalanan esta ciudad, y pregonaba de le-
jos al estranjero el augusto reinado de la relijion sobre una población in-
mensa, arrebatado á los anhelos de la relijiosidad en el momento mismo
de ir á disfrutarlo, consagrado después á otro destino, y al liu dejado en
total desamparo, se muestra como atónito de tamaño menosprecio, labia
curiosidad al visitar su recinto estraña en un monumento recién construí
16
544 HISTORIA
do la soledad de los escombros; el numen de las artes se está desconsolando
al verlos yacer sin esplendor, mejor diré, sin alma y sin vida; la relijion,
viendo sus esperanzas frustradas, se desvia de un monumento cuya majes
tad no puede realzarse colmadamente , sino con el culto del Altísimo, y
que se encumbraba como el debido homenaje tributado á Dios por el in
jenio humano.
« San Dionisio se envanece con otro monumento tan antiguo como el
oríjen mismo de la nación, que Dagoberto dedicó al protector de la Fran-
cia, que el abate Sujero restauró, y que abarca en cierto modo dentro de sí
toda la historia de este imperio. Allí descansan tres linajes que reinaron
sóbrela Francia; espectáculo que infunde recuerdos á los príncipes y á los
pueblos y retrata á un tiempo toda la grandiosidad humana y su frajili-
dad; mausoleo consagrado por la relijion y por los siglos, anchuroso ataúd
cuajado de polvo rejio, colocado á parte y fuera del bullicio de la capital
como por un impulso de terror y de respeto
« Señor, vuestro pensamiento solo ha reanimado y casi reconstruido
entrambos monumentos. Él les restituirá su encumbramiento primitivo. ■
No podía espresarse mejor el desengaño que restablecía las máximas
monárquicas. Si el emperador intentaba bienquistarse por este medio con
estranjeros y nacionales, quedaba bien desempeñado todo su anhelo por
su ministro ; aunque al cabo tantos conatos en mentir respecto á su orí jen
y encubrir su verdadera naturaleza, debiese perderse ante la antigua Bu
ropa, la Francia añeja y el antiguo sacerdocio, los que justipreciando á
Napoleón Bonaparte mejor de lo que se graduaba entonces él mismo , se
obstinaban en no ver en él mas que un discípulo y patrono del filosofismo,
el hijo y el sosten de la democracia , el enemigo mas temible, y no el sin
cero restaurador de lo pasado, objeto de su veneración y de sus anhelos.
Para sincerar al emperador se ha acudido á su sistema de hermanamiento
y de reconciliación jeneral.Esta disculpa seria admisible, si solo se tratase
de los actos que restablecieron en Francia el libre ejercicio de los cultos
interrumpido por la tiranía de la Convención ó el Directorio. Cuando el
primer cónsul mandaba abrir los templos católicos en un pais cuya inmen-
sa mayoría profesa y practica el catolicismo , á lo menos por hábito, si no
es con todo el fervor de la fe, entonces Bonaparte obraba como estadista.
Cedia á un tiempo á la razón y á las circunstancias. Quedaban igualmen
te satisfechos el anhelo nacional, la relijion y la sana filosofía; porque to-
do se reducía á mera tolerancia y libertad , que no escluyen ni aun la
protección, cuando no tropieza con otros intereses y aprensiones.
Pero cuando el emperador, tras de haber devuelto al clero sus iglesias
desiertas y haber escudado al sacerdote católico con la doble protección de
las leyes y del erario, arroja la filosofía de sus templos para entronizar en
ellos el catolicismo ; cuando deja tratar con menosprecio á las fundaciones
DE Wl'oi.i n\ ||8
patrióticas para sustituirlo» ostentosamente resunción.
do deja verter palabrea de escarnio sobre la tumba majestuosa que la pa
iría reconocida había consagrado á la sepultura de sus prohombres , y
luego atiende complacidamente ;d boato lotérico sobre • .-i |. »u.» «i.- los
reyes, » sobre la dedicatoria de sus sepulcros en San Dionisio por Itaaohcr
(o ; y todo esto para afrentar el endiosamiento de los sujetos «aclarecido»
tu? su memoria en las bóvedas del Panteón; ruando drp Imllar por
losoanónmn» l.isi-emzas deVollmv \ II ñuscan. \ para guardar los resto*
nu|Hiiile> ILiini a 1 1 ----- -|- - | ■ i, |- jiini i | n nmnm di
los reyes , entono - m siquiera media en tal dispone*** nn asom d.
loteraocia, libertad ó ampara del mito católico . es un atan, Iirecto
"lili.! Irióticn «pie de -li.ni d l'anlcou á la sepultura da I
hombres; <>s una condenación da lo presente > una rc|>osicion de |g
do, fl palmenta lio caatraraarpiaiajoa y nada que se parezca a un arto tli-
mveoidadodeliiio político, eomnse comprólo 1.1 en lo venidero
l.i apertura de la nueva temporada del cuerpo lejislalivo afasjami áf
lias al decreto de ¿n de febrero, y ninuono de los diputados de la
Francia soñó eu querellarse contra .1 fcesaeoo que acababa de hacerse al
mm - >
5f$ HISTORIA
clero romano de un templo nacional. Infructuoso lucra por lo demás cual
quier protesta. Ya no cabía que en la tribuna ni por medio de la impren-
ta la Francia ejerciese en adelante su empuje revolucionario sobre la
Europa.
Napoleón mismo pronunció el discurso de apertura; culpóse en cierto
modo de la sobrada jenerosidad que le vituperamos poco ha, y como que
presajiase los acontecimientos que han patentizadosu desacierto. « La Ru
sia , dijo, solo debe á la capitulación que yo le he concedido el regreso de
los restos de su ejército. Arbitro en derribar el trono imperial del Austria,
lo he consolidado. ¿Por ventura la conducta del gabinete de Viena hará
que la posteridad me tache de impróvido? »
I^os ministros dieron cuenta de la situación del imperio, cuya prosperi
dad iba siempre en aumento. Carreteras, azequias, puentes, monumen-
tos de todas clases, inventos provechosos y todo jénero de realces se enta
biaban ó concluían en todos los puntos de tan grandiosa monarquía, que
se componía á la sazón de ciento y diez departamentos, sin comprender la
Holanda, los Estados Venecianos y el reino de Italia.
« Muchas nuevas carreteras, dijo el ministro del Interior, apetecidas
por los pueblos, han llamado la atención del gobierno. Está concluida la
de Valona á la Hoga ; se está terminando la de Caen á Honílcur; la de
Ajaccio á Bastía se halla á su mitad; la de Alejandría á Savona se halla de
lineada; la de Maguncia hasta Hamburgo y la de Aquisgran á Montjoie
están dispuestas. Una emulación recomendable está animando á varios
concejos para la recomposición de los caminos trasversales.
« Se plantean puentes sobre el Rin en Kehl y en Rrissac; sobre el Mosa
en Givet; sobre el Cher en Turs; sobre el Loira en Nevéis y en Roanne,
sobre el Saona en Ausona, etc., etc. Dos raudales impetuosos, el Duran/a
y el Isera , pasarán por debajo de puentes.
« Se están ejecutando seis azequias mayores ¡ la de San Quintín, el ca-
nal de Napoleón que enlaza el Rin con el Ródano , el de Borgoña , los de
Blavet y de la He et-Rance, el de Arles y los de la Béljica.
« Se hallan entablados otros , como los de San Valery , de Belcaire á
Aguas-Muertas, de Sedan, de Niort á La Rochela y deNantes á Brest. Varios
están ideados, como los de la Censea, de Charleroi , de Ypres y de Briare.
« Si tendéis vuestras miradas por nuestros puertos, veréis que en am
bos mares se está trabajando en habilitarlos haciéndolos mas seguros. »
Mr. de Champagny hablaba después de las obras grandiosas que esta
ban hermoseando á París.
« Al volver á la capital , quedaron vuestros ojos atónitos al verla real
zada en el espacio de un año de guerra , mas de cuanto en otro tiem
po lo fué en medio siglo de paz. Nuevos muelles se van dilatando por las
orillas del Sena. En los años anteriores se habían levantado dos puentes;
DENAPOLBON SI7
• I tercero, rl nuMcrcctdo do todos, esto á punto de concluir* Cerca de él
I. iv delineado mi barrio nuevo al intento de completar por aquHIn parte
su realce . fus calles tienen los nombres de nuestros guerreros desenlian
tes, feíieridosesclare. idamente en la campana, el puente mismo toma el
nombre ilc Vuslcrlitz.
• A breve desvio de las orillas del Sena , nn arco triunfa I, colocado i
la entrada de los baluartes, será un nuevo monumento de unos acontecí
iniintos cayo recuerdo ha de ser mas duradero que cuanto podemos idear
¡ u i )•• i|.. •1-i.nlit. \l menos estas obras atestiguaran á la posteridad que
liemos sido tan equitativos como ella lo será, y que nuestro agradeci-
miento igualo a nuesti o asombro. »
A este i iili time, del que solo damos un trozo, y al discurso de apertu
ra del emperador, contesto el cuerpo lejislalivoeon una congratulación en
que sonaban y resonaban cuantas demostraciones de entusiasmo y de ca
riño lujosamente ostentadas en todas las arengas anteriores de los cuerpo»
l'iin. ipales del estado se andaban repitiendo. • Bajo vuestro reinado, de-
.11 Mr de I ontanes , los artos abundan mas en acontecimientos esclarecí
dos que los siglos en otra? dinastías.
• Conceptúase eJ orbe retraído á los tiempos aquellos en que , como
«lecia el escritor político mas elocuente y aventajado , iba tan disparada la
marcha del vencedor, que el universo parecía mas bien ser el galardón
de la carrera que el de la victoria. •
Tan pomposo lenguaje, aun sonando en los labios de un palaciego, no
dejaba de ser la sencilla narración de la historia ; porque tal era c! ímpe-
tu portentoso de la vida de Napoleón, que á la lisonja, tan de suyo abulto-
dora, no le rabia ya traspasar los ámbitos de la realidad, aun al remon
tar mas y mas su vuelo.
Kn esta tem|>orada el cuerpo lejislativo fué aprobando el Código de
procedimientos civiles que d ministro del Interior había justipreciado
atinadamente diciendo : « No será una obra cabal, pero será mejor que
cuantas hubo hasta ahora. •
l'or entonces se verificó también el establecimiento de la universidad
imperial. El célebre Fourcroy , espuso los motivos de esta fundación gran-
diosa; pero su saber y su patriotismo hubieran debido merecerle el dic-
tado de redar que Napoleón confirió indebidamente á Mr. de Pontones,
alíate del antiguo rejmien
Cupo también la sanción lejislativn á la organización del banco de
Francia, por informe del consejero de estado Regnault de San Juan de
Angely.
Kn el discurso de conclusión, pronunciado por otro consejero de esta-
do, Mr. Jaubert, en la sesión del II de mayo de 1800, notóse el naso si-
uniente
318 HISTORIA
i Su Majestad ha echado una mirada intensa sobre las diferentes par-
tes del sistema de hacienda.
« Ha tenido presente la naturaleza del pais, ha calculado los recursos
y los medios que el movimiento del comercio esterior debe acarrear al
agricultor y al comerciante.
« Su Majestad ha oido también las reclamaciones universales hechas
contra la contribución para el sostenimiento de las carreteras.
« Y su Majestad ha dicho i
• Que la contribución territorial quede descargada de este gravamen ;
« Que se supriman los derechos de puertas ;
« Que seaQanzeu los fondos necesarios para la administración por me
dio de contribuciones indirectas esencialmente adecuadas 1 la situación
de la Francia. »
Esto era plantear la incorporación de todos los derechos. La política
monárquica del imperio iba á retratarse en su sistema hacendista. Napo-
león queria granjearse los hacendados principales , apoyarse en la aristo
cracia territoral, y le prometía el descargo de gravámenes á costa del con-
sumidor desvalido, estoes, del pueblo en globo, sobre el cual había de re-
caer definitivamente el peso de la contribución indirecta. Si á pesar de
haberse desviado tanto de la senda popular, Napoleón halla la nación siem
prc enamorada de su ídolo , no es menos positivo que los estravíos de la
política interior del monarca, aunque compensados con portentos que por
fuera encabezarán la propaganda involuntaria del conquistador, llegaran á
entibiar el entusiasmo nacional; y cuando llegue el día de los reveses,
cuando la Providencia contrareste al imperio para reducir al pueblo á que
deje obrar á la Providencia , se le hablara, entre otras promesas, de la
abolición de los derechos incorporados.
Era de suyo Napoleón muy certero, y debia obrar así en sus actas , en
sus planes y en su reacción monárquica ; lo que habia hecho para sí como
caudillo del estado, lo repitió para con sus parientes y paniaguados. Se le
presentaron al senado, en la sesión del 51 de marzo de J80(>, varios esta
tutos imperiales deslindando el pormenor de los principes de la casa impe-
rial; erijiendo en ducados y feudos hereditarios la Dalmacia, la Istria, etc.;
llamando á José Napoleón Bonaparte al trono de Ñapóles; dando á Murat,
cañado del emperador, la soberanía de los ducados' de Berg jsde C.léveris;
á la princesa Paulina el principado de Guastalla; á Berthier el de Neufcha
tel, etc., etc.
Loque hemos dicho del derecho políticamente hereditario, con moti-
vo de la dignidad imperial conque se revistió Napoleón , puede aplicarse
al establecimiento de los grandiosos feudos hereditarios, y por lo tanto es-
cusamos renovar las reflexiones que hicimos sobre los ensayos de restau-
ración ideados por el emperador, y sobre el cargo que hizo á la asam-
DE NAPOLEÓN. 549
blea constituyente. Mas adelante veremos anulada, en 54 de marzo «Ir 4 H4 4 ,
la olna principal del 84 de marzo do 1816; al paso que aeren eterno» lot
Mimos resultados «le la ium lie del i de aposto de 4789. No te olride por
otra parle, romo ya lo observamos, que los nobles y los reyes dd imperio,
sacados del eieno plebeyo y eonservando.en medio de sns tramoyas y tras»
fonnaeiones , su eieneia revolueionaria . no han hecho mai qne colorar al
il mi. c de las miradas del pueblo la nobleza y la soberanía, contribuyen-
do asi aminorar ó dcstrnir el prestijioque sostenía ni mi ancianidad a ca-
ías dos urandiosis nislilueiones.
Futre las ereaeioncs y promociones que acabamos de enumerar, había
una que debia acarrear consecuencias muy favorables á la propagación de
las máximas francesas y al ensayo teatral de la revolución europea: y es
ta era la elevaeion de José Bonapartr al solio de Ñapóles con esdusinn de
los Borbonos arrinconados en Sicilia. Sin saberlo ni apetecerlo, una ma
no que se apellidará real depositará en la falda del Vesubio la semilla de
las revoluciones liberales, y tarde ó temprano brotará con pujanza aquella
planta.
Otro hermano de Napoleón. Luis Bonapartc. reeiho también en el
decurso del mismo año la investidura de una corona. lm diputados del
pueblo batavo, por boca del almirante Vcrhiiel , pidieron al emperador
el principe Luis Napoleón por ■ caudillo supremo de su república, » con el
dictado de « rey de Holanda. • Sus anhelos se cumplieron llanamente. En
una audiencia solemne que se les dio en las Tu llenas , el 5 de junio de
i si mí. Napoleón proclamo a su hermano rey de Holanda, t Principe .
le dijo, reinad sobre aquellos pueblos. Sus padres no se granjearon la in-
dependencia sino con los auxilios constantes de la Francia. Desde en ton
ees la Holanda hizo alianza con la Inglaterra ; fué conquistada y volvió á
deber sn pnwtencia á la Francia. Que os deba también reyes que resgnar
den sns libertades, sus leyes y tu relijion ; pero nunca olvidéis que sois
Francés. •
En estas ultimas palabras se halla compendiada toda la política de Na
poleon al invadir los tronos vecinos. Al coronar á sus hermanos, no solo
planteaba la mira de encumbrar su familia al par de si mismo, sino que
antetodo quería qne las monarquías que le cercaban se conformasen con
sos lc\ i mtas provincias de la monarquía francesa j
que fuera mas lioml i .• incontrastable su hermandad con el (afelio, las
colocaba bajo el dominio de su propia sangre. Ahora si es cierto que do
quiera se planteaba soberanamente el poderío de la Francia , allí se en
ironizaba el numen de la civilización europea, debe agradecértele á Napo-
león, aun cuando no hubiera tenido á la vi>ta mas que la estension de mi
autoridad personal, el halarse esmerado en redondear, bajo la unidad
520 HISTORIA
grandiosa de la nueva Francia , todos los pueblos que lograba separar del
sistema de la antigua Europa.
El emperador desempeñaba su intento , no solo colocando á los suyos
en los tronos de las rancias dinastías, sino fraguando y encabezando pode-
rosas confederaciones con el dictado de protector ó de mediador. Así, des
pues de haber encumbrado á los electores de Baviera y Wurtemberg al par
de los reyes , quiso enlazarlos mas estrechamente con los destinos de su
imperio por medio de un solemne tratado que fundó la confederación del
Rin, y cuyo resultado fué hacer casi írancesas las mas hermosas campiñas
de la Alemania.
En medio de estos afanes de renovación de los rejios linajes al rededor
de la Francia, se dedicó Napoleón á la organización definitiva de su con-
sejo de estado , al establecimiento de una cátedra de economía rural en la
escuela de Alfort, al de buenos pastos de caballos, á la supresión de los
garitos en todo el imperio , etc. , etc. También estendió sus desvelos al es-
tado continjente de los judíos, y habia espedido un decreto, el 30 de mayo
de 1806, invitando á todos sus subditos de la relijion hebrea para que en-
viasen á París sus diputados. Este decreto logró su pleno cumplimiento , y
el 26 de julio del mismo año, el gran senedrin judío celebró su primera
reunión.
La Francia solo se hallaba entonces en guerra con la Rusia y la Ingla-
terra. Habia firmado un tratado ventajosísimo con la Puerta Otomana,
gracias á la intelijencia y maestría del jeneral Sebastiani, que se hallaba
de embajador en Constantinopla. Napoleón dio la primera audiencia al en
viado estraordinario de la Sublime Puerta , Muhed Efendi , el mismo dia
que se recibieron en las Tuilerías los diputados de la Holanda, y 'que se
DI. \ IPOLBON Xl\
piililicorhlorrotodisponicndodr lospnií.ip.iilo^d.'iw-n. \.n«o > de Pont»-
♦ Corvo a favor de Talleyrand y de Rcrnadottc.
Tero si continuatan las hostilidades entre el gobierno francés y los ga
bíneles de Londres y de Pctersburgo no en sin esperanza de paz. U
muerte de Ktt.acaecidaen enero de I XlM;ji.iluamoti\adn la reposición -I,
Fox en el ministerio, y esta sola circunstancia bastaba pera opinar sobre
algunas modificaciones en la política inglesa ron res|>ccto á la Francia.
Fox y Napoleón se apreciaban mutuamente como ya dijimos Durante su
ultimo ministerio . el ilustre Inglés habiendo recibido de un desastrado
desertor la oferta de armar asechanzas al emperador, mandó ejecutiva
mente prender al asesino , y escribió después á París al ministro de reía
ciones cstranjeras para informarle de tolo , y decirle que no psjsjJllwido
las leyes inglesas que se detuviese por mucho tiempo en la cárcel á no es
trnnjero que no había cometido ningún delito , había tomado sin cmbar
go sobre si el no soltar aquel malvado hasta qne \a|>oleon muy advertido
(guardase contra sus atentados.
Con semejante ministro, la antigua competencia entre Francia é In
glalerra podia dar cabida á propensiones meóos nostílea, y era asequible
la paz. Ui lo creía Napoleón, según lo declaró en Santa Helena. Pero la
revolución francesa aun no había visitado sino una de las grandes capí
tales de Europa, \ se la esperaba en otras partes. Fox murió el 15 de se
tiembre de 1800, durante las negociaciones con la Francia, y la sombre de
Pitt restituyó la perseverancia guerrera á los consejos británicos.
BKi
CAPITULO XXIII.
Campaña de Prosia. Batatín de Jena. Napoleón en Pol.sdam.
n tratado de paz se lirmó en Paris el
20 de julio de \ 800 por el ministro ru-
so á impulsos, á la sazón pacíficos, del
ministerio inglés. Pero el fallecimiento
de Fox devolvió al idénticp influjo su
destemple hostil, y Alejandro se desen-
tendió luego del ajuste, hermanándose
t(y^^^^^s¡**^-vr~- con el nuevo gabinete inglés y con la
corte de Herlin para renovar la guerra en el continente. Un año antes, el
emperador de Rusia, el rey de Prosia y su esposa habían firmado el cele
bre tratado de Potsdam y jurado sobre el sepulcro de Federico el Grande
que aunarían todos sus conatos contra la Francia.
I>K NAPOLEÓN 513
Kntcrado Napoleón «!•• I«»v preparativo* de Ib» cortmdd Norte, \*^ de
lulo i mis iÜmIm «Ir la confedci.icion del Rill Kscnbló el '21 de setiembre
ilc ihim, wpIHindohf coa especialidad los armamentos di la Praaái j
requiriendo el continjente prometido poi el inundo dd i¿ de jubo
i ir-, ih.ts duapuai salió de San Cloud j mai bo hada I» Üemnaii
nrompauadn de Josefina. Llegó d '¿x i Maguncia, ea donde m separó di
la emperatriz, y el SO recibió la accesión dd elector «Ir Wartxborp
confiaJeracioo del Rio, jasando aquel rio «l i de octubre 1 1 día ••. mi
cuartel Jeneral ib hallaba en Baniberg.desde donde eacaminóá su ojén it<>
una proclama para esproNfle el enemigo contri quien ibi i putear « sol
dados, les dijo, suenan gritos de guerra por la parir de Berlín : han» oes
tnetei que cade día noe vemos mas provocados.
• I-i misma lareion . el misino devaneo que conduna catorce afto» ha,
favorecido por nncstrm disensiones intestinas. ;i los rYusianos enojad»
de las llanuras de la Champaña, avasallan su cometo Hallaron ni ilion
paña derrota . muerte > vergüenza
• Ka pues, á «Nos padezca el ejército prusiano la misma suerte que
le cupo alia in otro tiempo Sepa «pie si es obvio granjearse aumentos de
señorío \ de potestad al arrimo del gran pueblo, su enemistad (que solo
cabe acarrearte desviándose de toda cordura y racionalidad a mas |er
ribleque las tempestades dd Océano. »
Fácil es echar de \er «pie el emperador representa mejor su papel \ que
su modo de obrar es mas espedito y brioso < uando decanta los trances re
volueionarios cuyo depósito paraba» en sus manos, que cuando invoca
los recuerdos relijiosos y monárquicos de Santa Jenoveva j de San Dio
nisio.
Sin embargo Napoleón está en campaña y va á desplomarse sobre los
enemigos, sin saber , como en la ultima guerra, «porqué pelea y lo que
de él se apetece. » Ksto es lo que espresa formalmente en un mensaje que
dirijió desde Raml>erg el 7 de octubre al senado conservador :
« Kn una guerra tan justa , dice , en que solo tomamos las armas para
defendernos, que do hemos provocado , ni por jcslion ni ¡km- intento al
guno. y cuyo verdadero mó\il DO cabe espocar, contamos enteramente
con el apoyo de las leyes y el de los pueblos llamados por las dreunstan
cias á darnos metas pruebas «le su afecto \ de mi tesón. »
yueda ya apuntado el verdadero móvil , al historiar las guerras ante
notes. \ NapoIeM, quien, dosdeque se coronó y consagro eni|>ci ador, aso
m a como ajeno de Confesar que los reyes puedan todavía hacerle una guer
i.i de principa I, lo di «I mismo i entender en su proclama al ejército,
cuando acusa i la misma facción . al mismo devaneo que ronducia |
Bruaswici i ( anuíanla en w.n . «le dominar aun como ratones na los
consejos (!•• la monarquía prusiana
524 HISTORIA
Por lo demás , el mismo dia de su mensaje al senado , recibió de Ma-
guncia un correo de Talleyrand que le traia una carta del rey de Prusia, en
la que este príncipe repetía en veinte pajinas todos los agravios comunes
que los enemigos de la revolución habían estado repitiendo de quince años
á aquella parte y bajo todos los visos imajinables contra la Francia. El
emperador no pudo acabar aquella lectura,y dijo vuelto á los circunstantes:
« Me conduelo de mi hermano el rey de Prusia; no entiende el francés,
y seguramente no ha podido abortar este chapuz. »
Y como la carta iba acompañada de la famosa nota de M. de Rnobels-
dorf, el emperador añadió encarándose con Berthier :
• Mariscal , nos dan una cita para el 8 , ya sabéis que un Francés nun-
ca falta á ellas; pero como dicen que hay una hermosa reina que quiere
preseuci.ar la refriega , seamos cortesanos y andemos dia y ncche hacia la
Sajonia. »
Napoleón aludía á la reina de Prusia, que estaba en el ejército vestida
de amazona, llevando su uniforme del rejimiento de dragones y escribiendo
veinte cartas al dia, según el primer boletin, «para avivar el incendio por
todas partes. •
El emperador cumplió su palabra. El 8 de octubre salía de Bamberg á
las tres de la madrugada, atravesaba durante el dia el bosque deFranco-
nia y asistía el 9 en Schleitz á la brillante entrada de la campaña. Aquella
aldea se tomó por el mariscal Bernadotte , quien derrotó al primer encuen-
tro un cuerpo de diez mil Prusianos, cuya mayor parte quedó prisionera.
Murat tuvo también parte en la acción , encabezando todos los avances.
I». IHAPOI i un
S»
l n nuevo triunfo se logró el día lo en Saalfeld. Aquella pelea se trabó
|x>r el ala izquierda del ejercito francés á las órdenes del mariscal I.mnes.
Su resultado fué el descalabro total déla vanguardia del principe de lio
licnlohc, mandada por el principe Luis de Prusia, que murió en el campo
-
526 HISTORIA
de batalla. Aquel príncipe mancebo era el ídolo del ejército cuyas antiguas
glorias ardia en deseos de renovar. Lo estrelló su denuedo. Habia sido uno
de los mas eficaces en promoverla guerra, y su dictamen era en los conse
jos que se tomase arrojadamente la ofensiva. Estremeciéndose al tener
aue desamparar su punto , trabó empeñadísimo trance , contra fuerzas
mucho mayores y aventajadamente situadas. 'Iras una resistencia porfiada,
sus tropas vinieron á desbandarse, y mientras desesperadamente se esta-
ba esforzando en detener á los fu jitivos, le embistió un húsar llamado Guin-
det , quien le intimó que le entregase la espada, y al que solo contestó po
niéndose en guardia. Entonces recibió una herida mortal, y con este mo-
tivo se dijo en el segundo boletín que « los primeros golpes de la guerra
habían muerto á uno de sus autores. »
Desde el dia 12, las avanzadas del ejército francés se hallaban á las
puertas de Leipsick, y el cuartel jeneral del emperador en Gera. Ya no era
dudoso el éxito de la campaña para Napoleón , pero como tenia empeño en
descargarse de toda responsabilidad y patentizar á la Francia y á la Eu
ropa que se habia valido de todos los medios para conservar la paz, escri-
bió en Gera una respuesta á la carta del rey de Prusia^ue se publicó po
co después y de la que citaremos algunos trozos.
« Hermano y señor , no he recibido la carta de V. M. lecha 25 de se-
tiembre hasta el 7 del actual. Siento que os hayan hecho firmar esa espe
cié de folleto,) solo contesto para protestar que nunca os atribuiré su con
tenido, por opuesto á vuestro carácter y al pundonor de entrambos Lásli
ma y menosprecio me causan los redactores de semejante escrito. Recibí
inmediatamente después la nota de vuestro ministro del \". de octubre. Me
daba una cita para el 8,y he cumplido mi palabra como buen caballero, pues
me hallo en el centro de la Sajonia. Créame V. M. , tengo fuerzas tales que
no cabe en las vuestras el contrarcstarlas. Mas ¿para qué derramar tanta
sangre? ¿ Con qué objeto? Hablaré á V. M. en los mismos términos que
hablé al emperador Alejandro dias antes de la batalla de Austerlitz
¿Porqué hacer matar á nuestros subditos? Yo no aprecio una victoria que
cueste la vida á crecido número de mis hijos. Si yo empezara mi carrera
militar y pudiera temer el éxito de los trances, seria este lenguaje fuera del
caso. Señor , V. M quedará vencido ; habrá comprometido el reposo de sus
dias y la existencia de sus subditos sin asomo de pretesto. Actualmente se
halla intacto y puede tratar decorosamente conmigo; V. M. lo hará den-
tro de un mes, pero en situación muy diversa..... Conozco que quizá las
timo en esta carta la susceptibilidad de soberano; pero las circunstancias
no son para contemplaciones. Mande V. M. que ese enjambre de malévo-
los y de bisónos que le asedian enmudezcan ante su solio, con el respeto
que le es debido »
No se equivocaba el emperador al decir que su carta al rey de ("rusia
I>K \ t POLEO N V¿7
lastimaría quizá la susceptibilidad de un soberano, y rilaba ya leyendo á
las dam on lo venidero ruando dfsongartaba á aquel principo dirióndolo
quo • «fia vencido. ■ Con oferto. dos días dos pues, el ejército prusiano
quedo destrozado on los campos do Joña, y el 18 de octubre, ol quinto Ih>-
lolm del grande ejército, estendido en d rampode batalla, se espresaba asi-.
HATAI.I.A DI IRMA
• La batalla de Joña desagravió la afrenta de llosbarh , zanjando en
siete dias una campana que aquietó para siempro el frenesí guerrero y
trastornador de lateebeai prusianas.
• El rey do Prusia quiso entablar las hostilidades el í> de ortubre, dcs-
oml>orando sobre Franefort por su dererha, sobre Wurtzburgo por mi
rentro. y sobre llamberg por su izquierda ; todas las divi-iono de M rjél
cito estaban dispuestas para ejecutar este plan ; peroclejérnto francos, re
vol\ ieodo sobre eJ estremo de su izquierda.se bailó en poros dias en Sadl
burgo, l-abensleiu . Schleilz . «.era \ Naumburgo. Kl ejercito prusiano
acorralado empleó los dias i, 10. II y 12 en agolpar todos sus destara
montos, y el !."> se presento en batalla entre GapeMoff] Vuerstaedl, ron
'irnto y < in. nenia mil hombrr-
« Kl i 5. a las dos de la tarde, el emperador llego á Joña, observó desdo
una corta llanura que ocupaba nuestra vanguardia, las disposiciones del
enemigo quo estaba al parecer maniobrando para embestir a la madrugada
y forzar los diferentes pasos del Saale. Kl enemigo defendía on globo y
en una situación inospugnable ol camino real de Joña á Weimar, como si
conceptuase a los Franceses imposibilitados de asomar en la llanura sin
haber forzado aquel paso; con efecto, no pareeia posible que subiese la ar
tillena a la altura, siendo además tan reducida que apenas podian escua-
dronarse cuatro batallones. Se trabajo toda la noche pata abrir uu cami
no en la peña, consiguiéndose al fin colocar la artillería sobre aquella
cumbre.
• Kl mariscal Davoust tiene orden para desembocar por Naumburgo
resguardando los desfiladeros de ka-sen, si ol enemigo intenta encaminarse
á Naumburgo y pasar a Alpoda, ó cojerle por la espalda, si permanecía en
la posición <¡n que se hallaba
• Kl cuerpo del príncipe de Ponte-Corvo marcha a desembocar desde
Dornburgo para embestir la retaguardia del enemigo, ora se dinjieso sobre
Naumburgo, ora so encaminase á Jena.
• l a caballería de linea rezagada no puede llegar hasta las doce del día:
la de 1 1 guardia imperial se halla á treinta y seis horas de distancia, a pe
sai de halier hecho algunas marchas forzadas desde su salida de París
Poro sobrevienen proporciones on que es forzoso prescindir ik» reparos.
528 HISTORIA
y arrojarse desde luego y á todo trance sobre el enemigo. El emperador
manda formar en la altura que ocupa la vanguardia, desatendida al pare-
cer por el enemigo , y en frente de la cual está situado todo el cuerpo
del mariscal Lannes presentando cada división una ala. El mariscal Lefeb-
vre dispone en la cumbre la guardia imperial formando el cuadro , mien-
tras el emperador vivaquea en medio de sus valientes. La noche ofrece un
espectáculo grandioso, el de dos ejércitos, uno de los cuales va tendiendo
süfrente'por seis leguas de estension y abrasando los aires con sus fuegos,
y el otro, cuyas descargas patentes se hallan concentradas en ámbito estre-
cho, reinando en ambos ejércitos suma actividad y' movimiento. Los fue-
gos por una y otra parte se hallan á medio tiro de cañón , las centinelas
casi se tocan y no se hace movimiento que no se deje oir.
« Los cuerpos de los mariscales Ney y Soult pasan la noche enjmarchas,
y al amanecer toda la hueste toma las armas. La división de Gazan se halla
formada á tres de fondo á la izquierda de la altura. La división de Suchet
forma la derecha ; la guardia imperial ocupa la cumbre del montecillo ,
y la artillería de sus respectivos cuerpos estáciñendo los intermedios. Ha-
bíanse ido practicando desde la población y valles vecinos vítíos despejos
para facilitar el despliegue de las tropas que no habian podido situarse so
brc la altura , porque esta era quizá la primera vez que un ejército tenia
que transitar por tan reducido trecho.
« Hay cerrazón , y el emperador anda las filas encargando á los solda-
dos que estén sobre sí contra aquella caballería prusiana que se decia tan
temible. Les recuerda que un año atrás han tomado á Ulma, que el ejér-
cito prusiano se halla ya acorralado como lo fuera el austríaco , habiendo
DE NAPOLEÓN 32U
malogrado mi linca de operaciODei y sus almacenes ; que ya no se pelón ni
aquel trance |>or la gloria . sino |>or mi retirada, \ que ftotmmáotttint
paso por diferentes puntos .quedaran mu boaoc Di repatarioa lo* cuerpo*
«]••! ejército que lo dejen pasar. A razonamiento tan animador contestad
M>|ila<in con alaridos de "marchemos » \a\$ tiradores empeñan -I trance;
y por ventajosísimas que sean las posiciones que ocupa el enenuuo . • le
\a desalojando, y el ejército francés, al desembocar en la llanura, em
pie/a a lormarse en Imtalla.
• Por su parle, el grueso del ejercito enemigo, CUYO intento DOl i a atacar
hasta que se despejase la niebla, toma lasnrmas. lin cuerpo de cu* Mea
ti mil hombres de la izquierda se sitúa para cubrir los desfiladero! de
Nauniburgo y npo<lerarse de los pasos de Ka-sen. pero ya había sido gana
do por la mano por el mariscal Üavoust. Los otros dos cueras, formando
una fuerza de ochenta milhombres, marchan al encuentro del ejercito íran
ees qoe desemboca de la altura de Jenn. la niebla encapóle entraCBDOI
ejércitos por espacio de dos horas; pero al fin se disipa con un sol henno
sisimo de otoño, las dos lineas se arrostran a tiro de canon. La izquierda
del ejercito francés, apoyada en una aldea y algunos bosques, va manda
da por el mariscal Augereau. I-i guardia imperial la separa del centro que
ocupa el mariscal lannes. la derecha se compone del cuerpo del maris-
cal Soult. Kl mariscal Ney no tiene mas que un cuerpo de tres mil hom
lircs , únicas tropas suyas que han llegado.
« Ks el ejército contrario muy crecido; presenta una hermosa caballi-
na. y va ejecutando veloz y acertadamente sus maniobras. Quisiera el
emperador diferir dos horas la batalla para aguardar . en la posición que
acaba de tomar después del ataque de la mañana , las tropas que acudei/
y ante todo la cabal leria ; peí o el ímpetu francés lo arrebata todo. Ha-
biéndose empeñado muchos batallones en la aldea de llollstedt, ve que el
enemigo se ponia en movimiento para desalojarlos. Kl mariscal lannes
recibe orden para marchar al punto por escalones y sostener esta aldea
II mariscal Soult está atacando un bosque sobre la derecha. Cuino el ene
migo ha hecho un movimiento de su derecha sobre nuestra izquierda, el
mariscal V ligerean esta encargado de rechazarlo: en menos de una hora
se je n •■ ral i /a la refriega ; doscientos cincuenta 6 trescientos mil hombro,
con sctccici\¿as ú ochocientas piezas de artillería, disparan á diestro y si-
niestro la muerte y ofrecen uno de aquellos espectáculos rarísimos en la
historia.
• l'or una parte se maniobra inalterablemente como «mi una parada.
Kntre nuestras tropas no sobreviene el menor desconcierto. \ la victoria
ni un momento queda dudosa. Kl emperador tiene siempre junto a si, ade
mas de la guardia imperial, muchas tropas de reserva para constntstai
cualquiera novedad imprevista
\1
330 HISTORIA
« El mariscal Soult, á las dos horas, se apodera del mencionado bos-
que , y hace un movimiento de avance. Avisan á la sazón al emperador
que la división de caballería francesa de reserva empieza á colocarse y que
dos divisiones del cuerpo del mariscal Ney se sitúan fuera de la línea de
batalla. Adelántanse entonces á primera línea todas las tropas que están
de reserva, y hallándose aquellas así apoyadas, arrollan al enemigo en un
momento , y le precisan á retirarse. Este movimiento queda ejecutado con
orden en la primera hora; pero se trueca en horroroso desconcierto, luego
que nuestras divisiones de dragones y corazeros, mandados por el gran
duque de Berg, pueden tomar parte en el trance. Estos valientes jinetes,
que se desesperaban al ver que la victoria se decidía sin ellos , se arrojan
por donde quiera encuentran al enemigo. La caballería é infantería pru-
siana no alcanzan á contrarestar sus ímpetus. En vano la infantería ene-
miga va formando cuadros. Cinco de sus batallones quedan anonadados ;
artillería, caballería é infantería, todo es arrollado y cojido. Los France-
ses llegan á VVeimar al mismo tiempo que el enemigo, al cual se va persi-
guiendo por espacio de seis leguas.
« A nuestra derecha el cuerpo del mariscal Davoust está haciendo pro-
dijios. No solo contiene, sino que va derrotando, por mas de tres leguas,
el grueso de las tropas enemigas que acaba de asomar por la parte de Kse-
sen
« Los resultados de la batalla son : de treinta á cuarenta mil prisione-
ros ; de veinte y cinco á treinta banderas ; trescientas piezas de artillería é
inmensos almacenes de provisiones. Entre los prisioneros se encuentran
mas de veinte jenerales , muchos de ellos tenientes jenerales , entre otros
el llamado Schmettau. El número de los muertos en el ejército prusiano
es inmenso. Se calcula que ha habido una baja de veinte mil hombres en-
tre muertos y heridos ; el mariscal de campa Mollendorff salió herido ; el
duque de Brunswick y el jeneral Blucher han muerto y el príncipe Henri-
que de Prusia está herido de gravedad. Según cuentan los desertores, los
prisioneros y los parlamentarios, el trastorno y el pavor son grandísimos
en los restos del ejército enemigo
« Han perdido los Prusianos con esta batalla su retirada y su línea de
operaciones. Su izquierda, acosada por el mariscal Davoust, se fué reti
rando sobre Wcimar , al mismo tiempo que su derecha y ceq»,ro se retira-
ban de Weimar sobre Naumburgo. La confusión ha sido suma. El rey ha
debido retirarse atravesando campiñas , capitaneando su rejimiento de ca-
ballería.
«Nuestra pérdida se regula en mil ó mil y doscientos muertos y tres
mil heridos. El gran duque de Berg está acometiendo en este momento la
plaza de Erfurth, en donde se halla un cuerpo de enemigos que mandan el
mariscal de Mollendorff y el príncipe de Orange. Si cabe algún realce á
\
|)K NU'OI |ii\
V.I
n >
los títulos que tiene el ejército para el aprecio de la nación, no cabe formar
concepto del entusiasmo y afecto que manifestaba para con el — perada
en lo mas renido de la refriega. En asomando un momento de tibieza, con
el grito de viva el emperador revivía el denuedo y rebosaba en Uxb*
aquellos valientes. En medio del trance , el emperador , al ver que la ca
ballena amenazaba á sos águilas , iba á galope disponiendo las maniobras
\ 1 1 formación eo cuadros , y ¿cada instante se veia interrumpido con los
gritos de vi*% el emperador, i a guardia imperial de infantería veia con
sumo enfado a todos los cuerpos empeñados en la refriega, mientra que .lia
permanecía inmoble. Oyéronse voces de «Adelante* < ¿Qoé .-> eso, dijo H
emperador? Será algún joven barbilampiño el que quiere juzgar de lo que
me 1001 haeer para que tnl haga. ha de li.iU-r manda. lo en Ir. mta batallas
campales antes de meterse á darme consejos. • En efecto, los que tal vocea-
ban eran algunos reclutas cuyo denuedo bisoño se impacientaba en no so-
bresahr -obre la mareha
552 HISTORIA
« En tan reñida refriega, mientras que el enemigo iba perdiendo casi
todos sus jenerales, debemos dar gracias á la Providencia que guardaba
nuestro ejército, pues ningún oficial superior ha sido muerto ú herido.
El mariscal Lannes quedó ileso de una bala que le pasó raspando el pe-
cho. El mariscal Davoust tuvo el sombrero y los vestidos acribillados á ba-
lazos »
Seis mil Sajones y mas de trescientos oficiales se hallaban entre los
prisioneros de aquella jornada. Napoleon,esmerándose en separar la nación
sajona del pueblo prusiano , y con ánimo de formarse un aliado sobre el
Elba contra la corte de Berlin, mandó que se le presentasen aquellos pri
sioneros y les prometió que los licenciaría á sus casas si querían compro
meterse á no volver á servir contra la Francia. « El lugar de los Sajones ,
decía, estaba señalado en la confederación del Rin. La Francia era la pro
tectora natural de la Sajonia contra las violencias de la Prusia. Preciso era
poner coto á dichas tropelías. El continente necesitaba sosiego, y este se
hacia forzoso, aun cuando fuese á costa de algunos tronos. »
Los Sajones comprendieron aquel lenguaje, y después de haber dado
cuantos resguardos se requerían, se restituyeron á sus casas con una pro
clama que el emperador dirijia á sus compatriotas.
A la batalla de Jena se siguió prontamente la toma de Erfurth, que ca-
pituló cH6. El príncipe de Orange y el mariscal de campo Mollendoríf
quedaron prisioneros.
I>K NAPOLEÓN
\quel mismo «lia.rl ivv dfl Pruaia pidió un armisticio, que Ir negó Nt-
(•oI.xmi l-'uli danto el jcucral halkreuth. estrechado por el mariscal SooJt y
(Riñiendo mt cojwlo BM una mlumna «Ir diez mil hombre que Pitaba
mamlnniln. y ru 1.a qui< sr hallaba el monarca prusiano, invoco OMMMV
pensiou «le anneedieieDdoqiieel emperador la había concedido Kl
Soult DO lo quiso «roer y dijo que no rabia en Na|>o|con (amano
(o \ que M raOMOrcria aquel armisticio hasta que se h< hubiera notificado
de oficio. Kl jcnoral prusiano paso entonces á las avanzadas francesa» para
i -onferenciar ron el mariscal, y para encomendarse á la jcncrosnlad , y ca-
si pudiera define, ala conmiseración del vencedor.
«.Señor jencral . respondió el guerrero francés, tiempo hace que se
procede así con nosotros ; apelan Vds. á nuestra jenerosidad cuando ca-
lan vencidos, y olvidan un momento después la magnanimidad que solé
inos ejercer. Deepoei de la batalla de Austcrhtz. el emperador coix
ejército ruso un armisticio qnc fué n salvamento. Ved de qué manera
obran ahora los Husos .... Hendid las armas, y en esta situación aguarda
iv hs nnlcnes del emperador. •
Kl jencral prusiano se retiro confuso; y el mariscal Soult persiguió efi
cálmenle al enemigo, llegando el 2*2 á Magdeburgo. No alcanzaban los
Prusianos aquella velocidad de marchas y movimientos que los insubordi
liaban en su fuga, y con este motivo decia Napoleón en su decimocuarto
Ifcdctm:
• K' tos señores estaban sin duda acostumbrados á las maniobras de
la guerra de siete años ; querían pedir tres días para enterrar los muertos
ivnsad en los vivos, respondió el emperador, y dejadnos la faena de en
terrar los muertos, para eso no se necesitan treguas. •
.154 HISTORIA
Entretanto que Soult acosaba así al enemigo por el rnmbo de Magde-
burgo, causándole repetidos quebrantos, Bernadotte destruía en Hala la re
serva prusiana mandada por un príncipe de Wurtemberg. A consecuencia
de esta victoria el emperador atravesó el campo de batalla de Rosbach, y
mandó que la columna levantada allí se trasladase á Paris.
El reencuentro de Hala se habia dado el \ 7. El 18, el mariscal Davoust
se apoderó de Leipsick , y el 21 , hallándose atajado para los Prusianos el
camino de Magdeburgo por los cuerpos de Soult y de Murat, los restos
del ejército se dispersaron á diestro y siniestro. El antiguo enemigo de la
Francia, el famoso Brunswick, autor del manifiesto incendiario de 4792,
puso entonces sus estados bajo la protección del emperador. Estraño pa-
radero del primer jeneralísimo de la aristocracia europea levantada contra
la revolución francesa. Estaba ahora de rodillas ante aquel mismo pueblo
que amenazaba catorce años atrás con tanta insolencia é irracionalidad ;
temía por sus palacios , por su propia morada la sangre y el fuego cuyos
estragos invocaba contra la capital dé la Francia, ciudades y campiñas.
Brunsvvick,temiendo las represalias que habia ocasionado,apelaba rendida-
mente á la jenerosidad del soldado francés , sobre el que se prometiera tan
fácil triunfo, atreviéndose á pedir con el manifiesto en la mano al héroe
heredero y representante de los republicanos de J792 que se le tratase
con moderación y se le escudase contra las demasías de la victoria. ¡Qué
momento mas grandioso para la revolución triunfante ! La Providencia le
trae suplicante y despavorido al mas antiguo , fogoso y tenaz de sus so-
berbios enemigos. La revolución sabrá escarmentar el orgullo , aunque
mostrando su preponderancia con su induljencia , porque tiene á Napo-
león Bonaparte para hablar y obrar en su nombre.
«Si yo mandara echar abajo la ciudad de Brunswick, dijo el empera-
dor al enviado del duque, si no dejara piedra sobre piedra, ¿qué diria vues-
tro príncipe? ¿No me permite la ley del talion que haga en Brunswick lo
que él intentaba hacer en mi capital? Anunciar el proyecto de derribar
ciudades puede ser insensato ; pero querer ajar el honor de un ejército de
valientes, proponerle que deje la Alemania tan solo con la intimación del
ejército prusiano , esto es lo que la posteridad creerá difícilmente. El du-
que de Brunswick nunca debiera incurrir en tamaño ultraje ; quien ha
encanecido en el ejército debe respetar el honor militar , y además no será
en las llanuras de Champaña en donde se habrá granjeado ese jeneral el
derecho de tratar á las banderas francesas con semejante menosprecio....
« Derribar y destruir las habitaciones de los pacíficos ciudadanos , re-
pitió muchas veces Napoleón todo enardecido , es un crimen que se repara
con tiempo y dinero ; pero deshonrar á un ejército, querer que huya fue-
ra de Alemania ante el águila prusiana , esa es una bastardía que solo era
capaz de cometer el que la aconseja. »
DE NAPOLEÓN.
Im soldados del duque de ilrunswick quedaron bajo el resguardo del
derecho de Joules. El emperador llegó ¡i l'otsdam d '21 Este mismo dia
por la noehfl visito el palacio de Seos Souev , «uva planta y distribuemn
le parce ieron hermosísimas; se detuvo algún tiempo, como absorto y caví
H V
loso, iii el aposento de Federico el Grande, que estaba todavía amueblado
> colgado como el dia de su fallecimiento.
Al dia siguiente ¿"», después de haber pasado revista á la guardia im-
perial de infantería, mandada por el mariscal liífebvre. visito el sepulcro
de Federico.
« Ix» restos de aquel hombre célebre , dice el décimo octavo boletín .
están guardados en un ataúd de madera cubierto de cobre, colocado en
356 HISTORIA
una bóveda, sin adornos ni trofeos y sin un realce que recuerde las gran
des acciones que hizo.
«El emperador regaló al depósito de los Inválidos de Paris la espada de
Federico , su cordón del Águila Negra , su faja de jeneral y las banderas
que llevaba su guardia en la guerra de siete años. Los antiguos inválidos
del ejército de Hanover acojerán con relijioso respeto cuanto perteneció á
j^r'^m^^mgm
I)K NAPOLEÓN. 551
uno de los primeros capitanes de que consona el recuerdo la historia. »
\ iendo que la corle de Prusia no había tratado de poner estas gloriosas
reliquias á buen recaudo contra toda invasión , esclanio Ronaparte , mos
liando con su ademan la espada del «raí: jeneral : • Pradera esto á Veinte
millones. •
;-
CAPITULO XXIV
Kntrada tle Napoleón en Berlín. Su residencia en aquella capital. Bloque
continental. Suspensión de armas. Mensaje del senado. Quinta
de ochenta mil hombres. Proclama de Posen. •
Monumento de la Magdalena.
a puerta magnífica de Charlotenburgo
en Berlín dio paso, el 27 de octubre de
'1 806, á menos de un año desde la to-
ma de Viena , á Napoleón en medio de
los mariscales Berthier, Davoust y Au-
gereau , del mariscal mayor de palacio
Duroc, y de su gran caballerizo Caulin-
court. Marchaba entre los granaderos y
los cazadores a caballo de la guardia, por un camino en que estaban for-
DE NAPOI.Kns - vi
nudos en l>;ii.ill.i los granaderos de la división de Nansnuly. Kl mariscal
Irfcbvre abría la marcha capitaneando la infantería di la guardia. Ia po
Manon de Berlín había salido en tiopel ll en. mniro del veneedor.aquien
\ iiorco desaladamente 1 1 a\ untamiento ofreció al emperador las llaves de
aquella capital, presentadas por el Jcneral llnllin, comandante déla plaza.
I na de las primeras atenciones del gobernador fué formar un ayunta
miento de sesenta pla/.as, euva elección encargó á los dos mil veri nos oías
|»ndientes. Habiéndosele presentado seguida ve/ el cuerpo minihipal en
ralieíatlo por el principe de llatzfeld, que había areptado el gobierno civil
de Berlín en nombre de los |-'rauce*cs, \ que M pn MO dejaba de seguir
en correspondencia con el rev de Prusia para enteíai I.- de los mol minutos
del ejercito victorioso : t No os presentéis delante de mi. dijo el emperador
á aquel principe, no necesito vuestros servicios; retiraos á vuestras pose-
siones. > A poco rato, Mr. de llatzfeld quedó arrestado y puesto á cargo
de una omisión militar.
Informada su esposa, hija de M. de Schulenburgo, de lo que acababa
de suceder, se acongojó desesperadamente, cuando le sobrevino el pensa
miento de implorar la clemencia de Napoleón. U alentó Duroc y se encar
gó de presentarla. Acudió á plació, se arrojó á los pies del emperador
suplicándole que indultase á su marido á quien conceptuaba atropellado
por relaciones con el ministro Schulenburgo, uno de los promovedores de
la guerra. Desengañóla Napoleón informándola de que M. de llatzfeld es
taba en correspondencia con el rey de Prusia , lo nial probaba que solo
había procurado granjearse la confianza de los Franceses para hacerles trai
don Madama de llatzfeld prorumpió protestando la inocencia del princi-
pe y asegurando que era victima de una calumnia atroz. • Sin duda cono
eeis la letra de vuestro marido, le dijo el emperador, vais á enteraros vos
misma;- y al punto mandó que le trajesen la carta interceptada, que puso
en manos de la señora. Hallábase esta á la sazón embarazada de mas de
ocho meses; la conmoción que la enajenaba al ir leyendo la prueba irre
Tragable de la culpabilidad de su esposo, le causaba repetidos desmayos, v
solo volvía en si para prorumpir en jemidos y sollozos. Conmovióse Ñapo
león de la situación dolorosa de aquella mujer. « Pues bien , le dijo, ya
que tenéis la carta, echadla al fuego; y no mediando semejante docnmeii
to, no podjé hacer condenar á vuestro marido.» Esta escena ocurría de
Imite ile una chimenea. La princesa de llatzfeld se esmero en salvar á su
marido: la carta se quemó, y el mariscal Berthier recibió al punto orden
pai a poner al jeneral de Hat /leí. 1 en libertad.
I n uno de sus boletines , el emperador se había destemplado contra la
reina de Prusia. • Ix>s Prusianos , decia , achacan al viaje del eni|
Mejandro los quebrantos de la Pnisia. Kl cambio sobrevenido después en
el animo de la reina, que se ha trocado en mujer alborotada y mierrera.
;«<>
HISTORIA
de medrosa y comedida que habia sido, es una revolución repentina. Ha
querido tener un rejimiento, asistir al consejo y ha dirijido de tal modo
la monarquía que en pocos dias ha logrado abocarla al precipicio.»
Cuando la emperatriz Josefina leyó esta denunciación, pregonada á la
faz del mundo contra una reina joven y linda, lo sintió en gran manera y
se esplicó á las claras con su esposo en una carta reconviniéndole por ha
berse complacido muy á menudo en zaherir á las mujeres. Napoleón lo
contestó :
« Recibí tu carta en la que me culpas por mi destemplanza con las mu-
jeres; y con efecto estoy á matar con las tramoyistas, pues avezado á las
bondadosas, suaves y halagüeñas , con ellas me embeleso, y •ne han mi
mado en estremo; tuya es la culpa. Por lo demás, ya te harás cargo de
mi bondad para con madama de Hatzfeld , que se mostró afectuosa y es-
celente. Cuando le enseñé la carta de su marido, me dijo sollozando con
entrañable sensibilidad y sencillez : « No hay duda en que esa es su letra. »
Su acento traspasaba el corazón, y me fué dolorosísimo. Yo le dije: «Pues
bien, señora , echad esa carta al fuego y quedo imposibilitado de hacer
sentenciar á vuestro marido. » Quemó la carta, y se me figuró entonces
DE NAPOLEÓN .Vil
muy \enturosa. Su marido ««sta desahogado desdo aquel pnntn ; y si me
dian dos horas mas. hnhin fenecido. Ya \es que mr mistan las mujeres
líomlndosas, sencillas y «granadas; poro e* porque sola» cutas *e te p»
reoen. »
Al dia siguiente de su entrada en Berlin.el emperador dio audiencia a
los ministros de Baviera. B*p«! i . Portugal y la Puerta. F.l mismo día ad-
mitió al elero de las diferentes comuniones protestantes y los tribunales
de justicia que le presentó el canciller ; y luego conferenció con varios
majistrados sobre diversos puntos de la organización judicial.
Durante su residencia en Berlín, Napoleón espidió el famoso decreto,
estableciendo el bloqueo continental y prohibiendo á los pueblos y á los
aliados del imperio francés todo comercio y comunicación con las Ñas
británicas. Ksta acta, conceptuada poralgunos como una providencia ni
sensata, y jeneralmente achacada á la ceguedad del encono, era sin emlwir
go fruto de la tenacidad del gabinete ingles en sublevar continuamente a
las potencias continentales contra la Francia. Kra el resultado de aquel
••umulo de amaños, alevosías, conspiraciones, hostilidades y atentados
de toda clase , por cuyo medio la aristocracia inglesa habia estado contra
restando* la democracia francesa desde Í7tr2; era la respuesta de la re
\olucion > ictoriosa á las demasías monárquicas cuando la pregonaban por
Europa , donde los estadistas de ultramar.se empeñaban en que habia oca
sionado « un vacio. • Ya que Burke y Pitt se estremaron en aislar a la
Francia en medio del mundo civilizado, estaban todavia predominando
por medio de sus amigos y alumnos en los consejos de Londres y prevale
cía el mismo afán , mal |xxlia la Francia desentenderse de represalias , y
abstenerse de aislar en cuanto le fuese dable á la Inglaterra en medio de los
mares. Kl bloqueo.eon que se habia amenazado durantequince añosal espi
rita revolucionario, debia encerrar encontradamente á la contrarevoluciou
misma en su foco principal en medio del Océano. Y además, ¿es cierto que
este bloqueo, aun considerándolo por lo que tocaá los intereses materiales,
haya hecho daño á los pueblos del continente y acarreado universalmente
en Kuropa cuantas resultas desastradas se le lian achacado? No hay duda en
que causó trastornos de fortunas en el comercio maritimo y redundó en pri
vaciónos momentáneas para las poblaciones que no pudieron surtirse encu
tuertamente, o que se abstuvieron de los productos coloniales por la subida
crecidísima (fe los precios. Pero ademas de que este desquite solo era tem
poral y que el bloqueo, aun mal cumplido, debia surtir el efecto moral
que n prometí i <l emperador, también es indisputable que la industria
europea no estaba absolutamente comprometida, y que por ejemplo h
Francia debió al decreto de Berlín la creación de una mima industria muy
trascendental. cual es la fabricación del azúcar indijena. Y aun cuando solo
mediara este resultado inmenso para lo sucesivo, debiera bastar para que
542 HISTORIA
las jeneraciones venideras fueran propicias á Napoleón , atendidos los pa-
decimientos pasajeros que su sistema acarreó á la jeneracion contemporá-
nea. « Me hallé solo en mi opinión sobre el continente, ha dicho Napoleón;
tuve que acudir por donde quiera á la tropelía. Al fin empiezan á compren-
derme; el árbol da ya fruto; el tiempo hará lo demás.
« Si por dicha no zozobrara, trocada quedaba la faz del comercio con
el camino de la industria. Había connaturalizado entre nosotros el azúcar
y el añil ; también hubiera conseguido lo mismo con el algodón y con
otros muchos productos. Las colonias hubieran mudado de lugar, si se
hubieran obstinado en no darnos cabida. »
Mientras se afanaba el emperador en Berlín por aprisionar á los moto
res de la guerra y se esmeraba en apear á la Inglaterra del derecho común
para acosarla con armas iguales y escarmentarla de sus repetidas violacio
nes del derecho de jentes , los tenientes de Napoleón seguían estrechando
al enemigo y persiguiendo á diestro y siniestro las reliquias del ejército
prusiano. El 28 de octubre, Murat se apoderó de Prentzlow, precisando al
príncipe de Hohenlohe á capitular con su cuerpo de ejército. Al día siguien-
te, el fuerte de Stettin cayó en manos del jeneral Lassalle, comandante de
la derecha del gran duque deBerg, mientras que el jeneral Milhaud, que
mandaba la izquierda, hacia rendir las armas á una columna de seis mil
hombres.
Custrin se rindió el 2 de noviembre al mariscal Davoust, al paso que
Mortier ocupábalos estados de Hese y de Hamburgo. En Fulda y en Bruns-
wick , quitaron las armas del principe de Orange y las del duque. « En
trambos príncipes ya no han de reinar , dijo el vijésimo cuarto boletín ;
son los principales autores de esta nueva liga. »
DBNAPOLEOM S49
l o triunfo señalado espérala á los Franceses bajo los muros y eo las
ralles <!<• I.ubock. Elfl de noviembre, Murnt. Soult y Bernadoile, con la
maestría de sus maniobras y de sus molimientos combinados, se encon
traron sobre nqnella plaza, en la que el famoso Rlucher babia venido a
encerrar las ultimas esperanzas de la monarquía prusiana l>ióse el asalto,
> liernadotte se internó en la ciudad por la puerta de la Trava. ■iwHfM
que Soult entraba por la de Mullen.
I a resistencia había sido porfiada. Aun se batían por las calles ; pero
el 7 por la mañana, liluchcr y el principe de Brunswick <)Els, capitaneando
hasta diez jeneralcs prusianos , quinientos diez y ocho olicialcs y mas de
veintemil hombres, se presen taroná los vencedores, pidiendo capitulación,
y destilaron inmediatamente por delante del ejército francés.
Dentro de pocos días las demás plazas tuvieron igual suerte. Magdebur
•-<> abrió sus puertas el 8, y los Franceses hallaron ochocientas piezas de
artillería y una guarnición de diez y seis mil hombres. Kl emperador ha
bia encaminado también un cuerpo de ejército sobre el Vístula, en perse-
cución del rey de Prusia, que huía atropelladamente con sus diez ó doce
mil hombres restantes.
El 40, el mariscal Davoust entró en Posen, cuyo vecindario, mas pola
co que prusiano, le recibió con entusiasmo. El 10, el trijésimo segundo
Motín anunció « que después de la toma de Magdebnrgo y el reencuentro
de I.ubock , la campaña contra la Prusia quedaba ya terminada. »
l.u aquel mismo dia se firmó una suspensión de armas en CharlotU-n
burgo
Entonces fué cuando se dedicó el emperador al decreto arriba dicho
sobre el bloqueo ríe las Islas británicas.
344 HISTORIA
La Prusia, aceDtellada de muerte, yace como potencia para siempre;
pero su instigadora la Inglaterra permanece intacta; Napoleón quiere alcan-
zarla , aislarla de la Europa á la que tiene tributaria por medio de mono-
polios é intrigas diplomáticas. El sistema que Napoleón ha ideado se estre-
lla con los principios de la civilización moderna ; así lo entiende y lo ma-
nifiesta, pero acude á la ley y al derecho de la debida correspondencia.
Al pedir al senado una nueva quinta, el emperador le espresa como es
forzoso providenciarla en desempeño de su sistema jeneral é imprescindi-
ble. Nuestro sumo comedimiento, tras todas las guerras siempre propicias,
es la causa de cuanto ha ido sucediendo. Así hemos tenido que batallar
contra una cuarta liga nueve meses después de disuelta la primera, tras
aquellas esclarecidas victorias que nos habia franqueado la Providencia y
que debían afianzar el sosiego al continente?. . . .
« Bajo este concepto hemos tomado por principios invariables de nues-
tra conducta no evacuar á Berlín , Varsovia ni las provincias rendidas á
viva fuerza, antes que esté firmada la paz jeneral, que devuelvan las co-
lonias españolas, holandesas y francesas, que se hayan consolidado los ci-
mientos del poderío otomano y la independencia absoluta de este grandio-
so imperio , sumo interés de nuestro pueblo , ya irrevocablemente consa-
grado. Hemos puesto las Islas británicas en estado de bloqueo, y hemos
tomado contra ellas disposiciones que repugnaban á nuestro corazón. Pe-
ro nos hemos visto precisados á prohijarlas en beneficio de nuestros alia-
dos , oponiendo al enemigo común las mismas armas de que se valia con-
tra nosotros
« Nos hallamos en uno de aquellos momentos importantes para el des-
tino de las naciones,y el pueblo francés se mostrará digno del que le aguar-
da. El senado consulto que hemos dispuesto se os presente y que pondrá
á vuestra disposición, en los primeros dias del año, la quinta del año \ 80Í ,
que en circunstancias comunes no debiera efectuarse hasta el mes de se-
tiembre, se planteará con ahinco por padres y por hijos. ¿Y en qué pun-
to mas trascendental pudiéramos llamar á la juventud francesa? Tendrá
que atravesar, para reunirse con sus banderas, las capitales de nuestros ene-
migos y los campos de batalla esclarecidos por las victorias de sus primo-
jénitos. »
Abonaba tan solemne demanda la nueva venida de Ruso$, á cuyo en-
cuentro quería marchar Napoleón para empezar una nueva campaña tan
pronto como la estación lo permitiera. Salió de Berlin el 25 de noviembre
y llegó á Posen el 28. Con el recio temporal, las fatigas y privaciones, ha-
bia amainado el ímpetu de la soldadesca. Después de tanta pelea victorio-
sa, estando los enemigos de la Francia allende el Vístula, parecía que
habia de llegar la hora de pararse, en vez de correr al encuentro de nuevos
trances. El senado, por lo jeneral tan obsequioso, se habia esmerado en re-
DE NAPOI.KON 345
comendar la moderación en na parabién que H emperador había Ntfhafo
en BcrHn. Pero ni sonado, ni ejército, ai pi:ohlo alcanzaban la trascender!
fia «Irla situación . la tenacidad do la antigua Kuropa . ni lo mi|>i> .nn
diblc del sistema que Napoleón había tenido que idear |>ara imposibilitar
<!«• una vez a los Implacables eacmigoa da la mu-va k rancia el fraguar mas
ligas contra ella. La paz era el anhelo jeneial : el emigrador lo sabia moy
bien . estos eran también sus deseos, pero también sabia mejor «pie nadie
en que parajes le seria mas ventajosa la guerra . y bajo que condicioi
asequible y debia apetecerse la paz. Por tanto soltando el vuelo ;i mi bita
lijenoia y desentendiéndose de clamores tanto remolos eomo cercanos §jb*
pudiera ocasionar, marchó directamente á Polonia para dar al través ron
los Rusos antes de asomar sobre Prusia \ recojer los restos \ esperanzas
de sus aliados vencidos. No cabe duda en que de este modo se esponja
a que le tildasen de provooador de guerras , asi como habia compróme
tido su popularidad con el bloqueo continental . aunque tan solo pro
curaba sublevar al pueblo inglés «ontia sus ministros pertina.
guerrear, malquistándolos como estremados en su porfía. Pero tiempo
hacia que Napoleón dijera que siendo su encumbramiento fruto de las
circunstancias , reclamaba á todo trance la dictadura. Es el caso que
por su naturaleza de hombre sin par y por su instituto de dictador , no
podia menos de insistir á solas en su dictamen y arrojarse denodadamente
tras sus intentos, aun en medio de la desaprobación de los pueblos que
Dios habia colocado bajo sn diestra avasalladora, y según la espresion de
Mirabeau, «avenirse á esperar justicia del tiempo y la posteridad. »
Si el ejercito se muestra propenso á hacer alto cuando el vencedor de
tantas batallas conceptúa forzoso seguir adelante, ¿cabe acaso el creer
que por eso abdicará sn numen para obedecer á los que le corresponde
mandar? No, al contrario, esto le ofrecerá ocasiones nuevas para manifes
tar su prepoteacia irresistible, y si hay entre las tropas, no digamos aso
moa de malquerencia, sino meros anhelos de sosiego, va á reentonarlas
con una palabra y enardecerlas mas que nunca para proseguir la guerra
contra los enemigos del nombre francés.
0 ■ Cuailel jciter.il d«- Pusen , a de dit:irinl>rr
« Soldados, tes dijo, hoy hace un año que á esta misma hora os halla
bais en el campo de batalla de Austerlitz. I -os Tejimientos rusos huían des
balitados, nal verse circuidos, rendían las armas á sus vénoaBOm \l Üa
siguiente sonaron voces de paz ; pero eran falaces : pues no bien salidos a
salvamento del naufrajio de la tercera liga , por efecto de una jenerosidad
quizás reprensible , han tramado una cuarta alianza ; pero el aliado en cu
ya táctica fundaban principalmente sus esperan zas \a no existe; sus pía
xas fuertes, sus capitales, sus depósitos, arsenales, doscientas y ochenta
■ti
346 HISTORIA
banderas, setecientas piezas de artillería y cinco grandes plazas de guer-
ra paran en nuestro poder. Nada ha podido deteneros un momento, ni el
Oder, ni el Wartha, ni los desiertos de la Polonia, ni la intemperie; to-
do lo habéis arrostrado, todo lo habéis vencido; huyendo á carrera el
enemigo á vuestro asomo. En vano los Rusos han intentado escudar la
capital de esta antigua y esclarecida Polonia. El águila francesa domina el
Vístula. El valiente y desventurado Polaco al presenciaros está viendo las
lejiones de Sobicski regresando de su espedicion memorable.
> Soldados, no depondremos las armas hasta que la paz jeneral haya con
solidado el poder de nuestros aliados, restituyendo á nuestro comercio sus
colonias y su seguridad. Hemos conquistado en las orillas del Elba y del
Oder nuestros establecimientos de las Indias, Pondiehery, el cabo de Bue
na- Esperanza y las colonias españolas. ¿Quién diera á los Rusos el dere
cho de contrarestar al destino y de trastornar tan justos intentos? ¿ No so
mos olios y nosotros los soldados de Austerlitz? »
Esta proclama surtió un electo imponderable, no solo en el ejército
del Vístula, sino en toda la Alemania ; el mismo Rourrienne lo confiesa \
atestigua. Ahora bien, si asomaron críticos por los campamentos, y si se
prorumpió en tal cual devaneo de oposición entre las adulaciones del se
nado , todo esto carece de entidad ; Napoleón respondió con su laconismo
jemal á todas las insinuaciones y rumores contrapuestos.
Antes de emprender otra campaña, el emperador quiso eternizar con
un monumento los prodijios de las dos últimas guerras. A la proclama
del 2 de diciembre, añadió el mismo dia un decreto, mandando entre otras
disposiciones :
« Art. I". Se establecerá á espensas del erario y de nuestra corona ,
en el solar de la Magdalena, de nuestra buena ciudad de l'aris, un monu
mentó dedicado al grande ejército, ostentando en el frontispicio :
UL EMPERADOR NAPOLEÓN A LOS SOLDADOS DEL GRANDE EJERCITO.
« 2". Se estamparán en el interior del monumento en sillares de mar
mol los nombres de cuantos , por cuerpo de ejército y por »yejimiento ,
asistieron á las batallas de ülma , Austerlitz y Jena , y en lápidas de oro
macizo los de cuantos fallecieron en los campos de batalla. En lápidas de
plata se grabará la recapitulación por departamentos de los soldados que
aprontó cada uno al grande ejército.
«3o. Se esculpirán al rededor de la sala bajos relieves que representa
rán los coroneles de cada uno de los Tejimientos del grande ejército con
sus nombres , etc. , etc. »
Las demás disposiciones de este decreto providenciaban el depósito,
I)K NAPOLEÓN. r>47
en rl iiii.noi del monumento, de los Irofroi eojkkM «I enemigo en «arias
campañas) la soirmiirn ¡lebracion <|i| • iini|>l«-.Mi
l« rlil/ \ Jcna
CAPITULO XXV
Campanil de Polouia. Faz de Tilsitr
l emperador permaneció cji Posen hasta el
Í6 de diciembre. Allí recibió la diputación
de Varsovia , compuesta del gran camar-
lengo de Lituania, Gutakuski, y del seño-
río polaco.
Pero el ejército francés seguía marchan-
do adelante. Después de haber derrotado á
los Rusos en su primer encuentro, acaecido
en Lowiez , ocupado á Varsovia y conse-
guido la capitulación de Torgau, atravesó
el Vístula el dia C por Thorn, en donde el mariscal Ney encontró y disper-
DE N M'OI.KON 34U
so todau.i algunos Prusianos. Sobresalió allí nn neoBQ ^'regrino. Hallan
dote detenida |>or los hielos «mi medio del rio la Imrca (jue trasportaba la
vanguardia francesa, loe barqueros polacos acudieron á desprendí 1 1 1
pesar del fuego del enemigo asestado contra ellos. \ icndo los Prusinnosqne
las balas no los detenían, enviaron por su pule otros barqueros para con
trarestarel intento de. los Polacos, siguiéndose una lid de hombre a hombre
lx>s Prusianos quedan arrojados al agua \ con elauxilio heroico y fraternal
los Polacos, traspuso sana y salva la vanguardia francesa la orilla de
rocha del Vístula.
Al cabo de algunos dias, todo el ejército se halló en aquella orilla. Kl
11 , el mariscal Davoust derrotó un cuerpo ruso después de pasado el Bug ;
pero en aquel mismo día se firmó un tratado de paz con la Sajonia. El olee
tor entró en la confederación del Rin, cabiéndole el dictado de rey, lo cual
era de suma trascendencia para el sistema francés, pues se hallabaasi plan
teado hasta las puertas mismas de Berlín.
El emperador solemnizó el 18 su entrada en Varsovia. Instáronle efl
ca/mente para que restableciera el reino de Polonia ; pero con el recelo
de comproMctersc.tan solo dio contestaciones que le desabogaban para lo
reñidero. «Soy amigo de los Polacos , deciaá Rapp, me tiene prendado
su denuedo , y anhelara en el alma constituirlos en nación independiente
pero es empresa sobrado ardua. Son muchos los que han terciado en el
ramillete; el Austria, la Rusia y la Prusia, y una vez encendida la mecha,
quien sabe á donde iria á parar el ineendio. Mi primer afán es por la
Francia, y no debo sacrificarla á la Polonia; aquel empeño nos arroba
taria hasta lo sumo. Y además, preciso es dar traslado al tiempo, soben
no de todo: él nos franqueará el debido rumbo. »
ó 50
HISTORIA
Entretanto el jeneral Kaminski, mal hallado con tanto cejar de todos
sus compañeros, se adelantó ejecutivamente contra los Franceses. Efectuó
su reunión con Bcningsen y Buxhowden, y conceptuándola como prenda
segura de victoria , la celebró en el castillo de Sierock con fiestas é ilu
minaciones (pie los Franceses podian divisar desde lo alto de las torres de
Varsovia.
El emperador salió el 25 de diciembre de la capital de la antigua Po-
lonia, y pasando el Bug, sobre el que echó un puente en dos horas, lanzó
el cuerpo de Davoust contra los Rusos, que fueron derrotados en Czarno
vo , peleando casi hasta media noche. El jeneral Petit tomó los reductos del
puente al resplandor de la luna, y á las dos de la madrugada el enemigo
se declaró en completa derrota.
Este primer desmán de Kaminski fué la señal de nuevos descalabros,
padecidos en los dias 24, 25 y 26 en Nasielsk, Kursomb, Lopackzyn, Go-
lymin y Pulstuck, á consecuencia de los cuales el ejército rtso se retiró
atropelladamente tras haber perdido ochenta piezas de artillería , mil y
doscientos carros y de diez á doce mil hombres. Así se realizaron las espe-
ranzas que el jeneral ruso habia solemnizado con tanto boato y presun-
ción en las fiestas del castillo de Sierock.
Breslau capituló el 5 de enero de \ 807. Aquella ciudad habia tenido
ya sus arrabales incendiados por los sitiados, y muchas mujeres y niños
habían perecido en las llamas. Habia Jerónimo Napoleón descollado en
aquel desastrado acontecimiento, acudiendo con auxilios á las víctimas
«leí incendio. \w Franccr.es antepusieron el desentenderse del riguroso
derecho que les franqueaban las leyes do la guerra al quebrantar las de la
humanidad. Aoojieron jenerosamente á los fujitivos.cn vez «le recitarlos
á la plaza sitiada qoe coronaba el incendio do sus bogares. #
Kl emperador regresó el '2 de enero á Varsovia y recibió las autorida
des de aquella ciudad, los ministros ostranjoros y una diputación del reino
de Italia. Para estimular alas tropas de la confederación del Itin, nvoin
pensó al cuerpo w urtombergués que se babia a|H)dcradode Glogau, reno
tiendole al rey de Win temberg una parte de las banderas cojidas en aque
Ha plaza y diez condecoraciones de la Lejion de Honor para que se distri
bnyeMQ^É los loldldoi mas salientes de aquel cuerpo.
las hostilidades unieron h cesar por veinte dias. Pero el 2.» de enero
volvieron á gmprcnderscaveiitaj, idamente en Mohringue por BcmadoUc.
quien derroto ;i los condal «le Palben y C.allitzin, eojióndoles trecientos
Immbres. y dejando á mil y doscientos fuera «le combate.
Kl emperador acabábanle saber que habían ocurrido grandes aconte
cimientos en c.oiMantinnpla. h>sHus.»> % lottQlÍMOf habían sido arroja-
dos; se babia ofrecido una suma crecida por la cabeza de Ipsilanle, y el
sultán había declarado la guerra á la Rusia. Napoleón advirtió eu esla
lieteiminaeion de la Puerta, no solo el acierto «le su diplomacia, sino el
indujo de su carrera triunfadora por el norte. Uual éxito invierno sos co
HISTORIA
natos con la Persia para promover nuevos apuros á la Rusia. Contento
con esta doble llamada , dio á conocer su trascendencia en un mensaje
que envió al senado , insistiendo en la precisión de escudar la cabal inde
pendencia é integridad del imperio otomano como valla natural á las in-
vasiones del poderío moscovita. «¿Y quién pudiera calcular, dijo, la du-
ración de las guerras y el número de las campañas que seria forzoso hacer
algún dia para remediar las desventuras que resultarían de la pérdida del
imperio de Constantinopla, si el afán de un vil reposo y los deleites de la
gran ciudad predominaran á los consejos de una previsión atinada? Deja-
ríamos á nuestros nietos una larga herencia de guerras y de conflictos. La
tiara griega, engreída y triunfante desde el Báltico al Mediterráneo, ve-
ríanse en nuestros dias las provincias atropelladas por un turbión de fa-
náticos y de bárbaros, y si en aquella lid harto pausada, la Europa civi
lizada llegase á fenecer, nuestra culpable indiferencia moveria fundada-
mente las quejas de la posteridad y seria un borrón de oprobio en la his-
toria. » Este mensaje contestaba tanto mas directamente que la proclama
de Posen á las pacíficas insinuaciones del senado, cuanto Napoleón se ha
liaba en situación de juzgarlas y de declararlas intempestivas. Es de notar
además que el propio afán manifestado aquí por el emperador de los Fran
DI. NAPOLEÓN S53
-■.non has I.» ( •niisrrvm ion cabal del poderío otomano, había sido maní
restado, eo tiempo de la espedicion do Ejipto, por rl caudillo del gabine-
te inglés, por PiU mismo, quien, i impulsos del interés ese 1 tusivamente
britéoioo, dijo las mismas palabras que Napoleón envía á sn senado por
el interés europeo y el «le la n\ili/an<ui universal.
Durante su residencia en \arso\ia el emperador reeibió la petirion si
guíente :
• vSritor ,
• Mi fe de bautismo es del ano IfiiK) ; por consiguiente tengo ahora
ciento diez y siete años. Todavía me acuerdo de la batalla de Viena y de los
tiempos de Juan Sobieski
t >le estaba alia figurando que nunca mas Asomarían , y aun menrn
soñaba en llegar á ver el siglo de Alejandro.
« Mi veje/, me ha merecido las finezas de cuantos soberanos han pasa
do por acá , y asi aspiro a las del gran Napoleón . estando á mi edad im
posibilitado de trabajar
'
•.:.
354 HISTORIA
« Vivid, señor, tanto tiempo como yo; vuestra gloria no lo necesita,
pero lo pide la dicha del jénero humano.
« Narocki. »
El emperador, á qnien este anciano presentó él mismo su petición, le
acojió bondadosamente, concediéndole una pensión de cien napoleones y
mandándole pagar un año anticipado.
Las noticias de Constantinopla aumentaron el desabrimiento del em-
perador Alejandro, sin por eso infundirle deseos de suspender las hostili-
dades sobre el Vístula para abocar sus fuerzas bácia el Danubio. Lejos de
esto, aprovechando la llegada de los refuerzos que habia mandado venir
de la Moldavia, trató de mover á los Franceses de sus cuarteles de invier-
no y volver á tomar la ofensiva.
Napoleón advirtió gustoso los ánimos del czar. Mandó á Bernadoltc
que los estimulase, retirándose ante el ejército ruso para irlo atrayendo á
las orillas del Vístula. Salió después de Varsovia y se reunió con Muraten
Villenberg, el 31 de enero por la noche.
Al dia siguiente, el ejército francés marchó en busca de los Husos, á
quienes* alcanzó en Passenhcim , pero cejaron luego hasta aposentarse por
las cumbres de Suktdorf. Conceptuándolos Napoleón en ánimo de hacerle
frente, se situó entre el I'asarge y el Alie con su guardia, la caballería y
el tercero y séptimo cuerpo,- encargando al mariscal Soult que tomase el
puente de Bergfried para acorralar la izquierda del enemigo.
Beningsen , hecho cargo de la trascendencia de aquel paraje , habia
confiado la guardia del puente de Bergfried á doce batallones aventajados,
pero todo su tesón desmayó ante el denuedo é ímpetu francés. El puente
se tomóá paso de ataque, y los Rusos dejaron, además de cuatro piezas de
artillería, crecido número de muertos y heridos en el campo de batalla.
Habia Napoleón combinado los movimientos de sus diversos cuerpos
de ejército en términos de venir á descargar un golpe decisivo; pero un
acaso desbarató en parte sus planes. El oficial que llevaba sus órdenes á
Beruadotte cayó en poder del enemigo; y Beningsen utilizó la proporción
para evitar el lazo á que le iba conduciendo la maestría consumada del
caudillo francés.
La refriega de Bergfried, ocurrida el 3 de febrero," solo fué, con las de
Waterford, Dieppen, Hol'f y Preussich-Eylau , que se dieron <3i los dias 4,
5 y 6 de febrero, preludios de una de las jornadas mas sangrientas de
nuestra historia militar. La iglesia y el cementerio de Eylau, tenazmente
defendidos por los Rusos, no se entraron hasta el f> á las seis de la tarde,
tras una pelea reñidísima y costosa en cstremo para entrambas partes. Al
amanecer del dia 7, Beningsen se arrojó al avance con estruendoso caño
neo sobre la ciudad de Eylau , y al punto se jeneralizó el trance por toda
la línea. La artillería francesa causó al principio mucho daño al enemigo,
+•«
DI. NAPOLEÓN
por cuauto tai I acababa de ■tacarlo |»or la espalda, ni paso qeo tage
n ni k abalanzaba I "ii centro, ruando una netadi densísima encapotan
do a entrambos ejércitos, iu lobreguea aalvó á los Rosos data total des
catabro. Rstravióee tugercaa entre In derecba j el centro dd menina» . \
i .11 1 roanaliiiln de situación tan azarosa, m requerís «I ooatallaiodeJaai
peredor con la pujanza de Mural en 1 1 pjeenrion i i raballerfa, sostenida
por la guardia, se revolvió al resguardo de la división de Saint-Hilaáre >
ms abalanzó de improviso al enemigo. Cuanto se empeñó en rontrarestai 1 1
quedó arrollado; atravesó varias veces el ejercito ruso derramando
lio y siniestro el pavor y la mortandad. Al mismo tiempo los mari
Davousl v Nej aoadieron, doanmlwirandn uno i retaguardia, > otro pn la
i/quierda «le los Husos Viendo Honingsni que su retaguardia se hallaba
comprometida, intentó posesiooarse da ooevoj ;» las ocho de la n
«I»' la aldea tic Scboadüaío . ansioso de aiian/ar un estribo para m retira
•la. pero los granaderos rusos. a quienes en l iatgadisiAl leota
Uva, quedaron abaolutainenU' sobreenjidos y derrotados M día sigoaante
.d ejército ruso se retiró mas nlla del Pregd, mas \ mas acosado, dejando
en el campo de batalla sus heridos > diez \ *< as piezas de artdlena Unir..
rosa fué la carnicería en aquella jornada. Por el quincuajesimo Opiato bo
lettn ascienden a mil novecientos moertoi > a chaco mu seteeieitoi heridos
l 88, J los Husos ,i siete mil muertos ¡ peni llgUMM historiadores
■ itirman que este mnnero no está cabal, ) que el numero de los Husos He
gó ¿ seis mil muertos ) veinte mil heridos , al paso que los Franceses ha
l)ian tenido tros mil hombres muertos y mil y quinientos hei idos
55Ü HISTORIA
Como quiera, debió ser grandísima la mortandad, porque el emperador
reincidió siempre en su desconsuelo acerca de este triste asunto en tres
cartas que escribió á Josefina por el mes de febrero. « Ayer hubo una gran
batalla, le dice. La victoria ha sido mía, pero he venido á perder mucha
jente. El quebranto del enemigo, todavía mucho mas crecido, no me con
suela
« Este pais está cubierto de muertos y de heridos , añade en la según -
r ,. t-^^a
I>K NAPOLBOK. v.7
da carta; este lio es d \iso mas vistoso de la guerra. Se padece en estremo,
y H alaMeftá oprimida al ver tantísima victima •
Cuando los enemigos de la Francia no queda han totalmente anonadados,
solían apellidarse vencedores. Kra pues natural que la batalla de F.ylan, en
la que nos habían causado tanto mal como ellos mismos habían padecido, no
les pareciese bastante decisiva para terminar la campaña y motivar pro
noticiones de p.i/ \m no pasaron ocho dias mm nuevo derramamiento de
sangre. El 48 de febrero, el jen era I Essen, al frente de veinte \ cinco mil
hombres, se encaminó sobre Ostrolcnko, en donde quedó derrotado por
el quinto cuerpo del ejercito francés al mando del jeneral Savary. aimlia
do encálmente por los jeneralcs Oudinot, Snchet > (.azan Kl lujo del ce
lebre Suwarow feneció en aquella refriega.
Kl mismo dia.el emperador. que se hallaba todavía en Prcussisch Kylau.
publicó una proclama terminada en estos términos :
• Habiendo frustrado todos los intentos del enemigo, vamos i recaer
sobre el Vístula para volver á ocupar nuestros acantonamientos. Quien
lucre osmio á turbar nuestro reposo se arrepentirá de su demasía ; puesto
que allende el Vístula, como en las márjenes del Danubio, en medio de
los hidos del invierno , como al asomar la otoñada , siempre seremos los
soldados franceses y ante todo del grande ejército. •
Napoleón, siempre esmerado en tributar homenajes A la memoria de los
valientes, mandó que se fundiesen los cañones cojidos en Kylau para le
vantar una estatua al jeneral de Hautpoul , comandante de los coraceros .
muerto dé resultas de las heridas que había recibido en aquella tremenda
jornada.
Manifestó su satisfacción al jeneral Savary por su desempeño en Ostro-
lenko y lo retuvo ¿ su lado. Kl jeneral Massena obtuvo el mando del quin
to cuerpo.
Tras varios reencuentros que dieron nombradla a pueblos y parajes
desconocidos, tales como Peterwalde. Gustadt. Ijgnau . etc , pero que
558 HISTORIA
ninguQ resultado intereresante produjeron para el éxito de la campada, el
emperador sentó sus reales, el 21 de abril, en Finkenstein, desde donde
espidió un decreto sobre los teatros de Paris, dividiéndolos en dos clases.
Sin embargo, con tanto vencer y conquistar, el ejército francés seha-
bia menoscabado , y mas teniendo que abarcar dilatadas provincias con
un sinnúmero de plazas. Se hicieron imprescindibles nuevas quintas; pi-
diólas el emperador, y con este motivo se dijo que el anuncio de un gran
triunfo era el encabezamiento de mas reclutas. Pero las potencias enemigas,
á pesar de sus incesantes descalabros, insistían en sostener la campaña y
rechaza!" la paz bajo las únicas condiciones decorosas para la Francia, y
no cabia en el vencedor el malogro de tantas batallas con el sacrificio de
sus intereses y su gloria; puesto que Napoleón tremolando sus banderas
victoriosas en el Vístula , en Berlín y en Varsovia, seguia ofreciendo cuan
to habia propuesto antes de la campana.
« Estamos prontos á firmar un tratado con la Rusia, decia al senado,
(mensaje del 20 de marzo de 1807 con fecha desde Osterode) bajo las
mismas condiciones en que habia convenido su negociador y que le han
obligado á rechazar los amaños y el influjo de la Inglaterra. Estamos pron-
tos á devolver á estos ocho millones de habitantes conquistados con núes
tras armas su sosiego, y al rey de Prusia su capital. Pero si tantas prue-
bas mil veces repetidas de moderación nada pueden contra las ilusiones
que la pasión sujierc á la Inglaterra , sí aquella potencia solo puede hallar
la paz en la humillación de la Francia, no queda mas arbitrio que lamen-
tar las desventuras de la guerra , haciendo recaer el oprobio y vituperio
sobre esa nación que da por pábulo á su monopolio la sangre del conti
nente. '»
Conceptuaba el emperador que sus propuestas pacíficas no tendrían
cabida hasta quitar á los Prusianos la ciudad de Dantzick, su último re-
corto , y alcanzado sobre los Rusos una victoria tan señalada como la de
Jcna; y eutrambos objetos embargaban su atención.
Dantzick habia sido acometida en el mes de marzo; pero muchos Teji-
mientos rusos se habían ido introduciendo por mar. El jeneral Kalkreuth
DK NM'OI.KON
mandaba en la piara, y el ejército sitiador («taba á la» unirnos del maris-
oal Irfebvre. Tras varias salidas, todas infructuosas, la guarnición se
creyó por un momento á punto de quedar libro. Kl t.i de majo, d jen< mi
Kaminski. hijo del mariscal de campo déoste nombre, que había acudido
i! socorro de la dudad, atacó al ejército francos; pero el emperador, avisa-
do ron tiempo de su intento, habia enviado el mariscal l-annony el jeneral
Ondinot para relor/ar al marisral l^febvre. boa Husos sjueOUTOU elieairaen-
t.< rechazados en la refriega; de Ueiseholmunde. Teniendo que retroceder
hasta las fortificaciones de la plaza. pasaron atropelladamente los herido* á
los bajeles que les habian servido de trasportes . y los enviaron a Konigs
borg a la vista do los sitiados, ouienei prtMDCiiTOIl, de lo alto de sus mu-
rallas arruinadas, la vergonzosa luga da sus ansiados libertadores.
Mentidos los sitiadores con tan sumo logro, activaron sus faenas, y el
17 de mayo una mina voló parte del camino cubierto. Kl tí», a las siete de
la noche, se efectuó la bajada y tránsito del foso, y el 21 , el mariscal I Web
\ re dio la señal de mito, J los soldados iban ya trepando, cuando el jone
ral Halkrcuth pidió capitular bajo las mismas condiciona que el mismo
habia otorgado á la guarnición de Maguncia, lo cual se le concedió
Cifraba Napoleón tanta entidad en la toma de Danlzick . que a la pri-
mera noticia que recibió en mis reales de Kinkenstein. mandó arrebatada
mente que se hiciesen rogativas publicas ni ao.-ion «le gracias . dando
al mariscal IWebvro una prueba de satisfacción. « No hay duda . dijo en
una carta al senado , que el concepto de haber cumplido sn deber, y lúe
go los bienes acreedores al jeneral aprecio, bastan para el digno realce de
un Francés pundonoroso: pero el sistema social está hermanando los din
lintivos patentes con la foi tuna, la brillantez y el boato en todo subdito
nuestro que se distingue por su talento, sus servicios y su alma , primer
don del hombre
« Kl que mas nos ensalzó en la primera jornada de nuestro reinado .
después d«« haber desempeñado cargos en todas las circunstancias de su
cañera militar, acaba de enlazar su nombre con un sitio memorable, en
el que han sobresalido su maestría onbol y denuedo, haciéndole acreedor
;i una distinción preferente. También hemos querido encumbrar unaépo
ea tan esclarecida para nuestras armas , y por los oficios que o- |
nuestro pririfci el canciller mavoi . hemos nombrado a nuestro primo, el
marisca] \ senador Lef ebrio, duque de Dantack. Que este dictado trasmi
tido a sus descendientes les recuerde lis (.rendas de su padre, y que ellos
mismos se conceptúen indignos de él, si en algún tiempo antepusiesen H
ocio torpe y los devaneos de la capital á los peligros y noble polvo do los
campamentos Que ninguno de ellos termine su carrera sin haber derra
rondo mi sangre por la gloria y el timbre do nuestra preciosa Francia; que
560 HISTORIA
nunca vean un privilejio en el nombre que llevan, sino obligaciones pa-
ra con los pueblos y para con nosotros. »
Si el emperador no intentara mas que encumbrar á grandes por medio
de dictados á los que ya lo eran por talento , servicios y prendas , nada
tuviera que tachar la sana filosofía en aquel encumbramiento personal de
los varones que habían merecido bien de su país; quizá solo notaría que
la distinción esplendorosa á que se les conceptuó acreedores no hacia
mas que reproducir ó trovar antiguos prerogativas que la razón del siglo
había abolido de tiempo atrás , como incompatibles con el reinado de la
igualdad y con las que se enlazaban inevitablemente recuerdos de engrei-
miento aristocrático y privilejiado. Pero Napoleón no se ciñe aquí á buscar
en el blasón , poco ha tan ridículo , la brillantez y sobresalencia con que
ansiaba condecorar á los personajes eminentes que estaban cercando su
solio, pues se afana en hacer hereditarios aquellos realces, y en hacer des-
aparecer los héroes de la democracia y su descendencia tras el boato y el
devaneo heráldico que la democracia se jactaba de haber soterrado. Y co-
mo si él mismo reconociera la estrañeza é inconsecuencia de tamañas pre-
tensiones, se esmera en rasguear una enmienda, anulando moralmente el
beneficio del derecho de sucesión, si la posteridad del valiente ennoblecido
malogra con la molicie y la haraganería de las ciudades el recuerdo del
valor que habrá servido allá de estribo para su esclarecimiento. Napoleón
se desentiende altamente de las consecuencias de la contradicción even
tual que plantea entre el derecho y el hecho, traspasando así á las jenera-
ciones venideras el afán de juzgar todavía las descendencias nobiliarias y
renovar á todo trance el poderío de los linajes desmejorados. Aun requie-
re mas de los herederos de un gran ciudadano que fué casualmente sol-
dado,que todos hasta el postrero derramen su sangre en las lides para con-
servarse dignos de su patrimonio aristocrático, cual si estuviera apuntan-
do que en lo venidero, como en lo pasado , la carrera de las armas será la
única esclarecida , y desconociendo así la gran revolución que estamos
presenciando y que deslindará la nueva sociedad de la de la edad media ,
sobreponiendo á los realces militares de los tiempos feudales las escelen-
cias pacíficas del mundo intelectual é industrioso (I).
(i) Napoleón justipreció mejor las tendencias del siglo, cuando dijo, con
motivo de la Lejiou de Honor:
«Nuestra educación y nuestras costumbres pasadas nos hacían mucho mas
vanidosos que pensadores. Así á muchos oficiales les disonó Tcr la misma con-
decoración que llevaban en el pecho, en el tambor, el sacerdote, el togado, el es-
critor y el artista. Pero esta preocupación hubiera cesado; caminábamos á paso
redoblado, y pronto los militares se dieran por favorecidos , hermanándose con
los sabios y los sobresalientes en todas profesiones.»
M K IPOLEON ~,r,i
l'cro Napoleón leniaquodesempeoar na instituto mandwso, chic en-
I.!/. ii 1. 1 Enrona á ssMcndas <> i pesai suyo en hermandad permanente ron
la revolución francesa por la faena de lastrUM \si poeiCOMdOCMDBI
Im.i .1 mi toldado, preaciodiendo del medio que tiene . eatá en su papel.
|i nin,- ,| s,»|, |, i,|, i esd instrumento heroico y amañado que so le ha
proporekMiado para desempeñar su grandiosa larca \ edenies por mu
clin que lo repitamos, aun cuando plantee noblexaa en recompensa de
loa '«•i virios hechos ¡i la revolución arrotladors «Ir Matones, vmejanlo
irregularidad no resocitará, sino que acabará de arruinar aquel anejo ína
titulo.
Mientras el postrer arrimo de la monarquía prusiana se desplomaba
con Dantzick, se habían entablado negociaciones para la paz entre los
Ilusos y los Franceses. Pero el gabinete inglés se empeñaba en dilatar la
guerra, teniendo en poquísimo el quebranto de sus aliados, romo lograse
postrar y desangrar también á la Francia. Además el emperador Alejandro
seguía aun en ademan de guerrear, pues no había padecido ninguna de
aquellas derrotas con que Napoleón solía terminar la guerra. Kl ejército
i oso se puso en movimiento el .'> de junio y las hostilidades empezaron in
mediatamente.
Kl puente de Spanden rué el primer punto de ataque para los Rusos
Doce rejimientos trataron de tomarlo, y siendo reciamente rechazados, re
novaron h ,-■ ■ nnatos \ otras tantas se vicrou burlados sin
arbitrio t o solo rejimiento de dragones, el t" riel coerpo de Bernadotle,
los embistió tan esforzadamente Ifll ^n séptimo avance, que tuvieron que
ceder y tocar Mirada. Tampoco tuvo mejor éxito igual (colativa en el
i»,
562 HISTORIA
puente de Lomittcn. Eljeneralruso perdió la vida. El mariscal Soult tenia
á su cargo aquella porción de línea.
La guardia imperial rusa, sostenida por tres divisiones y mandada por
el jeneral en jefe á quien acompañaba el gran duque Constantino, quedó
igualmente desairada al embestir las posiciones que el mariscal Ney ocu-
paba en Altkirken, y en la reñida refriega del dia siguiente. Deppeu causó á
los Rusos mil muertos y tres mil heridos. El triunfo del ejército francés se
debió, según la relación de oficio, «á las maniobras del mariscal Ney, y
al tesón que manifestó el jeneral de división Marchand. »
Durante ocho dias, los dos ejércitos trabaron encuentros parciales
hasta que batallaron en pelea jeneral, encontrándose, el 14 de junio, en
Friedland. A las tres de la madrugada sonó ya el cañoneo ; « y este es un
dia feliz, dijo Napoleón, como cumpleaños de Marengo. »
Los mariscales Lannes y Mortier entablaron el fuego, sostenidos por
los dragones de (íroucuy y los coraceros Nansouty. Nada decisivo resultó
al pronto del encuentro de los diferentes cuerpos empeñados, y solo á las
cinco de la tarde fué cuando reconociendo Napoleón la posición de la bata
lia, dispuso que se tomase inmediatamente la ciudad de Friedland, man-
dando ejecutivamente un cambio de frente , y emprendiendo el nuevo
avance por el estremo de la derecha.
DE NAPOLEÓN. "><;■>
\ las rimo y media una batería de veinte piezas dio la ««nal ; y ora «-I
mariscal Noy que se poninco movimiento \l mismo tiempo rl jeocral
Marchand. al frente «!•• su división . M adelanto arma al brazo contra el
enemigo. eneainm;m<lose al campanario de la población Este avance UTO
jado, sostenido |wu la artillería que voleo miles de Rosos, preparo el trinn
lo de este dia. Sin embargo el enemigo había emboscado su guardia impe
nal «le ¡i pié y a caballo, mas al ver (jue el cuerpo «leí mariscal Nej de etn
penaba su intento con tanto denuedo, arrollando a «liestro y siniestro
miles de tropiezos . desemboca la reserva terrible sobre la izquierda del
mariscal. Horroroso es d encuentro , pero acudiendo el jeneral Dupont
con su división , queda decididamente la victoria por los Franceses. Ko
vano adelantan los Rusos todas sus reservas, pues Fricdland quería sojuz
gada en medio de imponderable carnicería. Dejan veinte mil hombres eo
el campo de batalla, de ellos quince mil muertos y cinco mil heridos,
contándote en este número treinta jenerales. « Mis soldados, escribió Na
paleon á'Josclina, han solemnizado colmadamente la batalla de Marengo;
pues decantada y esclarecida para mi pueblo será la de Fríedland ... Ks
hermana dignísima de Marengo. Austerlitz y Jcna. •
Llega á Konigsberg la noticia , y Rusos y Prusianos desamparan eje-
cutivamente la plaza, en la que entra el mariscal Soult el l<> de junio, ha
liando inmensas riquezas , cuantiosos abastos , mas de veinte mil heridos,
municiones de toda clase y ciento sesenta mil fusiles que acababan de He
gar de Inglaterra y estaban todavía embarcados. Kl 10, el emperador tras
lada su cuartel jeneral á Tílsitt.
Quedaba finalmente ejecutado' el acontecimiento que «*l emperador
Mejandro estaba al parecer aguardando para entablar muy de veras la
paz ; el ejército ruso habia padecido un descalabro horroroso. Kl '2t <!v
junio, el czar y el rey de Prusia firmaron un armisticio con el emperador
El ±2. Napoleón pregono en su ejercito la proclama siguiente:
« Soldados :
« Fuimos el ."» de junio embestidos en nuestros acantonamientos |>oi
el ejercito ruso, equivocando las causas de nuestro sosiego; y anduvo tar
dio en advertir que vaciamos con el sueño del león: mas ya so arrepiente
de haberlo^)! v ¡dado.
• Desde las marjeiies delvistula hemos llegado á las orillas del Nictneu
con la velocidad «leí águila. Celebrasteis en tusterlitz »•! cumpleaños «le la
coronación; en este ano habéis solemnizado el de la batalla ele Marengo
que puso termino a la guerra de la segunda coligación
« Franceses, os habéis mostrado dignos de vosotros y de mi >ol\
a Francia enramados de múni tos laureles después «le haber conseguida
una paz esclarecida > duradera. •
564 HISTORIA
Avistáronse los tres monarcas y acordaron las bases de aquella paz en
las orillas del Niemen.
El 25, á la una de la tarde,. Napoleón, acompañado de Murat, Iterthier,
Duroc y Caulaincourt,se trasladó en una barca al medio de este rio en don-
de habia varias balsas y se babian levantado algunas tiendas para recibir
álos dos emperadores y al rey de Prusia. Al mismo tiempo Alejandro acu
dio á embarcarse en la orilla opuesta con el gran duque Constantino, el
jeneral Peniugsen , el jeneral Ouvaroff , el príncipe Labanof y el conde
de Lieven.
Las dos barcas llegaron al mismo tiempo. Al poner el pié sobre labal
sa, Alejandro y Napoleón se apresuraron á manifestar ante los ejércitos
acampados por arabas orillas una muestra de reconciliación : se arroja-
ron en brazos uno de otro y pasaron después muchas horas juntos. Termi-
nada la conferencia, volvió cada monarca á su bajel, regresando á sus res-
pectivos reales.
Al dia siguiente, 26, medió segunda vista en la tienda del Niemen,
asistiendo á ella el rey de Prusia. Durante muchos dias, los tres príncipes
se visitaron y agasajaron mutua y repetidamente. Reemplazó al parecer
repentinamente la amistad mas entrañable á los ímpetus hostiles que ha
bian derramado tanta sangre. En una comida, Napoleón brindó ala salud
de la reina de Prusia, tras de haberla tratado en sus boletines con poquí-
simo decoro.
DE \ * POLEO N
Ksln princesa lle^ó áfilsitt el f. de julio á la* doce .
pues Napoleón fué a visitarla, tycese que insinuó en atemperar la» comli
S6S
i do* horas des
. iones de paz relativas á su corona ; mas a pesar del atnn-tivo ron <pi<* la
natnralea > la edocacion la habían dotado, eú inda logro alterar las de
lennínaciones ajustadas ya á su llegada. F.l s, so Bnno el tratado de paz
por el cual la Francia hacia reconocer el bloqueo continental . los reinos
de Sajonia. Holanda y Wesfalia (este último planteado para Jerónimo a
espensas de |a l'rusia , el llanóvcr y el Hese i y el gran ducado de \ ai so
\ia que entraba en la confedcrVion del Km. de la que Napoleón quedaba
prodaiDadoproleefor |»or las grandes potencias «Id norte, contra I»-- que
se bahía constituido principalmente aquella alianza.
Vntes de marchar de Tilsjtt, Napoleón mando que le i resentasen el
soldado mas valiente de l.i guardia imperial rusa . > le dio el amula de oro
de la Lejion de Honor como una prueba de mi apre ¡o para con aquel
cuerpo llégalo su retrato á Plato* . hetmán de los (.osaros \ lumia» bas
cbires, enviados por Alejandro, le dieron un concierto, según estilo de
su pa»s.
El 9 de julio, á las once de la mañana, Napoleón, condecorado con el
gran cordón de la orden de San Andrés, pasó al palacio del emperador de
Rusia á quien halló capitaneando su propia guardia y revestido con la gran
h I \ tpOl I «>\ '.(,',
« itmlr. -nractal «lo In li-jion «Ir Honor lv*pnr* «Ir h.ibrr nawlo Irr» horns
junio*, montaron • ■•!)• unm »r.»n É Im onll.n dri Ni-uun. doa
mbtrn) fclejandro Napoleón le siguió eon li tWa baria la orilh
opuesta en prueba dt wrirtml Poco deapaca habiendo Uranio H rr) de
I'imm i .1 vene ron d eajperador di loi r>aneeaN,eatetr nagri pioni.immi»'
mi \ i «. 1 1 n \ ni irrbb M Nfliidí |»íirn konic*l>rrg
CAPITULO XXVI.
Regreso de Napoleón á Paris. Sesión del cuerpo lejislativo. Supresión del
tribunado. Viaje del emperador A Italia. Ocupación de Por-
tugal. Vuelta de Napoleón. Cuadro de los progre-
sos de las ciencias y artes desde 1789.
a permanencia del emperador en la an
tigua capital de la Prusia fué de pocos
dias. Marchó eH 3 de julfo y llegó el \ 7
á Dresde, acompañado del rey de Sajo-
¿¡ nia que le habia salido al encuentro eo
Bautzen , al coufln de sus estados. El
27, Napoleón se hallaba 8e vuelta en
San Cloud.
Éfseñado7eÍ tríbunadoTel cuerpo lejislativo, el tribunal de apelación,
ÜK NAPOLEÓN BOfl
• I clero, el ayuntamiento, en una palabra, toda» la* autoridades civiles
^ mi litares ó eclesiástica* tributaron á porfía «n« parabienes a los pies del
mnnnrra victorioso.
Kl emperador quiso realzar su roercsn ron promociones y reeompen
I iilino la dignidad de senador É los jcneralcs do división Klein y de
llcaumont . á los tribunos ('.urce y Fabrc del Ande, al arzobispo de Turin
\ i uno de los alralilcs de Taris llamado Mr. Iniponl F.l principo de Be
miento. Tnlleyrand. fué nombrado \ ice sumo elector ; el principe de
Noufohalel, Bcrlhicr, mereció el dictado da rice condestable.
El 15 de aposto . dia de su santo , el emperador ecbó el resto de su boa
to pasando á Nuestra Señora, en donde se entonó un 7> Dmm en acción
de gracias por la paz de Tilsitt.
t na diputación del reino de Italia vino á juntar su enhorabuena eon
lis de lo* ruernos preferentes del imperio . mostrándose Napoleón muy
papado. • Complacidísimo be estado durante la última campaña por el des
empeño que lian acreditado mis tropas italianas. Por la primera \<v. al
¡abo de tantos siclos . los Italianos se han presentado bizarramente en el
grandioso troatro del mundo: confio en <jue este principio venturoso será
un estimulo de competencia para la nación , y que las mujeres mismas ori
liaran rdlá esa caterva ociosa que pasa la vida en los tocadores, ó á lo me
nos que la admitirán tan solo enramada de laureles y cubierta de hidalgas
cicatrices. Por lo demás espero antes del invierno ir á dar una vuelta i
mis estados de Italia •
la apertura del cuerpo lejislativo se verificó el lf> de agosto. El em
porador asistió á ella, y resumiendo en una palabra toda la grandeza de
la Francia, pronuncio estas palabras memorables: « Me engrio sobrema-
nera en descollar sobre vosotros. » Mas en seguida tras aquellas palabras,
prorumpió Napoleón en un abono impensado de los dictados imperiales
que había ido planteando para dar pábulo á vanidades de otros siglos. Se
pun él. estaba ansiando el «atajar toda renovación de títulos feudales, in-
compatibles con nuestras instituciones ; » como si el restablecimiento de
los títulos endiosados por el feudalismo pudiera conceptuarse en realidad
como un obstáculo á su regreso, por cuanto no se atrevian á añadir cier
tas regalías insufribles, particularmente al irlos desenterrando bajo el
concepto de¿iereditarios. esto es, encontrados con el siglo XVIII y la re
volunon francesa.
Por lo demás, la institución de una nobleza hereditaria era consecuen-
cia de la fundación de una dinastía. I>espues de haberse apersonado en
cierto modo como restaurador déla potestad derribada, según él doria, en
la sangre y el cieno. Napoleón se dejó llevar del contraresto que encabezó
á favor del orden y de la conservación. Conceptuando ceñirse á los limites
déla racionalidad, se desentiende hasta lo simio de UN dictámenes, asi
17
570 HISTORIA
como se lisonjea de no encumbrar mas aristocracia que la del mérito cuan-
do plantea grandezas de nacimiento y se empeña en habilitar al intento su
nuevo imperio , apoyándolo cabalmente sobre los andamios carcomidos
que se estrellaron violentamente medio siglo atrás bajo el peso de la mo-
narquía de Carlomagno.
En su discurso de apertura , el emperador habia participado también
algunas modificaciones en las leyes constitucionales. Podia asegurarse de
antemano que el resultado de tanto cavilar seria el ir dilatando su dicta
dura y que trataba de debilitar, y aun destruir cuanto aparentaba un le-
jos de representación, fuera del absolutismo real y positivo que cifraba en
su misma persona. El tribunado quedó suprimido, á pesar de lo muy celo-
so que se habia mostrado en estar encabezando propuestas monárquicas;
su nombre solo hubiera bastado para acarrearle desventuras. Un instituto,
cuyo oríjen y denominación estaban de continuo recordando el sistema
republicano, mal podia tolerarse por mas tiempo al par de los duques y
príncipes que la munificencia imperial iba resucitando encantadoramente
en torno de su solio en la persona de los mas decantados detractores y de
los mas temibles enemigos del antiguo blasón. Por lo demás, los tribunos
mostraron una resignación ejemplar ; pues mas palaciegos que nunca, die-
ron gracias y bendijeron la mano que los malhería, aparentando abonar
al emperador, probando ante la Francia que la supresión de su cuerpo en
nada podia desmoronar las libertades nacionales, quedando tan solo una
mentira menos en la constitución del estado.
El emperador hizo también algunas variaciones en la organización del
cuerpo lejislativo y en la forma de sus deliberaciones. Exijióse que los
miembros de aquel cuerpo tuvieran cuarenta años, y su vida política que-
dó concentrada en tres comisiones que debían conferenciar con las comi-
siones del consejo de estado sobre tal cual proyecto de ley cuya iniciati-
va se reservaba esclusivamente el gobierno. En esta sesión quedó votado
el código de comercio.
Continuaba la guerra en el norte entre la Francia y la Suecia. El 49 de
agosto, los Franceses tomaron la ciudad de Estralsundo, y habiendo capi-
tulado la isla de Rugen el 5 de setiembre siguiente, se redondeó la conquis
ta de la Pomerania sueca. Mas no por esto quiso el rey de Suecia separar-
se de la alianza inglesa.
Con sumo disgusto estaba viendo Napoleón el Báltico abierto al comer-
cio británico y la corte de Estocolmo obstinadamente rebelde al bloqueo
continental. Pero habia otro reino cuyas constantes relaciones con la In-
glaterra contrarestaban mucho mas el sistema francés; y este era el de Por-
tugal. La casa de Braganza, unida ya por intereses comerciales, ya poraíi
nidades políticas, se avino á cuantas demandas le imponía el gabinete in-
glés, y no hizo el menor caso del decreto de Berlín, aun al declararse de
DE N U'MI.I o\ :»7I
nlicioca rsi.nlo de hostilidad respecto a la tiran Bretaña para engañar
mejor á Napoleón. Ksla infidelidad con la alianza francesa fin- dcMOMÚ
da ante la Kuropa por el emperador , quien envió nn ejercito á Portugal i
l \$ órdenes de Junot, después de haber tratado con la corte da Madrid pe
rael paso <!<• lai tropas imperiales por España
Mientras que Jonot se encaminaba al Tajo . Napoleón trataba da m»i
lar otra vez las orillas del Po y del Adriático. ViiIcn de su marcha recibió
en solemne audiencia al embajador de Persia. que había llegado i París
trayendo magníficos presentes para el emperador, álos pies del nial de
pósito, entre otras preciosidades, los sables de Tsmerland) de ihamas
Kouli-kan.
Napoleón salió de París el tfi de noviembre (t807), y llegó á Milán el
'¿I . Pocos dias después, la guardia imperial, enramada con los laureles de
Austerlitz, Jena y Kriedland, verificó su entrada triunfadora en la capital
Su llegada tyé la señal de grandiosos regocijos. I as autoridades parisién
s««s quisieron solemnizarla en la casa del ayuntamiento, y el senado en su
propio palacio.
Kl emperador se detuvo pocos dias en Milán, pues ansiaba el darse a
conocer i los nuevos subditos que le habían cabido en el tratado de Pres-
bureo. Lleco á Yen.viu el 2'.) de noviembre, el mismo día en que Junot,
después de haber cruzado la España, se apoderaba de Ábranles, primera
ciudad «le Portugal. Al día siguiente, el ejercí' o francés desembocó en Lis
372 HISTORIA
boa, desamparada por la familia real, á presencia del vecindario despavo-
rido, para embarcarse en la escuadra inglesa y retirarse al Brasil.
Después de haber recorrido los estados venecianos y la Lombardía ,
y haberse avistado en Mantua con su hermano Luciano, cuya hija ideaba
casar con el príncipe de Asturias , volvió Napoleón á la capital de su reino
de Italia. Allí publicó varias cédulas que conferian el dictado de príncipe
de Venecia al virey Eujenio Beauharnais, y el de princesa de Bolonia á su
hija Josefina; Menzi, ex-presidente de la república Cisalpina, quedó nom-
brado duque de Lodi. Después que Napoleón dio lectura en estas actas al
cuerpo legislativo italiano, tomó él mismo la palabra y se espresó así:
«Señores los possidenti, dotti y commercianti , me complazco en
veros junto á mí solo. De regreso después de tres años de ausencia, me em-
beleso con los adelantos de mis pueblos ; pero ¡ cuántos cabos quedan por
atar todavía para enmendar los yerros de nuestros mayores y constituiros
dignos de los destinos que os estoy disponiendo !
« Las divisiones intestinas de nuestros antepasados y su menguado
egoísmo fueron acarreando el malogro de todos nuestros derechos. La pa-
tria quedó desheredada de su solar y señorío , la misma que en siglos re-
motos habia traspuesto tan á lo lejos el timbre de sus armas y el esplen-
dor de sus prendas. Mi nombradía se cifra en que se reconquisten aquel
esplendor y aquellas prendas. »
Estas palabras se oyeron y vitorearon con sumo alborozo por los dipu-
tados italianos, cuya división en hacendados, sabios é industriosos corres-
pondía mejor, digámoslo así, que la organización del cuerpo lejislativo
francés á los varios jaeces de intereses y de capacidades, cuyo predominio
en la sociedad podia sincerar ó aun precisar á la representación en la po-
lítica. Pero esta diferencia en el mecanismo constitucional de dos pueblos
subordinados á un mismo dominio, sujetos bajo el mismo cetro, se alcan-
za con la particularidad de que en el suelo de Italia, Napoleón, hijo de la
revolución, habia arrancado la potestad al réjimen antiguo, al paso que
en Francia habia destronado á otros revolucionarios. Con efecto, en Mi-
lán , Bolonia y Venecia , como en el resto de la Europa , sus enemigos
naturales eran la aristocracia y el clero, sobre cuya postración habia fun-
dado el poderío francés ; los patriotas salidos de las clases intermedias
eruditas y laboriosas eran sus arrimos forzosos. Al contrario en París se
acordaba siempre de que habia conquistado el solio en San Cloud á los
republicanos y á los alumnos de la filosofía moderna. Propendía siempre
por tanto á conceptuar por sospechosos y tratar de cavilosos á los sujetos
formales qne hablaban de libertad en sus escritos y se afanaban en espe-
culaciones políticas; de ahí el destierro de madama de Stael, la desgracia
de Benjamin-Constant, el menosprecio deTracy, Volcey, Cabanis, etc. ,
y finalmente la supresión del tribunado y de una clase muy principal del
DE NAPOLEÓN 37.-
Instituto. IíOS dotti del reino de Italia no eran mas qnc melafisicot de
aquella partede los montes; tan cierto es que había dos hombre* ó mas
bien ilus pápele* en Napoleón, según se hallaba en presencia de extranjeros,
ó «leíante de la Francia. Reformador en la organización de los paises con
quistados, se trocaba 80 conservador cuando se trataba de la administra
n. tu intima del imperio ; en variando de paraje acá o acullá de la raya ó
del interior, incurría en esta contradicción; con cuyo motivo ha dicho
Mr. de Chateaubriand que • tan pronto daba un paso con el siglo como
cejaba hacia lo pasado. ■
Desde la paz de Tilsitt . la Inglaterra, á quien el emperador Alejandro
habia tratado infructuosamente de reeonciliar con la Francia, no habia
hedió mas que poner mayor ahinco y encarnizamiento en sus resolocio
oes guerreras, Fnfurecida con la incorporación formal de las potencias
principales del norte al bloqueo continental, habia rechazado tenazmente
la intervención del czar y enviado veinte y siete bajeles y veinte mil hom
bres al Italtico á las órdenes de lord Oathcart para precisar al rey de Dina
mana á que entregase su escuadra en clase de deposito. No pudo menos
aquel principe de rechazar tamaña solicitud, pero el almirante infles ha
bia respondido á su noble resistencia bombardeando a Copenhague, a lo
cual se siguió la capitulación inmediata de aquella capital y el allannmien
to de la escuadra dinamarquesa. Al saber tan horrorosa violación del de
574 HISTORIA
recho de jentcs, que los Ingleses andaban repitiendo por todas partes y
bajo todas formas contra la neutralidad desvalida, Napoleón determinó
completar el sistema de represalias entablado después de la batalla de .le-
na; y el decreto de Milán dio al de Berlin toda la estension estremada que
las circunstancias estaban al parecer exijiendo. En él declaró el emperador
« desnacionalizado » todo buque que se allanase á la providencia violenta
por la cual el rey de Inglaterra acababa de poner todos los puertos de la
Francia y de sus aliados en estado de bloqueo, y dispuesto el rejistro en el
mar de todos los bajeles europeos encontrados por los cruceros británicos.
Nuevas combinaciones territoriales llamaron también la atención del
emperador durante su residencia en Italia. La Toscana y las legaciones es-
taban destinadas á formar parte del imperio francés. Después de tenerlo
todo dispuesto para esta reunión, tomó el camino de Francia, y al atrave-
sar los Alpes se detuvo en Chambery. Allí le aguardaba un joven para pe-
dirle que suspendiese el destierro de su madre; este mozo era M. de Stael.
Napoleón le franqueó acojida graciable, pero se mostró muy adusto con
la hija de Necker y con Necker mismo. « Vuestra madre, le dijo, debe ale-
grarse de estar en Viena; tendrá tiempo para aprender el alemán No
digo quesea una mujer mal intencionada Tiene injenio, quizá de so-
bras; pero es un talento desbocado. Educóse en el laberinto de la monar-
quía ruinosa ya y la revolución, y con aquel conjunto revuelto puede ser
perjudicial. Aquella cabeza acalorada puede hacer jente, y no puedo me-
nos de cortarle los vuelos. No me quiere bien, y por interés de los que iria
comprometiendo, debo no dejarla volver á Paris Tremolaria su ban-
dera en el arrabal de San Jerman.... Prorumpiria en chanzonetas, que si
para ella no son de entidad, para mí la tienen y grandísima. No es mi go-
bierno de burlas, sino al contrario muy de veras ; forzoso es que así cons-
te, y haréis bien en decírselo á todos. » El mozo Stael afianzó los intentos
de su madre como ajenos de causar la menor zozobra al gobierno imperial,
ciñéndose á unos cuantos amigos cuya lista se pasaría á la aprobación del
emperador ; y luego añadió : « Algunos me han dicho que vuestro des-
temple contra mi madre provenia de la última obra de mi abuelo; empero
puedo jurar á V. M. que ninguna parte tuvo en ella. — Así es positiva
mente, replicó el emperador , esa obra ha contribuido en gran parte á este
resultado. Vuestro abuelo era un cavilador, un loco, un vie5o maniático.
Querer á los sesenta años derribar mi constitución y fraguar planes para
otra nueva ; á fe mia, bien gobernados estarían los estados con jente siste-
mática , que conceptúan á los hombres por sus libros , el mundo sobre
los mapas Los economistas son unos almanaqueros, unos soñadores
de planes sobre hacienda; no alcanzaran á desempeñarel cargo deun cobra-
dor en la menor aldehuela de mi imperio. La obra de vuestro abuelo es
parto de un anciano caprichudo que ha muerto machacando sobre el go-
DE NAPOLKON r>7.i
bienio <lc los estados • testas palabras, el ateto de Néctar se iosralo,éifl
icrrumpieodo al emperador, le dtyo iqoesia duda algún mal intenciona-
do le había POterado ^Diestramente de aquella obra, y que no la habría
leído por si mismo, porque su abuelo hacia justicia al mimen de Napo-
león. — Kn eso estaii equivocado, le dijo resueltamente rl emperador; yo
mismo la he leído de la cruz ala fecha Sí; bonita Justina mehaee; me
llama el hombre preciso, y según él , lo primero que debiera hacerse Cae-
rá (putar de enmedio al varón imprescindible si. yo era preciso, indi*
pensahle. para ir enmendando todos los disparates de mestTO abuelo, para
borrar el daño que causó á la Francia Kl fué el causador de la retóla
cion tcabÓM para siempre el reinado de los enredadores ; quiero snb
ordmacion. Respetad la autoridad, por cuanto proviene de Dios Sois
mozo; si tuvieseis mi esperiencia, os enteraríais mejor de todo. Vuestra
lisura me ha prendado, lejos de disonarme: me gusta que un hijo abogue
por su madre.... A pesar de esto no quiero esperanzaros engañosamente.
\ DO me cabe encubriros que nada conseguiréis. • M. de Stael se retiro, \
el emperador prorumpio después con Doroc : • ¿Me parece que he estado
algo adusto con ese joven?... Conceptúo que si. Pero al cabo me alegro,
pues otros, labiéodok) , no volverán. Esas jentes andan tiznando cnanto
practico . porque no me comprenden »
Napoleón llego á Paris el l\ de enero de 1808, y tres días después
visitó, acompañado de la emperatriz Josefina, al célebre pintor David en
su obrador, para ver el cuadro de la coronación
376 HISTORIA
En el discurso del mismo mes, dio estatutos definitivos al banco de
Francia é incorporó Flesinga y sus dependencias con el imperio. Aun no
estaba zanjado el negocio de Portugal , pues aunque estaba ya absoluta-
mente sojuzgado por las armas francesas, sin embargo Napoleón no quiso
precipitarse. Se contentó con organizar un gobierno provisional , á cuyo
frente colocó á Junot, con el dictado de gobernador jeneral, por medio de
un decreto del Io. de febrero. Al dia siguiente, confirió igual título á su
cuñado el príncipe Borghese para los departamentos situados á la otra par-
te de los Alpes.
El instituto nacional desempeñó por entonces un encargo muy trascen-
dental que le habia cometido el emperador en uno de aquellos momentos
en que el numen del hombre, exento de las pasiones del monarca, se preo-
cupaba todo con los intereses jcnerales de la civilización. Cada una de las
tres clases de este ilustre cuerpo presentó un informe sobre los adelantos
hechos en la parte de los conocimientos humanos que le competía. El
I)K \ IPOLBOK 577
cuadro histórico contenido en el conjunto de esto» informes fue Abarcando
las ciencias, las artes y las letras desde el aftodi tTS'j < bata fué el que
informó por laclase que representaba la antigua Academia francesa; De
lambre] Gnvfer espusieron los progn concias físicas y materna
ticas; Itacier habló en nombre de aquella parte del Instituto que forma hoy
dia la Academia de las inscripciones \ bl8Mtletrat, > I .ebreton presen-
tí» el informe de la clnse de nobles artes. las tareas del Instituto se con
servarán como un monumento de la grandiosidad del pueblo que. en me
dio de las tormentas de la guerra civil y de las incesantes zozobras de la
guerra estranjera , había cultivado con fruto el dominio del injenio y se
había encumbrado en la triple carrera del erudito, del literato y del artis-
ta, cuando la Kuropa y el mundo lo cretan eselusivamente guerrero. Tam
bien aera una contestación elocuente á los detractores de la resolución, y
por consiguiente un descargo indirecto de cuantos contribuyeron como
Necker, tan ajado por el emperador, con sus teorías económicas y sus pía
nes de hacienda a la esplosion de aquella gran crisis ; pues por mas que haya
(tiebo Napoleón, los metafisicOS han desempeñado su tarea tan bien como
los conquistadores ; unos y otros han podido extraviarse al fin , tras ha
l>er sido por un momento los hombres de su siglo. I-a sociedad renueva
en su rumlx) arrebatado sus guias . mas no debe menospreciar á cuantos
deje detrás, porque no les fué dado poderla seguir siempre. Necker, ridi
culo en 1808 para los ojos de Napoleón, que representaba la Francia de
entonces, habia sido llevado en triunfo por la Francia de t78í)
,s
-í*** -—"A
<\IMTUU> XWII.
Negocio» de España.
esde algún tiempo la revolución Trance sa
tenia ya arrollado el nprte de Europa ; p ero
el mediodía estaba mas bien sojuzgado que
convertido. El desagrado violento que ha-
bía ido causando á su oríjen en todas las
cortes, si bien se habia sofocado por la fuer-
za de las armas , quedaba allá abrigado re-
cónditamente en los pechos; y así en Madrid
como en Lisboa y Viena, ÍJerlin y Peters
burgo, el Olosofisraoera un vecino fatigoso, y sobretodo debia serlo para
i»K n ir ni m>>
clsantooi i- h mijuiMniM» Constábale nal i Nipoteow Sabia
gabinete español . lo nu»ino ipi.- el de IttStria, 'Mal i pronto adcrlarar
* »li ido de 1,1 h iism . Rnaia •• Inglatci 1 1 en inda I » b ■»' «n i di temí oVjó
l.i enhaaeinn .1. -mIuh iid.i I M proclama dd pi Incipe de la l»a/ ' el rrH>rr
lo] i» ■!" i 'I' icubierto lai segundas inteocionea Hlradeseí H toconal
\qnH manifiesto atropellado perdió al eobimio «!•* CArion l> . fuel.
i I.i .mii lodasla* orjeneÚM de Napoleón |»ara que <e I. amj
mnlaseu las disposiciones hostila que había dado mmpo para «pie «e Ir
malicianui. 1>«* aquí multó el novio «lo na cuerpo auxiliar A lira
l >s ordena d«' la Romana, y el tránsito tan tnrpom«'nte concedido a la* iro
pas franccfta» para h conquista de Portugal Formáronse en toda la linca
de los Pirineos cuerpos de observación «tui diferentes nomhri
rente destino de reformar > sostener la espedicion lusitana II ''morra
dor no solo quena castiga! loa aolojoi \ d lenguaje provocador de Ijwuv
«noque trataba de escodarse para lo venidero nV cualquier ademan ofea
*ivo por parte ilc las potencias nerküoi des, en d raso «l« nuevos desa
raimientos con 1 1» njoaarqiiiai del nortr Preocupado todo eoi d cumplí
miento riguroso «l«- I »> decretos de Horhn \ de Milán mi srvrml.nl en
este punto se rtavaba con especialidad en los países marítimos, en talca
coojo entrambas penínsulas \n otaban ajustadas sus paedklas en Nápo
!«>> eu Lisboa, > mu\ adelantadas en Roma, como vefémoa mas adelante,
pero importalai ruinripulineole doblegar al i'ntewi frasea la i ipafta, ba
nada |n<r «los mares, gobernada p«»r un Sorbos, > lucen lobrecojtda de
provocadora contra la Francia, leordóse pues la octiparion militar de las
provincial > píaos septeabionaJei «le aqod romo
i a cuerpos de observación déla lironda > de los Pirineos recibieron
orden para marebar adelante. Kl mariscal Noncey entró en las provincias
vascongadas . Dopool m acuarteló en \allad«»h<l.\ Dubesmese interno en
Cataluña, llalu.i en la Península ipbre setenta mil Francesa sin contar el
cuerpo dcJunol. > estas tropas quedaron admitidas en las plazas tuerto
mu ninguna oposición
1 rmnerailor no npelecícrn mas que un rcsguaido posiüto |»ara la
Inlelidad de la «orle d> Madrid É la alcuza francesa . quiza le bnbiera
Ims|. ui,i 1 1 ocupación de estos punto predominanta Pero la aituaboo m
trnor de l.s^oi i \ los toan minutos palaciegos ocurridos en el Ksconal
alteraron su plan primitivo y ofrecieron i mi ambición > a su inventiva li
coyuntura de incorporar la nación española coa el pueblo frano - no
solo |>or medk) de una imasion permanente, sino con una revolodoa
la menaiipiia de reírlos IV se hallaba á h sazón avasallada por uno
de aquellos eola que i>i.>s mi, i. , olocar en el timón de lo* amomi
\ uel.i» permite para mi rejencracion . n la familia real vacia laminen e\
baosta > menoscabada la sangre •!•• Luis \l\ s,- mancillaba a b ía/dH
580 HISTORIA
mundo; el descoco de un privado y la desfachatez del vicio merecían los
rendimientos de la arrogancia castellana; se habia encumbrado á lo sumo
el desenfreno de la potestad, inevitable precursor de su esterminio; el que-
rido de la reina era el privado del rey y el tirano de España; Godoy avasa-
llaba, envilecia y anonadaba un augusto linaje cuyo destino estaba ya
cumplido. « Su privanza, dice un escritor adicto á los Borbones, no tenia
coto con la familia real , su poderío era el de un dueño absoluto ; los te-
soros de América estaban á su disposición y los empleaba en indecorosos de-
vaneos; en una palabra, habia trasformado la corte de Madrid en una
mancebía de aquellas á donde la musa indignada de Juvenal condujo á la
madre de Británico.
Estaba en suma retratando al vivo la fealdad rematada del siglo. La
protección divinase habia desentendido del reino de Pelayo, como habia
también desamparado poco antes el trono de Clodoveo. Cupo también á la
España su temporada de nuestra rejencia. El cieno encubría las muestras
del santo oleo sobre frentes abru ¡nadas con el peso de una corona enmo-
hecida y afrentada. Mas no era tan solo el trono el queyaciacon los acha-
ques de la exánime decrepitud. Aquella pujanza de la edad media se ha-
llaba yerta en todas las partes del cuerpo social. La nobleza y el clero ,
arrimos naturales y auxiliares de la potestad real en los dias de su esplen-
dor, adolecían al par de las dolencias de la ancianidad. También habia
llegado á la otra parte de los Pirineos la hora postrera del antiguo réji-
men ; Napoleón se conceptuó llamado á dar la señal y á tocar el tremen-
do clamoreo de sus funerales.
Al principio solo habia tratado, repetimos , de escudarse militarmente
con la fidelidad de un aliado sospechoso ; pero cuando vio que la familia
real se estrellaba con el escándalo y la discordia , cuando vio al pueblo
azorado con las revoluciones de palacio, á Carlos IV y á Fernando implo-
rando á sus pies uno contra otro la protección de la Francia , al rey y la
reina denunciando á su hijo , y al hijo desacatando á entrambos , com-
prendió cuanto mas podia hacer en España que ocupar plazas fuertes, y
que habia llegado el trance demudar la traza lastimosa de aquel precioso
y ameno pais, juntándolo estrechamente con su imperio, entronizando en
Madrid las máximas francesas , ora bajo el nombre de Carlos IV, ora 1 ajo
el de Fernando ó de cualquiera otro pretendiente que le cuadrase elejir.
Con este objeto dirijió al mariscal Bessieres con veinte y cinco mil hom-
bres á las provincias vascongadas para reforzar á Moncey y Dupont, y
dio el mando en jefe de la espedicion á Murat , quien trasladó su cuartel
jeneral á Burgos á principios del mes de marzo.
Luego que se supo en Madrid la aproximación de los Franceses , el
pueblo clamó traición , y la corte huyó á Aranjuéz. Godoy, que se habia
lisonjeado por un momento de haber engañado á Napoleón y haberle in
I)K NM'OI I n\ .Vil
do pof <i . vino a cooooa mi devaneo ) aeoeeejó ooberdfaentc -i
Carlos IV que imítatela caea de Bragania ] m retii >-• i l.i \m. n.-a «pé-
ñola. Kl rey, que no sabia masque obedecer a M privado, consintió ■
salir inmediatamente para Sevilla . pero lo» preperativoa «lo marcha lasü
marón el engreimiento castellano, i ns sospechas dekalevosia que andaban
cuodieodo sobre el príncipe de la Paz. se corroUnarou v enardecieron .
• I I'» de marzo estallo lasaña narional. \a casa <lel privado qnodo allana
I
tía, y solo pudo esrapar a una muerto cierta saltándose en un desván. Kn
tomes (irlos IV. que había procurado aplacar al pueblo anunciándole
que el principo do la Paz consentía en hacer dimisión de lodos sos crnpleoa,
luvo qoedepoaer la dignidad real. Publico una aota solemne de renuncia
á favor del príncipe de vstnrtas, el cual lomo al punto el nombre '
nando Vil. y empezó su reinado confiscando los bienes de i.odoy . á quien
bebían encarcelado para procesarlo
382 HISTORIA
Apenas llegó a Burgos la notieia de estos acontecimientos, cuando
Mural marchó atropelladamente sobre Madrid, en donde entró el 25 de
marzo al frente de seis mil hombres de la guardia y de los cuerpos de Du
pont y de Moncey , asombrando al vecindario, que no por esto se mostraba
despavorido.
Al dia siguiente, Fernando Vil marchó de Aranjuez para celebrar tam-
bién su entrada en la capital de las Españas. El mudo silencio con que
habían sido recibidos el dia antes los Franceses se trocó en entusiasmo á
la aproximación del nuevo rey. Toda la población le salió al encuentro,
ansiosa de aclamar al príncipe que la libraba del yugo afrentoso de Godoy.
■
El cuerpo diplomático sancionó con un paso oficial los sucesos de
Aranjuez, no teniendo escrúpulo en reconocer al rey nuevo. Solo el cm
bajador de Francia evitó su avenencia, mancomunado con Murat. Sin
embargo el jeneralisimo francés envió un mensaje á Carlos IV, ^segurándo-
le su resguardo y ofreciéndole su auxilio. El monarca anciano solo pensó
al pronto en salvar y recobrar ásu predilecto. «Su única culpa, decía, es
haberme sido muy adicto durante toda mi vida; la muerte de mi desgra
ciado amigo ocasionaría lamia. » * Y Godoy fué puesto eu libertad por los
amaños de la reina y sus regalos á Murat.
Carlos IV protestó después contra la abdicación que le había arrebata
do la supuesta insurrección; denunció al emperador la violencia que ha
|»K MPnl ion 583
|)ia padecido ni una «-arfa que entrego a Mural para que «c la
Por mi part«\ el príncipe di Asturias escribió también á Napolm
dn -«ii poderosa intervención k favor del padre, queriendo «inrrrar lo»
acontecimientos que le habían eoloeado ron anlinparion en el trono y
poner su autoridad asomante hijo el resguardo «Ir h alianza francesa
tkHnprendio Napoleón , al rcdbo fa estas dos certas, que los supuestos
ilii. nos de Ja monarquía española la postraban ante sus planta*. lacapacc*
ambo* de sobrellevar la carga; pero le infundí* /<>/.»l>ra v teníale «un
suspenso el tesón del pnebk) español • Koimii, le escribia a Moral en
20 de marzo, que baste presentar tropas pora sojuzgar la • -y ina la re
volnrion del '¿o de marro prueba que hay pujaría en lo* Kspaftoles
Li aristocracia y el clero son dueños <!<• la España si caducan mis prmlr
jios j mi existencia . liaran contra nosotros levantamientos en «lobo
la España tiene mas de non mil hombres armado- \ i sto rs mas óV lo
que »«• necesita partí sostenei con ventaja una mirria interior l>n ululo*
«n miu Ih<s puntos . pueden s««i\u de animo al levantamiento total de h
monarquía (1s maniflesto ri rú mulo de obstáculos que son inevitables;
olios ha\ ipii- vos mismo conoceréis, l.a Inglaterra no malogrará i
\ untura de redoblar nuestros apuros < orno la (amiba real no se ba
maullado de España para ir I residii en las Indias, solo una revolución
puede cambiare! estado de es.- país tcaso en toda Kuropa es el que esta
menos dispuesto parad intento Punió hacer muebo hiena la España
on creces de mi imperio ¿Poro cuales son io> mejores medios que hay
ipil1 lomar? ...
«¿Iré a Madrid' Mr parece arduo el reenlrnnizar á «arlos IN : su
gobierno] su privado yacen tan desconceptuados que apenas se sosten
•Irían tres mese*
« Fernando es enemigo de la Francia, y por eso le han nombrado re\
Comearle en el trono será favorecer á los bandos que hace veinte \ cinco
■nos están pidiendo el esterminio de la Francia. Creo que es forzoso
dar tregua \ que eoni iene aconsejarse con los acontecimientos une han de
sobrevenir Be dado orden i Savarv para que vaya a la inmediación
del nuevo rey y asentan di* lo que pasa Se entenderá con vuestra altiva
imperial. Harén de modo que los Españoles no alcancen ;: maliciar el
partido que junare, lo cual no será difícil . pues yo mismo no lo
le*, dirris qin- • I . •mperador está deseando que se perfeccionen li-uis
litiii iones políticas en Kspafta . para relacionarla con el estado de civiliza
ciou de la Kuropa. que la K-spaña tiene que renovar la máquina •!•* su
gobierno \ que necesita leyes que escuden a los ciudadanos de las arbitra
nedades y lar. usuriucionc* del feudalismo . inslilu. iones que fomenten
la industria, la agricultura y la- artes I es retratareis el sumo mk^o y
bienestar que está gozando la Francia a pesar de las guerras en .pie sr
384 HISTORIA
halla empeñada; el esplendor de la relijion, que debe su establecimiento
al concordato firmado con el papa. Les demostraréis las ventajas que les
redundarán de una rejeneracion política : el orden y la paz en el interior,
el aprecio y el poderío por de fuera. Tal debe ser el tema de vuestros dis-
cursos y de vuestros escritos No deis paso alguno aventurado. Puedo
aguardar en Bayona y pasar los Pirineos Ya cuidaré de vuestros inte-
reses particulares , no penséis en ellos... Os estáis ahí atropellando en de-
masía con vuestras instrucciones deH4 Si se encendiera la guerra,
todo se perderia. A la política y á las negociaciones toca zanjar la suerte
de España.»
Antes de acordar una resolución, Napoleón quiso ver de cerca el esta
do de los negocios y convencerse por sí mismo de las urjencias y posibili-
dades de la situación. Habiendo salido de Paris el 2 de abril, llegó el 4 á
Burdeos, donde permaneció aguardando á Josefina, que se le juntó el \0.
Marcharon al par á Bayona y celebraron su entrada el dia 15. El castillo de
Marrac , destinado para presenciar un acontecimiento político de mayor
cuantía en nuestro tiempo , fué por algunos meses la residencia imperial.
Al dia siguiente de su llegada «á Bayona, el emperador se esmeró en
contestar al príncipe de Asturias. Suspendiendo su concepto sobre el mé-
rito y valor de la renuncia de Carlos IV, no le dio al hijo mas que el dic-
tado de real alteza, hablóle del peligro, para los príncipes, en avezar á
los pueblos á tomarse la justicia por sí mismos y le apuntó el suicidio po-
lítico que cometería y la vergüenza que recaería sobre su propia cara, si
se dejaba llevar del afán de procesar al privado, mancillando escandalosa-
mente á su madre. Al fin de su carta, el emperador espresaba en dos pa-
labras el ansia de un avistamiento. Necesitaba estudiar directamente á los
personajes para tomar una determinación. Si se hubiese realizado la fuga
á Méjico, se hubiera simplificado la cuestión, la posición fuera menos crí
tica y la rejeneracion de España mas obvia. Pero no mediando aquella
ida, y triunfando la resistencia, quedaban dos reyes en vez de uno, y se ha-
cia forzoso deslindar su paradero. El partido que debia tomarse sobre los
negocios dependia mucho del que se tomase respecto á las personas sobre
las cuales Napoleón no queria sentenciar hasta después de tenerlas estu
diadas con su mirada agudísima y su perspicacia sin igual .
El príncipe de Asturias titubeó al pronto en acceder á los deseos de Na-
poleón. Sin embargo, mientras que algunos consejeros maliciaban un la-
zo en el avistamiento propuesto , otros le abultaban la trascendencia de
anticiparse al padre para con el emperador y de granjearse su voluntad ,
por cuanto las primeras impresiones se borran siempre á duras penas. Fer-
nando cedió á este último consejo. Salió de Madrid con gran sentimiento
del pueblo español, y se encaminó con mortal incertidumbre y zozobra ha
cia las fronteras de Francia. A su llegada á Vitoria, quiso aguardar al em
IM \ M <»! |i)N 5g3
pecador; pero este no llegaba . v btt nrnimn consideraciones que habían
conducido «I joven principe hasta llava, te arrebataron á llamona Pre
enlose d 20 de abril, acompañado fie mi hermano l»on (arlos, en el ca*
iillo de Mai rae, en donde pe hallaba Napoleón < .irl«»s i\ aigaao de
ni principe de Istmias, No queriendo dejarle el rampa libreen liavona.
tindío ron larri na y d privado pira escudarse con el emperador Kntonce?
••I guerrero entronizado . el elejulo del pueblo, el hijo »lr la revolución
franceai.TióaatetiderodiUai a toa descendientes de San imv l<»s ben
devosde Pela yo, los depOSÍtaríoi de la espada del Cid . poniendo a su dis
crecion el desuno de aquella antigua y grandiosa monarquía, coya pose
moh haría prorumpir ron tanto orgullo a Felipe II, • que el sol M
nía nunca en sus dominios. • ¡Qoé lección jwira la níieja Europa en este
cuadro! Kn frente de aquellos encumbrados Pirineos que un Borboo había
tratado en vano de allanar por medio de enlaces rejios, la edad media, de
Jeoerada, cubierta de oprobio \ toda desvalida, ic encenagaba allí lusti
mosamente, mendigando, ante el publico horrorizado . a la puerta del
rastillo de Mame . algunas horas de existencia o deponer antes de morir
los arreos de su grande/a pasada , su boato ajado y sus timbres empana-
dos á los pies del majestuoso representante de la «loria y de la grandeza
de la era moderna.
Kl principe de litarías hubiera deseado una reeoneiliaeion ron su pa
dre para entenderse y evitar la intervenrion del temible medianero que
habían elejido. Con este intento «pliso seguir un dia á Carlos IV á su apo
sentó ; pero el anciano monarca le dijo ron ímpetu : • Deteneos, prinripe;
i, no habéis ultrajado bastante mis ranas? • y le rechazó. Al dia siguiente
le echó en cara su conducta en términos mordaces en una carta cuyo con
tenido supo Napoleón > que terminaba asi aludiendo al tumulto de \ran-
¡na : • ivbe hacerse todo para el pueblo y nada por él. Olvidar esta máxi
ma es hacerse reo de todos los crímenes que provienen de este olv ido. •
Sin embargo . Napoleón habia conocido y justipreciado en pocos días
a los dos persooaja que intentaba penetrar. Desde el primer asomo , t^r
los IV y so hijo estaban sentenciados irrevocablemente. «Cuando Ion \i i
mus pies, dijo después Napoleón . y pode enterarme por mi mismo de toda
sn incapacidad , me compadecí de la suerte de un eran pueblo ; avalore* la
coj untura míe me ofrecía la fortuna de rejenerar la Kspaña , anrUitaria
a la Inglaterra y enlatarla intimamente con el conjunto nuestro, pues en
mi concepto era sentar sobre cimientos duraderos j la secundad
de 1 1 Europa. Pero ajeno de valerme de vilezas y dobleces iodecorosas.co-
mo se ha dicho . si pequé, fué al contrario por un osado desembozo y un
eserso de brio. Ix> de llayona no fué una alevosía . sino un grandioso gol*
pe de estailo Desprecié tos medios torcidos y i ideares Me hallaba tan
poderoso y me atreví i dar el golpe de muy alto, queriendo obrar romo
586 HISTORIA
la Providencia que remedia los quebrantos de los mortales por medios á su
entender á veces violentos , sin hacer alto en sus conceptos »
Napoleón se ha sentenciado á si mismo de un modo asombroso en estas
últimas palabras ; pues quiso sublimarse frenéticamente nada menos que
hasta la Providencia qué hiere á veces violentamente á los que quiere sal-
var, sin curarse del juicio de los hombres. ¿Y cómo no hubiera obrado
como ella, ya que al cabo solo era su ájente en la grandiosa obra de la re-
jeueracion española , yaque estaba obrando á impulsos de otros alcances
superiores á toda combinación de la prudencia común y se arrojó á esta
empresa á pesar de los obstáculos que tan bien habia previsto ó apuntado
en su carta á Murat? ¿Pero qué le hace á la Providencia, qué le hace á la
humanidad el mero intento , si está cumplido el objeto providencial, si la
razón humana conserva y estiende su imperio, al paso que un potentado
pierde el suyo?
Sí, Napoleón podrá decir un dia « que la guerra de España le perdió;
que todas las circunstancias de sus desastres vienen á mancomunarse con
este nudo fatal. (Memorial). • Pero al trastorno de su prodijiosa fortuna
y de sus esperanzas dinásticas precederá una lucha de seis años , durante
la cual los dos pueblos mas civilizados de Europa , los Franceses y los In-
gleses, se aplazarán en España y llevarán , unos las costumbres democrá-
ticas, otros las máximas constitucionales de su pais. Tras esto, que el éxito
de la guerra sea definitivamente funesto á las armas francesas, no por eso
la filosofía moderna habrá dejado de residir mucho tiempo y ejercitado su
persuasiva muy cerca del santo oficio, abrigándose bajo la tienda de los
aliados de España, como bajo la de sus conquistadores. Locke y Bentham
se habrán aposentado en los campamentos de Wellington , mientras que
Condillac y Montesquieu habrán visitado lasmárjenes del Ebro, del Man-
zanares y del Tajo en pos de Napoleón. Y cuando las tropas imperiales se
verán precisadas á volver á pasar los Pirineos y abandonar su conquista,
el antiguo rejimen hallará do quiera á su regreso el jérmen de los arran-
ques liberales, el odio á la inquisición y al monaquismo y el amor á la li-
bertad. Entonces, tan feroz como fué cobarde, manchará su mano con
la sangre de sus mas ilustres libertadores, porque habrán creido en la cons
titucion que salvó su independencia. Pero toda la monstruosidad de esta
ingratitud producirá mártires y no esclavos. No en vano habrá tenido Cá-
diz, émula de Londres, durante seis años su tribuna nacional, y Madrid,
Pamplona y Barcelona habrán sido poblaciones francesas. Porlier será se-
guido por Lacy , Mina , y por el Empecinado ; luego vendrán Riego y Qui
roga, y si el absolutismo halla esta vez un arrimo en Francia, esta alian-
za inesperada tendrá los mismos resultados que la inglesa. Los jóvenes
soldados de Luis XVIII completarán lo que empezaron los veteranos de Na-
poleón. Alistados contra la constitución de Cádiz, continuarán iniciando
.-
MI. \ \l'n| | n\
:,x;
,il pueblo español , ron su COOtactO, en log hábitos y opiniones ronslitu
rionales, de nodo que «-I real eaonador «!«' Iraojtm . ilespne* «V hal>er
recompensado ron presidios y cadalso* a los liberales españoles que Mipie
nui conquistar heroicamente d ioIm qna <| había abandonado vergonzo
Mínente, ai verá precbado en mi últíma hora a ootoeof el cairo «l«* castilla,
I « h.i .ni i.i .Ir sus lujas, Imíjo la protección del sistema reformador á royos
jenerosos secuaces persiguió ron lauta cruel. I ni BntóOCOI . lo repetimos,
|mm.) importa, aun ruando nada quede del poderío personal de \ ipoleon.
de los destinos que habia reservado á su familia; no por eso dejara «'
IxHaneen Roropa la bandera delacifiltsacion, \ ai medio «l.iiscalami
dadcsqoc habrán acotado ;i las janerociODearootcinpofaneas) que aun j*>
dran dorar por mucho tieni|>o, al ral>o se eumplira d engendro dri BOOVO
pueblo español Ksteera el principal objeto de Napoleón; asi |n aponte es
588 HISTORIA
presamente en su carta al gran duque deBerg, y lo ha repetido en Santa
Helena. En la crisis en que se hallaba la Francia, ha dicho, en la lucha de
las máximas nuevas, en la gran causa del siglo contra el resto de la Eu
ropa, no podíamos dejar atrás la España. (Memorial.) »
Todo va á contribuir para abreviar y robustecer la determinación de
Napoleón. Estalla pronto una insurrección en Madrid; y aunque sofocada
con gran derramamiento de sangre, ha dejado la capital de España en un
estado de enardecimiento que se comunica por horas á las provincias. Ya
no hay que titubear : los Borbones ya no podrían reinar sobre el pueblo
español, sino bajo el antojo de los alborotos, enemigos del influjo francés.
El 5 de mayo, Carlos IV renuncia á favor de Napoleón, y cinco dias des
pues, el principe de Asturias y los infantes Don Carlos, Don Antonio y Don
I-Yancisco ratifican esta abdicación y renuncian todas sus pretensiones al
trono de España. El monarca anciano se retira á Compieña con la reina y
el inseparable Godoy ; los infantes pasan á Valencay.
Este abandono de la corona, hecho por Carlos IV y sus hijos, remata
el despecho español. Jeneralízasc la insurrección, fórmansc por todas par-
tes juntas para organizar y dirijir la defensa del pais contra la invasión es
tranjera. Reúnese en Sevilla una junta central , y los Españoles en globo ,
según espresion de Napoleón, se portan pundonorosamente.
Este gallardo ademan correspondía á las previsiones del emperador ;
pero una vez empeñado ya, no podia retroceder, y además contaba siem-
pre con el predominio de su fortuna y el poderío de sus armas. Nombró
por su parte una junta, á laque confirió el gobierno de España, dándole
por presidente su cuñado Murat. Apenas se instaló esta junta , cuando pi
dio por rey á José Napoleón , hermano del emperador, y que ocupaba en
tónces el solio de Ñapóles.
Napoleón encabezó el anuncio á los Españoles de los acontecimientos
de Bayona con una proclama en que les esponia el bien que era su ánimo
ejecutar al admitir la cesión solemne del 5 de mayo.' « Después de una
larga agonía, les dijo, vuestra nación estaba espirando. Presencié vues
tros quebrantos, y trato de remediarlos Vuestra monarquía ha parado
en caduca, y mi afán es remozarla. Mejoraré todas vuestras instituciones,
y si me acompañáis , os haré gozar de una reforma sin tropiezos, vaive
nes ni trastornos.
« Españoles , he mandado convocar una junta jeneral de las dipntacio
nes de provincia y de las ciudades ; quiero cerciorarme personalmente de
vuestros deseos y vuestras necesidades.
« Entonces depondré todos mis derechos , colocaré vuestra esclarecida
corona en las sienes de otro como yo , afianzándoos una constitución que
hermane la santa y saludable autoridad del soberano con las libertades y
privilejios 4c\ pueblo.
DE NAPOLKOH 599
• Esperanzad conliado* en las circunstancia» ai túnica, porque quici.i
que vuestros a hrtos conserven mi memoria y digan : — Ki d rejcnerudor
de nuestra patria »
Isla proclama m publico Hl Bayona el 'iTi de mayo, y rl A de junio si-
guiente, un decreto imperial, dado ni la misma ciudad, llamo á José Napo-
león ni trono de las Espauas y da las launa. Bateprtaeipc no i.udo en lie
par Antes do pasar a Madrid, permaneció algún tiempo junio al
dor, y aun indinó «mi Bayona las dipotacMoei que Mural tema
■ I. - nviarlc do lodas las provincial sujetas ya n las armas francesas. Ka
cata ciudad M reunió e) r. de julio la junta jrnrral oon^ornda por Napo-
león. Se presentó a esta junla una constitución pautada por la del nñ Mil
y se adoptó al punto!
Pero osla no en mas que una represen tarion postiza del pueblo espe
nol. Algunos jonerales franceses la dieron demasiada importancia. creyen
do que bastaría para sojuzgar la España, ó al menos para reducir al estado
de mero alboroto, laril de sofocar, el alzamiento jeneral que se organizaba
en todos los puntos de la Península. Kste yerro fué muy aciago a uno de
ellos El jeneral Dupont. que había tenido tan esclarecida parteen la vic
tona de Eriodland , se separó do los demás cuerpos del ejército francés
para descolgarse sobre Andujar y penetraran Andalucía, en donde la sub
levantan hacia rápidos progresos Este molimiento, en estremo toipe. tu
\o funestas congruencias. Apenas Bessieres acababa de ganar la acción
de Hio Soco, y Moncey casi se habia apoderado de Valencia, cuando la
derrota y capitulación de Baylon empanaron el esplendor de la bandera
francesa . pregonando por Europa que los ejércitos de Napoleón no eran
invencibles. Dupont , acorralado por llcding, rindió las armas, \ su cuer
|H) do ejército , que constaba de diez y ocho a veinte mil hombres . quedó
prisionero de guerrra. A esta noticia cundió el alzamiento por todas las
ifin is provincias de la monarquía española. y el rey José creyó enmonion
le mandar al ejército francés que se retirase á la otra parte del Ebro
Napoleón, que habia salido de Bayona el 2*2 do julio. su|H) en ll¡!r.l..'N
la derrota y capitulación de Dupont; y abrasado de ira dijo a uno de sus
ministros: «Que un ejército sea derrotado, nada tiene de estreno; la
suerte de las armas os diaria \ se repara una derrota ; pero que un ejérri
lo haga una capitulación vergonzosa, eso es un borrón para el nombre
francés y el timbro do sus armas. las heridas hechas al pundonor nunca
se curan . su efecto moral es tremendo. ¡Cómo! ¡on Francos ha cometido
la rilen de despojarse de su uniforme para vestir el uniforme enemigo'
lia Uceado la vileza hasta consentir que nuestros soldados lúeas rejistn
dos como ladrones. ¿Dcbia yo esperar esto del jeneral Dupont. de un hom
bre que yo qtieria y á quien trataba de ensalzar á mariscal? Dicen que
no habia otro medio de salvar H ejército y evitar el degüello de nuestros
390 HISTORIA
soldados. Mejor hubiera sido que hubieran perecido todos con las armas
en la mano y que no hubiese vuelto uno solo. Su muerte hubiera sido
gloriosa; los hubiéramos vengado. Pueden hallarse otros soldados; pero
no se vuelve á hallar el honor. » (El consulado y el imperio.)
El jeneral Dupont fué entregado al alto tribunal imperial, y Napoleón
escribió él mismo en el Monitor del \0 de agosto las palabras siguientes :
« Pocos ejemplos se ofrecen de una conducta tan ajena de todos los
principios de la guerra. El jeneral Dupont, que no supo acaudillar su ejér
cito, ha mostrado después en las negociaciones aun menos valor civil c
intelijencia. Semejante á Sabino Titurio, el desaliento lo arrebató á su es-
terminio, y se ha dejado engañar por los ardides é insinuaciones de un se-
gundo Ambiorix; pero los soldados romanos, mas afortunados que los
nuestros, murieron todos con las armas en la mano. »
Si el baldón de la capitulación de Baylen no se podia borrar, tampoco
eran menos irreparables las pérdidas materiales ocasionadas por esta ca-
tástrofe. Después de haber ajado á su teniente , dedicóse Napoleón á rea-
nimar las esperanzas y brio del soldado francés en España. Decretó nuevas
quintas, envió refuerzos , y para manifestar cual era su confianza en el
resultado definitivo de la guerra , para atestiguar que siempre era la mis
ma y siempre inmutable la determinación de enlazar íntimamente la na
cion española al imperio francés, dio un decreto en \5 de agosto mandan-
do que se abriese un camino real de Madrid á París.
«M1TI IO WMII
Varita «leí emperador * San (I. uní ( • •mumrarione» diplomática* Rnvj
■ Ir tropas * Fapaña. Asistamirnio» ni K.iTurth. Regreso * Pan»
\ mi»* al Mnvo. Sesión ilrl coerpo lejislatiso. .Salida del
emprr*«l«»r |>ara Bayona. Nueva invasión de Rapa-
ña. Toma «le Madrid. Abolioon de la inqni
» 11. Asomos «le hostilidades por el
Austria, napoleón deja atropelln
«lamente al ejércil«i «le K«-
paña para rolver > Pa-
ria y i'iMi ., Ale-
mania.
mejor ara I
a fiesta del emperador lo fió llegar a San
(Joud. Allí recibió ron gran ceremonia al
conde de Tolstoi , embajador ruso . quien le
entogó magníficos presentes de parle del
emperador Alejandro. Napoleón dispuso que
se pusieran de manifiesto en las Tuilerias.
siempre afanado por borrar todo rastro
de la disensión intestina en la Francia para
le lio-manami'Miio. iltvrrto la fundación «le
592 HISTORIA
varios establecimientos públicos de todas clases en los departamentos que
habian sido teatro de la guerra civil.
Entretanto llegó á Paris la noticia de la batalla de Vimeyra entre lord
Wellington y Jnnot. Los Franceses, completamente derrotados, habian te-
nido que capitular allanándose á evacuar el Portugal y volver á Francia
en buques ingleses.
Este segundo revés de sus armas allende el Pirineo, por muy bochorno
so que fuera, no alcanzaba á desalentar á Napoleón, cuyo intento relativo
acerca de la Península era tan terminante, que decía al senado el 4 de se-
tiembre : « Estoy resuelto á llevar adelante los negocios de Lspaña con la
mayor actividad y esterminar los ejércitos que la Inglaterra ha desembar-
cado en aquel pais Impongo confiadamente nuevos sacrificios á mis
pueblos; son precisos para escusarles otros mayores. » En este mensaje, al
que siguió un informe del ministro Champagny sobre los negocios de Es-
paña, se lamentaba el emperador de la pérdida del sultán Selim su aliado,
á quien llamaba el mejor de los emperadores otomanos y que acababa
de fenecer á manos de sus sobrinos. Por compensación se daba el para-
bien de su íntima alianza con Alejandro, « lo cual debia desahuciar á la
Inglaterra en sus intentos contra la paz del continente. » El senado con-
testó al emperador votando una quinta de ochenta mil hombres. « La vo-
luntad del pueblo francés, señor, le dijo el presidente Lacepede, es la mis-
ma que la de vuestra Majestad.
« La guerra de España es política , justa y necesaria » (I ).
No es preciso omitir una circunstancia, y es que el orador del senado
declaró en su arenga que aquel cuerpo habia estado unánime en corres-
ponder inmediatamente á los deseos del emperador.
Sin embargo, cada dia era mas urjente la necesidad de nuevos refuer-
zos en España. La insurrección reinaba triuníadoramente en la capital y
las principales provincias , y la victoria no podia acudir á las banderas de
la Francia con raeros bisónos. Napoleón se encaminó por lo tanto á sus
íalanjes veteranas, á los vencedores de Austerlitz, Jena y Friedland. En una
gran revista que pasó en las Tuilerías el II de setiembre, anunció á los
soldados del grande ejército que marcharía pronto con ellos á España en
donde la gran nación tenia también ultrajes que vengar.
« Soldados, les dijo, después de haber triunfado en las márjenes del
Danubio y del Vístula, habéis atravesado la Alemania á marchas forzadas,
hoy vais á cruzar la Francia sin daros un momento de reposo.
«Soldados, os necesito; la espantosa presencia del leopardo está man-
chando los continentes de España y Portugal. Que huya aterrado á vuestro
(i) El célebre naturalista La re pede hablaba indudablemente por ironía.
N. del T.
DK NAF01 RON MI
aspecto llevemos nuestras Éguilai triunfante* hasta las columnas fie llcr
rulis. lili también lencnu* ultrajes qoi* M-ugar
Soldados, babees aventajado la táma^HoseJércilos roñarnos \»-
m habéis igualado la gloria de los ejércifbsde Roma que triunfaron en
una misma campana sobre d Rin y H Eufrates, en Nina j lobre eJ Tajo
« Pa/ dilatada y prosperidad duradera sertn el premio «I»' vuestros
afanes \\\\ verdadero Francés no puede ni del>c lomar descanso basta que
los mares queden libres \ espeditOl
• soldados, euaatobabets hecho, cuanto bagáis todavía por la dicha
del pueblo (ranees > por mi «loria, quedara carmínente impn
ixon. «
palabraf estreasaron d entusiasmo de los soldados del ejérciin
del Norte Ansiaban, tras taltal guerras fomentadas por la Inglaterra ti •
taStaitñualbS Conseguidos M>bie sus aliados encontrarse caía a cii.i \
babénemí coa los soldadoi de aquella rema de los mares, mostrada re
todas las proclama* como h «'terna enemigs dd continente
Kl primer ni»r|Mi. formad») de aquellos magníficos j temibles batallones,
siln» de Parñi d 28 dt setiembre a mi órdenes dd mariscal \ ictor \l atra
vesar la eapiL-.!. le salieron al enrnenlro el prefecto ilel Sena J H apunta
miento
Pero antes de acaudillar personalmente las tropas queemiaUi l
paña . al impulso fementido del otar en U* campos de hbiN qm- N
poleon lanfiounr de nuevo su amistad . avistándose ron eJ . al parerer
-,ÍM
HISTOKIA
ton anhelo de entrambos. Se hacia caigo de la precisión de conferenciar
con aquel principe que, después de él, era el mas poderoso de los monar
cas del continente, sobre todas las cuestiones actuales de la política euro
pea, y principalmente sobre los negocios de España. Erl'urth fué el sitio
convenido para avistarse, y entrambos emperadores llegaron á princi-
pios de octubre: lodos los príncipes de la confederación del reino habian
asistido como para formar un cerco de palaciegos coronados en torno de
su esplendoroso dueño. Napoleón habia mandado que la compañía cómica
francesa le siguiera para hacer mas agradable á su encumbrado amigo
su residencia en Erfurtli. Eo una de las representaciones, Alejandro apa
rentó penetrar con sumo alborozo y vitoreó con ahinco \r. verso cuya
aplicación hicieron todos :
La amistad do un prohombre es don divino.
Pasaron ocho dias en festejos , pero no quedó olvidada la política
|)| \\:h||mN
t OH l<* l».iu«i<i- ii s \ riiversiouei iban alternando intimo* coloquio* Y\
emperador di Ku*ia se mostró oficioso en inclinar la Inglaterra á la pa* .
y un firmó con Hayolron mm arta nnrj eoneeptaosa con «le objeto, pe
ro H porvenir \a a demostrar <n sinceridad, aprobó enteramente la puerro
do Rspana, porque veta ana llanuda ventajosísima lejos dd Norteen aqoH
.•m|Hñ(i contra la molocion. y además una coyuntura para debilitar)
malparir !a Francia e Inglaterra p lisa coj i compdcnd • ora m.is Icroi
ble parar! imperio raso
Sepan ion»** entrambos «olieninovinuy pag idos mutuamente. <l I
nrtnbre, conceptuándote Napoleón sinceramente amico de Alejandro, *
no sonando en que íleon dhi ri leeir «leí mismo: K* nn (•ncgodrl
B."»jO Impeity)
Kl I8deortobce.deapertdor estabadg Bant load <4»im
ibas ilespars, visito H Hateo eoa taanperatríi > conversó laraubin
con los artistas que se habían afanado en .tributar ol«cquin* oVmi |*o
pió temple al esclarecido amparador de las artes.
» i •_' ". ^- verificó la apertura <lel cuerpo lejisJaliro Conceptuándose
muy nfianaado |»or parta tle bi taaj i li ibló H emperador o»nfia«lan>Miir
ile sus intentos \ esperantas respecto á Rspana • hneni 1-arimil.n dr
;<)<>
O* D
HISTORIA
aquella Providencia que ba protejido constantemente nuestras armas es,
dijo , que las pasiones hayan cegado á los consejeros ingleses para que
depongan el resguardo de las olas , y presenten por fln su ejército en el
continente. Dentro de algunos dias marcho á ponerme al frente de mi ejér-
cito, y con aj uda de Dios coronar en Madrid al rey de España y plantar mis
águilas en los muros de Lisboa, El emperador de Rusia y yo nos hemos
avistado en Erfurth, y hemos convenido y quedado invariablemente
acordes para la paz y la guerra. »
Con efecto , el emperador salió de Paris el I í) de octubre, y llegó el 5
de noviembre al castillo de Marrac. El 5, su cuartel jeneral se iiallaba en
Vitoria, y el 9 en Rúrgos, después de una victoria del mariscal Soult con-
tra el ejército de Estremadura.'-El mismo dia, el mariscal Victor derrotaba
el ejército de Galicia en Espinosa de los Monteros.
El plan de Napoleón era aislar á estos dos ejércitos desviándolos para
destrozarlos separadamente. Habia dirijido á Victor contra Rlacke, y á
Ney y Moncey contra Castaños ,que mandaba siempre el ejército de Anda-
lucía, mientras que se colocaba él mismo con Soult y una reserva de ca-
ballería, confiada á Ressieres , en el centro de las operaciones.
Esta distribución de sus fuerzas habia sido acertadísima, pues el ejér-
cito de Estremadura quedaba disperso, y el de Galicia aniquilado. Los
DI \\\'<>\ ROt> S97
riijiüvosde l.i refriega <!•• Kspinosa Intuido ntatado rcnf-gaaeau
Reinóse . la aproximación dd imróod 800H los prrnv» « ahamlonar *ro
provisiones] coserá, tafeado que enriscarse «l.^or.li*na«l*mcni«' por lm
monta «I** León
l-a derecha «1**1 ejército franca estaba flnlcraasaiils ofidMa, ^rnm
la ifqoferda m* bailaban foletos, que nandaba « «najo*, y rasiaoo». H
vencedor de Beylen. Mientras que Souli r croma •• «Irvumil » i> pmtin
cía de Santander, el emperador encargó al mari* il lianna la pcrwncíon
de I"- ejércitoi de tragón > <!»• tndalucia Kl mariscal Xej m» situó mire
Sori i j larasona, para oortaii
tic derrota, > arrojarle tobre Valencia
Laa maniobras de Lannea pwcisarop i los jeoei da espartóla a una
retirada entre Tndela v Ctacante. vlh. al arrhnodel Hm.» \ contando
<on cnarenta > cinco mil hombres, creyeron podei trabar la contienda
pero d rnariscel Launas los derroto i ompletamente > \riici»vil»r«' réstanos
mismo d blasón trances comptoaaetido en Bayka \m batalla «V huida
costó á los i apañóla neta mil boaabres, tremía caAooa > mci»* bamlfra**
Pandos - retiró sobre taratoaa j fraffrftw sobre CaatUbv
Al salárosla nueva victoria, Na|x>loon ilriYrmino nimbar dsrecta
inenie sobre Madrid, dejando a Sooll » la derecha para ;irrrhar lea moví
mientosdebu provincias occidenUües, j i Lannes ala tequíenla pararon
lea-er los restos dd ejército de tragón Se) continuó atalayando H ejército
de tndaluda Pero el patriotismo español era incansable Nuevas quintas
en Kitrpmadnra) Castilhi habían planteado de improviso na nucro ejéi
rito de veinte mil hombres, que vino á presentarse al paso «1**1 emperador,
intentando cerrarle d dalUadero de Somocáerra i os primeros cuerpo*
rranceses rueron electivamente detenidos cierto rato i>or el fuego «IV la»
598 HISTORIA
baterías que defendían aquella garganta estreeha y de empinada subida
Fué precisa la presencia de Napoleón y el ímpetu irresistible de la caballe-
ría de la guardia para vencer la porfiada resistencia de los Españoles. Pe-
ro cuando se presentó el emperador, á una señal dada, los cazadores y
lanceros polacos dieron una carga, y en un instante desapareció todo obs
táculo. El ejército francés pasó por encima del enemigo, acuchilló á los
artilleros sobre sus piezas y se presentó á las puertas de Madrid, sin hallar
el mas mírjimo rastro del ejército español que habia querido detenerle er:
Somosierra. Esta acción brillante ocurrió el 29 de noviembre , siete dia.;
después déla batalla de Tudela. El \". de diciembre, el emperador plantó
sus reales cu San Agustín cá los alrededores de la capital, que capituló el i
al dia siguiente de la toma de Segovia por el mariscal Lcfebvre.
Madrid habia pensado al principio en defenderse. Cuarenta mil paisa
nos armados y ocho mil hombres de tropa , además de la milicia, estaban
encerrados con cien piezas de artillería. Habíanse abierto zanjas y levan
tado parapetos: todo aparentaba tenaz resistencia, pues las dos intimacio-
nes del emperador habían sido rechazadas con demostraciones de menos
precio y enfurecimiento. Entonces empezó el fuego dirijiéndolo contra el
palacio del Buen Retiro, inmediato al pueblo. Luego que el mariscal Víctor
ocupó aquel punto esencial, después de sangrientos reencuentros, se ama
gó á la villa con prontísimo esterminio, y esta amenaza surtió efecto. Kl
ejército español salió de Madrid, la milicia se marchó también, y las au
toridades Orinaron una capitulación.
Napoleón sobresalió en esta conquista con un rasgo que la saña del
pueblo español no pudo alcanzar, como lo hubiera hecho en otro tiempo
El mismo dia de la capitulación de Madrid, quedó suprimida la inquisi
cion, y se disminuyó considerablemente el número de los'conventos
i
ni s IPOI i «»\
Napoleón «lirijio despean mm nueta proclama a lo» K*p»ñ<
Un hoeabra alevosos que oí están descaminando . h-« «lijo
han empeñado en un» lnrhn desalmada Ivntm de BOfOl mo»e* m ha
lira roto armado» por todas las dinamias de la» íamorw^ populares Han
1 tIchh m marchas para derrotar vuestros • vio rti
Madrid, > aunque Ion derechos de la nuern me antorifan para hamr un
• mínenlo n empapar PO ftangK loi ultraje* herbó» a mi % a la
fninceaa . 10I0 be atendido á mi ámmm ai I li aabaí d» '
■ I .mi dd '2 «I»' jumo qu«' trataba de M vneatTO i- )• un ailor I ka dm
rhos fjM BM lian lido cedido» por loi pnneq.es de la nllima dinaitH . Ii i
pjerMoajM nn.ii.se lambuMi el di ronqniela Btfa on n*i.i
mi^dispOiK»onej. Aun quiero alabar cuanta generosidad cabe en tuc-an*
rooilOI qni. re ronvciirrrmc «Ir que os han encubierto Micstrm tfrdaoY
ros intereses K*panolcs. vuestra suerte está en vuestras mam
rebad rl teárM que te* Ingleses han sembrado entre totoaroi
nuniilo.n.miM »r .qnmia á vwstni prosperidad v engrandecimiento. h«
roto las (rabas que oprimían al pueblo; una eOMtita KM hl»eral o* fran
-,nea nna monarquía moderada en ve/ dr una autoridad absoluta Kn
vuestra mano esta que esta ronstitneion sea todavía vuestra |q
• Pero si todos mis roña ti* M malogran, aliadlo al terminal %
correspondéis a mi confian /a . no me quedara mas arhilno que d «le Ira
larosromo provincias COnqutSl »r i mi hermana en otro
rntiMi.es |.,tn,ir.' ii eorooa de Rspofti nbre mi cabe/a j sabré h
respetar ile los malvados, porqne l>ios me ha dado la fuerza j la voliin
tad necesaria para allanar todo*, los obstáculos. •
■MOrdirieron los Bapanoltl á lodo este eumnlo de anicua/n» I
preciando igualmente las promesas de lionaparte. I'ero no en vano se
pronunció la palabra ennstituei ni ; la uallanha castellan a la .¡arbolo en
sr.s pendones. \ los caudillos de la insurrección luv ieron que projioi
a la Kspana una conslitueion mas democrática que la acordada en Itayoua
Kl correjidor de Madrid . encabe/ando nna diputación déla villa lie
\ o á los pies del vencedor la espresion de unos sentimientos que ni
lian en los corazones, aero coya manifestación había Heajado á leí imprrs
rmdiNe por la ocupación militar de la capital Siento .1 daño que luí
pmlerido Madrid, contesto el emperador. > miro .• -m.» mu dicha portara
lar .-I lialn-r |*vl. I» salvarlayeseiisarle m ■ inkM
i roMik ociado quedo cnanto cnndii/ca al m>
dadanoa, sabienfornanrongojosamUincritidm -los lo» por
DKM \ todos k» individuos.
• He conservado las órdenes rchjiosas. reduoeado .1 numero de tos
frailes No ha] un hombre aaajajo qne ■ . pensara pie eran d. manado
m H «obrante i!e los bienes ile lo* convnMo* be alrn.li
400 HISTORIA
do á las necesidades de los párrocos que forman la clase mas interesante
y provechosa del clero.
« He abolido ese tribunal, contra el cual estaban clamando el siglo y
la Europa. Los sacerdotes deben dirijir las conciencias, mas no ejercer
ninguna jurisdicción esterior y material sobre los ciudadanos.
i He suprimido los derechos usurpados por el señorío en tiempos de
guerra civil.
« He suprimido también los derechos feudales, y cualquiera podrá es-
tablecer posadas, hornos, molinos, fábricas, almadrabas y dar vuelo es-
pedito á su industria El egoismo, la riqueza y la prosperidad de un
corto número de hombres dañaban mas á vuestra agricultura que los ca-
lores de la canícula.
« Así como no hay mas que un solo Dios , no debe haber en un estado
1*1 KAMI i n\ 401
mas qor nna sola Jlkil Mal I M jmlioa* particulares habían sido MR
peda* y eran contraria» a lo» derecho» de la nanon . y por lanío lea be
abolido
• Tamlurn be «la«l.> i conocer .i oaila uno lo que podía lemer y «ape-
rar
• Ningún ajuttflo hay capa» de diferir por mucho tiempo la ejec»
rion de mis voluní
• Loa Borbones ya no pueden reinar en Kiiropa
• Li |. ii. ti. i. >ii jwwlrá lanar en sos opiniones, se han «lesmandadn en
dtMMlMpaalooes; pem vuestros niclos me henderiráaeoMOá IMÉI
regenerador, y contarán en el número de lo» días memórala lo* une he
pasado con vosotros. •
Durante su corta residencia en la capital de las Kspanas. Napoleón se
dedico á inspeccionar el desempeño y mantener el buen proceder de sus
tropas. Paso H O de diriembre, en la dehesa de las Guardias , retíala al
ruerpo del mariscal l,elebvrc; el tO.á los rojimirntns tW l.i ronfederacion
del Rin. y H 1 1 , á la caballeria en la que deacollaban los lanceros
K< coronel de eate hermoso cuerpo recibió de manos del
aquella última revista. I > rnu de comendador de la l-epon de Honor.
Desdo Madrid remitió Napoleón al Monitor una nota desmintiendo Li
respuesta dada por la emperatriz auna diputación del cuerpo lejisla ti vo.
y en la que Josefina había colocado este cuerpo en la cumbre de las jerar
qmas políticas diciendo • que representaba la nanon •
N i|H»!eon declaró en su periódico ministerial «que el primer represen
i inte de la nanon era el emperador.
Se ha clamado mucho contra esta pretensión, y sin embargo era con
íorme al orden legal de la époea y fnndad.i ante todo en la prepotencia
de los hechos
ví y
i I
I !
¡
402 HISTORIA
El pneblo,quehabia colocado en el solio á Napoleón, primero con sus
aclamaciones, y luego con sus votos manifestados de un modo cualquiera,
debia hallarse mejor con aquel representante que con una junta cuyo nom-
bramiento le era ajeno.
Y además, ¿era por ventura adecuado el cuerpo lejislativo para go-
bernar á la Francia y hacer frente á todas las urjencias de su situación en
medio de las circunstancias en que se hallaba la Europa, como lo hizo
Napoleón? No, por cierto. Él era pues el que tenia en sus esclarecidas y
poderosas manos todo el destino presente y próximo de la nación , era su
verdadero representante, y no la junta inservible que solo era de suyo un
destello del poderío imperial , por el modo con que se efectuaban las elec-
ciones , y que hubiera sido incapaz de ejecutar lo que realizaron el brazo
robusto del dictador y el numen del hombre grande.
Sin embargo , mientras que el emperador se afanaba en Madrid por la
organización de la España , lo cual no le imposibilitaba el zelar las espre-
siones y los actos de las personas que le representaban en París , las ope-
raciones militares continuaban en las provincias españolas, en donde el al-
zamiento seguia retoñando por todas partes de sus cenizas.
Los Ingleses habían dejado el Portugal para acudir en auxilio de la
capital de la monarquía española ; pero el jeneral Moore, perdiendo la es-
I»K NAPOLEÓN
peranra de Itcppir á tiempo, vanó de repente de pUn e ide» • I mt
atravesarse sobre Vallailolirl pata corlar las comunicaciones ilH iJfrtMll
francés ; p*ro ll redundo rn Mimo descalabro Acometido por «na parir
cortado por oír» , tuvo qnr rontram.irrh.ir desventuradamente sobre I*»
lencia. contrarestado y perscsnido por el mariscal Sonll . hasta la i • ■
N dondfl fu»* mortalmrntc hendo después de haber perdido «lir/ mil luán
bres . caballos . canon» y promisiones de toda ríase l,os rcstm de h
rilo tuvieron mucho tralmjo en hacerse á la tela .\ ibawJotWOI ln
al mariscal , después do una vana tentativa de defensa que duro tres di«<
Sonll había dispersado también, durante esta persecución . el cuerpo espn
ñol de la Romana que so habia refujiado en las montañas d<- uiunas
i'
404 H ISTMIA
El emperador había salido al encuentro á los Ingleses luego que supo
su movimiento sobre Madrid, y las operaciones habían empezado en Gali-
cia bajo sus órdenes y en su presencia. En los primeros dias de enero, su
cuartel jeneral se trasladó sucesivamente á Astorga y Benavente. También
lo estableció , duranteestaespedicion,enTordesillas,en las obras esterto-
res del convento de Santa Clara, en donde murió Juana la Loca , madre
de Carlos V. Estaba aquel convento construido sobre un alcázar morisco,
conservándose todavía un baño y dos hermosas salas. La abadesa, de edad
de setenta y cinco años, se presentó al emperador, quien la recibió con su-
ma distinción y le dispensó varias gracias.
En Cataluña, (iouvion-Saint-Cyr habia entrado por traicionen Barce-
lona, después de haber tomado á Rosas, y el marqués de Vives, derrotado
en Canledcu, se habia malquistado con la junta.
Así desde la llegada del emperador á España todo habia mudado de
semblante, la victoria habia vuelto bajo sus banderas, tan oficiosa y veloz
como lo habia sido hasta entonces en Alemania y en Italia.
En menos de dos meses, el ejército inglés habia sido aniquilado, el
cuerpo de la Romana destruido , la capital recobrada y ocupadas las prin-
cipales provincias. Los desastres de Dupont y Junot quedaban así desagra-
viados con ventaja. Si los Españoles persistían en su encono al dominio
francés, el gabinete inglés empezaba á temer sin embargo que viniesen á
quedar inutilizados por mucho tiempo y subyugados, si no reunidos; y á
pesar de la apariencia de su rendimiento, no por eso hubiera salido menos
frustrada la lejitimidad en esta primera guerra, la mas próspera de cuan
tas había sostenido contra la revolución. Era por lo tanto preciso que aban-
donase la España el numen incontrastable que habia venido á destruir las
grandes esperanzas ideadas después de las capitulaciones de Haylcn y de
Cintra. La diplomacia inglesa se encargó de llamarle al Norte y obligarle
otra vez á dividir sus fuerzas. No fué la frusta, aun resentida del tre
mendo descalabro recibido en Jena, la que sirvió esta vez de instrumento
al gabinete de San James ; tampoco fué la Rusia , pues no habia cicatriza-
do sus llagas de Friedland , y además no se hubiera atrevido á manifes-
tar tan pronto la hipocresía de las protestas amistosas de Erfurth ; fué el
Austria, vuelta en sí del abatimiento que habia manifestado después de
Austerlitz , la que consintió en provocar otra vez al vencedor»harto jene-
roso que la habia indultado indiscretamente. Tres años de paz y de sosie-
go le habían bastado para reorganizar sus ejércitos; se sentia dispuesta á
sostener la campaña, y si alcanzaba triunfos, entonces la diplomacia vete-
rana manifestaría que ya no se conceptuaba atada en Berlin y en Peters-
burgo por el tratado de Tilsitt, así como tampoco se habia creído mania-
tada en Viena por el de Presburgo. Cualquiera que sea el caso, hay siempre
la seguridad de hallar un refujio en la jenerosidad del vencedor; y si se
DK \ \l»n| }n\ KM
IMilivm nuevo» desmane* . se firmar* nn nuevo ir» l ido Podran impo
norv alguna* concaÑooei territoriales ; prro H solio quedara siempre in
. nln bo BapaAa lacauai de h antigua «oiwrania «trayendo i»u
tremendo ■ntigpiiiíl ni interior do la Jermaun
Napoleón h bailaba bo ValladoHd emdo Mipo las disposiciones boa
"c
A^
* i
liles y los armamentos dd \u>ti ia Después de recibir en aquella ciudad
i epetidM digitaciones llegadas de Madrid, decretó la supresión de un COI
rento de dominicos, eu donde habían muerto á un soldado
trandosc propicio á los benedictinos, que solo se dedicaban á
4!)(i HISTORIA
al cultivo de la literatura, y quehabiau salvado la vida á muchos France-
ceses,y salió atropelladamente de España para regresar á París, á donde
llegó el 25 de enero de 1809.
X*^—^.^!
capiti u> \\i\
«Mi #■! Anuro
su regreso de Bayona, en agosto de 1808.
supo Napoleón que el Austria, ruyo ademan
fue muy ambiguo durante la «imparta de
Prusia , dejaba entrever intentos avieso»
contra la Francia, Con este motivo hablo Mi
rebozo á M . de Metternieb , embajador de
1 aquella potencia , que habia ido con H coer
po diplomático a San Cloud para obsequiar á
S. M. I. y K. el día de su festividad. Kl em
bajador se desaló en protestas pacifica* por sn corte y manifestó que los ar
mámenlos tachados ante d gobierno francés no tenian mas que un objeto
dcMMifO Napoleón le replicó lo impropia que era aquella demostración,
puerto que ningún motivo de zozobra mediaba para H Austria . cnanto
mas anuncios ni remotos de rompimiento i (.reo «in embargo .
que VMOtfO emperador no quiere la guerra; cuento con la
// 7
408 HISTORIA
me dio en nuestra conferencia. No pueden caberle enconos contra mí. Ocu-
pé su capital y la mayor parte de sus provincias, y todo se lo devolví
¿Creéis que hubiera obrado con igual moderación el vencedor délos ejér
citos franceses que hubiera sido dueño de París? ( M. de Metternich y todos
los diplomáticos y príncipes de la liga han respondido á esta pregunta en
abril de Í8I4) Amaños personales os arrebatan á donde no quisierais
ir. Los Ingleses y sus parciales son los que providencian estos yerros; ya
se están aplaudiendo con la esperanza de ver otra vez la Europa incendia-
da » Mr. de Metternich insistió en negar las miras hostiles de su go-
bierno. Mas adelante y á principios del mes de marzo de -1809, cuando
Napoleón volvió de Madrid , por temor de un próximo rompimiento acar-
reado por la corte de Viena , el embajador austríaco osó tener idéntico
lenguaje con Mr. de Champagny, ministro de negocios estranjeros. «Si el
emperador, le dijo, abrigaba verdaderamente zozobras acerca de lo que
se llama nuestros armamentos, ¿porqué no me habló de ello en vez de re-
servarse de mí, convocando las tropas de la Confederación? nos hubiéra-
mos esplicado y probablemente entendido. —¿Y deque hubiera servido
eso? respondió el ministro francés. ¿De que sirvieron iguales pasos dados
cinco meses ha? El emperador ya no os habla, porque entonces os haLló
en vano , porque habéis perdido para él , vuestras promesas falaces, la
fe que se concede al dictado de embajador Además, el emperador no
os pide nada sino que le dejéis gozar de la paz; no quiere la guerra ; pero
os la hará, -si le precisáis. No os ha dado el mas mínimo pretesto No sé
hasta qué estreñios van á lanzaros esas disposiciones; pero si se entabla la
guerra, será porque así lo habréis querido. » M. de Metternich, confuso, se
retiró quejándose de que no se le trataba cual debia en las tertulias de la
corte , y M. de Champagny le replicó que la corte de Viena era la que ha
bia faltado á su propio decoro, por no haber ejecutado las promesas que
habia hecho su embajador. Aquel ministro comunicó al senado, en la se
sion del i 4 de abril, ambas conversaciones, la suya y la del emperador con
el embajador austríaco ; manifestó los preparativos hostiles de la corte de
Viena, y según su iuforme, un consejero de estado presentó una minuta de
senado consulto que ponia cuarenta mil reclutas á la disposición del mi-
nistro de la guerra. Se adoptó la propuesta, y el senado añadió una ma-
nifestación en la que reproducía las memorables palabras que Napoleón
habia espresado en una carta al emperador de Austria. «Que las provi-
dencias de V. M., habia dicho Napoleón, manifiesten coníianea y la lo-
grarán. Hoy dia la mejor política se cifra en la llaneza y la verdad. Que
me confie sus recelos cuando se los ocasione , y al punto los desvaneceré. »
Francisco 11 habia confiado sus zozobras al gabinete de Londres, y
cuando el senado francés votaba nuevas quintas y aprobaba los prepara-
tivos de guerra, ya habían empezado las hostilidades; el Austria habia pu-
DI N M'»| ) iiN
binado «m manilie*to i invadido Im r<l*1m de h
Napoleón (Win. romo su ministro, que no habui «Ubi » U roete de Viena
•-I nm« mínimo prcte*to para un rompimiento. % acaso repetía romo en I**
campana* de \n*lrTh!/ v «le Jrna. «pie no sabia lo que de H querían ni por
qué peleaba Sin embargo el gabinete MUlrfMO se bahía espitando en tíf-
minot «Ir desvanecer *n* aprensiones . > dar A piil.n«l.r que no era por
i «i arioi particular»** . sino por moúvm jcncrolc*. por una • ue*tton euro-
yen . por la causa tjtjc lab*] «Mijcn«lra«lo todas la* . nligaonnes anteriores
y qnr había quebrantado la fe jura«la en el campamento de \ii«icrh(/ y
asentada en el tratado «lo rreshurgo. Kra la reproducción <le lo* manific.*
loa .Ir la l'.nropa añeja desde d de Brunswick era una nueva cru/a.h OS*
ti consejo Áulico estaba predicando contra ol rnrmtgo enmun , estoca ,
contra la Frauria. H siglo \ l.is máxima-, nuevas de que NnpoJeun erad
representante.
1 1 \uMria m había declarado en U de abril, y el lo »u> ejercito» «alian
a campana. F.I VI, d emperador, enterado por d telégrafo de que d ene-
Daajo había pasado el Inn. se marcho al instante de Parí*, el ir. de
abril, llego á Ihllmgen y prometió «I rey de Batiera que dentro de quince
.has le restituiría .1 su capital de dondi el tf»MÍa«Gnrtoi k había arroja
do; d 17, estuvo en iMiiaurit. y «hjoá sm soldados en una prorlama:
■ toldados, h.i m,|o atrofiado .-I territorio <le la confederación H |i
neral austríaco quiere «pie huyamos ,il tspoetO «le sus armas y queoVsam
|varrroos a nuestros aliado* Yo llego con la vclocnlad de una centella
• Soldados, vosotros Be «atabais en torno cuando el soberano «le \ns
tría uno a mi campamento de Morana: le oísteis implorar mi ciernen. 1 1
y jurarme amistad eterna. Vencedores en tres guerras , todo lo debí.» d
\ustria a nuestta jenerosidad; tre-» \«vin fue perjura. Nuestros triunfos
paandoason l> prenda segura «le la ridoriaque mi espera.
• Marchemos pues, y que a nuestro aspecto el enemigo reconozca a su
v encedor. »
0 \ usina había contado con la ausencia de Ninoleou y «le m guardia
y con la (alta délas aguerridas tropas de Marengo y de Austerht/. Sabia
«pie solo quedaban ochenta mil Franceses desparramados por toda la Ale
mama . y su ejército, dividido en nueve cuerpos á las órdenes dd arriuda
«jue < arlos. %sceodia a quinientos mil hombres Sus primeros m.nmi. n
tos habían sido venturosos. El rey de Bañera había huido de Munich al
asomo dd archiduque, quien había marchado vdoiiaimsmnili dd Inn al
Iser. B ejército francés te hallaba á la saxoo disperso por una linea de
jnas. lo cual le esponia a quedar acorralado y sueesitamrnte
FJ jeneral austríaco lo había advertido y te nwstraba
cuando la llegada de Napoleón dio nuevo aspecto é los
\maino d ardimiento en d príncipe Carlos y en su ej^éreito,
4Í0 HISTORIA
al contrario mas y mas el denuedo en el soldado francés. Todo lo descar-
riado quedó repuesto. El emperador acudió al arbitrio de sus asombro-
sas maniobras, y cumplió la palabra que habia dado al rey de Ba viera,
pues antes de acabarse los pocos dias lo acompañó triunfante á su capital.
El 25 de abril, el monarca bávaro hizo su entrada en Munich, y Napoleón
en seis dias alcanzó otras tantas victorias contra el ejército austríaco. Has-
ta eH 9 no se habia podido dar alcance al enemigo, y dos triunfos esclare-
cieron aquel diacon la refriega de Pfaffenhoffen y la batalla de Tann. En
el reencuentro de Peissing, el tremendo 57°., mandado por el valiente coro
nel Charriere, abonó su nombradla; acometió solo y derrotó sucesivamente
seis Tejimientos austríacos. El 20, nuevo encuentro en Abensberg, nueva
batalla y nuevo triunfo para los Franceses. El enemigo se mantuvo firme
una hora y dejó en poder del vencedor ocho banderas , doce piezas y diez
y ocho mil prisioneros. El 2\ , el empeño de Landshut completó la derrota
del dia anterior. En aquel trance, el jeneral Mouton, acaudillando una co-
i»i NAPOLEÓN ni
Inmnn de granadero* , so arrojo por modín (Ir la» llama» qu* consumían
uno ilr los puente* del Isor. • Adelante y sin tirar . • voceo a sos (toldados
roa impela atronador.)- en pocos instantes se interno en la andad. que fué
teatro de nna sangrienta lid . y que ol rnnnmo no lardó ai desamparar.
Kn este momento rl archiduque Carlos, al frente del cuerpode Rnhemia,
sorprendió en Ratisbona nn destacamento de mil hombres qne estaba en
«argado <lc guardar el puente y que se dejo acorralar y cojrr por falta de
habéreek avisado que so retirte*. A la primera noticia de esie acontecí
miento, el eni|ierador juro que dentro de veinte y cuatro horas correría la
sangre austríaca en Hatisbona para vengar la afrenta hecha a sus armas
Couefocto, el 22, marrbó contra aquella andad, y encontró al enemigo con
ciento y dio/ milhombres qne había tomado |M»sieion en Kckmiihl Nueva
coyuntura filé aquella para el emperador de dar una batalla reñida y alean
/ar un grandioso triunfo. Kn pocos instantes aquella crecidísima inerte
atacada por todos puntos fué arrojada de sus postáODM y completamente
derrotada dejando la mayor parto de su arlillei ia. quince banderas v \. m
te mil prisioneros Kl archiduque (irlos se salvo a rienda suelta.
Al día siguiente 'i"» . el ejército victorioso se presenta dolante de Ratis
bona que no acierta á resguardar la caballería austríaca arrollada por
I -mués poro seis rejimienlos .pi«> el arelnduque había dejado en la pía**
tratan de defenderla. Kl emperador acude en |>ersona para disponer el
4L2 HISTORIA
avance, y queda herido de una bala en el pié derecho. Al punto se divulga
esla noticia por el ejército, y los soldados se agolpan despavoridos ; pero
apenas llegan, cuando Napoleón, que se habia hecho curar, vuelve á mon-
tar á caballo en medio de estruendosas aclamaciones. Pronto se escalan
las murallas y se toma la ciudad ; cuanto se resiste queda pasado por las
armas; ocho mil hombres son los rendidos.
Entretanto el mariscal Bessieres persigue los restos de los cuerpos aus-
tríacos derrotados en Abensberg y Landshut. Los alcanza el 24 en Neu-
mark en el momento en que acaban de rehacerse con un cuerpo de reser-
va que llegaba sobre el Inn, los derrota y les hace mil y quinientos prisio-
neros.
Aquel mismo dia el emperador publica en Ratisbona la orden siguiente:
« Soldados ,
« Habéis correspondido á mis esperanzas ; habéis suplido el número
con vuestro denuedo, señalando gloriosamente la diferencia que media en-
tre los soldados de César y los ejércitos de Jérjes.
« En pocos dias hemos triunfado en las tres batallas de Tann , Abens-
berg y Eckmuhl y en los reencuentros de Peissing, Landshut y Ratisbona.
Cien piezas de artillería, cuarenta banderas, cincuenta mil prisioneros,
tres trenes completos y tres mil carros con bagajes y todas las cajas de los
rejimientos : he aquí el resultado de la rapidez de vuestras marchas y de
vuestro esclarecido valor.
« El enemigo, alucinado por un gabinete perjuro, mostraba trascordar
lo que erais; pronto vuelto en sí, os está viendo mas terribles que nunca.
Poco ba atravesó el Inn é invadió el territorio de nuestros aliados ; poco
ha se prometía trasladar la guerra al regazo de nuestra patria. Hoy der-
rotado y despavorido, huye desconcertadamente; mi vanguardia ha pasa
do ya el Inn ,y antes de un mes estaremos en Viena. »
Esta osada predicción tendía cumplimiento como la que hizo al rey de
gaviera. ¡Napoleón vaá dirijirse rápidamente contraía capital del Austria.
El 30 de abril, su cuartel jeneral se halla en Burghausen, adonde lacón
desa de Armansperg vino á suplicarle que la restituyese su marido, á quien
los Austríacos habían llevado prisionero conceptuándole afectísimo á la
Francia.Aili publicó Napoleón el tercer boletín del grande ejerciten el cual
arrebatado con el recuerdo de las conferencias de Austerlitz y olvidando
que no hay empeño sagrado para los príncipes de antiguo linaje con los
gobiernos de oríjeu revolucionario , se espresa con amargura y aspereza
acerca de la persona misma del emperador Francisco. « El emperador de
Austria, dijo, ha salido de Viena, y á su marcha ha publicado una pro-
clama redactada por Gentz , en el estilo y con el destemple de los mas ne-
cios folletos. Se ha dirijido á Schardiug, posición que ha elejido cabal
I
l»K NAPou.on 113
ni ni-' para no estar ai ninguna parte, ni cu Ni capital para gobernar su*
rsu.lm.ni '" "" campamento, ea* don» Ir hubiera sido nu estorbo
vible. Difícil r* *rr un principe ma« endeble y fementido. • si >
esta resuelto a destronar ni monarca n quien ultraja ron tanta solemnidad.
«u lenguaje no es mu qoe injurioso ; pero si debe tratar lodaffi eoo «l y
dejarle en eJ wliodc orí grandiosa j respetable monarquía. »str lengua
je a inÓHscrOtO, porque vtertt C0 el alma <I«*1 plioeipe, tan altamente ni
iraj uto, enconos profundos que liaran masque mima lotpecbosaa y es
puestas toila paz y ali.ni/ i < 00 '•> COfaYttl \iena.
Kl I* (Ir mi).' el .11.11 te| JenOlll H asento en Itieil, a donde llegó de
no, he d uaapfradoi. Kl IV un cuerpo ilc treinta mil Austriaeo*. resto de
loi vrocidoi da l.indshut. se retirnlia sobre Kbcrsl>crg, ruando fai alean
zado por los tiradores del Po y los ea/adores rorros que I»' causaron
da p«-rdida lU'ssirres \ omlinoi arnbahan de reunirse con Masscna y se di
njian sobre Klicrsberg. amanando en\olvcr y destruir el cuerpo austríaco,
H jeneral (Japarede marchaba aJ frente con su división que apenas conta
batióle mil hombre I leajaejW ImÜM di^embocado, el cnctiiigo, en po
siciou ventajo» i. no quiso aguantar que llegasen los diferentes cuerpos del
ejército francés que le pcrsrgiiian . ttOOÓ la dnision de vanguardia dea
pues de balier incendiado la ciudad que estaba construida de madera. Kn
un instante el incendio lo abraso lodo, hasta los primeros áreos del poen
te Kl fuego detuvo en su marcha a Dcmiens, que poJlbo el puente con la
■ aUillena para sostener á Claparede. Kste jeneral tuvo que defenderse so
lo|»or es|iacio de tres botas 000 Míe mil hombres contra treinta mil. Pero
al lin se abrió paso por medio de lasllamas. y los jenerales leerand y l)u
rosno] llegaron por diferentes puntos. Kl soldado francés descolló con pro-
dijios de intrepidez y de valor. Kl castillo fué tomado é incendiado, y el
er.emujo se retiro dtNordcnadameiitc hasta Knns . en donde quemó H
puente para resguardar su fuga por el rumbo de Viena. I -os Austríacos
perdieron doce mil hombres en la refrieua de Khcrsberg , en estos, líela
mil quinientos prisioneros. Kl quinto boletín condecoró en estos términos
a los vencedores de este día
• la división de Claparede, que forma parte ile los granaderos de Owtt
not, se ha cubierto de gloria ; ha tenido trescientos muertos y seiscientos
herÑlos K* ímpetu de los batallones de tiradores del Po y de caradores
corzos ha llamado la aleación de todo el ejército. Kl puente . la nadad
y la posición de Kbersberg pregonarán alta y perpetuamente su deooedo
Kl viajero se detendrá y dirá: — Aquí fué, con esta hermosa posmoo y es-
te puente tan grandioso y míe castillo tan fuerte por su situación, donde
siete mil K ranéese* desalojaron A treinta y cinco mil Austríaco». •
Kl enijHTador recibió en sus reales de Kl»er*berg una diputación de
¡os estados de la Mta \ostria. Kl 4, durmió en Knns en el castillo dd con
414 HISTORIA
de de Awesperg, y se volvió á hallar el 6 en la famosa abadía de Molck,en
donde schabia detenido durante la campaña de 1805, y cuyas bodegas
abastecieron por esta vez al ejército de algunos millones de botellas de
vino. Al pasar delante de las ruinas del castillo de Diernstein en un cerro
elevado mas allá de \Iolck y por el rumbo de Viena, el emperador dijo al
mariscal Lannes que se hallaba á su lado: « Mira, allí está el encierro de
Ricardo Corazón de León. También él fué como nosotros á Siria y á Pa
lestina. El Corazón de León, mi valeroso Lannes, no era mas denodado
que tú. Fué mas afortunado que yo en San Juan de Acre. Un duque de
Austria lo vendió á un emperador de Alemania que le mandó encerrar ahí.
Era en tiempo de barbarie. ¡ Qué diferencia con nuestra civilización ! Ya
se ha visto cómo he tratado al emperador de Austria pudiendo hacerlo
prisionero. Pues con los mismos términos volveré á tratarle, no porque
yo lo apetezca, sino porque la época así lo requiere. » Razón tenia Napo-
poleon: pues la época le hacia jeneroso, esclarecido y magnánimo después
de la victoria; el siglo obraba en él, cuando apuntaba por sus procedimien-
tos con los monarcas vencidos la distancia que media entre nuestra civi-
lización y la barbarie. Pero si se muestra hijo de la civilización con la so-
beranía añeja , esta permanecerá por el contrario digna de su oríjen,
mostrándose observantísima de los errores de la barbarie. El numen del
siglo XIX habia sido el huésped cortés y benévolo del campamento de Aus-
terlitz; el desenfreno de la edad media será el alcaide feroz de Santa He-
lena.
Desde Molck se trasladó el cuartel jeneral del emperador, el dia 8, á
flK N\IM»I ION M .
San Poltrn IVm día* después, á la« nnetc de la mañana , Napoleón se Im
Hala á la« puertas do \ icna
i ' <l* allí mandando rl archiduque Maximiliano hermano (H»rm
jh r.iiri/ Trato do defenderla y lerba/n ron altucj l*« pr imeres intima
< ÍOMI que se le hicieron Aquel principe btsono estrrmó mi ceguedad has
l« rl punto do decretar una especie de o\ ación * un caudillo de motín
que había qneliranlado el derecho de joules en la persona de un edecán
.1.1 muitc.il I annes , cimado como parlamentario . mando pasear Innn
talmente al mencionado frenético por toda* la» calles de Viena . montado
.11 el rahallo nmmn del oficial francos que había «ido coltanlomentc aaal
i I < mperador era dueño da loa arrabales, que forman las dos tetóme
partes de la población de aquella capital. Allí organizo una guardia mi
rn y municipalidades que enviaron una diputación al archiduque «apocan-
dolé que mirase por sus moradas: mas el principe ai desentendió de la su
plica y continuó el fuego. Knlónccs el emperador tuto qoe disponer el
bombardeo I na batería de retóte morteros, colorada á cien toceos de las
murallas, empeced 1 1 á las nuevede la noche, y en menos de cuatro ho
ras disparo mil y ochocientas bombas sobre la ciudad, la cual A poco ralo
esturo ofreciendo alia una perspectiva de i olean inmenso, A coya falda se
rciolwa acA y acullá atropelladamente un vecindario despavorido. í>os
pues de mil conatos infructuosos contra la faena de loa sitiadores, sabedor
el archiduque de que los Franceses habían pasado un brazo del Danubio, y
f ruñando que le cortasen la retirada, salió arrebatadamente de la ciudad A
/,1fi HISTORIA
favor de la noche, dejando al jeneral O'Reilli el encargo de capitular. Con
■efecto, al rayar el dia, aquel jeneral mandó anunciar que iba á et-sar el
fuego, y poco después envió una diputación de que formaba parte el arzo-
bispo de Viena, y Napoleón la recibió en el parque de Schcenbrunn.
El mismo dia \2, se apoderó Massena de Leopoldstadt. Por la tarde se
firmó la capitulación de Viena, y el 13 á las seis de la mañana, Oudinot, ca-
pitaneando sus granaderos, ocupó la plaza. Al punto se publicó la orden
del dia siguiente :
« Soldados ,
« Al mes cabal de haber atravesado el enemigo el Inn, en el propio dia
y á la misma hora , hemos entrado en Viena.
«Sus landwehres, sus levas en globo, sus resguardos levantados pol-
la saña desvalida de los principes de la casa de Lorena, no han contrares.
lado vuestras miradas.
« Los príncipes de esta alcurnia han desamparado su capital, no como
soldados pundonorosos que se avienen á las circunstancias y á los reveses
de la guerra, sino como perjuros á quienes persiguen sus remordimien-
tos.
« Al huir de Viena, el incendio y la muerte han sido sus despedidas de
los habitantes, y asemejados á Medea, han degollado á sus hijos por sus
propias manos.
« Kl pueblo de Viena, huérfano y en total desamparo, según la esprc-
sion de la diputación de sus arrabales , será el objeto de vuestras atencio-
nes. Tomo al vecindario bajo mi protección especial. En cuanto á los albo-
rotadores y malvados, haré con ellos un escarmiento ejemplar.
« Soldados, sed avenibles con el paisanaje bondadoso, con este hon
rado pueblo que se hace muy acreedor á nuestro aprecio. No hay que en-
greimos de todos nuestros triunfos; veamos en ellos una prueba de la
justicia divina que castiga al ingrato y al perjuro.
« NArOLEON. ■
Persistía siempre en la guerra el ejército austríaco, aun después del
abandono de su capital. Al resguardo del Danubio, cuyos puentes habia
volado en Viena y lugares circunvecinos, estaba en acecho d^coyuntura
adecuada para tomar la ofensiva. El puente de Lintz fué el primer punto
de sus ataques; pero Vandamme le opuso porfiada resistencia, y Bernadot
te , que acudió, logró derrotarlo completamente. Por su parte Napoleón
estaba ansiosísimo de atravesar el rio para terminar aquella gloriosa cam-
paña. Llamaba entonces su atención la reconstrucción del puente. Massena
habia ido colocando varios sobre los brazos del Danubio que riegan la isla
de Lobau; y Napoleón determinó valerse de ellos para el tránsito de todo
DL N uni.l <>\ ¡17
el ejército. En Ira «lias loi caernos de Launcs. Hossiercs y Masscna se ba-
llaion trasladados a la isla, desde la nial se comunicaba ron la orilla don-
cha (M>r un ponte dfl barras de qoioieolM toesas de largo y que cabria
tres braxo> del rio. Otro puente de anas sesenta toesas «Ir largo unía la
isla ron la orilla izquierda. \ por < I desembocaron sin tropie/o.el día '21 do
mayo, trrinta y rinro mil hombres para colocarse en batalla desde \s
|mtii hasta Kssling Pero a las rualn» de la larde clarrhiduqurCarlo*, que
había reunido todos los restos de los diferentes coerpoi tostriacoi derrota
dos cfl Naviera y que había heeho afamar sos reservas, M premié al
frente de cien mil hombres y se descolgó sobre los nirr|H>s de M.iwn.i.
Linnes y Bcssieres.que eran los uniros del ejército francés que habian pa
s.idi» a la izquierda del Danubio. Masscna fur el primero atacado en As-
pero J M mantuvo á |>esar de la inferioridad del numero bacieodo prodi
jios de valor ; lo mismo ejecutó Lanncs en Kssling, mientras que Bcssio
res daba brillantes cargas de caballería contra el centro del enemigo sitúa
do entre ambas aldeas
> el fuego al cerrarla norhe. Los dea mil tostriacoi dd principe
C-árlos no habían podido conseguir que retrocediesen una pulgada los Ireio
ta y rinro mil Franceses de MasM-na. Laooes y Bossirres. Megan los re
róenos y fatalísima jornada es|iera el día siguiente al archiduque. Con
efecto, los granaderos de Oodinot, la división deSau Hilan e. dos brigadas
de caballería lijera y H tren de artillería pasaron los puentes de noche y
ocuparon sus posiciones en la linea di- batalla. Napoleón lo dispuso todo
para una gran victoria. A las cuatro de la mañana el enemigo volvió á dn
la señal del avance , atacando la aldea de Aspen ; pero .Masscna estaba allí
para defenderla. Aquel guerrero esclarecido, cuyo denuedo, serenidad y
conocimientos militares nunca descollaban mas altamente que en los tran-
ce! apurados, no se contentó con rechazar á los Austríacos en todos sus
ataques; tomó pronto él mismo la ofensiva y arrolló las columnas que se le
oponían. Al mismo tiempo Lannes y la nueva guardia se arrojaba allá eon-
tra el ejército austríaco con el intento de zanjar la comunicación de en
trombas alas. Todo cedió ante el heroico mariscal, y la victoria era ya cier-
ta y decisiva, cuando á las siete de la mañana informaron al emperador
que una avenida del Danubio arrebatando plantíos, balsas y hasta los ras-
tros de habitaciones , se había llevado el gran puente que enlázala la isla
de Loba o .011 la orilla derecha y que formaba e¡ único medio de corauní
cacion entre los cuerpos empeñados en la orilla izquierda y el resto del
ejercito trances, ion tamaña novedad, Napoleón no teniendo mas que
caneáosla mil hombres para hacer frente á cien mil, manda suspendere!
movimiento hacia delante , dando orden á sus mariscales de que conser-
ven solamente sus posiciones para efectuar después su retirada a la isla de
U>ba u ('.limpíese puntualmente la orden Jeuerales y soldado». scMinn-n
418 HISTORIA
esforzadamente el honor de la bandera francesa. E! enemigo, sabedor de
la rotura de los puentes que habían detenido el parque de reserva del ejér-
cito francés, privándole así de municiones, se atreve á tomar la ofensiva
sobre todos los puntos. Ataca al mismo tiempo Aspern y Essling por tres ve-
ces y otras tantas queda rechazado. El jeneral Mouton descuella capitanean-
do los fusileros de la guardia. El mariscal Lannes, á quien el emperador
habia encargado conservar el campo de batalla, desempeña heroicamente
aquella disposición, y coopera eficazmente á salvar tan preciosa porción del
ejército francés, cuya existencia acababa de comprometer un fracaso. Pero
aquel servicio señalado era el postrero que tan esclarecido guerrero debía
hacer á su país y al gran capitán , que era mas bien su amigo que su amo.
Una bala le lleva el muslo al terminarse la jornada, y aunque se le hace la
amputación y con un éxito que infunde esperanzas, no vienen estas á rea-
lizarse. Llevan en hombros al mariscal ante el emperador, quien no pue-
de contener sus lágrimas al ver herido de muerte á uno de sus mas queri-
dos compañeros de armas. « Preciso era, dice, volviéndose á los que le ro-
deaban, que golpe tan atroz traspasase mi corazón en este dia para que
pudiese hacerme trascordar á mi ejército. » Lannes , que habia perdi-
do todo el conocimiento, recobró el sentido hallándose junto á Napoleón, y
atrojándose á sus hombros le dice: « Dentro de una, hora habréis perdido
»l que muere con la gloria y el convencimiento de haber sido y de ser
I»| N U*0| I <»N ll'l
\ucstro mejor amigo • 1 1 maria .ihni» todavía diez di
dios la esperanza de salvarlo; pcw una calentura maligna Ir arrebato el
"i do mayo en \ icna • Ba el monwolo de dejar la «ida. ha dicho Ñapo
l< un. el hombre so apega n rila ron todo su ahinco L-innov rl ma* «ilion
le «Ir todos los hombres, aunque privado <le entrambas pierna». no QM
i ii morir A rada instante andaba el desventurado pregiintait«l<» 101 «I
emperador : se asía de mí eon lo que le quedaba de «nía ; no quería y no
|M'n*aha sino en mi Kspeeiedo instinto . pues seguramente amaba masen
tr añabloinonle a su mujer y á sus lujos. « sin embargo no hablaba de cll<x.
I-M,pie nada podía esperar ; él era quien los resguardaba, mientra* por
••I contrario \ o era su protcetor. Yo era en confuso como algo alia «upe
rior . era su pro« ideneia . y me imploraba Imposible se liana . anadia
Napoleón . imposible sor mas valiente «pío Mural y (jinnes Kl primero no
había pasado de valiente, pero el talento de l-annes sehabia engrandecido
\ ajigantado al nivel de su valor.. Si hubiese vivido en estos últimos
tiempos, no creo que cupiera en su pundonor rl menor tioecabo
I ra uno de aquellos varones capaces de cambial la faz de los negon
mi influjo y su prepotencia personal. •
1 i batalla de Kssling dio otro golpe al afecto privado del emperador y
arrebató al ejército, en el jeneral San llilairc, uno de sus roas esforzados «
entendidos caudillos. « Kn aquel día, dicen las Memorias de Napoleón ,
fenecieron los jcnerales, duque de Montebdlo y San llilaire. dos héroes.
kM mejores amigos de Napoleón ; quien prorumpio en Ingrimas por ellos.
No amainara su tesoo por los fracasos, y no fueran infieles á la gloria del
pueblo francés. • listas perdidas crueles causaron sumo desconsuelo al em
llorador y clavaron dolorosamente su pensamiento en la no nada de los ne
gorros humanos. Ksexibiendo á Josefina el ."» I de Rayo y franqueándole su
quebranto con motivo de la muerte de lannes, que había fallecido aquella
mañana . prorumpioen esta amarga reflexión: • Asi se acaba todo, • olvi
< lando en aquel momento la grandiosidad de su obra y la inmensidad de
su gloria que esperanzaba perpetuar, y la opinión de aquella posteridad n
I I (pie otaba tributando cultos , y cuya justicia no podia fallar ni para él
ni ¡vira sos inmortales coropa fieros de armas.
l-i jornada de Kssling, sumamente esclarecida para las armas franor
sas , dejo sig embargo la victoria indivisa ¡ ambas partes se atribuyeron H
triunfo. A los ojos de la Kuropa era un revés para Napoleón . habituado a
aniquilar al enemigo. el no haber podido desalojar esta veza los «tistriaros
de sus posiciones y haber tenido que guardar las suyas por un i nenien te
imprevisto y la inferioridad de sus fuerzas. Kl emperador se hizo cargo de
que tamaña pausa produciría un efecto moral en estremo desabrido, asi
en Francia como eu los demás países, para que insistiese en no agravar su
trascendencia con movimientos refregados. Determino pues mantenerse en
420 HISTORIA
la isla de Lobau, que al principio no habia debido ser mas que una especie
de depósito para el tránsito del Danubio, y en la cual la avenida del rio y la
rotura de los puentes acababan de acorralarle con una porción de su ejér-
cito.
Por su parte el príncipe Carlos , sobresaltado con los movimientos de
Davoust, que estaba bombardeando á Presburgo , no se atrevió á tomar
la ofensiva y se decidió á fortificarse entre Áspera y Enzersdorf.
Sin embargo Napoleón activaba la recomposición de los puentes, y muy
en breve se hallaron restablecidas las comunicaciones de la isla con la
orilla derecha. Luego se supo que el ejército de Italia á las órdenes del
príncipe Eujenio habia derrotado completamente en San Miguel, el cuerpo
austríaco de lellachich , tres días después de la batalla de Essling, y que
los vencedores habian verificado su incorporación con el ejército de Ale-
mania en las alturas del Simmering. Tan próspero acontecimiento se no-
tició á las tropas en la proclama siguiente :
« Soldados del ejército de Italia,
« Alcanzasteis allá esclarecidamente mi anhelado objeto; el Simmering
ha presenciado vuestra incorporación con el grande ejército.
« Sed bien venidos, y estoy muy pagado de vuestro desempeño. Sobre-
cojidos alevosamente sin que vuestras columnas se hubiesen reunido, tu-
visteis que cejar hasta el Adijio; pero cuando recibisteis la orden de mar-
char adelánteos hallabais en el memorable campo de Areola, y allí triun-
far jurasteis sobre los manes de nuestros héroes. Habéis cumplido vuestra
palabra en la batalla de la Piava, en los choques de San Daniel, Tarvis, Go
riza La columna austríaca de lellachich. que entró la primera en Mu
nich y dio la señal de los asesinatos en el Tirol, envuelta en San Miguel,
ha caido bajo vuestras bayonetas ; y habéis así luego ajusticiado á esos
restos que se habian salvado del furor del grande ejército.
.«Soldados, ese ejército austríaco de Italia que mancilló momentánea-
mente mis provincias con su presencia y se jactaba de estrellar mi corona
de hierro, derrotado, disperso y aniquilado, gracias á vosotros, será un
ejemplo de la verdad de esta divisa : Dios me la da, ah de quien la toque. »
Siguió á la incorporación de Eujenio una nueva victoria alcanzada con-
tra el archiduque Juan y el archiduque Palatino de Raab, eH4 de junio,
cumpleaños de las batallas de Marengo y de Friedland. Marmont se reu-
nió también con el ejército grande y terció en el ámbito de operaciones
del emperador, después de haber triunfado en Dalmacia. Desde entonces
Napoleón vio que habia llegado el trance de dar el golpe decisivo para el
cual, hacia un mes, se estaba preparando. Tras la sangre inservible, aun-
que gloriosamente derramada en Eylau , se le hizo imprescindible la de
Friedland; y después de Essling, le faltaba todavía Wagram, cuyo por-
f)F N I Mil K>\ Vil
iit.noi ^ii.i.Umn* dd t ijésimo quinto bolftin. que participa primer MM m
Ir rl |»a<iO «M l>aniil>io. el l da julio a Im din <!•• h norlie. el incendio de
ln/rivlmíy nlgun.is ventaja* aleanaadaa d día .*»
M « \«.**w.
• Kl enemigo, aterrado con los progresos del ejército franca y ron la*
grandiosas resultas qne iba consiguiendo por instantes , puso en marcha
todas sus tropas, y á las seis de la tarde ocupo la posición siguiente : su
derecha deade Stadatas I Ganadorf; su centro desde aquí a Wagram, y su
izquierda de Wagram y Neusiedel. Kl ejercito frnnn-s tenia su izquierda en
<.r«>ss V«.prm. su centro en Raschdorf, y su derecha en (.linzcodorf. Kn
esta posición se daba por cumplida la jornada . estando ya dispuesto para
la gran tutalla del día siguiente; pero se evitaba e interrumpía la posición
dd «iiemigg. imposibilitándole el idear plan alguno, si por la noche se
iviipaba la aldea de Wagram : entonces su linea, ya inmensa . sobrecoji
da de improviso y con los trances de la refriega , baria vagar a bulto y sin
nimbo cierto los diferentes cuerpos dd ejercito y se alcanzaba sumo lo
gro sin lance de la mayor entidad. Verificóse el avance sobre Wagram
nuestras tropas toman aqodla aldea ; pero una columna de Sajones y otra
de Franceses se tienen á oscuras por tropas enemigas, y queda
el intento
422 HISTORIA
« Preparóse entonces la batalla de Wagram. Las disposiciones del jene-
ral francés y del austríaco aparecen inversas. El emperador pasa toda la
noche agolpando fuerzas sobre su centro, en donde se hallaba en persona
á tiro de canon de Wagram. Al intento, el duque de Rívoli se encamina
sobre la izquierda de Aderklau , dejando en Áspera una sola división con
orden de cejar sobre la isla de Lobau, en caso de novedad. El duque de
Auerstaedt recibe orden de estender su línea mas allá de la aldea de Gross-
hoffen para acercarse al centro. El jeneral austríaco debilita al contrario
su centro para guarnecer y aumentar sus estremos, á los que iba dando
mayor estension.
« El C, al rayar el dia, el príncipe de Ponte Corvo ocupa la izquierda
teniendo en segunda línea el duque de Rívoli. El virey lo enlazaba con el
centro en donde se hallan eí cuerpo del conde Oudinot, el del duque de
Ragusa, los de la guardia imperial y las divisiones de coraceros formando
á siete ú ocho de fondo.
« El duque de Auerslaedt marcha desde la derecha para llegar al cen-
tro. El enemigo, por el contrario, pone el cuerpo deBellegarde en marcha
sobre Stadelau. Los cuerpos de Colowrath, de Lichtenstein y de Hiller, en-
lazan aquella derecha con la posición de Wagram, en donde se halla el
príncipe de Hohenzollern, y al estremo de la izquierda en Neusiedelpor
donde desemboca el cuerpo de Rosemberg para dilatar su línea sobre el
duque de Auerstaedt. El cuerpo de Rosemberg y el del duque de Auerstaedt
haciendo un movimiento inverso se tropiezan al rayar el sol, y dan la se-
ñal de la refriega. Acude el emperador ejecutivamente á aquel punto,
manda reforzar al duque de Auerstaedt con la división de coraceros del
duque de Padua, disponiendo que una batería de doce piezas del jeneral
conde Nansouty coja de costado el cuerpo de Rosemberg. En menos de tres
cuartos de hora , el hermoso cuerpo del duque de Auerstaedt da cuenta
del cuerpo de Rosemberg, lo arrolla y persigue mas allá de Neusiedel,
después de causarle mucha pérdida.
« En aquel mismo punto se está entablando el cañoneo en toda la línea
y las disposiciones del enemigo se ponen al golpe de manifiesto; toda su
izquierda está guarnecida de artillería: aparenta el jeneral austríaco no pe-
lear por la victoria ciñéndose únicamente al intento de utilizarla. Esta dis-
posición del enemigo se conceptuó tan desatinada que se temja algún lazo
y que el emperador titubeó un rato antes de providenciar para escarmentar
al enemigo. Da orden al duque de Rívoli para que ataque una aldea que
ocupa el enemigo y que estrecha un tanto el estremo del centro del ejér-
cito. Manda al duque de Auerstaedt que envuelva la posición de Neusiedel
y siga hasta Wagram, disponiendo que el duque de Ragusa y el jeneral
Macdonald formen en columna para tomar á Wagram en el momento en
que desemboque el duque de Auerstaedt.
DE NAPOLEÓN
• hiitrcUnto llega aviso do que .1 enemigo está
■lamenta la aldea tomada por el duque de Rivoli . que
«2-
itqmerda por espacio de Ir» mil tocsas , que se esta oyendo ya recio ca-
ñoneo por la parle de tirovs Aspern. \ que el intermedio desdo aquel pun
(o á Wagram se aparece guarnecido de inmensa Artillería. Ya no cabe du-
da : esta el enemigo cometiendo un yerro capital , y hay que aprovechar
lo. Kl emperador manda al punto al jeneral Macdonnld que forme en co-
lumna de ataque las dh ímohps de Hroussier y do Limarquc: las acompaña
con la división del jeneral Nansouty. la guardia de n caballo y una balería
de Menta piezas de la guardia y cuarenta piezas de diferentes cuerpos. Kl
jeneral conde de Lauristoo, al frente de aquella batería de cien piezas ,
¿*MI*
marcha al trote al enemigo y se adelanta sin disparar , hasta medio tiro
de canon . empezando allí un fuego horroroso que acalla el del enemigo y
derrama la muerte por sus filas. Entonces el jeneral Macdonald rompe á
paso de ataque al arrimo del jeneral de división Heille con la brigada de
« y tiradores de la guardia , y esta marcha por el frente para i
424 HISTORIA
zar el avance. En un instante , el centro del enemigo pierde una legua de
terreno; su derecha aterrada conoce el peligro de la posición en que se ha-
lla y retrocede atropelladamente. El duque de Rívoli la ataca entonces de
frente. Mientras que la derrota del centro deja despavorido al enemigo y
ataja los movimientos de la derecha, su izquierda se halla embestida y
amenazada por el duque de Auerstaedt, el cual, dueño ya de Neusiedel,ha
trepado al páramo y marcha sobre Wagram. Las divisiones de Broussier
y Gudin se han cubierto de gloria.
« Son los diez de la mañana , y ya aun los mas torpes dan por decidi-
do el trance y por nuestra la victoria.
« A las doce, el conde Oudinot marcha sobre Wagram para auxiliar el
avance del duque de Auerstaedt. Lo consigue y toma aquella posición im-
portantísima. Desde las diez, el enemigo tan solo seguía peleando en reti-
rada; desde las doce, ya esta se mostraba patente y se ejecutaba sin arre-
glo, y antes que anocheciese, el enemigo se habia perdido de vista. Nues-
tra izquierda estaba colocada en letelsee y Ebersdorf, nuestro centro sobre
Obersdorf, y la caballería de nuestra derecha se adelantaba hasta Sonkir-
chen.
« El 7 al amanecer , el ejército estaba en movimiento y marchaba so-
bre Korneuburgo y Wolkersdorf, teniendo avanzadas sobre Nicolsburgo.
El enemigo, corlado por la Hungría y la Moravia, se hallaba estrechado por
parte de la Bohemia.
• Tal es la narrativa de la batalla de Wagram , batalla decisiva y por
siempre célebre en que trescientos á cuatrocientos mil hombres y mil dos-
cientas á mil y quinientas piezas de artillería estaban peleando por gran-
diosos intereses en un campo de batalla escojido, premeditado y fortificado
meses antes por el enemigo. Diez banderas, cuarenta cañones, veinte mil
prisioneros, entre ellos cuatrocientos oficiales y gran número de jenerales ,
coroneles y mayores son los trofeos de esta victoria. Los campos de bata-
lla están cubiertos de cadáveres , entre los que se cuentan los de muchos
jenerales y el de un tal Normann , francés traidor á su patria que habia
mancillado su sobresalencia contra ella. »
Por la tercera vez, Napoleón se hallaba dueño de la suerte de la casa
deLorena, á la que habia acusado de ingratitud y de perjurio ante la Eu-
ropa y la historia : por la tercera vez aquel vencedor, tan violento en sus
amenazas y tan terrible en sus reconvenciones, acoje solicite las proposi-
ciones pacíficas de los provocadores de la guerra, cuyas esperanzas habia
frustrado la jornada de Wagram , aniquilando al mismo tiempo todos sus
recursos. El emperador de Austria pide una suspensión de armas, y Napo-
león se la concede, quedando firmada el 40 de julio en Znaim. Entáblanse
inmediatamente las negociaciones para la paz; duran tres meses, y en este
tiempo habita Napoleón el castillo de Schcenbrunn.
DH NAPOLEÓN
Kn aquella mansión salir H devemlwrco de din y ocho mil Ing1«*!»«^
ni la isla de Wtkhefvn. la raprtularion de Hcsingn \ la* tentativa* sobre
\mberes Al punto da orden a lu riHMlottc y al ministro l»arn pira que
rolen el resgnardo nV cst» ultima playa On tflKlO . los Inglese* qn. .1 n,
rechazados j tienen que embarcarse de regreso a tualatcrra. después de
haber perdido las tres cuartal partes de aquel ejército espedí ioáario «Ir
resaltai de enfermedades
Kl emperador dispuso que so formase causa al Jeoeral Moud fue m
se había defendido bastante en Fleainfja.
Pero asi oomü se maestra adusto roa los que m lian ajee alado ea *n
concepto manto habieron podido para salvar H blasón francos, asi se
complace en vitorear y premiar el mérito de los vahentes y aventajados
que le auxiliaba poderosamente en los r.impoi > Bfl los consejos, for tan
lo tres la batalla de Wagram nombro tres nueras mariscales. Oudinol .
Mscdoaald y Marmont.
Kl ejército francés v hallaba entonces situado ea lodos los puntos de
Memania. desde el tmaukna hasta el Klba y desde el Rin hasta el Oder.
KsU ocupación, siempre gravase |»am los habitantes. los predisponía para
escachar con agrado todas las declamaciones violentas que los ajenies de
la Inglaterra y los emisarios de Viena y de Ilerlm hacían cundir contra la
I inicia y su candida. Las pobln< ii mes alemanas ignnralwn los pasos de
la diplomacia, y poco enteradas de la falsedad de su chanciller ia. solo les
constaba que la guerra «a un azote para Hlas y achacaban naturalmente
la responsabilidad á quien invadía su territorio y se aparecía insaciable
en sus conquistas. De aquí empezó á fermentar desde entonces en la Jer
mania un odio nacional contra Napoleón que preparó nuevos y temibles
enemigos entre los pueblos al representante del principio popular que has
la entonces habían sido desvalidos entre los soberanos.
V sumaron los primeros ímpetus de aquella antipatía en Schcpobruno
con la tentativa de un joven fanático llegado de Krfurtli a Viena pan ase
sinar á Napoleón. Sobrccojido en H trance , se mantuvo sereno é inaltera
ble, sin manifestar el menor arrepentimiento; y mostrando solamente pe-
s-ir de no babor muerto al emperador. Napoleón, qoiso escudrinarle el
mismo acerca de su pais, familia, relaciones y costumbres. Declaró que
se llamaba Straps de Krfurtli , y que era hijo de «ia ministra luterano, que
nunca habia conocido a SeJiill ni a Sehncider, y no oslar hermanado con
los (raomaaones ni los iluminados. Preguntóle el emperador . ñuño no
había tratado de matarle cuando estuvo en Krfurtli • Kntooccs dejabais
respirar á mi pais . respondió . y recia la paz asegurada • Kste joven ao
liabia intentado pues traspasar á NapoWvn . sino ni autor de la guerra , al
conquistador infatigable, al perturludor del sosieao europeo Si lospoe
blo> de Alemania hubiesen conocido mejor la verdadera planta de los ne
»t
42f> HISTORIA
gocios y los provocadores efectivos de la guerra , su encono se asestara y
su brazo se alzara contra sus propios gobiernos. Napoleón se enteró por
las respuestas de aquel joven , basta qué punto la política mendaz de sus
enemigos había acalorado las cabezas en Alemania. Dicen que hubiera que-
'Wliílí 1!
rido indultar á Straps, cuya lisura y tesón le habían interesado, y á quien
por otra parte conceptuaba ciego instrumento de las pasiones enardecidas
por la vieja diplomacia. Pero sus órdenes no llegaron á tiempo. El joven
alemau recibió la muerte con la mayor frescura voceando: ¡viva la paz,
viva la libertad, viva la Alemania!
La paz, que también tenia sus parciales en el suelo jermánico, se firmó
finalmente en Viena el 14 de octubre de 1800. El emperador de Austria
se allanó á nuevas concesiones territoriales para la Francia y la Sajonia, etc.
El czar, cuyos anhelos durante la guerra se habían exhalado proba
blemente por los enemigos de la Francia , participó también de los despo
jos de sus aliados secretos: Napoleón, que creia siempre en la sinceridad
de las demostraciones de Ermrth , hizo dar á Alejandro la parte oriental
DE NAPOLEÓN Vil
itr la antigua it.ilhrta, ultArmniln m ifajajiaj|a .1. . u iii<* » ni.i- mil al
mas l.u.'go (\\w te firmo d bHaoVí mm lt«» it MannnWlM aaj¡
m i Francia y Regó d 96 de octubre ¿íto
CtPITtlM) X\Y
Cortíiendas con el gappi Imcoi potación di' los islados romanos goii
el Huberto fvMMi».
onde quiera habia cesado en el continente la
oposición de los reyes á la prepotencia de
Napoleón y á la pujanza de sus armas. Por
donde quiera yacia postrado el orgullo here-
ditario de las dinastías y de las aristocracias,
. se doblegaba ante la gloria plebeya del tro-
no imperial ó se guarecia con el piélago para
encubrir su desdoro y sus llagas. En el me-
diodía, la casa de Braganza habia huido al
Brasil, y la de Ñapóles se habia refujiado á
"^TfflBPWBSrtHSBBr^icilia al relumbro de nuestras águilas vic-
toriosas , al paso que los Borbones de España habían acudido á implorar
DE NAPOLEÓN m
en Bayona d arrimo de Napoleón y entregarle mi corona. Kn d Norte no
retaban mono» humillados los altivo* linajee ; las casa» de Urrna y de
brando burgo, poco ha tan engreídas y rencorosas, tenían que amainar «os
i uolo* v solicitar el dictado de «liados do su vencedor. Por mi parte d ao
UtIiio autócrata , el caudillo de la nk urina e*claroi uU oV Romano* , ha
hia aparentado «lejar d papel cabdlercsro do primer campeón dd derecho
divino, aara ilerirse y pro» toman* por donde quiera d edebrador y ami-
go dd pronombre ámiicn el moul n utlucionario entronizó «óbrela Freo
ría. y á cuya corte andaba redoblando embajadas j rendo». I-a» potencias
menores y las repúblicas se habían visto imprescindiblemente!
en aquella oleada inmensa de rendimiento uimersaJ: las alte
se habían puesto bajo la protección del invicto conquistador, y lo» repu-
blicanos bnlavos le habían pedido un rey de mi alcurnia . al paso que los
de Italia le daban to corona de hierro y que la confederación helvética
acedaba mi mediación tan temante.
Sin embarco en medio de la postración jenernl que causaban en unos
<>l pnsmo y en otros la zozobra, en aquel cuadro grandioso de la lujación
i-omnn de las monarmitas y de las repúblicas, asomaba allá cierto claro.
Kn un rincón de Knropa . al estremo ríe la Italia, el mas débil de los sobe
ranos poHfcVns osaba eootrares*ar solo al dominador universal.) no lerma
desentonar con su oposición , mi vituperio y mis amagos, el concierto de
alabanzas y adulaciones que retaba resonando de estremo i estremo dd
- -ont mente. Aquel principe pertinaz, aquel órgano postrero de la resisten-
cia de lo pasado á tos demandas del hombre del día . era d papa , d mis
mo qnc había dejado el palacio Quirinal para consagrar á Napoleón en
París.
El papa, tan poco temible como principe temporal, ¿acaso podía con-
tar todavía con el efecto de los ra) os espirituales ? ¿Descollaba en Roma
rebotando depnjaaaa y vida la edad media que se desplomaba ó bambo-
leaba por todas partes? ¿Habían padecido menos al empuje mortal del
tiempo los institutos relijiosos y las creencias políticas ea las que habían
fundado su imperio los soberanos y la aristocracia?
MU estaba la historia pregonando lo contrario. Doscientos anos atrás
sehalnaescntoejeFraM^áUsanmseoxíqnesusbiHnsenelabnii aJ pa-
sar los Alpej. Tren sidos hacia que el espíritu filosófico, las teoría* libera
le* y rl Ubre escrutinio habían cercenado casi todo el Norte de I uropadel
señorío penoJcal. Uahia la racionalidad brotado en Alemania con las
cuestiones Hiñeses . reglándose contra las potencias y soberanías de la
edad media, la revuniczon en la iglesia asina acarreado en Inglaterra la
revolución en d estado. Verdad ea nao en Francia d cisma y la
habían al parecer respetado d fcono de san tais, ó a lo menos no
logrado aposentarse en d: pero nada habia aventajado la íe roma
450 HISTORIA
esta conservación oficial del reino cristianísimo. Sin hablar de los ataques
dados á las tradiciones del Vaticano con la aparición del galicanismo que
intentó humillar el numen de Hildebrandoante el de Itossuet, un revojucio
nario mas osado, poderoso y radical que el cisma y la herejía, habia iu-
vadido todas las clases de la sociedad francesa, y este era la filosofía. No
era su afán el contraponer altares nuevos á los antiguos , sino tras-
tornar todos los cultos salpicando de dudas todos los dogmas, y este arrojo
habia logrado su intento. Montaigne y Descartes, Voltaire y Rousseau ha
bian sido para la santa sede enemigos mas azarosos que Lutero y Calvino.
No cabia en Pió Vil desentenderse de esta verdad que han ido prego
nando sus mismos sucesores en solemnes y amargas lamentaciones. Pero
Pió VII era depositario de una potestad que habia avasallado á los reyes
y gobernado sin contraste la conciencia de los pueblos, cuando el sacer-
docio, único poseedor de toda ciencia y estudio, y centinela descubridora
de la civilización, era también el único amparo de los pueblos contra las
demasías de la irracionalidad feudal. Engreído con este recuerdo y al ar-
rimo también de la fe que le mostraba el oríjen de su autoridad en el cie-
lo, no se hacia cargo el pontífice romano de la relajación de las creencias
sino como una aberración accidental del entendimiento humano, y tanto
por altanería como por su instituto, no le cabia alcanzar que la decadencia
de su doctrina hubiese alterado el principio y debia trascender hasta su
dignidad suprema.
Pero este empeño del papa era solo una ilusión gallarda. No cabe du-
da en que la potestad espiritual, civilizadora del mundo feudal, no se ha-
bia desplomado tanto como el feudalismo. Natural era que las máximas
relijiosas que habían sobrepuesto el clero á la nobleza en el tiempo de su
esplendor común , contuviesen un tanto su esterminio. Ningún vacío de-
jaba en el estado la desaparición de la aristocracia, pero no hubiera suce-
dido otro tanto con la del sacerdocio; porque si es obvio á la filosofía, tras-
tomadora del orden político, sustituirle otro nuevo, formar una república ó
una monarquía, labrar una constitución, plantear un gobierno, idear una
policía, y finalmente hallar hombres y leyes para salvar interinamente y
con mas ó menos acierto lo material de la sociedad arrrollando desconcier
tQS, nada de esto cabe en el orden relijioso. Allí no hay organización inme-
diata que esperar, ni voto de dogmas, ni encumbramiento arbitrario y re-
pentino de individuos. Entonces las creencias añejas, en medio de su men-
guante , quedan allá como escombros grandiosos á cuyo abrigo se acojen
cuantos tienen que orar y creer , cuantos viven de hábitos á falta de fe.
Aquella perseverancia servil del conjunto de los fieles, suficiente para
mantener algún asomo de movimiento en los templos y encubrir la indi
ferencia de las almas bajo las esterioridades de un ejercicio sin trascen-
dencia ; aquella perpetuidad del culto en medio del desmoronamiento de
DE N IPOI l «»n 431
ku doctrina* y de I» creencia* piulo mío engatar á la potestad espin
in.ll .un < i de mi \ . i dadei i rilnadoa . é inducirla á conceptuar que aun Ir
quedaba poderío para hablar a lo* rr)« y emperadores rl aliño lenguaje
ild monje de das]
Deedc IHO.». |»oco después de la coronación del cm parador . Tío Vil
había querido r radiar la* rsprrauzas qnr Ir habían determinarlo a Iramon-
lar lo» Alpes para consagrar rn París la resolución francesa en la persona
de Napoleón Estaba pidiendo de eontÍNO que h Ir . -ntregasen la* leg» *>
nesy se engrandeciese mi trrritorio. Fata concesión no cuadraba ron las
mirai dd emperador sobro Italia, y quedo siempre desatendida Kntónces
el pontífice se arrepintió de haUr tranqueado mi ministerio supremo para
un ario que esc luía del trono rio Francia • a lo* hijo* primojcnito» de la
igfeeia. > Su pesar y desagrado M iiianifr*iarnn ea mi* palabra*, m te»
radas y m todos sos pasos. Rehusó ob*tinarlamrntr la uistiti» ion rano
nica dr lo* obispo* nombrados por rl rmprrador ron arreglo al concorda
to . \ siguió franqueando su» punto* á los Ingleses.
Krta conducta enojó á Napoleón y escribió al papa el 43 de lebrero de
« Por intereses mundano* se drjan perecer la* alma*
• > ueslra santidad e* soberana dr Roma ; pero yo soy so emperailor y
lodo* mi* enemigo* deben serlo suyos. • Pío > II respondió como lo hubie
ran hecho lo* RoaMotioi J (.rucónos: • FJ *umo pontífice no reconoce ni
nunca reconoció potestad alguna superior a la suya FJ rmprrador ilc
ROM no existe B rkario «le un Dios ilr paz debe comunicarla a todos
sin barcr distinción de eatolico* Ó ln i
No rabn en contratación tan alli\a y desentonada rl aplacar la desteñí
planza del emperador. Insistió, amenazó; pino fue en \ano Pío \ II alega
ha que se alema á los términos del i OtOl dalo que no lijaba plazo para la
inclín, ion canónica. \ no quena desprenderse de lo que llamaba un medio
de arción para la santa sede sóbrelos gobiernos y los pueblo*, la* nere
ridadei «le sus sulxlitov mis principio* dr paz y la caridad OttVCnal le im
ponían la admiMon de lo* Ingleses en sus puertos
I I encargado de negocios de Napoleón trato de hacer cargo al papa
dr que vmejanlr lenguaje > sus ilaciones eran intempesta a* . ) que solo
sminan par/ acarrear alguna tormenta sobre Roma FJ papa se manlmo
inflexible . H M quitan la \ ida. le dijo al ministro francés, mi srpolrm
me sera honorífico ) quedaré sincerado á los ojos de Ihos y rn la inetnona
«Ir los hombres Si el emperador ejecuta su* amenazas y no quiere re-
conocerme como principe soberano, tampoco \o le icconorerr como cea
pecador si yo quedo mal . él no quedará muy bien. • Pío Vil estaba per
rendido que una maldición de so boca sena muy aciaga para Napoleón,
j que la santa serle solo podía ir a ganar rn un rompimiento absoluto
452 HISTORIA
«La persecución, decia, producirá el cisma, único medio de salvar la
iglesia. »
Todas estas espresioues de altivez y de terquedad, referidas al empera-
dor por su plenipotenciario, no hacían mas que sobrecojerle, desconsolar-
le é indisponerle cada vez mas. El Io. de mayo de 1807 , escribió desde
las márjenes del Vístula al príncipe Eujenio, entonces virey : «Con que el
papa no quiere que yo tenga obispos en Italia. Sieso es servir larelijion ,
¿cómo deben obrar los que quieren perderla? »
El resultado de las campañas de Prusia y de Polonia no alteró la de-
terminación de Pió VII. Después del tratado de Tilsitt , sabedor del ren-
dimiento de los potentados del Norte á las miras de Napoleón, persistió
el papa en oponer al vencedor de Priedland la supremacía de la santa sede
sobre todas las potestades de la tierra. Entonces Napoleón acordó, de vuel-
ta á París , enviar desde Dresde á su ministro en la corte de Roma una
larga carta en la que sentenciaba ya desde su escaño las pretensiones pon-
tificias y anunciaba que si se hacia preciso, iría á responder personalmen-
te al papa en la misma Roma. « Su Santidad, le dice, ¿creería acaso que
son menos sagrados los derechos del trono que los de la tiara? Habia reyes
antes que hubiese papas Dicen que quieren denunciarme á la cristian-
dad. En eso hay una equivocación de fecha de mil años... Dos años hace
que la corte de Roma predica á la sordina una rebelión jeneral. Si lo con-
siento al papa actual, á ningún otro papa se lo consintiera. ¿Qué preten-
de hacer con denunciarme á la cristiandad? ¿Poner mi trono en entredi-
cho? ¿escomulgarme? Pues qué, ¿piensa que seles caerán las armas de
las manos á mis soldados? ¿Cree poner el cuchillo en manos de los pue-
blos para degollarme? Papas furibundos ha habido que han predicado tan
infame doctrina; pero aun se me hace cuesta arriba el creer que Pió VII
esté en ánimo de imitarlos. Entonces no me quedaría mas arbitrio que
cortarme el cabello y encerrarme en un claustro Es tanta la estrava
gancia, que no puedo menos de contristarme con ese devaneo de que ado-
lecen los dos ó tres cardenales que manejan los negocios de Roma.
« El papa actual se ha tomado el afán de venir á mi coronación. He co-
nocido en este paso á un santo prelado ; pero quería que le cediese las le-
gaciones. No he podido ni he querido hacerlo. El papa es demasiado po-
deroso Amenaza que apelará al pueblo. Por consiguiente apelará á mis
subditos, ¿y qué le dirán estos? Le dirán, como yo, que quieren la reli-
jion , pero que no quieren tolerar nada de una potencia estranjera Yo
tengo mi corona de Dios y de la voluntad de mis pueblos. Siempre seré
para la corte de Roma un Carlomagno, y no un Luis el Manso. Silos sa-
cerdotes de Roma creen conseguir un engrandecimiento temporal valién-
dose de sutilezas, se engañan. No daría las legaciones por una reconcilia-
ción. »
DK NAPOLEÓN t.V.
No ha] duda ni que ofrecía un grandioso espectáculo aquel ademan d.
entereza inalterable de un pontífice desarmado á la faz de nn conquista
dor bajo rujo espada temblaba \ se rendía toda la Rompa; prro la* pre
loniiofl ) amonara* pontificales nn dojalwwi de encerrar . ronw decia
Napoleón . un yrro do focha de mil años K.n tuno se afanaba Roma i la
prepotenna moral y H templo brioso «lo su obispo no podían deíolftfle *"
antiguo poderío % solo teman para dar realce a un individuo majestuoso
importa pie la riodad Pierna lóndiga i» mddiea el adolar.fr nin
gUII principe liare alto rn día. porque ninsun purblo aguarda ^ de rila
1 1 señal de la sumisión ó de la desobediencia . de la adbnion A del dospr
go respecto i sus candillos. Roma asi lo ha querido Diapnesde haber do
minado los reyes n favor de los pueblos en nombre dr la emli/anon. en
toncos cristiana, M colmo con los royes contra loi pueblo* bajo la bando
ra de las preocupaciones v de los abusos, cuando la civilización, dejando
en sus continuas J |io.;i.Mvastrasformacioncs la tu mea del sacerdote pa
ra tomar el manto del filosofo, vino á verter por el orbe especies nuevas
y arrojadas, mas avcuiblos ron las doctrina» del F.vanjHinquc con bucos-
lumbres de un sacerdocio admitido por la potestad temporal * la repartí
non «le los pmi lejíos políticos y el embeleso de la \id.i mundana.
lntoncos |h imprecaciones soberanas del Vaticano ya no se asestaron
contra las fiosmciai y los escesos del opresor feudal, sino contra tarazón
md<>al \ los deseos de emancipación del pueblo oprimido, \justose la
alianza entre la corona y la tiara sin distinción de rreencia* relijiosas 1.a
soberanía, ya hereje o cismática, mereció mas agrado en Roma que la libor
tad ortodoxa. Ksta lo ha tenido presente, y cuando la Providencia dio la
1 1 dt las revolueíones \ a los pueblo» la potestad de fulminar allá uno*,
mismos anatemas . los traspasaron al barón y al clérigo que se habían be
olio sus auxiliares. Kl rayo ha venido al par á caer sobre los púlanos epis
eopalesy las mansiones soberanas. Leí potestades encontradas en la edad
media han sellado su roeoneilianon amenazadas por la tormenta. Habían
ahusado man» omunad.uuenle de su prepotencia . y alia han zozobrado dr
pareja Mh do la mofa del filósofo \ la afluencia traspasante del tribuno
habían rasgado el maulo rejio, laeabicn te han podido notar manrhai in
deleble! ) jiron«*s irrepafabtei fechos á la purpura romana, y han trasren
«lulo a la sapta sede los ftitaf I J conmociones que andaban volcando
nolica
\si pues, «uando Pío Vil sigue clamando por la supremacía unifersnl
deque gozaron sus predecesores, sin hacer caso de la diferencia de lo»
tiempos, esta tentativa tan solo merece conceptuarte romo un anacronis-
mo mu trascendencia. Por mucho que se encarame sobre e! orgullo here-
ditario del Vaticano y ostente desde la cumbre del yuinnal sus rayos apa-
gados . H potentado a quien amenaza esta demostración tiene ya mnv
434 HISTORIA
conocida su inutilidad ; sabe que no es un papa temible de la edad media
el que se levanta contra él , sino allá una sombra desvalida, y que no se
requiere mucho denuedo para arrostrar la escomunion en medio de un
pueblo que no cree como él en la resurrección de lo pasado, y en cuyo re-
gazo el alarido alborotador exhalado por la venerable cabeza de la cris-
tiandad apenas conmueve algunas almas en el recinto de los presbiterios
y de las basílicas.
Sin embargo, Pío Vil , al paso que esgrime la embotada cuchilla de
Gregorio VII y de Sixto V , se muestra dispuesto á recibir en su palacio al
formidable enemigo que le anuncia una próxima visita. « Si tal intento se
realizara, á nadie, dice, cederíamos el honor de obsequiar á tan escla-
recido huésped. El palacio del Vaticano, que mandaríamos preparar, esta-
ría destinado para el alojamiento de V. M. y su comitiva. »
Pero el emperador no pudo ejecutar aquel viaje. Los negocios de Por-
tugal y los de España le detuvieron en Paris, mas pronto á marchar hacia
los Pirineos que á pasar los Alpes. Sin embargo continuaron las negocia-
ciones con la santa sede por la mediación de los ajentes diplomáticos, y
siempre con poco éxito. El papa se resistió mas que nunca á las urjencias
de Napoleón, y este persistió por su parte en no acceder á los deseos del
pontífice, de modo que se hacia ya inevitable el rompimiento. « Cesen pues
las negociaciones, escribió Napoleón á su ministro, el 9 de enero de Í808,
ya que el papa asi lo quiere, y que en adelante no haya ninguna relación
pacífica entre sus estados y los de S. M. ■
Esto era pregonar que las tropas francesas ocuparían muy luego los
estados romanos. Pió VII no podia menos de entenderlo, y así dijo al
ájente de Francia en una audiencia que le dio á fines del mismo mes:
«No habrá resistencia militar. Me retiraré al castillo de San Anjelo. No'se
tirará un tiro; pero será preciso que vuestro jeneral mande derribar las
puertas. Yo me colocaré á la entrada del fuerte. Las tropas habrán de pa-
sar sobre mi cuerpo, y el universo sabrá que el emperador ha hecho pisar
á quien lo consagró. Dios hará lo demás. •
No hay duda de que todo era asombroso en este lenguaje. El pontífice
se mostraba grandioso en su resignación y sublime en sus esperanzas; pe-
ro esta entereza y confianza tan solo estribaban en la fe aislada de sacer-
dote soberano, cuyas prendas estaban condecorando. Dios no tenia ya na
da que hacer por el papazgo, y el universo, poco afanado en conmoverse
por él , ni siquiera echaba de ver sus peligros y sus quejas.
Según las previsiones de Pió VII, el emperadar dispuso y mandó la
ocupación militar del patrimonio de San Pedro. Algunos destacamentos de
tropas francesas bastaron para marchar á la conquiste de una ciudad que
habia sido dos veces arbitra del mundo y cuyo inmenso dominio habia
recibido otras tantas la promesa de la eternidad. Por demás hubiera esta-
DK NArni.KoN isa
(lo todo aparato de luorzas militaron. I-a reina (Ir la»
ipareddo; yano velaba en el Capitolio el mimen de la antigüedad, yd «Ir
la edad inedia estaba espirando en d Vaticano . H signo que ln/«»
a Constantino se inclino pon sin resistencia ante la» águilas de
cuyos soldados pudieron d»vir, al apoderar*** sin disparar un tiro de h
grandiosa capital , que en lo sueesivo la ciudad eterna ya no era mas
que un magnifico mausoleo y la tumba \crta y solitaria de los
y de los Césares
Kstc derrocamiento, no menos estruendoso que el de Bayona ,
deaba el triunfo de la revolución francesa. Kn medio de las conticmlas de
Pió Vil y de Napoleón, el sistema moderno había venido á dar á Nn mi
prepotencia y zanjar por tín las grandezas romanas, pintando sus msic
nías en las cúpulas de la orgullosa metrópoli de lo pasado , sin encontrar
la menor oposición , sin mover á protestas á los pueblos y a los roye* de
la cristiandad . sin enarbolar en el universo católico la señal de una nueva
cruzada.
I a inili'MbilnLid del papa no se dio empero por vencida con la un i
sion de sus estados. Kn desempeño de su amenaza, lanzó Tio Vil una bula
de esconunion contra el emperador, cuando vio que este ultimo no era
menos inmutable que el en sus resoluciones y que la ocupación militar dn
Roma se iba dilatando indefinidamente « Por la autoridad de Dios Todo
|x»derr*o. de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y la nuestra, dice el san
to padre . declaramos que asi \ os como todos los que han cooperado en
el atentado que acabáis de cometer, habéis incurrido en la oscomunion .
etc. etc. •
Napoleón so hallalm en Niena, enramado con los laureles de Kckmulil
\ de Itatisbona, cuando supo la publicación de aquella bula Al punto de
terminó exíjirle al papa la incorporación del dominio pontifical al imperio
francés, y en caso de negativa . apoderarle de su Santidad Kl jeneral
Itadet fué el eomisionado do tan desabrido encargo. \1 intento le presen
la en el palacio (¿uirinal por la noche del '» al 11 de julio de IKOO é insta
. lica/mente a Pió Vil para que consienta en la cesión 6V so dominio teni
poral, evitando asi las providencias violentísimas á que lo espondria una
i.-Msteiioia infructuosa « No puedo, ni debo, ni quiero, respondo el pon
tilico. Prorqpti ante Dios conservará la santa iglesia todas mpoü
\ nunca faltaré al juramento que hice do mantenerlas . Kl jeneral replico
• Santo padre, siento en el alma que vuestra Santidad no acceda á esto
demanda , porque no hacéis mas con ese empeño que esponcros a nuevas
tribulaciones. » — Kl rktx • • Ya lo be dicho ; nada en la tierra puede ha
«•orine mudar de propósito, y estoy pronto á derramar la ultima gota de mi
sangro y á perder ni infante la vida antes que venir á quebrantar el jura
mentó que hice aata Mm - li moui « I a determinación que tomáis
430 HISTORIA
será quizá para vos el orijen de grandes calamidades. • — El tapa : « Es
loy decidido, y nada puede alterar mi ánimo. » — El jeneral. « Ya que
tal es vuestra determinación , siento las órdenes que me ha dado mi sobe-
rano y el encargo que me ha cometido. » —El papa : « A la verdad, hijo
inio, esta comisión no llamará sobre vuestra cabeza las bendiciones del
cielo. » — El jeneral: « Santo padre, preciso es que vuestra Santidad ven-
ga conmigo. » — El papa : « ¿Y es ese el reconocimiento que se me reser-
va por todo cuanto he hecho por vuestro emperador? ¿Es este el galardón
debido á mi gran condescendencia con él y con la iglesia galicana? Pero
quizá soy en este punto culpado ante Dios ; quiere castigarme, y me con-
formo con humildad. » —El jeneral : «Tal es mi comisión , siento ejecu
larla , porque soy católico é hijo vuestro. » Entonces el cardenal Pacca pi
de que el santo padre pudiera llevar consigo las personas que espresaria;
pero el jeneral responde á su eminencia que , según las órdenes del empe
rador, solo él puede acompañar al papa. — « ¿ Y cuánto tiempo se nos con
cede páralos preparativos del viaje? » replicó el cardenal,— « Media hora, »
contesta el jeneral. Entonces el pontífice se levanta y solo pronuncia es
tas palabras : « Vamos, hágase conmigo la voluntad de Dios. »
Un coche aguarda al papa á una de las puertas del palacio. Pió Vil su
be cu el con el cardenal Pacca. El jeneral Radet se sienta delante en un
birlocho. En la puerta del Pueblo estaba dispuesto otro coche para los au
gustos viajeros. El oücial francés quiso utilizar aquel tránsito para reno-
var sus instancias al papa. — • Aun es tiempo, le dice, que vuestra Sanli
dad renuncie á los estados de la iglesia. » — « No, » repite despegadamen-
DE NAPOLBOM J"
!• el |H>ntili<r \ la | url./iirl.i del eooho ««• neroi inmi lüwt—iente. A lo»
l>oeos minutos se baila forra de liorna y en rl camino «le Florencia Algo
nos biógrafos lian supuesto que el jenoral lladet liabia enramado poste
nórmente al pintor Itcnvonutti un cuadro que representaba la salida del
|>npa da Monto ('.avallo ron Unios los personaje* que lo aoompaftaban.
• l'.l desgraciado pon ti fice . dice M. de llourricune, anduvo errante do
ciudad en ciudad , sin que nadie quisiera albergar á tan ilustre prisionero
F.lisa lo envió de Fhrencia i Tnrin . y el triaÓBfl da Horglicae lo envié
desde Torio al interior déla I-rancia. Tuvo invariablemente por guardia
de honor una partida de jendarmes; y finalmente Napoleón lo remitió a
S IVON en el gobierno del principe Borghcso, sin duda para recordar alia
estudiadamente á su cuñado que antes de lograr emparentar con él, había
tenido por ensalzador á Paulo V. (.orno quiera que sea, este suceso dea-
agradable no conduciría para opinar que el ciclo se complace en vengar
prontamente los atentados contra la cabeza de la iglesia , porque el mismo
día (pie siguió á la noche en que el papa fué arrebatado de Roma, resplan
debo la victoria de Wagram. »
Desde el palacio imperial de Schrcnbrnnn y durante las negociaciones
de la pazcón el Austria, envió Napoleón al jcncral Xiolhs, comandante
militar do Homa. orden para ejecutar el decreto que incorporaba los esta
dos del papa con el imperio francés. Al dar cuenta de esta disposición al
cuerpo lejislativo en la apertura do las sesiones de I80tt, después del Ira
lado de V ieua . el emperador se espresó así i
• Ia historia me MMJetri la conducta que debia observar con Roma,
l-os papas, habiendo llegado á ser soberanos de una parte de Italia , se han
manifestado á todo trance enemigos de las demás potestades preponderan
les do la Península. Han empleado su influjo espiritual para perjudicarla
Se me ha demostrado que ora contrario ala independencia de la Francia.
i la dignidad y alian/amiento de mi trono, cualquiera influjo espiritual
ejercido en mis estados por un principe estranjero. Sin embargo, como es
toy enterado de la necesidad del inllujo espiritual de los descendientes del
primerode los pastores, no lio acortado á hermanar tamaños intereses, sino
■ululando la donación de los emperadores franceses mis predecesores, «
incorporando {os estados romanos con la Francia. •
Pió Vil lo habia previsto todo, desapropio)' persecución, \ e>ta pers
pectira no había conmovido su alma grandiosa. Cuando se hubieron rea
hzado sus previsiones, insistió aon mas en su primera resolución n laa
do 1810, negó la institución canónica á un obispo que Napoleón había
nombrado para la sede de Florencia, y aun prohibió por un breve que se
admitiese un administrador F.I emperador pidió á su consejo de estado
un informo sobre este punto, mandando que se imprimiese, como tam
bien d breve del papa. En \a*io lo opusieron los inconveoieotei que tenia
458 HISTORIA
semejante publicación. « Deseo esta publicidad , dijo , preciso es que toda
la Europa se entere de mi longanimidad, la provocación del papa y el mo
tivo de las providencias que voy á tomar para atajar y precaver en lo su-
cesivo semejantes actos. Es »n crimen por parte de la cabeza de la iglesia
el habérselas con un soberano que respeta los dogmas de la relijion. Ten
go que resguardar mi corona y mi pueblo y el universo entero de estas
temerarias empresas que harto tiempo envilecieron á los reyes y atormen-
taron ala humanidad. Un papa que predica la rebelión á los subditos ya
no es la cabeza déla iglesia de Dios, sino el papa de Satanás.
« Hora es ya de poner coto á tanta avilantez, usurpación y desconcicr
to. Creo que la Providencia me ha llamado para que reponga en sus justos
límites esa autoridad perniciosa que los papas se han abrogado, precaver
de ella á la jeceracion presente y librar por siempre á las jencraciones ve
nideras. Que al menos se tomen en Francia contra esta autoridad invaso
ra las mismas precauciones que contra las demás potencias de Europa.
Dentro de ocho dias se presentará al senado un proyecto para restablecer
el derecho que siempre tuvieron los emperadores de confirmar el nombra-
miento de los papas, y para que estos juren, antes de su instalación, en ma-
nos del emperador de los Franceses , avenencia á los cuatro artículos de
la declaración del clero de \ (582. Si los artículos son ortodoxos , ¿porqué
los papas los desechan? Si no están conformes con la creencia de los papas,
¿ estos y los Franceses no pertenecen á la misma relijion? »
Con efecto , tiempo había que los Franceses no correspondían ya á la
misma relijion , á pesar de las manifestaciones esteriores de una práctica
común ; á no ser así , el monarca escomulgado por haber quebrantado el
patrimonio de San Pedro y aherrojado á su sucesor no hubiera seguido
acaudillando bajo sus banderas á una nación tan acalorada con su entu
siasmo , cuando su augusto prisionero estaba viendo caer sus jemidos y la
mentos en un abismo sin fondo y sin contestación, esto es, el de la indi
lerenda.
<;\nn i.n \\\i
•I i mpri uliii Su catamirnin ron uní jrrhiilnqnrví > !•■ to<tiu
i. regresar de Alemania, Napoleón se había
detenido algún tiempo en Kootainebleau .
donde estuvo espidiendo varios decretos re
lativos á la administración del imperio
leatituido ri sn capital . siguiéronle U* re
yes sus hechuras, desalados linios • n albri
cías por sus nuevos triunfos y la rondnaion
de lapas Hilan , Florencia j Romadeapa
eharoa dipotacionei ••<>n ignaJ objeto; H
sínodo priego de Dalmaria envió tasnmea
la suya, j NapnleM m recibiáen endiencia soten» d 90 de notienabre
«I»- mw
\ creábase d eumplennos de la coronación y de la batalla ile Aoster
UO HISTORIA
ílitz , y echóse el resto en su celebración , pues sobre el boato de la fiesta
anual, se cantó un Te Deiim con motivo de la paz , y la iglesia de Nues-
tra Señora recibió esta vez, no solo el senado y los demás cuerpos eminen-
tes del estado , sino también el concurso de altezas y majestades que ibr
maban entonces la corte y el séquito del emperador : asistieron á la cere-
monia los reyes de Sajonia, Holanda, Wesfalia, Ñapóles y Wurtemberg.
Pocos dias después, el virey de Italia y los reyes de Bavicra aumentaron
mas aquella reunión de testas coronadas.
Napoleón podia conceptuarse en la cumbre de su poderío. Ya que no
ie era concedido plantar nunca sus águilas en las torres de Londres , nada
mas tenia que añadir en Europa á su esclarecida nombradía. Empero fal
taba mucho para que ya quedase desempeñada su carrera. Por él y con él
habia trascendido la revolución en Ñapóles, Madrid , Roma, Milán, Vie-
na, Munich, Stuttgard, Casel , Maguncia, Dresde, Hamburgo , Berlín
y Varsovia; pero la revolución, reducida á distrazarse con el traje imperial,
ya no podia proceder arrebatando á los pueblos con el ímpetu de una
propaganda. Importábale pues residir cuanto pudiera en pais estranjero,
para que la comunicación recóndita y pausada de sus miras y costumbres
pudiera plantearse, florecer y fructificar sin tropiezo. Napoleón la sirvió
colmadamente. Obstinado en fundar una dinastía y conseguir para él y sus
descendientes el timbre de la hermandad soberana por parte de las mayo
res potencias del continente, quiso granjearse, tras sus señaladas victorias,
la amistad y alianza de los potentados que habia vencido. Erfurth con-
ceptuaba que le tenia afianzado á Alejandro. Si lograba enlazar al Austria,
la Prusia sola no se atrevería á moverse ; el influjo inglés zozobraría en
el Norte, y los tratados de paz dejarían de ser meras treguas ó armisticios.
Tras esto, poco importa que sea una ilusión aciaga en que incurrió el
prohombre con la esperanza de pacificar duraderamente la Europa y enla-
zar sinceramente con su alianza los antiguos linajes rejios de Petcrsburgo
y de Viena. Los conatos pacíficos de Napoleón han de parar siempre en
grandiosos resultados: alejarán la esplosion de la guerra; dejarán que los
soldados franceses sigan cubriendo por algunos años la Alemania y una
parte de la Polonia, mostrando á los pueblos de aquellos países, en las re
Iaciones diarias de la vida común , la moral revolucionaria y los hábitos
democráticos en planta.
El afán de redondear su establecimiento dinástico y de quedar admi-
tido en la alcurnia rejia infundía á Napoleón ideas favorables á la pacifi-
cación de la Europa. Pero al mismo tiempo que se ajenciaba amigos y
aliados para su dinastía en las cortes estranjeras , pensaba en darle en
Francia una planta nueva. Conceptuó lograr entrambas miras divorcián-
dose de Josefina y contrayendo un nuevo enlace que le prometiera here
deros de su sangre en linea recta y augustas alianzas fundadas en un escla-
DF N MM»| ION U|
ircido parentesco. Ya no le bastaba la adopción <lr I nj«fKSO. Rri a 1 1 rfl
dad un menor prnnlo i asir bu riendas > aolwrnar por si indino . pOVO
00 s«> había educado para el trono . \ a los oyts de Napoleón carri
presumió del Bidarionto, pon pretoria fundir mi imperio sobre la runa ilc
nn niño nocido principe imperial . antn que rondarlo ,il noble carácter
de nn mentó palpable v A la capacidad patentada nn individuo formado
a mi ismediarion. I><< idiose )| im h separación do Josefina Ksta, se lo
ntaba lemieodo, >aunqoe bubieae ido labrando la dicha de su man '
le bobine njoatrado constantemente su mas entrañable amiga,* se«un di
ce Napoleón mismo en el Memorial de Sania llrienn. I ai coñuda aciones
de ntado se babian sobrepuesto en el ánimo del emperador á los afectos
particoiam, siendo ante todo un estadista Josefina bahía laido tiempo
atrás la suerte que le estalla reservada en la fisonomía da su esclarecido
nposo, que al parecer se le iba retrayendo al paso que se encumbraba mas
y mas |>or la esfrra de las grandezas y las vanaglorias monárquicas. Al fin
se realizaron sus corazonadas. Kl arcano tan aciago qne bahía estado •»•
aetrando en el pecho de Napoleón y cuya aprensión le demarraba cruel
mente el inyo . le fué revelado |M>r mi mando Kra el 7A) de noviembre de
tsoo Kl emperador j la emperatriz babian coñudo juntos ¡ Napoleón c>
taba pensati\o \ preocupado, Josefina apocada y silenciosa. Terminada la
comida, despide a los circunstantes. « Kstaba yo leyendo en h alteración
de IOS facciones, ha dicho después Josefina, la bicha que batallaba en su
interior: mas al fin veia que era ya llegada mi hora. Kl estaba trémulo, y
\o sentía OJ estremecimiento de pus á cabeza. S- acerca á mi , me ase la
mano , la coloca sobre su corazón , me mira un rato calladamente, y al
fin prommpe en estas fu nestisimas palabras: Josefina, mi preciosa Joseli
na. va snbncuanto te he amado V ti sola he debido los únicos instan
MV.t) «r w ■
r 11**'
M
442 HISTORIA
tes de dicha que he podido disfrutar en este mundo. Josefina , mi destino
se sobrepone irresistiblemente á mi albedrío. Mis mas íntimos afectos de
ben enmudecer ante los intereses de la Francia. » Josefina no quiere oír
mas, é interrumpe arrebatadamente al emperador. «No hay que añadir
mas, le dice, ya me lo temia, quedo enterada i Sus sollozos la inter-
rumpen y ahogan sus palabras, se desmaya y la llevan á su estancia, en
donde se vio, al volver en sí, entre su hija Hortensia y Corvisart, y enfren-
te de Napoleón.
Pero tras aquel primer sacudimiento que debia presumirse, sobrevino
un pesar mas entrañable y sosegado. Josefina manifestó resignarse, avi-
niéndose á cuantas demostraciones públicas se le impusieron. El drama
oficial se representó en las Tuilerias la noche del \ 5 de diciembre de \ 809,
en una reunión de familia á la que asistían el canciller mayor , Cambace-
rcs y el secretario de estado civil. Napoleón, que lo tenia dispuesto ya todo
para la ejecución de sus intentos, se espresó de esta manera:
« La política de mi monarquía, dijo, el interés y la necesidad de mis
pueblos que han dirijido constantemente todas mis acciones, requieren
que, faltando yo, deje á mis hijos, herederos de mi amor á mis pueblos ,
este trono en que la Providencia me ha colocado. Sin embargo, años
hace que he perdido la esperanza de tener hijos de mi matrimonio con mi
querida esposa la emperatriz Josefina: esto es lo que me induce á hacer
el sacrificio de los impulsos mas gratos á mi corazón, á escuchar tan solo
el bien del estado y apetecer la disolución de nuestro matrimonio... Lle-
gado á los cuarenta años, puedo esperanzar todavía suGciente vida para
criar con espíritu y pensamiento los hijos que la Providencia se sirva dar-
me. Sabe Dios cuanto me ha costado esta determinación; pero no hay sa-
crificio preponderante á mis alientos , cuando se me demuestra que es
provechoso al bien de la Francia.
« Forzoso me es añadir que, muy lejos de mediar motivos de queja ,
no he tenido al contrario mas que razones para complacerme con el cari-
ño y ternura de mi muy querida esposa: ha estado realzando quince años
de mi vida; su recuerdo quedará por siempre esculpido en mi corazón.
Fué coronada por mi mano, y quiero que conserve el carácter y el dictado
de emperatriz ; pero sobretodo que nunca dude de mi afecto, mirándome
siempre como á su mejor y mas íntimo amigo. »
Josefina se esmeró en ahogar su conmoción amarguísima desempeñan
do con señorío el desairado papel que se le habia impuesto, y fué puntua-
lísimamente pronunciando las idénticas palabras de oficio que recojió el
canciller para llevarlas al senado :
« Con el permiso de nuestro augusto y querido esposo , dijo, debo de-
clarar que absolutamente desahuciada de tener hijos que puedan satisfa
cer las necesidades de su política y el interés de la Francia, me complaz-
DF. N \IMH KnN M5
n» ni darle la ma>or prueba «Ir carino \ icinma i|M N haya dado sobre
la tierra lo itabo lodo «mi «lianarion. mi mano me coronó, y desde lo alio
de ni< «¿olio no he recibido mas que testimonios de afecto y de amor por
parte del puebm francés
• Conceptuó dar por reconocidos tolos estos estrcmos. consintiendo en
1 1 iIisoIii.imii de un matrimonio trata en adelante nn obstáculo á la Mi
«i dad de la Francia v la defrauda de ser un día «ol>ern*da por los descen-
dientes de un prohombre tan á la* claras aprontado por la flroi idcncia pa
r a soterrar los quebrantos de una rewducion horrorosa \ mtaMtesf H al
tar. el trono y el orden social. IVio la. disolución de mi matrimonio i m
nada alterará los impulsos de mi coraron ; el emperador tendrá sien
mi su mejor amiga. Sé cuanto ha quebrantado su corazón este acto impue*
10 por la política \ por tan sumos intereses ; |>ero ambos nos vanagloria
mos del sacrificio que hacemos en bien de la patria. •
I i.i |.i concurrencia crecidísima: to<los los circunstante* se entei necic-
ion hasta el punto de derramar lagrimas. Al día siguiente el canciller ma
\or presento. > el señalo adopto prontamente un proyecto del senado con
Millo decretando el divorcio de Napoleón y Josefina.
ejecutado este grandioso acto, se esmero el emperador en la elección
•le una nue\ a esposa. Mejandro le había dado a entender que tendría gns
to en verle enlazado con su hermana, la gran duquesa Ana. Kn so con
secuencia se enlabiaron negociaciones con la Kusia ; pero Napoleón supo
pronto por M de Narbonne, embajador en Vienrt . que la casa de Lorena
cataba también ansiando su entronque y que tendría satisfacción en verle
casado con una princesa austríaca, la archiduquesa María Luisa. ¿Cabe
conceptuar que estos anhelos de parentesco anunciasen , por parte de loi
soberanos estrnnjeros. una renuncia á toda nueva guerra de principios y
una conversión sincera. i un sistema comedido y benévolo de política reí
|»ecto al gobierno que solo era para ellos el heredero representante de la re
\olucion francesa? Tantos reveses redoblados por largos años habían alte
radosin duda sn conmiseración para con los desventurados y lejitimos pnn
cipes : y se deja entender que tras Austerlitz , Jena , Friedland y Wagram.
los monarcas del Norte se fueran cansando de sostener la campana, apurar
>us caudales y recursos y regar la mitad de la Kuropa con la mejor sannre de
mis subditos . por la causa de un linaje apeado ; sobre todo , cuando Ñapo
león procuraba persuadirlos que \ a no mediaba el peligro común con qoe
la república los había amenazado Mas aquel cansancio nunca podia acar-
rear una >erdadera reconciliación: bastaba un trueque de fortuna en la
rida < le Napoleón para hacer reviví r.á pesar de los vínculos de la sangre, loa
antiguos enconos y las iras asestadas contra él y la revolución. Ix» acon-
tecimientos lo han comprobado respecto al \ustria ¡ la Husia tampoco te
hubiera desviado de sn rumbo anti-frances por la consideracioo de un roa
444 HISTORIA
trimonio. Sabido es que eu política los afectos de familia se posponen á los
intereses y á las razones de estado. Probable es que un cuñado en el trono
de los czares hubiera hecho lo mismo por la salvación del imperio y la
dinastía de Napoleón que un suegro en el trono de María Teresa. En am
hos casos, el prohombre, según sus propias espresiones,, hubiera «puesto
el pié sobre un abismo cubierto de flores. •
La pretensión de su entronque con las alcurnias soberanas mas engreí
das y poderosas de Europa se conservará en la historia como un monu
mentó de la grandiosidad á que se habian encumbrado la Francia y su
caudillo, y de la superioridad esplendorosa que estaba ejerciendo la nom
bradía plebeya ante el esclarecimiento y la vanagloria antigua. ¡ Qué triun
Ib para la democracia francesa ! No bastaba que su larga y tenaz conjura
cion contra el ímpetu revolucionario hubiera venido á parar en la corona
cion de la revolución misma y en tributarle la mas centellante diadema en
cambio del gorro encarnado; aun faltaba un postrer desdoro para la altivez
rejia, y estaba reservado un golpe mortal ala preocupación del nacimien-
to. Esta preocupación, arrinconada ya con el menosprecio del filósofo y
traspasada con el anatema del pueblo , habia venido á quedar sacrificada
en Francia hasta por la suma nobleza ; pero la memorable noche del 4 de
agosto de 4789 no habia sido para la Europa monárquica mas que un
desenfreno lejislativo cuyas consecuencias habian acarreado unánimes
protestas en las cortes estranjeras, el manifiesto de Brunswick y la decía
ración de Pilnitz. Para la victoria del principio de igualdad forzoso era
que se estrechase con la solemne abjuración de los Montmorency en la tri-
buna de la asamblea constituyente, el sacrificio de las pretensiones de li-
naje, el abandono del sistema de casamientos desiguales y la profanación
del culto jenealójico por parte de las casas reinantes mismas; y esta profa
nación, abandono y sacrificio se cumplieron con efecto por los mismos que
habian firmado la declaración de Pilnitz. Los descendientes altivos de Pe-
dro el Grande y los magníficos herederos de Carlos V enviaron un dia su
diplomacia contrapuesta á dar su aldabazo en la puerta de las Tuilerías
para brindar con la mano de una hermana ó de una hija de los Césares al
comandante de artillería que volcó en Tolón la antigua soberanía en nom-
bre de la Montaña rejicida. Desde entonces se aventó para siempre el pres-
tijiodel esclarecimiento hereditario, y luego el principio revolucionario
ya nada mas ha tenido que añadir al triunfo de los derechos del numen y
del esplendor personal sobre las preocupaciones de la sangre, cuando la
casa de Lorena, enlazada con María Antonieta á la casa de Borbon , vio á
su augusto caudillo conduciendo á la hija con gran pompa, y pasando so-
bre la tumba del duque de Eughien al lecho del soldado que sentenció á
los realistas eN8 de fructidor y que los ametralló el 45 de vendimiarlo.
Dueño Napoleón de elejir entre varias princesas de la sangre mas es
DE ÑAPO I i «»n
dar. vida . después do haber oído rl parecer de m coo«ejo. te decidió por
I» wrhiduqMM Mana Unjo, luja del .mper^lW de Austria. FJ mariscal
iwthicr recibió la lonmion «Ir pedirla solemnemente en *iena I Jago á
» pielU capital .1 pnn. i|«if>- .!<• marro de IHIO. \ nVsptw* de haber mire
gado H retrato de su amo. m* presento en la audiencia lokaUM que .1 OÍ
pcradoi I i.m. ¡no Ifl COBCOdio para el cumplimu uto de n nnmmhitdu
escargo.
SdkNr, le dijo , tengo en nombre del emperador mi amo a pcdiro*
la bmum «Ir vuestra augusta hija la archiduquesa María Luisa
* las prendas relevantes que ensalman a esta princesa lian labrado su
lugar en un elevado m»|io Allí se cifrará la dicha de un gran pueblo \ la
de un hombre grande
* la política de mi soberano ha venido a lili 11000116 con lo* anhelo»
do m coroioo
enlace de dos poderosas familias dará , señor . a do»
jrnerosa- 10*90 resguardo para su dicha v su sosiego •
Kl emperador de Austria contestó:
* <4Mieeptuo d hecho de pedir á mi hija cu casamiento como una <
maso .i. ion del animo del emperador de b> Krancese», a quien aprecio
446 HISTORIA
« No cabe espresar adecuadamente los anhelos que abrigo por la dicha
de entrambos novios ; baste decir que en ella se cifrará la mia.
« Hallaré en la amistad del príncipe, á quien representáis , preciosos
motivos para consolarme de la separación de mi querida hija, nuestros
pueblos desde luego verán la prenda segura de su mutuo bienestar.
« Concedo la mano de mi hija al emperador de los Franceses. »
Entonces el mariscal se encaró con la archiduquesa María Luisa.
« Señora, le dijo, vuestros augustos padres han colmado el anhelo del
emperador mi amo.
«Consideraciones políticas pueden haber influido en la determinación
de entrambos soberanos; pero el principal miramiento es el de vuestra di-
cha: de vos misma, señora, apetece alcanzaros el emperador mi amo.
« Asombroso ha de ser el ver reunidos en un gran trono el numen de
la potestad y ios dotes peregrinos que le han de dar nuevo realce.
(i Este dia, señora, será venturoso para el emperador mi amo, si vues
Ira alteza imperial me manda le diga que participa de las esperanzas, anhe-
los y conatos de su corazón. »
La princesa dio al punto la respuesta que le habian dictado.
« La voluntad de mi padre siempre fué la mia, y mi dicha se cifrará
siempre en labrar la suya.
• En estos principios puede hallar S. M. el emperador Napoleón el
móvil del sumo afecto que concentraré en mi esposo , y feliz si me cabe
contribuir á su dicha y á la de aquella nación grandiosa. Doy, con el per-
miso de mi padre, mi consentimiento á mi enlace con el emperador Napo-
león. »
Un tercer discurso se encaminó á la emperatriz, la cual repitió en su
respuesta los anhelos que habia espresado ya su augusto esposo. Finalmen-
te, el embajador francés manifestó al príncipe Carlos que el emperador
Napoleón deseaba que su Alteza aceptase su procura para la ceremonia del
casamiento. «Acepto gustoso, respondió el archiduque, la protesta que
S. M. el emperador de los Franceses me traslada por vuestro conducto ,
igualmente lisonjeado con su elección que complacido por el concepto de
que este enlace borrará toda aprensión de disensiones políticas , reparará
los males de la guerra y dispondrá un porvenir dichoso á dos naciones
dignas de apreciarse y que se tributa a recíproca justicia. Cuento entre los
ratos mas halagüeños de mi vida aquel en que presente, en prueba de una
reconciliación tan franca como gozosa, la mano á la señora archiduquesa
María Luisa en nombre del gran monarca que os ha delegado, y os ruego,
príncipe (el mariscal habia recibido el dictado de príncipe de Neufchatel y
de Wagram) , que seáis con toda la Francia el intérprete de los ardientes
anhelos que abrigo para que las prendas de la señora archiduquesa afian-
DE NAPOLEÓN H7
/• n para siempre la amistad de nuestros soberanos y la dicha de sos puc
lllOS, •
1 1 casamiento se celebro en \ iena d 1 1 de mano, y U nueva empera
tn/ de los Franceses se puso en camino para Francia el día I.V Uegó el
ll 4 Cocopiegne, I donde Napoleón babea ido a reí ibhit Habíase prepa
rado mi ceremonial ostentoso pnra este primer alistamiento , pero Ñapo
li oo DO pudo contener su impaciencia y arrolló la ley que <>l mismo se ha
bia impu •>!<> leooptaado solamente dd ti) de Ñapóles, salió reservada
menta de Compiegne en tiempo llovioso y fo¿¿ colocarse, para aguar. I u .i
la novia y emperatriz, bajo el pórtico de una iglesia «lo aJdea . luego qu»-
llegó Mana Luisa, nitro en su coche ) volvieron inmediatamente al pala
. io de GompiegM Loi novios esclarecidos pasaron después á San < load,
donde M celebró d Ciwiento mil d I . de abril. Al dia siguiente lneie
ron su entrada en la capital. I -a ceremonia del casamiento relijioso. real
448 HISTORIA
zada con todo el boato de las cortes y del culto católico, se verificó el mis-
mo día en una capilla del Louvre, magníficamente engalanada para aquella
solemnidad. El emperador y la emperatriz recibieron la bendición nupcial
de mano del cardenal Fesch , capellán mayor , en presencia de toda la fa-
milia imperial , de los cardenales , arzobispos , obispos y magnates del
imperio, como también de una diputación de todos los cuerpos del estado.
Esta función fué verdaderamente popular ; todo París se empapó en albo-
rozo , y aquel rapto público se comunicó, no solo á todas las partes de la
Francia, sino á todos los pueblos del continente, que conceptuaron ver en
el enlace de Napoleón con una archiduquesa de Austria una prenda segu-
ra de la permanencia de la paz.
El 5 de abril, el senado de Francia, el de Italia, el consejo de estado,
el cuerpo legislativo, los ministros, los cardenales y el tribunal de apelación
fueron presentando sus parabienes al emperador y á su nueva esposa ,
quienes los recibieron sentados en su solio y cercados del séquito esplen-
doroso de entrambas cortes de Italia y Francia. Dos dias después, Napoleón
y María Luisa salieron para Compiegne, en donde permanecieron hasta el
27 del mismo mes. Pasaron después á visitar la Béljica y los departamen-
tos del Norte, desde Dunkerque y Lila hasta el Havre y Rúan. El 1o. de ju-
M. \ tPOLKON MU
nw se nMitinrron MU nwjeMades a I» capital, en donde no v había rn
tibi.idocl entusiasmo manifestado en las funciona del casamiento lacin
dad de Pan» dio una grandiosa fiesta á Napoleón ) María Luisa, quienes
asistieron al banquete y al baile qnc M les dieron en la casa d?l Ayunta
minito.
I-i guardia imperial quiso también solemnizar el polaca di M eamdUlo
esclarecido con la hija querida de un monarca a quien había ven
humillado Untas veces. Ksta función se verifico en el campo de Marf
guardia hizo los honores n Napoleón y a su encumbrarla esposa en nom
hre de todo el ejercito.
Kn medio de estos arranques universales y de estos espléndidos reao
rijos, el embajador d6 Austria señalo su día para ostentar su jubilo de
oficio y su boato diplomático. Klijio el I", de julio . y un aconte» i míen
to siniestro nubló la fiesta. Se pegó fuego á la sala del baile . la mujer del
ministro austríaco y otras muchas personas perecieron en rl incendio. Na
noleon no dejó á mano estrana el esmero y el timbre de salvar a su esposa,
pnes asiéndola arrebatadamente, la llevo él mismo fnera de los aposen
•
; Í&1
450 HISTORIA
tos incendiados. Entonces se acordaron de que el enlace de Luis XVI y de
María Antonieta había también adolecido de gravísimos incidentes.
•
i \V\r\ ln \\Mt
rWitu<1i>t|r llaOMrfo
l-i. •!!. nlM ..I ir» éi Mir. M liKciipoiarion i\< U
Mol ukU ron I* Kimni.
I OS r.'ITlN.
oco tiempo después de los festejo?» \hm H
ilcsposorio de Napoleón ) Nana Luisa, ocur
rió en el norte de Kuropn un acaecimiento
de suma entidad Rcrnadotte halxa sido ele
jido prinripe real de SoeeiJi ; la dicta It fu
roa llamado para soeeder i Cario* XIII j
mantener la cscltision de la famdia de los
Wasas, que se había lastimado ron la He\ a
eiou al trono del principe rcj.nir «luque de
sudermania
ll mcíod sueca conceptuaron sin duda agradar
452 HIST0U1A
á Napoleón y proceder cou arreglo á su política con esta elección. Quizás
habían ya consultado cou el emperador sobre este punto, aunque algunos
escritores hayan supuesto que la elección habia sido enteramente espon-
tánea, y que el ájente francés en Estocolmo solo habia tomado parte en
ella para oponerse. « Bernadotte fué clejido , ha dicho Napoleón , porque
su mujer era hermana de la de José que á la sazón estaba reinando en Ma-
drid/Bernadotte, ostentando sumo desvío, vino á pedirme mi beneplácito,
protestando con zozobra muy patente que no aceptaría á menos que fue-
se de mi agrado.
¿tQué tenia que responderle, yo, monarca elejido por el pueblo, sino
que no acertaba á oponerme á las elecciones de los demás pueblos? Esto hié
lo que dije á Bernadotte , cuyo ademan estaba demostrando el anhelo
con que esperaba mi contestación. Añadí que utilizase la privanza con que
le honraban, que no quería sonar para nada en su elección ; pero que desde
luego contase con mi anuencia y mis finos deseos. Sin embargo debo de-
cirlo; sentía allá un instinto recóndito que me hacia el hecho repugnante
y penoso. »
Esta corazonada fatigosa era muy natural en el emperador, quien no
podia olvidar que siempre habia mediado una contraposición solapada, y
nunca simpatía entre él y Bernadotte. Sin embargo era un Francés, un
soldado de la república, al que no habían faltado las grandezas del impe-
rio ; parecía que un vínculo indisoluble, mas recio que las repugnancias y
los agravios personales , enlazaba irrevocablemente con los destinos de la
Francia nueva al ilustre guerrero llamado para reinar algún dia sobre
la Suecia. Napoleón no se paró pues en las advertencias íntimas que le
aprontaba su profundo conocimiento de los hombres. Permitió á su tenien-
te que accediese á los deseos de los Suecos, y si en esto violentó su pro-
pia inclinación , mayor motivo hay para reconocer que el dominador uni-
versal estaba también bajo el imperio de una fuerza superior á la suya.
Estaba escrito que en el grandioso movimiento de la rejeneracion europea,
un hijo de la revolución , cuyo mas tenaz enemigo en el continente ha
biasido el último de los Wasas, iria á sentarse en su trono y convertiría
su capital en una ciudad francesa. Si posteriormente el nuevo rey olvida
su oríjen y sigue las huellas de la antigua Europa, podrá esto empañar su
antigua gloria , sin redundar en contraresto de Napoleón ; mas no por eso
dejará de serla Suecia una conquista segura y masó menos próxima para
la joven Europa y la causa del siglo. No en vano habrá instalado la filo-
sofía y la democracia en sus palacios y habrá visto apearse sobre ella, des
de la cumbre administrativa y de los alrededores del solio, el soplo liberal,
el aliento civilizador de la Francia.
Casi en la misma época en que uno de los mas célebres mariscales de
Napoleón iba á esperar uua corona en Estocolmo, uno de los hermanos
I»K N\r«M.KoN
deponía la suya M Amslerdam. I uw Honapartc era hombre de laicato y
'a de sanísimas intenciones . pero H eetro de Holanda bajo el ¡rape
i ¡o dri bloqueo continental sobrepujaba A sns fumas y lo arrojó al tacto.
Tiempo había que el emperador le reconvenía de sobrada flojedad en te
ejecución «le lo* decretos de Iterlm \ de Hilan Kl Monitor había ido apas-
tando las contravenciones diarias de la Holanda al sistema napoleónico, y
«I nejándose el priado* Luis con este motivo, el emperador le había <
lado desde Sebo nbrunn • U Francia es la que tiene ra/on para <
II Mimo .I.Memple reinante en esc país. Obvio mesera, si queréis que os
. Me lodoj I a ■ isas holandesas que son ajenies de la Inglaterra. Yoee-
¡M»- uxl un. ■nins de aduanas carecen de ejecución, y toda la corresponden
ii de Inglaterra con el continente se hace por Holanda la Holanda
es una provincia inglesa. •
I tfai i \eii« iones no habían surtido el menor electo FJ rey laus
presenciaba los quebrantos actuales de la Holanda . desentendiéndose délos
resultados remotos que el bloqueo continental podía prometer a Napoleón
FJ sistema dri emperador requería para la ejecución almas grandiosas y
puestas al temple de la suya Sus hermanos fueron sus primeros ajenies
deade qae N aajpeAÓ en la fundación de una dinastía. Conceptuó que ter
ciarían con él en anhelos j |*nsamienlos, participando de su idea po
lilica, dándoles un encumbramiento al nivel del suyo, y ánéndoles una
corona; pero asmo la eepreáoa que aplico a l.uis. no hizo mas que • re
yes perfecto! . - qae abrigaban cuantos requisitos se necesitaban para so
hrcsahr honrosamente en un sitio subalterno y en otra época, y ninguno
de ka que evijinn las circunstancias. Si fácilmente había hallado el empe
rador un séquito adecuado de testas coronadas, menos fácil le fué al pro
hombre hallar auxiliares y cooperadores intelíjentcs. Kl trono se había le
vantadoen medio del cerco mas esplendoroso; el numen quedó solitario.
Luis II Miañarle, en ve/ de enterarse del pensamiento de su hermano y
procurar que la Holanda fuese francesa . la dejaba vivir bajo el patrocinio
j la independencia mercantil de la Inglaterra, á pesar de las resistencias
pasajeras de los intereses atropellados. Napoleón, ofendido de esta condes
candencia y de ver desdeñados sus primeros avisos, escribió al rey de lio
lauda otra carta que bastaría sola para atestiguar en la historia que el
emperadoré plenamente idenliUcadocou el pueblo que le había escojido.
no vivía »in.) con el aliento de la Francia. He aquí algunos tro/os de esta
. omuuicacion conceptuosa.
• \ uestra Majestad ha olvidado, al subir al trono de Holanda . que era
francés, y aun ha locado todos los móviles de su racionalidad y aquejado
la dclicadc/a de mi conciencia para persuadirse que era holandés. Los Ho-
landeses que lian abogado por la Francia lian salo desatendidos, y los que
han sen ido a la Inglaterra han sido colocados \lgunos Franceses, ya olí
454 HISTORIA
cíales, ya soldados, se han visto arrojados y sin aprecio, y yo he tenido
el dolor de ver en Holanda, bajo un principe de mi sangre, el nombre fran-
cés espuesto á la vergüenza. Sin embargo, ocupa un lugar tan eminente
en mi corazón y he sabido encumbrar tanto sobre las bayonetas de mis
soldados el aprecio y el blasón del nombre francés, que ni la Holanda ni
nadie logrará asaltarle á su salvo.... ¿Quién puede sincerar la conducta
insultante para la nación y para mí ofensiva que ha tenido vuestra Majes-
tad?Debeis entender que no me separo de mis predecesores, y que respondo
de todo desde Clodoveo hasta la junta de salud pública... Yo sé que está
en moda entre ciertas jentes hacer mi elojio y desacreditar á la Francia ;
pero los que no la quieren tampoco me quieren á mí , y á los que dicen
mal de mis pueblos , los considero como á mis mayores enemigos En
mi discurso al cuerpo lejislativo, dejé traslucir mi descontento; porque no
debo encubriros que mi ánimo es incorporar la Holanda con la Francia,
como complemento de tcrritorio,como el golpe mas funesto que puedo dar
á la Inglaterra, librándome así de los perpetuos insultos que me están ha
ciendo cuantos dirijen vuestro gabinete. ta embocadura del Rin y la del
Mosa han de pertenecerme. El principio de Francia de que el Thalweg del
Rin es nuestro limite es de suyo fundamental Puedo dejar á la Ho
landa la orilla derecha del Rin, y alzaré las prohibiciones dadas á mis
aduanas,con tal que se ejecuten los tratados existentes una vez renovados.
Mis intenciones son las siguientes :
«1o. La prohibición de todo comercio y de toda comunicación con la
Inglaterra;
«2o. Una escuadra de catorce navios de línea, siete fragatas y siete
bergantines ó corbetas armadas y tripuladas;
« 3o. Un ejército de veinte y cinco mil hombres ,
« 4o. Supresión de los mariscales ;
« 5*. Anulación de todos los privilejios de la nobleza contrarios á la
constitución que he planteado.
« Vuestra Majestad puede contratar bajo estas bases con el duque de
Cadore por la mediación de su ministro; pero puede estar seguro de que
al primer paquebote que entre en Holanda, restableceré la prohibición de
Jas aduanas, y que al primer insulto que se haga á mi bandera, mandaré
cojer á mano armada y colgar al palo mayor al oficial holapdés que se
atreva á insultar mi águila »
El rey de Holanda no se convirtió con este lenguaje de soberano. Las
necesidades y los intereses actuales de la industria holandesa llamaban
sobre todo su atención. No se conceptuaba comprometido sino con el pue-
blo bátavo, y le pesara en el alma el seguir otro intento que la prosperidad
inmediata de las provincias comprendidas en el ámbito de su reino. No
viendo mas que la Holanda, se olvidaba de que habia sido colocado para
I>K NAPOLEÓN
li m m la contribuir al triunfo «lo una cansa mas jenerel . á la gloria y nu
mentó del grande imperio Repugnábanle ál.nis por temperamento la» pro
\u!euciascstrcmada«y los remedios heroicos Kra de aquellos a quicnc*
llama De Maistrc. mto|)es en política, y sus escrúpulo*, que teman por otra
parte su aspecto laudable . le imposibilitaban hacerse rargo de que el
bloqueo continental era para el emperador una necesidad lastimosa y pasa
jera . como el gobierno revolucionario lo habia sido para la república.
Uhaál Lab DO conceptuaba que el bloqueo decretado contra la Ingia
térra pudiera tener para los intereses británicos el funesto resultado qne
el emperador se prometía.
• \a destrucción de la Holanda, escribía á Napoleón, lejos de ser nn
nwdk) de alcanzar á la Inglaterra, lo es para aumentarla con toda la in
dustria y todas las riquezas que en ella se refujiarán. Tres medios hay de
dar un golpe la Inglaterra: ó separando de ella la Irlanda, ó apoderándose
«le las Indias orientales, ó con un desembarco. Estos dos últimos medios
aunque los mas eficaces, no pueden ejecutarse sin marina; pero estreno H
que desde luego se haya orillado el primero. •
El emperador, muy enterado de que no iba á menoscabar á la Holán
da imponiéndola sacrificios temporales, y no creyendo que la industria in
glesa pudiera ganar con la crisis que padecían indispensablemente las in
dustrias continentales empeñadas en especulaciones marítimas, hizo poco
caso de los cargos que le oponía el rey Luis. Al ir á Réljica le dirijió desde
( Meada una nneva carta en la que reproducía sus reconvenciones anterío
res. «Si la Holanda, sujeta á uno de mis hermanos, no encuentra en él mi
imájen, le dice, destruís toda confianza en mi administración, y vos mis
mo quebráis vuestro cetro. Amad la Francia . amad mi gloria . este es e!
único medio deservir al rey de Holanda.
• La Holanda formando parte de mí imperio, si hubieseis sido lo que
debíais, me viniera á resultar tanto mas predilecta por cuanto le había
dado un principe á quien miraba como á hijo. Al colocaros en el solio de
Holanda . creí entronizar á un ciudadano francés ¡ habéis seguido un
nimbo diaroctralmentc opuesto... Volved de vuestro estravio, sed francés
«le corazón, ó vuestro pueblo os arrojará Con estadio y política se go
biernan los estados.... •
Kl rey \ Holanda, que persistía mas y mas en ser holandés según la
voz del momento y Isa necesidades actuales del pueblo comerciante «le sus
puertos, y no según las mires y previsiones lejanas del emperador, se can
so al fin «le la competencia desigual que sostenía con su hermano, y desaav
paro sus cMadoj |^ra retirarse | \lcmania. después de Babel emiado .»
París una acta formal de renuncia Napoleón se enojó de este paso, y se-
gún H informe que le hizo el ministro de relaciones estertores, decretó, el
í:íg historia
9de julio de 18t0, la incorporación de la Holanda al imperio francés, y el
mariscal Oudinot se apoderó inmediatamente de Amsterdam.
El emperador no reservó el desconsuelo que le causaba la conducta de
su hermano. Cuando este por su abdicación y su fuga habia hecho ánimo
de tacharle ante la Europa y la posteridad por haberle hecho demasiado
pesada la corona con tanta demanda, Napoleón no podia avenirse al es-
rándalo de aquella denunciación, sin responder al acusador inesperado
que habia hallado en su familia , aunque debiese abrumarle con el estalli-
do violento de un vituperio solemne. Y como todo tenia que ser en los pa-
sos de aquel hombre estraordinario fuera de las combinaciones vulgares
y de las reglas comunes , supo hallar un medio que nadie hubiera imaji-
nado para ahondar mas el golpe que asestaba al desventurado Luis y ha-
cer su reprobación mas estruendosa. Lastimará al padre estremeciéndolo
con la suerte del hijo. Las mismas palabras darán, en el mundo político,
vida al uno, y muerte al otro; y el pueblo, que mide sus afectos y sus odios
por los de su héroe, dejará de incluir en su adhesión á la familia impe-
rial al hermano que habrá querido separarse del emperador, y se intere-
sará por el sobrino de quien aquel se habrá declarado el arrimo y casi el
padre. El 20 de julio, hubo esplendorosa tertulia en San Cloud; Napoleón
mandó que le trajesen el príncipe Napoleón Luis, su ahijado, y le dijo con
afecto :
DE NAPOLKON « .7
« Venid . lujo mío , soto medro padre ; nada pcrdoni» en dio.
• Iji conducta do vuestro padre traspasa mi pecho . ) tan «oto mi do
loneta puede abonarla. Cuando hayáis crecido pagareis mi deuda y la too-
ti i n un. i olfidds, en cualquier esfera que os coloquen mi política y eJ
nitores de mi imperio, quo \ uostro* primeros ilcboTes son para conmigo, y
los segundos para con la Francia; tras estos vendrán todas v uretra* demás
obligaciones, aun para con los pueblos que yo pudiera mnfiarov •
Si un rey vulgar sentado en otro solio que el de Francia tuviera seme-
jan lo lenguaje . con razón se le reconvendría como una dorna* 1a de engrei-
miento el colocarse antes de la patria, y como un eaceso deegoismo nació
nal el sacrificar á su política los intereses de los pueblos aliados ó conqnis
tailn- Per.» Napoleón no anteponía los deberes para consigo á las obliga-
ciones con la Francia sino porque se consideraba como la cabeza y d
corazón de esta, y no recordaba los deberes de ios principes sus subditos
con los pueblos que les confiaba sino tras sus obligaciones con la Fran-
cia . porque también miraba á esta como la cabeza y el corazón de la En
ropa y del mundo civilizado.
La incorporación del Valles con el imperio siguió a la de la Holanda.
Fl emperador comunico estas dos disposiciones grandiosas al senado con
un mismo mensaje en la sesión del 40 de diciembre de 1810. En él se 1* - 1 - »
• I -as disposiciones publicadas por el consejo británico en t80f> y
t K07 han rasgado el derecho publico do Furopa. t'n nuevo orden de acón
tecimientos está rijiendo el universo. Necesitando nuevos resguardos, me
han parecido los principales y mas importantes la reunión de los embo
calleros del Escalda, Mosa, Rin , Ems, Weser y Elba al imperio y el es-
tablecimiento de una navegación interior con el Báltico.
< He mandado delinear el plano de un canal , que se ejecutara en me
nos de cinco anos y unirá el Báltico con el Sena.
« La incorporación del Valles es una consecuencia >a prevista de las
inmensas faenas que mando ejecutar de diez años á esta parte en aquellos
países. Coando cstendi el acta de mediación , separé el Valles de la confe
derarion helvética , previendo desde entonces una providencia tan provo
chosa para la Francia y la Italia.
« Mientras dure la guerra con la Inglaterra, el pueblo francés no debe
dejar las armas.
• Mi hacienda se halla en el mas próspero estado; puedo acudir a cuan
tos desembolsos requiere este inmenso imperio, sin pedir á mis pueblos
nuevos sacrificios. •
Esta prosperidad económica no era uno de los menores portentos del
reinado de Napoleón. Debíase principalmente al espíritu sistemático que
había ido comunicando á todos los departamentos de la administración ,
y que exijia aun con mayor tirantez en el manejo de los intereses puWi
58
458 HISTORIA
eos. Se ha podido estrañar después que hubiese sostenido la guerra de es
tremo á estremo de Europa por espacio de quince años , y que hubiese
gobernado la nueva Francia, en sus ámbitos grandiosos desde Roma hasta
Hamburgo , con las mismas contribuciones que apenas bastaron después
para mantener la paz en el estrecho coto de la antigua Francia.
El senado correspondió inmediatamente al llamamiento del empera-
dor; adjudicó por dos senados consultos la reunión del Valles y la de Ho-
landa al imperio francés, y votó después un parabién, cuyo pensamiento
se halla espresado en la primera frase ■
« Señor, nunca se han manifestado tanto en el mensaje dirijido al se-
nado por vuestra Majestad imperial y real la trascendencia recóndita de
vuestros intentos , la franqueza y señorío de vuestra política y vuestro
constante desvelo por el bien de vuestros pueblos. »
Por lo demás, la adhesión del senado no se vinculó en cláusulas pom-
posas y aéreas lisonjas, pues en la misma sesión se votaron la quinta ma-
rítima y la dc48H.
I M'IM lo WXIII.
Urdidas conlr» la nupirnla. Mr. .Ir Chateaubriand nombran m el Intiiiuto en
lnc»r oV Chrnirr Nanrnientn y KanliMNO dH CTJf de llnaia. Fniirmri.i
piíMirat en la rapital t rn rl nupeno Concilio nacional
H p'p» en Fontuneiileati
k cuantas recoiitencionr* «*• han ha. un. lo
contra la memoria de Napoleón . nii)ciin.b
mas repetidas y rencorosas que su pa
rancia en sofocar la libertad de discusión en
las juntas deliberantes y en los periódico»
) Aun ruando no hubiera hecho mas que plan
tear la censara y acallar la tribuna, bastaría
esto á los ojos «le algunos jansenistas polio
«.>-^>^BMB^aw« eos para empanar H esplendor desanda con
♦•I borrón de la tiranía. Mn> ajenos estamos de negar la utilidad ini
460 HISTORIA
de la imprenta. Mas que nadie reconocemos y respetamos en ella el prime-
ro de los móviles civilizadores, la verdadera soberana de los tiempos mo
demos y el ájente incontrastable de la Providencia en la grandiosa empre-
sa de la emancipación de los pueblos , la gloriosa antecesora del cónsul
ltonaparte en preparar, cumplir y abonar la revolución francesa, y la única
heredera del influjo, predominio y poderío del emperador Napoleón sobre
la opinión pública, no solo en Francia , sino también entre todas las na-
ciones cultas.
Cuando Napoleón empuñó las riendas del estado, yacia la imprenta
exánime, tras una lucha tenaz de diez años. Instrumento del sinnúmero
de bandos en que estaba dividida la nación , no redundaba mas que en
anarquía, sembrando los desabrimientos y el menosprecio en torno de la
revolución que en otro tiempo habia sabido hacer respetar. Necesitaba re-
poso para cobrar nuevo temple, asi como la revolución necesitaba un
nuevo protector que la escudara mejor contra sus implacables enemigos y
contra sus amigos estraviados. Era llegada la horade un dictador, y com-
pareció Napoleón; la democracia abandonó la palabra de sus comicios, jun
tas y periódicos , palabra que habia sido á veces sublime y siempre pode-
rosa en los trances de la Francia, y que habia parado en no ser mas que una
causa continua de sacudimientos para el pais y un medio siempre dispuesto
para quebrantar y desconceptuar la potestad. Empezó la era del silencio, ó
mas bien sobrevino á las borrascas del foro un asombroso monólogo en
el que la Francia se mostró tan grandiosa como en los esclarecidos dias
de su carrera parlamentaria. Sucesores indignos y negados malparaban la
herencia délos decantados oradores de la constituyente y de la convención.
Mil voces discordes se alzaban , queriendo interpretar todas á su modo
las necesidades y los afanes del pais, y solamente lograban conmoverlo in-
terminablemente y perpetuar sus peligros y padecimientos. En medio de
aquellas confusas voces, sobrevino un hombre que se atrevió desde luego
á pregonar : « Yo soy la Francia, porque sé mejor que todos sus supues-
tos intérpretes lo que necesita y apetece. » Y como aquel individuo decia
verdad, la Francia le creyó y admitió por su orador ya único.
Desde entonces enmudeció la revuelta gritería, y solo habló el supre-
mo representante de la Francia : era la condición inevitable de la tarea
que tenia que desempeñar para hacer la revolución apacible en el interior
y poderosa por de fuera. Sin embargo , la libertad de imprenta no quedó
ahogada; se dejó solamente cubrir con un velo y poner aparte hasta que
hubiera cesado la inevitable reacción que le cabía y que las circunstan-
cias le devolvieron para restituirle el gobierno de los ánimos. Sin duda
comprendió que habia llegado el trance de su retirada y que debia fran-
quear el paso y la voz al numen del dictador, ya que se resignó al silencio,
bajo cuyo reinado pudo aun hacer olvidar sus demasías y reponer sus fuer-
DE XA POLI «»\ H.l
/aspara vrtverseáprvsentar algún día ma» activa y pn. \mmktwtt qm tma ■
i Si hubiese sido imprescindible por aquella temporada d desahogo de
U>s escritos y <lc los periódico» , nadie la hubiera atropellado A su muyo .
y si la imprenta, que »c mosir.» después her.Hcarnenlc rcbelile a la» onlc
nan/a* de reírlo» X, obedeció entonce» rcndidamentr á lo» decrete* de Na-
polcon , fui' porque la» idea» y ncccsuladc» populare» de IHlo no crau la*
de I88H| y la imprenta H impuso en los instinto» nacionales y «mió igual
menle la causa del siuln. <»i .» cuaado <«e abstuvo «le resistencia con d repre
sentante «le la nación, ora cuando dio la señal de la sublevación contra d
1 1 presentante del antiguo rejimen.
Apena» Napoleón acababa de publicar una nueva medula restrictiva
«•nn respecto á la imprenta periódica, que tenia por objeto autorizar un
solo periódico por departamento, ruando un suceso imprevisto fíat a
confírmarle en el sistema que la dificultad de lo» tiempos le babia impue»
U) de /ciar toila manifestación publica de los pensamiento» y de las opi
mones políticas.
Mr. de Chateaubriand había »ido nombrado para reemplazar átUieuier
• n d Instituto. Km de costumbre en d entrante el elojiar su antecesor
Mr. de Chateaubriand, obrando como osado innovador, trató de sacudirel
yugo de la tradición, y se encargó de aquel papel revolucionario en
el regaro de la Academia . para tener ocasión de repetir elocuentes decía
462 HISTORIA
maciones contra la revolución francesa y vituperar amargamente al poeta
patriota á quien la Francia debia el « Canto de la Partida. » Mas no le cu-
po el pronunciar su discurso, por cuanto revisado antes en una comisión,
esta lo desaprobó. Sin embargo , una parte de los comisarios opinó en sen
tido contrario, y entre ellos se bailaba un palaciego muy solicito de Napo-
león. Luego que este lo supo, quiso leer la obra de Mr. de Chateaubriand,
y cuando vio con que desentono y violencia el autor de Átala, cuyo mimen
no se habia encumbrado todavía á las sublimes previsiones que le han
descubierto después « el porvenir social » de la Francia, trataba de ajar
lo presente y elojiar la pasado , no pudo contener su ira, y apersonándose
en medio de una junta crecida al condecorado académico que habia juz-
gado el discurso proscrito conforme con el decoro y digno de la publici-
dad , se le encaró arrebatadamente en estos términos :
«¿Es Vd. , caballero, le dijo , el que ha intentado autorizar semejan
te desmoche ? ¿y de cuándo acá el Instituto se toma la libertad de ser una
junta política? que componga versos y censure los yerros del idioma; pero
que no salga del recinto de las Musas, ó yo sabré hacerle volver á él. Si
Mr. de Chateaubriand es loco ó mal intencionado, hay hospitales y casti-
gos. Además, esa puede ser su opinión y no debe sacrificarla á mi política,
que ignora, como Vd. que la conoce tan bien: puede tener su disculpa;
pero en Vd. no cabe, pues vive á mi lado y sabe lo que hago y lo que
quiero. Caballero , os tengo por culpado y por criminal : nada menos in-
tentáis que renovar el trastorno, la confusión , la anarquía y los asesina
tos ¿ Pues qué, somos salteadores, soy yo acaso un usurpador? Yo no
he destronado á nadie; hallé y levanté la corona en el cieno , y el pueblo
la colocó sobre mi sien ; respétense sus actos.
« Analizar en público , poner en cuestión , discutir hechos tan recien-
tes en las circunstancias en que nos hallamos, es ir á caza de nuevas
convulsiones y ser enemigo del sosiego público. La restauración de la mo-
narquía es y debe ser un misterio. Y además, ¿qué es esa nueva y supues-
ta proscripción de los convencionales y de los rejicidas ? ¿Cómo atreverse
á renovar puntos tan delicados ? ¿ Dejemos á Dios el decidir sobre lo que
ya no cabe en los hombres sentenciar ? ¿ Pues qué, seriáis mas desconten-
tadizo que la emperatriz ? Ella tiene intereses tan caros como Vd. , acaso
mucho mas directos; imite Vd. su comedimiento y magnanimidad, pues
no ha querido saber ni oir cosa alguna.
« ¡Cómo se malograría pues el objeto de todos mis desvelos y el fruto
de todos mis conatos! Está visto que si yo llegara á faltar mañana, os de-
gollaríais otra vez como en lo pasado. ¡ Ah, pobre Francia ! ¡ cuánto tiem-
po necesitas todavía de tutor ! »
Esta última esclamacion del emperador pregona todo el pensamiento
político que imperó á su advenimiento y caracterizó su reinado. Concep
DI n IFOI i <>\
á la Francia, preservarla del
liar que «c desangrase ron fritóla» contienda* ó <
espíritu ite partido le achacaba el obrar por ínfula* <
miento; \ loqncsuszahcrtdorcs calificaban de «Urania.* ¿I
• tutela soberana: • bien asi como el pueblo, an Juez nupreaao é
no \i>m ni admiraba nw i|ue un yon % esclarecido dirijido por
el numen de un hombre grande, allí donde algunos críticos aislado» solo
vetan é indicaban la*, huellas del despotismo Sin embargo se acortaba d
trance en que la fortuna iba á conceder á Napoleón el mas sonido favor
que pudiera en mídante esperar de su mano
II tí) de marzo de 1 8H , la emperatnz María Ijiisa sintió los primeros
asomos de parto. Al principio se temió que el alumbramiento seria azaro-
Mi . \ el célebre Dubois. previendo H caso en que sena necesaria una ope
ración anlua , pregunto lo que debena hacerse en el caso de que hubiese
•|ue optar entre la salvación de la madre ó la del hijo • No penará mas
que en la madre,* prornmpió denodadamente el emperador, en quien los
afecto* del hombre triunfaron en aquel grandioso trance de loa intereses y
combinaciones del monarca. Kl '10, á las nueve de la mañana, se había des
canecido toda zozobra , y todos los anhelos qnedabaa satbfccbos: Mana
I ¿lisa dio á luz un hijo qm Napoleón recibió al punto entre sus brazos y
que mostró A los oficiales de palacio , esclamando en la embriague/ del
alborozo: • Ks un rey de Roma. •
Kl estruendo del cañón anunció pronto A la capital el feliz aconten
miento que colmaba de regocijo al caudillo del imperio. El pueblo mani
feMó con funciones y festejos públicos que estaba participando de la di
cha del prohombre. Ñapóles , Milán y todas las ciudades en que se había
señoreado el dominio francés, imitaron A París. Los cuerpos del estado y
4C4 HISTORIA.
los embajadores estranjeros se esmeraron á porfía en redoblar parabienes
al venturoso padre del rey de Roma ; y el príncipe de Hatzfeld, el mismo
á quien Napoleón habia indultado en Berlin, enternecido por las lágrimas
de su esposa , hizo en esta ocasión las veces del rey de Prusia.
El bautismo del rey de Roma se celebró el 9 de junio en Nuestra Seño-
ra. Todo Paris acudió al tránsito del emperador. El pueblo queria leer por
sí mismo en la sien centellante de su héroe la complacencia entrañable
del padre y del monarca, y estaba también ansioso de manifestarle su pro-
pio alborozo. La sonrisa de Napoleón, tan escasa y fugaz en su adusto sem-
blante, asomaba á la sazón y estaba causando sumo reflejo sobre todas las
fisonomías que se agolpaban al rededor del séquito. Era un espectáculo
magnífico, á cuyo esplendor el cielo mismo se esmeraba en contribuir fa-
voreciendo tan precioso dia con un sol resplandeciente y un celaje vistoso,
por lo cual dijo el entusiasmo popular, cuyo recuerdo y espresion recojió
el poeta: « El cielo le protcje siempre. »
El príncipe fué bautizado por el cardenal Fesch , hermano de su abue-
lo. Tuvo por padrino al emperador de Austria, y recibió los nombres de
Napoleón, Francisco, Carlos, José. Su bautismo fué el anuncio de gran
diosos regocijos en todo el ámbito de los anchurosos dominios de su padre.
El prefecto del Sena y el cuerpo municipal de Paris obsequiaron á los al-
caldes de las demás ciudades del imperio y del reino de Italia. Mr. de
Bourrienne , el mas estremado detractor de Napoleón, tiene que confesar
que « el nacimiento del rey de Roma fué vitoreado con jeneral entusiasmo,
y que nunca niño salió á luz realzado con tan esplendorosas ráfagas de
gloria. »
Pero en medio de las manifestaciones del júbilo público y del embele
so universal , advertía Napoleón que el espíritu sacerdotal se azoraba allá
en tinieblas para entablar una oposición subterránea y socavar su trono.
Pió VII persistia siempre en no querer dar la institución canónica á los
obispos nombrados por el emperador, ó mas bien, no queria entrar en
ningún arreglo hasta quedar absolutamene reintegrado en la posesión de
su capital y de sus estados. En vano Napoleón habia promovido al arzo-
bispado de Paris al mismo jefe del antiguo lado derecho de la asamblea
constituyente; la i n flexibilidad pontifical no se doblegó con el célebre aba-
te Maury, que decía no haberse hermanado con el nuevo imperio, sino
porque hallaba consagrado el principio monárquico de que habia sido fo-
goso y tenaz defensor. El papa espidió un breve contra aquel antiguo cam-
peón del solio y de la santa sede ; pero esta acta de reprobación solo cor-
rió reservadamente. Entonces Napoleón, noticioso de que un empleado
eminente del imperio, el director de la librería, Portalis, habia sabido esta
propagación encubierta sin atajarla, le reconvino destempladamente en
medio de su consejo de estado. «¿Qué motivos habéis podido tener? le
«lijo ¿Señal aca.%0 venatrOJ pnnnptn« rrltjHxm? prro «iUhmt» . Apara
fjn.- o* halbútaqai r Yoco rtofento I «kIk> i.i<> >o
n l»u»rar para limero* mi roovjrro dr estado f Vw vm« H qor babeis so
Inalado arta *nmi loca. Soéseqel Homh moto, \ «|m/ » .1 étlmqmM
taiga lililí prrsonalrs . r» nlaitli por Imvninm o* \i»r*lrn padi ••
|«is deberá de un COU»e)ero t\c cutailn par» conmigo «on inmoi«m lo»
habato qwbriatado •• ) ato fe toss. Salid,] MotTOfrabápreanMei
lo «Meólo murlio. j»or.jiir i'Min pn***ait»** m mi mamona Un pínula* y
ios .1.- \11.M1.. pulir
Se salió con efecto el |óten ronsejero de catado, > eJeotpeí
• Espero Baje no te repetiré numn sena bote ivrna po»** nw ha rao
tona setisai >■■
Pero no le haMahas tapoIeM irrojai <l<- mi lado .» bu afectos al papo
Para frustrar la malí rolonrál ocnlta «Ir un» gran partí dri • lera .-Mino
•mi animo do dar poJriicided a la eurna eocadMcrta eje* l< estaba herirá
1I0 ron bretes \ huía* «mi eoosfart 'Ir PÍO MI. > <!»• citar safe H rpivopeilo
((nardo nataral ilc las doctrioas gaHcanai i»-» preleaaioaai aftra
montanas <lr| poolilce <-oino«*opuc* un concilio n.ii tona). ai\a presiden
ría coovtio al ranlaial t>*cli. \ ni rayo rn lOtO procuro tOC • -nti
rpbcopodo italiano qor ">iu eptoaba mrniMr a ¡ms adres i'l Itasaamirnto
•pif ilinjl" 1 !<>«■ obispo» i|m eo CStO* l'rmmn.
í<56 HISTORIA
« Las iglesias mas ilustres y populosas del imperio se hallan vacantes ;
una de las partes contratantes del concordato lo lia desconocido. La con
ducta usada en Alemania de diez años á esta parte hadado casi al través
con el episcopado en aquella parte de la cristiandad : no hay hoy dia mas
que ocho obispos ; gran número de diócesis se hallan á cargo de vicarios
apostólicos ; se ha estorbado á los capítulos el derecho que tienen de
proveer en sede vacante á la administración de la diócesis, y se han trama
do tenebrosos amaños al intento de mover discordias y sediciones entre
nuestros subditos. Los capítulos han desechado breves contrarios á sus
derechos y á los santos cánones.
i Sin embargo pasan años, y nuevos obispados quedan diariamente va
cantes, y si no se proveyesen prontamente, el episcopado se estinguiria en
Francia y en Italia como en Alemania. Queriendo evitar un estado jeneral
tan contrario al bien de nuestra relijion y á los principios de la iglesia ga
licana y los intereses del estado , hemos resuelto juntar el 9 de junio pró-
ximo, en la iglesia de Nuestra Señora de Paris, todos los obispos de Francia
é Italia en concilio nacional.
« Deseamos pues que luego que recibáis la presente os pongáis en ca-
mino para llegar á nuestra buena ciudad de Paris en la primera semana
del mes de junio.
j:rfr
I»i: NAfOLBON ,«.7
n<> teniendo c*u « .11 ii «lio objeto, rocana* a Ifcos que na conceda
mi Malo amparo. •
l-i primera junta jiMin.il .Ir la obispos no pudo relebw * hasta H *Ü»
I I emprrailor. á pesar «le mi eaoMTO en eleju |n>r presidente de aquella reu
ilion a uno ile mi familia, no l.i balk) Lin atcnihlc mmo se lo había pro-
métale H cardenal Kesch fué el piimcro que íiusiin n/aa de
Capóleos, maniHM.m.io^1 n d eooeiUo un bita meeróott ■!•• Roma
.lin- Mimo prelado efl el ioJOOTM H opiacopado no podía rad ol»rar de
olio nodo; pues ya no ora el tiempo «l«l galicanismo H dejo W III y la
it '\oliinnn francesa^ cuidos después de llosstict. habían ron mot i>|o proftai
damente la doctrina j la aoloi idad de aqud bombí o tan cHebí r para ron «'I
clero l ladeado coa los chistes dr Voltairc ) ron la pcfset ii. ion política,
■ I siurnloao había Irnido que acudir á la santa sede y adherirse mal da*
nunca á l.i caben suprema en quien residía rl principio * ilal di •! ratotá i>
mo h»N obbpoi hobieraa temido completar el estrago de I » iejknñi romana
en K raneta ) malhrrir^' .t m mismos al/andose •!<•• I.tradamrnle rontra las
pcetenaiooci pontificales % a\ inundóse a providencia» eacimiaidii i en
ii Mfoecer sas vinculo» con la poantad etpiritoal de donde proceda! mi pro
pió |>oder Despee» de hal>er eometido l.t irnpi ndrn. ia de meterse i habla
dores y proclamar bajo latís \|N latlibertadeide la iglesia ua I iraní habían
\ nelto violentamente a las tradiciones ultramontanas |>or los aeonlrrimirn
los tirios últimos años del reinado del. tus \\| \ maulo aja» ■■minados
se sentían |»or el destemple de los tiempos nwdernos, mas ansiaban cs< tidal
se ron el resguardo de lo antiguo tras el onjen de su poderío > de mi cms
i. una IVro m los obispos reunidos pcrleiicciM necesariamente todavía i
lo \ a pasado, los principes tic la iglesia eojidos aisladamente eran de ».i m
glo\ estiban poco propensos ¿estrellarse, mi el temible \ eapleodoroaodü
pensador <le las gracias y favores mundanos Dwolvióar poei d concilio.
> el em|H-rador fue obteniendo de cada prelado franca ¿ italiano uñad.
elaraeton indi>idual enteramente conforme i MI miras
Kl papa se hallaba ent - nona, siempre inmutable en su de
i. iminanon Kl emjHTador le creyó demasiado contiguo i Roma «> tierna
mi. lo espuesto a yr arrebitado |K)i los IiiuIcmn. > lolnzo pasai É I "iilatne
Idean Kn medio de sus desabrimientos contra Pió MI. Napoleón no oh i
daba los miramientos que debía al caractn \ i la «huoidad de mi augusto
príiiouero. Para hacerle mas Beiedero d tedio del destierro, rotocii junto
i el al arfan i», n. «II. .uvas atenciones unas, aseñorado agasajo j conveí
s.ieion antena mitigaron • * quebrarlos del santo padre PÍO Vil
cobró alerto al sabio y aprcciablc compañero de su retiro I e lu/.» l
ilas preguntas sobre la espedtoion fie Kjiplo > quiso enterarse de la obra
que había publicado solio las antigüedades de aquel paiv M Denoa . que
se acordaba que su libro encerraba algunas pajinas poco católicas y aniñas
408 HISTORIA
de hermanar con el sistema de la Escritura sobre el oríjeu y la edad del
mundo , habia temido que su santidad se ofendiese al hallar esplicaciones
y conjeturas cosmogónicas mal avenidas con las del Jénesis. Pero el papa
no se paró en esta desavenencia entre la especulación científica y el siste-
ma revelado, y advirtiendo que Denon se esmeraba en ocultársela , lo es-
playó diciéndole : «No importa, hijo mió, todo esto es sumamente cu-
rioso; en verdad yo lo ignoraba. » El sabio francés informó entonces al
pontífice que su santidad habia anatematizado el libro que elojiaba, y tam-
bién al autor. « Yo te he escomulgado, hijo mió, replicó el papa; lo sien-
to, y á fe que no me lo presumía. »
. Mili m \\\|V
■
** fc»*»J l-l
rio» y tras *angncata* batalla»
%t hallaba tnihtannrntr planteada por ra*i Indnrl ara bu
f apagóla
v intañoo frai • • ■ i • n I apata iI»a imh
prcámav aun ra medio de losqorbraa
lo* do la guerra Daajc qne d iiiwi
dor h» había ausentado ilr la IVmnMil.i
su» lugarlfiiu-iiio* . aromctuli" |w la*
guerrilla*, bala la Unido que prloar lam
bien ron freeiHwia contra la» tropa» ar
re«lad .^ dr que M i omponian Un ejcr
:l harpaajoa, pero ra m
la» \ leiMludr* nenln» tba
Mtio» terrible» . la anímala* I «W rey Joar
Irían.
470 HISTORIA
En los primeros meses de \ 809, vuelto Napoleón á Francia, Palafox,
que se había metido en Zaragoza después de la derrota de Tudela, habia
defendido la capital de Aragón con el heroísmo de los antiguos Cántabros.
Los Franceses pasaron muchos meses bajo las murallas de Zaragoza, y
cuando el valor de los soldados, la ciencia de los jenerales y todos los re
cursos del arte de la guerra asestados con maestría por los oüciales facul
tativos dieron al través con las obras estertores de la plaza, y las murallas
de la ciudad pararon ya en poder de las armas imperiales, fué preciso con
tinuar todavía por las calles aquella lid encarnizada y formar en cierto
modo el sitio particular de cada casa. Al fin la pertinacia española tuvo
qne ceder al empeño francés.
A y
El 2í de febrero de \ 809, la ciudad se rindió á discreción al mariscal
Lannes. El presidente de la junta, Mariano Domínguez, prestó juramento
de fidelidad al rey José. « Hemos cumplido con nuestra obligación contra
vos , le dijo al mariscal , defendiéndonos hasta el último trance, y con el
mismo tesón daremos cumplimiento en adelante á nuestros nuevos empe
ños. i
No cabe retratar el estado pavoroso y la suma asolación en que se ha
Haba aquella ciudad. Una horrorosa epidemia habia añadido sus estragos
á los de la guerra. « Los hospitales no podían ya acudir á los enfermos y
heridos, dice un ilustre mariscal en sus Memorias. Los cementerios no
i
DE NAPOI l un .Tt
ha«labnn para sepultar á lo* muerto* . lo* cadáverc*. emulo* en «ro» de
IH » \ in 111 |>or centcnarc* a la* puerta» de l»» iglesia».
\ la toma de/aragn/a mbiii.— h -I- Juay fio Monzón. Empero lodo*
e*to* rvféwi no alcanzaron a quebrantar el lc*on de lo» fcpnftolr* l na
parir dd <j«r. tío fruncirlo Arason aeahaha de pasar ac.a.*tdla. para acá*
!• juicio «I tercer caorpO el encargo decon*rvar una conqnwta
que había costado ocho mil hninbn^ á lo* *ttiadore* Luego que el |aM
ral Hlacfce supo «mi Cataluña que lo» vencedores de Palaíox ««• habían di
\ kÜdo y que el «punto cuerpo M había alejado dri Lbro (tara enraminanc
h u i.i el Tajo , marcho de Tortosa al frente de cuarenta mil hombre* y *e
interno en Vracon COI d intento j la wpeniwi de re. obrar á Zaragoza.
K*la tentativa prospero al prineipioeon una ptqveAl ventaja que Riad»
logro en \lrani7 Tero d terrer cuerpo miaba mandado por Suche!, rao
ddta intelijente y \ alero*o que se había granjeado lo* grado» *npcnorcs dH
. j. i> ito eon unialado* servicio* en la* guerra» de Italia y de Memaoia. v
.pie .lebia ha., i do n llgM día á Napoleón que si hnbw-se tenido en K*pa
i>a do* maríscale» como él, conquistara y conservara la Península, pue»lan
to» triunfos inaudito* vino a confuir |>or su tino, su talento militar y su
denuedo Súchel había ñdo llamado a Aragón en reemplazo de Jimot F.s
le sabio v valiente guerrero alian/. • la v ictona l> ij.> Im tandera» fran
Ia* refriegas de Mana y Belchite desahuciaron a Hit kf |i> i> índole. i rol
verse á Cataluña Sucbct fué dignamente auxiliado por el intrépido jeneral
■ - '
Í72 HISTORIA
Harispe, jefe de estado mayor, y el comandante de artillería Vallee, á quien
una conquista lejana valió después el bastón de mariscal.
Una vez disperso el ejército español, el jeneral en jefe del tercer cuer-
po volvió á Zaragoza , en donde se dedicó á cicatrizar las llagas y desen-
conar los ánimos de la población. No fueron vanos sus conatos, pues Za-
ragoza recobró pronto, en medio de sus escombros, el curso de las fiestas
y ceremonias relijiosas, celebrándose las mas grandiosas en la iglesia del
Pilar bajo los auspicios del jeneral francés, quien juzgó oportuno herma
Dar el boato militar con la majestad del culto.
Con tales jestiones y á fuerza de cordura, de amistosas demostraciones
y manteniendo rigurosamente la disciplina, consiguió que la ciudad mas
contrapuesta al dominio francés de todas las poblaciones españolas fuese
eallada é insensiblemente sobrellevando el mismo dominio que habia re
chazado con tanto brio y pertinacia.
Aparentábase ya pacífico Aragón , cuando volvió á encenderse el fue-
<tr- -
§:; r
I>K NM'MI H>\
m
c I' la ancrra «I presentarse el joven Mina, mirto adalid de guerrillas
ivm .1 j. nrr.il Surhct no «lio tiempo i qur «c propagase rl ino ndio. poe»
persiguió .i Mim . diopeno m partí I
I I . j. r. do francés no era igualmente afortunado rn Cataluña. So» Je-
nrralcs *c acotooioo ipeoai tentado qur luchar « ontinnamcnlc. va contra
nonieroeoí cuerpos de voluntario! oeo proporcionobo la población cátala-
ni . \ i nuitia l.js ti-.j.ts ur.v », Hlarko y (» Doncll Puní fiar
.ii estf punln .i loa armas francesas la misma ooperioridod que fO tragón,
fue* íi»i*>mi eognodeoor lo ariota • Btenet, bectendotefouoj de la» cam
pinas de Zaragoza É bu ilf Tarragona y de Valein la
\ntes de rerifeer nlo mmimirnto. rl eoodülodd tercer enrrpo «ec*
nortea mjmtar la provincia qur iba a drjar. tpoderendootda las forta
pM deiliodjUI del nortr a! mediodía Aragón \ Catátate. EalO Icos
lo algunos meses Kl t de abril dr IKIO. OTO doeio 00 tehOjlHO, % ri I"
dr junio dr| mismo ano l ■oaoJMSOl J Monlla se hallaban rn su
poder Knionccs se OOOPOtilorol al pacificador de \iagon entrambos en
BttOOO, d da Valencia \ .1 di< DortOOB; y tomo este ultimo
Kl jtnrral Taro mmüeM al proñlO intentos de oponerse al sitio de
aquella plata . pero al acercarse Súchel . vano ilc dictamen y se retiró ar
rebaladamenle sw cmlurgo Suehet aguardó para atacar á Tortosa que el
séptimo cuerpo le hubiese proporcionado los refuerzi* indispensables que
bahía pedido. Kstos llegaron en iliriembre de IHto. \ rl I*, de enero de
«XII, tremolaba la bandera francesa sobre los muros déla plan
Hendida Tortosa . no quiso el vencedor . atenido a su sistema de cor
dura, llevar mas alia sus trinlbl ni CotoluÉO antes de haber despejado
otra vex d Aragón de algunas partidas que se habían internado á las ór
cienes tic Yillacampa , el Kmpccinadn y Mina el mayor. 1.a espulsion ile es
tos tres caudillos empleo a Súchel durante alapoflMM RMsea V illacampn y d
Kmpecinado se retiraron a la proi nina de Cuenca. Mina se ennseo por los
montes de Navarra, y Suehet volvió i presentarse en fal alóla á las puer
tas de Tarragona
Kia aipirlh OÍodod un | de los baluarte» de la resistencia 00 el norte
de la Península tema ocho mil hombres fie guarnición que contaban con
refuentos por mor. Kl jeneral Suehet acometió U pla/a 000 euarenta mil
hombres y A tomo por asalto, al cabo de dos meses, el 21 dejooiode IMI l
Ksta nueva •'• importante conquista regonj.» en Ortwo el em|>erador.
quien fiaba tanto mas valor ¿ los tnunlos de 100 ejér ikM en K.spaña. cuan
lo mas escasos y menos derisi\ os eran que en las demos parle» de Kurofn
\si d concepto x .i tan favorable que leajo del j üei.il Snenel ■ rohusflmn
m H x mas en el .mimo de Napoleón, quien oondarordd \emrdor deTar
ragona con la digimlad de marisca! del ira|* i ío
\ la loma ile Tarragona siguió la oenpacion dr HmN-ruif I as arma-
HISTORIA
francesas iban declaradamente cobrando por aquella parte el predominio
que habían ejercido en los mas prósperos dias de las guerras de Alemania
é Italia. La rejencia española, temerosa de que Valencia padeciese la mis-
ma suerte que las fortalezas de Cataluña, se esmeró en enviar un cuerpo
de diez mil hombres á las órdenes de Blacke para atajar la marcha triunfa-
dora de Suchet. 'Pusiéronse en estado de defensa los castillos deOropesa y
Sagunto ; mas no pudieron resistir al ímpetu francés. El castillo de Oropesa
se tomó fácilmente, y el de Sagunto, aunque socorrido por Blacke al frente
de, veinte y cinco mil hombres, tuvo que capitular el 26 de octubre de
\S\i , después de repetidos asaltos y al dia siguiente de una sangrienta
batalla en la que el jeneral español perdió mas de cinco mil hombres.
Ya no habia contraresto para el ataque directo contra Valencia. Enton-
ces, para estorbar ó diferir la caida de aquella plaza, el Empecinado y Mina,
que descollaban entre los héroes de la independencia nacional , y que de-
bían encabezar la lista de los proscritos en el absolutismo y entre los mar
tires de la libertad , trataron de maniobrar en ayuda de Blacke haciendo
nuevas correrías por los montes de Aragón. A fin de precaverse Suchet del
peligro que podia amenazarle por aquella parte, pidió refuerzos, y luego
que los hubo conseguido, pasó el Guadalaviar , rechazando una parte del
ejército español al reino de Murcia y encerrando la otra en Valencia. Aque-
I»K \\r«»l RON 17 .
lia mxbd ota pronunciar «m «ot.rcsallo H nombre Ae Sarhrt, Mmnáp
iim» lo* trannr* ilr nn «itio y di un* toma por asalto *«i . lo**» q»eH
homhardro hiro alguno» i**tragn» . U pobtarinn pida» rapftaatrto* . qar
ibiulo |t>m«'Ikth U guarnición . compurMa ilr dier y nrhn mil hombre» y
«ii caudillo H jmrral rilarle
ll lo de moro de lftl'2. «brío Y «leona *u» punta» «I cjernto fraan*.
> ••! '21 ilrl mismo mr* . H emperador . qne migaba «trmprr nn «llardo*
cspléodido sobre an *n* icio eminente, dio un drrrrto llorando rn el rn
no de Valencia un capital dH valor dr do*nrntn* millones para drOribuir
10 á lo* jcneralc* . oficíale* y toldado* del ramio de Araron Por el mi»
mo decreto nombro al mansral Snchet duque de \lbnfrra . mh/adoai
la* rentas anejas al mi*mo dictado.
Durante lo» Iré* ano* qnr mediaron mire I* i-nw ib /arago/a y la de
valencia, en lo» qneornrnrron arontrrimirnto* diario», myo resoltado
fue plantear con alguna probabilidarl de duración el dominio francés en
las pro* incia* dH nc.rdr»te dr la IVnin*ula . la» alternan* a* dr la
-Hinque mono» propina* a la cau*a drl rey José rn rl oestr * el
proporcionaron vn emlaugo la coyuntura dr atlal sutoria» a kM
ralr» que rl ratperador había rolorado al frente .Ir »u* intrépida» bbnjr*
rn l*» pro* inri** mrndton*lr« de la monarquía española y rn H rnno «I»'
Portugal
Deapoe» de la toma dría Coro na en cinto de INOO. rl man*cal Soull
lialna io*adidor*te ultimo reino. ■¡entra* .pie el manual V-> pn
1 1 • ••uquista y pacificación ilr i.alkia \ de Wniia» * que el mandil \ *•
i rotaba en Medelhn d ep-mio df I <>t remadura mandado por el ¡>
ueral 4 ¿testa
l-os progresos <!H marisca] Soult en Portugal fueron repulo» y* esrb
i codo» , pero no dr larga duración. Había derrotado a la Romana H fi de
marro rn la» orillas dd Tamega. apoderándose sucesivamente dr Chave».
Braga, (¡almaracos y OportO. K»ta última cuidad, la *rgun«Li dr Portugal
que liabia herho vanas demostraciones de defensa. M había rendí d
un primrr asalto rl '29 dr mano de IXOtl. al día siguiente dr la batalla
«Ir Mcildlin y do* día* drspnr» «Ir la de i'md.id lleal. en b qucrl jn>*ral
Scbaatiani derroto al duque drl Infantil,.
Shi rmbargo. cato» triunfo» casi simultaneo» ile los difcrrnlc» caudí
lio» ilrl ryrmto franrr» mugan resaltado produjeron ea H animo de la»
poblaciones, que se iban exasperando en vet de acobardarse 1 na mam
reerjoa jennal e*tallo rn fetremadura, y b junta de B*ibj»i ri^pomfco
. M un* aterre*. intermediada de tropelía» a b* inlimaoooe* ilrl vearr
dor de vl.,1. Uní \| mi*mo lirmpo Mrllinginn . al írealr de un cuerpo dr
treinta mil hombres, se encaminaba de lasboa «obre iiporl» para arTrba
lar aquetb importante conquista al mariscal Soult. a quien el tevauUimni
470 HISTORIA
to de la Extremadura privaba de la cooperación del mariscal Víctor, y se
hallaba además amenazado por la parte de Tamega por el jeneral porta*
gués Silveira á quien iba á reforzar Beresford. En tan critica situación, el
ejército francés se aparecia en vísperas de padecer inevitablemente por ter-
cera vez el desdoro de Bailen y de Cintra; pero tenia por caudillo en estas
circunstancias uno de los mas consumados capitanes del siglo. « Soult la
salvó con la prontitud y el acierto de sus disposiciones, dice el autor de
las Guerras de la revolución. Sacrificó sin titubear enseres , pertrechos y
víveres, pasó prontamente áGuimaraens, y dejando á la izquierda Braga en
donde Wellington estaba amagando antecojerle , se enriscó por los mon-
tes que atraviesan el Cavado. Al cabo de dos dias llegó á Buivaens, en-
crucijada del camino de Chaves, en donde estaba situado Silveira, y de
una profunda garganta que conduce á Montalegre siguiendo el cauce
del torrente. Todo el ejército se fué encajonando por aquellos senderos ,
donde apenas cabían dos hombres de fíente. A sus pies, el Cavado, cre-
cido con una lluvia tempestuosa, bajaba bramando; sobre su cabeza es-
III NU'nIHiN 177
Litan »u«ocndtdo» lo* |»cnasem desde donde estaba saliendo un tiroteo ron
iiiiii»* Finalmente, rl camino, yn tan penoso, calaba atajado é Irerlios
por arroyos qnc salían de sos caire* bjadov ítouli venció tantísimos oh»
laculoa Supo encubrir M marcha a entrambos )rnfml« enemigo* y lle«ar
• li frontera, desde donde paso a Orense Perdió Win solo alguna role
al tratar» en d desfiladero iM Cavado l a caballería couserró ««* eaba
lio» y b infantería su» arma» . siendo r*n r. «ir >.l.i non .lurrwi de la de
noore. y uno de tos timbre» del man val Ktfrrchado. romo lo había «ido
H )cncral ingina, entre do» ejercito* Hiporiore* en numero, logró sortear
ntrambo* paso entre M *""" alborotado y acertó a infundir *
loa anidados bastante con lian ra para trnr sobrellevasen ron lc*on las es
enanca* . aguacero» y tropiezo* de un camino en el que fueron Kompuia-
Joa por un fuego graneado al que n:i podían corresponder •
Kl mariscal Sooll habiendo evitado milagrosamente a tMImgton. Br
resfnrd y Silvcira que se liso, jcahan de tenerle encarcelado en la» ganan
tas de Portugal . rmsomo en t «paita para »lescolgar*c «obre la HnaMM y
prcctsarlc a levantar H «tbode Logo Ney.qnc había conseguido en \stn
ría» iguale* resaltado* que Suriieten v rogón. marrlióalcncnentrodcSoull
y *r minino con H para acabar de destruir el rnerpo ile la Romana > *o
pirgar a lo* sublevado* en «.alma Pero lo» movimientos militare» que el
enemigo otaba preparando en el centro de la Península precisaron proa
lo a entrambos maríscale* a ni tincar sns combinaciones y variar so*
planea
Wefttagtoa no habiendo bajado ésta en tu eapeoVion contra Soult
btbi i i nano a fatn madura en donde esperaba ser mas afortn nado eontra
« -I cuerpo de Vietor llalaa dejado sos reales de \brantesnl frente de veinte
y cuatro mil hombres, apoyada la derecha en ei ejercito español d.
ta. compuesto «le treinta \ mis mil hombres, y la izquierda en la lefbl
de Robarlo Wilson. compuesta de cuatro mil hombres Podia contar »<!•
me* con H arrimo ile un cuerpo de veinte y do» mil hombres, mandado
por V ruegas y que estaba pronto á desembocar en las llanuras de la Van
lia. mientra» que H duque del Parque maniobraría en el norte coa to*
•le la Romana, y que Reresford operaría en las fronteros ét Ketre
madura con un rnerpo de quince mil Portugueses destinado a «en ir de
rearrra Oeurria ademas que en medio de numerosas guerrilla» y de par
tilos cnanleeidos con la causa de la independencia nacional . todo» «no»
ejércitos españole* . ingleses y portugueses iban á echar el resto, no solo
para recaer sobre H mariscal Vietor. sino para abalanzarse a la capital %
arrebatar Vadnd al rey José.
Comprendió este ultimo H |»Higro que le amena/aba y mandó por su
parle una concentración grandiosa de los cuerpos dd ejercito trance» so
l-i I Tajo . lucia Tablera de la Reina Pero sm dar tiíaMiu á que Son I»
478 HISTORIA
y Mortier efectuasen su reunión , prefiriendo José el parecer de Víctor al
de Jourdan y sin aguardar siquiera la llegada de Sebastiani quedebia acu-
dir de Toledo, empeñó la refriega. Esta impaciencia libró al ejército ene-
migo de una derrota decisiva. Los Anglo-hispanos defendieron esforzada-
mente sus posiciones y las conservaron. Su pérdida, igual á la de los Fran-
ceses, ascendió á unos ocho mil hombres muertos y heridos ; y como en
todas las batallas eu que el ejército francés no quedaba completamente
victorioso, acostumbraban los ejércitos enemigos atribuirse el triunfo, se
celebró la jornada de Talavera como esclarecidamente gloriosa para Wel-
lington en España, Inglaterra y todos los países de Europa en donde se
abrigaba una envidia inveterada contra la Francia. Pero Soult desbarató
pronto los cantos de triunfo que resonaban en el campamento enemigo.
Ocupó á Plasencia en el momento en que Wellington, nombrado jeneralí-
simodelos ejércitos anglo-hispanos y portugueses, después del éxito de
la batalla de Talavera, le conceptuaba todavía en los alrededores de Be
navente. Reunido con Mortier y con Víctor en Oropesa, atacó Soult el ejér-
cito enemigo, el 8 de agosto de \ 80i), en el puente del Arzobispo, y esta vez
el éxito no fué dudoso. Sin embargo en lo recio de la pelea, titubeó por
un momento el mariscal sobre su paradero. Habíase levantado una polva-
reda que le imposibilitaba divisar los cuerpo» que tomaban parte en la ac
cion, y no distinguiendo ya los Tejimientos de caballería que había diriji-
do contra la infantería anglo hispana y creyéndolos aniquilados por una
I»l \ \ P«| ION ;:•»
rnnr.a riH riuqiw <lr> Mbuquerquo. qm.-n balita «obrerenirin ron» miaja rio
iiumrrn. retuvo y» para hacer rinparar enntra aquella nube, temienrio que
ibrtaw In rr.ballorin enorme » * i< toriOMI Pronto aaJM rir oMa ineer
liriumbro. pue« inoenriiario» lo* ramp¡'inrotrw |»or lo« K«panoto4 , j enn
riiendo el fueao por In malera. tnanitWti- a. trm*» fie un tfTaiirimmo mrrn
«lio loria la rienoi I J |".tipiUwla fuga riela* tropa* rir Wllmalon
Kl roMiltario dt la refriega en H puente riel \r/obi«po fu> arrojar A
I w&$M i lo« moni»-* «Ir ia Mnnrba y oV K*tromariura . obligando al jmf
ral ingle* a una rrtiraria ojeeuliva lObrc Hariajor Por N parir rl marival
n- | solviendo a (ialiria . derroto la lejion rie VAil*nn en la allura rio lia
nOt.tPBI (Hn tfafXMI drl enrnenlro «Ir \lmnnanri.qii»- *o din al di.» «iguirn
lo de 1 1 .in ion <IH Bajante, y m la qur rl jenrral SebaMiani rie*trmo H
rorrpo de Nenega*. cuyo* ro*ln< «o refnjiaron alrnpdl.nlamente en la*
cárpanla* de Sierra Morena
Sin embargo H U*on («panol riWnlló en modín «Jo torio* e«tm o>s-
IM1I W. BalloMero*, que retalia asomando, bahía lnvbo nurvo* ali*tamion
lo* en \*tuna* * lo* había Horario al diiquo riH Parque, quien M había
aporiorario rio Salamanca. nVspuosrio hahrr airan/ario un pequeño Iriunín
ron ira un destacamento rirl cuerpo riel marital N. \ . a quien rl empero
rior había Mamario a Alemania y a quien arañaba nV reemplazar el jene
ral Marchanri en el manilo riel ejercito «I.- «...iluta
Iíw Ktpanole», engreído* ron e*ta ventaja y siempre prontos ■ relia
,'
ÍSO HlSTOttlA
ccrse de sus derrotas, quisieron probar una nueva asomada por la Man-
cha y apoderarse otra vez de Madrid. Arizaga, al frente de sesenta mil
hombres, desembocó por Despeña-Perros y se adelantó sobre la capital si-
guiendo la dirección de Toledo y de Aran juez, mientras que el duque del
Parque verificaba su movimiento sobre el camino de Burgos.
El mariscal Soult mandaba en jefe el ejército francés , como sucesor
del mariscal Jourdan. Llamó á sí á Víctor, Mortier y Sebastiani, y marchó
en derechura al enemigo obligándole á retroceder hasta Ocafia, en donde
el ejército español quedó aniquilado el 4 8 de noviembre de 4 809. Durante
esta memorable batalla, Arizaga, en vez de pelear al frente de sus tro-
pas, se retiró á un campanario de la ciudad, y desde allí asistió como
mero espectador á la derrota de su ejército. Perdió su artillería, trenes y
banderas, y dejó treinta mil prisioneros en poder del vencedor.
La derrota de Arizaga motivó la retirada]del duque de Albuquerque,
quien habia quedado en Estremadura para sostener su izquierda, y cejó á
Trujillo. El duque del Parque, así mismo comprometido con el desastre
de Ocaña , se retiró también sobre Ciudad Rodrigo, á donde no llegó sin
haber padecido un quebranto en el puente de Alba, perdiendo tres mil
hombres , la artillería y los bagajes.
Habia llegado la horade dar el golpe postrero á la insurrección espa-
ñola y á la intervención inglesa. El emperador lo podia tanto mas fácil
mente cuanto sus triunfos en Alemania y la paz en el norte le permitían
agolpar sobre la Península una parte de sus tropas victoriosas. Por consi-
guiente se aumentó el ejército francés en España hasta el número de tres
cientos mil hombres en los primeros meses de 4840, y se puso á la orden
del rey José, cuyo mando supremo era aparente, pues en realidad lo cjer-
cia el mariscal Soult.
Las primeras operaciones se encaminaron á atacar la Sierra Morena ,
cuyos picachos estaban minados y que sin embargo fué ocupada en un dia
(20 de enero de 4840) á pesar de la tenaz resistencia de los Españoles.
Desde entonces el mediodía de la Península quedó patente al ejército fran-
cés. Granada, Sevilla, Málaga, Murcia, Oli venza, Badajoz cayeron su-
cesivamente en poder de sus armas. Pero Cádiz se resistió ; Cádiz , re
sidencia de aquella famosa junta que estuvo ventilando una constitución
democrática y dirijió una guerra nacional bajo los tiros de laaFrancia re
volucionaria y en nombre de un rey cuya causa era la misma que la de la
aristocracia y de la frailería. Este último baluarte de la indepeudenciares
pañola padeció un estrecho bloqueo por tierra; pero quedábale el mar, y
este le trajo víveres , pertrechos, jente y pensamientos.
Mientras que Soult recorria triunfal mente la Andalucía persiguiendo
los restos del ejército español, sitiando y tomando plazas, Massena, llegado
á España, ceñido con los laureles de Essling, invadía el Portugal y mar
Dr NAPOLEÓN Wi
. haba •nnim lisboa Pero había matado con la cooperación <M ejército
«Ir \n«taluna.ycstaleWtó..Houll. dctrn*to por Im Anglc^HisBanos de Al
jeciras y de Jibraltar que amcns/aUn continuamente U Andalucía y le*
pfOl mcias de la rosta oriental . no hiro el menor metimiento * (atoe dH
> oV Portugal , ron lo mal Massena aislado no podo hacer írenle A
Mrllinglon ) tuvo qor tolter á Espala Su ralbada fue n>sastradi*ima
Wclhngton persiguió rl ejercito frasees soto rl territorio español, tomo
á oliveaa y sitió á Badajo So presencia reanimó al denuedo y las e*pe
rautas dr la sublevación Pero acudió Snnll > atcrO rectamente A Rere»
lord en Alboera . cncaminAndose A la laida de las sierras y aguardando
m pfTt liln-rtaré Badajo/ ruando los movimientos de Blacac y oV
llallcsteros Ir hicieron volvn < Sevilla Desde allí disputo una espcdÚM
contra lo* sublevado* de la Srrranta de Ronda y un ataque infructuoso
Kntrrtanto Mcllingtnn. libre de la vijilanna dr soult . arinoelMiio
de Badajos y st apoderé de esta ptaa el 6 de abril ile IKI'i. Soult había
at ululo otra v er para sororrerla . pero llego al siguiente día de la rapitn
betón, y el teurrdor no queriendo exponerte A perder tan pronto sn ron
tlrieta . rehuso la batalla que le presentó H jenersl (raneas.
Bcgrcso Soult A Sevilla, en donde se dedico A pacificar la \ndalucia j
I partidas de Honda y del Campo dr San Roque. Pero los
habían proseguido en sus triunfo* Desde fotremadnra se
habían enraminado a la Mincha, y después dr haber drrrntado rl centro,
ocuparon á Madrid obligando á Jo*e á retirarse sobre Valrncia para poner
se bajo la proterrion de Stichrt. Kntóners v a no era posible la ocupación
de \ndalucia Sr abandono rl Moqueo de Cadii. y rl mariscal Soult. ven
ficando sn retirada por («ranada y Murria, se reunió mu Sueheten Alicante
y luego ron rl ejercito del centro para volver á tomar el camino
dnd | ponerse en disnoaieion de reconquistar aquella capital
f.l
CAPITULO XXXV
-
Ho...,.i...¡,..lo con la R„*.
■
lejandro habia dejado de conceptuar tiempo
hacia la amistad del hombre grande como un
beneficio de los dioses. Del cariño solemne
de Tilsitt y de los recuerdos íntimos de Er-
furth , ya no quedaba en el aínda del czar
mas que el desabrimiento y pesar que bro-
tan de un impulso yerto y de una esperanza
burlada. Mientras que la Europa continental
le habia parecido harto pujante todavía para
continuar la guerra de principios contra la re-
francesa compendiada en Napoleón, el autócrata habia estado es-
I>r. n IPOI I n\ ;h-,
i m liando los estimulo» del gabinete ingtV-» y mirado «olíalo en la» coliga
. ioaei de I MM y IHOO contra le Francie. ye merrhendo k cspaltla» <IH An»
tna. ye en po» «Ir le Prusie Pero leeeirtHl y Friedlend habían |*>»tredo»u
orgullo dinástico rapaz do enardecerse y dotado do uno» abáneos herto
tnirrnilmrtrifl para comprender que le mayor parte do manió airaba é U
aneja K«iro|»e potlin muy bien redueJrej a mira» de la Providencie (I) , se
habie desentendido interinamente de lo posado en lo» av istamientos drl
Niemen, soslayándose do la alian/a inglesa parn abrazar le política del
hombro mino quo había proclamado el bloqueo continental Si el estro
«lo le Francia no dobia nublarse, si le fortuna do Napoleón p< rmimiii
inmutable y Meneare 60 Baje, ora mejor hermanarse con el para promediar
la supremacía ouropoe. que obstinarse en quedar derrotado |">r mis inven
cibtee falanjos y por ol interés do una causa quo ol ciólo al parooor cstabe
desamparando. Kstes reflexione? fuomn la» que hicieron .1 Alejandro ten
afectuoso 011 libéN y (en entusiasta en Krfurth . hii retraería por oso do
lo» azares de un trueque político y de los trances de un regreso el antiguo
sistema europeo cuando lo cxijieran ó lo permitieran las circunstancias.
Pero Napoleón, al paso que creta en la sinceridad afectuosa que estaba
manifestando Alejandro y que el mismo percibia como conducente al cum
phmicntode sus intentos, avalorando los lancea en beneficio del predonu
1110 y preponderancia francesa, sin ■leader al desabrimiento que la relea
sion de su poderte podía causar al potentado que reinal» en Pelen
burgo. sea 11 11 su rumbo Asi la agresión del Aeetrie n I Wrí). al esponer al
emperador Francisco A añeras derrotas, le habie acarreado nuevos des
mcmbramientos que habían aproximado los limites del dominio francés
.1 las fronteras del imperio ruso, y esta cercanía ocasionaba peligros quo
no quedaban harto compensados en concepto del autócrata con la cesión
quo se le hacia, por uno do lo» artículos del tratado de Viene, de una par
le de la «¿alma. Pero lo que destemplaba al czar muy señaladamente era
li enetaacta del gran ducado de Varso\ia. cuva creación BO habia podi
do oontraroster en Tibiit . \ en el que sus desconfianzas y recelos le ntabea
siempre mostrando el reino de Polonia en ademan de brotar de sus esrom
bros. Asi para lograr alcun resguardo en este punto no ceso de insistir coa
.1 Rebínete do les Tuilenas para conseguir do KepoteOO una espresn y so-
•
1 .(Sr rrrrt» muir*. !i» 1I1. I1.1 N iiMi!r«>n • n Saula r.l«-n» •/ •«•<->', U» '|»e
\o Hi«|,iii. ron rl? M< *o«triiia querl derecho hereditario era uo ab»»«n en La
'••heranta. Jf la«ff qn« emplear roa* de ooa hora y »alerme de miptfí
mi l«ijim par* probarla que en e*le «lerech'i hereditario «e ofVat»» »| ••>«
IñtaOTler He |n» pueblos. A~a«o me engañaba.* Fl elejiHo H «I pueblo, et h*H»
•te la r*»oln«-ion alerri.>t>anHn al hijo de lo« retr« . al eauHi.b» «te la* eahjracio.
nr« mon anjnieas, par» ruaren irle al dogma del dererbo l.c-H.iari • ¿(l*** •*•
t raneta tan |«-ier.noa ! ; que trastrueque de ro«ne<liaaim '
484 HISTORIA
leinne declaración de que nunca trataría de restablecer la nacionalidad
polaca. Por un momento pudo creer que estaba cumplido su mas ansioso
deseo. El 5 de enero de Í8IO, el embajador francés Caulaincourt, duque
de Vicencio, firmó un bosquejo de convenio espresando formalmente : \°.
que el reino de Polonia no se restablecería jamás ; 2o. que se orillarían en
las actas los nombres de Polonia y de Polaco ; 3o. que el ducado de Var
sovia no recibiría nunca aumento de territorio con alguna de las partes
correspondientes al antiguo reino de Polonia; 4o. que se publicaría el con-
venio.
Caulaincourt no era de aquella escuela diplomática cuyo maestro ha
dicho « que la palabra solo habia sido concedida al hombre para ayudarle
á encubrir su pensamiento. • La disposición para todo jénero de asuntos y
la maestría en las negociaciones se hermanaban en él con sumo señorío, y
la agudeza de su entendimiento quedaba siempre subordinada á la recti-
tud de su alma. Se acordaba de que al hacer proposiciones para el enlace
de Napoleón con la gran duquesa Ana, se le habia autorizado á prometer
una declaración semejante á la que Alejandro requería, y consintió en fir-
mar el proyecto de convenio que se le presentaba, sin recapacitar las mo-
dificaciones que habian debido causar en las miras y combinaciones del
emperador de los Franceses el rompimiento de la alianza de familia y el
rumbo de los acontecimientos. Preciso es decirlo también, el duque de
Vicencio,al granjearse el aprecio y alecto del czar con sus finos modales y
sus esclarecidas prendas, se habia dejado embelesar por su parte con el
trato íntimo del esplendoroso Alejandro.
Napoleón se desentendió de cuanto su embajador habia aceptado. Des-
contento de Alejandro, que ejecutaba á medias el bloqueo continental, y no
teniendo ya motivo alguno para sacrificarle uno de sus mas antiguos pen-
samientos acerca de la política europea, se mantuvo firme en el concepto
que ya habia dado á luz y que constantemente profesó después, « que el
restablecimiento de la Polonia era de apetecer para todas las potencias del
occidente, y que mientras no se restaurase aquel reino, la Europa estaría
sin fronteras por la parte del Asia. * Sin embargo el czar insistió y envió
un nuevo proyecto,que siendo idéntico, enmarañaba y suspendía en cierto
modo el contenido del primero. Napoleón insistió por su parte y rechazó
reciamente la proposición modificada del monarca ruso. Enté/ices el prín-
cipe Kourakín , por orden que recibió de Petersburgo , declaró al empera
dor de los Franceses que se tendría su dilatada negativa por una muestra
positiva de segundos y solapados intentos á favor de la Polonia. Pero Na-
poleón , mas airado que sobrecojido con esta nota del negociador mosco
vita, le contestó resueltamente: ¿Qué pretende la Rusia con semejante
lenguaje? ¿Quiere la guerra....? Si hubiese querido reponer la Polonia ,
lo hubiera dicho, y no hubiera sacado mis tropas de Alemania Mas
DI NA FOLIÓN i*.
mi quiero desdorarme manifestando qoe nunca at restal4ecerá H mw>
«ir INdoma . ni ndiouliiarme entonando oráculos de dmoidad . m mono»
lunar mi memoria adiando esa acta de roaqniairltca poblara . porqoe <k
.Urar .jiio nuiKa M reOJÜifocpr* U PokWM t» M» qw roofrsAr <u rcpar
lición No . no punto comprometerme i iraanM contra jenles qnr me
han scmdo Un bien y me Un manifestado mm buena noluntad comv
Unta y «no carino. No le* diré a loa Frailease*: prenso es qoe
rom lucstra sangre par» poner U Polonia bajo d yugo da la
v •> firmara algún día que rl mno de Polonia no se restablecería
íi.era porquo )o baria ánimo de reponerte . y rl desdoro de
curación quedaría borrado coa rl bocho que la desmentiría. •
iiübia licitado d trance cu que Alejandro se eatoaaar hostilmente
pero no aguardando ya nada d> la abanta francesa, punto que Napoleón
rebuvioa por una parle declarar*» paladinamente contra d reaUblen
mmiin iM mno de Polonia, y que por otra se ladraba baña U política
auMnaca sobre U roesboo «le Oriente. limiUndo las rcHHesiono» hechas ea
Krfofla « U pmcMon de U Moldas* y de la \ alaquia . lo mal arfana te
orilla derecha y tes bocas dH Danubio, el ctu. que bahía dejado qocbraa
lar ha*u entonces d btoqoco coabnenUl por d rontrabaado y por lo*
neutrales . no disimulo ya coa H m desTio en U cnrrc»poo<lcncia de oooo
II «ule enero de Iftl I . dio un ukase que prohibía los productos (ranee
a», Ules romo objetos de lujo y i idos, y Uiorcoa la introducción en mm
atados de los frutos coloniales por medio de ana rebaja en los derechos
Urmas.on casodecontraTcncion.lasi
•e y los productos coloniales solo
Irritóse Napoleón á U vista de esta acta • Solo d odio le dijo alero
bajador roso, ba podido aconsejar H ukase del 15 de enero. ¿Pues qué nos
conceptúan yertos en materia de pundonor? La nación francesa ea
se creerá deshonrada al saber que mis productos se queman en los
ruso» , al paso qae los producios ingleses tan solo quedan con Sacados No
temo declararlo . señor embajador , antepusiera recibir un Meton al qur
roar los productos de la industria y del trabajo de mis subditos ¿Oue
mayor daño puede hacerle la Rosta ¿ la Francia? No alcanraudo a una
dir nuestro territorio . nos saltea nuestro comercio \ nuestra industria •
N K ososo H emperador a esta briosa manifestación de mi dVseooteo
to. poes dio orden aldoqncde Vicencio para que pidiese U revoraoon
dd osase Pero Alejandro no se había adelantado con tanto arrojo para
afrentarse Ua pronto cediendo cobardemente a la primera protesta de te
Francia No se haina providenciado tan grandiosamente sin sarga y ma-
dura ddibcracsoa: antea de darte al publico, d gabinete de
baba intlodabsrmeote prettsto U entidad . Us eonoa oenoas y tos i
Mibredgataaear francés Nopodn donar» «le te respamta . por» tos Ru
486 HISTORIA
sos se habían vuelto ingleses desde que la Francia había rehusado procla
mar por boca de Napoleón la irrevocable aniquilación de la^ Polonia y
permitir á la ambición moscovita que pasase el Danubio y'se'estableciese á
las puertas de Constantinopla. Había también contribuido al desvio de
Alejandro la preferencia dada á la casa de Austria en la elección de esposa.
Desahuciado ya de repartirse el imperio del continente y desenten-
diéndose de la Francia sobre ambos puntos de Turquía y de Polonia , no
le cabia al czar el avenirse al sistema del héroe de la democracia y sacrifi-
carle sus miras primitivas. Cuando estuvo pues bien convencido de que
nada podia aventajar con el hombre de la revolución, volvió naturalmente
á los principios contrarevolucionarios que habían arrojado anteriormente
áSouwarow hasta la frontera francesa y le arrebataran áél mismo hasta
Austerlitz y Friedland. Este regreso de Alejandro á la alianza inglesa le era
tanto mas obvio cuanto satisfacíalo solo las opiniones políticas de la jerar-
quía suprema de su imperio, sino también los intereses materiales de todos
sus subditos, el comercio y la industria déla Rusia entera.
Quedó pues el ukase tal cual se había publicado y continuaron los ar-
mamentos considerables que lo habían precedido. Hízolos por su parte
Napoleón reforzando la guarnición de Dantzick y enviando crecidas divi-
siones por toda la Alemania. Entonces Alejandro pidió esplicaciones, y se
le respondió que solo se trataba de prepararse contra los intentos hostiles
que hacían maliciar sus preparativos militares. Protestó que eran pacífi-
cas sus miras ; pero renovando siempre sus quejas é insistiendo en la de-
claración relativa á la Polonia y en la restitución del ducado de Oldenbur-
go que Napoleón habia tenido que invadir por haberse convertido en el
foco mas activo del contrabando europeo, que amenazaba hacer ilusorio
el bloqueo continental.
Así el rompimiento mediaba en realidad desde \ 8H en el pensamiento
íntimo de entrambos emperadores. Ya no podían avenirse en los puntos
mas importantes de su política respectiva; por lo tanto era forzoso que lle-
gasen á las manos tarde ó temprano. Sin embargo Napoleón, que siempre
se esmeró en revolver sobre sus contrarios la odiosidad de la guerra y que
aparentaba salir á pesar suyo á los campos de batalla donde la gloria de
su nombre iba por cada dia en aumento, Napoleón no quiso salir á cam
paña contra su amigo de Erfurth, sin haber procurado entre eüos una re-
conciliación en que se cifraba el sosiego de la Europa. Varias yeces le es-
cribió con este objeto y en una ocasión le decia. «Esto es una repetición
de lo que vi en Prusia en 4806 y en Viena en -1809. Por lo que á mí toca,
seré el amigo de la persona de vuestra Majestad, aun cuando esa fatalidad
que arrastra á la Europa debiera algún dia poner las armas en la mano
de nuestras ambas naciones. Yo me rejiré por lo que haga vuestra Majes-
tad ; nunca atacaré, y mis tropas solo se adelantarán cuando vuestra Ma-
I»l \ \l'ii| KiN |H7
testad luda» desgarrado H tratado de TiUiit Vrr «I primero cu HmnMf,
m a uastra Majestad qtiirrr volver a U misma ennnaota. ¿lia tenido HM
que urepenlirse de te que roo tu dispensado?*
Kste lenguaje comedíelo turo conceptuar «I emperador A lija miro que
Napoleón tonua un rompimiento patente \ que no «e hallaba dispuesto
para la guerra ronfinnabanle en esta opinión lo* informe!» qne Mr de
Roroantof recibia de Pan» y qne representaban «I emperador «ir Im Fraa
eeses dispuesto á hacer sacrificios para e\itar una nueva coligación ea d
.entínente • la coyuntura se mostraba propina. decía el diplomático
v era preciso asirla ilel rabHIo; noto so trataba de manifestarse
recio; se lograrían indemnizaciones del duque do nldonhurgn. *e sanana
Oantiick.y la Rima se granjearía una consideración inmensa en F.urnpa •
Kstas insinuaciones y hostiles consejos halagaban sobradamente H
temple del erar para que do los escachase Se dejó fácilmente persuadir
de que Napoleón no se hallaba en «lado de apetecer la guerra > de ha
corla con éxito, y en su consecuencia dinjio nuevos cuerpos de tropa»
«obre el Vístula, acompañándolos con una nota que sn embajador en París
uno rnrargodc presentar a! emperador, y en la que anadia á sus denan
•las anteriores la salida de tainUtca y la evacuación dd durado de Var
arria
• Fnlónre» creí la guerra declarada , ba dicho Napoleón . tiempo ha
< m que yo no estaba acostumbrado á semeja o te lenguaje , y romo no so-
lía dejarme ganar por la mano , podía marchar á Rusia acaudillando el
re*to de la Europa . la ernpi esa era popular y la caasa europea era d ul
timo osruorro que le quedaba por hacer ala Francia, su suerte y la del
nuevo sistema europeo pendían de te lucha. • (Memorioi. >
Con efecto , tocaba ya á »u termino la reacción providencial que la
nueva Francia estaba ejeráendo con el poderío de sus armas sobre la ane
•>ua; pero antes de concluirla, debía redondear so obra y su gloria
No le bastaba haber castigado en Viena > en Rerliu á los firmantes del tra
tado de Pdnit* . y que los soldados de la revolución se hubiesen roe/rb
do por la conquista con tes poblaciones avasalladas de la Prusia y del lan
tria; todavía faltaba algo á la educación de los pueblos por te grau nanou
II terror que Soowaron derramó algún día en sus fronteras ,
llevarse basta d centro del imperio ruso á la antigua capital de los
hasta Moscou1 . te dudad santa, y estaba escrito que la ci vibración france-
sa, provocada con tes tenaces ligas de los altivos campeones de lo pasado,
ma a visitar en triunfo. bajo d traje guerrero y en pos dd numen cúnanos
tador. a te barbarie ea medio de sos desiertos, y baña envidiar é linajes
humillados con te servidumbre tes ráfagas ele entendimiento que aparecen
en te sien de te noble estirpe de los hijos de te Francia <umptiranse los
destinos te revolución se sentará en d bogar dd paisano ruso, v
488 HISTORIA
á aquellos entes misteriosos en cuya presencia se soñaba un influjo recón
dito que el tiempo solo evidenciaba, dejará por do quiera en su tránsito
rastros que serán al pronto invisibles ¡ pero que no borrará el estremo de
las estaciones y que los acontecimientos darán á conocer tarde ó temprano.
Cúmplanse pues los destinos «Napoleón va á marchar á Rusia
acaudillando la Europa.» En el Kremlin han clavado los dioses el término
de sus conquistas , y Alejandro lo llama con sus notas provocadoras, con
el quebrantamiento del bloqueo continental y con sus pretensiones sobre
Dantzick y la Polonia.
<«inp#£« «ir R..
>te* de salir de Parts y de enterar so
Icmnementc a la Francia de como lo*
juramentos de Krfurth solo (m roo me
ra artimaña de loa principia, y que Ale
janilro le prectaa á recniabbr ea H
norte de Kuropa la conuea
da taialtt anos atrás eolrc d
y d nuevo sistema político. Napoleón
hace providenciar por los cuerpos pre-
eminentes del imperio «arias dayoai
que |irnpjii— ■ á ana puiMoi la tjraodr espedsrsou que prepara y la
lejana que esta pronta i entallar
400 HISTORIA
El 23 de diciembre de 1 81 4 , un senado consalto habia puesto á la dis-
posición del ministro de la guerra uncontinjente de ciento veinte mil hom-
bres sobre la quinta de -1 842. EN 5 de marzo siguiente, una nueva acta
del senado organizó la guardia nacional y la dividió en tres clases. De allí
á pocos dias (el -17), sesenta mil hombres de la primera clase quedaron
declarados disponibles para formar un ejército interior que debia quedar
peculiarmente encargado de la defensa del territorio ; decretándose ade-
más la quinta acostumbrada.
No contento con disponerlo todo para la guerra en el centro del impe-
rio , queriendo Napoleón marchar á Rusia acaudillando la Europa, se de-
dicó á contraer y consolidar poderosas alianzas por defuera. A este efecto
se íirmaron dos tratados, uno con Prusia, y otro con Austria, el 24 de febre-
ro y el 44 de marzo de 4842. Las cancillerías de Viena y de Berlín agol
paban á porfía por entonces las mas vehementes protestas al potentado
victorioso á quien la fortuna no parecía amagar todavía con una próxima
traición.
Del regazo mismo de aquella Francia que habia trasformado en cuida
déla inespugnable, y atravesando la Alemania, cuyos reyes yacían á sus
plantas, se encaminó Napoleón hacia las fronteras del imperio ruso para
ponerse al frente del ejército mas formidable que jamás acaudillara el nu-
men conquistador.
Salido de París con la emperatriz el 9 de mayo de 4812, atravesó ve-
lozmente Metz, Maguncia y Francfort y llegó á Dresde el 47. Habia gran
concurso de testas coronadas en la capital de Sajonia. Napoleón celebró
junta de reyes : las majestades y altezas se estaban esmerando en tributar
obsequios y lisonjas al caudillo del grande imperio. Ante él se doblegaban
igualmente el orgullo de los linajes añejos y la vanagloria de las familias
nuevas. Al ver aquel boato de palaciegos engreídos y de grandiosos adu-
ladores que se arremolinaban de todas partes desde las cumbres mismas del
solio para hermanarse en la postración jeneral que el emperador iba ad-
virtiendo por donde quiera en su tránsito, no dirían sino que todos aque-
llos centellantes aduladores tenian en él una fe constante y que su poderío
les parecía participar de la inmortalidad afianzada bajo su sobrescrito.
« O vosotros , esclama Mr. de Pradt, que intentáis conceptuar adecua-
damente la prepotencia que ejerce Napoleón en Europa, trasladaos en sue-
ños á Dresde y venid á contemplar á aquel principe en lo sumo de su en
cumbramiento.
«Napoleón habita los grandes aposentos del castillo; cércale su redo-
blada servidumbre, y alternan en su tertulia los augustos huéspedes que
encierra el palacio del rey de Sajonia.
«Recibe, según costumbre, á las nueve. Allí es preciso ver con cuanto
rendimiento crecido número de príncipes (contábanse entre estos el em
DI N IFOI \ mn
pcrador <ie \ asina y H rey de Prusia coa so»
denberg ), tiiiQOQpi roa kn palaciego*. oMén
V. tlrmirh y llar
que *e prevnlr
■ÉB*<40)*
. Napoleón .-s el rey «Ir lo* iryes. Toda* la* miradas» ola» a n cfl él
Uoooatrreoria de ostranjeros , militares y palaciegos, la llegada y salí
da de los correos, rl jentio que se arremolina i las puertas do palacio al
mrnor mo\ imiento do nuestro emperador, y que lo rodoa contemplándole
ooo asombro y estrañeza, la ospertaoion do los aeontecimiento* retratada
oo todm los rostros todo este conjunto prosonta ol cuadro mas cían
dioso o interesante y H monumento mas esplendoroso qne pued.i eoroov
bramé la pottoria de Napoleón i
Kn aquel aristamionto de Dresde. H emperador de Austria conceptuó
balayar d orgullo de Napoleón informándole que la familia de los Booa-
partes babia sido soberana en Trovisa. ■ Quería dehrsolo á Mana Ijbm.
que tendría morbo gusto en saberlo. » AqoH principe enloquecía coi coló
noticia. «H emperador deAostria. dice d barón r un. no poede eoeobrir
la suma conmoción qoc percibe; abran é su yoroo j seeomoéaceeo re-
petirle qne poodo contar coo el Austria para el triunfo de la coa
492 HISTORIA
El rey de Prusia se porta del mismo modo que él y redobla ante Napoleón
los cstremos de un afecto inviolable al sistema que los hermana.
No fué larga la residencia de Napoleón en Dresde. Acudió arrebatada-
mente á las orillas del Niemen, pasando por Praga, donde se separó de
María Luisa. Antes de salir á campaña visitó Kcenigsberg y Dantzick.
Rapp,á quien apreciaba mucho por su valentía y naturalidad, mandaba en
la segunda plaza. Murat y Berthier acompañaban al emperador. El rey de
Ñapóles se mostraba descontento, y observándolo Napoleón, le preguntó á
Rapp: «¿No habéis notado allá cierta estrañeza en Murat? Lo advierto
demudado. ¿Está enfermo?— Señor, respondió el gobernador de Dant-
zick, Murat no está enfermo, pero está allá como triste. — ¿Como triste
y por qué razón? replicó prontamente el emperador, ¿no está bien hallado
con ser rey? — Señor, añadió Rapp, Murat dice que no lo es. — Suya es
la culpa, respondió Napoleón, ¿porqué es Napolitano? ¿Porqué no es
Francés?... Cuando está en su reino, no hace mas que disparates; favore-
ce el comercio con Inglaterra, y yo no quiero eso. »
Al dia siguiente de este coloquio,el emperador convidó á cenar á Rapp,
Berthier y Murat. Crejó notar por la reserva de los convidados^que temian
dar su parecer sobre la guerra que iba á emprender, lo cual era una espe-
cie dé tácita' protesta! ■ Estoy viendo, señores, que Vds. no tienen ya ga-
nas dé guerrear. El rey de Ñapóles quisiera no alejarse del hermoso cli-
ma 4de su reino; Berthier desea cazar en su posesión de Grosbois, y Rapp
está ansioso de; habitar su gran casa de Paris. » Napoleón acertaba ; pero
Berthier y Murat no se atrevieron á concedérselo; Rapp solo tuvo la osa-
día de confesarlo. Además el emperador no debia culparse sino á sí mismo
i>k lurouKtn *«
dd trueque eMremaóo que había podido sobrevenir en d i
,!.> ras jeneralrs. Rn medio dd boato de las cortes , dr Jo»
nono y dd alíñente ■■iagneno <!«• te «rande», d rey de Capoles y d prfu
ríp« dó \.ní. Intel no habían debido conservar las costumbres aventure
ras , el denuedo y d desalado afán que habían podido rralrar a ütorat y
Itcrthier . soldados dH carrito de Italia en Montenotte y l,ndi
Bni embargo tos recdos. deque nopodian prescindir aqnHIostettrUü
al acertarse nna guerra COJO éxito se trasponía á la previsión humana,
no los inhabilitaron para seguir so esclarecida cañera por las hndla* Ari
hombre grande que era á la ve* su companero, su norte y su matulo.
« Apreciamos la na* , dijeron ; pero es preferible hoy dia la guerra á un
convenio seguido de nna paz aérea, pues seria nunca acabar > Y Rapp
anadió levantándose : • Seoor, vuestro Rapp maneja todavía bastante bien
d sable y el caballo para que se le deje aquí como un viejo inválido, cuan
do vais á pdear eoncededme que vudva á hacer las veres de edecán i
vuestro lado. •
Rapp se había granjeado en d mando de Dantzick d aprecio y d afee
lo de tos Prusianos por d ensanche que había dado al bloqueo continental
las nrjencias rigurosas de la política eran incompatibles ron tos hábitos
y d temple pechi abierto de aqud militar. Napoleón, que le apreciaba, no
le habia reconvenido por su conducta, y soto se había conteutadocon de
arle al entrar en so salón y advertir el busto de la reina de Prusia: «Señor
Rapp , os aviso que le escribiré á Mará Luisa esta infidelidad. •
Kl emperador salió de DanUick el II de junio y siguió el camino de
Kumigsberg, á donde llegó el 42, después de haber pasado revista al cner
po de Davoust. Preocupábanle entonce* principalmente la subsistencia y la
policía dd ejercito. • Daba mas horas al ronde Daru que al jeneral del
estado mayor. • (Fain.) *8i temple fogoso, añade Mr. de Segur, estaba
estonces engolfado en aquellos pormenores importantes. Prodigaba reco
mendadones . órdenes y dinero como lo atestiguan mis cartas. Pasaba los
días dictando sus instrucciones sobre tamaños objetos, y de noche seguía
(.nublen trabajando Di solo jeneral recibió en el mismo dia hasta seis
pliegos, «atendidos todos con igual ahinco. •
Sin embargo, antes de dar la señal de las hostilidades, trato de recoo
aliarse Napoleón con Alejandro , valiéndose de una negociación directa.
Encargó pues á so edecán Launston que prxurase apersonarse con el mis-
mo otar» para espresarle d ansia que abrigaba de evitar un rompimiento
con su antiguo amigo de Tilsitt y de Erfurth. Pero Lauristoo do consiguió
un solo alistamiento con el monarca ruso ni con sus ministros. Cuando
rapo Napoleón por su secretario de legación , Prevost , que su plenipoten-
ciario se hallaba desairado, dio la orden de marcha y dispuso atravesar el
Niemen • los vencidos se entonan a fuer de \ cocedores .esclamo la fa
494 HISTORIA
talidad los arrebata, cúmplanse los hados. » Y al punto se publicó la pro
clama siguiente dada en el cuartel jeneral de Wilkowiski :
« Soldados :
« Vuelve á empezarse la segunda guerra de Polonia. La primera se ter-
minó en Friedland y Tilsitt: aquí juró la Rusia eterna alianza con la Fran
cia y guerra á la Inglaterra. Hoy quebranta sus juramentos; ninguna es-
plicacion quiere dar de su estraña conducta, hasta que las águilas fran
cesas hayan traspuesto el Rin dejando así nuestros aliados á su discreción.
« La fatalidad está arrebatando á la Rusia, sus destinos deben cum
plirse. ¿Qué nos conceptúa acaso dejenerados ? ¿No seríamos ya los sol-
dados de Austerlitz? Nos coloca entre el desdoro y la guerra. No hay que
titubear en la elección. Marchemos adelante, pasemos el Niemen, y sea la
guerra en su territorio. La segunda guerra de Polonia será gloriosa para
las armas francesas como lo fué la primera; pero la paz que firmaremos
llevará consigo su resguardo, atajando ese descompasado influjo que ha
ejercido la Rusia de cincuenta años á esta parte en los negocios de Europa. »
El ejército francés , compuesto de trescientos mil hombres , estaba di-
vidido en trece cuerpos sin incluir los escojidos ni la guardia.
Mandaba Davoust el primer cuerpo ; Oudinot el segundo; Ney el ter-
cero; el príncipe Eujenio el cuarto; Poniatovvski el quinto; San-Cyr el sex-
to ; el séptimo Reynier; el octavo Jerónimo Napoleón, rey de Westfalia;
el noveno Víctor ; el décimo Macdcnald ¡ el undécimo Augereau j el dúo
décimo Murat , y el decimotercio el príncipe de Schwartzenberg. Los di
lérentes cuerpos de la guardia estaban á las órdenes de los mariscales Le
febvre, Mortier y Ressieres.
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«lauu» nVcrmi. y H XI <lr jnnio * U« «lo* dr U maoVurada. Ile*ó * los Otoo
rada» rti to almlnlorr» ilr Knw no . tomó na rapot* y i
•le o» soldado oVraUlIrria . y ** di«fr«uado rmwrió y
aura» lo» aritos dd \ieioro ea borní dd paraje moa á ¡
trénsilodr tosimos» IJ jroeroJ Hato loé H ñateo que le
ilo.
ofaeroé Mi cimillo qiM> forma H no cerro de ti
•Ir Poawor». ojos ar ni* «U» lumoo, y seaalo aqad panto par» pasar A U
ahila opácala. Por U tarde dd mi*oo du d ejrrnto *c poto eo mor iom
to. tnataodole do» boros «1 jcocrol BUé por» croar ire» p**airs. sobre fes
qiir íuó dr^atoodo lodo to .social dejeratofoniiodoruir» rolaaraas lo
anchar» dd Nieroea oo aqad sitio en deaaas dea tocaos. Al rayar ddta
• i . ,, ralo íraocr» * holló aposentado co lo orillo opacólo. • ,Uoé coodro
.b^rabrr ratnares U ralo desde lo* alturas de Abmsloo' dice d autor dd
tfaaaacrífeoV I Hl 2. U Karopo coloro, représeosla en lo ma* «cierto de
wUupas.w arroja «obre d sotor de lo» tosos que les oponía rt deilo «lo
\
«i v
U rmsjarodor. lauto dckowoo . quiso coostitaalo eo rsinbo a so
pakta. y al intrato dejóos» toarme* hi y plañir,» un hmpital
Rojo los oraros dr oqadto ciadod, d Yibu desagua en d
pero lijan piiialoIi oopodootojor d teopet» de to cal»
qoe<rarrojoal\day topaaoOoodo
todo rorro de eocoeolro y roñicas dd ejerolo iraore» I
496 HISTORIA
te algunos Cosacos en ademan de guerrillas, y que prontamente desapare-
cían.
Así llegó el ejército bajo los muros de Wilna. El emperador se hallaba
allí el 27 á las dos de la tarde ¡ y al dia siguiente al amanecer tomaba sus
disposiciones para un ataque formal, no figurándose que el enemigo des-
amparase sin defensa un punto de trascendencia que estaba resguardando
hasta tres lincas de almacenes. Napoleón se habia equivocado acerca del
intento de los Rusos. Después de haber disparado algunos tiros y hecho
volar el puente del Vilia y entregado sus provisiones á las llamas, se retira-
ron atropelladamente al acercarse el ejército francés. Alejandro mismo dio
la señal de aquel movimiento retrógrado. Hacia tiempo que se hallaba en
Wilna con su corte, y en un baile dado en el castillo de Zacrest, en casa
del jeneral Benigsen, recibió la noticia de que Napoleón babia pasado el
Niemen y se adelantaba ejecutivamente atravesando la Polonia rusa. Del
regazo placentero de sus funciones, pasó el czar á las zozobras de una re-
tirada con apariencia de huida. La caballería lijera estrechó el alcance á
los Rusos. Al mismo tiempo Napoleón, cercado de Polacos, mandados por
el príncipe Radziwil , verificó su entrada en Wilna el 28 de junio á las
doce «vitoreado por un pueblo que le miraba como á su libertador.»
(Chambray.)
Esmeróse desde luego el emperador, al posesionarse de la capital de la
Lituania, en plantear un gobierno provisional en aquella provincia.
Mr. Bignon , que se ha granjeado merecido concepto con el Testamento
de Napoleón y Ja Historia de la diplomacia francesa, quedó colocado
junto á aquel gobierno en calidad de comisario imperial. Por otra parte
se sabia que acababa de constituirse una dieta en Varsovia en confedera-
ción jeneral bajo la presidencia del príncipe Adam Czartorinski, y muy
luego se supo que esta « voz secular, • según espresion de Mr. Fain , pro-
clamaba la restauración del reino de Polonia. Aquella asamblea nombró
diputados que pasaron á avistarse con Napoleón para poner bajo sus aus-
picios aquella nacionalidad ya renacida. «-Si yo hubiese reinado cuando
se hizo el primero , segundo y tercer reparto de la Polonia, les dijo el em-
perador, hubiera armado todo mi pueblo para sosteneros Si vuestros
conatos se aunan, podéis esperanzar que precisaréis á vuestros enemigos á
reconocer vuestros derechos ¡ pero en estas rejiones tan remotas y dilata-
das debéis fundar ante todo vuestra confianza de logro cabal en la unan i
midad de los esfuerzos de la nación. »
Reinaba aquella unanimidad en Polonia. Ya el sexto boletín, al dar
cuenta del efecto que habia producido en Lituania el tránsito del Niemen
por el ejército francés, habia delineado en estos rasgos el arranque brioso
que nuestra presencia acababa de comunicar á la nación polaca :
|.| Mi'Ml ION
;•»:
;
• Wttvtt , I » fW j»l|f» •*» f ■ i I
\ I pueblo poUro «r pone rn movimiento por toda» parte* til anula
blanca tremóte á diestro y siniestro. Sacerdote», noble*, labradores y roe
)en», lodo» están voceando U independencia d> «n patria
NOftl m- /.jumo MOdta DOT MMlTM tro,.!* ftfBJ I MMhIMH Bl
iri«ttJco de les poblaciones que dchiamm ocupar y recorrer enle» de IWar
a kn Roto». Pero Napoleón, al paso qur fomentaba aquel impnUojrnenm»,
no podía sathnlerw colmadan» utc mi» urjcncia» I*
del pueblo polaco hubiera comprometido lo» inlere*c» del
\iMri* y del rey de Prusia . monarcas á qnicne» consideraba
romo Mi pt wnpalc* abados Por lo tanto se iba ron tiento en ponto i oV
clarar qur v rr»tanraria H antiguo reino de lo» JajdloMa : y mando loa
diputadlo» de la dieta de Varsovia Ir piden aquella restauración, afreta de
nrlr* que lo» Polaco» »olo deben contar contigo mt»mo» para la
ilc mi independencia con motivo de la separación y
til gobierno provisional que establece »e cine pne« á la
e». la Ijtuaiua . No hay que arrojarte á nn alan incoaaiderado por la
canal polaca, dmc: ante todo la Francia, esa r» mi política • Política cner-
da . es verdad . pero qoe bobera parecido «obrado apocada á Napoleón
en otro» tiempo».
til cuartel jeneral dH emperador »e hallaba siempre en Wilna; pero eJ
ijni^mfrancéa|WOaügBitporacá) acolla su marcha victoriosa. Bagration
y Platow qnedaban desviados de Barclay de Tolly por la rapidez de lo»
movimientos y de la» maniobras del emperador, tira muy arriesgada te
posición de aqoeUoa dos jeoerales. Sábelo Alejandro y despacha
lamente so edecán, H jeneral RalachofT. á Napoleón, con H objeto i
de entablar negociaciooes para la paz y con el encargo positivo de conté
ner d ímpetu del ejercito francés, dando tiempo á Ragration para que ce
jane. Napoleón acoje «olinto al enviado de Alejandro y le espresa H mayor
por nn rompimiento qoe ha procurado evitar, til oficial roo»
i aquella acojida , anunciando que el emperador esta en
animo de entrar en el sistema dd bloqueo continental y consentirá en oe-
conar «obre aquel amiento con tal qoe los Franceses cejen tras el Nieveen
y evacúen al territorio roso.
yo mas allá dd Niemen! a ««sorra Napoleón Se coarte
•ea «recatadamente y recapacita su contestación tia «espante
H punto que le ha lastimado . vuelve al principal .... « Va>
o. replica, aegooemo» aqni en Wilna aatssao no dejar
la diplomacia nada termina cuando las arnsswtanoa» no te
: irmesaos. y volvere i pasar H Nteaw
da la paz > • Mmmmtcnfo dr iftfi
.-.
368 HISTORIA
No cabe duda en que esta proposición hubiera correspondido colmada-
mente á los intentos del czar, si hubiese apetecido de veras la paz. Pero
ya dijimos que la ida de Mr. Balachoff encerraba objeto muy diverso.
Aquel jeneral se ciñó pues rigurosamente á las instrucciones que habia re-
cibido de su amo y declaró que debia insistir ante todo en la evacuación
inmediata del territorio ruso. «¿Son esas proposiciones de paz? esclamó
entonces Napoleón. ¿Se obra así cuando se quiere de buena fe una eonelu
sion? ¿Se procedía así en Tilsitt?.... No puedo equivocarme; estas jentes
solo anhelan algunos dias de espera ; solo tratan de salvar á Bagration y
se chancean comprometiendo lo mas sagrado. Pues bien, no tratemos
mas que de redondear lo que está ya lindamente entablado; preciso es
que sus apuros sean rematados para que consientan en que su emperador
se encare conmigo. »
El emperador marchó de Wilna el 16 de julio, determinado á internar-
se por la antigua Rusia colocando su centro de operación entre el Dwina
y el Boristenes. Soslayándose pues de Barclay , que huye hacia San Peters-
burgo, y dejando á Davoust, Jerónimo y Schwartzenberg, que maniobran
sobre su derecha, el conato de atajar á Bagration el campamento atrinche-
rado de Drissa en donde le aguarda Alejandro mismo , Napoleón va á
marchar por el rumbo de Witepsk y de Esmolensko. Pero este movimien-
to se ejecuta sin que nadie alcance el intento del emperador, « Ideando sus
planes para la continuación de la campaña, dice Mr. Fain, y dando él
mismo las órdenes que habilitan la ejecución , no da á conocer á cada jefe
de los que deben cooperar, sino la parte que le concierne. El conjunto
queda en su mente, y sus combinaciones militares , semejantes á los escri-
tos simpáticos que solo el fuego puede evidenciar, no asomarán hasta que
el campo de batalla las haya sacado á luz. »
Pero esta ignorancia de los arcanos del numen da lugar á mil conjetu-
ras : todos quieren adivinar é interpretan á su modo los intentos del em-
perador. Así como en la campaña de 4807, cunde el afán de la crítica por
el cuartel jeneral. Napoleón se desentiende ¡ pues le importa poquísimo
que se engañen á su lado, que recelen y murmuren. Está hecho cargo del
tino y trascendencia de sus planes, y le consta que enmudecerá la crítica de
los campamentos cuando realize sus miras asociado con la victoria. Cíñan-
se pues sus tenientes á desempeñar cumplidamente sus disposiciones eje-
cutando puntualmente sus órdenes, y el éxito aclarará todas las previsiones
siniestras, mas por desgracia no todos sus lugartenientes son tan ejecuti-
vos en obrar como él en idear y disponer. Hay entre ellos uno, y este es
Jerónimo, hermano del emperador, que ha recibido orden de perseguir de
cerca á Bagration, y deja, con la pausa de su marcha , que el jeneral ruso
se adelante y se reponga sosegadamente de sus fatigas durante tres dias
en Neswig. Sin embargo Napoleón habia escrito á su hermano en los tér-
DI N Sl'Ol HiN f§%
mino* mn« extremado» pura r»timiil*ilc * que »<l dantas* *u cuerpo de
ejl r. i!o
Prro esta» instiurcionr* no limeron efecto. # M jeueral rus» ha podi
•lo r frutar mi movimiento Un apaciblemente rumo si nadie te pn«unir
1/ .nnf«ni/.. rfi IMS BMóacm Y>|«olcou. dando rienda meJm ¿N
•*rribió al rey dr Westfalia .No cabe maniobrar ron mayor lorpe
n . seréis cause de que Itagration Irnga tiempo para retírame me habrán
malogrado H fruto dr la» mas esmerada» mmbiuanonr* y la me» preciosa
etiranun pueda rodearse en esta guerra.
operador no se cine áeata rrron vención Uniere afUn/arv a«rt lo
sucesivo nna cooperación mas euros del cuerpo » iMíalim*' , y pone á so
hermano Jci ommo á tasórdtoeade Davoii»! Pero Jerónimo conceptúa que
mi dirtado ilr rey le imprnihilita rl admitir aqin-ll» «nbordinarion y at re
tira dH ejército Napoleón lo »ieiilc ¡ prro detora amarga » ralladamente
H pesar que Ir rauss la «rparanon de mi hermano \ra*o reconoce qnr
hiro mal m qu« brantar m lieneurio de mi familia lo* principio* de igual-
dad que conMituycron mi pnjann y nombradla ; quiza* *e arrepieolt de
haber desconocido la única prepotencia kjitinw. colorando en H logar mi
preso entendimiento* adocenado» c inhábil. * para tan encumbrado des-
empeño . haciendo reyes menos rapaces que tus miriiralcs y esponiendo
se asi á suscitar engorrosas competencias entre la Hev ación del dictado \
la «operiondad del talento.
Con motivo de la retirada de Jerónimo, los Westfalicoses pasaron á tes
órdenes del jeneraJ Thnrrean, y después al mando de Jnnot , duque de
\brantes. Moa no por eso dejó de estar comprendido el octavo cuerpo bajo
H mando del mah»cal bavouM,\ el emperador tuvo motivo para ronera
tularse de aquella providencia. Oavoust había logrado dar alcance á Ra
grauoo cerca de Mohilow, y á pesar de no tener mas que dos divisiones
cansadas con larga» marchas , habia derrotado á los Rusos. Pero la sepe-
racwn deJ cuerpo weettuliensc, desamparado á la saxon por so caudillo, no
le permitió sacar de aquel triunfo toda la ventaja que hubiera podido
Kntanto que Davoust deapejaba asi nuestra derecha arrojando a Be
grauoo sobre Psmolffumo, Maedonald y Oudinot perseguian rl cuerpo de
WiManjmlml (J)„» Bnjojq había ummmmi unjl InMmjm Mulfei menJa
da y resguardar á Sao Petereburgo, habiendo tenido él mi*mo que aban
con H emperador Alejandro el campamento de Drt*sn ) lomar H
de Witepst por el rumbo que iba siguiendo Napoleón.
Rarclay contaba siempre en que Bagratioo. libertándose de Dnvou*t.
efectuaría al fin su incorporación . No habiéndole encontrado mi Witep* .
corrió en su busca baria Orrha . dejando al cuerpo de Ottermann den
500 HISTORIA
cargo de abrigar la retirada de Doetoroff que mandaba la retaguardia , y
atajar las primeras columnas del ejército francés.
Este cuerpo destacado del ejército de Barclay fué el que encontraron
y derrotaron Murat y Eujenio en Ostrowno en dos refriegas consecutivas
trabadas el 25 y 20 de julio.
El triunfo del primer dia se debió á la llegada de la división Delzons,
que determinó la retirada de la infantería rusa, contra la que repetía in-
fructuosamente sus embates-la caballería del rey de Ñapóles.
Al dia siguiente el ejército enemigo, que habia recibido refuerzos du-
rante la noche, se mostró en ademan de renovar el trance. Los Franceses
eran también en mayor número que el dia anterior ; el príncipe Eujenio
se habia incorporado con Murat.
El jeneral ruso que habia reemplazado á Ostermann ocupaba una po-
sición tan ventajosa que era forzoso para desalojarlo echar el resto del ím-
petu y denuedo en los soldados franceses. Tenia delante una quebrada
profunda, á su izquierda un bosque espeso, y á su derecha el Dwina. Así
los primeros avances délos Franceses fueron infructuosos. Los Rusos, ava-
lorando las ventajas del terreno, se defendieron con ahinco, y aun se creyó
por un instante que iban á tomar la ofensiva, cuyo amago fué precisa-
mente la señal de su derrota. Cuando nuestros jenerales advirtieron aquel
movimiento de adelante, comprendieron que tan solo estremados conatos
y la trascendencia de su intrepidez personal podían evitar el peligro y
decidir la suerte á favor de nuestras armas. Murat y Eujenio dieron el
ejemplo; Junot, Nansouty, etc. , los imitaron; dieron una carga al fren-
te de su columna, y el arrojo impetuoso que comunicaron á los soldados
surtió un efecto tan pronto que en pocas horas los Rusos, desalojados de
todas sus posiciones, cejaron hasta los alrededores de Comarchi, en donde
hallaron una selva que les sirvió de resguardo y el jeneral Toutchkoff que
acudió á reforzarlos.
Ansiosísimo estaba el ejército francés de arrollar el postrer obstáculo
que les atajaba su entrada en Witepsk ; pero sus jefes no querían empe-
ñarse indiscretamente en un bosque anchuroso donde todo estaba demos-
trando que el enemigo habia reunido nuevas tropas , cuyo número y fuer-
zas no cabia computar. Murat y Eujenio titubeaban pues cuando llegó Na-
poleón. Luego que se presentó, apareció la confianza y el entusiasmo en
la fisonomía de los jenerales y soldados. « Comprendieron todos , dice un
testigo ocular (Mr. Eujenio Labaume), que iba á coronar la gloria de
tan grandioso dia. El rey de Ñapóles y el príncipe corrieron á su encuen-
tro y le comunicaron los acontecimientos que acababan de suceder y las
disposiciones que habian tomado. Napoleón acude al vuelo á los puntos
avanzados de nuestra línea para enterarse de todo, y observa desde una
altura la posición del enemigo y las particularidades del terreno. Traspa-
Minio su pcoetraooo beata el campo de lo» Rom» . adivina «o*
■ nlóuces nuevas diapowooocv mandadas con serenidad y noculndas
mu ..nlon y rapidci, llevaron rl ejército al centro del bosque y «ifoirndo
al trole, desemboca bada l<» cerro* de Witepsfc en d ponto ya de
i mohecer. »
Al amanecer del dia 27, d ejército victorioso prosigue «marcho Pe
ro los Roto», qoc te retiran rn buen orden, habiendo alranndn d grueso
1. 1 . j. r, ito ,1o Rarrlay, hacen alto y se muestran cu ademan de trabar noe
v amenté la batalla
Kl arroyo de Utdussa lepara entrambos ejémtm I npocntcnllo echa-
do sobre una quebrada ac ofrecía á Napoleón para d paso de mis tropos i
pero tiene aquel puente que repararse, y d emperador encanta al jeneral
Rrottssíer d resguardo de dicha operadon , mientra» qne » I mismo se en
camina á una altura donde está la vanguardia. Desde allí alcama * ver un
destacamento de doscientos caiadorc* del noveno do linea, aislado al pron-
to del resto dd ejercito y acorralado por la caballería ruta, que desaparece
coi la confusión do hombres > caballos y reaparece intacto y triunfante
m d momento mismo en que se le creia absolutamente perdido. • ¿ A qué
cuerpo corresponden esos valientes? • pregunta desaladamente d empera
dor , y despacha al instante un oficial para saberlo y decirles en su nom
bre « que habían merecido todos la criu. • Ijo% cazadores contestan i • So-
mos hijos de París; • y levantando sus morriones en la punta de la bayo
vocean coo alboroto i • ¿ Viva el emperador! •
502 HISTORIA
Sin embargo la batalla tan apetecida por Napoleón, y á la que los Hu-
sos se mostraban finalmente resueltos, debia quedar todavía dilatada. Por
la tarde del 27 , Barclay supo que Bagration habia tenido que pasar el
Dniéper y encaminarse al Soga. Esta noticia le hizo variar repentinamen-
te de intento. Desamparó su campamento, resguardado con la oscuridad, y
se retiró atropelladamente allende Witepsk, marchando en derechura al
Boristenes, en donde esperaba incorporarse con Bagration. Atónitos que-
dan los Franceses al amanecer no viendo ya la hueste enemiga que estaba
pocas horas antes cubriendo las orillas del Lutchissa. Ocuparon al punto
las posiciones que los Rusos habian abandonado, y entraron, sin disparar
un tiro , en Witepsk cuyo vecindario habia seguido á Barclay en su fuga.
Permanecieron algunos dias los reales en aquella ciudad, y el empera-
dor fué sabiendo los varios triuufos que habian alcanzado sus lugartenien-
tes. El 30 de julio, el jeneral ruso Koulniew fué derrotado en Jakubowo
por el jeneral Legraud. El 4°. de agosto, Oudinot derrotó á Wittgenstein
en Oboiarzina, en una batalla cuyo éxito estuvo por largo rato dudoso. El
12 del mismo mes, mientras que Napoleón se encaminaba sobre Rassasna,
y que nuestras armas estaban padeciendo desmanes por todo el ámbito
de Europa y que el ejército anglo-portugués se apoderaba de Madrid, los
Rusos esperimentaban en tres refriegas diferentes, y á gran distancia unos
de otros, el denuedo de los soldados franceses queparecia haber trascendí
do á nuestros aliados: Schwartzenberg triunfaba de Tormasofí en Goro-
deczna; Ney dispersaba á Barclay en Krasnoi; y Oudinot causaba un nue-
vo descalabro á Wittgenstein en los alrededores de Polosk.
Pero en medio desús derrotas diarias, los Rusos se vieron auxiliados
por la diplomacia antes de serlo por el clima. Mahmud, hostigado por el
gabinete inglés , acababa de firmar la paz con el czar ; y Bernadotte habia
negociado también con los enemigos de la Francia como para defraudar
de intento á Napoleón de la ventaja de una doble llamada con la que ha-
bia contado antes de la guerra. El emperador supo esta desagradable noti-
cia en Witepsk. « Los Turcos , dijo, pagarán muy caro este yerro. Es tan
clásico que yo no debia preverlo. » Cuando descubrió que la Suecia ha-
bia firmado un tratado con Alejandro desde el 24 de marzo, esclamó: « ¡El
24 de marzo! y el 29 de mayo, ¿no me enviaba todavía Bernadotte á Mr.
de Signeul para entrar en ajustes en Dresde ? Si algún dia nra tildan de
haber provocado esta guerra, añadió, considérese para descargarme cuan
poco enlazado estaba mi juego con los Turcos y en que apuros me hallaba
yo con la Suecia. »
A pesar de estos contratiempos diplomáticos, Napoleón debió proseguir
su intento con tesón , esperanzado de reparar en los campos de batalla el
inmenso perjuicio que acababan de causarle tan aciagas negociaciones. El
ejército francés continuó pues acercándose al Boristenes y engolfándose por
I»f \ IPOI M»\
el interior de UBujm» El 14 deaajosfo. H
*c planteó m Rmmmm á corta di«tancta de I
rUy y fUgraüon minutos Kr» inevitable uní
1 7 ilr agosto bato las muralla* de
anUieron á olla por un» parto á las
«Ir Barclay de Tolly y Bsgration lx» Rimo» se habían fortificado ante* nV
Hogar á Eamolensfto ; lodo» mi* atrincheramiento» «o fooron tomando.como
t.imlion los arrabales . con tos cuerpos do Davuuel . Ni] j fmkmmM.
i titVaoono» interiores tampoco pudieron resalir ¡ l»« .li*i*tones
h i ■nl.Gndia y ¥onind.»o»teuidaa pord jeneraldeariiller.a sorb.cr. abrie-
ron brecha, obligando al enemigo á que mcOMe la» torro* qne o. upaba,
y arrojando bomba». queaemmntaroo d fuego que loa Rusos babiau prm
«lulo a la ciudad; « lo cual dio á lo» Franceses, en medio do nna hermosa
norhe «le agosto, coow djet d décimo tercio boletín, el espectáculo que
ofrece a lo» habitante» de Mapolea una erupción del Vesubio *
A la una de la madrogada, viendo tos Rosos que ya no podían manto
nene acabaron de incendiar la dudad, y pasando el rio, incendiaron tos
puente» a las dos nuestro» granadero* treparon al asalto y hallaron la pía
m ev acoada . El enemigo no babia dejado mas que muerto» o moribundos
en medio de las Imana y de toa escombros. Horroroso fué el cuadro que
se presento al ejército (ranees. El emperador trato al pronto de atajar el
incendio y proporcionar auxilio» á toa herido». • Napoleón , dice el jene
ral (toorgao-l. es, de lodos lo» jonerale» antiguos y modernos . el que mas
se ha interesado por los heridos. Nunca se loa biso olvidar la embriaguez
de la victoria . y tras cada. batalla, su primer pensamiento fue por ellos. •
Después de haber recorrido el estertor de la ciudad y examinado los
i fortificado» de donde sus intrépidas falanjes habían desalojado a
. Napoleón quiso reconocer por si mismo la nueva posición del
en la orilla opuesto del ttonstenee. Colocóse al intento en la Ira
ñera de una torre antigua y anduvo buscando con la vista en la» altura»
que itomiann á Fimnlonato d campo de Barclay y H de Bagration lYro
entrambos jenerales se habían retirado , el primero por d camino do iv
tersburgo. y d segundo por d de Moscou. Esta separación voluntaria de
tos ejércitos rosos, tras haberles costado tonto su reunión . pareció a Na-
poleón irnaamaniolua encnbserta ; tus batidores le informaron muy luego
•lequeno«ehabmena}anaé\iensnaeonjotiiravy qoo Barclay, dejando nV
■anmmi ii h haej Nmti ■ acer.-alweí.vii\ amento •» Ra^ranmi afj aj ran)
bo de Moscón. Desde entonces mandó que aa persiguiera amamadaanenar
■I imiuaujo ■|mauiartti ili ■liaamiln j ilnt In mi i|iif Bnp» i m
antigna capital. H tanro de enenbe/ar la vanguariha y do dar lo
golpes recayó en d marañal Ney . d cual dejo airosasnuo a
:;o4 HISTORIA
correspondiendo á su confianza con la intelijencia y arrojo que manifestó
en la acción de la Valoutina.
Fué aquella refriega una de las mas sangrientas. Los Rusos, arrojados
cuatro veces de sus posiciones, las recobraron otras tantas; pero al fin fue-
ron arrollados por el denodado Gudin, quien cargó al frente de su división,
cuyo ímpetu y pujanza hicieron conceptuar al enemigo que estaba contra
restando el embate déla guardia imperial. Las divisiones de Razout, Le
dru y Marchand , del cuerpo del mariscal Ney, terciaron denodadamente
en el ataque de sus compañeros. El jeneral ruso Toutchkoff , asaltado en
medio de sus soldados por un teniente del \ 2 llamado Etienne , rindió sus
armas á este arrojado oficial. Sin embargo el triunfo de aquel dia costó
muy caro á Napoleón y al ejército francés , pues Gudin, que tanto habia
contribuido á él, lo pagó con su existencia. Lo trasladaron mortalmente
herido á Esmolensko en donde espiró poco después. El emperador mandó
que le enterrasen en la ciudadela.
La victoria de Valoutina hubiera podido ser decisiva, si Junot, cum-
pliendo puntualmente las órdenes que se le habian pasado, hubiese llega-
do á tiempo para cortar el cuerpo de Barclay que se habia separado del de
Bagration á su salida de Esmolensko tomando la dirección de Petersburgo,
DI N IfOl I «»N ai,
) ty.tr llegues maniobraba para efectuar om mu reunión en H m
miuo ile Moscou Pero H duque »le sbr*nte«.
|ion*lrnr« |>or H punto qur se Ir hat*a inalado,
l*H4r «Ir las instancias <W rey de Ñapóles y lo» consejo* <IH
gand que Ir hablaba en nombre del emperador Cnando
l « eondueta de su teniente, padeció Mimo ilesennsnrlo. y «lijo á
. Jnnot ya no quien» guerra . ya k> veis . no fute dejarle en H mando
qne Rapp le. reempUee. habla alemán > sabrá capitanear á lm ttcsfalira
«t . Jnnol rra el mismo Mibaltcrno a quien el comandante de artillería .
Ibinaparte. había cobrado alerto en el olio de Tolón por mi serenidad y
levw pero H sárjenlo republicano, «pie había llegado á ser . durante el
imperio, duque de \hcante*. emperaba á padeorr los asomos de su arha
que mortal, estado N inacción é imlorili lad preserraron al carrito raso
ile nna derrota rompleti
M yan -> df Junot . al paso que lleno de amargura el pecho de Ñapo
l'>>n . no Ir i|iuiii e| manifestar su satisfacción y alboroto á los valientes
•Hi" habían decidido ild triunfo ni el (ranee de Y a Ion ti na Acudió inme
dMtamente al campo de batalla y paso resista a los diferente*) rejimicnios
que habían sobresalido . si llegar junto al 7* de infantería bjera áVc
el r ñera I (¿onrgaud . mando formar cirrulo á todos los capitanes y les
dijo \punt ulme el mejor oficial del rejimícnto. — Señor . todos son bne
nos — Vamos, eso no es responder á la pregunta ; á lo menos decid
como Temisiorlc* el primero soy >o: ej segundo mi reciño Knton
1 nbramn al espitan Gonces . herido , y á la saioo ausente j « orno?
dijo el emperailor. ¿Monee) que fue mi paje, d hijo del mariseal? cítenme
\d* otro —Señor es el mejor.— Pne* bien, le doy la condecoración .
I* suelta i Ksmolensio , acosaron á Napoleón las mascrtnlas rmVxkl
nes sobre la ocasión que »e acababa de malograr de aniquilar el ejérrüo
niso s llegar a una pronta conclusión de la pa*. Kmpe/aba 4 preocuparle
la incertidnmbre; sus presentimientos le hacían ansiar el termino de aqne
lia remota campaña. Todo cuanto le anunciaron de los estado* de r
«le Pokmia, da la dSspoakion da los animo» y los movimiento* de l onna
«WT . todo cnanto veía y oía en sus reales, donde habían apar.vi.lo otra se*
Pabtod » Kyhu; todo w leí
y repetidas teces pensó en pararse
mego sapo las s enlajas aJcaoiadas sobre el enemigo Hdu l'J por vhwart
reoberg . txgrand. Oudinot y Goorioo San Cyr. v sus recelos se úVttane
rieron ó minoraron Por otra parte los Rosos huían al parecer mas birn
que se retiraban al acerrarse H ejercito francés tedwroa pata las sania
nones de la prudencia á la esperann de uaa victoria dmsnra « Rataans
empeñados muy adelante para retroceder . dijo Napoleón al llegar al O»
gea ; m no me cautil ara mas que la gloria de basan** guerrera», note»
Cl
506 HISTORIA
dria sino volver á Esmolensko, plantar allí mis águilas y contentarme con
estender á derecha é izquierda brazos que aniquilarían á Wittgenstein y
Tormasoff. Estas operaciones serian esplendorosas , acabañan hermosa-
mente la campaña ; mas no terminarían la guerra La paz está ahí de-
lante de nosotros ; nos hallamos á ocho marchas de ella ; no hay que de-
liberar tan cerca del objeto. Marchemos sobre Moscou. »
Marchemos sobre Moscou, el prohombre lo quiere : una mano invisi-
ble lo empuja; preciso es que se cumplan los destinos.
I M'lll lo WWII
II fl«-rn*.l<>r Rmloprbín
m»ll» B«U|U «I* <ÍH.nlll
l*-lrfinin>
rocnr su rrbjion
LOüpwailor Alejamlro M había rHr*l.>
á Moaooa al dejar el rani|-> de l>rw*a
Aprovechándose de la prr*rocia del ciar.
H gobernador Rostopcbm babia mi nido
«mi rl KicniliD á I» ooMia y traíanla
para pedirU* muño» vanAno» dV boa»
brr» 5 d imto. le» batoa moctmlo H roe
mi«o rn H erntro dd «lado y retratado
a >a|N i|.i>n en ademan de lalar w palna
ur ui>.W*j».*od*ooaoaoooaly drr
rsto para que r*\ na wbrr H cooqnbtador h
508 HISTORIA
execración de los nobles y ciudadanos moscovitas. Unánimes aclamaciones
acojieron pues la vehemente alocución de Rostopchin ¡ mas no se dio aun
por satisfecho el mañoso gobernador. Para enardecer mas y mas la supers-
tición y estremar el entusiasmo del vecindario , aconsejó al caudillo del
imperio, que estaba además revestido con el supremo pontificado, que
viniera á ejercer en persona la suma persuasiva é influjo incontrastable de
su autocracia política y omnipotencia sagrada. En el momento en que
Rostopchin tenia al parecer ya acaloradísima la concurrencia , llega Ale-
jandro de repente por una puerta de la capilla del palacio, se apersona y
«y
habla arrebatadamente por la patria y la relijion asomadas al profundo abis-
mo por la insaciable ambición del tirano universal. « Los desastres que os
amagan, dice al acabar, solo deben conceptuarse como arbitrios imprescin-
dibles para conseguir el esterminio absoluto del enemigo. » Había en la voz,
I»l WIMH.KON .<►»
-idcmanr* \ miradas de Alejandro alguu impero «ntcstro. amado pro
nuncio r«u« ultima* palabras, fon efecto, imposible «ra qw en medio de
i ni . nucas onnmllTili y en trancr que requería H wo (H« ««Iw»
ralnmui . oo asomaran en H leomiaje del cmt lo» impolso* ardientes dH
l«wtifkt* y drl monarca. U poblira tomata un rarartrr apasionado, y la
Kiirrn descollaba roo oo aspecto trrrihlr por parte «le los Roso*
Pura HlosN apoleoo'oo era oo enemigo romoo que ileUnin meTamco Ir
rootr»rarfarte|ninlMi^ltsieoenüe»;MOoqor.rcmM)raodilmdrl pueblo
í raneé», era ante Indo d opresor dr loa momvraailcl continente, y le par*
aa al c/ar que para destrocar el yogo qoe los rutaba abrumando los mo
narra* podían % aleñe de otro* medio* fuera de lo» corriente» ro la» laye*
de la guerra Am. leyó» de reniñe á confiar la defensa de mi imperio al «a
ber ile mi* jencrales ) al denuedo de su soidaoV* » dinjiendosc «otema*
menta ro mis decretos y proclamas coa la jrncralnl.nl de mis subditos. Hi
jto rnlrc na *em.loTe* roas adieto* individuo* de pujania bravia para mi
ciarlos cu eJ rspantoso srraoo de uoa resístrocia desesperada \lejandro
. rc\.» que la monarquía podía Imrr también mi lev «uprrma «le so/cono»
pmhlien, ;a para contrarestar la invasión, ya para q;te redundar* en rster
minio drl ejercito conquistador Si c*tc provimiroto no Ir indnjo á alter
nar ron carretero» y «a»onrs. redoblando Im eorarrelarniento* y lo» radal
>«>v fue porque la Mtoartoo «IH imperio roso no lo requería y qne oo p«*lia
lial>rr mtprrkomt ni prnterih* doodc no alomaban Hrsttrmititu. rmi
'jmiim 01 tmtdorrs Pero mi jencrosidail jemal se allanó á otros sarrileio»
* i Mema ticamente cooMimado», y que vinieron a acarrear moríale» resultas.
•im para hermosas provincia» y ciudades populosas de la monarquía mo*
coi ii i . como dolorosos para la humanidad. Ko ve» de rarcelrros y ver
dono*, rl autócrata tuvo HH inceodiarios que. después dr haber alumbra
ilo la fuga del ejercito roso y la marcha virtoriosn de los Franceses deadr
Wdna hasta Esmoteosao. entregando á las llama» puentes. almacene* \
ciadades enteras, roronaroo aquel inmenso inrendio ron el de la ciudad
«anta, este era d borroroso presajio qoe anunciaban allá las ultima*
palabras dH ataren la concurrencia del kremlin Sépalo H tcan.lano
ile Moscón; so amo Im curado la salvación de su imperio en et oWufrr
no dr la dcstntecion.
Mi embargo. Napoleón, una vez decidido t marchar sobre toaron.
había activado te guerra y perseguMlo 4 loa Rosos para que ai i| tama la
roo te qne se lisonjeaba terminar las riostilidadr» y decidir al
a la peí Pero Alejandro no le aguardo en H Kremlin . y ro te* oV
al encuentro para lomar d mando «te lo* ejercito» mana, atenea
minó al \ orlo a Mentaran, de donde envió al anciano Rotoso» en reem
plato de Barclay de Toliy, • coocrptoaodo . dice d roronrl Rolturlin
que se necesitaba nn nombre ruso para oariooaluar mas te guerra •
54 0 HISTORIA
Cuando Kutusow llegó al ejército , Barclay habia tomado sus posicio-
nes entre Viazma y Ghjath, y se disponía para la pelea para el dia siguien-
te. El antiguo guerrero no quiso dar á entender que él jeneral desairado
por el emperador habia escojido bien su terreno, y los Rusos se retiraron
otra vez á nuestra aproximación. Al fin se detuvieron mas acá de Moscou
entre la Moscowa y la Kalocza : allí se dio el 7 de setiembre la gran bata-
lla que estaba ansiando Napoleón.
La víspera de aquel memorable dia y á los primeros albores, el empera-
dor estaba á caballo y arropado con su levitón gris. Tomó consigo á Rapp
y Caulaincourt, á quienes seguían álolejos algunos cazadores, y sin otra es-
colta, reconoció primero las avanzadas rusas y fué prolijamente visitando
las posiciones que ocupaban los diferentes cuerpos del ejército francés. La
confianza estaba resplandeciendo en su frente, y aun le oyeron talarear ,
en medio de los vivaques del jeneral Pajol , la canción patriótica-
La vil-loria ron cantus nos abre la valla.
Entretanto llegaron al campamento el coronel Fabvier que traia del in-
terior de España la infausta nueva de la batalla de Salamanca , y Mr. de
Beausset que llegaba de San Cloud con el encargo de entregar al empera-
dor cartas de María Luisa y el retrato del rey de Roma.
Napoleón se espresó ásperamente con el coronel Fabvier, hablando del
7i V
DI N iPOI »«»N MI
mari«cal Uarmont, coya derrota había entregado Vadnd * Wethnglon.
l.l ■ .»r->nH abogó caballero-iamenle por «u jencral
otro recibimiento di«pcn*o el emperador á Hr
rtóM entran «Memente al rmlnr noticia* de lo qoe nw
mundo FJ retrato de mi hijo Ir cansaba «a
liespac* de Haberlo cnseaado á cuantos le esUban rodeando . lo
«a *eerctario dmen.l.'lc • Tomad . Ilevaotlo. guardadlo . m %rt
do proato un aunpo de baUlla. * ion cierto . el «ido
«atado H rral el r. fae H campo de batalla del 7
en rl
m talla ac i a eo*co» »
pAtlTK*» tW «Wi«»*> oí-UVo holtMin .
. I" I 7 * \*\ (Uh de h madrugada, el emperador %c ItilUbi
por loa marorato en la posición que babia lomado el día anterior. A la*
riaco ) medta H mi ¿«cana despejado . la viipera había Hondo . F.« H sol
da \u«ierliu . • dijo el emperador . aunque en H me» fie «etiembre baria
unto frío cnaao por dwi«mbn en Horn\ ■ i D t)rr*Jta aceptó e»te pmajio.
y te leyó la orden del iha ugniente:
• aoronone:
. lie aquí U UulU que Unto habett deaeado. Urictoriaesta en voes
ira mano i nos ca aeccaaha . nos proporcionara abundancia, buenos ruar
teles de invierno y no pronto regreso á nuestra patria. Portaos como en
VusterliU . Fnedland . W i teosa , Ksmolcnsko. y que la posteridad roa* re
mo\^ «ilc engr. •idamente \ue*tra condurU en Mil <li i . | que ilig.in «I- to
sotros: «Se hallaba en aquella gran batalla dada bajo los muros de Vos
coa. ■
• Kn el campa meo lo impenal sobre las altura» dd Rorodino . H 7 de
setiembre alas dos de te mañana •
♦ FJ ejército loatosld coa repetidas aclamaciones FJ páramo en que se
bailaba el ejército estaba cabierto de cadav ere» rusos, del encuentro de la
Q principe Puaiatuwati, qoe twaiai te derecha . se poso en motí
el bosque en que el enemigo apoyaba hi izquierda. FJ
principe da Eduaobl ataread costeando H bosque con te diswoo de Can*
á
I, as habían constmido durante te i
A teste». eJ jeaeral conde Sorbier. que babu artillado te
i rasenra de te guardia . r»>mpio H faego D>
piaras , toma te deteatera A te disaaoo * om
(coarta del pnmer coarpo), qoe sigue el bo*qoe errraado las
512 HISTORIA
oes del enemigo. A las seis y media, el jeneral Compans sale herido, y á las
siete, el príncipe de Eckmuhl pierde el caballo. Se traba la refriega y em
pieza el fusileo. El virey,que formaba á nuestra izquierda, acomete y to
ma la aldea de Borodino , que el enemigo no podia defender porque so
hallaba en la orilla izquierda del Kologha. A las siete, el mariscal duque
de Elchingen se pone en movimiento y marcha contra el centro , al res-
guardo de sesenta piezas que el jeneral Foucher habia colocado el dia an-
tes contra el centro del enemigo. Mil piezas están arrojando la muerte por
ambas partes. A las ocho se toman las posiciones del enemigo, sus reduc-
tos caen en nuestro poder, y nuestra artillería se coloca en sus troneras.
Entonces teníamos la ventaja de posición que habían tenido por espacio
dedos horas las baterías enemigas. Los parapetos que habían estado con-
tra nosotros durante el ataque nos resguardan. El enemigo ve la batalla
perdida , cuando apenas la creia empezada. Parte de su artillería cae en
nuestro poder, y el resto se retira á la parte de la espalda. En este aprie-
to, toma el partido de rehacer el choque atacando de poder á poder las
fuertes posiciones que no ha podido conservar. Trescientas piezas france-
sas colocadas sobre las alturas anonadan su muchedumbre, y sus soldados
vienen á morir al pié de aquellos parapetos levantados con tanto esmero
en los dias anteriores y mirados como abrigos incontrastables.
« El rey de Ñapóles da varias cargas con la caballería. El duque de El-
chingen se cubre de gloria y manifiesta tanto denuedo como serenidad. El
emperador manda una carga de frente y la derecha hacia adelante ; movi-
1 miento que nos deja dueños de las tres cuartas partes del campo de bata-
lla. El príncipe Poniatowski pelea en el bosque con éxito vario.
« Quédanle al enemigo sus reductos de la derecha , el jeneral conde
Morand marcha contra ellos y los toma ; pero á las nueve , atacado por
todas partes, no puede mantenerse. Alentado el enemigo con esta venta-
ja , manda avanzar su reserva y sus últimas tropas para probar otra vez
fortuna. La guardia imperial forma parte de ellas y ataca nuestro centro
sobre el cual habia jirado nuestra derecha. Por un momento se teme que
los Rusos tomen la aldea incendiada; diríjese allá la división de Friant ;
ochenta piezas detienen primero y luego destrozan las columnas enemigas
que se mantienen durante dos horas formadas bajo la metralla, no atre-
viéndose á avanzar, no queriendo retroceder y desahuciadas y<?. de la vic-
toria. El rey de Ñapóles zanja aquella incertidumbre ¡ manda cargar al
4o. cuerpo de caballería y se interna por los claros que deja abiertos la
metralla de nuestros cañones en las moles cerradas de los Rusos y los es-
cuadrones de sus coraceros; estos se dispersan á diestro y siniestro. El je
ueral de división conde deCaulaincourt, ayúdelos pajes del emperador,
marcha capitaneando el 5o. de coraceros, lo arrolla todo y entra en el re-
ducto de la izquierda por la gola. Desde entonces ya no cabe duda, la ba-
prnr coa cata púlanla carta . había terminado MM de*tino* . car muerto
por ona bata*de canon muerte esclarecida y envidiable
• Son la* do* de la tirde. y H enemigo piífdc toda esperania la bata
lia quera termiuda, aon continua el cañoneo ¡ pem |ix Ruvh *nln pelean
cubriendo so retirará, mas no por la virioria
• la perdida del enemiao e* enormr han*c contado en el campo de
batalla de doce A treec mil hombres y de ocho a nueve mil caballo* *e
árala afea» de ariilleria y cinco mil pn*ionems han caído en nuestro
tenclodm mil y quinientos hombre* muerto* y triple nume
m de herida». Maestra perdida total puede computarte en diex mil boro
hrea: la del enemigo en crareata ó cincuenta mil Nnora *e ha ti*to an
campo ile batalla igual De seis cadáveres, uno era íranrv* y cinco rwm
i uarrnta jrnerale* rmo* han *ido muerto*, beodo* ó prtMoncrn» • Hjcae
ral ftagration queda herido
. lien»* perdido el jeneral de divt*mn coode ttoatfcraa . muerto de
na hala» de caaoa : itnal tuerte copo una hora deapaea al Jmeral coa
de de t anlaiBcourt . enttado para iwmplaianf
314 HISTORIA
« Cuéntanse entre los muertos los jenerales de brigada Compere, Plou
zonne, Mariont Huart, y entre los heridos siete ú ocho jenerales ; pero
muy levemente. El príncipe de Eckrnuhl no ha padecido daño. Las tropas
francesas se han cubierto de gloria y han mostrado su mucha superioridad
con las rusas. Tal es en pocas palabras el bosquejo de la batalla de la Mos-
eowa, dada á dos leguas de Mojaisk y á veinte y cinco leguas de Moscou,
cerca del pequeño rio Moscowa. Hemos disparado sesenta mil cañonazos,
que se hallan ya reemplazados con la llegada de ochocientos carros que
habían pasado de Esmolensko antes de la batalla. Todos los bosques y al-
deas desde el campo de batalla hasta aquí están cubiertos de muertos y
heridos. Se han hallado aquí dos mil muertos ó amputados rusos. Muchos
jenerales y coroneles han caido prisioneros.
« El emperador no se espuso un momento ; la guardia de á pié y á ca-
ballo no peleó y por consiguiente no perdió un solo hombre. La victoria
nunca fué dudosa. Si el enemigo forzado en sus posiciones no hubiera que-
rido recobrarlas , nuestra pérdida hubiera sido mayor que la suya ; pero
destruyó su ejército manteniéndolo desde las ocho hasta las dos bajo el
fuego de nuestras baterías y obstinándose en recobrar lo que habia per-
dido. Esta es la causa de su inmensa pérdida »
Por muy grande que fuera el triunfo de este dia, podía serlo mucho
mas, si Napoleón, en vez de terminar la batalla alas cuatro de la tarde ,
hubiese avalorado lo que restaba del dia para que cargara su guardia,
convirtiendo asi el desconcierto del enemigo en una completa derrota. Esta
reserva del gran capitán en medio de la embriaguez de la victoria ha sido
interpretada de varios modos. Algunos escritores aseguran que fué muy
vituperada en el cuartel jeneral , y dicen que el mariscal Ney se espresó
así: «Ya que no guerrea personalmente, y puesto que ya no es jeneral y
quiere hacer en todas partes el emperador, que se vuelva á las Tuilerías y
nos deje ser jenerales por él. » «Murat, dice Mr. de Segur, creyó que
los primeros ataques del equinoccio le habían trastornado el temperamento
debilitado, y que la acción de su numen estaba en cierto modo aherrojada
por su cuerpo agoviado bajo el triple peso de la fatiga, de la calentura y
de un accidente, que entre todos es quizá el que mas abate las fuerzas fí-
sicas y morales del hombre Los que estaban mejor informados cre-
yeron que á tanta distancia y al frente de un ejército de estranj^os á quie-
nes no enlazaba otro vínculo que la victoria, le habia parecido indispen
sable conservar un cuerpo selecto y leal. »
No es verosímil que ninguno de los tenientes de Napoleón haya sido
nunca, no diré harto desmandado, sino bastante injusto para reconvenir-
le «de hacer en todas partes el emperador y no ser ya jeneral,» con moti-
vo de una batalla cuyos sabios preparativos y cuya activa y suprema di-
rección no habían salido indisputablemente sino de él solo. En cuanto al
I>> NM'M »,»N
.1 .
'Iwwikcownrmwwrii lóaselo y
v adicto u» como so gnardta, llnpotaoa lo esptsco diciendo : •
na ha) uim segooda batalla . qué tropas presentaré? • taspnea el j#n*ral
i al ftirir tu esta i iinlloManí i «81 tai
• "©yo nervio se cifre ataonpre ee aquello ((oardie , y coy o valor lo <
sote toaran atravesar otra ve» el N vasco •
qoe sea, pareco qoe la ceoniuet t loa «lo ta atona do so
rjcraloó la esperan/a da ooo prosiaaa paz, y siempre por el interés dota
rraacio y do la humanidad, indujeron á Sopotaoo á ao tiorcr aata asuro
tara U sangrienta bátanlo do ta Moscón» roa ta iiitrrvencioe d» so gnur
díi¡ \ m tratara alguien do ataiaaar qoc se almo por cotonea» ¿Mr»
guanta personal . y qoe anta codio al impnho «le ao i
al tal ta raapoodicramoi qoo Ñapearen ba dado daado Totas b
oaajolo w|i ndariao atapoloita ao caaaovoaaotoó H
definitno coa ta traatiroda del cootsmo une H aersdeote faca le
Imbsarn alroooadp y deta atado cono i cualquier otro . aoda bay en «ato
ar faaraaáblc. Qoo ao prontitud de reaoloejoo y
foojiáiaoi
taaotaacu resentido, «nao cabe todatai. poca yo til
foro si al locar al término da eos pfuiporetaoaa, y
.|oraoaaar al aaplandor da ao ooasbradaí , y
>a nota quedaba nw que decaer, babia dejado á
, * mirasen en m interior la inccrtidurobrc y la rorobra. aquella ronojodon
¡Mvajera de la confianza ) de la fe. que le había i n fundillo por mu. lio in-m
I «o so tartana aiemprc en auje. potlia inin bien hacerle perder en cierto*
rooaaenloa . al asomar mi menguante, algún tanto de mi pujanza en idear.
di mi rapidez en ejeeatar y de aquel arrota qoc parecía estar dictando en
otro tiempo leye» al destino , sin que se alterase ta gran.li. -M.lad de so al
>ua. sia qoe torpes precaociooes dictadas por una menguada personalidad
apearan en él aquel coentanle, desvelo que babia manifestado ante todo por
(a Franesa ilrsde que se babia remontado 4 la cumbre del poderío
iliense le bar4 creer que d w.W.oie denueuo dH soldado de vr.-ola j de
lodi.qoeHaaYXMaesodHjcoeralquc arrostraba de tal modo el peligro
•nKsslioftqaesneoatoaleskaineuazarouftaqw
. i quien se hará creer qoe tan perrgrieo vetar y brnxsmo pa
ion Napoleón por uno zozobra altana ocerco do ta
tt Bonrienne mismo , Ion propenso á ajar tas
¿tonaadUpronoesbre. y que al parecer no toa» ta pluma sino poro con
«redecir el testimonio de so país y de so welo ante el tribunal do ta ansio
i eoolra H recelo de laquezn ó temor con
se atrevieron atochar 4 Napoleón al ree/eser de \soscoo «,Te
o4C HISTORIA
mer él! esclama, ¡él cobarde' por cierto que le conocéis bien. Nunca esta
ba mas satisfecho que en un campo de batalla ni mas sosegado que en me-
dio délos peligros. »
Repitámoslo pues con el jeueral Gourgaud, el barón Fain, etc. , el em-
perador tuvo estas contemplaciones con la guardia en la Moscowa por el
interés mismo de todo el ejército, y á la vista de las posibilidades ulterio-
res de la guerra ó de la próxima conclusión de la paz. Por lo demás, cual-
quiera que fuera su decaimiento físico, lo cierto es que no imposibilitó su
numen ni su actividad. Él fué quien preparó y estuvo dirijiendo aquella
gran batalla , por lo cual no dejó de atribuir el timbre de la victoria á los
principales adalides de su ejército, los mismos á quienes se achacan tan
estraños dichos respecto á él. « Denodados héroes, dice en sus Memorias,
Murat, Ney, Poniatou ski, á vosotros es debida la gloria. ¡Cuántas grandes y
esplendorosas acciones tendria que recojer la historia! Diria como aquellos
desalados coraceros forzaron los reductos , acuchillaron á los artilleros so-
bre sus cañones ; referiria el heroico sacrificio de Montbrun y de Caulin
court que hallaron la muerte en medio de su gloria; diria lo que nuestros
artilleros , descubiertos en campo raso , hicieron contra baterías mas cre-
cidas y resguardadas con macizos espaldones, y hablaría de aquellos intré-
pidos infantes que en el trance mas apurado, en vez de necesitar que su
jeneral los desahogase, estaban voceando i « No hay cuidado , tu jente ha
jurado toda vencer en este dia, y vencerá. » ¿ Llegarán algunos rastros de
tanta gloria á los siglos venideros, ó prevalecerán la mentira, la calumnia
Y !a maldad?»
. \l-llliM WWIII
KM *a *q««IU C»|*Ul |H.| lo,
i* .derrotado en laMoacouaa
de U ventaja i|ue le dalwii sus
itiQi.ru. no se empacho dr mentir
con el pueblo rwso y con *i soberaao. per
patudo por doade quiera . y mb earnaiaa
•h 4 Alejandro que la l
dado por la bandera mo*
de
de Mójate y haber
aqeri poetto á kn
_» I
548 HISTORIA
tos heridos á los que 110 se habia proporcionado todavía ninguu auxilio, y
que los debieron al ejército victorioso. «Con la ayuda de algunos soldados
de la guardia, cuya humanidad habia esperimentado en varios trances ,
dice el doctor I^arrey, atendí ante todo á las urjencias de aquellos desven-
turados. Se habian habilitado las iglesias y la casa de ayuntamiento para
recibir á los heridos franceses. Los Ilusos se reunieron en las casas de los
comerciantes. » Cuando dieron parte á Napoleón que la retaguardia de Ku-
tusow mandada por Platoff se disponía para resistir sobre Mojaisk ¡ «Bien,
respondió, nos detendremos algunas horas mas con nuestros desgraciados
heridos. »
Sin embargo se sabe que Kutussow conserva todavía esperanzas de sal-
var á Moscou; que está levantando, á algunas leguas antes de aquella capi
tal, fortificaciones que demuestran intentos de nueva refriega. Rostopchin
se esmera también en persuadir á los Rusos que tal es el ánimo del jene-
ralen jefe, según la proclama del 4 4 de setiembre, cuyo contenido es el
siguiente: « Dice que defenderá á Moscou hasta la última gota de su sangre
y que está pronto á pelear aun en las calles de aquella ciudad. Se han cer-
rado los tribunales ; pero esto no os sobresalte, ó amigos mios : hay que
ponerlo todo corriente. No necesitamos tribunales para formar causa al
perverso. Sin embargo , si los necesitara , tomaría jóvenes de la ciudad y
del campo. Dentro de dos ó tres días daré la señal . Armaos bien con hachas
y picas, y aun mejor con horcas de tres dientes: el Francés está ya desmo-
ronado como una hacina de mies. » — « Marcho mañana, decía Rostop-
chin al dia siguiente , para juntarme con su Alteza el príncipe Rutusovv , y
providenciando juntos aniquilar á nuestros enemigos. Enviaremos á Sata
nás esos huéspedes y les haremos rendir el arma. Volveré á la hora de co
mer y pondremos mano á la obra para reducir á polvo esos alevosos. »
Con este lenguaje presajia el gobernador de Moscou , el orador del
Kremlin , el cumplimiento de los sacrificios tremendos que el czar mismo
está anunciando. Pero Rutusow no derramará la última gota de su san
gre para precaver á la ciudad santa de la invasión estranje'ra : el antiguo
guerrero no lo pensó jamás , y Rostopchin lo sabe muy bien. Otro es el
intento que se abriga , y está próxima la hora de ponerlo por obra. En la
noche del 43 al 4 4 de setiembre, Kutusow abandona todas las posiciones
que anteceden á Moscou y se retira hacia el oriente atravesando rápidamen-
te la inmensa ciudad que aparentaba poco ha venir á defender con una es
pecie de fanatismo. « El 44 de setiembre , dice un escritor moscovita, dia
de eterno luto para los corazones verdaderamente rusos, el ejército levan-
tó el campo de Fili á las tres de la madrugada, y entró por la puerta Do-
ragomilovv en la ciudad que debia atravesar en su mayor ámbito para sa-
lir por la puerta de Kolomna. . . . Aparecióse Moscou allá como enlutada. . .
y la marcha del ejército ruso se asemejaba mas bien á una pompa fúnebre
1*1 N\|-..||h\ til
que n una hmoniion militar nOnale» y «oblados Doraban ilo »oia }
do^poracioo. t (nVrrtmii'»
Mn embargo toe Franceses finado rl campo do Ftli letaniado ton MR.
««nal é alcance á lo» Rasos, ««ral. ej denodado Mnrai.
m pos del mrmign , y se adelanto á la % anguardia A I
w halla rn l»« ralle* de Moscón, ton tolnarompaftadodt altano» jbeto». y
«in rtnUrgn cargando la rrtagnanlia n> Knln*ow . Pronln w aumento »n
i, pbes Napoleón Ir m*¡* á tinnrgaml para sosteaoret. Eatonc** lo*
i entran m capitulación y corran al gnorrero cuyo rico lra>
i lo cantan asombro Mural. qno c* may conocido de ello», «obra lodo
«Irsdo i'iUiit on donde Ion hirn *m regalen, no tora Meno» garbmn m este
ocasión. Va repartiendo cantidades á loa jHea y dispone do la« alhajes oV
«¿onrgand y do tus oficíalo* para distribuirlas igualmente ¿ loa bárbaro»
qne lo rodean ; y ralo», ana rea poseedora» de tomafto» agasajos , atareo
pHIan por evacuar á Moacoo y pcovgoír toa correr toa y OMUúobras irrr
«niara» A espaldas del ejerrilo roao.
Fo tonto que los Conato» »e retiran , Napoleón llega coa d reato de »n
Tangnaniía á toa pnertos de la eindad. la aaarcha repentina de Kutnsow
"7™"^ *wr l* II I m»»^ • 1 1 I ^ ' ^ • I • I I M# IM Im f t1 ife~>«MI |emíl »
de nnn eindad que urre de emporio á te» preriosidade» do Enropa y de
%«« . H ejrmphr de F.Mnolenaao y lo» restijio» en*angreatado* de lanío*
TJ20 HISTORIA
fracasos agolpados por las mas hermosas provincias de la Rusia por manos
rusas, todo infunde desconfianza al emperadoryle liace titubear. En cierto
modo va á tomar á tientas posesión de su nueva 6 importantísima conquis-
ta. Se detiene primero á las puertas, manda reconocer la ciudad por afuera,
da orden á Eujenio para que la acorrale por el norte, y á Poniatowski al
mediodía, mientras queDavoust se mantenga en el centro; después envia
su guardia al mando de Lefevrc. que entra triunfalmente en Moscou y se
acuartela en el Kremlin.
Napoleón traspasa también el umbral ; pero como si una voz interior
le avisara que está poniendo la planta sobre un abismo, y que Moscou en-
cierra en sus murallas el término de los triunfos del ejército francés y la
primera señal de la decadencia del grandeimperio, teme todavía engolfarse
por la ciudad , da solamente algunos pasos y se aloja provisionalmente en
una posada. Al dia siguiente Vi, no asomando señal aciaga, acalla las
corazonadas y zozobras que le estaban acosando la víspera, y entregándo-
se confiadamente á su destino y á la suerte de la Francia que conceptúa
siempre identificados , marcha osadamente y se posesiona del Kremlin.
¿Se ha conseguido ahora el objeto de la campaña? ¿La ocupación de
Moscou determinará á Alejandro á la paz como Napoleón se ha lisonjea-
do? Este es el dictamen que reina en el ejército francés y la esperanza de
jefes y soldados que claman todos á porfía i « Esta es pues la famosa ciu
dad Moscou , Moscou. . . peligros y padecimientos, todo queda olvidado. »
¡Ojalá que á este entusiasmo no suceda pronto un amarguísimo desengaño!
Según el dicho del emperador, « vamos á ver lo que harán los Rusos. »
cAPmn/i \\\i\
rm M« df *.|iirl ff «..»•>«• ?UjM>lt olí r»l i ni I..I
irionr» «Ir |WMV RrtiratJa ilr li.« r'r«ii<rw«
FJ mariaral Morí ir r *orU H
lo por
i f. le queda ahora por liacer a la ntolu. »«mi
fraooeaa para redondear su contraresto cale
ñor y su marcha triunfal por medio ile la
huropa . e*-armentando a la» aristocracias j
antiguas soberanías de mi pertinax enture
amiento contra la nuera Francia *
Si en otro tiempo les hito purgar la» dr
aafaradaí arrogancias de Rmns« ica, hoy te
teaga de la «afta de So«aro» Después de
leromduciiloaMimagniBVori^rearnUn
introducido al eaciarendo nielan a en todo» los
M
522 HISTORIA
alcázares que servían de asilo y santuario al engreimiento, se avecinda en
el Kremlin y en la morada misma de los czares, y Pedro el Grande pue
de ahora sollozar bajo los pasos del recién encumbrado , como poco ha
Federico el Grande y Carlos V.
¿Estaña ya pronto á cumplirse cuanto la revolución debia cumplir ba-
jo los auspicios del águila y por el brazo del prohombre para la humillación
de los reyes y educación democrática de los pueblos? ¿Llegaría ya á su
paradero la carrera de Napoleón?
Los acontecimientos van á contestar.
Napoleón no ha cesado y sin duda no cesará de ser una aparición pa-
vorosa del principio revolucionario para los monarcas estranjeros ; el pue-
blo francés no se avendrá tampoco á ver en él sino la igualdad aperso-
nada en el emperador. Empero el pueblo francés no se equivocará acerca
de las miras de su caudillo , cuando le vea olvidarse por un momento
i del derecho divino de la capacidad y del mimen, » cuya sublime imájen
está retratando para complacerse en resucitar superioridades postizas tras-
mitióles por el nacimiento ; y los pueblos europeos, abandonados después
de Austerlitz, Jena y Wagram á la merced de sus añejos gobiernos destrón
cados, tendrán que echar en cara á aquel de quien esperaban su libertad,
de haber cejado sobradas veces ante una aplicación espedita y grandiosa
de aquella propaganda de la cual fué por lo demás el ájente mas eficaz y
portentoso ya con el empuje de las cosas, ya con el poderío de su nu-
men. Sin hablar de los Polacos, provisionalmente colocados bajo el res
guardo incierto del porvenir, los Rusos mismos acaban de esperimen
tar que Napoleón repugna á hacer el papel de propagandista. « Procla-
mando la libertad de los esclavos , dijo después á su senado, hubiera po
dido armar la mayor parte de la población rusa contra sí misma. En crecido
número de aldeas se me ha pedido esta manumisión ; pero la guerra que
hago á los Rusos solo es política; y además el embrutecimiento de aquella
elase dilatada del pueblo ruso es tal, que semejante providencia redunda
ría en martirios horrorosos de infinitas familias.... Esta última considera-
ción bastaba para que me desentendiese de semejante medio contra mis
enemigos. » Un escritor inglés asevera el mismo hecho. « No cabe duda ,
dice Roberto Wilson , que hubiera podido fomentar en Rusia una guerra
civil ; y Bonaparte fué el que desechó los ofrecimientos de insurrección
que se le hicieron cuando se hallaba en Moscou. »
Por muy loables que sean los motivos que hagan desechar al empera
dorios ofrecimientos de los vecindarios esclavos, lo cierto es que Napo-
león puede zozobrar en adelante sin arrollar la revolución en su vuelco .
sin comprometer el progreso ulterior de los principios populares. Hay en
su temple y en su posición repugnancias inevitables que la historia debe-
rá justipreciar. La democracia está muy próxima á haber alcanzado de él
HE NAFOI i »N
' lo I Mpi.podm aperar por H rorrclr vi» ílrnodmk» hijo» roo las nano
nos il.-l septentrión y ilrl mediodía desde <*i\\t hasta Motean.
I Vi o «i pronto debe acabar el papel político (Ir Napoleón . m está ti
estremo de M carrera revolucionaria, ,.quc sera de mi papH de conqniv
tador?
Coando Ion diosos mismos oran «I parecer loa tasadores de su fortuna,
la mifaacion aun mas que In conquista llamaba sn atenu n 5 Maulaba mi
misteriosa ffljltrncll . era ol instrumento pujante ) esclarecido de la rej>
nrracion europea que pruttjta enol, mas bien que al fundador de una di
nastía. al vencedor de tantas batallas. Podra pues carecer del auxilio *o
brebumnno tan pronto como no tenga nada que pro\iden< Mf por el rum
Ih) sobrenatural para la bumillacion tic tos reyes y la educación de lo» pue
blos. Kl cielo, que por tanto tiempo le fué propicio por el ínteres de la
emancipacioB universal, podrá declararse neutral cutre el neto y tos
viejos potentados; y entonces, ¿no trascenderá esta neutralidad ¿ los al
i <lel hombre , no acarreará dias aciagos para su poderío y anticipa
ra el cumplimiento de su destino9.
Vamos t ver toqoe harán tos Rasos.
• Napoleón cree haberlo previsto todo . dice un testigo ocular : san
críenla batalla, permanencia dilatada, invierno riguroso y aun fracasos.
la posesión de Moscón y los doscientos sesenta mil hombres que ba dejado
tras si, parecen sobreponerle á todos los acasos Pero apenas está sen
tado en d Kremlin . cuando se manifiesta un horroroso incendio : lo que
no ha previsto, ni podido prever, la destrucción de Moscón por los Ru-
sos mismos, le desencaja el arrimo en que estriban sus principales coa
Ilinaciones.
agimos inivudios parciales se habían manifestado en los primeros
momentos de nuestra llegada. I -os habíamos atribuido á las demasía* de
la soldadesca Pero el tr». habiendo soplado el viento con violencia
se jeneralixó d incendio, t na gran parte de la ciudad es de madera . en
cierra cuantiosos almacenes de aguardientes, aceites y materias mmhu«ti
1 1 an desaparecido todas las bombas y nuestros trabajadores se afanan
nfhKtUOsainrntc
• Negros remolinos de humo se levantan con d viento y saliendo délos
arrabales #nen tales, se han ido estendiendo por la ciudad esparciendo un
pestífero hedor de a/ufre y alquitrán. Las llamas cunden ron rapuleí pro
pagándose de una en otra casa, aumentándose con lo que devoran, v
corriendo una riada de fuego de un estremo i otro de la ciudad Mientras
que tos primeros raudales dd incendio siguen su espantosa carrera, se
han encendido otros volcanes ; correo nuevos torrentes, e impelidos por d
i icnto. se «tienden por tos intermedios que no lian podido akauaar las
llamas antenoces. Parece como si la tierra se hubiera abierto para descaí
524 HISTORIA
bocar todos los fuegos que mas y mas aparecen. El incendio se propaga
enfurecidamente; ya no conoce dirección ni límites; brama, hierve como
las olas de la tempestad, y la desgraciada ciudad acaba de sepultarse en un
océano de llamas.
« En vez de tantas casas y palacios, no quedan en pié sino moles de
ladrillos que indican el lugar de los hogares domésticos. Aquellos milla-
res de pirámides truncadas y ennegrecidas nos parecen el esqueleto que-
mado de Moscou .
« Desde las ventanas del Kremlin, Napoleón presencia esta gran catás-
trofe Escipion al ver arder á Cartago no pudo desechar una triste co
razonada sobre la suerte que Roma tendría á su tiempo : Naj^kíon queda
pensativo todo el ejército yace atónito. El triste silencio que reina en
el Kremlin solo se interrumpe con estas esciamaciones : « ¡ Este es pues el
modo con que hacen la guerra! La civilización de Petersburgo nos ha en-
gañado ; tenemos que haberlas con Escitas. » {Manuscrito de 4842.)
Napoleón ve ahora lo que iban á hacer los Rusos. En vez de parlamen-
tarios ó negociadores que vengan á pedirle la paz, ha hallado en Moscou
incendiarios que le han acorralado en un inmenso volcan, cercándolo de
DI N aKM i DK
escombros. Ahora puede prornmpir coa
nación cniluada tiene Unto ib* botal como el pueblo raso. • Ijm ájente
•Ir Rostoprlun. en numero de nm mentó*, mtabaa ■acetados ea las bode
«as para prender fuego * todo* Ion arrabales. K algunos se leí be i
• lulo mn H hachón en la mano. l/> han eonfeMdo todo ; y su d
MWl a Rostopcbin. que no ha obrado sin la autorización de mi Amo. pues
¿qué subdito del autócrata hubiera querido tomar sobre »i la rcspoatabi
hilad de tan horrendo iraca*)?
Mu embarga. Ins ||nma«*e MM ni Kremlin M Nfelal los vidria
•leí palacio imperial . hora ea que Napoleón atienda ¿ *n seguridad y te
decida á reararse. Empero se reátate á verificarlo , pura Ir piden un pn
roer paso hacia atrás ¡ lo conoce y no quiere cejAr Ante la barbarie á la que
venció en veinte reíne*as , que hizo huir ante si por espacio de doseien
tas legua* y por medio de las mas amena* provincias del imperio ruso
Kn vano le muestran las chispas que caen en el patio del arsenal . las es
topas encendida* «I'"' cubren el Mielo en donde esta de plantón la artillcra
con sus trenes ¡ en vano le aseguran que su peligro personal desaxona á
los artilleros y demioairai ¿ lodo el cuartel jeneral. se desentiende allá de
cootejos. instancias y ruegos lAiibotssicre, 1-cfevre, Dcasierca y Eujcnio
vieron alternativamente desatendida* *us encarecidas recoaveocione», para
desasirle de un peligro que á cada paso es mas inminente. Napoleón se halla
en su cumbre aposentado en el Kremlin . ha llegado allí hollando á cien
mil valientes de KutnsoW. y le repugna la Aprensión de verse arrojado de
él por una cuadrilla de incendiarios y algunos centenares de ajenies de
Rostopchin. Rajar después de haberle encumbrado tanto la victoria, re
troceder \ mu haber m<Io vencido: no le cabe avenirse Se empeña en retar
a la barbarie enfurecida , batallar hasta el estremo contra su fatalidad .
probar á mis bravio* enemigos que ha\ mas pnjaan M aipnlh «randio
sidad que potestad en sus infernales combinaciones. Durante mucha* ho
ras permanecerá con su cabal entereza en el kremlin... Pero aquella vi
ila que espone y arroja pertenece al ejército y á la Francia. Está inevita
blemente comprometida, » Napoleón se obstina en permanecer á pesar del
pavoroso progreso de las llamas. Napoleón ha de reconocer pues la mano
de la necesidad y al fin tendrá que avenirse. Cuando Rerthier. que ha su
bido á la asolea dd kremlin, venga á participarle que no hay que perdrr
un momento y que el incendio envuelve el palacio . cederá al anhelo de
cuantos le están estrechando, y andando bajo una bóveda de fuego, se re
tirará á corta distancia de Moscou , al castillo de Petrowafcoie ea d cami
N de |vt,r>bnr«o
Kl lf» de setiembre por la tarde , sale Napoleón de Moacoa. Apeaas
aposentado ea na nueva residencia, se entrega todo á su» recónditas rede
\iones sobre el fracaso aterrador que acaba de 1
526 HISTORIA
y acerca del partido que debe tomar. Su primer pensamiento fué de ir en
busca de la paz en Petersburgo , ya que no habia podido conquistarla en
Moscou, y pasó la noche delineando su marcha sobre el mapa. Pero antes
de obrar, quiso consultar ó mas bien probar á los que le rodeaban, y ad-
virtió que su intento hallaba poquísimos aprobantes en el cuartel ieneral.
Solo Eujenio pensaba como el emperador, solo él estaba pronto á marchar
á vanguardia. Su denuedo incontrastable vitoreaba aquel arrojo y la cons-
tancia de Napoleón. Pero otros ánimos no menos esclarecidos se habían
dejado avasallar por la prudencia con los últimos desengaños. Los que
habian temido en su principio aquella remota campana no podían ave
nirse al concepto de irla dilatando todavía y de internarse por el norte en
demanda de los hielos. Volvieron pues á manifestarse los recelos que ya
aparecieran en Dantzig y en Esmolensko. En otros tiempos en nada hubie-
ran alterado las determinaciones del soberano- en Petrowskoie fueron mas
poderosos. « Lograron , dice Mr. Fain, hacerle dudar por la primera vez
de la superioridad de sus miradas. » La responsabilidad de una segunda
campaña le parecía muy trabajosa de sobrellevar. Empero no se deja con-
vencer por los que dicen que solo desechan la prosecución de la guerra
hacia Petersburgo, con la esperanza únicamente de alcanzar la paz en
Moscou. « No creáis, les dice, que los que han prendido fuego á Moscou
sean jentes que acudan á hacer la paz algunos dias mas tarde i si domina
actualmente en el gabinete de Alejandro el partido que es culpable de esta
determinación , vanas son todas las esperanzas con que veo que os lison-
jeáis. » A pesar de esta previsión, muy comprobada después, doblegó an
te el dictamen de sus tenientes aquella superioridad que en otro tiempo
hacia ceder todo ante sí. « Ojalá no descaiga de sí mismo , añade el autor
|>K N t FOLIÓN
dd Vmusrrito de I HV1, apeándose hasta la pequenez de lo» que le rodean
II primer paso está dado. •
N íjm>Ipoii permanece pues en Ion alrededores de Moscou. Sé
hubiera sido por agosto , se hubiera mantenido en su opinión , y ,
10 dijo rn Santa Bffett . él ejercito hubiera marchado sobre
burgo. Pero la estación favorable va á terminarse, j esta consideración le
I seguir Ion consejos de sos antigaos compañero* de armas
K.l incendio habia cesado en Moscón, y el Kremlin, tan amenazado, se
hnbia librado de las llamas. Kl emperador volvió a habitarlo H IK por la
mañana I -i ciudad estaba llena de saqueadores de todas las naciones la
presencia de Napoleón restableció pronto el orden. Al pasar por d muelle
de la Moscowa, vio lacas» de los espósitos. «Id, le dijo á su secretario in
térprete , id á ver de mi parte que ha sido de esos niños desventurados. •
obedeció el secretario, y habiendo llegado al establecimiento, supo que los
niños de mas de doce anos habían sido encaminados a Nizni Novogorod, y
que los mas pequeños, abandonados á la merced de las llamas, habían sido
calvados por el piquete qne Napoleón les habia enviado en la noche del
11 al I "i. «la protección de vuestro amo , le dijo el director dd hospicio .
ha sido para nosotros nn favor dd cido . á no ser por la mirada que su
Majestad echó sobre nosotros . lo cual no nos cabia esperanzar , nuestra
casa hubiera sido presa dd saqueo y dd incendio. » El anciano ruso acom
paño después al intérprete á las salas y lo presentó ¿ los niños , diciéndo-
les: • Kl emperador envía a este Francés. > Bastó esto para promover el
mas entrañable y rui.loso reconocimiento en aquellos jóvenes desgraciados
Se arrojaron á porfía sobre el mensajero de Napoleón para halagarlo: unos
abrazaban sus rodillas, otros se le echaban al cuello y todos voceaban con
alborozo i • Tu emperador es nuestra providencia. •
Cuando supo Napoleón , por boca de su secretario, los pormenores de
aqud recibimiento . se enterneció y mandó al punto por el director del
hospicio que se llamaba Tutelminc, quien le pidió permiso para escribir a
la emperatriz madre para informarla como se habia salvado la casa del
incendio. Aun duraba la conversación, cuando se advirtieron algunas lia
mas del otro lado del rio , lo cual hizo temer a Napoleón que el incendio
no estuviera dd todo apagado. Con aquella vista se indigno y repitió H
nombre da Rostopchin. « Malhaya, esclamo , quien se ha atrevido á aña-
dir a calaiudades tamañas como son las de la guerra un incendio atroz
ejecutado a sangre fría. Bárbaro, no le bastaba desamparar a unos pobres
niños de quien es el primer tutor y veinte mil heridos que el ejército ruso
ht cnnfi.idoa mis débelos mujeres, niños anciaii«>v huérfanos, heridos
todo yace entregado i un estemiinio desapiadado, y presume hacer d Bo
siendo nn vahaje, un irracional i
Al día siguiente, Mr de Tutdminc entrego al emperador la carta que
528 HISTORIA
le había permitido escribir á la suprema protectora de los espósitos. Aque-
lla carta encerraba una especie de introducción á la paz, terminando así:
« Señora, el emperador Napoleón está exhalando mil ayes por nuestra ca-
pital, casi enteramente destruida con medios que no son, según él dice,
los que se usan en buena guerra. Se muestra convencido de que si nadie
se interpusiera entre él y nuestro augusto emperador Alejandro, su anti-
gua amistad recobraría pronto sus derechos y se acabarían todas nuestras
desventuras. »
No paró Napoleón en aquella demostración indirecta de sus díctame
nes pacíficos. Escribió él mismo al emperador Alejandro por la mediación
de un tal Mr. Jakowleff, que marchó el 24 de setiembre para San Peters-
burgo ; y el 4 de octubre se decidió á dar un paso ostensivo en apoyo de
sus tentativas reservadas enviando su edecán Lauriston al cuartel jeneral
de Kutusow. Pero este declaró que no podía entrar en negociaciones ni
dejar pasar al negociador mas adelante sin haber recibido la autorización
de su amo. A este efecto despachó al príncipe Wolkonski para el czar.
Durante todas estas negociaciones preparatorias y estos lejanos men-
sajes, que empleaban mucho tiempo, se iban apurando los recursos resca-
tados del incendio ; el ejército ruso maniobraba como si hubiera querido
encerrarnos en Moscou , los Cosacos nos andaban hostigando por todas
partes y la cruda estación se acercaba, sin que siquiera se hubieran enta-
blado las negociaciones.
Napoleón veia así comprobado lo que anunciara á sus jenerales, esto
es, que « los incendiarios de Moscou no eran jen tes que acudiesen luego
en busca de paz. » Sin embargo continuó residiendo en el Kremlin, dedi
candóse eficacisimamente á la policía interior de Moscou y de los países
conquistados, atendiendo á los mas mínimos pormenores del servicio mi-
litar, de los movimientos del ejército, encabezando todavía, en medio de
tantísimas atenciones y afanes y á tan suma distancia , la administración
superior de su imperio. Empero habia mediado un mes desde su entrada
en la antigua capital de los czares, y ni la carta de Mr. de Tutelmine ni el
pliego confiado á Mr. de Jakowleff, ni el encargo cometido al príncipe
Wolkonski, ni la presencia de Lauriston en el campo de Kutusow, ni si-
quiera habían hecho esperanzar el mas mínimo resultado. Alejandro,sordo
á todas las proposiciones pacíficas, como que tenia olvidada la^ocupacion
de lo mejor de sus estados , cubiertos en gran parte de escombros , re-
traía sus miradas del Kremlin para dirigirlas al gabinete de San James de
donde le llegaban continuamente estímulos y parabienes. Por lo demás la
conducta de Alejandro guardaba la lójica mas terminante. Habia querido
la guerra y habia aceptado todos sus amarguísimos trances para que pre-
valeciesen el añejo réjimen europeo y el sistema inglés sobre la política
de la revolución y de su caudillo. No debia orillar su ideado intento des-
DI NAPOLEÓN MO
pila dfi | ■ "I. i i i i iianto semejante determinaeinn hubiera podido acarrear
le en quebranto» v trastorno» I ji aneja Kuropa, «le la «pie se había cona-
tituido el campeón, no le pedí l por MIDO ronato manque enmudece) antv
Ir . -nnqnista aposentada entre la hnmareil a M \ % .pie aguardaba
ron afán palabras «le paj 60 el rega/o mismo del triunfo Alejandro no
tenia pues que titubear su negativa de mirar en negociaciones había
quedado comprometida de antemano eon Castlereagn pof bal hMtrvtCal
nes dadas á Rostopchin
Mientras que el gobierno ruso se mantona asi af»>ri adámente e,i su
ademan batallador, el elima se enennle.ia Kl l"> de octubre, la nuneeu
bna todo el país. • Démonos priesa, dijo Napoleón, dentro de veinte día*,
debemos estar en cuarteles «le inueino • Al día siguiente le BU ríbM >
Mural que reconociera el eamino de Nojtilk, \ deipachó d IS los trofeos
bajo la eecolta del jeneral C.laparede. mientras que espetaba la el acuaciou
«le l«»s enfermos y heri»los sobre Ksinnlensko. DiÓM irre\ocablemenle la
orden. i EetB no debe llamarse una retirada, «bee Napoleón en sus Memo
rías. \a «pie el ejercito telaba victorioso y «pie hubiera podido marebar
igualmente sobre San Peleisburgo . Halaga o Tula . que kutusov* hubiera
tratado de cubrir infructuosamente \n s(> retiraba á Ksmolensko por
que eetoi ieee derrotado, sino para invernar en Colonia. •
Con ctorto. «•! ejército francés estaba victorioso > siguió siéndolo BOJ
ta«»l trance postrero «le la ocupación de >l«iscou; porque el 17 de octubre.
el rey de Ñapóles derrotó á los Rusos en Wenáowo. al mismo ticm|>o «pie
«touvion San Cyr recházate los embates de Witlgenstcin sobre PolotsK sin
embargo Napoleón preveiaque su marcha retrógrada re«bindaria |>or to«lo
el ámbito de Kuropa en desconceplo de su autoridad > «leí encambrado
predominio que sus prosperidades y su mimen le tenían granjeado sobre
sus amigos y enemigos, sobre los gahjnctei y los pueblos. Sus aliados de
('■onstanünoplav de Kstokholmo se le habían retraído al abrirse la campa
na ; sus aliados de \ iena y de Berlín, ya tan pausados y tibios en su coope
ración. podían resfriarse mas y mas y alentarse en sus ílisposicioiws a\ i«»sas
al ver que los Franceses abandona, an sus conquistasen Rusia |>ara fotvoi
a Poloaia, Sin emlwrgo no habia que titubear Filaba desahuciada la pa/.
\ «*l rlima del norte habia mostrado los primeros destemples. Napoleón
salió de Moscou el tí) «I» octubre por el camino de Kaluga . después de
haber dado al mariscal Mortier. comandante de la retaguardia, el encargo
de volar el Kremlin
KJ mariscal recibió del emperador otraa instrucciones mei»os rinleatai
No me cabe recomendaros bastante, le dijo Napoleón, los h
•pie aun nos apodan «olivadlos en los carros de la guardia joven . en lo*
«le la caballería desmontada en una palabra, en lodos los que se eocoen
tren. I.OS Romanos daban coronas ei\ieas a cuantos saltaban a sus cou
«.:
530 HISTORIA
ciudadanos. ¡Cuántas mereceréis á mis ojos por todos los desventurados
que salvéis! Forzozo es hacerlos moutar sobre vuestros propios caballos y
los de toda vuestra jente. Así hice yo en San Juan de Acre. Debéis empe
zar por los oficiales , luego pasar á los sarjentos y preferir á los Franceses.
Reunid á todos los jenerales y oficiales qus están á vuestras órdenes y dad
les á entender cuauto está requiriendo la humanidad en tamaño trance. »
Esta retirada, que no tiene al pronto nada de siniestro , se manifiesta
sin embargo al ejército francés bajo un aspecto muy nuevo , y acarreador
de tristes corazonadas y amarguísimas reflexiones sobre la inconstancia de
la fortuna y la instabilidad de las grandezas humanas. Napoleón es toda-
vía vencedor; pero ceja ante los vencidos en su marcha con los inmensos
enseres que ha debido acopiar y arrastrando en algún modo tras sí sus
almacenes y hospitales en infinitos carruajes. « Larguísima es su tirada,
dice Mr. Fain , en torno de la cual se agolpan respectivamente las compa-
ñías. Se ha echado mano de cuantos medios de trasporte se han podido
haber en Moscou y en los alrededores. Cada cual ha colocado su reserva
particular de víveres y ropas y conceptúa poderla conservar hasta el tér-
mino de la retirada. Mujeres y niños, algunas francesas, rusas y alemanas
avecindadas en Moscou han preferido el marcharse con nosotros al aguar
dar en la ciudad el regreso de los Cosacos. I^es ha cabido resguardo en
medio de nuestros bagajes. »
l,as últimas columnas del ejército francés salieron de Moscou el 25 de
octubre á las dos de la madrugada. De allí á una hora voló el Kremlin, lln
jefe de batallón de artillería de marina, llamado Mr. Ottone, se habia en-
I»K \ IPOLKOK "i
uuyudo de coiocg lw — dtcofWHHdM nbrolofbtfTitei la
causada por nonio) órnenla mil ImitiIi«* iU> pnttora destruyó,
las torre* principales del palacio \ dd ir^ena!, H nVpmito de fusile» y lodo
los enseres «Ir la artillería riM I I y NM i «I H ini/inacroda, qM « balua
»|im|h.||.hIoiii \«»Jmt«'I iliaaalosá MoacOO, escudándose rmi rj sobresertlo
«le ptrlUMOlano, no Mni .1.' mi precipitación ma* ip | ipiehranto <!•<
tirmpciar cautivo 1 1 -I- 'mi • . ton (Irla andana morada délos ctarea. Por
lo flema*, la ciudad tanta, al quedar evnruad.i jmr I»**. frlIU», ímalpun
it» \ictxn* «Ir los CwatOi y saqueadores
CAPITULO XL.
Continuación do i., rrrira'clii 3é los Franceses. Napoleón wi Esmolenski
Conspiración <le .Mallct.
apoleon se lisonjeaba de plantear sus reales
para la invernada sobre la raya de Lituania.
« En las primeras semanas de noviembre ,
escribia al duque de Bassano, á la sazón en
Wilna. reuniré mis tropas en el ámbito que
media entre Esmolensko, Mohilow, Minsk y
Witepsk Esta nueva posición me aproxi-
ma ya á San Petersburgo, ya á Wilna,y en la
próxima campaña me hallaré á veinte mar-
chas mas cercano á los medios y al fin Por lo demás, en los negocios
de esta especie á veces desdicen infinito los acontecimientos de cnanto se tie-
ne previsto.»
DK NAPOLEÓN
l*oi desgrada los BOceaoi van muy pronto n ••omprohnr H acierto de
ota retlexion
Sin eml>argo kutusow .iiiíormadodenuexirmmovimicntns. habia levan
lado su ram|H> de Tarontino , encaminándose ejecutivamente liana Malo
jnroslawctz para anteponerse ni ejército francés Pero rl principe Kujenio
estaba ya ocupando las posiciones Kl jeneral ruso', queriendo valer»* de
su superioridad numérica, dio al punto la señal di» ataque Km por la ma
ñaua del 21 de octubre l a división de belznns fué la primera eml>eslida |
resistió licroicamente y perdió en medio de la acrion a su iotitfoido jeneral,
.1 quien reemplazo inmediatamente el jefe de estado mayor í.uillcminot
Por ambas partes se peleaba con tanto encarnizamiento que la ciudad fué
tomada y recobrada siete veces Kl cmpcMdor. que había sobrevenido, lo
estaba obten iodo todo desde una altura La Uceada de las divisiones Ge-
rard y Compans suspendió H combate Desesperanzado hutusow deapo
sentarse en MfJojtffOelaWfltt, cejo para cubrir el camino de Kalugn, en aile
man de corlárnoslo . aun A costa de una nueva batalla
Por la noche Napoleón volvió I mis reales de i;orodmn . donde etfOVO
alojado en una ruin choza Sabedor dd brío amenazador que estalla to
mando Kutusow . ». empeñado en proseguir su marcha sobre K al uga . se
decidió á pelear al día siguiente y acometer al enemigo Pero sus jenerales
eran de diverso dictamen . pues la refriega de la víspera habia sido muy
sangrienta. Kujenio y Davnust frrtlbtl acampados sobre montones de
cadáveres en donde había asistido Malojaroslawetz abrasado y reducido á
escombros. Aconséjate la prudencia que se alcanzasen cuanto antes los
cuarteles de invierno . evitando todo trance arriesgado. Ya que el camino
dfl I Mnolensko por Wiasma quedaba espedito, habia que seguirlo dejando
al jeneral ruso que esperase en balde en atajarnos el de kaluga. Asi lia
biaban los que rodeaban á \a|>oleon. y él se airaba contra semejante con
sejo. • (Retroceder delante de Kutusow ! esclamo; ¡retroceder delante del
enemigo cuando acallamos de arrollarlo . y acaso en el punto de estar él
esperando una señal para retroceder! •
Todos los partes que traían al cuartel jeneral los edecanes retrataban
sin embargo á Kutusow preparado á hacer frente al ejercito francés y aven
turar la batalla antes que desamparar sus posiciones «, redemos d terreno
sol»< d cajnino que intentaba cerrarnos
Nada recababan de Napoleón aquellos partes; quiso enterarse por si mb
nao, j el 25 al amanecer, montó á caballo para recorrer el campo de ba
talla y reconocer d campamento y las dhpOM ioofi dd enemigo Al llegar
cerca de Hatajárosla»* etx se vio de repente acorralado por una partida de
Cosacos que clamaban con tremendos alaridos. Conservó so serenidad en
medio del pavor que infundio i todos ,| nombre y la tenida de Platón .
pero fué forzoso que el emperador \ su escolla se pusiesen en defensa Kl
534 H1ST0KIA
jeneral Rapp, que halló en aquella sorpresa una nueva ocasión de mostrar
su denuedo, fué derribado y volvió muy mal parado al campamento. «Cuan
do Napoleón, dice en sus Memorias y vio mi caballo cubierto de sangre,
me preguntó si estaba herido. Respondile que solo habia recibido algunas
contusiones : entonces se echó á reir de nuestra aventura, que por cierto
no me pareció muy chistosa. » La presencia del mariscal Bessieres, que
acudió al frente de algunos escuadrones de los granaderos de la guardia,
bastó por lo demás para restablecer el orden y dispersar á los Cosacos. El
emperador prosiguió entonces sosegadamente su marcha y se halló pronto
en el teatro del encuentro sangriento de la víspera. Fué allí recibido por
el joven héroe que habia aprendido á vencer con él, y que estaba todavía
inmutado con las pérdidas tremendas que le habia costado su triunfo.
« Eujenio, le dijo dándole un abrazo , esta pelea es vuestra mejor hazaña. »
Por lo demás , la visita del campo de batalla confirmó á Napoleón los
partes que se le habian dado. Los Husos levantaban reductos, y por lo tan
lo estaba patente su determinación de cortarnos el paso. Por otra parte,
cada dia era mas preciosa la sangre del soldado. Se habia derramado tan-
tísima en el encuentro de Malojaroslaw etz, y Napoleón tenia á la vista tan
redoblados y dolorosos testimonios, que todo debia inclinarle á seguir
los consejos de los que le instaban á retirarse pronto sobre Esmolensko ,
por el camiuo libre de Mojaisk y de Wiasma. Sin embargo no tomó aque-
lla determinación hasta el 20, cuando supo que Kutusow se habia retira
do. Napoleón no tenia ya que temer que se le sospechara de haber retro-
cedido ante el enemigo y podia eu adelante desentenderse de Kaluga sin
comprometer el honor de sus armas.
H%.
hl \ «l'Ol ION
Desdo t.orodnia erjo primero toktt Rorows* y a<am|>o «I ¿7 en VcfBM.
\l (lia siguiente llega por la noche ni castillo «lo Oupinskoe. Vi '20, te
detiene cerca de la abadía do holotskoi . en donde, á pesar de M» ordene»
tan rían* y terminantes, so hallaron algunos heridos qne no so habías po-
dida trasportar por falta de carruajes « Que lome rada rarro tino de estos
d. sM-ninrados. • osolamn val mismo tiempo mando (pie empozasen por
sus rocho* y que los módicos y cirujanos do su casa . Hito* y l.henninier
zolason ol desempeño de todo jónero de asistencia.
Habiendo llegado por la noche del mismo día a (ihjath, se det 11 vo rer-
en de veinte y cuatro horas y entró eJ ."»l en Miasma . donde lo oslaban
aguardando cartas do Paris y de Wilna. y los partes do Víctor y di B MC] i
Napoleón, qtie esperaba juntarse con el duque do Itellnna en Ksmolenv
ko \ que había contado con las maniobras de aquel jeneral. romo laminen
con las do Macdonald. San C.yr y Sehwartxonl>erg para mantener su reta
guardia y costados expeditos a luí de arrojar al norte á Witlgcnstrin hacia
l'elersbnrgo y enfrenar por el mediodía al almirante Tehitehagofl que ha
bia acudido desde las orillas del Danubio sobre el Dniéper. Imada \.\
la paz con la puerta ¡ Napoleón r.upo que no hallaría ya á Víctor en Ksino
lensko. ni a San f.yr en Polotsk ¡ que Macdonald. arrojado sobre la Cor
landia. ya no so comunicaba sino con V* ilna . y que Sehwart/cnl>erg ha
bit dejado transitar al almirante ruso entre él y el ejército francés. Asi la
fortuna, que habia ido contrarestando nuestra marcha \ ictoriosa por ama
nos diplomáticos que no podían preverse, va di lien I lando nuestra retira
da ron acaecimientos militares no menos inesperados; se complace en tras
tornar (odas las combinaciones. > burlar todas las esperanzas del héroe eon
quien estremaba poco ha sus finezas. Pero por mas que haga, si logra al
gun dia apearle de su poderío, no le cabrá á lo menos tiznar su mimen ni
mi Hombradía.
Kl emperador se detuvo dos diasen Wiasma ¡ de allí safio ol 2 de do
\ ¡cafare a las dore \ trasladó el 5 SUS reales á Slowkowo, mientras que el
principe Kujenio . Davou? rriiestidoscn Wiasma y rn el canino
de Medyn por Miloradowitz y Haeffskoi. rechazaban esforzadamente a los
Rosos y mantenían el orden de la retirada en las últimas column
rjérato francés. Si kutusow se nos anticipase por la mano en Miasma,
nuestra poción resultara sumamente critica. Pero Butturlu; apüea las
I musas »IH mariscal ruso con el recelo do pnvisar á los Franceses t pelear
como desesperados y redociríos 4 la terrible alternativa de vencer ó morir
que tantas veces habia redundado en estermmio de »iis enemigos.
la refriega esclarecida do Wiasma enfreno aun mas h perverueion de
9n tropas de linea 00 trataron ya de atajar al ejército franoés
en su marcha rotrógada Ixw Comeos solos confinnaron hostigando la re-
lagnardh que H emperador habia sujetado a las ordenes del mari*ojil V\
530 HISTORIA
Para alejarlos en cuanto fuera posible, se ideó un medio que produjo fa-
vorables resultados. « Cuando se desmontaba algún carro y era forzo-
so desampararlo, dice el jeneral Gourgaud, se le ponia una larga mecha
encendida. Los Cosacos viendo que salia humo de los cajones, no se atre-
vían á acercarse hasta que se hubiesen volado , y esto solia á veces tardar
larguísimo rato. »
En Michalewska, Napoleón recibió pliegos del duque de Belluna, pol-
los que supo que el mariscal, después de haberse reunido con el cuerpo de
Gouvion-San-Cyr, se había retirado hacia Senno , en vez de marchar con-
tra Wittgenstein y recobrar á Polotsk.
Por otra vez van á quedar frustradas las previsiones del emperador,
quedando desairadas sus instrucciones. Sin embargo las conceptúa de tan
suma entidad , y anhela en tanto grado su cabal cumplimiento , que las
renueva aquella noche por medio de su estado mayor. Pero en la idéntica
noche, el terrible auxiliar con que han contado los Rusos, y que se asoció
la suerte para hacer traición á nuestras águilas, cae como un vestiglo esler-
minador sobre el campo de los Franceses. Un viento helador va derraman-
do por donde quiera el quebranto y la muerte. Cuando amanece y es for-
zoso ponerse en camino, se encuentran los caballos helados á millares, y
DE NAPOLEÓN 557
el nrvasro va deteniendo á cada paso cuanto ha resistido al frío de la no
che. Kl roche del emperador se extravia en medio de las nieves.
Sin embargo se acercan A KsmnlcnsVo i ,Kn que angustioso catado ,
dice mi testigo ocular , arroja el \icnto del norte al ejercito «obre aquella
ciudad! I.n torno del emperador la sonrisa del palaciego ha desaparecido
de los labio» mas halagúenos; todos los rostros asoman mohínos. Ím pe-
dios gallardos que nunca se solaparon son los únicos qne ilcscuellan to
davia en medio de la crodeta y el desvelo que acongojan y alteran lea
semblantes. I.n cuanto á Napoleón, su quebranto es el de la magnanimidad
batallando con los elementos. •
Boira en Resaotenato, donde espera dar descanso á sus tropas; en Es
molcntto, doode >a no ha de hallar a Victor para sostener la retirada de
un ejercito que el invierno está guadañando mas y mas por instantes, y
que pronto no ofrecerá mas que reliquias. Y como sino fuera bastante con
el fracaso que está presenciando, noticias de París llegan para mostrarle,
junto á la inconstancia de la suerte, la instabilidad de su poderío y de su
dinastía, cuando conceptuaba haberlos escudado contra todo embate y
haberles, digámoslo asi , estampado el sello de la perpetuidad.
t n reo «le estado en el encierro «le un hospital , un individuo ignora
do de una asociación republicana casi desconocida ¡ un oficial sin amik'ov
opinión ni arrimo, ni mas recurso que el de su inventiva y su arrojo . el
jeneral Mailet había ideado el inulto de derrocar (valiéndose de una noli
.1.1 inpomta y de algunas órdenes falsas) el poderío ajigantado , ante el
cual todo temblaba ó se postraba en Kuropa y que se aparecía inmoble en
su asiento.
Kl l«) de octubre, mientras suena en el kremlin la hora de la decaden
cia, y Napoleón sale de Moscou, Mailet huye del hospital donde esta-
ba bajo la vijilancia de la policía , y poco después se presenta con el nom
bre del jeneral I .amolle al jefe de la décima cohorte de la guardia nació
nal , el coronel Soulier, le participa la muerte del emperador, el establea
miento de un nuevo gobierno y le ordena que le entregue el mando de su
cuerpo. Kran las dos de la madrugada. Kl coronel estaba en cama y en
fermo. Al saber la muerte de Napoleón, solo piensa en llorar y se escasa
de no acertar á levantarse. Pero da órdeu a su a> udante para que junte la
. oborte v la ponga á disposición del jeneral Umotle, lo cual se ejecuta
inmediatamente. Kulunccs Mailet se proporciona una lux y leeá los solda-
dos medio dormidos los periódicos, pro-lamas y decretos que ha fraguado.
y aquel cuerpo de mil y doscientos hombres le signe dócilmente á doode
quiera que lo conduce.
Marcha primero á la cárcel de la Fuer /a. en donde pone en libertad a
sus dos principales cómplices Lohorie y i.uidal, á quienes comete d arres-
to de los dos jefes de la policía , los señores Satary y Pasqnier.
358 H1ST01UA
El prefecto de la policía no opone la mas mínima resistencia á las órde-
nes de dos hombres que eran poco ha presos suyos , y cuyo arresto debia
zelar y mantener.
El ministro de la policía tampoco hace objeción alguna acerca de su
arresto y á todo cuanto le dicen Guidal y Lahorie de las patrañas de Mallet.
Se le sorprende en la cama y se deja llevar á la Fuerza, en donde reempla-
za con el prefecto de policía á los dos reos de estado que acaban de pren-
derlos á entrambos.
El prefecto del Sena, Frochot, muestra igual confianza y docilidad.
Cree que el emperador ha muerto y manda preparar el salón que ha de
servir para la instalación del nuevo gobierno.
Queda Mallet mas desairado con el gobernador de Paris. El jeneral
Hulin, cu vez de dejarse prender sin replicar, quiere ver las órdenes en
virtud de las cuales se procede contra él y pasa al punto á su gabinete. Si-
gúele Mallet, y en el acto en ojie el gobernador se vuelve para examinar
las órdenes en que se funda su arresto, el osado conspirador le dispara un
pistoletazo que le lastima el rostro y lo vuelca sin matarle. Hállase presen-
te un capitán de la décima cohorte, y la entereza del gobernador no le
hace maliciar la falsedad de aquel intento, siguiendo la credulidad de todo
el cuerpo con su coronel.
Herido y preso Hulin , se traslada Mallet á casa del ayudante jeneral
Doucet; pero allí tropieza con un inspector jeneral de policía, quien le co-
noce, y habiéndole reconvenido agriamente, da en seguida orden para
que le prendan. Entonces Mallet viéndose perdido, trata de librarse de
la suerte que le amaga valiéndose de otra pistola que lleva oculta. Fáltale
este último recurso, pues las personas que están presentes en el estado
mayor , y aun las que le han seguido hasta entonces con entero rendi-
miento se abalanzan á él y le desarman. A poquísimo rato, los conjura-
dos, después de haber reinado dos horas en la capital , se hallan otra vez
en sus calabozos. El ministro de la policía nombrado ya por Mallet estaba
en su casa afanado en hacerse tomar medida de su nuevo traje, cuando
fueron á prenderle.
Así finó aquella estravagante conspiración, que fué como una especie
de pesadilla , ó como una farsa de sonambulismo para algunos empleados
eminentes, mientras que la población parisiensesumidaenelsueiose halló
al despertarse con el desahogo del dia anterior. Enteróse tan solo de la
trajicomedia nocturna que habia sobrevenido y terminado al vuelo por la
narración del Monitor, y solo mostró algún interés con las prontas ejecucio-
nes que siguieron y costaron la vida á catorce personas.
Cuando Napoleón leyó el pliego que le enteraba de aquella intentona,
no estraiió tauto la avilantez de los conspiradores como el ensanche que
habían hallado en las autoridades superiores, de quienes debian esperarse
DI \ vi 01 I <»\
un terminante mentís ) una rutilo** represión por sus falsas noticias y su»
loras tentativas. Asaltáronlo y cntriste* irronlc redoliónos en estremo an
gustioaas y sobre todo fundadas . ¿He aquí pues . prorumpe , do que de
penda m» poderío' 1 1 "in-> I muv n\ roturado esta, si para compróme
torio basta con un solo hombre, roo un preso Máximamente a danzada
rsta la corona sobre mi sien , puesto que 011 mi propia capital un golpe de
mano atrevido de tres aventureros puede hacerla bambolear. Tra» doce
artos de gobierno . IrM mi desposorio, tras el nacimiento de mi lujo y tras
miles de juramentos . mi muerte pudiera llegar á ser todavía un móvil de
i evolución , Y de Napoleón II nadie se acordaba! •
No. n<> se acordaban de Ü . ni a nadie se le habia ocurrido que el acto
sacramental de la monarquía antigua pudiera aplicarse ¿ la monarquía
imperial y que debían contostar á Mallet \ .1 mis secottea: - Kl emperador
ha muerto . v ¡\a el emperador. •
sin embargo d derecho hereditario do la potestad suprema y el orden
.le sucesión te bailaban íormahsimamente planteados y dispuestos por la
constitución ¿Pero de que sei \ 1.1 una disposición constitucional que el
temple de la época no había ensalzado con iu sanción soberana ? Por mas
que Napoleón sea el mas consumado y preponderante y esclarecido de to
dos lea fundadores do dinastía, ya esta viendo que su obra no ha de din. o
sos esclamacinnes |>atentizan allá una previsión amarguísima, puesto que
se ha podido conceptuar «pie con la noticia de su muerte iba a quedar nu-
lo xii gobierno \ su linaje y que todo su edilicio se consideraria derrocado
con él . . . Y no se lian equivocado; ¿ladic se acordó de su bijo. Este olvido
le preocupa y le desconsuela. Culpo sin embargo á ios empleados sumos, a
los caudillos del imperio que asi olvidaron acudir al principio en que están
afianzados el engrandecimiento y el porvenir de su propia familia No ei
.;>* •
540 HISTORIA
culpa suya, si no se han acordado de Napoleón II; culpa es del siglo cuyo
temple los domina á pesar suyo, y que es poco dinástico.
Napoleón añade volviéndose hacia uno de sus oficiales mas esforzados,
y aludiendo siempre á los sucesos de Paris : « Rapp , una desgracia nunca
viene sola ; aquello es la segunda parte de lo que aquí está pasando. No
puedo hallarme en todas partes ; pero es forzoso que regrese á mi capital;
es indispensable mi presencia para rehacer la opinión. Necesito jente y
dinero ; hechos memorables y grandiosas victorias lo enmendarán todo.»
Mucho habrá que rehacer; nuestras desgracias se aumentan por horas,
y muy luego ya no contaremos una retirada, sino un inmenso fracaso.
I Mili lo \ll
Marcka it« Kamolcntkn Situación pavorosa del rjvrrilo Balada ilH
Berrtina. Reare*» del emperador n Pan».
aroleoíi no podía detenerse mucho tiempo
en Esmolensko. Casi todas las reservas se ha
*£; liaban resguardando por eiwlooei M retira-
¿f da, pero ya con mao descarrio con motivo
; de marchas y contramarchas imprcv Utas. las
provisiones con que habia contado escasea-
ban también ó se consumían y desperdicia
han con el desconcierto y las urgencias del
ejercito. A cada paso estaba sobreviniendo
algún nuevo quebranto ú acontecimiento fu
nolo V» era la dnÍMon de>lacada lObfE kaliiir.i que Mlnl . <u BHM
542 HISTORIA
lensko después de haber dejado en poder de Kutusow toda una brigada ;
ya era Eujenio á quien el paso del Woop habia costado mil y doscientos
caballos, sesenta piezas de artillería y todos sus bagajes; y en medio de
tantísimos fracasos, Tchitchagoff se iba acercando y solo se hallaba á algu
ñas marchas del ejército francés, y el frió, nuestro mas formidable enemi-
go, hacia bajar el termómetro á treinta grados debajo del hielo.
Todo se conjuraba ahora contra Napoleón, así como todo se le estaba
sonriendo en otro tiempo. Un solo apoyo quedaba á su inalterable valor,
y este era el tesón incontrastable de sus jeneralcs y soldados. En todos
los encuentros, los guerreros franceses se estaban siempre mostrando dig-
nos del gran pueblo que les habia cometido el depósito de su gloria, y
dignos del grande hombre de cuyos reveses participaban al par que ha-
bían participado de sus triunfos. En ninguna temporada de su prosperi-
dad fueron mas denodados. Una de las refriegas que trabó su retaguardia
á las órdenes de Ney ha sido llamada por el Inglés Wilson la batalla de
los héroes. A consecuencia de aquella hazaña esclarecida, el valiente de
los valientes , acosado por cien mil Rusos, logró burlarlos é incorporarse
con el ejército francés por medio de un pais desconocido y después de ha-
ber pasado el Boristenes sobre los témpanos del rio. Al saber su llegada,
Napoleón, que le creia perdido, esclamó con alborozo: «Tengo doscientos
millones en el subterráneo de las Tuilerías y los hubiera dado por el ma-
riscal Ney.
DI Wl ni h>n
IVro H heroísmo auxiliar drl numen. »i ann e* bastante pod<ro«n para
tlian/ar h gloria rn nuestra* banderas, nada puede contra I» fortuna que
mas j mas les vuelvo la espaldi iraidoMmento . postrándonos diar
Ir hasta el ostremo tranee Va hay quo h mentar tremendas dosv enturas, y
van a sumirse ante suceso* mas pavoroso* rjiM* e*Un todavía por desrri
hir l'ara derrumbar a un hombre do la mistura ile Napoleón, prerisn rra
mi embate Miwrwl v \ lolrtilc-imn «pie rc\o|\ier wontra «1 inler»- •
«OfM y demonios . predio ora un mancomún do h tierra v del rielo, una
eonjurncion que so mi infestara con alguna grandísima catástrofe . Ya
llego la catástrofe aquel cuya ruina ilehe comentar, dictara r\ mismo los
I».. i menores. Si al emperador aquejan entrañablemente lo* golpe* ,|e la
adversidad para con él y para con los su* o* y sobre todo para la Francia
entera , todavía está señoreando el infortunio hasta el ponto de arrostrar
lo mu qoebraato ni ■hlliainH y hablar de él con la gallarda resignación
que no evluve la esperanza; el numero «leí holetm en que va * <).
tampa<la su narración angustiosa. amargamente conserv ada en las tradicio-
nal |<opulare». bastara por mucho tiempo para rasguear con ana palabra
la tem|H)rada y la inmensidad de los reveses del grande ejercito . sirviendo
allá de primer padrón al vuelco del sumo rapitao.
vuaatnonoao murro
• Hasta el o de noviembre e! tiempo ha sido hermoso y el movimiento
del ejerrito se ha ejecutado con el mejor evito Kl frió empezó el 7 . ámét
entonces hemos perdido cada noche algunos centenares de caballos que
morian en el campamento, (".liando llegamos á Esmolensko. va nos habian
fenecido mnchísimos do los ruernos de caballería y de artillería.
• Kl ejercito niso de Volhinia estaba opuesto á nuestra derecha feMa
dejo la linea de opera, ion de Minsk y tomó el rumbo de Varsovia como
'*'¡r'
544 HISTORIA
estribo de sus operaciones. El emperador supo el 9 en Esmolensko aquel
trastrueque de línea de operaciones y presumió lo que haria el enemigo.
Por mas arduo que se le hiciera el ponerse en movimiento con tan cruda
estación , así lo requeria el nuevo estado de la situación , esperaba llegará
Minsk ó á lo menos al Beresina antes que el enemigo ; marchó de Esmo-
lensko el 45, y el 46 durmió en Rrasnoe. El frió que habia empezado el 7
se encrudeció de repente, y en los dias 44, 45 y 46 el termómetro señaló
de diez y seis á diez y ocho grados debajo del hielo. Los caminos se cu-
brieron de nevisca; los caballos de la caballería y artillería perecían todas
las noches, no á centenares sino á millares, ante todo los caballos franceses
y alemanes; mas de treinta mil caballos fenecieron en pocos dias; nuestra
caballería quedó toda desmontada ; nuestra artillería y trasportes se halla-
ban sin tiros : fué forzoso abandonar y destruir una parte de nuestras
piezas y de nuestras municiones de guerra y boca.
« Aquel ejército, tan esplendoroso el C, habia variado mucho el 44 ,
pues casi no tenia caballería, artillería ni acémilas. Sin caballería no po
díamos descubrir á un cuarto de legua, y sin artillería no cabia aventurar
una batalla y aguardar á pié firme; era forzoso marchar para no vernos
precisados auna batalla que la falta do municiones nos imposibilitaba sos-
tener ; era preciso ocupar cierto ámbito para no quedar acorralados ; y es-
to sin caballería que fuese á la descubierta y engarzase las columnas. Ta-
maña dificultad , junta con un frió escesivo sobrevenido de repente , hacia
muy critica nuestra situación. Los hombres á quienes la naturaleza no ha
dotado de pujanza para sobreponerse á todos los azares de la suerte y de
la fortuna , se demudaron , perdieron su alegría y buen humor y solo so-
ñaron desventuras y catástrofes ; los que allá se encumbraron sobre todo
contratiempo conservaron su temple, sus modales placenteros y vieron
una nueva gloria en las mil dificultades que iban á vencer.
« El enemigo, que veia en los caminos los rastros del horroroso que-
branto que estaba acosando al ejército francés, trató de avalorar tamaña
ventaja. Envolvia todas las columnas con sus Cosacos, los cuales, semejan-
tes á los Árabes en los desiertos,se apoderaban de los trenes y carruajes que
venían á separarse. Aquella despreciable caballería, que solo mete ruido y
no puede romper una compañía de cazadores , se hizo temible á favor de
las circunstancias. Sin embargo el enemigo tuvo que arrepentirse de todas
las tentativas que quiso emprender y quedó arrollado por el virey , delan-
te del cual se habia colocado y perdió mucha jente.
«El duque de Elchingcn, que formaba la retaguardia con tres mil hom-
bres, habia hecho volar las fortificaciones de Esmolensko. Vióse rodeado y
se halló en un trance arriesgadísimo del que salió con la intrepidez que le
particulariza. Después de haber atajado al enemigo á bastante distancia
durante todo el dia 4 8 v haberle rechazado invariablemente, verificó de
I)K \ U'iH.KtN
noche un movimiento por d costado derecho . paso el Boristcnes y bario
i.mIms |ii<intcnto»dclcncraigo. FJ I D.cl ejército paso el Bor wlcnes por Orza,
v • I ejemio ruso, cansado y habiendo perdido mocha jente, suspendió sos
tentativas.
• l I ejercito de Volliinia se habm dirijido d If» sobre Ninsk y mar. lia
ha sobre Borisow. Kl jeneral Immbrowski defendió la cabeza del puente
da Borisow con tres mil hombres. Kl 25, tuvo que evacuar aquella posición,
y entonces el enemigo paso el Beresina marchando sobre Itobr. la divmon
de tambert formaba la vanguardia. F.I segundo cuerpo. mandado por el du
que de Rcggio que se hallaba en Tschcnn, habia reeibido orden de asomar
•.obre BorbOfV para asegurar al ejército el paso del Beresina. Kl ¿ I. d du
que de Keggio encontró la división de tamben á cuatro leguas de Borisow,
la atacó > derroto cojicudoledos mil prisioneros, seis pic/a^ de artillería.
quinientos carros de bagajes del ejercito de Volhiuia , v re» hazó al encmi
go á la orilla derecha del Beresina Kl jeneral Berkeim. con el V. decora
ceros , descolló en una embestida arrogante. Kl enemigo solo pudo salvar
v prendiendo fuego al puente que tiene mas de trescientas toesas.
• ocupaba sin embargo < I enemigo todos los pasos del Beresina. Aquel
rio tiene cuarenta toesas de ancho ; arrastraba bastante nido ; pero sus
marjenes están cercadas de pantanos de trescientas toesas de largo , lo que
es un grandísimo tropiezo para atravesarlo.
i Kl jeneral enemigo habia situado sus cuatro divisiones en diferentes
desembocaderos por donde presumía que el ejército francés querría pasar.
• El 2f> al amanecer , el emperador , después de haber engañado al
enemigo con varios movimientos ejecutados durante el 25 , se dirijió á la
aldea de Studzianca, y á pesar de una división enemiga , mandó echar
en su presencia dos puentes sobre el rio. Kl duque de Beggio pasó . acó
metió al enemigo y lo persiguió por mas de dos horas ; d enemigo se re
tiró 4 la cabeza dd puente de Borisow. Kl jeneral tagrand , oficial de es-
clarecido mérito, salió gravemente herido ¡ pero no de peligro. Kl ejercito
pasó en los días 2fi > II
• FJ duque de Belluno , que mandaba el noveno cuerpo . tenia orden
para seguir el movimiento dd duque de Beggio, formando la retaguardia
v enfrenando el ejército ruso dd Dwina que iba á los alcances. ta división
de Partonnfiix cerraba la marcha de aquel cuerpo. Kl 27 , ¿ las doce, d
duque de Belluno llegó con dos divisiones al puente de Studzianca.
• la división de Fartounaux salió de noche de Borisow. I na brigada
de la misma . que formaba la retaguardia y estaba encargada de prender
fuego á los puente», marchó ¿ las siete de la noche ; llegó entre diez y on-
ce buscando su primera brigada y su jeneral de div ¡del que habían mar
chado dos horas antes y á quien no había encontrado en d camino. Sus
dilijeocias fueron infructuosas . \ aqud e*irav m infundio amargas loto
546
HISTORIA
bras. Todo lo que se pudo saber después, fué que dicha primera brigada,
salida á las ciuco, se había estraviado á las seis , torciendo á la derecha
en vez de tomar á la izquierda, y anduvo dos ó tres leguas por aquel
rumbo ; que en la noche , traspasada de frió , habia cejado sobre los fue-
gos del enemigo conceptuándolos del ejército francés. Aquella equivoca-
ción aciaga vino á costamos dos mil hombres de infantería , trescientos
caballos y tres cañones. Corrían voces de que el jeneral de división no ce
hallaba con su columna y que había marchado á solas.
Jt >'-
« Habiendo pasado todo el ejército el 28 por la mañana , el duque de
Belluno guardaba la cabeza del puente en la orilla izquierda; el duquo de
Reggio , y á su espalda todo el ejército, se hallaba en la orilla derecha.
« Quedó evacuado Borisow , y entonces los ejércitos del Dwina y de
Volhinia se pusieron en comunicación y combinaron un avance. Al ama-
necer del 28, el duque de Reggio avisó al emperador que el enemigo le
atacaba; media hora después, el duque de Belluno lo fué en la orilla iz-
quierda, y tomó el ejército las armas. El duque de Elchingen siguió al de
Reggio, y el deTrevisa marchó tras el de Elchingen. Trabaje la pelea;
el enemigo trató de acorralar nuestra derecha ¡ el jeneral Doumerc, co-
mandante de la quinta división de coraceros y que formaba parte del se-
gundo cuerpo que se habia quedado sobre el Dwina, dio una carga de
caballería con los 4o. y 5o. Tejimientos de coraceros en el punto de embos-
carse la lejion del Vístula para acometer el centro del enemigo, el cual
quedó escarmentado y disperso. Aquellos valientes coraceros fueron der-
rotando sucesivamente hasta seis cuadros de infantería y desbarataron la
I»K NAPOLEÓN
caballería enemiga que ncudia a) «orarm de mi infantería set» mil pristo
ñero* . do* banderas y seis cañones m% rron en nuestro poder
« Por mi parte el duque de Bellnno cerro denodadamente ron H rao
migo derrotándolo . cojiéndole de quíntenlo* á sciscientm prnionero» y
atajándolo allá fuera del alcance ele I* artillería del puente F.I jeneral
I ouraiaí dio un aiance muy gallardo de caballería.
• Kn la refriega del Rcrcsina . el ejercito de Volhinia padeció infinito
II duque «Ir Kcggio salió herido; mas no de gravedad . peni n>lo rml>i«>
un halaxo tere en H cortado.
• Al día siguiente '29, quedamos en rl rampo de I» llalla Tcniamm que
«Irpr entre do» caminos, el át >lm^ \ H fe Wdna Kl primero pasa por
un bosque y pantano* sin cnltivo, de modo que Ir hubiera rtdo imprnible
al ejército rl mantenerse El camino de Wtlna atraviesa di trio paise»
aventajados . d ejercito, falto de rabalkria , escaseando de munición» i J
cansadísimo con cincuenta días de marcha cargado con mis enfermos y los
heridos de tantos encuentros, necesitaba llegar á sns a I mar. i
euartH jeneral estuvo en Plechnilsi . el I dé dieiembre en Maiki % d I
en Volodetsrhrno. en donde se recibieron los primeros convoyes de Wdna
«Todo» los oficiales y anidados heridos y manto puede entorpecer la
marcha . como bagajes . etc. , todo se ha dinjido á Wilm
• Necesitaba el ejercito restablecer su disciplina , rehacerse, remontar
mi caballería, artillería y enseres como resultado de lo que acaba deespn
nerse. El descanso era sn primera tirjencia
t En todos aquellos movimientos, el emperador siguió marchando mi m
prc en medio de su guardia , de la caballería . mandada por el mariscal
duque de latría, y de la infantería mandada por el duque de Itantrírk
• Nuestra caballería se hallaba tan desmontada que fué preciso juntar
lea oiciales que consolaban todavía su caballo, para formar cuatro rom
panias de ciento y cincuenta hombres cada una lx* jenerales hacían la*
reces de capitanes, los coroneles tos de subalternos. Este escuadrón sagra
do , mandado por el jeneral Groochy bajo las órdenes del rey <le Ñapóles,
no perdía de vista al emperador en todos sus movimientos
« U salud de su Majestad nunca fué mas cabal ■ Hombre» ha habido
tan injustos que le han echado en cara esta última tata a Napoleón, como
ni niMilt#al quebranto de tantísimas familias que iban á «obreMiltarse
con sn boletín . y A enlutarse con los redoblados fracasos.
i |iié ' ¿tenia que agravar él mismo la consternación congojosa que
tan doloroaa narración debía acarrear inevitablemente en todo el imperio,
dejando A la malevolencia no protesto para renovar la rocada* noticia
que casi había bastado A tres aventureros para conmover mi trono? ¿No
era una palabra de consuelo y de esperan» que dmjia A la Francia . di
dándole, trae el cendro peroro» de sus quebnmk«, que los destinos y lo»
548 HISTORIA
cielos en el estremo de su saña habían respetado al menos al hombre gran-
de por quien habia descollado tan esclarecidamente en los dias prósperos
y cuya vida le era mas preciosa y el numen mas imprescindible que nun
ca para sobrellevar sus dias ya funestísimos?
Además, ¿ porqué hubiera temido Napoleón manifestar á la Francia y
á la Europa la monstruosidad de los reveses que acababa de padecer ?
¿Porqué se habia de dar por humillado con aquel turbión de enormes fra-
casos? Ni su pecho ni su entendimiento los habían acarreado, pues ni de
uno ni de otro escaseó en los trances mas estremados. Los estranjeros y
los Rusos mismos le han hecho esta justicia. En Toloszie , acorralado en
un espacio de quince leguas entre Kutusow , Wittgenstein y Tchitchakcff,
estrechado por tres cuerpos de ejército formando una mole de ciento y
cincuenta mil hombres, no viendo al rededor de sí mas que rostros abati-
dos y no oyendo mas que medrosos lamentos que patentizaban la postración
de los ánimos que le habían parecido siempre de un temple sublime , con-
servó suficiente serenidad y tesón y se mantuvo dignísimo de la gran na-
ción y de sí mismo para que sus soldados prorumpiesen ¡ « Todavía nos
sacará del conflicto; » y para precisar á sus enemigos á tan esclarecido ho
menaje ¡ « En tamaña situación, dice Butturlin , la mas arriesgada en que
se halló aquel gran capitán , nunca desdijo de sí mismo. Sin el menor que-
branto en tan sumo peligro , se arrojó á otearlo con el alcance de sus po-
tencias , y halló todavía recursos donde un jeneral menos consumado y
bizarro ni siquiera hubiera soñado la posibilidad de alcanzarlos. »
¿Pero qué puede el numen contra los elementos? Napoleón no logra con
su denuedo y maestría evitar las maniobras de los jenerales rusos, sino pa-
ra ver espirar su ejército con el rigor del frió , cuya intensidad y estragos
se aumentan todavía después de haber despachado el vijésimo nono bole-
tín. «La diestra se entumece sobre el puño de la espada, las lágrimas se
hielan sobre las mejillas, » según la espresion de un testigo ocular; y aque-
llas bizarras falanjes que por tanto tiempo hicieron temblar la Europa
presentan ahora el aspecto mas lastimoso. « Nos hallábamos todos en tal
estado de abatimiento, dice el doctor Larrey, que apenas nos conocíamos
unos á otros; todos íbamos muda y tristísimamente caminando la ca-
pacidad de la vista y la pujanza muscular yacían tan postradas que se
hacia dificilísimo el seguir cada cual su rumbo y conservar el eicuilibrio. . .
la palidez del rostro, una especie de alelamiento, la dificultad en hablar
y la debilidad de los ojos estaban retratando la muerte. »
¿Debia permanecer Napoleón en medio de aquellos restos pavorosos
de su grande ejército y esponer á iguales embates la intelijencia y el brazo
en que se cifraba siempre la esperanza de la Francia? Nadie osara pensar
lo. Dos dias después de haber remitido el aciago boletín , juntó en su
cuartel jeneral de Morghoni sus principales lugartenientes para participar
DF NAFOI ION MI
I. i 'i'"' il»a a separarse de dios y regresar prontamente á su capital , en
donde los acontecimientos hartan necesaria so presencia. «Os dejo, les
dijo , pero es para ir en busca de trescientos mil soldados. Forzoso es ha
bilitarse para segunda campaña , ya que por la primera Tez no se ha acá
bado la guerra en una sola... y sin embargo, ¿de qué ha dependido?.
Saben la historia de nuestras desventuras . y cuan escasa es la parte que
en ellas han tenido los Rusos. Pueden decir, como los Atenienses decian de
I emistocles: • Estábamos perdidos á no estarlo ja de antemano. » En cuan
to á nosotros, nuestro único vencedor es el frió, cuyo rigor anticipado
engañó a los mismos naturales. Las contramarchas de Schwartzenberg
han hecho lo demás. Asi la avilantez inaudita de un incendiario, un in
fiemo sobrenatural . ruines amaños, necias ambiciones , algunos yerros,
y acaso traición y torpes reservas que sin duda saldrán á luz algún día. be
.i<|iii lo qu«' nos arroja al ponto de donde salimos. ¿ Vieronse nunca proba
hilidades^an favorables trastornadas por contrariedades mas imprevistas?
No por eso la campana de Rusia dejará de ser la mas esclareada, ardua j
honorífica que pueda mentar la historia moderna. •
Kl mismo día ir» de diciembre), el emperador tomo el camino de Pa
ris. poniendo d mando en jefe dd ejército en manos del rey de Ñapóles.
> iajo en un trineo bajo d nombre dd duque de Vicenzo que le aeompa
naba. Al pasar por Wilna, converso por algunas horas con d doque de
Kn Yarsovia tuvo una conferencia con d conde Patocki, y visitó
550 HISTORIA
las fortificaciones de Praga. El 44 de diciembre, llegó á Dresde á media
noche, y después de avistarse con su fiel y venerable aliado el rey de Sa-
jonia , continuó hacia su capital , á donde llegó el 1 8.
Vil
i vrnun vi ii
R-S»iinr>«-« «obr» H «lna*lr*<lo p»rt<t*rn ■!» U ^«p#«1irion A Kn«i» Rn-il>«-
r«liirt.r« .lo |<m rnrrpo» prrvminrntr* .í-l Mt*do. í^inn» .
<W lrv*cirnlo« r incóenla mil bombr*». Dr^rnon «Isl j«n»r»l
pmaiarm Yor«k. Mural d»ump»f« el »j*rri!n \prr
lora del corrpo hJMativa
occou burló las esperanzas <lc Napoleoo Al
neMbrvm minias sobre el Kreroliu, roo-
fiaba alcanzar una paz «claréenla y arraiga
da , el término (le sos «pediciones |
y la consolidación de so política y
• Kran ya llegados para la gran causa el tér
mino de las conünjeocia* y d ctmienlo de
la seguridad, dijo mucho después. I» uueso
horizonte y nueras tareas iban á remaneorr .
brotando bienestar y prosperidades para to-
europeo se hallaba fundado . solo se trataba de |
552 HISTORIA
lo Satisfecho sobre estos grandiosos puntos y á su salvo, por todas
partes hubiera tenido también mi congreso y mi Santa Alianza; pues son
especies que me han robado. En aquella reunión de todos los soberanos
hubiéramos tratado de nuestros intereses, lo mismo que una familia con-
tando con los pueblos Estaba ganada la causa del siglo y ejecutada
la revolución; solo se trataba de rehacerla con lo que habia quedado intac-
to. Esta empresa me correspondía ; la habia ido preparando muy de aute-
mano, y acaso con menoscabo de mi popularidad. No importa; yo era el
arca de la antigua y nueva alianza , el medianero natural entre el antiguo
y el nuevo sistema europeo. Tenia los principios y la confianza del uno,
me habia identificado con el otro; perteneciaá entrambos, hubiera hecho de
corazón la parte de cada cual. »
¿ Porqué la Providencia denegó su cooperación á la ejecución de tan
grandioso intento? ¿Porqué fraguó un abismo donde Napoleón habia fija-
do el término de todos sus conatos, el triunfo del siglo y el remate déla re-
volución ? ¿Porqué un fracaso pavoroso en premio de tan inmenso arrojo
y en cambio de tan sumo resultado ?
« Los hombres que han escrito ú recapacitado la historia, dice Mr. de
Maistre, han admirado aquella fuerza recóndita que se burla de los con-
sejos humanos. »
Si es cierto, como Napoleón lo proclamó en Santa Helena, que den-
tro de poco tiempo la civilización y la barbarie deben zanjar por entero su
contienda y que marchamos al triunfo completo de una ú otra, también
es positivo que la causa del siglo no podia ser plena é irrevocablemente
ganada por la consagración de un sistema intermedio que hermanase á la
joven y á la antigua Europa, conservándole á la una sus fórmulas añejas,
sus instituciones aristocráticas, y aun en algunos puntos sus mismas dinas-
tías, y consintiéndole á la otra sus nuevos pensamientos, sus propensio-
nes liberales y sus inclinaciones democráticas.
Socolor de comedimientos imprescindibles , la revolución y el antiguo
réjimen hubieran continuado mas y mas en sus desvíos radicales y sus an-
tipatías insuperables; su reconciliación nunca hubiera sido mas que posti-
za y volandera. Al tratar de atraerlas y enlazarlas á pesar de la incompati-
bilidad absoluta que mediaba entre ellas, no emprendió Napoleón sino una
obra esencialmente transitoria, y como él mismo confiesa, m hizo mas
que comprometer su popularidad. Por una parte la antigua sociedad con-
servó sus enconos, repugnancias y recelos respecto al hombre que tenia
los principios y la confianza de la nueva sociedad ; por otra parte esta se
obstinó en sus pretensiones y llegó á temer que sus principios no estuvie-
sen ya profundamente arraigados en el hombre que procuraba identifi-
carse con la sociedad antigua.
Napoleón prosiguiendo una transacción definitiva entre el antiguo y el
ht \ tPOI |0M
nuevo rrjimon. Napoleón premcdita'ido una mnU alianza de los tobera
nos . casi rnal vinieron i plantarla posteriormente «ns enemigo* sobre
los restos do mi poderío, y no una MnU allanta de lo* pueblo* , como la
que canto lleranger en RH profetice* versos . Napoleón medianero entre
la edad molía y el siglo decimonono, un desempeñaba ya ron efecto eJ
pnpH que le había aprontado la Providencia, papel «le activa propaganda
rn pro del porvenir, y no de arreglo impnm.il en un objeto de contempla
eion para lo pasado Con este concepto, que sedujo mnv fácilmente mi nu
men. habia puesto un nrr plus uilrn al espíritu de reforma riñas obras
distaban mucho de hallarse ejecutadas Ora por af.iu de hermanamiento y
árdea, ora por necesidad de sosiego y permanencia, el \erbo de la demo
erada francesa se había atascado: habia llegado á conceptuar que lo ideal
ile la pobtna contemporánea y la tarea del héroe de los tiempos modernos
se cifraban en atajar el raudal revolueíonario en el estrecho canee y las
vallas arrolladas en donde no habia podido contenerle la mano desvalida
ríe la antigua Kiiropa Pero por jeneroso que fuera el aspecto bajo el qne
se presentase aquella tentativa.no por eso dejaba de ser una audaí negativa
de los complementos ulteriores y fundamentales que la joven Knropa te
nía derecho a esperar en su organización política. Kra esto detener el des
arrollo de la rejeneracion nnivcrsal. buscar asi el enlace de la revolución
con lo que no habia destruido, con los restos siempre amenazadores de las
monarquías y aristocracias europeas; era dejar el antiguo réjimen sobre
un pedestal y dárselo por ultimo limite al progreso social. Y como la Pro
Milenna habia prometido á los pueblos una emancipación mas espedila.
amplia y terminante que aquella que les hubiera otorgado la santa alian/a
de los soberanos, la Providencia lo dispuso lodo para el cumplimiento de
sus promesas.
Primeramente entrego el diván al inllujo inglés y sedujo á Bernadott.-
en las conferencias de Abo . luego engrio a los unos, entibio \ cnzcl>
otros, aconsejo las pausas y contramarchas de Schvvartzenberg . infundio
desaliento á Jtinot en Valoutina , puso la antorcha en las manos de Ros
topehin. ensordeció á Alejandro para todas las insinuaciones pacifica», é
hizo á Napoleón accesible á las apocadas i n sin tuiciones de sus lugxrtenicn
tes tu/o asi vacilar en el alma del héroe la confianza absoluta y hasta en
toares innyitahlc que siempre habia abrigado en su pecho, detuvo tres días
de masal conquistador de Moscou en el Kremlin, desencadeno contra H mi
inaudita sana un invierno crudísimo, sepulto bajo la nieve la hueste wm
esplendorosa . trocó H entusiasmo ai rodador en ev anime queja y desalíen
lo. aventó el recuerdo de los milagros ejecutados y de las finetas derra
madas por el prohombre . introdujo la ingratitud en el («tocto de tos mo
narras aliados a quienes habia contemplado coa demasía . y basta en la
rejia m rada de los parientes que había cornaado; armo contra é\ i
7o
554 HISTORIA
bos mundos de que se había creído el medianero natural , y arrebató al
par á los pueblos á la revuelta y á los reyes á la traición.
Sin duda fué un cuadro espantoso que bosquejó la Providencia en la
combinación de todos estos acontecimientos y el desenfreno de todos aque-
llos ímpetus. Pero como para ella no cabe acaso, pues todo lo ha previsto
y coordinado para el cumplimiento de sus arcanos, así no cabe desconcier-
to á su vista , por cuanto su mano soberana, como dice un gran escritor,
lo avasalla todo á la regla y le precisa á cooperar al intento.
Los reyes van pues a hacerle traición y los pueblos á alborotarse.
« Mientras dura la prosperidad, dice con este motivo Benjamín Constant,
nada supone el encono de los pueblos; pero al primer desmán, estalla aquel
odio y es incontrastable. El terrible invierno de \ 812 á 4815 destruyó el
ejército francés. La Polonia, la Prusia, la Baviera y el Rin estuvieron vien
do á Napoleón fujitivo volviendo á Francia Suena y resuena el eco de
los pueblos del Vístula al Rin ¡ muéstranse los príncipes por algún tiempo
sordos; mas los ejércitos salidos de la plebe y que siempre se eslabonan
con su oríjen por inclinaciones y deseos , aclaman la independencia de sus
respectivas patrias. El torrente popular arrolla las resistencias soberanas,
y los subditos precisan á sus amos á ser libres. »
Aquel afamado publicista no podía tributar su acatamiento al patrio
tismo de los pueblos sin ensalzar á los reyes por un contraresto que no les
costó gran conato y que estaba muy ajeno de su pensamiento. Pero según
él, «los aliados del señor del mundo le servían muy lealmente, y cuando
se jactaron de haberle vendido, obraron con engreída alevosía. »
La historia no se avendrá á semejante concepto. Los reyes no servían á
Napoleón sino á pesar suyo y á impulsos de la necesidad. No podían per-
donarle el oríjen de su poderío, ni los riesgos y humillaciones que les andu-
vo imponiendo. Nunca estuvieron finos en su alian/a; y tan solo la pros-
peridad acalló pasajeramente sus enconos recónditos y pertinaces. En cuan
to á los pueblos, habían sido sinceros en su admiración por el numen que
gobernaba la Francia, y cuando se conceptuaron agraviados, no le cercaron
con las asechanzas de la diplomacia , no le vendieron con maquinaciones
encubiertas ó con torcidas maniobras militares , sino que le contraresta-
ron á las claras en los campos de batalla.
Sentenciado está el asunto ¡ la Providencia arrebata á los pueblos con-
tra Napoleón , porque este conceptúa ya los intereses populares á fuer de
cabeza de dinastía, y no como el primer majistrado de un estado libre. Es-
cuchadle allá en sus contestaciones á los senadores y consejeros de estado
enviados para congratularse de su regreso de Rusia. No acude á laracio
nalidad del siglo en apoyo de su establecimiento hereditario, ni se atiene
al ímpetu de lo venidero para hollar á los facciosos que se atrevieron á
amenazar su trono : sus miradas se clavan en lo pasado ; recuerda á los
Dti NM'filKlN
senadora las tradiciones sarrnmcntalrs «Id antiguo relimen p.iradrslin
darlrs por ápices el gpbJWBO <|'"' l,t querido dar á la Francia, y aludicn
»lo al oh ido «Ir mi hijo en l.i conspiración de Mallrt. les diré i • Nuestros
mayores loman por \ot de reunión Kl re) ha muerto. m»H rey. Estes
pora* palabras abarran las prim ipalai ftftteJM rlr la monarquía • Aun
dcsonti-aiia mas *n i tí» rlr retado. rmhi'tr rlr fren
Ir al liberalismo bajo rl nombro «Ir uir,rlnjm; lilda a la mctafisiea por rlrr
roradora de las litigan instituciones át h Francia . «Ir haber causado
lod a lis dewntttTH .1.1 país . rila en cierto modo á Nul.» .1 iiglo W III
anlr mi consejo para rrharlo ni rara sns dortrmas y sus jrstiones revota
donarías. • \ laidoolojia.dicr. > á en lóbrega mTlafísira drbrn atribuir*-
lodos los quebrantos que ha estado paderiendo la precios Fraacia . paja
indagando ravilosamenle las rausas primrras, qm* <n MHf sobre sos n
míenlos la Irjislarion de los pueblos m vez dr apropiar las leyes al cono
oimiento dd rora/on humano y n las lerrioncs dr la historia fetos den
ciertos debían acarrear el réjimen dr los hombre» MMJttMVMf. (Ion rfre
lo . , quien ha proclamado á fuer dr dolier rl principio ríe insorrecrion ?
i Qoiáfl ha adulado al purhlo brindándole con una sohrrania qnr era in
rapa* dr ejercer?... »
Con semejante* rrronvenriones reíurr/a el emperador los tiros ja dis
parados contra su popularidad. No cabe duda en qae estos asaltos no
dejaran huella en la historia, donde pasaran inadvertidos algunos renglo
■a coa pesar dedicados a los yerros del grande hombre en medio de las
numerosas y esclarecidas pajinas que estarán requiriendo las maravillas j
hrnrfirios de su reinado y de su v ida. y que serán las únicas qnr rl pueblo
querrá leer y que escuchará la posteridad. Pero la jeneracion oonterapo
ranea, abrumada con su desventura presente, no alcanza á conceptoar ríe
tan alto sus impresiones actuales, pues borran momentáneamente su en-
tusiasmo anterior y no Ir dejan prever qnr volverá al «lia siunionte á su
emMcso esclnsivo. Acosada con tantísima guerra |H>r todos portes, le cía
man que es aborto del conquistador, quien ha labrado su fortuna v quiste
re plantear so despotismo en toda la Kuropa con el estruendo de MH ar
ma. Kl pueblo de 1843 no sabe los secretos de las cancillerías . no sabe
.jn. Napoleón nunca fué agresor en todas las campanas que ln/o \ Ir dejan
ignorar qdr* la aristocracia inglesa y el realismo continental pertiguea te
naxmente en H emperador al representante de la resolución francesa. I*»
potencias coligadas le dirán pronto, al contrario, que se encaminan k la li
hertad de las naciones . qne solo las han ron el despotismo qoe agobia la
Kuropa Se pregonarán liberales para arreglar a sus pueblos. * Napoleón
por su parte, en ve* de advertir al pueblo írance* qur rn su persona se ata
ra el principio democrático y la berencia ríe la rrvoloooo . han armar á
los reyes en medio de su senado, recordando qnr |m salvo «Id indago re
556 HISTORIA
volucionario «y ahogó hasta en sus recónditos senos el volcan que á todos
los estaba amenazando. »
Mas no llegó todavía el trance de estallar para las grandes potencias del
continente que Napoleón arrastró en pos de sí hasta la Rusia; pues el ejér-
cito francés está aun cubriendo los ámbitos de la Alemania entera.
El emperador se había mostrado muy descontento á su vuelta de la
conducta observada por los principales personajes del imperio con motivo
déla intentona de Mallet, y habia recordado muy de intento en sus res-
puestas al senado y al consejo de estado,que un majistrado debia estar siem-
pre pronto a fenecer , á ejemplo de los Harlay y de los Mole, « en defensa
del soberano, del trono y de las leyes. »
«A mi llegada, dijo después, todos me andaban reliriendo de buena
lelos pormenores que les correspondían y los acusaban. Hasta confesaban
de plano que habían caido en la trampa , y por un rato habian venido á
creer que yo habia muerto... ¿Pero el rey de Roma? les dije. ¿Y vuestros
juramentos, vuestros principios, vuestras doctrinas? Me hacéis temblar por
lo venidero Entonces quise hacer un ejemplar para despejar y preca-
ver los ánimos; y recayó sobre el pobre Frochot, prefecto de París, que
seguramente me era muy adicto. »
Depuesto Frochot, amonestados los primeros personajes del imperio y
terminados los parabienes de tabla en los cuerpos principales del estado ,
se dedicó el emperador á providenciar lo conveniente y urjentísimo para
nuestra situación militar. Ya no bastaba la quinta ordinaria ¡ pidió y el
senado se esmeró en decretar una leva de trescientos cincuenta mil hombres.
Entretanto los restos de la espedicion de Rusia atravesando atrope-
lladamente la Polonia, se iban reuniendo por las fronteras de Alemania.
Dispersos , vencidos y estenuados por los elementos, aun habian arrolla-
do á los Rusos á las órdenes del mariscal Ney en un encuentro de reta-
guardia en Kowno; y desde entonces Platow y sus Cosacos, aunque si
guiendo y hostigando continuamente á los Franceses, se mostraban aun
temerosos de aquellos pocos valientes en quienes se abrigaban siempre
el pundonor, la gloría y el denuedo incontrastable del grande ejército.
Pero hemos llegado á una de aquellas épocas en que el heroísmo y el nu-
men del hombre se estreman en vano para rechazar los golpes que le des-
carga una mano invisible. Si la victoria signe todavía nuestroí pasos en
medio de tanta desventura , la fortuna se complace en mostrarse mas y
mas infiel y contrapuesta. Nos habia dado aliados dudosos ; va á quitár-
noslos todos uno tras otro para trasformarlos en implacables enemigos.
El cuerpo auxiliar prusiano es el primero. Su caudillo el jeneral Yorck,
que sin duda no obra espontáneamente y que ha recibido sus instruccio-
nes del gabinete de Rerlin, negocia con los Rusos; y Federico Guillermo,
cuyos estados yacen todavía dependientes ó amenazados por los ejércitos
lU \ Uní H»\
i Ktf» «I pronto «olcmnerornte lo que awadO eaSOBratO,
sabo
y
i mmiranr mas terminante en lo snresiro ron IM ilanwrioi
mmtnnta
U rapitulanon clrl joneral lorrk ron d jonoral luebifc b se iilllüéd
linembre.lo IKT2 N otnto día* dnpuo* r I I H de enero de I s i -.
Mural, á quien Napoleón había nombrado mi teniente snpTcmo. desamparo
arrebatadamente .1 . y r. ito íranre» pura reamar * Ñapóles dnpues da ba-
Ikt entregado el meada «"n jefe á Kujenio I negO que r| emperador sapo
nía partida repentina, que podía considerar romo nna escandalosa desrr
• i "ii . s,< lo escribió i mi hermana Carolina. • \unlro marido, le dij.» ■
un hombre muy \ a I ion Ir en rl campo «lo batalla, poro rs mas aporado qor
una mujer manilo no ve al enemigo carreo do onloro/a. • — ♦ Supongo .
lo escribió á Mural . qno no sot« do aquello» qno otea que ba murrio d
lena m asi ealrutaaei». o* equivocaríais Me habéis liorbo lodo d daño qoe
podane desda Bi pulida de \\ilna: H dictado «le r.-y os ba trastornado h
■ \Wr» *
i rieron tención era mwy fundada.
M dejar d puesto eminonle qoe le babia confondo d emperador Mu
ni había atendido mas a mi corona qoe 4 en gloria, y le ra 4 acceder qoe
poniera la ana sin precaver la otra Por lo demás. ,oom qué rapidez se
disparan lo» acontecimientos' Napoleón se halla todavía en loa
día* do la adversidad, y y a puede antevor todas la* amarguras y
que le tiene resonadas la ingratitud se ba internado hasta d abo* ea loa
que todo le deben . encumbramiento , nombradla y fortuna . te ba apo
dorado dd corazón de uno de sus pariente» y abriga la traición. ¿»ue no
dobo esperar tras semejante ejemplo ?
Us aniones dd cuerna lejislativo se abren H II do lebrero bajo esto»
aciago» auspicio» Napoleón . que 4 pesar de la nulidad silenciosa de aquella
junta. \c todavía en olla la fantasma de la ruidosa democracia a quien tapo
en otro tiempo la bora en San fjoud. continua, en H discurso do aportara,
zahiriendo las teorías liberales qoe con tan pora ronsuleracion trato ante d
senado y d consejo de estado. Colpa al gabinete inglés . no de «eguir los
yerro» de la política de Pitl y de amotinar or»Nünadaincole ¿ lo» rey n de
antiguo onion contra lo» pueblos que han roto su yugo ó que ansian estro
liarlo , sinrde propagar entre aqudlos el espíritu revolucionario contra
lo» sobtTano». Tomando adesna» ó aparentando tomar por un mero rapñ
eho de la fortuna lo» desmanes qoe acaba de padecer, disimula los yerma
do aqndtos diado» cuya cooperación no fué activa ni franca . coa le espe-
ran» de contenerlos en d dedive de la desemoo por medio de añero» y
osrtarecido» triunfos . y se muestra bastante amando ea d pomaii para
ilecu aun con Unta alinea como pujanza • U dinastía francesa rema y
reinarte» Kspsoa »
558 HISTORIA
Pero para sincerar esta confianza, para preparar esos nuevos triunfos,
no bastan levas de hombres, se necesitan también nuevos recursos peen
niarios. Napoleón no oculta al cuerpo legislativo sus intentos y urjencias.
« Deseo la paz, le dijo, es necesaria al mundo. Cuatro veces la he propues-
to desde el rompimiento que siguió al tratado de Amiens. No firmaré nun-
ca sino una paz honrosa y conforme á los intereses y á la grandeza de mi
imperio, i
ni n ti ni a mi,
sino .i tu noml)
< \l'lll lii Mili
I .mi >|> •■ • ilr i*».»
S r
f kXks NapoioM en lodo d dacww <!»' mi
^^ % if l.i (HirlPutOM y abtolulanwnlr pn»i»m
. IB*" # - s^Bj? otaollo en Unió gratlo como m la roo
¿ tiiMida (lcs|)mporriooatla que ha de
& orr ahora contra rl
* Aciago > Miblimo esoertárulo. Todo rosa
I lo fué ilailo .il hombre rn lesou. ptijaaia ,
"■Ofíiinmiln ' y numen . Napoteoo b
■Inora y lo paleotua b
ilrl héroe «r rnromhra mas y Mas . al pcuoqur vial
560 HISTORIA
tado poderío. Cífrase en él esplendorosamente la grandiosidad humana;
echando el resto de su brio y de sus mas gallardas proporciones en pugna
con las potestades sobrenaturales que la doblegan sin humillarla.
El emperador ha manifestado á la Francia sus fracasos, su voluntad y
sus esperanzas. Por su parte el pueblo se conmueve; olvida sus agravios y
da sus hijos. En pocos meses se forma un nuevo ejército que está pronto a
salir á campaña. Los restos del grande ejército lo aguardan en el Elba.
Antes de salir de París, Napoleón, advertido por la intentona de Mallet,
trata de escudar su gobierno contra toda continjencia en su lejanía, confian-
do el ejercicio de la potestad suprema á la emperatriz María Luisa, nom-
brando además un consejo de rejencia. Para descargarse de toda zozobra
relativaá la santa sede, procura avenirse con Pió VII, y logra hacerle firmar
un nuevo concordato que se publica ejecutivamente, por mas que el papa,
retraído por nuevos influjos, haya querido ya retractarlo.
Pero en medio de los grandiosos preparativos que se agolpan bajo su
activo é irresistible impulso, Napoleón prevé que llegando al Elba, no
solo tendrá delante los ejércitos del czar , sino también á sus aliados de
Berlin y Viena, que fueron siempre sus enemigos encubiertos y que manifes-
tarán ahora sus propensiones hostiles. No le parece pues suficiente la quin-
ta de trescientos mil hombres, y decreta otra de ciento y ochenta mil. El
pueblo, aunque ya no exhale aquel entusiasmo de los tiempos de Marengo
y de Austerlitz , se allana todavía con patriótica resignación al nuevo sa-
crificio que le imponen las circunstancias. Sin embargo las clases acomo-
dadas, que son las mas interesadas en la defensa del pais, tratan de eximir-
se con sus caudales del tributo déla quinta. Todas las familias, conmovidas
con los próximos peligros del soldado, echan el resto de sus recursos para
librar á los suyos del servicio militar. No ignora Napoleón que esta repug-
nancia á la carrera de las armas se aumenta al paso que crecen los ries-
gos y las urjencias del imperio. Pero es un contajio imposible de atajar, y
tan solo cabe minorar sus efectos. Si los pudientes han comprado hasta
ahora muy caro el derecho de quedar ajenos de las fatigas del soldado ,
cuando la salvación del estado lo requiere puede hacerse este derecho me-
nos absoluto é imposibilitarles el desentenderse por medio de su oro de
la lucha sangrienta en que está empeñado el pais. A ellos tocará pues dar
un continjente de diez mil hombres, con los que se formarán^ cuatro Teji-
mientos de guardias de honor , y ningún sacrificio metálico podrá eximir
de este servicio estraordinario á los hijos de familia que alistará el gobier-
no. Un senado consulto del 5 de abril de \ 84 5 corrobora esta providencia.
Sin embargo el estruendo del canon del Beresina había despertado en
Hartwell al caudillo de la casa de Borbon y reanimado sus esperanzas. Pa
recióleen adelante posible á Luis XVIII la contrarevolucion, hasta enton-
ces enfrenada con el ímpetu arrollador de entereza civil y de heroismo mi-
I>F. KAPOLROM
litar < oneeptno que si |;i pnpn/a guerrera del soldado frano.-* pcrraane
« ia inalterable rn medio ilr los desmanes, k lo nuim *e había entibiado
l»a*l/inlr rl HJlMJtMBO paln<>ti. «> lid • w. ládano para qnerl extranjero o*
poron/ase no encontrar >a en I i.nn ti .| arranque m.i\rr*al que liabia
deshecho todas las coligación, s anteriores Preocupado el pretendiente o >n
•Mr concepto . publico on Inglaterra } fue pregonando por rl continente
ina proclama rn la qoc cstrcmaba antr todo rl cansancio del pueblo, be
.•oficiando mañosamente |f opinión \u\¿ ir .pie achacaba a Napoleón la
prolongación do la uucrn. ) pronn tiendo, entre OtTM partn nhridadcs. la
.supresión dt la quinta, i Kl emperador manifestó desentenderé de la
maña publicación. \ ni siquiera con cs\,- moti\o/e|., i «••paró á Imanti
«no* realistas que había empicado en la* administraciones y a los que ba
Im.i confiado algunos do los primeros destino* dd oslado. Poro lo i
taba pasando en Alemania llamaba si mi aten. -ion \ omharizihi mis des
>elos.
Bramaba la tormenta en las cuidado* anseáticas . ol meló de la Jornia
ma. minado on donde qmci .1 |»or hermandade* encubiertas, se hallaba amo
nazado do espantosa* cspl. m..: .-. \ aun las Immei iones populare* ha
bian motivado la suspensión de la constitución on la W dn mou militar
llamburgo Fncahczaha aquel movimiento la juventud de la* universi
«la. les . pregonaba odio mortal y eterno al nombre francés y al yugo cstran
joro . aclamando las idea* liberales que habían salvado y esclarecido la
misma Francia. Y los principo*, armado* contra aquella* nu*ma* ideas, fiv
incntalwui reservadamente ó favorocian a la* claras a lo que han llamado
posteriormente «amano* populares. •
¡Kstraña situación! la guerra do ISIS no o* esencialmente para los
royos ma* que la continuación do la guerra do I7ír2 ¡ os siempre la cuerra
contra la revolución . y no obstante su lenguaje se contrapone on eslremo
al de Pdnitz y de (ablenta. Kn vez de continuar llamando en su auxilio
las preocupaciones políticas y relijiosas de los pueblos contra la democra
cía francesa . están ahora ensalzando y enardeciendo la despreocupación.
el denuedo filosófico y el patriotismo do los pueblos on nombre de M li
bertad contra H despotismo de la Francia, la libertad ha hecho mas que
vencer á los reyes; loaba condenado a la hipocresía \ ha convertido á la*
naciones, descollando en Prona aquella mutación Napoleón ochará de
ver harto tardo que una propaganda sin rebozo le hubiera preparado po
domaos auxiliare» allí tmsno doode sos fracaso* lo atraviesan implacables
enemigo» . y entonce» se le oirá decir con posar • *i > erro capital fin- qm
zas el no haber destronado al rey de Prosia cuando tan fácilmente podía
hacerlo. Después de Fnedland debia quitar la Silesia a la Pros» y regalar
aquella provincia á la Sajorna: el rey de Prnsia * los prusiano* se hall»
han harto humillados para no desagraviarse á la primera 1 montar* Si
71
562 HISTORIA
yo hubiera obrado así, si les hubiese dado una constitución libre y descar-
gado á los paisanos de la esclavitud feudal , la nación hubiera quedado
contenta. » (O'Meara.)
La Prusia es pues decididamente enemiga , y no solo la nación que
dejó Napoleón imprudente en cadenas, sino también el príncipe que man-
tuvo jenerosamente en el solio. La plataforma de reprobación que el rey
de Prusia manifestó al jeneral Yorck no ha podido encubrir por mucho
tiempo las propensiones del gabinete de Berlín que se patentizan diaria-
mente con actos de malevolencia y de hostilidad. El emperador está an
siando vengarse de tamaña deserción y castigar al impostor que la ha esta-
do encubriendo por dos meses. Desde los primeros dias de abril solemniza
con un paso formal la guerra que el monarca prusiano le está haciendo efi-
cazmente, sin atreverse á declararla, y se dispone para marchar hacia el
Elba.
Pero asoma otro enemigo entre las potencias del Norte. Bernadotte no
se ciñe ya á negociar con los Rusos, quiere pelear contra los Franceses.
En agosto de 4812, en el famoso avistamiento de Abo, habia dicho á Ale-
jandro, que se mostraba con ánimo resuelto de desechar toda propuesta
pacíüca : « Esta determinación libertará á la Europa. » Y el czar, movi-
do de las palabras y obsequiosos modales del antiguo soldado de la re-
pública francesa , le dejó afianzada la posesión del trono de Suecia, y aun
le hizo esperanzar la corona de Francia. Tras los. fracasos de la campaña
de Moscou, Bernadotte conceptúa llegada la hora de marchar al objeto que
ha llegado á divisar su ambición, y bajo la apariencia de una adhesión es-
clusiva á los intereses de su patria adoptiva , procura satisfacer los zelos
inveterados que manifestó eH 8 de brumario, y realizar las quiméricas es-
peranzas con que le ha halagado un príncipe mañoso. «Si hubiera tenido el
juicio y el alma al par de la situación, dijo Napoleón, si hubiera sido buen
Sueco , como lo ha estado aparentando , podia restablecer el esplendor y
poderío de su nueva patria, recobrar la Finlandia y acuartelarse en Pe-
tersburgo antes que yo llegara á Moscou. Pero abriga enconos^personales,
una necia vanagloria y pasiones mezquinas. Se le trastorna la cabeza al
verse solicitado por soberanos de antiguo linaje y conferenciando política
y amistosamente con un emperador de todas las Rusias que no le escasea
la lisonja. »
Antes de entrar en lid y alistarse bajo las banderas de los enemigos de
la Francia, Bernadotte quiso cohonestar su determinación á los ojos déla
Europa y de la posteridad, acudiendo á los intereses comerciales de la Sue-
cia, comprometidos por el bloqueo continental. En su consecuencia escri-
bió á Napoleón una carta que debia servir de preámbulo apologético á su
conducta, y en la que tildaba al que fué alternativamente su competidor y
su amo de haber acarreado todas las guerras anteriores y haber derra-
DE ÑAPO I » iiv
mulo l.i «angra de un millón de hombre* por H rulo de un «otean que
lastimaba lo* derecho* y arruinaba d coasemo de todas la* naciones, «la»
• alamidadcs d« I con ti nenia, deria al terminar, están rlamandopor lapai.
y vuestra Majestad no debe menospreciarla. .
Napoleón no rechataba le peí; mas la apetecía á pesar de su* quebrae
tos como en medio do sus triunfos , al tenor de todo lo contratado en Til-
nU . > Bemadotte. que había endiosado á Alejandro por mi per***vcrancia
guerrera , sabia muy bien que no debia acharársela roí: Un nación de las
hostilidades «I gabinete de las Tuileries. sino é lo* que ninaun caso liarían
de la fe prometida en Tdsilt \ de la amistad jurmla en Kxfurth
Solo en el campo de batalla podía responder Napoleón a las amargui
sima» recomendónos \ cargos en estremo violentos que Ir disparaba *o
aotigDO teniente el cual iba á entregar á nuestros enemigo*, según lases-
presiones del Memorial, «la llave de nnestra política > la táctica ile noc*
tros ejercito*, y mostrarles H camino del suelo sagrado • FJ emperador sa
lio de Sin r.loud a mediado* de abril, para correr á la nuera cita que la
Kuropa septentrional le daba en Alemania.
FJ ejército francés, precisado á dejar crecidas guarniciones en les pía
xas fuertes qne iba dejando á retaguardia desde DanUuH. hasta Magda-
hurgo . se hallaba entonces situado sobre d Saal á las ordene* del 1 n< )
Dresde y leipsiok estaban en poder de los Prusianos y de los Rusos . el
re* -le Sajorna babel tenido que Besa lapam -ns estados en bosca de abrí
go bajo la* banderas francesas . por todas partí** lo?, enemigos do Napoleón
ganaban terreno y se aprovechaban de su ausencia.
Pero Napoleón va á presentarse otra ve/ en el campo Mega i Frfnrth
el 23 de abril, en tanto que el mariscal \ey se apodera de NVeissenfels.
tras una refriega que le hace prorumpir en «que jamás vio jautamente
igual entusiasmo y serenidad en la infantería. • \ la saeta campana se
halla a*i esclarecidamente abierta por el mismo soldado que cerró valero
sámente la última en medio de tantísimo fracaso Kl resultado de este |>n
mer triunfo es arrojar al enemigo á la orilla derecha dd Saal y efectuar
la reunión dd ejército que d virey acaudilló desde Polonia con el que
trajo d emperador de Francia.
Napoleón traslade so coarto! jeneral á Wetsscnfds r manda echar tres
puentes soj)re d Saal Allí sabe uno de aquellos rasgos de valor y de ar-
rojo que rebosan en nuestros rejistros militares y que le dio motno para
probar ea satisfacción dd orgullo nacional que la infausta suerte ea nada
trocó la superioridad gallarda y d temple incontrastable dd soldado fran
cea. Un coronel prusiano, á la caben de cien basares, acorrala i quince
granaderos del l .1 de linea, entre Saalfdd y Jena. y le* grita quese tiadea
la respuesta dd sárjenlo es apuntarle y tenderlo muerto íj» demás era
5ÍÍ4 HISTORIA
naderos empiezan al instante un fuego graneado, matan á siete Prusianos
y los demás huyen.
El Io. de mayo, el mariscal Ney prosiguiendo sus triunfos en presen
cia de Napoleón , se adelanta con la división de Souham formada en cua
tro cuadros. Atraviesa á paso de ataque , y clamando viva el emperador,
el desfiladero de Poserna, defendido por seis piezas de artillería y treslíneas
de caballería. Síguenle las divisiones de Gerard , Marchand , Brenier y
Ricard, y en pocas horas quince mil caballos, á las órdenes de Wintziuge-
rode, quedan arrojados por quince mil infantesde la grandiosa llanura que
se estiende desde Weissenfels hasta el Elba. La caballería de la guardia,
mandada por el mariscal Bessieres, sostiene nuestra infantería,aunque no
está comprometida, y padece el quebranto principal de aquel dia. Por
una de las fatalidades en que abunda la historia de la guerra, dice Ñapo
león en su parte á la emperatriz , el primer cañonazo que se ha tirado en
este dia ha cortado la muñeca al duque de Istria, y traspasándole el pecho
lo ha tendido muerto , por haberse adelantado á quinientos pasos para
reconocer la llanura. Este jeneral, á quien fundadamente se debe apellidar
el denodado, era recomendable, no solo por su tino militar, por su espe
riencia en el arma de caballería, sino también por sus prendas civiles y
su afecto al emperador. Su muerte en el campo del honor es la mas envi
diable , siendo tan ejecutiva que no debió de sentir dolor alguno. Pocas
I)K NAPOLEÓN MB
l>érdid&s ha sentido tanto el emperador Kl ejercito y toda la Francia par
u dd dolor que lin experimentado su Majestad
l ii l.i noche del t°. al 2 de ma\n. Napoleón sentó sus reales en
• le qoe «ramos dueño* á eOMOCUioaa del encuentro de la
guardia Joven y la antigua cercaban al emperador y formaban la
.1.1 ejercito. Ney, situado al centro, ocupaba á Kaia; el vi rey mandaba la
izquierda ajMiy.idíi al I Nter II 1 ;> las diez de la mañana, en aquella mi»
ma llanura afamada con la victoria de Oustavo Adolfo, se puso en morí
míenlo el ejercito n la usía del emperador de Husia y del re\ de Prnsia
que liabian venido á reanimar con su presencia d denuedo de su* sóida
do*. Kl ataque principal de los coligados se dirijio contra el centro del
ejercito francés. (Grandiosas moles de Rusos y Prusianos marcharon en co-
lumna cerrada hacia kaia, en donde el mariscal Ney tuvo que eontrarestar
un embate tremendo. Kl enemigo, favorecido al par por el numero). 1 1. 1
i en.) . daba por suyo el triunfo. Incontrastable asomaba su caballería, y la
nuestra sr había quedado entre los hielos \ m. \ es de la Rusia. Pero al des-
puntar la refriega , el emperador habia dicho á sus tropas i « Esta es una
batalla de Egipto, una bizarra infantería tiene que contar consigo misma. •
Y las tropas ansiaban á porfía dejar airoso el dicho del sumo capitán, la
aldea de Kaia fué tomada y recobrada varias veces; al fin quedó duefio de
ella el jeneral (.erard, el cual, aunque herido de vahos tiros, no quiso re-
tirarse dd campo de lxitalla , diciendo que habia llegado d trance para to-
dos los Franceses esforzados de vencer ó morir.
A pesar de esta primera ventaja y del denuedo de las cinco divisiones
del cuerpo dd mariscal Ney , faltaba mucho para que la victoria quedase
decidida a favor de nuestras armas. I .os Rusos no se cansaban de pelear
y acometían encarnizadamente á nuestro centro esperanzados de arrollar
lo. Por un momento pudieron conceptuar que el éxito coronaba su por
liado tesón. Algunos batallones abrumados con el número se dispersaron .
y la aldea de Kaia paró otra vez en manos del enemigo , pero Napoleón se
presenta y cuantos habían (laqueado se rehacen {Mira marchar adelante al
eco de viva el emperador Harto era el haber atajado aquel principio de
da i ota : ahora se trata de ganar la batalla con una maniobra terminante
Mientras que d principe Kujenio y el mariscal Macdonald acometen las
alas y la rjperva dd enemigo , y el jeneral Rertrand acude para ponerse
en linea de batalla, manda Napoleón al mariscal Mortier que tome la
guardia joven y se descuelgue sobre kaia, la tome y pase por las anees á
todos los que se resistan. Encarga después á su edecán, d jeneral Drooot,
que coloque una batería de ochenta piezas delante de la
que debe sostener d centro al arrimo de nuestra caballería
talla á la espalda. Estas órdenes se ejecutan sobre la marcha . la batería
asertada por loajOMrolr i imlauíov, Dreeot \ Devaen disparad fttm ¡
56G HISTORIA
la muerte sobre las filas enemigas. Ceden nuevamente Rusos y Prusianos
y se desbaratau, aunque no parcial y momentáneamente, como lo habian
hecho algunos batallones nuestros, sino con definitiva jeneralidad. Mortiei
recobra á Kaia sin disparar un tiro, y el jeneral Bertrand llega á tiempo
para completar la derrota de los vencidos.
Esta victoria regocija á Napoleón por hallar en su nueva soldadesca
todo el denuedo de sus antiguos compañeros de armas. « Hace veinte años
que estoy mandando los ejércitos franceses, dijo, y nunca vi tanto arrojo
y denuedo. » Era el grande ejército que reasomaba para desengaño de cuan-
tos lo conceptuaban sepultado para siempre en los desiertos del Norte. Con
él se lisonjea el emperador de que va á restablecer colmadamente el pres-
tijio de su nombre y el predominio de su soberanía en Europa. « Si todos
los monarcas y ministros que manejan sus gabinetes, dijo, pudieran ha
ber presenciado este campo de batalla, desesperan zarian de hacer de nue-
vo cejar la estrella de la Francia. » (Parte de oficio. ) Una hueste de ciento
y cincuenta á doscientos mil hombres quedaba completamente derrotada
por menos de la mitad del ejército francés, ya tan considerablemente re
(lucido por el malogro de la última campaña. Los Rusos y Prusianos ha
bian perdido treinta mil hombres entre muertos y heridos ; los Franceses
tuvieron diez mil hombres fuera de combate.
Al dia después de este memorable trance , se esplayó el emperador con
su ejército en uno de aquellos solemnes desahogos que se complacía en
renovar , porque conocía su májico influjo, y cuyo temple de sublime her
mandad, siempre formidable para el enemigo, era el mejor galardón para
el soldado francés, engreído con verse vitoreado á la faz del mundo por el
hombre grande , blanco del asombro jeneral. He aquí un estracto de la
proclama que se publicó el 3 de mayo en el cuartel imperial de Lutzen:
DI NM'nl IMS
• YMax muy pagftdo de vosotros Habéis sobrepujado á wm
xa». A todo habri* suplido ron vuestra srdirnU» volnnud y ▼■Ostro aV
Daedo I iirl,, Irhre 2 de mayo haláis íWTrot«ílo lo» «Jírritt» roso y pro
Mano mandado» por o) emperador Alejandro y d rey de Prima Haba»
añadido nn nuevo timbre al esplendor de mi» águila» llahei» moatrado á
manto alcana el denuedo francés, la batalla da tabeo será colocada «o
bre la» de AostertiU , Jeoa, Kriedlaod y Most.um
vy
CAPITULO XLIV.
Continaacion de la campaña de 1813.
atidas en Lutzen las huestes de Alejan-
dro y de Federico Guillermo, pasaron
atropelladamente la orilla derecha del
Elba. EN \ de mayo, Napoleón se apo
deró de Dresde. y al dia siguiente salió
al encuentro del rey de Sajorna, quien
hizo su entrada solemne en su capital
con repique de campanas y vitoreado
Ipor un jentío inmenso. El emperador se
^¡ií mantuvo invariablemente á caballo j un-
to á tan venerable príncipe, y lo acompañó así hasta su palacio.
Tras aquella reposición triunfal de su fiel aliado, el primer uso que
hizo Napoleón de su victoria fué proponer á los vencidos la reunión in-
I I
l>K NAPOLEÓN •"*»
mediata de un rongi^o 60 Praga pura negociar la paz ¿enera). Pero
li". i»íi «virolentos del vencedor «Ir l.ut/rn fueron recibido* como lo habían
lido los dtl conquistador » 1«- NotODO Sun advirtió Napoleón |»or lo* ama
no* diplomático*, cuya interioridad Ir comunicaban sus ajenies, que «la
•urna enramada de llores sobre que había colocado el "pié al casarse, • ca-
UÜM • -n ademan de abrirse ante sus plantas, y se arerraba la hora de aban
donarle su augusto negro. Disimulo sin embargo mis agravios y ioxo
bras contentándose con rimar ni principe Kujenio á Italia, enrargado de
organizar un ejército defrnsivo parad 0M061 <|i I \ustria llegara ¿de
rlararse contra nosotros. Al separarse del vircy , Napoleón le dio una prnr
ba aeftalada de satisfacción por los eminentes servicios que había hecho
* I • i i cito desde el principio de la última campana ¡ rnjio en ducado H pa
lacio de Bolonia y la potaflOO di falliera, nerlenecienle a su dominio prí
vado, regalándoselo á la princesa de Bolonia, hija pnmojénita de I uj.
Dio
II emperador se hallaba todavía en Dresde cuando supo la rapitulacion
de Spandau. Aquel acontecimiento era un ejemplar muy aciago para las
demás guarniciones, y le destemplo en tal estremo que mando prender y
comparecer ante una comisión de mariscales al jeneral que mandaba la
plaza y á los individuos drl consejo de defensa que no habían protestado.
• Si la guarnición de Spandau , dijo después , ha rendido sin estar sitiada
una plaza fuerte cercada de pantanos,)' si ha firmado una capitulación qur
daba procesarse y sentenciarse, muy diverso ba venido á ser el desempe-
ño de la guarnición de Wittcmberg. Kl jeneral Ijpoype se ba portado á las
mil maravillas , y ha sostenido el honor de las armas en la defensa de
aquel punto importante, el cual por lo demás es una plaza ruin con solo
un recinto medio derruido, sin que le cupiese mas resistencia que la drl
tesón de sus defensores. * (Parte oficial á la emperatriz, i
Napoleón . desesperanzado ya de sus pacificas proposiciones , salió de
Dresde el 48 de mayo para marchar á la Lusacia y proseguir el rumbo de
sus oprrariones militan1*. Ku pocos días alcanzó nuevos y esclarecidos
triunfos. Kl !9,Lauriston habia derrotado al jeneral Yorck en Wrissy . el
¿0 y '21 , el emperador ganó personalmente las batallas dr Bautzen y de
NN urtcheu; el ti, la retaguardia de los Busos.acosada por el jeneral Bey mer.
fué por finjalcanzada y derrotada en las alturas de Beichenbacli. Pero el
fin de este dia fué señalado con una nueva ¡ardida, todavía mas cruel para
Napoleón que cuantas había padecido hasta entonces , y mas dolorosa pa-
ra su corazón que las de Bessiem y Lannes. A las siete de la tarde, el grao
mariscal del palacio, Duroc.se hallaba conversando sobre un cerro fuera
de tiro de canon con H mariscal Portier y el jeneral kirgener ; se habían
apeado cuando uoa bala paso rozando al duque de Tretisa , le abrió el
\ iniiiv a Duroc. v tendió al jeueral Kirgeoer, que murió en el acto.
Tí
570 HISTORIA
Luego que el emperador supo aquel fracaso, acudió á ver á Duroc, que
respiraba todavía y conservaba toda su serenidad. Duroc apretó la mano
de Napoleón y se la llevó á sus labios, o Toda mi vida, le dijo, se vinculó
en servicio vuestro , y tan solo me apesadumbro por la utilidad que pu-
diera rendiros todavía. — Duroc, respondió el emperador, hay otra vida,
y allí iréis á aguardarme, donde nos volveremos á hallar algún dia. —Sí
•ÉIll
señor, pero será dentro de treinta años, cuando vuestra Majestad haya
triunfado de sus enemigos y realizado todas las esperanzas de nuestra pa-
tria He vivido pundonorosamente y de nada me culpo. Dejo una hija ,
vuestra Majestad le servirá de padre. »
Napoleón , entrañablemente conmovido , estrechó entonces la mano
derecha de Duroc y permaneció por un cuarto de hora apoyada la cabeza
sobre la mano izquierda de su antiguo compañero, sin poder pronunciar
una palabra. Duroc fué el primero que rompió aquel silencio pt^a escusar
por mas tiempo el dolor al corazón del grande hombre que no habia ce-
sado de ser su amigo, aun siendo su amo. « Ah, señor, le dijo, idos, este
espectáculo os acongoja. » Napoleón cedió á esta última súplica de la
amistad, y se desvió de Duroc sin poderle decir mas que estas palabras •
« Adiós, amigo mió , » y tuvo que apoyarse sobre el mariscal Soult y Cau-
lincourt para volver á su tienda, en donde no quiso recibir á nadie en
toda la noche.
DS NU'ol I »>\ tl\
V I día siguientc.cl jcncral Rc\ nicr alcanzo una oweva % ictof m sobra lo»
llu**srn el reencuentro de tiorlit; H '2 1 . el marwcal Ncy pasó el Netas, y
«'I 25 por U mañana se hallalia ni la orilla opuesta del <¿uem y entraba
en Hiini/lau. a donde llego |»or la tarde el emperador Kn aquella ciudad
había muerto el anciano biittisow algunas semanas ante*
I n le\c (bman padecido ri 96 por el jcncral Maison delante ile la nn
ilad ilo lia) ñau no detuvo mucho tiempo la carrera de km triunfo* y la
marrha victoriosa dd ej.-rcito francés Do» días después. H jeneral Sebas
tiani «apoderó de nn convoy importante m sproltan . mientras fM 4
mariscal Oudinot derrotaba en lloyerswerda el cuerpo prusiano «lo Rulo»
Kl sobresalto que w había manifestado en Rerlin iba trascendiendo á
Hreslau. amenazado por I amisión los soberanos aliados, qw rst.Mieran
siempre denodados para guerrear á todo trance hasta que el dererho pn
bheo de la antigua F.uropa ilcsbancase al sistema francés . conocieron M
embargo la pnxiána de suspender las hostilidades. \ a para rehacerse de
las derrotas diarias que andaban padeciendo de un mes a aquella pnrt.\ j •
para proporcionar á la circunspección austríaca el plazo necesario para ir
preparando la deserción que debía revolver contra Napoleón todos lo» lan
ees de la campana Kl ¿9 a las diez de la mañana, el conde SchouwaloíT.
edecán del emperador de Rusia.) el jeneral prusiano klcist se presentaron
en las avanzadas francesas para proponer un armisticio, que el duque de
v icenzo negoció con ellos . primero en d convento ele Waldstadt cerní de
ügnits. y ilespues en la aldea neutral de Peicherwife, en donde se firmo
el i de jumo . tres dias después <le la entrada de l-aunston en la capital
de la Silesia.
Kl término del armisticio so fijó al ¿o de julio. Napoleón insistí i
que se admitiese H ofrecimiento de un congreso en Praga, y para dificultar
la marcha lóbrega y enemiga del consejo áulico, propoao que se refiriesen
a la mediación del emperador de Austria.
I «a diplomacia estranjera evitó la propuesta, pues tan solo ansiaba ga
nar tiempo, y con este objeto Mr. de Metternich supo aprovechar los mira
tinentos y consideraciones que Napoleón guardaba con su Magro para al
■mu/ ir del \eneedor de tafeen y de Raufeeu la próroga dd armisti. jo
hasta el 10 de agosto. Pero vencido aquel plazo, hallando la Prima y la
Rusta <] infestaba bastante menoscabado el concepto ,!■ ,m. -tros primeros
triunfos. \ habiendo ajustado el Austria á su albedrio toda* bu medidas
para disponer cabalmente su deserción y hacer que redundase en todo d
quebranto asequible al ejército francés, los jenerales de Meandro y de
Federico Guillermo pregonaron el termino ild armisticio el II de agosto
a las doce, mientras que ,\ ministro del emperador Francisco pasaba a
mi.Mro embajador cerca de la corte de Viena. Mr de Narbonne. ladéela
i <• nn de guerra dH gabinete attstt i.i. o ..Mitra U Francia. Entonce* fu,-
I I
570 HISTORIA
Luego que el emperador supo aquel fracaso, acudió á ver á Duroe, que
respiraba todavía y conservaba toda su serenidad. Duroc apretó la mano
de Napoleón y se la llevó á sus labios. «Toda mi vida, le dijo, se vinculó
en servicio vuestro , y tan solo me apesadumbro por la utilidad que pu-
diera rendiros todavía. —Duroc, respondió el emperador, hay otra vida,
y allí iréis á aguardarme, donde nos volveremos á hallar algún dia. —Sí
señor, pero será dentro de treinta años, cuando vuestra Majestad haya
triunfado de sus enemigos y realizado todas las esperanzas de nue stra pa-
tria He vivido pundonorosamente y de nada me culpo. Dejo una hija ,
vuestra Majestad le servirá de padre. »
Napoleón, entrañablemente conmovido, estrechó entonces la mano
derecha de Duroe y permaneció por un cuarto de hora apoyada la cabeza
sobre la mano izquierda de su antiguo compañero, sin poder pronunciar
una palabra. Duroc fué el primero que rompió aquel silencio p&a escusar
por mas tiempo el dolor al corazón del grande hombre que no habia ce
sado de ser su amigo, aun siendo su amo. « Ah, señor, le dijo, idos, este
espectáculo os acongoja. » Napoleón cedió á esta última súplica de la
amistad , y se desvió de Duroc sin poderle decir mas que estas palabras ■
« Adiós , amigo mió , » y tuvo que apoyarse sobre el mariscal Soult y Cau-
lincourt para volver á su tienda, en donde no quiso recibir á nadie en
toda la noche.
DI \ IPOI I «»N .71
\ I «lia siguiente. el jeneral Re* nicr alranto una nueva v ic loria «obre los
Husos en el reencuentro de t.orli»/ H '21. rl mariscal Ney pasó el Neis*, y
I i » por la maAaoa w hallaba en le orilla opuesta del (¿uets* y entraba
mi itiini/lau. a donde llego por la Unir rl emperador. Kn aquella dodttl
había muerto rl anciano kutiisou algunas semana* antes
l n leve desmán padecido rl ¿i. por el jeneral Maison iWanle de la dn
dad de lia) ñau no ('rimo mu. lio tiempo la carrera de los triunfos y la
marcha victoriosa dd ejército francés Dos días después, d jeneral Seba*
liant se apoilert» de un convoy importante en Sproltau . mientras que d
mariscal Oudinot drrrotalia en lloycrswerda el cuerpo prusiano do linio» .
Kl sobresalto que se habia manifestado en Iterlin iba trascendiendo á
Hrcslau, amenazado por I amisión Los soberanos aliado*. que estuvieran
siempre denodados para guerrear á lodo tranee hasta que el drrr» ho pii
Miro de la antigua F.uropa deshancase al sistema francés, conocieron M
embargo la preci.sion de tojpcojdct las hostilidades, ya para rehacerse, de
las derrotas diarias que andaban padeciendo de un mes a aquella parte, ya
para proporcionar n la eireunspeccion austríaca el plazo necesario para ir
preparando la deserción que debía revolver eontra Napoleón todos los lan
res de la campaña Kl 'i9 a las die* de la mañana, el conde Schouwaloff.
edecán dd emperador de Rusia. y d jeneral prusiano Kleisl se presentaron
en las avanzadas francesas para |>roponer un armisticio, que el duque da
\ icenio negoció con dios . primero en d convenio de Waldstadt cerra de
Ügnitz, y después en la aldea neutral de Pcicherwitz. en donde se firmo
el I de junio . tres días después de la entrada de l.auriston en la capital
de 1 1 nI.m.i
Kl término del armisticio su fijó al *JO de julio Napoleón insistió en
que se admitiese el ofrecimiento de un congreso en Praga, y para dificultar
la marcha lóbrega y enemiga del consejo .mino, propuso que se refiriesen
a la mediación del emperador «le Austria.
I i diplomacia estranjera evitó la propuesta, pues tan solo instaba ga
nar tiempo, y con este objeto Mr. de Mcttrrnirh supo aprovechar los inir.i
mu utos j • onsideradones que Napoleón guanlaba con su suegro para al
cantar dd vencedor de tafeen y de RauUen la próroga del eramtfa ¡o
hasta el 10 de agosto. Pero venado aquel plazo, hallando la Prvsia y la
Rusia quefestaba bastante menoscabado el concepto de nuestros primeros
tnnnfos. \ habiendo ajustado el Austria a su albedrio todas bis medidas
para disponer cabalmente su deserción y hacer que redundase en todo d
quebranto asequible al ejército francés, los jenerales de vlcjandro y de
Federico Guillermo pregonaron el termino ild armisticio d 1 1 de agosto
a las doce, mientras que d ministro del emperador Francisco pasaba a
nuestro embajador cerca de la corte de Viena. Mr de Narbonnc. laoWla
i i. ion de guerra del gabinete austríaco contra la Francia Fnlimrrs fu.
572 HISTORIA
cuando Napoleón descubrió toda la profundidad del abismo sobre el cual
habia colocado el pié al enlazarse con la casa de Lorena, tratando de en-
jertar la brillantez de su alcurnia lozana sobre el orgullo de los antiguos
linajes soberanos.
Un acontecimiento judicial acababa de causar grande escándalo en todo
el imperio. Los encargados del derecho de puertas de Amberes, acusados
de robo y notoriamente culpables, se habían librado de la pena en que ha-
bian incurrido cohechando á los jurados. Luego que el emperador supo
aquella lastimosa sentencia,prorumpió en ira violenta, y escribió ejecuti-
vamente al gran juez miuistro de la justicia para que mandase informar
sobre los vergonzosos amaños que habían mediado para la inmunidad y
el triunfo del crimen.
«Nuestra intención, le dijo, es que, en virtud del párrafo 4o. del artí-
culo 55 del título 5o. de las constituciones del imperio, nos presentéis en
un consejo privado un proyecto de senado consulto para anular el fallo
del tribunal de Bruselas, y remitir este negocio al tribunal de apelación, el
cual señalará un tribunal imperial, ante el que se vuelva á sustanciar la
causa , para sentenciarla reunidas las cámaras y sin jurado. Deseamos que
si el cohecho trasciende á burlar la disposición de las leyes , sepan los co-
hechadores que estas en su sabiduría han sabido precaverlo todo.»
Esto era dar la mayor estension á la dictadura imperial. La voluntad
del amo nada reconocía superior á ella, así en el dominio de la justicia
como en el de la política,y cuando la moral pública le parecía escandalosa-
DI n IPOI i OK
mente ultrajada, érale precito un desagravio estruendoso, por mucho que
<-• dehesen violentar lo» tettos constitucionales Aunque este menosprecio
del ríñanlo iuiiclAinrni.il v «lo las formulas legales solo tuviera por ob
jeto abantar á la ley mi eficacia y el debido castigo al cohecho y á la pre
varicación , los hombres que se preocupaban ante todo rtV los peligro* de
la arbitrariedad y que veían en semejante ejemplar el fsterminioahsohrtodi
la independencia de la potestad judicial , aquellos sujetos clamaron, al ar-
rimo de Montesquieu, que había monstruosidad en el gobierno siempre y
cuando la potestad ejecutiva se entrometía en las sentencias De este nú
mero fué el prefecto mismo de Amberes, el integro Voyer d' Argenson An
tepuso la separación de su destino al acudir á secuestrar los bienes de lo»
acusados absueltos en la segunda sumaria coa que fueron procesados
CAriTULO XLV.
Continuación de la campaña de 1813.
na nueva convocatoria parecía señalada pa
ra Dresde, á donde acudían los soberanos del
Norte y los príncipes de Alemania de todas
partes , no ya para realzar el salón de los re-
yes y el séquito adulador de \S\2, sino pa
ra estrechar á Napoleón en un cerco de im-
placables enemigos.
Doscientos mil Rusos , Prusianos y Aus-
tríacos,mandadospor el emperador de Rusia,
el rey de Prusia y el príncipe Schwartzenberg,
atraviesan desaladamente la Bohemia para arrollar la Sajonia y aposentar-
se sobre la orilla izquierda del Elba. Cien mil hombres maniobran en Si
lesia á las órdenes de Blucher y Lacken ; y ciento y diez mil hombres , en
tre los cuales abultan los crecidísimos cuerpos de voluntarios que ha abor
i>> \ i roí » u\
i iilo 1 1 arranque del patriotismo jermánico. ae adelantan por toda U linea
•Ir ll.vnbirrao a Berlín ni encuentro de los Franceses
la supenondad en numero osla indudahlrroente por las potencia* alia
•|u< h.ilhn adema* un arrimo poderosísimo en H escrita
rrrctoml déla Alemania conmovida. Tanta» pnwpcra» ventajas.
mentó» do triunfo no habían tastadn vn embargo á la coligación para ea-
poranxar H vencimiento do la revolución Iranoesa on la porv>na del roas
esclarecido de sus hijos. Fnele preciso ganar, seducir y soliornar otros
dos alumno» do aquella misma revolución y recabar do Hlos H arcano de
la ciencia militar y del presíijio guerrero que hahian encumbrado A mi ma
dro y al par A ello» mismos Morean, anteponiendo de repente la llaneza
roa un autócrata A la hospitalidad de un pueblo libre, había desamparado
1 1 1 1 «Mía venturosa de Washington para ir A ejercer junto A Alejandro d
papel de eootejero intimo , y »o hallaba entonces en el gramle ejercito de
Bohemia bajo el estandarte moscovita contrapuesto á la» bandera» franco
sas Bernadotlo. según la espresion del Memorial, «daba A nuestros ene-
migo» la clave de nuestra política, la táctica de nuestros ejercito», y les
mostraba H rumbo hacia el suelo sagrado ; • él era quien mandaba A van
cnardia en Berlín
Kl pueblo francés había tributado cnerdamente so admiración . apre
ció v confianza .cuando al acercarse el 1 X de brnmano . ó bajo el consulado,
había rehusado enlazar los destinos do la revolución con otro nombre que
H do Bonaparto y había aclamado este nombre por el primero entre los pa
triólas, sin dejarse encartar por ciertas demostraciones de inflexible repn
blicanismo y A pesar de algunas protestas aisladas que intentaban retratar
á Bomadotto y florean como los Brutos y (atónos de la época. Agólpense
allá los veteranos de la pandilla del Picadero y los hermanados anterior
monto con la sociedad de los Kiladelfos ; acudan . repito, A orillar su im
próvida predilección y a reconocer la superioridad y el tino cortero del
instinto nacional. K! caudillo do la oposición del arto ocho esta va reem
pialando aBronsvvíck: el adalid do IXO I ha sucedido A Souwarow
Inos lo ha querido asi para que viniesen á quedar sincerados el pensamien
lo y el entusiasmo del gran pueblo en el que habia olejido \ en loa q«e ha-
bía desecharlo
Poco importa que Bernadotlo y Morean acudan ahora siniestramente
con el auxilio de su espenencia y de su brazo contra la suerte de Napoleón:
si fracasa. serA en H trance de su vuelco lo que faé en el día den encaro
bnuníento. esto es. «el hombre de la Francia.* al paso que sus antiguo»
competidores solo hallarAn en H triunfo mismo H tablón y el remordí
miento eternamente embebidos en el dictado de desertores y sirvientes del
estranjero.
También Murat poso en zozobra su lealtad y
576 HISTORIA
está en una de las pajinas de sus destinos que renegará y venderá á su
bienhechor, á su amigo y su hermano. Pero todavía no ha sonado la hora
de la felonía y del oprobio. EH4 de agosto, Murat vuelve á presentarse en
el campo de Dresde para pelear todavía contra los enemigos de Napoleón
y de la Francia.
Sin embargo , asoma de nuevo la campaña bajo prósperos auspicios
para el ejército francés. Napoleón se encamina al encuentro de Alejandro
y del rey de Prusia, ha forzado los desfiladeros de la Bohemia, apoderán-
dose de Gobel, Rumburgo y Georgenthal, y después de haberse adelanta-
do á veinte leguas de Praga, ha vuelto á Zittau, desde donde acude arre-
batadamente á incorporarse con el ejército de Silesia que está necesitando
su presencia. El 21 al amanecer, se halla en Lcewenberg, en donde manda
echar puentes sobre el Bober, pasándolo de dia á pesar del fuego del ene-
migo^ cual queda luego arrollado y perseguido hasta Goldberg. El 25, nue-
va refriega. El jeneral Gerard, que desemboca por la izquierda, vuelca y
dispersa una columna de veinte y cinco mil Prusianos, mientras que á la
derecha se recobra Flensberg, y finalmente queda decidida la derrota de
los aliados tras una carga disparada y sangrienta del Tejimiento L55.
Pero todas estas ventajas alcanzadas en Silesia ningún influjo tienen
sobre la marcha del grande ejército de Bohemia,que se adelanta amenazando
á la capital de la Sajonia. Napoleón, avisado de aquel movimiento, deja al
punto el mando del ejército de Silesia al mariscal Macdonald y acude con
Ney al socorro de Dresde. ¿Llegará á tiempo? Ya está cercada la ciudad
toda por grandiosas moles que van por todas partes desembocando para
aniquilar la endeble hueste de San Cyr, atrincherada detrás de las empali-
zadas de los arrabales. Desde las ventanas de su palacio está presenciando
el anciano monarca la tala espantosa de la amena campiña de su capital, y
acompaña con su quebranto el desconsuelo de aquellos subditos. Todo
anuncia que Dresde va á caer en poder de los Austro-Rusos, y que el ma-
riscal San Cyr no ha de poder contrarestar largo tiempo á Schwartzenberg.
La fidelidad de los cuerpos alemanes que todavía sirven bajo nuestras ban-
deras flaquea ya en términos que dos Tejimientos de húsares wesfalienses
se pasan al enemigo. El vecindario está ya en vísperas de tratar de rendi-
ción.
Pero de repente se aparece Napoleón : el 26 á las diez de ^ mañana ,
atraviesa á galope el puente de Dresde y sus tropas le siguen á paso de
ataque. Desde entóuces cesa el desaliento y renace la confianza. El vecin-
dario de Dresde prorumpe en gritos de regocijo al ver desfilar los corace-
ros de Latour-Maubourg, como si estuviera ya leyendo en aquellos rostros
belicosos el decreto de salvación para la ciudad.
A su llegada, el emperador se entera de los preparativos de defensa que
se han practicado, y queda muy pagado al ver que cuanto ha providencia-
di nmmi io\ m
do d marisral San r.yr es dignísimo Ar «u aprobaaou Nitufeobo sobre es
lo partirular. sube «I castillo. \ 001 M presencia espía?* A U familia rral.
que estaba tratando de fugante
su i i«ita es instantánea . pues vuela m ala.» de m atan por
presen* i límente en el numero. poekiONi j moi uniente* rlol <
I" eual se Mtúa «| punto on una oV la.* puertas de la andad. agasajado por
un % iviiuhrio afectuoso qnr Anda descifrando m la frente «crena del gris
capitán la prenda do mi propia segundad A la una Napoleón se haJfa al
ostremo dol arrabal do Pilniüt . se apea y reeorre todo d recinto cttCllOT
do la ciudad acercándose bastante A las avanzadas rrr%» para qnr una
bala fría tienda A su lado al paje que le acompaña
A las tres da la señal de ataque con tres oaftonazos disparados de lea
baterías dd ejercito austro ruso; suenan los Uros, y el enemigo, que caté
coronando todas las alturas que rodean la ciudad , baja A la llanura y se
encamina arrojadamente tootra nuestros reductos Estimúlalo la pro* n
cía de los soberanos, y en la cmhnasncz do aquel impero se conceptúa rea
cedor y pronimpe en gritos de ¡ París, Pana. Poro pronto d soldado íran
ees acrediu su pujanza guerrera . y su emperador estt allí volviendo por
el blasón de sus Águilas Trabase la lid repentina y atrozmente. Hasta las
M mismas se abalanzan ; llueven balas y bombas dentro de la cm
dad Napoleón estA palpando que llego el trance de afianzar el paradero de
la pelea y salvar la capital del único aliado que se lo mantiene iiel Man
da contra el coatado derecho dd enemigo A Mural con su caballería, y con
Ira «I izquierdo d cuerpo dol duque de Trevisa Luego hace desembocar
por las puertas de Pirna y Plauen cuatro divisiones de la guardia nneva.
mandadas por sus dignos jdes los jcnerales Dumontier . Banois . I
y Rogurt, colocados á las órdenes dd valiente principo do la Moscou a KJ
embate de entrambas columnas trocea al punto d aspecto do la batalla
Todo ceja y se desvia ante la guardia joven. Aquellos agresores, poco lia
tan arrogantes y deadenoaos.se ven perseguidos ahora A diestro y sioiestro.
y abandonan la llanura que habían invadido con tantísimo denuedo , y
que los coraceros despejan casi ya sin resistencia.
N O cabe duda en que d emperador estA on Dresde . esclama entonces
H príndpe de Seo* artzenberg , te ha malogrado d momento propicio pa
ra tomar l*ñodad; no penseaoa mas que en desviarnos. »
Con efecto, d emperador acaba de hacer constar su presencia, no solo
por la maestría en dispoaiciooes y maniobras, sino también por so activa
parueipacioo en los conatos y pdigros heroicos de su ejer oto «Napoleón,
en medio de una lint ta de balas y bombas . dice on esentor alemán lesti
go ocular, pasa á galope tendido por d SchlossGassparalJegar A
dd lago y la tnnebera de I jppodtswaldc Después de
monto , corre al campo de batalla . un oficial de <
57S HISTORIA
muerto á su lado y muchos edecanes suyos salen heridos. » (Narración de
lo que ocurrió en Dresde, por un Sajón, testigo ocular , el mayor de Ode-
leben.)
4i<r.
Hasta las nueve de la noche suena el cañoneo. A las once el empera
dor recorre todavía el campo, procurando reconocer por sí la línea enemi-
ga y ajustando sus cálculos y planes para el dia siguiente. A las doce vuel
ve al castillo ; pero antes de desnudarse llama á Berthier á su gabinete y
le dicta órdenes, que se despachan inmediatamente á cuantos jenerales se
hallan mandando cuerpos de ejército para que todos estén prontos por la
madrugada para volar con el numen del emperador tras el buen éxito de
la nueva refriega que se está preparando.
Sin embargo, un cuerpo austríaco, al que una distribución de aguar-
diente ha sacado del abatimiento en que yacia, el ejército del príncipe de
Schwartzenberg, á consecuencia de la derrota del dia anterior, ha inten-
tado una sorpresa en la puerta de Plauen, al resguardo de un,a noche os-
cura. Pero tropieza allí con el jeneral Dumoustier y el coronel tambrone;
el primero, aunque está con una pierna rota, quiere pelear todavía; y el
segundo hace que los agresores se arrepientan de su arrojo cojiéndoles todo
un batallón y una bandera.
Este embate nocturno está pregonando que los aliados, tan completa-
mente derrotados el dia 26 , no se conceptúan positivamente vencidos, y
que volverán muy pronto á la refriega. Harto lo ha previsto Napoleón ,
I»K NAPOI.BOM ñ%
puesto que hedeepechedo á deshora instrucciones urjcntisimas á todo»
sus segundo*. A les seis de la mañana , en medio de la lluvia y dH lodo .
monta á caballo y Míe por la purrto do Freybcrg para reronorer de nueto
los parajes y estudiar el terreno en donde va a renovarle la pelea Nd
vierte una laguna en las alturas que están al frente F.1 rnerpo ilel jeneral
KliMi.iu no ha ocupado todavía la posición que se lo ha «latinado, y man
da el emperador ejecutivamente ¿ Mural y á Víctor que marchen a dicho
ponto y ganen por la mano al enemigo. F.l rey do Vínoles J d duqu-- <)r
llellnno practican aquel movimiento ron toda rapidez \ la* mirto de la
mañana son dueños de la posición . pero se traba \¡[\ redoblado cañoneo
en el centro ; la artillena sostiene el principal empeño de la batalla. • Allí
• i, dta d Maosterlto át 1815, en donde .1 soldado francés aguanta las
mas midas leyes de la táctica moderna. Tascando el freno que atoja m de
miedo . pasa dos horas inmóvil, victima de las balas que ambas Unces se
están deparando de continuo. »
A las once Murnt se halla mas allá deles gargantas de Plañen 9a le h i
visto, sable en mano, terciando su manto recamado de oro . cargando al
frente de los carabineros y coraceros y lanzándose sobre la infantería ans
triaca. Su triunfo, al que cooperan esclarecidamente Víctor y Utonr Uin
bourg, es ye completo: el ela izquierda de los aliados queda destt
No es tampoco mas venturosa su ala derecha . pnes huve ,|r la gnar
dia joven, do cuyos policios y triunfos participa el emperador
Sobretodos los puntos el ímpetu francés descuella tan esplendí lo j
sostenido como on los días afamados de nuestra historia militar Dos batí
580 HISTORIA
Honesde la guardia antigua, los únicos de aquella arma que han entrado
en acción , solo han peleado á la bayoneta y han arrollado cuanto han ido
encontrando en su avance. Mortier, San Cyr y Nansouty no sobresalen
meuos que Murat , Víctor y Latour-Maubourg. Aquel conjunto asombroso
de todos los pechos y desempeños, formado bajo los auspicios del numen,
no podía menos de quedar coronado con un resultado decisivo. A las tres,
la batalla de Dresde está ya terminantemente ganada por Napoleón. Los
monarcas aliados, amenazados de perder su comunicación con la Bohemia,
tienen que mirar por su seguridad y se determinan á retirarse dejando en
poder del vencedor de veinte y cinco á treinta mil prisioneros, cuarenta
banderas y sesenta piezas de artillería. El primer cañonazo tirado de las
baterías de la guardia imperial ha herido mortalmente al jeneral Moreau.
El cielo no ha querido que el vencedor de Hohenlinden tuviera tiempo de
agravar su crimen y perpetuar su baldón en los campos de batalla, y ha
terminado el escándalo de la presencia de semejante sujeto en medio de
los Rusos....
Cabe al emperador el conceptuar que la protección divina le abriga
aun viendo el parricidio tan prontamente escarmentado en la persona de
su antiguo competidor, y la deserción tan ejemplarmente castigada en
sus aliados de Viena y de Berlín. Por desgracia es una ilusión que volará
luego, pues es llegado el punto en que las mas esplendorosas hazañas no
lelibrarán de una próxima caída. Retraído del impulso liberal que se alza
contra él del pecho de la juventud alemana, se halla escluido de su insti
tuto primitivo: el hombre político va á acabar en Napoleón. Pero como
su mimen le es invariable , y la nacionalidad francesa está siempre
encarnada en él , caerá del trono sin menoscabar su gloria ; caerá engran
deciéndose siempre para la posteridad, renovando hasta la última hora
de su existencia soberana los mismos portentos con que asombraba al
mundo cuando se estaba aun afanando por su encumbramiento, ú se
había remontado á la cumbre de su poderío.
El czar, el rey de Prusia y el príncipe de Schwartzenberg huyen toda
vía mas y mas ante el águila francesa, llevando consigo á Moreau moribun
do. Ansian aposentarse por los desfiladeros de la Bohemia, y Napoleón los
manda acosar eficazmente. Pero uno de sus jenerales, que presume dema
siado del valor de sus tropas y del suyo, trata de cerrar el pasc.á todo un
ejército con una bandada de soldados valerosos. El jeneral Vandamme, ol
vidando el dicho del emperador « de que se debe echar un puente de oro
ú contraponer un murallon de acero á un ejército fujitivo , » y que no es
harto fuerte para formar semejante valla de acero , el jeneral Vandamme
se mete en las gargantas de Kulm y trata de atajar al grande ejército ven
cido en Dresde. Pero tras inauditos conatos y una resistencia desesperada,
que causa una pérdida considerable al enemigo , el jeneral francés queda
OK NAPOLEÓN 381
sotcrnulo por el número. Desaparece en la refríe*» ; se le conceptúa muer
i<> mi cuerpo de ejército cae todo prí«ionero. y muy largo «e «be qm él
mismo lin canto en poder de lo» A ostro Hitaos.
Este desmán aislado . qoe costo mas de diex mil hombre* al ejército
francés , minoró los resoltados de la batalla de Dresde . manto mas qoe
Miluviieneocasial mismo tiempo aciagos acontecimiento* en H ejercito de
i . pues los aguaceros estremados han sarado de madre tos ríos ann
menos caudalosos. Anega la inundación todos los camino* . |m puentes se
hallan rotos . y nuestros diferentes cuerpos privados de comunicaciones
eotrt fti. F.n tan critica situación . el mariscal Macdonald tuvo qoe atrave-
sar el Rober . el {¿neisse y eJ Neisse después de haber perecido en l^ewan-
lierg la ma> or parte de la división Pathod , cuyos restos se salvaron
Napoleón . dejando el gran ejército enemigo como encerrado en las mon
tartas de la Bohemia . marcha á Silesia, y encuentra, el t de setiembre, ef
ruerno de Macdonald en las altaras de llochkirch Kl mismo dia dispone
que tome aquel corito la ofensiva , acomete al enemigo, y desalojándolo
de Itl alturas d«>| Wolcnberg. lo persigne dorante todo el día 5 basta íWrr
lita . y después de precisarle 4 pasar atropelladamente el Neisse y el Qoeiv
se . regresa el f» » las siete de la noche á Dresde en donde sabe que el ron
tejo de guerra del tercer cuerpo de ejército acaba de sentenciar á muerte
al jeoeral Jomini. suizo de nación y jefe de estado mayor de aquel cuerpo,
por haberse desertado al enemigo en el trance de estarse renovando las
hostilidades.
Si; i embargo d mariscal Ondinol tampoco había sido mas venturoso
00 SU marcha sobre Berlín que Macdonald en Silesia. Derrotado eJ 24 de
agosto en Jiros Beeren. había sido reemplazado por Ney.clciial.despoesdc
haberalcanzado alguna ventaja, el 5 de setiembre, contra el jeneral Tañen
Min. padeció al dia siguiente un descalabro en Jutcrboc* . en donde fae
atacado por Bemadotte y Bulo»
Asi que . se iban redoblando los fracasos do quiera que no se hallaba
el emperador, quien fué el primero en advertirlo . asi concentrando en
Dresde d estribo de sos operaciones, se mantmo en cierto modo cabal
gando d Elba , siempre dispuesto para acudir do quiera apremiase d pdi
gro. y siempre en ademan de zeiar y dinjir las maniobras y mm límenlos
de los rrr áMo* cuerpos que componían su ejercito. De este modo paaód
mes de setiembre > la primera mitad de octubre marchando ora contra
s hwarUenbcrg, ora contra Sacien, contra Blucber y
tando a los unos en Geyersberg, ¿los otros en Dessau, y
a todos el encuentro dd braxo invencible que' al parecer
prit dejio de presenciarlo todo. Pero estos triunfos no hacían mas queeer
cenar su ejercito, ya tau debilitado con tos fracasos de la campana anterior,
mii destruir tos recursos mas y mas redoblado» de los ejércitos anido»
582 HISTORIA
Llegábanle de todas partes refuerzos al enemigo, y nuevas deserciones le
estaban todavía auxiliando. El rey de Baviera imitaba al emperador de
Austria, faltando á la fe de los tratados y rompiendo los vínculos de fami-
lia. Además la sublevación iba cundiendo á las espaldas nuestras. Habíanse
organizado cuerpos de partidarios en Sajonia y Wesfalia. El jeneral sajón
Thielmann habia desamparado nuestras banderas para capitanear á tres
mil guerrilleros rusos y prusianos, y habia sorprendido en Hauemburgo de
trescientos á cuatrocientos enfermos que recobró en Freyburgo el jeneral
Lefebvre Desnouettes. En este movimiento jeneral de los territorios alema-
nes contra la dominación francesa , el rey de Wesfalia , Jerónimo Bona-
parte, habia sido arrojado de su capital y tenido que retirarse sobre el Rin.
Al saber la deserción de la Baviera y la conmoción que se estaba ma-
nifestando en la Alemania central , comprendió Napoleón que le seria di
fícil mantenerse sobre el Elba y trató de acercarse á las fronteras france
sas conservando en cuanto posible fuera su ademan victorioso. Pero cono-
ció que arrostrando una hueste crecidísima que nada descaecía con las
mas completas derrotas , por cuanto se estaba reforzando de continuo con
levas de toda la Europa, era forzoso que hiciese uua quinta estraordina-
ria, y mandó pedir al senado doscientos ochenta mil hombres por la em-
peratriz rejente, que pronunció, al intento el 7 de octubre, un discurso que
Napoleón le habia remitido desde sus reales.
El senado, que siempre se habia mostrado solícito en cumplir los deseos
del emperador, no debía mostrarse indócil cuando eran mayores las ur-
jencias del pais y requería auxilios ejecutivos la situación del ejército
francés en el estranjero i votóse pues sin oposición la quinta de doscientos
ochenta mil hombres.
Napoleón se hallaba sobre el Elba dueño de los puentes de Dessau ,
Aken y Wartenburgo, de que se habían apoderado los jenerales Reynier ,
Bertrand y el mariscal Ney ; y su intento, dice el parte oficial, « era pasar
aquel rio , maniobrar en la orilla derecha desde Hamburgo hasta Dresde;
amenazar á Potsdam y Berlín y tomar á Magdeburgo por centro de ope
raciones, cuando la noticia de la deserción de los Bávaros le hizo orillar
aquel proyecto y le determinó á retirarse sobre Leipsick. »
Esta resolución regocija á los censores del cuartel jeneral, que ven con
pesar á Napoleón propenso á dar un golpe de mano sobre BerlR; y á inter-
nar la guerra entre el Elba y el Oder, cuando ellos no ansiaban mas que
volver prontamente sobre el Rin.
El emperador llegó el 15 de octubre á Leipsick, donde se hallaban ya
reunidos los cuerpos de Víctor, Augereau y Lauriston; siguiéronle de cer-
ca los aliados, y por un movimiento combinado de todas sus fuerzas des-
parramadas, lograron concentrarse eH6 al rededor del ejército francés ,
DI MPOl.KOft
qt* w hallo a«i atajado m mi marrha al mediodía y al
Srh*arUmb*r* y íimlay , al p*%o qne FWnnírvn y (ioílorrdo . ftlorher y
IWnadottr acudían »brr H del onmtr » dH norte
CAPITULO XLVI.
Batalla de Vachau y de Leipsick. Deserción de lo* Sajones. Paradero desas-
troso de la campaña. Regreso del emperador « París.
ontrapuestos se hallaban quinientos mil hom
bres bajo las murallas ó en los alrededores de
Leipsick ; y se hacia por tanto imprescindible
una grandísima batalla.
El dia \ 5 , Napoleón , después de serenar
el ánimo á los reyes de Sajonia que habían ve
nido á juntarse con él en Leipsick, "ué recono
ciendo el ejido de la ciudad y visitando los dife-
rentes cuerpos de ejército aposentados en los
alrededores ; dedicando lo restante del dia y
parte de la noche á los preparativos para la batalla que parecía positiva
para el dia siguiente.
El 46, á las nueve de la mañana, se dio con efecto la señal para la re-
friega al mediodía de Leipsick por el príncipe de Schwartzenberg ; pero
di \ tro LEO ti .*.
aquella pelea s«- jencrahzo luceo , sostenida por doscientas piezas ó> arti
llena I .o* Alindo» lograron til pronto alguna * miaja . amenazaban tas «I
de 1- .1»- M.uUivImtií y dclmlitz. é Iban arrollando nuestra dererba, cuan-
do la infantería de Pooiatowaki y de itynu y la caballería del jeneral
Milhaod consiguieron atajar por aquella parte el avance del cnemi«o.
Kn ol centro. Víctor y l^uriston conservaron a Yarhan y l.icberivahV
u ii/ a pesar de los conatos del príncipe «Ir YV nrtcml»ere % »le lm jencralea
i.onuikoll y Klenau
Pero no k bastaba al emigrador « onlrarcslar con evito y «nar.lar sus
l>osi. iimips . mas i|nc nunca ■oceiitabn ib triunfo eectarecido * nne rk
tohn deeúiva . \ ni in. lo susni.-migo* se veían frustrado* ni su» primeros
nancea, tenia luego que acometerlo* denodadamente y sin darle* lucir
para rehacerse de su trastorno y desaliento y reemplazar con tropas fresca*
los ruernos acosados \ \encidos . oslo es lo que lu/o Napoleón.
Limando sobre la izquierda a Macdouald y Sebastian i contra Klenao.
y mandando a Mortier que sostuviera a I aunston con dos divisiones de la
guardia jo\en . envió á la derecha a Oudinot para apoyar á Victor . míen
tras que « isri.il marcho sobre liohtz para reforzar á Poniatov* ski Ciento
\ cincuenta piezas de !a artillería de la guardia, dispuestas por el i
Drouot, acudieron á protejer todos aquellos movimientos.
Jcnerales y soldados desempeñaron al par los intentos del sumo capí
tan. Víctor y Oudinot persiguiendo al principe de VYurtemberg le arroja
ron hasta Gossa. Mortier y lauristnn lucieron otro tanto con el cnerpo de
Klenao. Macdouald y Sebastian» alcanzaron por su parte uo triunfo com
pleto. y Poniatowski fue inutilizando todas las tentativas combinadas de
los Prusianos. Rosos > lustríaeoí púa que abandonan su posición en las
orillas del Piéis*.
\ icndo el emperador Alejandro que iIm a (tciilcrsc la batalla de Yachao.
se decidió i franquear, no solo sus reservas, sino también su escolta ron
nesgo de comprometer su propia seguridad . acudió al punto mas ame
nazado , y lanzó á loa Costeos déla guardia sobre la caballería francesa
Ksta determinación estrema, tan jeuerosa como arriesgada, si podía com
prometer la persona del czar . salvó sin embarco al ejército de los aliarlo»
de una derrota completa. Loa Cosacos recobraron veinte y cuatro de la»
veinte y pe» pintas que acallaban de tomarse á los Ruaos ; las mam i ai
austríacas llegaron deapam. «Los aliados eran Uuitisimm, diceH V^marml
<f> Santa Helrna . que cuando estaban sus tropa* ramada» se iban rele-
vando arregladamente romo en una (tarada • Coa semejante supengn
dad numérica . arduo en gran manera se baria H ilcrrotirío* detininv a
mente . a» . á pesar de los prodijios de valor que manifestó H ejercito
francés . la victoria vino á quedar como indecisa
Pero no solo se había peleado en Varhan también «r había ovio H
71
S8C IUSTOKIA
caño» sobro el Partha y por el lado dé Eindcnau. Sobre el Partha, Blucher,
que tenia á su favor la ventaja del número, labio desalojado al cuerpo de
Marmont. En Eindcnau , Gtuláy habia sido menos afortunado contra el
jeneral Rertrand que habia defendido y salvado el camino de Francia.
Los aliados perdieron veinte mil hombres en Vachau. El jeneral aus
Iríaco Merfeld, que habia caido del caballo en medio de las bayonetas fran-
cesas, rindió su espada al capitán Pleineselve de la división Curial. Por
parte de los Franceses hulx» dos mil y quinientos hombres fuera de com
bate. Una bala le llevó la pierna al jeneral Eatour-Maubourg. Napoleón
tributó los mayores elojios á la conducta de sus tenientes Víctor, Marmont,
Ney , Oudinot, Macdonald, Augereau , etc. ; particularizó el denuedo de
I auriston y el heroico arrojo de Poniatowski, á quien confirió la digni-
dad de mariscal .
Desde algún tiempo quedaban sin resultado las batallas que al parecer
debían ser decisivas para el emperador Napoleou. Eutzcn, llautzen y Dres
de no habían hecho mas que aumentar el número y el ardor de sus
enemigos; ¿qué podia pues esperar de una refriga en que el triunfo no
habia sido señalado con la derrota ni con la retirada de los aliados? Al vol-
ver á su tienda tuvo que disponerse para pelear al día siguiente.
Por la noche le presentaron su prisionero el jeneral Merfeld, á quien
habia conocido en Eeoben y á quien volvió prontamente su espada de
jándole marchar sobre palabra, encargándole proposiciones pacificas pa
ra el emperador de Austria y diciéndole al despedirle:
i Kstán respecto á mi muy equivocados ; mis deseos todos se encami
nan á descansar á la sombra de la paz, é idear la dicha de la Fraiicia, des
pues de haber engrandecido su gloria..,.
« Ya sé que al cabo debo hacer sacrificios; estoy dispuesto á hacerlos. . .
Adiós, jeneral; cuando habléis por mí del armisticio á entrambos empera-
dores, no dudo que la voz llegada á sus oidos será para ellos muy elocuen
te en recuerdos. »
El jeneral Merfeld regresó junto á los suyos, quienes quedaron tan ad-
mirados como gozosos al abrazarle ; pero lns palabras de paz de que era
portador hallaron suma tibieza en sus oyentes. Eos sentimientos persona
les de los monarcas y los recuerdos que invocaba Napoleón estaban cnle
ramente subordinados á las exijencias de una política inflexible, ta coliga
cion no trataba de arrimar las armas, de enfrenar sus pretensiones ó en-
torpecer sus embates, cuando los acontecimientos se iban declarando á
favor suyo.
Ea batalla hubiera continuado el M, si las copiosas lluvias y los cami-
nos intransitables que habían retardado la llegada del jeneral Beningsen
no hubiesen inducido á los aliados á trasladar su ataque al dia siguiente.
Si Napoleón conceptuó que se estaba deliberando en los reales enemigos
|i| \U'ii| I i.N
.s;
M»brr U» |Ti»p»»*m«MH^ mhiIi hki »l JmmbI UrTW+l |>ionin .Mm» i
1241141 «tv |»ur* rl I» al amantvrr lo* aliado* rilaban »» rom momio IVrn
• I rmporador lo luln pn*tMO vi Indo » babia p«**dn U
min dnooMoooca wcocnwwto I** limdtado *m |nrnrtr», «b-*prrt»niloa
V» .n Kn.li.il/ mmI.iii.Io a IWrir.in.l ra l.iin'nni * ilandn poi lottas
parto* h* i»rib*n «* para H «lúa lifÍMHf
\ I»» «Ih»/ v Imbo rl hiato m toda la Im.-i I oí - iM-mi.'m ibriparoii
pnoapalrorntr *ii*o*íiirrn>««obrrla*alili '.mI-'I uiin.wil/ \ il«- PiobMbn
do. m raya loma .ibaban H Inunfn ib» la rrfnnra rnalro xttr* u i
tío oranai a Pn>b*tbn.lr. y oír»» lanía* qowfanwi tltmtnukm I' I r«»-mio
íranrr* **<Mc«xln Imniromii por to.b»« |m punto* * logro mnw i
mv II fjrmlo «l«* sdWia intrato rn «ano apn.b*ranr iW arrabal
•lo llalb* > hirYTvfinarm la orilla Mi|iu«<rib «IH Partba >« Imr» par*nr
r*lr no aitón** *orct. al ponió *«♦ lid voror«HÍo \ >rr»»ib •!•» por H pria
npr ib' la %Jo*rowa que romigiuo Mniii-if HTBfarto a la oriHa ofo*
* la* trr* H r\ilo i|r U batalla ni h%orahb* al rprrwo fraar**» frto
uno <lr aqnHIo* ara«vi miento* que U cieorw nublar aoalrani» a prwr»%rr
ni i . laifpnaai » que tantas tora* b*Wan ira*toruado «Ir» «a aAo a a<fHb
par tr bn ralrak* «Ir Napolroo Irom ib- rrprul* H *r*p> «ir la surrr» I I
588 HISTORIA
ejército sajón y la caballería wurtemberguesa se pasaron al enemigo ; el
jeneral en jefe Zeschau.que se mantuvo fiel á nuestras banderas, solo pudo
detener á sus órdenes unos quinientos hombres. La artillería volvió sus
cuarenta piezas contra la división del jeneral Durutte.
Esta deserción inaudita, ejecutada en el campo de batalla, dejó un va-
cío en la línea francesa y entregó á los aliados la posición trascendental
que el ejército sajón estaba encargado de resguardar. En pocos instantes
Bernadotte pasa el Partha y ocupa á Reidnitz ; ya está á media legua de
Leipsick cuando llega Napoleón con una división de la guardia. La pre-
sencia del emperador enardeced denuedo de sus tropas , vuelve á tomar-
se Reidnitz, y al anochecer somos, como la víspera, dueños del campo de
batalla, mas bien vencedores que vencidos; pero reducidos á renovar dia-
riamente una lid sangrienta , cuyo resultado era debilitar nuestras filas,
y cuyo mas próspero éxito solo podía proporcionarnos un camino reñidí-
simo y una retirada gloriosa al través del suelo jermánico.
Napoleón se hallaba pues en los campos de Leipsick, tras el heroico te-
son de su ejército, como después de las esplendorosas proezas de la jornada
de Vachau, en la necesidad de disponerse á nueva pelea para el dia si-
guiente. Pero á las siete de la noche los jenerales Sorbier y Dulauloy le
iu formaron que estaban casi exhaustas las municiones de guerra , y que
apenas habia con que sostener el fuego durante dos horas. En cinco dias
el ejército habia tirado mas de doscientos veinte mil cañonazos , y para
pertrecharse no habia mas arbitrio que optar entre Magdeburgo y Erfurth.
En semejante situación no habia que titubear. Napoleón se decide por
Erfurth y da al punto orden para la retirada por los desfiladeros de Lin-
denau que el jeneral Bertrand habia defendido y conservado denodada-
mente contra el cuerpo austríaco de Giulay.
El emperador deja el campo á las ocho de la noche y vuelve á Leipsick
donde se apea en una posada (la de las Armas de Prusia). El duque de
Bassano le informa de la conversación que acaba de tener con el rey de
Sajonia. Este venerable príncipe se habia mostrado aflijidísimo del com-
portamiento de su ejército y no queria separarse del emperador, decidido
á seguir su suerte. « Escelente príncipe , prorumpe Napoleón , es siempre
el mismo, le encuentro tal cual era en 4807 cuandoestampaba.cn los ar-
cos de triunfo : a napoleón Federico augusto reconocido. »
El emperador pasa la noche dictando órdenes á los duques de Rassano
y de Vicenzo. El 19, al rayar el dia, la mayor parte del ejército habia ve-
rificado su movimiento de retirada. Víctor y Augereau desfilan los prime-
ros; Marmont queda encargado de defender el arrabal de Halle mientras
le sea dable, Regnier el de Roscnthal, y Ney los del oriente. Lauriston ,
Macdonald y Poniatowski, colocados á retaguardia, tienen que permane-
cer en los barrios del mediodía y conservar los alrededores del Elster has-
I»K NAPOI »mN m
i» qttc l<>s merposde >^ > de ManwNrt hayan pasado el rio Recibe esta
orden l'ooiaiovtslü dd emperador mi*m« • Principe, lo dice Napoleón ,
defenderéis H ¡uraM ilrl mediodía. — .■^oor . responde, tengo mn) poca
jente — «h defenderéis ni suma ron U que tonn« — vh. seftoc . nos mas
tendremos . estamos siempre pronto* A perecer por turara Majestad • H
aclarecido] desgraciado Polaco cumplí.» su ¡tatabra . ya no debía ver ma
al emperador
Propusiéronle A Napoleón qoe hiciese do i n\ siei» un isinl*» de d.sii
ladero 4 incendiaae soj arrabales para atajar «I i eemigo «i asomaba en
adcoian de tomarlos, coa lo mal d ejercito Francés hornera tem«lo ma«
tirm|>o j»ara verinesu su rfürada \ salir dd deslladcro do 1 1 miman
• Por mas odiosa que fuera la lian ion del ejercito sajón, dio el parte
oficial . el emperador no podo ■venirse ¿ destruir una de la* mas hermosas
ciudades «I"1 Mcmania; prefirió os.¡H>nerse i perder algosos centonares de
carros al adoptar aqed bárbara partido >
Sin embargo el enemigo babieodo advertido «'I molimiento retrogra
do do los Franceses, arroja atinadamente todas mis COMMMMM sobre I • ip
sm K . ansiando i porfía internarse en mi recinto > corauar ron la di
oion do nuestra retaguardia H aran acontecimiento que entrevaba la \le
manía a lo* iliados
Pero oBeontraron en lo* arrabales una redsleocii tena/ é inesperada
Macdnnald y.PoniaUmsai , destinados » salvat d ejército, cumplieron !»••
róicamente d noble > arriesgado em uno que se les había confiado Míen
tras qoe doioni.in si enemigo i I »•> pw has de la ciudad . d emperador ie
hallaba toda\ia junto al rey do Sajorna. Estaba manifestando al \< nerabl»
anciano el quebranto (|ue le traspasaba el dejarlo en medio de sus eoemi
uos. \ para dilatar mas y mas H trance de s" separación iba alargando ri
coloquio, ruando al estruendo de una descarga que suena junto al arra
bal de Halle, se levanta d 10] é losta al emperador para qoe se marabe
prontameuto de leipsirk « Bastante habéis becbo . le dijo, % es jra esire
mar U jemeroddad el aventurar vuestra persona por permanecer algunos
instantes mas dándonos eonsodo. • Napoleón se resiste al pn alo . pero
adose el estruendo de las descargas . la reina \ h priaersa \ugu«Li
aunan suwuegos con k» del rty. y entonces H emperailor se atiene
. >o qoena dejaros, amalea, hasta que .1 enemigo estuviera™ tamul
1 bia esta prueba «le intimidad enlraiiahlc Pero veo que mi presen
cia no hace mas que acibarar vuestro sobresalto . y me doy a parUlo Rr
ribid pues mi despulida Suceda lo qiMS quiera . la Francia pagara h deu
da de amistad que con vos tengo contraída • H rry acompaño al esnpr
rador hasta la csealcra y allí *> abrasaron por la ultima \et
Fxan sin embargo infundadas tas /o/obras de lo» aogmtos abatió* dr
Napoleón Marino- nirf Marotadd , Lmajtsloa » Pon uto* si i
590 HISTORIA
eran todavía dueños de las posiciones confiadas á su resguardo. Todos los
ataques de Blucher y de los demás jenerales enemigos se Uabian contra-
restado esforzadamente, de modo que el emperador pudo salir sin tropiezo
de Leipsick y llegar sosegadamente á Lindenau.
Mas otras novedades, ajenas de la previsión del mimen , se agolpan
acarreando mayores quebrantos.
Mientras que la retaguardia defiende á pulgadas los arrabales y va pau
sadamente verificando su retirada bajo los muros de Leipsick , los Sajones
que han quedado en la ciudad tiran sobre las tropas francesas desde lo alto
de las murallas.
Entonces se atropellan sobre el gran puente del Elster que comunica
con el desfiladero de Lindenau. Estaban minados los machones, y el co-
ronel Monfort era el encargado de hacerlo volar luego que las últimas co-
lumnas del ejército hubieran pasado á la orilla opuesta para contener la
marcha del enemigo, l'or una equivocación azarosa, el zapador á quien se
ha condado la mecha, cree que los Franceses han acabado de transitar y
que llegan los aliados, viendo tirar sobre la retaguardia desde las fortifi-
caciones. Prende fuego á los hornillos, y una recia esplosion alcanza á des-
pertar al emperador que se lia entregado al sueño, rendido ya de cansan-
cio, en el molino de Lindenau. Ha volado el gran puente del Elster, y
cuatro cuerpos de ejército que tienen consigo mas de doscientas piezas se
I>l \ \|n| | n\ ;,9|
hallan \(*\n\ ii anbra I w TOW di » i n lo« arrabalr* ¿ 1 imí »mi la «orrtr
ilr ai|iirlla* \alimlr* mandad» por ManlonaM llecan-r. Mur»*ion ) h*
matoutki9 \rn«.iilin |>or H nm i Ir* rabr rrM*lir . y IM maao
h ni. .•* i i aba -!•■ alujarle* la rrlira.li Manlonalil *r arrof» al KfefcT y «a»
Mira nadaodo hmialowiai ar abalanza i rnbaMo al rio. »r rmponnini
ahumo y ilr*npartvr Imnl inerte ani cato • Hrgaifi * l o unión *r Ir»
ron» «pina mnertOl ó abocarlo* liorr mil Immhrr* frnrcrn é paran ra pn
rler ili'l rnrmiBO ron ai|tirl fnnr*tnnrnntrrimirnio
I o* ili.i.los roq docto! de I eJpakt 1 1 r^ <li- Pajonal mar. ha á IWlw
igar . (Irsíilrnilulo por la* aran.l.-> potencial di RnfOtn, m in»n»l»
lili- liilrllrfad i I» I i ni. 1 1. % lUrmilotiV pitliri|<o)ilm-n I ripwk riel l
lin \ la embriagan de los nesjnJDJ •!«•! nnmbrr íranrr*. ««
Karmente .1 la mfM de lo* nranllo*o* pOtefJtadoi qur prlran mntr*
león por la rntaaraeioa ilrl drrerbo «Imno.
1 .!«. rryes lejíthlKM loria* m nerrMian avasallar «o» rrpncnanrw-
cubrir mu *ejr,undaa intencione» lM*unulan ron H prinrini ilr orijrn pie
I. \f0 \ ron r| |ii«»raii*mo nlrman rnyo* MttiUoa han areplailo laatVp
Ktiropa «abrá rrgnirai ronira tm mcmh anslmnn. % írmtrarlr* «le mi*
roa* *<i|rmnr* prtNDftM «nonio haya ílerwlado al mrmico romun
N oleon ha debido ronorrr fli ••! mirto flnlpr que araba «le trasfa
«ríe, U inexorable •• invisible pote» u mal tra«>i.tcn.i tndm mi* calrnlo*.
luirla loria* mi* preTifioneJ y Ir va ron<lnH.»nrio ni pnrrrrr ilr*linariam« n
592 HISTORIA
te al abismo por medio de una serie de victorias á las que siguen y anona-
dan al punto incidentes inauditos y catástrofes pavorosas.
Después de tributar justicieramente su duelo á las víctimas de aquel
sumo fracaso, el emperador manda comparecer ante un consejo de guerra
al coronel Montfort y al zapador que ha hecho volar con tanta precipita-
ción el puente del Elster; después prosigue su retirada sobre Erfurth , en
donde se aposenta el cuartel jeneral el 25 , y á donde llega el ejército vic-
torioso, dice el boletín, dirijido á la emperatriz, como llegaría una hueste
derrotada.
Napoleón marcha de Erfurth el 2o, y se encamina al Rin. Los Austro-
Rávaros le salen al encuentro y tratan de cortarle el paso en Hanau . Pero
los descalabros de Leipsick no han debilitado de tal modo al ejército fran-
cés que todavía no pueda hacer que sus infieles aliados se arrepientan de
su arrojo al quererle cortar la retirada. El emperador pasará sobre sesen-
ta mil Austríacos y Rávaros mandados por Wrede y protejidos por ochenta
piezas de artillería. En el trance de acorralarle el enemigo y de estarse
ya lisonjeando de rendirle , los artilleros se armarán con sus carabinas y
defenderán tenazmente sus piezas colocados detrás de las cureñas. El va-
liente Drouot les dará el ejemplo empuñando el sable, y su heroico ademan
contendrá al enemigo dando tiempo á que pueda llegar Nansouty con la
caballería de la guardia y libertar á los denodados artilleros.
Los Rávaros pierden hasta diez mil hombres en la refriega de Hanau.
n» N*roiK<» m
Si* jrniT ílos quedan muerto* o Iwrulm j depa en poder del tilBJdOf
cartones y handoras Napoleón condecoro á dos escuadrones de guardia»
de honor por haber alternado en los peligros y U glona ron lo» coracero*,
granadero» do á caballo y dragónos on aquel hnllantHtmo trance
Kl t <!o noviembre, ol emperador llego a Francfort Deade allí acriben
a Mana I tusa anunciándolo que lo remitía veinte bandera* enfria* en Va
«han . Icipaick y Manan. FjIo» trofeo» habían costado mny caro». Al día
Memento Napoleón entro en Maguncia A la» cinco de la madrugada j te
dedicó durante algunos dias A la reorga ni /ación del ejercito qne iba A»
euadronarse por la linea del Rin, y marchó H 8 por la noche para Fr
Kl 9, á la» cinco de la tarde, »e apeaba en San cJond
■ íY
CAPITULO XLVII
Kl seriado congratula al emperador. Quinta de trescientos mil hombres. Reu-
nión y disolución del cuerpo lejislalivo.
or la segunda vez en el espacio de un año,
Napoleón, que tenia por larguísimo tiempo
avezados los Parisienses á los cantos de vic
toria y á las entradas triunfales, twbia regre-
sado á su capital vendido por sus aliados y
por la fortuna, acosado por las huestes de
toda la Europa, y no teniendo ya para con-
trarestarlas mas que los restos de la suya
esclarecidamente caidaen el campo del ho-
nor á los embates de la alevosía y de la fatalidad.
Iban á residenciarle por los antojos de la suerte y las traiciones que
I»K \ I FOLIÓN.
había padecido U Pruna. olvidando que 00 nabas sido d 1
(Hierra y que mío la babia sostenido por rila con lauto lasoo y 1
estaba disponiendo para decirle, como en otro tiempo rl señor do Roana i
Varo • Voé Ivcmc mi» lojkmet. •
No, d gran pueblo no empanara mi gloria coa tamaña siamana é »
gratitud para con tu hombro grande No será |«leciefo tana* como d te
nado, ni critico intempestivo romo el cuerpo Icjislaiivo. lamentará Un
yerros políticos cometidos en la prosperidad . pero se guardará de tomar
los por tema de reconvención en el trance de la adversidad Su instinto
certero calará la máscara réjia con que H numen de la revolución malha
dadamente se ha disfrutado, y persistirá en sostener con sos anhelos y so
sangre al héroe que. bajo la toga consular y ceñido roo loa laureles da r'.jip
to y de Italia, celebraba en I ROO ni el (ampo de Marte el aniversario drl
1 4 de julio y saludaba ron entusiasmo H pueblo francés como á to toas
luno. Si los grandes cuerpos del estado no espresan sus ideas, se enrami
uará á la soledad en busca de un patriota esclarecido para eoostitoirte otro
< I mismo. y el animoso tribuno qqo contraresto solo el restaWeeimieoto de
la monarquía vendrá á sindicar . ofreciendo su braio al emperador , a
••sos lejisladores tanto tiempo mndos que habrán aguardado, para mam íes
tar algunas veleidades de oposición, que los anime el estruendo dd cartón
estranjero ó los sostengan los inminentes peligros del imperio Carao!, qne
se desterró de los negocios públicos y cu> a voz se mantuvo intacta del
ambiente lisonjero cuando Napoleón veía á sus plantas i los subdelegados
oficiosos de la Francia y á los reyes mas orgullosos de Kuropa. Carao! es
críbirá al emperador poniéndose á su disposición, porque, á pesar de cier-
tos actos poco avembles con las tendencias dd siglo, siempre recooocera
en él al representante de la nacionalidad francesa, y el emperador le res
pondera encargándole la Jefeait de A moeres
Hedonía d senado desaladamente sus lisonjas de tabla al emperador .
quien le dice en su coatestaooo : • Hace un ano toda la Koropa marchaba
ron nosotros ; añora toda día marcha en contra nuestro 1 y es porque la
opinión del mundo era encabexada por la Francia ó la Inglaterra Tendría
mas pues que temerlo todo sin la enerjia y poder de te uaaon.
• la posteridad dirá qne tan grandes y •Tincas 1
liaron ni 4 la Francia ni á mi. •
Al dia siguiente. 13 de noviembre, el
trescientos mil hombres, y quedó volada por d
Kl cuerpo lejtslativo estaba convocado desde d 13 de 1
decreto dado en Cotta. A 10 llegada á París supo d 1
enemigos trataban de avasallar aquella junta Al poeto, naneado oto de
la potestad de dictador qne sabia apropiarse cuando las rvcoastaartas lo
decreto que d presidente dd cuerpo I raí la lito sería 1
596 HISTORIA
por él, y su elección recayó en el duque de Massa, á la sazón juez supremo,
y que fué reemplazado en el ministerio de la justicia por el consejero de
estado Mole.
La defensa del territorio embargaba todo el ánimo de Napoleón. Por
un decreto del 16 de diciembre mandó que se formaran treinta cohortes
de la guardia nacional que destinó á la defensa de las plazas fuertes.
El \9 del mismo mes se celebró la sesión de apertura del cuerpo Iejis-
lativo.
El emperador comunicó á los diputados y al senado los documentos
diplomáticos que contenían el secreto de las negociaciones durante la úl
tima campaña y podian enterarlos de las disposiciones actuales de las
grandes potencias. Estos dos cuerpos nombraron cada uno su comisión pa-
ra proceder al escrutinio de aquellos documentos. Mr. de Fontanes infor-
mó por la comisión del senado; Mr. Lainé, diputado de la Jironda, habló
en nombre de la comisión lejislativa.
Mr. de Fontanes sostuvo su papel de partidario acérrimo de la monar-
quía y de servidor ansioso del imperio. Estrañó la declaración de los sobe-
ranos coligados, los cuales en sus últimos manifiestos aparentaban mani-
festar que solo tenían mala voluntad al emperador,y no á la nación fran-
cesa. « Esta declaración , dijo el orador del senado , es de un tenor nunca
visto en la diplomacia de los reyes; no esponen ya sus cuitas á los reyes
sus iguales dirijiéndoles sus manifiestos, sino que hablan con los pueblos.
¿No puede redundarles en daño semejante ejemplar? ¿Pueden dudarlo
sobre todo en esta época en que los ánimos, acosados con todas las dolen-
cias del orgullo, hallan tan cuesta arriba el humillarse bajo la autoridad
que los abriga enfrenando sus demasías? ¿Y contra quién se asesta aquel
embate? Contra un hombre grande que mereció el reconocimiento de to-
dos los reyes, por cuanto al restablecer el trono de Francia, soterró el vol
can que á todos estaba amenazando. »
Este lenguaje para hacer resaltar la imprevisión ó la ingratitud de los
reyes rasgueaba cabalmente cuanto en las circunstancias actuales hubiera
debido borrar el emperador de la memoria de los pueblos. Con la omni-
potencia de la democracia disciplinada y con la fuerza incontrastable del
ímpetu revolucionario, cuyo supremo ordenador se habia constituido, Na-
poleón triunfó'en tantas ocasiones de los enemigos de la FrancL y se le
reputó por tanto tiempo invencible. Empeñándose en retratarle tan
solo como el restaurador de las antiguas instituciones y el libertador de la
añeja Europa , se le apeaba de su carácter primitivo y de su naturaleza
popular, aquel ensalmo que le habia ayudado á hacer todos los milagros
de su vida. Ya no era el numen del siglo aherrojando la victoria á la ban-
dera de la revolución francesa. El Hércules plebeyo, que durante tantos
años avasalló con su temible mano el torrente de lo pasado,habia llegado á
I.» Nsmi >n\
«p*rinv ntar mi influjo y « bema con«tituido et
«le la aristorrecia; «o» adulador*» fwwihnn tb*w»
alta %o» le daban H parabién Nfi al nm bu
p* lityral qua fiaba á U woo tnnofeado tn» pantera» de eati » an é es-
tremo da Allánala y prometía coosntijctoue» en Herlm.al pa» q«e la» e»
Uba ventilando en Cadi» T ¿ Wo era rato tambieo hmwwee to» iiaiai ns
l»« pandilla» H contrarcttar H testo demurrabco da la artaandad. y ff>
tratar á Napoleón como H enemigo de aquH M«tcma r Tanto an» da lean?
era esto en manto no carecían de verdad loa recuerdo» k que apenan
Mr. de Foptanes. Con efecto, era Indisputable, y repetida» «ere» beaao» to-
nido ocasión de evidenciarlo, qne Napoleón babea procurado
con al antiguo rumbo de lo» ■egork», como él buido lo ha
Aquel empeño qnebrastó la esteran da m potestad altearan en eJ
nuevo «tteraa desairóte la tuerte, y pasmó á tes jcote» ea teananacan
pana con tus redoblados triuafot y aa rapidtaina dendncia.
Pero Mr de Fontancs vino tan *olo ¿ mostrar oao da loa reme de la po-
lítica de Napoleón, y aon era eJ qne ana baña da redaodar
lo» uno» y en desvio y encono con lo» otros. No obstaste eJ
quejaba del concepto qne mererian tos tosttonn y n atoanoo é loa pac
Mo» y los reyes. KJ eocabezador de la coarta mantea tropezaba en n
propio pensamiento en eJ discurso del antiguo reainta que al tapado bu
bia eJejido para informante Dio aradas á la diputación deJ aquel cuerpo
respecto á tus ilemo»traciones. y luego bosqneió en termino» bario cunan
joto» eJ estado de la Francia.
• Habeia visto, les dijo . por fot documento» que os be comunicado
desvivo por la pax. llana an quebranto los i
i baña preliminares que me han propoesto lo»
; ni vida te v íncola toda en un objeto . la felicidad da fea
>, la Altada. H Franco Condado y H Brabas
i da aquel la parte de ni fanaVa me tro»
Uano á fea Franca» al »u»ibo de tns llenan*
cierto era qne fe Francia n ha Baba ta vadkte Un ejemns
i ^pansf precitado» á evacnar la FeniimUa tramontaban el I
' «ctuidoa por lo* infrto Báanannun acanpaban ?a <
\l norte, el ftin te bailaba traspuesto en varo» pantos, y el tsrey apean»
nodm mateneroi asa» alta de los Alpes, asteatro» que fe» pfena nerte» dH
Hoa y dri Oder te iban rindiendo y que Dentro* estaba ya caí irafeaaVí
\ da aer favorable ai partían t mu te» ñaman ano
% rnywpnartpwiaaniminai m runde i an
598 HISTORIA
coligación contra la Francia. Los Borbones,cuyo nombre parecía olvidado
y que eran enteramente advenedizos para las nuevas jeneraciones, volvie-
ron á presentarse en las fronteras de España é inundaron con sus procla-
mas los departamentos meridionales. Al remedo de sus poderosos aliados
de allende el Rin que habían aceptado el arrimo del Tugend-bund, trata-
ron también de embaucar al liberalismo retoñando, y no temieron presen
tarse como restauradores de las libertades públicas , mientras que otros,
por una contraposición asombrosa,recomendaban á Napoleón como el res-
taurador del altar y del trono. Así los enemigos mas encarnizados de la
revolución se hallaban reducidos á tributarle homenaje y proclamar que
ya no estaba con el emperador para que este cesase de ser invencible.
Con especialidad en el poniente y el mediodía se ponían ya en moví
miento los parciales de los Borbones. En algunos parajes se acuadrillaban
reclutas indómitos alentados por conspiradores, poniéndose en ademan de
amenaza. En Paris, una junta superior, que formaban hombres luego des
collantes entre los mas célebres constitucionales , servia de norte á los ene-
migos interiores y esteriores.
Ahora bien, la comisión del cuerpo lejislativo se valió de aquel trance
para insinuar que el despotismo habia reemplazado el reinado de las leyes
y que la prolongación de la guerra solo debería atribuirse al emperador ;
que su afán de engrandecimiento y señorío era el único obstáculo á la pací
íicacion jeneral. A impulsos.de los fracasos y peligros públicos, remaneció
poniendo condiciones á los auxilios y sacrificios que pedia Napoleón á los
diputados de la nación para precaver al pais de la invasión estranjera. En-
colerizóse el emperador con un arrojo tan tardío cuanto intempestivo. La
impresión y reparto del informe de Mr. Lainé habían sido votados por las
cuatro quintas partes de la junta ; mas quedó anulado todo por la voluntad
del soberano. El 30 de diciembre se embargó la impresión con los moldes,
y Napoleón se desahogó así en medio del consejo de estado.
« Señores, les dijo, ya sabéis la situación de los negocios y los peligros
de la patria ; conceptué oportuna mi comunicación íntima con los diputa
dos del cuerpo lejislativo, aunque me cabía prescindir de aquel paso
pero han labrado con este acto de mi confianza una arma contra mí, quie
ro decir, contraía patria. El cuerpo lejislativo, en vez de ayudar á salvar
la Francia, se auna para atropellar su esterminio ; falta á su obl pación, yo
cumplo con la mía, y lo disuelvo. »
A pesar de la ejecución que el emperador acababa de providenciar con-
tra los miembros del cuerpo lejislativo, estos se presentaron á su audien-
cia ell°. de enero en las Tuilerías para cumplimentarle con motivo de la
solemnidad del día. Luego que se presentaron delante de él prorumpió en
los estremos de ira que antes sintiera al saber su determinación y les habló
con suma vehemencia en estos términos :
DI NAPOLEÓN.
!m
< lie Mipnroido U impresión de Yaentro M
forme poti|M era u
ih iría
• \xn once doeearos del cuerpo lrji«UtiTn «r
ri>m ponan" ■ IMM
irn»
(hilnno*. \m conozco y guantan- mi r armenio*
-on ellos; paro toad
<*>n uno* focáceos y de esta numero es vursirt c
saaaáon. (Esta se eo
nia do lo» menores lainc , Rsynooard , Main* d* Bma y rlemjBTgt. )
Mr lame es un tnudnr que está en corresponde
■em coa H pnnnpr r
(<• por conduelo de Itawte ; me consU. tengo
praebas, los demás
a»
naos Cteekno».
• Tratáis de separar eo miro informe al soberano de te aarioi
i Yo
600 HISTORIA
solo soy el representante del pueblo. ¿Y quién de vosotros pudiera encar-
garse de semejante peso? El solio no es mas que de madera cubierta de ter-
ciopelo. Si yo quisiera creeros, cedería al enemigo mas de lo que me pi-
de ; dentro de tres meses tendréis la paz ó yo feneceré.
« El enemigo se ensangrienta con mi persona aun mas que contra los
Franceses ; ¿pero debo por eso desmembrar el estado?
• ¿No sacrifico yo también mi engreimiento por conseguir la paz ? Sí ,
soy altanero porque soy animoso; soy altivo , porque tengo ejecutados he-
roicidades notables por la Francia. El informe era indigno de mí y del
cuerpo lejislativo ; algún dia lo mandaré imprimir, pero será para mengua
del cuerpo lejislativo. Habéis intentado salpicarme de cieno ; pero yo soy
de aquellos hombres á quienes se les mata , mas no se les deshonra.
«Regresad á vuestros hogares Aun suponiendo que yo hubiese
cometido yerros, no debierais echármelos en cara públicamente, la ropa
sucia debe lavarse en casa. Por lo demás, la Francia me necesita mas que
yo á ella. »
I IPITI in \l\lll
l'im. .pm .|f l< rjn«|Wiñ« <\m »*•«.
\ I- 1. nina ror n«r*Mta a mi roa* <\\* >o a
Hla.
Sublimo cngmmM'nlo <M numen qu* tar
ta omp»padn en Ww r*rr*mo* d«» «o poderío.
y Tf ma* y roas el amh»ln At> v» afcaam y
df «ii inri. i Uva
pero rt mi«roo nunvn. jnom al aottl dr
sn faena . adnWr t.imbtcn de iloaoam
nbr duda m que Napoleón, como
no MCtaÜi ya ilc »• Fraana pava posar
m u pntlmdad pero como imperador y
¿qw podna »m ta r rao. »> ¿CoaK> f»-
7f
002 HISTORIA
cudaria sin ella su corona y su dinastía? ¿Cómo se libertaria de la muerte
política con que toda la Europa le está amenazando?
Por otra parte , si es cierto que la Francia necesite mas que nunca la
espada de Napoleón para contrarestar á los ejércitos de los reyes coligados
y rescatar su territorio ya mancillado por el enemigo , es también cier-
to que el éxito de la invasión pudiera acarrear la hora postrera del impe-
rio y la decadencia irrevocable del hombre grande , y no ser sin embargo
mas que un desmán pasajero, que un incidente en la vida de un pueblo
grandioso, del cual dirá algún dia el poeta que si puede caer, es «como el
rayo que se dispara y retumba allá en la esfera. » No olvidemos que sobre
todo á la Francia cuadra cabalmente lo que tantas veces se ha repetido que,
en medio de los vaivenes y conmociones que arrebatan príncipes, dinastías
y gobiernos, las naciones son únicamente las que nunca fenecen.
Napoleón pareció tenerlo olvidado cuando su ira prorumpió en las
espresiones altaneras que vertió á la faz de los diputados de la Francia.
Aun cuando el cuerpo lejislativo hubiera cedido á inllujos aciagos y á im-
pulsos indiscretos, y aunque además sus antecedentes lo habían malquis-
tado con el pueblo , todavía era arriesgado tratarle con tan sumo desco-
medimiento y menosprecio. A pesar de su inutilidad constitucional y de su
rendimiento incesante, se estaba escudando con su mismo dictado. El pue-
blo se habia acostumbrado á ver en él algún viso de democracia, una som-
bra del sistema electivo, y esto bastaba para hacer espuestísimo todo em-
bate demasiado directo y disparado contra él. En, infinitos trances los po-
tentados, conceptuándose afianzados en sus tronos, han estado palpando
que nunca la voluntad individual, por mas pujante que fuere, lastima ó
reta á su salvo á los cuerpos , aun cuando representen á medias la volun-
tad del pais ; pues ha sucedido repetidamente quebrarse el cetro contra
una sombra de representación nacional.
No cabe duda en que el cuerpo lejislativo habia estado causando sumo
daño, con sus malévolas insinuaciones contra Napoleón , en el trance de
necesitar el caudillo del imperio toda la confianza de la nación para bata
llar contra el estranjero por el suelo mismo de la patria. Pero el empera-
dor empeoró quizás el quebranto patentizando la oposición inoportuna de
los diputados y despidiéndolos tiznados con su reprobación solemne. Esta
desavenencia entre el monarca y uno de los grandes cuerpos del ^tado fué
mañosamente avalorada por las facciones interiores y los ajentes de la di-
plomacia europea. Los enemigos se juzgaban venturosos, cuando se esme-
raron en deshermanar á Napoleón de la Francia para hacerle mas vulnera-
ble, al oir á Napoleón diferenciándose á sí mismo de ia nación con que siem-
pre se habia identificado y diciendo que mas necesitaba ella de él que no él
de ella. Mas aquella pretensión altanera no vino á redundarle en ojeriza del
pueblo francés,y sus hijos acompañan al héroe á la Alsacia,Lorena y Cham-
ni \ iroi m»n m».
paóa para as miarle a resguardare! temiónos solver por di
*iiie» de salir dr Tan*, Napoleón nunfirm. H «r» de rorro, d I
rejenta á Mana lan*a que prieto jnramentn ro candad de tal . d *J t . rn
dH emperador y ni un mnvjo ronipuoilo dr W» principe» y cm
i!«'l Imperio . asiaiatroi «l« I sabinete s dr estado
Kl mismo día ronso««« Napoleón m Im TiinWia» a Im norial*^ de M
guardia nacional pirmcnM'dc la que *c aabtt iWrlarado rooModanlr en
irtV >| l«.*an«lorlecrmnanfa. Ic^dij.». soyápclear roefrad
rnimi, lia i-rrnda» m» entrañable*. la rmpcralru ) mi luí.» i
IxnwAorodr Hiau«-a«. «le Bres aunes, ctr aaomabea entre aquHto» oe
ciale» . qnicno* juran.ii lorio» guanlar el deproito roo nado á se nlchdad
Tamben rcnhio Vapolenn rn aquel día la rarta «le que sa baldemos
s en la qw Gal aot le oím 3M HM «tsicios ,i»ne ronlrapmmon se ofrcmi
pjMÓMH a la menta «Id emperador' l'arnot.quc había *ido rl ultimo ram
peón de la rcpuMi. a > «pie *e había manlcnwlo a>no dH boato de b ñor
\* monarquía i mi.-l a n. lia en la adsrrsidad a emendar á aquel mi*
momio «-n. uuil>ranu«*nto lialna contrarrestado . al paso que Mural, uno
dr tos primero» pnoeipr» del imperto. «Minado, amigo y aatigoo rompa
oero dri emperador . colmado por él de dignidades y de honores y dota
do ron una corona, escofia el trance en que la fortuna \endia á Mi bien
hechor para ostentar al mundo H eacandalo de una niietaoVserrion y lie
var ¿ loa Ruso* y Austríacos d ausilio de aquel rlrnucdo enlerameote fian
n-s que les había sido tantas vece» pernicioso. . Napolcnii acababa de sa
ber que el rey de Ñapóles imitaba al principe real dr Suecia. y que por
un tratado coa fecha dd II de enero su ainado y mi suegro bataan Ir
inado, bajo los auspicioso* los Ingleses, uimc^recriaalianm para hacerle
la guerra; de modo que d principe Faijenio.qne apenas podia hacer freote a
loa «perritos aorthacm.iba á tener 4 retaguardia H ejercito napolitano y H
bnllante Jeneral «aryo ralor habm astado encareneodo tanto tiempo, y d.
cmagJortabnbmiidopBfticipey que habrá «iWolUlo romo ano oV lo»
«id ejército írar
m de lodo «a Napoleón «e rrquena para «ne sa te«m
• lastimosos, tanta» sileías y amida ■ lea toro
habm recibido de la naluralr/a un i. mple recio y altanero, como rl m»
mo lo habrá manifestado eo una ocaxon recreóte . s *e arralo con H rv
tr*imrolonniirrsaJqueen&dar»tooaamsy aam preseorsaiado. «m dr
jarse abatir ni «lc*earnar na aprce.
Arrollando pora aas mjebranlos y arrostraiMta ta Imrrasca ajav la^mo-
ha sobre lodos los pantos de la Francia, marran d rersjrotro de Im ala
quebrantado la oeutrabrlad raua para msa.br tos pros n
Sebo de Parts H 15 de eoero a las treaoV h
de haber qm anido ssjs jamete» secreto» y Imber ata ajado a
604 HISTORIA
posa y su hijo por la vez postrera. Asentó el 2t> sus reales en Yitry, y
llegó el 27 á San Dizier , de donde arrojó al enemigo que estaba cometien-
do de dos dias á aquella parte insufribles desafueros. La presencia del
emperador llenó de regocijo á los habitantes. El veterano coronel Bouland
- •
pasó á echarse á sus pies y espresarle el reconocimiento de la población
que se mostraba solícita en torno de su libertador. Dos dias después Na-
poleón tomó la ciudad y el castillo de Brienne contra Blucher y le causó
una pérdida de cuatro mil hombres. tn oficial jeneral llamado Harden-
berg, sobrino det~canciller dePrusia, fué cojido al pié de la escalera del
|>| N Vln| |.,\ m
artillo Blocber. que i* crria que H emperador te ImH«w eart ejercito
y tan crm «te él, ertnro é panU» de teoer itual «wiv eo H momento de
bajar é pié del maíllo r| frente de »u e*tado mayor lm trasmota ore»
dieron fncgo I la ciudad para riegwtftlar tn retirada
FJ l\ de febrero. Blnrher y Schuart/cnbeie reunido» dV» inhocaroo
*obre Itothicrr \ M« I illo . en ilonde *c hallahan A rrUt nardia dH ejerri
tn francés Fnnreido» ron la Miprriorídad numérica, contaban mu un
Innnfo mny obvio Ix* jeneralc* Diire«me y ticrard lo* d^ntanaree) :
pnrs H prim • Rothiere, y ticrard *c man tino en IbentilV FJ
mariftcal Victnr . «ituado rn la aldea de la r.ebcne . la defendió tamben
lili MU lodo H di» : pero por la noche ona batería de la ituardia que**
ertrario rayó rn nna cmbo*rada y quedó en poder dH fwmiio .So em
l>ar«o lo* artillero* *e miraron ron *us tiro* . formándote en e*cnadmo *
peleando denodadamente loe*o qoe rieron que no trotan tiempo de rolo
car*e en las pirra*
U rrfrie«a dr Bhmnr y la deícn*a de Rothirrr. Dicm dlr y la deber*-
habían abirrto e*rtarcctdamcnte la campana Pero Blttrber y Scb*art
renberg deponían de fuerza* tan cuantío** . que Xapolcon podia temer
I rr*e incomunicado ron mi capital, m in«i*tia en guardar *n* pOMOone* rn
lo* alrededor» de Rhmnr \dema* la* columna* enemiga* M encamina
han «obre Sen* por Bar tur A o be y por A a ierra FJ emprrador debía am
<lir para c*rndar A Parí* contra ona •nrpresa. Serrtiní pnc**obrrTroyr».
rn donde «tro H 3 de lebrero , y de*pne* *obre Nogcnt. en donde *e ha
ILba tn cuartel jenrral H f Fra tamhim mi intmto des\ iar con la mar*
tria de «os maniobra* loa dos grande* ejercito* prusiano y an«trwm. no
pudiéndolo* embestir roo réntala mientra.* permaneciesen reunido*, y qoe
*e prometía derrotar uno tras otro , si lograba por fin andarlo*.
So plan tu\ o un prinripio de ejecocion y un primero y señalado trina)
fo H 10 de febrero eo CJsampaubert -. pero aquerfo* golpe* unieron por
entonces A roer sobre los Bum» Fl jcncral en jefe <>o»oow ieff . al
de doce rejnaieotos. padeció an descalabro total . po
y loa deesas se abogaron en on i ilaaasai ó
tendido** H caaapo de batalla. Cuarenta pic/a*. todas las
\l día Mámente le enoo A Blucher *er derrotado Vapolcoo Ir
en Vootmirail. y eo dos bofos de pelea le caeso tanta pérdida qav «orear
po de ejército qoedó loo» amate dWtroido Al otro día narro ti aaon
loa colomna enemiga qoe trataba de resguardar la retajaba de asWfcor
a Roaos ▼ Pi ominar Ooco jenerale* de estas do* oannoe»
i cutre auastros Bfraaooero* 13 emperador donoso m el ca*tilb>
deNesir Ijq» restos dH eaeanage ati ni atar na *o retinam coa «notdrf*
60fi HISTORIA
ga ; y como al marchar sobre París esperanzados y jactanciosos los solda-
dos de Blucher y de Sacken habían cometido sumas tropelías y crueldades,
se vieron espuestos en su derrota á las persecuciones de los paisanos cham-
pafieses que los acometieron en gran número, conduciéndolos vanaglo-
riosamente á las avanzadas del ejército Trances.
Pero aquellos ejércitos aliados diariamente derrotados remanecían in-
mediatamente en ademan de pelea. Preciso es repetirlo i teníamos contra
nosotros toda la Europa, que reemplazaba al punto con tropas frescas sus
divisiones arrolladas. Blucher, cuyo cuerpo quedó destruido el \2 en Cha-
teau-Thicrry, pudo emprender otra acción, el \A, en Vauchamp. Esta
aldea , atacada por el duque de Ragusa , fué tomada y recobrada varias
veces. Mientras que se peleaba encarnizadamente, el jeneral Grouchy se
descolgó sobre la retaguardia del enemigo y fué acuchillando sus cuadros.
El emperador avaloró el trance haciendo cargar ¡i sus cuatro escuadrones
de servicio que aportillaron y cojieron un cuadro de dos mil hombres.
Llegó después á trote largo toda la caballería de la guardia, y el enemigo
ya vencido atropello su retirada. Pero fué perseguido activamente hasta
la noche, y ni siquiera halló un refujio en la oscuridad j porque los ven-
cedores continuaron arrollándole en medio de la oscuridad, rompiendo
sus cuadros, sembrando la tierra de muertos, haciéndole numerosos pri-
sioneros y cojiéndole la artillería. Su retaguardia, formada de la división
rusa del jeneral Ouroussoff , acometida á la bayoneta por el primer Teji-
miento de marina , no pudo sostener el choque y se dispersó , dejando en
nuestro poder mil prisioneros y entre ellos el comandante en jefe.
El encuentro de Vauchamp costó á los aliados diez mil prisioneros,
diez banderas, diez cañones y muchos muertos y heridos.
Para marchar al contraresto de los cuerpos que operaban sobre el
Mama amenazando á Paris por la parte de Reims y de Soissons , el empe-
rador había tenido que dejar á sus lugartenientes el encargo de contener
á Schwartzenberg sobre el Aube y el Sena. Pero el jeneralísimo austríaco,
no teniendo delante sino fuerzas muy inferiores á las suyas, habia conti
miado su marcha después de haber estado detenido por dos días bajo los
muros de Nogenl por el jeneral Bourmont. Los mariscales VicUfc y Oudi
not no habían conceptuado del caso aventurar una batalla para atajar al
feldmariscal, y no cabiendo cerrarle el paso, se habían retirado, el prime-
ro sobre Nangis, y el segundo sobre el rio de Yeres, y Oudinot habia man
dado , al tomar aquel partido, que se volasen los puentes de Montereau y
de Melun.
Luego que el emperador supo los progresos de Schwartzenberg, dejó
á Marmont y á Mortier sobre el Mama y acudió velozmente al punto ame
nazado por el ejército austríaco. El 4G de febrero llegó al Yeres y su cuar-
tel jeneral á Gurgnes. El 17 se trasladó á Nangis donde se hallaba cj cuer
H1 s troi m»\ m»t
po ruv. do WiUgrustan que rrnia á resguardar H raoiimirnto ría los \u«
Ir» Havaro» Wra rolnrana rusa A las ordene* del jrnrral Pahim «e fallaba
ni M-m rmnl IJ emperador mandó ammrtrr A rntrambo* j. nrralr» y que
daron igualmrnte derrotado» H jrnrral <»rrard nrnpó U aldra dr Mor
mant. donde f nlró el JRT A pa«<> dr afaqur luí raballma.
jrnrralr» do Valmy y Milhand y vxlrru.U por U artillma
Droaot. aportilló rjmitn amonte lo» cuadro* «lo la infantería ru«a. la maj
en *" drrrota ra>o prtoOMm, ron jrnrrale». oficíalo» y toldado» m no
inoro dr sn» mil . loarando apena» «I j» nrrali»imo NViii«rn<lnn «altana
y ¡Icaar A Nogrnt Al pa»ar por Pf*1 in« había anunciado que rMarta H IR
en Pan*, y al atravesar aqurl nmmo pueblo romo fnjiiito. ronírv» llana
monte H descalabro que acababa de padecer m \et dH gran Innnfo que «r
había promrtnlo. • Mr» lian drrrota»lo romplrtamrntr dijo; mr han f©
julo ilos divisiones, dentro do do» hora» miaran aqm loa I tancr»r* »
Dicbo ) lirvho Kl conde Valmy y H man«ral <>odino| marcharon «o
bre I'i.'miis y |o ocuparon, mientra* que d jeneral «.orar. I »r dinjio »obrr
\ illonomo Ir «'.ornto m donde alaró y di«pcr*o la* divi«ione* bavara* \
no mediar H atraso de un jrnrral. por lo drmá» r»rlarerido. y qnr drjo ile
cargar á la rabota de una dm*wn dr dragones puesta á «asórdese» , H
cuerpo del jeneral de Wredr quedaba rntrramrntr drstruido.
Pasóla norhedel 17 al IR en rl rastillo dr Nanai*con ánimo drama
nrrrr sobre Vontrreau , en donde rl mansral Virtor debia habrr prrrrdi
do al ejercito au»triaro . y lomado sos posiciones el 17 por la noche
Sil embargo ruando rl jeneral chairan se présenlo H IR á las diex dr
la mañana drlanleilr Montorcnu. aqnrl punto importante »r hallaba ya en
mano» drl jrnrral Rtanrhi . cuya*, divisiones se habían posesionado de la»
608 HISTORIA
alturas que cubren los puentes y la ciudad. Aunque muy inferior en nú-
mero, el jeneral Chateau, llevado de su arrojo, acometió denodadamente al
enemigo ; mas eran sus fuerzas muy desiguales : careciendo del arrimo de
las divisiones que hubieran debido llegar la noche anterior á Montereau,
fué al pronto rechazado; empero el tesón con que logró contrarestar e
embate dio tiempo á que otros cuerpos acudiesen y se formasen en bata
lla.Gerard, que habia llegado de los primeros, habia recobrado una espe
cié de equilibrio en la refriega , cuando asomó el emperador á galope ten
dido ; su presencia enardeció mas y mas el arrojo y denuedo de las tro
pas ; corrió á donde habia mas peligro en medio de las bombas y balas , y
como los soldados murmuraban viéndole así espuesto, les dijo : «Nada te
mais, amigos mios ; todavía no se ha fundido la bala que me ha de ma
tar. » El enemigo habia ya cedido sobre el páramo de Surville , cuando
el jeneral Pajol, desembocando de repente á retaguardia por el camino de
Melun, lo arrolló sobre el Sena y el Yona. La guardia no tuvo que entrar
en acción , pues al presentarse vio huir al enemigo á diestro y siniestro y
asistió al grandioso triunfo de los cuerpos de Gerard y de Pajol. El vecin-
dario de Montereau terció en la victoria tirando desde las ventanas sobre
los Austríacos y Wurtembergueses. El ejército francés padeció un quebran-
to que acongojó en gran manera al emperador ; pues el jeneral Chateau,
por premio del sumo denuedo que habia manifestado en aquel dia , salió
herido de muerte en el puente de Montereau. Los guardias nacionales de
la Bretaña tomaron parte en la acción , y ocuparon el arrabal de Melun :
el emperador les habia dicho al pasarles revista : « Mostrad de lo que son
capaces los hombres del poniente ; en todos tiempos fueron los fieles de-
fensores de su pais y el arrimo mas incontrastable de la monarquía. »
Después de repartir elojios y galardones á los jen erales que habian
contribuido á ganar la lid, Napoleón recapacitó en la lentitud de los que se
rezagaron en su marcha ó desatendieron su desempeño. Reconvino al je-
neral Guyot al frente de las tropas de haberse dejado tomar algunas pie-
zas estando acampado la víspera. El jeneral Montbrun fué tachado en el
boletín de haber cedido sin resistencia el bosque de Fontainebleau á los
Cosacos,y el jeneral Digeon fué citado ante un consejo de guerra para res-
ponder de la escasez de municiones en que se habian visto los artilleros al
atacar el páramo de Surville. El emperador fundaba en lo cr^co de las
circunstancias sus ímpetus de severidad; no obstante revocó la providen-
cia espedida contra el jeneral Digeon á ruego del jeneral Sorbier, quien
le recordó los dilatados servicios de su.antiguo compañero de armas.
Pero de todas las reconvenciones vertidas por Napoleón y que resona
ron en toda la Europa, la que causó mas impresión fué una nota que al
canzó al mariscal Víctor de quien decia el parte oficial . « El duque de
Bellun5 debia llegar el -1 7 por la tarde á Montereau ; se ha detenido en
DI \U«H »«»N M»--
-nlpa flIlMlllii l.i nnipdno» tk k» porntesdr Hootercan hntaerr.
hr»bo ganai un día al • imperador y prnpomonadn H rnjrr al cjHnto »u«
m fragante ♦ No R ciño H emperador « «4a «oleóme oViaprnha
non . pne« eirid «I in»riv»l permiso par* retir»r«e «!• i | itaaano
de <mi «¡ando á fator a» tendal «.erard
Víctor, rn medio do M amargo de«roo«oHo por H malogro de m yer
no. r| limpiado ('.hatean, acudió a «ti d<*,argo pato á rerw ron H w»
lirado: . Ir rcplim que el cansancio dr la« tmp«« había causado su deten
• ion * nnadi.» qn<- m nabal cometido algnn yerro, harto cruelmente *r lo
hacia pnrgnr el golpe que traspasaba a su fnmilia Fntonn* rn itio en Ma-
poleen la %i<ta de «. hatean moribundo y «c eolerneetó; y H man«nd ara
lorando la iw Miara, Ir dijo muy conmn\ Idl i \ 9f á lomar mi fósil .
no he olridado mi anticua profi-sion . \irtnr formar.» en las fila* de U
cuardia • V.\ emperador, a impul«m dr tan gallardo lenguaje i «Jocdaov
Víctor, le dijo alargándole la mano, j Mame ao puedo dctnl* ero» roe*
Iro cuerpo de ejercito . ya «pie se lo he dado a Üerard . o* doy ilos dm
MOne» de la guardi i i«l .1 eatai flafOl de ella», no hablemos mas dH asunto
lo* lanera «le Mormanl \ de Montcrcau tuvieron para Schwartienberg
el mi«mo resollado que Ice de Mnnlmirail y de Yanchamp. Champanbert
j < hatean-I hiorry habían lenido parí Itlucher. los Vustriaros. tan mal pa
rados eomo lo* Prusianos \ lo* Ruso* en mi marcha «obre Tan» . ti» leron
que rejar igualmente por nn-.li.» de una poblarion atropellada ron su*
xmleueía* y enfiireenla en en alcance. Napoleón entro en Trote* H 23 dr
febrero . la pre*rnria del enemigo había alentado a los parciale* de |o«
Rort»one« a pmrumpir en publicidades arerra de «n opinión un emigrado
610 HISTORIA
y un exguardia de la persona se habían puesto la condecoración de San
Luis ; el emperador los hizo citar ante una comisión militar que los sen-
tenció á muerte; el emigrado solo fué ajusticiado, el guardia se habia
puesto en salvo.
Los soberanos aliados , con sus descalabros por el Sena y el Marna y
sus dos grandes ejércitos ya dispersos y fujitivos antelas tropas victoriosas
de Napoleón, trataron otra vez de ganar tiempo para reanimar sus huestes
y adelantar sus reservas. Con este objeto propusieron el proseguir las ne-
gociaciones infructuosas entabladas en Francfort por el mes de noviem-
bre anterior, y para infundir mas confianza á Napoleón y no dejarle duda
alguna sobre la veracidad de sus muestras pacíficas, el emperador de Au s
tria su suegro quedó encargado de las primeras proposiciones.
■S
I U'ITIIj» \U\
I n«iir«> 4* »J»»Mll.M» F»« J» b H«p*M »•» 1*1* »t.l.#d» .V l-»« .li»4«M »n f«l
* irotMM IwlMrt Iwefco uocue. ai 22 de !••
brcro. en la «Idea de ( hartrev hotpcdado
i*n la rho/a «le un carretero Ka rila te lu
I liaba aun el 23 por La madruga»* l raían
do de marrliar «obre Troje* . ruando te
le presentó ri pnncipr Wenticl Uchtrm
lew, ederan del emperador de latiría
Kl mensaje ilrl principa íue tan »olo pora
•patentar traer La contestación del «aape
rador Iraneisco a una rarta que m y r
no le había ocnto desde Naag » . j em
H acto de La entrega prorumpto en espichones halacuróas íhi amo y m»
augusto* aliado» hablan reconocido H luar»» «W* Napoleón por Lo» repetido»
colpe» qne araba han de recibir. \ a pesar vnn tenían eje* cotíamr —
guerra tan temblé royo» resultado» le» redu miaban por rada día en aaaior
quebranto Asi hablaba H principe, j rali iM Napoleón no lea*wajr abto
(ihJ HISTORIA
lulamente encontrado con las voces que corrían por todas partes á impul-
sos de una diplomacia inadvertida. Habia llegado el trance de una espli-
cacion sin rebozo, á lo menos en cuanto podia darla el enviado austriaco.
Preguntóle Napoleón si era verdad que los aliados quisiesen destronarle,
como también ásu dinastía, y que intentasen reponer á losBorbones según
la antigua é invariable máxima del gabinete inglés. El príncipe de Lich-
tenstein manifestó sin titubear que semejante intento no entraba en las
miras de los potentados del continente y que la intervención de los Borbo-
lles solo se empleaba como un ardid de guerra para promover desavenen-
cias por el interior de la Francia. Esta respuesta distaba mucho de ser sa-
tisfactoria. Si los Borbones no se hubiesen visto representados sino por
ajen tes desconocidos en el campo de los aliados, apenas hubiera podido
admitirse el estrafio papel que intentaba hacerles representar el príncipe
de Lichtenstein ; pero los Borbones iban llegando personalmente en pos
del estraojero : el conde de Artois se hallaba en Suiza, el duque de An-
gulema en los Pirineos, todos los príncipes de la familia bajo las bande-
jas de la coligación. ¿Cómo pues aquella liga, que la Inglaterra seguía
siempre encabezando y disponiendo y pregonaba por espacio de veinte y
cinco años el triunfo del derecho divino sobre el principio popular , se
hubiera burlado tan atrozmente de los augustos personajes que mejor re-
presentaban para ella la lejitimidad monárquica, la ilustración y la anti-
güedad de los rejios linajes de Europa? Enhorabuena que los descendientes
de Luis XIV hubiesen sido derrocados y proscritos por la Francia re-
volucionaria ; pero que los reyes de Europa hubiesen pensado en abando-
narlos y entregarlos á la mofa del muudo en el trande de terminar victo-
riosamente una lid sangrientísima, entablada y sostenida por ellos durante
la cuarta parte de un siglo, esto no cabe en su interés ni en su derecho,
y es enteramente inverosímil ó mejor diremos moralmente imposible; por-
que si hubiese sucedido que los monarcas aliados no conceptuaran el re-
sultado inevitable de su triunfo, el principio político de que se habia for-
mado la liga hallara siempre en el interior de los gabinetes estadistas mas
consiguientes que se constituyeran sus pregoneros y doblegaran los reyes
mismos al predominio de la lójica conclu vente.
Solo la victoria podia preservar á la Francia de la restauración de los
Borbones en el punto á que habian llegados los negocios. Napoleón escuchó
sin embargo favorablemente las protestas del príncipe de Lichtenstein y
sus pacíficas proposiciones. Prometióle que enviaría al dia siguiente uno
de sus jeueralcs á las avanzadas para negociar un armisticio.
Apenas salió el oficial austríaco, cuando Mr. de Saint Aignan, el nego-
ciador de Francfort , se presentó al emperador. Llegaba de Paris, y todo
cuanto habia visto y oido le daba á entender la necesidad de terminar
prontamente la guerra porque nadie la quería ; lo que ansiaban todos
jS
oí ka rollo >
era nna i^wh» (fopui cualquiera corta, y Mr. da
lantaln a opinar bajo aquel conerpto «Señor.
Aignaaseade
earauaó. la pal atfa
harto «preciable ron tal que se.» pronta. — Bastante pronto llegara, m f>
vergonzosa , • replicó ejecutivamente Napoleón . cuya adusta miraría se
rlavo en Mr. de Saint tignan hasta la puerta ríe la choza.
Ya dijimos como los aliados tan solo apetecían una mera su*penMon
ríe arma» para tener tiempo de rehacerse y también atajar aquel raudal
ríe los triunfos de Napoleón, quebrantando la superioriríarí moral y la pre
potencia que los acontecimientos militares le acarreaban mas que nuom
ile ocho días á aquella parte. La mirada perspicaz del emperador snpo de*
mféhn e*ta segunda intención por meríio ríe las declaraciones contra
has ríe los parlamentarios rstranjero*. Requirió pues que las condiciones
dH armisticio fuesen íunríamenlalmcnte idénticas con las de la paz. apa a
lindólas desde luego y encabezando la conservación de \mberrs y dV las
costas ríe la Heljica Napoleón . hecho cargo de que los Ingleses se opon
rírian tenarmente a nna pretcnsión que lastimaba sus intereses, se eaape
fiaba en «entilarlos preüminarmente por las conferencia» entabladas para
el armisticio, y no en H congreso ríe rJialilion que iba á continuar la obra
chancera de Ki"aacJort . y era el único medio de evitar las condiciones y
trabas que estaba temiendo por parte ríe la diplomara botánica
644 H1ST0U1A
Pero los soberanos del continente se desentendían de una proposición
tan contrapuesta á sus miras y se negaron á desairar á un aliado que era
su cabeza y casi su amo ; y asi persistieron en remitir al congreso toda
negociación relativa á la paz.
El paradero fué arrojarse Napoleón á continuar la guerra echando el
resto y á todo trance, al paso que dejaba parlamentar para un armisticio
en Lusigny y negociar para la paz en Chatillon.
Sin embargo , mientras que los Austríacos , como los últimos denota
dos de la liga, se muestran halagüeños sobre el Sena y el Aube, procu-
rando esperanzar á Napoleón con una próxima interrupción de las hosti
lidades, los Prusianos, desde cuyas derrotas habian mediado ya diez dias
y que habían procurado rehabilitarse de sus quebrantos , amenazan otra
vez sobre el Mama, y Blucher se vale de la ausencia del gran capitán para
intentar un nuevo movimiento sobre Paris.
SabeNapoleon en Troyes,en la noche del 26 al 27 de febrero, el rumbo
que ha tomado el ejército prusiano. Toma pronto su determinación ; acu-
de nuevamente al auxilio de su capital, y con la celeridad que sabe dar á
su marcha y maniobras se sitúa á espaldas de Blucher, que tenia siempre
delante los cuerpos de Marmont y de Mortier.
Pero se hace forzoso que Schwartzenberg no advierta la marcha del
emperador ni que sepa como tenia delante los dos cuerpos de ejército de
Macdonald y de Oudinot que Napoleón había dejado á las órdenes del
primero. Se hacen al intento demostraciones grandiosas en toda la linca
del ejército francés, cuales acostumbraban siempre a! presentarse el em-
perador en los reales.
Sin embargo el emperador se halla ya lejos de allí ; pues salido de Tro-
yes el 27 por la madrugada, llega por la tarde á los confines del departa-
mento de Aube y Mama, y pasa la noche en Herbisse, donde se posesiona
del presbiterio que se componía de un aposento y un horno.
El 28, sabe en Sezanne que Mortier y Marmont, después de haber efec-
tuado su reunión el 26 en la Ferté-sous Jouarre,se habian hallado todavía
muy inferiores en número á Blucher y habian cejado ante su ejército sobre
el camino de Meaux. Al punto marcha hacia allá y traslada sus reales al
castillo de Estrenay,donde pasa la noche del 28 de febrero al Io. de marzo.
Allí recibe los edecanes enviados por Macdonald y Oudinot, quienes le
participan como el mismo dia en que el emperador había marchado de
Troyes , los Austríacos habian vuelto á tomar la ofensiva, y que á conse-
cuencia de un choque sangriento en las alturas de Bar-sur-Aube, fácilme»!
te habian advertido que ya no estaban al frente del grueso del ejército
francés ni de su caudillo. Este descubrimiento les habia alentado á desta
car al principe de Hese-Homburgo y el jeneral Bianchi sobre Lyon para
estorbar que el mariscal Augereau hiciese algún movimiento por la cuen-
DI NAPOI ION MI
m «Id Saona y quitarle la» posiciones importantes qne
•■" iqnolla vt{ iiikI.1 andad del reino * pesar «le un
ilorabte, Srhuartrcnberg y Wittgemtnn «e habían conceptuado
|wtíoit* rn número para volver sobre Troyea en donde los duques de
Tárenlo ▼ do Rcggio no teman bastante» fuerras par* hacerse fuerte»
No había qne titnl* u miro los peligros «Ir U capital del imperio y lo»
que p shan amenazar U cabeza de nn departamento Napoleón trató pri
meramente de contener al enemigo, qne »olo se hallaba é algunas mar
cha» do París , tenióndolo ya , dlgásnoslo asi . bajo mi potestad tremenda
K»peran/<» dar rumia de Blinber oon Untante tiempo peni revolver ttJot
monto contra Srlmarttenberg y descolgarse de tópente sobre lo» Amina
eos nntot qno hubiesen horno •vanees de consideración. Kra H mismo nu
mou qno había darlo ni mundo H admirable espertar nln de • la CM
de lo» eineo días, no 1790; solamente repetía esta tos durante m
mesrs lo qno no había hecho entonces sino por alguno» din»
rtW en cierto modo para hallarse do quiera apremiaba H peligro , para
«lerrotar á grandes distancia» y casi al mr*mo tiempo lo» diferentes roer
pos del ejercito enemigo
p que Rloeher supo que se acercaba H emperador , trató de sor
toarlo : la marcha del ejérrito prusiano sobre Pari» no había sido ten ob
\ ia y ojcrutiva como Napoleón se lo había podido temer. Mortier y Mar
moni no habían cedido H terreno sino 4 pulgadas, y aon su retirada había
sido señalada con algunas ventajas consegasdas en los alrededores de
Mean* en lo» encuentro» de (Voe-n-Treme y de Usy.
II emperador no se enteró ilel movimiento n*trógrado de Rlnrher sino
H I", de mano al llegar á las altura» qne dominan á U Forte. Se había
lisonjeado de acorralar al jenoralisimo prusiano entre H y lo» manscales
de Ragas* y do T revisa, y lo vio alejarse alropellailamente en dirección a
Soisaoas. después de haberse proporcionado un resguardo con el Mama
volando los puentes.
\\ punto «o remitió urden á Marmonl y á Mortier para qne. sin perder
momento . persiguiesen á los Prusianos, mientras ose Reeler de Alba y
Rumigm iban á noticiar la retirada de los Prusianos, nno i Pan» y otro a
¡a*. U reromposirion del puente de la Ferié cosió na din al ean-
peradot* al Un so ejército pudo pasar H Marañen » nocbadH 2 a)3 de
marro y riirijirse pnmoramente sobre < JiateaoThiernr , para lomar des
pues H camino de Soaaoos, en donde el
a Rlucher bajo los tiros de la pian . cuyas fortí acañonea sa
buen estado , y «roe tema ana guarnición de mil y cuatrocientos
Mortier y Manooat ejecutaron coa taato denuedo
las órdenes qneseleaaabiaa panado, y sa marca» sobre
GIC> HISTORIA
entre dos ejércitos franceses. Los Prusianos aparecían pues perdidos sin
recurso; su fuga no podia conducirlos sino á una capitulación ó á un es-
terminio total bajo los muros de Soissons.
Pero la Providencia no quiere que los Prusianos queden aniquilados.
Muy otros son sus intentos En el trance de caer ya Blucher bajo los
golpes de las tropas francesas que le estrechan y le envuelven , Soissons ,
que debia rechazarle, le abre sus puertas; aquella ciudad no se halla ya
guardada por el brio y la fidelidad polaca; los Rusos de Wintzingerode y
los Prusianos de Bulow son dueños de ella , pues así lo ha dispuesto un
comandante francés.
Napoleón se hallaba en Fismes cuando supo lo que ocurría en Soissons;
su ira corrió parejas con su asombro. Para robustecer á los apocados en
su debido temple y enfrenar á los mal intencionados , espidió el 4 de mar-
zo,dos decretos, mandando en uno que todos los Franceses empuñasen las
armas al asomar el enemigo, y pregonando en otro la pena de los traido-
res contra todo empleado que tratara de resfriar el entusiasmo de los
ciudadanos.
Tampoco holgaba la diplomacia estranjera. En un tratado hecho en
Chaumont el Io. de marzo, los plenipotenciarios ingleses habían hecho
contraer á todas las potencias del continente el empeño formal de no arri-
mar las armas hasta haber reducido la Francia á sus antiguos límites. Na-
poleón supo muy luego por Mr. de Rumigny que esta pretensión había sido
en ChñúWon el ultimátum de los aliados, y previo que se trataría de impo-
sibilitar la paz, imponiéndole condiciones inadmisibles, aun aparentando
apetecer el término de la guerra y avenirse á medios de conciliación.
El ejército francés acababa de llegar á Craon (7 de marzo) y derrotar
completamente á Blucher, quien, en vez de encerrarse en Soissons, habia
continuado su retirada sobre el Aísne, cuando los pliegos del duque de
Vicenzo noticiaron al emperador que los aliados exijian de él, no solo que
abandonara todas las conquistas de la república y del imperio , sino que
este desprendimiento se plantease como preliminar de las negociaciones por
los plenipotenciarios franceses mismos, á quienes se vedaba toda proposi-
ción contraria á las resoluciones irrevocables de las altas potencias. Estre-
mada fuera tanta postración y e1 sacrificio csresivo aun para Napoleón ven-
cido ; ¡ cuánto debia serlo cuando las demandas del enemigo le legaban á
un campo de batalla en donde acababa de alcanzar una victoria esplendo-
rosa! «Si es forzoso ser azotado, esclamó, no seré yo quien me allane á
tanto; cuando menos que lo hagan á viva fuerza. »
Los plenipotenciarios de la añeja Europa habian previsto esta contes-
tación que cuadraba con sus miras. Sabían muy bien que el hombre que
se habia encumbrado sobre todas las glorias antiguas y modernas, como
representante de la nueva Francia, nunca se avendría á verse apeado de
t)| N '.< m| |.i\ «17
aquella eminencia para ir á proponer «erfonrn»amenV' a nnm reyes que
c*tal«n «nn todos llevando en »us allí» as frentes I» huella de «o» pie», que
*" humillase el mi*mo * también rl tran pueblo * *m dnpoairjune» !ls>
mejsnlr ronrr*inn «olo rabia imponer *r a l<>« hombre* de la andana Frsa
da, \ Hlo* m;*mo« no hubieran qucrdo enlabiarla Pedir A Napoleón que
ofreciera rl mi«mo por rítmenlo de la pa* una rondirmn qne iWUa lasti
mu allá mas adelante n! pundonor ftthéÜtt y lo* im|
dr lo* rni«mo* desertor e* de U revolución y del imperio,
declaración de guerra, un modo dr ultrajar . enconar y hacer irreroaev
hablo H enemigo ron quien se aparentaba negociar *w dilación
Mr dr Rumigny no llevo pues L < hatdlon la nnrra propmioon que lo»
«hado* habían cxijilo V poro* «lia* se rompieron la.» conferencias para
H armisticio y quedo remido H congreso de r hatdlon Al espía* ar*e de*
poa Napoleón «obre la» r*rten*ioncs de tos aliado». »e espreso en r»to» ler
• Mu» néjame á HU«. y lo ture mn pleoo cooorimirnto de ranas ;
a*i aun sobar este primal o . en «Me propio instante, en H estrena» de toda»
mi* detdirha» . ao me arrepiento de lo qne hice Ya sé qne poro* me rom
prenderán; pero parad migo mi*mo. \ á pesar dd sesgo infau*to de lo»
aroukvimieiMos no debe vr hoy día *ino muy patente en mi la obligación
«IH pundonor: ningún otro pai IkJo catea. ¿Una ve» qne lo» aliado» hubiesen
logrado iWnBOfontiuu *e hubieran atenido á lo hecho? ¿9o pa» hubiera
sido de buena fe y m rrronnliarion entrañable9 Verdadero desvario fuera
rnvrío y confiar». ¡Puraque! ¿no abrían avalorar la inmensa ventaja que
^e» franqueara mi tratado para redondear coa ana amano» lo que habían
. mp« xado con la» armas? ¿Y qnefncra %a de la seguridad, la independen
ría y el porvenir de la Francia? Antepuse correr hasta H estremo H tran
re de las pelea» y apearme del «oho. si era impresrindible •
ixwnó con eíeeto Napoleón .1 trame dr las pelea*. Vencedor H7n
Cxaon. marrbó sobre lann, ciyaj altura* estaban ocupada* por H tyi
rito pru*tano \ la i enlaja de la posición anadia Blucher. a pesar de sus
derrotas . oaa aran superioridad numerara Desde la Ferie no había reas
do de reforsatsc. reuniendo soresivamentr rn su retirada tt mt/ingcrode.
Bnlow . Sackeu . I angeron . etc. Pero arañaba de Ilutarle nn postrer im
mu y H^e mas entidad . pudiendo aguantar a Napoleón coa nn • j
de asa» de cien mil hombre» Bernadottr . quien al parecer titubeaba en
atravesar el no y qnr se iba resanando en pos de las tropa» abada* . aW
nadotte. A quien ya no podían ensañar las e*peran»a* dadas ea Iba par
H csar en presencia de los Borbones sentado* bajo U tienda de los aba
•lo* Reraadotte formaba Is reserva de ttacber
Sin embargo H em per adra determino atacar a lo* Prnssaaos. y se <fc»
poma H mi a la* enatro de la madrugada poni/noW las botas y
7»
«18 HISTORIA
sus caballos, cuaudo le presentaron dos dragones que llegaban á pié pol-
la parte de Corbeny, y participaban que el cuerpo del duque de Ragusa ha
bia sido sorprendido y completamente derrotado aquella misma noche. A
esta noticia, Napoleón da contraorden para el ataque mandado á sus je
aérales; pero el enemigo, sabedor por sus batidores de los acontecimientos
de la noche, toma la ofensiva, y después de una refriega porfiada, en la
que la división de Charpentier sostuvo esforzadamente el honor de núes
tras armas, el emperador tuvo que tratar de retirarse. Marchó de Chavig-
non el -M por la mañana, pasó todo eH '2 en Soissons, donde dejó el duque
de Treviso para contener por esta parle el ejército de Blucher, y se enca-
minó sobre Reims, que el jeneral Saint-Priest, francés al servicio de Rusia,
acababa de tomar al jeneral Corbineau. Aquella ciudad fué tan pronto re-
cobrada como perdida , pues el emperador entró en ella en la noche de!
\ 3 al J4.!Uarmont, después de haber reunido sus tropas, habia acudido á
1»F \ IPOI H»N flf
lOflMI partff OT «I ataque N»|*ol«<»»n Ir n-MMUinn n| |>rni)lo *<}ii IUHÉ
¡Hir haber** dejado sorprender *. haber comprometido H rulo dH día 10
piulo a I *on . pero pronto recobro H temple amufcMO qnr «olw osar ron
i*l marital
Napoleón v* defino Iré* dwu en Rcinn > fue repartiendo r| tiempo en
trc las combinación»** militan** *. leí dupoeii ion*»* edwintetielhej
I/h mktw «* il»nn itropeAtado
MJtUtm que en la* frontera» flrl norte H leneral Mai»on onmrMaba
I (s pcMÍdonei que *•• le habían cnrarga.ln. que i ertOl írintraba la* tenta
tina do lo» Ingle*»» M»brr Amberes, y que el jenernl Ri/annct contenía y
». urhillaha in Rerg op /oom cuatro mil hombre «lo la munw nación qne
se habían mtrodoculo ilo norho on parto nV aquella plata, y qnc«
km apoderar*** de toda HU «Un deparar nn lim.a ía»or «le Uto
alevosas que se k* habían rodeado, el jiro ile la guerra, mas prnuaom con
la* maquina, ion.** política*, era edvcrsoá Napoh*on enlodo* k» demás pan
loadd impon.» viiiltb«b»<iidoaiTolUdorní>rth<»at\ se retiraba sobrrTar
l»es y Tnlosa A ligereen se «ostenta con trabajo en I .yon ) trataba '1
cnarlo pira Minar** detr**dH IvTa. Rurdcm habí \ abierto mi* pft
lo* Inglev* (I), debiendo ademas llegar en breve el duque de tngulem «
I I eoadeél Ut.u* a«omahn sobre Rorgtma \ finalmente .Nohuartxenbcrjr,
a quien Uacdnnahl y Oudinntnn podían «letener. amena/aba otra v« á
Pan». ) la junta realista redoblaba sm conato* s mi actnidad
Fn esta rntiea Miliario», roya t rasco ndcncw y peligro está ya abnr
ramio H emperador con una ojeada, rnmprende quo uno puede salvarse
MM ron un golpe estruendoso y ana refriega dcci»i\a. y no titubea en
avMar mi embate sobre Scbwartaenberg . cuya aproximación tiene ye so
hresallada la capital Deja pues á Mormont y » Mortier el carao de «níi i
nar A Blurher y afianzar á Taris por la parte «leí \i*n<* n del Manía \ (>•
inertHo de que no alcancen al desempeño «le tamaño loan» . y que alcim
cuerpo enemigo logre escapársW-s y sorprendí r le reeidexie II |
no . recomienda y manfla á mi hermano José, a «pnen ha nombrado so
lnc .irtenienle jeueral , que no aguarde i quo el peligro «en dmnasudo m
mínente para hacer marchar y poner a buen recaudo la emperatn * *- «I
ic\ ilo Roma. <k**puc* vcnmmiuaá Hpcrnat. > »a por fererhampenm^r
> ¥eri#k cojer A lo* A ir* I nacen por la c*pabla . aponiendo que habían
llegudo A Nogrnl
FJ emperador había salido de Reim* el 17 |x»r la madrugada Fl If.
optaba A Us puerta» \ .1. notando la retaguardia
rrrjnlof «I»
t a lo* Hofhowr». KanM
l^cfio i»*!*» p»r lo* F
l.iiwl», 1»* »i»lr*jpí
Hm-Ko é N«pnW«>a lr«"»
tanrrmr*. r-ttn* lo hjf »»» lo4o
^•»iu cd>a é i^ |,
pofH.
629 HISTORIA
aquella misma aldea de Chatre donde habia recibido al príncipe de Lich-
tenstein y áMr. de Saint-Aignan. Pero los Austríacos no marchaban sobre
Paris como se lo habian participado, sino que, después de haber avanza-
do hasta Provins, habian retrocedido repentinamente. El emperador Ale-
jandro, sabedor de los triunfos de Napoleón en Craon y Reims, habia te-
mido que Schwartzenberg, acercándose solo á la capital, quedase derrotado
otra vez separadamente, y que tantísimos descalabros, mas y mas repetidos,
desalentasen de todo punto las tropas aliadas , harto zozobrosas ya y so-
brecojidas con el ademan hostil que iban tomando las poblaciones de la
Champaña, Lorena y Alsacia. El czar habia insistido en un consejo de
guerra celebrado en Troyes para que los dos grandes ejércitos aliados
maniobrasen al punto, de modo que se juntasen por los alrededores de
Chalons para marchar desde allí sobre Paris y anonadar cuanto se opusie-
ra á su tránsito. Este dictamen habia prevalecido, y Napoleón encontró el
20, delante de Arcis, el ejército entero de Schwartzenberg que se encamina-
ba reunido sobre aquel pueblo para atravesar el Aube y desembocar eje-
cutivamente sobre las llanuras de la Champaña donde debia efectuarse la
incorporación. Este trueque repentino de sistema en las operaciones mili-
tares de los aliados trastornaba enteramente los planes del emperador,
quien advirtió además muy pronto la posición ardua y arriesgada en que
le venia á poner el encuentro de un ejército triple que el suyo , cuando
solo habia conceptuado tropezar con una retaguardia . No obstante hizo
frente, acudió al valor para que supliera al número, reforzando la lid con
la pujanza de su propio ejemplo, y desentendiéndose de sus riesgos perso-
nales. « Envuelto en la polvareda que estaban levantando las cargas de
caballería, dice el Manuscrito de -1814, se arroja allá y echa mano á la
espada. En varios trances asoma peleando al frente de su escolta, y lejos
de evitar los peligros, parece al contrario que los está arrostrando. Cae una
bomba á sus pies ; aguarda el disparo, y desaparece pronto en una nube
de polvo y de humo; todos le creen difunto; pero se levanta, monta otro
caballo y va á colocarse de nuevo bajo los tiros de las baterías. . . La muer-
te lo menosprecia.
A pesar de los conatos portentosos del ejército francés y del heroísmo
inalterable de su caudillo, el choque de Arcis no alcanza á estorbar que
los Austríacos pasen el Aube. El emperador se retira con orden , c^spues
de haber causado mucho daño al enemigo y haberle detenido por todo un
dia; pero Schwartzenberg logra que se le franquee el rumbo que debia
conducirle al encuentro de Rlucher. El mismo dia,Augereau deja á Lyon
en manos de Bianchi y Bubna.
No pudiendo ya oponerse á la ejecución de los planes del enemigo y a
la formidable reunión aconsejada por Alejandro, Napoleón trata de tras-
tornar por su parte las nuevas combinaciones de los aliados, procurando
DI \ Mol I n\ | 1\
llevarlo» á pcaai MJO i un n mvo i minio «Ir opcranooe». arrojándose á
lis íi otilen»* do la CbMM lili ) la l.crcna . ilosdr donde . «egun H rumbo
tic lo» aconlivimieiilm. podrá agnl|>ar la» emula* guarniciona «leí nrim
.
■4"
UY
te, organizar el levantamiento de las |)oblaciones , destruir los cuerpos
aislados , maniobrar á espaldas de SohWMtlMbwg y <le Hliu hrr . cortar
1(9 las comunicaciones con la frontera ó acercarse á ellos, si In rnqniew • I
peligro «le París, para encajonarlos entre su ejercito infatigable ) las tro
pas no menos denodada* de Marmont \ Nottfer.
Con esle intento el emperador se encamina a Saial l»me« . donde hace
noche el 23. ( aulaincourt se le reúne allí y le participa el rompimiento de
Unitivo de las ncaocn. i.mi. s l'rcisfa quedaba >a esta novcilad. puesto
que las pretensiones de los aliad.» DO eran laUtetiom *in embargo ¿ los
.liN.-.Mite^mdH cuartel jeneral les franquea campo para murmurar mas
.lilamente que nunca contra el emperador . a quien culpan siempre de la
dilatación de la guerra con el afán de sus mas cnraraii
« Hay al rededor «le Napoleón , dice uno de mi* *ecrctai
ñas que se ausentan con sentimiento «le Pan*. l«*lo* andan ya sobrevd
ladoi ) qonjuaoi En «I aposento contiguo al de Napoleón, los jefes dd
ejeri ilo licúen nintcrsactoncs propias para causar oVsalieato. La oienh
■ l.i.l loi nu rm ro al rededor de Hlos Va cundiendo la dc-vonlun/a
022 HISTORIA
divisa allá Ja posibilidad de una revolución. Todos hablan y se pregun-
tan : ¿ qué se hace , qué es de nostros ? ¿ Si cae , caeremos con él ? »
El 24, el emperador pasa á Doulevent, donde permanece todo el 25. Al
dia siguiente regresa á Saint-Dizier para sostener su retaguardia acometida
por un cuerpo enemigo que conceptuaba perteneciente al ejército de
Schvvartzenberg, y que era un destacamento de Blucher mandado por
Wintzíngerode. Su presencia salva la retaguardia ; Wintzingerode queda
derrotado y perseguido en su fuga por los dos caminos de Vitry y Bar-le-Duc.
Pero esta pequeña ventaja no alcanza á compensar la denota completa
que los duques de Ragusa y de Treviso han padecido la víspera en Fere-
Champenoise. Ahora el camino de Paris queda espedito para los aliados,
quienes no dejarán de seguirlo y estrechar el alcance esforzadamente á los
restos del ejército que acaban de derrotar.
Luego que Napoleón sabe el descalabro de sus tenientes y el peligro
que corre la capital, no titubea en volver arrebatadamente sobre Paris. Ha-
biendo salido de Doulevent el 29 al amanecer, despachó al jeneral Dejean,
su edecán, para anunciar á los Parisienses que volaba en su auxilio; y el 50
por la tarde, solo se hallaba á cinco leguas de su capital, tomando caba-
llos en Fromenteau para atravesar el último trecho que le separaba de su
honrada ciudad de Paris, cuando le informan de que es demasiado tar
de, pues aquella grandiosa ciudad acaba de rendirse, y el enemigo debe
entrar en ella al dia siguiente. Detenido con tan aciaga nueva, se vuelve
á Fontainebleau. Con efecto Paris habia capitulado. Los duques de Ra
gusa y de Treviso, después del desastre de Fere-Champenoise, habían es
tremado en balde sus conatos para contener al enemigo. A su aproxima-
ción , José, fundándose en las órdenes de Napoleón , habia dispuesto la
marcha arrebatada de la emperatriz y del rey de Roma, á pesar del dicta-
men casi unánime del consejo de rejencia ; y esta determinación habia he-
cho decir á Talleyrand al salir del consejo : « Ahora que cada cual campe
por sus respetos. » Añaden que la reina Hortensia, desconsolada al ver
que la rejenta y su hijo abandonaban la capital á los maquinadores y con-
jurados, la instó eficazmente para que se detuviese, y .le dijo con acento
de su convencimiento profético : t Si os marcháis de las Tuilerías, no las
volveréis á ver. » Pero José, sostenido por Cambaceres y Clarke contra el
parecer de los demás individuos del consejo, arrebató á María Luif^. « Una
de las estrañezas mas asombrosas de aquel trance, dice el historiador de
la batalla y de la capitulación de Paris ( Pons del Herault) , es sin dispu-
ta la porfía con que el rey de Roma rehusó marcharse. Aquel empeño fué
tan estremado, que se hizo forzoso acudir ala violencia para llevarse al
tierno príncipe. Los alaridos del niño rey traspasaban los corazones. Cla-
mó repetidas veces : « Padre me ha dicho que no me vaya. . . » Todos los
circunstantes derramaban lágrimas. Y no se crea oir la narración de un
\m hn tmrnt.vlo para rnlrrtrnrT . jhwm aquel amanto franrr orwri.. a
|.rcvnn* fl*» |r*ligm irTrrn*abW*« Vun\c «*r ijn* W» bnhrvn «njrrwk» «I
mrto |n ipn» iWmü .l.vir. poro lo rwrln c« «jw pavao ron <wrnifni(WW
H«ttantc* y con H tnoilo ilr artimUr |««. •
Iw^pnr* dr la partida dr ^C.irui l.ima > •W' «n hijo, w h»irrxm f* Por»
preparativo» «Ir ilcí«m*a. pero OM *nmo <l«**ronrirrto por loMm |
v pirtiruhrmriilo m c\ oVaitrrTa. rmo jrír rl «lnqor.lr IVltrr.
1 01 .^tni'Ya rnmlttrta. qiw lo rnlun.l > H ...n. rpto <iV «wranvnlr
. bow Por una parir foliaban arma» . por oirá mnnirioiK!» . y «kx
una mano un mlnV pariría qn* estaba imposibilitando la oVíii»*a y íavorr
iiotulo U invavon \ prwr rW» la* mi«U»rio*a» traía* qne f tctliii H pa
Inotnmo. h RMftKa nacional, a Im or«b»nr* il*»I VlliaNe HtMfJ . hito
proilipm oV \alor on la rrín. •; i .|. i %o »k marro |/m alumno* «b» \lfort
624 HISTORIA
los de la guardia imperial y de la Escuela politécnica se hermanaron es
clarecidamente con los guardias nacionales. Los aliados espeí imentaron
sobre todo tenacísima resistencia en la barrera de Clichy. El veterano de
los soldados franceses, el venerable Moncey , estaba allí con su hijo y su
jefe de estado mayor Allent ; artistas célebres y escritores eminentes le ro-
deaban y terciaban en sus arrojos.
« Hemos empezado bien , les decia , y debemos acabar del mismo mo-
do. Este es nuestro último atrincheramiento ; echemos el resto por despe-
dida. El honor y la patria nos lo imponen. »
l'ero el tesón tuvo que postrarse finalmente bajo el número; no podia
menos de rendirse por donde quiera, perdido como estaba en medio de
tantas vilezas y traiciones. Si Moncey recobra en las trincheras de Paris
el entusiasmo patriótico de la mocedad , otros que empezaron como él
no acabarán igualmente. Marmont se ha dejado engañar por los mañosos
traidores de la junta realista; la trama del príncipe de Benevento, que apa-
rentó marcharse con los ministros y no salió de Paris , amarra por acá y
acullá al duque de Ragusa. Le persuaden que la capital solo puede salvar-
se con una capitulación, y por salvar la capital entrega el imperio. El
ól de marzo de 1 81 4, los estranjeros entran triunfalmente en Paris para
derribar el trono de Napoleón, y los que les abren las puertas son los
mismos hombres á quienes los estatutos imperiales del 50 de marzo de
\HOi\ habian constituido ánimos de la nueva dinastía.
■ muí!» i
mu Wim. Brrtin. ¥*lo.| . >4|«*rv
|j«lx». «o«roa. r»f»Ul*» <tr b — tof»
mr»H iji* r*ta
mimo ikünwAwfci dd — ttMfrro . ril«n
«re | la» rwkra» )«n Ugo H fodnno
drl Hiho ; M I n— r . lo> Layw «H»
taaémlm UUwUnt
ém* y te uwlnf ■ i nlww <m<
620 HISTORIA
No han vencido á la civilización y á la democracia porque señoreen
su metrópoli. Si los aliados son dueños de Paris, en cambio los France
ses son siempre dueños de los aliados, por cuanto va siguiendo, bajo el pe
so de la invasión, la educación liberal que empezaron á darles con la con
quista; mas que nunca van á enseñarles las artes, ciencias, industria,
costumbres, leyes y pensamientos del pais en que el sistema democráti
co y el numen progresista han sentado su imperio , mas que nunca el pue-
blo iluminador desempeñará su afán de propaganda , ejercerá su patro-
nazgo supremo y descollará sobre los demás pueblos, enviándolos á sus
hogares mas engreídos con la enseñanza francesa que con los triunfos mi-
litares alcanzados al triple impulso del número , de la casualidad y de la
traición.
Modere también su alegría el réjimen antiguo. Si logra recobrar el ce-
tro , la nación francesa no se lo dará á empuñar, sino con repugnancia, y
tendrá que adherirse á los nuevos principios , redoblar de afán por los
intereses que planteó la revolución y encarecer las conquistas sociales de
la democracia.
Así todos los conatos de los reyes, durante veinte y cinco años, solo
habrán venido á parar en un triunfo que tarde ó temprano debe contra-
rcstarlos. Por otra parte, el prohombre, al derrocarlo del solio, no se apeará
del encumbramiento que le cabe en la historia; si pierde una corona,
conservará toda su gloria , todo su numen y grandiosidad; por otra par-
te, el gran pueblo, bajo el dominio combinado de los estranjeros y déla
contrarevolucion , permanecerá incontrastablemente revolucionario, con-
servará toda su potestad civilizadora y continuará reinando sobre el mun-
do culto. Así procede la Providencia. La emancipación sucesiva del jéne-
ro humano, el ensalzamiento progresivo de la clase plebeya , como dice
Mr. Baüanche, la franquicia del trabajo, la posesión esclusiva de los dere-
chos del mérito, la fundación de la aristocracia, de las virtudes y servicios,
esto es, la organización definitiva de la verdadera democracia: he aquí los
intentos que su inmutable pensamiento ha ideado en la eternidad, y cuya
realización sucesiva prosigue en la sucesión de los tiempos. Y su diestra,
invisible por mil rumbos , cuyas revueltas y paradero se reserva , hace
también cooperar á esta obra y marchar á este fin las potencias rebeldes
que están batallando tenazmente contra el empuje irresistible ^lcl porve-
nir, y que hoy se lisonjean de haber afianzado.
La capital del imperio francés se halla ya ocupada por los ejércitos
estranjeros ; los aliados no quieren á Napoleón ni á su familia ; solo el
emperador de Austria se acuerda del rey de Roma y de la rejenta. En cuan-
to á Alejandro, toma un ademan de moderación y de jenerosidad : declara
que respetará la voluntad del pueblo francés, y lo llama para plantearse el
gobierno que mas le convenga ¡ llamada ilusoria que constituye á un pu-
I)K NAPOLEÓN. "27
hado de ajenies de la junta realista intérpretes de la voluntad nacional,
y que encierra los comicios soberanos de la Francia en la tertulia de Ta-
lleyrand. I na diputación que menta entre sus miembros al célebre conde
Ferrand se presenta al emperador de Rusia: responde al llamamiento del
czar y llega á manifestar lo que apetece la Francia. Y el conde de Nesscl-
rode, que está enterado de los intentos íntimos de su amo , manifiesta á
la diputación que cuanto está apeteciendo se halla ya decidido en la men
te del autócrata. Así pues, cuando Alejandro proclamaba allá la libre sobe-
ranía de la Francia y hacia objeciones á Talle\rand sobre la posibilidad
de que volvieran los Borbones , esto no era por su parte mas que una far-
sa, según la espresion injenua de Mr. de Bourriennc, uno de los actores
Alejandro necesitaba las solicitas demostraciones del principe de Beoereo-
to para saber que Luis XVIII era un principio por el cual habían peleado
los aliados; pero tenia empeño en que se considerara la determinación que
había debido tomar tiempo atrás como efecto de las manifestaciones de la
opinión pública , e hizo encubrir sus propias demandas y las de sus
aliados con la autoridad de uno de los principales cuerpos del estado al
que se pudiera tener por el representante autorizado de la nación entera.
Talleyrand le esplayó cuando, después de haberle hecho oír los ruidosos
clamores de tal cual pandilla á favor de los Borbones , le aseguró que ha
ria decretar cuanto apeteciera , aun La deposición de Napoleón y el regreso
de Luis XVIII, por aquel senado que nada rehusaba poco antes al empera-
dor y que la nación habia tiznado con su menosprecio y reprobación por
aquella ruin y desalada condescendencia, tas acontecimientos comproba-
ron la confianza de Talleyrand. El 2 de abril, el senado declaró á Napoleón
Bonaparte con su familia apeado del trono francés, y llamó por otra acta
al caudillo de la casa de Borbon para que se ciñese la corona de sus
mayores; pero como los miembros de la imperceptible minoría que habia
aventurado á veces alguna oposición bajo el imperio, y á quienes Napoleón
trataba desdeñosamente de cavilosos , habían franqueado su arrimo ai
partido realista con la esperanza de conseguir una constitución mas favo
rabie á las libertades públicas, alcanzaron influjo por un día en la junta
donde su voto no habia merecido peso hasta entonces, y Talleyrand les
dejó idear una acta constitucional que se reservaba ceder mas adelante a
subido priao á Luis XVIII.
Mientras que Talleyrand, como presidente de un gobierno ilusorio, «i
el que se habia asociado á Beurnonville , Jaucourt , d'Alberg y el abate de
Montcsquiou , reinaban en la capital por cuenta de los estranjeros y de
los Borbones , Napoleón se hallaba en Fontainebleau , cercado de una
guardia fiel que ansiaba vengar el baldón de la capitulación de París, pero
rodeado de un estado mayor que no abrigaba el mismo ardor é impacien-
ta En la noche del 2 al 5 de abril , el duque de Vicenzo, pasa á parti
628 HISTORIA
ciparle que los moDarcas, con quienes tuvo tantas consideraciones y cuyos
rejios destinos podía haber zanjado después de Austerlitz, Jena y Wagram,
se niegan á contratar con él, y requieren su renuncia. Esta pretensión le
destempla y arrebata por el pronto; quisiera probar todavía la suerte de
las armas ; pero todos enmudecen y se contristan á su lado ¡ sus antiguos
compañeros de armas ya no son mas que los señores condecorados de una
monarquía que se derrumba y en cuyo vuelco no tienen empeño de ser
partícipes, t Colmad á un hombre de beneficios, dice Montesquieu ; la pri
mera aprensión que le infundis es idear medios para conservarlos. » Ñapo
león lo esperimenta hoy día, y este amarguísimo desengaño le mueve para
escribir de su puño los renglones siguientes :
« Habiendo proclamado las potencias aliadas que el emperador Ñapo
león era el único obstáculo al restablecimiento de la paz en Europa , el
emperador Napoleón, en desempeño de su juramento, declara que está
pronto á bajar del trono , á salir de Francia, y aun á dar su vida por el
bien de la patria , inseparable de los derechos de su hijo , de los de la re-
jeneia de la emperatriz y del sosten de las leyes del imperio.
« Fecho en nuestro p;»lacio de Fontainebleau, á 4 de abril de 1814.
« Napoleón. »
Caulaiucourt es el encargado de llevar aquella acta á Paris ¡ acompa
ñáronleNey y Macdonald. A pesar de la capitulación de Paris, Napoleón
queria que Marmont formara parte del mensaje. ¿ Era esto para contener
le en el asomo de su deserción é imposibilitarle que agravase su primer
yerro con algún paso menos disculpable y mas criminal?
Como quiera que sea, los dos mariscales tomaron, con el duque de Vi
cenzo, el camiuo de la capital, y el emperador, que supo muy pronto que
Marmont acababa de pasarse á los aliados, denunció aquella traición á su
ejército con una ó<d¿n del dia en que ajó también el comportamiento del
senado.
Los plenipotenciarios de Napoleón no salieron airosos en su mensaje.
El tratado vergonzoso que Marmont acababa de firmar con el príncipe de
Schwartzenberg y el arrebatamiento nocturno de su ejército Dará encajo-
narlo en medio del campamento enemigo proporcionaban á ios aliados
mostrarse mas descontentadizos que nunca y proclamar con Talleyrand
que Luis XVIII era un principio cuya consagración habían esforzado los
monarcas unidos y que no orillarían á los asomos del triunfo. El duque de
Vicenzo volvió pues á Fontainebleau con la demanda de una nueva abdi-
cación que debiaescluir del trono al príncipe imperial y á toda la familia
do'INapoleou.
Esta proposición, tan duracomo afrentosa, quedó rechazada con indig
DE NAPOLEÓN. A29
narion por el emperador. Trató entonen eficazmente He continuar la guer-
i.i y inr haciendo reseña de los recurso» que le reataban en el mediodía,
los Upes é Italia. Pero mis cómputos, esperanzas y determinaciones que
'l.iu sin arrimo; y si alguien rompe el dtaeJO para contestarle, las pa-
labras que proflere no son de cariño , de intimidad ni de entusiasmo.
\iíol|Minsc las objeciones y no se olvida el cuadro de la guerra civil. El
emperador titubea ¡ su alma está toda absorta en el vaivén de la incerti-
dtimbre: sin embargóla especie de la guerra civil le ha conmovido hon
•límente, y prorurape luego: « Pues bien , ya que es forzoso desentenderse
«le reguardar por mas tiempo la Francia, ¿no me ofrece todavía la Italia
una retirada digna de mi ? ;, Querrán seguirme otra vez ? Marchemos há-
eia los Alpes. »
A estas palabras , las frentes opacas y los rostros demudados de sus
antiguos compañeros se empanan todavia mas. Napoleón advierte que ya
no están allí para seguirle el estado mayor de Lodi y de Areola, y que los
dnqoea hereditarios de la monarquía imperial , después de haber paladea-
do el embeleso de la corte , se han cansado de los sinsabores que acibaran
la carrera de las armas. • ¡ Ah ! si en aquel momento, dice el barón Fain,
Napoleón airado pasira ejecutivamente de sn estado á la sala de los ofi-
ciales de segunda clase , encontrara una juventud lozana y desalada , y
dando algunos pasos mas. le saludaran al pié de la escalera las aclama-
ciones de todos sus soldados, y aquel entusiasmo reanimara su espíritu.
Pero Napoleón se postra bajo las mañas de su reinado, y creería menos
valer marchando en adelante sin los oficiales de graduación que le han
dado la corona. »
El emperador coje pues el fruto de la reacción monárquica en que vino
á estraviarse -. necesitaría los denodados tenientes que le juraron con en-
tusiasmo en Tolón seguirle á Ejipto ; y ya no los baila ahora á sn lado,
aunque le rodean los mismos hombres. Consiste en que la república, al
encambrarle , le habia dado una comitiva de héroes , y que el imperio los
ha trasformado en altos señores que no tienen ya ni voluntad ni pujanza
para estorbar su vuelco. Parto suyo es tan estremado desengaño. Napo-
león , según el dicho tan sabido , • estuvo haciendo la cama á los Borbo
oes ; • y no le queda mas arbitrio que el de retirarse á su llegada , y ceder
á los acontecimientos. Esto mismo es lo que va á hacer. Entonces el em-
perador toma la pluma, y tras pocos minutos entrega á Caulaincourt el acta
que los altillos |t. pedían y que iba en estos términos :
• Habiendo proclamado las potencias aliadas que el emperador era el
único obstáculo al restablecimiento de la paz en Europa , el emperador ,
en diM'mpeím de su juramento, declara que renuncia para si y sus hijos
630 HISTORIA
á los tronos de Francia y de Italia, y que no mediará sacriücio, ni aun
de la vida , que no esté pronto á tributar á los intereses de la Francia.
«Napoleón. »
¿ Qué será ahora del dominador de la Europa desarmado y destrona-
do? ¿qué suerte disponen para un hombre que estuvo en tan sumo encum-
bramiento , y cuyo brazo puede á cada instante conmover el orbe? ¿En
qué sitio encerrarle?
Los soberanos titubean entre Corfú, la Córcega ó la isla de Elba. Al
fin se prefiere esta última residencia. Un tratado va á disponer de la suer-
te de toda la familia imperial. Pero Napoleón se agravia ; no se aviene á
que se proceda así con él :' « ¿ A qué conduce un tratado , dice , puesto que
DK NAPOLEÓN. C>'{
aoqnierefl arreglar conmigo lo relativo a los intereses de la Francia?» En-
vía luego correos á Canlincourt para retirar mi abdicación i pero es ya
muy tarde ; el sacrificio está consumado.
II ajuste, rechazado por Napoleón, se firma el t 4 de abril por las poten-
cias aliadas. Al dia siguiente el conde de Artois celebra su entrada en Pa-
rís . la que se annncia con nna proclama que prometía la supresión de la
quinta y de los derechos reunidos. Los Rorbones sabían manto se había
comprometido la popularidad de Napoleón con la contribución indirecta
y la dilatación de la guerra. No podían ignorar que si aparecían algunas
manifestaciones de complacencia y regocijo en el mediodía de la Francia,
el recobro de la paz y la esperanza de que se aliviasen las cargas públicas
eran los móviles de aqnellas demostraciones , mncho mas que un impul-
so de alecto á la antigua dinastía. Su política se cifró pues en avalorar los
yerros del imperio , y el escritor descollante en aquella crisis paró sin em-
pacho en libelista para ir desentrañando y encareciendo los yerros que
habían podido desconceptuar al emperador para con el pueblo. Anadióse
al eco de : «No mas quintas , no mas derechos reunidos , > la prometa de
instituciones liberales y el solemne compromiso de respetar y guardar in-
violablemente los intereses materiales y civiles de la nueva Francia. En
ningún tiempo la revolución mostró mas declaradamente su poderío : en
el trance de quedar derrocado el prohombre por haberse desentendido de
su arrimo , después de haberla estado tantos años esclareciendo y corro-
borando , sus enemigos , tenidos injustamente por sus vencedores , tenían
que aplacarla , halagarla, robustecerla y esperanzarla.
En la noche que siguió á la venida del conde de Artois á Paris , sobre-
vino en Fontainebleau un acontecimiento, cuyo misterio no ha lle-
gado á descubrir todavía el tiempo. Advirtióse en el palacio un azora-
micnto violentísimo ; los sirvientes de Napoleón acudieron á su aposento
y se mostraron sumamente inquietos , se llamaron médicos y se despertó á
los amigos leales, como Bertrand , Canlaincourt y Maret. El emperador ,
que á todo trance se estnvo negando á firmar el tratado del 4 4 de abril .
y cuya conversación hacia presajiar siniestros intentos , sobre todo desde
que supo el desvío perpetuo y absoluto impuesto á su mujer y su hijo ¡ el
emperador sentía dolores intestinales tan violentos que se presnmió un en
venenarajento. Sin embargo la aplicación de los remedios que se le dispu-
sieron ejecutivamente produjo un adormecimiento con qne el enfermo
esclarecido quedó 'enteramente curado. Los escritores propensos á admitir
una tentativa de suicidio suponen que dijo entonces i • Dios no lo quie-
re, i Pero las personas al servicio del emperador que le siguieron á todas
partes han declarado que los padecimientos intensísimos de Napoleón do-
rante aquella noche misteriosa solo fueron el resultado natural de la cri-
sis moral que estaba aguantando de diez días á aquella parte, y han orí-
632 HISTORIA
Hado la aprensión de toda tentativa de envenenamiento. Igual testimonio
parece que ha dado el duque de Bassano.
Como quiera que sea , el emperador encubrió cuanto habia padecido
en toda la noche. Levantóse á la misma hora que solia , y solo se mostró
mas resignado que el dia anterior, porque pidió el tratado que habia des-
echado hasta entonces, y lo firmó.
María Luisa, que habia recibido en Rambouillet la visita de los sobe-
ranos de Austria y de Rusia, y á quien habían vedado el ir á Fontainebleau,
no estaba esperando mas que saber la partida de su esposo para dejarse
llevar desconsoladamente á Viena con el joven príncipe , cuyo destino ha-
bia ayudado á volcar el emperador Francisco su augusto padre. Todo se
acababa de un golpe para Napoleón ; los arranques grandiosos de su en-
cumbramiento y los halagos entrañables de la vida privada. La isla de Elba
no podia ser para él mas que un estrecho encierro ; no obstante se avino
á la necesidad que le imponia aquella residencia. En vano el coronel
Montholon pasó á asegurarle el cariño de las tropas y de las poblaciones
de levante para moverle a que probase todavía la suerte de las armas ■
• Es demasiado tarde, respondió ; ahora no seria mas que una guerra ci-
vil, y nada puede ya determinarme á ella. » Con efecto se habia tirado el
último cañonazo el 10 de abril en la batalla de Tolosa, en la que el ma
riscal Soult, que ignoraba los acontecimientos de Paris y de Fontainebleau,
selló esclarecidamente la última pajina de nuestras inmortales campañas.
Los comisarios nombrados por las potencias aliadas debían acompañar
á Napoleón á la isla de Elba. Fijóse la partida para el 20 de abril, y la vís-
pera, el ayuda de cámara Constant y el mameluco Rustan, remedando á los
sumos personajes del imperio , desampararon á su amo.
El 20, á las doce , el emperador bajó al patio del Caballo Blanco en
donde la guardia imperial estaba formada. Solo le acompañaban algunos
fieles servidores, entre los que descollaban el duque de Bassano y el jene-
ral Belliard. A su llegada se conmovió el corazón de los soldados , y sos
ojos se arrasaron de lágrimas. El emperador hizo ademan de querer ha-
blar, y al punto se observó un relijioso silencio inalterable, para que to-
dos pudieran oir y recojer los últimas palabras del grande hombre á la
flor de los valientes.
« Jenerales, oficiales, subalternos y soldados de mi guardia sntigua ,
les dijo , me despido de vosotros con quienes hace veinte años que estoy
bien hallado ; pues siempre os encontré en el sendero de la gloria.
« Las potencias aliadas han armado á toda la Europa contra mí ; una
parte del ejército ha faltado á sus deberes , y la Francia misma ha queri-
do otros destinos.
« Con vosotros y los valientes que se han mantenido leales hubiera po-
dido sostener la guerra civil por tres años ; pero la Francia hubiera sido
DE NAPOLBON «'"
mal aventurada , lo cual era contrario al objeto que siempre llevé por
delante
«Sed fieles al nuevo rey que la Francia escojo ; no desamparéis jamás
á nuestra queiida y malhadada patria. Amadla siempre, amadla á esta pa-
tria querida.
« No tenéis que condoleros de mi suerte , seré siempre feliz en sabien-
do que lo sois.
• Hubiera podido morir: nada me hubiera sido mas obvio ; pero segui-
ré invariablemente el camino del honor. Aun me queda por escribir lo
que hemos hecho.
« No puedo abrazaros á todos ; pero abrazaré á vuestro jeneral
Acercaos , jeneral i Estrecha entre sus brazos al jeneral l'etit. i Que
<tc v
me traigan el águila i l<a besa. ) Querida águila , ¡ asi estos besos re-
suenen allá en el corazón de todos los valientes!... Adiós , hijos míos
Mis anhelos os estarán siempre acompañando ; conservad mi memoria. »
A estas palabras, los soldados prorumpeo en sollozos . cuantos rodean
al emperador se están bañando en lágrimas; y Al, no menos conmovido ,
80
634 HISTORIA
se aleja de aquella escena dolorosa y se mete en un carruaje donde ya ha-
bía tomado asiento el jeneral Bertrand. Inmediatamente se da la señal de
marcha. Napoleón salió de Fontainebleau , acompañado del gran maris-
cal , de los jenerales Drouot y Cambrone y algunas otras personas que
quisieron asociarse á la fidelidad de estos valientes guerreros. Do quiera
en su tránsito y hasta los confines de la Provenza , oyó al rededor de su
coche los gritos de « Viva el emperador. » Esta constancia del pueblo le
enterneció y consoló. Desde entonces comprendió que á pesar de algunos
actos impopulares que habían podido malquistarle y contribuir á su der
ribo, los Borboncs no lograrían esterminar en Francia el culto de su
nombre.
Entre Lyon y Valencia el emperador encontró al mariscal Augereau ,
que acababa de reconvenirle en una proclama, « de no haber sabido mo-
rir como soldado. » Napoleón , que ignoraba todavía el ruin é impropio
desacato de su compañero de Areola, se apeó del coche para abrazarle. Al
acercársele se quitó el sombrero, mientras que el mariscal hizo estudio en
mantenerse cubierto por todo aquel rato y aun en el acto de despedida. De
allí á una hora, Napoleón encontró en el camino algunos destacamentos
del cuerpo de Augereau que le tributaron los honores que recibía cuando
estaba en el trono. Los soldados le dijeron en alta voz : « Señor , el maris-
cal Augereau ha vendido vuestro ejército. »
El emperador tuvo que desviarse de Aviñon, en donde los motores
que asesinaron un año después al mariscal Bruñe, tenían dispuesto un
golpe de mano y entablada una fermentación en los ánimos que hacia pre.
sajiar sus siniestros intentos.
Llegado cerca de Lucel 26 por la tarde, hizo noche en casa de un
diputado del cuerpo lejislativo, en donde encontró á la princesa Paulina.
Al dia siguiente se hallaba en Frcjus; y después de haber descansado
veinte y cuatro horas en aquella ciudad, se embarcó para la isla de Elha
á las ocho de la noche.
1
< '.I lili II l.l
il.i i l'oilo reí i«jo RciiirtM 1.1 iii l.i isla d«; BllM lililí >«> .1 flUHrin I»'
1 1.1 1 cu rn Caniicv Mal- In triunfal :i Partí. 20 <l<- marro de II
vi: semejanza entre los lames, siempre
•contrapuestos de la vida del héroe' Iff.-t
bia presenciado Krejus su desembarco al
^regreso de Kjipto, cuando escollado por
¡los Marmouts, Muráis. Iicrüiiers, etc. .
iba á conquistar la potestad suprema
coutra los representante de la Francia y
labrar los cimientos de un im|>erio gran
dioso y prepotente. Quince años después
vuelve a Frejus apeado del sumo pode
rio por los estranjeros de quienes era el
asombro y el pavor, y por los cuerpos mudos y rendidos que babia dado
por sucesores á las borrascosas juntas de la república; en Krejus se embar-
636 HISTORIA
ca, no ya esta vez para empuñar el timón de un gran estado y encumbrar
con suma trascendencia el primer solio del universo, sino privado de su
alto alcázar y rechazado de aquel desempeño por el mismo senado, tan
pródigo con él, hasta el sumo hastío, de las mas rastreras adulaciones, y
por el mismo cuerpo lejislativo que despedía con oprobio tres meses antes;
vendido ú desamparado por sus antiguos compañeros y sus parien-
tes, vendido por Marmont y por Murat, desamparado por Berthier y por
otros muchos Dios lo ha querido así , Dios nada hace en vano. De-
jemos obrar á su omnipotencia.
Napoleón fondeó en la playa de Puerto Ferrajo el 5 de mayo, dia en
que llegó Luis XVIII á París. Las autoridades de la isla de Elba se desala-
ron en cumplimentar á su soberano á bordo de la fragata inglesa que lo
habia conducido. Al dia siguiente el emperador bajó á tierra y fué saluda
do con ciento y un cañonazos. Todo el vecindario le" salió al encuentro,
encabezado por el ayuntamiento y el clero.
« Curioso é interesante espectáculo era para el emperador y su séquito,
dice un testigo ocular, el de la candorosa alegría de las jóvenk, Elbesas
y el entusiasmo de aquellos sencillos pescadores que desde tiempo atrás
se complacían en oir á nuestros soldados tantas esclarecidas hazañas y
memorables victorias con las que estaba siempre enlazado el nombre de
Napoleón. Su nombradía y sus desmanes embelesaban igualmente. La se
renidad y aun el júbilo con que el emperador hacia preguntas á los meno
res ciudadanos contribuían á aumentar el entusiasmo. »
Napoleón se dedicó á la administración de la isla de Elba como si tra-
I>K NAPOI.KON. <"."
i ate de reinar formalmente \ |.or mucho tiempo ; romo si la actividad de
su mimen no debiera hallarse al golpe atascada en lo» limito de una N
beraoia tan estrecha. Kstudió los productos del suelo y los rerursos de la
¡ndmtria, recorrió todas las partes de la islaé ideo importantes mejoran.
Kl '20 de mayo llego Camhronc con los valientes de la guardia anti
guaque habían querido seguir al emperador en su destierro. Posterior
ni. -ule llegaron la princesa Paulina v madama l-eticia, con ánimo de no
separarse ya de Napoleón.
Kste aguardaba con impaciencia las noticias de Francia . y como en
otro tiempo recorría en las márjenes del Nilo los jieriódieos de la boropn
toda , para ver si no era llegada la hora de cruzar el mar y derribar el di
rectorio . asi consulta hoy dia los papeles públicos, ó las correspondencias
privadas, para saber como la nación francesa se aviene con los estranjeros
y con lof Bortones, y como unos y otros se portan con la nación france-
sa. Pqr lo que toca á los baldones incesantes que le asestan en todos los
periódicos, muestra desentenderse allá de todos ellos. ■ ¿ Qué tal me des
trozan? le dijo no dia al jeneral Bertrand que le traia los periódicos fran-
ceses. — No, señor, respondió el gran mariscal , no se trata hoy de vuestra
Majestad. — Vamos, respondió Napoleón, será para mañana, es una ca
talara intermitente, ya amainarán sus recrecimientos. »
sin embargo H gobierno que los aliados habían impuesto á la Irán
(558 HISTORIA
á:ia se mostraba diguo de su oríjen. Las promesas del conde de Artois
quedaban frustradas; Luis XVIIÍ fundaba su carta en su beneplácito y el
derecho divino. La nobleza volvia á insolentarse y el clero á ser intole-
rante. Todas las gracias del poderío recaían sobre los emigrados, y sus en-
conos y menosprecios se concentraban en el ejército veterano ; se da-
ban títulos de nobleza á Cadoudal , se encarecía á Moreau , se destinaba
una estatua á Pichegru , y los fieles guerreros de la Francia vacian aco-
sados de pesares y desaires. Todas las heroicidades que el gran pueblo
habia hecho bajo la república y el imperio se cercenaban de su historia ,
ó tan solo asomaban tildadas con la usurpación y las revueltas á que se
iban atribuyendo; el príncipe, que vivia sombríamente en medio de los
enemigos de la Francia, mientras nuestras armas triunfaban en Fleurus,
Lodi , Marengoy Austerlitz, suponía haber reinado sobre la Francia en el
tiempo de Austerlitz y de Marengo, y fechaba sus jestiones del 19 año de
su reinado. La prensa, que hubiera podido contrarestar las doctrinas de-
satinadas , resistir á las funestas propensiones y mancillar los actos im-
propios, apenas proclamada libre, se veia estrechamente esclavizada, y las
censuras se iban planteando á pesar de la carta, gracias á una disyuntiva
ideada con tanta desfachatez como oportunidad, para probar á la Fran-
cia que reprimir y precaver eran dos palabras idénticas.
El emperador habia previsto los yerros de los Borbones en el acto de
su abdicación y divisado la posibilidad de su regreso. El Memorial nos
retrata los pensamientos que estaban á la sazón embargando su alma, y
nos da la verdadera esplicacion del osado intento que pronto ha de ejecu-
tar. Napoleón mismo es el que habla refiriéndose á los últimos dias que
pasó en Fontainebleau.
« Si los Borbones, recapacitaba, quieren empezar una quinta dinastía,
nada me queda que hacer aquí, y mi papel está terminado j pero si por
casualidad se empeñan en continuar la tercera, no tardaré en presentar-
me otra vez. Pudiera decirse que los Borbones tuvieron entonces mi me
moría y conducta á su disposición : si se hubiesen contentado con ser los
majistrados de una gran nación, si la hubieran querido, yo quedaba en
el concepto del vulgo un ambicioso, un tirano, un trastornador y un
azote. ¡Cuánta perspicacia y serenidad se requería para justipreciarme y
abonarme! Pero han querido constituirse otra vez señores feuCalcs, an-
teponiendo el encabezar un partido odiosísimo á toda la nación. »
Si Napoleón dio motivo á que, en 1814, se dijera de él que habia
mullido la cama á los Borbones, estos á su vez van á abrirle de nuevo el ca-
mino del trono. Al hacerse cargo Napoleón de la situación de la Francia ,
y sabiendo la suerte que le reservaba el congreso de Viena, no tuvo
que titubear y tomó pronto una determinación. Se ha hablado mucho de
sus intelijencias en Francia é Italia, de sus emisarios, corresponsales y
DE WPOI.KON r..V.i
cómplices, porque se ha querido ntribuir a una trama su salida ríe la
isla de Elba PomIixo H «|Uf mi conspiración M parto de mi raleza,
que ion nadie consultó sus intentos, y que todos los ignoraban cu Porto
Ferrajo , la víspera misma de la partida . n MOpriOB de Drouot y Bcr-
I ni lid.
El 2« de febrero de <KI5, á la una de la tarde, Napoleón ,ium a mi
mwnlia para que se dispusiese á la partida. Manifestóse al punto sumo
entusiasrjo entre aquellos valientes, cuyo denuedo y carino estaban enar-
deciendo la madre y hermana del emperador, asomadas á las ventanas
del palacio. Por todas partes no se oia mas que esta voz : « París o la
muerte. »
Pronto una proclama anunció de oficio a los isleños que el empero
dor se separaba de ellos. « Nuestro augusto soberano, decía en ella el
gobernador (el jencral Lapi), llamado por la Provideuáa ¿ la carrera de
la gloria , ha tímido que dejar i uesti a isla ; me ha encargado su mando ,
| frfltpm la administra» ion a una junta de seis habitantes, y la defensa
de la fortaleza a vuestro tesón v afecto. ■
fi/,0 HISTORIA
« Me marcho de la isla de Elba , dijo Napoleón , estoy sumamente sa-
tisfecho del comportamiento de los habitantes : les confio la defensa de
este pais que tanto aprecio \ no puedo darles mayor prueba de mi con-
fianza que el dejarles mi madre y hermana bajo su custodia; los indivi-
duos de la junta y todos los habitantes de la isla pueden contar con mi
;ifecto y protección muy particular. »
A las cuatro de la tarde , los cuatrocientos hombres de la guardia an-
tigua se hallaban á bordo del bergantín el Inconstante; otras cinco em-
barcaciones menores recibieron doscientos infantes , cien caballos polacos
y un batallón de flanqueadores. A las ocho de la noche, el emperador,
acompañado de los jenerales Bertrand y Drouot, se embarcó en el Incons-
tante. Un cañonazo dio al punto la señal de partida, y la escuadrilla dio
la vela.
El viento, al pronto favorable, se volvió de repente contrario y arrojó
la embarcación hacia los cruceros. Tratóse de volver á Porto Ferrajo ; pe-
ro el emperador se opuso á la propuesta. Durante la travesía se dedicó
á redactar proclamas al pueblo y al ejército, y sus soldados se esmeraron
en copiarlas. El primero de marzo, á las tres, entró en el golfo Juan. An-
tes de desembarcar mandó á sus soldados que se quitasen la escarapela de
la isla de Elba y vistiesen la tricolor , lo cual se efeetnó al eco de viva el
emperador, viva la Francia. El desembarco se verificó inmediatamente
en la playa de Cannes. El emperador saltó en tierra el último, y mientras
que su estado mayor se afanaba por acampar á la huestecilla y preparaba
todo lo necesario , se estuvo paseando solo por el camino haciendo pre
guntas á los labradores. A la una de la mañana mandó levantar el cam-
pamento, y marchó lo restante de la noche al frente de su gallarda falanje
en dirección á Grase. Como hacia parte del camino á pié, le sucedió que
dio varias caídas, y en una de ellas viendo un soldado que se levantaba
alegremente, dijo á sus compañeros: «Enhorabuena, no conviene que
Juan de la Espada (apodo familiar con que solían apellidar entre ellos á
Napoleón ) se tuerza un pié , pues tiene que ser Juan de Paris. »
El emperador llegó el 4 de marzo á Digne. Allí mandó imprimir las
hermosas proclamas que habia ido estendiendo á bordo del Incestante y
que habían de foguear poderosísimamente el patriotismo del pueblo y del
ejército. Aquí van entrambos documentos, á cual mas memorable, diriji-
dos con fecha de \ .° de marzo desde el golfo Juan, y en los que Napoleón
habia echado el resto de su pujanza y de la grandiosidad de su estilo em-
belesante.
PROCLAMA AL PUEBLO FRANCÉS.
«Franceses, con la deserción del duque de CastigiioneseentregóLyon
sin defensa á nuestros enemigos; el ejército cuyo mando, le habia yo con-
DE NAPOLEÓN. 041
fiado, estaba en disposición, por el número de «ns batallones ,d denuedo
j patriotismo de les tropas que lo componían, de contrarestar al cuerpo
de ejército austríaco que se le oponía, y situarse á retaguardia por el cos-
tado izquierdo del ejercito enemigo qne estaba amenazando á París.
tLas victorias de Campaubert. Montmirail, Chateau Thierry, Vau-
champ , Mormnns , Montcreau , Craonc , Keims , Arcis sur Anbe y San
Pizier , el alzamiento de los valerosos campesinos de la l.orcna , Chara
paña , Alsacia, Franco Condado y llorgoña, y las posiciones qne yo ocn.
paba á espaldas del ejército enemigo, separándolo de sus almacenes, par-
ques de reserva, convoyes y equipajes , lo habían colocado en una situa-
ción desahuciada. En ningún tiempo los Franceses estuvieron asomados á
ser mas poderosos, y la flor del ejército enemigo quedaba perdida sin ar-
bitrio ; hallara su huesa en aquellas anchurosas campiñas que habia ta-
lado desapiadadamente, cnandola traición del duque de Ragusa entregó la
capital y desorganizó el ejército. Kl comportamiento inesperado de estos
dos jencrales, que vendieron juntamente á su patria, su príncipe y bien-
hechor, trocó la perspectiva de la guerra, la situación desastrada del ene
migo era tan irremediable, que al terminarse la refriega trabada delante
de París, se hallaba sin municiones, separado de sus parques de reserva.
t En aquellas nuevas y rematadas circunstancias, mi corazón quedó
desgarrado; pero mi alma permaneció inmoble. Consultando solamente
con el interés de la patria , me desterré á un peñasco en medio del piéla-
go, pues mi vida os era y debia seros todavía provechosa. No permití que
los numerosos ciudadanos que apetecían acompañarme participasen de
mí suerte; creí su presencia importante en Francia, y solo llevé conmigo
una cuadrilla de valientes necesarios á mi guardia.
« Colocado en el trono por vuestra elección, cuanto se ha practicado
siu vosotros es ilegal. Hace veinte y cinco años que la Francia tiene nue-
vos intereses, nuevas instituciones y nueva gloria, que solo pueden afian-
zar un gobierno nacional y una dinastía nacida en estas nuevas circuns
tandas. Un priucipc que reinara sobre vosotros y se sentara en mi trouo
con el desenfreno de las mismas armas que han talado nuestro territorio,
trataría en vano de arraigarse con los principios del derecho feudal ¡ no
pudiera resguardar sino el honor y derechos de un corlo número de indi
viduos Aiemigos del pueblo , quien los ha estado condenando durante
veinte y cinco años en todas nuestras juntas nacionales Vuestro sosiego
interior y consideración esterior quedarían perdidos para siempre.
« Franceses , desde mi destierro he estado oyendo vuestras quejas y
vuestros anhelos; reclamáis este gobierno de vuestra elección, que es tan
solo el lejitimo. Estabais tildando mi letargo ¡ me culpabais de sacrificar
á mi reposólos grandes intereses de la patria.
t He cruzado los mares en medio de peligros de toda dase; llego en
XI
642 HISTORIA
pos de vosotros para recobrar mis derechos que son los vuestros. Todo lo
que los individuos han hecho , escrito ó dicho desde la toma de Paris, lo
ignoraré siempre ¡ esto en nada influirá en el recuerdo que conservo de
los servicios importantes que han hecho ; porque hay acontecimientos de
tal naturaleza que sobrepujan á la constitución humana.
« Franceses , no hay nación, por pequeña que fuere, á quien no que-
pa el derecho de sustraerse y que no se haya sustraído al deshonor de
obedecer aun príncipe impuesto por un enemigo momentáneamente vic
torioso. Cuando Carlos Vil entró en Paris y derribó el trono deleznable
de Henrique V, reconoció deber su trono al esfuerzo de sus valientes, y no
á un príncipe rejente de Inglaterra.
«Asi mismo á vosotros solos y á los valientes del ejército blasono y
blasonaré siempre de deberlo todo."
Proclama ai, ejército-
« Soldados , nadie nos ha vencido , pues dos hombres salidos de
nuestras filas han vendido nuestros laureles, con su pais y con su príncipe
y bienhechor.
« ¿Se empeñarán en mandar aquellos que por espacio de veinte y cin
co años han estado recorriendo toda la Europa en busca de enemigos
nuestros, y han pasado su vida peleando contra nosotros en las filas de los
ejércitos enemigos y maldiciendo á nuestra preciosa Francia? ¿Intenta-
rán , repito , aherrojar nuestras águilas cuyas miradas nunca pudieron
resistir? ¿ Consentiremos en que hereden el fruto de nuestros esclarecidos
afanes, que se apoderen de nuestros bienes y blasones, calumniando núes
tra gloria? Si durase su reinado, allá se empozara todo, hasta el recuerdo
de aquellas acciones inmortales.
« ¡Cuan encarnizadamente las desfiguran procu rando emponzoñar lo qu o
enamora al mundo! Y si quedan todavía defensores de nuestra nombra
día, están entre esos mismos enemigos contra quienes peleamos en el cam
po de batalla.
«Soldados, desde mi destierro he oido vuestra voz y he llegado hast.-i
aquí, arrollando tropiezos y peligros.
« Vuestro jeneral, llamado al trono, por la elección del pueblo y en
cumbrado sobre vuestros escudos, se os apersona : venid á hermanaros
con él.
« Desechad todos esos colores que proscribió la naturaleza, y que du
rante veinte y cinco años han estado sirviendo para agavillar á todos los
enemigos de la Francia; ostentad esa escarapela , pues la llevabais en
nuestras grandes victorias.
« Debemos olvidar que fuimos señores de las naciones; mas no tolerar
I)K NAPOLEÓN MJ
ijtir ii;i.Im-s,. nituMii.i.i .mi i «tros negocios ,\ quien |» m liora hacerlo?
Recobrad aquellas águilas que teníais en Mma, Ansterlitz , Joña, Kylau ,
Fricdlaml . Tudcla . lekmnhl , Kssling . Wagram, Esmolensko, Moseowa,
i.iitzni. Wnrlchen y Montmirnil ¿envisque puedan presenciar mu tim
bies ese piulado <lc Franceses, hoy tan arrogantes? Se arrinconarán alia de
donde vinieron. J allí, si quisieren, reinarán romo suponen haber reina
do durante diez y nnc\e artos.
NmüTOI 1'inicN, distinciones \ nombradla, los bienes , distinciones
\ blasón de vuestros lujos, no tienen mayores enemigos que esos princi
peí (|iic los estran joros os lian impuesto . y>n los enemigos de nuestra glo-
ria , porque los condena la narración de tantas heroicas acciones que han
i'scln -ccido || pueblo fi anees pelea ndo contra ellos para librarse de su yugo.
<l,os veteranos del ejército deSambray Mosa, del Kin, Italia, Ejip-
to , poniente y grande ejército , yacen humillados; sus honrosas cicatri
i es son mancilladas ; sus triunfos serian crímenes , estos valientes serian
irnos rebeldes . si. como lo intentan los enemigos del pueblo, se bailaran
Botemioi lejitimoson medio de los ejércitos extranjeros. I .os timbres, ga-
lardones y agasajos son para los que los sirvieron contra la patria y con
tra nosotros.
«Soldados, x «'iii.l si rcuniros bajo las banderas de vuestro caudillo.
Sn existencia estriba en la \ uestra ; sus derechos se vincuiau todos en los
del pueblo y los vuestros; su interés, blasón y nombradla sou los mis
mosque los nuestros. La victoria marchará á paso de ataque; el águila,
con los matices nacionales, volará de pueblo en pueblo hasta las torres de
Nuestra Señora i entonces podréis mostrar cou honor vuestras cicatrices
y podréis vanagloriaros de lo que habréis hecho ; seréis los libertadores
de la patria-
• En vuestra vejez, seguidos y acatados por vuestros conciudadanos, os
estarán oyendo referir vuestras hazañas y podréis decir engreidamentc •
«También yo formaba en aquel gran ejército" que entró dos veces en los
muros de Viena y en los de Roma, Berlín , Madrid y Moscou, y ha libra-
do á París del baldón que lo habían estampado la traición y la presencia
del enemigo. Honor á esos valientes soldados, gloría de la patria, y aireo
ti perpetua á los Franceses criminales en cualquiera condición que hayan
nando # que pelearon veinte y cinco años con los estranjei os para desgar
rar el regazo do la patria."
Este lenguaje estaba pregonando á la nueva Francia que volvía su es-
clarecido intérprete y que la democracia había recobrado su representan
te y su héroe: asi el pueblo y el ejército acudieron con entusiasmo y con
hermandad asombrosa al encuentro del ilustre desterrado.
Napoleón llegó á r.ap el 5 de marzo. Recibiéronle en aquella ciudad
con las mismas demostraciones de júbilo que se habían manifestado en to
644 HISTORIA
das las partes por donde habia ido pasando. Después de las tentativas de
contrarevolucion que habían ido brotando en el regreso y el reinado
brevísimo de Luis XVIII, los Delfineses, tan adictosá la revolución, saluda-
ban con alborozo al numen libertador que acudia al auxilio de la igual-
dad, tanto tiempo defendida por él, y ahora amenazada por los Borbones.
Napoleón salió de la capital de los Altos Alpes vitoreado por el ve-
cindario entero. Al pasar por San Bonnet, los habitantes le ofrecieron
que tocarian á rebato y se alistarían todos para reforzar su escolta que
conceptuaban harto endeble para trasladarlo á Paris contrarestando las
crecidas guarniciones colocadas por la travesía. « No, les respondió; esos
sentimientos me están demostrando que no me equivoqué ; prenda incon-
trastable son para mí de los de mis soldados ; los que vaya encontrando
acudirán á formar conmigo, y cuautos mas fueren, mas afianzado ha de
quedar mi triunfo; con que así permaneced sosegados en vuestros hoga-
res."
Quedaba ya comprobado el intento en cuanto al pueblo ; Napoleón no
se habia propasado en conceptuar el predominio de su nombre y de su
numen. Quedaba el ejército, del que se creia aun mas seguro que del pue-
blo y con el cual no se habia aun apersonado. Pero se acercaba á Greno-
ble, y era de temer alguna demostración hostil por parte de las autori
dades y del comandante militar, r.on efecto , el jeneral Marchand habia
destacado un batallón del 5." de línea sobre el camino de Lamure, con
orden de que se opusiera al tránsito de Napoleón. Ka vanguardia del em-
perador encontró aquel destacamento cerca de Lafrete, y no pudo recabar
que se desprendiese de sus filas y se pasase á la bandera del antiguo ejér-
cito. Un oficial de estado mayor del jeneral Marchand estaba allí conte-
niendo á la soldadesca con el vínculo de la disciplina. Luego que Ñapo
león supo aquel contratiempo , acudió á la vanguardia, se apeó y colocó
frente al batallón que amenazaba dar un funesto ejemplo á todo el ejér-
cito. Seguíale la guardia con las armas rendidas para manifestar la inten
cion de no querer valerse de la fuerza. « ¿Cómo , amigos mios ? esclamó ,
¿no me conocéis? soy vuestro emperador ; y si hay entre vosotros un sol-
dado que quiera matar á su jeneral y emperador, puede hacerlo , aquí
estoy." Al pronunciar estas palabras, se descubrió el pecho. El oficial de
estado mayor quiso aprovechar aquel momento para romper e\( fuego ;
pero su voz quedó al punto ahogada con la vocería de viva el emperador;
voces de entusiasmo mil veces repetidas en que prorumpieron al par de
los soldados todos los labradores que cubrían los cerros y guarnecían el
camino real. De repente el batallón del 5.°, los zapadores y minadores se
hallaron confundidos con los valientes de la isla de Elba á quienes estre-
charon fraternalmente en sus brazos, y los lanceros polacos persiguieron
mas allá de Vizdle al oficial de estado mayor, el cual logró salvarse mer-
I>K NAPOLEÓN. M8
cédala dilijcncia de «i caballo. Kl emperador prosigtiiódespue* tu mu. m
hacia lirenoblc OH medio de la muchedumbre que M> ''m aumentando á ca-
da paso. Napoleón se ha acordado en Snnta Helena ile que en uno de los
valles del Dcllinado había visto salir de enmedio de aquella inmensa mu
< Itedumbrc que se atropellaba á su tránsito , un soldado de alta estatura
llorando de gozo, y abrazando á un anciano de noventa años. Era un gra-
nadero de la isla de Elba de cuya fidelidad se había sospechado cu nulo
desapareció. Solo se habia separado momentáneamente de sus compañe-
ros dearmas para ir en busca de su padreáquien quena presentai alem
perador.
. A su llegada á Vizillc , Napoleón se halló con el entusiasmo progresi-
\o ile las poblaciones delíinesas. Por todas partes se oía- i Aquí nano la
revolución; nuestros padres fueron los primeros que \ o' \ leron por los ule-
ros de los hombres libres , aquí también resucita la libertad francesa y la
Francia recobra su honor ¿independencia.
El emperador, que al pasar delante del castillo de los Delfines, en don-
de se celebró en I7NX la |»imvia junta pati i.-ln.i . no h.'.bu |>.>,|ido ñu-
ños de hermanarse con los recuerdos de la muchedumbre , esclamo por
su paite con el ímpetu de un hombre que otaba parangonando aquellas
646 HISTORIA
memorias que aclamaban los DelOneses, y la crítica y grandiosa posición
en que volvia á hallarse la democracia en la persona de su representan
te: «Sí ; de allí salió la revolución francesa."
Allí, también se estaba diciendo, vaá alcanzar la revolución francesa
un nuevo triunfo sobre el antiguo réjimen ,• porque allí va á quedar alian
zado el éxito de mi arrojada empresa.
En efecto , mientras que el emperador está como embargado en tales
presentimientos, y su alma vuela absorta por mil rumbos en medio de la
embriaguez jeneral que causa su presencia en el pueblo delfines, un oli
cial del 7." de línea atraviesa la muchedumbre y participa á Napoleón
que su Tejimiento, cou el coronel al frente, se adelanta á marchas forzadas
para saludar al héroe déla Francia Siempre sereno al parecer como en
todos los trances memorables de su vida, le asoma sin embargo al ros
tro la entrañable impresión que está abrigando con un acaecimiento que
debe conducirle , sin disparar un tiro, á las Tuilerias. Su fisonomía, des
pojada del semblante empañado que las fatigas del cuerpo y los tormén
tos del ánimo le han comunicado basta entonces , aparece risueña de júbi
lo y de esperanza. Después de haber manifestado al oficial del 7." lo que
siente por su rejiíniento y por el Jefe (pie lo manda, espolea su caballo y
allá sé arroja como si ya estn\ icra delante del arco triunfal del Carronsel.
Pronto se oye la vocería del 7." mezclada con los vítores de la mucheduin
bre que lo acompañ a. El coronel mareba adelante á paso acelerado; es
hombre de alta estatura \ hermosa presencia- Su carácter fogoso, pecho
varonil y modales caballerosos, le han granjeado sumo influjo en eláni
mo del soldado y de los oficiales. Salió de Grenoble á las tres de la tarde
(el 7 de marzo), y acorta distancia de la ciudad ha mandado callar á los
tambores, hacer alto y romper una caja de donde han sacado una águila
(¡iie enseña al instante á los soldados, voceando : « He aquí la insignia es
elarecida que era nuestro norte en nuestras inmortales acciones. El que
tantas veces os condujo á la victoria se adelanta hacia nosotros para ven-
' gar nuestra humillación y nuestros desmanes ; hora es de volar bajo su
bandera que nunca dejó de ser la nuestra. Síganme los que me quieren.
Viva el emperador." Los soldados , que apenas podian contener sus ím-
petus mientras que su coronel estaba hablando , prorumpieron á la voz
de viva el emperador y repitieron aquella esclamacion de su jefreon arre
batos de un regocijo que ra\ aba en delirio. Un numeroso concurso de indi
viduos de toda edad, sexo y condición les ha seguido y se acerca ahora con
ellos para saludar también con sus aclamaciones á aquel con quien por
tanto tiempo se encarnaron el principio de la igualdad y la gloria de
la nación. La impaciencia, igual por ambas partes, ha acortado la distan
cia. Ya se confunden las aclamaciones. Ya están reunidos los compañeros
de armas separados por los sucesos de 1814, y se abrazan repitiendo viva
DE NAPOLlOti. f»47
la guardia , vivac! ".", vivad emperador, y el vecindario de GreMMt
que ba salido IÜ encuentro del sumo conquistador , hermana sn albora
zo con el de la población de las montanas que ba bajado de sus riscos on
pos del grande hombre. Sin embargo, el esclarecido é intrépido coronel
del ".", el noble y valiente Lahedoyere , logra abrirse paso por medio de
la muchedumbre y va á echarse en brazos del emperador. Napoleón le es-
trecha contra su pecho y le dice con desahogo . * Coronel , V. me repone
en el trono. "
El emperador llegó de noche bajo los muros de (¡renoble. El afán es-
truendoso del jen tío está ya pregonnndo su presencia al vecindario y á la
guarnición en mediodcla oscuridad que no alcanza ¡i encubrir su persona.
Algunos ciudadanos y soldados, burlando las precauciones del tenien
te ¡enera! quehabia dado orden para que se cerraran las puertas, entre
üaudose de las llaves , se descolgaron por las murallas y fueron á aumen
tar el séquito del héroe. De repente se oye estruendo de armas en la pía
za, se cree que los artilleros van á hacer fuego y la muchedumbre se res
guarda de la metralla con las casas contiguas. Napoleón , innaccesible al
CÍ8 x HISTORIA
temor, permanece inmóvil en el puente encarado con las baterías; su ade-
man sereno produce una reacción en la mente de la muchedumbre. El
emperador arroja su vida, esclama un ciudadano, ¿y trataremos nosotros
de escasear la nuestra? y al decir estas palabras se atropella sobre el in-
mortal guerrero que habia familiarizado á tantos valientes con los peli-
gros. Este ejemplo hace volverá la muchedumbre al rededor del grande
hombre.
Sin embargo Napoleón, queriendo enterarse del movimiento que se
habia notado por las murallas, manda á Labedoyere que se acerque y
arengue á los artilleros. Entonces el coronel sube á un paraje dominante
y grita con voz recia: « Soldados, os traemos al héroe que habéis segui-
do en tantas batallas : á vosotros toca recibirle y repetir con nosotros el
antiguo grito de reunión de los vencedores de Europa : ¡ Viva el empera-
dor!" Los artilleros, á quienes la disciplina únicamente habia retenido en
sus puestos , no hacen aguardar su respuesta. « ¡ Viva el emperador ! »
claman unánimes y todos cuantos los rodean, militares y ciudadanos, se
unen con ellos para redoblar mas y mas la voz que habia movido Labe-
doyere.
Pero en medio del acaloramiento jeneral , así en el interior como en el
csterior de la ciudad , Napoleón se cansa de estar viendo las puertas cerra-
das. Se daban las manos por los portillos , según dice el Memorial , pero
no se abrían. El vecindario jornalero délos arrabales , ansiosísimo de ad-
mitir al emperador en los muros de Grenoble , llega entonces con vigas.
La puerta de Bonnecae pronto á los golpes repetidos de aquellas nuevas
máquinas de guerra recien inventadas por el alan de las clases trabaja-
doras ; y los sitiados prorumpen todos en gritos de victoria que apenas
pueden remedar los sitiadores.
« En ninguna batalla , dice Las Cases , corrió tanto peligro el empera-
dor , como al entrar en Grenoble ; los soldados se arrojaron sobre él con
todos los ademanes del enfurecimiento de la saña ; por un instante algunos
se estremecieron, pues hubiera podido decirse que iba á quedar destroza-
do ; tanto era el delirio del amor y del regocijo ; llegaron á levantar en
hombros la persona y el caballo."
Las proclamas del golfo Juan se reimprimieron en Grenoble y corrie-
ron con profusión. El emperador permaneció dos dias en aquei.a ciudad.
Durante su residencia pasó revista á las tropas y la guardia nacional, y re
cibió visitas de las autoridades , cuerpos académicos y clero.
En la revista, Napoleón cubierto con su sombrerito y vestido con la
famosa levita de mezcla, se acercó á los artilleros del 4." rejimiento y les
dijo:
« Entre vosotros hice yo mis primeras armas; os quiero á todos como
á antiguos compañeros ¡ os he seguido en el campo de batalla, y siempre
DE NAPOLBOK Mi
lie estado llilirfuiin dfl vosotros ¡ pero conflo que no necesitaremos vues
tros rañones. »
Napoleón sahó de Grenoble el 9 de manto y llegó d día siguiente i
l.yon en el trance mismo en que el ronde de \rlois. después demilcona-
tos infructuosos para recabar de los sold.idos el que defendiesen la causa
de los Borbones , acababa de marcharse en total desamparo , con el res
guardo de un solo voluntario real. Kl emperador mandó dar á este leal
servidor de sus enemigos la cruz de la Lejiof) de Honor en premio de su
fidelidad.
Persuadido Napoleón deque ala democracia de que procedía y á la opi-
nión universal que le hacia conceptuar por el verbo de la revolución .
era á quien debía atribuir la buena acojida que merecia á los \ceindarios,
tanto ciudadanos como campesinos, al paso que reservaba enfrenar mas
adelante aquel gran movimiento democrático, se rió en la precisión de
hacer concesiones á la opinión jeneral. pensando que al calió ella vria la
que , acompañada del amor del ejército, le conduciría en triunfo á Paris:
asiquedióel !."> de marzo varios decretos paraanular todos losados contra
revolucionarios del gobierno real, y restableció las leyes de la asamblea
constituyente, suprimiéndola antigua nobleza y las órdenes de caballe-
ría. El último decreto disolvió las Cámaras de los pares y diputados,) con
vocó estraordinariamente en Paris á todos los colejios electorales del im
perio para celebrar una reunión en el Campo de Mayo, y revisarlas cons
tituciones imperiales.
Kl emperador tomó el camino de Borgoña en donde le aguardaba una
población no menos apasionadamente desalada que la del Dcllínado. Pero
mientras que atraviesa la Francia llevado bástala capital por el entusias-
mo de los ciudadanos y en medio de las aclamaciones universales, según
sus propias expresiones, los Borbones tratan deponer á talla su cabeza,
y el congreso de Viena llama de nuevo á toda la Kuropa á las armas para
agolparse sobre él. Li prensa de Paris y del estranjero corrobora tama
ñas providencias > vierte el desenfreno y el enfurecimiento de la sobera-
nía antigua y de la vieja aristocracia, tratando de ruin aventurero al que
va pronto á alcanzar con su cuadrilla el castigo al grande hombre á quien
todo un pueblo recibe como ¿ su libertador. Kstos desacatos, acompañados
de torpísimas mentiras, no estorban el que Napoleón se vaya acercando
á Paris, aunque los periódicos asalariados le retratan hnyendo siempre
de los principes de la familia real. Kl 13 de mano, duerme en Macón,
mientras que el mariscal Ney se declara por él en l-ons le Saulnier con
una proclama que empieza con estas palabras : • La causa de los Borbones
yace rematada para siempre. • El 14. pasa á í'.halons. con cuyo vecindario
se congratula por la esplendorosa resistencia qne opuso al enemigo
en la última guerra Iguales elojios quería tributar á los vecinos de Sin
650 HISTORIA
Juan de Losne que manifestaron idéntico patriotismo, pero no hallándose
aquella población en su camino, se contenta con enviar la condecoración
de la Lejion de Honor a su digno correjidor. Con esto motivo dijo á los
labradores y jornaleros que forman la mayor parte de su inmenso séquito:
« Para vosotros, jente honrada, establecí yo la Lejion de Honor, y no para
los emigrados con estipendio de nuestros enemigos. »
El 15, Napoleón se hallaba en Autun, vitoreado siempre con las mis-
mas aclamaciones. Aquel dia,lasdos Cámaras establecidas por la Carta se
reunieron en París en virtud de una convocación estraordinaria que babia
promovido el desembarco del emperador. Luis XVIII y los principes de su
familia, atónitos con el asomo del ilustre proscrito cuya cabeza habían pe
dído en vano, disimularon momentáneamente sus propensiones conlrarevo
lucionarias y renovaron su juramento á la Carta. Esta demostración so
lemneno les volvió á granjear la confianza de los realistas conslituciona
les, á quienes había desengañado muy pronto la propensión contrapuesta
del gobierno; y el conjunto de la nación, considerándola como un síntoma
medroso, hizo escarnio de aquella demostración.
El emperador prosiguió pues su marcha veloz hacia París á pesar de
las disposiciones militares, las hipocresías solemnes y los decretos mata
dores con cuyo agolpamiento se había contado para detenerle en su car
rera triunfal. El M de marzo, celebró su entrada en Auxerre, á donde el
r
ticosTf ctw"
DK wi-iiiiiiN 054
i í " rcjimiento «Ir linca había llegado de Drleans volando i M njaenan
ii n i n|4> cuerpo había peleado mucho tiempo eo Kspena j li -»*»•-• descolla
do si 11 conaegnir premios proporcionado! .1 mis lenridoa. Kl emperador
distribuyó condoooractonea i loa oflcialeí j loMadoa reputados como los
mas acreedora á galardón tan esclarecido
Kl mariscal Noy m reunió en Auierrc ron el emperador Kl vuKeutc
de los valientes iba á coronar la obra de Labedoyere su prreeneiu anteé
lo> anhelos y la esperan /a de Napoleón
Kl gobierno real m hallaba en los mayoral apnrca Pedia á las CA
niaras que !o salvasen con leyes de cm •unstancia \ doblegaba el orgullo
«le los grandes . humillándolo hasta ir a halagar a los aoMadoa en los
cuarteles. Pasos infructuosos. \.mos rendimientos. Lm Cámara* no tenían
autoridad sobre la nación, ni los principa indujo con el soldado, que solo
respondía a sus s, ¡ ilcudiéudose, > aun muchas veces con a
presiones amargas. Por lo tanto nada poma detener á Napoleón
Kl 19 de mar/o. marchó de \u\erre y llego á Konlaiiiebleaii el 'Hiá las
cuatro de la mañana aquella misma noche luis XVIII habia desampara
do la capital encaminándose velozmente á la frontera belga, si la marcha
del emperador habia sido un triunfo continuo desde el golfo Juan á París,
la retirada del rey fué una fuga desde París aliante LoaBorbonease habían
equivocado sobre las causas > el carácter de la caída de Napoleón. Habían
creído > proclamado que aquel que dispone de los tronos é imperios ha
bía estampado con su divino sello el csterminio de la dominación impe
rial para que cesara en Francia el reinado «le lo que llamaban revuelta é
impiedad; decían ineesantementcque la Providencia habia querido sojuzgar
y que había mal herido en Napoleón al espíritu del siglo . la Olosofía mo
derna y la revolución La Prov¡dene¡a,cuyas miradas no están Michas a lo
pasado, y si encaradas con el porvenir, que promueve y cominee todas las
revoluciones para rejenerar a los pueblos, y no para restaurar a los reyes
la Providencia, que solo habia retirado su protección al grande hombre a
quien lanío habia favorecido |»ara castigarle de haberse allegado i los
pensamientos \ ;• los hundiris de l.i sociedad antigua ¡ la Prov idencia tenia
que manifestar estruendosamente sus intentos > desengañar con algún
sumo acontecimiento á los principes que habían podido equivocarse ueer
■ a desús inmuta'. I. | Kntónces |»erm¡lio que el monarca qm
habia dejado derrocar se levantara de n pente) rccobr.ua. I ceta
por ensalmo, no para restablecer \ eonsoKdaí su dínnstin, riño para dai
testimonio al mundo del poderío supremo de la revolución > de la laque
/a dd rejimen antaño.
Patente esta ya d tatinwuio 1.1 derecho divide venfcfa del estranjero
vuelve á él con los tabones, participando de su nrgpnaoaa luna . % I»
soberanía del pueblo va á entrar triunfante con Napoleón en hwTtti
CAPITULO Lll.
Lo» Cien Días.
ontainebleau había visto al emperador der-
rocado con desamparo casi total de sus an-
tiguos compañeros el dia 20 de abril de
\ 81 4, separándose de su guardia para dejar-
se llevar prisionero á la isla de Elba : el 20
de marzo de 1815, Fontainebleau está vien-
do de nuevo á Napoleón en medio de su
guardia, rodeado del batallón sagrado , se-
guido de las aclamaciones del pueblo y del
ejército, y pronto á marchar á su capital, en
donde va á recobrar el poderío soberano que por segunda vez le delega
el voto nacional.
I)K N \IM)I.K<>\ *U
II emperador llega al anochecer i Im puertas de Parí». Iji bandera tri-
color tremola en las Tufa ta desde las dos de la tanta i el valiente Excel
maoa la lenia cnarbolada.
Kl pueblo y el ejercito rodean ¿ Napoleón y se abalanzan á él como en
(.renoble. Todos ansian mirar al béroe mas de cerra. Cuando entra en
las Tuilerias, alas nueve de la noche, le reciben un sinnúmero de ofi-
ciales, quienes se arrojan á él con tanto afán y entusiasmo «pin no purde
menos de prorumpir-. « Señores, ni á respirar alcanzo. » Mr. de Montali.
vet, que le habia servido con cariño y maestría en la prosperidad y que le
habia sido fiel en la desventura, le sale al encuentro al pié. de la escalera
principal y lo estrecha en su9 brazos. Llevan en cierto modo al emperador
á sus aposentos. en donde le aguarda la reina Hortensia con gran número
de antiguos magnates del imperio.
Kl batallón sagrado acampa en la plaza del Carrousel, y alterna con la
guardia nacional en el servicio de palacio.
M día siguiente, el «parador pasa reusta á todas las tropas que s<-
hallan a la sazón en la capital « Soldados, les dice , be venido á Kran-
054 HISTOPIA
cía con novecientos hombres, porque contaba con el cariño del pueblo y
el recuerdo de los veteranos. Mi esperanza no quedó desairada. Gracias
os doy, soldados. La gloria de lo que acabamos de hacer es toda del pue
blo y de vosotros. La mia se reduce á haberos conocido y justipreciado.
« Soldados, el trono de los Borbones era ilejítimo, ya que habia sido
levantado por manos estranjeras, que lo habia proscrito el voto de la
nación, espresado por todas nuestras juntas nacionales, y finalmente por
que tan solo afianzaba los intereses de un corto número de hombres arro
gantes, cuyas pretensiones se contraponen á nuestros derechos. Soldados,
sobre el trono imperial quedan resguardados los derechos del pueblo, y
sobre todo el principal interés, el de nuestra gloria.
o Soldados, vamos á marchar para arrojar del territorio á esos prín-
cipes auxiliares del estranjero ¡ la nación no solo nos dará nuevas alas con
sus deseos, sino que también seguirá nuestro impulso. El pueblo francés
y yo contamos al par con vosotros. No queremos entrometernos en los
negocios de las naciones estranjeras ; pero ¡ ah de aquellos que vengan á
cuidar de los nuestro^ ! »
Los soldados escuchan este discurso con el mismo entusiasmo que siem
pro les habían infundido las palabras de Napoleón, y resuenan los aires
con la vocería de viva el emperador, cuando se presenta el batallón de
la isla de Elba, mandado por Cambronne, y que no habia podido llegar á
París al mismo tiempo que el emperador. A aquella vista, Napoleón escla
ma-. « He aquí los oficiales del batallón que me acompañó en mi desven
tura. Todos ellos son mis amigos. Eran los íntimos de mi corazón , pues
cuantas veces los veia, otras tantas me representaban los diferentes reji
mientos del ejército , porque entre estos seiscientos valientes , hay hom
bres de todos los cuerpos. Todos me recordaban aquellas grandiosas refrié
gas , cuya memoria es tan grata , porque todos están cubiertos de honro
sas cicatrices recibidas en tan señalados dias. Amándolos, estaba amando
á todos vosotros, como soldados del ejército francés. Os traen las águilas.
Que os sirvan de punto de reunión. Al darlas á la guardia, las doy á todo
el ejército.
«La traición y circunstancias desgraciadas las han empañado con un
velo aciago. Pero gracias al pueblo francés y á vosotros, aparecen f espían -
decientes en toda su gloria. Jurad que se hallarán siempre do qffiera las
llame el interés de la patria. Que nunca puedan resistir sus miradas los
traidores y los que quisieran invadir nuestro territorio. »
Los soldados responden: « Lo juramos,- » y mientras que desfilaban
por delante del emperador, la música tocaba el himno de la revolución •.
Velemos por la salud del imperio.
Napoleón aparecía como restituido al tiempo del consulado: la desgracia
y los Borbones lo habian reconciliado con la democracia que habia desai
DE NAPOLBOM 050
rudo repetidamente lujo el imperto. Para patentizar mas y mas aquella
reconcUiacioa . dio d ministerio dd interior É Caraol y llamó n licnjamin
Ouistant ni OOOiejO de B*tado;lo nial na reconocer la soberanía di I ■ <>|>i
ilion publica > ceder al impulso liberal qu? representaban bajo dátetM
visos aquellos «los ilustres ciudadanos. |,| emperador M espino desahoga-
dameoM coa llenjamiu Constnnt sobre el carácter de la nueva política que
trataba do seguir. Sin confesarse convertido al sistema constitucional ni
mostrarte propenso á fomentar las especies democráticas que tan pode
rotaawate babian contribuido á reponerle en el trono , declaro que se su
jetaría á las urjencías del pueblo, y aun ¡i sus antojos. \ que marchaiia por
el sendero que al parecer iban siguiendo los ánimos. He aquí algunas de
las memorables palabras que pronunció en aquella coyuntura . \ que nos
lia conservado el célebre publicista á quien se encaminaban.
• La nación , dijo , ha estado descansando hasta doce años de todo
vaivén político, y hace un aiioquc se rehace de la guerra, y con este doble;
reposo se ha granjeado mayor actividad. Apetece allá sonadamente una
tribuna y juntas \ no siempre las ha querido. Se arrojó á mis pies cuando
>o ascendí al gobierno ; dabais tenerlo presente, puesto que os opusisteis.
Parece que va volviendo la afición á las constituciones, discusiones y aren
gas... Sin embargo, no os equivoquéis, pues sus apasionados son los me
nos. Kl pueblo, ó sea la muchedumbre, no apetece mas que mi persona;
/.no habéis visto esa muchedumbre abalanzándoseme al tránsito, descol-
gándose de las cumbres, llamándome, buscándome y saludándome? A
mi regreso de ('.aunes aquí, no he tenido que conquistar, he venido ad
ministrando No soy tan solo, como se ha dicho, el emperador de los
soldados, soy también el de los labradores, de los plebeyos y de la Fran-
cia Así , á | "vii de lo pasado , veis que el pueblo se vuelve a mi: me
dian simpatías entre nosotios.... Hasta cor. una señal que yo dé, ó beata
que yo vuelva la vista, para que los nobles queden degollados cu todas
las provincias. Tal se han afanado en estos seis meses Pero no quiero
ser el rey de una pandilla. Si hay medios de gobernar cou una coostite
cion, sea enhorabuena He apetecido el imperio del mundo; y. para
afianzármelo, un poderío ilimitado. Cabe que para gobernar la I raima
sola, sen preferible una constitución Ved pues lo que conceptuáis ase-
quible ¿fetended vuestros pensamientos y traédmelos. Beocsonei hhie>.
discusiones públicas, ministros laapoasables , libertad, todo eso quiero...
\nle todo libertad de imprenta, porque es desatino el auonadaí la ¡ sobre
eso punto estoy desengañado Soy el hombre del pticb'o ftj al pueblo
quiere verdaderamente la libertad, so la debo; he reconocido su soberanía.
y es preciso que acate su albedrio y aun sus antojos. Nunca he querido
oprimirle por voluntariedad : abarcaba sumos intentos . la suerte los ha
decidirlo, ya no soy un conquistador ni puedo Jl serio. Alcanzo lo que 1 1
050 HISTORIA
factible y lo que no lo es ; no rae queda sino un instituto, y es rehacer la
Francia y darle un gobierno que le cuadre No aborrezco la libertad ;
Ja he desviado cuando me atajaba el tránsito; pero la comprendo; me he
criado en su regazo. De todos modos ya está destruida la obra de quince
años, y no cabe volverla á empezar. Se necesitarían veinte años y un sa-
crificio dedos millones de hombres.... Además, ansio la paz, y solo la
conseguiré á fuerza de victorias. No quiero esperanzaros fementidamente,
dejo que anden hablando de negociaciones ; pero no las hay. Preveo una
lid ardua , una guerra dilatada. Para sostenerla es forzoso que la nación
me sostenga ; en recompensa exijirá libertad y la logrará La situación
es nueva. Nada deseo tanto como que me ilustren. Envejezco, y nadie es
á los cuarenta y cinco lo que era á los treinta. El sosiego de un rey cons-
titucional puede hacerme al caso Seguramente ha de cuadrar todavía
mas á mi hijo. »
Las contestaciones del emperador á las diferentes autoridades que le
fueron tributando parabienes, salieron todas vaciadas en la turquesa del
liberalismo, cuya resurrección y predominio actual reconocían consin-
tiendo en aceptarlo por auxiliar. « Todo para la nación y para la Francia,
dijo á sus ministros, aquí se cifra toda mi divisa, i No se atuvo tan solo á
palabras, porque suprimió con un decreto de 24 de marzo la censura y
la dirección de la librería; providencia que le acarreó algunos reparos por
parte de los palaciegos. « A fe mia, señores , les dijo , eso os corresponde;
por lo que á mí toca, nada tengo que temer I reto á cuantos quieran im-
primir sobre mí mas de lo que se ha dicho do un año á esta parte. »
Sin embargo el duque y la duquesa de Angulema Sabían tratado de
sublevar el mediodía á favor de la cansa real. La duquesa de Angulema
habia descollado en Burdeos con su actividad , denuedo y tesón , dando
campo al emperador para que dijera de ella que era « el único hombre de
la familia. » Sus conatos nada recabaron empero contra el ímpetu de los
acontecimientos: llegó el jeneral Clansel, y la obligó sin pelear áque se
marchara de Burdeos para refujiaise por segunda vez en pais estranjero.
El duque de Angulema habia caido en poder del jeneral Gilly en La
palud y se hallaba prisionero en Pont-Suint-Esprit á disposición del em-
perador, cuya decisión, respecto á su persona, se estaba esperando con
zozobra por los amigos de los Borbones. El recuerdo reciente del .lecreto
que habia puesto á Napoleón fuera de la ley debia causar algún recelo á
los realistas, pues podian temer tremendas represalias. El emperador co-
municó su resolución al jeneral Grouchy , comisario estraordinario en el
mediodía, por una carta que concedía al príncipe la facultad de retirarse
á pais estranjero y también le permitía que fuera á promover la guerra
contra Napoleón y la Francia.
Entre tanto acaecia á la otra parte de los Alpes un acontecimiento de
DE NAPOLEÓN. r,,7
suma entidad. Murat, amenazado por el congreso de Viena , procuraba
sublevar la Italia contra el Austria. Tildaba á lo» reyes de ingratos Con él ,
como si aquella bastardía no fuera el escarmiento de la mas torpe ingrati-
tud en que había delinquido con Napoleón y la Francia. Kste levantamien-
to indujo ¿ los soberanos á opinar que el emperador no había salido de la
isla de Elba, sino mediante reconciliación con su cuñado, y que habían
preparado juntamente su doble tentativa. Bastaba este concepto para que
el gabinete de Viena ensordeciese á todas las propuestas pacificas de Na-
poleón : así los ministros austríacos se atuvieron sin titubear á la cláusula
del tratado del 25 de marzo de 4815,por la cual los aliados se constituían
en una liga mas compacta que nunca y se comprometían á no arrimar las
armas hasta derrocar otra vez el solio que el emperador acababa de res-
tablecer de un modo tan asombroso. Este contratiempo ha hecho decir á
Napoleón en sus memorias: « Por dos voces arrebatado de estrenos vahí-
dos, el rey de Ñapóles causó dos veces nuestras desgracias; en 4814, de-
clarándose contra la Francia , y en 1815, contra el Austria. »
Aunque desesperanzado el emperador de desprender al Austria de la
coligación y de inducir á las demás potencias á un desarme, renovó las
tentativas oficiales, y tan repetidas, ya de cónsul, ya de monarca, para
determinar á sus enemigos á la paz y dejarles á todo trance la responsabi
lidad de la guerra. Al intento escribió una carta á todos los soberanos.
Los monarcas aliados no se dignaron contestar á esta proposición ; aun
hicieron mas , los plenipotenciarios fianceses no fueron siquiera admitidos
á presentar sus credenciales. Entonces Napoleón vio que era preciso «lili
jenciar y prepararse formalisimamente para la guerra.
Malquistos siempre los Borbones en la nación entera , y prendados al
contrario los ánimos con Napoleón , todos estaban sin embargo ansiando
la paz , y aunque el pueblo francés se mostrase resuelto á nuevos sacrifi-
cios para sostener su honor, dignidad é independencia, ningún deseo abri-
gaba de volver á la guerra, y se habia lisonjeado que la coligación se di-
solvería , volviendo el Austria á nuestra alianza , cuando Napoleón habia
anunciado en sus decretos que María Luisa y el rey de Roma asistirían á
la reunión del Campo de Mayo. El jiro poco pacifico que tomaron nues-
tras relaciones diplomáticas con todas las cortes de Europa, y particular-
mente cgn la de Viena , burló pues la esperanza de muchísimos patriotas
que con amargo presentimiento estaban viendo á la Francia precisada á
pelear otra vez con toda la Europa. Se hubieran reputado muy felices de
gozar de los halagos de la paz y los beneficios de la libertad bajo el rei-
nado de un héroe que nos habia dado tanta gloria. Pero se conoció que
la paz era inasequible ; y ¿qué se hizo de la libertad?
El 22 de abril, Napoleón promulgó una acta adicional á las constitu-
ciones del imperio. En vez de aguardar las tareas de la nueva asamblea
s-,
G58 HISTORIA
constituyente, que babia convocado por su decreto del 13 de marzo, se
encargó de hacer solo la revisión constitucional tan solemnemente prome
tida; y para evitar toda disensión incómoda sobre este punto , redujo los
muchísimos electores que debian formar el Campo de Mayo á las funcio-
nes de comprobadores del escrutinio. El pueblo fué e! único á quien se
consultó , como en tiempo del voto para el consulado de por vida y para
el imperio, según el acta siguiente depositada en todos los ayuntamientos
de Francia :
« Art. Io. Las constituciones del imperio, á saber, el acta adicional
del 25 de frimario, año VIII , los senados consultos de los 1 4 y \ O de ter
midor, año X, y el del 28 de floreal, año XII , quedarán modificados por
las disposiciones que siguen. Todas las demás disposiciones quedan con
firmadas y mantenidas.
« Art. 2o. La potestad lejislativa es ejercida por el emperador y dos
cámaras.
« Art. .>". 1.a primera cámara llamada de los pares es hereditaria.
«Art. 4o. El emperador nombra á los miembros , que son irrevoca
bles , ellos y sus descendientes varones de primogénito en primojénito en
línea recta. El número de los pares es ilimitado, etc. etc. »
Es por demás el traer aquí las otras disposiciones de esta acta. Para
coronar el sublime arrojo de la democracia que le ha vuelto á colocar mi
lagrosamente en el trono, NapoUxm impone á la Francia una aristocra
cia formidable, creando lejisladores hereditarios. Los estatutos imperiales
de 1S(M". que lastimaban tanto al sistema de igualdad con que el empera
dor conceptuaba tan prendada á la Francia , no dejaban á lo menos á la
ciega disposición de la casualidad del nacimiento sino dictados y grande
zas sin la menor incumbencia política ; el acta adicional se adelanta mu
cho mas ; pues traspasa á esta casualidad la principal de las funciones pú
blicas , el derecho de participar en la formación de las leyes. Si Napoleón
hubiese creado pares hereditarios cuando estaba todavía enconadísimo
contra los republicanos, y se esmeraba con todo el ímpetu de un plan-
teador de dinastía en poner sólidos y vistosos andamios á su edificio mo
nárquico, esta creación, aunque no menos contrapuesta á la racionalidad
del siglo , hubiera sido mas conforme con la lójica, y nadie la eslrañara.
Pero tras sus manifiestos del golfo Juan ; tras lo que babia visto /Aoido y
proclamado, desde Cannes áParis; tras su decreto de Lyon, en el cual
habia repetido, en medio de las aclamaciones de la Francia , la sentencia
de muerte de la antigua aristocracia , proponer á la Francia unos pares
hereditarios era desmentir muy pronto la esperanza que habia cundido
por su lenguaje liberal y sus providencias populares. Caruot se opuso con
todo su ahinco á la publicaciou del acta que encerraba disposición tan
descaminada. Abogó por «la gloria adquirida contra la heredada, por los
DE NAPoi.i n\ 051»
i iiiil«-s li" - contra los descendiente* «le k* grandes limites • En
.'si„s misiiins 1. 1 minos habían apnntado en otro tomo» lo* oradores del
• oiiMilailo n nombrado Napoleón, el carácter democrático do lalrjton de
Honor,) patentizado la distancia que mediaba entre este nuevo instituto
de las pin ogatn as aristocráticas \ el rejimen antiguo
Pero las propensiones y reruerdos del imperio borran los recuerdos del
consolado Kl pensamiento monárquico conserva en Napoleón n eoerjfa
é intensidad El empet ador cree siempre, como lo ha dicho á Benjamín
( onstant,qne la minoría es la qne requiere constituciones . y por mas qne
se deslinden > muestren las indicaciones populares entre las minias ile mi
boato, persiste en mirai como un yugo pasajero y un negocio de moda el
aoje qne esta gozando el sistema constitucional
Napoleón cuenta con la antipatía del pueblo francés a loa hombres o\ I
i. limen antiguo para que favorezcan con su votación una acta adi
en la que se ha esmerad»» en hajMttf , junto á la institución de pares he
i. •.lítanos y otras muchas tJiqpgaicaajMl poco liberales, un articulo que re
nue\a la supresión délos diezmos \ derechos tendales la estincion de I-
antigua nobleza y la proscripción perjwtua de los llorhoncs. Con electo,
no faltaron \otos favorables á este aciago suplemento á las constituciones
del imperio: pero la opinión pública se le mostró muy desafecta ; y el en
tusiasmo popular, tan universal y acalorado en el mes de marzo, se había
entibiado en gran manera al asomar la reunión «leí (.ampo de Mayo.
Sin embargo se han formado en el imperio asociaciones patrióticas
para ir sosteniendo el entusiasmo de la democracia y zelar la defensa del
territorio. París ücuc sus confederados de la ciudad y arrabales. l,os de
los arrabales San Marcean y San Antonio acuden á ofrecer sns brazos al
emperador, le piden armas y prommpen luego en acentos á que hm ai
dos estaban antes poco acostumbrados. Pero desde el golfo Juan se ha ido
disponiendo á su sonido; y tiene que seguir aviniéndose f las ■rjeacias
de su situación, contestando á los confederados que se le presentan como
auxiliares:
«Soldados confederados délos arrabales San Antonio y Son Maro m
« He venido solo porque con taita cou el vecindario «le las ciudades .
con los campesinos y los soldados del ejercito . cuyo afecto al honor na
cíonal tuve siempre mu\ presente. Todos habeb correspondido á mi con
lianza. Acepto vuestra oferta. Os daré armas; os daré, para que os enea
iM'ten, oficiales cotxlecorados con sus honrosas heridas y avezados á ver
huir al enemigo.
t Soldados confederados , si en las clases elevadas de la sociedad ha
habido hombres que han deshonrado el nombre francés, el amor á b na
tria y el pundonor nacional se han conservado cabales entre el vecindario
de las ciudades . los campesinos y los soldados del ejército. He rompías
060 HISTORIA
co en estaros mirando. Tengo confianza en vosotros. Viva la nación. »
Los electores reunidos en París habian dado sus votos sobre el acta
adicional ¡ una diputación central presentó el resultado al emperador en
la reunión del Campo de Mayo. Un millón y trescientos mil ciudadanos
habian aceptado aquella acta, y cuatro mil la habian desechado. Napoleón
respondió al presidente de la diputación con un discurso,que fué el único
lance notable de aquel grandioso acto nacional , al principio engreída -
mente anunciado como una nueva era de rejeneracion, y después reduci-
do á las mezquinas proporciones de un mero resumen de escrutinio.
« Señores, dijo Napoleón, emperador, cónsul y soldado,todo se lo de-
bo al pueblo. En la prosperidad, en la adversidad, en el campo de bata-
lla , en el consejo, en el solio y en el destierro, la Francia ha sido el úni
co y constante objeto de mis pensamientos y acciones.
«Vais á regresar á vuestros departamentos. Decid á ios ciudadanos
que las circunstancias son trascendentales , que con hermandad , brio y
tesón saldremos victoriosos de esta lucha de un gran pueblo contra sus
opresores ; que las jeneraciones venideras escudriñarán severamente nues-
tra conducta ¡ una nación lo ha perdido todo cuando perdió la indepen-
dencia. Decidles que los reyes estranjeros que he colocado en el trono ó
que me deben la conservación de su corona , los cuales en tiempo de mi
prosperidad han venido en pos de mi alianza y de la protección del pue-
blo francés, asestan ahora todos sus tiros contra mi persona: si no viese
que sus embates son contra la patria, pondría á disposición suya esta exis-
I)K NAPOLEÓN. 001
Inicia contra la cual se muestran tan encarnizados. Pero decid también a
los ciudadanos que mientras los Franceses roe conserven esos impulsos
de afecto que roe están manifestando, toda esa sana enemiga quedará des
valida.
< Franceses , mi voluntad es la del pueblo ; mis deseos son todos su
jos; mi honor, gloria y felicidad no pueden ser sino el honor, gloria y
felicidad de la Francia. »
Descollaba Napoleón al encabezar asi el poderío nacional , su lengua
je tenia entonce.) el empuje de una verdad hondamente clavada. Prenda-
ba verle reconocer altamente, mas que á ningún otro, el rasgo de identi
(¡car su honor y gloría con el honor y gloría de la Francia ¡ el pensn
miento que espresnba era el de todos ; la conciencia del grande hombre
encarecía y sus labios divulgaban la opinión intima del gran pueblo. Pero
la nacionalidad no era ya el único interés sobre que se dirijia el afán pii
blico. I i libertad habia vuelto al dominio de la discusión legal , votVis
a abrirse la liza constitucional , y Dios no habia formado para ella á Na
poleon No obstante se esforzó en dar a sus palabras, tan propias para re
vestir los oráculos del poder absoluto . un carácter mas adecuado al
rumbo del rejimen parlamentario.
II i de junio, abrió él mismo las Cámaras con un discurso en i>| cual
les pidió su auxilio « para hacer triunfar , decia, la causa santa del pue-
blo. .
Napoleón nada tenia que recelar de la Cámara de los Pares, que era su
hechura ¡ pero la de los representantes, entresacados del hervidero demo
crético movido por las proclamas del golfo Juan, infundía zozobras de
alguna oposición liberal , que podía, no solo contrarestar el rumbo gu
bernativo del emperador, sino turbar también la indispensable armonía
para la defensa del país entre las grandes potestades del estado. La Fayet
te y Lanjuinais habían vuelto á presentarse en aquella junta, y el influjo
que habían ejercido ya desde la primera sesión bastaba para manifestar
su sesgo y sus opiniones. Lanjuinais habia sido nombrado presidente y
encargado de espresar al emperador las opiniones de la representación na
cional ; pasó á las Tuilerias encabezando una diputación para rendir ante
el solio u^n parabién en que se cifraban los anhelos de la junta. Napoleón
contestó en estos términos i
« La constitución es nuestro punto de reunión ; debe ser nuestro ñor
te en estos momentos de borrasca. Toda discusión pública encaminada a
disminuir directa ó indirectamente la confianza que debe mediar eu sus
disposiciones fuera un infortunio para el estado . nos hallaríamos en me
dio de los escollos sin brújula ni dirección. El trance en que nos halla
mos es muy arduo. No imitemos el ejemplo del Rajo Imperio, el cual, es
trochado por todas partes por los Bárbaros, fué mofa de la posteridad, em
662 HISTORIA
bargado todo en discusiones abstractas en el momento de estar el ariete
destrozando las puertas de la ciudad. »
El emperador salió de la capital el 12 de junio y se dirijió hacia la
frontera belga. A su llegada á Avesncs, eU4, publicó la proclama si
guíente:
« Soldados, hoy es el cumpleaños de Marengo y de Friedland, que de
cidieron dos veces de los deslinos de Europa. Entonces fuimos demasiado
jeuerosos, como también después de Austerlitz y de Wagram ; dimos cré-
dito á las protestas y juramentos de los principes á quienes dejamos en el
solio. Empero coligados ahora de nuevo, están amenazando á nuestra inde
pendencia y los mas sagrados derechos de la Francia. Han entablado una
agresión injusta; marchemos á su encuentro: ellos y nosotros no somos
ya los mismos hombres.
« Soldados , tenemos marchas forzadas que ejecutar, refriegas que tra-
bar y peligros que correr; pero con el tesón debido, la victoria será nues-
tra y quedarán reconquistados los derechos del hombre y la felicidad de la
patria. Llegado es el trance de vencer ó morir para todo Francés valero
so. »
Mientras que Napoleón está así estimulando el denuedo de sus sóida
dos, la traición penetra otra vez en nuestras filas; el jcneral Bourmont \
otros oficiales superiores se pasan al enemigo. Cuando llega al cuartel je
neral la noticia de esta deserción, el emperador se acerca á Ney y ¡e dice:
«Qué tal, señor mariscal , que dice V. de su ahijado ?— Señor, respon
de el valiente Ney, hubiera respondido de Bourmont como de mí mis
mo. — Está visto, mariscal, replica Napoleón, que los azules siempre se
rán azules, y los blancos siempre serán blancos."
Abrióse la campaña el 15 con la acción de Fleurus. Los Prusianos que
daron derrotados ; perdieron cinco piezas y dos mil hombres. Estetriun
lo de vanguardia costó al ejército francés uno de sus mas valientes oficia
les: el jeneral Letort, el edecán del emperador,recibió una herida mortal
en el vientre al dar una carga al frente de los escuadrones de servicio.
Los ejércitos enemigos opuestos á Napoleón estaban mandados poi
Wellington y Blucher. Contaban mas de doscientos treinta mil hombres en
sus íilas,y el ejército francés ascendía á ciento y veinte mil. Para evitar el
peligro que mediaba en tan suma inferioridad de número , Napoleón pro
curó separar desde el priucipio de la campaña á los Ingleses de los Pru
sianos y maniobró ejecutivamente para colocarse entremedias. Su plan
tuvo el mejor éxito el 10 en la refriega de Ligny , pues Blucher, atacado
aisladamente, quedó completamente derrotado dejando veinte y cinco mil
hombres en el campo de batalla. Pero esta pérdida enorme debilitaba poco
aun enemigo que tenia en línea grandiosas moles, y luego á la espalda
reservas todavía mas crecidas. En aquel trance necesitaba el emperador
I
l)F. ÑAPO I I «>\ fifi",
un triunfo mas terminante, una victrvriacstcrminadnrndc Kluchcr, y que
I»* pormitu'v descolgarse sobra la marcha contra >\cllingtnn para destruir
loen seguida. Ksta derrota sucesiva de Prusianos é Ingleses quedaba «li-
puesl.i ron órdenes ¿ instrucciones que había ido enviando a Unías par
tes. Pero debemos repetirlo: su destino estaba cumplido. y ananas equi
vocaciones burlaron los cálenlas de su numen. Por lo demás sus mismas
corazonadas le estaban ya pronosticando (pie algún incidente imprevisto
y trastornador aventaría sus combinaciones , y «pie la fortuna le reaer
vaha nuevos fracasos. Ks positivo que en aquellas circunstancias lia di
cbo después- «No abrigaba en mi interior un ímpetu delinitivo, careciendo
ya de confianza en mi mismo.» Sus zozobras se realizaron muy pron
lo. Tras dos peleas esplendorosas . de las que salió vencedor, presenció
una nueva y última catástrofe en los campos de Watcrloo.
Kra el IX de junio U suerte parecia al pronto sernos propicia. • Al
cabo de ocho horas de fuego y de cargas bizarrísimas de infantería y ca
664 HISTORIA
ballería, dice el parte de oficio, todo el ejército veia con satisfacción la re-
friega ya ganada, y el campo de batalla en poder nuestro.
« A las ocho y media, los cuatro batallones de la guardia media, en-
viados á la meseta traspuesta al monte de Sao Juan para sostener á los co-
razeros , estando acosadísimos por la metralla , marcharon á la bayoneta
para tomar las baterías. Ya anochecía ; una carga emprendida sobre el
costado por varios escuadrones ingleses los dispersó ; los fujitivos traspu-
sieron la quebrada ; los Tejimientos contiguos , que vieron una porción
de la guardia desbaratada, creyeron que era la guardia veterana , y em-
pezaron á perder la línea: oyéronse al punto alaridos de « todo está per-
dido, la guardia ha sido rechazada;" algunos soldados afirman que en
ciertos puníoslos mal intencionados vocearon: «Salvémonos. "Como quie-
ra que sea , cundió de repente un terror pánico en todo el campo de ba-
talla ; atrepelláronse revueltamente sobre la línea de comunicación: los sol-
dados, artilleros y trenes se agolpaban mas y mas huyendo; la guardia ve-
terana,que estaba en reserva, se vio acometida y fué también arrebatada.
«En un instante el ejército no presentó mas que una mole arremolina-
da; todas las armas estaban revueltas y era imposible rehacer un cuer-
po. El enemigo, que advirtió aquel desconcierto rematado, arrojó allá al-
gunas columnas de caballería ; creció el trastorno ; la confusión de la no
che imposibilitó el rehacer las tropas y evidenciarles su equivocación.
«Así una batalla terminada, un dia de torpezas enmendadas y mayo-
res triunfos asegurados para el dia siguiente, todo se perdió por un mo-
mento de terror pánico. Los escuadrones mismos de servicio formados
junto al emperador quedaron arrollados y desorganizados por aquellas
oleadas tumultuosas y hubieron de seguir el torrente. Los parques de re-
serva y bagajes que no habían pasado el Sambra , y todo lo que se halla
ba en el campo de batalla cayó en poder del enemigo. Ni siquiera hubo
ningún medio de aguardar las tropas de nuestra derecha ; ya se sabe lo
que es el mas valiente ejército del mundo cuando está revuelto y carece
de toda organización.
« Tal fué el éxito de la batalla del monte de San Juan, gloriosa para
las armas francesas, y sin embargo tan aciaga."
Una equivocación del mariscal Grouchy contribuyó atan desastrado pa-
radero. Estaba encargado de perseguir y contener los cuerpos* prusianos
de Blucher, y los dejó adelantar á tiro de cañón de Waterloo, sin ponerse
en movimiento, como se lo estuvo pidiendo encarecida mente el jeneral Ge-
rard. Grouchy se conceptuaba siempre arrostrado á los Prusianos, cuan
do no tenia delante mas que un destacamento de su ejército. Aquel yerro,
contra el cual por otra parte ha protestado briosamente , y que no obs-
tante le achaca mas y mas la opinión común , fundada en la de Napoleón
y de otros jenerales , testigos oculares , aquel desacierto trocó en menos
DE NAPOI.F.ON. r.fi.i
do una hora . no sol» el éxito do una gran batalla, sino también la suer
te de trwla la Europa.
Hart» ronoria el emperador el jir» dominante do la Cámara de los re-
presentantei para no provor que la notiria do la dispersión do sn ejm ii<>
dispararía contra el una tormonta on la tribuna. Tenorio puos la neeesi
dad do volver rnnnto antes á la capital para contenor c»n su presencia á
los enemigos interiores y enfrenar anticipadamente el ímpetu pnrlamcn
tari». I-logó á Paris el 20 de junio á las O de la noche, acompañadodol du
que do Butano y de los jenerales Rertrand , Drouot , l^bedoyoro y <ionr
gaud. Mandó llamar al punto á sus hermanos José y Luciano, al gran
canciller Cambaoeres y álos ministros en propiedad. 1.a situaeion era en
tica ; cada cual fue relatando su dictamen para sortear el peligro público
Convocóse luego el consejo de estado. El emperador le espuso sustrastor
nos. necesidades y esperanzas. Comprendiendo cuanto le importaba con
templar á la Cámara de los representantes y no dejar que asomara la
desavenencia que le podia sobrevenir con ella, aparentó achacar tan solo
á unos amaños equivocados las disposiciones hostiles que sehabian ma-
nifestado en aquel cuerpo.
Pero Napoleón, dado caso que verdaderamente se hubiera equivocado
tocante á las interioridades de la mayoría de los representantes de laFran
cia , hubiera quedado muy luego desengañado con sus actos. La junta
soguia el impulso de l-anjuinais y de LaFayetle, mucho mas de lo que él
estata suponiendo. A propuesta del segundo, se constituyó permanente,
y declaró traidor á la patria á cualquiera que intentara disolverla. Este
rompimiento, que hacia recaer una grave responsabilidad sobre la repre-
sentación nacional, descargó el últimogolpe sóbrela existencia política de
Napoleón. Los Borboncs y los estranjeros lo vitorearon, prorampiendo
en gritos de regocijo. Previeron que un rompimiento tan sonado entre el
emperador y los delegadosdelpaisre.lundaria imprescindiblemente en una
segnnda abdicación ó un nuevo ISbrumario, y que la Franeia liberal sin
Napoleón no 'podría resistir por mucho tiempo á los ejércitos coligados .
eomo tampoco Napoleón sin la Francia liberal
Cuando se supo en el Elíseo de Rorl>on el acuerdo de los representan
tes , cundió la consternación , junto al mismo emperador Sus mas
lióles -erydores se dieron por desahuciados y le aconsejaron que se avi-
niese al inexorable destinoque le estaba pidiendo un nuevo saerilieio. Reg-
nault de Saint Joan d* Angely fué uno de los que mas tenazmente insis
tieroq para determinarle á que doblase otra vez la een 1/ ante el ara de la
patria. Entonces Napoleón, que acababa de saber que la Cámara de los
pares se habia esmerado en remedar á la de los representantes . se dio por
vencido al mismo tiempo por sus amigos y enemigos y se manifestó re-
suelto á renunciará favor de su hijo, lio solo hombro rebatió en el con- |o
St
66G HISTORIA
aquella determinación , como que era entregar otra vez la Francia á los
estranjeros;yaquel hombre era el mismo que únicamente se habi a opuesto
al establecimiento del gobierno imperial. Carnot, aunque siempre adicto
á la causa de la libertad, no pensaba que debiese comprometerse la inde
pendencia nacional por escesiva desconfianza en el emperador, y concep
tuaba que este sumo interés de las naciones quedaría en peligro, ausen
tándose el único caudillo que el ejército y el pueblo pudieran ó quisieran
seguir. Cuando prevaleció la opinión contraria , se recostó contra una me
sa con las manos en ambas mejillas y derramó un torrente de lagrimas.
Entonces Napoleón le dijo : «Os he conocido demasiado tarde. » El empe
rador redactó después la declaración siguiente •
« Franceses , al empezar la guerra para sostener la independencia na
cional, contaba con la reunión detodos los esfuerzos, de todas las volun
tades y con el arrimo de todas las autoridades nacionales. Tenia íundamen
to para prometerme un éxito próspero y habia arrostrado todas las decía
DE NA POLISÓN flü
rectona de las potencias eontr.i mi. Variaron ni poten las draMH ■
cías Me ofrezco en sacrificio ni encono de los rnemitfos de la Francia
¡Ojalá sran lioeeroi Bfl sus declaraciones y que nunca ha\an querido mal
sino á mi persona ! Mi vida política quedó terminada, y proclamo á mi hi
jo con el dictado de Napoleón II , emperador de los Franceses. I.osminiv
i nales formarán provisionalmente el consejo de gobierno II interés
que me mueve por mi hijo me induce á invitar á las Cámaras pnra que
vean de organizar al golpe la rejencia por medio de una ley. Hermanaos
lodos para la salvación pública y sed siempre nación independiente."
Ksta declaración se llevó al punto á las dos Cámaras , > los represen
(antes que la habían promovido la recibieron con alborozo. Mas no forma
ron acuerdo cabal tocante á Napoleón II , ciña lejitimidad sostuvieron
ahincadamente algunos oradores, \ ante todos Beranger del Droma. 1.a
discusión que se entabló hizo subir á la tribuna á un sujeto de quien >,,•
dijo desde el principio que venia á recojer la herencia de Mi rabean ¡ este
hombre era Manuel.
La Cámara de los representantes conceptuó indispensable enviar una
diputación á Napoleón para congratularle por su segunda renuncia.
• Os doy gracias , dijo á estos diputados , por las demostraciones que
os merezco ¡ deseo que mi abdicación redunde en la dicha de la Francia,
mas no lo espero; deja al estado sin cabeza y sin existencia política El tiem
po malogrado en derrocar la monarquía hubiera podido emplearse en po
ner á la Francia en disposición de aniquilar al enemigo. Recomiendo á la
Cámara que se refuercen prontamente los ejércitos ¡ quien apetece la paz
tiene que habilitarse para la guerra. No pongáis nunca esta gran nación
á merced de los estranjeros ; pues vais á quedar burlados en vuestras es
peranzas. Allí está el peligro. En cualquiera situación me daré siempre
por bien hallado en siendo dichosa la Francia."
Sin embargo, los enemigos de la dinastía imperial triunfaban en la
Cámara de los representantes ; habían desechado la proclama de Napoleón
II y nombrado una comisión de cinco individuos para formar un gobier
no provisional, á saber i Fouché, Carnot , Grenier , Quinettc y Caulain
conrt. A esta noticia, Napoleón prorumpió en raptos de ira.
« No abdiqué á favor de un nuevo directorio, esclamó , renuneié á fa
vor defhi hijo. Si no se le proclama, mi abdicación es nula, las Cámaras
saben muy bien que el pueblo , el ejército y la opinión lo apetecen y anhe
lan, pero los estranjeros lo detienen. No obligarán á los aliados á reeo
nocer la independencia nacional, presentándose ante ellos con la ceñudo
blada y la rodilla en tierra. Si se hiciesen cargo de su propia situación ,
hubieran proclamado espontáneamente á Napoleón II. Entonces los es-
tranjeros venan que sabíais tener un alhedrio, un ñn, un punto de retí
nion ; hubieran visto que el 20 de marzo no era un golpe de partido y de
008 HISTORIA
una facción , sino el resultado del cariño de los Franceses á mi persona y
dinastía. La unanimidad nacional hubiera surtido mas efecto sobre ellos
que todos vuestros ruines y torpes rendimientos. "
Sin embargo Paris estaba abrigando en su vecindario crecido número
de patriotas que pensaban como Carnot y daban por preciso el dedicarse
ante todo á la defensa del pais, y que esta no era asequible sin el brazo,
numen y desempeño del emperador. Los militares abundaban, y altamen-
te se convenían en esta opinión. Por todas partes se oian voces de •• « No
habiendo emperador, nohay soldados." La muchedumbre, que iba siempre
en aumento al rededor del Elíseo Borbonendonde Napoleón residía, dióal
fin recelos á las Cámaras y á Fouché que dirijia el gobierno provisional
y estaba negociando con los estranjeros. Se temía que la renuncia se tuvie-
seá juguete por las potencias aliadas, mientras que el emperador permane-
cería en Paris. Carnot quedó encargado de comunicarle las zozobras de
sus compañeros é inducirle á que se alejara de la capital. Con este objeto
pasó al Elíseo, en donde halló á Napoleón en el baño y asólas. Cuando le
espuso el objeto de su visita, el monarca derrocado manifestó suma estra-
ñeza por los temores que ocasionaba su presencia. « No soy mas que un
mero particular , dijo, soy menos que un particular."
No obstante prometió avenirse á los anhelos de las Cámaras y del go-
bierno provisional , y se retiró el 25 de junio á la Malmaison, desde don-
de quiso dirijir todavía al ejército una proclama cuyo contenido era del
tenor siguiente:
<- Soldados , cuando cedo á la necesidad que me obliga á alejarme del
valiente ejército francés, llevo conmigo la certidumbre deque acreditará
con los eminentes servicios que de él aguarda la patria, los elojios que
nuestros enemigos mismos no pueden negarle.
* Soldados, seguiré vuestros pasos, aunque ausente. Conozco á todos
los cuerpo s, ninguno de ellos alcanzará un triunfo señalado contra el ene-
migo sin que yo tribute mi acatamiento al denuedo que ha ya manifesta-
do. Vosotros y yo hemos sido calumniados. Hombres indignos de justipre-
ciar vuestros afanes han visto en las pruebas de afecto que me habéis da-
do un ahinco del cual era yo el único objeto. Apréndanles vuestros triun-
fos nuevos que sobre todo serviais á la patria al obedecerme , y que si
tengo alguna parte en vuestro cariño, la debo á mi ardiente amo\ por la
Francia, nuestra madre común.
«Soldados, con algunos conatos mas, la liga queda deshecha. Napo-
león os reconocerá en los golpes que vais á dar.
« Salvad el honor y la independencia de los Franceses; sed hasta el fin
tales cuales os conocí durante veinte años, y seréis invencibles."
Napoleón se hallaba todavía muy cerca de Paris para que sus enemi-
gos no tuviesen recelos. Fouché temía siempre alguna nueva determina
DE NAPOLEÓN. OM
non por mi parte. Hile hizo custodiar perennal mente por el
ker socolor de zclnr su seguridad. Kl '27 de junio, al saberse la aproxima
cion de los aliados que obrando torpemente estaban al parecer oh
do coyuntura para derrotarlos, escribió al gobierno provisional ponién-
rl.'M- i su disposición como soldado:
• Al abdicarla potestad, les dijo, no he renunciado al mas noble >im
buto del ciudadano, al de defender á mi pais.
• La aproximación de los enemigos de la capital ninguna duda <!• 1 1
acerca de sus intentos y de su mala fe.
« Kn estas críticas circunstancias ofrezco mis servicios como jencral .
considerándome el primer soldado de la patria."
l,os que habían requerido la abdicación del emperador no podían
acaudillar de nuevo el ejército con el gran capitán á quien habían apeado
del solio. Sabían muy bien que un soldado como él no tenia otro lugar
que el de jencralisimo, y que aceptarlo por auxiliar era volverlo á to
mar por amo. Rehusaron pues, y su respuesta can so mucho enojo á Napo-
león. Hablo de volverse á poner al frente del ejército y dar un golpe de
estado . una repetición del 18 de brumario. Pero el duque de Bassano le
disuadió del intento, (Lindóle á entender que las circunstancias no eran las
mismas que en el año VIII. Teniendo que allanarse, marchó de la Malmai
son para Rochefort , con ánimo de pasar á los Kstados Unidos de Amé-
rica.
«'.APITl ILO 1,111
I, legad» de Napoleón i Rochefort. Carla al principe rejente. Pasa al Beleio
Ponte y da la vela para Inglaterra. Conducta del ministerio inglés con
él. Simpatía de la nación británica contrapuesta al ministe-
rio. Napoleón protesta contra el destino que le seña-
la el gabinete inglés. Lo trasbordan al Norlh-
umberland y se encaminan á Santa
Helena.
^^ecker, á quien el gobierno provisional ha-
bía cometido el arduo empeño de custodiar á
su esclarecido amo en la Malmaison, recibió
orden de acompañarle hasta Rochefort y no
dejarle sino abordo del bajel que le llevaría
allende el océano. Aquel esforzado jeneral'
había dicho al emperador, cuando se lo co>
municó: «Me encomiendan un encargo peno
so y haré cuanto de mí dependa para desem
peñarlo á vuestra satisfacción. «Túvola suerte
de cumplir su promesa y de no trascordaría un momento ¡ nunca se des
entendió de la atención y miramiento que debia á la grandeza postrada y
al numen malhadado.
I>E NAPOLEÓN. 074
Napoleón salió de la Malmaison el ¿i» de junio y llegó á Rochefort el I
de julio , y al dia siguiente se lo incorporó su hermano José. Durante su
Inmanencia en aquella ciudad , el emperador estuvo siempre oyendo re-
dobladas aclamaciones en derredor de su domicilio; varias veces se pre-
sentóen el balcón de la prefectura donde estaba hos|>edado, y recibió siem
pre nuevos testimonios del afecto entrañable que el pueblo le profesaba.
Se embarcó el 8 de julio con ánimo de pasará los Estados (nidos y en la
(irme confianza de que los aliados le enviarían , sin obstáculo ni retardo, los
salvoconductos que el gobierno provisional le habia prometido para aqne
Ha travesía. Dos días después envió á Iüs Cazes y Savary á bordo del llelr
rofonte para que se informasen del comandante del crucero inglés si ha
bia recibido de los ministros de S. M. B. la orden formal de no oponerse
á su tránsito. El capitán Maitland, que mandaba el fíclerofonte, no tenia
aun ninguna instrucción, y se contentó con manifestar que ibaá comu-
Dieárselo al almirante. II 14, Napoleón se hallaba en la isla de Aix aguar-
dando contestación. Aquel silencio tan dilatado le causó alguna zozobra,
j quiso salir al fin de la incertidumbreen que le tenian. Las Cazes, acom
panado de I .allemand , volvió á verse con el capitán Maitland , quien se
ratificó en sus declaraciones negativas, aunque ofreció recibir á su bordo
al emperador y conducirle á Inglaterra en donde se le tendrían cuantas
consideraciones y miramientos podía apetecer.
Cuando Las Cazes y Lallemand dieron cuenta del resultado de su men
saje, Napoleón juntó á sus compañeros de infortunio y los consultó sobre
el partido que debía tomar. Al frente habia un crucero qne no franqueaba
el tránsito , y detrás un país que la invasión de los estranjeros y el regre-
so de los Rorhones iban á desenfrenar contra cuanto sonase á Napoleón y
los socios desu nombradla. En tancritica situación , el emperador concep
tuó que lo que debia hacer era contar con la jenerosidad del pueblo in
glés y escojerle solemnemente por su huésped. Tomó entonces la pluma y
escribió al príncipe rejente estos renglones memorables :
« Alteza real, siendo el blanco de las facciones en que está dividido
mi país , y de la enemistad de las grandes poteocias de Europa , he ter
minado mi carrera política. Semejante á Temístooles , vengo á sentarme
en el hogar del pueblo británico ; me pongo bajo la protección de sus le-
yes á q«c apelo por Vuestra Alteza real, como la del mas poderoso, cons-
tante y jeneroso de mis enemigos. ■
I as Cazes y (iourgaud llevaron esta carta al capitán Maitland , a quien
anunciaron que Napoleón pasaría al dia siguiente á su l>ordo. Con efecto,
el 15 al ravar el dia, el bergantín el Gavilán traslado el hombre grande
al Belero/ontr. En el acto de abordar . habiendo advertido el emperador
que el jeneral Becker se le acercaba, sin duda para despedirse, le dijo ar
recatadamente: «Retiraos, jeneral. no quiero que *e pueda conceptuar
672 HISTORIA
que un Francés ha venido á entregarme á mis enemigos. » Pero al pro-
nunciar estas palabras, le alargó la mano y no le consintió desviarse sin
haberle estrechado por última vez en sus brazos.
Al llegar al Belerofonte, Napoleón dijo al capitán ¡ « Vengo á bordo
de vuestro buque á ponerme bajo la protección de las leyes inglesas. »
Aquel oficial le acompañó al punto á su cámara y le colocó en ella. Al
dia siguiente, el emperador pasó á bordo del Soberbio , montadt por el
almirante Hotham, que mandaba el apostadero. Aquel mismo dia volvió
al Belerofonte, que dio al momento la vela para Inglaterra. El almirante
Hotham, en la visita que hizo á Napoleón , manifestó, según el testimo-
nio irrecusable de Las Cazes, « todo el agrado y atenciones que caracteri-
zan al hombre de un linaje y de una educación aventajada. » Por lo demás,
«el emperador, dice el mismo autor, no se halló en medio de sus mas
crueles enemigos, de aquellos á quie;ics de continuo se habia estado em-
DK NAPOLEÓN. C.73
papando en Ion rumores mas noción é irritantes, sin ejercer en ellos el in-
flujo «le su nombradla. El eapitan, oficiales y tripulación *eavinioron Ine-
go á las rostnmbres «le su comitiva, procediendo con los mismos mira-
mientos . el mismo lenguaje y el mismo respeto. Si se presentaba sobre
cubierta, todos se descubrían En una palabra . Napoleón era empe-
rador á bordo del llelerofonte. »
Al llegar á Torbay , el 24 de julio , el capitán Maitland se puso á las
ordenes de lord Keith . su almirante jeneral, quien le mandó que pasase á
Plymouth , en donde ancló el 20 el Belerofonte.
Cuando se supo en las rostas de Inglaterra que el emperador M
raba, se manifestó intensísima curiosidad. Ia rada do Torbay se cuajó de
embarcaciones, y un afán con visos de asombro asomo por todas partes al
nombre de Napoleón. Esta acojidadel pueblo se contraponía demasiado
a la suerte que el gobierno británico reservaba al emperador para
que los ministros del rey Jorjc no tratasen de evitar y aun contener las
demostraciones que tildaban tan á las claras la atroz política que iban á
poner en planta. El Bclerofonte quedó rodeado en Plymouth de botes ar
mados con orden de tirar sobre los curiosos para alejarlos. A pesar de es-
tas instrucciones irracionales, toda la Inglaterra acudióá Plymouth, espe-
ranzada de ver al héroe de la Francia, y el mar continuó cubriéndose
de embarcaciones al rededor de la nave que servia de cárcel al grande
hombre.
En medio de las aclamaciones con que le estaba vitoreando una na
cion que había sido tanto tiempo su enemiga , Napoleón ansiaba saber
qué partido tomaría sobre su suerte el gobierno británico. Ix)rd Keith ha
bia venido á bordo del Belerofonte; pero su visita, sobre tibia y reserva-
da, fué brevísima. Volvió á últimos de julio con el caballero Bonbury . y
fué para sacar por un rumbo inhumano al emperador de su incertidum
bre : era portador de una nota ministerial señalando la isla de Santa He-
lena para residencia del jeneral Bonaparte. Era en suma una sentencia
de estragamiento que el clima quedaba encargado de conmutar en sen
tencia de muerte. Cuando Napoleón supo de boca del almirante aquella
resolución del gabinete inglés, manifestó su indignación > protestó con
todas veras contra una violación tan manifiesta del derecho de jentes.
« Soy hutsped en Inglaterra , dijo , y no prisionero ; he venido libremen
te á ponerme bajo la protección de sus leyes ; se quebrantan en mi los de
rechos sagrados de la hospitalidad ¡ minea consentiré voluntariamente el
ultraje que se me hace ; la violencia sola podrá precisarme. »
Loego para acibarar mas y mas el estragamiento , intentaron reducir
á tres el número de las personas que podrían acompañarle . y aun se es-
meraron en escluir á Savary y tallcmand. Estos dos fieles servid.
Napoleón debieron creer que iban á ser víctimas, y que retaban destinados
II
674 HISTORIA
al cadalso que Luis XVIII acababa de levantar con su decreto de 24 de jn
lio y en el que estaban ambos comprendidos.
Empero , ¿qué era lo que estaba pasando por los adentros de Napoleón
después de la notificación de la sentencia matadora que lord Reith le ha
bia participado? Una cárcel en un desierto para llegar á una muerte len
ta y dolorosa; ¡ qué destino para aquel cuya grandiosa y sublime ambición
se halló repetidas veces encumbrada al ejercicio de la supremacía europea,
para el héroe que veia concurrir á sus antesalas á los soberanos mas orgu
liosos! ¿Dará al mundo el ejemplo de una resignación inaudita ó el es
pectáculo de una desesperación vulgar? Manda llamar á Las Cazes, le
pregunta de Santa Helena y si será posible vivir allí. Luego interrumpién
dose de repente , le dice ¡ « Pero al cabo , ¿ es acaso cierto que voy allá ?
¿Acaso depende un hombre de sus semejantes cuando quiere dejar de
existir? Amigo mió, á veces tengo impulsos de dejaros, partido por cierto
muy obvio. »
Las Cazes contraresta aquel impulso , y para reconciliar á Napoleón
con la vida de que parece cansado, le presenta una vislumbre del porve
nir. ¿Quién cala allá los arcanos del tiempo ? le dijo. Y luego volviendo á
hablar el emperador del tedio que le aguarda en Santa Helena , Las Cazes
le deja divisar la posibilidad de vivir con lo pasado, y el emperador le
responde: « Pues bien escribiremos nuestras Memorias. Sí, será preciso
trabajar ¡ el trabajo es también la guadaña del tiempo. Al cabo tiene cada
cual que desempeñar su destino ; esa es mi gran doctrina; cúmplase pues
el mió. » Así Napoleón vuelve por fin en sí. Ya que la maldad, la alevosía
é ingratitud de los hombres le arrojan por un momento á la desesperación
con sinsabores y parece que por fin lo soterran , al punto se vuelve á le-
vantar en alas de su gloria pasada y con su grandiosa naturaleza.
El Belerofonle salió el 4 de agosto de la ensenada de Plymouth ; pero
no hizo rumbo hacia el sur, sino que siguió el canal de la Mancha. Enton-
ces Napoleón supo que iba á pasar á otro buque llamado el Northumber
land, destinado á trasportarle á Santa Helena. Como podian quedar per
didas para la historia las enérjicas palabras quehabia dirijido á lord Keith
en su funesta comunicación , las reprodujo en una protesta formal que fué
remitida al almirante y que merece citarse literalmente.
« Protesto solemnemente aquí, á la faz del cielo y de los hombres, con
tía la violencia que se me hace y la violación de mis mas sagrados dere-
chos, disponiendo á viva fuerza de mi persona y libertad. Vine libremente
á bordo del Belerofonte; no soy prisionero, y sí huésped en Inglaterra.
Vineá instigación del capitán mismo , quien dijo que tenia órdenes del
gobierno para admitirme y llevarme á Inglaterra con mi comitiva, si esto
era de mi gusto. Me presenté de buena fe para venir á ponerme bajo la
protección de las leyes inglesas. Desde el momento en que estuve á bordo
I)K NAPOLKON <»7..
del Helero/ante, estuvo en el hogar del pueblo británico. Si el gobierno, al
dar ordenes al capitán del Bclerofonlt para admitirme con mi comitiva,
no ha querido mas que armarme un lazo, ha faltado al honor y mancilla
do su pabellón.
• Si este acto se consumara , en vano se empeñarían los Ingleses en
hablar después de su lealtad , leyes y libertad ; la fe británica quedará per
dida en la hospitalidad del Belerofonte.
< Apelo á la historia ¡ dirá que un enemigo, quien estuvo guerreando
veinte artos contra el pueblo inglés, vino libremente á remediar su des
amparo y en buscado un asilo bajo sus leyes. ¿Qué prueba mas terminan
te podia darle de su aprecio y confianza? ¿Pero cómo respondieron en
Inglaterra á semejante magnanimidad? Aparentaron alargar una mano
jenerosa á este enemigo, y cuando se hubo entregado de buena fe, lo sa
criticaron. •
1.1 emperador salió del Belerofonte el 7 de agosto y fué llevado al ¡Sor.
thumberiand que mandaba el almirante Cockburn. Aprovecharon aque|
momento para desarmar á todas las personas de su comitiva ¡ pero con
670 HISTORIA
cierto asomo de rubor respetaron su espada. Sus baúles fueron rejistrados
por el almirante mismo, acompañado de un empleado de aduanas. Se apo-
deraron de cuatro mil napoleones, y solo le dejaron mil y quinientos para
atender á las necesidades de su servicio. Cuando fué preciso que se separa-
se de los fieles amigos á quienes habian denegado el favor de participar de
su arresto en lejano destierro, Savary se echó á sus pies bailado en llanto
y le besó las manos. « El emperador, dice Las Cazes , sereno é inal-
terable, lo abrazó y se encaminó hacia el bote. Al alejarse , saludaba
afablemente con la cabeza á los que se cruzaban en su tránsito. Todos los
nuestros que se iban quedando atrás se anegaban en lágrimas, y no pude
dejar de prorumpir con el lord Keith á quien estaba hablando en aquel
punto: «¿Advertís, milord, que aquí los que lloran son los que se quedan?»
I \l>lll LO I.IS
Travesía. Llegada a Sania Melrna. Residencia cu isla isla hasl* U partida
dt La» Caxer
ante todo al
kith se había moslradu atentísimo, |iero lam
bien muy reservado en sos relaciones cou los
Franceses del fíriero/onte. Cockbtirn no es
luvo menos atento, y aun manifestó mas inte
res y respeto con el grande hombre de quien
se hallaba de paso alcaide involuntario.
Sin embargo, los ministros ingleses ha-
bían sabido con sumo desagrado los mira
mientos que habían guardado cou Napoleón ei
capitán Maítland y su tripulación. Culparon
por haber continuado á su prisionero el dic
678 HISTORIA
tado que llevaba en el solio, y se cautelaron desveladamente para que no
sucediera otro tanto en el Northumberland. Declararon en sus instruccio-
nes que solo se permitiria la calificación de jeneral respecto al monarca
derrocado. Cuando Napoleón supo tantísima ridiculez ideada para humi
liarle, esclamó: « Llámenme como quieran, no me han de quitar el ser yo. »
El \ \ de agosto, el Northumberland salió del canal de la Mancha, y
cuaodo pasó á la altura del cabo déla Hogue, Napoleón reconoció las cos-
vs
tas de Francia. Al punto las saludó alargando sus manos hacia la playa y
esclamó con voz doliente : « Adiós, pais de los valientes, adiós, querida
Francia; con algunos traidores menos seguirías sieodo la señora del mun
do. » Tal fué la postrer despedida del hombre grande al noble pais del gran
pueblo.
Durante la travesía salteó un dia al emperador una violenta Lorrasca,
cuando estaba dando sobre cubierta su paseo acostumbrado por la siesta.
No quiso bajar, y se contentó con que le trajesen, para aguantar una lluvia
abundante, la famosa levita gris que los Ingleses mismos consideraban
con admiración y respeto.
La lectura de los periódicos servia de recreo al emperador. Rara vez
dejaba de tropezar con baldones y patrañas contra él. Pero todo esto no
podia alcanzarle, y dijo con este motivo á LasCazes: « El veneno nada po
|)K NAPOLEÓN Wf
«lia con Mitrídates ; pues bien, á la calumnia ningún embate le cabe sobre
ni fafa 1SH.»
Kl 15 do octubre, el Northumberland fondeo en la bahía de Sania Be
lena, el Ift. el emperador bajó á tierra con el almirante y el jeneral Ber
ii mi M pronto se hospedó en Briars, en casa de nn comerciante át la isla
llamado llnlrombc.
Kra aquella residencia provisional , pnes sn paradero definitivo era
Longwood, quinta del gobernador, que habla visitado á sn llegada y que
toda> ia no estaba pronta para recibirle. No obstante halló en casa de Mr
llalcombe todas las atenciones que le competían y algunos recursos con
tra el tedio. Aquella digna familia echó el resto en cuanto le cupo para
suavizar el quebranto de su situación.
Dorante su permanencia en Briars, Napoleón solo salió una vez para
visitar al mayor del Tejimiento de Santa Helena. Se afanaba con sus me
morias, dictándoselas á Las Cazes ó á su hijo, y á Montholon, Courgaud
\ Bertrand. Sus paseos eran comunmente por las calles enramadas y el
monte de Briars desde don.lc se veian espantosos despeñaderos.
Un anciano negro, llamado Tobías, cultivaba el jardín de Mr Balcom
be. Era un Indio malayo que una embarcación inglesa habia arrebatado fe
mentidamente y vendido como esclavo. Kl emperador solia encontrarse pa
seando con aquel desventurado y le manifestaba sumo interés; se hallaba
en vísperas de costear su rescate, y nunca hablaba de su arrebatamiento si
no con impetns violentos de ira. Un dia parándose con el, no pudo refrenar
los pensamientos que se agolpaban en su mente y prorumpió : « Estraña
entidad es la menguada máquina humana , ni un esterior se asemeja , ni
un interior que no se diferencie trasformad á Tobías en un Bruto, y se
diera la muerte; trasformadle en un Esopo, y acaso fuera consejero del
gobernador ¡ como cristiano ardiente y celoso, llevaría sus cadenas en pre-
sencia de Dios y las bendeciría. En cuanto al pobre Tobías, no se para en
ello, se doblega y afana candorosamente. » Y después de estarle mirando
un rato en silencio , dijo al desviarse : • Es positivo que el pobrecillo To
loas dista mucho del rey Ricardo y sin embargo, prosiguió andando,
el crimen no es menos atroz ; porque al cabo este hombre tenia su fami
lia , sus recreos, su propia vida, y cometieron una maldad horrorosa con
«leñándole á morir aquí batallando con la esclavitud » Y luego parándose
de repente, dijo á Las Cazes : • Pero estoy leyendo en vuestros ojos reca-
pacitar que no es el único ejemplo en Santa Helena. Amigo mió, no cabe
el menor parangón ; si el atentado es mas rematado , también las victimas
ofrecen otros recursos. No nos han sujetado á padecimientos corporales, y
aun cuando lo hubieran intentado, tenemos una alma que burlaría á nues-
tros tiranos Nuestra situación puede tener también sn aliciente
Somos mártires de una causa inmortal Millones de hombres nos lio.
C80 HISTORIA
ran, la patria suspira y la gloria yace enlutada Las desgracias tienen
también su heroísmo y su esplendor La. adversidad faltaba á mi car
rera Si hubiese fallecido en el solio, en la mole de mi omnipoten-
cia , hubiera sido un problema para muchas jentes; hoy, gracias á la des-
ventura, podrán sentenciarme á pecho descubierto. »
x^yf^s^mt^^
Napoleón se trasladó el 1 8 de setiembre de Briars á Longwooc/. Aque
lia nueva morada le ofreció mas comodidades ; pero encontró las mismas
trabas y la idéntica bastardía por parte de sus alcaides. Colocaron centi-
nelas debajo de sus ventanas y le estrecharon con cautelas incomodísimas,
y aun indecorosas. Mandó á Monlholon que se lo escribiera al almirante,
no queriendo tratar directamente ninguno de aquellos puntos con él, por
no rendirse, dijo, á la discreción de alguno al cual daria lugar para decir
falsamente: « El emperador me ha dicho esto. »
DE NAPOLEÓN. «81
Kn uno de sus paseos á caballo, á fines de diciembre , tuvo que apear-
se por el mal estado de los caminos y se atascó en tal estremo que estuvo
fbrrojcnndo para salir del paso, sobreviniéndole ciertas zozobras. « Vaya
una sucia aventura,» dijo, y cuando estuvo fuera del apuro, anadió:
■¿Qué bubieran dicho en Kuropa, si hubiésemos desaparecido aquí? I -os
hipócritas probarían sin duda que nos habíamos empozado por nuestras
culpas. >
Casi todos los Ingleses que pasaban por aquellas aguas se detenían en
Santa Uelena para ver la esclarecida victima de su gobierno. Napoleón los
recibía siempre con tanto agrado como señorío, y como le hallaban muy
diferente del retrato que se les habia estado haciendo por espacio (\r \ **in
te años , se disculpaban de haber podido dar crédito á las atrocidades pu-
blicadas sobre él. • Pues bien , dijo Napoleón á uno de ellos sonríéodose,
á vuestros ministros debo todas estas finezas ; pues han inundado la Eu-
ropa con folletos contra mí. Acaso dirían para descargarse que no hacían
mas que responder a lo que recibían de Francia misma, y en esto es pre-
ciso ser justo . aquellos de los nuestros á quienes se vio bailar sobre las
ruinas de su patria se esmeraban en tenerlos colmadamente surtidos. »
Sin embargo el almirante se mostró deseoso de contestar á las quejas
con que Montholon le había oficiado. Pasó á tener una esplicacion con el
emperador y se separaron contentos uno de otro. Kl coronel Skelton,sub-
gobernador, trataba también á Napoleón con sumo miramiento. El empe
rador le solía convidar á comer, acompañándole su esposa.
El t°. de enero de \ 846, todos los compañeros de infortunio del hom
bre grande se reunieron para rendirle sus acatamientos con motivo del
año nuevo. Napoleón, á quien aquella festividad recordaba los dias ven
torosos de su poderío, no dejó asomar ni un ápice de la intima compara
cion que dentro de sí estaba haciendo entre el recibimiento familiar «I ■
I .ouiiwood y el boato imperial de las Tuilerías. Acojió afectuosamente n
los cortesanos de la desgracia y los agasajó llanamente á todos con el des
ayuno del té. • No componéis mas que un puñado al estremo del orbe,
les dijo , y á lo menos vuestro consuelo debe ser el mutuo cariño. •
Todos los dias asomaban por Ixmgwood marineros que burlaban las
centinelas y sus órdenes para acercarse á la residencia y ver H rostro del
héroe prfcionero. «¡Cuánto puede la imajinacion! decía Napoleón; he
ahi unos hombres que no me conocían, que nunca me habían visto. \ mu
embargo, ¿qué no sentían y qué no hubieran hecho por mi? Y la misma
estrañeza se renueva en todos los paises edades v sexos He ahi el fana
tismo. Si. la imajinacion gobierna al mundo. •
El ámbito por donde Napoleón podía pasearse á caballo no le permitía
sino una carrera de media hora ; y aun tuvo pronto que carecer de aquel
recurso. Ora era un oficial ingles que se agraviaba de tener que rezagar
8ft
682 HISTORIA
se y que se empeñaba en alcanzar á los que acompañaban al emperador ¡
ora era un soldado ó un cabo que equivocaba la orden y le estaba apuu
tando
~K*&sá¿
El clima y el cautiverio no tardaron en surtir su electo , pues adoleció
el emperador notablemente. No era de complexión tan recia como se le
habia supuesto, y según espresion de sus compañeros de infortunio, « su
cuerpo distaba mucho de ser de hierro (i ) , aunque la parte morcl lo era. •
El doctor O'Meara, cirujano inglés, le cuidó y mereció toda su confianza.
Los periódicos fueron trayendo sucesivamente á Santa Helena la noti-
cia de la muerte de Murat, el levantamiento y suplicio de Porlier, la causa
(t) Sin embargo pocos hombres han aguantado tan sumas fatigas como Na-
poleón. Cítense, entre sus carreras extraordinarias, la de Valladolid á Burgos
(35 leguas españolas), que hizo en cinco horas y media á escape.
DE NAPOLEÓN «83
y ejecución deNey. Cuando I .as Caxcs leyó en presencia del emperador el
periódico que anunciaba la muerte trájica del rey de Ñapóles, Napoleón
le asió desaladamente la mano y esclamó al mismo tiempo sin añadir una
palabra mas: i Los Calabreses han sido mas humanos y jenerosos que los
me enviaron aquí. »
No estrañó la tentativa de Porlicr. • A mi regreso de la isla de Klba ,
dijo, los Españoles, que habian sido los mas encarnizados contra mi in
vasion, y mas reputación se habian granjeado en la resistencia, se me di
rijieron inmediatamente ¡ habian peleado contra mi , decían , á fuer de ti
rano, y venían á implorarme como su libertador. No me pedían mas que una
corta cantidad para alcanzar su franquicia y promover en la Península una
revolución semejante á la mía. Si hubiese vencido en Waterloo, los hubiera
socorrido. Esta circunstancia me pone de manifiesto la tentativa de que
se trata. No cabe duda en que se renovará todavía. Por mas que Fernán
do enfurecido apriete sañudamente su cetro, un dia se le resbalará de la
mano como una anguila.»
Conceptuaba que Ney habia sido tan mal procesado como defendido y
se airaba contra una sentencia quebrantadora de una capitulación sagra
da. l.i ejecución del mariscal no fué calificada menos severamente por el
prisionero de Santa Helena que lo fué posteriormente por un gran escritor
y esclarecido jeneral en el recinto mismo de la Cámara de los Pares.
Pasando después á tratar de la clemencia negada á Madama de tava
lette y la huida de su marido, el emperador tildaba feamente el descarrío
de la política menguada de los Borbones. t Pero los salones de Paris, de
cia, mostraban los mismos desafueros que los clubs, la nobleza volvía a
reproducir los jacobinos.... A lo menos nuestros Franceses, anadia, ilns
traban sus sentimientos ; Madama I ^abedoyere habia estado á punto de fa-
llecer por su quebranto ; Madama Ney habia ostentado al universo su de
nodado sacrificio , Madama Lavalette iba á ser la heroína de Europa.»
Napoleón no se atenía á la política contemporánea. Cuando habia re
corrido arrebatadamente con una mirada veloz y atinada la Europa ae
tual y resumido lo presente, se complacía en volver á lo pasado y hacer
comparecer ante sí hombres y acontecimientos descollantes en la historia,
cuyos juicios residenciaba desde la cumbre de sus alcances inmensos , y
con su perspicacia sin par. En una de aquellas correrías por los ámbitos
de la antigüedad , paró la atención en la lid tenacísima entre plebeyos y
patricios de la antigua Roma, y apuntó los yerros y contradicciones que la
posteridad habia sentado en punto á los Cracos. « U historia, dijo, retrata
en suma á los (¿raros allá como sediciosos, trastornadores y malvados ; y
luego en el pormenor asoman como pundonorosos , apacibles , desintere
sados y de rectos procederes , siendo además hijos de la esclarecida Cor
nelia, lo cual para los pechos grandiosos redunda al punto en sumo con
CS4 HISTORIA
cepto á su favor. ¿ De dónde podia provenir semejante oposición ? Prove-
nia de que los Gracos se habían sacrificado jenerosamente por los derechos
de un pueblo oprimido contra un senado tiránico, y que sus injenios pree
minentes é índole preciosa los estrellaron contra una aristocracia feroz
que triunfó , los degolló y deshonró. Los historiadores parciales vinieron
luego á dejarlos tiznados para siempre.
« En esta desaforada lid de la nobleza con la democracia que acaba de
renovarse eo nuestros dias, añadió, en esta exasperación de la antigua
prole contra la nueva industria que está fermentando en toda la Europa,
no cabe duda en que si la aristocracia triunfara por la fuerza, hallaria por
donde quiera muchos Gracos y los trataría en lo sucesivo tan benigna-
mente como lo hicieron sus antepasados. »
En el momento en que Napoleón estaba pronunciando estas palabras,
no era ya nna mera hipótesis el enfurecimiento de la aristocracia contem-
poránea. La reacción de 1815 asolaba la Francia; la sangre de Labedoye-
re, Ney , Charlran y Mouton-Duvernet corría con la de Bruñe y Ramel.
Los ejecutores de las sentencias de los estranjeros y de la corona se afana-
ban en redondear la tarca de los asesinos que había abortado el popula-
cho de algunas ciudades meridionales.
¿Y do era el mas ilustre y temido de todos los demócratas aquel mis-
mo á quien la aristocracia había encerrado en Santa Helena para irlo ase-
sinando á pausas? Que Napoleón recuerde á Las Cazes en su peñón los
servicios que ha hecho á los reyes, que los acuse de ingratitud y se alabe
«de haber atajado contra ellos lo que dispararon contra él (1) ; » este re-
cuerdo podrá servir á explicar su derrocamiento y abonar el desamparo de
los pueblos contra los rigores inesperados de la Prov idencia ; mas no por
eso los reyes han desistido de desangrar con él « al primer soldado , al
gran representante , al mesías » de los principios democráticos (2) , dic-
tado esplendoroso con que fundadamente se revistió, mostrándose aun an-
sioso de él en Longwood, y que hubiera debido preferir siempre al de sal-
vador de la soberanía y bienhechor de la aristocracia.
Sin embargo , asaltábale á veces en su prisión la aciaga idea que
había acarreado su decadencia y esterminio. El mesías revolucionario aso
maba todavía como medianero entre lo pasado y el porvenir, entre el hom-
bre de los reyes y de los pueblos. Esta incompatibilidad que hei/ios pro-
curado demostrar desai)areci6 sobre todo ante él con motivo de la declara-
(1) Memorial, t. II.
(a) Napoleón disciplinó la democracia y la liizo conquistadora; pero ñola
organizó,como se ha supuesto sin fundamento, porque esta organización está aun
por hacer. Cuando quiso instituir, consultó lo pasado, y no hizo mas que una
monarquía y una aristocracia hereditarias.
DE NAPOLEÓN. «¡85
(ion de los soberanos del 2 de agosto de \s\:\ *si tienen juicioen i uropa,
«lijo, si el orden se restablece en todas partes, entonces no importaremos
ni el costo ni el afán que emplean con nosotros y nos quitarán de en me
dio; mas eso puede irse dilatando todavía algunos anos, tres, cuatro ú
cinco; de otro modo, y prescindiendo de acasos imprevistos, no veoMmi
dos grandes probabilidades, y aun harto inciertas, para salir de aquí: la
necesidad que de mí pudieran tener los reyes contra los pueblos desmán
dados ; ó la que pudieran tener los pueblos sublevados en pugna MU los
reyes , porque en esta intensa lucha de lo presente contra lo pasado soy
el arbitro y medianero natural; había aspirado á ser el juez supremo;
toda mi administración interior y mi diplomacia esterior se encaminaban
a este sumo objeto. El éxito fuera mas obvio é inmediato, pero el destino
lo dispuso de otro modo. Finalmente puede haber^ina última probabilidad,
y seria la necesidad que de mí pudieran tener contra los Rusos, porque en
el estado actual de los negocios, antes de diez años toda la Europa puede
ser cosaca ó república. Estos son sin embargo los estadistas que me derro
carón »
El emperador opiuaba después que la declaración del 2 de agosto ,
con res|>ccto á él, era incsplicable según la índole personal de los sobera-
nos.
« ¡ Francisco! decia, es rclijioso, y soy hijo suyo.
« ¡ Alejandro ! fuimos amigos.
■ ¡ El rey de Prusia! no cabe duda en que le hice mucho daño; pero
podia hacerle mucho mas; y luego, ¿no hay gloria y verdadero logro en
encumbrarse por el corazón?
« En cuanto á la Inglaterra, lo debo todo al encono de sus ministros ;
pero el príncipe rejente debiera advertirlo é iutervenir, so pena de ser
tildado de indolente ó de apadrinar una maldad vulgar.
« Lo cierto es que todos los soberanos se comprometen , so desdoran
y malogran mucho conmigo
Grande hombre , dejad pues á los soberanos que se comprometan ,
desdoren y anonaden por vos: también corresponde esta particularidad á
vuestro instituto; porque no se os ha enviado para « consolidar á los re
yes » (aunque hayáis soltado esta espresion y á veces obrado por este
rumbo^, sino al contrario para continuar la demolición del edificio mo
nárquico y contribuir al esterminiode la soberanía con vuestros triunfos. .
El fallo soberano que provocaba tan entrañablemente la ira del aapfl
rador y le hacia recordar lo que habia hecho por los augustos soberanos
que la habían firmado, era del tenor siguiente :
• Hallándose Napoleón en poder de los soberanos aliados, sus majes
tades el rey del reino unido y de la (irán Bretaña é Irlanda, el emperador
de Rusia, y el rey de Prusia.en virtud de los pactos de 25 de marzo de 4 81 5
680 HISTORIA
se han convenido en providenciar adecuadamente, para imposibilitar
toda tentativa por su parte contra el sosiego de Europa.
cArt. \°. Napoleón Bonaparte está considerado , por las potencias
que firmaron el tratado del 20 de marzo último, como su prisionero.
« Art. 2o. Su custodia está con especialidad confiada al gobierno bri-
tánico, etc. , etc. »
El gobierno inglés habiéndose avenido así á ser instrumento de los
enconos de la vieja Europa, con menosprecio del derecho de jentes, no
le faltaba ya al rejio alcaide de Windsor sino buscar por su parte un ins-
trumento subalterno que la naturaleza hubiese labrado de intento para
la ejecución rigurosa de la sentencia espedida por los soberanos ; sus mi-
nistros, Casllereagh y Bathurst , hallaron á Hudson-Lowe.
CUMTTI.O LV.
Hiiil^on I.uwp. I.ui incesante de Napoleón contra el empeño y ruin proceder
del gobernador. Padecimiento* y postración del emperador.
La* Cates precisado ¡i separarse de Napoleón.
udsovLowf. ! A este nombre todos los pe
chos honrados se horrorizan «'• indisponen .
Keith y Cockburo, habíais dejado divisar
allá un rastro de asombro con la gloria ,
algnn acatamiento al numen y cierta sim-
patía con la nombradia y el infortunio i
j cuan mal os enterasteis de vuestro en-
cargo ! Conceptuasteis honradamente que
estabais encargados de custodiar y zelar
al héroe de la Francia... ¡Bien haya vues
tri torpeza ! Ahora llega un alcaide que
desempeñará mejor las intenciones de sus augustos amos ¡ él os ensenar»
688 HISTORIA
lo que de vosotros exijian la venganza y el miedo (4), y lo que pueden con-
seguir en pocos años de un clima como el de Santa Helena al arrimo de un
hombre como Hudson-Lowe.
El nuevo gobernador desembarcó en Santa Helena el J4 de abril de
4816. Desde el primer asomo lo conceptuó Napoleón repugnantísimo.
« Es horroroso, dijo; tiene una cara de ahorcado. Pero no hay que atrepe-
llarnos en nuestros fallos puede ser al cabo que la parte moral nos
abone el desfalco de ese rostro tan siniestro ; lo cual pudiera no ser im-
posible. »
La primera disposición que tomó Hudson-Lowe fué exijir á los com-
pañeros de destierro del emperador una declaración formal espresando que
residían voluntariamente en Longwood y se avenian á todas las condi-
ciones que requería el cautiverio de Napoleón.
Hudson-Lowe se complació después en poner oficiosamente á la vista
del emperador escritos en que su reinado y su índole se hallaban tiznados
y escarnecidos con desenfreno ¡ uno de estos libelos era obra del abate de
Pradt, y se intitulaba la embajada de Varsovia. Pero una travesura de esta
clase no era mas que un recreo inocente para un hombre como Sir Hudson.
Quiso que compareciesen ante él todos los sirvientes del emperador para
escudriñarlos privadamente acerca de la espontaneidad en su resolución
de permanecer en Santa Helena , como si hubiese desconfiado de la since-
ridad y desahogo de su declaración escrita. Aquel ahínco lastimó á Napo-
león, y sin embargo se conformó al cabo con este nuevo ultraje. Cuando
el gobernador tuvo ya redondeado aquel desacato, se acerco á Las Cazes
y Montholon diciéndoles que estaba satisfecho , y « que iba á oficiar á su
gobierno que todos habían firmado con espedita y buena voluntad. » Des-
pués empezó á elojiar aquel sitio, y opinó que el emperador y los suyos
se quejaban sin fundamento, pues al cabo no estaban tan desaviados. Y po-
niéndole el reparo de que no habia un solo árbol para proporcionarse al-
guna sombra bajo un cielo tan ardiente, respondió con trastienda: «¡Oh!
ya se plantarán. » Y se retiró sin añadir una palabra.
La salud del emperador empeoraba visiblemente. A fines de abril tu
vo que privarse de la poca libertad que le dejaban para sus paseos, y aun
se vino á emparedar en su aposento. El gobernador pasó averie, y el es-
clarecido enfermo le recibió tendido en su sofá y en paños menO.es. Sus
primeras palabras fueron para participar á Sir Hudson que iba á pro-
testar contra el convenio del 2 de agosto. Después de haber recordado que
(i) Nadie rasgueó tan á derechas aquel miedo como M. de Chateaubriand,
.cuando pronunció en la tribuna de la Cámara de los Pares estas palabras muy
reparables: « La levita gris y el sombrero de Napoleón , colocados en un palo
por la costa de Brest, harían correr la Europa á las armas.»
DE NAPOLEÓN. «811
h.ihi.i rehusado retirarse ya á Rusia. \nk Austria, que tampoco había que
rido defenderse en Francia hasta el ultimo trance . lo cual hubiera podido
proporcionarle condiciones ventajosas , añadió : « Vuestros hechos no os
honrarán en la historia, > sin embargo hay una Providencia vengadora ;
tarde ó temprano padeceréis so castigo. No pasara mucho tiempo sin que
vuestra propiedad y vuestras leyes purguen tamaño atentado ... Vuestros
ministros han probado en sus intenciones que intentaban quitarme de en
medio. /Porqué los reyes que me han proscrito no se han atrevido a de
cretar llenamente mi muerte? Ijo uno hubiera sido tan legal como lo otro .
Un liu pronto hubiera mostrado mas tesón por su parte que la muerte Ico
ta á que me condenan. "
Kl gobernador contestó disculpándose con sos instrucciones. que reque
rían , dijo , que un oficial siguiese constantemente los pasos del emperador.
• Si se hubieran observado, replicó Napoleón . nunca hubiera salido de
mis aposentos.' Entonces Sir lludson anunció la próxima llegada de
un buque portador de un palacio de madera, muebles y comestibles, que
87
690 HISTORIA
podrían suavizar la situación de los habitantes de Longwood. Pero el em
perador se mostró poco esperanzado con la noticia, y se quejó amarga-
mente del ministerio inglés que le privaba de toda clase de consuelos ,
de libros y periódicos, y lo que aun era mas cruel, de noticias de su espo-
sa é hijo.» Por lo que toca á los comestibles, muebles y habitación, aña
dio, V. y yo somos soldados y justipreciamos todas esas ventajas. Habéis
estado en mi pais, y tal vez en mi casa ; sin que fuera la mas pobre de la
isla, ni que yo tenga porque abochornarme, habéis visto no obstante cuan
escasa era. Pues bien, aunque he poseido un trono y repartido coronas, no
he olvidado mi condición primera : bastan pues un sofá y este lecho de
campaña."
Al salir el gobernador,que habia propuesto varias veces durante la con -
versación su médico al emperador , renovó su ofrecimiento, que fué repe-
tidamente desechado. Napoleón refirió inmediatamente lo que habia pa-
sado entre él y Sir Hudson. Después de su relación, y al cabo de un rato
de silencio, prorumpió: « ¡Qué poco halagüeña y cuan siniestra es laestam
padel tal gobernador !.... En mi vida encontré objeto que se le parecie
se.... Con semejante hombre á solas no puede uno estar descuidado
Acaso me han enviado allá otro ente que un alcaide "
Y como si no fuera bastante con los torpes procederes de sus enemigos
para atormentar y deshacer aquella grandiosa existencia , discordias inte-
riores vinieron á veces á acibarar los pesares que traspasaban el alma
de Napoleón. Se aposentó la desavenencia entre los héroes de la fidelidad.
«A veces, dice Las Cazes, se suscitaban entre nosotros disensiones y re-
yertas que desazonaban al emperador y aumentaban sus quebrantos. Tra-
tando de esto decia : « Debéis empeñaros en no formar aquí mas que una
familia ¡ me habéis seguido para mitigar mis penas ; ¿cómo no alcanza es-
te impulso á avasallarlo todo? " En una ocasión en que habian entablado
una grave disensión dos de los sirvientes que habian seguido su infausta
suerte, el emperador, con entrañable desconsuelo oyendo hablar de desa
íio , les hizo esta espresiva y tierna amonestación :
« Decis que me habéis seguido para serme agradables. Sed hermanos,
ó si no, me sois importunos.... ¿Queréis hacerme feliz? Sed hermanos, de
lo contrario, me sois un martirio.
« Habláis de retaros, y esto en presencia mia. ¿Pues qué, no soy yo to
do para vuestros cuidados y no están clavadas en nosotros las miradas
de los estranjeros? Quiero que aquí todos alienten con mi espíritu. . . . Quie-
ro que todos sean felices al rededor de mí; y sobre todo que cada cual
participe de los escasos logros que nos han quedado. Hasta Manuelito, que
aquí está, quiero que tenga su parte completa. . . »
Como la salud del emperador empeoraba cada dia y requería mayor
asistencia, quiso tener una esplicacion con el doctor O' Meara para saber
1>K NAIMH.KnN
si Ir pflibi mi ministerio romo médico del gobierno ingléselo
una cárcel de estado ó romo médico de su personn Kl ilortor respomli.»
con tanto señorío como desahogo, que entendía ser H médico de Napo-
león, y desde aquel momento H niícrmo le dispensó toda su conflan/a.
Kl gobernador, después de haber convidado en balde ¿ com«»r al je
neral Bonapartc, pasó á l.nngwood á mediados del mes de mayo para in-
formar a su prisionero que había llegado la casa de madera. Kl emn**ra
dor le recibió agriamente ; declaróle que á pesar de ciertas contrariedades ,
el almirante había merecido toda su con lianza, y que no parecia qne su
sucesor estuviera deseoso de infundirle otra igual. Sir Hudson, ofendido
de aquella reconvención , contestó que no había ido á recibir lecciones.
«Sin embargo no es culpa mía, si las necesitáis, replicó el emperador ¡
me habéis dichoque vuestras instrucciones eran mucho mas estrechas qne
las del almirante. ¿Serán de hacerme morir con puñal ó veneno? Todo lo
espero departe de vuestros ministros; heme aquí, ejecutad vuestra \u-
tima, ignoro de que medios os valdréis para envenenarme;' pero en man
to á sacrificarme á puñaladas , ya habéis hallado el medio de hacerlo Si,
romo me habéis hecho la amenaza, intentareis atropellar mi vivienda, os
advierto que el valiente 55." no entrará sin pisar mi cadáver."
Napoleón esperímentó alguna mejora en su salud y le aconsejaron qne
la aprovechase para repetir sus paseos á caballo. Al pronto lo rehusó, no
queriendo pasear por el ámbito reducido que le estaba señalado y ■ dar
vueltas como en un picadero. • Sin embargo cedió al fio y pasó al volver
de su paseo delante del campamento inglés, cuyos soldados lo dejaron
•^
692 HISTORIA
todo para formarse en fila. «¿Qué soldado europeo, dijo entonces , no se
conmueve cuando me acerco?»
Hudson Lowe estaba como temeroso de que el emperador no advirtie-
ra bastante que estaba prisionero en Longwood, y hacia empeño en recor-
dárselo diariamente con algún agravio, vejamen ó nuevo desacato. Prime
ramente le retuvo las cartas de Europa, aunque hubiesen llegado abiertas
y por conductos nada sospechosos, bajo pretesto de que no lashabialeido
un secretario de estado. Luego interceptó una esquela de madama Bertrand
porque la habia escrito sin autorización, y prohibió de oücio al empe-
rador y á las personas de su casa toda comunicación verbal ó por escrito
con los habitantes de la isla que no hubiera merecido antes su aprobación.
Entretanto el ministerio inglés habia hecho convertir en ley la deci-
sión diplomática del 2 de agosto relativa al cautiverio de Napoleón. El
gobernador, habiendo recibido la acta correspondiente del parlamento, tu
vo nuevo cargo para atormentar á su prisionero. Añadió á la publicación
del bilí reílexiones ofensivas sobre los gastos del emperador y cuyo obje
to era hacer que se considerasen por demasiado numerosos los fieles ser
vidores á quienes no habia podido separar de su amo.
El emperador, asi hostigado, reconvenido y acosado á estocadas cuan-
do habia pasado su vida arrostrando las balas , adoleció mas que nunca
• -i!
II K NAPOI.I n\
M
ilo tedio y so mantuvo encerrado en su aposento. Desde entonce* ya no sa-
lió sino para ir á ver alguna vez á madama de Montholon, precisada é
guardar cama á consecuencia do un sobre parto. Aquella señora tenia un
hijo do siete á ocho anos llamado Instan. El emperador se entretuvo ha
riéndole recitar algunas fábulas, y confesándole el niño que no trabajaba
lodos los días . • J |>nes que no romos todos los ih.is | k «lijo — H MÉM
respondió el joven Montholon. —Pues bien, debes trabajar todos los dias,
porque no se debeeomer, si no se trabaja— O en ese caso trabajaré todos
los días— He aquí el inllujo <lo la barriguila, dijo Napoleón riendo y dan-
do palmadas sobre la de Trístan ; el hambre y la barriguita nos ponen cu
mo\imiento."
La familia de Ralcombe visitaba con frecuencia ¿ Napoleón, quien Ir
manifestaba siempre sumo interés y aprecio. Kl gran maestro en el ar te
de las batallas, que no habia creído en Briarsque eJ mimen y la glo
ría se desdorasen tomando parte en un juego á la gallina ciega con algn
ñas muchachas , tampoco temió comprometer en 1-oogwood el brillo de
su nombre y la dignidad de su carácter continuando esta dulce é inocente
familiaridad , encargándose de enseñar el juego del billar á una de las
señoritos de Balcombe.
I .os comisionados de las potencias europeas acababan de llegar á San
ta Helena y deseaban ser admitidos por Napoleón. Kl almirante Malcolm,
•■ una visita que hizo á Longwood , se lo dijo al emperador . quien
quedó muy satisfecho de aquel valiente marino; pero le manifestó la im
posibilidad en que se hallaba de admitir á su presencia á los comisionados
de los aliados. «Caballero, le dijo, V. y yo somos hombres, y por lo tonto
apelo ni parecer de V. ¿Cómo puede ser que el emperador do Austria, con
cuya hija me casé, que solicitó este enlace de rodillas,y al cual restituí dos
veces su capital, y tiene detenidos á mi mujer é hijo . me envié su < onu
sionado sin una sola linea para mí y sin la menor noticia acerca «le la aa
W de mi hijo? ¿Cómo puedo recibirle y tener algo que hablar con el '
Otro tanto digo de Alejandro, que cifró su blasón en llamarse amigo mió
y contra el cual no he tenido mas que guerras políticas, y no guerras per
sonales. Por mas que sean soberanos, no por eso dejan de ser hombres;
este dictado es el que yo requiero en la actualidad. ¿No debieran tener al
gun asomo de sensibilidad? Créame V., cuando repugno el titulo de jeme
ral , no es porque me espante. Lo rehuso porque fuera convenir que no
he sido emperador: en esto vuelvo mas bien por el honor de tos demás
que por eJ mió."
Kl almirante había entregado al emperador periódicos que anuncia
ban la muerte de la emperatriz de Austria v la
le> comprendidos el el decreto del 1 1 de julio.
puesto en libertad, y Rcrtrand condenado n muerte \ I
«94 HISTORIA
también en aquella temporada cartas de su madre, de su hermana Paulina
y de su hermano Luciano.
La víspera del dia de San Napoleón , el emperador tuvo el antojo de
cazar perdices ¡ pero no pudo andar mucho tiempo á pié y tuvo que mon-
tar á caballo. Por la tarde sobre mesi habiendo oido que era la víspera
del \ 5 de agosto , dijo enternecidamente i « Mañana en Europa se darán
muchos brindis á Santa Helena. Algunos anhelos atravesarán el Océano."
AI dia siguiente almorzó con todos los suyos bajo una grande y hermosa
tienda que habían mandado colocar en el jardin y pasó todo el dia con
ellos.
Las fuertes reconvenciones y el modo directo con que Napoleón ajaba
á Hudson-Lowe no hacían mas queenconar su odio y estremar su vijilancia,
siempre tiránica. M. Hobhouse habiendo dirijido al emperador su libro
sóbrelos Cien Dias con este rótulo en letras doradas: A Napoleón el grande,
el gobernador interceptó la obra socolor de que en ella se hablaba mal de
Castlereagh ; y pocos dias después de este ruin procedimiento se atrevió
á presentarse al emperador, á quien sobrocojió en el jardin de su habita
cion, y trató de sincerarse diciendo que si le conociera mejor, le juzgaría
con menos aspereza. Este descaro le acarreó nuevos desengaños en presen-
cia misma del almirante Malcolm.
« Nunca habéis mandado, dijo Napoleón, sino á vagamundos y deser-
tores corzos , facinerosos piamonteses y napolitanos. Conozco el nombre
de todos los jenerales ingleses que han sobresalido j pero nunca os oí men-
tar sino como un amanuense de Blucher ó como un capataz de bandole-
ros. Nunca habéis mandado á hombres de honor, ni habéis estado acostum-
brado á vivir entre ellos." Habiendo respondido Sir Hudson que no ha-
bía pretendido el encargo que le habían dado, Napoleón replicó i « Esos
destinos no se piden , los gobiernos los dan á sujetos que se han deshon
rado." El gobernador se acojió entonces á su deber, y se escudó con las
órdenes ministeriales de que no podia prescindir. « No creo, replicó arre-
batadamente el emperador , que ningún gobierno sea tan vil que dé órde
nes semejantes á las que hacéis ejecutar." Hudson-Lowe habia manifes
tado á su prisionero que el gobierno inglés quería reducir los gastos que
se hacían en Longvvood. « No me enviéis nada para mi manuteLcion , sí
queréis, le dijo el emperador, iré á comer á la mesa de los valientes oficia
les del 55 ; estoy cierto que ni uno solo dejará de conceptuarse venturo-
so en dar un asiento á un veterano. Sois un esbirro siciliano, y no un In
glés. Noos presentéis mas delante de mí, si no cuando me traigáis la orden
de mi muerte, y entonces se os franquearán todas las puertas."
Viendo Hudson-Lowe que era un objeto de menosprecio y de horror,
no solo para Napoleón, sino para todos los Franceses de Longwood, trató
de asociarse á los Ingleses de Santa Helena en la posición hostil en que
DE NAPOLEÓN.
se había constituido por sos malo* procederes ron el emperador y los su
vos. En su consecuencia hizo rundir la voz. de que si NApoleon se negaba
á recibirlos, tan solo era por odio que profesaba á la nación inglesa, i que
su encono trascendía hasta a los oficiales del .'¡."."a quienes no queria ver.
Pero sabedor de esto el emperador, hizo venir al capitán Poppleton, que
ora el oficial mas antiguo de aquel cuerpo, y le aseguró que nunca habia
dicho ni pensado cosa alguna que pudiera comprobar la mentira del go
lnrnador. • No soy una vieja , le dijo ; soy amigo de todo valiente solda-
do que ha sufrido un bautismo de fuego, cualquiera que sea su nación ."
Después que Sir lludson se empachó de vergüenza, tratando desince
rarse con Napoleón , se valió de miles desacatos para esplicar la infamia
de sus hechos. Mandó llamar al doctor O' Meara, so pretcstode tener in
formes individuales acerca déla salud de su prisionero; peroen realidad ron
el intento de recriminar violentamente contra él con motivo de su última
visita. « Decid al jeneral Bonaparte, pronunció enfurecido . que debiera
estar mas sobre si en su comportamiento, porque si continúa , me veré
precisado á providenciar estrecheces mayores de las que ahora se practi
can." Después acusó á Napoleón de haber sido cansa de la mnerte de mu-
cho» millones de hombres, y dijo al acabar >que miraba á Ali Bajá como
un malvado mucho mas respetable que Bonaparte."
Por lo demás el emperador se culpaba á si mismo por el ímpetu con
que había hablado al gobernador. Mas propio fuera en mi , decía, el ha
ber espresado tales desengaños á sangre fría; tuvieran asi mas trascenden
cía." El doctor O Meara pasó á asegurarle que lludson Lówc había pro
metido que no volvería á poner los pies en Longwood.
Sin embargo las protestas verbales , por enérjicas y elocuentes que fue
sen , no bastaban á Napoleón para encomendar á las jeneraciones contem-
poráneas y á la posteridad el juicio infamante con que por fin había al
canzado á sos jueces desde la cumbre de su peñasco y en el ejercicio de
aquella supremacia moral quedan lajustíciayel talento y qne no se píer
dni en un naufrajio político. Encargó pues al conde de Montholon que
notificase al gobernador un documento auténtico en que se iban apli-
cando sus agravios y su reprobación, espresada con tanta pujanza co-
mo lójica.
Hurtan Lowe se estaba siempre quejando del gasto de Longwood. To-
dos los días andaba suscitando contiendas rastreras sobre los alimentos ,
sin temor de comprometer su autoridad en mezquinos pormenores, como
por algunas botellas de vino ó algunas libras de carne. No obstante pro
puso que se alimentaria el gasto del emperador y de los suyos, coa tal que
este esceso pasara por sus manos; y amenazó que baria reducciones, si se
1 vlmba su propuesta ¡ con cuyo motivo dijo Ias Caaes en su diario:
• Están regateando nuestra existencia. El emperador no quiso nunca
090 HISTORIA
terciar en discusiones de tal clase y encargó que sobre este punto nada se
le comunicase.
Sin embargo Sir Hudson realizó sus amenazas : se hicieron reduccio
ncs, y pronto faltólo necesario en Longwood. Un dia que el emperador
habia comido en su aposento y pasó a sobrecojer en la mesa común
á sus comensales acostumbrados, advirtió que apenas tenian comida Des-
de entonces mandó que se vendiera cada mes una parte de su plata labrada
para suplir á lo que andaba cercenando el gobernador.
No satisfecho Hudson Lowe con haber reducido al emperador á ven-
der su vajilla para mantenerse, quiso tener con esta circunstancia un
nuevo medio de incomodar á su prisionero. Como habia compradores que
contendían por el logro de poseer alguna alhaja perteneciente al sumo
prohombre, y esta competencia habia hecho ofrecer cien guineas por
un solo plato, el gobernador dispuso que no pudiera venderse la plata
labrada sino á la persona que él mismo señalase. Pero el emperador ya
liabia tratado por su parte de poner coto á esta competencia , mandando
DE NAPOLEÓN. «07
que se borrase de la plata labrada todo rastro de que procediese de sn
casa. Solo conservó algunas águilas macizas colocadas en las tapaderas.
Estas desazones diarias iban quebrantando la existencia del empera
dor . la alteración de sus facciones habia becho progreso» temibles y va-
riado de tal modo su fisonomía, que por cada dia estaba mas patente sn
semejanza con su hermano mayor. Empero sus padecimientos y so me
noscabo no le atajaban los ejercicios \ larcas intelectuales qne habia em
prendido desde su llegada á la isla. Por una parte continuaba el estudio
del inglés que Las Cazes se habia encargado de ensenarle, y se afanaba
siempre en dictar ya á sus jenernlcs, ya á Ias Cazes y á su hijo el porme
ñor de sus campañas y de todas las circunstancias memorables de su vida.
El mismo dia que Hudson l.owe trató de atormentarle con sus postreras
demandas respecto ¿ la plata labrada, dictó la batalla de Marengo al je
n.T.il Gourgaud y se ocupó en repasar con I-as Cazos la batalla de Areola
que le habia dictado anteriormente. « Al principio, dice el Memorial , el
emperador se hacia leer sus capítulos por de noche. Pero habiéndose que
dado dormida una de aquellas señoras, no quiso continuar y dijo con es
te motivo : « Siempre asoman las ínfulas de autor."
Despnes de tantos ultrajes y persecuciones á que se habia propasado
con el emperador, y tras tantísimo sonrojo como le habia resultado, Hud
son Ijowe todavía solicitó el visitarle : pero el emperador estuvo inflexi
ble y respondió terminantemente que no lo vería nunca. Entonces el go
bernador se arrojó á enviarle una carta por mano de OMeara, en la que
declaraba no haber sido nunca su ánimo el ofender ó insultar al jeneral
fíonaparíe ¡ lo cual le daba derecho, decia , para exijir de él « disculpas
por el lenguaje arrebatado de que se habia valido en su postrer visita.
Hudson Lowe quería también disculpas de parte del jeneral Rcrtrand .
que tampoco le habia respetado en su última conversación. • El empera
dor , dice O' Meara , se sonrió desdeñosamente con la aprensión de desa
graviar á Sir Hudson Lowe."
Al cabo de dos diasel coronel Rende pasó á Ijongwood y pidió qne
le dejasen ver al emperador. Era portador de una nota «ni que Sir Hudson
apuntaba aun mas demandas. El coronel .admitido a presencia de Ñapo
león. le leyó aquel documento escrito en inglés y se lo guardó sin dejar tra
duccion vi copia. Hudson lx)wc había decretado:
• Qne cuantos Eranceses apetecieran permanecer con el jeneral Roña
parte deberían firmar la fórmula que se les presentaría, aviniéndose á to
das las cortapisas que pudieran imponerse ,i| jeneral Ronaparte, sin apon
tar el menor reparo sobre este particular , y los que ««o negasen tendrían
que ir desde luego al cabo de Ruena Esp. ranza Loi sil i lentes se habían
de reducir a cuatro: los quedados deliei lan considerarse sujetos a las le-
yes como si fuesen subditos de la tiran Rretaña. ante lodo por lo tocante
098 HISTORIA
á las espedidas parala seguridad del jeneral Bonaparte y que declaraban
crimen de felonía toda complicidad para ayudarle á evadirse. Cualquiera
deellos que se propasase á injurias é hiciese algún reparo, ó se portara mal
con el gobernador ó con el gobierno bajo el cual se hallaba, seria remi
tido inmediatamente al cabo de Bueña-Esperanza , en donde no se le pro
porcionaria medio alguno para volver á Europa."
Cuando el doctor hubo comunicado á Napoleón este soberano decreto
de su alcaide, el emperador, tras de algunas advertencias sobre tama
ña tiranía, terminó diciendo ¡ «Preferiría que se marchasen todos á te-
ner al rededor de mí cuatro ó cinco personas continuamente sobresalta
das y amagadas por puntos de verse embarcadas á viva fuerza, porque
según esa nota, quedan absolutamente á su disposición. Que despache á
todos y ponga centinelas en puertas y ventanas , que no me envíe mas que
pan y agua; poco me importa. Mi alma está libre y este corazón lo está
tanto como cuando daba leyes á la Europa."
Todavía no quedan dichas todas las restricciones á que Hudson Lo-
we intentaba imponer al emperador. Declaraba, en virtud de su omnipo
tencia en toda laestension déla cárcel confiada á su custodia, que Ñapo
Jeon no podría salir del camino real , entraren ninguna casa, ni hablar
con los que encontrara ea sus paseos á pié ó á caballo ; añadiendo además
que las restricciones impuestas al jeneral Bonaparte eran también aplica
bles á las personas de su comitiva.
Al pronto se aflijieron en Longwood, creyendo en semejante recargo
de un estado ya de suyo tan riguroso. El doctor se encargó de tener con
el gobernador una esplicacion terminante sobre estepunto. Hudson Lowe
la dio sin titubear y sin tratar de minorar sus disposiciones repugnan
tes. Y como estaba tan preocupado con la protesta de oficio que le habia
dirijido Madama de Montholon , quiso saber si aquella enérjica denuncia
se habia ó no remitido á Londres y á otros puntos de Europa, y si queda
ban copias de ella en la isla. Habiéndole respondido O' Meara afirmativa
mente, le sobrecojió un azoramiento vehementísimo.
Napoleón se lo esperaba todo de parte de Hudson Lowe, y así se lo
habia declarado á él mismo desde sus primeros avistamientos. Sin embaí
go con la última providencia se airó como si hubiese dejado muy en za
ga el vuelo de sus previsiones, y titubeaba en creer que ningmj, ministro
inglés la hubiera dado, por mas que el gobernador le enviara á decir por
O'Meara que todo lo que hacia era conforme con las instrucciones de su
gobierno. « Estoy seguro, dijo, que ningún ministro, escepto lord Ba
thurst, quisiera dar su anuencia á este último acto de tiranía."
En el ímpetu de sus quejas , Napoleón habia dicho que « acortaban
sus dias con pesadumbres." Su estado empeoraba por cada dia; estaba
.con calentura y sentía una desazón jeneral . Ninguno de sus compañeros
DE NAPOLEÓN «W
«le iiiíortiiiiio quiso de*ampararle,por violentas qtM tamba condicione*
de lludson Ixwe. Remitieron pues al gobernador su dorlaracion. Armada
cabalmente como la hahin pedido. aimr|itr sustituyendo las palabras «El
emperador Napoleón á las de Napoleón Uonaparto " lludson l-owe se ne
gó á pasar por esta variación y devoh io la declaración al jeneral Bertrand
l'.u i que 1 1 .si. n li. i.i Miiiin habia mandado. Enterado Napoleón de esta
contienda, pidió que se negasen á firmar y se dejasen llevar al cabo de Bue
na Esperanza.
Con efecto, el gobernador pasó á Ungwood |>ara informar al jenc-
ral Bertraml que vttoqM los jcnerales, oficiales y criados se negaban á
firmar la declaración idénticamente cual la requería, iban á ser enviado»
inmediatamente al cabo de Buena Esperanza.
Aquella determinación . cuya ejecución era inminente, surtió el efec
to que sin duda esperaba el gobernador. Ix>s hombres que se habían re-
signado á un destierro remoto y á una estrecha reclusión por alternar en
la suerte del héroe que estaban acatando y queriendo sobre cuanto habia,
tuvieron que allanarse á tamaña arbitrariedad, antes que padecer la sepa
ración eon q;ie los amenazaba lludson lx>we. Pasaron, sin que el empe
rador lo supiese, después de las doce de la noche á casa del capitán Pop
pleton, y allí firmaron todos el acta redactada por el gobernador, escepto
Santini, que se o 1 «ti no en rechazar todo escrito en que su amo no esto
viera calificado con el dictado de emperador
Este nuevo testimonio de cariño tributado á Napoleón por sus Mes
servidores no le causó novedad. « Hubieran firmado Urano Honaparte,
dijo, ó cualquier otro apodo afrentoso por quedarse aquí conmigo en
tan sumo desamparo, antes que volver á Kuropa, en donde podían vi
vir espléndidamente. " Por lo demás , el emperador convenia con el doc
tor O'Meara que seria ridiculo por su parte, en la situación en que se ha
liaba, titularse emperador, si los ministros ingleses no le obligaran con tan
to empeño á que se le apease de aquel dictado. < Parecería , dijo , á uno de
aquellos ile-\ enturados de Bedlam (I) queso conteptiian reyes en medio
de sus cadenas y de su paja." Pero lo que le hacia inflexible en este pu-
to era el derecho del pueblo francés mas bien que un interés de vanagloria.
El encono que el gobernador profesaba á Napoleón trascendía á todos
los Erapceses de Eongwood; pero lo estremaba intensa y particulaimen
te con Mr. de I .as Cazes, en el cual lludson Ixme estaba ya viendo al m
discreto desi'tibridor de sus ruines \cnganzas y continuas maldades Para
libertare de aquel incomodo celador, Sir lludson ido» quitarle un mu
latillo que le sema y que volvió á presentarse reservadamente en Ixwg
wood, ofreciéndose i m amo que se encargaría de todas las cartas y pape-
700 HISTORIA
les que quisiese remitir á Europa. Las Cazes, que se dejó llevar de la in-
jenuidad y honradez que suponia en el joven, le conGó entre otras cartas
una para Luciano Bonaparte. Hudson Lowe se apoderó de ella inmediata-
mente. Las Cazes habia caído en el lazo ; el malvado alcaide triunfaba ,
la ley aterradora que habia impuesto á los habitantes de Longwood iba á
tener aplicación en aquel de quien tenia mas deseos de librarse. Las Ca-
zes fué preso á fines de noviembre de 1816 é incomunicado en Santa He-
lena. Hudson Lowe , después de haber rejistrado sus papeles, le sujetó
á un interrogatorio y dispuso al fin su estrañamiento al Cabo (1). La leal-
tad víctima de una traición se hacia acreedora á consuelos. Napoleón lo
tuvo presente y escribió á Las Cazes arrestado ; pero su carta fué intercep-
tada por el gobernador y no llegó á sus manos sino después de la muer-
te del hombre grande.
(i) El doctor O'Meaia habia tratado de amansar á Hudson Lowe haciendo
mérito del estado critico del joven Las Cazes: « Y al cabo, le respondió con
desentono el gobernador , ¿qué importa la muerte de un niño á la política?»
CAPULLO LVI
Ultimes año* de Bonap.irlr.
Su mnerrp.
oihgaii», que habia tenido con Las Cazes al
guno de aquellos raptos de enfado que men
ciona el Memorial, no quiso dejar que se fue
se aquella victima privilegiada de Hudsou lx>\\ o
sin manifestarlo que el corazón no habia lati-
do parte en las desavenencias que habían me
[diado entre ellos. Pidió pues que se le pormi
tiese acompañar á Bertrand , que habia conse-
guido ver á Xas Cazos , y ambos pasaron jun
tos ¿ despodirso de MI desventurado comparte
ro cuyo destierro voluntario se veia conmu
lado en un estragamiento horroroso (1).
(i) Las Cates, trasportado al Cabo, logro pasar desde allí á Europa , en
•Junde padeció todavía muchos sinsabores y persecuciones.
702 HISTORIA
Después de la partida de Las Cazes continuaron las vejaciones como
antes en Longwood. El doctor O'Meara franqueaba siempre su mediación
para las comunicaciones angustiosas que Napoleón debia recibir del go-
bernador, y desempeñaba aquella ardua tarea en términos de merecer ca-
da dia mas la confianza del emperador y hacerse mas sospechoso á Hud-
son Lowe. Este se mostraba empeñado tenazmente en sincerar la espresion
de Napoleón, « que le habian enviado algo peor que un alcaide." La per
secucion se estaba renovando diariamente bajo mil aspectos. Con motivo
de la obra de Pillet sobre la Inglaterra, que el emperador habia deseado
hojear y pedido por medio de O'Meara, Sir Hudson tomó en su biblioteca
un libro intilulado -. Los impostores descollantes, ó Historia de los hom-
bres de la nada de todas naciones que han usurpado la condición de
emperadores, reyes ó príncipes. « Haréis bien, le dijo después al doctor
entregándole aquel escrito, en llevar también esta obra újeneral Bona-
parte. Acaso hallará en ella algún retrato parecido al suyo." Tal era el
hombre que el masjcneroso de los enemigos de Napoleón habia escojido
para desempeñar cabalmente en Santa Helena el cúmulo de enconos y
venganzas de los reyes y aristócrata» europeos respecto al héroe que
tantas consideraciones habia tenido con ellos.
Napoleón habia por lo tanto juzgado y caracterizado debidamente á
Sir Hudson , cuando le habia estrellado en su cara el apodo de esbirro
siciliano: y aun esta palabra podia apenas espresar toda la ruindad , ser-
vilismo, doblez y atrocidad que embargaban el alma de aquel aborrecible
alcaide. Su lenguaje era el fiel espejo de su alma, los términos mas soe-
ces le servian ordinariamente para espresar los arranques mas viles y ras-
treros. Un dia que se desahogaba contra los fieles compañeros del em-
perador, llegó á decir que « eljeneral Bonaparte estaria mucho mejor,
si no estuviera rodeado de mentirosos como Montholon , y de un son oj
a bitch(i)como Bertrand, que se andaba siempre quejando. w
Es cierto que cuantos cercaban á Napoleón estaban entorpeciendo las
heroicidades dispuestas por la Santa Alianza. Hudson Lowe hubiera que
rido que el largo tormento y pausado suplicio del grande hombre no se
estuvieran suavizando con los consuelos y sacrificios de la amistad; hu-
biera apetecido traspasar á su víctima en la soledad sin temor del estruen-
do y de los rumores. Con este objeto habia desterrado primeramente á
Las Cazes, y trató luego de alejar al doctor O' Meara.
« Me sois sospechoso, habia dicho varias veces Hudson Lowe al doc-
tor; desconfio de vos; " y en su consecuencia habia escrito á Londres pa-
ra que lo sacasen de Santa Helena.
(i) Esta espresiou, dice OWleara, solo está en uso entre la plebe de Iiiglaler-
i : significa hijo de perra.
DE NAPOLEÓN T<r,
Mientras esta denuncia marchaba á Europa , 0' Meara arrostrando las
sospechas y resentimientos del gobernador, no cesó de visitar puntualmcn
te á su esclarecido enfermo y proporcionarle, no tan solo los auxilios de
su facultad, sino todos los consuelos que las circunstancias podian permi-
tir. Como no estaba sujeto á las órdenes y estrecheces que rejinn con los
habitantes de l-ongwooc1. Jes hacia aprovechar de la libertad de sos rcla
ciones facultativas , y Napoleón le correspondía con la mas entrañable
confianza.
Kn los ratos escasos de sosiego que lo dejaba el gobernador , Napoleón .
como ya dijimos, se complacía en reseñar los personajes políticos ó tra
lar algún punto interesante de la política contemporánea.
Pero sobre todo el emperador caractcrizalMi grandiosamente la revo
Ilición considerada en su principio y conjunto desde el encumbramiento
filosófico y la situación imparcial en que le habia colocado la adversidad
atajando anticipadamente su carrera política. « La revolución francesa ,
decía, no procedió de la lid de dos familias en pos del solio ; fué un moví
miento jeneral de la nación en globo contra los privilejiados Guiada
esencialmente por el principio de la igualdad, destruyó hasta el rastro de
los tiempos feudales é hizo una Francia nueva con una división acompa-
sada de territorio, una misma organización judicial y administrativa, unas
mismas leyes civiles y criminales , igual sistema de contribuciones
La Francia nueva presentó el espectáculo de veinte y cinco millones de
almas formando una sola clase de ciudadanos, gobernados por una mis
maley, reglamento y orden. Todas estas mudanzas se hermanaban con
el interés de la nación , con sus derechos y el rumbo de la civilización."
Si la revolución toma su orijen del principio de igualdad ; si el nu-
men de la civilización le sirve de guia, ¿qué pueden pues contra ella sus
implacablesysoberbiosenemigos?Por masque destronen, destierren, aher-
rojen y atormenten al grande hombre que la representó á sus ojos , á
ella queda prometida el porvenir y á ella corresponde. Desechado del go
bierno, se refujiará en la sociedad. A falta de Napoleón, la imprenta le ser-
virá de clarin y lo devolverá algún diael gobierno. El prisionero «I
ta Helena en medio de sus cadenas divisa á lo lejos este nuevo triunfo de
la sacrosanta causa por la que padece y espira. « Antes de veinte años ,
dice, cuando yazca difunto y encerrado en el sepulcro , veréis en Francia
una nueva revolución." (O'MEARA .)
Su predicción no se atuvo á la Francia; el principio de igualdad ame
naza también á la aristocracia inglesa • Vosotros mismos tenéis un gran
caudal de orgullo aristocrático en la cabeza , le dijo al doctor, y estáis al
panver mirando ú vuestra plebe como una clase de entes inferiores. Ha
blaisde vuestra libertad: ¿puede darse tropelía mas horrorosa que la de
voettra leva forzada de marineros ?.... Y sin embargo habéis tenido el
704 HISTORIA
descaro de hablar de las quintas en Francia. Esto lastima á vuestro orgu-
llo, porque no mediaba distinción de clases. ¡Oh! ¡ qué humillación fue-
ra para el hijo de un caballero el acudir á la defensa de su pais como si
formara parte de la plebe y tuviera que esponer su persona ó ponerse al
nivel de una vida plebeya ! Sin embargo Dios hizo á todos los hombres
iguales. ¿Quién compoue la nación? No son por cierto vuestros lores,
grandes prelados, eclesiásticos, caballeros ni vuestra oligarquía. ¡ Oh !
algún dia el pueblo se vengará y se verán trances furibundos."
Después de la historia y de las profecías gustaba sobre todo Napoleón
de entrar en el examen apologético de su reinado y de su vida, que resu-
mía en algunos renglones elocuentes.
«Al cabo, decia, por mas que supriman, recorten y cercenen, difícil
les será hacerme desaparecer enteramente. Un historiador francés tendrá
que hablar del imperio, y fuerza será que me restituya alguna porción y
me haga su parte , siendo su tarea muy fácil porque los hechos hablan y
resplandecen como el sol.
« He llenado la sima monárquica y despejado el caos. He deshollina-
do la revolución, ennoblecido á los pueblos y consolidado á los reyes.
He ido estimulando toda clase de emulaciones , galardonado todos los
méritos y ensanchado los límites de la gloria. Todo esto es algo. Y ade-
más, ¿en qué pudiera tildarme un historiador sin que me quepa el defen-
derme? ¿ Serian mis intentos ? Pero tiene motivos para sincerarme. ¿ Se-
rá mi despotismo? Pero demostrará que la dictadura era absoluta-
mente necesaria. ¿Diráse que he puesto trabas á la libertad ? Pero proba-
rá que el desenfreno, la anarquía y el sumo desconcierto estaban todavía
en la puerta. ¿ Me culparán de haber sido aficionado á la guerra ? Pero
manifestará que siempre me atacaron. ¿ Me tacharán de haber apetecido
la monarquía universal ? Pero hará ver que solo fué obra casual de las cir-
cunstancias y que nuestros enemigos mismos me fueron conduciendo por
puntos á todo aquel estremo. Finalmente¿ hablaráde mi ambición? ¡ Ah! no
hay duda, me la hallarán y mucha; pero fué la mayor y mas encumbrada
que jamás tal vezexistió, la de plantear y consumar el imperio de la racio-
nalidad y el pleno ejercicio y el goze cabal de todaslas facultades humanas.
Yal llegar aquí el historiador, sehallará quizá reducido á lamentarsede que
semejante ambición no haya quedado cumplida y satisfecha. ... Ep pocas
palabra, he aquí mi historia. (1) " (Memorial).
Hudson Lowe habia determinado quitar O'Meara á Napoleón , como
lo habia privado de Las Cazes. No habiendo podido conseguir en Londres
(i) Napoleón sabia muy bien que a pesar de la voz del pueblo, que es la de
Dios, su memoria encontraría tiznadores; pero se desentendía contentándote
con decir : « Morderán en pedernal.»
DE NAPOLEÓN 70,
que se depusiese al doctor, ideó sujetarle también á una especie de pasa
dizo tan estrecho y angustioso, que no pudiendo resistirlo tuviese que dar
una pronta demisión para librarse de su opresión Kste medio le surtió
cierto. O' Meara, encerrado en Longwood y privado de la sociedad de
los Ingleses y reducido á no tener relaciones con nadie, escepto por lo re-
lativo á su servicio medico, trató de que se revócate este secuestro din
i .11, lose al almirante iMnmpin que se hallaba en Rriars j pero este no ha-
biendo querido darle audiencia, tomó el partido de hacer renuncia y se
lo escribió inmediatamente al gobernador.
Pero los comisionados de las potencias aliadas sabiendo que la sa
lud del emperador requería un desvelo incesante, y temiendo qne la par
tida del doctor O'Meara, antes que le dieran un sucesor aceptado por Na-
poleón, acarrease desagradables incidentes capaces de agravar la respon
sabilidad de sus cortes respectivas , insistieron con el gobernador para
que el medico inglés volviese á encargarse de su servicio junto al prisio-
nero de Longwood. Hudson l.owe cedió al fin después de largas y acalo-
radas discusiones, pero reservándose sin embargo el renovar sus calum-
nias é instancias en landres y sus maquinaciones y bastardías en Santa
Helena para lograr mas adelante su intento.
Desde luego incitó al comandante del Tejimiento Gf», que hahia reem-
plazado al 5."».°, para que escluyera á O'Meara de la mesa del cuerpo, y
mientras que se seguía una correspondencia activa por ambas partes so-
bre ««sta afrenta , el doctor recibió una carta del teniente coronel Eduardo
Wxníard, que le anunciaba, en nombre de Hudson towe,que el conde Ba
thurst, por su orden del 16 de mayo de I sis. le mandaba que» «ara todos
sus servicios con el jeneral Bonaparte y « suprimiese todo roce posterior
con los habitantes de Longwood."
• La humanidad, dice O'Meara, las obligaciones de mi instituto y el es-
tado actual de la salud de Napoleón me vedaban obedecer á estas órde-
nes inhumanas Tomé pronto mi partido. Me resolví á desobedecer,
cualesquiera que pudiesen ser las consecuencias. \a salud de Napoleón exi-
lia que le lecetase un réjimen y le preparase los medicamentos necesarios
;i falta de cirujano " El jeneroso doctor volvió pues á Longwood y comu-
nicó al emperador la orden del conde Bathurst. • El crimen se ejecutará
mas ponto , dijo Napoleón; demasiado he vivido para ellos."
O'Meara se esmeró en dar á su enfermo las instrucciones medicinales
con que debía rejirse después de su marcha. Cuando acabó de hablar ,
tomó Napoleón la palabra y le dijo :
• Cuando lleguéis á Europa , iréis á veros con mi hermano José ó le
escribiréis. \jp diréis que os entregue el paquete que contiene las cartas par-
ticulares y confidenciales que me escribieron los emperadores Alejandro
y Francisco, el rey de Prusia y los demás soberanos de Europa que le con
89
70í> HISTORIA
fié en Roehefort. Las publicaréis para tiznar de afrenta á aquellos sobe
ranos y poner de manifiesto al mundo el rendido acatamiento que los ta-
les vasallos me tributaban cuando solicitaban favores ó me imploraban
por sus tronos. Cuando estaba en auje y tenia en mi mano el poder, soli
citaron mi amparo y el timbre de mi alianza lamiéndome el polvo de los
pies. Ahora que ya soy viejo, me oprimen cobardemente y me separan de
mi mujer y de mi hijo. Os ruego que hagáis loque os encargo; y si veis pu
blicar contra mi calumnias sobre lo que ba pasado durante el tiempo que
estuvisteis conmigo y podéis decir, yo vi por mis ojos que eso no es ver-
dad, contradecidlos."
El emperador dictó después al conde Bertrand una carta, al pié de la cual
puso una posdata de su puño, recomendando O'Meara á María Luisa. En-
cargó al doctor que se informara de su familia y comunicase su situación
á los suyos.
« Les espresaréis , añadió, los afectos que por ellos estoy siempre abri-
gando, sed el intérprete de mi cariño con mi preciosa Luisa, mi escelente
madre y Paulina. Si veis á mi hijo, abrazadle por mi , que nunca olvi-
lí: f~
I)h V\POl.r.O\ 707
deque nano principe francés. Manifestad á lady Holland el coiMvpto que
conservo de sn bondad , y el aprecio que la profeso. Por fin procurad en
terarme por noticias autenticas deque modo se educa á mi hijo. ' Acates
palabras , el emperador asió al doctor por la mano y lo estrechó en ese
brazos, dictándole: • Adiós . o 'Meara ¡ no nos volveremos á ver mas; sed
feliz."
Sin embargo aun no se habian acabado para Napoleón todas las se-
paraciones dolorosas. Apenas O' Meara se habia marchado de Santa He-
lena , cuando Gourgaud tuvo á su vez que alejarse de aquella isla enfer
miza para atajar los progresos de la enfermedad que le estaba acosando
tiempo hacia. Cuando el jeneral llegó ¿ Ktiropa, infundió los temores de
que estaba él mismo poseído acerca de la salud del emperador. Li fami
lia del grande hombre, ya tan entrañablemente desconsolada, sintió inten-
sísima zozobra. Sobre todo su madre, al saber que el hijo que habia labra
do su dicha y que constituía siempre su gloria , adolecía de una enferme-
dad que podía ser mortal sin tener á su lado un facultativo que le estu
viese medicinando y echando d resto de sus alcances ; su madre , siem-
pre tan tierna y l>ondadosa con él , sintió sus entrañas conmovidas y tras-
pasadas. I1Í70 que su hermano , el cardenal Fesch , interviniera con lord
Rathurst ; y el empeño de su eminencia proporcionó á madama leticia la
autorización para enviar á Santa Helena al doctor Antomarcbi. con un
capellán y otras dos personas.
Antomarcbi llegó á Santa Helena el 48 de setiembre de 4841). ton su-
ma estrañeza suya fué recibido afectuosamente por Hudson Ixwe, quien
se quejó por lo demás de la altivez , grosería y protestas áe\ jeneral ño-
ñaparte. Pero esta acojida no quitó para que los dignos ajentes del go
bernador, Rende y Gorrequer , desempeñasen el odioso papel de que es
taba n encargados. Gorrequer se escuso de que tenia querejistrar lascar
tas, manuscritos y planos que se querían remitir á Lougwood, y Keade.
sin dar la menor escusa, procedió á la prolija visita de los baúles de An
tomarchi y de sus compañeros, entre los cuales se contaban dos edeaiasti
eos, los abates Ruonavita y Vignali.
Antomarcbi no fué tan bien recibido en Longwood como en Plantanoa
House (lugar de la residencia del gobernador >. Como al emperador no se
le habla avisado !a llegada de un nuevo medico ni'por el cardenal Fesch
ni por ningún otro miembro de su familia, titubeó al pronto en admitir
le. Todo lo que venia de Inglaterra ó por el conducto del gobierno ingles
le infundía desconfianza. Sin emlwiruo \ntomarrhi desvaneció sos rece-
los á la primera conversación. Como había (altado mny poco pera qne el
emperador lo bebiese despedido antes de I
cono, le dijo el emperador; he aquí la única
salvado. " t na vea entablada la confianza. Napoleón se i
708 HISTORIA
dre, esposa, hermanos y hermanas, de Las Cazes, O'Meara y de lord y
de lady Holland. Después de estas diferentes preguntas, despidió al doc-
tor ; pero al cabo de algunas horas le mandó llamar ; y procedió al reco
nocimiento de los síntomas que presentaba el estado del enfermo en cuyo
auxilio habia acudido del estremo déla Italia y atravesado los mares.
«Y bien, doctor, le dijo Napoleón , ¿qué os parece? ¿Tengo que al-
terar todavía por largo tiempo la dijestion de los reyes ? — Señor, estad
seguro de que les iréis en zaga.— Ya lo creo. No podrán desterrar de Eu-
ropa el eco de nuestras victorias; traspasará los siglos, proclamará los
vencedores y vencidos j los que fueron jenerosos y los que no lo fueron.
La posteridad sentenciará ¡ no temo su fallo.— Esa vida os la tenéis gran
jeada Pero aun no tocáis al término: os queda un largo espacio que
andar.— No , doctor, se va redondeando la obra inglesa; no puedo du-
rar mucho en este horroroso clima." No obstante se avino á tomar las me-
dicinas que se le.recetaron, á lo cual se habia mostrado siempre opuesto.
« Lo habéis dejado todo para traerme los auxilios del arte , añadió ; jus-
to es que también yo haga algo y así me resigno." Luego refirió al doc
tor lo que habia estado padeciendo desde la partida de O'Meara. «Hace
un año, dijo, que me han privado de los auxilios de la medicina. Estoy
privado de médicos que merezcan mi confianza. Ese verdugo conceptúa mi
agonía sobrado pausada ; la activa y la atropella ; anhela mi muerte con
toda el alma. Hasta el aire que respiro ofende á ese pecho de cieno. Creed
que sus tentativas han sido dilatadas y terminantes, que ha faltado poco
para que fuese víctima de un puñal inglés. El general Montholon estaba
enfermo, se negaba á comunicarse con Bertrand ; queria entablar una
correspondencia directa conmigo. Me enviaba sus satélites dos veces al
dia. Reade, Wyniard, sus confidentes, sitiaban esas ruines chozas y que-
rían internarse hasta mi aposento. Mandé atrancar las puertas; cargué mis
pistolas y fusiles, que todavía lo están, y amenazé que haria saltar la ta-
pa de los sesos al primero que cometiera la imprudencia de atropellar mi
asilo. Se retiraron dando gritos de querer ver á Napoleón Bonaparte ,
que Napoleón Bonaparte saliera, que sabrían precisar á Bonaparte á pre
sentarse. Creia que estos actos oíensivos estaban zanjados ¡ pero cada dia
retoñaban con mayor violencia. Sorpresas, amenazas, clamores, cartas
llenas de injurias, pasquines que mis criados echaban íil fuego , dtJ todos
medios se valían y el acaloramiento estaba en su punto: de un momento
á otro podia suceder una catástrofe. Nunca habii estado tan espuesto. Era
el \ 6 de agosto, y estas demasías duraban desde e\H . Mandé avisar al go-
bernador que habia tomado mi partido y que mi sufrimien'o estaba apu-
rado; que el primer sayón que atravesase el umbral de mi puerta caería
de un pistoletazo. Escuchó el aviso y cesaron sus ofensas.... Renuncié Ii
brey voluntariamente á favor de mi hijo y de la constitución. Así tam
DE NAPOLEÓN. "<>•>
bien me encaminé é Inglaterra queriendo vivir allí retirado y bajo la pro
t. , , K.n de sus leyes. ¡ Sus leyes! ¿ las tiene acaso la aristocracia ? ¿hay
alentado «píelas detenin ' ,ha\ derecho «pie no huelle ? Todos sus candi
líos se postraron ante mis águilas. Con una parte de mis cnnquiMas labre
coronas á los unos ; á los otros los coloqué en tronos (pn< h victoria había
derribado. Fui elemente y magnánimo con todos. Todos me desampara-
ron, me vendieron y se han esmerado vilmente en remachar mis cadenas.
Estoy á la merced de un salteador."
Por espacio de diez y ocho meses Antomarchi batalló con toda su 1 1, m
cia y afán contra los progresos de una dolencia que de antemano cubría
de luto la triste prisión de Ixmgwood. Mucho tiempo antes del dia fatal eo
noció que su esmero se hacia infructuoso... A mediados de mar/o de
JK2I escribió á Roma al caballero Colon na . chambelán de madama le-
ticia, una caria que hacia presajiar una próxima catástrofe. «Los periódi
eos ingleses, le deeia, repiten continuamente que el emperador disfruta
salud , pero no lo creáis ¡ los acontecimientos os probarán si los que tal
escriben son sinceros ó están bien informados."
De allí á pocos dias Napoleón, que no se alucinaba acerca de su esta-
do, se esplicó claramente con Antomarchi á quien debemos el relato de la
conversación siguiente.
« Ya hemos llegado, doctor, á pesar de vuestras pildoras; ¿no lo creéis
así?— Menos que nunca— ¿Cómo menos que nunca? Eso es otra ilusión
médica. ¿Qué efecto creéis qoc producirá mi muerte en Europa ?— Nin
guno, señor — ¿Ninguno? — No, porque no sucederá.— ¿ Y si sucediera?
—Entonces, señor, entonces —Vamos ¿qué?— Vuestra majestad es el
¡dolo de los valientes ¡ estarían desconsolados —¿Y los pueblos?— Queda
rían á la merced de los reyes y la causa popular estaría perdida para siem
pre.— ¡Perdida, doctor! ¿y mi hijo, pues qué supondríais? —No se
ñor, de ningún modo. Pero, ¿qué distancia no media?— ¿Acaso es mas di
latada de la que yo he corrido ?— ¡ Cuántos obstáculos por vencer ! — ¿ He
tenido yo menos que superar? ¿ Era mas elevado el punto de que partí ?
Creedme, doctor, lleva mi nombre; le dejo mi gloria y el afecto de mis
amigos ; no se necesita tanto pararecojer mi sucesión."—* Era la ilusión
de un padreen la hora de la agonía, dice Antomarchi -. no insistí; Imbu-
ía sido tnu\ cruel en desengañarle."
El emperador guardaba cama desde cH7 de marzo. El oficial encar
gado de atestiguar di ni miente su presencia en Longwood, no viéndole
comparecer, se lo avisó al gobernador, que creyéndose vendido, empezó á
dar vueltas al rededor de la morada de su prisionero para cerciorarse de
que no se había escapado. No habiendo logrado saber nada á pesar de
toda km pesqnisaa, dopfaró que si dentro .le \ cuite y cuatro horas su
M nt DO< DOS guí t la facultad de \er al jenerai ttonaparte, llegaría eu
710 HISTORIA
persona con su estado mayor y entraría á viva fuerza en el aposento del
enfermo sin temer las consecuencias aciagas que pudiera tener su asalto.
En vano el jeneral Montholon trató de distraerle de aquel intento pintan
dolé la situación dolorosa del emperador. Sir Hudson respondió que se
cuidaba muy poco de que el jeneral Bonaparte estuviese vivo ó muerto;
que su deber era asegurarse de su persona, y que lo cumplida. Hallábase
arrebatado con estos ímpetus, cuando se encontró con Antomarchi , quien
le echó reciamente en cara su lenguaje y sus ruines procederes. Sir Hud-
son no quiso escuchar mas; se retiró espumeando de cólera, y Antomarchi
continuó ajando á los verdugos del grande hombre, encarándose con Rea-
de : « Hay que tener una alma amasada con cieno del Támesis para venir
á acechar el postrer suspiro de un moribundo. Estáis deseando su agonía,
queréis acelerarla y paladearla ; el Cimbrio encargado de degollar á Ma-
rio retrocedió ante el crimen.... pero vosotros... Idos; si el oprobio guar-
da proporción con el atentado , muy vengados quedamos.»
Colérico Sir Hudson con la contestación de Antomarchi y siempre te-
naz en su intento irracional, estaba ya dispuesto para ejecutarlo, cuando
el emperador, á inslancias de Bertrand y de Montholon , consintió en ad-
mitir, á título de médico consultante, al doctor Arnolt, el cual fué encar-
gado de atestiguar diariamente al ájente del gobierno la presencia del pri-
sionero. Pero las zozobras del alcaide iban á finar muy pronto. EM9 de
DE NAPOLEÓN. 7H
al>nl Napoleón mismo anunció su próxima muerte á lo* amigos «pie Ir ron
rrptuabán mejorado.
■ No os engañáis , les dijo, hoy estoy mejor, peni sin embargo siento
que se acerca mi última hora. Kn habiendo fallecido, todo* vosotros ten
dréis el grato consuelo de regresar n Europa. Volveréis á ver nnos vuestros
panentes, otros vuestros amigos, y yo encontraré á mis rttUrtVM le*
Campos Kliseos. Si, continuó levantándola voz , Kleber , Dcsaix, Reasie
ni . IMiroc, Ney , Mural, Massena , Rcrthier me saldrán todos al eneueu
tro y me hablarán de loque hicimos juntos. I.es referiré los últimos su
cesosdemi vida. Al verme enloquecerán de entusiasmo y de gloria. Ha
blarémos de nuestras guerras con los INcipiones, Aníbales, Césares y Fe
dericos. Nos complaceremos con el recuerdo. .. á menos, añadí»» riendo
se, que allá abajo tengan miedo al ver tantos guerreros juntos.»
Kn este acto llegó el doctor Arnolt. El emperador le dispensó buena
acojida, le habló de sus dolencias y de todas las incomodidades que sen
tia, y luego le dijo interrumpiéndose repentinamente y con entonación
grandiosa:
« Esto es hecho, doctor, el golpe está dado, toco á mi fín y voy á en-
tregar mi cadáver á la tierra. Acercaos Rertrand , traducidle al señor lo
que vais á oir : es una serie de ultrajes dignos de la mano que me los pro-
digó ¡ espresadle todo , no omitáis ni una palabra.
■ Vine á sentarme en el hogar del pueblo británico reclamando una
hospitalidad leal, y con menosprecio de todos los derechos reinantes sobre
la tierra me contestaron con cadenas. Alejandro me hubiera dispensado
otra acojida ; de otro modo me hubiera tratado el emperador Francisco, y
aun el rey de Prusia hubiera sido mas jeneroso. Pero á la Inglaterra to
eaba saltear y aherrojar á los reyes y dar al mundo el inaudito espectá-
culo de cuatro potencias ensangrentándose contra mi solo hombre. Vues-
tro ministerio fué el que escojió este peñasco pavoroso, donde se deshace en
menos de tres años la vida de los Europeos, para que acabase la mia con
un asesinato. ¿Y cómo me habéis tratado desde que estoy desterrado en
este escollo? No hay vilezas ni ruindades con que no os hayáis complací
do en atropellarrae. Hasta las meras comunicaciones de familia, aquellas
que á nadie se niegan, me las negasteis. No habéis dejado llegar á mis ma
nos ninguna noticia ni periódico de Europa; mi esposa y mi hijo ni mfm
ra han vivido para mi ; durante seis años me habéis tenido en el tormen-
to de una mazmorra. Me habéis dado por morada en esta isla el paraje me
nos propio para habitarse , aquel en que mas se siente el clima homicida
del trópico. Ha sido forzoso emparedarme con un ambiente nocivo, yo que
corrí á caballo toda la Europa. Me habéis asesinado á pausas con premedi-
tación, y el infame Hudson ha sido el ejecutor de la sentencia de vuestros
ministros. Acabaréis como la altiva república de Venecia, y yo, moribundo
712 HISTORIA
en este peñasco pavoroso, privado de los mios y careciendo de todo, vin-
culo el oprobio y el horror de mi muerte en la familia reinante de Ingla-
terra. »
Este conato postró las fuerzas del enfermo , y á poco rato cayó en una
especie de desmayo. Sin embargo dos dias después habia recobrado bas-
tante brio para levantarse al amanecer y pasar todavía tres horas dictando
ú escribiendo. Pero esta era una vislumbre de mejora que no dejaba nin-
gún rastro de esperanza. La calentura volvió á presentarse luego, y el enfer-
mo continuó marchando redobladamente hacia la muerte. En aquel mismo
dia (21 de abril) mandó llamar al abate Vignali. «¿Sabe V., abate, le dijo,
lo que esuna cámara ardiente?— Sí señor. —¿Habéis servido alguna?— Nin-
guna.—Pues bien serviréis la mia. » Dicho esto, esplicó por partesalcape
lian lo que debia hacer. « Su rostro, dice Antomarchi , estaba enardecido
y convulso; yo ibasiguiendo con zozobra las novedades que sobrevenian ,
cuando advirtió en el mió cierto fruncimiento que le desagradó. V. se so-
brepone a estas flaquezas, le dijo; pero ¿qué se ha de hacer? no soy filoso
fo ni médico; creo en Dios y sigo la relijion de mi padre ; no es ateísta el
que quiere. «Luego encarándose con el abate Vignali, Napoleón prosiguió:
«Nací enlarelijion católica, quiero cumplir con los deberes que impone y
recibir los auxilios que proporciona. »
Habiéndose retirado el abate Vignali , el emperador volvió á encarar-
se con Antomarchi afeándole su incredulidad. ¿Cómo podéis, le dijo, es-
tremarla hasta ese punto? ¿Cómo podéis no creer en Dios ? Porque en fin
todo proclama su existencia, y además los prohombres en talento lo han
creído. » Antomarchi respondió que nunca habia puesto en duda esta
existencia y que el emperador se habia equivocado acerca de la espresion
de sus facciones.» «Sois médico, doctor, replicó Napoleón sonriéndose,
y añadió en voz baja i esta clase de jentes se atiene á lo material y jamás
creerá en nada.
A pesar de su continua debilidad , el emperador se halló bastante en-
tonado en los últimos dias de abril para levantarse y sentarse en el estra-
do, pues su aposento mal ventilado le habia llegado á ser insoportable.
En vano las personas que le rodeaban le ofrecieron que le llevarían en bra
zos: « No, dijo, cuando esté difunto ¡ por ahora basta que me sostengáis.»
Al dia siguiente, tras malísima noche y á pesar del recrecimiento de la
calentura, mandó llamar á Antomarchi y le dio con una serenidad inalte-
rable las instrucciones siguientes :
« Después de mi muerte, que no puede estar ya distante, quiero que
abráis mi cadáver ; también quiero y exijo que me prometáis que nin
gun medico inglés pondrá sobre mí la mano. No obstante si necesitáis
indispensablemente de alguno, el doctor Arnolt es el único que os estará
concedido emplear. Deseo que saquéis mi corazon,y después de haberlo
DE NAPOLEOK 743
puesto en ***-p»i i tu «!•« riño, lo llereiéá Parma á mi querida María Luisa
i e iln. i-. que la qobe enti.inablcmentc y que nunca dejé de amarla; lere-
reriréil cuanto habéis presenciado y tiene i.lanon mu mi sitúa, huí \
mu. ríe. <>s encargo sobre tw I.» que examinéis bien mi estómago y hagáis
un informe puntual y circunstanciado que entregaréis á mi lujo Mis
vómitos incesantes me hacen conceptuar que el estómago es el mas enfer
IDO ile mis órganos, y aun propendo a opinar que adule/, o de la Icmoii que
llevó á mi padre al sepulcro, esto es, de un esquirro en el pilnro... Can
do ya no exista, pasaréis á Uoma y os veréis con mi madre y mi familia;
I. - diréis todo cuanto habéis observado relativamente á mi situación, en
fermedad y fallecimiento en este desconsolado y aciago peñasco ¡ les di
réis que el gran Napoleón feneció en el estado mas lastimoso, careciendo
de todo , abandonado á si mismo y a su gloria ; les diréis que al espirar
vincula en todas las familias reinantes el horror y oprobio de sus últimos
momentos. •
sin embargo el delirio se junta con la calentura. Aquel alcance sobe
rano que habia aparecido al mundo como un derrame de la intelijencia
divina viene a padecer la ley común déla humanidad. • Stcíngel, Desaix,
Nassena . .lama Napoleón. , Ali ! la victoria se decide, id , corred , atro
pellad las cargas; están en nuestras manos. > Luego salta de la cama ,
quiere ir al jardín \ cae de espaldas <u el momento de acudir Antomar-
chi á recibirle en sus brazos. Vuélvenle ásti lecho, siempre delirando, y
se empeña en querer dar un pasco por el jardín. Al fin cesa el recrecimien-
to, amaina la calentura . \ el hombre grande recobra su sosiego acostum-
brado, t Acordaos le dice al doctor, de lo (pie os he encargado que hagáis
cuando deje de existir. Haced esmeradamente el examen anatómico de mi
cuerpo , sobre todo del estómago. Los médicos de Mompeller habían anun-
ciado que el esquirro cu el píloro seria hereditario en mi familia... Logre
.illa mi hijo libertarse de tan cruel dolencia ! Le veréis, doctor; apuntad-
le loque conv ieue hacer; le preservaréis de las congojas queme están desgar-
rando; este último servicio os pido. » Tres horas después (el 2 de mayo á las
doce) , la calentura habia recobrado su violencia, y el esclarecido enfermo
decía á su médico dando un profundo suspiro, t Muy malo estoy , doctor;
siento que vo) á morir. • Y apenas había pronunciado M tas palabras ,
perdió el sentido
« Acercábase su flu , dice Antomarchi ; Íbamos á perderle; todos estre
manan sus afanesyaíencio'ies, ansiando darle una ulluaa prueba de su cari
ño.Susoficiales, Marchand,San Deuis y yo nos habíamos reservado esclusi
\ amento para velar; pero Ñapóle ja no podia aguantar la luz; temamos
que levantarle , mudarle v acudir á cuanto su estado requería en medio
<ie una profunda lobiegue/ \quel alan habia aumentado la fatiga; el gran
mariscal > d jeneral Montholon no podían mas; poco mas valia v«> qoe
90
7\A HISTORIA
ellos : cedimos á las encarecidas instancias de los Franceses que habitaban
en Longwood, y los asociamos á los melancólicos deberes que estábamos
desempeñando. Pieron, Courtot, en una palabra, todos velaron oon al-
guno de nosotros. El anhelo y afán que manifestaban conmovieron al em
perador, se los recomendaba á sus oficiales, queria que no se les olvidase.
i Y mis pobres Chinos , anadia, que tampoco se les olvide y se les den al
gunos cientos de francos: preciso es también que me despida de ellos. »
El abate Vignali solo aguardaba una palabra del emperador >ara de-
sempeñar su ministerio; esta palabra salió de la boca del hombre grande
el 3 de mayo á las dos de la tarde. La calentura era menos violenta; todos
quedamos despedidos , escepto el digno sacerdote ; Napoleón recibió el
viático.
Una hora después recreció la calentura ; pero el enfermo conserva-
ba aun el uso de sus sentidos. Se aprovechó para recomendar á sus eje-
cutores testamentarios, Bertrand, Montholon y Marchand, que no permi-
I \
DB NA POLCAN. 71»
tieran que ningún medico ingles, acepto el doctor Arnolt. se le acercara
deade que hubiera perdido todo conocimiento Después leí dijo: • Voy é
morir, vais A regresar A Europa, os debo algunos consejos sobre la ron
(lucia que debéis observar. Habéis alternado H un destierro, y seréis ttdts
n mi memoria; nada haréis que punía lastimarla II»? sancionado todos
los principios ¡ los he infundido en mis leyes y lieehos. ni uno solo hay
que no esté rabal. Por desgracia hiChmMlnneiaseraneritirai. tuve que
apelar al rigor y dar largas ; llegaron los desmanes; no pude aflojar el
arco, y la Kraneia quedó privada de las instituciones liberales que le es
taban destinadas. Me jurga ron induljencia, me agradece mis intenciones.
mi nombre y mis triunfos le son amados; imitadla . sed líeles á las oprnio
nes que defendimos y Ala gloria adquirida , fuera de allí no hay mas tVC
vergueóla y sonrojo.»
La noche siguiente . una violenta borrasca estalló sobre Santa HcJc
na, y quedaron arrancados do raiz todos los planteles de Ixuigwood Tam
poro quedó respetado el sauce querido del emperador, cuya sombra le res
guardaba del ardor del sol en sus paseos acostumbraos.
Kn todo el (ha siguiente (4 de mayo), continúa la agonía Kl 5 al
i
710 HISTORIA
rayar el dia, su cuerpo anuncia que la vida le abandona ¡ está yerto. Sin
embargo Napoleón respira todavía, pero está delirando y solo pronuncia
estas dos palabras : « Cabeza Ejército.» Se acerca el trance grandio-
so; «la obra inglesa » va á quedar consumada ; la añeja Europa va á es-
tremecerse ; el héroe de la joven Francia toca al término de su milagrosa
carrera ; está próximo á espirar , y Hudson-Lowe está allí acechando su
postrer suspiro , ansioso de participar á los aristócratas y á los reyes, cu-
yas veces se halla desempeñando , que está colmadamente cumplido su
encargo , y que la víctima yace
Sin embargo un espectáculo doloroso viene todavía á descollar en los
últimos momentos del héroe. Madama Bertrand , que á pesar de hallarse
enferma ha olvidado sus padecimientos personales para atender á Napo-
león moribundo , manda traer á su hija y á sus tres hijos, para que pue-
dan contemplar aun otra vez las facciones del grande hombre. Aquellos
niños llegan al punto, se arrojan al lecho del emperador, y asiendo am-
bas manos , las cubren de besos y lágrimas. El joven Napoleón Bertrand,
traspasado de quebranto, se desmaya y cae. Todos los circunstantes der-
ramau lágrimas ¡ no se oyen mas que jemidos y sollozos Un grande
acontecimiento se prepara en el mundo A las seis menos once minu-
tos Napoleón ha dejado de existir.
El cuerpo del emperador, después de haber sufrido la autopsia (i) en-
cargada al doctor Antomarchi, estuvo sentado en su lecho de campaña
cubierto con la capa azul que el héroe llevaba en Marengo. Todos los ha-
bitantes de la isla acudieron relijiosamente durante dos diasen torno de
aquel glorioso catafalco ; y cuando hubieron desaparecido los mortales
despojos del grande hombre , lidiaron por cuanto habia tocado ó le había
pertenecido para trocarlo en preciosas reliquias.
Las exequias de Napoleón se celebraron el 8 de mayo. Fué enterrado
á una legua de Longvvood, y su huesa fué desde el primer dia^objeto de ve-
neración universal. Hudson Lovve, dignísimo instrumento de los enconos
que debían atenacear al hijo esclarecido de la revolución francesamas allá
de la tumba, se ofendió de tantas demostraciones de afecto y colocó al re-
dedor del sepulcro, para impedir que se acercasen , una guardia queanun
ció seria perpetua. A pesar de aquella precaución, la postrera morada del
héroe ha seguido visitándose con frecuencia. La filosofía en nada puede
agraviarse de esta peregrinacion,porquc está fundada en el amor déla glo-
ria y sirve para perpetuar el culto de los grandes nombres, dando una es-
pecie de relijiosa consagración al asombro y acatamiento que infundí;
allá de suyo el numen sin distinción de lugares y tiempos.
(i) Antoinurchi encontró t:l estómago en e] e>tado que se liabía pensado ,
según las indicaciones del enfermo.
Pero Napoleón no puede tener una sepultura provisional en Santa He-
lena. I.ii uno de sus codicilos, con fecha del 16 de abril de 48*21 , él mismo
señaló el sitio de su túmulo : «deseo, dijo, que mis cedizas descame*
A LA ORILLA DEL SESA Y E> MEDIO DEL N'ERLO FRANCÉS QIT. AME 00!»
TASTO ESTREMO. »
Para que este último anhelo del grande hombre se realizara , era pre-
ciso que el pueblo francés sacudiera el yugo de los Borbones, y que su
gobierno quedara enteramente libre de influjos extranjeros. Cayó la re*
taumeion. cumpliéndose asi la profecía de Napoleón, en el tiempo que ba
bia prefijado ; y sin embargo aun no está cumplido su anhelo mas entra
nable espresado á su última hora. El pueblo francés aguarda siempre su
\ {nenio , los restos de su héroe (1).
(t) A lo* poro* nmi He publicada esta obra en París , ditpuso el gobierno
francés la traslados délas ceniza* fie Napoleón ■ Acuella capital , romo y* se
lia verificado. K»ta reparación , tan ju«ia romo <lr«r«da , se ha resillado en la
capital «I»' la Francia ron todo el bono y magnificencia que reqnrria el caso.
\»i «pío. |>.ua completar la presente lii««oria ilr .i«pirl hombre grande.
718 HISTORIA
Cuando llegó á Europa la noticia de esta muerte, la descreyó el pue-
blo. Era tan vehemente el concepto de inmortalidad unida al nombre de
Napoleón , que parecia no tener en sí nada perecedero y se conceptuaba su
vida como inseparable de su nombradla. Esta incredulidad , que Beran-
ger celebró en los Recuerdos del pueblo (I ), es un verdadero endiosamien-
to ; diviniza al grande hombre en cuanto cabe que se endiosen los»hom-
bres eminentes en nuestro siglo.
de los siglos venideros, daremos á continuación el Relato de las exequias y
funciones con que se han celebrado en Santa Helena , París , y pueblos del
tránsito aquellas funciones grandiosas. Este suplemento, adornado de precio-
sas láminas, vendrá á formar una entrega. Así que no dudamos que losSS. Sus-
critores estarán dispuestos á adornar la obra con este apéndice, y que nos agra-
decerán el pensamiento. N. de los E.
(i) Por mucho tiempo nadie lo creyó. Bhrangeh.
ye-r
\ I
EXEQUIAS
DE NAPOLEÓN.
LEY RELATIVA Á LA TRASLACIÓN DR LOS RESTOS MORTALES DEL RMPRRADOR.
troLEON descansará en las riberas (Id Sena,
conforme á su postrera voluntad
Al Hry Luis Félip* corresponde d honor
de haber restituido á la Francia los despojos
mortales del grande hombre que tan esclareci-
damente acaudilló á sus destinos.
Este acuerdo se comunicó ¿ la cámara de
diputados, en 42 de mayo de IX 10, por H
ministro dd interior, en los términos siguiente» i
-Señores, el Bey ba mandado á S A. R. d principe de Joinville que
720 HISTORIA
pase con su fragata á la isla de Santa Helena para recojer los restos
mortales del emperador Napoleón...
«A su regreso, la fragata, con los restos de Napoleón, se presentará á
la boca del Seua, desde donde otro buque los conducirá hasta Paris. Se
depositarán en los Inválidos con solemne ceremonia y suma pompa reli-
giosa y militar; por cuyo medio se realzará el sepulcro en que deben que-
dar para siempre custodiados. %
«Con efecto, señores, corresponde á la majestad de semejante recuer-
do que tan augusta sepultura no permanezca espuesta en una plaza pú-
blica, en medio de una muchedumbre bulliciosa y distraida. Conviene
que esté colocada en lugar silencioso y sagrado, donde puedan visitarla
con recojimiento cuantos acatan la gloria y el mimen, la grandiosidad y
el infortunio.
«Él fué emperador y rey; fué lejítimo soberano de nuestro pais. Bajo
este concepto pudiera sepultarse en San Dionisio; pero Napoleón no ne-
cesita el sepulcro ordinario de los reyes ; fuerza es que reine y mande,
aun en el recinto donde van á descansar los soldados de la patria, y
donde irán siempre á enardecerse los convocados para defenderla. Su es-
pada se depositará sobre su tumba.
«Se echará el resto con los medios del arte para erijir debajo de la
cúpula, en medio del templo que la relijion ha consagrado al Dios de los
ejércitos, un sepulcro digno, en lo posible, del nombre que en él se ha
de esculpir. Este monumento debe ser de hermosura sencilla, de planta
grandiosa, y de una traza de solidez inalterable que demuestre estar ar-
rostrando el empuje asolador del tiempo. Napoleón requiere un monu-
mento tan duradero como su memoria.
«El pase que venimos á pedir á las Cámaras tiene por objeto la tras-
lación á los Inválidos, la ceremonia funeral y la construcción de un se-
pulcro.
«No dudamos, señores, que la Cámara prohijará con patriótico afán
el pensamiento rejio que venimos á espresarle. De hoy masía Francia,
y la Francia sola, será poseedora de cuanto queda de Napoleón; su se-
pulcro, al par de su nombradla, á nadie pertenecerá ya sino á su pais.
«Y con efecto, la monarquía de 1830 es la única y lejítima heredera
de todos los recuerdos con que la Francia se engríe : á esta monarquía,
que ha sido la primera en aunar todos los conatos y hermanar todos los
anhelos de la revolución francesa, le corresponde de derecho erijir y
condecorar sin zozobra la estatua y la tumba de un héroe popular; pues
no hay mas que una cosa, una sola, que ose arrostrar el parangón de
la gloria ; es la libertad. »
Sabido es el entusiasmo con que estas grandiosas palabras fueron
acojidas en toda la Francia. Las Cámaras respondieron dignamente al
DE NAPOI RON 721
noble pensamiento dd Rey, miando na trapea provitioMl di un mi
llon de ii tu'
I'UH'aiutivoí taiu i i muí
Inmediatamente después que las (amara». hubieron roM lo NI Mima,
dispuso d |oMerao lin demora los preparativos: del viajo.
La cooatrucáon del ndevo ataúd de Napoleón > del Dsmtaorio ftav
perial que debía cubrirle se encargó ■■ Mr. Baudoin.
Este ataúd, cuya estructura sencilla j severa retrata á la memoria
la de loe sarcófagos antiguos, no tiene ornamento alguno, j solo está
coronado de UO entablamento 000 molduras; su loojitod es de 2 metros
56 centímetros, su anchará da i Esotro Bceattmetros, y su total elevación
de 76 cenUmetroe.
Esde madera de ébano man/.», de 01 color negro tan igual y de un
lustre tan terso \ relumbrante que se asemeja al marmol. No bay mas
inscripción que la siguiente, en letras de oro, sobre la plataforma V
POLEON. En medio de cada lado dd leu-tro hay embebida una \ d<-
brome dorado, grabada en relieve, dentro de un medallón circular, hay
asimismo en los cuatro lados seis armellas de bronce, que jiran sobre
su clavo para trasportarle en el acto de la ceremonia. Los ángulos ni
feriores están realzados con guarniciones de bronce. En la parte anterior
del féretro se hall;: una cerradura, cuya entrada esta cubierta con una
estrella de oro de guita y pon; la liare de aquella cerradura es de hier
ro en su parte inferior, y de bronce dorado CU la superior, y el anillo
representa una N coronada. II sarcófago de ébano contiene 00 féretro
de plomo, sobre el cual están grabadas ramas de laurel y arabescos. Kn
el centro de este mareo se l.v
NAPOI.FON
BMMaiBQB \ RB1
Muatrro kn mm \ un i \>
Kl. v iik MATO
m poce \m
722 HISTORIA
El paño fúnebre es de terciopelo morado, orlado de armiño. El pri-
mer bordado forma arabescos de oro; el superior se compone de palmitas,
y los cuatro ángulos presentan medallones del águila imperial. La cifra
del emperador está ocho veces repetida en todo el campo del mortuorio,
el cual está salpicado de abejas de oro, y cruzado de brocado de plata,
rematando en los ángulos con cuatro borlas de oro.
SALIDA DE LA ESPEDICION.
El dia 2 de julio salió de Paris el príncipe de Joinville, y el 6 llegó á
Tolón para embarcarse á bordo de la fragata Belle Paule, que ya estaba
preparada del modo siguiente para su devoto destino
En el entrepuente, una capelardente , tendida de terciopelo negro ,
bordado de plata, con el cenotafio imperial. Este cenotafio, de la plan
ta de los sarcófagos romanos, está pintado de gris, y presenta en sus ca
ras principales dos bajorelieves alegóricos, la Historia y la Justicia; en
las otras dos caras, la cruz de la Lejion de Honor y la Relijion; en los án-
gulos, cuatro águilas, y en la parte superior del frontis la coríma im-
perial.
El dia 7 de julio, á las siete y media de la tarde , salió de Tolón la
fragata Belle Poule, acompañada de la corbeta la Favorile, al mando de
Mr. Guyet.
Están á bordo de la Belle Poule, con el príncipe de Joinville, su ayu-
dante de campo, el capitán de navio Mr. Hernoux, su oficial de órde
nes, el alférez Mr. Touchard; el conde de Hohan Chabot, comisario del
I>K NAPOLEÓN 723
Rey; el barón de I-as Caaes, iodifidoo de I» Cenara de diptfadoj; cijo
ncral tiourgaod, ayudante de campo del rey ; el jcneral conde Rertrand.
el alíate Coquercau. capellán de la espedicion, y los señores Saint l»«-m-
\ Noi erras, ayudas de eámara. Picrron. repostero, y \r< hambnild . pi
• ador, los eunlro de la antigua senidiimbre de Napoleón .
\ bordo déla Favorito se halla Mr. Mareliand, alhacca de Napoleón,
\ es el mismo de <|uien este dijo iLos sen icios (jne me ha hecho son
I »s de nn amigo •
KM. III MI I» I \ I m l'lt IOS
liis d aviso que dio el principe de Joinville de babel becho escala
en el Rrasil, a principios de setiembre, ninguna otra noticia de la aaaodl
i ion había recibido el gobierno, hasta que, |K>r fio, el día 80 de noviem
brese supo que había aportado eu r.hei burgo aquel mismo día, á las
cinco de la mañana, habiendo logrado feliz travesía. Al día siguiente.
1". de diciembre, recibiéronse los paites siguientes:
l'AHTK DEL l'KIX.II'l. N lOTOVILLI Al. MIMMlto l»K ■AEMA.
* Puerto dr CherburgOf .10 de noviewibre de IX lo
«Señor ministro:
(Conforme tuve el honor de anunciároslo, salí de la bahía de Todos
Santos el dia I i de setiembre; seguí bojando la costa del Brasil con vien
tos del este, que, habiendo refrescado al nordeste y al norte, me facilita
ron llegar pronto al meridiano de Santa Helena, sin haber tenido que
traspasar el paralelo meridional de 28 grados. Llegado á dicho meridia
no, he padecido algún atraso á causa de las calmas y ventolinas; y el
dia K de octubre eché el ancla en la ensenada de James Town.
• Había llegado la víspera el bergantín Oréales, que el vice almirante
de Madura destaró para mandar á la Relie poule un piloto de la Main ha.
\ no habiéndome traído dicho buque ninguna .instrucción particular,
cumplí sin demora las órdenes que ya tenia recibidas
• Ante todo he cuidado de poner á Mr. de Chabot, comisario del Rey.
en relaciones con el jeneral Middlemore, gobernador de la isla, qoieiei
debían disponer, conforme á las respectivas instrucciones, d modo «le
proceder al desentierro de los restos del Emperador y su traslación á
lwrdo de la Relie Poule. la ejecución del intentóse fijó parad dia 15
de octubre.
• El gobernado! quiso tomar a mi cargo el desentierro y cuanto se
obraeeea territorio inglés. Por un parte dbpaoeloe boBoraj eje* n Ih
I v 16 debía hacer la diMM.'ii patata á mis ordeaoi ios buques
724 HISTORIA
franceses del comercio la Bonne Aimée, su capitán Gallet, y Vlndien,
capitán Truquetil, se asociaron solícitos con nosotros.
«El dia Í5, á media noche, se dio principio á la operación en pre-
sencia de los comisarios franceses é ingleses, Mr. de Chabot y el capitán
Alexander R. E. Este último dirijia las faenas. Quedando á cargo de Mr.
Chabot dar al gobierno una relación circunstanciada de las operaciones
que ha presenciado, creo poderme dispensar de entrar en los mismos
pormenores, y me ceñiré á manifestar que á las diez de la mañana el
féretro ya estaba descubierto en la hoya. Después de haberlo estraido in-
tacto, procedióse á su abertura, y hallóse el cuerpo en un estado ines-
perado de conservación. En aquel momento solemne, profunda y unáni-
me fué la sensación que produjo la vista de los restos tan reconocidos
de aquel que tanto se afanó por las glorias de la Francia.
«A las tres y media, el cañón de los fuertes anunciaba en la rada
que el fúnebre acompañamiento emprendia su marcha hacia la ciudad
de James Town. Las tropas de la milicia y de la guarnición precedían el
carro, cubierto con el mortuorio, cuyos ángulos sostenían los jenerales
Bertrand y Gourgaud, y los Sres. de las Cazes y Marchand, siguiendo
confusamente las autoridades y los habitantes. En la bahía, la artillería
de la fragata habia contestado á la de los fuertes, y seguía disparando
de minuto en minuto : desde la mañana los pabellones estaban á media
asta, y todos los buques, tanto franceses como estranjeros , habían to-
mado parte en estas señales de duelo. En cuanto apareció en el mué
He la comitiva, las tropas inglesas formaron calle , y el carro prosiguió
pausadamente hacia la playa.
«En el paraje de la orilla del mar, donde terminaban las líneas in-
glesas, habia yo reunido los oficiales de la división francesa, y vestidos
de riguroso luto, con la cabeza descubierta, aguardábamos todos la llega
DE N \IMI| I n\
Vi
da del féretro, • i • nal < detuvo A veinte pesos do oosotro
el jcaeral gobernador, y en nombre ¡rrno hi/<>mc entrega de
los restos del emperador Napoteon.
«En seguida (toé trasladado «I lereCro a la taina de la fragata,
raila |>ara recibirlo; y allí volvió á ser grave y entrañable la
principiaba A cumplirse el anhelo del Emperador moribundo . ya des-
cansaban sns cenizas bajo el pabellón nacional.
■Desde aquel instante desapareció toda sena! de loto; rindiéronse i lo-
despojos mortales del Emperador lo- mismo» honores que en \ida se le
tributaran la falúa emprendió a pausas h marcha harta la fragata en
medio délas salvas de loe buques empavesados, cuyas Iripulacioi
tahan formadas en las vergas \ soltada por los botes de todoi los
buques.
«El féretro fué recibido a bordo entre dos lilas de oficíales sobre las
armas, y trasportado al castillo de popa . en una npelardente dispnes
lo al intento, retiforme a la» instrocdones recibidas, hizo los honores
una guardia de sesenta hombres, al mando del teniente mas antiguo de
la fragata. No obstante lo adelantado de la hora, cantóse el responso. \
el cuerpo quedó toda la noche espuesto, velándole el capellán y un
oficial
•El día 16, a las dic/ de la mañana, celebróse la solemnidad fúnebre.
asistiendo los oficiales y tripulaciones de los buques franceses de guen i
y mercantes. \ enseguida se bajo el cadáver al entrepuente, donde se
había dispuesto una capelardente para recibirlo.
720 HISTORIA
«Al medio dia todo estaba ya terminado, y la fragata aparejada; pero
habiéndose necesitado dos dias para la redacción de las actas, la ¿elle
Paule y la Favorite no pudieron ponerse á la vela hasta la madrugada
del 18; al mismo tiempo zarpó el urentes para su destino.
« Después de un viaje cómodo y feliz, acabo de fondear en la ensena
da de Cberburgo, á las cinco de la mañana.
«Recibid, almirante, la seguridad de mi atención
«El capitán de la BcllcPoule,
«F. deOrleans.»
. ACTA DEL DESENTIERRO Y ENTREGA DE LOS RESTOS DE NAPOLEÓN.
«Los abajo firmados, Felipe-Fernando- Augusto de Rohan Chabot,
caballero de la orden real de la Lejioo de Honor, secretario de embajada,
comisario, en virtud de poderes recibidos de S. M. el rey de los Fran
ceses, para presidir en nombre de la Francia á la exhumación y trasla-
ción de los despojos mortales del emperador Napoleón, sepultados en la
isla de Sania Helena, y á su entrega por la Inglaterra á la Francia, con
forme á las decisiones de ambos gobiernos, por una parte;
«Y Carlos Corsan Alexander, capitán, comandante del real cuerpo de
injenierosde Santa Helena, diputado por su Escelencia el mayor jeneral
Widdlemore, companero del Baño, gobernador comandante en jefe de
las fuerzas de S. M. Británica en Santa Helena, para presidir en nombre
de su Escelencia á dicha operación, por otra ;
«Habiéndonos comunicado con anterioridad los respectivos poderes,
y halládolos en debida forma, nos hemos trasladado, hoy dia 4 5 del pie
senté mes de octubre del año de 1840, al lugar déla sepultura del em
perador Napoleón, para presenciar y dirijir personalmente todas las
operaciones de su desentierro y traslación.
ni NA COLEO tS 727
• Llegado* ni vallo llamado do Napoleón, hornos hallado el sepulcro
bajo la guardia <lr nn destacamento dd tejimiento il* di iouali
glest, mandado por el teniente llar noy, oonformo n la«¡ ordenes de su
i iniaol gobcrnndor. OOfl eneau¡nde n«> dejar arrimarlo sino la» per-
sonas que alguno de nosotros bnMere nombrado fiara asistir a la ceremo-
nia o tomar parto on los trabajos.
«En consecuencia, lian ontradoon ol lugar reservado al rededor del
sepulcro lossnjctos siguientes:
«Por parle do la Kranoia.
• El señor barón de tastazos. indmdun do la timara de diputados.
consejero de atado; d MÉOf barón Gourgaml, teniente jeneral, nyndnnlo
do campo del Rey; Mi. Marehnod, uno délos albaoeas dol Emperador
el señor eonde ■ertrnnd, tonionto joneral. acompañado de su hijo Mr
\rturo Rertrand. ol señor abato Eelix l¿>quoreau. oapollan do la fra
gata RHIr Punir, v dos monacillos; los Sres. Saint Donis. Noverras, Ar
rhamliauld y IMorron. do la antigua servidumbre del Emperador; Mr
ftnyet, capitán de corbeta y comandante del bergantín Orrsfr.%; el señor
doctor f.uillard, cirujano mayor de la fragata Bttti Poulr, acompaña
dodd señor LntHK, oficial plomistn
« Y por parto de la Inglaterra ,
«Su Honor ol gobernador juez (íuillermo NVildo, individuo del con
sejo colonial de la isla do Santa Helena ¡ el honorable llamelin Trelaw noy.
teniente coronel , comandante do la artillería y miembro del consejo ; el
honorable coronel Hobson¡, miembro del consejo ; M II. Sealc, secreta
riooolonial del gobierno de Sania Helena y teniente coronel do la mili
cía: M Edward Eittlchales, teniente di la marina real, comandante de
la goleta de S. M. británica Do/f.hin, en representación de la marina; Mr.
H.uling , que había presidido «i los dilijencias de la sepultura del Empe
radar.
• I as personas destinadas á disponer y ejecutar los trabajos fueron ad
mitidas después.
• Entonces . pri*sentes nosotros y las únicas personas arriba espresadas,
m> li i comprobado que ol sepulcro se hallaba perfectamente intacto, \ con
el mayor silencióse hadado principio á la faena entre media noche j ! .
una di* la madrugada.
• Primero hornos mandado quitar la verja de hierro que cenia el se-
pulcro, juntamente con los fuertes sillares de piedra afianzados con abra-
zaderas que ceñían aquella ; y entonces se ha podido poner mano á la
u|. rficieesterior de b tumba , la cual cubría nn espacio de 5 metros tu
centímetros (II pies 6 pulgadas inglesas) de largo , sobre '2 metros 46 cen-
tímetros (8 pies 1 pulgada) de ancho, y se componía de tres Iotas do |fi
centímetros |G pulgadas) de espesor, ajustadas á su canto, también de pie
728 HISTORIA
dra sillar. A la una y media estaba enteramente quitada esta primera cu-
bierta.
.«Se ha presentado en seguida una pared rectangular, que, según he-
mos podido cerciorarnos después, formaba las cuatro caras laterales de
una hoja de 3 metros 50 centímetros (N pies) de profundidad , \ metro
40 centímetros (4 pies 8 pulgadas) de ancho , y 2 metros 40 centímetros
(8 pies) de largo. Esta hoya estaba terraplenada bástala distancia de unos
15 centímetros (0 pulgadas) de la capa de losas ya quitadas. Habiendo
escavado en esta hoya y quitado la tierra, liase encontrado á una profun-
didad de 2 metros 5 centímetros (G pies 10 pulgadas) , una capa horizon-
tal de argamasa romana que se eslendia en todo el ámbito comprendido
entre las paredesde la hoya.á lascuales esjaba totalmenteadherida. Quedan-
do completamente descubierta aquella capa á las tres , los infrascritos co-
misarios hemos bajado ala hoya, y hemos reconocido que estaba perfec-
tamente intacta por todas partes y sin lesión alguna. Rota la menciona-
da capa de argamasa , nos hemos cerciorado de que cubría otra de 27 cen-
tímetros (10 pulgadas) de espesor, compuesta de morrillos ligados entre
sí por medio de abrazaderas de hierro, las cuales no han podido quitar
se sino con cuatro horas > media de trabajo.
« La estremada dificultad de esta operación ha inducido al infrascrito
comisario inglés á hacer abrir una zanja al lado izquierdo de la hoya, y
derribar la pared correspondiente,con el objeto de llegar de este modo basla
el ataúd, en caso que la capa superior opusiera demasiada resistencia á los
medios que simultáneamente se estaban empleando para romperla. Pero
hallándose esta enteramente quitadahácia las ocho de la mañana, se desa-
tendió la faena de la zanja lateral á la profundidad de \ metro 50 centíme-
tros (5 pies). Inmediatamente debajo déla capa quitada, hemos hallado
una fuerte losa de \ metro 98 centímetros (6 piés7 \ pulgadas) de largo, 90
centímetros (5 pies) de ancho, y 12 centímetros (5 pulgadas) de macizo, la
cual formaba, como hemos visto después, la cubierta del sarcófago interior
de piedras sillares que contenia el ataúd. Esta losa, perfectamente intacta,
estaba encajada en un marco de morrillos y argamasa romana perfecta men-
te afianzado á las paredes de la hoya; y habiéndose deshecho con tiento es-
ta última obra, y clavádose dos argollas en la losa, alas nueve y media todo
estaba corriente para la abertura del sarcófago. Entonces el doctor Gtail lar d
Impurificado la tumba con aspersiones de cloruro, y por disposición del in-
frascrito comisario inglés, se ha elevado la losa por medio de una cabria, y
depositádose en el canto de la tumba. Luego que ha aparecido el ataúd,
todos los asistentes se han descu' ierto, y el abate Coquereau ha echado
agua bendita y recitado el De profanáis.
«En seguida han bajado los comisarios infrascritos á inspeccionar el
ataúd, y lo han hallado bien conservado , escepto una pequeña porción
DK NAPOLEÓN VJ»
do la parlo inferior , la nial . si bien descansaba sobre una gruesa baldo-
sa , colorada sobre piedras sillares, so hallaba levemente alli-i ida I I « i
rujano ha tomado algunas otras precauciones sanitarias , y luego se man
«lo mi espreso á su Ksoelencia el gobernador para informarlo de loaade*
lautos de la operación , retirándose el ataúd con ganchos y correal, y tras-
portándolo esmeradamente á una tienda destinada al intento. Kn aquH
momento, el señor capellán ha verifleadoel depósito del cuerpo conforme
á los ritos de la iglesia católica.
• Los comisarios infrascritos han bajado en seguida al sarcófago , y han
reconocido que se hallaba en estado de perfecta conservación , y era ente
ramente conforme á las descripciones judiciales de la sepultura
« Sobre las once , el comisario francés infrascrito se habia ya cerciora-
do de antemano de que su Ksoelencia el gobernador habia autorizarlo la
apertura de los féretros del Emperador; y conforme alas disposiciones acor-
dadas con antelación . hemos hecho quitar con sumo tiento el primero .
dentro del cual hemos hallado otro de plomo en mu\ buen estado, y lo
hemos mandado colocar dentro del que se habia traído de Francia. Su Es
eeleneia el gobernador, acompañado de su estado mayor, el teniente Mid
dlemore, edecán y secretario militar, y el capitán Rarnes, mayor de plaza,
ha entrado en la tienda para presenciar la apertura de los féretros interio-
res. Entonces se ha cortado y levantado con el mayor esmero la parte su-
perior del féretro de plomo, dentro del cual se ha hallado otro féretro de
madera, también en muy buen estado y en un todo conforme á las des
cripciones y recuerdos de las personas presentes que habían asistido á la
sepultura. Quitóse la tapa del tercer ataúd , y se ha presentado una guar-
nición de hoja de lata levemente oxidada, y cortada esta y retirada, ha
se visto un paño de raso blanco ¡ este paño se ha levantado con suma
precaución tan solo por manos del doctor, y ha aparecido el cuerpo ente
rodé Napoleón. Las facciones estaban tan poco alteradas, que al instan
te se han reconocido. Se ha observado que las varias prendas deposita-
das en el ataúd estaban en la misma posición en que habían sido coloca-
das ; las manos en particular estaban muy bien conservadas ; el uniforme
las condecoraciones y el sombrero casi sin alteración , en una palabra ,
toda la persona denotaba como si estuviese recien sepultado. El cuerpo tan
solo ht quedado espuesto al aire los dos minutos que ha necesitado d ci-
rujano para tomar las disposiciones que tenia prescritas en sus instruccio-
nes particulares con d fin de preservarle de toda alteración ulterior.
• El féretro de hoja de lata y el primer féretro de madera se han vuel
lo a cerrar inmediatamente, lo mismo que d de plomo , soldándolo de
BMl 0 con todo esmero bajóla dirección dd doctor Mr. Guillan) , y «epa-
tándolo fuertemente por medio de cunas dentro dd nuevo ataúd de plo-
mo remitido de París . que también se ha soldado herméticamente. Lae-
n
750
HISTORIA
go se ha cenado con llave el nuevo ataúd de ébano , entregándose aque-
lla al comisario francés infrascrito.
« Entonces el infrascrito comisario inglés ha declarado al comisario
francés que hallándose terminadas las faenas de la exhumación , estaba
autorizado por su Escelencia el gobernador para prevenirle que el ataúd
que contenia, conforme quedaba debidamente comprobado, los restos mor-
tales de Napoleón , se consideraría estar á disposición del gobierno fran-
cés desde el momento en que llegase al sitio de embarque, hacia donde iba
á remitirse bajo las órdenes personales de su Escelencia el gobernador.
« El comisario francés infrascrito ha contestado que se hallaba encar
gado de recibir el ataúd en nombre de su gobierno, y que estaba pronto,
con todas las personas que componian la comisión francesa, á acompa
ñarlo hasta el muelle de James-Town , donde S. A. R. el príncipe de Join
ville, comandante superior déla espedicion, estaba en ánimo de presen-
tarse para recibirlo de manos de su Escelencia el gobernador, y condu-
cirlo solemnemente á bordo de la fragata francesa Belle-Poule, que de-
bía llevarlo á Francia.
« El ataúd se ha colocado en un carro fúnebre , y este cubierto con un
manto imperial que el infrascrito comisario francés ha presentado, y á
las tres y media de la tarde la comitiva ha emprendido la marcha por el
orden siguiente , al mando de su Escelencia el gobernador , que á causa
de una indisposición no habia podido asistir á los trabajos de la noche •.
« El Tejimiento de milicia de Santa Helena, á las órdenes del teniente
coronel Léale ;
« El destacamento del rejimiento DI ." de infantería, mandado por el
capitán Rlackwell , la música de la milicia, el abate M. Coquereau con dos
monacillos ;
« El carro , conducido por un destacamento de la artillería real , lle-
vando los ángulos del paño fúnebre el teniente jeneral conde Rertrand, el
teniente jeneral barón Gourgaud , el barón de Las Cazes, y M. Marchand;
« Los señores Saint-Denis , Noverras , Archambauld , Pierron ;
« El infrascrito comisario francés encabezando el duelo, acompañado
de los capitanes M. Guyet y M. Charner ;
«M. Arturo Rertrand, seguido de Mr. Coursat, de la antigua scrvi
dumbre del Emperador; el capitán M. Doret y el doctor M. Guillará;
« Las autoridades civiles , marítimas y militares de la isla, en orden
de categoría;
« Su Escelencia el gobernador, acompañado de su honor el gran juez,
y del coronel Hobson , miembro del consejo ¡
« Una compañía de artillería real ;
« Los principales habitantes de la isla vestidos de riguroso luto ;
DE NAPOLEÓN. 734
• Mientra* ha durado la marcha , la artillería de lo» inerte» ha seguí
do disparando de minuto en minuto.
t Llegado á Jamea-Town , desfiló el carro pautadamente entre dea fi
las de soldados de la guarnición , que estaban descansando sobre sos ar-
mas puestas á la funerala, y se ostendian desde la entrada de la ciudad
hasta el sitio del embarque.
t A las cinco y media ha llegado la comitiva é la estretnidad «leí mué
lie, donde S. A. K. el principe de Joinville, acompañado de su edecán \í.
Hernoux , capitán de navio y miembro de la Cámara de diputados, y roo
los estados mayores de tres buques de guerra franceses, la fíale-Pam-
ir, la Favoriíe y ti Oresles , ha recibido de su KscHencia el gobernador
el féretro imperial , que inmediatamente se ha embarrado en una lancha
dispuesta de antemano para esta ceremonia, y conducido solemnemente .
por el príncipe á bordo de la BdUPoule con todos los honores debida
¿ los soliéronos.
• En testimonio de lo cual , los comisarios arriba nombrados hemos
estendido la presente arta y selládola con nuestras armas.
« techo por duplicado entre nosotros, en Santa Helena, á 45 del mes
• le octubre del año del Señor 1X40
• L. S: Roban r.habot I. > \l« ■ uider.
•Revalidado Midill. m
Acta drl cirujano mayor dría fragata fí'Ue-PotUe.
■ El infrascrito (iiiillard /Remi-Julien) , doctor en medicina, arujano
mayor de la fragata BeUe-Poule, habiéndome trasladado en la noche del
1 4 al 4 5 de octubre de 4 8 40, á instancia del señor conde de Rohan -C.habot,
comisario del Rey , al valle del sepulcro, isla de Santa Helena, para asis-
tir al desentierro de los restos del emperador Napoleón , he formado de
ello la presente acta:
• Ninguna precaución sanitaria se ha tomado durante la primera fae-
na, por no haber salido exhalación alguna mefítica de las tierras que sesa
caban ni déla boya que se abria.
• Abierta esta, be bajado á ella, en cuyo fondo estaba el féretro deletn
perador sobre una gran baldosa , colocada esta en largueros de piedra.
Las tablas de caoba que lo componían conservaban aun el color J la du
roa , escepto lasdel fondo , cuarnecidas de terciopelo , que ofrecían al-
guna alteración en so ha/. No se veía enderredor cnerpo alguno sólido
ni liquido- Por lo tocantes las paredes de la boya, no presentaban el mas
leve menoscabo . pero sí de trecho en trecho algunas señales Je humedad.
el comisario del Rey abrir loa teñiros, be
752 HISTORIA
tenido que sujetarlos primero á algunas disposiciones sanitarias, y luego
he procedido á su abertura. La caja csterior estaba cerrada con largos tor-
nillos , y ha sido preciso cortarlos para quitar la tapa ; habia debajo una
caja de plomo, cerrada por todas partes, que contenia otra caja de cao-
ba perfectamente intacta , y por fio seguia otra caja de hoja de lata, cuya
tapa estaba soldada sobre los lados vueltos hacia dentro. Se ha cortado
con todo tiento la soldadura y quitado la tapa con precaucioo ; entonces
he visto un tejido blanquecino que ocultaba el interior del féretro y pri-
vaba la vista del cuerpo i era de raso acolchado , y formaba una guarni-
ción en el interior de dicha caja. Lo he levantado por un estremo , y ar-
rollándolo de los pies á la cabeza, he patentizado el cuerpo de Napoleón,
que al instante he reconocido, por estar muy bien conservado y tener su
calaza toda la espresion que le era peculiar.
• Un viso blanco, que parecia salido de la guarnición , cubria cual li
jera gasa todo el contenido del féretro : veíase principalmente pegado al
cráneo y la frente , que estaban mas agarrados al raso , y un tanto en la
parte inferior del rostro, las manos y los dedos délos pies. El cuerpo del
Emperador tenia una posición natural , la misma que se le habia dado al
colocarlo en el ataúd ¡ los miembros superiores estaban tendidos, el an
tebrazo y la mano izquierda descansando sobre el muslo respectivo , los
miembros inferiores un tanto encojidos , la cabeza algo levantada sobre
una almohada; el cráneo abultado, y la frente, ancha y combada, se pre-
sentaban cubiertos de telillas pajizas duras y muy pegadas, y lo mismo
aparecía el contorno de las cuencas, cuyo canto superior estaba poblado
de cejas; debajo de los párpados sobresalían los globos oculares, que ca-
si conservaban el volumen y la forma natural j dichos párpados estaban
completamente cerrados y adheridos á las partes subyacentes , presentan-
DE NAPOLEÓN TV.
• los. din i» ¡i 1 1 )»• Moii de los dedo* y teniendo todavía algunas pestañas
.11 el céreo libre Im Imrs.s.pi.- corresponden ala nariz y lo* tegumentos
que los cabrea estaban bien conservados, habiendo*' alterado solamente
«•I tubo y las ala<: las mejillas estaban hinchadas, notándose que los tegu
tneotm de aquella parle del rostro eran mu> M.mdos y suaves al tacto y
de «olor blanco; los de la barba rran algún tanto azulados, enyo color
tomaban del pelo que parecía haber crecido después de la muerte ; en
( Mianto á la propia baria , no ofrecía alteración alguna , y aun conservaba
el tipo peculiar á la figura de Napoleón ; los labios estaban adelgazados y
algo separados, viéndose debajo del superior, á la izquierda , tres dien
les innsi\os de suma blancura . las mano> nada dejaba! BJM desear, ftm
110 teman la mas |e\e alteración , y si bien las articulaciones habían per
dido el movimiento , la piel habia conservado al parecer el color propio
tan solo de lo que tiene vida , y los dedos tenían tifias largas , adherí nt. *
> nmi blancas; I is p icrn; is «Matan metidas dentro de las botas, pero ha
hiendoae roto los hilos, quedaban al descubierto los cuatro últimos dedos
piel era de eoler blanco apagado y patentes las unas ; la
rejion anterior «leí estómago estaba muy sumida en su parte media, y las
t.nulhs d.l Mcntrc duras y hundidas; los miembros habían consenado
al parecer su forma natural debajo de los vestidos , y habiendo apretado
el brazo izquierdo, lo hallé duro y menguado en volumen. En cuanto á
los vestidos , presentábanse con los colores que les eran propios , recono-
ciéndose p«rlcctamcnte el uniforme de cazadores de á caballo de la anti
gua guardia en la casaca de color verde oscuro y en las vueltas de grana;
sobre el chaleco se veía abultado el gran cordón de la 1 .ejión de Honor, y
los calzones blancos estaban cubiertos en parte por el sombrerillo que es-
tata sóbrelos muslos; las charreteras , la placa y las dos condecoracio-
nes del pecho habían perdido su brillo, y estaban denigradas, conservan
do tan solo la brillantez la corona de oro de la cruz de oficial de la Lejion
de Honor. Entre las piernas habia unos vasos de plata, y uno de ellos que
« Mal» .Ven tre las rodillas , coronado de una águila, lo hallé intacto y cerra
do ; mas como mediaban adherencias bastante recias entre estos vasos y
las partes inmediatas que los cubrían algún tanto, el señor comisario del
Rey no ha creído deber tocarlos de donde estaban para examinarlos de
ni i- 1 et • i
• Estos son los únicos pormenores relativamente á los restos mortales
del emperador Napoleón que me haya permitido rejislrar un escrutinio
que solo ha durado dos minutos; mas, aunque incompletos, son sufi-
cientes para comprobar un estado «le conservación mas perfecto que no te-
nia fundamento para esperar, atendidas las circunstancias conocidas de la
autopsia y del encierro. No es este el sitio de examinar tas muchísimas
causas que pueden haberse opuesto hasta tal punto á la descomposición di-
734 HISTORIA
los tejidos ; pero no hay duda en que la estremada solidez de la obra del
sepulcro y el esmero con que fabricaron y soldaron los féretros metálicos,
lian contribuido poderosamente á producir aquel resultado. De todos mo-
dos he conceptuado del caso el evitar que estos restos estuviesen en con-
tacto con el aire, y convencido de que el mejor medio de asegurar su con
servacion era preservarlos de su cebo destructor, he accedido gustoso á la
propuesta del señor comisario del Rey que instaba se volviesen á cerrar los
féretros.
« He vuelto á colocar como estaba el raso acolchado, después de ha-
berlo bailado levemente con un conservativo ; he mandado cerrar hermé-
ticamente las cajas de madera , y soldar con sumo esmero las de metal.
i Hoy dia los restos del emperador Napoleón están dentro de seis ataú-
des , á saber :
« 1 .° Uno de hoja do lata ;— 2." uno de caoba;— 5." uno de plomo;
—4." otro de plomo, separado del anterior con serrín y cuñas de made-
ra;—5." uno de ébano; 0." uno de roble para resguardar al de ébano.
« Fecho en la isla de Santa Helena , á 15 del mes de octubre de 1840.
« Remi (iuillard , doctor en medicina.
i El comisario del rey,
«Ph. de Rohan Chabot.»
Las relaciones que acabamos de citar venían acompañadas de cartas
particulares , de las que estractamos le > siguientes pormenores :
En la popa de la fragata, y en el lugar del timón , se habia erijido un
altar y una capelardente, donde el dia 17 se celebró el oficio divino en
presencia de las tripulaciones de los tres buques franceses ; y mientras
duraron estas ceremonias, mantuvieron los pabellones á media asta, y
las vergas embicadas, tirando la artillería por turno de una trícula un dis-
paro cada minuto.
A lo alto del palo mayor de la fragata tremolaba un pabellón de seda
cubierto de crespón negro, regalado por las damas de la ciudad de James
Town.
Después de las ceremonias, bajóse el cuerpo á la capilla funeral del
entrepuente, que ya llevamos descrita.
Salida de Santa-Helena y travesía.
A las ocho de la madrugada del domingo 1 8 , la espedicion se hizo á
la vela para Francia ; de modo que Napoleón salió de Santa Helena el mis-
mo dia en que cumplía veinte y cinco años que habia llegado á aquel
destierro (1 5 de octubre de 1815).
DE NAPOLEÓN. 756
Entro otfra recomió* histórico* que rl principe de Joinville ha man
dado embarcar, se hallan la* baldosa* qno cabrían el sepulcro.
En los primeros cinco días de navegación , ningún incidente notable
ol recio la travesía ; mas el sábado .*>! de octubre . supiéronse por el buque
ilc comercio el Hamburgo, procedente del puerto de este nombre, loa
primeros rumores de un rompimiento probable entre Francia é Inglaterra.
El Inn.s I de noviembre, esta noticia fué confirmada por el buque
holandés Kgmoní , que dio pormenores circunstanciados sobre los nego-
cios de Europa hasta el :> de octubre.
El principe de Joinville convocó al punto los oficiales de ambos bn
qnes A bordo de la HHie Poule , para deliberar acerca de un suceso 00
menos trascendental que imprevisto.
Aquel consejo de guerra fué de dictamen que era preciso disponerse á
todo trance para una defensa bizarra , y tratóse en consecuencia de coló
car en batería todos los cañones que la fragata podía oponer al enemigo.
Demoliéronse las cámaras provisionales que se habían planteado en la ha
loria, y tanto los tabiques como todos los muebles elegantes qoe adorna
han dichas cámaras, fueron arrojados al mar. El principe de Joinville dio
elejemplo empezando por lo que le pertcnecia, y pronto tuvoen batería la
fragata seis ú ocho bocas de fuego mas.
La parte de bordo donde estuvieron las cámaras tomó al instante el
nombre de ÍJicrdemonia , y allí se vio desterrado el lujo y sustituido por
lo útil
Por lo demás , todas las personas que bajo cualquier concepto han for
mado parte de la espedieion de Santa Helena dicen unánimemente que
750 HISTORIA
el príncipe de Joinville ha desempeñado dignamente la grande y honrosa
comisión qneselehabia encargado. Todos aQrman que el caudillo de la es-
pedicion ha hecho en Santa Helena, no solamente lo que como Francés de-
bía hacer á fin de que la memoria del Emperador quedase encarecida del
modo mejor que merecía, sino que además ha desempeñado su encargo
con el solemne acatamiento y el devoto y circunspecto señorío que el mis-
mo hijo del Emperador hubiera podido mostrar en semejante caso. Com-
prendió, en calidad de comandante , que debía evitar por todos los medios
posibles que el féretro del emperador cayese en poder del estranjero, y re-
suelto á echar á pique su nave antes que abandonar su precioso depósito,
supo infundir en el alma de cuantos le estaban cercando la briosa resolu-
ción que contra tan apurada continjencia él habia tomado.
Después de estos preparativos , la Belle-Poule se separó de la Favo-
rite, porque le rezagaba el andar, y prosiguió su derrotero hacia Francia,
esmerándose mas y mas en las cautelas indispensables en tiempo de guer-
ra ; pues en los veinte y ocho dias que aun duró el viaje, no descubrió bu-
que alguno bastante próximo para echarle la bocina y adquirir noticias.
A las seis de le tarde del domingo 29 , se divisaron desde la fragata
los fuegos del puerto y las luces de la ciudad deCherburgo. Pronto se co-
noció, no viendo crucero alguno inglés y notando la seguridad que afue
ra reinaba , que no se habia alterado la paz, y que habían sido infructuo
sos todos los preparativos de guerra que se habian practicado.
El domingo 50, el paquete de vapor la TSormandía salió á recibir la
Belle-Poule , por si había necesidad de remolcarla ; pero habiendo refres-
cado la brisa , llegó á la ensenada la fragata sin necesidad de ayuda, y á
las cinco y diez minutos de la mañana , después de cuarenta y dos dias de
travesía desde Santa Helena , entraba en la gran concha del puerto , sa-
ludándola toda la artillería de las murallas, ala que de lejos contestaban
el fuerte Real , el fuerte Homet y el de Querque Ville
Traslación de Cherburgo á Courbevoie.
Habiendo sido señalado el día \ 5 de diciembre para la entrada de Na
poleon en París, esmeróse el gobierno en dar órdenes terminantes á fin
de acelerar los preparativos para tan grandiosa ceremonia.
Las autoridades y poblaciones de los departamentos por dond» habia
de pasar la comitiva coadyuvaron por su parte con entusiasmo á honrar
dignamente el paso de los restos del inmortal desterrado. Algunos dias an-
tes de la llegada de la Belle-Poule , habíanse trasladado á Cherburgo tres
barcos de vapor , la Normandía , el Veloce y el Courrier, que componían
la escuadrilla destinada para la primera travesía; y en cuanto apareció
aquella, situáronse en orden circular en derredor suyo, como para formar-
le una guardia de honor.
DK NAPOLEÓN 751
Kl martes 8 de diciembre, «lia señalado puní la marcha , celebróse la
misa a bordo de la fragata en presencia de todas las autoridades en
militares. > terminados los oficio* . el feretro del Kmperador sesaro de la
rapetardeate y se bajó á bordo <lc ln ISormandia M mismo imtante to
dos los cartones «le kM Imites \ del apostadero saludaron con una salva de
mil cañonazos el tránsito del cuerpo, H cual fué colocado inmediatamen
te debajo de nn catafalco crijidn en medio del castillo de popa , en el la-
par de la claraboya. Kste catafalco se componía de una cúpula plana sos
tenida por doce colimas, y estaba colgado de terciólo con franjas de pía
19 . coronado de trípodes y rodeado de lámparas encendidas . había á la
cabeza una cruz dorada , y á los pies una lámpara también dorada ; en la
parte posterior habia un altar enlutado . con una águila de plata k cada
ángulo.
Terminado el trasbordo, pasaron á bordo de la ISormandia el prin
cipe de Jomville . la comisión de Santa Helena y los oficiales de ln Hrtlr
Paule. Cuatrocientos marineros selectos de aquella fragata pasaron á trí
pular los tres vapores , esto es : cien hombres a la ISormandia, con la mu
sica de la fragata; otros ciento al Comrrier , y doscientos al Yrtocr. To
madas por fin todas las disposiciones y dada la señal de aparejar, ade-
lantóse el correjidor de Chcrburgo hacia el catafalco . y depositó sobre el
féretro una rama de laurel de oro en nombre de la ciudad. Luego se retí
raron todos los convidados , y la comitiva emprendió la marcha á medio-
día , habiendo á poco pasado el canalizo del Este y doblado el fuerte Real.
al estruendo de mil cañonazos disparados simultáneamente de todas las ha
lerias de los fuertes y del muelle.
I i escuadrilla avanzó velozmente hacia el levante en la Mancha, sin
enmararse ni perder de vista la costa de Francia ; de modo que en ningún
tiempo se ostentó tamaña perspectiva : no dirían sino que Napoleón , al
regresar á su imperio, pasaba una gran revista á todos los habitantes de
la antigua ISormandia. Aquí los pescadores de la lloiigue , los de las islas
Saint-Marrón y de las peñas del Calvados; allá los hortelanos de Isigny
que habían bajado hasta el embocadero del Vire ; acullá los ciudadanos
de Caen apostados en las riberas inferiores del Orne . y en el último tér
mino, los habitantes de Dyve, Touques y Trouville, casi pegados á las puer-
tas deHlavre, aunque á la orilla opuesta de la bahía.
Parecía que se deslizaban todos á la par con las agoas para aproximar-
se á las escolleras de la playa y ver de mas cerca la escuadrilla imperial.
\ su tránsito levantaban las manos y sombreros en señal de aclamación , y
.um mucho «l.spues de haber de-aparecido entre tas nieblas de la tarde,
seguíanla todavía con la voz y el ademan
Al siln -de <hei hinco, d tiempo estaba borrascoso, y hacia temer
una travesía al m i d .« j trabajosa; pero al ir mareando, nbonaoxaron tas
r.-,S
HISTORIA
ráfagas, amainaron lasólas, y al anochecer seencumbró despejada la luna,
como para alumbrar con su resplandor trémulo la marcha de la fúnebre
comitiva.
A las. nueve y media de la noche, avistóla espetlicion los muelles del
Havre, pero no hizo mas que darse á reconocer , y volvió á tomar viento
hacia el cabo de la Heve , donde pasó la noche.
A la víspera, el prefecto habia dirijido la siguiente proclama á los ha
hitantes del Sena Inferior:
« El departamento del Sena Inferior será el primero en el tránsito
de la fúnebre comitiva que, bajo la dirección de S. A. R. el príncipe de
Joinville, se encamina á la capital del reino, donde se celebrarán so
lemnidades memorables , en medio de las grandes corporaciones del es-
tado, de los hombres mas esclarecidos del dia, y de las preciosidades
de todas las artes.
« Ningún suceso se ofrece tal vez en la historia con los rasgos de
grandiosidad que acompaña la traslación inesperada délos restos mor-
tales del emperador NAPOLEÓN.
« Cuando el bqjel que lleva esas cenizas venerandas vaga pausada-
mente avanzando por el rio, vosotros lo recibiréis con el recojimiento
relijiosoylas sensaciones cntrafiables que nacen siempre al recordar las
desventuras de la patria , sus triunfos y su gloria.
« Vosotros tributaréis al grande hombre los últimos honores, con el
sosiego y señorío que corresponde á unas poblaciones que estuvieron dis-
frutando su poderío amparador y su particular benevolencia. »
A las cinco de la madrugada del viernes dia 9 , ya las cajas tocaban
llamada en las calles del Havre , y la guardia nacional acudía á las armas.
Ya la de Montivillers estaba formada en batalla en la plaza de Provenza;
I)K NAPOI.KON 7.V.»
aquellos dignos y golosos patriotas marehnron toda la noche, no oleante
el mal oslado de Ion caminos, para no malograr la rn\ unlur-i qii.
rodeaba de tributar los debido! obwqqtoi I los restos del hombre erando
La crecida y revuelta población de la ciudad , los \ ajeros , los marino* ,
procedentes de los varios ángulos de la tierra . agolpábanse al frente de los
batos y en los muelles , eunl inmensa diputación de todos los pueblos oí
vibrados, que en nombre de la Kuropn arrepentida \enian á tributar el
primer desagravio debido á los manes del hombre del siglo.
Kstuvieron largo ralo tendiendo sus miradas mas alia del I Wo/ N
toen la bahía, y calando la neblina del horizonte, en busca de los pa
los empavesados qnchabian de anunciar la presencia del fluotuante ceno
lalio ; mas no apareció en alta mar hasta las seis y media.
Los primeros albores del día que empezaban á disipar las tinieblas
dejaban divisar todos los buques de la comitiva; al frente marchaba la
\ormandia ostentando los matice nacionales, el pabellón real en el pa
lo mayor, y todas las demás banderas hizada» > em.i en seguida la Seinr,
que habia salido del puerto para ir á recibir la espedicion, luego el Velo
re ) el Courrier, que cerraban la comitiva.
Sobre las siete llegó la escuadrilla hasta las cercanías de la torre , y
maniobró para pasar á corta distancia de los muelles.
La Normandia se presentaba entonces terciada á la tierra , pero al lie
gar á dos cables del muelle , orzo un poco sobre estribor para encararse al
rio Sena; el cuadro que en aquel trance vino á ofrecer renovó en todos los
corazones los varios impulsos que no podían menos de infundir, tanto el
acto solemne que s«> Miaba realzando, como los recuerdos inmortales que
reproducía.
En el alcázary en medio de cuatro lámparas ardientes cuyo resplandor
se hermanaba con los asomos del alba y los |>ostrimeros reflejos de la
luna , aparecía el reducido ataúd que encierra el hombre mas grande
que ha\ a producido la Francia, tasólas fueron llevando pausadamente la
nave gloriosa lejos de la muchedumbre absorta . y el recojimiento jeneral
solóse interrumpió con el estruendo del primor cañonazo que anunciaba
la entrada délos restos mortales del Emperador en un rio francés, entre
btt inivnas riberas del Sena que él escojiera para su sepultura.
i ii'il mismo instante, ó por mejor decir, á la señal que dio la artille
ría , salió el sol terso y centellante por encima do las lomas que formao d
cauce del rio, y sus rayos dorados, al caer sobre la capelardente, reflejaban
destellos á millares. Apareció entonces el féretro como circundado de una
atmósfera luminosa, déla cual se desprendían radiantes los reflejos de la
corona de oro depositada sobre el paño funeral No es un prestíjío , sino
una realidad • Napoleón regresaba á Francia ceñido de un cerco de luz :
el sol de Austerlilz estaba saludando al héroe en su entrada.
"40 HISTORIA
AI paso que el impulso del vapor arrollaba el fúnebre acompañamien-
to por la corriente del Sena, iban coronándose las riberas de innumerable
jentío, cuya ostensión se hacia casi imperceptible con la distancia, y
cuya presencia solo se notaba en los disparos de fusil que, como señal
de honor, hacían algunos labradores ancianos, constituyéndose nueva-
mente soldados para presentar las armas á la sombra de su jeneral.
De las cimas de las colinas , del fondo de los valles, de lo mas remoto
que podia divisarse la Normandía, salian señales de toda especie que
anunciaban la presencia de cuadrillas de ciudadanos, satisfechos de haber
podido percibir el féretro del héroe popular.
En Quillebceuf, donde debia arrimarse á la tierra el acompañamiento,
habia preparado todo un triunfo; halláronse reunidos como por ensalmo
en el muelle de aquel pueblo los guardias nacionales de Pont-Audemer,
Saint-Aubin, Sainte-Opportune y demás lugares circunvecinos, aun de
las poblaciones mas lejanas de la baja Normandía hasta Granville; en la
playa opuesta divisábanse, á pesar de la distancia, los ciudadanos de Li-
llebonne, puestos sobre las armas, que guarnecían la ribera, siendo tal
su vehemencia, que hallándose separados de la comitiva por toda la an-
chura del Sena, metíanse en el agua hasta muy adentro para verla mas
de cerca.
Al desfilar el acompañamiento junto al muelle de Quillebeeuf , fué
saludado con fuegos de pelotón y repetidas salvas de artillería; arriáron-
se las banderas, las tropas hicieron el saludo militar, y los buques, empa
vesados de luto, humillaron sus pabellones con gritos de entusiasmo.
Siguió el acompañamiento su viaje triunfal de día, y de noche surjió
la escuadrilla de vapores en el Val de la Haya, tres leguas mas abajo
de Rúan.
Al dia siguiente, por la mañana, se presentó la armadilla del Alto
Sena, que habia salido la víspera de Rúan para relevar la Normandía
y la Seine.
A las nueve y medía de la mañana, se efectuó el trueque, y el fére-
tro fué trasbordado á la Dorade núm°. 3, y colocado debajo de un ca-
tafalco tendido de terciopelo morado, coronado de cuarenta banderas
tricolores, y orlado de guirnaldas de encina y ciprés. Estaba construido
el catafalco en la proa del barco, y cubierto de un dosel de terciopelo
negro, sostenido con entorchados y borlas de plata, flotando en su cime-
ro varios plumeros también negros.
Entraron en la nueva escuadrilla el príncipe de Joinville y todas las
personas de la espedicion,-y emprendió inmediatamente la marcha en
el orden siguiente ¡ al frente, el vapor la Parisienne, llevando á bordo
los inspectores de la navegación; después el Zampa, con la música del
príncipe; la Dorade núm°. 5, capitán Garay, teniendo á bordo los
DE VAPOI.KON. 741
restos mortales del Emperador, el principe de Joinville, y la l\ rom
paftia dr la Ilelle-Pouio para guardia de honor; y la Estrella núm. 'i,
ron el comisario del Rey, Mr. de Hohan Chabot, el gran mariscal de
palacio, conde Reifrand. el jenernl barón (¡ourqaud y la servidum
bre del Empe radar.
Kn la Estrella núm. * iba embarcada la T. companiade la Bello l*tm
Ufea la Estrella núm. i, la .V. compañía de la misma ; en la Dorado.
num. 'I, capitán Pagos, la 4". compartía de la Favorito, y a bordo de la
Dorado núm" \ y del Montereau iban los demás asistentes.
Avanzaban todos estos vapores á distancia de tres esloras uno da
otro, con buen tiempo, aunque algo frío y nubloso.
A las once y tres cuartos la escuadrilla estaba entrando en Rúan .
Habíanse hecho grandes preparativos para recibirla : el arco de
enmedio del puente colgante formaba un arco triunfal grandísimo, y
«'I puente y sus avenidas estaban eselusivamente guarnecidos por anli
guos oficiales lejionarios heridos y soldados del Imperio; en ambas orillas
del rio y cu el puente de Orleans se habían erijido trofeos y pirámides
de terciopelo morado, bordado de abejas, con los nombres de las vic-
torias mas esclarecidas del Emperador. Los monumentos públicos, to-
dos los buques del puerto y un sinnúmero de casas particulares, habían
arbolado la bandera nacional; en la magnifica aguja de la catedral se veía
tremolar un oriflama rodeado de banderas. Alas diez, <\ cardenal arzo-
bispo de Kuan se trasladó con todo el clero en procesión al muelle de
Saint Sever, desde donde pronunció los rezos de la relijion al momento
de pasar el ataúd. A la misma hora vino el ayuntamiento á reunirse con
las demás autoridades. lx>s guardias nacionales de Rúan, asombrosamen
742 HISTORIA
te uniformados, los de las poblaciones circunvecinas, las tropas de la
guarnición y un jentío inmenso, coronaban los muelles de ambas orillas
del rio, estremeciendo los aires con la voz, mil veces repetida, ¡viva el
/imperador! La artillería de la guardia nacional, que coronaba las altu-
ras de Sainte Catheiine, y los buques del puerto, dispararon cañonazos
de minuto en minuto, hasta la conclusión de la fúnebre ceremonia; y res
pondiósin interrupción á ellos la artillería déla Dorade núm". 5, que
llevaba los restos mortales del Emperador.
Al llegar la escuadrilla á Rúan, la Parisienne y el Zampa se coló
carón mas allá del puente de piedra; el vapor que contenia el catafalco
permaneció solo entre ambos puentes, y lo restante del séquito se mantu-
vo encarado con el puente colgante.
Después del responso, que entonó el cardenal arzobispo, asistido de
mas de doscientos curas, una salva de cien cañonazos anunció que en lo
sucesivo la ceremonia tomaba un carácter triunfal. Se echaron las cam-
panas al vuelo; desaparecieron todas las señales de luto, las tropas pre-
sentaron las armas, los tambores batieron marcha, y las músicas mili-
tares ejecutaron tocatas de victoria. Anuncióse la marcha con otra salva
de cien cañonazos, y la armadilla se puso en movimiento ; al pasar el
vapor que llevaba el féretro imperial por debajo del arco de triunfo, los
veteranos, que estaban formados en el puente, echaron unas coronas de
siemprevivas y ramas de laurel que tenían dispuestas.
Nunca se habia visto en Rúan una concurrencia tan grandiosa ; to
das las poblaciones circunvecinas, todos los guardias nacionales, campe-
sinos á medio organizar , confundían sus moles cerradas con un clero
numeroso, que sobresalía á todos en acaloramiento, y aprovechaba
cuantas ocasiones se le ofrecían para ostentarse. Jamás habia presenciado
la capital de la Normandía semejante solemnidad ; jamás héroe alguno
nacional fuera tan uuiversalmente vitoreado.
Elbamf, por donde pasó la escuadrilla á la mitad del día, se aventa-
jó, si cabe, á Ruan en entusiasmo ¡ aquel pueblo de fabricantes, hombres
y mujeres, no tenia mas que una voz para hourar á Napoleón. Veíanse
veteranos del Imperio, vestidos de gran uniforme, revueltos con la guar
día nacional, y todos blandían sus armas y banderas, derramando lágri-
mas de enternecimiento.
A las cinco de la tarde del mismo dia, la imperial comitiva pasaba
por Pont-de l'Arche, donde la esperaban los guardias nacionales de Lou-
viers y de las parroquias circunvecinas, é hizo descanso media legua
mas arriba de aquella ciudad.
Él dia 1 4 , por la madrugada, volvió á ponerse en movimiento la es-
cuadrilla ; pero en virtud de las nuevas órdenes que habia recibido, mar-
chaba con tal velocidad, que en muchos parajes no pudieron tener cabi
DI. \ M'OI.I.ON 745
dalas ovaciones que se habían preparado. Al anochecer ya se hallaba
mas allá de In ciudad de Vernon . > eo \c/ de bteef allí el descanso ofre
rido, fué a ponerse en lacha delante de Ul linche <tu\on.
A la» diez de la mañana del dia 1 2, atravesaba Maule*, donde tuvie
ron lugar de recibirla el sub -prefecto, el correjidor, el a) untamiento,
el clero y la guardia nacional, que presentó las armase hizo fuegos de
pelotón. Bn la misma tarde anclo delante riel puente de Poissy.
No bien se supo en Paris aquella llegada, cuando riéronte juntar á la
jente ríberefla redobladas colimas de habitantes de la capital. I-as olí' mi i*
del camino de hierro de SainUiemain M vieron materialmente sitiadas,
y sin embargo tic esto no dejaron de llenarse de peones y carruajes de
toda opeeie, desde la modesta tapicera hasta los coches de librea, los
eaminos de Saint Dcnis, C.lichy, Asnieres y Conrbevoie.
Kn Poto] se celebró la misa el dia 15 por la madrugada, al raso, a
bordo del \apor que llevaba el ataúd; la guardia nacional y la tropa de
linea estaban sobre las armas, y en muchos puntos las mnjeres, los ni-
ños y hasta algunos hombres se arrodillaban al pasar el vapor con el sím
bolo sagrado de la cruz. Durante toda la travesía, el principe de Joinvi
He se mantnvo de pie «letras del ataúd, y delante de él el jeneral Bcr
trand. el jeneral (iourgnud, y Mr. Mnrchand, ayudante de cámara del
Emperador : este último llevaba el uniforme de oficial déla Y. lejion de
la guardia nacional de París.
Kl principe de Joinville, con el fin de dar á la Dormía núm. 8 que
llevaba el ataúd, toda la circunspección que semejante solemnidad reque
ria. mandó quitar todos los adornos del alcázar ¡ y eomo el barco estaba
pintado de negro, no había mas que un objeto que llamase la atención y
el respeto, el féretro imperial rodeado de algunos cirios, cubierto con
el manto imperial y coronado de un haz de banderas.
Mientras tanto salían de Parts otros tres vapores para recibir el acom
pañamiento imperial, y en uno de ellos venia la música de la escuela mi-
litar que habia de tocar marchas fúnebres en el tránsito ¡ los otro* dos
remolcaban una lancha-catafalco, construida á propósito para esta cere-
monia. Habia en esta lancha un templo funeral de ensambladura bron
cenda v adornada de ropages; la techumbre era toda de raso blan-
bordados de oro; el tapiz, de terciopelo, estaba salpicado de abejas de
oro, que daban realce á su color morado; y Analmente, la entrada del
templo estaba adornada con cuatro cariátides doradas.
xdemás habia en la decoración de aquella lancha :
A la espalda un trofeo de banderas en que estaban rasgueados los
nomhre> ,1. 1 1» mas esplendorosas victorias de Napoleón;
I n ' i Ii.k.is guirnaldas de siemprevivas y laureles
entretejí. lo< por toda la lonjitud .
744 HISTORIA
En derredor, unos trípodes de forma antigua, destinados á quemar
incienso y perfumes;
Y finalmente, en la delantera del barco una inmensa águila de oro,
que al parecer estaba conduciendo en triunfo á su amo esclarecido.
Esta lancha-catafalco, que hubiera sido uno de los ornatos mas her-
mosos de la ceremonia, no pudo desempeñar el intento que ansiaban los
directores de la fiesta, porque, no obstante la potencia de los vapores que
la remolcaban, llevaba una marcha tan lenta y pesada, que fué preciso
dejarla delante de Argenteuil.
Al regreso no tuvo á cordura el príncipe de Joinville arriesgar su
precioso depósito en una embarcación que al parecer ofrecia tan poca se-
guridad, y se ciñó á mandar que la lancha-catafalco formase parte del
acompañamiento como uno de los adornos descollantes de la cere-
monia.
El dia KA, por la mañana, salió la escuadrilla de Maisons á las ÍO, y
llegó al puente de Pecq (mas abajo del terrado de Saint Germain) ; com-
poníase de diez vapores. Los guardias nacionales de las parroquias in-
mediatas le hicieron los honores militares; y una grandiosa orquesta, for-
mada de músicos de varios Tejimientos, ejecutaba fúnebres sinfonías, in-
termediadas cada cinco minutos con salvas de artillería.
A las doce y media llegó la arraadilla áChatou, donde se le hicieron
los mismos honores que en Pecq. Partió á la una, y á las dos y media díó
vista á San Dionisio. Los guardias nacionales de Espinay, Pierreíitte,
Stains y otros pueblos circunvecinos se hallaban en el puesto, ya des-
DI N tfrtl i "\ 745
do muy temprano, ron tus banderas, tambor** y mimen, prenotando
M .11 galán y cabal estado. Sn linea A* Imtnlln «r ctondia desde el pner
to dr Ifi i*la do San Dionisio hasta la aldea de 1* Rrirhe. A la izquierda
del poMte, por In parto do Saint <>non formaban Ion batallones del S&T
y dd »'.7°. do linea Kn frenlo do la isla <fr San Dionisio se habia levan
tadn una tionda para las autoridades ri?iles y militares y para- el
oloro.
A la una y media, Mr. Uoiano Mochín, snbprcforto deJ distrito ; Mr
Brisson, correjidor do la cuidad, los miembros del consejo municipal,
procedidos del oloro do In iglesia real de San Dionisio, de todos los miom
I tos del capitulo, á onyo frento iba Mr. Rey, obispo qne fué de Ihjon.
escoltados por la jendarmeria departamental, las compañías del tercer re
jimionto de injenieros y la guardia nacional, se trasladaron al pabellón
•I». s,< habia dispuesto para recibirlos: en nna tribuna reservada se ba
Haba una diputación do señoritas de la LejMk de Honor, vestidas de n
gnroso Into, presididas por la señora Superintcndenta.
\mbas orillas del Sena se aparecían cuajadas de inmensa muebednm
bra que había acudido de todos los pueblos inmediatos, y hasta de la
capital.
A las dos, un cañonazo anunció la aproximación del acompañamiento
imperial, y efectivamente, a los pocos minutos ya se distinguieron por
entro la isla, á la altura de Kpinay. los timbres nacionales que ondeaban
sobra la Dorad* y su séquito. Luego avanzó la Paritimne, qne prece-
día de unas veinte brazas á la Dorad*, y venia seguida de ocho vapores
qne formaban la escolta. Al mismo instante la guardia nacional saludo
«I precioso depósito, y su artillería disparó repetidas salvas, á las que
< «Militaron In Parisi*nn* primero, y la Dorad* después, con fuegos de
a bordo. Llegada In escuadrilla á la tienda hecha para las autoridades,
se colocó del modo siguiente :
Kn primera linea, la Parisi*nn* y la Dorad* con el féretro del Em-
perador: en la proa de este barco, entre la cruz y el cuerpo,
eia de pié d principe de Joinville, vestido de gran uniforme de
<le navio; delante del féretro estaban igualmente en pié los jeneraks Bar
Irruid \, Ctourgand. y detrás de ellos el abate Coquerenu. en traje sacer-
dotal.
inmediatamente después de la Dorad* venia un barco de vapor en
qne iban los mímeos ejecutando por intervalos fúnebres sinfonías;
formaban la retaguardia los demás vapores en que iban los marinos de
las tripulaciones de la B*ltr Po*i* y de la Favorito. Tan pronto como
la Dorad* se halló al frente del t. mplo funeral, sin salir de la mitad del
no ni dejarse atracar. H principe mandó hacer un momento de alto; H
señor arzobispo Rey, asistido de todo H clero, dio la absolución
91
746 HISTORIA
>guió la escuadrilla su rumbo. Era inmenso el jeutío que con profundo
recojimiento asistió á esta -ceremonia relijiosa; y en cuanto estuvo termi-
nada, prorumpió en esclamaciones en honor del Emperador, las cuales
se iban repitiendo por todo el ámbito de las márjenes del rio, donde el
jentío se iba mas y mas agolpando cuanto menor era la distancia de
Courbevoie.
En Saint-Ouen, frente á Clichy, y en Asnieres, la multitud era por
tentosa. En vano se intentó interrumpir el paso del puente hacia este úl
timo punto; pues ningún respeto se tuvo á los centinelas, y al pasar la
Dorade por debajo de los arcos, llovieron sobre ella mil coronas de
siemprevivas. Allí pudo la Reina ver por primera vez á su hijo, por te
ner su coche cerca del puente; sin embargo de que el príncipe de Joinvi-
lle estaba, dos dias habia, á pocas leguas de su familia, no se separó de
á bordo desde que entró en el Sena; tan solo fueron á abrazarle en Poissy
y Maisons los duques de Aumale y de Orleans. La Reina y las Princesas
que iban con ella vestian riguroso luto, y luego de haber pasado la ar-
madilla, regresaron á Paris; pero aquella siguió su rumbo pausadamen
te, arrebatando tras sí un inmenso concurso.
La lancha catafalco seguía á remolque de uno de los últimos vapores,
teniendo a bordo diez marinos que le servían de tripulación.
Magnífica fué la llegada á Courbevoie: eran apenas las cuatro, y el
sol declinaba radiante detrás del monte Valerien, ílechando sus rayos por
una nube luminosa de polvo; por una parte las tan pintorescas islas de
Neuilly, y el arco triunfal á lo lejos; por la otra, los oteros de Courbevoie;
al frente el puente hirviendo de concurrentes; los guardias nacionales, la
tropa de línea, la artillería redoblando sus salvas, la escuadrilla respon-
diendo con salvas á las salvas de la playa, y á poco rato el cañón mas
ronco de los Inválidos, que por su parte repetía la señal de la llegada del
grande hombre después de un destierro de veinte y cinco años.
Ancló la escuadrilla mas abajo del puente, en frente del templo fuñe
ral erijido para recibir el cuerpo. Unos fuegos de bivaque encendidos
por las playas demostraban la presencia de la guardia nacional de Neui-
lly y la inmensa concurrencia de ciudadanos dispuestos á pasar allí la
noche, no obstante lo intenso del frió. La lancha-catafalco y la armadi-
lla, iluminadas y cercadas de infinitas embarcaciones llenas de remeros
que iban á visitarlas, dieron á la noche un aspecto esplendoroso y
vividor.
El desembarcadero de Courbevoie fué la primera tierra de Francia
donde descansó el cuerpo de Napoleón.
PREPARATIVOS PARA LA CEREMONIA.
Ateniéndose al cómputo marítimo, la espediciou de Santa Helena no
DE KAPOI I ¡OH 7»7
debía estar de vuelta en Francia hasta H 1.1 ó 'Ü> de diciembre: |>or lo
que era de presumir que U ceremonia no tendría rábida tino bacín el <ln
25 ; pero la llegada do la IM/r Vmút, i últimos dr noviembre, dejó btir
ladas todas las preí istoofi
Con motivo déla premura del tiempo, los artistas y contratistas tu
vieron que echar el resto «le mi» conatos y su acln id id
\ ivisimo era aquel conjunto inmenso de operarios repartidos en toda
la linea que dehia seguir el acompañamiento. tralwj.indo de continuo,
no obstante la intemperie del tiempo y el rigor del frío, y prosiguiendo
aun de noche so tarea con hachones, se hacia obvio el concepto de que se
estaban afanando A impulsos de su patriotismo , y todos se esmeraban
en el endiosamiento de Napoleón.
lie aquí la descripción de los varios preparativos, según el orden
apuntado para el nimbo de la comitiva:
Kn (.ourbevoie, á orillas del Sena, cerca y mas abajo del puente,
un gran templo funeral, de forma griega, con cuatro frentes, y adornado
ile plantas, guirnaldas de cocina, escudos de armas, águilas, ropajes,
pinturas y atributos relativos al intento. Delante del templo un desem-
barcadero, cuyos machones estallan embebidos en el rio, y sobre el cual
habia un arco de triunfo.
Al rededor unos trípodes antiguos arrojando llamas.
Kn el puente de Neuilly una colima rostral, octógona, coronada con
una águila de oro, á cuarenta y nuco metros de elevación.
Delante de la coluna una estatua de Nuestra Señora de Gracia, pairo
na de los marinos.
Kn torno del arco de triunfo de la Kstrella, doce mástiles empavesados,
con escudos, trofeos de armas y banderas tricolores , en las banderas se
!
•H,..
748 HISTORIA
leían los nombres de los principales ejércitos de la República y del Im-
perio: Ejército de Holanda, de Sambra-y-Mosa, Jiin-y-Mosela, las cos-
tas del Océano, Cataluña, Aragón, Andalucía, Italia, Roma, Ñapóles,
Grande Ejército, Ejército de reserva.
Sobre la plataforma, á modo de cimero, la apoteosis de Napoleón,
compuesta del siguiente modo : el Emperador de gaja imperial, como iba
el dia de su consagración, en pié delante de su trono, apoyado sobre dos
figuras alegóricas que representaban el numen de la Paz y el de la
Guerra.
]g[^^^B[^i(^P[@]l[^l¡iP]8[^Fp]Bp|B
i/í**n tTfmnut
En cada ángulo del monumento, un grandioso trípode antiguo arro-
jando llamas de color ¡ en los cuatro ángulos del atrio, dos lamas á caba-
llo que representaban la Gloria y la Grandeza.
Desde el remate del arco triunfal hasta el pié de los zócalos, largas
guirnaldas de flores y laurel.
En los Campos-Elíseos, desde la barrera de la Estrella hasta la plaza
de la Concordia, unas colunas triunfales, adornadas de banderas, águi-
las y otros emblemas del Imperio.
Entre las colunas triunfales, á derecha é izquierda, doce estatuas ale-
góricas, representando otras tantas victorias.
En cada ángulo del puente de la Concordia, una coluna triunfal es-
triada, de forma octógona, con figuras alegóricas en los pedestales; enci-
ma del chapitel, una águila dorada, y en torno déla caña, una serie de
cartones con nombres de victorias.
Sobre el puente, ocho estatuas: La Sabiduría, por Mr. Ramus; La
Fuerza, por Mr. Gourdel; La Justicia, por Mr. Bion ; La Guerra, por
Mr. Calméis; La Agricultura, por Mr.'Therasse; La Elocuencia, por
I»l. \ ll'Ol i o\ 740
Mr. fttiginet; la» Nobles Artes, por Mr. Merlicax; W Comercio, por
Mr. Dan tan menor.
i ii Trente del palacio de la ('.amara de diputados, la Inmortalidad,
estótna colosal, por Mr. (tortor
Kn la «planada de loi Inválido», treinta y do» estatuas de reyes y
grandes capitanes de Francia i Clodoveo, Cortos Morir/, Felipe Augus-
to, Corlo* V, Juana de Are, Luis XII, Boyardo, Imís XIV, Tur*
na, IhKjuivjTmuin, lloche, I ai Tour d'Auvergne, Kellermann, Noy,
Jnurdan, hhiu, Cartomarjno, Hugo Capelo, Luis IX, (.artos Vil D
(hiesdin, Francisco C , Enrique IV, Conde, Vatuban, Marcean, De
sni.r, Klebrr, Ijannes, Monona, Mortier, Macdonald
Kntre las estatuas de la replanada, unos trípodes con llamas.
Kn amlKM lados de la esplanada, á derocha ó izquierda, inmensos
tablados capaces para treinta y seis mil espectadores, que llegaban hasta
la verja de entrada de los Inválidos.
m
i
tu esta verja uua colgadura negra realzada cou adornos de oro y pía
la y sostenida por dos colunas triunfales y varios haces de lanzas ni< m
tadas; encima de las colunas había grandes trípodes, y las mismas seniau
de Aspaldo a derecha ó izquierda á dos tribunas reservadas para los
Inválidos.
En el primer patio del establecimiento, una linea de candelabros y
trípodes con braseros inflamados.
Kn el pnuo de honor, dos tablados dispuestos para recibir a seis mil
personas sentadas.
I odas la* ,.ili>tra5 Ac la> pWü «-iibiei U-<\>' a.ju. I palio tia>|orini
<la- .'ii liólos ,1,. armas \ anonadas <!»■ tina amula Kn !..<. intermedio».
L
750 HISTORIA
á la altura de los arcos, varios escudos, de los cuales unos representaban
la cifra imperial, y otros cruces de la Lejion de Honor. Entre los arcos
babia un doble festón de laurel.
A la altura y al rededor del friso, los nombres, en letras de oro, de
los Franceses que descollaron en la guerra, desde 4795 hasta nuestros
dias.
En el contorno de este friso triunfal, un triple cordón de guirnaldas
y de coronas de siemprevivas entretejidas.
Mas arriba, siguiendo la linea del tejado, una ancha cinta de la Le-
jion de Honor ¡ y por último, en medio del patio, junto á los tablados,
una porción de mástiles empavesados y coronados de una estrella de oro
ajigantada.
Delante de la puerta de la iglesia, con el objeto de recibir el cuerpo
del Emperador, un templo funeral de figura cuadrada, sostenido por
cuatro pilastras cuadran guiares, con un arquitrave en cada costado, y
coronado de frente con las armas imperiales. Encima de la fachada, la
imájen de Nuestra Señora de Gracia, teniendo á los lados dos jenios ale-
góricos. En los arquitraves, los retratos de los mariscales del Imperio, y
debajo, los nombres de las batallas con que se esclarecieron.
El pórtico de la iglesia, formado por un arco de colgaduras negras,
iluminado con lámparas sepulcrales.
A la entrada de la nave, y á la altura del órgano, una tribuna anchu
rosa, colgada de negro, destinada para la orquesta.
En ambos lados de la nave, unos estrados enlutados, reservados, á la
derecha, para las varias diputaciones convocadas, y á la izquierda para
los marinos de la BellePoule y la Favorite.
Detrás de las pilastras, en las dos galerías laterales, otros tablados
que, con las tribunas superiores, completaban los puestos de las perso
ñas convidadas á la ceremonia.
En las pilastras de la nave, unos cipos funerales, cimados de trofeos
de armas de oro, y cuajados de banderas en los ángulos.
En los cipos los nombres de los mariscales y jenerales del Imperio,
rasgueados junto á sus victorias, y colocados según el orden siguiente,
principiando por la puerta de entrada :
Pilastras de la derecha :Ney, príncipe de la Moskowa; Mortier,
duque de Trevisa ¡ Kleber ¡ Duroc, duque de Friul ; Modton, conde de
Lobau ; Bessieres, duque de Istria.
Pilastras de la izquierda : Joordaí* , conde de Hautpoül-Saletto ;
Desaix; conde de Lariboissiere ; conde Serrurier, Baraguay-D'Hilliers,
Lannes, duque de Montebello.
Entre los arcos de las bóvedas, tupidas cortinas de terciopelo negro
con galones de plata; encima una ancha cenefa de terciopelo negro con
I>K NAPOLEÓN 754
lr.iiij.is y bordados de plata, y delante grandiosa» guirnaldas oon i
de laurel Al centro de estas coronas, unos «acodos en que esta
pedal las glorias civiles del Imperio, y en el cornisamento de las bove-
dillas onacoigadnrtqoe representaba la corona imperial de oro, sos ten i
da por el cetro y el águila.
Ias grandes ventanas supriores de la cúpula, cerradas oon cortinas
de <o|,>r de viola, en cuyo centro tenian una águila de oro.
Kncima una tocha cenefa del mismo color, con las armas imperiales
y salpicada de abejas de oro y cifras ; y debajo un cordón de luces forma
do de eirios sostenidos por un <• ironamicnto con esculturas doradas.
Kn dicho coronamiento, veinte y cuatro banderas tricolores con los
nombres de las mas esclarecidas victorias del Emperador.
Mas abajo, sobre los grandes arcos de la cúpula, unas guirnaldas de
laurel.
Kncima del entablamento del primer orden, otro cordón de luces que
recorría todo el ámbito de la cúpula.
Kn .seguida, unas colgaduras, que llegaban hasta el suelo , de peño ó
terciopelo morado, con brillantes arabescos, abejas, águilas y cifras de oro.
Finalmente tres banderas grandiosas, con las armas del rey de los
Franceses, ondeando por encima de aquella decoración ostentosa.
A la entrada de la cúpula , las tribunas destinadas á los oficiales del
ejercito, marina, guardia nacional , el Consejo jeneral del Sena y otras
varias corporaciones constituidas.
Al centro de la cúpula , en el sitio donde se ba de construir luego el
sepulcro de Napoleón , un magnifleo cata/ateo de diez y seis metros de
elevación , compuesto de dos zócalos con bajos relieves j el primer zoca
lo , adornado en cada ángulo con una estatua de 5 metros 50 centímetros
de elevación, que representa una victoria con palmas en una mano y la
otra apoyada sobre un neldo
Cada estatua apoyada á un trofeo coronado con una águila ¡ este tro-
feo se componía en un haz de todas las armas de las naciones conquis
tadas.
El otro zócalo sostenía cuatro columnas de capitel de orden corintio
sobre las cuales posaba el coronamiento del catafalco.
Eüdma de los zócalos , una cúpula gallarda en forma de media naran-
ja, con el interior revestido de raso blanco , y el esterior enteramente
dorado y rodeado de haces de banderas; debajo de la misma cúpula, una
repi.-vMit.i.mn esmer.-wh del ferelro <|iie . onti.ne los restos >\,> NafjéfleM
(la parte inferior del catafalco estaba dispuesta para recibir el verdade-
ro féretro después de la presentación).
Finalmente, una inmensa águila de oro con las atea esteodidas enci
un del catafalco . de 3 metros 50 centímetros de punta á punta.
752 HISTORIA
A derecha é izquierda, donde se hallan los sepulcros de Turena y Vau
ban , unas tribunas colgadas de terciopelo negro destinadas á las Cama
ras de los pares y diputados , el Consejo de Estado , y el Tribunal de apela-
lacion, el Consejo real, etc.
Detrás del catafalco, varias tribunas para las señoras convidadas.
Arrimado á la puerta del fondo, un altar para la celebración del oficio.
El interior del altar enteramente cubierto de encaje de oro tendido so-
bre terciopelo negro.
A la derecha del altar, la tribuna del Rey , colgada de terciopelo mo-
rado con palmitas de oro, y formada de un dosel de terciopelo de grana
que cubria el trono real.
Finalmente, una alfombra morada , salpicada de abejas de plata, que
cubria toda la estension de la nave de la iglesia, hasta el sitio en que es
tuvo el antiguo altar de los Inválidos, el cual se retiró para no desairar
la perspectiva y dejar descubrir, aun desde la nave, el garbo de la cúpula
y el conjunto de la ceremonia.
Ceremonia del 15 de diciembre.
El dia 15 de diciembre sobresaldrá en los fastos de la nación francesa,
y se considerará como uno de los mas memorables de su historia.
Acostóse la gran ciudad la noche de la víspera toda azorada y como
calenturienta , y á las cinco de la madrugada entre hielos y lobregueces ,
el redoble de las cajas y la artillería de los Inválidos mancomunadamen-
te la despiertan, y levántase gozosa cual si fuera un hombre solo.
En pocos minutos aparecen iluminadas las ventanas, y allá el estruen-
do y el movimiento vividor se manifiestan por las calles. Si en tales mo-
mentos hubiesen los tenderos abierto los postigos , si en las. paradas hu-
biesen aparecido las ricas muestras , fácil hubiera sido figurarse que era
la hora en que acaba de anochecer, en que la Rolsa acaba de cerrarse, y
acaban de abrirse los teatros.
Media hora después de la llamada , arrójase á la calle la muchedum-
bre de ociosos, forma la guardia nacional , salen de sus cuarteles los Te-
jimientos, y todos en globo se encaminan hacíala parte occidental de
Paris; con esto en pocos instantes presentan ciertos puntos de la ciudad el
silencioso aspecto de un desierto, al paso que otros, arrollados por la
oleada del jentío, parecían harto reducidos para abarcar aquel reflujo de
vivientes. Mas de setecientas mil almas se agolpaban en los Campos-Elí-
seos , los Inválidos , el camino de Neuilly á Courbevoie, batallando con
la tramontana, que era por puntos mas heladora, mientras iba asomando
el alba hacia levante.
Al rayar el sol y flechar luego sus purpúreos destellos, Paris estaba
en pié.
DE NAPOLEÓN 7.r,
l>. m|.- .1 .im.-iium , \ario* riestacnmcotos át tropa rie linca y laguar
«lia nacional de Courbevoie acuden a formar rielante riel puente rie Neni-
lly y junto al desembarcadero
Dos cañones procedentes rie VinccoMI N colocan en hatería é la orí
Un riel rio.
Kl puente está ocupado exclusivamente por la fuerza armada.
Kl jentio queda apiñado detrás de las lineas militares, y todas las \ m
tanas aparecen atestadas rie cabezas humanas; vense enjambres de curio
SOS como colgados en los árboles, los postes y las cornisas de las casa* ,
los tejados desaparecen cubiertos por moles cerradas de mirones.
Atrepellábase por la carrera principal que conduce de París á GMff
bcvoie una multitud innumerable del vecindario, que viéndose rechaza-
da al llegar al puente, tiene que derramarse sobre la orilla opuesta. 6 in
vadir la isla Real por medio rie las infinitas barquillas que surcan la faja
«leí rio
Todos están mas y mas ansiando aquella escena grandiosísima queja
mas verán repelida ; el desembarco de los restos inmortales del Empera-
dor en tierra de Francia.
A las nueve se presenta el carro imperial.
Componíase de cinco partes bien diversas, t °cl zócalo ; 2." el pifies
tal : .>." las cariátides \ " el escudo; ."i." el cenotafio
754 H I SIGUA
El Zócalo estaba sentado sobre cuatro ruedas macizas y doradas, y
era de figura cuadrilonga, con una plataforma semi circular en la delan-
tera. En esta plataforma se veía un grupo de jeniosque sostenían la coro-
na de Carlomagüo, y en los cuatro ángulos otros tantos jemos en bajo re
lieve que con una mano sostenían guirnaldas y con la otra tocaban la
trompeta de la Fama.
En la parte superior, varios haces , y en el medio águilas y la cifra
fiel Emperador entre coronas. El zócalo y sus adornos estaban entera-
mente dorados al mate.
El pedestal tenia colgadura morada con realeos de oro y con la cifra
y las armas del Emperador, y cuatro haces de armas en los estreñios.
Cubríanle desde el remate hasta el suelo largas colgaduras violadas, bor-
dadas de abejas, N. N., águilas y laureles.
lina ancha guirnalda recorria toda la lonjitud de dicho pedestal.
Su coronamiento se componía de una galería de adornos con cuatro
¡i güilas.
tos cariátides.— Había sobre el pedestal catorce estatuas mayores que
el natural , enteramente doradas, que representaban otras tantas victo
rías que llevaban en triunfo el cenotalio, colorado sobre un grandioso es
cudo. Las estatuas se daban la espalda unas á otras, y estaban situadas
seis á cada lado y una en cada esquina.
El escudo era todo de oro y de figura oval prolongada, sosteniendo
un haz de venablos.
El cenotafio era un fiel remedo del féretro de Napoleón, y estaba cu
bierto de un largo crespón morado, salpicado de abejas de oro.
En la parte posterior del carro habia un trofeo de banderas, palmas y
laureles, donde estaban reproducidos los nombres de las victorias de Na-
poleón.
Sobre el féretro descollaban la corona imperial, el cetro y la mano de
justicia de oro engastados de pedrerías.
El tiro se componía de diez y seis caballo* negros , dispuestos en cua
tro cuadrigas, adornados de penachos blancos, como también las plumas
y crines flotantes, y enteramente cubiertos de caparazones de tela de oro
En las mantillas estaban bordadas las armas imperiales con pedrerías ,
águilas, N. N., y laureles esmaltados sobre el fondo. Diez y seis picado
res con librea imperial guiaban lar; cuadrigas, precediéndolos dos picado-
res á caballo.
La total elevación del carro era de \ O metros, el ancho de 4 metros
80 centímetros, y el largo 10 metros. Pesaba 15.000 kilogramos.
Luego que llegó el carro imperial, fué á colocarse debajo del arco de
triunfo alzado ante el desembarcadero, y el principe de .loinville dio or-
den para el desembarco.
HE NAFOI.tOR 7.V»
A las nueve y cuarto. la Dorada numero ." atraco •;• I muelle ipoyan
• lo el costado derecho al desembarcadero; oyóse el estruendo ék la arli
llena, y los marinos de la Brtlc Poulr, levantando el cuoipo del ffatjN
rador, lodepOaÜW solemnemente en el interior dri caí m en «I htfftf re
servado al intento pues el sitio aparente al csterior eslab i OOlf id" MI • I
< ouolalio que so acaba do desoí ibu
Ovnso un «uto iiuánimede ,r,r.i H Emperador' que amuehosdo h*
<inr astatieron I esta gran reparación ■aciooal pudo btofffn awtl m<»
nicnlanoamonte rejuvenecidos de treinta anos
Kn aquel instante, resplandecía el sol tan hermoso romo eu los días
de majo; sus centellantes rayos dora'oan el templo. el i .ni". lis easas,
las tropas y la muchedumbre de ciudadanos de la orilla i/quierda del rio,
nliccicndoá los espectadores situados en la isla un cuadro encantador de
; m,i \ Bajeatad . que por un electo singular del acaso quiso la luna
también alumbrar con sus rayos moribundos.
Mientras tanto, la guardia nacional de Taris y su rastro, y varios cuei
|K)s de tropa, iban llegando en columnas cerradas por la carrera de Vui
lly y los Campos-Kliseos, y á las diez, las lejiones y los Tejimiento toma
ion la posición que en la orden del día tenían señalada.
Ii guardia nacional forma en ambas alas de la carina ét Neuillv ,
desde el puente hasta la barrera de la Estrella, eslendiendoso dcspettS ,
tintamente en el costado dcreclio del curso, hasta la esplanada de !<>> lu
validos , donde vuelve á formar dos filas hasta la gran verja de palacio
l-a carrera formada por la tropa de linea tiene la derecha apoyada
á la barrera de la Kslrclla. \ la izquierda sobre el muelle de Orsay, al án
guio de la calle de Austerlitz. Los Tejimientos forman en batalla según el
orden de los números de su brigada, y en Neuilly se colocan dos baterías
de artillería.
otras dos baterías están apostadas junto al arco de triunfo de la Es-
trella, á la izquierda, entre la guardia nacional v la tropa de linca.
A lasdiez y media, el canon de Neuilly anuncia la marcha del carro.
Unco rato antes estaba el cielo entoldado, y los copos de nieve .jue
i han cayendo enmarañaban la carrera , pero en el mismo acto que el fú
nebro acompañamiento emprendióla marcha, el sol rasgó las nubes y apa
recio hermosa y centellante.
Avanza á pausas la comitiva |»or la carrera de Neuillv H jeutio .mol
pado tras aquella devota solemnidad no tiene ponderación, y sin embaí
go nada altera el silencio rclijioso sino el grito espontáneo de ; vira el Hm
perador'
A las once y media se sitúa el carro debajo del Arco de lnuo(<> |
rompen los aires nuevos disparos de entusiasmo,
I na salva de \ointe y un cnñonozos anuncia so Ikt
756 HISTORIA
Después de uua breve parada, entra finalmente en Baria por la barre-
ra de la Estrella, á cuyo lin se habia quitado la verja.
Orden de la cornil i rn.
El orden que seguía la comitiva era el siguiente ¡
La jendarniería del departamento del Sena, con el coronel al líenle,
y los trompetas delante.
la guardia municipal de á caballo (dos escuadrones) , con su coronel,
el estandarte y los trompetas.
Un escuadrón del 7.° de lanceros.
El teniente jeneral Darriule, comandante de plaza de taris , y su es-
tado mayor, seguido de los oficiales licenciados.
Un batallón del CC.° de linea, con bandera, gastadores, tambores y
música, y á la cabeza el coronel.
La guardia municipal de á pié, con bandera y tambores, y el tenien-
te coronel á su frente.
Los zapadores bomberos, con bandera y lambores, y el teniente co-
ronel á su frente.
Dos escuadrones del 7° de lanceros, con el teniente coronel á la ca
beza.
Dos escuadroues del 5." de coraceros, con estandarte y música, al
mando del coronel.
El teniente jeneral Pajol, comandante de la división militar, y su es-
tado mayor.
200 oficiales de todas armas, empleados en el ministerio y depósito de
la guerra.
La escuela militar de Saint-Cyr, con su estado mayor al frente y el fu-
sil ala funerala.
La escuela politécnica, con su estado mayor al frente.
Un batallón del 40.° de infantería lijera, con el coronel á la cabeza,
los gastadores, tambores y música. (Llama la atención y causa sensación
entrañable la bandera de aquel Tejimiento tiznada toda de humo y casi en-
teramente destrozada). *
Dos baterías de los Tejimientos 3." y 4." de artillería.
Un destacamento del primer batallón de cazadores de á pié.
Las siete compañías de injenieros acantonadas en el departamento del
Sena, que formaban un batallón á las órdenes de un comandante de ba-
tallón.
La* cucitro compañías de sarjentos veteranos. Estos valientes marchan
con un frente lo menos de veinte y cinco hombres, y los de primera fila
tienen todos condecoraciones.
DE NAPOI.Kon 7¿T
l><>s escuadrones del .*>." de coraceros, ron el teniente coronel á la ra
Ix'/a.
Cuatro escuadrones de la guardin nnrional de á caballo, con estándar
!.• y música.
El mariscal «.orard, comandante superior délos guardia» nacionales,
y á su lado el teniente jeneral Jncqticminot , seguidos de lodo el estado
mayoi do la guardia nacional.
1.a 2.* lejion de la guardia nacional del rastro, tambores y miiM
el coronel á la cabeza.
I i i lejion de la guardia nacional de París.
l>os escuadrones de, la guardia nacional de á caballo.
Un coche negro con bordados de plata para el abale coquercun
peüan de la espedicion de Santa Melena.
Algunos jenerales y unos cincuenta oficiales del cuadro de rosen i ..
retirados, todos á caballo.
Algunos oficiales supriores de la marina real.
La banda de música fúnebre.
Kl caballo de batalla del Emperador, ron la silla y lósame»* que usa-
ba ¡Sapoleon cuando era primer cónsul. Esta silla se custodia en el guarda
muebles de la corona i es de terciopelo amaranto bordado de oro. > en la
mantilla y los caparazones están bordados con igual preciosidad losatri
bulos del comercio, de las artes , las ciencias y la guerra. El freno > los
estribos son de plat.1 dorada y trabajados al cincel ¡ encima de los estri-
bos hay dos águilas que se les añadieron en tiempo del Imperio. El caba
lio está cubierto de un crespón morado salpicado de abejas de oro . y tic
nele de la brida un lacayo á pié con librea del Emperador.
In pelotón de 1 '• sárjenlos condecorados , de la guardia nacional de
caballería, del cuerpo de caballería y de la artillería de linea , con la guai
dia municipal á las órdenes de un capitán del estado mayor jeneral de la
guardia nacional.
Un coche enlutado con cuatro caballos, en que iba la comisión de San-
la Helena.
Un pelotón de .Vi sárjenlos condecorados , de la guardia nacional de
infantería, de infantería de línea, de la guardia municipal de á pié y de
lo* /amadores bomberos, á las órdenes de un capitán del estado mayor
jeneral de la guardia nacional de infantería.
S7 sárjenlos A caballo . con banderas que tienen escritos los nombres
de los 80 departamentos y de la Aljeria; las lanzas de las banderas oslan
coronadas de águilas con las alas tendidas ; este destacamento va manda-
do por un jefe de escuadrón .
El principe de Joinville á caballo, con grande uniforme de capitán rt\
navio.
ÍU HISTORIA
Llama la atención de todos los concurrentes su tez curtida por el sol,
y su continente marcial. Salúdanle cou rail vítores alternados de gritos de
viva la marina, vivan los marinos de la belle-poule.
El estado mayor del príncipe.
Los 400 marinos de la fragata Belle-Poule , con pantalón y chaqueta
azul , sómbrenlo redondo de cuero, y sable en mano. Este destacamento
sirve de escolta al carro fúnebre, marchando en dos filas.
El carro Imperial.
A derecha é izquierda del carro, el mariscal duque de rkggio, el ma-
riscal MOUTOR , el almirante roussiu y el j efiend bertrau» , teniendo los
ángulos del mortuorio imperial.
Los antiguos edecanes y oficialesciviles y militares de la casa del Em
peradok.
Los prefectos del Sena y de policía , los miembros del Consejo jeneral,
los correjidores y agregados de París y de las parroquias rurales , en nú-
mero de un centenar.
Una diputación de antiguos militares de todos grados, que pertenecie-
ron á los ejércitos imperiales , en grande uniforme de granaderos \ caza-
dores de la antigua guardia, dragones de M emperatriz, húsares de la
muerte, chamburanes , volites, guias, lanceros encarnados, etc.
Las lejiones de la guardia nacional de Parts y del rastro, que después
de haber formado la carrera , sí; van replegando á medida que desfila el
acompañamiento.
Cierran la marcha :
Un escuadrón del \ ." de dragones, con el teniente coronel á la raheza
El teniente jeneral Schneider, comandante de la dnision de los aire
• dedores de París . con su estado mayor.
El mariscal de campo M. Hecquct, comandante de la La brigada de
infantería de las cercanías de Paris.
Un batallón del 5"¡.° de línea , con bandera, gastadores y música, y
el coronela la cabeza.
Las dos baterías de artillería colocadas en Neuilly.
Un batallón del 55.° de linea , con el teniente coronel á la cabeza.
El mariscal de campo M. Lawoestine, comandante de la brigada de
caballería.
Finalmente dos escuadrones del i .°de dragones con estandarte y mu
sica, y el coronel á la cabeza.
Avanza el acompañamiento majestuosamente por la carrera de los cam-
pos Elíseos, donde se agolpan para saludarle mas de cuatrocientos mil
espectadores. Los infinitos tablados dispuestos en toda la carrera están cua
jados de señoras lujosamente vestidas ■ todas las entradas de las casas se
ven atestadas de curiosos , pudiendo decirse que ni un solo lugar queda
DE NAPOLEÓN.
vacio.— Ku el tránsito, do qnicr turna la ideática vocería de enloaiaMno,
las mismas dcmosti acatamiento a la m ¡ Karwupon.
reno\ unióse . .ii mas \rlieincncia en || plaza <l • M r.oncordia -- \ la HM
\ mdi.1. la comitiva acabó de pasar «'I muelle y a\au/«» Mi la explanada de
kM Invalido! ; en el misino instante los vapores de la escuadrilla que lia
hian llevado el Khiihador de Rúan á Courl>c\oie unieron a situarse en
frente dd puente di kM Invalulos, remolcando Iras m la lanrha eataíal
eo.— La artillería anuncia la llegada á la verja de los I malulo* , y en un
instante los marinos con sus robustos brazos levantan el atand , las mi-
radas ansiosísimas de la muchedumbre consiguen divisar por debaj i iM
terciopelo el mortuorio imperial, el chano que encierra el cuerpo del hom
bre grande. Brotan lágrimas de los ojos de algunos antiuuo* guerreros, al
paso que los jóvenes estudiante* de laseacuelas militares tremolan los som
breros y llenan los aires con sus vitorea , á los que contesta la muche
ilumine
humus ii NEMES
A las siete de la mañana, ya empezaban á atestarse de concurrente |m
grandiosos anfiteatros construidos en ambos lados de la «planada . su:
que los arredrara la certeza de tener que estar esperando por lo menos
ocho horas con un frió de 10 grados. Junto á los fosos y a la derecha de
la puerta se iba formando una dilatada fila de personas vestidas de loto .
y se estendia hasta la calle de Borgoña ; en otros puntos agolpábanse igual
mente los convidados, deseosos deasistir al grandioso espectáculo, abríc
ronselas puertas a las once . y fué infructuoso todo el empeño en contener
7G0 HISTORIA
la multitud, quedando prontamente asaltadas todas las tribunas, partí
cularmente las del interior de la iglesia.
Hacia las once y media llegó la Cámara de diputados , con su presi-
dente á la cabeza, habiéndola precedido los varios miembros del orden
judicial. La Cámara de los pares no llegó hasta mas tarde.
A pesar del resguardo de la fuerza armada , las grandes corporacio-
nes del estado no pudieron penetrar sino con suma dificultad hasta la igle-
sia, tan cerrado estaba él jentiopor parte de afuera. Cuando por fin logra-
ron abrirse paso, siguieron tras ellas las diputaciones civiles y militares ,
y los dependientes de todos ramos, colocándose en el orden siguiente:
Q arzobispo con todo el clero al interior de la cúpula , detrás del ca-
tafalco, enfrente del altar.— Los ministros delante y un poco mas abajo
de la tribuna real.— Los Mariscales y Almirantes de Francia al otro lado.
—Delante de los ministros, el gobernador del cuartel de Inválidos , el
venerable mariscal Moncey , que se habia mandado llevar en un sillón
hasta el pié del altar para rendir solemne homenaje á la memoria de su
glorioso Emperador.— Los Pares ala derecha del catafalco ; — un poco
mas arriba, el Consejo de Estado. — Los Diputados á la izquierda del ca-
tafalco.
A la entrada de la cúpula, el Tribunal de Apelación, el de Cuentas, el
Consejo real de instrucción pública, el Instituto, el Colejio de Francia ,
los decanos de las facultades , el Tribunal real, los oficiales jenerales del
ejercito y marina, etc.
En la nave, los oficiales del ejército imperial , el Estado mayor de los
Inválidos, la Escuela politécnica , etc.
Hacia las dos, la artillería de los Inválidos anunció que el acompaña-
miento llegaba á la verja de honor.
Kn aquel acto, el arzobispo de París, acompañado de todo el clero ,
bajó en procesión para recibir el cuerpo debajo del pórtico.
Al paso del clero siguió un silencio relijioso ; y á pocos minutos se le
vio regresar en el mismo orden y seguido de toda la comitiva.
Encabezaba la marcha el príncipe de Joinvillc con uniforme de capitán
de navio y sable en mano.
Detrás de él venían los miembrosde Santa Helena, la comisión, y-,en se-
guida el ataúd, llevado , como se ha dicho antes, por 24 sárjenlos de mi
licia nacional, y otros 24 del ejército.
Lo mismo que en el tránsito, llevaban los cuatro ángulos del paño fu
neralel mariscal Molitor, el mariscal duque de Reggio, el jeneial Bertrand
y el almirante Roussin.
Seguían los oficiales superiores del ejército, los prefectos del Sena y de
policía , el Consejo jen eral déla ciudad de París, los correjidores y losan-
I»l > Um| | MS
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iL.
7f>2 HISTORIA
El jeneral Athalin llevaba en una almohada la espada del Emperador;
dióla al mariscal Soult, y este la entregó al Rey. Entonces S. M. encarán-
dose con el jeneral Rertrand , dijo : « Jeneral , os encargo coloquéis la
gloriosa espada del Emperador sobre su féretro. »
En seguida volvió el rey á su asiento, y el féretro quedó depositado en
el interior del catafalco, debajo del pedestal, en un sitio que miraba á la
nave. Los oficiales jenerales que habían llevado los ángulos del paño im-
perial se sentaron en las esquinas del catafalco , y la comisión de Santa
Helena se colocó delante.
Principió entonces la misa de difuntos. La orquesta estaba colocada de-
lante de los órganos, ydirijiala M. Habeneck: se componía de mas de tres-
cientos músicos.
Cantaban los solos Duprez, Rubini, Lablache, Tamburini, Levasseur,
Chollet, y las señoras Grisi , Stoltz, Persiani , Damoreau , García, Dorus,
etc.
El gran Rcqiem de Mozart surtió particularmente un efecto indecibl e,
y solo la santidad del lugar pudo enfrenar el ímpetu de los aplausos.
A las tres y media, los sacerdotes echaron el agua bendita sobre el
cuerpo.
El arzobispo presentó en seguida el hisopo al rey, y después de haber
cumplido S. M. con este último obsequio, se retiró.
Terminada esta última ceremonia, retiróse la multitud con piadoso re-
cojimiento.
Uno de los mas preciosos pasos de esta solemnidad , por lo que toca
al efecto de la decoración , fué en el acto en que se encendieron llamas
verdes y encarnadas en las urnas funerales , desde el órgano hasta el ca-
catafalco. La opaca luz que derramaban por la iglesia de los Inválidos le
daba una perspectiva verdaderamente fúnebre.
Por espacio de ocho dias, desde el 10 al 24 de diciembre, la iglesia
de los Inválidos estuvo abierta para el público, iluminada del mismo mo
do que el día de la ceremonia.
Fué tal la concurrencia de los curiosos . que dudamos tenga ejemplar
en tiempo ni lugar alguno. Mas de doscientas mil personas se agolpa-
ban todos los diasen las inmediaciones del altar , y sus filas se estendian
por una parte hasta el Campo de Marte y por la otra hacia la plaza de la
Camarade diputados. Los mas, después de haber pasado todo el día es
puestos á un frío intensísimo, ala nieve y la tramontana, tenían que vol-
verse sin haber podido entrar , pero todos confiaban volver á probar
fortuna al siguiente día. El grandiosísimo espectáculo no tan solo atraía
al vecindario de la capital, sino al de las poblaciones mas lejanas. Al oc-
tavo dia, cuando el gobierno mandó cerrar la iglesia , en vez de haber
menguado la concurrencia, no parecía sino que se iba aumentando, en
-
DI \ \ln| \n\ 7*T.
Iri minos qtM ii M bobteN .lilatado U «poMne*. Ae lodo» lo»
mundo hubieran acudido á tributar aqnd pateóte bamrmr á
-l< I / mperador
I sin iw/mní/fraWr ceremonia /WnJntfs
keeko en circunstancias análogas , sin que se i
la solemnidad que requerió etisvtaftids
Celebróse por disposición del tenor ministro det interior . la orre
yin M Cmvé, director de los nobles artas, g M Charlea Bmmdominmrm
uil encargo por el gobierno de todos los disposiciones rtlot ítems mí
cerrmnntal
Ijo ejecución del turnio tartam. , de los adornos dr la UVM* i*
n I UAI . . y de lodos tas colgádmeos , bordado» g decormiomm dHsmsacto
de los i*v alióos . se encargo a la administración,** ios pompas fon*
rales.
Finalmente , el conjunto dr la ceremonia fs\
disentís de los sanares Blouct. íjabroust*
quitectos.
i M'H \MDEvn;
Kl sábado «de febrero siguiente, al mtdjjjdlo, d féretro del
que estaba depositado desde el dia de la fúnebre milioite IS i
1 1 • debajo del catafalco imperial , fué trasladado á una tapiterttesjla di»
puesta á la derecha del alta*, en ana de las cúpulas secundarias de la igk
sia de los Inválidos. Esta Ifiíl ación se efectuó en presencia del OMrisral
Moncey , gobernador, y del jenerel Petit, convidante de loa Inválidos,
del estado major de la casa , de la división de oficiales y de las trace di
visiones de sarjemos y soldados. Kl mimer o de personas convidadas era
muy reducido : el jenertl Bertrand. el jeneral Gonrgatid . V. da I jas Ca
•piiní toe femado según
. YisxamH.fffalix Martin.
zes hijo, M. Cavé
más miembros
eran los únicos
Cuatro 01
Kl oficio
tle los Inv
ataúd del
y
I les p..-s
or ©Vías nobles artes, M.
de Santa Helena ¡
y tos de
ron |aj de la ra«j
teman los ángulos del paño
celebrado par el abale M.
por sortero. Despoe» da te ansa, se retiro d
lo mismo que d dia qoe eelrt
corona imperial á te cabe/a y te aspada y d
asta esperie de eaml . r
ni.» _
y todos tes eo
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70í HISTORIA
Jerónimo, donde el clero y los artistas de la iglesia cantaron un Da pro-
fundís; todos los asistentes echaron agua bendita sobre el ataúd , v cer
ráronse las verjas á su presencia.
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