Skip to main content

Full text of "Historia moderna de El Salvador. --"

See other formats


3  9007    0320    9845    1 


Date  Due 


I  N  D  !G  Eî 


Introducciôn  a  la  Historia  Moderna  de   El   Salvador. . 

Cdmo  se  forma  El  Salvador .... 

La  tradiccidn  y  las  inscripciones   ...  .... 

El  invente  del    mafz  ....         .... 

La  Epope3'a  de  Cuscatlân  ....  .... 

Pleito  por  el  derecho    a  nombrar  Juez  en  el  Marquesado 

Lorenzana     .... 

Las  ideas  de  Delg-ado.  Arce,  los  Ca&as  y  demâs  prdceres 

La    Ccnstitucidn  de  1812  

El  Combate  contra  la  idiîa  de  una  Monarqufa  Americana 

Combate  centra  el   Imperio ......  

Autonomismo    y  Federaciôn   ....  ....  

Aristocracia  y    Demccracia  .....  

San  Salvador,  Capital  Fédéral .... 

Signiiîcado  del  Obrajuelo 

Guerra  contra  el  esclavismo  y  la  Conquista  .... 

Nuevo.q  esfuerzos  por  la  Uni6n  y  las  reformas    libérales  . 
Los  creadores  de  niiestra  Historia ...... 


de 


1 

1 
2 

11 
15 

16 

18 
21 
22 
23 
24 
24 
25 
25 
26 
27 
30 


CAPITITLO  I 


En  iSoS.     /It'c/ios    que  preparan  a  iSji....         ....         31 

El  proceso  del   Escorial....              32 

Sublevacion  de    Aranjuez.  .  .  .          , 36 

Guerra  de  la  Independencia  en  Espâûa            '^4 

La  epopeya  de  la  Indcpondencia  Espafjola .^1 

Se  elige  en  San  Salvador  un  Elector  de  Miembro  de  Gobier- 

no  de  Espana  e  Indias       56 

Emisario.s  Bonapartistas               58 

El  Sefîundo  paso  a  la  aulonomia   ...                .^9 

El  Tribunal  de  Fidelidad             61 

Trdgico  ftuccso  de  Gonzalez  MoUinedo             61 

El  Capitân  General   Bubtamante     ...              62 

La  Voz  de  Arrérica  en  las  Cortes. .  . .              60 

El  Salvador  se  di.spone  a  la  luclia  de  los  doce  ano.s 71 


CAPITULO  II 

El  PriviQ.r  Grito  de  hidependencia  73 

Adtlenda  alCapîtulo  II         110 


CAPITULO  III 

ImpDrtancia  del  Primer  Grito  de  Indeperdencia 151 

Repercusiôn  del  5  de  Koviembre. ...  153 

CAPITULO  IV 

i8i2  155 

La  maldiciôn  de  Isteoeque 156 

Muerte  del  Dr.   Sicilia..  157 

Curso  de  los  sucesos....             ......  15^ 

Promdlgase  la  Constitucion  de  1812.  159 

Fiesta  de  la  Constitiici6n  167 

Addenda  al  Capftulo  IV  ....  124 

CAPITULO  V 

La  igualdad   social 133 


INTRODUCCIÔN  A  LA  HISTORIA  MODERNA 
DE    EL     SALVADOR 


<LCômo    se   forma    El    Salvador? 


Pareceria  que  la  HistoriaModerna  de  El  Salvador, 
por  serlo  desde  luego  de  una  provincia  y  después  de 
un  Estado  fédéral,  por  mucho  tiempo  condenase  a  los 
lectores  a  seguir  las  efemérides  sin  emociôn  de  sucesos 
insignificantes,  y  a  estudiar  el  cronicôa  de  hechos  ais- 
lados  y  sin  trascendencia,  escrito  como  los  apuntes  de 
un  fraile  cronista  en  su  convento  o  de  un  cronista  mu- 
nicipal en  una  ciudad  pretenciosa  y  de  tercer  orden. 

Pero  ni  en  los  tiempos  anteriores  al  descubrimiento 
de  America,  ni  durante  el  coloniaje,  ni  después  de  la 
ruptura  del  Pacto  Fédéral,  el  drama  ha  dejado  de  ser 
palpitante. 

Desde  luego  el  asunto  que  debe  interesarnos  sobre- 
manera  es 


2  FRANCISCO    GAVroiA 

LA  FORMACIÔX   DE   LA    ENTIDAD   POLITICA 
LLAMADA   El   SALVADOR. 

Los  origenes  de  ua  pueblo,  las  razones  de  su  for- 
maciôn,  su  carâcter,  explican  su  papel  en  la  Historia. 
Tal  es  ei  asunto  de  este  estudio  preliminar. 

LA    TRADICIÔN  Y  LAS   INSCRIPCIONES 

Al  hablar  de  la  tradiciôn  como  date  para  el  estu- 
dio de  la  formaciôn  de  la  entidad  que  se  llama  El  Sal- 
vador, es  bueno  tener  en  cuenta  que  los  que  escribieron 
las  que  se  ha  Uamado  puras  leyendas,  tuvieron  a  la 
vista  los  manuscritos,  côdices  o  analtés,  los  oyeron  leer 
a  los  hierogram matas,  o  los  aprendieron  a  leer,  y  por- 
que  los  comprendieron  los  hicieron  quemar.  El  resu- 
raen  del  calendarioy  lasceremonias  religiosas,  polîticas, 
industriales  y  artîsticas,  de  la  obra  delObispo  Landa, 
es  el  resumen  de  los  côdices  que  han  Uegado  hasta 
nosotros,  cuyos  signos  como  siempre  se  juzgô  con 
acierto  son  los  mismos  signos  de  las  inscripciones  de 
Copân  y  de  muchas  piezas  arqueolôgicas  de  El  Salva- 
dor. 

Solo  habiendo  él  coraprendido  las  inscripciones  de 
manuscritos  y  monumentos  se  expHca  la  firmeza  con 
que  un  hombre  tan  veraz  (aunque  por  el  espiritu  reli- 
gioso  de  su  época,  tan  fanâtico  o  intolérante)  como  el 
Obispo  Nûnez  de  la  Vega,  de  Chiapa,  afirma  la  exis- 
tencia  de  Votân,  su  parentesco  y  las  obras  que  reali- 
zara,  con  los  porraenores  del  modo  como  se  conservô 
el  manuscrito  de  que  el  mismo  Votân  era  autor.  Nû- 
nez de  la  Vega,  como  Landa,  ordenaron  que  se  quema- 
sen  los  côdices  después  de  haberlos  extractado.  Ade- 
mâs,  los  calendarios  que  son  un  resumen  de  la  ciencia 
precolombina,  con  su  coraplicadisima  distribuciôn  del 
tiempo  en  dfa?.  semanas,  meses,  anos  y  ciclos,  su  mi- 
tolcgia  y  la  distribuciôn  de  ceremonias  de  todo  carâc- 
ter, no  podîan  ser  comunicados  de  memoria,  a  los  cro- 


HISTORIA   MODEBNA   DE   EL  SALVADOR  3 

nistas  que  corao  Landa,  l^s  h^n  trasmitido,  por  ins- 
truidos  que  fuesen  los  hioi .  grammatas,  porque  éstos 
no  conocian  las  correspondeocias  con  la  cronologi'a 
espanola.  Todas  las  particularidadet  de  las  cérémo- 
nies que  se  sucedi'an  en  fechas  determinadas  y  descri- 
tas  por  Lmda.  suponen  que  su  obra  fué  escrita  con 
los  analtés  a  la  vista;  y  lo  mucho  que  de  ellos  corres- 
ponde a  la  mitologîa,  que  atribuîan  a  inspir..ciôn  del 
demonio,  originô  las  ôrdenes  vandâlicas  de  Nùnez  de 
la  Vega  y  de  Landa,  de  queraar  todos  los  côdices,  de 
los  .:ua]es  solo  quedan  el  Coriesiano,  el  Peresiano  y 
el  Dresdense. 

Puede  tenerse,  pues,  como  cierto,  que  las  tradicio- 
nes  que  nos  han  dejado  los  cronistas  son  la  sustancia 
de  los  côdices  y  las  inscripciones  y  que  soc  la  posible 
historia   americana   anterior  al   portentoso    descubri 
miento. 

iQué  parte  de  esta  tradiciôn  le  corresponde  a  El 
Salvador? 

Vamos  a  exponerlo  valiéndonos  de  las  frases  tradi- 
cionales  de  los  textos  originales  traducidos  y  de  los 
mismos  cronistas,  pues  ellos  lienen  una  dignidad  de 
que  carecen  los  que  después  se  han  escrito  sobre  las 
cosas  precolorabinris. 

Thpallan,  la  tierra  de  donde  llegô  a  los  pai'ses  del 
Norte,  una  raza  conducida  por  un  personaje  ilustre, 
tiene  el  distiniivo  inconfundible  de  ser  ndhoate,  de  la 
razi  di-tinta  de  la  maya,  de  la  quiche  y  de  las  otras 
que  caracterizan  a  El  Salvador  en  la  época  precolom 
bina. 

Ahora  bien:  ^cudl  es  el  Tlapallan  a  qu-  todos  los 
cronistas  dan  el  nombre  de  «raisterioso»?  (*) 

Desde  luego  no  es  un  pueblo  maya,  corao  lo  es  Co 
pan,  pues  de  él  sale  como  un  vivero  de  pueblos,  im- 
portante eraigraciôn  que  va  a  las  regiones  que  bana  el 
Usumacinta,  eraigraciôn  que  funda  laciudad  de  Tula, 
cerca  de  Palenque  y  a  él  se  retira  el  Jefe  de  ese  éxodo 

(*)  Conferencia  del  aiuor. 


4  FRANCISCO    GAVIDlA. 

cuyo  nombre  es  el  de  la  «Estrella  de  la  Manana>,  a  lo 
que  parece  despué?  de  una  iasurrecciôn  de  los  suyos» 
A  él  se  retira  otro  personaje  del  misrao  nombre,  el  re 
formador  de  la  civilizaciôn  de  la  otra  Tuîa,  del  Anâhuac, 
cuando  es  arrojado  por  los  ecemigos  de  su  religion,  lo& 
sectarios  de  la  Luna. 

A  Tlapallan,  en  fin,  se  acoje  el  ûltirao  destronado 
Topitzîn  de  l.i  n.isma  Tula  del  Anâhuac,  Axcitl,  el 
hijo  célèbre  de  la  Reina  Flor,  la  no  menos  célèbre  in- 
ventera del  pulque. 

iCuâl  es,  pues,  el  œisterioso  Tlapallan? 

La  circunstancia  de  que  ambos  jefes  que  llevan  el 
nombre  de  la  Estrella,  abandooan  el  pais  de  Palenque, 
el  uno  en  siete  barcas  y  el  otro  en  una  bal*a,  medio  de 
navegaciôn  que  no  permite  alejarse  de  las  costas;  y  de 
que  los  nâhoas  que  fundaron  el  Quiche,  caminaron 
segûn  tradiciones,  por  el  mar,  ei  cual  se  retiré  para 
abrirles  paso,  lo  que  parece  senalar  el  fenômeno  de  las 
mareas;  esta  indicando  que  el  «raisterioso  Tiapallan> 
es  un  pais  del  Sur,  un  pais  nâhoa,  de  la  mi-ma  faoni 
lia  e  idioraa  de  los  emigrantes. 

Confirma  esta  creencia  la  fr^^^e  de  don  Pedro  de 
Alvarado  en  su  segunda  carta  a  Hernân  Coriés,  en 
que  refiere  su  expediciôn  a  Cuscatlân:  «Aquf  supe, 
dice,  de  muy  grandes  tierras,  la  tierra  adentro   . .  .> 

«Pasados  estos  dos  me^es  de  invierno  que  quedan, 
que  son  los  mas  recios  de  todo,  saldré  de  esta  ciudad 
en  demanda  de  la  Provincia  de  Tapalan  (sic)». 

La  llama  provincia  y  no  ciudad:  trâtase  de  un  pais. 

Ixtlilxochitl,  el  principe  cronista  mexicano,  al  ha 
blar  de  que  su  antepasado  del  mismo  nombre,  acom 
panô   a  Cortés  €n  su   viaje  a  Honduras,   menciona  a 
Tlapallan,  ^runa  provincia,  — estas  son  sus  palabras, — 
que  se  halla  cerca  de  Yhueras.  3> 

Yhueras,  por  Ibueras, — que  es  Honduras. 

Sahagûn,  Torquemada  y  Brasseur  de  Bourbourg, 
lo  mencionan  también  y  a  porfi'a,  y  son  los  que  haa 
vulgarizado  la  tradiciôn. 


HISTORIA   MODERNA   DE   EL  SALVADOR  5 

La  région  indicada  conserva  las  ruinas  de  Copân, 
de  Quiiigfuâ  y  de  Mictiân,  situadas  en  las  fronteras  de 
las  très  Repûblicas  de  El  Salvador,  Guatemala  y  Hon- 
duras, siendo  la  ciudad  nâhoa  la  de  Mictlân.  fundada 
cerca  del  Lagfo  de  Gùija, — la  del  santuario  faraoso  de 
la  E^trella  de  la  Minana,  con  su  templo  redondo,  su 
gran  Pontifice  que  llevaba  el  tîtulo  de  Teoti,  su  con- 
sejo  de  grandes  sacerdotes  y  sus  leyendas  y  ritos  muy 
conocidos  de  los  cronistas. 

Finalraente,  el  norabre  pipil^  no  sigoifica  solo  el 
que  hab'a  mal  y  corao  los  nitios  el  idioma  nâhoa  o 
nâhuate,  sino  tarabién  «noble»,  «antiguo>,  segûn  los 
mism.os  cronistas. 

Es  tradiciôn  que,  como  lo  anterior,  refieren  estos 
cronistas,  que  el  Topiltzîn  de  un  imperio  del  Sur,  dis- 
cernia  la  investidura  a  los  reyes  de  paîses  vecinos,  y 
este  es  el  desterrado  Axcitl,  ya  mencionado. 

La  expediciôn  de  los  mercaderes  enviados  por  Ahui- 
zotl,  tiene  c<:>rriO  lo  veis,  poca  importancia;  es  sin  duda 
una  de  tantas  emigraciones  de  los  nâhoas  del  Norte,  a 
la  région  que  parece  de  su  origen. 

Hâ'lase  claro  que  solo  la  familia  pipil  es  nâhoa,  co- 
mo Mictlân  y  Cuscatlân,  y  que  solo  ella  pudo  estar  en 
contacto  con  las  ciudades  de  Copân  y  Quiriguâ  de  sus 
padres  los  mayas;  que  ella  son  Tlapailan  y  el  Imperio 
del    Sur>. 

Veamos  pues  las  tradiciones  de  esa  r^za  y  de  ese 
Tlapailan,  que  son  la  raza  pipil  y  los  paîses  vecinos  a 
Honduras,  es  decir  Mita,  Cuîcatlân  y  las  demâs  ciu- 
dades nawas  o  nâhoate^î,  de  cuva  primera  patria  ha 
blan  el  Popol  Vuh,  el  principe  Xahi'â,  en  el  manus- 
crite kachikel,  los  cronistas  Sahagûn,  Torquemada, 
los  documentes  antiguos  copiados  por  Yxtlil  Xochitl 
y  otros,  cuyos  pasajes  con  frecuencia  no  hareraos  sino 
copiar  literalmente: 

De  Tlapailan  dice  el  Popol  Vuh: 
<Es  allî  donde  se  habi'an  multiplicado   por  modo 
considérable  y   donde  vivîan  en  la  edad  de  oro  (zak 


6  FRANCISCO    GAVIDIA 

gih).  Entonces  no  habian  contraido  el  hâbito  de  ale- 
jarse  de  lus  lugares  que  les  vieron  nacer;  oo  pagaban 
tributo  y  hablaban  un  eôIo  idioma.  No  incensaban 
la  madera  ni  la  piedra.  Se  contentab.in  con  levantar 
jos  ojos  al  cielo  y  observar  la  ley  del  Creador.  Espe- 
raban  con  respeto  la  apariciôn  del  Sol,  saludandocon 
sus  invocaciones  la  Estrella  de  la  Manana.  Y  ei  co- 
razôn  lleno  de  amor  y  de  obediencia,  dirigi'an  al  cielo 
una  plegana  para  obtener  descendencia  con  las  si- 
guientes  palabras:— jSalud, Creador  y  Formador;  mi- 
ranos,  ôyenos!  Corazôn  del  cielo,  corazôn  de  la  tierra, 
no  nos  dejes,  no  nos  abandones  en  nada.  Dios  del  cie- 
lo y  de  la  tierra!  Corazôn  del  cielo,  corazôn  de  la 
tierra,  proteje  nuestra  posteridad  para  siempre  y 
cuando  llegue  el  dfa  alumbra  y  ensanch  i  nuestro  ca- 
mino.  Concédenos  el  reposo,  un  reposo  gloriosc,  la 
paz  y  la  prosperidad,  la  justicia  de  la  vida  y  de  nues» 
tro  ser;  concédenoslo  joh  Huracân,  Relâmpago  y  Ra 
yo!  tu  que  sabes  todas  las  cosas  grandes  y  pequenas.» 

El  Popol  Vuh  da  los  nombres  d2  las  principales 
fami  ias  de  ese  pais  de  Tlapallan  y  estos  nombres  son 
pipiles  0  nawales:  eran,  Monte,  Tepeu  (Tepetl,  en  me 
xicano);  Cabeza,  (Oloman,  de  Olom,  cabeza);  Leôn, 
de  Coh,  leôn);  Porta  Coller,  (A/iau,  de  Ah  posesivo 
y  Azv,  collar  de  oro),  titulocomûn  a  todos  los  princi- 
pes de  origen  maya.  Habfa  también  la  familia  de  los 
Quenech. 

Del  raismo  idioma  es  el  término  Tlapallan, — 
tierra  de  colores  —  como  en  la  expresiôn,  ilapali  eztli, 
sangre  de  color,  que  es  la  sangre  azul  del  castclîano. 
<Veve^    Tlapallan,  «el  antiguo  o  el  gran  Tlapallan>. 

También  pertenece  naturalmente  al  mismo  idio- 
ma el  nombre  de  la  raza:  Nawal,  nahual  o  ndhuaU. 
En  pipil  como  en  mexicano  signifîca  instruido,  exper- 
to,  conocedor  de  las  ciencias  (que  en  este  caso  son  los 
almanaques,  vale  decir,  la  astronomie,  la  cronologfa, 
las  siembras  del  maiz,  del  cacao,  la  crianza  de  las  abe- 
jas,  la  arquitectura,  la  escultura  de  figura   ornamen- 


mSTORlA    MODERNA    DE    EL   SALVADOR  / 

tal  y  geroglifica,  las  artes  utiles  y  tarabién  los  ritos 
que  en  este  caso  son  los  de  la  Estrella  de  la  Manana, 
—  Quetzalcohuatl,  —  &.,  &.) 

Los  cronistas  espanoles  escojieron  termines  des- 
pectivos  para  expresar  estas  cosas:  asi,  nawal,  en  el 
diccionario  de  Molina,  sigfnifica  iadino,  cuya  significa- 
ciôn  es  equivoca-  El  quiche  tiene  la  rafz  Naw  o  A^ao, 
conocer,  sentir,  saber.  Uu  autor  hace  notar  la  semé- 
janza  de  la  expresiôn  Nahua l  con  la  ingle>a:  Noiv-alt 
que  se  pronuncia  Nahuot\  ambas  significan  la  idea  de 
saberlo  todo. 

Las  dos  razas,  nawal  y  maya,  l';s    trabajos  de  es- 
cultura  y  ornaraentaciôn  [que  ostentan,    la    una    civi 
lizaciôn,  por  ejemplo,  en  las  ruinas  de  Mita  y  la  Quema- 
da  y  la  otra  en  Palenque   y  Copân];  la    existeccia    de 
hombres  blancos  (como  se  ve  por  la  pintura.  tal  vez  la 
de  Qaezalcohuatl,  de  un  personaje,  en    el   côiice  Cor 
tesiano)  en  Tlapallan,  se  ven  mencionadas  en  el  pasa- 

je  siguiente  del  Popol-Wuh:  < mientras  vi 

▼ieron  en  paz  los  hombres  negros  y  los  hombres  blan 
ces,  {ta  xqohepa  qui  chiri  geka  winak,  zaki  winak 

)  hubo  imâgenes  y  semejanzas  {wachibal)  de 

hombres;  hubo  lenguas  diversas;  hubo  quien    las   en- 
tendiera  una  y  otra  (cay  u  xiquin,  de  dos  orejas). 

Supose  en  Tlapallan  que  exiitian  paises  de  gon- 
tes  que  «iban  por  las  raontanas,  grandes  y  pequenos, 
como  insensatos,»  y  donde  no  habia  casas.  Estos 
paises  se  hallan  segùn  el  Pot>ol  yu/i,<ide\  lado  en  que  el 
sol  se  leranta.»  La  expresiôa  «el  oriente»  juega  un 
gran  papel  en  estas  tradiciones:  salen  las  emigracio- 
nés  hacia  el  oriente  y  llegan  del  oriente.  Basta,  sin 
embargo,  para  explicârselas  estudiar  un  mapa.  De  la 
région  de  Tlapallan  a  Golfo  Dulce  y  las  costas  de  Be- 
lice  y  Yucatân,  se  marcha  y  se  navega  hacia  el  oriente; 
de  las  costas  de  Yucatân  al  lago  de  Términos  y  los 
rios  histôricos  de  Usumacinta  y  Tabasco,  se  navega 
desde  el  oriente. 

Pero  no   todas  las   tradiciones   hablaa   de   inmi- 


8  FRANCISCO    GAVIDIA 

garantes  de  Oriente,  al  tratarse  de  la  llegada  de  los  na- 
wales  o  nâhoates  a  la  regiÔQ  del  Usumacinta;  el  histo 
riador  indîgrena  Manoz  Camarg-o  {Historia  de  la 
Repûblica  Tlascald),  afirma  que  las  tribus  que  arri- 
baron  a  Pânuco  Uegaron  por  el  Mar  del  Sur,  o  sea 
el  Pacifico,  pasando  por  un  istmo  al  Atlântico,  y  de 
allî  a  Pânuco.  Tratândose  de  gente  que  habla  el  nâ- 
huate,  que  llega  del  Pacifico  y  cruza  un  istrao,  para 
llegar  cerca  de  Veracruz,  no  puede  ofrecerse  otro  pafs 
m  as  que  Tlapa';lao,  entendiéndose  por  este  la  région 
de  Mita,  Cuscatlan,  Quiriguâ  y  Copân. 

E^  esta  eraigraciôn,  con  uno  o  arabos  itinerarios, 
la  que  eraprenden  los  tlapalenses. 

Las  primeras  familias  que  emigrarcn    son    las    de 
Dan  y  los  Ilocab.     Lo  que  se  observa  en  las  piezas  ar 
queolôgicas  donde  la  maya  y  lo  nawal   aparecen  ya  se- 
parados,  ya  raezclados  se  observa  en  los  nombres.  Los 
de  Dan,  se  llaraan  los  Tamub,  plural  maya. 

Pasa  un  tiempo  indeterminado  entre  esta  emigra- 
ciôn  y  la  capitaneada  por  el  primer  Quezalcohuatl,  na- 
rra da  por  el  Popol  Vuh  y  por  Sahagûn  en  el  Libro  X, 
Capitulo  29. 

Tarabién  hace  referencia  a  ella  el  Padre  Las  Ca- 
sas, en  su  Historia  Apologética,  Tomo  III,  Capitulo 
123,  y  como  Sahagûn,  afirma  que  se  daba  Quetzal  (*) 
el  tîtulo  de  Senor  por  Excelencia. 

Llega  esta  segunda  emigraciôn  al  n'o,  después 
al  puerto  fluvial  de  Pânuco,  cuyo  fondo  es  la  cordille- 
ra  de  Sierra  Nevada, —  en  siete  naves  que  Sahagûn 
refiere  que  se  llamaban  Tchicom — Oztoc  o  Siete  Gru- 
tas.  Este  nombre  con  el  de  Pânuco,  (desembarcade 
ro)  que  dio  Quetzal  a  ese  lugar,  son  términos  del  nâ- 
hoate.  Seguîan  a  Quetzal  varios  hierogrammatas, 
que  en  aquel  idioma  sellaman  amoxoaques, 

Quetzal  personalmente  custodiaba  al  Dios  Opu^  o 

t*)Por  razones  de  brevedad  designaremos  con  uno  de  sus  componentes 
el  nombre  de  Quetzal-Cohuatl. 


mSTOFIA   MODERNA   De   EL  SALVADOR  9 

el  Viento  de  la  Noche  [Yohualli  Ehécatl].  Este  nom- 
bre iadica  que  este  dios  representaba  la  Estrella  de  la 
Manana,  uno  de  cuyos  atributos  era  el  dominio  del 
Viento.  Llamâbase  tambiéa  el  Invisible,  porque  per- 
manecia  euvuelto  en  muchas  bandeletas  por  siglos  y 
sigflos.  Era  un  simbolo  de  piedra  verde  e  incrustado 
en  madera.  Sus  fiestas  se  repetîan  al  fin  de  cada  mes 
al  son  de  grandes  couchas  marinas.  {Historia  por 
Sahugùn,  Libro  X,  Capîtulo  29). 

Los  eiiigrantes  exploraron  las  costas  y  llegaron 
a  Xicalanco,  ciudad  donde  se  fabrican  jicaras  y  hua- 
cales,  situnda  entre  la  Laguna  de  Términos  y  el  mar. 
El  Padre  Las  Casas  en  su  Historia  Apologética,  To- 
mo  III,  Capi'tulo  123,  refiere  que  en  Xicalanco  se  con- 
serva la  tradiciôn  de  la  llegada  de  Quetzal  con  veinte 
jefes.  Refiere  también  que  se  decîa  que  el  héroe  era 
una  serpiente,  coronada  de  plumas. 

No  puede  explicarse  esta  afirmaciôa  si  no  es  por 
los  geroglîficos  de  Quetzacohuatl,  que  expresan  su 
nombre  maya.  Cukulkân,  que  unas  veces'es  una  ser- 
piente cubierta  del  signo  de  la  pluma  repetido  a  lo  in- 
fioito  y  otras  un  piumero  {kukut)^  puesto  sobre  una 
parte  de  âofora,  cam:  lo  que  hace  Kukulcdn, 

Sea  que  el  pueblo  tome  los  geroglîficos  por  un 
mito  o  que  el  padre  Las  Casas  no  Uegase  a  conocerlos 
catunes,  la  aserciôn  no  podrîa  explicarse  de  otro  modo. 

El  geroglîfico  de  la  serpiente  cubierta  con  signos 
repetidos  de  la  pluma  que  tienen  la  forma  de  U,  se  ha- 
lia  en  gran  tamano  en  las  primeras  paginas  del  Côdice 
de  Dresde:  sobre  él  esta  repetido  siete  veces  el  nom- 
bre de  Kukulkân,  formado  por  letras.en  siete  katunes 
iguales. 

El  geroglîfico  del  piumero  sobre  la  ânfora  se  halla 
en  las  primeras  paginas  del  Côdice  Cortesiano. 

Xicalanco  pertenece  a  las  tierras  de  Nonohualco, 
en  las  desembocaduras  de  Usumacinta  y  del  Tabasco. 
Nonohualco  o  Nonuhalco,  es  un  nombre  muy  co- 
nocido  en  la  région  pipil;  dos  o  très  revoluciones  en  la 


10  FRAHCISCO    GAVIDIA 

época  moderna  estân  unidas  a  este  nombre;  la  princi 
pal  de  ellas  derribô  al  indomable  Jefe  Prado,  y  su  eau- 
dillo  se  llamô  Aquino. 

Crecieron  las  colonias  tlapalecas  a  puoto  de  des- 
pertar  la  rivalidad  de  Palenque;  su  gran  rey,  Wucub- 
Caquix,  y  su  consejo  de  doce  reyes  tal  vtz  les  habrian 
declarado  la  guerra  si  un  terremoto  que  produjo  rara 
inundaciôn,  no  hubiera  destruîdo  gran  parte  del  emi- 
grante  pueblo  pipil  o  tlapalense,  que  pereciô  sumer- 
gido  en  las  aguas. 

Wi  Popol  Vuh  hace  decir  en  taies  raomentos  a 
Wucub  Caquix  en  su  palacio  de  Palenque: 

«Este  punado  de  hombres  que  han  perecido  aho- 
gados  era,  verdaderamente,  de  sabios!> 

Eran  de  veras  nohoas  o  nahuales,  diceel  original. 
Puede  la  inundaciôn  haberse  verificado,  no  por  efecto 
de  un  terremoto  sino  por  la  crecida  del  Usumacinta, 
anual  y  periôdica,  como  la  del  Nilo,  y  en  este  caso  la 
expresiôn  /'sabios,!  de  Wucub  Caquix  tendria  toda  la 
ironia  que  los  mayas,  a  fuerza  de  civilizados,  emplea 
ban  con  frecuencia,  y  esto  aun  enraedio  de  las  situa- 
ciones  dramâticas.  El  principe  seguîa  diciendo:  <Por 
consiguiente  extenderé  mi  dominaciôn  sobre  todas  las 
gentes. 

<Yo  soy  el  sol,  soy  el  esplendor,  soy  brillante  como 
la  luna.  Grande  es  mi  esplendor;  por  mi  le?  hombres 
existen  y  caminan.  Mis  ojos  son  como  la  {jiata  in- 
crustada  de  zafiros;  son  semejantes  al  color  del  cielo; 
todas  mis  extremidades  irradian  como  la  lun?  !» 

Se  sabe  que  los  Atehpal  llevaban  un  calzado  de 
oro  y  la  escultura  de  Copân  nos  rauestra  los  ricos 
brazaletes  propios  de  una  indumentaria  que  pudo  ser 
uso  de  los  reyes.  Pero  oigamos  al  principe  Wucub 
Caquix:  "Mi  trono  es  de  metales  preciosos  y  cuando 
salgo  de  mi  palacio,  ilumino  la  tierra.  Asi,  pues,  yo 
soy  el  Sol,  yo  soy  la  Luna." 

Estas  expresiones,  el  Sol,  la  Luna,  en  boca  del 
principe  de  Palenque,  serîan,  Kin  y  £7,   es  decir,  dos 


HISTORIA   MODERNA    DE   EL   SALVADOR  H 

de  los  dioses  mayores.  Wucub  Caquix,  decfa,  pues, 
UDa  blasfemia. 

El  rey  decfa  por  fin  cod  arrogancia: 

«Por  la  fuerza  y  la  belleza  de  mis  vasallos,  mis 
ojosdominan  a  lo  lejos.»  «Asi  hablaba  Wucub  Caquix, 
henchido  como  estaba  por  ?u  oro  y  sus  riquezas.3> 

Ademâs  del  Popol  Vuh,  hablan  de  esta  inunda* 
ciôn  la  Historia  de  los  Soles  de  Ixtlilxochitl  y  Go- 
mara. 

Entre  ios  que  se  escaparon  delà  catâstrofe,  segûn 
estes  dos  ûltimos  historiadores,  se  cuentan  los  hijos 
de  Iztac  Mixcohuatl,  Queizalcohuatl  y  Xeihua,  funda- 
dor  de  la  pirâmide  de  Cholula. 

El    Invento    del    Maiz 

Llegamos  a  un  momento  de  gran  importancia, 
no  digamos  (aparté  toda  exageraciôn)  para  los  pipiles, 
sino  para  una  gran  porciôn  de  lahumanidad,  — el  del 
invento  del  mafz. 

La  relaciôn  siguiente  se  funda  en  las  del  Popol 
Vuh  y  de  la  Historia  de  los  Soles,  copiada  por  Ix- 
tlilxochitl de  documentes  de  lengua  nâhuatl.  Estos 
dioses,  asî  Uaman  a  los  eraigrantes  los  documentes 
citados,  celebraban  consejos  llenos  de  tristeza:  se  tra- 
taba  de  hallar  el  modo  de  alimentarse.  Quetzal,  con 
veluntad  indomable  dispuse  internarse  en  el  continen- 
te. Caminô  bastante  y  por  fin,  al  césar  la  estaciôn  llu- 
viesa,  hallô  campes  en  que  altas  espigas,  dobladas 
por  mitad,  de  manera  que  se  inclinasen  sus  panojas  pa- 
ra resguardarlos  de  la  accion  de  la  lluvia,  secas  ya  por 
el  sol,  parecian  las  varas  innumerables  de  lostirsos,  de 
que  pendîan  la  pina  y  las  cintas  de  un  celer  de  oro 
riejo,  como  nueva  manifestaciôn  que  la  Naturaleza 
guardaba  eculta,  de  la  fecundidad  del  eterne  diôny- 
sos.     Era  el  maiz. 

Vio  Quetzal  que  les  cultivadores  hacîan  la  reco- 
lecciôn  y  trasportaban  las  mazorcas  a  las  trojes. 


12  FRANCISCO     GAVIDIA 

Present6?e  como  un  enviado  divino. 

El  nombre  que  dieron  los  emigrantes  a  esa  regiÔQ 
en  su  idioma  es  Tonacatepetl. 

Los  mayas  lo  llaraaban  "el  lugar  en  que  se  divi- 
den  las  aguas  que  caen,"  que  es  la  significaciôn  de  los 
términos:  Paxil-Cayald,  El  Jefe  del  pais  se  llamaba 
Utiu.  Rechazado  Quetzal  desde  luego,  debiô  a  su 
elocuencia  que  por  fin  se  le  tributasen  los  honores  que 
pretendfa. 

La  tradiciôn  de  este  episodio  se  conservaba  en 
Guatemala.  He  aqui  las  palabras  en  que  lo  refiere 
el  Manuscrito  de  Tecpan-  Atitldn: 

"No  se  hallaba  nada  con  que  alimentarse.  Este 
alimento  se  hdllaba  rauy  lejos.  Ahora  bien,  no  habîa 
sino  dos  barbares  que  sabîan  que  existîa  un  alimento 
en  Pax'i,  nombre  del  lugar  donde  se  hallaba.  Los  de 
estes  barbares  eran  Uituh  y  Koch. 

*'Se  descubriô  esta  alimentaciôi  en  unos  ras- 
trojos. 

«El  bârbaro  Utïuh  fue  rauertosaliendo  a  desgra- 
nar  el  maiz. 

«Seenviô  a  desgranarlo  al  bârbaro  Tiuh-tiuh. 

«En  la  preparaciôn  del  maiz  entrô  la  sangre  del 
tapir  y  de  la  serpiente  (*)  que  vinieron  del  interior  del 
mar  por  el  intermedio  de  Tiuh-Tiuh  (*^). 


(*)  6 Se  trata  de  dos  clases  de  abono? 

(**)  Compârese  este  pasaje  cod  la  creacidn  de  las  abejas  en  las 
Ceôrgicas  de  Virgilio: 

El  pastor  Aristeo,  por  consejos  de  su  madré,  volvi6  a  una  selra 
donde  habîa  arrojado  los  cuerpos  de  toros  y  novillos  que  habîa  inmola- 
do  en  un  sacrificio. 

Hic  vero  subitum  se  dictu  mirabili  monstrum 

Adspiciunt,  liquef  acto  boum  per  vicera  toto 

Stridere  apes  utero,  et  ruptis  effervere  costis; 

Inmensas  que  trahi  nubes;  iamque  arbore  summa, 

Confluere  et  lentis  uvam  demittere  ramis. 

«Entonces,  traduce  Ochoa,  de  pronto  contemplaron  sus  ojos  una  in- 
decibie  maravilla:  en  todas  aquellas  entranas  corrompidas  en  lo  inte- 
rior de  todas  aquellas  reses  muertas,  zumban  innumerables  abejas, 
hierven  en  las  rotas  costillas  y  se  remontan  por  el  aire,  formando  iu- 
mensas  nubes;  luego  van  a  posarse  en  la  copa  de  un  ârbol  y  se  susï)en- 
den  como  racimos  de  las  flexibles  ramas.» 

El  mismo  traductor  hace  este  comentario:   ".......  .es  un  hecho  que 


mSTOFIA   MODERNA   DE   EL  SALVADOR  13 

**Da  este  modo  se  formarîa  la  sangre  del  hom- 
bre,  por  invenciôn  del  Formador  y  Creador. 

«Y  ellos  sabi'an  muy  bien,  el  Formador  y  el  Crea- 
dor,—  Alora  y  Kaholom, — que  eran  ellos  quienes 
habîan  formado  al  hombre,  al  inventar  su  aliraen- 
taciôn.:^ 

En  Tonacatepetl  o  Paxil-Cayalâ  tuvo  Quetzal 
noticia  de  Palenque,  y  se  volviô  a  la  colonia  de  los 
emigrantes  tlapallenses  que  el  documento  traducido 
por  Ixtlilxochitl  llama  Taraoanchao,  llevando  inmen- 
sa  provision  de  maîz  y  sin  duda  el  arte  de  culti- 
varlo  pues  el  objeto  de  su  viaje  era  proveer  a  la  ali- 
mentaciôn  permanente  de  la  misma  colonia. 

Se  acusa  por  los  cronistas  a  Quetzal  y  los  tlapa- 
llenses delà  muerte  de  Utiu;  pero  el  ùnico  funda- 
mentoy  ddto  de  semejante  tradiciôa  son  las  palabras 
del  manuscrito  del  principe  Xahilâ:  «...tokâx  carniÇax 
qa  ri  chicop  Utiuh,  X-poch-el  chupam  ri  yxira  . .  .> 
que  signiflcan  <. . .  .entonces  fué  rauerto  el  bârbaro 
Ut  ï  uh,  cuando  salîa  a  desgranar  raai'z . . .  .  > 

Segûn  la  Historia  de  los  Soles  siguiôse  una  su- 
blevaciôn  o  tal  de^c^'^ntento  de  l-^s  tlapallenses,  que 
obligô  a  Quetzal  a  volver.se  a  Tlapallan,  trayéndose 
sus  dicses,  es  decirsus  calendarios, — toda  una  legisla- 
ciôn  de  diverses  rames. 

Se  sabe  de  eraigraciones  posteriores. 

Por  lo  que  hace  a  los  que  se  quedaron,  tuvieron 
que  formar  un  nuevo  calendario,  —  segûn  los  cronis 
tas,  el  mismo  que  sucediô  al  que  sefundaba  en  los  mo- 
vimientos  de  la  Luna  y  que  llevaran  los  de  la  expedi- 
ciôn  del  primer  Quetzalcohuatl,  que  hemos  referido,  y 
que,  fundado  en  los  movimientos    dd   sol,    adoptaron 


mil  veces  se  ha  patentizado  y  de  cuya  verdad  puede  cerciorarse  cual- 
quiera:  dejando  expuesta  al  aire  libre  una  res  muerta,  a  los  pocosdias 
se  ve  levantarse  de  su  carne  corrompida  una  multitud  de  insectos  con 
alas;  s61o  qne  esos  insectes  no  son  abejas,  sino  otra  especie  de  moscas 
que  como  casi  todas.  labran  también  algo  a  modo  de  miel.» 

En  el  del  mafz  el  caso  serfa  de  abono  y  en  el  de  las    abejas  de  per- 
feccionaraiento  de  especie. 


14  FRANCISCO    GAVIDIA 

todas  las  nacîones  que  se  civilizaroD  al  influjo  de  estos 
emigrantes. 

La  lucha  de  Tula  y  Palenque,  asunto  del  Popol 
Vuh  y  de  los  cronistas,  viene  a  ser  de  este  modo  la 
historia  de  una  colonia  tlapalense.  La  fundaciôn  e 
historia  del  Imperio  Tulteca,  tambiéu  la  historia  de 
esta  raza,  cuyoidioma  y  su  escritura  estân  probando 
su  unidad. 

Sîguense  a  lapsos  diversos,  las  peregrinaciones 
de  estos  civilizadores  que  vuelveo  al  pais  de  su  origen. 

Taies  son  las  del  segundo  Quezalcohuatl;  la  de 
los  pipiles  que  escapan  a  la  esclavitud  de  los  olmecas, 
quieoes  les  imponîan  un  t.'ibuto  anual  de  cien  douce 
lias,  como  el  que  el  reino  de  Léon  pagaba  a  Sevilla,  y 
que  minaciosaraente  refieren  los  cronistas;  la  del  ûlti- 
mo  Topiltzin  de  Tula,  cuya  dinastîa  fue  reconocida  en 
el  antiguo  pais  de  su  origen,  sin  que  ernpleasela  fuer- 
za  de  las  arraas,  y  él  fundô  el  famosoLoperio  del  Sur, 
dando  asi  la  hegemonîa  a  ?u  raza  sobre  Centro  Ame- 
rica en  un  tiempo  en  que  ella  era  la  mâs  civilizada 
y  p:derosa  y  en  que  todos  los  reyes  recibîan  la  inves- 
tidura  de  manos  de  estos  principes  de  la  gran  farailia 
nâvvat. 

Estas  pereg-inaciones,  referidas  por  los  croni?tis 
e  interprètes  de  Côdices,  se  hallarân  en  los  Comenta 
rios  de  esta  Introducciôn. 

Ti-^mpo  después  aparece  representando  la  civiliza- 
ciôn  nâhwate  en  Centro  America  el  topilzinato,  se- 
norio  o  reino  de  Cuscatlân  [la  tierra  d£  preseas]. 

No  se  conoce  hoy  dia  el  Manuscrito  pipil;  sio- 
embargo  varios  cronistas  lo  tuvi.fron  a  la  vista.  Los 
datos  que  ellos  suministran  tocante  a  la  Tierra  de 
Preseas  se  hallarân  en  los  Comentarios. 


mSTORIA   MODERNA  DE  EL  SALVADOR  15 

La  epopeya  de  Cuscatlân 

Consta,  por  las  cartas  de  Alvarado  a  Cortés, 
los  hechos  de  la  primera  expediciôa  a  lo  que  hoy  se 
llamaEl  Salvador. (1.524)  La  herida  de  Alvarado  en  el 
combate  de  Acajutla;  la  experiencia  que  sacaron  los 
de  Cuscatlân,  de  haber  presentado  batalla  en  el  cam- 
po  del  juego  de  herrôn,  donde  conocieron  lo  que  era  la 
caballeria;  la  tâctica  seguida  por  Atlacatl  de  aban- 
donar  las  ciudades  y  los  carapos  y  de  llbrar  los  com- 
bâtes  en  la  serranîas,  donde  perdiô  Alvarado  once  ca* 
ballos;  la  retirada  de  los  espanoles  después  de  dieci- 
siete  dîas  de  guerra. 

Pero  lo  que  se  siguiô  no  esta  escrito.  Aparece 
fundada  (1525)  la  capital  en  un  pai's^  distante  de 
Cuscatlân,  como  es  la  Bermuda,  atendida  la  corta 
extension  de  los  senorîos;  y  en  1526  se  libra  la  bata- 
lla del  6  de  Agosto,  que  dio  nombre  a  la  Capital  y 
provincia  pero  no  zojuzgô  a  Cuscatlân.  Esta  subie- 
vaciôn  que  tuvo  que  combatir  Alvarado  después  de  su 
viaje  a  Honduras,  fué  seguida  de  cuatro  expediciones 
de  conquistadores  contra  Cuscatlân  y  una  guerra  ci- 
vil: 1^  Expediciôn  de  Diego  de  Rojas.  2*  Expediciôn 
de  Martfn  Estete.  Guerra  civil  entre  los  cuscatlecos. 
3^  Expediciôn  de  Portocarrero.  4^  Expediciôn  de 
Gonzalo  Ronquillo  (1535). 

Consta  que  los  pueblos  de  la  costa  conservaron 
usos  y  prâcticas  antiguos  tolerados  por  la  Alcaldîa 
Mayor  y  que  todavîa  estân  en  vigor  en  los  pueblos  del 
Balsamo.  Puede  esto  ser  resto  de  la  autonomfa  que 
conquistaron  por  las  armas. 

Kn  las  leyes  de  Indias  consta  que  el  nombramien- 
to  de  Alcalde  Mayor  de  San  Salvador  se  hacia  direc- 
tamente  por  el  Rey. 


16  FRANCISCO    GAVIDIA 

PlEITO  POR  EL  DERECHO  A   NOMBRAR 
JUEZ  EN  EL     MaRQUESADO    DE     LORENZANA 

Durante  la  Colonia  debiô  existir  una  lucha  que 
no  ha  dejado  una  huella  marcada  de  las  tendencias 
autonômicas  de  la  Provincia,  porque  los  documentes 
se  han  perdido  o  no  han  sido  aûn  descubiertos.  Pero 
los  rastros  que  ha  dejado  el  regionalismo  son  rauy  si§^- 
nificativos.  Uno  es  el  juicio  entablado  por  la  Alcaldia 
Mayor  contra  el  segundo  Marqués  de  San  Vicente  de 
Lorenzana,  disputândole  el  de^echo  de  nombrar  el 
juez  del  marquesado.  El  rey  fallô  a  favor  de  la  Alcal- 
dia Mayor. 

Otro  es  el  cambio  de  nombre  de  San  Vicente 
de  Lorenzana  que  era  el  del  santo  pariente  del  primer 
marqués  que  le  diô  nombre,  por  el  de  Sai  Vicente  de 
Austria,  en  honor  de  la  dinasti'a  reinante. 

Otrô  es  el  hecho  a  que  no  podemos  senalar  una 
fecha  précisa  pero  que  consta  en  las  leyes  de  In- 
dias  de  nombrar  el  Rey  directamente  los  Alcaldes 
Mayores  delà  provincia  de  San  Salvador,  derecho  que 
se  reservaba  solo  en  la  designacion  de  los  Virre- 
yes  y  Capitanes  Générales.  Otro  es,  en  fin.  el  haber 
concedido  el  monarca,  segûn  refiere  el  cronista  Vas- 
quez,  a  la  ciudad  de  San  Salvador  el  uso  de  su  propio 
escudo  de  armas.  Podri'a  anadirse  el  episodio  del 
Alcalde  enviado  prisionero  por  la  ronda  mayor  de  esta 
ciudad,  al  Capitân  General  que  le  habîa  nombrado. 

Merece  pârrafo  por  separado,  por  el  espacio  que 
debia  mâs  tarde  ocupar  en  nuestra  Historia  la  ten- 
dencia  a  fundar  diôcesis. 

Las  ideas  y  sentimientos  religiosos  no  debfan  con- 
tribuir  menos  a  la  formaciôn  de  una  entidad  régional 
tan  vigorosa. 

El  Obispo  Fr.  Don  Pedro  Cortés  y  Larraz,  que 
visité  en  el  siglo  xviii  los  curatos  de  Santa  Ana,  San 
Salvador,  Zacatecoluca,  San  Vicente  y  San   Miguei, 


HI^TORIA    MODaRNA   DE   EL   SALVADOR  17 

en  un  informe  elevado  al  excelente  Rey  Carlos  III,  re- 
sumîa  los  elementos  autonôraicos  de  la  provincia; 
estes  eran,  tomados  de  diversas  fuentes,  una  pobla- 
ciôn  de  mâs  de  180.000  habitantes,  la  extension  de 
9,600  millas  cuadradas,  126  puebîos,  ricas  Alcaldîas, 
agricultura  floreciente  y  los  diezraos  necesarios  al  sos- 
tén  del  Gobierno  de  la  Diôcesis.  Debîa  tenerse  en 
cuenta  la  distancia.  La  Vicarîa  de  San  Salvador  ha 
Uâbase  a  sesenta  léguas  de  la  Iglesia  metropolitana. 
Las  visitas  arzobispales  llegaron  a  hacerse  con  diez  y 
hasta  veiatitrés  anos  de  intervalo. 

Las  leyes  de  Indias  y  la^  ecle^iâïticas  favoreci'an 
la  creaciôn  del  Obispado. 

El  brève  de  1,543  expedido  por  el  Papa  concediô 
al  Rey  de  Espana  la  facultad  de  crear  asientos  episco- 
palesy  hastadelegislaren  las  diôcesis  de  America, exten- 
diendo  o  disminuyendo  los  limites  y  dictando  medidas 
de  buena  administraciôn. 

El  Rey  de  Espana  [Carlos  V.  ]  senalô  15  léguas  de 
circuito  a  los  obispados  para  la  jurisdicciôn  espiritual, 
y  El  Salvador  medîa,  como  se  ha  dicho,  9,600  millas 
cuadradas. 

El  informe  del  Obispo  Cortés  y  Larraz  de  1,778 
no  medrô,  dice  Valladares  "debido  a  los  trâraites 
eternos  por  los  cuales  teni'an  siempre  que  pasar  los 
expedientes  que  salvaban  la  travesîa  del  Atlântico  y 
naufragaban  a  menudo  en  las  oficinas  delos  Consejos." 

Después,  en  las  Cortes  de  Câdiz,  el  diputado  por 
la  provincia,  que  llevaba  encargo  de  promover  la  erec- 
ciôn  de  la  mitra,  présenté  el  21  de  Marzo  de  1812  la 
proposiciôn,  y  las  Cortes  la  reraitieron  a  la  Regoncia. 
No  dijo  palabra  sobre  esto  el  Diputado  por  Guatema- 
la, Canônigo  Antonio  Larrazâbal  que  en  esto  veria 
una  disminuciôn  del  pcder  centralista. 

Pero  cuando  se  da    su  verdadera   signi6caciôn    a 
esta  tendencia  regionalista  de  una  diôcesis,  fué  cuan- 
do debia  aparecer  mâs  poderosa  la  idea   autonomista. 
2 


18        '  FRANCISCO    GAVIDIA 

Apenas  se  enfrentô  El  Salvador  al  Imperio  de  Iturbi- 
de  y  se  declarô  iodependiente  de  la  Capitanfa  General, 
recogio  los  derechos  del  Rey  de  Espana  y  creô  el  Obis- 
pado.  El  Padre  Obispo  Delgado  era  el  Présidente  de 
la  Junta  de  Gobierno,  y  aunque  las  libertades  se  en- 
sayaron  con  estrépito,  la  réunion  en  una  personalidad 
del  poder  poh'tico  y  del  religioso,  fué  oportuno  y  efîcaz 
en  aquel  momento  de  la  Historia  de  las  Instituciones 
de  la  America. 

Si  el  Pontîfice  desaprobô  esta  erecciôn  de  mitra 
apesar  de  haber  aprobado  la  de  la  de  Costa  Rica,  fué 
esto  cuando  ya  se  habi'a  dictado  la  Constituciôn  de  la 
Repûblica  de  Centro  America,  obra  en  gran  parte  ba- 
sada  en  el  régionalisme  de  El  Salvador  y  al  mismo 
tiempo  en  sus  ideas  centroamericanistas. 

El  ensayo  de  erecciôn  de  la  mitra  se  habi'a  repeti- 
do  en  1824, y  el  resultado  de  tan  larga  iniciativa,veinte 
anos  después,  fué  el  Obispado  del  Dr.  Jorge  Viteri,  en 
que  se  deslindaron  por  modo  sangriento  los  derechos 
del  Estado  y  los  de  la  Iglesia. 

La  autonomfa  administrative- religiosa  se  ha  es* 
tablecido  del  todo  en  nuestro  tiempo,  creândose  en  El 
Salvador elArzobispado  con  las  diôcesisde  San  Miguel 
y  Santa  Ana- 

LAS  IDEAS  DE  DeLGADO,  ArCE,  LOS  CaNAS  Y  DEMÂS 

Prôceres  segun  sus  CARTAS, 
SUS  memorias  y  OTROS  DOCUMENTOS 

Las  ideas  democrâticas  serân  conocidas  donde 
quiera  que  se  estudien  las  historias  de  Grecia  y  de  Ro- 
raa:  tratândose  de  sacerdotes  erainentes  por  su  ilus- 
traciôo,  rectores  de  la  Universidad  de  San  Carlos  de 
Guatemala  y  doctores  en  ambos  derechos,  o  simple- 
mente  ilustrados  como  los  Aguilar,  las  institucio- 
nes de  la  Iglesia  y  la  historia  universal  podi'an  darles 
Dociones  générales  sobre  Democracia  y  Repûblica. 

Pero  las  ideas  que  subsisten  en  calidad  de  teorîa, 


HI3T0RIA    MODERNA   DE  EL    SALVADOR  19 

«xigen  condiciones  para  pasar  al  dominio  de  la  prâc- 
tica:  eo  la  Edad  Media  la  monarquia  fué  el  resultado 
del  modo  de  ser  de  los  pueblos  del  Norte  de  Europa  y. 
las  democracias  fueron  entonces  una  remioiscencia 
obscura:  el  Reaaciraieoto  las  hizo  estudiar  y  ya  en  el 
siglo  XVIII  los  sabios  y  filôsofos  las  llamaban  e  invo- 
cabaa  como  posibles  de  practicarse  y  como  un  idéal 
opuesto  a  los  vicios  de  la  Monarquia.  La  Inglate- 
rra  habîa  intentado  implantarlas  en  la  Revoluciôn  que 
abortô  en  la  dictadura  de  Cromwell. 

Todo  esto  era  conocido  de  los  prôceres;  sin  em- 
bargo, ciertos  hechos  son  siempre  las  causas  ocasiona- 
les.  Delgado,  Arce,  Simeôn  Canas,  losAguilar,  Lara, 
Aranzamendi,  Fagoaga  y  otros  muchos  eran  poderosf- 
simos  receptores  de  nuevas  inspiraciones  y  los  hechos 
ocasionales  probaron  que  una  corriente  de  reoovaciôn 
soplaba  sobre  el  mundo.  En  las  colonias  inglesas  de 
Norte  America  la  resistencia  de  los  colonos  a  los  im- 
puestos  habia  originado  una  insurrecciôn  que  terminé 
con  la  declaraciôn  de  la  Independencia:  duenos  los  in- 
gleses  de  posiciones  dominantes  y  armados  los  indios, 
las  colonies  se  confederarnn  en  1776.  y  aunque  las  fuer 
zas  disciplinadas  de  Inglaterra  ponian  en  peligro  la 
naciôn  en  ciernes,  la  Francia  puso  todo  el  peso  de  su 
inteligencia,  su  hacienda  y  su  espada  al  servicio  de  los 
Estados  Unidos  del  Norte  y  Luis  XVI  reconociô  una 
repûblica  puritana.  Estos  hechos  se  verificaron  de 
1764  a  1774,  y  deben  haber  sido  objeto  de  los  ardoro- 
SOS  entusiasmos  de  la  adolescencia  y  la  primera  juven- 
tud  de  los  prôceres.  Después  las  noticias  sensaciona* 
les  venian  de  Santo  Domingo.  Primero  habian  he- 
cho  una  revoluciôn  los  europeos;  después  los  criollos; 
después  los  esclavos. 

En  fin,  al  mismo  tiempo  se  ofreciô  en  toda  la 
America  Latina  un  problema  que  es  fâcil  exponer. 

El  trono  espanol  estaba  acéfalo.  Los  reyes  pre- 
SOS  en  Bayona;  el  candidato,  impuesto  por  Napoléon, 
desconocido  en  Espana  y  en  las  Colonias;  la  Regencia 


20  FRANCISCO     GAVIDIA 

nombrada  por  las  Certes  de  Câdiz  y  estas  mismas 
Certes  expresamente  condenadas  por  el  Rey  leg-ftimo, 
tante  como  la  sublevaciôa  de  las  proviocias  espanolas; 
las  aiitoridades  reaies  en  America  sin  tîtulos  suficien 
tes  para  gobernar.  En  tal  momento  se  preguntaron 
les  americano«:  ^Quién  es  el  soberano?  <^Quiéa 
ejerce  la  soberanîa? 

La  division  de  opiniones  fué  natural  consecuencia 
de  ese  caos  y  ella  eng-endrô  cien  guerras  civ'iles  a  lo 
largo  de  la  America  E-^panola. 

Unos  opinaron  que  debîa  esperarse  a  que  el  rey 
estuvie:?e  en  libertad;  pero  mientras  tanto,  los  agentes 
de  Bonaparte  urgi'an  por  la  adhésion  a  la  dinastia 
del  rey  José  y  hubo  quienes  se  inclinaron  en  tal  senti 
do.  E!  desconociraiento  de  autoridade?  estaba  a  la 
orden  del  di'a  en  America,  debido  al  dudoso  derecho 
de  su  nombramientu.  Parecîa  lôgico  proclamar  la  In* 
dependiccia  y  formar  gobierno  mientras  el  Rey  Fer- 
nando no  pudiese  recojer  sus  tftulos  de  soberano.  Es- 
te se  alegô  en  muchas  colonias. 

Pero  otros  tuvieron  por  mejor  adherirse  a  las 
Certes  de  Câdiz  y  a  la  Regencia  que  habîa  norabrado. 

Pensar  en  una  Repûblica,  en  la  Democracia  y 
en  la  Independencia.  era  en  taies  mémentos  una  nu- 
vedad  que  ne  contaba  con  elementes  de  vida;  pè- 
re los  partidos  de  los  independientes  en  minoria,  de 
suceso  en  suceso,  invocande  îa  Independencia  al  mis- 
rao  tiempo  que  una  monarqufa  americara  para  el  rey 
Fernando  y  tu  casa,  iban,  de  etapa  en  etapa,  a  exten- 
der  sus  ideas  y  a  formar  un  gran  partide  republicane 
y  cemocrâtico. 

i^^ste  procese  histôrico  que  empicza  en  1808,  coq 
la  ocupacion  de  Espana  por  Bonaparte,  uc-  fué  cène - 
cide  en  El  Salvador  y  en  el  reste  de  Centro  America, 
por  le  menos  en  le  que  hace  a  su  causa  fundamental 
que  era  la  acefalia  del  trône  espanol,  sine  es  mucho 
después  del   ano  de  1808,   por  la  exquisita  vigilancia 


mSTORIA    MODERNA    DE    EL  SALVADOR  21 

coa  que  la  Capitanîa  General  procurô    aislar  el   reino 
de  Guatemala. 

La  causa  ocasiooal,  pues,  se  ofreciô  hapta  eu  1810 
para  ifliciar  el  movimiento  polîtico  que  produjo  des- 
pués  cioco  estados;  pero  la  vida  y  los  etscritos  de  Del- 
gado  y  Arce  y  la  obra  legislativa  que  se  siguiô  a  1821 
prueban  que  todos  los  prôceres  de  El  Silvadr.r  uufaa 
un  vasto  caudal  de  ideas  que  era  suficiente  a  fundar 
una  democracia  en  la  forma  de  Repiiblica  Fédéral, 
ideas  que  dieron  a  El  Salvador  una  entidad  saliente, 
que  le  hizo  el  eje  raotor  de  los  priraeros  anos  de  vida 
de  la  Repûblica  j  le  hiz3  ser  no  solo  respetado  sino 
querido  por  los  otros  estados  que  apreciaron  sus  énor- 
mes sacTificios,  sus  servicios  a  las  instituciones  y  su 
apostolado  por  el  progre^o  y  la  libertad. 

Estos  antécédentes  preparan  la  acciôn  individual 
de  El  Salvador,  que  involucra  sus  derechos  v  destinos 
y  en  una  gran  parte  los  de  la  America  Central^  durante 
la  guerra  contra  una  aristocracia  que  por  ella  no  pudo 
iraprimir  su  sello  a  la  Repûblica  en  Centro  America 
ni  durante  el  pf:riodo  en  que  se  derrumbô  el  edificio  de 
la  Federaciôn,  entre  las  Hamas  de  loscombates  mémo- 
rables que  él  misrao  librara  para  sostenerla. 

La  Constituciôn  de  1812 

La  Constituciôn  de  1812  a  pesar  de  su  efimera 
vida  no  contribuyô  poco  a  la  formaciôn  de  la  entidad 
como  naciôn  de  la  Repûblica  de  El  Salvador. 

No  solo  dio  una  ocasiôn  de  propaganda  de  las 
instituciones  y  prâcticas  deraocrâticas  en  la?  elecciones 
de  miembros  del  gobierno  espanol.  de  diputados  a 
Cortes,  diputados  provinciales  y  raunicipios,  sino 
que,  con  la  instituciôn  de  la  Diputaciôn  Provin- 
<:ial,  creô  el  resorte,  que,  en  1821,  de?pi:é>  de  una  lu- 
cha  mémorable  del  partido  libéral  con  el  Intendente, 
constituyo    el  nûcleo,   centro,   instituciôn  y   gobierno 


22  FRANCISCO    GAVTDIA 

que  apersonô  las  nuevas  Ideas  y  sostuvo  el  combate 
prolongado  de  1821,  1822  y  1823  contra  el  Iirperio 
de  Iturbide. 

Combate  contra  la  idea  de  una 
monarqula  americana 

Téogase  présente  que  si  es  verdad  que  el  14  y 
21  de  septierabru  de  1821  se  habfa  jurado  en  San  Sal- 
vador la  Indepen  lencia,  al  mismo  tiempo  se  habîa  ju- 
rado la  Monarqui'a  Americana. 

Este  era  el  objeto  del  plan  de  Iguala,  y  les  fun- 
cionarios  y  los  partidos  monârquicos  en  sus  varios- 
piatices  deabsolutistas,  constitucionales  e  iturbidlstas, 
juraron  e  hicieroa  jurar  al  Eîército  una  monarquia 
cuyo  trono  vendrfa  a  ocupar  Fernando  VII  o  un 
principe  de  su  casa. 

Los  altos  empleados  y  el  ejército  habian  jurado- 
la  Monarquia  Americana:  tocâbale  hacerlo  al  pueblo, 
a  fines  de  septiembre.  Fué  eatonces  cuando  se  oyô 
por  la  vez  primera  en  uno  de  los  barrios  de  San  Sal- 
vador el  grito  iaaudito,  nuevo,  estupendo,  y  que  sera 
célèbre  en  la  Hi-toria  de  toda  la  America:  i  muera 
Iturbide  !    j  viva  la  Repùblica  ! 

Este  grito  ibi  a  dar  su  fisonomîa  a  El  Salvador 
en  la  época  moderna.  Le  iba  a  imponer  los  deberes 
del  gran  papel  que  desempenô  en  seguida. 

En  tfecto,  Iturbide  rauriô  cuando  a  la  guerra  con 
los    republicancs  en   El  Salvador,   sucediô  el    triunfo- 
de  los  republicanos  de  Mexico. 

El  Gobierno  de  la  primera  Repùblica  de  El  Sla 
vador  que  combatiô  el  imperio  inspiré  respeto  y  ad- 
rairaciôn  en  todo  el  mundo.  Tratâronse  los  asuntos- 
que  la  ocuparon  en  pziises  entoncts  rauy  distanciados,. 
por  ejemplo  en  la  Asamblea  Nacional  de  Washington. 
Emigrado  uno  de  los  defensores  de  la  plaza  de  San 
Salvador,  Guadalupe  Victoria  le  dno  estas  palabrasi 
'Amigo,  tenga  usted  la  satisfacciôti, — que  San  Salva- 


Geonraphica!  Marnes 


HISTORIA  MODERNA    EE    EL    SALVADOR  23 

dor  ha  sido  el  termômetro  de  los  movimientos  de  Me- 
xico. "  Y  Vicente  Guerrero  le  hizo  esta  confideocia: 
—  "Cuando  sali  de  Méxi:o,  persegfuido  por  Iturbide, 
fué  mi  intenciôn  embarcarme  en  Acajutla  e  ir  a  bus- 
car  libertad  en  San  Salvador." 


COMBATE  CONTRA   EL   ImPERIO 

La  historia  de  este  perîodo  ha  debido  rehacerse. 

El  primer  corabate  de  El  Espinal  no  es  como  dice 
el  tôpico  que  repiten  los  textos,  el  campo  donde  se 
sembrô  la  semilla  de  las  discordias  y  guerras  fratrici- 
das  de  la  America  Central.  Es  no  solo  un  acto  de  de- 
fensa  del  territorio  de  la  primera  Repûblica  de  El  Sal- 
vador de  1822,  y  de  la  antigua  provincia,  contra  la 
invasion  de  las  tropas  del  Imperio.sino  tarabién  el  due 
le  a  muerte  que  empezaba  entre  la  Repûblica  y  el  mis- 
mo    Imperio. 

La  defensa  de  San  Salvador,  contra  el  valiente  Ar- 
zû,no  fué  una  acciôn  insignificante  como  la  han  hecho 
aparecer  los  historiadores  don  Manuel  Montûfar  y 
Marure,  que  ha  repetido  tantas  cosas  que  dictô  al 
primero  la  pasiôn  polîtica  viva  aûn  después  de  la  ca- 
pitulaciôn  de  Mexicanos. 

Caer  sobre  San  Salvador  burlando  las  trincheras  y 
remontando  el  volcan,  no  es  hazana  railitar  insignifi- 
cante. Repetir  la  hazana  del  Gran  Pan,  que  hizo  huir 
a  los  titanes,  produciendo  hôrrido  ruido,  como  este 
con  su  caracol,  haciendo  sonar  los  clarines  y  tarabores 
y  poniendo  a  vuelo  las  campanas,  en  senal  de  victoria, 
es  una  muestra  de  serenidad  de  aquellas  que  recoge  la 
Historia.  ^Nô  es  este  el  terror  pânico  que  puso  en  hui- 
da  a  los  galos  de  Breno  cuando  iban  a  incendiar  el 
templo  de  Apolo? 

Por  tanto,  las  cargas  mandadas  por  Arce  y  en 
que  se  distinguiô  José  Antonio  Canas,  desmontando 
la  famosa  culebrina  con  canones  fundidos  en  la  plaza, 


24  FRANCISCO    GAVIDIA 

hasta  hacer  que  los  irT]peri.il^^tas  volviesen  a  tomarlas 
penosas  send  s  del  volcan  p<»r  donde  vinieroo,  no  me- 
recen  tampoco  la  frialdad  de  nuestras  historias. 

AUTONOMISMO   Y   FEDERALISMO 

El  fenôraeno  que  se  repite  en  todas  la<  repùblicas 
latino-araericanas — a  saber,  la  lucha  entre  las  metrô- 
polis  y  las  reg^iones,  en  otras  palabras,  entre  el  centra* 
lismo  y  el  federalismo,  no  hiz  )  excepciôn  a  favor  de  El 
Salvador.  Primero  luchô  él  unido  a  los  otros  estados 
contra  el  antiguo  asiento  de  la  Capitania  General,  y 
después,  cuandd  fué  capital  de  la  Federaciôn,  tuvo 
que  sostener  vari^^s  guerras  con  los  que  antes  fueron 
sus  aliados  y  contra  la  exmetrôpoli.  Verdad  es  que 
fué  capital  d  Centro  Araérica.  muy  a  pesar  de  una 
porciôn  cons-iderable  de  su  poblaciôa  y  que  la  guerra 
de  Morazân  con  el  Jefe  San  Martin  no  tuvu  otro  mo- 
ti^o  que  la  oposiciôn  del  Jefe  a  admitir  la  vecindad  del 
Gobierno  Central.  La  rauerte  del  valiente  Menéadez, 
uno  de  los  vencedores  de  Onaoa,  fué  el  preludio  de  esta 
guerra  que  terminé  a  favor  de  la  Federaciôn. 

Aristocracia  y  Democracia 

No  solo  quedaba  planteado,  después  de  1824,  si 
dominari'a  el  centralisrao  o  el  federalismo;  tam- 
bién  era  una  herencia  del  pasido  la  conforraaciôn  so- 
cial. Otro  probleraa  se  enlazaba  con  el  prinoero:  si 
las  clases  sociales^,  hasta  alli  directoras  debian  con- 
tinuar  dando  forma  a  las  irscituciones,  a  las  le- 
yes,  a  la  sociedad?  iSi  debi'a  tolerar^e  una  reac- 
ciôn  a  favor  de  l'S  pri  ilegios  de  famiiia? 

iSi  la  Igle-ia  debf  ^  infl  n'r  en  la  direcciôn  de  la 
ensenanza  g-ent-ral? 

iSi  la  propiedad  debfa  quedar  a  merced  de  la 
aristocracia  y  h  t^ocracia?  ^Si  los  conventos  debîan 
absorverel  trab^jo  y  la  flor  de  las  generaciones?     iSi 


HÎSTORIA    MODE8NA  DE   EL    SALVADOR  25 

el  porvenir  debia  tener  por  todo   horizonte   las   ideas 
del  pasado? 

Desde  que  Arce  fué  exclufdo  del  Gobierno  a  que 
le  llevara  la  opinion  ilustrada  de  los  prôceres,  y  la 
aristocracia  dio  muestras  de  lo  que  valîa  corao  clase 
directora,  levantando  patfbulosyejerciendo  la  tirania, 
los  hombres  de  El  Salvador  declararon  la  guerra  a  la 
TÎeja  sociedad;  y  una  guerra'civil  de  tresanos  les  dio  la 
razôn  con  el  triunfo  que  llamô  a  la  vida  a  todas  las 
clases  sociales.     La  democracia  habia  nacido. 

San  Salvador  Capital  Fédéral 

El  Salvador  después  de  cumplir  tantos  deberes, 
pareciô  tener  derecho  al  reposo.  Pero  no  era  esa  la 
hora.  Los  deberes  del  Centro  de  la  federaciôa  le  im- 
pusieron  nuevos  y  grandes  sacrificios. 

El  Jefe  Timoteo  Menéndez  y  el  Présidente  Mo- 
razâo  hicieron  nuevo  llamamiento  al  pais  y  lo  hallaron 
resuelto  a  llenar  su  tnisiôn  gloriosamente.  Una  pri- 
mera coalisiôn  fué  desecha  en  el  Espiritu  Santo;  la 
segunda  en  San  Pedro  Perulapân. 

En  fin,  la  Federaciôn  cayô  heroicamente  en  Gua* 
temala  y  San  José  de  Costa  Rica. 

Una  vasta  reacciôn  se  habîa  desatado. 

El  acusado  en  esos   momentos  era   El   Salvador. 

Después  de  defender  la  Nacionalidad  tocâbale  de- 
fender  su  propia  vida. 

SiGNIFICADO  DEL  ObRAJUELO 

El  Salvador  debîa  pagar  caro  su  apostolado  por 
la  libertad,  su  lucha  por  la  Repûblica,  su  cruzada 
contra  la  Repûblica  aristocrâtica,  y  también  la  posi- 
ciôn  que  le  diera  el  haber  por  algûn  tierapo  sido  el 
Centro  de  la  Federaciôn:  se  irritaron  los  âoiraos  en 
su  contra,  y  los  partidos  conservadores,  regionalista^ 
y  obsecados  que  dominaban  en  Nicaragua  y   Hondu- 


26  FRANCISCO    GAVIDIA 

ras,  creyendo  que  habîa  llegado  la  hora  de  que  expia- 
se  tantos  servicios^  decretaron  su  muerte. 

Ferrera  encarna  esta  g^rande  eoemiga  contra  El 
Salvador  y  la  victoria  del  Obrajuelo  hizo  volver  en  si 
a  los  que  habîan  frag-uado  el  énorme  sacrificio. 

Ya  era  tierapo  de  dejar  espacio  a  los  sentimien* 
tos  regionalistas  que  responden  al  instinto  y  a  los  de* 
beres  de  conservaciôn  y  durante  los  gobiernos  que  si- 
guieron  al  de  Guzmân,  todas  las  gestiones  se  encami- 
naron  a  reparar  las  fuerzasque  se  habîan  empleado  en 
tan  larga  cruzada. 

GUERRA  CONTRA  EL  ESCLAVISMO    Y 
LA   CONQUISTA 

Sin  embargo,  a  los  seis  anos  de  politica  de  con- 
servaciôn, una  nueva  tentativa  en  favor  de  la  causa 
libéral  y  de  la  union,  escollô  desastrozamente  en  la 
Arada.  Otros  seis  anos  mâs  de  reposo  pusieron  de 
nuevo  a  El  Salvador  en  aptitud  de  apersonar  la  causa 
de  toda  la  America  Central: con  una  polîtica  prudente 
esperôque  Nicaragua  misma  pidiese  auxllio;  Guatemala 
y  Honduras  que  favorecîan  al  cooservatismo  nicara- 
gûense.escucharon  su  vcz,  y  el  partido  libéral  que  residîa 
en  Leôn  fué  apoyado  por  todo  los  gobiernos  de  Cen- 
tro  America.  El  ejército  de  El  Salvador  tuvo  prin- 
cipaimente  el  cargo  de  tomar  la  gran  posiciôn  de  Ma- 
saya  y  rechazar  dos  sitios  mémorables,  y  arrojado  el 
invasor  a  las  inmediaciones  de  la  Costa  del  Pacîfico, 
pudieron  los  aliados  con  la  hazanas  del  ejército  de 
Costa  Rica  y  Nicaragua,  terminar  el  gran  plan  es- 
tratégico  del  Jefe  salvadoreno  que  imprimiô  el  impul- 
so  y  déterminé  el  curso  de  toda  la  campana.  (*) 

jTanta  es  la  gloria  del  célèbre  General  Belloso! 

(*)  La  exposiciôn  de  este   plan  y  los  documentos  que  lo  contienen    se 
hallarân  en  los  Comentarios. 


HISTORIA  MODERNA    DE  EL    SALVADOR  27 

NUEVOS  ESFUERZOS  POR  LA  UnIÔN  Y  LAS 
REFORMAS  LIBERALES 

De  este  modo  confirraô  El  Salvador  su  doble 
carâcter  bien  disenado  en  todos  los  tiempos:  autono- 
mista,  regionalista  e  independiente  en  alto  grade;  pe- 
ro  no  menos  federalista,  Nûcleo  de  la  région  nâwat 
en  los  tiempos  legendarios  cuando  emigran  sus  habi- 
tantes y  fundan  la  Tula  famosa;  centro  a  que  vue!- 
ven  en  varias  éxodos  desde  climas  remotos  conservan- 
do  su  lengua  y  su  religion;  duenos  de  Centro  Ameri- 
ca cuando  el  Topiltzin  Axcilt  y  Orbalzân  fundaron  el 
Imperio  del  Sur  que  dura  por  tiempo  no  determinado 
por  la  Historia;  combatiente  a  través  en  los  siglos 
contra  sus  hermanos  los  Quiches  conservando  ?.sî  su 
personalidad;  triunfante  de  la  primera  expediciôn  de 
Alvarado,  autônomo  cuando  obtiene  que  el  Rey  de 
Esprifid  nombre  directamente  su  Alcalde  Mayor  y 
anula  el  feudalismo  a  que  intentaran  someterlo  los 
descendientes  de)  Marqués  de  San  Vicente  de  Lorenza- 
na;  independiente,  republicano,  demôcrata,  federa- 
lista, autonomista  en  el  perfodo  de  la  formaciôn  àe 
Centro  America  como  naciôn;  antagonista  de  la  Re^ 
pûblica  aristocrâtica,  posible  derivaciôn  de  los  sucesos 
delà  época;  regionalista  oficial  contra  la  fédéra- 
ciôn  en  tiempo  de  los  jefes  Cornejo  y  San  Mar- 
tin; y  federalista  contra  los  regionalistas  en  el  tiempo 
en  que  la  Federaciôa,  acojida  a  su  suelo  estaba  ame- 
nazada  de  un  prôximo  aniquilamiento;  de  personalidad 
irréductible  cuando  la  reacciôn  separatista  amenazô  con 
borrarlo  del  mapa  de  las  naciones;  eje  de  las  opéra 
clones  tanto  poh'ticas  como  militares  que  salvaron  a 
Centro  America  de  ser  un  estado  esclavista,  de  cf'o- 
sera  e  inicua  semi-barbarie  bajo  el  poder  de  Wal- 
ker;  soldado  después  de  las  reformas  libérales  y  de  las 
buenas  instituciones, — El  Salvador,  es  una  entidad 
moral  de  cualidades  bien  definidas. 


28  FRANCISCO     GAVIDIA 

Su  carâcter  moderno  es  el  coDstitucionalisrao 
y  la  eclo=iôn  de  nuevas  ideas  no  le  niegan  sino  que 
robustecen  su  antigua  personalidad;  son  la  renovaciôa 
-de  procedimieotcs  en  favor  de  la  autonomia  y  la 
Union,  y  contribuciôn  al  progreso  en  cuanto  se  ha- 
lia  en  sus  raedios. 

Si  este  pais  tiene  defectos  creo  que  en  la  balaa- 
za  delà  justicia  pesan  mâs  sus  buenas  cualidades  y  su 
hoja  de  servicios. 

La  Historia,  sobre  todo  cuando  esta  por  desea- 
volverse,  tiere  prolongaciones  en  otros  ramos  de  los 
conociraientos,  que  a  su  vez  se  desenvuelven  sucesiva 
G  paralelamente.  La  de  El  Salvador,  en  cuanto  este 
pais,  aunque  ha  variado  su  Geografia,  es  el  Centro 
de  una  gran  rsza  precolombina,  tendra  radiaciones  en 
la  Epigrafi'a,  la  Arqueolcgîa,  la  Simbôlica  o  Mitolo- 
gîa,  el  folkolor  y  la  leyenda. 

Torqueraada  y  otros,  desde  luego  que  se  identifi- 
ca  el  pais  origen  de  las  emigraciones  civilizadoras  con 
ese  centro  étnico,  vienen  a  ser  una  fuente  de  inspi- 
raciones  para  una  literatura  que  como  el  ciclo  home- 
rico  o  el  ciclo  vagneriano  de  nuestro  tiempo,  convier- 
ta  el  vasto  depôsito  de  Cosmologîa,  Mitologîa,  Le- 
yenda, Linguîstica,  en  las  herraosas  creaciores  de  un 
Olimpo  y  de  un  Arte  que  reflejen  la  America  en  su 
pasado  y  la  sepan  armonizar  con  su  présente  y  su 
porvenir. 

La  Ética  en  especial  tendra  en  las  figuras  de  Del- 
gado,  Arce,  Rodrfgaez,  y  el  Vicejefe  Prado,  el  Jefe 
Cornejo,  Morazân,  eî  poeta  Alvarez  Castro  y  otros 
mâs,  ese  vasto  campo  para  el  estudio  de  caractères. 
Para  concluîr  indicarerros  que  nuestra  Historia  ofrece 
a  las  letras, — la  poesîa,  en  especial,  a  la  narraciôn  y  el 
teatro,  asuntos  en  que  pueden  emplearse  los  buenos 
ingenios. 

Taies  son,  en  la  época  legendaria,  el  primer 
Quezalcoatl; 

La  invenciôn  del  ma'z; 


HISTORIA    MODERNA    DE  EL    SALVADOR  29 

La  rivalidad  de  Tula  v  Palecque; 

La  lucha  de  los  partidarios  de  la  Estrella  de  la 
Manana  y  de  la  Luoa; 

La  vuelta  del  Segundo  Quetzalcohuatl; 

El  iraperio  de  Topilzîa  Axcitl  y  las  guerras  de 
Orbalzâa; 

Las  guerras  por  el  robo  de  las  prince?as  del 
Quiche  (el  Cuscatlâa  era  aliado  del  Zotzil); 

Eq  la  época  de  la  conquista  y  la  colooia,  Atlacatl; 

La  fundaciôn  de  San  Salvador; 

Las  sublevaciones  contra  Alvarado; 

La  invasion  raandada  por  Pedrarias  y  los  hechos 
y  desafueros  de  Martin  Estete; 

La  fundaciôn  de  San  Miguel  de  la  Frontera; 

Elcampamento  de  Dracke  en  el  Golfo  de  Fonse- 
ca  y  su  invasion  en  la  Costa  Occidental; 

Los  asaltos  de  los  piratas  Sharp  y  Jâquez; 

La  fundaciôn  de  San  Vicente  de  Lorenzana; 

La  muerte  de  Celis; 

En  la  época  de  la  independencia  y  la  dernocracia: 

Los  juramentos  por  la  raonarquia  americana  y 
por  la  Repûblica; 

La  primera  Repûblica  de  El  Salvador  de  1822  que 
erigiô  el  Padre  Obispo  Delgado; 

Su  lucha  con  el  Imperio; 

La  guerra  anti-aristocrâtica; 

La  sublevaciôn  de  Goyenaga  en  San  Miguel; 

La  sublevaciôn  de  los  nonohual  y  su  Jefe  Aquino. 

Las  guerras  de  Morazân; 

La  muerte  de  los  dos  Menéndez;  las  guerras  de 
Malespia  y  de  los  filibusteros,  y  tantas  y  tantos  he- 
chos que  como  incidentes  cfrece  cada  suceso  de  inte- 
rés  gênerai.  Fuera  de  los  asuatos  visiblemente  his- 
tôricos,  hay  otros  que  se  presentan  a  la  atenciôn  del 
ingenio  como  resultado  del  conflicto  que  hay  sierapre 
que  nuevas  ideas  vienen  a  oponerse  a  las  ideas  impe- 
rantes,  o  que  se  implantan  reformas,  teniendo  reper- 
cuciôn  en  la  vida  del  individuo  y  de  la  familia. 


30  FPANCISCO     GAVIDIA 

Los  CREADORES   DE    NUESTRA    HiSTORIA 

Sia  contar  a  los  cronistas,  cûmplenos  decir  dos 
palabras  sobre  los  creadores  de  nuestra  Historia  Mo- 
derna. 

Arce  es  en  nuestro  concepto,  el  fundador  de  nues- 
tra Historia:  a  lo  César,  narrô  dignamentelo  que  eje 
cutô  su  brazo;  eh  cuente,  élégante,  si  bien  apasionada 
como  actor  principal  y  combatido   de   los   hechos  que 
historia;  es  el  primer  histcriador,  como  que  su  histo 
ria  es  el  producto  espontâneo  de  los  sucesos,   las   pa- 
siones  y  las  ideas  de    su   tiempo.     Manuel   Montûtar 
debiô    inspirarse    en    la    Memoria  de   Arce  cuando 
escribiô  las  llamadas  Memorias  de  Jalapa  que  él  ti- 
tulô  Memoria  para  la   Historia  de  la   Revoiuciôn 
de  Centra  America.     De  igual  saber  qus  Arce,    me- 
nos  elocuente,  mâs  metôdico  y   de  reposado   anâlisis, 
no  es  sinembargo  otra  cosa  que  un  discreto  iraitador  de 
quien  primero  diô  el  tono   para  la  narraciôn  de  nues 
tras  muchas  tragedias,  tan   grandes   y   signiûcativas. 
Sin  pensarlo  quizâs,  siguio  a  ambos  el    autor    de   las 
Memorias  de  Morazdn,  sean  escritas  por  él    misrao, 
o  por  su  ilustre  Secretario  de  RR.  EE.  el  poeta  Miguel 
Alvarez  Castro,  o  porel  Dr.  Pedro  Molina;  pues  de  los 
otros  <coquimbos^>  no  puede  creerse  que  fuesen  auto 
res  de  un  documento  asi,  de  tantae  inspirada  retérica 
y  de  no  poca  ciencia.  No  la  tiene,  ni  la  busca  a  todo  tran- 
ce,  como  tarapoco  las  Memorias  de  Arce  y  Montufar;. 
pero  jamâs  las  pasiooes  de  partido  usaron  un  leoguaje 
tan  elocuente;  y  ademâs,no  debe  olvidarse.en  cuanto  lo 
permitian  las  circunstancias,  estas  Memorias   eran  el 
alegato  de  una  gran  causa. 


CAPÎTULO  I 

En  1808.      Hechos  que  preparan  a  1811 


La  hlstoria  es  pragmâtica  y  debe  reîatarlos  suce- 
SOS,  al  mismo  tiempo  que  sus  causas,  dejandolas  ver 
en  sus  coaexiones  inmediatas  o  mediatas. 

Las  de  los  hechos  que  abren  la  Historia  Moderna 
de  El  Salvador,  comprenden  un  perîodo  que  empieza 
muchos  anos  antes  de  la  fecha  en  que  abrimos  nues- 
tra  narraciôn  —  causas  que  hemos  indicado  en  la  in- 
troducciôii — pero  los  hechos  mismos  erapiezan  en 
1808;  aunque  debido  a  la  rigurosa  censura  en  que 
se  raantuvo  a  Centro-América,  Uegaron  con  retarde 
las  notlcias  de  los  grandes  acontecimientos  que  ha- 
bian  trastornado  el  orden  de  cosas  de  Espana. 

Estos  son  la  base  y  causa  inmediata  de  los  acon- 
tecimientos que  precedieron  a  la  Independencia  y  de 
ella  misma,  pues  la  supresiôn  de  la  dinastia  Borbôni- 
ca,  en  1808,  dejô  a  America  desligada  del  trono  espa- 
nol,  originô  la  Constituciôn  de  Câdiz,  que  luego, 
anulada  por  el  Rey  y  restablecida  en  1821  a  su  despe- 
cho,  araenazada  de  nueva  anulaciôn,  fué  un  arma^  — 
en  concepto  de  Pacto  de  union  no  cumplido  entre  la 
Metrôpoli  y  las  colonias,  esgrimida  por  los  araericanos 
a  favor  de  la  Independencia. 


32  FRANCISCO    GAVIDIA 

Este  cûmulo  de  sucesos  sabidos  de  golpe  en  1817 
debe  ser  expuesto  pcr  partes  en  razôn  del  método. 

Se  hablaba,  pues,  en  San  Salvador  de  la  lucha 
entre  el  favorite  Godoy  y  el  Principe  heredero  Fernan- 
do, la  cual  habia  culminado  con  el  proceso  del  Escorial, 
en  que  venciô  el  favorite,  y  con  el  motin  de  Arajuez, 
en  que  triunfô  el  heredero^  y  con  la  abdicaciôn  de 
Bayona,  en  que  ambos  partidos  fueron  derribados, pa- 
ra dar  paso  a  un  tercero  en  discordia  que  fué  Napo- 
léon. Este  sin  embargo  no  era  un  resultado  definiti- 
vo.  El  que  iba  a  decir  la  ûltima  palabra  era  el  pueblo 
espanol  con  la  epopeya  de  su  independencia,  y  esa  ni- 
tima  palabra  era  la  palabra:  Libertad.  Fuerza  nos  es 
referir  estos  sucesos. 

El  Proceso  del  Escorial 

Hallâbase  la  Corte  en  el  Escorial. 

El  Principe  heredero  ténia  como  profesor  al  Ca- 
nônigo  Escoiquiz,  quien  no  se  sabe  si  para  estimular 
su  odio  y  su  acciôn  contra  el  favorito,  puso  en  sus  ma- 
nos  un  libro  de  espiritu  revolucionario:  "Las  révolu- 
ciones  romanas"  de  un  autor  francés  entonces  célèbre, 
después  olvidado.  Fernando  tradujo  una  parte  y 
aùn  la  hizo  imprimir  con  las  inicidles  de  su  nombre, 
sorprendiendo  de  un  modo  agradable  a  sus  padres. 

El  rey  cuando  hubo  penetrado  el  espiritu  del  li- 
bro, reconvino  al  traductor  y  le  encargô  la  traducciôn 
de  la  obra  de  Condillac  llamada  el  Curso  de Estudios, 
que  como  se  sabe  es  la  filosofia  sensualista,  mecanista 
y  apâtica,  propia  para  adormecer  los  arrebatos  de  in- 
dependencia y  ambiciôn  personales. 

Bajo  estos  trabajos  pedagôgicos  de  Fernando,  se 
ocultaba  una  conjuraciôn.  La  Marquesa  de  Perijoa 
denunciô  al  rey  que  en  el  cuarto  del  Principe  habfa 
luz  y  se  mantenian  en  vêla  hasta  la  madrugada.  El 
rey  explicô  esto  por  la  tarea  de  traducciôn  que  él  mis- 
mo  le  habia  encomendado;  pero  se  sorprendiô  cuando 
hallô  en  su  escritorio  una  hoja  en  que  estaban  escritas 


mSTOKIA  MODERNA    DE   EL    SALVADOR  33 

las  palabrasKluego,  luego,  luego,>  indicando  la  urgen* 
cia  con  que  debîa  leerse.  Hizolo  el  rey,  y  el  anônimo 
decfa  : 

«El  Principe  Fernando  prépara  un  movimiento 
en  el  palacio:  la  corona  de  V.  M.  peligra:  la  reina 
Maria  Luisa  corre  riesgo  de  ser  envenenada:  urge  im- 
pedir  taies  intentes  sin  dejar  perder  los  instantes;  el 
vasallo  fiel  que  da  este  aviso,  no  se  encuentra  en  po- 
siciôn  ni  en  circunstancias  para  podercumplir  de  otra 
manera  sus  deberes.> 

También  los  criados  del  principe  habian  dejado 
traslucir  algo. 

Habiase  publicado  en  esos  dias  un  âîbum  de 
poesias  en  loor  de  la  resistencia  de  Buenos  Aires  a  los 
buques  del  gobierno  britânico,  y  con  pretexto  de  ob- 
scquiarlo  a  su  hijo,  dirigiôse  el  rey  a  su  departa- 
mento. 

Bastaban  las  anteriores  denuncias  para  que  el 
rey  hiciese  una  investigaciôn;  pero  él  dijo  después  que 
le  estimulô  a  hacerla  la  mirada  inquiéta  y  la  tur- 
baciôn  de  Fernando;  se  incautô  de  sus  papeles.  de- 
jôle  incomunicado  en  su  cuarto  y  llamô  a  su  Ministro 
de  Justicia,  el  Marqués  de  Caballero,  para  que  dièse 
lectura  a  aquellos  documentos  que  pasaban  de  las 
cincuenta  paginas. 

El  principal,  una  exposicién  dirigida  por  el  prin- 
cipe al  rey,  resumia  su  objeto  en  el  siguiente  pârrafo 
en  que  decia  hablando  de  Godoy:  "Ese  hombre  per- 
verse es  el  que,  desechando  todo  respeto,  aspira  cla* 
ramente  a  despojarnos  del  trono  y  acabar  con  todos 
nosotros." 

Una  carta  sin  direcciôn  hablaba  clararaente  de  un 
plan  de  rebeliôn,  recomendando  que  estuviesen  listas 
las  proclamas  e  indicando  que  se  salvase  al  rey  y  mas 
bien  se  le  atrajese  ccn  ovaciones  mientras  la  tempestad 
se  descargaba  sobre  Sisbento  y  Goswiada  (nombres 
que  designaban  a  Godoy  y  a  Maria  Luisa.) 
4 


34  FPANCÎSCO    GAYIDIA 

Se  resolviô  poner  los  hechos  ea  conocimiento  de 
la  naciôa  y  abrir  uo  juicio  para  castigar  a  los  délia- 
cuentes. 

Al  efecto  dio  el  rey  un  manifiesto:  "La  vida  mîa, 
deci'a,  que  taatas  veces  ha  estado  en  riesgo,eraya  una 
carga  pesada  para  mi  sucesor Convoqué  al  exa- 
men a  mi  gobernador  interino  del  Consejo,  para  que 
asociado  con  otros  Ministros,  practicasen  las  diliged- 
cias  de  indagaciôn.  Todo  se  hizo  y  de  ella  resultan 
varios  reos  cuya  prisiôn  he  decretado,  asi  como  el 
arresto  de  mi  hijo  en  su  habitaciôn." 

Al  propio  tiempo  teni'a  el  rey  la  debilidad  de  es- 
cribir  a  Napoléon:  «Mi  hijo  primogénito,  el  he- 
redero  presuntivo  de  mi  trono,  habfa  formulado 
el  horrible  designio  de  destronarme  y  habi'a  llegado  al 
extrerao  de  atentar  contra  los  di'as  de  su  madré.  Cri- 
men  tan  atroz  debe  ser  castigado  con  el  rigor  de  las 
levés.  La  que  le  llama  a  sucederme  debe  ser  revoca* 
da   > 

Tal  revelaciôn  daba  una  soluciôn  a  las  dudas  de 
Bonaparte  sobre  la  conducta  que  debia  seguir  en  Es- 
pana:  descartado  el  principe  heredero,  es  fâcil  que 
pensase  en  reclamar  a  favor  de  su  casa  el  derecho  de 
sucesiôn  a  la  corona  de  San  Fernando. 

El  principe  habîa  sido  preso  por  la  manana  del 
30  deOctubre  de  1807.  Después  del  almuerzo  el  rey  ha- 
bia  ido  a  una  partida  de  caza,  que  era  su  ocupaciôn 
favorita.  Aprnvechô  esta  ausencia  Fernando  para 
dirigirse  a  la  reina  pidiéndole  perdôn  y  rogando  ser 
escuchado.  No  fué  la  reina  en  persona  a  verle;  enviô 
al  Miaistro  Caballero  a  quien  confesô  el  principe  que 
habîa  pedido  para  esposa  a  Napoléon  una  pariente 
suya  y  que  estaba  en  conespondencia  con  el  embaja- 
dor  de  Francia. 

iSe  pensô  entonces  que  elEmperador  de  los  fran- 
ceses  podîa  estar  interesado  en  el  cambio  de  Gobierno? 
El  rey  enviô  entonces  a  Godoy  a  hablarconel  principe, 
el  cual,  por  dicha,  joven  y  atolondrado^  a  pesar  de  sus 


HTSTO    1\    M"'DIÎRNA    DE    EL   SALVA^'OR  35 

veintitrés  anos,  se  echô  en  los  brazos  de   su   eneraigo 
y  escribiô  dos  cartas  afrentosas,   que   unos   atrlbuyen 
a  pluma  y  letra  del  favorito,  auaque  él  rotuodamente 
lo  niega,  y  otros  a  debilidad  del  principe. 
La  primera  dirigida  al  rey,  deci'a: 

«Senor: 

Popâ  mi'o:  he  delinquido,  he  faltado  a  V.  M.  CO' 

mo  rey  y  como  padre:  pero  me  arrepieoto  va 

He  delatado  a  los  culpables  y  pido  a  V.   M.    me   per- 
done  etc..  Fernando.» 

Decîa  la  segunda: 

«Senora: 

Mamâ  raîa:  estoy  muy  arrepentido  del  grandi'si- 
mo  delito  que  he  cometido  contra  mis  padres  y  reyes, 
y  asî  con  la  mayor  humildad  le  pido  a  V.  M.  se  digne 
intercéder  con  papa  etc Fernando. » 

Posteriormente  fueron  extraîdas  las  piezas  que 
comprometîan  al  principe  en  la  causa,  y  no  se  sabe  has- 
ta  que  punto  es  justificada  la  acusaciôn  que  le  hace  el 
rey, de  quereratentar  a  losdfas  de  su  madré :locierto  es 
que  fuese  por  amor  paternal  o  porque  teraiesen  Godoy 
y  los  reyes  que  el  entonces  fîmperador  ne  los  france- 
ses  apareciese  coraproraetido,  se  concf^diô  el  perdôn  a 
Fernando  por  medio  de  otro  raaniûesto  y  se  siguiô  el 
proceso  contra  los  deraâs  presos  contra  quienes  se 
pedia  la  peoa  de  muerte. 

Los  jueces,  sinerabargo,  fallaron  ab=olviéndolos» 
sin  duda  en  atenciôn  a  que  el  principe  Fernando,  a 
quien  se  ténia  como  el  principal  culpable,  habia  sido 
desde  luego  perdonado. 

El  pueblo  y  la  nobleza  duplicaron  su  adhésion  y 
su  amer  por  el  principe  heredero  y  daban  senales  ma- 
nifiestas  de  queel  proceso  del  Escorial  era  sola meute 
el  primer  acto  de  un  drama  que  tenemos  que  seguir 
escena  por  escena,  porque  él  influyô  en  la  conducta 
e  inspiré  la  politica  de  nuestros  prôceres. 


36  FRANCISCO    GAVIDIA 

Los  ce  m  prc  mises  de  Bonaparte  y  Godoy  era  el  re 
partlmiento  de  Portugal,  dando  el  Norte  a  un  oleto 
de  Carlos  IV,  dejando  el  centro  para  adjudicarse  pos- 
teriormecte  y  elevaado  la  provlncia  de  los  A^garbes  a 
la  categforfa  de  reino,  cuyo  rey  debîa  ser  el  mismo  fa- 
vorite. Este  tratado  que  se  conoce  con  el  nombre 
de  Fontainebleau,  habla  permitido  a  las  tropas  de 
Napoléon  invadir  la  Espana  con  elpretexto  de  invadir 
a  Portugal,  pero  los  générales  franceses  exigieron  que 
se  acuartelasen  con  las  fuerzas  espanolas,  y  Godoy, 
aterrado,  resolviô  trasladar  la  Corte  a  Mexico,  como 
los  reyes  de  Portugal  se  habi'an  trasladado  al  Brasil, 

Pero  al  llegar  la  Corte  a  Aranjuez,  el  pueblo  que 
comprendiô  la  huîda,  resolviô  poner  remedio  por  su 
cuenta. 

SUBLEVACIÔN    DE   ARANJUEZ. 

Esta  otra  crônica  escandalosa,  humiliante  para 
les  raonarquistas,  armaba  de  una  grande  ironia  a  los 
republicanos. 

Bajo  los  chambergos  el  volterianismo  duplicô  sus 
dardos. 

Los  hechos  eran  asunto  propio. 

El  ti'o  Pedro  (que  era  un  coude  vestido  de  maoo- 
lo.  que  acaudillaba  al  paisanaje),  habîa  hecho  montar 
guardia  ante  la  mansiôn  del  favorito,  para  ver  si  la 
huida  del  rey  a  America  era  cierta;  pues  el  rey  la  ha- 
bia  desmentido  en  un  manifiesto.  El  principe  hère* 
dero  habfadicho  a  un  guarda  de  la  Corte:  Esta  noche 
es  el  viaje  y  yo  no  gniero  ir.  La  favorita  del  favori- 
to,—la  Pépita  Tudô, — una  condesa  de  Castillo  Fiel, — 
saliô  en  carruaje  escoltado  del  zaguân  de  Godoy;  el 
paisanaje  quiso  ver  dentro  del  coche,  un  o5cial  hizo 
fuego,  otros  dicen  que  un  conjurado,  para  r-recipitar 
los  sucesos.  Se  anadfa  que  el  heredero  habfa  hecho 
senal  con  su  lârapara  desde  una  ventana  que  daba  al 
lugar  en  que  pasaba  el  suceso.     Pueblo  y  tropas  coq- 


HISTOKIA    MODERNA   DE   EL  SALVADOR  37 

jurados  creyeron  que  era  la  hora  del  viaje  y  tomaron 
las  avenidas  para  guardarlus.  Siguiôse  griterîa,  tro- 
pel  de  gente,  raotîn  de  paisanaje  y  soldados,  que  asal 
tô  la  casa  de  Godoy,  atropellô  y  desarmô  su  guardia, 
arrojô  por  las  ventanas  el  rico  mueblaje  de  los  salones, 
hizo  un  mon  ton  y  le  prendiô  fuego.  El  Principe  de 
la  Paz  se  acogiô  a  un  desvân  y  se  refiere  que  ?e  envol- 
viô  en  un  rollo  de  tapiz,  lo  cual  lo  habi'a  salvado. 

El  rey  acordô  el  retire  de  Godoy  de  los  cargos  de 
Almirante  y  Generalisimo.  En  seguida  supo  el  rey 
que  Godoy  habîa  sido  preso,  porque  tras  larga  priva- 
siôn  tuvo  por  mejor  entregarse  a  la  tropa  que  monta* 
ba  guardia  a  la  puerta  de  su  casa.  La  escolta  librôle 
de  la  muerte,  al  llevarle  preto;  aunque  él  sacô  varias 
heridas;  pues  la  multitud  armada  de  chuzos,  picas  y 
herramientas,  tratô  de  arrebatarle  a  la  escolta. 

Aconsejaron  entonces  al  rey  que  abdicase  y  lo  hi- 
zo él  a  favor  del  Prfncipe  de  Asturias. 

Depuesto  Carlos  IV  por  su  hijo,  el  nuevo  œonar- 
ca  se  encontre  frente  a  frente  de  un  enemigo  mas  po- 
deroso,  hasta  allf  disimulado.  Napoléon  tenia  fuerzas 
en  Espana  so  prétexte  de  alianza  contra  Portugal  y 
al  mando  del  General  Murât,  quien  ocupô  a  Madrid 
un  dîa  antes  de  que  hiciese  su  entrada  el  nuevo  rey,  a 
quien  el  Emperador  no  habi'a  reconocido.  Fernando 
VII  tuvo,  sinembargo,  la  debilidad  de  entregar  a  Mu- 
rat  la  espada  de  Francisco  I  que  se  conservaba  en  la 
Armer îa  Real  como  trofeo  de  la  Victoria  de  Pavi'a,  y 
a  instancias  del  erabajidor  francés,  Beauharnais,  en- 
viô  a  un  infante  a  recibir  a  Napoléon  que  se  dirigîa  a 
Espana,  y  a  nuevas  instancias  del  erabaj^dor,  se  puso 
-él  mismo  en  viaje  para  encontrarle.  Noie  hallôen  Bur- 
gos  y  continué  hasta  Bayona,  donde  se  hallaba  N.i- 
poleôn.  Lo  que  allî  pasô  ha  sido  de  influjo  tal  en  la 
America  Latina  que  no  creemos  faltar  a  la  unidad  de 
nuestra  narraciôn,  si  lo  referimos,  aunque  de  un  mo- 
do conciso,  con  sus  circunstancias  mâs  salientes,  pues 
en  San  Salvador,  como   en   otras  ciudades  del  conii- 


38  FRANCISCO    GAVIDIA 

nente,  la  acefalia  del  trono  espanol,  ya  que  no  recooo- 
cieron  las  colonias  espanolas  al  rey  iatruso,  José  Bo- 
naparte, herraano  de  Napoléon,  y  la  abdicaclôn  de  lo& 
reyes  y  su  prisiôn  en  tierra  francesa,  fueron  el  motivo 
ostensible  con  que  las  aspiraciones  republicanas  y  de 
independencia  ab^oluta,  justificaron  los  primeros  mo- 
vimientos  de  ins  irrecciôn,  uno  deellos,  entre  nosotros, 
el  glorioso  de  1811. 

Ni  Bonaparte  ni  siquiera  una  coiTilsiôn  recibiô  a 
Fernando  VII  a  su  llegada  a  Bayona.  Los  comisio- 
nados  grandes  de  Espana  enviados  adelantc  por  este 
mismo.a  saludar  a  Napoléon,  le  dieron,  apenas  llegado, 
la  noticia  de  que  el  Emperador  de  los  franceses  habi'a 
manifestado  que  la  dinastfa  de  los  Borbones  debîa 
césar  de  reinar  en  Espana.  (I)  La  visita  de  cortesia 
del  soberano  de  Francia  se  verificô  una  hora  después 
y  duré  unos  pocos  minutos,  en  atenciôn,  dijo  Bona* 
parte,  al  cansancio  del  viaje. 

Napoléon  invité  al  rey  el  mismo  dîa  por  la  tarde 
a  una  comida,  en  que  solamente  se  observo  que  en 
medio  de  la  mâs  exquisita  cortesia,  el  anfitriôn  évita- 
ba  dar  a  Fernando  los  tratamientos  de  soberano  y 
heredero  de  un  trono,  demostrando  que  no  le  recono- 
cîa  en  tal  carâcter. 

Retirôse  el  rey;  pero  Napoléon    que   observaba  a 
los  personajes  de  su  séquito,    y   sabi'a   ademâs   la  in- 
fluencia  que  ejercia  aûn   el   antiguo  profesor  de  Fer- 
nando sobre  el  ânimo  de  su  discipulo,  manifesté  a  Es 
coiquiz  el  deseo  de  conversar  con  él,  rogândole   que  se 
quedâse  a  una  conferencia:   elogiô  la  elocuencia  del  es- 
critor  que  calificô  de  ciceroniana;  y   en    seguida  le  de 
clarô  que  tenîa  por  nula  la  renuncia  de  Carlos  IV  he 
cha  entre  los  disparos  de  un  motîn;  que  Fernando  ha- 
bîa  conspirado  contra  su  padre;  y  que  la   polîtica  im- 
périal (que  era  aislar  la  laglaterra)   exigîa  que  Espa- 
na y  Portugal  estuviesen  a  su  devociôn  en  todo  y  por 


(1)  Eec«iquiz,  /dea   sencilla.     El    Minislro    Cevallos,    Mani/iesto^ 
Lafue»te,  Historia  de  Espana. 


mSTORIA   M0DE8NA    DE   EL  SALVADOR  39 

todo,  lo  cual  exigi'a  que  cesase  de  reiaar  la  diaastia  de 
lo3  Borbones  en  Espana, 

Se  coraprende  que  taies  razones,  para  el  que  sabe 
que  Espana  habi'a  hecho  ingeotes  sacrificios  de  hom- 
bres,  dinero  y  naves  de  guerra,  enviando  ejércitos  y 
flotas,  como  aliada  de  Francia  y  haciendo  la  guerra  a 
Portugal  como  tal  aliada,  eran  las  razones  del  lobo  de 
la  fabula  tratando  de  cohonestar  la  disposiciôa  en  que 
se  halla  de  devorar  el  cordero. 

Habrîa  tenido  mâs  fuerza  la  razôo,  que  en  esos 
Ttiomentos  hacîa  tan  admirado  a  Napoléon  en  el  pue- 
blo  espanol,  de  que  por  simpatia  a  Espana,  querîa 
derribar  al  favorito  Godoy  y  la  situaciôn  por  él  crea- 
da;  pero  esto  habrfa  requerido  sumo  desinterés  para 
ser  sincero;  y  Napoléon  imponiendo  por  rey  a  uno  de 
sus  hermanos,  probô  solamente  que  aguijaban  su  am- 
biciôn  las  desgracias  de  Espana. 

El  arcediano  Escoiquiz  justificô  la  conducta  de 
Fernando  y  tratô  de  probar  que  la  renuncia  del  viejo 
rey  era  voluntaria. 

El  misrao  Escoiqu'z  refiere: 

"Sonriéndose  y  tirândorae  de  la  oreja: 
*' — Usted,  Canônigo,    no    quiere   entrar  en    mis 
ideas.  " 

En  resumen,  el  Emperador  ofrecîa  a  Fernando 
por  medio  de  su  profesor  la  corona  del  pequeno  reino 
dî  Etruria  a  cambio  de  la  corona  de  Espana  y  de  las 
Indias. 

Cuando  Escoiquiz  dio  este  mensaje  al  rey,  ya  es- 
te lo  habîa  recibido,  pues  poco  antes  lo  escuchara  del 
gênerai  Lavary.  Esta  proposiciôn  se  discutio  entre  los 
ministres  del  rey  y  comisionados  de  Napeleôn,  sin  que 
los  espanoles  la  aceptasen,  resolviendo  el  Emperador 
esperar  la  llegada  de  los  reyes  padres.  Godoy,  a 
quien  hdbîa  hecho  poner  en  libertad  por  medio  de 
Murât,  llegô  antes  que  los  reyes. 

Napoléon  los  reuniô  a  todos  en  su  mesa. 


40  FRANCI-CO    GAVIDIA 

Reclamô  entonces  Carlos  IV  de  Fernando  la  co- 
rona  que  manifesté  haber  renunciado  cediendo  a  la 
violencia,  y  aun  no  habîa  contestado  el  rey,  cuando 
enfurecidos  el  padre  y  la  madré,  ofrecieron  un  espec- 
tâculo  de  ira,  ademanes  descompuestos  e  injurias,  que 
terminé  con  la  retirada  de  Fernando  taciturno. 

Fernando  enviô  después  a  su  padre  la  renuncia 
que  le  habi'a  pedido;  pero  exig^îa  que  de  ella  conocie- 
sen  las  Cortes  y  que  Carlos  IV  se  volviese  a  Madrid 
sin  la  compania  del  favorito  Godoy  a  quien  excecraba 
toda  la  naciôn;  reservândose  el  derecho  a  la  regencia 
y  lugartenencia  si  su  padre  no  queria  reinar. 

Carlos  IV  no  aceptô  esta  propuesta  que  parece 
sensata  dentro  del  interés  de  los  reyes. 

Bien  se  ve  que  Fernando  la  hacîa,  creyendo  que 
Napoléon  respetaba  la  extraterritorialidad  que  le  con- 
cedîa  en  aquel  caso  el  Derecho  de  Gentes,  pues  sabia 
que  el  Emperador  habîa  dicho  que  en  el  caso  de  no 
entenderse  empezari'an  enseguida  las  operaciones  rai- 
litares,  y  el  rey,  aunque  estuviese  ocupada  la  Espana 
por  fuerzas  impériales,  conservaba  la  posibilidad  de 
resistir,  oponiendo  la  fuerza  a  la  fuerza.  Carlos  IV 
no  lo  crei'a  asi  y  su  respuesta  a  la  renuncia  de  Fernan- 
do, considerada  toda  la  ironîa  que  envuelve,  se  resu- 
mîa  en  estas  palabras: 

«Solo  el  Emperador  puede  salvarnos». 

Ya  hemos  dicho  que  el  personaje  que  iba  a  decir 
la  ûltima  palabra  en  este  drama  era  el  Pueblo  Espa- 
nol,  y  en  efecto  ha  llegado  el  momento  en  que  se  hace 
oîr. 

En  medio  de  la  discusiôn  de  la  renuncia  que  11e- 
vaba  algunos  di'as  desde  la  llegada  de  Fernando  a 
Bayona,  sobrevino  la  noticia  inesperada  que  suspendiô 
todos  los  ânimos. 

Era  el  rugido  del  leôn  que  suspende  a  los  tigre?  y 
panteras  que  se  disputan  la  presa. 
Kra  la  noticia  del  2  de  Mayo. 
Con  raotivo  de  la  salida  para  Bayona  de  los  pri'n- 


HISTORIA  MODERNA   DE  EL  SALVADOR  41 

cipes  Carlos  y  Antonio,  COQ  lo  cual  iba  a  quedar  la 
casa  real  de  Espana  en  poder  de  Napoléon,  el  puebla 
espaSol.  encabezado  por  Daoiz  y  Velarde,  habfa  lan- 
zado  el  grito  de  Independencia. 

Apresurôse  Napoléon  a  concluir.  Monté  en  cô» 
lera  y  reunidos  los  reyes,  el  anciano  Carlos  IV  mani- 
festé a  Fernando  que  si  no  renunciaba  incondicional- 
mente,  serîa  juzgado  con  todos  los  suyos  en  concepto 
de  conspiradores  contra  la  vida  de  los  soberanos. 

La  situaciôn  para  Fernando  VII  cambiaba  de 
golpe:  ya  no  era  un  rey  sino  un  reo  y  firmô  la  renun- 
cia  en  los  términos  con  que  se  la  presentaron. 

La  historia  guarda  cierto  pudor  y  sin  insistir  en 
muchasexpresionesdelos  docuraentos  delà  abdicaciôn, 
como  <Su  Magestad  el  Emperador  da  y  afianza  a  Su 
Magestad  el  Rey  Carlos  una  lista  civil   de   30.000.000 

de  reales> <el  palacio  impérial  de  Com- 

piégne  con  los  cotos  y  bosques  de  su  dependencia  que- 
dan  a  disposiciôn  del  Rey  Carlos  mientras  viviere. ../^ 
....  *'Su  Magestad  el  Emperador  concède  a  Su  Alteza 
Real  (el  Rey  Fernando  yil)  400.000  frs.  de  renta   so- 

bre  el  tesoro  de  Francia> ;  se    detiene   ante  la 

declaraciôn  de  que  <S.  M.  el  Rey  Carlos cède 

por  el  présente  todos  sus  derechos  al  trono  de  las  Es- 

panas  y  de  las  Indias a  S.  M.  el  Emperador 

Napoléon >  y  de  que  «S.  A.  R.  el  principe  de 

Asturias  adhiriôse  a  la  cesiôn  hecha  por  el  Rey  Carlos« 
de  sus  derechos  al  trono  de  Espana  y  de  las  Indias  a 
favor  de  S.  M.  el  Emperador  de  los  franceses:^. 

Muchas  regiones  de  la  America  y  muchos  ameri' 
canes  se  creyeron  desligados  de  todo  lazo  y  compro- 
mise cen  el  trono  de  esos  reyes. 

Delgade  fué  une  de  elles. 

Firmada  la  abdicaciôn,  el  viejo  rey  saliô  para 
Com  piégne  y  Fernando  VII  para  Valencey.  Estes 
palacies  eran  asî  sus  prisienes,  y  estes  reyes,  reos^ 
5 


42  FRANCISCO    GAVIDIA 

Ug  perfodo  de  larga  ansiedad  fué  para  los  hom- 
bres  dirigientes  de  San  Salvador  la  segunda  mitad  de 
1808.(*)  En  julio  se  supieron  la  prisiôa  del  Ministro 
omnipotente  Don  Manuel  Godoy  en  lafortaleza  de  Vi- 
llaviciosa  a  consecuencia  del  motîn  promovido  por  los 
patriotas  espanoles  en  Araujuez,  la  abdicaciôn  de 
Carlos  IV  y  la  subida  al  trono  de  su  hijo  el  principe 
de  Asturias  con  el  nombre  de  Fernando  VII.  Era 
lôgico  pensar,conGcidas  las  ambiciones  de  todas  clases 
de  Napoléon,  la  ocupaciÔQ  de  Espana  por  ejércitos 
suyos  y  la  intervenciôn  que  tenîa  en  los  sucesos  de  la 
Corte  espanola,  que  el  drama  no  habia  concluido  con 
la  abdicaciôn  de  Carlos  IV. 

Las  noticias  de  la  abdicaciôn  y  prisiôn  o  residen- 
cia  obligatoria  de  Fernando  VII  en  Valencey  y  de  sus 
padres  en  Compiégne.^Uegaron  a  San  Salvador  en  el 
mes  de  agosto,  lo  mismo  que  la  lelaciôn  de  lo  que  se 
hacîa  en  Guatemala,  donde  el  mariscal  de  Campo 
Mcllinedo  y  Saravia  habi'a  convocado  a  una  Junta  de 
autoridades,  como  la  del  15  de  Septiembre,  y  a  que 
habîan  asistido  el  mismo  Gobernador  y  Capitân  Ge- 
neral, el  Arzobispo,  el  Régente  y  oidores  de  la  Real  Au- 
diencia,  el  Marqués  de  Aycinena,  los  altos  empleados 
del  Tesoro,  el  Dean  y  Capi'tulo  de  la  Archidiôsesis,  el 
Muy  Noble  Ayuntamiento,  la  Universidad,  los  Priores 
de  las  ôrdenes  religiosas,  el  Real  Consulado,  el  Inten- 
dente  de  Comayagua  que  se  hallaba  en  Guatemala,  el 
Secretario  de  la  Real  Audlencia,  el  Comandante  de  la 
Artillerfa  y  los  Coroneles  de  los  Regimientos;  leyendo 
el  Mariscal  un  despacho  del  Virrey  de  Mexico  y  la  re- 
Irciôn  de  una  gaceta  de  los  sucesos  de  la  Corte,  —  la 
abdicaciôn  en  Bayona  del  Rey  Fernando  y  la  renuncia 
de  sus  derechos  de  sucesiôn  al  Trono  de  Espana  por 
los  Principes  Carlos  y  Antonio,  représentantes  de   la 


(*)  En  la  pâg-ina32,  li'nea  la.,  hemos  dicho  que  la  acefalîa  del  tro- 
no no  fué  sabida  en  El  Salvador  sino  es  en  1810  (por  errata  se  mpritnio 
1817).  Este  dato,  que  nos  sutninisird  un  texto  de  Historia,  esta  rectifi- 
cado  por  la  obra  Guatemala  por  Fernando  VII  y  a  ella  conformamos 
con  toda  certeza  estas  fechas. 


HISTOKXA   MODIiKNA   DE    EL  SALVADOR  43 

dinastî-j;  y  declarando.  en  fin,  la  Junta,  que  taies  actos 
eran  ilegales  e  injustes,  y  fruto  de  la  violencia  de  Bo- 
naparte, y  que  por  tanto  debian  desconocerse;  y  que 
en  fin,  debîa  renovarse  la  adhésion  al  monàrca  prisio- 
nero,  y  mantenerse  las  leyes  existentes,  la  religion  ca- 
tôlica  y  el  orden  gênerai. 

El  Mariscal  habi'a  expedido  un  manifiesto. 

En  el  mes  de  Diciembre  hubo  manifestacione? 
générales  de  adhésion  al  Rey  porinstrucciones  venidas 
de  Espana  para  mantener  la  bandera  de  Fernando 
VIL 

Escribiôse  en  fin  un  libro  que  se  titula  Guatema- 
la por  Fernando  VII  Rey  y  que  relata  e«tas 
manifestaciones  de  amor  a  la  madré  patria. 

Tiempo  es  ya  de  considerar  en  que  termines  se 
presentaba  y  planteaba  el  problema  de  los  destinos  de 
Centro  America  a  los  Delgado,  a  los  Aguilar,  a  los 
Arce?     Que  pensaban  los  prôceres? 

Ténia  Espana  gobierno? 

Lo  era  el  Consejo  que  dejô  Fernando  para  hicer 
sus  veces  al  partir  a  Bayona? 

Lo  era  José  Bonaparte  rey  de  Espana  por  Bo- 
naparte? 

Lo  era  el  mismo  Fernando  VII  prisionero  en 
Valencey? 

Lo  era  la  Junta  de  patriotas  de  Sevilla  que  diri- 
gîa  la  resistencia  a  los  franceses? 

Las  mismas  autoridades  reaies  no  sabi'an  a  que 
atenerse. 

El  virrey  Iturrigaray,  de  Mexico,  no  sabiendo  que 
responder  a  esoscuatro  problemas,  se  adhiriô  a  la  opi- 
nion del  Licenciado  Verdad  que  en  Junta  de  funcio- 
narios  opinô  que  en  tal  casa  debia  invocarse  el prin- 
cipio  de  la  Soberania  Popular,  palabras  audaces 
que  ocasionaron  al  Virrey  la  deposiciôn  y  al  Licencia- 
do Verdad  la  libertad,  y  segun  se  crée,  la  vida,  pues 
muriô  en  la  prisiôn  a  que  le  llevaron  los  realistas.  El 
manifiesto  del  virrey  Iturrigaray  trasmitido   a   Gua- 


44  FRANCISCO    GAVIDIA 

temala  al  Capitâa  General  Mollinedo  y  Saravia,  y  por 
•este  al  latendente  de  San  Salvador,  propooîa  aqui 
los  mismos  problemas. 

Aquî  como  en  Mexico  y  Guatemala,  se  desobede- 
ciô  la  autoridad  del  Rey  José,  que  de  hecho  aparecîa 
constituido,  a  pesar  del  manifiesto  de  Fernando  VII 
que  recomendaba  la  obediencia,  y  la  nota  de  Porlier, 
Ministro  de  la  Guerra  deEspana,  fué  rechazada  de 
piano. 

Alld  como  aquî  las  autoridades  y  los  notables  es- 
taban  contra  la  autoridad  constituîda  y  su  évidente 
ilegalidad. 

En  taies  condiciones  se  hizo  en  San  Salvador  el 
juramento  de  fidelidad  al  Rey  Fernando  VII  y  el  paseo 
del  pendôn  real,  se  abriô  una  suscripciôn  para  contri- 
buir  a  la  guerra  de  Independencia  de  Espana  y  se  en- 
viaron  al  Gobierno  de  la  resistencia  veinticuatro  mil 
pesos. 

La  politica  ostensible  de  Delgado  en  tal  momento 
fué  :  la  Independencia  absoluta  en  Centra  Améri- 
CQy  en  espéra  de  la  libertad  del  Soberùno, 

Guerra  de  la  Independencia  en  Espana 

No  serîa  completo  el  cuadro  que  hemos  bosqueja- 
do  si  no  ofreciéramos  el  de  la  lucha  del  pueblo  espanol 
contra  Bonaparte. 

La  voz  de  un  poeta  resumiô  entonces  el  orguUo, 
la  indignaciôn,  la  côlera,  el  valor  y  la  sabiduria  del 
pueblo  espanol.  Este  supo  después,  en  mejores  dîas, 
cenirle  una  corona.     Este  poeta  fué  Quintana. 

El  orgullo  espanol  entonces  hablô  asî  de  Es- 
pana, con  ocasiôn  del  moti'n  de  Aranjuez: 

^Qaê  era,  decidme,  la  naciôn  que  un  dîa 
Reina  del  mundo  proclamé  el  destino, 
La  que  a  todas  las  Zonas  extendîa 
Su  cetro  de  oro  y  eu  blason  divino? 
V^olâbase  a  Occidente 


mSTORIA   MODERNA   DE   EL  SALVADOR  45 

Y  el  vasto  mar  Atlântico  sembrado 
Se  hallaba  de  eu  gloria  y  su  fortuna. 
Doquiera  Eepana:  eu  el  preciado  seno 
De  America,  en  el  Asia,  en  lo8  confines 
Del  Africa,  alH  Eepana.    El  soberano 
Vuelo  do  la  atrevida  fantasia 

Para  abarcarla  se  cansaba  en  vano. 

Ora  eu  el  cieno  del  oprobio  hundida, 
Abandonada  a  la  insoleucia  agena, 
Como  esclava  en  mercado,  va  aguardaba 
La  ruda  argolla  j  la  eervil  cadena. 
jQuê  de  plagas,  oh  Dios!    Su  aliento  inapuro 
La  pestilcute  fiebre  respirando, 
Infestô  el  aire,  emponzonô  la  vida. 
La  hambre  enflaquecida 
Tendiô  sus  brazoa  lîvidos,  abogando 
Cuanto  el  contagio  perdonô.    Très  veces 
De  Jano  el  templo  abrimos, 

Y  a  la  trompa  de  Marte  aliento  diraos. 
Très  veces,  ay!  los  dioees  tutelares 

Su  escudo  nos  negaron,  y  nos  vimos 
Rotos  en  tierra  y  rotos  en  los  mares. 

iQuê  en  tanto  tiempo  viste 
Por  tus  inmensos  términos  joh  Iberia? 
^Qué  viste  ya  sino  funesto  luto, 
Honda  tristeza,  sin  igual  miseria, 
De  tu  vil  servidumbre  acerbo  fruto? 


Llega  el  momeoto,  en  fin;  tiende  su  mano 
El  tirano  del  mundo  al  Occidente 
Y  fiero  exclama:   <El  Occidente  es   mîo!> 
Barbaro  gozo  en  su  ceûuda  frente 
Repplandeciô,  como  en  el  seno  obscuro 
De  nube  torraentosa,  en  el  estîo, 
Relâmpago  fugaz   brilla   un  moiuento 
Que  anade  horror  con   su  fulgor  sombrîo. 

Sus  guerreros  féroces 
€on   gritos  de  soberbia  el  viento  llenan; 
Gimeu  los  yunques,  los  martillos  suenan, 
Arden  las  forjaa.    jOh  vergiienza!    ^Acaso 
Pensais  que  espadas  son   para  el  rombate 
Las  que  mueven  sus  raanos  codiciosas? 
No  en  tanto  os  estiméis:  grillos,  esposas, 


46  FRANCISCO    GAVIDIA 

Cadenae  eon  que  en  ver^onzos  lazos 
Por  eiempre  amarren  tan  inertes  brazos. 

Extremeciwee  Espana 
Del  indigno  rumor  que  cerca  oîa, 

Y  al  gran  le  impulso  de  su  justa  sana 
Rompiô  el   volcan  que  en  su  interior  hervîa. 

Sue  déspofae  antiguos 
Consternados  y  pâlidos  se  escond^n; 
Resuena  el  eco  de  vengauza  en   rorno, 

Y  del  Tajo  las  mârgenes  respondeu: 
"jVenganzQ!"    ^.^ôude  estân,  sagrado  rîo, 
Los  coloeoe  de  oprobio  y  de  vergiienza 

Que  nueetro  bien  en  su  insolencia  ahogaban? 
Su  gloria  fué,   nuestro  esplendor  comiecza; 

Y  tu  orgulloso  y  flero, 

Viendo  que  aûn  har  Castilla  y  castellanoe, 
Précipitas  fil  mar  tu8  rubias  oudas, 
Diciendo:  "Ya  acabaron  los  tiranos." 

jOh  triunfo!  job  gloria!  joh  celestial  momentoî 
é.Con  que  puede  ya  dar  el  labio  mfo 
El  nombre  augusto  de  la  patria  al  viento? 
Yo  le  daré,  mas  no  en  el  arpa  de  oro 
Que  mi  cantar  sonoro 
Acompanô  hasta  aquî;  no  aprisionado 
En  estrecho  recinto  en  que  se  apoca 
El  numen  en  el  pecho 

Y  el  aliento  fatîdico  en  la  boca. 
Desenterrad  la  lira  de  Tirteo, 

Y  el  aire  abierto  a  la  radiante  lumbre 
Del  Sol,  en  la  alta  cumbre 

Del  riecoso  y  pinifero  Fuenfrîa, 

Allî  volaré  yo,  y  allî  cantando, 

Con  voz  que  atrueue  en  rededor  la  sierra, 

Lsnzaré  pur  los  campos  castellanos 

Los  eeoe  de  la  gloria  y  de  la  guerra. 

,  iGuerra,  nombre  tremendo,  abora  sublime,. 
Unico  asilo  y  8a<'rosanto  escudo 
Al  împetu  sanudo 

Del  fiero  Atila  que  a  Oecidente  oprira»r! 
jGuerra,  guerra,  espanolee!  En  el  Betis 
Ved  del  tercer  Fernando  alzar»»'  airada 
La  augueta  sombra;  bu  diviua  frente 


.._  J 


HÎSTORIA   MODERÎÎA   DE   EL  SALVADOR  47 

Mostrar  Gonzalo  en  la',imperial  Granada; 
Blandir  el  Cid  su  centellante  eapada, 

Y  alla,  sobre  los  altos  Pirineoe, 
Del  hijo  de  Jimena 

Animaree  los  raiembros  triganteos; 
En  torvo  ceiîo  y  desdenosa  pena 
Ved  cômo  cnizan  por  los  aires  vanos; 

Y  el  valor  exhalando  que  se  eucierra 
Dentro  del  hueco  de  sus  tumbas  frîas. 

En  fiera  j  ronca  voz  pronuncian:  "iGuerra! 

"iPues  que!    iCon  faz  serena 
Viérais  los  campos  dévaster  opimos, 
Etenio  objeto  de  ambiciou  ao;eîia, 
Herencia  inmensa  que  afanando  os  dimos? 
Despertad,  raza  de  hèroes:  el  momerito 
Llegô  va  de  arrojarse  a  la  Victoria; 
Que  vuestro  nombre  éclipse  nuestro  nombre, 
Que  vuestra  gloria  humilie  nuestra  gioria. 
No  ha  sido  en  el  gran  dîa 
El  altar  de  la  patria  alzado  en  vano 
For  vuestra  mano  fuerte. 
Juradlo,  ella  os  lo  manda:  ;Antes  la  muerte 
Que  consentir jamâs  ningûn  tirano'\ 

Si.  yo  lo  juro,  vénérables  sombras, 
l'o  lo  juro  también  y  en  este  instante 
Ya  me  siento  mayor.     Dadme  una  lanza, 
Ceni<ime  el  casco  flero  y  refulgeute; 
Voleraos  al  combate,  a  la  venganza; 

Y  el  que  niegue  su  pecho  a  la  esperanza, 
Hunda  en  el  polvo  la  cobasde  frente. 
Talvez  el  gran  torrente 

De  la  devaetaciôu  en  su  carrera. 
Me  llevarâ.    ^Qué  importa?    (.Por  ventura 
No  se  muere  una  vez?    ^.No  iré,  espirando, 
A  encontrar  nuestros  îuclitos  mayores? 

Y  al  armarse  las  Provincias   contra  Bonaparte, 
elevô  mâs  su  canto  el  Tirteo  espanol: 

Eterna  ley  del  mundo  aquesta  sea: 
•'En  pueblos  o  cobardes  o  extragados. 
Que  ruede  a  su  placer  la  tiranîa; 
Mas  si  su  atroz  porîîa 


48  FRANCISCO     GAVIDIA 

Osa  ineultar  a  pechoe  generosoe 
DoDde  eisfuerzo  y  virtud  tienen  aeiento, 
Estréllese  al  instante, 

Y  de  eu  ruina  brote  el  eecarmieuto" 
Dijo  asî  DioH:  con  letras  de  diamante 
Su  dedo  augusto  lo  eecribiô  en  el  cielo. 

Y  en  torrente  de  fiangre  a  la  venganza 
Mandé  deepuée  que  lo  anunciaBe  al  Buelo. 

Hoy  lo  puede  anunciar.  En  justa  pena 
De  tu  vicioeo  y  mîsero  abandono, 
En  tî  8U  horrible  trono 
Sento  el  nûmen  del  mal,  Francia  culpable: 

Y  sacudiendo  el  cetro  abominable, 
Cuanto  tue  ojoe  ven  tanto  aniquila 
El  genio  atroz  del  ineensato  Atila. 
Lae  furias  que  el  mortîfero  eetandarte 
Llevaban  de  Timur,  mandan  al  lado 
De  tu  feroz  Sultan:  ellas  le  inepiran, 

Y  ya  en  eu  orgullo  a  eeclavizar  se  atreve 
Cuanto  hay  del  mar  de  Italia  a  los  desiertOB, 
Faltos  Biempre  de  vida  y  siempre  yertos, 
Do  reina  el  polo  engendrador  de  nieve! 

Llega  Eepana,  tu  vez;  al  cautiverio 
Con  nefario  artificio 
Tus  principes  arrastra,  y  en  su  mano 
Las  riendas  de  tu  imperio 
Logrô  tener  y  se  ostentô  tirano. 
Ya  manda,  ya  desvasta:  sus  soldadoe, 
Obedeciendo  en  torpe  vasallaje 
Al  planeta  de  muerte  que  los  guîa, 
Trocaron  en  horror  el  hospedaje, 

Y  la  amistad  en  servidumbre  irapîa. 

A  dônde,  pues,  huyeron, 
Pregunta  el  orbe  estremecido,  a  dônde 
La  santa  paz,  la  noble  confianza, 
La  no  violada  fe?    Vanas  deidadee, 
Que  8<51o  ya  los  débiles  imploran. 
Europa  Babe  de  escarmiento  llena, 
Que  la  fuerza  es  la  ley,  el  dios  que  adoran 
Eeos  atroces  vândalos  del  Sena. 

Pues  bien,  la  fuerza  mande,  ella  décida; 
Nadie  incline  a  esta  gente  fementida 


mSTOSlA    MODKRNA    DE   EL   SALVADOR  49 

For  temor  pusilâmine  la  frente, 

Que  Dunca  el  alevoBO  fué  valiecte.  < 

Alto  y  ferot  rugido 

La  Bed  de  guerra  y  la  eangrienta  eana  ' 

AnuDcio  del  leÔD,  con  bronco  acento  ■ 

Eneordeciendo  el  eco  en  la  montana.  j 

A  devorar  eu  presa  ' 

Las  éiguilaa  se  arrojan  por  el  viento, 

S61o  la  eierpe  vil,  la  eierpe  ingrata 

Al  deecuidado  seno  que  la  abriga  \ 

Callada  llega  y  poDzonoea  mata. 

Lae  vîboras  de  Alcidee  j 

Son  las  que  aealtan  la  adorada  cuna  , 

De  tu  felicidad.     Deepierta,  Espana, 

Deepierta  \a.y  Dios!  y  tus  robustes  braao»  i 

Haciéndolas  pedazos 

Y  esparciendo  sus  miembros  por  la  tierra,  | 
Ostenteu  el  esfuerzo  incontrastable 

Que  en  tu  naciente  libertad  se  encierra.  ! 

Ya  se  acerca  zumbando 
El  eco  grande  del  clamor  guerrero,  j 

Hijo  de  indignaciôu  y  de  osadîa.  \ 

Asturias  fue  quien  le  arroj6  primero;  < 

iHonor  al  pueblo  astur!    Allî  debîa  ■ 

Primero  resouar.    Cou  igual  furia  i 

Se  alza,  y  se  extiende  a  doiide  en  fértil  riego 
Del  Ebio  caudaloso  y  dulce  Turia  : 

Las  claras  ondas  abundaueia  brotan.  j 

y  como  en  selvas  estallante  fuego  ] 

Caando  las  alas  de  aquilon  le  azotan,  '[ 

Que  de  pronto  a  calmar,  ni  vuelto  en  Uavia, 
Jupiter  basta,  ni  los  ancbos  rîos 
Que  oponen  su  corriente  a  eus  furores, 
Los  ecos  libradores 
Vuelan,  cruzan,  encienden 
Los  campos  olivîferos  del  Betis, 

Y  de  la  playa  cântabra  basta  Câdiz 

El  seno  azui  de  la  agitada  Tetis.  ! 

j 

Alzase  Espana,  en  fin;  con  fa«  airada  \ 

Hace  a  Marte  senal,  y  el  dios  horrendo  .1 

Despena  en  ella  su  crujiente  carro; 
Al  espantoso  estruendo, 


50  F?ANC3SCO     GAVIDIA 

Al  revolver  de  eu  terrible  espada, 

En  vez  de  eetremecerse,  arde  y  se  agita 

Y  vuela  en  pos  el  espanol  bizarro. 
"î  Fuera  tiranoe!'',  grita 

La  muchedumbre  iiimen^a.  jOh  voz  eublime, 

Kco  de  vida,  manantial  de  gloria! 

Ksos  ministres  de  ambiciôn  agena 

No  te  escucharon,  no,  cuando  triunfaban 

Tao  Mcilmeute  en  Aueterlitz  y  en  Jena. 

Aquî  te  oirân  y  alcanzarâs  Victoria; 

Aquî  t^  oirân  saliendo 

De  pechos  esforzados,  varoniies; 

Y  la  diatancia  raedirân  gimiendo, 

Que  de  hombraa  hay  a  mercenarios  viles. 

Arde  la  lucba, 

Returaba  el  bronce;  los  valientes  caen, 

Y  el  campo  de  huraor  rojo  hecho  ya  un  lago 
E>escubre  al  mundo  el  espantoso  estrago. 
Asî  8«8  ilanos  fertiles,  Valencia 

Oatenta;  asî  Bailén,  asî  Moncayo; 

Y  es  fanria  que  Ihs  vîctiraas  de  Mayo 
Lîvidas  por  el  nire  aparecîan; 

Que  a  eu  alarido  horrendo 

Las  franceeas  falanges  se  aterraban 

Genios  que  acompanâis  a  la  Victoria, 
Volad,  apercibid  en  vuestras  rnanos 
Lauros  de  Salarnina  y  de  Platea, 
Que  orecen  cuando  lloran  los  tiranos. 
De  ellos  cenido  el  vencedor  se  vea 
Al  «cercarse  al  Capitolio  ibero. 
Ya  îlega  ^no  le  veis?  Astro  parece 
En  su  carro  triunfal,  mucho  mâs  claro 
Que  tras  torraenta  el  sol.    Barred  las  caltes 
De  eee  terror  que  las  yermaba  un  dîa, 
Que  el  jôbilo  las  huelle  y  la  alegrfa; 
Los  altos  coronad,  henchid  los  valles, 

Y  en  vuestra  boca  el  apacible  acento 

Y  en  vuestras  manoa  tremolando  el  lino, 
**Salve,  exclaraad,  libertador  divino, 
Salviî",  y  que  en  eco«  mil  lo  diga  el  viento, 

Y  suba  resonando  al  firraamento. 

Suba,  y  Espana  mande  a  sus  leonea 
Volar  rugiendo  al  alto  Pirineo, 


mSTOKIA  r.îODEKXA     DE   KL    SALVADOR  51 

Y  alK  alzar  el  eepléndido  trofeo, 
Que  diga:  "Libertad  a  Ihs  Daci(}ne8''. 

Tal  es  jJih  pueblo  grande!   ;oh  pucbJo  fuerte! 

El  premio  que  la  Ruerte 

A  tu  valor  maofnénimo  destina. 

Asî  resÎBte  la  robuwta  encina 

Al  temporal:  arrôJHnse  eilbando 

Los  fieros  huracanes, 

En  su  espantoso  vérti^o  llevando 

Desolaciôn  y  ruina;  ella  résiste, 

Créée  el  furor,  redoblan  sa  pnjanza, 

Braman  y  tiembla  en  derredor  la  esfera; 

îQué  importa  que  a  la  verde  cabeliera 

Fjute  ramo  y  aquel  faite,  arrancado 

Del  împeto  del  vienlo  y  luego  muera 

Ella  résiste;  la  soberbia  ciraa 

Mes  herraosa  al  Olimpo  al  fin  levante, 

Y  entretanto  meciéndoseen  sus  hojas, 
Céfiro  alegre  la  Victoria  canta. 

La  epopeya  de  la 
Independencia    Espaîïola 

La  mafiana  del  2  de  Mayo,  cuando  se  conducia  a 
Bayona  a  los  principes  de  la  dinastia  reinante  que 
aun  no  tenîa  Napoléon  en  su  poder,  el  pueblo  de  Ma- 
drid, agrupado  en  la  plazuela  del  PalacioReal  sehabia 
lanzado  a  ponerlos  en  libertad.  Cortaron  los  subie 
vados  los  tiros  de  los  caballos  del  carruaje  y  las  tropas 
francesas  fuèron  arroUadas,  pero  el  grueso  dtî  Ejército 
hibia  dorainado  al  pueblo  desarmado. 

Un  cuerpo  de  soldndos  y  paisanaj^  al  rnando  de 
los  inmortales  Daoiz  y  Velarde,  que  habfan  abierto  las 
puertas  del  Parque  de  Artillerîa  y  sacado  3  canones. 
auxiliados  por  un  piqueté  de  Infanterfa  del  oficial 
Rulz,  hicieron  frente  al  enemij2fo  haciendo  vario;--  pri 
sioneros  y  sosteniendo  una  luch.ii  sangfrienta  conlra  las 
fuerzas  del  General  Lefranc.  Perecieron  nouchos  de 
ambos  lados,  entre  ellos  Velarde;  y  quedando  heridos 
Daoiz  y  Ruîz. 

El  enemigo  dio  una  carga  a  fin  de  apoderarse  de 


52  FXAMCÎSCO    GAVIDîA 

la  Artillerîa,  y  en  ella  pereciô  Daoiz.  loterviao  el  Go- 
bierno  que  era  ejercido  por  una  Junta,  y  el  pueblo  se 
dispersé  coq  proraesas  que  no  se  cumplieron;  pues  los 
francesesocupandoyafuertes  posiciones,  arcabucearon 
'en  la  Puerta  del  Sol  a  transeuntes  que  iban  a  sus  tra- 
bajos,  fiados  en  las  proraesas  de  olvido  de  lo  pasado, 
pretextândose  que  llevaban  armas,  que  a  veces  eran 
tijeras  y  navajas.  Por  la  noche  se  hicieron  fusilamientos 
de  pelotones  y  se  dice  que  al  araanecer  fueron  ultima- 
dos  no  solo  hombres  sino  tarabién  mujeres  y  oinos  en 
la  Moncloa,  y  en  el  Cerro  del  Principe  Pi'o. 

La  Espana  se  irg-uiô  indignada,  Napoléon  pudo 
comprender  en  seguida  que  el  âguila  impérial  no  podîa 
contra  el  leôn  ibero.  Al  grito  de  Madrid  respondiô 
Asturias  en  los  riscos  faraosos  donde  el  inmortal  Pe- 
layo  habîa  empezado  la  reconquista  contra  los  musul- 
manes. Respondieron  Espana  y  America,  si  bien  a 
las  colonias  solo  tocô  rechazar  las  tentaciones  de  los 
emisarios  de  Napoléon,  levantarcontribucionescomo  la 
de  24,000  pesos  de  San  Salvador,  hacer  manifestacio- 
nes  y  escribir  periôdicos  y  libres  corao  el  titulado  Gua- 
temala  por  Fernando  VIL 

Yaun  nohabi'an  pasado  dos  meses  desde  las  matan» 
zas  de  Madrid  nie  ntrado  el  nuevo  Rey  José  entradoa  la 
bella  ciudad  para  sentarse  en  el  trono  espanol,  cuando 
Espana  contesté  el  2  deMayoc'nla  victoria  de  Bailén. 
La  Europa  contemplé  con  asombro  que  los  veteranos 
del  Imperio  habi'an  sido  vencidos  con  lujo  de  heroîs- 
mo  por  los  patriotas  espanoles. 

Los  vencedores  de  Bailén  eran  solo  9.000  hom- 
bres, casi  reclutas.  Dieron  3  cargas  que  obligaron  a 
los  france.ses  a  reorganizar  por  très  veces  sus  batallo- 
nés,  y  asaltadas  las  posiciones  del  eneraigo,  el  General 
Dupont  que  en  vano  espéré  refuerzos,  firme  la  capi- 
tulacién.  Llego  entonces  otro  ejército  francés  man- 
dado  por  el  General  Vedel  que  fué  rechazado.  Los 
muertos  franceses  eran  2.000  y  los  prisioneros  22.000 
veteranos- 


HISTORIA    UODEBNA  DE   EL    SALVADOR  53 

Para  mayor  gloria  del  eotonces  gênerai  Castanos 
y  después  duque  de  Bailéo,  que  era  el  gênerai  en  jefe, 
esta  batalla  tuvo  un  efecto  doble;  pues  la  ciudad  he- 
roica  de  Zaragoza  que  habi'a  sufrido  su  primer  sitio 
mémorable,  ayudada  con  el  efecto  moral  de  Bailén, 
vio  levantar  el  campo  a  los  sitiadores. 

Con  estos  dos  actos  de  heroismo  que  asombraroa 
a  la  Europa  debe  citarse  la  defensa  de  Zaragoza.  Cuan* 
do  solo  teni'a  trescientos  soldados  y  una  tapia  por 
muralla,  el  gênerai  irancés  Lefebre  atacô  la  ciudad 
creyendo  que  se  rendirîa  con  un  flojo  asalto;  pero  los 
zaragozanos,  hombres,  ancianos,  mujeres  y  ninos,  re- 
chazaron  alenemigo  y  lo  hicieron  acarapar  fuera  del 
alcance  de  los  canones.  Lefevre  organizô  un  s?itio  en 
■forma.  Todo  se  conjuré  en  contra  de  los  sitiados: 
6.000  independientes  que  podîan  auxiliarles  fueron  de- 
rrotados  en  Eplla,  donde  perdieron  1,500  hombres, 
muertos  o  heridos;  el  depôsito  de  pôlvora  de  Zaragoza 
estallô  haciendo  volar  ediScios  y  gentes;  y  3.800  solda- 
dos  y  cuarenta  y  seis  piezas  de  artillerîa  al  mando  del 
çeneral  Ver  lier,  reforzaron  el  campo  del  enemigo;ea 
fin,  perdieron  el  monte  Forrero,  desde  donde  bombar- 
dearon  los  franceses  la  ciudad. 

Nada  sinembargo  domenô  la  presencia  de  ânimo 
de  la  capital  aragonesa.  El  1?  de  julio  fué  el  asalto 
gênerai.  En  el  puesto  llamado  El  Portillo  todos  los 
artilleros  espanolesquedaron  muertos  y  las  piezas  solas; 
los  tranceses  iban  a  entrar  a  la  plaza  por  aquelboque- 
te  cuando  una  bella  joven  de  veintidôs  anos  tomô  la 
mecha  de  raanos  de  uno  de  los  muertos,  prendiô  fuego 
a  un  canon  cargado  con  metralla  y  detuvo  al  enemigo, 
sosteniendo  el  combate  hasta  verse  rodeada  porsufi- 
ciente  numéro  de  soldados.  Esta  fué  la  célèbre  heroina 
Agustina  Aragon. 

Después  de  renidos  combntes  los  franceses  levan- 
taroa  el  sitio. 

El  triunfo  de  Bailén  habîahecho  al  Rey  José  abao- 
•  Joaar   a    Madrid   estableciéndose  en    Vitoria,  en  la 


54  FKANCISCO    GAVIDIA 

frontera  con  Francia.  Tan  herido  en  su  araor  propio 
sintiôse  eî  Emperador,  que  se  encaminô  a  Espana  ?À 
frente  de  un  ejército  de  140,000  veteraoos. 

Los  ingîeses  aliados  de  los  patriotas  habian  su- 
frido  con  otros  reveces  la  derrota  de  cerca  de  la  Co- 
runa. 

Pero  la  guerra  tomô  nueva  faz.  Las  guerrillas. 
Porlier  en  Asturi  s,  Juan  Martin  Diez  el  Empecinado 
en  Castilla  la  Nueva,  Mina  en  Navarra,  y  otros  jefes 
de  partidos  sueltos,  acechaban  destacamentos  y  con- 
voyés sorprendiéndolos  y  escapando  por  medio  de  râ- 
pidas  maniobras  a  los  planes  y  a  las  fuerzas  de  los  gé- 
nérales del  imperio. 

Fué  sitiada  de  nuevo  Zaragoza  cuyo  heroîsmo  lo 
mismo  que  el  de  la  ciudad  de  Gerona  se  han  hecho 
legendarios. 

La  guerra  continué  con  varia  fortuna. 

Mientras  se  combatfa  en    Castilla,    en    Cataluîia 
en  Extremadura,  (1809)  los  dîas  27,  28  y  29   de  julio 
se  ganaba  la  batalla  de  Talavera  de  la  Reina  que   11e- 
nô  de  gioria,  como  la  de  Bailén  a  Castanos,  a  los  ge 
nerales     Cuesta    y  Wellington,    jefe    de   los   ingîeses 
aliados. 

En  este  com bâte  el  ejército  francés  habfa  sido 
mandado  por  el  Rey  José  en  persona. 

El  niismo  ano  derrotô  el  General  espanol  duque 
del  Parque  en  la  batalla  de  Tamamer  al  gênerai  Mar* 
chand. 

Durante  los  afios  siguientes  de  1810  y  1811  los 
franceses  hicieron  repetidos,  grandes  y  desesperados 
esfuerzos  por  apoderarse  de  la  ciudad  en  que  estaba  el 
asiento  del  gobierno  espanol. 

Tal  fué  el  sitio  de  Câdiz  donde  una  Asamblea 
formada  por  Diputados  de  Espana  y  America,  dicta- 
ba  la  Constituciôn  famosa  que  contenîa  la  declara- 
toria  de  todas  las  libertades  y  derechos  del  hom- 
bre. 

A  su  tlempo  veremos  la  Provincia  de  San  Saha- 


mSTORIA    MODE8NA   DE   EL  SALVADOR  OO 

dor  representada  en  estas  célèbres  Certes,  y  lo  que  es 
màs  aceptada  por  ellas,  la  declaratoria  de  los  derechos 
del  hombre,  base  de  la  Constituciôo  famosa  de  1812, 
formulados  por  el  entonces  lotendeote  de  esta  Provin- 
cia  Dr.  Don  José  Maria  Peinado  y  presentada  a  las 
Certes  por  el  Diputado  Canônigo  Larrazâbal. 

Tampoco  debe  olvidarse  la  influencia  que  tuvo  en 
la  eraisiôn  y  fondo  de  esta  carta  magna  el  movimiento 
de  1811  de  El  Salrador  y  sus  similares  de  America. 

Las  Cortes  crearon  la  orden  de  San  Fernando 
para  significar  que  luchaban  por  la  Independenzia. 

Librôse  con  los  sitiadores  la  batalla  de  Chiclana, 
en  que  estos  lanzaron  mâs  de  15,000  bombas  sobre  la 
ciudad. 

Después  de  un  sitio  de  dos  anosy  medioy  después 
de  inutilizar  seiscientas  piezas  de  artilleria,  cuando  los 
sitiados  se  disponîan  a  hacer  una  salida  sobre  el  cam- 
pe enemigo,  los  franceses  levantaron  el  cerco  mientras 
los  patriotas  disparaban  cohetes  y  encendîan  lumi- 
narias. 

Esta  hoguera  deCâdizcrisol  donde  se  forma  elcre- 
do  de  las  libertades  ibero-araericanas,  por  el  cual  se  lu- 
charâ  al  tratarse  de  Uevarlo  a  la  practica,  en  el  movi- 
miento de  1814  en  San  Salvador,  sera  el  origen  de 
grandes  combatcs  en  Espana  hasta  todavia  muy  en- 
trado  el  pasado  siglo;  ningûn  espectâculo  mâs  bello 
en  la  Historia. 

También  obtuvo  el  ejército  compuesto  de  espa- 
noies  e  ingleses  al  mando  del  gênerai  Beresford  la  Vic- 
toria de  Albuera.  El  derrotado  en  este  encuentro  fué  el 
célèbre  mariscal  Soult,  y  en  ella  perdiô  en  el  termi- 
ne de  très  horas  12,000  hombres,  puestos  fuera  de 
combate. 

En  fin,  en  1812,  mientras  las  Cortes  decretaban  y 
promulgaban  la  célèbre  Constituciôn,  los  aliados  ob- 
tuvieron  la  Victoria  de  Arapiles,  quelanzé  al  hermano 
de  Napoléon  a  la  frontera  de  Francia,  donde  en  el  rio 
Bidasoa  y   en    San    Marcial,  sufria  el  ejército  francéa 


56  FRANCISCO    GAVIDIA 

nuevas  derrotas  que  les  imponia  el  General  espafiol 
Manuel  Freire. 

Los  iovasores  todavîa  perseguidos  en  su  propjo 
territorio,  doode  fueron  derrotados  en  Orthez  y  en 
Tolosa,  no  se  vieron  libres  sino  cuando Napoléon  tuvo 
que  borrar  todo  lo  que  habîa  escrito  en  Bayona  contra 
la  soberanfa  y  la  libertad  del  pueblo  espanol. 

Pero  la  vuelta  del  rey  cautivo  y  sus  efectos  en  la 
Historia  de  las  Naciones  de  America  y  en  la  especial  de 
El  Salvador,  donde  produjo  consecuencias  que  ata- 
nen  a  la  America  Central  y  a  las  instituciones  republi- 
canas  y  democrâticas,  sera  narrada  a  su  tiempo,  es 
decir  al  historiar  los  anos  que  siguieron  al  movimien- 
to  de  1814. 

Se  ELlGE  EN  San  Salvador  un  elector 

DE  MiEMBRO  DE  GOBIERNO    DE  ESPAÎÎA   E  INDIAS 

Algo  nos  hemos  adelantado  en  la  narraciôn  para 
ofrecer  de  golpe  todo  el  cuadro  de  la  lucha  del  pueblo 
espanol  por  su  Independencia.  Necesitamos  rétrocéder 
a  1811^  cuando  mâs  dudas  se  ofrecîan  a  los  americanos 
sobre  la  suerte  queestaba  reservada  a  la  madré  patrîa. 

El  Rey  preso  desconccîa  las  autoridades  que  con 
el  nombre  de  Regencia  hacîa  sus  veces. 

Fâcilmente  se  ofreciô  a  los  prôceres  la  idea  de  la 
soberanfa  popular. 

Gobernaba  al  abrirse  esta  Historia  el  Intendentc 
don  Antonio  Gutiérrez  de  Ulloa,  pues  desde  1788  se 
habia  sustituido  por  un  Intendente  a  los  antiguos  Al- 
caldes  Mayores;  y  era  Capitân  General,  Présidente  y 
Gobernador  del  reino  de  Guatemala,  el  Mariscal  de 
Campo  don  Antonio  Gonzalez  Mollinedo  y  Sara  via. 

Mientras  tanto  las  ideas  polîticas  se  renovaron. 
Hasta  alli  el  sâbdito  solo  habia  tenido  voz  como  î>et»- 
cionario,  hoy  pedfa  tenerla  en  los  negocios  de  la  na- 
ciôn.  Un  monarca  absoluto  y  sus  edictos  eran  su  de- 
recho   publico;   hoy   se  pedfa   gobierno   propio.    Los 


mSTORIA   MODERNA    DE    EL  SALVADOR  57 

constitucionalistas  de  la  escuela  de  Montesquieu  y 
amantes  de  la  formula  inglesa  procedfan  en  Kspa- 
na,  donde  gobernaban,  a  organizar  el  régimen  libéral 
y  declararon  por  decreto  del  Ejecutivo  y  de  las  Cortes 
que  todos  los  derechos  de  los'espanoles,  con  la  repre 
sentaciôo  en  la  mismas  Cortes,  eran  eitensivos  a  los 
americanos.  La  America  espanola  o  lo  que  también 
se  llamô  las  Indias  Occidentales  venîa  a  ser  una  parte 
de  la  Monarquîa. 

Por  eso  fué  un  espectâculo  nuevo  y  una  sorpresa 
cuando  se  llamô  al  pais  a  elegir  un  raierabro  de  la 
Junta  Central  Gubernativa  de  Espana  que  represen- 
taba  al  rey  destronado  y  cautivo  y  hacîa  sus  veces  y 
gobernaba  la  Espana  y  la  America  E-^panola.  El  Ca- 
pitân  General  invitaba  a  la  provincia  para  elegir  este 
diputado  que  residiria  en  la  Corte. 

Los  candidatos  fueron  don  Manuel  José  Pavôn  y 
Munoz,  Coronel  de  milicia  (el  futuro  Mioistro  de  Ca- 
rrera); don  José  de  Aycinena  y  el  Teniente-Coronel 
Antonio  Juarros.  Del  tiempo  de  esta  elecciôn  es  la 
copia  que  auguraba  al  primero  mal  éxito  en  el  estri- 
billo  que  decîa  : 

Al  dcrecbo y  al  rerps 
No  va  Pavôn 
nôvaP  av  oN. 

El  estribillo  No  va  Pavôn,  NovaP  av  oN,  era  una 
senal  de  combate  électoral  del  liberalismo,  pero  solo 
entre  las  altas  clases. 

La  forma  de  esta  elecciôn  hecha  puede  muy  bien 
decirse,  para  designarse  a  uno  de  los  gobernantes  de 
Espana  y  sus  colonias,  no  puede  menos  de  interesar  al 
lector,  y  fué  la  siguiente: 

El  Ayuntamiento  de  San  Salvador  escogiô  très 
personas  honorables,  entre  las  cuales  sacô  por  la  suer 
te  an  elector.  Remitiôse  al  Présidente  de  la  Real  Au- 
diencia  un  oficio  en  que  constaba  el  nombre,  edad, 
vecindario,  profesiôn  y  filiaciôn  polîtica  y  moral  del 
7 


58  FKANCI-CO    GAVIDIA 

elector.  El  mismo  Présidente  y  estos  electores  una  vez 
llegados  a  Guatemala  desigaaron  por  voto  secreto, 
très  caodidatos  «del  mâs  alto  carâcter  y  habilidad,» 
entre  los  cuales,  la  Real  Audiencia,  presidida  por  el 
Capitân  General  Gonzalez  Mollinedo  y  Saravia  dé- 
signé al  diputado  a  la  Junta  Suprema  Central  Gu- 
bernativa  del  Reino  por  ausencia  de  S.  M.  Fernan- 
do  VIL 

En  todas  estas  sesiones  y  elecciones   se  escuchaba 
el  ritornelo 

No  va  Pavén, 
No  va  Pavôn  


Sinembargo,  la  victoria  fué  para  él. 

Estas  fueron  en  vcrdad  las  primeras  elecciones 
polîticas  que  se  vieron  en  el  pais  y  apasionaron  tanto 
a  los  hombres  superiores  por  su  significado,  como  al 
vulgo  por  tratarse  de  un  viaje  a  Kspana  y  residencia 
en  la  Corte,  y  de  un  sueldo  anual  de  6,000  pesos  fuer- 
tes. 

Ea  medio  de  la  novedad  banal,  haci'anse  sentir 
las  buenas  prendas  de  carâcter  de  los  centroamerica- 
nos;  en  efecto,  el  Delegado  Pavôn  Uevaba  instruccio 
nés  de  sus  comitentes:  no  se  debi'a  admitir  la  trasmi- 
siôn  del  dominio  espanol  a  un  poder  extrano  (Napo- 
léon); los  derechos  de  la  Naciôn  debîan  salvarse  a  to- 
do  eveuto;  debia  también  derramarse  la  ûltima  gota 
de  sangre  por  la  Patria,  por  el  Rey  y  por  la  Religion 
Catôlica. 

Emisarios  bonapartistas 

Hablôse  en  este  tiempo  de  cuatro  emisarios  man- 
dados  por  el  rey  intruso  José  Bonaparte. 

El  antiguo  Cura  de  la  parroquia  de  San  Salva- 
dor, que  habi'a  gobernado  por  veinte  anos  su  pro- 
vinca  y  la  de   San   Vicente   como  Vicario,    a  la  sazôa 


HISTORIA    MODERNA    DE  EL    SALVADOR  £9 

Dean  de  la  Catedral,  Provisor  y  Vicario  General  del 
Arzobispado,  Dr.  Don  Isidro  de  Sicilia  y  Montoya, 
expidiô  un  edlcto  contra  los  emisarios  bonapartistas: 
No  debîa  fiarse  nadie  de  hombres  o  raujeres  que 
viniesen  de  otras  partes,  Uegasen  en  traje  de  arrieros, 
de  mendigos  o  de  anfermos. 

El  Gobierno  por  su  parte  ofreciô  500  pesos  (ban- 
do  de  15  de  Mayo  de  1810)  al  que  denunciase  algûa 
espîa  o  emisario,  "aseçurândole  que  se  le  aumentarâ 
conforme  a  la  entidad  del  descubrimiento".  (Edicto 
del  Canônigo  Sicilia). 

En  algunas  partes  del  reino  se  dcscubrieron  bul- 
tos  de  géneros  con  la  estampa  de  Napoléon,  pero  no 
se  tiene  noticia  de  los  interesados;  pues  entre  les  par- 
tidos  no  se  ccntaba  el  bonapartista  y  las  raedidas  de 
que  habla  el  senor  Sicilia  eran  bastantes  para  j  huyen- 
ta:  a  los  emisarios. 

El  raismo  Dr.  Sicilia,  a  principios  del  cno  siguien- 
te  mandaba  "bajo  pena  deBxcomunïàn  mayor,  ipso 
facto  incurrenda'^  que  el  que  tuviere  pasquines  o  pa- 
peles  bonapartistas  (pues,  decîa  "no  pudiendo  los 
franceses  subyugarnos  a  fuerza  de  armas,  no  omiten 
medio  de  conseguirlo  con  dâdivas  y  promesas  .  ... 
valiéudose  de  pasquines  y  papeles  subversivos")  los 
presentare  al  Vicario  de  su  provincia. 

El  Segundo  paso  a  la  Autonomia 

El  segundo  paso  en  la  vîa  democrâtica  fué  en  El 
Salvador  la  elecciôn  para  Diputado  a  las  Cortes  del 
Reino  de  Espana. 

Convocadas  a  elecciones  las  Provincias  america- 
nas  a  principios  de  1810,  tomaron  asiento  provisional- 
mente  en  las  Cortes  Diputados  suplentes  cuyo  nom- 
bramiento  recayô  en  résidentes  de  America  en  la  Pe- 
nînsula.     En  sus  primeras  sesiones  la  nueva   Câmara 


60  FKANCISCO    GAVIDÎA 

€jô  el  numéro  y  forma  de  la  representaciôa  de  Ame- 
rica. Se  amnistié  a  los  encausados  por  motivos  po- 
Jfticos. 

Diputados  provisionales  por  Centre  America  fue- 
roD  Aodrés  y  Manuel  del  Llano,  résidentes  en  la  Cor- 
te,  para  mientras  se  hacîa  la  elecciôn  de  los  propieta- 
rios. 

Manuel  del  Llano  fué  Secretario  de  las  Cortes. 

Las  Cortes  declararon  en  sus  primeras  sesiones 
el  principio  de  que:  las  colonias  posei'an  los  mismos 
derechos  que  los  peninsulares;  prometiendo  leyes  pa- 
ra un  dîa  cercano  que  operasen  la  reforma  y  fijasen 
el  numéro  de  Diputados  de  Espana  y  America. 

La  corriente  de  ideas  democrâticas  no  solo  trajo 
a  la  Provincia  de  San  Salvador  Diputados  a  Cortes; 
también  obtuvo  las  siguientes  reformas: 

Excenciôn  de  tributos; 

Excenciôn  de  servicio  personal  a  los  indios; 

Aboliciôn  de  ciertas  penas  infamantes; 

Supresiôn  de  las  ceremonias  que  se  celebraban  en 
meraoria  de  la  victoria  de  Pedro  de  Alvarado  el  6  de 
Agosto,  en  que  se  paseaban  el  pendôn  real  y  la  espada 
del  conquistador.  Desde  esa  fecha  la  fiesta  de  Agos- 
to solo  tuvo  un  cardcter  religioso. 

La  Intendencia  de  San  Salvador  recibiô  a  medio 
ano  (pues  un  acuerdo  de  la  Corte  tardaba  seis  rceses 
en  llegar  a  las  Colonias),  el  decreto  de  convocatoria  y 
la  proclama  de  la  Regencia  que  era  la  Junta  que  ha- 
cîa las  veces  del  rey  prisionero,  y  que  estaba  presidida 
por  el  vencedor  de  Bailén  el  G^^neral  don  Javier  Cas- 
tanos.     En  la  proclama  habîa  frases  como  esta: 

"Desde  este  momento,  espanoles  americanos,  os 
veis  elevados  a  la  dignidad  de  hombres  libres. . . . 

"Siguiendo  ese  principio  de  eterna  equidad  y  jus- 
ticia  fuerou  llamados  esos  naturales  a  tomar  parte  en 
el  gobierno  représentative  que  ha  cesado;  por  él  la  tie- 
nen  en  la  Regencia  actual,  y  por  él  la   tendrân  tam- 


HISTORIA  MODERNA    DE  EL    SALVADOR  61 

bien  en  la  representaciôn  de  las  Cortes  nacionales  en- 
viando  a  ellas  DIputados  segun  el  ténor  del  decreto 
que  va  a  continuaciôn  de  este  manifiesto". 

Las  elecciones  favorecieron  al  Dr.  y  Presbîtero 
don  Jo?é  Ignacio  Avila  y  las  instrucciones  que  llévô  de 
la  Provincia  se  refen'an  a  solicitar  de  las  Cortes  la 
erecciôn  del  Obispado  y  la  fundaciôn  de  un  Ssminario 
provincial,  a  cuyo  sostén  bastarîa  la  renta  de  ios  diez- 
mos  que  subîa  a  la  suma  anual  de  40,000  pesos  fuer- 
tes. 

El  Tribunal  de  Fidelidad 

Mientras  las  Cortes  abrîan  estas  puertas  a  la  espe- 
racza  de  Ios  centroamericanos,  la  Capitania  instalaba 
el  Tribunal  de  Fidelidad  (Junio  de  1810)  uno  de  eu 
yos  primeros  raiembros  era  el  después  célèbre  Coronel 
Josef  Méndez,  que  tuvo  sometido  bajo  el  terror  la 
Provincia  de  San  Salvador  después  del  raovimiento 
de  1814. 

"    ..... .una  policîa  celosa  y  sin  respeto  vîgila- 

ba  Ios  movimientos  de  Ios  sospechsos,  dice  Bancroft. 

Este  Tribunal  durô  solamente  ocho  meses  porque 
la  Junta  de  Gobierno  de   Espana  mandô   suprimirlo. 

TrAgico  suceso  de  Gonzalez  Mollinedo 

El  mes  siguiente  concluîa  el  periodo  de  gobier- 
no del  Mari.^cal  de  Carapo  Don  Antonio  Gonzalez  Mo- 
llinedo y  Aaravia,  quien  pasaba  con  el  tîtulo  de  Te- 
niente  General  a  mandar  en  jefe  Ios  ejércitos:  de  Mexi- 
co. Contrariado  con  esto  el  virrey,  le  ordenô  perma- 
necer  en  Oaxaca,  donde  tiempo  después  fué  hecho 
prisionero  y  mandado  fusilar  por   Ios   independientes. 

Un  historiador  hace  de  él  esteelogio,  elocuenteen 

su  sencillez:  " hombre  de  bien,  huraano,  religio- 

so,  de  UQ  corazôn  recto,  digno  de  mejor  fortuna." 


t)2  FKANCISCO    GA.VIDIA 

El  Capitân  General  Bustamante 

El  nuevo  Oobernador    Teniente   General,    José 
Bustamante  y  Guerra,  nombrado  segûn    las   leyes   li 
berales  por  la  R 'g^encia,  con  ratificaciôn  de  las  Cortes, 
era  un  marino  que  habîa  dado  la  vuelta  al  mundo  al 
servicio  de  la  Ciencia,  en  la  corveta  la  Atrevida. 

En  tiempo  del  valido  habia  sido  nombrado  Go~ 
bernador  Militar  y  Polftico  de  Montevideo  y  Coman- 
dante  General  de  su  apostadero  de  Marina.  El  misma 
refîere:  «Qnos  buques  franceses....  surgieron  por  en- 
tonces  en  aquel  puerto.  Con  su  nativa  iraprudencia 
osaron  sus  oficiales  insultar  nuestro  territorio;  con  su 
sistema  atroz  de  revolucionar  todo  el  mundo,  preten- 
dieron  ostentar  los  odiosos  signos  de  una  libertad  que 
no  conocîan..,.  Hîceles  guardar  respeto  a  una  Naciôn 
acostumbrada  a  imponérselo.. ..  procedimiento  que  en 
época  tan  infeliz,  envilecido  nuestro  gobierno  y  sujeto 
a  los  caprichos  de  los  détestables  aventur?  ros  de  la 
Revoluciôn  Francesa,  me  expuso  a  ser  sacrificado  a  su 
negra  venganza." 

Vuelto  a  E<pana  pudo  ser   testigo   del    terrible  2 
de  Mayo,  cuyos  hechos  hemos  narrado. 

Dezpués  del  2  de  Mayo  observé  una  conducta  que 
después  ha  sido  raencionada  con  elogio. 

La  Minerva  Peruana  publicô  en  aquel  entonces 
los  siguientes  pârrafos  de  una  carta  de  Bustamante, 
<del  orden  de  Santiago,  xefe  de  esquadra  de  la  Mari 
na  Real,»  dirigida  en  el  seno  de  la  confianza  a  un 
amigo  résidente  en  Lima,  donde  se  editaba  aquella 
gazeta:  «No  puedo  explicar  a  Umd.  lo  que  ha  sufrido 
mi  espîritu  con  la  conducta  atroz  de  los  franceses  y  la 
terrible  opresiôn  en  que  nos  han  tenido  aqui  cuatro 
meses:  basta  decir  a  Umd.  que  el  intruso  Rey  quisa 
forzar  a  las  principales  clases,  inclusos  los  générales, 
para  prestarle  juramento  de  fidelidad  y  a  la  Consti- 
tuciôn  nueva  que  presentaba:  yaunqueyofui  el  j-rime- 
ro  a  renunciar  mi  empleo  militar,  no  se  conteutaron  con^ 


mSTORIA  MODERNA    DE    EL    SALVADOR  63 

€Sto  los  MInistros  Urquijo  y  Mazarredo,  influencian- 
do  al  supuesto  Rey  para  que  me  obligasea  como  a  un 
mero  particular,  después  que  estos  misraos  meacomee- 
tieron  por  espacio  de  dos  horas  con  artificios,  seduc- 
ciones  y  amenazas  para  vencer  mi  inflexibilidad  que 
siempre  fué  inexorable,  Uegando  al  extremo  de  decir 
les  yo  que  aun  con  la  cuchilla  a  la  gar ganta jamds 
juraria  a  un  Rey  que  habia  subido  al  trono  sobre 
tantas  iniquidades,  ni  una  Constituciôn  que  daria 
la  esctavitud  y  miseria  de  la  Espafla;  con  le  cual 
tuve  que  escapar  a  pie  para  tomar  las  caballen'as  a  dis- 
tancia  de  esta  ciudad,  para  eludir  las  medidas  de  ri- 
gor  adoptadas  por  los  franceses;  y  la  Naciôn  triunfarâ 
gloriosameate». 

Su  gestion  en  la  guerra   de   indepeodencia   espa- 
nola  fué  narrada  poco  tiempo   después,  cuando   diri- 
giéndose  a  los  centroamericancs  hizo  imprimir  un  do 
cumento  de  que  luego  hablaremos. 

Hablando  de  los  que  él  llaraaba  sus  sacrificios,  de- 
cîa  Bustamante  . . .  .  .«grabados  estân  conindelebles 
caractères  en  el  espfritu  de  una  esposa,  éoiula  de  sus 
ascendietites  aragoneses  y  de  su  hermana  la  Condesa 
de  Bureta,  inmortalizada  al  par  de  las  matronas  es 
parciatas  de  la  sagrada  ciudad  de  Zaragoza;  ému^a 
también  de  los  înclitos  patriotas  de  Aragon  — el  bi- 
zarro  Palafox  y  rauchos  de  sus  dignos  campeones,  eu- 
ya  sangre  vertida  por  la  patria  corre  gloriosa  por  sus 
venas.  Olvidada  de  si  raisma  me  estimulô  (yo  lo  hu- 
biera  hecho  a  todo  trance  pero  en  su  sexo  realzi  y  no 
debe  ignorarse  esta  acciôn)  me  estimulô  a  que  la  déjà- 
se  sola,  como  quedô  entre  los  parricidas,  expuesta  a 
su  ciego  furor,  para  que  no  fuese  vîctima  de  la  mâs 
tirânica  violencia.  Notorios  son  estos  hechos  en  los 
pueblos  de  Espafia,  por  donde,  sin  noticia  uno  deotro, 
transitamos  entre  privaciones  y  peligros.> 

Nombrado  Présidente,  Gobernador  y  Capitân 
General  de  la  America  Central,  dirigiô  a  los  habitan- 
tes del  rey  no  de  su  mando  un  largo  manifiesto   que 


64  FKANCISCO     GAVIDIA 

permite  apreciar  las  ideas  polîticas  de  este  nuevo  per- 
sonaje  que  iba  a  representar  tan  importante  papel  en 
la  historia  de  la  entonces  provincia  de  San  Salvador, 
por  su  intervenciôii  en  los  sucesos  de  1811  y  1814,  y 
en  gênerai  en  los  de  todo  el  istrao  hasta  1818  en  que 
terminé  su  gobierno. 

Este  docuraento  habi'a  sido  precedido  por  las  cir 
culares  de  24  de  Marzo  en   que   primero  esbozaba    el 
Capitân  General  su  plan  de  gobierno,  que    amplîa   y 
permenoriza  en  el  manifiesto. 

El  reinado  de  Carlos  IV  le  merecia  el  juicio  que 
Terâ  el  lector  en  las  «iguientes  palabras.  «De  amor  a 
la  justicia  di  en  aquel  Gobierno  testimonios  constan- 
tes; de  patriotismo  el  raâs  inequîvoco  en  el  todo  de  mi 
conducta;  pero  entonces  este  sentimiento  se  hallaba 
adormecido  e  inerte:  no  lo  acaloraba  el  espi'ritu  pûbli 
co:  los  esfuerzosdelhombre  honrado,  del  buen  patrio- 
ta  se  estrellaban  contra  los  fuertes  diques  del  egois- 
mo,  de  la  ponzonosa  degradaciôn,  que  desde  una  Corte 
corrompida  y  de  las  antesalas  del  Valido,  tan  estupi- 
do  corao  protervo,  se  difundîan,  no  a  la  raasa  del  pue 
blo,  siempre  incorruptible,  sino  a  las  clases  que  deben 
ser  sus  guias.> 

De  la  situaciôn  creada  por  Napoléon  a  Espana  y 
sus  colonias,  todavia  a  la  mitad  de  su  desarrollo  en 
1811,  exponi'a  el  nuevo  Capitân  General  sus  ideas 
apostrofando  a  los  Ministros  del  Rey  José  Bonaparte: 

"Mazaredo,  Ofâriil,  Urquijo!  ya  no  tenéis  que 
perder  en  la  opinion  de  los  hombres,  ni  en  la  vuestra: 
remordimientos  sempiternos  serân  el  premio  de  vues- 
tro  bârbaro  parricidio.  Vosotros  recordaréis  y  yo  no 
olvidaré  jamâs  losempenados  esfuerzos;  los  argumen- 
tos  de  pretendida  exactitud  geométrica,  los  misérables 
sofismas  con  que  repetidamente,  buscando  prosélitos 
para  sostener  y  canonizar  vuestra  ignoble  conducta, 
intentâsteis  reducirme  a  la  infamia  de  que  os  véis  eu- 
biertos.  Seis  meses,  nada  mâs,  dâbais  de  duraciôn  a 
la  guerra  de  Espana,  en  el  ano  de  808!!!     Tan    malos 


mSTORlA   MODERNA    DE    EL   SALVADOR  65 

espanoles  como  ineptos  polîticos,  no  creîan  a  su  mis- 
mo  orâculo  *  cuando  dijo  que  los  ejércitos  son  ven- 
cibles  pero  no  los  pueblos  que  guieren  resistir  un 
yugo  opresor;  no  reflexionaban  que  si  se  ataca  con 
el  luego  y  el  hambre  a  un  pueblo  virtuoso  y  valiente 
él  sabe  oponer  la  desesperaciôn  y  el  furor  del  patrio- 
tismo  que  al  fin  supera  todos  los  obstâculos,  como  di- 
jeron  a  Temistocles  los  habitantes  de  Andros;  olvida- 
ban  los  ejemplos  domésticos  que  singularizan  nuestra 
historia  entre  todas  las  del  mundo. 

Sus  ideas  sobre  el  régimen  creado  por  las  Cortes 
de  Câdiz  nos  lo  dan  a  conocer  como  uno  de  aquellos 
monarquistas  que  en  la  peninsula  y  en  America  so 
fiaron  con  una  monarquîa  y  una  Constituciôn,  que 
conciliase  las  nuevas  tendencias  de  libertades  y  dere- 
chos  con  las  leyendas  de  la  aristocracia  y  los  monarcas 
espanoles  que  llenan  de  hermosas  hazanas  una  buena 
parte  de  la  Historia  de  la  Madré  Patria.  Don  José 
Cecilio  del  Valle  y  Don  José  Maria  Peinado  fueron  un 
tipo  muy  conocido  del  partido  que  sustentara  ese  cre- 
do. Proponiase,  decia  el  Capitân  General,  preparar  las 
reformas  y  nuevos  métodos  que  exiji'a  cada  ramo,  si- 
guiendo  el  espîritu  y  soberanos  mandatos  del  Auguste 
Congreso  Nacional;  «cuyainstalaciôn  anhelé,  procuré, 
excité  con  todo  mi  ardor,  cuando  la  timidez,  la  ambi- 
ciôn^  o  la  errada  politica  oponi'an  dificultades  a  esta 
àncora  sagrada  de  nuestras  esperanzas>,  dijo  en  aigu- 
na  parte. 

Es  cierto  que  Bustaraante  y  Guerra  no  se  indig- 
né ostensiblemente  mucho  ni  poco  en  1814  a  la  cai'da 
del  régimen  constitucional;  pero  es  fâcil  concebir  que 
sin  numéro  de  altos  empleados  y  de  particulares 
serîan  presa  de  la  indignaciôn  cuando  el  constitucio- 
nalismo  derribado  por  Fernando  VII  a  su  vuelta  al 
trono,  alejô  para  ellos  el  término  de  conciliaciôn  de  to- 
dos los  intereses. 

*  Napole(5n.  8 


66  FRANCI-CO     GAVIDIA 

Pero  mâs  importante  es  saber  lo  que  pensaba  de 
la  America  en  gênerai  y  del  reino  de  su  mando  en 
particular,  de  las  ideas  de  libertad  e  independencia  y 
del  partido  de  los  independientes,  y  las  reglas  de  Go- 
biernoy  Administraciôn  que  sehabîaimpuestoel  nuevo 
Présidente.  Gobernador  y  Capitân  General  que  envia- 
ban  a  Centre  America  la  Regencia  y  las  Cortes. 

Bajo  el  influjo  de  las  ideas constitucionalistas  que 
todo  lo  dorainaban,  y  que  al  hacer  representar  a  las 
colonias  en  las  Cortes  de  Câdiz  paralizaron  en  toda 
America  por  algùn  tiempo  los  raovimientos  revolucio* 
narios  de  la  independencia  absoluta,  Bustamante  de- 
fin  îa  su  Patria  teôrica  en  las  siguientes  palabras: 

«Confunde  el  vulgo  1  a  s  palabras  patria  y 
pais,  patriotismo  y  paisanaje:  carino  merece  e  ins- 
pira el  pafs  en  que  se  nace,  en  que  se  forma  la  razôa, 
en  que  toma  el  espiritu  las  impresiones  mâs  durade- 
ras.  Pero  cuân  distinto  es  el  leal  y  verdadero  amor  a 
la  patria  que  comprende  todos  unidos  por  los  raismos 
vinculos  sociales,  a  todoslosque  tenemos  una  Religion, 
un  Rey,  una  ley,  una  costumbre,  una  voluntad  y  un 
cardcter  que  nos  distingue  del  resto  de  los  pueblos! 
Patria  es  de  los  espanoles  todo  lugar  de  la  tierra,  po- 
blado  por  sus  înclitos  mayores,  habitado  por  sus 
dignos  descendientes,  gobernado  y  defendido  por  sus 
leyes,  santas  en  su  esencia,  desfiguradas  u  olvidadas, 
por  los  actos  homicidas   del   despotismo  

«Animado  de  estas  ideas  acepté  los  delicados  car- 
gos con  que  me  honrô  el  Supremo  Gobierno  y  en  que 
me  han  confirmado  las  Cortes  générales  extraordina- 
Fias,  después  de  mâs  de  cuarenta  anos  de  servicios, 
cubierto  de  heridas,  y  de  los  trabajos  que  ofrece  la 
carrera  mâs  peligrosa». 

Pero  sobre  todo  debiô  interesar  a  los  salvadore- 
nos  que  para  ese  ano  preparaban  el  Primer  Grito  de 
Independencia  f  undados  en  que  desconocia  el  Rey  Fer- 
nando las  Cortes  y  la  Regencia,  y  la  Regencia  y  las 
Cortes  al  Rey  José  Bonaparte,  y  en  que  pronuncia- 


HISTORIA    MODERNA   DE    EL  SALVADOR  67 

das  todas  las  colonias  por  Fernando,  lo  mâs,  propio 
era  proclamar  la  independencia  en  espéra  de  los  suce- 
sos  que  después  vendrian,  —  el  concepto  que  al  nuevo 
Capitân  General  merecian  los  trabajos  e  ideas  de  los 
independientes. 

Hé  aqui  sus  palabras: 

«Tierras  pacîficas  habîan  sido  las  de  Colon,  des- 
de  que  en  ella  nuestros  raayores  formaron  Sociedades 
arregladas  a  sus  usos  y  leyes,  a  las  circunstancias  del 
tiempo  y  a  las  peculiaridades  de  un  raundo  que  se 
tuvo  por  nue^o  fîsica  y  moralmente.  Tierras  pacîfi- 
cas desde  que  afirmada  su  posesiôn  y  depuestas  las 
armas,  el  espfritu  de  industria  tomô  asiento,  cl  arapa- 
ro  de  un  Gobierno  hermano  y  protector,  y  se  dedicô  a 
grozar  lo  que  tanta  sangre  y  fatigas  costô  a  los  funda* 

dores  de  este  vasto  imperio  (*) Tierras  en  fin, 

donde  a  juicio  de  los  politicos  de  mejor  nombre,  aûn 
de  los  extrangferos  que  en  los  ùltimos  anos  las  han  vis- 
to  con  filosôfîca  imparcialidad,  (Humboldt,  Peltier,  la 
Sociedad  Literaria  que  pùblica  la  Revista  de  Edim- 
burgo,  &,)  el  excitar  violentas  conraociones,  a  pre 
texto  de  dertchos  imaginarios,  o  ya  concedidos,  que- 
riendo  imitar  a  otro  pueblo  con  quien  este  y  sus  par 
tes  heterogéneas  no  tienen  la  menor  semejacza,  le- 
vantando  un  torbellino  de  encontradas  pasiones  e  in- 
tereses,  son  actos  de  perversidad  y  de  locura,  que  ex- 
ceden  a  los  mâs  perniciosos  del  fanatismo  revolucio- 
nario>. 

Y  harîan  en  les  patriotas,  amarga  impresiôn,  los 
pasajes  en  que  dice  que  los  pueblos  de  Centro  Améri- 


(*)  Puede  ser  que  en  el  Manifiesto  de  Bustamante  halle  su  origen 
el  lugar  comûn  de  que  el  perfodo  del  Coloniaje,  fué  unaedad  de  oro  que 
s<5lo  ofrecid  la  escena  de  la  vida  eclôgica  de  la  tradicci<5n  helena  sobre 
la  Arcadia.  Hay  que  tener  présente  que  las  guerras  de  conquista 
se  prolongaron  en  el  perîodo  que  la  siguiô,  que  las  guerras  de  los  pi- 
ratas llenan  este  ûltimo  y  justamente  terminan  con  él;  que  ocurren  su- 
blevaciones  de  espanoles,  como  los  Contreras,  o  de  indios,  como  Tupac- 
Amarii;  y  en  fin  revueltas  civiles  que  alteman  a  veces  con  aquellos 
principales  motivos  de  inquietud  y  de  atrazo. 


68  FRANCISCO    GAVIDÎA 

^a  ofrecian  pîaceotero  contraste  COQ  clas  tristes  imà 
geoes  de  otros  lugares  agit?.dos  por  inmensas  discor- 
dias>. 

«Parabienes  me  doy,  exclaraaba,   de   h3ber  veni 
do  a    an    pais    donde    ardan    hermanadas  la  lealtad 
con  la  sensatez;  el  patriotismo  que  en   otras  partes  es 
la  hipccrecia  de  los  facclosos,  con  la  racional  subordi 
naciôn  que  es  el  ângel  tuteîar    de   los    puebU^s.     Asi, 
segÛD  la  expresiôn  de  un  escritor,  mientraslos  buitres 
se  despedazan,  hay  gusanos  de  seda,  de  cuyo  silencio 
so  y  pacîfico  trabajo  se  gczan    las  siguientes   genera- 
ciones». 

Seguîanse  las  amenazas  contra  los    posibles  sub 
vertidores  del  orden,  atribuyendo  de   paso,    las   insu 
rreccciones  de  America,  a  la  Revoluciôn  Francesay  aléxi- 
to  colosal  obtenido  por  uno  de  los  revolucionarios,    es 
decir,  por  Napoléon.    «Dispuesto  estoy,  decîa,  a  com 
bâtir  hasta  el  ûltirao  trance  contra  ese   horrendo    sis- 
tema  de  subversion  universal,  aborto  de   una  série  de 
iniquidades  a  que  la  suerte  de  las  armas  ha  dado  una 
consistencia  aparente>. 

«Persuadido  estoy  de  que  existe  una  Providen 
cia  eterna  que  si  lo  perraite  en  sus  iaexcrutables  desig- 
nios,  tarabién  nos  prescribe  la  firme  resistencia,  la 
inmutable  constancia,  para  no  caer  en  el  torrente 
que  arrebata  a  los  débiles,  y  para  recibir  el  juste  ga- 
lardon,  que  r^unque  parezca  lejano  es  siempre  insépa- 
rable de  la  virtud.  En  mi  interior  renuevo  a  toda 
hora  los  solemnes  jurameotos  repetidameute  prouun* 
ciados  ante  Dios  y  loshombres,  de  morir  por  laPatria 
y  por  sus  sautas  leyes;  pero  morir  llenando  los  arduos 
deberes  de  mi  estado  en  toda  la  amplitud  que  los 
comprecde.> 

Asi  vemos   a   Bustamante  en  el  mes  primero  de 
su  gobierno,  trazar  un  plan  optimista  de  ii<:ministra 
ciôn;  pero  todos  los  autores  estân  de  acuerdu   en    que 
no  correspondieron  los  hechos  al  programa  que  lanzo 
a  los  puiblos. 


HISTORIA   MODERNA    DE   EL   SALVADOR  69 

He  aqui'  un  resuraen  de  todos  estos   juicios   emi- 
tidos  sobre  Bustaraante  y  Guerra. 

«Fué  un  funcionario  activo  en  la  persecuciôn  de  los 
que  trabajaban  por  la  independencia.  El  terror  que 
con  su  conducta  iofundiera  era  calculado  para  ame- 
drentar  a  los  araigos  de  la  emancipaciôn.  No  obstan- 
te  las  aspiraciones  por  la  libertad  se  acentuaron  de 
dîa  en  di'a  y  se  extendieron  por  todas  partes.  Busta 
mante  cuando  se  encargô  del  gobierno  del  que  en- 
tonces  se  Uamaba  reino  de  Guatemala,  acababa  de 
senalar  su  celo  contra  los  independientes  en  la  plaza 
de  Montevideo.  En  Guatemala  diô  mâs  vigor  a  las 
disposiciones  que  encontre  establecidas  para  contener 
los  movimientos  insurreccionales:  adoptô  otros  nuevos 
mas  rigurosos:  se  mostrô  duro,  inflexible,  suspicaz, 
absoluto.  vigilante,  y  reservado;  organizô  la  persecu- 
ciôn y  las  delaciones;  tuvo  singular  acierto  para  elegir 
sus'agentes  y  espias;  desobedeciô  siéra pre  las  disposi- 
ciones benignas  que  una  y  otra  vez  dictô  la  metrôpoli, 
y  procediô  de  un  modo  arbitrario  en  el  conocimiento 
de  las  causas,  allanando  moradas,  registrando  pape- 
les  y  décréta ndo  prisiones  y  destierros  bajo  cualquier 
pretexto.  Esto  hizo  que  las  ideas  de  libertad  se  pro- 
pagaran  en  secreto,  ocurriendo  algunas  insurreccio- 
nés  parciales  que  fueron  vencidas.> 

(  Severiano  Doporte.) 

Sin  embargo,  como  se  puede  observar  desde  el 
punto  de  vista  gênerai  de  esta  Historia,  las  causas 
que  aceleraron  la  independencia  no  tanto  radican  en 
funcionarios  como  Biustamante  y  Guerra,  como  en  el 
mismo  Rey  Fernando  VII. 

La  voz  de  America  en  las  Cortes. 

Por  el  misrao  tierapo  los  diputados  americanos 
en  las  Cortes  y  en  la  Junta  de  Gobierno  de  Espana, 
rechazaban  los  cargos  de  bonapartistas  que  se  les  ha- 


70  FRANCISCO     GAVIDIA 

cia;  senalaban  corao  causas  que  impulr^aban  a  losia- 
dependientes  las  restricciones  impuestas  por  el  rey,  a 
la  agricultura,  la  mineria,  las  pesquerîas,  el  comercio 
y  las  manufacturas,  y  el  despotismo  gubernamental. 
Se  hacîa  présente  sobre  todo  el  olvido  y  desprecio  de 
los  méritos  de  los  americanos  llamados  criollos,  y  su 
alejamiento  de  los  cargos  pûblicos.  Se  hacîa  présente 
que  estos  motives  de  queja  eran  de  larga  fecha  y  que 
ya  eu  la  primera  mitad  del  sigio  XVIII  el  mémorial  de 
Macanar  dirigido  al  Rey  Felipe  V,  los  hacîa  présente, 
manifestando  que  los  Americanos  eran  oprimidos  por 
los  empleados  del  ramo  judicial  y  de  los  otros  que  en- 
viaba  la  corona. 

Sobre  ciento  setenta  virreyes  solo   cuatro  habîan 
nacido  en  America.     Sobre  sei^cientos  dos  Capitanes 
Générales,  catorce  habîan  sido  americanos.  Sobre  no 
vecientos  ochenta  y  dos  arzobispos  y  obispos,  doscien- 
tos  setenta  y  nueve  habîan  sido  criollos. 

Existîa  una  real  orden  que  daba  la  preferencia  a 
los  criollos  o  descendientes  de  espanoles  en  America 
para  el  desempeno  de  curatos;  lo  que  no  impedîa  que 
durante  los  ùltimos  veinte  anos  los  curatos  rads  lucra- 
tivos  fuesen  dados  a  espanoles. 

El  Salvador  se  dispone  a  la  lucha  de 

LOS  DOCE  AfîOS. 

Mientras  tanto  en  El  Salvador  se  consolidaba  uii< 
credo  polîtico  y  se  corapactaba  la  opinion. 

No  reconociendo,  dijeron  los  Prôceres,  las  colo- 
nias  al  Rey  José,  ni  el  prisionero  Fernando  a  la  Re- 
gencia  y  a  las  Cortes  de  Câdiz,  Centro- America  tenîa 
derecho  a  proclamât  su  independencia  en  espéra  de 
sucesos  posteriores,  y  este  era  el  contenido  del  mani- 
fiesto  que  lanzaron  a  los  pueblos  y  cuyo  texto  original 
se  ha  perdido. 

No  les  intimidé  la  catâstrofe  cuyo  relato  llegaba. 
del  Norte. 


HISTORIA   MODERNA  DE  EL  SALVADOR  71 

El  curso  de  los  sucesos  en  Mexico  no  era  favora- 
ble a  la  Independencia.  Al  glorioso  grito  de  Dolores 
dado  el  16  de  Septiembre  de  1810,  habîan  seguido 
éxitos  asombrosos.  Hidalgo,  rodeado  de  100,000  hom- 
bres  domino  una  buena  parte  del  pais  y  amenazô  la 
capital.  Desgraciadamente  la  guerra  se  convirtiô  en 
guerra  de  castas;  no  se  tratô  ya  de  los  empleados  eu- 
ropeos  abusives;  los  entonces  llamados  criollos,  que 
son  la  mayorîa  de  los  americanos  (nombre  que  desde 
esa  época  se  adopté  a  justo  tîtulo  en  San  Salvador), 
se  vieron  amenazados  de  exterminio.  Quizâs  influyô 
esto  en  el  ânirao  de  Hidalgo  para  no  apoderarse  de 
Mexico.  La  duda  engendrô  operaciones  débiles,  a 
que  siguiô  la  derrota,  y  el  prôcer  mexicano,  traiciona- 
do  por  Elizondo,  habia  sido  fusilado  en  Chihuahua 
el  29  de  Julio  de  1811. 


CAPlTULO  IL 
El  primer  grito  de  Independencia. 

Para  relatar  un  acto  de  tan  gran  trascendencia, 
nada  nos  parece  raâs  justo  que  empezar  citando  el  tes- 
timonio  de  todos  los  historiadores. 

He  aquî  las  palabras  de  Marure  sobre  el  primer 
grito  de  la  Independencia  de  Centro-América  que  se 
diô  en  San  Salvador  el  5  de  Noviembre  de  1811: 

"Los  autores  de  este  movimiento  tuvieron  por 
principal  objeto  hacerse  duenos  de  ires  mil  fusiles 
nuevos  que  existîan  en  la  Sala  de  armas  y  de  mas  de 
doscientos  mil  pesos  que  estaban  depositados  en  las 
Cajas  Reaies;  y  fuertes  ya  con  estos  grandes  recursos 
se  proponîan  dar  el  grito  de  libertad  y  sostenerlo  con- 
tra la  agresiôn  que  esperaban  de  Guatemala  y  de  las 
Provincias  colindantes". 

He  aqui  el  relato  de  Gâmez: 

'*E1  11  de  Noviembre  de  1811  estallô  el  primer 
movimiento  revolucionario  en  la  provincia  del  Salva- 
dor. 


mSTORIA  MODERNA  DE  EL  SALVADOR        73 

"Los  curas  de  la  ciudad  de  San  Salvador,  Doc- 
tor  Don  Matîas  Delgado  y  don  Nicolas  Aguilar,  dos 
hermanos  de  este,  don  Juan  Manuel  Rodriguez  y  don 
Manuel  José  Arce,  acaudillaron  una  conspiraciôn  con- 
tra el  Intendente  de  la  Provincia  Don  Antonio  Gutié- 
rrez  Ulloa,  con  objeto  de  apoderarse  de  très  mil  fusi- 
les  nuevos  que  se  encontraban  en  los  almacenes  de  ar- 
mas y  de  mâs  de  doscientos  mil  pesos  que  existian  en 
las  cajas  reaies,  para  dar  con  esos  recursos  el  gnto  de 
libertad. 

•'Una  gran  parte  del  pueblo  salvadoreno  secun- 
daba  sus  miras  y  estaba  en  combinaciôn  con  las  po- 
blaciones  de  Metapân,  Zacatecoluca,  Usulutân  y  Cha- 
latenango,  donde  se  hicieron  sentir  sucesivamente  al- 
gunos  sacudimientos  parciales". 

Don  Manuel  José  Arce  dice: 

€ a  los  esfuerzos  de  los  salvadorenos  es 

debido  el  primer  pronunciamiento  de  la  Independen- 
cia  del  ano  de  1811  y  los  que  posteriormente  se  hicie- 
ron: ellos  contribuyeron  eficazmente  a  que  se  gênera- 
lizara  la  opinion  contra  el  dominio  espanol;  y  ellos  por 
ùltimo  sostuvieron  con  las  armas  los  principios  repu 
blicanos  en  822  y  823>. 

Don  Manuel  Montûfar  refiere: 

<Desde  1811  San  Salvador  habîa  sufrido  una  pe- 
quena  revoluciôn,  en  que  sin  plan,  sin  combinaciôn  ni 
acierto,  quiso  hacerse  independiente:  todo  se  redujo  a 
deponer  al  Corregidor  Intendente  D.  Antonio  Gutié» 
rrez  de  Ulloa,  y  todo  fué  proraovido  por  los  curas  don 
Nicolas  Aguilar  y  D.  José  Matias  Delgado:  entonces 
comenzô  a  figurar  don  Manuel  José  Arce,  que  des- 
pués  fué  el  primer  présidente  constitucional  de  la  Re- 
pûblica». 

Marure  da  este  detalle: 

«Seis  dias  estuvo  la  ciudad  de   San    Salvador  sin 
ninguna  autoridad  que  la   gobernase,    y   mâs   de   un 
mes   lo   fué   por  Alcaldes,    que   se  mudaban  a  cada 
9 


Fr^AlvrciSCO    GAVIDIA 


instante;  y  sin  embargo  no  se  cometiô  ningun  género 
de  excesos  a  pesar  de  que  el  populacho  se  hallaba  en 
la  mayor  agitaciôn>. 

Esta  relaciôn  es  clâsica;  pero  conviene  referir,  por 
tratarse  de  tan  grande  acontecimiento: 

1*  Las  causas  politicas; 

2*^  Las  causas  régionales; 

3"  Las  causas  religiosas; 

4*  Las  causas  econômicas  y  en  fin,  les  pormeno- 
res  del  magno  suceso. 

I.  Las  causas  polîticas  se  han  indicado  ya  en  mâs 
de  una  de  estas  paginas:  era  la  acefalia  deltrono  espa- 
nol,  y  la  ilegalidad  de  los  poderes  que  funcionaban:  el 
Rey  Fernando  VII  desconocia  las  Cortes  y  la  Regen* 
cia;  la  Regencia  y  las  Cortes  al  Rey  José. 

Los  Prôceres  de  San  Salvador  los  desconocian  a 
todos. 

Natural  es  pen?ar  que  el  resorte  que  los  movi'a 
eran  las  ideas  de  una  deraocracia  bajo  la  forma  Repu* 
blicana  y  Federativa  que  después  al  dar  la  Constitu- 
ciôn  de  Centro  America  y  de  El  Salvador,  y  en  la  Re- 
pûblica  Pura  que  les  precediô,  en  1822-23,  se  mani- 
festaron  siempre  e  invariablemente^  como  vamos  a  ver- 
lo  en  el  trascurso  de  esta  Historia. 

En  un  sentido  mâs  gênerai,  pues,  le  eran  las 
ideas  republicanas  y  democrâticas  que  parecen  natu- 
rales  al  hombre,  porque,  en  aquel  tiempo,  junto  con 
la  de  Independencia,  constitufan  un  impulsohistôrico. 

II.  —  Las  causas  régionales  se  repiten  en  toda 
lucha  de  centralisme  y  fédéralisme;  pero  en  cada  pais 
tienen  especial  fisonomia. 

Desde  en  la  épeca  precolombina;  des  ramas  de  la 
que  puede  llamarse  cultura  naho-maya,  cembatieron 
por  muchos  siglos,  la  maya-quiché  de  Guatemala  y  la 
tlapalense  de  Cuscatlân.  Ya  hemos  dicho  que  este 
pais  obtuve  el  nombramiento  de  Alcalde  Mayor  hecho 
directamente  por  el  Rey. 

No  se  concedîa  al   salvadoreno  instrucciôn,    aun- 


HISTORIA    MÛDEKNA    DE  EL    SALVADOR  éD 

que  se  honrase  a  los  que  hacîan  sus  estudios  en  Gua- 
temala. Habîa  pues  urgencia  de  obtener  autonomi'a 
no  solo  de  la  madré  patria,  sino  tambiéo  de  la  metrd- 
poli. 

III.  —  Unîase  al  amor  propio  régional,  la  tenden- 
cia  del  raismo  pais  a  erigirse  en  obispado.  Sus  peti— 
cionea  fueroa  desoîdas. 

Dividîan  a  El  Salvador  con  motivo  del  futuro 
obispado  dos  partidos  que  postulaban  candidatos  a 
Obispo  y  a  las  Caoongîas  y  las  poblaciones  se  habîan 
afiliado  ora  a  uno,  ora  al  otro  deesos  bandos.  Uno  de 
estos  partidos  religiosos  era  monârquico  y  el  otro  que 
era  republicano  comprendia  que  el  triuofo  sobre  su 
contrario  y  la  autonomfa  religiosa  eran  condiclôn  del 
triunfo  de  la  Repûblica  democrâtica. 

IV.  —  Las  causas  econômicas  son  a  vecestan  irri- 
tantes corao  las  religiosas.  El  Salvador  ténia  produc- 
tos  propios,  —  el  anil  de  suma  importancia  en  la  épo- 
ca,  el  bâlsamo,  — de  prestigio  todavia  universal,  — y 
otros  valiosos  comoel  cacao  y  el  azûcar,  —  los  cuales 
hacîan  la  région  floreciente. 

Las  feriaseran  famosas,  de  Mexico  y  Guayaquil 
venîan  a  la  feria  de  Noviembre  de  San  Miguel,  insti- 
tuîda  en  honor  de  la  Virgen  delà  Paz  cuando  termi- 
né la  guerra  entre  las  gentes  de  Alvarado  y  de  Pe- 
drarias,  con  la  derrota  del  feroz  Estete.  El  Salvador 
senalô  el  entonces  lejano  Guascorân  como  limite  de  su 
frontera. 

Parte  de  las  riquezas  que  producfan  tan  rica 
agricultura  y  tanto  comercio,  eran  enviadas  por  la  Ca- 
pitanîa  al  Rey,  y  otra  parte  consumia  el  auge  de  la 
ciudad  metrôpoli. 

No  se  reedi6cô  por  mucho  tiempo  el  templo  prin- 
cipal de  San  Salvador,  derribado  por  los  temblore?, 
mientrasla  gran  fâbrica  de  la  Catedral  del  arzobispa- 
do  consumia  rentas  de  esta  provincia  que  no  cesaron 
sino  ya  muy  entrado  el  perîodo  republicano. 

En  fin  no  se  concedia  al  saWadoreno  seriosplanteles 


76  FRANCISCO     GAVIDIA 

de  inbtrucciôa  pûblica,  aunque  se  honrase  a  los  que 
hacfan  sus  estudios  en  Guatemala,  pues  es  sabido  que 
el  Prôcer  Delgado,  y  Canas,  el  libertador  de  los  escla- 
ves, fueroû  Rectores  de  la  Uaiversidad  de  San  Carlos. 

La  vispera  del  primer  grito  de  la  ladependencia, 
dividi'au  al  pai's  dos  partidos.  El  monârquico,  abso- 
solutista  0  constitucional,  que  rodeaba  al  Intendente 
Don  Antonio  Gutiérrez  de  UUoa,  tenîa  en  sus  filas  a 
los  célèbres  oradores  Barroeta  y  Molina,  curas  de  San 
Miguel  y  San  Vicente. 

El  cura  de  Santa  Ana  era  también  de  este  parti- 
do.  Molina  aspiraba  a  la  raitra  cuya  erecciôn  se  teni'a 
como  probable.  De  los  talentos  de  Molina  y  Barroe- 
ta se  juzgarâ  por  las  citas  que  se  harân  en  esta  histo* 
ria  cportunamente. 

Los  del  partido  republicano  conservaban  su 
credo  en  secreto  y  eran  los  que  la  Historia  ha  consa- 
grado  con  el  titulo  de  Prôceres.  Justo  es  intentar  un 
boceto  de  la  primera  de  sus  figuras. 

El  Prôcer  José  Matias  Delgado,  Dr.  en  Cânones 
y  en  Derecho,  cura  por  oposiciôn  y  en  propiedad  de 
San  Salvador,  y  Vicario  de  la  Provincia  diez  anos,  era 
en  1811  el  jefe  de  esta  partido.  Aunque  sus  ideas  eran 
radicales  supo  defenderlas,  protejerlas  y  escudarlas 
con  la  idea  prôxima,  en  e?pera  de  la  hora  oportuna. 
Asi,  1811  proclaraô  la  ladependencia  en  espéra  de  una 
situaciôn  constitucional  legitimista.  En  1812  leyô  la 
Constituciôn  de  Câdiz  que  distaba  un  paso  de  la  Re- 
DÛblica.  Cuaodo  obtuvo  la  Independencia,  enfrentô 
la  democracia  pura  al  Imperio  de  Iturbide.  A  pesar 
también  de  estas  ideas  radicales,  era  el  îdolo  de  los 
partidos  afines;  por  ejemplo,  del  Dr.  Peinado,  que  era 
monârquico  constitucionalista  al  modo  irglés,  es  de 
cir,  segûn  ia  escuela  de  Montesquieu.  En  1811  pudo 
créer  en  lo  posible  de  su  empresa  porque  «us  fami- 
liares,  — es  de:ir,  sus  hermanos  Don  Miguel  y  Don 
Juan;  sus  sobrinos  Don  Manuel  José  Arce,  Don  Ma- 
riano  y  Dcn  Domingo  Antonio  de  Lara  y  Don   Juan 


mSTORIA  MODERNA    DE    EL    SALVADOR  /  / 

Aranzamendi:  sus  primos  hermanos  Presbîteros  Don 
Nicolas,  Doa  Manuel  y  Djn  Viceate  Aguilar,  y  Don 
Bernardo  Arce  de  Leôn  y  su  amigo  el  gran  don  Juan 
Manuel  Rodrîguez,  movi'an  una  parte  considérable  de 
San  Salvador.  Pero  su  influencia  no  era  la  misma  a 
distancia,  en  especial  en  las  poblaciones  donde  sus 
émulos,  Barroeta,  Molina  y  Cârcamo  y  los  llamados 
entonces  europeos,  que  eran  raàs  de  600,  segûn  el  da- 
to  de  Juarros.que  lo  adversaban  francamente,  ejercîan 
una  acciôn  poderosa. 

Peinado  en  1812  con  motivo  de  la  promulgaciôn 
que  le  tocara  hacer  en  San  Salvador  de  la  Constitu- 
ciôn  de  Câdiz,  cuyas  bases  formara  y  encargara  a 
Larrazdbal,  uno  de  los  redactores  del  faraoso  docu- 
mente, —  describe,  la  impresiôn  que  hizo  en  él  el  Prô- 
cer,  en  el  informe  que  de  tal  acto  enviô  a  las  Cortes: 

€ a  su  tiempo.dice  el  Intendente,  tomandoel 

Dr.  Delgado  el  pulpito,  exhorté  con  aquella  bellîsima 
elocuencia  y  energia  que  tanto  le  distingue, a  su  audi- 
torio,  raanifestândole  con  ejeraplos  antiguos  delà  His- 
toria  Sagrada  y  profana,  que  la  grandeza,  el  esplen- 
dor,  la  existencia  y  la  permanencia  de  los  estados,  y 
aun  las  virtudes  de  sus  individuos,  todo  ha  sido  nece- 
sario  efecto  de  su  Constituciôn,  del  amor  y  observan- 
-cia  de  ella,  del  respeto  y  cumplimiento  de  las  leyes,  de 
la  obediencia  a  las  autoridades  légitimas,  de  la  sumi- 
siôn  a  sus  disposiciones,  y  sobre  todo  procurôinfundir 
la  indispensable  confiarza  hacia  el  Gobierno;  y  en  se 
guida  kyô  por  sî  este  hombre  singular  la  Constituciôn 
toda,  de  un  modo  que  parecia  la  hablaba  y  la  expli- 
caba  .    .  .    » 

El  Obispo  Vilanova  hace  esta  pintura  del  prôcer: 

«Tenîa  un  cuerpo  alto  y  bien  proporcionado;  fac. 
cioaes  hermosas  pero  graves:  educaciôn  muy  culta:  en 
sus  modales  y  vestido,  gran  sencillez  y  decoro  sacer- 
dotal    

«Su  carâcter  era  muy  popular,  sus  costumbres 
JDuy  severas  


78  FKANCISCO     GAVIDIA 

< era  casi  idolatrado  por  el  pueblo  que  lo 

consideraba  como  padre,  maestro  ycaudillo.  Pero  por 
lo  que  mâs  se  distiaguiô  siempre  fué  por  el   entusias- 
mo  de  su  patriotisme,  por  eî  avanzado  liberalisrao  de 
sus  opioiones,  por  sus  asiduos  trabajos  en    la   Inde 
pendencia  de  su  patria.> 

Don  Manuel  Montùfar,  del  partido  contrario,  ha 
ce  esta  etopeya: 

*' eclesiâstico,  de  una  couducta   moral 

a  toda  prueba,  pârroco  benéfico,  localista  exaltado, 
proto-independiente,  dotado  de  un  carâcter  firme,  de 
poco  talento  pero  de  buen  «entido,  era  de  aquellos  cu- 
ras que  se  alzan  con  el  poder  de  la  opinion,  que  son 
consultados  para  todo,  y  que  lo  mandan  todo  en  un 
pequeno  pueblo  donde  hay  pocas  luces  porque  no  hay 
medios  de  propagarlas". 

Lo  de  <poco  talento>  esta  en  contradicciôn  con  la 
vasta  polîtica  y  con  las  cartas  del  prôcer,  por  ejemplo 
la  dirigida  al  Jefe  imperiallsta,  Filîsola,  en  vipperas  del 
7  de  Febrero;  y  con  sus  dotes  de  orador  admiradas 
por  el  Doctor  Peinado  en  su  informe  dirigido  a  las 
Cortes,  que  hemos  citado. 

En  medio  de  los  ataques  dirigidos  por  Montùfar 
al  Padre  Delgado,  siempre  resaltan  las  expresiones  que- 
pintan  su  carâcter,  como: 

< anciano  y  de  tanta  moralidad  como  Del- 
gado»; 

< el  carâcter  inflexible  de  Delgado,  cuya 

cabeza  es  de  hierro  como  su   corazôn,  para    no    variar 
jamâs  sus  ideas  ni  mudar  de  medios». 

Aunque  don  Manuel  José  Arce  tomô  gran  parte 
en  la  insurrecciôn  de  1811,  su  juventud,  pues  contaba 
veinticuatro  anos,  le  relegaban  a  segunda  fila.  Hare- 
mos,  pues,  su  etopeya,  en  eldramâtico  periodo  histô- 
rico  en  que  culmina  su  figura  y  que  va  de  la  guerra 
contra  el  Imperio  a  la  elecciôn  del  primer  Presidente- 
de  Centro-América. 

Los  hermanos  Aguilar,  don   Nicolas,  don  Viceo- 


HISTORIA  MODERWA.    DE  EL    SALVADOR  79 

te  y  doQ  Manuel,  anciano  de  casi  setenta  anos  el  pri- 
mero:  el  segundociego,  y  desesentay  cinco,  yel  tercero 
sexagenario^orador  sublime  a  quieo  oiremosa  su  tiera- 
po,  educados  en  el  famoso  Colegio  de  San  Francisco 
de  Borja,  sacerdotes  los  très,  son  el  tipo  de  los  proto- 
independientes. 

Don  Juan  Manuel  Rodriguez,  Secretario  de  la 
Juuta  Revolucionaria,  compacte  dignaraente  con  los 
norabrados  el  titulo  de  prôcer  y  la  gloria. 

Debemos  anadir  el  nombre  de  don  Domingo  An- 
tonio de  Lara,  joven  de  veintiocho  anos,  de  gran  cul- 
tura,  matemâtico  y  humanista.que  acababa  de  casarse 
en  el  mes  de  Mayo  con  una  hermana  de  Arce,  "Bajo 
las  torrenciales  lluvias  de  Septiembre  cruza  casi  toda 
toda  la  provincia,  dice  Valladares,  vadeando  rîos  en 
creciente  que  parecen  oponer  a  su  intento  las  ondas 
tumultuosas,  carainando  por  seudas  cortadas  por  la 
érosion  de  las  corrientes  convertidas  en  barrancos 
fangosos  y  dificiles  trampoles:  llega  a  Santa  Luci'a 
Zacatecoluca  y  establece  resolutivo  acuerdo  con  su 
hermano  querido  el  cura  don  Mariano  de  Lara;  pasa 
a  San  Vicente  a  conferenciar  con  el  pârroco  don  Ma- 
nuel Antonio  Molina  y  Canas,  hallando  en  este  al 
principio  tibieza  y  por  ùltirao  oposiciôn  al  plan  por  la 
prontitud  con  que  el  golpe  se  médita;  se  avista  con 
los  amigos  de  San  Miguel  y  sondea  sus  intenciones  no 
inclinadas  a  la  empresa  todavîa;  y  torna  al  foco  de  la 
insurrecciôn  a  tomar  parte  en  ella." 

Celebrâronse  Juntas  sécrétas  antes  de  dar  el  gri- 
to  de  independencia  en  las  salas  parroquiales. 

Habi'a  los  cuarteles  del  Fijo,  de  Dragones  y  de 
Yoluntarios  de  Fernando  VII,  y  el  elemento  llamado 
de  los  europeos  era  claramente  hostil  a  los  innovado- 
res.  iCômo,  pues,  se  explica  que  una  parte  de  San 
Salvador  depusiese  al  Intendente  y  a  los  empleados  y 
se  apoderase  de  los  cuarteles,  sin  mâs  que  hacer  una 
maoifestaciôn  y  lanzar  una  proclama? 

Esto,  sin  embargo,  se  ha  dicho;  y  ocurre  pensar 


80  FRANCISCO    GAVIDIA 

que  en  el  propôsito  de  no  malograr  la  mitra  que  fua 
dadamente  se  creîa  se  iba  a  conferir  al  Dr.  Delgado, 
se  mantuvo  la  especie  de  que  el  movimiento  del  5  de 
Noviembre,  que  entregô  la  ciudad  capital  de  la  pro- 
vincia  por  un  mes  a  los  insurgentes,  no  habîa  ocasio* 
nado  el  mener  combate. 

Los  documentes  que  pudieran  darluz  se  han  per- 
dido  0  no  han  sido  consultados  en  el  archive  de  la  Au- 
diencia  y  en  el  Archive  de  Indias.  No  se  posée  ni  la 
proclama  de  Delgado  cuyo  contexte  hemos  inferido 
nosotros  perlas  centestacienes  de  los  adversaries. 

La  narraciôn  de  los  hechos  debe.pues,  ser  recons- 
truida. 

Dadas  las  causas  générales,  polfticas,  religiosas, 
econômicas  y  régionales  que  eran  permanentes  y  han 
debide  ocupar  gran  espacio  en  esta  Hi?,toria,  debemos 
referir  el  motive  ocasional  del  grito  de  independencia 
de  5  de  Noviembre  de  1811. 

Les  hermanos  Aguilar,  ya  ancianos.  fueron  los 
precursores  de  las  nuevas  ideas.  El  padre  Delgadoera 
de  casi  la  mitad  de  ânes  que  ellos.  Se  teni'a  noticia  de 
las  sesiones  secret?s  de  los  libertadores  por  el  espiona- 
je  que  estableciô  Bustamante  y  en  les  primeros  di'as 
de  Noviembre  se  redujo  a  prisiôn  al  Presbftero  Don 
Manuel  Aguilar,  valiéndose  para  elle  Bustamante  y 
Gutiérrez  de  Ulloa  de  la  autoridad  del  Arzobispo  Ca- 
saus,  por  habérsele  sorprendido  correspondencia  revo 
lucionaria.  A  este  hecho  hace  referencia  Bustamante 
en  su  Informe  sobre  1814,  del  modo  siguiente:  ".  . .  . 
el  padre  D.  Manuel  Aguilar  (el  misme  a  quien  por  su 
correspondencia  criminal  puso  justaraente  en  prisiôn 
el  muy  rde.  arzobispo  el  ano  de  11)  habia  predicado 
un  sermon  dando  gracias  al  pueblo  por  haber  pedido 
su  libertad  en  la  primera  conmociôn " 

Se  habîa  emplazado  a  su  hermano  Don  Nicolas  y  a 
todos  los  curas  de  San  Salvador.  Con  tal  motive  esta- 
lie  la  insurrecciôn  pidiendo  la  libertad  del  prôcer,  y  du 
rô  los  dîas  cinco  y  seis  de  Noviembre  hasta  posesionar- 


H13T0RIA    MODERNA   DE  EL  SALVADOR  81 

se  de  la  plaza.  Se  conserva  la  tradiciôo  oral  de  un  com- 
bate  para  tomar  Casa  Mata.  *  Después  de  dos  di'as 
de  pugna,  los  revolucionarios  depusieron  al  Intenden- 
te  Gutiérrez  de  Ulloa  y  a  los  Regidores  y  otros  em- 
pleados.  No  gobernaron  solo  Alcaldes  corao  se  ha  es- 
crito.  Consta  que  se  eligiô  una  Junta  de  Gobierno: 
Bustamante  la  llama  Junta  Pûblica.  Diôse  a  la  pren- 
sa,  con  la  proclama  quedefine  la  polîtica  de  la  Juota 
y  que  hemos  ya  expuesto, —  la  acefalia  del  trono, —  la 
proclamaciôn  de  la  independencia  para  raientras  los 
sucesos,  tal  vez  la  libertad  del  rey,  permitîan  adoptar 
la  resoluciôn  definitiva,  la  opresiôn  que  ejerci\^.n  los 
empleados  que  enviaba  la  corona, — una  hoja  suelta 
firmada  "Los  americanos  de  San  Salvador",  que  re 
ferla  asf  los  sucesos. 

La  insurrecciôn,  pues,  tuvo  éxito  comp'eto,  — 
el  Intendente  Don  Antonio  Gutiérrez  de  Ulloa,  fué 
depuesto;  y  con  él  los  empleados  impopulares,  y  la 
ciudad  permaneciô  casi  un  mes  en  poder  de  los  revo- 
lucionarios que  la  gobernaban  por  medio  de  la  Junta 
y  del  Cabildo  de  la  ciudad. 

Inmediatamente  que  se  declarô  el  triunfo  se  puso 
en  acciôn  la  prensa  y  la  Junta  de  Gobierno  se  dirigiô 
a  las  ciudades  y  poblaciones  de  importancia,  explican- 
do  el  motivo  del  movimiento  y  haciendo  propaganda 
a  sus  ideas. 

El  Ayuntamiento  de  Santa  Ana  recibiô  la  invita- 
ci6n  de  la  Junta  revolucionaria  de  San  Salvador,  pre 
sidida  por  el  Padre  Delgado,  con  fecha  11  de  Noviem 
bre;  se  le  incluîan  proclamas  y  otras   publicaciones.  y 
se  le  excitaba  para  que  coadyubase  en  la  obra  de   is 


*  Ei  Lie.  don  Manuel  Valladares  repite  esa  tradici<5n  en  su  Bio- 
grafia  de  Arce,  en  el  pasaje  siguiente:  «Don  Manuel  José  Arce  llen<S 
exactamente  el  papel  asig'nado  en  la  conspiraci<5n.  Al  frente  de  un 
punado  de  valeroâos  comp*îiero6  da  en   la   madrugada  del   5   de  No- 

10 


82  FffANCISCO    GaVIDIA 

dependencia.     Reuniôse  enseguida  el    Cabildo,  acon- 
sejâodose  del  Cura  Dr.  Don  Manuel  Ignacio  Cârcamo. 
La  resoluciôa  del  Ayuntamiento,  influida  por  tal  con- 
sejero,  de  ideas  monârquicas  muy   conocidas,  fué  ad- 
versa  a  la  causa  de  los  patriotas.    Dispûsose  oficiar  al 
Capitdn  General  en  los  térrainos  de   la  nota  que  va- 
mos  a  copiar  porque  ellos  reflejan   las   ideas   y   senti- 
naientos  de  los  monârquicos  de  aquella  época:    «La 
insurrecciôn  acaecida    en  San  Salvador,  desde   luego 
este  Cuerpo  la  considéra  sacrileg"a,    subversiva,    sedi- 
ciosa,  insurgente,  y  opuesta  hasta  el  ùltimo   grado  a 
la  fidelidad,  vasallaje,  suraisiôn,    subordinaciôn,  y  de- 
mâs  debido  a  la  Soberania  de  la  Naciôn  representada 
por  sus  Cortes  extraordinarias   a  nombre  de   nuestro 
amado  Rey  el  Sr.  Don  Fernando  VII  que  Dios   guar- 
de;  y  por  tanto  hemos  tenido   a   bien  dirigirlo  todo 
originalmente  a  Vuestra  Excelencia  como  Gobernador 
del  reino,  para  que  se  sirva  ordeoarnos  y  mandarnos 
lo  que  debemos  hacer,  bajo  el  concepto  de  que  al  pa- 
recer  es  llegado  el  case  en  que  segûn  tenemos   blaso- 
nado,  estaraos  proctos  a  derramar   nuestra   sangre  y 
dar  la  vida  en  defensa  de  los  derechos  de  la  Naciôn,  y 
para  hacer  saber  al  mundo  entero  que  somos   leales 
vasallos  de  Su  Magestad  el  Rey  de  Espana,  y  que  ja- 
mâs  aposentaremos  en    nuestro   corazôa    cabilaciones 
que  induzcan  directa  o  indirectamenteen  contrario. — 
Dios  çuarde  la  importantisiraa  vida  de  Vuestra  Exce- 
lencia los  muchos  anos   que  en    estas    circunstancias 
principalmente  ha   menester  este  reino  para  su  con- 
servaciôn.  |  Sala  capitular  de  Santa   Ana  y   Noviem* 
bre  11  de  1811.  |  Mariano  Menéndez.  |  Bartolomé  Jo- 
sé Tellez.  I  José   Ciriaco  Méndez.  |  Domingo    Figue- 
roa.  I  Pedro  Miguel  Rodriguez.  j  Francisco   Antonio 
Méndez.  |  Manuel  Ignacio  Cârcamo,    cura.  |  Francis- 
co Diaz  Castillo,    Secretario.  "  |  El  Ayuntamiento  de 

viembre  un  vig'oroso  asalto  a  la  casamata  y  se  ap>odera  del  armamento 
alH  cuâtodiado.  Con  él  équipa  su6ciente  numéro  de  entusiastas  y  se 
lanza  a  la  casa  de  grolbierao  mucho  antes  que  se  le  puedai  oponer  resis- 
tencia  formai » 


HiSTORiA  m:>di;kxa   di:  kl  SALVAr>cp  83 

Santa  Ana  excitô  al  de  Sonsonate  y  al  de  Metapân  a 
fin  de  que  unierao,  sus  fuerzas  a  las  suyas,  y  conti- 
nuôioformando  de  los  sucesos  a  laCapitanîa  General. 

El  Alferez  Real  Don  Casimiro  José  de  Cuéllar, 
fué  escogido  en  Sonsonate  por  la  Junta  de  San  Sal- 
vador que  presidîa  el  Padre  Delgado,  para  que  secur>- 
dase  el  raovimiento  libertador  pero  él,  recibida  la  pro- 
clama y  los  llaraados  pliegos  sediciosos,  convocô  a  se- 
siôn  al  Cabildo;  el  cual  extendiô  un  acta  de  detes- 
taciôn,  hizo  arrestar  al  correo  que  llevô  los  pliegos  y 
lo  remitiô  preso  al  Capitân  General,  quien  le  diô  liber- 
tad  <por  haber  explicado  su  inocencia  en  termines- 
inequîvocos».  El  Alcalde  Mayor  Don  Marimo  Bu- 
jous,  y  el  Comandante  del  Escuadrôn,  Don  Pedro 
Carapo,  presentaron  las  cartas  que  habfan  recibido 
de  los  revolucionarios  de  San  Salvador,  y  îo  mi«mo 
hicieron  algunos  vecinos:  todos  abominaronsu  conte- 
nido,  «aprestândose  a  la  defensa  à^  Los Juramentos'». 
El  Comandante  llamô  al  servicio  a  los  individuos  de 
su  Escuadrôn,  y  los  acuartelô  en  espéra  de  los  suce- 
sos>. 

En  San  Vicente  habia  raonarquistas  rauy  con- 
notados:  el  Alcalde  Santin  y  Don  Carlos  Lesaca,  entre 
ellos.  Recibieron  la  invitaciôn  de  San  Salvador  a 
los  dos  dîas  del  pronunciamiento,  y  un  momento 
después,  el  Municipio  se  dirigîa  al  Capitân  General 
enviândole  la  invitaciôn.  «Este  escrito,  le  deci'a,  aun- 
que  tan  despreciable  en  su  forma,  es  digno  de  lia- 
mar  la  celosa  atenciôn  de  V.  E.  por  el  exeecrable  aten- 
tado  de  querer  seducir  a  este  leal  vecindario.  El  cor>- 
tenido  esta  muy  conforme  con  otras  noticias  que  se 
acaban  de  tener. ..  El  cuerpo  que  habla  no  sabe  ex- 
presar  el  dolor  con  que  ha  visto  turbada  la  singular 
quietud  de  que  nos  gloriâbamos  todos  los  habitantes 
de  este  reino;  y  haciendo  de  su  honor  el  aprecio  que 
debe,  le  es  muy  sensible  que  la  cludad,  que  da  nombre 
a  la  provincia  entera,  haya  sido  la  primera  en  subl^ 
varse.     El  Cabildo  harâ  en  las  circunetancias  el  deber 


84  rr*AN.-isco   gavîdia 

<îue  le  impone  su  lealtad,  y  el  respeto  y  obedieacia  que 
de  nuevo  ofrece  a  V.  E.  corao  digao  représentante  de 
T)uestro  îegitimo  y  amado  Soberano:  y  para  el  caso  le 
es  de  la  mayor  satisfacciôn  el  poder  contar  con  un  ve- 
•ciodarin  que  tiene  las  raejores  disposiciones  para  no 
dejarse  seducir> 

El   Vicario  provincial,   realista  y   competidor   de 
Delgado,  como  el  Padre  Cârcamo  en  Santa  Ana,    era 
en  San  Vicente  el  Doctor  Don  Manuel   Antonio  Mo- 
lina.     Habiéndose    perdido   la    proclama  en    que    el 
Padre  Delgado   defendi'a    la    poli'tica  de    la    revolu- 
ciôn, — la  cual,  —  preso  Fernando  VII  en    Francia, 
y  en  la  imposibilidad  este  de  autorizar,  y  mas  bien  ha- 
biendo  desconocido  el    Gi^bierno  organizad  >    por    los 
patriotas  espanoles  para  resistir  la   conquista  de  Na- 
poléon, Gobierno  a  que  daban    el  nombre  de  Regen- 
cia;  —  proclamado    Rey    de      Espana    José    Bopar- 
parte,    por  imposiciones    del    invasor,  —  desautoriza- 
dos    los    très,    el    Rey    Fernando    Séptimo,    la   Re- 
gencia,  y   el  Rey   José    en    la    opinion    de    las    Co- 
lonias   de  America,  —  no   podfa  ser  otra,    esta    polf- 
tica  del  Padre  Delgado,  que  la  de  constituir  gobierno 
propio,  en  espéra  de  queelex-Rey  de  Espana,  si  volvîa 
a  ser  Rey  alguna  vez,  tornase  al  goce  de  sus  derechos. 
Esta  politica  apareciô  tanto  en  la    America    del   Sur 
como  en  Mexico,  y  era  una  puerta  por  donde  los  ami 
gos  de  la  independencia  ab«oluta,    daban    entrada  a 
sus  mâs  caras  espéra nzas.      Pero  como   hemos   dicho, 
la  proclama  del  Padre  Delgado  se  ha  perdido;  en  San 
Miguel  fué  quemada  en    la  plaza   piâblica  por  manos 
del  verdugo,  y  en  todas  partes  fué  objeto  de  parecida 
persecuciôa:  de  este  modo  no  podemos  comprobar  si 
esa  fué  la  polîtica  de  la  Junta  de    San    Salvador  y  del 
Padre  Delgado,  sino  es  en  vista  de    publicaciones   co- 
mo la  del  Vicario  provincial  Dr.  Manuel  Antonio  Mo- 
lina,  en  que  réfuta  la  perdida  proclama. 

En  efecto,  el  Vicario  va  a  hacernos  ver  la  poli'tica 
que  hemos  definido,  a  través  de  pârrafos  animados  de 


HISTORIA     MODERNA    DE    EL   SALVADOR  85 

cierta  elocuencia  que  justifiera  la  faraa  de  predicador 
emineote  de  que  g^czô  el  Padre  Molioa  en  su  tiempo. 
Helos  aquî: 

"Os  dirâa  que  no  se  falta  al  Rey,  pues  se  jura  a 
nuestro  suspirado  Fernando  VII;  mas  les  debéis  res- 
ponder  que  abusan  sacn'legamente  de  la  Religion, por- 
que  este  nuevo  juramento  no  es  mas  que  un  medio  de 
que  se  sirven  para  paliar  y  poder  quebrantar  sin  ma- 
yor  nota  la  sagrada  obligaciôn  de  les  que  heraoshe- 
cho  antes,  y  asf  introducir  la  novedad  que  pretenden. 
Os  dirân  que  no  se  falta  al  Rey,  sino  a  sus  Ministros. 
Responded  que  esto  es  incompatible,  pues  aquel  no 
puede  mandarnos  sino  por  medio  de  éstos;  que  en  es- 
ta virtud  lo  representan,  hacen  sus  veces,  y  mediando 
para  ejercer  su  autoridad,  también  médian  para  reci- 
bir  el  respeto  y  obediencia  que  a  él  debemos.  San  Pe 
dro  dice  que  obedezcamos  cou  sumisiôn  a  cualquiera 
que  tenga  autoridad  pûblica,  considerando  en  este  la 
de  Dios:  que  obedezcamos  no  solo  al  Rey  que  se  halla 
revestido  de  la  suprema  autoridad,  sino  también  a  los 
que  gobiernan  como  Ministros  enviados  suyos. 

"Solo  el  resultado  inmediato  de  la  insurrecciôn, 
,;qué  fatal  séria  para  la  Sociedad!  porque  si  a  la  volun- 
tad  de  un  pueblo  se  pudiese  hacer  alguna  alteraciôn 
en  el  gobierno,  con  la  misma  facilidad  que  hoy  se  ha- 
ce,  se  hari'a  otra  manana;  y  con  la  misma  arbitrarie- 
dad  que  obra  un  pueblo,  obrariac  los  demâs.  iY  esto 
no  sprîa  una  confusion,  un  desôrden^  y  una  anarquîa? 
Ya  sabéis  lo  acàecido  en  el  pueblo  de  Zacatecoluca  el 
dia  de  hoy:  en  donde  por  los  movimientos  que  se  es- 
tân  suscitando  de  irrespeto  a  la  Justicia,  vinieron  a 
las  manos  los  pueblos,  formando  bandos  uno  contra 
otro,  (ie  que  se  han  seguido  desgracias,  y  quedar  se- 
.gûn  estoy  informado,  violado  y  profanado  el  templo. 
Y  asf,  si  se  adoptan  los  principios  que  se  estân  sugi- 
riendo,  deberianos  despedirnos  para  siempre  de  la  paz, 
perder  perpetuamente  el  dulce  placer  de  estar  con  se- 
^uridad  en  el  seno  de  nuestras  familias,    y   renunciar 


86  FRANCISCO    GAvmiA 

enteraraente  la  Religion  Santa,  que  toda  ella  es  cari- 
dad,  como  que  adora  a  un  Dios  que  lo  es  de  la  paz  y 
no  de  la  diçcordia. 

'"Terrible  cnnsiguiente,  y  que  necesariamente  su- 
frirîamos  bajo  cualquier  aspecto  que  se  mire  la  inobe- 
diencia  a  que  se  os  provoca.  No  ignoro  que  nuestra 
madré  la  Iglesia  se  halla  bastantemente  afligida,  y  el^ 
Romano  Pontifice  en  prlsiôn:  que  nuestra  Naciôn  es- 
ta muy  constern?da,  y  el  Rey  que  tanto  amamos  y  he- 
raos  jurado,  también  cautivo. 

"Todos  estos  maies  son  causados  por  los  infâmes 
franceses  y  su  tirano  Emperador  Napoléon.  En  semé* 
jantes  circunstancias  deberîamos  pasar  a  unirnos  a 
nuestros  hermanos  los  espannles  de  Europa  para  pe- 
lear  con  ellos  en  favor  de  la  Iglesia  y  de  laNaciôa.  lY 
es  posible  que  no  pudiendo  hacer  esto,  nos  pong^amos 
de  parte  de  Napoléon?  Dios  le  ha  pueslo  una  barrera 
en  el  inmenso  Oceano  para  que  no  pueda  enviar  sus 
ejércitos  a  la  America.  cY  quien  créera  que  nosotros 
raismos  se  lo  facilitamos,  y  que  esto  no  es  un  sueno, 
sino  una  verdad?  Se  lo  facilitamos  pues,  y  con  la  ven- 
taja  de  que  no^ntros  nos  substituiraos  en  lugar  de 
sus  ejércitos  peleando  aquf  contra  nuestros  hermanos 
que  alla  le  eUân  haciendo  la  guerra.  No  necesita  mâs 
el  tirano  para  arruinarnos.  Introducida  entre  nos- 
otros la  division  que  intenta  el  pueblo  de  San  Salva- 
dor, ya  logrô  entonces  Bonaparte  sus  infernales  desig- 
nios  contra  la  Iglesia  y  contra  el  Estado;  y  con  la  cir- 
cunstancia  de  no  ser  a  costa  su>a,  pues  por  nuestra 
propia  raano  nos  acabaremos  segûn  la  sentencia  de 
Jesu-Cristo;  que  un  reino  dividido  en  bandos  sera  dé- 
sola do. 

"En  tal  caso  no  tenemos  que  quejarnos  del  mâs 
perverso  de  los  hombres,  Napoléon:  de  nosotros  debe- 
mos  quejarnos;  en  tal  caso  hemos  inutilizado  todi.ss  los 
votos  y  plegarias  que  hasta  aquî  dirigimos  al  Cielo 
por  la  justa  causa  de  la  Naciôn.  En  tal  caso  tentâmes 
a  Dios,  y  aun  nos  burlamos  de  su   Divina   Majestad. 


mSTORIA    MODEaNA  D2   EL    SALVADOR  87 

pidiendo  nos  defieada  de  un  enemigo  a  quiea  favore- 
ceraos,  y  que  nos  haga  felices  cuando  nos  empenamos 
en  hacernos  desgraciado*. 

"Nunca  el  Gobierno  se  ha  mostrado  tan  activo 
como  ohora  para  atender  a  nuestras  necesidades,  co- 
rregir  los  abusos  y  hacer  que  todo  el  reyno  prospère. 
En  la  ocasiôn  sabemos  ciertamente  que  ya  llegaron  a 
Espofia  nuestros  araados  compatriotas  los  Diputados 
de  estas  Américas;  que  tomaron  posesiôn  de  su  alto 
empleo,  y  asiento  en  el  soberano  congreso  de  las  Con- 
tes para  representarnos  y  solicitât  cuanto  con^enga 
a  nuestro  beoeficio  jQué  dolor  para  la  patriat  jQué 
chasco  para  el  Diputado  de  esta  provincia  de  San  Sal 
vador,  si  entrase  toda  en  insurreccicn  anulando  con 
esto  sus  poderes  y  borrando  todas  sus  instrucciones! 
Reflexionadlo  bien  todo:  no  sois  ninos  para  que  os  de 
jéis  seducir  y  enganar.  Dios  ha  de  asistiros  si  vais 
con  él.  A  la  ciudad  de  San  Salvador  ha  sucedido  una 
des'gracia,  que  debemos  llorar  amargamente;  pero  no 
querraraos  envolvernos  en  ella.  Cuando  una  casa  se 
incendia,  es  fatuidad  raeterse;  y  no  lo  es  menos  tomar 
una  chispa  para  comunicar  a  las  nuestras  el  incen- 
dio." 

Clararaente  se  deduce  que  se  proclamaba  la  inde- 
pendencia,  desconociendo  San  Salvador  les  Ministros 
de  la  Regencia,  aunque  se  juraba  a  Fernando  VII  para 
el  caso,  que  entonces  parecîa  reraoto,  de  que  volviese 
al  trono  de  Espana;  que  se  proclamaba  la  separaciôn 
y  el  desconocimiento  de  los  erapleados  de  la  monar- 
quia,  aunque  no  para  ayudar  a  Napoléon,  como  dice 
el  Padre  Molina,  siuo  desconociendo  y  declarando  la 
guerra  al  mismo  Napoléon,  cuyo  hermano,  José  Bona- 
parte, era  entonces  de  hecho  el  Rey  ofîcial  de  los 
Espanoles;  y  que  la  polftica  del  Padre  Delgado,  fué 
en  ese  raomento  histôrico,  la  polftica  de  los  Prôceres 
de  todas  las  regiones  de  America. 

Los  monarquistas,  constitucionales  como  el  Dr. 
Molina,  unos;  absolutistas,  otros,    dieron  pruebas  de 


88  FRANaSCO    GAVIDIA 

serlo  aun  sia  contar  el  ejercicio  de  sus  funciones  de 
erapleados.  El  Alcalde  Don  José  Santin  del  Castillo 
costeô  de  su  bolsillo  la  fabricaciôn  de  200  lanzas  para 
un  cuerpo  de  dragoaes.  Es  notable  que  este  celo 
fuese  mal  pagado,  pues  dos  anos  mâs  tarde,  muerto 
Castillo,  como  debiese  a  las  Cajas  Reaies,  se  mandé 
poner  g^rillos  al  cadâver  y  no  se  le  quitaron  sino 
cuando  su  esposa,  deudos  y  amigos  pagaron  la  suma 
y  que  de  esta  manera  el  Rey  fué  satisfecho. 

En  Zacatecoluca  los  Alcaldes  ordinarios  y  el  Sub- 
Delegado,  monarquistas  de  pura  cepa,  escribieron  al 
Capitdn  General  un  oficio  que  pinta  sus  modos  de  pen- 
sar  y  sentir.  He  aquî  algunos  de  los  pârrafos:  "En 
medio  del  torrente  de  raales  que  nos  amenaza,  nues- 
tra  firmeza  en  resistirlos  y  precaverlos  sera  inaltérable, 
y  uniformes  nuestros  votos  declamarâo  constantemen- 
te  contra  toda  sociedad  intrusa,  y  seguiremos  el  cami 
no  de  la  virtud^  y  nuestros  alientos  solo  respirarân  vi- 
vas  repetidos  por  la  Religion,  Rey  y  Patria.  Vuestra 
Excelencia  persuadido  de  esta  verdad,  darâ  algûn  de- 
sahogoel  grave  cuidado  que  puede  causarle  la  suerte 
de  este  partido,  y  nosotros  tendremos  la  particular 
satisfacciôn  de  acreditar  a  Vuestra  Excelencia  el  cum- 
plido  desempeno  de  nuestros  sagrados  deberes". 

La  nota  anterior  guardô  silencio  sobre  los  sucesos 
que  el  propio  cinco  de  Noviembre,  de  acuerdo  con  los 
Prôceres  de  San  Salvador,  promoviô  en  Zacatecoluca 
y  en  Santiago  Nonualco  el  sacerdote  don  Mariano  Jo- 
sé de  Lara,  miembro  de  una  acaudalada  familia  origi- 
naria  de  Espana. 

Los  nonualco,  y  de  ello   tendremos  una    muestra 
en  una  época  posterior   de   la  de  1811,    tienen  un  ca 
râcter  que  quizâ  expliquen  sus   tradicciones   de   raza. 
Un  notable  lingûista  (Robelo)   da  los  siguientes  dates 
sobre  la  palabra  Nonoalco  o  Nunualco: 

<Creemos  que  Nonohual  o  Nonohualli  era  un  per- 
sonaje  que  dio  nombre  a  la  tribu  nonohualco,  porque 
en  un  pasaje  del  historiador  Carrillo,  de  Yucatân,  lee- 


HISTORIA   MODERNA   T)£  KL  SALVADOR  89 

mos  lo  siguiente:  «Los  emigraotes  vivian  en  la  tierra 
y  casa  de  Nono-ual,  en  donde  estaban  los  cuatro  Tu- 
tulxius,  al  occidente  de  Zuiva:  aquel  pais  se  lia  ma  ba 
Tulapan.> 

«Sabido  es  que  la  Nonohualca  peregriné  con  la 
Tolteca  y  juntas  llegaroo  a  Tullan  en  trescientos  ?e- 
senta  y  uno  de  la  era  vulgar,  de  donde  salieron  los  No 
nohualcos  al  ano  siguiente,  para  ir  îi  poblar  al  Sur. 
Evse  Nono-hual  a  quien  se  refiere  el  hi?toriador  Carri 
lie,  en  el  pasaje  citado,  debe  haber  sido  el  prlmitivo 
Jefe  de  la  tribu  Nonohualca,  que  1.200  anos  fué  a  po 
blar  Chachnovitan  (Yucatân)  y  Tulapan  debe  haber 
sido  la  Tollan  situada  en  Hueuetlapallan,  de  donde  sa- 
lieron los  Toltecas.  Los  nombres  raexicanos  de?figa- 
rados  que  se  leen  en  el  pasaje  de  Carrillo,  como  Tu- 
tulxius  (Xiuh-tototl)  pâjaro  azul,  Tollapam  y  Nono- 
hual  (Nonohualli),  robustecen  nuestra  conjetura.  En- 
contramos  otros  fundaraentos  en  Chimalpain,  quien 
dice: — En  el  ano  1,272  los  Tlacochcalcas  salieron  y 
abandonaron  a  Tlapallan  Chicomoztoc  cuyo  nombre 
se  cambiô  en  los  de  Nohualco   Tzotzompa   Quinehua- 

yaa ....    — Empeio,  si  algo   puede   aventurarse 

sobre  la  historia  de  Nonohualli,  quedamos  en  tinieblas 
sobre  su  etimologîa». 

Este  pueblo  de  carâcterbelicoso,  fué  designado  co- 
mo base  de  operaciones,  y  el  dîa  cinco  de  Noviembre 
los  Nonohualco  tomaron  la  Ciudad  de  Zacatecoluca  y 
se  apoderaron  del  Cuartel:  todas  las  autoridades  co 
loniales  huyeron  y  solo  quedô  preso  el  Alcalde  a  quien 
exsigieron  que  proclamara  la  Independencia.  Era  ob- 
jeto  de  disgusto  de  los  pueblos,  lo  que  se  llamaba 
tributos,  los  cuales  tueron  suprimidos  hasta  que  se 
declarô  desligada  la  provincia  del  Salvador,  de  las 
otras  provincias,  en  tiempo  de  la  guerra  del  Iraperio. 
Los  Nonualco  pidieron  que  se  les  entregara  el  pro 
ducto  de  esos  tributos,  que  ellos  pagaban.  Amena- 
zaron  al  Alcalde,  y  le  hicieron  hincarse  en  la  calle,  dis- 
11 


90  FRANCISCO    GAVIDIA 

poniéndose  a  lo  que  parece,  a  uitimatio;  pero,  lasgen- 
tes  dei  œercado,  priocipalmente  algunas  mujeres,  eu 
yos  nombres  se  hao  conservado, — Josefa  Baraona,  La 
dulcera,  nombre  con  que  se  cooocîa  a  Micaela  Jerez,  y 
Feliciaoa  Jerez,  armadas  de  cuchillos,  piedras  y  palos 
libraron  el  combate,  quedando  algunas  victimas  y  ha- 
ciendo  retirarse  a  los  Nonualcos  que  no  tenîan  un  Jefe 
que  los  dirigiese  en  el  raoviraiento  cuyos  fines  politicos 
no  podîan  ser  raâs  elevados.  Posteriormênte,  el  sacer- 
dote  Don  Mariano  Jofé  de  Lara  que  sublevô  a  los  No 
nualcos.acusado  de  promotor.fué  llevado  preso  a  Gua- 
temala, donde  permaneciô   hasta   después   de   182L 

El  Licenciado  en  Teologi'a  de  la  Real  Universidad 
don  Serapio  Sânchez  era  Cura  de  Olocuilta,  situada 
entre  dos  focos  de  insurrecciôn,  la  capital  y  los  nono- 
hual.  Habiéndose  retirado  del  partido  el  Juez  Sub 
delegado,  recogiô  él  la  Subdeîegaciôn  y  diô  pruebas  de 
ser  monarquista  convencido. 

En  San  Miguel  la  invitaciôn  de  los  Prôceres  fué 
recibida  con  indignacion  :  el  Ayuntamiento  acordô  que 
los  que  llamaban  papeles  sediciosos  fuesen  quemados 
por  manodel  verdugo  en  la  plaza  pùblica;  dispuso  des- 
obedecer  laa  ôrdenes  de  la  Intendencia  Provisional, 
que  se  interceptasen  las  cartas  de  San  Salvador,  y  que 
se  alistase  el  Escuadrôn  régional,  y  el  diez,  esta 
fuerza  se  puso  en  marcha  a  ocupar  la  altura  de  Apas- 
tepeque.donde  debîa  esperar  ôrdenes  de  Bustamante. 
Lo  que  era  el  Padre  Cârcamo  para  Santa  Ana,  y  el  Pa- 
dre  Molina  para  San  Vicente,  era  eî  Padre  Dr.  Mi- 
guel Barroeta  para  San  Miguel. 

Nada  haremos  mejor  para  darlo  a  conocer  politi- 
ca  y  literariamente,  que  copiar  algunos  pârrafos  de  la 
proclama  que  por  encargo  del  Ayuntamiento  dirigiôa 
la  provincia  de  San  Miguel. 

«Ciudadanos  de  la  provincia  deSan  Miguel:  ya  es 
preciso  deis  a  conocer  que  sois  espanoles,  y  que  res- 
petâis  las  autoridades  légitimas,  puestas  por   eî    Go- 


HISTOKIA    MODKKNA    DE    EL   SALVADOR  91 

bierno  que  jurasteis.     El  cielo  y    los  h^mbres   fueron 
testigos  de  vuestros  juraraentos,  y  estos    misraos  de 
beo  serlo  de  vuestra  lealtad.     No  créais,    conciudada- 
nos,  los  falsos  colores  con  que  los  insurgeâtes  de  San 
Salvador  pintan  el  carâcter  de  nuestros  herraanos  los 
espanoles,  europeos,  para  dar  alguna    apariencia    de 
justicia  a  sus  escândalos  y  levantamiento;   porque  vos- 
otros   tenéis  bastantes  conocimientos  de  lo  contrario. 
Très  siglos  de  experiencias  son  pruebas  nada  inequî- 
vocas  del  interés  que  ellos   han  tomado  por  nosotros. 
Si:  a  ellos  debemos   nuestro  origen,  a   ellos   debemos 
nuestra  religion,  de  ellos  heraos  tomado  las  artes  y  las 
ciencia?,  y  en  fin  ellos  han  sufrido  como    nosotros  los 
raa'es  del  gobierno  arbitrario,  sin    tener   parte   en    la 
opresiôn.     iPues  por  que  quereraos  separarnos  de  los 
que  tanto  bien  nos  han   hecho?     Los  insurgentes  no 
quieren  mâs  que  destruiros.   Los  sucesos  de  Mexico  os 
deben  servir  de  escarmiento.    Ese  reino,  que  era  nues- 
tra admiraciÔD,  ha  quedado  destruido  por  los  mismos 
que  quisieron  mudar  el  Gobierno  y    sus  espadas   fue- 
ron los  instruraentoscon  que  quedô  castigada  la  igno 
rancia  de  los  que  creyeron:  y  en  vi.-ta  de  esto  ^queréis 
vosotros  toraar  partiuo  con  vuestros  eneraigos?    Ciu 
dadanos,  la  patria  os  llama:    vuestros  intereses  piden 
que  os  arméis  contra  vuestros  enemigos.  viva  Fernan 
do  VII;  viva  el  Gobierno  que  esta   jurado:  esta   sea 
vuestra  divisa,  y  vuestros  votos.  > 

En  carta  dirijida  al  Capitân  General  con  fecha  10 
de  Noviembre,  decfa  lo  siguiente: 

cComo  buen  espanol  estoy  haciendo  lo  que  debo 
con  mis  consejos  y  exhortaciones;  bien  que  todo  este 
vecindario  no  necesita  de  ellos  para  hacer  su  deber, 
porque  en  todos  hay  honor  y  patriotismo.  Vuestra 
Excelencia  debe  contar  con  cuanto  soy  y  valgo,  pues 
mi  mayor  honor  séria  sacrificarrae  por  mi  Rey  y  por 
mi  Patria. > 

En  fin  el  Comandante  del  escuadrôn,  al  inforraar 
que  el  dia  11  saldria  con  su  fuerza    a    pasar   la  Barca 


92  FRANCISCO    GAVIDIA 

del  Lerapa,  daba  a  Bustamaote  el  informe  siguiente: 
«Todo  este  vecindario  de  espanoles,  europeos  y 
criollos,  Ilenos  del  raayor  entusiasmo  se  han  ofrecido 
a  salir  voluntariaraente  armados  en  union  de  la  tropa, 
deseosos  de  que  se  les  destine  <?n  cuanto  sea  bastante 
a  contener  el  desorden  de  la  insurrecciôn,  y  de  sacrifi 
carse  coo  gusto,  si  fuere  necesario.  en  obsequio  delà 
causa  cOToùn,  y  bien  de  la  Patria,  como  leales  vasa- 
lios.  > 

A  municipios  y  Vicarios  diô  las  gracia?  el  Capi- 
tan  General  en  la  Gaceta  Extraordinaria  que  publi- 
c6  la  Capitanîa  con  ocasiôn  del  movimiento  revolucio- 
nario  de  1811.  La  raisma  Gaceta  hizo  especial  raen- 
cîôn  "de  los  hcnrados  iadinos"  de  Santa  Ana  Grande, 
acreditados  de  valientes  y  de  leales  en  la  guerra  y  ex- 
pediciones  del  ano  de  80  (1780)  De  elles  dice  el  mis- 
mo  periôdico  oGclal  que  h^n  solicitado  con  loable  em- 
peôo  todos  les  vecinos  del  partido  que  se  restablezca 
su  ar.tiguo  bitallôn,  para  cojer  nuevos  triunfos  y  lau- 
reles;  sobre  lo  cual  se  han  dado  las  disposiciones  opor- 
tunas  por  medio  de  su  ilustre  Cabildo. 

Fuera  de  la  provincia  del  Salvador,  se  hizo  sentir 
tiQuy  pronto  la  reacciôn  con  que  se  oponia  el  espîritu 
colonial  a  la  polîtica  y  al  plan  revolucionario  de  los 
Prôceres  de  San  Salvador.  El  Noble  Ayuntamiento 
y  los  monarquistas  de  Qufzaltenango  hicieron  présen- 
te su  adhes-iôn  a  la  Capitanîa  y  le  ofrecieron  su  con- 
curso.  El  batallôn  de  railicias  de  la  Provincia  se  puso 
en  pié  al  mando  del  Teniente  Coronel  Don  Prudencio 
de  Cozar.  Se  dijo  que  todos  querîan  alistarse  «hasta 
los  ancianos  o  con  algûn  otro  irapedimento.»  El  Co- 
rregidor  Don  Miguel  Carrillo  se  ofreciô  para  servir, 
aunque  fuese  «como  ùltimo  soldado>  donde  se  le  des- 
tinase.  Parecidas  protestas  recibiô  la  Capitanîa  de 
los  demâs  Corregidores  y  Alcaldes  Mayores.  En  el 
Partido  de  Gracias,  al  Oeste  de  Honduras,  los  indios, 
animados  por  las  predicaciones  de  su  Pârroco  Don  Jo- 
sé Maria  Jalon,  mandaron  a  hacer  el   retrato  del  Rey 


raSTORIA   MODERNA   DE    EL  SALVADOR  93 

Fernando  VII,  pagfaodo  por  contribuciones  su  costo 
y  una  contribuciôn  extraotdinaria  de  guerra.  El  Re- 
gûdor  D-^cano  del  Noble  Ayuntaraiento  de  Guatema- 
la, future  Intendente  de  la  Provincia  del  Salvador, 
Don  José  Maria  Peinado,  présenté  al  Capitân  Gene- 
ral la  manifestaciôn  de  los  indios,  que  escrita  por  el 
Padre  Jalon,  hace  ver  los  sentimientos  e  ideas  en  que 
descansaba  el  regimen  colonial.  "Con  estos  hijos  re- 
mitimos  a  Ud.  cien  pesos,  decîa,  a  cuenta  del  valor  del 
retrato  y  docel  de  nnestro  Rey  y  Senor  Don  Fernando 
VII,  asegurando  a  Vuestra  merced  que  lo  raâs  que 
valga  lo  satisfaremos  con  su  aviso  ysindemora." 
Ellos  ta  m  bien  tenîan  de?eos  de  acredifar  su  amor, 
lealtad  y  fidelidad  al  Rey  cautivo.  Hablando  de  Bo- 
naparte los  indios  se  expresaban  en  los  termines  si* 
guientes:  «como  para  su  libertad  (del  Rey),  decîan,  y 
terminar  la  injusta  guerra  que  lo  detiene  tan  lejos  de 
su  trono,  que  intenta  usurpar  el  vil  canalla  de  Napo- 
léon, se  necesite  de  los  obligatorios  socorros  de  sus  va- 
sallos,  suplicaraos  a  Vmd.que  a  nuestro  nombre  ofrez- 
ca  al  Excelentisimo  Senor  Présidente  un  mil  pesos  de 
nuestra  comunidad,  pues  aunque  sabemos  se  ha  saca- 
do  de  ella  alguna  cantidad  con  el  objeto,  reflexiona- 
mos  que  el  senor  Fiscal  protector  de  los  Indios,  con 
arreglo  al  todo,  haria  una  econômica  deducciôn,  aten- 
diendo  a  nuestra  pobreza  y  fines  a  que  se  contrajo  la 
instituciôn  de  este  fondo:  de  cualquier  modo  que  sea 
<luereraos  hacer  esta  huraildisima  demostraciôn  de 
nuestro  vasallaje  y  reconocimiento  de  los  favores  que 
nos  deiraman  las  piadosisiraas  leyes  de  los  augustos 
ascendientes  de  nuestro  cautivo  padre,  a  quienes  asî 
mismo  debemos  la  felicidad  de  habernos  sacado  de  la 
gentilidad  y  alumbrarnos  con  las  amabilîsimas  luces 
del  Santo  Evangelio,  conociendo  como  conozemos  en 
lugar  del  demonio  a  quien  adoraron  nuestros  mayo- 
res,  el  ùnico  verdadero  Dios,  en  quien  esperamos  por 
los  méritos  de  su  hijo  crucificado  la  salvaciôn  que  no 
coûsiguieron  nuestros  padrei>. 


94  FRANCISCO     GAVIDIA 

La  expediciôn  salida  de  San  Miguel  a  unirse  coo 
las  tropas  de  San  Vicente  para  obrar  sobre  la  capital 
venîa  al  rnando  del  Teniente  Coronel  Don  Alonso  Sal- 
do  quieo  armô  y  mantuvo  a  sus  espensas  a  los  volun 
tarios  que  se  le  agregaron.  Servfa  de  Capellâo,  sin 
cobrar  estipendio,  el  Fraile  del  convento  de  Francisca- 
nos  de  San  Miguel,  Padre  Don  José  Antonio  Monino. 
Acompanaba  estas  fuerzas  el  Regidor  de  mâs  lite» 
ratura  del  Ayuntamiento  Don  José  Maria  de  Hoyos, 
a  quien  comisionô  el  Cabildo  para  inflamar  a  las  tro- 
pas^ y  de  su  literatura  y  de  su  polîtica  nos  darâ  idea 
una  proclama  de  Hoyos,  distribuîda  en  el  momenta 
de  salir  de  San  Miguel  la  expediciôn;  asî  como  nos  su- 
ministra  algunos  datos  un  Diario  que  Uevô  de  lo  ocu- 
rrido.  He  aquî  la  proclama:  «Nuestra  memoria  sera 
eterna.  Sabrân  nuestros  hermanos  de  la  peninsula, 
de  toda  la  America,  de  Guatemala^  que  aunque  apar- 
tados  de  la  sociedad  y  cultura  de  las  grandes  ciuda- 
des,  poseemos  la  ciencia  màs  esencial,  la  de  ser  fieles 
a  nuestros  juramentos,  de  cumplirlos  con  nuestras 
obras,  y  de  sellarlos  con  nuestra  sangre.  En  que 
tiempo  tan  importune  asoma  la  cabeza  esta  hidra  de 
la  insurrecciôn!  Cuando  nuestro  Diputado,  nuestro 
amado  compatriota,  el  Sefior  Avila,  ocupa  una  silla 
del  augusto  Congreso  Nacional:  cuando  por  él  somos 
parte  intégrante  de  la  Soberanîa:  cuando  la  afligida 
Patria,  como  la  madré  mâs  amorosa,  nos  alarga  los 
brazos,  nos  dispensa  las  mayores  gracias  y  beneficios:: 
cuando  teneraos  el  blason  de  que  este  reyno,  en  el 
mismo  Congreso  augusto,  sea  llamado  el  mâs  fiel  de 
toda  la  America:  ahora,  en  esta  coyuntura  ise  inten- 
ta desunirnos?  Se  quiere  que  perdamos  nuestra  me 
recida  reputaciôn?  Bârbaros  e  inhumanos  son  los  que 
tal  pretenden:  fieras  rabiosa?,  que  quieren  despeda- 
z^r  el  seno  de  su  raadre,  las  entranas  de  nuestra  gratp 
Naciôn  iAniquilariamos  nosotros  mismos  la  gran- 
de obra  que  estamos  formando?  N)  lo  esperéis,  in- 
grates, desnaturalizados:,  ilusos,     Dj  todos  los  crîm^ 


mSTORIA  MODERNA    DE   EL    SALVADOR  95 

nés  el  que  mâs  aborrece  el  ciudadano  de  Sn.  Miguel, 
ts  el  de  infidenci?.  Cada  uno  de  nuestros  valieotes 
soldados  vale  por  veinte  insurgeâtes:  con  nosotros  va 
la  razôo,  la  justicia,  la  disciplina:  a  ellos  acorapana  el 
desorden,  la  confusion,  el    terror   de   su    crimen,     y 

el  gusano  roedor  de  sus    conciencias   

Nuestra  abogada  Marin  Santisima  de  la  Paz  nos  ha 
dado  ya  visibles  sefiales  de  la  protecciôn  celestial.  . . . 
Corramos  a  donde  nos  llaman  nuestro  patriotisme  y 
fidelidad,  y  tierablen  los  sediciosos  y  crédulos  al  as- 
pecto  de  un  pueblo  virtuoso,  que  todo  lo  sacrifica  a 
sus  deberes.>  Las  exhortaciones  del  Cura  y  Vicario 
Dr.  Barroeta,  hicieron  que  hasta  las  raujeres  corriesen 
€n  tropel,  como  dice  la  Gaceta,  alentando  a  sus  ma- 
ridos,  hijos,  o  hermanos,  y  queriendo  tener  parte  en 
sus  peligros;  y  el  hermano  del  Vicario,  Don  Juan  Ba 
rroeta,  proveyô  a  las  tropas  de  viveres  y  monturas  en 
su  Hacienda  de  Gualcho,  faraosa  después  por  el  triun- 
fo  de  lacausa  contraria  a  la  de  los  Barroetas.  No  me- 
nos  generosidad  tuvo  con  las  (uerzas  monarquistas  el 
dueno  de  la  Hacienda  del  Lempa,  Al  tercer  dia  de 
caraino  se  hizo  que  los  soldados  jurasen  la  bandera 
Real,  después  de  hacer  ejercicios  y  de  escuchar  una 
arenga  de  uno  de  los  Jefes  "acto  solemne  y  augusto, 
dice  la  Gaceta,2.  que  segiin  el  Diario  (del  Regidor  Ho- 
yos)  correspondieron  signos  de  felicidad,  vistos  en  el 
cielo  (como  los  de  que  habla  la  Proclama  del  mismo 
Regidor  Hoyos,  que  circulé  al  salir  las  fuerzas  de  San 
Miguel,  y  que  él  atribuye  a  la  Virgen  de  la  Paz  )  El 
Subdelegado  de  Sensuntepeque  Uevô  un  contingente 
de  gente  y  armas  que  en  Apastepeque  se  agregô  al 
Escuadrôn  y  a  los  Voluntarios  de  San  Miguel.  La 
entrada  a  San  Victnte,  dice  la  Gaceta,  fué  "jovial"  y 
compitieron  en  las  demostraciones  de  jovialidad  el  Al- 
calde  ordinario,  el  Alférez  Real  y  "las  personas  nota- 
bles de  aquella  ilustre  Villa,"  pues  San  Vicente  no 
era  todavia  una  ciudad.  El  Vicario  Molina  duplicô 
su  celo.     Habi'a  recibido  una   carta  del  Excelentîsimo 


96  FKANCISCO     GAVIDIA 

Sr.  Présidente  Capitàn  General  Bustamante  y  Gue- 
rra,y  élrespondiô  con  su  conocida  elocueocia:  'Yo  no 
he  hecho  mâs  que  cumplir  mis  mâs  sagradas  obliga* 
ciones...  Ofrezco  no  desviarme  jamâs  de  los  principios 
que  rigen:  seré  firme,  confiando  siempre  en  Dios,  a 
quien  conozco  por  origen  del  bien  que  hago,  y  sin  cuyo 
auxilio  no  podrîa  concebir  ni  un  solo  pensaraiento 
bueno,  como  me  ensena  el  Apostol.  La  satisfacciôn 
interior  que  experiraento  se  colma  con  la  que  advierto 
haber  causado  a  Vuestra  Excelencia  y  a  mi  Ilustrîsi- 
mo  Prelado  mediante  el  favor  que  me  dispensan.  En 
todo  caso,  y  mayorraente  en  la  ocasion,  es  rauy  regu- 
lar  se  complazcan  al  conocer  los  sûbditos  con  quienes 
pueden  contar  en  el  ejercicio  de  su  potestad  suprema. 
i  Asî  hubiera  yo  sido  tan  afortunado,  que  hubiera  po 
dido  ahorrar  a  Vuestra  Excelencia  y  alllustrîsimo  Sr. 
Arzobispo  el  disgusto  que  ha  tenido  con  un  acaeci 
miento  tan  escandaloso!  —  Pero  nada  sucede  acaso. 
La  mano  de  Dios  obrn  visibleraente  en  cuant^  se  esta 
ofreciendo  a  nuestra  vista.  Si  aflije  a  nuestra  Naciôn 
por  todas  partes,  es  para  que  se  conozca  que  enmedio 
de  tantos  reveses  él  solo  es  quien  la  sostiene,  la  con- 
serva, y  al  fin  la  harâ  prosperar,  como  debemos  pro 
metérnoslo  de  una  tan  declarada  protecciôn.  iQuién 
podrîa  imsginarse  que  entre  nosotros  misraos  se  le- 
vantari'an  algunos  a  poner  en  movimiento  la  America, 
turbando  asi  la  inaltérable  paz,  de  que  hemos  gozado 
por  tan  dilatado  tiempc?  Sorprende  ciertamentc:  y 
por  lo  mismo,  aunque  en  lo  moral  es  un  sbisrao  de 
iuiquidad,  en  lo  social  lleva  el  sello  de  las  grandes  re 
voluciones,  de  que  se  sirve  la  Providencia  para  sus  al 
tos  designios.  Estos  inquietos  e  insurgeâtes  son  en 
el  Estado  lo  que  los  herejes  en  la  Iglesia:  Confunden 
grosera  mente  sus  antojadizas  opiniones:  los  unos  con 
los  dogmas  catôlicos:  los  otros  con  los  sxiomas  polî 
ticos:  ambos  audaces  atentan  contra  la  autoridad;  y 
con  no  menos  orgulio  que  intrepidez,  se  introducen 
reformas,  destruyendo  el  ùnico  principio    de   todo  or- 


HISTORIA    NiODERNA    Dli    EL  SALVADOR  97 

den,  que  es  el  respeto  y  obedieocia.  Digamos  que  hao 
convenido  estos  alzamientos,  como  dice  San  Pablo  de 
las  heregl'as,  para  que  los  que  son  firmes  en  la  leal- 
tad,  se  hagan  manifiestos.  Por  masque  Vuestra Ex- 
celencia  haya  descansado  en  la  fidelidad  de  este  reino, 
indispensablemente  se  habrâ  sentido  a  veces  asaltado 
de  aquellos  cuidados  que  son  inséparables  del  verda- 
dero  celo.  Ahora.,.  ha  logrado  Vuestra  Excelen 
cia  descubrir  lo  poco  que  hay  que  temer,  y  lo  mu- 
cho  que  esperar.  De  este  modo  el  ilustrado  gobier- 
no  de  Vuestra  Excelencia,  desembarnzado  de  las  tra 
bas  que  en  otras  circunstancias  se  forma  la  misma 
prudencia,  continuarâ  libreraente  dictando  cuantas 
providencias  convengan,  con  el  acierto  que  admira- 
mos,  y  desplcgarâ  mâs  y  mâs  todo  su  patriotisrao  en 
favor  de  la  Naciôa,  y  todos  nosotros  como  miembros 
deella." 

El  Capitân  General  contestaba  al  Dr.  y  Maestro 
Molina,  que  era  si  ûnico  candidato  que  se  oponia  al 
Padre  Delgado  para  Obispo  de  laDiôcesis,  cuya  erec- 
ciôn  estaba  entonces  en  expediente,  en  los  termines 
siguientes  que  le  aseguraban  el  futuro  apoyo  de  la  au 
toridad  superior  de  la  colonia:  "Es  preciso  amar  y 
respetar  a  Um-,  y  desear  conocerle  persoaalmente. 
Sus  producciones  me  le  retratan.  Veo  en  ellas  toda 
la  belleza  de  una  aima  noble,  entendimiento  agudo^  y 
muy  selecta  ilustraciôn;  caractères  de  su  carta  de  cin- 
ce  del  corriente,  que  me  hacen  sentir  con  viveza  todo 
lo  que  vale  un  digDO  Parroco,  y  esperar  que  ha  de  ser 
Um.  mi  eficaz  auxiliar  y  cooperar  a  todo  el  bien  que 
anhelo  a  esa  hermosa  provincia. " 

Llegados  a  San  Vicente  los  de  San  Miguel,  cuyo 
cuerpo  habîa  sido  reforzado  con  tropas  de  volunta- 
rios  que  se  incorporaron  de  diverses  partidos  y  a  quie- 
nés  se  instruîan,  se  présenté  un  correo  enviado 
por  dos  Comisionados  de  la  Junta  de  San  Salvador, 
que  se  hallaban  en   Cojutepeque,  y  que  pedian    salvo 

12 


98  FI-JAXCISCO    GAVIDIA 

conducto  para  pasar  a  discutir  los  motivos  de  la  réu- 
nion de  tropas  en  San  Vicente.  A  la  carta  de  los 
comisionados,  el  Ayuntaraiento  de  San  Vicente  ente 
rado  de  ella,  contesté,  después  de  oir  la  respuesta  re- 
dactada  por  Hoyos,  el  Comandante  de  armas  Alonso 
Saldo  y  el  SargentoMayor,  en  los  termines  siguientes: 

«San  Miguel,  San  Vicente,  y  los  Jefes  militares 
nuDca  han  iraaginado  pasar  arbitrariamente  a  comba- 
tir  a  San  Salvador,  ciudad  compuesta  de  herraanos 
nuestros,  a  quienes  araamos  cordialmente,  y  nada  nos 
seri'a  màs  sensible  que  vernos  en  la  necesidad  deentrar 
con  ellos  en  hostilidades,  mucho  menos  en  el  dîa  en 
que  con  mayor  placer  hemos  recibido  oficio  del  Exce* 
lentîsimo  Sr.  Présidente,  y  del  Sr.  Corregidor  Inten- 
dente,  que  nos  manifiestan  restablecido  el  buen  orden 
y  tranquilidad  pùblica.  Siempre  hemos  presumido 
que  el  desorden  que  sufrieron  los  buenos  vecinos,  ha 
sido  causado  de  un  populacho  inquieto  con  un  acci- 
dente que  su  propia  ignorancia  le  hizo  juzgar  que  pa- 
ra todo  los  autorizaba.  ^No  deberîa  temerse  que  los 
demâs  pueblos  siguiendo  el  mal  ejemplo,  faltasen  al 
respeto  debido  a  las  autoridades,  y  coraetiesen  los  ex- 
cesos  que  alla  se  han  cometido?.  Se  derramaron  pa- 
pelés  sediciosos:  salie^on  aigu  nos  plebeyos  a  conmo- 
ver  a  sus  semejantes,  y  aun  con  la  osadi'a  de  suponer- 
se  enviados  por  la  ciudad.  En  este  caso  la  prudencia 
exigîa  las  providencias  de  precauciôn  y  seguridad  que 
hemos  tomado,  mayormente  cuando  ya  se  advertîaa 
algunas  insubordinaciones  en  los  pueblos,  y  aun  atro- 
pellamiento  a  la  Justicia,  de  que  hay  constancia. 

«La  misma  causa  nos  obliga  permanecer  en  esta 
disposiciôn,  hasta  que  el  Excelentisimo  Sr.  Présidente 
ordene  lo  contrario,  que  desde  luego  sera  cuando  se 
asegure  del  sociego;  sin  que  por  ésto  Vuestras  Merce- 
des ni  la  ciudad  por  quien  hablan,  deban  tener  el  me- 
nor  recelo,  pues  ba  jo  la  palabra  de  honor,  y  por  lo  que 
debemos  a  Dios,  al  Rey,  y  a  la  Patria,  les  aseguramos 
que  estamos  muy  distantes  de  acometer  a  aquel  vecin- 


HISTOfelA    MODEKNA    DE    EL   SALVADOR  99 

dario,  ni  alùltimo  individuo  de  él,  y  que  solo  trata- 
mos  de  irapedir  los  resultados  funestos  del  mal  ejem- 
plo  que  diô  aqueîla  plèbe. 

«En  eî  particularVuestras  Mercedes  deberân  con- 
venir con  nosotros,  corao  que  este  es  lo  que  dicta  la 
razôn  y  prescribe  el  deber  en  iguales  circunstancias. 

«Espérâmes  que  les  honrados  vecinos,  conlinuan* 
do  sus  buenos  oficios,  lograrân  borrar  hasta  las  mâs 
pequenas  senales  de  lo  que  hizo  el  pueblo.  En  cuanto 
a  la  venida  de  Vuestras  Mercedes  a  esta  villa,  no  ha- 
brâ  inconveniente  por  le  que  respecta  a  la  seguridad 
de  sus  personas,  pues  no  tratan  con  enemigos,  sine 
con  amigosy  hermanos;  pero  ocurre  la  dificultad  de 
que  siendo  para  sancionar  y  discutir,  como  Vuestras 
Mercedes  dicen,  las  materias  que  se  versan  en  el  asun- 
to,  serîa  raenester  que  estuviésemos  prevenidos  por 
una  orden,  o  a  lo  menés  licencia  de!  Excelenti'sirao  se- 
nor  Présidente,  y  por  lo  mismo  no  podemos  convenir 
en  ello. 

«Deben  contar  Vuestras  Mercedes  que  nosotros 
contribuiremos  por  nuestra  parte  a  lo  que  interese  aï 
pûblico  y  bien  particubr  de  e-^a  ciudad.  Hablamos 
con  la  confianza  que  nos  inspira  eî  Superior  Gobierno 
que  nos  rige. 

«Dios  guarde  a  Vuestras  Mercedes  muchos  afios. 
Sala  Capitular  de  la  villa  de  San  Vicente,  y  Noviem- 
bre  18  de  1811>. 

Ademâs  de  las  poblaciones  importantes  se  ar- 
raaron  contra  la  Junta  de  San  Salvador,  Sensunte- 
peque  y  Chalatenango,  de  dende  les  Alcaldes  ordina- 
ries  escribieron  al  Capitân  General  manifestande  que 
aborrecian  y  detestaban  "el  modo  de  pensar  y  pro 
céder  deles  novadores  y  agitadores".  Seunieron  tam- 
bién  contra  la  Junta  Tejutla  ;  Metapân  y  Panchimalco 
donde  el  Cura  don  José  del  Castillo  ejerciô  su  influen- 
cia  religiosa  sobre  les  habitentes,  escribiendo  al  Arzo- 
bispo  una  carta  en  que  hay  estas  palabras:  «  El  Cura 
Castillo,  el  mener  y  el  mâsobediente  subdito  de  Vues- 


100  F>:A>iCI  CO    GAV.DIA 

tra  Senorîa  Ilustrfsima,  harâ  el  sacrificio  de  sf  misrao» 
3Î  es  necesario,  apurando  con  energfa  cuanto  conside* 
re  conducente  para  la  tranquilidad.  Me  he  gloriado 
siéra pre  de  terer  en  rais  veuas  la  sangre  de  Bernai 
Dias  del  Castillo,  uno  de  los  conquistadores  de  es- 
tes paises.  Jamâs  bastardearâ  en  mis  sentimientos 
esta  noble  idea,  y  mucho  menos  el  reconocinniento  in- 
violable de  la  fideîidad  que  debo  a  mi  Rey  y  Sr.  Don 
J'eroando    VII,   y  sobre  todo  a  rai    Santa  Religiôn>. 

Por  lo  que  hace  a  Nicaragua  el  Ayuntamien- 
to  de  Leôn  despachô  un  correo  extraordioario  ofre- 
ciendo  al  Cabildo  de  San  Miguel  auxilios  de  tropa. 
Consejero  de  los  leoneses  era  el  Obispo  Fray  Nicolas 
Garcia.  El  Ayuntamiento  de  Rivas  enviô  otro  extra- 
ordinario,  haciendo  igual  raanifestaciôn;  el  Coman- 
dante  hizo  prestar  a  sus  tropas  el  juramento  de  fide- 
îidad a  la  raonarquia  y  el  de  «  no  dejarse  alucinar  del 
cisraa  revolucionario,  premeditado  por  el  enemigo  de 
îa  Religion  y  del  orbe  enterc».  La  ciudad  de  Grana- 
da  observé  la  raisraa  conducta.  El  Cabildo  de  Co- 
mayagua  ofrfciô  su  contingente  de  tropas  y  armas  a 
los  de  San  Miguel  y  el  de  Tegucigalpa  hizo  protestas 
de  fîdelidad  ofreciendo  el  sacrificio  de  la  vida  al  Capi- 
tân  General.  En  fin  el  Noble  Ayuntamiento  de  Ciu- 
dad Real  de  Chiaoas  y  el  Gobernador  Intendente  de 
esta  provincia,  ofrecieron  su  contingente  de  tropas, 
caballerfa  y  cuanto  pudiese  la  provincia. 

Se  ve,  pues,  que  los  Prôceres  de  San  Salvador  ha- 
Uaron  uns.  oposiciôn  formidable  dentro  y  fuera  de  la 
provincia.  Merecen  por  tanto  menciôn  especial  las 
cuatro  poblaciones  que  secundaron  el  Primer Grito  de 
Independencia. 

De  ellas  hemos  mencionado  ya  a  Zacatecoluca  y 
Santiago  Nonualco. 

Tôcale  su  vez  a  CJsulutân  donde   aunque  los  rao 
aarquistas  situaron  guardias  en   los  caminos,   e  inter 
ceptaron  las  proclamas  e  impresos  de  la  Junta  de  San 
Salvador  que  seenviaban  a  San  Miguel  y  a  aquel  par- 


mSTORIA  MODERNA    DE    EL    SALVADOR  101 

tido;  y  aunque  se  levante  una  acta  renovando  sus  ju- 
rameutos  de  vasallaje;  y  el  Sub  Delegfado  con  el  "a- 
mor  que  debe  a  la  ley  Santa,  al  catôlico  raonarca  Se- 
nor  Don  Fernando  VII,  y  en  su  real  nombre  al  Su- 
premo  Consejo  de  Regencia,  y  a  la  Capitani'a  Gene- 
ral y  superior  Gobierno",  diô  cuenta  con  los  papeles 
interceptados,  y  tomô  raedidas  de  precnuciôn.  "que 
no  hubieron  de  bastar"  segûn  la  espresiôn  de  la  Ga- 
ceta  de  Guatemala,  hubo  un  levantamiento  encabeza- 
do  por  el  patriota  Dun  GregorioMelara,  el  mismo  que 
en  aquella  poblaciôn  sostuvo  la  causa  de  la  indepen- 
dencia  en  el  movimiento  de  1814. 

Es  de  lamentarse  que  hasta  ahora  no  tengamcs 
datos  de  los  sucesos  de  Chalatenango  y  Metapân, 
mencionados  por  los  historiadores  como  adictos  de  la 
causa  delà  Independencia  de  Centro-América. 

Pasados  los  dîas  en  espéra  de  que  se  adhiriesen 
los  pueblos  y  las  provincias  del  entonces  llaraado  reino, 
los  prôceres  se  dieron  cuenta  de  todos  los  enemigos 
que  debîan  enfrentar:  el  noble  ayuntamiento  de  San- 
ta Ana  excitado  por  el  Dr.  Cârcamo;  el  Cabildo  de 
Sonsonate,  que  lanzô  una  proclama,  asistido  por  el 
.Alférez  Real  y  que  raovia  su  escuadrôn  mandado  por 
ei  Sargento  Mayor  Pedro  Campo;  San  Vicente  de 
Austria,  que  después  en  la  guerra  del  Imperio,  iba  a 
prestar  servicios  insijjnes  a  la  causa  de  la  Repûblica, 
encabezado  por  su  Alcalde  José  Santi'n  del  Castillo 
y  aconsejado  por  el  Vicario  Provincial  Don  Manuel 
Antonio  Molina,  fueron  los  primeros  en  rechazar  la 
-excitaiiva  de  los  conjurados. 

La  Junta  de  Gobierno  de  San  Salvador  nombre 
tiu  asesor  al  Licenciado  don  Ciriaco  Villacorta,  quien 
rehusô  el  cargo,  y  reraitic  el  oficio  a  Bustamante,  es- 

cribiéndole    < sostendré  con  la  mayor  firmeza 

los  derechos  a  que  por  todos  ti'tulos  me  reconozco 
obligado,  dando  a  V.  E.  y  a  mi  patria  una  prueba 
convincente  de  mi  verdadero  amor  a  ella,  a  nuestra 
sngrada  Religion  y  amado  Soberano.> 


102  GAV3DIA  FRANCISCO 

Poco  tiempo  después  se  supo  que  San  Miguel  es 
taba  en  armas  contra  San  Salvador.  El  Dr.  Barroe 
ta,  el  Teniente  Coronel  Alonso  Saldo,  el  Regidor  José 
Man'a  de  Hoyos  y  el  franciscano  fray  José  AntoniD 
Moîiino,  eran  su^  jefes,  el  primero,  como  el  Dr.  Moli- 
na,  de  San  Vicente  y  como  el  Dr.  Cârcamo,  de  Santa 
Ana,  competidor  del  Padre  Delgado  a  la  mitra  y  los 
honores  que  tiempo  hacîa  se  esperaban  de  la  erecciôn 
muy  probable  de  la  mitra. 

Et  San  Salvador  el  trabajo  de  propaganda  era 
activo.  Pero  sus  publicaciones  corrîan  la  misma 
suerte  que  la  proclama:  en  San  Miguel  y  enUsulutân, 
por  ejemplo,  fueron  interceptadas  y  en  los  pueblos  pe» 
quenos  no  llegaron  a  leerse. 

Sensuntepeque  habîa  enviado  hombres  a  unirse 
a  los  de  San  Miguel  y  San  Vicente,  al  mando  del  Sub- 
delegado  don  José  Maria  Munoz. 

Las  companias  recién  formadas  de  Ahuachapàn  e 
Izalco  se  habîan  unido  al  escuadrôn  de  S  )nsonate. 
Se  reorganizaba,  con  milicias  quese  levantaban,  el  an- 
tiguo  Batallôn  de  Santa  Ana,  quese  habia  di^tingui- 
do  en  la  guerra  y  expediciones  de  1780.  (Véase  la 
Addenda.) 

Casi  todas  las  poblaciones  se  mostraban  hostiles 
y  las  que  se  habian  levantado  a  favor  delà  indepen- 
dencia  habîan  tenido  maléxito. 

Zacatecoluca  y  sus  pueblos  vecinos  se  habîan  le- 
vantado, pero  enseguida  habîa  estallado  la  guerra  de 
razas:  los  nonualcos  habîan  tomado  aquella  ciudad  y 
pedîan  aTAlcalde  prisionero  y  arrodillado  la  aboliciôn 
de  tributos,  pero  el  mercado  de  la  ciudad  acaudillado 
por  La  Dulcera,  la  Josefa  Varaona  y  otros,  hombres  y 
mujeres,  armados  de  cuchillos,  piedras  y  garrotes,  de- 
rrotaron  a  los  nonualcos. 

El  jefe  de  estos  movimientos  era  un  sacerdote:  Doo 
Mariano  José  de  Lara,  que  después  fuécapturad.»  y  juz- 
gadoen  Guatemala  de  dondevolviô  después  de diezanos-. 


mSTORIA    MODEKNA     DE  EL    SALVADOR  103 

El  mes  de  Novierabre  transcurrîa  pues,  en  gra- 
ves cuidados  para  la  Junta  de  Gobierno. 

A  las  Doticias  que  llegaban  de  las  poblaciones  de 
esta  provincia    sucedieron  las  de  las   otras  provincias. 

El  Intendente  de  Coraayagua,  Doctor  Don  Car- 
los Castanôn,  unido  al  obispo  Don  Manuel  Juliân  Ro- 
driguez,  y  al  Cabildo,  contra  San  Salvador,  ofrecieron 
a  San  Miguel  "su  union  de  gentes  y  armas  para  la 
confusion  y  escarmiento  de  los  facciosos.  " 

El  famoso  récalcitrante  Subdelegado  don  Tran- 
quilino  de  la  Rosa,  respondîa  por  el  ayuntamiento  de 
Tegucigalpa. 

También  se  habia  unido  a  San  Miguel,  a  donde 
se  despachô  un  correo  extraor'^inario  al  instante,  el 
Noble  y  Leal  Ayuntamiento  de  Léon,  "al  primer  ru-- 
raor  de  las  perniciosas  novedades."  Habîa  ofrecido,  en 
efecto  al  Cabildo  de  San  Miguel,  "que  toda  aquella 
provincia  religiosa  y  tranquila  se  sacrificarîa  por  la 
justa  causa"  y  manifestaba  que  contase  con  los  auxi* 
lios  de  gente  y  demds  que  fuesen  menester.  El  Inten- 
dente don  José  Salvador,  el  obispo  tan  alabado  por 
Valle,  Fra^*  Nicolas  Garcîa  y  Jerez,  y  el  coronel  del  Ba- 
talion  demilicias  Don  Joaqufn  Arechavala;  en  fin,  el 
Alcaldeordinario  de  primer  voto,—eran  el  nervio  de  es- 
ta resistencia  a  los  independientes  salvadorenos. 

También  se  habia  unido  a  San  Miguel  la  ciudad 
de  Nicaragua:  el  Comandante  José  Aranda  habîa  he- 
cho  jurar  a  sus  tropas  "no  dejarse  alucinar  del  arma 
revolucionaria  premeditada  por  el  enemigo  de  la  Reli- 
gion y  del  orbe  entero",  palabras  con  que  no  se  sabe 
si  habia  de  Napoléon  o  del   Demonio. 

Los  Alcaldes  y  Aiférez  de  Granada  también  in* 
vocaron  el  leal  vasallaje  y  la  religion. 

El  Subdelegado  de  Masaya  Don  Joaqufn  Vigil, 
Ilegô  a  raerecer  el  tîtulo  de  "restaurador  de  la  tran- 
quilidad  del  partido". 

Mientras  tanto  se  disciplinaba  el  batallôn  de  mi* 
licias  de  Quezaltenango,  al  mando  del  Coronel  Côzar. 


104  l'KANOISCO    GAVIDIA 

Todos  los  Corregidores  y  Alcaîdes  ordinarios  de 
aquellas  lejanss  regiones  se  aprestaban  a  acudir  so- 
bre San  Salvador. 

El  Gobernador  Intendeote  de  Chiapas   Don    Ma 
nuel  Pioquinto,  ofrecîa  tropas  de    infanteria    y    caba- 
llerîa  contra  la  Junta  Provisionaria;  y  se  adherîa  al  go 
bierno  el  Obispo  de  Ciudad   Real,  Don    Ambrosio   de 
Llano. 

Con  todos  estos  aliados  se  alzaban  los  monarquis- 
tas  de  Guatemala,  y  el  Capitân  General  Bustamante 
que  se  disponîa  a  abrir  la  guerra,  lo  mismo  que  la  Juota 
Revolucionaria  se  disponîa  a  sostenerla. 

Pero   la   hora    de   la  guerra  para  El  Salvador  no 
era  esta.     La    guerra    necesaria   para   El    Salvador  y 
para  Centro  America  fué  la  de  1822 — 1823;   esta    fué 
la  verdadera  guerra  de  la  independencia  y  de  las  insti 
tuciones. 

Porqué,  es  lôgico  preguntarse,  no  se  abrirâ  la 
guerra  desventajosa  entre  la  Junta  de  San  Salvador 
y  el  resto  de  Centro  America?  t.No  estaba  Mexico 
en  armas  para  no  temer  un  nuevo  enemigo,  ocupado 
el  Virrey  con  los  insurgentes?  i.No  estaba  en  armas 
la  América  del  Sur  para  no  temer  nada  de  los  Virre- 
yes    australes? 

Li  causa  debe  buscarse,  y  lo  es  ciertamente,  en 
aquel  mismo  suceso  que  suspendiô  en  gran  parte  de 
América  las  guerras  delà  independencia. 

Esa  causa  fué  la  inmensa  cantidad  de  libertades 
que  iba  a  dar  por  dos  anos  la  primera  Constituciôn  de 
habla  espanola;  esa  causa  era  la  prôxiraa  promulga- 
ciôn  de  la  Constituciôn  de  Câdiz. 

En  efecto,  el  partido  constitucionalistu  se  inter- 
puso,  con  cîvica  autoridad,  entre  el  Capitân  General 
Bustamante  que  rodeado  de  todos  los  Jefes  Militares. 
Corregidores  y  Alcaîdes  delReynoiba  a  abrir  una  gue- 
rra despiadada,  y  los  independientes,  que  no  eran  en 
gran  numéro,  pues  una  parte  de  San  Salvador,  los 
absolutistas  y  monârquicos  de  la  escuela    de   Montes. 


HISTORIA    MODERNA    DE  EL    SALVADOR  1 05 

quieu,    habi'aa  huido    a  las  provincias    aoti-secesio- 
nistas. 

Es  posible  que  si  no  hubiese  estado  para  emitirse 
la  ConstituciÔQ,  la  acefalîa  del  trono  espanol  y  las 
ideas  democrâticas  de  America,  hubiesen  desatado 
en  esa  fecha  la  guerra  que  estallô  diez  an^s  después. 
Pero  los  constitucionalistas  intervinieron:  en  el  Ayun- 
tamiento  de  Guatemala  figuraban  el  Dr.  Peinado, 
Don  José  de  Aycinena,  prominentes  de  ese  partido,  y 
todo  el  Ayuntamiento  se  présenté  en  calidad  de  me 
diador,  nombrando  el  Capitân  General  a  Aycinena  y 
Peinado  en  concepto  de  Comisionadosy  suspeodien 
do  sus  preparativos  de  guerra. 

Los  sucesos  de  San  Salvador  habîan  sido  conoci 
dos  en  Guatemala  por  la  hoja  firmada  «Los  americanos 
de  San  Salvador».  Debido  a  la  influencia  de  Don 
Alejandro  Ramîrez,  asistiô  Bustamente  a  la  sesiôn  del 
Ayuntamiento  del  15  de  Noviembre  en  que  propuso 
Peinado,  Regidor  Decano,  enviar  a  San  Salvador  una 
Diputaciôn  (no  un  pacifîcador  como  se  ha  escrito  de 
Aycinena).  El  Capitân  General  ofreciô  resolver  al  di'a 
siguiente.  El  16  en  nueva  sesiôn  se  diô  cuenta  de  ha- 
ber  aceptado  el  Capitân  General  la  proposiciôn  del  Dr. 
Peinado,  a  quien  recometjdaba  para  Diputado;  acep 
tando  la  deposiciôn  de  Gutiérrez  deUlloa  y  los  otros 
oficiales  y  nombrando  Intendente  a  Aycinena,  en  quien 
delegaba  para  tratar,  las  funciones  que  residian  en  la 
Gobernaciôn  yCapitanîa  General.  Representari'an  los 
Diputadôs,  ademâs  a  la  ciudad  de  Guatemala.  Acepta- 
ron  los  nombrados,  renunciando  los  honorarios  que  el 
Ayuntamiento  trataba  de  asignarles.  El  mismo  Ayun- 
tamiento ordenô  que  se  trascribiese  el  acta  de  ese  dîa 
a  la  Junta  de  Gobierno  de  San  Salvador  y  a  los  otros 
Cabildos  de  esta  Proviocia  que  se  juzgase  necesario. 
La  gestion  no  fué  muy  fâcil:  la  Diputaciôn  saliô  el  19 
de  î^oviembre  de  Guatemala  habiéndose  detenido  en 
Santa  Ana  sobrado  tiempo. 

13 


106  FRANCISCO    GAVIDIA 

Aunque  se  decîa  que  Santa  Ana  era  anti-inde- 
pendiente,  es  lo  cierto  que  Aycinena  empleô  las  rondas 
nocturnas,  encabezadas  por  europeos,  porque  la  po 
blaciÔQ  no  inspiraba  toda  la  confianza  que  se  desea- 
ba;  estableciô  las  mismas  rondas  en  Metapân,  pobla- 
ciôn  insurgente,  y  una  Companîa  de  voluntarios  de 
Fernando  VII,  expidiendo  ademâs  al  Alcalde,  la  or* 
den  siguiente:  «Si  ya  se  hubiesen  puesto  algunos 
presos  de  los  que  se  han  considerado  primeros  y  prin* 
cipales  autores,  como  me  ha  informado  el  correo  ver- 
balmente,  se  irân  sacando  cuanto  antes,  y  divididos, 
empezando  por  los  que  se  consideren  mâs  culpados, 
para  c^nducirlos  a  Guatemala,  de  très  en  très,  o  de 
cuatro  en  cuatro.en  términos  que  no  cause  sensaciôn; 
por  el  Alcalde  Don  José  Antonio  Martinez,  se  ira  ins- 
truyendo  la  sumaria,  con  mucho  sigilo  y  poco  a  poco>. 
Habîa  expedido  ademâs  el  Dr.  Aycinena  un  manifies- 
to  de  que  no  se  conserva  ningûn  ejemplar  conocido, 
y  que  acompanaba  a  los  oficios  y  debîa  ser  lefdo  por 
los  curas.  Pasaba  esto  el  27  de  Noviembre  y  las  pa- 
labras del  final  del  oficio  citado,  en  que  dice:  «mis  de- 

seos  son  ir  (a  Metapân)  personalmente;  pero 

las  atenciones  de  San  Salvador  no  me  lo  permiten  por 
ahora,>  estân  indicando  que  los  arreglos  con  la  Junta 
Revolucionaria  fueron  laboriosos. 

El  mismo  di'a  recibîa  noticia  de  Metapân,  Aycine 
na,  de  haber  sido  sometidos  «los  indios>.   cPueden  ha- 
berentradoen  temor,  dice  en  respuesta,  porel  usoque 
se    hizo  de  las  armas  de  fuego"  ....    ...  "De  este  me- 

dio  se  sirva,  solo  en  el  ûltimo  estrecho . .  " 

Disponîa  para  el  di'a  siguiente  que  saliesea  de  San- 
ta Ana  y  de  Chalatenango  y  Texistepeque  hombres 
armados  «solo  para  auxilio  y  respeto>.  Ofrecîa  en- 
viar  ademâs  100  hombres  del  batallôn  de  Sonsonate. 

Por  esto  se  ve  que  el  movimiento  fué  en  Metapân 
de  mucha  importancia. 

Dos  dias  faltaban  para  que  se  cumpliese  el  mes, 
desde  que  San  Salvador  estaba  en   poder  de  los  inde* 


HISTORIA    MODERNA    DE   EL  SALVADOR  107 

pendientes,  cuando  llegaron  los  mediadores,  el  3  de 
Diciembre.  Habîan  empleado  catorce  dias  de  camino, 
Quiéo  puede  decir  lo  que  pasô  en  la  confereocia 
de  estos  hombres,  Peinado  y  Aycinena,  en  medio  de 
una  plaza  iosurreccionada,  con  los  prôceres  jefes  de 
la  insurrecciôn? 

Delgado  no  escribiô  sus  memorias,  como  Arce,  y 
otros  que  después  lo  imitaroo.  Su  pluma  era  elocuen- 
te  y  sabia.como  se  ve  por  sus  cartas.  Pero  es  de  creer- 
se  que  tenîa  un  concepto  tan  claro  de  su  misiôn,  que 
haya  ocultado  sus  miras  elevadas  no  solo  a  sus  con* 
temporâneos  sinô  a  la  misma  posteridad.  No  osamos 
sondear  sus  secretos  sino  es  en  la  idea  de  que  mâs 
arraiguen  sus  planes  bien  comprendidos,  que  sô'o  con- 
fiados  al  grandioso  impulso  de  los  acontecimientos  a 
que  su  creador  los  confiara. 

Asî,  la  autonomîa  eclesiâstica,  o  sea  la  creaciôa 
de  la  diôsesis,  disputada  al  Arzobispo,  decretada  en 
1822  y  en  1826,  una  vez  obtenida  la  independencia  fué 
disputada  con  menos  tenacidad  que  la  de  Costa  Rica, 
teniendo  Delgado  las  dotes  para  iraponerla. 

Fué  para  él  este  asunto  una  faz  del  magno  pro- 
blema  del  Federalismo  y  la  Republica  independiente? 
El  no  dejô  nada  escrito  sobre  ésto. 

Del  mismo  modo,  la  Constituciôn  de  Câdiz  era 
un  pacto  entre  la  Monarquîa  Espanola  y  las  Colo- 
nias.  Si  securoplia  el  paçto  ganaba  la  educaciôn  del 
pueblo.  Si  no  se  cumplîa  no  habia  otra  sanciôn  que 
la  independencia. 

No  se  cumpliô.  El  Rey  Fernando  VII  no  lo  cum- 
pliô.  Debîan  reclamar  esta  falta  todos  los  pueblos  de 
la  America  que  habfan  depuesto  las  armas  por  respe- 
to  a  aquel  pacto  y  que  se  dieron  a  engano. 

El  dfa  menos  pensado  la  sanciôn  tuvo  efecto:  y 
ellSde  Septiembre  sera  la  sentencia  pronunciada  con- 
tra el  monarca  absolutista. 

No  quedô  entonces  sino  el  problema  de  la  Monar- 


103  GAVIDIA  FKANCI3C0 

quîa  Americana,  con  Fernando  como  Rey  o  îturbide 
como  Eraperador. 

Todos  los  problemas  se  reunieron  en  uno:  los  de 
la  independencia,  la  monarquia  constitucional,  la  ab- 
soluta:  la  Repûblica  aristocrâtica,  la  unitaria,  la  fé- 
déral. 

Todos  fueron  resueltos  de  un  solo  golpe  de  espa- 
-da;  y  esto  es  1822. 

El  navegante  que  se  orienta  en  tiempo  normal, 
puede  hacer  lo  mismoen  medio  de  la  tempestad?  Del- 
gado,  ante  la  calma  de  1811,  pudo  imaginar  todo  el 
itinerario  que  iba  a  recorrer  su  propia  idea? 

Es  posible  que  viese  algo  o  gran  parte. 

Es  dudoso  que  lo  viese  todo  pues  estas  obras 
maestras  que  estân  confiadas  al  porvenir  parece  que 
solo  deben  ser  previstas  de  la  Providencia. 

Se  hablo  en  la  conferen:ia  de  los  diputados  que 
tomaban  asiento  en  la  Asamblea  de  la  raza,  de  las 
Diputaciones  provinciales  y  de  los  Municipios  popula- 
res  prôximos  a  hacer  su  apariciôn,  de  la  educaciôn  del 
pueblo  en  el  ejercicio  del  sufragio,  prôximo  a  estable- 
cerse? 

Ello  es  que  esta  Constituciôn  era  por  de  pronto 
un  alimento  propio  para  entretenerel  hambre  del  leôn 
simbôlico. 


Valladares  afirma  que  Bustaraante  impartie  ôrde- 
nés  crueles  contra  los  revolucionarios,  las  cuales  fueron 
amortiguadas  por  los  comisionados  Aycinena  y  Peina- 
do. 

«Las  prisiones  recibieron  a  los  varones  ilustres, 
dice»  y  en  las  raazmorras  coloniales    van    a    purgar  el 

crimen  enaltecedor  de  ser  libres>  *    < en  vez  del 

triunfo  ambicionado.dice  por  otra  parte,**  alcanzaron 


*  El  Prôcer  Don  Domingo  Antonio  de  Lara,  por  El  Doctor  fences 
Redisk  (pseud6aimo  de  aquel  autor). 

**  Bicgr(ifi<x  de  Arce,  por  M.  Valladares. 


HISTOhIA    MODERNA    DE    BL   SALVADOR  109 

la  prisiôû  y  el  eocarcelamiento,  corao  g^alardôn  de  sus 
hazanas.> 

Tocante  al  padre  Delgado,  el  Doctor  Molina  que 
rauchas  veces  trastrueca  sus  recuerdos  en  sus  Mémo- 
rias,  debiô  tener  un  recuerdo  lûcido  por  lo  eminente 
del  personaje;  poreso  le  damos  crédite,  cuando  afir- 
ma  lo  siguiente  sobre  el  desenlace  del  prontinciamien- 
to  de  1811:  «Esta  vez  en  lugar  de  tropas  el  Capitân 
-General  don  José  de  Bustamante  mandô  misioneros 
recoletos  y  dos  comisionados,  don  José  de  Aycinena  y 
don  José  Peinado,  en  clase  de  Intendente  el  primero, 
No  por  eso  dejaron  de  sufrir  estrecha  y  larga  prisiôn 
los  sujetos  arriba  mencionados  (Arce,  Juan  y  Miguel 
Deîgado,  y  otros  seculares)  menos  los  Curas > 

Segûn  unos  autores  los  Comisionados  concedie- 
ron  un  perdôn  incondicional,  segûn  otros  hubo  una 
amnistia. 

El  Capitân  General  que  debiô  saberlo  dice  estas 
palabras:  «Dividida  (la  Provincia  de  El  Salvador)  en 
su  mismo  seno  por  la  union  a  este  gobierno  de  los  ve 
cinos  leales  de  San  Miguel,  San  Vicente  y  Santa 
Ana,  los  inquietos  que  la  turbaron  prefirieron  mal  de 
su  grado  el  indulto  que  les  ofrecî  con  olvido  perpetuo 
de  lo  pasado,a  los  horrores  desastrosos  de  una  guerra 
intestina>     {^Informe   a  la  Regencia  sobre  1814.^ 

Nombrado  dos  meses  después  Consejero  de  Esta* 
do  de  Espana  ellntendente  Dr.  Aycinena,  permaneciô 
en  la  Intendencia  de  San  Salvador  todavia  mâs  de 
seis  me?es;  pues  el  Dr.  Peinado  no  aparece  en  el  go- 
bierno sino  es  en  el  mes  fausto  de  Septiembre  en  que 
se  promulgô  la  Constituciôn  . 

Aycinena  todavi'a  estuvo  en  San  Salvador  a  prin 
cipios  de  1813,  de  paso  para  Espana,  cuando  fué  ob 
jeto  de  pasquines,  y  no  entré  en  sus  funciones  de  Con- 
sejero de  Estado,  en  Câdiz,  hasta  en  el  mes  de  Agos- 

El  Padre  Guardian  de  los  Recoletos   Frav    José 


110  FRANCISCO    GAVIDIA 

Marfa  Vidaurre,  acompanô  esta  vez,  por  orden  del 
Arzobispo  Casaus,  a  los  misioneros  de  su  orden  que 
debîan  hacer  la  misiôn  que  se  acostumbraba  todos  los 
anos. 

Y  las  predicaciones  raonârquico-religiosas   sucedie- 
ron  a  la  agitaciôn   revolucionaria. 

Résulta,  q'je,  como  hemos  dichô,  los  Diputados 
facultados  ampliamente,  mâs  bien  hicieron  un  tratad» 
de  paz,  que  impusieron  una  capitulaciôn,  pues  no  solo 
no  se  aprisionô  a  los  jefes  sino  que  se  destituyô  a  los 
empleados  impopulares,se  derogaron  ôrdenes  y  se  dlc- 
taron  otras  que  los  de  la  Junta  de  San  Salvador  re- 
clamaron.  iSerîa  una  infracciôn  de  lo  pactado,  de 
parte  de  Bustamante,  las  prisiones  de  Arce  y  Rodrî* 
guez? 


Addenda  al  Capîtulo  II 

El  Salvador  en  1811. 

La  provincia  de  San  Salvador  ténia  en  1811  cien- 
to  treintisiete  mil  doscientos  setenta  (137,270)  habi- 
tantes, la  décima  parte  de  su  poblaciôn  actual. 

En  cien  anos  aproximadamente,  se  decuplica  y 
corresponde  un  décimo  de  aumento  a  cada  diez  anos^ 
lo  que  hace  una  proporciôn  del  todo  décimal. 

Los  peninsulares  se  distinguîan  de  los  cnollos> 
en  que  éstos  eran  peninsulares  descendientes  de  espa- 
noies  de  la  conquista  y  de  los  que  inmigraron  a  Ame- 
rica en  los  siglos  XVI,  XVII  y  primera  mitad  del 
XVIII,  y  eran  614  en  San  Salvador;  338  en  Santa  Ana;: 
en  San  Vicente,  218;  en  Zacatecoluca,  209;  en  San 
Miguel,  239. 

En  Metapân  sobre  4,000  vecinos  solo  se  contaban 
400  indios  que  vivîan  en  barrio  separado;  dato  que 
contrasta  con  el  de  San  Vicente,  que  fundado  por  cin* 
cuenta  familias  espanolas,  contaba  en  menor  nûmerc» 
los  peninsulares.     Eran  éstos   el   sostén  de  la  monar- 


HISTORIA  MODERNA    DE    EL    SALVADOR  111 

quî'a,  pues  los  crioUos  y  el  resto  de  poblaciôo  eran  "la 
nueva  América". 

Sia  perder  el  carâcter  que  la  hizo  luchar  diez  anos 
eootralos  Alvarado,  Rojas,  Estete,  Portocarrero  y 
Ronquillo,  su  adelanto  era  admirable.  «Los  iodios 
de  este  partido,  diceJuarros,  estân  muy  civilizados; 
todos  hablan  la  lengua  castellana.  Su  comercio  es  el 
mds  opulente  de  todo  el  reino,  cuyo  principal  ramo  es 
el  anil,  que  se  ha  hecho  fruto  privativo   de  él > 

Se  dividîa  la  pro?incia  en  los  partidos  de  Santa 
Ana,  San  Salvador,  San  Vicente  y  San  Miguel;  resi- 
diendoel  Intendente  en  la  capital  de  la  segunda;  y  en 
las  otras  los  Subdelegados  de  la  Intendencia.> 

Habîa  también  Subdelegados  en  Zacatecoluca  y 
Chalatenango. 

Los  servicios  de  la  administraciôn  eran  en  lo  polî- 
tico  las  alcabalas,  los  tabacos  y  el  correo;  el  Tesoro 
Real  y  su  Contaduria,  y]una  Diputaciôn  Consular  que 
venîa  a  ser  una  juata  de  fomento  del  ramo  de  comer- 
cio. 

En  lo  militar,  la  fuerza  constaba  de  1,534  plazas, 
divididas  en  dos  Batallones  que  se  crearon  por  ley  de 
1781. 

En  San  Salvador  habfa  «un  lucido  Ayuntamien- 
to>,  que  sera  un  gran  resorte  de  los  sucesos  por  na- 
rrar. 

Esta  Vicarîa  a  cargo  del  Padre  Delgado  estaba 
en  lucha  con  la  Vicarîa  de  San  Vicente  y  con  los  vica- 
rios  de  San  Miguel  y  Santa  Ana,  por  diferencia 
de  opiniones  polîticas  y  por  competencias  de  candida- 
turas  al  obispado  que  iba  a  crearse. 

La  descripciôn  geogrâfica  de  Juarros  corresponde 
al  momento  histôrico  de  nuestra  narraciôn.  Por  eso 
puede  consultarse. 


NarraeicD  de  1811  por  Bancroft 

Undue  restraint  and  ill  treatment,  as  practised  under 
the  striDgeat  policy  of  Bustamante,  soon  began  to  produce 


112  FRANCISCO     GAVIDIA 

effects.  Restiveneee  and  deepair  seized  a  portion  oî  the  peo- 
ple;  the  hopes  for  a  government  more  consonant  with  the 
epirit  of  the  âge,  which  had  been  held  out  from  Spaia,  eva- 
porated.  Meu  were  unwilling  to  live  looger  under  the  heel 
of  despotism;  and  the  more  high  epirited  in  Salvador  and 
^licaragua  resolved  to  etake  their  fortunes  upon  a  bold 
etroÀe  for  freedom.  It  wae,  indeed.arash  etep,  undertak- 
en  without  concert,  and  almoet  without  resourcee.  It  couîd 
but  end  as  it  did  at  every  place  where  a  revolutionary  mo- 
vement  wae  initiated. 

Matîas  Delgado  and  Nicolas  Aguilar,  curâtes  of  San 
Salvador,  Manuel  and  Vicente  Aguilar,  Juan  Manuel  Ro- 
drîguez,  and  Manuel  José  Arce  were  the  first  to  strike  the 
blow  for  Central  American  independence.  Their  plan  was 
carried  into  exécution  on  the  5th  of  November,  1811,  by  the 
capture  of  3,000  new  muskets,  and  upwards  of  $  200,000 
from  tiie  royal  treasury  at  San  Salvador.  They  were  supp- 
orted  by  a  large  portion  of  the  people  of  the  city,  and  in 
Metapan,  Zacatecoluca,  Usulutan,  and  Chalatenango.  But 
other  places  in  the  province  of  Salvador,  namely,  San  Mi- 
guel, Santa  Ana,  San  Vicente,  and  Sonsonate,  renewed  their 
pledges  of  fealty  to  the  government,declaring  the  movement 
for  freedom  a  sacrilège. 

The  promoters  of  the  revolt,  which  had  been  started  in 
the  king's  name,  became  disheartened  and  gave  up  further 
effort,  and  with  the  dismisaal  of  the  inten.lente,  Antonio 
Gutiérrez  Dlloa,  and  other  officiais,  peace  was  soon  restor- 
ed.  San  Salvador  had  been  quiet  without  other  government 
than  that  of  alcaldes  during  the  disturbance. 

Upon  the  receipt  of  the  news  of  thèse  occurrences,  Bue- 
tamante  despatched  Colonel  José  de  Aycinena  with  ample 
powere  to  take  charge  of  the  inteudencia,  and  restore  quiet. 
He  had  been  getting  troops  ready  to  send  down,  but  by 
the  médiation  of  the  ayuntamiento  of  Guatemala  he  had 
suspended  préparations,  anJ  had  adopted  the  former  cour- 
se. A  member  of  that  body,  José  Marîa  Peinado,  was  as- 
sociated  with  Aycinena.  They  reached  San  Salvador  on 
the  3d  of  December,  amid  the  acclamations  of  the  fickle  pop- 
ulace; their  présence  and  the  exhortations  oî  the  missiona- 
ries  checked  ail  révolu tionary  symptoms.  Tho  authors  of 
the  revolt  were  leniently  treated  under  a  gênerai  amnesty.  * 


*Aycinenawas,  on  the  7th  of  Feb.,  1812,  made  by  the  Spanish  Cer- 
tes a  councillor  of  state,  and  in  Aug.  1813,  entered  uipon  his  duties  at 
Câdiz.  Côrtes,  Diario,  1812,  xvi.  16;  1813,  xxii.  216.  According  to 
Zamacois.the  appointaient  was  made  only  after  the  adoption  of  the  cons- 
titution; it  is  posible  that  the  appointment  was  then    renewed   or   con- 


HISTORIA   MODERNA   DE    EL  SALVADOR  113 

Peinado  wae  a  short  time  after  appointed  Aycinena'e  auc- 
ceseor  as  acting  intendente.  **    {BancroiVs  Works.  VIII.) 


NaRRACIÔN  de  1811  POR  EL  DOCTOR  RAFAËL  ReYES 

InsurrecciÔD  de  San  Salvador. 

Nada  bastô  para  contener  el  espîritu  revolucionario  que 
cundîa  por  todae  partes.  Mandaba  en  Guatemala  don  José 
Bustamaotey  Guerra  cuando  eetallô  en  San  Salvador,  el  5 
de  Noviembre  de  1811,  un  movimiento  insurreccional,  pro- 
movido  por  los  curas  doctor  Marîas  Delgado  y  Nicolas 
Aguilar,  los  dos  herraanos  de  este,  Manuel  y  Vicente,  Juan 
Manuel  Rodrfguez  y  Manuel  José  Arce.  Los  cabecillas  de  ese 
movimiento  se  proponîan  apoderarse  de  très  rail  fiisiles  uue- 
vos  que  existîan  en  la  sala  de  armas  y  de  mâs  de  docientos 
mil  pesos  pertenecientes  al  tesoro  real,  Los  fusiles  serîan 
puestos  en  manos  de  patriotas  de  esta  ciudad,  eapecialraente 
los  del  barrio  del  Calvario,  y  verificado  esto  desconocerîan  la 
autoridad  del  intendente  de  la  provincia,  Antonio  Gutiérrez 
de  Ulloa,  fundarîan  una  Junta  popular  de  gobierno  y  procu- 
rarîan  hacer  extensivo  el  movimiento  a  los  demâs  puntos  de 
la  provincia.  Los  revolucionarios  coutaban  ademâa  con  las 
poblaciones  de  Metapân,  Zacatecoluca,  Usulutân  y  Chalate- 
nango.  Realizaron  parte  de  sus  propôsitos;  pues  llevaron 
adelante  la  deposiciôn  del  intendente;  mas  habiendoresistido 
San  Miguel,  Sauta  Ana,  Sonsonate  y  San  Vicente  a  las  invi- 
taciones  revolucionarias  de  la  capital  de  la  provincia,  y,  por 
el  contrario,  renovando  sus  juramentos  de  fidelidad  a  Fer- 
nando VII,  los  cabecillas  de  aquel  movimiento  comenzaron  a 
desalentarse  y  la  iusurrecciôn  degenerô  en  grupos  que  reco- 
rrîan  las  calles  sin  objeto  alguno,  aunquesin  causar  el  menor 
desorden  contra  los  particulares. 
Coniisiôn  pacificadora. 

Al  saberse  ese  movimiento  en  Guatemala  se  comenzo  a 
reclutar  tropas  para  reduciral  orden  a  la  provincia  insurrec- 
ta,  pero  habiendo  aceptado  el  capitân  gênerai  la  mediaciôn 
del  Ayuntamiento  de  Guatemala,  vinieron  a  San  Salvador 
los  regidores  José  de  Aycinena  y  José  Marfa  Peinado  facul- 
tados  para  asumir  el  gobierno  de  la  provincia.  A  estos  suje- 

firmed.     Hisi.  Mé/.,  viii.  557;  Ayon,  Apuntes,  15-16;    Rev.   Cent.  Am., 
2-3;  Salv.,  Diario  Ofic,  Feb.  11,  1875;  Valois,  Mex.,  213-16. 

**  In  1813  hi  was  elected  a  deput3'  to  the  Spanish  certes,  but  de- 
clined  the  position  on  account  of  ill  health,  Cartes.,  Diario,  1813, 
xxii.  216. 

14 


114  FRANCISCO    GAVIDIA 

to8  agjrego  el  arzobispo  de  Guatemala  a  fraj  Mariano  Vi- 
daurrey  otros  raiHioneros  desticadoa  a  preiicar  contra  los 
iusurgeutes.  El  3  de  Diciembre  del  niismo  ano  llegarona  San 
Salvador  Aycinena  y  Peinado— ;  el  pueblo,  que  antea  favore- 
cîa  a  los  insurrectos,  recibiô  con  denoostracioues  de  jûbilo  a 
loa  paeificadores.  El  orden  fué  restablecido,  el  padre  Delgado 
f  uê  llamado  a  Guatemala,  los  raieioneros  predicaron  con  buea 
resultado  y  concediôae  una  amnistia  a  los  complicados  en  el 
movimiento  revolucionario,  nuedando  Peinado  en  el  ejercicio 
del  mando  polîtico  y  militar  de  Id  provincia.  {Historia  de 
El  Salvador.  R.  Reres.) 


1811    DESDE  EL  PUNTO  DE  VISTA  RELIGIOSO. 

Primera  insurrecciôn  de  San  Salvador  en  ISll:  su  objeto y 

organizaciôn:  desacuerdo  de  los  otros  très  partidos: 

se  frustra  el  movimiento  de  la  capital: 

verdaderas  causas  de  este  fracaso, 

El  aefior  don  Antonio  Gutiérrez  Uiloa  goberaaba  duran- 
te epe  tiempo  la  Provincia  del  Salvador,  en  calidad  de  In- 
tendente;  y  lo  acompafiaban  en  los  principales  erapleos  algu- 
nos  espanoles,  que  podîan  apenaa  cumplir  laa  ôrdenes  del 
Capitân  General  Buatamante,  contra  loa  movimientos  de 
insurrecciôn. 

Enîrente  de  elloa,  el  grupo  de  Salvadoreîîos  que  hemoa 
deacrito  organizaba  definitivamente  la  revoluciôn,  combi- 
naba  los  planes,  elegîa  los  medioe  y  practicaba  laa  primeras 
diapofliciouea. 

El  pueblo  de  la  ciudad  esperaba  la  senal  desuscaudilloa, 
para  marchar  al  objeto  de  sua  constantes  y  mâa  vivoa 
deseoe. 

"Loa  autorea  de  este  movimiento,  dice  Marure,  Révolu 
eiôn  de  la  America  Central  C&p.  1°,  tuvieron  por  principal 
objeto  hacerse  duenoa  de  très  mil  fusiles  nuevos  que  exiatîan 
en  la  sala  de  armas,  y  de  mâs  de  doscientos  mil  pesos,  que 
eatabau  depositadoa  eu  las  cajaa  reales;  y  fuertea  ya  con 
estos  grandes  recursoa,  se  proponfan  dar  el  grito  de  libertad 
y  aoatenerla  contra  la  agreaiôn  que  eaperaban  de  Guatemala 
y  de  laa  Provinciaa  colindantes. 

Este  movimiento  de  la  Capital  debîa  coiucidir  con  el  mo- 
vimiento airaultâneo  de  las  otras  poblacionea  de  la  Provin- 
cia, que  deberîan  a  su  vez  apoderarse  de  sus  reapectivaa  ar- 
maa  y  dinero,  y  colocar  nuevaa  autoridades  iudependientes. 

Para  este  enviaron  invitaciones  y  agentes,  y  se  pusieroa 


HISTOKTA  MODEKNA     DE   EL    SALVADOR  115 

de  acuerdo  con  al^unas  eecciones  de  loe  pueblos  de  Metapâtr^ 
Zacatecoluca,  Ueulutân  y  ChalateDaogo. 

Pero  eea  que  tuvieeen  demasiada  eonfîanza  ea  laseimpa- 
tîas  p^enerales,  sea  que  el  temor  de  eer  descubiertos  acelerase 
eus  operaciones,  lo  cierto  es,  que  no  esperaron  la  contesta- 
ciôn  de  las  capitales  de  los  otros  très  Partidos  de  la  Inten-^ 
deiieia;  ni  aûo  tuvieron  la  preeauciôn  de  informarse  del  ver- 
dadero  eetado  y  dispoaiciôn  en  que  se  eucontraban  con  ree- 
pecto  a  la  insurrecciôn,  lo  que  fué  causa  de  su  ruina. 

El  5  de  noviembre  efectuaron  eu  movimiento  con  el  pue- 
blo  de  la  Capital,  que  fâcilmente  quedô  dueno  de  la  situaciôn. 

Pero  en  esos  mismos  momentoe  las  noticias  mâs  descon- 
eoladoras  e  inesperadas  vinieron  a  desconcertar  todos  los^^ 
planes,  a  infundir  el  desaliento  en  los  ceudillos  y  el  desorden 
en  el  pueblo. 

Se  eupo  que  los  otros  très  Partidos  de  la  Provincia, 
lejos  de  estar  de  acuerdo,  impug:naban  el  movimionto:  que 
la  ciudad  de  San  Miguel  y  las  villas  de  Santg>  Ana,  Sousona- 
te  y  San  Vicente,  se  habîan  puesto  sobre  las  armas,  y  se 
disponîan  a  reprirair  la  tentativa  de  la  capital,  que  declara- 
ron  corao  una  revoluciôn  sacrîlega:  que  habîan  enviado  al 
Capitân  General  noticias  de  lo  ocurrido,  y  aûn  las  invitacio- 
nes  misinas  que  se  les  habîa  dirigido. 

Este  desengano  terrible  vino  a  hacer  caer  la  venda  de 
ilusionee,  que  ciega  geueralmente  a  los  revolucionariof^;  y 
los  de  San  Salvador,  al  encontrarse  aielados  y  perseguidos 
por  los  mismos  a  quienes  creîan  cooperadores,  no  tuvieron 
mâs  que  abandonar  una  empreea,  que  no  podîan  ya  ni  ade- 
lantar,  ni  hacer  rétrocéder. 

Desconcertados  los  caudillos  dejaron  solo  al  pueblo,  que 
armado  y  triunfante,  quedô  dueno  de  la  acêfala  Capital;  pe 
ro,  sin  direcciôn  y  ein  orden,  no  pudo  avanzar  un  paso  en  la 
realizaciôn  de  eu  objeto. 

La  moralidad  del  pueblo,  le  infundio  una  raoderaciôn 
extraordinaria,  que  impidiô  los  desôrdenes  \'  desgracias. 

"Seis  dîas  estuvo  la  ciudad,  dice  Marure,  (  Revoluciones  de 
la  America  Central,)  ein  ningana  autoridad  que  la  gober- 
naee,  y  mâs  de  un  mes,  lo  fué  por  Alcaldes  que  se  mudaban 
a  cada  instante;  y  ein  embargo,  no  se  cometiô  ningûn  géne- 
ro  de  excesos,  a  pesar  de  que  el  populacho  ee  hallaba  en  la 
mayor  agitaci6n." 

No  Bucediô  lo  mismo,  por  deegracia,  en  lae  otras  pobla- 
cionee,  que,  de  acuerdo  con  la  Capital,  efectuaron  eu  movj- 
miento;  porque  hubo  que  lamentar  algunos  asesinatoe,  ro. 
boe,  incendios  y  demâs  cousecuenciae  de  la  anarquîa. 

Abî  fué  como  se  desvanecieron  las  eeperanzae  de  esta  re. 


116  FKAXCÎSCÛ     GAVIDIA 

volucion,  que  hubiera  io;ualado  al  Padre  Delurado,  Cura  de 
San  Salvador,  con  el  Padre  Hidalo;o,  Cura  de  Dolores,  cuyo 
grito  despertara  rnâs  tarde  a  la  Nueva  Espana.  No  produ- 
jo  mas  que  la  destituciôn  de  alo:uno8  empleados  espanoles, 
lo  que  no  eorapensô  las  des^racias  de  las  poblaoiones  y  la 
•divi^*i6n  que  se  introdujo  desde  eutonces,  entre  los  Partidos 
y  la  Intendencia. 

Cuardo  se  considéra,  por  una  parte,  la  oompetencia  de 
los  caudillos  de  esta  revoluci6n  tan  importante  y  el  entu- 
f^iasmo  del  pueblo  que  iba  a  eiecutarla,  y  por  otra,  el  fraca- 
so  producido  por  la  falta  de  concurrencia  de  las  otras  po- 
blaoiones salvadoreûas,  tan  entusiastas  como  la  Capital, 
salta  la  idea  de  que  eu  ello  mediaron  causas  ocultas  y  muy 
poderosas. 

En  efecto,  en  esta  revolucion  sucediô  lo  que  sucede  ge- 
neralraente  en  to  las.  esto  es.  que  con  el  patriotisme  5-  el  bien 
o;eneral  de  los  pueblos  se  juntan  los  intereses  particulares  y 
las  aspiraciones  personales  de  los  primeros  caudillos. 

La  perfecciôn  no  es  un  atributo  propio  de  la  naturaleza 
humana:  y  los  grandes  hcrabres  suelen  también  tener  gran- 
des debilidades. 

El  Dr.  DeUndo  no  estuvo  exento  de  estas  reglas  gène- 
raies. 

A  pesar  de  sus  grandes  cualidaiîes  tuvo  la  debilidad  de 
dejarse  dominar  por  el  deseo  de  obtener  él  mismo  la  Mitra 
del  Salvador,  a  la  que  se  creîa  acreedor,  con  un  derecho  fua. 
dado  en  sus  indisputables  merecimientos,  yen  el  voto  de 
muchos  de  sus  conciudadanos. 

Por  otra  parte,  se  persuadiô  de  que  los  que  ejercîan  la 
autoridad  tanto  civil,  como  eclesiâstica,  lejos  de  favorecer, 
se  opondrîan  a  la  consecucion  de  su  Mitra;  la  que  no  podrîa 
obteuer,  siuomediante  laindependencia  polîticadesu  patrie, 
a  la  que  necesariamente  y  como  consecuencia  natural,  se  ae- 
guirîa  su  independencia  eclesiâstica  de  la  Mitra  Metropoli- 
tana. 

Estas  aspiraciones  del  Dr.  Delgado  se  conocieron  clara- 
mente  en  el  proyecto  de  insurreccion  de  1811;  pues,  aun  aigu, 
nos  ppriôdicos  de  Puebla  y  M»^jico,  segûn  afirma  el  autor  de 
la  CoDtestaciÔD  al  Manifiesto,  1824,  dijeron  quee7  objeto  uni- 
co  y  el  fruto  df  sus  trabajos  eniprendidos  desde  1811,  fueron 
la  ereccîôn  de  I^:lesm  v  la  elecciôn  de  Obispo  Jiecha  en  el 
Padre  Cura  Dr.  Delgado. 

El  Padre  Domînguez,  en  la  Car^a  a  sus  feli^reses,  àiee: 
''hastalos  papeles  de  Mpjico  r  de  otras  partes  aseguran,  que 
toda  la  revolucion  de  San  Halrrdor  desde  el  ano  de  11,  do 
ha   tenido  otro  objeto  que  la  Mitra  del  Dr.  Delgado,'' y  el 


HISTOKIA    MODERNA  DE   EL    S.âLVADOK  117 

autordela  Contestaciôn  al  Spmanario,  dice:  "el  ano  11  re- 
volucionô  el  Padre  Delgado  para  negar  la.  obediencia  al  Pa- 
dre  Arzobispo  de  Guatemala,  porque  era—decia,  nomhrado 
porla  Reffencia  de  Espana,  que  no  tenîa  derecho  de patrona- 
to,  concedido  a  la  persona  del  Rey.'' 

Como  eu  el  orden  eclesiâstico  toda  insurreccion  contra 
la  gerarquîa  de  la  i^lesia  es  un  cisma,  toda  aspiraciôn  a  sus 
dignidades  es  un  delito,  todo  medio  no  establecido  por  los 
xîânones  es  un  asalto  eacrîlego,  esto  baetô,  para  h(  parar  de 
la  revoluciôn  y  poner  en  su  contra,  a  personas  poderosas  del 
clero  y  el  sentimientorelip:;ioso  de  una  gran  parte  del  pueblo. 

En  ese  tiempo  las  otras  très  Vicarîas  Provinciales  de  la 
îtitendencia,  estaban  gobernadas  en  lo  eclesiâstico  por  très 
sacerdotes  no  raenos  ilustrados  y  dignos  que  el  Dr.  Delgado. 

La  de  San  Vicente  lo  era  por  el  senor  Presbîtero  doctor 
y  Maestro  don  Manuel  Antonio  Molina  y  Canas,  que,  por  su 
talento,  por  sus  virtudes  y  por  la  houorabilidad  de  su  fami- 
iia,  era  una  de  las  figuras  mas  sobresalicntes  de  su  época. 
Tanto,  que  segûn  se  aseguraba,  era  el  candidato  de  la  Curia 
eclesiâstica  y  de  gran  parte  del  clero  y  del  pueblo,  para  Uevar 
'îa  Mitra  del  Salvador,  cuya  erecciôn  canônica  todos  de- 
«eaban. 

En  la  Vicarîa  de  San  Miguel  estaba  de  Vicario  el  senor 
Presbîtero  Dr.  don  Mignel  Barroeta,  y  en  la  de  Santa  Ana  el 
■senor  Presbîtero  Dr.  don  Manuel  Ignacio  Cârcamo,  que  ejer- 
cîan  una  influencia  decisiva  en  los  Pârrocos  y  Parroquias  de 
sus  respectivas  deraarcaciones. 

Todos  estos  iiustres  sacerdotes,  si  bien  deseaban  ardien- 
■temente  y  procuraban  con  afân  la  independencia  y  autonomîa 
de  su  patria,  no  qnerîan  verla  envuelta  en  un  cisma  religioso 
•ni  menoâ  cooperar  a  su  desgracia. 

Por  esto  fué  que,  al  penetrar  en  los  secretos  de  la  revo- 
îuciôn  del  ano  de  11,  no  s61o  se  negaron  a  toraar  parte  en 
■ella,  sino  que  protestaron  enérgicamente,  la  declararon 
sacrîlega  por  lo  que  tenia  de  religiosa,  e  influyeron  para  que 
■el  mal  fuet^e  reprimido  en  su  principio,  y  no  extendiera  mâs 
lejos  sus  consecuencias. 

En  efecto,  el  Ayuntamiento  de  Santa  Ana  en  sesiôn  de 
11  de  novierabre  del  mismo  ano.  rechazô  la  invitaciôn  que 
ee  le  envié,  y  se  declarô  abiertamente  contra  la  revoluciôn. 
Lo  mismo  hicieron  los  Ayuntamientos  de  las  Villas  de  Son- 
sonate  y  de  San  Vicente. 

El  Ayuntamiento  de  la  ciudad  de  San  Miguel  en  sesiôn 
de  9  del  mismo  mes  3'  ano,  pasô  mâs  adelaute;  hizo  queraar 
«n  la  plaza pûblica  por  mauo  del  verdugo  igual  invitaciôn,  e 


118  FRANCISCO    GAVIDIA 

hizo  demostraciODee  mâe  esplîcitaa  contra  el  proyecto  de 
San  Salvador. 

Marure,  y  loe  demâs  historiadores  libérales  que  le  han 
copiado,  han  hechu  caeo  omiso  de  la  faz  relijçio8a  de  la  re- 
voluciôn  del  ano  de  11,  y  de  las  otras  que  precedieron  y 
siguieron  a  la  inj'-'pendencia  del  Salvador;  y  no  queriendb 
ver  mâs  que  uno  do  losdos  aspectos  de  esos  acontecimien- 
tos,  ensalzan  mâ^*  de  lo  justo  el  patriotisrao  del  senorDelg^a- 
do,  y  deprimen  injustamente  el  mérito  de  los  otros  sacerdo- 
tes. 

Esas  insurrecciones  erau  eminenteaieute  civiles  y  emi- 
neutemente  anticatôlicas,  puesto  que  envolvîan  una  grande- 
aspiraciôn  en  favor  de  la  Patria  y  una  aspiraciôn  reproba- 
da  contra  la  autoridad  de  la  lojlesia.  Aquellos  ilustres  sa- 
cerdotes  deseaban  y  procuraban  la  autonomîa  de  El  Salva- 
dor; pero  jamâs  la  hubieran  compra  lo  a  costa  de  su  apos- 
tasîa  y  del  bien  religioso  de  los  pueblos  que  gobernaban. 

La  noticia  de  lo  ocurrido  en  San  Salvador  llegô  mur 
pronto  a  GuateniRla,  y  fué  acogida  con  aplauso  caei  gênerai. 

Esto,  junto  con  la  importancia  de  aquella  provincia  y 
la  de  BUS  caudillos,  hizo  que  el  Gobierno,  prescindiendo  de 
todo  raedio  de  rigor  y  de  eastigo,  adoptase  solo  los  de  be- 
nignidad,  persuawi^n  y  pacificaciôn. 

Siguiendo  esta  iniciativa,  todas  las  primera-s  autorida- 
des  de  Guatemala  se  pueieron  de  acuerdo  para  cooperar  en 
su  lînea  a  esta  obra. 

El  Capitân  Getjeral  invistiô  con  ampli^imos  poderes  al 
eenor  Coronel  don  José  de  Aycinena,  quien,  al  mando  de  su 
tropa  y  con  el  carâcter  de  ïntendente  de  la  Provincia,  fué- 
enviado  al  Salvador  para  su  pacificaciôn. 

El  Noble  Ayuntamiento  de  Guatemala  contaba  entre 
sus  raierabros  y  tenîa  a  su  cabeza  un  horabre  de  raro  mérito, 
que  a  pu  grande  ilustracion  reunîa  la  prudencia  y  la  suavi- 
dad  de  su  carâcter.  Era  el  Sr.  don  José  Maria  Peynado,  Re- 
gidor  j  Decano  de  aquella  corporaciôn,  que  no  vacil6  en 
privarse  de  él  para  enviarlo  a  San  Salvador,  a  fin  de  que  se 
ocupase  en  tan  importante arreglo. 

El  Illmo.  Sr.  Arzobispo  dispuso  que,  junto  con  los  mi— 
sioneros  que  îban  a  predicar  anualmente,  fuese  en  aquella 
ocasiôn  el  R.  P.  Fray  José  Mariano  Vidaurre,  Guardian  de 
los  Recoletos,  quien,  por  su  elocuencia  y  sus  virtudes,  era 
muy  compétente  para  calmar  las  pasiones  popnlaren. 

"El  3  de  dicierapre,  dice  Marure,  del  mismo  ano,  hizo  el 
Sr.  Aycinena  su  entrada  a  San  Salvador  eumedio  de  \r.s  acla- 
maciones  del  pueblo.  Su  precencia  y  la  del  Sr.  Peyuado,  que 
poco  después  le  sucediô  en  el  mando,  y  las  exhortaciones  de 


mSTOKIA   MODEKNA   DE    EL  SALVADOR  119 

Î08  iniHioneroB,  fueron  bastante  para  calmar  loa  eîntomas 
revoîucionarios;  la  benig-iiidad  con  que  se  tratô  a  los  autores 
de  la  insnrreceiôn  y  una  ainnistfa,  'concedida  a  favor  de  to- 
do8,  dierou  la  ûltima  raano  a  la  paoificaciôn  de  aquella  pro- 
vincia." 

El  Sr.  Aycinena  ee  retirô  pronto  con  su  fuerza,  y  el  gjo- 
bierno  del  Sr.  Peynado,  tan  beuéfieo  a  esta  Provincia  que 
por  muchoB  afios  coii^ervo  viva  su  memoria,  logrô  con  sa- 
bias  disposieionen  restabieeer  el  orden  y  la  tranquilidad. 

Los  empleados  espanoles  que  no  tenîan  popularidad, 
fueron  quitados  y  sustituidoa  por  otros:  ee  derogaron  algu- 
nas  disposiciones  gravosas,  y  se  dieron  otras  favorables  a 
ios  intereses  locales. 

A  ninguno  de  los  caudillos  persiguiô.  ni  se  molesto  en 
lo  mâs  pequeno:  al  contrario,  les  concediô  toda  clase  de  ga- 
rantîas  y  aun  los  tratô  con  las  mejores  consideraciones.  La 
amplia  amnistia  comprendiô  atodos  los  quehabîan  tomado 
parte  en  la  revoluciôn;  exceptuando  a  los  reos  de  delitos  co- 
munes,  los  cuales  debîan  ser  juzgados  conforme  a  las  leyes, 
por  las  autoridades  ordinarias. 

Los  misioneros  a  su  vez  contribuyeron  eficazmente  a 
«alraar  los  âuimos;  predicarido  en  la  Capital  y  en  las  pobla- 
ciones  la  fraternidad  evaugélica,  que  solda  las  divisionesy 
desvanece  los  rencores. 

Una  circunstancia  inesperada  vino  a  favorecer  sus  tra- 
bajos  apostôîicos. 

Ru  aquellos  dîas  muriô  en  Guatemala  el  muy  ilustre  Sr. 
Dr.  Dn.  Isidro  de  Sicilia,  Dean  de  la  Santa  Iglesia  Catedral, 
Provisor  y  Vicario  General  del  Obispado. 

Este  sabio  y  santo  Sacerdote  habîa  sido  durante  20 
aûos  Cura  propio  de  parroquia  de  San  Salvador,  Vicario  de 
ia  Provincia  y  de  la  de  San  Vicente,  y  se  habîa  captado  de 
tal  modo  el  amor  y  veneraciôn  de  este  pueblo,  que  lo  respe- 
taba  corao  a  un  Santo  y  lo  araaba  como  a  un  Padre,  Obli- 
gado  por  la  obedieneia  dej6  su  amada  parroquia,  para  ir  a 
ocupar  las  primeras  Dignidades  de  la  Diôcesis,  a  donde  lo 
llamaban  sus  méritos. 

Como  las  predicaciones  mâs  importantes  de  este  Pastor 
«e  dirigieron  siempre  a  la  union  y  fraternidad  de  su  rebano, 
la  noticia  de  su  muBrte  avivô  el  recuerdo  de  sus  ensenanzas. 
En  el  aîio  de  12  se  le  hicierou  solemnes  y  generalps  exequias 
«n  la  Provincia;  y  el  P.  Vidaurre,  en  la  magnîfica  oraciôn 
irtnebre  que  pronuncio  en  la  Iglesia  Parroquial  de  San  SaU 
vador,  y  que  fué  impresa  después  en  Guatemala,  supo  recor. 
dar  con  èxito  iumenso  las  virtudes  del  senor  Sicilia  y  sus  sa- 
bias  doctriuas,  infringidae  eu  las  actuales  circuustancias. 


120  '  FRANCISCO    GAVIDIA 

Las  otraa  poblaciones  que  habîan  sufrido  mâs  a  conse- 
cuencia  de  la  revoluciôn,  fueron  también  las  mâs  atendidas 
por  los  misioneroa;  de  modo  que  las  divisiones  que  habîa 
entre  pueblo  y  pueblOj  y  los  partidos  que  dividîan  una  mis 
ma  poblaciôu,  desaparecieron  a  la  influenciade  la  religion  y 
del  Evangelio.     [Historia.  Patria  Ecle.  Vilanova.'] 


NARRACIÔX  DEL  DR.  MARTÏNEZ  SUaREZ  EN  LA 
cVIDA  DE  JOSÉ  MATIAS  DELGADO> 

José  Matîas  Delgado,  vaciado  en  el  mismo  molde  que  el 
patriota  mejicano;  horabre  de  temple  varonil,  poseîdo  de  la 
gran  causa  de  la  patria,  es  un  eonvencido  de  la  libertad.  No 
le  arredran  las  amenazas  ni  los  peligros;  pero  le  alienta  y  le 
infiama  el  amor  a  la  independencia  nacional;  no  le  araengua 
la  conducta  oprobiosa  y  cruel  de  los  enemigos;  pero  le  im- 
pulsa a  realizar  sus  designios,  el  deseo  ardien  te  de  ver  libre 
y  soberana  a  su  patria,  formando  parte  en  el  eoncierto  de 
las  naciones, 

Gobernaba  en  aquel  entonces  la  provincia  de  San  Salva- 
dor, el  Intendente  Antonio  Gutiérrez  Ulloa. 

Delgado  en  union  de  otro  cura  de  la  misma  provincia 
IVesbîtero  Nicolas  Aguilar,  los  dos  herraanoa  de  este  Manuel 
y  Vicente  Aguilar,  Juan  Manuel  Rodriguez,  Manuel  Jowé  Ar- 
ce,  Miguel  y  Juan  Delgado,  Francisco  Morales,  Pedro  Pablo 
Castillo  y  Carlos  Fajardo,  fueron  los  primeros  promotores 
de  la  Independencia  de  Centro  America. 

Fraguaron  una  conspiraci6n,  que  estall6  en  San  Salva- 
dor  el  dîa  cinco  de  noviembre  de  Î811,  con  el  principal  ob- 
jeto  de  deponer  al  corregidor  y  de  apoderarse  de  très  mil 
fusiles  nuevos  que  existîan  en  la  sala  de  armas,  y  de  mâs  de 
doscientos  mil  pesos  que  estaban  depositados  en  las  cajas 
reales;  y  obtenidos  estos  eleraentos,  se  proponîan  dar  el  gri- 
to  de  libertad. 

En  las  primeras  horas  del  dîa  expresado,  la  campana  de 
la  iglesia  de  la  Merced  llamo  al  pueblo,  para  procéder  al 
ievautamiento  insurreccional  de  que  hemos  hecho  refereucia. 
Una  gran  parte  del  pueblo  salvadorefio  acudiô  al  llaraa- 
miento,  secundando  a  los  patriotes,  que  parece  que  obra- 
ban  en  combinaci<')n  con  los  pueblos  de  Meta])f1n,  Zacateco- 
luca.  Usulutân  y  Chalatenango,  en  donde  se  hicieron  sentir 
algunos  movimientos.  Las  otras  eecciones  no  secundaroa 
los  propôsitos  de  los  patriotes  de  San  Salvador  y  sus  alia- 
dos.  San  Miguel,  Santa  Ana,  Sonsonate  y  San  Vicente  se 
pusierou  en  armas,  renovaron  el  juramento  de  fidelidad,  de- 


HISTORIA   MODERNA   DE   EL  SALVADOR  121 

clararon  sacrîle^a  la  ineurreociôn;  remitieron  al  Capitân  Ge- 
neral laB  invitaciones  que  ee  les  habîan  dirigido,  las  que  eu 
la  primera  de  dichas  poblacionee,  ee  mandaron  quemar  en 
la  plaza  pûblica  por  mano  del  verdugo. 

Poeesionados  loe  patriotae  de  la  eiudad,  depueieron  al 
Inteodente  y  demâs  autoridades  espanolas;  y  durante  raâs 
de  un  mes  fué  gobernada  por  alcaldes  eleetos  popularraente, 
como  el  g'èrmen  de  la  autonomîa  nacional.  En  ese  lapso  de 
tiempo  no  se  cometiô  ninguna  clase  de  excesos,  a  peear  de  la 
grau  agitaeiôn  eu  que  se  encontraba  el  pueblo;  lo  que  de- 
muestra  las  elevadas  miras  del  patriotismo  que  babîa  pro- 
vocado  aquella  iusurrecciôn,  y  los  anheloH  de  libertad  y  las 
aspiraciones  legîtimas  de  aquellos  que  lo  habîan  pecundado. 

Luego  que  ee  supieron  en  la  capital  los  sucesos  de  Sau 
Salvador,  el  Teniente  General  José  Bustamante  y  Guerre, 
que  deaerapenaba  la  Capitanîa  General  y  ejercîa  un  cruel 
despotismo,  confiriô  amplios  poderes  al  Coronel  de  Milicias 
José  Aycinena,  para  que  ee  eneargase  de  la  Intendencia  de 
la  referida  provincia  y  trabajase  en  eu  pacificaciôn,  El 
Ayuntamiento  de  Guatemala  asociô  a  esta  mision  a  su  Re- 
gidor  Decano  José  Maria  Peinado,  y  el  Arzobiepo  envi6  al 
Recoleto  !Fray  José  Mariano  Yidaurre  y  a  otros  raisioneros 
para  que  fuesen  a  predicar  contra  los  insurgeutes. 

El  3  de  diciembre  hizo  Aycinena  su  entrada  a  San  Salva- 
dor en  medio  de  las  aclamaciones  del  pueblo. 

No  habiendo  apoyado  el  movimiento  revolucionario,  co 
mo  (jjueda  expuesto,  la  mayorîa  de  las  eecciones  de  la  pro 
vincia,  que  mâs  bien  fueron   adversas,  no  pudo  haceree  la 
proclamaciÔD  definitiva  de  la  independencia,  3' los  principa- 
les promotores  tuvieron  que  sufrir  vejaciones  de  toda  clase  y 
€una  larga  j  estrecba  prisiôn*    (*) 

Delgado,  que  tenîa  las  cualidadee  de  un  caudillo,  reunîa 
ademâs  las  dotes  de  un  polîtico  hâbil  y  consumado,  pudo 
libraree  de  mayores  ultrajee  y  pereecucionee,  no  obstaute  de 
eer  el  alraa  de  aquella  iusurrecciôn;  pero  fué  puesto  preso  y 
reconcentrado  a  la  capital  de  Guatemala. 

cEsta  empreea  conmoviô  todo  el  pais  ,  y  deede  Chiapas 
haeta  Leôn,  deede  Quezaltenango  hasta  Costa  Rica,  todos 
ee  pueieron  en  alarma  y  ee  movilizaron  las  miliciae  civiles. 
El  Capitân  General  que  oîa  venir  la  tormenta  revolucioaa- 
ria,  cre6  y  estableciô  varias  companias  con  el  tîtulo  de  vo. 
luntarioe  dietinguidos  de  Fernando  Vil  eu  Guatemala,  cuyo 


(*)     Salazar. 

15 


122  FRANCI-CO    GAVIDIA 

objeto  era,  eeg'ûn  el  acuerdo,  la  conservacioa  j  defensa  de 
nuestra  sagrada  relio^iÔQ,  de  los  derechos  de  nuestro  araado 
y  querido  monarca  y  el  manteDiraiento  del  ordea  y  traaqui. 
ïidad  pûblica  de  esta  capital. >    (*) 

Aquella  primera  inteutona  eu  favor  de  la  libertad  de 
Centre  America  no  produjo  el  resultado  que  se  apetecîa;  pe- 
ro  no  por  eso  puede  decirse  que  fuê  iofructuosa  en  el  logro 
de  la  independencia  de  estos  pueblos. 

Todo  lo  contrario;  no  hay  nada  estêril  en  lo  que  se  hace 
por  la  conquieta  de  los  derechos  bumanos;  no  bay  acto  ais- 
lado  en  prô  de  las  libertades  pûblicas, 

Todos  los  acontecimientos  sociales,  que  se  encarainan  a 
la  realizaciôn  de  un  idéal  generoso  y  bueno,  aunque  en  la  a- 
pariencia  hayan  fracasado,  son  en  realidad  elementos  que 
ban  venido  preparando  el  triuufo  de  la  causa  que  se  perai- 
gue;  son  los  fundamentos  en  que  ba  de  apoyarse  la  obra  de- 
fluitiva  a  que  se  dirigen  los  eefuerzos  del  bombre;  son  las 
caîdas  necesarias  para  llegar  al  lugar  donde  bemos  de  redi- 
mirnos. 


ETOPEYAS  DE  LOS  PROCERES 
Y    DATOS    DE    SUS    BIOGRAFÎAS.- DELGADO 

^,f^uâles  son  las  ideas  de  este  sentimiento  de  entusiasmo 
que  nos  inspira  el  Padre  Dei^ado? 

Debido  a  las  reformas  que  se  ban  becbo  de  pocos  anos 
a  esta  parte  en  la  Ensenanza  Priraaria,  los  hechos  de  la  vida 
del  Padre  Delgado  son  referidos  en  nuestras  escuelas  prima- 
riasy  conocidos  de  una  gran  parte  del  pûblico:  la  parte  que 
toma  en  la  conjuraciôn  de  1811  para  proclamar  la  indepen- 
dencia; su  reconcentraciôn  a  Guatemala  desde  1811  a  1812; 
su  elecciôn  como  miembro  de  la  Diputaciôn  Provincial  que  le 
permite  asistir  a  la  sesiôn  de  septiembre  de  182L  donde  se 
proclama  la  independencia;  su  vuelta  a  San  Salvador  des- 
pues  de  diez  anos  de  ausencia,  raotivada  por  la  lucha  que 
pocos  dîas  despuêrt  del  15  de  septiembre  se  entabla  entre  los 
libérales  y  el  lotendente  don  Pedro  Barrière:  el  Padre  Delga- 
do, comisionado  por  la  Juntade  Gobierno  de  Centro  Améri- 
ca,  résidente  en  Guatemala,  atiende  a  los  libérales  insu- 
rrectos,  forma  la  Junta  Consultiva  que  ellos  reclaman,  y  sé- 
para al  Intendente  Espanol,  siendo  nombrado  por  la  Junta 
Jefe  de  Gobieruo;  la  actitud  que  toma  luego  que  la  Junta  de 


(*)    Dr.  Pedro  Molina. 


HISIORIA    MODEKNA   DE   EL  SALVADOR  123 

Gobierno  de  Centro  America  résidente  en  Guatemala  resuel- 
ve  anexar  Centro  America  a  Mexico;  la  g'uerra  sostenida 
primero  contra  la  Junta  de  Guatemala  y  las  victorias  en  los 
carapos  del  Espinal  j  eu  San  Salvador;  la  diplomacia  hâbil, 
sostenida,  inoausable  empleada  para  mantenereste  conibate 
con  el  vasto  Imperio  Mexicano;  su  presidencia  de  la  Asara- 
bleaConstitujente  de  1823;  eu  gestion  por  los  intereses  del 
Estado  en  la  guerra  de  la  Federaciôn,  con  lo  cual  termina 
eu  verdad  su  vida  polîtica. 

Desde  que  entra  la  forma  norteamericaua  lo  que  entra  es 
la  teorîa  y  no  la  prâct.ica. 

La  forma  americana  es  una  idea,  y  cuando  las  ideas  van 
sépara  ias  de  los  hechos  y  de  la  vida,  la  idea  sacrifica  sin  pie- 
dad  a  los  hombres. 

Detengâmonos  a  estudiar  esta  Asamblea  de  1823.  Ella 
es  la  union  del  propoeito  y  del  hecho. 

Conocidos  los  simples  datos  de  su  vida  tratamos  de  ha- 
ilar  las  ideas  que  esconden  los  très  sentimientoe  de  admira- 
ciôn  que  inspira  el  Padre  Delgado. 

La  admiraciôn  que  inspira  cuando  emprende  la  conjura- 
ci6n  de  1811;  la  admiracion  que  inspira  cuando  sieudo  Jefe 
del  Gobierno  de  San  Salvador,  dispone  arrojar  el  guante  al 
imperio  mejicano;  y 

La  admiracion  que  inspira  cuando  préside  la  Asamblea 
Constituyente  de  1823,  que  es  tanta,  como  la  que  inspira  es- 
ta  misma  Asamblea,  que  le  debe  la  vida. 

1811  no  es  otra  cosa  que  la  at<piraci6n  a  la  vida,  a  la  in- 
dependencia:  en  este  sentido  el  Padre  Delgado  comparte  la 
misma  gloria  que  circunda  los  nombres  de  Arce,  de  Barruu- 
dia,  de  todos  los  Prôeeres;  esos  méritos  particulares  nos  in- 
teresan,  va  no  como  latino-americanos,  sino  como  centro- 
americanos,  y  mâs  especialmente,  comosalvadorenos,  y  aun 
raâs  como   sansalvadorenos. 

Porque  en  este  punto  la  vida  de  José  Matîas  Delgado  es  la 
vida  de  San  Salvador,  el  hombre  j  la  ciudad  llegan  a  ser  nna 
eola  cosa,  la  gloria  del  uno  es  la  gloria  de  la  otra.  Ved, 
pues,  aquî  como,  no  bastabaserindependiente  después  del  15 
de  Septierabre  de  1821;  habîa  que  sabercômoîbamos  aser 
independiente.";  porque  Mexico  querîa  un  imperio  cou  Fer- 
nando VII  o  con  un  prîncipe  de  su  casa  como  emperador; 
porque  Tegucigalpa  y  su  gran  Alcalde  Mayor,  don  Narciso 
Mallol,  el  maestro  de  Morazân,  después  de  haber  defendido 
el  poder  municipal  contra  la  absolutiste  Comayaguay  el  In- 
tendente  Tinoco.  se  babîa  adherido  al  parecer  de  la  Junta 
imperialista  de  Guatemela;  y  era  siendo  la  ûnicafuerza  com- 
batiente  y  activa,  era  Tegucigalpa,  por  tal  becho,  imperialis- 


124  FRANCISCO    GAVIDIA 

ta;  porque  Guatemala  eraimperialista;  porqueaeîcoœo  Gua- 
temala y  Coraaja^ua,  Quezaitenangfoeraimperialista;  Le6n 
de  Nicarag-ua  era  imperialista;  Cartago,  como  las  otras  ca- 
pitales de  Provincia,  eran  imperialistas;  y  llamadoB  todos 
loa  pueblos  de  Centro  America  a  cabildos  abiertos,  por  la 
Junta  de  Gobierno  que  quedô  rigieudo  a  Centro-América  el 
15  de  septietnbre,  casi  todos  en  grau  raayorîa,  contestaron, 
declarândose  impGrialistaa,  Grandîsirao  mal,  pero  aunes 
mas  grande  si  se  tiene  en  cuenta  que  alproclamar  el  imperio 
por  este  hecho  quedaba  borrada  el  acta  de  15  de  yeptiembre 
y  que  con  el  imperio  desaparecîa  también  la  independencia. 

En  este  raomento,  hubo  un  hombre  y  hubo  un  pueblo 
queante  el  vasto  imperio  de  Mexico,  ante  la  Junta  de  Guate- 
mala, y  ante  todos  los  puebîos  de  Centro-América  que  ha- 
bîan  votado  en  cabildos  abiertos  por  cl  imperio,  prouuncia- 
ron  esas  dos  palabras  que  e^itân  escritas  sobre  el  blason  de 
ese  busto:  Independencia  y  RejAiblica. 

Hé  aquî,  pues,  frente  a  freute  dos  principios  de  los  cua- 
les  el  uuo  es  eî  porvenir  y  el  otro  es  el  deapotismo. 

Iturbide  en  Mexico,  el  Capitân  General  Gaînza  en  Cen- 
tro America  sostienen  el  imperio;  José  Matîas  Delgado  y 
San  Salvador  sostienen  la  forma  republicana  de  gobierno  y 
la  idea  de  que  Centro  America  debe  ser  una  uaciôa  indepeu- 
diente:  tal  es  el  drama  de  1822. 

Todos  conocéis  esa  pagina  de  la  Historia;  las  victorias 
de  la  Junta  de  San  Salvador  presidida  por  Delgado,  en  el 
Espinal  y  en  San  Salvador,  sobie  los  imperialistas,  loa  com- 
bates  de  los  alrededores  de  San  Salvador....  esos  dos  anos  de 

22  y  23 y  (.venciô  la  fuerza? — Sî,  venciô  la  fuerza?    No, 

venci6  el  derecho,  venciô  la  idea,  venciô  el  progreso,  venciô 
la  libertad,  venciô  la  independencia,  venciô  la  repûblica.  El 
desfiie  del  ejército  de  Filîsola  era  algo  que  los  pueblos 
veîan  pasar  como  portador  del  enigma  deldestino  de  Centro 
America;  y  los  correos,  que  atravezaban  el  inmenso  terri- 
torio  de  Centro  Araérioa  y  Mexico:  la  contestaciôn  del  em- 
perador  «trâtelos  usted  como  rebelde8>:  el  folleto  de  Valle 
publicado  en  Mexico  y  que  respondîa  a  los  disparos  con  los 
que  durante  diez  y  seis  raeses  conte^taba  San  Salvador  a  los 
imperiali8ta.«5,  todo  esto,  era  transformar,  era  iluminar  la 
conciencia  publics  de  Centro  America,  y  la  conciencia  publi- 
ca  de  Mexico;  y  cuando  al  ûltirao  diaparo  de  San  Salvador 
contestô  e!  pronunciamiento  de  Casa  Mata,  que  derribô  el 
imperio  de  Iturbide,  la  filosofîa  de  la  Historia  pudo  escribir 
estas  palabras:  a  José  Mafias  Deloado  y  a  El  Salva- 
dor se  dehe  la  forma  republicana  de  Gobierno  de  Centro 
America,  y  Mexico. 


HISïORIA   MODERNA    DE  EL   SALVADOR  125 

II 

De  modo  que  asî  como  en  la  primera  parte  de  la  vida 
del  Padre  Del^ado,  veraos  el  triunfo  de  la  idea;  asî  vemos  el 
triunfo  de  la  observaciôn  de  los  hechos  y  la  experiencia 
cnando  su  idea  se  realiza. 

La  idea  opuesta  a  Filîsola  por  el  Padre  Del^ado,  fué 
«iempre  que  se  convocara  a  los  puebios  a  elecciones  de  Dipu- 
tados,  que  formasen  una  Asnmblea  Constituventf  y  resol- 
viesen  sobre  los  destinos  de  Centro-América.  El  poder  mo- 
ral de)  Padre  Delgado  era  tan  grande  que  el  orgulloso  gêne- 
rai Filîsola,  el  imperiuiisca,  eaî  Jo  el  imperio,  realizô  al  pie 
de  la  letra  el  programa  polîtico  de  Delgado:  el  gênerai  Filî- 
sola convoeô  a  elecciones  para  la  Asamblpa  Constituyente. 

El  gobierno  de  esta  Asamblea  presidido  por  Delgado, 
hélo  aquî:  déclara  que  las  provincias  unidas  del  Centro  de 
America  son  naciôn  libre  e  independiente:  por  este  liecho  el 
nombre  de  Reino  de  Guatemala  pasa  a  la  Historia,  se  conee  * 
den  altos  derechos  a  las  provincias,  que  de  provincias  paaa° 
a  estadoe,  como  el  antiguo  reino  pasa  de  reino  a  federaciônî 
las  palabras:  reino  de  Guatemala,  expresan  una  colonia  de 
Espaîîa,  un  reino  tributario,  un  diamante  de  la  Ccrona  Im- 
périal de  la  Casa  de  Austria:  Delgado  que  firma  a  la  cabeza 
de  la  Comisiôn  dictaminadora  sobre  la  declaraciôn  de  inde- 
pendencia,  emplea  por  la  primera  vez  la  expresiôn  de  Centro 
dfi  America,  por  la  en  al  se  le  hace  parte  al  gran  Istmo  de  la 
gran  familia  latinoamericana  y  el  diamante  de  aquella  co- 
rona  impérial  pasa,  aseiende  a  ser  una  estrella  de  la  conste- 
laciôn  de  repûblicas  americanas,  que  el  âugel  de  la  Libertad 
ha  bajado  del  cielo  de  la  idea  para  sembrarla  en  este  hemis- 
ferio,  que  la  Providencia  nos  ha  dado  como  heredad  sobre 
el  planeta.  Centro  de  America!  no,  no  es  su  nombre  solo  geo- 
grâfico:  por  el  genio  Maya  de  sus  primeras  razas,  las  que  es- 
cribieroii  la  leyeuda  de  la  uaturaleza  eu  los  monumentos  de 
Palenque  y  de  Copr4n,  las  que  inspiraron  el  genio  de  fray 
Bartolomô  de  las  Casas,  por  su  porvenir  trazado  por  la  ma- 
no  de  Dios  en  las  lineas  de  su  comunicaciôn  interoceânica, 
que  bizo  predecir  a  Ampère  la  apariciôn  en  nuestro  suelo  de 
una  Bizaucio  en  que  se  unau  todas  las  razas  del  globo,  como 
se  nnieron  en  la  del  imperio  griego  las  razas  asiâticas,  grie- 
^as  y  europeas  del  antiguo  mundo,  por  todo  esto  la  nueva 
naciôn  debîa  aerel  Centro  de  America:  ya  que  vosotros  no 
tais  que  en  efecto,  la  configuraciôn  geogrâfica  del  Gran  Ist- 
mo etj  el  dibujo  de  un  corazon. 

Para  que  nada  faltara  a  la  palabra,  el  genio  galicista  y 
angiicauista  de  Barrundia  diôle  la  contracciôn  a  la  ingleea, 


126  FRANCISCO    GAVIDIA 

de  donile  ha  salido  la  expresiôn  conceptaosa  y  elîptica  de 
Centra  America. 

Esta  ARarablea  para  gobernar  a  las  desgraoadas  provin- 
cias  que  aeaban  de  surguir  de  la  hoguera  de  la  guerra  civil 
de  los  iQiperialistas  y  los  republicaaoa,  de  los  independientes 
y  los  anexionistaH,  lo  que  raeuos  piensa  eu  esos  raomentos  es 
proclaraar  un  Diciador,  divide  las  funciones  del  Soberano 
como  Poder  Legisiativo,  Ejecutivo  y  Judieial,  pero  no  cède 
toda  la  Soberanîa  a  ninguuo  de  estos  Poderes:  en  efecto,  los 
primeros  gobernaiiteR  de  Centro  Araêrica,  el  prinaergabinete 
de  su  gobierno,  es  un  gabinete  formado  de  cuatro  personas, 
très  Delegados  de  la  Asarablea  y  un  Seeretario  General,  y 
para  estos  cargos  fueron  de^iguados  por  Totaciôn  de  la 
Asamblea  don  Pedro  Molina,  don  Juan  Vicente  Villacorta  y 
don  Antonio  Rivera  Cabeza,  siendo  Seeretario  del  Gabinete 
el  ciudadano  José  Veîasco. 

Alguna  oposiciôn,  alguna  reaccion  debîa  haber  contra 
esto  y  en  verdad,  poco  tiempo  después,  un  naal  jefe  railitar 
creyô  que  no  debîon  céder  las  armas  a  la  toga,  y  el  sargento 
raayor  Ariza,  sublpva  un  cuerpo  de  ejército.  Pero  como  ee 
trata  de  una  Asamblea  que  de  vera-i  représenta  a  Centro 
America,  los  Diputados,  el  pueblo,  el  resto  del  Ejército  de- 
fienden  el  poder  de  esta  Asamblea  que  représenta  en  ver- 
dad al  Soberano,  que  es  la  Naciôn.  ^Quién  debîa  responder 
de  ura  sublevaciôn  militar  sino  las  personas  a  quienes  la 
Asamblea  habîa  encomendado  el  Poder  Ejecutivo?  He  allf 
bien  caracterizado  el  caso  de  una  crisis  de  gabinete. 

Pero,  en  una  Asamblea  Nacional,  real  y  efectiva,  los 
asuntos  86  manejan  conforme  a  una  ley  que  es  la  formula 
universal  del  derecho:  en  la  tramitaciôn  de  nn  asunto  debe 
haber  interesado  y  aquî  lo  era  el  gabinete:  debe  haber  de- 
fensor,  y  aquî  lo  era  la  fracciôn  libéral,  que  estaba  compues- 
ta  de  los  independientes  y  republicanos,  partido  lleno  deglo- 
ria  que  acababa  de  salvar  a  Centro  America  y  de  cuyas  filas 
habîan  salido  las  personas  del  Poder  Ejecutivo  o  sea  el  mie- 
rao  gabinete:  pero  también,  tambiéndebe  haber  un  contrario 
que  contrôla  por  su  vigilancia  y  su  voz  y  voto  de  que  se  ha 
armado  el  derecho  que  la  ley  le  coufiere,"el  exceso  de  poder 
de  los  partidos  vencedores,  y  esta  antîtesis  era  enel  seno  de 
la  Asamblea  presidida  por  Delgaio,  el  partido  conservador, 
anti-independiente,  monârquico,  imperialista,  anexionista, 
que  después  de  très  anos  de  guerra  civil,  vencido  por  la  obra 
del  Padre  Delgado,  aparecîa  en  minorîa  em  el  seno  de  esta 
Constituyente. 

Notad  bien  como  ee  hacen  valer  todos  los  derechos  en  el 
eeno  de  la  Libertad!    Eete  partido  conservador  fue  el  fiscal, 


HISTORIA  MODERNA    DE  EL    SALVADOR  127 

•en  la  forma  precisamente  parlamentaria,  pidiendo  para  el 
gabinete  que  no  eupo  preveer  y  evitar  la  sublevaciôn  del 
8arg:ento  mayor  Ariza  el  voto  de  ceDSura  y  los  efectos  del 
voto  de  ceusura. 

En  efecto,  el  gabinete,  el  Ejecutiv^o  puso  su  renuncia  y  la 
Asamblea  nombrô  en  Ingar  de  Molina,  Rivera  y  Yillacorta, 
a  Arce,  a  Valle  y  a  un  Abogado  en  aquella  época  notable, 
don  Tomâs  H'ôrân.  El  Secretario  General  fue  don  Manuel 
Juliân  Ibarra. 

Para  terminai*  sobre  las  relaeiones  de  la  Asamblea  del 
23  cou  el  gabinete,  ootemos  que  cuantas  crisis  se  presenta- 
ron  tocante  al  personal  del  Ejecutivo  fueron  solucionadas 
€on  la  seguridad,  acierto  y  facilidad  que  puede  acostumbrar 
a  hacerlo  una  representaciôn  nacional  avezada  al  ejercicio 
de  esos  derechos,  el  parlamento  inglés  o  las  Asambleas  de 
Suiza.  En  espGra  de  Arce,  que  estaba  en  los  Estados  Unidoe, 
y  de  Valle,  que  estaba  en  Mexico,  la  Asamblea  nombrô  De- 
legados  a  don  Santiago  Milla  y  a  don  José  P^'rancisco  Ba- 
rrundia.  Por  renuncia  de  Barrundia  nombrô  en  su  lugar 
a  Villucorta.  Todavîa  en  raarzo  de  1824,  se  operô  otra  com- 
posiciôn  del  Gabinete  y  la  Asamblea  nombrô  a  don  José  Ce- 
cilio  del  Valle,  don  Manuel  José  Arce  y  don  Tomâs  H'Orân. 

Parece  que  tal  cambio  de  personal  impnmiera  poca  uni- 
dad  en  el  manejo  de  los  asuutos  de  una  naciôn,  pero  la  Asam- 
blea del  23  demuestra  lo  contrario,  pues  no  solo  es  muy  sabi- 
do  que  legislô  con  alta  sabidurîa,  sino  que  ademâs  no  hay 
ejemplos  de  una  adrainistraciôn  tan  laboriosa  y  que  gober- 
nase  con  igual  acierto. 

OrganizaciÔD  de  las  provincias,  empréstito  sabiamente 
contratado,  la  pacificaciôn,  y  el  proyecto  de  la  apertura  del 
Canal  de  Nicaragua,  la  convocatoria  a  un  Congreso  Conti- 
nental en;  Panama,  la  libertad  de  los  esclavos,  todos  los 
actos  de  este  Oobierno  han  llamado  sobre  si  la  admiraciôu 
de  la  posteridad. 

El  cnadro  queofrece  Centro-Amêrica  en  loscasi  dos  anos 
en  que  la  gobierna  la  Asamblea  de  1823,  presidida  un  tiem- 
po  y  sifmpre  inspirada  por  el  Padre  Delgado,  de  quien  en 
verdad  era  obra,  pinta,  define,  nos  ensena,  en  una  palabra, 
cômo  puede  ser  un  gobierno  que  no  sea  servil  imitaciôn  del 
gobierno  de  pueblos  de  educociôn  e  îndole  diverse:  el  gobier- 
no de  la  Asamblea  de  1823  nos  muestra  un  gobierno  origi- 
nal de  los  centioamericanos  para  los  centroamericanos. 

Los  hAbitos  de  obediencia  y  de  sujecciôu,  de  respetos  y 
asentimit^ntos  dognulticos  prevalecieron,  sin  embargo,  y  se 
imitô  la  Constituciôn  de  los  americanos  del  Norte.  Los  re- 
eultados  no  se  hicieron  esperar;  mas,  en  un  momenlo  de  apo- 


128  FRANCISCO   GAVIDIA 

teosie  como  el  présente  no  quiero  traeros  a  la  memoria  ef 
cuadro  de  la  g:uerra  civil  de  1826  a  1 830,  que  siguiô  al  falsea- 
raiento  de  nuestras  16gicae,  naturalee  instituciones,  ya  expe- 
rimeutadae  en  aquella  ABamblea  ^obernante  en  1823,  y  baa- 
tarâ  connignar  que  el  Padre  Del^ado  como  enpo  définir  lo& 
derechos  del  gobieruo  fédéral  eu  1823,  eupo  defender  en  me- 
dio  de  la  guerra  civil  los  derechos  del  Estado,  de  su  Estado, 
de  El  Salvador,  sieudo  un  grau  salvadoreîïo  el  que  fué  a  la 
vez  un  gran  centroamericano,  (Discurso  de  inavguraeiôn 
del  busto  del prôcer  Delgado,    El  Autor. ) 


LOS  PADRES  AGUILARES 


Nos  proponemos  ahora  bosquejar  a  la  ligera  a  très 
apôstoles  del  Evangelio,  nacidos  en  esta  tierra  cuando 
nuestra  madré  Espana,  pletôrica  de  grandeza,  hacîa  tre- 
molar  su  siempre  victorioso  estandarte  sobre  lascumbres  de 
los  Andes.  Estos  très  patricios,  hermano»  por  la  eangre  y 
el  amor  al  terruno  por  ciija  grandeza  suspiraban,  se  Jlaina" 
ron  Nicolas,  Viceute  y  Manuel  Aguilar;  fueron  hijos  de  un 
gallardo  Capitân  de  Infanterfa,  y  priraos  herraanos  de  aquel 
glorioso  Don  José  Matîas  Delgado.  Ese  Capitân,  que  legô  a 
eu  patria  très  glorias  verdaderas  en  las  personas  de  sus 
hijos,  se  llam6  Don  Manuel  de  Aguilar  y  Leôn;  y  eu  virtuosa 
esposa  Dona  Isabel  de  Bastamante  y  Naba,  era  una  dama 
distinguidaen  quien  competîan  las  virtudes  con  lagentiieza. 

Don  Nicolas,  el  primogénito  de  ese  matrimonio,  naeio  eu 
el  pueblo  de  Tonacatepeque  el  16  de  Diciembre  de  1742; 
Don  Yi^ente,  vino  a  la  vida  en  esta  capital  el  5  de  abril  de 
1746;  y  Don  Manuel,  el  26  de  junio  de  1750. 

Los  très  hermanos  se  sintieron  atraîdos  a  là  carrera 
eclesiâstica,  a  la  que  sin  duda  alguna  los  inclinaban  las  bon. 
dades  maternas  y  el  misticismo  propio  de  la  époea. 

Los  très  fueron  alumnos  que  sobresalieron  en  el  reuom- 
brado  colegio  de  San  Francisco  de  Borja.  Don  Nicolas  iu- 
gresô  a  él  el  ano  de  1755;  y  Don  Vicente  y  Don  Manuel  has- 
ta  el  11  de  Febrero  de  1775,  en  que  aquel  sabio  instituto  se 
estableciô  debidamente,  después  de  la  ruiua  que  azotô  la 
antigua  Capital  del  Reiuo. 

Don  Nicolas  se  graduô  de  Bachiller  con  eî  mayor  lad- 
miento;  reeibiendo  las  ôrdenes  mayores  hast'^'.  el  Presbite- 
rado,  en  el  pueblo  de  Olocuilta,  el  16  de  abi  il  de  1707  en 
que  se  halloba  de  visita  el  Obispo  titular  de  Adramite  y 
auxiliar  del  Arzobispado  de  Guatemala,  Don  Miguel  de  Di- 
lieea  y  Velasco. 

Don  Vicente  faé  un  estudiante  tan  aventajado  que   me- 


mSTOfcIA    MJDERNA    DE    EL   SALVADOR  129 

reci(5  repetidas  veces  la  dietinciôn  de  suplir  en  las  cAtedra« 
a  varios  profesores;  j  don  Manuel,  tanto  por  su  carâcter 
como  por  las  dotes  de  su  iuteligencia,  mereciô  particular 
aprecio  del  Rector  don  José  Gereda,  quien,  segûn  documen- 
toe  que  hemos  tenido  a  la  yista,  tenîa  un  alto  concepto  de  su 
aventajado  alumno  que  en  fuerza  de  merecimientos  de  todo 
género,  llegô  a  ser  Rector  de  aquel  establecimiento;  cargo 
que  todavîa  desempefiaba  en  1807. 

Don  Nicolas  logro  en  un  concurso,  poco  tierapo  después 
de  su  ordenaciôn,  el  cargo  de  cura  de  esta  capital,  en  donde 
administrô  durante  el  curso  de  eu  larga  existencia;  habiendo 
tenido  a  su  lado,  durante  algunos  anos,  en  calidad  de  coad- 
jutor,  a  su  herraano  don  Manuel,  quien  también  sirviô  en  el 
curato  de  Zacatecoluca. 

Don  Vicente  administra  22  anos  en  los  curatos  de  Su- 
chitoto,  Tonacatepeque,  Perulapân,  Cojutepeque,  Zacate- 
coluca y  en  esta  capital;  y  todos  ellos  tuvieron  la  satisfac- 
ciôn  de  ver  traducido  en  elocuentes  pruebas,  que  la  historia 
conserva,  el  carino  que  supieron  captarse  en  este  pueblo, 
que  amante  siempre  de  la  libertad,  encontraba  a  esos  très 
esforzados  sacerdotes  dispuestos  a  alzar  su  autorizada  voz 
de  protesta  an  te  los  dearaanes  de  la  autoridad  opresora. 

Cuando  el  movimiento  del  5  de  novierabre  de  1811, 
aquellos  très  hermanos  formaron  en  las  filas  de  la  révolu— 
ciôn,  y  firmes  siempre,  trabajando  por  la  libertad  de  Centro 
America,  no  descanseron  jamâs  en  tan  grandiosa  empresa. 

En  esa  época  don  Nicolas,  no  obstante  tener  69  anos, 
no  se  diô  punto  de  reposo  por  lograr  la  realizaciôn  de  tan 
hermoso  idéal  que  perseguîa;  y  su  hermano  don  Vicente, 
aquel  sacerdote  humilde,  pero  de  aima  esencialmente  cusca- 
tleca,  no  se  abatiô  jamâs,  ni  ante  el  espectro  aterrador  de 
las  tinieblas  que  atajaban  la  luz  de  sus  pupilas;  y  asî,  aquel 
valiente  adalid,  estando  casi  ciego,  concurrîa  a  las  juntas 
revolucionarias  donde  se  trataba  de  la  redenciôn  de  la 
patria.    (Lo.s  Padres  AguUares.    Arce  y  Rubio.) 


FAMILIA  Y  EDCCACIO.N  DEL  PRÔCER  DON  MANUEL 
JOSÉ  ARCE,  SEGUN  D.  PEDRO  ARCE  RUBIO 

El  estilo  del  malogrado  Arce  Rubio  tiene  elatrac- 
tivo  de  conservar  el  eco  de  las  oarraciones  de   familia, 
16 


130  FRANCISCO     GAVIDIA 

pues  era  desceodientede  los  prôceres  a  quienes  enlaza-- 
ban  los  vfnculos  de  varias  familias. 

...  El  1*?  de  enero  de  1787,  vino  a  la  vida  Manuel  José  Arce, 
el  primer  hijo  del  matrimonio  del  Alealde  don  Bernardo  y  su 
joven  espoea  dona  Domiga  Antonia  Fagoaga. 

Don  Bernardo  habîa  nacido  en  esta  Capital  el  20  de  a- 
gosto  de  1754  y  su  virtuosa  esposa  también  sansalvadore- 
îia  vino  a  la  vida  el  12  de  mayo  de  1762.  Era,  pues,  aquel 
nino,  vigoroeo  fruto  del  amor  de  la  joven  pareja,  El  Aleal- 
de, su  padre,  era  un  hombre  de  32  afios  y  su  consorte  frisa- 
ba  apeuas  en  los  25  cuando  lo  diô  a  luz,  traîa  en  su  organis- 
mo  la  savia  de  dos  robles  que  se  alzaban  con  todo  el  vigor 
de  los  juvéniles  anos,  fué  concebido  en  la  êpoca  florida  en 
que  la  mente  suena  con  grandezas,  cuando  aun  no  ha  llega- 
do  al  corazôn  el  soplo  helado  de  los  desenganos.  Erapor 
lo  tanto  una  risuena  esperanza  para  aquel  hogar  raodelo, 
formado  al  calor  del  mâs  acendrado  carino  en  abril  de  1782, 
pero  ademâs  de  una  halagadora  proraesa  para  sus  padres, 
veoîa  ya  predestinado  a  fîgurar  lucidamente  en  el  grupo  le- 
gendario  de  abnegados  patriotas  que  inflamarou  sus  pechos 
en  la  hoguera  del  patriotismo;  y  despreciando  la  tranquili- 
dad  de  la  vida  regalona  de  los  ânchados  hijodalgos,  se  enro- 
laron  en  la  cruzada  épica  de  conquistar  el  derecho  de  hacer 
libre  y  soberano  al  suelo  sagrado  en  que  dormîan  sus  proge- 
nitores. 

El  matrimonio  Arce-Fagoaga  disfrutaba  de  desahoga- 
da  posiciôn  social;  y  aunque  don  Bernardo  hered(5  los  hono- 
res y  distinciones  de  su  padre  el  capitân  don  José,  marchô 
siempre  de  acuerdo  con  su  primo  don  Jesé  Matîas  Delgado, 
en  los  trabajos  por  lograr  la  emancipaciôn  Metropoli;  pero 
por  escrûpulos  de  honor,  no  quiso  que  su  nombre  que  habîa 
figurado  entre  la  nômina  de  autoridades  Reaies,  apareciera 
entre  los  que  levantaban  ante  el  mundo  el  estandarte  de  la 
rebeliôn;  mas  si  êl  se  abstenîa  de  la  lucha  porque  juzgaba 
indecoroso  que  su  mano  que  habîa  empunado  la  vara  de 
Alealde  por  S.  M.  oprimiera  los  garfios  de  la  espada  del  re- 
belde,  puso  en  cambio  en  la  lid  a  lo  mâs  caro  que  tenîa;  a 
qoien  habîa  nutrido  con  su  hidalgo  procéder;  a  su  hijo  en  fin 
que  heredero  hasta  de  sus  escrûpulos,  esclamô  mâs  tarde: 
*'Ed  el  tienipo  del  GobJerno  espanoljamâs  tuve  empleo  de 
sueldo,  y  entré  a  la  Re  voluciôn  sin  otras  ideas  y  sin  mâs  de- 
seos  que  los  de  la  UbertadJ'' 

Esa  era  la  estirpe  de  donde  procedîa  aquel  nino,  que  el 
tiempo  y  el  patriotismo  de  su  paire,  colocarîan  en  las  filas 
de  larevoluciÔD  hbertadora.  Pero  veamos  antes  los  deta- 


HISTORIA    MODERNA    DE    EL  SALVADOR  131 

lies  de  la  vida  de  ese  salvadoreno,  tan  llevado  y  tan  traîdo 
entre  las  marejadas  de  las  encontradas  pasiones. 

Muy  nino  aûn,  en  el  ano  de  1801,  ing;resô  e!  joven  Arce 
al  renombrado  Colegio  de  San  Borja  obteuiendo  una  beca 
por  solicitud  del  Prenbitero  don  Lâzaro  Joeé  de  Silva.  Al- 
gunas  dificultades  se  preeentaron  para  el  ingreso  de  Arce  en 
aquel  centro  de  ensefianza,  pero  el  Rector  don  Manuel  Anto- 
nio Bausas,  inforraô  al  seîîor  Arzobispo  de  las  dotes  del  jo- 
ven aspirante;  y  aprovechando  la  fuga  del  bequista  don  Mi- 
guel Cârcamo,  se  concediô  a  Arce  la  plaza  vacante.  Pronto 
se  distinguiô  entre  los  mâs  aventajados  alumnos,  y  gradua- 
do  de  Bachiller,  diô  principio  a  sus  estudios  de  medicina,  por 
los  que  demoetraba  particular  vocaci6n.  Pero  su  padre  don 
Beruardo,  que  por  aqueljentonces  venîa  sufriendoserios  que- 
brantos  de  salud,  dispuso  que  suspeudiera  sus  estudios  y 
Ivolvieraasu  lado  a  ayudarle  en  sus  trabajos  agrfcolas  eu 
(.as  haciendas  de  San  Diego  y  San  Lucas,  cercauas  a  Su- 
hitoto. 

Ya  en  esta  Provincia  donde  ferraentaban  los  ansiadoe 
idéales  de  libertad  y  gozando  de  iliraitados  prestigios  entre 
los  hijos  del  pueblo,  entré  en  union  desu  ilustre  tfo  el  Dr. 
don  José  Matîas  Delgado,  de  sus  cunado  y  primos  don  Do- 
mingo Lara  y  don  Juan  Aranzamendi  y  los  très  hermanos 
Aguilares,  deudos  inmediatos  suyos,  queanimadosporigua- 
les  anhelos  de  libertad,  saltaron  al  paleoque  en  el  histôrico  5 
de  Novierabre  de  1811. 

El  joven  conjurado  contaba  24  aîâos  cuando  aquel  atre- 
vido  movimiento;  estaba  en  esa  edad  en  quetoJosevea 
travès  de  un  prisma  color  de  rosa,  en  la  época  florida  en  que 
la  vida  tiene  encantos  indecibles;  en  que  el  coraz6n  palpita 
por  lo  bello,  por  lo  grande.  A  Arce  se  le  abrîael  porvenir  ra- 
dioso;  no  necesitaba  para  que  brillara  su  nombre,  delà  lum- 
bre  y  del  estrépito  de  los  canones;  y  por  el  contrario,  su  ga- 
llarda  figura,  colocada  en  aquel desfiladero  peligroso,  atraîa 
sobre  sî  la  furia  de  los  huracanes;  los  horrores  de  todaa  las 
tempestades.  Mas  en  aquella  aima  abierta  a  los  grandes 
idéales  y  cerrada  impenetrablemente  al  convencionalisrao 
rastrero,  no  podîa  sonar  mâs  cuerda  que  la  quehacîa  vibrar 
eu  corazôn  bien  puesto. 

Los  bermosos  Buenos  de  libertad  se  disiparon,  cuando 
se  despertô  la  defecciôn  é  hizo  resonar  su  ronca  voz  de 
protesta,  mostrando  cîvicaraente  su  airado  porte,  ante  los 
pocos  firmes  que  no  esquivaron  el  pecho  a  los  dardos  delfra- 
caso.  Y  crujieron  los  cerrojos  de  las  prisiones;  y  el  empellôn 
Boezy  cobarde  de  la  fuerza  bruta,  arrojô  a  los  patriotas  â 
pocilgaB  inmundas;  de  allî  el  joven  Arce,  caîdo  entre  las  ga- 


132  FRANCISCO    GAVIDIA 

rras  del  Léon,  se  levanta  altivo,  no  trepi(3a  an  te  las  araeca- 
zas;  j  cuando  la  vileza  desciende  hasta  el  halaf^o  y  le  brinda 
la  libertad  a  trueque  de  una  delaciôn,  ruje  en  él  la  tempestad 
de  lae  indignaciones;  y  rechaza  airadamente  aquella  infaraia 
que  subleva  toda  la  nobleza  de  su  aima.  jEl  que  ansiaba  la 
libertad  para  su  patria.  pierde  la  suja  propia!  El  deapotis- 
mo  sstrecba  sus  rigores,  tiemblan  les  demâs  conjurados  te- 
miendo  una  flaqueza  de  aquella  aima  en  tortura,  pero  si  du- 
ros  sou  los  hierros  que  maceran  las  carnes  del  patriota,  aun 
mâs  dura  es  la  ûrmeza  de  su  ânimo  entero,  que  no  se  abate 
lii  un  instante. 

Sus  adietos  ballan  raedio  de  entenderse  con  el  priaionero; 
y  aquella  inhuraana  raazmorra  se  convierte  en  el  centro  de 
la  conspiraeiôn.  {Biografia  de  Don  Manuel  José  Arce.  Arce 
y  Rubio.  ) 


FAMILIA  Y  EDUCACIÔN  DEL  PRÔCER  DELGADO 

SEGÛN   V'ALLADARES 

Las  familias  de  los  Delgados,  los  Arces,  los  Laras,  los 
Aguiiares,  los  Aranzameudis  y  los  Fagoaojas,  poseedoras 
eran  de  bienes  cuantiosos  en  tierras  y  comereios  durante  la 
Colonia.  Bienquistas  por  sus  apacibies  costumbres  y  senti- 
mientos  benêficos;  rodeadas  de  los  respetos  que  les  ministra- 
ban,  va  la  descendencia  de  ofidales^reales,  deîalealdes  mayo- 
res  o  de  sujetos  de  distiuciôn  venidos  de  Espana,  ya  sus 
vînculos  de  pareutesco  con  familias  pudientes  o  sus  relacio- 
nes  con  personajes  de  la  Corte:  con  todos  los  prestigios 
de  los  puestos  de  honor  que  las  leyes  de  Indias  permitîan 
a  los  criollos  y  con  todas  las  comodidades  de  su  posiciÔQ 
pecufiiaria,  macho  arriesgaban  y  nada  ganarfan  en  su  Per- 
sonal utilidad  al  rebelarse  contra  el  fuerte  poderîo  espanol; 
de  suerte  que  t<ue  labores  y  deseos  preseutan  los  rasgos 
de  la  major  abnegacii5n,  y  hacen  aparecer  sus  nombres 
con  la  fûlgida  auréola  del  verdadero  y  mâs  desinteresado 
patriotismo. 

Sus  antécédentes  deranestran  su  alteza  de  miras;  su  ac- 
titud  el  amor  a  la  libertad.  No  ibau  en  camiuo  de  medros 
personales;  marchaban  en  pos  del  idéal  sonado  de  la  patria. 

Sus  relaciones  de  parenteeco  y  el  carâcter  sacerdotal  de 
muchos  de  ellos  revelan  la  lealtad  que  se  guar-larian  y  la 
rectitud  de  su3  propôsitos:  no  formarîan  concilia bulo  por 
intereses  raesquinos;  laborarîan  por  honrosas  y  altas  em- 
presas. 


HISTORIA  MODERNA    DE    EL    SALVADOR  133 

Las  dos  figuras  mâs  saliontes  de  entre  el  e:rupo  de  prôce- 
Tes  del  ano  de  1811  son  el  doctor  don  José  Matîas  Delgado 
j  don  Manuel  José  Arce.  Este  représenta  la  audacia  de  la 
aceion,  la  fogosa  inquietud  juvenil  y  el  brazo  fuerte  dd  mo- 
vimiento  libertador:  aquél  la  serena  vision  de  los  resultados, 
la  experiencia  madura  del  câlculo  y  la  sabidurîa  del  con- 
sejo;  y  si  en  ambos  aparece  la  concepciôu  del  plan  y  el  anhelo 
acorde  por  la  iudependencia,  en  cambio  del  tesôn  persévéran- 
te de  que  Arce  diô  prueba  continua,  Delgado  Hport6  la 
cooperaciôn  mas  decisiva  en  esta  suerte  de  empret»as:  la  po- 
pularidad 

(.De  dônde  proceiîa  el  aplauso  y  unanime  aceptaciôn  con 
que  contaba?  De  sus  altos  merecimientos,  prendas  perso- 
nales  y  elevada  posiciôn. 

El  24  de  febrero  de  1767  viuo  al  raundo  en  la  ciudad  de 
San  Salvador  el  hijo  del  caballero  Pedro  Delgado.  oriundo 
de  Panama,  y  de  la  distiuguida  eenora  dona  Maria  Ana  de 
Leôn  natural  de  aquella  ciudad  del  antiguo  Reino  de  Guate- 
mala. Recibiô  la  primera  instrucciôn  en  el  hogar  paterno  en 
donde  contemplo  ejemplos  de  austeridad  y  recato;  y  cuando 
su  despierta  inteligencia  requerfa  campo  mâsdilatado  que  el 
de  las  escuelas  provincianas  pasô  a  la  capital  del  Reino  y 
obtuvo  pronta  admisiôn  en  el  Colegio  Seminario  con  beca 
fundada  por  el  gran  Arzobispo  don  Cayetano  Francosy 
Monroy,  apovo  de  la  juventud  y  âurea  columna  de  le  Iglesia 
de  Guatemala. 

Seguidos  con  notable  provecho  los  estudios  filosôficos 
y  de  hnmanidades,  cinô  a  su  frente  el  primer  lauro  académico 
en  edad  temprana  optando  al  grado  en  Filosoffa  con  toda 
lucidez;  y  proHijajuiendo  ampiios  estudios  de  derecho,  alcanzô 
la  borîa  doctoral  in  utroquejuris  y  puesto  promineute  en  el 
claustro  univprsitario,  eu  donde  a  pesar  de  sus  pocos  anos, 
deserapenô  la  Câtedra  de  Teologîa  Moral.  Pudo  lucir  en  la 
sociedad  y  el  foro,  merced  a  su  claro  talento,  porte  distin- 
guido  y  conocimientos  profundos;  pero  una  vocaciôn  firme 
como  todos  sus  actos  y  arraigada  como  todas  sus  conviccio- 
nés,  le  hizo  abrnzar  con  vîvido  ardorla  carrera  eclesiâstica. 

No  fué  su  sacerdocio  el  rutinario  y  usual  en  las  familias 
coloniales  quesiempre  trataban  de  contar  en  su  seno  algûn 
miembro  de  cogulla;  siuo  el  apostolado  nacido  de  las  mâs 
ardientes  aspiraciones  del  aima,  radicado  en  lo  hondo  del 
corazôn  probado  y  aquilatado  en  la  adolescencia  y  contem- 
plado  como  punto  terminal  de  la  vida  terrena. 

Su  ministerio  fué  digno  de  la  alta  misiôu  espiritual  a  que 
se  dedicô  estrictamente  ceiiido  a  los  solemnes  votos  expresa- 
dos  al  pie  del  altar.   Eu  Guatemala  figurô  entre  lo  selecto 


134  GAVIDIA  FRANCISCO 

del  clero  y  en  San  Salvador,  carato  que  obtuvo  por  oposi- 
cîÔD.  alcanzô  lineamientos  ycontornos  de  verdadero  patriar 
ca.  va  en  la  parroqnia  de  su  ciudad  nativa,  va  en  el  carfço  de 
Vicario  provincial.  Constante  modelo  de  virtudes  sacerdo- 
tales faé  su  vida  v  e-pejo  nunca  empanado  de  pureza.  Este 
es  rasgo  distintivo  del  eminente  prôcer  americano. 

Su  virtuosa  m  lire,  dechaio  de  honestidad,  sentîase 
anonadada  ante  el  iwov  divino  que  coacediô  a  su  hijo  dilec— 
to  un  aima  diâfana  y  pura  como  el  cristal;  el  Rector  del  Se- 
minario  don  Bueuaventura  de  Roiasalababi  calurosamente 
la  conducta  priva  la  del  escolar;  los  Arzobispos  Francos  y 
Monroy  y  Villezas  la  apreeiaron  y  honraron  por  sus  virtudes; 
los  historiadores  patrios  reconocen  su  conducta  moral  a 
toda  prueba  (1);  las  autoridaies  admiraron  los  hâbitosirre- 
prensibles  de  este  hombre  sin^ular  (2).  y  en  las  Cortes  espa- 
iîolas  reson6  su  nombre  como  el  delec'esiâstico  adornado  de 
mâs  sôlidas  virtudes.  (8) 

Desprendido  de  bienes  terrenaîes,  prôdio^o  de  los  suyos 
propios  en  favor  de  los  pobres;  amable  con  los  humildes  y 
digno  con  los  poderosos:  benéfico  en  gradosumo  y  servicial 
en  todos  sentidos:  dedicado  con  fervor  a  sus  mini/terios  pa- 
rroquiales.  bondadoso  eu  su  trato,  elocuentey  vivo  en  la 
palabra  arrebatadora;  simpâtico  en  la  fisfura,  de  porte  ele. 
gante  y  tîsonomîa  dulce.— Delgado  fuê  fâcilment-^  el  îdolo  de 
su  pueblo  y  obtuvo  lamas  incontestable  popularidad.  Asî 
fué  como.  al  estallar  la  revoluciôn  inmortal  del  5  de  noviem- 
bre  de  1811.  las  muchedumbres  le  siguieron  sin  vacilaciôu  r 
todos  abrazaron.  como  buena,  la  causa  patrociuada  y  mo- 
vida  por  tan  eminente  personaje. 

Haliâbaserodeado  el  prôcer  de  sus  primos  hermanos  lus- 
tres Atruilares,  don  Nicolas,  don  Manuel  y  don  Vicente, 
y  don  Bernardo  de  Arce  y  Leôu;  de  sus  hermanos  don 
Miguel  y  don  Juan,  de  sus  sobrinos  don  Manuel  José  de  Ar- 
ce, don  Mariano  y  don  Domingo  Antonio  de  Lara  y  don 
Juan  Arrnzaraendi,  y  de  amigos  como  don  Juan  Manuel  Ro- 
drîguez.  Pablo  Castillo  y  Carlos  Faiardo:  tenîa  conexiones- 
con  los  demâs  curas  de  las  provincias  y  las  personas  de  ea- 
posiciôn  en  ias  poblaciones  de  mayor  importanda,  y  conta- 
ba  con  sus  prestigios  y  popularidad.  y  sobre  todo  con  la  ra- 
z6n  y  la  justicia  que  abonaban  la  alta  empresa. 

Las  principales  poblaciones  del  Reino  fueron  invitadas^ 
para   secundar  la  Revoluciôn;  pero  sin  aguardar  a   q-i^    la» 

(1)  Manuel  Montûfar.  "Memorias  de  Jalapa;"   Marure  pagf.  12^^ 
Tomo  I;  Lorenzo  Montdfar,  "Resena  Hist6rica;"  pag-.  16  Toao  II. 

(2)  Peinado;  Comunicaciôn  a  las  Cortes. 

(3)  LarrazlbaJ:  Sesi6nde  20  de  Marzo  de  1813. 


HISTORIA    MODERNA    DE  EL    SALVADOR  1  35 

-extensaB  ramificaciones  se  coDeolidaran  y  tuvieran  or^ani- 
zaciôn  formai,  los  patriotes  lanzaron  el  grito  de  insurrecciôn, 
asaltaron  la  Sala  de  Armap,  apoderâronse  incontinenti  de 
très  mil  fusiles,  llegadoe  poco  antes  a  los  depôsitos,  ocnpa- 
î-on  los  fondos  de  las  eajas  realep;  depusieron  al  Intendente 
■de  la  proviiicia  dou  Antonio  Gutiérrez  de  Ulloa  y  cambiaron 
a  la  raayor  parte  de  los  empleados  espanoles.  El  entusiasmo 
era  inmeneo,  grande  la  actividad  y  firme  el  tesôn  de  los  sal- 
vadorenos:  la  voz  de  libertad  ree^onô  eu  Zacatecoluea  bajo 
la  hâbil  direcciôn  y  acendrado  patriotismo  del  Cura  don 
Mariano  de  Lara  y  Aguilar,  y  encontr(5  eco  dp  simpatîa  en 
Metapân,  Usulutân  y  Chalatenango,  que  se  alzaron  contra 
las  autoridades,  secundando  el  eacudimiento  de  San  Salva- 
dor. Pero  los  ricos  partidoe  de  San  Miguel,  Santa  Ana  y  San 
Vicente,  no  eôlo  se  adhirieron  a  la  revoluciôn,  sino  que  se 
pusieron  en  armas  para  corabatirla  y  verificaron  actos  os- 
tensibles de  suinisiôn  a  Espana  y  de  obedieneia  al  capitân 
o^eneral.  (1) 

Este,  el  tremendo  Brigadier  Bustamante,  al  tener  noti. 
cias  de  la  conmocion  popular,  qniso  ahogarla  en  eangre;  pe- 
ro la  intervenciôn  del  Ayuntamiento  de  Guatemala  impidiô 
actos  de  crueldad  y  enderezô  la  paeificaciôn  por  caminos  de 
templada  energfa  y  prudencia.  El  Coronel  Dr.  don  José  de 
Aycinena,  llegô  a  San  Salvador  el  3  de  diciembre,  investido 
-de  pleuos  poderes  del  Capitân  gênerai  cou  el  carâcter  de  In- 
tendente y  Jefe  militar  de  la  provincia.  El  Dr.  don  José 
Maria  Peinado  le  acompanô  por  comisiôn  del  Ayuntamiento 
de  Guatemala,  y  Fr.  Mariano  Vidaurre  y  varios  misioneros 
llegaron  a  predicar  contra  la  revoluciôn,  enviados  por  el  Ar- 
zobispo  don  Fr.  Ramôn  Casaus,  cuyo  îervor  espaûolista  era 
notorio  desde  en  Mexico.  /"El  Doctor  José  .^atias  Delgado  y 
su  tiempo.     TallacJaresJ 


FAMILIA  Y  EDUCACION  DE  LARA 

Don  Domingo  Antonio  de  Lara,  progenitor  de  nuestro 
biografiado  y  nacido  en  17-10,  pas6  a  educarse  a  Guatemala 
en  el  Colegio  de  San  Borja,  centro  de  ensefïanza  el  mâs  lu- 
minoso  de  la  época  colonial;  cursô  matemâticas  y  filosofîa 
con  los  maestros  mâs  distiuguidos  de  la  Companîa  de  Jésus 
y  apreudiô  la  Leugua  del  Lacio  con  el  egregio   Padre  Landî- 


(1)  Gacota  de  Guatemala.  Nos.  251  a  255. 


136  FRANCISCO    GAVIDIA 

var,  el  mâs  grande  poeta  de  la  moderna  latiuidad.  Su  her- 
inano  D.  Manuel  José,  uueve  anos  menor  y  educado  tambiéo 
en  la  capital  del  Reino,  estudiô  teologîa  y  abrazô  la  carrera 
ecleaiâetica,  llegando  a  ser  cura  por  el  Real  patronato  del 
partido  de  Olocuilta  y  Notario  del  Santo  Ofido.  Don  Do- 
mingo regresô  a  eu  provincia,  en  donde  tuvo  cargos  de 
bonor,  como  regidor  del  Ayuntamiento  y  Alfêrez  real,  y  iuê 
alcalde  en  loe  anos  de  1781  y  86.  CasôenSan  Salvador  con 
la  Senora  Dona  Ana  de  Aguilar,  hermana  de  los  Padres  don 
Nicolas,  don  Manuel  y  don  Vicente,  optîraates  de  la  Inde- 
pendencia,  y  tuvo  en  eu  matrimonio,  entre  otrosbijos,  a  don 
Domingo  Antonio  y  a  don  Mariano.  Estos  fueron  a  Gua- 
temala acompanados  de  su  tîo  paterno  el  Padre  Don  Ma- 
nuel  José,  y  comenzaron  los  cursos  de  filosofîa  y  letras:  D, 
Mariano  terminô  sus  estudios  teolôgicos  y  alcauzô  el  pres- 
biteriado,  volviô  a  su  provincia  y  obtuvo  el  curato  de  Santa 
Lucîa  Zacatecoluca,  en  donde  le  tomô  el  movimiento  revo- 
lucionario  del  ano  de  1811,  en  el  cual,  asî  como  en  el  de 
1814,  se  hallaba  comprometido  seriameute. 

Don  Domingo  Antonio  de  Lara  y  Aguilar,  venido  al 
mundo  en  30  de  agosto  de  1783,  en  la  ciudad  de  San  Salva- 
dor, comeneô  en  1798  sus  estudios  de  filosoffa  en  la  Univer- 
sidad  de  Guatemala:  mostrô  apasionada  inclinaciôu  por  el 
aprendizaje  de  humauidades  y  sobresaiio  de  manera  notable 
en  las  mate.Tiâticas,  al  punto  de  reputârsele  profundo  en 
ellas  y  merecer  elogios  expresivos  de  parte  de  su  maestro  el 
sabio  Deân  Garcîa  Redondo  y  del  Rector  don  Manuel  Anto- 
nio Bouzas.  Atenciones  de  familia  le  obligaron  a  trasladar- 
se  a  San  Salvador  y  a  dejar  inopinadameute  las  aulae:  tras- 
tornâronse  los  estudios  comenzados  con  tanta  brillantez;  la 
carrera  que  prometîa  coronar  con  éxito  lucido  quedô  iucon- 
clusa;  la  atenciôn  a  sus  obrajes  de  anil,  los  trabajos  del  cam- 
po  y  los  négocies,  sucedieron  al  afân  del  universitario.  Pero 
en  medio  de  los  quehaceres  agrîcolas,  y  de  las  faenas  diarias 
de  la  vida,  tuvo  tiempo  sobrado  para  eeguir  cultivando  su 
inteligencia  en  el  estudio  y  para  espaciar  su  aima  y  avivar 
eu  imaginaciôn  luminosa  en  las  eteruas  fuentes  con  que  la 
inexhausta  bellexa  alegra  al  mundo:  la  poe^iîa  y  el  amor. 

Lara  fué  cultivador  îeliz  del  arte  y  eentidor  profundo 
de  la  hermoea  armonîa  que  préside  en  el  univereo:  concibiô 
la  idea  como  un  filôeofo;  eintiô  la  emociôn  con  la  teruura  de 
un  enamorado  y  expresô  sus  anhelos  y  dolores  con  la  dulzu 
ra  del  mâs  exquisito  versificador.  Fueron  eiempre  eelebra- 
das  la  facilidad  de  su  improvisaciôn,  la  fluidez  de  sus  rimas 
y  la  correcciôn  de  su  estilo;  y  si  por  lo  regular  pulsô  la  cuer- 
da  melîflua  del  sentimiento  amoroso  y  de  la  plâcida  contem* 


HISTORIA    MODERNA  DE  EL    SALVADOR  137 

placiôn  de  la  naturaleza,  en  alguna  ocaeiôn  enardeci6  tam— 
bien  los  eepîritue  con  las  voces  inquiétantes  de  la  musa  he 
roiea. 

Lara  amô  y  fuê  amado,  y  eus  versos  diren  su  pasiôn  y 
cantan  su  ternura:  la  cuerda  erôtica  sonô  al  compas  de  los 
afectos  de  eu  aima  y  expresô  los  anhélitos  amorosos  de  un 
joven  corazôn  que  palpita  con  el  fuego  ardiente  que  cual  so- 
plo  divino  enciende  el  orbe.  Fijadas  para  eiempre  las  ten- 
dencias  de  su  afecto,  contrajo  enlace  el  4  de  mayo  de  1811 
con  BU  prima  dona  Manuela  Autonia  de  Arce  y  Fagoaga, 
hermana  del  egregio  patricio  donManuel  Jonè.  (El  Prôcer 
Don  Domingo  Antonio  de  Lara.    Dr.  Fenees  Redish.) 

* 

ENSAYO   DE  AVIACIÔN 

También  en  sus  dîas  probô  que  el  mal  suceso  le  aca- 
rreaba  crîticas  acerbas  basta  el  sarcasmo:  si  boy  viviera,  su 
nombre  eetarîa  a  la  par  de  los  de  Beauraont  y  Védrines. 
Sin  contar  con  loa  elementos  que  en  un  siglo  de  maravilloso 
adelanto  ofrece  boy  la  mecânica.  Lara  eusay^  mâs  de  cien 
anos  ha  la  conquista  del  aire.  Convencido  de  la  posibilidad 
de  surcar  el  viento,  el  aprovecbado  materaâtico  —  joven  y 
animoso— construyô  un  aparato  que  expérimenté  varias  ve- 
ces.  Fué  la  primera  en  San  Jacinto;  pero  la  falta  de  emi- 
nencia  que  se  alzara  verticalraente  y  que  eirviera  de  punto 
dearranque,  le  hizo  preferir  las  torres  de  la  iglesia,  Desde 
la  altura  del  templo  se  lanzô  confiado  y  animoso,  y  descen- 
diô  poco  a  poco  en  el  largo  trayecto  de  la  plaza.  Fué  en- 
tonces  objeto  de  admiraciôn  y  aplauso.  Y  cuando  la  vez 
tercera,  ante  la  atônita  y  anhelante  muchedumbre  ensayô  el 
vuelo  desde  el  alto  campanario,  y  una  râfaga  de  viento  hizo 
vacilar  el  frâgil  aparato  que  vino  sûbitameote  a  tierra,  la 
admiraciôn  tornôse  en  crîlica  amarga  con  ribetes  de  ironîa 
y  puntas  de  malignidad.  La  grave  fractura  de  un  brazo  y 
las  sûplicas  de  su  farailia  pusieron  término  a  taies  pruebas, 
tenidas  antano  como  risible  insensatez  y  apreciadas  hoy  co- 
mo  bien  encaminado  eefuerzo  precursor  de  la  navegaciôn  aé 
rea.  Por  mucbo  tiempo  la  sonrisa  asomaba  a  los  labios  sal- 
vadorenos  y  la  tradiciôn  referîa  con  maliciosos  comeutarios 
eî  propôsito  del  joven  Lara;  y  cuando  se  vi6  a  este  sacrificar 
su  bienestar  y  exponer  la  vida  en  las  conspiraciones  de  no- 
viembre  y  de  enero,  se  confirmô  el  concepto  de  eus  ensnyos 
peligrosos  como  laexpresiôn  indadable  de  loea  temeridad. 
(Ibid.) 

17 


138  FRANCISCO    GAVIDIA 

SECRETO   DE  CONFESIÔfST 

Ya  se  habîa  retirado  hasta  la  ûltiraa  vieja  tisigosa  des- 
pués  de  la  misa  cantada  por  el  pârroco  de  San  Vicente  don 
Manuel  Antonio  Molina  y  Canas,  el  doraingo  15  de  eep- 
tiembre  del  ano  del  Senor  de  mil  ochocientos  once.  El  célé- 
brante hallâbaee  en  el  refectorio  haciendo  parco  desayuno 
y  el  sacristàn  apagaba  las  velae,  volvîa  la  mirada  porlos  rin- 
cones  del  templo  y  cerraba  el  pesado  portôn,  tornando  des- 
puéa  hacia  la  sacristîa  y  dejaudo  en  la  nave  desierta  el  olor 
pénétrante  de  los  cirios  apagados  y  el  eco  de  sus  pisadas 
lentas  y  perezosas. 

En  ese  momento  apeâbase  frente  a  la  puerta  conventual 
gallardo  caballero  de  regular  estatura,  distinguidos  moda« 
les,  alta  freute,  ojos  zarcos,  pelo  berraejizo,  y  encendido  co 
lor.  Atravezô  el  patio  y  saliô  a  recibirlo  el  cura  con  risueno 
rostro  y  voz  afable.  Calado  hasta  los  huesos  llegaba  el  des- 
conocido;  que  no  lo  serîatanto  del  cura  cuando  instantes 
después  departîan  acerca  de  algo  muy  iuteresante,  a  juzgar 
por  los  ademanes  y  gestos. 

—  Difîcil, teraerario ...   ;  eso  no,  imposible,  imposi- 

ble  —  murmuraba  el  pârroco  cou  crecietite  eraociôn.  —  y  re 
trocedîa  en  actitud  de  et^panto,  como  si  fuese  el  demonio 
quien  lo  tentara  a  arrojarse  a  siraa  tenebrosa. 

—  Pero.  hombre  de  Dios,  si  esto  ha  llegado  a  su  colmo, 
y  hay  necesidad  de  una  resoluciôn  pronta. 

Prematuro,  prematuro  todo:  eso  no  lo  veremos  ya  nos- 
otros:  contra  taies  fuerzas  no  es  posible  luchar. 

—  Pero  es  posible  raorir!  —  exclamô  el  huêsped  con  trâ 
gico  aceuto. 

—  Morir...,  morir...!— murmurô  el  cléiigo  —  y  entonces 
^para  que  luchar? 

—  Para  que  vivan  otros  felices  en  la  tierra;  para  que  vi- 
van  en  la  eternidad  y  en  la  historia  los  que  ahora  caigan 
por  la  redenciôn  de  la  patria. 

—  Las  cosas  con  tiento  y  madurez.   Domingo   Antonio. 

Habrîa  que  esperar  la  oportunidad Que  no  haya  tan- 

ta  vigilancia  en  el  gobierno.  Qiie  otros  se  lancen  antes  a 
provar  suerte,  para  tantear  el  éxito.  Pero  Uds.,  i,por  que 
han  de  ser  Uds.  los  primeros  en  arrojarse  a  lo  desconocido? 

—  Nosotros,  si,  nosotros;  pero  ^por  que  hablas  asî?  iY 
tus  corapromisos  dônde  estân?  ^Has  olvidado  acaso  tus 
palabras? 

—  Con  locos  no  es  posible,  Yo  calculaba  cosamuy  di- 
versa;  pero  el  plan  que  me  présentas  es  inseusato.  En  tî  se 
rîa  disculpable,  en  Manuel  José  o  en  Manuel   Rodrfguez,  por 


HISTOKTA  MODERNA    DE   EL    SALVADOR  139 

que  son  rauchachos  y  lajuventud  es  arrebatada  y  no  médi- 
ta; psro  en  Matîas,  es  increîble,  en  Nicolas  es  inaudito,  e» 
abeurdo.  No,  no;  asî  no  estaréjamâs  con  Uds.,  sino  con- 
tra Uds. 

—  ^Esa  es  tu  resoluciôn? 

—  Irrévocable!  Vas  errado  por  ese  camino,  Domino^o 
Antonio:  estân  ofnscados:  la  atmôsfera  polîtica  esta  turbia 
y  nebulosa  como  ese  cielo:  mira,  apenas  luce  el  sol,  y  ojalâ  no 
sean  estas  las  ûltimas  veces  que  lo  veas:  por  tal  senda  vas 
derecho  a  la  muerte. 

—  El  ofa*»cado  ères  tu,  que  no  quieres  admirar  la  luz  de 
la  libertad;  pero  dîa  vendra  en  que  este  mismo  sol  te  parez- 
ca  radioso  vivificadory  en  que  aspires  el  ambiente  a  pul— 
mones  llenos  porque  el  ^ozo  inunda  los  corazones  y  se  tenga 
a  honra  ser  ciudadano  de  un  pueblo  libre;  dîa  vendra  en  que 
los  apâticos  rairen  su  indiferencia  como  un  crimen  y  sientan 
el  rubor  de  no  haber  sabido  ser  valientes. 

— Vieras  que  estarîas  bueno  para  predicador;  lantima 
que  tu  luna  de  miel  te  impida  llegar  al  pûlpito;  que  si  no, 
harîas  baen  orador,  porque  lo  que  es  verba  y  fantasîa  de 
poeta  no  te  faltan.  Pero  mejor  predicador  fuera  yo  eonti^o 
y  lo  soy,  y  te  exhorto  a  que  désistas  de  taies  intentes  locos 
y  que  te  arrepientas  de  ellos,  que  son  crîmenee  contra  la  sa- 
cra persona  del  rey  y  que 

— Basta;  quizâs  teno:as  razôn  y  vaya  por  caminos  de 
ruina  para  mi  aima  .. .  jy  morir  en  pecado  . . .!  Quieres  oîr- 
me  en  confesiôn  y  absolver  mis  cnlpab? 

Tamanos  ojos  abriô  el  pârroco,  pintândose  en  ellos  la 
admiraciôn;  pero  tomado  con  suavidad  del  brazo.  eentôse 
en  amplio  sillon  de  la  sacristia,  y  a  su  lado  arrodillôse  el  su- 
bito pénitente.    Y  coraenz6  a  confesor: 

— Actisome,  padre,  de  todo  lo  que  habéis  oîdo  anterior- 
mente;  de  eonspirar  contra  Espana;  de  estar  resuelto  a  liber- 
tar  a  la  patria  o  morir  por  ella:  acûsome  dehaberos  referido 
tantos  detalles  y  pormenores,  en  la  esperanza  de  haceros 
nuestro  colaborador  en  tan  alta  empresa;  y,  pues  ya  me  ha- 
béis oîdo  en  confesi6n,  bajo  el  sigilo  del  sacramento  guarda 
réis  cuantoos  he  dicho,  en  tanto  que  el  secreto  sea  necesario 
para  la  eeguridad  y  tranquilidad  de  quienes  padieren  peli- 
^ar. 

El  padre  comprendi^  la  ingeuiosa  y  sutil  raanera  de 
comprometerle  a  callar  discretamente;  sonriôse,  alz6se  del 
asiento,  al  punto  que  lo  verificaba  el  pénitente  socarrôn,  y 
ambos  se  eonfundieron  en  apretado  abrazo. 

Moraentos  después  don  Domingo  Antonio  de  Lara  y 
Aguilar  ealîa  por  el  camino  del  Sur,  rumbo  a  Zacatecoluca. 


140  FRANCISCO    GAVIDIA 

Brillaba  alto  el  sol  en  su  carrera:  ambos  dirigieroii  la 
vista  a  él.  y  Lara  exclama: 

—  Manuel:  va  ves  que  tras  loa  nublados  viene  la  luz,  mâs 
pura  y  jocunda.  Este  sol  alumbrarâ  algûn  dîa  la  libertad 
de  la  patria,  que  no  vivirâ  por  siglos  en  cadenas. 


Efeetuada  la  revoluciôn  del  naartes  5  de  novipoibre  de 
1811  en  San  Salvador,  el  procer  don  Domingo  Autonio  de 
L«ira  cayô  coa  sui^  companeros  en  poder  de  las  autoridades 
espanolas  y  8ufri6  estrecha  prisiôn  y  largos  padecirnientos 
por  sus  anhelo3  de  independencia;  y  el  cura  don  Manuel  An- 
tonio Molina  y  Catïas  por  su  adhésion  a  la  raonarquia  alcan- 
z6  distinciones,  una  canonjîa  honoraria  y  la  Cruz  de  Isabel 
la  Catôlica,  que  para  él  recabô  el  Capitâu  General  Busta- 
mante. 


El  sâbado  15  de  septiembre  de  1821  hailâbase  el  Canô- 
nigo  Molina,  coioo  miembro  de  la  Diputaciôn  Provincial,  en 
el  palacio  de  los  Capitanes  Générales. 

Los  padres  de  la  patria  habîan  dado  su  voto  por  la  pro- 
claraaciôn  inmediata  de  independencia;  algunos  empleados 
espanoles  y  unes  cuantos  criollos  oponfanse  a  la  opinion  gê- 
nerai, y  el  pueblo  mauifestaba  su  alborozo  y  férvido  entu 
eiasnio  en  pro  de  la  emancipaciôn. 

El  Canônigo  Molina,  firraô  resuelta  y  decididamente  la 
declaraciôn  de  independencia. 

Al  salir  del  salon,  sus  ojos  dirigiéronse  instintivamente 
a  los  cielos  y  viô  refulgir  el  sol:  en  su  mente  surgiô  vivo  y 
plasmante  el  recuerdo  de  aquel  15  de  septiembre  pasado  diez 
anos  atrâs  eu  su  curato  de  San  Ticente  de  Austria,  y  se  al- 
zaron  en  su  espîritu  la  imagen  de  Lara  y  su  voz  profética, 
vaticinadorn  ent.oncesde  dîas  de  jûbilo  y  felicidad  para  la 
patria.  Dirigiôse  al  Padre  Delgado.  y  con  trémula  voz  y 
hûmedos  ojos  le  refiriô  la  entrevista  de  aquella  raanana  lin- 
viosa  de  septiembre  en  que  Lara  con  ardid  ingenioso  le  com- 
prometiô  al  secreto  de  hechos  tenidos  entonces  por  crimina- 
les  y  apreciadoH  después  como  gloriosas  proezas 

El  Padre  Molina  guardô  el  secreto  de  confe.-<i6n  raientraa 
fuê  necesario:  el  dîa  15  de  Septiembre  de  1821  lo  repetîa  an- 
te  grupo  numeroso  de  personajes  en  los  corredores  del  pa- 
lacio. El  sol  de  la  libertad  lucîa  radioso  y  vivificndor,  y  to- 
dos  respiraban  a  pianos  pulmonesel  ambiente  grato  porque 
el  gozo  transportaba  los  corazones  y  era  ya  una  honra  ser 
ciudaéano  de  un  pueblo  libre.     {Ibid  ) 


HI3T0BIA   MODERNA   DE  EL   SALVADOR  141 

SOBRE  LA  GCERRA  DE  1780.    (Véaee  pag.  92  lin.  16.) 

El  cronista  Juarros  se  refiere  a  la  gfuerra  de  1780 
y  alsaîvadoreno  Don  José  Rossi  en  los  términos  siguieo- 
tes: 

Mantûvose  desierta  la  isla  de  Roatân  desde  el  ano  650, 
hasta  el  de  742,  por  el  mes  de  Junio,  que  la  poblnron  los  iu- 
ojleses,  fortificândola  eon  materiales  que  sacaron  de  la  arrui- 
nada  ciudad  de  Trujillo.  Estuvieron  en  posesiôn  de  ella,  has- 
ta elano  de  1780,  eu  que  pasando  personalraeuteel  Présiden- 
te de  Guatemala,  los  desalojô.  Volvieron  a  apoderaree  de  es- 
ta isla,  el  ano  de  1796  y  dejaron  2000  negros  que  la  guarda- 
^en.  Luego  que  se  tuvo  noticia  en  esta. capital  de  la  referida 
invasion,  se  previno  por  la  Capitanîa  gênerai  de  este  Reino, 
al  Gobernador  Intendente  de  Comayagua,  que  en  la  primera 
ocasiôn  que  se  presentase,  remitiese  a  Roatân,  en  calidad  de 
«niisario,  a  don  José  Rossi  y  Rubî,  para  que  averiguando  la 
calidad  y  circunstancias  de  aquellos  negros,  eon  su  informe 
se  tomasen  las  medidas  mâs  adaptables  para  su  reconquis 
ta.  Pre>tentada  ocasiôn  oportuna.  se  embarcô  en  Trujillo 
Don  José  Rossi,  el  17  de  Mayo  de  1797,  eon  doce  oficiales, 
en  lafalûa  grande  del  puerto,  armada  eon  cuatro  pedreros, 
dos  espingardas  y  doce  mosquetes:  dada  la  vêla,  arribô  al 
puerto  de  Roatân  el  dîa  siguiente.  En  la  playa  deestaisla 
86  dejaron  ver  como  200  persouas  ordenadas  en  fila,  eon 
fusiles  y  bayonetas,  en  ademàn  de  esperar:  visto  esto  por 
Rossi,  saltô  solo  en  tierra  y  acercândose  al  cabo  de  aquellos 
negros,  le  dijo  una  arenga,  eu  que  le  proponia  alguuas  capi- 
tulaciones,  que  aceptaron  eon  transporte,  gritando:  Viva  el 
Rey  fie  Espaha.  Después  hizo  desembarear  rtu  gente,  enar- 
bolô  el  pabellôn  Rspanol  y  tomô  posesiôn  de  la  isla  eon  las 
<;eremouins  acostumbradas.  Esta  poblaciôn,  que  esta  en  la 
-Costa  del  Norte  de  la  isla,  se  hailaba  ocupada  por  los  negros 
republicanos:  los  caribes  habitaban  la  parte  del  Sur.  Pasô 
Rossi  eon  su  gente  al  pueblo  de  estos  segundos,  y  apoderân- 
dose  eon  gran  celeridad  de  la  bateria  que  allî  tenîan,  les  hizo 
la  misma  propuesta  que  a  los  primeros,  la  que  aceptaron  es- 
tos eon  igual  alegrîa;  y  prometiendo  todos  a  Rossi  guardar 
^us  6rdenes.  di6  las  convenientes  para  regresarse  al  puerto. 
El  dîa  19  a  las  cinco  de  la  raanana  zarp6  la  falûa  eon  su  gen- 
!te  de  vuelta  de  Trujillo,  en  cuya  rada  fondeô  el  21. 


142  FKANCISCO     GAVIDIA 

MALLOL.(Véaee  pag.    88,  Hneas  6  y  7) 

Un  caso  parecido  al  de  Santi'n  del  Castillo  es  el 
de  don  Narciso  Mallol,  Alcalde  de  Te^ucigalpa» 
De  la  obra  sobre  Mallol  escrita  porel  Dr.  Rômulo  E. 
DurÔD,  tomamos  el  relato: 

Mallol  falleci6  el  6  de  marzo,  (1819)  a  lae  diez  y  mé- 
dia de  la  manana. 

No  obstante  que  hizo  raucho  por  el  servicio  del  Rey  y 
por  el  bien  de  la  Provincia,  no  se  respetô  su  cadâver.  El 
Regidor  19  y  Alcalde  en  depôsito  le  puso  guardia  de  ocho  o 
diez  soldados. 

^Por  que?  Esto  preguntaba  la  viuda  del  Alcalde  Mayor, 
(juieu  se  quejô  de  este  procedimiento  a  la  Audiencia.  La 
Audiencia  pidiô  informe,  y  se  le  contesté  que  el  Regidor  pro- 
bablemente  se  coniiujo  asî  por  asegurar  los  caudales  de  Ha- 
cienda  Pûblica  que  estaban  a  cargo  del  Alcalde  Mayor  y 
por  evitar  que  los  fladores  de  este  se  hiciesen  cargo  del  se- 
guro  de  ellos,  Pudieron  depo.sitarse  los  bienes  para  quitar 
la  guardia,  pero  siendo  necesario  algûn  tiempo  para  el  in- 
ventario,  la  guardia  era  de  necesidad  entre  tanto.  Pero  na 
se  conocîa  la  verdadera  causa. 

Anadîa  el  informe  que,  en  poder  de  Mallol,  se  hallaban 
cien  pesos  que  diô  don  Manuel  Antonio  Vâsquez  para  el 
puente.  *  El  Ayiintamiento  habîa  acordado  que  se  le  recla- 
raaran  a  Mallol.  Ente  contesté  que  el  donativo  estaba  desti- 
nado  al  pasamano.  Comenzado  este,  se  le  reclamô  una  vez 
mâs,  por  no  haber  fondos,  y  no  di6  respuesta.  Se  le  reiterô 
que  los  entregara  por  medio  de  su  esposa,  puesto  que  estaba 
enfermo,  y  no  hizo  laentrega.  En  cambio,  el  mismo  dia  pa- 
gô  a  un  coraerciante  de  Tegucigalpa  cuatrocientos  pesos.  La 
esposa  (le  Mallol  pasô  un  oficio  insultante  al  Alcalde  1?,  y 
este  amenazô  con  embargar  el  sueldc  si  no  pagaba  dentro 
de  tercero  dîa.  Como  no  hizo  el  pago,  le  embargo  cincuenta 
pesos  que  se  le  pagaban  a  Mallol  de  lo  que  cobraba  a  lo» 
raineros  por  cada  marco,  por  habercobrado  ya  lo  de  Propios, 
y  .se  creîa  que  s6lo  cobrarîan  estos  cincuenta  pesos,  pues  los 
bienes  del  difunto  eran  insuficientes  para  cubrir  otros  cré 
ditos  de  mayor  cuantîa. 

Mallol  habîa  raanifestado  al  Ayuntamiento  el  11  de  ene- 
ro,  como  se  ha  visto  ya,  que  el  donativo  de  cien  pesos  heeho 
por  don  Manuel  Antonio  Vâsquez  era  para  que  los  iuvirtiese 
en  la  obra  del  puente  como  le  parecieee,  sin  que  nadie  hubie- 

(*)    El  gran  puente  que  une  a  Tegucigalpa  y  Comayagaela. 


KISTOKIA   MODERNA   DE   EL  SALVADOR  143 

ra  de  tomarie  cuenta,  y  que  se  le  debîa  el  valor  de  varios 
Buplementos  hechoe  en  la  obra,  teuiendo  el  resto  de  aquellos 
cien  pesos  a  la  orden  de  la  Corporaciôn  para  cuando  ee  em- 
pezasen  las  barandillas. 

El  informe  dado  a  la  Audiencia  ealla  estas  circunstancias 
,v  no  inspira,  por  lo  mismo,  confianza  suficiente  para  jozgar 
de  su  exactitud.  En  todo  caso,  Mallol,  no  obstante  sa  dis- 
posiciôn  a  hacer  la  entrega  del  resto  del  dinero,  no  la  hizo, 
bien  puede  esto  explicaree  ya  sea  en  el  sentido  de  que  espera- 
ba  mejorar  de  salud  para  hacer  él  en  persona,  con  la  raayor 
economîa,  la  inversion  en  el  pasamano,  bajo  su  vigilancia, 
oon  el  objeto  de  ser  él  y  no  otro  quien  coneluyera  la  obra  en 
cuya  eonstrucciôn  tuvo  mâs  que  ninguno  el  rnayor  empeno, 
yasea  porque  esperaba  que  se  formase  la  liquidaciôn  respec- 
tiva  Dor  los  suplementos  que  hizo  para  devolverel  resto. 

Y  si  se  temîa  que  los  bienes  de  la  mortual  no  alcanzaran 
para  el  reembolso  la  guardia  que  se  puso  al  cadâver  no  cam- 
biaba  de  circunstaneias  y  solo  eonstituîa  un  ultraje,  pues 
para  la  seguridad  de  los  valores  habîa  procedimientos  legîti- 
nios  V  eficaces. 


ARCE   EX  1811 


En  la  ciudad  de  San  Salvador,  cuna  de  tantos  esclare- 
cidos  varones,  naci6  el  dîa  primero  de  enero  de  1787  el  senor 
don  Manuel  José  Arce:  fueron  sus  padres  don  Bernardo 
José  y  dona  Antonia  Fagoaga  y  Ay:uilar,  pertenecientes  am- 
bos  a  antiguas  y  distinguidas  familias  sansalvadorenae. 

La  educaciôn  de  Arce,  en  sus  primeros  afios,  se  liniito 
a  las  escasas  nociones  que  eutonces  podîau  adquirirse  eu 
uua  capital  de  provincia;  y  por  ese  motivo  sus  padres  deter- 
rainaron  enviarlo  a  la  ciudad  de  Guatemala,  que  contaba  con 
eleraentos  superiores  a  los  de  las  otras  poblaciones  del  anti- 
guo  reiuo.  En  aquel  ceutro  de  cultura,  merced  a  su  consa- 
graciôn  al  eetudio  y  a  sus  altas  dotes  intelectuales,  adquiriô 
extensos  conocimientos  en  varios  ramos  del  saber  humano; 
y  ademâs  se  relacionô  con  los  principales  hombres  que  re- 
presentaban  el  eleniento  pensador,  entre  otros,  con  el  emi- 
nente  repûblico  doctor  don  Pedro  Molina,  a  quien  lo  uni6 
carinosa  y  estrecba  amistad. 

Era  Arce  hombre  de  claro  entendimiento,  y,  observando 
el  estado  social  de  las  colonias  centroamericanas,  llegô  a  con- 
vencerse  de  que  estas,  por  sus  multiples  riquezas  y  por  los 
numerosos  elemeutos  que  teuîau,  uecesitabau  separarse  de 


144  FSAKCISCO    GAVIDIA 

Espana  y  conquistar  SU  Boberanîa  e  independeueia,  auQ  a 
trueque  de  los  mayores  sacrificioe. 

Joven  y  aniraoso.  amante  de  su  paîs  y  Ueno  de  euergia^ 
reg:re86  a  San  Salvador.  Aqui  encoutrô  trabajando  por  la 
indepeudeacia,  con  fé  inquebrantable  y  actividad  nuuea  de- 
caîda,  al  Beneraêrito  Padre  de  la  Patria,  Presbîtero  doctor 
José  Matîas  Delgado,  y  en  uoiôa  de  este  y  de  otros  prôceres, 
organizaron  la  gloriosa  iusurrecciôn  que  estallô  eî  5  de  no- 
viembre  de  181 1. 

Entre  las  personas  mâs  importantes  de  la  iusurrecciôn 
fi^uraban  don  Bernardo  José  Arce,  padre  de  don  Manuel 
José;  y  primo  hermano  del  doctor  Delgado;  los  presbîteros 
don  Nicolas,  don  Manuel  y  don  Viceute  Aguilar  siendo  de 
notarse  que  todos  ellos  eran  parientes  muy  cercanos,  pues 
descendîan  de  don  Diego  de  Leôn,  espanol  que  vino  a  Cen- 
tro  America,  en  union  de  siete  hijas,  las  cuales  contrajeron 
matrimonio  con  espanoles  criollos  de  las  familias  Delgado, 
Arce,  Aguilar,  Molina  y  Àranzamendi.   [1] 

El  movimiento  revoîucionario  debîa  verificarse  en  toda 
la  Provincia;  pero  solamente  correspondieron  a  él  unas 
cuantas  poblacioues.  En  San  Salvador,  los  patriotas  depu- 
sieron  al  Intendente  don  Antonio  Gutiérrez  de  Uiloa  y  a  va- 
rios  empleados  espanoles;  y  desde  el  5  de  novierabre,  hasta 
principios  del  mes  de  diciembre  del  expresado  ano,  la  auto- 
ridad  estuvo  en  manos  de  Alcaldes  electos  por  el  pueblo, 

La  primera  iutentona  revolucionaria  no  produjo  la  pro- 
clamaciôu  definitiva  de  la  independeueia;  pero  Arce,  de 
acuerdo  con  Miguel  Dplgado,  Juan  Manuel  Rodrîguez,  los 
Aguilares  y  el  doctor  Céliff,  continué  activameute  sus  tra- 
bajos  de  conspiraciôn,  hasta  que  el  24  de  enero  de  1814  fra- 
,  casô  el  segundo  movimiento  revoîucionario. 

El  senor   Arce  fué  reducido  a  prisiôn  y   permaneci6  en 
ella  durante  varios  anos,  sufriendo  toda  clase  de  privacio 
nés,  sin  que  por  un  momento  se  doblegara  su  carâcter,   ni 
perdiera  su  proverbial  altivez 

Las  autoridadea  espanolas  le  ofrecieron  la  libertad  con 
la  condiciôn  de  que  revelara  los  nombres  <ie  sus  companero» 
de  conspiraciôn;  pero  rechazô  indignado  esa  propaesta  y 
continué  encarcelado,  con  grave  quebranto  de  su  salud  y 
notable  perjnicio  de  sus  intereses,  (El  General  Don  Manuel 
/osé  Arce.     Victor  Jerez.) 

(1)  Debemos  estos  datos  a  la  bondadosa  atencion  del  estimable  ca- 
ballero  don  Pedro  Arce  y  Rubio,  decendientes  de  aquellos  ilustres 
salvadorenos. 


mSTORIA  MODERNA    DE  EL    SALVADOR  145 

D.  ALEJANDRO  R AMIREZ  (Véaee  pâg.  105,  lîneae  16  y  1 7) 

Don  Alejandro  Ram  irez!  y  quiéaeraeste  personaje 
queasomauniostanteparadesaparecerenestahistoria? 

He  aqui  los  datos  que  hemos  podido  recoger: 

«En  el  ano  de  1794  vino  a  Guatemala  don  Alejandro  Ra- 
mîrez,  uno  de  los  empleados  raâs  utiles  y  probos  que  nos 
mandô  Espana  durante  los  ûltimos  dîas  de  la  colonia.  lius- 
trado,  activo  y  laborioso,  prouto  se  atrajo  el  carino  de  los 
criollos,  casândose  con  una  senora  del  reino,  dona  Joseîa 
Fernândez  y  Eecobar. 

cDesempenô  el  cargo  de  Secretario  de  la  Capitanîa Gene- 
ral, y  el  mienùo  destino  en  el  Consulado  de  Comercio  y  la  So- 
ciedad  Econômica. 

cEn  1801  hizoun  viaje  a  Jamaicay  a  suregreso  trajo  en 
canastillas  muy  bien  cuidadas,  plantas  de  canela,  pimienta, 
alcanfor,  mango,  ârbol  de  pan,  y  varias  elases  de  carias  de 
otahiti,  por  manera  que  Guatemala  le  es  deudora  de  la  in- 
troducciôn  de  esos  ârboles,  des?onocido8  segûn  parece  hasta 
entonces  en  Centro- America. 

«Teniendo  veinte  anos,  dice  un  autor  que  se  firma  I.  B.  en 
El  Amigo  de  la.  Patr'm,  se  encargô  de  la  redacciôn  de  la  Ga.- 
cetH-Ao,  desempenô  como  es  notorio;  y  los  papeles  que  en 
ella  se  insertaron  son  una  prueba  constante  de  su  mérito 
literario. 

«El  senor  Ramîrez  que  habîa  sido  promovido  a  las  in- 
tendencias  de  Puerto  Rico  y  de  la  Habana,  muriô  en  esta 
ûltima  ciudad,  cuando  ya  en  Madrid  se  pensaba  nombrarlo 
Ministro  en  sustituciôn  del  senor  Barata.»  ( Historia  Inte- 
lectual.  R.  A.  SalazarJ 

Bancroft  dice:  "Bustamante  en  su  Cuadro  Histôrico 
(II,  270)  afirma  que  toda  la  naciôn  sehabrîa  precipitado  en 
la  rebeliôn  sino  hubiese  sido  por  el  consejo  del  hébil  Secreta- 
rio del  Gobierno,  Alejandro  Ramîrez."     (Works,  VIII,  13.) 


PALABRAS  DE  ARCE 

Cuando   se   présenté   Arce   como  Présidente  de 
Centro-América  ante  la  Asamblea  iSlacional,    definiô 
la  polîtica  de  los  Prôceres  en  el  curso  de  la  Revoluciôn 
18 


146  FRANCISCO    GAVIDIA 

(1811-1823).  Quizâs  por  primera  vez  saliô  en  pûblico 
de  sus  labios  este  secreto  que  explica  toda  la  estrate- 
gia  de  los  sucesos.  Pero  no  es  cierto  que  no  se  derra* 
mô  sangre:  los  combates  de  1822  y  1823  son  el  tribu- 
to  de  saogre  que  la  patria  Centro  Americana  pagô  a 
los  enemigos  de  la  Libertad  y  la  Repûblica. 

He  aquî  sus  palabras: 

«iFelices  los  patriotas  que  en  dîae  distantes  i  peligjrosos 
padieron  querer  i  supieron  procurar  este  acto  augusto  eu  un 
PUEBLO  libre! 

cNada  serîa  mâs  propio  de  este  dîa  que  recordar  la  his- 
toria  de  nuestra  revoluciôn:  ella  presentarîa  los  sacrificios 
de  patriotas,  que  excentos  de  ambiciôn  i  abundantes  de  pru- 
dencia,  adquirieron  la  independencia  preparando  la  opinion» 
sin  otro  compromiso  que  el  de  sua  personas  i  el  de  sus  habe* 
res.  Conocieron  desde  sus  primeros  pasos  que  el  pueblo  cen- 
tro-americano  no  debîa  de  sufrir  las  catâstrofes  de  Colom* 
bia  i  Mêjico:  rico  i  poderoso  en  su  esencia,  se  encontre  colo- 
cado  entre  dos  naciones  belijerantes  al  tiempo  que  la  Ame- 
rica se  sacudîa  porelevarse  desde  las  cadenas  hasta  el  solio; 
i  nuestra  revoluciôn  debiô  ser  conducida  por  las  eendas  delà 
cordura,  conciliando  nuestro  ser  polîtico  con  nuestra  conser- 
vaciôn  i  la  de  nuestros  elementos. 

«Esta  tâctica  puedecompararse  a  la  sabidurîa  de  un  je- 
neral  experto,  que  satisfecho  de  vencer  al  enemigo  manio- 
brando  con  las  alas,  no  empena  el  centro  para  evitar  ean- 
gre,  que  en  otras  circunstancias  deberîa  ser  empleada  en  pro- 
vecho  jeneral. 

«Mas  si  los  cortos  limites  de  un  discurso  no  consienten  la 
aarraciôn  de  los  hechos  de  catorce  anos,  permitidme  siquie- 
ra  que  al  ofreceros  mis  cumplimientos,  los  haga  también  a 
los  patriotas  que  en  otra  época  os  han  acompanado,  o  han 
sido  predecesores  vuestros.  Loor  eterno,  pues,  al  centroa- 
mericano  que  inflamado  de  amor  patrio,  aplicô  sus  manos  a 
la  construcciôn  de  nuestro  ediflcio:  loor  a  la  asamblea  cons- 
tituyente  que  supo  expresar  la  voluntad  gênerai:  loor  al  pri- 
mer  cougreso  constitucional  que  supo  sancionar  esta  volun- 
tad; i  loor  a  vosotros,  ciudadanos  représentantes,  que  o- 
brando  par  a  par  con  ella,  sabréis  conducir  al  pueblo,  por 
medio  de  las  leyes  que  emitâis,  al  bien  i  engrandecimiento  a 
que  desea  Ilegar.»  (^^Repertorio  AinericaDo'\  revistade  An- 
drés  Bello.    Londres,  1826.) 


mSTORIA    MODERNA    DE    EL  SALVADOR  147 

INTERVENCIÔN  DE  LOS  AMIGOS  DE  DELGADO 

El  Ayuntamiento  de  la,   Capital  del  Reino  de  Guatemala  y 
los  acontecimientos  de  5  de  noviemhre  de  1811. 

Cabildo  extraordinario  del  sâbado  por  la  tarde  diez  y  sei* 
de  noviembre  de  mil  novecientoe  once  N?  99. 

Senores  Alcaldee:  Moreno,  Pavôn,  Regidores:  Peinado,. 
Palomo,  Urruela,  Beltranena,  Marticorena,  Aycinena,  Ta- 
boada,  Lara,  Arrivillaga,  Pacheco.— .SfûJ/eo;  Asturiae. 

1»  Se  viô  y  aprobô  la  anterior  acta. 

2°  El  senor  Alcalde  l?  diô  cuenta  de  haber  convocado  a 
este  Cabildo,  con  el  objeto  de  hacer  présente:  que  esta  mana- 
na  le  ha  llamado  el  excelentîeimo  senor  Présidente,  y  le  ha 
manifestado:  que  habiendo  meditado  sobre  la  propuesta  que 
en  el  Ordiuario  de  ayer,  (a  que  S.  E.  concurriô,  y  de  euyo  a- 
euerdo  y  confereneia  privada,  se  encargô  sentase  la  acta  co- 
rrespondiente,  al  senor  Regidor  Decano),  le  hizo  el  raismo  se- 
nor a  nombre  del  Cuerpo,  de  enviar  a  la  ciudad  de  San  Sal- 
vador una  diputaeiôn  por  esta  capital,  con  el  fin  de  calmar 
los  movimientos  populares,  ocurridosen  aquella,  empleando 
al  efecto  todoslos  medios  que  la  prudencia  dicte,  y  parezcan 
con veniente»,  etc.  No  solo  hallaba  S.  E.  este  pensamiento  muy 
oportuno,  sino  que  desde  luego  encargaba,  como  encargô  al 
Sr.  Alcalde,  convocaee  un  extraordinario  para  tratar  de  rea- 
lizarlo,  manifestando  sus  deseos  de  que  el  nombraraiento  de 
Diputado  recayese  en  el  senor  Regidor  perpétue  y  Decano 
don  José  Maria  Peinado,  y  en  el  senor  Regidor  Coronel,  Dr. 
don  José  de  Aycinena,  a  qiiien  por  otra  parte  ha  conferida 
S.  E.  el  Gobierno  de  aquella  Provincia  en  todo  eus  concep- 
tos,  y  con  delegaciôn  de  las  facultades  que  por  todo  residen 
también  en  la  persona  de  S.  E.  Enterado  este  Ilustre  Cuer- 
po de  todo,  y  previa  la  confereneia  correspondiente,  eligid 
por  unanimidad  de  sufragios  a  los  senores  Regidores  cita- 
dos,  confiriéndoles  las  mâs  amplias  facultades  para  que  en 
nombre  de  esta  M.  N.  y  L.  Ciudad.  puedan  mediar  en  las  dife- 
rencias  y  movimientos  de  la  de  San  Salvador,  intereaarse 
con  los  Cuerpos  o  particul ares  que  juzguen  conveniente,  ofre- 
cer  a  aquel  Cabildo  los  servicios  y  mediaciôn  de  este  y  todo» 
sus  individuos,  en  cuanto  sea  justo,  posible,  y  conforme  al 
objeto  de  su  comisiôn,  y  para  que  empleen  todos  los  arbi. 
trios  necesarios  a  fin  de  restablecer  en  dicha  ciudad  y  eu 
Provincia  la  tranquilidad,  y  el  orden.  Los  senores  Diputa. 
dos  aceptando  con  sumo  gusto  este  importante  encargo, 
reiteraron  la  oferta  de  sus  personas,  de  sus  haciendas,  y  aun 


148  FRANCISCO   GAVIDIA 

de  eus  vidas  en  obsequio  de  el  Gobierno  de  la  patria.  Inme- 
diatamente  considerado  por  los  demâs  senores  que  esta  comi. 
BÎôn  debe  necesariamente  causar  grandes  piastos  a  los  seno- 
res encarg:ado8  de  ella,  que  no  es  justo  gravarlos  con  aque- 
llos,  y  que  los  fondes  pûblicos  nunea  se  pueden  invertir  me- 
jor  que  en  estas  ocnsiones;  propusieron  (por  mociôn  que  hi- 
zo  el  senor  Palorao)  que  se  franqueasen  a  diehos  senores  las 
cantidades  necesarias.  sacândose  de  propios:  Pero  los  seno- 
res Diputados  se  opusieron  a  ello  con  la  mayor  gf  nerosidad, 
jiidiendo  no  se  tratase  semejante  artîculo.  Por  toJo  lo  cual, 
este  M.  N.  Ayuntaraiento  les  ha  dado  las  mâs  expresivas 
gracias,  ofreciéndoles  su  eterna  gratitud  a  tan  grandes  ser- 
vicios;  y  acordô:  Que  se  les  paae  oficio  a  los  mismos  senores 
con  inserciôn  de  este  acuerdo:  Que  se  ponga  también  sobre 
su  contenido  el  correspondiente  a  la  ciudad  de  San  Salvador; 
y  que  se  haga  lo  raismo  con  los  otros  Cabildos  de  aquella 
'Provincia  si  fuese  necesario. 

3<?  El  senor  Regidor  Aycir.ena  dio  parte  en  seguida  de  su 
nombramiento  de  Intendente  Corregidor  y  Coraandante  Ge- 
neral de  Armas  de  la  Provincia  de  San  Salvador,  oîreciendo 
este  nuevo  empleo  al  Cabildo,  que  le  repitiô  las  gracias  cele- 
brando  una  eleccion  tan  acertada.  Con  esto  se  disolviô  el 
Congreso  de  que  certifieo. 

Taboada,  Marticorena,  Arrivillaga. 


LOS  AMERICANOS  DE  SAN  SALVADOR 

ComuDicRciôn  del  Ayuntamiento  de  Guatemala  al  Diputado 
a  Cortes  (*)  sobre  los  acontecimientos  de  1811  en  San 
ISalvador. 

En  el  correo  ordinario  de  las  Provincias  iiiternas  que 
llegô  el  diez  del  présente  recibieron  varies  vecinos  de  esta  ca- 
pital un  papel  sedicioso  firmado:  "Los  americanos  de  San 
Salvador";  en  el  que  dicen  que  por  habersesabido  en  aquella 
ciudad  la  prisi6u  del  Presbîtero  don  Manuel  Aguilar  y  el  em- 
pîazamiento  de  su  hennano  don  Nicolas,  como  de  los  curas 
de  aquel  lugar,  habîan  conocido  que  las  vejaciones  no  se  aca- 
baban,  que  era  menester  sacudir  el  yugo  europeo,  deponer 
las  autoridades,  abolir  los  respetados  derechos  y  hacer  césar 
los  estancos:  queellos  lo  redujeron  a  efecto  en  los  dîas  5  y 
6  de  este  mismo  mes,  deponieudo  al  senor  Inten-iente  y  eri. 
giéndose  en  Juuta,  lo  que  veriôcaron  sin  que  mediase  sangre 


(*)     Loera  si  Candnigo  Antonio  Larrâzabal. 


HISTORIA  MODERNA  DE   EL  SALVADOR  149 

ni  disgusto  y  terminan  haci^ndo  un  formai  convite  a  estoe 
moradorest'para  que  se  condeiien  a  tau  horroroso  iutento. 
Este  papel  que  parecîa  parto  de  algûn  infatuado,  lo  preeen- 
taron  al  instante  al  Excelentîsimo  senor  Présidente  los  suje- 
tos  a  quienes  vino;  pero  desgracia damente  cuando  no  se  le 
querîa  dar  crédito,  supo  este  Ayuntamiento  con  sumo  pesar 
que  lo  mâs  era  efectivo,  que  por  medio  dealgunas  conmocio- 
nés  populares  acaecidas  en  los  dîas  referidos.  deepojaron  del 
empleo  al  senor  Intendente,  nombraron  nuevos  Rt-gidores, 
erigieron  Junta;  pero  este  Cabildo  al  ver  prendido  el  fuego 
de  la  insurrecciôn  on  el  centro  de  las  Provincias,  al  ver  a  sus 
hermanos  apartarse  de  la  dicbosa  union  que  hasta  ahora  se 
ha  gozado,  se  llenô  de  luto  y  de  amargura,  y  ocuparon  su 
consideraciôn  los  maies  que  son  consecuentes  a  taies  proce- 
dimientos:  desde  luego  pensô  que  podrîa  cortarse  el  cancer 
por  medios  suaves  y  diputô  dos  de  sus  individuos:  para  que 
pasasen  a  tratar  con  el  Excelentîsimo  senor  Présidente  que 
las  medidas  que  se  tomasen  con  los  hijos  de  San  Salvador 
fuesen  todas  de  conciliaciôn  y  de  paz.  Los  diputados  en- 
contraron  en  su  examen  las  mejores  disposiciones  en  térmi- 
nos  de  pareceries  que  estaban  satisîechos  los  deseos  del  A- 
yuntamiento. 

En  el  proximo  Cabildo  pasô  su  Exa.  a  tratar  con  el  A- 
yuntamiento  sobre  los  acaecimientos  de  San  Salvador,  y  de 
las  providencias  que  habîa  tomado,  todas  dirigidas  a  esta- 
blecer  la  concordia en  aquellos  habitantes:  una  entre  otras  ha 
sido  la  de  nombrar  al  senor  Regidor  Coronel  de  milicias  don 
José  de  Aycinena,  Intendente  de  aquella  Provincia  para  que 
bajo  todos  los  conceptos  y  cou  la  inveatidura  de  la  omnîmo- 
da  de  S.  E.  vaya  a  mandarla. 

Deseoso  este  Cuerpo  de  contribuîr  por  todos  los  medios 
posibles  a  la  tranquilidad  de  la  ciudad  de  San  Salvador 
acordô  nombrar  una  diputaciôn  corapuesta  del  eenor  Regi- 
dor decano  don  José  Maria  Peinado  y  el  senor  Regidor  Ay- 
cinena norabrado  Intendente,  sujetos  en  quienes  resplandecen 
las  virtudps  conciliadoras,  para  que  en  nombre  del  Ayunta- 
miento y  Uevando  todas  las  credenciales  necesarias  a  su  co- 
misiôu.  se  trasladen  a  la  referida  ciudad  a  tratar  con  su 
Cabildo,  PP.  Curas  y  demâs  vecinos,  de  una  formai  recon- 
ciliaeiôn,  de  apartar  toda  idea  que  los  dirija  a  separarse  de 
las  légitimas  autoridades,  de  reducira  los  que  tengan  princi- 
pios  sediciosos.  de  manifestarles  los  grandes  maies  a  que  nos 
precipitan  lasdivisiones  y  partidos,  y  a  reclamarles  la  union 
y  confraternidad  con  que  recîprocamente  se  tienen  compro- 
metidos  estos  Cabildos  y  cou  las  que  todo  el  Reino  se  ha  lleva- 
do  al  lucro  de  la  pazinterioryfidelidad  asusoberano,  valién- 


150  FRANCISCO    GAVIDIA 

dose  para  todo  de  los  arbitrios  suaves  que  les  dicte  la  pru- 
deocia. 

Los  SS.  Caps,  diputados  admitieron  gustosos  eu  comi- 
siôn  y  renovaron  la  protesta  que  en  <;uerpo  y  particularmen- 
te  tieuen  hecha  de  procurar  por  la  quietud  del  Reino  aunque 
sea  con  el  precio  à(^  su  sangre  y  disponiendo  su  marcha  en 
pocas  horas  la  veriticaron  el  dîa  diez  y  nueve  prôximo  pasa- 
do. 

Todo  lo  cual  ha  parecido  a  este  Ayuntamiento  ponerla 
en  noticia  de  V.  S.  para  que  si  llegue  a  esa  Corte  la  de  los 
acaecimientos  de  San  Salvador  pueda  hacer  de  ella  el  uso 
mâs  conveniente,  pues  acaso  la  comunicarân  algunos  adul- 
terada  o  aumentando  los  hechos. 

Dios,  etc.  en  23  de  noviembre  de  1811. 

Al  senor  Diputado  en  Cortes. 


CAPÏTULO   III 

IMPORTANCIA  DEL  PRIMER  GRITO  DE  InDEPENDENCIA 

1811  no  se  le  debe  considerar  alslado.     Hay   dos 
clases  de  sucesos  en   la  época   de  la    Independencia. 
Los  que  fueron  propios  de  los  monarquistas  y  los  que 
fueron   propios   de  los  republicanos.     Los  de  los  mo 
narquistas  fueron  la  adhésion  a  Iturbide,   su    procla- 
maciôn  de  Emperador,  los  cabildos   abiertos  para  ad- 
herirse  al  impario  de  Agustîn  l  y  la  guerra  traîda  dos 
veces  a  El  Salvador.     Los  de  los   republicanos  fueron 
1811,  1814,  la  proclamaciôn  de   la   Independencia   en 
cabildo  abireto  el  14  de  septiembre   de   1821   en    San 
Salvador  (un  dia  antes  de  la  clâsica  del  15  de  septiem- 
bre de  1821,  hechas  por  los  dos  partidos   aquî   y    en 
Guatemala;)  el  carâcter  impresoa  entrambas  en  senti 
do  de  autonomîa  absoluta;  la  adhésion  a  esta  segun 
da  acta  en  San  Salvador,  en  la  que,    en    Guatemala 
por  un  momento,  estuvieron  de  acuerdo  los   dos  par 
tidos;  la  deposiciôn  de  los  erapleados    monarquistas 
que  se  siguiô,  cuando  el  doctor  Delgado  se  hizo  cargo 


152  FRANCISCO    GAVIDIA 

de  la  jefatura  de  la  Juata  Provincial;  eî  descoaoci- 
miento  del  imperio;  la  separaciôn  de  aquella  pequena 
Repûblica,  que  tenfa  por  jefe  al  Presidente-Obispo,  y 
que  sostuvo  dos  anos  la  guerra  contra  el  vasto  im- 
perio que  la  envolvia;  que  por  fia  hallô  eco  en  muchas 
ciudades;  en  los  pronunciamientos  de  Bravo,  de  Echâ- 
verri,  de  Santa  Ana  y,  en  fin,  en  uno  de  los  Grandes 
del  Imperio,  el  mismo  gênerai  Filisola,  que  habîa  ve- 
nido  a  combatirla,  y  que,  lleno  de  admiracicn  por  los 
que  le  habian  resistido  heroicamente,  uno  contra  dos, 
eu  un  sitio  de  dos  meses,  firmô  la  convocatoria  a  una 
constituyente  de  la  Repûblica  de  Centro-América, 
ùnico  programa  que  habia  sostenido  en  el  campo  de 
batalla  la  repûblica  vencida.  Por  este  esfuerzo  la  Re- 
pûblica y  Centro-América,  existfan.  Cada  palabra 
de  este  pârrafo  se  puede  apoyar  en  una  documenta- 
ciôn  précisa. 

Ahora  bien,  la  historia  no  hace  saltos  ni  mâs  ni 
menos  que  la  naturaleza.  Cada  uno  de  esos  hechos, 
se  desprende  del  anterior:  sin  1811  no  despierta  el 
pais,  Delgado  no  es  llevado  a  Guatemala,  no  se  forma 
este  gran  partido  que  ya  en  1814  obligé  al  Capitân 
General  a  enviar  cincueota  soldados  porque  aquî  «ao 
habîa  uno  que  pudiese  servir  de  centinela»,  segûn  ex- 
presiôn  de  la  época;  y  no  habrfa  habido  el  movimien- 
to  de  1814.  Sin  1814  no  se  prépara  San  Salvador 
a  los  grandes  sacrificios,  ni  se  forma  el  gran  partido 
republicano,  en  medio  de  un  realismo  que  era  tradi 
cional,  espontâneo,  unanime,  compacto;  ni  hubiesen 
sido  depuestos  los  realistas  en  1821;  por  tanto  no  hu- 
biera  habido  aquella  Junta  de  Gobierno  que  prociamô 
la  Repûblica  y  combatiô  el  Imperio. 

Con  Iturbide  cayeron  muchas  coronas;  no  solo 
la  de  él;  las  de  los  principes  candidatos  europeos  que 
eran  muchos. 

Para  America  del  Sur  habi'a  las  candidaturas  de 
la  princesa  Carlota,  del  principe  de  Luca,  del  Inca  Tu- 
pac  Amaru,  y  de  un  principe  de  Orléans.     Para  Mé- 


mSTORIA   MODERNA  DE   EL  SALVADOR  153 

xico  y  la  America  Central,  ademâs  de  Iturbide  que 
gobernô  efectivamente  (a  nosotros  no  ibastante  em« 
perador  tuvimos  con  Carlos  V!  porque  cuando  los 
terribles  combates  del  7  de  febrero  de  1823,  haci'a  al- 
gunos  dîas  que  la  revoluciôo  habîa  estallado  en  dos  o 
très  puntos  de  Mexico)  habia  Fernando  VII  y  los 
principes  de  su  casa. 

iQuién  proclame  la  Repûblica  cuando  tenia  ene- 
migos  como  San  Martin  y  Pueyredôn  en  el  Sur  y 
cuando  a  Iturbide  lo  habian  reconocido  Echâvarri  y 
Bravo,  los  que  después  de  la  resistencia  de  San  Sal- 
vador derribaron  el  Imperio? 

La  pequena  Repûblica  que  estaba  formada  de 
diez  y  ocho  poblaciones  agrupadas  alrededor  de  San 
Salvador. 

Pues  bien  la  série  de  estos  sucesos:  1811,  1814, 
1821  y  1823,  con  la  gran  Constituyente,  tiene  por  pri- 
mer  eslabôn  inévitable  el  5  de  noï^ierabre  de  1811. 

Tal  es  el  valor  de  este  suceso,  cuando  la  historia 
no  es  escrita  por  indiferentes  o  por  enemigos  déclara- 
dos  0  encubiertos. 

Repercusiôn  del  5  de  Noviembre 

El  dia  viernes  20  de  Diciembre  los  comisarios 
Juan  Morales,  Atanasio  Reyes  e  Isidro  Cibriân  al 
frente  de  un  grupo  numeroso  de  hombres  armados, 
recorrieron  los  cantones  de  San  Lorenzo,  San  Matias, 
El  Volcan,  La  Bermuda  y  Santa  Marta,  y  atacaron  a 
Sensuntepeque,  tomaron  el  cuartel  y  depusieron  al 
Subdelegado,  destruyendo  los  estancos  de  aguardien- 
tes  y  tabacos.  Parte  de  Sensuntepeque  y  Guacotecti 
debia  secundarlos,  pero  no  lo  hicieron,  y  amenazados 
por  fuerzas  superiores  del  gobierno,  sedirigieron  a 
San  Salvador,  Capturados,  los  que  no  se  refugiaron  en 
los  montes,  los  très  patriotas  fueron  "condenados  a 
Omoa,"  y  doce  mâs  quedaron  presos  en  San  Vicente, 
19 


154  FRANCISCO     GAVIDIA 

Todos  puestos  en  la  picota  sufrieron  cincueata  azotes. 
Las  mujeres  que  aparecieron  complicadas  en  la  insu* 
rrecciôn  sufrieron  veinticinco  azotes,  y  dos  de  ellas 
Maria  Feliciana  de  los  Angeles  y  Manuela  Miranda, 
fueron  sentenciadas,  ademâs,  a  servir  al  Vicario  de 
San  Vicente  por  el  tiempo  de  su  condena. 


CAPITULO   IV 
1812 

Las  cosas  volvieron  aparentemente  a  su  curso 
ordinario. 

Los  énormes  gastos  de  la  guerra  con  Napoleôa 
pedîan  nuevcs  gravâmenes  sobre  los  antiguos,  y  a  des- 
pecho  del  mal  estado  gênerai  de  los  negocios,  San 
Salvador  remitiô  en  ese  tiempo  la  contribuciôn  de 
12,000  pesos,  que  debîa  repetir  el  ano  siguiente  de 
1,813,  obteniéndose  en  cambio  una  ley  que  favorecia 
a  los  hacendados  anileros  y  la  producciôn  del  anil. 

La  proporciôn  de  esta  cuota  justifica  la  idea  de 
la  riqueza  del  pais  y  sus  quejas  en  lo  econômico;  pues 
las  donaciones  de  ese  ano,  enviadas  por  laCapitanîa  a 
bordo  del  buque  "Venganza",  que  llegô  a  Cadiz  feliz- 
mente,  ascendfan  a  43,538  pesos,  correspondiendo  a 
los  salvadorenses  mâs  de  la  cuarta  parte.  Se  puede 
calcular  la  proporciôn  que  correspondia  a  esta  pro- 
vincia  en  el  millôn  y  medio  de  pesos  enviados  a  Espa- 
na  por  Centro-América    en  calidad  de   donaciones   y 


156  FRANCISCO    GAVIDIA 

otros  recursos,  y  confesados  por  la  Gacefa  de  Guate- 
mala (XIII,  N?  112;  XIV,  N?  191.) 

La  maldiciôn  de  Istepeque 

En  este  ano  ocurriôla  despoblaciôn  de  Istepeque, 
suceso  que  darâ  idea  de  ciertas  clases  sociales  y  de  sus 
preocupaciones  en  la  misma  época.  Cura  de  ese  pueblo 
y  de  Tepetitân  era  el  anti-independiente  y  entonces 
coQOcido  padre  Ignacio  Perdomo.  Era  el  tipo  del  récal- 
citrante. Perteneci'a  al  circulo  de  familias  de  San 
Vicente,  uno  de  cuyos  miembros  construyô  a  sus  ex- 
pensas  la  iglesia  del  Pilar,  otro  el  convento  de  San 
Francisco  de  la  misma  ciudad,  el  antiguo  marquezado 
de  Lorenzana.  De  estos  era  tambiéo  el  jefe  de  Esta- 
do  don  José  Maria  Cornejo,  que  hizotan  ruidosa  pro- 
testa contra  las  nuevas  ideas  en  la  guerra  que  abriô 
contra  la  Federaciôn  en  1832.  Perdomo  era  valiente. 
De  nino  se  montaba  en  los  canos  de  loza  que  servîan 
para  el  desagûe  en  las  bôvedas  de  la  parroquia,  altos 
de  quince  métros  sobre  el  empedrado  y,  se  burlaba 
hasta  que  su  madré  le  enviaba  a  bajarlo  a  los  esclaves 
de  su  casa.  Aprendiô  a  nadarenel  Acahuapa,  y  una 
vez  habiendo  ido  a  |hacer  una  confesiôn  a  "Plaza  de 
Piedra",  orillas  de  Lempa,  como  le  dijesen  que  el  rîo 
estaba  crecido  y  tenia  500  varas  de  anchura,  atravezô 
una  y  otra  vez  a  nado  la  corriente,  y  después  con  arte 
especial  se  detuvo  en  el  medio  y  por  gala  pusose  a  ra- 
zurarse  con  su  navaja. 

Es  popular  la  anécdota  que  pasô  con  el  Arzobis- 
po  Villegas,  conquien  se  hallôante  el  altar  de  una  igle- 
sia en  Guatemala,  y  luego  entablô  este  diâlogo: 

El   Arzobispo: — Perdomo,   que    hace  Ud.  alH? 

— Ya  lo  ve  Su  Senorîa;  me  paseo  estudiando  la 
lecciôn. 

— Y  no  ve  Ud.  lo  que  esta  enfrente. 

— Yo  no  veo  nada,  Su  Senori'a. 

— Pues  fi'jese  que  el  Divinisimo  esta  patente. 


mSïOHIA   MGDERNA   DE   EL  SALVADOR  157 

— Yo  creîa  que  la  custodia  estaba  vacîa,  ya 
■que  veo  a  Su  Senorîa  con  solideo. 

Se  refiere  que  atô  un  trapecio  a  las  aspas  de  una 
rueda  de  bâtir  anil,  en  un  obraje;  hizo  abrir  la  tauji'a 
y  puesta  la  rueda  en  movimiento  por  el  agua,  glrô  en 
^lla  por  espacio  de  un  cuarto  de  hora,  a  pesar  deunas 
vascas  que  le  pusieron  en  peligro  de  venirse  abijo. 

Llevaba  un  chirlo  enla  cara  de  résultas  de  un  corn* 
bâte  Personal  con  très  ladrones,  que  le  encontraron 
sin  el  hâbito  sacerdotal.  Pûsoles  en  huida  con  el  punal 
que  llevaba  por  costumbre  en  la  bota  derecha,  y  sa- 
liéndole  al  paso  de  nuevo,  como  ya  se  habîa  puesto  la 
capa  de  coleta,  los  ladrones  pasando  de  la  ferocidad  a 
la  vileza  le  pidieron  perdôn.  Perdomo  les  respondiô 
bravamente: 

— Sepan  que  aunque  soy  chancletudo,  se  batirme 
130  digo  con  très  sino  con  muchos  mâs. 

El  caso  de  Istepeque  fué  de  mâs  trascendencia, 
pues  sabiendo  Perdomo  que  los  habitantes  eran  bru- 
jos  y  hechiceros,  no  menos  preocupado  que  ellos,  pre- 
dicô  tal  sermon  en  la  Jglesia  del  mismo  pueblo  contra 
la  hechicerîa  que  acabô  por  lanzarleformalmente  «una 
maldiciôn».  Los  istepeques  empezaron  en  seguida  a 
despoblar,  huyendo  del  anatema  y  avecindândose  y  es- 
tabieciéndose  en  diversos  lugares.  El  côlera  acabô  con 
los  muy  pocos  habitantes,  que  restâban  y  tiempo  des- 
pués  se  exlinguiô  el  pueblo. 

Ahora  véase  lo  que  era  econômicamente  Istepe- 
que para  El  Salvador,  en  la  Historia  de  Juarros.  Era 
el  centro  de  la  producciôa  perfecta  por  tradicional, 
del  tabaco,  y  esto  explica  la  situaciôn  que  el  Gobierno 
espanol  diô  a  la  gran  factorîa  cuyas  ruinas  se  ven  en 
Tepetitân,  pueblo  de  sus  inmediaciones. 

MUERTE  DEL  Dr.  SiCILIA 

Por  el  mismo  tiempo  falleciô  el  Dr.  Sicilia.  Hubo 
€n  honor  de  su  antiguo  pârroco  en  la  provincia  de  San 


158  FRANCISCO     GAVIDIA 

Salvador,  solemnes  excequias,  y  el  padre  Vidaurre 
proouociô  en  la  parroquia  una  oraciôn  funèbre,  enton- 
ces  famosa  y  que  se  imprimiô  en  Guatemala.  Con  el 
ejemplo  del  Deân  se  comparaba  el  de  los  insurgentes 
y  se  condenaba  los  sucesos  del  movimiento  revolucio- 
nario  reciente. 

CURSO  DE  LOS  SUCESOS 

Mientras  tanto  hay  que  suponer  la  justa  ansiedad 
con  que  los  prôceres  vencidos  seguirian  los  sucesos 
similares  que  tenfan  conexiôn  con  la  polîtica. 

El  22  de  Diciembre,  cuarenta  y  siete  dîas  después 
de  haber  lanzado  el  primer  grito  de  Independencia 
San  Salvador,  Granada  pedia  la  deposiciôn  de  los- 
empleados.  El  1°  de  Enero  de  1812  habîa  ocurrido 
porigualmotivounasublevaciôn  en  Tegfucigalpa.  Ade- 
mâs  se  esperaban  noticias  de  la  insurrecciôn  de  Hi- 
dalgo- 

Espana  se  hallaba  en  el  aHo  del  hambre  (1811 
-1812):  todos  estos  sucesos  debîan  tener  repercuciÔQ 
en  la  polîtica  de  los  prôceres  segun  su  proceso  y  su 
resultado. 

Se  levantaron  fuerzas  en  Honduras  para  dominar 
a  Tegucigalpa.  Ocupada  esta  poblaciôn,  como  durase 
la  sublevaciôn  de  Granada,  las  mismas  fuerzas  se  diri- 
gieron  a  Nicaragua;  y  veintiocho  dîas  después, 
y  un  sitio  de  algunos  dîas,  sobre  promesas  que 
no  se  cumplieron,  los  cabildantes  de  Granada  firma- 
ron  una  capitulaciôn  que  les  garantizaba  la  vida  y 
propiedades.  Desaprobô  el  Capitân  la  capitulaciôn  y 
los  jefes  de  la  sublevaciôn  fueron  presos  a  Guatemala 
donde  se  abriô  un  proceso  que  durô  dos  anos. 

La  actitud  de  los  canônigos  de  San  MigueU 
San  Vicente  y  Santa  Ana,  diôa  entender  a  la  Cor- 
te  de  Espana  que  el  asunto  religioso  entraba  por  mu- 
cho  en  la  insurrecciôn  de  Nôviembre.  La  Regencia  or- 
denô  al    Capitân   General  que  levantase  el  expediente 


mSTORIA    MODERNA    DE  EL   SALVADOR  1 59 

de  erecciôn  de  la  mitra;  pero  Bustamante  que  en  el 
fondo  era  absolutista  y  que,  como  veremos  después,  se 
burlô  muchas  veces  de  la  Regencia,  de  las  Cortes  y  la 
Constituciôn,  diô  carpetazo,  como  suele  decirse,  a  la 
Real  Cédula,  es  decir  que  la  mantuvo  en  secreto  de 
tal  modo  que  en  1820,  el  Arzobispo  Casaus  confesô 
oficialmente  no  conocerla. 

Promùlgase  la  Constituciôn  de  1812 

El  16  de  septiembre  se  recibiô  en  San  Salvador 
la  Constituciôn. 

Esta  carta  tiene  conexiones  con  la  Historia  de 
El  Salvador,  no  solo  por  haber  llevado  el  voto  del  Di 
putado  del  pais — Don  José  Ignacio  Avila, — sino  por 
la  influencia  que  tuvo  en  ella,  como  redactor  de  la  de- 
claraciôn  de  derechos  del  hombre,  que  llevô  de  instruc- 
ciôn  el  Diputado  Antonio  Larrazâbal,  Présidente  que 
fué  de  las  Cortes  y  miembro  de  la  Comisiôn  redactora 
de  esa  Constituciôn, — el  grande  amigo  del  Padre 
Delgado  y  de  los  salvadorenos,— a  cuya  gestion  se  de- 
bîan  los  arreglos  que  evitaron  la  guerra  inûtil  entre 
las  otras  provincias  y  la  de  El  Salvador  en  el  mes  de 
Noviembre,  el  Dr.  José  Maria  Peinado   y    Pezonarte. 

Estas  Instrucciones,  segûn  el  Dr.  Alberto  Luna  (*) 
costentaban  todas  las  ideas  salvadoras,  proclamadas 
por  los  enciclopedistas  franceses.  De  ellas  circularon 
copias  a  todos  los  Ayuntamientos  del  reino  con  el  be- 
neplâcito  deBustamante,  y  son  fuentesdonde  bebieron 
hasta  embriagarse  las  mâgicas  ideas  de  libertad.» 

Bustamante  que  se  acomodô  con  el  gobierno  de 
las  Cortes  y  la  Regencia,  conociendo  las  ideas  absolu- 
listas  de  Fernando  VII,  vue^to  este  ya  al  trono  espa- 
nol,  de  su  prisiôn  de  ValenÇay,  después  de  firmado  el 
Tratado  dellde  Diciembre  de  1813,  —  denunciô  a  es 
te  rey  las  instrucciones  de  Peinado,  que  habîan  reso- 
nado  en  los  labios  de  Larrazâbal  como  un  texto  de  au- 

(*)  1811,  por  Alberto  Luna;  Revista  Prdceres,  pag.  184. 


160  FRANCISCO    GAVIDIA 

toridad,  en  las  Cortes,  como  germen  de  sediciôn,  en 
oficio  de  18  de  Septiembre  de  1814,  tan  luego  como  el 
Rey  diô  el  golpe  de  estado  de  4  de  Mayo  de  ese  ano 
derribando  la  Constituciôn  de  Câdiz  y  asumiendo  el 
poder  absoluto. 

El  rey  no  necesitaba  la  denuncia  de  Bustamante. 
Ya  antes  del  golpe  de  estado,  en  real  orden  de  31  de 
Marzo  habîa  destituido  al  Intendente  de  San  Salvador 
don  José  Maria  Peina  do  y  declarado  inhabiles  a  los 
demâs  que  firmaron  las  Instrucciones.  Los  primeros 
denunciantes  ante  el  Rey,  de  las  Instrucciones,  habîan 
sido  el  Conde  de  Torre  Muzquiz  y  el  Marqués  de  Ma- 
ta Florida,  y  a  consecuencia  de  esto  el  Diputado  La- 
rrâzabal,  después  del  golpe  de  estado  de  4  de  Mayo, 
habîa  sido  confinado  a  una  fortaleza.  Los  fundamen- 

tos  de  la  Real  Orden  decian, «convencida  Su  Ma- 

gestad  de  que  las  expresadas  instrucciones  en  que  se 
ven  copiadas  a  la  letra  muchas  proposiciones  de  la 
Asamblea  de  Francia,  han  encendido  en  esos  paîses  la 
tea  de  la  discordia  y  ocasionado  la  revoluciôn  de  aigu 
nas  provincias  (se  alude  a  San  Salvador  y  Granada) 
por  los  principios  sediciosos  que  contienen   » 

Todavîa  en  1816,  en  una  representaciôa  dirigida 
por  el  mismo  Capitân  General  al  Ministerio  de  Justi- 
cia,  haci'a  sobre  las  instrucciones  de  Peinado  estas  con- 
sideraciones  despôticas  que  hoy  suministran  datos 
para  la  historia  de  la  época. 

«Elias  solas  dan  materia  abundante  para  preparar 
la  indignaciôn  contra  su  autor  y  los  que  tlas  autoriza- 
ban.  (*)  Sus  mâxiraas  eran  la  fuente  en  que  bebi'an  es- 
te Ayuntaœiento  (de  Guatemala)  y  les  deraâs  del  reino. 
La  Diputaciôn  Provincial  que  tantas  amarguras  me 
costô,  estaba  asida  de  corazôn  a  sus  principios  détes- 
tables, y  mientras  que  la  voz  del  pueblo  en  sus  elec- 
ciones  tumultuarias  usaba  de  los  derechos  del  hom- 
bre  libre  que  les  habi'a  explicado  don  José  Maria  Pei- 


(*)    Uno  de  ellos,  el  mismo  Bustamante. 


mSTORIA   MODERNA    DE    EL  SALVADOR  161 

nado,  se  preparaba  el  fruto  en  la   conspiraciôn  descu- 
bierta  en  esta  capital  (conspiraciôn  de  Belén)    a    fines 
de  1813,  de  que  pudo  salvar  a  este  reine  la  Divina  Pro 
videncia,  y  la  vigilancia  y  tesôn  que  mehan  grangeada 
les  enemigos  que  tan  osadamente  descuellan    ahora>. 

Peinado  destituido,  se  quedô  a  residir  en  San  Sal- 
vador como  vecino  y  después  erapleado  de  considera- 
ciôn:  tanto  por  esto  como  porque  en  esa  época  no  ha- 
bfa  diferencias  de  nacionaiidad,  lo  que  a  él  se  refiere 
es  muy  de  la  Historia  de  El  Salvador. 

En  efecto,  los  cabildos  de  San  Vicente  y  Sonso- 
nate  se  adhirieron  oficialmente  a  los  principios  de  las 
instrucciones  que  habian  merecido  la  adopciôa  para 
su  diputado,  del  Cabildo  de  Ciudad  Real,  y  los  aplau- 
sos  de  Mexico,  Quezaltenango,  Granaday  Cartagena; 
y  la  adhésion  delà  ciudad  de  Veracruz.  Raimpresas 
en  Câdiz  y  enviadas  a  todas  las  provincias,  lo  fueron 
también  en  la  isla  de  Leôn,  para  distribuirlas  a  los  Di- 
putados  a  las  Cortes,  quienes  las  tuvieron  présentes 
en  las  discusiones,  ya  que  habian  hecho  papel  impor- 
tante en  la  redacciôn  del  Proyecto  de  Constituciôn  a 
cuya  comisiôn  perteneciô  el  Diputado  Larrazâbal. 

Justo  es,  pues,  que  veamos  al  Intendente  de  San 
Salvador  Dr.  Peinado  como  teôrico,  mientras  Uega  el 
momento  de  verlo  como  gobernante,  en  los  sucesos  de 
1814. 

He  aqui  la  parte  saliente  de  las  instrucciones  que 
tan  bien  supieron  resumir  las  ideas  de  espanoles  y 
americanos. 

«Para  evitar  que  el  despotismo  deshonre  en  tiem- 
po  alguno  a  la  magestad  y  oprima  a  los  pueblos,  que 
se  instituya  y  elija  Constituciôn  formai  en  que,  resta- 
bleciéndose  los  derechos  de  éàtos,  tenga  siempre  la 
naciôn  parte  activa  en  las  deliberaciones  y  raaterias 
de  estado,  en  la  formaciôn  de  las  leyes^  y  en  los  demâs 
asuntos  graves  del  gobierno;  y  que  en  esto  y  en  todo 
lo  demâs,  sin  la  menor  limltaciôn  sean  las  Américas. 
20 


162  GAVIDIA  FRANCISCO 

consideradas  y  tratadas  corao  partes  esenciales  de  la 
Monarquîa,  guardândole  sus  derechos  y  libertad  civil 
como  a  la  Penînsula.  sin  diferencia  alguoa,  y  con  to- 
da  la  extension  que  corresponde  conforme  les  compete 
por  derecho  natural  que  les  esta  justamente  recono- 
cido.> 

La  declaraciôn  de  los  derechos  del  ciudadano  ha 
merecido  altos  elcgios.     Héla  aquî: 

I.  El  objeto  de  la  sociedad  es  el  mejor  estar  de 
los  individuos  que  la  componen. 

II 

III.  El  gobierno  es  obra  del  hombre,  se  estableciô 
para  su  conservaciôn  y  tranquilidad.  La  conserva- 
ciôn  mira  a  la  existencia;  y  la  tranquilidad  al  goce  de 
sus  derechos  naturales  e  imprescriptibles. 

IV.  Estos  derechos  son  :  la  igualdad,  la  propie» 
dad,  la  seguridad  y  la  libertad, 

V.  La  igualdad  consiste  en  que  la  ley  debe  ser  la 
misma  para  todos;  ya  proteja,  ya  castigue,  no  puede 
ordenar  sino  lo  que  es  justo  y  util  a  la  sociedad;  ni 
prohibir  sino  lo  que  le  es  perjudicial. 

VI.  La  libertad  es  la  facultad  de  hacer  cada  uno 
todo  lo  que  no  dana  a  los  derechos  de  otro.  Tiene 
por  principio  la  naturaleza;  por  régla  la  justicia,  por 
garantfa  la  ley.  Su  limite  moral  se  comprende  en  es- 
ta mâxima:  «no  hagas  â  otro  lo  que  noquieras  que  te 
hagan». 

VIL  La  justicia  natural  se  viola  cuando  una  par- 
te de  la  naciôn  pretenda  privar  a  la  otra  del  uso  de 
sus  derechos  de  propiedad,  libertad  y  seguridad. 

VIII.  La  seguridad  consiste  en  la  protecciôn  con- 
cedida  por  la  sociedad  a  cada  uno  de  sus  miembros  y 
a  sus  propiedades. 

IX.  La  propiedad  personal  esta  bajo  la  protec- 
ciôn de  la  ley,  inviolable  al  ciudadano,  al  magistrado 
y  al  rey.  Solo  las  acciones  contrarias  a  la  ley  la  alla- 
nan. 

X.  Todo  procedimiento  del   magistrado  contra 


HISTORIA  MODERNA    DE    EL    SALVADOR  163 

un  ciudadano,  fuera  del  caso  de  la  ley  y  sin  ritualida- 
des  de  ella,  es  arbitrario  y  tirânico. 

XI.  La  legislatura  es  propiedad  de  la  naciôn;  no 
debe  confiarla  sino  a  una  asamblea  o  cuerpo  na- 
cional. 

XII.  La  ley  no  debe  establecer  sino  penas  utiles 
y  evidenteraente  necesarias.  Las  penas  deben  ser  pro- 
porcionadas  a  los  delitos   y  provechosas  a  la  sociedad. 

XIII.  El  derecho  de  propiedad  real  es  aquel  por 
el  que  pertenece  a  todo  ciudadano  el  goce  y  la  libre 
y  absoluta  disposiciôn  de  sus  bienes  y  rentas,  del  fru- 
to  de  sus  trabajos,  y  de  su  industria. 

XIV.  Todo  individuo  de   la  sociedad,  fuera  cual 
fuere  el  lugar  de  su  residencia   o  de  su  naturalfza,  de 
be  gozar  de  una  igualdad  perfecta  de  sus  derechos  na- 
turales,  bajo  la  garantîa  de  la  sociedad. 

XV.  La  garantfa  social  consiste  en  la  acciôn  de  to- 
dos,  para  asegurar  a  cada  uno  en  el  goce  y  conserva- 
ciôn  de  sus  derechos. 

XVI.  La  opresiôn  de  un  ciudadano  ofende  al 
cuerpo  social  y  la  sociedad  debe  reclam arlo.  Cua4- 
quier  individuo  de  la  sociedad  tiene  derecho  a  esta  re- 
clamaciôn,  porque  la  opresiôn  de  un  ciudadano,  aten- 
ta  a  la  seguridad  de  los  demâs. 

XVII.  La  garantîa  social  no  existe  si  los  limites 
di   lis!  fuaciones    pûblicas    no     estân    determinados 

por  la  ley  y  la  responsabilidad  de  todos  los  funciona- 
rios  no  esta  asegurada. 

XVIII.  No  puede  estabîecerse  contribuciôo  sin6 
por  utilidad  gênerai. 

XIX.  Todos  los  miembros  del  Estado  de  cual- 
quier  clase  o  sexo,  tienen  obligaciôn  de  contribuîr  pa- 
ra su  conservaciôn,  aumento  y  defensa.  Esta  obliga- 
ciôn tiene  por  principio  la  sociedad,  por  medio  la  nece- 
sidad  del  Estado;  y  por  régla  las  facultades  del  ciu- 
dadano. 

XX.  Ninguno  puede  ser  privado  de  la  menor 
porciÔQ  de  su  propiedad  sin  su  consentimiento. 


164  FRANCISCO    GAVIDIA 

XXI.  Todo  estanco  es  una  violaciôn  del  derecha 
'natural.  Debe,  pues,  declararse  abolido  para  siempre. 

Del  artîculo  69  al  93  se  establecia  y  estudiaba  la 
autonomîa  régional  por  medio  de  las  Diputaciones 
Provinciales  tan  aborrecidas  por  Bustamante.  Se  vigo- 
rizaba  el  Municipio,  y  en  fin,  lo  que  explica  las  iras 
del  rey  Fernando  VII  contra  el  Intendente  de  San 
Salvador  y  el  Diputado  Larrazâbal,  se  ponîan  restric 
ciones  al  Poder  Real,  restricciones  que  obtuvieron  un 
influjo  glorioso  para  su  autor  en  la  Constituciôn  de 
1812. 

Fuera  de  estas  consideraciones  que  todavîa  son 
secundarias,  la  Constituciôn  de  1812  que  ensenô  a 
nuestro  pueblo  a  votar  y  fué  el  resorte  de  los  sucesos 
de  1814,  verdadera  cartilla  del  ciudadano,  es  uno  de 
los  fundamentos  de  nuestra  educaciôn  democrâtica  y 
por  tanto  de  nuestra  Historia. 

El  diputado  e'ecto,  heraos  dicho  ya,  por  esta  pro- 
vincia  y  que  firraô  la  Carta  Magna  tué  el  sacerdote 
Dr.  José  Ignacio  Avila.  Los  de  las  otras  provincias 
fueron  Larrazâbal,  ya  citado,  por  Guatemala;  José 
Francisco  Morejôn,  por  Honduras;  José  Antonio  Lô- 
çez  de  la  Plata,  por  Nicaragua  y  Florencio  Castillo, 
por  Costa  Rica. 

Aunque  de  buenas  dotes  iatelectuales,  el  diputa- 
do Avila  cayô  enfermo  en  Espana  y  obtuvo  de  las  Cor- 
tes  licencia  para  no  asistir  a  las  sesiones.  (Corao  una 
muestia  de  su  ilustraciôn  véase  en  una  nota  el  escrito 
en  que  solicité  a  nombre  del  pais  la  erecciôn  del  obis- 
pado  salvadorense). 

Las  innovsciones  salientes  de  la  Constituciôn  se- 
rân  indicadas  brevemente: 

Principio  de  la  Soberania  Nacional 

*' la  soberania  réside  esencialmente  en  la 

tiaciôn "     "pertenece  a  esta   exclusivameate  el 

derecko  de  establecer  sus  leyes  fundamen taies." 


mSTORIA  MODERNA   DE  EL  SALVADOR  165 

ClUDADANIA 

Se  empleô  la  expresiÔQ  "los  espanoies  de  ambos 
tnundos,  que  eran  los  nacidos  en  los  dominios  de  Es- 
paça de  ambos  hemisferios." 

Representacion  Nacional 

Se  establecîa  una  Câmara  de  Diputados.  (Las 
antiguas  Cortes  de  Espana  constaban  hasta  de 
cuatro  clases  sociales  o  estamentos.)  La  elecciôn  era 
indirecta  y  de  très  grados  o  Juatas  électorales  (las  de 
parroquia,  las  de  partido,  las  de  provincia).  Habîa 
un  Diputado  por  cada  70.000  aimas. 

La  Diputaciôn  permanente 

Sen'a  compuesta  de  siete  Diputados.  Velarîa 
por  la  Constituciôn.  Convocan'a  a  sesiones  extraor- 
dinarias  en  ciertos  casos.  Darîa  cuenta  a  las  Cortes 
de  las  infracciones  contra  la  Carta. 

El  fuero  ùnico 

En  el  Ramo  Judicial  se  abolieron  los  tribunales 
para  los  privilegiados.  A  duras  pen-.s  se  conserTaron 
^1  fuero  de  guerra  y  el  fuero  eclesiâstico. 

En  lo  Judicial 

Ademâs,  se  estableciô  la  inviolabilidad  del  domi- 
cilio,  se  mandô  la  aboliciôn  de  tormentos  y  confisca- 
ciôn,  se  prescribiô  el  trâmite  de  conciliaciôn  preyia  en 
los  juicios  seguidos  an  te  los  alcaldes. 

Los   MuNiciPios 

Eran  de  elecciôn  popular  en  2°  grado,  en  toda  po- 
blaciôn  de  1.000  o  raâs  habitantes,  supriraiéndose  los 
regidores  hereditarios  cuyo  cargo  era  hasta  allî  trans- 
ferible  o  vendible. 


166  Ffc'AKCISCO    GA%"IDIA 

La    Diputaciôn  provincial 

CoDstaba  de  siete  Diputados  electos  por  los  electores 

de  Diputadoti  a  Cortes. 

Controlaba  h\  Municipio  y  teni'a   la    direcciôn    de 
'.0=  asuntos  ecoccmicos  de  la  proTincia. 

CONTRIBUCIONES 

Lo  eran  directas; 

I:3Girectas; 

Générales; 

Provinciales; 

Munijipales. 

Se  pagaban  en  proporciôn  a  los  haberes. 

Habn'a  una  Contaduria  Mayor. 

Se  reglamenraba  la  deuda  pûblica. 

Ejército 

Las  Certes  fîjariaa  la  fuerza.     El  servicio    se   ha- 
rfa  dentro  de  la  provlncia  del  conscripto. 

Instrucciôn 

Habn'a  escuela  en  toda  poblacién:  se  explicaria  en 

ellas  la  Constituciôn. 

Imprenta 

La  '.ibertad  de  imprenta  no  tendria    restricciones 
Eino  ias  de  la  nueva  Legislaciôn. 

MONEDA 

Debido  a  la  distancia,  en  America   y   Filipinas  se 
podri'a  acunar  moneda. 

La  Constituciôn   constaba  de  584  articules  y  res- 

pondia  a  las  ideas  y  sentimientos    de    los    pensadores 
como  Peinado  v  Larrazâbal. 


HISTORIA  MODEBNA   DE  EL  SALVADOR  167 

El  Prôcer  Delgado  y  Arce  se  les  adelantaban  en 
muchos  respectes;  por  ejemplo,  el  delà  libertad  de  los 
€sclavos,  pues  en  la  Repûblica  Pura  que  establecieron 
en  1822,  fué  implantarla  uno  de  sus  primeros  actos. 
Tampoco  admitîan  la  forma  monârquica  y  todo  el  Tî- 
tulo  IV  de  la  gran  Carta,  que  la  define  y  reglamenta 
la  transmisiôn  por  hereocia  del  poder. 

Hay  que  reconocer  que  los  prôceres  teni'an  una  ex- 
tretna  izquierda,  y  que  la  supresiôn  y  expulsion  de 
las  ôrdenes  monâsticas  y  la  separaciôn  de  la  iglesia  del 
estado,  que  hizo  la  revoluciôn  que  derribô  a  Arce,  no 
constaban  en  el  programa  de  los  que  erigieron  la  Re- 
pûblica Fédéral. 

Pero  debemos  volver  la  mente  a  1812  y  recor- 
dar  el  espacio  inmenso  que  sépara  las  Leyes  y  Orde- 
naczas  de  Indias  de  la  Constituciôn  de  1812. 

Fi  ESTA  DE   LA  CONSTITUCIÔN 

Hemos  dicho  que  el  16  de  septiembre  de  1812  re- 
recibiô  el  Intendente  Dr.  José  Maria  Peinado,  la  Cons- 
tituciôn de  Câdiz  que  se  le  enviaba  oficialmente. 

Eran  anileros  en  San  Salvador  los  agricultores  y 
los  miembros  del  M.  H.  Ayuntamiento  se  hallaban 
ausentes  de  la  capital  en  las  cosechas  de  anil,  en  sus 
haciendas. 

Fueron  citados  y  acordaron,  (pues  fué  tiempo  de 
largo  temporal)  que  se  proraulgase  la  Magna  Carta 
hasta  el  8  de  octubre.  El  7  cesô  un  poco  el  temporal 
y  el  dîa  siguiente  se  encontraron  reunidos  en  San  Sal- 
vador los  veintiséis  pueblos  del  mando  de  su  Ayunta- 
miento, con  atabales  y  mûsicas  y  vestidos  de  fiesta. 

Los  Alcaldes,  Regidores  y  principales  de  los  siete 
barrios  que  tenîa  entonces  la  ciudad,  se  presentaron 
caballeros  en  buenos  caballos,  ante  la  casa  del  Alcalde 
en  ejercicio  que  lo  era  Don  Leandro  Fagoaga,  a  quien 
llevaron  a  las  Casas  de  la  Ciudad,  ante  las  cuales  ha- 
llaron  a  todos  los  jefes  de  rentas  y  de  la    administra- 


168  FRANCISCO    GAVIDIA 

ciôn  pûblica,  y  a  los  vecinos  distinguidos,  tambiénca- 
balleros  «en  hermosos  caballos  ricamente  enjaezados». 

Tan  brillante  comitiva  se  dirigiô  a  casa  del  In- 
tendente,  volviendo  en  su  ccmpanfa  al  Palacio  Con- 
sistorial. 

Hallâbase  en  las  galerfas  exteriores,  dando  frente 
al  pueblo,  «bajo  su  dosel.»  el  retrato  del  prisiouero  de 
ValenÇay,  el  Rey  Don  Fernando  VII,  como  en  todas 
las  fiestas  oficiales  de  la  colonia.  Pero  esta  vez  habia 
algo  de  muy  nuevo.  Bajo  el  dicho  dosel  real,  con  les 
homenajes  y  custodia  de  una  guardia  de  honor,  se  ha- 
llaba  un  cuaderno  impreso. 

Era  la  Constituciôn. 

A  su  lado  estaba  compartiendo  estos  honores  el 
Pendôn  Real,  en  el  cual  se  leîa  en  letras  de  oro: 

ViVA   LA  Constituciôn  de    la  Monarqui'a 

ESPANOLA. 

El  clero  secular  de  San  Salvador  y  sus  inmedia- 
ciones,  y  los  frailes  de  los  Conventos  de  San  Francis-- 
co,  de  Santo  Domingo  y  de  La  Merced,  bajo  la  presi- 
dencia  del  Vicario  General  Dr.  José  Matias  Delgado, 
y  los  ancianos  de  distinciôn  de  la  Ciudad,  llenaban  las 
galerîas  del  Palacio. 

Llegada  ante  el  dosel  la  comitiva  el  Regidor  Deçà- 
no  delà  ciadad  tomô  "con  el  debido  acatamiento  la 
Constituciôn  y  la  puso  en  manos  del  Intendente  Go- 
bernador;  después  el  Regidor  Subdecano  tomô  el  Pen- 
dôn Real  y  lo  entregô  al  Alcalde  Fagoaga.  Inconti- 
nenti  hicieron  salva  la  Artillerîa  y  los  Cuerpos  de  In- 
fanterîa  de  los  Cuarteles  del  Fijo  y  de  Voluntarios  de 
Fernando  VII. 

Siguiôse  un  repique  en  todas  las  torres  de  los 
templos. 

Entonces  empezô  el  paseo  de  la  Constituciôn,  a  la 
cual  en  esos  momentos  presentaron  las  armas  todos 
los  Cuerpos  militares. 

El  desfile  llevaba  el  orden  siguiente: 

I  —  Los  justicios,  regidores  y  principales    de  los- 


mSTORIA   MODERNA  DE  EL   SALVADOR  169 

veintiséis  pueblos,  llevando  cada  grupo  al  frente   sus 
mûsicas  y  atabales; 

II  —  Los  siete  barrios  de  la  ciudad,  «vistosameo- 
te  moatados;> 

III  —  El  Intendente  Gobernador,  llevando  a  su 
lado  al  Regidor  Decano,  al  Regidor  Subdecano  y  a  los 
cuatro  reyes  de  armas  que  debîan  hacer  la  promulga- 
ciôn.  Seguîanles  el  Ayuntamiento  que  acompanaba 
al  loteodente  y  los  vecinos  principales  queacompa- 
naban  al  Ayuntamiento. 

IV  —  Cerraba  el  desfile  el  escuadrôn  de  drago- 
nes. 

Al  terminar  el  desfile  y  entrar  a  la  plaza,  se  hizo 
honores  a  la  Constituciôn  por  la  Artilleria  y  fu^ilerîa. 

En  estos  momentos  cerrô  a  llover  y  las  lluvias  se 
prolongaron  por  tanto  tiempo,  que  aunque  el  Padre 
Vicario  Dr.  Dalgado  lo  tenîa  todo  dispuesto  para  un 
solemne  Te  Deum  al  terminar  el  desfile,  fué  indispen- 
sable aplazar  la  continuaciôn  de  las  cereraonias  para 
el  dîa  24  de  octubre. 

Era  este  el  di'a  del  Rey.  Dejô  de  llover  a  las  ocho 
de  la  raanana  y  el  Intendente  a  quien  hacîan  séquito 
el  Noble  Ayuntamiento  y  vecinos  principales,  toraô 
asiento  bajo  el  dosel  en  que  estaba  el  retrato  del  Rey 
con  guardia  de  honor. 

Hallâbanse  présente  el  clero  de  San  Salvador  y 
sus  inmediaciones  y  los  religiosos  de  los  conventos. 

En  seguida  se  presentaron  los  Cuerpos  de  Caba 
llerîa,  del  Fijo  y  de  Voluntarios,  que  debi'an    jurar  la 
Ley  Fundamental. 

Desfilaron  ante  el  retrato,  después  formaron,  y  el 
Sargento  Mayor  recibiô  del  Intendente  "los  ejerapla- 
res  de  Constituciôn  para  que  se  publicase,  y  habiendo 
hecho  las  salvas  correspondientes,  salieron  al  tablada 
très  oficiales,  que  la  leyeron  en  altas  voces,  concluyen 
do  con  el  juramento  que  se  le  hizo  con  el  mayor  entu- 

siasmo   " 

21 


170  FRANCISCO    GAVIDIA 

Siguiéronse  salvas,  jvivasl  y  aclamacionesdelejér- 
cito  y  del  pueblo. 

Los  maceros  iavitaron  en  seguida  a  los  cuerpos 
para  que,  dejadas  las  armas  en  sus  cuarteles,  volvie- 
sen  a  jugar  "cuatro  soberbios  toros  que  completaron 
la  manana". 

Por  la  noche  hubo  fuegos  artificiales  de  que  se 
hablô  en  Espana  y  Guatemala,  por  los  sfmbolos  que 
se  quemaron. 

Debe  advertirse  que  la  ciudad  habîa  sido  ilumina- 
da  todas  las  noches  desde  el  dia  7,  vîspera  del  en  que 
se  hizo  el  desfile. 

A  la  prima  noche  del  24  las  damas  y  personas 
principales  Uenaron  el  portai  de  las  Casas  Consistoria* 
les,  donde  habîa  una  gran  orquesta. 

Los  fuegos  habîan  sido  invenciôn  del  Cura  de 
Texacuangos  don  Miguel  José  de  Castro. 

Lo  que  hizo  hablar  de  ellos  en  el  extranjero  fué 
un  informe  enviado  a  la  Kegencia  por  el  Capitân  Ge- 
neral, y  en  que  negô  toda  sinceridad  a  estossimbolos. 

"E120deMarzo  de  1813,  dice  el  informe, se  leyô  en 
el  Congreso  Soberano  un  oficio  en  que  se  ponderaba 
la  cultura  y  religion  de  San  Salvador,  prefiriéndola 
en  esto  a  las  demâs  provincias;  la  felicidad  de  su  pue- 
blo, la  lealtad  de  su  clero,  las  mûsicas,  paseos,  y  de- 
mostraciones  con  que  so^emnizô  la  publicaciôn  de  la 
Constituciôn  Politica  de  la  Monarquîa  y  la  union 
de  ambos  continentes,  figurada  en  dos  globos  de 
fuegos  artificiales.  Pocos  meses  después  se  ha  des- 
cubierto  (el  24  de  Enero  siguiente,  es  decir,  a  los 
très  meses  justos  de  la  fiesta),  el  plan  de  la  nueva 
Constituciôn  de  Independencia  que  se  meditaba  en 
San  Salvador". 

Bueno  es  recordar,  con  todo,  que  ni  Bustamante 
ni  el  Dr.  Peinado  respetaron  la  Constituciôn  de  1812 
y  que  dieron  motivo  a  los  pueblos  para  que  solo  juz» 
gasen  conveniente  la  independencia  absoluta. 


HI5TORIA    M:)DIjRNA    DE  EL    SALVADOR  171 

Eran  los  simbolos  de  que  habla  el  Capitân  Ge- 
neral "un  hermosisirao  sol,  cuyos  rayos,  forma- 
dos  de  luces  de  todos  colores,  hacen  ver  un  disco 
con  dos  mundos,  estrechamente  unidos  por  una  cade- 
na  de  oro,  de  eslabones  muy  iguales,  encima  de  los 
cuales  estaba  descansando  magestuosamente  un  her 
moso  leôn,  y  se  leîan  de  luces  estas  palabras:  /Viva 
el  Reyl  /Viva  la  Ley!  y  /Viva  la  Patria/\  dividida 
esta  palabra,  y  colocada  en  los  dos  mundos,  en  esta 
forma.  PA  sobre  el  uno  y  TRIA,  sobre  el  otro'^ 

Hubo  en  seguida  refresco,  himnos  patriôticos, 
concierto  por  la  «magnifica  orquesta»,  ya  citada,  que 
tocô  las  mejores  piezas  de  mûsica. 

El  di'a  15  hubo  toros  manana  y  tarde,  y  concierto 
que  durô  hasta  las  diez  de  la  noche. 

El  dîa  16,  toros  manana  y  tarde  y  concierto. 

El  dîa  17  no  hubo  corridas  por  la  manana.  El 
resto  del  programa  fué  el  del  di'a  anterior. 

El  domingo  siguiente  debîanjurarla  Constituciôn 
el  Intendente  Gobernador,  el  Ayuntamiento  y  los  ve» 
cinos  principales  de  la  ciudad,  y  el  pueblo. 

Presto  el  juraraento  el  Gobernador  en  manos  del 
Alcalde  Fagoaga;  en  seguida  el  Ayuntamiento  y  el 
Escribano  de  Gobierno  juraron  en  las  del  Intendente. 
Y  después  se  trasladaron  todos  a  la  iglesia  parro- 
quial  «en  que  aguardaba  todo  el  vecindario  de  distin- 
ciôn  y  demâs  vecinos  del  pueblo».    (*) 

Di'jose  misa  y  llegado  el  momento,  «tomando  el 
Doctor  Delgado  el  pùlpito,  exhortô,  con  aquella  bellf* 
sima  elocuencia  y  energîa  que  tanto  le  distingue,  a  su 
auditorio,  manifestândole  con  ejemplos  antiguos  de 
la  Historia  Sagrada  y  Profana,  que  la  grandeza,  el 
esplendor,  la  existencia  y  la  permanencia  de  los  Esta- 
dos,  y  aun  las  virtudes  de  sus  individuos,  todo  ha  si- 
do  necesario  efecto  de  su  Constituciôn,   del   amor  y  la 


(*)  Todas  las  palabras  puestas  entre  comillas  son  citas  del  in- 
forme del  Intendente  que  se  ley6  en  las  Certes  el  20  de  marzo  del 
ano  pr6ximo  al  de  la  fiesta  o  sea    1813. 


172  FRANCISCO    GAVIDIA 

observancia  de  ella,  del  respeto  y  cumplimiento  de  las 
leyes,  de  la  obediencia  a  las  autoridades  légitimas,  de 
la  sumlsiôn  a  sus  disposiciones;  y,  sobre  todo,  procu- 
ré infundir  la  iadispeosable  confianza  hacia  el  gobier- 
TîO,  y  en  seguida  leyô  por  sf,  este  hombre  siogular,  la 
Constituciôn  toda,  de  un  modo  que  parecia  la  habla- 
ba  y  la  explicaba:^. 

«Concluida  la  misa  y  lectura,  recibiô  el  mismo  pâ- 
rroco  el  jurameato  de  los  asistentes  y  se  cantô  el  Te 
Deum.y 

Para  la  noche  del  lunes  se  tenia  preparado  un 
<magnîfico  teatro>  en  la  Plaza  Mayor.  Debîa  repre- 
sentarse  una  comedia,  <con  sus  intermedios  correspon- 
dientes».  Pero  lloyiô  y  se  aplazô  la  representaciôn  pa- 
ra el  martes. 

Antes  de  la  comedia  (el  informe  emplea  las  pala- 
bras <comedia>  y  «drama>  indistintamente),  se  recitô 
una  loa  cuya  copia  debe  hallarse  en  el  archivo  de  las 
Cortes. 

Taies  fueron  las  fiestas  de  la  Constituciôn,  que, 
como  se  dijo  en  las  Cortes,  no  tuvieron  igual  en  mu- 
chas  partes  de  la  monarquîa  espanola. 

Era  la  promulgaciôn  de  esta  Magna  Carta,  un 
triunfo  completo  para  los  constitucionalistas  al  modo 
inglés  y  de  la  escuela  montesquina,  lo  era  hasta  rayar 
con  la  gloria,  para  el  Intendente  Gobernador,  cuyas 
doctrinas  de  Derecho  Pùblico  habian  sido  tomadas  en 
cuenta,  al  redactarse  la  Constituciôn,  como  se  puede 
ver  en  la  denuncia  que  de  ella  hizo  el  Capitân  Gene- 
ral y  en  la  orden  de  destituciôn  de  su  autor  lanzada 
por  el  rey  a  su  vuelta  al  trono  de  Espana.  Para  los 
independientescomo  Delgado,  era  una  conquista  va- 
liosa:  iba  el  pueblo  a  elegir  Municipales,  a  elegir  Dipu- 
tados  Provinciales  y  de  Cortes,  a  conocer  y  ejercer  el 
sufragio. 

Los  otros  problemas  quedaban  aplazados.  iPre* 
veîan  los  prôceres  su  resoluciôn?  Si  volvi'a  el  rey  a 
Espana  imantendrfa  esta  Constituciôn  a  cuyos  auto- 


HÎSTORIA    MODERNA    DE    EL  SALVADOR  173 

Tes  desautorizaba  desde  su  prisîôncon  toda  sinceridad» 
aunque  ellos  creyesea  que  lo  hacîa  obligado  por  las 
circunstancias  o  por  Bonaparte? 

Pero  habrîa  mâs,  los  absolutistas  no  cumplirîan 
esta  nueva  ley.  Si  ellos,  como  el  rey,  no  cumplîan 
este  pacto  firmado  entre  el  pueblo  espanol  y  las  colo- 
nias  y  el  Gobieroo,  tendrîa  que  seguirse  la  revoluciôn. 

Esto  era  un  razonamiento  tan  justo,  que,  en  to- 
das  las  colonias,  la  proraulgfaciôn  de  la  Carta,  fué  co- 
mo un  armisticio:  se  hallo  ea  todas  partes  en  decaden- 
-cia  la  revoluciôn  desde  1811  a  1817;  pero  en  pre- 
sencia  de  la  reacciôn  absolutista  encabezada  por  el 
rey,  que  derribô  la  gran  Carta  y  persiguiô  cruelmente 
a  los  libertadores,  la  revoluciôn  se  desatô  con  indigna- 
ciôn  de  1817  a  1820,  y  de  1820  a  1826  triunfô  en  toda 
la  America. 

En  medio  del  triunfo  que  significaba  la  promul- 
^aciôn  de  la  Carta,  ocurriô  un  episodio  que  venîa  a 
poner  una  nota  cômica  en  el  drama  de  la  libertad  de 
El  Salvador  y  de  Centro-América. 

En  el  mes  de  Junio  la  Regencia  de  Espana  conce- 
diô  a  San  Miguel  el  ti'tulo  de  Muy  Noble  y  muy  Leal 
Ciudad;  a  la  villa  de  San  Vicente  el  tîtulo  de  Ciudad, 
y  al  pueblo  de  Santa  Ana  Grande  el  de  Villa;  y  a  los 
très  Vicarios  Provinciales  rivales  del  prôcer  Doctor 
Delgado,  los  Doctores  Barroeta,  Molina  y  Cârcamo, 
por  sus  gestiones  en  aquellas  ciudades  y  durante  los 
sucesos  de  Novierabre,  el  tftulo  de  Canânigos  de  la 
Caiedral  Meiropolitana.  Estas  noticias  de  fin  de 
ano  se  confirmaron  en  los  meses  siguientes;  pero  la 
alegrîa  v  el  orgullo  de  los  nuevos  Canônigos,  se  tornô 
en  motivo  de  grandes  risas  y  de  burla  porque  las  Cor- 
tes  no  confirmaron,  un  mes  de^pués,  los  ti'tulos  de 
las  Canongîas. 

Se  déjà  ver  el  efecto  de  esto  que  se  llamaba  enton- 

ces  «un  chasco>,    por  un   papel   que   por   ese   tiempo 

apareciô  en  las  paredes  de  San  Salvador  y   que  alude 

a  este  suceso  y  a  la   derrota   del  Dr.    Cârcamo   como 


174  FRANCISCO    GAVIDIA 

candidate,  a  la  Diputaciôn  a  Certes  para  la  cuat 
fué  electo  Peinado  y  por  su  renuacia  Doq  Manuel  Jo- 
sé Arce, 

El  papel  deci'a  asi: 

«Cârcamo,  el  buen  acierto  que  ha  tenido  la  Ca- 
nongîa  tuviste  en  las  elecciones,  por  traidor  a  la  pa- 
tria  y  enemigo  del  patriotisme;  pero  luego  esta  ciudad 
les  darâ  el  destino  a  los  Canônigos,  y  dile  a  Barroeta 
y  a  Molina  que  el  Santo  Padre  Morelos  viene  a  confir- 
maries  los  titulos > 

Este  papel  tiene  el  mérito  de  hacer  ver  las  opinio- 
nes  radicales  sobre  independencia  que  reinaban  ya  en 
San  Salvador  a  fines  de  1812. 


Addenda  al  capîtulo  lY 

"...  .sean  las  Américas  tratadas   y  consideradas 
"  pâgs.  161  y  162  li'neas  37  y  la.  respects. 

DECRETO  SOBRE  LOS  DERECH03  DE  AMERICA 

Las  Corte8  générales  y  extraordinarias  confirman  y  aan- 
cionan  el  inconcus(i  coacepto  de  que  los  domiuios  espaûoles 
en  ambos  hemisferios  forraan  una  misma  y  sola  Monarquîa, 
una  miama  y  sola  Xaciôn  y  de  una  sola  familia,  y  de  que  por 
lo  mismo  los  naturales  que  sean  originarios  de  dichovsdomi- 
nios  europeos  o  ultraraarinos,  son  iguales  en  derechos  a  los 
de  esta  Penînsula;  quedando  a  cargo  de  las  Cortee  tratar  coq 
oportunidad  y  con  un  particular  interês  de  todocuanto  pue- 
da  contribuir  a  la  felicidad  de  los  de  Ultramar,  como  tam- 
biéu  sobre  el  numéro  y  forma  que  deha  tener  para  lo  sucesi- 
vo  la  representaciôn  nacionalen^harabos  emieferios.  Ordenau 
asimisrao  las  Cortes,  que  desde  el  momento  en  que  los  paîses 
de  Ultramar  en  donde  ee  hayan  manifestado  conmociones, 
haganel  debido  reconocitniento  a  la  légitima  autoridad  sobe- 
rana  que  se  halla  estableeida  en  la  madré  Patria,  haya  un 
gênerai  olvido  de  cuanto  hubiese  ocurrido  indebidamente  en 
ellas,  dejando,  sin  embargo,  a  salvo  el  derecho  de  tero'ro.> 

Leîda  très  veces  esta  formula  de  decreto,  después  de  ha- 
ber  rectificado  todas  sus  expresiones,  segûn  las  varias  obser- 
vaciones  que  se  hicieron,  se  procediô  a  la  votaciôu,  pregun- 
tando: 


HISTORIA  MODERNA    DE  EL    SALVADOR  175 

"^Se  aprueba  en  estos  térmiuos,  o  no?" 

Sevotôqueee  aprobaba  en  estos  têrminos  y  quedô  a 
cargo  de  los  Seeretarios  expedir  el  decreto  el  siguiente  dîa  en 
îos  mirimos  térrainos  que  se  lee  en  su  original  en  el  libro  de 
decretos.     [^esiones  de  las  Coites.] 

'*  .  .sean  las  Américas  consideradas  y  tratadas 
<:omo  partes  esenciales  de  la  Monarquîa,  guardândole 
sus  derechos  y  libertad  civil  como]a  la  Peninsula .  ..." 
(Loco  citato.) 

En  la  sesiÔQ  de  4  de  septienabre  de  1811,  se  dis- 
cutiô  el  art.  22,  y  esta  discusiôn  nos  ofrece  un  cuadro 
total  de  las  ideas,  partidos  y  aûn  de  la  elocuencia  que 
reinaban  en  la  gran  asamblea. 

Se  leyô  el  art.  22,  del  Proyecto  de  la  Constitaciôn,  conce- 
bido  en  estos  términos: 

cA  los  espanoies  que  por  eualquiera  lînea  traen  origen  de 
Africa,  para  aHpirar  a  ser  ciudadauos  les  queda  abierta  la 
puerta  de  la  virtud  y  del  mereoiiuiento,  y  en  su  consecuencia 
las  Cortes  podrâu  concéder  carta  de  ciudadano  a  los  que  ha- 
jan  hecho  servieios  eminentes  a  la  Patria,  o  a  los  que  se  dis- 
tiugan  por  sua  talentos,  su  aplicaciôu  y  conducta;  bajo  cou- 
diciôn  respecto  de  estos  ûltimos,  de  que  sean  iiijos  de  legîti- 
mo  matrimonio,  de  padres  ingenuos,  de  que  estén  ellos  mis- 
raos  casadoM  con  mujer  ingenua,  y  avecindados  en  los  domi- 
nios  de  Espana,  y  de  que'ejerzan  alguna  profesiôn,  oficio  o 
industria  util  con  un  capital  propio,  suficiente  a  raantener 
su  casa  y  educar  sus  hijos  con  honradez.» 

El  Sr.  Urîa  [Leyô]:  Si  elart.  22  de  que  se  trata  quedara 
sancionado  por  V.  M.  (*)  eu  los  mismos  términos  con  que  a 
V.  M.  se  propone,  él  solo  serîa  bastante,  a  mi  parecer,  para 
deslucir  la  grande  obra  de  la  Constituciôn  que  V.  M.  prétende 
dar  a  la  Naciôu.  Acaba  V.  M.  de  declarar  solemnemente  la 
floberauîa  de  esta,  y  de  reconocer  por  sus  partes  intégrantes 
a  los  mismos  a  quienes  se  tiene  ahora  en  menos  para  que 
«ean  sus  conciudadanos;  y  desde  este  principio  toma  vuelo 
mi  corto  dlscurso,  dirigido  a  probar  a  V.  M.  los  agravios 
raanifiestos  que  se  les  infiere,  pretendiendo  despojarlos  de 
unos  derechos  que  son  consiguientes  a  la  soberanîa  de  que 
son  partîcipes,  y  de  los  que  les  es  deudora  la  sociedad  espa 
nola.    Ea  efecto,  Senor,  es  lo  mâs  grande  ,  lo  aiâs  augusto 

(*)  V.  M.  (Vuestra  Magestad)  era  cl  tratamiento  que  se  daba  a  la 
gran  asamblea. 


176  FRANCISCO    GAVroiA 

con  que  V.  M.  ha  podido  condecorar  a  nueetra  Naci(!5n,  de- 
clarândola  soberana,  do  eôlo  por  las  altae  facultades  que  1© 
son  inhereutes  por  solo  este  respecte,  siuotambiên  por  la 
^randezay  elevaciôn  que  refluye  de  ella  en  todas  las  partes 
que  la  integran  y  componen:  no  puede  haber  en  estas  ningu- 
na  mancha  ni  borrôn  que  denigreu  y  afeen  uua  eualidad  la 
mas  ilustre  y  sobresaliente:  por  esta  razôn  V.  M.  se  detuyo  a 
examinar  las  pircunstancias  de  los  que  debîau  gozar  los  de- 
rechos  de  eepanol,  para  que  nunca  la  Naeiôn  soberana  apa- 
reciese  defectuosa  o  envileeida.  El  mayor  realce  de  los  hom. 
bres  que  existen  eu  las  Espanas  consiste  en  haber  nacido  li- 
bres en  sus  preciosos  terri  torios,  y  hallarse  en  ellos  avecin- 
dados;  esto  es,  ser  espanol,  sin  necesitar  de  otra  circuustan- 
cia  para  serlo,  y  sin  que  su  origen,  sea  el  que  fuere,  pueda 
privarlode  esta  eualidad  la  mâs  apreciable  y  decorosa:  ^P*^'* 
que,  pues,  ha  de  ser  aquél  tan  ofensivo  a  la  eualidad  de  ciu- 
dadano?  ^Por  ventura  no  es  esta  de  inferior  orden  que  aque- 
11a?  Ser  parte  de  la  soberanîa  nacional,  y  no  ser  cludadana 
de  la  Naeiôn  sin  demérito  personal,  son  a  la  verdad,  Seiïor, 
dos  coeas  queno  pueden  concebirsey  que  una  a  la  otrase^ 
destruyen,  \E\  origen  por  sî  solo  puede  influir  tan  imperio- 
saraente  en  la  porciôn  numerosa  de  estos  espanoles,  que  res- 
petando  la  parte  sustaucial  de  la  soberanîa  que  les  (îorres- 
ponde,  les  prive  de  lo  que  es  solo  accesorio  y  accidentai!  ,Tal' 
es,  a  mi  parecer,  el  tîtulo  de  ciudadano.  De  otra  raanera  los- 
hijos  legîtimos  de  los  extranjeros,  nacidos  en  las  Espanas. 
tendrîan  neceeidad  de  carta  e-special,  no  de  naturaleza,  pero 
sî  de  ciudadanos,  a  pesar  de  que  hayan  obtenido  sus  padres 
esta  ultima,  porque  la  marca  del  origen  extranjero  grabada 
en  ellos,  es  indeleble,  maa  en  nada  les  perjudica.  ^Y  les  sera 
nociva  a  nuestras  castas?  Hablo  principalmente  de  las  de 
America.  Son,  es  verdad,  originarias.del  Aîrica;]pero  de  la  san- 
gre  que  de  esta  sacaron  sus  ascendientes  corren  apenas  unas 
gotas  en  sus  venas  por  las  mezclas  de  sus  diferentes  genera- 
ciones.  jEn  que  especie  de  abatimiento  ts.n  asombroso  se  las 
prétende  dejar!  Por  mâs  que  se  hayan  elevado  a  la  esfera  de 
espanoles,  a  nada  pueden  aspirar;  estân  cerradas  para  ellos 
las  puertas  del  honor  a  pesar  de  que  disfrutan  el  de  ser  raiem- 
bros  de  la  soberanîa. 

La  comisiôn  les  fraiiquea  el  que  puedan  lograrlo  por  su 
virtud  y  sus  merecimientos,  por  sus  talentos,  ku  conducta  y 
aplicaciôn,  pero  que  clase  de  merecimientos  exige  en  ellos?' 
Los  que  apenas  ban  coutraîdo  con  sus  servicios  eminentes  a 
la  Patria  los  Ballesteros,  los  Roviras  y  los  Empecinados.  A 
eus  talentos  les  falta  teatro  donde  pueda  manifestarse;  como 
a  nada  aspiran  de  cuanto  al   hombre  puede  engrandecer,  y 


mSTORIA  MODERNA     DE  EL    SALVADOR  177 

alentar  por  lo  mismo  a  emprender  las  carreras  del  honor  y 
distinciôn,  se  raantienen  por  lo  regular  oscurecidos  con  las 
densas  tinieblas  de  su  propio  abatimiento  asî  como  su  vir- 
tud  poco  atendida  y  reflexionada.  Me  admira,  Senor,  el  que 
la  cornisiôn,  tan  ilustrada  y  tan  libéral,  haya  manifestâdose 
en  esta  parte  con  una  mezquindad  que  si  promete  alo^o  a  es. 
t08  espanoles,  es  a  trueque  de  unas  condiciones  que  o  no  de 
penden  de  su  arbitrio,  o  son  muy  superiores  a  la  vileza  de  su 
esfera. 

iY  no  es,  Senor,  un  asombro  y  una'especie  de  prodi^io  el 
que  amen  y  respeten  a  V.  M.  como  deben  estos  hombres  que 
por  los  couductos  ordinarios  nada  esperan,  ni  para  kî,  ni  pa- 
ra sus  amados  hijos,  de  las  liberalidades  de  V.  M.  y  de  las 
franquezas  de  sus  Reyep?  jAh,  Senor!  Claman  ellos'desde  el 
pozo  de  abatimiento,  hacieudo  a  Y.  M.  cargo  de  que  los  es 
panoles  para  contribuir  a  proporciôn  de  sus  haberea  a  los 
gastos  del  Estado,  lo  sean  igualmente  para  que,  compade— 
ciéndose  V.  M.  de  la  suerte  de  su  origen,  en  que  no  tuvieron 
parte  alguna,  extienda  3u  poderosa  mano  para  que,  sacân 
dolos  de  su  profundidad,  adonde  aquel  los  tiene  ahora  su- 
mergidos,  los  eleve  a  la  clase  de  ciudadauos  llanoa  y  comu- 
nes,  que  es  el  lugar  que  les  corresponde  como  hombres  bue- 
nos  que  son,  para  usar  el  lenguaje  de  la  ley.  Asî  lo  exige  el 
honor  de  la  soberanîa  de  V.  M.,  y  lo  demanda  igualmente  la 
sociedad  espanola,  que  les  es  deudora  de  su  existencia,  y  por 
consiguiente  obligada  a  dispensarles  este  honor.  No  puede 
ocultaree  a  la  alta  sabidurîa  de  Y.  M.  que  en  todas  partes  la 
sociedad  dépende  de  la  existencia  polîtica,  no  tanto  de  las 
clases  superiores  del  Estado,  cuanto  de  las  iuferiores,  Sin 
el  trabajo  de  estas  no  podrîan  aquellas  manifestar  aquel 
aire  de  esplendor  y  grandeza  que  las  acompana;  antes  bien, 
sin  su  industria  y  actividad  ni  podrîan  aquellos  subsistir.  y 
sn  ruina  serîa  inévitable,  El  grande,  el  noble,  el  ciudadano, 
podrân  decir  al  labrador  y  al  artesano  que  son  ellos  los  que 
desempenan  los  eucargos  mâs  diîîciles  del  Gobierno.  los  que 
velan  en  la  custodia  de  las  leyes,  sobre  la  recta  administra- 
ciôa  de  justicia  y  sobre  la  seguridad  comûn;  que  sus  talentos 
conservan  el  decoro  de  la  Patria  y  el  de  la  sociedad;  pero 
tambion  los  otros  podrân  responderles  de  una  manera  sin 
réplica,  que  sou  ellos  los  que  proporcionan  a  la  Patria  la 
abundancia;  que  mantienen  a  la  sociedad  con  el  sudor  de  su 
rostro;  que  le  sumistran  los  géneros  para  veetirse,  los  utiles 
para  adornarse  y  cuanto  es  necesario,  util  y  cômodo  para  la 
sociedad.  Este  lenguaje,  que  es  cierto  donde  quiera.  lo  es 
mucho  mâs  en  la  America.  Nuestras  castas  nos  son  deposi- 
22 


178  FRANCISCO   GAVIDIA 

tariaB  de  todo  nuestro  bien  y  feIicidad;no8  suministran  bra- 
Z08  que  eultivan  la  tierra  que  produce  eus  abundantesfrutos, 
los  que  nos  extraen  de  sus  entraîias,  a  costa  de  impondéra- 
bles aîanes,  y  la  plata  que  anima  al  comercio  y  queenriquece 
a  V.  M.  Salen  de  ellas  los  artesanos,  se  prestan  a  eualquier 
trabajo  pûblico  y  particular.  dan  en  aquellos  paîses  el  eervi- 
<?io  de  las  armas,  y  son  en  la  actualidad  la  robusta  columna 
de  nuestra  defensa  y  de  los  dorainios  de  V.  M.,  donde  se  es- 
trellan  los  formidables  tiros  de  la  insurreeciôn  dealg:unos  de 
nuestros  hermanos,  jY  cuân  acreedores  a  su  amor  y  a  su 
reconocimiento!  Lejos,  pues,  de  V.  M.  toda  irréflexion:  la 
sociedad  los  recomieuda  muy  partieularmente;  el  bien  gêne- 
rai se  iuteresa,  y  la  justicia  clama  a  su  favor  para  que  los 
distingais  con  el  inferior  tîtulo  de  ciudadanos,  puesto  que  los 
ba  condecorado  con  el  superior  de  espanoles.» 

A  consecuencia  de  este  discurso  propuso  que  el  artîculo 
«e  expresase  en  estos  términos: 

cSon  también  ciudadanos  los  espanoles  originarios  de 
Africa,  hijos  de  padres  ingeuuos,  que  ejerzan  una  profesiôn  o 
industria  util,  o  tengan  alguna  propiedad  con  que  puedan 
subsistir  honramente.> 

El  Sr.  Alcocer:  Este  artîculo  da  por  su  puesto  que  no  son 
ciudadanos  los  espanoles  que  traen  su  origen  de  Âfrica,  como 
si  ya  se  hubiese  establecido  de  antemano,  y  no  es  asî.  Por 
el  contrario,  el  artîculo  anterior  concède  el  derecho  de  ciu- 
dadano  a  los  hijos  de  extranjeros,  sin  poner  la  excepciôn  de 
de  que  no  seau  africanos,  en  cuya  virtud  deberîanentenderse 
comprendidos  los  del  artîculo  que  se  discute,  si  él  no  los  su- 
pusiera  excluidos.  De  mauera  que  sin  expresarse  abierta- 
mente  en  parte'alguna  que  no  son  ciudadanos,  se  les  déclara 
de  un  modo  indirecto  la  negativa  de  esta  cualidad,  abrién- 
doles  la  puerta  para  obtenerla  por  privilegio. 

Hago  esta  réflexion,  porque  no  se  créa  agena  de  este  ar- 
tîculo la  controvcrsia  que  voy  a  agitar,  y  que  en  él  se  pré- 
senta como  definida,  ya  no  estândolo  en  efecto  o  ss  décide 
suponiéndola  decidida.  Provendrâ  sin  duda  de  que  se  creyô 
lio  necesitaba  de  resoluciôn  formai  un  punto  que  desde  luego 
se  ve  como  muy  elaro.  atendiendo  a  la  equidad  o  a  la  con- 
veniencia,  que  son  los  dos  polos  sobre  que  estriba  el  Estado; 
pero  yo  encuentro  que  ni  una  ni  otra  lo  apoyau.  Que  los 
oriundos  de  Africa  sean  ciudadanos,  lo  exije  la  justicia  y  lo 
demanda  la  polîtica:  dos  reflexiones  que  recomiendo  a  la  con- 
sideraciôn,  a  la  soberana  atenciôn  de  V.  M.,  como  en  las  que 
se  interesan  la  suerte  de  slgunos  millones  de  aimas,  el  bien 
gênerai  de  la  America,  y  quizâ  también  el  de  toda  la  Monar- 
buîa. 


HISTORIA   MODERNA   T>ii  EL  SALVADOR  179 

Roma,  en  donde  fué  mas  conocida  y  apreciada  la  cuali— 
dad  de  eiudadano,  llegarido  a  ser  el  objet  o  de  la  ambieiôn  de 
lae  demâs  ambiciones  de  Italia,  estableciô  por  la  primera  y 
principal  causa  que  la  produce  el  riacimiento,  sejçûu  consta 
en  la  sétima  cod.  de  iucolis:  de  manera  que  nacer  libre  y  na- 
cer  en  Roma,  era  bastante  para  eer  eiudadano  romano,  y 
era  un  raotivo  euperior  al  privilegio,  adopciôn  y  empleo  bon- 
roso,  que  también  daban  aquel  derecho.  Lo  minmo  estaba 
eetablecido  entre  los  griej^os,  alemanes,  euizos  y  otras  na- 
eiones. 

Entre  nosotroB  ha  eido  desconocido  el  nombre  de  dere- 
cho de  ciudad,  usando  promiscuamente  los  voces  de  eiuda- 
dano y  vecino.  Natural  y  extraujero  son  las  palabras  que 
se  encuentran  en  nuestras  leyes,  y  "carta  de  naturaleza"  es 
como  se  ha  llamado  el  privilegio  concedido  a  los  extranos, 
y  que  équivale  al  derecho  de  ciudad  en  otras  partes.  La  na- 
turaleza, aunque  se  adquiere  de  varios  modos,  dice  la  ley  2^, 
tîtulo  XII,  Partida  4^,  que  es  la  primera  y  mejor  la  que  se 
adquiere  por  nacer  en  la  tierra. 

La  razôn  confirma  esto  mismo,  pues  el  nacimieiito  debe 
ser  preferente  aun  al  origen,  supuesto  que  lo  confunde.  Si 
hubiéramos  de  atender  a  este  y  remcntarnos  en  su  inquisi- 
ciôn,  a  los  ingleses  los  llamarîamos  sajones,  a  los  espanolea 
les  dirîamos  godos,  aianos,  catos,  etc.,  y  a  todos  los  hora- 
bres  los  tendrîamos  pur  naturales  de  la  Patria  de  Noê,  siuo 
es  que  también  sabîamos  hasta  Adân.  Y  siendo  esto  asî, 
^qué  motivo  habrâ  para  uegar  la  cualidad  de  ciudadanos  a 
los  que  han  nacido  en  territorioespanol  a  causa  de  su  origen 
africano? 

Ni  aun  entre  los  griegos,  que  fueron  los  mâs  rîgidos  en 
esta  materia,  del  derecho  de  '"iudad,  se  requerîa  el  origen  re- 
moto, bastando  ei  prôximo,  esto  es,  nacer  de  padres  natura- 
les; y  no  siéndolo  alguno  de  elios,  el  hijo  se  llamaba  mestizo, 
que  nosotros  llamamos  genîzaro,  de  cuya  clase  fué  el  faraoso 
Temîstocles,  cuya  madré  era  extranjera.  Entre  los  romanos 
bastaba  que  fuese  natural  el  padre.  y  en  nuestro  derecho  ni 
aun  esto  se  necesita.  i.Por  que,  pues,  se  ha  de  exigir  en  la« 
castas? 

Pero  yo  quiero  permitir  se  necesite  aun  el  origen  remoto 
^.quieu  dijo  que  no  lo  tienen  las  castas?  Muchos  de  ellos  no 
solo  son  originarios  del  territorio  espanol  por  una  lînea,  si- 
Ro  por  très  costados  6  agûelengos;  y  atendiendo  a  los  bisa- 
buelos,  quizâ  por  uuo  solo  descienden  de  Africa,  y  por  los 
otros  siete  de  nuestro  territorio.  îQué  razôn  habrâ  para  que 
auu  olvidanlo  el  nacimiento,  a  la  mayor  parte  que  tienen 


180  FRANCISCO    GAVIDIA 

de  ori^en  eapanol,  contrapese  la  pequena  de  origen  africano? 
Pero  examinemos  la  raateria. 

îQué  îundamento  hay  para  que  les  dane  eemejante  ori- 
gan? ^Serâ  acapo  precisamcQte  por  de  At'rica?  No,  porque 
esta  parte  del  mundo  uo  desraerece  rcspecto  de  las  otras.  y 
en  eila  tenemos  territorios,  cuyos  naturales  son  eepanoies. 
^Serâ  en  odio  de  los  cartagjneses  que  no8  dorainaron  en  otro 
liempo.  o  de  los  moros  que  por  ocho  sigloe  ocuparon  la  Pe- 
nînsuia?  No,  porque  los  pueblos  de  que  descienden  nuestras 
oastas  jamâs  nos  han  hostilzado,  y  mâs  bien  noaotros  he- 
mos  sido  sus  euemigos,  esclavizando  a  sus  habitantes.  iSe- 
râ  por  el  color  oscuro?  No,  porque  las  castaa  tienen  un  co- 
lor  moreno  como  el  de  los  indios,  a  quienes  no  se  excluje  por 
fsto  de!  derecho  de  ciudad;  algunos  lo  tienen  mâs  claro  que 
los  indios,  y  otros  son  tan  blancos  como  los  espanoles.  A 
mâs  de  que  en  el  sigio  XIX,  tan  ilustrado,  y  en  una  Naciôn 
tan  calta  como  la  espanola,  debe  atenderse  a  las  cualidades 
ffsicas  y  morales  de  los  subditos.  y  no  al  color,  lo  que  mere- 
cîa  el  desprecio  que  hizo  Virgilio  en  otro  caso:  alha  ligustra 
cnduDt,  vaccinjp  niffni  leffuutur.  No  resta  otra  cosa  que 
decir  sino  que  la  esclavitud  inficiona  el  origen  africano. 

Yo  bien  se  que  entre  los  griegos  faé  eHa  el  mayor  6bice 
para  obtener  el  derecho  de  ciudad,  que  jamâs  se  coneediô  a 
los  libertos,  ni  a  sus  hijos,  ni  pudo  Dem6stenes  persuadir  a 
■ello  a  los  atenienses,  arengando  largamente  a  îavorde  aque- 
llos;  pero  no  fué  lo  mismo  entre  los  roraanos,  que  han  dado 
la  ley  en  esta  materia.  Se  anade  que  entonces  eran  muj 
distintas  las  idpas  que  se  tenîau  de  la  esclavitud,  y  esta  pro- 
venîa  de  un  principio  muy  diverso  del  que  nace  ahora.  En- 
tonces dimanaba  de  un  derecho  de  gentes  introducido  por  la 
Tiecev'iidad  de  la  guerra,  y  era  como  un  sello  de  los  enemigos 
del  Estado:  nhora  recae  sobre  inocentes  que  no  han  hoeti- 
lizado  a  la  Naciôn,  y  tiene  por  origen  una  especie  de  rapto, 
la  violencia  y  el  coraercio  mâs  répugnante  a  la  razôn;  por  lo 
que  lejos  de  excitar  el  desprecio,  debe  raover  la  compat-i6n. 
Después  de  haber  hecho  a  las  castas  la  injusticia  de  esclavi- 
zar  a  sus  mayores,  ^PO'"  ^sto  mismo  se  les  ha  de  hacer  la 
otra  injusticia  de  negarles  el  derecho  de  ciudad?  Una  injus- 
ticia no  puede  ser  razôn  o  apoyo  para  otra. 

Y  digo  que  es  injusticia  seraejanee  negativa,  aunque  uo 
sea  eino  por  los  cargos  del  Estado  que  sufren  las  castas. 
Elias  contribuyen  con  todas  las  pensiones  y  derpchosque  los 
demâs;  defienden  a  la  Patria,  componiéndose  de  la  mayor 
parte  de  ellos  los  regimientos  veteranos  y  las  railicias,  y  ejer- 
cen  casi  exclusivamente  en  America  los  oficios  y  las  artes, 
feiendo  el  atlante  que  sostiene  el  rarao   de  la  industria,  tan 


HISTORIA    MODERNA  DE  EL    SALVADOR  181 

productiva  al  Ërario,  corao  indispenRable  en  la  sociedad.  La 
justicia  exig:e  que  quieii  eufre  Ihh  cargas,  diwfrute  también  de 
Jo9  derechos  comunes  a  todoe,  qae  es  lo  que  importa  la  cua- 
lidad  de  ciudadano. 

Ella  no  da  rano:©  o  esfera,  conviniendo  igualmente  al  es- 
tado  llano  y  a  la  nobleza,  asî  cotno  en  Roraa  tan  ciudadano 
era  el  plebeyo,  el  Senador  y  el  caballero.  <.Qué  inconveniente, 
pues,  résultera  de  que  lo  sean  las  castas?  Si  exorainamos 
los  privilejo^ios  que  corresponden  a  este  tîtulo,  no  non  incom- 
patibles con  su  claee,  y  ya  los  tienen  en  realidad,  por  lo  que 
solo  se  les  darîa  un  nombre  concediéndose,  A  cinco  los  redu- 
cîan  los  romanos,  libertad,  patria  potestad,  exenciôn  de  los 
raa^istrados  en  lo  criminal,  sufraj^io  en  las  elecciones  popu- 
lares.  y  posibilidad  para  los  empleos  municipales.  Las  cas- 
tas  tienen  libertad,  pues  no  son  esclavos;  tienen  la  misma  po- 
testad que  los  demâs  sobre  sus  hijos;  no  estân  exentos  de  la 
jurisdlcciôn  de  los  magistrados,  corao  no  lo  estân  los  demâs 
vecinos,  pues  no  es  compatible  con  nuestro  Gobierno  raonâr- 
quico  el  conocimiento  del  pueblo  a  que  se  provocaba  con  la 
clâusula  civis  romanus  sum:  el  sufragio  no  puede  negârseles 
en  virtud  de  ser  mierabros  de  la  Naciôn  en  que  réside  la  so- 
beranîa,  y  dejarîa  de  ser  popular  una  eleccion  si  no  tuviesen 
sufragio  los  que  componen  el  pueblo:  finalmente,  la  posibili- 
dad  para  los  empleos  nada  les  anadirâ,  ni  variarâ  el  orden 
establecido  hasta  aquî. 

Cuando  se  dice  que  solo  los  ciudadanos  podrân  obtener 
los  empleos  municipales,  no  es  decir  que  cualquiera  por  solo 
este  tftulo  los  obtendrâ:  no  es  dar  aptitud  para  ellos,  siiio 
remover  un  obst}iculo;  del  modo  que  decir  que  solo  los  honi- 
bres  y  no  las  mujeres  pueden  recibir  las  sagrados  ôrdenes, 
no  es  decir  que  cualquiera  hombre  se  ordene  auuque  carezca 
de  la  iustrucciôn  y  demâs  calidades  necesarias.  De  manera 
que  aun  concedieudo  el  derecho  de  ciudnd  a  las  castas,  no 
por  eso  obteridrân  los  empleos,  ni  entrarân  en  las  corpora- 
clones  que  exigeti  limpieza  y  nobleza  de  sangre;  corao  el  pre- 
beyo  en  Roraa,  a  pes«ir  de  ser  ciudadano,  no  optaba  los  des- 
tinos  del  orden  senatorio  y  ecuestre. 

Obteniendo,  pues,  las  castas  los  propios  de  su  clase,  este 
es,  los  correspondientes  al  estado  llano,  ningûn  inconvenien- 
te se  signe  de  que  sean  ciadadanos;  y  no  siéndolo,  ya  que  se 
establece  entre  nosotros  este  tîtulo,  no  se  c6mo  puede  veri- 
ficarse  la  ley  10,  tftulo  V,  libro  7*?  de  la  Recopilaciôn  de  In- 
dias,  en  que  se  encarga  a  los  gobernadores  y  capitanes  géné- 
rales traten  bien  a  los  morenos  libres,  y  les  gnarden  sus  pre- 
^raineucias  ^Cuâles  pueden  per  estas  sino  las  que  hau  dicho 
•corresponden  al  ciudadano?   Porque  menos  que  ellas  no  hay 


182  FRANCISCO    GAVIDIA 

otras  que  las  comodidades  coraunes  de  la  soeiedad,  como  la 
defensa  del  Estado  y  la  administraciôn  de  justicia,  las  que- 
convieuen  también  a  los  esclavos. 

Sobre  todo,  Sefior,  cuando  jo  re^orro  la  ley  eitada  de 
Partida,  donde  se  enumeran  los  modos  de  adquirir  la  natu- 
ralcza,  que  es  lo  que  entre  nosotros  ha  correspondido  al  de- 
recho  de  ciudad,  enfuentro  que  casi  todos  les  convienen  a 
las  castas;  el  naciniiento,  el  vasallaje,  la  crianza,  el  servicio 
en  las  armas,  el  caHamiento,  la  herencia,  la  vecindad,  y  has- 
ta  el  volverse  eristianos,  paes  en  el  territorio  espaâol  se 
bautizaron  sus  majores.  Es,  pues,  de  ligurosa  justicia,  na 
por  uno,  eino  por  mil  tîtalos,  concederles  aquel  nombre. 

Con  esto  habîa  ya  probado  que  lo  demanda  la  politiea, 
la  que  nunca  debe  perder  de  vista  a  la  justicia.  Porque  aque- 
lia  uidxima  de  que  la  primera  del  gabinete  a  de  ser  la  conve- 
niencia,  es  para  mî  tan  errada  como  la  de  que  la  ûltima  ra- 
z6n  de  los  Reyes  es  el  canon.  La  primera  razôn  del  gabiuete 
es  la  justicia,  y  la  ûltima  razôu  de  los  Reyes  es  la  justicia,  y 
todo  lo  que  no  es  justicia,  es  siurazôa.  No  obstante,  aun 
considerando  con  precindenciadeella  la  polîtica,  demanda  es- 
ta evitar  el  mal,  y  procurar  el  mayor  bien  de  la  Monarquîa. 

^Qué  funesta  no  serîa  la  rivalidad  de  las  cantas  si  en- 
allas  se  excitase  contra  el  resto  de  poblaciôn?  ^Quién  podrâ 
calculer  los  desastres  que  le  serîan  consiguientes.  y  quién  no 
conoce  los  que  producirâ  la  negativa  de  un  derecho  comûn  a 
todos?  No  es  materia  esta  en  que  debo  internarrae;  basta  in- 
sinuarla  para  que  la  médite  la  prudencia,  la  que  dicta  supri- 
mir  el  artîculo,  puos  no  por  sostener  un  parrafito,  hemos  de 
arrie^gar  la  pérdida  de  un  mundo. 

Por  otra  parte,  sea  cual  fuere  la  mira  que  se  lleve  eu  la 
negativa,  no  se  conseguirâ  con  ella  fin  alguno,  ni  se  evitarâ 
ningûn  mal.  En  la  colecciôn  del  tributo  personal  tenemos 
una  prueba  palpable.  No  se  colectaba  ni  la  mitad,  ni  la  cuar- 
ta  parte  de  lo  que  debîa  colectarse  de  las  castas,  porque- 
ellas  han  procurado  siempre  confundirse  o  con  los  indios  o 
con  los  espanales,  llamândose  taies,  segûn  su  color  mâs  o 
menos  claro,  de  que  resultaba  no  pagaseu  los  mâs,  sin  haber 
erbitrio  de  una  inquisiciôn  escrupulosa,  dejando  a  cada  uno 
en  la  reputaciôn  comûn  y  favorable;  lo  que  asî  tenîa  manda- 
do  el  Gobierno  en  6bvio  lie  alborotos  y  tumultos  que  siem- 
pre se  suscitaban  cuando  se  querîa  procéder  de  otro  modo- 
Esto  mismo,  y  por  la  minma  razôn,  sucederâ  con  1r  cuali- 
dad  de  ciudadano,  aunque  se  niegue,  pues  la  tendrau  los 
que  no  pagaban  tributo.  que  son  los  mâs.  Sôlosellamarâu 
rastas  las  que  han  nacido  en  Africa,  o  euteramente  traen  da 
ella  su  origen,  que  son  los  negros,  cuja  cara  no  les  dejarâ 


HISTORIA   MODERNA    DE   EL   SALVADOR  183 

ocultar  811  calidad;  los  mulatoe  libertos,  porqueconeta  la  es- 
clavitud  de  que  hau  salido,  y  los  hijos  de  eetos,  como  tan 
prôximos  a  aquel  ori^eu  de  servidumbje;  pero  eu  los  demâa 
descendientes  entrarâ  la  confusion,  y  por  lo  mismo,  no  se 
conseguirâ  cualquiera  fin  que  se  intente  con  la  negativa,  y 
sera  indéfectible  la  ociosidad  de  ella  aun  respecto  de  los  que 
la  eludan. 

La  polîtica  dicta  sacar  provecho  de  esta  misma  préci- 
sion, concediendo  con  franqueza  lo  que  serîa  inûtil  denegar. 
De  este  modo  se  formarâ  de  aquellos  hombres  un  crecido  nu- 
méro de  sûbditos  raâs  utiles  que  lo  han  sido  hasta  aquî. 
Ellos  son  habiles,  valerosos,  fuertes  y  robustes  para  el  tra- 
bajo  y  aptos  para  todo;  pero  no  hau  tenido  existencia  polî- 
tica; han  estado  en  el  abatimiento,  que  es  la  mayor  rémora 
de  la  vitud,  y  el  raâs  poderoso  aliciente  para  el  vicio.  Con- 
cédaseles  un  derecho,  quesin  eacarlos  de  su  clase  o  estado  Ua- 
no,  les  harâ  concebir  que  son  algo,  que  figuran  en  el  Estado, 
y  entoDces  se  erguirâ  su  espîritu,  secundarân  sus  potencias, 
se  llenarân  de  ideas  de  honor  y  estimaciôn  de  si  mismos,  y 
adquirirân  vigor  para  servir  mejor  a  la  Patria.  Esta  se  en- 
grandecerâ  con  la  adquisiciôn  de  un  crecido  numéro  de  sûb- 
ditos, no  por  una  conquista  fîsica,  sino  polîcica,  haciendo 
utiles  a  los  que  antes  no  lo  erau,  y  a  los  que  va  lo  eran,  pe- 
ro no  tanto  como  serân. 

De  lo  contrario,  îcon  cuânta  razôn  no  censurarén  nues- 
tra  couducta  los  polîticos  extranjerot?  Si  murmuraron  la 
expulsion  de  los  moriscos,  siendo  unos  hombres  sospechosos 
en  religion  y  lealtad,  iqué  dirân  de  que  nos  expongamos  a 
que  muchas  de  nuestras  castas  emigren  a  otro  paîs,  caando 
se  vean  despreciados  con  una  uegatira  que  los  abatirîa  y 
distiuguirîa  aun  mâs  que  antes  del  resto  de  la  poblaciôn? 
^Qué  dirân  de  que  no  nos  aprovechamos  de  ellas,  pudiendo 
haterlas  utiles  a  tan  poca  costa?  Porque  no  puede  negarse 
que  ellae  exceden  muchîsimo  en  numéro  a  los  moriscos,  y  ca- 
recen  de  las  «ospechas  de  éstos. 

Con  decir  son  ciudadauos  todos  los  libres  hijos  de  ioge. 
nuos,  con  tal  que  por  alguna  lînea  traigan  su  origeu  del  te- 
rritorio  de  las  Espanas,  quedan  excluidos  los  negros,  los  li- 
bertos y  sus  hijos,  con  lo  que  conveniraos  con  los  griegos,  y 
^alvaraos  aquella  impresiôo  de  la  |proximidad  a  la.  esclavi- 
tud  que  puede  inducir  en  ellos  mismos  abatimiento,  y  en  los 
demâs  vecinos  algûn  coucepto  de  poco  aprecio. 

A  no  eer  asî,  no  admitiré  siquiera  este  temperamento: 
^a  d6nde  esta  la  ilustraciôn  de  nupstro  siglo,  segûii  la  cual 
se  debe  ver  a  todos  los  hombres  como  ciudadanos  del  mun- 
do  8  hijos  de  un  eôlo  padre,  que  es  el  Supremo  Hacedor? 


184  FRANCISCO    GAVIDIA 

^Dônde  la  filosofîa  que  easena  a  apreciar  a  nuestros  seme- 
jantee?  ^Dônde  la  liberalidad  que  estimula  a  promover  e! 
bien  de  Ix  especie  humana?  ^".Dônde  el  espîritu  de  regenera- 
ciôn  de  la  Monarquîa,  que  ha  querido  aacer  de  todos  eu» 
raiembros  uria  misma  y  sola  familia?  ^Dônde  la  filantropîa 
o  amor  a  todos  lo8  hoinbree?  El  que  pieuse  de  otro  modo, 
sera  para  raî  tan  misântropo  como  el  mismo  Tiraôn,  aquel 
griego  que  diô  oria:en  a  este  nombre.  No  lo  juzgo  awî  de  V. 
M.,  y  espero  de  su  justificaciôn  y  polîtiea  concédera  a  aque- 
II08  infelices  el  derecho  de  ciudad. 

El  Sr.  Arguelles  (*):  No  puedo  oîr  con  indiferencia  que 
se  trate  a  la  comisi6n  de  libéral  y  poco  mirada,  presentanda 
un  artîculo  contradictorio,  inconsiguiente  y  lleno  de  no  se 
yo  cuântos  otros  defectos  mâs  que  han  tenido  a  bien  los  se- 
hores  preopinantes  atribuir  al  que  se  discute.  Aunque  no  es- 
toy  preparado  para  contestar  debidamente  a  los  arguraen- 
tos  que  se  han  heeho  por  el  sefîor  Uria  en  su  bien  meditado 
discurso:  y  por  el  Sr.  Alcocer  en  su  erudita  y  elocuente  ex- 
posici6n,  procuraré  a  lo  menos  manifestar  las  razones  que 
tuvo  la  comisiôu  para  exfcander  el  artîculo  segûn  aparece. 

La  coraisiôn  no  ha  sido  iliberal  ni  irreflexiva;  sus  princi- 
pios  son  bien  conocidos,  y  lossentimientos  de  sus  individuos 
igualmente  uotorioa.  Ma;*  en  este  punto  procediô  sujeta  a 
leyes  claras  y  terminantes.  Ya  en  Ips  primeros  dîas  del  Con 
greso,  los  Srea.  Diputados  por  America  manifestaron  sus  de- 
seos  en  êl,  excluyendo  explîdtamente  a  varios  habitantes  de 
ella.  (Interrurapido  el  orador  por  haberse  dicho  en  Octubre, 
anadiô):  Ademâs  de  ese  decreto,  pues  yo  no  hablo  de  las 
proposiciones  presentadas  por  Setiembre,  el  decreto  de  15  de 
Octubre  precisamente  es  la  base  del  artîculo  que  la  comisiôa 
no  podîa  variar,  Fué  rauy  discutido  y  controvertido  por  las 
Cortes;  es  claro  y  decisivo,  y  la  comision  no  ha  hecho  siuo 
ampliarlo  todo  lo  que  pudo,  sin  opouerse  a  lo  que  dice  su 
ténor.  ^Cômo,  pues,  se  la  tilda  de  iliberal?  Fuédeteniiay 
mirada,  porque  ha  querido aplicar'en  todoel  rigor  posible  los 
principios  mâs  libérales,  sin  comprometer  por  eso  la  tran- 
quilidad  y  contento  de  toda  la  Monarquîa.  El  artîculo  no 
esta  examinado  como  sedebîa.  No  priva  a  los  originarios  de 
Africa  del  derecho  de  ciudad:  indica  sî  el  medio  da  adquirirlo, 
y  dice  côrao  pueden  ser  admitldos  a  participar  de  los  privi- 
Ipgios  de  la  cualidad  de  ciudadano  con  utilida  1  suya  y  de  la 
Patria.  Y  asî  es  que  yo  desearé  que  el  artîculo  sea  analizado 
por  los  senores  que  han  pedido  ia  palabra  con  toda  la  aten- 
ciôn  que  les  sea  dable,  antes  de  repetir  lo  dicho  contra  la  ili- 


(*)  A   este    orador    se   llamaba  en  su  tiempo  "el  divino  Arguelles. 


HISTORIA  MODERNA    DE  EL    SALVADOR  185 

beralidad  de  la  comieiôn.  La  anchapuerta  que  les  déjà  abier 
ta  la  virtud  y  el  mérito  para  ser  ciudadanos,  forma  un  in- 
meneo  campo  para  las  accioues  dignas  de  todas  clases  en 
que  poder  aquellos  apreeiables  individuos  bacerse  acreedores 
al  derecho  de  ciudad.  No  es  exacto  decir  qne  los  têrminos 
del  artîculo  equivalen  a  una  nef^ativa  por  no  haber  eu  aque- 
llos paîses  ocasiones  de  coutraer  el  mérito  de  los  espanolet* 
en  la  Penînsula,  El  mérito  y  los  servicios  siempre  son  rela- 
tivos;  y  los  que  se  exijan  de  aquellos  iudividuos  serân  califi- 
cados  en  su  caso  con  respecto  a  su  condiciôn,  esto  es,  al  es- 
tado  en  pjeneralde  su  clase,y  al  particulardecada  individuo. 
Las  Cortes  asî  podrân  ?onceder  carta  de  ciudad  no  s61o  a  po- 
cos  individuos  a  la  vez,  sino  a  muchos,  conforme  a  sus  mere- 
cimientos.  Se  harâ  entonces  con  conocimiento  de  causa  y  con 
el  debidodiscernimiento,  paraqueseaelpremioy  ^alardônde 
la  virtud  y  del  mérito.  Los  paîsf  s  de  America  ofrecen  un  teatro 
muy  digno  en  que  poder  los  individuos  de  que  se  habla  ejer- 
citar  sus  virtudes  y  talentos  en  todo  género  de  acciones  uti- 
les y  senaladas.  No  solo  los  servicios  militares  se  reputan 
por  merecedores  de  premios  en  una  sociedad;  las  virtudes  cî- 
vicas,  o  sean  sociales,  lo  son  igualraente.  Pero  ^quién  puede 
negar  que  en  America  aun  las  acciones  militares  brillan  y  re- 
claman  la  gratitud  nacional  tanto  como  en  la  Penînsula? 
Los  esforzados  espanoles  que  mantieneu  la  tranquilidad  de 
tan  precioHos  paîses,  los  que  reduceu  al  respeto  y  obediencia 
de  las  leyes  y  de  la  autoridad  legîtima  a  los  que  por  una  fa- 
talidad  los  habîan  desconocido,  ^no  son  tan  beneraéritos, 
tan  dignos  de  premio  como  los  jefes  y  militares  que  ha  cita- 
do  el  Sr.  Urîa  en  la  madré  Patria?  Y  si  entre  ellos  hubiese 
personas  que  se  hallen  en  el  caso  del  artîculo,  ^no  puedeu  ser 
por  el  misrao  hecho  recompensados  con  una  declaraciôn  tan 
honrosa  y  util  como  la  de  ciudadano?  Sî,  Senor,  pueden  me- 
recerla,  y  la  habrân  merecido.  Nada  mâs  justo;  pero  enton- 
ces  es  por  mérito  reconocido,  como  debe  suceder,  con  discer- 
rimiento,  ûnica  circunstancia  que  hace  apreciable  el  premio. 
La  comisiôn  bien  hubiera  deseado  que  circunstancias  parti- 
culares  raejor  conocidas  de  los  Sres.  Diputados  por  America 
que  de  los  de  la  Penînsula,  le  hubiesen  permitido,  u  omitir  el 
artîculo,  o  concebirle  en  têrminos,  ya  que  se  quiere  llaraar 
asî,  mâs  libérales.  La  comisiôn  tenîa  en  su  seno  varios  dig- 
nos individuos  americanos,  a  quienes  oy6  en  esta  materia 
con  t(>da  la  deferencia  y  atenciôn  que  se  merecen.  Mas  cual- 
quiera  que  fuese  la  opinion  individual  de  cada  uno  de  aque- 
llos senores,  no  podîa  menos  de  arredrarse  al  formar  el  ar- 
tîculo.   Sabîa  que  un  error  de  los  Gobiernos  anteriores  ha- 

23 


186  FRANaSCO   GAvroiA 

bîa  llevado  a  aquelios  paîseslos  naturales  de  otrosclimae,  y 
que  un  eistema  igualmenteequivocado,  lejos  de  aliviar  su  suer- 
te  j  mejorarsucoDdiciôn,  las  habîaîagravado.  Asî  es  que  el 
resultado  de  ambos  hechoa  produce  una  diferencia,  que  por 
desp^racia  tiene  su  apoyo  en  la  opinion  de  unos  y  en  las  pre- 
ocupaciones  de  otros.  La  comisiôn  desearîa  haber  presenta- 
do  en  todo  su  pro.vecto  la  mâs  curaplida  uniformidad.  Mas 
^podîa  hacerlo?  ^Tenîa  a  disposiciôu  los  raedios  de  dirigir 
las  opiiiiones,  las  ideas  reeibidas  y  arraigadas  con  la  educa- 
ciôn  y  con  muchos  anos,  de  destruirlas  o  de  trasformarlas? 
^Es  culpa  suya  no  hacer  el  raayor  de  los  imposiblee?  Mâs 
bien  es  digna  de  compasiôn  que  de  ser  tachada  de  iliberal. 
Yo  respeto  como  nadie  las  luces  y  opiniones  de  mis  dignos 
companeros  los  senores  americanos;  no  obstaute  soy  tara— 
bien  el  que  ignora  mâs  las  cosas  de  su  paîs,  y  por  lo  mismo 
el  que  babla  de  ellas,  segûn  lo  he  confesado  siempre,  con  mâs 
desconfianza,  no  se  yo  cômo  serîa  admitida  una  innovaciôn 
tan  absoluta  y  gênerai,  ni  que  consecuencias  podrîa  aca- 
rrear.  En  este  punto  quisiera  yo  que  el  Sr-  Alcocer  no  hu- 
biese  pasjido  tan  râpidamente  sobre  uno  que  rairo  como 
esencialîsimo;  y  espero  que  los  senores  que  hablen  despuês, 
aclaren  la  intenciôn  o  inreligeneia  de  lo  que  solicitan,  para 
que  pueda  el  Congreso  deliberar.  La  palabra  ciudadano  no 
puede  ya  entenderae  en  el  sentifio  tan  vago  e  indetermina- 
do  que  hasta  aquî  ha  tenido.  Aunque  térraino  antiguo,  aca- 
ba  de  adquirir  por  la  Constituciôn  un  significado  conocido, 
preciso,  exacto.  Es  nuevo  en  la  nomenclatura  légal,  y  no  se 
puede  confundir  en  adelante  con  la  palabra  vecino.  Àun  es- 
ta entre  nosotros  significaba  mâs  que  lo  que  el  Sr.  Alcocer 
ha  indicado  en  su  erudito  discurso;  pues  no  solo  habilitaba 
al  que  era  vecino  para  poder  ser  iudividuo  de  una  cofradîa, 
mayordorao  de  fâbrica,  etc.,  sino  para  empleos  municipales 
de  mucha  consideraciôn,  alcalde  o  juez  ordinario,  regidor, 
diputado  del  coraûn,  etc.  En  los  empleos  de  otras  clases  el 
vecino  opta  segûn  su  mérito,  con  los  demâs  espanoles. 

Por  tanto,  ora  se  mire  como  sinônimo  de  ciudadano  la 
palabra  vecino,  ora  diferente,  es  necesario  examinar  que 
acepci^n  tiene  ahora  por  la  ley  fondamental  el  nombre  ciu- 
dadann.  El  artîculo  23  le  da  voz  activa  y  pasiva  para  los 
pmp'cos  de  repûblica,  y  el  91  le  concède  la  mayor  prerroga- 
tiva  de  un  espanol,  que  es  nombrar  y  ser  nombrado  repré- 
sentante de  la  Naciôn.  Por  el  primero,  los  individuos  de  que 
se  habla  pueden  ser  desde  este  momento  prebendados,  ma 
gistrados,  Prelados,  eclesiâsticos,  Ministros,  consejeros  de 
Êstado,  virreyes  y  capitanes  générales;  por  el  segundo  pue- 
den y  deben  ser  Procuradores  de  Cortes,  no  solo  nombrar  a 


HIsTOKIA    MlDEKÎsA    DE    EL  SALVADOR  187 

quienes  ha^çan  eus  veces,  sino  venir  al  Con^reso  nacional  a 
represen tartre  a  sî  mismos,  a  hur  conciudadanos,  a  la  Naciôn 
entera,  a  délibérer  conio  nus  difjçnos  defensore.s.  Esta  exten- 
sion de  facultades  que  da  el  tîtuTo  de  ciudadano,  tîtulo  adop- 
tado  uecenaria mente  para  plautear  el  sii-tema  representati- 
vo,  y  del  eual  forma  unade  las  principales  bases,  ^.debîa,  o 
no/obli^ar  a  la  comisiôn  a  que  fuese  circuaspecta?  jOjalâ 
hubierapodido  ser  tan  libéral  eomo  son  sus  sentimientos! 
Pero  ha  tenido  que  sacrifiearlos  a  la  eon  veniencia  pûblica.  al 
bien  ^pneral  del  Estado.  La  caalidad  de  ciddadano  habili- 
ta a  todo  espMÎiol  para  serlo  todo  en  su  paîs,  sin  que  régla- 
mentoH,  ni  privileo;io8  de  cuerpoa  ni  estableciraientos  puedan 
rehunar  su  admisi6n. 

Ahora  bien:  esta  latitud  de  cualidad  ^.hallarâ,  sî  o  no, 
repuu:nancia  en  America?  La  comisiôn  j^es  libéral  y  poro  re- 
flexiva  en  no  haber  temido  el  efecto  que  esto  pudiera  oausar 
en  unas  provincias  en  que  dominan  las  raismas  preoeupacio- 
nes  que  en  las  de  la  Penînsula?  Yo  aseguro  al  Conoreso  que, 
constituîda  en  la  dura  uecesidad  de  formar  el  artîculo, 
tuvo  que  procéder  por  un  camino  lleno  de  pelijrroH,  por  el 
agudo  tilo  de  la  mâs  angjustiada  perpiejidad.  Uuu  latitud 
demasiada  y  una  restricciôn  excesiva  eran  escollos  que  de- 
bîa  evitar  igualmente.  Scila  y  Caribdis  amenazaban  de  am- 
bos  lados:  ^quê  habîa  pues,  que  hacer?  El  ejemplo  de  los 
tçriegoB  y  los  romanos  no  sirve  para  resolver  esta  cuesti6n. 
8us  repûblicas  estaban'constituîdas  de  un  modo  desconoei- 
do  en  los  Gobiernos  de  Enropa.  E\  entado  civil  de  sus  ciu- 
dadanos  distaba  mucho  del  sistema  que  hoy  ripre  en  las  ua- 
ciones  modernas.  Xo  obstante  los  riocorosos  principios  de 
justicia  y  libertad  social,  estuvieron  siempre  subordinados 
a  la  con veniencia  pûbli(;a  que  UHiaron  como  la  ley  suprema. 
En  el  dîa  tampoco  puede  ninj^ûn  Estado  separaree  de  aqué- 
11a  en  el  establecimiento  de  un  sistema  econômieo,  que  no  ee 
otra  cosa  en  el  punto  que  se  discute  sino  el  estado  civil.  La 
Naciôn  debe  Uamar  a  coraponerle  a  los  que  juzgueoportuno. 
Para  esto  no  hay  ni  puede  haber  reglas  de  rigorosa  justicia 
que  no  estén  sujetas  a  la  modificaciôn  que  exija  la  pûblica 
utilidad.  Si  una  numerosa  ciase  de  espanoles  no  se  halla  en 
el  dîa  en  disposiciôn  de  desempenar  todoe  los  derechos  de 
ciudad,  ^no  sera  prudente  y  justo  proporcionar  el  medio  que 
progresiva  y  gradualmente  pueda  ir  adquiriendo  su  goce  sin 
chocar  la  opinion,  que,  por  mes  que  se  diga,  lo  habrîa  de 
repugnar? 

Yo,  Senor,  tengo  que  hacer  la  raayor  violencia  a  mie 
principios  y  a  mi  genio  para  aprobar  el  artîculo;  pero  a  fé 
mfa  no  puedo  eaber  ei  cometerîa  un  absurdo  en  desecharle. 


188  FRANCISCO    GAVIDIA 

îso  teogo  conocimiento  prâctico  de  America;  mas  por  las 
ideas  que  cerca  de  eete  puuto  hay  en  la  Penîneula,  por  los 
informes  que  he  tomado,  por  lo  mueho  que  se  ha  controver- 
tido  eu  la  comisiôn,  dudo  que  pudiera  haberse  extendido  en 
têrrainos  mâs  propios  para  combinar  los  intereses  de  ambas 
partes.  La  comisiôn  crejô  prudente  abrir  la  puerta  a  los 
iudividuos  que  en  el  dîa  se  hallen  en  estado  de  desempenar 
las  funciones  de  ciudadano,  funciones  que  no  pueden  dividir. 
se  en  activas  y  pasivas.  El  ciudadano  espaûoi  ha  de  tener 
ol  ejercicio  de  todos  sus  derechos;  el  sistema  adopta  do  résis- 
te que  se  dividan,  y  la  comisiôn  creyô  que  no  podfa  conce- 
derse  el  estado  civil  bajo  esta  latitud  a  una  ciase  tau  narae- 
rosa  sin  hacer  algunaa  modiflcaciones,  El  ejemplo  de  otras 
naciones,  lejos  de  probar  contra  el  artîculo,  hace  ver  que  las 
mâs  cultas  y  libérales  han  procedido  en  este  punto  con  la 
raisma  circuDspecciôn,  La  notoriedad  de  los  hechos  que  la 
demuestran  me  dispensa  reproducirlos.  La  comisiôn  creyô 
que  las  Cortes  sucesivas,  con  mâs  tranquilidad,  con  mâs  lu- 
ces  en  tan  delicadîsimo  punto  (sin  que  por  eso  sea  visto  que 
no  aprecie  yo  por  mi  parte  las  de  los  senores  que  han  ha- 
blado)  podrîan  hacer  participes  de  los  derechos  de  ciuda- 
dano si  se  quiere  a  g^ran  parte  de  la  numerosa  ciase  de  que 
se  habla.  Los  têrminos  del  artîculo  son  mâs  latos  que  lo 
que  han  dicho  los  senores  que  me  precedieron.  Y  en  tal  caso, 
los  senores  americanos  no  han  tenido  razôn  para  cargar  a 
la  comisiôn  de  iliberal  y  demâs  tachas  que  la  pusieron.  Ha 
procedido  con  sujeciôn  a  un  decreto  que  tomô  por  base  del 
artîculo;  y  lejos  de  atenerse  al  rigor  de  sus  palabras,  ha 
hecho  cuantas  ampliaciones  creyô  compatibles.  Los  senores 
que  continûen  la  discusiôn,  espero  que,  manifestando  su  in- 
tenciôn  de  dar  a  la  ciialidad  de  ciudadano  la  extension  del 
término  y  sentido  constitucioual,  o  de  restringirla,  podrân 
facilitar  la  resoluciôn  de  este  artîculo. 

El  Sr.  Gordoa:  Senor,  si  mi  amor  y  constante  adhésion 
a  la  Naciôn  espaîiola,  de  que  me  glorîo  y  gloriaré  siempre,  y 
en  lo  que  a  nadie  cederé  jamâs;  si  el  vivointerés  que  tengoy 
debo  tener  por  el  honor,  decoro  y  reputaciôn  de  V.  M.,  en 
cuanto  procéda  de  su  soberana  sanciôn,  y  el  cûmulo  de  peli- 
gros,  horrorosas  discusiones  e  irréparables  maies  que  mis  co- 
nociraientoa  prâcticos  me  presentan  como  indnbitablemente 
consiguientps  a  la  del  artîculo  de  que  se  .trata,  no  reunierân 
lo  mâs  saofrado  y  urgente  de  mis  obligaciones,  como  espa- 
nol,  représentante  de  la  Naciôn  y  americano  que  acaba  de 
separarse  de  su  pafs,  quizâ  hallarîa  en  la  misma  naturaleza 
del  artîculo  muchas  razones  con  que  excusarme  de  hablar 
mas  no  teniendo,  por  los  motivos  expresados,  una  sola  que 


mSTORIA    MODERNA    DE  EL    SALVADOR  189 

apoye  mi  silencio,  me  determino  a  proponer  las  que  mepare- 
^?e  que  perauaden  la  necesidad  de  modificarlo  o  suprimirlo. 
Para  no  divagarme  ni  excederme,  he  procurado  ordeaar  mis 
ideas  del  mejor  modo  posible;  j  aunque  coincidieran  muchas 
con  las  que  han  expuesto  los  senores  preopinantes,  y  ampli- 
ficarân  los  demâs  Sres.  Diputados  de  America,  pues  en  mi 
•concepto  estân  todoa  contestes  en  lo  sustauciai  de  esta  mate- 
ria,  arguniento  para  mî  inelutable  de  la  necesidad  que  hay 
de  suprimir  o  moditicar  el  artîculo  en  cuestion,  afuiiiréto- 
davîa  para  satisfacer  al  Sr.  Argiielles,  que  el  consulado  de 
Guadalajara,  corporaciôn  ilustre  y  que  debe  a  T.  M.  una 
-consideraciôn  particular,  recomienda  al  Diputado  de  su  pro- 
vincia,  aunque  este  no  lo  haja  expresado,  sea  por  un  efecto 
de  delicadeza,  o  bien  de  olvido  natural,  proraueva  como 
punto  de  interés  gênerai  la  necesidad  de  abolir  la  infamia  de 
las  castas,  o  de  llamarlas  por  el  camino  del  honor  a  ponerse 
•eu  estado  de  ser  tan  utiles  al  pais  como  podrîan;  sieiido  ad- 
vertencia  que  todos  o  la  major  parte  de  los  individuos 
de  esta  corporaciôn  son,  no  solo  personas  ilustradas  y  del 
mâs  acendrado  patriotismo,  sino  tambiên  naturales  de  la 
Penînsula. 

Concretândome,  pues,  a  responder  al  Sr.  Argiielles,  digo 
^que  los  individuos  de  las  castas  que  excluye  el  artîculo  del 
numéro  de  los  ciudadanoa  espanoles  cultivados  en  las  ciuda- 
•des  o*  poblaciones  grandes,  son  muy  susceptibles,  lo  mis- 
mo  que  los  demâs  hombres.  de  una  iluatraciôn  que  les  haga 
sobresalir  y  brillar  igualmente  que  los  otros.  que  reciben  en 
-ellas  buena  educaciou,  verificândose  en  esto  alla  lo  que  aquî, 
que  las  luces  de  ellos  son  en  proporciôn  de  esta,  que  es  mâs  o 
menos  ventajosa,  segûn  las  circunstancias  de  los  lugares. 
Pero  volviendo  ya  a  mi  principal  intento,  no  dudo  afirmar, 
Senor,  que  casi  todos  los  artîculos  aprobados  por  V.  M.  po- 
drîa  decirse  ofrecen  poderosos  fundamentos  al  efecto;  mas 
para  caminar  con  la  précision  que  deseo,  me  contraeré  al  1^, 
3°.,  7°  y  8°,  en  que  si  yo  no  me  engafîo  demasiado,  una  clara 
ioconsecuencia  o  contradicciôn  patente  cou  este  artîculo  22 
-me  hacen  concebir  una  fuprza  irrésistible  a  favor  de  la  su- 
presiôn,  o  por  lo  menos  Iimitaci6n  o  variaciôu,  si  es  suscep- 
tible de  alguna,  capaz  de  salvar  los  inconvenientes  que  pre- 
veo.  Porque  ^cômo  puede  comprenderse,  Senor,  que  los  que 
traen  origen  de  Africa  (origen  malhadado,  y  cuva  maldiciôn 
no  tiene  fin,  segûn  se  sienta  en  ente  artîculo,  pues  que  lo 
trasmiten  a  suh  pôsteros,  y  hasta  las  generacionea  mâs  re- 
motaw)  sean  al  minmo  tiempo  espanoles  y  no  espaîîoles, 
miembros  y  no  miembros  de  esta  sociedad  que  ellos  también 
•  componen,  y  se  llama  NdciÔD    espanola?    La   soberanîa  es 


190  FRANCISCO      GAVIDÎA 

una  e  indivisible;  esta,  ee^ûn  V.  M.  ha  declarado,  resideesen- 
cialmente  en  la  Nacion  espanola,  que  por  los  artîculos  1°  y 
69  compouen  también  los  que  traen  oriy^en  de  Africa,  y  por 
lo  mismo  réside  aquélla  en  éï^tos,  j  sin  embargo,  no 
son  ciudadanos  espanoles,  sin  otro  obstâculo  que  su 
origen;  es  decir  porque  no  son  espanoles.  Pero  bi 
este  reparo  tiene  alguna  soluciôn,  que  yo  no  alcanzo, 
hallo  todavia  iguul  o  mayor  ditieultad  en  comprender 
cuâl  pueda  darse  al  que  ofrece  la  clâusula  siguiente  del 
artîculo  22  referido:  ''queda  (a  los  que  traen  origen  de  Afri- 
ea)  abierta  la  puerra  de  la  virtud  y  el  inereciniiento,etc.,  por 
eervicios  eminenten,  etc.  Supongo,  Senor,  que  la  virtud,  me- 
recimiento  y  eminencia  de  servicios  de  que  aquî  se  habla  no 
es  con  relacion  a  las  verdades  reveladas  o  al  orden  eobrena- 
tural.  sino  de  una  virtud  polîtiea,  o  del  orden  puramente 
moral,  a  menos  que  no  se  tratara  de  exigir  la  heroicidad  que 
constituye  santos  para  adquirir  la  cualidad  de  ciudadanos. 
Pues  si  el  que  trae  origen  de  Africa  va  esespanol,  y  como  tal 
debe  rairar  como  una  de  sus  principales  obligacionf^s  el  amor 
a  la  Patria  (que  es  toda  la  esencia  de  la  virtu<i  polîtiea  en 
concepto  de  los  mnyores  sabios  antiguos  y  modernos),  ha 
de  cultivar  la  justicia  y  beneficencia  recîproca,  la  fidelidad  a 
la  Constituciôn,  obediencia  a  las  leyes,  respeto  a  las  autori- 
dades  establecidas,  subvencion  a  las  necesidaden  ijel  Estado, 
hasta  prestarse,  liamado  por  la  ley.  a  derramar  su  sangre 
en  defensa  de  la  Patria,  conforme  a  los  artîculos  T*?,  89,  9?  y 
10,  cuando  halla  cumplido  con  todo  esto,  ^  no  poi^ee  ya  en 
su  ûltima  perfecciô n  la  virtud,  mereciraiento  y  polîtiea  emi- 
nencia de  servicioh?  No  los  hay  mayores.  si  no  se  apela  a 
otra  enfera  u  orden.  Es  consecuencia,  pues,  incontestable, 
quesiendo  espanol  el  que  trae  origen  de  Africa,  serîa  al  rais- 
mo  tiempo  ciudadano  y  no  ciudadano,  y  por  lo  tanto  es  ne- 
cesaria  la.  supresiôn  del  artîculo  en  discùsiôn.  Pero  aun  no 
es  todo,  Senor;  y  sin  embargo,  yo,  porque  trato  de  no  ser 
prolijo  con  molestia  de  V.  M.,  pasaré  en  silencio  la  dureza 
que  conliene  un  artîculo  que,  comparado  con  los  que  conce- 
den  la  calidad  de  ciudadanos  a  los  extranjeros,  da  un  resul- 
tado  muy  doloroso  de  inferioridad,  de  consideraciôn  o  esti- 
maciôn  de  los  naturales  que  se  excluyen  de  este  precioso  ca- 
tâlogo,  solo  porque  nacieron  sus  asceodientes  en  Africa,  aun 
cuando  hayan  pasado  veinte  o  mâs  generacionee,  cuando 
rauchîsiraas  veces  sera  nias  infecto  o  répugnante  el  oriiipn  de 
los  extranjeros  que  lleguen  a  numerarse  en  la  clase  de  ciuda- 
danos. No  hablaré  Bobre  los  derechos  de  la  igualdnd,  tau 
reclamada  en  este  augusto  Congreso,  ni  sobre  la  raunjstruo- 
i^idad  (tal  es  para  mî)  que  me  présenta n  las  Amêricas  por  eh 


HISTOKIA   MODEKNA   DE   EL   SALVADOR  191 

aspecto  que  tomau  eu  este  articule,  Dor  el  que  apaiecen  go- 
^audo  ftl  dulce  iîtulo  de  ciudadanoe  todos  lo8  de  las  clanes 
precisameute  coiiHumidoras,  raientras  que  los  de  las  produc- 
toraB,  68  decir,  las  mâs  dio:na8  o  coii  mas  justicia  (hablo  de 
la  justicia  y  ditçnidad  relativas  al  objeto  y  al  fundamento) 
para  obtener  este  tîtulo,  se  ven  deppojados  de  él.  Nada  dire, 
por  ûltimo,  de  la  ab8oluta  falta  de  medios  para  entrar  en  el 
goce  de  ciudadaDOH.  Porque  ^.cuâl  es  la  puerta  que  se  les 
abre?  jOh!  La  del  taleuto.  aplieaoiôn  y  conducta.  Prescin- 
(lamoH  de  la  imperiosa  iiecesidad  e  interés  de  abrirla,  y  de  la 
moral  irapasibilidad,  por  uo  decir  fîsica,  que  tal  vez  vendra 
a,  ser  casi  en  todos  ellos,  la  de  obtener  la  carta  de  ciudada- 
nos,  por  la  cortedad  de  sus  facultades  y  numerosas  familias, 
sobre  las  dificultades  inhérentes  a  la  solieitud,  bien  arduas 
y  notorias,  pues  soy  testigo  no  ha  podido  vencerlas  en  mu- 
•cho  tiernpo  algûn  extranjero  pudiente  y  a  todas  luces  bene- 
mérito,  en  la  pretensiôn  de  la  que  antes  se  otorgaba  de  na- 
turaleza;  y  pregunto  solamente:  ^.quiêu  pensô  jamâs  o  se 
•atreverâ  a  decir  que  estas  virtudes  mâA'imas,  que  e^toa  raros 
dones  del  cielo  eomo  lo  son  en  el  grado  y  sentido  que  forzo- 
sament^  los  reipiiere  el  artîculo,  descollarât»  o  pueden  brillar 
o  sobresalir,  co(uo  es  preci;«o  para  el  intento,  en  medio  del 
•abatimiento,  desprecio  y  degradaciôn  en  que  pone  a  las  cas- 
tas  un  artîculo  que  va  a  t'ormar,  auuque  no  se  quiera,  y  por 
mâs  que  se  diga,  el  igriotninioso  apodo.  que  se  les  echarâ  sin 
<;esar  en  earu  en  casa,  calles  y  tribunalew?  Eu  dos  palabras, 
Senor,  es  injpoaible  que  la  cor.lnra,  yabidupîa  y  religiosidad 
de  los  senores  de  la  cornisiôn  hubieran  insertado  este  artîcu- 
lo si  hubiera  podido  entrever  siq niera  lo  que  ya  toco  con  las 
manoa,  y  me  ha  obligado  decir  a  V.  M.  (lue  me  estimula  a 
hablar  como  americano  y  que  acaba  de  dejar  su  paîs.  Desde 
luego  convendrâ  V.  M.  conmigo  en  que  la  justicia  y  pruden- 
cia  cristiana,  la  convenieucia,  la  polîtica,  en  su  ma,  la  con- 
«iencia,  que  no  quiero  prostituir,  asî  como  no  me  dejan  liber- 
tad  para  callar,  me  la  limitan  también  para  expresar  todo 
lo  que  llevarîa  hasta  la  evidencia  este  punto,  y  queyodebo 
dejar  a  la  penetraciôn  de  V.  M-,  eligiendo  (si  cabe)  entre  los 
maies  el  raenor. 

Debe  saber  V^.  M.  que  lasanciôn  de  este  artîculo  no  harâ 
mâs  que  llevar  adelante  el  ataque  de  la  tranquilidad  de  las 
Américas,  haciendo  inraortal  en  ellas  el  gerraen  de  las  discor- 
dias,  rencores  y  enemistades,  o  sembrando  el  grano  de  que 
ha  de  brotar  infaliblemente  tarde  o  temprano  el  cûraulo  de 
horrores  de  una  guerra  civil  mâs  o  meuos  violenta  o  desas- 
trosa,  pero  cierta  y  perpétua.  El  carâcter  de  la«  castas,  sus 
pereuacioues  conocidae  y  fundadas,  y  los  medios  que  se  les 


192  J-RANCISCO    GAVIDIA 

ofrecen  para  proporcionaree  el  goce  de  ciudadanos,  son  très 
apoyos  de  lo  que  dijjo,  y  que  barân  ver  a  V.  M.  en  una  expo- 
nieiôn  no  mes  que  superfioial.  que  siendo  la  exclusion  que 
prétende  el  artîculo  el  obstâculo  iusuperable  y  fatal  de  la 
union  y  prosperidad  de  las  Américas,  es  al  miemo  tiempo  el 
manantial  perenney  seguro  de  incalculables  danos  polîticos 
y  morales.  Su  carâcter  no  es  el  que  comunraente  se  crée:  su 
constituciôn  fîsiea  y  moral,  su  docilidad  e  inteliocencia,  su  in- 
dustriay  demâs  dotes  les  dan  otro  di^no  de  inreresar  la 
atenciôn  de  un  Gobierno  que  piense  en  su  felicidad  y  en  el 
bien  gênerai  de  la  Naci6n:  y  en  esta  parte  me  bastarâ  refe- 
rirme  a  lo  que  han  eecrito  autores  de  mucho  tino  y  discerui- 
miento,  corao  lo  son  entre  los  reguîcolas,  Ulloa  y  Azara,  y 
otros  mil  extranjeros.  Sus  persuaciones  y  preocupaciones 
son  por  lo  misrao  las  de  que  constituyen  una  clase  de  mêrito 
y  consideiaciôn  en  el*  Estado,  y  las  fundan  en  las  declaracio- 
nés  mas  solemnes  hechas  en  su  favor,  y  que  ninguno  de  ellos 
if^nora,  como  quiera  que  son  el  apoyo  de  su  vanidad  y  dis 
tinciôn.  Se  creen  priviîegiados,  y  lo  estân  efectivamente.  Y 
para  no  detenerme,  me  contraeré  entre  todos  los  priyilegios 
que  gozan,  al  que  direetamente  obra  en  la  materia  de  que  se 
trata,  y  que  mas  les  halaga.  Sobre  los  concedidos  por  las 
antiguas  ordenanzas  de  Minerîa,  las  novîsimas  del  ano  de 
83  ee  explican  de  esta  manera  en  el  tîtulo  XIX,  art,  19: 
''Atento  a  que  siempre  debe  considerarse  la  dureza,  dificul- 
tad  e  incertidumbre  de  este  gênero  de  trabajo,  y  a  que  sus 
preciosos  productos  son  la  e-special  dotaciôn  de  aquellos  do- 
minios  y  la  primera  fuente  del  provecho  y  felicidad  pûblica  y 
uni  versai  de  estos  y  aquellos,  y  aun  en  gran  parte  de  todo  el 
mundo,  vengo  en  concéder  y  concedo  a  los  que  en  Nueva- 
Espana  se  dedican  al  laborîo  de  sus  minas  todas  las  raerce- 
des  y  privilégies  dispensados  a  mineros  de  estos  reiuos  de 
Castilla  y  los  del  Perû".  Pero  todavîa  es  mas  urgente  la  do- 
claraciôn  del  art.  2*?,  que  es  a  la  letra  la  siguiente:  "Ademâs, 
declaro  a  favor  de  la  profesiôn  cientîfica  de  la  minerîa  el  pri- 
vilegio  de  nobleza,  a  fin  de  que  los  que  ee  dediquen  a  este  im- 
portante estudio  y  ejercicio  t^eau  mirados  y  atendidoscon  to- 
da  la  distinci^n  para  que  tanto  les  recomienda  su  misma  no- 
ble profesiôn''.  Pregunto  ahora,  Serîor,  y  hago  estesencillo 
argumento:  los  mineros  de  Castilla  ^eran  y  sei  îan  ciudadanos 
espanoles  o  no?  Y  siendo  la  mayor  parte  de  los  empleados  en 
el  ejercicio  de  las  minas  la  de  los  que  excluye  este  artîculo  del 
derecho  de  ciudadano,  ^podrân  al  mismo  tiempo  pertenecer, 
como  en  efecto  perteuecen,  por  la  ley  a  una  profesiôn  noble  y 
distinguida?  Y  por  fin,  pudiendo  los  hijos  de  estos  dedicar- 
se  a  la  profesiôn  cientîfica  de  la  minerîa,  y  por   consiguiente 


mSTORIA   MODERNA   DE  EL  SALVADOR  193 

eer  nobles,  ^no  han  de  8er  ciudadanos  espanoles?  Senor,  la* 
razonee  se  me  agolpan  y  la  multitad  de  las  que  puedo  alegar 
COD  el  deseo  de  ser  brève,  DO  me  permite  mAs  que  indicar  a 
V.  M.  la  impolîtica  de  les  medios  que  se  proponen  para  as- 
pirar  a  ser  ciudadanos  a  una  elase  sin  ilustraciÔD  bastante 
en  otro  ramo  que  el  de  las  pasiones,  cuando  se  les  inspira 
con  ellos  las  dos  mâs  anâlogas  a  su  carâcter,  situation  y 
preocupaciones,  pero  por  lo  mismo  las  mâs  temibles,  que  son 
el  orgullo  y  vanidad  polîtica,  sin  las  cuales  jamâs  serân  ciu- 
dadanos, pero  con  las  que  la  declinaciôn  a  ios  extremos  vi- 
ciosos  en  lo  moral  sera  ruinosîsima  al  Estado. 

Pido,  pues,  a  V.  M,  por  la  razôn  y  la  humanidad  que  se 
resienten  de  degradaciôn  en  este  artîculo,  por  el  sagrado  de- 
recho  de  igualdad,  que  es  la  parte  potencial  primera  y  mâs 
noble  de  la  justicia;  a  nombre  de  mi  provincia,  por  sus  eepe- 
ciales  encargos,  expresos  en  mi  poder,  de  que  procure  sean 
comunes  y  recîprocos  Ios  derechos  y  deberes,  Ios  bieues  y  lo& 
maies,  las  ventajas  y  desventajaa  de  todas  las  partes  inté- 
grantes de  la  Monarquîa,  y  por  su  particular  derecho  de  ser 
toda  minera  de  la  Patria,  a  quieu  se  prépara n  conocidos  y 
grandes  males;  y  sobre  todo,  cuando  nada  de  eslo  merezca 
atenciôn,  a  nombre  de  la  religion  santa,  que  lo  résiste  por 
su  carâcter  y  espîritu  de  que  V.  M.  se  balla  tan  animado  y 
poseîdo,  como  yo  he  visto  en  Ios  actos  de  bondad  y  clemen- 
cia  a  que  he  tenido  la  dicha  de  cooperar;  virtudes  a  que  ape- 
lo  ya  soleranemente  en  la  solicitud  de  la  supresion  o  modifi- 
caciôn  para  una  tolerancia  polîtica  siquiera,  y  a  que  V.  M. 
no  puede  negarse,  si  se  acuerda  que  esas  virtudes  han  hecho 
en  todos  Ios  siglos,  climas  y  Estados  el  ornamento  y  timbre 
mâs  glorioso  de  Ios  Soberanos,  pido  no  permita  V.  M.  que 
de  aquî  adelante  esas  virtudes  se  vean  feamente  deslucidas 
por  el  lunarindeleble  de  crueldad  y  dureza,  que  imprimirâ  en 
su  bellîsima  y  apacible  faz  la  sanciôn  de  este  artîculo. 

El  Sr.  Castillo:  Senor,  después  de  Ios  enérgicos  discur- 
808  que  han  pronunciado  Ios  senores  que  me  han  precedido, 
poco  me  queda  que  decir;  por  tanto,  yo  procuraré  evitar  la 
repeticiôn  de  razones  para  no  ser  deraasiado  molesto. 

V.  M.  acaba  de  sancionar  con  la  prudencia  y  sabidurîa 
que  le  son  caracterîsticas  loa  medios  y  condiciones  por  las 
que  el  extranjero  y  sus  hijos  puedan  obtener  el  honor  de  ser 
ciudadanos  espanoles;  pero  estos  medios  se  limitan  sobre— 
manera  cuando  se  trata  de  aquellos  eapaîloles  que  traen  su 
origen  del  Âfrica.  En  el  artîculo  21,  que  acaba  de  aprobar- 
ee,  se  dispone  que  Ios  hijos  de  extranjeros  naturalizados,  co- 
mo no  hayan  salido  de  Espana  sin  licencia  del  Gobierno,  y 
24 


194  FKANCISCO     GAVIDIA 

que  habiendo  cumplido  21  anos  se  hajfan  avecindado  en  al- 
gûn  pueblo  del  territorio  espanol  con  oficio  de  ocupaciôn  co- 
Docida,  eean  reputados  por  ciudadanos;  ly  por  que  bajo  es- 
tas mismas  condiciones  no  se  les  ha  de  concéder  este  derecho 
a  quellos  que  no  debemos  mirar  corao^extranjeros,  sino  co- 
mo  espanoles,  aunque  origiuarios  de  Âfrica,  cuyos  majores 
se  establecieron  en  la  Monarquîa  espanola  desde  largo  espa- 
cio  de  doscientos  anos?  Que  el  bijo  del  extranjero  espanoli- 
zado  pueda  ser  ciudadano,  y  que  los  espanoles  descendientes 
de  AÎrica,  que  pueden  contar  entre  sus  abuelos  cuatro  o  cinco 
generaciones  ya  naturalizadas,  sean  excluîdos  de  este  honor, 
verdaderamente,  Senor,  que  no  comprendo  la  causa  de  esta 
desigualdad. 

Por  Ventura,  ^serâ  la  razôn  de  esto  porque  los  descen- 
dientes de  los  ardientes  climas  de  Àfrica  tienen  el  color  ate» 
zado,  mcreno  o  negro?  Pero  yo  agraviarîa  sin  duda  alguna 
a  la  sabidurîa  de  V.  M.  si  sospechase  que  esta  cualidad  o  ac- 
cidente podrîa  influîr  en  la  resoluci^n  de  esta  importante 
materia,  pues  los  progresos  que  la  fisica  ha  hecho  en  estos 
tiempos  nos  han  demoatrado  hasta  la  evidencia  que  la  va- 
riedad  de  colores  en  la  especie  humana  es  eîecto  primiti- 
vamente  del  clima  y  de  las  rostumbres,  y  secundariamente 
del  influjo  de  los  padres  en  sas  hijos. 

^8erâ  la  causa  de  esta  desigualdad  el  reducir  el  numéro 
de  los  représentantes  americauos,  reduciendo  el  de  los  repré- 
sentantes? No:  estoy  muy  distante  de  atribuîr  a  los  seûores 
de  la  comisiôn  ideas  tan  rastreras  y  mezquinas,  y  mâs  cuan- 
do  todo  el  proyecto  de  Constituciôn  abuuda  de  ideas  libéra- 
les, justas  y  magnânimas. 

^Se  dira  que  porque  los  descendientes  de  Àfrica  traen  su 
origen  de  esclavos  sou  excluîdos  del  honor  de  ciudadanos? 
Pero  satisfizo  completamente  a  esta  objeciôn  el  digno  Dipu- 
tado  de  Tiascala,  y  yo  no  tengo  mâs  que  anadir  sino  que 
habiendo  decretado  V.  M.  que  los  siervos  que  eu  Espaha  ad- 
quieran  su  libertad  son  y  deben  ser  espanoles,  es  claro  que 
aquellos  traen  ya  su  origen  de  espanoles.  A  mâs  de  que  no 
hay  razôn  por  que  se  extientlan  hasta  los  nietos  mâs  remo- 
tos los  tristes  efectos  de  la  servidumbre,  cuando  creo  que 
convendrîa  a  la  libertad  de  V.  M.  hacer  desaparecer  para 
Biempro  de!  territorio  espanol  esta  infeliz  condiciôn  del  hom- 
bre,  que  tanto  dégrada  a  la  especie  humana. 

Por  ûltimo,  Senor,  ^serâ  la  causa  de  esta  diferencia  la 
inmoralidad  que  algunos  imputan  a  los  que  descienden  de 
aîricanas?  Pero  a  mâs  de  que  hay  entre  éstos  muehos  y 
muchîsimos  que  son  honrados  y  virtuosos,  no  serîa  de  ad- 
mirar  quese  advirtieeeen  esta  clase  alguna   relajaciôn   de 


HISïOaIA    m   DERNA    de    EL   SALVADOR  195 

costumbree.  Nadie  ignora  que  el  honor,  el  premio  y  la  re- 
compensa del  mêrito  eon  el  primer  movil  del  coraz6n  huraa- 
Do,  son  el  estîmulo  mâs  poderoso  que  mueve  al  hombre  a  re- 
primir  eus  pasiones  y  a  eraprender  una  carrera  laboriosa  y 
util  a  la  Patria;  pero  de  este  estîmulo,  de  este  aliciente  hau 
estado  privados  aquellos  hombres  que  hasta  ahora  se  han 
mirado  con  despreeio.  En  una  palabra,  yo  no  encuentro  ra- 
z6n  para  privar  del  dereeho  de  ciudadanos  a  que'.los  que 
traen  su  origen  del  Àfrica,  que  hablando  con  mAs  claridad, 
son  los  que  en  America  se  conocen  con  el  nombre  de  eastas, 
y  por  el  contrario,  creo  que  bay  razones  de  conveniencia  y 
de  justicia  muy  poderosas  para  inclinar  el  ânimo  de  V.  M.  a 
favor  de  aquelloa  individuos. 

Senor,  todos  los  afanes  de  V.  M.  se  dirigen  a  hacer  la  fe- 
licidad  de  la  Naciôn  espanola,  y  a  promover  por  cnantos 
niedios  sea  posibie  su  prosperidad:  para  esto  es  indispensa- 
ble que  V.  M.  procure  mejorarlas  costumbres  de  sus  nubdi- 
tos,  e  inspirar  en  sus  corazoues  el  amor  y  aplicaciôn  al  tra- 
bajo.  Mas  estos  dos  importantes  objetos  jamâs  se  lograrân 
raientras  que  no  se  premie  la  acciôn  virtuosa,  sin  atender  el 
oriojen  del  individuo  que  la  hizo.  Por  tanto  creo  muy  con- 
veniente  (pie  el  dereeho  de  ciudadano  se  hiciese  extensivo  a 
las  eastas,  las  cualen  seo:uramente  harân  los  mayores  esfuer- 
zos  para  cumplir  con  sus  deberes,  para  ilustrarse  y  para  ser- 
vir a  la  Patria.  Lo  contrario  sera  perjudicialîsimo,  prime- 
ro,  a  las  costumbres;  porque  è.quê  estîmulo  podrân  tener 
aquellos  para  manteuer  una  coiiducta  arreglada,  si  el  hom. 
bre  de  bien  ha  de  ser  coufuudido  con  el  malo,  si  jamâs  ha  de 
aspiraraladistincioii  y  a  la  recompensa  de  sus  virtudes,  si  eu 
raérito  ha  de  quedar  siempre  en  la  oscuridad?  Asî  es  que  no 
es  de  extranarse,  como  dije  antes,  que  hombres  constituîdos 
en  estos  términos  fuesen  los  mâs  perversos  del  mundo;  pero 
por  fortuna  no  sucede  asî  con  nuestras  eastas,  que  por  lo 
gênerai  son  gentes  honradas  y  virtuosas.  efecto  que,  en  mi 
concepto,  eôlo  debe  a  atribuîrse  a  la  religion  que  proîesan. 
Segundo,  impedirîa  la  ilustraciôn  de  aquellos  habitantes; 
porque  ^a  que  fin  emprender  la  penosa  carrera  literaria,  si 
no  han  de  poder  optar  los  empleos,  pero  ni  aun  los  grados 
literarios,  porque  regularmente  son  excluîdos  de  elios  por 
las  constituciones  de  las  uuiversidades?  Yo  conozco  varios 
jôvenes,  que  dedicados  a  las  letrasofrecîan  muchas  ventajas; 
pero  que  hahiêndoseles  cerrado  la  puerta  de  los  honores,  tu- 
vieron  que  abandonar  su  empresa,  y  se  quedaron  como  plan- 
tas  mutiladas,  sin  dar  fruto.  Estos  son,  Senor,  los  inconve- 
nientee  negativos  que  resultarîan  de  la  prâctica  de  este  artî- 
culo  eancionado  por  V.  M.    Pero  aun  se  seguirîan  otros  in. 


196  FRANCISCO    GAVIDIA 

oonvenientes  positives  de  mucha  cou^ideraciôu,  que  Y.  M. 
-debe  prever  para  evitarlo. 

Cuando  me  figuro  formândose  el  censo  en  America  con 
exclusion  de  las  castas,  o  de  los  que  traen  su  ori^en  de  Âfri- 
ca,  ;quê  dificultades  secruzan  eu  mi  imaginacion!  Desde  aho- 
ra  preveo  que  habrâ  pruebas,  delaciones,  pleitos  y  dieensio- 
Des  muj  odiosas,  y  que  pueden  tener  resultados  muy  fatales. 
Senor,  es  menester  tener  présente,  que  los  habifantes  de  Ul- 
tramar son  espanoles,  indios  y  originarios  de  Africa;  y  los 
que  provienen  de  la  mezcla  de  unos  con  otros,  que  son  las 
castas,  se  dividen  en  mulatos  y  mestizos.  D«  aquî  ré- 
sulta que  cuando  el  origen  es  remoto,  solo  la  oy-iniôn  podrâ 
clasiflcar  los  que  traigau  eu  origen  de  africanos,  y  como  es- 
ta varia  segûn  los  intereses  y  pasiones,  este  sarâ  el  origen  de 
inuchas  discordias,  por  lo  que  desearîa  que  se  extinguiesen 
para  siempre  estas  denominaciones,  y  que  asî  como  son  to- 
dos  espanoles  por  haber  nacido  y  estar  avecindados  en  el  te- 
rritorio  espaûol,  fuesen  también  riudadanos.  Acaso  se  pen- 
earâ  que  sera  fâcil  formar  estas  claees  por  medio  de  libros 
parroquiales,  donde  ee  expresa  la  clase  a  que  pertenecen;  pe- 
ro  este  docuniento  solo  prueba  la  cristiandad  y  la  edad,  pero 
de  ninguna  manera  la  calidad.  pues  la  expresion  de  esta  no 
fue  mâs  que  la  opinion  del  padrino,  del  sacristân  o  cura  que 
extendiô  las  partidas. 

Senor,  el  asunto  es  de  mucha  importancia  y  trascenden- 
cic;  no  se  trata  del  bien  de  uno  u  otro,  sino  de  millares  de 
eûbditos  de  V.  M.  que  pueblan  las  Amêricas,  de  espanoles 
fleles  a  V.  M.,  deindividuos  y  partes  intégrantes  de  la  Naciôn 
«spanola,  de  esta  Naciôn  libre  e  independiente,  de  esta  Na- 
ciôn grande  y  generosa,  en  quien  réside  la  soberania.  ^".Y  co- 
mo podrâ  negârseies  el  derecho  de  ciudadanos  a  unos  miem- 
bros  de  una  naciôn  soberana? 

A  mâs  de  esto,  las  castas  son  las  que  en  America  casi  ex- 
•clusivamente  ejercen  la  agricultura,  las  artes,  trabajan  las 
minas  y  se  ocupan  en  el  servicio  de  las  armas  de  Y.  M.  ^Y 
ee  les  ha  de  negar  la  existencia  polîtica  a  unos  espanoles  tan 
beneméritos,  tau  utiles  al  Estado?  ^En  que  priucipios  de 
equidad  y  justicia  se  podrâ  apoyar  semejante  determinaciôn? 
Son  contribuyentes  de  Y.  M.  y  ayudan  a  eosteLcr  las  cargas 
del  Estado;  j.pues  por  que  no  se  les  ha  de  honrar  y  contar 
entre  los  ciudadanos? 

Esta  bien  que  se  les  consuele  abriéndoles  la  puerta  por 
eervicios  eminentes;  (,pero  es  dable  que  los  que  hasta  ahora 
no  han  tenido  existencia  polîtica  puedan  haber  contraîdo 
méritos  relevantes?  ^Y  sera  fâcil  que  tantos  millares  de  ha- 
bitantes ocurran  a  molestar  la  atenciôn  de  Y.  M.  por  solo  la 


HI3TORIA    MODERNA    DE    EL  SALVADOR  197 

investidura  de  ciudadanoH?  Yo  creo,  Senor,  que  «erîan  po- 
C08  lo8  trep  meses  que  cada  uno  han  de  durar  las  Certes  fu- 
turas  para  atender  a  laseolicitudes  de  rnillares  deindividuos 
de  las  castas  que  implorarîan  su  benignidad.  Eu  fiu,  Sefior, 
be  hecho  a  V.  M.  las  razones  de  justicia  que  tieneii  los  indivi- 
duos  origiuarios  de  Africa  para  merecer  la  atenciôn  de  V.  M., 
y  loe  iuconvenientes  que  se  seguirân  de  lo  contrario.  Por 
otra  parte,  yo  uo  hallo  razôn  nifundamento  sôlido  para  que 
eeexclujan;  porque  condeaeender  con  las  preocupaciones, 
que  no  niego  hay  en  algunos  espanoles  de  Ultramar  contra 
las  castas  no  œe  pareoe  bien.  Lo  justo  sera  sienipre  bien  re- 
cibido  en  todas  partes;  y  auuque  los  grandes  y  poderosos 
quieren  que  duren  las  preocupaciones,  la  conducta  de  V.  M. 
y  sus  sabias  resoluciones  formarân  en  este  asunto.  como  en 
otros  muchos,  la  opinion  pûblica.  A  mâs  de  que  no  se  trata 
de  elevar  a  las  castas  a  la  clase  de  nobles,  ni  colocarlas  en 
los  primeros  empleos;  b61o  se  trata  de  reraover  el  obstâculo, 
de  darles  existencia  polîtica,  para  que  mejorândoee  esta  por- 
ci6n  utilîf>ima  de  nuestra  poblaciôn,  sea  mâs  util  a  V.  M.  y 
a  la  Patria.  Por  lo  que  concluyo  pidiendo  que  V.  M.  décrè- 
te que  los  hijos  de  padres  ingenuos,  aunque  origiuarios  de 
A-frica,  como  seau  lionrados  y  tengan  algûn  oficio  o  modo 
de  pasar  la  vida  honestamente,  sean  reputados  por  eiudada- 
nos  espanoles. 

Yo  me  lisonjeo  que  modificado  este  artîculo,  esta  Consti- 
tuci6n  sabia,  que  V.  M.  esta  dando,  sera  recibida  de  los  paî- 
ees  de  Ultramar  con  el  mayor  regocijo,  y  como  una  prueba 
de  la  magnanimidad  con  que  V.  M.  ha  igualado  en  un  todo 
los  derechos  de  los  habitantes  de  America  con  los  de  la  Pe- 
nînaula,  y  los  deseos  de  enlazar  a  unos  y  otros  con  los  vîn- 
culos  mâs  estrechos  de  una  misma  naciôn  y  una  misma  fa- 
milia. 


Continué  la  discusiôn  del  art.  22  de  la  Constituciôn,  en 
la  eesiôn  del  5  de  septiembre. 

Touiô  la  palabra  y  dijo 

El  Sr.  Akispe:  Senor:  la  voluntad  de  mis  comitentes  y 
creo  que  la  de  todos  mis  dignos  companeros,  conoce  por  ob- 
jeto  primario  el  reunir  las  opiniones  de  los  habitantes  de  la 
Monarquîa  y  formar  un  todo  moral  capaz  de  conservar  eu 
integridad,  y  la  mâs  întima  y  cordial  union  entre  todoe  sus 
individuos.  De  aquî  deben  partir  los  fecundos  y  extraordina- 
rios  recursos  para  hacer  frente  al  poder  colosal  de  Napoléon; 
de  aqui  el  vernos  libres  de  su   terrible   opresiôn;   de  aquî  la 


198  FRANCISCO    GAVIDIA 

existencia  de  la  Naciôn  espanola,  a  quien  nai]a  aprovecliarâ 
la  mds  eabia  Constituoiôn,  una  vez  verifieada  eu  dieolucion 
interior.  La  Naciôn  se  afirma  como  sobre  dos  polos  en  la 
Peuînsula  y  America;  si  cualquiera  falla,  peiigra  su  existen- 
cia y  podrâ  hundirse  en  ese  anchuroso  mar.  Y  hé  aquî  el 
punto  de  vista  bajo  el  cual  debe  verse  en  toda  su  extension 
el  artîculo  conatitucional  puesto  a  discusiôn:  su  saneiôn.  en 
rai  opinion,  va  a  deci^iir sobre  laintegridad  de  la  Monarqufa; 
y  esta  terrible  idea,  que  arredrarîaal  espîritu  mâs  fuerte,  me 
estrecha  imperiosameute  a  mauifestar  cou  îranqueza  mi  opi- 
nion. Para  fundarla  me  parece  indispensable  aorirme  el  pa- 
8o,  fijando,  primero,  la  verdadera  idea  que,  especialmente  en 
toda  la  America  del  Norte,  debe  formarse  de  las  castas,  que 
hacen  el  objeto  de  este  artîculo;  segundo,  la  que  sobre  eu 
existencia  polîtica  tienen  formada  todas  las  Américas;  ter- 
cero,  la  inteligencia  de  la  proposiciôu  indicada  en  la  sesiôn 
pûblica  de  ayer,  con  lo  que  quedarân  removidos  los  escrûpu- 
los  del  Sr.  Arguelles,  siendo  de  esperar  de  su  candor,  de  sus 
tau  juétos  como  libérales  principios  y  de  su  extraordinaria 
ilustraciôn,  sea  el  primero  en  votar  por  la  causa  de  esos  des- 
graciados  americanon,  al  menos  por  estar  vinculada  en  ella 
la  comûn  de  la  Naciôn. 

No  me  valdré,  Senor,  en  cuanto  a  lo  primero,  de  pinturas 
que  puedan  pareeer  exageradas,  o  creerse  hijas  de  una  ima- 
ginaciôn  exaltada,  o  de  un  acalorado  patriotismo;  omitiré 
también  las  beilîsimas  descripciones  que  de  esa  tan  aprecia- 
ble  elase  de  gentes  hacen  célèbres  autores  americanos  y  ex- 
tranjeros,  para  librarlos  de  toda  imputaciôn,  y  solo  echaré 
mano  de  la  que  hace  un  europeo,  que  se  dice  conocedor  de  la 
America  y  carâcter  de  sus  gentes,  y  quien  parece  tiene  algûn 
crédito  en  Câdiz.  En  uno  de  sus  impresos  dice,  hablando  de 
las  castas  (permîtame  V.  M.  leerle  a  la  letra):  «Son  la  mâs 
apreciable  parte  del  pueblo;  la  mâs  amante  de  los  europeos; 
la  mâs  laboriosa:  la  que  ha  peleado  con  el  mayor  denuedo  a 
favor  de  la  E^paila  en  la  revoluciôn;  la  mâs  desatendida  por 
hallarse  siîi  propiedad  territorial,  ni  protecciôn  en  sus  ma- 
nufacturan.  Sou  (la  mayor  parte)  de  tan  buena  preeencia 
como  nosotros;  de  un  espîritu;brioso,  que  no  conoce  el  miedo; 
de  una  docilidad  al  mismo  tiempo,  que  los  recomienda  so- 
bre todos  los  habitantes  de  las  Américas  espariolas:  labra  en 
ellos  la  razôn....  sumamente  reconocidos  al  bien,  le  distin- 
guen  del  mal  con  el  mejor  discernimiento.»  Estas  son  la& 
castas.  Ahî  tiene  V.  M.  una  idea  bastante  para  formar  un 
juirio  de  las  castas  de  America.  Si  pudiera  imputarte  aigu. 
na  parcialidad  a  su  autor,  yo  aseguro  no  séria  en  îavor  de 
las  Américas. 


HISTORIA    MDDl;  RNA    DE  EL    SALVADOR  199 

Sîguese  a  examinar  la  opinion  de  la8  Àmêricas  en  lo  gê- 
nerai sobre  la  existencia  polîtica  de  eeoe  depgraciados  espa- 
fiolep.  El  Sr.  ArgiielleB  ha  padecido  ein  duda  un  p;rande  equî- 
voco  en  Kentar  en  eu  florido  diBcureo  que  los  Diputados  ame- 
ricanoe,  al  diecutir^e  el  vacilante  y  oecuro  decreto  de  15  de 
Octubre,  se  dividieron  en  sus  opiniones  en  esta  parte:  la  f6r. 
raula  de  decreto  que  todos  presentaron  al  segcundo  dîa  de 
instaladas  las  Cortes,  es  un  teeiiraonio  irréfragable  y  autén- 
tico  de  su  opini6n:  allî  reclamaron  la  igualdad  de  derechos 
entre  los  espanoles  europeos  y  los  naturales  y  chabitautes 
libres  de  America:»  allî  exigieron  que  en  el  caso,  que  debîa 
ser  la  base  para  el  nombramiento  de  Diputado,  se  contara 
«indistintamente  con  todos  los  libres  sûbditos  del  Rey>.  El  29 
del  mismo  Setiembre  reclamaron  también  todos  la  expresa- 
da  igualdad  de  derechos  para  todos  los  «hombres  libres;»  y 
si  en  el  decreto  de  15  de  Octubre  no  se  comprendieron  ex- 
presamente  las  castas,  tampoco  se  excluyeron  terminan- 
temente,  y  todo  pendiô  de  la  mayorîa  de  votos  del  Cou. 
greso;  en  la  que  concurriô  un  solo  americano.  Los  Di- 
putados, pues,  de  las  Amérieas  han  expresado  en  aquel 
tiempo  su  uriiforme  opinion  en  favor  de  las  castas,  y  no  es 
fâcil  entender  como  quiere  hacerse  raérito  de  su  division 
de  opiniones.  Lo  que  parecerâ  prodigioso  a  los  que  algu- 
na  vez  inculcaron  que  los  Diputados  no  obraban  confor- 
me a  los  intereses  de  sus  representados  es  el  observar 
que  han  coincidido  entre  si  perfectamente  en  lo  gênerai 
de  las  Amérieas  y  particularmente  en  las  provincias  que 
han  tenido  alguna  ilustrucion  y  tal  cual  libertad  para 
expresar,  no  la  libertad  de  un  cabildo,  cuyos  intereses  sue- 
len  estur  en  oposiciôn  con  los  del  pueblo,  sino  la  gênerai 
de  este.  Tiremos  la  vista  sobre  las  provincias  delà  Ame- 
rica del  Sur,  y  hallaremos  que  han  pedido  este  dere- 
cho  ante  V.  M.,  o  lo  han  proclamado  por  si.  La 
desgraciada  America  del  Norte  se  ha  explicado  como  ha 
podido;  jamâs  se  ha  opuesto  a  favoreeer  a  las  castas,  y 
aun  las  ilustradas  Goatemala  y  Nueva-Galicia,  la  opulenta 
Za:atecae,  la  benemérita  Coagiiila,  y  la  extensa  intendencia 
de  San  Luis  Potosî,  cuyas  instrucciones  vi  al  pasar  por  su 
<:apital,  quieren  que  se  borran  y  proscriban  para  siempre  de 
nuestros  Côdigos,  y  aun  de  nuestros  papeles  pûblicos,  los 
odiosos  nombres  degachupîn,  criollo,indio,  mulato,  coyote, 
etc.;  que  en  todos  reine  la  fraternidad  mâs  intima;  que  todos 
sean  hombres  buenos  y  capaces  por  ley  de  todo  derecho,  va 
que  reportan  toda  carga,  sin  mâs  diferenciaque  la  que  indu- 
ce la  virtud  y  el  merecimiento,  por  cuyos  grados  puedan 
tambiéu  estos  infelices  algûn  dîa  ocupar  puestos  honorificos. 


200  FRANCISCO    GAVIDIA 

Eetân  sin  duda  conformes  en  lo  gênerai  las  Amêricas  con  la 
que  han  querido  y  quieren  sue  représentantes  en  favor  de  las 
castas;  esto  es,  que  se  les  liberté  de  la  infamia,  del  envileci- 
miento  y  de  la  miseria,  quitândoles  el  obstâeulo  de  la  le\' 
mâs  odiosa,  haciêudolos  capanes  de  ser  todo,  aun  Diputa- 
dos,  Obispos  y  Papas,  aute  quienes  no  me  avergonzarîa  de 
hincar  la  rodilla  y  recibir  sus  bendiciones.  Pasando  a  fijar 
la  inteligencia  de  la  proposiciôn  insinuada  ayer  por  los  ame- 
ricanos  que  hablaron,  no  puedo  raenos  que  admirar  se  exija 
explicaciôn  sobre  ella.  Sou  sus  términos:  "Son  también  ciu- 
dadanos  los  espaîïoles  originarios  de  i^friea,  hijos  de  padres 
ingenuos,  que  ejerzan  alguna  profesiôn  o  industria  util,  o 
tengan  alguna  propiedad  con  que  puedan  subsistir  honrada- 
meute".  ^.Y  puede  darse  cosa  mâs  clara?  Es  preciso,  para 
no  entenderla,  cerrar  los  ojos,  o  desviar  de  ella  la  vista,  co- 
mo  parece  sucediô  al  Sr.  Argiielles,  que  la  fijô  desde  luego 
en  los  diversos  artîculos  que  tratan  de  empleos  y  Diputados 
en  Cortes.  Esto  esta  contestado  con  decir  que  no  es  del  caso 
su  examen,  y  tendra  lugar  cuando  se  discutan  los  artîculos 
respectivos,  puesto  que  el  ser  ciudadano,  y  aun  de  .los  de  la 
primera  clase,  no  induce  una  consecuencia  necesaria  de  ser 
al  siguiente  dîa  Diputado,  etc.,  como  se  ve  en  los  artîculos 
91  y  siguientes  hasta  el  98. 

Mas  para  remover  todo  escrûpulo,  preocupaci6n  o  deli- 
cadeza,  debe  fijarse  la  atenciôn  en  que  la  proposiciôn  no  dice, 
ni  quieren  sus  autores  que  hoy  se  déclare,  el  derecho  que  los 
descendientes  de  AÎrica  deben  tener  a  todo  empleo,  y  mana- 
na  vengan  a  sentarse  al  Congreso,  o  a  exigir  del  Gobierno  el 
bastôn  de  virreinato,  etc.;  solo  se  exige  eu  el  raomento  que 
se  déclare,  como  es  justo,  ser  ciudadauos  y  capaces  de  todo; 
que  se  les  remueva  la  traba  odiosa  de  la  ley,  y  se  deje  a  su 
virtud,  buena  conducta  y  merecimientos  el  vencer  en  lo  polî- 
tico  y  lo  moral  los  muchos  ob(?tâculos  que  tienen  para  llegar 
cuanto  antes  a  los  empleos  de  honor.  El  Sr.  Argiielles  y  yo 
no  tenemos  impedimento  légal  para  ser  Papas,  iy  cuânta 
nos  falta  que  veucer  para  serlo?  Y  aun  esta  capacidad  se 
pide  en  esa  proposiciôn,  no  muj^  conforme  a  mi  opinion,  pa- 
ra los  que  sean  hijos  de  padres  ingenuos;  de  suerte  que  am- 
bos  hayan  sido  o  sean  libres,  y  estén,  como  regularraente  su- 
cède,  mezclados  por  dos  generaciones  con  sangre  de  espafio- 
les,  acaso  de  las  primeras  clases. 

Supuesto,  pues,  el  verdadero  conocimieuto  de  îas  castas, 
que  hacen  el  objeto  de  este  artîculo,  el  de  la  voluutad  deci- 
dida  en  favor  de  lo  gênerai  de  las  Amêricas,  y  el  de  la  inteli- 
genciasencilla|dela  proposiciôn  indicada,  parece  yaoportuno 
descender  a  desentranar  el  artîculo  puesto  a   discusiôn.    Yo 


HI3T0RIA  MJDERNA    DE  EL    SALVAODR  201 

lo  hallo  nada  conforme  a  la  justicia  que  tanto  debe  caracte- 
rizar  a  V.  M.,  opuesto  a  la  mâe  sana  polîtica,  y  euperfiuo  eo 
el  proyecto  de  Couetituciôn. 

Por  principio  de  justicia  y  eterna  equidad,  las  cartças 
y  obrigaciones  son  la  raedida  proporcional  de  los  derechos. 
Es  constante  que  Méjico  ha  rendido  a  V.  M.,  por  ano,  '^O 
railloxies  de  pesos  fuertes,  de  pechos  y  derechos:  de  un  ano 
a  esta  parte  se  han  recargado  dos  miliones  para  caucionar 
el  empréstito  de  dos,  y  cuasi  uno  que  podrâ  rendir  el  nuevo 
impuesto  sobre  el  metzcal  o  arp^uardiente  de  Moo;uey  {agave 
mejicano);  de  modo  que  deducido  el  importe  de  los  tributos 
que  se  han  quitado,  resultan  mâs  de  22  miilones.  Si  a  estos 
se  agregaii  las  suraas  iumensas  que  una  plao^a  de  mandones 
y  exactores  de  Hacienda  roban  a  los  coiitribuyeute?,  mu- 
chas  veces  al  abrigo  de  los  varios  CôJigos  tirâuico^  dt^  Ame- 
rica, suben  las  cargas  y  obl^kaciones  de  aquellos  ^ûhditos  a 
una  6uma  impondérable.  ^Y  sobre  quién  gravita  este  énor- 
me cargo  de  obligacionet?  A  lo  ûltimo  sobre  el  labrador, 
minero  o  iudustrioso  manufacturero,  y  éstos  en  su  raayor 
numéro  son  los  que  se  llaman  castas.  Aun  hay  mâs:  ^quién 
ka  sosteniiio  para  Espaîïa  aquellos  vastos  domitiios  con  su 
sangre  sino  las  castas,  pues  los  indios  est^  exclufdos  de  la 
Milicia?  De  esos  25.000  guerreros  que  sostienen  al  virrey  de 
Méjico,  ^no  son  castas  la  mayor  parte?  Si,  Sefior,  esas  cas- 
tas, sobre  quienes  recaen  nombres  muy  odiosos,  son  las  que 
reportan  en  lo  gênerai  esas  terribles  cargas  u  obligacioues, 
eufriendo  a  veces  tal  opresion,  que  parece  se  intenta ba  ex- 
tinguir  en  ellas  aun  el  germen  de  la  generaciôn  y  como  im- 
posibilitarlas  para  su  propagaci6n,  que  atendido  el  terreno 
fecundîsimo  y  clima  celestial  en  que  viven,  debîa  estarmucho 
mâs  multiplicada.  Con  todo,  ellos  son  los  verdaderos  po- 
bladores  y  defensores  de  las  Américas;  iy  podrâ  verse  sin  in- 
dignaciôn  en  el  proyecto  de  Constituciôn  para  la  Naci^u  es— 
panola,  en  que  tanto  brilla  la  justicia  y  la  moderaciôn,  un 
artîculo  que  priva  del  honor  de  ciudadanos  a  tan  beneméri- 
tos  espanoles?  ^Podrâ  haber  quién  dude  un  momento  que 
ese  proyecto  en  nada  se  conforma  con  la  justicia? 

Vuestra  Majestad,  justa  y   dignamente,   tiene   procla- 
mado  que  la  Naciôn  es  la  réunion  de  todos  los  espanoles  de 
ambos  hemieîerios,  y  que  en  ella  réside  esencialmente  la  so 
beranîa  y  facultad  de  formar  sus  leyes  constitucionales.     Si, 

Eues,  las  castas  son  espanolas,  deben  participar  de  esa  so- 
eranîa  y  facultad  legislativa:  si  tienen  esta  participaciôn, 
Aeben  ejercerla  por  sus  représentantes;  y  no  pudiendo  verifi- 
carse  esto  sin  ser  ciudadanos,  o  han  dedejar  de  serespafioles 

25 


202  FFANCISCO      GAVIDIA 

y  miembros  de  la  eoberanîa,  o  se  les  debe  de  justicia,  funda- 
da  en  la  misirta  Constitucion,  el  derecho  de  ciudadanîa,  y  no 
puede  eer  conforme  a'justioia  el  neo;ârselo.  Segûn  el  artîculo 
21,  eBtâ  concedido  el  derecho  de  ciudadano  al  hijo  del  ex- 
tranjero  nacido  en  Espann;  de  suerte  que  el  hijo  de  un  frau- 
ces,  con  las  cualidades  de  ese  artîculo,  y  cuyo  padre  acaso  ha 
regaio  el  sueîo  espanol  con  la  sangre  de  nuestros  hermanos, 
y  sembrado  pu  campo  de  cadâveres  de  estos  mismos,  tiene 
derecho  de  ciudadano  en  este  proyecto  de  Constitucion, 
mientras  en  el  miv«mo  y  en  el  siguiente  artîculo  se  niega  a 
los  hijos  y  deseendientes  por  cualquiera  lînea  de  Africa,  quie- 
nes  por  dos  y  très  eiglos  han  nacido  en  las  Américas,  pobla- 
do  y  sostenido  con  su  sangre  y  con  una  fidelidad  sin  ejena- 
plar  los  derechos  de  la  Naciôn  espaîîola.  Si  heraos  de  ser 
consecuentes,  es  neceaario  confesar  que  el  artîculo  en  nada 
se  conforma  a  la  justicia. 

Bsta  misma  verdad  se  convence  internândose  un  poco 
mâs  a  examinar  las  condiciones  que  se  exigen  para  que 
alguna  vez  pueda  obtener  un  descendiente  de  Âfrica  el  de- 
recho de  ciudadano.  Estas  son  moralmente  imposibles, 
atendido  el  estado  actnal  de  las  castas,  Ser\;^icios  eminen- 
tes:  [cuân  difîcil  es  a  esta  ultima  clase  abandonada  del  Go- 
bierno  llegar  a  veriticarloir!  Y  aun  supuestos,  jcuân  difîcil  les 
sera  probarlos  puesto  que  los  jueces,  etc.,  ante  quienes  se 
reciben  las  pruebas,  son  interesados  en  su  contra;  pero  dé- 
mos que  todo  se  facilite:  ^.puede  concebirse  posible  el  que 
eada  uno  de  estos  pobres  reûna  500  pesos  faertes  para  cons- 
tituîr  un  agente,  puesto  que  no  tietip  représentantes  para 
que  impetren  la  carta  de  ciudadanîa?  Estoesquiméricoy  aun 
insultante  a  la  humanidad;  esto  es  decir  que  se  suba  a  la 
cumbre  de  un  elevado  monte,  impidiendo  al  mismo  tiempo 
aun  el  llegar  a  su  falda,  ^,Cômo  pedirles  talentoa  cultivados 
a  unos  infelices,  a  quienes  leyes  bârbaras  tienen  cerradas  las 
puertas  de  los  coîegios  y  de  las  uuiversidades?  Cômo  pedir- 
les couducta  particular,  cuando  se  les  prohibe  entrar  en  esas 
casas  de  educaciôn,  y  aun  se  les  cierran  las  puertas  en  las 
comunidades  religiosas  de  ambos  sexos?  jEsôândalo  inau. 
dito  que  solo  puede  tener  origen  en  las  preocupaciones  de  si- 
glos  bârbaros,  pero  que  no  puede  subsistir  en  el  présente! 
Esto  es  en  suraa  el  colmo  de  la  injusticia,  y  no  se  puede  espe- 
rar  de  tan  acreditada  justificaciôn  de  V.  M.  que  lo  apruebe 
eu  el  artîculo  21. 

La  polîtica,  Senor,  sin  separarse  jamâs  de  la  justicia,  de- 
be dirigir  sus  miras  a  lo  mâs  util  y  conveniente  al  Estado. 
Nada  conviene  mâs  a  Espana  que  la  réunion  perfecta  y  gê- 
nerai de  sus  habitantes,  y  no  es  fâcil  concebir  cômo  la  "nega- 


HlîTORIA    MODERNA   DE   EL   SALVADOR  203 

tiva  del  derecho  de  ciudadano,  que  iguala  al  espanol  con  el 
adveuedizo,  pueda  intluîr  en  esa  reuniou  de  <1nimos  tan  de- 
eeada,  antes  bien  sera  indudablemente  un  semillero  de  dis- 
cordias  y  divisiones  entre  las  familias,  entre  los  puebloe  y 
entre  las  ciabes  del  Estado.  t.Cômo  neo;ar  el  derecho  de  ciu- 
dadano a  tantoK  miles  de  guerreros  fuertes  a  quienes  no  ha 
mucho  declarô  V.  M.  beneméritos  de  la  Patria?  <;C6mo  ne- 
garlo  a  la  porciôu  innumerable  de  mineros  que  estan  decla- 
rados  nobles?  Es  preciso,  Senor,  que  semejante  negativ'a 
engendre  en  sus  animos  el  abatiniiento,  cuandono  seael  des- 
aîecto.  Las  revolu'-iones,  aunqne  traen  tautas  desgraciai?, 
no  dejan  de  ilustrar  a  los  hombres  sobre  los  objetos  que  las 
niueven:  la!=^  de  America  ban  iiustrado  demasiado  a  sus  ha- 
bitantes sobre  sus  derechos,  v  va  no  es  tiempo  de  alucinar- 
loe  cou  promesas  vagas  y  un  îârrago  iusigîiiHcaute,  o  que 
tal  vez  insulta.  Es  para  mî  muy  de  teraer  que  la  aprobacioa 
del  artîculo  en  cuestiôn  va  a  iufluîr  directamente  en  la  des- 
membraciôn  de  las  Araêricas,  en  su  ruina  parcial,  que  es  muy 
fâcil  se  haga  trascendental  por  falta  de  prévision  polîti'^a,  y 
entiendo  que  esta  pide  se  deseche  como  esta. 

Voy  a  concluîr  con  manifestar  a  V.  M.  que  mi  opinion  sé- 
ria se  desechase  como  euperfluo  el  art.  22  que  se  cuestiona, 
eutendiéndo^e  los  descendientes  de  Afriea  en  cuanto  a  los  de- 
rechos  de  ciu'ladano  iueluîdos  en  los  artîculos  18,  19,  20  y 
21  del  mismo  capîtulo.  Si  el  descendiente  de  Afriea  ha  naci- 
do  en  Espana  y  tieue  las  cualidades  que  comprende  el  art. 
21,  nodebiendo  hal)er  en  ju^ticia  do.s  pnsus  ni  dos  balanzas, 
debe  entenderse  comprendido  en  él.  Si  el  que  trae  origen  de 
Afriea,  y  naeiô  en  ella.  qniere  ser  ciudadano  espaûol,  lo  sera 
cuando  tenga  los  requisitos  que  exigen  los  arts.  19  y  20;  pe- 
ro  si  el  oriundo  de  la  miema  Afriea  es  nieto,  biznieto,  etc.,  de 
un  africano,  mezclado  por  dos,  diez  y  cien  generaciones  con 
la  sangre  de  originarios  de  las  Espaûa8,no  debe  haber  la  m^'- 
nor  duda  en  comprenderlo  en  el  art.  18,  y  tanto  mâs  tenien- 
do  présente  la  inteligencia  que  el  Sr.  Argûelles  dio  a  este  ar- 
tîculo  cuando  se  exigia  por  el  Sr.  Castillo,  de  Goatemaîa,  se 
explicasen  aquellas  palabras  ''traeti  su  origen'',  en  que  sentô 
Be  hablaba  en  el  artîculo  de  un  origen  mediato  e  inmediato. 
V.  M.  ha  tenido  mas  consideraci6n  a  los  africanos  (pie  a  los 
extranjeros  de  otras  partes  declarâudolos  espf.noles  en  el 
momeuto  que  adipiieren  su  libertad.  No  eucoja,  pues,  sii 
franca  y  libéral  mauo  tratândolos  en  el  présente  artîculo  co.i 
menos  generosidad  que  a  éstos:  conmuévanse  hacia  ellos  las 
paternales  entranas  de  V.  M  ;  y  atendiendo  a  sas  tan  seùa. 
lados  eervicios  eu  favor  de  la  Patria,  a  la  sangre  espanola 
que  por  dos  o  mâe  generaciones  circula  en  eue  veuas,  y  a  la 


204  FRANCISCO    GAVIDIA 

aptitud  que  tienen  para  todo,  declârelos  generosa  y  justa- 
mente  ciudadanos  eepanolee,  Asî  conseguirâ  iiifaliblemente 
ia  mâs  îutiina  uuion  entre  todos  los  individuos  de  la  Monar- 
quîa.  Asî  harâ  que  todos  sean  adictos  a  la  Naciôn  espano- 
la  y  muy  reeonocidos  a  Y.  M.  Esto  es  lo  que  importa  a  Es- 
paha.  y  estos  son  tambiéu  mis  deseoe. 

El  Sr.  Dor:  No  tanto  pedî  aver  la  palabra  para  manifee 
tar  mi  opiniôu  eu  orden  a  la  cual  eetoy  inderieo,  como  para 
îiianifestar  el  deseo  de  que  se  fije  bien  el  estado  de  la  cues- 
ti6n:  pues  segûu  cuâl  este  sea  o  la  suposiciôn  con  que  se  pro- 
<^eda,  veo  que  americanos  y  europeos  podemos  fâcilmente  in- 
currir  en  una  contradicciôn  o  inconsecuencia  manifiesta. 
Ayer  ya  indicé  el  Sr.  Argûelles  la  dificultad  a  que  debe  darse 
mayor  extension,  y  es  la  siguiente: 

Yo  entiendo,  y  he  entendido  siempre,  que  en  America  el 
coucepto,  opinion  y  estimaciôn  pûblica  de  los  indios  origina- 
rios,  criollos  y  europeos,  ha  sido,  ya  se  trate  de  enlaces,  ya 
de  honores  y  eondecoracioues,  en  grado  superlative  muy  su- 
perior  a  la  de  los  originarios  de  Africa,  y  que  esto  ha  sido 
de  modo  que  a  éstos  no  se  les  ha  permitido  tener  oficios  de  re- 
pûblica.  El  seûor  preopinante  que  acaba  de  hablar  ha  exal- 
tado  raucho  el  mérito  de  los  oriundos  de  Africa:  no  quiero  dis- 
puter sobre  esto,  ni  rebajar  de  ningûn  modo  su  mérito;  pero 
el  mismo  seîîor,  si  mal  no  me  acuerdo,  ha^  dieho  que  ahora 
debe  prescindirse  de  si  los  originarios  de  Âfrica  deben  admi- 
tirse  a  los  honores  de  repûblica  y  de  Diputados  de  Cortes,  y 
que  de  derecho  puedan  serlo,  y  no  de  hecho.  Xi  en  prescin. 
dir  de  lo  dicho,  ni  en  la  division  de  derecho  y  de  hecho,  pue- 
do  convenir  por  lo  que  se  dira  despuês.  Aun  no  ha  diez  dîas 
que  uno  de  los  Sres.  Diputados  de  America  dijo  en  el  Congre- 
eo  que  creîa  él  que  no  habrîa  reparo  por  parte  de  los  ameri- 
canos en  que  a  los  originarios  de  Africa  se  les  excluyese  del 
derecho  o  e!ecci6u  pasiva  en  cuanto  a  diputaciôn  de  Cortes; 
prueba  clara  de  lo  que  tengo  dieho  en  orden  al  concepto  de 
America,  por  lo  que  toca  a  la  clase  de  gente  de  que  t^e  trata. 
En  Octubre  proximo  pasado  se  traté  en  rauchas  sesiones  so- 
bre los  derechos  de  que  habfan  de  gozar  los  de  America:  nun- 
€a  hubo  empeno  para^iucluir  en  ellos  a  los  oriundos  de  Afri- 
ca:  con  aprobacion  de  los  Sres.  Diputados  de  America,  se 
sancionô  el  decreto  de  15  del  mism.o  mes,  declarândose  con 
•él  que  los  espaûoles  originarios  de  nuestros  dorainios  euro- 
peos o  ultramarinos  son  iguales  en  derecho  s  lo-^  de  esta  Pe- 
nînsula:  esto  vale  lo  mismo  que  decir  que  no  lu  son,  ni  gozau 
de  igual  derecho  los  originarios  de  Africa. 

Ahora  se  prétende  que  éstos  tengan  el  derecho  de  ciuda- 
danos espanoies:  prescindo  de  si  deben  teuerle  o  no;  pero  de 


HI3T0BIA  MODERNA   DE  EL  SALVADOR  205 

lo  que  no  puede  de  niugiîn  modo  presciudiree,  es  de  que  si  le 
tienen,  debe  este  extenderse  a  todo  bonor  y  condecoraciôn, 
eiendo  absurdo  el  reeolver  sobre  una  cosa  dejando  pendiente 
la  otra,  y  distinguir  entre  derecho  y  hecho.  ^Quieren,  pues, 
los  senores  americanos  que  a  los  ori^çinarios  de  Africa  sa  les 
abran  de  par  en  par  las  puertas  de  los  ayuntamientos  para 
ser  regidores  y  alcaldes;  las  de  los  tribunales  para  ser  minis- 
tros,  oidoree,  régentes  y  virreyes,  y  las  de  los  templos  para 
ser  curas  pârrocos,  canônigos,  obiepos  y  arzobispos?  Si  esto 
quieren,  a  lo  que  parece  oponerse  todo  lo  que  se  ha  dicho  de 
los  mismos  senores  de  America,  puede  ser  una  la  cuestiôn  sin 
el  riesgo  deincohereucia  o  contradicciôn:  pero  si  no  quieren 
esto,  como  parece  que  no  han  querido  ni  quieren  algunos;  si 
quieren  prescindir  como  lia  dicho  el  seîior  preopinante,  no  es 
esto  possible. 

Ayer  dijo,  y  dijo  muy  bien  el  Sr.  Alcocer,  que  el  derecho 
de  ciudadano  es  de  los  mâs  privilegiados;  el  que  habilita  pa- 
ra empleos  y  f-jercicio  de  soberanîa,  y  el  que  en  esto  y  otras 
muchas  cosas  se  hacîan  respetar  los  romanos.  Si  concede- 
mos,  pues,  a  los  originarios  de  Âfrica  el  derecho  de  ciudada- 
no espanol,  ^corao  podremos  negarles  lo  que  es  una  conse- 
cuencia  précisa,  conviene  a  saber:  la  habilitaciôn  para  to- 
dos  los  honores  de  la  repûblica  y  de  Diputados  de  Cortes? 
^C6mo  podrîamos  decir  a  un  originario  de  Africa  «tu  ères  es- 
panol,  tienes  derecho  de  ciudadano,  veinticinco  anos,  vecin- 
dad,  residencia,  patrimonio  y  niéritos;  pero  no  puedes  obte- 
ner  erapleos  de  repûblicas  ni  honores  de  una  naciôn  en  que 
gozas  del  derecho  de  ciudadano?  Serîa  esto  una  inconee- 
cuencia  y  contradicciôn  raanifiesta. 

TrAtese,  pues,  de  arabas  cosas:  sépase  si  se  quiere  concé- 
der el  derecho  de  ciudadano  espanol  a  los  originarios  de 
Africp  con  habilitaciôn  o  sin  ella  para  todos  los  empleos  y 
dignidades  del  Estado,  y  lo  que  haya  que  decir  en  pro  y  en 
contra  de  une  y  otro. 

Kl  Sk.  Salazar  présenté  el  siguiente  discurso,  que  leyô 
el  Sr.  Secretario. 

«Quisiera,  Senor,  en  este  raomento  poder  prescindir  de 
la  calidad  de  représentante  del  reino  del  Perû  para  que  mis 
refiexiones  sobre  el  artfculo  de  Constituciôn  presentado  hoy 
al  examen  y  sauciôn  de  V.  M.  apareciesen  tan  imparciales 
como  es  el  C:?lo  que  las  dicta.  Sin  embargo,  biendo  el  lengua- 
je  de  la  justicia  tan  puro  como  ella  misma,  espero  que  V.  M. 
quedarâ  penetrado  de  la  sinceridad  de  mis  sentimientos. 

El  artîculo  présente  es  de  mucha  importancia  y  de  gra- 
vîsimas  consecuencias.  Es  uno  de  los  puntos  mâs  delicados 
-que  pueden  ofrecerse  en  nuestra  Constituciôn.    Se  trata  de 


206  FRANCISCO    GAVIDIA 

excluîr  a  una  clase  muy  numerosa  y  muy  benémerita  del  de- 
recho  de  ciudadano:  de  concéder  o  privar  a  una  gran  parte 
de  lo8  puGbIos  americanos  del  derecho  mâs  precioso  que  el 
hombre  puede  disfrutar. 

El  artîculo  que  se  discute,  y  que  tanto  disminuye  la  re- 
preeentaciôn  de  las  Américas,  contiene  una  resoluciôn  que 
ni  es  convenieute  con  lo  que  dicta  la  justicia,  ni  oportuna, 
ni  polîtica.  îîiega  un  derecho  que  esencialmente  pertenece  a 
las  castas  que  pegan  unas  mismas  contribuciones  que  los 
demâs  naturales  de  America,  que  estân  sujetos  a  un  miemo 
servicio  militar,  que  los  hicieron  y  hacen  muy  importantes 
a  la  Patria,  y  de  quienes  debe  esperarse  la  conseryaciôn  del 
orden.  Los  têrminos  en  que  el  artîculo  esta  concebido  son 
vagos  y  exponen  a  la  arbitrariedad,  pues  no  expresan  quién 
ha  de  decidir  en  el  asunto,  quiénes  son  los  que  traen  origen 
de  padres  africanos,  ni  cômo  o  cuândo  este  origen  debe  en— 
tenderee  limitado  o  fuera  del  caso  de  la  ley.  ^Y  podrâ  V.  M. 
exigir  con  esperanza  de  fruto,  ni  con  justicia,  que  la  conser- 
vaciôn  de  la  sociedad  sea  protegida  por  aquellos  mismos  in- 
dividuos,  que  en  el  arto  déclara  no  ser  miembros  suyos,  de- 
negândoles  el  derecho  de  ciudadanos?  La  esperanza  débil  y 
coetosa  de  conseguir  taies  derechos  con  que  el  artîculo  esta 
modificado,  ^bastarâ  para  que  le  crean  justo,  y  para  que  des- 
de  ahora  todos  hagan  sacrificios  de  sus  personas  y  de  los 
degeos  y  esperanza  en  que  estân  de  ser  en  una  parte  atendi- 
doB?  ^.Dônde  se  halla  la  igualdad  que  dénota  y  califlca  la 
justicia? 

No  recordarê  a  V.  M.  los  funestos  progresos  que  ya  hiza 
el  descontento  en  las  Américas:  me  contentaré  con  hacer  pré- 
sente al  Congreso  soberano,  que  no  solamente  es  necesario 
evitar  las  providencias  injustas  que  fomentarîan  aquel  espî- 
ritu,  sino  también  las  que  aquellos  pueblos  creyesen  ofensi- 
vas  de  sus  derechos.  Si  no  son  de  larga  duraciôn  los  vîuculoa 
que  uneu  a  los  hombres  en  sociedad,  cuando  no  son  confor- 
mes con  la  igualdad  y  la  justicia,  ^.cômo  podrâ  pretenderse 
que  en  tiempos  de  revoluci6n,  a  largas  distancias,  y  en  cir- 
canstancias  que  no  se  ocultan  a  V.  M.,  puedan  conservsrse 
aquellos  vînculos  por  medio  de  un  establecimiento,  que  aun 
cuando  en  sî  fuese  justo,  descontarfa  una  clase  numerosa,  y 
de  la  que  se  sirven  las  autoridades  del  Pern  para  mantener 
los  pueblos  en  tranquilidad  y  unidos  a  la  Penînsula. 

En  efecto,  Senor,  una  de  las  clases  mâs  numerosas  eu 
el  Perû,  tal  vez  de  mâs  consideraciôn  y  ein  duda  de  las  mâs 
utiles  por  su  profesiôn,  es  la  de  los  negros,  o  de  los  que  traen 
eu  origen  de  padres  africanos.  Y  si  preteudemos  que  aquellos 


HISTORIA    MODEKNA    DE   EL    SALVADOR  207 

habitantes  se  manteogan  adictos  y  reunidos  a  la  Monarquîa 
eepafiola,  ^.eerâ  oportuno  excluîrlos  del  derecho  de  eiudada. 
no8  en  una  crieis  como  la  actual,  en  que  una  eola  chiepa  bas- 
tarîa  para  iuflaniar  âniraos  ya  demaeiadaraente  prevenidoe? 
Deepués  queel  Gobierno  espanol  ha  declarado  quetodos  for- 
man  una  parte  intégrante  de  la  Xaciôn,  y  cuando  ya  todos 
tienen  consentido  y  esperan  eer  puestos  en  el  goce  de  sus  de- 
rechos,  de  que  debe  disfrutar  tcdo  hombre  que  no  tenga  una 
moral  incapacidad,  que  no  puede  ser  nino  una  misma  en  to- 
dos, ^cuâles  serîan  los  resultados  de  la  exclusion  que  en  el 
artîeulo  se  estableee?  iY  que  îunestas  no  se  presentan  para 
la  Penînsula,  de  quien  se  desuniesen  aquellos  pueblos,  y  pa- 
ra ellos  mismos  entregados  al  desorden  por  la  falta  de  un 
gobierno  legîtimaraente  constituîdo? 

Tiemblo,  Senor,  al  considerar  los  maies  que  a  la  Espa- 
na  y  a  las  Américas  se  prepararîan  si  Uegasen  a  separarse, 
espeeialmente  en  la  aetualidad,  3'  ruego  a  V.  M.,  por  el  bien 
de  los  espanoles  y  los  americanos,  se  sirra  considerar  aten- 
tamente  las  con.secueneias  que  pueden  resultar  de  una  reso- 
luciôn  que  quizâ  va  a  decidir  de  la  îelicidad  y  de  la  suerte  de 
unos  y  otros, 

El  artîeulo  ademâs  en  los  témiinos  générales  en  que  es- 
ta eoncebido  no  solo  descontentarîa  a  la  clase  excluîda,  sino 
también  a  otra  porciôn  muy  considérable  de  los  naturales 
de  America,  o  porque  ignorando  muchos  el  origen  de  sus 
antepasados,  se  creerfan  comprendidos  en  la  exclusion  o 
porque  aun  cuando  no  lo  ignorasen,  juzgarîan  que  no  les  sé- 
ria îâcil  hacer  ver  la  verdad.  Asî,  la  ley  abrirîa  las  puertas 
a  la  arbitrariedad  de  los  que  hubiesen  de  decidir  en  el  asun- 
to,  porque  senalando  los  limites  que  hubiesen  de  circunscri- 
bir  aquellas  pruebas,  exigirîan  mas  o  menos,  segûn  fuese  su 
inclinaciôn  a  excluîr  o  admitir  al  derecho  de  ciudadano. 

La  masa  grande  del  pueblo  es  compuesta  de  negros  y 
de  castas  que  descienden  de  padres  africanos,  y  la  principal 
fuerza  armada  es  y  siempre  fae  compuesta  de  esta  clase.  Asî 
es  que  en  el  levantamiento  de  los  indios  en  1780  fuaron  los 
mulatos  los  principales  cuerpos  militares  que  contribuyeron 
a  su  pacificaciôn.  Actualmente  un  cuerpo  respetable  de  tro- 
pas  que  obra  y  contiene  los  progresos  de  Buenos  Aires,  a  las 
ôrdenes  de  Goyeneehe,  esta  compuesto  de  la  misma  clase* 
Igualmeute  lo  esta  el  que  tiene  Molina  en  la  ciudad  de  Gua- 
yaquil,  y  que  tranquilizô  las  primeras  conmociones  de  la 
ciudad  y  provincia  de  Quito.  Igualmente  la  guarniciôn  del 
Castillo  de  San  Felipe  del  puerto  del  Callao,  esta  principal- 
mente  formada  de  negros  y  mulatos,  cuyo  origen  es  de  pa- 
dres africanos. 


208  FRANCISCO    GAVIDIA 

Y  a  vista  de  esto,  ino  eerîa  arrieagaJa  la  eanciôn  (tel 
artjculo  que  se  discute?  oQ^^  eîectos  podrîa  esperarse  de 
uua  ley,  contra  cuva  observancia  estuviesen  todas  las  pro- 
babilidaiJes  como  en  el  caso  présente,  y  que  en  vez  del  orden, 
produjese  ar-aso  la  subvernion  y  la  anarqufa? 

E!  legiïilador  que  asî  obrase,  sin  miramiento  al  espîritu 
de  lo8  pueblos  y  a  las  mâs  probables  résultas,  ;podrîa  pre. 
tender  que  se  le  tuviese  por  prudente,  y  a  eus  leyes  por  opor- 
tunas  y  a  propôsito  para  conseguir  el  bien  que  debe  ^eer  eu 
solo  objeto? 

Por  esta  raz6n,  Seûor,  en  nin^un  momento  pierdo  de 
vista  los  acaecimientos  que  puedeu  sobievenir  a  las  Améri- 
cas,  y  causar  un  torrente  de  maies  y  de  desôrdenes  en  aqne- 
llos  reinos;  y  asî  espero  que  otra  vez  me  permita  V.  M.  11a- 
mar  su  soberana  atenciôn  hacia  las  fanestas  consecueucias 
que  puedan  sei^uirse  de  sus  deliberaciones,  por  raâs  justas 
que  eean  en  eî  mismas.  Si  las  terribles  résultas  de  este  artî- 
culo,  aun  supuesta  su  justicia,  han  de  ser  el  descontento  gê- 
nerai, la  separacion  de  la  Penînsula,  euya  union  ya  apenas 
es  posible  conservar  sino  por  la  justicia  e  igualdad  de  dere- 
cbos,  las  guerras  civiles,  el  derramamiento  de  sangre  ameri- 
cana  y  europea,  las  ruinas  de  las  fortunas  y  una  euerte  in- 
cierta  de  aquellos  paîses;  ^podrâ  V.  M,  tener  por  cansadas 
mis  representaciones  cou  el  objeto  de  que  esta  materia  se  re- 
euelva  con  una  madurez  y  examen  que  ponieudo  fin  a  los 
disturbios  que  amagan,  acrediten  la  profunda  prudencia  con 
que  V.  M.  promueve  la  tranquiiidad  y  felicidad  de  todos  los 
dominios  espanoles? 

La  polîtica,  Senor,  que  es  el  arte  de  bien  goberaar,  exige 
que  se  adopten  los  medios  que  oonducen  a  la  prosperidad  de 
los  pueblos;  y  por  el  conocimiento  que  yo  tengo  de  los  de 
America,  debo  recelar  mucho  que  sancionando  el  artîculo 
propuesto,  en  vez  de  los  que  requieren  las  circunstancias,  y 
que  se  conforman  con  el  dictamen  de  los  hombres  raâs  respe- 
tables,  se  elijan  los  arbitrios  mâs  opuestos  a  los  deseos  de 
V.  M.,  y  los  que  estân  de  algûn  modo  en  contradicciôn  con 
los  principios  estabîecidos  y  publicados. 

El  principal,  si  no  ûnico  foudo  que  îdlta  en  la  Penînsula, 
y  sobre  todo  en  las  Amêricas,  para  que  el  imperio  espanol 
eea  el  mâs  floreciente  del  mundo,  consiste  en  el  aumento  de 
brazos  utiles  para  el  trabajo.  La  Inglaterra,  desde  el  feliz 
reinado  de  Isabel,  tratô  de  buscar  este  fondo,  no  solo  abri- 
gando,  sino  concediendo  auxilios  y  preeminencias  a  todo  ex- 
tranjero  que  quisiese  establecerse  en  sus  dominios;  y  a  pesar 
de  la  intempérie  de  su  clima,  a  esta  providencia  y  à  la  liber- 
tad  de  sus  ciudadanos,  debe  sus  râpidos  progresos  en  las 


HISTOKIA    MODtRNA    DE  EL    SALVADOR  209 

ciencias,  artes,  agricultura  y  comercio.  Ningûn  servicio  ni 
mérito  anticipado  exigîa  para  concéder  privilegios  semejan- 
tes  a  los  de  que  se  trata  en  el  articule;  conocîa  que  aun  con- 
cediêndoloa  de  antemano,  los  agraciados  hacîan  mayorea 
beneficioa  que  los  que  recibîan,  pues  éstos  no  podîan  equiv^a- 
1er  a  los  que  redundaban  a  la  Naciôn  por  los  grandes  capi- 
taies  traîdos  por  los  extranjeros,  o  por  el  producto  de  su 
trabajo.  Nuestro  sabio  Rey  I).  Alfonso,  que  no  hubiera  sido 
tan  excelente  legislador  si  no  hubiese  sido  tan  profundo  po- 
lîtico,  no  solo  no  exigîa  servicios  anticipados  de  los  extran- 
jeros que  querîan  domiciliarse  en  sus  domiaios  para  consi- 
derarlos  como  ciudadanos,  sino  que  antes  de  todo  les  conce- 
dîa  fueros  y  prerrogativas  que  los  igualaban  a  las  clases  mâs 
elevadas.  I  V.  M.  cuando  se  trata  de  una  clase  no  solo  do- 
miciliada,  sino  ademâs  nacida  en  territorio  espanol,  que  tie- 
ne  hechos  los  mâs  importantes  servicios  a  la  Patria,  y  de 
quien  acaso  dépende  la  conservaciôn  de  sus  mâs  vastos  do- 
minios  y  de  las  fortunas  de  muchos  europeos  existentes  en 
ellos  y  en  la  Peninsula,  ^podrâ  no  mirar  como  un  acto  de 
polîtica  necesaria,  no  digo  el  concederle  auxilios  y  preemi- 
nencias  que  la  eleven  sobre  las  demâs,  sino  los  derechos  de 
ciudadano,  de  que  no  hay  razôn  para  privar  a  quien  no  ten- 
ga  una  incapacidad  que  nadie  podrâ  descubrir  en  esta  clase 
de  gentes? 

Tal  resoluciôn,  contraria  a  lo  que  dicta  la  experiencia  en 
el  feliz  resultado  que  nos  ofrece  la  Inglaterra,  y  al  prudente 
dictameu  que  en  esta  parte  nos  dejô  nuestro  sabio  Rey  D. 
Alfonso,  en  vez  de  fomentar  el  precioso  fondo  de  brazos  de 
que  tanto  necesitamos  disminuirîa  aun  el  que  tenemos  con  el 
desconten-to  de  tantos  africanos,  o  de  origen  africano,  con- 
eertidos,  en  virtud  del  artîculo,  de  hombres  beneméritos  y 
eostenedores  nuestros,  en  enemigos  irréconciliables  que  pro- 
curarîan  y  apoyarîan  la  separaciôn,  y  por  ûltimo  en  vez  de 
calmar  los  odios  nacidos  eu  gran  parte  de  la  diferencia  de 
privilegios  y  de  razas,  no  harîau  mâs  que  aumentar  las  ri- 
validades  y  fomentar  las  semillas,  que  con  deraasiada  fuerza 
comenzaron  ya  a  brotar  eu  America,  y  que  râpidamente  11e- 
garân  a  su  madurez  si  sin  perder  momento  y  por  los  medioa 
indicados  de  dulzura  y  justicia  no  procura  desarraigarlas  V. 
M.  en  bien  de  espanoles  y  americanos. 

En  consecuencia  de  todo,  y  conforme  a  los  principios  ma- 
nifestados,  propongo  los  eiguientes  artîculos,  para  que  se 
sustituyan  en  lugar  del  que  se  discute: 

19  Serân  asîmismo  ciudadancs  todos  los  anotados  en 

26 


210  FRANCISCO    GAVIDIA 

los  libroB  parroquialee,  asî  en  el  que  se  Uama  de  loe  eepano- 
lee,  como  en  el  nombrado  de  caetae. 

29  Serân  ciudadanoB  con  voto  active  y  panivo,  confor- 
me a  la  Constituciôn,  todoe  los  eentados  en  el  primer  libre 
de  eepanoles;  y  ciudadanos  eôlo  con  voto  active  los  senta- 
dos  eu  los  libres  parrequiales  de  castas  que  hayan  nacido 
libres  y  de  légitime  matrimonie. 

3?  Se  concédera  a  las  castas  el  derecho  de  voto  pasivo, 
concurriendo  las  circunstancias  que  se  expresan  en  el  proyee- 
to  de  Constifuciôn. 

La  restricciôn  que  prepenge  en  el  eegunde  articule  es 
cenveniente  con  las  ideas  générales  de  les  pueblos  de  Ameri- 
ca, relativas  a  la  opinion  que  en  elles  se  tiene  de  las  castas, 
ideas  que  ne  deben  elvidarse  cuande  se  trata  de  dictar  le- 
yes. 

Sin  embargo  de  todo,  si  por  la  importancia  deî  asunto 
y  por  las  consecuencias  que  pue  len  resultar  de  la  resoluciôn, 
creyese  V.  M.  que  conviene  exaruinar  mas  deteuidamente  la 
materia,  instrnj'êndose  mâs  por  mener  de  todas  las  circuns- 
tancias de  lan  Amêricas,  segwi  ye  ciertamente  lo  juzgo,  pro- 
pongo  a  V.  M.  que  se  devuelva  a  la  comit^iôn,  para  que  to- 
mando  nueva mente  en  considéra ciôn  el  proyecto,  exponga 
al  Congreso  el  mode  de  conciliar  les  intereses  de  todos,  pre- 
sentândolo  a  V.  M.  en  el  dîa  que  se  senalare,  y  sin  detener 
por  este  las  discusiones  de  les  demâs  articules  de  la  Cons- 
tituciôn. 

El  Sr.  Terrero:  Seîïor,  conâese  que  no  voy  a  pronun- 
ciar  y  decir  cesa  muy  agradable  y  lisonjera;  père  no  tenien- 
do  yo  etra  polîtica  que  lajusticia,  no  sabiendo  mâs  ciencia 
de  Estado  que  lajusticia,  ni  poseyendo  êtres  conocimientos 
del  alto  Gobierno  que  la  justicia,eu  fuerza  de  ella  signiflcaré 
sincerîsimamente  lo  que  mi  almn  abriga  con  respecte  y  a  fa- 
ver  de  teda  la  humanidad.  Si  }'or  elle  se  descontentase  al- 
guien,  necesarie  es  haber  paciencia:  ya  el  Legislador  divino 
me  instruyô  en  parte,  cuande  publicamente  y  a  presencia  de 
un  gran  pueble,  apellidô  rulpeja  a  un  Rey,  y  generaciôn  de  vî- 
boras  a  les  potentades  de  Judea.  Ahera  bien:  la  proposi- 
ciôn  del  articule  esta  oratoria;  yo  la  pondre  filosôflca.  cLos 
espanoLes  originarios  de  Africa  no  son  ciudadanos  aunque 
pueden  llegar  a  série.»  Este  es  le  que  comprende  en  estre- 
chos  termines  filosôficos.  A  primer  aspecte  parece  admisi- 
ble;  pero  si  se  horada  la  materia,  si  se  prefundiza,  écho  de 
ver  en  ella  grandes  injusticias  y  lamentables  escândalos. 
Veâmoslo:  Un  habitante  libre  de  San  Salvador  del  Congo, 
atraîdo  por  la  dulzura  de  las  costumbres  eurepeas,  se  adhie- 
re  a  los  catôlicos  de  quien  es  aquella  celonia,  perteneciendo  a 


_3 


HISrORIA    MODERNA   DE   EL  SALVADOR  211 

la  naciôn  portaguesa:  recibe  elsanto  bautismo,  se  trasladaa 
Portugal,  y  deepués,  o  con  bienes  que  tuvieee,  o  con  otros 
que  hubiese  etdquirido,  paea  a  otro  punto  de  la  Penînsula, 
donde  en  vida  cristiana,  con  su  aplicaciôn,  conducta  y  tra- 
bajo,  subsiste  por  el  espacio  de  diez  anos:  en  esta  su  época 
es  ya  espanol  segtîu  la  ley;  y  este  espanol,  sin  embargo,  do 
es  ciudada.no:  se  casa,  tiene  hijos  que  Uegan  a  la  mayor  edad; 
y  sin  embargo,  este  espaûol  y  sus  hijos  no  son  ciudadanos: 
estos  hijos  propagan  su  estirpe  de  una  en  otra,  y  en  otra 
generaciôn;  sin  embargo,  estas  ûltimas  generaciones,  cuyos 
padres  y  abuelos  eran  espanoles  no]son  ciudadanos.  iQué 
causa  hay,  pues,  que  urgentîsimos  motivos  existen  para  que 
estos  originarios  del  Africa  sean  excluîdosde  los  mâs  precio 
SOS  derechos  del  horabre  libre?  ;.Qué  cauda  leonis,  plaga  o 
constelaciôn  infausta  cobija  al  Africa,  que  no  cubre  a  la  Eu- 
ropa,  la  America  y  al  Asia?  Los  originarios  del  Africa  espa- 
fioles  no  son  ciudadanos;'vendrâ  un  francés,  y  este  sera  ciuda* 
dano:  aquéilos  no,  éstesî:  En  la  balanza  inaltérable  de  mi 
jusHcia,  y  en  mi  ûel,  siempre  constante  e  igual,  no  cabe  esta 
doctrina.  Y  si  en  algûn  accidente  hubiese  de  hacer  alguna 
preferencia,  preferirîa  acaso  aquéilos,  y  pospondrîa  ese  otro. 
Pero  iuquiramos  el  origen  de  esta  moustruosa  diferencia.  Al 
parecer  sera. ..sera  el  color.  ^El  color?  ^Mas  si  en  Africa  hay 
blancos,  negros  y  moratados?  iSi  sus  originarios  son  de  to- 
dos  colores?  Fuera  de  que  el  entendimieuto  ilustrado  y  el 
aima  grande  y  justa  no  hace  aprecio  de  colores,  sino  de  los 
procedimientos  u  obras  de  los  hombres.  jAh!  que  en  el  jui- 
cio  de  Dios  no  entrarâ  en  cuenta  ni  se  examinarân  los  colo- 
res, sino  las  respectivas  obras  de  cada  uno  unuscujusque 
opus.  Pero  sera  tal  vez  la  esclavitud.  No  me  desatiendo, 
alla  voy.  La  esclavitud  que  sufren  o  hayan  sufrido  ellos  por 
eus  padres.  Por  lo  que  mira  a  los  hijos  y  ulterior  descenden- 
cia  que  tuvieren,  ^.cômo  ha  de  ser  obstâculo  la  esclavitud 
del  padre  para  que  dejen  de  entrar  en  el  goce  de  los  fueros 
del  hombre?  ^Es  por  ventura  aquélla  alguna  mancha  ori 
ginal  semejanre  a  la  de  nuestro  primer  y  comiin  padre,  que 
nace  naciendo  los  hombres,  se  ingiere  y  extiende  de  unos  en 
otros  hasta  la  consunciôn  de  la  especie?  Ni  tampoco  puede 
ser  ôbice  en  consideraciôn  a  los  misraos  padres.  ^.Qtiién  ig- 
nora, o  a  quién  se  le  ha  ocultado  jamâs  que  nadie  es  reo  ni 
delincuente  por  acciôn  que  no  ha  estado  en  su  poder  evitar? 
El  mâximo  africano,  la  lumbrera  de  la  Iglesia  catôlica  (San 
Agustîu)  asî  terminantemente  lo  expresô,  in  eo  quod  caveri 
nuUo  modo  potest.  ^Qué?  ^.Ignora  V.  M.  el  horrible  y  atroz 
manejo  con  que  se  cazan  y  marcan  estos  hombres,  imâgenes 
de  Dios,  criadas  por  el  mismo  Dios,  sus  hechuras,  pues  que 


212  FRANCISCO     GAVIDIA 

las  madrés  ignoran  sus  obras  y  la  formaciôn  o  apariciôn  de 
eus  conceptos,  nescio  qualiter  in  niera  meo  apparuistis,  que 
dijo  a  los  Macabeos  eu  ilustre  y  heroîna  madré?  ^Estos  hom- 
bres  en  cuyo  carâcter  son  todos  de  igual  alteza?  La  misma 
Santa  Igleeia  tiene  definido  que  para  el  mérito  o  demérito  es 
menester  toda  excepciôn  de  coacciôn  o  violencia  y  aun  de  la 
neeesidad  interna.  La  aeciôn  menos  deeorosa,  cometida  por 
un  opreeor  impulso,  no  debe  indacir  nota,  ni  menos  impri- 
mir  inîamia;  acorde  toda  ley.  Dîctalo  asî  la  ley  eterna  de 
Diop;  asî  la  ley  natural,  que  es  su  destello  impreso  en  nues- 
tras  almas;  asî  todas  las  leyes  civiles  y  eclesiâsticas;  y  por 
ellas  todas,  taies  obras  forzadas  se  tienen  por  exentas  de 
cualquier  aparieneia  de  menos  valor.  Y  si  por  su  orif^en  la 
esclavitnd  que  se  expérimenté  por  les  en  cuestiôn  iio  ha  me- 
recido  degradaciôn  o  abatimieuto,  ^.cômo  es  queabora  se  les 
tacha  de  hecho  para  que  no  disfruten  de  los  derechos  de  los 
demâs  espanoles?  t,Cuândi)  acabaremos  de  entender  y  pene- 
trar  que  la  polîtica  de  los  L^tados  debe  ser  la  justicia  y  la 
igualdad  en  acciones,  en  pesos,  en  medidas,  y  en  niveiar  los 
hombres  por  sus  méritos  y  no  por  eso  que  titulan  cuna? 
Abrazaré,  Senor,  tiernamente  y  estrecharé  en  rai  pecho  entre 
los  brazos  a  un  negro,  a  un  etîope,  si  le  vfo  adoruado  de  me- 
recimientos  y  virtud;  mlraré,  por  el  contrario,  con  exei'ra- 
ciôn,  oprobio  y  escarnio  a  un  grande  de  la  Naciôn,  por  otra 
parte  prostituîdo.  Contrâigome  a  la  proposiciôn.  P]!la  es 
injusta,  y  no  me  entrometo  a  investigar  su  polîtica.  Es  in- 
justa;  por  consiguiente,  sin  que  se  anuncie,  se  debe  calcular 
impolîtica.  El  raciocinio  lo  formo  de  este  modo.  ^Eh  justo? 
Luego  polîtico.  îEs  iujusto?  Luego  impolîtico;  y  no  eu  otro 
orden  inverso.  Esta  es  la  doctrina  de  Dios;  ia  justicia  (dice 
quien  no  puede  errar)  levanta,  engrandece  y  exalta  las  na- 
ciones,  las  hace  prospéras  y  felices  en  todus  ramos;  por  el 
contrario  ia  injusticia  las  oprime,  consume  y  externa,  con- 
cluyendo  con  los  reinos,  Monarcas  y  potentados. 

Ruego  a  V.  M.  no  incurra  en  taies  injusticias,  para  que 
no  se  reproduzcan  aquellos  tristes  ejemplares  de  que  cuanio 
se  me  remueve  la  memoria  siento  en  el  aima  una  emociôn 
rauy  tierna  y  muy  terrible.  Cuando  los  insignes  negros  de 
Santo  Domingo,  aquellos  63,000  hombres,  se  decidieron  por 
la  Patria  espanola  y  por  ella  derramaron  espontâneameu- 
te  su  sangre,  conducida  su  plana  mayor  a  esta  ciudad,  se  les 
despojô  de  su  libertad,  de  sus  tîtulos,  de  sus  honores.    ^Y 

por  que?    Porque Estas  no  son  culpas  de  V.  M.,  son  efec- 

tos  del  despotismo  de  los  Gobiernos  anteriores,  rezagos  y 
pesabios  de  la  barbarie  antigua.  Concluyo  diciendo  que  re- 
pruebo  completamente  el  precitado  artîcuîo,  que  debe  supri- 


mSTOSIA   MODERNA    DE    EL   SALVADOR  213 

mirée,  o  en  su  lu^ar  fijaree  las  sicfuientes  palabras:  'Los  es- 
panoles  originarios  del  Africa  serân  atendido.s  y  considora- 
dos  como  los  demâs  extranjeros"'.    Se  acabô  y  acabé. 

El  Sr.  Aner:  Senor,  si  discutimos  este  artîculo  aislada- 
mente  3' sin  exarainar  la  reiaciôii  v  conformidad  que  tiene 
eon  los  artîculos  que  siguen,  particularraente  con  el  29  y 
otros  principios  saûcionados  anteiiormente  por  V.  M.,  nos 
exponemos  a  iucurrir  en  contradicjioiieH  muy  perjudiciales. 
Por  mi  parte,  no  puedo  menos  de  cornenzar  mi  di.-?curso  por 
el  decreto  de  15  de  Octubre,  que  en  mi  coDcepto  debe  servir- 
nos  de  guîa  para  la  discueiôu  de  este  negocio.  Eu  éî  pe  previe- 
ne  queno  puedau  tener parte  alguna  eu  la  represeiitadônna- 
cional  los  que  no  sean  naturales  origiuarios  de  los  dominios 
espanoles  en  ambos  hemisferios,  y  por  uaa  conseeueuria  in- 
dudable  quedan  excluîdos  de  todo  concurso  a  la  repres^-nta- 
ciÔD  nacional  los  origiuarios  de  Africa  existentes  en  los  do- 
minios espanoles.  Este  decreto,  sabiamente  acordado,  y  que 
debe  eonsiderarse  como  ley  fundamental,  quedarîa  absoluta- 
mente  destruîdo  si  prevaleciesen  los  priucipios  y  doctrinas 
en  que  se  fundan  los  seûores  preopinantes  para  rontradecir  el 
artîculo,  y  si  este  no  se  aprobase  en  los  térmi::os  en  que  se 
ha  presentado.  Algunos  de  los  senores  q'v  me  han  precedi- 
do,  olvidândose  del  expresado  decreto  dei  15  de  Octubre, 
quieren  que  V.  M.  déclare  por  ciu  ladauos  espanoles  con  to- 
dos  los  derecbos  anejos  a  esta  calidad  a  los  originarios  de 
Africa,  proposiciôn  que  équivale  a  decir  que  V.  M.  les  déclare 
el  derecho  de  coDcurrir  activa  \  pasivamente  a  la  represen- 
taciÔQ  nac'onal,  contra  lo  sancionado  como  por  la  ley  fun- 
dameutal,  eu  el  iudicado  decreto  de  15  de  Octubre.  Otros 
senores  pretenden  que  a  los  origiuarios  de  Africa,  existentes 
en  los  dominios  espanoles,  les  corresponde  de  iusticia  el  de- 
recho  de  ciudadanos,  y  por  este  principio  quiertu  que  V.  M. 
los  déclare  taies;  pero  que  se  limiten  eus  derecbos  a  la  voz 
meramente  activa,  es  decir,  que  de  derecho  set: m  ciudada- 
nos,  pero  no  de  hecho:  asî  se  han  explicado  alguwos  senores. 
Yo,  Seiîor.  confieso  de  buena  fe  que  noto  muehas  contradic- 
ciones  en  estos  pareceres.  Pretender  que  V.  M.,  siu  hacer 
injueticia,  no  puede  dejar  de  elevar  a  la  elase  de  ciudada- 
nos a  los  origiuarios  del  Africa,  y  pretender  al  mismo  tiera- 
po  que  sin  injusticia  se  les  pueden  o  deben  limitar  los  dere- 
cbos que  en  consecuencia  les  competen,  envuelveuna  notoria 
eontradicciôn.  Créer  que  sin  hacerles injusticia  se  les  pueden 
limitar  los  derechos  de  ciudadanot^,  y  no  créer  que  siu  injus- 
ticia se  puede  dejar  de  declararles  el  derecho  de  ciudairtùos, 
es  otra  eontradicciôn  manifiesta,  y  me  parece  que  pocfis  ra- 
zones  bastarân  para  aclararlo.  ^Y  a  los  originarios  del  Afri- 


^14  FRANCISCO    GAVIDIA 

ca/existentes  en  los  dominios  espanolee,  de  justicia  les  corres- 
ponde ser  ciudadanos  o  no?  Si  lo  primero,  es  preciso  confe- 
sar  que  tambiéa  de  justicia  deben  gozar  de  todos  los  dere- 
chos  de  ciudadano,  y  cualquiera  coartaci6n  en  esta  parte 
serîa  una  injnsticia.  Lue^o  por  los  principios  de  justicia  es 
en  81  contradictoria  la  opinion  de  los  senores  que  quieren 
que  sean  ciudadanos,  pero  que  no  gocen  los  derechos  de  ta- 
ies-, es  preciso,  pues,  que  segûn  estos  principios  deben  tener 
derecho  activo  y  pasivo  en  la  representaciôn  nacional  los 
originarios  del  Africa,  y  que  V.  M.  les  hizo  una  injusticia  no- 
toria  en  el  decreto  de  15  de  Octubre;  pero  si  no  les  compete 
de  justicia  el  ser  ciudadanos,  entonces  carecen  de  fuerza  las 
razones  de  los  preopinantes  y  solo  las  leyes  de  la  convenien- 
cia  deberâu  decidir  la  cuestiôn.  Que  a  los  originarios  del 
Africa  eiistentes  en  las  dominios  espanoles  no  se  les  hace  in- 
justicia en  el  artîculo  que  se  discute,  me  parece  fâcil  démos- 
trarlo.  Se  dice  generalmente  que  se  obra  contra  la  justicia 
y  derecho  privado  cuando  a  uno  se  le  quita  un  derecho  en 
cuyo  goce  y  pacîfica  posesiôn  se  hallaba  por  muchos  anos,  o 
cuando  a  uno  no  se  le  concède  lo  que  de  derecho  y  de  justicia 
le  corresponda.  En  primer  lugar,  no  consta  que  hasta 
ahora  los  originarios  de  Africa  existentes  en  los  dominios 
espanoles  hubiesen  sido  declaradog  ciuladanos,  ni  habidos 
y  reputados  por  taies  en  America.  Los  sefïores  que  han  pre- 
opinado  no  podrân  citar  ley  alguna  en  la  que  se  haya  hecho 
eemejante  declaraciôn;  tampoco  podrân  alegar  el  uso  y  la 
costumbre,  pues  constantemente  han  estado  apartados  de 
los  oficios  y  cargos  pûblicos,  ni  quizâ  habrîan  tolerado  otra 
cosa  los  raismos  americanos.  Es,  pues,  una  verdad  que  ni 
por  ley,  ni  por  uso  ni  costumbre  han  sido  declarados  ciuda- 
danos los  oriundos  del  Africa,  ni  habidos  y  reputados  por 
taies  en  America;  luego  por  el  contenido  del  artîculo  no  se 
les  causa  injusticia,  porque  no  se  les  quita  un  derecho  en  cu- 
yo goce  y  pacîfica  posesiôn  se  hallasen  por  muchos  anos.  En 
segundo  lugar,  tampoco  esta  deraostrado  que  de  justicia  les 
corresponda  el  ser  elevados  a  la  clase  de  ciudadanos,  ni  se 
présenta  razôn  alguna  que  asî  lo  persuada,  mucho  menos  las 
que  han  manifestado  los  sefiores  preopinantes.  Se  dice  que 
hallândose  ya  declarados  espaîîoles,  les  corresponde  tam- 
bien  que  se  les  déclare  ciudadanos.  ^Pero  quién  no  ve  la 
gran  diferencia  que  hay  entre  los  derechos  que  corresponden 
a  un  mero  espaîîol  y  los  que  corresponden  a  un  ciudadano? 
Como  espanol.  liene  derecho  de  ser  protegido  por  la  ley,  go- 
za  la  segurida  i  de  su  persona  y  conserva  la  propiedad  de 
sus  bienes,  efeccos  precisos  de  las  leyes  establecidas  para  la 
conservaciôn  de  la  sociedad.     Como  ciudadano,  ademâs  de 


HI£TORIA    MÛDERNA    DE    EL  SALVADOR  215 

la  protecciôn  que  goza  por  la  ley,  le  eorrepponden  loe  dere- 
cho8  polîticos,  que  coneisteii  principalmente  en  la  repre^en- 
taciôn  iiacional,  en  el  eetableciraiento  de  las  leyes  y  llama- 
miento  a  loa  empleos  municipales.  De  aquî  es  que  los  ori^i- 
narios  del  Africa,  declarados  ya  por  espanoles,  gozan  la  mis- 
ma  protecci6n  que  las  lejes  dispensan  a  los  deraâs,  y  estân 
bajo  la  protecciôn  del  Gobierno,  para  lo  cual  tienen  un  dere- 
cho  îundado,  pero  no  lo  tienen  para  gozar  de  los  derechos 
de  ciudadanos,  asî  como  no  lo  tienen  muchos  espafioies  na- 
turales  de  ambos  hemi^ferios,  a  pesar  de  haber  tcnido  siem 
pre  la  cualidad  de  cspanoles.  El  Sr.  Alcocer  se  e^forzo  en 
probar  que  a  los  originarios  del  Africa  existeutes  en  los 
dominios  espanoles  les  coirresponde  ser  ciudadanos  de  justi- 
cia,  porque  contribuyen  al  f^stado  cou  sus  personas  y  bie- 
nes,  infiriendo  de  aquî  que  la  contribucâôn  debe  ser  la  base 
de  ciudadanato.  No  me  détendre  en  probar  la  inexactitud 
de  semejante  principio;  pero  si  debo  manifestar  que  en  mi 
opinion  la  contribuciôn  que  se  paga  al  Estado  esta  fundada 
en  una  obligaciôn  que  todo  hombre  tiene  de  sostenerle  por 
el  beneficio  que  reporta.  i.No  hemos  dicho  que  la  ley  dispen- 
sa a  los  espafioies  toda  la  protecciôn  para  conservarles  la 
eeguridad  de  sus  personas,  la  projtiedad,  la  paz  y  tranqui- 
lidad?  t,Qué  extrano,  pues,  sera  que  estos  espafioies  con- 
tribuyan  con  sus  personas  y  bienes  a  la  conservaciôn  de  la 
sociedad,  sin  la  cual  ni  hay  eeguridad  personal,  ni  propie- 
dad,  paz  ni  tranquilidad? 

Las  naciones  raâs  ilustradas  habrîan  ineurrido  eu  la  no- 
ta de  injustas,  si  fuese  cierto  el  principio  de  que  todo  contri- 
buyente  debe  gozar  los  derechos  de  ciudadano.  La  In^iiate»- 
rra,  que  tantas  veces  se  cita  por  modèle,  tiene  sûbditos  o 
habitantes  a  quienes  Uama  para  los  servicios  de  las  armas 
y  pecuniarios,  sin  que  tengan  parte  en  la  representaciôn  na- 
cioual  ni  sean  llamados  a  los  empleos.  Los  romanoe,  que 
también  se  citan,  hacîan  contribuîr  alos  municipioe,  pro- 
vincias  de  la  Italia,  etc.,  y  sin  embargo,  no  les  concedîan  los 
derechos  de  ciudadano  romane,  porque  éstos  no  se  califican 
jamâs  por  los  sacrificios  y  por  contribuciones:  y  si  no  fuese 
asî,  deberîa  gozar  mâs  derechos  el  que  mâs  contribuye,  y  no 
podrîa  dejar  de  ser  ciudadano  el  que  contribuyese.  Couven- 
go,  Senor,  en  que  las  leyes  civiles  deben  protéger  a  todos 
igualmente;  pero  no  puedo  convenir  en  que  las  leyes  polîti- 
cas  de  una  sociedad  deban  nivelarse  por  aquéllas,'o  lo  que  es 
lo  mismo,  los  derechos  polîticos  son  enteramente  distintos 
de  los  meramente  civiles.  Aun  entre  aquellos  que  concurrie- 
ron  a  la  formaciôn  de  una  sociedad,  hallamos  Hotable  dife- 
ferencia  en  el  goce  de  los  derechos  polîticos,  habiéndose  limi- 


216  FRANCISCO    GAVIDIA 

tado  a  uaos  con  respecto  a  otros,  y  excluîdose  a  algunos  ab- 
solutamente  de  su  goce,  porque  en  la  Constituciôn  asî  se 
cre.vô  necesario  al  bien  de  la  misma  sociedad,  que  es  la  ley 
que  eiempre  debe  regirnos  en  la  Constituciôn  polîtica  que,va- 
mos  a  establecer.  ^Con  cuânta  mâs  razôn  podrân  liniitarse 
G  dejarse  de  concéder  a  los  que  no  tuvierou  parte  al«çuna  en 
la  îormaciôn  de  la  sociedad,  y  pueden  reputarse  como  adve- 
nedizob?  Sin  que  esto  sea  contrario  a  los  principios  del  Sr. 
Terrero,  que  solo  tieuen  lugar  cuaudo  se  considéra  al 
hombre  en  el  estado  natural,  pero  no  en  eî  polîtico  o  con 
relaciÔD  a  la  sociedad,  en  el  que  esa  pretendida  igualdad  no 
es  sierapre  eplicable  sin  grave  perjuicio  de  su  conservaciôn. 
Y  por  estas  razones  y  otras  que  podrîan  exponerse,  queda 
en  mi  concepto  demostrado  que  por  el  artîculo  que  se  discu- 
te ninguua  injusticia  se  causa  a  los  originarios  del  Âîrica 
existentes  en  los  dominios  espaûoles;  pues  ni  se  les  qui- 
ta  un  derecho  que  ya  tenîan  declarado  ni  déjà  de  dârse- 
seles  lo  que  de  justicia  les  corresponde.  Vèaraos  ahora 
si  la  convenieucia  exige  que  sean  elevados  a  la  clase  de 
ciudadanos  los  espaûoles  de  que  se  trata.  La  ûnica 
razôn  de  conveuiencia  gênerai  qne  he  oîdo  exponer  se 
reduce  a  que  no  haciéndose  esta  declaraciôn  podrîan  dis- 
gustarse.  Pero  yo  quisiera  preguutar  si  hay  o  no  motivo 
para  seméjante  disgusto.  Veo,  Seûor,  que  no  le  hay;  antes 
bien,  lo  hay  para  que  estén  luny  reconocidos  a  la  protecciôn 
que  V.  M.  les  dispensa  en  la  Constituciôn.  V.  M.  acaba  de 
declararlos  espanole.s  (favor  en  mi  concepto  muyapreciabîe). 
V.  ^I.  los  ilauia  al  goce  de  todos  los  derechos  civiles  del  mis- 
mo  modo  que  a  los  naturales  originarios  de  los  dominios  ea- 
panoles.  Las  leyes  y  el  Gobierno  lesdispensan  su  protecciôn. 
Sus  propiedades  quedan  aseguradas;  protegida  la  seguridad 
Personal,  y,  en  unn  palabra,  tienen  cuanto  necesitan  para 
prosperar  y  vivir  en  paz  y  tranquiliiad.  ^Y  se  d'irô,  con  ra- 
zôn que  tienen- motivo  para  quedar  reseutidos  si  no  se  les 
éleva  a  la  clase  de  ciudadanos?  Ademâs.  ^no  se  les  abre  una 
puerta  para  que  puedan  aapirar  a  serlo,  teniendo  las  cuali- 
lidades  que  se  expresan  en  el  artîculo?  De  modo,  que  ee  pue- 
de  decir  que  V.  M.  los  llama  a  ser  ciudadanos,  pero  que  quie- 
re  que  tengan  ciertos  requisitos  indispensables  para  ejercer 
los  derechos  anejos  al  ciudadano.  Se  dice,  Senor,  que  la  Cons- 
tituciôn déjà  una  puerta  mucho  mâs  ancha  a  los  extranje- 
ros  que  a  los  originarios  del  Âîrica:  pero,  Senor,  ^quién  no 
ve  muy  palpable  la  difereneia?  Cuando  tratamos  de  los  ex- 
tranjeros,  hablamos  de  unos  hombres  que  todavîa  hau  de 
venir  a  domiciliarse;  de  unos  hombres  cuyo  numéro  ha  de 
ger  muy  reducido;  de  unos  hombres  a  quien  se  exigea  muchî- 


mSTORIA   MODERNA    DE   lîL   SALVADOR  2i7 

eimoe  requieitos  para  llegar  a  ser  ciuJadauo  y  ademâs  las 
Certes  podrân  negarles  la  carta  de  ciudadaiios  si  su  numéro 
fuese  muy  excesivo  y  pudiese  traer  perjuicios  al  Estado;  pe 
ro  en  el  dîa  tratamos  de  uiui  numerosa  poblaei6n  ya  domi- 
ciliada  eu  los  dominios  e^aâoles;  do  uua  poblaciôn  contra 
la  cual  hay  preveneiôn  en  los  uaturales  del  pais,  pu^^uando 
contra  la  misma  opinion  de  éstos  y  las  preocupaciouet;;  de 
modo,  que  no  se  puede  oîr  siu  extraneza  como  los  senores 
preopinautes,  enterados  menuJamente  de  toJo  !o  que  queJa 
referido,  se  esfuerzan  tanto  eu  pedir  (]ue  se  les  déclare  ciuda- 
dauos.  Pero  no  es  esto  todavîa  lo  mâs  exirano,  sino  que 
apoyando  su  pretensiôu  en  la  conveniencia,  quieren  que 
los  orif^-inarios  del  iî^.îrica  seau  declarados  cluiadanos  ûai- 
cameute  para  la  voz  activa,  de  que  se  puedo  iuferir  en  ar- 
jçurnento  que  el  derecho  de  ciudadanoj  a  îavor  deaquellos 
espanoles  no  es  a  îavor  suyo,  sino  de  los  mismos  america- 
uos,  para  que  de  este  modo  les  corresponda  tener  en  las  Cer- 
tes una  tercera  parte  mas  de  Diputados  que  la  Espaiïa  eu- 
ropea,  lo  que  jaraâs  podrîa  ser  de  grau  conveniencia  a  la 
Monarquîa;  y  si  este  no  es  el  motivo,  ^a  que  li!i  opouerse 
cou  tanta  obstinaciôa  a  la  voz'pasiva?  Vengan  en  hora  bue- 
naasentarse  eu  el  Congreso  iiacional  los  originariors  del 
Africa  existentes  en  los  doujinios  espanoles,  si  la  couve 
nieucia exige  que  de  un  golpe  se  le-i  déclare  ciudadaao.-ii.  Veii- 
gan  a  representar  los  de  su  clase;  pero  esto  eu  la  opinion  de 
los  preopinautes  no  es  conveniente.  En  esta  atencio.i,  y 
omitiendo  razones  que  la  polîtica  exige  que  se  callen,  mi  die 
tamen  es  que  subsistiendo  en  todas  sus  partes  el  decreto  de 
15  de  Octubre  ûltimo,  se  opruebe  como  esta  el  artîculo  que  se 
discute  por  no  ser  contrario  ni  a  la  justicia  ni  a  la  polîtica. 

El  Sr.  PÉREZ  DE  Castro:  La  Naciôn  vuelve  por  esta 
Constituciôn  al  ejercicio  de  su  libertad  polîtica,  o  sea  derecho 
impret-criptible  de  darse  leyes,  que  habîa  perdido  con  sus 
Cortes.  3^  de  que  ha  vuelto  a  estar  en  posesi6n  desde  la  ins- 
talaciôn  de  las  actuales.  Antes  de  este  estado  de  cosas,  to- 
dos  los  espanoles,  de  cualquier  origen,  estâbiinos  iguales  en 
esta  parte,  pues  uinguno  ejercîa  este  importante  derecho. 
Pero  al  formarse  el  pro3'ecto  de  la  acta  constitucional,  la  co 
œisiôu  se  ha  visto  eu  la  necesidad  de  distiuguir  conveuiente- 
mente  los  para  y  simplemente  espanoles,  de  los  que  con  al- 
gunos  requisitos  mâs  deban  declararse  ciudadanos;  porque 
al  fin,  conforme  al  derecho  pûblico  de  la  Europa  y  a  la  sana 
razôn,  para  ser  ciudadano  de  un  paîs  se  requière  algo  mâs 
que  eer  simplemente  individuo  que  componga  la  Naciou. 
Obligada  pues,  la  comisiôu  a  hacer  esta  esencial  disti'i<^i')M. 

27 


21S  FRANCISCO    G  AVILI  A 

îejort  (je  derogar  o  atetmar  en  lo  nids  mînimo  los  privilégies 
o  dereclîos  de  los  espanoles  entre  quienes  se  cuentan  los  ori- 
ginarios  de  Africa,  ley  ha  dado  extension  j  estabilidad  en  eu 
proyecto  de  Constituciôn.  Porque,  cuando  nueetros  côdigos 
repa^en  y  rectifiqueu  con  arreglo  a  la  Acta  constitueional, 
i,qiié  podrâ  decir  el  puramente  espanol,  el  originario  de  Afri- 
ca, al  ver  s61idamente  canonizado  el  derecho  de  propiedad, 
el  mâs  sagrado  entre  los  horcbres,  auténticamente  estable- 
cida  la  libertad  civil,  la  seguridad  personal  y  el  derecho  de 
eer  juzgado  con  igualdad  por  una  misma  ley?  Todo  espanol 
originario  de  Aîrica  vera  aseguradasu  suerte,  y  encontrando 
e:i  la  protecciôn  de  las  ieyes  el  camino  abierto  para  progre- 
sar  en  la  industria  y  en  toda  especiede  conocimientos  huma- 
nos,  créera  justaraente  haber  ganado  mucho,  y  bendecirâ  la 
Constituciôu  de  bu  paîs. 

Al  senalar  la  comisiôa  los  que  han  de  reputarse  ciuda- 
danos,  no  ha  creîdo  ni  necesario  en  justieia,  ni  conveniente 
en  polîtica,  llair.ar  a  les  originarios  del  Aîrica  por  diferentes 
consideraciones.  Ha  tenido  a  la  vista  observaciones  de  con- 
veniencia  pûbiica  y  polîtica,  que  no  recordaré  por  demasia- 
do  obvias,  persuadido  de  que  quien  quiera  verlas  de  buena 
fe,  no  las  puede  desconocer;  ha  tenido  présentes  las  diferen- 
tes combiuaciones  o  respeîoà  que  versan  en  este  punto  en  el 
continente  americano  y  en  lus  i«las,  y  por  ûltimo,  ha  para- 
do  au  con8ideraci6n  hasta  en  las  preocupaciones  vulgaree, 
sabiendo  que  el  primer  deber  del  legielador  en  este  punto  es 
contemplarlas,  cuando  el  atacarlas  de  frente  expondrîa  la 
ley  a  un  desaire;  porque,  no  nos  engafiemos,  la  opinion  ejer- 
ce  en  el  mundo  un  dominio  terrible  y  faertîsimo,  aunque  no 
86  funde  siempre  sobre  la  rigurosa  justieia;  y  que  eu  esta  ma- 
teria  hay  un  influjo  poderoso,  que  ejerce  la  opinion  de  los  es. 
panoles  europeos  y  americanos,  es  tan  evideute  como  la  luz, 
y  no  lo  negarân  los  senores  americanos. 

En  una  palabra,  la  comisiôn,  desentendiéndose  de  toda 
brillante  teorîa,  que  en  su  aplicaciôn  cambia  de  naturaleza, 
ademâs  de  complacerse  en  ver  asegurados  para  los  benemé- 
ritos  subditos  espanoles  de  que  voy  hablando  los  preciosoa 
derechos  de  taies,  y  cuantos  ya  gozasen  por  îeyes  particula- 
res  que  aquî  no  se  derogan,  les  ha  dejado  una  puerta  abierta 
para  entrar  al  goce  de  los  derechos  de  ciudadanos;  puerta 
que  sera  tan  ancha  como  quieran  los  que  han  de  entrar  por 
ella.  Eu  esto  ha  tenido  tambiên  la  comisiôn  el  objeto  polî- 
tico  de  estimular  a  aquellos  espanoles  a  la  aplicaciôn  y  me- 
jor  arreglo  de  costumbres:  puntos  ambos  en  que  por  desgra- 
cia queda  mucho  que  hacer  a  una  gran  parte  de  la  claso  ci- 
tada;  y  ha  hecho  ver  que  no  se  espanta  de  la  diversidad  de 


HISTORIA    MODERNA  DE   EL    SALVADOR  219 

colores  entre  los  hombre.s.  Por  ûltimo,  la  comisiôn  ha  creî- 
do  que  el  tiempo  y  otras  Cortes  podrân  adelaiitar  mas,  si 
conriene,  ya  que  la  prudencia  y  la  razôn  acousejan  que  no  se 
haga  todo  de  una  vez,  que  es  el  modo  seguro  de  no  hacer 
nada. 

No  hablaré  del  decreto  del  15  de  Octubre  y  de  las  diseu- 
siones  y  opiuiones  de  muchos  sefiores  auiericanos  que  le  pre- 
cedieron  y  se  han  seguido,  porque  uo  pueden  haberlas  olvi- 
dado  las  Cortes,  y  el  senor  Aner  las  ha  recordado.  Pero  si 
dire  que  entieudu  convieue  hacer  una  modificiieiôn  eu  este 
artîculo,  que,  siu  aventurar  rai  juicio,  creo  habrîa  raerecidO' 
la  atenoiôn  de  la  comisiôn  si  se  le  hubiera  presentado.  Se  di- 
rige a.  romover  cunlquiera  duda  o  cuestiôa  de  hecho,  o  mâs 
bien  de  Esrado,  que  pudiera  suscitarse  a  los  pacîficos  posee- 
dores  de  la  calidad  de  espunoles  origiuarios;  por  lo  que  con- 
vendrîa  afîadir  a  las  palabras  «originarios  de  x\frica,>  el  si- 
guiente  correntivo:  «que  sean  habidos  y  reputados  por  tales;> 
sobre  lo  que  hago  proposiciôn  formai. 

El  Sr.  FKLiu:  Sin  âuimo  de  entrareu  las  razones  directas 
que  conveucen  ser  justo  y  polîtico  el  couceder  la  ciudadauîa 
a  los  espanole.s  de  que  se  trata,  porque  ee  haa  expuesto  ya 
con  toda  extension  y  solidez,  habîa  pedido  la  palabra  con 
dos  objetos.  El  uno  dar  a  los  senores  que  no  la  tuviesen  una 
idea  del  curso  y  giro  que  ha  teuido  en  las  Cortes  desde  su  ins- 
talaciôu  este  uegocio,  contestando  asî  al  senor  Argiielles,  que 
ha  dieho  que  una  de  las  diîii'uHades  mayores  que  tuvo  la  co- 
raisiôii,  y  rendra  el  Congreso  en  eete  ariîcuio,  es  ladiversidad 
de  opiniones  de  los  diputados  americanos  acerca  de  él;  y  el 
otro  manifestar  mAs  las  trabas  que  sin  justicia  ni  necesidad 
se  ponen  a  los  originarios  de  Africa  para  aspirar  a  la  ciuda- 
dauîa. También  conlesiaré  a  algunos  reparos  que  se  aca- 
ban  de  hacer,  aunque  la  circunstaneia  de  hablar  ahora  me 
harâ  oîvidar  muchas  especies  y  no  dar  a  las  que  diga  el  or- 
den  y  fuerza  que  deseara. 

En  cuanto  a  la  primera,  se  ha  dicho  ya  que  el  25  de  Se- 
tiembre  ûltimo,  una  comisiôn  compuesta  de  Diputados  de 
todos  los  paîses  de  Ultramar,  pidiô  que  se  declarasen  iguales 
de  derechos  a  los  de  esta  Penînsula  «los  naturales  y  habitan. 
tes  de  America, >  y  que  se  contase  indistintamente  con  todos 
ellos  para  la  represeataciôn  nacional.  Uno  solo  :!e  los  Dipu- 
tados americanos  disintiô  en  esa  época;  mas  fuê  por  fortuna 
uno  de  aquellos  hombres  que  tienen  el  talento  y  la  molei  a- 
ciôn  que  se  necesitaba  para  sabar  reformar  su  dictamen,  y 
auQ  abandonarlo  y  adherirse  al  otro  cuaudo  se  le  preseatau 
razones  de  peso  que,  o  no  habîa  visto,  o  no  habîa  meditado 
bastantemeute.  Asî  es  que  en  29  del   misnio  Seiiembrc  firmô 


220  FRANCISCO    GAVIDIA 

con  todos  los  Diputados  de  Ultramar  que  habîa  entonces  en 
otro  projecto  de  deereto,  en  que  se  volvîa  a  pe(iir  esa  decla- 
racion  de  igualdad  para  todos  los  libreR;  sin  que  hasta  aho- 
ra  hava  tenido  la  m,48  mîiiima  div^ersidad  de  opiniones  en  es- 
te pnnto.  Estas  peticiones  fueron  la  base  del  deereto  de  15 
de  Oetubre;  y  si  eu  él  no  fueron  deelarados  iguales  sino  los 
espanoîes  criollos,  losindios  y  îoshijosdeentrambos,  eavisto 
<:jue  no  estuvo  de  parte  de  los  Diputados  de  America  el  que 
no  se  extendiese  la  declaracion  a  todos  los  libres,  como  ex- 
presnmente  lo  habfan  pretendido.  Y  aunque  en  la  primera 
de  1ns  propo&idoi;es  que  presentaron  el  16  de  Diciem- 
bre  no  iccluyeron  a  los  espanoles  originarios  de  Africa,  no 
fué  porque  no  lo  de-oasen,  sino  porque  habienlo  manifes- 
tado  ante.s  su  opinion,  creyeroa  entonces  coaveniente  lirai- 
tur.-ee  a  pedir,  no  todo  aqupllo  que  querîan,  que  habîan 
ja  pediio  y  se  les  habîa  negado,  sino  aquello  que  juziîaron 
nienos  distante  de  la  voluntad  de  las  Cortes,  y  por  consi- 
jjuiente  menos  inasequibie  Mas  sea  lo  que  fuere  de  aquel 
deereto,  no  creo  muy  conforme  el  que  eu  la  parte  que  t<ici- 
tamente  excluye  de  la  igualdad  a  los  originarios  de  Africa 
8:^  haya  liaraado  constitucionaj.  dando  a  entender  que  es 
irrévocable,  cuando  la  Constituci^n  es  el  deereto  mâximo, 
en  el  cnal  pueden  y  deben  corregirse,  eonviniendo,  todos  los 
anteriores.  Debo  tarabiên  observar,  que  si  como  han  dicho 
los  senore-î  de  la  comision,  aunque  no  lo  entiendo,  el  présen- 
te artîculo  abre  uua  ancha  puerta  a  estos  espanoles  para  la 
ciudadanîa  o  la  igualdad,  sera  tambiên  contrario  al  deereto; 
y  por  lo  mismo  el  senor  preopinante  que  tanto  insistiô  en  éi, 
y  tanta  fuerza  le  quiere  dar,  no  solo  debîa  oponerse  a  lo  que 
indican  los  Diputados  de  America,  sino  también  al  artîculo 
de  la  comision,  el  que,  sin  embargo,  pide  que  se  apruebe. 

Ha  dicho  el  Sr.  Terkeko,  que  cl  artîculo,  consideradofilo- 
soâcamr-nte,  significa  que  esos  espaîîoles  no  son,  pero  pue- 
den ser  ciudadanop:  en  mi  entender  significa  môs;  esto  es, 
que  ni  !o  son.  ni  pueden  serlo.  Se  les  exige  para  a^^pirar  a 
la  ciudadaîr'n  «que  hagan  servicios  eminentes  o  se  distingan 
fîor  sus  tnlentos,  aplicaci^n  j  conducta;»  y  ya  se  ha  démos- 
trado  que  esto  les  es  moralmente  imposible,  atendida  su  ac- 
tual  situp.ci^n  y  el  rango  que  ocupan  en  la  sociedad.  Se  les 
exige  «que  sean  hijos  de  legîtimo  matrimonio:»  en  horabue- 
na;  mas  ^.por  que  no  se  exige  a  los  extranj'^ros  esta  raisma 
calidad,  ni  se  les  ba  exigido  la  de  una  buena  oonducta?  ^Es 
Justo  que  puedan  eer  mâs  fâcilmente  ciudail-'os  espaiîoles 
los  extranjeros,  que  unos  espanoles  que  lo  ^on  por  todos 
tîtulofc^?  Se  les  exige  que  sean  «hijos  de  padres  icgenuos;» 
y  no  obstante  que  la  opinion    manifestada    en  29  de  se- 


HISTORIA    MODERNA    DE  EL    SAL-ABCR  221 

tiembre  por  todoe  li-s  americanoe,  e-ia  que  discrepase  uno 
solo,  era  mâs  franca  o  ne  extendîa  a  mâs,  conveogo  en 
este 'requisito  para  no  manehar  a  la  ciudadanîa  espanola 
con  el  contacto  de  la  esclavitud,  aunque  esta  esclavitud  es 
mâs  digna  delâstima  e  indemnizaciôn,  que  de  desprecio.  Se 
les  exige  que  «estén  elles  mismos  ca8ado8.>  Esta  bien  que 
esto  ee  requiera  en  un  extraniero,  porque  es  de  suponer 
que  conservarâ  siempre  por  su  pais  nativo  una  predilec- 
ciônquepuede  en  ocasiones  ser  opuesta  a  los  intereses  de 
Espana,  y  que  ee  contrabalancearâ  por  el  arraigo  o  apego 
que  es  natural  contraiga  respecto  al  suelo  espanol  en  que 
ha  nacido  su  mujer. 

Mas  nada  semejante  tiene  lugar  en  los  individuos  de  que 
se  disoute,  que  son  espanoles  por  naeimiento  y  que  han  ma- 
inado  desde  la  cuna  la  religion,  idioma,  costurabres  y  preo- 
eupaciones  de  Espana.  Su  matrimonio,  pues,  oonsiderado 
en  este  sontido,  no  les  sirve  sino  de  un  nuevo  embarazo  para 
adquirir  la  ciudadanîa.  Digo  en  este  sentido,  porque  si  el 
fin  que  tuvo  la  comisiôn  en  dsi^ear  y  proponer  que  sean  casa- 
dos  es  que  se  raorigeren  mâs,  y  que  se  aumeuten  los  matri. 
naonios,  nonvengo  en  que  serîa  una  idea  excelente  siempre 
que  se  extendiera  a  los  hijos  de  los  extranjeros,  en  quienes  la 
comisirjn  no  pide  esta  calidad,  y  aun  a  los  originarios  de  los 
dominios  espanoles,  que  a  todos  se  pueden  aplicar  las  cau- 
sales de  mejora  de  costumbres  y  multiplicaciôn  de  matrimo- 
nios,  y  si  se  crée  protpger  ambas  cosas  por  este  medio,  eon- 
vendrîa  sin  raucha  dificultad  en  que  se  «uspendiera  del  ejer- 
cicio  de  los  derechos  de  ciudadano  a  toiios  los  que  no  fuesen 
casados  o  viudos,  exceptolos  eclesiâsticos. 

Eu  vista  de  todo,  y  de  mâs  que  podrîa  exponer,  es  inûtil 
decir  qu<^  se  abre  a  est  os  espanoles  para  ser  ciudadanos  la 
puerta  de  la  virtud  y  del  merecimiento,  ni  se  les  interponen 
unas  vallas  y  unos  fosos  que  casi  les  es  imposible  salvar.  ^Y 
<?sto  serA  polîtico?  Aunque  dije  autes  que  no  entrarîa  en 
razones  directas,  no  puedo  ouiitir  una  que  ahora  me  ocurre. 
Los  gobiernos  establecidos  en  los  paîses  turbados  de  la  a- 
raéri  a  parece  que  han  deolarado  a  estos  espanoles  iguales 
a  los  dénias,  y  si  no  lo  han  hecho  algunos,  pueden  hacerlo. 
V.  M,  vea  ahora  si  perraitirâ  la  prudencia  poner  la  lealtad 
y  patriotismo  de  estos  horabros  en  el  rudo  contraste  de  ha- 
ber  de  optar  entre  la  obediencia  al  Gobierno  de  la  Naciôn  a 
que  de  tantos  raodos  sirven  y  los  déjà  en  el  abatimiento,  y 
la  obediencia  a  aquellas  juntas  que  tratarîan  de  seducirlos 
sacdndolos  de  él,  y  dândoles  una  ta)  raue^itra  de  aprecio  y 
consideraciôn. 

Eu  vano,  dijo  el  Sr.  Anku,  se  clama  contra   la  injusticia 


222t  FRANCI-ICO    GAVIDIA 

que  en  este  articule  ee  hace  a  aquellos  espanoles;  no  hay  tal 
injusticia,  pues  ni  ee  les  despoja  de  una  cosa  que  posean,  ni 
tienen  derecho  a  la  eiudadanîa  que  para  ellos  se  prétende  y 
nunca  haii  gozado.  Estd  bien  que  hasta  hoy  no  hayan  sido 
ciudadanos  de  hecho;  ^y  por  eso  solo  ee  dira  que  no  os  iusto 
que  lo  seau?  ;Debieron  haberlo  sido  y  debeu  eerlo,  o  no? 
Ésto  es  lo  que  hay  que  examinar.  Pues  no  deben  serlo,  ana- 
de  el  Sr.  Aner,  porque  eetoe  individuos  entraron  en  la  Na» 
ci6n  cuando  ya  ee  hallaba  conetitufda,  o  lo  que  es  lo  mismo, 
no  coadyuvaron  a  eu  formaciôn  primera,  ni  se  puede  supo- 
ner  que  tuvieron  parte  en  los  convenios  primitives;  y  por 
consicruiente,  elloe  no  tienen  derecho  a  exifçir  cosa  alofuna  de 
la  Xaciôn,  que  puede  colocarlos  en  la  clase  que  le  parezca, 
y  darles  o  no  talée  y  taies  distinciones  y  fueros;  yo  solo  haré 
eobre  esto  dos  ligeras  observaciones.  La  una  es,  que  si  îueee 
exacta  la  réflexion  del  Sr.  Aner,  compreuderâ  tambiên  a  los 
indios  y  a  los  espanoles  criollos  que  entraron  en  la  sociedad 
cuando  esta  ee  hallaba  constituîda,  y  niuy  pocos  anos  an- 
tee  que  loe  originarios  de  Africa,  y  compreuderâ  igualmen. 
te,  y  con  mâs  razén,  a  otros  espanoles  que  después  de  estos 
ultimes  hayan  entra  lo  en  la  misraa  sociedad.  Nadie  con- 
vendrîa  en  eemejantes  ideas,  y  no  se  por  que  el  rigor  de  eetoe 
que  se  quieren  llamar  principios,  se  aplica  solo  a  estos  utiles 
y  laboriosos  espanoles.  La  otra  es,  que  aunque  ellos  no 
contribuyeeen  a  la  formaciôn  primitiva  de  la  sociedad,  con- 
tribuyen  a  su  eegunda  formaciôn;  porque  contribuyen  hoy 
con  sus  haberes,  sus  fatigas  y  su  sangre  a  que  no  se  disuelra 
el  Ultramar,  y  no  eé  c-ual  de  los  doe  es  mayor  mérito. 

Loe  Diputadoe  de  America  se  han  obstinado,  dijo  el  mie- 
mo  senor,  en  que  ee  concéda  la  eiudadanîa  a  estoe  espanolee; 
y  esta  claro  el  fin  que  se  han  propuesto,  cual  es  aumentar  de 
este  modo  la  representaciôn  de  aquellos  paîses.  Yo  creo, 
Seîîor,  que  V.  M.  debe  examinar  solo  la  justicia  y  la  conve- 
niencia  de  las  ideas  que  se  proponen  a  su  examen,  y  de  nin- 
gûn  modo  las  intenciones  de  quien  las  présenta:  y  siento 
verme  en  la  necesidad  de  decir  que  si  estdn  obstinadoe  loe 
Diputadop  de  America  (que  noentiendo  hayan  dado  margen 
a  tal  expresiôn),  coti  eî  mismo  derecho  se  poirâ  contestar 
que  se  han  obstinado  los  que  les  contra.îicen,  y  que  esta  cla- 
ro el  fin  que  se  proponen,  cual  es  dejar  tiempre  a  la  America 
con  una  representaciôn  mâs  dimiauta  y  escasa  que  la  que 
debe  corresponderle. 

El  Sr.  Don  parece  haber  deseado  que  se  tratepreliminar- 
mente  si  couvendrân  los  americauos  en  que  estoe  individiioe 
obtengan  ciertos  empleos,  etc.,  creyendo  que  no  dejarâa  de 
tener  en  esto  algun  a  repugnancia,  la  cuul  por  coneiguiente 


mSIORIA   MODERNA   DE   EL  SALVADOR  223 

«e  deberâ  extender  a  la  declaraciôn  de  la  ciudadanîa.  Varias 
cosas  ae  me  ofrecen  de  pronto  que  contestar:  primera,  que 
esto  es  preooupar  una  cuestiôn  que  no  se  trata  ahora.  Trâ- 
taee  unicamente,  (îe  t-i  deberân  deolararse  ciudadanoH  estos 
espanoles  sierapre  que  en  ellos  concurran  ciertos  requisitoa, 
quitândolea  asî  uno  de  los  muchoa  estorbos  que  tienen  para 
lograr  la  existencia  polîtica,  y  entendiêndose  que  un  ciuda- 
dano  no  tiene  por  sola  esa  ealidad  un  dereeho  o  una  apti- 
tud  iuraediata  para  todos  lo8  destinos.  Sep;unda,  ^por  que 
se  hace  reparo  contra  lo  que  proponen  los  Diputados  de 
America,  y  no  contra  el  artîculo  de  la  comisiôn,  del  cual  pro- 
vendrdn  laa  mismas  consecuencias  si  es  eierto,  como  se  ha 
dicho  (aunqne  repito  que  no  lo  entiendo),  que  abre  a  estos 
liombre-H  nna  puerta  muy  ancha  para  la  ciudadanîa?  Terce- 
ra,  que  si  el  moaos  aprecio,  con  que  aljjjunos  preocupados 
puedan  ver  a  ei^tos  infelices,  debe  ser  un  obstâculo  para  la 
declaraciôn  que  se  solicita,  con  i^ual  o  mayor  fuerza  debe 
serlo  respecto  de  los  indios,  a  quienes,  aunqne  injustisima- 
mente,  no  han  mirado  aqu^lloa  con  mâs  consideraciôn. 

Finalmente,  habiendo  oîdo  razones  en  nii  juicio  muy 
poderosas  a  f^vor  de  estos  espaîîoles,  y  por  la  otra  parte 
s61o  debilîsirnos  reparos,  no  puedo  conformarme  con  el  art. 
22,  y  apoyo  la  proposiciôn  presentada  por  el  senor  Uri  i.> 

8e  levanto  la  sesidn,  qnedando  pendient*»  Id  discusiôn  de 
este  asunto. 


Para  continuar  la  discusiôn  del  artfculo  22  de  la  Consti- 
tuciôn,  tomô  la  palabra,  en  sesiôn  del  6  de  septiembre 

VA  Sr.  Oliveros  :  Ya  se  ha  hecho  présente  por  mis  dignos 
companeros  de  la  comisiôn  que  discutiendo  el  artîculo  pré- 
sente los  Sres.  Diputados  de  America  se  separnban  del  esta- 
do  de  la  cuestiôn  y  verdadera  inteligencia  del  artîculo.  No 
se  trata  por  la  comisiôn  de  excluîr  de  los  derechos  de  ciuda- 
dano  a  ninguno  que  los  goce;  se  trata  de  abrir  la  puerta  de 
la  virtud  y  del  mérito  a  aquellos  que  ha  encontrado  distan- 
tes  de  esta  esfera,  de  donde  se  infiere  que  a  nadie  se  piensa 
perjudicar,  an^es  bien  el  favorecer  y  elevar. 

La  comisiôn,  Senor,  penetrada  de  los  sentimieutos  de 
generosidad  que  Y.  M.  ha  manifestado  a  nueatros  hermanos 
de  America,  ha  llevado  sus  miras  sobre  aquellos  limites  que 
le  han  wido  senalados  por  sus  soberanos  decretos,  bien  per- 
suadida  que  V.  M.  los  aceptarâ,  y  que  tratarâ  con  indulgen- 
cia  la  libertad  que  se  ha  tomado  de  proponerlas  a  la  sanciôn 
eoberana.    V.  M,  por  el  célèbre  decreto  de  15  de  Octubre, 


224  FKANCISCO     GAVIDIA 

atendiendo  a  las  etîplicas  de  los  eenores  americanos  j  a  la 
unnnimidad  de  sus  expos^icioneH,  confirma  el  inconcuso  con- 
cepto  en  que  siemy)re  habîan  estado  los  uaturales  origiua- 
rios  de  los  dominios  de  Ultraimar  de  .ser  itïuales  en  dereehos 
a  los  de  la  Peiiînsula  .y  si  no  iucluyô  a  las  deinâs  familias, 
fuê  porquo  no  lo  creyerou  conveniente  algunos  seûores 
americanos,  y  porque  en  reaiidad  no  habfan  g'ozado  de 
estos  dereehos.  Con  esta  declaraeion  se  {)rometîa  enfon- 
ces establecer  la  union  y  tranc^uilidad  en  aquellas  vaetas 
regiones:  considerando  después  que  no  se  conseguîa  tan 
importaiite  objeto,  propusieron  los  mismos  senores  que 
era  indispensable  para  aquietar  las  coumociones,  fijar 
la  ifçualdâd  en  L^s  bases  de  la  ropresentaciôn,  por  i-Ae 
piree  como  pretexto  de  las  sublevaciones  contra  la  maure 
Patria  la  diiorencia  que  se  notaba  entre  lus  espanoles  de  a- 
quelloa  paîees  y  los  de  la  Penmsnla.  Fijâronse  estas  bases 
para  las  Cortes  futuras,  y  por  un  decreto  solemne,  que  puede 
Uamarse  coastitucional.  aprobado  por  todos  los  senores  a- 
mericanos,  les  aseguro  V.  M.  que  la  base  que  se  estableciese 
para  la  Penîusula  serîa  la  misma  en  el  modo  y  forma  para 
la  America,  arretçlândoee  en  la  Constituciôn  la  representa- 
ciôn  nacional,  (conforme  a  lo  dispuesto  en  el  decreto  do  15  de 
Octubre.  Esto  pidieron  algunos  senores  americanos;  y  a- 
tendiendo  a  la  uaanimidad  de  sentimientos,  lo  decretô  V.  M. 
Si  hubiera  sido  posible  variar  las  leycs  constitucionaies  del 
cuerpo  soberano  de  la  Naciôn  existeute,  hubieran  sido  11a- 
mados  aun  para  estas  Cortes;  pei-o  cuahjuiera  variaciôn  en 
tan  importante  asunto  traerîa  consigo  la  confusion  y  acaso 
la  disoluciôn  de  las  Cortes:  los  mismos  americanos  confiesaa 
esta  verdad  en  algunos  de  los  tratados  que  han  escrito  so- 
bre la  materia,  y  esperan  solo  de  estas  Cortes  que  se  les  darâ 
en  lo  sucesivo  la  representacion  que  pertenece  a  aquellos  es 
panoles  beneméritos.  {Leyô  el  decreto.)  Cotéjense  ahora 
los  artîculos  del  proyecto  de  Constituciôa  con  lo  dispuesto 
por  V.  M.,  y  se  verâ  que  la  comisiôn  ha  desempenado  con  la 
mayor  exactitud  su  eucargo.  Podîa,  pues,  haber  dejado  ce 
rrada  la  puerta  a  aquellas  familias  que  no  estân  comprendi. 
das  en  los  dos  mencionados  decretos;  y  no  hubiera  heeho 
otra  cosa  que  cumplir  los  decretos  sancionados  por  las  Cor- 
tes. ^A  que  fin  estas  vagas  declaraciones?  ^Ni  por  que  tra 
tar  de  iliberal  a  la  comisiôn?  No  hay  fundaraento  alguno 
para  estas  quejas  injustas;  pero,  Seîior,  la  comisiôn  se  ha 
atrevido  a  excéder  los  limites  que  se  le  habîan  seîîalado,  y 
llevada  de  la  generosidad  que  caracteriza  las  providencias 
de  los  représentantes  de  la  naciôn  mes  heroica  del  univerto, 
abre  una  puerta,  la  del  mérito  ,  y  la  virtud,  a  aquellas  fami- 


fflSTORIA    MODERNA    DE    EL  SALVADOR  225 

lias,  a  las  que  nioguna  naciôn  civilizada  de  la  Europa  ha 
tratado  hapta  ahora  con  tauta  consideraciôn.  He  observa- 
do  que  V.  M,  ha  f^uprimido  para  siempre  el  tributo  que  les 
degradaba;  que  les  ha  permitido,  como  a  todos  los  america- 
nos,  el  cultivo  de  todas  las  semillas,  y  la  facultad  de  aplicar- 
se  a  todo  género  de  industria;  que  ha  aliviado  las  coutribu- 
ciones  de  las  pulperîas,  y  ha  dado  raucbos  y  soleoines  decre- 
tos  eu  bien  gênerai  de  todos  los  habitantes  de  las  Américae. 
En  la  Constituçiôn  se  les  déclara  por  espanoles  a  todos  los 
que  no  son  esclavos,  y  por  lo  mismo  se  les  asegura  el  goce 
de  los  derechos  civiles;  podrân  en  adelante  aplicarse  a  los 
estudios  y  obtener  los  empleos  de  los  que  estaban  separados 
hasta  lo  présente.  Senor,  V.  M.,  sancionando  estas  dispo- 
siciones  benéficas,  ha  dado  margen  a  la  comisiôn  para  pro- 
ponerle  ot  ra  de  la  mâs  alta  jerarquîa.  Si,  Senor,  la  genero- 
eidad  de  V.  M.  ha  impelido  a  la  comisiôn  a  ser  mâs  generoia, 
y  los  Diputados  europeos  tienen  la  gloria  de  haber  sido  los 
autores  del  pensamiento  de  abrirles  la  puerta  de  la  virtud 
y  del  mérito  para  que  sean  ciudadanos,  para  que  lleguen  a 
eer  con  nosotros  los  legisladores  de  la  grande  Naciôn  espa- 
nola. 

La  comisiôn,  Senor,  quisiera  que  entre  todos  los  habi- 
tantes de  los  paîses  espanoles  fue^e  una  la  voluntad,  igual 
la  ilustraciôn,  idénticos  los  sentimientos,  y  que  no  hubiese 
opinion  alguna  que  separase  las  familias,  y  que  todos  se 
honraran  con  enlaces  recîprocos;  pero  esto  no  es  asequible 
en  una  Monarquîa  o  acaso  se  opone  directamente  a  esta 
especie  de  Gobierno;  pero  al  menos  quisiera  sofocarelgermen 
de  la  désunion  y  de  la  discordia,  y  promover  la  paz,  la  union 
y  tranquilidad  que  deben  reinar  en  un  Estado  bien  goberna- 
do.  Por  esto  propuso  primeramente  que  el  enlace  con  los 
originarios  de  los  dominios  europeos  y  Ultramar  fueae 
una  de  las  condiciones  para  que  los  individuos  de  estas  cla- 
ses  fuesen  ciudadanos;  pero  se  les  respondiô  por  los  mismos 
eenores  americanos  que  era  pedir  un  imposible:  tan  fuerte  y 
arraigada  e«^  la  opinion  que  no  se  sujeta  a  la  ley,  contra  la 
cual  se  estrellan  las  providencias  mâs  saludables.  Cerrado 
este  camino,  no  encontrô  otro  que  el  contenido  en  el  decre- 
to.  Los  diferentes  modos  de  opinar  de  los  senores  america- 
nos no  permiten  que  se  tomen  otras  medidas.  Unos  quieren 
que  se  concéda  la  voz  activa  y  pasiva  a  los  hijos  legîtimos 
de  padres  ingenuos:  otrosrestringen  oamplîan  mâs  las  cua- 
lidades  para  gozar  de  esta  dignidad;  otros  quieren  que  ten- 
gan  voz  activa  en  las  elecciones,  es  decir,  que  solo  puedan 
elegir  v  no  ser  elegidos,  medida  que  incluve  una  injusticia, 

28 


226  FRANCISCO    GAVIDIA 

que  fomenta  una  division  y  que  sancionarîa  para  eiempre  la 
eeparaciôn  de  familias.  Tanta  variedad  de  opinione«  de- 
muestra  hasta  la  evidencia  que  no  es  posible  romar  una. 
providencia  gênerai;  que  no  hay  datos  fijos,  rey,iH8  beguras 
para  discernir  cuântos  y  cuâles  deban  ser  lo8  que  gocen  de 
los  derechos  de  ciudadano  En  esta  perplejidad  la  comiëiôu 
no  hallô  otro  medio  que  abrir  a  todos  la  puerta,  e  indicar 
los  caminos  por  donde  se  llega  a  la  eima  de  la  mayor  digni- 
dad  de  la  Naciôn.  Podrân  ser  Diputados,  es  decir,  legisla- 
dores,  por  la  virtud,  el  mêrito  y  la  aplicaciôn.  Las  Certes 
futuras  concederân  las  cartas  de  ciudadanos  sin  gaetos,  ein 
agentes,  sin  litigios,  a  los  que,  bien  cercioradas  de  sus  pren- 
das,  los  juzguen  dignos  y  aereedores;  asî  sucesi  va  mente  se 
irân  elevando  las  familias,  se  unirân  entre  sî,  sedebilitarâ  la 
opinion  perjudicialy  se  llegarâ  a  extinguir  el  germeu  de  tan- 
tas  diferenciaH  que  dividen  los  habitantes  de  aquellos  pafses. 
Si  algunos  de  los  términos  del  urtîculo  Hon  eonfuHOs  o  dan 
margen  a  disputas,  corrîjanse,  oomo  ha  propuesto  el  senor 
Pérez  de  Castro.  La  comisiôn  jamâs  ha  inteotado  que  sean 
inquietadas  las  familias,  ni  que  se  perturbe  ia  posesiôn  de 
njnguno.  Para  que  no  se  pueda  sospechar  que  las  promesas 
de  V.  M.  son  ilusorias,  a  pesar  de  que  tiene  dadas  mil  prue- 
bas  de  cumplir  lo  quepromete,  coiicédase  desde  luego  esta 
dignidad  a  algunos  individuos,  y  comiéncese  por  los  milita 
res;  por  aquellos  a  quienes  V.  M.  tiene  ya  declarado  que  hau 
mereeido  bien  de  la  Patria,  porque  han  sujetado  a  los  revol- 
tosos  y  restituîdo  el  orden  y  tranquilidad  en  aquellos  vastos 
paîses.  Los  jefes  militares  propoudrân  los  que  crean  aeree- 
dores a  esta  gracia,  y  V.  M.  la  concédera  con  la  mayor  satis- 
facciôn.  Pienso.  pues,  que  debe  ser  aprobado  el  artîculo,  o 
que  vuelva  a  la  comisiôn  para  que  sea  corregido  de  modo 
que  no  dé  lugar  a  dudas  ni  torcidis  inteligencias. 

El  Sr.  Lbiva:  El  art.  22  del  pi  oyecto  de  Constitue! 6n  ha 
sido  sôlidamente  impugnado  en  el  discurso  del  senor  Alcocer 
y  de  otros  seîiores  preopinantes,  cuyas  razones  existeu  en  su 
vigor.  Asî,  que  me  abstendrîa  de  hablar  si  la  circunstancia 
de  ser  individuo  de  la  comisiôn  y  de  haber  variado  con  otros 
co-Diputados  del  modo  de  pensar  de  la  mayorîa  de  ella,  no 
me  obligara  a  explicar  brevemente  mi  opinion,  y  a  satisfa- 
cer  algunas  objeciones.  Mis  retiexiones  no  llevarân  el  desig- 
nio  de  censurar  la  intenciôn  de  los  senores  comisionados, 
que  sin  duda  creo  la  mâs  sana,  si  no  exponer  el  error  que  en 
vuelve  su  dictamen  y  sus  malos  resultados  en  polîtica. 

Después  de  haber  declarado  que  la  Naciôn  espanola,  en 
que  réside  esencialmente  la  soberanîa  nacional,  es  la  réunion 
de  todos  loe  espanoles,  y  que  sou  eepanoles  todos  los  hom- 


HI3T0RIA  MODERNA    DE    EL    SALVADOR  227 

bres  libres  nacidoe  y  avecindados  en  los  dominioB  de  las  Es- 
panas,  y  los  hijos  de  éstos,  es  ciertamente  extrano  que  cuan- 
do  se  trata  de  establecer  el  primer  grado  de  existencia  civil  o 
polîtica,  la  ciudadaDia,  se  pongan  taies  trabas  en  los  que 
por  cualquiera  lînea  traen  oriejen  de  Africa  que  pueden  que- 
dar  deseyperados  de  obtenerla,  y  en  un  estado  de  abatimien- 
to  pernicioso  al  orden  social.  Las  grandes  dificultades  se 
confunden  con  la  imposibilidad.  Se  exigen  méritos  eminen- 
tes,  de  que  es  incapaz  una  clase  excesivamente  humillada;  j 
aunque  despuês  se  habla  de  los  que  se  distingan  por  su  apli- 
caciôn,  sus  ta.lentoa  y  su  conducta,  deberâ  entenderse  una 
distinci^n  heroica  por  estar  en  seguida  del  grado  eminente 
que  se  necesita  en  los  servicios.  Por  manera  que  los  gran- 
des esfuerzoH  de  virtudes  sociales,  que  en  cualquiera  sociedad 
bien  eonv'Jtituîda  hacen  a  los  hombres  dignos  del  voto  gêne- 
rai y  de  los  primeros  honores,  se  preraian  en  los  originarios 
de  Africa  con  la  ciudadanîa.  Se  exige  también  el  matrimo- 
nio;  por  consiguiente,  si  por  una  inclinaci6n  libre  siguen  otro 
estado  que  las  leyes  respetan,  no  son  ciudadanos. 

Las  Cortes  lian  de  hacer  la  calificaciôn  para  otorgar  la 
carta.  Hé  aquî  otra  condiciôn  muygravosa.  Usarîan  de  este 
medio  algunos  que  pudiesen  disponer  de  rentas  sobrantes 
para  pagar  un  agente  que  siguiese  los  inoviraientos  del  expe- 
diente,  pues  aunque  couociendo  de  este  embarazo  un  senor 
preopinante,  ha  dicho  que  los  Diputados  podîan  eneargarse 
de  estas  gestiones,  se  olvidô  de  la  justa  mâxima,  adoptada 
por  este  Congreso,  que  los  ayudantes  no  pueden  ser  persone. 
ros  o  agentes  de  solicitudes  particulares. 

Por  estas  y  otras  observaciones  he  creîdo  que  el  artîculo 
lejos  de  fomentar  las  esperanzas  de  los  originarios  de  Africa, 
era  el  mejor  raedio  de  angustiarles  y  dejarles  reducidos  a  la 
nulidad.  Asî,  que  establecî  corao  principiosfundamentales  de 
mi  voto  los  siguientes:  primero  que  es  impolîtico  en  una  Na- 
ciôn  que  se  constituée  dejar  descontenta  una  clase  numerosa 
y  en  disposiciôn  de  mirar  con  rivalidad  a  las  demâs,  mayor- 
mente  en  las  circunstancias  en  que  se  halla  la  espaîlola.  Que 
la  privaciôn  o  casi  la  privaciôn  de  los  medios  para  ser  hon- 
rados  y  gozar  de  los  beneficios  de  una  Constituciôn  libéral, 
expone  a  los  que  comprende  a  sesgar  el  caraino  de  las  buenas 
acciones,  y  a  fomentar  pasiones  perjudiciales  al  buen  orden. 
Que  es  muy  distinta  la  igualdad  jacobiana  de  la  igualdad 
racional  y  légal.  Aquélla,  confundiendo  todas  las  clases  y 
jerarquîas  de  la  sociedad,  produce  la  anarquîa  y  todos  los 
horrores  que  le  son  consiguientes.  Viola  la  justa  y  equitativa 
ley  de  los  premios  graduales  del  mérito  y  la  virtud. 

Los  grandes  hombres  por   servicios  eminentes  consiguie 


228  FRANCISCO    GAVIDIA 

ron  la  nobleza  magnaticia,  y  la  Patria  agradecida  traemi- 
tiô  sue  honores  a  sus  hijos  para  que  les  imitasen.  Otros  ad- 
quirieron  y  dejaron  a  su  posteridad  otni  nobleza  de  segundo 
orden.  En  todos  los  ramos  del  servicio  pûblico  debe  haber 
grados  con  escala  suceeiva,  para  que  se  verifique  la  referida 
ley  de  los  premios.  Estas  instituciones  eran  odiosas  a  aque- 
llos  hombres  depravados  que  ocultando  la  ambiciosa  idea  de 
subir  respectivamente  a  la  cumbre  de!  poder,  aparentaban 
defender  una  igualdad  quimériea.  Esta  idea  martirizô  una 
gran  parte  de  la  naciôn  francesa,  y  produjo  espantoea  con- 
vulsion. Pero  la  igualdad  racional  consiste  en  abrir  a  los  es- 
panoles  la  carrera  de  los  premios,  en  términos  que  con  bue- 
nas  esperanzas  puedan  practicarse  las  virtudes  que  son  tan 
neceearias  para  lafelicidad  de  la  s-T-iedad.  Que  el  ciuda- 
dano  no  es  otra  cosa  que  un  e^tado  de  hombrea  bueuoe,  que 
se  hallan  en  aptitud  de  poder  ser  premiados  y  atendidos  se- 
gûn  sus  méritos. 

Guiado  de  estos  principios,  me  pareci6  justo  y  polîtico 
declarar  comprendidos  en  los  derechos  de  ciudad  a  los  espa- 
noles  originarios  de  Africa.  que  tuvieren  una  profesion  o  in- 
dustria  util,  o  una  propiedad  con  que  poder  subsistir  hon- 
radamente,  siendo  hijos  de  ingenuos.  Estas  circunstancias, 
en  mi  coucepto,  hacen  recomendables  a  estos  hombres  y  los 
ban  hecbo,  aun  cuando  era  muy  diversa  nuestra  situacion 
polîtica.  La  distancia  en  que  se  hallaii  de  la  esclavitud  de 
sus  progenitores  quita  las  conjeturas  o  inconvenieutes  con 
que  podrîa  argiiir  en  caso  de  inmediaciôn.  Ahora  anado  que 
ni  a  los  libertos  ni  a  sus  hijos  les  dejôen  desesperaci6n.  Que- 
dan  los  primeros  en  mi  voto  sujetos  a  la  formalidad  estable- 
cida"para  la  ciudadanîa  de  los  extranjeron,  y  los  segundos  a 
la  de  los  hijos  de  éstos.  Cuando  hablo  por  los  originarios  de 
Africa  nojpuedo'menos  que  acordarmede  los  efectos  benéficos 
que  produjo  en  Espana  la  ley  de  Carlos  III  en  favor  de  los 
gitanos.  Eran  éstos  despreciados,  abatidos  y  mirados  por 
la  preocupaciôn  como  hombres  de  otra  especie.  Aquel  gran 
Monarca  interpuso  oportunamente  su  mano  Real;  les  décla- 
ra hombres  buenos  del  estado  Ilano  comûn  gênerai,  y  yacasi 
no  se  conocen  los  que  antes  eran  tan  marcados  por  su  abso- 
luta  nulidad  polîtica.  Carlos  IV,  para  libertar  a  los  ninos 
expôsitos  de  los  efectos  perjudiciales  deldesprecio  por  poder- 
se  presumir  incestuosos,  mânceres,  etc.,  les  déclaré  compren- 
didos  en  el  mismo  estado  Ilano.  Y  a  vista  de  esto,  la  Naciôn 
espaîïola,  al  constituirse,  ^abandonarâ  a  la  nulidad  a  los 
espanoles  que  por  cualquiera  lînea  traen  origen  del  Africa? 
V.  M.  es  muy  justo  y  sabio,  y  no  puede  dejar  de  ser  concilia- 
(jor.  La  Constituciôn  debe  ser  amada. 


mSTORIA   MODERNA   DE    EL  SALVADOR  229 

Se  ha  dicho  que  eetoB  eepaûoles  han  avauzado  en  dere- 
choH,  pues  se  les  concède  la  libertad  civil  y  la  propiedad. 
Siempre  han  disfrutado  los  originarios  de  Africa  de  estos  de- 
rechos.  El  que  los  atacaba  era  considerado  corao  opresor, 
invasor  o  ladr6n,  y  castigado  conforme  a  las  leyes. 

Sehaquerido  culpar  inuy  graliiitamente  a  los  Diputa- 
dos  de  America  suponiendo  que  no  han  tomado  antes  inte- 
rés  por  esta  clase  de  espanoles  para  los  derechos  que  hoy  se 
pretenden,  y  que  por  consiguiente  el  (^ecreto  de  15  de  Octu- 
bre  debe  ser  la  base  de  la  representaciôn  y  del  ciudadanato. 
Casi  toda  la  repreeentaciôn  de  America  en  las  spsiones  que 
precedieron  a  dicho  decreto,  hizo  el  mayor  empeîio  por  dar 
existencia  civil  a  los  originarios  de  Africa;  pero  no  îué  posi- 
ble  conseguirlo,  Nuestra  minoridad  era  mucho  mâs  reduci- 
da  que  lo  que  es  hoy.  Ademâs,  haya  los  decretos  que  hiibie- 
re,  no  pueden  embarazar  que  el  puuto  présente  se  someta  al 
examen  de  las  Cortes,  cuaudo  se  trata  de  hacer  una  Consti- 
tuciôn.  Asuntos  de  menor  interés  después  de  resiieltos  han 
sido  tomados  en  nueva  consideraciôn;  ^y  por  que  no  ha  de 
tener  igual  suerte  una  cuesUôn  de  tanta  trascendencia  en  el 
Estado? 

Se  preguntô  si  los  americanos  se  hallab=:!i  en  disposiciôn 
de  reconocer  en  los  originarios  de  Africa  en  virtud  de  la  ciu- 
dadanîa  el  voto  pasivo  para  Diputados.  Yo  entiendo  que 
debemos  reconocer  una  distinciôn  entre  el  ardid  de  los  lôgi- 
cos  y  el  modo  de  discutir  del  legislador.  Aquêllos  suelen  em- 
pexar  su  argumento  estableciendo  varias  conclusiones  o  pre- 
guntaR,  procurando  que  el  com[)etidor  conteste  o  concéda  de 
un  modo  inconveniente  para  envolverle  en  juegos  de  espîri- 
tu,  El  legislador  no  debe  preguntar  en  materius  de  interés 
del  Estado  que  es  lo  que  quieren  cierto  numéro  de  individuos 
para  decidirse,  sino  que  es  lo  que  conviene  y  es  jiisto  hacer. 
Sin  embargo,  dire  mi  opinion.  Soy  muy  économie»  para  dar 
entrada  en  las  jerarquîas  del  Estado,  porque  hui  o  de  abso- 
luta  necesidad  el  que  existan  méritos  de  tal  carâcter,  que  no 
se  turbe  el  respeto  que  merece  la  nobleza  y  el  rango  en  el  ser- 
Ticio  pûblico;  ni  coneiderando  al  ciudadanato  como  una  apti- 
tud  para  poder  obtener  honores  por  la  graduaciôn  del  méri- 
to,  no  hallo  inconveniente  en  la  poBibilidad  del  voto  pasivo 
en  los  referidos  espanoles,  persuadido  que  siguiéndose  en  las 
elecciones  justas  v  sabias  reglas,  el  que  obtenga  la  elecci6n 
del  pueblo  sera  precisamente  el  que  reûna  las  voluntades 
por  buenos  méritos  y  conducta.  En  nada  tienen  los  pueblos 
mâs  directo  interés  que  en  elegir  el  ôrgano  de  sus  deseos,  y 
de  consiguiente  esteacto  es  el  resultado  del  mejor  y  mâs  crf- 
tico  juicio.    Pero  no  es  este  el  punto  del  dîa:  las  atribucionps 


230  FRANCISCO    GAVIDIA 

del  ciudadanato  estân  eu  proyecto.  No  couviene  anticipar- 
las,  porque  examinândolas  en  conjunto  y  fuera  de  su  lugar, 
saldrîamos  del  método,  y  nos  desviarîamos  del  eamino  del 
acierto.  Solo  advertiré  que  hay  eiudadanos  que,  segûn  el 
proyecto,  son  inelegibles  en  ciertos  casos.  Entre  otros 
es  el  del  art.  45,  que  excluye  de  ser  electores  parroquiales  a 
los  eiudadanos  que  no  sean  casados  o  viudos,  y  en  la  comi- 
8i6n  no  se  dedujo  contradicciôn  de  principiosa  vista  de  dicho 
artîculo.  Esta  condiciôn,  como  todas  las  demâs  cuyo  con- 
curso  se  créa  justo  y  conveniente  para  representar  la  Patria, 
se  discutirân  oportunamente. 

Se  pretendiô  llaraar  a  juicio  a  los  Diputados  de  America, 
manifestândose  la  presunciôu  de  qne  sus  solicitudes  en  favor 
de  los  originarios  de  Africa  tenîa  por  fin  aumentar  la  repre- 
eentaeiôn  de  aquella  parte  de  la  Monarquîa.  A  esta  censura 
se  puede  contestar  con  la  de  que  la  oposiciôn  en  su  autor  11e- 
vaba  el  objeto  de  disminufr  la  representaciôn  de  America,  si 
no  aborreciéramos  la  suspicacia.  Hemos  dado  muchas  y  re- 
petidas  pruebas  del  interés  imparcial  que  tenemos  por  los  es- 
panoles  en  gênerai,  para  que  se  créa  que  él  es  la  causa  im- 
pulsiva  de  la  proposiciôn  hecha  por  el  Sr.  Uria.  Tambiên  el 
procurar  una  representaciôn  correspondiente  a  la  poblaciôn 
libre,  es  por  sî  muy  laudable,  y  nada  pierde  por  una  crîtica 
impertinente;  pero  ese  punto  no  tiene  una  précisa  relaciôn 
con  el  que  se  discute. 

Se  ven  en  el  proyecto  comprendidos  eu  el  censo  para  la 
representaciôn  muchos  espanoles  que  no  estân  en  el  goce  de 
la  ciudadauîa.  No  confundamos  las  ideas  con  alegatos  que 
no  son  del  caso.  Se  ha  intentado  combatir  la  proposiciôn 
del  Sr.  Ufia  con  el  ejemplo  de  la  antigua  Roma,  que  gober- 
naba  un  inmenso  territorio,  estando  reservada,  la  ciudada- 
nîa  a  los  que  nacîan  en  aquella  ciudad:  iqué  inûtil  e  inade- 
cuado  es  este  ejemplo  a  nuestra  situaciôn  y  a  nuestra  polîti- 
ca!  Roma  era  una  ciudad  Monaica  y  Soberana  de  gran  par- 
te del  orbe;  la  libertad  estuv^o  aislada  en  sus  muros;  las  pro- 
vincias  gemîan  bajo  el  yugo  de  la  opresiôn  sostenida  por  la 
îuerza  de  innumerables  y  poderosas  legiones  (ûnico  asilo  y 
sostên  de  la  tiranîa);  ^.y  se  conformarân  los  espanoles  en  que 
exista  este  poder  en  la  Corte,  y  los  demâs  pueblos  sigan  la 
condiciôn  de  los  sûbditos  de  Roma?  ^Serâ  esto  posible? 
Ciertamente  el  imaginarlo  solo  es  un  delirio.  Ni  tenemos  las 
legiones  de  Roma,  ni  aunque  las  tuviêramos  creo  que  no  se- 
guirîamos  ei  r'.unbo  del  despotismo,  habiendo  proclamado 
que  la  justicia  y  leyes  generalmente  benignas  han  de  ser  el 
apoyo  de  nuf  stra  Constituciôn  polîtica,  o  de  nuestra  Monar- 
quîa moderada.    Se  olvidô  el  Sr.  Diputado  que  arguyô  con 


HISTCKIA   UODERNA   DE   EL  SALVADOR  2^1 

dicho  ejemplo  que  Roma,  aiiD  en  la  época  de  eu  poder,  reco- 
iiociô  là  necenidad  de  extender  la  ciudadanîa  en  municipios 
y  coloniae.  La  Naciôn  espaiiola,  en  medio  de  bub  dégradas 
actiiales,  quiere  y  debe  reconcentrar  su  uni6n  en  una  socie- 
dad  de  hombree  civilmeiite  libres,  que  ejerciéndose  en  la  ca- 
rrera del  niériro  y  del  honor.  sus  esîuerzos  serân  coronados 
cou  premios  justos.  El  excluîr  o  dificultar  exeesivamente  a 
una  clase  numerosa  del  camino  y  aptitud  del  merecimiento, 
eerîa  de  nnestra  parte  un  erapeno  de  fomentai  diccordias  en 
una  coyuntura  en  que  deben  todos  las  espanoles  estar  rnâs 
unidos  que  nunca  para  combutir  con  la  fuerza  moral  y  îisica 
contra  un  enemigo  tan  orguiloso  como  temerario.  E.<.  pues 
necesario  que  sio-uiendo  el  saludablp  espîritu  de  conciliacion' 
tengamos  por  ciudadanos  a  los  psy>anoles  quereûnen  las  cir' 
canstancias  de  la  propohicion  del  !Sr.  Uria. 

El  Sr.  Larrazabal:  Segûn  lo  que  el  !?r.  Oiiveros  acaba  de 
exponer  sobre  el  preMPiite  artîculo,  me  parece  que  para  el 
acierto  en  su  discusiôu  très  cosas  deben  tenerse  presf-ntes. 
Primera,  las  sesiones  que  el  senor  preopinaute  supone  haber- 
se  tenido  con  los  Diputados  suplentps  de  America,  con  cuya 
aprobaciôn  se  asegura  qus  se  expidiô  el  decreto  de  20  de 
Enero.  Segunda.  el  derecho  que  gozau  las  castas  de  Ameri- 
ca, Tercera.  la  falta  de  conociniieiitos  con  que  ha  indicavîo 
el  Sr.  Argiielles  se  hallaba  la  comisi6a  para  formar  este  ar- 
tîculo. 

Cuanto  a  lo  primero.  quiero  que  V.  il.  tenga  présente 
que  el  ayuntamiento  de  Goatemala,  con  la  sumisiôn  y  res- 
peto  que  siempre  acostumbra,  le  hizo  présente  que  aquella 
ciudad  estaba  dispuestaa  contiuuar  sus  esfuerzos  y  agotar 
BU8  recursos  en  defensa  de  la  Penînsula,  y  de  los  derechos  de 
nuestro  amado  Eey,  sin  reservar  ni  aun  la  sangre  que  corre 
por  las  venas  de  nuestros  ciudadanos;  pero  que  si  las  Certes 
habîan  de  hacer  leyes  tan  fundamentales,  Goatemala  se  opo- 
nîa  formalmente  a  que  en  orden  a  laConstituciônfundamen- 
tal  se  dictasen  leyes  sin  su  concurrencia,  a  que  tenîa  derecho 
por  medio  de  eu  Diputado  propietario. 

Lob  Diputados  suplentes,  Senor,  do  podîan  eer  6rgano 
de  BU  voz,  ni  représenter  bus  derechos  cuando  carec^an  de  las 
instrucciones  de  aquella  ciudad,  y  de  los  conocimientos  del 
paÎB.  ^C6mo  se  prétende,  pues,  levantar  los  fundamentos,  y 
erigir  la  base  de  la  gran  Constituciôn  de  la  Monarquîa  por 
unoB  informes,  tal  vez  equivocadoe.  con  que  pudieron  con- 
duciree  los  Diputados  suplentes?  El  dilatado  tiempo  que 
hace  se  trasladaron  de  aquel  reino  a  los  de  la  Penineula, 
tampoco  les  permitîa  poseer  las  noticias  indispensables  de 
aquelloB  naturales  que  traen  su  origen  de  Africa,  y  yo  cou- 


232  GAVIDIA  FRANCISCO 

fieso  a  V.  M.  con  la  debida  ingenuidad,  que  aun  los  Diputa. 
dos  propietarios  del  reino  de  Goatemala  no  tenemos  noti- 
ciae  exactaB  y  universales  de  los  habitantes,  usos  y  costum- 
bres  de  todos  sus  pueblos.  Hasta  ahora,  Senor,  se  esta  es- 
cribiendo  su  historia,  y  todavîa  carece  de  un  mapa  que  com- 
prenda  todo  el  reino.  Consecuencias  todas  necesarias  de  la 
maligna  polîtica  con  que  nuestra  Corte  pretendîa  mantener 
sepuitadas  en  las  tinieblos  de  la  ig:norancia  a  las  infelices 
Américas.  Dîgalo  si  no  el  éxito  con  que  con  cuatro  renglo- 
nes  se  tratô  de  aniquilar  la  famosa  sociedad  patriôtica  de  la 
capital  de  aquel  reino,  cuando  pocos  meses  antes  se  la  habîa 
llenado  de  los  aplausos  que  merecîa  por  nuestro  Monarca. 

Pero  Goatemala  resucitô  este  cuerpo  tau  necesario  y 
util  a  las  raismas  castas  de  que  al  présente  se  habla,  fomen. 
tando  asî  a  los  artesanos  y  labradores,  e  impetrando  de  V. 
M.  su  necesaria  aprobaciôn  en  el  ocurso  que  acaba  de  hacer. 

Yo  no  dudo  que  en  este  augusto  Congreso  se  oirân  toda- 
vîa como  nuevas  las  voces  de  raulatos,  cuarterones,  puchue- 
los,  en  que  se  dividen  aquellas  castas,  y  otras  que  ahora  no 
tengo  présentes;  pero  de  ellas  testifica  el  sabio  Moreli  en  su 
obra  Fasti  novi  orbis,  y  a  muchas  de  estas  castas  estân  ex- 
tendidos  alecunos  de  los  privilegios  concedidos  a  los  indios  y 
mestizos.  Y  extendiéndose  a  aquellas  castas  los  privilegios, 
^se  les  negarân  los  derechos  que  por  naturaleza  les  corape- 
ten?  Yo  protesto  a  V.  M  que  si  por  debiiidad  o  por  igno- 
raucia  aprobase  el  artîculo  como  esta,  serîa  para  expatriar- 
me  para  siempre.  Soy  deudor,  Senor,  de  mis  procedimien- 
tos,  no  solo  a  V.  M.,  sino  a  rai  capital  y  provincia.  Hice  un 
juramento  polemne  de  ejercer  bien  y  fielmente  el  cargo  que 
me  ha  constituîdo  en  este  puesto,  y  aseguro  a  V.  M.  que  aun- 
que  mi  voto  îuese  ûnico  y  particular  en  esta  materia,  siem- 
pre me  quedarîa  la  satisfacciôn  de  haber  procedido  eegûn  los 
dict<4menes  de  mi  conciencia  y  honor. 

No  pretendo  extenderme  molestando  la  atenciôn  de  V. 
M.  pobre  el  derecho  que  compete  a  aquellas  castas,  y  de  que 
se  les  prétende  privar;  mas  no  puedo  prescindir  de  estas  sen- 
eillas  consideraeiones.  La  sociedad  humana  es  la  union  de 
hombres  ligados  entre  si  con  un  vînculo  indisoluble,  y  su  ob 
jeto  es  el  mejor  estar  de  los  individuos  que  la  componen:  se 
estableciô  su  Gobierno  para  su  conservaciôn  y  tranquilidad; 
esta  atiende  al  goce  de  sus  derechos  naturales  e  iraprescrip- 
tibles.  Estos  derechos  son,  entre  otros,  la  igualdad,  que 
consiste  en  que  la  ley  debe  ser  la  misraa  para  todos,  ya  pro- 
teja.  ya  castigue;  que  no  pueda  ordenar  sino  lo  que  es  justo 
y  util  a  la  sociedad.  ni  prohibir  sino  lo  que  es  perjudicial. 
Ahora,  pues,  si  V.  M.  contirmô  el  inconcuso  concepto  de  que 


mSTORIA    MODERNA   DE  EL  SALVADOR  233 

los  dominios  ebpaûoiea  un  aiuLod  humiciferiois  foiiiitiu  i;iia 
eolay  misma  Mouarquîa,  una  misma  y  eola  Naciôu,  y  una 
8ola  familia,  y  que  por  lo  mismo  los  naturales  de  eiloB  son 
iguales  en  derechos  a  loe  résidentes  en  la  Penînsula,  ^,cod  que 
raz6n  se  priva  a  aquellos  misérables  siendo  naturales  de  lo 
que  se  concède  al  extranjero?  Estamos  convencidos  de  que 
la  industria  y'riqueza  de  la  Naciôn  exio^e  aumento  de  pobla- 
dores;  privilegiamos  por  esto  a  los  extraûos,  y  pret^^ndemoa 
despojar  a  los  hijos.  Escuchemos  al  sabio  Re.y  D.  Alfonso,  y 
hallaremos  que  la  naturaleza  tauto  quiere  désir  como  deuda 
que  tienen  los  hombres  por  alp^una  derecha  raz6n  en  se  amar 
ê  en  se  querer;  y  si  esta  naturaleza  se  adt]=iiere  cou  solo  ha- 
ber  nacido  en  el  Reiiio  de  padres  naturales  de  êl,  ea  claro  que 
compete  a  aqtiellas  castas  el  derecho  de  naturalidad,  y  con- 
sistiendo  en  éota  el  de  ciudadano,  no  se  le.s  puede  disputar. 

No  quiero  decir  por  esto  que  a  entas  castas  se  le.^  eleve  a 
los  empleos  y  cargos  propios  de  la  nobleza.  Lan  distintas 
jerarquîas  que  confesaraos  en  el  cielo,  nos  convencen  de  que 
las  hay  en  la  tierra.  Un  mulato  o  ladino,  que  asî  se  de.iomi- 
na  esta  casta  en  alganos  pueblos  de  Goatemala.  se  le  elige 
regidor  y  alcalde  ordinario  de  su  lugar;  y  en  todos  los  pue- 
blos, ya  sean  de  ladinos  solamente,  ya  de  indios  y  ladinos, 
siendo  éstos  en  numéro  compétente,  tienen  eus  cabildos  tepa- 
rados  de  los  indios. 

Se  ha  querido  Uamar  la  atenciôn  del  Congreso  sobre  que 
si  se  dice  que  aquellas  castas  gozan  de  voz  activa  para  la 
elecciôu  de  sus  représentantes,  deben  también  gozar  de  la 
pasiva;  pero  yo  no  veo  la  fuerza  de  este  argumento,  Bieudo 
constante  que  el  derecho  concède  a  muchos  en  diversos  casos 
la  voz  activa  en  las  elecciones  que  no  la  pasiva.  El  derecho 
que  les  compete  para  elegir  sus  représentantes,  no  se  extieu- 
de  a  que  también  hayan  de  ser  elegidos;  ninguno  de  ellos  ha 
pretendido  elevarse  a  mâs  de  lo  que  siempre  se  les  ha  eonce- 
dido;  pero  obsérvese  lo  util  que  sera  al  raismo  Gobierno  no 
privarles  del  derecho  de  la  voz  activa;  porque  teniendo  parte 
en  la  elecciôn  de  su  représentante,  las  providencias  que  ema 
naren  por  BU  medio,  siempre  las  recibirân  con  docilidaJ  y 
euraisiôn,  cuando  las  vean  dictadas  por  aquellos  mismos  eu 
que  colocaron  su  confîanza;  y  por  el  contrario,  como  juzgan 
muchae  veces,  y  algunas  veces  aconteco  que  el  noble  y  pode- 
roso  oprime  al  plebeyo  y  desvalido,  se  recelarôn  si  se  les  nie- 
ga  la  voz  activa  de  que  tratamos  llevar  adelante  estas  ideas 
de  opresiôn  y  abatimiento. 

No  es  poeible  que  las  primeras  lîneas  de  nuestra  Consti- 
tuciôn  sean  otrae  para  las  Américas  que  las  de  liberalidad  y 
29 


234  FRANCISCO     GAVÏDIA 

Leiieficeiicia;  a8Î  es  de  junticia,  y  con  este  imân  ganarâ  V.  M. 
las  voluiitades  y  corazoueft  de  aquellos  habitantes.  A  un 
hiiérfano  se  le  concède  pedir  tutor  que  le  patrocine;  no  se  les 
nie^ue,  pues,  h  estos  desvalidos  nombrar  un  padre  que  re- 
présente BUS  mieerias  y  se  las  remédie,  que  les  busqué  el  con- 
huelo  que  necesitan:  taies  creo  son  uuestras  obîigaciones 
como  Diputados  de  America. 

No  ei-taba  impuesto  en  el  decreto  de  20  de  Enero  que  se 
lia  leîdo;  y  a  los  senores  de  la  comisiôn  debo  hacerles  el  bo- 
nor  y  juaticia  que  se  merecen;  mas  el  Sr.  Arguelles  ha  mani- 
festado  que  el  présente  artîculo  fuéde  los  que  mas  le  hicieron 
fijar  la  consideraciôn;  y  se  ha  dicho  por  alguno  que  no  habîa 
bastante  conocimiento  del  asunto.  Pues  eutonees,  icômo 
se  va  a  resolver?  iQuê  dirîan  eu  America  si  una  cuestiôn 
tan  interesante  se  ventilase  ligeramente?  Hoy  quedarîa 
aprobado  este  artîculo,  y  manana  en  las  nuevas  Cortes  que 
se  conj^re^arau  lo  reclamarîan  las  Américas.  En  vano  se  in- 
terpone  el  torreute  de  la  autoridad  si  prétende  soîocarse  el 
eco  de  la  raz6n.  Si,  Seûor,  la  noble  y  leal  ciudad  de  Goate- 
mala,  a  quien  una  Gaceta  de  Valencia  adrairô  como  modelo 
de  lealtad  y  patriotii^mo;  Goatemala,  la  fidelîsima  Goate- 
mala,  que  fué  una  de  las  primeras  que  levantô  la  voz  contra 
el  tirano,  y  sobre  que  jamâs  dudô,  sin  embargo  de  las  ôrde- 
nés  en  contrario  del  Consejo  de  Indias,  se  quejarâ  de  que  a 
losprimeros  pasos  de  la  Constitucion  se  despoja  a  sus  ciu- 
dadanos. 

No  faltô,  Seûor,  un  sabio  europeo  de  aquel  cabildo  ecle- 
siâstico  que  desde  que  se  tratô  sobre  la  eleccion  de  Diputado 
para  la  Jnnta  Central,  reconociô  los  derechos  de  aquellas 
castas,  considerando  de  justicia  la  parte  que  debîan  tener 
en  la  eleccion.  V.  M.  prepar6  nuestros  «'Inimos  para  la  réu- 
nion uacional  diciéndonos  :  venid  americanos,  ya  sois  libres, 
ya  se  acab6  la  esclavitud;  ly  cômo  podrân  créer  este  cuan- 
do  al  momento  que  nos  presentamos  sus  Diputados  sella- 
mos  su  esclavitud?  Goatemala,  que  ha  estado  pronta  a  ju- 
rar  fidelidad  a  V.  M,,  que  lo  esta  para  sacrificarse  por  la 
buena  causa,  no  tuvo  reparo  en  anunciar  que  los  puntos  de 
Constitucion  debîan  sanciunarse  con  anuencia  de  los  Dipu- 
tados propietarios,  porqne  ellosprestarîan  couocimiento  del 
pais  y  de  la  voluntad  de  sus  naturales;  luego  somos  acree- 
dores  los  Diputados  propietarios  a  que  se  miren  con  aten- 
ci6n  nuestras  exposiciones,  y  se  atienda  a  que  en  nosotros 
han  depositado  su  confianza  y  sentimientos  aquellos  habi- 
tantes.  Es  précise,  Sefior  que  esto  se  médite  mucho  :  acuér- 
dese  V^.  M.  de  los  principios  de  igualdad  que  ha  proclamado, 
y  aeuérdese  tambiên  de  que  aua  wieuten  los  inglesea  la  con 


HISTORIA  MODERNA    DK  EL    SA'  VADOR  235 

ducta  que  observaron  cou  sus  colonias,  y  que  aun  ee  elogia 
el  procéder  de  aquel  gênerai  que  puso  a  los  pies  del  Rey  la 
espada,  diciendo  que  no  querîa  pelear  contra  sus  hermanos. 

Déjese  a  aquellas  castas  en  el  estado  en  que  ee  hallan  ein 
pri varias  de  la  voz  activa,  que  en  mi  juicio  se  les  debe  por 
derecho  natural,  nijquererles  elevar  a  la  inâs  alta  jerarqnîa, 
pues  conocen  que  su  e-^^fera  no  les  ha  colocado  en  el  estado 
de  aspirar  a  los  puestos  distinguidos. 

Repito  que  no  dudo  que  la  coraisiôn  ha  deseado  el  acier- 
to;  que  reflexione  V.  M.  que  raerecemos  alguna  atenciôn  los 
Diputados  de  America,  y  que  cuando  reclamamos  los  per- 
juicios  que  se  seguirîan  de  la  aprobaciôn  de  ese  artîculo,  es 
porque  conocemos  el  pais  y  la  voluntad  de  los  que  represea- 
tamos.  Asî,  pido  a  V.  M.  pasen  sus  exposiciones  a  la  corai- 
siôn con  el  voto  que  por  escrito  ha  dado  el  Sr.  Salazar,  Di- 
putado  de  Lima,  para  que  mejor  ilustrada  pueda  reformar- 
lo.  Por  rai  parte  me  conforrao,  y  apruebo  los  artîculos  pro- 
pueetos  por  el  Sr.  Salazar.  He  concluîdo;  pero  no  en  supli- 
car  a  V.  M.  que  dispense  mis  defectos. 


Los  Sres.  Inca  Yupanqui,  Mauiau  y  LIano  (D.  Andrés  y 
D.  Manuel)  presentaron  por  escrito  sus  votos  contra  el  Art. 
22  de  la  Constituciôn,  aprobado  en  la  sesiôn  del  dîa  ante- 
rior,  a  cuya  votaoion  no  asistieron;  pero  habiendo  sido  esta 
nominal,  se  re^^olviô  que  se  devolvie.sen  dichos  votos  a  los 
expresados  senores,  por  no  haber  lugar  a  su  agregaciôn  a 
las  .\ctas. 


A  las  mismas  se  mando  agregar  otro  voto  contra  lo 
resuelto  en  dicha  sesiôn  acerca  de  la  adiciôn  hecha  por  el  Sr. 
Raraos  de  Arispe  al  luismo  artîculo  firmado  por  los  Sres. 
Castillo,  de  Llano  (D.  Manuel).  Larrazâbal,  Ziiazo,  Avila, 
Maldonado,  Obregôn,  Beye  de  Cisneros,  Morejôn,  Rodrigo, 
Gutiérrez  de  Terân,  Raraos  de  Arispe,  Fernândez,  Munilla, 
Uria,  Clémente,  Gordoa,  Feliû,  Couto  y  Guridi  Alcocer: 

La  adiciôn  del  Diputado  Arispe  decîa  :  "para  excluîr  el 
concepto  de  originarios  de  Africa,  bastarâ  ser  hijos  de'pa- 
dres  ingenuos  o  primeros  nietos  de  abuelos  libres".  Ella  re- 
solvîa  mejor  que  todo  la  difîcil  cuestiôn  y  era  apoyada  por 
el  Diputado  de  El  Salvador  y  los  deraàs  del  entonces  reino 
de  Guatemala. 


236  FRANCISCO    GAVIDIA. 

cLarrazâbal,    Présidente   que  fué  de  las 

Certes »     pâg.  158,  lin.  13. 

Sesiôn  de  4  de  de  Octubre,  de  1811 . 

procediôse  a  la  reuovacion  de  cargos,  y  salieron  electos, 
para  Présidente  el  Sr.  Larrâzabal,  para  Vicepresidente  el  Sr. 
Rocafull,  y  para  Secretario  el  Sr.  Sombiela,  en  lugar  del  Sr. 
OHveros. 

Concluida  la  elecciôn,  toraô  la  palabra  y  dijo 

El  Sr.  PRESIDENTE:  Hoy  24  de  Octubre,  dîa  para  mî  de 
perpetna  memoria,  palî  de  mi  Patria  bajo  la  {)rotecci6n  y 
guîa  (ipl  Arcângel  San  Rafaël  a  ejercer  en  este  soberano  Cou- 
grei?o  la  diputaciôn  por  Goateraala.  Al  momento  que  por 
aquelia  elecciôn  me  vi  elevado  hasta  la  cumbre  del  honor, 
adoré  los  desiguios  delà  divina  Providencia  con  fl  Real 
Profeta  cuondo  dijo:  suscita  us  a  terra  inopem,  et  de  ster- 
core  erigens  pauperem:  ut  collocet  eum  cum  principibus  po 
puli  sui.  Sî,  Senor,  porque  los  resplandores  de  la  dignidad 
no  me  deslurabraroii  para  perder  de  vista  mi  pequefiez,  falta 
de  !  lices  y  circunfitanciae,  queforman  los  eujetos  para  los 
altos  encargos.  i  ^uâles.  pues,  deberân  ser  ahora  las  expre- 
sionos  de  mi  lengua  balbuoiente?  iCuâles  los  sentimientoe 
de  mi  corazôu?  Dire  sin  detenerme  que  mi  reconocimiento  a 
V.  M.  por  esta  elecciôn,  con  raejor  acierto  lo  maniflesta  un 
profundo  silencio  que  la  retôrica  mâs  sublime.  Callo,  Senor, 
conîuso  y  avergonzado  al  verme  ocupando  el  primer  lugar 
en  este  supremo  Congreso. 

Mas  ya  que  V.  M.  asî  me  honra,  a  fin  de  que  mis  desacier- 
tos  no  se  atribu^j-au  a  lo  prodigo  de  su  bondad,  espero  los 
contpnga  dândome  la  direccion  necesaria  paraobrar  en  todo 
conforme  a  los  derechos  que  son  debidos  a  Dios,  a  la  Naciôn 
y  al  Rey:  estas  son  las  leyes  invariables  que  deseo  observar 
para  el  desempeno  de  la  alta  confianza  que  he  merecido,  y 
por  l'î  qne  con  todo  respeto  y  sumisiôn  tributo  a  V.  M.  el 
mâs  vivo  agradecimiento>. 

*  « 
SOBRE  LA  FIESTA   DEL   PENDÔN 

«Supresiôn  de  las  Ceremonias >  Pâg.  60, 

îcea  20.  ;sesiôn  del  9  de  Enero  de  1812. 

lîimediatamente  tomô  la  palabra,  y  dijo 

El  Sr.  Larrazâbal:  Senor,  conozco  el  buen  fin  que  V.  M. 


HISTORIA   MODERNA   DE  EL  SALVADOR  237 

se  propueo  en  su  decreto  de  7  del  corriente  para  eitinguir  al 
funciôn  del  estandarteen  todaB  las  provinciaB  de  America; 
mas  recelando  que  acaso  en  Goatemala  por  las  particulares 
circunstancias  pueda  ocasionar  algûn  diegusto  entre  los  in- 
dios  del  pueblo  de  Atmolonga,  deseoso  de  evitar  entre  ellos 
todo  raovimiento,  y  consultando  ônicamente  a  que  reine  la 
raejor  tranquilidad,  suplico  a  V.  M.  que  al  mismo  tiempo 
que  el  decreto  se  expida  a  aquel  présidente  y  gobernador,  se 
le  prevenga  que  para  ponerlo  o  no  en  ejecuciôn  en  la  ciudad, 
oiga  primero  al  ayuntamiento,  Senor,  segûn  la  historia  y 
lo  que  conserva  la  tradiciôn,  entre  aquellos  indios  de  Atmo- 
longa  consta  que  el  reconocimiento  a  que  en  el  dîa  de  Santa 
Cecilia  (22  de  Noviembre)  fueron  subyugados  los  Reyes  Kac- 
chiqueies,  que  habfan  recibido  de  paz  a  los  eepanolee  el  ano 
1524,  el  26  se  subleraron  contra  ellos;  por  cuyo  motivo  la 
vîspera  y  dîa  de  esta  santa  patrona  saca  el  pendôn  el  alférez 
Real  con  acompanamiento  de  vuestro  présidente,  Andiencia 
y  ayimtamiento,  etc.,  y  como  los  indios  mejicanos  y  los  tias- 
caltecas  de  Atmolonga  auxiliaron  a  los  espanoles,  salen  tain- 
bién  en  este  paseo  con  mosquetes,  lanzas  y  banderas:  y  al- 
gunos  de  los  principales  llevan  hermosos  arcos  vistosamente 
adornados. 

De  esta  relaciôn  se  infiere  que  lejos  de  ser  ignominiosa 
para  aquellos  indios  esta  cereraonia,  la  miran  como  especie 
de  triunfo.  Por  otra  parte,  son  muy  adictos  a  conservar 
eus  usos  y  costumbres,  y  algo  dîscolos;  de  modo,  que  el  Go- 
bierno  ha  recelado  de  una  vez  no  coudescender  con  ellas  en 
otros  asuntos,  Dessando  el  acierto,  hago  esta  proposiciôn  : 
cQue  en  atenciôii  a  los  inconvenientes  que  ha  manifestado 
el  Diputado  Larrâzabal  se  podîan  seguir  en  la  ciudad  de 
Goatemala  con  la  ejecuciôn  del  decreto  de  7  del  corriente, 
se  prevenga  al  Consejo  de  Regencia  que  aunque  se  libre  para 
dicha  ciudad  en  los  têrminos  concebidos  para  todas  las  dé- 
mos, se  ordene  por  oficio  separado  al  présidente  y  goberna- 
dor  que  toinando  informe  de  aquel  ayuntamiento  sobre  si 
en  su  ejecuciôn  se  seguirân  o  no  inconvenientes  graves  res- 
pecto  de  los  indios,  lo  suspenda  en  el  caso  que  puedan  se- 
guirse  los  que  se  recelan,  continuândose  la  costumbre  hasta 
ahora  observada,  exceptuândose  los  gastos  de  almuerzo  y 
refresco,  que  siempre  se  entenderâu  abolidos>. 

Discutida  ligeramente  dicha  proposiciôn,   qnedô  aproba 
da,  protestando  esta  resoluciôn  los  Sres.  LIano  y  Mendiola. 


238  FRANCISCO    GAVIDIA 

*  * 

PETICIÔN    SOBRE    OBISPADO 
SesiÔD  de  21  de  marzo  de  1812. 

Se  leyô  la  eiguiente  expoeiciôn  del  Sr.  Avila  : 

<Senor,  ocupado  V.  M.  en  asuntos  rauy  interesantes  a  la 
Naciôn  entera,  me  he  abetenido  de  distraer  eu  atenciôn  a 
negocios  particulares;  pero  viendo  que  felizmente  va  V.  M. 
ponienda  fin  a  eue  tareae,  me  es  indispensable  interrumpir 
el  eilencio  que  he  observado  haeta  ahora  para  llenar  los  vo- 
tes de  mis  comitentes.  Entre  los  eneargos  que  me  hizo  la 
provincia  de  San  Salvador,  que  me  nombre  por  eu  représen- 
tante, uno  de  elloe  es  que  solicite  de  V.  M.  que  dicha  provin- 
cia se  erija  en  obispado,  fijândose  la  silla  episcopal  en  la  ciu- 
dad  capital  de  San  Salvador,  que  da  nombre  a  toda  la  pro- 
vincia. lia  numerosa  poblaciôn  que  tiene  San  Salvador;  la 
extension  de  eu  terreuo;  su  distancia  de  la  metrôpoli  de  Gua- 
temala, en  cuja  jurisdicciôn  ee  halla  comprendida;  el  pro- 
ducto  de  sus  diezraos.  y  otras  muchas  consideracionee,  eon 
otras  tantas  razones  poderosas  que  convencen  la  jueticia  y 
la  necesidad  de  eeta  solicitud,  digna  ciertameute  de  la  apro- 
baci6n  de  V.  M. 

Senor,  esta  provincia,  goberuada  en  lo  polîtico  por  un 
inteudente,  ee  halla  uuida  en  euanto  a  la  juriedicciôn  epis- 
copal al  arzobispado  de  Goatemala,  el  cual  comprende  las 
provinciae  de  Sonsonate,  Verapaz,  Quezaltenango,  Solola  y 
la  capital  del  Reino  con  su  provincia.  La  poblaciôn  que 
comprende  aquel  arzobispado  pasa  de  600,000  aimas;  ^y 
sera  posible  que  un  solo  Pastor,  por  celoso  qup  sea,  pueda 
distribuîr  dignamente  el  pasto  espiritual  a  tan  crecido  nu- 
méro de  ovejaB?  <^No  es  mâs  conforme  a  las  levés  de  Indias 
y  a  la  disciplina  eclesiâstica,  que  .se  dividiese  esta  vaeta  diô- 
cesis,  creândose  otra  nueva  en  la  provincia  de  San  Salvador, 
queeolaella  tiene  de  poblaciôn,  segûn  el  ûltimo  ceneo,  mâs 
de  180,000  habitantes?  Sabe  muy  bien  Y.  M.  que  eu  los  si^ 
glos  primeros  de  la  Iglesia  de  Jesuoristo.  en  aquellos  tiem- 
pos  felices  en  que  tauto  resplandeciô  el  cri^tianismo,  se  mul- 
tiplicaron  de  una  manera  increîble  los  obispadoe,  por  mane- 
raque  cada  ciudad,  como  fuese  de  consideraciôn,  tenîa  eu 
Obispo.  Un  numéro  tan  crecido  de  aimas,  exige  de  justicia 
un  Pattor  dedicado  exclusivamente  a  eu  direcciôn.  De  otra 
modo,  permaneciendo  eeta  provincia  agregada  al  arzobis 


HISTORIA    MODEKNA     DE   EL    SALVADOR  239 

pado  de  (Joatemala,  es  moralmente  imposible  que  un  solo 
Pastor  pueda  goberuar  debidamente  una  gvey  tan  numero- 
ea.  Si  esta  estuvieee  reunida  en  pocas  ciudades  o  pueblos,  y 
que  éstos  ewtuviosen  ^ituados  eu  poca  distaucia,  serîa  muy 
difîcil,  pero  no  imposible  el  régmen  de  tautas  almas;  pero 
hallândose  éstaw  dieeminadae  en  una  raultitud  de  poblacio- 
nes  y  aldeas,  y  a  !aro:a8  distancias  unas  de  otras,  es  casi  im- 
posible que  se  les  pueda  proveer  oportunamente  del  pasto 
espiritual  por  un  solo  Pastor.  La  Igîesia  metropolitana  de 
Ooatemala  dista  de  la  capital  de  la  provincia  de  San  Salva- 
dor (50  léguas,  y  los  pueblos  que  estân  en  los  estremos  de  es- 
ta, distan  mas  de  110  léguas  de  aquélla;  de  forma  que  asî 
por  esta  larga  distaneia  en  que  se  hallan  las  mâs  de  las  po- 
blaciones  de  San  Salvador,  como  por  los  malos  eamiuos, 
sunede  que  los  Rdos.  Arzobispos  de  Goatemala  no  visitan  su 
diôcesis  cou  aquella  frecueneia  que  exigen  los  cénones:  mu- 
chas  veces  la  j>rovincia  de  San  Salvador  no  ha  sido  visitada 
por  eu  Pastor  en  diez  anos,  r  también  han  nuierto  muchoi 
de  éstos  siu  haberla  conocido.  Estas  cousideraciones  movie- 
ron  a  D.  Pedro  Cortés  y  Larraz,  Arzobispo  que  fue  de  Goa- 
temala, y  muy  mémorable  en  aquella  diôcesis  por  su  virtud, 
a  iuformar  a!  Sr.  D.  Carlos  III  en  1778,  que  el  Cinico  arbitrio 
de  remediar  tan  graves  malea,  era  la  erecciôn  de  un  uuevo 
obispado  en  la  provincia  de  San  Salvador.  Efecti  va  meute, 
Senor,  es  muy  justo  que  tenga  su  Obispo  una  provincia  qu» 
tiene  180,000  habitantes  distribuîdos  en  120  pueblos  que 
estân  a  tanta  distaneia  de  la  Metrôpoli,  y  cuya  extension 
(hablando  solamente  de  San  Salvador),  pasa  de  1,000  lé- 
guas cuadradas,  doude  se  cultiva  el  anil,  azûcar,  tabaco  y 
ganado  vacuno  y  caballar,  y  otros  muchos  granos  que  for- 
man  la  riqueza  de  aquel  departamento. 

Poco  importdrîa  proponer  arbitrios  de  reraediar  los  maies 
de  los  pueblos,  si  no  propusiese  al  mismo  tiempo  los  medios 
de  realizar  aquellos  y  llevar  al  cabo  la  empresa.  Por  fortu- 
na,  Senor,  nada  falta  en  el  présente  proyecto  :  los  diezmos 
de  San  Salvador  ton  màs  que  suficientes  para  dotar  la  mi- 
tra  y  demâs  establecimientos  anejos,  pues  que  re^rnlados  ba- 
jamente  producen  cada  ano  40,000  pesos  fuertes.  Pues,  Se- 
nor, si  los  diezmos  estân  des! inados  para  sostener  el  culto 
divino,  y  para  proveer  a  la  congrua  sustentaciôn  de  los  mi. 
nistros  que  ad  ministre  n  a  los  ûeles  los  sacramentos,  iqué 
cosa  mâs  justa  que  dotar  con  los  diezmos  que  pagan  aque- 
llos  tjeles  la  subsistencia  de  un  Pastor,  que  limitando  su 
atenciôn  a  aquel  terreno  se  dedique  solamente  a  la  direcciôn 
de  aquellas  ovejas.' 

Podfc  tambi'^n  auiiliarse  con  los  diezmos  al  estableci- 


240  FRANCISCO    GAVIDIA 

mieuto  de  un  seruinario  couciliar,  coiiHif^uieîite  a  la  erecciôtt 
del  obispado,  en  el  que  eeeducaee  lajuventud,  formândose  en 
êl  celosoa  ministros  del  altar  j  ciudadanos  dignos  del  nom- 
bre espanol,  capaces  de  deserapenar  los  deberes  que  V.  M.  les 
ha  impuet^to  en  la  sabia  Constituciôu.  Serîa  eumamenta 
plausible  a  aqueilo8  habitantes  de  San  Salvador  tener  en  su 
capital  un  seminario  donde  se  educaee  la  juventud,  y  versa 
libres  de  la  necesidad  de  mandar  bu8  hijos  a  mendij^ar  la  en- 
eenanza  a  otros  parajes  muy  distontes,  a  costa  de  muchos 
gastos,  y  lo  que  es  mâs,  a  sus  hijos  a  pervertirse  lejos  de  sus 
padres. 

Vea  V.  M.  que  todo  conepira  a  la  erecciôn  de  obispado 
en  la  provineia  de  San  Salvador:  numéro  mes  que  suficiente 
de  habitantes,  larga  distancia  de  la  Metrôpoli,  extension  de 
la  provineia,  productos  suficientes  en  sus  diezmos.  Solo  fal- 
ta  que  V.  M,  dispeuse  su  soberana  proteceiôn  hacia  aquellos 
tus  fleles  eûbditos,  a  quienes  llenarâ  del  mayor  consuelo  con 
la  aprobaciôn  de  las  dos  siguientes  proposiciones  que  hago 
aV.  M.: 

cPrimera.  Que  eu  la  provineia  de  San  Salvador,  en  el 
reiao  de  Goateraaia,  se  erija  silla  episcopal,  suîragânea  a  la 
Metrôpoli  de  dicho  Reino. 

Segunda.  Que  tainbiên  se  erija  seminario  para  la  edu- 
caciôn  de  la  juventud,  conforme  lo  prevenido  por  el  santo 
Concilio  de  Trento.» 

Admitidas  a  discusiôn  estas  proposiciones,  se  remitieron 
a  la  Regencia,  para  que  en  uso  de  sus  facultades  proveyese 
lo  eonveniente. 


Nota. — Correspondiendo  los  comentarios  de  que  se  habla  en  algunos 
pasajes  de  esta  relaci6n  a  la  addenda  del  perîodo  total  de  los 
Protoindependientes,  se  leeràn  a  su  tiempo  y  en  el  lugar  res- 
pectivo. — N.  DEL  A. 


CAPITULO  V 
La  igualdad  social 

Por  la  discusiôa  que  hemos  debido  Irascribir  en 
gran  parte,  se  ve  que  la  gran  Asamblea  dejô  en  pie  el 
escabroso  problema  de  sidebi'a  gozar  de  ciudadanato^ 
corao  se  decîa  entonces,  la  gran  mayorîa  de  la  pobla- 
ciôn  de  la  America. 

Los  votos  de  108  diputados  espanoles,  cootra  36 
americanos,  en  votaciôn  nominal,  dieron  la  respuesta 
negativa. 

Entre  los  que  votaron  en  contra  se  contaban  les 
filôsofos  Espiga,  Pérez  Castro  y  Calatrava. 

Votaron  en  favor  muchos  sacerdotes  de  America. 

Los  conservadores  de  Araérica  resultaban  mâs 
avanzados  que  los  radicales  de  Espana;  por  ejemplo, 
que  el  gran  orador  a  quien  se  llaroô  «el  divino  Argue- 
Iles»,  que  votô  en  contra. 

La  discusiôn  de  las  Cortes  que  debîa  figurar  en 
esta  Historia  debe  iraponer  a  los  lectores  de  la  impor- 
tancia  del  asunto.     Baste  decir  que  si  entre  los  sesen- 


242  FRANCISCO     GAVIDIA 

ta  y  cuatro  ascendleates  de  la  quinta  progenie,  habi'a 
uno  que,  doscieatos  anos  antes,  térraino  medio,  fuere 
origiaario  de  Âfrica,  el  descendiente  de  America  esta 
ba  excluîdo  ya  no  de  cargos  como  Virrey,  Capitâo 
General.  Présidente  o  Régente  de  Audiencia  y  Alcalde 
Mayor  y  de  toda  carrera  deUniversidad  y  eclesiâstica, 
pero  aun  de  funciones,  ascensos  y  jerarquias  bastan 
te  humildes. 

Toda  esa   injusticia   quedô   borrada   cuando   los 
prôceres  escribieron  el  artîculo  4*  del  Acta  de  Indepen 
dencia  de  1821,  que  dice: 

Que  el  numéro  de   los   diputados    al  primer  Con 
greso  General  que  debi'a  reunirse,  fuese  en  proporciôn 
de  uno  por  cada  quince  mil  individuos;  «sin  excluîr  de 
la  CIUDADANÏA  a  los  originarios  de  Africa>. 


Fin  del  Tomo  I. 


FE    DE    ERRATAS  DE  CONCEPTOS 


PAG. 

61... 

76... 
186... 
187... 
190... 
191 .. . 


LINEA  DICK  LEASE 

8  (sub)*  ..   Aaravia Saravia 

16     , esta este 

14  ....   no  obstante  soy.  no  obstante,  aunque  soy 

7  (sub) ....  el  medîo  que el  medio  con  que 

20    ,,     ....  halla haya 

11  ....   impasibilidad . .  imposibilidad. 


*  Sub.     Con  esta  partfcula  indicamos  que  se  cuenta  de  abajo  arri- 
ba.     Cuando  no  va  esta  indicacidn,  debe  contarse  en   sentjdo  ccntrario. 


JÔ/ ^Oj 


i