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JoCoCEIBIRIIAN
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MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN
«. INSTITUTO DE REFORMAS SOCIALES
INFORME
REVERENTE Á LAS
MINAS DE VIZCAYA
REDACTADO POR LOS SEÑORES
D. Eduardo Sanz y Escartín y D. Rafael Salillas
Vocales de la Comisión nombrada para este objeto
Y
D. JULIO PUYOL Y ALONSO
Secretario do la misma.
MADRID
IMPRENTA DE LA SUCESORA DE M. MINUESA DE LOS RÍOS
Miguel Servet, 13. — Teléfono 651,
1904
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^CUMENTS
OEFT.
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LOS HECHOS
Preliminar. —Obreros y patronos. — Las huelgas.
El trabajo ¿ jornal y el trabajo por tarea.-La forma del pago del jorr>al.
Albergues. — La alimentación. — El suministro de alimentos.
Beneficencia.
- POR
D. JULIO PUYOL Y ALONSO
478S'<50'
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PRELIMINAR
I. Nombramiento de la Comisión.
11. Trabajos realisadOB por la Comisión: a) Preparación de los mis-
mos, b) Enumeración de estos trabajos, i) Información direc-
ta. 2) Información documental.
III. Plan de este informe.
NOMBRAMIENTO DE LA COMISIÓN
En la sesión celebrada el dia 28 de Octubre por el Instituto
de Reformas Sociales, tratóse ampliamente de los sucesos que á
la sazón ocurrían en Bilbao, con motivo de la huelga de los obre-
ros de las minas (la cual tuvo por causa, como es sabido, la
cuestión de las cantinas obligatorias y el pago semanal de los
jornales), y, por unanimidad, se tomó el acuerdo de qué el Insti-
tuto se pusiese á disposición del Gobierno, para que éste, en la
medida y con la oportunidad que estimase convenientes, dispu-
siera de sus servicio^, con el fin de cooperar á la solución del
problema allí planteado; comunicóse en seguida al Ministro de
la Gobernación, Sr. García Alix, y el día 8 de Noviembre dictá-
base una Real orden en la que el Gobierno de S. M., agradecien-
do el ofrecimiento y las laudables iniciativas de la Corporación
mencionada, disponía que ésta designase una Comisión de su
seno para que, trasladándose á Bilbao, hiciese una información
referente á las causas que motivaron el conflicto, y muy espe-
cialmente en lo que concierne al pago de los salarios.
El Instituto, con fecha 9, nombró la Comisión indicada, com-
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6 MINAS
puesta por los Vocales D. Rafael Salillas y D. Eduardo Sanz y Es-
cartín, y D. Julio Puyol, como Secretario de la misma, quienes
al día siguiente, sin pérdida de tiempo, salieron de Madrid con
dirección á Bilbao á cumplir el encargo que se les habia con-
fiado.
11
TRABAJOS REALIZADOS POR LA COMISIÓN
a) Preparación de los' mismos. -^ La Comisión del Instituto
creyó desde el primer instante que el mejor procedimiento que '
podía seguir era el de ía información directa; es decir, las confe-
re.ncias con los obreros en los mismos lugares en que prestan el
trabajo; la inspección de sus alojamientos y de las tiendas en
que se proveen de lo necesario para la vida; las visitas á las fá-
bricas, hospitales y asilos, etc., etc., y así, tan pronto como lle-
gó á Bilbao, púsose de acuerdo con las Autoridades, con los
obreros, patronos, contratistas de minas y Compañías de ferro-
carriles, con objeto de comenzar cuanto antes sus trabajos. No
fué difícil semejante empresa, gracias á la admirable rapidez de
los medios de comunicación que hay en aquella provincia, á la
excelente organización de los servicios que con ellos están enla-
zados, y á la buena acogida que la Comisión mereció á todas las
personas con quienes tuvo que relacionarse; y, por eso, no es de
extrañar que en la tarde misma de su llegada, y en menos de
dos horas, quedase acordado el plan, distribuido el tiempo, cita-
das las comisiones y funcionarios con los que había de entender-
se, y dispuesto que al siguiente día diese principio á sus tareas.
b) Enumeración de estos trabajos.-^i) Información directa. —
La información directa realizada por la Comisión fué la si-
guiente:
I.** Visita á las minas de la zona (Gallarta, Ortuella, San Vi-
cente del Valle, Arboleda, Cotorrio, Galdames, Las Carreras,
San Julián de Musques, etc.).
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DE VIZCAYA 7
2." Visita á los tres Hospitales Mineros de Triano.
3.* Visita al Asilo de San Fernando.
4.** Visita á los establecimientos de varias Sociedades coopera-
tivas de consumo, y á diversas tiendas de comestibles en el monte.
5.'» Visita á los albergues de obreros-
6." Visita á las fábricas de Altos Hornos (El Desierto y Sestao).
7." Conferencia con los ocho representantes obreros que in-
tervinieron en el arreglo de la última huelga.
8.° Conferencia con los representantes del Circulo Minero.
9.** Conferencia con las Juntas provincial y local de Reformas
Sociales.
Quiso también la Comisión del Instituto celebrar una entre-
vista con las Sociedades obreras confederadas, y con este fin,
y previo acuerdo, citó á los representantes de las mismas para
una reunión, que habría de verificarse á las nueve y media de la
noche del día 17 de Noviembre; pero habiéndoseles esperado
hasta las once, ni acudieron á la junta, ni excusaron su asis-
tencia.
2) Información documental. — La información documental es
muy extensa. Por tener un carácter de totalidad, merece espe-
cial mención la hecha por el Círculo Minero (Apéndice núm. i),
el cual, con fecha 11 de Noviembre, y con motivo de la llegada
de la Comisión á Bilbao, dirigió una circular á los patronos de
minas para que contestasen á las siete preguntas que en el cues-
tionario se formulaban. Pasan de setenta las respuestas recibi-
das, que serán citadas y tenidas en cuenta en los lugares opor-
tunos de este informe.
Además' de esto, la Comisión del Instituto ha procurado re-
coger otros muchos documentos, tales como tablas de salarios
y de horas de trabajo, aumento que han tenido los jornales y
los artículos de primera necesidad en los últimos diez años, re-
glamentos de explotación, número y clase ^le las Asociaciones
obreras, precios de los alimentos en las tiendas y su compara-
ción con los de las Sociedades cooperativas de consumo, libre-
tas de obreros, estatutos de Sociedades de Socorros, de los Hos-
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8
MINAS DE VIZCAYA
pítales Mineros, de las Escuelas de Artes y Oficios, estadísticas
de enfermedades y de accidentes del trabajo, modelos de pólizas
de seguro y de contratos de arrendamiento, datos de los Bancos,
relativos al ahorro de los obreros ; en una palabra, todas
aquellas noticias que puedan contribuir al mayor esclarecimien-
to de la cuestión y servir de comprobante á las afirmaciones que
se hagan en el presente trabajo.
III
PLAN DE ESTE INFORME
Como las materias que abarca este informe, son, ciertamente,
muy complejas, y cada una de ellas, por su importancia y ex-
tensión, requiere capítulo separado, se ha creído conveniente
hacer la distribución de las mismas del modo que sigue:
I. Los HECHOS.
Capítulo I. Obreros y patronos.
— II. Las huelgas.
— III. El trabajo á jornal y el trabajo por tarea.
— IV. La forma del pago del jornal.
— V. Albergues.
— VI. La alimentación.
— VIL El suministro de alimentos.
— VIII. Beneficencia.
II. Apreciaciones.
III. Apéndices.
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LOS HECHOS
CAPÍTULO PRIMERO
Obreros y patronos.
I. Los obreros: A) La población obrera: a) Pueblos mineros; b) Nú-
mero de obreros de las minas; c) El obrero fijo y el obrero am-
bulante. B) El trabajo en las minas: a) Clasificación de los obreros
mineros; b) Trabajos al aire libre y trabajos subterráneos: horas
de trabajo ; c) Trabajo délos menores. C) La Asociación obrera:
a) Los obreros libres y los obreros asociados; b) Sociedades de
Socorros y Cooperativas de consumo; c) Desarrollo de la asocia-
ción obrera en Vizcaya. D) Peticiones de los obreros: a) En ge-
neral; b) Peticiones de los Vocales obreros de la Junta local.
1 1. Los patronos: A) Clases de patronos. B) El Círculo Minero. C) Ins-
tituciones patronales: a) Económicas; b) Benéficas; c) De Ense-
' ñanza. D) Lo que piden los patronos.
LOS OBREROS
A) La población obrera. — a) Pueblos mineros.— El gran des-
arrollo de la industria minera en Vizcaya ha deterniinado la
formación de poblaciones en sitios antes desiertos y desampara-
dos; sirva de ejemplo el pueblo nuevo de La Arboleda, que, ha-
biendo sido en sus comienzos un barrio del de San Salvador del
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lO MINAS
Valle, ha llegado en poco tiempo á tener tantos habitantes como
éste, debido á la importancia de las explotaciones de las minas
Orconera, Unión, Parcocha y algunas más, que están situadas
en las cercanías.
Otros pueblos, existentes ya, han logrado, por las mismas
causas, desenvolvimiento considerable, así en lo que respecta á
la población como en lo que se refiere á las condiciones de vida;
Gallarta, Ortuella, San Julián de Musques, y, en general, todos
los que pertenecen al Ayuntamiento de Abanto y Ciérvana, son
demostración de este aserto.
b] NÚMERO DE OBREROS DE LAS MINAS. — La Comisióu procuró
enterarse del número de obreros que trabajan en la zona minera,
y por referencias de personas competentes, supo que aquél puede
calcularse en diez ó doce mil, sin que exceda de esta última cifra.
La información practicada por el Circulo Minero ha venido á
comprobar la exactitud de este cálculo, y hé aquí lo que resulta
de la misma, según las contestaciones dadas por los patronos al
número i .^ del Cuestionario :
ZONAS de obreros.
Galdácano 230
San Miguel de Basauri ,22
Bilbao 9S4
Baracaldo 897
San Salvador del Valle 145
M atamoros ..,.....* 2.38^
Abanto y Ciérvana 2.841
Ortuella .* i .010
Somorrostro ¿ 143
Galdames i 642
Arcentales 250
Otras minas 862
Total 1 1 .41 1
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DE VIZCAYA II
c) El obrero fijo y Et' obrero ambulante, — Uno de los as-
pectos más interesantes que presenta la población minera de Viz-
caya es la división de los obreros que la forman en fijos y ambu*
lantes. Los obreros vizcaíno^ están en exigua minoría, hasta el
punto de que bien puede afirmarse, sin temor á incurrir en equi-
vocación, que más del 70 por 100 de los operarios que trabajan
en las minas proceden en su mayor parte de las provincias de
Coruña, Lugo, Orense, Pontevedra, León, Soria, Oviedo, Fa-
lencia, Zamora, Salamanca y Burgos, siendo las seis primeras
las que proporcionan el mayor contingente.
El obrero vizcaíno rara vez es peón; se le halla, generalmente,
desempeñando los cargos de capataz ó de listero, y muchos el
oficio de barrenador, mientras qué. los gallegos, asturianos,
leoneses y castellanos, por excepción realizan otra labor que la
del operario; la edad de éstos oscila entre los catorce y cincuen-
ta años; hay muchos que solamente permanecen en las minas
hasta la época de tener que cumplir el servicio, militar, y, una
vez que salen de él, no vuelven á Vizcaya; otros, por el contra-
rio, apremiados por la necesidad, á veces por la miseria, buscan
en la provincia su modo tie vivir, ya pasajeramente, en tanto
que logran mejor colocación, ya de un modo definitivo, convir-
tiéndose de esta suerte en obreros fijosi
Entre éstos y los ambulantes existen profundas diferencias,
fáciles de descubrir á poco que se observe la diversa situación
de los unos y de los otros.
El obrero establecido en la provincia, vizcaíno ó forastero, es
casado, por regla general, tiene su familia y su casa, trabaja
desde hace años en la misma mina ó al servicio de la misma
Empresa, en tanto que el obrero ambulante, soltero, ó casado
que ha dejado á su mujfcr é hijos en la tierra, sale de ella porque
no tiene otro remedio para poder vivir. El obrero fijo es cono-
cido en el pueblo donde reside; en caso de necesidad no ha de
faltarle mercader que le fíe los géneros; el ambulante no tiene
más crédito que los jornales devengados. En fin, el primero
hace -del trabajo en la mina su profesión y puede mejorar de sa-
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12 MINAS
lario; el segundo no permanece en la comarca más que el tiem-
po preciso, pensando constantemente en marcharse á su país,
tan pronto como reúna algún ahorro ó la buena suerte le depa-
re medios menos penosos de ganarse la vida.
Efecto de esta diversidad de condiciones es, sin duda, el an<-
tagonismo que existe entre unos y otros. Desde cierto punto de
vista, la situación del ambulante es mejor que la del estable, y
aquél es el enemigo de éste; e^ ambulante se asocia difícilmente,
conio después veremos, á causa de que sus relaciones en el
país las tiene siempre por pasajeras; pero esto mismo hace que
sea materia más abonada para que en él hallen eco todas aque-
llas predicaciones que le hablan del mejoramiento de su condi-
ción. Además, cuando llega de su pueblo, en busca de trabajo,
lo encuentra quizá con mayor facilidad que el que reside ea Viz-
caya; está dispuesto á contentarse con menos; y como no tiene
casa, ingresa en los alojamientos de los capataces, razón por
la cual éstos le consideran más, por el beneficio que les produ-
ce, que al que por tener su hogar y familia no puede reportar-
les, bajo este respecto, ganancia alguna.
La diversidad de ambas situaciones pudo apreciarla clara-
mente la Comisión del Instituto cuando, al preguntar á tres ó
cuatro obreros de la mina Lorenza, en Cotorrio, cuál era el plazo
por ellos preferido para el cobro del jornal, respondió uno dé
ellos :
— Eso, pregúntenselo ustedes á los peones ambulaiües.
— ¿Ustedes están avecindados aquí?
— Sí, señor. Por eso nos es igual.
El día que los comisionados celebraron la entrevista con los
representantes del Círculo Minero, decía Mr. Woof, Ingeniero
de la Orconera Ivon Ore Company Limited, que el sistema de reclu-
tamiento de los obreros en las minas de Vizcaya, que da por ne-
cesidad un contingente mayor de ambulantes, es un mal, por-
que éstos permanecen allí uno, dos, tres años, muchos nada
más que algunos meses, y, claro es que, de esta suerte, las rela-
ciones entre patronos y obreros no pueden ser ni tan estables ni
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DE VIZCAYA 13
tan íntimas como lo son, por ejemplo, en las fábricas y otros
establecimientos tde trabajo, donde el operario es permanente.
B) El trabajo en las minas. — a) Clasificación de los obreros
MINEROS. — Los obreros que trabajan en las minas divídense en
tres clases, á saber: i.^^^ barreneros, barrenadores ó artilleros, encar-
gados, como su nombre lo indica, de hacer los barrenos; 2.*, ope-
rarios, que son los que arrancan y cargan el mineral en la cante-
ra; y 3.', pinches, muchachos deonce á diez y ocho años, á quie-
nes se emplea, ya en las mismas faenas de los operarios, ya en
el escogido, ya en los lavaderos mecánicos. Al frente de estos
obreros está el capataz, persona de la confianza del patrono, en-
cargada de vigilar y distribuir el trabajo; las necesidades de la
explotación requieren, además, un número considerable de ope-
rarios, como son: mecánicos, carpinteros, herreros, forjadores,,
de vía y obras, cargadores en los muelles, etc., etc., pero á éstos
ya no se les considera como mineros propiamente dichos.
b) Trabajos al aire libre y trabajos subterráneos: horas
DE trabajo. — Sabido es que en las minas de Vizcaya predominan
los trabajos al aire libre, circunstancia que, si tiene alguna ventaja
desde el punto de vista de la mayor salubridad de la ocupación,
ofrece, sin embargo, el inconveniente de la pérdida de muchos
días de jornal por causa del mal tiempo.
De las contestaciones dadas á la pregunta segunda del cues-
tionario dirigido á los patronos por el Círculo Minero, resulta
que las dos clases de trabajos mencionadas hállanse en la re-
gión minera distribuidas en la siguiente forma:
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M
MINAS
ZONAS
Galdácano
San Miguel de Basauri.
Bilbao
Baracáldo
San Salvador del Valle.
Matamoros '.
Abanto y Ciérvana
Ortuella
Somorrostro. .'
Galdames
Arcentales
Otras minas
Totales....
Número de mliiM
•n
que
■e practican trabajos
Al aire libre.
Sub-
terráneos.
En ambas
formas.
I
))
))
I
»
»
lÓ
2
3
7
»
I
2
»
»
6
))
»
36
1
I
8
. »
»
i
»
»
9
2
5
I
))
»
6
»
3
88
5
13
El cuadro anterior no es, claro está^ expresión matemática y
exacta de todas las minas de la zona, sino de la mayor parte de
ellas; pero es bastante para formar idea de la proporción en que
se encuentran ambas clases de trabajo.
La jornada, según los datos recogidos en diversas demar-
caciones, es de diez horas y media en el invierno (de 6** 50" de la
mañana á 5^ 50"" de la tarde) y de trece en el verano (de 5^ 50°*
de la mañana á 6*^ 50" de la tarde), interrumpidas por un des-
canso de una hora, al mediodía, para comer. (Apéndice nú-
mero 2.)
c) Trabajo de los menores. — La Comisión pudo observar que
la ley de Trabajo de mujeres y niños cúmplese, en general, con
exactitud en toda la zona minera.
Al visitar en Matamoros el Asilo de San Fernando, vio vacía
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DE VIZCAYA 1 5'
la Casa-Cuna, fundada con objeto de recoger y de cuidar á los
hijos de las operarlas, cuando éstas se ocupaban en las labores
de las canteras, antes de la promulgacion.de la citada lley; lo
cual quiere decir que aquella benéfica institución, debida á la
iniciativa particular^ se hizo desde entonces innecesaria.
En cuanto á los menores, que en la zona sé dedican al traba-
jo en las minas, la Comisión no ha visto falta de»cumplimiento
en la ley por lo que respecta á la edad para ser admitidos al tra-
bajo, ni en cuanto al género de la ocupación; pero ha podido co-
nocer algunos casos, pocos por fortuna, en que no se cumplen
los preceptos de aquélla en lo referente á la jornada. En la co-
marca de Cotorrio ha preguntado á varios muchachos, mayores
de diez años y menores de diez y seis, ocupados e,n el arranque
del mineral y en los lavaderos, y unánimemente han respondi-
do éstos que las horas de trabajo que tienen en invierno son
diez y media y trece en el verano, ó sean las mismas que, según
queda consignado, trabajan los obreros adultos. La labor de los
que se ocupan en las canteras es, aunque algo dura pafa jóve-
nes de dicha edad, más tolerable que la de los empleados en los
lavaderos mecánicos ó trommels; pues, si bien es menos ruda en
cuanto al esfuerzo que tienen que realizar, es más penosa por
las condiciones del trabajo, porque el operario permanece en
pie y quieto durante todo el día y con las manos constantemen-
te mojadas, hasta el punto de que para que en el invierno no se
les congelen, necesitan calentárselas en hogueras y braseros,
con intervalos de diez ó doce minutos.
C) La Asociación obrera. — a) Los obreros libres y los obre*
ROS asociados. — La Comisión del instituto tuvo gran interés en
averiguar el número de obreros asociados y de obreros Ubres, en-
tendiendo por tales los que pertenecen ó no á las Agrupaciones
socialistas de Vizcaya; pero, como se comprenderá, no es este
dato fácil de conseguir, y asi, solamente por referencias de los
mismos obreros puede hablar del asunto. A casi todos los ope-
rarios con quienes habló la Comisión se les preguntó sobre tal
particular, y de las respuestas obtenidas resulta que la inmensa
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l6 MINAS
mayoría no están asociados, lo cual se comprobó en la confe-
rencia celebrada en Ga Harta con los seis obreros que fueron
nombrados para conferenciar con el Geoeral Zappino, con moti-
vo de la huelga de Octubre, quienes dijeron que los obreros
asociados están en una pequeña minoría, porque los ambulan-
tes no se asocian casi nunca, y muchos de los estables no lo ha-
cen tampoco, por miedo á los patronos que no mir^n con buenos
ojos á los que ingresan en aquellas sociedades. Las mismas ó
análogas declaraciones se obtuvieron al preguntar á los obreros
de las comarcas de Gallarta, Ortuella, Matamoros, Cotorrio y
Galdames
b) SoCIEDi^DES DE SoCORROS Y COOPERATIVAS DE CONSUMO. — '
En cambio, la mayoría de los obreros de las minas, según los
datos recogidos sobre el terreno y las noticias proporcionadas
por los seis representantes de que se ha hecho mérito, pertene-
cen a Sociedades de Socorros, que están, en general, fundadas y
administradas por ellos mismos, y en las que pagan la cuota
de 3 á 5 pesetas los casados y la de 2 los. solteros, con derecho,
en caso de enfermedad, á asistencia médica y farmacéutica, se-
gún hemos de ver en el capitulo correspondiente. El gran desen-
volvimiento que estas Sociedades han tenido entre los obreros
de la zona minera se comprenderá al saber que en toda ella sola-
mente existen tres ó cuatro de fundación patronal, siendo las
demás de fundación obrera.
No sucede lo mismo con las Cooperativas de consumo, pues la
mayor parte de éstas están fundadas por los patronos. Los jefes
del movimiento socialista han procurado, desde hace tiempo,
que los obreros de las minas se asocien con aquel objeto; sólo en
parte lo han conseguido, pues, como decían sinceramente los
representantes que conferenciaron en Gallarta con la Comisión,
los mineros de Vizcaya no están aún lo suficientemente educa-
dos para comprender los beneficios que tales Sociedades habrían
de reportarles; agregaban que cuando se comenzó á trabajar
en este sentido, la mayoría de ellos no sabía de lo que se trata-
ba, y muchos de los que ingresaron creían que las Cooperativas
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DE VIZCAYA 17
iban á proporcionarles un lucro comercial; así es que, al ver que
las ganancias no correspondían á sus deseos, entró la descon-
fianza respecto de los administradores, y con ella vine el fracaso
de las Sociedades que se habían establecido. Actualmente, fun-
ciona una Cooperativa de fundación obrera en San Julián de
Musques, con poco resultado, por cierto, y en Bilbao otra del
mismo género, desde hace tres meses.
c) Desarrollo de la asociación en Vizcaya. — Aun cuando
los datos que figuran en este párrafo no se refieren exclusiva-
mente á los obreros de las minas, sino que comprenden todos
los de Bilbao y sus cercanías, cree la Comisión que deben te-
nerse en cuenta, por el interés general que ofrecen.
El desarrollo de la asociación obrera en Vizcaya data del
año i886. Las Sociedades allí fundadas pertenecen á una de las
dofe clases siguientes: i.% Agrupaciones socialistas; 2.*, Socieda-
des de resistencia.
Las Agrupaciones socialistas están compuestas por obreros de
todos los oficios, y al frente de ellas figuran los directores y je-
fes del movimiento socialista en la región; su objeto es esencial-
mente político, y nadie dudará de ello al recordar la parte activa
que han tomado en las últimas elecciones generales y munici-
pales, ni de su importancia, recordando también el número de
concejales que el partido socialista consiguió llevar al Ayunta-
miento de Bilbao.
Las Sociedades de resistencia han adquirido, asimismo, consi-
derable desarrollo, hasta el punto de que difícilmente podrá
citarse un oficio que no esté asociado con aquel fin. Para que
pueda formarse concepto del desenvolvimiento que han alcan-
zado las unas y las otras, insértanse tres cuadros á continua-
ción, ad virtiendo que éstos se refieren solamente á las Socieda-
des que hoy existen, y que se han hecho en vista de los datos
que á la Comisión del Instituto facilitó el Gobierno civil de Viz-
caya.
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i8
MINAS
Número de Sociedades políticas y de resistencia.
CLASE
Políticas. De resistencia.
AÑO DE LA FUNDACIÓN DE LA SOCIEDAD
1886
1887
1888....
1890
1891..
1892
1894
1896
1897
1898
1899
1900
I90I
1902
1903
Totales.
»
2
I
8
4
12
8
9
13
59
Asociaciones políticas, su domicilio y año de la fundación.
DOMICILIO
Bilbao
Abanto
Las Carreras
San Salvador del Valle
Sestao
Begoña
Erandio
Musques
Santurce
Deusto
Abanto
Baracaldo
Sestao.. •
NOMBRE DE LA SOCIEDAD
Agrupación socialista
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
Estudios sociales. . . . .
Agrupación socialista
Estudios sociales
AÑO
DE LA rUNDACIÓN
1886
1886
1886
1888
1894
1896
1896
1897
1897
1897
1902
1902
1903
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DE VIZCAYA
Sociedades de resistencia.
19
OFICIOS
Tipógrafos / .
ídem
Moldeadores
Caldereros *
ídem -
Forjadores
Constructores de -camas de hierro.. .
ídem
Hojalateros •
Obreros claveros
Cerrajeros halconeros
Cilindreros
Trefiladores
Toneleros
Obreros en madera.. . . »
ídem
Constructores de carruajes ."
Escultores, tallistas y decoradores. ^
Carpinteros y similares
Torneros en madera
Aserradores mecánicos
Canteros labrantes
ídem
Canteros mamposteros
Canteros marmolistas
Marmolistas.
Marmolistas y pulidores
Mecánicos
Alhañiles
ídem
Pintores
Tapiceros
Papeleros :
Panaderos
Trabajadoras
Zapateros
ídem
ídem
ídem
Guarnicioneros
Boteros . .
Cordeleros ^
Mineros en general
Mineros subterráneos
ídem.
Barrenadores
Cargadores de muelle
ídem
DOMICILIO
Bilbao
Ídem
ídem
ídem
Sestao...
Bilbao.....
ídem
ídem
ídem ',.
Ermúa..
Bilbao
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
ídem
Ídem
ídem
ídem
ídem
Güecho
Bilbao
Ídem
Ídem
ídem
ídem ;.
Ídem
Ídem
ídem
ídem ,
ídem
ídem
Ídem
Abanto
Bilbao
Sestao
Portugalete
Bilbao
Ídem
ídem
S. Salvador del Valle.
Gallarla
Bilbao
Gallarta
Sestao ;.
Bilbao
Añ»
de
la fundación.
1903
i8ga
1 891
1892
1891
1899
1901
1899
1899
1900
190 1
1 002
1890
1891
1901
1899
1901
1902
1902
1903
1888
1902
1902
1903
1898
1903
1899
1891
1902
1899
1899
1902
1890
1901
1900
1890
1901
1903
1901
1901
1897
i89<^
1901
1902
IQOI
1887
1891
f Continúa. J
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20
MINAS
OFICIOS
Gabarreros»
Obreros de la ría . / —
Peones
Vía y obras
Camareros y cocineros
Oficios varios
ídem
ídem
No consta el oficio
ídem
ídem
DOMICILIO
Deusto
Erandio
Bilbao
Baracaldo . . .
Bilbao
ídem
Arrigorriaga
Orduña
Baracaldo . . .
Algorta
Bilbao
Afio
de
la fundación.
1900
1903
18QI
1903
1903
1897
1901
1903
189a
1901
1903
D) Peticiones de los obreros. — a) En general. — La Comisión,
después de celebrada la conferencia en Gallarla con los repre-
sentantes que intervinieron en la solución de la huelga, les pre-
guntó cuáles eran, en su opinión, las reformas que consideraban
más urgentes respecto de la organización del trabajo, convinien-
do todos ellos en decir que las reformas que unánimemente re-
clamaba la clase obrera son, en primer término, IdL jornada de ocho
horas, puesto que la actual resulta excesiva y acaba por agotar las
fuerzas del obrero de las minas en edad prematura, como sería
fácil comprobar mediante un censo, por edades, de los que en
aquéllas trabajan; en segundo lugar, la fijación del salario mini-
tno^ y, por último, una legislación protectora de los inválidos por
edad, análoga á la vigente de Accidentes del trabajo ó comple-
mento de ésta.
b) Peticiones de los Vocales obreros de la Junta local. —
Era natural que la Comisión del Instituto desease conocer la opi-
nión de los individuos que forman las Juntas provincial y local
de Reformas sociales de Bilbao, y, con este objeto, las citó para
una reunión, pudiendo convencerse de que tales organismos, allí
por lo menos, no responden al fin para que fueron estable-
cidos.
De la Junta provincial no asistió más que el Presidente, que
es, como se sabe, el Gobernador civil de la provincia, y, según
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DE VIZCAYA 21
referencias de los que estuvieron presentes, no recuerdan que
se haya reunido más que para constituirse. De la Junta local
concurrieron cinco obreros., tres patronos y el Párroco, manifes-
tando que, desde la ley de su creación, solamente cuatro ó cinco
veces se habían reunido. Lo inútil de esta Junta se comprenderá
al saber que no ha intervenido para nada en las importantes
cuestiones que se han suscitado en la cuenca minera.
Las peticiones de los Vocales obreros fueron las siguientes:
I." Reorganización de las Juntas locales ó sustitución de las '
mismas por otros organismos; pues si la de Bilbao, según dije-
ron, ha trabajado poco, las de los pueblos no han hecho nada
absolutamente.
2." Organización de la Inspección de trabajo; pues la que de-
ben hacer las Juntas locales es, en primer lugar, difícil, por falta
de medios y de dotación suficiente (en Bilbao hay consignadas
i.ooo pesetas, por junto, para este, servicio), y, en segundo térmi-
no, como no están bien determinados ni los deberes de los esta-
blecimientos de trabajo, ni las atribuciones de aquellas Juntas,
por lo que á este asunto respecta, surgen á cada paso conflictos
graves entre unos y otros, como sucedió el año pasado, en que,
por causa de negarse el Círculo Industrial á admitir la inspec-
ción, estuvo á punto de ocurrir un paro general, que pudo evi-
tarse gracias á la Real orden circular del Ministerio de la Gober-
nación de 12 de Agosto de 1902.
3.' Abreviar el procedimiento de reclamación por accidentes
de trabajo, y, á ser posible, sustituir la competencia del Juez de
primera instancia por otra especial, pues, caso de disconformidad
de las partes, la indemnización no se cobra antes de die¿ meses.
4.* Habilitar á las Sociedades de Medicina de provincias para
que puedan dar el dictamen á que se refiere el art. 23 del Regla-
mento de la ley antes citada, pues muchas veces, como sucede
en Bilbao, por ejemplo, la remisión del expediente á la Real Aca-
demia de Medicina más próxima, que es en este caso la de Va-
lladolid, es causa de un retraso considerable en la solución de
aquél; y
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22 MINAS
5/ Que desaparezcan los descuentos de) jornal que algunos
patronos acostumbran hacer á sus obreros, en concepto de fon-
do destinado á las Sociedades de Socorros para caso de enfer-
medad.
Tales fueron las peticiones que se hicieron ante la Comisión;
con las que estuvieron conformes todos los Vocales obreros alli
presentes, los cuales rogaron á aquélla que las transmitiese al
Instituto de Reformas Sociales, para que éste, á su vez, lo hicie-
' ra al Gobierno, si lo consideraba oportuno.
II
LOS PATRONOS
A) Clases de patronos. — En los patronos de minas puede ob-
servarse una verdadera serie. Está, en primer término, el pro^
pietario, que generalmente no tiene nada que ver con la explota-
cióru de la mina, pues cuando ésta le. ha sido adjudicada, la
arrienda á un particular ó Compañía; el arrendatario no se ocupa
tampoco de un modo directo en los trabajos, sino que se entien-
de con un tercero, que es el contratista del arranque del mineral^
quien, á su vez, encomienda las labores á una persona de su con-
fianza, conocida con el nombre de encargado de la mina; éste, en
fin, coloca á uno ó varios capataces al frente de las cuadrillas de
obreros, los cuales se relacionan directamente con aquéllos para
todo lo que se refiere á admisión, distribución de trabajo, seña-
lamiento de jornal, cobro del mismo, reclamaciones, etc.
B) El Círculo Minero. — La Comisióti del Instituto celebró
una conferencia con una delegación del Circulo Minero de Bil-
bao, de cuyas manifestaciones se irá dando cuenta en este Infor-
me, con la oportunidad que lo requiera la materia de cada uno
de sus capítulos. Por ahora, nos limitaremos á consignar que
los representantes de aquella Asociación hicieron constar que,
generalmente, se tiene una idea equivocada de la significación y
fines de dicho Círculo, creado hace algunos años con el objeto
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DE VIZCAYA 23
de que fuese el centro de reunión de las personas dedicadas á
las explotaciones mineras, pero sin que jamás se pensase en que
la Sociedad pudiera arrogarse la representación de la clase pa-"
tronal para tratar en su nombre y para intervenir en los con-
flictos entre el capital y el trabajo. No obstante, como en el
Círculo Minero figuran todos ó casi todos los que están consa-
grados á tales negocios, la costumbre ha hecho que, á falta de
otra Corporación con aquel fin constituida, acudan al Circulo,
en caso de una huelga, los obreros y las Autoridades, conside-
rándole como elemento y factor de gran importancia para me-
diar en la contienda y facilitar las condiciones del arreglo; y es
lo cierto que los que lo forman nunca se han negado á interpo-
ner su influencia, aunque protestando siempre de que su acción
es meramente oficiosa, y de que en modo alguno puede esti-
marse que sus decisiones tienen carácter obligatorio para todos
los demás.
C) Instituciones patronales. —Lo referente á este asunto ha
de desarrollarse con la debida extensión en los lugares corres-
pondientes, razón por la cual nos concretaremos ahora á dar
una ligera noticia de conjunto respecto de las instituciones eco-
nómicas, benéficas y de enseñanza que reconozcan un origen
patronal.
a) Económicas. — Ya se ha dicho anteriormente que la mayor
parte de las Sociedades cooperativas de consumo están fundadas
por los patronos; aquí se agrega que son muy pocas, si se atien-
de á lo numeroso de la población minera, y que, según las ma-
nifestaciones de los representantes del Círculo Minero, tropié-
zase con no pequeñas dificultades para establecer otras nuevas:
en primer término, porque el comercio libre se opone á ellas
con toda energía; y en segundo, porque los patronos no se ha-
llan actualmente muy dispuestos á invertir su capital en esta
empresa, por temor de que, en caso de huelga, fuesen destruidos,
con cualquier pretexto, los edificios que las tiendas habían de
ocupar.
En cuanto á Cajas de cAhorro de fundación patronal, la Comi-
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24 MINAS
sión solamente tiene noticia de la creada por la Sociedad de Al-
tos Hornos; de los datos recogidos en la misma fábrica, referen-
tes á las imposiciones, se deduce que los obreros de aquella in-
dustria prefieren acudir á los Bancos, bien sea por el mayor in-
terés que producen, bien por otras razones ^que no son de este
lugar.
b) Benéficas. — Queda también indicado que la inmensa ma-
yoría de las Sociedades de Socorros están fundadas y administra-
das por los obreros ; pero aun existen algunas que han sido es-
tablecidas por los patronos, los cuales, en tal caso, acostumbran
descontar á los obreros el 2 por 100 del jornal para atender á las
necesidades que aquéllas ocasionan. Este mismo descuento se
hace en Altos Hornos^ en vez del 3 por 100 que se hacia antes de
la promulgación de la ley de Accidentes del trabajo; la rebaja
obedeció, como se comprenderá fácilmente, á que la misión de
la Sociedad de Socorros quec^ó reducida desde entonces á pro-
porcionar asistencia facultativa en caso de enfermedad, y antes
de 1900 atendía además á la curación de los que sufrían acciden-
te en el trabajo.
Los Hospitales Mineros de Triano merecen especial mención;
están fundados por una Compañía de patronos, y se sostienen
principalmente con el descuento del 2 por 100 en tonelada de
mineral, que pagan los socios. Los Hospitales son tres: el cen-
tral de Gallarta y las sucursales de Matamoros y El Cerco;
tanto aquél como éstas reúnen condiciones inmejorables, un
material con arreglo á los últimos adelantos científicos, y una
dirección y personal inteligentes, pues bastará decir que algu-
nos de los Médicos encargados del servicio gozan de gran repu-
tación en España y en el extranjero.
El Asilo de San Fernando fué fundado por el Sr. Urquijo en el
pueblo nuevo de La Arboleda; tuvo primitivamente dos depen-
dencias, la Escuela y la Casá-Cuna, destinada á recoger y cuidar
á los hijos de las operarías que se dedicaban antes de 1900 á los
trabajos en las minas.
Por último, á la Comisión, al visitar la Fábrica de Altos Hor-
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DE VIZCAYA 25
nos^ se le dijo que había la costumbre de reservar algunos pues-
tos administrativos de la Sociedad para los hijos de sus obreros
y empleados.
c) De Enseñanza. — Por df acracia, los centros de enseñanza
no son tan numerosos como fuera de desear, pues á veces se
recorren muchos kilómetros en la zona sin encontrar ni .uno
solo, y, de los que existen, son muy pocos los que han sido fun-
dados con el exclusivo objeto de que en ellos reciban instrucción
las clases trabajadoras. La enumeracióti de estos centros queda
reducida á la Escuela del Asilo de San Femando, antes menciona-
da, á la que asisten en la actualidad 225 niaos de ambos sexos;
á las dos Escuelas de Altos Hornos, cuya construcción importó
74.849 pesetas (i), á otra de niños de Galdames, pagada por terce*
ras partes entre el Ayuntamiento, el dueño de la mina Elvira,
y la Sociedad Viguera y Maestre; á algunas de Artes y Oficios»
como, por ejemplo, las de Baracaldo y Sestao, pagadas por la
Diputación, Ayuntamientos y Sociedad de Altos Hornos^ y otras
de menos importancia.
D) Lo qué piden los patronos. — La Comisión del Instituto ha
oído decir á varios patronos que las condiciones especiales del
trabajo en las minas de aquella zona son muy abonadas para
que una huelga se propague allí con mayor facilidad que en
cualquier otro sitio, y, por eso, creen que es muy escasa \3i fuerza
de Guardia civil, destinada á mantener el orden en el territorio
minero, máxime considerando que cuando ocurre alguna altera-
ción, la poca que hay se reconcentra en seguida en Bilbao y en
Portugalete, dejando desamparados los lugares en donde hace
más falta,'y en libertad á los agitadores para realizar la propa-
ganda y ejercer todo género de coacciones en los obreros.
Quéjanse también de la forma en que los obreros hacen sus
peticiones, y aseguran que los que directamente se entienden con
los patronos y Autoridades para tales fines no tienen la repre-
(i) La misma Sociedad ha adquirido terreno para construir otra Escuela en
Sestao.
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20 MINAS DE VIZCAYA
sentación que quieren ostentar, ni aun la de la mayor parte de
los operarios, y que en unas ocasiones ni siquiera son obreros, y
en otras no cuentan con sus representados para hacer la petición-
Agregan que en modo algún© pueden aceptar que los jefes
políticos de las Agrupaciones socialistas pretendan ser los inter-
mediarios entre obreros y patronos, aunque no se negarían á
tratar con quienes acreditasen tener la representación y poder
de aquéllos.
Reclaman con toda urgencia una ley de huelgas^ que evite los
peligros y atropellos de la de Octubre, y temen que si se dejan
las cosas como están, el capital, medroso de suyo, acabe por
retirarse de los negocios en que ahora se emplea, buscando en
otra parte, mejor, ó, por lo menos, más segura colocación.
Y, por último, dicen que los patronos han estado y están dis-
puestos á hacer todo aquello que favorezca y mejore la situación
del obrero; pero que ni deben ni pueden hacer, nada en este sen-
tido, mientras se les deje indefensos, como ahora, expuestos á
tener que sufrir la imposición, y sin medios para impedir que
los jefes socialistas se constituyan, por sí y ante sí, en jueces y
arbitros para arreglar á su antojo las relaciones entre el capital
y el trabajo.
Estas son, fielmente transcritas, las manifestaciones que, con
relación al asunto que nos ocupa, hicieron ante la Comisión del
Instituto los representantes del Círculo Minero.
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capítulo' II
Las huelgas.
I. Las huelgas en la zona minera : A) Clasifícación de sus causas.
jB) Huelgas parciales desde 1890: a) Por la jornada de trabajo;
b) Por el jornal; c) Por los albergues, tiendas obligatorias, etc.;
d) Por despido ó admisión de obreros; e) Por otras causas.
C) Huelgas generales desde 1890: a) Huelga general de 1890:
i) Sus causas; 2) Su desarrollo; *^) Su solución, b) Huelga gene-
ral de 1892: i) Sus causas; 2) Su desarrollo; 3) Su solución.
c) Huelga general de 1903: i) Causas de la huelga; 2) Anteceden-
tes de la huelga; 3) Declaración de la huelga: su desarrollo; 4) La
solución; "5) Después de la huelga.
H. Huelgas en otros oflciois: A) Consideración general. B) Clasifíca-
ción de sus causas. C) Reseña de estas huelgas: a) Por las horas
de trabajo; b) Por el jornal; c) Por las horas de tKibajo y por
el jornal; d) Por despido ó admisión de obreros; e) Por otras
. causas. D) Cuadros estadísticos.
LAS HUELGAS EN LA ZONA MINERA
A) Clasiñcación de las huelgas según sus causas. — Antes de
tratar de la huelga que, sin duda, ha tenido mayor importancia,
la de Octubre de 1903, nos parece conveniente hacer una reseña
de las ocurridas en la zona minera desde la general de 1890; y
con objeto de facilitar el trabajo, hemos clasificado las huelgas,
según las causas que las han motivado, én cinco grupos, á saber:
i.°, por la jornada de trabajo; 2.*^, por el jornal; 3.°, por alber-
gues, tiendas obligatorias, etc.; 4.% por despido ó admisión de
obreros; y 5.0, por otras causas diferentes. Dentro de esta clasi-
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-38 MINAS
ficación, estudiaremos, primeramente, las huelgas parciales, que
son las más numerosas, y después las huelgas generales.
B) Huelgas parciales desde 1890.
a) Por la jornada de trabajo. — Ha sido una de las causas que,
juntamente con la de aumento de jornal, ha originado mayor
número de huelgas en el periodo que comprende esta reseña.
Los datos oficiales nos proporcionan noticia de las siguientes:
i) i8gi. — El contratista de la mina Primitiva se negó á acceder
á la petición de los obreros de que los trabajos durasen de sol á •
sol, pues parece que la campana que anunciaba la hora de co*
menzar las labores se tocaba antes que de costumbre. Declará-
ronse en huelga doscientos operarios; hubo algunos desórdenes
en Ortuella, á consecuencia de haberse pretendido obligar al
paro á los que no querían secundar el movimiento, y al cabo
de seis días volvieron todos al trabajo, sin haber conseguido
lo que deseaban.
2) El mismo año. — Con pocos días de diferencia de la huelga
anterior, se declararon en huelga los obreros de la mina Carmen
y otras de la Sociedad Franco-Belga y de Gallarta, pidiendo la
jornada de ocho horas. Duró catorce días, y hubo intentos de
hacerla general, amenazando los contratistas con suspender los
trabajos, si llegaba este caso. Celebróse un gran mitin en Ortue-
lla, en el cual se hizo patente el mal efecto que entre la clase
obrera había producido el acuerdo de los patronos; pero, á
pesar de ello, se convino en no ir á la huelga general, con lo que
terminó el conflicto.
3) 189J.— En este año, se tiene noticia de una huelga de tres-
cientos obreros de la mina Paquita, en Galdames, con motivo de
haberse aumentado las horas de trabajo; á los dos días se dio
por acabada, con la vuelta á las labores de más de doscientos
cincuenta.
4) El mismo año. — Los operarios de la mina Berango y los
de otras comarcanas, en número de cuarenta, se declararon en
huelga, pidiendo disminución de horas de trabajo. El mismo día
volvieron treinta y seis, sin haber conseguido nada.
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DE VIZCAYA 29
5) i8g8. — También los de la mina Primitiva hicieron otra
huelga, porque los contratistas quisieron obligarles á trabajar
en horas extraordinarias, que terminó, después de varias con-
ferencias celebradas por el Gobernador civil con los patronos,
en las que éstos accedieron á que se entrase y saliese del trabajo
, á las horas acostumbradas.
b) Por el jornal. — Las huelgas motivadas por esta causa
son tantas como las motivadas por la anterior. Hé aquí las que
han llegado á conocimiento de la Comisión:
i) i8gy. — Los obreros de la mina Paquita se declararon en
huelga porque el contratista, al hacer el pago del jornal, preten-
día .descontar ácada uno de 0,50 á 0,75 céntimos. No se tienen
más datos.
2) El mismo año. — Los trabajadores de las canteras de Axpe
se declararon en huelga, pidiendo un aumento de 25 céntimos
por cada vagón de piedra machacada, logrando que se les con-
cediese en la piedra negra, pero no en la ¿lanca.
3) J8g8. — Los cargadores de mineral calcinado del Ferroca-
rril Minero de Triano, pidieron un aumento de 50 céntimos. La
huelga que hicieron con este objeto adquirió caracteres de gra-
vedad; en Ortuella, un grupo de 2.000 agredió á los miñones, re-
sultando tres muertos y muchos heridos. Formularon sus peti-
ciones escritas á la Diputación provincial, de la que dependían,
y el resultado les fué favorable
4) /902. — Los obreros de las minas Z)o/ores y Paquita se de-
clararon en huelga, pidiendo aumento de jornal, y al poco tiem-
po volvieron al trabajo, sin haberlo conseguido.
5) El mismo año. — En la misma época y por la misma causa,
se declararon en huelga los operarios de las minas Orconera y
Parcocha, en número de ocho mil. Se temió que la huelga se con-
virtiese en general; pero los patronos mantuvieron su actitud, y,
al fin, volvieron los huelguistas al trabajo, sin haber obtenido
resultado alguno.
5) El mismo año. — Sesenta y cinco barrenadores de la Com^
pañia Lucharía j en Arnabal, solicitaron también aumento de
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30 MiriAS
jornal, y la huelga que se hizo con tal motivo terminó sin ha-
berse conseguido lo que aquéllos pretendían,
c ) Por albergues, tiendas obligatorias, etc.
i) i8g4, — El arreglo hecbo^ cuando ocurrió la huelga general
de 1890, que, como se verá después, fué motivada, entre otras cau-
sas, por la cuestión de albergues y cantinas obligatorias, no debió
de ser muy duradero, por cuanto tres años más tarde ocurrió, por
la misma razón, una huelga de más de dos mil obreros en las mi-
nas de Reineta y Matamoros, los cuales protestaban de que se les
hubiera aumentado las horas de trabajo, de que el pan que en
las tiendas se les expendía era de mala calidad, de las condicio-
nes de los albergues y de que se les obligaba á comprar los, ali-
mentos en cantinas determinadas. El movimiento fué, sin em-
bargo, de muy corta duración, pues al día siguiente de iniciado
volvieron todos al trabajo, por haberse arreglado el conflicto,
mediante la intervención del Gobernador civil.
2) 190^.— Antes de la huelga general, verificada en el mes de
Octubre de este año, hicieron una los obreros de la mina Elvira
(Galdames), por obligárseles á surtirse en una cantina; pero el
resultado entonces les fué contrario.
d) Por despido ó admisión de obreros. — Las huelgas ocurri-
das con este motivo son tanto más interesantes cuanto que es-
tán relacionadas con la asociación obrera, y, como veremos, al
tratar de las huelgas en los demás oficios, son bastante numero-
sas. Por lo que respecta á la zona minera, la Comisión ha tenido
noticia de dos que han obedecido á dicha causa.
i) igo2. — La Compañía Franco-Belga despidió á uno de sus
obreros, y los demás, en número de noventa, se declararon en
huelga, pidiendo que aquél fuese de nuevo admitido, á lo que la
Compañía no quiso acceder.
2 ) El mismo año, — La Compañía mencionada despidió á otros
cuatro operarios, y, á pesar de haberse hecho otra huelga con
este motivo, como en la anterior, nada consiguieron los obreros.
e) Por otras causas. — Además de las huelgas que quedan
reseñadas, ocurrió otra en el año de 1897, que llegó á tener serias
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DE VIZCAYA 31
proporciones, á consecuencia de la declaración de incapacidad
denlos Concejales socialistas. Los huelguistas intentaron parar
violentamente los trabajos de las minas de La Arboleda, reci-
biendo á pedradas á la Guardia civil, que se vio obligada á dis-
parar. Durante algunos días siguieron excitados los ánimos, por-
que no se dejaba sin efecto la Real orden declaratoria de aque-
lla incapacidad; celebráronse varios mitins, algunos de los cua-
les fueron suspendidos por la Autoridad, y temiéndose graves
desórdenes, se llevaron de Vitoria fuerzas de Infantería, Ar-
tillería y Caballería, cuyo empleo no fué, por fortuna, necesa-
rio, pues los obreros depusieron su actitud y volvieron al tra-
bajo.
C) Huelgas generales desde 1890. — Las huelgas generales,
ocurridas en la zona minera en el periodo de que.nos ocupamos,
son tres: la de Mayo de 1890, la de Enero de 1892 y la de Octu-
bre de 1903, las cuales vamos á reseñar á continuación.
a) Huelga general de 1890. — 1) Stis causas, — Las causas de
esta huelga fueron principalmente los albergues y las cantinas
obligatorias, y después las horas de trabajo; pero el pretexto de
la misma lo proporcionó la circunstancia de haber sido despedi-
dos por la Compañía Orconera cinco de sus obreros, pertenecien-
tes al Comité socialista.
Venían siendo frecuentes en la zona minera las quejas de los
trabajadores, con motivo de obligárseles áhabitar en casas y ba-
rracones insalubres y á proveerse de alimentos en tiendas y can-
tinas^ explotadas por los capataces; además, según hemos visto
al tratar de las huelgas parciales, habían pedido con insistencia
la disminución de las horas de trabajo y la supresión de las jor-
nadas extraordinarias. Preparado asi el terreno, el despido de
los cinco obreros de la Orconera fué ocasión bastante para que
el malestar se tradujese en un movimiento general de grandes
proporciones.
2) Su desarrollo. — Los trabajadores despedidos celebraron al
día siguiente (13 de Mayo) una reunión en La Arboleda, y en ella
se convino en convocar un mitin en Ortuella, al que asistió nu-
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32 MINAS
merosa concurrencia, acordándose la huelga general, y parar á
la fuerza, si era preciso, los trabajos en toda la zona.
El acto fué suspendido por la Autoridad, pero aquella misma
noche había ya muy cerca de cuatro mil obreros dispuestos á se-
cundar el movimiento. El día 14, diferentes grupos recorrieron
la sierra de Matamoros, obligando á parar á los que se hallaban
trabajando en las minas; en Ortuella hubieron de dispersarse,
por obligarles á ello fuerzas de la Guardia civil y de Infantería;
pero, reunidos de nuevo, llegaron á Sestao en número de seis
mil, intentando hacer cesar las labores en La Vizcaya, fábrica que
defendió la entrada con sus guardas jurados. Desde allí, se diri-
gieron al Desierto, obligando en el camino á los operarios de los
. Astilleros del Nervión á suspender los trabajos, y todos juntos
lograron el mismo efecto en Altos Hornos. El mismo día, y en
vista de que los huelguistas pasaban de 21.000, hubo necesi-
dad .de declarar el estado de guerra, y disponer que el General
Loma, con la fuerza de su mando, se dirigiese á Bilbao con ob-
jeto de conjurar el conflicto; á pesar de lo cual, el día 16, muchos
huelguistas, persistiendo en su actitud, conseguían parar el
trabajo en diferentes puntos de la capital, Olaveaga, fábricas de
la Ría y muelles de carga y descarga. Según los datos oficiales,
hubo, con motivo de la huelga, un muerto y numerosos heridos.
3) Su solución, — Los obreros, por fin, expusieron sus pre-
tensiones, que fueron las mismas que más arriba quedan indi-
cadas, y, después de varias entrevistas que el General Loma ce-
lebró con los patronos, acordáronse las bases del arreglo, que
fueron las siguientes:
I.* Que los patronos concederían á los obreros libertad de
habitar donde más les conviniese.
2.* Que desaparecerían las cantinas que explotaban los capa-
taces.
3.» Que la jornada de trabajo sería de once horas en el vera*
no y de nueve en el invierno.
El día 20 de Mayo, ó sea ocho días después de iniciada la
huelga, publicó el Capitán General una alocución á los obreros,
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DE VIZCAYA ^ 33
dándoles noticia de las bases acordadas, con lo que, por enton-
ces, quedó terminado el asunto.
b) Huelga general de 1892. — /) Sus causas. — No son muy
detalladas las noticias que, referentes á esta huelga, ha logrado
reunir la Comisión del Instituto; sábese que, aun cuando llegó
á revestir cierta importancia, haciéndose general en toda la zona
minera, no se extendió, como las otras dos, á los demás oficios
ni á las fábricas de Bilbao y á los pueblos comarcanos. De los
datos oficiales resulta que, el día 21 de Enero del año mencionado,
se declararon en huelga los obreros del término de La Arboleda,
en San Salvador del Valle, pidiendo modificación respecto de la
forma en que venía haciéndose la carga del mineral en las vago-
netas; pero, sin duda alguna, concurrieron también otros moti-
vos, relacionados con la jornada y demás condiciones del trabajo.
2) Su desarrollo. — El 24 se acordó la huelga general, y dos
días después tomaba ésta tales caracteres de hostilidad, que se
hizo necesario el envío de fuerzas del Ejército, porque los huel-
guistas obligaron al paro, dispararon petardos de dinamita y
destruyeron cables, carriles y material de tracción en las vías
férreas. En vista de ello, la Autoridad civil resignó el mando en
la militar, declarándose el estado de guerra.
3) Su solución, — El Capitán General publicó el bando el día
29; pero, á pesar de esto, los trabajos no se reanudaron hasta el
8 de Febrero; los operarios de La Arboleda, en donde el movi-
miento había tenido su origen, mantuvieron su actitud hasta el
día 16, fecha en la cual solicitaron de los patronos la vuelta á las
labores en las mismas condiciones en que las hacían antes de
la huelga, que, como se ve, no tuvo resultado favorable para los
obreros.
c) Huelga general de 1903. — Como esta huelga fué el moti-
vo del nombramiento de la Comisión del Instituto, se nos per-
mitirá que la tratemos con mayor extensión y más numerosos
detalles que lo hemos hecho con las anteriores. Son muchas las
noticias que respecto de la misma se han adquirido sobre el te-
rreno: y como quiera que todas ellas son de sumo interés, con-
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34 MINAS
viene dejar consignados los hechos con la puntualidad necesa-
ria y posible.
i) Causa de la huelga, — Dos órdenes de causas diferentes
concurrieron á la huelga de Octubre: uno, que pudiéramos lla-
mar de condiciones referentes á la vida económica del obrero, y
otro de causas políticas. Las primeras fueron la forma de pagar
los jornales^ los albergues y las tiendas ó cantinas obligatorias;
próximamente las mismas que originaron la huelga de 1890; las-
segundas tienen su explicación en el desarrollo alcanzado por el
partido socialista en Vizcaya, y en Bilbao especialmente.
« desde hace tiempo — dice el Gobernador en la Memoria
«remitida al Gobierno — venían clamando (los obreros) porque
»se les pagara por semanas ó por quincenas, y siempre fueron
«desatendidas sus pretensiones, excepto en las minas próximas
))á Bilbao, donde se pagaba en la forma deseada.»
En cuanto á las cantinas, sigue diciendo que «el contratista
))de los trabajos, casi siempre, ó el capataz, alguna vez, ponían
))u na tienda que conriprendía la mayor parte de los artículos que
))el obrero podía necesitar, y á la que por medios más ó menos
«directos era inducido á ir á comprar. En esas tiendas se antici-
«paban cantidades á los obreros durante el mes y mediante va-
))!es del contratista, que los daba, teniendo buena cuenta de los
«jornales devengados; pero tales anticipos se hacían siempre
«con un interés más ó menos grande..... La importancia de las
«pérdidas del obrero con estas tiendas puede calcularse por los
«crecidísimos arriendos en que están tomadas algunas de ellas
«por. los actuales poseedores.
«Al malestar del obrero con este motivo debe agregarse el del
«comercio é industria creados en los centros mineros. Su vida
«era más ó menos próspera, según que al obrero se le dejara
«mayor ó nAenor libertad de comprar donde tuviera por eonve-
«niente «
Por lo que hace á los albergues, se consigna en la Memoria
mencionada que «algunas minas que están en despoblado, y
«cuya explotación no está regularizada, tienen su instalación
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DE VIZCAYA 35
^provisional, incluso la habitación del obrero ó barracón, ocu-
»pado casi siempre por los que, procediendo de otras provin-
»cias, no vienen á ésta más que á hacer una campaña)),
Y, por fin, refiriéndose á las causas políticas, dice que «la
))desaparición de barracones y tiendas obligatorias y el cobro
»mensual de los jornales no era más que una causa secundaria,
wverdadero banderín de enganche para el arrastre de' las ma-
))sas »; pues conociendo la organización del partido socialista
en Vizcaya, y «formado éste por elementos entre los cuales
))se dibujan opuestas tendencias, pero vigoroso y fuertemente
»constituido, en la rivalidad de dos de sus principales directo-
))res pudiera estar gran parte de la causa motora de los su-
i)cesos)). El uno, que «es enemigo de ir á la conquista de sus idea-
))les por otros derroteros que los marcados y al amparo de la vjí-
»gente legislación, chocaba en sus tendencias y aspiraciones con
))él otro, socialista también de prestigio en el partido, pero que,
))hombre de acción y de nerviosa actividad, no busca, cual el
))anterior, la consecución del ideal, esperando la obtención de
»éste por los medios pacíficos y tranquilos, sino por la imposi-
))ción decidida y firme de las masas por ellos capitaneadas». En
esta ocasión, el segundo venció al primero, el cual se dejó llevar
por aquél en vista de que era más popular la tendencia que de-
fendía, y cuidando quizá de no perder el ascendiente que ejerce
sobre la clase obrera de la provincia.
2) Antecedentes de la huelga. — El 14 de Agosto de 1903, los
Presidentes y Secretarios del partido socialista obrero de las
agrupaciones de La Arboleda, Gallarta, Las Carreras, San Ju-
lián de Musques y Ortuella, en nombre de las Sociedades de
obreros mineros de Vizcaya, remitieron una exposición á lo$
propietarios de minas que forman el Circulo Minero^ diciendo
que algunas personas privilegiadas, de manera más ó menos
directa, tenían acaparado el comercio en barracones y otras
tiendas, y que á causa de ello, los géneros costaban en la zona
minera un 20, 30 y hasta 40 por 100 más caros que ed Bilbao;
sostenían que este mal tendría remedio, en parte, si los trabaja-
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36 MINAS
dores pudieran hacer sus compras con dinero en mano, que-
dando en condiciones de abastecerse donde les conviniera, lo
cual no era posible mientras se siguiese el sistema de cobrar las
pagas á los diez, quince y hasta veinte días después de vencidos
los meses. Terminaban sosteniendo que las Sociedades obreras
no pretendían provocar una huelga, y suplicando á los propie-
tarios que, desde el mes de Septiembre, ordenasen el pago del
jornal por semanas. (Apéndice núm. 3, documento núm. i.)
Con fecha 17 del mismo mes, ciento veintitrés comerciantes
libres, en nombre de todos los de la clase establecidos en la zona,
dirigían otra exposición á los mencionados patronos del Círculo
Minero, manifestando que la mayoría de los trabajadores se veían
obligados á comprar en las tiendas ^le los barracones y otras de
que los encargados de las minas eran propietarios ó daban en
arriendo; que los pocos que se hospedaban fuera délos barraco-
nes percibían menores salarios; que el comercio libre se veía obli-
gado á suministrar géneros inferiores á mayor precio que en la
capital para resarcirse de los quebrantos y pérdidas ocasionadas
por algunos obreros temporeros que huyen cuando cobran los
jornales sin pagar en la tienda, y que el mal tendría remedio si
los obreros cobrasen con más frecuencia. (Apéndice núm. 3, do-
cumento núm. 2.)
Ambas exposiciones fueron remitidas al Círculo, por conduc-
to del Gobierno civil, y la Corporación, en sesión celebrada el 3
de Septiembre, acordó desestimarlas, fundándose: i.°, en que
las Agrupaciones socialistas se abrogaban una representación
que no tenían, pues alguno de los solicitantes ni siquiera perte-
necía á la clase obrera; 2.**, en que los peticionarios no represen-
taban ni al 10 por 100 de los obreros de la zona; 3.°, en que eran
rarísimas las minas en donde existían barracones y tiendas;
4.**, en que, si existiesen, lo que procedía era la denuncia; 5.°, en
que los obreros debían elevar sus quejas á los respectivos patro-
nos, y no al Círculo Minero, á quien no incumbe resolverlas;
y 6.**, en que, por lo que respecta al pago semanal, según acuer-
do de 17 de Agosto de 1899, todas las Empresas mineras habían
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DE VIZCAYA 37
estado y estaban siempre dispuestas á entregar á sus obreros,
cuando éstos lo reclamasen, las cantidades devengadas. Una
comisión, nombrada al efecto, fué á poner en conocimiento del
Gobernador civil el acuerdo, prometiéndole además que, aun
cuando el Círculo carecía de atribuciones para resolver acerca
de las denuncias que se hiciesen sobre el particular, interpon-
dría su mediación con los patronos y contratistas con objeto de
evitar reclamaciones de esta índole. (Apéndice núm. 3, docu-
mento núm. 3.)
A principios de Octubre, los obreros dirigieron una súplica al
Gobernador civil para que los jornales les fuesen abonados se-
manalmente, y aquella Autoridad la trasladó al Círculo Minero,
rogando que se convocase á junta para tratar de este particular;
la Directiva, reunida el 9 de dicho mes, decidió, por unanimidad,
ratificarse eii los acuerdos anteriores y visitar al Gobernador,
para hacerle ver las razones que le impedían obligar á sus aso-
ciados al pago semanal de jornales, siendo lo más conveniente
que los obreros acudiesen á sus patronos, para que éstos; según
conviniese ó no á sus intereses, resolviesen en cada caso.
Dos días después, ó sea el 11 de Octubre, se celebró el mitin
de la Plaza de Toros, en el cual se acordó insistir á todo trance
en la petición; y el mismo día la Comisión nombrada con este
objeto envió, por conducto del Gobernador, una comunicación
al Presidente del Circulo Minero, reclamando el pago semanal de
los jornales para todos los obreros de las minas, añadiendo que
esperaban que la Corporación adoptase y transmitiese las dispo-
siciones convenientes para que el referido pago se verificase á la
mayor brevedad. (Apéndice núm. 3, documento núm. 4.)
En vista de ello, el día 16 se reunió la Junta Directiva, acor-
dándose contestar al Gobernador que el Círculo insistía en su
criterio, porque no podía en modo alguno contraer compromi-
sos que ligasen y obligasen particularmente á ninguno de sus
asociados, y, mucho menos, cuando la mayoría de los interesados
en la cuestión, como eran los contratistas de las minas y aun
varios propietarios de concesiones mineras, no figuraban como
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38 ' MI^AS
asociados; pero que los obreros tenían abierto y expedito el
camino para dirigirse á sus respectivos patronos. (Apéndice nú-
mero 3, documento núm. 5.)
3) Declaración de la huelga: su desarrollo, — La contestación
anterior fué inmediatamente transmitida á la comisión, con fe-
cha 17 de Octubre; al día siguiente se celebró un mitin muy
numeroso en San Julián de Musques, y en él se acordó el paro
general de los trabajos. El 19, algunos propietarios y contratistas
de las zonas mineras de Triano, reunidos en el local del Círculo
Minero, decidieron celebrar una conferencia con el Gobernador
civil, y en ella le dieron cuenta de lo que ocurría en la comarca
y de los buenos propósitos que abrigaban los patronos para, una
vez reanudados los trabajos, acceder á los deseos de los obreros,
y se lamentaron de que no fuesen castigadas las coacciones,
asegurando que al dejar impunes á los agitadores del orden, la
huelga tomaría incremento y sería más difícil sofocarla. Contes-
tó el Gobernador que el mejor medio para evitar el conflicto era
acordar el pago semanal, rogando á los patronos que así lo
hiciesen, á lo que éstos replicaron que estaban dispuestos á
pagar en la forma que quisiesen los obreros, una vez que reanu-
dasen los trabajos y elevasen á sus respectivos patronos las re-
clamaciones que tuviesen por conveniente. (Apéndice núm. 3,
documento núm. 6.)
Aquel mismo día, por la tarde, los propietarios y contratistas
de Triano que habían conferenciado con el Gobernador convo-
caron á todos los propietarios y contratistas de minas: y reuni-
dos en el local del Círculo, y actuando de Secretario el que lo
era de esta Sociedad, se trató de la contestación que había de
darse á la petición que hiciesen los obreros con respecto al pago
de jornales. Muchos de los concurrentes opinaron que el pago
semanal no lo deseaban los obreros, sino que era una imposición
del partido socialista, promovida por los tenderos y comercian-
tes de la zona minera; que dicho pago no convenía al obrero, y
sí solamente á los comerciantes, taberneros y dueños de cafés, y
que, aunque á aquél le conviniese, no debía concederse mientras
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DE VIZCAYA 39
no se reanudasen los trabajos y los obreros lo solicitasen de sus
patronos, porque, de otra manera, parecería que otorgaban por
la fuerza y la imposición lo que espontáneamente y sin extor-
sión alguna estaban dispuestos á conceder. Conformes todos
con estas manifestaciones, tomaron por unanimidad el siguiente
acuerdo: «Contestar á las peticiones que hagan los obreros, que
whasta que reanuden los trabajos en las condiciones anteriores y
))formulen sus peticiones á sus respectivos, patronos, no adopta-
))rán ninguna resolución con respecto á las pretensiones mani-
))festadas en estado de huelga.» (Apéndice núm. 3, documento
número 7.)
Mientras tanto, la huelga iba en aumento; el citado día 19,
numerosos grupos de obreros se presentaron en el distrito de
Galdames, y en las minas Escarpada, Tardía,' ^erangoi Adela y
Julia, obligando al paro de los trabajos. El Gobernador confe-
renció varias veces con los patronos y con los obreros, no obte-
niendo de los primeros sino las mismas contestaciones que an;
teriormente habían dado, y convenciéndose también de que los
segundos estaban resueltos á sostener con firmeza su actitud,
pues las esperanzas de conciliación, que uno de los más signifi-
cados le hizo concebir con la promesa de interponer su influen-
cia cerca de los huelguistas, se disiparon bien pronto, porque el
resultado del intento le fué contrario á pesar del ascendiente
que sobre ellos ejercía. El 21, mandábanse las fuerzas de la Guar-
dia civil de Sopuerta á mantener el orden en la zona de Galda-
mes, y el mismo día se declaraban en huelga los <;los mil obreros
de aquellas minas. El 23, se celebró un mitin en el Frontón Eus-
kalduna para tratar de asuntos relacionados con las elecciones
municipales y del apoyo que había de prestarse á los huelguis-
tas, acordando celebrar otro acto semejante el día 25 con este
V último objeto exclusivamente. El Gobernador civil expresó sus
deseos de conferenciar con I03 principales mineros de la zona de
Triano para ver si podía encontrarse una fórmula de arreglo.
Reunidos previamente los propietarios y contratistas en el Círcu-
lo Minero, dijeron varios de ellos que sus obreros no habían he-
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40 MINAS
cho ninguna petición referente al pago semanal, sino que ai pre-
guntarles sobre ello contestaron estar conformes con el que ac-
tualmente se acostumbraba, y sólo dos de los allí reunidos ma-
nifestaron haber recibido tres solicitudes pidiendo el pago por
semanas. En vista de lo cual, propietarios y contratistas se rati-
ficaron en el acuerdo tomado en la sesión del día 19, y personal-
mente se lo comunicaron al Gobernador, celebrando con él nue-
va conferencia; en ella se lamentaron de los hechos que á la sa-
zón ocurrían, de los perjuicios y desperfectos originados por los
obreros, y de que hasta la fecha no se hubiesen adoptado las-
medidas necesarias para reprimir tantos y tan graves desmanes;
'contestó aquella Autoridad que la fuerza de que disponía era
poca para atender á una zona tan extensa, y que esperaba que
los patronos, aunque fuera haciendo algún sacrificio, le auxilia-
sen en sus propósitos de avenencia; replicaron los patronos que
en el estado á que habían llegado las cosas sería contraprodu-
cente acceder á los deseos de los obreros, porque la concesión
no había de ser agradecida por los socialistas, y sí les alentaría
más para tener mañana mayores exigencias. Por último, el Go-
bernador les invitó á que conferenciasen con una comisión de
obreros, que estaban aguardando y que habían solicitado una
entrevista con los patronos, á lo que éstos no accedieron, no por
desprecio, según hicieron constar, sino «por temor á que la co-
wmisión estuviese compuesta de emisarios y satélites de los jefes
))del partido socialista, en cuyo caso, lejos de haber avenencia,
))se irritarían quizá más los ánimos.» (Apéndice núm. 3, docu-
mento núm. 8.)
El efecto de esta negativa pudo observarse al siguiente día 24,
en el mitin que fee celebró en la plaza de Gallarta, y al que asis-
tieron unos cuatro mil trabajadores. El primer obrero que usó
de lia palabra (el cual formaba parte de la comisión arriba men-
cionada) dio cuenta de las gestiones de la misma, quejándose de
que los patronos no hubiesen querido tratar con aquélla, y sos-
teniendo que, demostrada la prudencia de la clase obrera (pues
no era por su culpa si no se había llegado á la transacción),
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DE VIZCAYA 41
procedía cruzarse de brazos, insistir en la huelga y ser pruden-
tes ante la fuerza armada, que iba á llegar de un momento á otro.
En el mismo sentido habló el segundo de los oradores del mitin,
haciendo resaltar el hecho de que los patronos pretendían en
esta ocasión que los obreros se presentasen á ellos con la frente
baja y humillados ; y, por fin, uno de los jefes socialistas, el últi-
mo que se dirigió al auditorio, después de censurar la actitud de
los patronos, y de tratar los diferentes motivos de la huelga,
aconsejó á todos que predominase en este caso la cabeza sobre el
corazón, no dejándose llevar por impulsos imprudentes. (Apén-
dice núm. 4.)
El mitin monstruo, acordado en el Frontón Euskalduna, ve-
rificóse el día 25 en el mismo local; asistieron á él unas tres mil
personas; excusado es decir que todos estuvieron conformes
en insistir en la huelga, y que predominó la nota de censura á
los propietarios y contratistas de minas.
Los sucesos verdaderamente graves comenzaron el día 26;
procuraremos condensarlos en pocas palabras, para no hacer
demasiado extenso este relato.
Dicho día, y á petición del Gobernador, se reunieron en el
Círculo Minero los patronos, expresándose en la junta los temo-
res de que los obreros no se atreverían á reanudar los trabajos;
el Director de la Sociedad Franco-Belga exhibió una hoja, que
había mandado circular entre los obreros, recordándoles que
hacía tiempo les dijo que en cualquier momento podían recla-
mar los jornales devengados; y tanto dicho Director, como otros
varios patronos allí presentes, manifestaron que habían llamado
á sus obreros para satisfacerles los salarios vencidos*. Además, y
consignando que, visto el desarrollo de la huelga, la pasividad
con que las fuerzas armadas presenciaban las coacciones y atro-
pellos de los provoijadores de aquélla, y que las Autoridades no
habían impuesto correctivo, se acordó por unanimidad sostener
y ratificar lo resuelto en sesiones anteriores. Terminada la re-
unión, fueron á dar cuenta de ella al Gobernador civil, quien
insistió en que, si no por obligación, al menos por patriotismo,
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42 , MINAS
cedieran los patronos algo de sus derechos; «accediendo en
wparte á sus deseos, se atenuó el acuerdo tomado en la sesión
«anterior, y se redactó, de común conformidad, la siguiente fór-
»mula: Los patronos, en la reunión celebrada esta mañana con
»el Sr. Gobernador civil, han manifestado su resolución de man-
wtener la presenté actitud de pasividad, ao pudiendo hacer otra
))cosa que confirmar lo dicho ya, en varias conferencias, ó sea,
))que no pueden en manera alguna tratar de hacer concesiones
))en las circunstancias actuales; pero que reiteran lo ofrecido an-
»tes de estallar la huelga, cual es el de dar la más favorable.aco-
))gida á las peticiones de sus respectivos obreros, sin ingerencias
»extrañas, que se formulen después de reanudar los trabajos.»
(Apéndice núm. 3, documento núm. 9.)
« El mismo día — dícese en la Memoria del Gobernador, — a sin
wque pareciese proceder de un acuerdo previamente tomado, la
)) huelga se extendía, haciéndose general en toda la cuenca mine-
))ra; y bien porque los obreros no contaran con medios para re-
Msistir, ó porque les conviniera realizar actos de gran resistencia
))que impusieran la necesidad de transigir y terminar la huelga;
«mientras en Las Carreras volaban con dinamita parte del depó-
))sito de aguas del ferrocarril. y en Galdames cortaban el hilo del
)) teléfono, otros grandes grupos avanzaban hacia la capital pa-
wralizando todos los trabajos que encontraban á su paso, empe-
))zando á tomar I4 huelga carácter más peligroso».
En efecto: al día siguiente comenzaron los trastornos en Bil-
bao: por la mañana, numerosos grupos de huelguistas recorrie^
ron las calles en actitud hostil; asaltaron varias panaderías y
tiendas de comestibles; hicieron cerrar á la fuerza todos los co-
mercios; paralizaron el movimiento de trenes, tranvías y carros;
por la tarde, pretendieron entrar en el Ayuntamiento, y, con este
motivo, sostuvieron una lucha á tiros con los guardias munici-
cipales, por espacio de veinte minutos, resultando numerosos
heridos y contusos de una y otra parte; salieron á la calle fuer-
zas militares de caballería, y, en fin, los sucesos adqbirieron tal
gravedad, que á las tres y media de la tarde publicó un bando el
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DE VIZCAYA 43
Gobernador dando media hora de término para que se restable-
ciese el orden y reunida, en tanto, la Junta de Autoridades, de-
clarábase á la provincia en estado de guerra.
Al siguiente, día 27, se reprodujeron los desórdenes: continuó
el asalto de panaderías y comercios de comestibles; las fuerzas
militares y de la Guardia civil eran recibidas á pedradas y á ti-
ros, no solamente por parte de los huelguistas, sino también por
algunos vecinos que disparaban desde los balcones, lo cual dio
origen á numerosas desgracias; los Mercados Viejo y del Ensan-
che fueron saqueados por las turbas, entre las que se veían
muchas personas que nada tenían que ver con la clase obrera;
algunos fielatos de consumos fueron destruidos, y se intentó
quemar la iglesia de los Jesuítas en la Alameda de Urquijo; for-
máronse barricadas en las calles para impedir el paso de la ca-
ballería; cortaron los alborotadores la vía férrea en el trayecto
de Bilbao á Galdácano; paralizaron los trabajos en las fábricas de
Altos Hornos, La Vizcaya^ La Múdela y otras muchas, y fué ne-
cesario que las fuerzas militares protegiesen las expendedurías
de pan, para que los vecinos pudiesen surtirse siquiera de este
alimento, así como también los edificios de los Bancos, Socie-
dades de crédito, iglesias y conventos.
El 2g, llegó de Burgos el General Sr. Zappino con un regi-
miento de artillería de montaña, y la presencia de nuevas tropas
en la capital apaciguó los desórdenes anteriores; pero seguían
recorriendo las calles grupos de huelguistas, que eran disueltos
inmediatamente. Los establecimientos industriales y mercanti-
les volvieron á abrirse, protegidos por la fuerza, y la población
comenzó á recobrar su aspecta normal.
4) La solución de la huelga, — El Sr. Zappino manifestó aquel
mismo día deseos de conferenciar con una comisión de patronos
mineros; y reunidos éstos en el local del Círculo, acordaron de-
signar á tres individuos con el fin de desempeñar tal cometido,
dándoles las instrucciones necesarias para que expusieran ante la
Autoridad militar los antecedentes deja cuestión y motivos que
justificaban la actitud hasta entonces por ellos mantenida. Las
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44 MINAS
instrucciones se reducían á lo siguiente: i.% hacer la historia del
asunto, desde la exposición dirigida al Círculo por los obreros y
por los comerciantes de Abanto y Ciérvana, según queda con-
signada anteriormente; 2.**, decir que los patronos no tenían difi-
cultad alguna en asegurar que, una vez reanudados los trabajos,
accederían á las pretensiones de los obreros en los términos en
que por éstos fuesen propuestas; 3.°, hacer constar que no ha-
biendo podido concurrir todos los interesados, los compromisos
que se contrajeran serían parciales ó individuales, hasta la ratifi-
cación total. (Apéndice núm. 3, documento núm. 10.)
Mientras los patronos tomaban estos acuerdos, el Capitán Ge-
neral aprovechaba el tiempo para conferenciar con las represen-
taciones obreras, y, como resultado de la entrevista, publicábase
poco después un extraordinario del periódico La Lucha de Clases^
que decía asi :
«El Comité socialista de Vizcaya y la Federación obrera de
))Bilbao, á los obreros. — Unas palabras no más. El conflicto está
wen pie; pero el General Zappino, llegado á la una y media de la
))tarde, lo inclinará á una sofución. — Al efecto, ha llamado á
))Comisiones de los obreros, y con ellas ha conferenciado. — Sá-
))bese también que ha llamado á otras Comisiones de mine-
))ros. — En nuestro anterior manifiesto recomendábamos se evi-
))tara toda ocasión de choque con la fuerza armada. — Hoy re-
wpetimos esta recomendación. Obrad con cordura y prudencia,
))y esperad, que se os comunicará el resultado de las gestiones.»
La comisión de patronos se reunió aquella noche con el Ca-
pitán General, quien les «propuso que la fórmula de armonía po-
))día ser que los obreros reanudasen los trabajos, consultándo-
))les un Delegado de la Autoridad militar en cada mina su vo-
))luntad respecto á las épocas del pago, para que cumpliese cada
wpatrono el resultado de la votación; que se señalaría un plazo
))para las denuncias de las tiendas obligatorias y barracones»,
todo lo cual fué aceptado por los comisionados. Volvieron á re-
unirse á la mañana siguiente (día 30) para convenir algunos de-
talles referentes á la redacción de un bando que se había de pu-
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DE VIZCAYA 45
blicar, y cuando, terminado este asunto, hallábanse dando cuen-
ta de su gestión en el local del Circuló Minero, presentóse uno
de los propietarios para participar la noticia de que eran inútiles
todos los esfuerzos hechos, porque la comisión de obreros se
había negado á aceptar las condiciones del arreglo, exigiendo
para reanudar el trabajo la imposición del pago semanal con ca-
rácter general. (Apéndice núm. 3, documento núm. 11.)
Volvieron los comisionados á conferenciar con el Sr. Zappi-
no, y, según manifestaron después á sus compañeros, de la en-
trevista sacaron la seguridad de que se publicaría un bando
imponiendo el pago semanal, y añadieron que la Autoridad mi-
litar adujo como razón de ello la necesidad de atemperarse á las
terminantes instrucciones del Gobierno y el temor á graves
complicaciones, prometiéndoles incluir en el preámbulo del ban-
do los ofrecimientos de los propietarios, referentes á la forma de
pago.
Éstos acordaron «que se procurara recabar la consignación
))en el preámbulo de la propicia actitud de los patronos á con-
))ceder la forma de pago que pidiesen los obreros, después de
«reanudados los trabajos», pero «sin que esto significase la acep-
wtación de los patronos de dicho bando, sino que, por el contra-
))rio, protestaban del mismo, haciendo saber respetuosamente al
))Sr. Capitán General que se acataba como una imposición ó me-
*))dida de fuerza, que consideraban atentatoria á sus derechos in-
))dividuales, recabando su libertad de acción para lo sucesivo,» y
«lamentando que la actitud intransigente y poco meditada del
«Gobierno obligara á la aplicación de procedimientos tan violen-
Mtos». (Apéndice núm. 3, documento núm. 12.)
Por fin, el día 31 se publicó el bando del General Zappino,
cuya parte dispositiva dice así:
«I.** Los obreros acudirán al trabajo desde el día 2 del próxi-
))mo mes de Noviembre, entrando de lleno en la normalidad.
))2.° Desde el i.** de Enero de 1904, el, pago á los obreros mi-
wneros se hará por semanas vencidas.
))3.'* Por ningún concepto se obligará á los obreros á que
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46 MINAS
))duerman en locales determinados, ni tampoco serán impelidos
))directa ni indirectamente á proveerse en tiendas fijas.
))4." La Junta de higiene de la provincia ejercerá la más ex-
wquisita vigilancia para que sean reconocidos los víveres que se
))expendan en las tiendas y cantinas situadas en las zonas mine-
))ras, para evitar la venta de géneros averiados y de malas con-
wdiciones. )) (Apéndice núm. 5.)
El mismo día, el Comité de la Federación de Sociedades
obreras de Bilbao dirigió á los trabajadores la siguiente comu-
nicación:
«Habiendo quedado solucionadas las diferencias surgidas en-
))tre los patronos y los obreros de las minas, por haber accedido
))los primeros al pago semanal de los salarios y desaparición de
))las tiendas obligatorias, pedida por los últimos:
))Como quiera que con esto quedan satisfechas las aspiracio-
))nes que en tal asunto tenía esta Federación: el Comité, en se-
wsión celebrada en el día de hoy, ha acordado la vuelta al trabajo
wde todos sus federados.
))Lo que hacemos público, á fin de que llegue á conocimiento
))de todos los obreros federados y se apresuren á cubrir los pues-
))tos que abandonaron, cumpliendo con el hermoso principio de
«solidaridad hacia sus compañeros de infortunio, los mineros.»
Con esto quedó terminada la huelga, y el i.*> de Noviembre
recobró la población su aspecto normal, volviendo el siguiente
día al trabajo todos los obreros.
5) Después de la huelga. — Como queda dicho en el preliminar,
el Instituto de Reformas Sociales se ofreció al Gobierno, al tener
noticia de los sucesos de Bilbao, para que utilizase sus servicios
en la forma que tuviera por conveniente; y mientras llegaba este
caso, comenzó á estudiar, por orden suya, un proyecto de ley re-
lativo á forma de pago del jornal y tiendas obligatorias. Este
proyecto, aceptado por el Ministro de la Gobernación, Sr. García
Alix, y leído en el Congreso el día 11 de Noviembre, determina
que en adelante no se pagarán los jornales más que en moneda
metálica ó valores fiduciarios de los admitidos en el país, y que
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DE VIZCAYA 47
no podrá obligarse al obrero á surtirse en cantinas ó tiendas
determinadas, bajo la penalidsrd que se establece. (Apéndice nú*
mero 6.)
Posteriormente, fué nombrada, como se ha dicho, la Comi-
sión que tiene la honra de informar, para que estudiase la cues-
tión sobre el terreno; después de que aquélla regresó á Madrid,'
vinieron de Bilbao dos representaciones, la una de la Cámara de
Comercio, Ayuntamientos próximos á aquella villa. Sociedades
de crédito, Colegios de Corredores, Compañías de ferrocarriles.
Ligas de Productores y Marítima, Asociación de Propietarios,
Compañías industriales, etc.; y la otra, representación de los
patronos mineros de Vizcaya. El objeto de ambas era entregar
al Sr. Presidente del Consejo de Ministros dos exposiciones.
El Mensaje de la primera dice que los elementos que le
suscriben se hallan dispuestos á reconocer las reformas que en
bien del obrero y del patrono sean una necesidad en los pueblos
modernos ; pero que protestan solemnemente de las arbitrarie-
dades cometidas y de los ataques inferidos á las personas y al
derecho de propiedad. Laméntanse los firmantes de que las
coacciones y saqueos hayan quedado sin reparación, y los de-
lincuentes de tanto daño en la impunidad, y expresan sus temo-
res de que, con este ejemplo, el capital se haga receloso y los
hombres laboriosos se alejen de las regiones amenazadas.
El Ministro de la Gobernación, encargado por el Consejo de
contestar á este Mensaje, dirigió una comunicación á la Cámara
de Comercio de Bilbao, diciendo que el Gobierno acudió desde
el primer momento á reprimir los desmanes, consiguiéndolo en
breve tiempo, tsin apelar á medios extremos de energía, y que ha
hecho cuanto está en su mano, y lo seguirá haciendo, para que
los delitos que en la triste jornada pudieron cometerse no que-
den sin castigo, esperando que los sucesos sfrvan de enseñan-
za á obreros y patronos : á los primeros, para que no usen de
procedimientos de violencia, puesto que por medios pacíficos
pueden conseguir la defensa de sus intereses; y á los segundos,
para que, considerándose como verdaderos tutores »de aquellos
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48 MINAS
que tienen á su servicio, procuren, con una política sensata y ca-
ritativa, mejorar su condición. *
II
HUELGAS EN OTROS OFICIOS
A) Consideración general. — Ya que en la parte referente á
Asociación obrera hemos tratado de este asunto respecto de to-
dos los oficios, creemos oportuno, como complemento de la ma-
teria de huelgas, estudiada anteriormente, hacer una ligera re-
sena de las ocurridas en aquéllos, á partir de la general de 1890.
B) Clasificación de sus causas. — Las huelgas que^e han veri-
ficado en este periodo, al menos las de que tiene noticia la Co-
misión, pueden clasificarse, según sus causas, de la siguiente
manera: i.% por las horas de trabajo; 2.**, por el jornal; 3.°, por
horas y jornal; 4.**, por despido ó admisión de obreros; 5^.**, por
otras causas.
C) Reseña de estas huelgas. — a) Por las horas de trabajo. —
i) i8g2, — Los obreros de los Astillemos del Nervión se declararon
en huelga pidiendo la jornada de ocho horas; suspendiéronse
los trabajos, y al poco tiempo volvieron á reanudarse sin que se
obtuviese resiíltado favorable.
2) 7900. — Dos huelgas ocurrieron en este año por la cuestión
indicada: la de pintores y la de canteros; y en ninguna de las dos
se consiguió lo que pedían los obreros.
j) igo2, — Hubo dos huelgas: la una de constructores de carrua-
jes y la otra de peluqueros, ambas con resultado favorable.
b] Por el jornal, — i) iSgy.-^Dos huelgas por tal causa se ve-
rificaron en este año. En uno de los talleres de Altos Hornos,
acordó la Compañía una rebaja de jornal; se retiraron cien obre-
ros, y al cabo de siete días volvieron, conformándose con la re-
forma establecida.
La otra huelga fué hecha por los obreros que trabajaban en
la construcción de un muro en la ría, los cuales pidieron un au-
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DE VIZCAYA 49
mentó en el jornal de 50 céntimos, sin conseguir su objeto.
2) i8g6, — ^n este año se declararon en huelga cien obreros
de La Vizcaya, pidiendo aumento de 25 céntimos. Resistióse la
Compañía, y al cabo de dos días volvieron al trabajo veinte huel-
guistas, buscando los demás colocación en otros estableci-
mientos. ^
3) 1897. — Doscientos cargadores de carbón declaráronse en
huelga por la misma causa indicada, ejerciendo algunas coac-
ciones respecto de los demás que querían trabajar. A las veinti-
cuatro horas volvieron ciento treinta á las labores en las mismas
condiciones de antes.
4) J599.— -Los obreros de Altos Hornos reclamaron aumento
de salario, (^e les fué concedido por la Empresa.
5) 1900.— También los carreteros hicieron lo propio, con el
mismo resultado que los anteriores.
6) J902. — Se tienen noticias de dos huelgas: la una, de los tre^
filadores de Erandio, y la otra, de los obreros de la fábrica de vi-
drio de Güecho, ambas por la causa del jornal y ambas, también,
desfavorables para los huelguistas.
7) 190;). — Por último, en 1903 ocurrieron otras dos. Fué la pri-
mera de los tipógrafos^ quienes reclamaron el trabajo á sueldo y
aumento de 50 céntimos los domingos que se les ocupase, lo
cual consiguieron; y fué la segunda, de los toneleros^ sin resulta-
.do alguno.
c) Por horas de trabajo y jornal. — i) i8gi, — En este año
hubo una huelga de panaderos^ en Bilbao, que llegó á revestir al-
guna importancia. La verdadera causa fué la admisión de un
obrero no asociado, como después veremos; pero ello es que las
peticiones hechas después se referían á la jornada de diez horas
y jornal doble. No consiguieron nada.
2) J900.— La Comisión ha logrado reunir datos de tres huel-
gas verificadas en este año: una, de hojalateros; otra, de los ope-
rarios del tranvía de Bilbao á Portttgalete, y la otra, de los car^
gadores del muelle; las tres sin resultado favorable para los
obreros.
4
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'50 MINAS
d) Por despido ó admisión de obreros.
i) i8gj, — El 19 de Mayo se originó una huelga de panaderos,
por haber admitido un patrono á un obrero que no estaba afi-
liado á la Sociedad de resistencia; para volver al trabajo pusie-
ron como condición la jornada de diez horas y salario doble, se-
gún hemos visto en el párrafo anterior, cosa que no aceptaron
los patronos; los obreros ejercieron varias coacciones y celebra-
ron un mitin, á la salida del cual hubo tiros; intentaron reunir-
se nuevamente, pero el acto fué suspendido por la autoridad y
declarado el estado de guerra el día 31 del mes mencionado.
2) jgoo. — La primera huelga que ocurrió este año, por la
causa que nos ocupa, fué de alhamíes, exigiendo que se despidie-
sen dos obreros no asociados, y consiguiéndose el objeto; y la
segunda, de los operarios del Ferrocarril de Bilbao á Poriugaleie,
á consecuencia de haber sido despedido un maquinista, cuya
reposición pedían; pero la empresa se negó terminantemente á
la demanda.
3) igo2, — En los Astilleros del Nervión hubo una huelga para
que se despidiese > á un maestro de taller; otra de moldeadores
para que se admitiese á dos obreros que habían sido despedi-
dos, y otra de panaderos^ por la misma causa: la primera tuvo re-
sultado contrario, y favorable las dos últimas.
4) 1903. — La última huelga de que se tiene noticia es la ve-
rificada en 1903 en los (Astilleros del Nervión, por negarse la.Com- '
pañía á admitir á un operario procedente de Altos Hornos, en lo
cual consintió al fin.
e) Por otras causas.
i) i8gi. — En este año hubo una huelga de los descargadores
del muelle, cuyo motivo y resultado no ha podido averiguar la
Comisión.
2) i8g2. — En el mismo caso se encuentra la huelga de obre-
ros de la Fábrica de papel de Zayas, ocurrida en 1892.
3) igoj. — Los trefiladores pidieron modificación respecto de
varias condiciones de trabajo, sin conseguir nada. Los modelis-
tas de diques secos hicieron otra huelga, por quejas que .tenían de
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y^/í," V '.'
DE VIZCAYA 51
un maestro; otra, los clqveieros y forjadores, por malos tratos á
un empleado, y otra los boteros^ á consecuencia de ciertas recla-
maciones á la casa Barajas: estas dos últimas con resultado con-
trarió.
D) Cuadros estadísticos. — Con objeto de resumir la materia
tratada en este capítulo, es conveniente formar los cuadros esta-
dísticos que se insertan á continuación, referentes á las huelgas
generales y parciales en la zona minera y en los demás oficios á
partir del año 1891, con expresión de la época en que ocurrie-
ron, clase, comarca, oficio, causa y solución.
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52
MINAS
CUADRO NUM. 1.
Huelgas generales y parciales ocurridas en la zona minera, desde
la general de 1890 hasta la de Octubre de 1903.
AÑO
1890
1891
1891
1892
1893
1893
1893
1893
1894
1896
1897
1898
1898
1902
1902
1902
1 902
1902
1903
1903
CLASE
General.
Parcial.
Parcial.
General.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial .
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
Parcial.
General.
COMARCA ó MINAS
Toda la zona ,
Mina «Primitiva»
Mina «Carmen» y
otras
Toda la zona ....
Mina «Paquita».*
Mina «Paquita».."
Mina oBerango».
Canteras de Axpe
Reineta y Mata-
moros
Reineta y Mata-
moros
Varias
Varias
Cargadores del
Ferrocarril de
Triano
Obreros Franco-
Belga
Ídem
Galdames
«Orco ñera» y
«Parcocha».. ..
Arnábal
Galdames
Toda la zona
CAUSA
Despido de obreros ,
cantinas y horas
Horas de trabajo
Horas de trabajo
Condiciones generales
de trabajo
Horas de trabajo
Jornal
Horas de trabajo
Jornal
Horas, cantinas y al-
bergues
Horas y despido de
obreros., i
Declaración de incapa-
cidad de los conceja-
les socialistas
Horas de trabajo
Jornal.
Despido de obreros , . .
ídem
Jornal
Jornal
Jornal
Cantinas obligatorias..
Cantinas, jornal, alber-
gues
RESUMEN
SOLUCIÓN
Favorable alo*
obreros.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
Favorable.
No consta.
Contraria.
Favorable.
Favorable.
Contraria.
Contraria.
Favorable.
Favorable.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
Favorable.
NÚMERO DE HUELGAS
CAUSAS
SOLUCIÓN
Par-
ciales.
Ge-
nerales.
Horas
de
trabajo.
Jornal.
Albergues,
can tinas y
jornal.
Despido
ó admisión
de obreros.
Varias.
Fa-
vorable.
Con-
traria.
No
consta.
17
3
6
5
4
3
2
7
12
I
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DE VIZCAYA
CUADRO NÜM. 2.
53
Huelgas ocurridas en los demás oficios, desde la general de 1890
hasta la de Octubre de xgoS. *
OFICIOS
I AÑO
Descargadores del Muelle. . . .
Panaderos
Panaderos .
Panaderos .
Obreros Astilleros del Nervión
Obreros Astilleros del Nervión
Obreros Astilleros del Nervión
Obreros Fábrica papel de Zay
Obreros de «Altos Hornos».
Obreros de «Altos Hornos».
Obreros de la Ría
Obreros de «La Vizcaya». . .
Cargadores de carbón
Carreteros
Pintores
Canteros
Albañiies
as
Hojalateros
Obreros del Ferrocarril de Por-
tugalete.
Obreros del Tranvía de Por-
tugalete
Cargadores del Muelle .
Constructores de carruajes. .
Peluqueros
Moldeadores
Trefiladores.
Trefiladores.
Obreros en vidrio
Tipógrafos
Modelistas de diques secos .
Claveteros y forjadores.
Boteros
Toneleros
1891
i8gi
1891
1902
1892
1902
1903
1892
1893
1899
1893
1896
1897
1900
1900
1900
1900
1900
1900
1900
1900
1902
1902
1902
1902
1903
1902
1903
1903
1903
1903
1903
CAUSA
No consta
Jornal y horas de
trabajo
Despido de obre-
ros
Despido de obre-
ros .•
Horas de trabajo.
Despido de obre-
ros
Admisión de un
obrero
No consta
Jornal
Jornal
Jornal
Jornal
Jornal
Jornal
Horas de trabajo.
Horas de trabajo.
Despido de obre-
ros
Jornal y horas de
trabajo
Despido de obre-
ros
Jornal y horas de
trabajo
Jornal y horas de
• trabajo
Horas de trabajo
Horas de trabajo
Despido de obre-
ros
Jornal
Condiciones gene-
rales de trabajo
Jornal
JornaL
Quejas contra un
maestro... ••...
Malos tratos á un
empleado
Reclamaciones á
la casa Barajas.
Jornal
SOLUCIÓN
No consta;
Contraria.
Contraria.
Favorable.
Contraria.
Contraria.
Favorable.
No consta.
Contraria.
Favorable.
Contraria.
Contraria.
Favorable.
Favorable.
Contraria.
Contraria.
Favorable.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
Favorable.
Favorable.
Favorable.
Contraria.
Contraria.'
Contraria.
Favorable.
No consta.
Contraria.
Contraria.
Contraria.
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54
MINAS DE VIZCAYA
RSSUMBN
Humero
CAUSAS
SOLUCIÓN
de
baelsat.
Hons
de
tralȒo.
Anmen.
Jornal
ybofa..
Despido
óadmÍKÓD
de obreros.
Varia».
No
consta.
Fa-
vorable.
Con.
No
consta.
12
5
lO
4
7
1
1
lO
19
3
CUADRO NUM. 3.
Resumen de las huelgas ocorrídas en la xona minera y en los
demás oficios, desde la haelga gene ral de 1890 basta la de Octu-
bre de 1903.
CLi
Par-
dales.
LSE
Ge-
nerales.
Horas
de
traba)o.
CAUSAS
Alios.
JomaL
Jornal
yhoraa.
Despido
de obreros.
Alber-
gues. )or.
nal 7 can-
tinas.
Varías.
No
consta.
1890
9
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1891
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1892
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1891
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1894
I
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1895
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1896
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»
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1897
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3
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CAPÍTULO III
El trabajo á jornal y el trabajo por tarea.
I. El trabajo á Jornal. A) Días útiles y días de abono. B) £1 jornal
de. entrada. C) Jornales de los obreros de las minas: a) En ge-
neral; b) El jornal medio : i) Jornal medio del barrenador; 2) Jor-
nal medio del operario; 3) Jornal m^dio del pinche. D) Otros
jornales y sueldos de obreros y empleados relacionados con la
explotación minera : a) Jornales y suélaos de obreros y emplea-
dos de la «Compañía Orconera»; b) Jornales de obreros de la
«Compañía Franco-Belga»; c) Jornales de la Fábrica de «Altos
Hornos». E) Jornales de base y primas de tarea. F) Aumento de
los jornales desde 1890. G) El descuento del jornal. H) Cálculo
de ingresos y gastos. —^Ahorro.
II. El trabajo por tarea. A) Condiciones del trabajo por tarea:
a) Dónde se practica ; b) Concesión de tarea ; c) Cantidad de tra-
bajo; d) Horas de trabajo én la tarea; e) Opinión de los obreros
respecto del trabajo por tarea.
EL TRABAJO Á JORNAL
A) Días útiles y días de abono. — El trabajo en las minas se
hace de dos maneras: á jornal y por tarea. En el presente capitu-
lo vamos á examinar ambas formas, y todo lo relativo á sus res-
pectivas condiciones.
Según dijeron los obreros que en Gallarta conferenciaron
con la Comisión, y según lo que ésta pudo comprobar en sus
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56 MINAS
visitas á los centros mineros, calcúlase que los dias útiles de
trabajo en las labores que se verifican al aire libre son, á lo
más, veinticuatro en cada mes; muchas veces, sobre todo en el
invierno, no llegan á esta cifra, y aun de ella hay que desquitar
los dias en que solamente se trabaja media jornada, á causa de
que si á última hora de la mañana ó primera de la tarde co-
mienza á llover, los obreros se retiran á sus casas ; y como
ocurre con frecuencia que éstas se hallen situadas lejos de la
mina, aun cuando el tiempo serene, ya no vuelven al trabajo.
En algunas explotaciones, para los empleados á sueldo de
menor categoría y para ciertos obreros, hállanse establecidos los
dias de abono^ pues los que están en tal situación, por más de
que tienen señalada al mes una cantidad fija, no la cobran ínte-
gra sino después de haber prestado servicio durante un núme-
ro de días determinado> Tal sucede, por ejemplo, en la Orcone-
ra. Copiaremos los artículos del Reglamento de dicha Compañía
que se refieren al asunto.
Dice el art. i." del capítulo II lo siguiente:
«Para los efectos de este capítulo, se considerará que el mes
wtiene siempre treinta días.
wPara computar el pago de un empleado ú obrero, quien no
» tenga derecho. á su mensualidad completa, se dividirá dicha
)) mensualidad por los citados treinta días, y multiplicando el
«promedio que así resulte por los días á que tenga derecho, se
»llegaráá la suma abonable.»
En el art. 2.<* se consigna que «los empleados y obreros de
wdicha clase (los que cobren por mensualidades) tendrán dere-
))cho á su mensualidad completa, después de prestar servicio
))por lo menos durante veintiséis días, ó cualquier número en
«exceso de veintiséis que las necesidades del servicio exija.»
B) El jornal de entrada.— El obrero que entra por primera
vez á trabajar en una mina, se somete á una especie de prueba
de sus aptitudes, la cual dura una ó más semanas. El jornal que
gana en este tiempo se llama de entrada, y es inferior al de un
operario, y, por regla general, igual al de un pinche. El contra-
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DE VIZCAyA 57
tista es el encargado de señalar la cuantía de aquel jornal, y de
aumentarlo, en caso favorable, cuando lo tenga por conve-
niente.
' El sistema se practica en todas las explotaciones mineras
desde tiempo inmemorial, y esta costumbre es, como veremos
en el lugar correspondiente, una de las razones que se aducen
en contra del pago semanal.
C] Jornales de los obreros de las minas.
a ) En general, — Como se dijo ya en el capítulo primero, los
obreros de las minas divídense en tres clases: barrenadores, ope-
rarios y pinches^ y á cada una de ellas corresponde, como es na-
tural, un salario diferente.
Al ser preguntada Isi comisión de Gallaría sobre este punto,
dijo que los jornales corrientes en las minas de Vizcaya eran
éstos:
Barrenadores Pesetas 3,25, 3,50 y 3,75
Operarios — 2,75, 3,00 y 3,25
Pinches — 1,25, 1,50 y 2,00
cifras que fueron comprobadas en todas las minas que visitaron
los comisionados del Instituto.
b) El jornal medio. — La pregunta primera del Cuestionario,
dirigido á los patronos por el Círculo Minero, con motivo de la
llegada de la Comisión, se refería al jornal medio de los barrena-
dores, de los operarios y de los pinches ; y la cantidad de contes-
taciones recibidas, y ahora convenientemente ordenadas, dan
grande interés á este extremo, por lo cual vamos á consignarlas
á continuación ; pero advirtiendo que, si los datos son exactos, es
decir, si realmente se refieren al promedio de los jornales, resulta
que hay barrenadores que cobran un salario superior á 4,12 pe-
setas; operarios que lo cobran superior á 3,75, y pinches que lo
cobran superior á 2,75.
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58 MINAS
i) Jornal medio del barrenador. — Han resultado trece tipos di-
ferentes, en esta forma :
JORNAL MEDIO
Tipoe.
I.*
4.-
5.*
6.-
9-^
Pesetas.
3
3,25
))
3»37
3i45
»
»
3»5o
»
»
»
»
»
»
»
»
D
»
3,62
3,70
3,75
»
))
))
»
3,80
NOMBRE DE LA MINA
ó DEL PROPIETARIO
Sr. Garay
«Eva»
«Luisa»....
«Manuelas»
«Julia»
«Adela»
«Concha» y su demasía.
i< Abandonada»
«Silfide» •...
«ti Morro»
Sr. Garay
«Orconcra» -.-. .
«Confianza»
«Juan»
« Domingo»
«Trinidad»
«Carolina»
« Petronila»
ojulianita»
«Lorenza» •
«José»
«Concha, 3 y 7»
«San Antonio»
«La Punta»
Sdad. Viguera y Maestre
«Pickivick y Plácido».. .
«Covarón»
«Juliana»
«San Prudencio»
«Roseta»
«San Luis»
«Josefa»
Sociedad Alonsótegui..
«Comisión»
«Esperanza»
«Fortuna 3/»
«San Ignacio»
«Varga»
«Primitiva»
«Elvira»
« La Princesa»
«La Buena»
« Arilón»
Sres. Urúen hermanos..
«San Sebastián»
«Juliana»
LUGAR
DONDE ESTJL situada
San Vicente del Valle.
Bilbao.
Abanto y Ciérvana.
Baracaldo.
Ortuella.
Ortuella.
Ortuella.
Bilbao.
ídem.
Ídem.
ídem.
Matamoros.
Abanto y Ciérvana.
ídem.
ídem.
Ídem.
ídem.
Ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
Ortuella.
Galdames.
Galdames.
Galdames.
Baracaldo.
Somorrostro.
Baracaldo.
San Miguel de Basauri.
Bilbao.
Bilbao.
Bilbao.
Baracaldo.
Abanto y Ciérvana.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
Galdames.
ídem.
ídem.
ídem.
No consta.
ídem.
ídem.
Baracaldo.
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DE VIZCAYA
59
JORNAL MEDIO
Tipos. Pesetas.
II.*
3*95 •
4
»
))
»
))
))
»
»
»
»
»
NOMBRE DE LA MINA
ó DEL PROPIETARIO
13."
LUGAR
DOKDE ESTÁ «TOADA
«Arnábal»
«Paquita»
«Concha i.'»-. ♦.»...*.«.
«Sarra»...,
«Amparo»)
«Diana»......:
«San Francisco^
«Esperanza»
«Segunda»
«Pcñusco Mendiola».. . .
«Isabela»
«Julia»
«Adela»
«Cpncha» y su demasía
«BerangoD
«Escarpada»
«Tardía»
« Reveñaga»
«Augusta» ,
Sr. Kuiz de Velasco —
Sres. Echevarrieta y La-
rrinaga
«Parcocha»
Baracaldo.
Ídem.
ürtuclla.
Galdácano.
Bilbao.
Abanto y Ciérvana.
Ídem.
Ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
Ortuella.
ídem.
ídem.
Galdames.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
No consta.
ídem.
Matamoros.
RESUMEN
JORNAL MEDIO
Pesetas.
Número
de
explotaciones.
3
3,25
3i37
3,45
3,50
3,55
3,62
3,70
3,75
3,80
3,95
4
4,12
1
2
I
4
18
I
I
I
17
3
I
19
I
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6o
MINAS
2) Jornal medio del operario. — La misma variedad que en los
jornales anteriores se observa en los de los operarios, según se
ve en el siguiente cuadro:
JORNAL MEDIO
Tipos. Peseta?.
I.'
2.*
4*
2,50
2,87
2,90
3,00
»
»
»
»
»
»
))
»
» •
3,10
3,12
))
»
))
»
3,15
»
))
))
»
))
NOMBRE DE LA MINA
ó DEL PROPIETARIO
«Luisa»
«Sarra^) , ,
«Marta»
«Eva» ,
«Abandonada»
«Silfide»
«El Morro»
«Juan» ,
«Trinidad»
«Carolina» *...,
«Concha 6.'»
«Berango»
«Escarpada»
«Tardía»
«Revcñaga»
«San Antonio»
«La Punta»
Sres. Echevarrieta y La
rrinaga
«Orconera»
«Pickivick y Plácido»..
«Juliana»
«Manuelas»
«Arnábal»
«Paquita»
«Parcocha»
«Covarón»
«Concha, -^ y 7»
Sr. Ruiz de'Velasco». .
«Amparo»
Sres. Herederos de Du-
rañona.
Sociedad Alonsótegui. .
«Rubia y Ventura». —
«Confianza»
«Domingo»
«Comisión»
« Esperanza»
«Fortuna 3.'»
«Socorro»
«Sol»
«San Ignacio»
«Petronila»
«Julianita»
«Lorenza»
LUGAR
DONDE ESTÁ SITUADA
Abanto y Ciérvana.
Galdácano.
Abanto y Ciérvana.
Bilbao.
ídem.
ídem.
Ídem.
Abanto y Ciérvana.
ídem.
ídem.
Ortuella.
Galdames.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
No consta.
Matamoros.
Baracaldo.
ídem.
Ídem.
ídem.
ídem.
Matamoros.
Somorrostro.
Ortuella.
No consta.
Bilbao.
ídem.
Baracaldo.
Abanto y Ciérvana
Ídem.
ídem.
Ídem.
Ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
Ídem.
Ídem.
ídem.
f Continúa. J
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DE VIZCAYA
bi
JORNAL MEDIO
Tipos. Pesetas.
8.*
9.*
12.*
13.'
»
»
o
))
»
3,27
3i37
3i5o
»
»
»
»
o
3,62
3i75
»
NOMBRE DE LA MINA
ó DEL PROPIETARIO
ajosé»
«Varga»
aConcha i/i)
«Carmen»
«Augusta»
«Rita y Adelaida»
Sociedad Viguera y
Maestre
«Arilón»
«San Sebastián»
«Primitiva»
«Peñasco Mendiola».. ..
«San Prudencio»
«Roseta» .-...
«San Luis»
«Josefa»
«Diana»
«San Francisco»
«Esperanza»
«Segunda»
«Elena»
«Isabela»
Sres. Urúen hermanos .
«María la Chica»
«Elvira»
«La Princesa»
«La Buena»
LUGAR
DOMDB ESTA situada
Abanto y Ciérvana.
ídem.
Ortuella.
ídem.
Galdames.
ídem.
ídem.
No consta.
ídem.
Galdames.
Abanto y Ciérvana.
San Miguel de Basauri.
Bilbao.
ídem.
ídem.
Abanto y Ciérvana.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
Ídem.
No consta.
Bilbao
Galdames*
ídem.
ídem.
RESUMEN
JORNAL MEDIO
Pesetas.
Número
de
explotaciones.
2,50
2,87
2,90
3
3,10
3,12
3.15
3»25
3i27
3,37
3,50
3,62
3i7«>
I
2
i
M
I
7
2
24
I
I
ii
i
3
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62
MINAS
3) Jornal medio del pinche. — Por último, los jornales medios
de los pinches oscilan entre 1,75 y 2,75 pesetas, con seis tipos
■intermediarios, como se expresa á continuación :
JORNAL MEDIO
Tipos.
Pesetas.
I.*
»
»
»
2.*
2,00
))
D
• i
»
»
»
»
))
»
, »
»
»
»
»
3.-
2,12
»
))
))
))
»
4.*
2,25
))
»
))
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
NOMBRE DE LA MINA
ó DEL PROPIETARIO
«Sarra»
Sociedad Alonsótcgui..,
aTrinidad» J , . .
«Concha i/»
«El Morro»
«Manuelas»
Sr. Caray.... i
«Peñusco Mendiola».. . .
«Luisa»
«Sol»
«Marta»
«Bcrango»
«Escarpada»
«Tardía»
«Revcñaga»
«Primitiva» ,
«Rita y Adelaida»..
«Arilón»
Srcs. Uruen hermanos.
Srcs. Echevarrieta y La
rrinaga
«Pickivicky Plácido»...
«Comisión»
« Esperanza»
«Fortuna 3/»
«San Ignacio»
«Covarón»
Sr, Ruiz de Velasco
«Amparo»
Sres. Herederos de Du-
rañona
«Juliana»
«Arnábal»
«Paquita»
«Juan»
«Diana»
«San Francisco»
«Esperanza»
«Segunda»
«Domingo»
«Elena»
«Carolina»
«Petronila»
«Julianita»
«Lorenza»
LUGAR
DOMDB ESTA SITUADA
Galdácano.
Baracaldo.
Abanto y Ciérvana.
Ortuclla.
Bilbao.
Baracaldo.
San Vicente del Valle.
Abanto y Ciérvana.
ídem.
ídem.
ídem.
Galdames.
ídem.
ídem.'
ídem.
ídem.
ídem.
No consta.
ídem.
ídem.
Baracaldo.
Abanto y Ciérvana.
Ídem.
ídem.
ídem.
Somorrostro.
No consta.
Bilbao.
ídem.
Baracaldo.
ídem.
ídem.
Abanto y Ciérvana
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
Ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
ídem.
^ConlinúaJ
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DE VIZCAYA
63
JORNAL MEDIO
Tipos. Pesetas.
40
5-'
6.'
2,35
»
))
2,40
3,45
3,50
))
»
»
»
»
2,75
»
»
»
N0MBI(E DE LA MIÍ^A
ó DEL PROPIETARIO
«José»
«Varga»
«Isabela»
«San Antonio»
«Angusta»
«La Punta»
«San Sebastián»
«Orconcra» '•
«Concha, 377»
«Roseta»....
«San Luis»
«María la Chica»
«María Josefa» 1
«Abandonada»
«Silfide»
«Parcocha»
«Confianza»
«Concha 6.'»
«Carmen»
«Elvira»
«La Princesa»
«La Buena»
«Julia»
«Adela»
«Concha»
Sdad. Viguera y Maestre
LUGAR
DONDE ESTÁ SITUADA
Abanto y Ciérvana.
Ídem.
ídem.
Galdames.
Ídem.
ídem.
No consta.
Matamoros.
Ortuella.
Bilbao.
ídem.
ídem.
ídem.
Ídem.
ídem.
Matamoros.
Abanto y Ciérvana.
Ortuella.
ídem.
Galdames.
ídem.
ídem.
Ortuella.
ídem.
ídem.
Galdames.
RESUMEN
JORNAL MEDIO
Pesetas.
Número
de
explotaciones.
1,75
2
2,13
2,25
2,40
2,45
2,50
2,75
4
16
7
23
I
I
4
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Google
04 MINAS
De lo dicho resulta que
El
El
El
ornal medio del barrenador es de.,
ornal medio del operario es de ... .
ornal medio del pinche
Según
la información
de loe
patronos.
Pesetas.
3.62
3,18
2,27
Seffún
loe datoe
de loe
Pesetas.
3^50
1,58
D) Otros jornales y sueldos de obreros y empleados relaciona-
dos con la explotación minera. — Ya se ha consignado en el capi-
tulo I que los obreros de minas, propiamente dichos, son los
pertenecientes á cada una de las tres clases de que hemos
hablado en el párrafo anterior; pero que al lado de ellos hay
una multitud de operarios y de empleados afectos á la explota-
ción, que es preciso también tener en cuenta, tratándose de un
estudio de esta naturaleza. Por eso, la Comisión del Instituto
creyó conveniente recoger algunos datos que á aquéllos se refie-
ren, y, en la imposibilidad de adquirir noticias de todas las ex-
plotaciones (lo cual, por otra parte, sería innecesario), ha esco-
gido tres de ellas, que son, sin duda alguna, las más importan-
tes, á saber: la Compañía Orconera, la Compañía Franco^Belga y
la Sociedad de Altos Hornos,
a) Jornales y sueldos de obreros y empleados de la « Compañía
Orconera».
Del Libro de jornales de Minas de esta Compañía se facilitó á
la Comisión la siguiente nota:
JORNALES
OCUPACIÓN
Contadores de vagones.
Guarda agujas
Guardas jurados
Telegrafistas
Telefonista
Vigilantes
Vigilante de telégrafo . .
JORNAL
Número
de
—
obreros de esta
Pesetas.
clase.
2,25 á 4
2,87 á 3
17
2,87 á ^,25
15
3 a 3,25
1,50
3
3i5o
^ntinúaj
Digitized by
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DE VIZCAYA
65
OCUPACIÓN
JORNAL
Pesetas.
Revisadores de mineral . 3 á
Frcnistas de planos 3,12 á
Capataces de nomos de calcinación. ... 4
Maquinista de máquina fija 3,50
Fogonero de máquina fija 3
Encendedores ,...;... 1,50 á
Ajustador 4,75
Carpintero 4,25
Herrero 4,25
Martillador 3
Ordenanzas 3
3wo
2,50
- Número
de
obreros de esta
clase.
16
10
2
I
I
))
I
I
I
I
2
SUELDOS
Sueldo mensual. Número
OCUPACIÓN • - deempleados
Pesetas. de esta clase.
Maquinistas iio á 160 9 '
Fogoneros 82, 50 á 95 8
Conductores 106,2'; á 120 7
Galgueros .^ 90 á 110,10 9
Jefes de estación 212,50 ¿225 3
Subjefes de estación ii2,'5o á 135 3
Listeros 160 á 165 2
Almacenero 165 1
Basculero 115 i
Encargado de hornos de calcinación. . . 175 i
Capataz de taller 200 i
Capataz de encendedores 155 i
Capataces de vía 120 á 150 6
Capataces de plano 135,50 á 175 4
Guarda agujas 130 i
Cocineras. ... .^. 30 a
Limpiadora..". 15 i
Ayudante de Inspector de minas 175 »
Los datos que siguen están sacados del Libro de jornales de
Lucharía^ de la misma Compañía :
JORNALES
JORNAL Número
de
OCUPACIÓN obreros de est»
Pesetas. clase.
Guardaagujas.
Capataces
Herreros
Martilladores .
2,75
á
3,25
4
3,62
á
4i37
ó
3,75
a
5
6
3
á
3.25
[
rContmúa
5
Digitized by'
6
J
66
MINAS
OCUPACIÓN
JORNAL
Pesetas.
Ajustadores , 3 á 6,35
Caldereros 3,7S á 5,20
Torneros 3,^5 á 3,75
Fundidor , , 4,75
Hojalatero 4,50
Aprendices de taller 1 á 2,25
Encendedores 2 á 2,50
Carpinteros ." 3,75 á 5,50
Pintor 4,25
Sobrestante de obras $
Albañil 4 á 5
Telegrafista..... 2,50
Portero 3,50
Cartero 4
Limpiadoras 1,50
Vigilantes ! 2,75 á 3
Guardas jurados 2,87 á 3, 12
Contador de vagones 3,75 '
Número
de
obreros de esta
clase.
t5
5
c
))
15
i
I
1
))
I
I
2
4
H
SUBLDOS
OCUPACIÓN
Sueldo mensual.
Pesetas.
Maquinistas no á igo
Fogoneros 75 á 105
Conductores 106,2$ á 127,50
Galgueros
Basculeros
Subjefe de estación
Delineante
escribiente de taller ,
Cochero
Encargado de ventas
Capataz de vías
Capataz de cuadrilla volante
practico
Capataz de herreros
Capataz de encendedores. . . .
Capataz de carpinteros
Inspector de guardas
Jardinero
90
no
á 101,10
á 175
165
140
105
120
85
162
125
200
190
300
162,50
135
Número
de empleados
de esta clase.
M
9
17
3
h) Jornales de obreros de la nCompañia Franco-Belga» . — Aunque
con menos detalle que los datos referentes á la Compañía ante-
rior, hé aquí los que se han logrado reunir relativos á la Franco-
Belga :
Digitized by
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DE VIZCAYA
67
JORNALES
OBREROS OCUPADOS EN
raíanos y cadena
Hornos
Cargue de mineral . .
Ferrocarril (peones).
Carga de buques. . . .
Trabajos vanos
Talleres
Ídem (peones)
Pinches
JORNAL
Pesetas.
3 á 3,25
1,25 á 3,50
3,2^ á 3,75
3
3,25
4 á 5,50
3 á 3,75
i,«;o a 2,50
Número
de obreros.
222
130
20
A^
102
4t
32
c) Jornales de la Fábrica de {{Altos Hornos». — La nota que á la
Comisión del Instituto se facilitó en la Dirección administrativa
de la Sociedad, refiérese á los jornales abonados en el año 1902,
al número de los mismos, al promedio y al importe anual, en la
forma que se expresa á continuación.
DEPARTAMENTOS
Hornos de cok
Horno alto núm. i
ídem núm. 2
ídem núm. 3
Concernientes á los tres hornos
Fundición
Convertidores
Horno Siemens ácido
ídem id. básico
Tren desbastador reversible..
Tren acabador reversible
Hornos de Puddler
Trenes pequeños
Taller de martinetes
Acabado de rails, vigas, etc..
Fábrica de ladrillos
Taller de ajuste
ídem de calderería .*
ídem de fraguas
ídem dcr carpintería, canteros y
albañiles
Almacén de hierros
ídem de efectos
Número
Promedio.
Importe anual.
de jornales
■"■
—
en el año 1902.
Pesetas.
Pesetas.
39.1Q4
'^^H
138806,30
18.824,35
4,88
91.831,63
18.950,75
4.05
93.892,^^5
19.572,50
4,64
90.698,73
13.852,75
4,09
56.677,32
67.867
3,54
240.818,01
5^69o,75
6685,50
ím
241. 143, n
32.628,06
12.226,25
4,29
s;2. 540,01
28.486,20
6,35
180.943,82
33.274,20
6,22
207.090,72
16.005,25
5,90
90.017,15
458.614,06
96.043,50
4,77
4.863,50
4,50
21.802,67
38318,75
4,13
158.272,34
10.813,25
3,42
37.002,68
39-754.25
3.7'5
149.005,21
71.416
3,37
241.190,58
14-770,75
3,48
51-430,77
12.321,25
3,98
49.131,70
16.377
3,20
52.527,10
5077
3,17
16.141,14
fContinúa.J
í
)igitized by VjOO
68
MINAS
DEPARTAMENTOS
Porteros, guardas jurados, etc.
Calderas
Condensación general
Ensayos mecánicos
Luz eléctrica
Fábrica de gas
Vapor gánguil San José
Tornos de cilindros
Laboratorio
Grúas hidráulicas
Vías y obras, pera, limpieza de
oficinas y escarbillas
Peones de movimiento
Totales
Número
Promedio.
Importe anual.
de jornales
—
_
enelafio 190a.
Pesetas.
Pesetas.
7.6'56,50
3i27
25.127,01
26.334,50
5>3^
l39-937i9T
619
J38
4.05
2.510,72^
4*71
1.594,70^
1-873,25
4,06
7.608,41
1.825
1,28
6.018,25
2.192
4.42
9.711,51
'■^
3i79
32.031,1a
2,44
2.020,04
5.321,50
3,64
19.391,05
52.282,50
3,31
173.299,58
76.727,25
3,32
200.490,74
822.933,25
4,17
3.431-952,02
E) Jornales de base y.primas de tarea. — Esta forma de retribu-
ción del trabajo hállase establecida en el taller de trenes revertí-
bles de carriles y viguetas de la Fábrica de Altos Hornos. Con-
siste en señalar al obrero un jornal llamado de base y en conce-
derle además una cantidad por la tarea elaborada, según una
escala progresiva. Los datos que aparecen á continuación corres-
ponden á los nueve primeros meses de 1903 (i).
HORNOS
OCUPACIÓN
Maestro. .
Garzón i ".
ídem 2.°. .
ídem 3.^ .
Fogonero.
Carrero..
Pinche —
Volver
JORNAL DE BASE
Pesetas.
7,20
4,32
3,84
3,50
4
5
2
3,50
Promedio
del tanto diario
obtenido
entre el jornal
y la prima.
Pesetas.
12,84
8,69
7,32
6.17
6,37
8,73
2,81
6,17
(i) Han sido facilitados también en la Direccidn administrativa de dicha So-
ciedad .
Digitized by
Google
DE VIZCAYA
69
TREN DESBASTADOR
OCUPACIÓN
Obreros.
Promedio
del tanto diario
JORiNAL DE BASE
obtenido
entre el jornal
~"
y la prima.
Pesetas.
Pesetas.
6
11,17
5,50
10,09
5
8,66
4,75
9i54
8,06
4
3,75
6,«5
2,50
4,87
2
3,96
TREN ACABADOR
Promedio
del tanto diario
JORNAL DE BASE obtenido
entre el jornal
OCUPACIÓN — ylaprima.
i Pesetas. Pesetas.
Obreros 7 13,80
— 6 1 1 ,98
— 5,75 ii,ó«;
— 5,50 11,20
— 5,25 , 10,73
— ' 5 10^35
— 4,75 9,70
— 4,50 9,09
— 4 7^9^
— 3,75 7,53
— 3,50 6,85
— .••" 2,50 5,14
— 2 4,05
F) Aumento en los jornales desde 1890. —Desgraciadamente,
no pudo adquirir la Comisión todos 1(^ datos que sobre este
asunto hubiera deseado traer al presente Informe; pero, aun
así, creemos que será de interés transcribir la única noticia que
acerca de la cuestión se pudo proporcionar. Refiérese á la Fábri-
ca de Baracaldo, y comprende los años 1890, 1893 y 1897 á 1903,
con la indicación del aumento que el promedio del jornal ha te-
nido en este periodo. Hela aquí:
Digitized by
Google
70 MINAS
Promedio
del jornal.
AÑOS —
Pesetas. ■
^ 1890 3,40
i8-n 3i^
1897 3.87
189^ 3J9
1899 3,80
1900 3,77
1901 * 4,01
1Q02 4,16
1903 4i32
Ó sea el 27,06 por 100 desde el año de 1890 hasta la fecha.
G) El descuento del jomal.—Como se verá en el capítulo VIII
de este Informe, algunos patronos han hecho á sus obreros cier-
tos descuentos en el jornal, con destino á las atenciones de los
hospitales (en caso de accidente del trabajo) y á las Sociedades
de Socorros por los primeros establecidas.
Este descuento era en la Fábrica de Alios Hornos del 3 por 100;
pero, como se ha indicado ya, tuvo por objeto, antes de la publi-
cación de la ley de Accidentes del trabajo, atender, no solamen-
te á la asistencia de los heridos y casos de enfermedades comu-
nes, sino también á la creación de un fondo destinado á indem-
nizationes y fJensiones de los que se inutilizaban en el trabajo,
según se dijo á la Comisión. Actualmente está reducido al
2 por 100.
También los patronos de las minas de Triano descontaban un
2 por 100 á sus obreros con destino á los Hospitales de Gallarta,
Matamoros y El Cerco; pero, por consecuencia de quejas récibi-
das, acordó la Compañía suprimir aquella práctica, y desde en-
tonces el sostenimientí^e los Hospitales lo pagan los propieta-
rios ^on un descuento que se les hace de dos céntimos en tone-
lada de mineral.
En algunas explotaciones que visitó la Comisión, ha encon-
trado, según confesión de los obreros, que se descuenta el 2
por 100 del jornal para atender á las Sociedades de Socorros de
fundación patronal, las cuales proporcionan asistencia médica y
Digitized by
Google
DE VIZCAYA 71
farmacéutica en unos casos, y en otros nada más que la prime-
ra, corriendo la segunda por cuenta de los obreros.
La pregunta sexta del Cuestionario del Circulo Minero era
acerca de si el explotador de la mina hacia algún descuento á
sus obreros, y de más de setenta contestaciones recibidas, sola-
mente tres son afirmativas, y se refieren: la una, al descuento
mencionado por asistencia en enfermedades comunes, y las
otras dos, al de los gastos que los operarios hacen al mes en las
tiendas donde se surten de alimentos^ Todos los demás patro-
nos han contestado negativamente.
Los obreros, á quienes la Comisión preguntó respecto de este
asunto, se han manifestado contrarios á la costumbre y sistema
de que tratamos, y alguno de ellos indicó también la convenien-
cia de que desaparezca á la mayor brevedad, para evitar las per-
turbaciones, acaso graves, que el descuento puede ocasionar en
un plazo más ó menos lejano.
H) Cálculo de ingresos y gastos. Ahorro. — La Comisión deseó
obtener algunas noticias sobre estos extremos tan importantes;
pero desde luego se comprenderá lo difícil que es hacer, siquie-
ra no sea más que de un modo aproximado, tal género de inves-
tigaciones. Sin embargo, los comisionados procuraron adquirir
datos directos de los obreros, acerca de lo que por término me-
dio gastaban en un día y en un mes; comparó las diferentes ci-
fras (entre las que había bastante conformidad), y, como resul-
tado de este examen, puede ofrecer el siguiente cálculo, hecho
en vista de los ingresos mensuales (24 jornales al mes) en salarios
de 4, 3,75, 3,50, 3,25, 3, 2,75 y 2,50 pesetas, y en vista también del
gasio mínimo de un obrero.
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7?
MINAS
Cálculo de ingresos y gastos de un obrero»
INGRESOS
(Veinticuatro días de jornal,)
Cantidad liquida.
Diaria. Mensual.
Pesetas. Pesetas, Pesetas.
4 3i20 96
3 J5 3 ^ 00
3,$o 2,80 84
3,25 2,60 78
3 2,40 72
2,75 2,20 66
2,«;o 2 60
GASTOS
(Treinta días,)
GASTO MlNIMQ MENSUAl. EN Pesetas.
Habitación (i) 10
Alimentación (2) 48
Vestido y calzado 3
Sociedad de Socorros (3) 2
Varios.. 3
Total 66
DIFERENCIA
JORNAL DE
4
3,75
3»So
3,25
3
2,50
Pesetas.
30
18
12
6
o
6
Fácil es deducir de las cifras anteriores que no puede ser
(1) Cap. V.
(2) Cap. VI.
(3) Cap. VIII.
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DE VIZCAYA 73
mucho el ahorro que hagan los obreros de las minas: en primer
término, por el escaso remanente que les queda ♦de su jornal,
después de satisfechas las necesidades más perentorias (el que
gane diez reales, según se ha visto, no puede vivir, como no sea
mermando el gasto hasta lo inverosímil); y en segundo, porque
preciso es confesar que aquel hábito no está muy desarrollado*
en España; pero como, de estarlo en alguna parte, es en la re-
gión del Noroeste, especialmente en Galicia y Asturias, y estas
provincias son, como dijimos, las que proporcionan mayor con-
tingente de obreros á las minas de Vizcaya, supuso fundada-
mente la Comisión que muchas de las cantidades que aquellos
trabajadores enviasen á sus casas habían de girarse por la Ad-
ministración subalterna de Valmaseda ; acudió á esta oficina en
demanda de datos, y allí le proporcionaron una nota que es la
que se transcribe á continuación, y que no se refiere exclusiva-
mente, claro está, á las cantidades giradas por los trabajadores
mineros, aunque puede asegurarse que las libranzas expedidas
que en aquélla constan proceden de ellos en su mayor parte.
Importe de las libranzas expedidas durante el año de 1902 por la
Administración subalterna de Valmaseda (Vizcaya).
IMPORTE
^^^^^ Pesetas.
Enero 2.S80
Febrero 3 .991
Marzo 3*752
Abril 4.814
Mayo 7.453
Jumo 4.216
Julio 7-07Q
Agosto 5'845
Septiembre* 3 • 5 íé
Octubre 3-376
Noviembre 2.959
Diciembre 4-739
Total 54-320
También se pidieron datos al Banco de Bilbao acerca de las
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74 MINAS
libretas existentes en su Caja de Ahorros^ y hé aqui la nota que
alli facilitaroa á la Comisión :
Libretas pertenecientes á los jornaleros, labradores y sirvientes
que existen en la Caja de Ahorros del Banco de Bilbao el día
21 de Noviembre de 1903.
IMPORTAN
NÚMERO DE LIBRETAS DE PesTtas.
Jornaleros, 3 . 892 ; 5 . 903 . 780
Labradores, 4.1S7 8.307.658
Sirvientes, 1.767 2.174.694
Y, por último, se entregó á los comisionados el .siguiente
Balance, en Octubre de 1903, de la Caja de Ahorros
de «Altos Hornos)).
Pesetas.
Número de libretas existentes en i." de Ene-
ro de 1903 — * 654. Capital, 219.671,35
Libretas nuevas expedidas hasta 31 de Oc«
tabre 62
Total de libretas 716
Importe de las imposiciones de 1903 hasta 31 de Octubre. 61.256
Total, pesetas 280.927,35
Baja por reintegros 38.327,45
Diferencia 242 . 599,90
Imposiciones 61.256
Reintegros 38.327,45
Diferencia 22.928,55
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DE VIZCAYA 7«)
II
EL TRABAJO POR TAREA
A) Qué es el trabajo por tarea. — La llamada tarea, en las mi-
nas de Vizcaya, es, sencillamente, una forma del destajo, que
consiste en que el obrero se comprometa á hacer una cantidad
de trabajo, mediante una retribución determinada, equivalente
al jornal, quedando en libertad de emplear el tiempo como quiera
ó como pueda, dentro de las horas de jorhada.
La tarea puede ser de dos modos: el primero, que es una
combinación del jornal con el destajo, lo hace el obrero ejecutan-
do la tarea mínima, 6 sea la que le da derecho á un salario igual
al de los demás obreros, con la diferencia de no estar sujeto á
horas determinadas; el segundo, que es el destajo propiamente
dicho, consiste en ejecutar una labor, después de hecha la tarea
mínima; mediante una retribución proporcional al trabajo reali-
zado (media tarea, un cuarto de tarea, etc.).
B) Condiciones del trabajo por tarea.
a) Dónde se practica. — Al preguntar sobre este particular á
la comisión obrera de Gallarta, contestó que las tareas son un
sistema generalizado en toda la zona minera; que los contratis-
tas le imponen alguna vez, y que tanto éstos como los patronos
son partidarios de esta forma de prestación del trab^'o, porque
les permite fijar más fácilmente la relación del jornal con el be-
neficio producido por la cantidad de obra ejecutada.
En las minas que visitaron los comisionados del Instituto, se
hizo á los obreros la pregunta de si existían ó no las tareas, y la
mayor parte dé las respuestas fueron negativas ; sin embargo, en
algunas de ellas, encontraron implantado el sistema, como fué,
por ejemplo, en las explotaciones de la Orconera, de Cotorrio y
en las labores subterráneas ó de gcUeria de Galdames, si bien
en todas puede considerarse la tarea como excepción, pues lo
que predomina es la retribución por medio del jornal.
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76 MINAS
b) Concesión déla tarea. — La tarea es una forma colectiva
de prestación del trabajo, pues nunca se concede á un solo obre-
ro, sino á dos ó más. Los que quieren tomar una tarea, puestos
de acuerdo previamente, la solicitan del contratista, y, casi siem-
pre, del capataz, quien fija las condiciones de la misma. En cam-
bio, aunque no es frequente, la media tarea y el cuarto de tarea,
se concede á veces á un solo operario de la cuadrilla.
c) Cantidad de trabajo. — Las contestaciones obtenidas por
la Comisi(Jn respecto de la cantidad de trabajo de la tarea va--
rían mucho, según los diferentes puntos de la zona minera don-
de se hizo la pregunta.
Los obreros de Gallarla dijeron que á cada uno de los opera-
rios que trabajan en la tarea se le exige que arranque diez tone-
ladas de mineral por día, ó diez metros cúbicos cuando se trata de
escombro.
Los trabajadores de la Orconera respondieron que la tarea
consiste en diez y seis vagones de mineral.
En la mina Confianza (Cotorrio) dijeron los obreros mismos
que la tarea consiste en seis ó siete vagones.
Y, por último, los de la mina Elvira (Galdames) contestaron
que el que trabaja de este modo tiene que cargar cinco vagones
de mineral.
De esto deduce la Comisión que la cantidad de trabajo de la
tarea varía según la comarca, y hasta es posible que en una
misma haya también diferencias según la época del año y la
mayor ó menor demanda de trabajo.
d) Horas de trabajo en la tarea. — El obrero que trabaja por
tarea puede ir á la mina á la hora que mejor le convenga; pero
lo general es que entre á la misma que todos los demás ó me-
dia hora más tarde.
Trabajan, pues, desde las seis de la mañana en verano, ó
desde las seis y media en invierno, hasta las doce, y desde las
doce y media ó la una hasta las tres de la tarde, en que casi
siempre se termina la tarea. La mayor parte de los que han tra-
bajado asi se marchan á dicha hora, siendo muy escaso el nú-
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DE VIZCAYA 77
mero de los que solicitan una fracción con objeto de mejorar el
jornal.
Por tanto, las horas de trabajo de la tarea mínima pueden
calcularse en siete y medía á ocho.
e). Opinión de los obreros respecto del trabajo por ta-
rea. — Todos los obreros que hablaron con los comisionados
acerca de este asunto se manifestaron contrarios al sistema.
La comisión de Gallarta dijo terminantemente que no con-
venía á los trabajadores, porque perjudica al anciano y agota
prematuramente las fuerzas del joven, y la razón de esto es muy
sencilla. En efecto: los que trabajan de este modo, pónense de
acuerdo previamente, como queda expresado; eligen á los que
han de entrar en la cuadrilla, procurando la mayor igualdad en
las aptitudes y energías, y, como consecuencia de ello, excluyen
á los ancianos y á todos aquellos de quienes suponen que no po- •
drán realizar una labor tan intensa como los demás. Por otra
parte, el que no va á la mina á la hora de comenzar la tarea
pierde el día, pues los otros ya no quieren admitirle, á causa de
que le han adelantado en la labor, y, por tanto, si entrase en-
tonces, el retrasado ganaría lo mismo que ellos, con un esfuerzo
menor.
Por lo que respecta á la fracción de tarea, afirmaron dichos
comisionados que casi no se pide nunca, porque el que ha he-
cho el trabajo que requiere la tarea mínima, no se halla en dis-
posición, después de terminarlo, á las tres de la tarde, de seguir
trabajando hasta la puesta del sol.
De la misma opinión fueron los obreros á quienes se pregun-
tó en las minas Orconera y Parcocha^ en las de Cotorrio, Musques
y Galdames, y todos ellos estuvieron conformes en que lo mejor
sería suprimir tal sistema de trabajo; pero que, de no suprimir-
lo, no debe obligarse nunca á prestarlo así, dejando en libertad
al obrero de hacerlo ó no en esa forma, que es lo que sucede, se-
gún pudo observar la Comisión, en la mayor parte de las explo-
taciones que visitó.
Los socialistas, en fin, hacen constante propaganda en contra
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78 MINAS DE VIZCAYA
de La tarea, fundándose en que la cantidad de trabajo que la
constituye está determinada en vista de la que calcula el capita-
lista que tiene que prestar diariamente un obrero para compen-
sar el jornal que invierte en retribuirle, pero no en vista de la
mayor y más segura ganancia que le proporciona y del mayor
esfuerzo que aquél tiene que hacer para suministrar cada día la
misma cantidad de obra, quedando, por tanto, reducidas todas
las ventajas del sistema á que el operario ejecute en siete horas
y media ó en ocho un trabajo igual ó superior al que los demás
ejecutan en once, y á que pueda descansar desde las tres de la
tarde, pues la fracción de tarea no es más que un aliciente que
se ofrece al obrero para que acabe con sus fuerzas antes de tiem-
po, una tentación para los ambiciosos ó los muy necesitados,
que, aunque la sientan, rara vez pueden seguirla, por absoluta
imposibilidad.
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CAPÍTULO IV
La forma del pago del jornal.
A ) Estado de la cuestión antes de la huelga: el pago mensual: a) For-
mas del pago del jornal; b) El día de pago; c) El pago á voluntad del
obrero; d) Peticiones de loS obreros referentes al cambio en la for-
ma del pago. B) El pago semanal: a) Opiniones de los patronos;
b) Opiniones de los obreros. C) El pago quincenal: a) Información
de los patronos; b) Información de los obreros. D) Renuncias por
parte de los obreros al pago quincenal ó semanal.
A) Estado de la cuestión antes de la huelga: el pago mensual:
a ) Formas del pago del jornal. — Vamos á tratar ahora del pago
del jornal, consagrando al asunto un capitulo aparte, por ser,
como es sabido, una de las causas principales que motivaron la
huelga de Octubre, y el pago semanal una de las peticiones que
con más tesón y mayor energía fueron mantenidas por los
obreros.
La forma, hasta ahora generalizada en toda la zona minera,
ha sido la del pago mensual, como se demuestra con las contes-
taciones obtenidas á la pregunta 7.' de la citada Información del
Círculo Minero, que se refería á este punto, y en las cuales
puede verse que de todos los patronos informantes; que pasan
de setenta, solamente los de siete minas respondieron que en
ellas teníase establecido el pago quincenal. En cuanto al pago
por semanas, no hay ni siquiera un caso.
Al querer conocer las razones de esta práctica, un poco ex-
traña, sin duda alguna, tratándose de la retribución del obrero,
oyó la Comisión diferentes pareceres: unos sostenían que el
pago mensual les supone á los pairónos un ahorro considerable
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8o MINAS
pn las oficinas administrativas, pues el personal en ellas emplea-
do no tiene que hacer sino una liquidación cada mes, en vez de
cuatro mensuales, que serian necesarias, pagando por sema-
nas; otros opinaban que aquel sistema era una consecuencia
inevitable de la costumbre, hoy no tan general como lo ha sido
en otro tiempo, de que patronos ó contratistas, ó personas con
éstos relacionadas, estableciesen en los centros de explotación
tiendas ó cantinas, donde los obreros tenían que surtirse, así
como también de la necesidad de asegurar el cobro de los ar-
tículos que aquéllos compraban en ellas, haciéndoles las ventas
á cambio de vales y no á cambio de dinero, pues de esta suerte
no se exponían á correr el peligro de que el operario, después
de percibir el importe de sus jornales, se marchase sin pagar el
gasto en la tienda. Otros creían que estas mismas razones tuvo
en un principio el comercio libre, cuando empezó á establecer-
se en dichos centros, para preferir tal forma de pago, añadien-
do que si ahora reclama también la misma qué los obreros, es
porque actualmente existe un factor que antes no existía,^ que
es la competencia, pues cada día han ido siendo más numerosos
los comercios en los diferentes puntos de la zona, y les es, por
tanto, más cómodo y al propio tiempo más seguro, realizar las
ventas al contado que teniendo que fiar los artículos; y claro es
que de esto no pueden prescindir mientras haya una sola tienda
que los fíe, porque á ella, con preferencia, habrán de acudir los
consumidores. Por último, otros aseguraban que el pago men-
sual es la forma que más conviene al obrero, pues, dados lo
exiguo de su retribución y la eventualidad de que en una sema-
na no trabajen sino dos ó tres días, por causa de los temporales,
necesita tener crédito en el establecimiento donde compra, para
no carecer de lo estrictamente necesario para la vida cuando no
gane jornal.
La Comisión, sin inclinarse, por ahora, á ninguna de las opi-
niones anteriores, limítase á exponerlas imparcialmente, por el
interés que cada una de ellas pueda ofrecer cuando se trate de
discutir los diferentes términos de la cuestión.
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DE VIZCAYA ^ 8í
b) El día de ípago. — No existe en la zona minara dia deter-
minado, establecido por la costumbre, para hacer á los obreros
el pago del jornal: varia según las comarca's, y, á veces, según
las Compañías, patrono y mina de que se trate; pero lo que &i
puede afirmarse, en vista de las declaraciones de una y otra
parte, es que, en la inmensa. mayoríade fes explotaciones, por no
decir en todas, no se ha pagado nunca el día i.^ de mes.
En muchas respuestas dadas al Cuestionario del Círculo
Minero, se consigna que la práctica establecida ep las respectivas
minas ha sido la de iiacer los pagos del 3 al 6; y en la exposición
dirigida por los representantes del partido socialista á los pro-
pietarios pertenecientes á aquel Círculo, de fecha 14 de Agosto
de 1903, documento de que se habló en el capítulo II, se dice que
las pagas se cobraban «á los diez, quince, y hasta veinte días
«después de vencidos los meses».
c) El pago á voluntad del obrero. — Aseguran, sin embar-
go, los patronos que, con raras excepciones, siempre han tenido
abierta la caja para pagar á los obreros, en cualquier día del mes
que lo hayan reclamado.
En la sesión celebrada en 3 de Septiembre por la Junta Direc*
tiva del Circulo Minero, con motivo de la primera petición de
las Sociedades obreras, se dijo^ como queda ya consignado en el
capítulo II de este Informe, que «en cuanto al pago semanal de
»los jornales, procedía sostener y ratificar el acuerdo tomado en
wsesión de 17 de Agosto de 1899, en el cual se consignó quecaái
)itodas las Empresas mineras han estado y están siempre dis-;
«puestas á entregar á sus respectivos obreros, á cuenta de los
«jornales, y en el momento en que lo deseen, las cantidades de-
» vengadas». (Apéndice núm. 3, documento núm. 3.)
Lo mismo se manifestó en la Junta del 16 de Odtubre; y el
Director de la Compañía Franco-Belga^ el 26 del propio mes, di-
rigió una hoja á los obreros que comenzaba con estas palabras:
«Antes de los sucesos qué han motivado la suspensión de traba*
))jos en las minas, os había recordado que en todos momentos
Mpodíais pedi^" lo ya ganado etc.»
6
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8a MINAS
Por último, en la Información del Círculo Minero han hecho
constar la mayoría de los patronos que en sus explotaciones
respectivas no se ha' puesto nunca dificultad alguna al obrero
que deseaba cobrar sus jornales antes del día señalado para la
paga ; y el representante de la Orconera dijo á la Comisión que
esta Compañía tenia establecida la costumbre de abrir la caja
diariamente, de dos á ¿uatro de la tarde, para hacer las liquida-
ciones de los jornales en el momento que lo solicitase algún in-
teresado.
d) Peticiones de los obreros referentes al cambio en la
FORMA DEL PAGO. — Realmente, ofrecía mucho interés para la Co-
misión del Instituto averiguar las reclamaciones que, con ante-
rioridadá la huelga de Octubre, habían hecho los obreros, res-
pecto del ciEimbio en la forma del pago del jornal. De los datos
que ha logrado reunir acerca de este asunto, se desprende que
hace algunos años se pretendió variar el plazo del pago; pero
que, desde entonces acá, la primera petición que se formalizó
con tal objeto fué la citada de 14 de Agosto, suscripta por los
representantes del partido socialista. Sábese además que el 13
de Septiembre último, los obreros de la mina cAbandonada (Bil-
bao) solicitaron, por medio de un escrito, el pago quincenal, y
que les fué concedido; que lo propio sucecíió en cuatro minas,
también de Bilbao, propiedad de D. Luis Núñez; en la Malaes^
pera, de la misma comarca, con fechas 29 de Septiembre y 22 de
Octubre, respectivamente, y en los talleres de la Diputación
provincial. En fin, se ha solicitado el pago quincenal, en los días
próximos á la huelga ó en los mismos en que ésta se había ya
declarado, en una mina de San Salvador del Valle y en tres de
Abanto y Ciérvana.
Llama la atención que, siendo el pago semanal uno de los
motivos de la huelga, no se hayan hecho más reclamaciones á
los patronos respecto del mismo, y sean muchas las de pago
quincenal; sin embargo, así lo hicieron constar los patronos,
en la sesión celebrada el 23 de Octubre por los propietarios de
las minas de Triano, en la que solamente dos de fellos dijeron
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DE VIZCAYA 83
haber recibido, hasta entonces, tres solicitudes; dos pidiendo el
pago semanal, y la otra pidiéndole por quincenas.
B) El pdgo semanal. — Creemos conveniente, al tratar de esta
cuestión,, exponer por separado las -opiniones de los patronos
y las de los obreros á quienes preguntaron los comisionados,
pues, de este modo, será mucho más fácil formar un juicio im-
parcial sobre el asunto, el cual, como se verá, no deja de ofre-
cer diferentes puntos de vista.
a) Opiniones de los patronos. — En la sesión celebrada el 19
de Octubre por los propietarios de minas, dijeron éstos que «el
^)[)ago semanal no conviene al obrero, y si solamente á los co-
í)merciantes, taberneros y dueños de cafés, porque cobrando los
#) jornales en la forma indicada, visitan con más frecuencia di-
»chos sitios, tienen mayor utilidad sus dueños, y, como e,s con-
í)siguiente, menos ahorros los obreros; siendo muy posible que,
' ))si se acordase el pago semanal, las mujeres de éstos influye-
))sen para que fuese mensual, como sucedió hace ya años».
^Apéndice 3, documento núm. 7.)
En la del 23 de Octubre, estuvieron conformes dichos pro-
^pietarios en que (da reclamación del pago semanal no significa
^ ))la voluntad genuina de los obreros, sino la imposición de per-
wsonas extrañas, que, con el disfraz de protectores, persiguen
«fines particulares, para su medro y prestigio personal».
En la junta que celebró la Comisión del Instituto con los re-
presentantes del Circulo Minero, se habló de este asunto, como
era natural; el Sr. Vivanco expuso su opinión de que el pago de-
bía hacerse mensualmente y no por semanas, fundándola, entre
otras razones, en que, de establecerse en esta última forma, se
tropezaría con grandes dificultades para hacer el contrato de
trabajo, próximo á preceptuarse por virtud de una ley que está
en estudio. Añadía que, con el pago semanal se hará imposible
también otra práctica, muy corriente eri la zona minera y qué
está produciendo buenos resoltados, que es la referente al jor-
nal de entrada^ de que hemos tratado en el capítulo anterior, jor-
nal que, á fin de mes, puede transformarse en el ordinario dé ún
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8^ MINAS
obrero, . cujindo se hayan conocido sus aptitudes; pero no al
cabo de una semana ó, de tres ó cuatro días de ella, tiempo en.
^LquQíPQ. ha podido aún conocer el capataz la buena ó mala dis-
posición ¡del operario recién admitido.
Otros patronos expusieron sus temores de que con el pago
senianal llegue á originarse un verdadero conflicto, á causa de
que las mujeres prefieren el pago mensual, con el que están se-
guras de que durante el mes no ha de carecer la familia de lo
DiBcesario, pues con forma tal pueden tener un crédito en las
jti^ndasque no tendrían en el otro caso.
No obstante esta unanimidad de pareceres respecto de la
cuestión, los patronos aseguraron que les es en absoluto indife-
rente la forma del pago á los obreros; y para corroborar seme-
jante idea, decía el Sr. Amírola que, si los obreros hubieran pedi-
do á los propietarios de minas que se les pagase semanalmente^
éstos no hubieran tenido inconveniente alguno en acceder á la
petición.
b) Opiniones de los obreros. — La Comisión, en todas las
minas que visitó, fué preguntando á los trabajadores de ellas
cuál era la forma de pago que preferían, y anotó cuidadosamen-
te el número de los consultados (que pasan de cuatrocientos,
distribuidos en diferentes comarcas) y las respuestas recibidas.
Con estos datos, convenientemente clasificados, y después de
hechos los cálculos con toda la exactitud que ha sido posible,
resulta que, de los obreros á quienes se dirigió la pregunta men-
cionada, fueron partidarios del pago quincenal el 39,54 gor 100;
del semanal el 38,46 por 100, y al 22 por 100, según confesión
propia, les fué indiferente cualquiera de las formas de pago, in-
cluso la mensual; de donde, si no puede deducirse que, según
estos datos, la mayoría de los obreros de la zona quiera el pago
semanal, puede afirmarse, en cambio, que el 78 por 100 de ellos
desea que se suprima el pago por mensualidades.
Una particularidad, digna de tenerse en cuenta, pudo obser-
var la Comisión, respecto de los trabajadores que dijeron ser par-
tidarios del pago semanal, y es que todos ellos, con rarísimas
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DE VIZCAYA 85
•excepciones, eran forasteros, ó sea de los llamados ambulantes.
A los vizcaínos, ó á los que sin serlo se hallan avecindados en 1^
provincia, les es, por regla general, indiferente la forma de pagó,
ó, cuando más, se inclinan al quincenal; así se demostró cotí una
respuesta que dieron á los comisionados unos obreros dé ta
mina Lorenza, en Cotorrio, quienes,' al ser consultados respecto
"de la forma que preferían, contestaron, según se indicó en el ca-
pítulo primero: «Pregunten ustedes á los ambulantes.» — ^^jUs-
tedes están avecindados aquí? — «Sí, señor; por eso nos es
igual.» ^ '
Las razones que en pro del pago setnanal dabail los repre-
sentantes del partido socialista, en la exposición dirigida á los
patronos el 14 de Agosto, efan, como sabemos, que la carestía y
mala calidad de los alimentos que se expendían en la zona, ten-
drían remedio si los trabajadores pudieran hacer sus compras
con dinero en mano, quedando en condiciones de abastecerle
donde les conviniera; pero que esto no sería posible mientras se
siguiese con el sistema de cobrar las pagas á los diez, quince y
hasta veinte días después de vencidos los meses, es decir, á los
cincuenta días.
Análogas á éstas fueron las rabones que expusieron los obre-
ros que en Gallarta conferenciaron con la Comisión. El 90 por ioo
de los operarios de las minas — decían — prefieren el pago por
semanas, y más del 95 por 100 están empeñados, por consecueii-
, cía del sistema actual. Pagando de aquel modo, podrán los
obreros comprar donde les convenga, porque comprarán al con-
tado, cosa que ahora no pueden hacer. Además, se evitará el
abuso que con ellos se viene cometiendo en las tiendas, en las
cuales se les obliga á pagar los géneros mucho más caros que
en Bilbao, siendo de peor calidad; y, si se dice que el pago que
ahora se pide redundará en perjuicio de los obreros, que, te-
niendo dinero á mano con más frecuencia de lo que ahora lo
tienen, invertirán mayor cantidad en lo superfluo, podría con-
testarse en primer término que esto no es de cuenta de los pa-
tronos, y en segundo, que se trata de un asunto de educación.
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86 MINAS
y ésta mal podrá conseguirse si alguna vez no se empieza la re-
forma; poco á poco, se irá acostumbrando al trabajador á gastar
el dinero como es debido, aunque, eq honor de la verdad, es ne-
cesario decir que muchos están ya acostumbrados á ello, pues
no abundan tanto como se cree los obreros viciosos y derrocha-
dores, sino que, por el contrario, pre'domin)an los que viven
honrada y ordenadamente.
C) El pago quincenal.— a) Información de los patronos. — En
la Información practicada por el Círculo Minero aparece que,
según las declaraciones délos patronos, son muchos los obreros
partidarios del pago quincenal, muchos también los que lo han
pedido, y-bastantes los que, cobrando en esta forma, y habién-
doseles ofrecido pagarles por semanas, no han querido variar.
Los obreros de la mina Carmen (Ortuella), según consta en
aquella Información, pidieron, estando en huelga, el pago sema-
nal; pero afírmase que la comisión que fué á entregar la solici-
tud que, cop tal objeto, dirigían al contratista, manifestó que,
aunque se pedia el pago en la.citada forma, la mayoría lo' desea-
ba por quincenas.
En otra mina, propiedad de D. Antonio Ruiz de Velasco, si-
tuada en el mismo término, venía cobrándose el jornal, como en
casi todas, por mensualidades vencidas; se preguntó á los obre-
ros si querían cobrar de otro modo, y la mayoría de ellos solicitó
el pago quincenal. Lo propio sucedió en las minas de los señores
üruen hermanos, dé Ortuella también, á cuyos trabajadores se
hizo idéntica consulta.
Los propietarios de l^s minas Diana, San Francisco, Esperan-
za, Segunda^ Isabela y José (Abanto y Ciérvana), aseguran al con-
testar al Cuestionario que -la mayor parte de los obreros de las
mismas han expresado sus deseos de que se pague por quin-
cenas; y, según noticias adquiridas por la Comisión del Insti-
tuto, en las explotaciones mineras del Sr. Gan<larias, donde
antes de la huelga se pagaba en aquella forma, preguntaron
á los obreros si querían variar y respondieron que no, lo cual
no fué obstáculo para que, declarada la huelga de Octubre, pre-
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DE VIZCAYA 87
sentasen gran número de firmas en demanda del pago se-
manal.
Dicho queda también que los obreros de los talleres de la Di-
putación y los de cargue y embarque de .mineral pidieron cobrar
por quincenas, lo cual les fué concedido á los primeros, pero no
á los segundos, por hacer la petición cuando ya se hablan decla-
rado en huelga.
b) Información de los obreros. — ^^Vanios á referimos en este
párrafo á los datos que la Comisión recibió directamente de los
obreros, comenzando por exponer la opinión de los que en Ga-
llarla conferenciaron con aquélla.
Estos obreros manifestáronse resueltamente contrarios al
pago quincenal. El cobrar por mensualidades, — dijeron poco
más ó menos, — tiene un inconveniente grave, y es que el obre-
ro se ve en la necesidad de comprar al fiado, en tiendas que,
por esta razón, son siempre las mismas. El procedimiento para
ello es bien conocido: al ir á hacer la compra diaria, lleva su
libreta, en la que se anota el gasto, asi como en otra semejante
que conserva el dueño de la tienda, y á fin de mes se le hace la
liquidación, ó, mejor dicho, se la dan hecha ya, al entregarle la
paga, porque en algunos sitios, ó cobran los obreros en las can-
tinas, ó se les descuenta el gasto de la tienda al entregarle el im-
porte del jornal. Lo que quieren, por tanto, los trabajadorbs es,
como .queda consignado, poder comprar con, dinero en mano.
Ahora bien; si en lugar de cobrar semanalmente se cobra por
quincenas, nada se adelanta, porque el plazo sigue siendo dema-
siado largo, y, como consecuencia de ello, no se suprime el sis-
tema de las libretas, que es lo que todos desean.
Ya hemos dicho en el párrafo anterior que el 39,54 por 100 de
los obreros preguntados por la Comisión, en minas de diferen-
tes comarcas, acerca de la forma del pago, fué partidario del
quincenal; y llamando la atención de los comisionados aquella
proporción, quisieron investigar las causas de tal preferencia.
Las contestaciones que, con este motivo, obtenían, eran próxima-
mente las mismas, á saber: que el pago quincenal conviene más
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OO MINAS
^ los obreros casados ; que es mejor que el semanal para los que
se hallan establecidos en Vizcaya, etc., etc.; pero al hacer la pre-
gunta á un operario, ya entrado en años, que trabajaba en la
mina Berango, de Galdames, contestó lo siguiente : «A nosotros
»nos conviene más cobrar por quincenas, porque sucede que, á
))lo mejor, viene una semana mala, en que no se trabaja más que
))dos ó tres días ; en ese caso, el jornal que cobrásemos el sába-
))do no nos bastaría para poder vivir toda la semana siguiente;
))y, como en la tienda no tendríamos crédito, no querrían fiar-
))nos, y nos moriríamos de hambre, ó poco menos. Cobrando
wpor quincenas se tiene más tiempo por delante (fueron sus pa-
wlabras) para arrostrar cuatro ó cinco días malos que puedan
» venir.» - ,
Este punto de vista y esta claridad de razones de aquel pobre
trabajador parecieron á los comisionados de sumo interés, y
quisieron, como lo hacen ahora, reflejarlos en el presente Infornífe
con toda fidelidad, pensando qn que, acaso, el pago por quince-
nas sea una verdadera solución de armonía entre los diferentes
términos que se debaten al tratar de esta cuestión.
D) Renuncias por parte de los obreros al pago quincenal ó se-
manal. — Nos parece conveniente, para terminar este capítulo, y
con objeto de que se tenga noticia de todo lo sucedido con moti-
vo del asunto, decir que se han dado casos de renuncia, por par-
te de los obreros^ á cobrar en las formas quincenal ó semanal,
advirtiendo previamente que los datos que se expresarán están
tomados de las contestaciones dadas por los patronos en la
Información abierta por el Círculo Minero, y de las referencias
hechas por algunos de aquéllos á los comisionados del Ins-
tituto.
El propietario de la mina Abandonada (Bilbao) dice que, aten-
diendo á una solicitud que le fué dirigida por los obreros con fe-
cha 13 de Septiembre último, determinó hacer los pagos por
quincenas, y que algunos de ellos han pedido con posterioridad
volver á cobrar por meses, como antes se hacía.
También el propietario de la mina Cavaron ( Somorrostro)
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DE VIZCAYA 89
tace constar que hasta el año 1897 se pagaba por quincenas,
pero que en aquella fecha solicitaron los operarios cobrar por
meses, y así viene haciéndose desde entonces.
Otro de la misma comarca, antes de la huelga de Octubre,
dice que preguntó á sus obreros, que cobraban por mensualida-
des, si querían cobrar en otra forrtía, y la contestación de la ma-
yoría fué negativa.
El dueño de ía mina Primitiva (Galdames) manifiesta también
que venía pagando por quincenas á sus operarios, y les propuso
hacerlo semanalmenté, pero los más se opusieron á ello.
La Diputación provincial de Vizcaya, según noticias que se
dieron á los comisionados, preguntó á los obreros que emplea
en sus explotaciones si querían el pago semanal, y contestaron
que no la deseaban.
Y, para concluir, en la conferencia que los dueños y contra-
tistas de minas celebraron con el GeneraJ Sr. Zappino, el 23 de
Octubre, dijeron aquéllos que «los obreros propiamente dichos
V nunca habían manifestado su voluntad de reformar las épocas
))de pago, teniendo, como tenían, la facultad de percibir los jor-
» nales devengados en cualquier momento que cualquiera de
» ellos los pidiera á su respectivo encargado; sino que, por el
«contrario, habiendo consultado algunos patronos importantes,
Mcomo la Orconera, franco- Belga, D. José Antonio Arana, el se-
))ñor Chávarri y otros á sus obreros, sólo una minoría exigua
))optó por el pago semanal, prefiriendo los restantes continuar
))en la misma forma.»
De todo lo dicho en este capitula se desprenden tres conse-
cuencias:
Primera, Que la inmensa mayoría de los obreros de la zona
minera desean que se suprima el pago por mensualidades, sus-
tituyendo el plazo por otro más corto.
Segunda. Que la forma del pago está íntimamente unida con
la cuestión de las tiendas; y
Tercera, Que las relaciones más ó menos directas que tienen
algunos propietarios, contratistas, encargados ó capataces de
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90 MINAS DE VIZCAYA
minas, con los establecimientos donde se surten los obreros de
los artículos de primera necesidad, es cuestión que se relaciona
con la forma del pago del salario (i).
(i) Compuesto ya este capítulo, hemos leído un telegrama que el corresponsal
de El Impareial en Bilbao dirigid á este periódico, y que se inserta en el número
de 9 de Febrero de 1904. Dice así: «La Compañía de las minas de Galdames se
•niega ahora á pagar mensualmente los jornales, según le habían pedido 300 pbre-
•ros, verificándolo semanalmente, conforme á la petición al General Zappino por los
•obreros mineros durante la última huelga.
• Entiende dicha Compañía que, pagando semanalmente los jornales, da medios
•á los obreros de que se libren de acudir á las tiendas obligatorias, si éstas exis-
•tieran. '
•Todos los periódicos locales publican un comunicado suscrito por los mineros
•Viguera y Maestre, desmintiendo el aserto del semanario socialista Za Lmcha de
•Ciases^ de que aquéllos tuvieran establecido el pago semanal y cantina obligatoria. »
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CAPÍTULO V
Albergues.
I. Antecedentes de la ónestión: A) Necesidad de los albergues situa-
dos en la zona minera. Los barracones y su transformación.
B) Zonas actualmeate edificadas: distancias á las minas.
II. Iioe alojamientos actuales: A) Clases de alojamientos^ B) Casas
para obreros de propiedad de los patronos: a) Su número y des-
cripción; b) Aspecto económico: i) El propietario: sus clases;
2) El alquiler y el subarriendo; 3) Precios de los hospedajes,
c) Aspecto higiénico: i) En general; 2) Los dormitorios; 3) Las
cocinas.
ANTECEDENTES DE L^ CUESTIÓN
A) Necesidad de los albergues situados en la zona minera. —
Los barracones y su transformación. — Ya hemos dicho, al co-
menzar este informe, que el gran desarrollo de las explotaciones
mineras en Vizcaya ha determinado la formación de pueblos
nuevos y el considerable desenvolvimiento de algunos de los
antiguos. Lejos de poblado hallábanse situadas en un principio
la mayor parte de las minas, y ésta fué la causa de que hubiese
necesidad de construir, con carácter sin duda provisional, los
edificios destinados á albergues de obreros, para lo cual concu-
rría también una razón, á saber: el interés del propietario ó
contratista, á quienes les conviene, como decía Mr. Woof á los
comisionados, que sus operarios se alojen cerca de los lugares
donde realizan el trabajo, pues supone una gran pérdida de
tiempo el que aquéllos, si comienza á llover, tengan que reti-
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92 MINAS
rarse á sus casas, porque es lo probable que ya no vuelvan
aquel día-á continuar sus labores.
Por una parte, los motivos expuestos, y, por, otra, lo even-
tual de toda explotación minera, en donde constantemente se
corre el riesgo de que el filón se agote, trajeron como conse-
cuencia, no solamente el que los. edificios destinados á aloja-
mientos fuesen provisionales, sino también el que se procurase
hacerlos de tal suerte que, en caso de necesidad, se aprovecha-
sen sus materiales para edificar en otra parte;, de aquí la cons-
trucción de madera ó barracón, que fué, sin duda, el sistema ge-
neral que no há muchos años hallábale adoptadc^en casi toda la
zona. ■
Las condiciones de estos albergues, fácilmente se compren-
derá que dejaban no poco que desear, puesto que en ellos vivían
los obreros verdaderamente hacinados; á tal inconveniente hay
que agregar otro, cual es el del procedimiento seguido para los
alquileres; porque, en efecto, los edificios eran propiedad de los
patronos, y éstos íos alquilaban á los encargados ó capataces,
quienes', de este modo, recibían de aquéllos el privilegio de hos-
pedar á los obreros, y, con él, ocasión más que suficiente para
cometer la serie de abusos que motivaron la huelga general
<Je 1890, en la que los huelguistas, con mayor razón que en la
de Octubre último, pidieron la desaparición de los barracones,
según vimos en el capítulo II.
Al comenzar la última huelga reprodújose la cuestión; pero,
si bien se observa, se verá que durante el desarrollo de aquélla
no insistieron los obreros en el asunto de los barracones, pues
sus demandas casi quedaron reducidas á última hora al pago
semanal de los jornales. Sin embargo, en la exposición del 14
de Agosto se hablaba de «personas privilegiadas que, de ma-
))nera más ó menos directa, tienen acaparado el comercio^ en
íibarracones y otras tiendas», etc.
En la junta celebrada por el Círculo Minero el día 3 de Sep-
tiembre se dijo: aQue solamente en rarísimas minas, radicantes
ȇ gran distancia de los pueblos, existen algunos barracones y
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DE VIZCAYA 9J
))tiendas que son indispensables para que puedan vivir los obre^
))ros)), y á la pregunta cuarta del Cuestionario de aquel Circulo,
referente, á si existían ó no tales albergues en las minas, resfíec-
tivas, obtuviéronse 63 contestaciones terminantemente negati-
vas, y las restantes, hasta 74, equivalen á lo mismo.
Ya se sabe también que el núm. 3.*» del bando del General
Zappino preceptúa que «por ningún concepto se obligará á los
))obreros á que duerman en locales determinados, ni tampoco
))serán impelidos directa ni indirectamente á proveerse en tien-
))das fijas».
La Comisión del Instituto, en sus visitas á las minas, sacó el
convencimiento de que los barracones solamente por excep-
ción existen en la zona; vio uno en Cotorrio, que presentaba el
tipo característico de los antiguos; al volver de Galdames á Ga-
llarta, pudo contemplar también,, en el llamado barrio de La
Varga, algunas construcciones de madera conocidas con el nom-
bre de chabolas, y en el camino de Gallarta á Ortuella, creyeron
distinguir de lejos casas, asimismo de madera. Pero si es cierto
que el barracón ha desaparecido, también lo es que gran parte
del mal se halla subsistente, porque la propiedad de los aloja-
mientos continúa siendo de los patronos, en la gran mayoría de
los casos, y. los encargados de dar posada siguen siendo los ca-
pataces ó encargados. En cuanto á" los abusos que se cometen,
hay motivos suficientes para decir que desde 1890 no se han co-
rregido tan radicalmente como fuera de desear, según hemos de
ver en los párrafos siguientes.
B) Zonas actualmente edificadas: distancias de ellas á las mi-
nas: — Puede decirse, en general, que es rarísima la comarca que
no cuenta en la actualidad con los edificios necesarios para al-
bergue de obreros. Con objeto de que se vea ^1 gran desarrollo
que la edificación de viviendas ha adquirido en los últimos años,
^amós á insertar un cuadro, expresivo de las distancias de las
diferentes minas á los pueblos más próximos á ellas, y se verá
. que, siendo tan extensa como es la zona minera, no hay más
que trece explotaciones que disten más de 1.500 metros de pobía-
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94 MINAS
do, pues todas las demás están situadas de medio á un kilómetro;
de modo que el tiempo máximo invertido en ir desde el albergue
al punto de trabajo, excepción de los casos consignados, puede
calcularse en unos treinta á cuarenta minutos.
Hé aquí el cuadro:
Distancia de las minas á los poblados más próximos (i)
NÚMERO DE MINAS DISTANCIA EN KILÓMETROS
8 0,200
I.. . . . 0,250
7 0,300
3 0,400
9 0,500
I 0,600
1 0,900
13 1,000
4 1,500
4 2,000
4--- 2,500
3 ' 3,000
1 4,000
3 ■ r5iOOO •
I De o, loo á o, 500
I — o. 100 á 0,500'
I.. '.. — 0,200 á 0,500
I * — 0,300 á 0,400
I — 0,300 á 0,500
1 '. — 0,500 á 1,000
II
LOS ALOJAMIENTOS ACTUALES
A) Qascs de alojamientos. — Los obreros de las minas hállan-
se alojados de diferentes modos. En primer lugar, hay que dislP
(i) Información del Círculo Minero. — Cuatro infirmantes aprecian la distancia
en tiempo de este modo: una mina, 10 minutos de poblado; otra, 20; otra, 30, y
otra, dos horas.
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DE VIZCAYA , 95
tíngair los ^ que viven en familia, de los que viven solos, pues
aquéllos habitan en casas que alquilan directamente, mientras
que los segundos viven siempre de posada^ que puede ser de tres
clases :
I.* La de los que viven con una familia, que alquila, ó, mejor
dicho, subarrienda una ó más habitaciones para obreros; de este
modo se hallan alojados gran número de operarios de Altos
Hornos^ en los barrios de Aceñas, Vallejas y Cantarranas (Galda-
mes), próximos á los lugares de explotación.
2.* La de los que se albergan en las casas edificadas por las
Compañías ó patronos particulares, y que éstos alquilan á un
obrero casado (generalmente al capataz), para que éste la sub-
arriende luego á los obreros.
3." La de los que se alojan en casas edificadas en terrenos del
patrono por una persona, á quien se ha concedido permiso para
construir y subarrendar, mediante ciertas condiciones, deter-
minadas en el correspondiente contrato; sirvan de ejemplo las
casas donde viven algunos operarios de la Compañía Orconera.
Como las dos últimas clases de albergues son las que espe-
cialmente nos interesan para nuestro objeto, de ellas vamos á
tratar á continuación.
B) Casas para obreros, de propiedad de los patronos.
a) Su NÚMERO Y DESCRIPCIÓN. — Las casas construidas por los
patronos, y destinadas á servir de albergue á los obreros que
emplean en sus explotaciones, son, sin duda alguna^ las que más
abundan en la zona minera. No pudo la Comisión del Instituto
adquirir datos exactos respecto del número de aquéllas; pero
quiere consignar las noticias recibidas, porque, aunque incom-
pletas, bastan para formar idea de la cuestión.
Los obreros que conferenciaron en Gallarta con los comisio-
nados, afirmaron que en toda la zona minera pasan de dos-
cientas las casas, propiedad de los patronos, que, alquiladas por
capataces ú otras personas relacionadas con aquéllos, sirven de
alojamiento á los operarios de las minas.
La pregunta de la información del Círculo, redactada en esta.
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96 MINAS
forma: «¿Tiene la Compañía casas para obreros?», no obtuvo
contestaciones tan concretas como hubiera sido preciso para
formar un cuadro estadístico; pues mientras unos informes se
limitan á decir que el operario vive iridependientemente de la
explotación, otros consignan que sí; pero sin hablar del número
de casas que á tal objeto se dedican. Solamente contestan con
detalles los dueños de las minas Juliana, Arnabal y "'Paquita, que
tienen veintitrés habitaciones para obreros, y la Sociedad Alon-
sótegui, que tiene tres casas.
Yendo los comisionados desde San Salvador del Valle á Ga-
llarta^ pudieron ver las viviendas que el dueño de la mina
Carmen construyó para albergue de sus obraros, y con la inten-
ción, además, según se les dijo, de alejar á aquéllos de poblado,
y con ello del peligro que ofrecían las numerosas tabernas esta-
blecidas en los sitios en que hasta entonces tenían sus aloja-
mientos. Estas casas forman cinco galerías, todas ellas, como se
supondrá, del mismo tipo de construcción. A unos cinco kiló-
metros de dicho punto, distínguense otros albergues por el
estilo. . ¡
En Cotorrio, visitó también la Comisión tres ó cuatro casas
edificadas por los Sres. Uribe, y en el alto de Galdames otras
seis, propiedad de los Sres. Viguera y Maestre.
En cuanto á la forma y construcción de estas viviendas,.ob-
sérvanse muy ligeras diferencias. Las pequeñas suelen constar
de pisos bajo y principal, y de dos pisos las mayores. Las de la
mina Carmen, á que antes nos hemos referido, forman cuatro
pabellones escalonados, cada uno. con su terrado bajo; y las de
Galdames, constan de do§ pabellones con escaleras exteriores
independientes. Los materiales de construcción son la piedra, el
ladrillo y la madera; y la distribución interior, como veremos
luego, tan semejante en todas, que bien puede decirse que basta
ver una para tener concepto de lo que son las demás. Constan
de dormitorios, servicio al que está destinada la mayor parte de
la superficie ; cocina, generalmente situada en la planta baja, y
comedor, aunque se advierte que esta pieza no existe en algunas
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DE VIZCAYA 97
casas, en las que las mesas para comer hállanse en la misma
cocina. Por lo que respecta al número de obreros hospedados en
cada casa, se sabe que, en las doce ó catorce que hay en la
demarcación de la mina Carmen, se albergan unos cien opera*
rios; á doce por casa. En las cuatro manzanas de la misma de-
marcación, habitan ciento ochenta; á treinta ó cuarenta por
manzana, y uti cálculo análogo puede hacerse respecto de las
seis de Galdames. ^
b) Aspecto ecoíjómico.
i) El propietario: sus clases. — Podemos distinguir tres clases
de propietarios: i.% el que alquila su casa, sin distinción de in-
quilinos; 2.", el que, en relación más ó menos directa con el
dueño de la mina, obtiene de él una autorización para edifícar^ en
terrenos de su propiedad, casas destinadas á alojamientos de
obreros; y 3.', el patrono ó Compañía que construyen albergues
para los operarios que emplean en sus explotaciones.
La primera clase no nos interesa ; pero respecto de las otras,
vamos á hacer algunas indicaciones.
Permisos de ecfificación. — Pueden servir de ejemplo los que
concede la Compañía Orconera, Estos permisos, según el modelo
que tenemos á la vista, se dan á persona determinada para poder
construir y habitar una casa dentro del perímetro de una mina;
ha de ajustarse al plano que se apruebe >y á las demás condicio-
nes del contrato, referentes á los pisos de que ha de constar y
distribución de las habitaciones, reservándose la Compañía el
derecho de anular el permiso cuando lo tenga por conveniente,
y entendiéndose anulado ipsofacto cuando la casa sea traspasada
á persona distinta del concesionario, ó cuando éste solicite la
inscripción de la misma en el Registro de la propiedad por in-
forniación posesoria, sin la autorización de la Empresa. El con-
cesionario se obliga también á deshacer la casa y retirar los ma-
teriales, cuando á ello se le requiera, sin indemnización de nin-
gún género. (Apéndice núm. 7.)
Casas alquiladas directamenle por el propietario. — Estas son las
que predominan en la zona minera, y, sin duda, las que han dado
7
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98 MINAS
motivo para las reclamaciones formuladas en la huelga de Octu-
bre último, no tanto por sus mala$ condiciones materiales, cuan-
" to porque, estando, en su mayoría, alquiladas y administradas
por los capataces ó encargados, préstanse á muchos abusos de
los que han sido víctimas los obreros que las habitan.
2) El alquiler y el subarriendo, — Lo general es, por tanto, que
el propietario que ha edificado una casa para sus obreros en te-
rrenos de su propiedad, se la alquile, como queda dicho, á un
obrero casado, que casi siempre es el capataz, con objeto de que
éste se dedique á dar posada á los demás. El alquiler se hace
mediante un contrato, cuyas condiciones varían según los casos.
La Comisión del Instituto no piudo proporcionarse más que un
solo modelo, que es el usual en la Compañía Orconera, referente
á las casas de su propiedad, destinadas á los obreros de la misma.
Se estipula en este contrato que la casa ha de destinarse exclu-
sivamente á vivienda, sin que en ella pueda establecerse tienda
de ninguna clase; que el inquilino no podrá subarrendar la casa
ó parte de ella á otro matrimonio, pero sí admitir huéspedes,
cuando éstos sean trabajadores de la Compañía, siempre que no
se hallen en los trabajos bajo las órdenes del inquilino; que del
pago del alquiler, responderá aquél con el importe de su jornal
ó sueldo ganado en servicio de la Compañía, la cual podrá de-
ducirle del importe la cantidad adeudada; y, en fin, que en caso
de que el inquilino deje de ser obrero ó empleado de la Empresa,
tendrá obligación de hacer entrega de la casa dentro del plazo
de tres días. (Apéndice núm. 8.)
Como se ve, y aun cuando el contrato no dice en ninguna de
sus cláusulas que el inquilino necesita ser obrero ó empleado de
la Compañía, se desprende claramente de su texto que las casas
de aquélla no pueden ser alquiladas á personas que no tengan
dicho carácter, y también, que, aunque no se determina que el
inquilino haya de ser casado, dedúcese de las palabras olro ma-
trimonio, empleadas en la condición 3.', que la vivienda no se al-
quila al que no lo esté.
El contrato á que acabamos de referirnos prohibe terminan-
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DE VIZCAYA 99
" temente que el inquilino admita en la casa á obreros que estén
bajo sus órdenes; pero en otras Compañías ó explotaciones de
particulares, no se hace tal prohibición, según pudieron ver las
<:omisionados del Instituto, y á ello se deben las protestas de
los obreros, no solamente en la huelga de Octubre, sino también
-en la de 1890. Y que el sistema es el generalmente establecido
en la zona, pruébalo el hecho de que en todas las viviendas que
visitó la Comisión, fué haciendo á la dueña la pregunta de si
su marido era capataz, y las respuestas fueron afirmativas sin
excepción alguna; tal sucedió en los tres albergues que vio en
Cotorrio, en los seis de Galdames y en las cinco galerías de Ga-
llarta; en una de las primeras, se encontró en la planta baja con
una dependencia, cuyo rótulo, en }a puerta colocado, decía « Ofi-
cina de Minas».
A primera vista se comprenderán los inconvenientes del sis-
X tema: los capataces ó encargados que llevan los albergues en
alquiler, han de tener necesariamente interés en que no haya
lugar desocupado en ellos, y, colocados en estas condiciones» es
muy difícil que dejen de aprovecharse del ascendiente que ejer-
cen sobre los obreros que tienen á sus órdenes, y que no pro-
curen, por cuantos medios hallen á su alcance, que acudan á
su posada con preferencia á las demás. Así, decían los obreros
de Gallarta que cuando uno llega de su tierra en demanda de
ocupación en las minas, dirígese á casa del capataz, y en ella
no pregunta si hay trabajo, sino si hay cama libre ^ pues es se-
guro que si la hay, el capataz le admitirá en seguida, y antes
que á otro que no esté dispuesto á alojarse en su posada. Los
operarios de la mina^ostS en Cotorrio, dijeron á los comisiona-
dos que los capataces obligaban á vivir en sus casas, mientras
había sitio disponible, y solamente después de estar ocupadas
•dejaban á los obreros en libertad de buscar otros albergues. Las
mismas declaraciones hicieron los de la mina Elvira^ en Galda-
mes, y los que en Gallarta conferenciaron con la Comisión,
agregando estos últimos que se daban casos de patronas que,
mediante una cantidad, que nunca era inferior á 50 pesetas, se
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lOO MINAS
encargaban de buscar y obtener colocaciones á los que van ea
busca de trabajo, extremo que los comisionados no pudieron
comprobar, á pesar de hacer la pregunta correspondiente en to-
das las minas que visitaron.
3) Precios de los hospedajes. —Existen dos clases de hospeda-
jes: I/, q\ de obreros que se ajustan en una cantidad, por la que
reciben alimentación, cama y lavado de ropas; y 2.', el de los
que se ajustan solamente por la cama, lavado y condimentación
de los alimentos que ellos compran por su cuenta.
Los de la primera clase son los menos; pero de ella nos su-
ministra un ejemplo lo que sucede en el Ferrocarril de Galdames^
y en la mina San Prudencio^ cuyos obreros, según se dice en la
información del Círculo Minero, pagan en sus posadas 1,50 y 1,25^
pesetas diarias respectivamente.
' La segunda clase es la más numerosa; el hospedaje com-
prende, como se ha dicho, la cama, la condimentación y el la-
vado de ropas, y los precios varían desde 10 pesetas á 12,50. Hé
aquí los datos recogidos por la Comisión, referentes á esta ma-
teria :
Precios de los hospedajes.
HOSPEDAJES EN Pesetas. Cts,
La zona, en general (según los obreros de Gallaría),
precio mínimo 10
Minas Orconcra, Sociedad Alonsótegui, Luchana Mi-
ning Company, Galdamcs, Echevarrieta y Lamuzaga. 7,50 á 10
Minas José, demasía Varga, Carolina, Juan, Sociedad
de Altos Hornos, Prudencia y Concha 7,50
Mina Carmen 10
Algunos puntos de Galdamcs lo á 12,50
Hay que advertir que á veces los patronos cobran al obrero^
5 céntimos en cada pan por llevárselo desde la tienda á la casa,
ó sean 0,75 céntimos al mes (15 panes).
De modo que el promedio del hospedaje en la zona minera,.
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DE VIZCAYA lOI
«egún los datos consignados, es de lo pesetas, distribuidas en
<;sta forma :
Por cama y condimentación 7,50
Por el lavado de la ropa 2,50
c) Aspecto higiénico.
i) En general. — Las condiciones higiénicas que en general
reúnen las viviendas para obreros que visitóla Conmisión, no son,
sin duda, de tal naturaleza que no dejen bastante que desear. La
■distribución interior está completamente sacrificada á los dor-
mitorios, pues se procura á todo trance que quede el mayor es-
pacio posible para ser destinado á aquel servicio; las habitacio-
nes son casi siempre reducidas, hasta el punto de que puede
decirse que hay verdadero hacinamiento; en ninguna de ellas
vieron los comisionados nada dispuesto para la limpieza indivi-
dual, y pudieron observar, al volver de la mina Carmen á Gallar-
ta, que los obreros, que al mediodía regresaban á comer; suplían
aque^lla deficiencia lavándose en el río^ La ventilación, durante
el día, está asegurada por los parajes en que las casas están
situadas, que suele ser en pleno monte y á los cuatro vientos;
pero de noche, cuando los operarios se aglomeran en los dormi-
torios, fácilmente se comprende que la atmósfera ha de ponerse
poco menos que irrespirable.
2) Los dormitorios. — Queda dicho que en ellos se procura
colocar el mayor número posible de camas, y que resultan muy
reducidos para la cantidad de personas que los ocupan.
En cada cama duermen siempre dos obreros, y, según infor-
mes recibidos de algunos trabajadores, cuando uno de aquéllos
enferma, no se cambia al compañero de lugar, sino que se le
obliga á ocupar el mismo.
En el único barracón que vieron los comisionados, construí-
do en Cotorrio, las habitaciones destinadas á dormitorios eran
verdaderos cajones de madera; en una de las seis casas visita-
das en üaldames, contaron tres camas colocadas en reducidí-
simo espacio; y en otra, que tenía once pasos por ocho, y no mu-
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I02 MINAS
cha altura, contaron diez, con la circunstancia de que del techa
colgaban algunos alimentos, tales como pan, tocino, tasajo y ce-
bollas; la puerta comunicaba directamente con la cocina. En
otra casa del mismo punto vieron tres camas en una habitación,
en la que apenas había holgado lugar para una sola; y, por seme-
jante estilo, pudiéramos continuar enumerando las restantes,
con muy ligeras diferencias.
Las camas son de dos clases, según los precios. Las de 7,50 pe-
setas por persona son Y:atres de tijera ó de hierro, á veces un
armazón de tablas. Lats de 10 pesetas son de hierro, de las llama-
das cameras, ó de madera, y algo más anchas que las anteriores-
En cuanto á las ropas, distínguense las primeras de las. segun-
das en que éstas tienen colchón (de muelles ó de lana), y aqué-
llas solamente un jergón de paja; unas y otras tienen también
sábanas bajera y cimera, una manta de mala calidad, una colcha,
por lo general de algodón y almohadas, casi siempre sin fundas.
En algunas de las casas visitadas, el estado de limpieza de las
ropas de cama era verdaderamente lamentable; según informes
de tres barreneros, con quienes los comisionados hablaron en
Galdames, aquellas ropas se mudan, cuando más, una vez al
mes.
3) Las cocinas. — En las cocinas observó la Comisión bastante
limpieza, pero poca amplitud, teniendo en cuenta que tales pie-
zas no se dedican exclusivamente á su objeto propio, sino que
además son la única habitación de la casa en la que pueden
estar los obreros los días de temporal y en las primeras horas
de las noches de invierno.
Los hogares tienen poco más de un metro de altura, y el
combustible empleado es el carbón de piedra ó la leña. Los
pucheros son casi todos de hierro con baño de porcelana, y muy
pocos de barro cocido. Algunas de las cocinas visitadas sirven
también de comedor, y otras comunican directamente con las-
habitaciones destinadas á dormitorios.
4) Los comedores, — Son pocas las casas en las que hallaron
los comisionados una estancia construida solamente para come-
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DE VIZCAYA 103
dor, pues lo general es que las mesas se coloquen en la cocina
ó en las habitaciones donde haya lugar para ello, hasta el punto
de que, según se ha dicho, en uno de los albergues hallaron los
comisionados mesas colocadas en un dormitorio.
También es muy frecuente ver pendientes del techo unos
garabatos, de hierro ó de madera, y en ellos, clavados, los trozos
de pan, procedimiento que usaf5 los obreros, tanto para saber
cuál es el que corresponde á cada cual, cómo con el fin de endu-
recerle y disminuir de tal modo el consumo de este alimento.
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CAPÍTULO yi
La alimentación.
A) Alimentos usuales en la zona minera: a) En qué consisten: i) Pan;
2) Alimentos animales; 3) Alimentos vegetales; 4) Bebidas. ¿?) Su
calidad, D) La ración alimenticia: a) La ración mensual; b) La ra-
ción diaria. C) Precios de los alimentos: a) En las cantinas de capa-
taces y encargados; b) En las Sociedades Cooperativas; c) En el co-
mercio libre; d) Comparación de los precios anteriores entre si;
e) La ración alimenticia apreciada en metálico; /) Subida de los
precios en un decenio (1893-1903).'
A) Alimentos usuales en la^zona minera. — a) En qué consis-
ten: i) Pan, — El pan que consumen los obreros de las mipas se
elabora en. piezas de á dos kilos (ó, mejor dicho, de á cuatro
libras), llamadas otarias.
2) Aumentos animales,— -Los únicos alimentos de esta clase
son el tasajo y el tocino; el tasajo es carne salada de vaca, prepa-,
rada en la República Argentina; se come cruda, que es lo gene*
ral, ó cocida, incorporándola en pequeñas cantidades á los de-
más alimentos. El tocino consúmese también salado ó fresco,
pero el primero es el que predomina.
En algunas informaciones del Círculo Minero se habla tam-
bién de bacalao; pero ninguna de los obreros á quienes los comi-
sionados pidieron datos relativos á los artículos usuales de con-
sumo, se refirió á aquel alimento.
3) Alimentos vegetales. -^Las legumbres y las patatas son las
sustancias de esta clase que los obreros de la zona emplean para
sus comidas. Consisten las legumbres en garbanzos de Castilla,
mexicanos ó los llamados ducala, que son inferiores en calidad;
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I06 MINAS
y judías blancas, riñon de León, del país, encarnadas, caparrón,
pinto de León, etc.; las preferidas son las primeras.
Las patatas proceden generalmente de la Rioja, y'son: blanca
de riñon, amarilla y roja,
■ 4) Bebidas, — Estas son el vino y el aguardiente. El consumo
de licores, según pudo observar la Comisión, es muy pequeño
entre los operarios de las minas, y lo demuestra también el que
en las listas de precios de Cooperativas y de tiendas públicas
establecidas en la zona, figuran aquéllos en escaso número.
El vino que se expende es de Valdepeñas, de la Rioja. nava-
rro, aragonés y manchego, y el aguardiente anisado y de caña.
.¿) Su CALIDAD. — El pan de las otanas presenta buen aspecto,
es blanco y esponjoso, pero,^ según informes, adolece de exceso
de agua. El tasajo, ó carne salada, es sabroso, aun cuando la
gran cantidad de sal con que tiene que ser preparado, para evi-
tar la descomposición, hace que este alimento no pueda ser con-
sumido más que en pequeñas cantidades. En cuanto al tocino,
legumbres y patatas^ fácilmente se comprenderá que las clases
respectivas no han de ser las superiores, y con relación al vino y
aguardiente que consumen los trabajadores, todos ellos convie
nen en que son de calidad detestable y están enormemente adul-
terados.
Los obreros de Gallarta dijeron á la Comisión que los ali-
mentos en la zona minera, no solamente son peores que los que '
se expenden en Bilbao, sino que son mucho mascaros; los ope-
rarios de la mina Confianza quejáronse también de la mala calidad
de los artículos alimenticios que en las tiendas se vendían : igual
míinifestación hicieron los de la mina Rubia y Ventura; y los de
Galdames, al ser interrogadps sobre el particular, contestaron
que^ los géneros de la cantina en donde se surtían, eran bas-
tante malos anteriormente, pero que habían mejorado algo des-
pués de; la última huelga.
B) La ración alimenticia. — Vamos á consignar en este pá-
rrafo las raciones mensual y diaria, según los datos recogidos
por los comisionados al conferenciar con los obreros, compla-
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DE VIZCAYA 107
ciéndonos mucho el consignar aquí que en las sesiones que ce-
lebró la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, en los días 27
de Febrero y 6 y 13 de Marzo de 1903, se discutió el tema «Ali-
mentación del obrero en Bilbao», y aportaron datos interesantí-
simos los Sres. Gil, Mocoroa, Hernando, Pascual, Areilza, Pi-
nedo, Aparicio y Galligo, según puede verse en el núm. loi de
la Gaceta Médica del Norte, correspondiente á Mayo del año indi-
cado (págx 177). De buena gana consignaríamos aquí algunas de
las noticias que en el trabajo aparecen, si no fuera por la consi-
deración de que aquéllas se refieren más bien al obrero de las
fábricas que al obrero de las minas; pero, de todos modos, re-
comendamos su consulta á quien desee hacer un estudio dete-
nido acerca de la materia.
a) La ración mensual. — Hay algunas diferencias entre los di-
versos informes que los obreros proporcionaron á la Comisión,
por lo cual, haremos constar la procedencia respectiva.
En la conferencia de Gallarta, dijeron que las cantidades de
alimentas que, por término medio, consumía un obrero men-
sualmente, eran éstas:
Pan 60 kilos.
Tocino 5 —
- Tasajo . ; 3 — '
Garbanzos y judías . . . ! 3 celemines.'
Patatas i quintal.
Vino * 30 cuartillos.
Aguardiente r 30 copas.
Los obreros de la mina Paquita, que trabajan en labores
subterráneas, dieron los siguientes datos, referentes al citado
consumo;
Pan 60 kilos. ••
Tocino 4 — '
Tasajo 4 —
Judías y garbanzos 2 celemines.
Patatas i quintal.
Vino j 60 cuartillos.
Aguardiente 30 copas.
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I08 MINAS
Por último, los trabajadores de la mina Elvira, situada, como
la anterior, en el alto de Galdames, dijeron que el consumo
mensual de un obrero podía calcularse del siguiente modo:
Pan 6o kilos.
Tocino 3 —
Tasajo 2 —
Garbanzos ... i kilo.
Alubias I —
- Patatas i quintal.
V'ino 15 cuartillos.
' Aguardiente 60 copas.
En la tienda establecida para los obreros por la Sociedad Vt-
güera y Maeslj'e (alto de Galdames), se facilitó á la Comisión una
cartilla ó libreta de un trabajador de las minas, en la que aparece
él gasto hecho por el mismo en la cantina desde i.** de Enero
de 1903 hasta el 19 de Octubre (Apéndice núm,. 9). Creemos que
será interesante insertar en este lugar el resumen de la libreta;
pero debemos advertir que, por ló que en ella se sve, el obrero
mencionado no compraba exclusivamente en la cantina; así, en-
tre los alimentos no aparece ei pan, y la cantidad pequeña de
legumbres hace suponer que se proveyó de este artículo en algu-
na otra parte. Lo que siente la Comisión es no haber podido
averiguar el jornal de aquel trabajador. Hé aquí el resumen de la
libreta :
Enero.
Tocino a. 125 gramos.
Patatas i quintal.
A lubias 1 .000 gramos.
Chocolate. i libra.
Vino 16 cuartillos.
Aguardiente 2 —
Tabaco 22 cajas (de ptas. o, 18).
Importe del gasto ^ pesetas 30i5 5
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DE VIZCAYA
109
Febrero.
Tasajo 2.750 gramos.
Tocino I -opo —
Chorizos 250 —
Patatas i quintal.
Alubias Vi libra.
Garbanzos Va —
Chocolate 1 —
Vino 22 Y, cuartillos.
Tabaco 20 cajas.
Cerillas » 4 -"
Importe del gasto, pesetas . 4 32,55
Marzo.
Tasajo 3«ooo gramos.
Chorizos 1.500 —
Bacalao....* 1.200 ~
Patatas 2 quintales.
Tomate y pimientos 3 latas.
Chocolate - / i libra.
/Bollos 2
Vino i • • • 20 cuartillos.
Tabaco 16 cajas.
Alpargatas. i par.
Importe del gasto, pesetas 36,60
Abrü.
Tasajo 2.500 gramos.
Chorizos / 250 —
Patatas '. • 2 quintales.
Chocolate 2 libras.
Azúcar Va libra.
Pan '..... 4.000 gramos.
Vino •/ • • 21 Vj cuartillos.
Tabaco 20 cajas.
Librillo I
Cerillas í 4 cajas.
Importe del gasto, pesetas 43i8o .
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lio MINAS
Mayo.
Tocino 3-500 gramos.
Bacalao'. 250 —
Patatas i quintal.
Arroz , 6 libras.
Pescado en conserva 2 latas.
Chocolate , I 7, libras.
Azúcar i libra.
Jabón 8/^ de arroba.
Viqo 27 cuartillos.
Tabaco 24 cajas.
Alpargatas i par.
Importe del gasto, pesetas 62,30
Junio.
Tasajo 2.000 gramos.
Tocino 3.000 —
Sardinas i ciento.
Patatas i quintal.
Alubias 2 V, celemines.
Arroz i .000 gramos.
Chocolate 3 libras.
Azúcar i libra.
Velas I paquete.
Tabaco \ 20 cajas.
Cerillas 12 —
Librillos I
Vino :^ 9 cuartillos.
Aguardiente v 2 —
Alpargatas , '. . i par.
Importe del gasto, pesetas 41 ,90
Julio.
Tocino > 1.250 gramos.
Alubias I celemín.
Vino 31 7j cuartillos.
Cajas de cerillas 4
Tabaco 28 cajas .
Alpargatas i par.
Importe del gasta, pesetas 30,05
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DE VIZCAYA III
Agosto.
Tocino ; 2.500 gramos.
Alubias Vi celemín.
Chocolate i libra.
Tabaco 24 cajas.
Cerillas 4 •"
Librillos I
Vino r 31 Vi cuartillos.
Importe del gasto, pesetas 25,80
Septiembre.
Tocino 2.500 gramos.
Patatas i quintal.
Alubias I celemín.
Tabaco 24 cajas.
Librillo I
Vino... 7 Va cuartillos.
Importe del gasto, pesetas 24,40
Octubre (hasta el 19).
Tocino a-TSo gramos.
Sardinas • . i lata.
Patatas i quintal.
Alubias I celemín.
Tabaco • 24 cajas.
Librillo I
Vino 16 cuartillos.
Importe del gasto, pesetas 26,35
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s 112 MINAS
Resumen de los diez meses. ^
Tasajo 10.250 gramos.
Tocino .' i 8.625 —
Chorizos 2.000 —
Bacalao. .•;,... 1.450 —
Sardinas i ciento.
Ídem en conserva i lata.
Otros pescados en conserva 2 latas. ^
Patatas 10 quintales.
Alubias ^ 1 .500 gramos.
ídem 6 celemines.
Garbanzos Va libra.
Arroz '. 4.000 gramos.
Tomate y pimientos. ..: 3 latas.
Bollos 2
Chocolate 'o '/» libras.
Azúcar. . . ; 2 Vt —
Jabón V4 de arroba.
Velas I paquete.
Tabaco 222 cajas.
Cerillas 2S —
'Librillos de fumar. 5
Vino ' 204 Va cuartillos.
Aguardiente 4
Pan. . . . .' , 4 kilog.
Alpargatas 4 pares.
< Importe del gasto, pesetas 3 54,30
b) La ración diaria.— Los trabajadores de las minas haqen dia-
riamente dos comidas, las cuales varían muy poco en cuanto á
la cantidad y calidad de Ips alimentos que en ellas se emplean.
Lo general es que la ración de cada una esté compuesta de le-
gumbres (garbanzQs y judías) y patatas, sazonadas con tocino ó
pequeña porción de tasajo. A veces, aunque pocas, se alterna
con patatas y bacalao; el arroz tiene poquísimo consumo.
En vista de los datos que se han consignado respecto de la
ración mensual, puede calcularse el consumo diario en las canti-
dades siguientes:
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DE VIZCAYA 113
Especies.
Pan. .^ 1,000 kilogramo.
Tasajo 0,100 —
Tocino 0,133 —
Legumbres 0.660 —
Patatas i,666 —
Vino I cuartillo.
Aguardiente De una á dos copas.
El vino no le toman en las comidas, sino en las tabernas, y
claro es que, de este modo, la ración diaria varía considerable-
mente en cada caso.
C) Precios de los alimentos. — To/ios los obreros que hablaron
con los comisionados acerca de este asunto, se mostraron con-
formes en decir que los precios de los artículos de consumo son
más altos en las tiendas establecidas en la zona minera que en
los'comercios de Bilbao.
Los datos que podemos ofrecer referentes á esta materia son,
en primer término, los que proporcionaron los trabajadores de
diferentes minas, y, después, la« notas de precios que adquirió la
Comisión en tiendas libres y Sociedades Cooperativas; pero '
como el consignar en este lugar los precios de todos los géneros
que en aquéllas se expenden, ocuparía mucho espacio y además
no es absolutamente preciso, lo haremos tan sólo respecto de los
artículos de consumo más frecuente en la clase obrera.
a) En ijlS cantina^ de capataces y encarg/dos. — Los precios
en estos establecimientos varían bastante según la tienda ó can-
tina de que se trate, como puede verse por las siguientes tablas.
Los obreros de la conferencia de Gallarta, dijeron que los pre-
cios de los alimentos eran estos:
Pesetas. Cents.
Tasajo Kilo 1 37
Tocino — 2 »
Garbanzos Celemín 2 25
Patatas Arroba i 50
Vino Cuartillo » 40
Aguardiente Copa » 05
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114 MINAS
Los trabajadores de la mina Paquita (Galdames) dieron estos
otros :
Pesetas. Cents.
Tasajo Kilo i 25
Tocino — I 75
Garbanzos ó judías Celemín 2 2^
Patatas Arroba i 50
Pan ».. Otana(2kilos) » 80
Vino Cuartillo » 40
Aguardiente Copa » 05
Y, por último, los de la mina Elvira (también en Galdames)
contestaron que los precios de la tienda en que se surtían eran
estos: ^
Pesetas. Cents.
1—
Tasajo Kilo i 63
Tocino — 2 13
Garbanzos ó judías Celemín 2 75
Patatas Arroba 1 21
Pan Otana » 75
Vino Cuartillo » 40
Aguardiente Copa » 05
De la libreta á que antes nos hemos referido, sacamos los
precios siguientes^:
Pesetas. Cents.
Tasajo Kilo i 60
Tocino — 2 so
Legumbres Celemín 2 65
(5 25 1
Patatas Quintal ] 5 ^.f Según ios
^ i '' i meses.
f 6 )))
Vino Cuartillo ! " ^M ídem.
I » 40 )
Resulta, pues, de los datos anteriores que el promedio del
precio de los alimentos puede fijarse de este modo :
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DE VIZCAYA
.115
Pej9etás« Oénts.
Tasajo Kilo
Tocino —
Legumbres Celemín . .
Patatas Quintal. . .
Pan Kilo
Vino Cuartillo .
Aguardiente Copa
46
09
47
56
•40
40
05
b) En las Sociedades cooperativas. — Los datos recogidos
por la Comisión se refieren á las Sociedades Cooperativas de la
-Compañía Oí cociera, de Baracaldo y de Galdames fAUos Hornos),
Precios de la Cooperativa de la Orconera.
Tasajo Kilo..
Tocino
Garbanzos
Judías
Patatas
Vino Litro.
Pesetas
Cents.
1
50
2
»
I
á
75
50
Sesrún la
clase.
»
á
67
ídem.
»
75
I
á
40
^ ídem.
I
50
)
»
60
\
80
ídem.
Precios de la Cooperativa de Baracaldo.
Pesetas. Cents.
Tocino Kilo
Garbanzos Celemín .
Judías —
Patatas Arroba..
Pan Kilo
Vino Litro....
I
2
2
»
90
»
35
35
65
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Il6 MINAS
Precios de la Cooperativa de Galdames.
Pesetas. Cents.
Tasajo Kilo
Tocino —
Garbanzos Celemín.
Judías,
í
05
1
1
á
' ^ j Según la»
( clases
90 )
I
á
75)
ídem.
»
4
I
á
90)
\ ídem.
2
30)
»
73 '
»
32
Pan Otana
Vino ( 10, 50 cántara) Cuartillo
(Por menor, probablemente se
venderá al mismo precio que en las
demás tiendas.)
Los precios medios (i) en las Cooperativas son, por lo tanto^
los que siguen:
Pesetas. Cents.
Tasajo Kilo i 27
Tocino — 2 03
Legumbres Celemín i 44
Patatas Arroba i 90
Pan Kilo » 37
Vino Cuartillo » 34
c) En el comercio libre. — En la lista que se facilitó á la
Comisión en una tienda de Gallarta, figuran los precios que van
á contifluación, referentes á los artículos mencionados en los pá-
rrafos anteriores:
Pesetas. Cents.
Tasajo Kilo.
Tocino
Garbanzos — \ " á ' ' ! ^^^^^¿^
Alubias — á ' ídem,
Pan Otana
Vino Cuartillo.
I
15
I
65
))
á
^^»
1
2^ »
»
á
50 1
»
70»
»
75
»
30
(i) Para calcular el promedio de los artículos que tienen varios precios se han
elegido los de clase inferiofi que son los que generalmente consumen los obreros.
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DE VIZCAYA 117
d) Comparación de los precios anteriores entre sí. — Com-
parando los promedios de los artículos alimenticios entre si y
con los precios de la tienda de Gallarta, que hemos menciona-
do en el párrafo anterior, resulta el siguiente cuadro:
ARTÍCULOS
Tasajo
Tocino
Legumbres . .
Patatas
Pan
Vino
Unidades.
Kilo.
Celemín.
Quintal...
Kilo
Cuartillo
PRECIOS MBDIOS
las cantínas.
Pesetas.
Cents.
46
o:)
47
56
40
40
Bn
1 asCooperattvas.
Pesetas.
Cents.
27
03
87
11
34
Precio
en el comercio Ubire
(Oellarta).
Pesetas.
Cents.
«5
60 (kilo).
»
37
30
e) La ración alimenticia apreciada en metálico. — Los obre-
ros de Gallarta apreciaron el gasto mensual en alimentos (des-
contada la condimentación) del siguiente modo:
Pesetas. Cents.
Tasajo 4 1 1
Tocino ^ 10 »
Legumbres 6 75
Patatas 6 »
Pan 12 75
Vino. 12 »
Aguardiente i 50
Total 53 11
Los obreros de la mina Paquita lo apreciaron asi :
Pesetas. Cents.
Tasajo 5 »
Tocino 7 »
Legumbres 4 50
Patatas 6 »
Pan 12 . »
Vino *. . 12 »
Aguardiente 1 50
Total 50 o
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Íl8 MINAS
Y, por Último, otros trabajadores de Galdames dijeron que
eí gasto mensual era este :
Pesetas., Cents.
Tasajo 4 2S
Tocino 6 36
Legumbres «; »
Patatas 5 25
Pan II 25
Vino 6 ))
Aguardiente.. 3 »
Total 41
II
El promedio de las cifras anteriores será, por tanto:
Pesetas. Cents.
Tasajo
Tocino i
Legumbres
Patatas
Pan
Vino
Aguardiente
ToTAj 47 49
/) Subida de los precios en un decenio. — En la Sociedad
Cooperativa de Baracaldo se facilitó á la Comisión un estado
comparativo de los precios de algunos artículos en el decenio
comprendido entre 1893 y 1903; vamos á insertarlo á continua-
ción, por juzgarlo de verdadero interés:
4
A^
7
78
5
41
5
8;
12
»
10
»
2
))
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DE VIZCAYA
119
O 2
O
2 s
V- ^ o O r«^ -^
000»pOWNO»/^00
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120 MINAS DE VIZCAYA
Por el cuadro anterior se ve que, en los diez añoé que com-
prende, el precio de los artículos ha subido en una cantidad que
oscila entre el 4,16 por 100 y el 55,84 por 100, pudiendo estable-
cerse un promedio en la subida de dichos precios del 24,46
por 100, y observándose que la proporción de aquélla ha sido
mayor en los artículos de primera necesidad, tales como el arroz
y el vino (30 por 100), el tocino (35,71 por 100), la carne (50
por 100), las patatas (53,84 por zoo), y el bacalao (55,55 por 100).
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CAPITULO VII
El auministpo de alimentos.
A) La cantina: a) Sistema de la cantina; b) Cantinas obligatorias:
I ) Número de las mismas; 2) Peticiones con motivo de la huelga
de Octubre y resultado obtenido. B) El comercio libre. C) Las So-
ciedades Cooperativas de consumo: a) Movimiento cooperativo;
h) Sociedades Cooperativas establecidas: i) Cooperativa de Bara-
caldo; 2) Cooperativa deSestao; 3) Cooperativa de La Arboleda;
4) Cooperativa de Las Carreras.
♦A) La cantina. — a) Sistema de la cantina. — Lo que hemos
dicho en el capítulo V, aj tratar de los albergues, pudiera tener
aplicación en el presente, puesto que muchas de las razones que
motivaron la construcción de aquellos alojamientos por cuenta
de los patronos han sido también la causa de que éstos, ya di-
recta, ya indirectamente, hayan establecido las tiendas que tie-
nen por objeto surtir á los obreros de sus minas de los artícu-
los de primera necesidad.
El sistema de la cantina es bien conocido. El patrono, por sí,
ó por mediación de una persona de su confianza, se convierte
en comerciante, llevando los alimentos á los lugares de la ex-
plotación, y poniendo al frente de la tienda donde se expenden
á otra persona, que, por lo general, suele ser el encargado de la
mina ó un capataz. La cantina casi siempre está situada en la
planta baja de las casas, construidas por el contratista ó patrono
con destino á alojamiento de obreros. Las ventas no se hacen
nunca al contado; el obrero que tiene colocación en las minas
del dueño de la tienda, va á ésta con su libreta ó cuaderno; por
duplicado,, se apuntan los géneros que lleva diariamente y el
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122 MINAS
precio de los mismos; á fin de mes, el día de pago, se liquida,
y, en muchos casos, el capataz ó el encargado no tienen que ha-
cer otra cosa que entregar al obrero la diferencia en metálico
lentre el jornal ganado y el gasto mensual en la tienda.
Fácil es comprender cómo la cantina se convierte en obligato-
ria por el natural interés de los que la explotan y el inevitable
ascendiente que ejercen respecto de los obreros que en ella pue-
den abastecerse; hay que advertir que en muchas ocasiones,
aunque no se obligase á los trabajadores á surtirse en la tienda
del capataz, no tendrían más remedio que ir á ella por no haber
otra donde hacerlo, como no fuese recorriendo muchos kilóme-
tros; pero bueno será decir que esta circunstancia, que á veces
se invoca como razón que justifica la cantina, no es otra cosa
que una consecuencia del sistema, porque el comercio libre no
acude, como es natural, á aquellos puntos en que no le es posi-
ble competir con probabilidades de buen éxito, y sabe que, auíi
cuando sus géneros aventajasen en calidad y en baratura á l®s
de la cantina del capataz, los obreros tendrían que seguir sur-
tiéndose de estos últimos.
El Presidente del Círculo Minero, en la conferencia que cele-
bró con los individuos de la Comisión, les decía á este propósito
que las personas que pueden explotar las cantinas son amigos ó
parientes del contratista, y que, oficialmente, no se tiene noticia
de que exista ningún patrono explotador de aquéllas.
Los obreros de Gállarta manifestaron que los patronos di-
rectamente no tienen tiendas, pero indirectamente sí, porque los
capataces ó los encargados las administran. Añadieron que, aun
cuando la obligación de comprar en la cantina no se establezca
de una manera explícita, resulta establecida implícitamente, pues
ya saben los obreros que el que compra en ellas es mejor consi-
derado que el que se surte de alimentos en otro sitio, hasta tal
punto, que el que va á buscar trabajo y lo encuentra, una de las
primeras cosas de que procura enterarse es del establecimiento
adonde tiene que ir á comprar.
En cuanto al descuento del gasto del importe de la paga, es
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DE VIZCAYA 125
sistema generalmente seguido en toda la zona, aun en las tien-
das de los patronos, en que se dice dejar en libertad á los obre-
ros para comprar ó no comprar en ellas. Así, en una qué visitó
la Comisión, situada en el alto de Galdames, vio un anuncio en
que se hacia constar que la cantina se hallaba «establecida por
la Sociedad minera para mayor comodidad de los obreros; que
éstos eran libres de comprar en donde lo tuvieran por conve-
niente,- pero que á los que comprasen allí se les descontaría el
gasto mensual del importe de la paga». En la Cooperativa de Las
Carreras hállase establecida la misma práctica, con la diferencia
de que es obligatorio para los socios surtirse en ella.
b) Cantinas obligatorias. — i) Número de las mismas. — Su-
mamente difícil resulta averiguar el número de cantinas obliga-
torias, ó, mejor dicho, de las tiendas establecidas por los contra-
tistas, y en las que llevan participación los encargados ó capa-
taces. Para ello sería necesario hacer una información especial,
pues los comisionados confiesan que únicamente pudieron ad-
quirir datos incompletos, y á veces contradictorios, relativos á
esta rnateria. A ella se refería la pregunta núm. 5 del Cuestiona-
rio dirigido á los patronos por el Círculo Minero, y las contesta-
ciones recibidas dicen, sin excepción alguna, que en las respecti-
vas explotaciones no existen tiendas obligatorias.
Solamente tres contratistas de minas declaran tener tiendas
de su propiedad; pero protestando de que en ellas no se obliga
á los obreros á surtirse de los géneros. El dueño de la mina
Petronila dice que ha establecido una tienda que está adminis-
trada por el capataz; el de la mina Elvira manifiesta que existe
otra del encargado, que es indispensable para que los obreros
puedan proveerse de los artículos que necesitan, y en el mismo
sentido se expresan los Sres. Viguera y Maestre (Galdíimes).
Por lo que se refiere á los datos que los comisionados obtu-
vieron de los obreros, la cuestión varía ya de aspecto. Los que
con aquéllos conferenciaron en Gallarta, aseguraron que en Or-
tuella existían cuatro tiendas obligatorias, calculándose que en
ellas se surten más de cuatrocientos trabajadores. Los de una
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124 MINAS
mina de La Orconera dijeron también que en los altos de Men-
dívil había una cantina de esta clase; los de la mina Confianza^
en Cotorrio, manifestaron que, aun cuando á ellos no se les
obligaba á comprar en tienda determinada, sabían que en la
comarca existían tiendas obligatorias, en las cuales llevaban una
participación los encargados y los capataces; y, por último, los
operarios de la mina Elvira dijeron que se ven en la necesidad
de comprar en la cantina del encargado, porque no hay otra
tienda de comestibles hasta La Arboleda.
Hagamos constar, por último, que los obreros de las minas
Confianza, Lorenza , José, Rubia y Ventura, Berango y Paquita
contestaron á las preguntas de la Comisión que en sus explota-
ciones respectivas no se les obligaba á surtirse en tienda alguna.
2) Peticiones con motivo de la huelga de Octubre y resultado ob-
tenido. — Ya hemos visto en el capítulo correspondiente que en
la exposición dirigida al Círculo Minero por las Sociedades
obreras con fecha 14 de Agosto de 1903 decíase: «Que la vida
»de las clases jornaleras cada día se está haciendo más imposible,
))á causa de carestía de los artículos de primera necesidad, debi-
))do, por una parte, al alza que continuamente experimentan en
))los puntos de producción, y, de otra, á la falta de competencia
))en el comercio en pequeño de esta zona, que personas privile-
))giadas de manera más ó menos directa tienen acaparado el
«comercio en barracones y otras tiendas por la excesiva tole-
»rancia de los señores propietarios de minas, y de las mismas
«Autoridades locales, algunas de las cuales participan de los
«beneficios, siendo parte directa de los negocios.
»En corroboración de cuanto decimos, no hace falta más que
«examinar la diferencia que hay en los géneros que se expenden
«en esta zona y en la capital de la provincia, y comparar en se-
«guida los precios, y se verá que en las tiendas de esta zona, y
«singularmente donde consumen los obreros, cuestan los géne-
«ros un 20, un 30 y hasta un 40 por 100 más caro que en Bilbao.»
Ya sabemos también que, en la sesión celebrada el día 5 de
Septiembre por el Círculo Minero, se dijo «que solamente en
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DE VIZCAYA 125
«rarísimas minas, radicantes á gran distancia de los pueblos,
«existen algunos barracones y tiendas, que son indispensables
))para que puedan vivir los obreros y proveerse de los alimentos
))de primera necesidad»; y que, «si verdaderamente existen los
«abusos de que sfe lamentan los obreros, sena muy conveniente
«que los denunciasen de una manera explícita y concreta, por-
«que sólo así podrían corregirse por las Autoridades».
En la entrevista que, después de celebrada esta junta, tuvie-
ron los representantes del Círculo con el Gobernador civil, insis-
tieron en que debía indicarse á los solicitantes que aquél «vería
.«con agrado que tales denuncias se hiciesen de una manera .con-
«creta, expresando dónde existen y á quién pertenecen dichos
«barracones y tiendas, y sin necesidad de que el denunciante
«consignase el nombre, pues bastaba que la denuncia fuese anó-
)>nima , etc.»
Durante el desenvolvimiento de la huelga no volvió á hablar-
se de esta cuestión, ni se mencionó tampoco en el oficio que,
como resultado del mitin del día 11, remitieron los obreros al
Círculo Minero; porque en él no se pedía otra cosa que el pago
semanal de los jornales, sin duda por entender que con esta re-
forma quedarían corregidos los males que lamentaban en la ins-
tancia á que antes hemos hecho referencia; no obstante, y esti-
mándose que, tanto el asunto de los barracones como el de las
tiendas obligatorias habían sido motivos de la huelga, en el
bando dictado por el General Zappino se dedican los párrafos
segundo y tercero á resolver la cuestión, en esta forma:
«3.** Por ningún concepto se obligará á los obreros á que
«duerman en locales determinados, ni tampoco serán impelidos
«directa ni indirectamente á proveerse en tiendas fijas.
«4.0 La Junta de higiene de la provincia ejercerá la más ex-
»quisita vigilancia para que sean reconocidos los víveres que se
«expendan en las tiendas y cantinas situadas en la zona minera,
«para evitar la venta de géneros averiados y de malas condi-
«ciones».
B) El comercio libre. — Parte principal tomó el comercio libre
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120 MINAS
de la zona minera en la.última huelga; y claro está que, tratán-
dose de comercio y de comerciantes, hay que ir á buscar las
causas de aquella participación, más bien que en las razones de
humanidad que invocaban los tenderos de Abanto y Ciérvana, en
las conveniencias de su propio interés.
En efecto : ya se ha dicho en otra ocasión que las tiendas
libres no podían competir con las cantinas establecidas por los
patronos ó contratistas, pues, prescindiendo de su carácter más
ó menos obligatorio, y aun cuando el comercio libre hubiera
querido vender al fiado, no contaba con las garantías suficientes
para asegurar á fin de mes el cobro de los créditos: de aquí que
no hallase más solución, para poder realizar su negocio, que la
de suprimir las ventas al fiado, y que no viese otro medio de
conseguir este fin que el de que los obreros cobrasen por sema-
nas, y fuesen, por tanto, á la tienda con dinero en mano.
Bien claramente se expresa todo esto en la mencionada ins-
tancia que los comerciantes de Abanto y Ciérvana dirigieron al
Círculo Minero, con fecha 17 de Agosto, en la que se decía que
casi todos los trabajadores de la zona minera «se ven obligados,
))unas veces por falta de dinero, efecto de lo tardío en percibir
))sus pagas, y otras por la amenaza más ó menos directa de sus
«encargados, á proveerse de géneros de consumo en las tiendas
))de los barracones y algunas otras tiendas de que dichos encat*-
))gados son propietarios ó las tienen en arriendo»; que los obre-
ros que no se surten en ellas «perciben menores salarios»; y que
«mientras las tiendas obligatorias aseguran los cobros, descontan-
))do á los trabajadores el consumo hecho al satisfacer las pagas,
wel comercio libre se ve precisado á suministrar géneros inferiores á
)y mayor precio que en la capital para resarcirse de los quebrantos y
y>pérdidas de los obreros temporeros, y algunos otros que, sin serlo,
))huyen cuaiido cobran los jornales, sin pagar en la tienda)).
Creemos que no es preciso decir más para que se comprenda
«1 punto de vista que él comercio libre tuvo en esta cuestión.
C) Las Sociedades Cooperativas de consumo. - a) Movimiento
COOPERATIVO. — Constan ya en el capítulo i.° de este Informe las
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DE VIZCAYA 127
manifestaciones hechas por los obreros de'Gallarta respecto del
movimiento cooperativo en la zona minera. Bien puede decirse
que éste se halla en sus comienzos, pues, hasta ahora, las Socie-
dades de tal clase, por los trabajadores establecidas, no han
logrado pasar de la categoría de ensayos, y las Cooperativas que
allí funcionan son todas ellas de origen patronal. •
En la conferencia que celebró la Comisión con los represen-
tantes del Círculo Minero, y como á estos señores se les expusie-
se lo conveniente ique sería que los patronos favoreciesen á toda
costa el desarrollo de dichas instituciones, convinieron todos
ellos en reconocer las grandes dificultades con que había de
tropezarse para conseguirlo, no siendo la menor de ellas el te-
mor de que las tiendas pudieran ser destruidas en la primera
huelga general ó parcial. Dos de los citados representantes ase-
guraron que el pensamiento encontraría mucha resistencia por
parte de algunos caracterizados socialistas que son dueños de
tiendas en la zona y aun en la capital, tiendas, por cierto, que
fueron las únicas que, cuando la huelga de Octubre, permane-
cieron abiertas.
b) Sociedades Cooperativas establecidas. — Las principales
Cooperativas, todas de fundación patronal, son cuatro: las dos
de Altos Hornos (Baracaldo y Sestao), la de la Orconera (Arbole-
da) y la de los Sres. Uribe y Urioste Hermanos (Las Carreras),
de las cuales vamos á hacer una ligera reseña.
i) Cooperativa de Baracaldo. — Hállase establecida por la So-
ciedad de Altos Hornos de Vizcaya para todos los obreros y em-
pleados de la misma.
Constituyen su capital: i.°, 20.000 pesetas en acciones nomi-
nativas de á 25, transferibles por endoso á las personas antes
citadas; 2.0, el fondo de reserva, igual al 50 por 100 de las accio-
nes emitidas: cuando todas éstas se hallen en circulación, podrá
recargarse el precio de los comestibles con el tanto por ciento
que se acuerde, además de lo que corresponda á mermas y de-
rramas. La administración se halla encomendada á una Junta di-
rectiva, compuesta de once vocales; seis, nombrados por la junta
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128 MINAS
general, y cinco por la Sociedad de Altos Hornos: reñuévanse
los primeros cada tres años, y los segundos, cuando esta Socie-
dad lo acuerde. Las ventas pueden hacerse al por mayor y al por
menor, al contado ó á plazos, pero en este último caso no po-
drá exceder del fin de mes ó de quincena: el importe de los ar-
tículos que se adquieran tampoco podrá exceder del 75 por 100
del jornal ó sueldo quincenal ó mensual. Si sobreviniera un
paro forzoso, la Junta directiva acordaría lo referente á ventas
y cantidades que se vendiesen. Los pagos han de hacerse dentro
de las veinticuatro horas siguientes al cobro del jornal ó sueldo;
y, en caso contrario, se le podrá retener al deudor el importe
de las cantidades que cobre en las quincenas ó mensualidades
sucesivas. Los beneficios se repartirán en proporción al gasto he-
cho por cada socio, y se pagarán descontándole su importe del
gasto que haya hecho durante el mes. La distribución de estos
beneficios en el año 1902 fué la siguiente:
Ascendieron á Pesetas 36.572,71
Á deducir por gastos generales, sueldos y rentas.* — 15.187,46
Quedan — 21.385.25
Rebajando de dicha suma por regalos á los so-
cios (aguinaldos), gratificaciones y amortiza-
ciones — 7.93 1,6^
Quedan como saldo — i3.4';3,62
de beneficios líquidos, que habrán de distribuirse en esta forma:
amortización de 3.279,69 pesetas por partidas fallidas, y el resto
de 10.173.93 pasará al fondo de previsión.
2 ) Cooperativa de Sestao. — Fundada por la misma Sociedad
de Altos Hornos para los obreros y empleados de Sestao, está, de
igual modo que la anterior, bajo su patronato. Forman el capi^
tal: i.°, las cuotas de los socios (15 pesetas pagadas al entrar, de
una vez ó á plazos) ; 2.*», el valor de las existencias en almacén,
ya satisfechas; 3.*', el valor del inmueble; y 4.°, el fondo de reser-
va constituido con las utilidades. La administración se encomien-
da á una Junta directiva, compuesta de nueve vocales: cinco
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DE VIZCAYA 129 .
designados por el Consejo de administración de Alto^ Hornos^
y cinco elegidos por los socios; los primeros se renuevan cuan-
do lo acuerda el Qonsejo, y los segundos, cada dos años. Las
ventas no pueden exceder del 75 por 100 del haber quincenal ó
mensual del obrero ó empleado, socio de la Cooperativa. Los pa-
gos se hacen quincenalmente por los obreros, y mensualmente
por los que cobran por nómina. Si á las veinticuatro hor/is de
haberse cobrado el jornal ó salario no satisficiese el socio su
deuda, se le suspenderá el suministro y se le retendrá el importe
en las quincenas ó meses sucesivos. En el mes de Diciembre po-
drá acordarse un reparto á cuenta, sin perjuicio de proponer
otro, según el estado de los beneficios, los cuales importaron en el
año 1902 la cantidad de 29.413,27 pesetas, siendo las pérdidas de
21.275,43, quedando, por tanto, uti beneficio liquidode 8.137,84,
que, aun cuando no consta en la Memoria correspondiente, de~
bió de aplicarse al fondo de reserva.
3) Coopei'aiiva de La Arboleda. — Está fundada por la Compa-
ñía Orconera para sus obreros y empleados. Los socios son
de dos clases, según el Reglamento, ó, mejor dicho, de tres: ini-
ciadores, de número y accidentales. Los primeros, aunque tam-
poco se indica de una manera clara, se supone que son los fun-
dadores, entre los cuales ha de predominar, sin duda, el elemento
patronal; solamente se dice de ellos que no podrá disolverse la
Cooperativa sin su asentimiento. Los de número son los que
ingresaron, pagando una determinada cuota, desde el í.** de Oc-
tubre al 31 de Diciembre de 1902; y los accidentales, Tos que ha-
yan ingresado ó ingresen después de esta fecha, satisfaciendo en
el balance de fin de año la cantidad que alcance á los demás so-
cios y adquiriendo desde tal momento la categoría de numera-
rios. No consta en el Reglamento el modo de constituirse el capi-
tal: se dice únicamente que los socios de número tendrán que
imponer al ingresar 60 pesetas como minimum, y 120 como máxi-
mum, y que el capital no podrá aumentarse más que con los be-
neficios, á menos que lo acordare la junta general; pero no sabe-
mos si aquél se hallará formado, además, por alguna cantidad
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1 30 MINAS
aportada por los socios iniciadores. De la administración hállase
encargada una Junta directiva, compuesta de nueve vocales,
elegidos por la general y renovados anualmente. Las ventas pue-
den hacerse al contado ó á plazos, y siempre al por menor. En
el primer caso, no han de exceder de la cantidad que el compra-
dor tenga en caja; y en el segundo, la Junta directiva acuerda lo
que se ha de conceder. Los pagos de las compras á plazos han
de hacerse, como máximum, un día después de efectuados los
pagos por la Compañía Orconera. Si hubiere beneficios^ no podrán
exceder del 4 por 100 para los socios.
4) Cooperativa de Las Carreras. — Ha sido fundada por la So-
ciedad Minera Uribey Urioste Hermanos , para los obreros y em-^
pleados de las minas Confianza y su grupo. El capital está for-
mado: I.**, por el anticipo hecho por la Sociedad minera á título
de préstamo sin interés; 2.°, por el valor de las existencias en
almacén, que hayan sido satisfechas; y 3.**, por el fondo de
reserva constituido por las utilidades. Ejerce la administración la
Junta directiva, compuesta de nueve vocales, elegidos por la
junta general, y renovables cada seis meses. Las ventas no pue-
den exceder del 75 por 100 del haber semanal, quincenal ó men-
sual de que disfrute el comprador, y, en caso de paro forzoso, la
directiva acuerda lo que ha de hacerse respecto del suministro.
Los socios están obligados á surtirse en la cooperativa dé cuantos
artículos necesiten y se expendan en ella. Los pagos se hacen en el
momento de cobrar los haberes^ para lo cual se nombra por la
Junta directiva una comisión encargada de cobrar el gasto que
cada socio haya hecho, la cual se instala en una mesa contigua á la
del pagador de la Sociedad Uribe y Urioste Hermanos. (Art. 27.)
«Cuando algún socio abandone el trabajo ó sea despedido de
))él antes del pago general , será indispensable saque en la
«cooperativa una papeleta, en la que se le anotará el gasto que
))haya hecho, cuya papeleta se la entregará al pagador de la So-
»ciedad Uribe y Urioste Hermanos, para que éste le descuente el
«importe de la misma, sin cuyo requisito no podrá presentarse á
«cobrar.» (ídem.)
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DE VIZCAYA , 131
Cuando del'balance resultaren beneficios, la Junta podrá acor-
dar los repartos por trimestres vencidos y proporcionalmente al
gasto hecho por cada socio.
Si alguna duda quedase respecto del carácter esencialmente
patronal de las Cooperativas que hemos reseñado, bastará decir
que en los Reglamentos correspondientes, e:?ccepción hecha del
de La Arboleda, aparece un articulo en el que se dispone que, en
el caso de que surgiere alguna cuestión acerca del cumplimiento
de los mismos, será resuelta por la Junta directiva; y si no hu-
biere acuerdo, se dará cuenta á los Consejos de administración
délas respectivas Sociedades mineras, los cuales resolverán en
definitiva lo que estimen justo.
En cuanto á las Cooperativas fundadas por los obreros, nos
referimos á lo dicho en el capítulo i.**, pues será necesario espe-
rar algún tiempo para juzgar de los resultadas de las pocas que
en la actualidad se hallan establecidas.
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CAPITULO VIII
Beneficencia.
A) Sociedades de Socorros mutuos: a) Sociedades de Socorros fun-'
dadas por los patronos: a') Consideración general; b') Sociedad de
Socorros de Altos Hornos: i) El patronato; 2) Objeto; 3) Recursos;
41 Socorros; 5) Administración; 6) Operaciones verificadas desde
Junio á Diciembre de 1902. c') Pensiones, b) Sociedades de Soco-
rros fundadas por los obreros: i) Admisión de socios; 2) Clases de
socios; 3) Cuotas; 4) Socorros en metálico. — B) Los Hospitales
Mineros de Triano: a) Su fundación; b) Edificios y organización;
c) Tarifas; d) Recursos; e) Estadística de accidentes del trabajo, de
enfermedades y de defunciones* '
A) Sociedades de Socorros mutuos. — Las Sociedades de So-
corros que existen en la zona minera son de dos clases, á saber:
de fundación de los patronos y de fundación de los obreros, por
lo cual vamos á reseñarlas con la debida separación.
a] Sociedades de Socorros, fundadas por los patronos. —
a') Consideración general, — Ya queda dicho en otra parte de este
trabajo que urÉb de los aspectos en que el movimiento de asocia-
ción obrera se ha mostrado con mayor vigor ha sido en lo refe-
rente á las Sociedades de Socorros, y por eso, sin duda, son
muy pocas las de tal clase que, fundadas por los patronos, sub-
sisten todavía; quedan, sin embargo, algunas, en las que, me-
diante un descuento que se les hace en su jornal ¿ los obreros,
proporcionan los patronos, ya la asistencia médica y farmacéuti-
ca, ya la primera solamente, corriendo la segunda de cuenta de
los socios, como sucede, por ejemplo, en las establecidas en Gal-
dames para los operarios de las minas Paquita y Elvira.
En esta reseña vamos á examinar una sola Sociedad de So-
corros de fundación patronal, que es, ciertamente, la que tiene
mayor importancia: la de los Altos Hornos de Vizcaya.
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134 MINAS ^
b') Sociedad de Socorros de {(Altos Hornos^). — i) El Patronato, —
Fundada la institución por la Sociedad de Altos Hornos, ésta se
ba reservado el patronato y la tutela de la misma. Pueden ingre*
sar en ella los operarios y empleados de sus fábricas, y además,
todos aquellos que, dependiendo indirectamente de la Sociedad
de Altos Hornos^ paguen una cuota mensual, cuya cuantía fija la
Juntavdirectiva en cada caso.
2) Su objeto. — Los. fines de la Sociedad de Socorros son: la
asistencia médica y farmacéutica de los asociados y de sps fa-
milias ; el socorro en metálico, en caso de enfermedad ; la fun-
dación de hospitales, enfermerías y consultorios; la de escuelas
de niños y adultos, y, en fin, la creación de otras instituciones
análogas. -
3) Recursos, — Éstos se hallan constituidos por el usufructo
de los edificios de las Escuelas de Baracaldo y de Sestao; por las
cuotas mensuales de los socios que dependan indirectamente de
la Sociedad de Altos Hornos; por las multas y por el descuento
del 2 por 100 del jornal ó del sueldo que se hace á los socios que
sean obreros ó empleados de aquélla. Respecto de este descuen-
to, establecido no solamente. en la de Altos Hornos, sino también
en otras Sociedades de Socorros de fundación patronal, hemos de
decir que, en opinión de algunos de los obreros que conferen-
ciaron con la Comisión, cuando se reunió con lar Junta local de
Reformas Sociales, es sistema que debe desaparecer, y añadían
que, dé lo contrario^ acaso dé lugar á algún disgusto. Por eso
desean que el descuento sea sustituido por una cuota ó cantidad
determinada , como sucede en las demás Sociedades de Soco-
rros. Por lo que se refiere á la de Altos Hornos^ fué ei descuento
«n un principio del 3 por 100; pero hay que advertir que enton-
ces se aplicaba además á socorros é indemnizaciones en caso de
accidente del trabajo; en 1891 se redujo al 2, y publicada la ley
de 30 de Enero de 1900, dejó la Sociedad de satisfacer socorro
alguno por aquel concepto: El descuento se hace al pagar el
jornal^ é ingresa en la Caja central.de la Sociedad de Altos Hornos
de Vizcaya,
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DE VIZCAYA I^S
4 ) Socorros. — Para tener derecho á socorro metálico en
caso de enfermedad, es preciso haber contribuido durante tres
meses consecutivos con la cuota que fije la Junta directiva para
aquellos que no dependan directamente de la Sociedad de Altos
Hornos, Los operarios y empleados no perciben socorro alguno
mientras se les abone el jornal ó el sueldo. En las enfermedades
crónicas que duren más de tres meses, se priva al asociado
del socorro en efectivo y de los medicamentos, y solamente tiene
derecho á la asistencia médica. La tarifa de auxilios pecuniarios
para enfermos, es la siguiente:
JORNAL DIARIO AUXILIO DIARIO ' '
0,75 pesetas 0,375 pesetas.
1,00 á 1,50 — 0,625 —
1,75» 2,25 — 0,875 —
2,50 )) 3,00 — 1,125 —
3,25))3,75 — •• •; 1,250 —
4,00» 4,75 — ~. 1,500 —
5,00 )) ó,oo — 2,000 —
6,25 en adelante 2,250 —
5) Administración. — La administración de la Sociedad está
encomendada á una Junta directiva, compuesta del Presidente
del Consejo de administración de Altos Hornos (Presidente ho-
norario), un^Ingeniero (Presidente), el Administrador general de,
las tres Fábricas (Vicepresidente), el de las F'ábricas de Sestao
(ídem) y nueve Vocales, que son: el Jefe del servicio médico, un
contramaestre, un listero y dos obreros de Baracaldo, otro liste-
ro y dos obreros de Sestao, y el Cajero principal. Depositario de
los fondos y Secretario de la Junta. Estos Vocales, excepción
hecha de los que estén explícitamente designados, los nombra
la Junta directiva, y los cuatro obreros se nombran por los de
las Fábricas, que lleven, por lo menos, dos años al set'vicio de
las mismas.
6) Operaciones verificadas desde Junio d Diciembre de igo2. —
Hé aquí, para que pueda formarse concepto de las operaciones
de la Sociedad, el resumen de Jas verificadas, en el tiempo men-
cionado, según la nota que se facilitó á la Comisión:
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DE VIZCAYA 137
c') Pensiones. — La misma Sociedad de Altos Hornos ha es-
tablecido la costumbre de conceder una pensión á todos los
obreros que, por su edad, se hallen imposibilitados para el tra-
bajo; tiene, con este objeto, una caja especial, y la Sociedad no
hace descuento alguno á los obreros para el sostenimiento de
aquélla. En la actualidad, paga las siguientes pensiones de esta
clase:
2 .• de 60 pesetas mensuales.
I de 50 — '
I de 46,50 —
3 t de 45 —
4 de 30 —
I de 25 —
2 de 22,50 —
4 de 15 —
I de 12,50 —
b) Sociedades de Socorros fundadas por los obreros. — La
mayor parte de los obreros (dijeron á la Comisión los de Gallar -
ta) pertenecen á Sociedades de Socorros, fundadas y adniinistra-
das por ellos mismos; y aquélla, en sus visitas á las minas, pudo"^
comprobar el aserto. Existe, como se ha dicho antes, gran nú-
mero de Sociedades de esta clase, tales como La Primitiva,
Unión Artesana, la de La Arboleda, Santiago,- La Flor ^ etc., etc.,
cuyos Reglamentos varían muy poco entre sí, hasta el punto de
que parecen copiar un único modelo, circunstancia que nos
permite reseñar en conjunto la organización de dichas Socieda-
des, que es lo que vamos á hacer en los párrafos sucesivos.
i) Admisión de los socios. — Lo general es fijar un mínimum
y un máximum de edad que es condición para ser admitido como
socio, oscilando el primero entre los diez y seis y los diez y siete
años, y el segundo entre los cuarenta y cinco y los cincuenta y
cinco. En alguna de. estas Sociedades, por ejemplo, en la de
Santiago^ se distinguen los obreros minaros (que no han de
pasar de los cuarenta y cinco años) de los obreros de las fábricas
(que pueden ser admitidos hasta los cincuenta).
Todos los Reglamentos que tenemos á la vista fijan también
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138 MINAS
un radio de acción de la Sociedad, siendo condición precisa ha-
bitar dentro del mismo para poder ingresar como socio.
2) Clases de socios. — Solamente tres de los mencionados
Reglamentos establecen diversas categorías de socios. Dice el de
la Unión Artesana (Arboleda), que aquéllos pueden ser fundado-
res y de número, y el de la Sociedad benéfica de obreros, de La Ar-
boleda también, reconoce tres clases y dos subclases, á saber:
honorarios, protectores y dp número, y dentro de e^tos últimos,
los que tienen derecho á asistencias médica y farmacéutica y á
socorros en metálico, y los que le tienen nada más que á aqué-
llas, pero no á éstos. El reglamento de La Flor (Orconera) estable-
ce tres fracciones: en la primera, se comprende á los socios que
viven solos; en la segunda, á los que viven con su esposa y que
no tienen familia, y en la tercera, á los casados con hijos. En
cada uno de estos casos se paga diferente cuota, como veremos
luego.
3) Cuotas. — Las cuotas de entrada varían entre 3 y 12 pe-
setas, y algunas Sociedades fijan diferentes cantidades, según ,
las clases de los socios. Así, en la Benéfica de obreros de La Arbo-
leda, el socio honorario paga 12 pesetas; el primer grupo de
los de número, 4; y el segundo de la misma categoría, 3. Una
cosa análoga sucede con la cuota mensual, que varía de 1,50
á 3 pesetas: los socios de número de La Benéfica pagan 2,50
y 1,50, según la clase, y los de La Flor, 2 en la primera frac-
ción, 2,50 en la segunda, y 3 en la tercera.
4) Socorros en metálico. — En caso de enfermedad, no se con-
cede socorro en metálico cuando dure menos de cuatro días, ni
tampoco en aquellas que procedan de ciertas causas específicas
ó de embriaguez, ó cuando se trate de heridas recibidas en
riña. En las Sociedades La Primitiva, Unión Artesanía y La Flor
se conceden 2 pesetas diarias durante los primeros noventa días,
y I peseta por los noventa siguientes; después de este tiempo,
si continúa el enfermo sin poderse dedicar á.sus labpres habi-
tuales, se le pasan 50 céntimos diarios en las dos primeras So-
ciedades dichas, y la cantidad que acuerde la Junta directiva, en
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' ^ ■ DE VIZCAYA 139
la úJtima. En La Benéfica^ se dan 2 pesetas durante setenta y
cinco días, y i durante otros setenta y cinco; y en la de San-
tiago, 2 pesetas los primeros cincuenta días, 1,25 los sesenta si-
guientes, y después de transcurrido este plazo, 30 céntimos
hasta que cure el enfermo,
^ En todas ellas, los socorros metálicos se entregan, si es nece-
sario', por semanas y hasta diariamente, y aquéllos se conceden,
por lo general, aun cuando el enfermo tenga que trasladarse al
hospital, ya sin alteración alguna en cuanto á la cantidad, como
en La Primitiva, ya con una reducción en ella, como en La Be-
néfica de La Arboleda (i peseta en vez de 2, y 75 céntimos en
vez de una).
En caso de inutilidad para el trabajo ó de enfermedad crónica,
conceden algunas Asociaciones una pensión de 50 céntimos
diarios al que lleve un tiempo determinado perteneciendo á las
miomas (cinco ó diez años).
En el de epidemia, dicen los Reglamentos que la Junta di-
rectiva acordará lo que haya de hacerse en lo referente á pensio-
nes, excepción hecha del de la Sociedad de Santiago, que reco-
noce el mismo derecho que en cualquiera otra enfermedad
común.
La Primitiva y la Unión Artesana, cuando el socio queíia per-
tenecido á ellas por tiempo de dos años ó de tres, respectiva-
mente, tiene que ausentarse de la provincia, le dan derecho, en la
primera, á iln socorro de 5 pesetas por cada año que haya
sido socio, y en la segunda, á uno de 25 en todos los casos.
Al ocurrir el fallecimiento^ se concede, además del entierro de
tercera clase, una cantidad que varia entra 25 y 50 pesetas, que
se entrega á los herederos del socio fallecido; y en algunas se da
derecho á la viuda para que pueda ingresar en la Sociedad sin
satisfacer la cuota de entrada.
B) Hospitales Mineros de Triano:
a) Su FUNDACIÓN. — El año 1881, formaron algunos patronos
de minas una Compañía por acciones, con objeto de fundar los
Hospitales Mineros, destinados á asistir" en las enfermedades y
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140 MINAS
accidentes del trabajo á los obreros de los asociados. Los recur-
sos de la Sociedad eran, en primer término, un capital de 150.000
pesetas, que aportaron los socios; luego, un descuento que se les
hacia en tonelada de mineral, que en 1898 era de 16 céntimos de
real; y, porúltimo, un descuento de 2 por 100 en los jornales de
los obreros. Según se dice en la Memoria del citado año, tales
recursos no habían sido suficientes, por lo cual se había aumen-
tado el tanto por ciento por tonelada en un doble de la cantidad
que pagaban en un principio, y desde Abril de 1886 hasta Di-
tíembre de 1897, tuvo que desembolsar la Compañía unas 500.000
pesetas para atender al sostenimiento de los Hospitales.
Los trabajadores, sin enibargo, no estaban satisfechos, y,
según declara la Memoria mencionada, á medida que se mejo-
raron las condiciones y se ampliaron los beneficios, fueron ma-
yores las exigencias y las quejas contra los Médicos y Farma-
céuticos, y más vivas las censuras contra las Comisiones admi-
nistrativas, lo cual dio lugar á que se dispusiera que desde el i.®
de Julio de 1898, solamente fuesen admitidos en los Hospitales
los obreros contusos ó heridos por algún accidente fortuito y
producido á consecuencia de trabajos propios déla minería; que
el servicio fuese gratuito; que los gastos para atender á esta clase
de enfermos corriesen únicamente á cargo de la Sociedad, y en
fin, que se suprimiese el descuento que se venía haciendo á los
obreros, y con él los beneficios correlativos á dicho descuento.
Por tanto, desde aquella fecha, los Hospitales se destinan espe- ^
cialmente á accidentes de trabajo, y tanto la estancia en caso de
enfermedad como el dispensario son por'-cuenta de los intere-
sados.
b) Edificios y organización. — Los edificios de los Hospitales
Mineros son tres: el central, situado en Gallarta, y las sucursales
de Matamoros (Arboleda) y de El Cerco (Galdames). La distancia
máxima á que puede ocurrir un accidente de alguno de estos
edificios es de dos kilómetros. Las condiciones materiales que
reúnen, sobre todo el de Gallarta, no dejan nada que desear: so-
lidez en la construcción, distribución apropiada y gran limpieza;
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DE VIZCAYA 141 .
el instrumental médico y quirúrgico está con arreglo á los últi-
mos .adelantos de la ciencia, y, en cuanto á la competepcia del
personal facultativo, baste decir que el Sr. Areilza es el Médico
director de los Hospitales, y que de las curas y operaciones
practicadas han dado cuenta más de una vez las Revistas ex-
tranjeras. La asistencia está encomendada á las Siprvas de
Jesús.
c) Tarifas. — Los obreros que han sufrido un accidente en el
trabajo ingresan en estos Hospitales, en virtud de convenio
hecho entre los patronos adscritos y la Sociedad aseguradora.
Respecto de este asunto daremos una idea, refiriendo lo que
sucede, por ejemplo, en el seguro colectivo de La Orconüía y
varios propietarios de las minas de Triano, que forman la Com-
pañía de los Hospitales.
En virtud del art. i.° del contrato de seguro, la Compañía
Caja de Previsión y Socorro (Barcelona) viene obligada á prestar
la asistencia médica y farmacéutica: cuando por cualquier causa
él herido no ingrese en alguno de los Hospitales Mineros; cuan-
do sean dados de alta en ellos por no ser ya necesaria la estan-
cia para su completa curación, y cuando el obrero se niegue á
ingresaren aquéllos. Los obreros , heridos que lo deseen, deben
ingresar inmediatamente, siempre que se^n admitidos por el
Director, por juzgarlo asi conveniente para su mejor curación.
La tarifa es: 3,75 pesetas diarias por estancia de heridos ó
contusos en las labores; 2 en caso de enfermedad común; 30 por
cada operación, y 1,25 por consulta.
d) Recursos. — Actualmente la Compañía de los Hospitales
Mineros tiene como recursos el producto de las estancias y el
descuento de 2 céntimos de peseta en tonelada de mineral, que
se hace á los patronos asociados, descuento que en el ejercicio
de 1901-902 importó la cantidad de pesetas 63.180,99.
Los balances desde 1895 arrojan el siguiente resultado: ,
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142
AÑOS
MINAS
PESETAS
Ingresos. Gastos.
DirEftEMClA k
MVOB
293.388,36
. 253.808,09
134.389,46 /
180.820,39
163.348,85
289.í'o6,5i
247.851,64
129.068,27
180.395,18
153.277,23
3.581
5.956.
5.32.
425.
10.071
.85
,21
,62
1895-96
1896-97
.1899-900
1900-901
1901-902
De las 153.277,23 pesetas, que importaron los gastos el último
año, se destinó la cantidad de 7.5CÍ0 al pago de los intereses co-
rrespondientes á los accionistas, y el resto á las atenciones de los
hospitales.
e) Estadística de accidentes del trabajo, de enfermedades
COMUNES Y DE DEFUNCIONES. — Las Memorias que se facilitaron á
los comisionados nos permiten formar la siguiente estadística de
los Hospitales Mineros correspondiente á los años 1899 á 1902:
1899-900 X900-90X X90X-903 TOTAL.
I. -TRAUMATISMOS
A) Contusiones
De la cabeza
Del tórax
De la región lumbar
— — abdominal
De los miembros superiores. . .
— inferiores.
Totales
B) Heridas
De la cabeza
De los miembros superiores.
— — inferiores..
Totales
C) Fracturas
De la cabeza
Del tronco
De los miembros superiores.
— — inferiores..
6
7
12
25
24
15
19
58
2í
1 [
4
30
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5
2
18
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83
55
28
43.
120
Totales.
103
81
86
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DE VIZCAYA 143
1899-900. X900-90X X90X-9oa TOTAL
D) Luxaciones
De los miembros superiores 7 7 7 21
— — inferiores 11 4 11 26
Totales 18 11 iS
E) Hernias i 3 5 8 16
F) Quemaduras 5 I 9 15,
1 1. -ENFERMEDADES
A ) Aparato circulatorio
Endocarditis i » » i
Malaria 7 8 2 17
Pericarditis i » » i
Otras lesiones cardiacas » 2 2 4
- Congestión cerebral » 3 » 3
Totales. 9 .13 4
B ) Aparato respiratorio
Bronquitis 83 19 37 139
Grippe 18 02 46 isó
l'ulmonía «?9 62 75 196
Tuberculosis pulmonar ^ 4 7 ^ 14
Laringitis 2114
Bronco-pneumonia ' i » » i
Asma '. » 1 )) i
Catarro pulmonar » ^o 23 «53
Gangrena pulmonar » i » i
Pleuresía » » < 3
Catarro bronquial » » 13 13
Totales 166 210 205
C) Aparato digestivo
Estomatitis ^ 3 » » 3
Angina 13 8 12 32
Catarro gástrico 51 5 12 68
Gastralgia i » » i
Fiebre tifoidea 6 8 4 18
Enteritis 22 14 18 54
Enterocolitis 2 » 29 ^ i
Catarro intestinal 12 » » 12
'^Hemorroides < 1124
Hepatitis I í) 2 3
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144
MINAS
1899-900 X900-90X X90X-903 TOTAL -
Ictericia
Gastritis
Tenesmo rectal
Totales
D) Aparato locomotor
Reumatismo
Fiebre reumática : . . .
Pleurodinia
Parálisis
Totales
E) Aparato génito-urinario
Cistitis
Orquitis
Hernias T
Nefritis
Uretritis
Totales
F) De la visión
Blefaritis
Queratitis
' Esclerotitis
Conjuntivitis ,
Totales
G ) Tejido celular
Abscesos
Flemones
Callos
Totales
H ) De la piel
Eczemas
Viruela 1
Sarna
Sarampión
Erisipela
Escarlatina
Herpetismo
Pelagra
Totales 1 34
3
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193
196
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DE VIZCAYA
1899-900
I) Auditivo
Otitis I
J ) Sistema nervioso
Meningitis »
Esclerosis medular »
Epilepsia. ^ . . . »
Neuralgia facial. »
Paraplegia traumática »
Histerismo ¿ ', »
Totales »
K ) Otras enfermedades
Decadencia, orgánica i
Hidropesía d
Peritonitis »
Esqrofulísmo \ d
Infarto inguinal d
Totales , i
X900-90X X90z-9oa
M5
TOTAL
I
3
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1
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4
»
4
I
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I
»
4
4
RESUMEN
Z899-900
X900-90Z
Z90Z-90S
I. — Traumatismos,
A) Contusiones •.
B) Heridas
C) Fracturas
D) Luxaciones ,
E) Hernias
F) Quemaduras
II. — Enfermedades .
A) Aparato circulatorio
B) — respiratorio
C) — digestivo
D) — locomotor
E) — génito-urinario ....
F) De la visión
G) Tejido celular
H) De la piel
I ) Auditivo ! ,
J) Sistema nervioso
K) Otras enfermedades .'. .
iSs
137
III
185
185
144
103
81
86
18
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210
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99
29
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146
MINAS
1890-900 X900-901 X90X-90» TOTAL
III. -DEFUNCIONES
A ) Por traumutismo
Contusiones en el abdomen . . . . .
— en diferentes partes
Heridas en el vientre
Fracturas del cráneo
— de las costillas
— de las vértebras
— de la pelvis
— del brazo
— del muslo
Arrancamiento del muslo
Fractura de las piernas
Fracturas complicadas
Quemaduras
Totales
B ) Por enfermedaties
Endocarditis
-Congestión cerebral
Pulmonía
Gangrena pulmonar. . . .*
Catarro pulmonar
Tuberculosis pulmonar
Bronquitis
Fiebre tifoidea
Parálisis intestinal
Hepatitis •
Meningitis
Esclerosis medular
Viruela : . •
Sarampión
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I
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17
35
29
71
Terminamos aquí esta parte del Informe, á los Hechos refe-
rente. Hubiéramos querido dedicar un capítulo á la Instrucción^
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DE VIZCAYA 147
sobre todo desde el punto de vista de los establecimientos de
enseñanza fundados en beneficio de los trabajadores de las mi-
nas; pero, por desgracia, las noticias recogidas no daban la su«
fíciente materia, porque cuanto pudiera decirse respecto de la
misma, quedó consignado en el capitulo I, siendo de desear que
•n lo sucesivo les preocupe á unos y á otros, más de lo que
hasta ahora les ha preocupado, un asunto que, como éste, ofrece
tanto interés para obreros y patronos.
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II
APRECIACIONES ^
POR
D. RAFAEL SALILLAS
D. EDUARDO SANZ Y ESGARTÍN
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APRECIACIONES DE D. RAFAEL SALILLAS
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APRECIACIONES
CONSIDERACIÓN PRELIMINAR
El Instituto de Reformas Sociales, al acordar, en la sesión
de 28 de Octubre, ponerse á disposición del Gobierno para los
fines indicados en la página 5, procedió de conformidad con lo
que dispone el capitulo i.** de su reglamento, «De la competencia
del Instituto», art. 5.*, que>íice asi: «Para favorecer la acción so-
cial y gubernativa en beneficio de la mejora ó bienestar de las
clases obreras, el Instituto, adeijiás de la asesoría que en cada
caso pueda ofrecer, en virtud de la experiencia acumulada por
estudio informativo de las condiciones que convenga modificar,
actuará, directa ó indirectamente, como mediador, siempre que
sea posible, ya para prevenir los conflictos, ya para resolverlos,
conciliando los intereses encontrados.»
Con esta norma, de la que en ningún momento ha prescindi-
do ni quiere prescindir, el Vocal que suscribe, asesorado por sus
propias impresiones en el cumplimiento de la comisión que le
fué encomendada; examinados y ordenados los apuntes que re-
cogió con la posible minuciosidad; vistos los documentos que le
fueron facilitados á la Comisión, y formado juicio, que lo estima
exento de preocupaciones de escuela, de clases é intereses, se
conceptúa en adecuada disposición para emitir dictamen, según
su leal" saber y entender.
El asunto no es ni puede ser otro que el de las motivaciones
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^154 MINAS
de la última huelga general. Sobre que el ofrecimiento del Insti-
tuto no tuvo otro fin, dicha huelga, conjurada por intervención
de la Autoridad militar, pero no solucionada en virtud de un
acuerdo franco entre obreros y patronos, se puede decir que está
latente. Los patronos acataron el fallo «únicamente por espíritu
de concordia, pero formulando á la vez la más solemne protes-
ta» (i). Los patronos no aceptaron el bando del Capitán gene-
ral, acatándolo «como una imposición ó medida de fuerza, que
consideraban atentatoria á sus derechos individuales, recabando
su libertad de acción para lo sucesivo» (2). Los patronos no acce-
dieron á conferenciar con una Comisión de obreros (3). En nin-
gún caso han reconocido la representación social de los obreros,
ni los patronos se han constituido con este género de represen-
tación para una inteligencia común. Queda declarado que el
Circulo Minero no representa la clase patronal (4).
Siendo esto así, y hallándose, pendiente todavía el cumpli-
miento de la disposición 2.« del bando del General Zappino, y en
trámite una de las exposiciones de la representación de los pa-
tronos (5), no puede prescindirse de abordar la cuestión con el
tema^ obligado y palpitante de la huelga, tan sólo conjurada por
la intervención, oportunamente coercitiva, de la Autoridad mi-
litar.
Igualmente es afirmable que asunto tan controvertido como
el de ese hecho que figura en el catálogo de nuestras grandes y
dolorosas conniociones, puede considerarse virgen para los
efectos de una desinteresada y desapasionada información, con
lo que se legitima el papel que el Instituto ha venido á desempe-
ñar» no, desgraciadamente, para limitarse á escribir una página
de historia contemporánea.
(0
Cap. II, pág. 45.
(a)
ídem.
• (3)
Cap. II, pág. 40.
(4)
Cap. I, pág. 22.
<5)
Cap. II, págs. 45 á 49.
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DE VIZCAYA 1^5
II
HUELGAS
A) Huelgas coincidentes. — De las 32 huelgas que comprende
,el cuadro núm. 2 (i),. ninguna, absolutamente ninguna, está
motivada por las determinantes de las huelgas de 1890 (gene-
ral), 1894 (parcial) y 1903 (general y parcial). Además, las 32
huelgas referidas, todas son parciales.
Este dato es muy significativo; define dos regiones, la indus-
trial y la minera: en aquélla no $e hace reclamación alguna ni
por los albergues, ni por las tiendas o,bligatorias, ni por el pro-
ceder en el pago de los jornales.
Supongamos, como es permitido suponer, atendiendo á las
resultantes de la información del Círculo Minero y á otras ma-
nifestaciones de los patronos, que los motivos en que se fundan
dichas huelgas son más bien aparentes que reales (2), y que todo
dimana del influjo y de la imposición de una minoría agitadora.
Entonces la región minera debe de resultar mucho más pro-
pensa á los trastornos, y, ciertamente, no es así. La proporción
e^ de 32 á 17: un exceso de 15 huelgas industriales.
Lo evidente es 1^^ mayor intensidad y la considerable difusión
de las huelgas producidas por los mineros. En tres (1890, 1892
y 1903) la solidaridad es absoluta, y en dos (1890 y 1903) absoluta
y total, Sumándose los trabajadores mineros y fabriles.
No hay inconveniente alguno en admitir que, como dicen los
patronos, la agitación surge de la propaganda, y, si se quiere, de
la coacción de una minoría. Pero esto es la causa ocasional, que
(1) Cap. 11, págr. sr
(2) Cap. II, pági. 36 á 48.
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1 56 MINAS
no rige sin la predisponente. ¡Cuando no hay explosivo, qué
importa él fulminanteí
En la coincidencia de las motivaciones de la huelga hay mu-
cho que aprender, si se estudia con la serenidad de espíritu de
quien se propone tan sólo conocer los fenómenos de la fisiología
y de la patología sociales, que lo mismo importa, pues en el
primer aspecto toda enfermedad no es otra cosa que una expe-
rimentación fisiológica.
Atengámonos á ese método.
Para llegar á una clasificación genérica de las huelgas, pode-
mos suponer que las determinantes más significadas son las si-
guientes:
I." Las aspiraciones de la clase obrera constan en el progra-
ma del partido socialista, que se va desenvolviendo según las
posibilidades de la lucha lo permiten.
De estas aspiraciones, las más inmediatas y más reiterada-
mente manifiestas, son el establecimiento de la jornada máxi-
ma y del jornal mínimo.
Todas las huelgas de ésta ó de parecida índole, pueden ser
clasificadas en el concepto de huelgas de aspiración.
Su objeto no es otro que el de elevar progresivamente al
cuarto estado, colocándolo en armonía, para los efectos del aco-
modo social, con las demás clases.
Si se exceptúan los casos, y aun sin exceptuarlos, en que la
evidente insuficiencia del jornal ó el exceso de tareajas produce,
tales huelgas tienen siempre un marcado carácter fisiológico.
Todo tiende á colocarse en las condiciones económicas de la
oferta y la demanda, pudiendo afirmarse que, con y sin organi-
zación obrera, y con nombre y sin nombre, la Bolsa del trabajo
existe.
2.' Otras huelgas son determinadas por la solidaridad obrera
para ciertos fines qué no afectan á las condiciones económicas
del trabajo, sino á la jurisdicción patronal.
El patrono es libre, dentro de las condiciones legales, para
odmitir y despedir á sus obreros, y por estos hechos, el de des-
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DE VIZCAYA 157
pido de un obrero asociado ó el de admisión de un obrero no
asociado, se producen huelgas que tienen un carácter singular
que las define.
Se realiza de ese modo una manifestación del poder de una
clase, la trabajadora, frente y contra el poder de otra clase, la
capitalista.
Que se triunfe ó no se triunfe, importa poco para definir que
ésta es una manifestación de imperio, por cuya categoría son
calificables los hechos de solidaridad que se produzcan, como
huelgas de imposición.
3.* Hay casos en .que las manifestaciones del poder son de
otra índole, rebelándose la masa obrera, no contra un determi-
nado patrona ó contra muchos patronos, sino enfrente de las
resoluciones gubernativas.
La huelga poUtica tiene, en ese caso, su expresión perfecta-
mente inequívoca.
4.' Quedan otras huelgas de muy otra índole y de muy dife-
rente aspecto de las enumeradas, las más interesantes para el
asunto de este informe.
No se refieren á ninguno de los motivos que se acaban de
consignar en orden de clasificación. No se trata ni de la jornada
máxima, ni del jornal mínimo, ni de la admisión ó despido de
obreros.
En todos ^stos casos y en todas las huelgas que producen 1q
mismo los obreros que los patronos, se colocan en su propia
jurisdicción, es decir, en las solas condiciones del trabajo. No se
merma su libertad ; no se inmiscuyen en lo que no les compe-
te; existe relativa paridad de medios, y en pugna unos con
oíros se rebelan, resisten ó transigen, y, consecuentemente, ó
perpetúan el estado de cosas en el orden de condiciones en que
están mantenidas, ó lo modifican, ya con ventaja para los fueros
patronales, ó ya con nuevos equilibrios entre los dos factores. Y
asi sigue y seguirá la lucha venciendo y acumulando resis-
tencias.
Pero hay ocasiones en que el obrero se coloca por fuerza de
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158 MINAS
las circunstancias en relación de inferíorídad depresiva, en
virtud de la desapoderada superioridad de los patronos ó de' sus
agentes, y entonces la relación obrero-patronal no se define en
las libres condiciones del trabajo, sino en la ingerencia inmedia-
ta en la propia vida del obrero.
Éste no disfruta de la nepesaria libertad para vivir ; se le impo-
ne una jurisdicción extralimitada señalándole la vivienda, él co-
mercio en que ha de surtirse y los modos de percepción de su
salario; no se puede regir á si mismo; ha de someterse ó ausen-
tarse; es un esclavo^ dentro de las trabas y rigores de una
significada y definida forma de esclavitud.
Con toda propiedad pueden llamarse huelgas libertarias los
movimientos de rebelión obrera que se producen para recabar
la independencia económica de los trabajadores.
B) Huelgas de aspiración. — Las subdividiremos por sus dife-^
rentes motivaciones, distinguiéndolas en sus dos regiones: la
industrial y la minera.
a) Horas de trabajo. — Región industrial, 5 huelgas. Región
minera, 6 huelgas.
Caracteres en la región industrial:
Clases de obreros: Astilleros del Nervión, pintpres, canteros,
constructores de carruajes y peluqueros.
Período de tiempo: Se manifiestan en el período de diez
años (1892-1902), con intervalos de ocho años (1892-1900) y dos
años (1900-1902).
Petición: La jornada de ocho horas.
Resultado negativo: Astilleros del Nervión, pintores, can-
teros.
Resultado favorable: Constructores de carruajes, peluqueras.
Caracteres en la región minera: ,
Clases de obreros: Mineros de las minas Primitiva, Carmen y
otras, Paquita, Berango y Primitiva. Además, la huelga general
de 1890.
Periodo de tiempo: Un año (1890-1891), dos años (1891-1893),
cinco años ( 1893-1898).
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DE VIZCAYA 159
Peticiones:
Jornada de ocho horas , i
Disminución de horas 2
Contra las horas extraordinarias. i
Contra el aumento de horas i
Falta de exactitud en las horas i
Resultado negativo: Primitiva, Carmen y otras, Paquita^ Be^
ranga.
Resultado favorable : General de 1890 y Primitiva.
Resumen comparativo: i.° Por el período de tiempo, las huel-
gas en la zona industrial aparecen mucho más distanciadas que
en la zona minera.
2.*» Por las peticiones, las huelgas son verdaderamente de las
del tipo de este epígrafe; en la región industrial todos piden la
jornada de ocho horas. En la región minera sólo una huelga es
de este tipo. Las demás son huelgas de protesta contra algún
exceso, ya por número excesivo de horas, ya por aumento de
horas ó imposición de horas extraordinarias, ya por falta de
exactitud en dar la entrada y la salida. Este último exceso, con
el de imposición de horas extraordinarias, determina dos huel-
gas en una misma mina, la Primitiva,
3.° Por el resultado negativo, la oposición patronal es mucho
más grande en la región minera. Sólo se accede, y en virtud de
una huelga general con intervención de la Autoridad militar, á
la regularización de las horas de trabajo, y después á la supre-
sión de horas extraordinarias (i).
b) Jornal. — Región industrial, 10 huelgas. Región mine-
ra, 6 huelgas.
Caracteres en la región industrial:
Clases de obreros: Altos Hornos (un taller), constructores de
un muro en la ría, La Vizcaya (100 obreros), cargadores de car-
bón (200), Altos Hornos, carreteros, trefiladores, fábrica de vi-
drio, tipógrafos y toneleros.
(i) Véase el cap. II y los cuadros resúmenes del mlsmo«
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I 6o - MINAS
Período de tiempo: Tres años (1890-1893), tres años (1893-1896),
un año (1896-1897), dos años (1897- 1899), un año (1899-1900), dos
años (1900-1902), un año (i902-i903).
Peticiones: \
Contra la rebaja del jornal i
Aumento de jornal 8
ídem y trabajo á sueldo i
Pidieron un aumento diario de 50 céntimos de peseta, los
constructores de un mura en la ría; de 25 céntimos, los obreros
de La Vizcaya; y aumento de 50 céntimos los domingos que se
les ocupase, los tipógrafos. En las demás no se expresa.
Resultado negativo: Altos Hornos, construcción de un muro,
La Vizcaya^ cargadores de carbón, trefiladores, fábrica de vidrio
y toneleros.
Resultado favorable: Altos Hornos, carreteros y tipógrafos.
Es de advertir que en los Altos Hornos, la huelga de los
obreros de un taller por disminución de jornal, se. resuelve ne-
gativamente, y la de todos los obreros de la fábrica pidiendo
aumento de jornal, se resuelve favorablemente.
Caracteres en la región minera:
Clases de obreros: Minas Paquita, Dolores y Paquita, Orcone-
ras y Parcocha (8.000), Compañía Lucharía (75 barrenadores),
cargadores de mineral calcinado (2.000) y trabajadores de can-
tera.
Periodo de tiempo: tres años {1890-1893), cinco años (1893-
1898), cuatro años (1898-1902).
Peticiones:
Contra descuento en el pago i
Aumento de jornal 5
Los trabajadores de las canteras de Aspe pidieron un aumen-
to de 25 céntimos por cada vagón de piedra machacada, y los
trabajadores del Ferrocarril de Triano pidieron un aumento de
50 céntimos; en lo demás no consta la cuantía de la petición.
Resultado negativo: Paquita, Dolores y Paquita, Orconeras y
Parcocha y Compañía Luchano^.
/
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DE VIZCAYA l6l
Resultado favorable: Canteras de Aspe (en la piedra negra,
no en la blanca) y cargadores de mineral del Ferrocarril de
Triano.
Resumen compaiXLtivo : i.° Por el periodo de tiempo, las huel-
gas en la región industrial aparecen menos distanciadas que
en la región minera.
2.*» Por las peticiones, lo único característico es que en la-
región minera hay una huelga (la de la mina Paquita)^ porque
el contratista al hacer el pago del jornal pretendía descontar á
cada obrero de 0,50 á 0,75 céntimos de peseta. Es la nota del
abuso explotador. Repárese que en la misma mina ocurre en 1893
una huelga de 3qo obreros por aumento de horas de trabajo.
3.° Por el resultado negativo, la oposición patronal es más
intensa en la zona minera. Los Altos Hornos no resisten una
huelga general, y otra más grande, de 8.000 trabajadores, la
vencen las Compañías de las Orconeras y Parcocha, La única
huelga de intensidad, la de los cargadores del Ferrocarril de
Triano, fué resuelta favorablemente por la Diputación provin-
cial, no por un patrono particular.
c) Horas de trabajo y jornal. — Sólo hubo huelgas de esta
clase en la región industrial (i).
C) Huelgas de imposición. — Las comprenderemos en un
solo concepto, aunque ofrecen variantes, detalladas en las pe-
ticiones.
Por despido ó admisión de obreros. — Región industrial, siete
huelgas. Región minera, tres huelgas.
Caracteres en la región industrial :
Clases de obreros: panaderos, albañiles^ operarios del Ferro-
carril de Bilffao á Poriugalete, Astilleros del Nervión^ moldeadores,
panaderos y Astilleros del Nervión.
Período de tiempo: un año (1890-1891); nueve años (1891-1900);
dos años (1900-1902); un año (1902- 1903).
(1) Cap. n, pág. 49.
II
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102
Peticiones :
MINAS
Número
de huelgas.
RESULTADO
Negativo. Favorable.
Para la admisión de obreros despe-
didos
Contra la negativa á admitir un ope-
rario
Contra la admisión de obrero no aso-
ciado
Para imponer el despido de obreros no
asociados
Para imponer el despido de un maestro
de taller
Por despido de obreros
Total.
Caracteres en la región minera:
Clases de obreros: Mineros de la Compañía Franco-belga,
Período de tiempo: Doce años (i 890-1902).
Peticiones: Admisión de un obrero despedido (90 huelguistas)
y admisión de cuatro operarios despedidos.
Resultado: Siempre negativo.
Resumen comparativo: i.° Por el número de huelgas, se sig-
nifica más la región industrial, y, naturalmente, han de estar
también más aproximados los espacios de tiempo.
2.*» Por las peticiones, las diferencias son aún más esenciales.
En la región minera sólo se pide la admisión de obreros. En la
región industrial, las manifestaciones de la imposición son com-
pletas: se pide y se impone la admisión de obreros despedidos,
la de los que no se quieren admitir, y el despido de obreros no
asociados. •
3.'» Por el resultado negativo, la oposición patronal es cerra-
da en la región minera, de igual manera que la transacción es
evidente en la región industrial.
D) Huelgas políticas.— Se registra una en la región minera (i).
(i) Cap. II, pág. 30.
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DE VIZCAYA 163
E) Huelgas libertarias. — Son propias exclusivamente de la
región minera. Determinaron las huelgas generales de 1890
y 1903. Sus caracteres exigen tan especial estudio, que consti-
tuyen la verdadera motivación de este informe.
Hay que abordar, por lo tanto, el nuevo asunto en todas las
cuestiones planteadas; pero antes, por el mismo orden compa-
rativo que acabamos de seguir, estudiaremos la correlatividad
de caracteres de obreros y patronos en la región industrial y en
la minera.
III
LOS OBREROS
A) Obreros industriales.— Se caracterizan, en la apreciación
de los patronos, por la mayor consideración en que los tienen.
El patrono hace sus apreciaciones, no con un criterio huma*
nitario, ni político, ni otro de semejante índole, sino conforme á
su manera de apreciar las cosas, es decir, económicamente.
El patrono aprecia á sus obreros en razón de la cuantía y
tiempo de servicios, mientras el obrero es útil.
Y no se crea que esto es una mera suposición: el que lo
afirma ha estudiado el criterio patronal. Y no se crea tam-
poco que esto es una verdadera anomalía: lo económico es muy
exigente, y rara vez, ó casi nunca, se amalgama con lo afectivo,
á no ser por afección de intereses.
Por su mayor estabilidad y por su mayor inteligencia, dis-
fruta el grado máximo de consideración el obrero industrial.
Se debe esto también, ó á que el obrero es un especialista en
la especialidad de cada oficio, ó á que está encartado en ese in-
menso engranaje de las grandes industrias, en que los hombres
han de actuar rítmicamente con las máquinas, siendo á ese te-
nor regidos por quienes los mandan. El maqumismo constituye
la gran solidaridad fabril entre hombres y máquinas, directores
y subordinados.
Por lo mismo, en este y en otros casos, el trabajador no re-
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164 MINAS
presenta una fuerza bruta, sino una fuerza muscular é inteligen-
te, ó intelectualizada por la subordinación fabril.
En virtud de esa misma acción inteligente, el obrero indus-
trial se halla constantemente enlazado con inteligencias direc-
trices, y la relación entre inteligencia é inteligencia es muy otra
que la de fuerza á fuerza.
Además: este obrero tiene la ventaja de vivir socialmente en
centros urbanos, lo que supone mayor ciudadanía y el influjo de
todas las compensaciones debidas á la acción del medio.
Consignadas estas apreciaciones generales, sólo nos podemos
atener á las características que resultan de esta información,
que no está hecha para definir expresamente la personalidad y
la psicología del obrero industrial, sino para definir la situación
del obrero de las minas.
Consignemos únicamente algunas características definidoras
de la condición de los obreros industriales:
I." Mayor intelectualidad.
2." Mayor espíritu colectivo.
Délas 13 Asociaciones políticas, siete, las más nutridas, co-
rresponden á obreros industriales.
3." Mayor solidez del espíritu de solidaridad obrera.
De las 59 Sociedades de resistencia, 56 corresponden á obre-
ros industriales, que fueron los iniciadores.
Hé aquí el orden de fundación:
AÑOS , ,^""^r.
de Sociedades.
1887 I
1888 2
1890 5
1891 ó
1892 I
1897 2
i8q8 I
1899 8
1900 3
1901 12
1902 9
1903 9
50
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DE VIZCAYA
165
Son mineras una de las fundadas en 1899, otra de 1901 y
otra de 1902.
4/ Mejor organización y resultados más efectivos en la lucha
contra los patronos.
Aunque del cuadro comparativo que seguidamente va á in-
sertarse resulta una proporción casi igual en los efectos de las
huelgas mineras é industriales, son más patentes las ventajas
obtenidas en las últimas en lo que respecta á las horas de traba-
jo y al jornal, y demuestran un poder coactivo las motivadas en
el despido ó admisión de obreros, siempre sin resultado en la
región minera.
Hé aquí el cuadro comparativo de los efectos de las huelgas
en las dos regiones:
MOTIVOS DE LAS HUELGAS
Horas de trabajo
Jornal
Horas y jornal
Despido ó admisión de obre
ros
Huelgas políticas
Huelgas libertarias
Totales
Número de huelgas.
Resultado.
ReKión .
Región
Región
Región
industrial.
ramera.
industrial.
minera.
F.
N.
F.
N.
5
6
2
3
2
4
10
6
^
7
2
4
4
))
»
4
»
))
7
3
4
3
»
3
»
I
»
»
»
I
»
3
»
»
2
I
26
19
9
17
6
13
5." Mejores condiciones económicas y sociales para desen-
volver el espíritu de previsión.
De las 3.892 libretas pertenecientes á jornaleros, con una im-
posición de 5.903.780 pesetas, que existen en la Caja de Ahorros
del Banco de Bilbao, es indudable que la inmensa mayoría per-
tenecen á obreros industriales.
6.* Mayor espíritu político.
Es indudable que éste corresponde á la mayor intelectuali-
dad. En Altos Hornos me señalaron como más levantiscos á
los moldeadores. Las personalidades singularizadas en la or-
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l66 MÍNAS
ganización socialista proceden de ios obreros industriales. La
política obrera se desenvuelve en esta región. Muchas veces lo
que aquí se concibe repercute en la zona minera. Por otra par-
te, el espíritu de solidaridad se ha manifestado en dos grandes
ocasiones (1890 y 190^), asociándose los obreros industriales á
la huelga sin que los llevara ningún interés particular.
B) Obreros mineros. — En el capítulo primero de este Infor-
me, I, A)^ c), se hace la distinción entre el obrero fijo y el obrero
ambulante, y se recoge el parecer de Mr. Woof respecto de que
«las relaciones entre obreros y patronos no pueden ser ni tan
estables ni tan íntimas como lo son, por ejemplo, en las fábricas
y otros establecimientos de trabajo donde el operario es perma-
nente».
La inestabilidad y la superficialidad de relaciones es un dato
verdaderamente definidor.
Pero hay otros que se deducen de lo mismo que hemos di-
cho al exponer las caracterizaciones del obrero industrial.
La estabilidad y la intimidad son factores influyentes en
cierto grado y medida en la manifestación de las consideracio-
nes personales, y lo son también la naturaleza peculiar de cada
uno de los factores que se relacionan y los modos de relacio-
narse.
Por su naturaleza y por los modos de relación, hemos defini-
do los factores industriales como intelectuales ó como inte-
lectualizados, y las relaciones, como de inteligencia á inteli-
gencia.
Expresamos allí anticipadamente un modo de relación, el de
fuerza á fuerza, que es el característico entre el agente inmedia-
tamente ordenador y el obrero de las minas.
Es este último un trabajador indiferenciado y circunstancial,
cuyo nombre, jornalero, especifica que busca la «jornada», cual-
quiera que ésta sea, para la obtención del «jornal».
La posición social del jornalero es en nuestro país de las más
inestables, por obedecer á cuantas solicitaciones de trabajo lo
impulsen. Acude á la práctica de las diferentes operaciones agrí-
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DE VIZCAYA 167
colas, en su, localidad, en las inmediatas ó más lejos, y es e.l peón
obligado en todo género de obras públicas.
De todos modos, el jornalero también se diferencia en estable
é inestable, y su estabilidad ó inestabilidad acusa el bienestar ó
la pobreza de la comarca en donde vive. Los jornaleros de comar-
cas de suficiente arraigo para sus pobladores no emigran jamás,
á no sobrevenir crisis de trabajo excepcionales. Los jornaleros
de comarcas míseras son los que mantienen nuestros movimien-
tos interemigratorios, y estos jornaleros han constituido siem-
pre, y constituyen en la actualidad, la mayor parte de la pobla-
ción trabajadora de las minas de Vizcaya.
Las provincias gallegas, las más emigrantes de todas, están
representadas con el máximo de población en las minas. Sigue
la de Soria, provincia misérrima, y cuyos habitantes se extien-
den de tal modo, que han repoblado los latifundios cordobeses.
Siguen las de León y dé Zamora, en este orden, y de algunas de
las demás existen meras representaciones individuales.
Ahora bien: por las condiciones de jornaleros y emigrantes
de determinadas procedencias, y por la necesidad imperiosa
que los determina; por no aportar otra cosa que «su formidable
organización física^), como dice un escritor muy versado en la
información obrera (Carlos del Río, «El minero errante y el mi-
nero estable», articulo publicado en El Liberal, de Bilbao, del 13
de Noviembre de 1903); por desgarrarse de su tierra con la espe-
ranza de un mejoramiento económico que los mude de situa-
ción, y por aventurarse ciegamente á esta campaña, se com-
prenderá que vienen rendidos á someterse á lo que se les exija,
con entera dejación de su persona.
El medio en que se implantan no tiene tampoco nada de
atractivo por sus condiciones de arraigo. El suelo no es estable:
el hombre lo remueve y lo moviliza en vagonetas y vagones, y
lo ve marchar á los cargaderos de los muelles. Unas vías que
avanzan sin cesar de tajo en tajo, representan el insaciable tra-
gadero allanador y devorador de las montañas. Todo cae, se
desmenuza y huye.
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i68
MINAS
Y esta misma pertinaz representación es influyente en los
modos constitutivos de las poblaciones instaladas en la zona
minera. Lo que se establece allí no es, como en todo lugar esta-
ble, la casa para dar ingreso á la familia, sino la posada para ad-
mitir huéspedes, y hay tantas en un mismo pueblo, en un mis-
mo edificio, en un mismo piso, y hasta en una misma habita-
ción^ que la zona minera se puede definir como una considerable
aglomeración de «posaderías».
El hospedaje no es ciertamente la hospitalidad, y como hos-
pitalaria no tiene títulos esta zona. De igual manera que el emi-
grante jornalero es atraído por la demanda de trabajo, con apa-
riencias de remunerador, al posadero y al tendero los congrega
el cliente.
Siempre ocurren las cosas de ese modo, y nada tienen de
excepcional las dos afluencias. Lo excepcional, lo desequilibran-
te, consiste en que, por el predominio del régimen de posada
sobre el régimen de familia, y por las concomitancias de este
régimen con la índole de la explotación minera, los agentes in-
termediarios de una y otra clase participan de la misma propen-
sión, se hacen afines y se determina enlazadamente la explota-
ción del suelo por el hombre y la explotación del hombre erran-
te por el hombre fijo.
En efecto: la fijeza, por el influjo permanente de todo género
de estabilidades en la vecindad, en las relaciones y en la tradi-
ción, es la única capaz de producir simpatías, afinidades y aso-
ciaciorles. Y este aserto, que no es de ningún modo recusable,
ha de servirnos, lo mismo para definir, cuando llegue ehmomen-
to, á los explotadores del trabajador, que para presentar con
sus caracteres esenciales al obrero fijo.
De la fijeza del trabajador ambulante nació el espíritu de
asociación de los obreros de las minas. El obrero circunstancial
es individualista, y, como individualista, indiferente. No lo guían
más que sus propósitos, ni tiene confianza en otra cosa que en
su esfuerzo. Con resolución mercenaria se alista en los trabajos
y se somete á la disciplina que le imponen. Le importa obtener
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DE VIZCAYA 169
«1 efecto apetecido, y al obtenerlo se licenciará. Esta presión es
la que lo retiene, y no otra cosa.
Es evidente, por lo tanto — y los patronos tienen razón cuan-
do lo afirman, — que todas, absolutamente todas las agitaciones
que han conmovido esta región, se producen en el seno de una
minoría, que es la de los obreros fijos, asociados é impulsados
por la fuerza que los une, y que arrastra á una mayoría que se
deja conducir pasivamente.
En efecto: lo que ocurre en casos semejantes es una sustitu-
ción de fuerza coactora. Tan pasivo es el obrero transitorio á las
conminaciones del capataz que lo subordina, como á la voz de
sus iguales. Atento á obedecer, siempre en disposición de servi-
dumbre, ó trabaja, ó deja de trabajar, sumándose á la huelga. Por
«í solo, ni protestaría ni se redimiría.
Con estos datos es muy fácil la representación mecánica de
las agitaciones que han venido sucediéndose antes y después de
la huelga general de 1890.
Antes de las huelgas hay tres hechos característicos: el impe-
rante poder coactivo del patrono y sus agentes, el predominio
de los obreros transitorios y la falta de asociación obrera.
Desde las huelgas, en el orden de sucesión en que han esta-
llado, lo característico es la fprmación de poblaciones fijas, el
desenvolvimiento de la solidaridad obrera, y la constitución de
una fuerza que, por su poder é influjo, merma la del patrono y
la sustituye algunas veces.
La sustitución, de ser jurisdiccional en el orden de los traba-
jos, sería á todas luces abusiva, trastornadora y perjudicial para
todos. Pero lo que se sustituye no es esto: se sustituye una co-
acción para imponer la libertad, necesaria al hombre, por la dig-
nidad de éste y por su bienestar económico, contra otra coacción
enteramente opuesta en los fines; y siendo ésta inmoral de todo
punto, la primera es legítima y conveniente.
Con ello, el patrono no ha perdido nada, porque lo que recaba-
ron los obreros no eran naturalmente pertenencias ni atribuciones
patronales: eran invasión de atribuciones y excesos de dominio.
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I yo MINAS
De aquí que la protesta de los patronos no pueda referirse
á cierto género de soluciones que se imponían sobre el preten-
dido fuero patronal : el patrono sólo puede atenerse á las condi-
ciones del contrato de trabajo y no á las condiciones de vida del
obrero; y á estas últimas alcanzan preferentemente los fallos, en
el buen sentir, irrecusables, de los Generales, arbitros en las huel-
gas de 1890 y 1903.
En la asociación obrera, el obrero ambulante está hoy mis-
mo poco representado, y antes lo estaba menos todavía.
Hay que advertir también que esta masa de obreros dismi-
nuye gradualmente. Un influjo creciente de asimilación fija los
hombres en familias, y las ideas en aspiraciones comunes, y
todo esto determina la estabilidad de una clase. También sobre-
vendrá, y está iniciada, una tendencia recusadora de nuevas
emigraciones, porque la sustitución de los obreros permanentes
por los advenedizos, de que aquéllos se lamentan, favorecería
las ingerencias patronales.
De todos modos, y por los caracteres que se evidencian en
el obrero ambulante. y en el fijo, no se le pueden atribuir á
aquél las afirmaciones motivadoras de las protestas colectivas.
Este obrero es esencialmente resignado, y obedece lo que le
mandan, y acepta lo que le sugieren. Todo, absolutamente todo
el programa de la última huelga general, corresponde al modo
de sentir de los obreros fijos y asociados, lo que no quita para
que, habiendo sentido con acierto la verdadera significación del
mal, tocaran en la parte sensible para producir la conmoción.
En general, los trabajadores mineros se distinguen, compa-
rativamente con los industriales, por su menor intelectualidad:
por su menor espíritu asociativo, y también por la menor con-
sistencia de la asociación; por su poca fuerza coactiva, impo-
niéndose siempre por razón de orden público, y, en fin, por
peores condiciones económicas y sociales para desenvolver el
espíritu de previsión.
Son una fuerza muscular que se utiliza en el arranque, la
carga, la descarga y el transporte, y los estiman como fuerza, y
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DE VIZCAYA 171
los sustituyen sin estorbo; trabajan mucho y viven codiciosa-
mente, sacrificándose en sus deseos, en sus gustos y en sus
energías; vienen para conquistar el ahorro; pero como son aves-
de paso, asi los tratan!
IV
LOS PATRONOS
A) Consideraciones generales. — No hacemos especificadamen-
te la distinción entre patronos mineros y patronos industriales,,
porque, habiendo sentido unos y otros los efectos de la últipia
huelga general, se han concertado al hacer sus protestas al Go-
bierno con particulares comisiones y solicitudes (i).
Sin embargo, aunque los ligue un interés común, y aunque
algunos de ellos tengan, por sus diferentes participaciones, una
doble naturaleza patronal, las Asociaciones representadas son
distintas, y la Asociación minera, con su Círculo y sus afinida-
des, constituye una entidad independiente.
Laméntanse todos del desorden producido, de los desastres
ocasionados y de lo que se puede temer como consecuencia de la
alarma subsistente en los espíritus. Pero la exposición de los
patronos mineros es más viva en el relato, mucho más severa
en los juicios y tan enérgica ó más en las conclusiones.
Indica esta diferencial que en la misma comunidad de intere-
ses patronales hay dos notas, correspondientes á dos maneras
de sentir un mismo hecho. Si así no fuera, porque así no lo re-
conozcan los interesados, que lo deben apreciar, en buena crítica
no han de reputarse iguales todas las posiciones; y en el último
conflicto no es la misma la posición en que se encuentran los
productores, los industriales, los propietarios, los navieros, los
comerciantes, las sociedades de crédito, etc., y los mineros.
Se suman en lo que se llama «alarma general», que lo con-
(!) Cap. ir, pág. 47.
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172 MINAS
mueve y lo trastorna todo, y á nadie excluye; se* suman también
en los efectos del conflicto ; pero no se pueden sumar, sino de
soslayo, por cierta correspondencia y simpatía, en la motivación
y .en las causas del trastorno.
^•Dónde se produce ese trastorno? ¿Qué lo motiva? ¿A qué con-
diciones é influjos obedece? ¿Quiénes son los responsables? ¿Se
pudo prever y prevenir? ¿Se pudo conciliar?
En una reclamación como la hecha por las mencionadas co-
lectividades no se puede entrar abiertamente á inquirir todo ese
género de cuestiones, porque en los cerrados puntos de vista
que se formulan en mancomunidad de intereses no hay margen
que lo pueda permitir.
Pero en una información absolutamente desinteresada, no
promovida por instancia de parte, exenta de prejuicios, puede
inquirirse todo lo conveniente á la depuración de la verdad, sin
más propósito que el de que la verdad transcienda", ejerciendo
por su sola virtud un pacificador influjo.
En este caso, es pertinente la distinción de posiciones patro-
nales, porque no es la misma, en la manifestación y difusión de
ios conflictos, la de los patronos industriales que la de los mi-
neros.
Ninguna huelga de las 32 originadas en fábricas y talleres,
tuvo carácter general, ni hizo solidarias las distintas reclama-
ciones. De las 17 de la región minera, 3 son generales y 2 se
extienden á la industria.
Si identificáramos este fenómeno social con un fenómeno
físico análogo en cierto género de concomitancias^ podríamos
decir: ¿Dónde se produjeron las tormentas? En la montaña, no
en el llano fabril. ¿Dónde sacudieron más intensamente? En los
poblados, en la ciudad, en los acervos industriales. ¿Dónde pu-
dieron causar los más irremediables perjuicios? En donde la
exposición es más inmediata y la paralización de la vida más
grave y dolorosa.
Para Bilbao y sus poblaciones sufragáneas, la zona minera,
considerada la prosperidad que ha hecho nacer, es una vecindad
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I)K VIZCAYA 173
poderosa, generosa, espléndida. Considerados los trastornos,
los sacudimientos, las tormentas sociales á que ha dado lugar,
es un mal vecino.
Si hay lógica y previsión en las acciones, de igual modo que
los mineros acuden á sacudir á la ciudad para que participe de
sus resentimientos y sus males, la ciudad debiera, recíproca-
mente, acudir á la mina para conocer el fuego de la discordia
y apagarlo.
En este caso, el patrono industrial se convertiría necesaria-
mente en censor del minero, aunque en un mismo patrono se
juntaran una y otra personalidad. De tu zona y no de la mía, le
podría decir autorizadamente, viene el desorden: averigüemos
los motivos, y remediémoslo para lo porvenir.
Desgraciadamente, la cuestión no se ha planteado de ese
modo. Se dan por conocidas las causas de la huelga de 1903,
atribuyéndolas, en mi concepto, pobremente, á la rivalidad de
los dos jefes del partido socialista, suponiéndoles un poder colo-
sal, que los ensalza. Después de esto recusan y motejan el arbi-
traje de orden público — así se le debe llamar, — pacificador de
la rebeldía. Apuntan conio cargo que un Jefe del Ejército «llega
á Vizcaya, observa el desorden y la anarquía, y no lo reprime con
severidad y rigor». Piden, en fin, que el Gobierno «haga en ade-
lante velar por el riguroso cumplimiento de la ley, lo mismo á
las Autoridades civiles que militares, cuando el conflicto llegare».
«¡Cuando el conflicto llegare!....» ¿Qué quiere decir esto? Que
el asunto está en pie. Lo afirman las propias manifestaciones de
los patronos, que formularon «la más solemne protesta» contra
el fallo de la Autoridad militar; que recabaron «su libertad de
acción para lo sucesivo», y que indicaron que la solución «dejó
en germen grandes males».
No se necesitan otros testimonios ni comprobantes para en-
trar á definir cuál es el espíritu y la disposición de ánimo de los
patronos mineros, y lo que esto significa.
Para que más resalte, lo contrastaremos con la disposición y
espíritu de aquellas personalidades que, por su profesión, medios
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174 MINAS
y recursos, se deben mostrar más inclinadas á las apelaciones á
la fuerza.
Los comisionados del Instituto de Reformas Sociales depar-
tieron más de una vez, durante su permanencia en Bilbao, con
los dos Jefes militares que más directamente han intervenido en
la conjuración de los últimos y lamentables sucesos: el Capi-
tán General, Sr. Zappino, y el General Gobernador, Sr. Her-
nández.
De su boca oyeron los comisionados la relación de lo sucedi-
do en sus más importantes accidentes, y se pudieron persuadir
-de que, en ocasiones, la posesión de la fuerza y la cohciencia ra-
<:ional de cómo y con qué oportunidad debe ser empleada, da
alteza de miras para sobreponerse, lo mismo á la insensatez
cuando provoca, que á la obcecación cuando pretende sojuzgar
y cohibir.
No tiene para qué ocultar el que suscribe, que vio con profun-
da simpatía, á la vez científica y humanitaria, aquel modo de
«entir y proceder; porque científicamente ha sustentado en una
de sus obras (La teoría básica)^ que toda fuerza es agencial, y que
la fuerza agencial política se manifiesta, ó como fuerza precep-
tual ó jurídica, ó como fuerza coercitiva; y en uno y otro caso
no tiene más objeto que establecer y mantener la normalidad de
las relaciones. Cuando éstas se perturban de algún modo que
obligue á intervenir, se interviene procurando evitar los recur-
sos violentos, siempre que la sola presencia de la fuerza resta-
blecedora sea eficaz para el efecto apetecido.
Y esto es lo que ocurrió, manifestándose de esa manera la
•energía potencial del elemento ordenativo, venciendo dos resis-
tencias á la vez, en que consistía la paralización de la vida nor-
mal, y transformando el sacudimiento convulsivo en trabajo
útil. La disposición !.• del bando de 31 de Octubre así lo impo-
ne: «Los obreros acudirán al trabajo desde el día 2 del próximo
mes de Noviembre, entrando de lleno en la normalidad.»
Esta primera ordenación se refiere á los obreros, ordenándo-
les someterse á la disciplina del trabajo. La 2.* se refiere á los
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DE VIZCAYA 175
patronos: «Desde el j.° de Enero de 1904, el pago á los obreros
mineros se hará por semanas vencidas.»
Lo urgente, lo imprescindible, lo primordial era restablecer
ia tranquilidad pública y el trabajo suspendido en canteras, fá-
bricas y talleres, y el acierto y la eficacia en la disposición es
evidente. Vención así una resistencia.
La otra, la patronal, no era tan urgente; admitía demora y se
le dieron dos meses de plazo; pero hubo necesidad de consig-
narla seguidamente á la anterior. Resistencia por resistencia,
anuladas las dos, produjeron inmediatamente el efecto mecánico
de restablecer la actividad. El efecto agencial ordenativo fué
seguro.
En lo demás no puede alegarse ni extralimitación ni ingeren-
cia. La disposición 3." no hace otra cosa que refrendar un conve-
nio antecedente; el del arreglo del General Loma, en Mayo
de 1890, bases i.*y 2.* (i). La 4.* constituye un precepto siempre
en vigor y que está sancionado en el Código penal.
De manera que únicamente el plazo en el pago del jornal fué
el verdadero asunto de discusión, y en él se encastillaron los pa-
tronos, cuya actitud debe ser bien precisada.
«Desde hace tiempo — dice el Gobernador (2) — venían recla-
mando (los obreros) porque se les pagara por semanas ó por
quincenas, y siempre fueron desatendidas sus pietensiones, excepto
en las minas próximas á Bilbao, donde se pagaba en la forma
deseada.» En 14 de Agosto de 1903 ya toman la iniciativa los
Presidentes y Secretarios del partido socialista obrero de las
Agrupaciones de La Arboleda, Gallaría, Las Carreras, San Ju-
lián de Musques y Ortuella (3), y dirigieron una exposición al
Círculo Minero, haciendo constar estos dos hechos, muy dignos
de consideración: que por el acaparamiento del comercio los
géneros costaban en la zona minera un 20, 30 y hasta 40 por 100
más que en Bilbao, y que el mal tendría remedio en parte si los
(i) Cap. 11, pág. 32.
(2) Cap. 11, pág. 34.
(3) Cap. II, pág. 35.
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176 MINAS
trabajadores pudiesen hacer sus compras con dinero en mano.
La exposición, además, es respetuosa, haciendo constar que no
se proponían provocar una huelga, y suplicando que desde el
mes de Septiembre se ordenase el pago del jornal por semanas*
La contestación del Circulo Minero (i), preciso es confesarlo^
es deplorablemente inhibitoria. Pudo no reconocerse la repre-
sentación de las Agrupaciones socialistas, pero no se pudo des-
cartar del conocimiento de los hechos, dando por sentada la
absoluta sinrazón de los reclamantes. Sin desprestigio alguna
para la autoridad de los patronos, y tomando aquella exposición
como denuncia de un hecho lamentable, pudo éste ser bien es-^
tudiado con toda libertad y sin ingerencias extrañas, tomándo-
se en definitiva la resolución más conforme á la equidad.
A la segunda súplica, la Directiva del Circulo Minero decide,
por unanimidad, ratificarse en los acuerdos anteriores. A la
tercera demanda, ya con un acuerdo recabado en el mitin de la
Plaza de Toros (2), se contesta que el Circulo insistía en su cri-
terio. Dos días después, en un mitin muy numeroso de San
Julián de Musques (3), se acuerda el paro general.
Ya en este punto, y ante la gravedad de la actitud de los tra-
bajadores, algunos propietarios y contratistas de las zonas mi-
neras de Triano conferenciaron con el Gobernador, y se mostra-
ron en actitud conciliadora, pero con bastantes reservas, como
lo indica el que al suplicarles el Gobernador que accediesen al
pago semanal, replicaron que estaban dispuestos á pagar en la
forma que quisiesen los obreros «una vez que reanudasen los
trabajos y eievaseti á sus respectivos pairemos las reclamaciones
que tuviesen por conveniente» (4).
Esto último es lo que se acuerda en una reunión general de
patronos mineros (5), siempre con los prejuicios de que el pago
(i) Cap. 11, pág. 36.
(2) Cap. II, pág. 37.
(3) Cap. U, pág. 38.
(4) ,Cap. II, pág. 38.
(5) Cap. II, pág. 38.
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DE VIZCAYA 177
semanal no lo deseaban los obreros ni les convenía, siendo una
imposición del partido socialista, y un interés inmediato de co-
merciantes, tahoneros y dueños de cafés.
Repárese, en fin, que los patronos se mantienen siempre en
actitud cerrada ante las súplicas y apelaciones de la primera
Autoridad civil.
Con esto, y con lo que en otras partes de este informe se
consigna, hay datos de indudable significación para afirmar que
el patrono minero estaba sobre saturado de espíritu de autori-
tarismo, y. que sólo autoritariamente veía la solución de la for-
midable huelga general de 1903, inhibiéndose antes del conflicto
.de todas las ^ipelaciones, pidiendo ante el conflicto el someti-
miento á discreción, y no siendo así, la represión severa y rigo-
rosa por medio de la fuerza.
Afortunadamente, y por el alto y noble espíritu del Capitán
General y del General Gobernador, no se escribió en Bilbao una
sangrienta página de nuestra historia contemporánea, que, ade-
más de un abismo de odios, hubiera avivado nuevamente la
campaña de desconceptuación que contra nosotros se ha propa-
lado en todo el mundo, suponiéndonos todavía inquisidores,
sanguinarios y crueles.
Afortunadamente, también, la resistencia que á esto hubiera
podido conducir con la terquedad y ceguedad de los patronos,
fué conjurada por precepto ordenativo, único medio que se im-
ponía necesariamente, y que se impuso. »
No son bastantes para que la Autoridad permanezca neutral
ante el conflicto ó intervenga en satisfacción de alguno de los
contendientes, los alegatos de amor propio, ni siquiera ciertos
aparentes prestigios de jurisdicción. Puede ocurrir esto cuando
el conflicto entre el capital y el trabajo afecta á los verdaderos
intereses económicos , siempre respetables , defiéndanse con
la energía que se quiera, y también á la verdadera libertad in-
dividual y á los derechos legítimos de cualquier clase, cuando
alguna colectividad, por desconocerlos ó negarlos, los atropelle
de algún modo.
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178 MINAS
Pero cuando lo que se ventila, como ocurre con el plazo en
el pago del jornal, es de tan fácil transacción, y no merma ni ju-
risdicciones, ni prestigios, ni capitales, es inconcebible, absur-
do, que por tan leve causa se dé lugar á tan desproporcionado y
doloroso efecto.
Aáí tiene que expresarlo con franqueza el que suscribe, sin
ánimo de causar mortificaciones personales, que, sobre no estar
de ningún modo en su intención, ni permitirlo el propio decoro
de su persona y del Instituto á que pertenece, no corresponde-
rían á la cortesía, deferencias y bondades con que fué tra-
tado.
Además, por la misma práctica de sus estudios é investiga-
ciones, tiene la costumbre de impersonalizar los hechos, de con-
siderarlo todo en orden de fenomenalidad social, y para estu-
diarla no es preciso seguir la preceptiva de ninguna de las leyes
procesales.
Pasado el conflicto, y para que no vuelva á resurgir, se está
en el caso, hoy que nada apremia ni cohibe, de estudiar con es-
píritu sereno las dos cuestiones litigiosas.
Este estudio puede ser grandemente persuasivo, y tener efi-
cacia para esta sola resultante.
Abordémoslo.
B) El proceder de los patronos. — En el capítulo I, título II,
letra A), se distinguen las diferentes clases de patronos.
Esa distinción, como veremos, es absolutamente necesaria.
Juntamente coa la distinción, es indispensable una refundi-
ción, según el proceder de los naturalistas cuando se proponen
definir un tipo sintético, un tipo dé raza, por ejemplo.
Yes conveniente para desvanecer cierto género de prejuicios,
ciertas apreciaciones exclusivistas, que suponen que tales ó cua-
les hechos son exclusivamente propios de tales ó cuales perso-
nas, sin coniprender que son universales, y que se han produ-
cido siempre y fatalmente, habiendo identidad de condiciones.
Es también conveniente la evidenciación de esa analogía, por-
que enseña que con la variación de condiciones se modifican las
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DE VIZCAYA 179
costumbres, haciéndose de esa maqera humano lo que fué
brutal.
La prueba de esa analogía de procederes la tenemos en que,
<x\ proponerse calificar los legisladores y sociólogos lo que ocu-
rrió, y en parte ocurre, en la zona minera de Vizcaya, hayan te-
nido que recurrir para titularlo á una lengua extranjera, y hayan
tenido que acudir igualmente para reprimirlo á las legislaciones
extranjeras.
Dedúcese, por lo tanto, que el mal existió anteriormente en
otras partes, y previamente fué conocido y remediado.
Un escritor antes citado (Carlos del Rio), expone en aquel
estudio de La vi(ia del minero sus impresiones de sociólogo al
comparar lo que ocurre en las minas y en las colonias europeas
de África, Asia y América, y lo que ocurrió históricamente en
otros tiempos. «Y al recordar — dice — todo esto, se cae en la
cuenta de que son algunos los puntos de semejanza que esta
zona minera tiene con ciertas colonias de civilización euroafri-
cana, donde el adelanto material de las Industrias alcanza un
grado insuperable, mientras que el estado social es rudimen-
tario.»
No se necesita ni siquiera acudir á extremos de comparación
para encontrar en las mismas disposiciones de la naturaleza hu-
mana, sin particularización de personalidades ni de tipos, la
tendencia caracterizadamente natural á la explotación del hom-
bre por el hombre, y esto obedece sobre todo á la endeblez de
uno de los sentidos fundamentales constituyentes del sentido
moral.
a) La probidad.- — Sabido es que en las sociedades superiores
el sentimiento de probidad es tan endeble que se lo reputa como
un simple respeto á la propiedad ajena. Sabido es también que
la codicia mercantil se inhibe fácilmente de los sentimientos de
piedad, atenida en todo y por todo á los mayores beneficios eco-
nómicos. Consta igualmente, como hecho demostrado, la resis-
tencia que el capital opone á la participación en otra forma que
la del mismo capital. Y, en fin, nadie desconoce que el capital
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l8o MINAS
tiende á organizarse como lo que su nombre significa: como
cabeza, como dirección, como gobierno, siendo en este respecto
el más aferrado á las formas rigorosas y frecuentemente abusi-
vas del autoritarismo.
El avasallamiento que muchas veces impone el capital en su&
relaciones con eí trabajo, se descubre en un régimen llamado
por los ingleses truck system^ y que más propiamente puede ser
definido como de «doble transformación».
En efecto: el capital, en virtud de la^ acción productora del
trabajo, vuelve á transformarse en capital, y la única merma
económica de esta,transformación es la parte que al trabajo le
corresponde. Ahora bien: si disciplinariamente se subordinan
las necesidades del obrero á un régimen mercantil establecido
por el patrono, una buena parte del numerario que habría de ser
invertido en el pago de los trabajadores se transforma, por ex-
plotación de las necesidades de éstos, en albergues y mercan-
cías, y, consecuentemente, en capital patronal. Es la conocida
regla de que todo se quede en casa.
De que este régimen existió en la zona minera vizcaína, no
cabe duda alguna, y se podría asegurar sin ningún testimonio
que lo demostrara, porque esta zona no es humanamente dife-
rente de todas las demás, y la condición humana se ha demos-
trado en todas partes y con los mismos hechos, para ser corre-
gida en virtud de la protesta de los lastimados y por imperio de
la ley.
Existió, con sus más refinados caracteres, hasta 1890, demos-
trándolo las mismas bases del arreglo del General Loma. Se im-
ponía entonces una excesiva jornada de trabajo, y la base 3/ la
limitó á once horas en verano y nueve en invierno. Se imponía
la vivienda en barracones, y la base !.• estableció «que los patro-
nos concederían á los obreros libertad de habitar donde más les
conviniese». Se imponí^ proveerse de alimentos y otros menes-
teres en las «cantinas que explotaban los capataces», y la base 2.*
las suprimió.
Se modificó desde aquel convenio pero no de una manera
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DE VIZCAYA l8l
radical, porque la codicia tiene muy hondas raíces y es de muy
difícil arranque, y no abandona de primera intención ni su te-
rreno ni SU6 jugos. Cambia de aspecto, de manera; y con tales
recursos suele ocurrir que gane en extensión. Se transforma,
pero persistiendo en los fines; y de este género de transformá-
is
ciones hay que hablar detenidamente, para poner en claro la le-
gitimidad de los motivos de la huelga de^i903.
En este estudio, lo que primero importa es presentar la suce-
sión de representaciones patronales y de' sus agentes, para ver
en qué grado, en qué medida, en qué condición se les pueden
atribuir los excesos y rigores que se les atribuyen; porque la ín-
.dolp de las relaciones varía mucho según se trate de una perso-
nalidad ú otra, pudiendo formularse, á modo de ley natural, un
principio definidor que, por analogía, es aplicable á nuestro caso
de investigación y á los deslindes de este informe.
b) Ley de degradación de relaciones. — Dicen T. Mommsen
y J. Marquardt (Manuel des antiquilés romaines. Tomó XIV. La
vie privée des romaines. Tomo I, páginas 205 y 210) que en un
principio los esclavos no estaban mal tratados. Un explotador
juicioso — añade — velaba porque de igual modo que sus bestias,
no careciesen de 16 necesario, proporcionándoles á aquéllos ali-
mentación suficiente, una pequeña ración de vino, aunque de
baja calidad, vestidos, zapatos" y alojamiento enuna W/Za. Pre-
cisando más, afirman que cuando el señor era cultivador, un
sello de cordialidad y simpatía era el distintivo de sus relaciones
con los esclavos, considerándolos propiamente como individuos
de su familia (familiaris), Pero esto acaba en virtud de la gran
extensión de los dominios y del absentismo. Al hacerse el escla-
vo extraño á su señor, su condición empeora y se rebaja.
Hé aquí en qué hechos se funda el que suscribe para supo-
ner que, conforme se degrada la jurisdicción, se exagera la seve-
ridad y se endurece el trato.
Aun más demostrativo es otro hecho que se puede com*
prender en aquel género de relaciones que definimos como
de fuerza á fuerza, relaciones que se manifestaron en toda su
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iSa MINAS
caracterización en ciertos precedentes de la mecánica navaL
Como antecedente délas actuales fuerzas motrices, en la ga-
lera existió un motor de sangre, y para que nuestras cinco es-
cuadras de esta clase lo tuviesen, se inventó una pena que en su
grado máximo equivalió á muerte civil. El galeote^ el forzado al
remo, vivía sujeto en cormas á su banco y obedecía como una
fuerza muscular y como una voluntad cohibida, con la pasivi-
dad que obedece una máquina. Siendo una fuerza disponible, se
organizó para manejarla otra fuerza estimuladora, que la repre-
sentó ^1 cómitre con su rebenque y con su brazo. En las ocasio-
nes en que la maniobra forzada se imponía para acometer ó para
huir, la voz preventiva ((¡fuera ropas!» dejaba desnudas las es-
paldas de los forzados, y el cómitre, con el mismo rigor que un
carretero á sus muías para sacar su vehículo de un mal paso, las
sacudía sin piedad y con coraje.
Algo semejante sucedió en las minas. Lo refiere Carlos del
Río en el mencionado artículo: ((y por de contado, el látigo del
capataz, que aquí, en la i^poca de las barracas, cuentan que cru-
zaba la espalda* de los mineros » .
Si no es confundible el capitán general de las escuadras, ni
el capitán de la galera con el cómitre de la misma, es algo más
que confundible, es correlativa la orden con la ejecución, y esa
orden no puede ser clasificada sentimentalmente de cruel ó no
cruel, sino de ordenancista y de táctica para obtener un efecto
en determinada oportunidad.
Lo propio ocurre en la gradación de efettos industriales. Al
propietario de una mina que la arrienda, lo que le interesa es el
canon que ha de percibir: no lo podemos comprender directa-
mente en ninguno de los engranajes de la explotación. Al arren-
datario que contrata el arranque de mineral, tampoco lo podemos
comprender en otra cosa que en la efectividad de su contrato: re-
cibe el número de toneladas convenido, y eso es todo. Al contra-
tista del arranque de mineral Aquí empiezan las inmediatas
relaciones patronales: aquí tenemos la jurisdicción del hombre
sobre el hombre. Todos los demás reciben la cosa hecha en tone-
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DE VIZCAYA ,183
ladas de mineral ó en numerario: éste es quien la tiene que ha-
cer por mandamiento.
Como este informe no es fiscal, sino naturalista, lo que aquí
se expone es la evidenciación de la naturaleza de las cosas inhe-
rente á la manera de entenderlas, según un cierto género de pre-
ceptiva.
Si en orden económico, para pagar un canon y otras obliga-
ciones y obtener un rendimiento al capital, en la proporción que
se desee, se calcula que es indispensable tal producción máxima,
medía y mínima, la orden de producción es la determinante de
la energía que ha de desenvolverse. Esta orden la recibe en vir-
tud de contrato, ó, de otro modo, de su poderdante general —
que es como él capitán general de las escuadras, — el. contratis-
ta del arranque de mineral, — que es á modo de capitán de la
galera, — y éste necesita indispensablemente su cómitre.
Establecemos estas conclusiones, no para ensalzar ni depri-
mir, que esto no cabe en el estudio de la pura realidad de los he-
chos y de la necesidad y contingencia de los mismos, sino para
• decir concretamente que, en uno y otro caso, lo que se impone y
se ejecuta es desenvolver la energía deseada: energía para la re-
sultante de tal velocidad; energía para la resultante de tanta ó
cuanta producción.
Pero hé aquí cómo conduce esta ordenación imperativa á la
consagración y endiosamiento de la fuerza. En último caso, la
fuerza material es la que manda, y la fuerza material la que obe-
dece. Aquélla, por el poder que le delegan sus generadores y por
la resultante de su acción determinando el rendimiento, no pue-
de mantenerse en la justa norma que el obligado equilibrio eco-
nómico ha de exigirle. No se pudo mantener, no se mantuvo;
experimentó por aquellos influjos y resultantes exageradoras,
una amplificación, un agrandamiento, desbordándose, y trans-
formando la autoridad en autoritarismo, convirtió la obligada
disciplina de trabajo en régimen de imperiosa subordinación,
absorbente de la personalidad.
La fuerza dominante, no tan sólo se encumbró exagerada-
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184 MINAS
mente sobre la dominada, sino que dio su tonalidad á la domi-
nación, llegándose á creer por los interesados en la efectividad
de la producción, que sin ese dominio ésta no podría realizarse
expedita y desenvueltamente, con lo que quedó consagrada la
fuerza, tolerados sus excesos y establecida una forma de escla-
vitud.
No puede negarse la realidad de esto último, porque es es-
clavitud todo lo que merma los derechos y la libertad de las
personas,' no siendo tampoco indispensable que los esclavizados
queden prendidos en la ergástula, si se los sujeta de otros modos.
Obligación de vivir en determinado albergue y de suminis-
trarse en determinada cantina, y de percibir el jornal en la for-
ma y en los valores que atributivamente se establezca, y de
satisfacerse con lo que de todo ello resulte, no tan sólo constitu-
yen modps de esclavitud patronal, sino invasión de las atribu-
ciones meramente económicas en las políticas, propias única-
mente del Estado.
No es de extrañar, por lo tanto, que en la protesta y en la re-
beldía de los obreros de esta zona se haya manifestado defini-
damente el elemeqto político, en huelgas de este carácter, como
la general de 1902, ó en huelgas libertarias como las de 1890
y IQ03, porque el dominio político patronal así lo impone, y lo
que es característico en la acción,' tiene que serlo consecuente-
mente en. la reacción. Ni es de extrañar tampoco que los ele-
mentos políticos utilicen las circunstancias favorables para con-
vertir en hoguera un fuego ya encendido, sin el cual se fatiga-
rían soplando inútilmente.
Lo anómalo es I9 que engendra las anomalías, y es anómala
toda organización del trabajo que se exceda en poco ni en mu-
cho de la indispensable disciplina del trabajo, no siendo indis-
pensable, sino abusivo y codicioso, cohibir la libertad del traba-
jador en lo que no dependa de sus obligaciones libremente con-
sentidas.
Al hacerse, en la terquedad patronal, manifestada en la huel-
ga de 1903, solidarios todos los patronos en el primitivo y ce-
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DE VIZCAYA 185
rrado acuerdo de que hemos hecho referencia, sumándose los
propietarios con los arrendatarios y los contratistas, se ve cla-
ramente que predomina el antiguo espíritu, con la necesidad de
la consistencia de la primitiva organización de los trabajos;
como si temieran que al quitar uno de los sostenes del artifi-
cioso edificio se desplomara todo.
Por eso, es suponible, y más que suponible justificable, que
la resistencia y la misma forma de aparente transacción para
hallarse en condiciones de diferir la demanda, reconoce el ins-
tintivo conocimiento de mantener una fuerza coactora en toda
su posible satisfacción, é impedir que la fuerza dominada se
organice y recabe la plenitud de sus atribuciones con los dere-
chos de persona jurídica.
La última batalla — ¡y, ojalá que en absoluto se pueda decir
la última! — se riñe por el plazo en el pago del jornal.
Descontando los motivos secundarios *y las distinciones que
hacen los patronos en la motivación íritin>a, parece que la recla-
mación de los trabajadores, sugiérasela su propio espíritu ó
cualquier otro influjo, ó las dos cosas A un tiempo, que esto úl-
timo es lo que resulta más justificado, obedece tanto á una de-'
manda económica para obtener un cierto bienestar económico,
como á una demanda política para recabar su independencia.
Sin esto, no se comprendería el desarrollo fulgurante y la
unanimidad de asociación en la última huelga. No es bastante la
fiola razón económica, con ser muy imperiosa, para obtener tan
poderoso efecto. Lo dice el que la ventaja económica que habían
de recabar no es en sí de inmediatas y provechosas consecuen-
cias; no es ni tan contante y tan sonante como lo serí2^ el au-
mento de jornal, ni tan satisfactoria como la disminución de ho-
ras de trabajo.
Ünicaniente un anhelo político, con los dobles estímulos de
la protesta, contra una realidad palpable y contra una tradición
odiosa, puede explicar el éxito de la propaganda y la viveza de
la sacudida.
Sin esto, la huelga parecería desproporcionada, y aún con
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l86 MINAS
esto no hubiese estallado, á no oponer la resistencia patronal el
non possumus, que también tenia un cierto alcance político' por
contradecir en absoluto la asociación obrera; y esta oposición
también pudo tocar y revivir el recuerdo de pasadas quejas, por-
que es indudable que con la huelga de 1890 está concordada por
ciertas susceptibilidades y vestigios la huelga de 1903.
Y hecha esta afirmación, no puede eludirse el verdadero es-
tudio á que se ha de ceñir este informe, y que alcanza en sus in-
tentos á desentrañar, en presencia de los datos y los compro-
bantes, qué es lo. que resta de las antecedentes organizaciones
abusivas; qué transformaciones se han verificado; cuál es la si-
tuación del trabajador minero en la zona de Vizcaya, y, por úl-
timo, qué es y qué debe ser la política patronal conceptuada
como política social.
V
TRANSFORMACIONES Y VESTIGIOS
A) Consideración preliminar. — Desde 1890, y antes, tal vez^
se han operado en la zona minera de Vizcaya importantes trans-
formaciones en cuanto al primitivo régimen, no tan hondas ni
tan radicales, sin embargo, que el primer influjo no haya encon-
trado maneras de subsistir.
Por lo tanto, en un estudio paralelo, por estar conexionadas
unas y otras cosas, debe precisarse, con el mejor método y cla-
ridad posibles, la índole peculiar de las indicadas transforma-
ciones, reconociendo á la vez las diferentes influencias que han
permitido que subsista y se desenvuelva disimuladamente todo
aquello que por caducidad debió anularse.
El orden que hemos de seguir lo determinará una condición
indicada anteriormente, que consiste en suponer, con racionales
dictados y con pruebas palmarias, que la gran determinante del
trastorno que renovó lo antiguo y asomó lo nuevo depende de
la fijeza de la población, de la transformación del obrero ambu-
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DE VIZCAYA 187
lante en obrero fijo, constituyendo este último familia y hogar.
Por sí sola, la fijeza ya define un cambio. Spcialmente, hay
dos estados imprescindibles para establecer toda relación bien
definida, que son el nomadismo y el sedentarismo, y que impo-
nen por su modalidad especificadas tendencias.
Al fijarse el obrero, al adquirir condiciones de sedentariedad,.
aunque se mantenga profesionalmente en su propia situación,,
ya manifiesta ciertas actividades urbanas, y este modo de trans-
formación requiere ser estudiado en un segundo epígrafe.
Luego surge otro factor, porque las transformaciones ^sólo-
en parte dependen de la fijeza del obrero. Al anularse el auto-
ritarismo patronal, mantenedor del régimen de barracones y
cantinas, se da paso á la libre concurrencia, y acuden, atraídos-
por la ganancia, los industríale^ de profesión, estableciéndose
en buen número para atender á la segura clientela de huéspedes
y parroquianos.
Después de esto, y coordenadamente con el estudio de las
transformaciones, procede hacer el de los vestigios de subordi-
nación, ya en el hospedaje, ya en la cantina, ya, en fin, en otros
pormenores, con lo que se puede recabar la aclaración de estos
extremos para las consecuencias y conclusiones que han de
formularse en el transcurso de la exposición y al concluir.
B) Transformación del obrero ambulante. — Hay un dato-^
además de otros, que podrán sumarse cuando más adelante se
expongan — demostrativo de que la fijación de los obrero^ es
mayor cada vez.
Cuando existía el régimen cuartelario de los barracones, la
urbanización de la zona minera tuvo que estar necesariamente
muy restringida. Al desaparecer ese régimen, la urbanización
tomó un considerable incremento.
Si con el astado que se publica en la página 10, y que permi-
te formar juicio aproximado de la cifra numérica de la población
de los trabajadores de las minas, se publicara otro correlativa
para comparar el censo obrero con el censo general de población ,.
se vería que hay una considerable diferencia en ventaja de éste
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loo MINAS
Último. Las zonas que se denominan en ese estado de San Sal-
vador del Valle y Matamoros, que suman á. 5 20 trabajadores mi-
neros, cuentan en esos pueblos y en los de La Arboleda, Barrio
Nuevo y Reineta, 6.000 habitantes, según los datos recogidos por
nosotros.
E^to, indudablemente, indica fijeza de población^ no tan sólo
-de la comarcana y de la industrial y comercial, sino de la obre-
ra, constituida en familia y con progenie naturalizada.
No únicamente para definir el orden de fijeza de los trabaja-
dores mineros, sino para conocer las fases y condicionalidades á
<)ue ha obedecido el desarrollo de la urbanización en la zona
minera de Vizcaya, puede ser interesante y conveniente un estu-
<iio particular de este enunciado, y, abordándolo, lo dividiremos
-en dos grandes períodos: el de la pequeña y el de la grande ex-
plotación. Estos períodos se distinguen por lo que en la Memoria
de la junta general de accionistas de los Hospitales de Triano se
41ama auna revolución metalúrgica», á la que atribuyen justa-
mente el «inmenso desarrollo» en la extensa zona minera de
Vizcaya.
a] Período de la pequeña explotación. — Es comparable,
9or lo que respecta al acomodo de los trabajadores, á lo que
ocurre en la construcción de carreteras. El trabajador general-
fnente es comarcano ó de una próxima vecindad. Su régimen es
•esencialmente individualista ó de pequeña asociación. Vive en
la inmediación de los trabajos, y periódicamente, de quince en
quince días, acude á su vecindad, ó á la más inmediata, para
-cambiarse de ropa y reponer su avio (provisiones). Él, asociado ó
TÍO, dispone del indispensable menaje de cocina, consistente por
lo regular en sartén y cuchara, y generalmente al aire libre, con
los combustibles á mano, prepara su sobria refacción,, la condi-
menta y la guisa. Para su nocturno refugio y preservación de la
intemperie, ó construye el chozo con ramaje, aisladamente ó en
oquedades y socavamientos, ó se instala, á modo troglodítico,
>en donde la disposición del terreno lo permite.
El que suscribe no tiene los suficientes datos para conocer al
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DE VIZCAYA l8^
pormenor los caracteres de la organización primitiva de las ex-
plotaciones mineras en la comarca objeto de este estudio, y los
suple, por comparación, con lo que directamente ha conocido^
La analogía es aceptable por el hecho de que la pequeña ex-
plotación implica una organización elemental de los trabajos^
que vienen á ser, como en las carreteras, simples trabajos jor-
naleros, realizados con diferente regularidad é intensidad, segúr>
las exigencias de la mano de obra, ya por la pequenez ó cuantía
del pedido, ya por la oferta de trabajadores, que reduce el precio-
del jornal.
En este caso no son suponibles, ni las atracciones interemi-
gratorias, que aportan considerable número de obreros de regio-
nes lejanas, ni la instalación de albergues provisionales para
concentrar los grandes grupos en la inmediación de la mina, ni
la manifestación de las tendencias codiciosas que el número de
consumidores y la abundancia y circulación de numerario hace-
despertar.
Es de creer que, como en todo lo inicial é incierto, había
poca cohesión, correspondiente al pequeño interés y al endeble
estímulo, con lo que ya se manifiesta que el trabajador, ni era
requerido, ni estuvo dominado, ni cambió en ningún particular
sus condiciones de vida jornalera, ateniéndose simplemente á la
prestación del trabajo, y bastándose con el jornal para atenderse
á sí mismo y á sus otras necesidades, en la medida que la limi-
tación de recursos lo permitiera.
También es de creer que el trabajador, por influjo de estas
mismas limitaciones, fuese comarcano de la propia comarca 6
de la vecindad; pues si actualmente resulta que el vizcaíno, fuera
del oficio de barrenador, apenas está representado en la pobla-
ción obrei*a de las minas, aunque se le supongan determinadas-
propensiones, como las marineras, que lo convidan á la emigra-
ción á tierras americanas, y la vida labradora del caserío, en
otros tiempos de diferente estado económico, de modestia y no-
de esplendidez, con crisis y necesidades, seguramente tuvo que
acudir á todo, como sucede en las demás regiones.
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190 • MINAS
Precisamente me parece que es oportuno insinuar una pre-
sunción, y es que desde el momento de las grandes actividades,
<iue al fomentar la minería y las industrias lo estimulan y lo
avivan todo, el trabajador comarcano volvió á ocupar sus pri-
mitivas posiciones, consagrándose especialmente á la agricul-
tura, ó escogió en la mina un oficio definido, vy, como tal, más
remunerado, ó un empleo.
Por lo que respecta al mejoramiento del agricultor, baste el
•dato que se consigna en la página 7^, del que resulta que, en la
Caja de Ahorros del Banco de Bilbao, los labradores superan
-con 4.157 libretas y 8.-307.658 pesetas de imposición, á los jorna- ,
Jeros y sirvientes, con 5.659 y 8.078.474 respectivamente.
En cuanto á la preferencia por el oficio de barrenador, des-
<ieñando el de operario minero, puede aceptarse que, al concu-
rrir los trabajadores extraños y al retirarse los naturales á sü
propio suelo, quedara tan sólo el que se pudo elevar ó mantener
puesto superior á los otros.
Y este dato, valga lo que valiere, conduce á pensar en lo que
ocurre siempre que en una comarca se vienen á copfundir gen-
tes de otras procedencias con los naturales de aquélla. La con-
fusión no se establece, sino que se ocasiona la diferenciación
manifestada en diferentes acomodos, inclináncjose los naturales
Á hacer lo más ventajosa posible la posición de, arraigo que .te-
nían, y manteniéndola y defendiéndola contra las ingerencias de
los advenedizos, para que éstos njo salgan de su estado de sim-
ple prestación.
Ya veremos cómo el advenedizo sale de ese estado, fijándose
y adquiriendo por las maneras de fijación la estabilidad de los
naturales del país.
b) Período de la gran explotación. — No hay más que ver
-el inmenso material instalado en la zona minera en ferrocarriles
<ie transporte general, tranvías aéreos, vías de explotación,
planos inclinados, cadenas sin fin, etc., etc., para comprender
^ue todo eso, que no es obra de un día, corresponde á una ma-
nifestación sorprendente, á una actividad enormemente acelera-
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DE VIZCAYA 191
da, á un estado, febril ya definido con el nombre de fiebre del
negocio.
En el personal esto indica una rápida concentración de traba-
jadores, alistados con la mayor premura, instalados de pualquier
modo y llevados á los trabajos con la misma rapidez que á la
campaña los reclutas bisónos durante los anhelos de nuestras
últimas y desventuradas guerras.
Los trabajadores, á semejanza de los quintos, en esas urgen-
cias de la organización, se distribuían en unidades disciplina-
rias, muchas ^de las que no contaban con otra cosa que con el
cuadro del personal de plantilla, porque de igual modo que á la
instalación del material la precede el proyecto y el replanteo, la
del personal la define igualmente un plan orgánico correlativo á
las funciones que hande ponerse en práctica.
Entonces no había en la zona minera ni albergues disponi-
bles ni tiendas de suministros, y todo esto se organizó apresu-
radamente como de necesidad imprescindible; y hé aquí por qué
el tnick systeme no puede ser explicado en sus primeras determi-
naciones como un cálculo explotador, como una de las previ-
siones del negocio, como un dictado de la codicia. No fué, ni
. inicialmente pudo ser tal cosa.
En la organización del triick systeme^ que es espontánea aquí
y en todas partes, que nace de las circunstancias y d\e las inter-
venciones, lo que influye, de un lado, es la remuneración del ca-
pital invertido en instalar lo que era indispensable para retener
y mantener á los trabajadores, y, de otro^ el inevitable malea-
miento de los agentes jurisdiccionales, que se manifiesta, no tan
sólo en las colectividades obreras de las minas, sino en toda co-
lectividad análoga y en circunstancias en que el hombre, con
autoridad sobre otros hombres, se encuentra requerido, por su
propia inclinación y por muchos géneros de solicitaciones, á in-
vadir sin escrúpulo los fueros de la propiedad y de la perso-
nalidad.
Este es el caso de que hay ejemplos numerosos en todos los
países y en todas las cotectividades: pues, como el refrán dice,
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192 MINAS
en río revuelto, no tan sólo es facilísimo pescar, sino que los pes-
cadores se improvisan.
Por eso, lo que nace de la precipitación, de la actividad fe-
bril, de las imposiciones angustiosas, de la instalación atrope-
llada, y, en fin, de la necesidad apremiante y de la urgencia, no
parece que implique nada que sea severamente condenable por
imprevisión ó por malicia. La responsabilidad asoma únicamen-
te cuando, al transformarse lo provisional en definitivo, lo in-
cierto en seguro, se mantiene por convepiencia y tolerancia ese
mismo estado de cosas. En ese momento, no solamente se define
la responsabilidad, sino que también empieza á manifestarse la
acusación, y la protesta se insinúa.
Distingamos, pues, para los efectos de este análisis y para los
cargos que pudieran hacerse, dos períodos en la gran explota-
ción minera.
i) Predominio de la intrusión paironaL ^Dicen los patronos
que el negocio de minería es siempre incierto, y que, por tal in-
certidumbre, no se pueden acometer ciertas organizaciones
estables.
Muy relativa es esta afirmación. La incertidumbre puede '
existir en algunos casos y en algunos momentos, pero nada
más; y lo demuestra el que Compañías muy .experimentadas,
como, por ejemplo, la de la Orconera, arrienden la explotación
por un período de noventa años. Para esto es indispensable par-
tir de cálculos muy meditados y de muy estudiadas previ-
siones. I
Por incertidumbre es admisible, además de por urgencia, '
que la primera instalación tenga necesariamente los caracteres
de todo lo adventicio; pero al regularizarse la marcha del nego-
cio y al calcular con datos más seguros su desenvolvimiento
normal, ya no puede prevalecer ese criterio, y si prevalece, será
por otro género de razones.
En orden de incertidumbre y urgencia, y de certidumbre y
tranquilidad, pueden estudiarse los dos momentos de desarrollo
en la organización de la minería.
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DE VIZCAYA 193
Por lo que respecta al material, es indudable que se ha ido
en progresión creciente, disponiendo las cosas para un rápido y
eficaz resultado. En esto, ei interés es una guía segura, sin que
se le oponga ningún género de contradicción. La zona minera,
estudiada en este género de instalaciones, manifestaría un pro-
greso creciente desde su instalación hasta ahora, y seguiría este
progreso si nuevas y recomendadas novedades lo impusieren.
Por lo que respecta al personal, la determinación, no sola-
mente no es tan franca, sino que el sórdido interés no favorece su
mejora. Todo influye para que se petrifique la organización pri-
mitiva.
El truck systeme, nacido de las improvisaciones angustiosas
de la primitiva organización minera, se ofrece luego como un
aspecto favorable del negocio, con muchos géneros de facilida-
des, consistentes^ en suma, en embeber el jornal documental-
mente, casi sin necesidad de numerario.
Se persuadiría el patrono fácilmente de la bondad de este
sistema cpn el alegato económico de que se tenía que resarcir
de los gastos de instalación de albergues y cantinas, y por eso
dilatx3 indefinidamente la organización provisional, como si
nunca se juzgase satisfecho.
Por otra parte, el capataz, siendo el agente disciplinario en
la práctica de los trabajos y el agente de confianza en la admi-
nistración de barracones y cantinas, imponía también su conve-
niencia y su criterio, y por su propia satisfacción, y por la efec-
vidad de los resultados, llegó, indudablemente, á sugerir la
idea, fácilmente aceptada, de que una organización distinta sé-
ría, no tan sólo perjudicial, sino propensa al desorden.
De aquí que el truck systeme^ en vez de moderarse, se amplia-
ra, como lo indica el descuento del 2, y quién sabe si anterior-
mente del 3 por 100, para organizar el servicio sanitario, que,
como veremos en otra parte de este estudio, debió ser siempre
una organización satisfecha por los patronos en lo que concier-
ne á la cirugía de urgencia y al tratamiento de los accidentes
del trabajo.
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194 MINAS
Así las cosas, se hubieran mantenido indefinidamente con la
resignación y pasividad de los obreros si el negocio no difun-
diese su atracción, y si, lo que es transitoriamente tolerable en
la jurisdicción patronal, no lo hubiesen considerado impropio y
necesariamente sustituíble otros agentes mediadores*
A la organización comercial, sea la que fuere, no la invade el
consumidor, sino el comerciante, que acude prontamente á todo
sitio donde hay posibilidad de lucro. Además, el comercio libre
es un gran enemigo del comercio de exclusiva.
Por eso indica cierta candidez lo que dicen los patronos refe-
rente á la solicitud de los 123 comerciantes libres, en represen-
tación de los de la zona, pidiendo el pago semanal como una
garantía de sus intereses.
Esta intervención nada tiene de extraña, y revela que lo
mismo en la huelga de 1890 que en la de 1903 influyen las mo-
tivaciones del comercio libre, sus anhelos para recabar la libre
transacción, y, tanto las cantinas obligatorias como la retención
del numerario, contradicen las aspiraciones de la libertad co-
mercial en el mismo grado que cohiben la libertad individual.
El comercio libre asomó prontamente en el período de la
gran explotación. No hay para qué dudarlo. Se le ve siempre
aparecer en condiciones análogas, primero al comerciante am-
bulante, y después al tendero ñjo, sin que importen los impedi-
mentos, pues su terquedad y su astucia no son vencibles.
De igual manera surge el interés urbano, enemigo inicial del
barracón, ganoso de que las multitudes acuarteladas tengan su
vecindad, y de que en los despoblados de la zona surjan case-
ríos, barrios y pueblos. Es esto como una fuerza social, que
surge cuando debe surgir y que se- impone, y que surgió y se
impuso, infiltrándose en el ánimo de los obreros para hacer es-
tallar la huelga de 1890.
No conviene nunca ni empequeñecer, ni, sobre todo, desna-
turalizar los hechos, y esos grandes influjos, esas fuerzas socia-
les que no vemos y que sentimos, son las verdaderamente pro-
pulsoras, contra otras fuerzas que persistan en amurallar sus
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DE VIZCAYA 195
intereses, haciéndolo todo á imagen y semejanza de su egoísmo.
Lo verdaderamente natural es la representación de esas dos
fuerzas como verdaderos factores, y la acción de la una sobre la
otra para hacerla ceder: y como las fuerzas son impersonales,
nos encontramos, como es nuestro propósito científico, ante el
puro hecho social, que ni acusa, ni envenena, ni amarga, limi-
tándose á inquirir el origen y desenvolvimiento de las organiza-
ciones.
Colígese de aquí que la intrusión patronal fué en un mo-
mento obligada y necesaria, y aun lo es en algún caso; pero que,
transcurrida esa necesidad y manifestada la libre iniciativa, es
absurdo y peligroso mantenerla. Desde que se producen ciertos ,
fenómenos de fijación, ya se trate de obreros, de panaderos
ó tenderos, la caducidad del régimen empieza á declararse. En
vano es resistir: la resistencia producirá el trastorno, y no otra
cosa, pero la evolución será cumplida.
Atender á estas determinantes es muy conveniente, ya que
no para prever los trastornos y anticipar y facilitar las transfor-
maciones, que fuera lo mejor, para discurrir con serenidad de
juicio y no ver tari sólo lo que parece inmediato y lo que se su-
pone real, sino lo que está en lo profundo de las vehemencias
sociales y lo que verdaderamente influye.
De aquí que la huelga general de 1890 no deba reputarse
como uno de tantos movimientos de reivindicación de los tra-
bajadores por influjo de la organización socialista. Esa organi-
zación, que hoy día no es intensa, ni mucho menos, en la zona
minera de Vizcaya, sería entonces mucho más endeble. Los
obreros son la masa disponible y que se puede agitar; pero el
espíritu animador tiene otras provenencias, que son las que de-
jamos señaladas. Allí alienta una aspiración social de la sociedad
en conjunto, en la que palpita el anhelo de la constitución urba-
na, en contra de la constitución reclusa de los barracones y do-
minante de las cantinas obligatorias.
Claro está que el obrero ponía un interés vivamente sentido,
y que las consecuencias le alcanzaban inmediatamente. Pero el
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196 MINAS
predominante, el inspirador y el triunfador, el que consigue
mayores arraigo y beneficio, es el interés social en una obra de
desenvolvimiento general.
Este período, que llamamos, para distinguirlo propiamente,
de intrusión patronal, se distingue por estas características:
vivienda cuartelada ; exceso de hacinamiento en los albergues:
régimen exclusivamente disciplinario; exclusiva patronal en la
domiciliación y suministro de los obreros; escasez de albergues'
en la zona edificable y posteriormente edificada, y algunas insi-
nuaciones de la libre iniciativa para producir la concurrencia
comercial y para la determinación de la edificación urbana.
El barracón, según las referencias que tenemos, era como la
cuadra de un antiguo cuartel cuando se usaban los camastros
de madera; pero el régimen dé comunidad sólo regia en este
caso, pues el obrero había de atender por su cuenta al servicio
de cocina. Había organización de dormitorios, pero no de co-
medor.
Este servicio individual del cuidado que de su persona había
de tener cada obrero, indica la necesidad de la intromisión de
elementos auxiliares, mujeres en su mayoría — que entonces
también trabajaban en la zona minera, — surgiendo de aquí pro-
bablemente el primer núcleo de la organización posadera, que si
hoy atiende al hospedaje completo de los huéspedes en sus ha-
bitaciones particulares, entonces casi sólo atendía al guiso y al
cuidado de las ropas. Supone también esto la instalación de fa-
milias en la zona minera, que eran en mucha parte de los obre-
ros que se iban haciendo fijos. Más adelante, estos obreros, al
desmerecer para la ruda faena de la mina, ó sus familias, cons-
tituyen la vecindad naturalizada.
2) La urbanización y el comercio. — Su gran desarrollo debe
reputarse posterior al arreglo de 1890, origen de grandes trans-
formaciones, aunque no del todo radical en sus alcances.
En ese arreglo se establece que se concederá «libertad de ha-
bitar», y que desaparecerán las cantinas que «explotaban los
capataces».
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DE VIZCAYA 197
De esa libertad nace necesariamente el gran impulso para el
desenvolvimiento urbano, y de aquella supresión, el desarrollo
comercial.
Al desaparecer el barracón, desaparecen dos cosas: la casa de
madera, llamada chabola en el país, sustituyéndola la casa de
mampostería, y el acuartelamiento de los obreros, reemplazado
por la habitación de vecinos y huéspedes.
Las dos sustituciones constituyen dos hechos de fijeza, y de
igual modo que dice Ihering que con la piedra empieza la ciu-
dad y la historia, aquí se afirma la repoblación.
En donde no había más que tres miseros, antiguos y desper-
digados caserones, se erige hoy el pueblo deGallarta, con Ayun-
tamiento y escuelas, una de Artes y Oficios. Ortuella es otro
caso de rápida y general urbanización. El pueblo de La Arboleda
se encuentra en el centro de las minas, que son las Orconeras, y
las inmediatas de la Unión y Mora y Parcocha dan nacimiento á
las populosas barriadas de Reineta, Barrio Nuevo y Matamoros.
Todo es así, y no hay que repetirlo, porque en los hechos queda
consignado.
La urbanización impone sus modos, y, conforme al tipo de
vecindad, ya no rigen las denominaciones ni las preceptivas pa-
tronales, no habiendo en la titulación corriente otra cosa en las
casas que propietarios, arrendatarios y posaderos; en las tiendas,
comerciantes, y en la población, vecinos.
El patrono, aunque alguna vez quede tras cortina, ha de disi-
mularse con el nuevo aspecto, porque la personalidad patronal
queda relegada á sus límites, como las otras personalidades pa-
tronales que existan en el comercio y en la industria.
Fijar equivale á diferenciar, porque las grandes diferen-
ciaciones se han producido siempre de este modo, surgien-
do de las posiciones estables los movimientos que los deter-
minan; y por esto, al fijarse el trabajador constituido en familia,
y al fijarse otros hombres y otras familias de otras proceden-
cias, no solamente se produce esto en virtud de la misma dife-
renciación, sino que ha de tener virtud para que se originen
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198 MINAS
Otras transformaciones hasta establecer el verdadero equilibrio.
Lo que se forma es un nuevo medio, y el medio es siempre
poderoso, ejerciendo presión, proporcionada cuando limita un
desenvolvimiento ya normalizado, y exagerada cuando ha de
romper los moldes existentes. Y el medio no se puede resistir,
aunque sea factible modificarlo; pero, ya constituido en ambien-
te, su influencia se conocerá en graduados alcances, hasta con-
seguir su adaptación.
El medio formado con los precedentes y resultantes de su
acción en 1890, se define en 1903 con nuevas aspiraciones, no,
ciertamente, de diferente índole que las primitivas; y resistién-
dolas la inercia de la tradición, lo que puede ser llamado el
misoneísmo patronal, se produjo inevitablemente la explosión y
el choque.
La acción de 1903 es, por eso, complementaria de la de 1890;
porque, si no existe el- barracón, hay vestigios del régimen que
lo impuso; y si no existen cantinas obligatorias, hay también
vestigios de esta clase, y para tener la manera de extirparlos, se
concentraron las aspiraciones en el plazo del pago de jornal,
por suponer, como ya se ha dicho, que de ese modo se recababa
la libertad económica, y con ella la plenitud de condiciones para
la libertad individual.
Diferenciase la huelga de 1903 de su congénere en que no
se pide rebaja de horas de trabajo, lo que implica que^esta moti-
vación no es apremiante, y sólo incidentalmente y derivadamen-
te se quiere condicionar la absoluta libertad de albergue y la
absoluta libertad de comercio; y se diferencia, sobre todo, y al
diferenciarse coincide, en un cambio radical de motivo, que no
es un cambio radical de aspiración, sino ima afirmación de ten-
dencia.
Este motivo primordial y caracterizador de la última huelga
debe quedar definitivamente aislado, después de este análisis,
para estudiarlo con particularidad; pero antes, y para conocer el
fundamento de los motivos accesorios, expondremos en distintos
epígrafes. todo lo concerniente á esta parte de la información.
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DE VIZCAYA 199
C) Supervivencias, -r- Al desaparecer la exclusiva del patrono
en la domiciliación y sunfiinistro de los obreros, no desaparecen
sus propias pertenencias, ni su posición ventajosa, ni su influjo.
De igual modo que ciertos árboles no descuajados, sino sim-
plemente cortados por el pie, retoñan, los intereses, cortados
parecidamente y con raíces que todavía absorben, retoñan con
mayor facilidad.
Igualmente se reproducen, en condiciones abonadas, vegeta-
ciones nuevas.
En ese modo de retoñar existen diferentes manifestaciones,
según las condicionalidades.
El dominio* del terreno es una de ellas. En virtud de ese
dominio, si la urbanización se extiende y resulta bastante con-
densada, el retoño de la vivienda patronal no se produce ó corre
el riesgo de anularse. En caso contrario, todas las facilidades de
desenvolvimiento lo estimulan y animan.
Esto en lo que concierne á la urbanización.
En la domiciliación ya es otra cosa. Generalizado el servicio
de hospedería, y entregado á la libre concurrencia, el influjo
patronal todavía puede ser grandemente coactivo. Se trata, en
este caso, no de cosas que arraigadamente ganen el terreno,
como las viviendas, sino de personas que quieren arraigar para
vivir, y haciéndose depender, como muchas veces ocurre, la
colocación de la domiciliación^ en esté' orden se subordina una
cosa á la otra. Lo demuestra el singular modo de petición de
jornada y de jornal. No se pregunta «si hay trabajo», sino «si
hay cama libre )j. La domiciliación es la reguladora^
Algo análogo ocurre también en los suministros. La exclusi-
va, notan sólo no desaparece de pronto, sino que subsiste reca-
tadamente, y sus modalidades influyen incluso en la misma
constitución del comercio en esta zona. En unos casos existe la
cantina patronal, necesaria ó innecesariamente. En otros, y es
probablemente lo más extendido, existe el influjo de recomen*
dación, en virtud del que un comerciante libre procura ó acepta
la seguridad y abundancia de la parroquia, y retribuye este ser-
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20f) ' MINAS
vicio á quien se lo facilita. También puede garantizarse de este
nnodo la certeza en el pago y la previsión contra deudores é in-
solventes. '
Es interesante este estudio, no tan sólo para conocer de qué
manera han podido eludirse las bases de arreglo en la primera
huelga general, sino por lo que estas supervivencias influyen
en el tipo de ciertos desenvolvimientos comerciales é indus-
triales, que, aun implicando una nueva organización, se resien-
ten en general de los anteriores defectos y vicios.
De aquí el doble alcance de esta investigación al definir la
legitimidad de las motivaciones de la última huelga y el males-
tar de los trabajadores, refiriendo esos males á la persistencia
del predominio patronal, traducida en modos directos é indirec-
tos, y á lo que esto influye en las condiciones del n\ercado.
a) Vestigios del albergue patronal. — Los estudiaremos en
tres grupo3, teniendo en cuenta la propiedad del suelo, la del
edificio y la condición del arrendatario.
i) Propiedad del suelo. — El permiso de edificación de la Com-
pañía Orconera descubre esta particularidad, indicadora de un
hecho que no está todo lo díluóidado que debiera en nuestros
informes, aunque sólo interese al conocimiento del desarrollo de
la urbanización en esta zona, y también á la índole especial de
las transformaciones operadas al desaparecer el barracón.
Entonces pudo no interesarles á los propietarios y arrenda-
tarios de las minas hacer por su cuenta nuevas edificaciones; y
'entregado el asunto á la libre iniciativa, una de las maneras apa-
rece definida en el indicado contrato con la prestación del suelo.
Si todas las prestaciones fuesen de la índole de la indicada,
no es presumible que tuvieran éxito, porque la cláusula 4.» del
«Permiso de edificación» hace el negocio sumamente accidental
y caducable. «La Compañía— dice — podrá anular este permiso
de edificación cuando lo tenga por conveniente, tanto por motivos
de explotación como por cualquier otra causa, y no queda sujeta
á reconocer derechos de ningún género á terceras personas, et-
cétera.» •
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DE VIZCAYA • 20I
Colígese de aquí que, con condiciones tan excesivamente
subordinadas, únicamente agentes muy subordinados podrán
aceptar este permiso.
Y nada más nos es dable decir en cuanto á la pertenencia del
suelo en la parte urbanizada y edificada de la zona.
2) Propiedad del edificio. — En las contestaciones al Círculo
Minero, las hay terminantemente negativas y terminantemente
afirmativas: aquéllas aseguran que los propietarios y arrendata-
rios de las minas no tienen casas de su propiedad para albergues
de los obreros, y las otras manifiestan todo lo contrario.
Si se examina el cuadro de distancias de las minas á los po-
blados próximos, se definirá únicamente en las grandes dis-
tancias el interés inmediato de edificación por parte del pa-
trono. Cuando no concurre este hecho y existe edificio patro-
nal, convendría saber en qué época y condiciones fué edifi-
cado para presumir qué es lo que significa el objeto de la edifi-
caci.ón.
Pudo ser una edificación obligada por necesidades de aquel
entonces, que el desarrollo urbano hizo desaparecer, mantenién-
dose luego lo que se hizo. Este me parece el caso general, por-
que no hay ningún motivo que haga presumir que, después del
barracón, hayan pretendido los mineros desarrollar el negocio
de inquilinato por las solas exigencias del negocio.
De las siete contestaciones referentes á la existencia de edifi-
cios patronales, cuatro justifican la «imperiosa necesidad » de
que una de ellas habla. Las casas de la Sociedad Vigueta y Maes-
tre^ y las de las minas Elvira^ La Princesa y La Buena, en lo alto
de Galdames, distan próximamente cinco kilómetros del pueblo
de La Arboleda, otros tantos de Galdames y seis kilómetros de
Gallarta. En el informe referente á la mina An7d?í se dice que «es
necesario andar dos horas de camino de monte para subir y
bajar al pueblo más próximo». Las casas de la mina Carmen dis-
tan tres kilómetros de población.
El interés legítimamente patronal consiste en situar á los
trabajadores en la inmediación de los trabajos, y cuando la ur-
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202 • MINAS
banización no tiene condiciones para concurrir á este propósito,
lo realiza el patrono.
Definida la realidad como puede verse en la consignación de
los hechos, y hallándose las minas, ó en el mismo pueblo, ó
rodeadas de casas, ó con barriadas y poblaciones en su interior^
siempre en contacto de uno ú otro modo con la zona urbaniza-
da, no puede hacerse ningún cargo ni llevarse la susceptibilidad
al extremo de recusar que se mantengan algunas y casi siempre
justificadas excepciones.
Añádase á esto que en los pequeños vestigios que existen na
es necesaria ninguna fuerza coactiva para obligar á los obreros,
porque en la mayoría de los casos su propia conveniencia, libre-
mente manifestada, les ha de persuadir; y, en definitiva, el pre-
cepto legal, que poca aplicación ha de tener, es la única garantía
exigible.
Se puede declarar terminantemente que la zona minera está
grandemente edificada por el interés particular, y que, siendo ya
éste tan poderoso y activó, no hay posibilidad de que ningún
otro lo supla.
3) Condición del arrendatario, — Hay tres clases de arrendata-
rios í;n las casas particulares, y dos en las de los' patronos.
Edificadas estas últimas para los obreros, la condición de
obrero ó empleado de la mina es requisito absolutamente indis-
pensable: no tiene entrada el simple particular.
Este régimen supone uria compensación para los obreros fijos
y con familia, y una compensación y un privilegio para los ca*
pataces y encargados.
Al obrero con familia debe suponérsele como una especie de
fijador inmediato de los obreros ambulantes, á quienes, no te-
niendo ni familia ni hogar, les presta, hospedándolos, un equiva-
lente de estas cosas.
Mientras el obrero trabaja como tal obrero, su familia trabaja
como tal familia, asistiéndole á él, y asistiendo conjuntamente á
los de su condición.
Nada más espontáneo y natural que esta que puede ser Ha-
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Google.
DE VIZCAYA 203
mada concentración de hogares y extensión de servicios, ya
que no de afectos, y por lo espontánea debe creerse que fué la
primera y más pronta determinante de la actual organización
del servicio de posadería.
En cuanto á su acción, no puede extenderse en manera algu-
• na al privilegio, pues no se pueden dispensar otros favores que
los amistosos de simpatía y confianza.
Con el capataz ya es otra cosa. Siendo, como es, un agente
ordenativo, puede desordenar abusivamente y en perjuicio de
otros. Su huésped, además de huésped, será fácilmente un pro-
tegido, y la protección rara vez es desapasionada, y el apasiona-
miento es abonado á la injusticia.
Por eso no existe reclamación alguna en la protesta de los
trabajadores contra el trabajador posadero, y es viva é insis-
tente contra el capataz ó el encargado, lo que revela que, pare-
ciendo equitativa y procedente Ja compensación, irrita y pertur-
ba la condición privilegiada.
El privilegio de clientela es el que más lastima y el que más
hace recordar el barracón. Por eso decían nuestros informantes
en la conferencia de Gallaría, y otros, que el barracón había
sido sustituido por la casa del capataz.
Vestigio es del mismo régimen. Si en el barracón lo caracte-
rístico es la domiciliación forzosa, sin posibilidad de acudir á otro
albergue, en la casa del capataz lo dominante consiste en ofrecer
la garantía de la seguridad de tener trabajo domiciliándose con
quien puede concederlo, y esta obtención puede privar y en oca-
siones priva á otros obreros de la ocupación de que viven. Tam-
bién puede ser y es el obrero privilegiado tratado ventajosa-
mente en las faenas, con lo que otros obreros se recargan y
sufren.
El capataz, si es casado, tiene casa propia y la destina á hos-
pedaje, y casado ó soltero, puede estar entendido con posadas
libres para asegurar la clientela á sus patronas. El negocio lo
puede desenvolver por su fuerza coactiva, ó atrayendo clientela
á su hospedaje, ó encaminándola adonde puso, su interés.
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204 MINAS
Como lo que perturba el capataz son las condiciones de libre
concurrencia, llevando el privilegio á su casa, siempre con se-
guro hospedaje, y á otras casas aseguradas de igual modo, la
protesta tiene que surgir, en primer término, de los posaderos
en general, y de allí seguramente nació para animar á los obre-
ros á la rebeldía. Éstos se hallan en buena disposición para que
su ánimo se interese, porque, además de ver que el sistema de
privilegio puede alcanzarles en sus consecuencias, sus simpatías
se hallan de otro lado.
En otra cosa influye la coacción del capataz, y esto á los obre-
ros sin domicilio fijo les afecta principalmente: en imponer el
precio de hospedaje.
No hay en las numerosas posadas de la zona diferencia de
precios de hospedería á hospedería: el tipo único y generalizado
es un hecho que no puede menos de sorprender.
Como si se tratara de una inteligencia general, lo mismo en
las posadas de particulares, que en las de obreros con familia,
que en las de los capataces, se lleva el mismo tipo máximo y el
mismo tipo mínimo, según las dos clases definidas: ni más ba-
rato, ni más caro.
Es de suponer que esta regularización obedezca á influjos ge-
nerales, y que el capataz no creyera que su dominación podía
extenderse á elevar los precios en las mismas condicirones; pero
el no manifestársela competencia que siempre se produce, pue-
de ser atribuido en cierto modo á influjo, ya que no directo,
indirecto, del poder coaccionante, que, si no se atreve á elevar las
cuotas, poniéndose en oposición con el mercado, no permite re-
bajarlas, consiguiéndolo sin más esfuerzo que el de mantener el
tipo. E\ mercado se acomoda fácilmente á esta agradable so-
lución.
El interés del capataz eludió hábilmente la base primera del
arreglo del General Loma. Los patronos cumplieron, como ya se
ha visto, con lo de «libertad de habitar donde más les convinie-
re», haciendo desaparecer los barracones y dejando paso á la li-
bre urbanización. •
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DE VIZCAYA 205
Los capataces, que lo mismo en el barracón que en la canti-
na desempeñarían simples funciones de administradores, y rara
vez de arrendatarios, se acogieron á las nuevas condiciones de
vida, con las preferencias que inmediatamente les favorecieron
y les favorecen aún.
Por parte de los patronos, lo que se puede motejar es la tole-
rancia, pues el hecho-^no les sería ni les es desconocido. Puede
reconocer esta tolerancia dos justificaciones: primera, la de que
el capataz no era de peor condición que el mismo obrero, sién-
dole, por lo tanto, permitido el proporcionarse licitamente una
ganancia; segunda, que al capataz había que tenerle satisfecho,
como mediato ordenador y mantenedor de la actividad y la dis-
ciplina, y, no siendo su retribución de mayor cuantía que la de
los obreros especiales, esto lo compensaba.
No obstante, los más escrupulosos, ó conceptúan el proceder
abusivo y no le admiten, ó saben guardar las apariencias. •
De lo primero, es testimonio lo que se hace constar en el in-
forme de la Sociedad minera Alonsótegui, Dice así: «Están admi-
nistradas (las casas) por un particular ajeno á los trabajos, rigién-
dose por un reglamento, en virtud del cual basta sólo una que-
ja de un obrero para su destitución.»
Lo segundo, lo acredita la condición tercera de arrendamien-
to de la Orconera Iron Ore Co. Limited: «No podrá el inquilino
subarrendar toda ó parte de la casa á otro matrimonio; pero po-
drá tomar huéspedes, siendo éstos trabajadores de la Compañía
ó de sus contratistas, siempre que éstos no se hallen en los traba-
jos bajo sus órdenes »
Recientemente, algunos capataces, por su iniciativa ó por in-
dicaciones avisadas, han apelado al disimulo de cambiarse la
clientela, para justificar así que no ejercen jurisdicción; pero la
jurisdicción también puede establecer servicios recíprocos.
Que el sistema es abusivo y condenable, lo demuestran esas
mismas declaraciones, y que no se llega á producir el cambio
de régimen sino en virtud de nuevos acomodos, hasta que se lo
eluda por completo, lo indican los procedimientos de sustitución.
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206 MINAS
f
h) Vestigios de la cantina obligatoria. — El sistema de la
cantina obligatoria ha influido de un modo general en el comer-
cio libre, y esta influencia tiene seguramente mucha más signi-
ficación que otros vestigios.
i ) La libreta. — El pago á largo plazo corresponde al régimen
de truck systeme en sus dos manifestaciones de albergue y de
tienda obligatoria, y en otros derivados de este mismo proceder.
Es un régimen que con el «valor efectivo» no hubiera podido
subsistir durante mucho tiempo, y necesita, por lo tanto, del
que se puede llamar «valor entendido».
El bono y el vale sirven para entenderse en todo el orden de re-
laciones que el truck systeme establezca, cuya extensión en nues-
tro mismo país ha sido tan dilatada, que una persona que ocupa
importante posición en uno de los cuerpos especiales de la judi-
catura me manifestó que por curiosidad tenía en su poder,
como comprobante de este gran abuso, un vale para una man-
cebía. Me habló igualmente de que por el sistema de vales se
llegaron á pagar los bautizos.
Ninguno de estos dos hechos ocurrió en la zona minera de
Vizcaya, sino en otra de otra región; pero justifica que por el
«valor entendido» del vale se relaciona el truck systeme hasta
con el vicio y con la santidad.
Donde se practica el truck systeme, ó donde no hay interés re-
suelto en que desaparezcan hasta sus más leves vestigios, se
mantiene, ya que no el sistema de vales desglosados, el de la
libreta.
La libreta, ó algo semejante, es inherente al comercio cuan-
do no se vende al contado, sino al fiado.
La venta al fiado es general en toda la zona, y es inevitable.
Sucede con la tienda libre absolutamente lo mismo que sucedió
con la tienda obligatoria, y hasta implica un modo análogo de
sujeción. Si á la tienda libre se va libremente por primera vez,
se irá siempre, porque se empieza con débito y se acaba con dé-
bito, y nunca, ó casi nunca, llega la liquidación definitiva. Im-
porta poco la diferencial de que se obligue á ir ó de que se vaya.
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DE VIZCAYA 207
si por el proceder en la venta el parroquiano queda forzosamen-
te retenido con ligaduras que sólo rompe el vendedor cuando se
niega á nuevas prestaciones.
Y si á esto se limitara el dominio únicamente, seria menos
grave; pero es más absoluto, porque el aparente favor de la pres-
tación impone el recargo en la mercancía, rebajando también la
calidad. El que compra no tiene libertad para oponerse ni á lo
uno ni á lo otro.
En cuanto á todo lo dicho, los obreros nos manifestaron que
no era satisfactorio el proceder que con ellos se seguía, y que la
propensión al abuso tenía pocas excepciones; según los infor-
mantes de Gallarta, el 95 por luo de los obreros están empeña-
dos, y esta resultante es muy significativa.
No obstante, el comercio en general no es partidario de man-
tener este sistema, y en la petición que hicieron antes de la últi-
ma huelga general los comerciantes de la zona, aparece bien
evidenciado.
Y es que el sistema de prestación por libretas ó apuntes tie-
ne muchos riesgos, sólo conjurables cuando es una mismo el
que vende la mercancía y el que paga' el jornal, y hace á un tiem-
po las dos liquidaciones.
Si en las Memorias ,de las Cooperativas de Baracaldo y de
Sestao aparece una partida de deudores, y de éstos algunos de-
clarados insolventes, calcúlese lo que sucederá con el comercio
libre. Los quebrantos son muchos, por los obreros ambulantes
que se ausentan sin pagar; y lo peor es que esto se traduce en
recargos en la mercancía, para compensación del prestatario. En
este motivo se fundaron los informantes de Gallarta para insis-
tir en la conveniencia del pago semanal. ^ '
De cualquier modo que se le examine, la libreta es un vesti-
gio de subordinación, y mantenida por lo único que la puede
mantener, que es la dilación en el pago de los jornales, perjudi-
cará conjuntamente á comerciantes y trabajadores. Esa dilación
hace lenta la circulación monetaria, estancándola, y todo estan-
camiento es mefítico, es decir, corruptor y corruptible.
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208 MINAS
2) La tienda patronal, — No hay duda de que existió ni de que
existe, agnque actualmente transformada en tienda libre y tam-
bién en Sociedad Cooperativa.
Aunque en una de las bases del arreglo del General Loma
se indica que estas tiendas las explotaban los capataces, no pa-
rece que esto fuese verdad.
La tienda patronal hoy existente es propiedad de los patro-
nos, que, como propietarios ó arrendatarios, explotan la mina
por su cuenta. El capataz no alcanza á empresas de esta índole,
y no es ni puede ser en ella otra cosa que mediador obligado.
Esto debió de ser en aquella época y posteriormente.
La tienda con clientela asegurada, ya por no haber posibili-
dad de competencia, como en los altos de Galdames, ya por im-
posición directa ó subrepticia, es un buen negocio que casa bien
con otro género de ganancias Compréndese, pues, fácilmente,
que se resista el prescindir de tan saneados y fáciles beneficios,
tanto más cuanto que este género de explotadores atan el ne-
gocio de manera que no se pueda filtrar ningún parroquiano de
los que viven insolventemente.
Sin embargo, hay muy pocos ejemplos de estas tiendas; son
contadas; pueden mantenerse en pocas partes; el comercio li-
bre las desalojó en su gran mayoría, y no las dejará segura-
mente aparecer sino en las condiciones de libre concurrencia.
Por lo que pudiera ocurrir, en la parte en que tratamos de la.
Política social de los patronos^ y al hacer el estudio de las Coope-
rativas, señalamos dos casos, uno de ellos de toda evidencia, en
que la tienda patronal quiere mantenerse transformada en So-
ciedad Cooperativa de Consumos, lo que demuestra con qué te-
nacidad se defiende aún la antigua institución.
3) Las recomendaciones. — Nos referimos á la intervención ya
anteriormente indicada de los capataces favorecedores de hos-
pedajes y tiendas para proporcionarles parroquia. Este es ptro
vestigio del que no tenemos más que algún que otro dato; pero
se puede presumir que existe en mayor ó menor escala. Por lo
menos, la clientela de hospedería con que cuentan los capata-
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DE VIZCAYA 209
ees se puede suponer como clientela obligada de tiendas pre-
ferentes. Ningún fiador de mejor índole ni garantía más segura
que la del capataz, reportando éste el provecho que le es debido,
c) Vestigios de la jornada larga. — En el convenio del Ge-
neral Loma se reduce k jornada de trabajo á once horas en
verano y nueve en el invierno. El abuso en la dilación de las
horas aparece justificado en alguna de las huelgas comprendi- ,
das en la parte correspondiente de este estudio.
Indica esto que en el periodo anteriora 1890, lo característico
era la jornada larga, y, por lo tanto, excesiva.
No es decible si la tarea es una forma de sustitución de esa
jornada. Corresponde la tarea al destajo, y eso es con otro* nom-
bre; pero muchas veces no es un destajo propiamente dicho,
sino que se combina con el jornal.
De todos modos, sustituir la forma de jornal por la de tarea
indica un forzamiento del trabajo con el estímulo de una peque-
ña remuneración.
Responden á esto los obreros jóvenes, vigorosos y sin expe-
riencia, y lo eluden los adultos y experimentados, porque saben
que es el camino más directo para agotar las fuerzas pronta-
mente.
Consignado esto como una simple indicación, no hay para
qué insistir, pues no encarta en el verdadero asunto de este In-
forme.
VII
SITUACIÓN ACTUAL DE LOS OBREROS
Llegamos, por fin, al estudio más esencial de la cuestión que
analizamos.
Como hemos visto en las determinantes de las huelgas gene-
rales de 1890 y de 1903, hay diversos factores, y también hay
diferentes puntos de vista en las apreciaciones interesadas.
El criterio patronal, en la huelga de 1903, no ve otra cosa que
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210 MINAS
el interés político del partido socialista, y el interés comercial
de tenderos, taberneros y cafeteros. Los obreros están influidos
y arrastrados por una minoría.
Pero -el factor obrero, el verdadero explosivo de la huelga, no
puede ser desconocido. Por más que digan los patronos que lo
que piden los obreros no lo desean, sino que se lo sugieren sus
inspiradores, esto es inadmisible. No se trata de una multitud
histérica. Entre la demanda y la necesidad manifiesta existen
tales relaciones, que sólo por intima correspondencia entre lo
uno y lo otro puede el hecho ser explicado.
Y los patronos también lo reconocen, no en este ni otros
casos,* sino en momentos de inadvertida sinceridad. Por ejem-
plo: en la Memoria presentada ante la Junta general de accionis-
tas de la « Sociedad anónima de los Hospitales Mineros de
Triano», celebrada en 19 de Enero de 1898, hay dos manifesta-
ciones muy significativas. Se habla una vez en la página 27 de
«aquellos infelices trabajadores», y se reconoce en la 32 que
únicamente los capataces, los empleados y los obreros de taller
«disponen de algunos ahorros», no sucediendo así á los demás
obreros, «privados tal vez de todo recurso».
Si se conceptúa á estos últimos en situación tan precaria que
han de verse «obligados á luchar con serias dificultades» para
proporcionarse asistencia facultativa, no teniéndola asegurada
por mediación del patrono; y si esto de la asistencia facultativa
es accidental, aunque pueda ser grandemente trastornador é in-
superable para el obrero en momentos críticos de su vida acci-
dentada, en lo demás de ella, en lo corriente, en los afanes de
cada día, es mucho más interesante averiguar si el trabajador
es también un infeliz, si está falto de recursos, y si lucha obli-
gadamente con muy serias dificultades.
En este punto ha de colocarse especialmente la cuestión.
Puede ser la huelga influida por tal ó cual interés de clase;
puede proponerse romper éstas ó las otras trabas ; puede resul-
tar favorecido el desenvolvimiento urbano al demoler el barra-
cón, y el desenvolvimiento comercial, derrocando los priñcipa-
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DE VIZCAYA 211
les privilegios de la cantina obligatoria; pero sin el malestar del'
trabajador, que obedeció á las condiciones removidas por otros
intereses y que obedece á condiciones nuevas, también modifi^
cables, ningún trastorno se hubiera ocasionado, ninguna pro-
testa hubiese sido secundada, ni ningún género de sugestión
obedecido.
Hé aquí cómo el verdadero núcleo de la cuestión se halla en
definir el coeficiente del malestar de los obreros; é interesa ave-
riguarlo, no tan sólo con el fin de conjurar posibles conflictos,
sino de despertar un nuevo interés, y, despertándolo, producir
la modificación del problema.
Amalgamado con el interés meramente econónaico, se pre-
senta en muchas ocasiones el interés social; y con esta amalga-
ma, las finalidades de las acciones se desdoblan aunadamente
en efectos económicos y en efectos sociales.
Un doble efecto, de interés económico y de interés social, es
el que ha conseguido la urbanización de la zopa minera, con edi-
ficaciones fijas, con poblaciones estables y con los desarrollos
que de la sedentaridad se originen. Otro doble efecto, condicio-
nado por el anterior, es el de la libertad comercial, sustituyente
de las exclusivas patronales.
Pero estas dos evoluciones, que asi deben ser estimadas, no
constituyen más que trámites para otra evolución más compen-
sadora que ha de conseguirse si, aunándose los intereses del ca-
pital con los* del trabajo, se persuaden los capitalistas, como ya
están persuadidos los obreros, de que el bienestar de los últi-
mos constituye el gran factor para la gran prosperidad de los
negocios.
Hemos de ver que el bienestar de los obreros, en lo que con-
cierne á la zona que estudiamos, no depende ya de ninguna de
las influencias significadas en las huelgas de 1890 y de 1903.
Conseguido su efecto, el interés urbano ya no se ligó última-
mente á la causa de los obreros, porque no tenía ninguna nece-
sidad de esta amalgama. Conseguido su efecto, el de la libre con-
currencia, ya no se ligará el interés comercial al interés obrero en
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212 MINAS
las huelgas que puedan surgir; y no tan sólo no se ligará, sino
que pueden hallarse en abierta oposición. En cambio, el interés
de los patronos, por una cierta añnidad social, puede hallarse en
armonía con el de los obreros, y se hallará desde el instante en
que los patronos, ejerciendo una verdadera acción tutelar, pon-
gan los medios para que los trabajadores se hallen en condicio-
nes de remediar las malas condiciones de su vida.
Puede influir en esta resultante la evidenciación de la natu-
raleza de estas condiciones, y con la buena voluntad que esto
infunde acometemos el estudio de la situación de los obreros en
dos órdenes de malestar: el fisiológico y el económico.
A) Malestar físiológico. --r Los datos de nuestra información
no bastan, ni mucljio menos, para un estudio especialmente di-
lucidado. Requeriría él solo una información particular, muy
reposada y con muchas y detalladas experimentaciones. Lo que
digamos, con ser muy deficiente, constituirá, por lo menos, una
avisada insinuación.
a ) Desgaste. — La primera dificultad la tenemos ahora.
¿Cómo medir la energía desplegada en el trabajo, la regularidad
ó exageración de éste?
La medida, en una parte, está hecha, y en otra no.
En la parte hecha, el patrono podrá informar con toda exac-
titud á qué alcanza el trabajo de cada obrero. Es una cosa que
seguramente tiene calculada: se halla en intima relación con la
producción y con el jornal.
El patrono sabe qué número de toneladas de mineral se
arrancan cada día, qué número de vagones se llenan y qué nú-
mero de hombres hacen todo esto.
Lo que el patrono no sabe, porque no tiene el mismo interés
en averiguarlo, es el desgaste que en cada obrero se produce, y
si este desgaste es ó no proporcionado á la constitución orgá-
nica del trabajador, y si la desproporción se conoce en tantos ó
cuantos días de pérdida de trabajo al mes ó al año, en tales ó
cuales enfermedades por causa de agotamiento, ó en invalidez
prematura para este género de labores.
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DE VIZCAYA 213
Con lo que falta por averiguar, lo único que podría hacerse
es un programa de cuestiones. Con lo que se sabe se puede
afirmar lo siguiente: que el trabajo que se exige á cada obrero es
' el equivalente á diez toneladas diarias de mineral, que suman
la carga de cinco vagones.
En esto me parece que consiste el verdadero régimen de ta-
rea: en la producción diaria de diez toneladas de mineral, sin
fijación de horas de trabajo. Cuando se obtiene esa resultante,
cesa el trabajo; y si el obrero quiere continuar, obtiene un suple-
mento conforme al exceso de producción.
De manera que á lo que se tiende es á obtener, en las horas
de trabajo establecidas en general para los obreros que no tra-
bajan por tarea, la resultante efectiva de una tarea por obrero.
No estando en nuestros medios realizar las experiencias in-
dispensables para poder definir la energía desplegada por los
obreros de esta zona, forzoso es atenerse, por analogía, á otras
definiciones de autoridad científica.
La comparación entre la ración que se supone necesaria para
el obrero medio y para el minero, indica que el trabajo de este
último es mayor necesariamente.
Obrero medio Minero.
Pettenkofcr > Stcinbeil.
y Voit. _
Gramos. Gramos.
Albúmina 118 133
Grasa 56 115
Hidratos de carbono 500 634
La ración total del obrero medio equivale á 3.050 calorías; la
del minero excede de 4.000. Rubner fija la ración bruta del mine-
ro en 5.213 calorías, y en 4.790 la ración neta.
No basta este cálculo, que nos llevaría fácilmente á inquirir
el número de kilográmetros que el minero produce.
La producción del trabajo varía en las manifestaciones fisio-
lógicas, según el régimen de trabajo; y esta observación es per-
tinente por lo que nos manifestaron los obreros relativo á los
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214 MINAS
efectos de la tarea en la economía orgánica del trabajador. Difie-
re la producción del trabajo según «esté repartida en períodos
más ó menos largos, ó reunida en tiempos cortos de esfuerzos
violentos». Esto último, que es lo que ocurre en la tarea, por
aumentar el trabajo ordinario rebasa el gasto normal; y para
que el organismo mantenga la temperatura constante, hace in-
tervenir medios de gasto suplementarios. Al decirnos los obre-
ros que en el trabajo de tarea se sudaba muchísimo, nos indica-
ban lo que en el organismo ocurre en los esfuerzos violentos con
los medios de gastos suplementarios, que producen la vaso-
dilatación cutánea, y, sobre todo, la evaporación de agua por la
piel. El riesgo de enfriamiento en tales ocasiones, lo indicaban
los obreros al señalar la frecuencia de la pulmonía por tales in-
flujos.
.Hé aquí, pues, otra cuestión á dilucidar, la que pudiera ser
llamada ritmo del trabajo, por si corresponde ó no al ritmo fun-
cional, y si quebranta ó no el equilibrio de las fuerzas del
obrero.
La periodicidad del trabajo es, para estos fines, un estudio de
verdadera importancia, y con ella el de la periodicidad de las
reposiciones y de los descansos.
Al pmpezar la tarea, es decir, en el trabajo de la mañana, el
obrero se halla acondicionado por la reposición de la refacción
nocturna y por el descanso largo del sueño, que es, como se
sabe, el gran organizador de la nutrición. Al continuar la tarea,
después de la refacción del mediodía, no hay la misma relación
entre la reposición y el descanso, porque aquélla no tiene el su-
ficiente reposo para la asimilación, y éste es muy breve.
Pero estas indicaciones sólo tienen oportunidad para un es-
tudio completo de las condiciones del trabajo, y de lo que aquí
se trata principalmente es de definir el gasto de energías en el
trabajo que al minero se le exige, cuyo gasto, según autoriza-
dísimos investigadores, entra en la conceptuación del trabajo
fatigante.
b) Reposición. — No es tampoco fácil definir con aproxima-
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DE VIZCAYA 215
da exactitud los distintos tipos de raciones alimenticias del
obrero. Los datos reunidos por la Comisión no son todo lo
terminantes que debieran para abordar un estudio científico.
Uno de ellos, el resumen de una libreta de consumo, es el
mejor documentado; pero le falta lo esencial: saber si ese con-
sumo es para uno solo ó para más individuos.
Este proceder, con toda justificación, fué el seguido en la
«Academia de Ciencias de Bilbao» al hacer los «Cuadros analíti-
cos de alimentación», partiendo de las libretas de consumo, y
haciendo constar si se trata de una familia de seis individuos,
de cinco, ó de utí solo individuo.
Los informes de la Comisión son esencialmente orales, de-
clarativos, y en la inteligencia de que se trataba de la alimenta-
ción de un solo obrero; y aunque los testimonios fueran conclu-
yentes, quedaba mucho por averiguar en el capítulo de pesos y
medidas, de igual rríodo que hay referencias en el de calidad de
los géneros. En una avisada información no puede prescindirse
de ninguno de estos particulares, que entran con toda justifica-
ción en el orden de las fáciles presunciones.
Ateniéndonos principalmente á los informes de la conferen-
cia de Gallarta, haremos el estudio de la ración alimenticia del
trabajador minero en esta zona, empezando por someras indica-
ciones referentes á los artículos de consumo.
i) Pan, — Partiendo del consumo de media otana por día, es
decir, de un kilo, el minero resulta un gran consumidor de pan.
En los cuadros analíticos de la «Academia de Ciencias Médicas
de Bilbao», una familia de seis individuos consume diariamen-
te 1.466 gramos; una de cinco, 966 gramos; otra de cinco, 700
gramos; un individuo solo, 166 gramos; y otro individuo, 316
gramos. Según la estadística municipal de París, la cantidad de
pan que se consume allí por habitante anualmente es de 146 ki-
logramos.
Siendo exacto el dato de consumo de pan, según las referen-
cias que verbalmente recogimos, y aunque se disminuya algo
de la cantidad de un kilogramo por día, resulta excesiva la pro-
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2l6 MINAS
porción, comparativamente con lo que en general ocurre, é in-
dica este exceso dos cosas á la vez: primera, poca variedad ali-
menticia en el racionado del obrero; y segunda, ciertas condi-
ciones 4ie elaboración de este artículo para que el consumo sea
mayor.
En cuanto á lo primero, puede decirse, con ciertas referen-
cias de persona que ha estudiado cuidadosamente la alimenta-
ción del obrero en París, que el consumo que hace de pan exce-
de mucho al promedio por habitante antes consignado.
Hay dos indicaciones que por sí solas permiten formar Juicio
de la composición de la ración alimenticia del 6brero: la despro-
porción en el consumo de pan, y también la desproporción en el
-consumo de bebidas alcohólicas. Lo primero indica que la ra-
ción es poco variada y el régimen alimenticio monótono, y lo
segundo, que la ración alimenticia es pobre. Con mucho funda-
mento se ha asegurado que el alcoholismo lo disminuaria la
buena alimentación, porque la deficiencia alimenticia hace acu-
dir á la engañosa y aparente reparación de los alcohólicos.
Los datos que la Comisión recogió indican que el pan que se
suministra en la zona minera está confeccionado para favorecer
el consumo, pues reúne condiciones de buena apariencia y fá-
cil y agradable ingestión. Si es cierto que tiene exceso de agua,
esto contribuye también á que sea prontamente consumido, y
así lo comprenden los obreros, pues acuden para limitar el con-
sumo de pan al procedimiento de desecarlo, cortándolo en gran-
des rebanadas y colgándolo de unos ganchos de madera suspen-
didos del techo. La Comisión vio uno de estos secaderos de pan
en el comedor de una de las casas de las minas de Cotorrio. El
exceso de agua, por otra parte, haría disminuir en un análisis
directo las proporciones de substancia azoada, grasa é hidratos
de carbono.-
2) Patatas. — Después de la ración de pan, examinamos la de
este tubérculo, que es el que entra en la mayor parte de la ra-
ción de los trabajadores de las minas, ascendiendo la cantidad
diaria, según nuestros informes, á 1.533 gramos.
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DE VIZCAYA 217
Muchas de las consideraciones hechas anteriormente son
aplicables á la abundancia en la ración de este artículo de con-
sumo, cuya cantidad no corresponde á la utilidad, toda vez que
hay que suponerle por lo menos una proporción, en la cantidad
referida, de 1,149 gramos de agua.
Con este dato habría suficiente para reconocer defectuosa la
ración aliníenticia de estos trabajadores, porque, además de la
composición de los alimentos, hay que tener en cuenta el es-
fuerzo que se requiere en el organismo para desplegar por di-
gestión y asimilación el principio activo. Aunque Spencer no
era un fisiólogo, acertó al establecer las diferencias existentes
entre los animales que acuden directamente al principio activo
y los que lo tienen que extraer |>or lenta labor digestiva de una
inmensa cantidad de forraje. Cuando se establecen relaciones
entre la índole de la alimentación y de la producción, este as-
pecto es de mucha importancia.
3) Garbanzos, — Más que en ninguna otra referencia, me pa-
rece excesiva la cantidad que nos señalaron los obreros como
consumida mensualmente por individuo. El celemín equivale
á 4 litros 625 mililitros, y, pesado un litro de garbanzos, no del
que consumen los obreros mineros, da 785 gramos. A una ra-
ción diaria de 154 mililitros, corresponderían 120 gramos 890 mi-
Hgramo^.
4) Judias secas. — Las mismas consideraciones pueden hacer-
se. Los dos celemines equivalen á 9 litros 250 mililitros, pesando
el litro 800 gramos, y equivaliendo los 308 mililitros de la ración
-diaria á 246 gramos 400 miKgramos.
,5) Tasajo '^Tocino, — Las mismas reservas hacemos respecto
á las cantidades diarias que se suponen en la ración de cada
obrero: 100 gramos y 166 gramos 666 miligramos.
6) Comparaaó». — Para justificar las dudas respecto á la in-
suficiencia de nuestra información en cuanto á los distintos tipos
de racionado del obrero minero de Vizcaya, parece conveniente
hacer un cuadro comparativo, en cuanto á esos artículos de
consumo, entre los obreros de la zona industrial y de la minera,
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2l8 MINAS
valiéndonos de los cuadros analíticos de la Academia de Ciencias
Médicas de Bilbao.
Hé aquí la comparación:
Pan
Tocino
Tasajo (i)
Garbanzos....
Judías secas . .
Patatas
OBREROS
INDUSTRIALES
z
2
3
4
5
Familia
de seis
Familia
de cinco
Familia
de cinco
Obrero
Obrero
indi\iduos.
individuos.
individuos.
solo.
solo.
316
1.466
966
700
166
129(2)
II
26
55
141
))
477
86
354
150
»
»
16
5B
25
»
160
16
50
25
400
1.400
»
500
600
iMlNEROS
Obrero
solo
.000
166
100
120
246
•533
Se ve, en efecto, que la ración de un obrero solo, es más
abundante que la de los obreros con familia; y se ve, también,
que, no habiéndose hecho estudio de variedades de racionado en
la región minera, la que hacemos constar aparece calculada por
alto y expresa la realidad con exageración.
Comparativamente, la ración del obrero sin familia en la re-
gión industrial se asemeja á la del obrero sin familia en la región
minera. En la ración número 4 figuran, además, 111,33 gramos
de bacalao, 16,^ de arroz, 60 de huevos, 66,66 de aceite y 16,66
de azúcar. En la número 5, sólo 16,66 gramos de tomate, 16,66 de
pimientos, 33 de sardinas y 75 de aceite.
7) Vino y aguardiente, — Como el aguardiente se toma para
desayuno, se puede fijar con exactitud la ración diaria en una
copa como mínimo, ó en dos como máximo.
Lti ración de vino no es fácilmente fijable. No se puede supo-
ner un consumo mayor de un cuartillo diario, porque exagera
mucho el gasto de la ración.
Entre las razones que daban los patronos para oponerse ai
pago semanal, era una de las principales el suponer que, con
(i) En los cuadros analíticos de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao se
dice carne : no sabemos si se refíere á la carne fresca 6 al tasajo.
(2) Dice carne de cerdo.
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DE VIZCAYA 219
dinero en mano, el dispendio en la taberna seria mucho más
considerable. Indica esto que con el proceder en la forma del
pago puede haber ó restricción (largo plazo) ó abuso (pequeño
plazo) en el consumo de bebidas espirituosas. Los obreros, en
la conferencia de Galla'rta, reconocían este peligro, sin admitirlo
como impedimento, alegando que los mismos obreros ejerce-
rían acción moralizadora sobre los viciosos, y que el peligro de
la taberna dejaría de serlo por este influjo.
Por analogía con la región industrial puede calcularse á
cuánto alcanza el consumo de vino:
Racionado núm. 1 2,533,33 litros.
— núm. 2 1,12$ —
— núm. 3 1,33 —
— núm. 4 1, 200 —
— núm. 5 0,233,33 —
Aunque los racionados números i, 2 y 3 corresponden á obre-
ros con familia, debe suponerse que el consumo de vino corres-
ponde en especial al cabeza de familia, al obrero. No es, por lo
tanto, exagerado calcular en un litro diario el consumo de los
obreros industriales, y es admisible el de un cuartillo diario en
los mineros.
8) Valoración fisiológica. — Hechas constar nuestras dudas
respecto á algunas cantidades de alimentos en la ración del
obrero minero de Vizcaya, aceptaremos para el cálculo las cifras
que ya hemos consignado, y que nos fueron suministradas ver-
balmente en la información de Gallarta:
Pan 1. 000 gramos.
Tocino 166,666 r—
Tasajo 100 —
Garbanzos 1 20,890 —
Judias secas 246,400 —
Hecho el cálculo analítico en las respectivas proporciones de
agua, substancia azoada, grasas é hidratos de carbono, no por
análisis directo, sino por las indicaciones científicas usuales,
resulta, deducidos los 1.771,47 gramos de agua:
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2:20 MINAS
Substancia azoada 224,28 gramos .
Grasas 77,31 —
Hidratos de carbono 1^023,81 —
Calorías «;,.23ó,338 —
No es éste más que un cálculo de aproxinia4^ÓD, cao bastan-
tes defectos, y al que podría oponerse más de ua reparo; pero
era indispensable para formar idea aproximada del estado fisio-
lógico del trabajador minero.
Para remediar los defectos que señalamos no hay otro proce-
der que el de una información especial que alcance, no tan sólo
á fijar con toda exactitud los diferentes tipos de racionado, sino
al análisis directo de las substancias alimenticias que los mine-
ros consumen.
Partiendo de la ración que acabamos de consignar, hay que re-
conocer que se cicomoda á la fórmula de Rubner: ración bruta en
las veinticuatro horas, 5.213 calorías; ración neta» 4. 790 calorías.
c) DEscArfso. — El descanso es una parte esencialísima de la
reposición. Realmente,, descansar es reponer. Esto significan los
reposos fisiológicos, esa parte del ritmo de las funciones nutri-
tivas, consistentes en una detención, en una parada, intercalada-
mente con la actividad.
La organización del trabajo consiste también, aunque no se
quiera, en un ritmo análogo. Estará ó no estará bien calculada
la sucesión de actividades y reposos; pero está, y no puede me-
nos de estarlo, definida en un régimen, cualquiera que éste sea.
En los descansos hay que apretíar, de una parte, las interca-
laciones de reposo en la sucesión de actividades, y, de otra, la
manera como se puede descansar.
Esto último es lo pertinente en nuestro Informe.
El obrero, diariamente, tiene dos descansos: uoo breve, el de
la refacción del mediodía, y otro largo, el de fina! de jornada,
refacción nocturna y sueño hasta el nuevo amanecer.
Periódicamente tiene, además, los descansos semanales.
En qué condiciones se realizan unos y otros descansos, es
asunto de mucho interés.
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DE VIZCAYA 221
Los patronos se inclinan á conceptuar que el descanso es
siempre vicioso, porque el obrero lo utiliza en distracciones in-
. sanas y dispendiosas. No admite el patrono, en este concepto,
que al obrero te favoreix:a la reducción de horas de trabajo, con-
viniéndote pasar del fin de jomada al refectorio y de aili al lectio,
reponiéndose de uno y otro modo.
Aunque ^n el razonamiento hay mucha parte de parcialidad
é interés, no puede decirse que esté mal planteado. En la mane-
ra de utilizar los descansos hay verdaderos perjuicios para la
salud y el peculio dtel trabajador.
Admitido esto, la solución no consiste en alargar los trabajos,
de manera que el trabajador, rendido, no piense en otra cosa que
en descansar, tendiéndose en el lecho, porque lo excesivo del
trabajo es un perjuicio también de mucha gravedad. En las gran-
des obras del periodo caldeo se instituyó el descanso periódico,
y se definió en una palabra asiria, saibbaltii, que interpretamos
como «día festivo»; porque, efectivamente, la libertad que deja
el descanso, largo ó corto, implica placidez, satisfacción, y un
sustituyente de la actividad laboriosa por la placentera.
Hacer honestamente placenteros los descansos es, más que
una obra de moralización, establecer un buen régimen fisiológi-
co, que no solamente favorece la normalidad de las funciones,
sino que se traduce en lo que llamamos compensación : compen-
sar un matestar (el trabajo duro) con un cierto estado de placi-
dez, sea el que fuere.
Las grandes y mejores compensaciones se definen en el
hogar, que es, por k) que constituye y significa, un sitio de
reposo.
Un hogar bien establecido, ya se tenga familia propia, ó se
esté agregado á una familia, es la buena garantía del descanso,
y también el gran centro de atracción.
Cuando el hogar, por unas ú otras razones, no convida al
reposo, se origina la serie de extravíos á que da lugar la cbnvi-
vencia accidental y accidentada en centros de vida común que
atraen por algún género de expansiones.
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222 MINAS
Por lo que hemos visto, el albergue obrero no se distingue por
sus condiciones retentivas. Adolece de estrechez; no es conforta-
ble; no tiene condiciones de convivencia; es una habitación divi-
dida en dormitorios, y no otra cosa. El obrero puede descansar
cuando duerme; pero el reposo en vigilia no está acondicionado.
De aquí que el obrero tenga la tendencia á acudir á otros
centros que lo atraen, muchas veces fatigándose por las distan-
cias que los separan, y que ha de recorrer á la ida y al regreso.
El principal centro de atracción es la taberna, y alguna referen-
cia hemos tenido respecto á lugares, en poblado y en despobla-
do, donde se jugaba á juegos de azar.
Punto es este que no correspondía á lo esencial de nuestra
información, y que por eso no lo dilucidamos con detalladas
averiguaciones, pero del que no se puede prescindir al tratarse
de la situación del obrero en lo que concierne á su malestar
fisiológico, que transcenderá de igual modo á lo económico y á
otras muchas cosas.
Limitada la cuestión al descanso nocturno, no se puede decir
que las condiciones en que el obrero está instalado sean satis-
factorias; pero tampoco puede ser apreciada la cuestión de otra
manera que en orden de relatividad. Un estudio comparativo de
la situación de los obreros en todo el país, en cuanto á la capa-
cidad de los dormitorios y al lecho, no colocaría á los huéspedes
de las posadas de la zona minera en la iiltima categoría. Proba-
blemente se hallan en el justo medio de su clase, existiendo
también entre ellos categorías por mejor habitación, menor nú-
mero de camas y mejor casa; y como todos la tienen en partici-
pación con otro compañero, según la amplitud ó la estrechez de
la cama, varían las condiciones de descanso.
No hay para qué reproducir la impresión que en los hechos
queda consignada, y que el que suscribe reitera, afirmando que
en las casas examinadas por nosotros no hay dormitorio que
se pueda calificar de bueno, porque sólo tienen, generalmente
con muy poca amplitud, el espacio preciso para instalar los le-
chos y para el tránsito.
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DE VIZCAYA 223
Puede afirmarse también, por simple apreciación, que la ca-
pacidad respiratoria no es suficiente, aunque las consecuencias
-que de esto se podrían derivar aparecen bastante compensadas
por el trabajo al aire libre durante el día.
Caso de enfermedad, como el obrero permanece en su mis-
ma cama y no solo, la situación es lamentable, y merece que
acerca de este particular se llame la atención, como lo haremos
más adelante al tratar de la asistencia facultativa.
El abrigo de cama es poco, y obligará frecuentemente al
obrero en los días fríos á acostarse vestido. Hemos visto algún
-ejemplo de está clase.
d) Asistencia. — Supongamos una patrona que haya de aten-
der, además de su marido é hijos, á seis obreros, que, á 10 pe-
setas cada uno, le representan un ingreso de 60 pesetas men-
suales.
Sus gastos, además del alquiler de casa, consisten en com-
bustible, jabón y otras menudencias.
Su cálculo consistirá en disminuir el gasto lo más posible
para recabar el mayor beneficio.
Fijándonos en la ropa de cama, advertimos que su renova-
ción no era frecuente, informándonos que se hacía de mes á
mes por lo general, pero también mucho más tarde.
Esto da el índice de la asistencia en la posada, traducido en
poca limpieza en la ropa blanca, lo mismo en las camas que en
ios individuos, que se mudarán de quince en quince días. La
poca higiene de los lechos explica los muchos casos de sarna
que se registran en los hospitales mineros de la zona. En uno de
-ellos nos informó el personal facultativo que los enfermos sar-
nosos daban el mayor contingente.
Sin particularizar, puede decirse que, por la tendencia aho-
rrativa de las patronas, por no bastarse cada, una de ellas para
atender á todas sus, obligaciones, la asistencia es por necesidad
precaria.
B) Malestar económico. — En algunos particulares he tenido
que manifestar que nuestra información es incompleta.
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224
MINAS
En la parte de hechos se exponen y clasifican con todasiíice-
ridad-y con buen método los datos recogidos; pero forzoso es
decir que, por ejemplo, los precios de la tienda libre de Gallarta
están dados en un simple apunte, no en un documento oficiaL
Aunque asi fuera, se requerirían mayor número de datos para
una efectiva comparación, porque en los pueblos de la zona mi-
nera hay variantes en los precios y localidades mejor acondicio-
nadas para el consumo. Una de estas localidades, decían los
obreros que es Ortuella.
Hecha esta salvedad, limitaremos la cuestión á un solo pun-
to: el que ipfluye inmediatamente en la última huelga y el que
denuncia un malestar económico indudable, y que se puede for-
mular del siguiente modo: el obrero, por las condiciones del
mercado de que se suministra, consume casi todo lo que gana.
Para seguir el estudio comparativo entre la región minera y
la industrial, utilizaremos, por lo que respecta á esta última, los
cuadros analíticos de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao.
Familia de 6 individuos
— de 5 —
— de 5 —
Un solo obrero
Un solo obrero
Jornal diario.
jrrocio aiario
de la ración.
Pesetas.
Cents.
Pesetas.
Cents.
4
»
3
42
4
))
3
32
2
65
2
22
3
33
2
í7
2
50
i
32
Adviértase ahora que el jornal no se puede referir á todos los
días del mes, sino á veinticuatro dias laborables, y que el con-
sumo se refiere á todos los días. De aquí esta comparación:
Familia de 6 individuos . . .
— de 5 —
— de 5 —
Un solo obrero
Un solo obrero
1
Gasto
I
Xngreaoa
al mes.
de alimenta-
ción al mes.
Super&viU
Défl
• — '"•^. --^ — --
■"^•-v,-^.^
- -'^ -•*— -
Ptas.
Cts.
Ptas.
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50
66
60
»
))
3
7g
92
65
10
M
82
»
60
»
39
60
20
40
»
60
60
10
»
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DE VIZCAYA
22«;
Todavía publica la Academia otras dos relaciones que vamos
á presentar, como indicadores del estado económico de los obre-
ros de la zona industrial, apreciando lo que de ese jornal tienen
que gastar en alimentación únicamente.
Jornal medio
mentuAl.
Q«8tO
de alimenta-
cióo.
Superávit.
Déficit.
." — -^k.-'^^i.^- — ^
-'•m^^^^ -.
<- '<»L«-s— »^ ^
-- — '^.^
^^*i«-— -
Familia de 5 individuos . . .
Ptas.
120
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Ptas.
Cts.
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Ptas.
26
Cts.
Pta..
Cts.
»
02
»
»
- de? .-
JIO
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56
27
44
»
))
— de 5 —
80
»
66
71
13
29
»
»
- de 6- —
120
»
102
78
17
22
»
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- deó -
90
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14
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D
»
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90
»
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67
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»
4
67
-— de 4 —
75
»
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II
z
»
»
Un obrero
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39
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Un obrero
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72
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- de7 -
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29
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42
29
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- de5 -
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»
33
55
50
45
»
»
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84
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33
81
50
19
»
))
- de3 -
96
40
43
55
57
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))
- dej -
96
»
39
99
56
01
»
»
- de3 -
108
))
52
95
45
05
»
»
— de 4 •—
108
»
50
57
41
»
— de 4 —
120
»
52
5^
67
43
»
»
— de 4 —
120
»
60
63
59
37
»
»
— deó —
144
»
76
27
67
73
»
Resumiendo: en el primer cuadro aHalítico, la situación eco-
nómica del obrero no puede ser más desventurada: en tres
familias, el jornal es insuficiente para gastos de alimentación, y
únicamente dos obreros sin familia tienen superávit.
En el segundo cuadro ya es otra cosa, existiendo déficit en
un solo caso y superávit en veinte, y en la siguiente proporción:
SUPERÁVIT EN PESETAS
Número
de familias.
9
I
II a 17
3
26 y 27
2
34 y 35
3
42 y 45
2
50 a 59
7
67
2
15
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220 MINAS
De éstos, diez y siete son obreros con familia de tres á siete
individuos, y tres obreros solteros; hallándose estos últimos en
las categorías máximas del superávit.
No podemos con la misma justiñcación exponer las distintas
variedades del gasto alimenticio de una familia en la zona mi-
ñera. Por abundar los obreros sin familia, nuestras averiguacio-
nes se encaminaron á definir el gasto de alimentación por indi*
viduo; y si lo hemos expuesto de ese modo en lo que respecta á
los componentes de la ración alimenticia en artículos y cantida-
des, tenemos que seguir igual proceder en cuanto á los precios,
aunque, en todo, haciendo las salvedades de que él estudio no
está tan detallado ni justificado como si lo hubiéramos hecho
examinando un buen número de libretas de consumo.
Refiriendo para mayores ampliaciones el detalle de otras va-
riedades á lo que en los hechos consta, la ración tipo, según los
informes de la conferencia de Gallarta, cuesta lo siguiente:
Céntimos. Milésimas.
Pan 40 »
Tocino 33 300
Tasajo 13 700
Legumbres ^ 22 500
Patatal 23 300
Pesetas 1,32 800
Hay que añadir: 2 céntimos y medio diarios por la toma del
pan, 5 céntimos diarios por una copa de aguardiente y 20 cénti-
mos de vino (medio cuartillo), y así resulta el gasto diario va-
luado del siguiente modo:
Ptas. Cents. Mils.
Ración alimenticia
Aguardiente
Vino
Toma del pan
Total i 60 300
I
32
800
»
5
))
))
20
»
))
2
500
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DE VIZCAYA 327
Añadido el gasto de hospedaje, cocina y ropa limpia, valuado
todo en 10 pesetas mensuales, resulta:
Por alimentación.
— hospedaje....
Pesetas.
Céntimos.
I
))
60
^3
I
93
Un. obrero con un jornal de 3 pesetas diarias, que en veinti-
cuatro días laborables hacen 72 pesetas, gastando en alimenta-'
ción 57. pesetas 90 céntimos mensualmente, no tendría para
otros gastos y eventualidades, y para el ahorro, más que un re-
manente de 14,10 pesetas.
Este cálculo absoluto no es más que un índice de la mala
situación económica del trabajador minero, porque ni el jornal
de 3 pesetas es el jornal medio, ni la ración alimenticia que
heoios analizado es absoluta, ni el gasto es el tipo general de lo
que todos los obreros invierten en alimentación y hospedaje.
Pero la indicación es efectiva y reveladora de que las quejas de
los obreros, manifestadas en la última y dolorosa agitación,
reconocen causas de un definido malestar.
No es la primera vez que este malestar ha sido apreciado por
la proporción del gasto alimenticio en relación pon el jornal, y
así lo hizo Mulhay para demostrar al propio tiempo en qué na-
ciones estaba mejor organizado el trabajo, siendo, como lo es,
una parte esencialísima de toda buena organización la buena
situación económica del obrero; y si se admitiese en todos los
obreros del mundo un cierto estado de penuria, en España sería
mayor en un 3 por 100 que en Italia, en 17 que en Alemania,
en 22 que en Bélgica, en 27 que en Francia, en 34 que en Ingla-
terra y en 46 que en los Estados Unidos de Norte América.
Si la alimentación y el hospedaje absorben el 64 ó el 66 por 100
del jornal, el malestar económico no necesita otro género de de-
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228 MINAS
mostraciones: .la afirmación de que el 95 por 100 de los obreros
-están empeñados, es evidente.
El malestar se traduce en diferentes manifestaciones. Algu-
nos obreros, los más económicos y resignados, reducen la ra-
ción alimenticia, y á costa de mermas en subalimentación, pri-
vándose de lo absolutamente necesario, pueden obtener una pe-
queña parte del ahorro apetecido. Otros, menos escrupulosos,
convencidos de primera intención déla ineficacia de su esfuerzo,
siguen accidentalmente el trabajo, viven del fiado y huyen opor-
tunamente con el importe del jornal, declarándose insolventes.
Otros conllevan su situación hasta la época en que faenáis más re-
muneratorias, como la siega, por ejemplo, ofrecen más saneados
jornales. Y, en fin, todos manifiestan incertldumbre y declaran
la inestabilidad de la población minera, inestabilidad que es un
síntoma revelador de condiciones muy poco atractivas.
La causa primordial y ostensiblemente evidenciada de la úl-
tima huelga no ha sido otra que el malestar económico. Los
otros motivos son accidentales, y no podían constituir un verda-
dero alegato, porque no traducen un estado general, sino vesti-
gios de una organización que aun se recuerda. El estado de mal-
estar general no es otro que el de las defectuosas relaciones del
consumidor con el mercado absorbente, y para modificarlas y
quebrantarlas se ha pedido del patrono una condición económi-
ca que los obreros y el mercado suponen favorable para unos y
otros.
¿Lo será.^ El remedio solicitado y concedido, ¿remediará los
males existentes?
En concepto del que suscribe, nada más que en una mínima
parte. La solución es de muy otra índole, y para enunciarla tra-
taremos, para terminar, los dos últimos puntos del índice que
nos hemos trazado.
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DE VIZCAYA 229
VU
POLÍTICA SOCIAL DE LOS PATRONOS
A) Consideración generaL — De loque se llama «acción so-
cial», que no es obra del socialismo, pero que contribuye á ella,
no están exentos los patronos.
En las condiciones actuales, un patrono de buen sentido pro-
testaría; guiado por su propio interés, si se le conceptuara indi-
ferente y desatento á las necesidades de sus trabajadores. Quiere
demostrar que se interesa en este asunto; que desea hacer y que
hace, en beneficio de sus obreros, tales y <:uales cosas. Se le exige
algo que ya se ha impuesto en las costumbres, y que ha entrado
en la fórmula de los deberes sociales, y que obliga, por lo menos,
á guardar las apariencias. Hasta el mismo abuso procura encu-
brirse con el alarde de esa buena intención.
Basta insinuar el hecho, sin desenvolver la doctrina, para en-
trar inríiediatamente en el estudio de aquellas instituciones de
iniciativa patronal que tienden á ser protectoras, tutelares del
obrero, extendiendo la acción de los patronos á otro terreno de
mayor amplitud que el de las condicionadas relaciones entre el
capital y el trabajo.
Y este estudio, para qué resalte bien el cómo y el porqué de
la acción patronal, y para que se gDmprenda hasta qué punto se
la puede desenvolver, exige algún pormenor, tanto en lo que
se refiere á las primeras motivaciones como á los sucesivos des-
arrollos.
El patrono siempre ha empezado por excederse en sus atri-
buciones, obedeciendo á una ley que podría ser llamada patriar-
calismo; porque, efectivamente, los autócratas de cualquier clase
se han llamado y se han hecho llapiar padres de sus subditos;
y se han manifestado, no obstante el rigor de sus favores, con
esa condición paternal, para hacer entender que su pueblo ó su
servidumbre es su familia, y que en sus determinaciones, hasta
la dureza es amor.
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230 MINAS
No hay acto, en este modo de sentir, que no sea hecho «por el
bien» de una colectividad ó de una persona; y de esa manera,
todo, absolutamente todo obliga á la gratitud, y con ella al rendi-
miento, á la buena disposición, á la aquiescencia. Asi se dice,
para tío discutir nunca y para acatar á ciegas la orden del supe-
rior, «él sabrá por qué lo hace», admitiéndose consecuente-
mente la sabiduría del que dispone y la infalibilidad de lo de-
cidido.
Hé aquí una de las maneras de establecer la subordinación»
que se implanta, rindiendo Ir voluntad, ó por el temor ó por el
afecto ó por las dos cosas á la vez; y esto oQurre siempre que
una concesión se haga y se admita como favor otorgado con
atribuciones de poderlo quitar. La concesión produce resultan-
tes afectivas, que se mantienen subordinadamente por el miedo
á la privación.
No hay que decir que en un largo período del dominio patro-
nal, estas condiciones se han dado, hallándose, de una parte, el
amo (nombre que justifica nuestras indicaciones porque viene
de amar]y con patentes de vida, con poder para admitir ó no ad-
mitir trabajadores, y para expulsarlos después de admitidos; y,
de otra, una multitud deseosa de ganar el pan con el sudor de su
rostro.
Entonces, el autoritarismo patronal, y si se quiere el patriar-
calistrio, halló camino franco y sin resistencias que vencer, y
organizó los servicios sin restricciones, y dispuso, no tan sólo
lo concerniente al régimen del trabajo, sino al régimen de vida:
el iruck systeme no es otra cosa que esto.
Pero se advertirá que el truck systeme constituye la explota-
ción del obrero por el exceso de dominio patron^il, y aunque así
es, importa poco en lo que concierne al origen de las cosas, y se
refiere únicamente á una derivación, de la que ya hemos hablado,
y que no es única, porque puede tener otras derivaciones conve-
nientes. Supóngase, por ejemplo, que un patrono, actuando de
verdadero patriarca, establece una organización subordinada,
fuertemente subordinada, en que se imponga el albergue obli-
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DE VIZCAYA 231
gatorio, que en vez de ser un barracón sea una casa para obrero
en las mejores condicioses deseables, y se imponga la cantina
obligatoria, pero con un régimen de cooperativa en su mayor
amplitud y con beneficios de todo género, y este sistema, con
ser de dominación y de exceso de atribuciones patronales, no
podría ser en manera alguna censurado ni prohibido. Es de
naturaleza esencialmente altruista, tiende al bien^ constituye
una acción social de buena Índole. El otro,' el egoísta, el que
procura el bien particular sip que le importe el malestar gene-
ral, es lo ilícito y Condenable. De modo que la verdadera signi-
ficación no está en el origen de las cosas, sino en la tendencia
que las desenvuelve. ,
Y no lo decimos ociosamente : esta es la guia de todo el pen-
samiento que hemos de desenvolver. Lo pasado no nos interesa
por otra cosa que para reconocer los vestigios del mal origina-
rio, y procurar que se atrofien y anulen. Nos interesa lo actual,
como terreno propio para la preparación del porvenir.
Con esto ya puede comprenderse que el que suscribe, al tra-
tar el asunto de este Informe, no condena lo que ha llamado pa-
triarcalismo ; ni cree que en todo momento haya sido innecesa-
rio y perjudicial; ni se prestaría á hacerlo desaparecer en los
momentos actuales, porque su acción puede ser fecunda, y es
preciso que lo sea: lo que cree es que estamos en el momento'
de que se cumpla una evolución patronal adaptada á las nuevas
condiciones y necesidades; y para que se comprenda el alcance
' de este género de política social, se ve obligado á hacer un pre-
vio estudio de las instituciones patronales existentes, eviden-
ciando el carácter que las distingue, y procediendo con entera
rectitud y con absoluta sinceridad en sus apreciaciones, que
han de ser impersonalizadas y exentas ^e agravio.
Así como no es oro todo lo que reluce, no es generosidad
todo lo que se encubre con el desinterés. El patrono, en función
de tutela, no se desprende de una vez de su carácter de patronx)
de trabajo y de la acción absorbente del capitalista. Los cam-
bios se producen por derivaciones, nunca radicales en su origen,
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232 MINAS
ni mucho después, sino en todo ese tiempo influidas por la na-
turaleza antecedente, y con toda la fuerza de su arraigo. No es
un verdadero desinterés lo que primeramente se manifiesta, sino
una conveniencia patronal, asociada á una necesidad obrera, re-
mediada en virtud de la iniciativa y disposiciones de los patro-
nos, y con la tributación de los trabajadores. En el desenvolvi-
miento sucesivo de esta primera y obligada asociación de con-
veniencias y necesidades, como la afinidad es endeble, no tarda
en manifestarse la tendencia á la escisión,, hasta producir la
ruptura, surgiendo entonces dos organizaciones, una patronal y
otra obrera, para fines idénticos.
De este caso tenemos un ejemplo de toda evidencia en una
d? las organizaciones más necesarias, que lo son doblemente en
el trabajo de las minas.
Expongámoslo y examinémoslo.
B] Servicio sanitario en la zona minera. — Lo vamos á estu-
diar en su origen, en su desenvolvimiento y en su actual orga-
nización, eu distintos epígrafes, todo lo condensadamente posi-
ble, y con la idea de traer á una demostración cpncluyente las
indicaciones que hemos hecho.
a) Origen de los Hospitales Mineros de Triano. — Dice la
Memoria presentada ante la junta general de accionistas celebra-
da «n 19 de Enero de 1898: «Un pensamiento qltamente humani-
tario^ á la vez que á^ previsión y seguridad^ dio nacimiento, hace
diez y siete años, á la benéfica institución de los Hospitales de
Triano (página 5).
i) Acusación patronal, — Dice la A/emona (pág. 27): «Por razo-
nes que no son de este lugar, y cuya investigación tampoco nos
incumbe, ninguno de los Municipios enclavados en la comarca mi-
nera contribuye en forma más ó menos directa al cuidado y asis-
tencia del numeroso personal obrero de las minas: de modo que
todas las cargas y atenciones de la beneficencia, con respecto á
dicho personal, pesan de un modo exclusivo sobre los propieta-
rios y arrendatarios de minas, sin los cuales aquellos infelices^
trabajadores se verían completamente abandonados, y ni un asilo.
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DE VIZCAYA 333
ni un médico, ni un farmacéutico tendrían para el cuidado y ali-
vio de sus accidentes y dolencias. »
¡Lamentable, verdaderamente lamentable! La queja es muy
legitima. Descubre una rnonstruosa desproporción entre las ac-
tividades fomentadoras del desenvolvimiento urbano y délas ex-
plotaciones comerciales en esa riquísima comarca, que adquirió
en la extensa zona minera un «inmenso desarrollo, merced á
una revolución metalúrgica», y,el endeble, el insignificante, el
apocado aliento benéfico.
Diríase, al contrastar los hechos,* que la dominante absoluta,
la idea fija, la obsesión brutal de la ganancia, extinguió com-
pletamente la sensibilidad piadosa. De una parte, la codicia des-
apoderada procura absorber el último maravedí de los jornales,
y, por el lado opuesto, por el de la caridad, que surge de la pleni-
tud, ni siquiera por ostentación asoma la figura de un Don Juan
de Robres.
2) Acusación á los patronos, — El pensamiento que origina la
fundación de los Hospitales Mineros de Triano tiene estos dos
caracteres :
Ser altamente humanitario.
Atender á la previsión y seguridad.
Lo segundo es bastante, porque no todo lo que atiende aá la
previsión y seguridad» es humanitario. Una fcasa de Socorro,
como las establecidas en Madrid, se halla instituida con esos
fines, y es á la vez humanitaria, en el sentido de prestar la asis-
tencia desinteresadamente. La previsión y la seguridad lo misq:io
se ligan á la beneficencia (humanitarismo) que á la industria.
El. humanitarismo que influye en la fundación de los Hospi-
tales mineros sólo es admisible en un concepto: en el de reme-
diar la dolorosa situación antecedfente.
La fundación de los Hospitales mineros data del acuerdo
de 13 de Mayo de 1880, en que los más importantes mineros de
la comarca constituyen la «Sociedad anónima de los Hospitales
mineros.de Triano» y suscriben el capital para la construcción
de edificios (loe. cit., pág. 5). Se construyó primeramente el de
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234 MINAS
Gallarla, y, por su insuficiencia para el servicio de tan extensa
zona como la ocupada por la población minera de Somorrostro^
se emplazaron en Matamoros y en Galdames casas de socorro,
convertidas posteriormente en los hospitales que llevan esos
nombres. Quedó terminada la edificación en Abril de 1896 (loe.
cit., pág. 24).
En la época anterior á i88o.no existían ni hospitales ni casas
de socorro. ¿Qué organización tuvo entonces el servicio sanita-
rio? En una parte se puede suponer, y en otra no.
Sería, en general, como hoy es en algún distrito minero,
Galdames alto, por ejemplo. La Sociedad Viguera y Maestre
descuenta á los trabajadores mineros por el servicio de médico
y botica el 2 por ico de sus jornales. En las minas inmediatas,
el servicio médico es gratuito, y sólo pagan los obreros el far-
macéutico.
Antes, en toda la zona minera se descontaba el 2 por 100 á
todos los obreros por asistencia facultativa y otras incidencias
de esta índole. Seguramente, ésta fué' la primitiva organización
correspondiente á la forma general del contrato por igualas, con
la diferencia de que, en este contrato, cada particular se entien-
de directamente con el médico y el farmacéutico, mientras que
aquí el recaudador es el patrono, entendiéndose éste con los fa-
cultativos.
El patrono fué el organizador del servicio, sin tener necesidad
de inventar el modo, pues, de una parte, se lo daba hecho la or-
ganización de las Titulares en los pueblos de la comarca, y, de
otra, aplicó el mismo principio de subordinación que se eviden-
cia en el truck systeme: así como entonces imponía la vivienda en
barracones y el suministro en las cantinas, extendió ahora esta
misma organización al servicio facultativo.
No hay referencias para suponer cómo estaban asistidos los
obreros, sobre todo en los graves accidentes con obligada inter-
vención quirúrgica. No se sabe si hubo adjunto á los barracones
algo semejante á una enfermería ó cosa análoga. De temer es
que la organización del servicio fuera sumamente irregular.
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DE VIZCAYA 235
Al asociarse los patronos en 1880 para constituir la Sociedad
anónima de ios Hospitales mineros de Triano, fueron segura-
mente movidos por dos cosas: por lo desigual é imperfecta de la
organización sanitaria, que daría lugar á muchos casos lamenta-
bles (y aquí entra lo humanitario), y por el reconocimiento de la
impotencia de cada patrono en particular para de por sí atender
á una buena organización (yaquí entra el interés que los asocia).
Los patronos no hicieron esto generosamente. Contaban
con «el importe del descuento del 2 por 100, que la Memoria lo
aprecia en 18 pesetas anuales por trabajador (loe. cit., pági-
na 12). Lo que hicieron fué anticipar el capital; pero resarciéndo-
se, tn todo ó en parte, con el descuento que cada patrono perci-
bía del jornal de sus obreros.
Copiaremos lo que la Memoria dice, para que conste el esfuer-
zo de los patronos. Después de exponer las distintas tarifas que
rigieron desde i.° de Marzo de 1881, añade: v«De modo que la
Asociación, no sólo ha facilitado el capital primitivo (150.000 pe-
setas, que, con sus intereses, representan 157.500) para la funda-
ción de los HospitalesT; no sólo viene abonando, para el sosteni-
miento de los mismos, unos 16 céntimos de real por tonelada,
sino que además ha sufrido, por ra¿ón de recargos, desde Abril
de 1886 hasta Julio de 1897, un gravamen de más de 410.000 pe-
setas; y todos estos desembolsos los ha hecho y los hace sin
lanzar una queja, sin que le duelan tales sacrificios, realizados en
aras de un deber que considera humanitario.» (Ibidem*)
Está bien, y es de toda justicia que se consigne; pero al lado,
y comparativamente, debe hacerse constar lo que representa el
aportamiento de los trabajadores.
A 18 pesetas anuales individualmente, supongamos, como
término medio, una población de 12.000 trabajadores, siendo en
este caso la recaudación anual de 216.000 pesetas.
Con ese 2 por ico se facilitaba á los obreros: asistencia domi-
ciliaria cuando no eran asistidos en el hospital, asistencia hos-
pitalaria y ciertos socorros. Lo que esto importa lo dice la cuen-
ta de 1895-96:
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236. MINAS
Medicamentos 38.35 1 ,45 pesetas.
Socorros 5.785 —
Sueldos 69.302,13 —
Total 113.438,58
No nos guía el propósito de fiscalizar ningún género de cuen-
tas, y no queremos insistir en este asunto, que utilizamos tan
sólo para demostrar que si los patronos son los iniciadores y los
fundadores de una obra, no la han realizado con sus propias
fuerzas, sino con la tributación y él esfuerzo de los obrero^.
Esto aparte, nuestro parecer concuerda con el de los patro-
nos cuando hablan de «sacrificios realizados en aras de un
debery>^ pero deber no meramente humanitario, sino obligatorio.
En lo que respecta á la organización del servicio sanitario en
trabajos que, como los de las minas, se pueden reputar análogos
á la guerra, pqr lo menos lo correspondiente á la cirugía de ur-
gencia es una obligación patronal. La más rudimentaria «pre-
visión y seguridad » así lo impone. En sentido mucho más am-
plio, la ley de Accidentes del trabajo, reconociendo ese deber, ha
impuesto la obligación ineludible de la asistencia facultativa, del
socorro y de la indemnización.
Y, en efecto, la Sociedad anónima de los Hospitales mineros
de Triano ha evolucionado hasta identificarse con la ley, quedan-
do los hospitales, desde las nuevas bases de 15 de Mayo de 1899,
afectos casi en exclusivo á la asistencia quirúrgica por acciden-
tes, suprimiéndose desde entonces el 2 por 100 de descuento y
dejando á los obreros en libertad de contratarse en la forma que
quisieren para atender á sus padecimientos de otra índole.
Los caracteres antes enumerados aparecen perfectamente de-
finidos en el desenvolvimiento de esta fundación; pero además
concurren los otros caracteres de patriarcalismo en el alegato de
que todo se hace por el bien de los obreros. Lo evidencian termi-
nantemente las razones con que en la citada Memoria se preten-
de justificar el 2 por 100 de descuento. «Este descuento — dice —
en los jornales de obreros y empleados de las minas, no se esta-
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DE VIZCAYA 237
bleció precisamente para alivio de la industria, pues sabido es que
esos descuentos, á la corta ó á la^ larga, influyen en el precio del
jornal y vienen á recargar siempre elproducto, sino para alejar
de esa institución toda idea de limosna ó socorro, que rebaja la dig-
nidad del obrero, le deprime y le priva de la satisfacción y del or-
gullo de sentir que se basta á si propio» (pág. loj. .
- Expone después lo que presumen que ha de suceder al que-
dar el obrero abandonado á sus propias fuerzas. «Suprimido el
servicio domiciliario, los capataces, los empleados, los obreros
de taller que disponen de algunos ahorros ó que viven con sus fa-
milias, podrán curarse en sus casas y no sentirán los efectos de
la reforma: no sucederá así á los demás obreros, que, privados tal
vez de todo recurso, se verán obligados á luchar con serias difi-
cultades, lo cual seria sensible desde luego» (loe. cit., pág. 31).
De? manera que en el sentir patronal se cree, por influjo de
\ patriarcalismo, que «los infelices trabajadores» únicamente por
la tutela patronal pueden vencer ciertas dificultades de su vida,
y que el interés del patrono atiende con sus procederes á la mi§-
ma «dignidad del obrero». En este y en otros particulares, la
Memoria está llena de unción: no constan en ella rigideces de es-
tilo ni durezas de concepto, sino, por el contrario, manifestacio- *
nes siempre afables y alguna vez doloridas, cuando se lamenta
de la disensión que produce la inevitable ruptura.
Y este espíritu no merece que por desacuerdos y contradic-
ciones literales, por no casar exactamente unos y otros concep-
tos, por ésta ó la otra* desarmonía entre la expresión y la acción,
sea en manera alguna motejado, ni desnaturalizado, ni atribuido
á interesados móviles; conviene mucho que en el lenguaje pa-
tronal se intercalen expresiones como jaá de «infelices trabaja-
dores», «completamente abandonados», «privados de todo re-
curso», «dignidad del obrero», «deber humanitario», etc., etc.;
conviene mucho que se difunda ese lenguaje, porque es desper-
tador de ideas y de sentimientos modificadores de la interesada
acción capitalista, y reveladores de la verdadera naturaleza pa-
tronal, que ha de tender, no á la degradación de relaciones
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238 MINAS
entre obreros y patronos, sino á socializarlas; conviene mucho
estimular ese nuevo espíritu.
¿Qué importan el egoísmo y la impureza, de los primeros
móviles? Con no ser desinteresadas las iniciativas de los patro-
nos, han llegado á realizar una obra conveniente á los trabaja-
dores en los riesgos de su azarosa vida, porque los Hospitales
Mineros de Triano .constituyen una fundación digna de todo
enéomio por su instalación y el esmero de los servicios que
cumplen, adquiriendo allí un gran relieve científico la prestigio-
sa figura de su director facultativo, el Dr. Areilza, cuyas ense-
ñanzas en cirugía. cerebral y en fracturas de la pelvis gozan de
extraordinario crédito.
Si esos hospitales no son suficientes para atender á todas las
necesidades de los pobres obreros, lo que interesa es animar el
aliento .benéfico para que se creen otros donde el trabajador
pueda tener la debida asistencia cuando enferme.
La obra moral, como la material, es una edificación, en la
<iue no se acierta al primer intento. El hombre es torpe en sus
iniciativas y primeros pasos, y de un modo gradual se iluminan
su inteligencia y su corazón. En esta ©bra, el patrono, esencial-
mente capitalista en su sentir y en sus procederes, no tendría
idea de ningún deber con respecto á sus obreros, aparte-de las
meras relaciones del trabajo. Pero el patrono de otra índole, el
que emite las ideas que acabamos de indicar, ya tiene un germen
de transformación, y los gérmenes fecundados desenvuelven in-
evitablemente una nueva vida.
En la actualidad se mantiene el desdoblamiento producido
en 1898 con dos organizaciones para el servicio sanitario: la
patronal ó de los Hospitales, atenida primordialmente á la asis-
tencia quirúrgica en accidentes de trabajo; y la obrera, con una
organización particular de socorros mutuos. De esta última ha-
blaremos más adelante.
b) Datos clínicos. — No los utilizamos para otra cosa qute para
indicaciones pertinentes á este estudio:
!.• Los 499, 420 y 376 traumatismos en los años desde 1899
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DE VIZCAYA 239
á' 1902, son comprobantes de la necesidad desde el primer mo-
mento' de la organización del servicio sanitario, que los Hospita-
les de Triano'han venido á cumplir perfectamente.
2/ Los 581 enfermos del aparato respiratorio, de ellos 196
pulmoniacos, dando también la pulmonía el máximum de de-
funciones, comprueban lo que ya indicamos respecto de ciertas
condiciones en ^! trabajo de las minas, ocasionados á ese gene*
ro de trastornos.
4.» Los 360 casos de sarna justifican la mala higiene de los
hospedajes y el desaseo de las ropas.
5.* No hacemos un estudio detallado de la morbilidad y de la
mortalidad, porque se requieren, además de los datos de la asis-
tencia hospitalaria, los de la domiciliaria.
C) Las Cooperativas de consumo. — Hé aquí la solución, la
única solución.
En el tránsito de la cantina obligatoria á la tienda libre, el
obrero no ha hecho otra cosa que cambiar de dependencia: el
mercado es tan tiránico ó más tiránico que el patrono, y de lo
que se trata es de vencer la tiranía, que impide que el obrero
pueda vivir con relativo desahogo.
El malestar económico es el verdadero malestar, causante de
ia última huelga, y no puede ser remediado de otro modo que
por la acción reguladora de la Cooperativa de consumos
A este fin, en la conferencia con los representantes del Círcu-
lo Minero, el que suscribe la propuso como de la .mayor eficacia
para resolver las dificultades presentes.
Fundábase en los siguientes hechos:
i.° El alegato contra las ingerencias patronales en el albergue
y suministro de los obreros no tiene valor, porque de tales in-
gerencias no quedan otra cosa que vestigios, fácilmente redu-
cibles.
2.* No obstante, el nuevo estado de cosas implica otro género
de explotación. El obrero no ha mejorado nada económicamen-
te. Ha cambiado de dependencia, y su jornal lo sigue embebien-
do la libreta, como anteriormentie los bonos ó los vales.
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240 MINAS
3.° Actualmente, á los factores económicos del negocio hay
que añadir el factor social. En su virtud, al patrono ya no pue-
de serle indiferente la situación económica del obrero. Le inte-
resa por la misma armoqia de las relaciones obrero-patronales.
Le interesa incluso para contrarrestar los efectos de la p^-opagan-
da socialista. El patrono, en esta lucha, no puede permanecer
pasivo, y su fuerza no consiste en el incremento de la autoridad
jurisdiccional, sino más bien en el prestigio de su autoridad
moral.
4.° Fundado en esto, el patrono debe considerarse en todo
caso con autoridad directiva sobre el obrero, y á éste se le debe
suponer en muchas ocasiones como un desamparado. Si por su
autoridad en el desenvolvimiento de un negocio es el patrono
director y preceptor de trabajos, por su influjo en beneficio del
obrero puede convertirse en patrono tutelar.
5.* La tutela, en el caso presente, debe proponerse que las
iniciativas y medios patronales modifiquen las actuales condi-
ciones del mercado alimenticio, dando garantías para que el
trabajador pueda conseguir lo más económicamente posible la
satisfacción de sus necesidades alimenticias y de todo orden
de sostenimiento, permitiéndole la posibilidad de u-n pequeño
ahorro.
6.** Asociados los patronos para este fin, podría llegarse á es-
tablecer la Cooperativa general, en la forma que se estimara con-
veniente y factible, pero con la efectividad de ser reguladora de
los precios.
7.* De este modo podría prescindirse del pago semanal, que
tiene muchos inconvenientes, la mismo para los patronos que
para los trabajadores. Pero no estableciéndose la organización
cooperante, el pago semanal se impone como único recurso para
que el obrero, con numerario disponible, pueda defenderse de
las imposiciones del mercado.
Sin oponerse á esta solución, los representantes del Círculo
Minero se manifestaA>n con falta de poderes para entrar en su
estudio, alegando además las dificultades que se podrían ofrecer.
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DE VIZCAYA 24 í
Pero iniciado este asunto, como consecuencia ineludible del
análisis de la situación de los trabajadores en la zona minera,
forzoso es analizar el desenvolvimiento de la Cooperativa en los
puntos de esta región donde se ha intentado ó conseguido esta-
blecerla.
a) Poquedad del movimiento cooperativo. — Sólo tres Coope-
rativas de iniciativa patronal conocemos en la zona minera, y,
según los informes recogidos, son las únicíis que existen : la de
Galdames, sucursal de la de Sestao de la Sociedad Altos Hornos
de Vizcaya; la de La Arboleda, que parece instituida por la Com-
pañía Orgonera, y la de «Las Carreras 1), fundación de la Socie-
dad Uribe y Urioste hermanos. La primera es la más antigua de
las tres, y la última la más reciente. De todos modos, su funda-
ción data de poco antes ó de poco después de los últimos sucesos.
No se necesita inquirir mucho para comprender á qué obede-
ce 1^ poquedad del movimiento cooperativo. El interés de los
patronos, cuando se manifiesta como patronato efectivo, no apa-
rece desligado de la primitiva é insistente subordinación; y cuan-
do no es esto, el interés patronal se manifiesta como interés eco-
nómico, evidenciando que no se va francamente desde la anu-
lación de la cantina obligatoria á la verdadera Cooperativa.
De aquí que la asociación cooperante sea muy endeble. Nin-
guna de las Cooperativas en que la asociación es ineludible
cuenta con gran número de asociados, y las demás no están
constituidas para tener asociados, sino clientes compradores,
como en cualquier otra tienda.
Con sólo esto, se podría asegurar que las Cooperativas exis-
tentes no llenan con amplitud y desprendimiento, ni los fines
de la cooperación, ni los del patronato. El ser poco atractivas
descubre que no pueden remediar los males del obrero. De otro
modo, éste acudiría en busca de un bien efectivo.
Para hacer la critica de todas estas instituciones, las exami-
naremos en sus mismos preceptos reglamentarios, y las compa-
raremos, no con un tipo ideal, sino con una Cooperativa flore-
ciente en Bilbao : la Civico-Müitar.
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242 MINAS
b) Tipos de Cooperativas. — Una clasificación de las Coope-
rativas existentes no es difícil, y es á la vez necesaria para
nuestro objeto.
El primer carácter que se manifiesta es el ser todas estas
Cooperativas de institución patronal; pero, ostentando alguna
la titulación de Patronato, resulta que éste constituye una su-
bordinación patronal, y por lo mismo las llamaremos Coopera-
tivas de subordinación.
El segundo carácter que se manifiesta es el del interés patro-
nal, que no cede, que no desiste de sus primeros móviles, sino
que se acomoda al nuevo régimen, ya sea de tienda liljre, ya de
Cooperativa. Por eso las llamaremos Cooperativas de adapta-
ción.
i) Cooperativas de subordinación, — Sólo puede entrar en este
titulo la de Galdames, secuela de la de Sestao; y como en la So-
ciedad de Altos Hornos de Vizcaya existe también la de Baracal-
do, que es más expansiva que aquélla, las analizaremos junta-
mente con apreciaciones enlazadas.
En el'art. i.* del reglamento de la de Sestao se dice que «que-
da reorganizado el Patronato obrero de la Sociedad Vizcaya», y
en el 2.° de la de Baracaldo se indica que la Cooperativa funciona
«con el Patronato de la de Altos Hornos».
El Patronato se manifiesta en la primera Cooperativa, en la
declaración de que «la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya faci-
litará, cuando lo estime justo y en el limite que lo crea conve-
niente, los fondos necesarios para adquirir artículos de primera
necesidad, á título de préstamo sin interés y reintegrable en
cuanto lo permitan los fondos de la Cooperativa» {art. 6.°).
La cooperación por parte de los socios se manifiesta en la
constitución del capital con la cuota de 15 pesetas, asegurada en
un título talonario personal é intransferible.
El Patronato de la de Baracaldo siempre es, económicamen-
te, una garantía; pero el capital de la Sociedad se halla expresa-
mente constituido con 20.000 pesetas, representadas por 800 ac-
ciones de 25 pesetas cada una; y para ser socio y disfrutar las
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DE VIZCAYA 243
ventajas de la cooperación, es indispensable suscribir una ó más
dicciones.
En virtud de esta diferencia de constitución por cuotas ó por
acciones, la representación social de los cooperadores varía,
quedando limitada en Sestao al derecho de elección de cuatro
«ocios de la Junta directiva, de nueve que la forman, y exten-
diéndose en Baracaldo á la elección de seis vocales de esa Junta,
-de once que la constituyen, pero en junta general, estando debi-
damente reglamentadas las atribuciones y deliberaciones de esa
iunta.
Es en las dos Cooperativas igualmente variable por años el
personal de socios electivos en la Junta directiva, é indefinida
-esta variación por lo que respecta á los vocales de nombra-
miento.
De aquí que en este punto sea más ostensible el Patronato,
porque, en virtud de la persistencia de funciones, los que preva-
lecen son los delegados de la Sociedad de Altos Hornos de Vizca-
ya, que, por delegación, resulta directora en efectividad.
Y lo es en cierto modo económicamente, según los preceptos
de los artículos 12 y 13 de la de Sestao, y el lí, números 4.° y 5.%
de los deberes de la Junta directiva de la de Baracaldo, que im-
ponen remitir trimestralmente al jefe administrativo de Altos
Hornos de Vizcaya un resumen de las operaciones realizadas en
dicho período y estado demostrativo de su situación económi-
ca, y proponer al Consejo de administración los repartos á
cuenta.
El carácter de estas dos Sociedades cooperativas es el de ser
•subordinadas. El Patronato que las instituye podría llamarse
Patronato de subordinación, más exageradamente en la de
Sestao que en la de Baracaldo.
Un carácter de la subordinación lo tenemos en no admitirse
más que socios cooperadores-consumidores.
Contrasta esta organización con lo que ocurre en la Sociedad
cooperativa cívico -mililar de Bilbao, donde existen dos clases de
socios, cooperadores y consumidores, siendo el «derecho á'los
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244 MINAS
beneficios idéntico para todos» (art. 12. Consumidores^ párrafo
segundo). La cooperación la determina el sueldo, considerándo-
se con posibilidad para adquirir una acción de 25 pesetas á los
subalternos ó empleados civiles desde 1.500 hasta 2.500 pesetas
de sueldo, y en escala gradual se impone la obligación máxima
de ochó acciones, todas sin interés alguno, al de 10.001 pesetas-
en adelante.
Asi se constituye la parte de 30.000 pesetas de capital que no-
tributa, dejando á la suscripción voluntaria las 20.000 pesetas
para un capital de 50.000, devengando las últimas acciones urr
interés de 5 por 100 anual.
Todavía (dos oficiales retirados, excedentes, de reemplazos
de la escala de reserva, empleados civiles cesantes ó jubilados»
cuyas circunstancias ó motivos excepcionales les impidan con-
tribuir con la cuota que á su categoría corresponde, pueden ser
declarados socios consumidores (art. 7.*, párrafo tercero), igua-
lándolos á los empleados que no puedan contribuir á la forma-
ción del capital por ser de categoría inferior á la señalada en el
artículo 7.**, viudas, huérfanos y pensionistas del Estado, pro-
vincia ó Municipio, clases de tropa en activo y retirados, asi
como los empleados y abastecedores de la Sociedad' (art. 12).
En este modo de constitución hay un Patronato efectivo^
Consistente en constituir la mayor parte del capital graciosa-
mente, los que pueden en beneficio de los que no pueden, no-
mermándoles por esto en lo más mínimo el derecho á los bene-
ficios.
Aunque entre los obreros fabriles se pudiera hacer la dife--
rencia de pudientes y no pudientes, que entre los mineros no-
cabe, pues todos en mayor ó menor grado se resienten de la
poquedad de recursos económicos, parecía natural, dentro de
un Patronato merecedor de tal nombre, establecer la clase de
consumidores, supliendo el patrono la constitución del capital,
como, indirectamente, lo indica el art. 6.° del reglamento de la
Sociedad Cooperativa de Sestao.
Adviértese, por lo mismo, una diferencial entre las Coopera*
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DE VIZCAYA 24$
tivas patronales y las de libre constitución, como la CivicO'MilU
¿ar de Bilbao. En aquéllas, el prejuicio patronal es evidente, no
consintiendo en otra cosa que en mantener estas organizacio-
nes en cierto orden de dependencia administrativa y también
furisdiccional, lo que indica que los patronos no quieren rom
per las trabas disciplinarias aun en los casos en que la disci-
plina no procede.
No quiere esto decir que no sea muy laudable la institución
de la Cooperativa, aun con este régimen de Patronato, y que no
reporte beneficiosos resultados. Instituciones como las plantea-
das por la Sociedad de Altos Hornos de Vizcaya son beneméri-
tas y acusan un excelente espíritu; pero no deben cuajarse en
los estrechos moldes de su primitiva institución : deben ser ex-
pansivas en la tendencia de ir asociando á los obreros en esta
comunidad de intereses, para que gradualmente se emancipen
de la tiranía del mercado, quedando en definitiva bajo s\x pro-
pia acción cuando toda tutela patronímica sea innecesaria, y
limitando la acción tutelar á suplir temporalmente los patronos
la insuficiencia de medios económicos y de prestigios, hasta
que la Cooperativa tenga su vida asegurada.
En tal sentido, las dos Cooperativas de los Altos Hornos que
acabamos de examinar en líneas generales, no cumplen toda la
amplitud de fines para conseguir el bienestar y la educación
económica de los obreros; y como la perfección de estas institu-
ciones se halla dentro de toda buena organización de trabajo,
conviene no dejar de insistir en este punto, ya que una de las
grandes inferioridades de nuestros obreros dimana de la enor-
me proporción de su jornal que absorben las necesidades alimen-
ticias y sus análogas. Disminuir esa proporción es un efecto be-
neficioso, de que no han de arrepentirse los patronos. El bien-
estar de los obreros no perjudica en modo alguno á la tranqui-
lidad de las clases directoras, y acrecienta el poder de las in-
dustrias.
2) Cooperativas de adaptación. — Las dos Cooperativas restan-
tes son de esta índole, diferenciándose una de otra por ciertos
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2-(6 MINAS
particulares, pero siendo en el fondo de igual tendencia. Tal vez
una de las distintivas sea la de tener varios participes (La Arbo-
leda), ó uno solo (Las Carreras).
El reglamento de la Cooperativa de La Arboleda parece estu-
diado para el fin particular que la instituye, mientras que el de
Las Carreras ha tenido como patrón el de la Cooperativa de Ses-
tao, adaptándolo también á un fin particular.
Examinémoslas separadamente y por orden numérico, que
es el correlativo al orden de fundación.
!.•) Una verdadera incógnita es la constitución de la Socie-
dad Cooperativa «La Arboleda» . No aparece como de iniciativa
patronal, y, sin embargo, hay una clase de socios iniciadores de
quienes depende el mantenimiento de la institución con voto re-
servado, los cuales quedan tras cortina. Hay socios cooperado-
res, que más bien tienen el carácter de accionistas, y no hay
propiamente beneficios de cooperación, sino una especie de tan-
to por ciento (el 4) al capital. Hay consumidores, pero sin cali-
dad de socios, diferenciándose de la Cívico-Militar de Bilbao:^ los
consumidores vienen á ser los parroquianos de una tienda que
por la mayor baratura de precios, y quién sabe si por la mejor
calidad de los géneros, puede competir ventajosamente con las
comarcanas. En suma: las disposiciones reglamentarias indican
más de una reserva, y esta Cooperativa no puede reputarse ni
de la índole de las de los Altos Hornos, Parece como una espe-
cie de transición de los antiguos sistemas de suministro al as-
pecto de las nuevas organizaciones, sin que entre con franqueza
en la genuina organización de la Cooperativa de Consumos.
Por de pronto, no se puede presumir que esté constituida
por verdaderos obreros, pues éstos no tienen posibilidad en su
inmensa mayoría de imponer ni el máximum de 120 pesetas ni
el mínimum de 60. Y no estando constituida por obreros, tam-
poco pueden éstos tener intervención en la Junta directiva y en
las operaciones de la Sociedad, intervención que, si no en la Jun-
ta, en muchas otras cosas esenciales, les da á sus socios consu-
midores la Cívico- Militar de Biteao.
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DE VIZCAYA 247
2.*) No obstante estar constituido el capital de esta Coopera-
tiva con el anticipo que hace la Sociedad Uribe y Urioste Her-
manos, de Las Carreras, como propietarios en parte, y explota-
dores de las mencionadas minas Confianza y su grupo (art. 3.**, le-
tra a), se hace constar en letras versales la denominación de
Cooperativa propiedad de los obreros de las minas «Confian-
za Y su GRUPO».
Esta propiedad no aparece, sin embargo, más que en la titu-
lación. La Junta general, que nombra la directiva, es tan inde-
terminada como en el reglamento de la Cooperativa de Consu-
mos de Sestao. Se la menciona incidentalmente en el art. 9.%
párrafo primero, y en el 32, disposición i.'
Diferenciase de la de Sestao, en que no se exige á los socios
cuota alguna, y de la de Arboleda, en que no hay socios inicia-
dores, de número y accidentales: es socio todo el que se surta
de la Cooperativa (art. 24), perteneciendo con algún carácter al
personal de las indicadas minas (art. 22].
Se diferencia también de la de La Arboleda en que se consigna
el principio general de la participación de beneficios, aunque
COTÍ las restricciones consignadas en el art. 13, que dice á la
letra: d Según sea el estado que presente la cuenta de beneficios,
la Junta directiva acordará, si asi lo cree conveniente, hacer un
reparto á cuenta por cada trimestre vencido. El reparto será
proporcional al gasto que cada socio haya hecho en el referido
trimestre.»
No se dan ciertamente las garantías consignadas en el art. 15
del reglamento de la Civico^Militar de Bilbao: «Todos los socios
recibirán una libreta titulo, donde se anotará por el cajero el to-
tal importe diario del consumo, para la repartición de dividen-
dos que en otro lugar se detalla.»
En 9ambio, esta Cooperativa no quiere tener en el activo de
sus balances, como la de Sestao y Baracaldo, la partida de «Deu-
dores por libretas»; y á este fin las disposiciones reglamentarias
son bien terminantes, mereciendo que se copie lo que acerca del
particular consigna el art. 27: «Los socios tienen derecho á que
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248 MINAS
seles vendan los artículos existentes en la tienda ó almacén, á
los precios marcados por la Junta directiva.
))E1 pago de estos suministros se hará por los socios en el
acto de cobrar sus haberes, para lo cual se nombrará por la Jun-
ta directiva una comisión para que cobre el gasto que cada socio
haya hecho, la que se instalará en una mesa contigua á la del
pagador de la Sociedad Uribe y Urioste Hermanos, de Las Ca-
rreras.
«Cuando algún socio abandone el trabajo, ó sea despedido de
él antes del pago general, será indispensable saque de la Coope-
rativa una papeleta, en la que se anotará el gasto que haya he?
cho, cuya papeleta se la entregará al pagador de la Sociedad
Uribe y Urioste Hermanos, para que éste le descuente el importe
de la misma, sin cuyo requisito no podrá presentarse á cobrar.
))E1 importe de estas papeletas que quede en poder del men-
cionado pagador ingresará en la caja de la Cooperativa el día
del pago general próximo. En todo caso, el socio se proveerá de
una libreta foliada, que se le facilitará en la Cooperativa, en la
cual se le anotarán los géneros que se le entreguen, cuyo impor-
te no podrá exceder del 75 por 100 del haber semanal, quincenal
ó mensual.
«Únicamente podrá pasar de ese tipo cuando presente un
fiador que sea aceptado por el jefe del almacén ó tienda.»
El art. 8.** de este reglamento es igual al del mismo número
del de Sestao, lo que quiere decir que el limite de precios es el
«de cualquier otra tienda de la localidad».
c) Apreciación genérica, — La política social de los patronos,
en lo concerniente al desenvolvimiento de la Cooperativa de
consumos, no puede ser ni más apocada en algunos casos, ni
más interesada en otros, ni más ciega por los dos motivos.
^'Es que al patrono le interesa favorecer la cooperación?, se
nos dirá. Indudablemente.
En la última huelga, la reclamación principalísima no ha sido
otra que la del pago semanal. ¿Por qué.^ cQ^^ beneficio pueden
reportar los obreros con una exigencia que al patrono ni le da
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DE VIZCAYA 249
ni le quita, aunque le complique las operaciones de contabilidad?
El obrero debe ser conceptuado en esta ocasión como un en-
fermo, con un mal definido, consistente en el malestar económi-
co, y, como todo enfermo, busca una medicina, y pide aquella
en que supone eficacia. El pago semanal no es otra cosa, en las
aspiraciones del obrero, que una manera de evitar un ahogo.
Con perfecto sentido, en el lenguaje de nuestros antiguos delin-
.cuentes, se llamaba al dinero sangre y resuello,
Ahor^ bien: si la medicina no tiene, como no tendrá, más que
una transitoria eficacia, al renovarse el mal, el patrono puede
prevenirlo en su propio interés, porque el malestar económico,
que depende de las condiciones del mercado, no modificándose
estas condiciones, manteniéndose el mercado intangible, puede
ocurrir que se busque la compensación en el aumento de precio
en los jornales.
Hé aquí las dos cuestiones que se le pueden presentar al pa-
trono como remedio á un mal subsistente: ó modificar las con-
diciones del mercado, ó aumentar el precio del producto con la
elevación de los jornales, obteniéndose de una ú otra manera el
efecto apetecido.
El remedio de la Cooperativa impone pocos sacrificios patro-
nales y congracia á los patronos con los obreros por un efecto
indudable de política social, y este efeclfe se podría conseguir
muy rápidamente si los patronos asociaran sus buenas inten-
ciones.
Claro está que el mercado lo sentiría y protestaría; pero claro
está también que la Cooperativa va contra el mercado. La orga-
nización de la Cooperativa le gana cada vez más el terreno al
agente intermediario, que está condenado á desaparecer desde
el momento en que la acción social lo sustituye.
Y no se diga que esta solución tiene muchas dificultades,
porque ya están resueltas: es bastante copiar. De igual modo
que se copió lo malo, el inick systeme^ se puede copiar lo bueno,
la Cooperativa; porque, en efecto, en los países donde reinó
aquel sistema, se ha impuesto éste, y toda buena obra es reden-
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250 MINAS
tora de la mala obra primitiva. Los patronos, redimiendo con su
política social á los obreros,' se redimen ellos mismos de pasa-
das culpas.
D) La asociación patronal. — En las incidencias determinantes
de la última huelga general hay un hecho tan significativo
como el de la actitud de los patronos con respecto á la asocia-
ción de los trabajadores, que merece que nos detengamos á con-
siderar, aunque sea someramente, el aspecto de la asociación
patronal en sus fases positiva y negativa.
a) Fase positiva. — Existe un Centro de asociación patronal^
el Circulo Minero. Este Centro, cuyos estatutos nos son descono-
cidos, no parece ser, según las propias manifestaciones de la
representación del mismo, una asociación de patronos de traba-
jo. No lo es, ni está constituido con tal objeto.
Sin embargo, y por la fuerza de las circunstancias, le atribu-
yeron esa representación. Los reclamantes, por conducto de la
primera Autoridad civil, se dirigieron á ese Círculo, y, no obs-
tante carecer de la representación patronal, actuó el Círculo
como si la tuviera, tomando los acuerdos que pueden verse en
el capítulo correspondiente de los hechos.
Además, en el curso de las negociaciones y en el desarrollo
de la huelga, los patronos se reúnen en el Círculo colectivamen-
te, como tales patronos, y toman acuerdos de asociación patro-
naf, lo que indica que, aunque ésta no se halle constituida, por
la misma eficacia del Círculo Minero puede constituirse en el
mismo instante en que cualquier necesidad lo requiriese.
Por otra parte, el Círculo Minero se halla en condiciones de-
finidas de asumir la representación de los patronos, y así lo hizo
al formular las protestas. contra los acuerdos de la Autoridad
militar y al enviar comisionados á Madrid.
Todo esto indica que virtualmente la asociación de los patro-
nos mineros existe.
Indica al propio tiempo que no se quiere que exista.
La razón es obvia : si existiera la asociación de los patronos^
no se podría recusar en modo alguno la de los obreros, ni se pa-
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DE VIZCAYA 251
dría impedir, en tal ó cual momento, la inteligencia entre ambas
entidades.
El Circulo Minero, interpretando exactamente las manifesta-
ciones de la asociación patronal, debe de hallarse constituido de
manera que facilite circunstancial ó permanentemente la reci-
procidad de relaciones patronales en cuanto afecta á los intere-
ses de clase ó de negocios; pero respetando siempre la jurisdic-
ción de cada patrono en el régimen de la explotación de sus
pertenencias. No se admite, por ejemplo, que en las relaciones
entre cualquier patrono y sus obreros pueda haber otro media-
dor que el mismo patrono. Los acuerdos tomados antes de la
huelga y en el desarrollo de la misma, así lo dicen.
Realmente, y con arreglo al principio de la libertad de traba-
jo, este proceder nada tiene de irregular, ni tampoco el carácter
de la asociación puede tener fines tan amplios que coarten la
libre iniciativa. Nadie pide, ni puede pedir razonablemente, que
al patrono se le mermen en lo más mínimo sus legítimas atribu-
ciones; y si el Círculo Minero no se hallara constituido sobre
estas bases de independencia individual, seguramente no podría
existir. Contra la jurisdicción patronal no va nada; contra el
abuso patronal, sí ciertamente.
Sin merma alguna de las atribuciones patronales, sin el más
mínimo quebranto de la autoridad y derechos del patrono, puede
ocurrir, y ha ocurrido, y volverá á suceder necesariamente, que
los patronos se vean asociados por un interés común, y enton-
ces la política social, no la patronal, que los inspire, determina-
rá, no tan sólo el que su conducta sea juzgada, sino tales ó cuá-
les consecuencias favorables ó desfavorables á sus propios inte-
reses.
Para no hablar en vago, atengámonos á la esencial motiva-
ción de'la última huelga.
Por evidenciarse una reclamación que parecía general, y que
lo fué, en efecto, se produjo un acuerdo colectivo de los patro-
nos, acuerdo que, en opinión del que suscribe, fué desacertado
y causante de la conmoción que pudo ser fácilmente evitada.
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2;3 MINAS
Los patronos no se negaron palmariamente á la reclamación,
sinp que mantuvieron el principio de la relación de cada patrono
con sus trabajadores para que aquél resolviera lo que le pare-
ciese oportuno.
Ya hemos visto, por el estudio que antecede, que la última
huelga no puede ser clasificada ni entre las de aspiración, ni
entre las de imposición, ni entre las políticas, ni entre las liber-
tarias, en lo que estas últimas tienen de esencial. Si le cuadran
los caracteres de estas últimas, no es por otra cosa que por las
intransigencias patronales, que no vieron ó no quisieron ver la
realidad de los hechos.
Si no se pedía nada que transcendiese á socialismo, ni nada
-que significase imposición, claro está que el asunto no era de
litigio entre patronos y obreros por intereses encontrados: era
extemporáneo, por lo mismo, todo alarde de atribuciones pa-
tronales. El asunto tenía.evidentes caracteres de un malestar so-
cial que no era debido á los patronos, sino á otro género de
condiciones, y éstos podían desenvolver franca y sinceramente
una verdadera política social.
Cuando se alega respetuosamente que la situación del mer-
cado alimenticio en la zona minera es de tal índole que resultan
los artículos de consumo enormemente recargados, y cuando
se pide por expend'edores y consumidores que para remediar
esta situación se conceda el pago semanal á los obreros, no ha-
biendo, como los patronos dicen, dificultad alguna en conceder-
lo, á lo que se invita es al estudio de una cuestión de vital im-
portancia que con toda generosidad pudieron hacer los patro-
nos, ejerciendo, sin trabas de ninguna clase, un verdadero acto
tutelar.
Desgraciadamente no lo comprendieron de ese modo, fiján-
dose solamente en ciertas susceptibilidades que despertaron su
amor propio, que es en todas ocasiones un deplorable consejero.
Tan mal consejero, que por esta ceguedad la opinión formó juicios
verdaderamente exagerados respeqto á los abusos patronales,
inclinándose del lado de los trabajadores, opinión que no pudo
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DE VIZCAYA 253
menos de influir en el Gobierno y en las resoluciones sucesivas*
Enseñanza es esta no desatendible, y qpe distingue con toda
exactitud los límites de la verdadera atribución y acción patro-
nales y de la política social que pueden y deben ejercer los pa-
tronos en ocasiones dadas.
La política social puede constituir un adecuado medio para
la prevención de algunas agitaciones obreras. Si esta política se
manifestase francamente, no habría necesidad de que la ley es-
tableciera limitaciones, porque la asociación, por intereses legí-
timos, es permitida lo mismo á obreros que á patronos, y á nin-
guno de los dos para mantener el abuso.
Con ocasión de la última huelga general de Bilbao, el Insti-
tuto de Reformas Sociales, haciéndose eco de la alarma general,,
formuló un proyecto de ley contra el truck systeme, suponiendo»
como todo el mundo, que este era el remedio adecuado contra
una ingerencia subsistente. Y no era así más que en tales ó cuá-
les vestigios; pero así lo hizo aparecer la resistencia patronal, y
conviene que en cualquier caso análogo se vea que la asociación
de los patronos no se suma para mantener, tales abusos, y éste
será siempre un acto de buena política, porque si la ley viene á
prohibir y condenar lo que los patronos permiten, implícita-
mente resulta una condenación de clase, y, en ocasiones como la
actual, una condenación inmotivada.
Se consiguió por ese malhadado influjo que dominaran las
apariencias sobre la verdadera realidad de las cosas, y de ello no
hay que culpar á la opinión: cúlpense los que con su misma ac-
titud la extraviaron.
Y depende de la situación contradictoria que indica que la
asociación patronal existe y no existe al mismo tiempo, lo que
revela que su verdadera constitución aparece personalizada en
la personalidad independiente de cada uno de los patronos, que
sienten de por sí con el imperio absoluto de los fueros patronales;
y cuando se tienen que concertar para la común acción, los im-
pulsa el sentimiento de la común defensa, aun en el caso de no
tener nada que defender, como ocurrió en la última huelga ge-
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254 MINAS
neral, porque no había agresión contra ninguno de sus intereses,
ni tampoco lesión de atribuciones.
Si subsiste ese estado, el criterio individualista se impondrá
al criterio colectivo, y se volverá á desconocer la verdadera
realidad de las cosas.
Por eso sería conveniente que la asociación patronal existie-
se constituida y en función constante para atender á otras
eventualidades y otros riesgos que los que en la sola esfera del
negocio se pueden presentar. El influjo del criterio colectivo y
la atención á las cuestiones palpitantes que el estado social ma-
nifiesta de día en día, sería un eficaz modificador, y consecuen-
temente un gran remedio preventivo.
b) Fase negativa. — De las manifestaciones patronales que
se hicieron ante la Comisión del Instituto, no puede colegirse
que los patronos se nieguen á entenderse con las representacio-
nes obreras.
Hay en esto un distingo, que no sabemos de primera intención
qué eficacia pueda tener. Se distingue entre los verdaderos obre-
ros y los que no lo son, es decir, los que hacen política socialista.
La cuestión es muy compleja para poder ser tratada sin todo
género de informes.
Además, convendría depurarla de ciertas minucias que la
adulterarían seguramente.
De igual modo que hemos distinguido por ciertos evidencia-
dos caracteres á los obreros industriales de los trabajadores de
las minas, conviene hacer algunas distinciones en lo concer-
niente á la organización obrera.
En ésta, como en cualquier otra organización, se impone el
elemento intelectual. Si puede regir para la distinción de clases
la diferencia entre burgueses y proletarios — aunque es en mu-
chísimas ocasiones arbitraria, porque hay burgueses que lo
son únicamente en apariencia, y hay proletarios bastante abur-
guesados, — no se puede distinguir entre intelectuales é intelec-
tuales, porque todos actúan por su mayor vigor mental en este
ó en el otro sentido.
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DE VIZCAYA 255
Que un intelectual organiza una Sociedad de producción y
otro una Sociedad de resistencia, no altera los factores: todo se
debe á una inteligencia ordenativa, absolutamente necesaria en
uno y otro caso. El hecho á considerar es el de la organización
establecida, sin tener en cuenta quiénes y en qué condiciones la
iniciaron.
La Asociación obrera, por intereses y voluntad del proletaria-
do, es un hecho efectivo que no se puede desconocer ni resistir.
En el Instituto de Reformas Sociales está consagrada esa orga-
nización, al admitir seis representantes elegidos por los obreros,
número igual al de elegidos por los patronos, y está consagrada
igualmente la necesidad de que el capital y el trabajo se conci-
lien, al constituir la Sección 3.% «De relaciones económico-socia-
les», con obreros y patronos únicamente. En otras muchas
cosas, como, por ejemplo, en los proyectos de ley de Tribunales
industriales y Consejos de conciliación, se preconiza esa ar-
monía.
Como no se trata en este Informe de dilucidar un punto en
apreciaciones generales, sino de una realidad efectiva, puede
decirse que la huelga general de 1903 no hubiese estallado si los
obreros y patronos se hallaran en condiciones de poderse enten-
der, advirtiendo esto mismo que la actitud negativa de los pa-
tronos no les fué ni les será ventajosa.
Es este un asunto vitalísimo que no se puede tratar en este
momento en los desarrollos que actualmente tiene en otras
partes; pero que, al surgir como advertencia prudente, debe ser
recomendado á la reflexión de los patronos, por si de este modo,
íntimamente persuasivo, se puede llegar á una variación de con-
ducta y de procedimientos.
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256 MINAS
VIII
POLÍTICA SOCIAL DE LOS. OBREROS
La trataremos en los mismos particulares que la de ios patro-
nos, entendiendo siempre que la política social es acción social,
no socialismo, aunque la desenvuélvanlos obreros socialistas.
A) Sociedad de Socorros mutuos. —Es- en lo único, como
puede verse en los hechos, en que ha tenido efectividad la acción
obrera para desenvolver una organización previsora.
Al principio los patronos asumieron esta atribución, coma
otras muchas, subsistiendo la organización patronal hasta el
acuerdo modificativo de 15 de Febrero de 1898.
Y este acuerdo es un ejemplo muy recomendable de cómo las
diferencias entre patronos y obreros pueden resolverse con una
decisión sensata y generosa, desistiendo de las primitivas atri-
buciones patronales, é indicando el modo para que los mismos
obreros se organicen y atiendan á sus propias necesidades.
La conclusión 6.' de la referida Memoria de la Sociedad anó-
nima de los Hospitales Mineros de Triano dice lo siguiente:
((Consignar que esta Sociedad vería con suma satisfacción que
los obreros y empleados de las distintas zonas mineras se asocia-
sen y organizasen de modo que, recaudando y administrando
por sí mismos el importe del referido descuento, se proporcio-
nasen, en la forma más apropiada y asequible, los servicios mé-
dico-farmacéuticos y hospitalarios que ahora se les presta. Con
esta asociación, para cuya formación contribuiríamos moral-
mente, se suavizarían los antagonismos que existen éntrelos
Médicos y obreros; y seguramente se obtendría el medio más
excelente para que éstos comprendieran prácticamente cuan in-
justas y sin fundamento son las censuras que han dirigido con
respecto á la gestión administrativa de esta Sociedad.»
De aquí proviene la organización de las Sociedades de soco-
rros mutuos en la zona minera, y, sin duda alguna, la escisión
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DE VIZCAYA 257
á que obedece dependía de un anhelo sentido por la clase obrera
de constituirse con sus propias fuerzas en asociación, para la
cual se suponía con medios suficientes.
Por eso mismo insistieron persistentemente en sus reclama-
ciones contra la organización patronal del servicio sanitario.
Sus reclamaciones, mejor ó peor fundadas, reales ó supues-
tas, fueron las siguientes:
«!.• Que la Comisión de los Hospitales se aprovecha del 2
por 100 que de sus jornales se descuenta á los obreros y emplea-
dos de las minas para hacer un negocio, ó que aquéllos no
obtienen en cambio de su descuento todos los beneficios que de-
bería reportarles.
))2.* Que se da el alta en los Hospitales á enfermos aun no
curados de sus dolencias.
))3.* Descuido y abandono de los Médicos en lo relativo á la
asistencia.
»4.' Mal despacho de los medicamentos; y
))5.* Que los enfermos son mal atendidos en los Hospitales.»
En la Memoria en que estas conclusiones se consignan se
depuran con toda precisión estos hechos, y se propone y se re-
suelve lo que queda apuntado en la conclusión 6.'
Nacieron de aquí dos organizaciones: la patronal, especializa-
da en la función que actualmente cumplen los Hospitales Mine-
ros de Triano, y la obrera, con las diferentes Sociedades de
Socorros mutuos.
Esta última organización no revela ni una poderosa ni una
singular iniciativa. Es una organización fácil, muy anticipada
y muy generalizada en nuestro país, con precedentes de mucha
antigüedad.
B) La Cooperativa do consumos. — Si es muy plausible y
necesaria la previsión para casos de enfermedad con asistencia
facultativa y socorro en metálico, y para casos de muerte con
entierro y gratificación de toca, es más indispensable todavía la
cooperación para facilitar en buenas y económicas condiciones
el sustento nutritivo.
17
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258 MINAS
Algún intento de esta clase se hizo en la zona minera, pero
fracasó. Los informantes de Gallarta lo atribuían, aun más que
á su carencia de medios, á su ignorancia para la implantación
de lo que en otros países tiene vida próspera. Y lo decían, espe-
rando realizar en el porvenir lo que hoy no pueden.
Aunque los obreros tuvieran ánimo para persistir, y aunque
un cambio de condiciones mejorara la situación, es indudable
que los trabajadores mineros no tienen hoy por hoy, ni tendrán
tal vez en mucho tiempo, recursos disponibles, lo mismo material
que intelectualmente, para la organización de la Cooperativa. La
obra que se acometiese de este modo sería lenta, de muy limi-
tado desenvolvimiento y de vida accidentada.
Los compañeros socialistas, que, por su indudable intelectua-
lidad y su prestigio sobre los trabajadores, tienen la dirección
de éstos» no han iniciado una organización de esta índole, y eso
que algunos de ellos se singularizan por evidentes aptitudes
comerciales, significadas en la misma práctica del comercio ali-
menticio.
De aquí que, al tratarse de remediar una situación insosteni-
ble y peligrosa, no pueda contarse con el lapso de tiempo que
exigiría la organización de las Cooperativas por los mismos
obreros; y aunque esto fuera la solución más deseable y más
franca en su finalidad, lo verdaderamente efectivo es organizar-
las por el influjo tutelar de los patronos.
¡Qué hermosa solución, si los patronos, congregados para
este fin, redactaran una conclusión análoga á la 6.' de la Memoria
de los Hospitales Mineros!
Si se consignara que los patronos mineros verían «con suma
satisfacción que los obreros y empleados de las distintas zonas
mineras se asociasen y organizasen», y que para formar esta
asociación contribuirían moral y materialmente, es seguro que
«se suavizarían los antagonismos» y que se realizaría un gran
acto de política social, abordando resueltamente la verdadera
solución que la última huelga general puede tener.
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DE VIZCAYA 259
IX
CONCLUSIONES
De todo lo expuesto, el Vocal del Instituto de Reformas So-
ciales que suscribe opina:
i.° Que la huelga general de 1903 está concordada en algu-
nas de sus determinantes con la huelga general de 1890.
2.° Que en una y otra huelga hay dos clases de influjos aso-
ciados en una aspiración análoga. En la de 1890, juntamente
con la acción obrera, rebelada contra el truck systeme que favo-
recía el privilegio de los barracones y de las cantinas obligato-
. rías, se evidencia la aspiración al desenvolvimiento urbano y á
la libertad comercial. En la de 1903 se aunan las aspiraciones de
obreros y de comerciantes para establecer definitivamente la
libertad comercial, suprimiendo los procederes de la venta al
fiado.
3.° Que, aparte algunos vestigios del régimen suprimido por
el arregló del General Loma, que no podían constituir una recla-
mación muy intensa, la actitud de los obreros reclamando el
pago semanal de los jornales no planteaba ninguna cuestión
que afectase esencialmente á los patronos. Se refería esencial-
mente, no á la índole de las relaciones entre obreros y patronos,
sino á la de aquéllos, como consumidores, con el mercado en
la zona minera.
4.*» Que, analizada la situación de los trabajadores mineros,
descubre, en el indicado orden de relaciones, un evidente males-
tar económico, que en ciertos casos puede ser malestar fisio-
lógico.
5.*» Que si se hubiese considerado la cuestión como lo que es
en sí, desapasionándose los patronos de todo supuesto de que
se atentaba ni directa ni indirectamente á las verdaderas atribu-
ciones patronales, la huelga no hubiese estallado; siendo de de-
sear que para casos semejantes que pudieran surgir, se acuda
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aÓO MINAS
preferentemente á la inmediata inteligencia de los representan-
tes dé los patronos con . la verdadera representación de los
obreros.
6.** Que es dudoso que el malestar económico de los trabaja-
dores mineros se remedie por el solo influjo del pago semanal
de los jornales. Las condiciones rigoristas del mercado se modi-
ficarán indudablemente en virtud de ese influjo, pero tan sólo en
una parte mínima, demostrándose más ó menos pronto lo tran-
sitorio del remedio.
7.*» Que él único remedio efectivo lo será la Cooperativa de
consumos, pobre y viciosamente iniciada en la zona minera,
no siendo recomendables ninguno de los tipos de Cooperativas
existentes, y siendo recusables en su mayoría.
Sy Que el obrero de la zona minera no está todavía acondi-
cionado ni capacitado para desenvolver de por sí una asociación
cooperadora. Sus fuerzas han podido alcanzar únicamente á la
organización de Sociedades de Socorros mutuos, lo que no su-<
pone una singular iniciativa. En los intentos de Cooperativa, ha
fracasado siempre.
9.* Que la Cooperativa únicamente podría organizarse con
toda solidez y extensión si los patronos se asociaran para este
fin, ejerciendo con eficacia una acción de Patronato tutelar, anál-
ogamente, aunque con algunas rectificaciones, á la ejercida para
constituir los Hospitales Mineros de Triano. De este modo se
podría llegar facilísimamente al tránsito de la Cooperativa de
Patronato á la Cooperativa propia y exclusiva de los obreros^
10.** Que, no organizándose la Cooperativa, el malestar obrera
continuará necesariamente.
1 1. o Que las disposiciones legislativas contra el truck systeme
no tendrán aplicación en esta zona, por no existir otra cosa que
vestigios fácilmente remediables con la sola intervención de los
ínismos patronos; y
12.* Que en el régimen de albergues se impone la interven-
cSón de la junta de Sanidad, con una inspección efectitra.
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APRECIACIONES DE D. EDUARDO SANZ Y ESCARTÍN
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CAUSAS DE LA HUELGA GENERAL DE BILBAO
I. Causas aparentes. — Tiendas ó cantinas obligatorias. — Barra-
cones obligatorios. — Pago semanal. —- Actitud del Círculo
Minero.
II. Causas reales. — El interés mercantil de los tenderos de la
zona minera. — La acción socialista. — La insuficiencia de
garantías para la libertad de la industria y del trabajo. — La
dificultad de la vida por el encarecimiento de las subsistencias.
III. Conclusiones.
¿Cuáles fueron las causas de la huelga general que tan hon-
damente perturbó á Bilbao en la segunda quincena del mes de
Octubre pasado? ¿Hasta qué punto influyó en ella la forma del
pago de los salarios en las minas de aquella región?
Hé aquí lo que nos proponemos dilucidar, teniendo en cuen-
ta los datos expuestos en la primera parte de esta Memoria, y
los elementos de juicio adquiridos mediante la propia observa-
ción directa y el testimonio, tanto de los interesados en aquellos
sucesos como de personas desapasionadas é imparciales.
Y puesto que los hechos han sido ya expuestos con gran de-
tenimiento, prescindiremos en nuestra labor de inútiles repeti-
ciones, entrando desde luego á exponer nuestro juicio.
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264 MINAS
CAUSAS APARENTES
Las causas que pudiéramos llamdir oficiales de la huelga están
expresadasen las dos exposiciones dirigidas en 14 y 17 de Agosto
al Círculo Minero de Vizcaya por los representantes de la Socie-
dad de obreros mineros y agrupaciones socialistas de la zona mi-
nera, y por los comerciantes libres de dicha zona.
En ambos documentos se afirma que el alto precio de las
subsistencias, que hace difícil líi vida de los trabajadores, se debe
al sistema de pagar los jornales por meses vencidos, y muchas
veces más tarde aún ; sistema con el que, según los exponentes,
se favorece á los dueños de tiendas y barracones que manejan
personas relacionadas con los encargados de las minas, los
cuales, indirectamente, obligan á los obreros á hospedarse y
surtirse en tales establecimientos, lucrándose de sus beneficios.
Por este medio, dicen, se hace imposible la concurrencia del co-
mercio libre, el cual, por no tener la seguridad en los cobros.de
que disfrutan las tiendas obligatorias, se ve precisado á sumi-
nistrar géneros inferiores á mayor precio que en la capital.
Como remedio á estos males, los exponentes piden que los
pagos de jornales se efectúen semanalmente. '^
Las reclamaciones se dirigieron, por tanto, contra las tiendas
obligatorias, los barracones ú hospedajes de análogo carácter, y
principalmente, como causa fundamental de estos abusos y del
alto precio de las subsistencias, contra el pago de los jornales
por meses vencidos.
Tiendas ó cantinas obligatorias. — Respecto al primer punto,
ó sea á las tiendas ó cantinas obligatorias, es evidente que no
existe en la actualidad dicha obligación, al menos en forma que
constituya un verdadero abuso, una coacción que justifique la
intervención de la ley. Por hallarse muchas veces las explotacio-
nes mineras en despoblado, ha sido preciso que los patronos ó
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DE VIZCAYA 265
los contratistas proveyeran á las necesidades de la vida de los
obreros mediante el establecimiento de tiendas ó cantinas, que
resultaban, por la naturaleza de las cosas, obligatorias, en el
sentido de que no existían otras en los alrededores. Ha podido
además suceder, y sucede seguramente en ocasiones, que los
dueños de establecimientos de esta índole, ligados por amistad
ó parentesco con los encargados ó capataces de las minas, pro-
curen, al presentarse la competencia mercantil, asegurar la
clientela de obreros mediante la coacción moral que ejerce siem-
pre la recomendación más ó menos explícita del superior. Pero
este es un hecho inevitable, que podrá ser más ó menos vitupe-
rable moralmente, según las circunstancias, pero que, dentro
de ciertos límites, no constituye un abuso que pueda reprimirse
por medios legales.
De las investigaciones hechas por los comisionados cerca de
los obreros, se deduce con claridad que aun esta misma forma
benigna de coacción alcanza escasas proporciones en la zona
minera. Las manifestaciones de los obreros de la mina Confia7iza,
de Cotorrio, son de una vaguedad que previene desfavorable-
mente, y la de los de la mina Elvira no tiene significación alguna
para el objeto.
Barracones obligatorios. — Lo mismo pudiéramos decir de los
llamados barracones obligatorios. Estos albergues, que tan ge-
neralizados estuviejron en la zona minera hace quince años, sien-
do causa de la huelga de 1890, sólo existen hoy por excepción.
Los actuales alojamientos son edificaciones de carácter más per-
manente, cuyos propietarios suelen alquilarlos, en todo ó en
parte, á obreros casados, que á su vez dan alojamiento á los
obreros por un precio medio de 10 pesetas al mes, con lavado de
ropas y condimentación de los alimentos. Los capataces, hom-
bres ^generalmente de edad madura y con familia, suelen ser ge-
neralmente quienes se dedican á dar posada á los obreros. No
existe obligación de alojarse en esta ó la otra casa; pero es indu-
dable que el capataz procurará no tener vacantes en sus aloja-f
micntos, valiéndose de su influencia natural. Estoes sumamente
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206 MINAS
difícil de evitar, puesto que la mayoría de los obreros carece de
familia y necesita quien atienda á su limpieza y alimentación.
Justo es además consignar que, por regla general, las viviendas
edificadas por los patronos y regidas en la forma indicada, sue-
len ser muy superiores á las viviendas que responden exclusiva-
mente al interés particular, en las cuales el hacinamiento llega á
ios mayores extremos.
Que la obligación propianiente dicha, y así reconocida por
los obreros, no existe, lo prueban las respuestas negativas que,
con rara excepción, recibió acerca de este punto la Comisión al
recorrer las minas.
No han sido, por tanto, las supuestas cantinas y alojamien-
tos obligatorios causa verdadera de la huelga, aunque, por mo-
tivos de interés particular y extraño al de los obreros, hayan
servido de pretexto para la reclamación del pago semanal.
fca actitud de los patronos mineros acerca de este punto de-
muestra bien claramente la exactitud de nuestro juicio. Una y
otra vez excitaron á que se denunciara concretamente dónde
existen y á quién pertenecen dichos barracones ó tiendas, aun-
que fuese por denuncia anónima; y, no contentos con esto, se
dirigieron á las Autoridades, pidiéndoles que investigaran los
abusos y los castigaran, en caso de que existieran, con energía y
severidad.
¿Quiere esto decir que el suministro de los artículos de pri-
mera necesidad es lo que debe ser en la zona minera, y que deba
dejarse que la codicia abuse, con perjuicio evidente de la salud
de los obreros, en el precio y calidad de los mismos, ó que, por
causa de una organización imperfecta, el precio excesivo de di-
chos artículos haga imposible la vida al trabajador.^
¿Pretendemos, acaso, que nada deba hacerse para evitar que
vivan los obreros en condiciones antihigiénicas por la aglome-
ración en moradas insuficientes y en ambientes adecuados al
desarrollo y contagio de la enfermedad.^
No; y más adelante tendremos ocasión de exponer nuestro
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DE VIZCAYA N 267
pensamiento acerca de este interesante aspecto de la cuestión*
Pago semanal. — Vamos ahora á tratar de lo que ha consti-
tuido la reclamación principal, y casi pudiéramos decir única,
que mantuvieron durante la huelga sus jefes y promovedores: el
pago semanal de los jornales.
Sabido es que la forma de pago establecida en la inmensa
mayoría de las minas de Vizcaya es la mensual. Indudablemen-
te, el pago por meses favorece bajo cierto aspecto la economía
del obrero, evitándole ocasiones de gasto superfino en tabernas
y otros lugares de disipación ; pero no es posible desconocer
que, al lado de esta ventaja, tiene el inconveniente de hacer pre-
cisas las compras á plazo, que, generalmente, se hacen á precios
más altos ó en peores condiciones que las*realizadas al contado.
Los abusos á que, por otra parte, se presta el que los obreros
no puedan disponer por un tiempo relativamente largo del pro-
ducto de su trabajo, han movido á los legisladores á intervenir en
la materia con objeto de evitarlos; y así vemos que en Bélgica
las leyes de 16 de Agosto de 1887 y 17 de Junio de 1896, sobre
pago de salarios, establecen que los que no excedan de 5 francos
por día deberán pagarse en dos veces al mes por lo menos, y
con diez y seis días de intervalo cuando más. En el trabajo á
destajo, la liquidación debe hacerse mensualmente.
Esto explica el ambiente favorable á los obreros que se pro-
dujo al saber que su reclamación principal consistía en que se
abreviara el plazo de pago de los salarios. La opinión advertía,
con más ó menos claridad, los inconvenientes del pago por
meses vencidos ; é ignorando la realidad de los hechos, no com-
prendía que los patronos mineros se negaran á ceder respecto á
este particular.
La verdad es que la gran mayoría de los obreros de las
minas aceptaba sin protesta la forma de pago establecida, y no
había pensado en reclamar su variación, y que, al poner sobre
el tapete las Asociaciones socialistas y los comerciantes de la
zona minera esta cuestión del pagó, pudo advertirse claramente
que el pago semanal tenía escasos partidarios, lo cual se explica
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3ó8 MINAS
por las condiciones especiales del trabajo minero; y que la
forma preferida, la que reunía mayor número de sufragios inde-
pendientes y desapasionados, era la forma dé pago quincenal.
Esto pudo apreciarlo bien la Comisión; pues, á excepción de los
obreros influidos por las organizaciones socialistas, los que se
declararon en favor del pago semanal lo hacian, en su mayor
parte, como obligados por los hechos que acababaa de desarro-
llarse, expresándose alguno de ellos en los siguientes significati-
vos términos: «Ya se ha dicho que sea semanal, pues semanal».
Bien se comprende que, habituados durante largos años los
obreros al pago mensual, y ordenada de acuerdo con esta forma
de pago su modesta economía doméstica, el pago semanal tras-
torna sus costumbres' con demasiada violencia, y los predispone
á dispendios innecesarios y perjudiciales. Es evidente, á juicio
del Vocal que suscribe, que la petición del pago por semanas
ha obedecido á intereses ajenos á los de los obreros.
No es extraño, por tanto, que la Comisión del Instituto in*
quinera en vano precedentes de reclamaciones análogas ante-
riores, hallando únicamente peticiones recientes de pago por
quincenas, pero ninguna de pago semanal.
No ha sido, por tanto, la forma de pago causa verdad de la
huelga. Pero, una vez que esta cuestión ha surgido, no ha de
ocultar el informante su opinión favorable al pago quincenal,
como el más adecuado en trabajos que á veces las persistentes
lluvias interrumpen por varios días.
Las cantinas, los barracones, la forma de pago, fueron tan
sólo, como dice, en esta parte muy bien, el Gobernador Sr. López
González en su Memoria, «un verdadero banderín de enganche
para el arrastre de las masas». El origen de la huelga está cla-
ramente indicado por los dos documentos que iniciaron el mo-
vimiento: uno, procedente de los comerciantes de la zona mine-
ra, y otro, de las agrupaciones socialistas de la misma zona. Su
causa eficiente fué el interés mercantil de los unos y el interés
político, no reñido con el interés personal, de los otros.
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DE VIZCAYA 269
Actitud del Círculo Minero. *— La actitud de los propietarios
de minas que constituyen el Círculo Minero ha sido muy discu-
tida. Al surgir el conflicto, la mayoría de la opinión consideró
que una de sus causas había sido la intransigencia de dichos
propietarios. Posteriormente^ la publicación de las actas y do-
cumentos del Círculo Minero relativos á este asunto ha modifi-
cado considerablemente aquella primera apreciación.
En efecto: por una parte, el Círculo no representaba la mayo-
ría de los patronos interesados en la cuestión, puesto que no
pertenecen á él los contratistas de las minas ni todos los propie-
tarios de éstas; por otra, queda demostrado, con dichas actas y
documentos, que los propietarios asociados en el Círculo Minero
hubieran accedido desde luego, en cuanto á ellos tocaba, á lo
solicitado por los que se arrogaban la representación de los
obreros, si hubieran creído que se trataba de una representación
genuina de los operarios de las minas y de reclamaciones naci-
das de los obreros mismos. Pero, en cuanto á lo primero, se
encontraban con iniciativas de negociantes ajenos al trabajo y
de agrupaciones socialistas, délas que sólo formaba parte un nú-
mero exiguo de obreros mineros; y en cuanto á lo segundo, las
consultas hechas por entidades patronales tan importantes
como la Orconera, la Franco-Belga y otras, daban un resultado
contrario á lo solicitado en lo referente á épocas de pago.
Confirmando esta actitud favorable á conceder lo que real-
mente pidieran los operarios, vemos que los patronos aceptaron
sin vacilar la proposición del General Zappino, según la que, los
obreros de cada mina votarían libremente, á presencia de un
delegado de la Autoridad militar, la época en que deseaban que
se hiciera el pago de los jornales; comprometiéndose á aceptar
lo votado por sus respectivos obreros.
Los propietarios del Círculo Minero habían sostenido duran-
te el período de las negociaciones que los obreros debían elevar
sus quejas y reclamaciones á los respectivos patronos de quie-^
nes dependieran, en la seguridad de ^ue, siendo justas, serían
atendidas, y que se ratificaban en el acuerdo tomado en sesióiñ
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270 MINAS
de 17 de Agosto de 1899, en el cual se consignó que «casi todas
las Empresas mineras han estado y están siempre dispuestas á
entregar á sus obreros, á cuenta de los jornales y en el momento
que lo deseen, las cantidades devengadas».
La conducta del Círculo Minero no fué, por tanto, causa ver-
dadera de la huelga; pues la resistencia justificada en que éste
se mantuvo no puede ser tenida por tal, so pena de que se atri-
buya ei carácter de causantes dé huelga á cuantos patronos, en
razón y derecho, no acceden á las reclamaciones que se les diri-
gen cuando las estiman indebidas.
Tal vez, no obstante, los propietarios del Círculo Minero,
para evitar toda sombra de responsabilidad, debieron procurar
que la consulta que algunos de ellos hicieron á sus obreros se
hiciera por todos, con las necesarias garantías de libertad; pues,
dado el estado de ignorancia y dependencia en que, por la natu-
raleza de las cosas, viven dichos obreros, sin ciertas garantías y
precauciones la verdad tendría que luchar con dificultades para
abrirse paso.
II
C.\USAS REALES
El interés mercantil y la acción socialista. — Es evidente, por
tanto, que las causas reales é inmediatas de la huelga fueron el
interés privado de los tenderos de la zona minera, que iniciaron
la reclamación del pago semanal, y las conveniencias del partido
socialista de Bilbao.
La primera no requiere mayores explicaciones, después de lo
expuesto en anteriores páginas. En cuanto á la segunda, sabido
es, por cuantos observan el desarrollo y los medios de acción de
las Asociaciones sqcialistas en España, que la huelga constituye
su arma favorita, la que atrae más prosélitos á sus filas, y con-
solida su dominio y su preponderancia sobre las clases obreras.
El interés del partido socialista, está en que los obreros sólo ob-
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• ^ DE VIZCAYA 271
tengan mejoras y concesiones por su intervención. Todo lo que
tienda á estrechar los lazos de humanidad y de mutua conve-
niencia entre obreros y, patronos, es contrario á sus fines. De ahí
que procure desacreditar siempre toda obra de patronato en
beneficio de los trabajadores, por plausible que sea. Y no obra así
sólo por un exclusivismo censurable y egoísta, sino que, sin
darse quenta quizás, obedece á principios fundamentales de su
doctrina, según los que, toda tutela de unas clases sobre otras
es contraria á la igualdad que ha de constituir la base de la or-
ganización del porvenir.
Hasta qué punto esta conducta pugna con las necesidades de
la sociedad actual y perjudica á las clases obreras, no es este el
lugar de apreciarlo. Sólo diremos que, en nuestro país, demues-
tra un gran desconocimiento de la realidad, de la pobreza y de
la incultura del proletariado; y que, lejos de ser beneficiosa á los
trabajadores, lesiona gravemente sus intereses.
La labor constante que, para mantener la discordia entre
obreros y patronos, para excitar el odio de aquéllos contra la
burguesía^ realiza la prensa socialista, representada en Bilbao por
La Lucha de clases, lejos de ser una obra de progreso y de per-
fección social, es algo tan censurable y funesto en el orden
moral como en sus consecuencias sociales (1).
Es natural que el socialismo, de acuerdo con su criterio,
aproveche toda ocasión para afirmar y extender su prestigio
(\) «El obrero no debe desertar nunca de las filas de los suyos, poniéndose al
lado del patrono. Éste et su enemigo en intereses^ su explotador. La lucha entablada
por los trabajadores contra la clase patronal 6 explotadora no tiene s<5lo por fin
aliviar nuestro malestar, sino obtener su total curacidn. Hoy trabajamos, sí, por
conseguir que senos explote menos de lo que se nos viene explotando; pero ha-
ciendo esto, y preparando bien nuestras fuerzas, trabajamos para que mañana no se
nos explote nada, 6, lo que es lo mismo, para que nadie se quede con uca parte de
lo que otros producen.»
(Circular del Comité nacional del partido socialista obrero á los trabajadores del
campo, publicada en El Imparcial de 3 de Marzo de este año.)
Estos son los sentimientos que procura despertar la propaganda socialista; estas
las ideas con que pretende dirigir la cultura de las clases trabajadoras, y que se
difunden basta en las ultimas aldeas de la nación.
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272 MINAS
éntrelos obreros; y uno de los medios más poderosos es el de
promover huelgas, siempre que, por una ú otra causa, {Presen-
ten probabilidades de un éxito favorable. Una huelga triunfante
consolida el predominio de sus promotores, y auniíenta conside-
rablemente el número de adhesiones á la organización socialista.
Los jefes de este partido, aprovechando el malestar que,
por causas que luego expondremos, existía entre la población
obrera de las minas y el apoyo que, por los motivos anterior-
mente mencionados, habían de prestarles los comerciantes libres
de aquella zona, promovieron y declararon la huelga, primero
parcial, y luego general. Las violencias, los atentados á la pro-
piedad, el empleo de la dinamita, la coacción bajo todos sus
aspectos, debían llevarles necesariamente al éxito en un país
donde el respeto á la libertad del trabajo es una noción extraña,
no sólo al vulgo, sino también á las Autoridades.
Insuñciencia de garantías para la libertad del trabajo. — Y en-
tramos á considerar con esto otra causa muy importante de la
huelga de Bilbao como de la mayor parte de las huelgas que se
producen en España: la insuficiencia de medios legales y efecti-
vos para contener las demasías y los atentados de los huelguis-
tas, la impunidad de que gozan los autores de los delitos más
calificados de coacción, la falta de normas claras de acción por
parte de las Autoridades. El proceso de las huelgas de Bilbao es
siempre el mismo: iniciadas por un número que nunca excede
de unos cuantos centenares de obreros de los más influidos por
el socialismo, se propagan por medio déla violencia; los grupos
de huelguistas recorren las minas y obligan por la fuerza, si no
son suficientes las amenazas, á suspender los trabajos; si la
huelga de toda la zona minera no basta, se impone por el terror
la huelga general, y sólo empieza á intervenir eficazmente la
fuerza pública cuando las masas saquean las tiendas ó preten-
den invadir los edificios públicos. Producido ya este estado de
anarquía, de paralización de la vida social, aquí donde la auto-
ridad viene siendo cada vez más débil, el triunfo de la viden-
cia y del motín es seguro, y los promotores del conflicto reco-
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DE VIZCAYA 273
gen en prestigios y medios de acción los frutos de la victoria.
Esta impunidad de que gozan en España los atentados á la
libertad de la industria y del trabajo ha llegado á constituir un
serio peligro para el desarrollo de la riqueza. Los capitales te-
men comprometerse en empresas que se hallan á la merced de
los agitadores, y se abstienen de fomentar la producción. El he-
cho de tener que cerrar las fábricas y trasladar las industrias á
comarcas menos trabajadas por las ideas subversivas, no es nue-
vo en España. Aun se pueden ver en los alrededores de Barcelo-
na los edificios inhabitados que en otro tiempo contuvieron ma-
nufacturas que las grandes huelgas de hace veinte y veinticinco
años hicieron desaparecer.
Y si la riqueza sufre, claro está que en último término sufren
también las clases trabajadoras, que pierden sus medios de vida.
Las huelgas temerarias son el azote de las familias obreras. De
triste recordación deben ser para ellas las huelgas de la comar-
ca del Ter y del Frasser en 1900, y las últimas de Béjar y Duro-
Felguera.
Preciso es reconocer que las organizaciones socialistas, aun-
que inspiradas también en el principio del odio, de la lucha de
clases, proceden con mayor cautela, con nfenos ceguedad que
las organizaciones en que predomina el anarquismo. Éstas con-
ducen infaliblemente á la ruina y á la desesperación á los traba-
jadores. Parece' que se propusieran sólo sembrar el espíritu de
rebelión en cuantos les siguen. La influencia de los anarquistas
de Gijón produjo la huelga de los operarios de la Sociedad Duro-
Felguera, una de las empresas industriales que más han favore-
cido siempre á su personal. Esta huelga, que no tenía asomo de
razón, produjo enormes daños, primero y principalmente á los
trabajadores mismos, luego á la Empresa industrial, que vio
inutilizado uno de sus altos hornos, ó sea el elemento mismo
del trabajo; y gracias que, por tratarse de una entidad indus-
trial de firmísima base y de gran solidez, la insensatez de los
huelguistas no produjo la ruina completa de la industria meta-
lúrgica en aquella comarca.
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Es preciso, si se han de evitar en lo posible sucesos semejan-
tes, que la ley y la fuerza pública protejan eficazmennte, y desde
los primeros momentos, la libertad del trabajo. En la última
huelga general de Bilbao se vieron en el trance de dejar sus
faenas millares de obreros que hubieran deseado seguir traba-
jando. Los Altos Hornos de Vizcaya hubieron de suspender sus
trabajos, cuando es notorio el acuerdo, la armonía, que esta po-
derosa Empresa mantiene con todo su personal, al que hace par-
tícipe, por medio de obras de cultura, de fomento y de coopera-
ción, en los grandes beneficios de su industria.
La falta de la debida protección á la industria y al trabajo
es, por tanto, causa general de las huelgas en España, y muy
particularmente de las de la zona minera de Bilbao.
Nuestra legislación anticuada no fija con claridad los dife-
rentes modos de atentar á la libertad del trabajo, y sus sancio-
nes penales son enteramente insuficientes. El Código italiano,
uno de los más liberales de Europa, castiga con la pena de en-
carcelamiento hasta de veinte meses á los que por la violencia ó
la amenaza atentan á la libertad de!l trabajo, y con la de tres
meses á tres años á los jefes ó promotores de estos hechos.
Compárese esto con lo que nuestro Código penal dispone.
En ninguna parte se hallan tan desamparados como en Espa-
ña los intereses de la industria y los del orden económico y so-
cial en esta materia de huelgas. Contrasta dolorosamente con el
relato de la última huelga de Bilbao lo sucedido en Ginebra
cuando la huelga de Octubre de 1902, declarada por solidaridad
con los empleados de tranvías, según refiere Le Journal de Genéve^
en su revista anual:
«El 9 de Octubre, la población de Ginebra supo con estupefac-
ción que los sindicatos obreros, no obstante las concesiones
obtenidas mediante la intervención del Consejo de Estado, por
el personal de tranvías, habían declarado la huelga general.
))Desde el principio se tuvo la impresión de que esta huelga
general era obra, no de los obreros, sino de perturbadores, en
parte anarquistas, que sólo perseguían el desorden, y que con-
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DE VIZCAYA 275
taban quizás con la debilidad del Gobierno radical socialista»
Esta esperanza resultó felizmente fallida. Al principio, el Consejo
de Estado no mostró toda la energía que hubiera sido de de-
sear. Pero desde la memorable sesión del Gran Consejo de 8 de
Octubre, en que los diputados unánimes, con excepción de los
socialistas, aprobaron la primera movilización de tropas, á fin
de evitar las coacciones, y votaron, después de un hermoso dis-
curso de M. Ador, una moción invitando al Consejo de Estado
á mantener enérgicamente el orden y la libertad del trabajo,
desde ese momento, el Consejo, impulsado por la opinión, se
decidió á obrar con rigor.
))Como la huelga general había ocasionado, como era de es-
perar, no sólo atentados á la libertad del trabajo, sino también
desórdenes en varios puntos, y especialmente en la Jonction, en
el depósito de tranvías, que fué invadido varias veces por los
huelguistas, el Consejo de Estado decidió poner sobre las armas
todas las tropas del cantón de Ginebra. La policía hizo asimismo
un gran número de detenciones y expulsiones, jy, sobretodo^ puso
bajo llave al Comité de la huelga general.
))Desde que los principales jefes y agitadores estuvieron presos,
y los demás advirtieron que la opinión pública les era comple-
tamente hostil, y que el Gobierno estaba decidido á cumplir con
su deber, la agitación cesó como por encanto. La huelga gene-
ral había empezado el jueves 9 de Octubre. El domingo siguien-
te, 12 de Octubre, los sindicatos votaban la vuelta al trabajo. Las
tropas fueron licenciadas el lunes y martes. Mientras duró la
huelga general, Ginebra parecía una ciudad en estado de guerra.
Todas las plazas, todas las calles, estaban ocupadas por solda-
dos. Las tropas ginebrinas cumplieron con su deber á completa
satisfacción de sus jefes. No fué necesaria la intervención fede-
ral^ y el cantón de Ginebra consiguió mantener el orden y domi-
nar la situación con sus propias fuerzas.»
Hé aquí cómo procede el país más libre del mundo. Y es que
en ningurpa parte se vive de apariencias y de fórmulas como en
nuestra Patria, donde, en casos análogos, una interpretación
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absurda del derecho y de la libertad asegura la más completa
impunidad á los directores del desorden y del motín, á quienes,
además, se conceden todos los honores de la beligerancia.
Dificultad de la vida por el alto precio de las subsistencias.—
El encarecimiento considerable que han sufrido en nuestro país
durante estos últimos años los artículos de primera necesidad
para la alimentación de las clases obreras, es, sin duda alguna,
origen de malestar y descontento entre éstas, y, por tanto,
causa general predisponente de las huelgas. Los datos que la
Comisión ha recogido acerca de este particular son verdadera-
mente desconsoladores. La subida de precios de los alimentos de
mayor consumo es exorbitante: el kilo de arroz vale un 30 por
100 más; el tocino, un 35 por 100; las patatas, un 53; el bacalao,
un 55 por 100.
La nación entera paga con un tributo de vidas humanas, ani-
quiladas por insuficiencia de alimentación, los grandes errores
económicos triunfantes en la gobernación del país desde 1868
á 1890, y los grandes errores políticos que nos llevaron á la gue-
rra colonial y al desastre. Sus estadistas, alucinados por funesto
idealismo, sacrificaron la riqueza y el porvenir de España. El
éxodo del oro y la prima del cambio vinieron á ser el remedio
que la naturaleza misma de las cosas puso á la disipación de la
vida nacional; pero este remedio es amargo y doloroso, y sacri-
fica sin piedad cuanto en el organismo es débil ó se halla desam-
parado.
Es hora ya de aminorar el quebranto de nuestra moneda, que
favorece á ciertas industrias, á cambio de la estrechez y de la
anemia de la mayoría de la nación; y sustituir su protección
cruenta por la siempre más beneficiosa del Arancel, debidamente
reformado, y por el alivio de las pesadas cargas, que dificultan el
desarrollo del trabajo y de la riqueza. Ya que no podamos dar
primas á la exportación, ¿por qué no se exime temporalmente
de tributos á industrias como la de extracción del carbón, que
podría ser un venero de prosperidad para España, en vez de ser,
cual hoy, una de las causas de su dependencia económica?
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Una política económica, ilustrada y enérgica, reduciría gra-
dualmente la pérdida de nuestra moneda, haciéndonos cada vez
más independientes de industrias y países extraños. Y esas ex-
portaciones de artículos de primera necesidad, ocasionadas prin-
cipalmente por el beneficio del cambio de oro por pesetas, no se
producirían sino después dé satisfechas las necesidades inte-
riores.
Hoy la triste realidad es que clases numerosísimas de la so-
ciedad española, apenas se alimentan para sostener una vida
precaria, y que, en ellas, la creación de una familia es casi im-
posible; los hijos están condenados por la falta de recursos á la
mendicidad callejera ó á una muerte prematura.
Y este mal aumenta cada vez que, por la inercia del Gobier-
no, por la falta de una intervención reguladora y desinteresada
en el mercado de la moneda, se producen nuevas alzas, efecto
de causas pasajeras ó de combinaciones del agio.
Las funestas consecuencias de este estado de cosas se acen-
túan en la zona minera de Bilbao por la falta de una organización
adecuada para el aprovisionamiento de subsistencias, y por la
ausencia de la debida inspección del comercio de artículos de pri-
mera necesidad. La inspección sanitaria de los alimentos apenas
existe entre nosotros. La ley belga de 6 de Agosto de 1870 con-
cede al Gobierno la facultad de reglamentar y vigilar el comercio
y la expendición de este género de artículos, no sólo para evitar
que se vendan alimentos falsificados ó en estado que pueda perju-
dicar á la salud, sino para impedir también los fraudes y los en-
gaños. Varios Reales decretos posteriores han organizado debi-
damente esta inspección.
Dadas las dificultades que, principalmente por la penuria del
Erario, se presentan entre nosotros para organizar bien estos
servicios," lo más conveniente, en lo que se refiere al suministro
de la zona minera de Bilbao, sería la realización del proyectó
que, con anterioridad á la huelga de Octubre, venía estudiando
el Círculo Minero referente á la creación de economatos, en los
cuales los comestibles se darían al precio del coste, sin obtener
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con ello más utilidad que la del beneficio hecho á los obreros.
La forma cooperativa sería sin duda preferible; pero la movili-
dad del personal obrero hace que no pueda plantearse, al menos
como organización general.
Claro es que ciertos elementos verán con malos ojos el esta-
blecimiento de estos economatos y procurarán desacreditarlos;
pero ante los hechos no pueden prosperar la pasión y el error; y
aunque se desconociesen y desfigurasen los móviles de humani-
dad á que respondía la conducta de los patronos, éstos prescin-
dirían seguramente- de tales acusaciones, y mantendrían, en be-
neficio de los obreros, sus plausibles iniciativas, del mismo modo
que sostienen hoy, con no pequeños sacrificios, los admirables
Hospitales de la zona minera.
Las malas condiciones en que se alberga uua parte de los
obreros mineros, no dependen de insalubridad de las viviendas,
pues no puede decirse que haya moradas insalubres. Es el haci-
namiento, la aglomeración de más personas que las que aquéllas
pueden normalmente contener, lo que constituye el peligro
para la salud de los trabajadores. Los encargados de velar por
la higiene pública debieran intervenir para evitar estos daños,
fijando el máximum de obreros para cada dormitorio y supri^
miendo así una causa importante de enfermedades y de mal-
estar.
III
Resumiendo lo expuesto, se infieren las siguientes conclu-
siones:
I.» Las causas eficientes de la huelga general de la zona
minera de Bilbao de Octubre de 1903 fueron: el interés político
del partido socialista y el interés mercantil de los comerciantes
de la zona minera.
2.* Las reclamaciones de pago semanal de los jornales y con-
tra las cantinas y los barracones calificados de obligatorios,
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DE VIZCAYA 279
fueron el medio de legitimar ante la opinión pública el movi-
miento huelguista.
3.* La conducta del Círculo minero en aquellas circunstan-
cias estuvo justificada. Hubiera sido, no obstante, de desear que
la consulta propuesta por el General Zappino se hubiera llevado
á efecto anteriormente, y en debida forma, por la iniciativa* y
acuerdo de los propietarios de minas.
4.* La falta de protección suficiente á la libertcíd de la indus-
tria y del trabajo, y la impunidad de que gozan los autores y
promotores de los delitos de coacción, constituyen un estímulo
para los agitadores de las masas obreras, y deben considerarse
como causa indirecta de la huelga general de Bilbao.
5.' Es asimismo origen de hondo malestar en las clases tra-
bajadoras y causa predisponente de las huelgas, el extraordina-
rio encarecimiento de las subsistencias, debido principalmente
á nuestro estado de anormalidad monetaria, y que se deja sentir
con mayor dureza que en otras partes, en dicha zona minera.
6.' Todo induce á creer que .la forma de pago que responde
más á las necesidades del obrero de las minas de Vizcaya, y la
que reúne mayor y niejor número de sufragios, «es. lá forma quin-
cenal,
7." Sería sumamente beneficiosa y digna de aplauso la reali-
zación del proyecto que viene estudiando el Círculo xMinero de
Bilbao, de establecer economatos donde se expendieran á precio
de coste los principales artículos de alimentación del obrero; y
8.* La Autoridad pública, cumpliendo con su misión de am-
parar los intereses generales, debiera establecer una inspección
eficaz de Sanidad é Higiene sobre las tiendas de comestibles y
5obre los alojamientos de obreros, para evitar cuanto pueda per-
judicar á la salud de éstos.
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III
APÉNDICES
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APÉNDICES
APÉNDICE NUM. 1
Circular y Cuestionario de la Información practicada
por el Círculo Minero de Vizcaya.
CIRCULAR (í)
Bilbao, II de Noviembre de 1903.
Sr. D
Muy señor mío: Siendo conveniente que la Comisión de patronos
mineros, nombrada para informar sobre las condiciones del trabajo
en las minas, á la Comisión de Reformas Sociales, presidida por el
Sr. Sanz Escartín, este provista de todos los datos necesarios, vengo
á rogar á usted se sirva enviar á estas oficinas, á correo vuelto, el
volante adjunto, con las contestaciones que estime usted oportunas,
relativas á las preguntas hechas.
Anticipándole las gracias, quedo de usted muy afectísimo y seguro
servidor, q. b. s. m.,— £7 Secretario,
CUESTIONARIO
1/ Número de obreros en la explotación ; sueldo medio del opera-
rio, del barrenador y del pinche.
2.° cSon subterráneos los trabajos ó al aire libre?
3.'* Distancia á que se encuentra la explotación del pueblo próximo.
4.° c Cuáles son las condiciones en que vive el operario afecto á la
explotación? c Existen en la localidad barracones? < Cuales eon sus
(i) Fué dirigida á los patronos mineros.
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condiciones de higiene y el precio del pupilaje? cHor quién están ad-
ministrados?
5.** -: Existen tiendas obligatorias? c Por quién están administra-
das? cSon exagerados los precios de los artículos vendidos? iSon de
buena clase corriente?
0.' cHacé el explotador de la mina algún descuento á los obreros?
-: Cuánto y en qué concepto?
7.* i En qué forma se ha pagado al obrero durante los últimos seis
meses, y cuáles han sido los deseos expresados por éste á ese res-
pecto en dicho período?
APÉNDICE NÚM. 2.
Horas de trabajo en la «Compañía Orconera»
y. en ta Sociedad «Viguera y Maestre».
rPdg. 14.)
HORAS DE TRABAJO EN LA ((COMPAÑÍA ORCONERA»
Verano. — (i.° de Mayo á 31 de Agosto).
Mañana. — De «5 á 8: de 8,30 á 12.
Tarde. — De 1,30 á 6.
Invierno. — (i.* de Noviembre á 28 de Febrero).
* Mañana. — De 6,30 á 8,30 : de 9 á 12.
Tarde. — De i á 5.
Primavera y Otoño. — (i.° de Marzo á 30 de Abril y i.® de Sep-
tiembre á 31 de Octubre).
Mañana. — De 6 á 8: de 8,30 á 12.
Tarde. — De 1,30 á 6.
HORAS DE TRABAJO EN LAS MINAS EXPLOTADAS
por U Sociedad «Viguera y Maestre» (Galdames). ""
/.• de Mayo á 31 de Agosto. —Se entra á trabajar á las 5 de la
mañana hasta las 6 de la tarde, descansando media hora para
almorzar y hora y media para comer.
/.' de Septiembre á yi de Octubre. — Desde las ó de la mañana
hasta las 6 de la tarde, con el mismo tiempo de descanso.
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I." de Marzo á yi de Abril, — Las mismas horas que en el período
anterior.
/.* de Noviembre á 28 de Febrero. — Desde las 6,45 de la mañana
hasta las 5,15 de la tarde, con los descansos indicados.
APÉNDICE NÚM. 3
Documentos referentes á la huelga de Octubre, publicados por el
Circulo Minero y patronos de las zonas mineras de Vizcaya (i).
DOCUMENTO NÚM. i
rPág. yój
A los señores propietarios de minas que Jorman el Círculo Minero
de Vizcaya.— Los que suscriben, en nombre y representación de las
sociedades de obreros mineros de Vizcaya y agrupaciones socialistas
de la zona minera, tienen el honor de exponer á la consideración de
ustedes lo que sigue:
Que la vida de las clases jornaleras cada día se está haciendo más
imposible á causa de carestía de los artículos de primera necesidad,
debido, por una parte, al alza que continuamente experimentan en los
puestos de producción, y de otra, á la falta de competencia en el co-
mercio en pequeño de esta zona, que perscüías privilegiadas de ma-
nera más ó menos directa tienen acaparado el comercio, en barraco-
nes y otras tiendas, por la excesiva tolerancia de los señores propie-
tarios de minas, y de las mismas Autoridades locales, algunas de las
cuales participan de los beneficios, siendo parte directa de los ne-
gocios.
En corroboración de cuanto decimos, no hace falta más que exa-
minar la diferencia que hay en los géneros que se expenden en esta
zona y en la capital de la provincia, y comparar en seguida de los
precios, y se verá que en las tiendas de esta zona, y singularmente
donde consumen los obreros, cuestan los géneros un 20, 30 y hasta 40
por ICO más caro que en Bilbao.
Este mal tendría remedio, en parte, si los trabajadores pudieran
harer sus compras con dinero en mano, quedando en condiciones de
(i) Bilbao, 1903.
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286 MINAS
abastecerse donde los conviniera, y de este modo demostrar el axio-
ma económico de que la concurrencia abarata el producto y la mejo-
ría, haciendo el comercio libre para la competencia.
Pero esto no es posible mientras se siga con el caduco sistema de
cobrar las pagas á los diez, quince y hasta veinte días después de ven-
cidos los meses, es decir, á los cincuenta días.
No pretenden las asociaciones obreras suscriptas provocar un mo-
vimiento huelguista con este motivo; y en evitación del mal, suplican
á los señores propietarios de las minas, que inconscientemente infie-
ren graves daños á la clase trabajadora minera, se sirvan acordar que
desde el próximo mes de Septiembre ordenen á sus respectivos ad-
ministradores y contratistas que los pagos de jornales se efectúen se-
manalmente. •
P'avor que en justicia esperan merecer los trabajadores de la zona
minera.
Dios guarde á ustedes muchos años.— Abanto y Ciérvana, 14 de
Agosto de T()oi.— (Siguen las firmas del Presidente y Secretario del
partido socialista obiero-de a La Arboleda», del de «Gallarta», del de
«Las Carreras», del de «San Julián de Alusques» y del de «Ortuella.»)
DOCUMENTO NÚM. a.
rPdg. j6,)
k los señores propietarios de ininas que forman el Circulo Minero
de Vizcaya, — Los que suscriben, en su nombre y en representación
de los comerciantes libres de la zona minera, tienen el honor de expo-
ner á la consideración de los señores que forman el Círculo Minero de
Vizcaya, lo que sigue:
Enterados del escrito dirigido á ese Círculo patronal por las aso-
ciaciones obreras de las minas, en solicitud de que los pagos de jor-
nales se efectúen semanalmente, con objeto de mejorar, en parte, la
triste situación por que atraviesan las clases obreras, á causa de la
carestía de los artículos de primera necesidad, en apoyo.de la misma,
y en justificación de la conducta que el comercio libre observa en este
asunto, exponen:
1.° Que la mayoría de los trabajadores de esta zona minera se ven
obligados, unas veces por falta de dinero, efecto de lo tardío en per-
cibir sus pagas, y otras por la amenaza- más ó menos directa de sus
encargados, á proveerse de géneros de consumos en las tiendas de los
barracones y algunas otras tiendas de que dichos encargados son pro-
pietarios ó las tienen en arriendo.
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DE VIZCAYA 287
2.' Que los pocos obreros que, por ser casados ó ser amigos de és-
tos, hacen vida hospedados fuera de los barracones, perciben meno-
res salarios, en tanto que aquéllos, con el fin de perjudicar al comer-
cio libre, en beneficio del obligatorio.
3.* Que mientras las tiendas obligatorias aseguran los cobros des-
contando á los trabajadores el consumo hecho al satisfacer las pagas,
el comercio libre se ve precisado á suministrar géneros inferiores, á
mayor precio que en la capital, para resarcirse de los quebrantos y
pérdidas de los obreros temporeros y algunos otros que, sin serlo,
huyen, cuando cobran los jornales, sin pagar en la tienda, y que di-
chos géneros, aunque inferiores con los de igual precio que los de la
capital, son superiores á los que se suministran en las tiendas obliga-
torias.
4.** Que el mal tendría remedio, si los trabajadores, cobrando más
á menudo, fueran libres para consumir donde tuviesen por convenien-
te, estableciendo la competencia.
^.° Que los quebrantos que al comercio libre ocasionan los malos
pagadores, no tendrían las proporciones qu.e alcanzan al percibir las
pagas del mes vencido á los cuarenta ó cincuenta días del consumo
hecho por el cliente huido.
Así, pues, por humanidad, tanto en beneficio de los trabajadores
honrados, como para el comercio en pequeño, los que suscriben;
Suplican á la clase patronal, representada en el Círculo iMinero de
Vizcaya, se dignen acceder á la justa petición de sus obreros, orde-
nando á sus respectivos subordinados efectúen los pagos semanal-
mente.
Dios guarde á Vds. muchos años.— Abanto y Ciérvana, 17 de Agos-
to de 1903. — (Siguen 123 firmas. )
DOCUMENTO NÚM. 3.
fPags. 31 y^iJ
Extracto de la sesión celebrada el y de Septiembre de iqoj por la
Junta directiva, — En la villa de Bilbao y oficina de este Círculo, á las
diez de la mañana del 3 de Septiembre de 1903, se reunieron, bajo la
presidencia de D. Juan T. de Candarías, y con asistencia de mí, el Se-
cretario, los Sres. D. Alfonso Etchats, D. Pedro Darío de Arana, en
representación de su hijo D. José Antonio, y D. Ricardo Ortiz por sí
y en representación de D. Juan Santisteban; y, abierta la sesión, se
leyó y fué aprobada el acta de la anterior.
A continuación se dio lectura de un oficio del Sr. Cobernador civil
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de esta provincia, y á dos instancias remitidas por conducto de dicha
Autoridad á este Círculo, y suscriptas, una de ellas, por varios obreros
y agrupaciones socialistas de las zonas mineras de La Arboleda, Ga-
llarla, Las Carreras, Ortuella y San Julián de Musques, y otra, en
nombre y representación de los comerciantes de dichas zonas, expo-
niendo que los barracones y tiendas obligatorias, y la forma en que
se pagan los jornales, son causa de la carestía de los artículos de pri-
mera necesidad, y suplicando que dichos jornales se paguen sema-
nalmente.
Después de haber examinado y discutido detenidamente la peti-
ción á que se refieren dichas instancias, se dijo:
!.• Que las agrupaciones socialistas se abrogan una representación
que no tienen, puesto que, de los datos adquiridos sobre este particu-
lar, resulta que alguno de los solicitantes ni tan siquiera pertenece á
la clase obrera.
2.* Que aun concediendo que todos los peticionarios fuesen obre-
ros, no representan el lo por loo de los que actualmente se ocupan en
las zonas mineras.
3.** Que solamente en rarísimas minas, radicantes á gran distancia
de los pueblos, existen algunos barracones y tiendas, que son indis-
pensables para que puedan vivir los obreros y proveerse de los ali-
mentos de primera necesidad; pero aun en estos casos interesa en
gran manera á los dueños no abusar, porque de hacerlo sería muy
difícil encontrasen obreros que se aviniesen á vivir en despoblado y
en malas condiciones.
4.* Que, si verdaderamente se cometen los abusos de que se la-
mentan los obreros, sería muy conveniente que los denunciasen de
una manera explícita y concreta, porque sólo así podrían corregirse
por las Autoridades.
5." Que los obreros deben elevar sus quejas y reclamaciones á los
respectivos patronos de quienes dependan; pues á ellos, no á este
Círculo, incumbe resolverlas, y, siendo justas, con seguridad que se-
rán atendidas.
6.* Que, en cuanto al pago semanal de los jornales, procedía sos-
tener y ratificar el acuerdo tomado en sesión de 17 de Agosto de iSgg,
en el cual se consignó que casi todas las Empresas mineras han esta-
do y están siempre dispuestas á entregar á sus respectivos obreros, á
cuenta de los jornales. y en el momento en que lo deseen, las cantida-
des devengadas.
En virtud de las manifestaciones que preceden, se tomaron por
unanimidad los siguientes
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Acuerdos-— Desestimar las instancias en que varios obreros, agru-
paciones socialistas y comerciantes suplican se paguen semanaknente
los jornales^
Comisionar á D. Juan T. de Gandarias, D. Alfonso Etchats, D. Ri-
cardo Ortiz y Secretario de este Círculo,- para que den conocimiento
al Sr. Gobernador civil del precedente acuerdo, exponiéndole las cau
sas por que han sido desestiinadas las instancias á que se hace refe-
rencia, y que las quejas y reclamaciones de los obreros deben ser re-
sueltas por sus respectivos patronos, por ser los únicos que tienen
atribuciones para ello..
Una vez terminada la sesión, los Sres. Gandarias, Etchats, Ortiz y
el Secretario de este Círculo, en cumplimiento de la comisión que les
fué conferida, se presentaron en el despacho del Sr. Gobernador ci-
vil, á quien dieron cuenta de haber sido desestimadas las instancias
de que se trata por las razones que se indican en el acta anterior, y le
rogaron indicase. á los solicitantes que este Círculo vería con agrado
que tales denuncias se hiciesen de una manera concreta, expresando
dónde existen y á quién pertenecen dichos barracones y tiendas, y
sin necesidad que el denunciante consignase el nombre, pues bastaba
que la denuncia fuese anónima; y le prometieron además que, aun
cuando este Círculo carece de atribuciones para resolver las delacio-
nes que se hagan sobre este particular, interpondrá su mediación con
los patronos y contratistas para evitar reclamaciones de esta índole,
caso de que tengan verdadero fundamento. — El Presidente, Juan T,
de Gandarias, — El Secretario, Alvaro Sáenz.
DOCUMENTO NÚM. 4.
Los que suscriben, en nombre y representación de todos los obre-
ros mineros de Vizcaya, y como Comisión nombrada en el gran mitin
de trabajadores mineros, celebrado en la Plaza de Toros de Bilbao,'
el II de Octubre de 1903,
Reclaman del Círculo Minero de Vizcaya el pago semanal de los
jornales para todos los obreros de las minas, cosa justa y equitativa.
Esperamos que ese Círculo Minero se sirva adoptar y transmitir
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las disposiciones convenientes para que el referido pago semanal se
verifique á la mayor brevedad.
Bilbao II de Octubre de 1903. — La Comisión, Benito del Rio, —
Vicente Martínez, --- Manuel Pérez. — F. Perezagua, --Sr. Presidente
del Círculo Minero de Vizcaya.
DOCUMENTO NÚM. 5.
Extracto de la sesión celebrada el 16 de Octubre de igog por la
Junta directiva, — En la villa de Bilbao y oficina del Círculo Minero, á
las diez de la tnañana del día 16 de Octubre de 1903, se reunieron,
bajo la presidencia de D. Juan T. de Candarlas, y con asistencia de
mí el Secretario, los Sres. D. Pablo Benoit, en representación de la
Sociedad Franco-Belga: D. José María San Martín; D. P. Darío de
Arana, en representación de su hijo D. José Antonio; D. John Wil-
liams, por delegación de la Compañía Orconera; Di Antonio López,
y D. Ricardo Ortiz; y, abierta la sesión, se leyó y fué aprobada el acta
de la anterior.
A continuación se dio cuenta de un oficio del Sr. Gobernador civil
de esta provincia, al que acompaña una solicitud dirigida á este
Círculo por la Comisión nombrada en el mitin celebrado por los
obreros en la Plaza de Toros de Bilbao el día 1 1 del corriente mes, en
súplica de que se les pague semanalmente los jornales.
Enterada la Jtinta, se trató de si la contestación que debía darse al
Sr. Gobernador con motivo de la mencionada solicitud, había de ser
verbal ó por escrito. Todos los concurrentes optaron por el segundo
extremo, excepto el representante de la Compañía Orconera, que
conceptuaba más conveniente el primero.
Después de una breve discusión sobre los términos en que debiera
reda-ctarse la contestación, y teniendo presente las resoluciones que
con idéntico motivo y en repetidas veces se habían adoptado, se tomó
el siguiente
Acaerdo. — Dirigir al Sr. Gobernador el siguiente escrito:
Sr, Gobernador civil de la provincia de Vizcaya. — El que suscri-
•be, presidente del Círculo Minero de esta villa, en contestación al
atento oficio de V. S. de 12 del corriente, al que acompaña una soli-
citud dirigida á este Círculo por la comisión nombrada en el mitin
del domingo último, referente al pago semanal de los jornales á los
obreros de las zonas mineras, tiene el honor de exponer á V^S.:
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DE VIZCAYA 291
Que este Círculo ha vuelto á reunirse con el motivo expresado, y,
consecuente con manifestaciones anteriores que ha tenido el honor
de exponer á V. S., se ve precisado á insistir en su criterio de que,
por sus fines, el carácter y representación de este Circulo no puede
en modo alguno contraer compromisos que liguen y obliguen parti-
^cularmente á ninguno de sus asociados, y mucho menos cuando la
mayoría de los interesados en la cuestión, como son los contratistas
-de las minas y aun varios propietarios de concesiones mineras, no
figuran como asociados.
Estas consideraciones bastarán, pues, para convencer á V. S. de la
ineficacia de cualquier compromiso ó resolución que con relación al
particular adoptara este Círculo, teniendo en cambio los obreros in-
teresados abierto y expedito el camino para dirigirse á sus respecti-
vos patronos, los cuales, según tiene entendido este Círculo, han
estado siempre dispuestos á satisfacer los jornales devengados en
-cualquier dia que lo soliciten, y es seguro que cualquier reclamación
justa en esta materia será igualmente atendida por aquéllos.— Dios
guarde á V. S. muchos años. — Bilbao, 16 de Octubre de 1903.—
Juan T. de Gandarias»
Con lo que se levantó la sesión, de que yo, el Secretario, certifi-
<:o. — El Presidente, Jtían T. de Candarías » — El Secretario, Alvaro
Sáenz.
DOCUMENTO NÚM. 6.
Acta de la sesión celebrada el ig de Octubre de igoy por algunos
propietarios y contratistas de minas de las zonas de Triano. — En la
villa de Bilbao y oficina del Círculo Minero se presentaron el diez y
nueve de Octubre de mil novecientos tres los señores que suscriben,
-con objeto de cambiar impresiones sobre el estado de huelga habida
-en las zonas mineras, y adaptar algunas medidas para evitar las
coacciones que, en casos análogos, suelen ejercer unos cuantos revol-
tosos y perturbadores del orden público sobre los obreros pacíficos
que deseen trabajar.
Los concurrentes manifestaron que los obreros de sus minas, no
obstante haberse declarado la huelga en el mitin celebrado el día an-
terior, habían ingresado al trabajo como en tiempos normales ; pero
•que se vieron en la necesidad de suspenderlo á causa de las coaccio-
nes y amenazas que los partidarios de la huelga les hacían, y de que
ias Autoridades y fuerza armada no los amparaban y protegían.
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2C)2 MINAS
Manifestó el Sr. Elizalde que los obreros de los talleres de la Di-
putación pidieron el pago quincenal antes de declararse la huelga, y
les fué concedido inmediatamente : Que los obreros del cargue y em-
barque* de mineral habían hecho igual petición, después de haberse
declarado ya en huelga, y se les contestó que, si reanudaban los tra-
bajaos, se accedería á sus deseos, pero que, desgraciadamente, no los^
reanudaron.
' Inmediatamente se trasladaron al despacho del Sr. Gobernador, á
quien dieron cuenta de las manifestaciones que anteceden, de cuanto
ocurría en la zona minera, de los desmanes cometidos por unos
cuantos revoltosos, y de los buenos propósitos que abrigaban los
patronos, para, una vez reanudados los trabajos, acceder á los deseos
de los obreros; y se lamentaron de que no sean castigadas las coac-
ciones, asegurándole que, dejando impunes á los agitadores del
orden, la huelga tomaría incremento y sería más difícil sofocarla*
El Sr. Gobernador dijo que había mandado fuerzas á la zona mi-
nera y que estaba dispuesto á obrar con energía para amparar álos
obreros que deseasen trabajar, y que suplicaba á los patronos lé ayu-
dasen para conseguirlo, siendo el mejor medio acordar el pago sema-
nal. A lo que se contestó que estaban dispuestos á pagar en la forma
que quisiesen los obreros, una vez que se reanudasen los trabajos y
elevasen éstos á sus respectivos patronos las reclamaciones que tu-
viesen por conveniente.
Terminada la conferencia con el Sr. Gobernador, volvieron los
conferenciantes al Círculo Minero y tomaron el siguiente
Acuerdo.— Convocar para las cuatro de la tarde á los contratistas^
y propietarios de minas para darles cuenta de la conferencia celebra-
da con el Sr. Gobernador y tomarla resolución que sea procedente.
Con lo que terminó el acto.— (Siguen las firmas.)
DOCUMENTO NÚM. 7.
fPdgs, 79 y S^.^
Acta de la sesión celebrada el día ig de Octubre de igos por los pro-
pietarios y contratistas de minas de las zonas de Triarlo. — En la villa
de Bilbao y oficina del Círculo Minero, á las cuatro de la tarde del día
diez y nueve de Octubre de mil novecientos tres, se reunieron, previa
convocatoria y actuando de Secretario D. Alvaro Sáenz, que desem-
peña igual cargo en dicho Círculo, los señores que suscriben la pre-
sente acta; y abierta la sesión, se dio lectura alo consignado en el es-»-
crito relativo á la reunión celebrada por varios propietarios y contra-
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DE VIZCAYA 293
tistas en la mañana de este día, y los concurrentes, no solamente
aprobaron cuanto se relata en dicho escrito, sino que dieron las gra-
cias por las manifestaciones hechas al Sr. Gobernador con motivo de
la huelga actual.
A continuación se trató de la contestación que debiera darse á la
petición que hiciesen los obreros con respecto al pago de jornales.
Con tal motivo expresaron varios de los concurrentes que el pago
semanal no lo deseaban los obreros, según manifestación de los mis-
mos, sino que era una imposición del partido socialista, promovida,
indudablemente, por los tenderos y comerciantes de la zona minera y
secundada por los representantes del citado partido en dicha zona,
-quienes necesitaban un pretexto cualquiera para hacer sentir su pre-
ponderancia y prestigio.
Que el pago semanal no conviene al obrero y si solamente á los
comerciantes, taberneros y dueños de cafés, porque cobrando los jor-
nales en la forma indicada visitan con más frecuencia dichos sitios,
tienen mayor utilidad sus dueños, y, como es consiguiente, menos
ahorros los obreros; siendo muy posible que si se acordase el pago-
semanal, las mujeres de éstos influyesen para que fuese mensual,
como sucedió hace ya años.
Que, aun cuando les conviniese, no debe concederse, mientras no
reanuden los trabajos y lo soliciten en la forma propuesta al señor
Gobernador en escrito dirigido al mismo por el Sr. Presidente del
Círculo Minero en 16 del corriente mes, porque, procediendo de otra
manera, aparecería que otorgamos por la fuerza é imposición lo que
espontáneamente y sin extorsión alguna estamos dispuestos á con-
ceder.
Conformes todos los concurrentes con cuanto queda expuesto, se
tomó por unanimidad el siguiente
Acuerdo. — Contestar á las peticiones que hagan los obreros que,
hasta tanto que reanuden los trabajos en las condiciones anteriores y
formulen sus peticiones á sus respectivos patronos, no adoptarán ni7i -
guna resolución con respecto á las pretensiones manifestadas en estado
de huelga.
Con lo que terminó el acto.'— (Siguen las firmas.)
DOCUMENTO NÚM. 8.
Acta de la sesión celebrada el 23 de Octubre de tgoy por los propie-
tarios y contratistas de minas de las zonas de Triano. — En la villa de
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294 MINAS
Bilbao y oñcinas del Circulo Minero, á las diez -de la mañana del dia.
veintitrés de Octubre de mil novecientos tres, se reunieron, previa
convocatoria y con asistencia de mí el Secretario, los señores propie-
tarios y contratistas de minas que suscriben; y abierta la sesión, se-
leyó y fué aprobada el acta de la anterior.
Á continuación manifestó el Sr. Secretario que les había convoca-
do por indicación del Sr. Gobernador civil de esta provincia, quien^
deseaba conferenciar con los principales mineros de las zonas de Tria-
no, con el objeto de ver si podía encontrar una fórmula que solucio-
nase el conflicto relativo á la huelga.
Enterados los concurrentes del objeto de la convocatoria, cambia-
ron impresiones sobre el criterio que cada uno sustentaba, con el fin
de proceder de común acuerdo en la conferencia á que el Sr. Gober-
nador civil Ips había invitado.
Con tal motivo dijeron varios propietarios de minas que sus obre-
ros no habían hecho ninguna petición de pago semanal, sino que, por
el contrario, al consultarles sobre este particular manifestaron estar
conformes con el actualmente establecido.
En igual sentido se expresaron también todos los contratistas del
arranque de mineral, exceptuando dos. Uno de los cuales expuso qu&
había recibido dos solicitudes, pidiendo en una de ellas el pago sema-
nal, y en otra por quincenas. Otro manifestó que tenía más de mil
obreros en distintas minas, y, sin embargo, solamente había recibido
una solicitud, con un número tan reducido de firmas, que no llegarh.
á 30, con la particularidad de que la mayor parte de ellas están á rue-
go de otro.
En vista de que las manifestaciones hechas anteriormente corro-
boran una vez más que la reclamación del pago semanal no significa
la voluntad genuina de los obreros, sino la imposición de personas
extrañas que, con el disfraz de protectores, persiguen fines particula-
res para su medro y prestigio personal, y teniendo presente lo que
por escrito y de palabra se había dicho al Sr. Gobernador repetidas
veces, se tomó por unanimidad el siguiente
Acuerdo.— Ratificar el acuerdo tomado en la sesión anterior, esta»
es, que hasta tanto que los obreros reanuden los trabajos en las condi-
ciones anteriores y formulen sus peticiones á sus respectivos patronos^
no se adoptaría ninguna resolución con respecto á las pretensiones:
manifestadas en estado de huelga.
*
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DE VIZCAYA 295
Terminada la sesión, se trasladaron los concurrentes al despacho
del Sr. Gobernador civil,' á quien djeron conocimiento del acuerdo
tomado en la sesión de referencia, y le hicieron una breve reseña de
lo que ocurre en las minas, de que la inmensa mayoría de los obreros
anhelaban trabajar, de que la huelga actual era improcedente^ provo-
cada sin motivo ni fundamento 6 impuesta por el partido socialista.
Se le comunicó que, á pesar de haberse declarado la huelga en el
mitin celebrado el día 18, todos los obreros, á excepción de unos cuan-
tos revoltosos, ingresaron al trabajo el día 19; pero se vieron en la
necesidad de suspenderlo por no castigar con energía á los agitadores
del orden y por no amparar á los obreros honrados y pacíficos.
Que se han hecho deterioros en los ferrocarriles, se ha prohibido
que funcionen los hornos de calcinación, se ha impedido la conduc-
ción del mineral, han sido maltratados algunos obreros, se han co-
metido otra porción de atropellos, y que hasta la fecha no se sabe que
se hayan adoptado las medidas necesarias para reprimir tantos y tan
graves desmanes.
En contestación á lo expuesto por los patronos y contratistas, dijo
el Sr. Gobernador civil que lamentaba en gran manera los sucesos
ocurridos; que la fuerza de que dispone es insuficiente para atender á
una zona tan extensa como la de Triano; que él trabajaba y continua- •
rá trabajando con tcrias sus fuerzas para solucionar el conflicto, para
lo cual esperaba que los patronos, como personas más ilustradas, le
auxiliasen ó hiciesen algún sacrificio, puesto que se trataba de una
cuestión de forma nada más; que él reconocía la razón que en cierto
modo asistía á los patronos, pero no podía consentir que se le hicie-
sen cargos.
Se le dijo que no estaba en^l ánimo de los patronos el hacer car-
gos de ninguna clase, sino únicamente demostrar con hechos la anar-
quía que reina en la zona minera, y cuan diferente es la conducta que,
no ahora, sino siempre, se ha observado por las Autoridades para so-
focar las huelgas. En el conflicto suscitado entre clericales y anticle-
ricales el día 1 1 del corriente, se llevaron á la cárcel á muchos de uno
y otro bando, y en el originado por la huelga actual» han quedado
impunes los coactores y perturbadores del orden público. Que si en
este caso se hubiera procedido de igual manera contra los coactores
conocidos que han impuesto la huelga, es muy posible se hubiese so-
focado en un principio. A lo que contestó el Gobernador que contra
los coactores conocidos había el recurso de los Tribunales ordinarios.
También se manifestó al Sr. Gobernador que, en el estado á que
han llegado las cosas, sería contraproducente acceder á sus deseos,,
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2g6 MINAS
porque la concesión que hiciese hoy no seria agradecida por los so-
cialistas y sus secuaces, sino que, por el contrario, les alentaría más
y más para tener mañana mayores exigencias, para pedir aumento de
jornal y disminución de horas, confiados en el éxito conseguido por
medio de la imposición actual.
Finalmente, el Sr. Gobernador invitó á los patronos á que confe-
renciasen con una comisión de obreros que estaban aguardando para
saber el resultado de la reunión, á lo cual no se accedió, no por des-
precio á los obreros, con los cuales cada patrón trata gustoso diaria-
mente, sino por temor á que la comisión estuviese compuesta de emi-
sarios y satélites de los jefes del partido socialista, en cuyo caso, lejos
de haber avenencia, se irritarían quizás más los ánimos. — (Siguen las
firmas.)
DCX:UMBNTO NÚM. 9.
fPdg. 42.)
Acta- de la sesión celebrada el 26 de Octubre de igoy por los propie-
tarios y contratistas de minas de las zonas de Triano. — En la villa de
Bilbao y oficina del Circulo Minero, á las diez de la mañana del día
veintiséis de Octubre de mil novecientos tres,- se reunieron, previa
convocatoria, y con asistencia de mí el Secretario, *los señores propie-
tarios y contratistas de minas que suscriben; y, abierta la sesión, se
leyó y fué aprobada el acta de la anterior.
A continuación expuso el Sr. Secretario que en el día de ayer reci-
bió un B. L. M. con objeto de que se presentase en el Gobierno civil,
como así lo hizo. Que el Sr. Gobernador le indicó que habían llegado
fuerzas de Infantería y Caballería, con las cuales, y las ya existentes,
creía que podrían principiarse los trabajos, bien parcialmente en de-
terminadas zonas, bien simultáneamente en todas, y que, con el fin
de saber la opinión de los patronos, para, en su vista, proceder de la
manera que conceptúen más conveniente, me rogaba los convocase á
una reunión.
Enterados del objeto de la convocatoria, y agradecidos á la defe-
rente atención del Sr. Gobernador y á los buenos propósitos de que
está animado para solucionar el conflicto motivado por la imposición
de la huelga, se dijo:
Que, teniendo en cuenta el estado á que han llegado las cosas y la
conducta observada por los socialistas y sus agentes en el monte, es
de presumir que ninguno de los obreros se atrevería á reanudar los
trabajos, no por falta de voluntad, sino por justos temores; y muy
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DE VIZCAYA 2Q7
posible también' que hubiese una colisión sangrienta, lo cual es nece-
sario evitar á todo trance.
Manifestaron varios patronos que habían llamado en las minas á
sus respectivos obreros para satisfacerles hoy los jornales deven-
gados.
El Sr. Director de la Sociedad Franco-Belga exhibió una hoja, de
la cual dijo había mandado varios ejemplares á los encargados de las
minas y tallei*es para que las repartiesen entre los obreros de dicha
Sociedad Frahco-Belga y tuviesen conocimiento de la misma. La hoja
á que se hace referencia dice así:
((Á los obreros de la Sociedad Franco-Belga.— Antes de los sucesos
que han motivado la suspensión de trabajos de las minas, os había
recordado que en todos momentos podíais pedir lo ya ganado, y os
había preguntado acerca de vuestros deseos de cambiar la época de
los pagos. No me manifestasteis ningún deseo de cambio. En efecto:
á pesar de lá resolución tomada en el mitin del i8 del corriente, vinis-
teis todos al trabajo el lunes 19, y allí estuvisteis hasta que os obliga-
ron por la fuerza á abandonarlo. Mientras dure este estado de violen-
cia y coacción, no se puede trabajar, y nosotros no podemos discutir.
Ello^a de terminar alguna vez. Cuando haya concluido, cuando po-
dáis volver á empezar vuestro trabajo habitual, discutiremos de nue-
vo la cuestión de modificar los días de pago. Entre tanto, podéis
cobrar vuestros jornales devengados, cuyo importe tendremos desde
el martes próximo, 27, á la disposición de los interesados que los so-
liciten. — Bilbao 26 de Octubre de 1903.»
Visto el desarrollo é incremento que ha tomado la huelga y la pa-
sividad con que las fuerzas armadas presencian las coacciones y atro-
pellos de los provocadores de aquélla ; teniendo presente los insultos
y amenazas que públicamente se nos dirigen, sin que ninguna de las
Autoridades haya impuesto correctivo á tan injusta é inmerecida pro-
vocación, ni amparado á los obreros pacíficos, y que en el monte im-
pera únicamente la voluntad de los agitadores del orden público, se
acordó por unanimidad sostener y ratificar lo resuelto en las sesiones
anteriores.
Terminada la sesión, se trasladaron al despacho del Sr. Goberna-
dor civil, á quien se dio conocimiento de cuanto queda expuesto, ma-
nifestándole una vez más que estaban dispuestos á pagarlos jornales
como quisiesen los obreros, cuando, reanudados los trabajos, pu-
diesen manifestar sus deseos, y que por las razones que se indican
consideraban inútil y sumamente peligroso el continuar los traba-
jos en la forma que había propuesto al Secretario del Circulo Minero^
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298 MINAS
El Sr. Etchats entregó un ejemplar de la hoja á que se hace refe-
rencia al Sr. Gobernador, quien, después de haberla leído, preguntó
á los concurrentes si la aceptaban, habiendo contestado en el acto que
estaban conformes con la esencia de su contenido.
Dijo también que era triste y doloroso presenciar las escenas y es-
pectáculos desarrollados en las minas; pero lo que más agravaba la
situación es la creencia propalada en el monte por los socialistas, la
cual exalta á los revoltosos y aterroriza á los pacíficos ; ct-eencia indu-
dablemente infundada y falsa, pero que desgraciadamente existe :
I.* De que Perezagua ha leído una instrucción del Gobierno, en la
que sé recomienda se favorezca á los socialistas y se consigan conce-
siones de los patronos.
2.' Que la Guardia civil ha recibido orden terminante de ver con
pasividad las coacciones, mientras los coactores no la ataquen direc-
tamente.
Contra estos hechos protestó el Sr. Gobernador. Protesta inútil,
pues los patronos comprendían perfectamente que con la propalación
de tan singulares asertos únicamente se proponían los socialistas se-
ducir á incautos y hacer alardes de que gozaban de protección y de
impunidad. *
Finalmente, el Sr. Gobernador insistió en que, si no por obliga-
ción, al menos por patriotismo, cedieran los patronos algo de sus de- ,
rechos é hiciesen un pequeño sacrificio; y, accediendo én parte á sus
deseos, se atenuó el acuerdo tomado en la sesión anterior, y se redac-
tó, de común conformidad, la siguiente fórmula:
<( Los patronos, en la reunión celebrada esta mañana con el señor
Gobernador civil, han manifestado su resolución de mantener la pre-
sente actitud de pasividad, no pudiendo hacer otra cosa que confirmar
lo dicho ya en varias conferencias, ó sea que no pueden en manera al-
guna tratar de hacer concesiones en las circunstancias actuales; pero
que reiteran lo ofrecido antes de estallar la huelga, cual es el de dar
la más favorable acogida a las peticiones de sus respectivos obreros,
sin ingerencias extrañas, que se formulen después de reanudar los tra-
bajos, »
Con lo que terminó el acto. — (Siguen las firmas.)
DOCUMENTO NÚM. 10.
rpdg. 44. j
Conferencia. — En la villa de Bilbao, á veintinueve de Octubre de
mil novecientos tres, siendo las siete horas de la noche, se reunieron.
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DE VIZCAYA 299
<n el local qut ocupa el Circulo Minero de esta villa, los señores
<lueños de minas y contratistas que suscriben la presente acta, con
motivo de un aviso recibido por el Sr. Secretario del Círculo Minero»
por conducto del Sr, Alcalde de Bilbao, acerca del deseo del Capitán
general de la región de celebrar una conferencia con una comisión
de patronos mineros.
A poco de constituida la reunión, se presentó el Sr. Conde de Vi*
lallonga, quien confirmó que el Capitán general de la región, señor
Zappino, le había manifestado deseos de conferenciar con una comi-
sión de patronos, antes, á ser posible, que con otra de obreros, con
el fin de hallar una satisfactoria solución á la huelga; y, enterados
los interesados reunidos del propósito de mostrar una actitud propi-
cia á toda solución armonizadora que no quebrantara las bases esen-
ciales que hasta ese momento habían inspirado su conducta, y agra-
deciendo desde luego la atenta invitación dirigida, nombraron á los
Sres. Conde de Vilallonga, D. José María de Vivancos y D. Ricardo
Ortiz para desempeñar tal cometido, y para que expusieran al señor
General los antecedentes y motivos que justifican la actitud manteni-
da hasta el presente, en los siguientes términos:
I.* Que el Circulo Minero, hace algunos meses, recibió dos peti-
ciones relativas al pago semanal y desaparición de barracones, y que^
con este motivo, designó una comisión qne expusiera al Sr. Goberna-
dor civil, como lo hizo, que, enterados de las peticiones que firmaban
los solicitantes, habían venido en convencimiento de que no eran las
firmas que aparecían de obreros genuinos, sin^ de tenderos y jefes
de agrupaciones socialistas, pues que los obreros, propiamente di-
chos, nunca habían manifestado su voluntad de reformar las épocas
de pago, teniendo, como tenían, la facultad de percibir los jornales
devengados en cualquier momento que cualquiera de ellos los pidie-
ra á su respectivo encargado, sino que, por el contrario, habiendo
consultado algunos patronos importantes, como la «OrConera»,
«Franco- Belga», D. José Antonio Arana, Chávarri y otros, á sus obre-
ros, sólo una minoría exigua optó por el pago semanal, prefiriendo
los restantes continuar en la misma forma.
Que, por consiguiente, mientras los obreros de cada explotación
no manifestasen sus deseos de reforma á sus patronos respectivos,
no era procedente introducir modificación alguna, pues si los patro-
nos estaban conformes en acceder á todo cambio, caso de que lo pi-
diesen los obreros, no creían procedente deferir á ingerencias extra-
ñas, que sólo buscaban un pretexto para aumentar su influencia entre
los obreros, aspirando al triunfo para demostrar la supremacía de las
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300 MtNAS
agrupaciones socialistas, en vez de conseguir una ventaja para la cla-
se obrera, que fácilmente hubiera sido otorgada y convenida entre el
patrono y sus. obreros, sin intervención de otras personas y agrupa-
ciones.
Que en cuanto á las calumniosas especies acogidas en la prensa
periódica, y aun hasta en centros oficiales de Madrid, acerca de la
existencia de tiendas y barracones obligatorios, protestaban enérgi-
camente de ellas, pues la misma comisión designada por el, Círculo
. Minero expuso al Sr. Gobernador civil que no tenía conocimiento de
esa clase de tiendas y barracones, más que alguna en lugares lejanos,
que, por su aislamiento, era, no obligatoria, sino necesaria, para la
existencia y habitación de los obreros en tales lugares; pero que si
cualquier persona tenía noticia de alguna tienda obligatoria ó barra-
cón sostenida por encargados ó capataces sin conocimiento de sus
patronos, podía denunciarla, hasta por anónimo, para evitar temores
á represalias, para procederá la desaparición en tal concepto, sin que
hasta la fecha se haya presentado denuncia alguna de esta clase; y
que, por último, el Círculo Minero se había abstenido y se oponía á
contraer ningún compromiso ni obligación con referencia á este asun-
to, porque carecía de facultades para ello, é incumbía pjirticularmente
á los interesados, la mayoría de los cuales ni siquiera pertenecía al
mencionado Círculo.
2.* Que si bien los patronos reunidos habían manifestado en ante-
riores conferencias con el Sr. Gobernador civil dar favorable acogida
á las pretensiones que les formulasen sus respectivos obreros, una
vez reanudados los trabajos, no tenían inconveniente, en aras de la
concordia y para facilitar su consecución, en prometer y asegurar
que accederían á ellas en los términos en que fuesen propuestas por
aquéllos, respecto á las épocas de los pagos, reanudados los traba-
jos; y
^.'^ Que nó habiendo podido concurrir, dada la premura y la difi-
cultad de las citaciones, todos los interesados, los compromisos que
se contrajeran fuesen parciales ó individuales hasta la ratificación
total.
Con lo que sé dio por terminada la reunión, disponiendo reunirse
nuevamente para enterarse del resultado de la entrevista de los comi-
sionados con el Sf. Capitán general. — (Siguen las firmas.)
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DE VIZCAYA 301
DOCUMENTO NÚM. iz.
rPdg. 45'J
En la villa de Bilbao, el día treinta de Octubre de mil novecientos
tres, á las doce de la mañana, se reunieron los señores explotadores
de. minas y contratistas que suscriben la presente acta, para enterarse
del resultado de la entrevista celebrada con el Sr. Capitán general. -
I Presentes los Sres. Vivancqs y Ortiz, y para ganar tiempo en tanto
que el Sr. Conde de Vilallonga §e enteraba de la resolución definitiva
de lo tratado en las conferencias celebrada^, con el Sr. Capitán gene-
ral, manifestaron los dos primeros señores que habían merecido del
mismo Sr. Capitán general el honor de una cordial acogida la noche
anterior, en la cual les indicó su gran deseo de llegar á una solución
equitativa y amistosa, alegando las instrucciones que del Gobierno
tenía de recabar concesiones de los patronos, enterándose dicho señor
General atentamente de cuanto expusieron los comisionados, ajustán-
dose á lo acordado por los mismos patronos reunidos en la reunión
anterior, después de expresarle, el reconocimiento de sus representa-
dos por su favorable actitud á solucionar equitativamente el conflicto.
Añadieron los Sres. Vivancosy Ortiz que el Sr... Capitán general, pe-
netrado del alcance de tales explicaciones, y movido de su claro y
equitativo criterio, reconoció las exageradas é injustas apreciaciones
hechas acerca de la actitud de los patronos, á cuyos comisionados
propuso que la fórmula de armonía podía ser que los obreros reanu-
darían los trabajos, consultándoles un delegado de la Autoridad mili-
tar en cada mina su voluntad respecto á las épocas del pago, para. que
cumpliese cada patrono el resultado de la votación; que se señalada
un plazo para las denuncias de l^fe tiendas, obligatorias y barracones,
con otros extremos accidentales; todo lo que fué aceptado por los co-
misionados, quedando pendiente de igual aceptación de la comisión
de obreros, no compuesta, "según dijo el Sr. General, de jefes socialis-
tas, sino de verdaderos obreros, designados por el Sr. Alcalde de
Bilbao.
.Y, por último, expusieron después los Sres. Vivancos y Ortiz que
á la mañana siguiente se reanudó la entrevista de los comisionados
con el Sr. Capitán general, asistiendo también los Sres. D. E;duardo
Woof, Director de la «Orconera»; D. Alfonso Etchats, de la «Franco-
Belga»; D. Juan Browne, de la de Galdames, y D. José Antonio Arana,
que por la carencia de medios de comunicación no habían podido, con-
.eurric el día anterior, reinando la maypr cordialidad y alteza de miras
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302 MINAS
en esta reunión, que quedó reducida á enterar á los cuatro últimos
señores de lo tratado y acordado en la otra conferencia, y á convenir
pequeños detalles del bando que el Sr. Capitán general pensaba publi-
car, siguiendo las instrucciones del Gobierno, para zanjar en definiti-
va la cuestión en los términos acordados, que también habian sido
aceptados por una parte de la comisión de obreros, que, sin embargo,
tenían que consultar con el resto de ios comisionados antes de adqui-
rir compromisos definitivos, según manifestó el Sr. Capitán general.
Todos los señores reunidos aprobaron unánimemente lo actuado y
convenido por los señores comisionados. En esto se presentó el señor
Conde de Vilallonga, lamentando la inutilidad de todos los esfuerzos
hechos para llegar á una fórmula de amistoso arreglo, pues el Sr. Ca-
pitán general le había enterado, con gran sentimiento, que la comi-
sión de obreros había rechazado las condiciones del arreglo^ no ad-
mitiendo la consulta previa en cada mina, exigiendo, para reanudar el
trabajo, la imposición del pago semanal con carácter general, y que
sólo accedían, como medio para conocer la opinión de los obreros, la
celebración de un mitin en la plaza de Gallarta, al que podía asistir el
Sr. Capitán general, y que este último señor, visto el fracaso de las
gestiones conciliadoras, iba á consultar nuevamente con el Gobierno,
aunque, como impresión delSr, Vilallonga, podía adelantar su creen-
cia de que se publicaría un bando conteniendo la imposición del paga
semanal.
La reunión acordó designar á los mismos Sres.'Conde de Vilallon-
ga, D. Eduardo Woof, D. Alfonso Etchats, D. José María de Vivan-
eos, D. José Antonio Arana y D. Ricardo Ortiz, para que inmediata-
mente pasaran á ver al Sr. Capitán general, con objeto de enterarse
de tan graves noticias.
Y se dio por terminada la reunión.— (Siguen las firmas.)
DOCUMENTO NÚM. xa.
En la villa de Bilbao, el día treinta de Octubre de mil novecientos
tres, á las siete de la noche, se reunieron, en el local que ocupa el
Círculo iMinero de Bilbao, los señores explotadores de minas y con-
tratistas que suscriben la presente acta.
Los comisionados, S res. Conde de Vilallonga, Vivancos, Ortiz,
Woof, Etchats, Arana y Browne, confirmaron, después de haber. tenido
otra entrevista con el Sr. Capitán general, la sensible noticia aludida
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DE VIZCAYA 305
en la reunión anterior, de que se publicaría un bando imponiendo el
pago semanal, añadiendo que el Sr. Capitán general adujo, para fun-
damentar tan grave determinación, la necesidad de atemperarse á las
terminantes instrucciones del Gobierno y al temor á graves complica-
ciones en otros puntos, apelando á la abnegación y patriotismo de los
patronos para que no extrañaran su actitud y reanudaran sus traba-
jos, ofreciendo incluir en el preámbulo del bando los ofreciihientos y
propuestas de aquéllos de acceder á las pretensiones de los obreros
respecto á que la forma del pago fuese mensual, quincenal ó sema-
nal, para que de este modo resaltara su transigente conducta.
Sobre este último punto se trató por los señores patronos reuni-
dos, acordando, finalmente, que se procurara recabar la consignación
en el preámbulo del bando de la propicia actitud de los patronos á
conceder la forma de pago que pidiesen los obreros, después de re-
anudados los trabajos, estableciéndose en la parte dispositiva^ por el
orden que se señala, la reanudación de dichos trabajos, el pago se-
manal y demás extremos accidentales; pero sin que esto signifícase la
aceptación de los patronos de dicho bando, sino que, por el contrario,
protestaban del mismo, haciendo saber respetuosamente al Sr. Capi-
tán general que se acataba como una imposición ó medida de fuerza
que consideraban atentatoria á sus derechos individuales, recabando
su libertad de acción para lo sucesivo, pero que procederían á la re-
apertura de las labores mineras, y haciendo constar, en todo caso, el
agradecimiento hacia la nobleza de sentimientos é inteligente celo
que había mostrado el Sr. General en las conciliadoras gestiones que
había practicado para llegar á una solución equitativa, y lamentando
que la actitud intransigente y poco meditada del Gobierno obligara á
la aplicación de procedimientos tan violentos.
Y se dio por terminada la reunión. — (Siguen las firmas.)
APÉNDICE NÚM. 4.
Notas referentes al mitin de Gallarta (24 Octubre 1903),
tomadas por un testigo presencial.
▼Ícente Martínez. — Como individuo de la comisión nombrada
en el mitin del día pasado (dice) para recabar de los patronos el
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304 MINAS
pago semanal, debo dar cuenta de los trabajos realizados por la re-
ferida comisión.
Hemos tratado con el Gobernador, el cual nos recibió muy bieo,.
y le hemos pedido que reuniera á los patronos para arreglar la
cuestión del pago á los obreros de las minas por períodos de siete
días; al propio tiempo le hemos dado cuenta de los acuerdos toma-
dos en el mitin, y le hemos pedido que reuniera una comisión de pa-
tronos para deliberar, en su presencia, con nosotros. También le
hemos propuesto que los patronos nos dieran un escrito comprome-
tiéndose á pagar á los obreros como desean, y volveríamos al traba-
jo, por supuesto, con la condición de que nos dijeran en dicho escrita
la fecha en que habían de empezar á pagarnos en la forma que desea-
mos. Nosotros no le fijábamos fecha ninguna.
Pero los patronos no han querido acceder, se han cerrado á la
banda, se han negado á tratar con nosotros, no nos han querido re-
conocer la beligerancia. Resumen: que de todos nuestros trabajos y
de todas nuestras gestiones no ha resultado nada, y estamos lo mis-
mo que en el primer día.
Después de esta negativa nos ha llamado el Gobernador y nos ha
dicho que los patronos quieren que se vuelva al trabajo, y después^
• que se les pida lo que ahora pedimos, y que se tratará de compla-
cernos.
Aquí se ha visto el orgullo de los burgueses; se ha visto que los
trabajadores tienen tacto y prudencia de sobra; pero no se ba podida
llegar á una transacción por el despotismo patronal.
Vosotros diréis ahora qué es lo que vais á hacer. Yo creo que na
hay arreglo, y que lo mejor es cruzarnos de brazos, esperar al tiem-
po, y después se determinará.
Nosotros ya transigíamos; pero los patronos son soberbios, y se
niegan á toda transacción, sin duda, porque creen mancharse al
cruzar su palabra con la nuestra.
Vista vuestra insistencia en seguir la huelga,' en mantener la
lucha, sed tenaces, que se ha de resolver el conflicto por vosotros;
porque, habéis de saberlo, la clase neutra está con nosotros, con los
pobres trabajadores de las minas, que tienen todas las simpatías; los
trabajadores de otros oficios también están con nosotros, y eso ma-
ñana se verá, cuando se celebre el mitin en Bilbao:
En esta lucha se juega la última carta la clase trabajadora : si se
pierde la batalla, los obreros han muerto y serán objeto de vejaciones
mil. No debemos, pues, cons^itir que se trabaje, porque ahora se ne-
cesita mineral en los Altos Hornos y no lo tienen. Que no.se meta en
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DE VIZCAYA 305
dicha fábrica ni una china, y veréis cómo los capitalistas con su sober-
bia han sido los causantes de que el capital sufra grandes quebrantos.
El Gobierno trae tropas para ponerlas frente á vosotros. Vuestra
actitud ante la fuerza armada debe ser pacífica: nadie se ponga frente
á ella; cruzaos de brazos; nada de. atropellos. La prudencia debe ser
vuestro mejor galardón, y entonces se probará que nosotros somos
dignos de que se nos conceda lo que pedimos, lo que nos pertenece.
No pedimos más que nuestro salario, lo justo, la justicia, lo que es
nuestro derecho. El maycw robo que puede haber en el mundo es que
nuestro dinero duerma en casa del patrono.
Ahora rio tienen pretexto los patronos : no les pedimos un real de
aumento, que podrían negarlo; pedimos lo ganado por nosotros.
Debemos, pues, persistir en la huelga, ser tenaces en nuestros pro-
pósitos, y que en toda la zona minera no se arranque ni una china de
mineral; no se trabaje.
Una voz, — Fábricas y todo.
El orador. — Eso ya caerá. (Risas de algunos y ¡bravos!)
Termina diciendo: ¡Viva la unión minera vizcaína! ¡ Viva la huel-
ga! (Eslos vivas son contestados por muchos; pero no se nota en los vi-
vas el entusiasmo dei mitin anterior.)
Iieandro Seisdedos. — Dice que la burguesía vizcaína es la más
dura de corazón, la más egoísta, la más soberbia, la más explotadora
y la más tirana de todas las burguesías, no sólo de España, sino del
mundo entero. Otra burguesía que no fuera la vizcaína, hubiera acep-
tado sin inconveniente la justa petición de los trabajadores mineros,
porque vosotros pedís lo justo, reclamáis lo vuestro, que se os pa-
guen los jornales devengados en plazos de ocho días.
Pero nos encontramos con hombres que son de conciencia y de en-
tendimiento obtuso, que pretenden os presentéis ante ellos á pedir lo
vuestro con la frente baja; humillados. Más el obrero de hoy no es
como el obrero de hace veinte años: hoy es el trabajador culto, civili-
zado, y no quiere rebajarse ante nadie para pedir lo que le pertenece,
y no quiere tampoco que su dinero esté en poder y en el bolsillo de sus
enemigos, que son los patronos, porque sois bastante para guardarlo.
Ya habéis visto lo contestado por los soberbios mineros. Se han
negado á tratar juntos con vosotros, porque son soberbios, orgullo-
sos, y porque temen que les manchéis con el rojo polvillo del mineral,
que les ha enriquecido.
Ahora debéis hacer que elios os llamen, ya que no han querido
tratar con vosotros, ya que os han despreciado.
Á pesar de que sois muchos y de que sería difícil sosteneros por '
20
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306 MINAS
esa causa, la Federación obrera, el partido socialista obrero, el par-
tido socialista obrero de toda España (Pablo Iglesias así lo ha ofreci-
do), están, y todos nosotros estaremos, de vuestro lado. También lo
estarán las Sociedades de resistencia hasta que se concluya la última
peseta de nuestros exhaustos bolsillos.
(Aconseja prudencia y tenacidad, y recuerda, como ejemplo, la
gran huelga de los mecánicos ingleses, en número de 60.000; pero allí
los burgueses son tolerantes, y las Autoridades también lo son, y no
son soberbias, mientras que en España sucede todo lo contrario, y se
resolvió la huelga en favor del obrero.)
Los obreros de allí también son muy cultos; pero los de aquí, res-
pecto á dignidad, son iguales que los ingleses y los alemanes.
Con insistencia por parte de vosotros, claudicarán los burgueses,
porque, siendo egoístas, todo lo subordinan al dinero, y, siguiendo la
huelga, perderán el mercado, y los compradores de mineral irán á
otra parte. Eso no lo consentirán los mineros, que todo lo subordi-
nan al oro.
Los obreros mineros de Francia pidieron en cierta ocasión rebaja
de horas y aumento de jornal, y se declararon en huelga. Siguió ésta
su curso, y cuando ya no podían resistir más, desgarrados, harapijin-
tos, hambrientos, se marcharon á París para que vieran si necesita-
ban ó no el aumento que pedían. En el paso de Calais les salió la
fuerza pública y les dijo: ((Volved á vuestro trabajo, obreros; volved,
que el Gobierno hará que se os dé lo vuestro»; y se les dio.
Seguid en vuestra actitud: que no haya un traidor, un miserable;
y si le hay, ¡maldecidle!, porque ese trabajador, hermano vuestro,
va, no sólo en contra vuestra, sino de sus hijos.
(Termina recordando la frase de Carlos Marx : a Trabajadores, qui-
tad un eslabón más á la cadena de la esclavitud que os sujeta.»)
Facundo Perezagua — Altamente repugnante y altamente inhu-
mana y soberbia es la conducta seguida por el Círculo Minero con
los obreros de las minas en esta ocasión.
Todo el mundo, todos los hombres, en todas las partes, se repro-
cha á los mineros y se protesta de su conducta.
En Bilbao, en cafés, tertulias, teatros y paseos no se habla de otra
cosa que de la huelga, comentándola á vuestro favor. Toda España
está á vuestro lado; en todas partes se protesta contra los individuos
del Círculo Minero, que no hay quien les hable, porque antes no te-
nían dos pesetas y ahora son ricos; porque se han convertido en pio-
jos resucitados, i Hay que reconocer lo que eran hace poco los que
hoy quieren que seáis esclavos!
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DE VIZCAYA JOrj
Pedís lo que habéis producido, elaborado; se niegan á ello: debéis,
pues, seguir resistiendo^ caiga el que caiga. No seréis vosotros los
responsables de lo que suceda. Aunque el Código os castigue, los ex-
plotadores, los verdugos, las sanguijuelas del obrero, serán Iq& cbI-
pables.
En estas montañas, que han sido regadas con la sangre de nues-
tros padres, de nuestros antepasados, por defender la libertad contra
las huestes de la reacción, continúa la guerra; pero ahora es la gue-
rra de clases, la guerra de los obreros contra los explotadores. Estas
montañas, regadas por la sangre de mártires de la libertad, se vene-
ran á regar de sangre, si llega el caso, por la defensa digna de tps
trabajadores honrados.
Recuerdo lo que os decía el día pasado. Continuad en vuestra de-
<:idida actitud hasta que colguemos de vuestras banderas la corbata
del triunfo.
Ahora empieza el segundo período de la huelga. Os aconsejo que
no os dejéis llevar de los impulsos del corazón; que predomine la cir-
cunspección sobre el corazón, la cabeza sobre el corazón, nada de
•arrebatos; cabeza y corazón.
No es posible, dada la actitud en que se han colocado los mineros,
que haya avenencia con ellos. Yo espero que vosotros, cuando el lunes
toquen la campana, la bocina, el cuerno, llamándoos al trabajo, que
nadie vaya. (Voces: ¡Nadie!)
Dado el modo de vivir vuestro, el escaso salario que os dan, tenéis
•qué comprar al fiado. Al ver que el lunes no vais á trabajar, los em-
busteros os dirán que vayáis á cobrar. Y aquí van á ser cogidos los
miserables que dicen que no hay tiendas obligatorias. Como de cos-
tumbre, os dirán: «Tanto que habéis ganado, tanto que habéis gasta-
So en la tienda, tanto os queda, tanto os corresponde.» Decidles: «No
•decís que no hay tiendas obligatorias? ¡Déme usted lo míol lY no re-
•cibir nada si no os dan la paga íntegra! ¡Mantenerse con el jornal, y
no pagar á nadie! (Bravos y aplausos,)
Ya sé que esta explicación puede redundar en perjuicio de nos-
otros; pero no importa. A las tiendas obligatorias no hay que pagar-
las ni un céntimo.
Después amenaza con que si dura la huelga, se pedirá el jornal in-
tegro del mes, aunque no se haya trabajado.
Las fábricas de Allos Hornos y Vizcaya no tienen mineral; sólo
•tienen la esperanza fijada en los trenes que lo acarrean; hay una so-
lución para esto.
La linea de Galdames transporta el niineral de la mina Celia, q\XG
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3o8 MINAS
es de la propiedad de los Altos Hornos. La Guardia civil se pondrá á.
disposición de la línea. Pues bien: cuando vayan á poner en marcha
los trenes de mineral, echaros en la vía todos, y los maquinistas, que
son .trabajadores como vosotros, que son vuestros hermanos, pararán
el tren en seguida; los maquinistas no os atropellarán, y pararán los
trenes.
Aconseja, después de agotados todos los recursos, que los traba-
jadores vayan en manifestación al medio del Arenal; os sentáis allí, y
así verá el Gobierno lo que ha de hacer con vosotros.
Estoy persuadido, convencido, de que todos estáis en igual actitud
que el primer día.
Mándense comisiones á la parte de Sopuerta; pues allí, para ver-
güenza del jefe de los republicanos de Vizcaya, hay tiendas obligato-
rias y barracones; alentar á aquellos obreros con vuestro entusiasmo»
decidles que esta parte de Triano está al lado de ellos.
Pensad lo que se ha dicho.
I Viva la huelga!
Manuel Pérez. — Aconseja persistir en la huelga; que no se trabe
lucha con la Guardia civil, que está al lado de la burguesía, y precau-
ción y prudencia.
Da un iviva la huelga!
* *
(Al mitin puede calcularse que asistieron de tres á cuatro mil per-,
sonas.)
APÉNDICE NÚM. 5.
Bando del General Zappino.
rPdg. 46.J
«Don Enrique Zappino y Moreno, Teniente general de los Ejérci-
tos nacionales y Capitán general del Norte, hago saber: Deseoso de
solucionar en breve plazo el conflicto que pone en- peligro la riqueza
y- vida fabril* de esta industriosa provincia, y enterado de las preten-
siones que directamente me han expuesto los obreros mineros y-de
las manifestaciones que a la vez me han hecho los patronos, quienes
sipmpre han estado dispuestos á efectuar el pago á sus obreros en la
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DE VIZCAYA 309
forma que éstos desearen al reanudar los trabajos, he resuelto, como
arbitro de las diferencias surgidas entre unos y otros, y después de
apreciar las circunstancias que hasta- ahora, habían impedido llegará;
un acuerdo, lo siguiente:
I.** Los obreros acudirán al trabajo desde el día 2. del próximo mes
de Noviembre, entrando de lleno en la normalidad.
2.* Desde el i.* de Enero de 1904, el pago á los obreros mineros se
hará por semanas vencidas.
3.* Por ningún concepto se obligará á los obreros á que duerman
en locales determinados, ni tampoco serán impelidos directa ni indi-
rectamente á proveerse en tiendas fijas.
4.** La Junta de Higiene de la provincia ejercerá la más exquisita
vigilancia para que sean reconocidos los víveres que se expendan en
las tiendas y cantinas situadas en las zonas mineras para evitar la
venta de géneros averiados y de malas condiciones.
Espero de la senáatez y cordura de todos los obreros^ y de la ilus-^
tración y patriotismo de los patronos, que los precedentes acuerdos
serán cumplidos y observados por todos los que se interesan por el
bienestar de los obreros y por la prosperidad y riqueza de toda la
región.
Bilbao 31 de Octubre de 1903.»
APÉNDICE NÚM. 6.
Proyecto de ley presentado por el Sr. Ministro de la Gobeimácidn
acerca de tiendas obligatoria^ y pago de jornales.
rPdg, 47')
Á LAS CORTES
Los recientes sucesos de Bilbao han hecho evidente la necesidad
de que el Estado se ocupe de las dos principales causas que los moti-
varon, á saber: las tiendas obligatorias para obreros y el plazo para
el cobro del salario.
El Instituto de Reformas Sociales, que prepara un proyecto de ley
relativo ál contrato de trabajo, ha resuelto ya las cuestiones mencio^
nadas, fijando en él las condiciones generales delsalario; pero^ en
vista de aquellos dolorosos acontecimientos, ha creído, como cree el
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3IO MINAS
Gobierno, tíe urgente necesidad proponer la inmediata adopción da
medidas especiales á tal objeto encaminadas, y que no pueden ni
deben sujetarse á las dilaciones inevitables, respecto de la ley que ha
de abarcar en su totalidad el problema jurídico del trabajo.
No hay consideración ni argumento alguno que pueda oponerse á
la prohibición de las cantinas ó tiendas obligatorias; la única dificul-
tad que se presenta consiste en evitar que, por la forma dada á tal
disposición, se cohiba la libertad del comercio, ó se perjudique á las
instituciones económicas que se establecen por algunos patronos
para favorecer realmente á sus obreros en la calidad y en el precio
de los artículos de consumo.
Nada impide tampoco que, sin entrar por ahora en las cuestiones
fundamentales que se suscitan acerca del salario, se establezcan des-^
de luego algunas condiciones en cuanto á la forma del pago, qué han
de estimarse precisas para prevenir conflictos semejantes á los que
se han producido por su causa, reservando para cuando esté termi-
nado el proyecto de ley de contrato de trabajo la otra importantísima
cuestión, relativa al plazo del cobro de jornales, así como también la
resolución de otros complejos asuntos de aspectos tan variados y
materias de tan múltiples relaciones, que sólo en el conjunto y en la
unidad podrán ordenarse.
En vista, pues, de las razones expuestas, el Ministro que suscribe
tiene la honra de someter á las Cortes el siguiente
PROYECTO DE LEY
Artículo !.• Desde la promulgación de esta ley queda anulado ea
los actuales contratos de trabajo y prohibida para los que en los nue-
vos se celebren, toda condición que directa ó indirectamente obligue
á los obreros á adquirir los objetos de su consumo en tiendas ó luga-
res determinados.
Art- 2.* Se prohibe asimismo el establecimiento, en las fábricas»
minas, obras y explotaciones de cualquier clase que sean, de tiendas,
cantinas ó expendedurías que pertenezcan á los patronos, destajistas,
capataces ó representantes suyos, ó á personas que tcngssi, por razón
del trabajo, alguna autoridad sobre Ip^ empleados en ia industria rQ«-
pectiva.
Art. -}.• Se exceptúan de lo prevenido en el artículo anterior lo^
economatos organizados por los patronos ó empresarios de trabajo»
fmra surtir á los obreros que emplean, á condición de que las adjudi-
caciones ó ventas se hagan por el precio de coste de los géneros y de
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DE VIZCAYA 311
que los obreros tengan alguna intervención eti la admiiüstración del
economato.
Art. 4." El pago de los salarios devengados en la industria ha de
hacerse efectivo con la moneda de curso legal.
Art. 5.* No podrá verificarse el abono de salarios en lugar de re-
creo, taberna, cantina ó tienda, salvo cuando se trate de obreros em-
pleados en alguno de esos establecimientos.
Art. ó.** I^ infracción de estas disposiciones se corregirá adminis-
trativamente por los Gobernadores de las provincias, sin perjuicio de»
la clausura de los establecimientos á que se refieren los artículos i.*
y 2.% con la aplicación de multas proporcionadas al abuso cometido; y
en caso de reincidencia, los infractores serárx sometidos ala jurisdic-
ción de los Tribunales ordinarios y castigados con la pena de arresto
mayor y multa, hasta el límite de 500 pesetas, en relaqión con el ca-
rácter y la gravedad que tenga la desobediencia.
Art. 7.* Vigilarán, especialmente, el cumplimiento de esta ley las
Juntas locales y los inspectores dependientes del Instituto de Refor-
mas Sociales.
Madrid, 11 de Noviembre de 1903.— El Ministro déla Gobernación,
Antonio Garda AlíX.
APÉÑdíCE NÚM. 7.
IPermiso de edifícacióá de la «Compañía Orconiíra».
rPdg, 97'J
OrcoKERa Iron Ore Company Limited. — Permiso de edificación., -^
Núm
La Orconera Iron Ore Company Limited, como concesionaria de la
mina , y cuya superficie tiene adquirida por expropiación, con ob-
jeto de poder atender á su mejor explotación, y en la forma más con-
veniente, concede permiso temporal á D para que pueda construir
y habitar una casa dentro del perímetro de dicha mina, con estricta
sujeción á las condiciones y obligaciones siguientes:
I.' La construcción de la casa será de , y su emplazamiento ocu-
pará un espacio de , y se ajustará al plano adjunto, sin exceder de
su perímetro, y sometiéndose la edificación y demás de su referencia
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312 MINAS
al reglamento adjunto y á las indicaciones del encargado que designe
la Compañía, que podrá inspeccionar en todo tiempo la casa.
2." La casa será de planta baja y pisos, y repartido su interior
en buenas condiciones de higiene.
3.' La casa, una vez construida, no podrá ser modificada, aumen-
tada ni reformada sin previo nuevo permiso de la Compañíai que se
reserva la facultad de determinar las condiciones de la alteración y de
negarla en su caso.
4." La Compañía podrá anular este permiso de edificación cuando
lo tenga por conveniente, tanto por motivos de explotación como por
cualquiera otra causa, y no queda sujeta á reconocer derechos de nin-
gún género á terceras personas que previamente no hayan obtenido
la prorrogación de este permiso en su favor, bien adquieran la casa
construida por cesión, contrato, sucesión ó judicialmente.
Á este efecto, se entenderá anulado el presente permiso por el solo
hecho de ser traspasada la casa construida á persona distinta del con-,
cesionario en cualquiera de dichas formas, y también por la solicitud
de éste para inscribirla en el Registro por información posesoria, sin
que preceda el permiso escrito de la Compañía para poder verificarlo.
5/ En consecuencia de la condición anterior, D se obliga á
deshacer la casa construida con este permiso, á retirar todos sus ma-
teriales fuera del terreno de la Compañía y á dejar por completo ex-
pedita y desembarazada la superficie que ocupa, en el preciso término
de , contado desde el momento en que se le requiera por escrito á
este efecto; sin que por este motivo tenga derecho á indemnización
alguna, ni pretenda que se le oiga ninguna reclamación contra la Com-
pañía, y en todo caso renuncia á ello.
6." Tanto en el caso de anular la Compañía este permiso, por con-
veniencia de sus intereses ó explotación, como de quedar nulo median-
te las circunstancias del segundo extremo de la condición 4.', se ten-
drá por bastante, y será eficaz, el requerimiento que haga al interesa-
do por escrito y ante dos testigos que firmen el duplicado del aviso,
que ha de conservar la Compañía, si es que aquél no supiera ó no
quisiese firmar dicho duplicado.
7/ Desde el momento en que el requerido en la forma expresada
deje pasar el plazo concedido sin deshacer la casa y retirar por com-
pleto sus materiales, se entenderá que renuncia expresamente á su
propiedad, y que en todo, ó en la parte que reste por retirar, los cede
gratuitamente en beneficio de la Compañía, quien desde luego queda
facultada para deshacer la casa y utilizar sus materiales como cosa
propia, sin que por ello quede obligada á responsabilidad alguna, y
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DE VIZCAYA 3Í3
sin que tampoco tenga necesidad para obrar asi de solicitar el auxilio
judicial.
8;* Caducará este permiso de edificación, si no se hace uso de ella,
dentro de dos meses, contados desde la fecha de este documento.
Acepto las condiciones que preceden ; y expresa y voluntariamente
me obligo á guardar y cuanto en las mismas se contiena, respondien-
do de ello con todos mis bienes, y especialmente con la casa que edi-
fique, firmándolo con dos testigos en á de de i — El
interesado, ..... — Testigo, — Testigo,
La Orconera Iron Ore Company Limitedy á los efectos de la condi-
ción 4.' del permiso que precede, le subroga y reconoce á favor de
D , como del concesionario; y D se somete expresamente
á cuanto determinan las precedentes condiciones, y lo firmamos, con
dos testigos, en á de de.i — Por la Orconera Iron Ore
Company Limited, — El nuevo concesionario, —Testigo, —
Testigo^
APÉNDICE NÚM. 8.
Contrato de alquiler de una casa propiedad de la ((Compañía
Orconera».
fPág, 98 j
Orconera Iron Ore C.° L.^ ■— Condiciones generales de arrenda-
rñiento de la casa núm ^ que consta de Imbitaciones y cocina,
que la Compañía tiene por alquilar en
I.* La casa está en disposición de ser habitada desde el i.* de
próximo venidero.
2»' Se destinará únicamente á vivienda, no pudiendo establecerse
en ella ninguna clase de tienda.
3." No podrá el inquilino subarrendar toda ó parte de la casa á
otro matrimonio; pero podrá tomar huéspedes, siendo éstos trabaja-
dores de la Compañía ó de sus contratistas, siempre que éstos no se
hallen en los trabajos bajo sus órdenes y con tal que no haya aglome-
ración de moradores en la casa.
4.' El inquilino recibe la casa en buen estado y limpia, y al con-
cluir el término de su inquilinato se compromete á entregarla en buen
estado á la Compañía, salvo el uso ordinario.
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314 MINAS •
Cualquier desperfecto que acuse mal uso, descuido 6 manifiesta
falta de limpieza, será reparado por el inquilino.
5.* £1 alquiler que ha de abonarse por cada casa es el de pese-
tas al mes, respondiendo para su pago con el importe de su jornal 6
sueldo ganado en servicio de la Compañía, la cual podrá deducirles
del mismo la cantidad adeudada por el indicado alquiler.
6.' Podrá terminarse el arrendamiento mediante aviso dado por
cualquiera de las partes con un mes de anticipación; pero si el inqui-
lino no conservase la casa en buen estado ó faltase á estas condicio-
nes, tendrá lA obligación ineludible de desocuparla á los siete días de
recibir aviso ú efecto de la Compañía; y en caso de dejar el servicia
de ésta, hará entrega de la casa dentro del plazo improrrogable de
tres días.
Luchana, á de de 189.....— £/ Director Gereníe.— Acepto las
condiciojaes arriba expresadas.
APÉNDICE NÚM. 9
s
Libreta de un obrero de Gaidames.
rPdg, 108.J
NÚMEftO M: la LIBRETA: !«»•
I90S
Enero.
t)ia. Ptas. Cts.
I I libra chocdtMse * 1,5a
4 t kilo y tnbúia líbrtí tocino, i celemín alubias 5,00
^ I boteiki escavcoiMida, 2 cuartillos 3,70
. 7 ío cajas tabaco 5,00
10 1 libra chocolate i;35
13 I vaso 0,20
1 5 I cuartillo 0,35
16 3vasosp.'(i) 0,75
18 I vaso, I quintal patatas, i cuartillo 5,80
19 I cuartillo o»35
20 I cuartillo 0,55
21 i cuartillo, I kilo tocino^ 1 vaso. 2,80
22 I cuartillo ..» < 0,35
(i) Signo indescifrftbfe»
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DE VIZCAYA 315
Día. Ptas. Cts.
24 I vaso 0,20
25 2 copas * ' 0,10
26 2 copas * 0,10
27 a copa^, I vaso 0,30
28 2 copas, 3 vasos p.' (i) 0,85
29 3 copas, I vaso, 2 cajas tabaco 0,85
30 I vaso, I vaso 0,40
31 I cuartillo • •••••• <>í35
Total. 30,55
Pobrero.
Dia. Ptas. Cts.
(1) Siguo indescifrable»
31 Medio c. alubias, medio c. garb«t»íOs» i kilo tasajo... 4,25
I kilo tocino, I libra chocolate» % » .,» ^ » ^ •.•..«.,...... , 3,75
I 4 copas «•«•«ii4...».4.^4.,. ,.. 0,20
3 3 cuartillos « « « v^.^» ».«.«^<»« «« «v .«.,,,, . t ,6$
4 20 cajas tabaco, i cuartillo, i qn^Má pMHtM io,6c(
7 I cuartillo • ^.. 0,35
8 I cuartillo, 2 cuartillos • i^
9 I cuartillo ^ , , « , 09)$
1 1 2 kilos V4 tasajo ..•,.. , . . . . 3,§k>
.13 3 vasos p.* (i), media libra p^* (i) *. 1,15
14 I cuartillo ^ • • . • . « 0,35
15 I cuartillo 0,35
17 4 cajas mixtos, i cuartillo 0,70
18 2 cuartillos • 0,70
22 2 cuartillos. ^....... 0,70
23 Media libra chorizos i ,00
24 4 copas, media (libra) ázücar, i cuartillo. . ... 1 0,95
25 2 cajas tabaco..................... 0,50
aó I cuartillo 0,35
28 8 copas « 0,40
Total. * ^ , 32,55
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3l6 MINAS
Mar2so.
Día. Ptas. Cts.
1 I quintal patatas, 2 bollos, i vaso 5,85
2 I libra chorizos, I vaso 2,20
3 I libra p.' (i), I vaso 0,95
4 3vasosp.*(i) , 0,75
5 8 copas, 5 es. gallofa, i cuartillo 0,90
6 2 libras V* bacalao, 3 kilos tasajo 7,00
7 2 copas, I vaso • 0,30
8 8 copas 0,40
9 V4 chorizos, I cuartillo 2,85
10 i alpargatas, I vaso, 16 cajas tabaco 5,30
íi I vaso, I cuartillo o,5«>
12 2 copas o,[o
13 I cuartillo 0,35
18 . I quintal patatas 5,2^
19 I cuartillo .....,..' 0,35
24 I cuartillo 0,55
25 I cuartillo ;¿;¿..»¿i^ 0,35
I cuartillo p.-^ír); .;.;;*.;;.» 0,50
2Ó 1 bote p.** (i), t bcyüe tdmate 1,00
27 2 chorizos: . ;^.. .;; ¿ 0,60
28^ I cuartillo;....,..-.... 0,35^
29 I cuartillo; 0,35
Total 36,60
Abrü.
Dia. Ptaa. Cta.
1 I quintal patatas, 2 kilos y medio tasajo 9,2$
2 Asedia libra chorizos, I librito 1,10
3 I pan 0,85
4 I cuartillo ,• 0,35
5 I cuartillo 0,35
6 3 cuartillos i ,05
74 copas, 10 es. de gallofa, i cuartillo 0,65
8 20 cajas tabaco, 4 mixtos, 2 cuartillos..* 5,95
8 2 cuartillos 0,70
(i) Signo indescifrable.
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DE VIZCAYA 317
Día. Ptas. Cta.
9 I libra chocolate, media p.' (i). • 1,90
12 i quintal patatas, media (libra) azúcar 5,65
13 I vaso, I cuartillo 0,55
14 i botella ^ 0,35
16 I cuartillo - ^ 0,15
18 I libra chocolate ...•-..... ^ 1,50
20 I cuartillo 0,3:$
24 I cuartillo p:' (i). 0,50
28 4 copas 0,20
29 I cuartillo 0,35
31,30
Por cuenta Gervasio • • • 12,50
Total • 43,80
Mayo.
Dia. Ptaj». Ct8.
Por cuenta Gervasio. ^ 12,50
30 I libra chocolate . .*. • •• 1,50
1 2 cuartillos. 0,70
2 4 copas, I kilo V4 tocino, '/* bacalao, 2 cuartillos 4,80
3 20 cajas' tabaco • • • 5,oo
5 6 libras arroz, i cuartillo 2,45
6 Media (f) jabón, i kilo, i alpargatas 7,00
7 I libra azúcar, i cuartillo 1,15
8 I quintal patatas 5i75
9 Media libra p.* (i>, media chocolate. .-. 1,15
14 I cuartillo Oi35
15. 2 copas.......... o»'o
17 4 copas o»2o
19 I kilo y media libra tocino, */* ^ jabón 5,25
21 2 copas 0,10
22 4 cuartillos, 2 latas jibiones 4i9o
22 I lata jibiones, 3 cuartillos, i botella. 3,15
24 2 vasoa, 4 cajas tabaco 1,40
25 I cuartillo,.,,.....»*.-...^ ••••. 0,35
(i) Signo indescifrable.
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3l8 MINAS
Dia. Ptas. Cts.
26 I kilo tocino, I cuartillo 3,60
37 I vaso • o»20
28 2 copas 0,40
ag I vaso • 0,20
30 4 copas • -» 0,20
í I 3 cuartillos i ,20
Total 62,30
Junio.
Dia. ' Ptas. Cts.
30 I quintal patatas, i libra chocolate, i paquete velas.. 8,35
31 I libra p.' (i) 0,7$
2 2 kilos tasajo '/ai celemín y medio alubias 8,^0
2 I libra azúcar, 3 libras arroz 1,85
3 I vaso '. 0,20
4 1 libra chocolate 1,25
7 i libra chocolate, 20 cajas tabaco 6,50
8 I botella 0,35
[Q i vaso, I alpargatas i ,30
13 12 cajas mixtos 0,70
17 I kilo arroz, i botella, i vaso 1,25
19 2 cuartillos anís 1,60
20 I celemín alubias, 3 libras tocino, i librito 5,75
24 I botella o,3«;
25 2 cuartillos, IDO sardinas 1^80
28 2 cuartillos 0,80
Total 4r,9o
Julio.
Dia. Ptas. Cts.
3 I botella , 0,35
4 2 vasos, I cuartillo, 2 kilos V* tocino, i celemín alubias. 7,80
5 4 cuartillos, i boteUa. 1,95
(i) Sis^no indescifrable.
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DE VIZCAYA 319
Dia. Pía». Ct«,
6 4 copas, 20 cajas tabaco, i cuartillo 5,55
7 I cuartillo 0,40
8 I vaso 0,20
9 2 copas, i vaso 0,30
10 2 vasos ; . . . . 0,40
11 2 copas, I cuartillo . . • 0,45
1:1 I cuartillo, I botella, 4 mixtos , 1,00
13 4 copas, 2 vasos 0,60
14 4 copas, 2 vasos, 1 botella 0,95
16 I vaso, 2 cuartillos 1,00
18 I vaso. 0,20
19 i cuartillo, I vaso 0,60
ao 4 cajas tabaco 1,00
20 I cuartillo 0,40
21 I vaso, I cuartillo, i kilo tocino, i alpargatas 3,95
23 i cuartillo 0,40
24 I vaso , 0,20
25 I botella o, 55
26 8 copas 0,40
27 I cuartillo, 4 cajas tabaco 1,40
' 28 I vaso 0,20
Total 30,05
Agosto.
Dia. Ptaa. Cts.
31 I cuartillo, I libra chocolate, i botella 2,25
. I 2 kilos y medio tocino, 12 cajas mixtos, i vaso, i bo-
tella 6,90
4 I vaso 0,20
5 I cuartillo, I botella 0,75
6 24 cajas tabaco, I vaso 6,20
7 2 copas, 2 vasos.. 0,50
8 2 vasos, 8 copas 0,80
9 I vaso 0,20
10 4 copas, I vaso 0,40
iZ I vaso 0,20
*3 I cuartillo 0,40
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320 JUINAS
Dia- Ptas. Cts.
14 2 vasos 0,40
14 I cuartillo...., .., 0,40
15 3 vasos, 3 cuartillos , 1,60
20 I vaso, medio celemín alubias. 1,^5
2 1 I vaso , 0,20
24 I cuartillo, I iibrito....... o,«;o
25 I cuartillo, 4 mixtos v 0,65
26 4 copas, I gallofa , , . , 0,30
29 I cuartillo 0,40
30 4 copas, 5 es. gallofa, i cuartillo 0,70
31 4 copas, 10' gallofa 0,30
Total , 25 ,8o
Septiembre.
Dia- PtTO. Cts.
31 24 cajas tabaco .' 6,00
1 3 kilos y medio tocino i 7,9P
2 2 copas, i gallofa, i celemín alubias 2,45 ^
3 I quintal patatas 6,00
7 I librito 0,10
1 5 2 cuartillos 0,80
20 I vaso — 0,20
26 I botella 0,35
28 8 copas, I vaso 0,60
Total 24,40
Octubre.
Dia. Ptas. Cts.
I I lata sardinas, 2 cuartillos, i alpargatas 2,30
r I cuartillo 0,40
6 I librito, I vaso, 24 cajas tabaco, 2 kilos y media libra.
tocino 11,30
7 I cuartillo 0,40
8. 4 copas, I gallofa 0,30
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DE VIZCAYA 321
Día. Ptas. Cts.
9 2 copas 0,10
10 I cuartillo 0,40
11 I celemín alubias 2,25
12 2 copas, I gallofa, 2 cuartillos 1,00
15 I vaso 0,20
16 6 copas, I gallofa, 4 copas, i cuartillo, i quintal patatas. 7,00
18 I vaso 0,20
19 8 copas, i gallofa 0,50
Total 26,35
FIN
21
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índice
I
LOS HECHOS
POR ,
D. JULIO PUYOL Y ALONSO
Páginas.
PRELIMINAR
I. Nombramiento de la Comisión. « 5
II. Trabajos realizados por la Comisión:
a) Preparación de los mismos 6
b) Enumeración de estos trabajos:
i) Información directa 6
2) Información documental 7
III. Plan de este Informe 8
LOS HECHOS
Capituló L— Obreros y patronos:
I. Los OBREROS.
A) La población obrera:
a) Pueblos mineros 9
b) Número de obreros de las minas 10
c) El obrero fijo y el obrero ambulante 11
B) El trabajo en las minas:
a) Clasificación de los obreros mineros 13
b) Trabajos al aire- libre y trabajos subterráneos:
horas de trabajo 13
c) Trabajo de los menores 14
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324 INDICE
Páginas»
O) La asociación obrera:
' a) Los obreros libres y los obreros asociados 15
b) Sociedades de Socorros y Cooperativas de con-
sumo *.., 16
c) Desarrollen de la^ asociación? obrera en Vizcaya. . 17
D) Peticiones de los obreros :
a) En general 20-
b) Peticiones de los Vocales obreros de la Junta
local ^ 20
II. Los PATRONOS.
A) Clases de patronos 22
B) El Círculo Minero 22
O) Instituciones patronales:
a) Económicas 2j .
b) Benéficas 24
c) De enseñanza ...»*...^. .35»
D) Lo que piden los patronos. 25
Capítulo II. —Las huelgas?
I. Las huelgas en la zona mu^isr^^.
A) Clasificación de las huelgas según sus causas, 27
H) Huelgas parciales desde iS^o:
a) Por la jornada de trabajo 3^
b) Por el jornal 29
c) Por los albergues, tiendas obligatorias, etc.. . . . ^
d) Por despido ó admisióa de obreros . ^ 30
e) Por otras causas 30
O) Huelgas generales desde i8go 31
a) Huelga general de 1890:
1) Sus causas..** 31
2) Su desarrollo ^ 31
3) Su solución 32
b) Huelga g^eneral de 189^2:
1) Sus causajs. 33
2) Sü desarrollo 33
3) Su solución ...*.... ..• 3^
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ÍNDICE '3>5
Páginas.
c) Huelga general de 1903..^.»%* »**.,.•». ..33
i) Causas de la huelga v..* 34
2) Antecedentes de la huelga 35
3) Declaración de la huelga : su desarrolló . . . 38
A) La solución de la huelga 43
5) Después de la huelga 46
n. Huelgas en otros oficios.
A) Consideración general .• 48
B) Clasificación de sus causas, . ; , 48
O) Reseña de estas huelgas .* -
a) Por las horas de trabajo 48
b) Por el jornal . * .\ * * ^ *•. . . 48
o) Por las horas de trabajo y jornal ..^.:. ..^. 49
d) Por despido ó admisión de obreros «;o
e) Por otras causas %.*..* %w...>.... ^50
B) Cuadros estadísticos "51
Capitulo 111. —El trabajo á, jornal y el trabajo ptír tarea:
I. El trabajo á jornal:
A) Días útiles y días de abono 55
B) El jornal de entrada 56
O) Jornales de los obreros de las minas :
a) En general 57
b) El jornal medio 57
i ) Jornal medio del barrenador 58
2) Jornal medio del operario ,. 60
3; Jornal medio del pinche. . . » 62
D) Otros jornales y jsueldos de obreros y empleados i^la-
donados con la explotación minera 64
a) Jornales y sueldos de obreros y' empleados de
la «Compañía Orconera» 64
b) Jornales de obreros de la «Compañía Franco-
Belga» 66
c) Jornales de la Fábrica de «Altos Hornos» 67
E) Jornales de base y primas de tarea 68
P) Aumento en los jornales desde i8go 69
Ck) El descuento del jornal 70
H) Cálculo de ingresos y gastos. — Ahorro. .... * 71
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326 ÍNDICE
Páginas,
II. El trabajo por tarea :
A) Qué es el trabajo por tarea 75
B) Condiciones del trabajo por tarea:
a) Dónde se practica 75
b) Concesión de la tarea 76
c) Cantidad de trabajo 76
d) Horas de trabajo en la tarea 76
e) Opinión de los obreros respecto del trabajo por
■ tarea » 77
Capítulo IV. — La forma del pago del jornal :
A) Estado de la cuestión antes de la huelga: el pago mensual:
a) Formas del pago del jorrikl 79
b) El día de pago 81
c) El pago á voluntad del obrero 81
d) Peticiones de los obreros referentes al cambio en la
forma del pago 82
B) El pago semanal:
a) Opiniones de los patronos 8^
b) Opiniones de los obreros 84
O) El pago quincenal :
a) Información de los patronos 86
b) Información de los obreros 87
D) Renuncias por parte de los obreros al pago quincenal ó se-
manal 88
Capítulo V. — Albergues :
I. Antecedentes de la cuestión:
A) Necesidad de los albergues situados en la zona mine-
ra. — Los barracones y su transformación oi
B) Zonas actualmente edificadas: distancia de ellas á las
minas Q3
11. Los alojamientos actuales :
A) Clases de alojamientos 94
B) Casas para obreros de propiedad de los paliónos:
a) Su número y descripción 95
Digitized b^ VjOOQIC
ÍNDICE 327
Páginas.
b) Aspecto económico :
i) El propietario : sus ciases 97
2) El alquiler y el subarriendo 98
3) Precios de los hospedajes 100
c) Aspecto higiénico:
i) En general loi
2) Los dormitorios loi
3) Las cocinas .."...! 102
4) Los comedores 102
Capítulo VI. — La alimentación :
A) Alimentos usuales en la zona minera :
a) En qué consisten :
1) Pan 105
2) Alimentos animales 105
3) Alimentos vegetales i 105
4) Bebidas 106
b) Su calidad 106
B) La ración alimenticia 106
a) La ración mensual 107
b) La ración diaria ' 112
O) Precios de los alimentos 113
a) En las cantinas de capataces y encargados 11^
b) En las Sociedades Cooperativas ^ 115
c) En el comercio libre 116
d) Comparación de los precios anteriores entre si 117
e) La ración alimenticia apreciada en metálico 117
f ) Subida de los precios en un decenio 118
Capítulo Vil. — El suministro de alimentos. «
A) La cantina:
a) Sistema de la cantina 121
b) Cantinas obligatorias:
1) Número de las mismas 127
2) Peticiones con motivo de la huelga de Octubre y
resultado obtenido 1 24
"B) El comercio libre 1 12^
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ja8 ÍNDICE
Páginas.
O) Las Sociedades Cooperativas de consumo:
. a) Movimiento cooperativo .* 126
b) Sociedades Cooperativas establecidas :
1 ) Cooperativa de Baracaldo 127
2 ) Cooperativa de Sestao 1 28
3) Cooperativa de La Arboleda 129
Capítulo VIII. — Beneficencia.
A) Sociedades de Socorros mutuos:
a) Sociedades de Socorros fundadas por los patronos:
a') Consideración general 133
b') Sociedad de Socorros de Altos Hornos 134
i ) El patronato 134
2 ) Su objeto 134
3) Recursos 134
4) Socorros.. 135
5) Administración 135
6) Operaciones verificadas desde Junio á Di-
ciembre de 1902 135
c' ) Pensiones 137
. b) Sociedades de Socorros fundadas por los obreros... 137
1 ) Admisión de los socios 137
2) Clases de socios 138
3 ) Cuotas - 1 38
4) Socorros en metálico 138
B) Hospitales Mineros de Triano:
a) Su fundación 1 39
b) Edificios y organización 140
c) Tarifas . . ., 141
d) Recursos 141
e) Estadística de accidentes del trabajo, de enfermeda-
des y de defunciones 142
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ÍNDICE 329
II
APRECIACIONES
, POK
D. RAFAEL SALILLAS Y D. EDUARDO SANZ Y ESCARTÍN
Páginas.
APRECIACIONES DEL SEÑOR SALILLAS
I. '— Consideracién preliminar 154
II. — Hnelgas:
A ) Huelgas coincidentes 155
B ) Huelgas de aspiración 1 58
a) Horas de trabajo 158
b) Jornal 150
c) Horas de trabajo y jornal >. i6r
C) Huelgas de imposición.. lói
D ) Huelgas políticas. 162
B) Huelgas libertarias 163
I I I . — Lios obreros :
A) Obreros industriales 163
B j Obreros mineros 166
IV. — Los patronos: 1
A) Consideraciones generales 171
B) El proceder de los patronos 1 78
a) La probidad 179
b) Ley de degradación de relaciones 181
T. — Transformaciones y vestiglos:
A) Consideración preliminar 186
B) Transformación del obrero ambulante 187
a) Periodo de la pequeña explotación iS8
b) Período de la gran explotación 190
4) Predominio de la intrusión patronal . . 192
2) La urbanización y e\ comercio iq6
O) Supervivencias iqq
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3^0 ÍNDICE
Páginas.
a) Vestigios del albergue patronal:
i) Propiedad del suelo 200
2) Propiedad del edificio 201
3) Condición del arrendatario 202
b) Vestigios de la cantina obligatoria:
1) La libreta 206
2) La tienda patronal 208
3) Las recomendaciones 208
c) Vestigios de la jornada larga 209
VI. — Situación actnal de los obreros 209
A) Malestar fisiológico 212
a) Desgaste 242
b) Reposición 214
1) Pan 215
2) Patatas 216
3) Garbanzos 217
4) Judías secas 217
5) Tasajo. Tocino 217
6) Comparación 217
7) Vino y aguardiente 218
8) Valoración fisiológica 219
c) Descanso 220
d) Asistencia 223
B) Malestar económico 223
\II. ~ Política social de los patronos :
A) Consideración general 229
B) Servicio sanitario en la zona minera 232
. a) Origen de los Hospitales Mineros de Triano. 232
1) Acusación patronal 232
2) Acusación á los patronos 233
b) Datos clínicos 238
O) Las Cooperativas de consumo 239
a) Poquedad del movimiento cooperativo.. . . . 241
b) Tipos de Cooperativas 242
i) Cooperativas de subordinación 242
2) Cooperativas de adaptación 245
c) Apreciación genérica 248
D) La asociación patronal 250
a) Fase positiva 250
b) Fase negativa 254
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ÍNDICE 331
Páginas.
TIII. — Politiea social de los obreros:
A) Sociedad de Socorros mutuos 356
B) La Cooperativa de consumios 257
IX. — Conclusiones 259
APRECIACIONES DEL SEÑOR SANZ Y ESCARTÍN
Causas de la huelga general de Bilbao . 263
I. Cansas aparentes. — Tiendas ó cantinas obligatorias.—
Barracones obligatorios. — Pago semanal.— Actitud del
Círculo Minero 264
II. Cansas reales. — El interés mercantil de los tenderos de
la zona minera. — La acción socialista. — La insuficien-
cia de garantías para la libertad de la industria y del
trabajo. — La dificultad de la vida por el encarecimiento
de las -subsistencias 270
III. Conclnsiones 278
III
APÉNDICES
Núm. 1. — Circular y cuestionario de la información practicada
por el Círculo Minero de Vizcaya 283
Núm. £. — Horas de trabajo en la «Compañía Orconera» y en
la Sociedad «Viguera y Maestre» 284
Núm. 3. — Documentos referentes á la huelga de Octubre, pu-
blicados por el Círculo Minero y patronos de las
zonas mineras de Vi^ccaya 285
Núm. 4. — Nots^s referentes al mitin de Gallarta (24 Octubre
de igo3) tomadas por un testigo presencial 303
Núm. 5. — Bando del General Zappino 308
Núm. 6. — Proyecto de ley presentado por el Sr. Ministro de la
Gobernación acerca de tiendas obligatorias y pa-
go de jornales 309
Núm. 7. — Permiso de edificación de la «Compañía Orconera». 311
Núm. 8. — Contrato de alquiler de una casa propiedad de la
«Compañía Orconera». 313
Núm. 9. — Libreta de un obrero de Galdames 314
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ERRATAS OBSERVADAS
Página.
Linea.
DICE
DEBE DECIR
I?
8
Desarrollo de la Asocia-
Desarrollo de la Asocia-
ción en Vizcaya.
ción obrera en Vizcaya.
34
3
Causa de la huelga.
Causas de la huelga.
55
M
A) Condiciones del tra-
A) Qué es el trabajo por
bajo por tarea:
tarea. B) Condiciones,
etcétera.
63
7
«Angusta»
«Augusta»
87
22
entregarle
entregfCirles
loo
17
10 pesetas á 12,50.
10 pesetas á 12,50 men-
suales.
117
Antepe-
núltima.
17
Vino 12
manifiestas,
Vino 14
156
manifestadas,
156
• 21
progresivamente al
progresivamente el
160
30
Aspe
Axpe
161
I
Aspe
Axpe
177
3
tahoneros
taberneros
193
32
debió ser
debió de ser
209
25
VII
VI
214
32
cuyo gasto,
gasto que.
216
6
con ciertas
por ciertas
245
17
patronímica
patronal
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