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Full text of "Jolo. Relato historico-militar desde su descubrimiento por los espanoles en ..."

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DS 

688 



99P3 




GIFT OF 
JANE K-^SATHER 










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SATNfR 



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^jJjLÁj* 



RELATO HISTÓRICO 

desde su descubrimiento en 1578. 



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JOLÓ. 



RELATO HISTÓRICO-MILITÁK--rv. 

desde su descubrimiento por los españoles en 1578 á nuestros dias, 



POR 



EL TENIENTE CORONEL, COMANDANTE DE INFANTERÍA DEL EJÉRCITO, 




BUBGOS. 

IMPRENTA Y ESTEREOTIPIA DE POLO. 
1879. 



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PRESERVATION 

COPY ADDEO 
ORIGINAL TOBE 

BETAINED 






Es propiedad del autor, que ha hecho 
el depósito que ndrca ¿a Ley. 



\\\sVo«^J4-.SATHER 



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5 



EXGMO. SEÑOR 



B. i}xmmt0 íre jpanla pama g }pama, 



Mialrtn dt Xiriai.^ 



Venerable General: tiene la alta honra de dedicar 
á V. E. este humilde trabajo, como testimonio de 
la mas alta consideración y respeto, su mas atento 
servidor, q. b. s. m. 



Belorado 6 de Octubre de 1878. 



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JÓLO. 

Belato histórieo-militaar desde su descubriiniento por los 
españoles en 1578 á nuestros días. 



-¡-«-•-♦^■d-d-O-í»^*»»* — iJ-i* 



T . ■* ' •••.*,•■•■'- 

(1578 á 1601.) " ' ' 

El SiittaB de JolÓ reconoce la soberanía española. - Costumbres de los moro-malayos 
joloesef ;--Ei dallo Pai{tt¡to-Tindig emigra de Mindaaao y eónqiiiita á iojé.^Abdasaolan, 
SttUan de BasOan, arrebata la conquista á.Paqaiaa-Tiodifip. ^ £i .Sultán día ^eló pasa á 
Üfanila á pedir auxilio á ios españoles! — Muere Paquian-Tindlg en uii comJ)ale, y es 

,pF«c|ani»dQ SvlUn de JoUk Baya-Boigso^ con el ainilio ó» fc» e^palMes; ée quienes 
luego se declara enemigo. - Los joloeses se coaligan con los mindanaf>&y £ei|ai|zan 
al pirateo sobre las costas fllipínas. -Los holandeses pretenden arrebatar la conquista á 

Jfs espa.!to|QS, quiénes :^C{flégi»i ioda^ ms^ íaérM á M^iiltaí. ^'Lcb p^tás Jbléeses se 
ápoder>an del primer ,buq,ae ^spaQol. , ,• 

En Abril del ^ñp de .1565 Miguel l.pp^z 4e.í^Qgaftgi,.cpp- 
quístó la isla de C^bú» en la que sq. fortificó y cpttstruyó el 
pueblo de San Miguel. . . :,:,.:• 

En el afip de 1567, cuandq con, los nuevos refuerzos : .q«e 
recibió de Nueva España exteufiió; la conquista .4 o!bfa& ialiiis, 
dejó en el naciente pueblo de ^an Miguel un buen destaca- 
mento (jue se y ió precisado 4 reforzar vj^riíts. yeces,. na : solo 
para resistir á los portugueseis. que nos disp\ita]>an el derecho 
de descubrimiento y conquista, sino también contra los. á!?w<?- 
majayos de J9IÓ,. Borneo y las Célebei^ qv^e jíi en ¡aquellos 
tiempos pirateabais, en aquellas costas y n\aíes.*, siendo poy 3u 
valor y osadía el terror de los isleños, gente, m|Ls pfi«cífi<ia.y 
mucho menos guerrera. 

La fama del establecimiento en las islas Filipinas de unos 
extrangeros de rostro blanco y sus valerosas proezas de con- 
quista habian llegado á oidos de Sirela, Sultán de la Gran isla 
de Borneo, destronado por su hermano menor, y. presentándose 
en Manila en el año de 1578 (en donde Don MiguiBl López de 



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— 2- 
Legaspi habia establecido 'Bn -AhAl de 1564 la capital de las 
posesiones conquistadas) demandó su auxilio contra el usurpa- 
dor, oo^éqendo exx Qambio el reaoDOciimentoy vasalli^ á la Cb- 
roña de Castilla, al tercer Gobernador del Archipiélago Doctor 
Don Francisco Sánde, eí que salió de Manila con una expedición 
de treinta embarcaciones ^pava>Bornao, derrota y pone en huida 
al i|saupiáor y devuelve el sultanato á Sirela, quien al poco 
tiempo dé haberse retirado los españoles volvió á ser destro- 

; naá;á por .^.hermanó auxiliada por los portugueses. 

De regreso para Filipinas aquella expedición destacó el Go- 
bernador Sande (al salir de Borneo) el dia 23 de Mayo para la 
conquista de Joló y Mindanao, al Capitán Esteban Rodrigijez 
Figueyoa, que fué' bien. recibido ©n uua y o^sra isla, reconectendo 
sus príiiéipes y Áiagtiatés la Isobéraüía' española jr.foi^iñaliián- 

. dó$e tratados de amistad y eomerciOi que -xjiiedaron'-ffuliis rpor 
el destoso. 

Xia ií»m i^as isaportante del Arcfaipiéliígo 'Filipino, después 
de la indígena, es la moro-walayay por su número, gobierno y 
carácter bélico é independiente: ocupa no solamente el archi- 
piélago ée Joló y Tawi^Tawi, sitio táñibien la'ínayor parte 
de lafti llanuras mas bembas, lafe méjoVés 'cfostas y los riós 
mas caudalosos y todo el interior de las islas dé'laParagua, 
Balabakv'Basilafa, Mindanao y otras mfenós importantes; y es 
indudable hubiesen llegado' á * ser no sblainente'Ios dominado- 
res d« llás Filipinas, sino también de tdda la Malasia, si no se 
hubieran opuesto á sus conquiltos, primera los portugueses y 
españoles con sus descubrimientos, y luego las demás naciones 
europeas. 

La raza fíiof^ihmálaya es supersticiosa, voluble, embustera, 
traidora, estúpida é ignorante, pero muy gtierrera, y el azote 
constante de nuestras islas, como de todas aquellas (^ue no son 
de su religión, y aun estas no siempre son respetadas: ségun 
las opiniones mas ilustradas, descienden de aquellos árabes 
que ya á principios del siglo XVI disputaron á los portugueses 
el dominio de las Indias, en las que tenían establecimientos co- 
merciales muy anteriores á los viages del célebre Vasco de 
Gama en 1498. 



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Aun cqando el tipo iirabe, alterafio con la mezcla de la 
sangre maUya^haya casi desaparecido por completo, lo bien 
proporcion£MÍo de su cuerpo y otros rfisgos fisonóudcos y 4e 
despejo son testimonios que sin mas datos revelan que una 
raza ma^ privilegiada en belle^ar é inteligencia ha tenido vida 
en aquellas islas .'aun cuando en esta nueya raza ha flesapare- 
cido casi. por conipleto la aapgre árabe, conservan ¿bn muy li- 
geras modificsuciones su religión, que es la mabometanavSu len- 
gua, que es el árabe, si rUen mezclado con muchas rpalabras 
malayas, y la escritura, usos y costumbres en casi su pureza 
prinritiva, tales como Jas importaron sus antecesores. 

Lqs moro-malayos ó moro-fiM^mos conservan aun el pan- 
talón, la chaquetilla, «1: turbante y la capa mori«cja, y ien sws 
armas QÍ\€ampilan^% elalfange, y lalanza, él ^m y la rodela 
Ifts miqma&.que aun'hoy diausanen la'Arabia, yiaun el m<i>do 
ó arte de fabricar el aCeío y trabajar los taetales son ^reminis- 
cencias de aquellos pueblos de donde se les .conceptúa voriun- 
dps: todps l^Si^ow-í^afe^iO^iSan gu»rr^ros:y: van siempre ar- 
mados áél.campilan, eljms ó la Jánsaráide^todo ú ia»ve2;,jqüe 
no .abajidonan ni ftuft. para dormir: son* muy diefitros<«n su ma- 
nejo, consiatienidQ el mérito principal de. su .esgrima en la agi- 
lidad de sus brincos, en sus gritas y €pa «is visages con que 
procufím -distraer, miarear ó atemorizar al enemigo, hasta «i- 
contrar la oe^^ion oportuna de descargar su golpe á seguro: 
para d^ensa usan la rodela circular ó elíptica que cubre me- 
dio cuerpo, ó del escudo grande que resguarda toda la personaí 
el uno y el otro son^siempre de njiadera muy. dura, y algunas 
ViCces lo aforran exteriormente de piel de carabao curtida, de 
cuyo material se hacen también- morriones y corazas; hay al- 
gunos, pero muy pocos, que conservan antiguas cotas de malla, 
y otros se fajan con el cambuta cefiidor de grueso tegido de 
algodón que les da varias vueltas al cuerpo. 

Las armas de fuego portátiles son pocas con relación á su 
personal, y estas, por la poca instrucción en su manejo, y nin- 
gún cuidado, las conservan en un estado tan lamentable, que 
únicamente la ignorancia del peligro á que se exponen puede 
¿arles valor para hacer uso de ellas: poseen mucha artillería 



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antigua desde el calibre de 24, que son los mayores cañones 
que se les han cogido, hasta el de uno y aun menor que llaman 
lentacas, pero la tienen también en tan mal estado como las 
armas portátiles, mal montada, en tosquísimas cureñas de di- 
fícil movimiento, y aun mas generalmente empotradas con pun- 
terías fijas á las avenidas que quieren defender con mas em- 
peño, costumbre que ya conocida, para apoderarse de sus cos- 
tas ó baterías se dirige el asalto á los puntos que parecen mas 
fuertes: las mas pequeñas de estas piezas son fundidas por ellos 
mismos, siendo muy notable que cuando los españoles Itegaron 
á estas islas ya las fundían los indios de Tondo y Manila, las 
otras mayores son antiguos trofeos de sus piraterías en tiempos 
de su mejor fortuna, recogidas de buques náufragos 6 adquiri- 
das en canges de comercio con los holandeses ó ingleses, que, 
en nuestro perjuicio colonial y en el de la humanidad, se de- 
dican á este contrabando y al de suministro de armas de fuego, 
pólvora yr metales. 

. Como las labores del campo .son un trabajo demasiado 
fatigoso y poco distraído, las encomiendan al cuidado de sus 
sacqpes 6 esclavos, y ellos se dedican al aventurero ejercicio 
del pirateo, en que pasan la mayor parte del año en los mares 
de Filipinas, las Moliicas y de la Sonda, donde algunas veces 
suelen abordar y apoderarse en las calmas de algún buque de 
alto bordo, ó cuando por error ó temporal tiene la desgracia 
de encallar; pero sus algaradas las dirigen generalmente con 
mas seguridad y producto sobre los pueblos playeros, en los 
que hacen millares de cautivos: hoy día estas calamidades van 
siendo menos frecuentes, gracias á los muchos escarmientos 
que han recibido y reciben de nuestras armas y especialmente 
de la activa persecución de los cañoneros de vapor que gene- 
rosamente han costeado las provincias filipinas y regalado á la 
marina de guerra para la custodia de las costas. 

La ciencia náutica y construcción naval está aun en man- 
tillas entre los moro-nmlayo$: desconocen la aguja y navegan 
de isla en isla ó guiándose por la marclia del sol ó de las 
estrellas; sus mayores embarcaciones son del tamaño y forma 
semejante, aunque imperfecta y grosera, de nuestros pequeños 



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— 5- 

bergantines costeros, que llaman pancos y utilizan general- 
mente . como buques de carga al comercio y algunas veces 
también al pirateo, aun cuando para estas correrías tienen él 
guban y el garay, de condiciones mas marineras y mucha 
marcha; y á estos sigue el salisipan, que tiene tan poca 
manga y puntal, que en los de mas eslora que llevaban hasta^ 
cuarenta boyas por banda, no llegaban á un metro 'ninguna 
de aquellas dimensiones; los barotoSy los lancanes j hs vintas 
ó dolamas son embarcaciones de poco tamaño pero muy 
notables por su calado insignificante y la velocidad de su 
marcha; esceptuaudo el panco^ el guban y el gáToy, las otras 
embarcaciones nombradas no tienen quilla, • y suelte ser de 
una sola pieza ó tronco de árbol. 

Como todas las embarcaciones de los moro-malayos son 
hechas para navegar sobre arrecifes y mgures d-e muy poco 
fondo, son de insignificante calado y por. consiguiente de muy 
poca estabilidad, bastando el peso de un solo hombre para 
volcar completamente e\ salisipan, el iaroto, el laucan y la 
mnta, si no fuera por la ayuda de sus hatangas^ y dar de 
costado con \ob pancos, gubanesj garais, hasta que encuentran 
estabilidad en su mayor manga ó panza, sobre las que van 
casi siempre navegando como los otros sobre una de sus 
iatangas; estas consisten en uinos largos listones de palma 
brava ü otra madera flexible, paralelos entre sí y atravesados 
sobre las bordas, sujetos con trincas de iejnc(hlnac, quedando 
sus estremos lanzados fuera de los costados á modo de pescan- 
tes dos ó mas metros según el tamaño de la embarcación 
á que han de servir de balancín , unidas en sus estremos 
con otras tripcas de ¿^'í^6'0, unas cañas del grueso del brazo 
ó del muslo y poco mas ó menos largas que la embar- 
cación, que quedan paralelas; y estos bamMs. cañas ó ba- 
tangas son bastante para aguantar el tumbo del costado mas 
gravitado. 

Pegados á los costados al rededor de la mura ^ su parte 
esterior y afianzados en los pescantes de las batangas, y otros 
mas. cortos colocados del mismo modo, forman con listones de 
caña ó palma brava una bancada corrida que sirve para 



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— 6— 
mayor comodidad de los remeros y colocación de las velas 
recogidas, armas y otros enseres, y de los que cuelgan sus 
rodelas. Los galanes, puncos y garais y la parte superior de 
los salisipanes son de tablazón tan delgada que le dan forma 
fácilmente con las manos sobre un muy corto número de 
cuadernas á las que amadrinan con las constantes trincas 
de iejuco-Mac que pasan por unas asas formadas en las mis- 
mas tablas, y estas lo están unas á otras por sus cantos con 
uno8 espiches de madera, que son los que sustituyen la clava- 
zón, porque en estas construcciones no entra la menor parte de 
metal, pues siendo escaso, cuando logran adquirirlo lo invierten 
en la fabricación de armas y útiles mas indispensables del 
trabajo y labranza. 

Las costuras que quedan entre tablas, las cogen y calafa- 
tean con boncde, que es el filamento de la corteza del cocotero 
ó de otras palmeras, como la bonga y cabo-negro, embreando 
por encima con alquitrán, resina ó cera que encuentran en 
abundancia en todos los bosques, ó un betún especial llamado 
capul heciio con aceite de coco ó de bajete y brea, ú otro 
dicho gala-gala con aceite y rascadura de caña: para dar ma- 
yor seguridad á las embarcaciones, siempre por medio de 
trincas de bejtcco-biac, les colocan varias traviesas, algunas de 
las cuales barrenan y salen fuera de los costados para sobre 
estos pescantes formar la bancada de que hemos hablado en 
las otras embarcaciones menores, é interiormente forman una* 
ó mas cubiertas. 

Los remos de los buques mayores, aun toscos, son los que 
nosotros llamamos remos de galera y ellos gayong, y el tiriion 
aun cuando algunos lo llevan como los nuestros en el codastre 
de popa, en la mayor parte son dos paletas ó espadillas que 
manejan sobre las muras de la's aletas; y en las embarcaciones 
menores usan para bogar el zaguán ó pala, que llaman gaor, 
con un mango ó asta de medio metro, que los bogadores ma- 
nejan, cómod^imente, sin tolete ni ¿ingun otro apoyo, pues el 
costado de las tales embarcaciones rara; vez levanta mas de dos 
pies sobróla línea de calado; los palos ó mástiles son indistin- 
tamiente de maidera ód« caiixibiDtirAbA süjeHos con obenques de 



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— 7- 
filamentos de coco, hurí, abacá, ó simplemente bejucos, pero lo 
mas general es verlos colocadas las velas, que siempre son 
cuadradas y de estera fina ó telas á& diferentes colores según 
el capricho de su amo, en unos trípodes de haínbá, especie 
de caballete de pintor, cuyas bases sujetan sin gran artificio 
una en la prqa y las otras contra la^ amuradas: la sencillez 
de estas embarcaciones las hace muy ligeras en su. mfircha, de 
poco peso y de un. calado insignificante; cuando se ven perse- 
guidos los. que se dedican al pirateo, se me^ten y Qave^an con 
facilidad y sin peligro por encima de los arrecifes, en donde no 
pueden hacerlo los caíLoneros mas pequQftos; y si alg«ua vee 
el agua es tan poca que no les permita navegar, se echan al 
agua los tripulantes y arrastrando ó en. hombros condxjcen la 
barca á mayor calado, reembarcan y siguen su camino, de- 
jando de este modo burlada muchas veces la persecución de 
nuestros crucerps. 

El Gobierno que rige á los joloesea es ui^a oligarqnia 
feudal y tiránica, y su principal dignidíid es el SuHan, que 
nunca vale mas que lo quq quiereri ha,cerle vaJleí» su^ nobles, 
cada uno d^ ellos cuando menos ts^n ricos y ppdero^os como 
él: el Sultán y sus hijos hastq. la ter<»ra gpneraQipn u$an el 
títplp de JPaduca, el ^^.MauXa^m equivale 4 Mag^^d,.y el de 
i/i^'e?^arm quiere decir limpio y sin mancha, y ipiisa única- 
mente el Sultán que es precisamente hijo de otro y habido de 
mujier legitima y. d.e síjingre Paduca; por estes raasone^ el padre 
del actual Sulta» de Joló s.e titulaba Paduca-M(^(^oH-}^aA/ir 
lana-M(yammad'Pmlon. JEl Sultán d^ Jolp, el d,e¡ JMtindaifiaQ y 
la ppiíxce^ de Sibugu^y son subditos espafioleíi y. perciben. 
suel(ip ppr.lí|,s, caja? de ; Hacienda delvVQWBtóla&<>.FiUpi»<>- 
Deepji^s de. 1^, autoriclíid dpi SuÜif^n sigue la. d#l Rc^á-- 

jer.p, Mjfíistro universal y J^egente. durante 1^ ausencias del: 
Saltan; ai 2>í2,íí(?-4/^r<?íW3W, Capitán Geíwyai cte tierra y 
Ministro, de. la (juer.ra; ej íüatto-BealaOy Capitán Qreneral <¿a 
Marina.y Ministro dj^l ramp; él J)attQ-M¡iís^iniiuir^ Gobeínador 
y Ju^tici^. m^y(>r del Si|ltai> ?n tp<Jí>^. sus es|íg4ps é.intrpductor 
de ejn[i|)aJ84Qrep- ífp^íüa^Qs SQU Ips Qpndes,ó seftopes iéii4i^, 



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— 8— 
únicamente dependientes hasta cierto punto 'de la autoridad 
del Stiltaií' en los negocios generales, pero que gobiernan sus 
estados con entera independencia, nombrando un Monábe, que 
es con respecto al JDatto en sus dominios lo que es el Batto- 
Mitsainguir para el Sultán: el Jefe ó Capitán de las expedi- 
cioiies terrestres sé titula Paulimian, el de la mar Orancaya, y 
el' de mar y tierra Salicaya\ todos estos personajes de la 
nobleza joloesa son dueños absolutos de vidas y haciéridás, y 
por cualquier insignificante motivo, ó tal vez solo por mero 
capricho, hacen que sus justicias ó á quien lo ordenen mate á 
quien les pareciese, en cualquier punto que lo encuentre, y ni 
aun .ellos mismos repug'nan ni tienen por degradante ejecutarlo 
por su propia matio, sin que ni aun los parientes mas próximos 
de la víctima se atrevan á defenderlos ni pensar en la venganza. 

En las dignidades religiosas la superior es ti Sarif ó STie- 
riff, y siguen el Jahdi y el Pandita; estos magnates clericales 
suelen serla gente mas Instruida del p<xís, y por lo tanto dQ la 
mayor influencia en los negocios del Estado, procurando con- 
servar el fanatismo y la estupidez del pueblo. 

•El Silltan y Patíos de sangre Müjmari, que sott subditos 
españoles, pueden usar la bandera de guerra nacional* y los 
otros la mercante, con sus armas propias ó divisa. Él Sultán 
tiene tratamiento de Alteza y honores de Capitán General. 

Entré las. eostuniblries de loa moro-malayos el casamiento 
y el entierro de alguna persona importante son las mas nota- 
bles: para el primero se hace entre el solicitante y los padres 
de. la pretendida ó entre el proponente y el solicitado un con- 
venio ó ajuste, que consiste en cederse canoas, cabanas, 
ganados, armfas, cañones ó esclavos, como precio de la soli- 
citada ó dote de la propuesía, que nada entiende en ésto, ni 
nadie se ctnda de^^splórar su gusto 6 volunfeid, pues la mugér 
entre ellos no significia otra c"bsá que un instrumento dé placer: 
la víspera del casamiento el pandita deposita á los futuros éñ 
distintas casas, donde se acicalan lo miejormente posible, 
afertándífeeias céjttis para parecer mas bellos; al dia siguiente 
elnbvib, acompañado del j!?¿?W¿?ífoJ y /dé' Ibs que han' dé asistir 
al cer^ffironialv t^an con gmh algazara ¡y ékíéiJitó de táóiborés 



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y agunes á la casa donde está la novia escondida entre años 
pabellones, eljpandita pregunta tres veces al novio sí quiete 
tomar por mujer á la que allí eátá oculta, y cont^tttndo aiSr- 
mativameute, descorre las cortinas, de donde sale k depositada 
como huida y ratón que escapa del gato, y detrae le sígiife el 
solicitante hasta alcanzarla entré la infernal gritería de los 
concurrentes, de quienes luego huyen para irse á donde inas 
les place á consumar el matrimonio: esta inujér es lá legítima 
y toma el nombre de Sultana ó Dayuna., pero esto tió puede 
privar que su marido tome otras y forme ún serraHo, y: tódás 
las agregadas son al mismo tiempo damas de la corté y 
servidumbre de aquella. 

Los jpafiditas representan también nn giran pape! en las 
enfermedades y la muerte de Ic^ nobles ó magfaátes: cuando 
alguno de estos está gravemente enfermo, sé reúnen alguiios 
panditas y formando en batalla delante dé la cama del doliente 
le cantan todos losdias al profeta salmos y' oraciones slíj>n- 
cándole interceda para poneílo pronto bueno; si el profeta áe 
niega á esta petición y muere el enfermo, se anuncia !a des- 
gracia con algunos eafionazíos y delante de la casa se hace el 
mayor estrépito posible con iamboTes, afftmes, batiñthles y 
gritería infernal de laráentaéionefe . 

El difunto es vestido de blanco, le ciñen su inseparablerm, 
le encierran en una especie de baúl ó artesa que atnarMn con 
trincas de bejuco y lo conducen al hoyó con igual jescaridálóso 
ruido, paseándole antes por todo el pueblo seguido de sus pa- 
rientes, que en señal de luto sé arrollan como turbante un pa- 
ñuelo blanco. 

LuégOj que el cadáver es cubierto dé tierra, j^n^^ sobre lá 
sepultura un toldo y debajo de él llora la familia okího diásijoti- 
secutivos, y durante cuar^uta van los^»*í^feítá'(^fltíi^ áí jir 
fetaen casa del-dif unto, pbr cuyo trabájóademás dé 'Otras "fi- 
nesas recibe cada uno por-rituai una pieza de télét blanca. * 

La isla de MindanaO estaba ^jotno hoy dli'ididft en varias 
sulta%li^ suba^eimas ó tributarias! de la ídé Bühayá^y áég'Utí 
las diferÍBirt^ razas y tribus que la ocü^bari. - ' '' "\ 
- La «ultanía de los ItfbAíiós era- un4 de Ms úe^iéñ ór^fíí- 



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z9Í¿ís^, y ipíi^bQUpoi^^ Qi^yo pp^ se dfeimtabau eiicarmza4a- 
m^te 4pS(h|&rxnwos» h^isto^ qw Bagiuifin«Tiüdig meaos favo- 
rece cte Ift foptuua/se vié. preoiaacloá aiba»dooar la lucha y ea 
uu^ ¿e. ^ primo h^rmc^no Abda^olau y todos sus partidarios 
se.eifftarca^jroíi y emigrarpa á la isla 4e Basilan, entóBceis co- 
nocida, por T^níiuma^ cuyos hí^bitautes después de una.largia 
yteiftaj^jxe^t^ncfia s^ vierou obligados ó abaiidonar á.lo& iava- 
' sore3í la3i oqstas. y terreóos U^os del litoral, retirándose á la 
frag9§id^4 ^ ^^ i3^onti^Bas> donde aun hoy día subsisten. ia- 
d^geuflienteBr,. y s<^ cpíipcidos con su antiguo uonab-e de 

La pintoresca isla de Basilan no sati^fizo^ sta embargo-, las 
agp^racioin^; ambicio^a^ d^ Paquiain-Tindigí quien dejando, en 
eUfi.,4^.A,bdasfÍQlaQi» á quien' leí parecía d^li^sa, se fué coa, sus 
par^ti^arips ¿¡ buscar otra, isla nías glande, y abordaron á la 
cosífi nppte cle.Mórdojp^de^.se fpytificaiHín.y forojaron un pueblo, 
y.diefide alli poco.á ppco fueron extendiendo su: conquista, obli- 
gando. A, rc|tii;arpie 4, las mo^ilíañas eíi -donde. e^ la. actualidad- i^- 
bltaíí. indeppucliei^tes si^s ab(w?ígenes lo^. gumbm, nombre que 
Iddie^puj, y qJuier©;di^cir.te^I^bol^pQ|^ el gran número de estos 
in^stcuiíwntps^con q«M^. se: í^nimau en su^ funciones y peleas, 
gente semi salvage y en extrenw^. vf^^x^ que pam batíüse se 
en^l^iag^t cf^nc el ;? wnp d# la ^^^^^piajmym^íOm^^ 

jVl^^f^ol^u^^^ultand^iBp^sMan por> derecho de conquiata, sie 
c^pci^s Eaqui%nrGpa> bya. dj^sWmasawmySultaií de Minda- 
vl^% otíundef de Jol6 poK lip^a^ deiloiboj, madce deCoim^at^ su 
abn^lpi cuyjQ..atíaníía, lajensoberbeciíjjdetal manera qi^e.paare- 
ciéndole pequeños los dominios de Basilan se decidió- á arrcn 
b^;^. 4. ^ pirimp'; berírtaia«^i ff^q^iap-Tináí® la opjaqiui^ta. de 
Jq]^, Pí«8P,l8iq^eíí?Rtaé']eeíi*#,t«dPí5'3rj n^OfiS^iofeea ma^^^mn 
loa.fi^W^t§%!d^:fl*\i?WÍíW.resíd<9n . : 

Q^íHíidPi cr^óiAlí^^Pfrftlaai/llegadp el tóo&pamttQ:<HpoiítunD 
embarc|¡^ Q9.ni c,M>^rpc}iei^tp^ d§. sm^j ma§. ^aji^wtefe íSpldfído«, líe- 
caWi4fr Wc^jpíSPtar^ Mi;Cpí*a desojó, y- pí^tegidq>ppt la Ps- 
ciirjyiad. ajlfl^ flft. spypíflsa.iel, fv^eptói y palaaio cki su ptíwMó^ 
siendo beróicameiitf,.fli^bp*^4p; :^v^\ Tiendoí^lveniCftdoí! en- 
gr^«rr]l»s4l9if 4? m c^nemgo^ deq^íLJb^co)sjpr.endiiif9inaalfin 



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—Il- 
la victoria, abandonó la isla y se presentó en Manila á reclamar 
ayuda del Gobernador Sande, ofheciendo en cftmbio reconoclr 
miento y vasallaje á la Cotona de Castilla. 

El Gobernador del Archipiélago pensó en or^ftniisar mía 
expedición numerosa para volVer el reiiío á Paquian-Tindig, 
pero el impaciente Sultán, creyendo bastante U fuerza moral de 
su alianza con una raza y nación tan poderosa, se contentó con 
el auxilio dé dos earacoas. 

Entretanto el astuto Abdasaolan aumentaba considerable- 
mente su partido desprestigiando á suadverisario con el 'a(5to 
cobarde de su huida y la vileza de pedir auxilio* á una raí?a 
estrangera enemiga de sus creencias y costumbres, á quien 
daba ocasión para que los subyugara domo esclavos. 

Cuando fue avisado Abdasaolan por los atalayas de la costa 
se divisaban las dos caracoas españolas, y la: embarcación- de 
Paquian-Tindig se encastilló con sus adictos para la deféasa; 
pero observando que su imprudente primo venía mucho mas 
adelantado con su embarcación á los caraéoas, hizo le sfilieran 
al encuentra dos ligerbs salisipanes, que te atacan resuelta- 
mente, y consiguiendo dar muerte al sultán y á otros varios, 
huyen luego de los caracoas que se aproximan, se refugian en 
el fuerte y se resisten heroicamente, basta que al 'fin ¿e< ven 
obligados á abandonarlo y se cEíspérsaii dbrrbtádofl: 
• Béuirido el antiguo partido del difunto sultán^ Paquidn* 
Tindig, fué elegido para reemplazarle su pariente ma» cercano 
Baya-Bongso, qué había sido herido* defendiéndole; pero* éste, 
nauy pronto iñgíato á la protección? que le hablan dispensado 
los españoles y olvidáiidiose de su? reconocimiento y tratttdos, 
para ganar popularidad y granjearse al: apretjio. de suq súb- 
dito&i se declaró encubierto enemigo, autorizando '^Ipirtttéo 
sobre las costas de las islas dominadas por sus protoetorw, 
cauisando gr»vísímos daños y dando máirgen á:que en el año 
1581 sacase partido um famoáft jBüktyhma {&ñc^vdi^ü^ pft* 
gana) para hacer cfeer álbs habitantes dé k isla »de P5ai<ay 
que aquellos desmanes de los joid€sefl efían- amtorfzadfeír y 
protegidos por los españoles, que intentaban su esterminio, y 
los redujo á que huyeran y se refugiaran en las fragosidades de 



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-12- 
las montañas, abandonando sus pueblos y la ciudad de An- 
tiquCj que había sido fundada el año anterior, y de cuyas 
malezas costó mucho. tiempo y trabajo persuadirlos á volver á 
OQupar sus antiguos pueblos. 

Los mindanaos ayudaban ¿ los joloeses en sus'escursiónes 
piráticas, las playas de nuestras islas eran invadidas con 
frecuencia, talados y destruidos sus arbolados y sembrados, 
quemados sus pueblos y muertos ó cautivos sus habitantes, y 
nuestros pequeños destacamentos sé veian precisados á ser 
testigos de sus fechorías, encerrados en sus fuertes, y algunas 
veces á abandonarlos para buscar su salvación en el interior 
de los montes. 

El Capitán Pacheco, Comandante del fuerte de la Caldera 
en la costa de Mindanao, que había muchas veces logrado 
batir victoriosamente á aquellos piratas moro-malayos, com- 
prendiendo la dificultad de escarmentarlos en una persecución 
en que rara vez lograba alcanzarlos por rehuir siempre que 
les era posible el combate, á no ser que contasen con cuadru- 
plicadas fuerzas, pasó en el año 1599 á hostilizar las costas de 
Joló, en las que logró causarles daños considerables; pero en 
uno de sus desembarcos sobrevino un torrencial aguacero que 
apagó las mechas de los mosquetes, circunstancia que com- 
prendida y aprovechada por los joloeses, le atacaron en crecido 
número al ajrma blanca, y consiguieron, dando muerte al valiente 
Pacheco y otros muchos, derrotar la pequeña expedición, que 
reembs^có y se retiró á la Caldera, donde recibieron orden de 
hacerlo k Manila, por comprender el poco resultado que daban 
estos pequeños destacamentos <^ontra las invasiones y correrías 
de los piratas y por ser necesario reforzar otros puntos amena- 
zados 4e los holaiSodeses, que intentaban usurparnos nuestras 
poseúcmee. 

A fines de. aquel sigio lograron los piratas joloeses apode- 
rarse dc^l primer buque mercante español, cuya hazaña y rico 
botín les envalentonó y animó de tal manera que aumentaron 
considerablemente sus algaradas y atrevimiento. 



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-13- 

II. 

(1601 á 1630 ) 

El Sargento mayor Juárez GalliDato sale de Manila para batir y escarmentar á los 
joioeaea. - Los espafioles siUan ioúUUnente tres meiés el fuerte del SuMan. ^ Las 
pretensiones de los holandeses y chinos absorben todas las atei)cioiies milüares» y )os 
joloeses piratean en la impunidad. - El Alcalde mayor de Cebú D. Cristóbal de Lugo 
doserabarea en Jolft, «n donde alcanza teoreles y tiofeM. -- Lofi joloeses avaatan^tus 
piraterías hasta las costas de Luzon . ~ £1 Maestre de campo Olaso ataca el («fcrte 
der Sultán, pero su valor impmdente malogra la empresa. ~ Los espafioles conocen su 
impotencia para la coa^iisU de Joi6, y se concretan i defender las costas füiplBas. 

Haciendo un postrer esfuerzo el Gobernadocdel Archipié- 
lago Doi^ Pedro Bravo de Acuaia, se formó ukia expedición 
de 200 españole^y aliguqoiS: indígenas fiUpinoa. que salió de 
Manila eu Febrera de ,1602 al mando del Sargento mayor 
Jufw Juárez Gallinato, quien después de una larga y peligrosa 
navegación dio fondo sobre la .costa Ni 04.d|e la isla deiíoló 
en una. rada abierta y desabrigada, donde se levantaba un 
gran puebla residencia del Sultaii, el Cual babia huido á refu- 
giarse 4 un fuerte una legua distante de la .<»fita. 

El Sargento mayor Gallinato practicó el desembarco, vadeó 
im rio con el agua á la cintura y se dirige al futarte refugio 
del Sultítn, edificado sobre un cerro, á quien envia la intima- 
ción de rendirse^ £1 Sultán, ganando tiempo en contestaciones, 
organiza una columna de 1.000 moros escogidos, que salen del 
fuerte á la carrera á sorprender á Ioq españoles, quienes por 
fortuna precavidos, pudieron recibirlos con firmeza, recha- 
zarlos , perseguirlos y apoderarse de la primera linea de 
defensa, donde comprendiendo Gallinato lo dudoso de un asalto 
contra la fortificación interior, defendida por tanto comba- 
tiente, pretendió rendirlos por hambre, y mandó constniir 
una torre de madera en la playa para que sirviera en todo 
evento de defensa á las embarcaciones, y otra en el campa- 
mento para descubrir mas terreno y ejercer mayor vigilancia, 
de la que el enemigo práctico del terreno se burlaba, y apro- 
vechando sus accidentes y la maleza que le cubría, se abastecía 
abundantemente de todo cuanto necesitaba, lo -que no pa- 



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saba igualmente á los sitiadores, que á los tres meses se vieron 
obligados á retirarse á Otón (isla de Panay), á esperar órdenes 
del Gefe de la colonia. 

Deseoso aquel de escarmentar á los piratas joloeses, minda- 
naos y de otras islas, pero imposibilitado de formar grandes 
^xpedjkciosiefly tavo que contentarsa con el envió de algunas es- 
ctiadríUas; mas el clima, el no 3er comocidás aquellas tierras y 
marea, y muy 1 particularmente d imprudente «entusiAsmo y 
rasgos de valor .dfe sus géfes, no siempre producía un éxito sa- 
tis£B4stoFÍo Jo que aumentaba la arrogsnciade losmoro-malayos 
piratas. 

Las pt^tensiones <ie los holandeses y del Celeste Imperio y 
la Insii^reecion de ím chillas domiciliados en Luisón traian 
MDcupaido yi'preocujiMáfla al Gobernador 4el Archipiélago, ^e tío 
podiendb atMder á la mei^isiiia,^ lá veía recoi^eié libremeírte ó 
pocom^npsiifó-costas'y martes de las jíBlai^Fil^itías, llegando «ti 
«itremo'de ^coj^r puébldd enteros, como el -de'Paro'enla'^a 
del ínkífisa áombre, áprovechBudo un domingo en que>la ma- 
yor parteiiléLvédndMio estaba deniro 4e la 'igkí^ia. ' •: '• - 

Hasta el Ctóbíértiío de Don Juan Nifio de Taboi»a (1626 
á 1632) 'no bubdescarmieBto posible 'contrarios ^moro-malayos 
pirJátas,^pevo i9n ^esta» época el Akalde>mayv)r^de Oebú Don 
Oril4;óbal de^Lugo ^ii^mó \imí expedición de'tOO>españoles y mu- 
chas indios, y desem^l^oanido- en Jolóiataoa^lamefisqoitár y< pa- 
lacio del >3ialtan, que incendia C6mo hace luego con el pueblo 
después d;e saquearlo, poniendo en huida ¿ los moros^ ¿ quíe* 
nes causa muchos muertos, destruye en la playa ,mas<de 70 
grandes yoang^s y ofras muchas embarcaciones menores y 
regresa á> Cebú con rico botin, algunos><^añone8^'muehas ar- 
mas blancas, pólvora, municiones, prisioneros y ¿n gran nú- 
mero de esclavos libertados. 

Llenos de coraje los joloeses y sedientos de venganza se 
apresuran<á avmar y arman una gran expedición, y cuando 
aun se les creía atemorizados, por el descalabro sufrido, des- 
embarcan en la isla de Bagatao, inmediata á la costa de Albay , 
en Luzon, se apoderan, saquean y queman el.puebo, alma- 
cenes, depósitos y un navio en construcción, cangeando aigu- 



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'n(k éftutfvos' empañóte '^"r ¡los ífótt^ós^eÉra fa éaníítrtiCcK«i*ae 

'teíatido sws'ooi'rerfas sóbífe Ifei ' <it)^tá' de'Lá:í<^, y 'átítes^de dar 
^iéttipoá'«ér batidos, se ^retíraii carg-ados de cfaútíVos y^bdtin, 
^ lléjslMo tíá^aí cido el - (efror y la deádabiím . 

Ms^iéie^fetnidades ^del áñb JOgS, mtte las ^ire^%üi^ fe 
íprittíer tértn1tí6 ünaTndítífémfepidettfia^qwe^ ktoaAtfadtís^á 

tt)dtts 'lós'fcéfMántes, MéíéhJn itópójáíblrestífetoeáta^r'* lós^jblo- 
€fsés, btírtiedsy iniBfdáiíd6s;^iíe4nífefet¿ftáii^b^ delAWHi- 

^iéltt^d, '-^Sro^eüftudé' títflmáróti^aquéHós^íifáiés^ge' a;^estiró él^Oo- 
bernador del Archipiélago en habilitar una expedfcittn''dé 70 
naves con 350 soldados españoles y 900 indios que salieron 
de Manila al mando del M^iéatre de Campo Lorenzo de Olaso 
Ochotegui. 

Esta expedición abordó felizmente á las playas de Joló y se 

. practicó el 'desembarco^ y antee, que las fuerzas -eatsuvieran' or- 

'gamlífedás' füt^rt'a*&cadá^'j)ór^^ t5ioróÍTaefáflífe;&l'á¿*(^'tíé! con 

.proidigiips de valor pedieron reclíá^ardes^ de 

ártídó ^éombáte, f petái^iétídbtos éh^'feu'r^tii^da' Íreg;átot il^ pie 

de aquellas fortifícaciiones quie eU' Í6Ó2 /batió y ipusoiisitíiá in- 

fru6tuó'so'él-Sílrgfelito**ilíayór'Juaii Júkté'z'GáMáto.. * ! 

Imprudente ¡el Maestre de Campo 01a$o, con mas^-^lor 
personal que la necesaria recapacitacion de caudillo, dividió 
«us'ftierzaísien dos xjokmnas que se^í^ígiferon'á d^r'^t^éísalto; 
pero ¿1, • tonutóindo ün'»Éajo/se ^adálaatótaft^ó ■ píéí^qÚelfes dés- 
pefisuieros, ^que llegó únicamente 'aooiÜpUfifeédo^de sus^^os tiías 
vafetítes capítájnes á ia primera líntea fortiJBcádaj'doTMielíübie- 
ran perecídiová pesar de^sti T^ioí'y' héinSieádéfenéla, 'tíno^'hübife- 
sen Uiegado 'áfíémpo las^ Cóiüiünas5 para ¡dfeperéár^to ihtírísma, que 
les roideabaí logrando regatará sus tres imprudéntes'^éfes^hé- 
ridos, defeaüimando este percance de lál mánéil^a A tos él^^édi- 
cüonarios, que se retiraron á ios buqués 'y'conipréndiéádo las 
dificultades de la empresa de rendir el fuerte se contentaron 
cot el bloqueo de la costa, quemando pueblos, destruyendo 
arbolados y sementeras, haciéndoles ^muchos Dduértos y pri- 
sioneros. 

•Eétas ■ expediciones: én ki^r dé (íauáar ün verdadero escar- 



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—16- 
miento & los joloeses, los envalentouaban hasta ciento punto y 
aumentando su coraje multiplicaban sus escursiones sobre las 
costas de nuestras i^las, causando da^os considerables y resar- 
ciéndose con creces de los que á ellos se les habían causado 
con el botín y cautivos que lograban; y por fin, comprendiendo 
por nuestra pajrte la insuficiencia de fuerzas y elementos con 
qu^ cQntaba la colQuia para someter deli^damente las islas ha- 
bitadas poír los moro-^malayos, hubo que contentarse con le- 
V|a¿tar pequeños fuertes en los puntos mas estratégicos de las 
^iostasi pero sin desistir por coinpleto de aoosarlos por medio. de 
^xpedicioiies,, 

III. 

(1630 á 1638.) , 

El SárgfenloMnayor O. Pedro ToGño destruye la Capital de Jol6.~^Cl Capital) General 
Go^rnadjor de F|lj]^i^ D. Sel)astiaQ Hurtado de Coiicuerii, se apodera d^ formidable 
fuerte del Sultán después de tres ínéses de cerco y varios asalto^. -Los espatioles 
ocupan mUilanaente la ¿isla de Joló/r «r Capitán Sities de líos es nonlbrado su 
Gol>ernador.'— «Los joloese^ intentan arrojar á los espaStoles de la isla. — Kl Gienej^al 
- AIm6nte Gobernador dé Zainboanga acude á sofocar la rebelión y derrota al Sultán 
Tian -Baluca^ ,^u< kiyeen anal pequefia vinta á una i^inmiediata.- El Sargento mayer 
D. Pedro de la Mata destroza la. escuadra djel dalto Paquian-Bactial, hijo del Sultán. — 
Los gimbas (habitantes de las montañas)' sé niegan á reconocer la soberanía éspafida, 
y. el Capitán; Cepeda los dérrola y persigue hasta «1 Interiorde los bdsqnes, : 

' En 1630 síalió de Dapitan ep la costa N. de.Mindanao una 
escuadrilla in¡5Lndada por el O^'bo ó Gobernador de su. fuerte el 
Sargento mayor Don Pedro Tpfiño para elegir en la costa S. 
de aquella mi^nxa isla un punto conveniente para el estableci- 
miento de un puerto militar que pudiera oponéis© á las cor- 
rerías délos piratas, y llegó 4 Zamboanga, donde fué amistosa- 
mente recibido por los habitantes de un pueblo fuiidado en la 
embocadura del rio Tumaga, donde hoy dia está, el fuerte de 
San Diego; de aquí pasó á Bastían y continuó á Joló, sobre 
cuya rada «ecaló tan inespertóamente que 'sorprendió mas 
de 40 embarcaciones, todas armadas y preparadas para salir 
al pirateo, entre las que sobresalían 4 grandes yoangí|.s ó pan- 
cos, y de las que se apoderaron sin gran resistencia, porque la 
mayor parte de sus descuidados tripulantes estaban en tierra, 



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_17~ 

y practicando luego el desembarco incendiaron el pueblo ya 
reedificado, talaron los campos, y causándoles muchas bajas se 
retiraron á Dapitan, teniendo que lamentar la muerte de 3 es- 
pañoles y 11 indios, 

H" Gobernador del Archipiélago D. Sebastian Hurtado de 
Corcuera logró dar un severo castigo á los moro^malayos de 
Mindazmaen el año 1636, lo qua llegando <¿ noticia del sultán 
de Basilan, tributario del de Joló, se apresuro k paaat á Zam- 
boanga, (donde en él principio del Gobierno interino de Don 
Juan Cerezo de Salamanca se habia establecido la fueraa 
militar de San Diego, siguiendo los informes del valiente 
Toufiño)^ para prestar juramento de reconocimiento y sumisión, 
llegando también por el nüsmo tiempo para acogerse á la pro-* 
teccion de los. españoles 200 familias joloedas huidas de l£^ tirar 
nía del Sultán y Dattos^ las que levantaron el pueblo de Magay, 
á las inmediaciones del fuerte, que i^empr^ ha. permanecido 
leal hasta el dia. 

Consecuente á estos acontecimientos, salió de Zamboanga 
una expedición de 100 ^pañoles y, 1.000 indios á recibii? el 
juramento de obediencia de la isla de Basilan, y continuó lue- 
go á la de Joló; pero estos indómitos isleños, envalentonados 
con su gran personal, sus fortalezas ó eoíttí^ y los recuerdos 
de las otras e^Kpedicione^ frustradas, recibieron mal á los envia- 
dos del Gobernador del Archipiélago, quien comprendiendo la 
imprudencia de cualquier tentativa se. retiró á Zamboanga 
sin comprometer el honor de las armas con inútiles aventuras. 

En los últimos dias del mes de Setiembre de 1637, volvió 
el Gobernador del Archipiélago á Zamboanga^ donde los malos 
tiempos le detuvieron hasta el dia 1." del siguiente anio, en que 
. 80 hizo ¿ la mar con rumbo á Joló, con una expedición de 600 
españoles y 1.000 indios en 80 embarcaciones de diferentes 
portes, y dos dias después dio fondo en la rada de Joló. 

El valiente y prudente Gobernador del Archipiélago, antes 
de recurrir á los extremos de fuerza, envió como embajador 
al jesuíta P. Belin, pidiendo amistosamente el reconocimiento 
de los antiguos tratados y la sumisión á la soberanía española; 
pero haWendo regresado con la negativa, se procedió al des- 



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-18- 
embarco, que intentaron impedir los moros oon el íuego de 
los cagones de sus fuertes. 

Organizada la expedición en tierra, avanzaron simultánea- 
mente dos columnas, una 'por el E. de la población, al mando 
del Sai-gento mayor D. Juan de Cáceres, y la otra por el O. 
al del General D. Nicolás González; lo* hombres de armas 
joloeses, que pasaban de 3,000, hiabían sido reforzados con mu- 
cboe 4)astlaiie)S, que hablan ^banAonádo aquella ida, no confov^- 
mes^ con la suínisíon que hablan jrrestado á nuestro Gobienao 
su Oátto Gobernador y muchos macasares, gente vaMente y 
decidida, qoie salió al encuentro de la columtm del E«, á quien 
obligó á d^t«»iiBrse desde muy al principio de su marcha, cos- 
tándole mucho trabajo resistir el empuje de tan ^iralieiite este- 
migo, que al fin se vio oblig^o A retirarse mal parado por el 
brío de los expediicionarios y los certeros asparos deiun' cañón 
que Golooarqn ea la improvisada esplanada mi el ánranque de 
las ramas de un árbol gigantesco. 

La columna 4ei O. avanzaba lesitamente por las graves 
dificultades del terreo* pero débilmente hostilizada por el 
eneto^igo. 

Vino á facilitar el mayor acierto de la expedición la fuga 
de un cristiano cautivo, que aprovechó aqtiellojs momentos de 
confusión,. hombre muy práctico del terreno, üon<;u[yo a^ixilio 
ayancaron las columnas con mai» facilidad y reconocieron kts 
dificultades y éxito dudoso de apoderarse «de aquellas fortifica- 
dones por asalto, decidiéndose por lo tanto á aoaxnpaff y cons- 
truir baterías para cañonearlas, cc^a optación bo pudo empe- 
zarse hasta después de tres meses de vencer grandes dificulta- 
des y 'ser cfbnstantemente molestados por los sitiados. 

Coni^uidas las bátalas, se rompió el fuego con ^an acti- 
vidad y acierto, pero pronto se convencieron de que era imposible 
el abrir brecha en aquellos muros de tierra y cascajo conte- 
nido entre do$ hileras paralelas de fuertes troncos de palmera, 
y que hablan revestido es;teriormente de un espaldón de tierra 
de mas de doce pies de espesor, al que cirwaadaba un foso: en 
vista de estos inconvenientes se recurrió á una mina, que fué 
cor^^a por los sitiados, y luego se construyeron otras cmco ^n 



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^19- 

que colocaron hornillos; se dio fuego á uno de ellos y voló un 
t^aluarte con mucha gente y el Datto Achéu, famoso gefe pi- 
rata que Iq^ capitaneaha; y una columna de asalto sé lanza á la 
carrera ¿ la brecha» que encuentra ya cubierta por vaUentes de- 
fensQi'es qnie la rechazaron; en su vista, se dio fuego á otro hor- 
ñillp, volando otro baluarte con sus defensores; y otra columna 
se lan^a á la brecha» que, aun cuando eqcue^trap, cubierta 
y bieii defendida, logran penejbrar ppr ella y lyiacerse dueños ,.^e 
le primera linea de defensa, después de un rudo y s9.ngrleiUo 
combate en que murió el valiente Sargei^to ,mayo;r D. Jjtiap de. 
Cáceres, á quien sustituyó el Capitán I). Pedro AÍmonte. 

Dueños Jk>s expedicionarios de la primera linea ^neniig^, se 
T'i€jron detenido^ por otr^^s fortificaciones interW^es.muQhp mas 
fuertes, y obligados á fort^{^*se.e^ las posici^n^ cpoiqi^i^t^Hl^, 
para continua ^l.^tio^i cerpando.el moni;^ oa una e:^teni$ipfiL do 
múB de uniL legua con una fu^rt^ empalizada y ^garitp^es de 
teeciho.en tteeta para mayor vigilíincia y defensa. 

La obstinada resistencia de los morps sitiados, el I^rgo 
tiempo de sitio y las privaciones naturales de ta ¡vi^, de 
campaop^eaito empezaron ¿ esparcid el disgusto y las muT- 
fxiui^acio^s .\d^ los sitiadores, que pudo calmar la inñue^cia y 
oonsejo del Sargento mayor Ajüpaonte, bajo cuy^. dirección ,^e 
<x>n0tr'i;iyó uiia bacteria, dominante de la^ .enemigan, con , tanta 
. cautela, que los sitiados no tuvieron coi^ocimiento de ella 
•hasta que terminada y llamando hacia aquella peirte 1^ atención 
•c€(n un ^mi4a4o asadto, sufrieron i^n certero J^uego de canon 
.que Iqs. causó bajas considerajble^, ,eu,qi|yos momentos de con- 
fusión una columna da el asalto, y logrando iponta^ sobre ¿sup 
mismas murallfbs a^lgunos Qañones^ jcompen el fuegp sobre el 
.último r^cintotintarior, doo^de los moros se ^^fie^den á la des- 
e^peisada hasta que at^plorizadp9 por el considerable núm^o 
4e bajías que tenian, piden capitulación, que el Gobernador del 
Archipiélago^ B. Sebastian Hurtado de Corcuor^ da inoondi- 
cional á los macasares y basilanos; po así los joloeses, que cre- 
yendo según sus bárbaras costumbres de guerra quedaban 
con aquel acto esclavos de los vencedores, continúan la defensa 
con gi»^n ^empeño. 



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-20- 

Comprendiendo sin embargo lo imposible de la defensa, en 
las primeras horas de la noche del siguiente dia 17 de Abril, 
al ver que los sitiadores se lanzaban al asalto por la parte de 
levante, abandonan en torrente por la parte opuesta el fuerte, 
intentan soi-prender el cuartel General, en cuya tentativa fueron 
destrozados, siendo completamente dispersos y dejando sobre el 
campo muchos muertos y heridos y gran número de prisione- 
ros, entre ellos el Sultán Tuan-Baloca y su sobrino el Datto 
Táncon, quienes bajo promesa de contener la huida de los fu- 
gitivos y reconocer la «oberanía española, promesa que na 
cumplieron, fueron puestos en libertad. • . 

Los victoriosos españoles se dedicaron ala reparación del 
inexpugnable fuerte tomado, y levantaron otros dos mas pe-^ 
queñós en la parte opuesta del rio y en su barra, dejándoles 
guarnecidos con un destacamento de 200 españoles y 200 in- 
dígenas al mando del Capitán Ginés Ros, Gobernador del dis-^ 
trito de Joló, como segundo al Capitán Gaspar Morales, Gober- 
nador del fuerte del Cerro, y dos misioneros jesuítas para la 
conquista espiritual. 

Los jesuitas, conocedores de la lengua malaya y por naedio 
de las confidencias de los catequizados, llegaron á sorprender 
en 1638 una vasta conspiración en que figuraban todos aquellos 
que aparentaban ser mas amigos de los españoles y hallarse 
mas conformes con su domin^-cion, pero cuyos secretos designios 
eran sorprender los fuertes, asesinar sus guarniciones y reco- 
brar su independencia, de lo que avisado el Capitán Gobernador 
Ginés Ros, aun cuando creyó exajeradas aquellas noticias, tomó 
prudentes y convenientes precauciones. 

Muy pronto los hechos vinieron á corroborar las noticias de 
los jesuitas, pues una mañana y contra costumbre abordaron la 
orilla del rio, donde estaba el fuerte ocupado por el Gobernador, 
gran número de embarcaciones con muchos joloeses que ma- 
nifestaban venian á empadronarse como subditos españoles; los 
centinelas, advertidos de que los moros intentaban sorprender 
el fuerte, se opusieron al desembarco y pusieron en guardia la 
guarnición, lo que haciendo conocer á los traidores joloeses 
qué eran sus planes sabidos, se retiraron á desfogar su coraje 



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—21— 
sorprendiendo algunos individuos del destacamento que saca- 
ban piedra en una cantera de la costa, los que defendiéndose 
bizarramente con las herramientas del trabajo contra la turba 
morisca, en quien causaron varios muertos y heridos , pu- 
dieron huir á salvarse en los manglares, dejando en la playa 
dos españoles y varios indios muertos. 

La insurrección cundió por toda la isla tomando proporcio- 
nes alarmantes, por lo que el Gobernador Ros dio conocimiento 
al de Zamboanga, donde se recibió la noticia precisamente en 
los momentos en que el General D. Pedro. Almonte, Gobernador 
de aquel distrito, llegaba de sus victoriosas conquistas en Min- 
danao, quien sin tomar descanso salió para Joló, en cuya rada 
dio fondo á los pocos dias. 

El Sultán Tuan-Baluca se habia fuertemente fortificado 
en un cerro tres leguas al interior^ esperando únicamente para 
atacar á los españoles el regreso de su hijo Datto Paquian- 
Bactial, que habia ido á levantar y traer gente á las islas in- 
mediatas, tributarias ó amigas de la sultanía, á cuyo encuentro 
se envió al Sargento mayor D. Pedro de la Mata con una 
escuadra bien pertrechada, y otras tres escuadrillas de ocho 
embarcaciones fueron á practicar sus cruceros sobre las costas^ 
joloesas para evitar todo desembarco de auxilio á los insur- 
rectos. 

El valiente General D. Pedro Almonte, aun cuando solo 
pudo reunir una columna de 1 .30Q hombres, entre españoles é 
indígenas, de los que muchos eran gastadores y bagajeros, se 
decidió á dar un escarmiento al rebelde Sultán joloés, y for- 
mando dos columnas de ataque á los mandos respectivos de los 
Capitanes D. Gaspar Morales Gobernador del fuerte del Cerro 
y D. Agustín de Cepeda, les ordenó que asaltaran simultánea- 
mente á las ocho -de la noche el fuerte del Sultán, y procura- 
ran apoderarse de este vivo ó muerto. 

Las dos columnas avanzaron silenciosamente, protegidos 
por la densa oscuridad de la noche, sobre el rebelde fuerte, 
cuyos defensores descansaban tranquilamente, ágenos del pe- 
ligro que tan de cerca les amagaba, del que por su fortuna les 
dio aTiso anticipado el involuntario disparo de un mosquete; la 



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-22— 

alarma y el desorden se apodera dé los moros, que actiáen en 
confuso tropel á la defensa, sin que puedan eyitar que los es- 
pañoles se hagan duefíos del fuerte; pero el Sultán; pudo huir, 
y embarcándose en la playa en una pequeña '^inM fué á refu- 
giarse á una isla cercana, quedando su familia y un crecido 
número de prisioneros en poder de los vencedores. 

La toma del fuerte del Sultán, tenido por inexpugnable, es- 
parció tal terror entre los habitantes de la Isla, qtíe se apresu- 
raron á reconocer la soberanía española ó huían á refugiarse ¿ 
las espesuras de las montañas, creyendo que los españoles eran 
invencibles por estar protegidos por los malos espiritas ene- 
migos de los moros. 

No menos gloriosos eran los resultados que co\iseguia per 
el mar el Sargento mayor D. Pedro de la Mata, pues habien- 
do logrado encontrar la escuadra del Datto Paquian-Bactial, 
aunque liiás numerosa en embarcaciones y personal ^ logró derro- 
tarla, haciéndole gran número de muertos, heridos y prisione- 
ros, apoderándose de muchas embarcaciones y libertando gran 
nfiriiei*o de cautivos filipinos, que como sdcqpes á esclavos ser- 
vían de remeros: pasando después dé esta victoria á las islas de 
Tavi-Tavi, Bubuan,- Tandú-Báto, Mántabuan y otras tpiimía- 
riás de Joló, de dónde hábia salido aquella expedición, abordó 
tan inesperadamente á aquellas costas nunca hasta entonce» 
visitadas de europeos, que se hicieron dueños y quemaron gran 
número de pueblos, astilleros y embarcaciones, libertando uu 
gran número dé cautivos y matando mas de 500 moros; y ha- 
ciendo reconocer la soberanía española, suspendió las opera- 
ciones y se retiró á Joló, porque el aumento de personal le 
embarazaba y consumía sus recursos. 

Deseoso él General Almonte de dejar reducida y pacificada 
toda la isla de Joló antes de regresar á Manila para tomar el 
bastón de General de la Nao de Acapulco, que era el destino 
de mas importancia después del de Gobernador Capitán Gene- 
ral de las islas, envió un parlamento á los ff nimbas para que 
reconociesen la soberanía española, á lo que contestaron: «que 
ya les hartan conocer la diferencia que entre ellos y tos jólo- 
eses había ;^ á tan osada respuesta, quiso el General Almonte 



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-23- 
ir en persona ¿ bu^K^arles y darled un escarmiento; pero cediep- 
^ á ks peticiones de sus oficiales, que consideraban demasiado 
importante su persona para aquella empresa, confió el mando 
de aquella expedición al Sargento mayor D. Luis de Guzman, 
que el dia 16 de Julio se hizo á la mar con rumbo á la costa 
del N. por ser por aquella parte mas asequibles las fragosas 
montañas que los gumbas habitaban. 

Cuando apenas hablan empezado el desembarco los expedi- 
cionarios, bajaron los guimbas de los montes, en gjran número 
y tropel, y atacaron á los españoles con todo el salvaje furor 
de que era capsíz su fanatismo y la escitacion ó borrachera 
producida por el jugo de la yerba panayaman, que adormece la 
.carne al extremo de ser insensible al dolor de las mayores he* 
ridas; al mismo tiempo venian estos feroces guerreros aforrados 
y cubiertos de tiras de piel de carabao curtidas |con una dureza 
tal que eran impenetrables por las espadas, y ¿ cierta distancia 
rebotaban las balas de los mosquetes; pero á pesar de tanta 
gente, tan valiente, tan decidida y defendida, fueron rechaza- 
dos tantas veces como acometieron, pues las espadas, y las 
picas de nuestros valientes expedicionarios sabian buscar las 
partes vulnerables del enemigo ó con sus terribles golpes hun- 
dían el cráneo ó derribaban el brazo de su adversario. 

Fatigados y desordenados al fin los guimbas se vieron pre- 
cisados á retirarse para reunirse y repetir el ataque, en cuya 
forzada tregua el argento mayor Guzman organiza rápida- 
mente su fuerza, y cuando se disponía á continuar su marcha al 
interior, vieron venir sobre ellos á la carrera los guimbas dividí- 
dos en cinco columnas, animándose con una gran gritería y el 
estrépito ruidoso de mas de cien tambores; pocos momentos des- 
pués se ti*abó una lucha tan sangrienta, que la playa se cubrió 
de numerosos muertos y heridos de ambas partes, sin que ni una 
ni otra se diese por' vencida ni aminorase su valor y sangriento 
coraje. 

El intrépido Sargento mayor Guzman se encontró siempre 
en el sitio de mayor peligro animando á sus valientes soldados 
hasta que por dos de eUos fué retirado mortalmente herido de 
dos lanzadas, triste noticia que esparcida instantáneamente en 



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-24— 
la línea española infundió tal coraje y ánimo de vengar á su 
Gefe, que empiezan á hacer retroceder á los guimbas: estos re- 
doblan sus esfuerzos y sus gritos, reconquistan el terreno per- 
dido y hacen retirar á los expedicionarios hasta pisar el agua 
del mar, qne tenían á su espalda, cuya frialdad haciéndoles co- 
nocer el mayor empuje del enemigo, lanzaron un rugido de furor 
y vergüenza y decididos por un mismo impulso á morir antes 
que ser vencidos, arrollan al enemigo, lo desorganizan y acuchi- 
llan y ponen al fin en precipitada fuga, dejando sobre la arena 
mas de 200 muertos y 7 expedicionarios, con muchos heridos de 
una y otra parte. 

El Capitán D. Agustín Cepeda, en quien recayó el mando 
de la expedición, envió á Joló 20 heridos graves y al Sargento 
mayor D. Luis de Guzman (que murió en la travesía) á pedir 
refuerzos. 

Cuando el General Almonte tuvo conocimiento del glorioso 
combate, pero de tan poCo buen resultado, decidió ir en .persona 
á dar un escarmiento á los indómitos guimbas; pero cuando llegó, 
ya el valiente Capitán Cepeda habia ido á buscar á aquel feroz 
enemigo en el mismo corazón de aquellas vírgenes montañas 
que se tenían por impenetrables, les había derrotado en una 
batalla en que les hizo mas de 400 muertos y 300 prisioneros, 
teniendo por su parte la pérdida de 7 españoles y 20 indígenas, 
pero siendo considerable el número de heridos. 

Satisfecho el General Alnionte con este resultado, dio liber- 
tad á los prisioneros, reservándose únicamente como rehenes sus 
tres Gefes principales para que garantizasen la paz; y regresando 
á Joló dejó, como Gobernador del distrito al Capitán D. Gaspar 
Morales, Gobernador del fuerte del Cerro, y saliendo para Zam- 
boanga, desembarcó en aquella rada el día 31 de Julio, y de allí 
á pocos días pasó á Manila. 

El viejo y marrullero Sultán de Mindaiiao Cachil-Corralat, 
tantas veces batido victoriosamente por nuestras armas, deseoso 
de la revancha y de aminorar nueslro creciente poder en el Ar- 
chipiélago, envió emisarios á todas las islas amigas pidiendo su 
cooperación y noticiándoles que contaba con la poderosa ayuda 
de los holandeses, efectivamente hostiles á nuestra nación, y 



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ofreció á los basilanos terríibrío libre de todo tributo en la6 
orillas del rio Buhayan (rio grande de Mindaikao) como, le 
entregasen el fuerte de Basilan, que estaba úmcamente guar- 
necido p(Mr cinco españoles y ocho pampUngúSi al m^puáo del 
Ayudante UUoa^ como escolta de un misionero jesuita que en 
aquella isla predicaba el Evangelio, y con aquel ol^eto les 
enviaba al Datto Ugbo con una escua(killa de gente decidida 
que emboscó en los manglares inmediatos; pero advertidos los 
españoles á tiempo del peligro, pidieron refuerzos á Zam- 
boanga, con los que lograron escarmentar al Datto Ugbo y los 
basilanos que le ayudaban. 



IV. 

(Í638 á 1649): 

Una pasión criminal del Capitán 0. Gaspar Morales, Crobemador de J0I6, produce una 
nueva insurrecHon en la Isla. ^ El Capilan Morales es herido y relev^o por el Sargento 
mayor Ruiz Maroto, quien no logra á pesar de su prudencia y buen deseo calmar á ios 
descontentos. -El Sargento mayor D. Pedro de la Mata es enviado á JdI6, cor (berzas 
para su pacificación, y sostiene varios encuentros gloriosos. — El J)ajab-Muda,de Jold 
pide auxilio á los holandeses establecidos en Batavia. - Dos navios holandeses intentan 
arrojar de Joló á los espafiotes, que los rechazan heroicamente. *- ComprendleiÉdo los 
.espaüQles la imposibilidad de sostenerse en Joló contra los holandeses y naturales, se 
retiran á Zamboanga, en donde son atacados por fuerzas considerables hohndeisas, á 
quienes obligan á un vergonzoso reembarque. 

Los joloeses, tan duramente escarpaentados por el General 
AlnKmte, iban conformándose con su suerte, satisfechos con el 
buen comportamiento de los conquistadores; prosperaba su 
agricultura y comercio y aumentaba rápidaniente el personal 
de los pueblos fundados inmediatos á los fuertes españoles, 
pero una imprudencia del Gobernador de aquella isla D. Gaspar 
Morales vino ¿ variar la faz risueña de la conquista. 

Al poco tiempo de haber salido para Manila el General 
Almonte se le presentó ¿.Morales para reconocer la sobe- 
ranía española una comisión del pueblo de Tandú, de quienes 
era Datto Salicaya Salimbanza, uno de los caudillos mas 
guerreros y de mayor influencia en la isla, y uno de los pocos 
que quedaban aun rebeldes; tenia Salimbanza una bellísima . 



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—36- 
hija de doce éños, la que pidió en rehenes Modales inspirado 
|k>r tin critólMl deseo, á lo que no cediendo sus padres» disi- 
mnimido ms intenciones aumentadas con la contrariedad » envió 
al D^tlso Saliml[>an2a, Salicaya de Tandú, á Manila para que 
en p^sona diese cuenta al Gobernador del archipiélagoi de la 
rápida pacifieaoion de la isla de Joló, y aprorechándose de su 
ausencia, \ám robar la hija del Datto, lo que no consiguió smó 
con algnina violencia y escándalo. 

£1 Datto Salimbanza tuvo co(nocimiento de este atentado 
en Zaniboan^a, cuyo Gobernador, precaviendo los funestos 
resultados, hizo vigilar al Datto para impedirle su regr^o á 
Joló, y se apresuró á hacerle continuar su viaje á Manila; pero 
habiéndose visto precisado por los tiempos á arribar á la isla 
de Panay eL buque que le conducía, logró fugarse y regresar 
á Tandú, donde levantó sus adictos para vengar el agrisivio 
recibido de los españoles, cuyos trabajos llegando muy pronto 
¿ conocimiento del Gobernador Morales, procedió con dureza ¿ 
la prisión y mal trato de algunos principales, cuyas impru- 
dencias aumentaron el descontento general y las filas del 
agraviado Datto Sallmbanza. 

Un dia aparecieron en la ipaárgen opuesta del rio ¿ la que 
ocupaba el fuerte donde residia el Gobernador Morales un 
grupo de joloeses, que pareciendo sospechoso y queriendo in- 
terrogarles, les mandó una embarcación para que pasasen al 
fuerte^ lo que solo ejecutaron ocho, negándose los repintes; 
fnric^o con esto Morales pasó al otro lado del rio, y nüentras 
los soldados desarmaban á los mas pacíficos, él solo espada en 
mano persiguió i otros mas tenaces hasta que se ocultaron en 
la maleza, y regresando sobrescitado á la playa y viendo que 
solo quedaba uno por desarmar, el cual se negaba á entregar 
el cris que ocultaba debajo del manto, lo apaleó con el asta de 
una lanza: el maltratado moro excitó á sus compañeros á su 
auxiUo afeándoles su cobardía, quienes apoderándose rápida- 
mente de las armas que momentos antes habían arrojado en el 
suelo en un montón, acometen desesperadamente á los espa- 
ñoles, obligándolos á reembarcar precipitadamente, llevándose 
muy gravemente herida la espalda de un c&mpüanazo el im- 



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-27— 

prudente Morales, y otros qtie no tuvieron tiempo de g$Sú«t k 
embarcacioíi se vieran precisados á arrojarse «1 mar, donde 
murió ahogado un sargento, y el fuerte rompió el f irego de 
cañón sobre los moros , causándoles algunas bajas y espar- 
ciendo con. sus roncas detonaciomes la alarma en toda la isla. 

Enterado de estas lamentables imprudencias el Gobernador 
de Zamboauga D. Pedro Palomino, envió á reemplazar á Mo- 
rales kl Sargento mayor D. Juan Ruiz Maroto, cuyo tacto y 
prudencia fueron ineficaces para calmar la rebelioix de los 
joloeses, quíeneá consideraban como traidoreír y asesinaban í 
los compañeros enviados como mediadores para terminar aquel 
conflicto. 

La revolución fue creciendo, y precisó á mandar á Joló las 
fuerzas marítimas que mandaba D. Pedro de la Mata y Ver- 
gara, quien bloqueó todos los pueblos de la costa y siempre 
con buena fortuna practicó algunos desembarcos, quemándoles 
varios pueblos, haciéndoles muchas bajas y mas dé S.006 
prisioneros; pero reclamada desgraciadamente su persona por 
atenciones de mayor interés en Mindanao, dejó entwrgado de 
parte de las fuerzas y de la continuación de las operaciones á 
su segundo, persona de mas valor que prudencia, quieií prac- 
ticando un desismbarco en Paran con 100' arcabuceros espa* 
fióles y 450 indios filipinos; después de haber conseguido 
tomar el pueblo y dispersar al enemigo, sé émpefió en perse* 
guirles al interior; mas cuando su gente, rendida de fatiga y 
medio asfiiiada por el sofocante calor del mediodia^ se prepa- 
raba al descansó, fueron sorprendidos por los moros mismos á 
quienes habia batido y ya rehechos, fcontra los que defendién- 
dose heroicamente fue muerto el imprudente Gefe, 89 españoles 
y muchos indios, consiguiendo el resto retirarse en desorden 
y íeembarcdt. 

El Capitán D. Aguátin Cepeda, que hacia poco tiempo (año 
1^40) habia llegado á Joló pata hacerse cargo del Gobierno 
de la isla, lamentando aquella funesta derrota por el despres- 
tigio que preveía sobre la influencia moral española, antes que 
los moros de Paran pudiesen tener tiempo de fortíficiárse salió 
á batirles con 30 españoles y algunos- indios, cayendo sobre 



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-28- 
elloB ten de sorpresa, que les incendió él pueblo, puso €?n huida 
y logró hac^ prisioneros al Dñtto-Paulima y otros muchos 
principales. 

Conociendo los joloeses la intrepidez y acierto del nuevo 
Gobernador de la i»la, formaron junta, nombraron, gefes y se 
organizaron y prepararon para la defensa. 

El valiente Capitán Cepeda, queriendo afianzar aun mas 
la antigua fuerza moral perdida, dispuso una nueva batida, y 
un dia al amanecer salió con su expedición por tierra, dejándole 
los moros avanzar y oponiéndole únicamente alguna resis- 
tencia, pues el plan de estos era dejarlos internar» cortarles 
entonces la retirada con fuerzas considerables y exterminarlos 
sin perdoni^r la vida á uno solo; pero este ardid, que el pensa- 
dor Cepeda habia previsto desde antes de su saUda del fuerte, 
quedó burlado, pues continuando la marcha llegó victorioso ¿ 
las playas de la contra-costa, donde embarcó en los buques 
que habia hecho salir con este obj-3to el dia antes de su saUda 
del fuerte, al que regresó con la expedición descansada y satis- 
fecha con^us laureles. 

No contento Cepeda con aquel estratégico movimiento que 
dcgó desconcertados á los rebeldes joloeses, repitió otros con 
igual suerte en sus ataques, siempre por donde menos espe- 
rado y temido era, logrando por este medio tener eni continua 
alarma, no solo á los habitantes de Joló, sino también á los 
de las islas inmediatas, quienes entretenidos en la defensa de 
su propio territorio no podian prestar auxilio á sus vecinos. 

De tan costosa manera se continuó sosteniendo la conquista 
de Jotó hasta el año 1644, en que vino á empeorar la situación 
la visita del Datto Rajáh-Muda de Joló (príncipe heredero) á 
Batavia, á los holandeses, nuestros enemigos, ¿ quienes llevó 
ricos presentes de ámbar y perlas para pedirles su ayuda con 
el objeto de arrojar á los españoles de la isla de Joló, aprove- 
chando la circunstancia de que aquel destacamento estaba 
reducido á 80 hombres entre españoles é indígenas por estar 
el resto ocupado en oítras expediciones. 

Después de haber los holandeses formalizado un convenio 
en que se les cedía varios terrenos de la isla de Joló y todos 



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-2»- 

aquellos que ocupaban los españoles, se presmitaron coa dos 
navios en la rada el dia 27 de Junio de 1645, y enviaron al 
Sargento mayor. Gobernador de la Isla, D. Esteban Dgalde 
de Orellana una insolente intimación para que se rindieran en 
el im^prorogablé término de una Lora, demanda que fue coa- 
testada con la valiente energía de un buen español, no, espe- 
rta por los holandeses de un tan reducido número de defen^- 
sores, á quienes intentando rendir por la fuerza rompieron el 
fuego de cañcm contra el fuerte, y este les contestó con tan 
buen acierto, que los dos navios tuvier&n que^ retirarse mal 
parados fuera de su alcance al tercer dia de las hostilidades, 
contando entre sus grandes pérdidas la del Capitán de la 
Almiranta: ^ 

Los traidores joloeses, que esperaban impacientes la vic- 
toria de los holandeses para ayudarlesf ^ su obra de exterminio, 
viendo el mal éxito de la empresa» intentaron ap^deratise dé 
uno de los dos navios, viéndose estos precisados á hlicerse á la 
mar con rumbo á Batavia, amenazando volver con mayores 
fuerzas. 

Al siguiente dia de haberse marchado los holandeses fon- 
deó en la rada de Joló el Capitán D. Pedro DurÉ^ de Monforte 
con ocho pequeñas embarcaciones, y el Sultán^ temeroso del 
castigo de su traición, envió comisionados affuerte disculpando 
su conducta que decia haber sido obligada por la prepon de 
sus Dattos, y ofreciendo pasar al fuerte al siguiente día á rati- 
ficar los tratados que tenia con el Gobierno español, como asi 
lo hizo; y queriendo dar al acto mayor solemnidad y pubHcklad 
el valiente Ugalde, estando dirigiendo lasalva de artillería con 
que se recibía al Sultán, cayó al foso, y fracturándose una 
pierna murió á los pocos dias aquel héroe á quien habian 
respetado los proyectiles enemigos. 

Noticioso el Capitán General del Archipiélago D. Diego de 
Fajardo del ataque é intenciones de los holandeses, y persua- 
dido de la imposibilidad de sostener el destacamento de Joló, 
ordenó al Gobernador de Zamboanga D. Francisco Atienza 
Ibañez retirase aquella fuerza de la manera mas honrosa, 
quien para su cumpUmiento pasó en persona á Joló, y después 



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de ratifici^r y ampliar con el Sultán los tratados, por los que 
qyedaba obligado i conservar integro el territorio como pro- 
piedad española y llevar todos los años ¿ ZamJboanga, como 
a^ial de rieiconocimiento, tre» juncos ó yoamfas cargadas de 
arroz, se demolió el fuerte, se embarcó la artiUeria y pertre- 
dios, y se retiraron, ccm tanta oportunidad, que Qiw^nta y ocho 
boma después daban fondo en aquella rada siette navios l^olan- 
dases con j:iumfirosa fuerza de desembarPQ; pero viendo frus- 
trados sus deseos de: vengar su anterior dew'ojta y q»e los jólo- 
0fi^ se .negaban á ratificáis el tratado que el D9M0 Bajah'Mu4a 
babia acordado en Batavia^. abandonaron la rada. 

Despechadlos k^ bola»&eses con el.maj éxito 4e su empresa, 
fueron sobre Zamboanga, en cuyas playas pretendieron Jiac^r 
un desembarco, dd que degistieron en vista de \^ grfindes di- 
ficiútades que sé les presentaban, y pasaron á lefeatuarlo al 
inmediato puerto de la Caldera, para luego pOr tienta yenir ¿ 
itomajr la Plaza; pero el valiente Capitán D. Ptidro Qurian de 
Monforte con 30 arcabuceros españoles y dos compañí^^ de in- 
dígenas les obligó al reembarque con poca honra y nU^gi^n 
{provecho. ' 

Loslioland/QStíd volvíorooi á la ,rada de Joló, refif^udo proe- 
zas ¿los «moros, y leii aconsejaron sacudie«ten el yugo de los 
eslióles y armÁen expediciones pirátie^ Qoii q^e imole^tar 
las coatae, para lo que les prestarían la ayuda que nieQQ9Í||i^ra^; 
pero como empezara ¿ entablarse. la moaizon d¿lN. O. coptra- 
ría áisus opera^ones ise retiraron á Batavia, dou^e ^1 año 1619 
habian establecido la capital de sus posesiones asiétieas sobre* 
las ruinas de la antigua Jacatm. 



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V. 

(1649 á 1731.) 

El Sullan de joló pasa á Zamboat)g| pare ampliar 'y reiillcar tos anligiMs IraUdos.- 
Dulíisi. Sullan del pequefio reino .Je JBdIíj, iniriedUto i Zamboao^a, forma aliaiua qqo 
los de Joló y Mmdanao para arrojar de esta isla á los españoles. -Los coalígados atacan 
Jofructuosamciile á Zamboangv, y desaliogaii «u furor soiNre los |ui«bl0s fiidefeiisos itc(l 
UUxtrt.fil(pi«p. «-^1 Sultao de JoJó covia á aianila cogip embajador al cJúJio Ki-KHaui 
pidiendo la paz. -Se ratifican y amplían ventajosamente los tratados dé reconocimienlo 
de J6l6 á la scflieranfa espfllMa.-^BI«S«íllaii'aiit«rUa imeiraiDeite -ti pirateo, «n despart- 
eiOi <kt Ips ti^t^d^s» y desuellao vivo á un CapfU» ^e buque. -El dalio BigQUllos, hermano 
del Sultán, 4nlenta apoderarse djel fuerte de Taytay y es rechazado con grandes per. 
dida^ después de 24 días de obstinado atM|ue. 

Por los slüos 1649, los miiMiaüaos j jqlooa^s icontínunlían 
o%>servftndo bkn süb tratados á despecho éd hs iv:s¡íig(tfA0W9 
de los bdiündeses, progresando la ccdofiia filipma, «u pf^cifica" 
cíon y conquista; y habiéndose autorizado al ancáano Sitian 
de Joló Tuati><Balc|ca pasar á residir á h, isla die B^$ilan> es- 
trecharon eon el agradecimiento mas lofi }a%08 M la amii^tad 
y comercio, ^in embaído de todo esto» no ipoditu íeyitarae ^or 
completo algu«ms escursiaiyes pirátieas de Dattos asre^tureros 
que mettospreeiaban la autoridad del Sultán. 

El establecimicpito militar de Zamboanga tenia disguatado 
al Sultán Dulasi, que gobernaba «1 pequeño vecino reino de 
Butig, pc»^ue le impedia sus antiguas correrlas piritieas, por 
lo que buscaba la alianza con los Sultanes de MiindanaQ y Joló 
para arrorjar de todas aqiiiellas costas á los españoles. 

Estando en estos tratados, de que tenia conocimiento >el 
Gobernador de Zamboanga D. Sebastian Amorrara, dieran 
fondo en aquella rada en Setiembre de 17!^ éo& lembaarpacio- 
nes joloesas anunciando la visita de aquel Sultán; que llegó :al 
dia £íiguiente con siete ^n¿^^ y acompañado de los principales 
Dattos de eu reino: esta visita inesperada y la muestra de sen^- 
sibiUdad, en ellos no conocida, de hacer según deeian aqmel 
viaje el Sultán para distraerse y consolarse dfO la muerto de la 
Sultana, lo hicieron sospechoso; pero logrando bailar, el Sul- 
tán reseitvadamente con el Gobernador de Zamboanga^ l^ ma- 
mfestó ^ue sju viaje de distracción era un pretexto para d^da- 



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-32— 

rarle, sin hacerse sospechoso á sus Dattos, que intentaban 
destronarlo, y que venía á pedirle pal*a caso necesario su pro- 
tección, la que así ofrecida, envió á Manila una comisión para 
ratificar y ampliar los tratados, y regresó muy satisfecho á Joló. 

El Datto RaMwfímra, hermano del Sultán de Mindanao, á 
quien había usurpado parte de su reino, que gobernaba inde- 
pendiente y afecto á los españoles, envió al Gobernador de 
Zamboanga en 3 de Diciembre aviso de que el vecino Sultán 
de: Butig, Dulasi, se habia lanzado al mar con una eiscuadra 
de 100 embarcaciones y 500 hombres de pelea para sorprender 
aquel establecimiento, cuya leal confidenQlase corroboró pocos 
dias después, que intentaron apoderarse del fuerte por un de- 
cidido asalto, en el cixal ya los moros sobre el muro fueron 
rechazados, derribando del alto al foso al valiente Sultán Du- 
lasi; que retirado ensangrentado y moribundo causó. el mas 
compkto desaliento en sus subditos. . 

Al siguiente dia llegaron dos^^^*o^con parlamenta blanca, 
¿ <|uíen se les did entrada en el río Hondo; y pasando lina co- 
misión al fuerte, entregaron al Gobernador cartas de los Sul- 
tanes de Joló y Mindanao anunciando su llegada para auxi- 
liarle: oportunidad* y espontaneidad que se hizo sospechosa, 
máxíin6 sabiendo los trabajos de alianza proyectados por el 
Sultán de Butig y los de los Sarips (Sacerdotes) para levantar 
una guerra santa contra los extranjeros, y la reciente llegada 
á Joló de un prof^» que decía habia venido de la Meca andan- 
do milagrosamente sobre el mar, quien habia pronofiftícado á 
aquel Sultán el imperio de todas la^i islas Filipinas; pero 
disimulando el Gobernador rechazó por innecesajrio aquel auxi^ 
liO) que estrechaba mas los lazos de la amistad, y los despidió 
bien obsequiados. 

Viendo los Sultanes de Joló y Mindanao que. habían sido 
conocidas sus traidoras intenciones, se unieron descaradamente 
á la escuadra de Butig y continuaron el bloqueo de Zambo- 
anga, donde eran pocos y enfermizos, y obligado su Gobeir- 
nador ¿ estar en constante vigilancia; esta era la situación 
angustiosa de los sitiados cuando fondeó en la rada una 
escuadra fiel Datto. Badiamura de Mindanao^ que envió un 



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-as- 
aviso al Gobarnador venia á auxiliarle, y para disipar las 
sospechas que pudiera causar su venida, pidió pasar al fuerte 
con los principales que le acompañaban completameiite des-^ 
armados, 

Las escuadras enemigas, desesperando de poder apoderarse 
de Zamboanga y temerosas de un encuentro con el Datto Radia- 
mura, se fraccionaron para piratear sobre^ distintas islas, en 
las que causaron considerables daños, siendo preciso enviar 
contra ellos escuadrillas que los batteran y levantar fuertes en 
los puntos mas convenientes de las costas, cuyos destacamentos 
eran mandados por los Alcaldes mayores de las provincias, pero 
no dieron los buenos resultados que se esperaban, por la impe- 
ricia militar de aquellas autoridades civiles w 

Temerosos los joloeses del escarmiento de sus fechorías, 
enviaron á. Manila como Embajador, en 1725, al chino Ki- 
Kuan, que después de una porción de peripecias y complica- 
ciones logró al fin ser recibido como tal embajador: el Sultán, 
como siempre, se disculpaba con su impotencia contra sus sub- 
ditos y la presión que los Dattos ejercían sobre su autoridad, y 
pedia paz y reconocimiento á la soberanía española, con cuyo 
objeto el Gobernador del Archipiélago D. Toribio José de Cosío 
y Campo, Marques áe Torrecampo, le envió al Alcalde mayor 
del Parian D. Miguel de Aragón como Subdelegado y Gefe de 
una expedición, que fondeó en la rada de Joló el dia 8 de Di- 
ciembre de 1726, siendo tres dias después recibido con gran 
apiarato, y se ampliaron y ratificaron los antiguos tratados de 
la manera mas. honrosa y satisfactoria para nuestros intereses. 

El Sultán por sí y sus sucesores reconocía solemnemente la 
soberanía española, y se acordó, para la mayor inviolabilidad 
de la bujena amistad que ya para siempre había de reinar, que 
en caso de agravio de una ú otra parte se recurriese mutua- 
mente, con la queja al Capitán General de las Filipinas ó al 
Sultán, quienes quedaban obligados á la satisfacción de los 
agraviados ó castigo de los agresores en el término de ocho 
meses, bajo cuyo recíproco sistema de inteligencia, amistad y 
justicia, los que pasasen d comerciar á los pueblos cristianos 
llevarían licencia precisamente por escrito con la firma y sello 



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-34- 

del Sultán para que les sirviese como autorisacion y resg'uardo 
y fuesen reoonocidps oomo buenos subditos, con cuyo docu- 
mento debian presentarse ¿ los Gobernadores para que lo re- 
frendaran ó dieran otros nuevos, observando el Sultán las mis- 
mas formalidades coü los subditos cristianos españoles y 
filipinos, prendiendo ¿ los contraventores ¿ estas disposiciones, 
que perderían las embarcaciones y cargamento, sin que el Go- 
bernador tuviera que dar conocimiento de esto at Sultán, pero 
si al Capitán General del Arcbipiélago, con la remisión de los 
culpables para su castigo, y el inventario de la presa con la 
mitad del confisgo. 

El Sultán publicaría bandos para que los cristianos cauti- 
vos que quisieran regresar á sus tierras lo pudieran desde lue- 
go hacer libremente, acogiéndose al Embajador: que si los 
subditos joloeses quisiesen establecerse en tierra cristiana, no 
sé opondría ¿ ello el Sultán en la clase libre ni en la esclava, 
redimiéndose en 40 pesos cada persona mayor, 30 los lisia- 
dos, y 10 los muchachos; pero los subditos cristianos no serian 
admitidos en Joló, ni aun como refugio de sus crímenes. 

El Sultán cedió por completo la isla de Basilan, cuya mi- 
tad había ya sido adjudicada en anteriores convenios, y por 
último el Bey de España y el Sultán de Joló se comprometían, 
á no prestar aukilio de ninguna clase á los enemigos del otro, 
aun cuando fuesen amigos de la otra parte, pero que contra 
enemigos de ambos reinos se ayudarían mutuamente, repar- 
tiéndose entonces presas y prisioneros, exceptuando los cris- 
tianos, que correspondían todos al Bey Católico. 

Estos tratados fueron firmados por el Sultán y Embaja- 
dores y como testigos varios españoles y Dattós joloeses, todo á 
condición de la aprobación del Capitán General del Archipié- 
lago, quien habiéndolos examinado los admitió y pidió al Sul- 
tán de Joló enviase Embajadores para ratificarlos solemne- 
mente. 

Estos tratados, sin embargo, fueron muy poco duraderos, 
pues los moro-malayos joloeses, como siempre malos observa^ 
dores de sus promesas, que solo cumplen cu«mdo les conviene^ 
ó los contiene el terror, muy pronto autorizados por la tole- 



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-35- 

ranciá del Sultán, á quién tío disgustaba la admisión de la 
parte qué le correspotidia de la presa ó botin de las piraterias 
de sus subditos, se lanzaron nuevamente á sus antiguas cor- 
rerías, entre cuyas acostumbradas atrocidades figuraba lá 
proeza de haberse apoderado poí» sorpresa dé un ckamj^an del 
comercio de Cebú, habiendo asesinado bárbaramente á todos 
sus tripulantes y desollado vivo al patrón por ser español. 

El Gobernador del Archipiélago, Marques de Torrecampo, 
para poner freno á aquellos nuevos desmanes envió á perse- 
guirlos una gran expedición al mando del General Gobernador 
de Ilo-Ilo, D. Juan de Mena, cuyos beneficios parece no res- 
pondieron al entusiasmo y sacrificios con que fué formada. 

Habiéndose hecho cargo* del gobierno de las islas en Agosto 
de 1729 D. Fernando Valdés y Tamon, su primer cuidado fué 
ver el modo de escarmentar las traidoras sultanias de Joló y 
Tawi-Tawi; pero la falta de elementos le hicieron contentarse 
por entonces con aumentar los fuertes de las costas, reforzar 
BUS destacamentos y autorizar á los filipinos á armar embár- 
cacíoües en éorso y utilizar los prisioneros como esclavos. 

XJn hei'mano del Sultán de Joló, llamado Biffotillos ipov la 
circunstancia dé dejarse crecer las barbas contra la costumbre 
del país, hombre valiente y muy atrevido, salió de Jólo al pi- 
rateo en 1730 con una expedición de 31 embarcaciones y con el 
principal objeto de apoderarse del fuerte de Santa Isabel de 
Tay-Taj»" en la isla de la Paragua, para luego poder continuar, 
sin obstáculo stís correrías: recalando sobre las costas de ésta 
isla Bigotillos logró aprisionar, entre otros, en la isla de Du- 
marán á D. Gerónimo Lundulin, indio principal, anciano V 
tan valiente como afecto á los españoles; los moros quisieron 
obligarle á que les sirviera de práctico para sorprender la fiíer- 
za deTay-Tay, lo que hubieran conseguido ^or no tener los na- 
turales noticia de su arribada, si aquel heroico anciano, des- 
preciando el peligro cierto á que se exponía, no los hubiera 
conducido por él derrotero mas largo y difícil^ con cuya dila- 
ción tuvieron tiempo de refugiarse al fuerte los naturales del 
pueblo, que defendió heroicamente hasta última hora sú Al- 
calde mayor y Castellano (Gobernador del fuerte) D. Pedro Lu- 



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—36- 

cena» que luego lo hizo durante 24 días del castillo, hasta que 
persuadido .Bigotillos de no poder rendirlo, se retiraron á pro- 
bar fortuna en otras partes, desfogando su furor contra el des- 
dichado anciano Lundulin, á quien para mas atormentarle le 
cortaron en distintos dias las orejas, las narices, los labios, las 
manos, etc. hasta que murió. 

VI. 

(1731 á 1746.) 

t 

Una expedición al mando de Don Ignacio de Ireberi desembarcó en Joló, derrota á los 
naturales y se apodera del estandarte del Datto Soitcoya, que muere en el combate. 
-Los espa&oles destruyen el pueblo de Bual.-EI capitán Zacarías alcania varias vic- 
torias sobre los joloeses.-El Datto Bigotillos intenta apoderarse del fuerte de Zambean- 
ga y es rechazado con pérdidas considerables. -El fiícrie de Tay-Tay es otra vez ata- 
cado por los joloeses, y resiste beróicamenta rechazándolos con grandes pérdidas. 

Los deseos del Gobernador de la colonia para atajar los des- 
manes de aquellos feroces piratas se estrellaban contra la es- 
casez de recursos monetarios; mas por fortuna, el patriotismo 
de D. Fernando de Valdés y D. Pedro González del Rio y Gui- 
jarro, y á su ejemplo algunos otros, adelantaron de sus bienes 
lo necesario para armar una expedición. 

En los primeros dias del mes de Febrero de 1731 salieron 
para Zamboanga desde Cavite cuatro galeras, dos.de 500 to- 
neladas y otras dos menores, al mando del Comandante Ge- 
neral de la expedición D. Ignacio de Ireberi, en la segunda 
como Almirante D. Manuel del Rosal, y las otras dos á la de 
los Capitanes D. Pedro Zacarias Villareal y D. Andrés de Pa- 
lacios, tripuladas con 140 soldados y 30 artilleros españoles, 
30 marineros, 44 grumetes, 9 cómitrés ó capataces encargados 
de 376 forzados al remo. 

Sin contratiempo alguno llegó esta expedición al puerto de 
Zamboanga, en donde se les reunieron cuatro galeras, dos 
fragatas, cuatro paquebotes, una falúa, una tartana, ocho cara- 
coas de visaj/as' y dos de luíaos, que reunidos continuaron á 
Joló, en cuya rada, favorecidos por el tiempo, dieron pocos 
dias después fondo delante del pueblo residencia del Sultán, 



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pueblo que estaba defendido por seis fuertes de estacas y uno 
de piedra, que era el principal, construido en el sitio y con los 
materiales abandonados en 1645 por los españoles cuando %e 
retiraron para evitar el ataque de los holandeses. 

Aquel fuerte de piedra estaba artillado con diez piezas de 
grueso calibre y muchas lentacas ó cañones pequeños; pero 
evitando sus fuegos, practicó el desembarco D. Manuel del 
Eosal con los Capitanes Zacarías y Palacios, rechazaron al 
enemigo que les salió al encuentro y se apoderaron del estan- 
darte del Datto Solicaya, que quedó muerto en el campo con 
otros muchos 8e sus mas valientes caudillos, y abandonado el 
pueblo fue entregado á las llamas y destruidas muchas embar- 
caciones que hallaron sobre la playa. 

Terminada esta primera batida, pasó el Capitán Zacarías 
con su galera y otras cuatro embarcaciones menores á la isla 
de Talólo, distante de la de Joló una legua, y allí quemó un 
pueblo y varios caseríos, destruyó salinas, embarcaciones y 
sembrados, y causando grandes daños á sus habitantes les 
obligó á refugiarse á la aspereza de los montes. 

Reunida toda lá expedición en la rada de Joló, marchó seis 
leguas al O. á cañonear el pueblo de Bual, defendido por una 
extensa línea de baterías sobre la playa y mucha gente valiente 
y aguerrida. 

El Capitán Palacios, practicó el ¿esembarco por uno de los 
flancos, rechazó una fuerte columna que les salló al encuentro, 
incendió un caserío y destruyó sus sembrados inmediatos y 
muchas embarcaciones. 

El Jefe de la expedición D. Ignacio de Ireberi regresó á 
Zamboanga con parte de ella, dejando el resto al mando del 
Capitán D. Pedro Zacarías Villareal, quien siguió á la isla 
Capul al norte del extremo oriental de Joló, y en ella practicó 
un desembarco con 600 hombres, y después de derrotar al ene- 
migo en un encarnizado combate, redujo á cenizas tres pueblos 
y algunos caseríos, toda la mejor parte de aquella fértilísima 
isla, inutilizó sus salinas, destruyó muchas embarcaciones, y 
victorioso regresó á Zamboanga y de allí á Manila. 

En cuanto el Sultán de Joló vio libres sus costas de la vi- 



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-^38- 
gfilancia de los buques españolas, envió una embajada al Sultán 
dei Míndanao,MaulanaTl)iafar,T?idiendo ayuda para apoderarse 
de la fuerza de Zamboanga y destruir en todas partes. á loa es- 
pañoles y á los cristianos; pero el Sultán de Mindanao, cuya 
sultanía le disputaba el Datto IVIalinong, queriendo congratu- 
larse para luego pedir auxilio contra el r,ebel4e Datto^ á quien 
protegían los holandeses, no solaniiep te desatendió la petición 
del Sultán de Joló, sino que también dio conocimiento de ella 
al Capitán Gener£j,l del Archipiélago, teniendo que contentarse 
el desairado Sultán con autorizar las cpfrerias de ^us subditos 
sobre las costas de las Filipinas. t 

Agradecido el Gobernador del Archipiélago al Sultán de 
Mindanao Maulana-üiafar, yaccedier^do á darle el íiuxilio que 
pedia contra el rebelde Datto Malinong, que se habia hecho 
reconocer Sultán independiente de 30 pueblos y ayudado por 
nuestros encarnizados enemigos los holandeses pretendia ha- 
cerse dueño absoluto de la sultanía, se le mandó una expedi- 
ción al mando del valiente Capitán Zacarías, (jue le aseguró en 
eí poder después de escarmentar duramei>te á. los rebeldes. 

Habiendo regresado victqrioso á Zamboanga el .Capitán 
Zacarías (año 1732), continuó á Joló, en donde en mas de 100 
combates victoriosos les causó daños incalculables é hizo mu- 
chos prisioneros, repitiendo iguales proezas en otras islas ad- 
yajCentes y en la de Basilan. . ^ 

En el afio 4^ 1734 el guerrero Datto Barbillas, Sdlicaya 
de Tawí-Tawi salió con fuerzas de aquella isla y de la de Joló 
para auxiliar la rebelión del Datto Malinong". de Mindanao, 
que habiendo asesinado al Sultftn Maulana-Diafar quería ar- 
rebatfcir la sultanía ¿ su hijo heredero el Datto Radiamura, á 
quien protegían los españoles con una expedición man,dadapor 
el General D. Francisco Cárdenas, que llevaba como segundo al 
Sargento mayor D. Pedro Zacarías, el que obligó á Barbillas 
á regresar á sus tierras completamente destrozado. 

Seis meses ^después volvió á salir de Tawi-Tawi el terco 
Datto Barbillas con 7 grandes J9¿^M¿?o^ y 300 hombre de des- 
embarco, cuyo, personal aumentó en Joló con 150 y en Basilan 
con 20; y desde este último punto pretepdiepdo appderarae del 



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-*39— 

fuerte de San Diego d^ Zamboanga desembarcó en su» playas 
silencioso y protegido por la oscuridad de la noche, arrimó sin 
ser sentido las escalas al baluarte de San Felipe, y se hubiera 
hecho dueño del fuerte si un vigilante centinela no hubiera 
disparado sobre ellos, cuya detonación produjp la alarma con- 
siguiente, y acudiendo presurosa y medio desnuda la guarni- 
ción logró rechazar al atrevido enemigo y hacerle algunos 
prisioneros dentro del mismo fuerte. 

Sin embargo del brillante resultado de nuestras continuas 
expediciones, el valor y terquedad indomable de los piratas 
moro-malayos, y particularmente los joloeses, continuaban in- 
festando los mares del archipiélago y cometiendo las mayores 
atrocidades en los pueblos costeros, cuyos habitantes se veian 
obligados á abandonarlos para refugiarse en los montes. 

De todas partas llegaban á Manila los clamoreos de tantas 
desgracia^ repetidas, y los piratas cada vez mas animados por 
el rico botin que alcanzaban y la débil resistencia que encon- 
traban en los aterrorizados indígenas, se fueron atreviendo á 
atacar á los fuertes, ¿ los ^e bloqueaban, ponían en gran 
aprieto y tenían constantemiente en jaque para aprovecharse 
de sus descuidos, haciéndose al fin preciso ordenar por el Oo- 
bierno superior del Archipiélago que los pueblos pequeños se 
reuniesen en agrupaciones cuando menos de 500 tributantes y 
se fortificasen con fosos y estacadas, levantando vantays (vi- 
gías) en puntos convenientes que -pudieran avisar en tiempo 
oportuno la aproximación ó arribada de embarcaciones sospe- 
chosas; y para mayor y mejor defensa se repartieron armas y 
municiones entre los indígenas, se aumentaron los fuertes re- 
forzando sus guarniciones y se destinaron escuadrillas para la 
persecución de los piratas. 

En el año 1735 fué atacado el fuerte de Tay-Tay en la isla 
de la Paragua por una numerosa expedición de joloeses que 
practicó un desembarco de 2000 hombres, cercándole perfec- 
tamente, pero sin poder evitar que se refugiasen en él todos 
los habitantes del pueblo, que lo dejaron abandonado. 

Aun cuando el Gobernador Cienfuegos haqia cuanto pedia 
para la me^r defensa del fuerte y mayor daño del enem^o, 



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-40- 
era muy poco el que podía causarle, porque los sitiadores iban 
hábilmente entrechaudo el cerco siempre á cubierto con trin- 
cherones de faginas. 

Una noche uno de aquellos valientes fanáticos llegó hasta 
debajo de los mismos muros del fuerte, y agrandes gritos pidió 
que le escucharan: todos los sitiados acudieron curiosoí^ á 
oir al moro, que les dijo que preparasen bien sus armas, paes 
al dia siguiente serían asaltados y hechos esclavos; esta ame- 
naza y el anuncio del próximo asalto consternó de tal manera 
á los vecinos -del pueblo refugiados en el fuerte, y estos amino- 
raron tanto con sus temores el valor de la guarnición indígena^ 
que todos creyeran que lo mas prudente era abandonarlo y 
salvarse quien pudiera en la fragosidad de los montes in- 
mediatos. 

El mayor desaliento cundía por todas partes, las impre- 
caciones de furia y desesperación de los hombre, el llanto de 
las criaturas;y los quejidos y lamentaciones de las mujeres, 
que creían próximo el fin de su vida ó principio de la mas 
penosa, esclavitud, hicieron temblar de vergüenza al Goberna- 
dor Cienfuegos por el resultado fatal que preveía tendría aquel 
cerco, si eLenemigo daba el asalto con alguna decisión; inútiles 
eran sus consejos y sus amenazas para animarlos, y hubiera 
perecido á manos de los mismos cuya salvación pretendía, si no 
hubiese acudido á tiempo el P. Fray José de Santo Tomas de 
Villanueva, misionero Agustino descalzo, que los. calmó y 
ofreció la victoria en nombre de Dios, consiguiendo con tal 
promesa restablecer el orden, y rehaciéndose los ánimos per- 
dieron al fin todo temor y esperaban con impaciencia el día del 
asalto para !dérrotar á los enemigos de su religión y de su 
patria. 

Cuando apenas habia amanecido, salieron los moros de sus 
trincheras y con gran vocerío avanzaron divididos en tres 
columnas para dar el asalto por tres frentes del fuerte, mien- 
tras el cuarto era cañoneado por mar. 

Un silencio sepulcral reinaba en los sitiados, cuya sangre, 
á pesar de las promesas del misionero, se habia paralizado 
helada en las venas al recordar las palabras del moíro y ver el 



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—41— 
avance decidido de tan numeroso enemigo, más entusiasmiado 
cuanto mas se aproximaba; pero los consejos dirigidos Con voz 
enérgica y serena por el Gobernador Cienfuegos, los clavaba en 
su puesto de honor dispuestos á morir antes que abandonarlo: 
todos tenian sus armas empuñadas, y los artilleros rectificaban 
cuidadosamente á' cada momento la puntería de las piezas, 
cargadas con doble saquete de metralla; y las madres inútil- 
mente procuraban reprimir sus sollozos y sofocar el' lloro de 
sus hijuelos dándoles el pecho que habiia secado el miedo. 

Los moros avanzan blandiendo sus armas en son de amena- 
za aumentando su gritería y animados con la inacción de los 
sitiados, á quienes creían rendir á discreccion y sin resistencia: 
cuando en medio del silencio de los sitiados se oyó la vo^ enér- 
gica del Gobernador gritar: «fuego!»... el fuerte se inflamó 
momentáneamente y se encontró confundido en una densa 
nube de humo, se oyó el bronco estampido de los cañones y la 
gritería infernal y desesperada de los sitiadores; estos habían 
sufrido una pérdida muy considerable, y aunque cubierto el 
campo de cadáveres y heridos, continuaron el avance con 
mayor decisión y coraje. 

Los sitiados animados con el buen resultado de la primer 
descarga, cargan y enfilan rápidaiúente las piezas y esperan la 
segunda voz de «fuego!», que es pronunciada cuando los moros 
se encuentran á boca de jarro, causándoles tan horroroso efecto, 
que desanimados y deshechos por librarse de la metralla se 
atrepellan para guarecerse debajo del muro del mismo fuerte, 
pero allí las piedras," los maderos y los mosquetes continúan 
la matanza; los moros mas valientes intentan el asalto arri- 
mando las escalas, pero encuentran su muerte al llegar alo 
alto del muro y caen revueltos con los sanos; entonces se 
esparce el terror enftre ellos, se retiran en desorden alcanzados 
muchos por la metralla, reembarcan los que pueden y se ale- 
jan, dejando en el campo mas de 800 muertos y heridos, con- 
siderable número de armas blancas y algunos cañones, teniendo 
que lamentar los sitiados únicamente algunos heridos de arma 
blanca. 

Pocos días después llegó el Capitán D. Andrés Palacios 



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-r42- 

con su escuadra; pero no logró en^ntrar ninguna embarca- 
ción mpra, aui;i cuaíido las buscó con todo empeño. 

VII. . 

{1746 á 1749.) 

El Rey de ESspaQfi escribe á los Sultanes de Míndaoao y Jol6, para que adnilao en sus 
reinos Jos misioneros jesuítas,. ^ lo que acceden. -Mahoinad- Alimudin Sultán de Joló, 
hace una cordial visita al Gobernador de Zamboanga.— Los jesuítas reparten catecismos 

. en árabe, y su intolerancia é iosereneia en los asuntos del Estado les atrae íá odio- 
sidad de los dattos y panditas.— ]E1 datto Bantilan, hermano del Sultán, intenta asesi- 
narle, le usurpa el reino, y los jesuítas huyen á Zamboanga.- Mahoroad- AMmudín 
Iwye é Zamboanga y pasa é Manila en demanda de aiuUio etntra el usurpador .—El 
intruso Sultán Bantilan autoriza el pirateo, que infesta los mares tilipinos. 

En el año 1746, huyendo de los cruceros enemigos ingleses 
y holandeses, entró en el puerto de Cavite, á los ocho meses 
de viaje, el patache Santo Domingo, procedente de Acapulco, 
en el cual recibieron los jesuítas cartas del Monarca español 
para los Sultanes de Joló y Tamontaca, que habia logrado 
la influyente compañía con abultadas ponderaciones de los 
buenos resultados de la conquista. La carta que dirigía al 
Sultán de Joló decia: 

«D. Felipe, por la gracia de Dios Rej de las Empañas j de las 
«Indias etc.=A vos el alabado y honrado entre los reyes y príncipes 
»del Asia, Mahomad- Alimudin, Rey de Joló, á quien todo bien y 
»honra deseamos, salud y^ácrecentanaiento de buenos deseos: Fui in- 
wfórmado k sü tiempo con auténticos instrumentos, que el afio 1737, 
»á in&ta»cia y soUcitud vuestra, se ajustó, concluyó y juró solemne* 
«mente, por medio de embajadores y principales de ese reino^ un tra- 
«tado de pa?, amistad y buena correspondencia con varios capítulos 
«y condiciones conducentes á la quietud, conservación y libre comer- 
«eio de unos y otpos dominios, con la expresa calidad, de que esta 
«tpaz la había de establecer Yuéstra Grandeza con el Bey de Tauon- 
»ta<!a nuestro anoiigo; el cual tratado nie digné aprobar y coafinaar 
«por mi Real Cédula de 9 de Junio de 1742; esperando guardareis in- 
« viciablemente como buen príncipe. 

«Después por los PP. de la Compañía de Jesús, misioneros de- 
«sighados entre otros religiosos á predicar el santo Evangelio en esas 
«regiones orientales, he sabido con muy especial gusto y consi^nlo 
«n^io. que de muchos años é^ esta parte han sida y sou los ex.pnsa> 



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wdoa PP. favorableniente admitidos, y benignamente tratados p^r / 
«Vuestra Grandeza y los principales y vasallos de voestro reino, de- 
»8eosos de conocer y abrazar la religión cristiana, católica, apostó- 
»lica y romana, que es la única verdadera, ilustrada por la fe, por la 
»revelacion, y por la tradición, y confirmada por tantos y tan'irrefra- 
»gable8 testimonios, y la sola que nos puede conducir á la mayor fe- 
vlicidad, que es la gloria, y la salvación eterna de nuestras almas. 

«Por todos estos tan grandes y poderosos motivos, y porque el 
»mfts principal que he tenido para admitir, aprobar, y confirmar el 
^tratado de paz con. Vuestra Grandeza, es el ardiente, y piadoso de- 
sseo, que me asiste, de que así Vuestra Grandeza, como los prind- 
»pales y vasallos de vuestro reino conozcan la verdadera ley, y ad- 
nmitan la Religión que yo profeso, como también todos los vasallos 
»y subditos de mis extendidos dominios en las. cuatro partes del 
»mundo; por cuyo medio j vínculo espiritual y sagrado, se aseígura 
»al mismo tiempo la solidez y perpetuidad de la paz concluida; y la» 
«ventajas recíprocas, que de ello se pueden seguir á ese reino, y á 
»m¡s provincias de las islas Filipinas, os ruego y eihorto, que Vues- 
»tra Grandeza, y principales de vuestro Reino, admitan, reciban y 
»acqjan én esa capital, y en todos los depiás pueblos, benigna, cari- 
Dtativa y fraternalmente á los referidos PP. de la Compañía, cuyos 
«virtuosos y buenos procedimientos son bien notorios de Vuestra 
«Grandeza; señalándoles sitios para edificar iglesias, en que puedan 
«predicar y enseñar la santa fe católica, permitiendo á vuestros vasa- 
«Uos, que quisieran ejecutarlo por su propia y libre voluntad y sia 
«violencia alguna, que puedan abrazar la santa fe caljólica. También 
«recomiendo, y pido encarecidamente á Vuestra Grandeza, que trate 
«y haga tratar con benignidad y agrado por los principales de vues- 
«tro Reino á los referidos PP. de la Compañía, favoreciéndoles de 
«cualquier molestia y vejaciones, que puedan intentarse hacerles, lo 
«cual espero y será muy de mi Real agrado, como motiVo jiuflto de 
• «grand^Bs inconvenientes y de mi Real desagrado lo contrario. 

«Y porque sería posible, que el enemigo común del género hu- 
«mano, ó algunas personas mal intencionadas y perversas procurasen 
» introducir desconfianzas en los ánimos de Vuestra Grandeza y de 
«sus principales, atribuyendo mis piadosos deseos á otros fines menos 
ndesinteresadbs, prometo á Vuestra Grandeza de mi sinceriíted, y 
«con el seguro de mi Real palabra, que de ninguna suerte, ni oon 
«protesto alguno, será Vuestra Grandeza, ni los primcipaies de vuestro 
«reino inquietados, ni perturbados por mis armas ó por mis vasallos 
«en sus dominios y Gobierno; sino que en todo gozarán de su plena 
«y absoluta autoridad, en la misma forma que ahora la gozan; sin 
«que mi Gobernador de las islas ú- otra General, Ministro, ni vasallo 
«mio^ sei^ osado ó se atreva á molestar á Vuestra Graadeea, 6 sus 



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-44— 

«principales ó vasallos, ni a introducirse en ese reino sin vuestra 
«expresa licencia; porque si alguno á tal se atreviese, ineurririt en mi 
uReal indignación, y podrá ser castigado de Vuestra Grandeza apre- 
»hendiéndole en vuestro reino, según correspondiese á la calidad y 
«gravedad del delito.» 

aOumpliendó por parte de Vuestra Grandeza y de vuestros prin- 
»cipales, como no lo dudo, todo lo que va aquí propuesto y expre- 
»8ado, o&eciendo igualmente atender á la conservación y defensa de 
«vuestro reino, auxiliándole con mis armas contra cualquier enemi- 
»go, que intentara hacer guerra á Vuestra Grandeza; sobre lo cual 
«hago especial encargo á mi Gobernador, y Capitán General de esas 
«islas, para que enterado de mi Real voluntad, la ponga en ejecución 
«cuando lo pida la urgencia.^) 

«Dios guarde á Vuestra Grandeza y le conceda las pro«tperidades 
«espirituales y temporales que le deseo y mas convenga.» 

«Del Buen Retiro á 12 de Julio de 1744.» 

«Yo EL Rey.» 

La comisión de conducir esta carta al Sultán de Joló la 
tomó á su cargo el P. Francisco Isasi, Rector del colegio de 
Zamboanga; pero habiendo ido antes con el mismo objeto á 
tratar con el Sultán Jausa de Mindanao ó Tamontaca, de quien 
fué perfectamente recibido, regresó tan enfermo á Zamboanga, 
que tuvo que delegar en el P. Sebastian Ignacio de Arcada, 
Ministro de la doctrina' de Sioco, quien acompañado del Sar- 
gento mayor D. Tomás de Arrevillaga salió para JolÓ el dia 
24 de Agosto. 

El dia 29 de aquel mismo mes dio fondo la Comisión, de la 
que ya tenía conocimiento el Sultán, eji la rada de Joló, Cuyo 
recibimiento aplazó para el dia 1.* de Setiembre, en el cual el 
Datto Asin, hermano del Sultán, pasó con otros muchos Dattos 
y principales á bordo de la galera capitana en una embarca- 
ción cubierta de lujosas colgaduras, en la que entre el estrépito 
de las salvas de artillería de los fuertes de tierra y dos- cham- 
panes moros, á quienes contestó la galera española, embarcó 
el P. Arcada, el Sargento mayor Arrevillaga y un piquete de 
infantería jBspañola con el estandarte Real. 

Al poner el pie en tierra la Comisión fué saludada con nue- 
vas salvas y recibida por un pueblo numeroso, y el Sultán con 
los Dattos mas principales de su reino les salió al encuentro, y 
abrazándolos amistosamente colocó al P. jesuíta Arcada ala 



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--45— 

derecha y cantinuapou á su palacio, que dicen había adornado 
con mucho lujo y gusto: ya en el, dicho palacio» cogi6 el je- 
suíta los pliegos de su embajada que conducían en una ban- 
deja de plata y los entregó al Sultán, que los guardó en el pe- 
cho reservando el abrirlos hasta el siguiente día, que era el 
citado para la reunión del Consejo. 

El Sultán y principarles conferenciaron l^rga y amistosa- 
mente con lá Comisión, por medio 'de intérpretes, y presencia- 
ron el desfile de un ejército de mas de 3.000 hombres bastante 
bien disciplinados; y después de un refresco según el uso de 
aquellas tierras, fueron conducidos á la casa-palacio que había 
de servirles de alojamiento, en cuya puerta había como guardia 
de honor un piquete de tropa de la escolta del Sultán. 

Al dia siguiente fué recibida la Comisión con toda solemni-" 
dad en el Consejo, y abiertos los pliegos y traducidos por el in- 
térprete del Sultán, todos oyeron su lectura con aparente satis- 
facción, aceptando después de discutidas las proposiciones del 
Monarca español por unanimidad, proponiendo el Sultán levan- 
tasen los españoles un fuerte en el lugar de la isla que mejor 
les pareciese para mayor seguridad de los misioneros, que 
desde aquel momento quedaban autorizados para predicar el 
Evangelio en las calles, campos y playas, y levantar templos 
para la celebración de sus misterios. 

Tanta espontaneidad se hizo sospechosa, comprendién4ose 
que obedecía mas á una secreta causa de interés personal que 
á bondad; y manifestando que era escusado aquel fuerte, pues 
• los misioneros tenían bastante seguridad con la protección del 
Sultán, insistió este, haciéndose cada vez mas sospechoso, ale- 
gando la poca fe ó seguridad que podrían hallar en los guim- 
das, quienes desconocían su autoridad y se gobernaban inde- 
pendientes. 

Entonces conoció la Comisión que las pretensiones del Sul- 
tán eran para tener auxiliares en sus contiendas civiles, las 
que precisamente eran un bien para la colonia, pues mientras 
estaban entretenidos en sus propias contiendas eran menos las 
expediciones piráticas que salían á probar fortuna, por lo que 
insistieron en lo innecesario de aquel fuerte. 



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-46-^ 

Desistiendo el Sultán por entonces de aquella idea, y atento 
siempre á sus intereses personales, pidió como auxilio y á 
nombre de la nueva alianza 6.000 pesos y Aocepieos de pól- 
vora (759 k.s ), 12 de clavos y 1 de acero para formar una 
armada con que libertar alguno de sus pueblos de la tiranía de 
los bomeeses, todo lo que le fué concedido; y muy complacido 
contestó al Rey de España con una carta aliñada al gustó del 
jesuíta, accediendo á todo lo que se pedia, y cuyo principio -era 
el siguiente: 

«Católica .Sacra y Real Magestad. El Sultán Mahomad-Alimudin , 
»Rey de Joló y de todas sus islas adyacentes, vuestro ñel hermano y 
«fino amigo: Habiendo recibido el 1.* de Setiembre de este presente año 
»el trasunto de la muy expresiva y afectuosa carta con que Y. O. S. 
»y Real Magestad se dignó honrarme por mano del muy reverendo 
)iP. Sebastian Ignacio de Arcada y de su segundo el Sargento mayor 
»D. Tomás de Arrevillaga; su fecha en Buen-Retiro 12 de Julio de 1744, 
»la que me sirvió de suma alegría por venir de monarca tan escelso y 
«soberano y ver en su contenido los vivos y católicos deseos con que 
»se digna V. C. M. favor^erme, á los que iré respondiendo punto 
vpor puntov ete«....» 

El Sultán de Joló con nuestro auxilio y á cambio de unas 
promesas que retiraría -en el momento que le pareciese, según 
costumbre, pudo armar una escuadra de 70 velas marinada y 
guarnecida con 6.000 hombres, de lo que dio conocimiento al 
Gobernador del Archipiélago pidiéndole un destacamento de 50 
españoles para que durante su ausencia guarneciese su fuerte, 
como lo había hecho otro destacamento de 100 durante dos 
años en él gobierno de su antecesor, mientras duró la rebelión 
y pretensiones del Datto Sabdula á aquella sultanía, por cuyo 
medio quería asegurar su reino contra los proyectos de los 
miñdanaos, á quienes contendría el temor de romper las paces 
con los españoles, cuya petición fué concedida. 

Al mismo tiempa escribió también eí Sultán de Joló al Go- 
bernador de Zamboanga diciendo que esperaba la venida de 
los misioneros para alojarles cual correspondía, antes de su sa- 
lida con la expedición, expedición que al fin no tuvo lugar 
por haber sabido el Sultán que el Datto Sabdula, al retirarse á 
Tawi-Tawi, había sido abandonado por los suyos en una isla 



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-4lf- 

en que había desembaréado para hacer corte de maderas y 
construir embarcaeiones, y que desde aquella isla hablan pasa- 
do á la dé Borneo, á cuyos naturales había prevenido de la 
expedición que contra ellos se proyectaba y fuerzas que 
llevaban. 

Poco tiempo después, cuándo llegatt)n á Zambóanga los 
misioneros jesuítas para Mindanao, vinieron también otros de 
la misma Compañía para Joló, á cuyo Sultán dio aviso el Go- 
bernador de aquella plaza, y aquel contestó que suspendiera 
por entonces él enviarlos hasta lograr calmar el ánimo exalta- 
do de los naturales que, contra su voluntad, habían solivian- 
tado los pmiditas. 

El día 5 de Mayo de 1Í48 llegó á la rada de Zambóanga 
el Sultán de Joló Mahomad-Alímudin á visitar al Gobernador, 
acompañado de una numerosa corte muy lucida y una gran 
escuadra con gente bien armada y vestida, á quienes el Gober- 
nador obsequió con fiestas y honores que los entretuvieron 
hasta últimos de aquel mes, que se retiraron muy complacidos. 

Según había quedado convenido, el dia 3 de Junio salió 
para Jaló una galera al mando del Sargento mayor Arrevillaga 
conductendo los misioneros jesuítas P P. Patricio del Berrio y 
Juan Anglés, que arribaran felizmente en la mañana del dia 9 
dos leguas al Este de la rada de Joló en el fondeadero llamado 

Desde allí enviaron aviso de su llegada al Sultán, y esté 
ordenó fuesen inmediatamente á buscarlos su hermano el Datto 
Asín, qú6 aquella misma, tarde los condujo á la'raáa de Joló, á 
cuya playa salió el Sultán á recibirlos |con mucho aparato y 
marcial estruendo, y abrazándolos amistosamente los condujo 
á su propio palacio, en donde habían de continuar alojados 
hasta que ftiese terminada la obra de la casa que pp<ra ellos sé 
construía. 

Este buen recibimiento dio mucha preponderancia á los mi- 
sioneros, á quiénes fueron á visitar los principales dattos y per- 
sonajes de Joló, inclusa la familia del Sultán, y los jesuítas 
devolviercm todas aquellas visitas, prometiéndose los mas feli^ 
ees resultados de aquella docilidad y amabilidad de los moros 



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-48- 
joloeses, muy principalmente de lai}¿2y<^w¿?Banquian-Banquillí, 
hermana del Sultán, y repartieron entre todos ellos con profu- 
sión el catecismo escrito en mahometi^no, que era aceptado con 
gran curiosidad; pero los jesuitas ignoraban la propaganda 
que contra ellos hacian los sarips, panditas y el Datto Ban- 
tilan, hermano del Sultán, quien habia heredado de su padre 
todo el odio implacable que aquel habia tenido á los españoles, 
y hacian creer á las masas su condenación cierta ai escucha- 
ban á los misioneros extranjeros, y la mas penosa esclavitud 
si reconocían al Gobierno y la soberanía española. 

Los mismos jesuitas dieron pronto margen al aumento de 
sus enemigos y predisposición de los ánimos con intransi- 
gencias, poco tino y mal método, llegando muy pronto el caso 
de ser únicamente respetados por temor al Sultán, que conti- 
nuaba mostrándoles la misma amistad y protección, pero esta 
llegó también á hacerse sospechosa; y comprendiendo entonces 
les jesuitas lo comprometido de su situación, escribieron mu- 
chas cartas exagerando los peligros que les rodeaban y pedían 
al Gobernador de Zamboanga un galeón para que les prote- 
giese y á que poder 'acogerse en caso necesario, máxime en 
atención á que el Sultán tenía preparado un viaje á Manila para 
visitar al Capitán General Obispo; pero esta petición no fué. 
atendida, tanto por no despertar sospechas á los joloeses, como 
por la inseguridad que prestaba la rada de Joló con los fre- 
cuentes vendábales, y el necesitar las embarcaciones para otras 
atenciones preferentes. 

Habiendo resuelto el Sultán de Joló, Mahomad-Alimudin, 
marchar á Manila á visitar al Capitán General Gobernador del 
Archipiélago, el Obispo de Nueva Segovia D. Fray Juan Are- 
chedera pensó dejar durante su ausencia como Gobernador 
de su reino al Datto Salicqya, anciano recto, de mucho juicio 
y gran inñuencia, y cuya hija estaba destinada para esposa 
del Bajá ó Rajá-Muda Israel, hijo del Sultán {Rajé-Muda es 
el título del príncipe heredero); pero mediaron tales influencias 
é intrigas de los santones, que vacilaba la elección entre el 
Datto Salicaya y el pandita Mamancha el mozo, que estaba 
casado con una sobrina del Sultán repudiada por su hermano 



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-49- 
el Datto Asín. Estas vacilaciones alarmaron á los jesuítas, que 
temían ver las riendas del Estado en manos de un sacerdote 
mahometano, y precisamente en las de Mamancha, quien, 
cuando le saludabah, les volvía la espalda con desprecio, por lo 
que el P. Arguelles influyó con el Sultán y le decidió á nom- 
brar Grobernador de su reino durante su ausencia al Datto 
Sálicaya. 

El Sultán embarcó para Zamboanga en la noche del 1/ 
de Setiembre, y cuando se retiraba el P. Anglés de la playa, 
hasta donde le habia acompañado, fué detenido por el Datto 
Bantilan, cuyo furor aumentaba la fealdad de su rostro y ser 
tuerto, y le hizo cargos sobre su conducta y dirigió algunas 
amenazas por haber influido con el Sultán su hermano á que 
hubiese preferido sobre él al Datto Sálicaya, y el jesuíta pro- 
curando calmarle con algunas razones, se retiró al fuerte, 
donde tomó para su resguardo seis soldados españoles de un 
champan de Zamboanga que habia libado á la rada. 

£1 Sultán arribó aquella misma noche á Joló y con la mis- 
ma precaución fué á visitar á Máliiia'iiag'ña-míichá (cara 
hermosa), joven Dayana, de quien hacki dos meses andaba 
locamente apasionado, y sobrina de Tay candas, una de las con- 
cubinas de su serrallo, quien por *cel©s y temor de perder el 
favor que disfrutaba del Sultán, que hasta hacia poco tiempo 
le habia mostrado su preferencia, pretestando el escándalo de 
la afinidad, á que su ley y sus ritos no se oponían, pero sí la 
costumbre, la habia separado de la vista de su señor; pero su 
venida na fué tan secreta como habia pretendido, pues cuándo 
se retiraba de la casa de su amada para reembarcar, fué alevo- 
samente herido de un lanzazo, guiado según se cree por la 
odiosidad de su hermano Bs^ntilan,que tenia ofrecida su gracia 
y favor, seis esclavos y mil pesos á quien lo asesinase. 

Al momento se esparció la noticia de la muerte del Sultán 
y los distintos pretendientes á sucederle se pusieron á la cabeza 
de sus partidos, en vista de cuyas resultas, el leal Datto Sáli- 
caya pasó inmediatamente á ver á los misioneros y les acon- 
sejó la huida á Zamboanga, pues corrían peligro sus vidas 
porque los insurrectos, para adquirir mayores fuerzas, preten- 



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y 



-m— 

dian levantar el grito como causa religiosa, tomándose tanto 
interés* que para protegerlos no se separó un momento de su 
lado hasta que vio alejarse de la playa el champan que ios 
conducia; este, luchando con mala mar y vientos de proa, se 
viá precisado i arribar á una isleta deshabitada tres leguas al 
E, de Jólo, ¿ cuya rada se vieron obligados á volver por falta 
de víveres para continuar 'el viaje, donde pasando aviso al 
Datto Sdlicaya fueron provistos de cuanto necesitaban, saliendo 
de nuevo para Zamboanga, á ^onde llegaron después de un 
viaje muy largo y tormentoso, reuniéndosdes al poco tiempo 
sus compañeros de Mindanao, huidos por (musas semejantes^ 

£1 Dattp Bantilan se puso á la cabeza de los amotinados, 
y fue proclamado Sultán de Joló^ pero Mahomad^AlimudiB, 
que únicamente había sido mal becido, enterado de lo qise 
ocurría en la isla, continuó á la de Basüan, en cuya süanffo^ 
dio fondo el 22 de Setiembre con dos grandes pancos^ y quince 
menores; de aquí pasó á Zamboanga. cuyo Gobernadc»- puso á 
su disposición un cMmpan. que lo condujo k Manila con parte 
de su séquito- 
Entre tanto el intruso Sultán Bantilsui para asegurarse en 
sujwder fortíiScaba los puntos mas estratégicos de la. playa 
para oponerse al desembarcó de cualquiera enemigo, y dispuso 
se anpfasen varias escuadrillas para que saliesen á ejercer el 
pirateo; en las isla^. dominadas, por los españoles y aquellas que 
permanecieren, adictas al fugitivo Sultaa, con lo que los mares 
se ll^%ron muy pronto de multitud de foragidos, y en nujes- 
trjis. QQstap volvteroja á tener lugar los mas. lanMsntabl^ es- 
tragos, ápesar de la 'actividad del Gobernador de Zamboaaga, 
di Sa^rgenío mayor.Goní^z deji Kulgair, que hizó.salír algur 
i^fiSi en^baiwacioaes.á perseguirles y Jprivades la eomiinifiiKnon 
con el SuUan de JMüidanao. • - 



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-51— 
VIII. 

(1749 á 1752.) 

El destronado Sultán de Jol6 llega á Manila, y se hace cristiano bautizándose con el nom- 
bré de Don Fernando 1 de Aliinudín.-II Datto BantUan escribe una arrogante carta al 
Gobernador de Zamboanga.-Sale de Manila una expedición con Don Fernando I para 
su rcsiauracion.^Parte de la expedición, después de eafionear A Joló, obtiene un acta 
de reconocimiento y sumisión al Sultán Don Femando I Brmada por los Dattos mas po- 
derosos. -Se sorprende una carta de Don Fernando I y es reducido á prisión con otros 
nachos como sospechososr de traición contra los espafioles. 

£1 Sultán Mahomad-Alimudin arribó al puerto de Cavite el 
dia 2 de Enero de 1749, de donde inmediatamente se pasó 
aviso al Obispo Capitán General del Archipiélago, quien envió 
una lujosa embarcación con una Comisión que le saludara y le 
condujese á la capital con todo su acompañamiento, que eran 
setenta personas de ambos sexos, los cuales se alojaron con 
toda comodidad y esplendidez en una hermosa casa del pueblo 
de Binondo, donde una Compañía del Real Tercio le daba la 
guardia de honor, y fue visitado y obsequiado por todo lo mas 
principal de la colonia. * 

El dia 17, que era el señalado para el recibimiento, oficial, 
el Capitán de la guardia fué á buscar al Sultán en ef carruaje 
del Capitán General Gobernador de las islas, tirado por seiá 
caballos y con servidumbre vestida de librea de todo ceremo- 
nial, en el que subiendo Mabomad-Alimudin, precedido de seis 
alabarderos y seguido de muchos carruajes, entre el mages- 
tuosb estampido del cañón, el bélico sonido de las músicas 
militares y el bullicio de un pueblo numeroso {¿pifiado "poi* la 
Curiosidad, desfiló el Suítan y su acompaflamientd p(^ debajo 
de víMrtos' áreos de íionor y entre; las ftlas d€^ los batallones de 
tercio$ es]f)añoles y pímpangt^y formados en órdende paTaáa, 
poir ctellés engalanadas d^ banderas y colgaduras y.'ocupadoff 
balóóñes y Véíitána» por el vecindario: ' ' . - ^' 

El Sultafl y^Stt séquito», «mbelesados con tín espeótáoütó y. 
graüdeza qüe^ tíó< podian »í auBÍ ¿ábér sollado, Hegároñ al 
palacio, en dondie aun? ^w «layor el lujo y la dónctttt^éaéict? sw 
Bustri^^a el Óbkpá; Capitel Gdiie^l Oob^yna^^ ^ntérin^^ de 



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-sa- 
las islas, salió á recibir al Sultán á la escalera, le dio un 
abrazo y entraron rodeados del ceremonioso aparato de cos- 
tumbre en el gran salón de cortes, que estaba regiamente 
decorado con un gusto y esplendidez que admiraba á los mis- 
mos europeos. 

Después de las felicitaciones y cumplidos de costumbre, 
demostró el Sultán Maliomad-Alimudin por medio de los 
intérpretes su agradecimiento y satisfacción por el recibimiento 
que se le habia hecho, y la que hubiera sido mayor si no mo- 
tivara su venida el pedir auxilio para recuperar el trono que su 
ambicioso hermano el Datto Bantilan le Uabia usurpado, & lo 
que le contestó el Obispo que estaba dispuesto á darle todos 
aquellos auxilios que estuviesen en sus facultades como Capi- 
tán General de las Filipinas; y después de un refresco oficial, 
se retiró el Sultán con el mismo aparato y bulücio. 

Admirado el monarca joloés del orden, riqueza, esplendi- 
dez y gusto de cuanto le rodeaba, se aficionó bien pronto á 
aquellas costumbres, y comunicó al Sargento Mayor D. Pedro 
Zacarías, con quien habia contraído grande amistad, deseaba 
y estaba decidido á hacerse cristiano y recibir las aguas del 
bautismo* 

La rtpida conversión del Sultán hizo sospechar á los 
PP. jesuítas que mas que vocación era un cálculo interesado 
para mas obligar por este medio al auxilio de recuperar su 
reino, por lo que protestaron sobre la inconveniencia de admi- 
tir las proposiciones del Sultán hasta que no hubiese una evi- 
dente certeza de su fe, dando con esto margen á polémicas y 
controversias que retardaba el asenso del Arzobispo metropo- 
litano, el ilustre y reverendo Sr. D. Fr. Pedro de la Santísima 
Trinidad Martínez de Arizala; pero como el Obispo Gobernador 
estuviese interesado en acristianar al Sultán contra la opinión 
de todps y la del mismo Obispo metropolitano, reunió en su pa- 
lacio una junta de 15 doctores en Cánones y Letras sagradas, 
y acordaron se diese el bautismo al Sultán 4e J^ló» . 

P dia 20 de Abril de 1750 embarcó el Sultán aconipanado 
de D. Ignft^io Martínez de Fáura, en representa,cion de S. lima. 
eV Obispo Gobernador del Archipiélago, y que había de hacer 



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-53- 

de padrino, varios españoles convidados y un piquete del 
«Real Tercio,» y pasaron á la Pampang^ en la provincia de 
Pangasinan, obispado de Nueva Segovia y diócesis del Obispo 
Gobernador, y el dia 28 de aquel mismo mes, en el pueblo de 
Paniquí fué bautizado el Sultán de Joló, con el nombre de 
Fernando, por el Rdo. P. de la Orden de predicadores Fr. 
Enrique Marrón, y siguiendo el ejemplo del Sultán se bau- 
tizaron también dos Dattos y cinco principales de la comitiva, 
regresando el dia 5 de Mayo á Manila, en donde fueron recibi- 
dos con salvas de artillería. 

D. Fernando I de Alimudin, primer Rey cristiano de Joló, 
desembarcó en el muelle de la puerta de Santo Domingo, en la 
cual religiosos de esta orden, algunos de la de San Francisco, ' 
el Sargento mayor de la Plaza y otros oficiales y vecinos le 
recibieron y acompañaron á la capilla de Nuestra Señora del 
Rosario, en la que se celebró- un Te-Deum en acción de gra- 
cias por 'aquellas conquistas espirituales que tanta gloria y 
prosperidad liabian de dar al nombre español y á las islas fili- 
pinas; y de allí pasó D. Fernando I en el cochS del Gobernador 
á su palacio, en donde terminó el dia agradablemente felici- 
tado y obsequiado. 

Con este motivo se celebraron también fiestas muy anima- 
das durante cuatro dias, con funciones de iglesia, y de toros, 
comedias y fuegos artificiales, en que los nuevos cristianos lu- 
cieron (no dice la historia si con gracia) el trage europeo espa- 
ñol, que adoptaron. 

Pasados aquellos dias de regocijo se pensó en restablecer 
en el trono al rey de Joló; pero como hacia tres año^ que no se 
recibía el «Real situado» ni refuerzo alguno de soldados, las 
cajas de la Real Hacienda y el personal del Campo militar se 
hallaban escasos, teniendo por esta causa precisión de esperar 
la llegada de la nave de Acapulco. 

En este estado los asuntos de Joló, llegó al Archipiélago en 
el mes de JuUo de 1750 y tomó posesión de su Gobierno el Gefg 
de escuadra de la Real Armada, M. I. Sr. D. Francisco José 
de Ovando y Solís Topete y Aldana, Marqués de Ovando. 

Los moros joloeses continuaban hostihzando con mpcha fre- 



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-54- 
cuencia todas las costas de nuestras islas y adelantaban osados 
en sus algaradas muchas leguas ?il interior, porque los Alcal- 
des mayores Gobernadores de las provincias, ocupados del lu- 
cro que les proporcionaba el comercio, se cuidaban poeo ó 
nada de la prosperidad y bienestar de la colonia, dejaban ar- 
.ruinarse los fuertes y ocupaban sus guarniciones en su servicio 
personal, cuyos males y escandalosos abusos procuró corregir 
el nuevo Gobernador con órdenes y reglamentos. 

El Datto Bantilan, preparándose para resistir cualquier ata- 
que, ejercitaba mucha gente en el manejo de las armas, cons- 
truia gran número de embarcaciones y fortificaciones, particu- 
larmente en la rada 3e Joló, donde levantó un fuerte que 
artilló con 40 piezas de diferentes cahbres, de lo cual dio cono- 
cimiento al Capitán General el Sargento mayor Gobernador de 
Zamboanga D. Juan González del Pulgar, remitiéndole al 
mismo tiempo la siguiente carta .que Bantilan le habia dirigido: 

«Esta carta envía el Sultán Mahomad-Majdiodin, que 'gobierna el 
» reino de Joló por mar y tierra y todas sus islas con todos sus prin- 
>»pales, al Sr. Gobernador que gobierna la fuerza de Zamboanga, so- 
wlicitando el Sultán Mahomad-Maydiodin, hasta cuando ha de dejar 
»de matat á la gente joloana, para que lo sepa el Sultán; pues hasta 
»no sabei^ este estilo del español de matar á la gente joloana, no sa- 
»brá corresponderle; aunque ya tiene enviado cartas para Manila á 
»Su Señoría, para solicitar el fundamento porque ha estado matando 
»el Sr. Gobernador á la gente joloana; pues sabiendo, entonces po- 
»dria corresponder al Gobernador; pues si es porque nosotros tenemos 
«porfías entre hermanos, qué tiene que hacer con esto el español? 
»¿Que, acaso está puesto en las capitulaciones, de que cuando noso- 
Dtros los hermanos tengamos porfías, hayan de intervenir los espa- 
wñoles con la gente de Joló? 

»Si esto es lícito entre los hermanos que por haber dado el Rey 
«tierra á los españoles, dé la gente de aquí sin parecer de sus princi- 
«pales, le hicieron, acaso el Joló mató a los españoles? No sucedió lo 
«mismo con el Ma.riseal, que le mató un padre^ porque quería dar 
«Manila al Rey de Siam; intervinieron por ventura entonces los jolo- 
«eses? Con que ahora en qué ha ofendido la gente de Joló con esto? 
»;Ha matado al español? Pregunta al Gobernador el Sultán: ¿Qué ha 
«granjeado ó qué ha hecho mi hermano mayor hasta ahora? para que 
«lo sepa; pues bien sabe el Gobernador que somos hermanos de pa- 
«dre y madre; acaso es estilo entre hermanos guardar odio? me parece 
«que no. Y 1q otro, á qué fin atajar los españoles á los tirones, que 



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—55— 

»ran á haeer perjuicios ¿acaso en esto interviene el Sultán? Pues ellos 
»van á vengar lo que los españoles y mi hermano mayor hicieron "en 
wTirong, cuando fueron á pelear: y también si el orancaya Abdul- 
nHarín y Sailón fueron para las costas de Visaya, en qué intervino 
i»el Sultán? pues el orancaya fué á vengarse por su primo hermano 
«que mandó matar el Gobernador: si la culpa es del orancaya, y de 
»Saüon, que est& en Basilan, no hace cosa alguna. 
»Luego es solo gusto del Gobernador. 

>»Y si por acaso el Sultán no tuviere mas carta de Manila, deter- 
»mina pedir licencia para hacer despacho á Su Señoría, porque quiere 
»saber el paradero del Sultán, y si ya acabó sus negocios y si se ha 
»de vengar ó no; porque es estilo entre buena gente saber de cierto 
»la resolución; y no es por tener miedo, porque hay mucho que ver 
»este Presidio, y porque tiene fuerza, galeras y cañones; porque con 
»los pancos y vinúas que hay en estas costas, les podré resistir con 
»mis pocas fuerzas y pobreza. Y ya ahora no es posible contener á la 
«geiíte de Joló, pues por mar y por tierra están coaligados con los 
«tirones, para saquear las costas de los españoles; y aunque todos 
«están bajo mi dominio, espero la determinación de todos los que 
«tengo comunicados y convocados para ser lo que fuese bueno y ma- 
nió, que son los de los pueblos de Bañar, Pasir, Mandal, Buguis, 
wMacasares é llanos, que todos son mis legítimos hermanos y dan 
«cumplimiento á la ley de Mahoma. 

«Aunque es verdad qué nos parecemos al perro, y los españoles 
»al elisfonte, puede ser que algún diá monte el perro sobre el elefante; 
«y asi que se tenga bien él Sultán en sus palabras con Im españoles, 
«porque si llega á vengarse ha de Eler hasta el fln; porque el estilo de 
«la gente chica es reñir con la gente grande; pues ái no gana perderá, 
»y á lo menos aunque no pueda vencer al elefante, le estorbará el pa- 
«so para buscar su vida. Ya tengo despachado uñ embajador para 
ftDicatra, con tíartas, para que de allá se remitán al Rey de Cons- 
«tantinopla, y por aquella via se despachen á España para entregar 
«las capitulaciones, pues según entiendo, el Gobernador ha sido 
«mas que el Rey, que ha quebrantado las capitulaciones, desde 
«que empezó á hacer daño á los jolóanos, y en esto el Reyes el que 
«ha perdido, porque se le han cautivado á mas de S.OOO personas 
«entre la gente joloana y la de Tirong. Esta es la verdad, que digo 
«en mí carta para el Rey, y para el Rey de Constantinopla; y le pido 
«también auxilio para que pida á mi profeta Mahoma, porque quiere 
«acabar ya la ley el español, y para que se crea lo que digo, dentro 
«de mi carta y sepa la mala correspondencia, sea tarde ó temprano 
«ha de esperimentar algún daño, ya que se han cumplido los intentos 
«de Vuesa Merced: y de aquí adelante tengo que comunicarle, porque 
«yo soy el principal que tengo que morir por la ley de Mahoma, y 



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-56- 

»sinó que se haga la prueba. Aunque ya las conversaciones de usté- 
«des no concierten las de nosotros, pues me han contado que se es- 
»tila, que cuando hay algún enviado lo manda matar el Gobernador, 
»y por eso envió esta carta cautelosamente, porque soy diferente á 
»otros principes, que lo malo lo hago salir, y lo bueno siempre es 
«bueno; y vivo receloso, porque temo guardar lo que siento.» 

Aun cuando era cierto que el Gobernador de Zamboanga 
había hostilizado á los joloeses con demasiada saña, á que se 
hacían acreedores por sü mala fe, contestó ál intruso Sultán 
Bantilan demostrándole las causas de derecho y de justicia por- 
que había quitado la vida á algunos joloeses rebeldes y traido- 
res contra su legítimo soberano, que arrojado de su trono y 
huido de su reino, se había acogido á la hospitalidad y protec- 
ción de los españoles: que no eran estos los que habían vio- 
lentado los tratados de paz, sino los joloeses: que no tenía mo- 
tivo ni debía dudar del respeto y seguridad de embajadores, 
cual corresponde, y que con referencia á sus insolentes brava- 
tas, perfectamente ' conocía él y su reino sobraba á España 
fuerza para darles el escarmiento á que se hacían acreedores. 

El Capitán General del Archipiélago, alarmado por la osa- 
día y decisión de los joloeses y deseando poner coto á ios daños 
innumerables que causaban en los mares y en las tierras de 
nuestras posesiones, resolvió darles el condigno escarmiento, 
con que asegurar la tranquilidad de la colonia y la restauración 
de D. Fernando I Alímudin, Sultán cristiano de Joló, si bien 
usando en este propósito una gran cautela, pues el Sultán ha- 
bía becho despertar ciertas sospechas de la aparente lealtad 
por las relaciones de algunos cautivos fugados ó redimidos, que 
estaban contestes con los informes del jesuíta P. Juan Anglés y 
el Gobernador de Zamboanga D. Juan González del Pulgar, 
que decían que el Sultán Mahomad- Alímudin no había sido 
despojado de su reino, que era una farsa la noticia que corrió 
de haber sido herido, y que había dejado como Datto interino 
ó Gobernador de Joló durante su ausencia á su hermano Ban- 
tilan, cuyos enredos eran para mayor disimulo y poder mas 
minuciosamente enterarse de las costumbres, elementos de de- 
fensa y fortalezas que tenían los españoles, con la pretenciosa 
idea de exterminarlos, conquistar las Filipinas y ensanchar sus 



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-57- 

dominios, como le habia ofrecido al Sultán un profeta venido 
de la Meca andando sobre el mar, de quien ya hemos hecho 
mención. 

Estas noticias, cada vez mas alarmantes por el carácter 
de certeza que adquirieron, dieron lugar á varias juntas secre- 
tas de guerra presididas por el Gobernador del Archipiélago, 
en que se acordó el modo y precauciones con que habia de 
procederse ¿ la restauración de D. Femando I; y con este ob- 
jeto fue enviado á los msayas con título de Intendente general 
D. Francisco Escoti para establecer en Zamboanga almacenes 
reales que proveyesen con la mayor ventaja y economía la es- 
cuadra de expedición que habia de operar en aquellos mares 
al mando del maestre de Campo del Real Tercio D. Antonio 
Ramón de Abad, con títulos y poderes de Teniente de Capitán 
General, á cuyo cargo habia de ser conducido D. Fernando I 
á Joló. 

El dia 19 de Mayo de 1751 se hallaba enfrente á Manila 
una escuadra de 3 galeras, 2 falúas, 2 champanes y I goleta 
para la expedición á Joló;. el Sultán .D. Fernando I embarcó 
en la galera almiratíta S. Fernando, en vez de la capitana Sailta 
Bárbara, como en un principio se habia pensado, y saludada 
por los cañones de las fuerzas de Santiago en Manila y Saú 
Felipe en Cayite, se hicieron á la vela con rumbo á Zam- 
boanga, á donde llegaron á los últimos dias del mes, excepto 
la almiranta y 2 falúas que hablan perdido la conserva desde 
muy al principio del viaje; pero opinando el Jefe de la expedi- 
ción no tardarían en incorporárseles, no creyeron oportuno 
demorar las operaciones, con perjuicio de dar tiempo al enemi- 
go para precaverse á la defensa, y después de tomar acuerdo 
en punto de guerra continuó la expedición para Joló el dia 13 
de Junio, fondeando en aquella rada á las nueve de la noche 
del dia 26 una milla al frente de los fuertes del Sultán y de 
los Dattos Sibuyon y Tandahdalaya. 

La falúa y la goleta que, como buques de menos calado, 
habían recibido orden de fondear mas próximos á tierra vieron 
el bulto de dos grandes embarcaciones, desde las que les pre- 
guntaron en castellano: «¿quién va allá?» pero no pudieron 



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~S8— 
reccmocerios por la oscuridad de la noche j no creer conve- 
niente practicar moyimiento alguno; pero en la anmnecida del 
siguiente dia reconocieron dos grandes champanes chinos que 
-procuraban con toda diligencia entrar en el rio con la subida 
de la marea, sin izar pabellón ni hacer muestra alguna de 
reconocimiento y amistad, por lo que se destacaron tres em- 
barcaciones á apoderarse de ellos y traerlos á remolque, lo 
que consiguierojí á pegar del vivo fuego, pero nada certero, 
que les hacían los ta^es fuertes moros, que enarbolaron banderas 
rojas, continuando el fu^o por una y otra parte todo el dia. 

En uno de los champanes pe hicieron 26 prisioneros smv- 
gleys y en el otro solo dos, pues hallándose mas-cerca de tierra 
huyeron ios demás arrojándose al mar, y unidos á sud compa- 
ñero» de comercio en Joló, ayudaban á los moros en sus ope- 
raciones de guerra. 

A pesar de esto el Comandante General de la expedición 
envió á tierra dos chinos de los óhamj^anes para que invitasen 
á sus arraes (patrones) á que pasasen á bordo de la capitana 
para dar ^u^ descargos, dándoles el seguro de ser respetadas 
sti^ vidasjy libertad; pero hallándose criminales por traer auxi- 
lios de guerra á los joloeses, no comparecieron los llamados 
jai vivieron los enviados- 

A la amanecida del dia siguiente se rompió de nuevo el 
fuego, que se suspendió arriando las banderas los fuertes moros, 
k» Cuales enviaron tina vinta con parlamenta á pedir tregua 
y p^mlso para venir k conferenciar Qon el Gafé de la expe- 
dición el Datto Asin; pero como trascurriese el dia sin que este 
viniera, disculpándose con frivolos protestos de temores y des- 
confianzas, se comprendió era un ardid para ganar tiempo, 
reparar las muchas averias que habían sufrido los fuertes y 
recibir refuerzos del interior, que esperaban, para evitar un 
desembarco que temían; por lo que rompiendo el fuego al ano- 
checer, lo continuaron durante toda la noche, distinguiéndose 
la galera San Juan, que disparaba con bala roja, pero los 
moros no contestaron , ocupados únicamente en cubrir las 
brechas para evitar el asalto; pero en la madrugada del dia 
aiguieate 29, volvieron á enarbolar la bandera roja el fuerte 



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-^59- 

del Sultán y el del Datto Sibuyon, rompiendo el fuego con 
menor número de cañones, lo que parecía indicar que los 
habían retirado temerosos del asalto, y el fuerte del Datto 
Tandahdalaya enarboló bandera blanca y permaneció silencioso. 

Comprendiendo el desaliento de los joloeses, se aceleró él 
desembarco, bajo la dirección del Capitán D, José de Medina, 
que lo hizo con 40 soldados españoles y 40 voluntarios aven- 
tureros, al mismo tiempo que se llamaba la atención del ene- 
migo simulando otro desembarco mas numeroso por el punto 
opuesto; el Capitán Medina llegó á las casas de la población, 
y rechazando al enemigo, que le habia salido al encuentro, 
las incendió, pero las llamas no comunicaron al resto de la 
población por encontrarse á barlovento. 

Cuando ya se retiraba á las embarcaciones el Capitán 
Medina, salieron fuerzas superiores á picarles la. retirada, é 
imprudente, seguido de 12 voluntarios zamboangueños, ha- 
ciendo alarde de un valor temerario que en [ellos es conocido, 
avanzaron sobre el enemigo, perdiendo *la vida en una lucha 
infructuosa el Capitán Medina y cuatro zamboangueños i y se 
retiraron los otros ocho heridos, pero muy satisfechos de haber 
demostrado su valor y haber causado muchas bajas al enemigo. 

Al salir el sol el dia 30 largaron las banderas nuestros 
buques, y dando tres vivas al Rey, continuaron el cañoneo 
contra los fuertes moros, que contestaron con mas viveza que 
el dia anterior, causando algunas bajas y averias en la es- 
cuadra; y como á eso de las cuatro de la tarde hicieron dos 
disparos de cañón desde una trinchera, que sin ser vistos 
habían levantado en el playazo de la embocadura del rio, pero 
á los pocos momentos fue desmontada aquella pieza y des- 
truidos sus parapetos por los certeros disparos de los buques, 
que suspendieron su fuego al anochecer por la escasez de 
municiones. 

Al amanecer del siguiente dia 1.* de Junio apareció el 
fuerte de Tandahdalaya con una bandera amarilla, cuyo sig- 
nificado ignorado por los españoles, enviaron una lancha á 
enterarse, conduciendo una carta que habia de ser entregada 
al Datto Asín ú otro que no fuese Bantilan, en que se reprendía 



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el desleal comportamiento de* los joloeses contra su legítimo 
Sultán Mahomad-Alimudin é indebida hostilidad contra los 
españoles, sin respeto á los últimos tratados de paz, y se les 
amenazaba con grandes daños y batirles sin descanso y ma- 
yores fuerzas hasta obligarles á reconocer y acatar á su legí- 
timo Sultán, y por último les exhortaba amistosamente con 
una transacción que evitase los horrores de la guerra y á que le 
entregasen los cautivos cristianos que tuviesen. 

El dia 2 se volvió á enviar. una lancha á tierra á buscar la 
contestación de la carta del dia anterior, que fue entregada 
saludándola con tres cañonazos: el Datto Asin, hablando en 
nombre de todos los Dattos, pintaba la sorpresa que les habla 
causado ver que siendo los españoles no solo amigos, sino 
protectores de su rey, hubiesen entrado con una armada, de 
que no tenían noticias ni sospechas, á son de guerra en aquella 
rada, apoderándose de dos champanes comerciantes que se 
hallaban fondeados bajo los fuegos y protección de los fuertes, 
y que aun les parecía mucho mas extraño que siendo el objeto 
de aquella expedición la restauración del Sultán Mahomad- 
Alimudin, no le viesen ni tuviesen noticia alguna de él, cuya 
presencia y regreso deseaban los mas poderosos del país, y todo 
se arreglaría satisfactoria y amistosamente; en vista de cuyas 
atendibles razones contestó el Gefe de la expedición al Datto 
Asin pidiendo la entrega de los cautivos cristianos, que aban- 
donase el partido del rebelde Bantilan, fomentase el del legí- 
timo Sultán, queseüallaba en Zamboanga, y pasasen á Basilan, 
donde oe les pondría á la cabeza, á lo que el Datto Asin ofreció 
de palabra contestar al dia siguiente ó que.iria un Datto de su 
confianza á tratar del asunto. 

Los vientos del N.E. y del O., generales en este mes, en que 
dan principio, hacen muy peligrosa la rada de Joló, y solo se 
encuentra abrigo al socaire de la isla inmediata Patulaya, por 
lo que se decidió el Jefe de la expedición á regresar á Zam- 
boanga. En la amanecida del dia 3 se arrimaron los buques 
cuanto pudieron sobre la cotta 6 fuerte del Sultán con ánimo 
de demolerla antes de retirarse, y enviaron á tierra una lancha . 
á pedir la contestación definitiva de las cartas y comunicar á 



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-el- 
los Dattos de los fuertes Sibuyon y Tandahdalaya la decisión 
tomada sobre el del Sultán, quienes suplicaron no se hiciese 
tal por estar precisamente detrásde él el pueblo de Joló, donde 
vivian las familias de muchos leales amigos del verdadero Sul* 
tan, de la paz y de la amistad con lo» españoles, y que el nue- 
vo estampido de los cañones alarmaría á la gente del interior, 
á quienes se les habia mandado emisarios para calmarlos y 
que regresaran á sus pueblos. 

El Datto Asin pedia esperasen la contestación hasta la ma- 
ñana del dia siguiente, pues no habian podido firmarla todavía 
todos los convenidos; con este objeto volvió la lancha atierra en 
la amanecida del dia 4, y quedando en ella como rehenes nn 
sobrino del Datto Asín y un Datto orancapa, fué el intérprete á 
recoger los pliegos, regresando al medio dia á la capitana con 
un testimonio que decia: 

«Todos los príncipes que firman este escrito rendimos lá obedien- 
»cia á nuestro Rey Don Fernando I, y la finaaeza de. la amistad á los 
«señores españoles, particularmente al señor Maestre de Campo, Gefe 
•mayor de esta armada. Digo yo el principe Asin, en nombre de los 
»demás Dattos, que cuantos cautivos pueda reclutar en este reino» 
» quedo á remitir á Usía con toda seguridad; y en la pimer ocasión se 
«remitirán dichos cautivos, y por verdad lo firmé y sellé en mi idioma, 
>'y todos los príncipes que firman debajo de esta.» 

Estos Dattos escribieron también en su idioma al Sultán 
D Fernando I, prometiéndole reconocerle, obedecerle y se- 
guirle con fidelidad, y de palabra aseguraron ál Jefe de la ex- 
pedición no tenían cautivos cristianos que devolverle, pues 
siendo dueños de ellos Bantilan los habia internado; pero que 
sin embargo se haría lo posible por recoger los que se pudie- 
sen, y la expedición se retiró á Zamboanga, saludada con al- 
gunos cañonazos y llevándose á remolque los tiham^anes chi- 
nos prisioneros. 

La galera almiranta San Fernando, á cuyo bordo habid 
salido de Manila el Sultán de Jólo, habiéndomele descompuesto 
é ido á fondo el timón, se habia visto precisada' á arribar á Ca*" 
lapán, capital de la isla de Mixidoro, á^doñde le acompafiaroii 
dos falúas, pero siendo preciso para aquella recomposición re- 
currir 4 Manila, cediendo el Almirante á las instancias del Sal- 



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tan, continuó este su marcha, en las dos falúas al mando del 
Alférez D. Joan de Arellano, que tuvieron que arribar óon 
aTeriáfi ¿ Naohan, cinco, leguas al S.E. de Calapán, donde 
ag^rdaron hasta el 16, que entró en aquel puerto el champan 
destinado de Manila para conducirlo, que se hizo á la mar el 
19; en Ilo-Ilo se trasbordó á otro champan, en el que conti^ 
nuaudo so Tiaje, contrariado de los malos tiempos, entró de ar- 
ribada en Dapitan, costa O. de la isla de Mindanao, desde 
donde continuó en una caracoa de msayas, llegando por fin á 
Zamboanga el 12 de Julio, donde en otra caracoa el dia antes 
habia llegado su capellán y confesor el P. jesnita Pascual Fer*- 
i^andea. 

El dia 25 de aquel mismo mes fondeó la galera almiranta 
en la rada de Zamboanga, á cuyo Gobernador mandaba el Ca- 
pitán General una carta en árabe y su traducción al caste- 
llano, que firmaba y dirigía el Sultán de Joló al de Mindanao, 
cuya traducción era enteramente falsa del original, que decia: 

«He alegraré, que el Sultán Muhamad-Amirubdin y todos sus 
«principales, hombres y mugeres estén buenos. No me alargo en es- 
»cribir según tengo pensado, porque solo quiero dar á entender, por 
i>si tuviese el Sultán y sus principales y demás gente algún spnti- 
»miento porque les envió así esta carta; pues lo hago, porque me es 
nfuerza el hacerlo, porque estoy bajo de dominio ageno, y cualquier 
»O0Ba que me mande el que me tiene lie de obedecer, y he de decir 
)>lo que me dijere que diga, y esto es lo ^ue el Gobernador me man- 
»dó, que les escriba á ustedes en nuestro estilo; y asi no entiendan 
>ustedes, que por mi motivo he escrito, sino por habérmelo mandado, 
»y no tengo que decir otra cosa. Escrita el año de in^4 á nueve dias 
>»de la luna Jferít7írjw'.=Femando I, Rey de Jdló».=Segula luego su 
sello^ 

Como es.natural» el conocimiento de esta carta produjo la 
mayor indignación en la buena fe y caballerosidad de los es-* 
pañoles, pues ponia de manifiesto la traidora lealtad de su pro- 
tegidio. y esClareoia hedbos pasados que en la eonSauza ha- 
bían, jasado flesapeireibidoa, á l6s que se acumularon otros de 
aetíiadidad, eoíno haber enviado secretamente aL Datto Asín , 
quelíabiía venido á Baailan, cbaitteteiiaa y hebillas de oro, me- 
dias y otraS' pr^adas de lujo para que: se presentare con gran 
oBtentaoion:eiLZaiíibolaiiga#yCQmo lo hi2o.el dia 30, no obstante 



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-«Su- 
de haber siempre el Sultau manifbstadfo era uno de súñ mñiS 
temidos y eitóaimizados: enemigo», y su empeño en que sttlitesen 
para Joló sus mujeres, concubinas y criad'as. 

No cabiendo duda que el Sultán y loé Dattos jolóeses esta- 
ban en secFeta connivencia, y temeroso» los espafíolesde algún 
golpe de mano, fueron reducidos á prisión i media noche del' 
día 3 de Agosto las 217 personas siguiontes: 

Sultán D. Fernando I de Joló.=Su8 cuatro hijos Muhamíad- 
Israel, Muhamad-Yapal, Salapudin y Amad.=íSu hermanó el 
Datto A^.=í=Sus cinco cuñados Dattos, Datollan, Udyuhan- 
Buhalagua, Salilama, Dakpurra y Gupput.=srSu yerno Mus-^ 
tafá.=El Jabdi, 2/ dignidad de su secta equivalente á Obispo, 
Abdula.aíwLos Pauditas é canónigos Tuhan-YaHíp, T^haiñ- 
Yamad, Tuban-Opay, Tuban-Hira y Tuban-Yalip.ííaEl Í)attío 
Jamudin.=El orancaya Apoan.=;160 Sácopes 6 esclavos. 3=: 
4 Dayañas hijas del Sultatt.=£=Sa hermana Dayana Pknqnian- 
Banquilittg y 32 criadas y concubinas. 

Además capturaron también las •embarcaciófies moras qtíé 
había en kt rada, y e» ellas encontraron un eafion de hierro, 
13' lentacp^s, 6 espingardas, 6& lanzas, 96 erised, 18 alabardas*, 
14eoraaas de malla, 2 machetes, 3 eervatanas, balas, cartu- 
chos, pólvora en tibores y cagas, oon tenazas y otras herra- 
mientas y barras de hierro, que en aquellas gentes y en 
aquellos tíenjpos constituían un parque de guerra considerable. 
Además se encontraron 12 crises en dos almohadones dfe uso 
del Sultán». 

De todo ej3to se dio inmediafto y minucioso conooimfento al 
Capitán General delj Archipiélago, cuja noticia recibida en 
Maniía en el nies^ de Setiembre produjo una indignucion gene- 
ral, y todos ckmaban é iftfluian por un áevero y ejempíai* 
castigo en los prisioneros, sobre aquella inferné raza qué ínos- 
trándose fensÉtílde y amiga en su decadencia Ée forüálecíafí y. 
crecían en la confianza, para luego volverse étintía aquellos á 
({mm todo Ib'debián. ' 

Eñ vista, de los autos minuciosos é impartíales Mmadbs con 
€Ste motivo,, ftíeron aprobadas las prisiones hechas én Zam- 
feéanga, y con objeto de asegdraf aquella pla¿a de (íualquíé* 



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—64— 
tentativa de los moros para libertarlos, se ordenó fueseü condu- 
cidos á Manila, donde fueron asegurados en la fuerza de 
Santiago y en la de San Felipe de Cavite. 

El Censor Dr. D. Domingo Neira dio su parecer sobre 
aquellos acontecimientos en vista de lo que de si arrojaban 
los autos, declarando violada indebida y traidoramente por los 
joloeses la paz que en el Gobierno del Sr. Tamon celebró el 
Sultán Mahomad-Alimudin en el año 1734, por medio de sus 
embajadores, manifestando al mismo tiempo la gran conve* 
niencia de fortificar la isla de Balabac, en el .estrecho que forma 
la de Borneo con la Paragua, fronteriza á los tirones, y al 
paso casi preciso de las escursiones de los joloeses y borneeses, 
á quienes debia dárseles un ejemplar castigo, aprovechando 
las circunstancias de hallarse presos sus principales y mas 
significados caudillos. 

Aun cuando el Gobernador del Archipiélago fuese del mis- 
mo parecer, pidió le ilustrara el Real Acuerdo, y después del 
voto consultivo de esta Junta superior, reunió otra de Guerra 
el dia 21 de Diciembre, en que se acordó declarar la guerra á 
los joloeses y castigar sus desmanes rigorosamente por todos 
los medios que se pudiese, y para esto se dieron instrucciones 
al Maestre de Campo D. Antonio Ramón de Abad, recomen- 
dándole la mayor vigilancia para que los joloeses no comuni- 
casen ni recibiesen auxilio de los mindanaos, con quienes debia 
procurar guardar las buenas relaciones: que hostigase á los 
joloeses sin descanso, procurando apoderarse de sus fuertes de 
las costas y quitarles ó clavarles la artillería; que encomen- 
dase á los visayas asolar y despoblar- las pequeñas islas inme- 
diatas entre Basilan y Joló, talándoles los sembrados y arbolados, 
quemándoles pueblos y caseríos y matando y aprisionando á sus 
naturales, que podían utilizar como esclavos bajo las siguientes 
crueles prescripciones, que honran muy poco la civilización 
de aquellos tiempos. 

Las hembras podrían repartirse entre los corsarios para 
venderlas ó utilizarlas en su servicio, lo mismo que los mu- 
chachos hasta los 12 años, y los hombres después de los 30, 
pagando al Gobierno el quinto únicamente en esclavos de 12 



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-65- 

4 30 y. el resto entregarlos á razón de 4 pesos cada uno; que 
lo^ ]4ñQi^,4erp9Qlio qu^ encontraren i^bsti^^n^d^s.lQf liftu^zasQn; 
y dejftseu e^t^ga4oft á . la, ProvidejiGiai , de^bieiidp mf^taf , á los 
ancianos,..los: impedidos^ :lps -graveinente enfi?rnij06 j^.Iqs que 
tuviesen males contagiosos. Los que armasen corsarios por su 
cuenta; quedaban exentos de tributa y únicamente' obligados al 
quinto que cogieran^en C]ijiqJ[quier edad y.sexo, detienda entre- 
gar los que cogia^on de IZ á SO-.ano^ ¿ razón de 6 pesQs oada 
uno; y por úkitno en. las^nsisnáas insiruociones se «u'denaba 
entré otras cosas de menos interés el repartimiento de las tier- 
ras realengas dé Zambóanga ehtre los vecinos y los que qui- 
sieran serlo, con el objeto de fomentar aquel establecimiento. 



IX. 

(1753 á 1755.) 

La ytf^ de ginecra fe.iiaid« en Wanüa por el Capitán 6eneral declara la guerra á sangre 
y (aego á los joloejses. ~E1 Maestre de Campo Dop Antonio R^nuon Al)d.d ataca áJoló 
sin obtener ventajas. -El Capitán Pineda es derrotado en un desembarco en Tawi-Tawi. 
-Los joióeséssé éstableóen y fortíllclán én t>15Ur'deId'itta de' 1á Pai'a^ua, del Archi- 
piélagfo Paipitto.-^El-SUItoñ Don Ferntaíndé I procíira- vindicarse y ganar sn liberted, 
orrecien4<^ la. qumision de los joloeses, ccp cuyo objeto se manda A Joló á la dayaita 
Fatima.~El datto BantUaii, compadecido de la suerte de su hermano, ofrece devolverle 
el reino, y la sumisión á la soberanía, española.— ¿I Sultán Don Fernando I presenta 
una:? capitulaciones ventdjosas para los españoles, que' se aceptan, se suspenden les 
. hostiüdoídesi y w «nvian partf sucumplimicmio ettfi^ries á Joi6. 

El dia 28 de Enero de 1752 reunió el Capitán General en 
su palacio otra junta de Guerra para deliberar el mejor modo 
de hostilizar aJ[;enemigo: hubo. grandes debates sobre, diferentes 
puntos, y entre varias medidas se propuso la bárbara de 
marcar los esclavos moros que se hicieren con un hierro can- 
dente en él rostro- para conocerlos, como se habia practicado en 
las revueltas de Chile por orden de S. M. C: el marqués de 
Monte Castro rechazó tal proposición, y para mayor firmeza 
espuso quelos moros, en represalias, usarían de igual infa- 
matoria marca con los cautivos cristianos; pero á pesar de todo 
prevaleció la proposición por pluralidad de votos, que declaró 
no era infamatoria, sino muy honrosa aquella marca en los 



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cristiano^, y testimonió de los "súffimientod ^asiftdos por to 
Dios, m Patria ¡f fe Jt^: bütüB WCftlei j^uitíéfón ápHcaí la 
últtmia ^na á euantos moro^ iiiólfesen cárutíNTos, y ñlthíiftmetite 
de común actkerdo Ise fai^o ^ulíKóaf él bando siguiente: 

«Por cuanto por motivos qué ocurrieron del Real servicio y causa 
«pública, para seguridad detestes dominios, y súMitos, se resolvió en 
«Junta d¿ gúéÍT% ctín voto coneTulítíYó dislob áeñ<^ed diíl íteal Acuerdo* 
«declarar giler^ '^ ftiego y akíngn á los ibahóiiftd^nos, Joléébeii, tiro- 
«nes, camacoaes y otros que ayudan y fonüentan á lolsi tales enemigos, 
«destruyendo y apresando cuouito les perteoeaKsa, asi de embarcacio- 
«nes, como de efectos de mercadería, frutos, oro, perlas, plata y lo de- 
«más que se verifique ser y pertenecer á los dichos moros, cautivando, 
«> apresando y esclavizando & todos y cualesquiera hombtes, mugeres 
»y niños que de esta nación puedan ser habidos y cogidos, prome- 
1 tiendo en nombre de S. M. que dichos efectos, embarcaciones, oro, 
«plata, perlas y otros cualesquiera bienes serán y se declararán de 
«aquellos que los apresasen; sin que ahora, ni en tiempo alguno es- 
«tén obligados á pagar el quinto á S. M., ni otros derechos, porque 
«de todos ellos, haciendo constancia ser presa de dichos moros, se 
«les releva y hace gracia: {Ordenamos, que los corsarios que ainnen 
»á su propia costa y espensas sólo paguen el quinto de los moros y 
«mugeres que cautivaren, de 12 á 30 años, relevando á los tales cor- 
«saríos y marineros el pagar otro tributo, mientras se empleasen en 
«el corso, los cuales cautivos se pagaran á 6 pesos por cada uno de 
«12 á 30 anos de edad, de cuenta del Rey; de la qtie se racionarán 
«desde que los enti^guen á los justicias mayores ó á los que tuvieren 
«comisión de recibirlos; «y pagando los esclavojS, serán trasportados 
«asimismo á esta ciudad, con las prisiones mas seguras, cuyos gas- 
«tos se satisfarán á cuenta también ée la Real Hacienda, tratando 
«por todos modos y medios posibles de perseguir y destruir á este ene- 
«migo de la Religión y de la paz. Siendo mi ánimo no perdonar 
«trabajo que contribuya áeste asunto en observancia de Reales man- 
«datos, creyendo que el amor y la lealtad de estos subditos, invadidos 
«tantas veces con iniquidad y barbarie, hagan todos los esfuerzos qiie 
«deben en servir á nuestro Rey y Señor natural para su propia con- 
oservacion y defensa, armando juntos ó separados las embarcaciones 
«que tuviesen ó pudieren hacer y equipar, ó bien sea apostándose 
«sobre estas costas, ó sobre las del enemigo, asfaltando sus pueblos, 
«para lo que se darán instrucciones convenientes y neeesarias. 

«Por el presente ordeno y mando á todos y cualesquiera veeixtos 
»y moradores de esta ciudad é islas que quieran armarse y salir á 
«corso en la forma dicha, se presenten' ante mi en este superior Go- 
«biemo, para que les den las iiistru6clones,^tentes y Dedpachbs ne- 



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v4$^A«ri<^P«rfi elef^ejto.. ^«iii^ismo jcaando . & Ic^a Cjapitiu^es corsario» 
»^ gui^&QS ya &m pedimeutos se han despac}iado ai^tos de ¿hora se- 
winp^'ahtes patentes y privilegios, oeprjran y se presenten Qon ellos en 
»la' cofífohnidad dicha dentro del tértninó de q'nínce (fías contados 
»ddsde la publicación de esta; pena ¿ los tales Oi(pi);an0s Guarda-^oos- 
«tas aictuateB; ^ pagando dksho término no I9 hjboieden, d9 la referida 
«Dier^df y de Jos q^o. fueran á mi ^rbitvio.» 

£1 A1mU(S y Bf^dor déla diüMl^ad D. Juan Igiüibeío de 
MoQtepro(SK) fué ^omisnn^adp; p^ra recoger armáis del vecindario, 
por no haber bastantes en los .Reales talleres, y algunos auxi- 
lios nietólicos como adelanto, por la escasea que había en las 
cajas, Qué dio el me;;qiiino resultado de 24 fu^es con 13 ba- 
yonetas^ 3 escopetas, 15 ear^biiüias» 5 trabucos, 7 pares de pis- 
tolas, 23 espadas, 10 lanzas, 900 balas y 338 pesos. 

La escuadra del Maestre .de Campo D. Antonio Ramón de 
Abad recibió en Zamboanga nuevas fuerzas, é instigado por 
l<]is deseos de los jesuitas, i quienes la superioi: autoridad del 
arclupiélago babia reca«í]ked^dado para que se les prestara todo 
apoyo, resolvió contra su gusto y ^nion dar un nuevo ataque 
á Joló., cuyo asalto y rendidion creían cosa ficil por la felta de 
sus principales caudillos; y con tal objíeto se hizo á la mar á 
mediados del mee de Mayo con 1900 hom^bres de desembarco, y 
pocos dias después dieran fondo delanjbe de los fuerte^ joloeses. 

Tres dias tardaron los buques en formar la líoea de oombajte 
y tender anclotes sobre que bornear y enmendarse para pre- 
sentar uiio ú otro costado, sin que en todo este tiempo fueran 
molestados por los moros, que 'enviaron vajrias e^ibar^aqiones 
preguntando si en aquella escuadra venia el Sultán, á cuyas 
preguntas satisfacían con evasivas que los dejaban en las mis- 
mas dudas. 

Al cuarto dia rompió la expedición el fuego de cañón sobre 
los fuertes jojocses, y estos contestaron sobre los buques, du- 
rando el cañoneo tres dias consecutivos, por el dia y por la no- 
che, al cabo de los cuales se pretendió practicar un desembarco 
por los flancos del pueblo; pero varando muy lejos de la playa 
por lo bajo del mar las embarcaciones que los conducían, y 
viendo el número considerable de moros que Ips esperaba A la 
orilla, desistieron de la empresa; y comprendiendo el Maestre 



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de Campo, Comandante General de la expedición, el poco fruto 
y gasto inútil de continuar el cañoneo, se retiró de la irada y 
pasaron á 1^ costa meridional de 1^ misma i3la, donde se apode- 
raron del fuerte y;pueblo de Paran ^ que era^l Q»a$ importanlie 
después cfel de Joló, pero con la considerable pérdida de 70 
muertos y mas de 80 heridos; desde allí destacóla Tiwi-Tawi 
ai CapitaUí Pineda, con ge^te de desembarco, á quien cortán- 
dole Jos moros la» retirada en su primera expedición,* fueron 
casi en su totalidad muertos ó cautivo*). 

Desanimado el Comandante General de la expedición por el 
poco fruto de sus trabajos, regresó á Zamboanga, y al pasar 
por Básilan destacó al Almirante D. Pedro Gajstambide á hos- 
tilizar aquellas costas, donde no logró resultado alguno de 
importancia, pues el enemigo se ponia fuera del alcance de sus 
cañones. 

Los malos resultados ó poco fruto de las expediciones ani- 
maban naturalmente á los piratas moro-malayos, los cuales 
aumentaban en osadía y multiplicaban sus correrias, que los 
joloeses estendian principalmente sobre las costas de la.Paragua, 
donde cobraban tributo como dominadores natos desde el des- 
acertado abandono del fuerte de Lübó en 1720, que les dejó 
libres aquellas costas, por lo que el Gobernador y Alcalde ma- 
yor de la provincia de Calamianes, residente en aquella isla, 
D. Manuel Faustíno de Aguirre, trabajaba constantemente con 
gran interés é influencia por que se arrojara á los moros jolo- 
eses de Ipolote, dónde se habian fortificado, y se tomase pose- 
sión y se estableciese un puerto militar en la ventajosa posición 
de la isla de Balabac, lo que por fin consiguió en 1753, en que 
se envió una expedición que operó con tan poco acierto y for- 
tuna, que después de haber costado un desembolso de 36.976 
pesos, regresó á Manila con 180 enfermos y la pérdida de 107 
muertos de herida y enfermedad, y la de una galera que le ar- 
rebataron los moros. 

Las correrias de los piratas empeoraban cada vez mas la 
causa del Sultán de Joló, D. Fernando I de Alimudin, y sus 
compañeros de prisión estrechamente vigilados en las fuerzas 
de Manila y de Cavite, 



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Pretendiendo el Sultán recobrar su libertad y su reiúo, es*- 
cribió el 8 de Febrero de 1753 al Capitán General Gobernador 
de las islas una carta firmada por sí y los principales prisione- 
ros, suplicando se permitiese ¿ la Dayana Fátima, su bija, pa- 
sar á JoIó con pliegos para los dattos y principales de aquella 
isla con el objeto de atraerlos á la paz y buepas amistades, 
ofreciendo y jurando por Alajatald, el mas solemne de sus ju- 
ramentos, que la Dayana Fátima entregaría en Zamboang^ 50 
cautiTos para su rescate antes del improrogable pUzo de 3 me- 
ses, empezando á coojkar desde el dia de la salida: de aqttella 
plaza para Joló, de cuya promesa quedaban fiadores los firman- 
tes, la que si no podía cumplirse, fuese cual fuese *el motivo^ 
volvería la Dayana á presentarse en su prisión, y de no hacerlo 
asi se declaraban indignos de las consideraciones que se les 
guardaban y comodidades en que se les tenia, siendo merece- 
dores de todo tormento y ser reducidos á las peores prisiones. 

El Gobernador de la Colonia^ después de.oir el consejo de su 
Junta de Guerra, accedió ala petición del Sultán, y salió para 
Zamboanga la Dayana Fátima, acompañada de dos esclava,s y 
un esclavo, en la galera que conducía á D. Francisco de Oscotí 
para hacerse cargo de aquel Gobierno por muerte de D. Juan 
González del Pulgar. 

La Dayana Fátima salió de Zamboanga para JoIó, á donde 
llegó en el mismo dia, 12 de Mayo, y pocos dias después remi- 
tió á aquella plaza 32 cautivos, y los 18 restantes el 3 de Julio, 
con despachos satisfactorios^ de Bantílán, que, condolido de la 
suerte de su hermano el Sultán y compañeros de desgracia, 
deseaba su mas pronta libertad y regreso para hacerle entrega 
de su reino, no pidiendo ni ambicionando otra cosa que la feli- 
cidad y progreso de su patria, como esperaba de unas paces 
sólidas y duraderas con los españoles, á quienes daba satis- 
facciones disculpando su conducta y protestando contra los ac- 
tos vandálicos de los piratas, por ser gentes rebeldes sobre 
quienes no alcanzaba su poder y autoridad para contenerlos y 
corregirlos como quisiera. 

En el mes de Octubre regiresó á Zamboanga la Dayana Fá- 
tima acompañada de dos esclavas, del Datto Maramaya Maha- 



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-70- 
mad-'lBniael como embajador, dos salicayas y ocho sdeqpesiolo" 
eses, paraeontinuar á Manila, lo que verificaron en un champafi 
que se les &cilitó al mando del Sargento mayor de la Plaza 
D. Diego Miguel* de Lara, que dio fondo en el puerto de Cavite 
el dia 20 de Diciembre, donde el embajador Datto Mohamad- 
Ismael, los salicayas y sácopes fueron arrestados é incomunica^ 
dos preventivamente, y la Dayana Fátima con sus dos esclavas 
continuó á Manila para entregar al Capitán General la carta 
que le escribía Bantilán como Gobernador del reino y otros 
Dattos dé Joló, cuya traducción se encomendó al Sultán D. Fer- 
nando: 

Sn e^^encia se reduoia á manifestar la gran satisfacción 
con que el intruso Sultán Mahomad-Mindibudin (Bantilán) 
había recibido á la Dayana Fátima, su sobrina, hija de su her- 
mano D. Fernando y mujer del Datto Mustafá, por quien supo 
y quedó satisfecho del buen trato y distinciones con que tMran 
tratados el Sultán y demás joloeses prisioneros, y iqüe si los 
^ esp&ñoles estaban propicios al arreglo de nuevas paces, los 
joloeses las deseaban con mayores ansias, como la vuelta de su 
legítúno- Sultán para entregarle el reino; se disculpaba de no 
alcanzar su autoridad á evitar las algaradas de los tirones en 
las tierras cristianas, pues ni aun los joloeses se veian entera- 
mente exentos del pillage de aquella raza indómita, y que para 
el arreglo mas conveniente enviaba como embajador al Datto 
Maramaya Mahomad-Ismael, miembro de su Consejo secreto, é 
individuo de toda su confianza. 

Aunque el Datto Maramaya no fué reconocido como tal 
embajador, por haber el Sultán D. Femando declarado á su 
hermano Bantilán usurpador del reino, fué sin embargo admi- 
tido en varias C9nferencias oficiales y consejos de guerra, en que 
el Sultán presentó la siguiraite carta y artículos prelinnnares 
de convenio. 

«Por el amor y buena voluntad que tenemos á los eB|>a£k>les, y 
»por los grandes ñivares recibidos del Católico Rey de España, y 
)>por el paternal cariño que tiene á nuestros vasallos, nos ha sido 
»de gran sentimiento la guerra suscitada entfe las dos naciones 
«española y joloesa, sin que el atajar tan gran mal haya sido posible; 
»pero como ahora nuestro hermano Bantilán Gobernador del Reino 



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lita QttviiMliO no persolveix) cN su fií^tisfaoei^ cqu poderes de él j de 
lúOB Fííocipes y Dattos, Oficiales mayores y menores que representau 
»el cuerpo de su 'nación y dominio, para que junto conmigo el Sultán, 
wtrate con Su Señoría, como Gobernador de todas las Filipinas, los 
vipedios que pareciesen mas eficaces para establecer una paz firme 
^j perpíitua, fj^mo así ki liabia pensado en las conferencias varias 
^ue fían Su ge^oriii tuve ^ coi^ el dicho enviado: he resulto ocm él 
»j con parecer 4o los ?ráetpes y Dattoa que oonmigp se hallan 
ndetem^os, juntos y de común acuerdo proponer á Su Señpria los 
«capítulos siguientes. 

«Capítulo 1.- Todos los cautivos que durante la guerra ó antes 
»de eUa se, hallaren en poder de los joloanos ó de otro cualquiera que 
«resida en lo^ términos y dominación del reino de J<dó, apresados, 
i^pomprados ó con cualquier título, 6 recibidos de cualquier. persona, 
«siendo pertenecientes los tales cautivos á las tierras que poseen los 
«españoles, los hemos de 'entregar á V. S. ó al Gobernador de Zam- 
«boanga dentrcf del término de un año, sin que los joloanos nuestros 
«vasallos, ó cualquiera otras naeiones á nosotoos sujetas, ^ue lo están 
i»bajo nuestro dominio y gobierno, ni de otra persona de la domina- 
»cion de Joló, puedan retener cautivo alguno perteneciente al terri- 
«torio de los españoles bajo ningún pretesto; y también restituiremos 
i>los que se hallan en poder de los tirones, obligándoles con fuerza de 
«armas á la entrega si voluntariamente no los quisieren dar, y en la 
«misma conformidad entregaremos y devolveremos los vasos y otras 
«cosas que hayan^robado de los templos de estas islas pertenecientes 
ȇ las Iglesias de ellos. 

«Capítulo 2.* Para lo sucesivo hemos de poder solamente los 
«joloanos tener por esclavos los moros, que cogiéramos fuera de los 
«términos que poseen los Españoles, y entre las dos naciones española 
«y la de Joló ha de cesar y oesarát establecida que sea la paz, todo 
«género ^e guerra y hqsfilidades. Y si algún Datto, Sácope ú otro 
«saliese ocultamente á cautivar, robar ó hacer algún agravio á cual- 
«quier vasallo del Rey de España, luego que llegue á nuestra noticia, 
»la del Sultán de Joló ó del Gobernador del Reino por su falta, lo 
«castigará y dará plena satisfacción sin esperar á ser requerido, para 
«que los españoles no digan que pnkíedemos de mala fe, ni con 
«disimulo ni cautela; sin que nos pueda servir de disculpa suficiente 
«que no podemos castig^^lps; ^rque !3u caso de que nosotros solps 
«1^0 podamos absolutamente darles dicha satii$faccion, pediremos 
«auxilio y favor á los señores españoles para poderlo hacer, jinclu- 
«yéndose en esta condición y articulo todos los tirones que hostili- 
*oea ó intenteii hostilizar los dominios del Rey de España. 

«Capitulo 3.* Por el mismo hecho y consecuencia de lo referido 
prom^^mos, qu^ si alguno de Iqs re^pos vecinos estuviese en guerra 



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-72— 
contra los españoles, lo hemos de tratar de hoy en adelante j trata- 
remos como enemigo nuestro, negándole todo auxilio, comunicación, 
trato j comercio.» 

«Capitulo 4." Y para que V. S. reconozca la buena fe y since- 
«ridad con que procedemos, y si Bantilan, Príncipes y Dattos de Joló 
«desean cumplir lo que prometen y aseguran por medio de su en~ 
»Yiado , desde luego consentimos en que se suspenda el tratado 
irformal de pas, hasta que el referido Bantilan como Gobernador de 
>»Joló, y los Principes y Datlos cumplan con remitir á Zaínboanga 
«todos los cautivos, vasos sagrados, campanas, y demás que espresan 
«los artículos antecedentes, pero, para que mejor lo podamos, ejecutar 
»y cumplir, suplicamos á V. S. se sirva dar licenoia al Datto Yujan- 
y^PakalaPOM ^f9, que pase al dicho reino con el referido enviado, por- 
»que como es de mi confianza, espero que sirva de mucho para es- 
»timular á ios de Joló á cumplir todo lo espresado, y desde luego yo 
»dicho Sultán Mahamad-Alimudin afianzo* aseguro y prometo con ' 
•mi cabera que procederán todos sinceramente, y como yo, ól y nos- 
lotros nos obligamos. Y luego que comencemos y comiencen á cumplir, 
vse ha de suspender y suspenderá toda hostilidad y guerra entre 
«nosotros y los vasaUos de España, sirviéndose V. S. dar y espedir 
»sus órdenes para que el Gobernador de Zamboanga, Comandantes y 
«Oficiales de mar así lo ejecuten y cumplan, y porque así lo cumpli- 
éremos de nuestra parte, lo juramos en la ciudad de Manila en 28 de 
•Febrero de 1754.=^Sellado con mi sello.=Sultan,M8hamad-Alimudin. 
»=;Dato, Ya8ugo.=:Maharajalaila.:=Mahamad-Isma41.=^Yujan-Pahala- 
»van.=Mustafá.=Elan.=Sarabudin.=Aman.=Ismael.» 

Después de discutidos y estudiados estos capítulos, aun 
cuando no se creyó enteramente su buena fe atendiendo ¿ la 
índole especial de aquella raza, se accedió á la petición que en 
ella se hacia y se concedió permiso al Dato Yujan-Pahalavan 
para pasar á Joló, llevando copias de los capítulos precedentes 
y cartas del Capitán General Gobernador, fechadas en 23 de 
Marzo, manifestando á Bantilan que habiendo recibido sus 
cartas y manifestaciones de unas paces alteradas como siempre 
por lá mala fe de los joloeses, accedía una vez mas á las peti- 
ciones y promesas del Sultán, Príncipes y. Dattos detenidos, 
dando órdenes á los Gobernadores de provincias, Comandantes 
y Oficiales de. armada , para suspender las .hjostilidades, espe- 
rando que en el téruaüio impropogable de un año, aplazado en 
el capítulo l.*j se cumpliesen en un todo la^ capitulaciones en 
los términos ofrecidos y se devolvería la libertad al Sultán y 



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-78- 

dem&B de- su reino/ afian^ndose la paz y comercio entre espa- 
ñolea yjoloeses por nuevos tratádos^pero que en caso contrario, 
estaba dispuesto á hacerles sentir todo el peso y consecuencias 
de su indignación. 

X. 

(1755 á 1762.) 

Don Antonio Faveau de Quesada sale para Joló coa una escuadra, es bien reoibido, y 
rej^resa á Manila, /con noUcias satisfactorias de la lealtad de Don Fernando y bueña 
voluntad délos joloeses.— El Geseral Zacarías sale para Jol& c%ñ poderes ]>ai^ arreglar 
las nuevas capitulaciones. -El datto Bantilan admite las capitulacioiies,, CPn apla«so.y 
regocijo general de los joloeses. 

" .# 

En este estado las cosas de Joló^, llegó al archipifiá^'b eto 
Julio de este mismo año su nuevo Capitán Geiíeral GroBeu- 
nador, el Mariscal 4e Campo M. Iltre. Sr. D. Pédm Manuel 
de Arandia; pero como en el ano siguiente de 1755 nd se tu- 
viese conocimiento deí resultado de la embajada, se hizo' salir 
de Zamboanga para aquel reino á adquirir noticias al Corñan- 
dante General de la Armada de operaciones en áqüélíos maí^s 
D. Antonio Faveau de Quesada, con la galera Santa -Bárbara 
y una galeaza, dando con ellas fondo en la rada <Íe Joió el día 
30 de Junio.- . ; 

Su propósito era, següh las intrucciones que lleVaba, la 
averiguación de lo que ocurría, sin desembarcar; pero el in- 
truso Sultán Bantilan, que se decía Gobernador, le etivió un» 
comisión para felicitarle, invitándole á desembarcar^ con muígs- 
tras y protestas al parecer tan sinceras de attiistad y alegría, 
que le precisaron á condescender, siendo muy bien recibido, 
agasajado y alojado; y pasadas las primeras ceremonias, es- 
plicó el objeto de su venida á Bantilan, -en quien reconoció 
todo lo contrario de la opinión que gozaba de incivil, áspero é 
incómihicatiVo. 

Bantilan era un hombre atento y franco, arrogante, de 
buena imaginación y aficionado al trato y á la comunicación; 
demostró lán rodeos cüán grande era su satisfeccion y su deseo 
de entablar nuevos tratados de paz con los españoles, paces 



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-u- 

r^do ¿Ictajgloes^s e^ cpmiport^mi^i^tio poco ao^rta4o ^1 Qo^ 
l^ernaclor de ?amtoanga D. Juan González del PuilÉfar cpn las 
prisiones y muertes que por su causa se ejecutaron por infun- 
dadas sospechas de traición de su hermano Mahamad-Alimu- 
din; le refirió, sin ocultar los menores detalles, todaslas causas 
de su enemistad con su hermano el Sultán, confesando que lo 
habia mandado matar valiéndose de un moro de Tawi, llamado 
Maypin, quien solo consiguió herirle ; y como prueba de 
amistad y sus buenos (Jeseos, entregó al Comandai^te General 
FitYeau j38 cuj^tivoa de ambos sexos, la galera Santa Rita que 
habia quitado á los españoles, y un Qhampaii 4e T?iyatíts, 
apresado en el rio Catanaván, devolviéndole de motu proprio 
1,000 p»S93 que ^1 Gobernador de Zamboaagale había enviado 
poj» ^ r^^fií^te del esp^Qol P. José de Fons^cft. 

jil dar parte niinucioso de estas ocurrencias al Capita^x Ge- 
neral Gobernador, con fecha 12 de Agosto, «seguraba el Co- 
Bü^ndapte General Faveau que, según los datos que habia ad- 
quirido, nu4Ga habia sido traidor D. Fernando I de Ali?nudin, 
B^y de Joló, teniendo pruebas de que, bien fuese por verdadera 
afioioQ á los espfipoles ó solamente o&lculo para aupientar su 
grandeza, hah^ sido £^epipre fiel aliado, habiendo siempre 
encaminado todas sus ideas y trabajos á contener y some- 
ter al orden y á su autoridad á ipuchos Dattojs ppderosos qjie 
dividiap. entre sí el poder del Sultán, habiepdo procurado t^m- 
bii9n JnVpdi^cir el Cristianisiip en sus domii^ios y proclau^^rse 
Eey CQQ la prpteiccion de los españoles, proyectos que fueron 
frustf^dqs por }as cpntrs^riedade^ habidas, que no estuvo á su 
^IpjE^ppei evitarlas ni vencerlas: que como sus ideas avanzadas 
le crearon grap número de e^emigos poderpaos que temían per- 
dj^ir ^]aJ3 Influenpií^s y pod^ifes feudales, varió luego el Sultán de 
poUtíca, espriJ>ió ^ sa hermanp Bantilan y á los ^attos mas in- 
fluyentes, manifestándoles que desistiendo de si^ prog^ito^ 3e 
.»nje)ft]ba 4 las w%Mas leye^i est^t^id^ Gi^ el rpino, cpn cuya 
S?gl^ri4^ Ip^ mpí^wti^ Jolpesjep vplvieron á ?recppocerle y pro- 
clamarle cpmP ^Itaii, y de^e^.ban su vuelta paraqufsi ocupara 
el ftoQ.0 qijLg le perteppcía y ocupaba Bfl^ntil^p á 4iiS8rwtx) d^ los 



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-75— 
nuts, lo que no desecmocieiido este y viéaáo que mi pavti^o üba 
disminuyendo, se vio precisado á transigir y deel«»r eotregu- 
ria el reino á su hermano en el momento :que regresara. 

El día 18 dio fondo en la rada de Zamboanga, de regreso 
de Joló, el Comandante general Favtíau, llevando 97 cautivos 
cristianos rescatados, la galera Santa Rii^ y el champan de 
Tayabas, áeudo retífaido con la mayor ovación, pues se había 
corrido la noticia que habia sido hecho prisionero y as^inado. 

Cuatido el Capitán General Gobernador ddl Archipiélago 
recibid todas aquellas satisfactorias noticias, para resolver los 
preliminares de las nuevas paces reunió en su palacio el día 9 
de Abril una junta óonipuesta de los señores D. Pedro Calderón 
Enriquez^ Oidor Decano de la Bear Audiencia; D. Bedro de 
Zacarías y Villartel, Gobernador provisto de Zamboanga; D. 
Fernando I Bey de Joló, sus hijos: Príncipe Bajah-^Muhamad- 
IsraeU Muhan»d-Yapal, Salapudiny Amad, bul yerno Mustaf&; 
el Datto Yamaiíquera; la hermana del Sultán Panquian-Ban- 
quilin, Sultana de la isla de Balabac; la hija del Sultán la Da- 
yana Fátíma y otra porción de personages cristianüs y joloeses; 
y después de una larga discusión se resolvió la estricta obser-~ 
vancia de los pr^minares presentados al Marques de Ovando 
el dia 28 de Febrero del año anterior: 

Los joloeses pidieron, y les fué concedido, que fueseín sus 
embarcaciones libr^nente admitidas en los puertos españoles, 
permitiéndoseles la navegación con solo el pasapc^rte áú Sultán 
y ser sus arráeces ó patrones persona de acreditada y pública 
honradez, sin que antes de viesen obligados, como estaba estar 
bkcido en otros contratos, i pasar precisamente á Zamboanga, 
lo que les causaba un grlin perjuicio en su comeardo por el 
consiguiente retraso. 

Arreglados los asuntos de Joló de una manera tan satisfac- 
toria, salió de Manila el dia 28 de Abril el General D. Pedro 
Zaearílts Villartel para tomar posesícm del Gobiiemo de Min- 
danaot conduciendo en CQa4aro champanes ^5 princesas, 6 prín- 
cipes, 20 mujares y 190 hombres de los presos con el Sultán, 
con cartas de este y del Capitán General de Isd islas para 
BantUán y pri&cipales diel teino de Joló con los prettminares de 



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-76- 
paz 7 nombranuento de Embajadores para su acuerdo v ar- 
reglo definitivo. 

Esta escuadrilla á los pocos dias de su salida dQ Manila 
sufrió una tormenta que los diseminó, haciéndoles entrar de 
arribada en el puerto de Ilo-Ilo, sobre cuyas costas se vio el 
champan del Qenaral rodeado y atacado de varias embarca- 
ciones piratas que intrataban apoderarse de él, y ¿ quienes 
logró rechazar con mucho daño; luego, reunido con los demás 
champanes y reforzado con algunas embarcaciones de natu- 
rales, recorrió prolijamente aquellas costas infestadas de pira- 
tas, hasta lograr ponerlos en huida duramente escarmentados, 
después de cuyo resultado hizo rumbo á Zamboanga, donde 
llegó el diá 17 de Setiembre, en que tonió posesión de su 
gobierno. 

Dos días dei^ués se envió noticia de su llegada y objeto á 
BantüiflUíi, y em{»rendió la marcha con los cuatro champanes 
para la isla dé Joló el dia I.** de Octubre, dando tres dias des- 
pués fondo en aquella rada: inmediatamente salieron del rio 
cuatro galerillas y otras embarcaciones pequeñas con música» 
banderas y mucha gente, acompañando al Datto Yujan-Paha- 
layan y otros Dattos y principales moros, á felicitarle en 
nombre de Bantilan. Vista por el General Gobernador de 
Zamboanga la buena disposición de los joloeses, levaron y 
fueron é fondear cerca de la barra del rio y bajo los fuegos 
del.fuerte del Sultán, con el que al dia siguiente cambiaron 
algunos saludos de catión, y Joló completamente satisfecho se 
regocijaba con la llegada de lois prisioneros de: Manila; y agra- 
decidos del buen trato que referían hablan recibido, y admirados 
de laa grandezas que les contaban haber visto, todos se encon- 
traban contentos y propicios á las nuevas paces. 

• Edl la maftana del dia 4 bajó á tierra á cumplimentar al 
Datto Gobernador fiantiktn un Oficial, que fue muy bien reci- 
bkk> y agasajado de todos; y por la tarde lo hizo el General 
Zacariask, á quicxi fue. á buscar don mucho acompañamiento 
el Datto Yujan^Pahalavan. En tierra les esperaba un pueblo 
num^oso, qae lé recibió con alegría y acompañó hasta el pa- 
lacio de Bantilan; salió éste al pié de la escalerá i abrazarle. 



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^Ti- 
le hizo sentar á su derecha en una banqueta que le tenia 
preparada (los moros joloeses semientan en el suelo), y después 
que hubieron cambiado los cumplidos mas amistosos, le entregó 
el General los pliegos de qne^fa .portador, retirándose con la 
misma ovación al alojamiento que se le tenia preparado, y al 
que aquella misma noche fue áyiéitari^'BkfitUan. Este Datto 
oo&Tina w :todo lo propuesta .en la^.. capUuWoiieft 4e pac* po- 
niendo úhiea^ente' difictiltades en la étltfég* de los íAutivós, 
porque oomo. eran, propiedad €úmpir44la no ise avendrían fácil- 
mente sus dueños al despojo/sin retribuirles, y máxitíie cuando 
habia el ejemplo no muy antiguo de haber sido re^catadoa por 
su valor los cristianos cautivos, según habia ordenado D. Do- 
mingo Oscotí, lo que había dado margen' á que los joloeses 
esperanzados en el hecho siguieran este comercio con los 
malanaos; sin embargo prometió por sí hacer cuanto pn** 
diera sobre el caso para convencer á aquellos Daitos tanto ó 
mas poderosos que él, entre quienes habia muchas que estaban 
decididos á oponerse á todo arreglo de pa2. mientras nó Icls 
indemnizaran algunos champanes/ que les hablan apresado- los 
españoles y vengaran las muertes y atropellos que el Gober- 
nador Pulgar habia cometido cuando la prnion del Sultán^ al- 
guno de cuyos Dattós sabia estaba en connivencia con los mar 
lanaos y mindanaos, que armaban con toda prisa: una: graír 
expedición para apoderarse de la Plaza de Zamboanga. 

Para iiener una certeza . sobre estos preparativos se envió 
á Mindanao al Datto Yujan^-Palávan con 'despachos de Banti- 
lan, á los que iban unidos tratados y jüraoientos depaz^ mani- 
festándoles los proyectados con los españoles, para que los 
considerasen y respetasen como amigos. 

Bantilan hizo algunas diligencias para entregar algunos 
cautivos al General Zacarías, logrando únicamente reunir el 
insignificante número de 19, con los que regresó á Zamboanga 
el día 24 de Octubre, fondeando en aquella plaza el dia 1.* de 
Noviembre, desde donde dio cuenta de la expedición. 



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— W— 



I f • ' . • - • . ■ .1 

• » •■ •: • (lf?p2:áí'184i,) -i • ••- • 

1j», }a06se» #B apodertii .^f -. H^irili, . y: fo^ásm- Jntemin^idaf |a« oegooiaejoiies d« Jos 
espaílolés con los joloesé&- Los ingleses evacoan á Manila, y conducen á Jk>Í6 al Sal- 
Un b. ^nmié t, 8t k|itM oMieneM la ^siaá ifel extremo W. «6 ftoraeo^dé donde 
lu/^l^ m^ arn^dq^ por |9C .«Ufcm^ joloefleSb-«4anifiBjlaii U» iQOrnuiiJis 4e los .piratas 
sobre las costas del archipiélago Filipíno.-Los ingleses proyectan posesionarse de la 
isla -dd f¿ñ. deseotociendo %s ^eréobos es^aáoles.^tii esca»dra de H. Alfonso Vor- 
gado cañonea la capital de Ji(^.*SV Capitán de fragata p. José^ 3|. Jpjtooo, ajusta nue- 
vos tratados con los joloeses.-Los franceses proyectan que el Sultán de Joló les cédala 
isla de Baisilan. 

De tan satisfactoria manera caimnal)aik los asuntos de Joló 
y los generales de las islas, cuando, á consecuencia del célebre 
pacto de familia firmado en Madrid el 15 de Agosto de 1761, 
en el «ño tíguiente 4e 1762 los ingleses se apoderaron de la 
capital del 'daNsfaipiélagó, siendo, bu Gobernador el Umo. Sr. 
D. Manuel Rojo, Arzpláspo de Manila, de infeliz iB^mcHÚa. 

Cuando en el ano 1764 evacuaron los ingleses la Capital del 
archipiélago/pusieroeíaiíLs meadas aanbiciosas en la isla de Jó- 
lo, y o&ecielido su pnofteocion al Sul)(;an Mabomad-Alimudin, lo 
tsaaáadaron á su reiíDOv donde su kermaaio BantUan lo recibió 
perfectamente, y agradecido el ¿Sultán é les ingleses, les cedió 
toda la costa lí.de Borneo, á que no tenia ideredK), desde el 
cabo Fwimsiúnff en la bakia áe M^^é^Du hasta el rio S^ma- 
nis, ^on la isia aiiyacente de fialambangan, en el estrecho de 
Balabacr, cuya positíon la conceptuaron entonces como muy 
buena, porque .auía no -tenian Hong-ÍKong, Síngapoure, Pulo- 
Pinang, ni Malaca; y peneando establecerse ^^ ^aquel |hii^, se 
fortificaron en la isla.de Balambangan oon^dos sólidias balerías 
de mampostería paralelas, quela-unadominsba.ila otra y am- 
bas al mar, artilladas con mucha y gruesa artílteía, y entre 
ambas edificaron á cubi«pto la casa del Gobernador, almacenes 
y cuarteles para la guarnición de 120 hombres eacogiidQs. 

La falta de Uno y tiranía de los ingleses muy pronto se 
crearon la odiosidad de los bornees, y el Datto Ten-Teng, á 
quien el Gobernador habia tenido preso y metido de cabeza en 






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uh cépó» ichs^oso de k t^tiglan^a, y |)Uesto de acuerdo tóú el 
Da^ó Dftctdá, 1^ sorp^endld^én Ifa tnádhigáda del % lie Mano 
de 1776, qúedáüdo iai'úertoi b ptífeiotiefós todbá loé iügle&éis, 
edbéipttrtmdib ^1 Gfobertiáldól', qtte ébtt S de übs maé kfóWunadoá 
pudieíoú llegrát i la playa y Inrit én ttóa í>eq[uefla barqüttta II 
reñi^tse én 'año de lói» be^gáütlnfe^ t[üé %:ábia stírtos ^ á 
puerto. Esjtos dos buques rolnpíeíon el fa^o tontea los valien- 
tes ttofíos, •^nléttes, éontestándiDlcfs tóñ Itó dafiones ^ogidoá, tu- 
vieron lel acierto de romper la cadena á tínó de los bergantines, 
que utroliado por la corriente sobre lia co^ta flié abordado y 
acuchillados ó prisioneros todóá sus tripulantes. 

El déspota Gobernador inglés quiso entonces entrar en ne- 
gociaciones con aquellos que había dtssprectado y de quienes tan 
severa lección había recibido; pero no adtnitlendo iraTrlamento 
los victoriosos moroB, tuvo que hacense á la vetó, dejándolos 
dueños del bei^ntin y de las dofe tüagnlícas baterías de tierra 
con 44 cañones, 260 ídéitefe, 200 qutritátes de pólvora, 22.000 
proyectiles, mucho hierro, eistaño en barras y otros efectos» gran 
caintidad de Víveres y '24.000 pesos en plata acuñada. 

Cuando erSuhan de Jbló tuvo conocimiento de edte hecho, 
temeroso de ks represalias de los ingleses, reunió su &rafi 
Vichüra (gran Consejo), y declararon traidores é indignos del 
nombre joloes al Batto Ten-Teng y cuantos le ayudaron en 
aquella expedición; pero habiendo aquél repartido parte de su 
presa con el Sultán y los dattos mas influyentes del Consíejo, 
variaron ^e opinión y los agasajaron contó héroes. 

El valiente Datto Ten-Teng, engreído con la victoria alcan- 
zada de tes ingteses, intentó apoderarse por otro golpe de sor- 
presa ^de la fuerza de San Diego de Zamboanga, de cuya ten- 
tativa fué rechazado, y pasó * los mares de Cebú, donde 
cdmetió muchos destóanes, hasta que se vio obligado 4 reti- 
rarse, escaTmentado en varios encuentros con una escuadrilla 
que salióde Manila A perseguirle. 

"Los jóloeses ftieron creciendo en osadía al ^er la imposibi- 
lidad de Ictó españoles para atajar «us correrlas por oftras' 
mayores 'atenciones que los «cupaban, lo reducido de su ma- 
rina y te ^ailai;ada del territorio que teñían que deifender, y ^n 



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1797 se establecieron y fortificaroa sin oposiipipa alguna ea la 
isla <}e Bi^iaa, separada únicamente de la proyjoivcia de . pa- 
marines en la oostá S. de Lfizon por un estrecho Cfo^al, tefvan- 
tando un pueblo y posando de su posición, tranjiuilaniikente 
ba^ta el aiito 1800, en q^ue fueron expu^dos á viva fu^rs^ con 
pérdi¿^ considerables para ellos y no escasas para nosotros. 

- El Datto Mamananga, hermano del Sultán de Joló y su so- 
brino Mantol, que correteaban los mares de Filipinas en 1798, 
consiguieron hacerse dueños por sorpresa de la goleta mercan- 
te San José; por todas partes se extendian los moro-malayos 
continuando sus correrías, y con la ligereza de sus embarca- 
ciones se burlaban de la pesada marcha de nuestras falúas, de 
quienes hiüan cuando eran pocos, y ¿ las que atacaban cuando 
por su número comprendían el buen éxito, sin que por regla 
general consiguiesen aquellas otra cosa que ir siendo testigos 
de sus fechorías, situación que vino á empeorar la nueva guer- 
ra con. los ingleses, quienes estímiüabitíi el odio de nuestros 
antiguos enemigos y les auxiliaban con armas y municiones, 
estímulo que aumentaron cuando se vieron otra vez, en 24 de 
Abril, derrotados y rechazados énZamboanga, de que preten- 
dieron apoderarse. 

iios ingleses imposibilitaban la persecución de los piratas, 
que con la impunidad aumenta'ban sus fechorías hasta el año 
1806, que nuevamente en paz con los ingleses, se logró dar- 
les algunos escarmientos. 

En el año 1813, siendo Gobernador del Archipiélago D. Jo- 
sé Gardoqui y Faraveitia, se proyectaba una expedición formal 
que vino á impedir el levantamiento délos naturales, consi- 
guiente á la promulgación de la Constitución del año 12, que 
creyéndose completamente iguales los indígenas á los españo- 
les dieron margen á serios conñictos, circunstancias que apro- 
vecharon los joloeses y basilanos coligados para intentar apo- 
derarse de Zamboanga, que era su pesadilla constante por la 
ventajosa posición que ocupaba, molesta á sus correrías; pero 
frustrado su intento, se diseminaron para continuar sus pirate- 
rías por todas partes, logrando apoderarse d^ la lancha Teresa 
y patache Matilde, ambos de guerra, que conducían dinero del 



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— M— 
Estado, y sobre la coste de Cámariiiés'de otóos buques del co- 
mercio, lo que hizo decaer este y cundir el desaliento en todas 
las Islas. * ' 

Los ingleses, aunque ya amigos,' volvieron nuevamente á 
oéupár la ' atención de las autoridades del archipiélago, pues 
habiendo tenido que devolver en 1814 á los holandeses la iéía 
de java, qufe^teiiiáñ usurpada desde eláfió' 18tl, pretendieron, 
brindándola como fevor, posesionarse áe las islas de Joló y 
Mindanaoi para lo cual el é¿-Gobernadbr ¿íe la isla de Java 
pasó lal Gébérnador y Comandante General de Zamboanga el 
siguiente escrito: 

. «^iccmo. St.^Lqs mates %ue: han CQia.etidQ Ips; piratas en el mar 
»del É. en estos últimos años lifin. pup$to al, Qoliierno . ing}^s o|v la 
«necesidad de dar un castigo público al Estado.de Sambas, y denun- 
»ciár venganza á todos los puertos que' en adelante abriguen piratas. 
»Lo8 piratas dé Mindanao se^tónsíderan'touy formidables, y sd han 
«destinado dos fragatasidegnerm j^ara Hinda^aó y Jofó con* el ñn de 
«hacer saber lius inteupiones de este. Gobierno, Para vOTficar.el 
«deseado objeto de extirpa? la piratería, . se ha creído conveniente 
«establecer én Joló una autoridad europea, y en su consecuencia Mr. 
»Hunt va destinado con el cargo de una ventura mercantil (agente 
«comercial. )=sDebo pedir la cooperación de V. E. en todaá las opera- 
» clones que se crean eonvenssntes para llevar adelante la extirpación 
«de la piratería, y asegurar áV.E. que :me creo honrado. con cualquier 
«comunicación ó informe sobre el parti<5ular. == Tengq la satiisfaccion 
«de incluir á V. E. las últimas gacetas de esta Plaza, que contienen 
«la gloriosa noticia de haber sido enteramente arrojados de España 
«los france'sesi y espero qué se sirva aceptar mis sinceras congratu- 
«laciones poir tan imppítaáte y: a^adable conoepto.tí=SBmaratig %0 de 
«Enero de 1814.=Tengo el honor de ser, Sr., de V. E. muy obediente 
«y humilde aerviíior.==J[iiaft' Sp. Rafñes.» : ;. . .' ^ 

El Comandante General de Mindanao se apresuró á 
trasladar esta intencional comunicación al Capitán General 
Gobernador del Archipiélago; y contestó á Sír Raffles protes- 
tando de toda operación (Jue hubiera ó pudiera practicar sobre 
las islas territorio de la soberanía española, y esto fue lo 
bastante para que los ingleses desistieran por entonces de toda 
tentativa manifiesta de violación y usurpación, pero disimu- 
ladamente contínuabaú acechando una oportunidad y pretesto 



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que lee pu4ie?a Ifacer ^uisJlDs de^ ouaVlui^7 : fr.9^m^nto del 
archipi^lag^o. 

En él Gobierno interino del Archipiélagfo del Teniente de 
Rey D. Mariano Ferpai^dez Fol^ueya^ (de. 1816 á, 1:822> se 
quebrantó ^Igun tantp la audacia de loa piratas, y en el d^ P. 
Joan' Antonio MajrtiAoz (de I82í^ ¿ 1824) cpi^u;!^. h m^m^a 
sutil pi^st^ndp lj(^ft b^^np^ sefyidoa^ a4el^ut^^34^ 
de U conquista» á pes^r de l^^gra^de^ Q(^pUci^cu>i>^ y aui- 
dados que trajeron las p^et^i^io^^s. dei Capitán á^ ij|£^teria 
Novales, que titi^lái^dose wipeya^.o'^ de. yil;pfíi|a^ ^uW^ó pt^rte 
del ejército. 

En 1825, siendo Gobernador del Archipiélago D. Mariano 
' Ricaíbrt, y después de haber ftcabaía dte sofocar j^or completo 
k íevolücion de Nwales, pensó en activad la persecución de 
los piratas joloeses, y con tal objeto dispuso saliese el 27 de 
Febrero del puerto de Cavite Q^ AlWsp Morgado, laandando 
una escuadra de 2. goletas^ 4^ lancha»^ & &lúas y 2 pontines 
con víveres y pertrechos de guerra y 100 hombres de desem- 
barco, mandados por el Capitán D. Andrés Jiménez. 

Esta expedición llegó felizmente á Zamboangá, donde fue 
reforzada eon 2 lanchas y 3 falúas de la división de aquel 
apeadero, y fueron á' practicar un desembarco en la costa del 
S.E. de las islas de Pilas (21 millas al O. de Basilan), madri- 
guera fdel Datto Ipoypo (torbellino), uno de Iq& gefes mas 
fanaosos de la piratería, á quien se calculaba qu« hacía m^s de 
500 cautivos anuales, cuyo fueirte se asaltó con pérdidaa sen- 
sibles, causándole» ¿ ellos 50 mu^tos, incluí el famoso Datto 
y otros dos. 

La expedición continuó luego á la rada de Joíó, donde 
rompió un vivo cañoneo, que duró' mas ^e diez lloras, contra 
una extensa line^ de fortii&CQ.cio;ie9vdetrá^.de la que e^ba 
resguardado el pueblo, capital y residiencia. del Sultán, y que 
en forma de media luna defendía la playa: los moros contes- 
taron con mas precipitación que acierto, causando poco dafio en 
los españoles, que los causaron considerablese^lasn\asa|S ene- 
migias,y llevando su valor hasta la temeridad hiei^ríoi por los 
flancos un desembtarcp dos pequeñas coli^nnas, q^e evÁt9r]|;^dP el 



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fnego de los fu^es, Uegwon al pueblo, 7 le inoendiaroo, re- 
tirándose con presteza, aunque con buen orden, para evitar el 
encuentro de fuerzas superiores que salían ¿ batirlos; y satis- 
fecha la expedición de sua operaciane{S, sq retiró ¿ Zamboang*a 
parsk eoat»)uarla3 ftQl^re>h& eciataa^ de Mindapfto. . 

Aprovechando el Brigadier Gobernador accidental áe:]m^ 
irias Filipina», D. Pedro Antonio d« S a l aaa r , Io¿ escarmientos 
recientemente dados á los moros, pensó en reducirlos por medio 
de tratados amistosos y de comercio, por los que el propio in- 
terés gv^ntízase stu buena ffe en conservarlos y cumplirlos^ y 
con este objeto mandó á Joló upa expedición al mando del Car 
pitan de fragata D. José María. Halcón, que logró formalizar 
con aquel Sultán las siguientes - 

«Oapltulaciones que arreglaban los defeéhos que han de pagar 
»las embarcaciones joloesas en Manila y Zamboanga, y las españolas 
»eri Joló, qüyo arancel no puede variarse sino por nueva convención: 

«Artículo 1 .• Las embarcaciones joloanas que con correspondiente 
»licencia vayan á Manila, pueden introducir kis producciones de las 
aislas sujetas al servicio dej Sultán pagando de derecíio dé consumo 
»el dos y medio por ciento. 

«Articulo 2.* La cera y el c^cao se ádmiteu á depósito en la 
«aduana de Manila al uno por ciento; pero si se introducen estos dos 
«artículos, pagarán como está establecido el catorce por ciento. 

«Articulo 3.* Las embarcaciones de Joló que comercien en 
«Zamboanga pagarán uno por ciento de derechos por las produccio- 
Mues de las islas sujetas al Sultán. 

«Artículo 4.* Todos es.tos derechos se pagarán al Gobierno B$- 
»pañol Protector en plata por el avalúo estdbleojdo. 

«Artículo 5.' Las embarcacioneií españolas en Joló pagarán los 
«derechos siguientes en género: 

«Barcos de tres palos de Manilnr con pasageros .(^iao» 2.000 

«Barcos de tres palos de Manila tan pasageros * . . 1.800 

«Bergantín de Manila con pasajeros chinos. 1.600 

«Bergantín de Mandila sin pasajeros ; l.SOO 

^Goleta de ManiU con pasajeros chifios , . 1.400 

«Goleta de Manila sin pasajeros 1.200 

«Pontin de Manila con pasajeros chinos 1.400 

«Pontin de Manila sin pasajero» ; • 1.200 

«Galera de Manila ó puertos de FiUpinas con carga palay, azncar 

y saguranes. . . dOO 

«Galera de Filipinas con carga de géneros 500 



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•84~ 

«Articulo 6/ Estos derechos señalados á las embarcaciones 
» españolas los pagarán en género por el valor que fija el arancel que 
vsigue, de los cuales la mitad podrá ser elegida por el Gobierno del 
«Sultán entre los del cargamento, y la otra mitad será en los efectos 
»que detenhine el Capitán por el mismo avalúo. Los artículos no 
«inclusos en relación no pueden exigirse al Capitán, ni este darlos en 
»pago. 

Efectos. Cantidad. Valor. 

PMOS. 

»Arroz Una laga 2 

»Azucar. ün pilón 5 

«Aceite de coco Una tinaja. ....... 6 y medio. 

«Chapas Mil 1 

«Cambayas ordinarias Id. . . . , d 

«Corancali Una pieza 11 

»Coco negro y azul Id. id. de 11 yardas. . 4 y medio. 

«Coquillo blanco de d brazos. . . Una pieza. ...... 6 y medio. 

«Coco blanco de 22 brazos. ... Id. id 16 y medio. 

« Jobal de carranclan Id. id 26 

«Cacha. Id. id 4 

«Manta coleta , , . . . Id. id 1 

«Muselina lisa de 12 varas. ... Id. id 10 

«Muselina labrada Id. id 5 

«Muselina colorada de 12 varas. . Id. id 15 

«Palay. Id. id 1 

«Paños de costa Id. id 11 

«Paños ordinarios cambayados. . Un paño medio. 

«Paños ordinarios estampados. . Una docena 3 

«Lanas Una pieza. ...... 6 

«Lanas comunes Id. id. .:.... . 5 

«Indianas de florecillas Id. id 9 

«Articulo 7.* Las naves joloesas que se encuentren comerciando 
«en puertos sin licencia, ó que hagan fraude, se sujetarán como con- 
«trabandistas á las leyes del resguardo español. 

«Las goletas y las galeras-españolas que manifiesten en Joló traer 
«cargas de frutos de Filipinas, y resulte conducir géneros é introdu- 
«cirlos, serán multados con 500 pesos valor de Joló, de cuya can- 
«tidad serán dos tercios para el Sultán y un tercio para el Real Fisco 
«del Gobierno Español Protector, 

«Artículo 8.* En el caso de que en Manila ó Zadiboanga se bajen 
«los derechos de introducción de cualquier efecto de los que producen 
«las islas de Joló á menos de lo que queda establecido, el Gobierno 
«Español hará también rebaja para que las naves joloanas paguen 
«siempre menos como está capitulado. 



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—85- 

»En el caso de que el Sultán de Joló cobre 4- cualquiera nave 
«extranjera derechos inas chicos que los que se señalan á los espa- 
»ñolefi, ya por impuesto "6 ya por rebaja en el avalúo de efectos para 
»el pago, se obliga el Sultán á hacer rebaja hasta dejar privilegiada 
»la bandera de S. M. C. en la misma forma capitulada. 

«Artículo íltimo: Si eL testo de esta capitulación no se conforma 
ven ambos idiomas, ha de estarse al sentido literal castellano. 

^Palacio de Joló 22 de Setiembre de 1836, que es el 14 de la luna 
»Inmadil-Agil de 1252*2= Sultán, llahamad-Diamalul-Quirám.=José 
»ldaria Halcón.» 

«D. Pedro Antonio Salazar, Salazar, Castillo y Varona, Caballero 
»de la Cruz y placa 'en la Real y Militar Orden de S. Hermenegildo, 
» condecorado con otras varias cruces de distinción por acciones de 
>»guerra; del Consejo de S. M. y su Secretario con ejercicio de decre- 
»tos, Brigadier de Infantería, Segundo Cabo de las Islas Filipinas y 
«Subinspector General de las tropas de S. M. en estos dominios, y encar- 
»gado interinamente de este Gobierno, Capitanía General, y Presidente 
»de la Bíeal Audiencia, de la Subdelegacion jde la Real Renta de 
«Correos, portes y estafetas, del Vice-Patronato Real, de la Dirección 
«general de las tropas, y de la Comandancia General de Marina en 
«dichas islas etc. 

«Por cuanto habiendo examinado las antecedentes capitulaciones, 
«redactadas en nueve artículos, que arreglan los derechos que han de 
r pagar las embarcaciones joloanas en Manila y Zamboanga, y las 
«españolas en Joló, las cuales han sido convenidas y ñrmadas en Joló 
«el 23 de Setiembre del año próximo pasado por ambas partes, & saber: 
«en representación del Gobierno español, por el Capitán de fragata 
«de la Real Armada D. José María Halcón, Enviado especial y plena- 
«mente autorizado por este Superior Gobierno y Capitanía General; y 
»en representación del Gobierno de Joló, por el Muy Excelente Sultán 
«Mahamad-Diamalul-Quirám y 12 Dattos principales, y hallándolas 
«arregladas y convenientes á los subditos de uno y otro Gobierno: 

»Por tanto, y usando de las altas facultades concedidas al Go- 
«biemo y Capitanía General de Filipinas, he venido en aprobarlas y 
> ratificarlas con las modificaciones siguientes: 

» 1 .■ El derecho de dos y medio por ciento que se estipula en el 
«articulo 1.* para las embarcacionea) joloanas que vengan á ManÜa, 
«quedará reducido á solo 2^ por 100. 

«2/ Para evitar dudas en cuanto al artículo 4.*, se entiende que 
«los respectivos derechos de 2 y medio por 100 en Manila y Zamboan- 
»ga se deducirán por los avalúos constantes en los aranceles que ri- 
«gen ahora ó rigiesen en adelante en una y otra plaza. 

»Y con estas modificaciones ó aclaraciones prometo en nombre 
>de S. M. Católica la Reina de España cumplir y hacer cumplir 



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—88— 

nexactamente <todo lo que va estipulado y c<»&peta al Gobierno de 
»S. M. £0. fe de lo cual firmo la presente ratiJlcacioDi, sellada con el 
».eseudodemiB armas y refrendada por el Sr. Secretario de S. M^ con 
«ejercicio de decretos j de este Superior Gobierno y. Capitanía Gene- 
»ral, en el Re^al Palacio de Manila á 20 de Enero de 1887. = Pedro 
"Antonio Salazar.=José M.' Oambronero.v 

Pero estas capitulaciones no produjeron gT»n fruto, pwes al 
poco tiempo Tolví«ron los moro-malayos joloeses á sus acos- 
tumbradas correrías, sin que la buena voluntad del Sultán y 
la de algunos Dattos fueran capaces de evitarlo, y los mares 
y los puertos de nuestro Archipiélago, que en un principio se 
vieron llenos de buques de oabotage, quedaron deaiertoB por 
el riesgo constante en que se veían cotí las acometidas de 
aquellos indómitos piratas, á pesar de haberse aumentado las 
fuerzas de la marina sutil. 

También vinieron los franceses á perturbar la tranquilidad 
dé la colonia, pues envidiosos, y deseosos de tener en los 
mares de China alguna posesión 6 estación naval, como tenían 
todas las demás^naciones europeas, se comisionó á M. Lagrere 
con órdenes reservadas para que el Almirante Cecille, Coman- 
dante de la estación naval flotante en China, le ayudase á 
reéonocer y buscar un sitio conveniente que reuniese las con- 
diciones de proximidad al Imperio chino, puerto grande y 
cerrado, situación aislada y de fácil defensa, clima sano y 
manantiales abundantes, y desde luego ya recomendaba el 
reconocimiento de la isla de Basilan, á pesar de ser propiedad 
de la colonia española. 

El Comandante de la goleta francesa Sabino, M. Guerin, 
practicó algunos reconocimientos en las costas de la isla de 
Basilan, y atacado por los moros de Maluso, capitaneados por 
el famoso Datto Usuk, le obligaron á retirarse precipitadamente, 
matándole un Oficial y un marinero y haciéndole tres prisio- 
neros de estos últimos. 

M. Guerin, ocultando la causa de aquellos reconocimientos 
pasó á Zamboanga, con cuyo Gobernador entró en gestiones 
para el rescate de los tres prisioneros, lo que fue conseguido; 
pero habiéndosele incorporado pocos días después en aquella 
rada la corbeta Victorieuse y creyéndose ya bastante fuerte 



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para continuar stis récanócíffiíéiitós eii Bastían, para mayor 
disimulo participó al Gobernador de Zamíboanga iba á blo- 
'qúeett lá isla ¿e BaSiláñ y sus adyacientes hasta recibir completa 
satisfacción del Oátto Üsut, sin que fueran bastante á hacerle 
desistir de su propósito Itó tizonadas protestas del Gobernador 
de Zamboatiga manifestándole qué aquellas islas eran pose- 
siones esjpaflolas, y ^ue darla, como dio, conocimiento de aquel 
atentado al GoT?ernador del Archipiélago^ jio tomando por sí 
desde luego prpvidQnííiaalgiuna í>or no tener elementos suficien- 
tes con qué Gontrare8taí*.la fuerza de losdós buques francesies. 

El dia IvS lid £n«ro de 1845 fondearon en la silanga dé 
Malainahui los buques dé guerra firanceses vapor Archímedes 
y fragata Erijoné al mando del Almirante Cecilio y con el 
ministro FtenipotenciarioH. Lagrene, que el dia 8 habia salido 
de Manila sin manifestar la verdadera causa de su viaje, pero 
que se hizo sospechoso con las noticias recibidas de lo ocurrido 
con el Comandante de la Sabino, por cuya causa pocos dias 
después dio fondo en la rada de Zamboanga la fragata espa- 
ñola Esperanza, al mando del Brigadier Bocalan, quien muy 
pronto en vista de los sospechosos reconocimientos y gestiones 
qué practicaban los franceses en Bastían empezó con comuni- 
caciones y contestaciones que se fueron agriando al extremo de 
temerse un. conflicto, por lo que se dio conocimiento á las res- 
pectivas naciones, y pidiéndose instruficiones se retiraron los 
buques i^anceíses, eicceptuánéo ia Sabina, que quedó fondeada 
en la silanga de Basilañ. 

En vista de aquellos acontecimientos y puestos de acuerdo 
el Brigadier Bocalan y el Coronel Figueroa Gobernador de 
^mboanga y Comandaiate Ges^aJ de Mindanao, ratificaron 
nuevamente ia sumisión y reipoaocimiento de los bastíanos al 
Gobierno español, anufendo dantas promesas hubieran hecho 
á cualquier nación extranjera, por sét contrtí derecho, pues 
aquellas islas pertenecían, á España por derecho de descubri- 
miento y de conquista y. por anexión de sus habitantes, y para 
n^ayor formalidad se levantó un fuerte provisional en la colina 
de Pasanhan (I^sanjan), donde se enarboló la bandera española, 
en vista de cuya acción decidida y enérgica se retiró la goleta 



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-88- 
Sal?i»e despnes de.hab^r m^cUado algunas serias coutestaciones 
entre .su Comanda^ite y el= del fuerte. 

Parece que el Plenipotenciario M. Lagrerefhajbia encentrado 
en Basilan lo que apetecía su Gobierno, pues al , darle cuenta 
de su expedición se espresaba envíos términos siguientes: . . 

el." Proximidad á Cima.-— La simp^Q vista del mapa demuestra 
j»la superioridad de la situación de Basilan. En la estación favorable 
»el viaje á Pantou es de pocos dias, y en la estación contraria la na- 
Mvegacion de un punto á otro 'ofrece' ventajas que rio se encontrarían 
»en ninguna otra partir porqué efagolf&iidoae én el mar dé Mindoro y 
»8igui«iidó la. costa X). de Piüpiíms, defendidas de. Jos N.B., se coje 
»á Manila y de allí se va a.Maoao,^<m vienta á^í'^o^i^áól ütí.ejesnplo 
«reciente apoya esLt^ raciocinio. La Viqtorieuse solo ha. emplíeado once 
«dias desde Basilan á Manila, en lo mas fuerte de la mondón del N.E. 
«Debe advertirse que en el archipiélago de Joló, á 6ausa de su situa- 
»cion geográfica, y en el de Basilan á causa de su proximidad a Minda- 
»nao, se siente muy poeo aquella monzón. Asi es que en los dos meses 
vque hemos estado en Malamahui y Joló solo hemoa .esperimentado 
«brisas variables y calmas. Por las tardes, lo mismo que sucede en la 
«costa E. de Sumatra, en la bahía de Eio Janeiro y en el buen tiempo 
«en todos Iqb golfos del mar de Grecia, soplan terrales flojos, eual- 
«quiera que sea durante el dia el rumbo predominante. Esta notable 
«anomalía no deja dé traer inconvenientes: á veces ios buques dete- 
«nádos por las cahnas en estos mares poco esplorados, son arrastrados 
«por corrientes de una velocidad estremada, cuya variable dirección 
«está sujeta á circunstancias mal conocidas. En tal caso hay que na- 
«vegar con la sonda en la mano, y con mas motivo, porque en las 
«regiones tropicales la posición vertical del sol háce'4 menudo in- 
«exactas y siempre muy delicadas laís observaciones del. reloj. Por eso 
«sin duda es tan poco frecuentado el archipiélago de Joló en ambas 
«monzones» aun cuando ofrece al parecer tantas ventajas en la na- 
«vegacion. Además de eso, los dos pasos que hay para Basilan, el 
«estrecho de Balabác y el de Macasar, ofrecen obstáculos que arredran 
»á la mayor parte dé los navegantes: el primero es poco conoddo, 
«prescindiendo de que está, siempre inf^itadoide piratas ;s iu> está 
«menos sujeto á las calainidades rOl de : Macasar. Asi es que. en la 
«actualidad solo se aventuran á este ai^chipiélago algunos balleneros 
«que van á hacer provisiones á Zamboanga. Pero no hay duda en 
^»que si la Francia se fijase en Basilan, nuestros trabajos hidrográ- 
«flcos harían muy pronto el estrecho de Balabac accesible á todos los 
«buques, y si el de Macasar fuese mas frecuentado pronto se estable- 
«ceria en él un servicio de remolques bt^ Iqs aus^Hcios del gobierno 
«de Java, 



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—89— 

«2/ Pudrto grande y cerrado.-^El de Malamahui no tiene menos 
»de dos millas y media de largo, con una anchura que varia entre un 
»cuarto y un tercio de milla, y todas las flotas del mundo podrían 
wfondear en él con toda seguridad. Perfectamente defendido de los 
«vientos y mares, está abierto sinembargo lo mismo que el Bosforo ó los 
»Dardan6los,yen su doble boca ofrece una ventaja inapreciable porque 
«facilita la entrada y salida con cualquier viento. La marea, que se 
«siente mucho en él, forma corrientes periódicas en sentido opuesto, 
>cuya velocidad varia de un nudo á dos nudos ó dos nudos y medio, 
»y con su auxilio pueden levar fácilmente los buques de mayor porte, 

«3.* Situaeion alidada y de fácil defensa. — La opinión de todos 
»lo8 Oflciales de escuadra es unánime en ei^e punto, lo mismo que 
»en el precedente. Tan fuerte es, según ellos, la posición, que sería 
»muy fácil hacerla inexpugnable. Por el O. está defendida la entrada 
«del canal que separa á Malamahui de Basilan por una isleta, cuyos 
«fuegos rasantes, que se cruzan á im cuarto de tiro de canon con los 
«de las playas opuestas, harán imposible toda tentativa por aquel 
«lado; además que en el casa de un ataque empeñado se podrán cer- 
«rar herméticamente los dos pasos á las mas formidables escuadras 
«sumergiendo en ellos dos fragatas. La entrada oriental, aunque no 
'* está tan bien defendida, no necesita tampoco muchas fortificaciones. 
«En cuanto á los ataques por parte de tierra, sea de indígenas ó de 
«tropas de desembarco, la impenetrable faja de mangles que cubre 
«casi sin interrupción la costa de Basilan que mira al canal alejaría 
«todo recelo. No habla mas que conservar esta defensa natural. Se 
«podia además, para mas seguridad, construir en el punto mas cul- 
«minante de Malamahui una fortaleza que dominase á la vez el puerto, 
«la rada y las avenidas de la isla. 

«4." Clima sano, en donde los tripulantes de nuestros buques 
«de guerra y de comercio pudiesen restablecerse prontamente de las 
«enfermedades adquiridas en una permanencia larga en los climas 
«tropicales. Sobre este punto no puedo ofrecer al Gobierno sino 
«simples conjeturas. La esperiencia favorece hasta ahora en Basilan, 
«porque según consta de los partes de sanidad de la escuadra desde 
«el fin de Octubre hasta el dia, no se podia desear un resultado mas 
«satisfactorio. Pero esta esperiencia se refiere solo á la monzón del 
«N.E.:, es decir á,lá estación seca, que aun en los puntos mas insa- 
«lubres del archipiéla^ está libre en general de las afecciones 
«epidémicas, tan funestas en la estación de lluvias á los europeos. Para 
«obtener una solución decisiva de la cuestión propuesta serían nece- 
«sarias observacfones repetidas durante un periodo largo, del que se 
«pudiese deducir el término medio. Me afirmo mas en la imposibili- 
i>dad de adquirir de otro modo que por la esperiencia certidumbre 
«moral respeto á la salubridad de este punto que no ha sido estu- 



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»diado cieBitíflcamente todavía, porque tengo nuxy en ia melnoria el 
»recieute ejemplo de Chuzan y de Hong-Kong, la primegra abandonada 
»como una isla pestilencial que devoraba Búa habitantes; la segunda, 
»al contrario, elegida por circunstancias naturales que respecto k la 
»aalubridad pareciai; hacerla preferible, y hoy es Ohazan uno de los 
«puntos mas sanos del Imperio, los hospitales que se coitstmyeroü á 
»mucha costa b^o la impresión de los primeros g»sos, han venido á 
«ser inútiles, mientras en Hong-Kong no obstante el esmero y los 
«esfuerzos del Gobierno local, la mortandad de los militares Hega 
«según los cálculos mas modestos á 25 por 100. 

«5." Agua pura y abundante. — No «e han eneontrado manan-, 
«tiales en las inmediaciones del puerto, ni en Malamahui nienBasilan; 
«la única aguada de que los buques h«Ei hecho uso es la del rio ée 
«^Gumaralaud, que á milla y media ó dos de su embocadura y b«|o 
«algunos torrentes quo no pueden pasar los botes ni las i^raguas, 
>tiene agua muy ciara que ni aun en las mas altas ihareas se mez- 
«cla con las del mar... Pero esta aguada 8 ó 4 millas distante de la 
«entrada del puerto, y á la cual no se puede llegar sino fíranqu;eando 
«la barra que obstruye la embocadura del rio, está Ifrjos de ofrecer 
«las ventajas que s6n de desear. Se podría remediar con poco gasto 
«este inconveniente haciendo algunas obras en el rio de Pasanhan, 
«que está poco mas ó menos en el mismo caso que el de Gumara- 
«laud, y donde se podría tomar á una milla escasa del puerto, en una 
«barraque se forma por la diferencia de nivel, un agua pura y sana..-. 
>La falta de manantiales cerca de las costas y la dificultad de la 
«aguada no son inconvenientes peculiares de Basilan, es un hecho 
«couisumado en la mayor parte de las colonias situadas en las regio- 
«nes tropicales, según lo hemos observado en Singapure, en Manila y 
«Hong-Kong. Hubiera sido muy raro hallar una excepción áe esta 
«regla en Basilan; pero esta isla tal cual es corresponde á los deseos 
«del Gobierno todo lo que se debia esperar en estos países.» 

Mr. de liagrere, cnando se retiró de Basilan, pasó á Joló 
para conseguir del Sultán la cesión de aquella isla, y tuvo con 
él tres sesiones en que procuró deslumhrarle, pintándole un 
porvenir delicioso y medios de enriquecerse con facilidad, con la 
aliaxusa 'de una zn^cíom tan poderosa, consiguiendo p(^r fin que 
le cediese \k isla do Basilan jxir el término de cien años, de- 
biendo -pagar al Sultán cien mil duros en el acto y tomar 
posesión de ella antes del sexto mes. Muy corto era el plazo 
para resolver la cuestión, que no podia ser sin autorización de 
su Gobierno, por lo que Mr. Librero procuró ir prolongando 
las tramitaciones, sin comprometerse formalmente, pero cnan- 



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do el Oorbienio francés reciHó estas noticias se hallaba empe- 
ñado en otras cuestiones de- mlayor importancia que no le 
permitieron lanzarse ¿ nuevas empresas. 



XII. 

(1844 él 1848.) 

Acrecíenlan de una manera alarmante las correrlas piráticas de los joloeses.-El Capi- 
tán General del ArcbipiéMgo, Claveria, se apodera de los inexpugnables fnertea de Ba- 
languiogue y destruye aquel formidable foco de píralaji.-El Solían de Jol¿ vuelve á 
ratificar los tratados y cesa la piratería. 

Las correrías de los piratas continuaban en escala creciente 
y eran frecuentes los combates navales que se'veian precisadas 
á sostener las fuerzas de la marina sutil, en cuya historia {^ 
se escribiera) se encontrarían gloriosos hechos; pero poco 
conforme con aquellas correrías el Capitán General del Archi- 
piélago D. Narciso de Claveria, pensó en el modo de darles 
un escarmiento mas severo que los que hubiesen recibido hasta 
el dia; mas eran tantas las islas en que tenian sus madrigueras 
aquellos indómitos malvados, que vacilaba sobre cual de ellas 
dejaría caer primero su castigo. 

Entre los curiosos datos que adquirió apareció la isla de 
Balanguiñgue en el archipiélago de Joló, como madriguera 6 
foco principal de los piratas, en donde se armaban las mas 
formidables expediciones que tantísimo daño causaban en 
nuestras costas, donde tenian los almacenes para guardar stis 
riquezas, creyéndose encella inexpugnables. 

La isla de Balanguiñgue mide solo unas 6 millas de super- 
ficie cuadrada, está rodeada de arrecifes y bajos acantilados de 
rocas y madréporas, cortados por numerosos cátales toituosos 
y de corrientes torrentosas por el flujo y reflujo de la marea 
que en pí-eamar la anega en su mayor parte; agregando además 
á la naturaleza del terreno los 4 fiíertes de Balanguiñgue, 
SipaCy Sungap y Bocotíngol, que, sólidos y bien artillados, 
ocupaban las posiciones mas estratégicas para defender los 
pueblos y dominar las entradas de todos los canales. 



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—92— 

Este fué el punto que se resolvió atacar el General Claverfa, 
persuadido de los buenos resultados, y en el aíío siguiente de 
1845 dio la comisión de pasar á reconocer aquella islft á su 
Secretario el Coronel Peñaranda, quien, embarcándose con 
alguQOs soldados en la fragata de guerra Esperanza, al mando 
del Capitán de navio D. Cristóbal Hallen, pasó 4 Zamíboanga, 
y de aquí, acompañado de algunas falúas de aquellas fuerzas 
sutiles, fondearon pocos días después al N. de la isla de Ba- 
languingue, delante del fuerte principal del mismo nombre. 

El Coronel Peñaranda procuró inútilmente comunicar con 
el Datto principal de aquellos foragidos, quien se negó termi- 
nantemente á toda conferencia é intimó con la mayor osadía 
se retirasen inmediatamente, á cuya pretensión viendo que no 
era obedecido, rompió el fuego sobre la fragata y las falúas. 
No era el Coronel Peñaranda hombre que sufriera con indife- 
rencia tales agresiones, por lo que dispuso practicar un desem- 
barco, con ánimo de apoderarse del fuerte; pero su buena po- 
sición y el crecido número de defensores le hicieron comprender 
la dificultad de sus propósitos, de los que desistió, retirándose 
con la pérdida de algunos soldados y la del Comandante Bo- 
driguez que mandaba la vang'uardia. 

Cuando el tDapitan General tuvo conocimiento de estas ocur- 
rencias, decidió definitivamente una expedición formal contra 
aquellos rebeldes é insolentes piratas; pero no pudo ponerse en 
ejecución hasta el dia 27 de Enero de 1848, en que tres com- 
pañías de Ejército al mando del Teniente Coronel Arrieta em- 
barcaron en los bergantines Constante, Guadiana y Senejayén, 
el primero puesto gratuitamente á disposición del Jefe de la 
Colonia por el comerciante español en Ilo-Ilo D. Joaquín Ortiz, 
y los otros dos fletados y convoyados por dos pailel^otes de 
guerra/hicieron rumbo á Dapitan, provincia de Misamis, en 
la costa O, de Mindanao. 

El día 6 de Febrero embarcaron en los vapores de guerra 
El Cano y Magallanes un piquete de Alabarderos y otro de 
Seguridad pública, una Sección de Artillería con 2 obuses de 
montaña, y otra Sección de obreros de^ Ingenieros con un 
pequeño parque y dos compañías del. Ejército; y en el vapor 



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BeÍDá de Castilla, donde estaba enarbolado el gallardetón, 
insignia del Comandante General de Marina, el Brigadier 
Apodaca, embarcó el Capitán General Clavería, con su Estado 
Mayor, saludado por los cañones de la plaza, y zarparon de la 
bahía de Manila, remolcando algunas lanchas y falúas, en 
demanda de Dapitan, donde dieron fondo el diá 10, encon- 
trando ya allí los buques trasportes y convoyes que les habian 
precedido; y saliendo de Dapitan todos en conserva al dia 
sigruiente, fondearon en la mañana del 12 en el puerto de la 
Caldera, una milla al O. de Zamboanga, donde se les reunió 
el Coronel Figueroa, Gobernador de aquella Plaza, con varias 
vinias, tripuladas con 150 leales y valientes voluntarios 
zainboangueños. 

En la misma tarde del 12 zarpó la expedición del puerto de 
la Caldera, haciendo rumbo á la isla de Balanguingue, sobre 
cuya costa septentrional dieron fondo los vapores el dia 13, y 
al dia siguiente los buques de vela. 

En la amanecida del dia 15, algunas embarcaciones meno- 
res al mando de Oficiales de marina practicaron un recono- 
cimiento lo mas inmediatamente posible á la isla; esta tendría 
unas 6 millas cuadradas escasas, en terreno todo muy bajo, la 
mayor parte anegadizo y pantanoso en pleamar, quedando 
entonces algimos playazos* á descubierto, en los que estaban 
los fuertes y pueblos rodeados de bosquecillos de cocoteros y 
espesos manglares; un estrecho y poco profundo canal atraviesa 
la isla del N.E. al S.O. y la divide en dos fragmentos des- 
iguales, y ramificándose este canal principal en varios brazos, 
á derecha é izquierda, forman una r^ de esteros solo conocidos 
para los mas prácticos de la isla. 

En el fragmento menor ó del N.O. en su extremo mas 
oriental, que es una lengüeta de arena que se adelanta al mar 
una media milla, estaba edificado el pueblo y fuerte principal de 
Balanguingue, que dominaba la entrada superior del canal, 
sobre el que estaba, en el fragmento nlayor, el pueblo de 
Quíimunung y los de Qussú y Pandan y toda la parte N. de 
la isla en general: una milla mas al N. está la isla deshabitada 
del Farol. 



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Ba el extramo S.O. del fimgmento HUiyo.r, et mas coi^]^i- 
oado que. en ninguna parte y mae profunda el laberinto de 
esteroa, j sobre \m playazo aisb^ e^ban loa fuertes de 
Sunffop y íS^pac, el pueblo de este mismo nombre y el de 
Quasuá^.. 

Al N. .de este islotp sigue la is^ d^ T^^oeil&ii,, y al de 
9Sto la^ de BijUMig^Pi^l, f0rmi^ndo una gran d¿ií$wa cqb el 
estrenio S. del fragmento meaakop y la cost^ O. del mayor, m 
cffle estaban los pueblos de Pabat y Saytan, peafo todas estas 
islas están enlazadas por un bajo fondo de abenas y rocas y 
arrecifes, dejando únicamente entrada 6 la d4r9enai, al N. por 
el fuerte d^ Babi^ifiuúifftce, al S. por el fuerte de /Sipac, y al 
E. por un pequeño canal, navegable solo en pleamar por 
eOLbarcaciOQes menores» en que se éncontrí^ba el fuerte de 
Bttc(dímffól y los pueblos de este nombre y de Lion, dommando 
el dicbo fuerte la entrada de otros esteros que desembocaban en 
la dársena, donde estaba el pueblo ya nombrado de Buasnán. 

La importancia de estos cuatro fuertes por su posición y 
construccio^ era sucesivamente Sipac, Bal^nffuingue^ Sun- 
g^p y BVfCOtuif^ol: para dar una idea de la construcción y 
resistencia de todos ellos describiremos el primero. 

£1 fuerte de Sipac era un g^an reducto de planta irregular, 
re&r3ado por pequeños torreones qne flanqueaban sus caras, 
con dos (ordenes de fue^o de arlilleria, sus muros estaban for^ 
mados poy troncos de cocoteros y 7¡mngJe^ de uno y medio á 
dos pi^s de dy^metro, enterrados profundamenter unidos y co- 
locas en dos, tres 6 maa fllas paralelas, distantes entre si de 
cuatro á cinco pies y rellenps sus espacios intermedios de 
piedras, tierra y arena; su altura iba di^oainuy^ndo del este- 
riior al in.terior, si^do en aquella parte de 20. pies, y su 
espesof en el frente del mar y en el de tiprra mas espuestos á 
los ataques no bajaba de 18 pies, pero era bai^taoite menor en 
las caras que daban sobre los mangles y pantanos; la airtillerib 
mas b^ja la tenían colocada en casamatas abiertas w el 
e$pesor del muro» y los cañones mas leeros y lentacasenfáma 
de m d^live; la figura d? las csisamat^s era la de una pirámide 
cuadrangular truncada con la base menor mirando é| la qapar 



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pf^« ^ ^í^ solo tenía : ima abevtata sufictente para 4<)jar 
paso á la extremidad de la boca y caña de la pieza: es*e ftterú 
6^*a #ífi, embftilgoi de xasA fácil embestida que hs demás, ^ues 
iM> le Tode^ib^p ^1 mar bí. los manglares, pepo estaba rodead!^ 
d# >]fla z^iaai ^ diez á doce metros cuarta (fe pequefk)» pozos 
de^ lí^ j; a^mlHSSidat da caias xmsy bittn> «fiia^s^ jp pcH^f^^cta-- 
jxm^ colofsadas,. que Ixacíaii poica meiios^ qtie inifp06fible el 
t2^ikpito[:$((4»ffe QUas. 

. líi ^&fMii^jBalámími^ue &eel prímerdrque deciálé ata- 
QM elGQP)eral ClaY^tid, y puesto diei acuerdo «kmv el Brig^adier 
d^ ]|^|i.irin,a A|>9daQftt, Gom^üodaiite tíenesal d» la escuadra; ^é 
ávém ¿ QU m|t^<^ G^iieral^ el Oapita» ñ& fragata D. Bamoiv 
A?jii\a,.pi^i?a^ ^e á la» tres de^ aquella misma tarde fueran i co- 
iQC^reiie^ Ifts faKiüSi 4 tíjeo die metealla de aquel fuerce y esturier . 
i!a^ <|i||mj93ta,s para trasportar á tierra la geiitede desembárcGi 
y ija^terioJl de guierca im la amanecida del d^ siguiente, hora 
q^ im QlQgida pof ser la de baja mar y quedaar eñ geeo el 
pls^azo; en qu^e estaba lai^antedo el fiterte da Bahmffmnffue, 

Las treci vaporea fbrmacon segionda Mnea de combate por 
la pop» de las falúas, y íbera de tiralbs tres bergantines, esta- 
bleciéndose en el Constante el liospital de sangre. 

En la madmgada dial dia 16 se i|^actie4 el desemfaareo con 
el mayQr órde^, prontítiaid y entusiasmo; 4 falúas, 1 bote del 
vapor i^^a de CastUIaySvintasde zamiboanguefios al mando 
del Teíaient^ de Navio D. Femando Férnandíea recogieron del 
vapoír El, GaníO^ la geaate> da desembarco, que fuejia primera que 
lo pra^cticó y tonró posición para proteger el diesembarco délos* 
decaás; otras 4 fyiM^^ 1 bote del vapor El €ano y 4 viñtaí)í de 
zamboanguenps, al mando del T^di^its de Navio D. Domingo^ 
Ij^edinai» re^>gíeirQn la. taiopadel becg^tm trasporte Guanana, 
que la.^eswibavcó marcbandjo en seguidaá. ocupar el pueerlaque 
t^a 9^nalado. y romper d. fuega oon las otras &léas sobre el 
f^^irte ^ei9iga; las landiasi de los buques trasportes y 3^ 
hotm d^ toS) vapores, al mando diel Alfi^ez de Navio D. Claudk^ 
Montero, recogieron y desembarcaron^ la tropa de los bergan- 
tic^' 3w^gay€92í y Constante: los^ valientes zamboang^ños 
^;i^Q.bwi;adoa con la distinción de ser Icp condoetoi^» de laa 



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escalga de asalto que ellos mismos habían de arrimar al muro 
enemigo. 

El general Clavería desembarcó con su Estado Mayor, y 
aumentó el entusiasmo de los expedicionarios con una breve, 
elocuente y enérgica alocución, después de lo cual, quedando 
una compa&ia de reserva, avalizaron al asalto las otiras faersas. 
Los piratas rompieron un fuego vivísimo de todas armas, 
causando muchas bajas en nuestras filas, teniéndolas ellos 
muy numerosas por los certeros diisparos de las ftilúas y vapo- 
res; la columna de ataque avanzó intrépida, venciendo Ia« 
dificultades del terreno, ya arenoso, ya madréporo, ó ya de 
rocas llenas de conchas cortantes y resbaladizo limo, hasta 
llegar al pie del muro enemigo, donde los heroicos zamboan- 
gueños» despreciando el fuego de los sitiados y la lluvia de 
piedras y armas arrojadizas, arriman las escalas y los soldados 
se lanzan al asalto; pero como las escalas fuesen demasiado 
largas, los moros las volcaban con facilidad; en vista de este 
inconveniente inesperado, sin retroceder un paso, mientras 
unos sostienen un nutrido fuego con los sitiados, que se reani- 
man con la esperanza de la victoria, otros recortan las escalas, 
las arriman de nuevo y repiten el asalto. 

Aunque el brio de los cristianos es grande, supera el de los 
moros, á favor de quienes se inclina la victoria, y nuestras 
tropas retroceden sobre un campo lleno de muertos y heridos, 
y los gritos de alegría de los sitiados les hacen comprender 
mas la vergüenza de su derrota; esto, las exhortaciones y el 
ejemplo de sus oficiales los reanima, y al grito unánime de 
¡Viva España! ¡Viva la Reinal dan tercera vez el asalto, des- 
alojan á viva fuerza á un enemigo envalentonado y hace poco 
entusiasmado por la victoria, entre quienes entra^tó terror, y 
huyendo de las aceradas puntas de las bayonetas de nuestros 
soldados, abandonan el fuerte en desorden; pero la compañía 
de reserva, reforzada con la tripulación de los botes y falúas, 
les corta la retirada y son muy pocos los que pueden liber- 
tarse de la muerte ó de quedar prisioneros. 

En el fuerte se cogieron 14 piezas y grandes almacenes 
con muchíslnms riquezas , fruto de sus rapiñas , pero esta 



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--97— 
joTBada costó 7 muertos y 50 heridos, entre estos últimos los 
Cíoroneles Peñaranda y Figueroa, Secretario del General y 
Grobernador de Zamboanga, que con el mayor heroísmo ata- 
caron á la cabeza de la columna; el General Glarería entró 
victorioso en el fuerte enemigo, y al dia siguiente dio la 

*Órden general del 17 de Febrero de 1848 en Balanguingue. — 
«¡Soldados^! Las esperanzas expresadas en la orden general del 15 
«fu^on ayer enteramente cumplidas. Balangaingue. fué nuestro,- no 
»sin resistencia, no sin valor de sus defensores; ¡pero el vuestro fué 
»mayor, y escalando esos muros de tanta nombradla en este archi- 
»piélago, disteis pruebas de lo que valéis y délo que puede esperarse 
»de vosotros. 

»Las tres compañías de ataque de los Regimientos de Asía, 1.* 
»de Línot y 2.* de Ligeros y 2.* de Linea que formaban la reserva^ 
«maniobraron como en un ejercicio, y a la señal de ataque los bravos 
»que las componen nada dejaron que desear. ¡Honor al Ejército 
«Filipino! y honor á la Marina, que con sus fuegos, sus auxilios, y la 
«decisión personal de todas sus clases preparó y ayudó al triunfo 
»que ha privado á los piratas de su nombrado fuerte, de 14 piezas de 
«artillería y demás de 80 hombres, que han perecido en Uus puntas 
«de las bayonetaif, por. la metralla de l^s. falúas y ahogados en la 
«fuga, cuando viéndoos dentro del fuerte se tiraron por los muros, 
«conociendo ser vana su resistencia!= Preparaos, soldados, á. otro 
«triunfo. El fuerte de Sipac, igual ó mayor que el de Balanguingue y 
«nos espera, y confio que vuestro valor tremole en él muy pronto la 
«bandera de Castilla, En este ataque tendrán lugar de distinguirse 
«los que ayer no pudieron trabajar por la limitación del terreno. Yo 
» os veré también, y. premiaré y propondré á S.- M. las recompensas 
«debidas al mérito, cuando adquiera los datos necesarios para ser 
«j US to .=Narciso Claverí a . « 

Estos renglones tan honrosos fueron trasladados á la Ma- 
rina con el lisonjero oficio siguiente: 

«Como verá V. S. en la adjunta copia de la Orden general de 
«hoy, hago una^ honrosa mención de la Marina de su digno mando 
»en la función de ayer, y me complazco en asegurar á V. S. he que- 
«dado satisfecho no solo del acierto con que se colocaron las fuerzas 
«navales, y del de sus fuegos, sino de la franca y decidida coopera- 
«cion que vi en los señores jefes y oficiales, tropa y marinería, ani- 
«mados de los sentimientos mas decididos para lograr la victoria, 
«que se debió á los unánimes esfuerzos de los que componen esta 
«expedición. Igual cooperación, igual entusiasmo, igual esfuerzo para 
«obtener iguales resultados, espero en el próximo ataque de Sip^c:^ « 



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Ea los dia3 17 y 13, al mismo tiempo que Iob Ingenievos 
construían con la mayoF actividad en la inmediata Lsla del 
Farol 200 &ginas y 300 escalas sólidas para el proyectado 
asalto del fuerte de Sipac^ se practícala en sus inmediacionea 
un minucioso recoüocimiento, y el Capitán de Ingenieros Don. 
Emilio Bemaldez, con fajos, &ginai?, tablones, maderas y 
t^onco^ de alguiias casas que el enemigo l^abia abandonado, 
leyantó á unas 200 brazas al S.O. de aquel fuerte una bate^ 
ria que terminó su actividad y celo en la noche del 18. 

Concluidos todos estos trabajos, se dio principio al desem- 
barco, siendo preciso conducir la gente en pequeñas fracciones 
y embarcaciones de muy poco calado para poder avanzar mas 
s^obre el bajo fondo de la playa y arrecifes, en los que al fin 
varando como á una milla de lo seco, tenían que caminar á 
pie por encima de las cortantes madréporas muchas veces con 
el agua á medio muslo, inconvenientes que vencieron con en- 
tusiasmo, y acamparon silenciosamente á unas 100 brazas del 
fuerte que hablan de asaltar en la próxima madrugada. Aque^ 
Ha misma noche se desembarcó el parque de ingenieros, que 
se almacenó en las casas abandonadas, y se montaron los dos 
obuses de montaña en la batería recien construida. 

Cuando la aurora del dia 19 empezaba apenas á colorear 
el oriente despejando las sombras de la noche, los acordes so- 
nidos de una música militar tocaban la alegre diana, interrum- 
pida por el brusco estampido de los cañones de los buques y 
de los dos obuses de la batería de tierra, que disparaban con 
gran acierto sobre el fuerte enemigo, cuyos fanáticos defensores 
se presentaban en gran número sobre el muro, blapdiendo en 
amenaza sus relucientes armas y enarbolando una bandera 
roja y un cuervo negro colgado de un palo, con lo que querían 
significar que estaban dispuestos á morir antes que entre 
garse. 

El Capitán General Claveria desembarcó y pasó al campa- 
mento, acompañado de su Estado Mayor y una escolta de Infan- 
tería de Marina, siendo recibidos con singular ovación; el Jefe 
superior de la colonia arengó á las tropas recordándoles su an- 
, terior victoria, y entusiasmados avanzaron al asalto, d^sjafian4o 



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eott veliefite resolución los rayos abrasadora del sol; las difi- 
cultades del terreno y el fiíror de un enemigo fknático y nu- 
meroso; muchos soldados se vieron, sin embargo, imposibilita- 
dos de continuar la piarcba, heridos por los caballos de frisa ó 
aguasadas púas de caña esparcidas en abundancia sobre el 
terreno, que les taladraban los pies departe aparte sin que les 
sirviese de defensa la dureza de las suelas del calzado; mo- 
mentos después, cuando los mas afortunados llegaban á las 
inmediaciones del fiíerte enemigo y ¿ la linea que formaban 
los pozos y fosos de lodo> el fuerte de Sipac que hasta enton- 
ces hábia permanecido silencioso, cual si nada temiese 6 estu- 
viera abandonado, se vio envuelto en una densa nube de blan- 
quecino humo, en medio del que brillaron las inflamadas bocas 
de muchos cañones, que con bronco estampido vomitaron su 
metralla sobre nuestros soldados, de los que quedaron 35 sobre 
el campo muertos 6 heridos; pero esta oposición sirvió para 
enardecer el ánimo de los expedicionarios, que, deseosos de 
vengar á sus compañeros, arrojaron las fajinas con que mar- 
chaban k cubierto, para marchar mas lig^os> y partiendo á la 
carrera i la indicación de las cometas, * v«icen todos los obs- 
táculos que se les presentan, llegan al pie del muro enemigo, 
arriman las escalas,' suben al muro al asalto, arrollan á los 
moros, y todos envueltos en el humo de la polvareda y los 
gritos de alegría y de coraje y el estampido de las armas de 
fuego; nuestros soldados se hacen al fin dueños del muro, y tie- 
nen que arrancar una fuerte empalizada detras de la que los 
moros se resisten con una tenacidad desesperada, sobre cuyos 
estremos dejan:emos hablar al General Claveria, copiando ínte- 
gra á continuación la Orden general que se publicó al si- 
guiente dia: 

«Soldados: este fuerte ha cedido ayer al acierto de los tiros de los 
«buques de guerra de la batería del Ejército, y al valor de sus solda- 
»dos, de la brigada de harina, que voluntariamente se han ofrecido 
val asalto, y al de los briosos zamboangueños. Sus defensores han 
^manifestado una decisión digna de mejor causa y una ferocidad pro- 
»pia de su carácter. Vosotros al oir mi orden, mi «Viva á la Reina» y 
«elpaso de ataque os precipitasteis bajo los muros éntrelos escollos 
)>eo]i quó se intentaba detener vuestro ardor, entre lluvias dé balas; 



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»xiietralla, piedras y fisgas arrojadizas: nada os detuvo, soldados» ma- 
»rineros j paisanos de la expedición, á coroaar un muro de 6 varas 
»de altura, donde se ofreció otro obstáculo que vencer en el valladar 
»improvisaIio con que los piratas quisieron deteneros. Mejor hubiera 
»sido para ellos y para la humanidad no contener así vuestro ar- 

»rojo porque causó el espectáculo de ocupar vosotros dos lados 

»del fuerte y c^ qnemigo los otros dos, quedando en el centro grupos 
»de miigeres y niños, que en el concepto de invulnerables se habian 
)>encerrado en este recinto, sufriendo el fuego de unos y. otros. Conta- 
»ron sin duda 'con su valor para defenderse, y no con el vuestro para 
«atacarlos!!! Todo lo arrollasteis al fin, y entonces se vio á algunos 
»de aquellos bárbaros introducir sus campUanes y lanzas en el seno 
»4e sus mugeres y niños pomo entregarlos, y arrojarse á la muerte 
»sin rendirse. Escena terrible es la que se presentó á mis ojos cuando 
«subí tras de vosotros á contener vuestra indignación, y me complaz- 
»co sin embargo en- anunciar que vi algunos actos generosos que 
«prueban sois tan valjentes como humanos. El fuiarte estaba lleno de 
«cadáveres palpitantes despedazados por las granadas, fusilería, sa- 
«bles y bayonetas. 310 saeados de él prueban la obstinación de su 
»defensa.=Los que huyeron logrando tirarse del alto del muro, fueron 
«perseguidos por la compañía de carabineros del 20 de ligeros, pre- 
«parada al efecto, sin dejarles lugar á encerrarse en eí segundo fuer- 
»te, de que aquella tomó posesión; y en níenoé de una hora <le rudo 
«combate cayeron en nuestro poder 79 piezas de artillería, casi todas 
«de bronce, de los calibres de 8 á 1, quedando dueños de casi toda 
«la isla abrigo de los piratas que infestan estos mares. =Las naciones 
«que tienen en ellas establecimientos os deben este servicio impor- 
«tante, y los muchos cautivos rescatados su libertad. Muy pronto 
«ocuparemos todo el resto, y acabando de destruirles los medios 
«de vivir, los de defensa y sus muchos pancos y embarcaciones que 
«servían, al pirateo, ii:pmos á descansar orgullosos de haber hecho 
«un gran servicio al género humano y muy particularmente á Fíli- 
«pinas, dejando a:l Archipiélago una prueba de que no se os insulta 
«impunemente. =Los bravos guerreros de ayer se han humillado hoy 
«ante Dios pidiendo por el alma de los cristianos que ayer sacriñca- 
«ron su existencia. Todos hemos asistido á los funerales que la pom* 
»pa marcial y religiosa posible en estas circunstancias ha preparado 

»á los restos del Capitán Altayde y demás que ayer murieron 

«Séales ligera la tierra que han bañado con^u sangre.=Claver¡a.» 

No pudo menos de ser honrosa la escena terrible que se 
representó en un espacio de 840 varas cuadradas; los moros 
piratas creyendo imposible que los cristianos pudieran apode- 
rarse del fuerte de Sipac, habian encerrado en él sus hijos. 



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-101— 
sus mugeres y los ancianos, y todas sus riquezas; mas de 150 
moros, en su mayor parte mugeres y chiquillos, fueron hechos 
prisioneros dentro del mismo fuerte, y fué también muy gran- 
de el número de los acuchillados en la huida; al mismo tiempo 
era conmovedora la escena de ver mas de 300 cautivos cristia- 
nos que, enfermos, heridos y medio cadavéricas, por el trabajo-/ 
y malos tratamientos de sus amos, abrazab¿n.*lió*¿nd¿ -de- alé-" 
gria á sus libertadores. .'' ' ;, : • : :y:' , :[: '•, : : 

Las bajas de todas clases que tuvieroil'tes'éipéaicibnaribs 
en los asaltos de los fuertes de Balanguingue y Sipac en los 
días 16 y 19 de Febrero de 1848 fueron las siguientes: 







s 
1 




< 


1 
1 

2 
9 
2 


1 
3 

3 

13 

3 

19 


1 


i 

Su 
£ 


1 


Muertos 

Heridos. .......i... 

Contusos^. 


9 

2 


1 

3 

• 


» 

1 

1 


» 

5 

1 


10 

106 

25 


7 
44 


22 

183 

32 






Total^^r 


'2 


4 


2 


6 


13 


141 


51 


237 



El oficial muerto fué el bizarro Capitán del 1.* de Lige- 
ros D. José Mana Altayde, y los heridos los Capitanes D. Tori- 
bio Escalera y D. Luis Escario, Ayudantes del General Claveria, 
y D. Emilio Bernaldez, de Ingenieros, el Teniente de Infantería 
D. Manuel Robles y los Subtenientes de la misma arma D. Ma- 
riano Montilla, D. Francisco Gil Furado, D. Francisco Olaguer 
y D. Antonio García del Canto, y el Alférez de Caballeria D. 
Joaquin Ortiz. 

Cuando el Capitán General Claveria vio las tropas posesio- 
nadas del fuerte de /Sipac, aprovechando el pánico y dispersión 
de los moros, ordenó al Capitán Barcenas, de la compañía de 
Carabineros del 2.** de Ligeros, que persiguiese á los fugitivos 
y procurase apoderarse por un golpe de mano del fuerte de 



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-102- 
Snngap, separado al N. del de Sipic únicamente por un bos- 
quecillo de cocoteros, y al que intentaban guarecerse; pero el 
diligente Barcenas logró cortarles la retirada j dispersarlos 
completamente; y colocando las escaleras al fuerte se apodera- 
ron de él sin mas oposición que la de su Datto gobernador, que 
..dividió lie. un furioso campiianazo al primer soldado que pisó 
d inuro/.'yk^jf^.^ mismo tiempo atravesado por las bayonetas 
; :dfí los quq le aeguiíín: en este fuerte se hallaron 13 cañones y 
' ' abondantés repuestos de guerra y boca. 

Quedaba ya únicamente á aquellos temidos piratas el fuerte 
de BucotungcH, situado al S. O. de la isla, donde, según decian 
los cautivos libertos, pensaban los moros defenderse á la des- 
esperada y á toda costa; y para apoderarse de él fue comisio- 
nado el Coronel Peñaranda, llevando como segundo al Capitán 
de Ingenieros Mumarrin, con una compañía del Ejército y 
algunos paisanos zamboangueños. En la amanecida del dia 
25 se pusieron en movimiento, y después de atravesar con 
muchas fatigas los accidentes del terreno, cayeron tan decididos 
y rápidos sobre el fuerte enemigo, que sorprendidos y ater- 
rorizados los moros que se hallaban fuera, sin darles tiempo 
A refugiarse en su madriguera, fueron puestos en dispersión, 
siguiendo su ejemplo los que dentro habia, penetrando los 
e^i^dicionarios sin oposición alguna por una escala de caña 
que tenían arrimada á su única entrada, haciéndose dueños 
de tres cañones y otros efecto». 

Al mismo tiempo que tan fácilmexite se apodera,^an dd 
fuerte de Bucotnngoly las embarcaciones menores en pequeñas 
divisiones penetraban por todos los esteros y canales, obligando 
¿ los pocos moros que quedaban á reftyiarse en lo mas espeso 
de las malezas, quemándoles los pueblos, destruyéndoles em- 
barcaciones, sementeras y arbolados y mas de 8.000 pies de 
coco; en los pueblos recogieron riquísimo botin, depósito de 
las rapiñas de aquellos malvados, y 13 cañones mas, que for- 
man con los anteriormente cerdos un total de 106 bocas de 
fuego, según el siguiente estado: 



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Otuses. 



-103- 

CDlibre. De bronce. De hierra. Total, 



Cañones. 



Culebrinas • 

Falconetes 

Len tacas 

Cañones inútiles de 
diferentes calibres. 



Total. 



6 

24 
12 
8 
6 
4 
3 

1 
2 
4 



2 

2 

10 

2 

12 

6 

2 

2 

41 



1 
1 
2 
2 
2 



9 



80 26 . 106 



1 
1 
1 
4 
4 

12 
2 

17 

15 
2 
2 

41 



Reembarcada lá expedición, después de haber destruido los 
fuertes y trasportado á bordo todos los efectos, hicieron los 
buques rumbo al S.E, á la inmediata isla de Tonquil, y de 
aqiü al N. á la de Pilas, para darles conocimiento del escar- 
miento dado á sus correligionarios y que la noticia les sirviese 
de freno. 

El dia 18 dio fondo en la rada de Zamboanga el vapor Rei- 
na de Castilla, conduciendo al General Claveria, y al dia si- 
guiente lo verificó toda la. expedición entre las entusiastas acla- 
maciones del leal y valiente pueblo zamboanguefio, que felici- 
taba á los vencedores de Balanguingue; el tnismo dia 28 se re- 
cibió también en Manila la noticia por el vapor El Cano, que 
fué despachado directamente de Balanguingue, noticia que pro- 
dujo un entusiasmo indescriptible. 

Después de haberse renovado y ampliado ventajosamente los 
tratados de paz establecidos con las sultanías de Mindanao y 
Jaló, y de formarlos con los de otras islas que atemorizados 
enviaban sus emisarios ¿ Zamboanga á saludar y pedir amis- 
tad al Capitán Getetal Gobernador Claveria, regresó á Manila, 
donde fué recibido con toda la solemnidad y aparato de orde- 
. nanza y una alegría y entusiasmo delirantes. 

Posteriormente fueron estos gloriosos hechos recompensa- 



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-104- 
dos cual merecían, ascendiendo á Jefe de Escuadra al Briga- 
dier Apodaca y nombrando Conde de Manila, Vizconde de Cla- 
veria y gran cruz de San Fernando al Capitán General Gober- 
nador de las islas, y dando á su esposa la banda de Maria Isa- 
bel Luisa; en cambio el valiente General Claveria adquirió en 
esta expedición una disentería crónica que le condujo al sepul- 
cro prematuramente. 

Los cautivos cristianos redimidos volvieron á sus hogares, 
y los moros prisioneros fueron repartidos en distintas provincias, 
donde se les dio tierra de labranza, herramientas y otros ele- 
mentos para que vivieran libres como los demás vecinos, pero 
todos los que pudieron huyeron á buscar en sus tierras sus in- 
mundas cabanas y sus costumbres depravadas. 

Poco tiempo después de la expedición de Balanguingue se 
dio en Manila publicidad á la traducción de una carta que di- 
rigía al Sultán de Joló uno de los moros prisioneros en Sipac, 
cuyo curioso contenido es el siguiente: 

«Empiezo á hacer la mas clara relación de lo ocurrido y doy las 
«gracias á Dios de todo corazón, encargándole mil saludos, y rogán- 
})dole al mismo Dios le colme de toda felieidad.=Un sácope suyo le re- 
»mite esta carta juntamente con Dayda á causa de las seis personas 
»entre hombres y mugeres que atora se hallan aquí eji poder de los 
»crístlanos.=:YoyDayda pasamos á comunicar al Datto Nasadolin y 
»á «a hijo Jaguníguin. =E1 Vapor negro descargó muchos cañona- 
»zo8 haftta el mediodía^ y ya no hemos podido aguan4ar.s:=PenBane- 
»cierpn seis dias hasta que acabaron de destruir nuestra fortial0za.:= 
»Senti9iosla mayor aflicción, y así preferimos el sepulcro. =Escuchad- 
»nos sácopes del Sultán, y estar seguros que desde nuestros antepa- 
Msados no se ha visto una ocurrencia semejante y tan fatal.=El Ca- 
»pitan Olbnoaya habló entonces: moriremos mártires todos á un mis- 
»mo tiempo, pues ya es el último fin de nuestras detociones.=Y dijo 
»^ Otó su hijo que ya no había remedio; ¡oh Imán B&idola, moriremos 
«los dos juntosI=Dina dijo: tio mió, no hay que ac¿)bardarse; morire- 
»mos mártires todos, y saldremos dé este mundo.5=Contestó Donoto. 
»no hay que deteneVnos, por las vidas de nueslros abuelos.=Binto 
«repuso: padre mió, no hay por qué detenemos, vamos á morir pele- . 
»ando y no nos separemos mas.s=Al Sultán de ióló.=:Es procedencia 
)>del sácope Camarang.» 

Escarmiento tan completo en los balangiiíngues fue tan 
eficaz y provechoso á la tranquilidad de nuestra colowa, que 



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oíos- 
los moros apenas se atrevían ¿ separarse de sus costas para 
dedicarse al ejercicio de la pesQa; en todo el resto de aquel año 
y en el siguiente de 1849 no se tuvo conocimiento mas que 
de tres capturas hechas por los moros en la -isla de Negros, 
cuando solo en las Visayas hahian pasado de 450 personas las 
que cautivaron los piratas en los dos primeros meses del ítñb 
1848, anteriores á la destrucción de Bálangtdn§fU€. 

No solo fue nuestra colonia Filipina y nuestra patria quien 
salió beneficiada con aquellos gloriosos acontecimientos, sino 
también todas las naciones que tenian colonias en la Oceanía; 
y como testimonio, el Gobernador General holandés en Java, 
al cumplimentar al Capitán General Gobernador de las islas 
Filipinas, con fecha 25 de Febrero de 1849, entre otras muy 
lisonjeras frases dice.... «á los esfuerzos enérgicos y reitera- 
»dos de V. E. se debe principalmente que la audacia de los 
«piratas haya disminuido mucho. Por lo tanto V. E. ha adqui- 
»rido derechos al reconocimiento del mundo civilizado y de la 
^Holanda en primer lugar.» 

Tal era en efecto la importancia que habían ido adquiriendo 
los moro-malayos piratas filipinos, que habiéQdesé presentado 
en lá rada de Joló dos corbetas de guerra holandesas en. el 
mes de Abril de 1848 para reclamar ¿el Sultán algunos cau- 
tivos y njaa satisfecdo», los joloeses'se negaron de la manera 
mas atrevida <é ihsqlenté, intímándoles á que en electo se hi- 
ciesen á la mar, en vista de cuyo proceder ios buques^ holan- 
deses rompieron el .fuego sobre la población y ftiertes de la 
playa, con quiai sostuvieron un vivo cañoneo durante veinti- 
cuatro horas, al cabp de las cuales se vieron precisados á reti- 
rarse con múctiEs: bajas y averías, especialmente una de ellas 
que el valor de su Comandante la hizo arrimar á tierra mas de 
lo que aconsejaba la prudencia. 



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xra. 

(1848 4 1851.) 

El Datto Panlima Tampan se lanza al pirateo contra la TOlunlad del Sultán y se proclama 
independiente en la isla de fiílangulngue.-Las ftierzas sutiles de Bastían destrozan al 
datto TampM.4iEl CDmandaote General de Bfsrlna D. Hinoel de Qoesadt destruye 
yarios pueblos piratas. Los piratas de Maluso en Basilan son escarnienlados.-Los In- 
gleses intentalTolra vez itiirodücfrse en la isla de Joló. — Él datto }oloes Boal intenta 
tpodertne del ftieiit* espafiol de Basilan, y es rvtliazado.-EI Capitán General Urbtz- 
tonde exige en persona del Sultán de Joló la obserTancia de los tratados, los joloeses 
intentan asesinar S los enviados á conferenciar, y el General se retira por no tener 
IterzBs sufloientes para batirlos. 

El Sultán de Joló (lo mismo que hoy) no tenia fuerza mo- 
ral ni material para oponerse á la voluntad de sus Dattos y 
principales, que solo reconocen su autoridad mientras les con- 
viene, de la que se emancipan cuando se les antoja; asi lo hizo 
en aquel mismo año de 1848 el Datto Paulima Tampán, que 
armando una gran expedición se presentó el día 2 de Bieiembre 
al Sultán á tomar su venia para salir al pirateo sobre las cos- 
tas españolas; y habiéndosele negado el permiso, en pleno Con- 
sejo, con lá axayor arrogancia, dijb: «Ni él -Sultán ni loa Dattos 
tienen sufieiente poder para impedírmelo.» Y en efe(^to, sin que 
nadie osara of)onérsele se hizo á la majr con su expedídon y 
partidarios; y abordando i la isla de Paat del grupo de Balan- 
gumgue, se proclamó Sultán independiente, y levatitando un 
pueblo de mas de 40 casas organizó un ejército de 400 hom- 
bres de armas, aci:editados en muchas corrmlsts, y empezó á 
fortificar la isla con algunos fuertes en la playa; p^ro tan luego 
como tuvo conocimiento de esto el Comandante de las fuerzas 
sutiles de la división de la feabela, en Basilan, salió de aquella 
silanga con el pailebot Pasig y 4 falúas, y sorprendiendo á 
Paat, los batió y.dispersó con grandes daños, incendió el pue- 
blo y grandes depósitos de materiales, destruyó los fuertes y 
algunas embarcaciones y les cogió la artillería. 

El General Claveria, á pesar del terrible escarmiento que 
acababa de dar á los moros en Balanguingue, ni se fiaba en 
su aparente sumisión, ni se dejaba halagar como otros en la 



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-107- 

esperanza y riautóa ilusión ^ haber con aquel golpe extirpado 
la piratería; había estudiado cuidadosamente el carácter de 
aquella raza, para que se dejara engañar fácihnezfte por las 
apariencias; y para no perder tan pronto la fuerza moral á tanta 
costa conseguida, hizo que se redoblase la vigilancia sobre ellos 
con frecuentes cruceros que acudiesen prontamente á los sitios 
donde fuesen necesarios. 

A principios del ano 1849 los moros empezaron á refortifi- 
carse en Balanguingue; pero en el momento que tuvo conoci- 
miento de esto, dispuso que el Brigadier, Comandante General 
de Marina, D. Manuel de Quesada, fuese á batirlos, quien em- 
barcando en dos vapores una compañía del Regimiento de Asia, 
salió para Zamboanga, donde tomó de remolque 12 falúas de 
aquellas fuerzas sutiles y. 8 vintas con 80 valientes zamboan- 
gueños, y continuando á Balanguingue practicaron el desem- 
barco en la costa S.O. en el lugar que había ocupado el céle- 
bre fuerte SipaCy y sin encontrar un solo moro incendiaron un 
grupo de casas la mayor parte en construcción, grandes acopios 
de madera, ñipa y bejucos, y una estacada y pripcipio de una 
fortificación. 

Seis días permanecieron recorriendo en todas direcciones ©1 
grupo de Balanguingue, destruyendo los árboles frutales, al- 
gunos sepbrados y embarcaciones ocultas en los asíiangles, de 
los cuales salieron al fin, acosados por el hambre, u^ grupo de 
moros sin a)*mas á presentarse amistosamente, por cuya con- 
fianza fueron bien recibidos, se les facilitó algunos víveres y 
entregó algunas embarcaciones no destruidas para que pudie- 
se retirarse libremente á donde quisieran. 

En los primeros días del mes de Marzo apareció en las aguas 
de Ilo-Ilo una escuadrilla pirata, la primera de que se tuvo cono- 
cimiento después de la destrucción de Balanguingue, capita- 
neada por cuatro Dattos del pueblo de Maluso en la isla de Ba- 
silan, quienes lograron en la isla de Negros hacer los tres cau- 
tivos de que hemos hecho mención. 

En cuanto tuvo conocimiento de esta aparición el Coman- 
dante de las fuerzas sutiles de Zamboanga, salió con una 
lancha y 5 ftlúas y 100 hombres de tropa de desembarco, y 



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-108— 
pernoctando aquella noche en la silanga de Basilan, permane- 
cieron hasta la madrugada del 31 que fueron á fondear en la 
embocadura del rio Maluso. que en baja mar queda completa- 
mente seca y en la llena permite solamente el paso de embar- 
caciones muy pequeñas: la gente de desembarco se trasbordó 
á los botes y lancanes y continuaron la subida del rio luchando 
mas de una hora contra la impetuosa corriente hasta descubrir 
el pueblo situado sobre la margen izquierda de uno de sus infi- 
nitos recodos, contra el que rompieron el fuego obligando á sus 
defensores á abandonarlo y huir al monte, y practicando el 
desembarco simultáneamente se apoderaron del pueblo redu- 
ciéndolo á cenizas, juntamente con muchas embarcaciones. 

Después de un pequeño descanso, cuando se preparaba la 
expedición á continuar su marcha al interior para destruir 
otros pueblos traidores, sobrevino un fuertísimo aguacero, que 
á los pocos momentos convirtió en lagunas las llanuras, y 
bajando los vertientes muy copiosos á engrosar el rio, se hizo 
temer una avenida; para evitar sus consecuencias se vio pre- 
cisada la expedición* al reemba-rque, y descendiendo medio 
arrollados por las aguas, desembocaron con mucho peligro 
por encima de la barra, casi en seco, y abordando á lag falúas 
medio sumergidos se retiraron á lá silanga de Basilan en vista 
de lo amenazador del tiempo y bajada repentina del barómetro. 

El 1.* de Junio de aquel mismo año dio fondo' en la rada de 
Zamboánga ün vapor inglés, á cuyo1>ordo venia un .caballero 
de aquella nación, llamado Sir James Browke, de quien se 
sabia que por un convenio celebrado á nombre de S. M. 
Británica con el Sultán de Borneo, en 27 de Mayo de 1847, 
logró obtener entre otras varias franquicias la cesión de la 
isla de Labuán en la costa oriental con sus mares, estrechos é 
islas adyacentes, llegando á reunir las cualidades oficiales de 
soberano de im estado musulmán. Gobernador de Labuán, 
agente y cónsul general de Inglaterra cerca de los príncipes 
independientes de Borneo; pero queriendo estender' aun mas 
allá sus aspiraciones, concluyó el 29 de Mayo de 1849 un 
tratado con el Sultán de Joló, en el que no solo se desconocian 
los incuestionables derechos dé España, sino que además se 



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-loa- 
empalaba por su art. 7/ «que S. A. el Sultán de Joló para 
«precaver toda futuí^ ocasión de desavi^encia promete no. hacer 
» ninguna. cesión de territorio dentro de sus dominios á ninguna, 
•otra nación» á subditos ni á ciudadanos de ella^ ni reconocer 
«feudalídad ni vasallaje á ninguna otra potencia, sin el consén* 
»tiiniento de S.M. Británica;» 

Fácil es conocer á todo el que tenga una idea dé la situación 
geográfica de- Joló la importancia de aquellas pretensiones, si 
se Uevabaq á cabo, porque -desconócidc» los derecbos de los 
españoles serían asediados los filijrinos por todas partes; y 
abiertas las visayas á las devastadones de los piratas, España 
vería extinguirse su comercio é inutilizarse las ventajas dé sus 
posesiones en aquellas islas. 

luciéronse entonces públicos los manejos de Sir James 
Bro^wke, y que de regreso de Siam, á donde debía pasar como 
Ministro plenipotenciario y enviado extraordinario después de 
un^r ocH'ta permanencia en sus astados de Labuán, debía pasar 
á Joló á últimos de iDiciembre de 1850 6 principios de Enero 
del año siguiente para .ratificar el canje y ^ati&adion de aquel 
convenio. 

Gompreiodiendo el Gobernador de Zamboanga las conse* 
cuencias perjudiciales de la ratificación de aquel tratado y la 
necei»dad de oponerse, dio desde luego conocimiento de lo que 
ocurría, y él pasó en persona á Joló con el Comandante de 
las fuerzas sutiles y se qufejó enérgicamente al Sultán, hacién- 
dole responsable de las consecuencias de su desleal proceder, 
á lo que el Sultán contestó afectando sentimiento y haber sido 
engañado: requirióle entonces el Gobernador á que enarbolase 
el pabellón español y rechazase la bandera inglesa, á la que 
aun no estaba obligado por no haberse firmado los tratados, y 
aunque el Sultán accedió á ello, se opuso resueltamente el 
pueblo joloés, á quien el Serip, los Imanes y oteas dignidades 
eclesiásticas les habían hecho creer que la bandera inglesa 
habia sido traída de la Meca; y comprendiendo el Gobernador 
de Zamboanga lo inútil de sus gestiones, después de 27 dias 
de cont^taciones, se retiró, sin mas ventajas que enterarse de 
la índole de los joloeses y haber levantado un croquis de las 



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—110- 
fiuetificatíouea que tenkn , p«ra cuando Uegftae un refíihado 
que prey^. Las conrerias de los piratas empeswron por este 
tiempo á hacerse frecuentes » llegando el atrevimiento de los 
joloeaes á intentar apoderarse del fuerte de Isabel II en Basílan 
y de la diTiakm de fiíerzas sutiles allí de estación; 

El Capitán D. José María de la O» Comandante Militar de 
la Isabela y de la compañía que guarnecía el fuerte, tuvo con- 
fidencias de que el día 20 de Setiembre había de sdir de 
Guimbarang por orden del Sultán de Joló una expedición de 
^.000 moros de los mas aguerridos y resueltos , capitaneados 
por los Dattos de-Boal y Samalant, el Imán Buyok y el pauli- 
ma Hásiin para atacarles al mismo tiempo por mar y por 
tierra, de lo que dio conocimiento al Coronel Figueroa, Gober- 
nador de Zamboanga, quien, á pesar de las protestas del Ca- 
pitán de Ih O, asegurándole, tener bastante con su compañía, 
le mandó reservadamente algunos refuerzos. 

Eran las ocho de la noche del dia 29 cuando vanos grupos 
de moros, arrastrándose mt producir el menor ruido, avaneaban 
sobre el fuerte de Isabd II, al mismo tiempo que algunas em- 
barcaciones cargadas de moros con grandes precauciones se 
deslizaban pegadas á los mangles, y confundidas con su 
sombra sobre las falúas : el silencio de estas y del fuerte 
parecía indicar el descuido, y los moros se estrechaban por 
momentos confiando en el buen éxito; pero muy pronto la 
oscuridad de la noche fue iAterrumpida por el fuego de cañón 
y fusilería del fuerte y de las falúas , retirándose los moros 
mal parados y dejando sobre el campo algunos muertos, 

Al amanecer del dia siguiente repitieron el ataque, en que 
fueron rechazados y perseguidos, haciéndoles muchas bajas 
y prisioneros, que fueron en el mismo dia conducidos á Zam- 
boanga, de cuya plaza salió para Joló el bei^ntín de guerra 
Ligero con una carta del Gobernador dándole cuenta al Sultán 
¿el resultado de su tentativa, y pocos dias después salió una 
expedición de fuerzas sutiles con algunas tropas del ejército 
y redujeron á cenizas los pueblos de Boal, Samalant, Gumba- 
rang y otros, que habían contribuido á la (organización de 
aquella mal parada av^itura. 



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Lm eoQtinuas cprreKÍas de loa^ piratas ohl^;s^oiL á abuüdD- 
nar: p^r itmeoeaaraa, para aeudií! á otros puntos . mas impor<- 
taBtes, k factoría de Bar¿a, destruyendio ks fortificaciones qüa 
haUaa empezado i coD^trairse en laa islas de aquel nomihre 
y €0 la de Ibas poco tiempo. despuei& de la deatrucoion de Ba*. 

ho» iporormal^yos. pituitas foro^ironi el afio 186ft una eK<- 
pedicikíU eia. Tonquil, i^a¡ aftuáda al.N.£. déla de Balangiiinr 
gue, y pasando luego á la de Belaun y Bocotúa al N*E. dseía 
de Xonquy., aumentaron suftfueitzas.y.einbaz^caoioüe&y flieron 
á prac^iear algunos degtembarooa en> la i$la de Samar, coiiieT 
ti^do DmchfMi tropelíi^s. y hí-oiendo Ijastantés oauttvos; pero 
aun fileros n^tyoms.loa, daños qne causaron á su ratoraoien la 
islfL de. Qan^iguin, adscrita ¿ la provináa de Mieaaiis, en. la 
iim, aunque solo, cuenta iina legua de. largo y e^asamenl^r 
mi^dia de anckp, hifáeron TgcaMyos! j6vien!esi pues los niños, 
lofikWKáaje^s.» ImmfemoH y tos h!e«d¿ss de quienes no tibian 
esperanw en su. pronto restablecimiento, los .asesinaban l)áa^bar 
jwmute y^m no ocupar inátilmi^nte en sus embarjcaeiones.el 
hueco que esperaban llenar con otros, mas útiles^ para las dums 
&enas ¿tel remo, y la, labranza» 

El: Capitán GeneraWel ApQhipiélago, D- Antonio Urbiztondo 
y Eguía, Marques de la Solana» hizo al Sultán de Joló enér- 
gicas reclamaciones sobre estos desmanes, pero S. A. joloesa 
se contato con reunir su Consejo, RawrBeúhara, y contesta 
que los habitantes de las islas de Tonquil, Belaún y Bocotua 
eran di^os del castigo nías seyeip, que dq*aba al cuidadQ del 
Gobierno español por ser el suyo impotente contera enemigo tan 
poderoso, disculpa que no podia satisfacer, ni satisfizo al mar- 
qués de la Solana, quien pensó darles un escarmiento tan duro 
como el de Balanguingue. 

En la tarde del dia 11 de Diciembre de aquel mismo año 
los habitantes de Manila hacian comentarios sobre el movimienT 
to militar y naval que se observaba. 

IJna columna de 500 in&ntea, 100 artilleros, algunos obrer 
ros de fortificación y 2 obuses. de montana, eran á la una de 
aquel día escrupulosamente rf^vístados en el muielle de^Isabel 3/ 



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-.112- 
y media hora después 1a*asportados ¿ los buques de guerra, va- 
pores Isabel 2/ y El Cano, corbeta Villa de Biltoo y bergantín 
Ligero, y á las tres de la tarde el Capitán General D. Antomio 
Urbiztondo era recibido á bordo del vapor Isabel 2/ por el Co- 
mandante General de Marina D. Manuel de Quesada, hacién- 
dose pocos momentos después ¿ la mar los cuatro buques, de- 
jando ¿ los curiosos sin saber el objeto de aquella expedidon, 
pues el Marques de la Solana solo habia dicho: «Voyal Sur de 
Mindañao. » : 

El dia 18 dieron fondo en la rada de Zamboanga los dos 
vapores, y dos dias después lo verificaron la corbeta y el ber- 
gantín, después de haberse visto los unos y los otros precisados 
á arribar por el mal tiempo á Calavite, extrem¿ S.O* de la 
isla de Mindoro, y haber permanecido en aquel punto los 
dias 13 y 14: en Zambdanga se agregó al E. M. del Capitán 
General el Coronel Gobernador de Mindanao D. José María 
Caries y 0*Dóyle y el Cbtnandante de ingenieros; las fuerzas 
de desembarco fueron aumentadas con 102 zamboangufeños vo- 
luntarios, y las navales con el vapor Reina de Castilla, 6 &lúas, 
6 lancanes y un barangayán. 

El dia 24* zarparon de la rada de Zamboanga y fueron á 
fondear en la silanga ó estrecho que forman las islas de Belaún 
y Bocotúá; en la primera practicó el desembarco una compañía 
al mandó del Comandante Ceballos, que batió á los naturales, 
haciéiudoles 3 muertos y 17 prisioneros,- quemándoles mas de 
250 casas 7 destruyéndoles sobre 20 embarcaciones, arbolados 
y sembrados; y en la segunda practicó al mismo tiempo |otra 
compañía al mando del Comandante Ochoteco , á quien los 
isleños se presentaron pacíficamente; pero como refrescase 
mucho el N. E. y levantase mucha mar, tuvieron que reem- 
barcarse las fuerzas desembarcadas y abandonar la expedición 
aquella silanga peligrosa, haciendo rumbo á Joló, en cuya 
travesía, arreciando el temporal, corrieron á guarecerse al 
socaire de la isla de Pangasinan, inmediata al N. de la rada 
de Joló, donde permanecieron hasta la mañana del 29, que 
mejorando el tiempo se trasladaron y dieron fondo en la rada á 
la caida de la tarde, delante de una línea de fortificaciones en 



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~U3- 
forma de n^edia luna y de construcción, ^emejaute á los fuertes 
d^ Balanguing^jB, detras de los que estaba á cubierto el gran 
pueblo de Joló, capital, de aquella Sultanía, y delante sobre 
estacas enclavadas en el fondo del mar y muelles de madera, 
un barrio, d^ Chinos comerciantes de mas de 50ft casas; detras 
d^ la. población mora se veian otros tres fuertes eneima de 
tres carros; la escuadra saludó al Sultai^ con 21 cano^a^os y 
los fuetes moros contestaron con igual número de disparos v 

Al dia siguiente 30 el Capitán General envió á tierra como 
embajadores, conduciendo pliegos para el Sultán Mahamad- 
Pulalon, al Comandante de Ingenieros D. Emilio Bernaldez y 
al Alférez de navio D. MaiJUel Sierra, con el intérprete D. 
Alejo Alvarez: á las once de la mañana desembarcaron entre 
un pueblo numeroso y amotinado. que les rodeaba amenazador, 
pero la Helada del Datto MoUok y otros principales pudieron 
defenderlos de todo atentado, abriéndose trabajosamente pi^so 
hasta ^ morada, del Sultán, á la que, aunque no muy lejos, 
tardaron mas de dos horas en llegar; allí en sus inmediaciones 
estaban agolpados los mas fanáticos y decididos y Ic^ restos de 
los balanguingues y otras islas escarmentadas, que escitaban 
los ánimos pronosticando la ruina de Joló, con lo que el motín 
llegó al mayor desorden, y pretendiendo asesinar á los emba- 
jadorea, se lanzaron contra ellos afortunadamente, cuando 
llegaban ^ las^escaleras de la casa del Sultán, librándose del 
furor del populadlo, sin, mas percances que haberle quitado ,el 
sombc^óde la cabeza .de un sablazo,, sin herirle, al Coman- 
dante de Ingenieros, siéndolo el A.lféDez de navio levemente en 
un hombro, ,cuyo golpe le arrancó la charretera, y recibiendo 
el intérprete una cuchillada tamlnen leve en la espalda. 

. Nuestros .tnes.i^bdjadores, a$í maltraibados^ desenvainaron 
las espadas parfb defenderse» pero bubieraa: indudablemente 
perecido si ^n aquellos momentos no acudiere el Sultán, que 
echándose sobare, ellos conjos brazos abiertos les contuvo, los 
hizo entrar en su palacio y cermr las puertas y ventanas 
para evitar, penetrase aquel pueblo jatnotinado , que desapro- 
ba^ba la protección del Sultán y pedía <son. insistente gritería 
las qabezas de, los españoles. 

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—114- 

Inmediatamente reunió el Sultán su Conseja, y din perder 
momento se dio lectura á los pliegos del Capitán General, que 
oyó el Sultán con visibles muestras de intranquilidad, y con 
marcado disgusto los Dattos del Consejo, los que discutieron 
acaloradamente mas de media hora, aumentando por momentos 
la efervescencia del pueblo» y por último contestaron con al- 
gunas frivolas disculpas y protestas no serles posible cialmar 
la agitación contraria del pueblo ni responder de los desmanes 
y atropellos que pudieran cometer. 

Viendo nuestros embajadores terminada su peligrosa misicm, 
determinaron volverse á bordo, y el Consejo persuadido intima- 
mente de que serian asesinados por la cliusma si volvían á atra- 
vesar las masas, los condujeron furtivamente por una puerta 
£alsa á la playa, donde embarcaron en una vinta tripulada por 
6 esclavos que los trasladó al bote qne los habla traido á tierra 
y que se aguantaba sobre los remos á la espectativa; los moros 
al ver frustrados sus deseos corrieron ¿ la ^aya y entraron en 
tropel en el agua poseídos del mayor furor, y dispararon sus 
armas contra los Embajadores, que librando de este peligro re- 
gresaron á bordo. 

Cuando el General Urbiztondo tuvo conocimiento de lo 
ocurrido, hizo volviese á tierra, á conferenciar con el Sultán, 
el intérprete D. Alejo Alvarez, quien regresó una hora des- 
pués habiendo corrido iguales ó aun peores rieses que antes, 
para obtener los mismos desfavorables resultados. , 

Bien hubiese querido entodaces el marques de la Solana dar 
el merecido escarmiento. á aquellos insolantes isleños, pero no 
hizo la menor tentativa persuadido del mal resultado, pneslos 
joloeses habían visto la forzosa, arribada de los buques á Pan- 
gasinan y habían tenido tiempo suficiente para reunirse y pre- 
pararse á la defensa, retírando sus riquezas, mujersfs y cyquillos- 
y gente inútil de pelea al interior, siendo imposible batirlos por 
sorpresa, pues la población de Joló que en circunstancia» nor- 
males solo contaba 6000 habitantes, se calculó tenia en aquellos 
momentos mías de lOOOO. hombres de guerra, pudi^ndd aun ser 
aumentados por nuevos refuerzos que no habian tenido tiempo 
de incorporarse, y á cuyas masas exaltabap lossantones y pan- 



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-115- 
ditas asegurándoles era el intento de lod españoles degollar á 
todo varón sin respeto dfe clase ni edad, reservándose única- 
mente las mujeres para colonizar la' isla con una nueva raza 
mestiza. 

En la amanecida del dia 1/ de Enero de 1851 ae pusieron 
los buques en movimiento para ^amboanga, contra bs que 
rompieran el fuego los fuerte» joloeses, causándoles 7 muartos, 
4 heridos y algunais «Yerias en casco y arboladura» contentán- 
dose la escuadra con hacer algunos disparos sobre el pueblo y 
fuertes moros. 

Al dia siguiente dio fond0 la expedición en la silangQ de 
Beleaún y Bocotúa, donde después de practicar algunos teco- 
nocimientos sin resultado, coatóinuaron á Tanquil» en cuyo 
punto decían que se habian hecho fuertes los piratas y pensa- 
ban resistir, sobre cuyas costas dieron fondo d anocbecer 
del dia 3, y en la amanecida del 4 practicaron el desembcgrco 
600 hombres al uñando del Coronel Conti. Los moros^ aunque 
numerosos^ se presentaron fraccionados, siendo fácü dispersarlos 
con grandes pérdidas; se les hizo 4 prisioneros^ se redinjieron 
29 cautivos cristianos, se les quemó sobre mil casas, destroza 
lOOíembaréacion^ y se les ioráá2 fuertes, en cuya defeusa: 
perdieron la vida 25 piratas. 

' El dia &.co3[Ktiimaron á Zamboanga^ donde llegaron poir la 
tarde, y sin apagar las máquinas los vapores,, después de haber 
desembarcado lafueraa que llevabanidé^tiíaBpnrtev oótitini^on 
á Manila con el Comandante General de Marina y el Coronel 
D. Hiccriás Enrilev Secretario dd General, condudóndo pliegos 
uigenties con. instrucciones paira enviar mbs refueüse)!^ . 

XIV, ;■ \/ \ ': :-^ 

(1851.) 
Él Capitán General Ürbiztondo se apodera de Joló por asalto. 

LfUá noticias de lo ocurrido ii^títwoii de tal maitera losáni- 
BK)i^, qué sífí gratides esfuérásosse reunieron 8600© pesos poi» 
süscrictotí; el comerció puso sus buques trasportes á disposición 



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-116- 
de la expedieioD, y el día 3 de Febrero zarparon de la bahía 4e 
Manila para la rada de Zamboanga 6 buques trasportes condu- 
ciendo 2.135 soldados, que llegaron felizmente el dia 12 al 
puerto de su destino. 

Entretanto no se perdia el tiempo en Zamboanga, donde 
can la mayor actividad se preparaban alojamientos y todo cuan- 
to pudiera ser necesario para la expedición, y el entendido 
Capitán de ingenieros Carrillo marchó á la isla de Basilan con 
algunos soldados y presidiarios y construyó en muy pocos dias 
60 lancanes para formar 30 lanchas capaces de sustentar 80 
hombres cada una á üxráe utilizarlas en el acto del desembarco. 

£1 M. Reverendo P. recoleto Agustino descalzo Fr. Pascual 
Ibafiez, lleno de un guerrero entusiasmo, soUcitó y obtuvo per- 
miso para pasar á Cebú y reunir algunos jroluntarios naturales 
de aquella provincia que tomasen parte en aquella expedicicm» 
y el dia 26 dio fondo de regreso en la rada de Zamboanga. con 
21 barangayanes visayas y 750 voluntarios. También por los 
mismos dias se presentó al marques de la Solana el rico pro- 
pietario de Ilo-Ilo, Capitán de Milicias, D. Joaquin Ortiz, po- 
niendo por entusiasmo y propia voluntad á sudisposicicm el 
bergantin Dos Hermsmos con 100 voluntarios armados y socor- - 
ridos por su cuenta. 

Los buques que se reunieron en la rada de Zamboanga con 
motivo de la expedición de Joló fueron los de guerra: vapores 
Rebla de Castilla, El Cano, y Magallanes, fragata Villa de 
Bilbao, bergantin Ligero, 2 lanchas y 9 faláas; y los mercantes 
trasportes: fragatas Amistad, Manila y Union, los bergantines 
Eurotas, Tiempo, Bilbao, Oquendo y Dos Hermanos y 21 ba- 
rangayanes de Ilo-Ilo. 

£1 dia 18 de Febrero por la tarde salieron de la rada de 
Zamboanga las lanchas cañoneras, las falúas y los barangaya- 
nes, á los que se reunieron los demás buques durante la trave- 
sía ó en la isla de Pangasinan, designada como punto general 
de recalada. 

En la amanecida del día 19^ debían hacerse á la mar todos 
los demás buques, p$ro la fragata mercante trasporte Uii^on lo 
hizo algunas horas después, porque no pudo levantar un ancla 



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que se habia agarrado tan fuertemente en las piedras del fondo, 
que tuvo al fin que abandonarla abalisada; esto hizo también 
retrasarla salida del vapor Reina de Castilla, que era el buque 
de la insignia, y del bergantín de guerra Ligero, pero que se 
incorporaron en el mismo dia al vapor Magallanes, que habia 
acortado la máquina para no abandonar los bergantines tras- ' 
portes Eurotas y Tiempo, que eran buques de muy poco andar, 

Al amanecer del dia 20, navegando el Reina de Castilla 
en conserva con los mismos buques de la tarde anterior, des- 
cubrieron por la mura de estribor, navegando unidas y en 
buen orden, las fuerzas sutiles bajo las órdenes de su^ Coman- 
dante el inteligente Capitán de fragata D. Fermin Sánchez 
(padre del malogrado Sánchez Barcaiztegui) y su áfegundo 
el Teniente de navio D. José Escudia, remolcando con^ti^abajo 
y á pesar de la mucha marejada los 60 lancanes medio ane- 
gados y sumergidos, y á las nueve de la mañana divisaron 
por la misma mura los otros buques adelantados, y siguiendo 
su rumbo dieron fondo en la, isla de Pangasinan á las cuatro 
de la tarde, haciéndolo á las once las fuerzas sutiles. 

Muy ageno estaba el Brigadier Comandante general de 
Marina del gran riesgo de naufragio en que se hallaba la 
fragata Villa de Bilbao y demás buques trasportes cuando los 
había divisado aquella mañana: á pesar de la marejada, era 
tan flojo el viento, que la fragata de guerra Villa de Bilbao, 
la fragata mercante Amistad y los bergantines trasportes 
Oquendo y Bilbao, arrollados por las corrientes, vararon, la 
primera sobre un banco de coral, y los otro6 eran aconchados 
sobre el mismo peligro, si el Alférez de navio D. Francisco 
Madi^azó, Comandante en comisión del vapor >E1 Cano, no 
hubiese logrado con su actividad y buen acierto ponerlos en 
franquía del peligro, conduciendo á la Villa de Bilbao á re- 
molque al fondeadero de Pangasinan, haciendo la considerable 
cantidad de 60 pulgadas de agua porliora; y haciéndose pre- 
ciso alijarla, se desembarcó la gente de trasporte, que acampó 
en tiendas de campaña, y gran parte de sus efectos: diez y ocho 
buzos y diez y nueve carpinteros calafates trabajaron inútil- 
mente en coger el agua, teniendo por fin que recurrir á formar 



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--118- 

por dentro una banqueta de argamasa, compuesta de polvo 
de ladrillo, cal, estopa y aceite de coco, co» que consiguieron 
disminuir las aguas á 22 pulgadas por hora, forzando á un 
continuo achique, á cuya pesada tarea fueron destinados 100 
voluntarios de Ilo-Ilo en reemplazo del Ejército, que lo habia 
practicado desde el principio. 

El día 26 reembarcó la gente acampada en tierra y todo 
quedó listo para pasar al dia siguiente á fondear al E. y al O. 
de los fuertes de Joló, circulándose la orden general siguiente: 

«A las cuatro de la madrugada se procederá á ejecutar el des- 
» embarco de las tropas en los términos prerenidos, asi en las ins- 
«trucciones como en las prevenciones verbales que han recibido los 
» Jefes 4e las columnas, para que, si posible fuese, quede realizado 
)»al (Jj^]^\mtar la aurora. El silencio y el orden deben presidir estos 
«momentos, en que conviene alejar confusiones, y que el enemigo no 
•se aperciba, si es posible, del movimiento, hasta que sienta sus efectos. 

«Marcado el pormenor de dicha operación y los deberes y Gui- 
ndados de cada uno, y conocido el celo y entusiasmo que anima á 
•todas las clase que componen [la expedición, no és de temer ningún 
«entorpecimiento en el orden natural de los sucesos, y debemos es- 
wperar vernos con el pie en tierra de Joló, donde venguemos nuestra 
«ofensa, sostengamos nuestros derechos y escarmentemos la osada 
«arrogancia con que el Sultán y Daltos, apoyados en la anarquía, 
»promtteven el latrocinio y el tráfico de la raza humana. 

. «La ' sabordi0aoion que tanto distingue á las tropas q^e tengo 
«el hopor de mandar me hace esper^^' quQ sofocando a% entusiasmo 
«no atenderán mas ^ue á la, voz de sus Gefes para obrar compactos y 
)? unidos, y que aun después de la victoria no se abusará de uso de 
«municiones, que quizá tendrán que aprovecharse con gloria para ím- 
«poner orden á otras hordas de la morisma. 

]pLas tropas puedeQ estar ^guras que, e&sx serenidad j obedfen- 
«cia, y eqn Ips esfuerzos que les exijan sus Gefes, serán dueños en 
«breve de la victoria. Los Sres. Gefes y Oficiales cuidarán esmerada- 
«mente de hacer cumplir esta parte tan intieresante para mantener el 
«orden y economía de víveres, y de su acierto y de su ejemplo todo 
«debe esperarse. Del celo de dichos señores depende la oportunidad 
«de la ejecución de todas las medidas anticipadas, dictadas para este 
^momento en las. instrucciones. 

«Cuartel general á bordo del vapor Reina de Castilla en las aguas 
«de Joló á 26 de Febrero de 1851.=¿ürbiztondo.» 

En la noche de este dia, reunidos en junta los Comandan- 

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— 119~ 

tes de los buques de guerra, menos el de la fragata Villa 
de Bilbao como parte interesada, bajo la presidencia del Co- 
mandante General de. Marina, se deliberó sobre el estado de 
aquel buque y se acordó no entrase en fuego sino en caso de 
imperiosa necesidad, pues era de temer se fuese á pique si 
recibía nuevas averías que dificultasen el constante achique, 
lo que causó un gran sentimiento, no solo al Comandante 
y Oficiales del buque, sino también á todos los de la expedición, 
que reconocían la importancia de aquel buque en el ataque, 
cuya falta les reduela á 12 cañones de á 32 del bergantín Li- 
gero, 6 giratorios de 32 y 16 de los tres vapores y 11 de á 24, 
8 y 6 de las dos lanchas y nueve falúas, que hacían un total 
de 29 bocas de fuego. 

El dia 27 al despuntar la aurora telegrafió la Capitana á 
los buques para estar listos á emprender el movimiento, y 
estando en calma chicha el viento, los botes, lanchas y baran- 
gayanes tomaron de remolque las embarcaciones mayores 
hasta las once de la mañana, que soplando fresqüito el N.E. 
pudieron todos ios buques tomar posición según lo prevenía la 
orden general del dia anterior al E. y al O. de los fuertes, 
fuera del tiro de sus cañones sobre punta Dinapitlos primeros, 
y sobre punta Matandat los segundos, en cuyos momentos 
enarbolaron el pabellón nacional todos los buques españoles 
asegurándole con un disparo de canon. 

Aquella tarde recorrieron la playa muchos grupos de 
moros á pie y á caballo,, y se vio acudir al pueUo por todos 
los caminos grandes, refuerzos para los sitiados; estos por de 
noche hicieron algunos disparos de lentaca y fusilería desde 
los mangles sobre l$s fuer¿a« sutiles que estaba^ mas próxi- 
mas á tierra, contestando estas á donde veían los fogonazos ó * 
vestigios de enemigos, distinguiéndose por la oportunidad de 
sus disparos la felúa núm. 17, que en aquellos momentos, 
como en toda la expedición, la mandaba el entusiasta Médico 
de Marina Dr. D. José Gutiérrez, que sin desatender á las 
obligaciones de su ciencia, llenó completamente las de Oficial 
de Guerra,, cuya falta suplía. En este mismo dia se publicó la 
alocución siguiente: 

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-120- 

«Soldados: Hace' dos siglos que fiada en la bueaa fe de sus pro- 
«mesas la generosidad castellana, dejara tranquilos á los jolo^nos» 
«que pocos años antes había reducido á nuestro domingo el Sr. Al- 
»monte! y hace dos siglos que estos piratas á pesar de nuestro esme- 
«ro en dulciñcar sus costumbres, multiplican sus perfidias» y faltando 
»en ellas hasta á la humanidad que hoUan con los actos mas atroces de 
«piratería, perpetran el cautiverio y la desolación en nuestros pueblos. 
«También hace tres años que por estos mismos dias se les dio un 
«castigo seiFcro en la célebre jornada de Balanguingue; pero lejos de 
«contenerles aquel escarmiento, burlando de nuevo sus repetidas pro- 
» testas, no solo han vuelto á cometer sus depredaciones; sino que 
«cuando, por Consejo del mismo Sultán y Dattos, me propuse castigar 
»á los Tonquiles y otros Sámales y pasaba personalmente á Joló á es- 
«tablecer reglas que evitasen la repetición de tales conflictos, ha Re- 
ngado la osadia de aquellos isleños hasta el extremo de eludir toda 
«comunicación, amenazar á mis comisionados y por último romper 
«alevosamente el fuego sobre nuestros buques, olvidando no solo mi 
«presencia, sino la veneración que debe á la bandera española todo 
«este Archipiélago .=Aun cuando no tuviera el deber de contener estas 
«hordas en pro de la humanidad y del derecho de gentes, aun cuan- 
»do desoyéramos el eco de las víctimas sacrificadas por tan inhumana 
«y atroz canalla, no habrá pecho español que no arda en deseos de 
«vengar una ofensa hecha con tan falaz osadia. =No hay que dudar 
«de vuestra subordinación y de vuestro valor y patriotismo, no hay 
«que dudar pues de la Vitoria y de que serán coronados con gloría 
«nuestros esfuerzo^ por una causa tan justa y nacional, y tan santa 
«como honrosa.=A8Í lo espera vuestro Capitán General=Antonio de 
»ürbiztondo.=Ctiártel General á bordo del vapor Reina de Castilla en 
«las aguas del Joló, 27 de Febrero de 18S1.* 

A las dos de la mafldna del dia 28 empezaron los buques los 
preparativos correspondientes al caso, y ea la amanecida se dio 
principio al desembarco, dispersando las fuerzas sutiles con 
algunos metrallazos varios grupcís enemigos que se reunían en 
la playa pata oponerse; y todo se hizo con tal orden y precisión, 
que cuatro horas después todas las tropas y el tren de campaña 
estaba en la playa sin mas ocurrencia notable que la de una 
balsa de la columna del O. que zozobrando por su desnivel de 
peso, se sumergió, ahogándose 13 artilleros europeos. 

El Capitán General con su E. M. compuesto de 4 ayudan- 
tes personales y á sus órdenes un Coronel de Artillería, otro y 
un -Comandante de Ingenieros, los capellanes y oficiales de Ad- 
ministración militar, fueron conducidos én la canoa del Reina 



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-121- 
de Castilla y desembarcaroil á las 8'30 en la parte del E;, me- 
dia hora después que la Villa de Bilbao, convenientemente si- 
tuada y fondeada, habia roto el fuego sobre todos los füei<tes 
enemigos y con especialidad sobre el del Sultán con un admira- 
ble acierto, haciéndolo con igualdad y al mismo tiempo las 
fuerzas sutiles, que, arrimadas cuanto podian á tierra, marcha- 
ban & la altura de la cabeza de las columnas hasta ^ue se in- 
ternaroxi en el monte para batir los fuertes por la gola: al mis- 
nfo tiempo también los vapores Reina de Castilla, Magallanes 
y El Cano y el bergantin Ligero, cruzando devuelta y Vuelta, 
en pequeñas bordadas de media milla, presentando ya el uno 
ya el otro costado vomitaban certeros proyefetiles, á que con- 
testaban los moros con gran precipitación. 

El Joló de entonces estaba, como hoy, edificado en el seno 
de una costa en forma de media luna, cuyos extremos son: al 
E. punta Diacapif, y al O. punta MatandM, y su costa está eri- 
zada de arrecifes, rocas y bancos de arena, que hacen muy 
peligrosa la arribada. 

Delante del pueblo de Joló se enlazaban, por medio de otras 
baterias y caminos cubiertos para auxiliarse unoá á otros, cinco 
fuertes, sleiido los más formidables el del Datto Daniel , le- 
vantado en el extremo E. sobre un tajante repecho de la ma*- 
riqa, y el del Saltan' en el extremó O., construido entre \mrib 
y unos ésterbá que le servían oomo excelentes fosos^ á ^ la- íí- 
quierda delr fuerte del DattoíDaniel estaba e^'^diDaJbtokA3Íbi^& lá 
deTecha"áe:jel del SutóÉinf tí del ¡Dáttb BuyokVy ^' el cetofeo él 
del DattoMáribajal: la constEuccioH'de todos ellob era 1» «gene- 
ral usada malayo-»ma3iQmeta'¿av que< consistía^ én 'gpuésa¿ es- 
tacas paralelas, entre las que formaban uñds isiaci^ós^de piedm, 
tierra y a^raaa de 16 á 18 pies dé espesor^ cob u«a banqueta 
interior proporcionar con cañoneras acasamatadas, y ed él ee^ 
teriór profusión de zanjas, fosos y caballos' de frisa. 

Estos cinco fuertes, antes ocultos por el puebte chino ccr- 
merciante edificado sobre estacas encima del mar, estaban 
ahora despejados por haber sido quemado aquel, y detras de 
ellos existiain otros tres fuertes, de los Dattós Buloc, Ulama- 
yak y Molok. ... 



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—122- 
La gente deeembaroada patra batir j posesionarse de todas 
estas formidaUes fortalezas, era la que manifiesta el siguiente 
estado: 

Gefts. Oficiales. Tropa. PatsaiMs. 



Infantería indígena., 

Artillería europea 

Artillería indígena 

Obreros de fortificación 

Visayas cebuanos 

Voluntarios iloanos 

Voluntarios zamboangueños. 

Total , 

De los 1.150 paisanos solo se 
utilizaron como gente de 
guerra , 



Total. 



10 



10 



118 
4 

7 
1 
1 

1 



132 



2.593 

101 

152 

30 



2.876 



924 



3.800 



750 
100 
300 



1.150 



Estas fuerzas se dividieron en dos columnas al mando de 
los Coroneles D.- Vicente Contí y D. José María de Soto; la 
primera practicó el desembarco al O. de Joló posr punta Dia- 
cápit para atacar por el flanco y gola al fuerte del Datto 
Daniel, y la segundií por el E. en punta MatanAat con igual 
objeto sobre el fuerte del Sultán: la fuersa de la primera co- 
lumna constaba de 4 Oefes^ 43 Oficiales, 970 individuos de tropa, 
^0 paisanos y 4 obuses, y una reserva de 25 Ofiolaies' y 512 
iiidividu6s tle ttopa; y^la segunda columna de 4 Gafes, 37 
Ofieiak»; 700 indii^iduflá de tropa; d24'pá!¡stoos y 2 obusés, con 
«na reserva deí37 Oficiales y 664 individuos de tropa. 

El Coronel Oontí dividió la fuerza de ataque en tres firac- 
didnds, ^ el Ccn^eneliSoto aa/cuátn^v etupitendieaolda d. movi- 
miento á las ocho de la mañana al pa*imer caÉñona»» oon que 
los buques rompieron el fuí^o sobre los fuertes ememigOB. 

Las tres columnas de ataque del £. con ftierza del Regi- 
miento de Fernando VH, 3 tsompañías del de España, 2 de pre- 
ferencia del Infante y 152 artilleros indígenas, con los 4 obu- 
ses, no pudieron internarse cual se había pensado para batir el 
fuerte del Dafto Daniel, por la compacta espesura de la maleza, 
teniendo que seguir la playa hasta ponerse á tiro del fuerte 



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-133-^ 

del Datto Asábi» mas avens^do ni mar saWe la derecha, 
y rompiwon el fuego deede luego. El Coronel Comandante 
de Artillería D. Antonio Iribarr^n ftie el primero que, despre^ 
ciando los riesgos y las bajas que la mortífera metralla causaba 
en su columna, se arrojó con ardoroso anhelo al primer ¿nguLo 
del fuerte, é intenta dar el asalto precisamente por el punto 
mas difícil, que era un estrecho portillo escesivamente pen- 
diente y resbaladizo, y sin que esperase que su Gefe tomara 
mas disposiciones para preparar y ayudar el movimiento que 
la de ordenar al Capitán de Artillería D. Narciso Herrera 
Dávila que procurase apagar el fuego de las cañoneras de dicho 
ángulo y lag del inmediato fuerte de Maribajal. Acaudillados 
por sus valientes Oficiales, los soldados de la primera columna 
llegaron á pisar el muro enemigo; pero tuvieron que retirarse, 
cediendo el puesto al valor y número de los moros, que su- 
pieron recuperarlo. 

La segunda columna, al mando del Comandante D. Antonio 
Aperregui, en la que iban 250 iloanos y oebujanos, capitanea- 
dos por el intrépido P. Agustino Fr. Pascual Ihfi&fíü^ corrié 
veloz é reforzar la pltimera , que , cobrando nuevos lirios, 
repite el asjaltí).y es íiegunda vez rechazada, cayendo gra- 
vemíenrte herido el P/ Ibañez, de eiEioima. delii^wQi ¿ doQde 
fiie el pirim^o en subir i grittaff i^ivaí la I^ina! A su lado 
perdió la vid» hpnro^awtentp el ^fi-tíente Twiente da GfM»ad<?r-fp 
de F^manfljo Vil D, Ig^aeio Stebastian^ y.-no^muyleaoft-ípe^di^ 
tingitía él Subteniente düs la misma .Cf)«ipañia.!}>. B^i^i^bé 
Ble^a, que sobrevivió milagrosamente con tree terjfibjlw .Wr 
chilladas que le dejaron exáaime sobre el mismo muro^,. y 
el Capitán d^ la 2.* Compalua del sGdsnpiorB^imieirtoD Joa- 
quín PrM, qiue á. pesar de balitarse . <nuy enfe^omo: . nose bft^a 
podido reducirte á no toioar parte en .-el combate^ fue retinado 
sin conocimiento de encima del moro, 4onde. bftb^ caído 
rendido por la fatiga y la debilidad de-eu estado. í 

Mas de 70 cadáveres moros con algunos^ de los nuestros y 
njuchos heridos agolpados al portillo obstruían el paso en aque- 
ll00 momentos de' indecisión en nuestras columnas de ataque, 
la que auuientaba el valor de los moros. Avanzó la columna de 



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-^134— 

reserva al mando del Coronel. D. José Terry, compuesta de 5 
compañías del Regimiento de España, á cuya cabeza venia el 
Capitán General Urbiztondo, poco satisfecho del resultado del 
ataque; el Coronel Soto le manifestó la imposibilidad de salvar 
por sí aquella comprometida situación 



Y el valiente^y enérgico Gep^ral resolvió decidir en persona la 
cuestión, poniéndose é la cabeza de la columna rechazada, á 
cuyo acto se opusieron respetuosamente los coroneles D. José 
Terry, á quien se confió la dirección del avance y ataque, y 
D. Nicolás Enrile, Secretario de S. E. y Gefe de E. M. de la 
expedición i que se puso á las órdenes de Terry con la mitad 
de Tiradores y Compañía de Carabineros que formaban parte 
de la columna, y partieron á la carrera entusiasmados por el 
ejemplo desús Capitanes D'. Romualdo Saló y D. Manuel Gar- 
cía Lobera, á quienes seguía con igual espíritu la 5.' compa- 
ñía al mando de su Capitán D. Julio Garnier. 

El Gefe de la columna, abarcando &on una hábil mirada el 
terreno y situación, dio orden al Capitán de Artillería Herrera 
Dávila que eiifilase sus tiros á apagar dos cañoneras que desde 
el primer ángulo enfilaban nuestras posiciones causándoles 
daño terrible, y mandó avanzar sobre aquel punto una sección 
dé tiradores ton el misiúb objeto • qü'e fué tíonfeeguido á los po- 
cóís momentos; y entonces al grito de ¡Viva la Reina! se lanza- 
ron cotí la íññybr intrepidez al asalto y logran domií^ar el nú- 
mero y el fferozs valor dé sus defensores. 

* El valiente Cápi1;aTi Saló, qué con' su mitad de timadores fue 
el primero que tuvo la gloria de pisar el muro ^emigo, cayó 
' herido de un balazo, y á su lado muy gravenáente el Sulte- 
iliÍ3iite de su Compañía D. Isidoro Alonso, y aunque no tanto el 
de la Compañía de Carabineros D. Remigio Mora, con otros 
muchos individuos de tropa. 

En vista de tan brillante resultado dio el Capitán General 
inmediatamente la orden al Comandante D. Patricio González 
Olloquii Gefe de la tercera columna, que aun no habia entrado 

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en fuego, para que avanzase y diese el asalto simultaneo por 
el frente principal, sobre el que arrojándose á pesar del vivo 
fuego de canon que les dirigía el inmediato fuerte de Maribajal 
y el de fusilería de los sitiados^ coronaron el muro, haciéndose 
notables por su arrojo y valentía el Capitán D. Eduardo Arro- 
yuelo, que fue ligeramente herido, el Teniente de la 2/ Com- 
pañía del Regimiento de España, núm. 5,, D. Francisco Olaguer, 
el Subteniente del de Fernando VII, número 3,D. Ángel Bibia- 
no, que, á pesar de haber sido en la primer embestida derrocado 
de lo alto del muro, subió segunda vez y situó la bandera nu- 
meral de la columna sobre el muro enemigo y formó á su al- 
rededor los primeros soldados, y el Sargento Román de la 
Compañía de Granaderos de aquel mismo Batallón, que engan- 
chando su pañuelo en la bayoneta lo tremoló gritando: ¡Viva 
Isabel! ¡Adentro! y uniendo el ejemplo al dicho ñm uno de los 
primero?. 

Al mismo tiempo el Gefe de E. M. Sr. Enrile con las dos 
terceras partes de la reserva coadyavó á apoderarse del fuerte 
del Datto Asibí, y ¿ las doce del dia entró el General Urbizr 
tondo con el resto de M reserva, siendo tal el pánico que se 
apoderó de los moros joloeses, que huyeron precipitadamente, 
llevándose muchos de los muertos y. heridos que pudieron, te- 
niendo por nuestra parte 34 muertos y 84 heridos. 

Preciso era aprovechar aquel pánico, que se habia apodera^ 
do de los moros, y en el acto saUó el Capitán D. Julio Garnier 
con su Compañía á apoderarse del fuerte del Datto Pa^iel, si- 
tuado unos .dos tiros de fusil al N. E. haciéndolo con tan buen 
éxito y oportunidad, que persiguiendo muy de cerca á los fugi- 
tivos, l,es cfwgó á. la bayoneta, y ,sal|tondo. sobre sus qad^veres 
entró tras ellos en el fuerte, y sin darles tiempo á encerrarse 
ni reponerse,, se apodera de. los moros tal pánicp que se arrojan 
por las m;urallas y abandonan aquellas posiciones susceptibles 
de una brillantísima defensa. . , . 

Luego fueron comisionados los Capitones Garnier y Herjrer^ 
Dávila para apoderarle det .fuerte d^. Maribajal, loi.que consi- 
guieron con una ligera resistex^cia. La artillería fue clavada é 
incejudiadp el pueblo h;^ediato, y regresaron con la baii^era 



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—128- 

que enfMrbéiaba el fuerte, que los moros no habían teqido tiempo 
derecogper. El Capitán General estableció su cuartel en eí fuerte 
del Datto Daniel, donde publicó la orden siguiente: 

«Soldados: Habéis merecido bien de la patria y de la Beina con 
» vuestro valor, apoder&iHioofir de IO0 fuertes de Baisüel, como un ama-' 
»gD de la decisión eos que mañana ireia k abatú* el pabellón del Sultán 
»Mabamad, al grito de {Viva la Beina! «= Vuestros compañeros del 
wflanco derecho se os unirán para tener esta gloria, pero es preciso 
»para adquirirla, orden, subordinación, decisión, y seguir las huellas 
»de vuestros Gefes y 0flciales.=A8Í qne se reciban de los buques los 
»randios, cuidarán los seiSores Oefes de columna de su dietribncion 
»y de que ge tomen i»da« las diaposiciones necesarias para que al 
Htoque de diana puedan formar las columnas de la manera que se 
i>disponga.=Escusado parece recomendar á militares valientes la vi- 
•gilancia, cuando es tan sabjda la vergüenza de una sorpresa .s=ür- 
»biztando.=Cuartel General- en el fuerte del Datto Daniel, 28 de Fe- 
vbrero de 1851.» 

Cuando la columna de la derecha ó sea la del O. hubo 
desembarcado, organizada como dejamos dicho , á loét pocos 
momentos, y sirviéndoles de guía uno de los cautivos huidos 
el día anterior, quien á nado se hábia aoogido á loS buqués de 
la escuadra, emprendió la marcha dlVigiéndosé á través de 
untts colinas para ganar tma altura que dominaba por la gola 
el fuerte del Sultán, pues al O. cortaba el paiso un rio no 
vadeable y su marcha eréi lenta y fatigosa por los ftoeidentes 
del ten^eno cada vez mas multiplicados que difit^ultaban mucho 
te conducción del material de guerra. 

La primera columna al mando del Oomatidante Oéhoteco, 
acababa de pasar un hondo barranco, y en su desfilada se 
hallaba la segunda ál mando del Comandante Coballes, 
cuando se cubrieron repentinamente las cimaí por mas de 600 
inoroá que, con gran vocerío y los saltos y visajes de costum- 
bre, blandíaii sus armas en son de ainenáía, y decididos á 
defender el paso, rompieron' el fuego de ftisflería y* bajaron al 
barranco á la carrera como despeñado' torrente, llegando á 
batirse con los soldados á brazo partido ; pero tan salVaje 
yittleírtíá fue vencidía, oblig'anao' á'los moros á retirarse- con 
muchos heridos; dejando i9 muertos en el fondo del batrarico. 

Victoriosa la segunda columna y temtsrósa de un segundo 



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ataque ettterrem) tan desventajoso^ apresuré sa marchia, y á 
las nue^e Uegat<on á la <^olina que á un tiro de fusil datm&abár 
completaínente todo el interior del faerte del Sutóan, en cuya 
altura tomó pedición el Comaadaqte Coballes, retiráadoi^e las 
otras, fuerzas ¿ lá playa para esperar Hkdwes, donde acamparon 
y pernoctaron sin mas novedad dutante toda la noehe, tanto 
en ésta colmiina como en la dé la izquierda , que algún 
tiroteo de las avanzadas con los moros que veiiían á hostili- 
zarles á cubierto con la male;5a. 

En la. madrugada del día 29 la columna del O. se paso en 
movímieiito por el mismo camino del dia anterior, desde donde 
descubrieron los fuertes de Buhe, XTlamayák y Molúk, de cuya 
existencia no se tenía aun conocimiento. El Comandante Ocbo- 
teco recibió la ordenado apoderarse del primera, y avanzando 
resueltasiente sobre un extenso &ngaU en que. el lodo y el 
agua les cubre algunas veces basta la cintura, consigue sor- 
prender un pequeño postigo, por el qué penetra y pone .en 
completa dispersión ¿ sus. defensores, <{ne se anrojanpor las 
m;uraUaa, y dejando un destacamento^ i^ las posiesones; con*- 
quistadas» desciende á^ uniese al grueso de- la colamna, al 
mismo tiempo que lo hacia el Comandante Coballes, después 
de baber d^do guarnecidos; los cyfcros: dos fuertes que hábia 
enomtrads) abamdonadQa. 

Siguiendo la eolumna del O. nna cómoda calzada que 
hallaron penetran en el fuerte del Sultán; qoe eoooptrarock mb 
00 solo defensor y andieíudo ineendíada> por uiuu de las gra- 
nadas, ^a los obmes de algiíaio. d» ka dispaeoS' que se le hir 
ciaron antes de aproximacse; y cemisvonando al €apitain^ d^ 
Ingemeroa Benia^des para extínguir al inoendio^ sedojarcndos 
compáñiap guameoíen4o aquel fuette, y ^SQütíáaisó ««i isan^ 
el resto deikir. columna del» O4 8n<^o«(qfando- algunas bonáe 
décpaesilá del E.. ;. u 

El Capitán General, al tener coaaocimiento del:buen pesul^ 
tadiode las op^ctaezones, atvayés¿ aqaaeíl üaberiníloí die fbrtifica- 
cioneá susceptibles de la defensa. fio«6;be]»&i0a,y;estabk6ió' su 
Cufiitrtel Genei»! en. el faerte.deiSttdtaaf^q'iíiiein, segiun las no** 
ticias que seadquiricssikpQr alg^aaíDsic^ x^ vii3íii^0n< al 



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campamepto, lo habia abaadoQado con todo su séquito á las 
Guateo y media de la tarde del día sínterior, aterrorizado con 
la victoria alcanza por la columna del E. En este fuerte dirigrió 
el Capitán Qeaeral á las tropas la siguiente alocución. 

«Soldados: El escarnueato que vuestro valor dio ayer á los jdloa- 
»uos ha sido bastante paxa que,. abandoleando el Sultán. y los Dattos 
»sus fortalezas, las dejen en nuestro poder, entregándpse á la fuga. 
»=:Habei8 completado vuestro triunfo, y podéis envaneceros de que 
vcon el escarmiento de estos argelinos del Asia, habéis hecho un 
•servicio á la humanidad y á vuestros compatriotas.t=En los fuertes 
«de Mahamad^Pulalón se arbola la bandera espaftola, y ja no será 
vJoló el núcleo, de un mercado de piratas, que aterrabii, elarphipiéla- 
»go, burlándose de sus promesas.sA primera proporción haré couot 
»cer á la Reina nuestra Señora, como merecéis, vuestros servicios, 
«vuestro valor y sufrimiento, y cuan satisfecho estoy de vuestro com- 
»portamiento, y del de la Marina, que ha cooperado á la importante 
nempsesa de escarmentar á estos .piratas y ^ someterlos á la antigua 
»dapendencia.==Antonio de Orbiztondo.=;Quartel General en el ñauarte 
«principal del Sultán Mahamad-Pulalón, I."" de Marzo de ^B5K9 

. El dia 3 paró Urbiztondo una comunicación ai Sultán dicién- 
dolé que estaba dispuesto á olvidar su criminal comportamiento 
con tal que entrase por el camino de la razón y se acogiese por 
si mismo á la clemencia. . 

Cuatro dias permaneeieiron nuestras tropas aoampadas en el 
fuerte del Sultán, en cuyo tiempo se embaroai*on 112 cañones, 
muchas;niuniciones y efectos de gran valor y se amontonaron 
n(»t«?ial^:para incendiar los fuertes. 

En la .amanecida del idia 4 reeinbar<mron las victoriosas 
tropas expedicionarias cóntodamente por un muelle- de ijiadera 
de unailongitud de 70 varas, construido por los Ingenieros en 
el brevísimo ^pácio de cinco bocas oon tablones y madras de 
atlgiinas casas: del pueblo doi Joló, y al que dieron &ego k§ dos 
úl&nas jcompañíás: qui& practicarbn* el.areemban|^^» tomando 
á los pocos momentos tal incremento, que na pudo apagarlo 
uU fuertísimo aguacero qaie sobrevino. ; • ■■- •; . 
; En la a^anscjda.'ddl día 5 dejó la victoriosa expedición la 
rada^ de Icio y lacfaaaioaa población y ^sus fuertes convertidos en 
humeante n^ntpa de, ceniza»; en íque: se .calcinaban mas :de 300 
cadáveres de ai^uellositon.teamidos y fdda^^ 



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A Tas cuatro menoa cuarto de la madrugada del día 6 murió 
á bordo del vapor Reina é& Castilla el P. Ibañez d« resultas de 
su herida, y á las seis dieron fondo en la rada de Zatnboanga 
todos los buques, desembarcando el General Urbiztondo en me- 
dio de las mas. justast y entusiastas aclaoiaciones; ^uel mismo 
di* isalió el vapor £1 Cano, para la silanga de Basilan á buscar 
al jSarip Mahamad-Binsarin y enviarle con pliegos al Sultán de 
Joló, para donde salió el día 7, en cuyo dia continuó á Manila 
el vapor .El Cano conduciendo los partes oficiales de la jornada, 
que fueron entregados á las ocho de la mañ£^na del dia 13^ y 
haciéndose públicas las buenas nuevas con.tanta celeridad como 
entusiasmo. 

Cuando los Dattos joloeses vieron en poder de los españoles 
los fuertes Daniel y Ásibi, conocieron su impotencia, y la des- 
animación se hizo tan general, que poco á poco fueron abando- 
nando al Sultán, el cual al fin tuvo que seguirles á refugiarse 
al interior, donde triste y casi completamente abandonado de 
su Grandeza le encontró el ¡Sarip Mahamad-Binsarin propicio 
á entrar en negociaciones de paz. 

El dia 17 sahó el Capitán General de la rada de Zamboanga 
con toda la expedición, y el 20 llegó á la capital del Archipié- 
lago, donde fue recibido con la merecida ovación y dirigió á las 
tropas j.á loa naturales las siguientes alocuciones: 

«Soldados: Después de los sufrimientos de la campaña (Jue habefs 
nhecho, lios vemos reunidos en la capital, orgullosos de ser españolee, 
»y haber aloan^ado una victoria en pro de la humanidad. ssA este 
vgooe sublime» como militares, tenemos que unir el entusiasmo cofi 
*que nos reciben en sus brazos todos los filipinos, mirándonos como 
«vengadores y vencedores de los indómitos joloanos.=No puedo menos 
»de manifestaros el placer y la satisfacción que me causan tan simpá- 
ticos sentimientos, é igualmente el que he tenido al comunicar á la 
1» Reina nuestra Señora vuestro honroso comportamiento, y los que, 
»con arreglo á los partes producidos ppr los Gefes de las columnas, 
«se han distinguido mas, mereciendo mover su soberana munifícen- 
>>cia.=Soldados, estoy altamente satisfecho de vosotros y envanecido 
»de ser vuestro Capitán General.=Antonio de urbiztondo.» 

«Filipinos: Vuelvo á la capital después de vengar un insulto hecho 
»á la bandera española,j que ha ya ondeado en los muros de Joló, de- 
smando la soberbia de aquellos isleños.=Debo -reiteraros que jamás 

9 



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— ISO- 
«permitiié un deiaoato heebo al decoro itacioaal; y al ouuttifeataros 
»6sia eiLpresion de vú$ deberos» al haoer^s «abet el brillante compor- 
utamiento de las tropas de todajslaflf armas, de los naturales de Visa jas 
»y de los funcionarios públicos y particulares que han concurrido á 
»la expedición ó contribuido á ella, me es sumamente g^rato manifes- 
vtaros el Talor, el patriotismo, el entusiasmo, verdaderamente espa- 
•fiol, que ka Mo el norte de la <íondueta y de k» aaecifidos de todos. 
w=sM regresar entre voe^troa he vistQ iguaJmente comprendida la 
'«importancia del grande acontecimiento del Sur y expresados en pa- 
iitriótico entusiasmo los sentimientos de vuestros corazones: el mió se 
«dilata doblemente enorgullecido al terminar este importante hecho, 
»al verme entre vosotros y al aseguraros que eerli para mi el mas 
vgrato de mis deberes llenar los votos de nuestra augusta soberana, 
»velandó incansablemente por vuestra segundad, vuestra prosperidad 
»y la dicha á que scds tan acreedores y es el anhelo de vuestro Ca- 
vpitan General=Antonio de ürbi2tondo.=?Manila 21 de Manso de 1851.» 



XV. 

(1851 á 1856.) 

Joló reconoce solemnemente su anexión é incorporación tá la Soberanía espallola.->Los jo- 
loMes vuelven á lanzarse al pirateo. -Heroico combate del Teniente de navio h. Clau- 
dio Montero con los piratas. -El Capitán de fragata O. Fermín Sánchez escarmienta 
á los piratas en diferentes puntos. 

La fama de la destrucción de Joló cundió rápidamente pcHr 
todas las islas del Archipiélago filipino y joloés, y los moros, 
amedrentados, meudigabaa cobardes nuestra amistad y paz, 
aunque con ánimo de no observarlaa, según costumbre, mas 
que mientras así les conviniese; pero aprovechando el Capitán 
General aquellas buenas circunstancias, comisionó al Coman- 
dante D. Manuel Coballes para un reconocimiento en Mindanao 
y el adelantamiento de su conquista y pacificación. 

El dia 4 de Abril recibió órdenes el Comandante de las 
fuerzas sutiles del S. de Visayas, Capitán de fragata D. Fer- 
mín Sánchez, para conducir á Joló al Coronel graduado D.José 
Maria Carlos y 0*Doyle, Gobernador de Zamboanga, comisio- 
nado para celebrar un tratado de paz con el Sultán Mahamad- 
Pulalón y Dattos de aquella isla; y con este objeto á las do|i de 
la tarde del dia 10 recogió el Comandante de las fuerzas suti- 



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-131- 
les al iSemp'UBhúM^á'BinBñtin éjd pueblo de Pasahanjan,; ve* 
ciño al de la Isabela de Basilan, i donde acababa de llegar de 
Joló, y saliendo por la bocana O» de aqtuella.sUangf^ con cuft- 
tro falúas y d paüehot PaÉÍg, «e^ traabiDcdó al, y^,pp^ El Cauo^ 
que le aguardaba faer» com fil Gobernador de Zamboaattga pro^ 
cedénte de aquella rada, quien foniando de rexnolque el pailer 
bot y las &lúaB continuó suafumbo i Joló, donde dieron fondo 
á las ocho de la inañaña del dia 11 ante la« cqniza^ y rulo^^ 
del fuerte del Sultán- 

' Pocos momentos despuiss de liyaher dado fondo se aQ^rOi^roa 
algunas barquillas del Datío Maribajal á enterarae de ai venia 
el jSfarij9, quien fue conducido á tierra para conferenciar con el 
Sultán eñ un bote del vapor escoltado por las 4 &lúas. 

El dia 13 á las diez de la. mañana aun no habla regresado 
á bordo el Sarip,yno se tenia aviado alguno de su persoga, ni 
de lo que ocurría; por lo que se. envió á tierra al moro Ambón, 
Gobernador del pueblo de Pasahanjan, quien apareció á las 
dos de aquella misma tarde con el /Sarip en los pantalanes 
mas avanzados voceando para que lo condujesen á bordo, don- 
de manifestó al Gobernador de Zamboanga que el Sultán y 
Dattos del Consejo no estaban aun reunidos y dispuestos á ve- 
nir á bordo, por lo que fué vuelto el /Saríp á tierra para activar 
aquel negocio. 

A las cinco de la tarde del dia 14 volvió el jSfárip Mahamad- 
Binsarin ó! bordo del vapor El Cano, acompañado del Dajtto 
Saló y el moro Chin-Chuy, favorito del Sultán y su' consejero 
ptdvado^ quienes venían como representantes, y habiendo con- 
ferenciado largamente con el Sr. Caries volvieron á tierra. El 
dia 15, alas nueve de la mañana, repitió 'el iSfar^ su visita, re- 
gresando á tierra á las cinco de la tarde; el dia 16 volvió á 
venir aL vapor, lo que volvió á hacer el di^ 17 al medio dia con 
el Secretai^lo áú Sultán, regresando á tierra al anochecer; y 
volviendo el dia 18 á las dos de la taTde á conferenciar con el 
Sr. Caries el JSiiríp, el Secretario del Sultán y su privado Chin- 
Chuy, volvieron á tierra llevando los. tratados acordados para 
traducirlos en árabe y firmarlos. 

Por fin el día 19 ¿ las diez de la mañana se presentó á 



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—132— 

bordo del vapor El Cano el /SlTr^Mahamad-Binsarin notificando 
que el Sultán y Dattos de Joló habian aceptado el tratado y 
que aun cuando no estaba firmado por no haberse concluido el 
trasunto al árabe, no había inconvraiente en enarbolar en aquel 
mismo día la bandera española en tierra; con este motivo, las 
dotaciones y guarniciones de tos buques y las tropas de tras- 
porte se vistieron de gala^ y ocupando cada cual su lugar de 
zafarrancho, empavesaron los buques al son de la marcha real, 
y el Sarvp Mahamad*Binsarin conduciendo por sí desplegada la 
bandera española, y escoltado por un piquete de infantería de 
marina se trasbordó á una canoa que lo condujo i tierra, don- 
de fue enarbolada ante un gentío inmenso: los buques entonces 
se engalanaron, la marinería ocupó las vergas y escalas, salu- 
dando con 21 cañonazos y los vivas de ordenanza. 

A las seis de la tarde de aquel mismo día, una comisión 
presidida por el Sarip trajo ¿ bordo del vapor El Cano los tra- 
tados firmados y concebidos en los siguientes términos: 

«Acta solemne de mcorporacion j adhesión á la soberania de 
»S. M. C. Doña Isabel II. Reina constitucional de las Espanas, y de 
«sumisión al Gobierno Superior de la Nación, que hace el muy exce- 
»lente Sultán de Joló Mahamad-PuloLon y los Dattos Mahamad Bullo, 
«Mulok, DanieUAmü-Rajál y Bau-Da-Jalá , Mulok-Cajal , Amü-Baral, 
• Tatnangon, lo-ffan, Sama-Ia-Hang , Naip-Afamancka con el Sarip 
v^Mahamad-Bintariny á nombre y representación de toda la isla de 
»Joló, al Sr. Coronel graduado D. José María Carlos y 0*Doyle, Gro- 
»bernador Militar y Político de la provincia de Zamboanga, islas de 
wBasilan, Pilas, Tonquil y adyacentes, como plenipotenciario y espe- 
»cialmente autorizado por el Excmo. Sr. D. Antonio de ürbiatondo, 
«Marqués de la Solana, Gobernador y Capitán General dé las islas 
'Filipinas. 

«Artículo 1.* El muy excelente Sultán de Joló Mahamad-Pnlalón, 
»por si, sus herederos y descendientes; los Dattos Mahamad-Bullo, 
vMnlok, Daniel'Amil'Rajal y Bau-Da-Jálá, Mulók-Cajaí, Amil-Barál, 
» Tamangon, lo-ffan, Sama-la- ffang, Kaip-Mamancha, y el Sarip Afá- 
nhamad-Binsarin, de su espontanea y libre voluntad declartm: Que á 
«fin de reparar el ultrage hecho á la nación espaüola, que de algunos 
«siglos á esta parte era ya su única señora y protectora, haciendo 
»de nuevo en este dia acta solemne de sumisión y adhesión, recono- 
«ciendo & S. M. C. Doña Isabel II, Reina Constitucional de las Es- 
ipañas, y & los que sucederle puedan en esa suprema dignidad, por 
»sus soberanos Señores y protectores, según de derecho les corres- 



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—133- 

«ponde, tanto por los tratados celebrados en épocas remotas, por el 
»de 183d y adiciones hechas por el actual Gobernador de Zamboanga 
«en Agosto último, copio también muy particularmente por la re- 
«ciente conquista de Joló, el 28 de Febrero del presente año, por el 
«Excmo. Sr. D. Antonio ürbiztondo, Marqués de la Solana, Gobernador 
» j Capitán General de las islas Filipinas. 

«Articulo ^.* El Sultán y Dattos prometen solemnemente man- 
utener íntegro el territorio de Joló y sus dependencias como una parte 
«del Archipiélago perteneciente al Gobierno de España. 

«Artículo 3.' Se establecen las relaciones amistosas que existi- 
eran en lo sucesivo. 

«Articulo 4.* Renuevan la solemne promesa de no ejercer ni 
«permitir que nadie ejerza la piratería en los dominios de Joló, de 
«perseguir á los' que se dediquen á este infame tranco, declarándose 
«enemigos de todas aquellas islas que lo fueran de la España y 
^aliados de todos sus amigos. 

«Articulo 5.* Desde este dia arbolará Joló la bandera nacional 
«española en todos sus pueblos y embarcaciones, y el' Sultán y demás 
«autoridades constituidas usarán de la de guerra española, bajo los 
«mismos principios que se hace en los demás dominios españoles, sin 
•poder hacer uso de otra alguna, ni en mar ni en tierra. 

•Artículo 6.* Declarada la isla de Joló y sus dependencias parte 
«integrante del Archipiélago Filipino^ que pertenece á España, se re- 
»conoce franco el tráfico en bandera española en todos los puertos 
9 dependientes de lá sultanía, sin traba de ninguna especie, como se 
shace en los puertos de la nación. 

•Artículo 7.* Reconocida por el Sultán y Dattos de Joló la sobe- 
»>rania de España sobre su territorio, robustecida ahora no solo por 
»el derecho de conquista, sino por la clemencia del vencedor, no podrá 
•levantar fortificación de ninguna especie en el de su mando, sino 
»por un permiso expreso del Excmo. Sr. Gobernador Capitán General 
»de estas islas: deberá prohibirse también la compra y uso de armas 
»de fuego de toda especie sin una licencia de la misma Superior Au- 
jitoridad, pues serán reputadas como enemigas las embarcaciones 
» donde se encuentren armas de otra especie que las blancas qite se 
»usan en el país de tiempo inmemorial. 

•Artículo §.• Queriendo el Gobierno español dar una prueba 
vinequívoca de la protección que concede á los Joloanos se expedirán 
»al Sultán y Dattos los correspondientes Reales títulos que acrediten 
»su autoridad y su categoría. 

•Artículo 9." El Gobierno español garantiza con toda solemnidad 
»al Sultán y demás habitantes de Joló el uso y práctica de la religión 
»que profesan, á la que no se opondrá la menor traba, respetando 
•igualmente sus costumbres. 



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—134- 

»A.rtículo 10. Garantiza también el Gobierno español el derecho 
»de sucesión del actual Sultán y su descendencia en el orden esta- 
•blecido é ínterin no falten á estos convenios, otorgándoles igual ga- 
•rantia á sus dignidades y categorías k las clases privilegiadas, á 
»quienes se conservarán todos sus derechos. 

«Artículo 11. Los buques y efectos j oléanos gozarán en los puer- 
«tos españoles, sin diferencia alguna, los mismos privilegios que dis- 
»frutan los naturales de Filipinas. 

«Artículo 12. Excepto los buques españoles, se conservarán los 
•derechos con que ahora sostiene el Sultán el rango de su clase, á 
•fin de que sea siempre con el lustre y decoro que deben sustentarlo; 
»k este objeto lo satisfarán todos los que lleguen á los puertos, es- 
•tablecien'do después otros medios con que realce su dignidad. 

«Artí(?ulo 13. A fin de asegurar y robustecer mas y mas la au- 
»toridad del Sultán, coíno también para promover el continuo tráflco 
»que debe producir la riqueza de Joló, luego que el Gobierno Ib dis- 
•ponga, y en armonía con él artículo 3.* del tratado de 1836, se for- 
»mará una factoría guarnecida con fuerzas españolas, para cuyo es- 
•tablecimiento deberán facilitar el Sultán y Dattos cuantos auxilios 
•estén á su alcance, como también los naturales, á quienes se satis- 
•fará su trabajo y los materiales que se acopien, al justo pirecio que 
•tengan en el país. 

«Artículo 14. Siendo el sitio mas apropósito para la factoría el 
ftllamado Cotta de Daniel, inmediato á la fada, se establecerá en dicho 
•punto; pero cuidando de no ocupar de manera alguna el cementerio 
«que tienen allí los naturales, que deberá respetarse religiosamente, 
•prohibiendo se levante edificio alguno, á fin de evitar el perjuicio 
»que seguiría después á los que allí edificasen. 

«Artículo 15. El Sultán de Jold podrá éxpedií pasaportes á to- 
•dos los individuos dé sus dominios que lo soliciten, señalando los de- 
«rechos que deben satisfacer al expedirlos: también queda autorizado 
»á poner sú sello á los pasaportes de los españoles que visiten su re- 
•sidencia. 

^«Artículo 16. Tomando en consideración lo expuesto por el SuJ- 
•tan de Joló, y conociendo cuan ciertos son los perjuicios qué han 
•causado la quema de sus fuertes y palacio, el Gobierno Español le 
» otorga un sueldo anual de 1.500 pesos iinnales, para qtíe pueda en 
•cierto modo indemnizarse de las pérdidas suñridas y le sirva al 
•propio tiempo á sostener con el lustre que corresponde el decoro de 
»su persona y dignidad. Las mismas .consideraciones impelen al Go- 
•bierno Español á conceder á los Dattos Mahamad-Bullok, Midol, y 
mDaniel-AmiURajal, 600 pesos anuales á cada uno, y 360 al Sarip 
•Mahamad'Éinsaríñ, por sus buenos servicios pre&tado» al Gobierno 
•Español. 



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«Artículo H- 1^06 artículos que contiene e»ta solemne acta ten> 
«drán desde este dia toda su fuerza y valor, debiendo, sin embargo, 
«quedar sujetos á la superior aprobación del Excmo. Sr. Gobernador 
«Capitán General de estas islas Filipinas. Toda duda que pueda sobre- 
» venir sobre el texto de este acta será zanjada atendiendo literalmente 
sal español .=Firmado en Joló á los 19 dial^delmes de Abril de 1851. 
»=s:gigue el 8«iUo del Sultán y el de los 11 Dattos del Consejo, la flr- 
»ma del Sarip y la del Gobernador Militar y Político de Zamboanga 
»Sr. Garles, cuya acta fue aprobada en 30 de Abril del mismo año en 
«nombre de S. M. por el Capitán General de las islas.» 

Pero ni este tratado d&amistad m los escarmientos terribles 
y firecüentes fueron ni serán capaces de contener por completo 
á aquellas hordas de hombre6 semi-salvaje^ é independientes 
que forman tantos estados reparados conjo Dattos ó capitanes 
de valor quieíren acaudillarlos, y muy pronto empezaron á re- 
anudar sus antígruas correrías. 

Era el dia 8 de Mayo, cuando el Teniente de navio D. Clau- 
dio Montero y Oay, Comandante de las fuerzas sutiles de Ca^ 
lamianes, se hallaba de crucero sobre el extremo S.O. de la 
Paragua, con tres falúas á la espectativa de una expedición 
pirata que, según noticias, en aquellos diás babia de recalar 
sobre aquellas costas; á media mañana divinó cuatro vela^, en 
demanda de las que puso la proa para reconocerlas, y vio eran 
cuatro grandes pancos mahometanos de doble hilera de remos 
y marinados con mucha gente. 

Aunque los panCos piratas forzaban la huida, habiendo 
conseguido las falúas ganarles el barlovento, estrechaban rápi- 
damente la distanda que los separaba, la que reducida á unas 
veinte brazas, les intimaron á rendirse; pero como aquellos se 
pusieran en ademan hostil y decididos al combate, las falúas 
rompieron él fuego de ea&on y fuailería sobre el enemigo^ que 
contestó también con fusilería y fuego de artillería de un cali- 
bre mucho mayolr que el que ordinariamente «olían usar. Pa- 
saba de una hora que por ambas partes se sostenía muy vivo 
el fuego cotí daños recíprocos, cuando un fatal acontecimiento 
vino á helar, por el hori'or la sangre de nuestros valientes ma- 
rinos y dar nuevos ánimos á los moro6 piratas, que celebraron 
la catí^trofe con estoq>itosa gritería de fiatiafaccion. 



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-136- 

La falúa que mandaba el valeroso Alférez de navio D. Fer- 
mín Otalora, que se distinguía por su notable viveza en los 
disparos, voló inflamándosele el pañol de la Santa Bárbara, 
pereciendo todos sus tripulantes en la esplosion y con ellos el 
médico Madrid, que lo dta de la división. 

Pasados los primeros instantes de tan dolorosa y natural 
impresión, el Sr. Montero, decidido á terminar de una vez 
aquel largo combate, dio el grito de ¡al abordaje!: el duro re- 
mo de las falúas blandeó flexible como la palma manejado 
con todo el entusiasmo y voluntad de que es capaz el marinero, 
y las proas de ambos buques, deshaciendo en espuma las olas 
que se les oponían á »u marcha, avaínzaii raptólas sobre los 
dos pancos mas própmos, que esperan satisfechos el choque 
seguros en su número y valor: los marinero» sueltan los remos 
para empuñar las armas cuando ya el aberdíge es inevitable; 
suena el último cañonazo, destrozando su metralla cuanto tiene 
por delante; se hace la última descarga de fusileria, y la pis- 
tola, el hacha, 'el sable, la bayoneta y el cuchillo desempeñan 
entonces su mortífera misión, consigui^ido los nuestros desde 
muy al principio de la acción ventajas sobre un enemigo mas 
numeroso y tan maestro y terrible en el arma blanca. 

El Alférez de navio López de Eoda, Comandante de la 
otra falúa, y el Alférez de infantería Llobregat, rivalizando en 
bravura con sus subordinadps, luchan como doq héroes y caen 
ambos heridos á un mismo tiempo en el buque enemigo, en el 
momento que aquel era vencido, siendo retirados por los indi^ 
viduos de la tripulación á la enfermeria, dondte hecha la pri- 
mera cura, volvieron á ocupar sus puestos. • 

La falúa que mándala el bizarro Montero y que había 
abordado al panco mas grande, seguía aun luchando desespe- 
radamente, hasta que por fin logró vencer la fleresa de aque- 
llos bandidos del mar; entonces ^mbas falúas embistien)n á 
los otros dos pancos qué se apresuraban por Uegfar al auxilio 
de sus compañeros; pero al ver el mal resultado de la batalla 
intentaron la huida desanimados, en jla que son alcanzados y 
rendidos sin gran dificultad. 

En esta victoria heroica de D. Claudio Montero se ^edi- 



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—137- 

mieron. 20 cautivos CFistíanos, casi todos ellos heridos, bien por 
las balas de sus libertadores ó por el bárbaro furor de sus tira- 
nos, que desahogaban en ellos su coraje, habiendo matado á 
muchos; mas de 100 fueron los moros muertos y doble el nú? 
mero de prisioneros, se eogió la artillería y cuaatos obj^os 
serríbles UevAban los 4 pancos, y estos, echados á piqi^ por lo 
difícil de remolcarlos, por el mal estado en que; habían quedado 
del combate; por parte de los veñoedopes fue también muy 
sensible la pérdida^, pues además de la falúa volada, tuvieron 
2 oficiales y 12 individuos-' de li'opa y marineros^ heridos, <la 
mayor parte graves, y 12 de «stas dos últimas clases- muertos. 

Habiendo tenidií conocimiento por este nmmo tiempo^ Got 
bernadorideZamboanga que habían salido de las islas de Joló 
al pirateo 12 grasdes. embarcaciones, capitaneadas por los li- 
mosos gefes de. aquellas hordas, Oojmta^Roy, Tálunoe, AM- 
Bücdy I'itmakíta, Mahot y Maluno, salió á ver si los eácen- 
traba en el retomo el vapor Beina de Castilla; pero únicamente 
pudo aTetdguar que en el mismo Joló algunos Dattos, con el 
consentimiento del Saltan, por mas qoe este hipóeritamieñte de* 
mostraba todo lo contrario, estaban armando una escuac^a que 
habia de ser tripulada por la gente, mas valiente y acreditada 
de aquellas feroces correrías, la que, dividida en escuadrillas 
parciales, pero en general. connivencia, llegaría á las pobla-^ 
clones cristianas, especialmente á ]|i de Zamboanga é Isabela 
de Basilan, y afectando ser humildes comerciantes, faabiaa> de 
aprovecharse de la confianza que inspirasen é incendiar los 
pueblos, acuchillar, cautivar y saquear cuanto pudieran, reti- 
rándose antes de poder ser batidos. 

Siendo el miedo el único medio capas de contener las cor- 
rerías de aquellos feroces piratas, el Gobernador de Mindíapao 
se puso de acuerdo con el Comandante de las fdersas sutiles, 
y embarcando en el vapor -£1 Cano dos compañías del Regi« 
miento del Príncipe, número 7, al mando de su Comandante 2/ 
Gefe D. Julio Gamier, salieron de aquella rada- el día 11 de 
Mayo, remolcando el queche-marin Santa Bosa, y una &lúa 
paora la silanga de Basilan, en cayo apostadero se les «nieron 
al paso las foerzas sutiles de aqttóUa división, y^fueron á fon* 



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-188- 

deur al reboso de la costa E. de la isla de Sampinigiati, j alli 
permanecí^on hasta la amanecida del día sigoiente^ que hi- 
eieron rumbo á la de Tapeantana^ donde fondearon á las diez 
y practicaron un desembarco^ y contra lo que esperaban, sin 
hallat la menor reinstenda, por no encontrar ni un solo ene- 
migo; femaron un pueblo y destruyei^n sembrados» árboles 
frutales y embarcaciones» cogiéndoles mucno gianado y graíi- 
des acopios de arroz, camote y otnas frutas. 

Unioamente el Teniente de navio D.. Críspulo Vílkvictiieio, 
que con ^es falúas de la división de que em Oomandante 
había ido á recearrer la costa del N;, sorpveniMó.al montar 
una ée sus puntas un grupo de moros qae <boil la mayor 
actividad trabajaban en habilitar algunas embarCacionei^^ indu* 
dabkalQente con la totencáon de huir á alguna de Ihb inme- 
diatas islas de Bubuan, Lanauan, Taran ó JBasilan, sobre quie- 
nes hizo un solo disparo de metralla» con tal acierto, que todos 
se retiraron á lo mas espeso de los mangl»reí^> arrastratido 
consigo algunos muertos; entonces dispuso y se prac^ó un 
éeseilibaroo,sin hallar oposición, y destruyó lias embarcaciones, 
quemando un caserío inmediato. 

La columna recorrió en todas direcciois^s lá isla hésta las 
cinco y media de la tajxle del dia 13, que reembarcaron, y ba- 
cíenda ruínbo á media noche solare las islas de Pilas,, recalaron 
subte ellas á la amaB^ci4&> donde creían sorprender á sus 
habitantes, pero no lograron mas que lo qnt habían CQ&segui- 
áó en la de Tapeantana. 

El encontrar pueblos^ é islas completamente abandotiááas 
de sus habitantes son casos frecuentes: los motos que se coíi- 
oeptoali criminales, en el momento que se aperciben viene un 
buqsie de gherra i eseavaíkentarlos» que, por e&oto de los ro^ 
deós á qüelé obligan los camales y semüleros de icdotes, 
es 6éú )9obrfida lentitud, dáñáolés tiempo siempre á p?eea^ 
verse sicomptendeh no' pueden resistir con gcandisima ven- 
taja, abtodoncui sus basas y con lo mejor que poséeü huyen á 
ocultarse en lo misis frondoso de los montes ó los mangles, don- 
de seria difícil el hallarlos y muy expuesto el intentarlo, 6 bien 
emlglran de unas á otras iláas en sus din^inutas y hg!eras em^ 



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barcaciones, que pasan sobre los hombros cuando lio tienen 
ag*a parauaTegar, liAsta -que la hallan pata reetiabálteai' y 
continuar la huida: el abandono de sus nieyajéfe tto les emba- 
raza mucho, porque fácilmente pueden trasportarlo eti hombros 
ó los reeiliplazsn sin gran trabajo en eualquief parte', pues ot- 
dinariíimente so reduce á algunos petates tfejídos por ellos mie- 
mos, bombones de-tíafia que les sirveh Cdmo tiiWíjás p«irt. él 
agua, cascaras de coco que utilizan coiao marmitas, y al^uiío^ 
bayoÉies de palma con arroz, quees' el úni<io alimento que re- 
copilan, pues los d'emás se reducen á pescado marisco, cázá, 
rafees y früta;s>^üe encii^trán fcbtíndatitéS' en todais i^m^t y 
ni auti la sed puede atormentarlas díimasíiado en ío tíiás frago- 
so de los montes, donde né élistén tíos ni ínanaíitiálé§;' pues 
en tóíáas partes hay ínultíttid dé árboles y eíiredadéras Ospéíciá- 
les que sangrados producen' agua fresca y abundante. 

Teniendo presantes todas estas circunstaticiasi fel OómHri- 
dante de las fuerzas sutiles del S. de Míndanao, D. Permin 
Sánchez, coi^onó mas completamente sus propósitos de escar- 
mentar á los habitantes de muchas islais sámales, donde capi- 
taneaban las piraterias los valientes y muy ñóHabradoá Dattos 
Tibli, Banquías y otros restos de Balanguingüe y Sipac, y para 
su propósito salió á las 4*30 de la mañana del dia 25 dé Junio 
de la rada dé Zamboftnga á bordo del vapor Reina dcf Oaátalla 
edil 200 hombres dé'l Regimiento del Principe, númet^o 7, al 
nftándo del Comandante Garüiot, refmoloándo dos lanchas, '\íññ 
falúa y tres parejas de lancaties de muy poco calado paíá fa* 
cuitarlos desembarcos que se hicieran. 

Al dia siguiente, á las sí^te de la mañana, el vapor Reina 
de Castilla dio fondo á 2 millas de la isla de Tonquil, que érá 
cnaato leperíiaitia su calado, y las fehias se aprotímaron cuanto 
les permtóaú los arfeoifésy bajo fetirio para pirotégér ííl deseí&í* 
baiiío,qtte w practicó sin dbetácülo; yqaelftatido lín msferfó dé 
la vUla sé internó la columna, pasatído las f^rzas ^iles á éi^- 
tuarse en diferentes puntos para evita*» la huida de lótí habitan- 
tes; y el vapor Reina de Castilla pasó á reconocer la costa del 
E., sobre ia que capturó tres embarcadottés con gferite *que 
huian en demanda de las islas de Belaún y Boeotúaní, 



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-140- 

A la r30 regresó la columna & la playa, y comunicando 
&XX Comandante con el de las fuerzas sutiles, le notició que ha- 
bía sabido por algunos esclavos libertos, huidos de sus opre- 
sores» que hacia dos dias babia abordado á aquella isla una 
expedición pirata con muchos cautivos, y que, sorprendida con 
la inesperada llegada de los buques de guerra, no habían te^ 
nido mas tiempo que el preciso para ocultarse con sus embar- 
caci((mes en un «stero próximo, en vista de cuyas noticias se 
ordenó al Alférez de navio D. Bamon Lobaton pasase con una 
falúa y dos boteá á reconocerlo, al mismo tiempo que la co- 
lumna .de tierra cercaba el mangle para cortarles la retirada. 
Al poco rato de haber penetrado Lobaton en el estero, encontró á 
lo^s piratas, que con poca resistencia huyeron, abandonándolas 
embarcaciones, que fueron allí mismo destroisadas, excepto un 
panco de muy buena construcción y tres vintas de poco calado 
á propósito para desembarco, las que condujo de remolque al 
fond^ero, y la columna regresó ¿ las cuatro j media de la 
tarde á la playa, después de haber incendiado otro pueblo y 
hecb^o algunos daños de tala, ignorando los que pudiera haber 
causado á los piratas guarecidos en el manglar, donde no le 
fué posible penetrar. 

Quien no haya visto estos manglares no es posible pueda 
formar una idea exacta de ellos: el mangle es un árbol que 
logra una corpulencia gigantesca y brota desde el fondo del 
mar en los arrecifes de madréporas, formando con sus raices 
una red que para andar sobre ellas se necesita precisamente ir 
descalzo y tener la agilidad y práctica^ que poseen los moros, 
que pasan en ellos gran parte del dia entretenidos en pescar 
y mariscar. 

£1 vapor Reina de Castilla tomó los- remolques y se puso 
en movimiento sobre la isla de Dong-Dong, al S.dela de Joló, 
entró por la silanga ó estrecho que aquella forma con la de 
Pata al S.O., y en la madrugada del dia 28 dejó caer el ancla 
i dos cables escasos del pueblo, y las falúas avanzaron hasta 
ponerse á tiro de pistola de las casas. Sorprendidos los moros 
despertaron al ruido del desahogo del vapor, y llenos de 
terror huyeron i guarecerse á los montes y los manglares; la 



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ccdumna ppactícó el desembarco, haeie&do prteiotiero& «IgunOB 
moTOG, vari0& de los cuales fímmk enviados á notificar á sus 
compañeros qae los que en el térmi&ó de nna^hora no ise pre- 
sentaran serían pasados á cuchillo» surtiendo las amenaaas tati 
buen efectoy (}ae cuando la oolamna« se internó, tuvo qne dejar 
en 1& playa un Oficial con 35 kombré» cñstoáiiandO' 2^ prisio- 
neros de ainbós sexos,^ y parai la protecctcm de aquella guardia 
y ]oÁ laücamade des«nbi^co quedaron {£mdeadas do» lanchas, 
dando la falúa, el vapor y embarcaciones menores vueilá en- 
contrada: i la. ida para qmtar á sus habitantes toda- esperanza 
de fuga, ametrallando todos los grupos que divisaban, con lo 
que, conociendo pronto los moros su critica situación y teme- 
rosos de caer en poder de la. columna que los perseguía, se 
fueron pres^itando, contándose al anochecer 553 personas, de 
las que eran 140 hombres, 170 mujeres y 243 nifios. 

En la expedición de este dia se hizo notable por su b^o- 
ismo el Cabo 8/ de Infantería de marina José Fernandez, que 
patroneando un bote con seis hombres y recorriendo la co^ta 
septentrional déla isla, distinguiendo. una vinta moruna que 
huía á ganar la costa de Joló, la persigue valeándola, pero 
sin atreverse á abordarla por la superioridad de gente que 
llevaba, la que conociendo su venta^ vuelve sobre el bote, 
que (Noaprende la huida sin cesar de hácerjie un fuiego muy 
certero: la vinta vuelve á hacer rumbo á Joló, y el bote de 
Fernandez vuelve á perseguirla, guardando siempre -una 
prudente distiaincia; segunda vez vuelve la vinta á poner la 
proa al bote, pero viendo el Cabo qué el enemigo ha dismi- 
nuido, hiace á los suyos suelten todos los remos y aguarden 
seraios con las armas cargadas á que los moros estén á boca 
de jarro, y hacen entonces su última descarga, chocan y se 
abordan las dos embarcaciones; y después de una corta, pero 
desesperada lucha de arma blanca, queda el Cabo Fernandez 
dueño de la vinta ^lémiga con 14 cadáveres que conduce 
ufano al fondeadero como palpable muestra de su victoria, sin 
haber sido heridos mas que él y un grumete. 

A las 2'30 de aquel dia regresó á' la playa el Comandante 
Garñier con la mitad de la fuerza, y la otra parte lo verificó á 



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hm^imovy rmnbarcaran» dejando en tierra con l<Nf frisk¡m^ 
^$m .uMrgTMiidja de 47 'hcmfeffefi, qiiB< fueron: toda. la noohe 
»iío)ieatadf>9 -por Im moros que intrataban rescM»^ sus oom- 
f»Éfíita9i4 ... ■ • -i 

A las euatrp.de ?la mtfana del. día 28 arran.cú el vapor 
Mtím i^CMSii^f Vfmfíit^ la falúa j Jos^^laacanas/ ha- 
aimdo. imtnbp:á la ialada Pati¿n, al O.-de k4e J)dnef^Do&er> 
aatre lüs. que ^tirtin instermedias la cte Launíbian j laie Pata, 
j^ á i«Ss(6,di6 fondo ¿un tiro de fusil de: su costa K«.E.,<q«i® 
&raia |9StQeobo c&n punta Zarmgmfff ^i^Joié] ad primer me- 
traUazLo piiao en hinda ¿ varios grupea que. Ée veian ¿íi la 
playa, causando da&o en uno de elloa; y procedíéndose segui- 
damente al desembarco, terminó á las siete; y. qaedkido la 
&1Ú& y los laacanes fondeados frente al pueblo^; el vapor fué 
á dar vuelta á la isla lunetrallándo ¿ los grupos que veia> y 
logrando dar caza á ti^s panoos, echa á pique ^ y captura 
el tercero, salvándose á nado los tripulantes 4ue no fueron 
muertos y. huyendo á los manglares de la isla de dónde hablan 
salido. : , 

A las cinco de la tarde regresó la columna á. la playa, y 
habiendo ido el Comandante de. Marina á comunicar con el 
Comandante Garnier, acordaron era conveniente condiicir á 
¿amboasíga los prisíimeroa.que ténian en DongrOoog, para 
¿uya ^ada salió u el v-apor, qu^óbando tllet :£&láav.al tmando del 
flíiA)t«fttent(^de la: Marisa sutii D. ifequei Ghxáso/paca auxiliar 
la gentje de itíarra. . .,.'. 

: A kfi o«^ho y media de la^ noche, llegó á Dong-Dongel 
vaper Jleii^a de -dastiUa» y en la madrugada del dia 39, 
tomando ái su bordo los 593 prisioneros, dio remolque á las dos 
lanchas hasta la isla de Patían, y volvió su Tumbo para Zam- 
boangay en donde dio &md6 el día 30 por la tarde. Eh á diario 
de este buque consta que al medío^ día < del 20 experimentia^n 
un calor tal, que el termómetro marcó 105/ 

En Zamboanga se vio precisado el vapor Reina de Cas- 
tilla á detenerse por descomposición 4e la máquina hai^ las 
8*30 de la mañana del dia 4 de Julio, que salió remolcando al 
pontin Santa Filomena con 25 zamboanguefios voluntarios de 



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-143- 
\o& musios que snempre se faallim dispwrtos ¿ probar su ^or 
eo&iúra los moMB^ paaaroá pot la sílangm de Báetfatn^.bioierdi 
carbón en Málaimaliui, y oqntfiittao4o «u viaje en ^mianodia 
& á lai3 S'30 de la ma&ana, recalado sobre la^ iela de Dong- 
Dong, viehm míA lai^oha ea&oneFa prot^eadoi ki ^éúte ¡de 
de^mbarOD» ^iie itioen(tiaíba.«l>p«ieblo y^easéríQs ItiittáiatoBi, y 
eiaJerándOse donde eetiba el r^ de la expedietoBi, oentbiuanoi 
á Pafian^ donde en H ftmaneeida del i&todqs «eiinidéa ^ i^i»^ 
cados fueron á dar fondo á un tiro de cafioD de^la cdste- N.fi. 
de la ilslade^ Pala, en la* que i^ praotíeó eldesembam^* ha- 
llándola desierta por haber huido sus ha/hátaiites al semillero 
de las telas iíiijftediatasal Si» 



XVL 

(lajei iBte.) 

Infantería de Marina Florencio Óolafk>.-Una expedición al mando del Gobernador mili- 
tar de Basflan es dflfMiada.-El TflMfiDte dd navlp D. Pedro fionzaleí Ints á íes piratas 
em Ba^ngi^ntg;^e.<«-L«i pifaUs joloese» incendian la pol^laclo» d^ Zapi^i^a. -¿B^ Coro- 
nel de caballería D. José Oarcia Ruiz, Comandante general de Mindanao, en cooperación 
eoB ta liarloar esesm^ala en ytri^s ptibUte á iMitiintai». 

A pesa^r .de toAoñ Mto^ esóarmie&tos y pansecudonef los 
moro^malayos plrataai oontinuabaa ans eorrerias, haio^do 
cautivos h^eta. esL la misma rada de. Zaml^osnga^ Uogaado su 
osadía al éxteemo de que en el mes^de Novieimbrod^ año 1833 
dos grandes vintas s@ apostaron muQbas tardes en Caniialarán 
con intenaicm fie apodeiiarsedelOoberaadorOrcaizy OcaaoAndante 
deks fuerzas anules Sánchez, que algunas veces entendían jbacki 
aqudk parte sus paseoe.. 

En este mes de Noviembre salieron algupas falúas, refoc- 
zadassaa guarniciones con soldiado^ del EJóreito^ «i continuAr 
escarmentando á los sámaUa ó sean lo$ habítanties del cordón 
da islas intermedias enb*e el exti^emo S. de BasUan y la parte 
E. de Joló^ á cuyo archipiélago pertenecen. 

Hallándose por ei^ mismo tiempo fondeada la segunda di- 
visión de reserva al mando del Teniente de navio D. Críapulo 



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VUiítvieencio m el surgidero áe Zahat-hat^l S. de Basilan, á 
la una y media, de la tajrde del dia 5, d^viaarw una vipta 
itt0nu»a« .que se lazo sospechosa pori|ue w el mpmentO; que 
Tió las fidúas varió da ruiubo é hizo fuerza de remo, ea deman- 
da de la isla luas próxima de Bubuán; inm^iatamepte salió 
i jEaoQawceria y daria caaa .una de las y'mti^ que .p(H- w Ijge- 
re» teiuao pa^fa estos casos, tripulada por 8 marineras i^ge- 
Me y patronada por el Cabo 2."" europeo de In£anteria de 
IfoiiiMa Florencio Bolaño. 

Isj^ fué la peraeouckm, pero cuando ya estallan próximos 
á alcanzarlos fué tan cerca de tierra, que los mpros encallaron 
en la arena, y abandonando la vinta se internaron en el bos- 
que, y un momento después encallaba también la vinta per- 
seguidora, y saltando en tierra el Cabo Bolaño y el grumete 
indígena Guillermo Araneta para poner á flote la embarcación 
enemiga, fueron atacados por mas de 40 moros que los ro- 
dearon; pero sin que lograran intimidarles con su número, con 
sus gestos amenazadores, ni con los destellos de sus terribles 
armas, dispararon sus fusiles^ dejando dos muertos en el acto, ' 
y atacan decididamente á los demás con la bayoneta ; muy 
pronto el valiente indígena Araneta cayó herido de un lanzazo 
y el Cabo Bolaño se vio tan estrechado por sus enemigos, que 
no pudiendo esgriinir su bayoneta, com la que había alpanzado 
á algunos, abandonó el fusil y echó mano al sable, ooo el que 
se hubiera abierto paso si una lanza traidora arrojadiza no le 
hubiese atravesado por la espalda, y cayendo mortelmente he- 
rido fué. rematado por los golpes de sus enemigos. 

Lossiete hombres restantes de la vinta, ouyo.prímer cuidado 
fué poner á note su embarcación, habiendo visto el mal resul- 
tado de aquella lucha, rompieron un vivísimo y acertado fuego 
sobre los moros, que, los que no son muertos ó heridos, se 
retiran atemorizados , pudiendo rescatar los marineros á su 
compañero herido y el cadáver del valiente Bolaño. 

Alarmadas las falúas con el tiroteo se pusieron en movi- 
miento para proteger la vinta, pero la falta de viento y lo 
contrario de las corrientes hicieron tardía la libada para su 
socorro, pero no para causar muchas bajas á un considerable 



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—145- 
11 amero de isleños que acudieron á defender la playa teme- 
rosos de un desembarco. 

En el año de 1854, siendo Gobernador interino del Archi- 
piélago el Mariscal de Campo Segundo Cabo D. Ramón Mon- 
tero, dio gran ruido por sus fatales consecuencias la expedición 
del Gobernador militar de la Isabela de Basilan, que, mas 
animoso que prudente, con una sola compañía del Regimiento 
del Príncipe, núm. 7, se decidió á atravesar la isla desde el 
pueblo de Maluso,al O. de la silanga, al de Tabalungan, en la 
costa meridional, castigando al paso al de Balactasan, en el 
interior, que era dond^ radicaban muchos criminales que se 
apostaban con frecuencia en las malezas inmediatas de la Isa- 
bela y robaban los ganados ó asesinaban á los cristianos á quie- 
nes lograban sorprender. 

Con aquel objeto pidió el Gobernador auxilio al Coman- 
dante de lá división de estación el Teniente de navio D. Juan 
Climent, que con las tres falúas de su mando los trasladó á 
Maluso en la madrugada del 28 de Enero de 1854, Continuando 
luego á esperarlos á la contra-costa en la inmediación del 
pueblo de Tabalungan. 

El incauto Gobernador hizo su confianza en unos moros 
basilanos que se prestaron á servirle de guías; pero estos trai- 
dores, de acuerdo con sus compañeros, dirigieron la compañía 
por un difícil desfiladero, en donde toda metida dio uno de los 
guias que iba á la cabeza el aviso disparando el fusil, y en ^1 
acto los moros que en crecido número se hallaban de uno y 
otro lado en la maleza, se arrojaron sobre los expedicionarios 
con tanto valor y decisión, que pasaron 4 cuchillo la mayor 
parte, pudiendo salvarse únicamente los que iban en cabeza, 
y aun estos con 20 heridos, retirándose con precipitación al 
pueblo de Suang-Basilan en la costa N.E., donde bien reci-' 
bidos, les proporcionaron dos vintas, en las que salió para la 
Isabela el Capitán D. Manuel Zamorando con los heridos 
graves, y llegando á aquel punto el dia 3 de Febrero pidió 
auxilio al Teniente de navio D. Antonio Maymó, quien con- 
tando solo con dos falúas y teniendo noticias de que los moroá 
intentaban atacar de un momento á otro aquel establecimiento 

10 



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X -146- 

euvió á Zamboanga una de las falúas para dar conocimiento, 
de la ocurrencia, queriendo la fortuna que cuando tan infausta 
nueva se recibía diese fondo procedente de Manila el vapor 
El Cano, que volviendo á avivar los fuegc» salió con el Go- 
bernador de Mindanao para Suang-Basilan ¿ recoger los restos 
de los desgraciados expedicionarios. 

Lamentables fueron los resultados de esta sorpresa*, pues 
ademas de la sensible pérdida real de íos infelices que sin 
fruto en ella perecieron, no es menos sensible la pérdida de 
la fuerza moral, pues creyéndose seguros en el interior, hosti- 
lizan con demasiada frecuencia nuestro establecimiento de la 
Isabela con aquellas mismas armas que habían sido destinadas 
para batirlos. Esta ocurrencia parece reclamaba una expedición 
formal que escarmentase y aminorase el envalentonamiento de 
los basilanos, pero no solo no tuvo lugar ninguna hasta la 
fecha, sino también se ha prohibido al Gobernador toda salida 
que de antemano no responda del éxito infalible. 

Los moros del Archipiélago joloés crecían por momeatos 
en insolencia y audacia; en el mes de Mayo, hallándose la 
división de fuerzas sutiles de la Isabela al mandó del Teniente 
de navio D. Pedro González en el puerto de Capual, isla al N. 
del extrema E. de Joló, rompieron sobre las falúas el fuego de 
cañón y lentaca, pero contestando aquellas y desembarcando 
50 hombres, batieron á los isleños, haciéndoles abandonar el 
pueblo, que incendiaron; pocos días después los moros de Bu- 
lansic salieron á la playa en grupos numerosos desafiando 
insolentes á un desembarco, que no pudiendo verificarse por 
la superioridad del número del enemigo, tuvieron que conten- 
tarse con hacer algunos disparos de metralla. 

Al mediodía del 8 de Enero de 1855, el Teniente áa navio 
D. Pedro González daba fondo con su división en la rada de 
Joló, y sabiendo que hacia muy poco tiempo que im grande 
panco que estaba arrimado á uno de los pantalanes haláa 
regresado de las Visayas del pirateo, trayendo algunos, cauti- 
vos, fué una falúa á reconocerlo, á lo que oponiéndose los 
piratas, fué tomado á viva fuerza, arrojándose 17 al agua y 
huyendo y dejando 8 muertos en el panco, donde se rescataron 



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-147- 
12 cautivos y se encontró un cañón de hierro de á 4, 3 falcones 
de bronce de á 1» 2 fusiles, pólvora, municiones, armas blancas 
y efectos fruto de sus rapiñas. Por los cautivos redimidos se 
supo que el PavMman Taupán armaba en uno de los esteros de 
Balanguingue una numerosa expedición, que habia de frac- 
cionarse en varias escuadrillas para dedicarse al pirateo aquel 
año sobre distintas islas de nuestro Archipiélago, y compren- 
diendo González la conveniencia de desbaratar los planes del 
Pauliraan, marchó á la silanga de Basilan con su división ¿ 
buscar la cooperación de la segunda de reserva, mandada por 
su compañero Villavicencio. 

Reunidos González y Villavicencio, salieron con rumbo á 
Balanguingue el dia 28 de Enero, y en la madrugada del 30 
fondearon en la boca del estero, donde el Pauliman Taupán 
armaba la expedición, y tripulando todos los botes y algunos 
lancanes con el mayor número que les fué posible para no 
dejar desatendida la seguridad de las falúas, entraron por el 
esteró con el mayor silencio, logrando caer sobre los piratas 
tan de sorpresa, que les causaron un número considerable de 
bajas y pusieron en la mas completa derrota; y dando luego 
fuego á los camarines y grande? acopios de materiales, fueron 
destruidas un gran número de embarcaciones, unas en cons- 
trucción y otras casi listas para hacerse á la mar. 

Pronto los moros piratas buscaron y encontraron la revan- 
cha de este descalabro, pues en la amanecida del 23 de Marzo 
algunos pancos que hablan abordado como comerciantes incen- 
diaron el pueblo de-Zamboanga, tomando tal incremento las 
llamas,. que no pudieron ser dominadas hasta las cinco de la 
tarde del dia 24, cuando ya hablan devorado lo mejor de la 
población. Los moros, queriendo aprovechar aquellos momen- 
tos de confusión, intentaban saquear la ciudad y cautivar los 
que pudieran; pero desde un principio, conocida la causa del 
incendio, se tomaron las precauciones necesarias, y las embar- 
caciones moras huyeron haciéndose á la mar con algunas bajas. 

Queriéndose escarmentar la osadía de los moro-malayos 
piratas del Archipiélago de Joló, en la madrugada del dia 19 
de Agosto zarpó de la rada dé Zamboanga el vapor El Cano, 



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—148- 
mandado por el Teniente de navio D. Mariano Agiiirre y Bar- 
bachano, conduciendo á su bordo al Gobernador de Mindanao, 
4 Oficiales, 69 individuos de tropa y 25 músicos^ remolcando 
2 falúas con 30 soldados mas, y á las cuatro de la tarde del dia 
20 dieron fondo en la rada de Joló; el Gobernador saltó á tier- 
ra á conferenciar con el Sultán, á quien se quejó del mal pro- 
ceder de sus subditos, que tan deslealmente observaban los 
tratados de paz, á loque el Sultán contestó, como siempre, 
serle imposible contener el carácter rebelde é independiente de 
sus vasallos, á quienes reconoció dignos del mas severo castigo. 

El dia 21 -salió de Joló aquella pequeña expedición, y el 22 
tomó fondo en Carang-Datto al E. de la isla, donde redujeron 
á cenizas un pueblo de los mas significados en el pirateo, cu- 
yos habitantes huyeron ál monte á los primeros disparos; y 
después de haberle talado las arboledas y sembrados inmedia- 
tos, hicieron rumbo á la isla de Simisa, á donde llegaron en 
la mañana del dia 24; y aunque los moros resistieron con al- 
guna tenacidad, sufrieron la misma justa suerte que los de 
Carang-Datto. En aquella misma tarde pasaron á la isla de 
Tonquil, donde pernoctaron, y zarpando al amanecer del 25, 
dieron fondo en la rada de Zamboanga al anochecer. 

El mismo vapor El Cano,, llevando á su bordo al Goberna- 
dor de Mindanao con 8 Oficiales y 208 individuos de tropa y 
remolcando algunas falúas, salió de Zamboanga en la amane- 
cida del dia 29 de Diciembre, y fué á practicar en la misma 
mañana un desembarco en la embocadura del rio Quimborang 
de la costa E. de Basilan, quemándoles algunos pueblos y em- 
barcaciones y obligando á sus naturales á guarecerse en la 
espesura de los montes. 

A pesar de la batida que en Enero de 1855 hablan dado las 
divisiones de fuerzas sutiles de los Tenientes de navio González 
y Villavicencio en los esteros de .la célebre isla de Balanguinr 
gue al PauUman Taupán, formó este infatigable pirata una 
numerosa escuadra, con la que hizo rumbo al mar en Mayo 
de 1857 y dividió en varias escuadrillas capitaneadas por los 
sámales de mas fama. * 

El Capitán pirata AUp, que después de muchas famosas 



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-149^ 
expediciones se habia acogido al Gobierno español, é indultado 
vivía rico y tranquilamente como Jefe de un pueblo en la isla 
de Malamahui, llevado de sus instintos . aventureros, también 
se lanzó al pirateo con algunas embarcaciones; é ignorando 
que en el pueblo de Santa María, al O. de Zamboanga se hu- 
biese establecido el 10 de Abril un puesto militar y una divi- 
sión de falúas, entró en él muy descuidado el día 3 de Mayo, 
donde babia de reunírsele la escuadra del Rajah-Mnda de 
Siocón; pero viendo que le salían al encuentro algunas falúas, 
emprendió tranquilamente la retirada dando gritos y haciend/D 
burla á sus perseguidores con los ademanes m^s grotestos é 
indecentes, sin ponerse nunca á tiro de aquellas pesadas em- 
barcaciones, á quienes fué imposible causarle el menor daño. 

Cuando el Comandante general de Mindanao, el Coronel 
de caballería D. José García Ruiz, regresó á Zamboanga de 
su aprovechada expedición al Rio grande, encontró un gran 
número de comunicaciones dándole cuenta de los innumera- 
bles males que habían causado en toda la costa del O. las pi- 
raterías del Pauliman Taupán y el Datto Alip, por lo que ofi- 
ció al Comandante de las fuerzas sutiles, Capitán de fragata 
D. Joaquín Quintero, que residía en la Isabela de Basilan, pi- 
diéndole su cooperación para el castigo de aquellos crimínales, 
quien al dia siguiente, 15 de -Agosto, le envió el vapor Reina 
de Castilla, en que embarcó con 115 soldados del Regimiento 
de España, núm. 5, y 50 voluntarios zamboangueños, pasó 
por la Isabela de Basilan, donde tomó 40 soldados de aquel 
destacamento, y de remolque la 2/ división de reserva, una 
lancha y varios lancanes, y en la amanecida del dia 16 con- 
tinuó su marcha yendo á pernoctar en las islas de Tulayan y* 
Pilogón. 

En la madrugada del 18 zarparon, y á las 6*30 dieron 
fondo frente al pueblo de Majalat, feudo y residencia del Pau- 
liman Taupán, sobre el que en el acto rompieron el fuego las 
falúas, aproximándose á tierra cuanto pudieron; y dividida la 
gente de desembarco en tres columnas, se apoderaron por el 
frente y los flancos del pueblo de Majalat, cuyos habitantes 
sorprendidos y después de una débil resistencia huyeron con 



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—150- . 
grandes pérdidas á ocultarse en los manglares; y después de 
incendiar el pueblo, destrozar muchas embarcaciones y talar- 
les sus árboles frutales y sembrados, reembarcaron, sin mas 
daño que un zamboangueño herido de un balazo en un muslo. 

Desde Majalat se dirigió aquel mismo dia la expedición al 
pueblo de Lunspit, también del mismo Pauliman, donde no les 
fué posible desembarcar por el estado bajo de la marea, que 
dejaba en seco un largo arrecife, por encima del. que era in- 
dispensable pasar.-para embocar los esteros, donde estaba el 
pueblo, pero en la mañana del dia siguiente lo efectuaron las 
falúas; y aunque molestados por los lentacazos que los moros 
les dirigian desde el centro de las malezas, llegaron hasta 
donde les permitió la anchura del canal, y trasbordándose la 
gente de desembarco á los botes, vintas y cayucos, continua- 
ron hasta descubrir el ,pueblo de Lunspit, sobre el que rom- 
pieron el fuego los pedreros de los dos botes del vapor que 
llevaban la vanguardia, y ya mas cerca lo hicieron con mucha 
viveza los soldados, contestando los moros con lentacas y fu- 
siles; pero cuando vieron á la tropa poner el pie en tierra, hu- 
yeron á los manglares sin aguardarles, y mientras eran por 
estos perseguidos, los voluntarios zamboangueños -saqueaban 
el pueblo, lo incendiaban y destruían embarcaciones, semen- 
, teras y arbolados. 

Reembarcadas las fuerzas, les fué leida la siguiente orden 
general, en la que se extraña la grande importancia que se 
intenta dar á una expedición de tan escaso interés. 

«Orden general.=A. bordo del vapor de guerra Reina de CastiUa- 
>=19 de Agosto de 1857.=rLos pueblos rebeldes y piratas de Maja- 
)»lat y Lunspit, en la contra-costa de Joló y donde tienen su residen- 
»cia el Pauliman Taupán y otros corifeos piratas, con sus pancos y 
))sus vintas sámales, ya no existen.=El fuego lo ha consumido todo, 
»así como los auxilios con que los traidores contaban .=Soldados del 
«Regimiento Infantería de España, voluntarios -zamboangueños y 
»moros leales de Magay y Pasanhan, habéis hecho esta obra, con* la 
«eficaz, activa y material cooperación del vapor de guerra «Reina de 
«Castilla,» al mando de su distinguido Comandante el Teniente de 
»navío D. Eugenio Agüera, y de las falúas sutiles de Visayas, al del 
^igualmente distinguido Capitán de fragata D. Joaquín Quintero, con 
«todos sus beneméritos Oficiales y botes de auxilio .= Vuestro -Jefe el 



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, —151— 
3»Comandante D. Antonio Giménez y bravos Oficiales á mi voz de 
»¡Viva la Reinad os han conducido á esas playas, que han quedado 
» regadas con sangre vil y traidora, si bien con alguna poca leal.= 
»Habeis sido, como los marineros, modelo de virtud y de valor, y yo 
»que por gloria os he mandado, se hasta qué punto ha llegado el arrojo 
»y bizarría de todos, que oportunamente lo sabrá apreciar el Go- 
»bierno de S. M., no dudando que recibiréis la debida recompensa, si 
>»bien la mas grata que puede adquirir un soldado es haber llenado 
»» vuestro deber, y con este habéis cumplido. =José García Ruiz.» 

La expedición permaneció fondeada en la embocadura de 
los esteros de Luuspit hasta la amanecida del 20, que hicieron 
rumbo á Zamboanga, donde fondearon el dia 22. 



XVII, 

(1858.) 

El Capitán General Nozagaray autoriza el corso contra los piratas y ló estimula con pre- 
mios.— Notable expedición del Teniente de navio D. José Malcampo contra los piratas 
de Slmisa.-El Teniente de infantería de Marina D. Jusé Maria Ruiz rechaza vale- 
rosamente el abordaje de fuerzas piratas superiores. ~£1 Dalto español de Magay, in- 
térprete de Zamboanga, D. Alejo Alvarez, con un salisipan tripulado con zamboangue- 
fíos, derruía nueve embarcaciones piratas que pretenden capturarlo.— Arrogancia del 
Teniente de navio O. Francisco de Paula Madrazo con los joloeses, quienes le llaman 
por temor «El Caimán.»- Madrazo bate victoriosamente á los piratas de Dong-Dong.— 
Combate del pailebot Nuestra SeRora del Carmen, al mando dtl Teniente de navio 
D. Vicente Carlos Roca, con un panco pirata. 

A pesar de los continuos escarmientos que recibían los mo- 
ro-malayos piratas, habitantes de las Sámales y Archipiélago 
joloés, sus desmanes ocupaban seriamente la atención del 
Capitán Xjeneral del Archipiélago D. Fernando Nozagaray 
Escudero Casado y Villanueva^ que hizo publicar para con- 
trarestar sus efectos el siguiente bando con fecha en Manila de 
22 de Marzo de 1858: 

«Aproximándose la época en que los bárbaros piratas mahome- 
vtanos acostumbran á salir de sus guaridas para caer, hollando to- 
adas las leyes, sobre nuestras costas indefensas, asaltando los pue- 
»blos y cautivando á muchos de sus pacíficos é infortunados mora- 
» dores, señalando, en fin, su funesta aparición con la perpetración 
«de los crimenes mas odiosos, se hace preciso que los pueblos playe- 
»ros mas castigados de este terrible aaote Tivan alerta y se apere!- 



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-152— 

•ban con tiempo, no solo para resistir y repeler cuando llegue el caso 
ȇ sus feroces enemigos, sino para perseguirlos sin tregua hasta lo- 
»grar su completo exterminio. 

»Y considerando al mismo tiempo que si es justo exigir que to- 
»doa cooperen á la defensa común, lo es también recompensar á los 
»que mas se distingan en el arriesgado é importante servicio de per- 
•secucion de piratas, he. venido en ampliar los efectos de mi bando 
»de 1/ de Agosto del año próximo pasado sobre la aprehensión de 
«criminales y bandidos, y en su consecuencia ordeno y mando lo si- 
•guiente: 

«Artículo 1/ A todo el que aprehendiese ó diese muerte & cual- 
oquier pirata en el acto de ejercer sus piraterías, se le dará, justifl- 
»cado que sea el hecho completamente, una gratificación de 10 pesos. 

»Art. 2* Al que aprehendiese ó matase á un Datto ó jefe de 
»panco de moros piratas se le abonará la cantidad de 50 pesos, sin 
«perjuicio de mayor gratificación ú otras ventajas, según las circuns- 
»tancias del hecho y de la persona aprehendida. 

»Art. 3.* Todo panco de moro pirata apresado que no lleve los 
«documentos en regla, aunque no sea cogido en el acto de ejercer 
»sus piraterías, será detenido y sus tripulantes puestos á disposición 
»de la autoridad competente, la que graduará la recompensa que ha- 
»yan merecido los aprehensores, según las circunstancias del caso. 

»Art. 4.* Son extensivos al presente bando los artículos 15, 16 
»y 17 del ya citado del 1.' de Agosto en la parte que sea aplicable á 
»la represión y persecución de los piratas. 

»Art. 5/ Se encarga á los Jefes de las provincias, Rdos. y de- 
»votos Curas párrocos, Gobernadorcillos y Ministros de justicia que 
«difundan y hagan saber á los pueblos estas disposiciones, que se 
«publicarán cada tres meses en el «Boletín oficial.» 

En efecto, á pesar del celo infatigable de los Comandantes 
de las falúas de las fuerzas sutiles, las costas y los mares del 
Archipiélago filipino se hallaban dolorosamente invadidas por 
aquellas turbas ó escuadrillas de embarcaciones sámales, en- 
tre quienes se hicieron célebres por sus ataques decididos y fe- 
rocidad y las buenas presas que lograban, además del Pauliman 
Taupán y el Datto AUp, el Datto Jalabán-Dasido, Salip-Pa- 
lamandando, de las islas de Simisa, Maunin su hijo y el feroz 
Gampon, indio cristiano renegado, cuya brutalidad y fieros 
instintos* se gozaban haciendo las mas horribles crueldades por 
su propia mano con los cautivos que comprendía no podían ser- 
virle. 

La isla de Simisa, aun cuando era muy poblada, se sabia 



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—153-^ 

que habia quedado muy reducida en hombres de guerra, por 
que la mayor parte habían ido con la expedición de su Salip, y 
su gobierno habia quedado interinamente encomendado á un 
viejo Imán; y el Teniente de navio D. José Malcampo, Coman- 
dante de las tres falúas que componían la división de fuerzas 
sutiles de la Isabela, teniendo confidencia del estado en que 
habia quedado aquella isla, sin dar á nadie conocimiento de su 
proyecto, salió de crucero en la mañana del dia 3 de Mayo, 
hizo rumbo á las islas de Pilas, donde dio fondo al Anochecer, 
y en la amanecida siguiente continuó sobre la de Dubobolok 
^ó DuO'hdlokJy cubriéndose siempre con esta, en la que dio 
fondo después de medio dia para no ser visto de los de Simisa, 
á la que hizo rumbo directo después de entrada la noche, y 
recalando sobre aquella isla traidora, delante del pueblo de 
Simisa, media hora antes de amanecer y aproximándose á tier- 
ra cuanto le* fué posible sin ser sentido, rompió un vivísimo 
fuega de cañón y pedreros con metralla al mismo tiempo que 
hizo avanzar cuatro cayucos con 70 hombres de tropa y ma- 
rinería para que desembarcasen y atacasen al pueblo por los 
flancos. 

Los habitantes del pueblo de Simisa, que tranquilos y des- 
cuidados se hallaban gozando de las deUcias del sueño de la 
mañana, despertaron sobrecojidos por el estampido de los caño- 
nes, el grito de dolor de los heridos y el de terror de todos, 
que sin darse cuenta de sus acciones, huyeron presurosos á los 
próximos bosques, donde rehechos algunos de los mas valien- 
tes pretendieron impedir el desembarco, pero algunos certeros 
metrallazos dirigidos por el mismo Malcampo les hicieron de- 
sistir de su propósito y seguir el ejemplo de sus compañeros 
menos valientes, pero mas prudentes. 

Era tan poca el agua que cubría los arrecifes, que los ca- 
yucos vararon, y notando ^1 valiente Malcampo la indecisión 
de la gente de desembarco, se hace conducir rápidamente á los 
arrecifes, sobre que salta con el agua al muslo, organiza pron- 
tamente su gente en una sola columna, avanza rápidamente 
con ella sobre la playa, donde deja un Oficial con 20 hombres 
como reserva y con la comisión de reunir todas las embarca- 



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—154- 
ciones enemigas y ponerlas baju la defensa de los fuegos de 
las falúas, y se interna decididamente con los otros dO hom- 
bres rejuntes á buscar al enemigo en el interior de la isla. 

Al mismo tiempo, tres botes, tripulados con poca gente 
pero de buenos bríos, hacen el bojeo de la costa baleando á 
cuantos moros divisan, y las falúas ametrallan á un crecido 
tropel de moros que intentó inútilmente recuperar sus embar- 
caciones. 

Malcampo, al fin, logra alcanzar á los fugitíros y ataca 
bizarramente á aquellos bárbaros fanáticos, que antes de con- 
sentir caer vivos en manos de los cristianos, asesinan á los he- 
ridos que no pueden llevar con facilidad, y hasta á sus mismas 
mujeres é hijos, que por cansancio no pueden seguirles: esce- 
na tan bárbara de morisma, aunque repugna á los nuestros, 
no los detiene en su ataque, pues comprenden las ventajas que 
reporta la sociedad entera, y particularmente el Archipiélago, 
con el exterminio de aquella infame canalla; sin embargo, á 
despecho de tan fanático enemigo, logran hacer 3 prisioneros 
heridos, 6 mujeres y 7 chiquillos rendidos de ftitiga, y resca- 
tar 4 cristianos cautivos, que guiaron la expedición á un estero 
donde habia dos grandes pancos y una dalama, completamen- 
te armados para salir al pirateo, que tripulados por la mitad 
de la gente embarcaron en ellos los prisioneros y se dirigieron 
al fondeadero, y haciéndolo los otros 25 hombres por tierra, 
llegaron á la playa á las seis de la tarde, donde después de 
un descanso y comer el rancho qué condujeron de los buques, 
dieron fuego al pueblo y reembarcaron, estableciéndose botes 
de ronda al rededor de la isla para evitar la fuga de los piratas. 

A las diez de la noche, queriendo Malcampo sorprender al 
enemigo en un pueblecillo del interior, donde según los cauti- 
vos libertos era .de presumir pernoctasen, practicó, el des- 
embarco, y guiado por uno de aquellos, emprendió la marcha 
silencioso; pero siendo sentido por los centinelas moros, espar- 
cieron la alarma y abandonaron completamente el pueblo sin 
la menor resistencia, en el que dejando al Condestable Acosta 
con alguna fuerza para que en la inmediata amanecida destru- 
yele el pueblo, sementeras y arbolados, Malcampo regresó 



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á la playa con el resto de la expedición, donde llegó á Ifis 
siete. 

Desde el dia 5 de Mayo, en cuya madrugada habia batido 
Malcampo el pueblo de Simisa, permaneció basta el día 13 
inclusive recorriendo la isla en varias direcciones y persi- 
guiendo sin descanso á sus feroces babitantes, ocultos en los 
bosques y en los manglares, sin que saliesen mas que de no- 
che, ¿ buscar algunas raices y camotes para alimentarse.^ 

No satisfecho Malcampo con los daños que les habia cau- 
sado, se decidió á jugarles una estratagema, para lo cual, el 
dia 11 hizo cegar perfectamente todos los manantiales pota- 
bles, exceptuando uno, que dejó como olvidado, y se emboscó 
en la maleza próxima con parte de la fuerza, haciendo que la 
otra simulase una retirada definitiva; los moros á pesar de su 
astucia y desconfianza natural, cayeron aquella vez en el en- 
gaño, y saliendo de sus escondites hombres, mujeres y niños, 
corrieron á saciar el tormento de la sed ¿ los manantiales, que 
encontrando cegados, pasaron de unos á otros hasta llegar á 
aquel á que queria atraérseles, y entonces, cuando aquellos se 
ereian mas felices, k una seña convenida fueron cercados, lo- 
grando muy pocos la fuga, pereciendo otros luchando desespe- 
radamente y haciendo prisioneros al resto. 

Todavía no satisfecho Malcampo, pues su deseo hubiera 
sido dejar la isla completamente deshabitada, permaneció aun 
cinco dias mas, logrando hacer algunas bajas y capturas, y 
por fin, el dia 16 se dio á la vela para Basilan, conduciendo 
76 cautivos cristianos redimidos y 116 prisioneros, hombres, 
mujeres y niños, entre los que estaban las familias del Pauli- 
man Taupan, el Salijp Palamandando y otros personajes muy 
conocidos en la piratería, mas un rico botín de telas, conchas 
de perlas, carey, resinas, alcanfor, balate, muchos objetos de 
lujo, 5 cañones y otras muchas armas de todas clases y varios 
pancos y vintas. 

Cuando en los primeros dias del mes de Junio volvían ricos 
con el botín y muchos cautivos las escursiones piratas á Simi- 
sa, demostrando su júbilo con grande algazara y golpes del 
agún, se quedaron mudos y helados de sorpresa al ver un 



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-156- 
montón de cenizas en lugar del pueblo, y en sus playas alg^u- 
nas personas tristes y silenciosas que no salían como de cos- 
tumbre á recibirlos en las embarcaciones pequeñas: todos com- 
prendieron lo que habia pasado; pero al desembarcar fueron 
enterados de los pormenores y resultados, que nunca creyeron 
fueran tan extremos: hubo momentos de desesperación en que 
quisieron desfogar todo su coraje sobre los 60 infelices cauti- 
vos que traian, pero les contuvieron consideraciones, no de hu- 
manidad, sino de egoísmo: unos inspirados por el feroz Pauli- 
man Taupán, esgrimían sus armas pidiendo vengpanza, y otros 
mas razonables, calmados por los consejos del Salip Jalaba- 
Dasido y su hijo Maunin, opinaron por presentarse al Gober- 
nador de Zamboanga, entregándose á discreción con los cauti- 
vos, reconocerse vasallos del Gobierno español y bajo su ban- 
dera formar pueblo donde se les ordenase, como les fuesen de- 
vueltas sus £similias. Divididas las opiniones en tan distintos 
pareceres y acalorados los ánimos, hubo lucha sangrienta en- 
tre ellos mismos, pero el partido del Salip fué engrosando rá- 
pidamente con los disidentes al ver que los víveres iban faltan- 
do y que el estado en que habían quedado los árboles frutales 
y sembrados de la isla no les proporcionaría en algunos años 
lo necesario para su subsistencia, haciendo también que al fin 
el Pauliman Taupán se adhiriese á la opinión dominante. 

Al mismo valiente Malcsftnpo estaba reservada la suerte de 
recojer el fruto de sus trabajos: en la mañana del día 16 *de 
Julio la Isabela de Basilan se alarmó- y se aprestó para el 
combate al aviso y vista de muchas embarcaciones moras que, 
habiendo embocado á la silanga por el N., se dirigían al pue- 
blo resueltamente, pero muy pronto se calmaron algún tanto, 
al ver venia adelantado un panco con bandera blanca y espa- 
ñola, como las que traian todos los demás, y atracando al pan- 
talán de la marina, donde lo estaba la división que mandaba 
Malcampo, desembarcó allí el Salijp Palamandando de Simisa, 
y manifestó que le seguían 3 principales, 50 moros y 60 
cautivos, entre ellos un sacerdote y una señora europea, para 
entregarlos al Gobierno español, con mas 5 len tacas y 4 fusi- 
les, y sometiéndose ellos á la clemencia del Gobernador de 



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-157— 

Zamboanga les admitiese su reconocimiento como súMitos, y 
que devolviéndoles sus familias prisioneras, les permitiese re- 
gresar á Simisa; y formar pueblo donde y como se les ordena- 
se, con cuyo objeto venia también á presentarse eí Pemliman 
Taupán. 

Malcampo les proporcionó entonces algunos víveres para 
su alimentación, puesv los propios todos los habian consumido, 
y convoyados por una falúa pasaron en el mismo diá á la rada 
de Zamboanga el /Sfalip Palamandando de Simisa con sus par- 
tidarios, haciéndolo del mismo modo al siguiente dia el Pauli- 
man Taupán con los suyos. 

Eú los últimos dias del mes de Agosto salió de la silanga 
de Basilan la segunda división de reserva al mando del Te^ 
niente de navio D. Juan González, á quien acompañaba un 
panco de moros leales del pueblo de Sampinigan, de la isla de 
Malamahui, capitaneado por su Pmiliman Gumbajalí, y al dia 
siguiente dieron fondo en la silanga de Pilas, enviando á tierra 
un moro reclamando la inmediata presentación del Olancaya 
In-It, y el Datto principal Daut, que eran los mandarines de 
aquellas islas: á los pocos momentos se presentó el Datto Daut 
con el hijo del Olancaya, no haciéndolo este por hallarse en 
Orejas de Liebres, y preguntándoles por el Pauliman Tambol, 
de quien se sabia con certeza habia salido al pirateo, dijeron 
lo habia hecho á comerciar, pero sin saber á donde. 

Poco satisfecho González con las falsas explicaciones que 
les daban, hizo desembarcar 12 soldados de infantería de Ma- 
rina y 33 marineros, al mando de un Oficial, que internándose 
en la isla y rodeando la casa del Pauliman Tambol, y sin 
mas resistencia que la de un sácope, que fué muerto de un 
balazo, se apoderaron de una mujer y un hijo de aquel gefe 
pirata, otra mujer, dos chiquillos y dos niñas de su servidum- 
bre y un malayo esclavo cautivo. 

En aquella misma tarde entró en la silanga un panco con 
el Olancaya In-It, á quien las declaraciones de los prisio- 
neros habian delatado como dueño de un gran número de 
cautivos, que le fueron reclamados algunos momentos después 
cuando llamado se presentó á bordo de la falúa del Comandante 



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-158- 
de la cUyision, quien al mismo tiempo le encalcó le hiciese 
saber al Pauliman Tambol le seria devuelta su familia en el 
momento que entregase todos los cautivos de que era dueño. 

Al dia siguiente volvió á bordo el Olancaya y entregó 
algunos cautivos, que dijo eran todos los que tenia, y el 
Pauliman envió á un sácope manifestando no tener cautivo 
alguno, pero sin atreverse á presentarse temeroso del con- 
digno castigo de sus culpas. 

Por los libertos se tuvo noticia de otros moros principales 
que también tenían cautivos, ¿ quienes también se les reda- 
maron, y hasta el mismo Pauliman Tambol envió i bordo 
alg^unos, asegurando eran cuantos tenía; pero sabiendo Gon- 
zález no era aquello cierto, no puso en libertad á su familia, 
y le mandó una relación nominal de los cautivos que sabia 
permanecían en su poder, y levando anclas pasaron á fondear 
¿ la contra-costa, donde reclamó por relaciones nominales todos 
los cautivos de que le daban noticia los libertos, los que, des- 
pués de haberle sido devueltos, y destruirles todas las embar- 
caciones prohibidas, tales como güAaneSygarays y salisipanes, 
y respetando todas las que no eran de estas clases , se hi2¡o á 
la vela para Basilan. 

Pocos dias después fiíé ¿ Zamboanga el Pauliman Tambol, 
conduciendo algunos cautivos para rescatar su ftimilia, y ju- 
rando renunciar al pirateo se declaró subdito español. 

En la mañana del dia 30 de Setiembre se hallaba bojeando 
la costa E. de Basilan el Subteniente de infentería de Marina 
D. José María Ruiz con dos falúas en busca de una escuadrilla 
pirata que sabia había recalado sobre aquellas costas; para el 
mejor desempeño de su proyecto, destacó por la proa un sali- 
sipan y una vinta, tan pequeños como ligeros, y de insignifi- 
cante calado, para que fuesen registrando los esteros; pero, 
imprudentes, se. adelantaron mas de lo que debían y se encon- 
traron con la escuadrilla mora que buscaban, y entonces en 
lugar de retroceder para dar aviso á las falúas, avanzaron 
resueltamente sobre los buques enemigos, haciéndoles fuego 
de fusilería con aquella acostumbrada valentía que siempre se 
halla en los indígenas cuando son capitaneados por algún 



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espafiol; como entonces lea sucedía, que eran dos Cabos del 
mismo cuerpo que Ruiz. 

Los moros piratas, creyendo aquellas pequeñas embaa'ca- 
ciones vanguardia de fuerzas superiores, emprendieron la 
huida, pero viéndose cada vez mas acosados dé cerca por tan 
poca giente y po apareciendo en su apoyo ninguna otra embar* 
cacion, viraroB de bordo sobre ellas y les persiguen con fuego 
de lentaca: mas de una hora duró la persecución de los moros 
sobre las pequeñas embarcaciones, quienes, gracias á su lige- 
reza, evitaron varias veces el abordaje; pero -reducidos al último 
cartucho, que conservaban para un caso extremo, emprendieron 
la retirada en busca de las falúas, mas se hallaban tan cansad- 
dos, que los piratas se aproximaban por momentos; entonces 
intentan buscar su salvación ganando la tierra para meterse 
en los mangles, pero viéndose rodeados por todsus partes» dist* 
pararon su último cartucho & boca de jarro, y se dispusieron 
á morir matando, que era su último recurso, si por fbrtuna no 
apareciesen en aquellos momentos por detrás de una punta 
inmediata las dos falúas, de las cuales la que mandaha Ruiz 
aprovechó perfectamente el primer. melarallazo sobre el panco 
mas próximo. 

Los moros enardecidos con el combate, por su mayor nú- 
mero, por la ligereza de sus embarcaciones y por los pesados 
movimientos de las falúas, que por &lta de viento navegaban 
al remo, se fueron decididamente al abordaje sobre la falúa de 
Buiz, quien cargando rápidamente su cañón y apuntándolo 
sobre las embarcaciones mas inmediatas, al mismo tiempo que 
dos pedreros, les causó tal destrozo, que emprendieron la reti- 
rada, abandonando algunos pancos que se sum;B*gian, de cu- 
yos tripulantes se capturaron alganos*, logrando otros su sal- 
vación ganaaido á nado la orilla. 

Por todas partes las fuerzas sutiles del Archipiélago pres- 
taban los servicios mas brillantes, persiguiendo y derrotando 
las escuadrillas piratas moro-malayas, pero la escasez relativa 
de ni^stras fuerzas comparada con las del enemigo y el dila- 
tado espacio á que babia que atender hacia frecuentemente que 
la prudencia contuviera el vdorf forzando á hacerse el igno- 



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— Mo- 
rante ó el satisfecho en asuntos que exigían el mas riguroso 
escarmiento. 

El dia 3 de Enero de 1859, puestos de acuerdo el Gober- 
nador do Mindanao y el Comandante de las fuerzas sutiles, 
salieron de Zamboanga en el vapor Magallanes, pasaron por 
la silanga de Bastían, tomaron de remolque dos falúas y dos 
salisipanes de la división de la Isabela, y continuaron á la isla 
de Tulayan, de la costa R. de Joló, donde 'dieron fondo en la 
anochecida del. dia 4, y á las cinco de la madrugada del dia 
siguiente, tomando también de remolque las tres falúas de 
aquella división, hicieron rumbo á la' rada de Joló, dando fon- 
do al medio dia. 

Inmediatamente fué enviado á tierra el intérprete D. Alejo 
Alvarez, español filipino, Datto de Magay pueblo- moro amigo 
vecino de Zamboanga, pidiendo pasase el Sultán ¿ bordo del 
vapor para responder á los cargos de infracción de los artícu- 
los 4/ y 7.* del último tratado de Abril de 1851, tolerando la 
piratería y la introducción y uso de armas de fuego, pólvora y 
municiones, que adquirían en los establecimientos ingleses de 
Labuán y LandaMn en las costas O. y N. de la isla de Bor- 
neo, y en los buques de aquella misma nación que en el año 
anterior habían concurrido aj comercio en aquella rada. 

El Sultán; queriendo evadirse de aquellos cargos, se fin- 
gió enfermo y envió á bordo del Magallanes para representar- 
le^ á los Dattos Aramán y Amil-Banac, quienes, como siem- 
pre, se disculparon protestando que el Gobierno especial que 
les regia y la independencia absoluta de los Dattos, cada uno 
de* ellos tan poderoso como el Sultán, y á quien solo obedecían 
cuando les acomodaba, les hacia imposible poderlos contener 
en aquellas faltas de lealtad, cuyo justo castigo reconocía y 
dejaba al arbitrio del Gobierno español, con cuyas explicacio- 
nes, aparentando quedar satisfecho el Gobernador de Minda- 
nao, se retiró á Zamboanga en el vapor Magallanes el día 8, 
dejando en la rada de Joló las 5 falúas. 

Cuando el intérprete Alvarez habia bajado a Joló pudo en- 
terarse de que los joloeses, temerosos de un desembarco, habían 
reunido mas de 4.000 hombres, muchos de ellos con armas de 



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-161— 
fueg9 portátiles, que , los vecinos del pueblo empezaban á re- 
tirarse al interior y. qué la casa-palacio del Sultán estaba for- 
tificaba con fosos y estacadas y teniendo montadas 25 piezas, 
estando también fortificadas, a.unque no tanto, las viviendas 
de los Dattos mas principales. 

. El mismo dia 8, algunas horas después de la salida del 
Magallanes para Zamboanga, lo bizo el intérprete Alejo en 
un ligero salisipan- de su propiedad, tripulado por 22 zam- 
boangueños y 2 criados moros de Magay: bailándose el dia 
10 navegando sobre la costa de la isla de Bubuán, vio venir á 
su encuentro una escuadrilla de 18 embarcaciones moras, cuyo 
intento sospechó desde un principio era atacarle, de lo que no 
le cupo duda cuando ya mas cerca los vio arrollarse á la ca- 
beza un pañuelo á modo de turbante y ponerse las álimbutofus 
(corazas de conchas de tortugas ó chapas de cuerno de cara- 
bao), y hacer otros aprestos significativos; las vintas enemigas 
venian formando el semicírculo para envolverle, como lo hi- 
cieron, colocándose 4 por la proa, 2 por cada costado y 5 por 
la popa; pero este peligro no amedrentó al Datto Alvarez ni á 
los valientes zamboangueños, que bien armados con fusilería y 
len tacas rompieron el fuego con tanto acierto y viveza, que 
lograron salir del círculo que por momentos les estrechaba; 
y pasando de la defensiva á la ofensiva se apoderó de tres 
embarcaciones, que condujo á remolque á Zamboanga, á don- 
de llegó en la mañana del dia 11. 

El 1/de Diciembre del año 1860 el Teniente de navio 
D. Francisco de Paula Madrazo estaba fondeado con la segunda 
división de reserva, de que era Comandante, en la isla de Tu- 
layan, punto que le servía de estación: á media noche de una 
muy oscura fué avisado de que una pequeña embarcación se 
aproximaba por la popa de su falúa; en un principio . creyó 
fuesen algunos cautivos fugados que venían á acogerse, pero 
haciéndose sospechosos por el silencio que guardaban y pre- 
cauciones de la boga, preparó convenientemente su gente, les 
previno guardasen el mas profundo silencio,* como si estuviesen 
dormidos, y él se puso al lado de uno de los pedreros; muy 
pronto se distinguieron tres bultos, que eran los que marinaban 



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—162— 

la peqaeña embarcación, y cuando estaba próxima al costado, el 
mismo Madrazo les enfiló el pedrero, y como huyesen ¿ la voz 
del iquién vive! disparó sobre ellos, y la vinta desconocida 
quedó abandonada á merced de la corriente, á cuya captura 
salió un bote, que la condujo al costado con tres moros muertos 
y perfectamente armados, cuyo designio era, á no dudarlo, 
sorprender la falúa, hacer el destrozo que pudieran, arrojarse 
al agua y ganar la orilla cuando se viesen comprometidos, ó 
abrirse con su muerte las puertas de su sensual paraíso. 

Tres dias después dio Madrazo fondo en la rada de Joló, 
á cuyo Sultán pasó una arrogante comutiicacion, dándole seis 
dias de término para que le entregase 2 españoles , 2 mestizos 
y 200 indígenas que en el mes anterior hablan capturado 
8 embarcaciones capitaneadas por el Datto Viñang, del pueblo 
de Parang. de la costa meridional de Joló, armadas por cuenta 
y con gente del Datto Batúa de Tawi-Tawi, mas también todos 
aquellos que, con el mayor y público escándalo, infringiendo 
el último tratado y olvidándose del duro escarmiento recibido 
en 1851, toleraba sufriesen en aquella misma isla tan duro é 
injusto yugo, asegurándole que si los españoles en aquella 
ocasión se habian contentado con calentar parte de su territorio 
con las cenizas de su Capital, en otra nueva expedición de- 
jaría para siempre empapado de sangre traidora el terreno que 
le sustentaba, y que si en el término preciso no cumplía lo que 
en justicia y derecho pedia, se retiraría á dar cuenta á la auto- 
ridad superior del Archipiélago de su ilegal y escandaloso 
proceder. 

Era Madrazo tan conocido y temido por su bravura entre 
la morisma, que le apellidaban el Buayán-Totoo, es decir, 
caimán verdadero: el Sultán y los Dattos, que se habian ya 
alarmado con su llegada, se reunieron en consejo y contesta- 
ron ofreciendo hacer cuanto pudiesen por conseguir el rescate 
del español Pagés y todos sus compañeros de cautiverio; pero 
Madrazo conociendo perfectamente el carácter de los joloeses, 
no cesó en apurarles y consiguió dar lugar á la fuga de mu- 
chos cautivos que se refugiaban en las embarcacioiies que 
iban á tierra, ó se venían á nado á las falúas. -? 



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Bl Sultán y Dattos, dispuestos á evitar á toda costa un 
nuevo rompimiento con España y hacer cuanto pudiesen para 
satisfacer las exigencias del Buayán español, entreg^ándole 
todos los cautivos que habia en Joló, decidieron también ar- 
naar por cuenta del Sultán una escuadrilla de 12 embarcacio- 
nes que habia de capitanear el Datto Orancaya, que llevaría 
fcomo segundo al Datto Tuti, y pasarla á la isla de Tawi-Ta^ 
á reclamar los cautivos que pedia Madrazo, quedándose alis- 
tando otra expedición de 70 embarcaciones que se encomen- 
darla al mando del Datto Diamarol, quien llevarla como se- 
gando al Datto Asien, y saldría con el mismo objeto que la 
del Datto Orancaya si ésta se retrasaba 6 n6 era obedecida. 

El dia 7 saltó Madrazo á tierra y se personó en la Aduana, 
donde le fueron presentados 20 cautivos de ambos sexos, de los 
que únicamente 2, que tenían parientes en la tripulación de 
las fttlúas, fueron los que aceptaron la libertad, pues el restó 
pedían con el mayor extremo les dejasen quedar en el cautiverio 
antes que ser. llevados á Zamboanga, porque allí eran repartidos 
como criados hasta que se presentaba ocasión de remitirlos á 
sus hogares nativos, pero que el interés de sus nuevos amos 
los retenía el mayor tiempo posible, y los trataban peor y 
abrumaban con mas trabajo qué los mismos moros. 

Según la promesa del Sultán, el dia 17 salió para Simo- 
nor, pequeña islita de dos leguas de largo por una milla de an- 
cho, al S. de Tawi-Tawi, la escuadrilla que mandaba el Datto 
Orancaya. 

El dia 18 tuvo Madrazo noticia, por sus confidentes moros, 
de que los habitantes de la isla de Dong-Dong, al S. de la de 
Joló, la habian tenido de que la división de la Isabela al man- 
do del intrépido Malcampo iba á darles un escarmiento, des- 
pués de hacerlo en la de Bangau, dos millas al N. de la de Si- 
misa, del grupo de Balanguingue; pero que los moros de to- 
das estas islas las habian abandonado en. la mayor parte y 
acudido á la de Bangau, donde se fortificaban, con el ánimo 
decidido de una obstinada defensa; por lo que, temeroso Ma- 
drazo que Malcampo estuviese ignorante de esto y compren- 
(ftendo la necesidad de adelantar el ataque y aumentar las 



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—164— 
fuerzas de la división de la Isabela, á las siete de la noche sa- 
lió con la marea, y á las cuatro de la madrugada del 19 dio 
fondo en Tulayan, donde estaba Malcampo, con quien puesto 
de acuerdo, salieron en la mañana del 20 para Bangau» dando 
fondo al medio día frente al pueblo. 

Inmediatamente se envió á Uerra uno de los moros, que 
para estos casos llevaban como intérpretes, á intimarles la 
entrega de cautivos y cañones; pero mal recibido por numero- 
sos grupos en la playa, tuvo que reembarcar prontamente y 
huir de la orilla, por querer aquellos apoderarse de la embar- 
cación, y con gritos desafiaban á las falúas viniesen á tierra ¿ 
cojer lo que pedían. Las falúas, que entretanto habían fondea- 
do de la manera mas (Conveniente, rompieron el fuego de ca- 
ñón con metralla sobre los grupos de la playa, que bien es- 
carmentados la dejaron desierta. Al mismo tiempo dos colum- 
nas de 62 hombres, una al mando del Capitán de la marina 
sutil, D. Fernarido de Santa Coloma, y la otra al del Subte- 
niente del mismo cuerpo D. Luis Remolina, logran practicar el 
desembarQp en las playas laterales del pueblo, al que, después 
de haber intentado inútilmente impedir el desembarco, se reti- 
ran los moros y defienden con terquedad hasta que por los cer- 
teros disparos de las falúas y habiendo conseguido los de tier- 
ra incendiarlo, lo abandonan en desordenada huida, en la que 
perseguidos se les causan muchas bajas y cojen algunos pri- 
sioneros, lentacas y cañones de poco calibre, con los que la 
gente desembarcada regresaron á las falúas. 

A las seis de la mañana del dia 21 se repitió el desembarco, 
é internándose en la isla incendiaron otro pueblo, destruyeron 
sembrados y arboledas, se apoderaron de bastante ganado, y 
sosteniendo algunas escaramuzas con los piratas, les causan 
algunas bajas y hacen algunos prisioneros. 

Terminada esta expedición tan. satisfactoriamente, volvió 
Madrazo á la rada de Joló, donde dio fondo el día 24; y el 
Sultán apurado nuevamente con su llegada y no teniendo aun 
noticia de la escuadrilla del Datto Orancaya, que había 
enviado á Tawi-Tawi, hizo saliese el día 27 la del Datto 
Diamarol, que unida á la anterior, de la que los sámal^ 



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—íes- 
habían hecho- poco caso, practicaron algunos desembarcos, 
los batieron y quemaron algunos pueblos y redimieron al 
español Pagés y otros muchos cautivos, con que regresaron 
muy satisfechos á Joló, y desde allí los envió á Zamboanga 
Madrazo con el Datto Asien. 

A pesar de los trabajos de la Marina sutil, los moro-ma- 
layos, pertinaces en sus rancias costumbres, continuaban 
ejerciendo el pirateo por todas partes, y en los primeros dias 
del mes de Abril de 1861 varías escuadrillas de sámales 
infestaron el estrecho de Basilan, haciendo cautivos en las 
mismas costas de Zamboanga y en los pueblos ribereños de 
aquellas costas. 

• En vista de estos atentados salió á cruzar sobre el estrecho 
el pailebot Nuestra Señora del Carmen al mando del Teniente 
de navio D. Vicente Carlos Roca, y hallándose sobre la isla 
de Cocos divisó un gran panco que al principio creyó fuese del 
comercio,. pero que luego se le hizo sospechoso por el empeño 
de sostenerse á barlovento: ayudado el pailebot por un viento 
fresquito, muy pronto se vio próximo á la nave sospechosa, á 
quien llamó á reconocimiento disparándole un pedrero sin bala, 
intimación á que no haciendo caso siguió otro con bala perdi- 
da, de lo que tampoco haciendo íiprecio, apuntó un cañón con 
tan buen acierto que lo desarboló á tronco de ambos palos, 
continuando luego hostigándole con fuego de pedrero y ca- 
rabina. 

Él panco se desenredó prontamente de la jarcia y palos 
rendidos y suspendiendo los remos puso la proa al pailebot, 
que, creyendo por su tranquilidad que se entregaba, cesó el 
fuego y avanzó para su captura, pero el tistuto panco pirata 
cuando vio al buque español bien próximo hizo toda fuerza de 
remo, le cortó la proa, descargando al paso sus lentacas, fu- 
silería y armas arrojadizas, causándole algunos heridos, y con- 
tinuó la huida contra el viento. 

Burlado de una manera tan hábil el abordaje del pailebot, 
continua este en su arrancada, dejando al panco muy por la 
popa, y que picando el viento, hacia toda fuerza de remo y se 
alejaba con una rapidez que hacia dudoso su alcance; sin em- 



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--166— 

bargo, el pailebot viró por redondo y de vuelta y vuelta con- 
tinuó la caza, estrechando la distancia, pero con mucha lenti- 
tud y haciéndole fuego siempre que lograba ponerse á tiro: el 
viento viene 4 favorecerle refrescando, y cuando tuvo ya se- 
guridad de alcanzarle á la abordada siguiente echó al agua un 
boté bien tripulado para que lo contuviese y cortase la retira- 
da; mas de una vez revolvió el panco furioso sobre aquel pe- 
queño enemigo tan molesto por el buen acierto de sus carabi- 
nas, pero siempre supo evitar el abordaje. 

Por fin el pailebot consiguió cortarle la proa al panco ene- 
migo, y dando entonces la popa al viento y á todo trapo parte 
sobre la nave pirata, la que comprendiendo lo inevitable del 
abordaje, dejó los remos para empuñar las armas Un mo- 
mento después, cuando la proa del pailebot chocaba contra el 
costado del panco, que se hunde, los moros descargan otra vez 
todas sus armas, pero un disparo de metralla de la colisa de 
proa los barre y hace pedazos; los soldados de infantería de 
Marina que servían aquella pieza son los primeros en saltar á 
la nave enemiga, y á su ejemplo les siguieron algunos gru- 
metes, pero no consiguen quedar dueños del panco hasta que 
concluyeron con la vida del último de sus defensores, momen- 
tos en que se fué á pique con tanta rapidez, que muchos de los 
nuestros que no tuvieron tiempo de abandonarlo fueron recogi- 
dos del mar. 

XVIII. 

(1861.) 

Los primeros caBoneros de vapor persiguen a los piratas. >El Teniente de navio D. José 
Rodríguez Machado, bate y destruye tres grandes pancos piratas. -Otro combate he- 
roico del Teniente die navio Maicampo contra fuerzas piratas superiores. -El Sargento 
de inranteria de Marina Juan Leys Pensado, Comandante de una falúa, derrota á los pi- 
ratas en un desembarco y les toma un caQon.-Disidencia del Datto Alip con sus com- 
pañeros de pirateo, y se acoge al pabellón español. 

Por fin, y tiempo era, se comprendió que las fuerzas auti- 
les, á pesar de sus servicios eminentes, no eran suficiente á ex- 
tirpar una piratería ejercida en embarcaciones mucho mas li- 
geras que las que les perseguían; las provincias filipinas an- 



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-167- . 
siosas de tranquilidad y de ver sus costas seguras de un ene- 
migo tan feroz, facilitaron las cantidades suficientes á la 
adquisición en Inglaterra de algunos cañoneros de vapor y 
casco de acero con la fuerza de 20 y 30 caballos. 

Los dos primeros cañoneros de vapor, Mindanaoy Cala- 
mianes, fueron armados en el arsenal de Cavite y salieron el 
día 4 de Junio de Manila para Zamboanga, donde tomaron sus 
'mandos respectivos los Tenientes de navio D. Francisco de 
Paula Madrazo, Comandante de la tercera división de reserva, 
y D. Ángel Muñoz, que lo era de la Isabela, retirando tres 
de las falúas en peor estado. 

En los primeros dias del mes de Marzo de 1861^ los dos 
cañoneros Mindanao y Calamianes dieron fondo remolcando 
tres falúas ^n la rada de Joló, y Madrazo, como Jefe de la ex- 
pedición, hizo saber al Sultán, con aquella arrogancia que 
acostumbraba, que venia para castigar á los habitantes traidores 
de algunas islas de sus dominios que se dedicaban al pirateo; 
y reclamando del Sultán alguna gente suya que le auxiliase 
en tal acto de justicia, le ofreció aquel que el 15 del mismo 
mes se le uniría en la bahía de Maibon en Tawi-Tawi una 
expedición de su confianza. 

Los cañoneros Mindanao y Calamianes dejaron la rada de 
Joló y remolcando las falúas hicieron rumbo á la isla de Tapul, 
sobre cuya costa vieron navegar un gran salisipan con mucha 
gente,. que fué á reconocer una falúa mientras los cañoneros 
continuaban á hacerlo á los canales y arrecifes. 

El salisipan moro esperó que se le aproximase la falúa 
hasta tenerla bien cerca, y la recibió con fuego de lentaca y 
fusilería, pero esta le asentó un metrallazo con el canon de 
proa que dejó mal parados á sus tripulantes, que huyeron á 
ocultarse en un estero próximo, y las playas se llenaron de 
grupos de moros que insultaban á los nuestros con gritos y 
ademanes; pero algunos certeros metrallazos de las falúas 
pronto les hicieron comprender su imprudencia, y se retiraron 
llevándose algunos muertos y heridos, haciéndoles también 
ab&ndpnar un pueblo, de donde les habían hecho fuego de fu- 
sil y lefiteca. 



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• —168— 

Hecho el reconocimiento que los cañoneros proyectaron, 
volvieron á tomar los remolques de las falúas y pasaron á 
pernoctar al remanso de Punta Balipompon, N.O. de la isla. 

Al dia siguiente 15 continuaron recorriendo las islas y ar- 
recifes de Tawi-Tawi, y á las tres de la tarde dieron fondo en 
la bahía de Maibon, donde á media noche llegó el Datto Da- 
culá, enviado del Sultán de Joló, y el Secretario de este, el^ 
indígena español D. Vicente Narciso, con 6 pancos tripulados 
por 400 moros adictos-. 

En la madrugada del dia 16 zarparon y fueron á dar fondo 
á las cinco y media de la tarde frente al pueblo pirata de Po- 
nugán, cuyos moradores sorprendidos y batidos al cañón le 
abandonaron, huyendo á las malezas y manglares; y practi- 
cándose el desembarco, mientras los nuestros destruían 30 em- 
barcaciones que había varadas en la playa, se autorizó á los 
joloeses auxiliares para saquear el pueblo é incendiarlo, en 
cuya operación les ayudó tanto el viento, que en menos de una 
hora no quedó una casa que no fuese un montón de cenizas. 

Reembarcada la gente, fué la expedición á fondear en la 
boca de un estero mas al O., donde según informes de algunos 
cautivos fugados había dos hermosos gubanes completamente 
listos para hacerse á la mar de un momento á otro: el Tenien- 
te de navio Muñoz, con ánimo de apoderarse de aquellas em- 
barcaciones, penetró en el estero con algunos botes y vintas 
de joloeses y al poco rato encontró obstruido el paso con grue- 
sos troncos atravesados, que empezaron á cortar con las ha- 
chas de abordaje, teniendo que sostener al mismo tiempo un 
tiroteo continuo con los moros que le hostilizaban por todos 
lados, y protegidos por la maleza le causaron algunos heri- 
dos; pero en vista de la corpulencia y dureza de los troncos, lo 
largo de la operación de cortarlos y que crecía el número de 
los moros emboscados, creyó oportuna una retirada' á tiempo, 
y constantemente hostilizado regresó al fondeadero, donde re- 
unida toda la expedición continuó á batir el pueblo de Bugam- 
puti, y después de hacer le abandonasen sus defensores, se 
practicó el desembarco para incendiarlo, volviendo á pernoctar 
en la bahía de Maibon. En todas estas expediciones se lé cau- 



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—169— 
só muchos muertos y heridos al enemigo y se rescataron va- 
rios cautivos. 

En la madrugada del dia 18 el Teniente de la marina sutil 
D. Luis Remolina con 2 hotes y el Secretario del Sultán Don 
Vicente Narciso, y el Datto Daculá con 3 vintas de joloeses 
auxiliares, entraron por un estero próximo "en que se sabia ha- 
bia 2 grandes salisipanes completamente listos para el pira- 
teo y únicamente detenidos por haber tenido noticia de la ex- 
pedición; subió Remolina con tanto silencio el estero, que los 
piratas despertaron sobrecogidos del susto cuando los botes 
embistieron contra las batangas de sus embarcaciones, que 
abandonan unos en el acto, arrojándose al manglar, y hacién- 
dolo los otros después de una corta lucha rechazados por el 
certero plomo de las carabinas, siendo por nuestra parte heri- 
dos el Secretario del Sultán y otros varios; pero dueños de los 
dos salisipanes con sus lentacas, municiones, armas, provisio- 
nes y algunos cadáveres de sus defensores, regresaron al fon- 
deadero. 

Satisfecho por entonces Madrazo con los daños que logró 
causarles en las costas de Tawi-Tawí, en la mañana del dia 
19 hicieron rumbo á la costa meridional de Jólo y dieron fondo 
al medio dia frente á los pueblos vecinos, de Patán y Caneanga, 
cuyos habitantes se componían en su mayor parte de emigra- 
dos de Tawi-Tawi y Balanguingue,' gente valiente y atrevida, 
que desde luego rompieron el fuego contra la expedición, la 
que contesta con sus cañones y manda á tierra la gente de 
desembarco, que después de rechazarlos de la playa y des- 
alojarlos luego de una estacada, incendian los pueblos y reem- 
barcan. De aquí pasó Madrazo á otras islas, cuyos Dattos go- 
bernadores se presentaron amistosamente, por lo que no se les 
causó el menor vejamen, y el dia 23 dieron fondo en la rada 
de Joló. 

El Teniente de navio D. José Malcampo, Comandante de la 
división de fuerzas sutiles de Ilo-Ilo, perseguía y daba caza con 
el cañonero Panay, nám. 6, al medio dia del 16 de Mayo sobre 
ellnogote de Onisan, al S. de las islas de Guimarás, distante 
de ella» poco mas de una legua, á dos salisipanes y dos vintas. 



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—170- 
tripuladas por 40 piratas, de quienes mató 10 e» la arremeti- 
da, y echando á pique las embarcaciones hizo prisioneros & los 
30 restantes, y regresó á Ilo-Ilo, donde el dia 20 el Comandan- 
te de las fuerzas sutiles de Visayas le comunicó varias noticias 
referentes á expediciones piratas y se hizo á la mar seguido 
del cañonero de segunda Joló, núm. 10, al mando del Alférez 
de navio D. José Rodríguez Machado: ¿ las dos de la noche 
dieron fondo en Antique, costa occidental de la isla de 
Panay, dond« no pudieron adquirir noticia alguna sobre el 
enemigo que buscaban; y quedando allí Malcampo componien- 
do una ligera averia de la máquina de su cañonero, ordenó á 
Machado que saliesen en la madrugada del 21 á reconocer la 
costa de Ilo-Ilo. 

Como á eso de las cinco de la tarde divisó Machado por la 
proa, á larga distancia, navegando muy pegadas á tierra entre 
esta y los bajos de Patay-ica (muérete tu) y Patay^cohay 
(muérete y cae) tres velas, que con el anteojo reconoció ser de 
tres grandes gúbanes moros; estos gabanes eran procedentes 
de la isla de Tawi-Tawí, de donde salieron para reunirse á 
otros 4 en Orejas de Liebre, al mando del Datto Aman; de 
Orejas de Liebre hicieron rumbo á la costa occidental de Min- 
danao, pasando por el puerto de Santa María 3^^ recalaron en 
Sepalay, donde sabiendo el Datto Aman que los españoles 
pensaban atacar sus tierras, se retiró á defenderlas, conti- 
nuando los gúbanes de Tawi-Tawi para las Visayas, hacien- 
do rumbo á las costas de Ilo-Ilo. 

A pesar de la mucha marejada el cañonero Joló se aproxi- 
mó á tierra cuanto le permitieron los arrecifes hasta lograr 
poner ¿ los gúbanes al alcance de su colisa, con la que les 
hizo algunos acertados disparos: pasando en aquellos momen- 
tos un panco del comercio para Ilo-Ilo se aprovechó de s^ii con- 
ducto para avisar á la goleta Santa Filomena que estaba surta 
09 aquel rio; y aun cuando continuó acooando^ muy de cerca á 
los piratas, su obra quedó sin concluir por la venida de la no- 
che, pero contando con la salida de la goleta, creyó muy difí- 
cil pudieran escapársele cortándoles la retirada por d N. En 
efecto, en la madrugada del día siguiente 22 encontró en el 



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-171- 

seno de Caños á dos de los gúbanes, y yéndol^ encima conti- 
nuaron huyendo al N. llevando en ellos repartida la gente del 
tercero, que se habian visto precisados á abandonar inutilizado 
por los disparos del dia anterior; pero como el abordaje era 
una temeridad, tuvo Machado que contentarse con seguir ca- 
ñoneándolos de cerca, y como á eso de las diez divisó por el S. 
el humo de la goleta, y mas próximo algunos vilos de los pue- 
blos de la costa, que habiéndole visto venian á ayudarle. 

No pudiendo los gúbapes piratas sufrir tan de cerca el cer- 
tero fuego de la colisa del Joló ni aguantar la larga fatiga del 
remo, encallaron en los arrecifes de la pequeña isla de Tagu- 
bánhan: entonces Machado dispuso echar los botes al agua; y 
tripulados con la mayor parte de la gente de su reducida tri- 
pulación de 29 hombres, pensó batir mas de cerca al enemigo 
practicando el desembarco en los arrecifes y hacerse dueño de 
los gúbanes; pero no atreviéndose la gente de los vilos al mo- 
vimiento, desistió de su propósito, y para quitar á los moros 
toda esperanza de huida siguió cañoneando sus embarcaciones 
para destrozarlas. 

Estando en esta operación llegó y dio fondo allí cerca la 
g-oleta Santa Filomena, cuyo Comandante el Teniente de navio 
D. Vicente Carlos Roca le envió para reforzarle dos botes, 
con los Alféreces de navio ,D. Eduardo Rosna y D. Francisco 
Eamos Izquierdo. 

' Los moros se habian parapetado detrás de los cascos de sus 
buques, y desde allí hacian un vivo fuego de lentaca y de fusi- 
lería, llegando los proyectiles á herir en el casco del cañonero 
y de la goleta; en vista de tanta obstinación, el Comandante 
de la goleta hizo señal á los botes para que despejasen el fren- 
"te y les enfiló la colisa de proa, con tan buen acierto, que al 
tercer disparo de granada les incendió un repuesto del pólvora 
jb hirió á muchos piratas; y entonces aprovechándose loe botes 
de la goleta y cañonero y los vilos de paisanos de la confusión 
de los moros, cargaron con la mayor decisión y brío sobre 
ellos, que ganaron la isla inmediata á nado, y se hideron due- 
ños de los dos gúbanes, incendiándolos, de 3 cañones, 7 fusiles, 
muchas armas blancas, municiones y otros efectos, 3 muertos. 



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-172- 

un herido de mucha gravedad y 13 cautivos, casi todos heridos 
por sus mismos tiranos, á quienes se habian negado á seguir, 
y que se habian llevado por la fuerza otros 47 compañeros de 
infortunio; por nuestra parte solo hubo un paisano y 4 grume- 
tes del cañonero heridos. 

Los piratas fugitivos se guarecieron al interior de la isla 
de Tagubánhan, pero lo reducido de su extensión y la caren- 
cia absoluta de frutas y aguas potables aseguraban su comple- 
to exterminio 6 captura con un poco dfi interés y vigilancia; y 
con el objeto de cercarlos por todas partes y darles una batida 
general sobre el centro, mandaron aviso para que vinieran á 
ayudarles á los pueblos inmediatos de Calasí, Pili, Apisé y 
otros, cuyos vecinos unidos á la tropa y marinería de la goleta 
y cañonero hicieron un desembarco y lograron únicamente 
matar un pirata y redimir 8 cautivos, que con los otros 13 fue- 
ron el siguiente dia 23 conducidos á Ilo-Ilo en el cañonero, 
quedando la goleta y los vilos de paisanos para darles algunas 
batidas hasta que el hambre les forzase á salir de la maleza 
casi impenetrable donde se habian ocultado. 

En la noche del 24 dieron parte al Comandante de la Santa 
Filomena los patrones de algunos vilos que habian hecho un 
desembarco en la costa del N.E., de que habian encontrado en 
el mar algunos troncos de árboles y encima de algunos de ellos 
cadáveres de moros ahogados ó muertos por el cansancio, el 
hambre ó el frió, y que suponían fuesen de los piratas cercados 
que de este modo desesperado hubiesen intentado la huida, 
creencia que vino á darle mayor valor el haber visto en otro 
reconocimiento la señal del arrastre de aquellos troncos sobre 
la playa y encontrar el despojo de las ramas y arranque de 
las raices de donde habian sido cortados. La goleta se puso 
entonces en movimiento, siguiendo el rumbo probable del que 
debían haber seguido los troncos abatidos por las corrientes y 
las mareas, y á las nueve de la mañana encontraron un moro 
que sin fuerzas y medio moribundo estaba á caballo en un 
tronco, y que se dio á conocer por el Datto Salupacana, Ca- 
pitán de uno de los gúbanes varados en la isla de Tagubánhan, 
la que todos habian abandonado del mismo modo que él con 



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-173- 
la esperanza de acogerse á alguha otra isla; pero el hambreóla 
sed y el cansancio habían ido rindiendo la mayor parte, que sin 
fuerza para sostenerse sobre los troncos se hablan ahogado, y 
algfunos habían sido arrancados de sobre ellos por los carnívoros 
tiburones. Pocos momentos después vieron puesta en fadxa uña 
goletilla mercante que recogía otros tres moros que iban sobre 
otro tronco, los que reclamó el Comandante de la goleta, á 
quien manifestó el arráez de la goletilla que en la noche pa* 
sada había oidb como voces humanas, que entonces comprendía 
fueron las de otros piratas fugitivos , pero que entonces lo 
había creído figuración de su fantasía. 

Cuando Malcampo tuvo compuesta la máquina de su ca- 
ñonero, se hizo á la mar en la madrugada del día 3 de Junio 
con rumbo al N., montó la Punta de Nasog, y pasando por 
entre las islas de Borocay y Carabao fué bojeando toda la costa 
septentrional de Panay (provincia de Capiz); y recalando al 
medio día del 4 sobre Cabalagman, avistó tres pancos moros 
que descabezaban la isla de Navay, quienes al ver el cañonero 
forzaron el remo y vela en huida; Malcampo forzó la máquina y 
les fue á la caza, y rompiendo el fuego sobre ellos y logrando 
& los pocos disparos rendirle un palo al mas grande, con cuyo 
entorpecimiento en este y el auxilio que los otros le prestaron 
perdieron algún tiempo, que aprovechó Malcampo para aproxi- 
marse tanto que había momentos en que les hacia fuego á 
menos de tiro de pistola, pero no se atrevió á dar el aborda- 
je á un enemigo tan numeroso, tan hábil en el manejo de las 
armas blancas, y sobre todo tan fanático. 

En esta disposición les seguía el cañonero, haciendo fuego 
con las colisas, los pedreros y las carabinas, causándoles un 
daño tan visiblemente horroroso,- que dice el parte oficial de 
esta ocurrencia que «había momentos que la expansión sola de 
la pólvora arrojaba algunos moros fuera de las embarcaciones»: 
todo el empeño de los piratas era meterse entre los arrecifes 
de la isla de Zapato Mayor, sobre la que les aconchaba la 
corriente, pero sin desatender en su empeño á la defensa, ha- 
ciendo fuego de lentacas, fusiles y lanzando muchos sumbümes, 
. A las seis de la tarde uno de los pancos, averiado por los 



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—174— 
projectQes, ó i consecuencia de una varada, ó bien por una y 
otra causa, se sumió, y sus tripulantes ganaron á nado unos la 
tierra inmediata y otros los pancos; estos, por fin, pudieron 
Iiallar un canal, por donde se metieron, sin que pudiera se- 
guirles el cañonero por ser de mayor calado, poniendo inter- 
media una larga cadena de arrecifes. Temiendo entonces Mal- 
campo se le escapase el enemigo, embarcó en un bote la 
mitad de la tripulación, á las órdenes del Contramaestre indí- 
gena Antonio del Rosario, para que les cortase la retirada; y 
así cogidos los moros entre dos fuegos, dirigió el cañonero 
todos los suyos sobre el que parecia mas fuerte, mientras el 
bote entretenia al otro, durando este combate mas de media 
hora, defendiéndose los moros con mucha serenidad y valentía 
eon un fu^o muy sostenido de lentaca y fusil, dirigiendo todo 
su cuidado y empeño contra el cañonero, cuya dotación, gracias 
al blindaje alto que le cubría, no tuvieron mas que un soldado 
herido y un grumete contuso. 

Reconociendo el cañonero los arrecifes encontró uor peque- 
ño canal, por el que avanzó casi hasta tocar con la proa en los 
pancos enemigos, y después de dispararles un metrallazo con 
la colisa, daba atrás para evitar el fuego del enemigo á quema 
ropa mientras cargaban, y avanzando luego repetía la misma 
maniobra con un éxito horroroso para el enemigo, que no solo 
era el eañon quien les hacia considerables bajas, sino también 
las carabinas rewolvers, particularmente las muy hábilmente 
manejadas por el Capitán de Artillería D. Enrique Balbaza, 
Gobernador P. M. de Antique, y el cdmerciante D. Antonio 
Eeiser, que pasaba á Ilo-llo á asuntos propios. 

Acobardados los moros ante la desgraciada suerte de tan- 
tos de sus compañeros y comprendiendo les aguardaba la mis- 
ma si continuaban su temerario empeño de resistencia, inten- 
taban arrojarse al agua para ganar la tierra de alguna de las 
islas inmediatas y buscar su salvación, según costumbre en 
casos apurados, en los manglares ó en los bosques, y así lo 
hubieran hecho si uno de los Dattos que los capitaneaba no les 
animase con sus gestos y sus gritos y los contuviese hiriendo 
de muerte con su cris á los mas cobardes. Apercibido Mal- 



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campo de la inñu^ncia de aquel Datto, eehó mano á una de 
sus temiUes pistolas y atravesó de un balazo el cráneo del jefe 
moro,, esparciéndose instantáneamente el pánico y la ineerti* 
dumbre; y avanzando el bote en aquellos momentos al aboída-^ 
je, abandonan los tripulantes de ambos pancos sui$ eitíbaró^- 
clones arrojándose al agua, y á nado ó corriendo sobre los ar- 
recifes, intentaron la huida, en que la mayor parte son muertos 
á balazos. 

En aqueles últimos momentos del combate pudieron huif 
de los moros y acogerse al bote 4 indígenas cautivos que para 
darse á conocer igiritabán: jcristiano! ¡cristiano! , y según e^ios 
pasaban de 200 las bajas sufridas por el enemigo, lo que cor- 
robora el dicho y pwte del Gobernador P. M. de Antiqñe, que 
habiendo ido en un bote al. reconocimiento de los pancos aban- 
donados, asegura que apenas podia darse u^a palada sin que 
los remos tropezasen con el cadáver flotante de algún pirata. 

Aquellos tres pancos, según las declaraciones de los 4 cau- 
tivos, eran parte de una expedición muy numerosa, procedente 
de muchas islas sámales, que primero se reunieron en Gabm* 
g*ol en la isla de Joló, de donde pasaron á reforzarse á Sipa* 
lay, ^n la misma isla, y el diá 2 de Mayo reunidos 9 pancos y 
12 salisipanes se hicieron á la mar divididos en 2 escuadrillas: 
una compuesta de 4 pancos y 6 salisipanes se dirigió á piratear 
sobre las costas de Cebú; y la otra, de 5 pancos y 6 salisipanes, 
sobre las de Ilo-Ilo, en las que habiendo recalado en la ano- 
checida del 3 de Junio, hallándose en la anmnecida del 4 sobre 
los islotes de Siete Pecados, entre las islas de Guimaras y Pa- 
nay, fueron perseguidos por un cañonero (el Joló), que los 
disparó 30 cañonazos, n]»tándoles é hiriéndoles alguna gente 
y causando en los buques algunas averias, especialmente ea 
unio que lo tuvieron que abandonar, repartiendo en los otros 
dos la gente, y forzando entonces cuanto pudieron al remo y 
la vela consiguieron sacarle ventaja y perderlo de vista. 

En este combate, según los informes de los cautivos, se 
supo que habían muerto 6 Dattos y 6 Panditas. De los pancos 
se recogieron 6 lentacas grandes, 25 fusiles y algunos rifles 
ingleses muy buenos^ un barril de pólvora gruesa de cafion, 



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—ne- 
varlos frascos de pólvora fina inglesa, muchos proyeetQes de 
piedra y taclóbo y armas blancas y arrojadizas. El panco su- 
mido sobre los bancos y que quedaba medio descubierto fué 
destruido por completo , y sacados á flote los otros dos remol- 
cados á IIo-Ho, á donde hicieron rumbo á las nueve de la 
npche. 

En el mes de Agosto volvieron á aparecer los piratas en el 
estrecho de Basilan y sobre las costas de Zamboanga, en las 
que libaron hacer algunos cautivos; se hallaba entonces en 
el rio de Mdsinloc, al E. de Zamboanga, una falúa al mando 
del Sargento 2.® de infantería de Marina Jua^ Leys Pensado, 
quien al momento que tuvo conocimiento del enemigo salió á 
eruzar; el dia 27 divisó sobre la isla de Sibagos al N,E. de 
Punta Matananál, que es la mas oriental de Basilan, 3 salisi- 
panes de moro-malayos piratas, los cuales forzaron su andar 
para huir de la falúa, que favorecida por un viento jfresco del 
N.O. les hubiera dado caza si no estuviesen aquellos cerca de 
tierra, donde vararon sus embarcaciones, y uniéndose á los ha- 
bitantes de un pueblo de la oriUa, desafiaban á sus persegui- 
dores á que bajasen á tierra; el Sargento Leys, aproximándose 
cuanto pudo, los dispersó á metrallazos y protegiendo con sus 
fuegos á un cayuco tripulado por 8 hombres, dieron ¿fuego al 
pueblo y se apoderaron de un cañón y de todas las embarca- 
ciones que hallaron á flote. 

En los últimos dias del mes de Febrero llegó á Tawi-Tawi 
una numerosa expedición pirata de regreso de sus correrías; 
desavenidos sus jefes y principales sobre el repartimiento de la 
presa y los cautivos, el Datto Alip abandonó aquellas tierras, 
y resuelto á dejar por algún tiempo aquella vida azarosa y dis- 
frutar tranquilamente su riqueza, fruto de las rapiñas, pensó 
acogerse á la clemencia del Gobierno español como á él y á 
todos los suyos les otorgasen indulto. 

De Tawi-Tawi pasó Alip á la isla de Dong-Dong, al S. de 
Joló, cuyos jefes piratas los Dattos Bantíad y Diao-Farael 
eran sus mortales enemigos, á quienes sorprende y hace pri- 
sioneros, les corta la cabeza, derrota á sus partidarios, saquea 
é incendia sus pueblos,- y acompañado de los Dattos Itisop, 



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-177- 
Paraca-Arán, Munurám y Tixlao y los principales Chanzalán 
Guinantié y otros, se presenta al Gobernador de Basilan^ldia 
11 de Marzo, á quien entrega una niña llamada Nene y un 
anciano que hacia pocos dias habían capturado los piratas de 
Dong-Dong en la ¿la de Sácol. 

De Basilan pasó AUp á Zamboanga, en donde el Coman- 
dante Geaeral Gobernador de Mindanao, creyendo en la buena 
fe del Datto Alip, le otorgó un indulto general con todos los 
suyos, les admitió como subditos españoles,- y dio terreno en 
la isla de Malamahuí para que formase un pueblo en que 
como Gefe los gobernase según sus leyes, costumbres y reli- 
gión; pero ya en los primeros dias del mes de Abril empezó 
á hacerse sospechosa su conducta por haberse sabido sostenía 
estrechas relaciones con los mas famosos Capitanes piratas de 
Tawi-Tawi, que le instaban á que volviese con ellos á sus 
acostumbradas correrías, y también se le acusaba de haber 
ido con dos grandes pancos á desenterrar lentacas á la isla de 
Hunisan para atacar y sorprender á la Isabela en inteligencia 
con el Datto joloés Diamarol, á pesar de su hipócrita adhesión 
á los españoles y de tener asignado un sueldo desde el año 
1851, en que fué reconquistada aquella isla por el general 
Urbiztondo. 

XIX. 

(1862.; 

Gonfereacias del Teníeat& de navio D. Vicente Carlos Roca oon el Sullan de Joló, para 
extirpar la piratería. -Las fuerzas sutiles penetran por primera vez en los Sánales de 
los arrecifes de Tawi-Tawi, y baten á los piratas en Lupa-Bouan.— El piloto D.Vicente 
Jaudenes captura al famoso Datto Ama-Mang.-La goleta Sania Filomena al mando del 
Teniente de navio D. Vicente Carlos Roca, y el cañonero Samar, al de igual clase Don 
Nareiso Pedrifian, pasan por ojo catorce pancos piratas. 

Pero ni los hechos que llevamos relatados, ni los duros 
castigos que los piratas han recibido, ni la esquisita vigilancia 
y celo de nuestros cruceros de guerra podian atajar las corre- 
rías de los piratas, ni concluirán jamás con ellos mientras sus 
facultades no sean mas amplias, mas independientes y menos 
MUtemplativas, siendo también preciso mayor número de ca- 



12 



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— 17«— 
floneros; únicas embarcaciones á propósito para la persecución 
de las ligeras embarcaciones malayas; sin embarg-o, á pesar 
de todo nuestra marina de guerra no solo ha procurado, sino 
también conseguido muy satisfactoriamente, seguir con honra 
y valor la senda gloriosa que le han trazado sus antecesores, 
y en todos tiempos ha prestado y presta grandes servicios en 
nuestro Archipiélago filipino, que son poco conocidos y muy 
rara vez recompensados. 

Por el mes de Julio del año 1862 se proyectó en Zamboan- 
ga una expedición naval con el alto fin de escarmentar á los 
piratas de Joló, Tawi-Tawi y Borneo, para hacer fuese aun 
mas respetado el pabellón español y facilitar el comercio gene- 
ral en aquellos mares, donde es tan incierta la seguridad de 
los buques mercantes. 

Tres eran los buques destinados para aquella expedición; 
el bergantín Scipion, de 12 cañones-, la goleta-vapor Santa 
Filomena, de 2, y el cañonero-vapor Samar, de 1; estos buques 
se habían de reunir en la silanga de la Isabela de Basilan y 
ponerse á las órdenes del Tenienjte de navio D. Vicente Carlos 
Roca, Comandante de la goleta, donde reunida esta y el caño- 
nero, y tardando el bergantín Scipion en incorporarse, se re- 
solvió no aguardarle para no perder tiempo y oportunidad; en 
la madrugada del dia 9 salieron por la bocana N.O. entre la 
isla del Moro y Malamahui y fueron á dar fondo al anochecer 
á la de Tulayan al N.E. de la de Joló, y allí permanecieron 
tres dias ejercitando la gente bisoña en el tiro al blanco, des- 
embarco y otras maniobras de oportunidad, preparaciones 
muy importantes al carácter entusiasta del indio. 

Seis infelices cautivos cristianos lograron burlar la vigilan- 
cia de sus tiranos opresores fugándose en pequeños cayucos y 
acogiéndose al cañonero, y la goleta, suministrando datos y 
noticias interesantes para la expedición. 

En la madrugada del dia 13 salieron los buques de Tula- 
yan, y en aquella misma mañana dieron fondo en la rada de 
Joló, presentándose á los pocos momentos á bordo de la goleta 
el famoso Datto Diamarol con su hermano y algunas sácopes 
á ofrecer su amistad y buenos servicios. El dia 15 vino el Sulr 



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tan. á JoIé d^scfó ^sa c^sa 4$ ^lupo, donde ordinariamente 
mos», parp/ - coafereníGW co» el Jefe de la expedición, y esta 
conferep0ia -tuvo lugar, coa una mezcla de la ceremoniosa sun- 
tuosidad (Je los orientales y la pobreza y desaliño del desven- 
cijado y cariofkturesoo reiuo joloós, cuya exacta descripción 
seri^ muy dijfusa si no imposible, é inverosímil para el que no 
lo l>aya vii^to ó crea en la buena fe del narrador. 

'Al Sultau de Joló le rodeaban todos los Dattos y principa- 
les mas influy-entes que forman el consejo aristocrático, de 
que aquel es presidente, y resuelven en públicas sesiones todos 
los asuntos del Estado, rodeados ^él populacho, que nunca 
^bg^ndona las armas de su uso. El Teniente de navio D. Vicente 
Carlos Eoea, con su compañero D. Narciso José Pedriñan, 
CoHiandante del cañonero,. y los Oficiales francos de servicio, 
desembarcaíon y pasaron á la casa del Sultán, á quien, des- 
pués de las felicitaciones del caso por ambas partes, hizo sa- 
ber por medio de su Secretario, el mestizo español D. Narciso 
López, que habiendo manifestado el Sultán al Superior Go- 
bierjko de las Islas que no tenia fuerzas suficientes para casti- 
gar á los piratasf qu6 violaban las paces y amistades, iba él 
coBQíisionado para hacerlo, bien, solamente eón los suyos, ó 
con la gente del Sultán que quisiera seguirle. 

Después de una larga vichara del Consejo, contestó el Sul- 
tán «star conforme con todo lo dispuesto por el Gobierno es- 
pañol de las Islas en representación de la Reina su señora, 
cuya soberanía reconocía como tenia pactado de antiguo, y 
mandó extender . órdenes á todos los Dattos no dedicados al 
pirateo, á fin de que se uniesen á la expedición española con 
toda su gente para perseguir y destruir á los piratas, fuesen ó 
no subditos suyos. 

Con estos documentos, y acompañado del Secretario del 
Sultán, D.Narciso .López, y varios moros prácticos para la na- 
vegación de aquellos puntos á que se dirigian, salieron de Joló 
«1 la mañana del día 16, y al anochecer del 17 dieron fondo 
en la costa meridional de la isla de Tawi-Tawi, próximos á 
tiBrra y á la embocadura de un gran estero que formaba un 
pequeño seno. 



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—180- 

Cerca de media noche, se hallaba la goleta confundida en 
el sombraje que sobre el mar proyectaban los altos mangles y 
el cañonero se destacaba perfectamente sobre un claro; esta 
circunstancia hizo creer indudablemente á dos grandes gaba- 
nes piratas que venian á entrar en el estero, que el cañonero 
se encontraba solo y era algún buque mercante, que á juzgar 
por el silencio todos dormían profundamente; los piratas avan- 
zaron primero silenciosos, y cuando ya se hallaban próximos 
prorumpieron cual de costumbre en gran vocería y se dirigie- 
ron resueltamente á dar el abordaje. 

El cañonero Samar permaneció impasible y tranquilo hasta 
que, bastante próximo el enemigo, Ae asestó un metrallazo; 
entonces el enemigo, comprendiendo su engaño, emprendió la 
mas precipitada fuga; el cañonero levó para interponerse entre 
las embarcaciones y la tierra, lo que le fué imposible, y aque- 
llas, pegadas al mangle, pretendían ganar la boca del estero, 
cuya intención conocida por el Comandante de la goleta, hizo 
salir tres botes al mando de su segundo el Alférez de navio 
D. José Ohesio, el Oficial 2.*, Contador del. buque, D. Camilo 
Ponstroller y el piloto D. Vicente Jáudenes, para que les cor- 
tasen la retirada, lo que visto por los moros, que al mismo 
tiempo eran ametrallados muy de cerca por el cañonero, no 
les quedó mas recurso que embarrancar en los arrecifes de la 
costa, abandonar los gabanes y ganar á nado los manglares. 

En la madrugada del dia siguiente 18 si pusieron los bu- 
ques en movimiento en demanda de la isla de Simonól, al S. 
de Tawi-Tawi, de mas de dos leguas de largo de E. á O. y una 
milla escasa de ancho, donde dieron fondo á media tarde: en 
esta isla vivia tranquilamente el Datto Wagas, feliz é inde- 
pendiente, después de haber ejercido por muchos años la pira- 
tería, y que después de cansado de aquella vida y satisfecha 
su ambición con el fruto de sus rapiñas, habia reconocido al 
Gobierno español. 

Estos casos, tan generales, de benignidad en nuestro Go- 
bierno es una de las causas mas poderosas que sostienen la 
piratería del Archipiélago, pues no puede menos de animarles 
al robo la seguridad de hallar después facilidad de conservar 



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-lui- 
sas intereses mal adquiridos y disfrutarlos á la sombra de 
nuestro pabellón nacional, que se les autoriza usar; esto es 
escandaloso, inmoral, antipolítico y muy perjudicial á nuestro 
Archipiélago: un moro cualquiera, por su cuenta ó por orden 
de algún Datto, ó algunos de estos arman una expedición, mo- 
vida en las calmas y en . la huida por el remo de muchos 
infelices indios cristianos cautivados en otras algaradas ó com- 
prados por el máximo precio de 5 á 7 pesos en algún mercado 
público, y pasando de isla en isla y aprovechando las noches 
mas oscuras para los parajes donde pueden ser vistos ó perse- 
guidos, pasan sesteando tranquilamente las calurosas horas de 
la canícula en los manglares, en los esteros y en los buques; 
y cuando menos esperados son, caen sobre los pueblos cris- 
tianos de las costas, que saquean é incendian, cautivan sus 
habitantes servibles y asesinan bárbaramente á los viejos é 
inútiles que no pueden aprovechar para las fatigas del remo, 
de la labranza ó de sus serrallos. Cargados de rico botín y 
de esclavos regresan á sus tierras, si encuentran alguna em- 
barcación mercante la -atacan; y si les persigue alguna de 
guerra, íara vez son alcanzadas sus veloces naves con que 
gananj algún estero ó manglar, donde el buscarlos es tan 
comprometido como difícil: ya en su tierra estos criminales, 
hacen abjurar de sus creencias á los indios cautivos, que sin 
gran trabajo cambian á Cristo por Alá para mejorar su posi- 
ción, se casan con otras sácopes adictas á sus tiranos, y en- 
tonces se les permite el uso de armas y se les da tierras de 
labranza, de que tributan á su señor, quien contrae con ellos 
la obligación de protegerlos contra la* tiranía de otros, así como 
aquellos están obligados á defender á su señor hasta morir: 
de este modo Uegau los gefes aventureros piratas á formar un 
pueblo ó poblar alguna isla ó territorio con los despojos de los 
nuestros, y cansados de la vida peligrosa del pirateo prestan 
sumisión al Gobierno del Archipiélago, que les deja disfru- 
tar impunemente el fruto de aquellas atrocidades que tantas 
desolaciones causaron en nuestras propiedades y en nuestras 
gentes, 

Al poco rato de haber fondeado la expedición en Simonol 



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— 18S— 
pasó á bordo de la goleta el Datto Wagas, que enterado del 
objeto que los traía y de las órdenes del Sultán no vaciló un 
momento en salir á batir á los mistnoá que él en otras ocasiones 
Labia capitaneado y ayudado á bacer su fortuna y célebre su 
nombre con muchas escenas de horror. . 

Al amanecer del dia 19 se puso en movimiento la goleta, 
remolcando 5 salisipanes tripulados con gente del Datto Wa- 
gas, qne iba á bordo de aquella, y á estos seguía el cañonero 
dando remolque á otros tres salisipanes; á fueraa de gran cui- 
dado pasaron un canal largo, estrecho y muy tortuoso, que 
los piratas creyeron hasta entonces era impenetrable á nuestras 
embarcaciones mayores, canal rodeado por todas partes de 
bajos de madréporas que se renonocian por primera vez; y á 
las 9*30 de la tarde dio fondo la goleta á bastante distancia 
de* las costas de Tawi-Tawi y Lupa-Bouan, temerosa de una 
varada, verdadero foco de los piratas mas atrevidos y temidos 
del Archipiélago. 

El cañonero Simar continuó con poca máquina en de- 
manda de Lnpa-Bouan, y después de muchas tocadas y mas de 
media hora de marcha dio fondo en el canal que forman ambas 
islas y rompió el fuego de todas sus armas contra el pueblo y 
las playas de Lupa-Bouan, que contestaron con sus lentacas y 
bastante fusilería. A las 4*30 llegaron los botes de la goleta 
y salisipanes del Datto Wagas, que, reforzados con gente, del 
cañonero y á las órdenes del Comandante de e&te, Teniente 
de navio Pedriñan, practicaron el desembarco, pusieron á los 
ínoros en huida, y entregando el pueblo al saqueo de lois moros 
auxiliares para que luego lo incendiaren, lá gente de la goleta 
y cañonero se dedicó con actividad á la dé&truccíon y quema 
de muchas embarcaciones y acopios de madera que teni«a en 
un astillero, cuya destrucción suspendieron por lo avanzado de 
la tarde, marchando á fondear donde estaba la goleta. 

Al dia siguiente, 20 de Julio, consiguió con mucho trabajo 
entrar la goleta hasta el canal donde la tarde anterior había 
estado fondeado el cañonero, y ella lo hizo á menos de medio 
tiro de cañón, en medio de un pueblo de Lupa-Bouan por estri- 
bor y otros dos á casi igual distancia poi- baboi*, en las costas 



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—183- 

de Tawi-Tawi, y ©1 eafionero lo fué á hacer pegado á tierra lo 
mas cerca posible del pueblo y arsenal atacados el día antes. 

Tres dias permanecieron en esta posición recorriendo con 
las embarcaciones menores aquellas costas inmediatas, practi- 
cando desembarcos, batiendo al eneiñigo, quemándoles pueblos 
y caserías, destruyéndoles muchas embarcaciones y talándoles 
arbolados y sementeras. 

Los pirata», según los datos adquiridos por 33 cautivos que 
hablan podido fugarse, tuvieron un [numero muy considerable 
de heridos y mas de 50 muertos, y los expedicionarios 15 he- 
ridlas y 9 contusos de. los cristianos, 1 cautivo herido y 17 mo- 
ros del Datto Wagas: los danos causados en la propiedad fue- 
ron grandísimos y de gran trascendencia para los piratas, prin- 
cipalmente en la isla de Lupa-Bouan, que tenian como ina- 
bordable á nuestras embarcaciones, y era su fuerte y depósito 
de rapiñas y su granero ó despensa por su notable fertilidad, 
única de todo el grupo de Tawi-Tawi: se redujo á los moros á 
cenizas varios, pueblos y caseríos que sumaban muchos cientos 
de viviendas, y se le^ destruyó sementeras y arbolados y mu- 
chas embarcaciones, y entre ellas 19 grandes gabanes del ta- 
maño de los pontines, 15 hermosos pancos poco menores, y se 
les cogieron muchas armas blancas y arrojadizas, rodelas, 
tambores, 19 fusiles y 9 cañones de bronce. 

Para mayor gloria y mejores resultados de tan famosa ex- 
pedición, vino á coronarla la captura del famoso Datto Ama' 
Manff (Padre-Pescador); por dos de los cautivos fugados la no- 
che del dia 20 se supo que este célebre Datto archi-pirata ó 
jefe superior de todos aqpellos bandidos, á quien acudían para 
proveerse: de armas, municiones y de cuanto necesitaban y á 
quien daban una parte de sus rapiñas como tributo, pernocta- 
ba en un gran panco en lo mas estrecho del cansi^l formado por 
ambas islas; el piloto D; Vicente Jáudenes fué comisionado 
para su captura con dos botes tripulados por gente de su sa- 
tisfacción, y ganando primeramente las orillas y confundidos 
con las sombras de los mangles, se dejaron deslizar silenciosa- 
mente empujados por la corriente; mas de una hora tardaron 
en divisar^ el panco del Datto Amá-Mang, y pocos momentos 



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—184— 
después los botes le dieron el abordaje; los moros que, segnn 
su indolente abandono, dormian tranquilamente y sin ninguna 
vigilancia, al despertar sobresaltados se vieron sin acción ro- 
deados de españoles, á quienes se entregaron sin resistencia, 
al mismo tiempo que el valiente Jáudenes, guiado por uno de 
los cautivos que llevaba, se dirigió á popa, donde dormia el 
Üatto sobre un petate, rodeado de 4 fusiles y sus armas, quien 
al intentar incorporarse y coger una de las de fuego le parali- 
zó la acción el sentir sobre sus sienes el frió canon del resol- 
ver de su afortunado aprehensor. 

El valiente jefe pirata, el tan justamente temido y tran 
tristemente célebre Datto Amá-Mang, se vio precisado á 
dejarse prender, amarrar con la faja del mismo Jáudenes y con- 
ducir á la goleta con 28 hombres mas de su tripulación, escogi- 
dos entre los mas valientes que ejercían la piratería: el panco 
estaba surtido abundantemente de víveres y municiones, y 
armado con un cañón de á cuatro, otro de á dos, 6 lentacas, 9 
fusiles y muchas armas blancas. Esta importante captura, 
llevada á cabo tan felizmente sin derramar una sola gota de 
sangre por el valiente Jáudenes, le fué recompensada con el 
grado de Alférez de fragata. 

El Datto Amá-Mang fué sometido á un escrupuloso inter- 
rogatorio, en el que convencido de sus crímenes, fué asegura- 
do en prisión, en la que al verse se apoderó de él tal furor 
que se deshizo los dientes intentando romper las cadenas, que 
sacudía como una fiera, queriendo lanzarse sobre todo el que 
se le aproximaba, y negándose á tomar ningún alimento, 
murió de desesperación tres dias después. 

El dia 21 no encontrando ya moros que batir, caseríos que 
quemar, ni embarcaciones que destruir, salieron de aquellos 
canales y la goleta continuó á poca máquina en demanda de 
la costa oriental.de la gran isla de Borneo, mientras el caño- 
nero remolcando los salisipanes del Datto Wagas cargados 
con los despojos de sus correligionarios ios dejaba próximos á 
la isla de Simonol ó Siinonor, y luego se les incorporó. 

En la mañana del dia 23, hallándose la goleta y el cañonero 
en el estrecho que con Punta Látnán en Borneo forma la isla 



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-185— 
de Bkmgao, del grupo de Tawi-Tawi avistaron 15 embarca- 
ciones piratas que á toda vela y remo procuraban ganar la 
costa de la gran isla; pero forzando la máquina el caflonero 
consiguió cortarles la retirada, y embistiendo sobre el mas 
próximo al mismo tiempo que' descarga su colisa, dejándole 
lleno de muertas y heridos y medio sumergiéndose, repite igual 
operación con oíros, y haciendo lo mismo la goleta lograron 
en menos.de una hora destruir la escuadrilla pirata, habiendo 
echado á pique 14 embarcaciones, de cuyos náufragos muy 
pocos consiguieron ganar tierra: la otra embarcación fué cap- 
turada con 13 piratas, hallando.en ella varias lentacas » fusiles 
y armas blancas y cargamento de herrajes y cobrería de un 
gran buque europeo náufrago, de que venia cargada toda 
aquella escuadrilla, y echando á pique el panco, continuaron 
sobre la costa N.£. de Borneo, donde practicaron algunos 
reconocimientos. 

Hallándose el dia 27 en la bahia de Sandacan, se presen- 
taron á bordo de la goleta todos los Dattos y Gefes de aquéllos 
alrededores á mostrar de palabra y por escrito su anexión á 
nuestro Gobierno y Reina como dueña absoluta de vidas y ha- 
ciendas; de aquí pasaron á la isla de Siam, una de las muchas 
intermedias entre Tawi-Tawi y Joló, y recogiendo 6 cautivos que 
se fugaron continuaron á Joló, cuyo Sultán los recibió con 
admiración por el buen éxito de una empresa para la que se 
creian indispensables muchos mas buques y cuando menos un 
Regimiento de desembarco, y por fin el dia 3 de Agosto: dio 
fondo en la rada de Zamboanga la afortunada expedieion. 

XX. 

<1862 á 1864.) 

El Comandante de las fuerzas sutiles de Visayas, Capitán de fragata D. Antonio Mora, 
bate i los piratas en Tonquil, Garondon y Paifan.-PaHecímiento del Sultán de Jotó y 
proclamación del sucesor bajo la protección espaOola.-El Archipiélago de Joló, Tawi- 
Tawi y gran parte del N. de Borneo pertenece de hecho y derecho á Espafia. 

Apesar de los buenos y constantes servicios de la Marina, 
particularmente de los cañoneros de vapor, las est^ursiones de 



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— Í86— 
los piratas inoro-^malayos continuaban en apogeo: el Coman- 
dante d« ias 'fuerzas sutiles de Visayas, Capitán de fragata 
D. Antonio Mora y Cincunigni, proyectó darles un escarmiento, 
y ceoí este ob}eto se trasladó de Zamboanga, en donde ya estaba 
establecida la Comandancia principal, á la Isabela de Basilan, 
donde lo habia estado, en cuya silanga se reunieron la goleta 
Santa Filomena, cañonero Samar, y algunos salisipsnes tri- 
pulados por moros de Pasanhan» capitaneados por.D. Nar- 
ciso López, Secretario del Sultán de Joló, haciéndose á la 
mpít el: dia 18 de Agosto con rumbo á la isla de Tonquil, 
donde el dia 20 dio fondo á larg* distancii^, por nó permitirlo 
los arrecifes y bajo fondo aproximarse la goleta, y avanaando 
el cañonero rompió el fui^go con saquete de ametralla y granada 
coi^a un pueblo de la ccfóta, protegiendo el desembarco. 

Ctiaado los botes estuvieron cerca de la orilla los moros 
salieron en gran número á la playa para oponeírse & que sal- 
taraaiá tierra, pero los pedreros y fusilería los rechazaron, obli- 
gándoles á retirarse á una gran casa fortificada que defendía 
el pueblo, desde donde rompieron el fuego con algunos fusiles y 
lentacas, 1 c»6on de á cuatro y 2de á dos; pero también fueron 
deáqmí arrobos» y después del pueblo, que fué entregado al 
saqueo de los moros de Pasanban que lo incendiaron, y des- 
truidos algunos sembrados, arboledas y embarcaciones, reem- 
bftrcarpn con' el Secretario del Sultán, un marineío y 5 moros 
leales heridos. 

' En aquel fondeadero permanecieron descansando hasta la 
madrugada del 5^, que hicieron rumbo i Catondisn, pueblo de 
un centenar de casas levantadas en la ribera y protegidas, se- 
gún costumbre adoptada por los moros, en todo su frente por 
un banco dilatado de madréporás ({ue impedían aproximarse á 
menos de un largo tiro de cañón, y además tenia todo el pue- 
blo al frente liina larga muralla de estacas, la que acudieron á 
defender un número bastante considerable de moros: la gente 
de desembarco. se acomodó en los botes» y haciendo fuego de 
pedrero y carabinas, avanzaron sin vacilar despreciando la fusi- 
lería y lentacas del enemigo hasta que quedaron los botes va- 
rados en los arrecifes, y entonces saltaudo sobre ellos avansa- 



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ron aun coa mayor deciisioBv yá despechode^ sus'defeíaifttípeií, á 
qm^nes pusieron en huida UevándosQ muélaos herid0É y d^g&fl- 
do sobre el terreno 23 muertos, se hicieron duejlos de las forti- 
ficaciones y del pueblo, que incendiaron, y reembarcaron coa \2 
heridos, algunos de ellos de gravedfeid. 

En el mismo dia fueron écaer sobíe el pueblo de Pa- 
tián, cuyo gran pueblo, batido por sorpresa, fue» tomado y 
reducido •& cenizas, como post^iormente otros pueblo» mraos 
importantes conocidos por sus piraterías. 

El dia 23 de Setiembre oeurrié la muerte del- Pandií^fía- 
Majasari-MaulJma-Majammad^Putilóñ, Siíltan de Joléi y según 
sus ritos su hijo sucesor Majammad-Diamarol- Alan ^ retiró 
con la mayor parte de la nobleza á Diptí;a 4 órat oien. días j\mU> 
á la tumba de su padre, y otros muchos magnates adictos-.al 
Dátto Diamarol-Querén qüisáeróUf^roclaniar á= este por Saltan 
y desconocieron la autoridad del legítima heredero. ■ 

El Datto Diamarol-Querán es hijo de hijos bastardos del 
visabuelo de Majámmád-Diamarol-Alán; su carácter díscolo y 
quimérico habían obligado al padre de eefte á desterra/fio- á 
Sauidacán; en la costa de iBorneo, poco antes de la toma y 
deducción de Joló por eil General ürbiztondo en 18&1; ha- 
biendo muerto su padre posterioróienteá aquel aeontecimiento, 
regresó' á Joló y enconteó su hacienda repartida entre sus 
parientes, que le^ habían reservado- únicamente una paáfte 
miserable dé la'qae por herencia le corfeesptodia; pero ap sien- 
do bastante fuerte para rescatar: lo áuy© poT los único» medios 
hábiles eijtré' joloesea, desapareció de»Joló y fué á' vivir eH 
Buffilabun QXí la isla de Basilan, donde á noioabre del Sultán 
impuso contribuciemes y se i^odeó dé adictos; hamtaddsg en 
^oco' tiempo poderoso y temido, y para ganar mayor prepon- 
deraticia contrajo amistad con los españoles, á quieneis sirvió 
lealmente, y con la protección del Gobierno se hizo reconocer 
como Datto Gobernador de Basilán y se puso á cubierto de la 
odiosidad del Sultán y otros Dattos poderoáos; para aumentar 
aun mas su poder se casó can una hija del Datto Daniel, el 
mas poderoso y temido de Joló, desafecto al Sultán y álos es- 
pañolesi Jefe del partido más poderoso-, que hubiera deMronado 



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—188— 
al legítimo Sultán si no contase con la protección española. 
El Datto Diamarol-Queráu es tan valiente y de un carácter tan 
feroz, que se cuenta que en un rapto de furor dio muerte con 
su cris á 70 personas. 

El hijo del difunto Sultán. Majammad-Diamarol-Alán, 
cayo último nombre había sustituido al de Querán 2.* con que 
se le apellidaba, para no ser confundido con el Datto disidente, 
se apresuró á poner estas ocurrencias en conocimiento del Co- 
ronel D. Gregorio Tenorio, Comandante general de Mindanao, 
el que lo trasladó al Capitán General del Archipiélago, Te- 
niente General D. Rafael Echagüe, quien comisionó al Coro- 
nel D. Juan Burriel y Lich, Jefe interino de E. M. de las islas, 
para que pasase á Joló á poner en posesión al legítimo here- 
dero. 

El Coronel Burriel se trasladó á Zamboanga, de cuya rada 
zarpó á las ocho de la mañana del dia 22 de Noviembre con 
las goletas Constancia y Valiente, yendo á bordo de la prime- 
ra el Comandante General Gobernador de Mindanao, Coronel 
Tenorio, como Presidente de la Comisión, el Coronel Burriel y 
el Capitán de fragata Mora, Comandante de las fuerzas sutiles 
del S. de Mindanao, pasaron por la silanga de Basilan, donde 
se les incorporó el cañonero Arayat, núm. 12, que á las dos 
de aquel mismo dia se separó haciendo rumbo á Joló para 
anunciar al faturo Sultán la ida de la Comisión, y las dos gole- 
tas continuaron i la isla de Tulayan, en donde dieron fondo 
en la amanecida del dia 23, encontrando ya fondeada la sub- 
división de fuerzas sutiles de Joló, compuesta de la goleta 
Santa Filomena, bergantín Scipion y cañonero Samar, núm. 7. 

A la una de la tarde de aquel mismo dia llegó al fondea- 
dero de Tulayan el cañonero Arayat, trayendo á su bordo al 
Secretario del Sultán, D. Narciso López, que dijo se hallaba 
su señor en el monte orando sobre la tumba de su padre y que 
creia difícil bajase al pueblo hasta pasados 38 dias que cum- 
plian los cien que el Koran le imponía á aquellos ejercicios . 
El Coronel Tenorio hizo volver al Secretario á Joló en el mis- 
mo ctóonero para que manifestase al Sultán lo mucho que des- 
agradaría al Gobernador del Archipiélago aquella demora, que 



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—180- 
podria teneir.grended p^oieiospara m perscma y i los intere* 
9es generales de su reino, lo que asf comprendió el Saltan, 
quien tomando el consejo de sus Panditas, opinaron qué en 
vista de las circunstancias podia suspender las prácticias reli- 
giosas, pero quedando otíigado á terminarlas después, y r^3<)l- 
vió bajar k Joló eldia 25 para recibir á la Comidon y actuar 
su proclamación. 

£1 dia 24 regresó el cañonero Arayat con el Secretario y 
estas noticias, y á las ocho de la mañana del 26 se puso en 
movimiento la división en demanda de Joló en línea de batalla 
con distancia de un cable de buque á buque, ocupando el cen- 
tro la Constancia, remolcando el bergantín Scipíon, llevando 
á estribor la Valiente, á babor la Santa Filomena, y cerrando 
el ala derecha el cañonero Samar y la izquierda el Arayat. 

Al anochecer dieron fondo en la rada de Joló en el mismo 
orden, apoyando su extrema derecha al 8.0. sobre Punta 
Mdtandd^ y el otro extremo al N.O. sobre la playa de Daniel, 
avanzando el bergantin Scipion cuanto le fué posible sobre los 
pantalanes del pueblo; en este se sentía el mayor bullicio y 
por todas partes se agitaba y agolpaba un gentío inm^so 
viendo la llegada' y maniobras de los buques; todo el caserío 
fué iluminado, con la única excepción .del barrio entero del 
Datto Diamarol-Querán y su suegro Datto Daniel, quienes por 
no asistir al ceremonial se retiraron al interior. 

El Secretario del Sultán y otros Dattos pasaron á bordo de 
la goleta Constancia á saludar á la Comisión, y á las diez de 
la mañana del dia 27 volvió á bordo de la goleta para enterar- 
se del ceremonial todo el gran Consejo del Sultán, que se 
componía de los personajes siguientes: 

Datto Paduca Majammad-Istrael.=Primera dignidad del 
reino después del Sultán « Presidente del Consejo de 
Ministros y Minislro de Gobernación. 

Dátto Paduca Majammad-Aranán-=Mínistro de Estado. 

Datto Paduca Majammad-Alimudín.=Ministro de Marina 
y Capitán del puerto de Joló. 

Datto Paduca Majammad-Daculá.==?Ministro de Hacienda. 

Datto Paduca Majammad-Asibí.=Ministro de la Guerra. 



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Aquívdebenioj» observar, cQiDio muy oportuüWMWte llama 
la atención D.^Froilan Atilano H6raaadez y Lastra; Capitán 
g^raduado de infantería y Seca?etario del Comandante General 
dé Mifxdanao/ Sr. Tenorio, -en su arttoulo publicado el año 
1663 en «1 Jfunda Müitar, precisamente sobre ^^tas pccirren- 
oiftsvqcce los Ministerios de Fomento y ds Gracia y Juetidii «stán 
suprimidos sin duda por innecesarios. 

Itespnes de enterados los Dattos Paducas de cuanto desea- 
ban por meáio del intérprete del Gotóerno, E(atto de Magay 
D. Alejo Alvat»ez, fueron obsequiados con un magnífico refres^ 
co y bebidas de que carecen en aquellas islas y á que se mues- 
tran delirantemente aficionados, como al tabaco elaborado en 
Filijíínas, y con ellos bajaron luego á tierra el Gobernador de 
Mindanao, el Jefe de E. M., el Comandante de las fuerzas su- 
tiles y algunos Oficiales A visftar al Sultán; este mamfestó su 
contento al recibirlos, y por medio de los intérpretes y valién- 
dosé de las palabras mas expresivas y cariñosas para dar ¿ 
conocer el amor y respeto que le movía hacía su hermana y 
sefiota Doña Isabel 11, recordó q^ie Us AfchipiMagos de Joló, 
Ttmi-^Warn y gran parú0 del W> de la isla de Borneo, que 
forman la súltaTúla; pertenecen de hecho y por derecho de 
confmta y- de anexión d Espaiíai colno consta en varios 
tratados, y muy especialmente p6r el de SO^de Abril de 1851. 

El dia 28 era el cumpleaños del Príncipe D. Alfonso, día 
elegido de ex-profeso para la proclamación oficial del Sultán, 
y á la salida d«el sol todos los buques «e engalanaron é hicieron 
las salvas de artillería dé ordenanza; el pueblo joloés se puso 
en animado movimiento, llenáronse las casas y árboles de vis- 
tosas banderas de colores y dispararon de continuo cuantos 
cañones, pedreros, lentacas y fusilería tenían. 

A las diez, la Comisión española con todos los Oficiales y 
guardias marinas francos de servicio, vestidos de rigorosa gala, 
fueron á desembarcar en el pantalan del Datto Paduca Ma- 
jammad-Asibí, en cuya casa residía el Sultán, que salió á re- 
cibirlos en medio de un gentío inmenso y animado: la bandera 
española tremolaba sobre la casa á la derecha de la del Sultán 
y mucho mas elevada. 



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Exigido el mayor silencio entre los espectadores que llena- 
ban el edificio, encaramados kaiít» por las paredes, se constitu- 
yó el Consejo, y se descubrió un retrato de la Reina Doña Isa- 
bel II, ante el que, y sobre el Kotán, tomó el Coronel Tenorio 
juramento al nuevo Sultán Majammacl^Diamarol-íilan, de ire.r 
QOAQQiffiiento.y adhesión á la soibef a&ia «spañola, y salado 
seguidiamente al patalan fué el nuevo Sultán presentado' al 
pueblos) que lo ireeibió cqu vivas aclamaciones y vítores á Es- 
paña: la marinería de los buques ocupó las vergas y jarcias, y 
después de los<«fete vivas á la Reina, el bergantín Seipion- la 
saludó con 15 cañonazos, qíxe fueron contestados por cuantas 
armas de fuegt» babia en tierra. 

Regresando luego al sálon del Consejo se extendieron las 
actas en español y en árabe, que fueron leídas al público, y el 
Sr, Burriel tuvo el tino de ir entreteniendo el asunto de modo 
qu^ la primera firma fué estampada á las* doce en' punto, 
cuafido sonó el primer cañonazo de la isalva -en honor del 
ounipleaños del Príuícipe de Asturias. • 

A k puesta del Sol se hi2ro el tercer saludo del dia;' í^l 
anoohfecer fue i'lunrinado él püeMo con mayor profusión que 
la B)oclie anterior, ¡exceptuando tamibíen el barrió del Datío 
Diatimrol^-Querán, y á las doce, quedando en la rada la Mb- 
divi^n d« Joló, aarparon los buques^ de la Comisión para 
Zamboanga, .donde dieron fondo 4 las ^ineó de lá tí^rde del 
dia/39^- :. ■'-' 



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— 18S2-. 
XXI. 

(1864.) 

El Comandante General de Marina, Jefe de Escuadra, D. Firanciso de Paula l^ávía, or- 
il^iia se «etive in persecocieo deles piFstiis.->El Capitán de frafifata Ü. AütonieHora 
sale con una eiqiedicioa á perseguir á los piratas sámales.- Los piratas son batidos en 
Balanguingue.-El pueblo de Carondon es tomado é incendiado. -El Saltan de Joló pu- 
bliea mi decreto penando de miwrte á tos piratas y duefSos de esclavos, ^lús joloeses 
eoBlinúan, apesar de la prohibición del Sultán, el pirateo.-Sale de nuevo el Capíun 
de fragata JUora á batir á los piratas.- El Capitán de fragata Sr. Mora visita al Sultán. 
-Agresión traidora de los joloeses del pneblo de Tapod á los buques espafioles. — La 
expedición entra en los peligrosos canales de Tawi-Tawi: traición del Datto AUp.— Los 
piratas son batidos en Lupa-Bouan y talada la isla. —El pueblo de Balimbin es incen- 
diado. —El Teniente de navio D. Marcial Sánchez Barcázlegui, practicando un recouo- * 
cimiento con una canoa, es sorprendido y rodeado por varios pancos piratas, cuyo 
circiüo rompe valientemente, y se reúne á la expedición. -Los piratas son victoriosa- 
mente batidos en sus madrigueras de Tawi-Tawi. 

A pesar de las buenas relaciones del Sultán con el Go- 
bierno del Archipiélago, los moros sámales hacian como 
siempre sus frecuentes excursiones piráticas, por lo que el Gefe 
de escuadra y Comandante General de Marina D. Francisco 
de Paular Pavia eptrecbó su persecución y castiga ^on nuevas 
y apremiantes instrucciones, en. cuyo cumplimiento el Capitán 
de fragata D. Antonio de Mora salió en la mañana del dia 15 
de Febrero de 1864 dq. Zamboanga para Basilan en la goleta 
Santa Filomena seguido de los cañoneros Panay, núm. 6, Bu- 
lusan, núm. 9, y dos vintas de zamboangueños y moros de 
Magay capitaneados por su Datto D. Alejo Alvarez. 

Dos solos dias fueron bastante para que ¿1 activo Capitán 
de Fragata D/ Antonio de Mora reuniese, alistase y pertrechase 
su expedición, y al anochecer del dia 17 salió de la silanga 
por la bocana del S. con la goleta Santa Filoníena, remol- 
cando 2 falúas y una lancha del bergantín Scípion, y siguién- 
dole el cañonero Panay remolcando 2 botes del mismo bergan- 
tín, el cañonero Calamianes, núm. 2, remolcando un bote y 
una lancha del pailebot Pasig, y los cañoneros Bul usan, núm. 
9, y Pampanga, núm. 13, remolcando las vintas de zamboan- 
gueños y magayes. 

El dia 18 dieron fondo en la costa occidental de la célebre 



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-193- 
isla de Balanguíngue, precisamente frente al lugar que en 
otros tiempos ocupaba el fuerte de Sipac, los 4 cañoneros bo- 
jeando la costa , carabineaban con gran destreza i cuantos 
moros veian á tiro, y los botes convenientemente tripulados 
y precedidos de una canoa, en que iba el infatigable Mora, 
penetran en los laberintos de esteros, desembarcan y atraye- 
fiando sus manglares, pantanos y arrecifes recorren y reconocen 
escrupulosamente el terreno, destruyen v^xias embarcaciones 
que sus tripulantes se ven obligados á abandonarles, y muy 
pocos momentos después llegan al pueblo de Bocotingól, que 
sus habitantes abandonan batidos por una sección de tropa de 
Marina, descansan. en él para continuar con nuevos brios la 
fatigosa jornada, destruyen sus arboledas y campos, grandes 
acopios de arroz y materiales é incendian el pueblo, castigando 
luego de igual manera á los de Paitan, Pandan-Pandan- 
Grande y Pandan-Pandan Chico, que abandonan sus mora- 
dores con débil resistencia. 

En la madrugada del siguiente dia hicieron rumbo á la isla 
de Tonquil y dieron fondo en su costa N.; el Pandita Am- 
banang se presentó á bordo inmediatamente á saludar al Jefe 
de la expedición y á dar testimonio de la buena fe que obser- 
vaban los habitantes de aquella isla como subditos del Golner- 
uo español, por lo que el Capitán de fragata Mora le obsequió 
y felicitó, anunciándole practicarla un desembarco pacífico,, 
el que verificó á las siete en el pueblo de Niyogan, que encon- 
tró abandonado sin mas persona que el Pandita, cuya influen- 
cia, consejos y pi*omesas de seguridad no habian sido basten- 
te á evitar que sus desconfiados moradores liubieaen huido á 
lo mas. espeso de los manglares y los bosques, y reembarcando 
la gente que habia saltado á tierra se previno al Pandita lo hi- 
ciera á los fugados* regresaran sin temor alguno al pueblo y 
entregaran, antes de las veinticuatro horas, los cautivos que 
se sabia tenian, por uno que habia logrado fugarse, y de lo 
contrario serian tratados como traidores. 

A las siete de la mañana del dia siguiente se repitió el 
desembarco, y encontrando el pueblo abandonado como el dia 
anterior» se le dio fuego, destruyéndolas embarcaciones, que 

15 



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-194— 
hallaron en la playa y otras que se extrajeron de los esteros, 
y se talaron los campos, con la única excepción de un grupo 
de casas y cuanto á ellas pertenecia por la confianza que de- 
mostraron sus habitantes, que presididos por un anciano, no 
las abandonaron, y á quienes se les regaló algunos víveres, ro- 
pa y dinero para que sirviera de ejemplo y estímulo á sus con- 
dadadanes; durante esta expedición se fugaron de los moros 
otros 3 cautivos, que vinieron á justificar la razón de aquel 
castigo. 

Aquella misma tarde reembarcó la expedición é hicieron 
rumbo al pueblo de Carondón, pueblo famoso por la valentía 
de sus naturales y su alianza de mutua defensa con los guim- 
bas. y ya casi completamente reedificado de su destrucción 
por €i mismo Mora en el mes de Agosto de 1862, delante del 
que fondearon en la mañana del dia 23 como á unas dos mi- 
llas de la costa, por el bajo fondo de sus arrecifes, que no per- 
mitieron avanzar mas á la goleta, á pesar de su poco calado; 
y trasbordándose toda la gente disponible á los botes y lan- 
chas, fueron remolcados por el cañonero Panay ha^ta donde 
le permitió el agua, y desde allí continuaron las embarcacio- 
nes menores en línea de batalla, en cuyo centro iba el Capitán 
de fragata Mora en una ligera canoa con bandera. 

Los moros guimbas mónteseos acudieron presurosos en 
gran número á reforzar á los carondones, reuniéndose en una 
cotta á los alarmantes sonidos de sus tambores, agunes y ba- 
tintines. 

Los botes, después de varias varadas, lograron ponerse á 
medio tiro de carabina de la playa, donde el bajo fondo les im- 
pidió avanzar j rompiendo entonces sobre ellos el fuego los mo- 
ros con tanta intención, quede un metrallazo lograron destro- 
zar la proa de la canoa donde iba el Jefe de la expedición, á 
ejemplo de quien se arrojaron al agua toda la gente de los 
botes, dejando en ellos únicamente dos hombres en cada uno 
para su cuidado, y decididamente, con el agua á la rodilla, 
ganan la playa, obligando á abandonarla á los moros, que 
pretendieron defenderla. 

Qrgvinizada rápidamente la expedición en tres pequMas 



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—195— 

columnas de desembarco, atacan p(br tres distintos puntos la 
cotta de Carondón, á la que dan el asalto, dispersando á sus 
numerosos defensores, que abandonan algunos cadáveres, un 
canon de hierro, algunas len tacas, municiones, armas blan- 
cas y haces de arrojadizas; y sin tomar descanso, desplegando 
al frente y á los flancos algunas guerrillas, para reconocer él 
terreno y destruir lo que encontraren, sostuvieron un fuego 
constante con los moros, que les hostilizaban por todos lados 
logrando herir á algunos soldados y grumetes y al Alférez 
de navio D. Ildefonso Benitez y García. 

Al mismo tiempo que la gente de desembarco batía en 
tierra- á los moros, y las felúas, avanzando mas sobre la costa 
con la subida de la marea, ametrallaban al enemigo que se 
habia^refugiado en un manglar, los moros auxiliares destituían 
la cotta y saqueaban é incendiaban el pueblo. 

A las diez, ya toda la gente embarcada, hicieron rumbo á 
la isla de Bangao, al E. de la de Joló, donde pocas horas des- 
pués dieron fondo, rompiendo el fuego de cañón sobre el pue- 
blo, que abandonado de sus moradores fué entregado al saqueo 
y al incendio á los moros auxiliares, que practicaron el des- 
embarco protegidos por un bote armado de la goleta. 

El día 24, á las tres de la mañana, dejó la expedición el 
fondeadero de Bangao é hizo rumbo á Basilan, en cuya silan- 
ga permanecieron algunos dias haciendo aguada, víveres y 
carbón y reemplazando los efectos de guerra consumidos; el 
cañonero Calamianes, por tener averías en la máquina, fué 
reemplazado por el Balanguingue, núm. 15, y el dia 2 de Mar- 
zo por la tarde volvió la expedición á hacerse á la mar, salien- 
do por la boca del S., y en la madrugada del siguiente dieron 
fondo al resguardo de la costa oriental de la isla de Bangao, 
donde sin pérdida de momento echaron al agua los botes, y 
bien armados y tripulados por tropa, marinería y auxiliares, 
reconocieron muchos esteros, destruyendo cuantas embarca- 
ciones, cabanas y grupos de casas hallaron y un gran pueblo 
que sus moradores abandonaron sin resistencia para ocultarse 
en los bosques y manglares inmediatos. 

Continuando los expedicionarios su reconocimiento, halla- 



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—196- 
ron la entrada de un gran estero, por el que embocaron, des- 
filando los botes en hilera por ambas orillas con el mayor 
silencio, esperanzados de sorprender allí algunas embarca- 
ciones enemigas; después de mas de media hora de tan caute- 
losa marcha se dejó oir el sordo murmullo de mucha gente 
que hablaba y que no debia estar muy distante, y todos se 
prepararon, fijando con impaciente avidez la vista en las con- 
tinuas curvaturas del estero, esperando á cada momento ver 
aparecer al enemigo; pero desgraciadamente, en el momento 
mas crítico, el inoportuno Contador D. José de Cano, estiran- 
do el brazo para desenredar el cordón del rewolver, se le dis- 
paró, y esta detonación fué un oportuno aviso á los moroS, que 
en aquel preciso momento en que los botes doblaban el último 
recodo y los divisaban, abandonaron precipitadamente sdis ba- 
jeles y desaparecieron en los manglares sin oponer la mas dé- 
bil resistencia; sin embargo, una descarga de los primeros 
botes mató á algunos é hirió á otros, entre estos últimos gra- 
vemente á una anciana, eñ que el Dr. Gavino ipudo lucirse 
amputándole una pierna. 

Por aquella desgraciada anciana se pudo saber que en toda 
la isla no quedaban ya mas pueblos ni caseríos que los que 
acababan de quemar, y que todos sus habitantes eran aquellos 
dispersados, reunidos con la idea de emigrar á Joló, pero que 
no lo habían podido, verificar por haber los buques de la 
expedición fondeado precisamente en frente de la boca del 
estero. 

En la anochecida de este mismo dia se hicieron á la mar 
en demanda de la isla de Tapol, y al mediodía del 4 dieron 
fondo próximos á la playa, en que había varios pueblecillos 
moros que se apresuraron á enarbolar la bandera blanca de 
amigos, pasando al costado de los buques algunas embarca- 
ciones á vender efectos; pero los Tic-beos, moradores del pue- 
blo de este nombre, mas atrevidos é insolentes que prudentes 
y valerosos, hicieron sobre los buques algunos disparos de 
cañón desde un baluarte de piedra que tenían en la playa en 
las rompientes de un extenso bajo de corales, y celebraban 
su traidor proceder con gran algazara y blandiendo sus armas 



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— 197-* 
en adeiqan de desafío; mas la meti^lla de nuestros buques, al 
resguardo de la que sin duda se creían, les hizo muy pronto 
retirarse á los manglares llevándose algunos muertos ó heri- 
dos, y como es de suponer, poco satisfechos de los resultados; 
pero á pesar de esto, ya emboscados en la maleza, continua- 
ron molestando á la gente de desembarco, que se hicieron 
dueños del baluarte, apoderándose de 2 cañones, 2 lentacas y 
otros efectos, y después de destruir aquella fortificación incen- 
diaron el pueblo de Tic-beo é inmediatos de Tic-bas-grande y 
Tic-bas-chico, que les hablan auxiliado. 

En los primeros dias del año de 1865 el Comandante Ge- 
neral de Mindanao, D. Gregorio Tenorio, amplió y ratificó 
los tratados establecidos con los principales Dattos de la isla y 
con el Sultán de Buhayán, Datto Otto en el campamento de 
Cotta-bato; y sabedor de esto el Sultán de Joló, abonsejado por 
su Secretario D. Vicenta Narciso, para no pasar por menos 
amigo que lo era el de Mindanao, reunió su Consejo,, y el día 
17 de Enero decretaron los cuatro artículos siguientes, que 
fueron publicados con el mayor aparato: 

«Articulo 1." Los piratas tendrán pena de la vida sea en cual- 
»quiera de los puntos que se les encuentre Aentro ó fuera de Joló, 
«verificándose igual castigo en todos los piratas que en el dia de 
«mercado vayan á hacer sus provisiones á Joló ú otros pueblos, 

»Art. í." El que se encontrase cautivos escapados y no los.auxi- 
»liase presentándolos al Sultán, ó los ocultase, serán enlbargadas sus 
•familias, sufriendo todas el mismo riguroso castigo. 

»Art. 3.' El que mate un pirata será gratificado con dos piezas 
»de coco crudo, y el que asimismo diese muerte á un ladrón, será 
«igualmente gratificado con una pieza de este género. 

»Art. 4." y último. El que presente uno ó mas cautivos se le 
«gratificará del mismo modo y con relación al número que de estos 
•presente al Sultán.» 

Pero estos mandatos, como siempre, desde un principio no 
fueron observados por los joloeses, que despreciando las pre- 
tensiones de un Sultán demasiado débil material y moralmente 
para hacer obedecer sus disposiciones, no violentaron en lo 
mas mínimo sus costumbres, y el pirateo seguía ejerciéndose, 
los cautivos vendiéndose públicamente en los mercados y sir- 



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-198- 
viendo á sus amos, sin que ivadie fuera osado de matar á estos 
magnates ni favorecer la fuga de aquellos infelices. 

Cuando llegó la buena estación, salieron cual costumbre á 
sus piraterías los sámales, en que continuarán mientras por 
nuestra parte no se autorice cual debiera á los cruceros de 
guerra para el exterminio ó captura de esa raza traidora, de 
cuantos se encontrasen separados á mas de una milla de la 
costa y en mayor número de dos personas en embarcaciones 
que no fueran tripuladas por gente indígena y reconocidos 
subditos españoles. 

Los sámales en sus correrías llegaron á hacer algunos 
cautivos en los pescadores que ejercían su industria en los 
arrecifes de la isla de Santa Cruz, enfrente é inmediata de 
Zamboanga. 

El infatigíible Comandante de las fuerzas sutiles, Capitán 
de fragata D. Antonio de Mora, queriendo darles otro nuevo 
escarmiento á aquellos criminales, salió de la rada de Zam- 
boanga para la silanga de Basilan en la mañana del día 28 de 
Abril á bordo del lindísimo cañonero Filipino, núm. 8, al 
mando del Teniente de navio D. Marcial Sánchez Barcáiztigui, 
siguiéndole el cañonero de 2.' Bojeador, núm. 12, al del 
Alférez de navio D. Tomás Olleros, y á las doce del mismo dia 
dieron fondo próximos á los pantalanes de la Subdivisión de 
la Isabela, donde estaba fondeado el cañonero Panay, núm. 6, 
al mando del Teniente de navio D. Francisco de Elizalde, 
Comandante de aquella Subdivisión, el cañonero Pampanga, 
núm. 13, al del Alférez de navio D. Carlos de Guzman. y la 
goleta Valiente al del Teniente de navio D. Cipriano Uydobro. 

La noticia de la expedición produjo tal entusiasmo en todos 
los individuos que componían la Subdivisión de la Isabela, que 
pidieron tomar participación en ella hasta los enfermos del hos- 
pital, donde únicamente quedaron los graves: el Gobernador P. 
M. de la isla, D. Ignacio Fernandez y Fernandez, se ofreció á 
custodiar los edificios de la Marina con tropa del Ejército, para 
que la expedición pudiera llevar consigo el mayor número 
posible de fuerza, lo que aceptó el Jefe de la Marina dejando 
encargado del establecimiento al Oficial 1.' Contador déla 



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-199- 

División D. José de Que vedo, eu wyo extraordinario coaaeti- 
do, ageuo á su instituto, desplegando tanto interós eomo tenia 
acreditado en el suyo, evitó con su vigilancia que los morod 
de Basilan incendiaran en una noche oscura aquel bonito y 
pequeño arsenal que, sin el menor coste del Estado, hsUm 
reconstruido y hermoseado la constancia del Teniente de i?avío, 
Comandante de aquella Subdivisión, D. Francisco Javier de 
Elizalde. 

En la noche del dia 30, ya todo listo, embarcó en la goleta 
Valiente el destacamento de infantería de marina de la división, 
y en los demás buques se repartieron los miarineros del .depó* 
sito, componiendo en total la fuerza que demuestra el número 
de carabinas con los cañones que se indican en la siguiente 
tabla: 



8. 



Goleta valiente 

Infantería de Marina 

Marinería, del depósito 

Cañonero de 1.*, Filipino, num. 

Marinería del depósito 

Cañonero de 1/, Panay, núm. 6. 

Marinería del depósito 

Cañonero de 2/, Bojeador, núná. 12 

Marinería del depósito 

Cañonero de 2.*, Pampanga, n.* 13 

Marinería del depósito 

Falúa Nieves, núm. 10. ..... 

Bote Maleampo 



Total. 



GALONES 



giratorios. 



2 de á 24 

1 de á 16 

» 
1 de á 16 

a 

1 de á 12 

« 
1 de á 12 

1 de á 12 



pedreros. 



4 de á 4 
« 

2 de á 4 

« 
2 de á 4 

< 
2 de á 3 

2 de á 2 

» 
4 de á 4 
1 de á 4 



17 



■o© 

§1 



.87 



11 



40' 
2 
20 
30 
10 
30 
10 
20 
10 
20 
10 
20 



232 



II 



86 



Total de hombres y carabinas. . 395 
' A las once de la noche se puso en movimiento la División, 
saliendo de la silanga por su bocana del Sur, por eiltre la isla 
del Moro, que está en su centro, y la de Malamahui, que que- 
daba á la derecha, llevando en vanguardia la goleta Valiente, 
remolcando la falúa Nieves, y les seguían los cañoneros Fili- 
pino con el Comandante de la División, remolcando el bote 
Maleampo, el Panay, un bote grande salva-vidaá, el Pam- 
panga y el Bojeador : una hora después, halláüdoiie loe boqu^ 



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—200— 

« 

á media milla al N.E. de 1» isla de Sampinigan, descargó un 
chubasco tan fuerte de viento y agua, que tuvo en peligro á 
los buques basta las cuatro de la madrugada, que aclarando, 
se encontraron á dos tercios de milla S.O. de las islas de Ma- 
tha y Balok-Balok: el cañonero Bojeador recibió la orden de 
adelantarse á hacer la descubierta, y reconoció algunos pancos 
de comercio de moros amigos y zamboangueños, y los caño- 
neros Filipino y Panay se separaron haciendo rumbo al grupo 
de Balanguingue, continuando el resto de la división al fon- 
deadero de Tulayan, donde dejaron caer el ancla á las dos de 
la tarde. 

Esta isla está muy próxima á la costa oriental de Jólo, y en 
ella existían aun los restos de -pantalanes, camarines, huertas y 
otras obras que fueron de la división sutil de Joló, que allí tenia 
su apostadero, y ha prestado muy buenos servicios contra el 
desarrollo del pirateo, pero que sin embargo fué suprimida por 
el error de creerla innecesaria: el terreno es sumamente fértil, 
y aun cuando está completamente deshabitada, los moros de 
Joló la tienen dividida en propiedades, que pasan á labrar y 
sembrar en tiempo conveniente, y la vuelven á abandonar hasta 
la época de recoger sus producciones, pues para ellos tiene 
el gran defecto de no tener bosques ni manglares en donde 
ocultarse si fueran perseguidos por sus fechorías. 

A las nueve de la noche se incorporaron los cañoneros 
Filipino y Panay, después de haber quemado á los balanguin- 
gues un pueblo y un astillero, que abandonaron después de 
una corta defensa, y el Comandante de la División se trasladó 
á la goleta Valiente. 

El dia siguiente 2 de Mayo se ejército la gente nueva 
en tierra en el tiro y maniobras militares, y se dividió la fuerza 
de desembarco én tres divisiones en la forma siguiente: 

1.' División, con el distintivo de banderín rojo, tenía 5 
botes al mando, del Comandante de la goleta Valiente, tripu- 
lados con la dotación de esta, destacamento de infantería de 
Marina y marinería del Depósito, y estaba dividida en dos 
secciones á los mandos respectivos del Teniente de Infantería 
de Marina y el Alférez de navio D. Antonio Autran. 



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«201— 

2.* División, con el distintivo de banderín azul, tenia 2 
botes á los mandos respectivos de los Comandantes del caño- 
nero Panay y cañonero Pampanga, tripulados con sus dota- 
ciones, y la 

3/ División, con eldistintivo de banderín amarillo, tenia otros 
2 botes mandados y marinados come la anterior por los Coman- 
dantes y tripulaciones de los cañoneros Filipino y Bojeador. 

El Comandante de la División montaba una falúa con el 
pabellón nacional, con una escolta de Infantería de Marina y 
llevaba como Ayudante al Oficial 2.® Contador de la goleta, 
D. Maximino Salguero, y á sus órdenes el 2/ Ayudante de 
Sanidad D. José Pareja. 

A las siete de la mañana del dia 3, la expedición* abandonó 
el fondeadero de Tulayan, y poco después de las doce del dia 
dejaron caer las anclas en la rada de Joló: á los pocos mo- 
mentos se presentó á bordo de la goleta D. Vicente Narciso, 
Secretario de S. E. el Sultán Majammad-Diamarol-Alán, que 
regresó á ¡tierra para avisar á su señor, que estaba en el 
palacio del monte, que habia llegado el Comandante de las 
fuerzas sutiles de Visayas para conferenciar don él, á quien 
contestó el Sultán que bajaría al dia siguiente á Joló al palacio 
de su primo el Datto Diamarol. 

A las cinco de la tarde del dia 4, el Comandante de la 
división con los oficiales francos de servicio desembarcaron en 
los pantalanes del pueblo chino comerciante, que tan hábil- 
mente saben saquear á los moros, pueblo grande y edificado 
como á una milla de la costa sobre estacas clavadas las mas 
avanzadas sobre un fondo de seis á ocho brazas de mar; la 
reunión de chinos y moros era numerosa, de aspecto puercos, 
medio desnudos y mal encarados, pero armados según costum- 
bre con sus lanzas, crises y campilanes los moros, y del puñal 
envenenado los chinos. 

Por en medio de aquel gentío curioso emprendió la marcha 
abriendo paso el Monábe y algunos lanceros de la guardia 
real del Sultán, que no se diferenciaba del resto del pueblo 
mas que por su arrogante estatura, pero en cambio el monabe 
ó introductor de .embajadores era un viejo mucho mas feo que 



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—202- 

lo general; sus sucios pies y piernas hasta cerca de la rodilla 
estaban desnudos, cubriéndole hasta la cintura un calzón 
ancho de tela mugriento, que debió en su tiempo ser encar- 
nado, sujeto á la cintura con un cinturon de cuero con chapa 
dorada muy reluciente, del tamaño y forma bastante aproxi- 
mado de un cubidiete de canon: como los moros no cono($en 
la camisa, vestía sobre sus negruzcas carnes una chaquetilla 
ó especie de corpino de pana raida con mangas anchas, por las 
que sacaba los bracos enjutos y desnudos; á la cabeza liaba 
un pañuelo encarnado y amarillo figurando turbante, por 
debajo del que asomaban con desaliño algunas guedeja^, 
haciendo aparecer aun mas ancha y fea que en realidad su 
cara juanetuda con narices gordas y aplastadas, en que brilla- 
ban muy hundidos dos ojos negros, y daba asco su boca 
ennegrecida por el abuso del opio y del betel: al cinto llevaba 
un cris con riquísima empuñadura de plata y marfil y su 
diestra empuñaba una lanza de dos hierros abiertos en ángulo, 
que con la chapa del cinturon son divisas de su autoridad; en 
resumen, el monabe era una sota en caricatura. 

Cuando todos los oficiales hubieron desembarcado, 4 lance- 
ros del Sultán emprendieron la marcha, primero por anchos 
pasadizos ó corredores cubiertos y luego por unos largos y 
estrechos andamies que comunicaban con el pueblo de Joló, 
por encima de los cuales era preciso caminar en equilibrio, que 
dificultaban el cimbreo que le imprimía la presión de la comi- 
tiva y curiosos que seguían ó afluían por otros andamies iguales, 
que de las casas laterales venían á enlazarse á quel que era el 
general: estas vías de comunicación, llamadas pantalanes, 
consistían en troncos apareados, clavados de trecho en trecho 
sobre el fondo del mar, y en sus cabezas superiores cruzado 
otro madero que servia de base para poner de uno á otro, en 
forma de puente, algunos maderos desiguales ó simplemente 
dos ó tres cañas; los moros caminan por allí encima descalzos 
y cargados, con igual desenvoltura que nosotros por nuestras 
calles, pero los oficiales de Marina de la expedición tenían que 
hacerlo con mucho cuidado y lentitud y guardando el equi- 
librio con los brazos abiertos. 



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—203- 

Por fin, los expedicionarios pusieron pie en tierra, y de- 
jando por la derecha el campo del mercado, donde suele tener 
lugar algunas veces la venta de los esclavos, pasaron por una 
gran llanura que ocupó en otro tiempo la cotta del célebre 
Datto Asibí, donde habia agrupados mas de 3.000 curiosos, 
por entre quienes continuaron los lanceros reales y el monabe. 
haciendo paso á la comitiva con gritos feroces que querían 
decir ¡Paso al Sultán! y repartiendo algunos golpes á los 
morosos, hasta llegar donde estaban formadas las tropas* del 
Sultán haciendo calle: primeramente encontraron los lanceros 
á pie, de igual aspecto y calaña que los demás, luego los cam- 
pilaneros con su terrible arma sobre el hombro, después los 
flecheros descansando sobre los arcos, y últimamente los esco- 
peteros con toda clase de armas de fuego, muy pocas de ellas 
buenas, todos andrajosos, puercos y sin la menor uniformidad, 

Los caballos de los magnates y gefes eran unos maltratados 
jacuchos, mal enjaezados, luciendo únicamente el del Sultán, 
como cosa de gran lujo, una vieja mantilla encamada con 
algunos bordados de oro. 

La casa-palacio del poderoso Datto Diamarol no variaba 
de las demás del pueblo sino en su mayor tamaño y estar su 
único piso á buena altura para poder debajo varar sus embar- 
caciones, con las que solia salir al pirateó cuando le parecía, ó 
fiaba la expedición á uno de sus sácopes favoritos. Los expe- 
dicionarios subieron por una escala de caña, mas propia para 
un albañil ó de gallinero que para la entrada principal de tan 
poderoso Datto, pasaron por un pantalan de cañas y palma 
bra^a, del que hablan desmontado algunas lentacas, cuyos 
tragantes estaban afianzados en varias partes para en caso 
necesario defender la casa. 

El populacho joloes invadía la casa del Datto Diamarol 
entrando hasta por las ventanas en el gran salón, dondeJiabía 
de celebrarse la gran vichara, y donde ya estaba reunido el 
Sultán Majammad -Diamarol- Alan con su Consejo: aun cuando 
aquel salón era bastante espacioso, se respiraba en él una at- 
mósfera fétida y sofocante, tanto por la falta de aseo interior 
y esterior del edificio, como en los miembros del Consejo y 



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—204- 

espectadores: el tosco maderamen que formaba el caballete del 
tejado estaba lleno de extensas y polvorosas telas de araña con 
sus grandes panzudos y asquerosos tejedores, que iban per- 
diéndose gradualmente en la densidad del humo de los fuma- 
dores, los cuales podian facerlo sin temor de resentir en lo 
mas mínimo la etiqueta de palacio, ni la solemnidad del acto: 
las paredes eran de tablas mal unidas, que hacen á fuerza de 
mazo y cuña por no conocer el uso de la sierra, lo que las 
hace salir con jibas que rara vez pueden corregir con la tosca 
hacha de su uso: al rededor del salón habia una bancada de 
una vara de ancho y otra de alto, que parecía una pesebrera, 
formada de cañas, y en uno de los centros sobre lindísimos 
petates se hallaba S. E. el Sultán, recostado entre algunas 
almohadas forradas de percalina de distintos colores, pero muy 
mugrientas. 

S. E. el Sultán Majammad-Diamarol-Alán era un joven de 
20 á 25 años, de facciones regulares, mediana estatura, del- 
gado y muy demacrado por el abuso del opio y del harem; 
vestía un calzón de terciopelo morado muy rico y primorosa- 
mente bordado de oro, pero ya muy estropeado, muy apretado 
y agargantado al -tobillo con algunos botones dorados; los 
pies, no muy Umpios,los tenía desnudos y delante las chinelas 
del mismo color que el calzón y como él muy recargadas de 
bordaduras de oro: en el cuerpo llevaba una chaquetilla del 
mismo color y bordadura que el calzón, como él muy apretada 
y abotonada en las muñecas, y al centro con una hilera de bo- 
tones también dorados, los que no todos puestos dejaban ver 
la carne, pues S. E., como los demás moros, no usaba camisa, 
y la cabeza la envolvía en un turbante que terminaba en for- 
ma de mitra. 

Cuando entró en el salón el Comandante de las fuerzas 
sutiles de Visayas con la comitiva, el Sultán los recibió son- 
riéndose y enseñando unos dientes colorados por el bullo que 
estaba masticando, y mientras con una mano continuaba ras- 
cándose los pies alargó la otra á los recien llegados, dirigién- 
doles algunos cumplidos malayos. 

Por derecha é izquierda del Sultán estaban los Dattos mas 



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—205— 

influyentes y el Serip, sentados á la oriéntala sobre la misma 
bancada, con sus crises de riquísima empuñadura sobre las 
piernas y fumando opio en rústicas y largas pipas de caña, y 
mascando alternativamente el bullo, que cada uno tenia á ma- 
no en una cajita de metal, mezclado con flores de olor esqui- 
sito, con las que como un obsequio restregaban la cara y las 
manos de los españoles que se aproximaban á hablarles. 

El Jefe de la expedición y todos los oficiales que le acom- 
pañaban se dieron apretones de manos con el Sultán y Dattos 
y fueron tomando asiento en butacas de bejuco y algunas 
sillas europeas medio desvencijadas, en que estaban siempre 
en movimienío rechinante, colocándose al rededor de una gran 
mesa redonda cubierta con un hermoso pañuelo de seda de 
china, probablemente trofeo de alguna de las frecuentes 
correrías piráticas delJDatto Diamarol. 

El Secretario del Sultán interpretó la alocución del Sr. 
Mora, en que recordaba la buena amistad, relaciones y tratados 
tan exactamente observados por los Españoles y tan frecuente- 
mente olvidados por los subditos joloeses, produciendo quejas 
fundadas, y aconsejó la* buena correspondencia, que causó en 
los oyentes el mismo efecto que predicar en desierto, y en 
inútiles digresiones vino la noche y á iluminar la escena 4 
morazos sirvientes del Sultán, tan puercos y mal vestidos como 
los demás, que colocaron sobre el velador otros tantos grandes 
candelabros de metal, que indudablemente en mejores tiempos 
pertenecieron á alg'un altar, sucios y cubiertos de cardenillo, y 
en ellos colocaron cuatro velas de cera encarnada, que como 
fueran mucho mas delgadas que las tazas de los candeleros, 
fueron apretadas y pegadas á fuerza de pulgar. 

Continuó luego la vichara interrumpida por los candeleros, 
empeñándose el Sr. Mora en que el Sultán y Dattos nombrasen 
persona de su confianza que los representase y en su nombre 
reclamar de los pueblos que se sabia hablan salido al pirateo 
los cautivos que tuviesen, antes de apelar á los violentos 
recursos de la fuerza; pero en lo mas interesante de la dis- 
cusión, fué nuevamente interrumpida para aceptar el re- 
fresco que algunos morazos del servicio particular del Sultán 



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—206- 
colocaron sobre la mesa: consistía este en una gran bandeja 
de metal dorado con algfunos dibujos en relieve llenos de car- 
denillo, y en ella muchas tacitas de diferentes tamaños, hechu- 
ras y colores, llenas de un chocolate detestable, dos compoteras 
de cristal llenas de agua, y varios platitos con dulces de coco 
y otras frutas, todo sin el menor gusto y de bastante mal 
paladar, de todos cuyos ingredientes extraños probaron la 
Comisión por corresponder al obsequio y por curiosidad: los 
fumadores con confianza sacaron las petacas y repartieron los 
cigarros con aquella pobre nobleza joloana, que los recibían 
con tanta avidez y fumaban con tanta satisfacción, que hubo 
puro que recorrió varias bocas. 

Con mucho trabajo pudo conseguirse reanudar la cuestión 
.pendiente, y como fuese contrario á sus costumbres religiosas 
ocuparse de ningún asunto de gobierno después de anoche- 
cido, ofreció el Sultán discutir la cuestión en junta secreta en 
las primeras horas del dia siguiente, y antes de las diez de la 
mañana comtmicar el resultado, retirándose la Comisión acompa- 
ñada por muchos moros que alumbraban con apestosos juepes. 

Inútilmente esperó la expedición hasta las diez de la ma- ' 
ñaña del dia siguiente el resultado de lo ofrecido por el Sultán 
la tarde anterior, por lo que para no demorar la estancia en 
Joló dispuso el Sr. Mora ponerse en movimiento, al mismo 
tiempo que mandó al Sultán una comunicación manifestándole 
su disgusto al dejar aquella rada sin que hubiese tenido resul- 
tado su justa petición, á la que el Sultán contestó en el mo- 
mento verbalmente por su Secretario, que traía permiso para 
acompañar la expedición, que se enviaría á reunírsele á Tawi- 
Tawí á un monoJbe para que se pusiese á las órdenes del Gefe 
de la expedición é hiciese saber á sus vasallos era su voluntad 
entregasen todos los cautivos cristianos que tuviesen. 

A las cinco y media de aquella misma tarde dio fondo la 
expedición como á un tiro de fusil de la costa septentrional de 
la isla de Tapool, al S. de la de Joló, inmediata á dos pueblos 
de la costa, que enarbolaron la bandera blanca como símbolo 
de paz y amistad; pera como á eso de las ocho de la noche, 
rompieron fuego de lentaca y fusilería sobre los cañoneros 



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—207- 

Bojeadory Pampanga, que eran los mas próximos á tierra, 
los cuales tuvieron que enmendarse para ponerse fuera del tiro 
de aquellos traidores isleños, á quienes se les hizo algunos 
disparos de carabina sobre los puntos donde se observaban los 
fogonazos, pues la noche era muy oscura. 

Todos los individuos de la expedición pasaron intranquilos 
la noche, esperando impacientes el nuevo dia, para imponer 
á los traidores el condigno castigo, idea que inició el gefe de 
las fuerzas navales, pero en la inmediata mañana aplazó el 
castigo y abandonó el fondeadero á las cuatro de la madrugada 
para evitar que pudiesen pasar aviso á los de Tawi-Tawi, á 
quienes se proponía sorprender y alcanzar ventajas de mucha 
mayor consideración que las que pudiese lograr en la isla de 
Tapool, y se fué á fondear á cubierto de la isla de Magtaguan, 
con el objeto de caer de improviso en la mañana siguiente 
sobre la de Lupa-boan, guarida predilecta de los piratas mas 
famosos del archipiélago de Tawi-Tawi. 

A las siete dé la mañana del dia 7, con la crecida de la ma- 
rea, se puso en movimiento la expedición, bajo la dirección del 
Datto Alip, famoso capitán pirata de quien ya hemos hablado, 
y que vivia en Malamahuí, según nuestro Gobierno del Archi- 
piélago le habia autorizado, pero que nuevamente complicado 
en otras recientes piraterías y preso en Zamboánga, se le ofre- 
ció el indulto como desempeñase coi\ lealtad su comisión de 
práctico, como lo ofreció firmando un acta y dejando en rehe- 
nes á su mujer la Dayana Manglaya (bautizada con el nombre 
de María) y dos hijos cristianos: á Alip acompañaba su primo 
Jagiludin^ijóven casi tan práctico como él en aquellos mares 
que tantas veces hablan correteado con el feroz Campung 
(Campen vulgarmente), indio cristiano renegado, y su sácope 
Laudin: también acompañaba á la expedición un moro de 
Pasanhan, llamado Anchao, muy afecto á los españoles. 

El cañonero Bogeador tomó la vanguardia para ir explo- 
rando el paso de los canales y sondando el fondo, y le seguía 
la foleta Valiente con Alip sobre el puente y Jagiludin y Lau- 
din en la cruceta del trinquete: mas de una hora hacía que 
los buques sorteaban con la mayor felicidad aquel semillero 



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—208— 
de peligrosos bajos y habían entrado en un estrecho y tor- 
tuoso canalizo, siendo poco mas de las diez de la mañana, 
cuando los buques se encontraban mas empeñados en aquellos 
laberintos y el Bojeador hacia señales de precaución, con pro- 
testo de vencer la corriente pidió Alip mas máquina, y cuando 
la goleta llevaba la mayor velocidad AMp se arrojó al agua 
dando un grito salvaje de satisfacción: los que estaban sobre 
el puente creyeron en un principio casual la caída; mas 
por fortuna el Comandante del buque D. Cipriano Uydobro, 
sospechando desde luego la traición, mandó ciar á toda má- 
quina, y aguantando la salida evitó que la goleta se estrellase 
contra unos arrecifes, que pocos momentos después gritaron 
los topes por la proa y luego por todas partes, y avanzando 
por el N.O. un fuerte chubasco fué preciso dar fondo por no 
dejarlos ver la oscuridad que se apoderó de las aguas. 

Entre tanto, el traidor Alip, nadando con la misma agilidad 
que pudiera hacerlo un pez, ganó uno de los extensos arrecifes 
que formaban aquellos canales, y ya á nado ó andando sobre el 
bajo fondo con el agua á la cintura, huía en dirección del 
pueblo de Balimbin en la costa de Tawi-Tawi, pueblo en que 
había vivido mucho tiempo y tenia muchos parientes y antiguos 
compañeros de piratería: algunos botes salieron con cuanta 
rapidez fue posible á perseguir al traidor Alip, que hubiera 
logrado su fuga si dos certeros, disparos de carabina de la 
goleta no le hiriesen en un hombro y una rodilla imposibili- 
tándole de tal modo, que habiendo encallado los botes que le 
seguían, le alcanzaron persiguiéndole sobre los arrecifes el 
sargento de Infantería de Marina Manuel Ferro y «^ Oficial de 
mar José Longa. 

Cuando regresaban los botes á sus buques reventó el 
chubasco que hacía algún tiempo amenazaba, con tanta furia 
que tuvieron que ampararse medio sumergidos al cañonero 
Panay por ser el buque mas próximo; y tan luego vino la 
clara fué conducido Alip á la goleta, donde preso con su 
primo Jagíludin y el sácope Laudin, pudo averiguarse eil el 
expediente que se instruyó, que el traidor Datto Alip, deseoso 
de volver á su antigua y habitual vida del pirateo, para 



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-209- 

recoQciliar^e cou sus antiguos catatadas de ^ Tawi-T^wi, á 
qi^enes con Campung*, Jagiludin y otros hafcía^ aj)andQna4pj^ 
por colisiones consecuentes al repartimiento de cautivos y bqtíu 
de una expedición, les habia mandado una. embarcación de ía^ 
mas ligeras desde ¿amboanga, previAiéndoles 1^ gxpediciqn 
de los españoles y ofreciéndoles unirse á ellos para con.cpnp- 
cimiento de los elementos contrarios poderlos resistirlo j^atir 
con la mayor ventaja. , .: . . . .^ ■ • 

^1 medio dia se puso en movimiento la goleta Valiente 
para avanzar sobre Lupa-boan, pero al poco tiempo tuyo. /(me 
dar fondo por. estar el paso cerradp por tpdaa part^ .por.graA- 
des pedruscos, rocas y bancos de co?*al: inmediatamente.,se 
embarcaron en los botes toda la gente disponible, y remolcados 
por Jos cañoneros avanzan sobre aquella. isla, consiguiendo des.- 
pues de muchas tocadas y revueltas llegar hasta unas tre§. milj^as 
de la costa, donde los corales del bajo fondo casi velaban la ^u-' 
perficie de las aguas, impidiendo por .completo el avance hasta" 
de las embarcaciones menores, viéndose precisados á volverse al 
pozo en donde estaba fondeada la goleta. La traición de Alip^ 
se hacía sentir, y los inconvenientes de abordar á JLupa-boan 
exasperaban el ánimo del Comandante de. las fuerzas- sutile^v 
pues le constaba por partes oficiales del Teniente de navio 
D. Vicente Carlos. Eoca, Comandante de la goleta Santa Fi-; 
lomena, que en Julio de 1862 habia penetrado por un tortupsí-; 
simo canal hasta colocarse en medio de la silanga que forpaa 
aquella isla con la de Tawi-Tawi. . , . '. -.t 

A las cuatro de la tarde el infatigable Sri llíqra se tras^ 
bordó al cañonero Pampanga, y sorteando aquellos^ canalizos 
ó arrastrándose materialmente sobre los corales de los bajos,, 
consiguió llegar á la silanga ansiada, y poniéndose á tiro de 
un pueblo de la costa de Lupa-boan, lo cañonea, obliga á ,sus 
defensores á abandonarlo, practica un desembarco, se persigue 
al enemigo una hora al interior, se destruyen algunas embar-, 
caciones, se incendia el pueblo, se reembarca y se regresa al 
fondeadero donde quedan los deinás buques^ con menos dificul- 
tades,, pues desde una colina de la isla habian .podidq estudiarse 
algún tanto los canales. 



14 



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-2Í0- 

Oés;()tié8 de jfaediá noche sé acogió á lá goleta Valiente en 
lili diminuto l)árófó ün cautivó cristiano fugado áe léalimbiñ, 
por quien se supieron los traidores propiSsítos de Alip, y que 
los nioi*6s llenos de terror abandonaban loa pueblos dé la costa 
liéVándei^e al interior íois cautivos y cuánto tenían de valor: á 
los ptros buqués también se acogieron en igual modo otros 
cátítívbs, todos conformes en las mismas noticias. 

A las seis y media de la mañana del ¿íia 8 se embarcaron 
los troisos de desembarco en los botes, y tomando los remolques 
délos cafioneirós Pampanga y Bojeador, se dirig-ierotí á la 
sílanga dé Ltípá-boan, én cuya isla desembarcaron sin la me- 
líór oposición, y Úe reconoció la mayor parte sin eticontrar 
enemigo qué baídr, teniendo que contentarse éon quemarles 
las casas que encontraron, talarles muchos árboles frutales 
y destruibles hermosas sementeras, plantios, canales de riego 
y iín pequeño ai'sén^l con algunas embarcaciones en coñstruc- 
óibn y grandes acopios de maderas: cuando la gente de des- 
eihbáVco regresó al fondeadero encontraron en la goleta otros 
dos cautivos hüidois de la íslia de Bunabunan. 

A las dnce dé la mañana del dia 9 se presentaron á bordo 
dé los buques varios cautivos fugados que confirmaban el 
páhico que sé habia apoderado de los moros de aquellas islas, 
y á las dócé todos los buques se pusieron en movimiento, con 
marcha muy lenta para precaver una varada, en dirección á 
Lüpa-boan, avanzando por el canal qué el dia anterior habia 
estudiado detenidamente desde el alto de lá isla él inteligente 
Teniente de íiavib D. IJarcial Sánchez Barcáiztigui, logrando 
á las dos dé la tarde fondear isití el menor percancé en la si- 
lángpa todos los buques, exceptuando el cañonero Pway, que 
habiendo salido á perseguir unas vintas sospechosas, lo hizo 
ai anochecer trayendo algunas de remolqué y habiendo ech'ado 
á pique otras, püés se habían resistido sobre los 'mangles de 
una isla, dónde sé i^efugiaron los tripulantes que no fueron 
Dátiértós éñ él ataqué. 

Fondeada la goleta Valiente á menos Se ün cable de la 
costa dé tiipa-boatí, á las tres de la tarde sé practicó el des- 
embarco general y se continuó su tala y destrucción sin en- 



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-gil- 

60Dia*ar moro alguno, pues iodos ftiis :habitaiiteis coa lenanto de 
Mklor teiriaiü S6 habian oouUndo etk ]m mangóles ólittido^á .Twiiti* 
Tawi, y alas aíote se practicó el xeembarque con uB.cautiino 
redimido y mueho ganado i^^aeuno, cal^irlta, gallinas v P^lo^^» 
loros, oamote, cocos, plátanos,» caña dulce, y ot|NUS>mubhaspro^ 

dncciones naturales de aquella :fertílisÜ9aa isla 

El dia 10 >¿ las siete de la. mañaqa se i^cogió á bonüo del 
cañonero Paoay un cautivo huido ¿ nado de Tawi-Tawi y que 
easfi des&lkcido por el cansancio se., había cogido á la cadeoia 
del ancla: á las once se practicó el desembarco para contmuar 
la tala de la isla; elcañonero* FilipiDO con el Jefe de la expedi- 
eion intentó reconocer hada el N. aquella stlanga» lo que no 
pudieron efectuar por ir quedándose completamente^en^ seco 
eon la baja mar, y la gente dé tierra logró hacer un ptisionero 
á quien el hambi^e habia obligado á salir de bu madriguera, el 
cual corroboró la •traicioui de Alip y idióotrai^ noticias de íntecés, 
y á' quien en la nuMbugada del dia 11 se le dieron algunas 
provisiones y la libertad para que llevase una carta al'Paiüii- 
man Tumblani, que había huido al rio de Carajas, inttmindole 
la comjdeta destrucción de las islasypuebloSide.su devor 
cion si no enti^gpaba los cautivos que tuvi^e, en cuyo caso 
seria reconocido como amigo y nada tenia que teip^er . 

A la^ 9ei$ de aquella misma< mañana embarcó toda k gente 
disponible en los botes, y llevando como práctico uno de los 
cautivos fugados, entraron por un estero de Tawt-Tawienei 
que decian se habían guarecido un gran panco y^otras^embar- 
<5aoiones cargadas con efectos de Lupa-boan, pero solo se con- 
siguió encontrar algunos salisipanes y vintas abandonadas. De 
este ei&tero pasaron á bojear la isla de Lupa-boan por el O., 
reconociendo todos los esteros que encontraron, birlando en 
todos algunas embarcaciones abandonadas* pero al llegar al 
canal que la separa de la de Tawi-Tawi pudieron continuar lal 
'fondeadero donde se encontraban los ibuques los bptes mas 
pequeños, quedándose- los mayores varados, y lutígx) comple- 
tamente en seco, los qué se arrastraron para re»nirlos jbu 
mejor defensa si fueran atacados; como ett'efeictO' lo hiao el 
Dátto Chongo, sin mas resultado que retirarse esoaannentado 



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-212- 
con ' algunas bajfts- á los mangles, desde donde siguieron hos- 
tilizando débilmente y sin consecuencia^ basta que con la 
subida de la marea continuaron los botes su camino. 

Durante este dia lograron fugarse varios cautivos y aco- 
gerse á los buques, y á las cuatro de la tarde abordó á la 
goleta un gran panco del Sultán de Joló, con su Monabe, 
conductor de un bando para que todo el que tuviese cautivos 
cristianos los entregase, y en caso contrario serían considerados 
y tratados como rebeldes y traidores al arbitrio de los espa- 
ñoles. 

El dia 12 á las cuatro de la madrugada embarcó la gente 
de desembarco en los botes, y tomando los remolques del ca- 
ñonero Bojeador, dos horas después llegaron enfrente del pue- 
blo de Balimbin en la costa de Tawi-Tawi enarbolando parla- 
menta blanca, y á donde la tarde del dia anterior habia sido 
enviado el paneo del Sultán de Joló, para que entregt^en los 
cautivos y no temiesen la llegada de nuestras fuerzas, pero 
desoyendo toda reflexión abandonaron el pueblo; en vista de 
este proceder se practicó el desembarco por parte de las fuer- 
zas, y el Secretario del Sultán, el Monabe y algunos moros lea- 
les fueron á buscar al Pauliman Tumblani y otros moros prin- 
cipales para que viniesen i conferenciar con el Jefe de la ex- 
pedición, asegurándoles que nada debian temer por sus vidas 
ni su libertad: presentándose el Sr. Mora les reclamó los 
cautivos cristianos que tenían y amenazó en caso contrario con 
la destrucción de todos sus pueblos y embarcaciones que encon- 
trase sobre las playas; en un principio negaron tuviesen cautivo 
alguno, pejpo citándoles el nombre de algunos moros y nú- 
m^o de los que tenían, pidieron un plazo de algunos dias, 
para ver los que podrían reunir; mas comprendiéndose por sus 
pretestoa frivolos su mala voluntad, se dispuso incendiar aquel 
píueblo. 

En aquellos momentos llegó el Comandante del Filipino, 
D. Marcial Sánchez Barcáiztigui, con dos botes con que había 
seguido la huella de una escuadrilla de pancos que hablan 
salido de. Balimbip, para ver en que. estero se metían, los 
que habían intentado coparle aguardándole reunido3 y nifUy 



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—213- 
pegados á tierra á la vuelta de una punta, habiendo logrado 
romper el círculo en que le tenían aprisionado. 

Reunidas todas las fuerzas sin perder momento se fué á la 
busca de aquella escuadrilla enemiga, á quien logró verse al 
poco rato continuando tranquilamente su marcha pegados á 
los manglares, pero que la precipitaron cuando vieron que 
eran perseguidos; á pesar de esto hubieran sido alcanzados 
muy pronto si la falta del conocimiento de aquellas costas no 
embarazase la marcha de los nuestros con algunas varadas y 
la precisión de esperar unos á otros para que el enemigo, 
demasiado numeroso, no. pudiera sacar ventajas de las frac- 
ciones; sin embargo con gran trabajo y constancia inquebran- 
table se continuó la persecución mas de cinco horas, y detras de 
ellos entraron en un gran estero desconocido, por donde desagua 
la gran laguna del centro de Tawi-Tawi, hasta llegar á un 
punto donde el paso estaba cerrado recientemente por un consi- 
derable número de embarcaciones abandonadas y árboles en- 
teros cortados por su pie: trabajo que indicaba- la cooperación- 
de mucha gente; allí también entre las otras embarcaciones se 
encontraron los pancos del Datto Malahay-Marami, que feran 
los que se venían persiguiendo, abandonados por sus. tripu- 
lantes sin darles mas tiempo que arrojarse al agua y ocultarse 
en los manglares llevándose algunos muertos ó heridos, de- 
jando cargamento, armas y la bandera particular de aquel gefe 
pirata. 

Antes de haber llegado á este punto, en donde estaba in- 
terceptada la subida del rio, se fueron encontrando muchas 
embarcaciones menores y grandes salisipanes, gubanes, pan- 
cos y garais del tamaño de pequeños bergantines, abandonados 
como cebo para entretener á los perseguidores y librar la me- 
jor parte con el sacrificio de la menos importante, pero conocido 
el objeto no aprovechó el ardid.. 

Con el panco del Datto Mahalay-Marami se destruyeron 
mas de trescientas embarcaciones de todos tamaños, dejándolo 
de hacer de otro gran número por hallarse del otro lado de los 
troncos que cerraban el paso, y aconsejar la prudencia la re- 
tirada, pues por retaguardia se oían voces y ruido de las 



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—314- 
htehas y iramageb, indicios alarmanteB de qae loa moros inteo- 
taban cortarles la retítfada, lo que pudo afortunadamente evi- 
tarse, siendo al paso hostílíaados desde los manglares por la 
mucha gente que en ellos habia emboscada, y desembocando 
la eitpedicion remolcando algunos grandes pancos fueron á 
abordar- para descansar á un pequeño islote, donde encontraron 
vatias embarcaciones en construcción y grande acopios de 
madera. 

El cañonero Bojeador, que había quedado fondeado en Ba- 
limbin para^ impedir que sus habitantes viniesen á cortar el 
fuego que i'ápidamente consumía eL pueblo, temiendo hubiese 
sufrido algún percance la expedición al ver su tardanza en el 
regreso después de tan laírgo tiroteo, fué en su busca, y opor- 
tuna sü llegada, pues la gente estaba rendida del trabajo del 
remo en tales términos, que los oficiales para animarlos habian 
reemplazado á los mas cansados: el cafi(mero proporcionó agua, 
vino, galleta y tocino, y con este auxilio quedó la gente tan 
repuesta que deseaban un Josué que detuviera el sol para 
continuar el exterminio de aquellos piratas pertinaces. 

Toda la gente reembarcó y tomando los botes los remolques 
del cañonero volvieron ¿ Balimbin, que era ya solo un montón 
de ascuas y cenizas, y dándole también fuego á un barrio in- 
mediato se continuó al fondeadero de Lupa-boan; media hora 
después encalló el cañonero, donde quedó para esperar la 
marea, y los botes continuaron llegando con muchas tocadas 
al fondeadero, en el que se habian acogido aquel día á la go- 
leta una cautiva con dos hijos pequeños y otros varios cautivos 
que referían el terror que se habia apoderado de sus tíranos, 
el número considerable de esclavos que tenían y los escesos de 
bárbara inhumanidad que con ellos acostumbraban. 

El dia 13 á las siete de la mañana llegó al fondeadero el 
cañonero Bojeador sin averia alguna por su varada, de la que 
le puso á flote la marea: á la una desembarcó en Lupa^-boan 
alguna fuerza para continuar su tala, en donde estuvieron 
hasta el anochecer: el panco del Monabe del Sultán de Joló» 
que habia andado al merodeo, reeogió del mar una mujer 
medio ahogada» que era una cristiana cautiva que habia huido 



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A nado de xkJ^ isla iaíaedií^ta^, .35 diumute aguel 1^ j JW>^? 
unos á nado y otros en p§queño3 bsiirotps, i^e.fu^i^ou prQ^eQtap4|0) 
inucJio3 cwtiyoa. . 

El dia» 14 4 l^s cuatro y media de la madrugad?k el cafto- 
nero Pampanga tomó de remolque tpdos 19^ botes d,e las tres, 
dÍTÍsiones de desembarco y cpm.^ndo.la eosta de» Tam-Ta»^ ?! 
E, de Lupa-boaQ entrai^on los botes ppr el rio Pa^aitan^ qu§- 
daiído el cafiou^ro en su, embpcadura,, j \(^^tx ^prprep^^y Ips, 
hombres, de guerra, q.ue puestos en di^persioi^ cpn algunas 
pérdidas se ocultaron en la fragosidad ^^ Ips p^pglares j 
bosques impediatosi, desde los qu§ ronipieron el fuego de fi^i- 
lería y lentaca^ p^ro sin ponerse un piomei^tp é, descubierto, 

El pueblo 4e Paraitan, fo^nxado en ambas máirgene^ del 
rio, comunicándose por varios puentes 4p npiadera, era glande 
y de mejor construQcipn, condiciones y riqueza que la genera- 
lidad de los demás pueblos de aquellas islas: sua huertas in- 
inediatas estaban muy bien cuidada$ y fértijes y tenia hermosos 
bosques de plátanos, cocos y bpngas, todo lo que fué quemado 
ó destruido con algunas embarcaciones y cprrales , regresfipdo 
la expedición al cañonero con algunasvintas, 14 pr^íoneros y 
una cautiva liberta; pero como el cañpner9 habia qupdado pn 
seco, 1^0 fué ppsible emprender ^1 receso basta el anochecer, 
dando á las pnce fondo en Lupa-boan. 

El dia 15 se dedicó al descanso y limpiezfi general, y á las 
dos de la tarde salió para Zambpanga el cañonero Filipino con 
el Contador de la Valiente para traer víveres, conduciendo á 
Alip y los complicados en su traición, y 20 cautivos libei^s: 
en el mismo dia se les dio libertad á los prisionerps para qu^ 
mandasen otros tantos cautivos por su rescate, cumplimientq 
que nunca se esperó y que era un pretesto por no pqderlos man- 
tener por la escasez de víveres. . ' 

El dia 16 á las cinco de la mañana salió tpdá la gepte de 
desembarco en los botes, remolcados por el cañonero Ejojeador, 
para volver al rio de Paraitan á practicar en él un reconoci- 
miento mas minucioso, y como á eso de una hora después 
se dist¡i\guió al Filipino varado, en auxilip del cual se mandó 
al Boleador, regresa^ndo los bote^ al, fondeadero; pei^o antps 



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-216- 
que el Bojeador hubiese llegado á su destino, el Filipino habla 
lógfitido ponerse á flote y continuó su viaje. 

A la una de este dia se presentó á bordo de la Valiente á 
conferenciar con el Gefe de la expedición el Páulima Mapa- 
gliflgid de la isla de Binarán, que se ofreció como amigo y 
subdito español y dio algunas noticias importantes de los piratas 
dé aquéllas islas, entre ellas, que en aquella amanecida habian 
recalado sobre aquélla costil más próxima de Táwi-Tawi cuatro 
grandes pañcos de regreso del pirateo, que habiendo como 
costumbre anunciado su recalada cqn algunos lentacazos, sa- 
lieron dos ligeros salisipanes á darles conocimiento de hallarse 
cerca la expedición española, ocultándose en los manglares 
más próximos para esperar la noche y entrar por algunos de 
los esteros de los rios que comunican con el interior y tierra 
firme de la isla; y muy satisfecho de haber delatado á sus com- 
pañeros de fechorías, con quienes ahora estaba en pugna por 
desavenencias en el repartimiento de botines, se retiró á su 
isla, dejando para prácticos á dos sácopes. 

Después de anochecido se tripuló una vinta con aquellos dos 
sácopes del Páulima de Binarán, dos moros del panco del Mo- 
nabe del Sultán de Joló y un marinero y un cabo de Infantería 
de Marina indígenas, aí mando del sargento europeo de este 
Cuerpo Manuel Ferro, y fué á apostarse en la embocadura del 
rió Caraja para observar donde se metian los pancos piratas, 
regresando á la madrugada del 17 sin haber visto nada, por lo 
que suponían hubiesen entrado por el rio de Paraitan. 

A las cuatro de la madrugada del expresado dia 17 tomó 
el cañonero Bojeador de remolque los botes con la gente de 
desembarco, y se puso en movimiento para el rio de Paraitan ; 
pero habiendo quedado varado al poco tiempo por el estado 
bajo de la marea, continuaron los botes al remo, embocaron el 
rio y llegaron al. pueblo incendiado el dia 14, donde se quemó 
acopios dé efectos de construcción y algunas casas empezadas á 
reconstruir, pero aun cuando se registraron los mangles no se 
encoñtrÜ masque algunas pequeñas embarcaciones (q[ue fueron 
desguazadas; retirándole la expedición encontró en la boca 
del rio al cañonero, que les dio remolque hasta una milla del 



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rio Tegem-Tegem, por no permitir mas el bajo fondo, en cuyo 
rio opinaban los sácopes del Paülima de Binarán estuviesen 
los pancos que se buscaban. 

Los botes continuaron al remo, y al poco rato de haber 
entrado en el rio se encontró cerrado el paso por el ramaje y 
troncos de gruesos árboles recientemente cortados en los man- 
glares de las orillas y precipitados sobre el rio, pero esta difi- 
cultad fué Vencida en pocos momentos cortando aquellos tron- 
cos por el centro cotí fes hachas de abordaje, durante cuya 
operación el enetíaigó rompió el fuego de lentacas y fusilería 
con tanta celeridad y buena dirección, que la expedición hubiera 
sido indudablemente obligada á retirarse con grandes pérdidas 
si la marea hubiese estado crecida, pues las balas y metralla 
pasaban silbando casi tangentes á la cabeza, llenando las em- 
barcaciones del ramaje de los mangles que partían. 

Abierto al fin el paso, avanzaron todos los botes poseídos 
del mayor entusiasmo, y un momento después al doblar uno- 
de los recodos del rio apareció el pueblo de T'egem-Tégem, 
defendido por un número considerable de moros, contra quienes 
se rompió el fuego de fusilería y con un pequeño pedrero que 
llevaba á proa él bote en que íbá el Comandante de la primera 
División, obligáíido al enemigo á abandonar sus fortificaciones 
y pueblo, que fueron tomados por asaltó, siendo la primera 
División de desembarco á quien cupo la honra de apoderarse 
de la cotta Manguinóo; que era la principal, con armas, víveres, 
municiones, lentacas y cañones, obligando á los fugitivos á 
abandonar un cañón de hierro de á 6 y una culebrina de bron- 
ce de á 10 que intentaban llevarse. 

Después de .haberse destruido muchas vintas, salisipanes, 
pancos, gubanes y garais, unos en construcción, otros listos 
para salir al pirateo y otros -que ya babian regrosado, y entre 
los que se cree fuesen algunos de los que se perseguían unos 
muy grandes sumergidos para cegar el paso del rio, reem- 
barca la gente, dándose fuego al pueblo y teniendo que re- 
nunciar á hacer lo mismo con otro pueblecilló inmediato y á la 
vista, en qué se había replegado el enemigo,' por lo muV avan- 
zado de la tarde y estado déla marea, que iba dejando el rio 



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en secQ. £1 cajonero Bojeador volvió á. coger de remolque los 
liotes, y á, las di^a de la noche dio fondo- en Lupa-l)oan. 

A las cuatro de la madrugada del dia siguiente 18 la. gente 
disponible embarcó en los botes, y remolcados por el cajonero 
Pampanga, se volvió al rio Tegem-Tegem y se incendió el 
otra pujQb],o« que.^e encontró abandonado» y desl^^eiron isiu- 
cbas embarcaciones; y sabiéndose por un cri^ti^no oi^utlvo que 
habí?' logrado fugarse, que los moros fugitivos dQ s^bQs. pue- 
blos habi;m acampado en el centro de un monte, se iip^te^naron 
la 1/ y 2^ División de desembarco para buscarlos, quedando 
la 3/ custodiando las embarcaciones y terminando la obra de 
tak y destrucción. Después de mas de tres horas de uoa nvar- 
(?ha dificilísima por manglares, bosques y barrancos, que o^u- 
chas veces se atravesaban por algunos troncos gigantescos de 
mas de cien pasos de longitud tendidos como puentes, llegaron 
al campamento, que los moros abandonaron sin resistencia de- 
jando algunas provisiones y útiles domésticos, y las fuerzas 
regresaron á Lupa-boan, 

El dia 19 se disponían las fuerzas é. continuar sus opera* 
cioi^es, cuando llegó el cañonero Filipino de regreso de Zam- 
boanga con la ^rden del Comandante Qeneral de Marina, que 
había llegado á aquella plaza, para que sin perder mip^ento 
regresase to4^ la expedición para empreuder otríi, de mayor 
importancia en ^ ];io Grande de Mindai^ao; el día 20 á las diez 
de la sanana se 4^*ó el fondeadero de Lupa*bo^ y el ^ dio 
fondo en la rada de Zamboanga. 

XXII. 

(18^74.) 

Acrecientan las piraterías, y el Capitán de «fragata D. Pascual Cervera bloque^ la isla de 
J«16.~So» iMiUdos los piráU^ilé Patean. -El Alférez de navio l>. Pederico Beranles j 
el Vómico D. EstanásUo Garpi^ Ux^nfi» maer^ gl^piosainenfe aupando ^ los; inratas 
en una pronmda cáyerna. 

Las d,^masías de los m^os joloanos pre<;isaron & establecer 
oneceros constaipitie^ solare sus costas. 

El Capitán de fragata D. Pascual Cervera, ComavíJante de 
la corb^ Sanl^ Lufiia y G^fe de bloqueo de la i^lft d^ Mó, 



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salió á las aletede lar malsana del dáa 5 de Abril de> 1$'Z4 de^ 
fondeadero de Temímabal, acompañado fda los eañouisiíos 
Samar y Bulusan, que sostenían el bloqueo del S. de la isla y 
que habían llegado el día anterior. 

Al pasar los tres buques al N. de la isla de Patean, entre 
ella y el bajo que tiene al N. O. fueron hostilizados d^e 
tierra por disparos de fusilería y lentaca, y para contestar ¿ 
aquella agresión de tan rebeldes subditos, se dispuso que el 
cañonero Bulusan fuese á situarse al N.O. de la isla en la bóea 
de su estero para impedir la salida de las enibarcaciones enemi-' 
gas que en él hubiera, y la corbeta y el eañoníero Samar rom- 
pieron el fuego de fusilería y cañón contra los moros, que lo 
sostuvieron con terquedad mas de una hora, al mismo tiempo 
que el Bulusan ametrallaba y hacia retórarse á lo mas hondo 
del estero algunas vintas que intentaban huir. 

Habiendo cesado casi por completo el fuego de tierra, reti- 
rándose al interior escarmentados los menos animosos, pasó el 
Samar á situarse entre Patean y la próxima isla de Lumbian 
con el objeto de impedir la fuga del enemigo por aquella parte, 
como se le presentó o^sion de hacerlo, y el Teniente de navio 
D. Juan López de Mendoza, embarcando en los botes la gente 
de desembarco, vence la última resistencia que los moros- pre- 
sentan en la orilla y salta á tierra, pone én huida al enemigo 
hacia el S.E, de la isla, donde se internan en un pequeño 
bosque ó se ocultan en cuevas de las rocas de ia costa cortada 
á pico, y se retira á bordo conduciendo 16 prisionero» de 
ambos, sexos después de haberles causado 30 muertos vistos. 

Durante esta operación, la gente que quedó custodiando 
las embarcaciones del desembarco y. la disponible de la corbeta 
y cañonero destruían embarcaciones y sembrados de la orilla. 

Animados los marinos por el buen éxito de la expedición 
del día anterior, y deseosos de dar el severo y condigno castigo 
que aquellos rebeldes pertinaces merecían, volvió el Teniente 
dé navio López de Mendoza á saltar á tierra á las cuatro de la 
madrugada del día 6 por el extremo N.O., y guiados par uno 
de los moros prisioneros que se ofreció á señalarles el punto 
donde tenían ocultas las armas y en dotide se^habian refugia* 



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—220— 

do los habitantes de la isla, se internaron dejando en puntos 
estratégicos algunos hombres para asegurar la retii^ada y 
evitar poder ser cortados é incomunicados con el fondeadero. 

La pequeña expedición de desembarco, con un valor teme- 
rario, trasmontó la colina del S. y descendió á un valle, en 
donde no encontraron las armas que habia ofrecido enseñarles 
el moro prisionero que les servia de guia, y continuaron la 
marcha al E. encontrando un pequeño valle con una laguna y 
rodeado de tajantes montañas coronadas por espesos bosques, 
en donde se veía la boca de una cueva en que el gula dijo 
estaban ocultos los habitantes de la isla. 

El Teniente de navio D. Juan López de Mendoza se apro- 
ximó con su gente á reconocer aquella cueva, pero al acercar- 
se le recibieron con una descarga de fusilería y salieron unos 
30 hombres á atacarles armados de campilanes, viéndose los 
expedicionarios obligados á retirarse ante tan brusca y decidida 
acometida para rehacerse en mejor terreno que el desventa- 
joso de la entrada de la cueva, pero entonces los moros retro- 
cedieron nuevamente á su madriguera; y comprendiendo los 
marinos las dificultades de apoderarse con tan poca gente de 
aquella cueva, se retiraron á la montaña del N., en donde 
habia quedado el Alférez de navio D. José M.* Chacón con 
alguna fuerza, y alli notaron la desaparición del Médico de 
la corbeta D. Estanislao Grarcia Lorancay el corneta de Infen- 
tería de Marina Esteban Vallehermosa, cuyo paradero se 
ignoraba, y la del Alférez de navio D. Federico Serantes, á 
quien habia visto caer herido en la retirada el Contramaestre 
Joaquín Albuin, y que los moros se le habían llevado. 

Este percance decidió al Teniente de navio López Mendoza 
á volver sobre la cueva, para ver si podían rescatar á los que 
faltaban ó encontraban sus cadáveres, y por insinuación del 
Alférez de navio Chacón se trajo uno de los cañones de los 
botes, y reforzados con la gente que habían dejado sosteniendo 
la comunicación con la playa avanzaron nuevamente á la 
cueva, que cañonearon inútilmente sin que saliera el enemigo 
ni se sintiera, lo que parecía demostrar encontrarse en ella 
seguros; y recofaociendo las inmediaciones pudieron encontrar 



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y recoger el. cadáver del desgracdado AJIéir^z de navio D.. Fe- 
derico Serantes, y el da uu soldado de Infantería de Marina y 
un marinero, con los que se retiraron ¿ bordo á las cuatro de 
la tarde. 

Las pérdidas causadas al enemigo en los dos días i^aeron 
mas de 40 muertos vistos y 21 prisioneros, se les destruyó sem- 
brados, arbolados y gran número de embarcaciones y se les 
quemó el pueblo que tenían en el estero y se halló abandonado. 

Nuestros marinos tuvieron las sensibles "^pérdidas de un 
Alférez de navio, un soldado y un marinero mweoflios, cuatro 
soldados heridos y xm Médico y un corneta extraviados. 

A las cinco de la tarde se hicieron los buques, á la mar y 
en su mayor fondo dieron sepultura á los tres cadáveres, yendo 
á fondear á la silanga de Lumbían. 

Al dia siguiente la corbeta salió para Z^mboanga á con- 
ducir los prisioneros, y los cañoneros fueron á situarse durante 
tres dias en las costas de la isla de Patean, por si acaso el Mé- 
dico ó el corneta aparecian en las playas, lo que no lograron. 

En el mes. de Agosto. y primeros de Setiembre del ; mismo 
año los cañoneros Mindoro y Joló y la falúa Nuestra Señora 
de las Mercedes estuvieron de crucero sobre la§ islas de Joló y 
Tawi-Tawi, y practicaron varios desembarcos para destruir á 
las rebeldes piratas embarcaciones, pueblos, arbolado y sem- 
brados, sosteniendo algunas escaramuzas con los isleños y 
teniendo bajas por una y otra parte. 

Habiéndose tenido noticia que algunos grande^ pancos jolo- 
eses que habían salido al pirateo debían recalar sobre las 
costas diéntales de la Paragua, en la noche del 13 de Octu- 
bre de 1875 salieron del puerto Princesa de Balabac loa ca- 
ñoneros Caviteño y Callao, al mando del Alférez de navio 
Comandante de aquella estación de Marina. 

En la amanecida del 14 pasaron los cañoneros entre- los 
islotes Úrsula y la punta de la Iglesia de la costa de la Paragua, 
y á las 1 1*30 divisaron un gran panco que por la fuerza de remo 
y vela que hacía para ganar los manglares de la costa se hi^o 
desde luego sospechoso; pero antes que lo verificase consiguieron 
darle caza, y no queriendo rendirse, echarlo á pique, logrando 



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los metaos de gas ftmáilicos «ripolaotes isalvar- 1a vita gñnxDáo 
i Aftáo la tierra, cofitinuavido luego los «añooeros á pernoctar 
en el seno de Areray,^en el que foodearcm á las siete de la 
noche. 

En la madrugada del dia Ih continuaron recdnociendo la 
costa sin encontrar embarcación alguna pirata y regresaron 
á pernoctar al seno de Areray , en expectación del paso 
de la expedición denunciada, incorporándoseles la corbeta 
Santa Lucia. 

La cor'beta Santa Lucía, al mando del Coronel de Infan- 
tería de Marina Capitán de fragata D. Pascual de Cervera, 
había calido con el mismo objeto de la rada de Zamboanga en 
la mañana del día 13, él 15 á las siete de la noche fondeó en 
Puerto Princesa, y puesto de acuerdo con el Gobernador P. M. 
de Bafebac, embarcó 20 paisanos voluntarios, 80 soldados de 
la Compañía Disciplinaria y 20 del Regimiento Infantería 
núln. 4 para poder practicar algún desembarco y reconocer 
los manglares, y á las doce de aquella misma noche se hizo á la 
mar para reunirse á los cañoneros, á los que encontró al S. del 
Abra de Crawford, frente á una playa en donde según indicios 
habían dias antes tenido Tarados sus pancos los piratas joloeses. 

Puestos de acuerdo los Comandantes de los tres buques y 
el de Infantería D. José Andeiro, creyeron oportuno desem- 
barcar á las órdenes de este último toda la gente disponible, 
para practicar un reconocimiento en los manglares, lo que así 
se verificó en las embarcaciones menores, quedando en la cor- 
beta ánicamente la gente de guardia y avanzando los caño- 
neros cuanto pudieron sobre tierra para proteger la expedición. 

En los momentos precisos de estarse practicando el des- 
embarco descubrió la corbeta mar á fuera una vela sospechosa, 
y sin embargo de k peca gente que tenia, itísuficiente para 
levar el ancla, que tuvo que abalizar soltanto un grillete, se 
hizo ala mar para reconocer y cazar k embarcación vista, 
que resultó ser un panco de mas de 50 toneladas, muy sobre- 
cargado de gente de pelea, que procuró primero la huida, y 
viendo que esta era imposible, avanz^ó resueltamente á dar el 
abordaje á nuestra corbeta, peligro inminente que supo evitar 



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para que la poca gente que tenia á bordo ayudadas poí los 
fogt)neros manchasen una de las colisas, en que bieo de Cabo 
de canon con admirable acierto el joven Alférez de navio Don 
liuls ítssngby, único oficial qae babia quedado á bordo, y des- 
pués de varias embestidas, que él panco evitó con tnaei^tría 
znarineMt, logró por fln la corbeta meterle la roda y pasarle 
por ojo, no pudiendo recoger ninguno de los náufragos por no 
tener bote diflpoDible y yenirae la noche encima. 

La corbeta regresó al fondeadero y recogió de los caño- 
neros la fuerza die desembarco, que habia destruido algumufi 
embarcaciones ocultas en los manglares y tiroteado á los pi- 
vsJtai$^ que huyeron al inimiíor de la ii^la, y el 17 regresaron á 
Balabac. 

xxm. 

(18760 

El cmítra^IútimDte D. Jos¿ MálcatApo, Gobernador General de Filipinas, recon^oistdá J0T6 
T loiocupa railHarmente. 

Los repetidos desmanes de los joloeses, cuyo Sultán Ma- 
hamad-Puhalon y Dattos principales, colocados en actitud 
rebelde, desoian los consejos de los Gobernantes del Archipié- 
lago y nuestro derecho de soberanía como conquistadores y 
los pactos posteriores que la legalizaban, hizo indispensable 
obligarles á reconocer nuestros derechos» subyugándoles á sus 
deberes por medio de un duro escarmiento y fuerza de las 
armas. 

Con tal olgeto el activo Contraalmirante de la Armada 
D. José Maicampo y Monge, Marqués de San Rafael, y Gober- 
nador General del Archipiélago (1) dispuso una potente eixpe- 
dicion, y embarcándose en la fragata Carmen con. el Contra- 
almirante D. Manuel de la Pezuela, Comandante General de 
la Escuadra y apostadero de Filipinas, á las diez de la mañana 
del dia'6 de Febi^ero de 1876 en la bahia de Manila se hizo á 



•^ (1) Por decreto de 18 de Abril de 1874 se dlspa«> que el Capitán General G«bei;na|}or 
Superior civil de Filipinas se denominase en lo sucesivo «Gobernador General.» 



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-224- 

la mar cpn los «guientes 'buques, trijusportaAdo lag fueij'za^ que 
se expresan. 

Vtpofg. ' • Fuerzts de trasporté. 

León Cuartel General.=üna Compañía dé ArtiUería 

de montafia.ssftegimietito Infantería n.* 6. 

Salvadora Regimiento Inñinteria n/ 1. . 

Zamboanga Regimiento infantería n.' 7. 

Paaaj . Tres Compañías del Regimiento Infantería 

n.*.4. 

Ley te. Una Compañía del Regimiento n.* 4. = Tres 

Oficiiiles de Administración Militar .c=Obre- 
ros de Maestranza de Artilíería. ==: Brigada 
sanitaria y presidial. 

Marqués de la Victoria. 2/ Batallón Regimiento de Artillería penin- 
solar. 

Mactan Una Compañía de Artillería de montaña. = 

Planas Mayores de • ArtiUería é Ingenieros, 
Sanidad y Administración MiUtar. 

Emuy y Ormac Dos Compañías de Guardia civil. 

Sorsogon Una Compañía de Obreros de Ingenieros. 

Él dia 8 dieron fondo en la rada de Zamboanga los vapores 
León, Salvadora, Zamboanga y Ley te; el 9 el Mactan, Panay, 
Ma^qué^ de la Victoria, remolcando al bergantín Gravina, y 
la fragata Carmen; y finalmente el 10 el Sorsogon, el Emuy 
y el Ormac remolcando dos cascos. 

Las fuerzas expedicionarias fueron desembarcando según 
llegaron los buques que las trasportaban, y alojándose en unos 
camarines de ñipa y caña que habían sido construidos al efecto, 
y en los que ya se encontraban acuartelados el Regimiento 
Infantería núm. 2, una Sección de Obreros de Ingenieros y 
dos Compañías disciplinarias. 

A las fuerzas expedicionarias vinieron á agregarse 400 va- 
lientes voluntarios zamboangueños y moros leales de Magay 
y .464 indígenas de Cagayan y Misamis, mandados por el Padre 
agustino Fr. Ramón Sueco. 

La expedición á Joló, reunida en Zamboanga, fué organi- 
zada en la siguiente forma: 

General en Jefe. 
£1 Gobernador G^neml de las islas, Contraalmirante de la 
Armada Excmo. Sr. D. JoséMalcampo y Monge, Marqués de 
San Rafael. 



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Jefe de £. M. «1 Brig^adier. Sel Cuerpo EioidOi Sr^ Doii) 
Joaquín Sanchiz y CastiHo. — T, O. graduado Comandante 
D. Ignábio Salinas y Aagulo. — Comalidanté D. LuisiMbnleada 
y Soier. ^Comandante Capitán D. AatonioGiftstróyfíi;rtiei?r©zu 
--Capitán D. Alejáüdrd Motia y Fraueéfií.-^irefitént^ Ofíéiali 
2/ de la Sección de Archivo D. JoséSaachtezfv Aiiteñ* i : w: \ 
Ayndantéi de Ckímpp dd&me^ialen í^e^ ^ 

T.: C. de ánfimlfería D. Eduardo Be^umoit ^iCalafiit,-^/ 
Capitán de infantería D. Eduardo Jórdana y Rebullida.-i^llefí j 
nierttede navio de- %,- ekse I>. Aga|rtí»i Llórente. 

A las órdenes del General en Jefe^ • .••; 

T» C. Comandai^e de cabálleriai Di. Letmardo.-AUehde 
Salazaor. — Oapit&n ' d« caballería D .» iFrancisoo Félix y Rodri-': . 
guez. • ;í '^ 

Para emntíóatídadés, 
. Tenientes Coroneles de in£a.n^ría D . Cálisito Méndez ' A ra- 
gon*.y D.'Ve©turá López de Ñuño yfifordilló. .. : j 

:•-■•'• •••''. ^ ArtilUrie^y ••'•^'•-' =• •"'" '"i--: ■■ 'i! 
Comandante del arma/ el Coronel 'del ^Cuerpo Dr Maniíeli 
Ordoñ^ yiBarraícnaJ— Mayor, el Comandanta D.BíBcliardino 
Mendivil y Mendivil.^^^EnGargado d4 JPap(í«€u el Capitán D. 
Antonio Bávuetta y Morada,, y una Séccíbn de obíeírosv: : 



: CoAiandant© cbsl arma^ elrCoronelíT.' C. D.. Ai|xáréá Vük? * 
Ion y Echevarría.^--Mayor, el Comandante. D.rManuelCprÉés^ 
y AguUó.— Agregado; él Capitah B. SeTeriánb/Sfmchez.¡y^ 
Manso.— Cekdoí de 2^^ D. Antonio Léog^rdo.y Bartolomé. — 
Y'Maestroide oteas,'D. ürbánoííPabld ySoriastOi / i . . .. >\, 

' ' . Administracitm^mS^ri'. \\ ■.-, 

Jefe administrativo, Comisario .ctór. guerra de.2*:/ela6é Oohí 
León Alaesa y Rovira.'-^Interveator, elO^ioial 1.* D. Benigno 
Toda' y LineB:-^Ingrpectoridé'servieio&,/OfldáL.li* .D. Mariano 
Pérez Ghtstell.^Eii^rgado dd^immiBistrü, Oficial^.* J^^'B^rn, 
nardo Janes y Alsina. — Pagador del CnaírtBl:gteBjaral/.(^teb 
2.' D. Alberto Orduña y Mery. -^Pagador de Artillería, Inge- 
nieros yhospitales^ Oficial 2.* D. Augustorde.Qiya ¡jr.Alvarez. 

15 



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—Eventualidades, Oficial 8.' D.. Miguel Montero y Sayas. 
OoAtra tkymiaxá^k fáotmes f 13 peooias de eoiifiaüsa.. 
Sanidad miUUtr. 

J/efe de Sanidad militar, SalHospeeior de 1/ oíase D. Ru^ 
fina Padoial TQrrejaa.r?rJefe de ambulanciad, Médíeo mayor 
D; Vieeikte.Jiarlift Bomou^^^r- ]dU l.^dal, Guaitel gpstoral, 
D. Manuel Oonte^ Fluido. 

Agregai^ i abibulaaeiaSi prímeroB: IX. Oórai^Q Marinas 
y Sobrnio/I>. Manuel Aval y Bigant, y D. Jfomon CUment y 
Linlenaaah:. 

De Guardia dvil é logieBieroa, primero^ D. Fi^uicisco Pad- 
rinos y Odhome. . > 

Farúiacéutioo 1.* D. Juan Martínez Oortina.-f^-Sübayudante 
de la Brigada sanitaria^ D.. José Gatrigas y MiopclQ, eos itoa 
Sección de 30 sanitarios. 

Tnypas €0^sbS al OuarM ^nerál. 

Bateiva moxitáda dal 8.* Batallón d»l Bfegimientoi dé Ar- 
tillería peninsular, la Oompañia de acsit^&a del primef Bala-* 
Uon para servir cuatro obuses iteód de ¿ 12 centímetros y dos 
cüñcmelf raryadi^coirtdsde 8 centimetrasitdoí Ikateiria^de marina, 
corióe, de 8* ceíitímefíros^ y la Sección de obreros delngenieros. 
'< ' Med^iu'bií^Made 'Mnff!uardia. 

Jef&^ el Coronel da ArtiUecia Di. José PauUift y Bígodet.-^ 
Cuerpos: 2.' Batallón del BfigúnieiitOtde Artillería peninsular, 
cnatroi Goñipáñías del iR^mienti> Infianterüt numera .4i~Dos 
Oompalñ£aa de la Guardia civil.-»-Una Compañía de voluntarios 
e\|ropeos y la brigada autiliar de confinados. 

Piinufira m^iá briffada de I/afúaLUina^. 

Jefe, el Coronel D. Edoardoi ¡Fernandez Bermon.^f^Guer^ 
pos: Regimientos de España número 1, Manila número 7, y 
una Cdmpaiiíli disdplin^riib. 



Jefeif el Coronel Ih Anaakasio Marq^ués. y Marqitós.t— Cuei>- 
pos: Regimientos de Iberia número % de J^ núaii»:)Q £4 y 2.' 
Oomipañiá disoif liiiteiB. 

: SMtadm.' 

Sraigfat^ Gá^mén.t^ Coletas Santa tuda, VeMedcara y 



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Wad'^RásJ-^GoletasOoDStaQciá y Sasta Fi9omena.«^€iafionet:»os 

CaTarttiánes; PÍH-jÍjído, Miüdcfá, P&ra^ite, Atñyéít 'Ailüsati; 
Prueba, Joló, Mindanao, Albay, Maiiileflo y Sainar. .7 

Trasportes de guerra: vapores Marqués de lá Victoria y 
Patino, ítorgiantm-yoleta'Siiblg. • • ' íj-^. •) / 

Buqued. iqercantes flotado^.-^Yépoifeá Leiov Salvadora; 
Leyt6, On|iia¿, 2amboaDga^ Pa8%,'Eiütily,. Scu^m^on:, Planby j\ 
Maetan; -dé véla,Ba9oa, DelSa jir MárialTetesav y bei^^mn^ntGMi- 
vina. • : • • '• '•'■ •• •■■/ '■'-■ -y ■ M i. '■• • ••• ÍT ". 

; La necesidad de esperar la terminación de tres bailas ¡pa^a 
el tdiesdlnbarcor dé la ArtíUería' 71 oóbaUoí^, cuya ie(ínstrcK(ci6n 
hablLa tomado ¿ su «argOila¿ marina, oUigai 4ik eÉpediCíoffii k. 
permahecei^ en Zaoüboan^a h^istatl día 1(K . i 

El-dia :18 elOobemadoi- fíéneral <del ArebiiUélagio dirigiió' 
al Ejército y Marina la siguiente, alocución en la árdea general: 

iíSoM'add* "ir tnarínétoá: 1¿ Sultania db Joló, bien' cotiocidi -por 
»sn mala; fé ;^ SH« punterías, ^toosaáo insultar nuestra gloriosa, ban* ' 
»dera.aife^c|^|u}olik:de dopde ;)ft(ColQe!é iqI ]fot^ntp,ie«|l|erzo 4^.iiue£ir 
»tri^9. ^ni^aa e» d^ para sieropíe m^moi?a|)le»^orqada,de *8{dQ jlfebrerp, 
»(ÍB 1851. Faltando á splen^UQS compromisos l^an continuado pirateandp 
»en nuestros mares, a^alí ando. nuestros pueblos playeros, ¿¿utivando 
»á sué indefensos moradores, y hasta se atrétióá aítacar á iano dé 
nntiestros'dstabMdmidntod militáfat, en ddpd6lrettibló.<ak esaepr^ 

»n|Íeirto^.^:.' M •■..••'• m' :..!'•.,:'..•: '■; ■■' A-'.. " i. -i- ' 
»Clayar otra vez y para siempre nuestro pabellón en esa^ tierfa 
»de anticuo ^o^n^tida s^.^uej&^ro ,damini(C>,y casti^r la rejaeldia y ^nala 
»fe de sus mqradores es hoy nuestra * única misión, y "harto seno 
«necesitáis excitaciones para cumplirla cual correspoííide fi hijos de la 
«patria que cuenta- ttontoá héroes, y entre ellos A loíí Cobcueítii Alt 
>mónte«(iaaverta. {Jrbislioiido érlbaüer, fue eonquiatarQki itiinoree^Ue; 
nglofiaj en 1^ misfiiut 4ian& que .p^o{)to vais 4 pisar. Nuestra c»i^^ c^. 
» santa,. es just^, es noble, es la ci^usa de .^ue^stra Relic^on yitipen- 
»diadal ¿(¿ué pecho no sé 'innama á ía sola i^deá de combata* por tan 
«sagrados objetos? ! *" ' :.:.:. \\ 

»Ya que sea innecesario recomendaros el valor, pues seria ofóa- 
«deros, siendo como sois españoles, os recomiendo la moderación 
> después del combate, la clemencia y la generosidad con los vencidost 
»y sobre todo subordinación y disciplina, verdadera fuerza de los 
«ejércitos. Sin ellas de nada sirve, antes bien puede llegar á ser no- 
» civo, el valor individual. Obediencia pues ét vuestros gefes; que su 
•ejemplo os ensenará á sufrir con resignación las penalidades de esta 



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^228- 

vruda oamptSa, qoe conño aera corta, pero gloriosa. Unidos los ea- 
wfuerzos 4el Ejércitp y la Armada no puede ser dudosa la victoria, 
ftá ella 08 conducirán en breve vuestros Gefes y el primero vuestro 
«Gobernador y Capitán General=José Malcampo.» 

A las cuatro de la tarde del dia 19 todas las fuerzas expe- 
dicionaTias estaban á borda de los vapores trasportes^ y á las 
tres de lá madrugada del 2D zarparon todos los bctqueis de la 
rada de Zamboánga, dando fondo á lá seis de la tarde en el 

fondeadero de Bacungan, situado entre la isla de este nombre 
y la de Jóió, en donde esperaron hasta la mañana del dia 21 
la llegada del Gefe de la Escuadra, Contraalmirante D.Manuel 
de la Pezuela, con la fragata Carmen, que no habia podido 
levar anclas en tiempo oportuno por las malas condiciones del 
fondo de la rada, en donde muchos buques en diferentes épocas 
se han visto precisados á abandonarlas. 

En el mismo dia el Capitán General del Archipiélago y el 
Comandante General de la Escuadra se trasbordaron ¿ un 
cañonero y fiíeron á practicar un reconocimiento sobre las 
costas de Joló, para ratificar antecedentes y elegir el punto 
mas conveniente para el desembarco de las tropas, y fué elegido 
el del pueblecito de Patícolo, situado una legua al N.O. de la 
capital de Joló, con la que se tenía conocimiento comunicaba 
por dos veredas que atravesaban los feraces bosques inter- 
medios'. '1 

A las ocho de la mañana del dia 22, protegidos por los 
fuegos de los buques, se empezó el desembarco de las tropas, 
que encontraron una tenaz resistencia desde los primeros que 
pusieron el pie en tierra; pero lograron rechazar al enemigo 
al interior de los montes, causándole gran número de bajas, 
que retiraron, excepto 15 muertos, á lo que no se les dio tiempo 
en la última acometida; por nuestra parte tuvimos las si- 
guientes* 



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-«89- 

aXJJElJEtJPOQ. 


Oficiales. S 
Tropa. i 


OTBETOS. 

Tropa. 


Total. 


Batería de Marina 


1 

K 
* 
« 
« 

« 


5 
3 

« 
2 
1 
2 


N 

3 
4 

10 

« 
.1 

« 


6 


Regimiento Inftinteria núm. 4 

Regimiento Infantería nVim. 1, . . . . 
Regimiento Infantería núm. 6. . . . . 
Sección de obreros de Ingenieros. . , . 

Voluntarios misamis.. . 

Confinados 


6 
.4 
10 
2 
2 
2 


Total. . .. . .;.. 


1 


n 


18 


32 



Las fuerzas expedicionams acamparqn en: el pueblo de 
PatÍGolo, que batía sido completamente abandonlMio por sus 
babitaates, y nuestras avanzadas fueron constantemaite mor 
lestadas por los joloeses ocultos en las inmediatas noalezas. 

El dia 23 S0 practicó un recomociiniento al interior en 
dirección á Joló, sin que el eneáiigo opusiera resistencia 
alguna. 

£1 dia 24 era el destinado para al avance general de las 
operaciones; pero las dificultades inherentes que las pocas 
comodidades de la playa presentaron para el racionamiento de 
la^ tropas, que babian de serlo por tres dias, dilataron el mo- 
vimiento ba^a la madrugada del dia siguiente. 

El Contraalmirante Malcampo emprendió^el avance dejando 
en Patícolo la 1." media brigada con el Br^adier D¿ Nicolás 
Tabeada, Comandia^te General de Mindanao, con la Sebcion 
de Ingenieros y una bataría de Montaña, con el objeto de que 
permaneciera y sostuviera ¿ todo trance si preciso fuera aquel 
puuto, y al siguiente dia emprendiera el avance sobre JoIó por 
la playa, procurando ponerse en comunicación. con las fuerzas 
que lo hacían por el interior, ó sea los que marchaban con 
Malcampo. 

La marcha de aquellas fuerzas por el interior de aquellos 
bosques seculares casi vírgenes fué en extremo penosa,- au- 
mentando la fatiga el no: encontrar agua4 pues los guias por 
torpe£;a ó mala fe habiiin perdido el . impropiamente > llamado 
camino/ que únicamente consistia en una 0^da poco .marcada 



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é intebampida.ea'aigunas partes por la natural influencia de 
aquella rica vegetación. 

Los joloeses desde aquella maleza compacta ó desde las 
ramas de lofe gigantes árboles, porlas 4ue con la mas ágil fa- 
cilidad, rival de la de los monos, recorren largos espacios, 
modestaban la marc}ia de la expedición, causándole algunas 
bajfas, aunque no siempre en la impunidad. 

vA la hora del mayor calor .Jjizp. .áútto la expedición para 
sestear y atender á los heridos y enfermos de «asfiíria; y una 
pequeña íuerza oon los guias fueron á buscar el lugar donde 
hubiese ^robabiMa,des de hallar agua, lo que consiguieron 
8iii enconti'ar enemigo alguito <}ae:<les molfestara^ biétn parque 
el grueso ¿elá oolanma lee entnetuvieie ó pobque ti^núef an ser 
envueltos por aquel paragé sobre la piaya; pero el agua que 
trageron fiae msiaftemife par» cubrir siquiana las; poruñeras ne- 
«Qsidadefide la elBped¡ci«ai^ que atormentaid^ porcia sed se vio 
fífecifiáda:á pénM^tar Bobre el terfexio, hasta la madrugada 
del 26 que se dirigió al punto del agua, en donde permaneció 
alguéai^hoeaapava.gaciar coe calma aqtieUa>.impmo$a^iiece- 
mdQ4. ^" ••■/ 

&*giníeiHÍá Inego k mAvchav fueron .á salir á latantie á la 
f^ya de Tandú,, molestada continuamente su re<taguardia por 
los joloeses, viéndose variar veoeís: precisada la Guardia civil 
que venia en astcekna á cai^r> con: tafi¡to valor como buen 
-éiítaé llubaybnefia ¿obrarlos grupos i €«ie2mgó$. ' 

Al pueblo de Tanda llegó también en aquella misuía. tarde 
la ;CoIuiEtiá ' áA Brigadier Táboada, que^. hieo : la marcha por la 
coQta sin ái menoTí eJBtorpecimifinto, porque la. fuerza del ij^te- 
rior le •habla servido dieflaD(][ufiOv .. • < • . . : ' 

Bl coQ]tratí«mpQ expecinientodo ü$m la pérdida de la vereda 
6 camiaotique kabi^' de.haber s^uido la fu^r^a del Contraal- 
mirante Malcampo para batir á Joló por retaguardia, j6 sea j)or 
láipa^ iéterior yhahupa$ qixe teidoitíini^n^ doatrariéel plan 
genetalde avanaee/y ataq«ié, piaeaaun cuando en. los sigui^te^ 
éiif.sffí'j 38i que contínuaroiL acampados en la piayáv sepre- 
téadió volverse ¿íntepirnar^en lh,^iv||e alta dé lá is¿Q.,>!foe> preciso 
deairtíPíporeprn^teto por. ser kngpxactkaUe pura aquelimovi- 



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iaíento k espesura de bs znoDtes^ 7 se resoiiriá at$o«F &M¡6 
sin ¡^erd^ tiempa sigtlieQdo la playea para eyitai* Ifas coodeoiieil- 
cias <lel clima á la iñteitipei^ie, y la iaflüenoia nocirá de lasís- 
medi»6ioñes de los rnáaiglares, que ptoducian gran numere de 
calenturas interinantes . 

Al amanecer del día 29 la eaeuadra rompió el fuego mbre 
las cottas de Joló, y las fuetzaá deáelnbareadas emptendieron 
su avance decisivo paara esperar el .momento oportuno dé dar el 
asalto; á las nueve empezó á llover torrenGialmente^ dürlundo 
una hora el agimeero; y apena» escampió 'llatn¿ A <}0beral en 
Jefe al Coronel. D. Eduardo FerdamiaK Bennon, á quiea le 
^ijo: «Bermon, es na^Dester concluir hoy, salga V. con la bri- 
gada y tome dos' cottas que éncontriará antes de Jaló: Urna V. 
el húHúr dei Jgjército* ¿ 

La media brigada Bermon, con (Cuatro pietias de lüoii^aiA 
continuó el avatee bari^iendo á metlttllá el bosqñe q«e dubvía 
las cottds del enenjiigo que en él habiá oculto; la iiifantenilt 
se posesionó: del bosque á la carc^av ^uvainaá ' la ArtíUería á 
tomar poaioíon sobre las cottas de lo» DbttOlr DáDíel gr UbicíQ, 
sobre las que rompió el fuego con granada, y irepartiéadoiie 
tres escalda por compaSia, el Begimieinto núi6. . 1 i^vaoaó íIkI 
asülto, protegido por los fuegos de aqmlla núentr»» no pedittji 
perjudicare^ cujra seMl fue el ntitriáo niego ée la itafbiitidria^ 
que con una intrepidez heroica se hacen /dueñoadelas'Cóttas 
ráetnigas sin pod^ dñs^rntar á su Oc^onel Ja < glbefai idei' ihafact 
aido el p^imecó en subiit sobre el muFo de la priiBiera coHa) Ids 
joloesea ante tau valúente y decidóáa aeómátida sé viericnt pte^ 
eÍ£»dos ¿abandonar sus dos fuertes dejando iHuchoÉ muertos;, 
portrechos de gnerra y tres ostiones en el primero í^ ¡cinco en 
el segundo. 

Joló: estaba i deacuibierto yr'.k tim de iisil^ y emndo «Js in* 
ttífttaba atanaar el bizarvo Comn^; ^evmon .rebibió «in balase 
que afortunadamente «olo le abolló el capoteije^ f pocoií^instant 
teci después «m casoo de metralla le^enribó sin sentedo herido 
cerca de la nuca; 

; Véneido ióosila toma. de estas dos cottaád obstáculo, ^nran^ 
toron todas ks^fiaerz^a^sebie J(dó''«dn ripído émfiuje,; y^ísaln 



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taildo zanjas 7< pasando^ esteros, llegaa ¿las mmediatíones de 
las oo^taa:)del Sultán jr la iamediata del Datto Tanquiat, donde 
-sus defén«iE©8:reforzadós por los de Daniel y Ubicóse resisten 
desesperadamente: el Coronel de Artillería D; José Paoline, 
Jefe de la media brigada de vanguardia; y el CJoPonel de Inge- 
nieros D, Andrea Villaloü son heridos, y es enviado ¿ tomar el 
mando de las fuerzas el Ayudante de €ainpo del General en 
Jefe T. Ca deinfanteria D. Eduardo Beanmont, hasta que llegó 
él Brigadier Tabeada. 

i El Batallón de Artillería peoinsular contsígue dar el asalto 
á las cottas, y pocod momentos después ts Joló completamente 

ocupado por. las victoriosas tropas, huyendo sus d^nsores á 
un barrio inmediato en. el 'interior de un bosque, en dónde 
tenía su cotta el Pauliman Arab, situada como i un kilómetro 
4Íe' la playa, y que es asaltada á pesar de ^u buena, resistencia 
pof* la añedía brigada del Coroiiel D/ Anastasio Márquez y 
cuatro píeziis de las baterías de Marina que mandaba el Ca- 
ípítan de frfi^ata D. iVioente Montogojií^poderándose de doce 
píezaé det arttílerfa, dé bronce y hierro, de difenentes calibres, 
y gfan número dé mumciones, con cuya victoria, y quedando 
la cotta ocdpada por las ' fuétzas que la tonvaron, los moros 
jol6«sps cesaton casi por completo de s^' hostiles; retirándose 
an desdMen y desalentados al iiníteríór á» los bosques. 

. ' Las victoriosas fuerza® expediciooa'riaj^, d^pues de tomada 
iaicapitál ¿eda rebelde Sokama se dedicaron* al penoso^trabajo 
dé tala y decooonte de' las? malezas y- bosques inmediatos para 
«nsanchar^l círculo- de 'defensa, y los Ingenieros á la cons* 
truioeioxL de t»n fuerte provisional de bcupaeionv en duyas tareas 
oausaróm las influencias dimatoiógieas' bastantes aifermeda- 
des, particularmente en la gente peninsular. - 

r Los jokttses se retirapoaí al interior & buscar se^ridad en 
kiimas espesó de;susbosquésv de los que no se atrevían á saüf 
fli arun de nqche para molestar niiestm canrpameiHiO. i 
r'. La marina con» algunas embarcaciones menores y loS it>* 
trépidos é incansables voluntarios zamboanguefios hicieron al- 
gunas eécursiohes á las islas inmediatas, y recibidos, hostil- 
mente eaiilaKde Ta{ml,¿dier0o una batida geüarai , niatando á 



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—338— 

algunos 'fanáticos, talaron sus sementeras, incendiaron unas 
60 casas y desguataron mas de 80 embarcaciones. 

El dia 16 de Marzo salió de Joló una expedición al mtíñdo 
del' Brigadier Jefe d^ E. M. D. Joaquín Sanchiz, compuesta 
de una compallla de á pie del Regimiento dé artillería, otra 
formada con la gente europea de las baterías de Marina que 
tenían armamento Beóiingthon, dos compaSías del Regimiento 
del Rey, núm. 1, una compañía de la Gnardia civil, otra dis- 
ciplinaria y dos Secciones de artillería de montaña. 

El objeto de ésta expedición era destruir el pueblo de Lacul- 
Lapac, unos tres kilómetros al interior, situado á la falda de la 
cordillera que cruza de E. á O. la isla, y residencia habitual 
del Sultán Maliainad*Pulalon, el qué, atunqué sé sabía que no 
creyéndose allí bastante seguro, se habia' retirada más al inte- 
rior, habia dejado reunida mucha' gente. 

La vanguardia de la columna al mando del Coronel de in- 
fantería D. Anastasio Márquez emprendió la marcha al ama- 
necer consiguiefndo llegar sin obstáculo á las inmediaciones de 
Laeül-Lapac, cuyos defensores los recibieron con nutridísimo 
fuego; la artillería avanzó entonces rápidamente y emplazando 
sus piezas rompió un certero cañoneo sobi*e él pueblo mientras 
dos columnas de ataque avanzan resueltamente por los ñatícos, 
en vista de cuyo' movimiento, temerosos los moros de no poder 
resistir el ataque y ser cortados, abandonaron en desorden sus 
defensas para salvante en las montañas inmediata's; á los que 
les persiguen prudentemente ailgubas fuerzas y los difsparos 
de la artillería mas ávianzada para proteger al reato dé la co- 
lumna' en la destrucción del pueblo, que es reducido á 'cenizas 
con sus fortificaciones , regresando luego á Joló.' ' 

El General Malcampo pensó tómbieñ en la gran ntílidad 
de destruir las ' fortificaciones y pueblos de Parang y Mstibun 
situados en la costa S. de la isla, pbr ser los' naas importantes 
después dé Joló, el primero por su nuídefosa y aguerrida po- 
blación, y el segundo por ser el punto por el que desde épocas 
lejanas se- venia haciendo el' contrabando de guerra con tos 
buques extranjei*os/ por su ventajosa posición estratégica; na- 
turalmente defendido por iás dificultades del terreno y por un 



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luerta aftiUMo <iou tcm pi^9as« ¿ ciiyo punto se ámki se ba]i)ia 
retirado el herifio^^ltan <Mi la mayor |)artQ de su gepte^ 
armas. i 

La expedición de fiarang no ofrecía dificultades, pues 7a 
en Febrero- de 1872 la marina á las órde&es del entonces Co- 
mandante general el Contraalmiraate Mackrobon lo babia 
batido, y pifaeticiulo un desembarco, ooBooióndose por lo tonto 
elterreno. 

Para adquirir los conocimientos precisos respecto 4 Maibun 
el dia 20 fue el cs^nomero Filipino y 4os lanebaa de vapor á 
practicar un reconocimiento, en el que fimron eonetantemente 
hostiU^adois por los moros; el poco fondo no pecoiitió^'ue las 
lanchas se acercasen á la costa, pero vieron que aun cuando el 
pu<^blo er^ámkbQrdable.por los flancos á cauda de lo» grandes 
laberintos de mangles, pedia serlo de frente si la natixrale^a 
del fondo, que se suponía era de fangK), admitía el -pés^ de la 
gente de desembarco. 

£n la tarde del dia 22 embarcaron doe compañías de ó pie 
del Regímieuto de artíllaria, una formada de la gente europea 
de marina> etra del primer tercio de la ^j^jiardia civil y las dos 
diseiplinariasf componiendo un total de 1.200 hombres, mas 4 
piezas de á ocho coartaa, en el trasporte de guerra 14ar^ués de 
la Victoria y los: mercaDtes Salvadi)ra y. Paxiay, y el Jáactiui 
fue destinado para la ambulancia. 

Alaaianeper del dia 28 salieron déla rada de Joló los ex- 
presados buques, eonvoyados por la &agata Carmen, en que 
iban el General Malcamp^ y el Comandante gepi^al de Mari- 
na» ContraalmUrante Pezuela, las corbetas Santa, Luícía y Ven 
cedora y seis cafioneros: 4 laa ocho llegaroui ep.&entede Pa- 
raug, donde se acogi6 en una pequeña vinta ¿ la escuadra un 
cautivo cristiano natural de Burias<, que barfaía sido apresado 
por loi^ piratai^,^ 1669, quien pr&etico 4^1 terreno dio varias 
notíqjacf de inter^ y la de que Iqs bal]|itantes paoíficps de Pa- 
rang se habían retirado al interior, la óltioiía noche quedando 
únicamente la geapite de guerra decididos á la d^ensa. 

El Brigadier de ^^ ü. D« Joaquín Sf^nchiz tomó el mando 
da las. fuer.9a^ die id^semíhar^, que dividió eu. ti^^colmM?^^ la 



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de va^gviAi;<üa al mi^qda del Aj[udaBte4el Q^aenraliMAlcampo, 
Tenj^nte Gorpael da iBJEaate?ia D. £)duardo Beaumont, la 
coiQpoman l$i3 dos cgmpaliias discipliDarias y la de la Guafrdia 
civjl; la del ceptro, & \b^ órdenes del Ciipitan de fragata D. 
Vicente Moutqfo, la compoman tropa y marinería de la fragata 
Carmen, carbetae Wad-Bas, Santa Lucía y Vencedora, de los 
casoleros, y la Qonabpañia de las boterías, de marina, que forma- 
ban UA tQt^ de 560 hombres; y la de re^guardia, al mando 
del Teniente Coronel de infantería D.Calii^to Meudez.Ar9>ngo, 
la fonniaban 1^ do$ compañías de aartill^ia y dqs de los. Hogi- 
mientocí números 2 y 6. 

Los buque^. cf^fipn^wraneon. aderto el puiEÍbílo:de f a;rang, 
pr9t0giendo.e]( 9,ya;noede li^ embarcac^ion^s .menores, que ooo- 
duelan laa fuerzas de desembarco, que lo ejecutan las prime- 
ras las de marina; y avanzandp resueltas y entusiasiMdius con 
su biz«fr!o J^& ¿ la .cabei!^^ asaltan y se hacen, duosaps de :1a 
catta miuB avaaz;ada,,á despecho de sus d^f^insores, que huyen 
dolando algwnps muertos y.heridosgravesí. 

Reunidas las tres columjB^a^ al e&tromo O* del pueblo, que 
se^i^tendia un, kil<>mo!bo de £. & O., .^ dispusQ que la del 
ces^o jmaveimse oeupaiido el caserío. y las j^ottas quedo cerca- 
ban por ]a pttiiíedel bosque», y la de ywguardia flanqueara el 
bosque, quedando la de retaguardia con^iervando las posiciones 
tomadas y defendieudo las embarcación^ quo los. hubm cou^ 
dui^ido.. .; : 

Lasdos loolumpasi de avance la hicíeiK)n arroUfi^iido al oae- 
migo sin gran dificul^.hastp, x^ebasa^i.el eKtrQioo E< del p^ue- 
blo, en donde hicieiron inútilmente el. último ,03fuprzo por 
defender su últjimft.cotta» e^ pfuyo a^altp fue horido de^metf^Ua 
el vaiieptf^. DPiWe de. .Mí^^y, intéf;pr^í5 4el Gobierijii(^doXi^íar 
boanga, D. Alejo, Alv^re?;r.J«& de los. voluntarios sambpan- 
gueños. 

£1 punblo de. Parang> fuá entregado á Uis llsms^ y sus 
cotta^ destr^idasy embarcándose: dos cafioues é inutiliiiaudo y 
oQterrapdo otros t]:e3 por^; dificuM^des que su peso y el ter- 
reno pireso^taroiiL piu*a<su arrastre. .... . f . 

. Lo$ KÍ^£en«or]a9 de Para«g tu«ioi)0u gran nómoro dQ.lMJas; 



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-296- 

las de nuestras victoriosas fuerzas fueron en la infantería un 
soldado muerto, un oficial y dos soldados heridos, un herido 
grave de la corbeta Vencedora y leves el Datto de Magay y 
dos voluntarios zamboangueños: á las dos de la tarde toda la 
gente de desembarco estaba á bordo de los buques. 

El dia 24 continuó la expedición á Maibun ; una de sus cot- 
tas hizo dos disparos de cañón, sin que en lo sucesivo volvie- 
ran á hacer mas, pues tal pánico infundió en sus defensores el 
acertado cañoneo de nuestros buques, que el pueblo y cottas 
quedaron como abandonados; y aprovechando a^uel temor, 
ocupó los botes la columna de desembarco destinada at mando 
del T. C. Beaumont, que la componían una compañía de la 
Gnardia civil, las dos disciplinarias y 100 hombres de la fra- 
gata Carmen, 40 de la corbeta Wad-Ras y 60 de la Santa Lu- 
cia al ihando del Teniente de navio de primera clase D. Mel- 
chor Ordoñez: la fuerza dé marinería fue i^omo en Parang la 
primera en desembarcar en los arrecifes; y avanzando con el 
agua á medio muslo unos y salvando á nado otros los canales 
que se interponen, asaltan la primera cotta, cuyos defensores la 
hablan coronado de nuevo al cesar el cañoneo por no ofender á 
nuestra propia gente; pero sin embargo se hacen dueños de 
ella, y á su ejemplo parte de la otra fuerza, del pueblo; con tal 
rapidez y valentía que parte de la fuerza destinada al desem- 
barco no llegó á saltar á tierra por no ser neceisariío. 

Las cottas fueron deshechas y quemado el pueblo, inutili- 
zados y enterrados dos cañones y conducido otro á bordo: en 
aquellamisma noche toda la expedición fcñidéóeti la rada deJoló. 

Desde el dia que se tomó á Joló sé empezó la construcción 
de un fuerte llamado Alftmso XII para estsablecer la oéupacion 
permanente, el' campamento se denominó Ntra. Sra. de las 
Victorias; y la cotta alta del Panliman Atab, fuerte Princesa 
de Asturias. 

El mando de la nuétia edtaciolíi de Marina de Joló fué con- 
ferido al Capitán de fragata D. Pascual Cervera y Topete. 

Por R.D. de 20 de Julio de 1877 se hizo merced del título 
del Reino con la denominación de Conde de Joló, Vizconde de 
Mindanao, para síy sus hijos* y sucesores legítimos, ¿1 Contra- 



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-m- 

almirante de la Armada B, José Maleampo y Monga, Maorqués 
de San Rafad. 

Descontentos los indómitos jploeses con la ocupación mili- 
tar de su antigua capital por n^eetrais tropas, y de la activa y 
constante vigilancia de los cañoneros de. guerra sobríe aquellas 
costas^ que. les impiden las salidas á sus correría» piráticas, no 
desperdiciaban cuanta ocasión se les presentaba .para desaho* 
gar .»i rltlfioso coraje con actos agresivos, siendo suítconstdnte 
pensamiento y: proyecto el modo dé arrojar de la isla á los 
españoles, dejátid^e conocer su taotttud rebelde: mas osteni»- 
blemente marcada en los primeros días del mea dd Setiembre 
de 1877, en: que algunas partidas del- Sultán, se emboscaron 
esx las i^olale^aB inmediatas ¿ la plaza de Joto, y deteniendo á 
Ips naturales mas pacíficos queconcurrian según columbré al 
tianffui (aserio),. á vender las producciones del pais^ les ror 
baban lo que llevaban; los maltrataban y amenazaban <^on la 
muerte si r^ljicidiaD. 

A las once déla mañana del dia 9,aquel enemigo, inapre- 
ciablejpoi: est^r oculto, rompió un nutrido fuego de letitaca y 
fusilería sobtQ todos loa puntos fortificados de Joló, particulas-^ 
mente sobre 9I reducto avun^ado del Príncipe de/Asturiaa, y 
al mismo tiempo apareciendo por el N<E. de la rada treinta 
grandes vintas desembarcó en punta Ubia su tripulación, sin 
que pudiera impedirlo el fuego del cañonero Calamianes, y se 
emboscaron al interior. A las doce acrecentó la. viveza del 
fuego enemigo, que pocos mprneato» despuea se lanzó decidi- 
damente ¿dar el. asalto ¿las trincheras que rodearban la plaza 
como en número de 800, y unos 300 al reducto del Príncipe 
de Asturias^, que. parecía ser el punto objetivo del ataque; pero 
la metralla de este fuerte y la del de Alfonso XII y algunas 
acertadas granadas lanzadas por \q^ eañoneros Calamianes y 
Paragua y el ¡pontón Santa Lucia contuvíeiíQn. tanto iiorrojoy 
les obligaron ¿retirarse ¿ sus anteriores posiciones- del bosque, 
desde el que cíMs^tinuaron el fuego, reforzados por 500 de Pati- 
coló.Igasaüit y Loe, haatala noche, durante la. cual intentaron 
varias veces' y por distintos puntos sorjPíend^r ¿ los sitiados, 
cuyo valor y vigilancia los rechazó cqn grandes; pérdidas,. 



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Bb lü anmnéeida det Ala 10 répitieroní los joloeses el ata- 
que y la tentativa de asalto, siendo rechazados con igual ralor 
que el dia anterior, y el cañonero Samar, que llegaba en 
aquel oportutio momento de Zamboanga, lanzó algunas acertar 
das granadas contra las posfcibnes y grnpeii» enemigos, qáe 
á pesar de sus^ muchas bajas continuaron bostíKzando hs f ner^ 
tes, la plaza y los biiqu€$. 

* Temer» yefz intentaron los jolones dar ^1 asalto á* las feíü- 
fieaciones españolas en la mafiana del dte II,. pero el Oeber^ 
nador P. M. de Joló, Teniente Coronel D. J6s6 Marina, can- 
sado de la obstinación de los sitiadores, 'hisso Calieran algunas 
pequeñas columnas 4 hosliUzarlós esttatégleamenl^ por los flan- 
cx)s, é impedir repibiérañ nueros refUet^zos de Patioeló, cuya 
medida dM el iSMcnediato resultado de oUigattles^ á una retirada 
tan aptesurada que no tuvieron tiempo de reéojeir 29 mnertos 
y algunas armas t municiones, llevándose 17 muetrtos más, 
11 heridos graves y un número considerable dé leves,-* según 
los d^ttos que posteriormente sé pudieron adquirir: por pitrte 
de lo» sitiados solamente huboí'6- heridos graves dé la etase de 
trepa; y leves 98 mas de estos y elOtipitan D. Isidro Manuel 
Sftkvetvi; €omandante del reducto Príncipe de Asturias. 

Los c&inos comerciantes, temerosos pof $us vidas ^y hacien- 
das si los joljoeáes se hacían dueños de Joló, auxiliaron á las 
fuertafi españolas con una decisión y valor en ellos pócoi ge- 
neral, y el Jesuíta misionero Padre Isidro BatUó se presentó 
desde los primero» momentos del peligro «n el fuerte de Alfon* 
so XH, anim^anáo con su presencia el ardor de los defensores 
del cristianismo y la civilización. 

Bl comerciante D. Leoncio £rieger, súbdáte austriaeo, se 
presentó en el momento del peligro á ofrecer su péírsona al 
Qobemadop de Joló,' y omipó su pueslo de honor ea d combate 
cómo valieiite soldado; y el médico mayor graduado;, fyrimero 
de Sanidad militar, D. Eduardo Solís halló oca«í6n en que de- 
mostrar su valor:, rechazando ecm una pequeña eseoltai que le 
acompañaba ftierfzia^ mfuy superiovee- ftte Üe ataceretat 'al atra- 
vesar dd fverle de Alfonso Sil ál r^dtcio ánil / Principe^ de 
Asturias, doiide era reclamada su aststeMiía ftcülta;tlvá. 



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Los joloesed se batie^^n coíi deboda^io ralot, oonfitfdos e^ 
la superioridad numérica, y animados por suspanditas qtie les 
recordaban ser aquel el mes de la luna ilanQa, en el que 
tienen la fanática p^a^f^sion^.de que muríeíidjp guqrreapdo con- 
tra lc^> ^Qomigoa de au fe> «cnpafit enel pamiso/Uiiluigarpirer 
ferenfi&entoekw mártíres de 6U religión. • 

Oeíitoe cóüsrecüencia dé eátá gloriosa recdni^ufeta, e! Stíltari 
de JqIó y sus Dattos principales presentaron y ítraijaron con 
loscopaísionadosf espafioles en Lieup, el dia 22 de JiUip de 187&, 
las sijgruJieatQa ca)>iteilacioikes: 

«AHiculel.* Declaramos indiseiaftiblé \% ^berá&ia de Español 
»en tode el afekipiékgo de Jeló y stts de^hd^ias, y eomo con«í9- 
}>cuencia natural de este hecho, nos constitiiimos fe^bditos kal&s de 
i>S. M. ú ]iejl>. AHiá&s^ Xli y de sus sucesores en b1 poder. 

»Att. %^ fit Qotilerno éspafiol Tn& «dneed^d^ ub suelda ÉSval d» 
»2.400 pesos, 700 al heredero de la Sultanía, Datté B«radurhi, y 60O 
»4 eada niié dé los Dattos PadvtMt Datto Radokelant Dhainal Abldin, 
«Piíidttca Dátto Jarun Navasid, Paduca Datto Muluc Bandiarasa Ánsar» 
•Fnla, que son detó Consejo, y á fin derésáí'Cirlesde algún modo la» 
^pérdidas que han sufrido. 

*Art. S'.' Gdpaña i^né el dereteho d^ oowpar los ptíritos qtie le 
»co»¥«iigan en el ariehipiélago de Jdié y sus éependéneias, reídpeta»á^ 
»los i^úeblos, femilias y propiedades; y en el easo de exprepibél^A 
«forzosa por conveniencia general, se Indemnizará según tasación . 
«Suplicamos se exceptué de esta parte, para que nos sirva de resi- 
vdencia, desde punta SiAntigan hasta Oadun^ung eosit^t So¥, p^- 
»diénd^k) ótínpar el Gobierno en caso de guerra coü e^ránjeros. 

»Art. 4.* Se nte facultará para éobrár derechos á los eométeíán- 
»tes y tuques extranjeros que trafiquen en puntos no ocupados po^ 
«esttibletítníiientos del Gfobiemo. 

«Art. &.* Se me concederá comunicar directamente con elGober- 
«nádor Gajíftan' Gteneíal si^pre (Jue tenga queja del Oobernador 6' 
»dc alguno de Mé Comandites die loé bnqües. 

»Art. 6." Se me aiitórirará para expedíi' licencias de át^ínas |ior- 
«tátiles de fuego, cargadasrpor la boea,á los joloanos qué lo sofíciten 
«previa la presentación de dos testigos de reconocida honradez que 
«garanticen su buen uso, asi en tierra como en las embarcaciones. 

«Art. 7.* Se me autorizará para expedir pasaporte á las embar- 
«caciones joloanas; pero cuando estaos /l^ajan de salir del archipiélago 
«de Joló se presentarán antes af Gobernador, quedando exceptuados 
«dé esta formalidad los Dattos principales y algunos comisionados 



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~240w 

«míos» coB obligación, por mi. parte, de. dar epiiocimieiito de los que 
»sean á la mencionada autoridad. 

jiArt. 8.* Procuraremos que los piratas y malhechores desistan 
»de sus malas inclinaciones, y en caso áe no poder evitarlo daremos 
«aviso al Gobernador de Joló para qué tome sus medidas, siempre 
»que tengamos conoeimiento de dónde están, no exigiéndosenos res- 
nponsabilidad si no tuviésemos noticia de ellos, obligándonos á pres- 
»tar los auxilios de todas cla^s^s d^ qup pudiéramos dispctner para la 
•persecución de dichos piratas y malhechores. 

»Art, *9.' Se nos permitirá- el libre ejercicio de nuestra religión 
»y costumbres; los misioneros católicos tendrán libertad para visitar 
»y residir en cualquier punto de Joló y sus dependencias, dándonos 
»noticia antes para que los hagan acompañar si hubiera peligro, y en 
»caso de que asi no lo hagan, no se nos exigirá responsabilidad de 
«alguna d^sgraci4. Igualnienjbe la hará cualquiera* europeo ó indio 
«cristianos. que quieran internarse. 

»Art. JiO. Nos obligamos á entregar los criminales y d^lincaen- 
»tBs jcrisidianos, asii.como sernos devolverojí Ips moros que se en^uen- 
«tren en el mis^o ca^. 

»Art. II. Joló^y sus dependencias arbolarán la bandera española 
».en BUS pueblos y embarcac^mes. Si alguna de estas no la llevara, 
»no se le hará cargo si tuviera pa^porte, y yo usaré la de guerra en 
»el punto donde resida. 

»>Art. lfí,{ Nps obligamos, asi como lo hará el Qobierno, á cum- 
M^plir. fielmente, lo e^tipiüado, y rogamps se aclare perfecta y debida^ 
«mente cualquier duda ó diferencia que. surgir pueda, antes de proce- 
«der á hacer uso de las armas. 

«A|*t. 13. Todo lo expresado en la capitulación anterior se ob^ 
iservará sin alteración, á no mediar mutuo, acuerdo. 

«Y conformes en \m todo ambas representaciones con la anterior 
«lectura, por $er la de las mismas susodichas bases, cuyas copias 
•obrarán en poder de los expresados Gobernador y Sultán dp Joló, se 
«Armó por ellos y acompañantes esta acta en .el punto, lugar, dia, 
«mes y año que en cabeza se citan .==E1 Sultán de Joló (sigue su rú- 
»briQa.yestampiUa).=:El Gobernador dp Joló, Carlos Martínez. =Mu- 
«jamad Jarun Navasid.=El Comandante de la estación naval, Fran- 
»cisco Fernandez de Alarcon y Gf^rcia.=Mujamad Dehinal Abidiii.= 
«Jldujamad B^da^udin.==:MujamadPulans.=Intérpretes, AJejo Alvarez. 
»=Pedro Ortuoste. 



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3srs>3(a3« 



L (Í578ái601). El Sultán de Joló reconoce la soberanía es- 
pañola.— Costumbres de los moro-malayos joloeses. — Eldatto 
' Paquian-Tindig emigra de Mindanao y conquista á Joló,— Abda- 
saolan Sultán de Basilan arrebata la conquista á Paquian-Tin- 
dig.— El Sultán de Joló pasa á Manila á pedir auxilio á los 
españoles.— Muere Paquian-Tindig en un combate, y es pro- 
clamado Sultán de Joló Baya-Bongso con el auxilio de los 
españoles, de quienes luego se declara enemigo.— Los joloeses 
se coaligan con los mindanaos y se lanzan al pirateo sobre las 
costas filipinas.— Los holandeses pretenden arrebatar la con- 
quista á los españoles^ quienes replegan todas sus fuerzas á 
Manila.— Los piratas joloeses se apoderan del primer buque 
español i 

II, (1601 á 1630), El Sargento mayor Juárez Gallinato sale de 
Manila para batir y escarmentar á los joloeses.— Los españo- 
les sitian inútilmente tres meses el fuerte del Sultán.— Las 
pretensiones de los holandeses y chinos absorben todas las 
atenciones militares, y los joloeses piratean en la impunidad. 
—El Alcalde mayor de Cebú D. Cristóbal de Lugo desembarca 
en Joló, en donde alcanza laureles y trofeos. — Los joloeses 
avanzan sus piraterías hasta las costas de Luzon.— El Maestre 
de Campo Olaso ataca el fuerte del Sultán, pero su valor im- 
prudente malogra la empresa.— Los españoles conocen su 
impotencia para la conquista de Joló y se concretan á defender . 
las costas filipinas 13 

III. (1630 á 1638). El Sargento mayor D. Pedro Tofiño destruye 
la capital de Joló.— El Capitán General Gobernador de Filipi- 
nas D. Sebastian Hurtado de Corcuera se apodera del formi- 
dable fuerte del Sultán después de tres meses de cerco y varios 
asaltos,— Los españoles ocupan militarmente la isla de Joló, y 
el Capitán Ginés de Ros es nombrado su Gobernador.— Los 
joloeses intentan arrojar á los españoles de la isla.— El General 
Almonte, Gobernador de Zamboanga, acude á sofocar la rebe- 
lión y derrota al Sultán Tuan Baluca, que huye en una peque- 
ña vinta á una isla inmediata.— El Sargento mayor D.Pedro de 



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II 

la Mata destroza la escuadra del dallo Paquian-Bactial, hijo 
del Sultán.— Los guimbas (habitantes de las montanas) se nie- 
gan á reconocer la soberanía española, y el Capitán Cepeda los 
derrota y persigue hasta el interior de los bosques. ... i 6 

IV. (1638 á 1649). Una pasión criminal del Capitán D. Gaspar 
Morales^ Gobernador de JoIó, produce una nueva insurrección 
en la isla.— Él Capitán Morales es herido y relevado por el 
Sargento mayor Buiz Maroto, quien no logra á pesar de su 
prudencia y buen deseo calmar á los descontentos.— El Sargento 
mayor D. Pedro de la Mata es enviado á Joló, con fuerzas 
para su pacifícacion^ y sostiene varios encuentros gloriosos. — 
El Rajah-Muda de Joló pide auxilio á los holandeses estableci- 
dos en Batavia.— Dos navios holandeses intentan arrojar de 
Joló á los españoles, que los rechazan heroicamente, — Com- 
prendiendo los españoles la imposibilidad de sostenerse en 
Joló contra los holandeses y naturales, se retiran á Zamboan- 
ga, en donde son atacados por fuerzas considerables holan- 
desas, á quienes obligan á un vergonzoso reembarque. . . 25 

V. (1649 á 1731). El Sultán de Joló pasa á Zamboanga para am- 
pliar y ratificar los antiguos tratados. — Dulasi, Sultán del pe- 
queño reino de Butig, inmediato á Zamboanga, forma alianza 
con los de Joló y Mindanao para arrojar de esta isla á los es- 
pañoles.— Los coaligados atacan infructuosamente á Zamboan- 
ga, y desahogan su furor sobre los pueblos indefensos del lito- 
ral íilipino.-^EI Sultán de Joló envía á Manila como embajador 
al chino Ki-Kuan pidiendo la paz. — Se ratifican y amplían 
ventajosamente los tratados de reconocimiento de Joló á la 
soberanea española.— El Sultán autoriza nuevamente el pirateo, 
en desprecio de los tratados, y desuellan vivo á un Capitán de 
buque.— El datto Bigotillos^ hermano del Sultán, intenta apo- 
derarse del fuerte de Taytay y es rechazado con grandes pér- 
didas después de ^ días de obstinado ataque 31 

VI. (1731 á 1746). Una expedición al mando de D. Ignacio de 
Ireberi desembarca en Joló, derrota á los naturales y se apo- 
dera del estandarte del datto Salícaya, que muere en el com- 
bale.— Los españoles destruyen el pueblo de Bual.— El Capitán 
Zacarías alcanza varias victorias sobre los joloeses.— El datto 
Bígotillos intenta apoderarse del fuerte de Zamboanga y es 
rechazado con pérdidas considerables.— El fuerte de Taytay 
es otra vez atacado por los joloeses^ y resiste heroicamente re- 



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III 

chazándolos con grandes pérdidas 36 

Vil. (1746 á 1749). El Rey de España escribe á los Sultanes de 
Mindanao y JoIó para que admitan en sus reinos los misione- 
ros jesuilas, á lo que acceden.— Mahomad-Alimudin, SUllan de 
Joló, hace una cordial visita al Gobernador de Zamboanga.— 
Los jesuitas reparten catecismos en árabe, y su intolerancia é 
ingerencia en los asuntos del Estado les atrae la odiosidad de 
los datlos y panditas.--El datto Bantilan^ hermano del Sultán, 
intenta asesin&rle, le usurpa el reino, y los jesuitas huyen á 
Zamboanga,— Mahomad-Alimudin huye á Zamboanga y pasa á 
Manila en demanda de auxilio contra el usurpador. — El intruso 
Sultán Bantiíán autoriza el pirateo^ que infesta los mares 

filipinos 42 

VIH. (1749 á 1752). El destronado Sultán de Joló llega a Manila 
y se hace cristiano bautizándose con el nombre de D. Fernan- 
do I de Alimudin.— El datto Bantilan escribe una arrollante 
carta al Gobernador de Zamboanga.— Sale de Manila una expe- 
dición con D. Fernando I para su restauración. — Parte de la 
expedición, después de cañonear á Joló, obtiene un acta de re- 
conocimiento y sumisión al Sultán D. Fernando 1 firmada por 
los dattos mas poderosos.— Se sorprende una carta de D. Fer- 
nando I y es reducido á prisión con otros muchos como sos- 
pechosos de traición contra los españoles. 51 

IX. (1752 á 1755). La junta de guerra reunida én Manila por el 
Capitán General declara la guerra á sangre y fuego á los 
joloeses.— El Maestre de Campo D. Antonio Ramón Abad 
ataca á Joló, sin obtener ventajas.— El Capitán Pineda es der- 
rotado en un desembarco en Tawi-Tawi. — Los joloeses se esta- 
blecen y fortifican en el Sur de la isla de la Paragua, del 
archipiélago Filipino.— El Sultán D. Fernando I procura vindi- 
carse y ganar su libertad, ofreciendo la sumisión de los 
joloeses, con cuyo objeto se manda á Joló á la dayana Fatima. — 
El datto Bantilan, compadecido de la suerte de su hermano, 
ofrece devolverle el reino, y la sumisión á la soberanía espa- 
ñola.— El Sultán D. Fernando I presenta unas capitulaciones 
ventajosas para los españoles, que se aceptan, se .suspenden las 
hostilidades, y se envian para su cumplimiento emisarios á Joló. 65 

X. (1755 á 1762). D. Antonio Faveau de Quesada sale para 
Joló con una escuadra, es bien recibido, y regresa á Manila, 
con noticias satisfactorias de la lealtad de D. Fernando y bueña 



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IV 

voluntad de los joloeses— El General Zacarías sale para Joto 
con poderes para arreglar las nuevas capitulaciones. — El dalto 
Bantilan admite las capitulaciones, con aplauso y regocijo ge- 
neral de los joloeses 73 

XI. (1762 á 1844). Los ingleses se apoderan de Manila, y que- 
dan interrumpidas las negociaciones de los españoles con los 
joloeses.— Los ingleses evacúan á Manila, y conducen á JoIó 
al Sultán D. Fernando I, de quien obtienen la cesión del extre- 
mo N. de Borneo, de donde luego son arrojados por loS mismos 
joloeses. — Aumentan las correrias de los piratas sobre las 
costas del archipiélago Filipino.— Los ingleses proyectan pose- 
sionarse de la isla de Joló^ desconociendo los derechos espa- 
ñoles. — La escuadra de.D: Alfonso Morgado cañonea la capital 
de Joló. — El Capitán de fragata D. José Maria Halcón ajusta 
nuevos tratados con los joloeses. — Los franceses proyectan que 

el Sultán de Joló les ceda la isla de Basilan 78 

XII, (1844 á 1848). Acrecientan de una manera alarmante las 
correrías piráticas de los joloeses.— El Capitán General del 
archipiélago, Claverií^, se apodera de los inexpugnables fuertes 
de Balanguingue y destruye aquel formidable foco de piratas.— 
El Sultán de Joló vuelve á ratificar los tratados y cesa la 
piratería 91 

XIII (1848 á 1851). El datto Paulima Tampan se lanza al piraieo 
contra la voluntad del Sultán y se proclama independiente en 
la isla de Balanguingue.— Las fuerzas sutiles de Basilan des- 
trozan al datto Tampan.— El Comandante General de Marina 
D. Manuel de Quesada destruye varios pueblos piratas. — Los 
piratas de Maluso en Basilan son escarmentados.— Los ingleses 
intentan otra vez introducirse en la isla de Joló.— El datto 
joloés Boal intenta apoderarse del fuerte español de Basilan, 
yes rechazado.— El Capitán General Urbiztpndo exige en per- 
sona del Sultán de Joló la observancia de los tratados, los 
joloeses intentan asesinar á los enviados á conferenciar^ y el 
General se retira por no tener fuerzas suficientes para batirlos. 106 

XIV. (1851). El Capitán General Urbiztondo se apodera de Joló 

por asalto 115 

XV, (1851 á 1856). Joló reconoce solemnemente su anexioné 
incorporación ala Soberanía española. — Los joloeses vuelven 
á lanzarse al pirateo. — Heroico combate del Teniente de navio 
D. Claudio Montero con los piratas.— El Capitán de fragata Don 



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V 

Fermín Sánchez escarniienta á los piratas en diferentes punios. 430 

XVI. (1856 á 1858). Las fuerzas sutiles continúan escarmen- 
tando á los piratas. — Muerte gloriosa del cabo de infantería de 
marina Florencio Bolaño, — Una expedición al mando del Go- 
bernador militar de Basilan es derrotada.— El Teniente de na- 
vio D. Podro González balea los piratas, en Balanguingue.— Los 
piratas joloeses incendian la población de Zamboanga.r-El Co- 
ronel de caballería D. José García Buiz, Comandante general 
de Mindanao, en cooperación con la Marina escarmienta en 
varios puntos á los piratas 143 

XVII. (1858), El Capitán General J^ozagaray autoriza el corso 
contra los piratas, y lo estimula con premios. — Notable expe- 
dición del Tenienle de navio D. José Malcampo contra los pi- 
ratas de Simisa.— El Teniente de infantería de Marina D. José 
María Buiz rechaza valerosamente el abordage de fuerzas pi- 
ratas superiores. — El dallo español de Magay, intérprete de 
Zamboanga, D. Alejo Alvarez, con un salislpan tripulado con 
zamboangueños^ derrota nueve embarcaciones piratas que pre- 
tenden capturarlo. —Arrogancia del Teniente de navio D. 
Francisco de Paula Madrazo con los joloeses, quienes le llaman 
por temor «el Caimán». — Madrazo bale. victoriosamente á los 
piratas de Dong-Dong.— Combale del pailebot Nuestra Señora 
del Carmen al mando del Teniente de navio D. Vicente Carlos 
Boca con un panco pirata. . , 151 

XVIII. (1861). Los primeros cañoneros de vapor persiguen á los 
piratas. — El Teniente de navio D. José Bodi^iguez Machado 
bate y destruye tres grandes pancos piratas.— Otro combate 
heroico del Teniente de navio Malcampo contra fuerzas pira- 
tas superiores. — El Sargento de infantería de marina Juan 
Leys Pensado, Comandante de una falúa, derrota á los piratas 
en un desembarco y les toma un canon.— Disidencia del Dallo 
Alip con sus compañeros de pirateo, y se acoge al pabellón 
español , 466 

XIX. (1862). Conferencias del Teniente de navio D. Vicente 
Carlos Boca con el Sultán de Joló para extirpar la piratería. . 
—Las fuerzas sutiles penetran por primera vez en los canales 
de los arrecifes de Tawi-Tawi, y baten á los piratas en Lupa- 
Bouan.— El piloto D Vicente Jaudenes captura al famoso Dallo 
Ama-Mang,— La goleta Santa Filomena, al mando del Teniente 
de navio D. Vicente Carlos Roca, y el cañonero Samar, al de 



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VI 

igual ctaise D. Narciso PeJrinan, pasan por ojo catorce pancos 
pirataá : • • ^"^^ 

XX. (4862 á 1864), El Comandante de las fuerzas sutiles de 
Visayas, Capitán de fragata b. Antonio' Mora, bate k los pira- 
tas en TonqúiT, Caróndon y Palian. — Fallecimiento del Sultán 
de Joló y proclamación del sucesor, bajo la protección espa- 
ñola.— El archipiélago de Jfoló, Tawi-Tawi y gran parle del 
N. de Borneo peKériéce de hectio y déi^ec&d á España. . .185 

XX!. {1S64J. El Cbnfiánd'ante' Uéne'ral de Marina, Jefe de Escua- 
dra, D. Francisco de Paula Pavia, ordena sé active h j)ersecu- 
cion dé los pirataá.— El CápíCan de fragata D. Antonio Ittora 
sale ton una expedición á* perseguir á los piratas sámales. — 
LospWtás son batidos én Balanguingue.— Él pueblo de Ca- 
ronddn es (ornado k incend'iádo. — ^^El Sultán de Joló pubíica un 
decreto pciiañdo dé muerte á los p'irátás^ dueños de escfavos. 
— Los joíoeses condindati, á peáar dé la prohíblcioií dél Sultán, 
el pirateo. —Salé de nuevo el Capitán dé fragália Mora á batir á 
los piratas.— Él Capitán de fragata Sr. Mora visita al Sultán,— 
Agresión traidora de los joldéséá del pueblo de Tápóót á fos 
buqués españoles.— La expedición entra en los peligrosos ca- 
nales de Táwi-Táwi: Iráiéíoh dél dattóAlip.— Los piratas ¿on 
batidos eñ Lupa-Bouan ^f talada íá fsíá.— Él pueWó de Báíim- 
bin eá incendiado.— Él Teniente de liavio í). Marcial Sánchez 
Barcáiztigui^ practicando un reconocimiento con ññá c'aiióá, es 
sorprendido y rodeado por várióá pancos piratas; cuyo circulo 
rompe valientemente, y se reúne ala expedición.— Los piratas 
son victoriosamente batidos en áus madrigueras dé Táwi-Táwi. 192 

XXII. (1874). Acrecientan ías piraterías, y el Capitán de fra- 
gata D.'Pasfcuál Cervera bloquea la isla dé Joló. —Son balidos 
los piratas de Patean. — EÍ Alférez de navio D. Federico Se 
ráñtes y el Médico D. Eétanislao Garcra Lorancá mueren gíó- 
ridsamehte atacando á l6s piratas eñ ui¥a profunda cavernaf. . Si 8 

XXIII. (1876). El Contraalmirante D.José Malcampo, GÍóber- 
natdor General de Filipinas, reconquista á Joló y ló ocupa 
militai^meAté 223 



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