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Full text of "José Ingenieros y el porvenir de la filosofía"

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Endara,  Julio 

José  Ingenieros  y  el 
porvenir  de  la  filosofia 


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JULIO    EXOARA 


José  Ingenieros 


EL  PORVENIR  DE   LA   FILOSOFÍA 


2.a  EDICIÓN 


Agencia  General  de  Librería 

rivadavia     15  7  3 

buenos  aires 


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José  Ingenieros 
y  el  porvenir  de  la  filosofía 


JULIO    ENDARA 


José  Ingenieros 


EL  PORVENIR  DE   LA  FILOSOFÍA 


2.a  EDICIÓN 


Agencia   General  de  Librería 

r  i  v  a  d  a  v  i  a     15  7  3 

BUENOS   aires 


N 


Advertencia  de  la  segunda  edición 

Al  autorizar  la  reimpresión  en  Buenos  Aires 
de  este  ensayo  publicado  en  folleto  por  primera 
vez  en  Quito  (Ecuador),  por  la  Imprenta  y  En- 
cuademación Nacionales,  en  1921,  he  creído  ne- 
cesario agregar  algunos  datos  sobre  el  conjun- 
to de  la  obra  de  José  Ingenieros,  y  sobre  la  in- 
fluencia de  sus  doctrinas  científicas  y  filosófi- 
cas en  las  nuevas  generaciones  de  hispano- 
américa.  Ello  sirve  de  complemento  al  estudio 
crítico  de  sus  "Proposiciones  relativas  al  porve- 
nir de  la  filosofía",  que  constituye  lo  esencial 
de  este  opúsculo,  y  que  ahora  se  reimprime  sin 
modificaciones,  en  la  forma  en  que  apareció  en 
la  Revista  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Ecua- 
dor. 

J.  E, 


Ingenieros  y  su  obra. 

Deseo  madurado  desde  hace  tiempo  ha  sido 
el  de  dedicar  una  serie  de  netas  al  estudio  de 
la  personalidad  de  José  Ingenieros.  Fervoroso 
admirador  de  la  cultura  argentina,  cuya  multi- 
plicidad de  fases  observo  y  admiro,  he  creído 
encontrar  en  este  autor  un  tipo  representativo 
de  su  más  alto  pensamiento.  Y  es  que  Ingenie- 
ros, ensanchando  la  especialidad  de  sus  estu- 
dios, ha  abarcado  mayor  número  de  actividades. 
Y  su  obra  guarda  en  sí  los  elementos  distintivos 
que  dan  a  las  nuevas  generaciones  rioplatenses 
un  alto  y  quizás  único  lugar  entre  las  varias  de 
América. 

El  proceso  histórico  que  ha  seguido  la  Argen- 
tina es  demasiado  reciente  para  desconocerlo. 
Habiéndose  mantenido  durante  los  tiempos  co- 
loniales en  análogas  circunstancias  que  las  de- 
más regiones  del  Xuevo  Mundo,  le  cupo,  a  raíz 
de  su  independencia,  la  suerte  de  acumular  tal 
cantidad  de  energías,  que,  posteriormente,  im- 
pulsó su  evolución  de  manera  inusitada,  hasta 
colocarse  en  el  puesto  que  ocupa,  es  decir,  a  la 
vanguardia  de  las  nuevas  civilizaciones  ibero 
americanas.  Estabilizado,  en  cierto  modo,  su 
problema  económico — cuya  solución  en  nuestras 
latitudes,  no  alcanzamos  todavía  a  vislumbrar — 
ha  olvidado  mucho  de  esta  preocupación  po- 
litiquera   que    nos    consume    y,    en    cambio,    ha 


10  JUUO   ENDABA 

orientado  sus  ideales  hacia  un  nacionalismo  de 
amplio  y  comprensivo  significado  social.  Cons- 
ciente de  su  poder  y  energías,  la  Argentina  uni- 
forma sus  tendencias  políticas,  científicas,  eco- 
nómicas, etc.,  dirigiéndolas  hacia  los  más  altos 
ideales  de  la  civilización  moderna.  Esta  unifor- 
midad., debe  aclararse,  que  se  ha  convenido  en 
calificar  de  nacionalista,  no  presenta,  en  su  esen- 
cia, los  tintes  criollistas  de  tanto  mal  gusto,  que 
algunos  han  querido,  equivocadamente,  asignar- 
le. El  nacionalismo  argentino,  por  el  contrario, 
tiende  a  la  homogenización  de  aspiraciones,  de  tal 
manera  que  presenten  particularidades  adecuadas 
para  asegurar  al  mismo  tiempo  el  prestigio  in- 
ternacional necesario  y  el  desenvolvimiento  pro- 
gresivo de  sus  instituciones  internas.  Mientras 
buena  parte  'de  las  naciones  de  América  presen- 
tan el  aspecto  fatigado  y  vacilante  que  corres- 
ponde a  sus  ininterrumpidos  esfuerzos  por  man- 
tener y  definir  su  organización  política  interna, 
la  Argentina  se  nos  aparece  ya  dueña  de  sí  mis- 
ma y  con  aspiraciones  que  tienden  a  imponer  a 
las  naciones  europeas  el  respeto  a  que  es  acree- 
dora. Sus  sociólogos  recogen,  oro  en  paño,  esas 
enérgicas  y  multiformes  aspiraciones  y  las  en- 
cauzan hacia  el  pensamiento  nacional  .  De  ahí 
que  sea  tema  de  asiduo  estudio  el  de  "la  forma- 
ción de  una  raza  argentina",  que  Ingenieros  ha 
analizado  en  uno  de  sus  trabajos  más  dignos  de 
meditarse    ( i ) . 

No  es  que  por  esta  denominación  se  compren- 
da la  vuelta    hacia    las    antiguas    delimitaciones 


(1)  Conferencia  leída  en  el  "Instituto  Popular  d« 
Conferencias"  de  Buenos  Aires  y  publicada  en  el  diario 
La  Prensa  el  3  de  septiembre  de  1915.  (Incluida  en  la 
séptima  edición  de  la  obra  Sociología  Argentina,  Bus- 
nos    Aires,    1918). 


JOSÉ    INGENIEROS  11 

antropológicas,  que  carecen  ahora  de  sentido 
alguno.  El  criterio  de  raza  en  nuestros  días,  es 
del  dominio  de  la  sociología  y  no  exclusivamen- 
te de  la  antropología.  Y  es  así  como  se  le  con- 
sidera en  la  Argentina.  Constatada  una  eviden- 
te unidad  intelectual,  es  justo  se  piense  en  es- 
tudiarla ''I^o  que  vemos  realmente  es  el  alma 
de  la  futura  raza,  caracterizada  por  aspiracio- 
nes comunes,  y  plasmándose,  lenta  y  localmcn- 
te,  bajo  la  influencia  del  medio  social  y  del  am- 
biente. Tales  manifestaciones  son  síntomas 
claros  de  una  nacionalidad  definida  o  por  defi- 
nirse, y  es  a  esto  que  en  lenguaje  sociológico  se 
denomina  "raza".  La  raza  argentina,  con  los 
atributos  mentales  que  a  la  argentinidad  atri- 
buye Ingenieros,  vendrá,  tal  vez,  más  rápida- 
mente de  lo  que  se  sospecha.  Se  discutirá  si  esa 
futura  raza  tendrá  etnográficamente  caracteres 
suficientes  como  para  elevarles  a  tal  jerarquía ; 
pero  la  nacionalidad  futura,  sociológicamente 
considerada  como  una  raza  nueva,  ya  está  en 
marcha  abierta.  Sólo  fenómenos  de  carácter 
universal,  imprevistos  pero  no  imposibles,  po- 
drán retardarla,  marcando  un  compás  de  espe- 
ra, y  nada  más.  En  caso  contrarío,  habría  que 
pensar  en  una  ruptura  actual  del  equilibrio  de 
las  fuerzas  componentes  de  la  nacionalidad;  es- 
tamos convencidos  de  que  cada  día  se  alejan 
más  las  posibilidades  de  tal  desequilibrio",  (i). 
Estas  palabras,  que  en  labios  de  un  argentino 
surgen  naturalmente  y  nos  convencen  sin  discu- 
sión, serían  risibles  en  los  nuestros,  ¡por  ejem- 


(1)  Estas  palabras  pertenecen  a  una  nota  crítica  que 
el  Profesor  Salvador  Debenedetti  publicó  con  ocasión 
de  la  conferencia  de  Ingenieros  sobre  La  formación 
de  una  raza  argentina,  en  la  Revista  de  Filosofía. — 
Año    1. — Núm.    6. — Noviembre    1915. — Buenos    Aires, 


12  JULIO    E>*DABA 

pío,  que  aún  no  nos  ponemos  en  camino  de  una 
tipificación  nacional. 

La  nación  argentina  está  caracterizada,  en  su 
organización  política  y  social,  lo  mismo  que  én 
sus  hombres,  por  una  aptitud  de  comprensión 
que  permite  a  éstos  ser  los  mejores  consumi- 
dores de  la  producción  extranjera,  y  muy  res- 
petables productores.  El  pensamiento  nacional 
ere  distintivo:  amplitud  y  acumulo  de  ac- 
tividades. Sus  grandes  centros  industriales,  lo 
:>  que  sus  hombres,  parecen  los  precurso- 
res de  las  ciudades  tentaculares  que  cantara 
Verhaeren.  Si  a  menudo  se  admira  la  especia- 
lización  de  unos  cuantos  científicos,  constí 
mente  hay  que  sorprenderse  de  la  polifásica 
aptitud  de  sus  escritores;  son  contados  aquellos 
que  toda  su  labor  la  han  dictado  a  una  sola 
actividad ;  la  mayor  parte,  aunque  fuertes  en 
puntos  especiales,  tienen  notable  bagaje  de  co- 
nocimientos en  muchas  materias.  En  una  pala- 
bra, resumen  en  sí  este  ideal  de  las  civilizacio- 
nes modernas :  especialización  y  cultura  general. 

* 
*  * 

Al  ocuparse  de  la  personalidad  de  José  In- 
genieros, constátanse  todos  y  cada  uno  de  esos 
caracteres.  En  plena  juventud  todavía,  y  con 
motivo  de  ser  electo  Académico,  escribía:  "En 
la  Universidad  he  cursado  simultáneamente  dos 
carreras  que  me  permitieron  adquirir  nociones 
de  ciencias  físico  naturales  y  ciencias  médico 
biológicas;  vocacionalmente  cultivé  las  ciencias 
sociales  y  no  fui  indiferente  a  las  letras.  Espe- 
cialicé luego  mis  estudios  en  patología  nerviosa 
v    mental,   vinculándome  a   su   enseñanza   en   la 


JOSÉ    INGENIEROS  13 

Facultad  de  Medicina  (1900-1905);  pasé  natu- 
ralmente a  la  Cátedra  de  Psicología  de  la  Fa- 
cultad de  Filosofía  y  Letras  (1904-1911),  ex- 
tendiendo mis  programas  a  la  lógica,  la  ética,  y 
Ja  estética,  que  siempre  consideré  como  "cien- 
cias psicológicas".  Desde  191 1  he  procurado 
entender  la  historia  de  la  filosofía;  sólo  ahora, 
en  191S,  me  atrevo  a  emitir  una  opinión  sobre 
asuntos  filosóficos".  (1).  Esta  corta  biografía 
revela  los  elementos  indispensables,  en  la  ac- 
tualidad, para  los  estudios  filosóficos. 

Los  filósofos  modernos,  si  quieren  ser  preci- 
sos y  útiles,  no  pueden  formar,  como  en  épocas 
anteriores,  una  clase  aparte,  desligada  especial- 
mente de  los  estudios  científicos.  Y  aunque  en 
tiempos  antiguos,  lo  mismo  que  hoy,  la  ciencia 
y  la  filosofía  tenían  análogo  objeto — la  inves- 
tigación de  la  verdad,  en  cualquiera  de  sus  for- 
mas— mantenían  un  divorcio  de  relaciones,  per- 
judicial para  ambas.  En  vano  se  intentaba,  a 
veces,  la  aplicación  filosófica  de  algunos  con- 
ceptos científicos,  porque  ello  resultaba  tan  sólo 
un  pretexto  para  la  construcción  de  sistemas 
absolutos,  con  pretensiones  de  originalidad.  La 
aplicación  del  concepto  numérico  a  la  filosofía 
dio  origen  al  sistema  pitagórico,  fantástico,  a 
pesar  de  sus  apariencias  de  precisión,  sobre  to- 
do ahora  que  los  estudios  metódicos  han  demos- 
trado y  demuestran  continuamente  la  falacia 
del  número,  mil  veces  más  peligrosa  que  cual- 
quier complicado  sofisma  de  palabras. 

Semejante  modalidad  ideológica,  muy  natu- 
ralmente se  debía  al  poco  prestigio  de  la  ciencia 


(1)      Proposiciones    relativas    al    porvenir    de    la    Filo- 
sofía.— 1919. — Pag.    10. 


14  JÜUO    EXDAKA 

de  entonces,  y  a  su  carencia  de  da.tos  precisos, 
y  por  lo  mismo,  expuestos  a  inducir  en  error 
con  una  falsa  elocuencia  de  los  hechos.  Por  otra 
parte,  la  capacidad  de  los  constructores  de  fan- 
tasías, cuyo  interés  radicaba  en  la  busca  de  ori- 
ginalidad, hacía  que  se  despreciaran  muchos  da- 
tos científicos,  ya  de  innegable  valor,  a  cambio 
de  hipótesis  aventuradas,  sin  otro  fundamento 
que  complicadas  redes  de  razonamientos.  Su- 
jetarse a  un  criterio  científico  debía  significar 
algún  sacriñcio  de  la  personalidad  propia.  Y 
ello,  en  épocas  de  extraña  gimnasia  del  ingenio, 
resultaba  inconcebible.  Pero  los  tiempos  han 
transcurrido.  La  ciencia,  dueña  de  métodos  in- 
cesantemente perfectibles,  para  la  investigación 
de  la  verdad,  ha  logrado  imponerse  a  cuantos 
cultivan  con  desinterés  la  multitud  de  proble- 
mas relacionados  con  nuestra  existencia. 

Cada  día  se  olvida  más  y  más  aquella  tenden- 
cia que  conducía  a  los  filósofos  a  una  posición 
de  originalidad,  a  veces  ridicula,  y  a  la  delez- 
nable celebridad  de  las  cosas  absurdas.  El  es- 
cepticismo ambiente  ya  no  es  ni  puede  ser  te- 
rreno feraz  para  el  cultivo  de  hipótesis  a  cual 
más  fantástica  y  más  desligada  de  la  realidad. 
El  medio  exige  de  los  pensadores  cierto  con- 
junto de  condiciones  que  les' obligan  a  una  es- 
peculación metódica,  científica  en  sus  orígenes, 
si  se  quiere.  La  filosofía  poética  de  antaño  no 
es  compatible  con  las  disciplinas  severas  de 
la  ciencia  y  si  la  finalidad  del  pensador  es  la 
verdad,  mal  puede  creer,  en  estos  días,  que  la 
poseerá  si  antes  no  tiene  en  cuenta  los  datos  de 
la  experiencia.  Y  por  más  que  las  lamentacio- 
nes de  Bergson  quieran  pintar  un  retrato  falso 
de  la  filosofía  científica,  en  su  empeño  por  en- 


JOSÉ    INGENIEROS  15 

contrar  autonomía  absoluta  para  ciertas  hipóte- 
sis, las  actuales  generaciones  se  encuentran  ar- 
madas con  disciplinas  científicas  muy  sólidas, 
para  vencer  a  esos  sofismas. 

Por  esto,  las  discusiones  se  reducen  ahora,  no 
a  puntos  esenciales  de  doctrina,  sino  a  sutiles 
disquisiciones  en  las  que  se  ejercita  el  ingenio, 
con  la  ayuda  de  unos  cuantos  datos  científicos, 
defectuosamente  interpretados  por  algunos;  en 
esta  tarea  sólo  es  posible  cierta  holgura  mental 
que  permite,  a  quienes  intervienen  en  la  dis- 
cusión, llamarse  filósofos,  aunque  no  sean  más 
que  retóricos.  Ya  no  se  lanzan  con  buena  fe 
nuevos  sistemas  filosóficos.  La  originalidad 
absoluta,  más  que  difícil,  es  imposible.  Sólo 
queda  la  originalidad  interpretativa,  mucho  me- 
nos accesible,  pues  ella  demanda,  como  se  sabe, 
un  número  tan  crecido  de  datos  científicos,  que 
ya  no  se  arriesgan  a  ir  por  ese  camino  los  que 
otrora  especulaban  sobre  lo  absoluto. 

*  * 

Una  vista  de  conjunto  sobre  la  obra  de  In- 
genieros produce,  ante  todo,  una  inusitada  sor- 
presa. Cada  trabajo,  para  decir  el  mayor  elo- 
gio, parece  el  fruto  de  la  especialización ;  tan 
grande  es  la  cantidad  de  conceptos  nuevos  apor- 
tados al  contingente  de  conocimientos,  que,  por 
muchos  aspectos,  el  lector  está  obligado  a  me- 
ditar. Difícilmente,  para  una  inteligencia  de 
mediana  cultura,  los  libros  de  Ingenieros  pasa- 
rán sin  dejar  huellas. 

Siendo  un  espíritu  esencialmente  renovador 
se  comprende  su  influencia  creciente  en  los  paí- 
ses de  habla  castellana,  y  se  explica  que  tenga 


16  JULIO    EXDARA 

admiradores  incondicionales  y  adversarios  de- 
cídidos.  Cada  uno  de  sus  libros  encierra  cierto 
contenido  revolucionario,  pues  a  través  de  las 
páginas  se  desarrollan  abundantes  puntos  de  vis- 
ta que  no  están  conformes  con  el  pensar  gene- 
ral, aunque  quien  dice  pensar  general  dice,  ló- 
gicamente, mediocridad  general.  Para  que  un 
libro  de  Ingenieros  sea  apreciado  en  lo  que  vale, 
para  que  sea  admirado,  es  necesario  que  el  es- 
píritu del  lector  sea  ya  un  terreno  propicio, 
uno  de  esos  temperamentos  que  viven  en  per- 
petua y  razonada  evolución  mental,  capaces  de 
modificar  el  criterio  propio,  por  más  que  éste 
sea  el  fruto  de  toda  una  vida  de  trabajo  inte- 
lectual sincero.  Los  que  aman  la  lectura  re- 
cuerdan— y  este  es  un  hecho  de  no  escasa  im- 
portancia entre  las  grandes  revelaciones  mora- 
les— la  enorme  influencia  que  ejerció  sobre  su 
manera  de  pensar  y  de  creer,  la  lectura  de  cier- 
to o  ciertos  libros ;  hacen  caer  conceptos  que 
hasta  entonces  se  tuvieron  por  justos,  muchas 
veces  por  falta  de  suficientes  fundamentos  cien- 
tíficos. De  súbito  quedan  como  pulverizados,  co- 
mo aniquilados  ante  la  presencia  de  hechos  nue- 
vos o  de  razonamientos  nuevos,  que  antes  ha- 
brían parecido  inaceptables  o  algo  menos  que 
hipotéticos.  El  gran  valor  'de  las  ideas  recién 
conocidas,  es  claro,  no  depende  sólo  de  su  po- 
der sugestivo,  emocional  más  bien,  como  es  el 
caso  de  una  lectura  hecha  por  una  inteligencia 
poco  cultivada;  por  el  contrario,  su  poten- 
cia, su  fuerza,  residen  en  su  arquitectónica 
ideológica,  mucho  más  pujante  que  la  antigua, 
pero  que,  sin  embargo,  necesita  entablar  una 
larga  y  más  que  larga,  intensa  lucha,  con  el  cri- 


JOSÉ    INGE^IEEOS  17 

terio  antiguo,  para  vencerlo,  hasta   llegar   a  re- 
emplazarlo en  sus  posiciones. 

Cuando  el  lector  posee  buena  cultura,  cuan- 
do tiene  condiciones  para  ello,  combate  al  libro 
nuevo  con  todo  el  cúmulo  de  sus  conocimien- 
tos; disputa  el  terreno  al  recién  llegado,  palmo 
a  palmo,  y  no  lo  acepta  y  asimila  hasta  que  es- 
ta convencido  de  la  evidente  superioridad,  hasta 
que  no  _  le  queda  ningún  recurso  para  mantener 
la  oposición.  Sus  propias  ideas  y  creencias  se 
ablandan  poco  a  poco,  para  fundirse  por  últi- 
mo. Entonces,  cuando  pueden  vaciarse  en  el 
nuevo  molde,  surgen,  como  es  natural,  con  una 
forma  nueva;  en  cierto  sentido,  es  otra  nueva 
creación  la  que  les  ha  dado  vida.  Aquí,  como 
en  el  campo  de  la  físico-química,  se  ha  cumpli- 
do la  ley  de  la  conservación  de  la  energía.  Sólo 
que  en  este  caso  puede  decirse  que  ha  aumen- 
tado, con  el  reciente  aporte.  De  ahí  que  cuando 
el  lector  acabe  por  aceptar  el  criterio  nuevo,  lo 
comentará  y  propagará  con  mayores  entusias- 
mos. Tal  es  el  proceso  mental  que  en  varias  oca- 
siones he  comprobado,  cuando  he  tratado  de  ex- 
plicarme el  entusiasmo  que  despiertan  en  Amé- 
rica las  obras  de  Ingenieros.  Claro  es  que 
al  lado  de  este  tipo  de  lector  consciente,  que  he 
tratado  de  esbozar,  hay  el  parvenú  literario, 
científico,  etc.,  que,  por  contagio  y  por  pose, 
cultiva  y  repite  el  elogio  de  Ingenieros,  pero 
con  palabras  vanas,  con  ampulosidades  frías, 
expresiones  peculiares  de  quien  no  ha  sabido  o 
podido  sostener  en  su  cerebro  una  lucha  de 
ideas. 

Es  claro  que  al  hablar  del  influjo  de  las  ideas 
de  Ingenieros  no  supongo  que  el  tipo  de  lec- 
tor descrito  acepte   en  totalidad    sus  ideas,   sin 


1S  JULIO    ENDAÉA 

perder  detalle.  En  todo  influjo  aceptado  hay 
siempre  reservas  parciales,  aunque  las  ideas  bá- 
sicas hayan  ocupado  el  lugar  preminente ;  así 
como  hay  influjos  parciales  en  toda  reserva, 
que  suele  traducirse  por  la  persistencia  de  algu- 
nos conceptos  cultivados  y  sostenidos  desde  an- 
tes. Sería  una  manifestación  evidente  de  debi- 
lidad mental,  es  decir,  de  escasa  cultura,  acep- 
tar el  criterio  de  un  libro  nuevo,  sin  ninguna 
modificación  en  el  detalle;  la  reforma  de  una 
idea  propia  implica  debilidad  de  la  misma,  pero 
de  ninguna  manera  debilidad  global  de  todas 
las  que  uno  ha  sostenido  en  el  curso  de  su  for- 
mación  cultural. 

Y  en  esto  radica,  a  mi  parecer,  el  inmenso 
valor  de  la  obra  de  Ingenieros :  obliga  a  .pensar 
e  impone  el  deber  de  la  propia  controversia  in- 
terior. Un  lector  sincero,  que  entabla  la  lucha 
con  sus  ideas,  puede  aceptar  como  verdaderas 
las  ideas,  o  más  bien  dicho,  las  doctrinas  gene- 
rales del  maestro  argentino,  pero  sin  que  ello 
obste  para  hacer  las  salvedades  particulares 
acerca  de  muchos  problemas  secundarios,  ver- 
daderos accidentes  que  han  condicionado  la  for- 
mación de  esas  doctrinas.  Y  es  claro  que  mien- 
tras a  Ingenieros  le  parezca  preferible  sugerir  un 
camino  dado  para  llegar  a  la  conclusión  defini- 
tiva, bien  puede  ser,  pues  ello  es  lógico  y  cien- 
tífico. g.ue  a  más  de  un  lector  se  le  ocurra  pre- 
ferible otro,  que  se  dirige  a  la  misma  conclu- 
sión. 

Frente  a  los  que  aceptan,  después  de  razona- 
da crítica,  las  opiniones  de  Ingenieros,  hay  otros 
que  las  rechazan  en  totalidad.  La  posición  y  la 
mentalidad  de  estos  últimos  es  mucho  más  fá- 
cil de  explicar.  O  son  rutinarios,  que  no  tienen 


JOSÉ    INGENIEROS  19 

en  su  vida  mental  otra  misión  que  la  de  soste- 
ner ideas  que  heredaron  o  encontraron  sin  que- 
rerlo, y  a  las  cuales  se  han  esclavizado  gracias 
a  su  incapacidad  esencial  o  a  su  pereza  para  el 
raciocinio;  o  son  lectores  que  por  su  pobreza 
de  conocimientos  son  incapaces  de  entablar  una 
lucha  con  las  ideas  nuevas,  porque  las  cogieron 
al  vuelo  y  no  conocen  siquiera  sus  fundamen- 
tos; o  son  vanidosos  que  no  se  resignan  a  de- 
clarar públicamente — por  más  que  estén  conven- 
cidos en  la  intimidad — lo  erróneo  de  sus  creen- 
cias, pues  se  imaginan  que  con  ello  disminuyen 
su  propio  prestigio,  que  por  cierto  consideran 
cien  veces  más  valioso  de  »lo  que  en  realidad  es. 

El  hecho  mismo  de  que  las  obras  de  Ingenie- 
ros den  margen  a  tal  multiplicidad  de  opiniones 
es  la  prueba  más  sólida  de  su  vitalidad  y  de  su 
valor.  La  obra  mediocre  pasa  en  silencio;  no 
encuentra  resistencia,  porque  está  amoldada  en 
todos  sus  aspectos  a  las  creencias  más  vulgari- 
zadas y  su  ¡papel  no  es  otro  que  el  de  adular  al 
lector,  ensayando  una  nueva  forma  de  ser- 
vilismo. El  libro  mediocre  es  en  todo  seme- 
jante a  los  partidarios  incondicionales  de  los 
políticos  de  opereta,  que,  por  desgracia,  tanto 
abundan  en  todos  los  países  sudamericanos. 

Ingenieros  piensa  con  su  propio  cerebro  y 
escribe  en  estilo  personalísimo,  poniéndose  muy 
por  encima  de  las  "ideas  convencionales"  tan 
apreciadas  por  la  mediocridad.  Quien,  como  él, 
ha  demostrado  admirables  aptitudes  en  diver- 
sos aspectos  del  conocimiento  humano,  no  pue- 
de adaptarse  a  las  "verdades  a  medias"  que  tan- 
to gustan  a  los  que  no  piensan,  ni  podrá  ser 
mirado  nunca  como  va  escritor  de  influenci? 
transitoria. 


20  JULIO   EN'DABA 

Quien  haya  admirado  sus  estudios  filosófi- 
cos, acabará  por  convencerse  de  que  si  un  hom- 
bre de  erudición  tan  amplia,  y  que  ha  estado 
tan  cerca  de  los  atractivos  potentes  de  diversas 
teorías  e  hipótesis,  apoyadas  sobre  grandes  pres- 
tigios, no  se  ha  convertido  en  adicto  de  ninguna 
de  ellas,  con  exclusión  intolerante  de  las  otras, 
es  porque  su  talento  original  le  induce  a  tomar 
lo  que  efectivamente  tiene  valor,  para  fecun- 
darlo con  sus  propias  ideas,  renovarlo  y  for- 
mular conclusiones  en  muchos  aspectos  origi- 
nales. 

No  es  nuestro  propósito  hacer  un  estudio  de 
la  obra  científica  y  filosófica  de  Ingenieros, 
que  requeriría  un  libro  entero.  Pero  antes  de 
hacer  una  exposición  crítica  de  sus  Proposicio- 
nes relativas  al  porvenir  de  la  filosofía,  que  es, 
sin  duda,  una  clave  sintética  de  todo  su  pensa- 
miento pasado  y  en  gestación,  creemos  oportuno 
hacer  una  breve  reseña  de  los  principales  jalo- 
nes de  su  obra,  iniciada  casi  en  la  adolescencia 
y  representada  por  unos  veinte  tomos  al  llegar 
a  los  cuarenta  años   de  edad. 


*  * 


Ha  contado  él  mismo  su  carrera  intelectual, 
en  las  pocas  palabras  que  hemos  transcripto. 
Empezó  publicando  estudios  de  medicina  men- 
tal y  ciencias  sociales,  se  especializó  luego  en 
psicología,  acabando  por  consagrarse  especial- 
mente a  estudios  de  ética  y  filosofía.  Los  lec- 
tores que  no  se  fijan  en  las  fechas  de  sus  obras 
suponen  que  Ingenieros  ha  escrito  al  mismo 
tiempo  sobre    asuntos    muy   distintos    y   eso  les 


JOS£    INGENIEROS 


21 


hace  temer  las  consecuencias  de  una  dispersión 
de  su  labor;  lo  contrario  es,  sin  embargo,  la 
verdad.  Todas  sus  obras  de  medicina  mental 
pertenecen  a  su  primera  juventud;  les  siguen 
las  de  psicología ;  solamente  en  los  últimos  años 
se  ha  especializado  con  particularidad  en  los 
estudios  de  los  problemas  filosóficos  y  morales. 
Basta  fijarse  un  momento  para  notar  que  ha 
seguido  la  misma  evolución  intelectual  que  Wil- 
liam  James  (i). 

Sus  libros  de  médico  alienista  fueron  los  que 
hicieron  conocer  su  nombre  en  Europa  y  Amé- 

m  Del  libro  Argentines  of  to-day.  publicado  bajo  los 
auspicios  de  la  Híspanle  Society  de  Nueva  York  toma- 
mos los  siguientes  datos  sobre  su  carrera  Antes  de  los 
veinte  años  publicó  algunos  ensayos  de  sociología  y 
antropología  criminal ;  se  graduó  en  medicina  en  la 
Universidad  de  Buenos  Aires,  en  1900,  consagrándose  _a 
estudios  de  patología  nerviosa  y  mental.  El  mismo  ano 
fué  nombrado  director  del  servicio  de  Observación  de 
Alienados-  en  1902  y  en  1903  dictó  cursos  libres  de 
n^uropatologlS  en  la  Facultad  de  Medicina;  en  1904 
obtuvo  por  concurso  la  cátedra  de  Psicología  Experi- 
mental en  la  Universidad.  En  1905  representó  a  la 
República  Argentina  en  el  Quinto  Congreso  Interna- 
cional de  Psicología,  celebrado  en  Roma  siendo  nom- 
brado presidente  de  la  4.a  Sección.  En  190o  y  1906  vi- 
sitó las  Universidades  europeas  dando  conferencias  cien- 
tíficas muv  apreciadas.  En  1907  fundó  en  Buenos  Ai- 
fes  el  Instituto  de  Criminología.  En  1909  fué  electo 
presidente  de  la  Sociedad  Médica  Argentina  y  en  1910 
presidente  de  la  Sociedad  de  Psicología.  De  191x  a 
191-1, — diez  años  después  de  ser  profesor  en  su  univer- 
sidad,—fué  estudiante  de  ciencias  naturales  en  las 
universidades  de  Lausana  y  Heidelberg,  para  completar 
sus  estudios  científicos  y  dedicarse  a  la  filosofía.  Ln 
1915  fundó  en  la  Universidad  de  Buenos  Aires  el  ■  be- 
minario  de  Filosofía".  El  mismo  año  fué  especialmente 
invitado  por  la  Fundación  Carnegie  para  asistir  al  Con- 
greso Científico  de  Washington  (1916).  En  1918  fué 
nombrado  Académico  de  la  Facultad  de  Filosofía  de 
Buenos  Aires,  presentando  con  tal  motivo  sus  Propo- 
siciones", obra  sumamente  discutida  y  dirigida  a  trans- 
formar la   filosofía. 

"Ingenieros  es  profesor  honorario  de  varias  univer- 
sidades extranjeras  miembro  honorario  o  corresponsal 
de  una  treintena  de  academias  y  asociaciones  científi- 
cas, y  ha  colaborado  en  más  de  sesenta  revistas  eu- 
ropeas." 


22  JULIO    ENDÁBA 

rica,  mucho  antes  de  que  Ingenieros  tuviera 
treinta  años.  Los  principales  se  titulan  "La  psi- 
copatologia  en  el  arte"  (1902),  "La  Simulación 
de  la  locura"  (1903),  "Histeria  y  Sugestión" 
(1904),  "Patología  del  lenguaje  musical' 
(1906),  "Criminología"  (1908),  "La  Locura 
en  la  Argentina",  etc. 

Dada  la  especial  contracción  de  Ingenieros  a 
los  estudios  médicos,  era  natural  que  consagra- 
ra sus  primeros  trabajos  al  estudio  de  la  Psi- 
quiatría y  la  Sociología.  Fruto  de  ello  fueron 
"La  Simulación  en  la  lucha  por  la  vida"  y  'la 
"Simulación  de  la  locura",  dos  partes  de  una 
misma  obra  que  el  autor  presentó  como  tesis 
para  el  grado  de  doctor  en  Medicina.  Son,  ade- 
más, numerosos  sus  trabajos  de  la  misma  na- 
turaleza, publicados  en  diversas  revistas  de  am- 
bos mundos,  y  algunos  reunidos  más  tarde  en  el 
libro  "La  psicopatología  en  el  arte".  El  libro 
"Histeria  y  Sugestión",  muy  conocido  en  los 
círculos  médicos,  es  el  fruto  de  sus  labores  al 
lado  del  magnífico  talento  que  fué  Ramos  Me- 
jía.  En  él  se  exponen  historias  clínicas  de  gran 
interés,  por  su  originalidad  misma,  como  por  la 
novedad  de  la  interpretación  científica.  Aunque 
algunos  lectores  ajenos  a  esos  estudios  podrían 
sorprenderse  de  algunas  de  ellas,  el  medio  en 
que  fueron  estudiadas  es  garantía  más  que  su- 
ficiente de   su  exactitud. 

Sus  estudios  sobre  la  "Patología  del  Lengua- 
je Musical",  publicados  en  París,  llamaron  la 
atención,  por  su  novedad  y  originalidad,  entre 
los  teóricos  más  prestigiosos  de  Europa  y  Amé- 
rica. 

La  "Criminología",  a  raíz  de  su  publicación, 
conquistó  los  aplausos  de  los  entendidos;  en  se- 


JOSÉ    INGENIEBOS  23 

guida  se  aprovecharon  muchas  de  las  ideas  ex- 
puestas para  citarlas  y  hasta  ampliarlas  en  los 
tratados  destinados  casi  especialmente  a  fines 
didácticos.  La  clasificación  de  los  delincuentes, 
desde  antaño  uno  -de  los  problemas  de  más  di- 
fícil solución  dentro  de  los  estudios  criminoló- 
gicos, ha  sido  casi  resuelta  mediante  los  esque- 
mas de  Ingenieros :  es  claro  que  en  lo  futuro 
dicha  clasificación  podrá  estar  expuesta  a  re- 
formas, pero  en  la  actualidad,  y  desde  su  punto 
de  vista  psicológico,  es  la  que  más  carácter  cien- 
tífico revela. 

A  menudo  han  sido  comentados  los  informes 
periciales  que  publicara  en  los  "Archivos  de 
Psiquiatría.  Criminología  y  Medicina  Legal"  de 
Buenos  Aires,  y  en  otras  revistas,  y  no  son  raras 
las  ocasiones  en  que  han  servido  como  modelos, 
cuando  ha  sido  dable  observar  casos  semejantes 
a  los  estudiados  por  él. 

La  característica  de  sus  libros,  considerados 
desde  un  punto  de  vista  amplio,  es  la  ausencia 
de  exclusivismos,  tan  difíciles  de  evitar  en  los 
estudios  científicos.  De  igual  manera,  debe 
anotarse  la  severidad  crítica  del  escritor  argen- 
tino, que,  a  veces,  puede  parecer  exagerada  a 
quien  esté  poco  acostumbrado  a  discutir  presti- 
gios. Esta  desconfianza  del  criterio  extraño, 
que  también  se  encuentra  en  las  demás  obras 
de  Ingenieros,  se  origina,  (probablemente,  en  su 
ardiente  deseo  de  dar  forma  a  un  criterio  per- 
sonal. Acepta  los  datos  europeos,  para  luego 
aplicarlos  al  estudio  del  medio  propio,  pero  no 
sin  antes  adaptarlos  a  las  particularidades  con- 
tinentales y   nacionales. 

Hay  que  admirar,  además,  en  él,  al  escritor 
elegante,  que  en  muchas  ocasiones  ha  cincelado 


24  JULIO   ENDAEA 

páginas  de  un  refinado  gusto  artístico.  En  sus 
libros  "La  psicopatología  en  el  arte"  y  "Cróni- 
cas  de  viaje"  (i),  el  lector  encuentra  a  cada  paso 
modelos  de  elegancia  y  buen  decir.  Más  de  uno 
repetirá  textualmente,  por  ejemplo,  esos  párrafos 
luminosos,  aromados  de  gracia,  que  dedicara  a 
las  manos  de  Eleonora  Duse.  En  estos  libros, 
animados  por  una  sutil  ironía,  aparecen  como 
disecados  muchos  de  los  prestigios  europeos, 
que  se  nos  ha  acostumbrado  a  mirar  con  aureo- 
la de  gloria. 

¿Qué  decir  de  "El  hombre  mediocre",  uná- 
nimemente aplaudido  por  diversos  públicos? 
Es  cierto  que  no  han  faltado  quienes  lo  criti- 
quen con  acritud.  Pero  cuantos  lo  han  leído 
sin  apasionamiento,  y  a  riesgo  de  encontrarse, 
parcialmente  siquiera,  retratados  en  esas  pági- 
nas, convendrán  en  que  ese  libro  es  algo  más 
que  un  amargo  análisis;  aunque  en  apariencia 
con  tendencias  críticas,  ofrece  un  nuevo  de- 
rrotero para  el  sentido  moral  de  los  hombres. 
"El  hombre  mediocre",  a  mi  juicio,  puede  com- 
pararse a  uno  de  los  medios  de  "diagnóstico" 
que  a  menudo  se  emplean  en  medicina. . .  No 
es  posible  recorrer  esas  páginas  sin  sentirse 
icuché  en  algunas  de  las  interioridades,  sin 
sentir  la  necesidad  de  apreciar  como  erróneas 
muchas  de  nuestras  ideas.  Con  frecuencia  ha- 
brá una  sensación  de  bochorno,  de  íntimo  fra- 
caso, porque  se  aprenderá  a  conocer  los  rasgos 
inconfundibles  de  la  mediocridad.  Pero  si  a  la 
par  que  se  siente  el  dolor,  se  trata  de  modificar 
el  espíritu  defectuoso,   también  en  esas  páginas 


(1)      En    el    segundo    están    refundidos    "Al    margen    d« 
la   ciencia"    y    "Viaje    por    Italia." 


JOSÉ    IXGENIEIiOS  25 

que  enseñan  la  verdad  se  encontrará  indicado 
el  remedio,  remedio  heroico  a  veces,  pero  que 
será  indispensable  aceptarlo  si  se  desea  la  re- 
forma. Es,  en  suma,  un  verdadero  libro  de 
moral  idealista,  cuyo  complemento  doctrinario 
encontramos  más  tarde  en  "Hacia  una  moral 
sin  dogmas",  en  que  define  los  límites  de  una 
moral  independiente,  a  la  manera  de  los  moder- 
nos moralistas  laicos. 


*  * 


Sus  "Principios  de  Psicología"  no  podrán  ser 
omitidos  por  ningún  profesor  consciente  de  su 
deber,  cuando  exponga  los  aspectos  generales 
en  el  estudio  de  esta  ciencia.  Si  los  tratados  de 
psicología  especial  son  abundantes,  y  algunos  de 
primera  necesidad,  no  ocurre  así  con  los  que 
tratan  de  los  problemas  generales,  donde  sólo 
se  debe  estudiar  la  esencia  misma  de  la  psico- 
logía y  el  conjunto  de  sus  aplicaciones  a  las 
demás  ciencias;  y  la  obra  de  Ingenieros,  en 
el  concepto  de  los  especialistas  en  la  mate- 
ria, es  una  de  las  más  completas  y  sobre  todo 
tiene  el  mérito  de  su  amplitud  de  criterio,  que 
permite  formular  conclusiones  que  en  los  tex- 
tos corrientes,  por  su  naturaleza  misma,  no  pue- 
den ser  previstas. 

La  obra,  como  lo  expresa  el  prefacio,  es  una 
Introducción  al  estudio  de  la  psicología.  Exa- 
mina la  formación  natural  de  las  funciones  psí- 
quicas en  la  evolución  de  las  especies  vivientes, 
en  la  evolución  de  las  sociedades  humanas  y  en 
la  evo1uc:ón  de  los  individuos.  Sus  resultados 
más  generales  permiten  plantear  un  sistema  de 
psicología  genética,  constituido  por  la  psicología 


26  JULIO    EX  DABA 

comparada     (filogenética),    la    psicología    social 
(sociogenética)  y  la  psicología  individual  (onto- 
genética). Ingenieros  concibe  la  psicología  como 
una  ciencia  natural,  concordante  con  las  hipóte- 
sis   más    generales    de    las    ciencias    biológicas; 
aplica  a  sus  problemas  el  método  genético,  lle- 
gando  a  resultados  que  permiten   formular   al- 
gunas leyes  generales   de  la  psicología  y  unifi- 
carlas en  sistema.   Su  libro  pretende  llenar  ese 
objeto  con  claridad  inequívoca.  "Ningún  sistema 
merece  tal  nombre  si  hay  contradicción  en  sus 
partes  o  falta  de  unidad  en  su  conjunto:  las  hi- 
pótesis particulares  deben  cimentarse  recíproca- 
mente, dentro  de  una  coordinación  original.  En 
nuestro  bosquejo  sistemático  de  la  psicogenia  se 
articulan    rigurosamente    tres    hipótesis    funda- 
mentales :    la    formación   natura!  de  la  materia 
vira,  la    formación    natural    de    la    personalidad 
consciente  y  la  formación  natural  de  la  función 
de  pensar.  Ellas  se  refieren  a  los  tres  problemas 
esenciales   de   la   psicología  biológica:   procura- 
mos resolverlos  en  oposición   al  vitalismo  y  la 
generación  espontánea,  a  la  conciencia  epifeno- 
ménica   o   creadora,   y    al    racionalismo   intelec- 
tualista"    Al  considerar  la  psicología  como  una 
ciencia   biológica,    Ingenieros    no    restringe    sus 
dominios ;  ei  método  genético,  aplicado  al  estu- 
dio de  las  disciplinas  filosóficas  y  sociales,  per- 
mitirá reconstruir  íla  formación  de  la  lógica,  la 
moral,  la  estética,  la  sociología,  el  derecho,  etc., 
y  estudiarlas   como  ciencias  naturales   sustenta- 
das por  la  psicología,   (i). 

Con  esta    obra,   producto  de  los  cursos   pro- 
fesorales de  1907  a  1910  en  la  Universidad  de 


(1)    Principios    de    psicología,    6.8    ediciOn,    Buenos    Ai- 
ree,    1919.— Pág.     8. 


JOSÉ    INGENIEROS  27 

Buenos  Aires,  se  define  la  consagración  de  In- 
genieros a  los  estudios  de  filosofía.  Cerrado  el 
ciclo  de  sus  investigaciones  científicas,  muestra 
desde  esa  fecha  una  preocupación  sostenida  por 
más  altos  ¡problemas;  y  aun  cuando  vuelve  a 
tratar  temas  científicos  o  históricos,  como  en  su 
estudio  sobre  "Ameghino"  o  en  "La  evolución 
de  las  ideas  argentinas",  el  filósofo  no  deja 
nunca  de  contralorear  la  obra  del  científico, 
buscando  en  todas  las  cuestiones  su  aspecto  más 
general  o  más  profundo. 

Es  natural  que  quien,  como  Ingenieros,  ha 
laborado  como  fino  psicólogo,  ha  de  estar  ca- 
pacitado para  la  crítica  más  precisa.  Si  no  es 
raro  que  un  escritor  dotado  de  varia  ilustra- 
ción acierte  en  sus  apreciaciones  críticas,  ¿cómo 
no  aceptar  que  el  cultor  de  la  psicología  puede 
adquirir  la  máxima  aptitud  para  esos  trabajos? 
Y  si  el  psicólogo  ha  actuado  como  tal  en  la  prác- 
tica, en  la  cátedra  y  en  el  libro,  es  lógica  su 
perspicacia  en  la  generalidad  de  los  casos.  Su 
libro  consagrado  a  Ameghino — por  desgracia 
aún  no  conocido  suficientemente  en  nuestra 
América, — bastaría  para  que  se  admiraran  sus 
facultades  críticas,  si  desde  antiguo  no  fueran 
conocidas.  La  obra  citada  tiene,  además,  el  in- 
menso valor  de  demostrar  la  energía  de  la  cien- 
cia americana,  que,  pese  a  las  vulgares  sonri- 
sas irónicas,  acabará  por  adquirir  la  autoridad 
que  en  la  actualidad  le  regatean  los  mezquinos 
intereses  de  cuantos  suponen  que  el  criterio  sólo 
puede  aceptarse  cuando  es  de  procedencia  eu- 
ropea o  estadounidense . .  . 

Todo  el  saber  y  el  talento  de  Ingenieros  se 
ha  concentrado  últimamente  en  el  examen  y 
comentario  de  los  fenómenos  históricos,    y    en 


28  JULIO   ENDABA 

particular  los  de  su  patria,  pero  llevando  a  ellos 
un  concepto  verdaderamente  filosófico  y  socio- 
lógico. Los  dos  tomos  que  lleva  publicados,  re- 
lativos a  la  "Evolución  de  las  ideas  argentinas", 
son  el  resultado  de  un  esfuerzo  magno  (i). 
Leyéndolos  no  se  sabe  si  admirar  más  al  histo- 
riador, al  sociólogo,  o  al  psicólogo  puro.  Vale 
mejor  considerar  la  personalidad  de  Ingenie- 
ros en  toda  su  complejidad,  sin  hacer  distingos 
entre  las  partes  que  la  componen.  En  último 
término,  admiramos  su  criterio^  científico,  y 
quien  dice  en  la  actualidad  científico,  dice  las 
múltiples  relaciones  de  las  disciplinas  particu- 
lares que  cultiva  el  entendimiento  humano,  co- 
mo preparación  para  encontrar  la  verdad  filo- 
sófica. Y  aunque  es  probable  que  ésta  no  lle- 
gue a  ser  fijada  con  límites  precisos,  por  lo 
mismo  que  evoluciona  paralelamente  a  las  cam- 
biantes aspiraciones  de  la  inteligencia,  en  todo 
tiempo  se  admirará  a  quien  mayores  relaciones 
estudia.  Igual  que  para  cada  uno  de  los  libros 
de  Ingenieros,  que  demandarían  un  estudio  es- 
pecial, "La  evolución  de  las  ideas  argentinas", 
si  se  tratara  de  estudiarla  en  particular,  no  se- 
ría seguramente,  la  que  menores  esfuerzos  de- 
mande. No  en  vano  parece  ser  el  fruto  de  su 
madurez  intelectual. 

No  terminaré  estas  líneas  previas  al  estudio 
de  sus  "Proposiciones  relativas  al  porvenir  de 
la  filosofía",  sin  citar  el  magno  trabajo  que  se 
ha  impuesto  con  la  publicación  de  la  "Revista 
de  Filosofía"   (2),  campo  adonde  convergen  en 


(1)  La  obra  completa  consta  de  tres  grandes  volú- 
menes: La  Revolución,  La  Restauración  y  La  Organi- 
zación. 

(2)  Se   publica   desde    1915. 


JOSÉ    INGENIEBOS  29 

la  actualidad  las  actividades  de  los  mejores  ta- 
lentos americanos,  de  todos  los  que  se  preocu- 
pan por  la  cultura  general,  tan  necesaria  y  al 
mismo  tiempo  tan  deficiente  en  las  naciones  de 
habla  castellana.  Sólo  en  la  Argentina,  donde 
no  ha  tomado  esa  cultura  un  tinte  local,  puede 
publicarse  una  enciclopedia  ideológica  como  la 
"Revista  de  Filosofía".  Y  ella  se  debe  al  parti- 
cular entusiasmo  de  Ingenieros.  ¿Qué  mejor 
medio  podía  escoger  para  el  estímulo  y  la  pro- 
pagación de  una  cultura  verdaderamente  supe- 
rior? 


Concepto  de  la  ciencia  y  de  la  filosofía 

Es  tiempo  ya  de  hablar  de  Ingenieros  y  de 
sus  opiniones  filosóficas. 

Por  los  antecedentes  que  tenemos  en  cuenta, 
demasiado  fácil  es  suponer  que  no  vamos  a  en- 
contrar en  este  autor  la  fácil  y  antigua  origina- 
lidad, puramente  formalista  o  verbal.  Educado 
en  la  continua  disciplina  de  las  ciencias,  tal  como 
él  lo  relata,  se  inclina  hacia  conclusiones  que  son, 
ante  todo,  el  fruto  de  muchos  años  de  experien- 
cia y  meditación. 

En  el  estado  actual  de  la  ciencia  y  de  los  sis- 
temas filosóficos,  como  generalmente  se  los  com- 
prende, hay  una  verdadera  confusión  de  con- 
ceptos. Más  que  nunca,  los  limites  de  cada  uno 
se  confunden,  hasta  el  punto  de  iniciarse  discu- 
isones  sobre  problemas  anticuados,  que,  por  lo 
tanto,  no  debieran  volver  sobre  el  tapete. 

Aunque  en  el  fondo  no  hay  motivo  para  tal 
confusión,  desde  que  el  progreso  de  las  cien- 
cias ha  permitido  precisar  los  conceptos  de 
ciencia  y  de  filosofía,  el  heoho,  si  bien  paradojal, 
tiene  su  explicación.  Al  contrario  de  lo  que 
sucedía  en  tiempos  pasados,  cuando  se  conside- 
raba a  ambos  como  términos  fijos  de  una  anti- 
nomia, ahora  no  es  posible  mantener  ese  dua- 
lismo, pues  la  filosofía  no  puede  ser  racional 
si  no  parte  de  los  datos  experienciales.  Las 
hipótesis    metafísicas,    por    más    que    parezcan 


32  JULIO   ENDABA 

desligadas  en  absoluto  de  la  ciencia,  se  encuen- 
tran determinadas  en  su  origen  por  el  criterio 
de  ella.  La  confusión  no  se  encuentra,  pues,  en 
el  problema  mismo,  sino  en  aquellos  que  quie- 
ren interpretarlo  y  explicarlo  mediante  unos 
cuantos  datos  científicos  que  no  guardan  entre  sí 
orden  ni  relación  alguna,  lo  cual  les  permite 
jugar  con  ellos  hábilmente,  sacando  como  conse- 
cuencia paradojas  y  contradicciones  que  en  rea- 
lidad no  existen.  Estos  pseudo  científicos,  que 
cultivan  un  diletiantismo  de  baja  estofa,  no  po- 
seen verdadero  criterio  científico  ni  filosófico; 
carecen  de  la  disciplina  metódica  y  del  amplio 
talento  deductivo  necesario  para  la  interpreta- 
ción de  los  hechos;  de  ahí  la  confusión  de  con- 
ceptos, verdadera  red  logomáquica,  que  simula 
contradicciones  y  fracasos  allí  donde  no  hay  si- 
no charlatanismo  e  ignorancia. 

El  problema  de  las  relaciones  entre  la  cien- 
cia y  la  filosofía  fué  planteado  con  claridad  por 
Ingenieros  en  el  capítulo  que  sirve  de  introduc- 
ción a  sus  "Principios  de  psicología",  desde 
1910.  Más  tarde,  en  1916,  volvió  sobre  el  tema, 
en  su  trabajo  "La  universidad  del  Porvenir", 
leído  en  el  Congreso  Científico  de  Washington. 
Por  fin,  en  1918,  dio  una  expresión  definitiva  a' 
su  (pensamiento,  en  sus  "Proposiciones",  sepa- 
rando lo  que  es  experiencial  y  pertenece  a  las 
ciencias,  de  la  que  es  inexperiencial  y  pertenece 
a  la  metafísica,  reservando  a  ésta  exclusiva- 
mente el  rango  superior  de  filosofía. 

Decía,  ya,  en  el  primero  de  los  trabajos  men- 
cionados. (1)  : 

"El    desarrollo   progresivo   de   la    experiencia 


(1)     Principios    de    Psicología.     (Sexta    edición,    1909. 
Buenos  Aires).    Págs.   16   y  17. 


JOSÉ    INGENIEROS 


ha  modificado  en  el  curso  de  los  siglos  la  inter- 
pretación metafísica  de  lo  desconocido.     La  li- 
mitación  forzosa  de  las  ciencias  primitivas   fué 
causa  del  predominio  de  la  imaginación  sobre  la 
experiencia  en  las  primeras  concepciones  filosó- 
ficas,   esencialmente    míticas    o   religiosas;   mu^ 
tarde,  la  porción  creciente  de  la  experiencia  fué 
subordinando  en  .proporción    idéntica    la    parte 
de  la  imaginación,  corrigiéndose  las  hipótesis  de 
la  metafísica  en  armonía  con  los  resultados  de 
las  ciencias ;  en  nuestros  días,  el  conocimiento  del 
universo  va  entrando  más  y  más  en  los  dominios 
de  la  experiencia  actual  o  posible,  a  punto  de 
abarcar   las   ciencias   muchos   de   los    problemas 
que  antes  fueron  patrimonio  exclusivo  de  la  fi- 
losofía.    Así   ha   surgido  la  posibilidad  de  una 
"filosofía  científica".     No  es,  sin  embargo,  una 
ciencia   de   las   ciencias   o   una   filosofía  de   las 
ciencias,  como  suele  afirmarse:  es  una  verdadera 
metafísica  de  la  experiencia.     Xo  puede  ser  un 
sistema  fijo;  está  en  formación  continua,  como 
las  diversas  experiencias  en  cuyas  leyes  se  fun- 
da—Fácil es  advertir   que  la  palabra  metafísica 
adquiere   en  estas  condiciones   un  valor  nuevo, 
distinto    siempre    y    con    frecuencia    antagónico 
del  que  le  atribuyeran  Jos  filósofos  clásicos.  Em- 
pezaremos,  pues,  diciendo   que   es   posible   con- 
cebir la  constitución  de  la  filosofía  científica  co- 
mo un  sistema  de  hipótesis  legítimas,  concordan- 
tes con  los  resultados  generales  de  la  experien- 
cia,  que  se  propone  explicar  los  problemas  que 
permanecen  fuera  de  la  experiencia" . 

Tal  concepción  de  la  metafísica,  a  nuestro  pa- 
recer es  la  más  conforme  con  las  actuales  as- 
piraciones de  precisión.  No  de  otro  modo  pue- 
de concebirla  quien  esté  habituado  a  sujetarse  al 


34  JULIO   ENDABA 

influjo   de   principios  científicos  claramente   de- 
mostrados. 

Conviene  hacer  notar  que  Ingenieros  insiste 
en  que  "las  ciencias  son  sistemas  de  verdades 
cada  vez  menos  imperfectos",  oponiéndose  a 
toda  noción  de  conocimientos  absolutos,  dada  la 
relatividad  forzosa  del  saber  humano.  Consi- 
dera que,  siendo  variantes  los  elementos  de  nues- 
tra experiencia,  y  sus  relaciones,  toda  ley  enun- 
cia una  constancia  en  los  hechos  y  es  una 
expresión  perfectible  de  relatividades  funciona- 
les. La  noción  de  principios  absolutos  e  inva- 
riantes es  absurda  y  no  merece  llamarse  hombre 
de  ciencia  quien  padezca  esas  supersticiones 
trascendentales  de  ios  antiguos  teólogos  y  meta- 
físicos;  los  que  desean  o  temen  que  las  ciencias 
fijen  dogmas  nuevos  en  reemplazo  de  los  viejos, 
demuestran  no  haber  estudiado  ciencia  alguna 
y  no  estar  capacitados  para  su  estudio.  Los 
métodos,  en  fin,  no  son  cánones  eternos,  sino 
hipótesis  económicas  de  investigación,  inducidas 
de  la  experiencia  misma;  conducen  a  resultados 
rectificables  que  constituyen  conocimientos  re- 
lativos, presumiéndose  ilimitada  su  posible  per- 
fección. Debe  inferirse  de  ello  que  no  existen 
ciencias  terminadas;  es  tan  ilógico  creer  que 
ellas  han  resuelto  los  infinitos  enigmas  'de  la 
naturaleza,  como  suponer  que  puede  entenderse 
alguno  sin  estudiar  previamente  las  ciencias  que 
con  él  se  relacionan.  En  suma,  "cada  ciencia  es 
un  sistema  expresable  por  ecuaciones  funciona- 
les cuyos  elementos  variantes  son  hipótesis  que 
sirven  de  andamiaje  al  conocimiento  de  una 
parte  de  lo  real;  el  valor  de  cada  hipótesis  no 
es  relativo  a  ningún  principio  invariante,  sino 
al  de  otras  hipótesis,  siendo  cada  una  función 
de  las  demás.  En  alguna  futura  teoría   funcio- 


JOSÉ    INGENIEROS  35 

nal  del  conocimiento  podrán  concebirse  las  mis- 
mas hipótesis  metafísicas  como  complejas  ecua- 
ciones funcionales,  cuya  variancia  inexperiencial 
esté  condicionada  por  las  variancias  experien- 
ciales,  correlacionables  todas  en  un  sistema 
infinitamente  perfectible".  En  .suma,  ciencia  y 
filosofía,  en  perpetuo  perfeccionamiento  e  inte- 
gración, formarían,  según  Ingenieros,  dos  do- 
minios diferentes  pero  harmonizables,  relativo 
el  uno  a  lo  que  puede  ser  objeto  de  experiencia 
y  el  otro  a  lo  que  permanece  inexperiencia!. 


Hay  en  nuestros  días,  sin  embargo,  dos  con- 
cepciones opuestas  acerca  de  las  relaciones  en- 
tre la  filosofía  y  las  ciencias.  La  una,  que  cuen- 
ta entre  sus  sostenedores  al  admirado  escritor 
es-pañol  Ortega  y  Gasset,  considera  que  la  filo- 
sofía debe  estar  absolutamente  desligada  de  to- 
do fundamento  científico,  porque,  según  su  opi- 
nión, si  ella  tiene  en  cuenta  los  datos  metódica- 
mente precisados  por  la  investigación,  tiene  que 
subordinarse  y  perecer,  por  fuerza,  dependiendo 
de  esos  principios  científicos.  Y  el  noble  estu- 
dio de  la  filosofía,  su  abolengo,  su  esencia,  no 
pueden  consentir  semejante  rebajamiento  si  no 
es  a  riesgo  de  perder  todo  lo  que  ha  hecho  de 
ella  la  más  alta  disciplina  mental.  "Las  diver- 
sas ciencias  de  que  se  tiene  noticia,  estudian  la 
vida  con  un  método  propio,  y  todas  creen  tener 
en  su  mano  la  verdad.  Pero  todas  arrancan  de 
un  supuesto  dado,  lo  mismo  que  el  pastor  afirma 
sus  pies  en  la  montaña  que  nunca  vio  girar.  Es- 
te supuesto,  por  dado  y  por  supuesto,  no  lo  pue- 
den estudiar  ellas  mismas;  constituye  su  base. 


36  JUU.0   EXDARA 

Sin  embargo,  cabe  la  posibilidad  de  que  esa  base 
sea  falsa.  ¿Estamos  seguros  de  que  todo  lo  que 
vemos  existe  tal  cual.  Otra  ciencia,  pues,  debe 
estudiar  ese  principio.  Será  esta  una  ciencia  que 
alirme  sus  pies  en  otro  continente,  y  no  tendrá 
por  lo  tanto,  supuestos  para  nosotros.  Estudia- 
rá el  problema  de  la  verdad,  de  la  verdad  an- 
gular, de  que  deben  derivarse  las  verdades  par- 
ticulares.— Esta  ciencia  primera  es  la  filosofía. 
Atenderá  fundamentalmente  la  verdad,  sin  apo- 
yarse en  ninguno  de  los  datos  que  comunican 
las  demás  ciencias,  porque  esto  sería  aceptar  un 
supuesto"  (i). 

La  filosofía,  desde  este  punto  de  vista,  no  acep- 
ta, pues,  los  datos  que  le  proporcionan  las  cien- 
cias experimentales. 

El  razonamiento  no  es  muevo.  Muchos  filóso- 
fos antiguos  y  modernos  lo  han  usado  larga 
tnami,  como  un  argumento  suficientemente  sóli- 
do y  capaz  de  mantener  una  autonomía  de  la 
especulación  filosófica.  Spencer  mismo,  a  pesar 
de  sus  conatos  de  experimentalismo,  en  gran 
parte  apreciables,  al  hacer  la  distinción  entre 
la  verdad  absoluta  y  la  verdad  relativa,  afirma- 
ba: es  forzoso  reconocer  que  no  puede  estable- 
cerse ninguna  verdad  relativa,  en  tanto  no  se  ha- 
yan formulado  separadamente  las  verdades  abso- 
lutas (2).  Sólo  que,  tratándose  de  ciencias,  no 
podemos  admitir  esta  clasificación  de  finalidad. 
La  verdad  absoluta,  propia  de  una  investigación 
especulativa,  no  puede  caer  ni  caerá  nunca  bajo 
el  dominio  de  la  ciencia,  pues  esta  significa  me- 


cí) Bibliografía  sobre  "Las  lecciones  de  filosofía,  dt 
Ortega  y  Gasset."  por  José  Gabriel,  en  la  Revieta  de 
Filosofía,  de  Buenos  Aires,  marzo   de  1917. 

(2)  H.  Spencer:  "Fundamentos  d#  la  moral",  trad. 
de   García   del   Mazo,   Madrid,    1881. 


JOSÉ    INGENIEROS  37 

todos  y  los  métodos  son  aplicables  a  lo  percep- 
tible. La  filosofía,  o  más  bien  digamos,  la  me- 
tafísica, no  es  una  verdadera  ciencia.  Porque 
no  puede  reconocer  leyes  ni  principios  reales, 
ni  puede  llegar  tampoco  al  conocimento  de  ver- 
dades reales  por  medios  puramente  especulati- 
vos. En  vano  se  debatirá  entre  sus  inmensos 
anhelos,  porque  lo  "absoluto"  no  es  experien- 
cial  ni  ideal  (i). 

La  metafísica  tendrá  que  modificarse  incesan- 
temente. Y  ello,  porque,  quiéranlo  o  no  quienes 
ansian  su  autonomía,  necesitará,  si  quiere  armo- 
nía y  seriedad,  conocer  los  resultados  de  la  ex- 
periencia para  lanzarse,  como  bien  lo  cree  Inge- 
nieros, a  la  construcción  de  hipótesis  inexperien- 
ciales ;  de  otro  modo,  el  progreso  de  la  metafí- 
sica sería  imposible.  Apenas  podría  presentar, 
la  de  tiempos  pasados,  el  bello  aspecto  de  un  ara- 
besco de  ideologías  ingeniosas.  Es  una  falacia 
verbal  aquello  de  suponerse  que  hace  falta  el 
fundamento  de  principios  absolutos,  a  los  que 
quiere  llegar  cierta  metafísica,  para  la  investiga- 
ción científica.  La  verdad,  más  que  verdad  an- 
gular, es  una  aspiración  del  espíritu  humano, 
un  anhelo  que  resulta  de  la  organización  psi- 
cológica individual,  y  de  ninguna  manera  una 
construcción  terminada  e  imperfectible.  No  po- 
demos, por  lo  tanto,  considerarla  sino  como  un 
producto  humano,  que  puede  realizarse  y  se  rea- 
liza en  la  práctica  científica,  siendo  imposible., 
por  lo  tanto,  independizarla  de  ella,  y  menos 
abrir  entre  una  y  otra  un  foso  infranqueable. 

De  ahí  que  la  filosofía  no  puede  aislarse  de 
una  manera  absoluta  de  la  ciencia.     Su  mismo 


(1)      Ingenieros:       "Proposiciones".      ver      Proposición 
décima. 


38  JULIO    EXDABA 

carácter  evolutivo  y  perfectible  la  determina  a 
tener  en  cuenta  los  principios  y  hechos,  explica- 
dos y  descubiertos  por  la  investigación.  Y  aun- 
que la  filosofía  de  Cousin  no  se  ajustó,  ni  mu- 
cho menos,  a  este  criterio,  bien  merecen  recor- 
darse estas  (palabras  suyas:  "Unir  l'observation 
et  la  raison,  ne  pas  iperdre  de  vue  l'ideal  de  la 
Science  auquel  l'homme  aspire,  et  le  chercher  et 
le  trouver  par  la  route  de  l'experience,  tel  est 
le  probleme  de  la  Philosophie    (i). 

En  su  trabajo  »de  1916,  sobre  "La  Universidad 
del  Porvenir"  (2),  Ingenieros  abordó  el  tema 
desde  el  punto  de  vista  de  sus  aplicaciones  prác- 
ticas a  la  reforma  de  la  enseñanza  universitaria, 
sosteniendo  la  necesidad  de  coordinar  los  estu- 
dios superiores  es.peciales  de  manera  que  favo- 
rezcan la  elaboración  de  grandes  hipótesis  gene- 
rales. Pero,  en  realidad,  su  pensamiento  alcan- 
za toda  su  integridad  en  las  "Proposiciones", 
del  año   19 18. 

Consecuente  con  la  manera  de  interpretar  la 
Filosofía,  que  se  adquiere  cuando  no  sólo  se  ha 
fantaseado  sobre  los  principios  científicos,  sino 
que  se  los  ha  estudiado  y  practicado,  Ingenieros 
cree  "que  la  metafísica  es  el  único  género  filo- 
sófico que  no  puede  convertirse  en  ciencia  y  que 
constituye  strictu  sensu  toda  la  filosofía;  el  ver- 
dadero objeto  de  la  filosofía  es  formular  hipó- 
tesis legítimas  acerca  de  los  problemas  que  ex- 
ceden a  la  experiencia.  Filósofo  es  aquel  que 
plantea  o  renueva  los  problemas  meta  físicos, 
aquel   que   formula  o   coordina  hipótesis    legíti- 


(1)  V.  Cousin:  "Du  vraie,  du  beau  et  du  bien",  Pa- 
rís.   1854.    pásr.    20. 

(2)  Ingenieros:  "La  Universidad  del  Porvenir",  se- 
rrín, la  edición,  publicada  pnr  el  Ateneo  del  Centro  de 
Estudiantes    de    Medicina,    Buenos    Aires,    1920. 


JOSÉ    INGENIEROS  39 

mas  ipara  resolverías"  (i).  Esta  es  la  legítima 
manera  de  considerar  a  la  Filosofía,  manera  no 
creada  solamente,  ni  sostenida  por  unos  cuan- 
tos filósofos,  sino  nacida  de  los  resultados  del 
conocimiento  moderno.  No  es  el  fruto  de  una 
escuela,  no  es  la  concepción  de  varios  indivi- 
duos; al  contrario,  es  una  resultante  del  saber 
acumuladlo  en  el  transcurso  de  los  siglos.  Se 
debe  aceptarla  porque  es  la  vida  misma.  Sólo 
aquellos  que  se  interesan,  con  miras  dudosas, 
por  ocultar  el  (problema  entre  los  cortinajes  en- 
vejecidos del  sofisma — y  a  quienes  corresponde 
la  hipocresía  de  los  filósofos  estudiada  por  In- 
genieros— pueden  aun  discutir  los  resultados  de 
la  experiencia  y  desear  la  separación  absoluta 
entre  la  filosofía  y  la  ciencia. 

Sin  embargo,  por  ilógica  que  parezca  esta 
tendencia,  tiene  su  razón  de  ser.  En  filosofía, 
lo  mismo  que  en  política,  aunque  aparentemen- 
te se  declama  en  nombre  de  ideales  nobles  y 
desinteresados,  de  hecho  hay  un  como  resurgi- 
miento del  individualismo  acomodaticio.  Las  di- 
ficultades sociales  son  tan  inmensas  y  la  lucha 
por  la  vida  tan  urgente,  que  para  llegar  a  la 
supervivencia,  pudiéramos  decir,  se  utiliza  esta 
simulación  de  ignorancia,  como  gran  recurso 
para  el  surgimiento  de  la  personalidad.  De 
ahí  que  se  puedan  reconocer,  bajo  los  colore- 
tes y  ropajes  imaginarios,  viejas  disputas  que 
los  antiguos  filósofos  abandonaron,  por  insos- 
tenibles y  absurdas.  De  ahí  que  ahora  se  enta- 
blen discusiones  sobre  criterios  primitivos,  como 
queriendo  borrar  cuanto  se  ha  fantaseado  sobre 
ellos   en   épocas   memorables.    Este   ataque   sor- 


(1)      Ineenieros:     "Propoaicior.es",     pág.     16     (segunda 
edición,    ] 


10  JULIO    ES  DABA 

presivo  hace  que  muchos,  creyéndolos  de  buena 
fe,  y  desprovistos  de  seria  preparación,  lo  acep- 
ten y  amenacen  con  sus  alharacas  producir 
la  confusión  de  conceptos.  Pero  felizmente,  mu- 
chas de  las  verdades  adquiridas  nada  tienen  de 
fantasmagóricas  y,  por  lo  mismo,  no  serán  ven- 
cidas con  exorcismos.  Antes  bien,  en  su  camino 
de  perfeccionamiento,  irán  adquiriendo  fuerzas 
y  luminosidad,  al  mismo  tiempo  que  desemba- 
razándose de  unos  cuantos  residuos  místicos,  to- 
davía inevitables.  Los  ingeniosos  sofismas  de 
que  se  valen  los  modernos  contradictores  de  la 
ciencia  están  fundados  en  argumentos  que  ya  no 
tienen  razón  de  ser.  Atacan  principalmente  las 
premisas  del  positivismo  del  siglo  XIX.  ya  en 
desuso,  y  combatiéndolas,  se  figuran  propinar 
duros  golpes  a  la  ciencia.  Y  de  ahí  sacan  las 
deducciones  relativas  a  la  posible  independen- 
cia de  algunas  disciplinas  filosóficas,  hoy  con- 
vertidas en  ciencias. 

Las  cinco  llamadas  proposiciones  dogmáticas, 
que  critica,  por  ejemplo,  el  bergsonismo,  son 
las  siguientes:  i.°  La  ciencia  es  el  conocimiento 
de  la  realidad,  por  medio  de  la  medida,  de  la 
experiencia  y  de  la  observación,  es  decir  que 
las  matemáticas,  aplicadas  a  la  sensación  que  el 
mundo  nos  envía,  nos  permiten  descubrir  las 
leyes  del  universo.  2.a  No  hay  más  conocimien- 
to verdadero  que  el  obtenido  por  los  métodos 
anteriormente  dichos.  3.0  La  Lógica,  la  Etica, 
la  Estética,  son  partes  de  la  Psicología,  las  par- 
tes que  estudian  como  el  hombre  piensa,  como 
quiere,  como  siente.  4.a  La  Psicología  es  una 
ciencia  positiva  y  verdadera  desde  que  aplica 
los  métodos  de  experimentación  y  observación 
(psicofisiológico)  y  desde  el  momento  en  que  se 


JOSÉ    INGENIEROS  41 

científicos.  Y  es  que  si  bien,  en  el  fondo,  algunos 
somete  a  la  medida  (psico-física).  5.0  Todo 
supuesto  conocimiento  filosófico  o  metafisico 
es  una  fantasía  más  o-  menos  bella,  ya  que  no 
se  usa  de  la  medida,  de  la  experimentación  y 
de  la  observación".    (1). 

Alrededor  de  estos  puntos  se  libra  el  comba- 
te en  la  actualidad,  sin  embargo  de  que  un  aná- 
lisis crítico  severo  no  puede  admitir  en  toda  su 
extensión  que  esos  sean  los  únicos  postulados 
científicos.  Y  es  que  si  bien,  en  el  fondo,  algunos 
de  ellos  son  invocados  por  los  partidarios  de  la 
investigación,  se  los  comenta  y  expone  con  exa- 
geraciones que  los  hacen  aparecer  absurdos. 
Quien  tenga  una  regular  preparación  científica 
puede  saber  que  no  es  sólo  el  concepto  del  nú- 
mero lo  que  buscan  las  ciencias ;  las  propiedades 
de  la  materia  viva  y  su  manera  de  desenvolver- 
se, tienen  hoy,  por  ejemplo,  más  interés  filosó- 
fico  que    cualquier   otro   objetivo   científico. 

Además,  la  aplicación  de  los  métodos  no  pue- 
de ser  suprimida.  Su  fuerza  y  su  prestigio  no 
permiten  imperativos  dogmáticos  ni  serán  re- 
emplazados por  otros.  Contra  los  deseos  de  sus 
enemigos,  ello  no  ha  sucedido,  ni  probablemente 
sucederá,  pues  los  actuales  métodos,  mediante 
los  cuales  se  llega  al  conocimiento  de  muchas 
leyes  y  principios  que  rigen  la  naturaleza,  son 
más  fuertes  de  lo  que  parecen,  aunque  se  vayan 
perfeccionando  sus  detalles.  En  vano  los  siste- 
mas moderaos  contrarios  a  la  verdad  científica. 
cuyo  tipo  es  el  intuicionismo  bersogniano.  se  de- 
bate y  quiere  afirmarse  en  principios  hipotéticos 


(1)  Manuel  G.  Morenté :  "La  filosofía  de  Henri  Berg- 
son."  (Publicaciones  de  la  Residencia  de  Estudiantes), 
págs.38   y   39. 


42  JULIO    ENDABA 

— alma,  conciencia — para  atacar  el  valor  de  los 
datos  experimentales.  En  oposición  a  la  inteli- 
gencia, que  se  sirve  de  los  métodos  citados  para 
llegar  a  la  verdad,  la  intuición,  que  pudiera  lla- 
marse instinto  de  lo  absoluto,  aparece  con  ca- 
racteres extraños.  "La  intuición  filosófica  pe- 
netra en  lo  vital,  aprehende  el  aliento  del  espí- 
ritu y  engendra  un  conocimiento,  no  total,  pero 
sí  directo  y  absoluto  de  la  vida".  "Lo  absoluto, 
no  significa  todo  lo  real,  sino  lo  real — mucho  y 
poco,  sin  afeites  ni  velos  que  lo  encubran".  Y, 
sin  embargo  de  su  diferencia  esencial  de  método 
y  objeto,  la  intuición,  según  su  creador,  ha  de 
ser  explicada  por  metáforas  tomadas  de  la  rea- 
lidad. Lo  cual  no  es  otra  cosa  que  la  aplicación 
evidente  de  los  mismos  métodos  combatidos : 
observación,  experimentación,  etc.  En  resu- 
men, el  intuicionismo  admite  la  clasificación  de 
las  dos  verdades:  absoluta  (del  dominio  de  la 
filosofía)  y  relativa  (del  dominio  de  la  ciencia), 
igual  que  el  númeno  y  el  fenómeno  Kantiano, 
e  igual  que  todas  las  filosofías  que  han  creado  'la 
oposición  entre  el  mundo  externo  y  el  interno. 
Por  eso,  observa  con  razón  Ingenieros,  que 
"(pertenecen  al  género  místico  los  métodos  que 
definen  la  intuición  como  una  "facultad"  que  per- 
mite reconocer  verdades  por  procedimientos 
ajenos  a  la  razón  y  a  la  experiencia:  pues  cuan- 
do no  se  da  a  la  intuición  ese  sentido,  no  difiere 
de  la  imaginación  constructora  que  elabora  hi- 
pótesis partiendo  de  la  experiencia",    (i). 


(1)  "Sabido  es  que,  en  la  actualidad,  se  usa 'la  Da- 
labra  intuición  con  una  vaguedad  que  permite  a  cana 
intuicionista  entenderla  de  una  manera  distinta;  mu- 
chos  polemistas  suelen  emplearla  como  sinónimo  de 
"imaginación  creadora"  pero  con  la  imprecisión  necesa- 
ria para  que  los  incautos  la  interpreten  como  una  "adi- 
vinación   mística'',    que    permite    a    los    ignorantes    creer 


JOSÉ    INGENIEROS  43 


* 
*        * 


En  las  primeras  épocas  de  la  organización  de 
la  cultura,  se  consideraba  legítimamente  incor- 
poradas en  la  filosofía  ciertas  disciplinas  que 
hoy  han  tomado  caracteres  científicos  suficientes 
para  llegar  a  independizarse  de  ella. 

Esta  disgregación  de  la  filosofía,  como  la  lla- 
ma Ingenieros,  se  inició  en  el  siglo  XVIII  y  se 
completó  en  el  siglo  XIX.  Las  ramas  del  dere- 
cho natural  y  la  teodicea  son  ya  ajenas  a  las 
disciplinas  filosóficas.  Ea  lógica,  la  ética,  la 
estética,  derivadas  de  la  Psicología,  tienen  su 
campo  de  acción  en  lo  experiencial,  utilizan  mé- 
todos comunes,  y  también,  por  lo  tanto,  son  inde- 
pendientes de  la  Metafísica;  sólo  los  problemas 
no  experienciales  de  las  ciencias  psicológicas 
tienden  a  ser  relegados  a  la  metafísica,  aunque 
esta  tendencia  no  es  neta  todavía  (2).  Muy 
acertada  nos  parece,  a  este  propósito  la  censu- 
ra de  Ingenieros  para  algunos  modernos  culti- 
vadores de  la  Metafísica,  que  la  conciben  como 
una  casi  exclusiva  discusión  de  los  problemas 
lógicos.  El  método  genético,  utilizable  en  el  es- 
tudio de  la  Lógica,  igual  que  en  la  Psicología, 
de  donde  deriva,  le  permite  progresar  conforme 
a  los  datos  experienciales:  su  relación  con  ellos 
es  tan  estrecha,  que  muchos  en  nuestros  días, 
quieren  ya  no  considerarla  como  disciplina  cien- 


que  pueden  saber  más  que  los  estudiosos,  liste  equí- 
voco es  una  forma  de  la  consabida  hipocresía." — Nota 
de  José  Ingenieros:  "Proposiciones".  pág\  79. — Añádase 
a  esto  el  significativo  pedagógico  de  la  intuición,  entera- 
mente contrario  al  filosófico,  y  se  tendrá  una  probabili- 
dad más  de  confusión  cuando  se  trate  de  interpretar  el 
significado   de   esa   palabra. 

(2)      "Proposiciones",    pág-.    112. 


44  JULIO    EIÍDABA 

tífica,  más  o  menos  independiente,  sino  como 
un  simple  capítulo  de  la  Psicología.  Para  com- 
probar el  carácter  absolutamente  psicológico  de 
la  Lógica,  bastaría  citar,  por  ejemplo,  ese  libro 
admirable  y  que  va  conociéndose  y  apreciándo- 
se mucho  entre  nosotros,  la  "Lógica  viva",  de 
Yaz  Ferreira.  Xo  es  posible,  por  eso,  concebir- 
la independizada  de  las  leyes  biológicas.  Y  ba- 
sándose en  ello.  Eugenio  D'Ors,  uno  de  los  ti- 
pos de  pensador  con  que  se  onorgullece  la  época 
actual,  ha  examinado  en  sus  detalles,  el  orga- 
nismo funcional  de  la  lógica,  acabando  por  for- 
mular concepciones  rigurosamente  cienltíficas. 
Transcribo  a  continuación  esta  síntesis  (publica- 
da por  Enrique  Jardi : 

"Trabajando  en  la  constitución  científica  de 
la  Lógica,  Eugenio  D'Ors  ha  aportado  a  la  so- 
lución de  los  indicados  problemas  una  hipótesis 
sólida  y  rigurosamente  establecida  que  nos  pa- 
rece inatacable.  Partiendo  de  la  teoría  clara  y 
definitiva  de  Avenarías,  según  la  cual  todo 
problema  representa  para  el  ser  vivo  una  situa- 
ción de  desequilibrio  entre  sus  fuerzas  intelec- 
tuales y  las  circunstancias  exteriores,  e  inscri- 
biendo a  esta  teoría  una  noción  biológica,  que 
Avenarius  no  pudo  emplear,  la  de  la  instabili- 
dad constante,  que  caracteriza,  por  definición, 
la  vida,  resulta  teniendo  sobre  todo  en  cuenta 
que  esa  instabilidad  es  exagerada  en  los  centros 
nerviosos  superiores  donde  se  producen  las  de- 
tenciones de  reflujo  que  nos  dan  la  definición 
fisiológica  de  la  conciencia,  que  la  menor  exci- 
tación procedente  del  exterior  destruiría  seme- 
jante equilibrio,  destruyendo  con  ello  la  vida,  si 
el  individuo  no  contase  entre  sus  fuerzas  pro- 
pias la  de  neutralizar  aquella  excitación,   la  de 


JOSÉ    INGENIEROS  45 

volverla  de  tóxica  en  inocua,  incorporándola  a 
su  equilibrio  en  los  conflictos  futuros.  De  mo- 
do que,  según  Ors,  este  proceso  en  nada  difiere 
del  proceso  general  defensivo  de  la  vida,  y  que 
por  tanto,  la  teoría  de  la  descomposición  dias- 
tásica  y  de  la  inmunidad  consecuente,  forman 
una  síntesis  en  que  entran  no  sólo  los  fenóme- 
nos biológicos,  sino  también  los  fenómenos  in- 
telectuales, 

"En  resumen,  la  razón  representa  frente  a  la 
toxicidad  de  las  excitaciones   nerviosas   en  que 
interviene   la  conciencia,    lo  que    representa   la 
descomposición  diastásica   en  los  fenómenos   de 
alimentación  y  de  infección,  o  sea  un  procedi- 
miento  de  defensa,  que  es  inmediatamente    un 
proceso  de  descomposición  y  remotamente  a  ve- 
ces un  proceso  de  inmunidad.    En  este  sentido, 
la  lógica  representa  con   relación  a  las  sobredi- 
chas excitaciones  tóxicas,  lo   que  en  puro   len- 
guaje biológico,  se  llama  una  inmunidad  adqui- 
rida.   La  razón  es,    pues,    energéticamente  una 
diastasa ;  la  lógica,  una  inmunidad.    Esto  demos- 
trado, ya  no  puede  verse  en  la  actividad  racio- 
nal humana  otra  cosa  que  una  de  las  manifes- 
taciones de  la  vida ;  así  la  esencia  de  aquella  se- 
rá un  caso  particular  de  la  esencia  de  ésta:  la 
Lógica  podrá    valerse    de  los    métodos  y  de    la 
síntesis  de   la   Biología.    Así   también,    conside- 
rada la  actividad  racional  como  fenómeno  vital, 
y  consecuentemente,  antropológico,  sino   huma- 
nista, en  el  sentido  de  que  el  hombre,  conocien- 
do genéticamente   su    propia  razón,    su  ciencia, 
no  puede  ya  hallarse  esclavo  de  ellas,  sino  que 
en   frente  de  ellas,  su  espíritu  conserva  una  po- 
sición de  libertad,  de    superior    ironía,    no    rin- 


46  JULIO   EXDABA 

diéndose  jamás  ame  la  ley  lógica,   porque   sabe 
que  'la  ley  lógica,  es  hija  de  su  espíritu",  (i). 

Así  va  perdiendo  la  lógica  su  antigua  inmu- 
tabilidad, como  lo  explicara  ya  claramente  In- 
genieros en  el  sintético  estudio  sobre  "la  forma- 
ción natural  de  la  función  de  pensar",  capítulo 
de  sus  "Principios  de  psicología".  De  ahí  que 
muy  profundamente  Ingenieros  afirme  que  las 
ciencias  psicológicas  estudian  los  diversos  as- 
pectos de  la  formación  natural  de  la  experien- 
cia :  experiencia  lógica,  experiencia  moral,  expe- 
riencia estética,  cada  una  de  las  cuales  consti- 
tuye una  ciencia  en  particular,  cuyo  principal 
punto  de  apoyo,  para  su  progreso,  es  el  método 
genético.  Donde  más  clara  se  ve  la  utilidad  de 
dicho  método  es  en  su  estudio  especial  de  Psico- 
logía. El  le  ha  permitido  la  eliminación  del 
farragoso  capítulo  de  las  facultades  derivadas 
de  un  alma  de  naturaleza  distinta  del  cuerpo. 
Y  ha  facilitado  el  estudio  simultáneo  del  orga- 
nismo y  sus  manifestaciones  psíquicas,  propias 
de  los  animales  y  sujetas  a  un  ciclo  de  evolu- 
ción concorde  con  la  de  la  materia  viva.  Por 
fin,  la  psicología  considera  la  inteligencia  como 
un  producto  del   funcionalismo  orgánico,  sujeto 


(1)  Enrique  Jardi :  La  Filosofía  de  Eugenio  D'Ors.— 
"Boletín  de  Instrucción  Pública" — de  Buenos  Aires — To- 
mo XVIII. — Núm.  25.  septiembre  de  1914. — Fundamen- 
tándose en  esta  concepción  evolutiva  de  la  Lógica,  es 
como  llega  D'Ors  a  la  teoría  de  la  razón  fundamental, 
centro  de  sus  especulaciones  metafísicas  aún  no  tan  co- 
nocidas  como   merecen. 

Por  difícil  que  parezca  a  la  comprensión,  su  análisis 
de  la  lógica  afirma  la  necesidad  que  hay  de  referirse  a 
los  datos  científicos,  como  primera  providencia  para  lle- 
gar  al   campo   de   lo  inexperiencia}. 

Y  semejante  concepción  es  un  contraste  sorprendente 
con  la  antigua  lógica,  esencialmente  dogmática  e  ina- 
movible de  sus  posiciones,  que  quiso  imponer  con  pres- 
tigio de  autoridad  no  pocos  principios  falsos,  o  por  lo 
menos,   apriorísticos. 


JOSÉ    INGENIEROS  47 

por  lo  tanto  a  las  variaciones  y  progresiones 
que  le  impone  el  tiempo.  De  ahí  que  tanto  la 
experiencia  estética  como  la  moral,  hayan  ad- 
quirido una  movilidad  inusitada,  y  compatible 
con    un    perfeccionamiento  indefinido. 

Cuando  este  criterio  se  acepte,  desaparecerá 
la  antinomia  entre  ciencias  naturales  y  mora- 
les, pues  que  la  propia  denominación  de  estas 
últimas  es :  ciencias  psicológicas,  tan  naturales 
como  las  primeras.  Por  esto  se  pregunta  Inge- 
nieros: "¿Qué  será  de  los  "principios"  tradicio- 
nales de  la  Etica  cuando  se  acepte  que  las  ver- 
dades morales  no  difieren  de  las  demás  ver- 
dades naturales?  La  objeción,  que  inquieta  a 
muchos,  parte  de  esta  hipótesis  falsa:  la  inva- 
riabilidad  de  los  principios  de  una  moral  única. 
Creo  que  la  sustitución  de  esa  hipótesis  ilegíti- 
ma por  otras,  más  conformes  con  la  experien- 
cia moral  de  las  sociedades  humanas,  resolverá 
el  inquietante  problema,  y  nadie  ignora  que  la 
casi  totalidad  de  los  moralistas  contemporáneos 
concuerda  en  concebir  como  sociales,  variables 
y  múltiples,  los  fundamentos  de  la  obligación  y 
la  sanción,  que  en  otra  época  fueron  considera- 
dos puramente  ontológicos  o  racionales". 

Una  vez  que  se  llegue  a  comprender  y  a  acep- 
tar la  independencia  de  las  ciencias  psicológicas 
de  la  filosofía,  que  propiamente  se  reducirá  a 
la  Metafísica,  se  aclararán  los  verdaderos  pro- 
blemas en  discusión.  La  Metafísica,  según  In- 
genieros, "ganará  en  amplitud  y  precisión,  cons- 
tituida en  toda  la  filosofía,  comenzando  a  ela- 
borar sus  hipótesis  en  el  punto  mismo  en  que 
'  todas  las  ciencias  fijen  (en  cada  momento  y 
provisoriamente)  los  límites  de  su  horizonte 
experiencial.    Y  no  habrá  dos  verdades   ^ontra- 


48  JULIO    EXOARA 

dictorias,  ni  verdades  peligrosas,  ni  verdades 
sacrificadas,  ni  verdades  perfectibles  de  la  ex- 
periencia opuestas  a  las  verdades  absolutas  del 
dogma  o  de  la  razón,  sino  un  sistema  armónico 
compuesto  de  leyes  perfectibles  y  de  hipótesis 
legítimas,  incesantemente  renovadas"  (i).  Y 
una  vez  metodizado  asi  el  estudio  de  la  metafísi- 
ca, acaso  sea  posible  ahorrar  disputas  estériles, 
las  cuales,  antes  que  sacar  conclusión  alguna, 
mantienen  estacionario  el  progreso  de  la  filoso- 
fía, en  beneficio  de  unos  cuantos  intereses 
creados. 

Y  ahora,  examinemos  las  "Proposiciones  re- 
lativas al  porvenir  de  la  filosofía",  (1918),  que 
sintetizan  el  pensamiento  actual  de  Ingenieros 
y  que  contienen,  sin  duda,  los  elementos  cardi- 
nales de  lo  que  aún  pueda  producir  sobre  filo- 
sofía. 


(1)      "PrcpO9t«i0B«",   pá'f.    119, 


La  filosofía  de  Ingenieros 

A  fines  de  1917  Ingenieros  fué  electo  miem- 
bro de  la  Academia  de  Filosofía  y  Letras,  de 
la  Universidad  de  Buenos  Aires.  El  8  de  junio 
de  19 18  presentó  a  la  misma,  como  discurso  de 
recepción,  sus  "Proposiciones  relativas  al  por- 
venir de  la  filosofía".  No  debieron  parecer  muy 
ortodoxas  a  sus  respetables  colegas;  se  encon- 
traron, dificultades  formulistas  y  no  tuvo  lugar 
la  ceremonia  pública  de  la  recepción.  Se  le 
consideró  más  tarde  incorporado  de  hecho,  sin 
pasar  el  mal  trago  de  escuchar  la  lectura  de  un 
trabajo  que  empezaba  hablando  de  la  ''hipocre- 
sía ¡de  los  filósofos"  y  acababa  diciendo  que  "to- 
do tiempo   futuro  será  mejor". 

Creemos  que  esta  obra  debería  llevar  por  tí- 
tulo Los  fundamentos  de  la  metafísica  futura, 
pues,  en  realidad,  trata  de  esta  cuestión.  Se  com- 
pone de  diez  proposiciones  (1),  desarrolladas 
en  otros  tantos  capítulos  escritos  con  escrupu- 
loso afán  de  orden  y  claridad. 

Después  de  analizar  las  causas  de  orden  mo- 
ral y  social  que   hicieron    fracasar    al    Renaci- 


(1)  La  primera  edición  (1918)  sólo  tiene  al  fin  los 
resúmenes  bastante  imperfectos  de  cada  capítulo.  La 
segunda  edición  (1919)  tiene  las  diez  proposiciones,  for- 
muladas en  forma  concreta  y  sintética;  además  cada 
capítulo  está  precedido  por  un  breve  sumario,  que  fa- 
cilita mucho  la  lectura.  Nos  hemos  servido,  para  esta 
crítica,  de  la   segunda,   que  es  muy  superior. 


50  .JULIO    E.XDARA 

miento,,  en  materia  filosófica.  Itigenieros  estu- 
dia la  crisis  filosófica  del  siglo  XIX  y  conside- 
ra que  en  él  fracasó  la  metafísica;  acusa  de  ello 
por  igual  al  positivismo  científico,  que  renunció 
a  estudiar  los  problemas  ajenos  a  la  experiencia, 
y  al  espiritualismo,  porque  sólo  se  ocupa  de  res- 
luarar  las  teorías  de  la  vieja  metafísica  hereda- 
da de  la  Edad  Media. 

Ingenieros  cree  posible  la  renovación  de  la 
metafísica,  llamando  así  al  estudio  de  los  pro- 
blemas que  llama  "inexperienciales",  por  creer- 
los inaccesibles  a  las  ciencia^.  Pero  afirma  que 
para  obtener  resultados  "legítimos"  será  necesa- 
rio renovar  los  problemas  y  los  métodos  de  la 
metafísica,  renunciando  a  todo  lo  que  sea  hipo- 
cresía o  mentira  convencional,  renovando  el  ac- 
tual lenguaje  filosófico  y  dando  una  nueva  ar- 
quitectura a  todas  las  "ciencias  morales"  en  sus 
relaciones  con  la  metafísica. 

Tan  arduo  objetivo  no  podía  dejar  de  pre- 
sentar sus  dificultades,  que  señalaremos  en  el 
curso  de  las  páginas  siguientes,  en  que  haremos 
seguir  una  breve  crítica  al  resumen  de  cada 
proposición.  Y,  como  es  natural,  más  de  una 
vez  expresaremos  las  dificultades  que  nos  pa- 
recen presentarse  en  el  proyecto  de  perfilar  las 
bases  de  una  metafísica  que  no  es  sólo  diferen- 
te, sino  la  antítesis,  en  cierto  modo,  de  la  que 
corre  hace  muchos  siglos  con  ese  nombre  y  en- 
cuentra aún  en  nuestra  época  personas,  y  no  de 
poca  autoridad,  dispuestas  a  resucitarla. 

PROPOSICIÓN  PRIMERA 

La  hipocresía  de  los  filósofos. — "El  Renaci- 
miento  filosófico   se   detuvo  en  indecisos  balbu- 


JOSÉ    INGENIEROS  51 

:olástica  y  el  dogmatismo  so- 
cial impidieron  la  renovación  legítima  de  las  hi- 
pótesis metafísicas,  en  los  sistemas  filosóficos 
que  sustituyeron  a  las  teologías  medioevales. 
l,a  hipocresía  de  los  filósofos,  destinada  a  con- 
ciliar sus  opiniones  propias  con  las  creencias 
vulgares,  apareció  con  la  teoría  de  las  dos  ver- 
dades, representada  en  la  actualidad  por  la  con- 
cepción de  dos  filosofías  distintas,  una  de  la 
Naturaleza  y  otra  del  Espíritu". 

Aunque  en  la  mayor  parte  del  razonamiento 
que  antecede  a  esta  conclusión,  Ingenieros  ano- 
ta abundantes  hechos  de  innegable  verosimili- 
tud, nos  parece  que  concede  muy  poca  impor- 
tancia a  la  ignorancia  de  los  filósofos ;  presenta 
las  doctrinas  de  é¿ros  como  una  actitud  de  con- 
veniencia, es  decir,  como  una  inmoralidad  deli- 
berada. Creemos  que  si  se  han  de  notar  los  fe- 
nómenos y  aspectos  sociales  de  una  época  dada, 
en  lógica  correlación  con  sus  filósofos,  durante 
la  crisis  filosófica  del  Renacimiento  el  presti- 
gio de  la  Ciencia  no  era  lo  suficientemente  fuer- 
te para  luchar  con  ventaja  contra  la  corriente 
dogmática,  de  carácter  religioso,  que  dominaba 
entonces.  Muchos  de  los  principios,  cuyo  cono- 
cimiento es  ahora  imposible  eludir,  estaban  en 
esbozo  o  aún  no  aparecían.  Mal  podían,  por  lo 
tanto,  imponerse  a  quienes  se  juzgaban  cientí- 
ficos sólo  por  su  habilidosa  dialéctica.  El  as- 
pecto vacilante  de  esos  datos  experienciales  ca- 
recía de  la  fuerza  suficiente  para  facilitar  si: 
estudio,  y  esos  filósofos,  recelosos  por  tempe- 
ramento y  costumbre,  no  podían  aceptar  la  im- 
posición de  verdades  a  medias,  que  aún  conser- 
vaban, por  eso  mismo,  demasiados  ribetes  hipo- 
icos.    Y  como  aún  dentro  de  los  cultivadores 


52  JULIO   ENDAEA 

de  la  ciencia,  era  notable  la  resistencia  ante  he- 
chos y  leyes  nuevas,  ya  por  el  natural  dogma- 
tismo de  lo  aceptado,  ya  por  la  falta  de 
tendencias  hacia  la  metodización  sistemática, 
muy  natural  resultaba  que  los  simples  filósofos 
se  resistieran  a  reverenciarlos  o  por  lo  menos 
ignoraran  los  estudios  científicos  recientes,  y  lo 
que  es  peor  aún,  no  los  acogieran  con  la  fe  nece- 
saria para  fundamentar  sobre  ellos  sus  disqui- 
siciones. Por  otra  parte,  la  caparazón  matemá- 
tica que  generalizó  demasiado  la  idea  de  medi- 
ciones infalibles  aplicadas  a  los  datos  de  la  ex- 
periencia, se  convirtió,  por  su  mismo  carácter 
dogmático,  en  una  valla  a  veces  insalvable  para 
algunos  filósofos.  Tan  cierto  es  ello,  que  aún 
en  nuestros  días — hemos  tratado  de  esto  más 
arriba, —  la  gran  razón  de  muchos  para  no 
aceptar  los  principios  científicos  es  ese  supuesto 
dogmatismo  pitagórico,  felizmente  en  desuso, 
como  actitud  extrema.  La  hipocresía  de  los 
filósofos,  que  tan  fuertes  censuras  merece  de 
Ingenieros,  creo  que  en  buena  parte  podría  sus- 
tituirse por  la  ignorancia  de  los  filósofos,  sobre 
todo  a  raíz  de  la  crisis  metafísica. 

En  cambio,  los  que  en  la  actualidad  quieren 
independizar  la  filosofía  de  la  ciencia,  o  subor- 
dinar ésta  a  aquélla,  o  combatir  la  última  va- 
liéndose de  sus  mismos  principios,  pero  consi- 
derados parcialmente  y  bien  encubiertos  bajo 
una  máscara  de  dogmatismo;  todos  los  que  re- 
piten las  hueras  exclamaciones  de  Brunetiere, 
cuyo  criterio  político  y  de  creyente  le  quita  toda 
respetabilidad,  como  recurso  para  resistir  al 
fracaso  de  esa  que  tan  ingeniosamente  llama 
Ingenieros  la  paleo-metafísica;  todos  ellos,  re- 
pito, sí    merecen  ser  clasificados  entre   los  cul- 


JOSÉ    INGENIEROS  53 

tores  de  la  hipocresía  de  los  filósofos.  Y  es 
que  hoy  por  hoy  resulta  imposible  disculpar  a 
cuantos  cultivan  la  filosofía,  del  desconocimiento 
de  las  verdades  científicas;  los  medios  edito- 
riales, la  obra  de  universidades  e  instituciones 
ad  hoc,  sociedades  sabias,  etc.,  proporcionan  con 
facilidad,  a  cuantos  desean  estudiar  seriamen- 
te, los  medios  de  investigación  y  los  resultados 
de  ella.  Ahora  sólo  se  es  ignorante  a  sabiendas 
y  por  exclusiva  intención,  o  por  simulación — 
caso  de  la  hipocresía  de  los  filósofos, — o  por 
incapacidad.  Por  esto  nos  parece  cierta  la  afir- 
mación de  Ingenieros :  "En  sus  expresiones  más 
recientes,  la  hipocresía  clásica  se  traduce  por  la 
concepción  de  dos  filosofías  dentro  de  la  filo- 
sofía; a  la  una  el  dogmatismo  social  concede  la 
libertad  de  investigar  la  verdad;  pero  a  la  otra 
le  reserva  el  privilegio  de  negar  las  consecuen- 
cias ético-sociales  de  esa  investigación.  Tomad 
los  centones  de  filosofía  del  pasado  siglo — na- 
turalistas o  idealistas,  positivistas  o  místicos — 
y  leeréis  en  casi  todos  ellos  que  existen  una  fi- 
losofía de  la  Naturaleza  y  otra  del  Espíritu:  dos 
verdades  distintas  y  la  consabida  hipocresía 
verdadera",   (i). 

PROPOSICIÓN  SEGUNDA 

La  crisis  filosófica  del  siglo  XIX. — "La  cri- 
sis filosófica  del  siglo  XIX  fué  debida  a  que  la 
investigación  de  la  verdad  engendró  hipótesis 
peligrosas  para  ciertos  dogmas  morales.  El  po- 
sitivismo llegó  a  plantearse  como  un  deliberado 


(1)      Ingenieros:    "Proposiciones",    págs.    22 


54  JULIO    EXDABA 

renunciamiento  a  toda  explicación  de  lo  inexpe- 
riencial  e  indujo  a  confundir  las  hipótesis  me- 
tafísicas con  las  científicas.  El  esplritualismo 
ha  reaparecido  como  una  exaltación  de  lo  afec- 
tivo-ético  contra  lo  lógico-crítico,  y  en  vez  de 
superar  el  ciclo  del  racionalismo,  ha  regresado 
a  las  fuentes  ilegítimas  que  lo  precedieron  en 
las  teologías  medioevales". 

El  razonamiento  con  que  Ingenieros  afirma 
esta  proposición,  lo  juzgamos  cierto  en  gran 
parte.  En  efecto,  la  continua  lucha  entre  la  fi- 
losofía y  los  dogmas  religiosos  y  morales,  ya 
antiguos,  hizo  que  la  gran  labor  de  quienes  se 
ocupaban  de  esos  problemas,  se  redujera  a  la 
discusión  de  primacías  o  al  conato  de  armonías 
entre  los  partidos  contrarios.  Y  como  la  época 
aún  conservaba  demasiada  rigidez  conceptual, 
con  facilidad  triunfaban,  por  lo  menos  en  apa- 
riencia, las  conclusiones  teológicas  de  rancio 
abolengo.  El  siglo  XIX,  precisamente,  no  pu- 
do distinguirse  por  la  comprensión  irónica  que 
caracteriza  al  presente.  De  ahí  que  los  soit-di- 
sant  metafísicos,  procuraran  cultivar  la  paleo- 
r.ietafísica  (denominación  admirable  que  ha  en- 
contrado Ingenieros  para  las  tentativas  de  re- 
nuevo de  las  viejas  discusiones  filosóficas),  que 
por  su  misma  imprecisión  ha  dejado  siempre 
amplio  terreno  para  el  ejercicio  sofístico,  en  vez 
de  estudiar  los  nuevos  resultados  de  la  expe- 
riencia científica,  para  renovar  el  planteamien- 
to de  los  problemas  en  forma  legítima,  es  decir, 
desprovista  de   todo  carácter  ilógico. 

Por  otra  parte,  contribuyó  a  la  crisis  de  la 
metafísica  la  exageración  de  los  cultores  de  las 
ciencias,  que  en  el  ardor  de  la  polémica,  con- 
fundieron  las  verdadera    filosofía  con   los  dog- 


JOSÉ    INGENIEROS  55 

mas  teológicos.  Tenían  horror  a  esa  "metafísi- 
ca que  se  convirtió  en  una  disciplina  muerta, 
en  una  doctrina  erística  de  supersticiones  y  le- 
yendas, imposibles  de  reanimar  con  sutiles  dis- 
quisiciones literarias,  siempre  estériles  por  su 
valor  constructivo,  aunque  a  veces  atrayentes 
por  su  argucia  polémica".  Y  con  razón,  seme- 
jante retorcerse  infecundo  hizo  creer  en  tía 
muerte  de  la  filosofía.  Aún  hoy,  cuando  se  ha- 
bla de  Metafísica,  sentimos  un  evidente  temor 
de  descubrir  sepulcros  llenos  de  polvo  y  quedar 
cegados  para  proseguir  por  el  camino  de  la  in- 
vestigación ;  creemos  que  la  metafísica  actual, 
si  de  tal  modo  puede  llamarse,  no  está  de  nin- 
guna manera  independizada  de  los  viejos  pre- 
juicios y  ese  fantasma  vano  nos  hace  confiar 
más  en  los  resultados  científicos,  convencidos 
de  que  sólo  ellos  nos  darán  los  materiales  para 
buscar  la  verdad. 

De  ahí  que  sorprenda  un  tanto,  a  primera 
vista,  la  esperanza  de  Ingenieros — tan  acostum- 
brados estamos  al  fracaso  de  la  metafísica — de 
una  próxima  renovación  de  la  Metafísica.  Los 
datos  científicos  aumentan  y  aumentarán  tanto, 
que  sólo  un  cerebro  genial  podrá  guardar  el  res- 
peto necesario  ante  ellos  y  dedicarse  al  inmenso 
trabajo  de  estudiarlos  y  al  milagroso  entusias- 
mo de  considerarlos  en  su  verdadero  valor,  pa- 
ra plantear  en  seguida  hipótesis  metafísicas  le- 
gítimas. Cierto  que  creemos  que  la  metafísica  del 
porvenir  tendrá  los  caracteres  que  señala  Inge- 
nieros, pero  recelamos  se  llegue  al  ansiado  final 
en  el  próximo  siglo,  porque  mientras  más  ur- 
gentes y  decisivas  aparezcan  las  conclusiones 
científicas,  más  rabiosa  será  la  resistencia  del 
dogmatismo   social — el  gran  culpable — por   des- 


56 


Jl-LIO   E y DABA 


gracia  todavía  muy  fuerte.  Los  intereses  crea- 
dos, que  señala  el  autor  de  las  Proposiciones 
como  una  causa  de  la  crisis  metafísica,  lo  serán 
también  de  la  imposibilidad  de  una  pronta  re- 
novación de  la  misma.  Pero  ante  las  conquis- 
tas de  los  nuevos  rumbos  sociales,  en  medio  de 
las  que  sobresalen  las  recientes  instituciones  po- 
líticas, se  ve  que  los  intereses  personales,  de  ca- 
rácter proteico,  surgen  y  se  imponen  cuando 
menos  se  piensa  y  menos  se  espera.  El  dogma- 
tismo es  el  dragón  de  siete  cabezas,  que  tal  vez 
los  orientales  quisieron  simbolizar  en  sus  cuen- 
tos de  amor  y  aventuras.  Sólo  que  la  realidad 
parece  más  temible  que  la  ficción  y  la  alegoría. 
En  suma,  recapitulando,  cinco  causas  han  de- 
terminado la  crisis  filosófica  del  siglo  XIX: 
La  persistencia  de  la  mentalidad  feudal  en  la 
sociedad  moderna ;  la  hipocresía  de  los  filóso- 
fos;  la  subordinación  de  las  hipótesis  metafísi- 
cas a  los  principios  de  la  ética,  no  renovados 
todavía;  la  singular  paradoja  de  llamarse  metafí- 
sicos  los  que  se  proponen  impedir  la  elaboración 
de  nuevas  hipótesis  metafísicas  y  de  repudiar 
esa  denominación  los  que  siguen  construyéndo- 
las ;  la  confusión  entre  la  historia  de  los  siste- 
mas pasados  y  la  construcción  de  nuevos  siste- 
mas". Y  añadiríamos,  la  exagerada  posición 
despectiva  de  los  científicos  ante  toda  discipli- 
na filosófica  etiquetada  con  el  nombre  de  me- 
tafísica,  (i). 


(1)  Con  todo  lo  defectuosa  y  errónea  que  resulta  la 
metafísica  actual,  los  científicos,  y  en  general  los  que 
aspiran  y  tienen  fe  de  un  próximo  resurgimiento  purifi- 
cativo de  ella,  deben  acogerla  con  bondad  y  hasta  con 
cierta  simpatía,  porque  en  las  obras  actuales  ya  se  en- 
cuentran— y  lo  reconoce  Ingenieros — los  gérmenes  que 
más   tarde   sf-ran    las   bases   de   la   futura    metafísica. 


JOSÉ    INGENIEROS  57 

PROPOSICIÓN  TERCERA 

Hermenéutica  y  Paleo-Metafísica. — "La  me- 
tafísica, como  elaboración  creadora  de  hipóte- 
sis nuevas,  no  debe  ser  confundida  con  la  his- 
toriología  filosófica:  la  hermenéutica  es  una 
pako-metafísica  de  las  hipótesis  elaboradas  so- 
bre experiencias  más  incompletas  que  las  actua- 
les. Se  puede  admirar  el  ingenio  de  los  gran- 
des filósofos  clásicos  y  demostrar  que  sólo 
tienen  un  valor  histórico  para  la  reconstrucción 
genealógica  de  las  hipótesis  metafísicas.  El 
ejemplo  de  su  esfuerzo  merece  imitarse;  no  pa- 
ra glosarlos,  sino  para  intentar,  en  este  siglo, 
y  sobre  la  experiencia  de  este  siglo,  lo  que  ellos 
intentaron  sobre  la  del  propio  (i). 

A  la  proposición  que  antecede,  explícita  en 
todos  sus  puntos,  creo  que  ninguna  persona 
sensata  podrá  oponer  objeciones.  Y  digo  sen- 
sata, porque  en  todo  tiempo — y  por  lo  tanto 
•también  en  nuestros  días — ha  sido  muy  difundi- 
da la  falacia  "ideoverbal"  que  confunde  el  va- 
lor histórico  de  lo  antiguo  con  su  valor  intrín- 
seco, es  decir,  con  relación  a  los  conocimientos 
más  recientes.  Si  se  trata  de  buscar  la  génesis 
de  semejante  error,  se  encuentra  en  la  eterna 
lucha  entre  lo  viejo  y  lo  nuevo.  Mientras  el 
hombre,  en  la  época  de  su  "desenvolvimiento", 
está  más  apto  y  más  sereno  para  discutir  cual- 
quier problema,  el  viejo,  en  pleno  período  de  "in- 
volución", vuelve  a  las  creencias  y  errores  infan- 
tiles,   sustentándolas     como    descubrimientos    y 


(1)      Ob.    cit.,   p.lgr.    136. 


JULIO    E.XIURA 


conclusiones  de  inmenso  valor  (i).  De  ahí  que 
en  todas  las  disciplinas  mentales  y  especialmen- 
te en  las  filosóficas,  se  hayan  confundido  estos 
dos  conceptos  distintos:  metafísica  y  paleo-me- 
tafísica. Conscientes  o  no  de  sus  afirmaciones, 
muchos  de  los  llamados  filósofos  han  resucita- 
do viejas  hipótesis,  en  su  totalidad  rechazadas 
por  la  ciencia,  entretejiendo  a  su  alrededor  las 
confusas  mallas  del  sofisma.  Por  tal  motivo  no 
ha  sido  posible  fundamentar  el  estudio  de  la 
metafísica  sobre  hipótesis  legítimas.  La  admi- 
ración por  lo  antiguo,  para  muchos  se  convir- 
tió en  culto  y  sujeción.  De  esta  manera  los 
dogmas  y  prejuicios  de  la  filosofía  antigua,  han 
persistido  hasta  originar  la  crisis  de  la  filosofía, 
caracterizada  por  la  aparición  de  escuelas  sos- 
tenedoras de  conclusiones  exageradas,  en  gran 
parte,  tal  como  las  antiguas. 

Xo  es  posible  que  el  valor  histórico  de  un  he- 
cho, que  antes  que  otra  cosa,  sirve  como  adver- 
tencia para  no  remozar  errores,  tome  un  ca- 
rácter que  de  ninguna  manera  posee.  Porque 
si  se  exceptúan  algunas  manifestaciones  artísti- 
cas y  sociales  cuya  perfección  es  innegable,  los 


(1)  Ingenieros,  en  sus  "Principios  de  Psicología"  es- 
tudia admirablemente  las  distintas  etapas  de  la  perso- 
nalidad humana:  organización,  perfeccionamiento  e  in- 
volución, cada  una  de  las  cuales  tiene  edad  de  predilec- 
ción donde  fijarse.  A  sus  fundamentos  científicos  exac- 
tos, sólo  cabe  añadir  el  concepto  de  la  edad  mental  y 
de  la  edad  cronológica,  que  han  servido  de  amplio  campo 
para  los  estudios  psicológicos  experimentales  de  Binet  y 
Yerkes  Bridges.  Ampliando  sus  conclusiones,  puede  ver- 
se perfectamente,  cuando  de  interpretar  el  valor  de  la 
historia  se  trata,  la  característica  disociación  que  algu- 
nos estudiosos  presentan,  cuando  consideran  las  cosas  se- 
gún un  criterio  senil,  por  mas  que  se  encuentren  crono- 
lógicamente disfrutando  de  una  florida  juventud.  Bien 
hacen  los  americanos  (véase  la  admirable  pieza  dramá- 
tica de  E.  Brieux  "Les  Americains  chez  Nous",  estrenada 
hace  poco)  al  calcular  la  edad  por  las  capacidades  y  no 
por   lo»   «no». . . 


JOSÉ    INGENIEROS  59 

productos  de  los  siglos  pasados  sólo  sirven  para 
la  "formación  natural  de  la  experiencia5'.  Urge 
combatir  las  senectudes  criteriológicas  tan  pre- 
dominantes en  los  campos  históricos  y  filosó- 
ficos. 

"Es  justo  que  se  admiren  las  obras  de  los 
grandes  ingenios,  pero  ello  no  obliga  a  suponer 
que  supieron  lo  que  era  imposible  saber  en  su 
tiempo.  No  confundamos  la  admiración  retros- 
pectiva con  la  adhesión  actual;  seamos  genero- 
sos de  la  primera  y  avaros  de  la  segunda,  pues 
admirar  lo  pasado  no  significa  castrar  lo  veni- 
dero. 

"Sonriamos  de  buen  grado  ante  algunas  filo- 
sofías que,  como  los  antros  de  los  oráculos  an- 
tiguos, sólo  tienen  de  maravilloso  su  obscuridad ; 
celebremos  el  ingenio  de  los  que  pretendieron 
despejar  ciertas  incógnitas,  pero  confesemos 
que  crearon  otras  mayores  con  el  pretexto  de 
aclarar   las  primeras". 

De  lo  anterior  deduce  Ingenieros,  con  justa 
razón,  que  el  estudio  de  la  historia  de  la  filoso- 
fía enseñará  a  defenderse  de  falsos  problemas, 
hipótesis  ilegitimas  y  capciosos  ergotismos.  Sa- 
bias palabras  nos  parecen  las  siguientes :  "La 
historia  nos  permite  descubrir  la  genealogía  de 
\as  hipótesis  metafísicas,  desde  sus  vagas  ex- 
presiones primitivas  hasta  las  concordantes  con 
la  experiencia  (i).  Por  eso  es  útil  el  estudio 
de  historia  de  la  filosofía:  tanto  como  el  de  la 
paleontología  para  los   naturalistas,  pues  el  co- 


(1)  "La  concepción  que  los  filósofos  griegos  tu- 
vieron del  átomo,  de  la  primera  causa,  de  la  fuerza 
vital,  de  la  energía,  se  parece  tanto  a  la  actual  como 
el  carbón  al  diamante." — Nota  de  Ingeniero».  "Proposi- 
ciones",  pág.   37, 


60  JULIO    ElfDAKA 

nocimicnto  de  las  formas  extinguidas  es  át  va- 
lor inestimable  para  comprender  el  origen  de  las 
que  aún  viven.  Las  actuales  hipótesis  son 
transformaciones  de  otras  que  han  evoluciona- 
do y  seguirán  evolucionando,  sujetas  a  la  se- 
lección natural,  en  el  ambiente  que  les  forma  la 
experiencia  científica;  ese  estudio  permite  re- 
conocer, al  mismo  tiempo,  que  ciertas  hipótesis 
llevan  camino  de  extinguirse,  como  esos  paqui- 
dermos y  reptiles  que  suelen  llamarse  "fósiles 
sobrevivientes". 

Gustando  de  éstas  que  para  muchos  serán 
atrevidas  conclusiones,  recuerdo  la  anécdota 
que  Anatole  France  refiere  en  uno  de  sus  li- 
bros. Cierto  emperador  de  un  ,país  lejano,  quiso 
gobernar  su  reino  con  el  más  alto  criterio  de 
justicia.  Para  llegar  a  ese  fin,  creyó  que  nada 
le  sería  de  tanta  utilidad  como  la  lectura  de  la 
historia  humana,  y  al  efecto  encargó  escribirla 
a  un  conjunto  de  sabios.  Transcurridos  trein- 
ta años,  condujeron  ante  el  monarca  muchísi- 
mos camellos  cargados  de  centenares  de  volú- 
menes, todos  referentes  a  la  historia  de  la 
humanidad.  Pero  el  rey,  aterrorizado  por  el 
sinnúmero  de  volúmenes,  les  pidió  que  compen- 
diaran. Pasados  diez  años,  trajeron  sólo  dos 
camellos  cargados  de  volúmenes.  Tampoco  esta 
vez  el  rey  se  sintió  con  fuerzas  suficientes  para 
emprender  su  lectura  y  les  pidió  una  historia 
más  compendiada  aún.  Cinco  años  más  'trans- 
currieron hasta  la  conclusión  de  la  obra,  que 
entonces  constó  de  cincuenta  volúmenes.  El 
rey,  ya  viejo,  no  pudo  atreverse  a  leerla,  y  man- 
dó se  la  resumieran  más  todavía.  A  los  dos 
años,  un  sabio  de  su  reino  cumplió  con  la  or- 
den,   sintetizando  la  tan   deseada  historia  en  un 


JOSÉ    INGENIEROS  61 

volumen.  Pero  al  llegar  al  palacio  con  el  ob- 
jeto de  entregarlo,  supo  que  el  monarca  se  en- 
contraba agonizante.  Conducido  a  su  presencia, 
el  rey  le  dijo : 

— Como  ves,  estoy  al  borde  del  sepulcro  y  es 
imposible  que  yo  lea  tu  libro.  Ojalá  sintetices 
tu  historia  en  pocas  palabras,  porque  no  quisie- 
ra morir  sin  conocer  la  historia  de  la  huma- 
nidad. 

— Serás  satisfecho,  señor — dijo  el  sabio. — 
La  vida  de  los  hombres,  según  todos  los  docu- 
mentos que  se  han  podido  encontrar,  se  reduce 
a  esto:  nacieron,  sufrieron  y  murieron... 

Y  en  seguida,  el  rey,  admirable  gobernante, 
expiró. 

No  creo  que  Ingenieros  llegue  en  sus  libros 
al  sutil  desprecio  de  la  historia  como  el  mo- 
derno epicureista  francés,  porque  no  lanza  con- 
sideraciones sobre  el  valor  de  la  historia  gene- 
ral. Al  contrario,  en  su  crítica  sobre  el  valor 
de  la  historia  de  la  filosofía,  llega  a  una  con- 
clusión contraria :  la  gran  utilidad  de  su  estudio. 
Lo  que  sí  distingo  es  un  tono  de  aquella  misma 
sutil  ironía,  que  no  es  otra  cosa  que  la  completa 
comprensión. 


PROPOSICIÓN    CUARTA 

Perennidad  de  lo  inexperiencia!. — "Siendo 
los  objetos  experienciales  infinitamente  varia- 
bles en  el  tiempo  y  en  el  espacio,  la  perfectibi- 
lidad de  la  experiencia  humana  nunca  llega  a 
excluir  la  perennidad  de  lo  inexp crien cial.  La 
infinita  posibilidad  de  problemas  que  excedan 
la  experiencia,  implica   la  perennidad   de  explí- 


62  JULIO    EXDARA 

caciones  hipotéticas  inexperienciales  que  consti- 
tuyan una  metafísica,  incesantemente  variable  y 
perfectible". 

Ingenieros,   antes  de  llegar  a  esta  conclusión, 
formula  tocias  las  interrogantes  relativas  al  por- 
venir de  la  metafísica.  "¿  Morirá  el  único  géne- 
ro filosófico  que  no  puede  convertirse  en   cien- 
cia ?"    "¿Es   de   temer    que   el    adelanto    de   las 
ciencias  suprima  la  metafísica,  o  que  ésta  vuel- 
va a  ser  siervo,  de  la  teología,  o  que  pase  a  serlo 
de  la  ética,   o  que   se   restrinja  a  los  problemas 
lógicos,  o  que  sea  absorbida  por   la  psicología, 
o  que,  en  fin,  se  fosilice  en  los  arquetipos  clá- 
sicos, amortajándose  en  la  historia  de  la  filoso- 
fía?" Y  en  todas  estas   razones  encuentra,  con 
razón,  un  carácter  ilegítimo,  porque  no  es  posi- 
ble negar  a  la  metafísica,   como  a  ninguna  otra 
disciplina   mental,  posibilidades  evolutivas.  Cree 
en  su   perfectibilidad    y  en  su  perennidad,  por- 
que por   más  que  las    ciencias  adelanten,   juní 
con  la   precisión  de  los  métodos,    siempre  que- 
dará mucho  desconocido.    Ese   desconocido  será 
el  imán  espiritual  que   atraerá  la  curiosidad   de 
los  investigadores,  y    será  relativamente  accesi- 
ble mediante  la  metafísica.    Será,  eso  sí,  necesa- 
rio que    los   problemas   se    planteen   de    manera 
legítima,  es  decir,  de   conformidad  con  los  da- 
tos de  la  experiencia,  valiéndose,  por  lo  mismo, 
de  nuevos   métodos.    Tan    claro    es    el    razona- 
miento,   que   no    podemos    discutir    su    evidente 
posibilidad  de  realización.     Sólo  que  Ingenieros 
cree  que  la  importancia  de  la  metafísica  futura 
será  muy  grande.   Y  eso  es  lo  dudoso.    Por  más 
que  el   renacimiento  del  pensamiento  contempo- 
ráneo tienda  a  orientarse  hacia  la  metafísica,  se 
la  nota  como  una  aspiración  aún  vaga  e  indefi- 


o 


JOSÉ    INGENIEROS  63 

nida.  que  carece  de  firmeza  suficiente,  de  esa 
firmeza  que  da  la  fe.  No  en  vano  la  ciencia  ha 
sentado  los  grandes  postulados  que  producen, 
en  quienes  los  conocen,  una  vibración  intensa., 
tanto  que,  en  cierta  manera,  les  imposibilita 
para  la  ecuánime  aspiración  metafísica. 

De  ahí  que  crea  yo  que  en  futuras  épocas, 
cuando  las  conclusiones  científicas  hayan  avan- 
zado en  progresión  rápida,  el  respeto  y  la  aco- 
gida que  le  brinden  sus  contemporáneos  le  qui- 
tarán a  la  metafísica  mucho  de  esa  solemnidad 
que  le  asignan  sus  cultores.  Si  de  antemano  se 
reconoce  su  imposibilidad  para  constituirse  en 
ciencia,  es  muy  natural  que  se  desconfíe  de  sus 
resultados  hipotéticos,  pues  por  gran  perfección 
que  alcance,  siempre  se  encontrará  involucrada 
en  su  estudio  una  probable  esterilidad  de  fines. 
De  ahí  que  sus  admiradores,  no  sin  cierta  pena, 
aseguren:  "no  cabe  afirmar  que  la  metafísica, 
tácita  o  confesada,  sea  ciencia,  por  más  que  sea 
necesaria.  La  ciencia  dispone  del  mundo  sensi- 
ble v  de  las  inducciones  hipotéticas  legitimadas 
por  la  experiencia.  La  ciencia  no  nos  acompa- 
ña sino  hasta  las  últimas  e  insoluoles  antino- 
mias, cuva  síntesis  no  nos  puede  dar.  Es  en  el 
dominio*  de  la  metafísica  donde  se  realizan  las 
tentativas  siempre  renovadas  para  hallar  la  co- 
incide ntia  opposiíorum.  Se  impone  una  separa- 
ción pulcra",   (i). 

Se  teme,  pues,  la  incursión  de  la  una  en  el 
campo  de  la  otra,  lo  cual  afirma  que  aún  hoy 
estamos  presenciando  la  crisis  metafísica.  Y  si 
aún  hoy   los    filósofos   se  apoyan  en   los    datos 

(77  Alejandro  Korn :  "Las  corrientes  de  la  filosofía 
contemporánea-,  en  Revista  de  Filosofía,  Buenos  Aires, 
1917. 


64  JULIO   ENDABA 

científicos  para  sus  especulaciones,  más  tarde, 
cuando  se  reconozca,  como  cree  Ingenieros,  su 
carácter  imprescindible,  acaso  la  metafísica  no 
tenga  el  majestuoso  carácter  tradicional  y  sea 
un  refugio  muy  poco  buscado.  No  es  que  crea- 
mos en  su  posible  desaparición,  ni  mucho  me- 
nos ;  pero  tememos  adquiera  el  carácter  de  in- 
accesible, por  la  preparación  que  demandará. 
Queda,  pues,  entre  paréntesis,  este  interrogan- 
te. La  futura  metafísica,  ¿será  muy  cultivada? 
Y  en  caso  de  serlo,  ¿  se  la  estudiará  con  la  con- 
fianza necesaria,  capaz  de  acelerar  su  perfeccio- 
namiento? 

Resumiendo  nuestra  manera  de  pensar:  cree- 
mos, que,  a  pesar  de  la  certeza  contenida  en  las 
conclusiones  de  Ingenieros,  el  cultivo  de  la 
metafísica  parece  dudoso  en  el  porvenir.  Per- 
sistirá, eso  sí,  la  aspiración  ideal,  nacida  del 
progreso  de  la  ciencia,  de  un  conocimiento  más 
profundo  y  más  completo  de  las  cosas,  es  decir, 
la  "perennidad  de  un  residuo  inexperiencial 
fuera  de  lo  experiencia?* \  Lo  inexperiencial  es 
relativo  a  la  posibilidad  humana  de  conocimien- 
to: "siendo  ¡los  objetos  de  experiencia  infinita- 
mente variables  en  el  tiempo  y  en  el  espacio,  la 
perfectibilidad  de  la  experiencia  humana  nunca 
llega  a  excluir  la  perennidad  de  un  residuo  in- 
experiencial". 

Del  anterior  razonamiento  fácilmente  se  con- 
cluye que  la  metafísica,  cualquiera  que  sea  el 
entusiasmo  con  que  se  la  cultive,  tiene  seguri- 
dades más  que  suficientes  para  persistir.  Bien 
hace,  pues,  Ingenieros,  al  explicarla  así:  "la  in- 
finita posibilidad  de  problemas  que  excedan  a 
la    experiencia    humana    implica   la   perennidad 


JOSÉ    INGENIEROS  65 

de    explicaciones    hipotéticas     que    constituyan 
una  metafísica." 

Ya  afirmada  su  perennidad,  y  una  vez  que 
debe  estar  sujeta  a  la  condicionalidad  humana, 
no  será  invariable,  sino  que  se  perfeccionará  pa- 
ralelamente al  progreso  científico.  Y  por  este 
último  carácter,  Ingenieros  afirma  que  la  futu- 
ra metafísica,  antes  que  nada,  tendrá  que  con- 
siderar sólo  los  problemas  legítimos,  es  decir, 
condicionados  por  la  experiencia,  y  rechazar  los 
ilegítimos,  sin  otro  nexo  con  ella  que  no  sea  su 
antigua  popularidad.  Por  eso,  la  "renovación 
filosófica  será  posible  a  condición  de  no  bus- 
car un  pacto  entre  las  creencias  vulgares  en 
que  no  se  cree  y  las  verdades  experienciales 
que  no  se  puede  negar".  ¿Cuánto  tiempo  trans- 
currirá para  llegar  a  semejante  resultado?  La 
experiencia  relativa  a  la  vitalidad  de  los  dog- 
matismos hace  temer  que  la  época  esperada  se 
encuentra  más  lejos  de  lo  que  Ingenieros 
piensa. 

PROPOSICIÓN   QUINTA 

Los  problemas  de  la  metafísica. — "Los  clási- 
cos problemas  de  la  Metafísica  resultan  en  la 
actualidad  inexactamente  formulados;  parece 
indudable  que  cada  uno  de  ellos  contiene  otros 
problemas  susceptibles  de  ser  planteados  en 
términos  legítimos.  La  variación  de  los  resul- 
tados de  la  experiencia  modificará  incesante- 
menite  la  legitimidad  de  los  problemas  inexpe- 
rienciales  y  de  las  hipótesis  formuladas  fpara 
explicarlos". 

Con  motivo  de  haberse  subordinado  la  Meta- 
física, en  la  Edad  Media,  a  los  dictados  de  la 
Teología  y  luego  en  el  Renacimiento  haber  ira- 


66  JULIO   ENDARA 

ternizado  en  cierto  modo  con  las  creencias  y 
dogmatismos  vulgares,  se  ha  desvirtuado  la 
finalidad  de  la  Metafísica  durante  mucho  tiem- 
po. "Antes  de  que  'la  bautizaran,  la  Metafísica 
existía  como  disciplina  independiente  de  las 
creencias  vulgares ;  era  un  esfuerzo  encamina- 
do a  substituir  las  absurdas  explicaciones  so- 
brenaturales por  legítimas  hipótesis  raciona- 
les". En  la  actualidad,  se  hace,  por  lo  mismo, 
difícil  fijar  sus  límites,  porque  las  vaguedades 
de  discusión  y  lo  impreciso  y  nada  sistemático 
de  sus  conocimientos,  son  verdaderas  arenas 
movedizas,  sobre  las  cuales  apenas  se  puede  ca- 
minar. 


*  * 


Sin  embargo,  esta  misma  indecisión  parece 
que  ha  obligado  a  los  amantes  de  la  especula- 
ción filosófica  a  no  limitarse  a  los  tres  grandes 
problemas  de  la  metafísica  clásica:  Dios,  la  in- 
mortalidad del  alma  y  la  libertad,  porque  éstos, 
a  pesar  de  tener  probabilidades  para  existir,  no 
están  perfectamente  planteados,  3'  sobre  todo, 
porque  ellos  derivan  de  concepciones  apriorís- 
ticas,  sin  ninguna  autoridad,  por  lo  tanto,  en 
el  orden  científico;  son,  según  la  frase  de  In- 
genieros, los  problemas  residuales  de  la  esco- 
lástica medioeval. 

Y  como,  tácitamente,  parte  de  los  filósofos,  y 
ampliamente  otros,  lo  reconocen,  el  problema 
de  Dios  tiende  a  relegarse  a  la  creencia  reli- 
giosa. De  ahí  aue  se  quiere — p.  e.  Boutroux 
— una  absoluta  separación  entre  la  Ciencia  y  la 
Religión.    Es  natural  que   a  la  Teología   se   re- 


JOSÉ    INGENIEROS  67 

serve  el  encarar  ese  problema  que  carece  de 
prolegómenos   científicos. 

Igual  tendencia  se  observa  respecto  a  la  in- 
mortaidad  del  alma,  pues  no  en  vano  los  pro- 
gresos de  la  ciencia  biológica  y,  por  lo  tanto, 
de  'la  psicología,  estudiando  la  arquitectónica 
mental  del  individuo,  se  han  .desembarazado  de 
toda  clase  de  dogmas  religiosos.  No  pudien- 
do  ya  ser  una  hipótesis  metafísica  legitimable, 
queda  como  creencia  mística.  "Los  que  llaman 
Funciones  a  las  Funciones  y  Organismos  a  los 
Organismos,  ya  no  saben  a  que  aplicar  la  pala- 
bra Alma.  Una  copiosa  escuela  psicológica  ha 
inventado  la  noción  del  paralelismo  psico-físi- 
co,  invención  equívoca  que  permite  a  algunos 
hablar  del  paralelismo  entre  los  Organismos  y 
las  Funciones  dejando  que  otros  lo  entiendan 
como  paralelismo  entre  el  cuerpo  y  el  alma  o  la 
Materia  y  ei  Espíritu.  Es  indudable  que  esta 
hipocresía  ¡de  los  psicológicos  ha  sido  útil  en 
cierto  momento  como  forma  de  transición  en- 
tre la  psicología  animista  del  pasado  y  la  psi- 
cología biológica   del   porvenir. 

"El  problema  del  origen  de  la  vida  tiende,  en 
la  actualidad,  a  explicarse  mediante  hipótesis 
de  físico-química,  consideradas  como  las  menos 
ilegítimas.  El  problema  de  la  morfogenia  se 
considera  puramente  experiencial  y  no  se  dis- 
cute ya  la  variabilidad  de  las  especies,  sino  las 
condiciones  actuales  de  su  variabilidad.  El  pro- 
blema clásico  de  la  conciencia  o  de  la  distin- 
ción entre. el  yo  y  el  *,w-yo,  se  plantea  como  el 
de  la  formación  de  la  personalidad  consciente 
individual,  por  la  acción  combinada  de  la  he- 
rencia y  la  educación.  Ece  problema  contiene 
el  de  la    formación  natural   del   conocimiento  y 


68  JULIO   ENDABA 

todos  los  que  se  refieren  a  las  condiciones  de 
la   experiencia",   (i). 

Asimismo,  por  carecer  de  fundamentos  legí- 
timos, el  problema  del  libre  albedrío,  ligado  a 
la  aceptación  de  las  causas  primeras,  desapare- 
ce también  con  rapidez  del  campo  de  la  meta- 
física. Y  como  es  cierto  que  quienes  aún  dis- 
cuten los  tres  problemas  citados,  no  lo  hacen 
sin  un  evidente  pudor,  en  día  no  lejano  acaba- 
rán los  verdaderos  filósofos  por  reconocer  la 
esterilidad  de  semejantes  ¡problemas,  desde  el 
punto  de  vista  de  la  metafísica  legítima. 

Esto  no  quiere  decir  que  no  se  los  pueda  re- 
cordar sin  provecho.  Muy  al  contrario.  Inge- 
nieros hace  bien  con  interrogar:  ¿Cuál  era  el 
contenido  de  los  problemas  clásicos?  La  res- 
puesta será  el  índice  que  indique  la  curva  pro- 
gresiva que  han  seguido  desde  sus  orígenes, 
determinada   por  el  imperativo   científico. 

Hay  que  señalar,  para  ello,  los  problemas  "le- 
gítimos" que  estaban  contenidos  en  cada  uno 
de  los  "ilegítimos". 

En  el  de  Dios:  problemas  que  exceden  de  las 
ciencias  físico-matemáticas. 

En  el  de  la  inmortalidad  del  Alma:  proble- 
mas que  exceden  de  las  ciencias  biológicas  y 
psicológicas. 


(1)  Se  puede  decir  que  la  evolución  de  la  psicología, 
desde  que  tomó  carácter  científico  y  experiencial,  consta 
de  dos  períodos.  El  primero :  didáctico  y  esencialmente 
analítico,  por  lo  cual  nació  el  paralelismo  psico-físico,  in- 
terpretado con  mucha  insuficiencia ;  y  el  segundo :  bio- 
lógico, que  considera  la  función  y  el  órgano  en  conjunto, 
habiendo  destruido  el  paralelismo  antiguo  ya,  y  sus 
equívocos,  y  tomado,  en  cambio,  un  carácter  de  incesante 
ampliación  (es  decir  perfeccionamiento  en  todo  sentido) 
y  de  ninguna  manera  el  de  progresión  rectilínea,  que  ca- 
racteriza al  primer  período. 


JOSÉ    INGENIEROS  69 

En  el  de  la  libertad:  problemas  que  exceden 
de  las  ciencias  físico-naturales  y  de  la  psico- 
logía. 

* 
*  * 

Todos  son  problemas  que  no  se  pueden  de- 
mostrar por  la  experiencia.  Para  su  clara  dis- 
tinción, Ingenieros  propone  denominar:  pro- 
blemas cosmológicos,  biológicos  y  psicológicos, 
a  los  científicos,  y  metacósmicos,  metabiósicos 
y  metapsíquicos  a  los  que  excedan  de  la  expe- 
riencia, y  corresponden,  por  lo  tanto,  a  la  Me- 
tafísica. 

Los  metacósmicos:  abarcan  la  totalidad  de  lo 
real  y  exceden  a  las  ciencias  fisicomatemáticas. 
Son  más  amplios  que  en  la  antigüedad  porque 
se  refieren  a  la  substancia,  cuantitativa  y  cuali- 
tativamente, y  a  la  naturaleza  en  todos  sus  as- 
pectos experienciales. 

Los  metabiósicos:  "carecen  de  universali- 
dad" porque  se  relacionan  con  lo  que  se  cono- 
ce de  los  fenómenos  vitales  y  son:  origen  de 
la  vida  sobre  nuestro  planeta,  posibilidad  de 
ella  en  otros  puntos  del  universo,  constitución 
específica  de  la  materialidad  viva,  finalidad  de 
la  vida. 

Los  metapsíquicos  se  refieren  a  lo  "inexpe- 
riencial  en  ciertos  seres  en  quienes  conocemos 
los  fenómenos  llamados  psicológicos".  Exce- 
den, pues,  a  la  psicología  y  comprenden  por  lo 
tanto:  problemas  metalógicos,  metamorales  y 
metaestéticos. 

Para  que    todos   estos    problemas   sean    plan- 


70  JULIO    EXDAEA 

teados  legítimamente,  es  necesario  conocer  bien 
los   resultados    de   la  experiencia,    no  ,para   que 
"la    experiencia   dictamine    sobre   la   verdad    de 
lo    que    se    refiere    a    lo    inexperiencial ;    pero 
ella  permite   establecer   la   ilegitimidad   de  cier- 
res problemas".    "La   variación  de   los   resulta- 
dos  de    la   experiencia  modifica   la  legitimidad 
de   los  problemas   inexperienciales  y  la  legitimi- 
dad de  las  hipótesis  que  pretendan  explicarlos". 
Para  esta  manera  de  encarar  los  fundamentos  de 
la  nueva  metafísica.  Ingenieros  toma  como  ejem- 
plo el  problema  del  conocimiento.  Es  sabido  que 
Berkeley  y  su  escuela   creen  que  el   mundo  fe- 
nomenal, que  cae   bajo  la  experiencia,  es   mera 
apariencia  y  que  el  mundo  noumenal   es  el  sólo 
verdadero,  porque  considera  las  cosas  en  sí,  ac- 
cesibles  a  las   ideas    puras.     Semejante  afirma- 
ción   no  toma    en    cuenta    un    resultado    expe- 
riencia!:   antes   de   existir  el   hombre   en  la  su- 
perficie de  la  tierra,  el  mundo  fenomenal  pudo 
ser    conocido,    como    apariencia,     por    animales 
rute   lo   habitaran.     Admitida    la    posibilidad   de 
este  dato  experiencia!,    el  problema  clásico    de- 
bería variar   y  extenderse    al    conocimiento     de 
todos   los    animales.    Entonces   serían   legítimas 
estas  preguntas:  ¿lo  fenomenal,  antes  de  que  el 
hombre   existiese    y  lo    pensara,    era    ya    mera 
apariencia?  ¿El  sol  y  las  rocas   arcaicas  fueron 
apariencia  para  otros  seres,  antes  de  serlo  para 
el  hombre?   Y,  en   la  inevitable  afirmativa. 

'  ería  extender  al  "espíritu"  de  todos  los  ani- 
males la  facultad  de  crear  la  única  realidad 
mirada  hasta  hoy  como  un  privilegio  del  "es- 
píritu" del  hombre?...  Por  este  razonamiento 
ingenieros  demuestra  que  "la  forma  del  pro- 
blema  clásico    (del    conocimiento)    es   ilegítima 


JOSÉ    INGENIEROS  71 

en  cuanto  limita  a  la  experiencia  y  a  la  razón 
del  hombre  ciertos  atributos  que  en  diverso 
grado  son  comunes  a  todos  los  animales  capa- 
ces  de  percepción  y   razonamiento". 

Si  de  igual  manera  se  aplican  los  nuevos  da- 
tos de  la  experiencia  a  los  problemas  de  la  me- 
tafísica clásica,  sin  reformar  su  planteamiento, 
es  decir,  sin  deespoj arlos  de  sus  envoltorios 
ilegítimos,  todos  presentarán  un  aspecto  lamen- 
table, y  por  lo  tanto  incompatible  con  la  digni- 
dad filosófica.  De  donde  se  deduce  la  rigu- 
rosa necesidad  ¡de  ipiantear  los  razonamientos 
metafísicos  de  conformidad  con  el  adelanto 
científico,  para  que  tomen  carácter  legítimo. 
De  otro  modo,  se  corre  riesgo  de  quedarse  en 
el   terreno  de  la  paleo-metafísica. 

De  ahí  que  nos  ,parezca  perfecta  la  solución 
de  Ingenieros  relativa  al  citado  problema : 
"¿La  representación  de  lo  que  impresiona  ac- 
tualmente nuestros  sentidos,  corresponde  a  la 
realidad?  ¿En  qué  medida?  ¿Que  se  opone  a 
una  progresiva  correspondencia  entre  nuestras 
percepciones  y  la  realidad?"  Tales  son  las  pre- 
guntas legítimas  de  la  metafísica,  exenta  de 
esas  abstracciones  que.  antes  que  facilitar  el 
camino,  lo  interceptan   a  cada  paso. 

PROPOSICIÓN  SEXTA 

Metodología  de  ¡a  Metafísica. — -"Donde  no 
lleguen  las  hipótesis  experienciales  de  las  cien- 
cias, empezarán  las  hipótesis  que  la  metafísica 
prolonga  en  lo  inexperiencia!.  Las  hipótesis 
científicas  subordinan  su  'legitimidad  a  la  posi- 
ble demostración  de  la  experiencia;  las  hipóte- 
sis   metafísicas,  aspiran  a  una  legitimidad  lógi- 


72  JULIO    EIÑDARA 

ca,  y  se  presumen  indemostrables  por  la  expe- 
riencia. La  legitimidad  de  las  hipótesis  inexpe- 
rienciales  llegará  a  determinarse  mediante 
normas  que  constituirán  la  Metodología  de  la 
Metafísica,  como  una  verdadera  lógica  del  sa- 
ber hipotético    inexperiencial". 

No  sería  extraño  que  este  término,  Metodo- 
logía de  la  Metafísica,  sorprendiera  a  muchos. 
¿Cómo,  se  dirán,  es  posible  considerar  las  pau- 
tas que  presupone  un  método,  en  asuntos  in- 
experienciales.  Los  que  tal  duda  alimenten, 
acaso  por  ligereza  no  toman  en  cuenta  el  valor 
lógico  de  los  métodos  y  los  conciben  inaltera- 
bles y  fijos,  aunque  en  realidad  son  movibles  y 
cambiantes.  Y  por  lo  mismo  que  la  legítima 
metafísica  debe  apoyarse  en  los  resultados  cien- 
tíficos, para  tomar  vuelo  hacia  lo  inexperien- 
cial, hace  falta  conocer  las  vías  falsas  y  verda- 
deras para  dicha  finalidad,  y  evitar  así  posi- 
bles y  lamentables  errores.  Recordando  lo  di- 
cho más  arriba  acerca  de  la  variabilidad  de  las 
hipótesis  metafísicas,  carácter  concorde  con  el 
movimiento  científico  progresivo,  se  puede  con- 
cebir que  los  métodos  metafísicos  deben  guar- 
dar perfecta  armonía  con  esa  variabilidad  de 
las  hipótesis  incxperienciales.  Por  otra  parte, 
vistos  los  continuos  fracasos  de  la  metafísica 
dogmática,  los  filósofos  del  porvenir  recelarán 
construir  sus  edificios  ideológicos  sobre  bases 
endebles;  por  lo  cual,  para  evitar  gastos  inúti- 
les de  energía  y  de  tiempo,  buscarán  funda- 
mentos sólidos,  y  que  ofrezcan,  por  lo  mismo, 
garantías  evidentes. 

Esta  tendencia  a  recurrir  al  auxilio  de  las 
ciencias  para  la  construcción  de  hipótesis  in- 
experienciales,  se  nota  en  casi  todos  los  filoso- 


JOSÉ    INGENIEROS  73 

fes  actuales.  Cierto  que  gran  número  de  ellos 
tergiversan  y  adulteran  la  interpretación  cien- 
tífica gracias  a  una  oculta  y  malévola  intención, 
unas  veces,  y  a  un  reverberante  entusiasmo', 
otras.  Pero  el  hecho  es  que  se  reconoce  am- 
pliamente la  imposibilidad  de  especular  en  fi- 
losofía sin  el  auxilio  de  esos  mismos  resultados 
de  la  investigación;  tan  combatida  por  muchos. 
"Conviene^  señalar,  dice  Ingenieros,  que  los  ad- 
versarios ~de  los  métodos  científicos  los  usan 
cuando  pueden,  aunque  dicen  lo  contrario 
cuando  polemizan;  repiten,  asimismo,  todos  los 
conocimientos  experienciales  que  no  pueden 
negar,  aunque  pervirtiéndolos  con  algunas  adi- 
ciones de  hipótesis  ilegítimas  que  aún  defienden. 
En  esto  de  aprovechar  al  adversario,  obran  co- 
mo esos  locos  que  se  suponen  perseguidos  por 
ios  médicos  del  asilo,  pero  de  vez  en  cuando 
les  piden  cigarrillos".  Por  lo  tanto,  pues,  la 
fórmula  ele  la  Metafísica  del  porvenir,  según 
Ingenieros,  ha  invertido  el  significado  de  la  an- 
tigua: en  vez  de  estudiar  los  "primeros  princi- 
pios de  todas  las  cosas",  procurará  sistematizar 
las  últimas  aproximaciones  hipotéticas  a  la  ex- 
plicación de  los  problemas  inexperienciales ;  es 
decir,  que  en  vez  de  partir  de  principios  aprio- 
rísticosj  revelados,  eminentemente  dogmáticos, 
tomará  impulso  y  seguirá  una  trayectoria  deter- 
minada, en  gran  parte,  por  la  ciencia,  por  no 
decir  en  su  totalidad. 


*  * 

Al  estudiar  el  proceso    histórico  de  la  meta- 
física, se  nota  que  por  mucho  tiempo  ha  usado 


74  JULIO   EXDABA 

métodos  legítimos  o  ilegítimos,  por  Jo  cual  se 
hace  indispensable  conocer  el  valor  de  cada 
uno. 

Son  métodos  ilegítimos,  según  Ingenieros: 
Los  místicos:  quieren  resolver  los  problemas 
inexperienciales  mediante  revelaciones,  adivi- 
naciones o  intuiciones,  como  recientemente  se 
las  llama;  son  todos,  ajenos  a  la  experiencia. 
"Las  diversas  corrientes  intuicionistas,  neoidea- 
listas  y  neoespiritualistas  muestran  una  con- 
fianza muy  limitada  en  el  valor  de  tales  méto- 
dos; aunque  se  indinan  a  afirmarlos  teórica- 
mente, prefieren  en  la  práctica  los  racionales  y 
con   frecuencia  usan   los  experienciales". 

Los  dialécticos:  se  fundan  en  la  sutileza  y 
complicaciones  del  razonamiento.  A  estos  perte- 
nece el  "humanismo",  ahora  en  plena  crisis,  (i). 
El  objeto  de  todos  estos  no  es  propiamente  la 
investigación  de  la  verdad,  sino  la  arquitectónica 
del  lenguaje,  lo  cual  equivale  a  una  carrera  de 
obstáculos,  interesante  sólo  por^sus  peripecias. 
Conociendo,  pues,  la  esencia  de  los  métodos 
anteriores,  no  es  difícil  comprender  su  ilegiti- 
midad, por  lo  mismo  que  sólo  sirven  para  per- 
petuar la   paleo-metafísica. 

Sen  métodos  legítimos,  según  Ingenieros: 
La  duda  metódica  acerca  de  los  resultados 
de  la  experiencia  (observación  y  experimenta- 
ción) ;  la  construcción  de  hipótesis  para  expli- 
car los  resultados  de  los  anteriores  y  "condi- 
cionar su  contraprueba";  crítica  lógica  de  ellas 
para  resolver  sobre  su  legitimidad,  según  los 
resultados  de  ía   experiencia. 


(1)     Véase    el    hondo    estudio    de    Ramiro    de    Maeztu : 
'La  Crisis  del   Humanismo." 


JOSÉ    IXGEXIEEOS  75 


* 


Ahora  bien,  la  diferencia  entre  las  hipótesis 
metafísicas  y  las  científicas,  residiría  en  el  ca- 
rácter inexperiencial  que  tienen  las  primeras. 
"Las  hipótesis  científicas  subordinan  su  legiti- 
midad a  la  demostración  experiencial"  y  "las 
metafísicas  sólo  aspiran  a  ser  lógicamente  le- 
gítimas ;  sin  que  se  considere  posible  su  de- 
mostración experiencial". 

Este  carácter,  esencial  y  distintivo  de  cada 
grupo,  debe  tenerse  muy  presente,  para  no  in- 
currir en  el  común  error  de  criticar  las  unas 
porque  no  tienen  ni  consiguen  las  finalidades 
de  las  otras.  Gran  parte,  en  mi  concepto,  de  las 
discusiones  de  cuantos  han  hablado  y  escrito 
como  filósofos  o  pretendientes  a  ese  título,  han 
girado  alrededor  de  una  tergiversación  de  am- 
bos términos.  Se  ha  lanzado,  por  ejemplo,  con- 
tra la  ciencia,  'la  acusación  de  no  resolver  el 
origen  de  la  vida  y  otros  problemas  semejan- 
tes, de  lo  cual  creen  poder  deducir  su  inutilidad. 
Quieren  que  determine  antes  las  interrogantes 
metafísicas  o  teológicas,  que  son  extrañas  a  su 
finalidad.  Igual  observación  se  puede  aplicar 
a  otras  disciplinas.  Y  esta  pretendida  acusa- 
ción, que  Otrora  se  explotó  para  proclamar  la 
bancarrota  de  la  ciencia,  no  es  sino  el  fruto  de 
una  confusión  de  términos  y  un  olvido  de  lími- 
tes. Pretender  que  la  ciencia  resuelva  los  pro- 
blemas metafísicos  equivale  a  preguntar  a  un 
médico  sobre  el  procedimiento  mejor  para  la 
construcción  de  puentes... 

"Las   ciencias    formulan    hipótesis    experien- 


76  JULIO    ENDARA 

cíales;  la  metafísica  formula  hipótesis  inexpe- 
rienciales".  Por  eso,  la  diferencia  entre  la  ló- 
gica científica  y  la  lógica  metafísica  no  consis- 
te en  sus  métodos  sino  en  su  finalidad;  la  pri- 
mera se  propone  ser  un  arte  de  probar,  objeto 
que  la  segunda  no  puede  proponerse,  limitán- 
dose a  ser  un  arte  de  legitimar".  Como  una  con- 
secuencia de  lo  anterior,  Ingenieros  llama  ló- 
gicas a  las  hipótesis  científicas  y  metalógicas  a 
las  metafísicas;  cree  que  los  problemas  expe- 
rienciales  son  accesibles  mediante  hipótesis 
científicas  y  los  inexperienciales  mediante  hi- 
pcrhipótesis  metafísicas. 

Relacionando  estos  términos,  y  teniendo  en 
cuenta  que  la  premisa  de  la  metafísica  es  la 
ciencia,  o  mejor,  que  sin  conocer  los  datos  de 
la  experiencia,  no  se  puede  construir  una  me- 
tafísica legítima,  Ingenieros  define  así  la  del 
porvenir:  "la  metafísica  del  porvenir  será  un 
sistema  de  hiperhipótesis  que  partan  de  lo  ló- 
gico cxperiencial  para  explicar  lo  mctalógico 
inexpericncial". 

Una  vez  que  se  aceptara  esta  manera  de  con- 
cebir la  metafísica,  es  claro  que  las  condicio- 
nes para  que  una  hipótesis  metafísica  sea  legí- 
tima serían  las   siguientes: 

— Una    suma   de   conocimientos    analíticos. 

— La  concordancia  con  los  resultados  consi- 
derados como  menos  inseguros  en  el .  dominio 
experiencial   excedido  por  esa  hipótesis. 

— "Es  provisoria,  por  cuanto  'la  variación  de 
sus  premisas  experienciales  puede  determinar 
el  desplazamiento  del  problema  y  sus  explica- 
ciones ilegítimas". 

— "Su  no  contradicción  con   otras  igualmen- 


JOSÉ    INGENIEROS  77 

te   legítimas    en    otros   dominios   inexperiencia- 
Íes". 

Ingenieros  concluye,  con  mucha  razón,  que 
el  razonamiento  metafísico  condicionado  por 
premisas  experienciales  relativas  e  imperfectas, 
tiene  que  ser  también  relativo  e  imperfecto.  No 
es  posible  aplicar  a  él  criterios  fundados  en  las 
matemáticas,  pues  la  lógica  matemática  sólo  re- 
suelve problemas  que  se  presumen  experien- 
ciales. Con  todo,  cree  que  acaso  en  el  porve- 
nir se  pueda  introducir  en  la  lógica  de  lo  inex- 
periencial  algunas  normas  similares  a  las  que 
se  aplican  en    el  cálculo   de  probabilidades. 

Aun  en  este  caso,  por  pequeño  que  parezca 
el  ideal  de  matematización  metafísica,  creemos 
nosotros  que  ello  será  siempre  una  ilusión,  y 
tal  vez,  lo  que  es  peor,  una  falacia.  La  ondu- 
lación de  'las  hipótesis  metafísicas  nada  tendrá 
de  regular,  como  nunca  lo  ha  tenido,  porque  la 
confusión  de  los  términos  y  de  los  límites,  de  lo 
cual  no  se  podría  prescindir  en  la  metafísica 
más  perfecta,  interceptará,  seguramente,  esas 
ondas,  que  tienden  a  la  regularidad,  y  les  dará, 
en  cambio,  un  aspecto  inesperado  e  incompati- 
ble ni  aún  con  el  cálculo  de  probabilidades. 
Acaso  no  sea  así;  pero  la  historia  de  las  hipó- 
tesis metafísicas  y  las  condiciones  de  la  razón 
humana  lo  hacen  temer. 

PROPOSICIÓN   SÉPTIMA 

La  Metafísica  del  Porvenir. — "La  metafísica 
tiene  por  objeto  formular  hipótesis  legítimas 
sobre  los  problemas  inexperenciales ;  las  hipó- 
tesis convergentes  a  una  explicación  armónica 
de   lo  experimental,  constituyen  un  sistema  me- 


78  JULIO   ENDAEA 

ta físico.  La  Metafísica  del  Porvenir  estará  en 
formación  continua  y  presentará  algunos  carac- 
teres necesarios :  la"  universalidad,  la  perfecti- 
bilidad, el  antidogmatismo  y  la  impersonalidad. 
vSerá  una  superación  de  todas  las  formas  de  la 
experiencia,  pues  todas  lindan  con  problemas  in- 
experienciales". 

Este  es  un  capítulo  de  evidente  interés.  In- 
genieros asegura  a  la  metafísica  del' porvenir 
los  caracteres  citados  a  continuación,  pero  no 
dice  si  en  la  antigua  y  en  la  presente  se  obser- 
van ya,  aunque  sea  en  embrión,  algunos  de 
ellos,  como   creemos. 

i.°  Como  la  metafísica  supera  todas  las  for- 
mas de  la  experiencia,  cada  día  multiplicadas, 
es  claro  que  le  tocará  elaborar  las  hipótesis  in- 
experienciales  sobre  un  campo  muy  vasto.  Por 
eso,  su  primer  carácter  será  la  universalidad. 
Ingenieros  cree  que  dicha  universalidad  irá 
creciendo  por  el  aumento  del  campo  experien- 
cia!; nosotros  creemos  que  tendrá  que  ver  en 
ello  también  la  reducción  sorprendente  a  que 
están  sometidos  y  lo  seguirán  así,  los  antiguos 
problemas,  considerados  antes  como  ilimitados. 
Muchos  van  camino  de  desaparecer.  Fácil,  es, 
por  eso,  suponer  que  gran  parte  del  espacio  an- 
tes ocupado  por  ellos,  contribuirá  a  aumentar 
ese  carácter  de   ''universalidad". 

2.0  "Otro  carácter  será  la  perfectibilidad  ili- 
mitada de  las  hipótesis  metafísicas  y  la  sustitu- 
ción de  los  sistemas  cerrados,  por  un  sistema 
abierto,  en  formación  continua".  Este  razona- 
miento se  afirma,  como  es  natural,  en  la  des- 
aparición de  las  viejas  verdades  fijas,  definiti- 
vas y  perfectas,  propias  de  una  época  dogmá- 
tica.    Por   lo   mismo  que  no  es  posible  desligar 


JOSÉ    INGENIEROS  79 

las  hipótesis  metafísicas  de  las  científicas,  en 
constante  movimiento,  la  perfectibilidad  de  las 
primeras  es  el  inmediato  resultado  de  esa  liga- 
dura. De  aquí  que  en  el  porvenir  deberán  con- 
cebirse como  ''aproximaciones  perfectibles". 
Sólo  que  este  carácter  que  Ingenieros  asigna  a  la 
metafísica  del  porvenir,  lo  encontramos  en  la 
presente  y  aún  en  lo  pasado,  porque  obedece  a 
procesos  psicológicos  constantes.  La  crisis  de  la 
metafísica  en  el  siglo  XIX  es  ya  una  prueba  de 
la  perfectibilidad  de  una  disciplina  filosófica, 
que,  aunque  en  teoría  no  se  la  ha  aceptado,  ha 
sido  una  realidad,  y  realidad  palpitante.  ¿Acaso 
no  podemos  concebir  ya  los  gérmenes  de  esta 
perfectibilidad  en  la  metafísica  pasada,  la  que 
no  se  la  puede  considerar  aislada,  sino  como 
término  evolutivo  que  se  relaciona  con  la  futu- 
ra? No  se  ha  constatado  hasta  hoy,  con  crisis 
y  todo,  una  verdadera  solución  de  continuidad 
en  la  metafísica ;  sus  altos  y  bajos  sólo  son  acci- 
dentes. Y  el  hecho  de  que  los  pseudometafí- 
sicos  de  la  actualidad,  encubiertos  bajo  sus 
alardes  de  enemistad,  utilicen  los  mismos  dates 
de  la  ciencia,  afirma  que  es  real  la  mentada 
perfectibilidad  metafísica. 

3.0  "Un  carácter  lógicamente  derivado  del  an- 
terior será  el  antidogmatismo  (i)  en  el  sentido 
histórico  de  la  palabra  dogma :  verdad  reputada 


(1)  "La  oposición  de  "escepticismo  y  dogmatismo"  en 
cuanto  al  problema  especial  del  valor  del  conocimiento, 
e3  otra  cuestión ;  ambas  posiciones  me  parecen  lógica- 
mente justificables.  Es  de  avertir  que  si  se  hablara 
un  lenguaje  preciso  llegaría  a  convenirse  en  que  todos 
los  filósofos  de  todas  las  escuelas  deberían  ser  "escép- 
ticos  en  metafísica,  por  la  naturaleza  misma  de  las 
hipótesis  inexperenciales.'' — Xota  de  Ingenieros. — "Pro- 
posiciones",  pág.    96. 


80  JULIO   ENDAEA 

absoluta  e  infalible  que  excluye  toda  posibili- 
dad de   rectificación". 

La  inmediata  manifestación  de  este  antidog- 
matismo será  la  tolerancia  de  los  filósofos,  que 
dejarán  de  considerarse  como  los  vehículos  de 
las  revelaciones  y,  en  cambio,  aprenderán  a  dis- 
ciplinar, en  cierto  sentido,  su  imaginación  crea- 
dora, consultando  los  datos  experienciales.  Ha- 
brá un  divorcio  completo  entre  el  desinterés 
filosófico  y  la  mediocridad  ambiente,  que  anhela 
ier  creencias  vulgares,  restos  de  ia  testa- 
mentaría de  épocas  pasadas ;  "es  creíble  que  en 
el  porvenir  disminuya  el  número  de  hipótesis 
ilegítimas  impuestas  por  principio  de  autoridad 
y  con  ello  decrecerá  la  posibilidad  de  incurrir 
en    nuevos  dogmatismos". 

4.?  Por  cuanto,  perdido  el  dogmatismo,  gana- 
rán en  modestia  las  hipótesis  inexperienciales, 
los  filósofos  que  se  ocupen  de  ellas  darán  prefe- 
lencia  a  los  resultados  lógicos  y  justos  sobre 
cualquier  interés  personal.  Se  perderá  también 
entonces  la  individualidad  antigua  y  será  un 
carácter  indispensable  de  la  metafísica  del  por- 
venir la  impersonalidad.  Lo  individual  será  la 
crítica  y  la  variación  de  una  o  más  hipótesis, 
aunque  los  hombres  de  mayor  ingenio  y  saber, 
sean  lo  que  de  tiempo  en  tiempo  den  un  empu- 
jón más  vigoroso  al  conjunto. 

Como  bien  dice  Ingenieros,  los  metafísicos 
ro  usurparán  entonces  el  dominio  propio  de  los 
poetas.  Y,  creemos  nosotros,  será  necesaria  la 
vocación,  más  que  en  cualquiera  otra  discipli- 
na mental.  Renunciando  a  sobrepujar  con  la 
propia  personalidad,  los  filósofos  del  porvenir, 
snte  la  solidez  de  una  posible  verdad,  inmola- 
rán seguramente  las  vanidades  de  originalidad, 


JOSÉ    IXGENIEBOS  81 

que    tantos    y    tan    estériles    conflictos    pro- 
vocan. 

PROPOSICIÓN  OCTAVA 

El  lenguaje  filosófico.— "Para  plantear  con 
exactitud  los  problemas  metafísicos,  es  indis- 
pensable una  renovación  total  del  lenguaje  filo- 
sófico. La  exactitud  de  todo  proceso  lógico  está 
condicionada  por  la  exactitud  de  los  térmi- 
nos; con  términos  imperfectos  no  podrá  elabo- 
rarse una  lógica  perfecta;  de  las  relaciones 
perfectas  entre  términos  imperfectos,  no  pue- 
den inferirse  conclusiones  perfectas". 

No  es  una  novedad  ni  un  misterio  para  na- 
die que  alguna  vez  se  haya  ocupado  de  cuestio- 
nes filosóficas,  lio  defectuoso  del  léxico  usado. 
Acaso  una  de  las  grandes  dificultades  para  el 
estudioso  reside  en  él  y  acaso  también,  a  su  po- 
limorfismo infinito  se  debe,  en  gran  parte,  que 
el  estudio  de  Filosofía  tenga  ese  prestigio  de 
obscuridad,  tan  temible  para  muchos.  De  ahí 
que  no  sorprendan  las  palabras  severas  y  áspe- 
ras de  Ingenieros  cuando  impugna  el  galima- 
tías filosófico.  Es  cierto  que  sobre  todo  en  la 
época  actual,  ha  llegado  a  extremarse  sobrema- 
nera la  exageración  lexicográfica;  quien  guste 
de  un  estudio  serio  necesita  primero  estudiar  la 
probable  significación  de  los  términos.  Y  'digo 
probable,  porque  cada  autor  los  interpreta  a  su 
modo,  hasta  hacer  incomprensibles  o  por  lo  me- 
nos difíciles  las  diferencias  y  analogías  existen- 
tes entre  varios  autores.  Las  dificultades  se 
acentúan  más  cuando  se  encuentra  que  un  solo 
filósofo  da  diez  y  veinte  interpretaciones  a  un 
término,  lo  cual  no  es  raro. 


82  JULIO    EXDABA 

Hace  falta.,  pues,  una  renovación  del  léxico- 
filosófico.  ¿Cómo  puede  llevarse  a  cabo  seme- 
jante trabajo?  Ante  problema  tan  complejo, 
toda  predicción  resultaria  aventurada.  Las  fuer- 
zas tradicionales  y  los  intereses  particulares  sur- 
gen inmediatamente  que  se  propone  un  remedio. 
La  posibilidad  más  aceptable,  para  Ingenieros, 
es  la  siguiente :  una  escuela,  capaz  de  realizar  una 
renovación  total  de  la  filosofía,  que  consiga  im- 
poner a  sus  sucesores  un  nuevo  vocabulario  fi- 
losófico, en  que  cada  término  sólo  tenga  una 
acepción  precisa  y  en  que  se  excluyan  todas  las 
acepciones  figuradas. 

Con  todo  de  ser  ingeniosa,  la  solución  no  nos 
parece  muy  viable,  porque  quien  dice  escuela 
dice  apasionamiento,  y  por  ese  camino,  jamás 
se  ha  llegado  a  la  concordancia.  Las  escuelas, 
por  mesuradas  que  sean,  llevan  oculta'  la  inten- 
ción dogmática,  la  misma  que  en  el  momento 
de  la  discusión  ofusca  ideas  y  razonamientos,  y 
no  sólo  no  consigue  la  esperada  armonía,  sino 
que  ahonda  aún  más   las  diferencias   anteriores. 

La  solución  que  propone  Ingenieros  nos  pa- 
recería realizable  si  la  llamada  escuela  no 
combatiera  por  una  interpretación  sustantiva, 
de  esas  cuyo  anhelo  es  la  originalidad,  y,  en 
cambio,  tuviera  como  único  y  exclusivo  fin  la 
depuración  y  renovación  del  léxico  filosófico. 
Es  claro  que  tal  labor  no  sería  realizada  por 
una  escuela  doctrinaria  cuya  sola  denominación 
entraña  un  rumbo  fijo,  sino  más  bien  por  un 
grvfo  o  una  sociedad  comisionada  para  ello. 

"La  exactitud  de  todo  proceso  lógico  está 
condicionada  por  la  exactitud  de  los  términos. 
La  imperfección  del  lenguaje  científico,  y  la 
mayor  del  lenguaje  filosófico,  depende   de   que 


JOSÉ    INGENIEROS  83 

sus  términos  tienen  su  origen  en  las  experien- 
cias necesariamente  imprecisas  de  nuestros  sen- 
tidos imperfectos ;  con  términos  imperfectos  no 
ha  sido  posible  construir  una  lógica   perfecta". 

PROPOSICIÓN  NOVENA 

La  Arquitectónica. — "Desprendidas  de  la 
filosofía  diversas  ciencias  experienciaíes.  se 
continuará  en  el  porvenir  la  ya  iniciada  tras- 
mutación de  la  Arquitectónica,  hasta  constituir- 
se en  un  género  único,  la  metafísica,  destín 
elaborar  hipótesis  inexperienciales  acerca  de  lo 
que  excede  a  la  experiencia  de  todas  las  cien- 
cias. Un  sistema  armónico  que  intente  explicar 
lo  inexperiencial  en  función  de  lo  experiencia!, 
mediante  hipótesis  incesantemente  renovables 
fundadas  sobre  leves  perfectibles,  no  engendrará 
dos  géneros  de  verdades  discordantes  y  realiza- 
rá la  unidad  sintética  que  es  la  aspiración  de 
toda  metafísica  legítima". 

Ya  en  las  páginas  anteriores  sintetizamos  y 
comentamos  las  ideas  de  Ingenieros  respecto  a 
la  moderna  manera  de  considerar  muchas  dis- 
ciplinas antaño  filosóficas  y  hoy  netamente 
científicas.  La  idea  del  funcionalismo  biológi- 
co da  cada  una  de  ellas — psicología,  lógica,  mo- 
ral, estética — les  presta  bases  insustituibles  y  de 
firmeza  a  toda  prueba.  La  valentía  de  Ingenie- 
ros al  afirmar  su  independencia  de  la  Metafísi- 
ca, es  digna  de  tomarse  muy  en  cuenta.  Las 
tendencias  neo-metafísicas,  informadas  en  gran 
parte  por  la  ilusión  de  resucitar  antiguas  con- 
cepciones, tienen  un  carácter  muy  sugestivo; 
acusando  a  las  ciencias  de  incapacidad  para  sa- 
tisfacer todas  las  curiosidades  del  espíritu,  han 


S4  JULIO   EXDARA 

querido  volver  a  los  métodos  introspectivos,  y 
en  cierta  forma  revelados.  Ha  existido,  y  existe, 
la  esperanza  de  prescindir  de  Jos  resultados  cien- 
tíficos en  bien  de  una  feliz  armonía  mística.  Para 
sostenerla  se  han  renovado  los  más  sugestivos 
y  hábiles  sofismas;  se  han  ideado  razonamien- 
tos al  parecer  inatacables.  Sólo  que  ésta  es  una 
guerra  de  sombras  contra  muros  palpitantes  y 
fuertes.  La  ciencia  no  ha  tomado,  ni  puede 
tomar,  en  serio  esos  delirios,  por  alarmantes 
que  parezcan. 

Significa,  eso  sí,  una  valentía,  que  los  hom- 
bres de  ciencia,  en  sus  momentos  de  descanso 
o  de  recogimiento  íntimo,  no  hayan  prestado 
atención  a  tan  singulares  lamentaciones.  El  sen- 
tido analítico  que  arruina  los  cerebros  fuertes, 
ha  disecado  las  fingidas  emociones  de  las  nue- 
vas plañideras,  buenas  para  triunfar  en  épocas 
de  emotividad  primitiva.  El  estudio  metódico 
es  sordo  a  los  clamores  de  los  desesperados,  que, 
por  no  haberse  sujetado  al  ejercicio  de  alguna 
disciplina  con  bases  reales,  giran  en  el  vacío, 
presa  de  la  desesperación.  Mal  hacen  con  im- 
precar y  acusar  a  la  ciencia,  si  nunca  la  culti- 
varon en  serio  y  con  vocación,  o  si,  habiéndola 
conocido  muy  superficialmente,  quisieron  -en- 
contrar en  ella  soluciones  hechas  para  todo  en- 
sueño legítimo  o  no.  De  ahí  que  encontremos 
altamente  loable  la  posición  de  un  hombre  co- 
mo Ingenieros,  que  durante  toda  su  vida  ha  in- 
vestigado la  verdad,  con  método  y  paciencia,  le- 
grando, por  fin,  dar  consistencia  y  armoniosidad 
a  sus  opiniones. 

Algunos  las  tachan  de  exageradas.  Tal  vez 
tengan  razón.  Para  nosotros,  con  exageración 
y  todo,  tienen  un  valor  notable  porque   revelan 


JOSÉ    INGENIEROS  85 

la  honda  fe,  tan  indispensable  cuando  de  inves- 
tigaciones científicas  o  filosóficas  se  trata. 
Quien  recorra  sus  obras  no  dejará  de  sorpren- 
derse al  encontrar  una  relación  progresivamen- 
te en  acceso.  Ideas  que  en  las  primeras  apare- 
cen apenas  esbozadas,  tímida  o  velada-mente  tal 
vez,  toman  poco  a  -poco  carácter  y  saltan  luego 
con  relieve  notable.  Se  nota  preocupación  y 
persistente  cultivo  de  las  que  en  un  principio 
surgieron  como  dudas  y  hoy  las  admiramos  como 
convicciones.  |Es  la  afirmación  metódica,  o  me- 
jor, científica,  de  la  personalidad  del  maestro 
argentino, 

Y  en  lo  relativo  a  la  arquitectónica  de  la  me- 
tafísica, sus  opiniones  poseen  positivo  valor; 
pues,  en  medio  de  la  clamorosa  amenaza  de  un 
resurgimiento  de  la  vieja  metafísica  y  con  ello 
de  sus  preocupaciones,  Ingenieros,  con  toda  au- 
dacia, quiere  fijar  los  límites  de  la  metafísica 
posible.  Acaso  sus  conclusiones  no  puedan  rea- 
lizarse en  totalidad,  lo  que  es  muy  presumible, 
dada  la  ligereza  y  apresuramiento  del  humano 
pensar.  Pero,  por  lo  menos,  el  suyo  será  un  ad- 
mirable conato  de  seguridad  científica.  Por  el 
momento,  es  necesario  reconocer  en  él  una  per- 
sonalidad sin  vacilaciones,  tal  como  correspon- 
de a  quien  cultiva  la  investigación  de  la  verdad 
Muy  diferente  es  el  aspecto  de  otros,  cuyos 
entusiasmos  primerizos  se  tornan  al  cabo  de  poco 
tiempo,  en  tormentosos  fantasmas  o,  por  lo  me- 
nos, en  cargas  imposible  de  sobrellevar.  Esa  de- 
bilidad de  espíritu,  tan  perjudicial  y  tan  dañina 
para  algunos  cultores  de  la  ciencia,  que  acaban 
por  renegar  de  sus  opiniones,  es  lo  que  no  se 
halla  en   el  vigoroso    argentino. 

Por  eso,   nos  parece  perfecta    la  proposición 


86  JULIO    EXDABA 

con  que  concluye  su    obra   relativa  al  porvenir 
de  la  Filosofía. 

PROPOSICIÓN   DÉCIMA 

Los  Ideales  humanos. — "Los  ideales  huma- 
nos son  hipótesis  inexperienciales  condicionadas 
por  la  experiencia  y  varían  en  función  del  me- 
dio experiencial.  Su  valor  para  el  hombre  de- 
pende de  su  legitimidad.  Son  más  legítimos  ios 
que  concuerdan  con  el  devenir  de  la  experien- 
cia, anticipándose  hipotéticamente  a  lo  que  será 
realidad  experiencial  en    el    porvenir". 

Si  se  acepta  el  imperativo  del  medio  sobre  la 
formación  de  la  personalidad,  fuerza  es  aceptar 
también  que  los  ideales  humanos  están  condi- 
cionados y  toman  su  origen  en  la  experiencia. 
Las  ciencias,  por  lo  tanto,  no  tienen,  en  último 
término,  otra  razón  de  ser  que  el  perfecciona- 
miento de  esa  personalidad  en  bien  de  la  mejor 
adaptación  a  la  vida.  "Las  ciencias  psicológi- 
cas son  normativas  o  pragmáticas,  es  decir,  úti- 
les para  la  vida.  Mediante  la  experiencia  lógi- 
ca los  hombres  aspiran  a  establecer  preceptos 
que  nos  permitan  investigar  menos  insegura- 
mente la  verdad;  mediante  la  experiencia  mo- 
ral, preceptos  que  faciliten  la  práctica  del  bien ; 
mediante  la  experiencia  estética,  preceptos  que 
facilitan  la  comprensión  de  la  belleza".  Por  lo 
tanto,  el  carácter  distintivo  de  todas  ellas  será 
e!  de  una  indefinida  renovación,  siempre  con- 
corde, eso  sí,  con  los  datos  de  la  experiencia. 

El  Ideal  no  es  otra  cosa  que  una  hipótesis 
que  excede  del  campo  de  las  ciencias  psicológi- 
cas ;  y,  por  lo  tanto,  está  dentro  de  la  metafísica : 
es   un    hipotético   arquetipo   de  perfección,   abs- 


JOSÉ    INGENIEROS  87 

traído  de  ¡a  experiencia.  Son  las  síntesis  posi- 
bles de  perfección;  pero  de  una  perfección  ló- 
gica de  concebir;  porque  las  otras,  las  ficciones 
imaginativas  que  no  han  sido  elaboradas  por 
la  experiencia,  y  que  no  representan  una  per- 
fección posible  de  lo  real,  no  son  ideales,  sino 
quiméricas  ilusiones.  Por  eso  Ingenieros  da  un 
doble  origen  a  los  ideales : 

Eliminación  de  las  imperfecciones  particula- 
res, y  síntesis  de  las   perfecciones  generales. 

Como  consecuencia  de  lo  anterior,  a  estas  hi- 
pótesis metafísicas  se  las  puede  considerar  co- 
mo creencias  legitimas,  cuando  no  contradicen 
la  experiencia,  e  ilegitimas,  en  el  caso  contrario. 

Sus  condiciones  de  legitimidad,  pues,  son  las 
mismas  que  se  aplican  o  se  deben  aplicar  a  las 
demás  hipótesis  metafísicas. 

Ahora  bien,  "los  ideales — como  todas  las 
creencias, — no  son  universales.  Cada  individuo, 
grupo,  cíase,  nación,  raza,  tiene  una  experien- 
cia distinta  y  sobre  ella  elabora  hipótesis  de 
perfección    necesariamente  diversas". 

"Los  ideales  más  legítimos  sobreviven  en  la 
selección  natural  y  son  reconocidos  como  tales 
por  Ion  hombres  que  tienen  una  experiencia  ho- 
mogénea y  elaboran  sobre  ella  sus  creencias  co- 
munes". 

"De  ahí  nace  el  aspecto  étnico,  nacional,  etc., 
que  pueden  revestir  en  ciertos  momentos  los 
ideales  políticos,  sociológicos  y  éticos :  las  creen- 
cias se  inclinan  en  favor  de  ciertas  hipótesis 
que  se  consideran  más  adaptadas  al  porvenir  del 
grupo,  es  decir,  más  conformes  con  la  expe- 
riencia futura,  en  cuanto  ella  puede  inferirse  de 
la  presente". 

"Es    a    esto    que — por    extensión — suele    lia- 


SS  JULIO   ENDARA 

marse  filosofía  nacional :  se  trata  solamente  de 
los  ideales  colectivos,  en  su  aspecto  ético-polí- 
tico". 

Y  con  todo  de  nacer  con  carácter  particular, 
por  su  movilidad  incesante,  igual  que  las  ondas 
de  agua,  llegan  en  un  momento  los  ideales  a  to- 
mar el  carácter  de  universales.  Con  ello  no  ha- 
cen otra  cosa  que  desenvolver  sus  capacidades 
evolutivas,  que  son  su  esencia.  De  ahí  que  los 
ideales  humanos,  completamente  universales, 
estén   por  encima  de  los  demás. 

"Habría  evidente  inexactitud  en  creer  que 
pueden  concebirse  filosofías  nacionales  propia- 
mente dichas,  pues  los  problemas  y  las  hipóte- 
sis metafísicas  son  necesariamente  universales. 
Todo  induce  a  pensar  que,  en  la  humanidad  ci- 
vilizada, los  ideales  tienden  a  una  progresiva 
■universalidad" . 

"Por  eso,  más  altos  que  los  ideales  políticos 
de  grupo  o  nación,  están  los  ideales  éticos  co- 
munes a  los  hombres  más  cultos  de  todas  las 
naciones;  éstos  forman  ya  una  sociedad  sin 
fronteras,  presagiadora,  acaso,  de  la  fraterni- 
dad que,  como  un  ideal  lejano,  podemos  con- 
cebir para  la  humanidad  entera,  cuando  en 
ésta,  por  la  selección  de  lo  heterogéneo  regresi- 
vo y  la  educación  de  lo  homogéneo  progresivo, 
llegue  a  constituirse  un  residuo  de  homogéneo 
nivel  mental". 

Sólo  que,  para  llegar  a  ese  fin,  hay  que  di- 
ferenciar y  luego  eliminar  del  campo  -de  los 
Ideales,  las  "quiméricas  ilusiones"  señaladas 
por  Ingenieros,  y  estudiar  la  manera  segura 
de  impedir  que  los  primeros  no  sean  las  lar- 
vas de  las  segundas. 


JOSÉ    IXGE2ÍIEROS  89 


Para  terminar,  citaré  las  palabras  con  que  In- 
genieros  concluye   su  alocución   académica: 

"Es  común  que  los  hombres  dejemos  de  creer 
en  la  vejez  lo  que  más  firmemente  hemos  pen- 
sado en  la  juventud;  al  disgregarse  nuestra 
personalidad,  que  es  una  variación  individual, 
van  reapareciendo  entre  los  escombros  esos  fan- 
tasmas ancestrales  que  representan  la  herencia 
de  la  especie  y  la  rutina  de  la  sociedad.  No  te- 
niendo certidumbre  alguna  de  contarme  entre 
las  excepciones,  siempre  raras,  permitidme,  Se- 
ñores Académicos,  que  me  anticipe  a  la  hora 
temida  y  exprese  mi  fe  optimista  en  la  incesan- 
te perfectibilidad  humana.  Como  hombre,  creo 
que  la  humanidad  futura  será  mejor  que  la  ac- 
tual, por  la  extensión  de  la  Justicia  entre  los 
pueblos;  como  argentino  creo  que  la  nacionali- 
dad futura  será  más  grande,  por  el  incremento 
de  la  Solidaridad  entre  sus  clases;  como  profe- 
sor, creo  que  las  universidades  tendrán  un  más 
libre  empeño  en  'la  investigación  de  la  Verdad; 
como  padre,  creo  que  nuestros  hijos  vivirán  en 
un  medio  social  más  propicio  al  florecimiento 
de  la  Virtud." 

Las  últimas  (palabras,  delicadamente  optimistas, 
bien  pueden  aprovecharlas  cuantos  se  sientan 
animados  de  un  espíritu  juvenil.  A  ellos  las  de- 
dica el  filósofo  argentino  y  mal  haría  con  omi- 
tirlas. 

"Y  a  los  jóvenes  que  son  la  esperanza  de  la 
humanidad,  de  los  pueblos,  de  la  cultura,  de  los 
hogares,  creo  deber  decirles  la  última  y  más 
sincera    palabra  de  mi   juventud  no  estéril : 


SO  JULIO    EXDABA 

"Respetad  el  pasado  en  la  justa  medida  de 
sus  méritos,  pero  no  lo  confundáis  con  el  pre- 
sente ni  busquéis  en  él  los  ideales  del  porvenir: 
no  es  verdad  que  todo  tiempo  pasado  fué  mejor. 
Mirad  siempre  adelante,  aunque  os  equivoquéis: 
más  vale  para  la  humanidad  equivocarse  en  una 
visión  de  aurora  que  acertar  en  un  responso  de 
crepúsculo.  Y  no  dudéis  que  otros,  después, 
siempre,  mirarán  más  lejos;  para  servir  a  la 
humanidad,  a  su  pueblo,  a  su  escuela,  a  sus  hi- 
jos, es  necesario  creer  firmemente  que  todo 
tiempo  futuro   será  mejor." 


Su  influencia  en  nuestra  América 

Obra  tan  varia  y  sugestiva  como  la  de  Inge- 
nieros no  podía  menos  que  ejercer  gran  in- 
fluencia sobre  las  inteligencias  jóvenes  de  his- 
pano-américa. 

Si  /para  las  letras  europeas  se  ha  brindado 
por  lo  regular  un  terreno  sin  resistencias,  la  obra 
americana,  acaso  por  haberse  originado  en  el 
propio  suelo,  más  probabilidades  ha  tenido  de 
pasar  en  silencio  que  de  imponerse.  .Por  lo  ge- 
neral se  ha  hecho  costumbre — contra  la  cual 
se  ha  reaccionado  mucho  en  algunas  naciones, 
de  las  cuales  el  mejor  ejemplo  es  la  Argenti- 
na— de  confundir  el  concepto  de  lo  propio  con 
el  de  lo  inútil.  Aún  reconociendo  el  talento,  no 
se  ha  querido  igualar  en  calidad  y  cantidad  al 
extranjero.  La  desconfianza  en  lo  nacional,  el 
prestigio  de  lo  desconocido  y  la  debilidad  pro- 
pia de  nuestras  nacionalidades,  se  han  sumado 
para  ahogar  o,  por  lo  menos,  para  desconocer 
muchas  inteligencias  admirables,  bajo  el  peso 
de  falsos  prestigios. 

La  propensión  al  sentimentalismo  fantasma- 
górico, el  pecado  imperdonable  de  la  elocuencia 
española,  las  innatas  tendencias  conservadoras 
de  una  raza  envenenada  con  teología,  han  con- 
vencido a  muchas  generaciones,  que  no  se  debe 
admirar  al  talento  nuevo,  y  sobre  todo,  al  talento 
propio,   sino  con  aires  de  desconfianza,  procu- 


92  JULIO    EXDABA 

rando  colocarle  en  uto  nivel  inferior,  para  impe- 
dir así  el  destronamiento  de  la  mediocridad. 

Ha  sido  necesario  que  en  esta  última  época, 
sobre  todo  gracias  a  las  tendencias  internacio- 
nales  del  pensamiento,  se  aprenda  a  comparar, 
a  discutir  con  argumentos  reales,  para  que  e;i 
algunos  lugares  de  nuestra  América,  se  admi- 
re, }•  mejor  aún,  se  comprenda  a  las  inteligen- 
cias nacionales.  Por  otra  parte,  la  energía  de 
algunas  dp  éstas  para  imponerse  en  medios  ex- 
tranjeros, de  suyo  desconfiados  y  parcos  en  el 
elogio,  ha  hecho  el  milagro  de  volverlos  al  me- 
dio propio,  asegurados  ya  de  un  prestigio  firme. 

Entonces  toda  posible  desconfianza  de  sus 
capacidades  se  ha  alejado. 

Tal  ha  sido  la  trayectoria  de  cuantos  ejercen 
su  influencia  sobre  el  pensamiento  americano; 
tal  ha  sido  la  trayectoria  de  Ingenieros. 

Sus  libros,  particularmente  aplaudidos  en  el 
viejo  mundo,  han  llegado  a  nuestro  conocimien- 
to, ya  casi  célebres.  Y,  encontrándonos  ante 
ellos,  no  podíamos  desconfiar  del  criterio  de  los 
críticos  que  reconocieron  todos  los  méritos,  sino 
que  íbamos  a  constatar,  a  conocer  lo  que  en 
medios  de  elevada  cultura  había  llamado  la 
atención. 

Pero  la  lectura,  más  que  asegurar  el  presti- 
gio de  su  autor,  ofrecía  ideas,  programas,  re- 
formas, para  enderezar  el  defectuoso  recorrido 
que  habíamos  efectuado.  La  seguridad  en  el 
método  científico,  la  firme  creencia  de  que  no 
es  posible  improvisar  conocimientos  ni  erigirse 
en  dómine  de  lo  que  no  se  sabe,  el  sistemático 
empeño  por  independizarse  de  los  dogmas  que 
han  dirigido  el  pensamiento  por  el  camino  de  la 
momificación,  la    aversión  para  las  caprichosas 


JOSÉ    INGENIEROS  93 

y  hasta  necias  interpretaciones  de  nuestra  his- 
toria, la  disciplina,  la  fe  en  el  esfuerzo  propio, 
la  uniformidad  de  las  aspiraciones  nacionales  y 
continentales,  etc.,  tales  han  sido  las  finalida- 
des buscadas  ipor  Ingenieros,  y  tales  son  las 
atrayentes  virtudes  que  priman  en  todos  sus  tra- 
bajos. 

También  es  uno  de  sus  aspectos  más  intere- 
santes la  honda  simpatía  que  él  ha  manifestado 
por  todos  los  movimientos  de  renovación  ideo- 
lógica y  social,  mostrándose  abierto  a  todas  las 
aspiraciones  de  la  juventud,  a  todos  los  anhe- 
los de  justicia;  asemejándose,  en  esto,  por  mu- 
chos conceptos,  a  hombres  de  la  estirpe  de  Ana- 
tole  France,  que  han  sabido  conservar  en  la 
edad  madura  un  corazón  joven  y  que  sabe  vi- 
brar por  todos  los  ideales.  Buena  prueba  de 
eso  ha  dado  Ingenieros  en  una  serie  de  breves 
artículos  dedicados  a  templar  la  moral  de  la 
juventud  y  en  su  reciente  libro  "Los  tiempos 
nuevos",  en  que  analiza  con  optimismo  los  pro- 
blemas sociales  consecutivos  a  la  guerra,  como 
si  ellos  estuvieran  planteados  para  hombres  de 
otra  humanidad.  Eso  también  ha  contribuido 
a  que  su  palabra  sea  escuchada  con  interés,  aun- 
que no  siempre  sus  opiniones  hayan  sido  com- 
partidas. 


Sería  incompleta  una  impresión  total  sobre  el 
pensamiento  ideológico  de  Ingenieros  si  no  re- 
sumiera, a  modo  de  coronamiento,  su  teoría  o 
concepción  verdaderamente  personal  de  un  idea- 
lismo fundado  en  ¡a  experiencia;  la  ha  expuesto 


84  JULIO    EXDABA 

en  la  introducción  de  '"El  Hombre  Mediocre"  y 
la  ha  desarrollada  en  varios  escritos  posteriores, 
en  que  trata  de  demostrar  que  el  verdadero  idea- 
lismo debe  ser  una  fuerza  moral  inspirada  en  el 
deseo  de  mejorar  lo  real  y  no  una  simple  doc- 
trina metafísica  abstracta.  Sostiene  que  "los 
ideales  éticos  son  hipótesis  de  perfección"  y  hace 
notar  que  cada  sociedad  humana  vive  en  con- 
tinuo devenir  para  perfeccionar  su  adaptación  a 
un  medio  que  incesantemente  varía;  das  etapas 
venideras  de  ese  proceso  funcional  son  concebi- 
das por  la  imaginación  de  los  hombres  en  forma 
de  ideales.  Un  hombre,  un  grupo  o  un  pueblo 
son  idealistas  cuando  conciben  esos  perfeccio- 
namientos y  ponen  su  energía  al  servicio  de  su 
realización. 

Considera  que  siendo  expresiones  de  hipoté- 
ticos estados  de  equilibrio  entre  el  pasado  cono- 
cible y  el  iporvenr  imaginable,  "los  ideales  se 
postulan  como  anticipadas  representaciones  de 
procesos  que  se  gestan  continuamente  en  la  ines- 
table realidad  social ;  cuando  no  expresan  una 
forma  del  posible  devenir,  son  fantasmas  vanos, 
fútiles   quimeras". 

De  ello  deduce  Ingenieros  que  el  valor  de  los 
ideales,  como  hipótesis  de  perfectibilidad,  es 
muy  diverso;  pero  es  la  ulterior  experiencia,  y 
sólo  ella,  quien  decide  sobre  su  legitimidad  en 
cada  tiempo  y  lugar.  "Un  ideal,  como  fuerza 
viva,  es  la  antítesis  de  un  dogma  muerto ;  tanto 
difieren,  el  uno  del  otro,  como  un  ruiseñor  que 
canta  en  la  rama  difiere  de  su  cadáver  embal- 
samado en  la  vitrina  :de  un  museo".  Por  eso 
repite  que  "en  el  curso  de  la  vida  social  se  selec- 
cionan naturalmente;  sobreviven  los  más  adap- 
tados, es  decir,  los  coincidentes  con  el  perfec- 


JOSÉ    INGENIEROS  95 

cionamiento  efectivo.  Mientras  la  experiencia  no 
da  su  fallo,  todo  ideal  es  respetable,  aunque 
parezca  absurdo.  Y  es  útil,  por  su  fuerza  de  con- 
traste; si  es  falso  muere  solo,  no  daña.  Todo 
ideal  puede  contener  una  parte  de  error  o  serlo 
totalmente:  es  una  visión  remota  y  por  lo  tanto 
expuesta  a  ser  inexacta.  Los  único  malo  es  ca- 
recer de  ideales  y  esclavizarse  a  las  contingen- 
cias de  la  vida  práctica  inmediata,  renunciando 
a  la  posibilidad  de  la  perfección".  Formulando 
sus  hipótesis  en  función  de  la  experiencia  social, 
toda  ética  idealista  aspira  a  expresar  un  anhelo 
de  perfeccionamiento  efectivo;  nada  se  le  parece 
menos  que  los  idealismos  absolutos  o  trascen- 
dentales de  los  viejos  metafísicos,  cuyas  hipóte- 
sis eran  construcciones  dialécticas  desprovistas 
de  correlación  funcional  con  el  devenir  de  la 
moralidad. 

Considera  que  toda  moral  idealista  contiene 
una  previsión  del  porvenir  y  que  su  carácter 
esencial  es  llevar  implícitos  los  conceptos  de  per- 
fección continua  y  de  incesante  devenir;  por  eso 
sólo  merecen  el  nombre  de  idealistas  los  hom- 
brs  que  anhelan  algún  futuro  mejor  contra  un 
actual  imperfecto. 

Las  creencias  retrospectivas  no  son  ideales 
sino  supersticiones,  signos  de  vejez  mental  en 
los  individuos  y  en  los  pueblos.  El  conformismo 
y  el  tradicionalismo  son  negativos  para  el  por- 
venir, pues  implican  adhesión  a  fórmulas  que 
acaso  sirvieron  en  algún  momento  del  pasado  y 
que  aun  conservan  cierta  fuerza  de  inercia.  Los 
más  peligrosos  enemigos  de  los  "ideales  nue- 
vos" son,  en  cada  época,  los  que  pretenden  mo- 
nopolizar el  idealismo  en  favor  de  "ideales 
viejos".  Es  indudable  que  en  el  pasado  existie- 
ron valores  individuales  dignos  de  admiración, 


96  JULIO    ENDABA 

en  todos  los  órdenes  del  saber,  de  la  belleza,  de 
la  virtud;  pero  no  es  lícito  inferir  de  ello  que  es 
venerable  todo  lo  pasado  por  el  hecho  de  serlo, 
ni  se  puede  justificar  sus  muchas  lacras  por  sus 
pocas  excelencias. 

Es  indudable,  por  lo  tanto,  que  el  perfeccionaL 
miento  moral  requiere  una  incesante  renovación 
de  ideales.  Si  en  cada  momento  del  tiempo  se 
modifica  la  realidad  social,  no  es  concebible  que 
los  ideales  de  ayer  tengan  función  hoy,  ni  que 
los  de  hoy  la  conserven  mañana;  y  mientras  coe- 
xistan en  el  espacio  sociedades  heterogéneas, 
cada  ideal  sólo  será  legítimo  donde  sean  efecti- 
vas las  condiciones  que  lo  engendran. 

No  existe,  según  Ingenieros,  un  abstracto 
ideal  con  caracteres  absolutos,  mero  concepto 
trascendente  y  eterno;  los  ideales  son  múltiples 
y  concretos,  funcionales  y  perfectibles,  varian- 
tes como  las  condiciones  mismas  de  la  vida  hu- 
mana. Es  inevitable  que  los  individuos  y  las 
sociedades  formulen  bajo  aspectos  distintos  sus 
hipótesis  de  perfección,  relativamente  a  sus  ex- 
periencias particulares.  Por  eso  hay  tantos  idea- 
lismos como  ideales,  y  tantos  ideales  como  idea- 
listas, y  tantos  idealistas  como  hombres  aptos 
para  concebir  perfecciones ;  la  aspiración  moral 
de  lo  mejor  no  es  privilegio  exclusivo  de  ningún 
dogmatismo  metafísico. 

La  conciencia  social  formula  en  cada  época 
ideales  propios  que  interpretan  las  nuevas  posi- 
bilidades de  su  experiencia  sin  cesar  renovada. 
Lo  que  ayer  fué  ideal  puede  ser  hoy  interés 
creado,  enemigo  de  ideales  más  legítimos ;  y  el 
ideal  de  hoy  podrá  convertirse  mañana  en  rutina 
obstruyente  de  nuevos  ideales.  ''Si  nada  es  y 
todo  deviene,  como  enseñaba  Heráclito,  el  tiem- 
po, integrando  la  experiencia,  modifica  el  valor 


JOSÉ    INGENIEROS  97 

funcional  de  los  ideales.  Por  omitir  ese  elemen- 
to de  juico  resultan  tradicionalistas  en  la  vejez 
muchos  hombres  que  fueron  innovadores  en  la 
juventud;  siguen  pensando  como  si  la  realidad 
social  no  hubiese  variado  y  no  comprenden  que 
el  devenir  de  la  experiencia  ha  exigido  la  reno- 
vación de  los  ideales.  En  todo  tiempo  han  me- 
recido el  nombre  de  maestros  los  que  supieren 
encender  en  los  jóvenes  el  amor  a  la  verdad  y 
el  deseo  de  investigarla  por  los  caminos  de  la 
ciencia;  ipero  fueron  maestros  entre  los  maes- 
tros los  que  trataron  de  ennoblecer  ese  amor  y 
ese  deseo  sugiriendo  ideales  adecuados  a  su  me- 
dio y  a  su  tiempo,  para  que  la  imaginación  su- 
perase siempre  a  la  realidad,  remontándose  hacia 
las  cumbres  inalcanzables  de  la  perfección  in- 
finita." 


*  * 


Cultura,  método,  ciencia,  aspiración  social ; 
he  aquí  la  directriz  ideal  para  la  inteligencia. 
Y  en  cad.a  una  de  las  obras  del  maestro  argen- 
tino se  ha  seguido  esa  directriz;  de  ahí  la  efica- 
cia práctica  de  sus  doctrinas.  Publicaciones  de 
toda  categoría,  desde  la  de  carácter  eminente- 
mente técnico,  hasta  las  de  modestas  aspiracio- 
nes, han  comentado  sus  ideas  cuando  no  han 
reproducido  fragmentos  de  sus  diversos  traba- 
jos. El  pensamiento  de  Ingenieros,  y,  con  él,  el 
pensamiento  argentino,  ha  llegado  a  infiltrarse 
en  todos  los  cerebros  que  guardan  energías  de 
juventud,  como  para  asegurarles  un  porvenir 
glorioso,  en  el  que  se  aprovechen  todas  las  ap- 
titudes de  la  inteligencia    americana. 

El  criterio   renovador  y  liberal,  y  quien    dice 


9S  JULIO   EXDARA 

liberal  dice  critico,  desenvuelto  ampliamente  en 
todos  suts  libros,  ha  llegado  hasta  la  prensa,  in- 
fundiéndole en  no  pocas  ocasiones  un  vigor 
nuevo;  sus  doctrinas  y  puntos  de  vista  son  ex- 
puestos y  comentados  en  varias  cátedras  de 
medicina,   jurisprudencia,   filosofía,   historia. 

Así  le  conocimos  muchos.  Primero,  la  nove- 
dad del  concepto,  la  forma  valiente  y  a  veces 
rebelde  con  que  se  expresaba,  luego  la  sistema- 
tización crítica,  la  realidad  del  constante  per- 
feccionamiento, la  aptitud  para  estudiar  pro- 
fundamente problemas  de  distinto  carácter,  el 
cariño  a  la  tierra,  han  hecho  de  Ingenieros  uno 
de  los  maestros — y  la  idea  de  maestro  va  unida 
indefectiblemente  a  la  enseñanza — de  la  actual 
juventud  americana,  pese  a  los  egoísmos  de 
muchos  y  a  la  ignorancia  de   no  pocos. 

La  sistematización  de  sus  doctrinas,  formula- 
das después  de  un  largo  peregrinaje  por  los 
campos  de  la  ciencia,  ha  sorprendido  a  muchos. 
De  éstos,  la  mayoría  ha  acabado  por  aceptar- 
los; la  minoría,  aunque  sin  fuerzas  para  com- 
batirlas, se  resigna  a  desconocerlos.  Es  la  repe- 
tición de  una  actitud  mental,  cuando  se  ha  he- 
cho pública  una  opinión  filosófica  o  una  hipó- 
tesis   científica. 

Sobre  todo  en  nuestros  medios  intelectuales, 
donde  si  bien  la  cultura  literaria  alcanza,  a  ve- 
ces, una  amplitud  inusitada,  acaso  comparable 
y  hasta  superior  a  la  de  varios  centros  euro- 
peos, en  cambio,  la  cultura  científica  la  cultivan 
muy  pocos.  De  ahí  que  obras  de  gran  alcance, 
como  en  el  presente  caso  la  de  Ingenieros,  a 
pesar  de  la  abundancia  de  elogios  con  que  se  la 
ha  recibido,  no  pueda  ser  apreciada  por  todos 
en  profundidad. 


JOSÉ    INGENIEROS  99 

Su  comprensión  demanda  conocimientos  pro- 
lijos de  historia  de  la  filosofía  y  profusas  mi- 
ras sobre  las  ciencias;  y  ésto,  no  sólo  para  com- 
prenderla, sino  muy  principalmente,  para  apro- 
vecharla. 

La  influencia  de  Ingenieros,  hasta  ahora,  se 
ha  localizado  a  la  crítica  histórica,  a  la  crimi- 
nología, a  la  psicología,  a  la  literatura,  pero 
aún  no  con  una  intensidad  paralela  a  los  alcan- 
ces de  sus  obras,  sobre  todo  en  lo  que  a  filoso- 
fía se  refiere.  Es  bien  evidente:  (para  que  'sus 
doctrinas  sean  plenamente  aprovechadas  será  ne- 
cesario, sobre  todo  en  algunas  naciones  de  nues- 
tro continente,  esperar  mayor  perfeccionamien- 
to en  el  estudio  de  los  diversos  problemas 
abordados  por  Ingenieros,  o,  más  claramente, 
en  el  estudio  crítico  de  las  ciencias  que  se  rela- 
cionan con   los  estudios   del    filósofo  argentino. 

Hoy  se  le  conoce,  se  le  admira,  se  le  comba- 
te; una  pequeña  pero  fuerte  minoría  acoge  y 
propaga  sus  doctrinas;  podemos  esperar  que 
dentro  de  poco  tiempo  se  le  estudie  con  más 
fervor  y  calma,  pues  muchos  de  'sus  puntos  de 
vista  serán  útilísimos  en  la  evolución  de  la  cul- 
tura americana;  y  a  medida  de  las  necesidades, 
se  releerán  sus  libros  con  la  seguridad  de  sacar 
opiniones  aplicables   a  'la  realidad. 

La  influencia  de  las  ideas  científicas  es  lenta 
pero  segura.  Aun  cuando  ellas  no  puedan  ser 
aceptadas  en  totalidad,  sirven,  por  lo  menos, 
para  provocar  discusiones  pródigas  en  verda- 
des ;  así,  la  teoría  que  no  encuentra  aplicación, 
origina  indirectamente  otra  más  perfecta.  Por 
eso,  la  influencia  de  la  obra  de  Ingenieros,  que 
en  la  actualidad  alcanza  buenas  proporciones, 
aumentará  con  el  andar  del  tiempo.    No  en  va- 


100  JULIO   ENDABA 

no  tiene  sus  reservas  favorables  para  nuevos 
perfeccionamientos,  que  es  'dado  esperar  de 
quien   apenas   se  encuentra 

nel  mezzo  del  camin  di  nostra  vita. 

No  es  extraño,  pues,  que  por  estas   conside- 
raciones, le  llamemos  Maestro- 


ÍNDICE 


Pág. 

Advertencia   de   la  segunda    edición 7 

Ingenieros  y  su  obra    . 9 

Concepto  de   la  ciencia   y   de   la   filosofía    ...  31 

La   filosofía    de   Ingenieros 49 

Su  influencia  en  nuestra  América 91 


-TALLERES  GRÁFICOS— 

schenone   hnos.   t  llnari 

Pasco    735,  Buenos  Aires 


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B        En dará,  Julio 

103*+        José  Ingenieros  y  el 

I6^E6     porvenir  de  la  filosofia