ANTONIO MI^NÜEZ Y MBNÉNDKZ
Lá
saínete comico-lirico
;n un acto, div¥oid^-en tbes cuadros, en yerbo, original
MÚSICA DE LOS HABSTfiOS
MÜNTERDE y MONTSERRAT
Copyright, by Antonio Méndez y Menéndez, 1916
SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES
Calle del PradOy nútn. 24
iei6
JUNTA DELEGADA
DEL
TESORO ARTÍSTICO
Libros depositados en la
Biblioteca Nacional
Procedencia
_lJ^OHhA}:J,
N.** de la procedencia
^ ílfl :
r^A. RJVCKKROIVA.
Esta obra es propiedad de su autor, y nadie po-
día, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en
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dnction reserves poirr tous les pays, y oomprii la Sué-
de, la Norvége et la Hóllande.
Qnedfl hecho el Qbpóflito que marca li ley.
LA ENCERRONA
saínete cómico-lírico
EN ÜN ACTO, DIVIDIDO EN TRES CUADROS, EN VERSO
LETRA DE
ANTONIO MÉNDEZ Y MENÉNDEZ
música de los maestros
MONTERDE y MONTSERRAT
Estrenado en el el TEATRO NUEVO de Barcelona, el día
16 de Marzo de 1916
^
MADRID
•R. Velasco, impresor, Marqués de Santa Ana, 11, dup.
TELÉFONO, NÚMERO S5I
1916
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
SEÑORA ANASTASIA Sra. Sofía Romero.
ROSALÍA... Srta. Paquita Rosell.
LA JUNCALES Trinidad Rosales.
DOÑA AMPARO Sra. Gregoria Ruiz.
RAMÓN Sr. Joaquín Montero.
^^' ENRIQUE.... Alfredo Ruiz.
'^•"'^ • MIGÜELITO Ricardo Fuentes.
RUFO Paco Gallego.
- XADIS Pedro VidaL
'^"^ Bí*.afe€«gílO Alfonso Oya.
BENITO.. . . Alfredo Solves.
PERICO Juan Oliva.
^Ci^P^
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ffll.ásji.ág.lltfiítóii
^.i^Ji^^i®. i^^Ji .#il.^Jl.s«Jj.s^ji « 11.^ II « li ií
ACTO ÜNICO
CDADRU PRIMERO
Interior de uua taberna. A la derecha un reservado cuyo frente debe
estar abierto, con un velador y tres banquetas. En la otra parte
de la escena, una puerta en primer término izquierda. AI foro, la
puerta de la calle con vidrieras. A la izquierda de ésta, el mos-
trador, veladores, banquetas, etc. En las paredes, un reloj, un ca-
lendario y carteles de toros,
■' ■ . -) ' •;
ENRIQUE, RAMÓlN, JILGUERO. LADIS, RUFO y PEftiCO P^é>
Al levantarse el telón, Ramón y Enrique, están en el reservado sen-
lodos al lado del velador. SI Jilguero, Ladis y Rufo, en la izquierda.
-alrededor de otro velador donde habrá una bandeja con copas. La
■dis toca la guitarra, y el Jilguero cauta. En otras mesas distintos
grupos
Música
Ladis Echa otras copas, chico,
y tú, Jilguero,
cántanos otra copla
con más salero.
Que yo con la guitarra
voy a probarte,
que tienen mis falsetas
estilo y arte.
725677
— 6 —
ExNR.
Ramón
JiLG.
LaDIS
Rufo
Ladis
J ILG .
Rufo
Ramón
Per
Jilo,
KUFO
Es una linda moza
la linda Rosalía,
y confio en que al cabo
ha de ser mía.
Pero tiene una madre
que es un cetáceo,
y si es tu suegra un día
te pone a caldo.
Témplate y arsa.
Vamos allá.
Beber primero.
¡Venga!
(Repartiendo vino.)
Allá va.
¡Pero, Perico!
¡traen eso u no!
Lo están haciendo,
señor Ramón.
(Ladis toca la guitarra. Kufo acoiapaña con las pal-
mas y Jilguero dándose mucha importancia se marca
con el bastón.)
¡Ayayay, ayayay, ayayayl
id., id., id.,
id., id., id.
Para el hombre, la mujer,
presidio, pa el bandolero,
el vino, para el placer,
y para todo, el dinero.
¡Ayayay, ayayay, ayayay!
id., id; id.,
id., id., id.
A Dios le pido llorando
con todo mi corazón,
que me quite la razón
si es que me estás engañando^
¡Ayayay, ayayay, ayayay!
etc., etc.
Ole los mozos
de gracia y voz.
Vaya un estilo
que tié er gachó.
Báilate algo
mu bien marcao,.
como tú lo haces
en el tablao.
- 7 -
(Se marea un tungo.)
Vaya un meneo que trae er mocito,
eso es bailarse como hay muy poquitos.
Ole tu gracia, tu cuerpo y tus pies,
uo hay de seguro quien baile como él.
¡Ole, ole, ole!
Hablado
L\Dis Eso es saberse mover
y lo demás es un cuento.
Rufo Y canta con sentimiento.
Ladis Es lo que tiene el saber.
(siguen hablaudo en voz baja )
Ros. Un mantel limpio y planchado.
Enr, Muchas gracias. Se agradece.
Ros. Con este son doce o trece
los que hoy hemos lavado.
Ramón Porque no tienen decoro
ni na de delicadeza;
y eso que ven, que en limpieza,
gana usté a los chorros de oro.
Enp . (intentando abrazarla.)
Pero, qué bonita eres.
Ros. (Rechazándole y volviendo la cara.)
Mi madre estará acechando
y si me ve...
Enr. Pero cuando
me querrás...
(Vase Rosalía.)
Ramón (Apaite.) ¡Ay, qué mujeres!
(Ramón y Enrique siguen hablando en voz baja.)
Ladis ¿No opináis del mismo modo?
Per. Bueno; ¿y esto a quién se apunta?
Ladis ¿Que a quién? Vaya una pregunta,
pues al que lo paga todo.
Per. ¿a don Miguel?
JiLG. ¡Natural!
Rufo ¡Si ya lo sabes, guasón!
Per. Es que...
L\Dis No seas porfión.
¡Cuidao que eres animal!
(Vanse Ladis, Rufo y Jilguero.)
— 8 —
ESCENA lí
ENRIQUE 7 RAMÓN
Ramón
Enr.
Ramón
Enr
Ramón
Enr.
Ramón
Enr.
Per.
Ramón
Tendrás al mundo engañado
mas a mí, no puede ser.
Tú vienes por la mujer
que te tiene trastornado.
¿Yo?
Tú mismo te delatas
aunque disimular quiere?.
Ten cuidao con las mujeres
porque todas son., ingratas.
Aun me acuerdo de la mía
que dormirá el sueño eterno,
descansando en el infierno
porque, chico, era una arpía.
Si no se muere, me muero.
O me estaba maltratando
o me la estaba pegando
con don Cleto, mi casero.
Fué una infame criminal.
Un bicho malo y marrajo.
Verás: cuando del trabajo
regresaba y el jornal
le daba, la muy... tirana,
porque bebía gruñía.
Y eso que sólo bebía...
seis días de la semana.
(cortando la conversación.)
Deja a la difunta y bebe
mientras yo voy al taller.
¿Volverás?
¡No he de volver!
¡Ya lo creo! (uama.) ¿Que se debe?
fon esta copa en la cuenta
si vas a volver. No quiero
cansarme y aquí te espero.
Bueno, (a rerico.) ¿Qué es?
Dos con cuarenta.
Yo en tanto la vuelta das,
voy a intentar una cosa,
la más chusca y más graciosa
que has podido ver jamás.
Enr. ¿y qué es ello?
Ramón En mí confía
y no quiera3 mi secreto
conocer. Yo te prometo
que es tuya la Kogalía.
esc|:ña III
DICH03, ROSA-Lt^, y eu seguida ANAS^ASI/V
Ros. (a Enrique que sale.)
¿Vuelves?
Enr. Dentro de un instante.
(Vase.)
Anas. Pero, niñita, ¿qué es eso?
(con malos modos.)
Dejas a medio freir
el bacalao allá adentro,
pa ver a ese palomino
atontao. A ese banquero
sin pasta, que ya no tiene
ni donde caerle muerto.
Ros. Pues es de los más decentes
que entran aquí.
Anas. Pues con eso
y conque no entre una perra
en el cajón, ya podemos
tumbarnos a la bartola.
Mira, márchate allá adentio
y déjame a mí de músicas.
(Vase Rosalía.)
Ramón (Acercándose a Anastasia.)
(Me va a arañar, lo estoy viendo.)
No se enfande usté, mi ama.
No tenga usté tan mal genio
que el caso no és para tanto.
(A la carga y faera miedo.)
Dame oira copa, Perico.
¿Qué es lo que la chica ha hecho
para ponerse con ella
del modo que usté se ha puesto?
La chiquilla es un estuche
y no eá prudente ni cuerdo
que la trate usted en dómine.
— 10 —
AnA6.
¿Y a usted qué le impoita eso?
Ramón
Nada: pero es una joya
que vale mucho dioero.
Anas.
Por eso nunca ha de ser
de un mal tallista.
Ramón
En eso,
estamos ambos conformes,
sí, señor. Porque lo cierto
es, que su hija merece
todo un marqué?. Por ejemplo».
«El f^oUo de ios brillantes»,
que tiene tanto dinero.
Anas.
Eso que usté dice.
Ramón
En fin...
dame otra copita, Pedro...
(Limpiándose.)
En siendo un hombre de fuste
como él, varía de aspecto
la cuestión; y la ventura
está asegurada.
Anas.
Cierto.
Ramón
Porque, el dinero, señora.
lo es todo.
Anas.
Ni más, ni menos.
Ramón
Ahora bien; yo, en Irgar de él
la verdad, se lo confieso;
nunca en una mucosuela
hubiera mis ojos puesto
habiendo viudas tan frescas,
. y con aquel y salero
para hacer feliz a un hombre
porque saben lo que es eso.
Porque están acostumbras...
Ana?.
(con coqueteria )
¿De veras?
Ramón
¡Pues ya lo creo!
Anas.
Dale otra copa, Perico.
Ramón
De Cazalla.
Per.
Va corriendo.
Kamón
Gracias.
Anas.
Prosiga usté hablando.
Ramón
(Esta se traga el anzuelo
y hasta la caña.) ¿Usté gusta?
Anas.
Muchas gracias.
Ramón
Hay momento»
en que el hombre está ocecado
— 11 —
y por más que lo está viendo
AvAc 2.^ se da cuenta de nada.
H-L ^ZtortJr^^^^--^-
^'^^^- , Está claro.
(Después de un momento de vacilación.'
¿Usté es casado o soltero
señor Ramón? '
t:f ''^'"''^-.,
T , ' ¡Viudo!
Igual que yo. (Qué consuelo.)
.'^^^ico, tráele otra copita.
Kamón i ráeme una botella, Pedro
y será mejor. '
, , ou esposa...
sería buena...
^^^^^^ , , Un modelo,
AvA. 'í' ' "^ ángel... (patudo).
ANAS. ¿Le quería? '
^'^'^^-^ , Con exceso,
«, señora... con locura...
(Aparte.)
(en los profundos infiernos
estará.)
^^^^- ¿Qué dice?
que me quería... me acuerdo
Anas "'^ ^''''^'' ^"''^^- ^"^'^^^ cómicamente.^
,, Ya veo.
R . ..A í"' ^'^^^ "s^^ ^^ herrería?
■KAMÓN ^0, señora, que la tengo
y cada día por suerte
el negocio va subiendo
Anas. Pero tráele una botella '"
que te ha pedido, mastuerzu.
-C^OS. (Desde dentro.)
¡Madre!
Anas. ^ -Voy! Mi chica llama,
señor Ramón. Seguiremos
R..,/^„ 5,^ blando si no se marcha.
KaMÓN Falta que pueda... (Tambaleándose )
V ' Hasta luego.
i yo aei sm arreglarme
todavía, Dios eterno.
(Vwe.)
— 12 —
ESCKNA IV
RAMÓN
«ÍEste monólogo se encomienda al talento del actor.)
La be gustado por chiripa,
y a poco más que replique
el negocio para Enrique,
va marchando viento en pipa,
digo, en popa. Y me lo debe
agradecer, a fe mía,
porque él y su Rosalía...
bebe, Ramoncito, bebe,
y déjate de mujeres.
(Bebe.)
•Qué rico! No hay en el mundo
un líquido tan fecundo
en alegría y placeres.
Es el que quita las penas.
Es el que alegra el sentío.
El que da calor y brío
para todas las faenas.
Y aunque se diga que del
vino sakn los matones,
quien tié malas intenciones,
mata con vino y sin él.
Porque, vamos a ver: yo,
que al vino le rindo culto
y a nadie ofendo ni insulto,
¿puedo ser criminal? No.
¿No es más perdido y soez
un señorito que debe
en toas partee, porque bebe
champane acís o Jerez'-^
Que un rico se ha emborrachado
bien de día, u bien de noche...
pues... se le mete en un coche
porque es que se ha mareado
Pero cae contra una acera
un pobre muerto de hambre
u porque le da im calambre,
y dicen: ¡qué borrachera!
Y luego, moralidaz
pa el pobre que sufre tanto
— la -
/
porque el rico ya es un santo
y que viva la igualdaz.
V porque han de í-er legítimas
esas soirés que a deshoras
celebran tantas .. señoras
^a^toiiiar también sus pítimas.
íTués en esas reuniones
i pa>^a,io que en los infiernoií,
' que abundan mucho lo^,.. cuernos
^ que ellas ponen a montones..
¿Y en los Clus y en los Casinos
donde se suelen reunir
sólo por verlas vemr
señoritos libertinos
DO se ofen<)e a la moral?
<iNo se emborracha!) también?
Yo me apuesto a que no nay quien
esto no lo encuentre mal.
Pues qué, ¿el jugar no es pecao?
V amo?, que yo pierdo el tino,
robre del que bebe vino...
iporque come bacalao!
Por í?an Benito Palermo,
si no me puedo tener.
Y todo por... po, b» ber.
Vaya, que yo aquí la duermo.
(Se dirige dando traspiés hacia el reservado y quédas«>
dormido hasta que lo indique el diálogo.)
J Enr. Aquí estoy de vuelta ya,
ESCENA V
PERICO, RAMÓN, ENRIQUE y después ROSALÍA.
Kamón. ¡Ualla! ¿Se ha marchado?
rER. ¡L\o, señor! Está amonado
ahí dentro. Pues bueno está.
^NR. ¡Lástima de hombre!
^°s Perico,
vete a la cocina y friega
mas frascos, por si es que llega
gente.
■í^^NR. (Aparte.)
Bien; me estorba el chico.
(Vase Perico.)
— 14 —
ESCENA VI
DICHOS menos PERICO
Enr. Rosalía, ¿tú me quieres?
Hos, Y por qué no. A todos quiero.
£nr'. Vamos... sí. Por el dinero
• como otras mucha? mujeres.
Ros. Me ofendes. No soy así.
No me ciega la ambición.
Jlnr. ¿Entonces, tu corazón
me lo entregarás a mi?
Eos. Enrique, no sé. No puedo
contestarte de repente;
mi madre...
£nr. ^8 una serpiente
que me envenena, y no cedo,
porque te quiero elevar
y te quiero enaltecer,
haciéndote mi mujer
ante Dios en el altar.
Ros. ¿De veras?
Enr. 'í'e probaré
que en mí no existe egoísmo
y vas a verlo ahora mismo.
Escucha.
Ros. Te escucharé.
Música
Enr. Desde aquel momento,
linda Rosalía,
que vine a tu casa
gólo por beber,
siempre en ti he pensado,
para ti he vivido
y por ti he tragado
la más pura hiél.
Gitana del alma,
no seas traidora;
mira a quien te adora
con un noble afán,
y verás, bien mío,
qué felices somos
~» 16 --
cuando nos casemos,
que uo ha de tardar.
Hos. Gitanito mío,
simpático Enrique,
sí te quiero mucho
pues no puedo ya,
callarlo más tiempo
dentro de mi pecho,
y esta mujercita
para ti será.
Qué dulce es quererse; '
qué hermoso es amarse.
Qué idilio tan bello
es verse feliz,
abrazada a un hombre
todita la vida,
y en dulces ensueños
vivir y morir.
{a un tiempo.)
Qué dulce es quererse,
qué hermoso es amarse;
qué idilio tan bello
es verse feliz
todita la vida
un alma con otra,
y en dulces ensueños
vivir y morir.
(a los últimos acordes entra Perico y quédase en el
mostrador.)
ESCENA VII
DICHOS y ANA^J*lsiA, con flores en la cabeza
Hablado
# JVnas.
¿No ha venido todavía
/
don Migu3lito?
Hos.
Aún no.
Anas.
Que siempre he de encontrar yo
a este pelma. (Por Enrique.)
Ros.
¡Madre mía!
¡qué maja!
Anas.
¿Quieres que esté
— 1« —
hecha una atropellaplatos,
peinada como los gatos?
(Se pone a arreglarse mejor las flores de la cabeza áe>
lante de Rosalía y de espalda a Enrique.)
EnB. (Aparte.)
¡Jesús! bien claro se ve
que estamos en Carnaval.
Se nos ha puesto de máscara.
Esta sí que es de la cascara
amarga.
¿Me sienta mal?
(Con ironía.)
Será porque va a venir
cEl Pollo de los brillantes.»
Justamente.
Pero antes
yo me voy a permitir
convidar a usted y a ésta
a lo que quieran tomar.
jAy, hijol Viene usté a dar
mal goipe. Pierde la apuesta.
Muchas gracia>: no bebemos,
ni esta ni yo. (Vaya un necio)
(Amoscado)
Eso es hacerme un desprecio.
(con guasa.)
¡Lo siento! Pero qué hemos
de hacerlo.
No darme un feo.
Hijo, no es usté mi tipo...
si hasta el verle me da hipo.
¿Se ha entenado?
I Ya lo creo!
Pero aepa usted, señora,
o... lo que sea, que yo
no me muero, porque no
la guste a usted. Hasta ahora,
que volveré, Rosalía, (vase.)
Anas. Y el señor Ramón también
se ha marchado: lo lamento,
porque ha estado muy atento
conmigo. ¡Quién sabe! Bien
pudiera un día ocurrir
que esta tasca y su herrería
se fundieran, ¡qué alegría!
Ros. Que me va usté a hacer reír.
An/»s.
Enb.
Anas.
Ehp.
Anas.
Enb.
Anas.
Enp.
Anas.
Enr.
r
— 17 —
I'
esce;>ía vjii
DICHOS, MIGU^TO, L^lrfís y RUTO por el foro
Mlguelito, tipo flamenco con muchos brillantes
MiG. Ya está lo bueno presente.
Toes adentro, caballeros.
(a Anastasia.)
Ole por las buenas hembras,
que se conservan con mérito,
(a Rosalía.)
y ole por los pimpollitos,
que con sus ojos de cielo
abrasan los corazones
Ladis Bien hablao.
Rlfo ¡Ay, qué salerol
MiG. Bueno: pues sentarse entonces
y venga vino al momento.
Anas. Ustedes dirán qué quieren.
MiG. Yo, Montilla, si lo hay bueno.
Anas. Super. ¿Y ustedes?
Ladis Lo mismo.
¿Digo bien?
Rufo ¡Ay, qué salero!
Mío. (Hace un mohin y mira a Rufo.)
Yo quisiera que la niña
alternara, si es que en ello
no tiene Uf^té inconveniente.
Anas. ¿Yo? ¡Jesús! no diga uí^té eso,
ya oyes lo que Miguelito,
Rosalía, está diciendo.
Siéntate.
Ros. Con su permiso.
Anas. Es una alhaja.
MiG. Ya veo.
Aquí a mi lado y cerquita,
para que mejor su aliento
llegue a mí.
Ros. Como usted quiera.
Anas. Montilla.
MiG. Pruébelo, cielo.
Anas. Cuidado que Miguelito
es fino.
— 18 —
Ladis Ni el tierzopelo.
No hay dos como él de seguro,
¿digo bien?
Rufo ¡Ay, qué salero!
MiG. Oye, ya me vas cargando
con tu guasa, y ei mis nervios
se alteran, es muy posible
que esto tenga muy mal término.
Anas, (cortando la conversaeión.)
Le hacía viendo las máscaras
esta tarde en Recoletos
o paseando a caballo.
(En este momento, Ramón da un pequeño ronquido.
Rosalía mira hacia el reservado, y Anastasia echa más
vino.)
Ladis (Aparte a Miguelito.)
(Aprovecha ?in recelo,
que la ocasión ya no puede
ser mejor.)
MiG. Más me divierto
algún ratito en los bailes.
Este año quisiera verlos.
(a Rosalía.)
¿Usted no ha visto ninguno?
(Ramón despierta y mira sin que le vean.)
Anas. La niña no. Yo en mis tiempos...
Ramón (Aparte.)
jDigo! y qué emperegilada
que la mujer se me ha puesto.
MiG. Bien: pues anímense ustedes
y nos vamos un momento,
hasta la hora del descanso.
Anas. Eso no: porque no puedo
el dejar la casa sola.
Mío. Pero, ¿y Rosalía?
Anas. ¡Menosl
¿Sola con usté?
MiG. Eso nunca,
porque irían desde luego
mis dos primas con nosotros
y 8 más mi tía Consuelo.
Anas. Siendo así... Pem un ratito...
¿quieres, Rosalía?
Ros. Bueno.
Si es gusto de usted...
Anas . Pues claro.
~ 19 -^
Ramón (Aparte.)
¡üy! juy!, qué malo va esto.
Menudo lazo la tienden.
Ros (JY qué disfraz llevaremos?
MiG El que escojas a tu gusto.
Ros. Llevaré dominó negro.
MiG. Muy bien pensado. En un vuelo
corro por él. A buscarte
enseguidita volvemos.
Te vistes: vamos al baile...
Ladis y allí verás lo que es bueno,
lo que es placer y alegría.
¿Digo bien?
Rufo ¡Ay qué salero!
(Miguelito Bin poder contenerse le pega una bofetada.)
MiG ¡Toma!
Ramón ¡Qué torta!
R..FO (Furioso se abalanza a xMiguelito.)
¡Ay mi madre!
Dejármele, que le muerdo.
Anas. (interponiéndose)
¡Por Dios! (Echa a empujones a Rufo )
MiG Me pone -ne.rv/i oso,
y aunque remediarlo quiero...
Ladis Miguelito, que es muy tarde,
vamonos.
MiG. Sí... ¡Abl
Anas. ¿Qné es ello?
MiG. Que ya me iba sin pagarle
el gasto que le hemos hecho.
Ahí tiene esas cien pesetas.
Guárdesela^, y hasta luego.
Ladis ¡Olé los hombres con guita!
Vale un mundo.
(Vanse Miguel y Ladis.)
Anas. Ya lo creo.
Ramón En toda mi vida he visto
dos sinvergüenzas como estos.
ESCENA IX
ANASTASIA y ROSALÍA
Anas. Qué corriente y qué rumboso.
¿No te lo dije? Ya ves.
— 20 -
¡Cien pesKae! Eso es
un hombre pundonoroso.
Ros. ¿Diga usted, madre, bago mal
en ir al baile con él?
Anas. No, hija, no. Porque Miguel
es un hombre muy formal.
Anda, vete al tocador,
que el tiempo pa'-a escapado.
Tú, Perico, ten cuidado.
Quédate en el mostrador.
(Vanse Anastasia y Rosalía.)
ESCENA X
t I'
RUFO, RAMÓN y PERICO
Rufo (Entra muy decidido.)
Que me las paga de fíjo,
y no hay mas. (a perico )
¿Ya se han marchado?
Ramón (Aparte)
(El de la torta.)
Per. Hace poco.
Rufo Hombre, que me parta un rayo
si no le hago una sonada
a ese don Miguel del diablo.
Ramón ¿Al que da tortas?
Ruio ¿Qué dice?
Ramón Sí: a ese que le dio hace un rato
una torta.
Rufo ^,Usted lo vio?
Ramón ¡Ay!, ¡qué salero! ¡Pues clarol
Rufo Pues le juro que esta noche
armo en el baile un escándalo
fenomenal, y e^e hombre
í-e acuerda de Rufo Gallo.
Ramón ¿Va usté a cantar?
Rufo I^e lo iindo^
porque no sabe el muy fatuo
que estoy enterao de todo,
y si a su mujer digo algo...
Ramón (con alegría.)
Pero qué, ¿don Miguelito
es casado?
Rufo Y muy casado
Ramón
Rufo
Ramón
Rufo
Ramón
— 21 —
con una vieja muy fea
y muy celo?a.
(Dejándose caer.) ¡Ay!
¡Qué bárbaro!
A poco me tira al suelo.
Perdone usté, pero el caso
es para mí de tal monta
y me causa phcer tanto,
que lo que en este momento
siento no puedo explicárselo.
Pero te aseguro, Rufo,
y perdóname si te hablo
con tal franqueza, que pronto
los dos hemos de veugarnos.
¿Usted también?
Calla y sigúeme.
Te diré lo que he pensado,
ya verás, (a Perico ) A la señora
le dices que de aquí a un rato
volveré para que hablemos
con más calor y despacio
de lo que sabe. A la niña
que... se divierta bailando.
Y al Pollo de ios brillantes
si le ves, que de-eamos
que se le arreglen las cosas
como él quiere. Conque andando,
querido amigo del alma.
Y tú no pases cuidado
que yo ya soy perro viejo;
tengo fe, entereza y ánimos,
y sé por suerte o desgracia
dónde me aprieta el zapato.
(Vause del brazo.)
MUTACIÓN
— 22 -
CUADRO SEGUNDO
Telón corto de calle
ESCENA XI
CORO DE MONEDAS
Señoritas tiples con malla negra, zapato blanco, peluca rnbia y una
moneda en la cabeza que representa una peseta. La que hace de ca-
beza de Coro llevará en la cabeza una moneda de cinco daroe
Música
PASO DOBLE
En toda España
las que mandamos
somos nosotras,
estas monedas que ustedes ven;
y muchas juntas
quitan las penas
y hacen felices
lo mismo al hombre que a la mujer.
Nuestro concurso
es tan valioso,
que a todas horas
de mano en mano en circulación
siempre nos titnen
pobres y ricos
y nada se hace
sin que prestemos nuestro valor.
Al baile nos llaman
porque hay que gastar
y sin el dinero
quién puede gozar.
(Baüable.)
El vals bailaremos
marcándolo así
dentro del bolpillo
del hombre feliz
— 23 —
que oprime en sus brazos
la Diosa placer.
¡Vivan las monedas!
|Viva la mujer!
(Se repite. Salen con el paso doble de introdacción.)
f^
ESCENA XII
RAMÓN, LADIS y RUFO
Ramón saca cogido por el cuello a Ladie
Hablado
Ramón
Ven aquí, mala ralea,
sinvergüenza, sin...
Ladis
¡Canastos!,
señor Ramón..'.
Ramón
¡Arrastrao!
Ladis
Pero no me apriete tanto
que sus manoc son tenazas
y me hace usted mucho daño.
Rufo
Como que es herrero.
Ladis
Calla...
¿tú también?
Ramón
Necesitamos
saber inmediatamente
lo que piensa hacer tu amo
antes y después del baile.
Pero corriendo, volando,
0 sin guardar miramientos...
Ladis
¡Ayl (porque le tira de las orejas.)
Ramón
Las orejas te arranco.
Ladis
Pero si es que...
Ramón
Habla, granuja,
Dilo todo.
Ladis
¡Ay! ¡Gallo! ¡Gallo!
Ramón
Con qué placer ahora mismo
te retorcía en mis manos
el pescuezo.
Rufo
Sinvergüenza.
Ramón
Hablas o qué...
Ladis
Sí.
Ramón
Pues vamos.
Ladis
Ramón
Ladis
RamóN'
Ladis
Ramón
Rufo
Ladis
Ramón
Ladis
Ramón
Rufo
Ramón
— 24 —
Pero abra usté esas tenazas,
por favor, que no me escapo.
Bueno, ya está, (soltándole.)
(¡Vaya un tío!)
Sé razonable, y en cambio
del favor que ahora nos hagas
verás cómo nos portamos
contigo.
Escuchen ustedes;
pero por todos los santos
que el otro no se malicie
que yo todo lo he contado.
Primero vamos ai baile,
y cuando llegue el descanso,
ia Juncales, él, la niña
y un servidor nos largamos
a cenar al restaurante
del señor Juan el Murciano,
que como ut-ted ya conoce
tiene cuartos reservados.
Allí estamos una horita
de francachela los cuatro.
En seguida la Juncales
y menda de alli nos vamos
sin que la otra se aperciba
y él entonces...
Por el santo
de mi nombre, que ese infame
no sale bien de mis manos
esta noche.
Y ahora tú,
¿dónde ibas?
Pues a buscarlos
a casa de la Juncales.
Bueno. Pues anda y cuidado
con decir una palabra,
oigas lo que oigas.
Me achanto
y ustedes se las arreglen
que yo ni entro ni salgo, (vase.)
Tu ves a advertir a Enrique
y a buscar a doña Amparo.
Yo a ver a la tabernera
que ya me estará esperando.
Adiós.
Adiós, y no olvides,
— 26 -
Rufo, dónde te esperamos.
(Vase Rufo. Se oyen rumores de la comparsa gitana.)
¡Ah!, la comparsa gitana
que sale todos los años.
Bueno estoy yo para máscaras,
cargue con ellas el diablo.
ESCENA XIII
CORO DE Caballeros vestidos de gitanos
Música
Buenas noches, señores,
os saludamos,
Y a cantaros venimo.^
es^os gitanos.
Mucha atención
que vais a oír cantares
de buen humor.
Chirivay, chirivay, chirivay,
chirivay, chirivay... vay... vay.
Couplets
La Torcuata y la Rufina,
dos muchachas inoctintes,
sufren horribles dolores
en las muelas y los dientes.
E las a gritos recl tman,
al Hiédico don Severo,
y éste dice que a los gato3
les pasa igual en Enero.
Chirivay, chirivay, etc.
Ayer fué doña Pa acracia
a comprar uu gran melón;
y al calarlo, con asombro
vio dentro una cosa otroz.
Maura metido en conserva
de rico melocotón,
y a Sánchez Guerra y La Cierva
mordiéndose el pantalón.
Chirivay, chirivay, etc.
— 26 —
\ ESCENA XIV /
DOÑA AMPARO, con dominó azul y lazos negros, y RITÍ'O, por l«i.
derecha
Hablddo
Rufo Doña Amparo, por Dios santo ..
Amp. Bigamo, soez, fementido...
le voy a sacar los ojos
así que le vea a tiro.
Fíese usted de los hombree.
Fíese usted en suspiros
de amor. En sus juramentos,
y encima de esto, el indino
tirando está mi fortuna...
Vamos, que yo pierdo el juicio
cuando en estas cosas pienso.
Rufo Muy pronto su merecido
recibirá.
Amp. íSi, cuanto antes,
que no quiero que el impío
se burle mas ¡Ay! del sátrapa,
si entre mis uñas le pillo.
ESCENA XV
• O ANASTASIA, con capuchón rosa, y RAílÓV, del brazo, muy amar-
^ telados, por la derecha
Ramón Con este disfraz ninguno
te conocerá de fijo.
Y verás cómo en el baile,
mi vida, nos divertimos.
Anas. Pero y si mi hija lo sabe...
¡qué va a decir, Ramoncitol
Ramón Nada, tonta.
Anas. Por supuesto,
que ya sabes lo que ba diclio.
Vamos el salón...
Ramón Bailamos
Anas.
Ramón
- 27 —
una habanera juntitos,
y luego...
A casa.
Veremos,
cómo del baile saliaios.
MUTACIÓN
CUADRO TERCERO
Escena dividida en tres habitaciones. Todas tienen puerta al foro y
otra en el primer término de las paredes divisorias. En todas
ellas habrá lámparas de luz eléctrica pendientes del techo y en-
cendida». En las habitaciones del centro y de la derecha, mesas,
con manteles, botellas con agua y sillas. En la habitación de la
izquierda, que será un gabinetito elegante, un centro de mesa
con espejo. TJn florero o dos Uua botella o jarro de cristal con
agua y una *chaise longue> elegante.
3 J X
>^ESCENA XVI (\/
f^jT ^kWlm, AN
4<OTASIA, con el antifaz puesto, y BE^TO, el camare-
ro, en el cuarto del centro
i
Ben.
Aquí hay ua cuarto apropósito
para ustedes dos.
Ramón
(Abriendo la puerta del de la derecha.)
¡Magnifico!
Ben
iMírele usted.
Ramón
(a Anastasia.) Entra y siéntate
que voy a hablar con Benito.
Anas.
Pero no estaremos mucho,
¿verdad? Porque con el ruido
y la algazara del baile
no estoy bien.
Ramón
Un momentito
nada más. El tiempo sólo
de tomar un bocadillo.
Anas.
Lo que quieras.
(Entra en el cuarto de la derecha y se sienta al ladtt«
de la mesa quitándase el antifaz.)
— 28 —
Hamón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben
Ramón
Ben.
Ramón
Anas.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben.
Ramón
Ben
-Bamón
(Aparte a Benito.) Ven y dime,
¿tardará don Miguelito
en venir?
No: y ya me choca
que no está aquí, porque dijo
que para las dos y media
lo tuviera todo listo.
¿Vienen a cenar?
Fues claro.
Bravo. ¿Y en dónde?
Aquí mi.^mo.
Bien.
Además me ha mandaiio
que le tenga prevenido
ese otro cuarto. •
¡Ah, tunantel
¡Pero Ramón!
Voy, cielito.
La máscara se impacienta.
Déjala.
¿Es buenaV
Un prodigio
de... fealdad.
No lo creo.
Oye, que te necesito.
Mándeme usted lo que quiera,
que yo soy agradecido
y no olvido los favores
que me hacen.
[jO sé, Benito.
¿Tiene ese cuarto otra puerta?
8í, señor, la del pasillo
de atrás.
Pues quiero la llave,
¡Don Ramón!...
La necesito
y no es para nada malo,
pues ya me conoces.
¡Digo!
Es una broma que quiero
gastarle a don VJiguelito.
No hay inconveniente entonces.
Oye, ¿y este cuarto mío?
Otra exactamente igual,
pero sin llave.
¡Magnífico!
*
Mira, tráete unas quisquilla?
y una hotella de vino.
Ben. . En seguidita.
(Vase.)
Ramón No tengas,
inopaciencia, pedacito
de melocotón en dulce,
que ya estoy aquí contigo.
Pero cerraré h puerta
(^Cierra la puerta primer término.)
por si tenemos vecinos,
que es lo probable.
Anas. ¡Ay! ¡Ramón!
Ramón (Pues ésta se lo ha creído,
si t«-ndré yo mala sombra.)
Anas. Estoy temblando, Dios mío,
por fí RoFalía vuelve
a casa. ¿Tú no la has visto
en el salón?
Ramón Un momento,
del brazo d-^ Miguelito
y de la lia. Por cierto
«^ue la tía, iba a mi juicio
algo mareada.
Anas. ^;Sí?
Claro está... El calor ..
RamÓí>í y el vino.
(B^to entra foro con el vino y las quisquillas que
dejará.)
Ben. Ya estoy aqni: dice el amo
que Hnlga usté un momentito.
Ramón :Ay!es verdad. Qué cabeza.
Voy. Tú come, cielo mío,
y no me e>rerí^s, que yo
salgo y vuelvo de dos brincos.
Anas. /;Si Rosalía va f casa
y nota que yo no he ido,
qué diráV í^uei¿o, ella sola
con ese don Miguelito...
No ha esialo bien: no, señor.
Nunca dejar he debido
que fuera con él al baile.
iCI es (iec^nte, buen:simo,
honrado, nadie lo duda.
Pero es el mundo tan picaro
v la ocasión tan traidora...
- 30 ^
V
\
ESCENA XVII
DICHOS, AM^!^ y RU|'0, cuarto izquierda
R*MÓN Pasen ustedes y chito,
para qne nadie se entere
de que estí^n aquí metidos.
Amp. lAy! Caballero... me siento
desfallecer.
Ramón No, por Cristo,
que eso mi plan desbarata.
Rufo ¿La... aflojo el corsé?
Amp. Jíse pillo
no va a querer escucharme.
Ramón Ya sabe lo que le he dicho.
Mucha prudencia ante todo.
Mucha caima, mucho juicio,
y verá cómo en las redes
cae el señor Miguelito.
Tú, Rufo...
Rufo Sé mi papel.
Por mí puede est»r tranquilo.
Ramón El ya no debe tardar.
Amp. De seguro que el bandido
vendrá aquí con las mujeres
que estaba en el baile.
Rufo ¡Digo!
Ramón ¡Silencio!
Rufo Ellos son. Conozco
a lar Juncales.
Ramón Pues, chito,
y cuidado con hacer nada
sin contar antes conmigo.
(Va a marcharse y vuelve.)
¡Ah! ¿Y Enrique?
Rufo Está avisado
y no faltará.
Ramón A Benito
le diré que esté a la mira.
Tacto, prudencia y sigilo, (vase por el foro.)
Amp. El cielo quiera tenerme
de su mano; pues no fío
en que mis nervios se aplaquen.
'"^
— 31 —
Tenga usted este frasquito
por si acaso. (Le da un frasquito de sales.)
^UFO Pues si empieza
con desmayos nos lucimos.
ESCENA XVIII
DICHOS, LA JUNCALES. ROS iLÍi y MIGÜELITO, por el cuarto
del ceutro. RAMÓN en el de la derecha
Música
JüN. (Entra por el foro, borracha, con una copa en la mano,
seguida de Miguelito, que lleva una botella. Detrás,
Rosalía. Ramón y Anastasia miran por la rendija que
da a la puerta de la escena; y doña Amparo y Rufo
en la habitación de la izquierda.)
Adelante, compañeros,
que no hay tiempo que perder,
toda vez que no-^ esperan
la alegría y el placer.
Yo la copa no abandono,
pero pues vacía está,
llénala, Miguel querido,
porque la quiero apurar.
Amp. Vienen de juerga,
según ge ve.
Anas. Qué poca lacha
tienen los tres.
■JüN- Bebe y desecha
toda aprensión
y haz, pobre tonta,
lo que hago yo.
Con este vino, ;
licor divino,
que alegra el alma,
que dichas da,
verás, hermosa,
que deliciosa
noche de juerga
vas a pasar.
Que los licores
a los amores
prestan más fuerza,
dan más vigor;
— 32 ^
bebe y apura,
pobre criatura,
como yo el néctar
de ardiente amor.
Roe. Ya me arrepiento
de haber venido.
MiQ. ¿Qi^é es lo que tienes
dueño queriuo?
Pronto en mis brazos
vas a caer.
Amp. ¡Ah! esposo infame.
Rufo Gállese usted.
JwN. Haz lo que la Juncales
y te diviertes,
aunque cual yo te pongas
algo peneqiíe
Pero eso no te importe,
niña, nn comino
porque es de todo, hermosa,
OH paz ei vino.
Luego, así de que cenes
ya tú veras
como bebes y cantas
y alegre e^tás.
Hablado
Anas. Pero Ramón, ¿quién es e^a?
Rám. La... tía de... Miguelito.
Amp. ¡y que jjor estas mujeres
nos desprecien los maiidos!
(a Rosalía que esta muy apocada.)
MiG. ¿Qué te pasa, Rosalíw,
que estás tan seria conmigo?
Ros. Nada.
(Miguel trata de atraer hacia sí a Rosalía. Esta le re^
chaza.)
Anas. (a Ramón que no la deja acercarse a la puerta.)
¡Déjame!
Ram. No quiero.
Rufo (separando a doña Amparo de la puerta para que nc-
escuche.)
¡Por Dios, señora!...
Amp. ¡Bandidol
JuN. Nada: te cansas en vano
porque según lo que he visto,.
- 33 -^
Migue), a esta damisela
debe faltarle un f=entido
o a nosotros por lo menos
nos considera unos pillos.
[Ja, ja! Pobre desgraciada
pájara incauta que el nido
dejaste para volar
en busca del pajarillo
que el corazón te ha robado
con sus amorosos trinos.
Abre las alas sin miedo;'
mírale aquí derretido,
anhelando por instantes
que por fin le des... el pico
ü^ntre tus alas acógele
con afán y con cariño,
y ahueca el ala que es' tarde
y os e&tá esperando el nido.
Am.c V^^i* ,* ^'''*"* °°°^° ^'•«tando de convencerla )
R.L íJ^«^sí y qué desvergüenza. '^
KAM. La tía. . de su sobrino
se explica bien.
^''^' Pero, ¿dice
que se vayan?
Amp^ .a» Eso ha dicho.
Rufo /^/ "^""^ "^^ ^^' ^"^ ^^ "^^ ^--^y--)
t^UFO (Dándole a oler el frasquito.)
, , No, señora,
rr,Ki ^ "^^^ "" P^^o ®' frasquito
JUN. Yo por mi parte desde ahora
os dejo a vuestro albedrío
y al baile me voy ansiosa
de más placer y más vino.
^Vase riendo descocadamente. Miguel sale a despedirla
quédase puerta foro.) '
ESCENA XIX
DICHOS, menos la JUNCALES, después ENRIQUE
Ram. ^ Enrique sin parecer
R,,..^ I ^^^P ^ ^^ ^" ^a ilegando.
KUFo Gracias a Dios que ya vuelve
de su maldito desmayo
AMP. ¡Ay! (Volviendo en eí.)
— 84 —
V^
./
ÁNA§.
Quien hubiera creído
que era un infame y un falso.
Ram.
Pero como tiene guita...
ya ves.
Anas.
(De prouto.) Yo galgo y le araño.
Ram.
(Conteniéndola.)
Aún no.
MlG.
(Bajando del foro.)
Conque, Rosalía,
ya solos los dos estamos.
Ros.
¿Y qué es lo que usted desea?
MlG.
Aún no lo has adivinado...
Amp.
(Mirando por la cerradura.)
¡Y están solos, Dios eterno!
Rufo
(Separándola.)
Pues no mire por si acaso...
Mío.
¿Qué es lo que quiero, preguntas?
Una amorosa mirada
de tus ojos. De tus labios,
un beso de amor ardiente.
Después dispon a tu agrado
de mi fortuna y hacienda.
Amp.
Y a mí, que me parta un rayo.
Mío.
¿Te callan? ¿Nada me dices?
Ros.
Ya comprende demasiado
lo que mi silencio indica.
De manera que es en vano.
mi señor don Miguelito,
que prosiga usted hablando, (se levanta.
Mío.
¿A dónde vas?
Roe.
A mi casa
porque ya es tarde.
MlG.
Es temprano.
(conteniéndola para que no salga.)
De aquí salir no intentes
Dorque yo te cierro el paso.
Ros.
.^jlamaré para que alguno
me ampare si es necesario.
MlG.
Y ese, ¿quién va a ser?
Enr.
(De pronto.) jYol
Ros.
(Con aiegria ) ¡Enrlquel
Ram.
¡Por fin!...
IwüFO
Ya se armó el cotarro.
MlG.
¿Qué viene usié a hacer aquí?
¿Quién le llamó?
Enr.
Mi deber
— 86 -
y el amor de esta mujer
que es tan solo para mí.
MiG. ¡Paraustedl Vana ilusión
ya que a decirlo me obliga.
Enr. Ahí está ella. Que lo diga
con todo su corazón.
Pero ante.«, que sepa quiero
pues en ello tengo afán
que usté no es más que un rufián,
un chulo bajo y rastrero
que con cariño fingido
alcanza cuanto le place
muchas veces porque lo hace
de su dinero valido.
Con él compra usté en desdoro
del honor, goces y amor,
y lue^^o paga el honor
con un puñado de oro,
mientra- la pobre cuitada
que se vendió al vil metal
muere en un santo hospital
de todos abandonada.
Yo»entretanto y sin doblez,
como cumple a un buen obrero
no la ofreceré dinero,
pero la daré honradez,
y el amor conque soñó
acaso desde la infaiicia
conque ya ve la distancia,
que media entre usté y yo.
Anas. Bien hablao.
Rufo Vaya un trasteo.
Anas. Bendito sea su pico.
Ram. Como que vale ese chico
un Potosí.
Anas. ¡Ya lo creo!
MiG. De mi decisión no espere
que ceda.
Enr. Igual interés
tengo en e;e caso.
MiG. Pues
que ella diga a quien prefiere.
Ley sus palabras serán
que entre ambos acataremos
Enr. (Eh touó de desafio.)
Primero solventaremos
-^se-
de otro modo nuestro afán
si usted a ello se aviene.
R.vM. (Entreabriendo un poco la puerta de la derecha y ha
blando bajo a Enrique.)
Vete en seguida allá fuera
y un solo momento espera
que eso a mis planes conviene.
(En seguida Ramón habla bajo con Anastasia y vase
por el foro. Anastasia se pone en la puerta y lo su-
jeta.)
MiG. Aunque no soy pendenciero
jamás los lances rehuyo. ^
Enr. Pues veremos ese orgullo;'
andando, fuera le espero, (va a saur.)
JeIdS« (Muy apurada y cariñosamente.)
jDios mío! ¡Enriquel...
Enr. No lemas;
que no es el león tan fiero, (vase.)
Ros. (a Miguel.)
¿Pero no va usted?
MiG. Yo, sí...
pero quisiera un momento
decirte.. (Quédase indeciso mirando hacia el foro.)
R^M. (En este momento entreabre un poco la puerta prime-
ra izquierda y habla con Bosalía sin volverse ésta y rá-
pidamente.)
>'inge que accedes
a sus amantes deseos
y di le muy cariñosa
que le esperas aquí dentro.
Ros. ¡Don Ramón!
KaM. Hazlo y chititO. (ciérrala puerta.)
MiG. Nada. Yo no retrocedo
Amp. jPero cómo va a quedarse!
lÍAM. (a Amparo.)
- Animo que ya el momento
se aproxima.
RaM. (a Rufo.) Tú...
Rufo Ya sé,
cambio el dominó... y...
Ram. Silencio.
(Vase corriendo. Doña Amparo se quita el dominó)
MiG. Ya estamos solos, mi vida.
Ros. Por Dios^ Miguel. .
y¡ MiG. ¿Pero es cierto
que yo soy el que prefieres?
4
^ 87 —
¿Que es para mí todo entero
tu corazón?
Ros. Yo. .
MíG- No calles,
por corupasión te lo ruego.
■Koe. Si alguien nos ve...
^'^- Nada temas.
(Snbe al foro a mirar.)
RaM. (Entrando en el cuarto de la derecha.)
Ya va a caer en el cepo.
Ya le tenemos cogido,
señora Anastasia.
¡Ennquel... (Avergonzada al verle.)
^^^' [Señora!
^^^' Mada;
ya. no se h >,ble más de aquello.
(Todos se acercan mirando por la puerta que da a la
escena.)
ESCENA ULTIMA
DICHOS
MiG. Nadie viene.
^°^- ¿Y no es mejor
que pasemos aquí dentro?
MiG. Como quieras, (¡ella misma
ha caído sin saberlol)
Hos. Pues mira si vuelve Enrique.
Cierra la puerta, y yo espero
en este otro gabinete.
MiG. Como tú quieras, mi cielo.
(Vase a mirar por el foro. í^osalía entra en el cuarto
de la izquierda y se quita el dominó que se pondrá
doüa Amparo, que se habrá quitado el suyo. Todo
muy rápido )
Rufo (Quitando el dominó a Rosalía.)
Fuera el dominó. ¡Ajajlá
(Poniéndoselo a doña Ampcro >
Póngaselo usted.
Amp. Yo creo
que me voy a desmayar
del goce inmenso que siento.
— 38
Rufo Ahora, no señora.
Amp. Bien,
lo dejaré para luego.
RaM. (Que ha estado mirando por la puerta de la escena.)
Que ya viene Vamonos.
(Vanse Rufo y Rosalía por el foro cerrando la puerta.)
Amp. Con qué alegría le espero
para arrancarle los ojos
o... lo que pueda a ese perro.
(Se sienta en el sofá vuelta de espaldas a la puerta de
la escena y cubriéndose la cara con el pañuelo flga
rando llorar. Miguel sale por la puerta del foro
del cuarto del centro, y la cierra la puerta de la
escena.)
MiG. Por lo visto el otro tonto
juzgó mi triunfo certero
y se ha dicho. Aquí sobra uno,
yéndose con viento fresco.
Mejor. (Eutra ) iQué noche me espera
más deliciosa! Estoy ebrio
de placer. La pobrecilla
me espera llorando.
Ramón Quedo...
que ya el ratón ha caído
en la ratonera. Cierro,
y que llame cuanto quiera.
(cierra la puerta con llave.)
MlG. (con recelo y miedo.)
Ya estoy aquí, mi embeleso.
Ros. (saliendo por el foro del cuarto de la derecha y luego
a la escena por la primera con Rufo.)
jMadre! ¡Enriquel
Ramón ¡Por Dios santo!
No alcéis la voz y escuchemos,
porque va a ser pistonuda
la sorpresa.
Rufo ¡Ay, qué salero!
[Anda y dame otra tortita!
(Ramón le tapa la boca haciéndole callar.)
MlG. Estoy a su lado y temo
el aproximarme más,
no sé porqué... ¡Fuera miedo!
jQué demonio! ¿No es ya mía?
Fues si a mi lado la tengo,
¿a qué estas vacilaciones?
¡Rosalía!.., Dulce sueño...