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Full text of "La encerrona : sainete cómico-lírico en un acto, dividido en tres cuadros, en verso"

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ANTONIO  MI^NÜEZ  Y  MBNÉNDKZ 


Lá 


saínete  comico-lirico 


;n  un  acto,  div¥oid^-en  tbes  cuadros,  en  yerbo,  original 


MÚSICA  DE  LOS  HABSTfiOS 


MÜNTERDE  y  MONTSERRAT 


Copyright,  by  Antonio  Méndez  y  Menéndez,  1916 

SOCIEDAD  DE  AUTORES  ESPAÑOLES 
Calle  del  PradOy  nútn.  24 


iei6 


JUNTA      DELEGADA 

DEL 

TESORO  ARTÍSTICO 

Libros  depositados  en  la 
Biblioteca    Nacional 

Procedencia 

_lJ^OHhA}:J, 

N.**  de  la  procedencia 

^ ílfl : 


r^A.  RJVCKKROIVA. 


Esta  obra  es  propiedad  de  su  autor,  y  nadie  po- 
día, sin  su  permiso,  reimprimirla  ni  representarla  en 
£ipaña  ni  en  los  países  con  los  cnales  se  hayan  ce^e 
brado,  ó  se  celebren  en  adelante,  tratados  internado 
nales  de  propiedad  literaria. 

El  autor  se  i^serva  el  derecho  de  traducción. 

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-de  conceder  ó  negar  el  permiso  de  representación  y 
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dnction  reserves  poirr  tous  les  pays,  y  oomprii  la  Sué- 
de,  la  Norvége  et  la  Hóllande. 

Qnedfl  hecho  el  Qbpóflito  que  marca  li  ley. 


LA  ENCERRONA 

saínete  cómico-lírico 

EN  ÜN  ACTO,    DIVIDIDO  EN  TRES   CUADROS,    EN   VERSO 


LETRA  DE 


ANTONIO  MÉNDEZ  Y  MENÉNDEZ 

música  de  los  maestros 

MONTERDE  y  MONTSERRAT 


Estrenado  en  el  el  TEATRO  NUEVO  de  Barcelona,  el  día 
16  de  Marzo  de  1916 


^ 


MADRID 

•R.  Velasco,  impresor,  Marqués  de  Santa  Ana,  11,  dup. 

TELÉFONO,  NÚMERO    S5I 

1916 


REPARTO 


PERSONAJES  ACTORES 

SEÑORA  ANASTASIA Sra.      Sofía  Romero. 

ROSALÍA... Srta.    Paquita  Rosell. 

LA  JUNCALES Trinidad  Rosales. 

DOÑA  AMPARO Sra.      Gregoria  Ruiz. 

RAMÓN Sr.       Joaquín  Montero. 

^^'  ENRIQUE.... Alfredo  Ruiz. 

'^•"'^  •       MIGÜELITO Ricardo  Fuentes. 

RUFO Paco  Gallego. 

-      XADIS Pedro  VidaL 

'^"^   Bí*.afe€«gílO Alfonso  Oya. 

BENITO.. . .    Alfredo  Solves. 

PERICO Juan  Oliva. 


^Ci^P^ 


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-d«^?5 

ROwSw                            ^ 

ffll.ásji.ág.lltfiítóii 

^.i^Ji^^i®.  i^^Ji  .#il.^Jl.s«Jj.s^ji «  11.^  II  « li  ií 

ACTO  ÜNICO 


CDADRU  PRIMERO 

Interior  de  uua  taberna.  A  la  derecha  un  reservado  cuyo  frente  debe 
estar  abierto,  con  un  velador  y  tres  banquetas.  En  la  otra  parte 
de  la  escena,  una  puerta  en  primer  término  izquierda.  AI  foro,  la 
puerta  de  la  calle  con  vidrieras.  A  la  izquierda  de  ésta,  el  mos- 
trador, veladores,  banquetas,  etc.  En  las  paredes,  un  reloj,  un  ca- 
lendario y  carteles  de  toros, 

■'  ■   .  -)     '  •; 

ENRIQUE,  RAMÓlN,  JILGUERO.  LADIS,    RUFO   y  PEftiCO  P^é> 

Al  levantarse  el  telón,  Ramón  y  Enrique,  están  en  el  reservado  sen- 
lodos  al  lado  del  velador.  SI  Jilguero,  Ladis  y  Rufo,  en  la  izquierda. 
-alrededor  de  otro  velador  donde    habrá  una    bandeja  con  copas.  La 
■dis  toca  la  guitarra,  y  el   Jilguero   cauta.    En    otras   mesas   distintos 
grupos 

Música 

Ladis  Echa  otras  copas,  chico, 

y  tú,  Jilguero, 
cántanos  otra  copla 

con  más  salero. 
Que  yo  con  la  guitarra 

voy  a  probarte, 
que  tienen  mis  falsetas 

estilo  y  arte. 


725677 


—  6  — 


ExNR. 


Ramón 


JiLG. 
LaDIS 

Rufo 
Ladis 

J  ILG  . 

Rufo 

Ramón 

Per 


Jilo, 


KUFO 


Es  una  linda  moza 

la  linda  Rosalía, 
y  confio  en  que  al  cabo 

ha  de  ser  mía. 
Pero  tiene  una  madre 
que  es  un  cetáceo, 
y  si  es  tu  suegra  un  día 
te  pone  a  caldo. 
Témplate  y  arsa. 
Vamos  allá. 
Beber  primero. 

¡Venga! 

(Repartiendo  vino.) 

Allá  va. 
¡Pero,  Perico! 
¡traen  eso  u  no! 
Lo  están  haciendo, 
señor  Ramón. 

(Ladis  toca  la  guitarra.  Kufo  acoiapaña  con  las  pal- 
mas y  Jilguero  dándose  mucha  importancia  se  marca 
con  el  bastón.) 

¡Ayayay,  ayayay,  ayayayl 
id.,         id.,         id., 
id.,  id.,  id. 

Para  el  hombre,  la  mujer, 
presidio,  pa  el  bandolero, 
el  vino,  para  el  placer, 
y  para  todo,  el  dinero. 
¡Ayayay,  ayayay,  ayayay! 
id.,  id;         id., 

id.,  id.,  id. 

A  Dios  le  pido  llorando 
con  todo  mi  corazón, 
que  me  quite  la  razón 
si  es  que  me  estás  engañando^ 
¡Ayayay,  ayayay,  ayayay! 
etc.,  etc. 
Ole  los  mozos 
de  gracia  y  voz. 
Vaya  un  estilo 
que  tié  er  gachó. 
Báilate  algo 
mu  bien  marcao,. 
como  tú  lo  haces 
en  el  tablao. 


-   7  - 

(Se  marea  un  tungo.) 

Vaya  un  meneo  que  trae  er  mocito, 
eso  es  bailarse  como  hay  muy  poquitos. 
Ole  tu  gracia,  tu  cuerpo  y  tus  pies, 
uo  hay  de  seguro  quien  baile  como  él. 
¡Ole,  ole,  ole! 

Hablado 


L\Dis  Eso  es  saberse  mover 

y  lo  demás  es  un  cuento. 
Rufo  Y  canta  con  sentimiento. 

Ladis  Es  lo  que  tiene  el  saber. 

(siguen  hablaudo  en  voz  baja  ) 

Ros.  Un  mantel  limpio  y  planchado. 

Enr,  Muchas  gracias.  Se  agradece. 

Ros.  Con  este  son  doce  o  trece 

los  que  hoy  hemos  lavado. 
Ramón         Porque  no  tienen  decoro 

ni  na  de  delicadeza; 

y  eso  que  ven,  que  en  limpieza, 

gana  usté  a  los  chorros  de  oro. 

Enp  .  (intentando  abrazarla.) 

Pero,  qué  bonita  eres. 

Ros.  (Rechazándole  y  volviendo  la  cara.) 

Mi  madre  estará  acechando 
y  si  me  ve... 
Enr.  Pero  cuando 

me  querrás... 

(Vase  Rosalía.) 

Ramón         (Apaite.)         ¡Ay,  qué  mujeres! 

(Ramón  y  Enrique  siguen  hablando  en  voz  baja.) 

Ladis  ¿No  opináis  del  mismo  modo? 

Per.  Bueno;  ¿y  esto  a  quién  se  apunta? 

Ladis  ¿Que  a  quién?  Vaya  una  pregunta, 

pues  al  que  lo  paga  todo. 
Per.  ¿a  don  Miguel? 

JiLG.  ¡Natural! 

Rufo  ¡Si  ya  lo  sabes,  guasón! 

Per.  Es  que... 

L\Dis  No  seas  porfión. 

¡Cuidao  que  eres  animal! 

(Vanse  Ladis,  Rufo  y  Jilguero.) 


—  8  — 


ESCENA  lí 


ENRIQUE  7  RAMÓN 


Ramón 


Enr. 
Ramón 


Enr 


Ramón 
Enr. 

Ramón 


Enr. 
Per. 
Ramón 


Tendrás  al  mundo  engañado 
mas  a  mí,  no  puede  ser. 
Tú  vienes  por  la  mujer 
que  te  tiene  trastornado. 
¿Yo? 

Tú  mismo  te  delatas 
aunque  disimular  quiere?. 
Ten  cuidao  con  las  mujeres 
porque  todas  son.,  ingratas. 
Aun  me  acuerdo  de  la  mía 
que  dormirá  el  sueño  eterno, 
descansando  en  el  infierno 
porque,  chico,  era  una  arpía. 
Si  no  se  muere,  me  muero. 
O  me  estaba  maltratando 
o  me  la  estaba  pegando 
con  don  Cleto,  mi  casero. 
Fué  una  infame  criminal. 
Un  bicho  malo  y  marrajo. 
Verás:  cuando  del  trabajo 
regresaba  y  el  jornal 
le  daba,  la  muy...  tirana, 
porque  bebía  gruñía. 
Y  eso  que  sólo  bebía... 
seis  días  de  la  semana. 

(cortando  la  conversación.) 

Deja  a  la  difunta  y  bebe 
mientras  yo  voy  al  taller. 
¿Volverás? 

¡No  he  de  volver! 
¡Ya  lo  creo!  (uama.)  ¿Que  se  debe? 
fon  esta  copa  en  la  cuenta 
si  vas  a  volver.  No  quiero 
cansarme  y  aquí  te  espero. 
Bueno,  (a  rerico.)  ¿Qué  es? 

Dos  con  cuarenta. 
Yo  en  tanto  la  vuelta  das, 
voy  a  intentar  una  cosa, 
la  más  chusca  y  más  graciosa 
que  has  podido  ver  jamás. 


Enr.  ¿y  qué  es  ello? 

Ramón  En  mí  confía 

y  no  quiera3  mi  secreto 
conocer.  Yo  te  prometo 
que  es  tuya  la  Kogalía. 


esc|:ña  III 


DICH03,    ROSA-Lt^,   y  eu  seguida  ANAS^ASI/V 


Ros.  (a  Enrique  que  sale.) 

¿Vuelves? 
Enr.  Dentro  de  un  instante. 

(Vase.) 

Anas.  Pero,  niñita,  ¿qué  es  eso? 

(con  malos  modos.) 

Dejas  a  medio  freir 
el  bacalao  allá  adentro, 
pa  ver  a  ese  palomino 
atontao.  A  ese  banquero 
sin  pasta,  que  ya  no  tiene 
ni  donde  caerle  muerto. 

Ros.  Pues  es  de  los  más  decentes 

que  entran  aquí. 

Anas.  Pues  con  eso 

y  conque  no  entre  una  perra 
en  el  cajón,  ya  podemos 
tumbarnos  a  la  bartola. 
Mira,  márchate  allá  adentio 
y  déjame  a  mí  de  músicas. 

(Vase  Rosalía.) 
Ramón  (Acercándose  a  Anastasia.) 

(Me  va  a  arañar,  lo  estoy  viendo.) 
No  se  enfande  usté,  mi  ama. 
No  tenga  usté  tan  mal  genio 
que  el  caso  no  és  para  tanto. 
(A  la  carga  y  faera  miedo.) 
Dame  oira  copa,  Perico. 
¿Qué  es  lo  que  la  chica  ha  hecho 
para  ponerse  con  ella 
del  modo  que  usté  se  ha  puesto? 
La  chiquilla  es  un  estuche 
y  no  eá  prudente  ni  cuerdo 
que  la  trate  usted  en  dómine. 


—  10  — 


AnA6. 

¿Y  a  usted  qué  le  impoita  eso? 

Ramón 

Nada:  pero  es  una  joya 

que  vale  mucho  dioero. 

Anas. 

Por  eso  nunca  ha  de  ser 

de  un  mal  tallista. 

Ramón 

En  eso, 

estamos  ambos  conformes, 

sí,  señor.  Porque  lo  cierto 

es,  que  su  hija  merece 

todo  un  marqué?.  Por  ejemplo». 

«El  f^oUo  de  ios  brillantes», 

que  tiene  tanto  dinero. 

Anas. 

Eso  que  usté  dice. 

Ramón 

En  fin... 

dame  otra  copita,  Pedro... 

(Limpiándose.) 

En  siendo  un  hombre  de  fuste 

como  él,  varía  de  aspecto 

la  cuestión;  y  la  ventura 

está  asegurada. 

Anas. 

Cierto. 

Ramón 

Porque,  el  dinero,  señora. 

lo  es  todo. 

Anas. 

Ni  más,  ni  menos. 

Ramón 

Ahora  bien;  yo,  en  Irgar  de  él 

la  verdad,  se  lo  confieso; 

nunca  en  una  mucosuela 

hubiera  mis  ojos  puesto 

habiendo  viudas  tan  frescas, 

.   y  con  aquel  y  salero 

para  hacer  feliz  a  un  hombre 

porque  saben  lo  que  es  eso. 

Porque  están  acostumbras... 

Ana?. 

(con  coqueteria  ) 

¿De  veras? 

Ramón 

¡Pues  ya  lo  creo! 

Anas. 

Dale  otra  copa,  Perico. 

Ramón 

De  Cazalla. 

Per. 

Va  corriendo. 

Kamón 

Gracias. 

Anas. 

Prosiga  usté  hablando. 

Ramón 

(Esta  se  traga  el  anzuelo 

y  hasta  la  caña.)  ¿Usté  gusta? 

Anas. 

Muchas  gracias. 

Ramón 

Hay  momento» 

en  que  el  hombre  está  ocecado 

—  11  — 

y  por  más  que  lo  está  viendo 
AvAc  2.^  se  da  cuenta  de  nada. 

H-L  ^ZtortJr^^^^--^- 

^'^^^-  ,  Está  claro. 

(Después  de  un  momento  de  vacilación.' 

¿Usté  es  casado  o  soltero 
señor  Ramón?  ' 

t:f  ''^'"''^-., 

T       ,  '       ¡Viudo! 

Igual  que  yo.  (Qué  consuelo.) 
.'^^^ico,  tráele  otra  copita. 
Kamón         i  ráeme  una  botella,  Pedro 
y  será  mejor.  ' 

,    ,  ou  esposa... 

sería  buena... 

^^^^^^  ,       ,  Un  modelo, 

AvA.  'í'       '  "^  ángel...  (patudo). 

ANAS.  ¿Le  quería?  ' 

^'^'^^-^  ,  Con  exceso, 

«,  señora...  con  locura... 

(Aparte.) 

(en  los  profundos  infiernos 
estará.) 
^^^^-  ¿Qué  dice? 

que  me  quería...  me  acuerdo 

Anas  "'^  ^''''^''  ^"''^^-  ^"^'^^^  cómicamente.^ 

,,  Ya  veo. 

R .  ..A  í"'  ^'^^^  "s^^  ^^  herrería? 

■KAMÓN         ^0,  señora,  que  la  tengo 

y  cada  día  por  suerte 

el  negocio  va  subiendo 
Anas.  Pero  tráele  una  botella  '" 

que  te  ha  pedido,  mastuerzu. 

-C^OS.  (Desde  dentro.) 

¡Madre! 
Anas.  ^        -Voy!  Mi  chica  llama, 

señor  Ramón.  Seguiremos 
R..,/^„         5,^ blando  si  no  se  marcha. 

KaMÓN  Falta  que  pueda...  (Tambaleándose  ) 

V  '  Hasta  luego. 

i  yo  aei  sm  arreglarme 
todavía,  Dios  eterno. 
(Vwe.) 


—  12  — 

ESCKNA  IV 

RAMÓN 
«ÍEste  monólogo  se  encomienda  al  talento  del  actor.) 

La  be  gustado  por  chiripa, 
y  a  poco  más  que  replique 
el  negocio  para  Enrique, 
va  marchando  viento  en  pipa, 
digo,  en  popa.  Y  me  lo  debe 
agradecer,  a  fe  mía, 
porque  él  y  su  Rosalía... 
bebe,  Ramoncito,  bebe, 
y  déjate  de  mujeres. 

(Bebe.) 

•Qué  rico!  No  hay  en  el  mundo 

un  líquido  tan  fecundo 

en  alegría  y  placeres. 

Es  el  que  quita  las  penas. 

Es  el  que  alegra  el  sentío. 

El  que  da  calor  y  brío 

para  todas  las  faenas. 

Y  aunque  se  diga  que  del 

vino  sakn  los  matones, 

quien  tié  malas  intenciones, 

mata  con  vino  y  sin  él. 

Porque,  vamos  a  ver:  yo, 

que  al  vino  le  rindo  culto 

y  a  nadie  ofendo  ni  insulto, 

¿puedo  ser  criminal?  No. 

¿No  es  más  perdido  y  soez 

un  señorito  que  debe 

en  toas  partee,  porque  bebe 

champane  acís  o  Jerez'-^ 

Que  un  rico  se  ha  emborrachado 

bien  de  día,  u  bien  de  noche... 

pues...  se  le  mete  en  un  coche 

porque  es  que  se  ha  mareado 

Pero  cae  contra  una  acera 

un  pobre  muerto  de  hambre 

u  porque  le  da  im  calambre, 

y  dicen:  ¡qué  borrachera! 

Y  luego,  moralidaz 

pa  el  pobre  que  sufre  tanto 


—  la  - 


/ 


porque  el  rico  ya  es  un  santo 

y  que  viva  la  igualdaz. 

V  porque  han  de  í-er  legítimas 

esas  soirés  que  a  deshoras 

celebran  tantas ..  señoras 
^a^toiiiar  también  sus  pítimas. 
íTués  en  esas  reuniones 
i  pa>^a,io  que  en  los  infiernoií, 
'  que  abundan  mucho  lo^,..  cuernos 
^  que  ellas  ponen  a  montones.. 

¿Y  en  los  Clus  y  en  los  Casinos 

donde  se  suelen  reunir 

sólo  por  verlas  vemr 

señoritos  libertinos 

DO  se  ofen<)e  a  la  moral? 

<iNo  se  emborracha!)  también? 

Yo  me  apuesto  a  que  no  nay  quien 

esto  no  lo  encuentre  mal. 

Pues  qué,  ¿el  jugar  no  es  pecao? 

V  amo?,  que  yo  pierdo  el  tino, 
robre  del  que  bebe  vino... 
iporque  come  bacalao! 

Por  í?an  Benito  Palermo, 
si  no  me  puedo  tener. 

Y  todo  por...  po,  b»  ber. 
Vaya,  que  yo  aquí  la  duermo. 

(Se  dirige  dando  traspiés  hacia  el  reservado  y  quédas«> 
dormido  hasta  que  lo  indique  el  diálogo.) 


J   Enr.  Aquí  estoy  de  vuelta  ya, 


ESCENA  V 

PERICO,  RAMÓN,  ENRIQUE  y  después  ROSALÍA. 


Kamón.  ¡Ualla!  ¿Se  ha  marchado? 
rER.  ¡L\o,  señor!  Está  amonado 

ahí  dentro.  Pues  bueno  está. 
^NR.  ¡Lástima  de  hombre! 

^°s  Perico, 

vete  a  la  cocina  y  friega 

mas  frascos,  por  si  es  que  llega 

gente. 

■í^^NR.  (Aparte.) 

Bien;  me  estorba  el  chico. 

(Vase  Perico.) 


—  14  — 

ESCENA  VI 

DICHOS  menos  PERICO 

Enr.  Rosalía,  ¿tú  me  quieres? 

Hos,  Y  por  qué  no.  A  todos  quiero. 

£nr'.  Vamos...  sí.  Por  el  dinero 

•    como  otras  mucha?  mujeres. 

Ros.  Me  ofendes.  No  soy  así. 

No  me  ciega  la  ambición. 

Jlnr.  ¿Entonces,  tu  corazón 

me  lo  entregarás  a  mi? 

Eos.  Enrique,  no  sé.  No  puedo 

contestarte  de  repente; 
mi  madre... 

£nr.  ^8  una  serpiente 

que  me  envenena,  y  no  cedo, 
porque  te  quiero  elevar 
y  te  quiero  enaltecer, 
haciéndote  mi  mujer 
ante  Dios  en  el  altar. 

Ros.  ¿De  veras? 

Enr.  'í'e  probaré 

que  en  mí  no  existe  egoísmo 
y  vas  a  verlo  ahora  mismo. 
Escucha. 

Ros.  Te  escucharé. 

Música 

Enr.  Desde  aquel  momento, 

linda  Rosalía, 
que  vine  a  tu  casa 
gólo  por  beber, 
siempre  en  ti  he  pensado, 
para  ti  he  vivido 
y  por  ti  he  tragado 
la  más  pura  hiél. 
Gitana  del  alma, 
no  seas  traidora; 
mira  a  quien  te  adora 
con  un  noble  afán, 
y  verás,  bien  mío, 
qué  felices  somos 


~»  16  -- 

cuando  nos  casemos, 
que  uo  ha  de  tardar. 

Hos.  Gitanito  mío, 

simpático  Enrique, 

sí  te  quiero  mucho 

pues  no  puedo  ya, 

callarlo  más  tiempo 

dentro  de  mi  pecho, 

y  esta  mujercita 

para  ti  será. 

Qué  dulce  es  quererse;     ' 

qué  hermoso  es  amarse. 

Qué  idilio  tan  bello 

es  verse  feliz, 

abrazada  a  un  hombre 

todita  la  vida, 

y  en  dulces  ensueños 

vivir  y  morir. 

{a  un  tiempo.) 

Qué  dulce  es  quererse, 
qué  hermoso  es  amarse; 
qué  idilio  tan  bello 
es  verse  feliz 
todita  la  vida 
un  alma  con  otra, 
y  en  dulces  ensueños 
vivir  y  morir. 

(a  los  últimos    acordes   entra  Perico  y  quédase  en   el 
mostrador.) 


ESCENA  VII 

DICHOS  y  ANA^J*lsiA,  con  flores  en  la  cabeza 

Hablado 


#  JVnas. 

¿No  ha  venido  todavía 

/ 

don  Migu3lito? 

Hos. 

Aún  no. 

Anas. 

Que  siempre  he  de  encontrar  yo 

a  este  pelma.  (Por  Enrique.) 

Ros. 

¡Madre  mía! 

¡qué  maja! 

Anas. 

¿Quieres  que  esté 

—  1«  — 

hecha  una  atropellaplatos, 
peinada  como  los  gatos? 

(Se  pone  a  arreglarse  mejor  las  flores  de  la  cabeza  áe> 
lante  de  Rosalía  y  de  espalda  a  Enrique.) 
EnB.  (Aparte.) 

¡Jesús!  bien  claro  se  ve 
que  estamos  en  Carnaval. 
Se  nos  ha  puesto  de  máscara. 
Esta  sí  que  es  de  la  cascara 
amarga. 

¿Me  sienta  mal? 

(Con  ironía.) 

Será  porque  va  a  venir 
cEl  Pollo  de  los  brillantes.» 
Justamente. 

Pero  antes 
yo  me  voy  a  permitir 
convidar  a  usted  y  a  ésta 
a  lo  que  quieran  tomar. 
jAy,  hijol  Viene  usté  a  dar 
mal  goipe.  Pierde  la  apuesta. 
Muchas  gracia>:  no  bebemos, 
ni  esta  ni  yo.  (Vaya  un  necio) 

(Amoscado) 

Eso  es  hacerme  un  desprecio. 

(con  guasa.) 

¡Lo  siento!  Pero  qué  hemos 
de  hacerlo. 

No  darme  un  feo. 
Hijo,  no  es  usté  mi  tipo... 
si  hasta  el  verle  me  da  hipo. 
¿Se  ha  entenado? 

I  Ya  lo  creo! 
Pero  aepa  usted,  señora, 
o...  lo  que  sea,  que  yo 
no  me  muero,  porque  no 
la  guste  a  usted.  Hasta  ahora, 

que  volveré,  Rosalía,  (vase.) 
Anas.  Y  el  señor  Ramón  también 

se  ha  marchado:  lo  lamento, 

porque  ha  estado  muy  atento 

conmigo.  ¡Quién  sabe!  Bien 

pudiera  un  día  ocurrir 

que  esta  tasca  y  su  herrería 

se  fundieran,  ¡qué  alegría! 
Ros.  Que  me  va  usté  a  hacer  reír. 


An/»s. 
Enb. 


Anas. 
Ehp. 


Anas. 

Enb. 
Anas. 


Enp. 

Anas. 


Enr. 


r 


—  17  — 


I' 


esce;>ía  vjii 

DICHOS,  MIGU^TO,  L^lrfís   y  RUTO  por  el  foro 


Mlguelito,  tipo  flamenco  con  muchos  brillantes 

MiG.  Ya  está  lo  bueno  presente. 

Toes  adentro,  caballeros. 

(a  Anastasia.) 

Ole  por  las  buenas  hembras, 
que  se  conservan  con  mérito, 

(a  Rosalía.) 

y  ole  por  los  pimpollitos, 

que  con  sus  ojos  de  cielo 

abrasan  los  corazones 
Ladis  Bien  hablao. 

Rlfo  ¡Ay,  qué  salerol 

MiG.  Bueno:  pues  sentarse  entonces 

y  venga  vino  al  momento. 
Anas.  Ustedes  dirán  qué  quieren. 

MiG.  Yo,  Montilla,  si  lo  hay  bueno. 

Anas.  Super.  ¿Y  ustedes? 

Ladis  Lo  mismo. 

¿Digo  bien? 
Rufo  ¡Ay,  qué  salero! 

Mío.  (Hace  un  mohin  y  mira  a  Rufo.) 

Yo  quisiera  que  la  niña 

alternara,  si  es  que  en  ello 

no  tiene  Uf^té  inconveniente. 
Anas.  ¿Yo?  ¡Jesús!  no  diga  uí^té  eso, 

ya  oyes  lo  que  Miguelito, 

Rosalía,  está  diciendo. 

Siéntate. 
Ros.  Con  su  permiso. 

Anas.  Es  una  alhaja. 

MiG.  Ya  veo. 

Aquí  a  mi  lado  y  cerquita, 

para  que  mejor  su  aliento 

llegue  a  mí. 
Ros.  Como  usted  quiera. 

Anas.  Montilla. 

MiG.  Pruébelo,  cielo. 

Anas.  Cuidado  que  Miguelito 

es  fino. 


—  18  — 

Ladis  Ni  el  tierzopelo. 

No  hay  dos  como  él  de  seguro, 

¿digo  bien? 
Rufo  ¡Ay,  qué  salero! 

MiG.  Oye,  ya  me  vas  cargando 

con  tu  guasa,  y  ei  mis  nervios 

se  alteran,  es  muy  posible 

que  esto  tenga  muy  mal  término. 

Anas,  (cortando  la  conversaeión.) 

Le  hacía  viendo  las  máscaras 
esta  tarde  en  Recoletos 
o  paseando  a  caballo. 

(En  este   momento,     Ramón  da  un  pequeño  ronquido. 
Rosalía  mira  hacia  el  reservado,  y  Anastasia  echa  más 
vino.) 
Ladis  (Aparte  a  Miguelito.) 

(Aprovecha  ?in  recelo, 
que  la  ocasión  ya  no  puede 
ser  mejor.) 
MiG.  Más  me  divierto 

algún  ratito  en  los  bailes. 
Este  año  quisiera  verlos. 

(a  Rosalía.) 

¿Usted  no  ha  visto  ninguno? 

(Ramón  despierta  y  mira  sin  que  le  vean.) 

Anas.  La  niña  no.  Yo  en  mis  tiempos... 

Ramón  (Aparte.) 

jDigo!  y  qué  emperegilada 

que  la  mujer  se  me  ha  puesto. 
MiG.  Bien:  pues  anímense  ustedes 

y  nos  vamos  un  momento, 

hasta  la  hora  del  descanso. 
Anas.  Eso  no:  porque  no  puedo 

el  dejar  la  casa  sola. 
Mío.  Pero,  ¿y  Rosalía? 

Anas.  ¡Menosl 

¿Sola  con  usté? 
MiG.  Eso  nunca, 

porque  irían  desde  luego 

mis  dos  primas  con  nosotros 

y  8  más  mi  tía  Consuelo. 
Anas.  Siendo  así...  Pem  un  ratito... 

¿quieres,  Rosalía? 
Ros.  Bueno. 

Si  es  gusto  de  usted... 
Anas  .  Pues  claro. 


~  19  -^ 

Ramón         (Aparte.) 

¡üy!  juy!,  qué  malo  va  esto. 

Menudo  lazo  la  tienden. 
Ros  (JY  qué  disfraz  llevaremos? 

MiG  El  que  escojas  a  tu  gusto. 

Ros.  Llevaré  dominó  negro. 

MiG.  Muy  bien  pensado.  En  un  vuelo 

corro  por  él.  A  buscarte 

enseguidita  volvemos. 

Te  vistes:  vamos  al  baile... 
Ladis  y  allí  verás  lo  que  es  bueno, 

lo  que  es  placer  y  alegría. 

¿Digo  bien? 
Rufo  ¡Ay  qué  salero! 

(Miguelito  Bin  poder  contenerse  le  pega  una  bofetada.) 

MiG  ¡Toma! 

Ramón  ¡Qué  torta! 

R..FO  (Furioso  se  abalanza  a  xMiguelito.) 

¡Ay  mi  madre! 
Dejármele,  que  le  muerdo. 

Anas.  (interponiéndose) 

¡Por  Dios!  (Echa  a   empujones  a  Rufo  ) 

MiG  Me  pone -ne.rv/i oso, 

y  aunque  remediarlo  quiero... 
Ladis  Miguelito,  que  es  muy  tarde, 

vamonos. 
MiG.  Sí...  ¡Abl 

Anas.  ¿Qné  es  ello? 

MiG.  Que  ya  me  iba  sin  pagarle 

el  gasto  que  le  hemos  hecho. 

Ahí  tiene  esas  cien  pesetas. 

Guárdesela^,  y  hasta  luego. 
Ladis  ¡Olé  los  hombres  con  guita! 

Vale  un   mundo. 

(Vanse  Miguel  y  Ladis.) 

Anas.  Ya  lo  creo. 

Ramón         En  toda  mi  vida  he  visto 

dos  sinvergüenzas  como  estos. 


ESCENA  IX 

ANASTASIA    y  ROSALÍA 


Anas.  Qué  corriente  y  qué  rumboso. 

¿No  te  lo  dije?  Ya  ves. 


—  20  - 

¡Cien  pesKae!  Eso  es 

un  hombre  pundonoroso. 
Ros.  ¿Diga  usted,  madre,  bago  mal 

en  ir  al  baile  con  él? 
Anas.  No,  hija,  no.  Porque  Miguel 

es  un  hombre  muy  formal. 

Anda,  vete  al  tocador, 

que  el  tiempo  pa'-a  escapado. 

Tú,  Perico,  ten  cuidado. 

Quédate  en  el  mostrador. 

(Vanse  Anastasia  y  Rosalía.) 


ESCENA  X 


t  I' 


RUFO,  RAMÓN  y  PERICO 
Rufo  (Entra  muy  decidido.) 

Que  me  las  paga  de  fíjo, 
y  no  hay  mas.  (a  perico  ) 

¿Ya  se  han  marchado? 

Ramón        (Aparte) 

(El  de  la  torta.) 

Per.  Hace  poco. 

Rufo  Hombre,  que  me  parta  un  rayo 

si  no  le  hago  una  sonada 
a  ese  don  Miguel  del  diablo. 

Ramón         ¿Al  que  da  tortas? 

Ruio  ¿Qué  dice? 

Ramón        Sí:  a  ese  que  le  dio  hace  un  rato 
una  torta. 

Rufo  ^,Usted  lo  vio? 

Ramón         ¡Ay!,  ¡qué  salero!  ¡Pues  clarol 

Rufo  Pues  le  juro  que  esta  noche 

armo  en  el  baile  un  escándalo 
fenomenal,  y  e^e  hombre 
í-e  acuerda  de  Rufo  Gallo. 

Ramón         ¿Va  usté  a  cantar? 

Rufo  I^e  lo  iindo^ 

porque  no  sabe  el  muy  fatuo 
que  estoy  enterao  de  todo, 
y  si  a  su  mujer  digo  algo... 

Ramón  (con   alegría.) 

Pero  qué,  ¿don  Miguelito 
es  casado? 
Rufo  Y  muy  casado 


Ramón 
Rufo 

Ramón 


Rufo 
Ramón 


—  21  — 

con  una  vieja  muy  fea 
y  muy  celo?a. 

(Dejándose  caer.)  ¡Ay! 

¡Qué  bárbaro! 
A  poco  me  tira  al  suelo. 
Perdone  usté,  pero  el  caso 
es  para  mí  de  tal  monta 
y  me  causa  phcer  tanto, 
que  lo  que  en  este  momento 
siento  no  puedo  explicárselo. 
Pero  te  aseguro,  Rufo, 
y  perdóname  si  te  hablo 
con  tal  franqueza,  que  pronto 
los  dos  hemos  de  veugarnos. 
¿Usted  también? 

Calla  y  sigúeme. 
Te  diré  lo  que  he  pensado, 
ya  verás,  (a  Perico )  A  la  señora 
le  dices  que  de  aquí  a  un  rato 
volveré  para  que  hablemos 
con  más  calor  y  despacio 
de  lo  que  sabe.  A  la  niña 
que...  se  divierta  bailando. 

Y  al  Pollo  de  ios  brillantes 
si  le  ves,  que  de-eamos 
que  se  le  arreglen  las  cosas 
como  él  quiere.  Conque  andando, 
querido  amigo  del  alma. 

Y  tú  no  pases  cuidado 
que  yo  ya  soy  perro  viejo; 
tengo  fe,  entereza  y  ánimos, 
y  sé  por  suerte  o  desgracia 
dónde  me  aprieta  el  zapato. 

(Vause  del  brazo.) 


MUTACIÓN 


—  22  - 

CUADRO  SEGUNDO 

Telón  corto  de  calle 

ESCENA  XI 

CORO    DE    MONEDAS 

Señoritas  tiples  con  malla  negra,  zapato  blanco,  peluca    rnbia  y  una 
moneda  en  la  cabeza  que  representa  una   peseta.  La  que  hace  de  ca- 
beza de  Coro  llevará  en  la  cabeza   una  moneda  de  cinco  daroe 

Música 

PASO    DOBLE 

En  toda  España 

las  que  mandamos 

somos  nosotras, 
estas  monedas  que  ustedes  ven; 

y  muchas  juntas 

quitan  las  penas 

y  hacen  felices 
lo  mismo  al  hombre  que  a  la  mujer. 

Nuestro  concurso 

es  tan  valioso, 

que  a  todas  horas 
de  mano  en  mano  en  circulación 

siempre  nos  titnen 

pobres  y  ricos 

y  nada  se  hace 
sin  que  prestemos  nuestro  valor. 

Al  baile  nos  llaman 
porque  hay  que  gastar 
y  sin  el  dinero 
quién  puede  gozar. 

(Baüable.) 

El  vals  bailaremos 
marcándolo  así 
dentro  del  bolpillo 
del  hombre  feliz 


—  23  — 


que  oprime  en  sus  brazos 
la  Diosa  placer. 
¡Vivan  las  monedas! 
|Viva  la  mujer! 
(Se  repite.  Salen  con  el  paso  doble  de  introdacción.) 


f^ 


ESCENA  XII 

RAMÓN,  LADIS  y  RUFO 
Ramón  saca  cogido  por  el  cuello  a  Ladie 

Hablado 


Ramón 

Ven  aquí,  mala  ralea, 

sinvergüenza,  sin... 

Ladis 

¡Canastos!, 

señor  Ramón..'. 

Ramón 

¡Arrastrao! 

Ladis 

Pero  no  me  apriete  tanto 

que  sus  manoc  son  tenazas 

y  me  hace  usted  mucho  daño. 

Rufo 

Como  que  es  herrero. 

Ladis 

Calla... 

¿tú  también? 

Ramón 

Necesitamos 

saber  inmediatamente 

lo  que  piensa  hacer  tu  amo 

antes  y  después  del  baile. 

Pero  corriendo,  volando, 

0  sin  guardar  miramientos... 

Ladis 

¡Ayl  (porque  le  tira  de  las  orejas.) 

Ramón 

Las  orejas  te  arranco. 

Ladis 

Pero  si  es  que... 

Ramón 

Habla,  granuja, 

Dilo  todo. 

Ladis 

¡Ay!  ¡Gallo!  ¡Gallo! 

Ramón 

Con  qué  placer  ahora  mismo 

te  retorcía  en  mis  manos 

el  pescuezo. 

Rufo 

Sinvergüenza. 

Ramón 

Hablas  o  qué... 

Ladis 

Sí. 

Ramón 

Pues  vamos. 

Ladis 

Ramón 

Ladis 

RamóN' 


Ladis 


Ramón 

Rufo 
Ladis 

Ramón 

Ladis 
Ramón 


Rufo 
Ramón 


—  24  — 

Pero  abra  usté  esas  tenazas, 
por  favor,  que  no  me  escapo. 
Bueno,  ya  está,  (soltándole.) 

(¡Vaya  un  tío!) 
Sé  razonable,  y  en  cambio 
del  favor  que  ahora  nos  hagas 
verás  cómo  nos  portamos 
contigo. 

Escuchen  ustedes; 
pero  por  todos  los  santos 
que  el  otro  no  se  malicie 
que  yo  todo  lo  he  contado. 
Primero  vamos  ai  baile, 
y  cuando  llegue  el  descanso, 
ia  Juncales,  él,  la  niña 
y  un  servidor  nos  largamos 
a  cenar  al  restaurante 
del  señor  Juan  el  Murciano, 
que  como  ut-ted  ya  conoce 
tiene  cuartos  reservados. 
Allí  estamos  una  horita 
de  francachela  los  cuatro. 
En  seguida  la  Juncales 
y  menda  de  alli  nos  vamos 
sin  que  la  otra  se  aperciba 
y  él  entonces... 

Por  el  santo 
de  mi  nombre,  que  ese  infame 
no  sale  bien  de  mis  manos 
esta  noche. 

Y  ahora  tú, 

¿dónde  ibas? 

Pues  a  buscarlos 
a  casa  de  la  Juncales. 
Bueno.  Pues  anda  y  cuidado 
con  decir  una  palabra, 
oigas  lo  que  oigas. 

Me  achanto 
y  ustedes  se  las  arreglen 
que  yo  ni  entro  ni  salgo,  (vase.) 
Tu  ves  a  advertir  a  Enrique 
y  a  buscar  a  doña  Amparo. 
Yo  a  ver  a  la  tabernera 
que  ya  me  estará  esperando. 
Adiós. 

Adiós,  y  no  olvides, 


—  26  - 

Rufo,  dónde  te  esperamos. 

(Vase  Rufo.  Se  oyen   rumores  de  la  comparsa  gitana.) 
¡Ah!,  la  comparsa  gitana 
que  sale  todos  los  años. 
Bueno  estoy  yo  para  máscaras, 
cargue  con  ellas  el  diablo. 


ESCENA  XIII 

CORO  DE  Caballeros  vestidos   de  gitanos 

Música 

Buenas  noches,  señores, 

os  saludamos, 
Y  a  cantaros  venimo.^ 
es^os  gitanos. 
Mucha  atención 
que  vais  a  oír  cantares 
de  buen  humor. 
Chirivay,  chirivay,  chirivay, 
chirivay,  chirivay...  vay...  vay. 

Couplets 

La  Torcuata  y  la  Rufina, 
dos  muchachas  inoctintes, 
sufren  horribles  dolores 
en  las  muelas  y  los  dientes. 
E  las  a  gritos  recl  tman, 
al  Hiédico  don  Severo, 
y  éste  dice  que  a  los  gato3 
les  pasa  igual  en  Enero. 
Chirivay,  chirivay,  etc. 

Ayer  fué  doña  Pa acracia 
a  comprar  uu  gran  melón; 
y  al  calarlo,  con  asombro 
vio  dentro  una  cosa  otroz. 
Maura  metido  en  conserva 
de  rico  melocotón, 
y  a  Sánchez  Guerra  y  La  Cierva 
mordiéndose  el  pantalón. 
Chirivay,  chirivay,  etc. 


—    26    — 


\  ESCENA   XIV  / 

DOÑA  AMPARO,  con  dominó   azul   y   lazos  negros,  y  RITÍ'O,  por  l«i. 
derecha 


Hablddo 

Rufo  Doña  Amparo,  por  Dios  santo  .. 

Amp.  Bigamo,  soez,  fementido... 

le  voy  a  sacar  los  ojos 
así  que  le  vea  a  tiro. 
Fíese  usted  de  los  hombree. 
Fíese  usted  en  suspiros 
de  amor.  En  sus  juramentos, 
y  encima  de  esto,  el  indino 
tirando  está  mi  fortuna... 
Vamos,  que  yo  pierdo  el  juicio 
cuando  en  estas  cosas  pienso. 

Rufo  Muy  pronto  su  merecido 

recibirá. 

Amp.  íSi,  cuanto  antes, 

que  no  quiero  que  el  impío 
se  burle  mas  ¡Ay!  del  sátrapa, 
si  entre  mis  uñas  le  pillo. 


ESCENA   XV 

•  O  ANASTASIA,  con  capuchón  rosa,   y   RAílÓV,  del  brazo,  muy  amar- 

^  telados,  por  la  derecha 

Ramón         Con  este  disfraz  ninguno 

te  conocerá  de  fijo. 

Y  verás  cómo  en  el  baile, 

mi  vida,  nos  divertimos. 
Anas.  Pero  y  si  mi  hija  lo  sabe... 

¡qué  va  a  decir,  Ramoncitol 
Ramón        Nada,  tonta. 
Anas.  Por  supuesto, 

que  ya  sabes  lo  que  ba  diclio. 

Vamos  el  salón... 
Ramón  Bailamos 


Anas. 
Ramón 


-  27  — 

una  habanera  juntitos, 
y  luego... 

A  casa. 

Veremos, 
cómo  del  baile  saliaios. 


MUTACIÓN 


CUADRO  TERCERO 


Escena  dividida  en  tres  habitaciones.  Todas  tienen  puerta  al  foro  y 
otra  en  el  primer  término  de  las  paredes  divisorias.  En  todas 
ellas  habrá  lámparas  de  luz  eléctrica  pendientes  del  techo  y  en- 
cendida». En  las  habitaciones  del  centro  y  de  la  derecha,  mesas, 
con  manteles,  botellas  con  agua  y  sillas.  En  la  habitación  de  la 
izquierda,  que  será  un  gabinetito  elegante,  un  centro  de  mesa 
con  espejo.  TJn  florero  o  dos  Uua  botella  o  jarro  de  cristal  con 
agua  y  una  *chaise  longue>  elegante. 


3  J       X 

>^ESCENA  XVI          (\/ 

f^jT  ^kWlm,  AN 

4<OTASIA,  con  el  antifaz   puesto,  y  BE^TO,  el  camare- 
ro, en  el  cuarto  del  centro 

i 

Ben. 

Aquí  hay  ua  cuarto  apropósito 

para  ustedes  dos. 

Ramón 

(Abriendo  la  puerta  del  de  la  derecha.) 

¡Magnifico! 

Ben 

iMírele  usted. 

Ramón 

(a  Anastasia.)     Entra  y  siéntate 

que  voy  a  hablar  con  Benito. 

Anas. 

Pero  no  estaremos  mucho, 

¿verdad?  Porque  con  el  ruido 

y  la  algazara  del  baile 

no  estoy  bien. 

Ramón 

Un  momentito 

nada  más.  El  tiempo  sólo 

de  tomar  un  bocadillo. 

Anas. 

Lo  que  quieras. 

(Entra  en   el  cuarto  de  la  derecha  y  se  sienta  al  ladtt« 

de  la  mesa  quitándase  el  antifaz.) 

—  28  — 


Hamón 


Ben. 


Ramón 

Ben. 

Ramón 

Ben 

Ramón 

Ben. 


Ramón 

Anas. 

Ramón 

Ben. 

Ramón 

Ben. 

Ramón 

Ben. 

Ramón 

Ben. 


Ramón 

Ben. 

Ramón 

Ben. 

Ramón 


Ben. 

Ramón 

Ben. 

Ramón 

Ben 

-Bamón 


(Aparte  a  Benito.)     Ven  y  dime, 
¿tardará  don  Miguelito 
en  venir? 

No:  y  ya  me  choca 
que  no  está  aquí,  porque  dijo 
que  para  las  dos  y  media 
lo  tuviera  todo  listo. 
¿Vienen  a  cenar? 

Fues  claro. 
Bravo.  ¿Y  en  dónde? 

Aquí  mi.^mo. 
Bien. 

Además  me  ha  mandaiio 
que  le  tenga  prevenido 
ese  otro  cuarto.    • 

¡Ah,  tunantel 
¡Pero  Ramón! 

Voy,  cielito. 
La  máscara  se  impacienta. 
Déjala. 

¿Es  buenaV 

Un  prodigio 
de...  fealdad. 

No  lo  creo. 
Oye,  que  te  necesito. 
Mándeme  usted  lo  que  quiera, 
que  yo  soy  agradecido 
y  no  olvido  los  favores 
que  me  hacen. 

[jO  sé,  Benito. 
¿Tiene  ese  cuarto  otra  puerta? 
8í,  señor,  la  del  pasillo 
de  atrás. 

Pues  quiero  la  llave, 
¡Don  Ramón!... 

La  necesito 
y  no  es  para  nada  malo, 
pues  ya  me  conoces. 

¡Digo! 
Es  una  broma  que  quiero 
gastarle  a  don  VJiguelito. 
No  hay  inconveniente  entonces. 
Oye,  ¿y  este  cuarto  mío? 
Otra  exactamente  igual, 
pero  sin  llave. 

¡Magnífico! 


* 


Mira,  tráete  unas  quisquilla? 
y  una  hotella  de  vino. 
Ben.  .  En  seguidita. 

(Vase.) 

Ramón  No  tengas, 

inopaciencia,  pedacito 
de  melocotón  en  dulce, 
que  ya  estoy  aquí  contigo. 
Pero  cerraré  h  puerta 

(^Cierra  la  puerta  primer  término.) 

por  si  tenemos  vecinos, 

que  es  lo  probable. 
Anas.  ¡Ay!  ¡Ramón! 

Ramón        (Pues  ésta  se  lo  ha  creído, 

si  t«-ndré  yo  mala  sombra.) 
Anas.  Estoy  temblando,  Dios  mío, 

por  fí  RoFalía  vuelve 

a  casa.  ¿Tú  no  la  has  visto 

en  el  salón? 
Ramón  Un  momento, 

del  brazo  d-^  Miguelito 

y  de  la  lia.  Por  cierto 

«^ue  la  tía,  iba  a  mi  juicio 

algo  mareada. 
Anas.  ^;Sí? 

Claro  está...  El  calor .. 
RamÓí>í  y  el  vino. 

(B^to  entra   foro    con    el    vino  y  las  quisquillas  que 
dejará.) 

Ben.  Ya  estoy  aqni:  dice  el  amo 

que  Hnlga  usté  un  momentito. 
Ramón         :Ay!es  verdad.  Qué  cabeza. 

Voy.  Tú  come,  cielo  mío, 

y  no  me  e>rerí^s,  que  yo 

salgo  y  vuelvo  de  dos  brincos. 
Anas.  /;Si  Rosalía  va  f  casa 

y  nota  que  yo  no  he  ido, 

qué  diráV  í^uei¿o,  ella  sola 

con  ese  don  Miguelito... 

No  ha  esialo  bien:  no,  señor. 

Nunca  dejar  he  debido 

que  fuera  con  él  al  baile. 

iCI  es  (iec^nte,  buen:simo, 

honrado,  nadie  lo  duda. 

Pero  es  el  mundo  tan  picaro 

v  la  ocasión  tan  traidora... 


-   30  ^ 


V 


\ 


ESCENA  XVII 

DICHOS,  AM^!^  y  RU|'0,  cuarto  izquierda 

R*MÓN        Pasen  ustedes  y  chito, 

para  qne  nadie  se  entere 

de  que  estí^n  aquí  metidos. 
Amp.  lAy!  Caballero...  me  siento 

desfallecer. 
Ramón  No,  por  Cristo, 

que  eso  mi  plan  desbarata. 
Rufo  ¿La...  aflojo  el  corsé? 

Amp.  Jíse  pillo 

no  va  a  querer  escucharme. 
Ramón         Ya  sabe  lo  que  le  he  dicho. 

Mucha  prudencia  ante  todo. 

Mucha  caima,  mucho  juicio, 

y  verá  cómo  en  las  redes 

cae  el  señor  Miguelito. 

Tú,  Rufo... 
Rufo  Sé  mi  papel. 

Por  mí  puede  est»r  tranquilo. 
Ramón         El  ya  no  debe  tardar. 
Amp.  De  seguro  que  el  bandido 

vendrá  aquí  con  las  mujeres 

que  estaba  en  el  baile. 
Rufo  ¡Digo! 

Ramón        ¡Silencio! 
Rufo  Ellos  son.  Conozco 

a  lar  Juncales. 
Ramón  Pues,  chito, 

y  cuidado  con  hacer  nada 

sin  contar  antes  conmigo. 

(Va  a  marcharse  y  vuelve.) 

¡Ah!  ¿Y  Enrique? 
Rufo  Está  avisado 

y  no  faltará. 
Ramón  A  Benito 

le  diré  que  esté  a  la  mira. 

Tacto,  prudencia  y  sigilo,  (vase  por  el  foro.) 
Amp.  El  cielo  quiera  tenerme 

de  su  mano;  pues  no  fío 

en  que  mis  nervios  se  aplaquen. 


'"^ 


—  31  — 

Tenga  usted  este  frasquito 

por  si  acaso.  (Le  da  un  frasquito  de  sales.) 

^UFO  Pues  si  empieza 

con  desmayos  nos  lucimos. 

ESCENA  XVIII 

DICHOS,  LA  JUNCALES.    ROS  iLÍi    y    MIGÜELITO,  por  el  cuarto 
del  ceutro.  RAMÓN  en  el  de  la  derecha 

Música 

JüN.  (Entra  por  el  foro,  borracha,  con  una  copa  en  la  mano, 

seguida  de  Miguelito,  que  lleva  una  botella.  Detrás, 
Rosalía.  Ramón  y  Anastasia  miran  por  la  rendija  que 
da  a  la  puerta  de  la  escena;  y  doña  Amparo  y  Rufo 
en  la  habitación  de  la  izquierda.) 

Adelante,  compañeros, 
que  no  hay  tiempo  que  perder, 
toda  vez  que  no-^  esperan 
la  alegría  y  el  placer. 
Yo  la  copa  no  abandono, 
pero  pues  vacía  está, 
llénala,  Miguel  querido, 
porque  la  quiero  apurar. 
Amp.  Vienen  de  juerga, 

según  ge  ve. 
Anas.  Qué  poca  lacha 

tienen  los  tres. 
■JüN-  Bebe  y  desecha 

toda  aprensión 

y  haz,  pobre  tonta, 

lo  que  hago  yo. 

Con  este  vino,  ; 

licor  divino, 

que  alegra  el  alma, 

que  dichas  da, 

verás,  hermosa, 

que  deliciosa 

noche  de  juerga 

vas  a  pasar. 

Que  los  licores 

a  los  amores 

prestan  más  fuerza, 

dan  más  vigor; 


—  32   ^ 

bebe  y  apura, 

pobre  criatura, 

como  yo  el  néctar 

de  ardiente  amor. 
Roe.  Ya  me  arrepiento 

de  haber  venido. 
MiQ.  ¿Qi^é  es  lo  que  tienes 

dueño  queriuo? 

Pronto  en  mis  brazos 

vas  a  caer. 
Amp.  ¡Ah!  esposo  infame. 

Rufo  Gállese  usted. 

JwN.  Haz  lo  que  la  Juncales 

y  te  diviertes, 

aunque  cual  yo  te  pongas 

algo  peneqiíe 

Pero  eso  no  te  importe, 

niña,  nn  comino 

porque  es  de  todo,  hermosa, 

OH  paz  ei  vino. 

Luego,  así  de  que  cenes 

ya  tú  veras 

como  bebes  y  cantas 

y  alegre  e^tás. 

Hablado 

Anas.  Pero  Ramón,  ¿quién  es  e^a? 

Rám.  La...  tía  de...  Miguelito. 

Amp.  ¡y  que  jjor  estas  mujeres 

nos  desprecien  los  maiidos! 

(a  Rosalía  que  esta  muy  apocada.) 

MiG.  ¿Qué  te  pasa,  Rosalíw, 

que  estás  tan  seria  conmigo? 
Ros.  Nada. 

(Miguel  trata  de  atraer  hacia  sí  a  Rosalía.  Esta   le  re^ 
chaza.) 
Anas.  (a  Ramón  que  no  la  deja  acercarse  a  la  puerta.) 

¡Déjame! 
Ram.  No  quiero. 

Rufo  (separando  a  doña  Amparo  de  la  puerta  para    que    nc- 

escuche.) 

¡Por  Dios,  señora!... 
Amp.  ¡Bandidol 

JuN.  Nada:  te  cansas  en  vano 

porque  según  lo  que  he  visto,. 


-  33  -^ 

Migue),  a  esta  damisela 

debe  faltarle  un  f=entido 

o  a  nosotros  por  lo  menos 

nos  considera  unos  pillos. 

[Ja,  ja!  Pobre  desgraciada 

pájara  incauta  que  el  nido 

dejaste  para  volar 
en  busca  del  pajarillo 
que  el  corazón  te  ha  robado 
con  sus  amorosos  trinos. 
Abre  las  alas  sin  miedo;' 
mírale  aquí  derretido, 
anhelando  por  instantes 
que  por  fin  le  des...  el  pico 
ü^ntre  tus  alas  acógele 
con  afán  y  con  cariño, 
y  ahueca  el  ala  que  es' tarde 
y  os  e&tá  esperando  el  nido. 

Am.c  V^^i*  ,*  ^'''*"*  °°°^°  ^'•«tando  de  convencerla  ) 

R.L  íJ^«^sí  y  qué  desvergüenza.  '^ 

KAM.  La  tía. .  de  su  sobrino 

se  explica  bien. 

^''^'  Pero,  ¿dice 

que  se  vayan? 

Amp^  .a»  Eso  ha  dicho. 

Rufo  /^/  "^""^  "^^  ^^'  ^"^  ^^  "^^  ^--^y--) 

t^UFO  (Dándole  a  oler  el  frasquito.) 

,      ,  No,  señora, 

rr,Ki  ^       "^^^  ""  P^^o  ®'  frasquito 

JUN.  Yo  por  mi  parte  desde  ahora 

os  dejo  a  vuestro  albedrío 

y  al  baile  me  voy  ansiosa 

de  más  placer  y  más  vino. 

^Vase  riendo  descocadamente.  Miguel  sale  a  despedirla 
quédase  puerta  foro.)  ' 

ESCENA    XIX 

DICHOS,  menos  la  JUNCALES,  después   ENRIQUE 

Ram.  ^  Enrique  sin  parecer 

R,,..^  I  ^^^P  ^  ^^  ^"  ^a  ilegando. 

KUFo  Gracias  a  Dios  que  ya  vuelve 

de  su  maldito  desmayo 

AMP.  ¡Ay!  (Volviendo  en  eí.) 


—  84  — 


V^ 


./ 


ÁNA§. 

Quien  hubiera  creído 

que  era  un  infame  y  un  falso. 

Ram. 

Pero  como  tiene  guita... 

ya  ves. 

Anas. 

(De  prouto.)  Yo  galgo  y  le  araño. 

Ram. 

(Conteniéndola.) 

Aún  no. 

MlG. 

(Bajando  del  foro.) 

Conque,  Rosalía, 

ya  solos  los  dos  estamos. 

Ros. 

¿Y  qué  es  lo  que  usted  desea? 

MlG. 

Aún  no  lo  has  adivinado... 

Amp. 

(Mirando  por  la  cerradura.) 

¡Y  están  solos,  Dios  eterno! 

Rufo 

(Separándola.) 

Pues  no  mire  por  si  acaso... 

Mío. 

¿Qué  es  lo  que  quiero,  preguntas? 

Una  amorosa  mirada 

de  tus  ojos.  De  tus  labios, 

un  beso  de  amor  ardiente. 

Después  dispon  a  tu  agrado 

de  mi  fortuna  y  hacienda. 

Amp. 

Y  a  mí,  que  me  parta  un  rayo. 

Mío. 

¿Te  callan?  ¿Nada  me  dices? 

Ros. 

Ya  comprende  demasiado 

lo  que  mi  silencio  indica. 

De  manera  que  es  en  vano. 

mi  señor  don  Miguelito, 

que  prosiga  usted  hablando,  (se  levanta. 

Mío. 

¿A  dónde  vas? 

Roe. 

A  mi  casa 

porque  ya  es  tarde. 

MlG. 

Es  temprano. 

(conteniéndola  para  que  no  salga.) 

De  aquí  salir  no  intentes 

Dorque  yo  te  cierro  el  paso. 

Ros. 

.^jlamaré  para  que  alguno 

me  ampare  si  es  necesario. 

MlG. 

Y  ese,  ¿quién  va  a  ser? 

Enr. 

(De  pronto.)                             jYol 

Ros. 

(Con  aiegria )                          ¡Enrlquel 

Ram. 

¡Por  fin!... 

IwüFO 

Ya  se  armó  el  cotarro. 

MlG. 

¿Qué  viene  usié  a  hacer  aquí? 

¿Quién  le  llamó? 

Enr. 

Mi  deber 

—  86  - 

y  el  amor  de  esta  mujer 
que  es  tan  solo  para  mí. 

MiG.  ¡Paraustedl  Vana  ilusión 

ya  que  a  decirlo  me  obliga. 

Enr.  Ahí  está  ella.  Que  lo  diga 

con  todo  su  corazón. 
Pero  ante.«,  que  sepa  quiero 
pues  en  ello  tengo  afán 
que  usté  no  es  más  que  un  rufián, 
un  chulo  bajo  y  rastrero 
que  con  cariño  fingido 
alcanza  cuanto  le  place 
muchas  veces  porque  lo  hace 
de  su  dinero  valido. 
Con  él  compra  usté  en  desdoro 
del  honor,  goces  y  amor, 
y  lue^^o  paga  el  honor 
con  un  puñado  de  oro, 
mientra-  la  pobre  cuitada 
que  se  vendió  al  vil  metal 
muere  en  un  santo  hospital 
de  todos  abandonada. 
Yo»entretanto  y  sin  doblez, 
como  cumple  a  un  buen  obrero 
no  la  ofreceré  dinero, 
pero  la  daré  honradez, 
y  el  amor  conque  soñó 
acaso  desde  la  infaiicia 
conque  ya  ve  la  distancia, 
que  media  entre  usté  y  yo. 

Anas.  Bien  hablao. 

Rufo  Vaya  un  trasteo. 

Anas.  Bendito  sea  su  pico. 

Ram.  Como  que  vale  ese  chico 

un  Potosí. 

Anas.  ¡Ya  lo  creo! 

MiG.  De  mi  decisión  no  espere 

que  ceda. 

Enr.  Igual  interés 

tengo  en  e;e  caso. 

MiG.  Pues 

que  ella  diga  a  quien  prefiere. 
Ley  sus  palabras  serán 
que  entre  ambos  acataremos 

Enr.  (Eh  touó  de  desafio.) 

Primero  solventaremos 


-^se- 
de otro  modo  nuestro  afán 
si  usted  a  ello  se  aviene. 

R.vM.  (Entreabriendo  un  poco  la  puerta  de  la  derecha  y    ha 

blando  bajo  a  Enrique.) 

Vete  en  seguida  allá  fuera 
y  un  solo  momento  espera 
que  eso  a  mis  planes  conviene. 

(En  seguida  Ramón  habla  bajo  con  Anastasia  y  vase 
por  el  foro.  Anastasia  se  pone  en  la  puerta  y  lo  su- 
jeta.) 

MiG.  Aunque  no  soy  pendenciero 

jamás  los  lances  rehuyo.  ^ 
Enr.  Pues  veremos  ese  orgullo;' 

andando,  fuera  le  espero,  (va  a  saur.) 

JeIdS«  (Muy  apurada  y  cariñosamente.) 

jDios  mío!  ¡Enriquel... 
Enr.  No  lemas; 

que  no  es  el  león  tan  fiero,  (vase.) 

Ros.  (a  Miguel.) 

¿Pero  no  va  usted? 
MiG.  Yo,  sí... 

pero  quisiera  un  momento 

decirte..   (Quédase  indeciso  mirando    hacia   el  foro.) 
R^M.  (En  este  momento  entreabre  un  poco  la  puerta  prime- 

ra izquierda  y  habla  con  Bosalía  sin  volverse  ésta  y  rá- 
pidamente.) 

>'inge  que  accedes 
a  sus  amantes  deseos 
y  di  le  muy  cariñosa 
que  le  esperas  aquí  dentro. 
Ros.  ¡Don  Ramón! 

KaM.  Hazlo  y  chititO.  (ciérrala  puerta.) 

MiG.  Nada.  Yo  no  retrocedo 

Amp.  jPero  cómo  va  a  quedarse! 

lÍAM.  (a  Amparo.) 

-  Animo  que  ya  el  momento 
se  aproxima. 

RaM.  (a  Rufo.)  Tú... 

Rufo  Ya  sé, 

cambio  el  dominó...  y... 
Ram.  Silencio. 

(Vase  corriendo.  Doña  Amparo  se  quita  el  dominó) 

MiG.  Ya  estamos  solos,  mi  vida. 

Ros.  Por  Dios^  Miguel. . 

y¡    MiG.  ¿Pero  es  cierto 

que  yo  soy  el  que  prefieres? 


4 


^  87  — 

¿Que  es  para  mí  todo  entero 
tu  corazón? 
Ros.  Yo. . 

MíG-  No  calles, 

por  corupasión  te  lo  ruego. 
■Koe.  Si  alguien  nos  ve... 

^'^-  Nada  temas. 

(Snbe  al  foro  a  mirar.) 
RaM.  (Entrando  en  el  cuarto  de  la  derecha.) 

Ya  va  a  caer  en  el  cepo. 
Ya  le  tenemos  cogido, 
señora  Anastasia. 

¡Ennquel...  (Avergonzada  al  verle.) 

^^^'  [Señora! 

^^^'  Mada; 

ya.  no  se  h  >,ble  más  de  aquello. 

(Todos  se  acercan  mirando  por  la  puerta  que  da    a   la 
escena.) 


ESCENA  ULTIMA 

DICHOS 

MiG.  Nadie  viene. 

^°^-  ¿Y  no  es  mejor 

que  pasemos  aquí  dentro? 
MiG.  Como  quieras,  (¡ella  misma 

ha  caído  sin  saberlol) 
Hos.  Pues  mira  si  vuelve  Enrique. 

Cierra  la  puerta,  y  yo  espero 

en  este  otro  gabinete. 
MiG.  Como  tú  quieras,  mi  cielo. 

(Vase  a  mirar  por  el  foro.  í^osalía  entra  en  el    cuarto 
de  la  izquierda  y  se  quita    el    dominó   que    se   pondrá 
doüa  Amparo,  que  se    habrá   quitado    el    suyo.    Todo 
muy  rápido  ) 
Rufo  (Quitando  el  dominó  a  Rosalía.) 

Fuera  el  dominó.  ¡Ajajlá 

(Poniéndoselo  a  doña  Ampcro  > 

Póngaselo  usted. 
Amp.  Yo  creo 

que  me  voy  a  desmayar 
del  goce  inmenso  que  siento. 


—  38 


Rufo  Ahora,  no  señora. 

Amp.  Bien, 

lo  dejaré  para  luego. 

RaM.  (Que  ha  estado  mirando  por  la  puerta    de  la    escena.) 

Que  ya  viene  Vamonos. 

(Vanse  Rufo  y  Rosalía  por  el  foro  cerrando  la  puerta.) 

Amp.  Con  qué  alegría  le  espero 

para  arrancarle  los  ojos 
o...  lo  que  pueda  a  ese  perro. 

(Se  sienta  en  el  sofá  vuelta  de  espaldas  a  la  puerta  de 
la  escena  y  cubriéndose  la  cara  con  el   pañuelo    flga 
rando    llorar.    Miguel    sale    por    la    puerta    del    foro 
del    cuarto  del   centro,   y  la    cierra   la    puerta  de    la 
escena.) 

MiG.  Por  lo  visto  el  otro  tonto 

juzgó  mi  triunfo  certero 

y  se  ha  dicho.  Aquí  sobra  uno, 

yéndose  con  viento  fresco. 

Mejor.  (Eutra )  iQué  noche  me  espera 

más  deliciosa!  Estoy  ebrio 

de  placer.  La  pobrecilla 

me  espera  llorando. 
Ramón  Quedo... 

que  ya  el  ratón  ha  caído 

en  la  ratonera.  Cierro, 

y  que  llame  cuanto  quiera. 

(cierra  la  puerta  con  llave.) 
MlG.  (con  recelo  y  miedo.) 

Ya  estoy  aquí,  mi  embeleso. 

Ros.  (saliendo  por  el  foro  del  cuarto  de  la  derecha  y  luego 

a  la  escena  por  la  primera  con  Rufo.) 

jMadre!  ¡Enriquel 
Ramón  ¡Por  Dios  santo! 

No  alcéis  la  voz  y  escuchemos, 

porque  va  a  ser  pistonuda 

la  sorpresa. 
Rufo  ¡Ay,  qué  salero! 

[Anda  y  dame  otra  tortita! 

(Ramón  le  tapa  la  boca  haciéndole  callar.) 

MlG.  Estoy  a  su  lado  y  temo 

el  aproximarme  más, 
no  sé  porqué...  ¡Fuera  miedo! 
jQué  demonio!  ¿No  es  ya  mía? 
Fues  si  a  mi  lado  la  tengo, 
¿a  qué  estas  vacilaciones? 
¡Rosalía!..,  Dulce  sueño...