4S58
Eduardo Garrió y Luis Ibáñez
Lá FMTECiCá
Z ARZUEOLA
en un acto y tres cuadros, en prosa, original
MÚSICA DE LOS MAESTROS
JOSÉ MARÍA REÜUEJO y JOSÉ PONS
►««f^^.
SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES
Núñez de Balboa, 12
isos
LA FÜENTECICA
Z ARQUEÓLA
en un acto y tres cuadros, en prosa
ORIGINAL DE
Eduardo Garrió y Luis Ibáñez
música de los maestros
JOSÉ MARÍA REQUEJO y JOSÉ PONS
Estrenada con extraordinario éxito en el TEfiTRO CÓMICO la noche
del 2 de Marzo de 1905
■*-
Madrid
-a. VEI.A800, IMP., MAEQDÉS DB SANTA ANA, 1] DÜP.'
Telóíono número 561
1905
1
Señor Don Mañano í55onHéjar
El alentar á los que empiezan
es poco frecuente, aun en aquellos
que se llaman amigos.
■ Usted, que lo ha hecho con en-
tusiasmo y cariñosa solicitud, ¿qué
menos merece que recordar su
nombre al imprimirse esta obritaP
El público, en un rasgo de be-
nevolencia á nuestro esfuerzo, la
ha otorgado sus aplausos.
¿Está usted satisfecho?
Le quieten sus obligados,
=>2^ Q7C€¿^leá.
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
CARMELA, Seta. Manso.
AZUCENA QüiJASü.--
RITA Sea. Teain.
LA TÍA MISERIAS Sbta. Viglietti.
EL SEÑÓ FRASQUITO Se. León.
MARCIAL Agulló.
EL TÍO BERNABÉ Galán.
EL MIGAS IBAEEOLA.
QUICO Gaecía.
JUAN ANTONIO Niño Baeta.
Lo acción en un pueblo de las cercanías de Murcia.— Época actual
Derecha é izquierda, las del actor
Nota. Azucena, es una gitana joven y vestida con aseo.
/ a Tía Miserias y El Migas, son dos gitanos viejos, sucios y
desaliñados.
60885o
Pecaríamos de ingratos si no demostráse-
mos nuestra gratitud, al entusiasta empresario
D. Antonio López, á su activo representante
D. Benito Calzado, al inteligente primer actor
y director de escena D. Patricio León y á
todos cuantos, como Juanita Manso, han
contribuido al éxito de esta obra.
A ellos se lo deben y no lo olvidan,
Los Autores.
Ji
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PP'^^HÜ^^S
ACTO ÚNICO
CUADRO PRIMERO
Telón de fondo, montes y caserío lejano. Fondo izquierda y avan.
zando hasta el centro de la escena, practicable de piedras y zar-
zales, detrás del cual simula existir un precipicio. Primer término
derecha, fachada de ventorrillo con puerta practicable. Del ángulo
de fachada sobresale un palo, y de él, en forma de bandera un
lienzo blanco, en el que se lee: «¡Al buen mosto! ¡Por el propio
tío Bernabé!, tn la extremidad del palo hay colgada una jarra de
loza. En el centro de la escena y delante del practicable, una fuen-
te de pueblo con dos pilones de piedra y dos caños. La columna
de dicha fuente remata en una Virgen de piedra, ante la cual hay
un gancho de hierro, del que cuelga un farolillo, apagado. Pró-
ximo a la puerta del ventorro una mesa y dos ó tres taburetes.
Es de día
ESCENA PRIMERA
EL TÍO BERNABÉ y CARMELA
Música
Car. (Dentro. Oyese su voz cada vez más cerca, acompa-
ñando al canto el repiqueteo de una cencerrita.)
Es la vida del campo
sana y heroiosa,
su aroma es el perfume
de frescas rosas.
— 10 -
En su casica blanca
los segaores
bailan la recompensa
de sus suores.
¡Arre, borrica!
Vamos hacia la fuente.
¡Arre, borrica!
Vamos que ya está cerca
la fuentecica.
Hablado
Güeñas tardes, tío Bernabé.
Bern. ¡Hola, Carmela!
Car. ¿Qué se base?
Bern. Estoy entretenío en haser una cársel.
Car. (En son de burla.) ¡JeSÚs! ¿Pa quién? (Darante
esta escena Carmela irá sacando de las aguaderas los
cántaros, que colocará bajo uno de los caños de la
fuente, y una vez llenos aquéllos, los pondrá otra vez
sobre la borrica.)
Bern. Pa un grillo.
Car. (Riendo.) ¡Mahecho ustégrasia!
Bern. Tú, trabajando siempre.
Car. Sí, vengo á añilen ar estos cantaricos que me
faltan pa ver arremata© mi trabajo diario.
Bern. ¡Amos... que bien de cariño le tendrás á esa
fuentesica!
Car. ¡Ya lo oreo! ¡No lo sabe usté mu bien! Ella,
dende el día en que me faltaron mis padres,
es la que m'a dao el pan qua he comió.
Bern. Tiés razón.
Car. Mi madre fué durante muchos años la
aguaora de la gente rica. ¿Por qué no pue-
do yo ocupar su puesto? — me dije. — ¡A tra-
bajar, Carmela! (Pausa. En este momento acabará
de llenar el último cáotaro.)
Bern. (Después de mirarla con tristeza.) ¡Me da pena cl
mirarte, Carmela!
Car. (Risueña.) ¿Poi qué?
Bern. Porque eres mu trabajaora y debías tener
más suerte de la que tiés.
Car. (Algo entristecida.) No haga usté caso. ¡To sea
por Dios! ¡Bendita la fuentesica que aun da
Bern,
Car.
Bern.
Car.
Be«n.
Car.
Bern.
Car
BüRr.
Car.
Bern.
Car.
Bern.
Car.
Bern.
Car.
Bern.
Car.
Bern.
Car.
- IL —
a^ua pa qnemi hijo y yo vivamos de ella!
¡Bendita su Virgensica que me da ealú pa el
trabajo! ¡Benditas ellas que no me faltan!
(con intención.) ¡Si fueran así los hombres!
(contrariada.) ¿Los hombres? TÍO Bernabé, no
miente usté cosas de las que no quió acor-
darme.
(comprendiendo que sus frases disgustan á Carmela.)
8í. [Vale más no acordarse!
¡Hay hombres que tien el corazón más duro
que un canto y el alma más renegiía que
un carbón!
Es la verdá.
El bribón que, al pie de esa fuentesica,
charló largas horas con la mosa huérfana y
desampara; el perdió que es trozó entre sus
uñas el corasón y la honra de una creatura
inosente... ese infame, á la corta ú á la lar-
ga, se verá recompensao como se merese.
(Queriendo variar de conversación.) Bu8no, Car-
mela, hablemos de otra cosa.
(Disponiéndose á marchar.) Tié USté raSÓn.
Cuando termines date una güertesica por
el ventorro. ¿Ves esta jaula? (EnseñándoseLi.)
feí.
¿Pa quién dirás que la estoy hasiendo?
¡Qué se yo!
Pa tu pequeñuelo.
(Sonriéndose.) jJeSÚs!
(contemplando su obra con orgullo.) ¡Pa él es! Y
que tengo cogió un grillo rial que cá vez
que mueve las alas y canta, paese una or-
questa sinfónica.
(Riendo á carcajadas.) ¡Tiene grasia!
Lo que te digo.
(Golpeando la burra.) Bueno, hasta después^
tío Bernabé.
Diquiá luego, Carmela.
¡Arre, condena! (Vase por la izquierda.)
Música
Es la vida del campo
sana y hermosa, etc.
— 12 —
ESCENA II
EITÍOBERNABÉ
Hablado
Bern. (Mira tristemeute el sitio por el que marchó Carmela.)
iMiala! ¡Paese meamamente Ja felisidá an-
dando! No hay penas en su pecho y motivo
de sobra tié pa tenelas. (Va hacia la mesa, se
sienta en uno de los taburetes y contempla con orgullo
la jaula.) ¡Poco bien que va á estar aquí ei
grillo nal! (a la par que trabaja canturrea entre
dientes.) I Poco contento que se pondrá José
Antonio en el distante que vea el grillo y
la jaula!
ESCENA III
DlCdO, FRASQUITO por la izquierda segundo término. Sale mar-
cando pases de muleta y sin fijarse en el tío BERNABÉ. QÜICQ
cuando se Indique
Bern. (ai ver á Frasquito. Aparte.) ¡Ya está ahí ese
alelan!
Fras. (ai ver al tío Bernabé.) |A la pa e Dió, Bernabé!
Bern. (zumbón.) ¿La hae dorrnio ya?
Fras ¿Er qué?
Bern. La tajá, porque me han dicho que anoche,
al salir del ventorro, á poco te caes por ese
despeñaero; y además que te ibas metiendo
con tóos los guardacantones que hay en la
carretera.
Fras. ¡Mardito zea er cogollo! ¡Calurnia!
Bern. Pero hombre, ¿por qué hablas en ándalas si
te he visto naser en este pueblo?
Fras. Es que, según pa ser catredático ersígen er
latín y otras lenguas muertas, pa ser inte-
ligente en toros es indispensable poseer una
lengua viva: er á:ndalús.
1
— 13 —
Bern. ¡Pero si tú tiés lengua de gnrriónl
Fras. Bueno, pues yo vengo á dos cosas. Primera,
á beberme una jarrica; y luego á darte una
buena notisia. (sentándose junto ála mesn )
Bern. Habla. ^
F'ras. (Con énfasis.) ¿A que no sabes quién ha
venío?
Bern. Tú dirás.
Fras. (Muy marcado.) \Er Boíonero!
Bern. ¿Y quién es ese presonaje?
h RAS. Un mataor que cuando s'arranca toca pelo.
Bern. Mu mala costumbre.
h'RAs. ¿Tú te acuerdas de mi hijastro? Pues ese es.
Bern. ¿Marsial?
Fras. Es claro. Er que sería mi hijo si me yego
á casa veinte años antes con mi Rita.
Bern. Y en cuatro años que falta del pueblo, ¿no
ha podio dar señales de vida ese mosito?
Fras. ¡Un mataor no tié tiempo ni pa haserse la
barba!
Bern. ¿Y viene gordo?
Fras. ¿Gordo? ¡Aburtan más los brillantes que éll
Bern. ¡Bien pué estarte agradesío, pues te debe
todo lo que es.
Fras. ¡Ya adiviné, al verle torea en las capeas,
que mi niño se traía muchas cosas buenas!
¿Tú le viste en la cuna?
Bern. No. Estaba ya de corto cuando vino al pue-
blo con su madre.
Fras. ¡Si quiero desir entre las astas!
Bern. Miá, yo no entiendo esos dichos.
Fras. ¡Y que no se contonea mi niño! En cuanto
ve á uno descubierto...
Bern. ¿Lo cubre?
Fras. ¡Pero con remucho arte! Y si sale un toro
de esos que echan la arena pa atrás, que
vomitan espumarajos, que chorrean sudor...
wi niño le prepara con una larga y arrema-
ta abanicándole,
Bern. • ¿Y el animal quedará agradesío?
Fras. ¡Es claro! Pues to eso es tortas y pan pin-
tao pa lo que, antes de marcharse, hiso en
Mursia en la corría de feria.
Bern . ¿Qué hiso?
14 —
Fras. Áspera... Que me traiga el nene una gotita...
BeRN. (Llamando.) ¡Qllicol
Quico (sale del ventorro.) Mande osté, mi amo.
Bern. Tráete una jarrica...
Fras. No. [Dos! (Vase (^uico y sale á poco con dos jarras
que coloca sobre la mesa, entrando luego en el vento-
rro. Frasquito, á partir de este momento, beberá con
frecuencia, hasta agotar el liquido de las jarras ) PüS
verás. Salió un quinto toro comiéndose el
aire... Pos un lanse .. tres verónicas y dos
faroles, ¡Tó Cristo se queó á oscuras!... Pal-
más, oles, cigarros, inmenso surtido de som-
breros, y yo, lloroso, en la barrera, diciéu-
dole á la Rit-a, mi señora, la mar de ternesas.
SüRN. ¿Tú Je animarías?
Fras. ¡Es claro! Pa que quedase bien... Y si suce-
de lo contrario, ¡buena pongo yo á la mamá!
En fin, hiso un toreo fino, porque detesta el
baile...
Bern. ¿Si? Pues él bien dansaba en el pueblo con
las mosas.
Fras. ¿Y por qué ha llegao? ¡Mardito zea er cogo-
llo! Porque no le gustan los enterradores.
Bern . ¿Y á quién le gusta e^o?
Fras. ¿Te acuerdas de aquellas dos vacas que
mató aqui, en las fiestas de la virgen?
Bern . No estuve.
Fras . Una de aquellas fieras tenía dos metros por
ca lao. (Refiriéndose á los cuernos.) Pos al llegar
la hora suprema, le colocó una media caída
en su sitio... A continuación otra media caí-
da... Yo, al^ver á la vaca con las medias caí-
das, le grité á mi chico desde la carreta:
«¡Mardito zea er cogollo! ¡No zeas morral!
¡Descabella!»... Pues un intento yuna colada.
Bern. Sí, para las medias.
Fras. ¿Qué te párese? ¡Matar á una vaca con dos
medias!
Bern. ¡Es el colmo!
Fras. ¡Las medias de mi chico son de muerte.
Bern . ¿De muerte? Así dejó él herida á la Car-
mela.
Fr\s . ¡Mardito zea er cogollo! ¿Eres un proteztor
de las niñas desgrasiás?
— 15 -
Bern. No te burles. Tanto Rita como tú habéis
afeao su mala acsión.
Fras. ¡Mardito zea er cogollo! ¡Pues no hay pocas
mujeres en el mismo caso!
Bern. ¡No pensabas así entonses!... Pero hoy ¡son
tan gordos sus brillantes!
Fras. Mira, mira, no te pongas lugubreminioso...
(Bebe el resto del contenido de la jarra y hace muecas
como si se le atragantara el líquido.)
Bern . (Se levanta, va hacia Frasquito y le da golpes en la
espalda.) ¿Qué te pasa?
Fras. ¡Cámara! ¡Que se me ha atragantao!.^,,____
Bern. El cogollo, ¿verdá? ^-'- — '
Fras. ¡Qué grasioso!... Repite. (Agitándola jarra.) A
este cascabel se le ha calo la chiniya que lo
hase soná.
Bern. Voy á traértelo. (Coge las jarras vacias y entra al
ventorro )
ESCENA IV
FRASQUITO y RITA por la izquierda. Lleva un cántaro ¿ la cabeza
Fras. (saliendo á su encuentro.) ¡Ole las mujeres her-
mosas con andares de otomana y cadensias
de ruiseñó!
Música
Rita (oeja el cántaro en la fuente y mira á Frasquito con
aire de reconvención.)
Ya me figuraba
que te encontraría.
Ft<AS. ¿Cómo ha sido eso,
cotorrita mía?
^'i'A Porque estás, so vago,
hecho un borrachón.
^^AS. ¡Cuidado que tiés talento,
sandungíi, gracia
y penetración!
¡Dame un poíjuito de agua,
por Dios, Rebeca!
~ 16 -
Mira que se me ha puesto
la boca seca.
Rita Puedes ahogarte,
aunque yo estoy dispuesta
á refrescarte.
Fras. Rita mía,
yo te juro
la bebía
suspender,
y aunque vengan
capuchinos
y lo pidan
de rodillas,
yo te juro
no beber.
Rita ¿Puede ser?
Fras. Puede ser.
Rita Aunque no lo creas,
no quiero que digas
que soy rencorosa,
y te doy el agua
como si te diera
otra cualquier cosa.
Fras. ¡Já! ¡jál ¡já! ¡já!
No puedo beber.
¡Qué risa me da!
Rita ¡.Já! ¡já! ¡já! ¡já!
Deja de reir
y acércate más.
Hablado
Rita ¡Ya sabía yo que estabas en el ventorro!
Fras. (Disculpándose.) Pos mira, he venío á darle la
notisia al tío Bernabé.
Rita ¡Si sabré yo á lo que has venío! (accíóh de
beber.)
Fras. ¡Chits!... Tú llena el cántaro y andando pa
el hogar doméstico. ¿Y er nene? '•'^'■i
1»ITA (vuelve á dejar en la fuente el cántaro que cogió du-
rante el cantable.) Allí está, rodeao de lo me-
jorsito del pueblo. Ha estao la boticaria, y
¡si vieras cómo miraba las sortijas!
Fras. ¡Que trague bilis!
_1
- 17
biillantes que paesen buenos, y según dise
el veterinario, resulta que son de esos que
les llaman al carbón de cokl ^
^^'' !,tL?Q''"''°''í^'°^^^"'^' ^"J^^' ¡Caliente ro-
ÍÍTT. u '^® ^^ ^'-^"^ ^ P°°é con mi niño'
KiTA Hase mi rato la ha dejao así. (indicando poca
estatura.) Abrió Marsialico el cofre y sacó un
cucurucho lleno de unas cosas amarülas
reondas y doblas que paesían de papel'
Bueno, pues la boticaria no sabía cómodo-
merlo.
Fras, ¿y qué era?
^iTA ¡Patatas fritas!
t^RAS. ¿Patatas? ¡Mardiío zea er cogollo»
w'.^? T '''^'''^'- ^^^^«^ virutas. De-
¡Den cortarlas con un sepilió
i^RAS. ¡Que aprenda esa iznorante!
ESCENA V
DICHOS y EL TÍO BERNABÉ por el vPntnrm
poi ei ventorro, con una enorme
jarra en la mano
BeRN. (ai señó Frasquito.) Aquí tiés eSÍO. (oeja la jarra
Rita 'uT "'''■ f '^X' ^ ^'^^^ '"fíola, Kita!
Bern ^re¡ ^ ' ^^^^^"^^' ^^'^^ ^^^^ condenao?
Fras
Fras. No. ¡Dos!. .
íiiTA ¡Dichosa bebida!
iS'^u ^'^ '' "^^Sollo! Esto no es bebé. A
mhi pTV^-'''°^J^ ^^ campaniyader
palada. Con las jarras de vino sucede como
con las corrías de abono. La primera...
(Echando un trago.) re.^ulíl. La Segunda... (Otro
trago ) más que regula... La tercera y cuarta...
(ün trago más largo.) SUperió... La quinta... (Lo
nefisensia... requetesuperior... (eh ei momento
de beber, diri esta ultima frase teniendo la boca den-
tro de la jarra.)
Y una camilla pa llevarte á casa, borracho.
Rita
Bérn.
Rita
Bern.
Fras.
Bern.
Fras.
Bern.
Fras.
Bern.
Fras.
Bern.
(coge el cántaro y se le coloca en la cadera.) ¡Hasta
luego, tío Bernabé!
¡Adiós, mujer! Y que sea norabuena, (cou in-
tención.)
¡be estima! (Vase segundo término izquierda.)
¡Qué buena es!
¿Esa? ¡Un ángel caío por sí solo!... ¡Y que
tié una buena condisión!
¿Cuála?
Que no tiene madre y m'a librao de la pes-
ie suegfolatisidia.
¡Es demasiado tontona!
Si no fuera por no disgustarla^ á estas fechas
era yo un Badila. ¡Un picaor super!
[Tú estás soñando!
¡Mardito zea er cogollo! Yo le digo á mi
niño que me saque, y me saca... ¡ Y pico!...
¡Vaya si pico!... Y á los dos meses, ¿sabes en
dónde estoy yo?
En el depósito judicial. (Aparte.) ¡A éste le
pican!
ESCENA VI
DICHOS. MARCIAL por el último término izquierda
Mar.
Fras.
Bern.
Mar.
Bern.
Mar.
Bern.
¡Dios bendiga á la buena gente!
(Abrazándole.) ¡Ven acá, padre cuasi-saato de
la fiesta nasional!
(Abrazándole.) ¡Hola, mucliacho!
(Golpeando cariñosamente, con un junquillo que lleva
en la mano, la espalda del tío Bernabé.) ¡Por USté
no pasan años!
Eso paece, pero... (pausa.) ¡Qué majo vienes!
Si, este pueblo era muy chico para mi afi-
ción. Yo necesitaba una plaza grande, ganar
mucho dinero, hacer cartel, ¡Y lo he conse-
guíol He disfrutao mucho y he derrocha©
las pesetas.
(zumbón.) No habrá sío en tinta, porque no
sabíamos de tí ni esto... (Mordiéndose la uña del
pulgar.)
— 19 —
¡Vaya un niño con zuerte!
¿Y vienes pa muchos días?
t^ienso estar poco tiempo. Lo suficiente pa
que mi madre y el señor Frasquito líen los
trastos y se vengan conmigo á Madrí.
(Aparte.) ¡Y á Carmela que la parta un rayo!
Bueno, ¿pero no bebemos na?
¿Por qué no?
Si queréis un sitio fresco, lo serviré debaio
de la parra.
Vaya usté preparándolo.
(a Marcial ) Oye, yo voy á Madrí, pero con
una condisión.
¿Cuál?
Que en la primer corrida pico... y yo te ad-
vierto que la cojo corta. ¡Vaya si la cojo!
(Aludiendo á la borrachera) ¡La COge! (Entra en el
ventorro después de haber recogido las jarras que
había en la mesa.)
ESCENA VII
DICHOS, menos BERNABÉ
¿Tú tienes mona?
¡Vamos; déjeme usté de pamplinas! (cabiz-
bajo.)
¡Mardito zea er cogollo! ¿Oué te papa?
¡Bah! ¡Total ná! Que cuando pasaba por
elante de una casuca se cruzaron mis ojos
con los de una mujer; y me miró de una
manera que me dio miedo.
¿Era Carmela, verdá?
Ji:ila, sí.
('A' poi-eso estás aburrió? ¡Mardito zea el co-
gollo! Hoy esa mujer debe ser pa tí un sero
a la izquierda.
¡Y lo es!
Y si al saber que has venío se te aserca, tú
como 81 no la conosieras.
Pues es claro.
— 20 —
ESCENA VIH
DICHOS, JUAN ANTONIO, que llega corriendo por la izquierda
J. Ant. ¡Señor Frasquito!
Fras. ¡Hola, buen moso!
J. Ant. ¿y el tío Bernabé?
Fras. Ahí dentro.
J. Ant. Me ha dicho mi madre que me ha hecha
una jaula pa un grillo y que me ha cogió
uno rial.
Fras. Pues anda y que te lo dé. Pídele un trago é
vino de mi parte.
J. Ant. (Haciendo una mueca burlona á tiempo Je entrtr en
el ventorro.) ¡Pa Jos borrachos!
ESCENA IX
DICHOS, menos JUAN ANTONIO
Mar. ¡Qué gracioso! ¿Quién es ese niño?
Fras. ¿No lo sabes?
Mar. No.
Fras. Pues, el hijo de Carmela.
Mar. ¿De Carmela? (Admirado.)
Fras. ¡Sí, el fruto de vuestra calaverada.
Mar. ¡Mardita siá! ¿También va usté á recrimi-
narme?
Fras. ¿Yo? ¡Mardito zea er cogollo! No seas chi-
quillo. Vamos á bebemos eso.
Mar. Sí. ¡Venga vino! ¡Los remordimientos palos
panolis!
FraS" . (ai entrar con Marcial en el ventorro.) ¡Y nO te ol-
vides de que la cojo... corta!
21 -
ESCENA X
EL Tío BERNABÉ y JUAN ANTONIO. Luego CARMELA por la
izquierda
BeRN. (Sale del ventorro delante de Juan Antonio, elevan-
do en sus manos la jaula que el pequeñuelo intenta
arrebatarle.) Juan Antonio, ¡ven!
J. Ant. ¿Es rial?
Bern. [Ya lo creo! ¡Es un grillo rey! ¡Mira qué do-
ras tié las alas y qué corbatón en el piscue-
so! [Paese un obispo!
J. Ant. ¿Canta?
Bern. Escucha. ¡Si es un estrumento! (oyese cantar
el grillo.)
Car. (paliendo precipitadamente por el tercer término iz-
quieda; al ver al niño queda suspensa) ¡Ya estoy
aquí, tío Bernabé!
Bern, (Aparte.) [Atiza! (auo ) ¡Hola, muchacha!
J. Ant. (indicando la jaula que tiene en sus manos el tío Ber-
nabé.) ¡Madre, tengo un rey metió en esta
jaula!
Car. (Besándole) ¡Pobrecico! Vé á la huerta de la
vesina y que te de unas hojicas de lechuga.
J. Ant. ¡Adiós, tío Bernabé! (coge la jaula y vase iz-
quierda.)
Bern. (Besándole) ¡Adiós, pillastre! (Carmela, durante
esta escena deberá demostrar su impaciencia; por eso
cuando se queda sola con el tío Bernabé acude ansio-
samente á su lado.)
ESCENA XI
CARMELA, TÍO BERNABÉ
Car. (con ansiedad.) Oiga usté, ¿y Mai'síal?
Ber- . (Disimulando.) ¿Marsial?
Car. Ño intente usté engañarme. Sé que está en
el pueblo.
Bern., ¡Puá ser que te equivoques!
~ 22 ~
Car. No, señor; le he visto pasar por elante de
mi casuca.
Mar. (Dentro.) ¡Tio Bernabé, más vino!
Car. (Reconocienclo la voz.) ¿Eh? ¿Su VOZ?
Fras. (Dentro.) ¡Mardito sea er cogollo!
Oar. (Que siente renacer en su pecho la alegría del que ve
próximo á realizar un deseo de venganza.) ¡Ah!
Bern. (Conteniéndola.) ¡Carmela!
Car. ¡Tos quién engañarme, también usté! Esa
es su VOZ. Está ahí dentro. ¿Con quién?
Bern. Ten pasensia, está con Frasquito.
Car. (Reconcentrando en sus frases el odio que siente ha-
cia Marcial.) ¡Grasias á Dios que voy á echarle
en cara todo el daño que me ha hecho! (ai
adelantarse hacia el ventorro, el tío Bernabé la de-
tiene.)
Bern. ¡Tú, quieta aquí! Yo hablaré á Marsial. Qui-
sa mis canas le causen más efecto que tu
presensia.
Car. No; quiero hablarle yo; desirle en su mes-
ma cara que es un cobarde.
Bern. ¡Cabal! ¡Lo que no se consiga por las bue-
nas!...
Car. (Desistiendo de su primera idea.) Tié U^té laSÓn.
Fras. (Dentro.) [Bernabé, que me zeco!
Bern. (contestando.) ¡Voy! (a Carmela.) Espera. (Entra
en el ventorro.)
Car. ¡Qué majo viene y qué bien vestío! ¡Paese
un capitalista! ¡Dios mío! ¿por qué no en-
vías al corasón de ese hombre un rasgo de
noblesa?
Bern, (saliendo precipitadamente del ventorro.) Carmela.
Car. ¿Qué quié usté?
Bern. Vete. Marsial va á salir. Me ha pedido una
escopeta pa ir con Frasquito á matar pá-
jaros.
Car. Déjeme usté. Quiero recordarle los juramen-
tos de amor que me hiso.
Bern. ¡Fia en mil Yo le hablaré.
Car. (Llora.) ¡Que Dios le ayude!
Bern. (Mirando hacia el ventorro) ¡Vete, que Salen!
(Ocúltase Carmela tras el ventorro.)
— 28 -
ESCENA XII
BERNABÉ. MARCIAL y FRASQUITO que salen del ventorro
Mau . (Que llevará canana, morral y escopeta de caza.)
¡Buena escopeta, cámara!
TRAS. (Que le signe, empinando una bota de vino de gran
tamaño.) ¡Esto SÍ que 68 un trabiico de prime-
ra! ¡Voy á llevarme toa la tarde apuntando!
Mar . (a Bernabé.) Al anochecer estaremos devuelta.
Bern . (Aparte á Marcial.) Tengo que hablarte.
Mar. (Aparte á Bernabé.) ¿Le corre á usté mucha
prisa?
Fras . (Que va sintiendo los efectos del vino.) ¿VamOS Ú
no?
Mar. (a Frasquito.) Vaya usté despacio y aguárde-
me en la acequia.
Fras. (Antes de salir por la derecha.) [Apunten! ¡Fue-
go! (Bebiendo.) ¡Vlardito zea er cogollo! ¡Ya
he matao el primer pardillo!
ESCENA XIII
marcial y TÍO BERNABÉ
Mar. Empiece usté.
Bern . Vas á perdonarme, pero los viejos estamos
en el deber de aconsejaros.
Mar . (contrariado.) ¿Va á usté á aconsejarme?
Bern. Ni más, ni menos.
Mar. (Burlón.) Venga de ahí.
Beiw . ¿Pa qué has venío al pueblo?
Mar. (Sonriendo.) Pa divertirme y...
Bern. (interrumpiéndole.)] Pa divertirte! ¿Y Carmela?
Mar. (Despreciativo.) |Bah!
Bern. ¿Y ese niño? ¿Consientes en que no pueda
llamarte padre?
Mar. ¿Está usté seguro de que es mi hijo?
xJerN. (comprendiendo la intención de las palabras de Mar-
cial.) ¿EntonceS SUpOUeS?...
- 24
Mar. (con descaro.) Que donde hay una mujer hay
siempre un engaño oculto.
Bern. ¡Carmela es mu honra! (indignado.)
Mar. (imperioso.) Bueno, tío Bernabé; basta. (Tran-
sición.) Una cosa voy á encargarle. Al ano-
checer vendrán aquí varios amigos y quiero
qne haga usté una buena limoná. Hasta
luego.
Bern . (Deteniéndole.) EsCUCha.
-Mar. Lo dicho. (Se dirige á la derecha por detrás del
ventorro. Carmela le corta el paso )
ESCENA XIV
dichos, CARMELA por la derecha
Car. (suplicante.) ¡Marsial!
Mar. (iiuy sorprendido.) ¿Tú?
oERN . (Adelantándose hacia Carmela y arrojando una mira-
da de desprecio sobre Marcial.) ¡Déjalo!
■Car, (con humildad.) ¡Por fin! ¡i-'or fin, al cabo de
mucho tiempo nos miramos cara á cara!
Has sío mu malo conmigo, pero te perdo-
no, sí...
-M.AR. (Que la oye con los brazos cruzado,? y riendo cínica-
mente, suelta una imbécil carcajada que hiere á
Carmela en el corazón.) ¿Que me perdonas?...
¡Has aprendió bien tu papel! ¡Sabes que
soy muy rico, me miras los deoa llenos de
brillantes y quieres hacerte la dueña de
too!... ¡Te han salió mal los planes! ¡No soy
ningún lila! (Vase por detrás del ventorro riendo
á carcajadas. Carmela queda abstraída pensando en
las últimas palabras de Marcial. De pronto desi»ierta
de su éxtasis.)
■Car. (Angustiada.) ¿Qué ha dicho ese ladrón?
Bern. (Abriéndole sus brazos.) Déjalo marchar. ¡Es
pior que un lobo!
Car. (Rompiendo á llorar.) ¡Madre mía! (Dirigiéndose
al sitio por donde acaba de desaparecer Marcial.)
¡Asesino!
Bern. (Atrayéndola.) ¡Ven!
— 25 —
Car. (casi sin fuerzas se acerca al tío Bernabé y deja caer
su cabeza en el hombro de aquel ) ¡¡Madre de mi
alma!!
Bern. (Emocionado.) ¡Hay hombrea que anigual de
corasón tiéc. una roca que no se ablanda
con ná! ¡¡Probé mosicaü
BIUTACIÓN
CUADRO SEGUNDO
Telón corto que simula un espeso pinar; la escena figura ser la carre-
tera que conduce al pueblo.
ESCENA PRIMERA
Oyense á lo lejos las voces de los trabajadores que regresan de la
labor. Luego, salen por la izquierda El. MIGAS arrastrando del ron-
zal á un escuálido pollino, y con una enorme pipa en la boca; LA
TÍA MISERIAS, haciendo calceta con unas agujas largas, y
AZUCENA
Música
Coro (Dentro.)
El sol al fin se esconde
detrás de las montañas;
la noche sobre el campo
batiendo está sus alas.
Al fin los campesinos
cesan de trabajar
y alegres y dichosos
regresan á su hogar.
Ellas En el hogar
nos espera la diclia y la calmü.
¡Vamos aliál
Ellos Hay que buscar
el descanso de ruda faena.
¡Vamos allá!
Migas (Recitado interior.)
¡Arre, Lujoso, arre!
- 26
Azuc.
(Recitado interior.)
¡Déjalo, pare!
Mis.
(ídem.)
¡Está cansao el probé!
Migas
(ídem.)
¡Pus que se agnante!
Apéate, Asusena,
pa que descanse
el Lujoso. ¡¡So, burro!!
Azuc.
(ídem.)
¡Allá voy, pare!
Ellas
(cantado.)
En el hogar, etc.
Ellos
Hay que buscar, etc
Hablado
Mis.
Migas
Azuc.
Migas
Mis.
Migas
Azuc.
Mis.
Azuc.
Migas
(ai Migas.) Ascucha, arrastrao... ¿Farta mu-
cho camino pa allegar ar pueblo eze?
(Echando al aire nna bocanada de humo ) ¡MenOS
de un kirlómetrol
Ya tengo ganita de llega pa descansa una
mijita.
Pos poco va á zer er descanzo, nena, porque
pazao mañana tenemos que eztá en la feria
de la capitá y aun fartan tres pueblos, (oye-
se una detonación. Los tres gitanos retroceden asusta-
dos hacia la derecha. El Migas, temblándole las pier-
nas, esgrime su vara con desplantes de matón, pero
retratándose en su semblante el miedo que le embarga.')
¡Uy! . ¡Qué zuzto me he Uevao!
¿Zuzto?... ¡Miedozal... (Temblando.) ¡Será ar
gún casaor!
(Mirando hacia la izquierda.) MÍ pare dise la
verdá. Fo allí dinquelo un moso resalao
que trae nna e.'^copeta.
(Con interés.) Pos en cuanto s'aserque, ya le
estás endiñando la güeña ventura.
(con cierto orgullo.) Ya Sabe usté, marc, que
escastao que yo coja por mi cuenta no s'es-
capa sin que se la diga. (Mirando otra vez hacia
la izquierda.) ¡Ya se aserca!
¡Pos duro! (Los tres gitanos se replegan á la de
recha.)
ESCENA 11
DICHOS y MARCIAL, por la izquierda. Entra distraído; cargando la
escopeta y sin fijarse en los gitanos que le miran con ansiedad
M-
Migas
Mis.
Azuc.
Mar.
Azuc.
Mis.
Migas
Azuc.
Mar.
Mis.
Migas
Azuc.
Mar.
Mis.
Mar.
MlG:
Azuc.
Mis.
¿Por dónde demonio se habrá metió Fras-
quitü? Me da el corazón que vamos á tenerlo
que llevar al ventorro con andaores como á
Jos niños. (Va á continuar sn camino y se fija fn
los gitanos.) ¡Dio3 bendiga á la buena gente!
(inclinándose.) ¡Lo mesmo digo!
[Bien llegao, rezalao!
(Admirando á Marcial.) ¡JoSÚ!... ¡Vaya un mosi-
to con arranque de monarca!...
(a Azucena.) Parece tu cara un manojo de
azucenas.
Ese es mi nombre,
¡Josú! ¡Vaya una penetrasión! ¡Ni que fuera
er señó Onofroife!... ¡Qué menumento!
¡La torre Fiel con patas y too!
(a Marcial.) Escucha, resalaísimo. Estoy le-
yendo en tus ojitos enganchaores que de.=ea«
que te la diga.
(Despreciativo.) ¿La buenaventura?
¡Mesmamente!
¡Chipén!
Veras qué cosas te digo, pico e pichón ena-
morao. Fremita la Vigen que jagan una frá-
bica con carderas y to pa frabicar paloma.^,
y que toas vayan á la ventana e tu gachí.
(intentando continuar su camino.) ¡Si todo lo qUe
decís es mentira!
(Deteniéndole indignada.) ¿Mentira?...
(Enérgico.) ¡Sí; mentira! (Queda la figura de Mar-
cial entre Azucena y los otros gitanos.)
Ascucha, serrano; no pongas ese gesto, que
paeses un Trepoff de chaqueta corta; ¡tó,
que debes ser más bueno que un pope!
¡Anda, esaborío, pon aquí una moiea! (pre-
sentándolo la palma de la mano derecha.)
¡No seas agarrao! Pon la monea, que Dio
28 —
Migas
Mis.
Mar.
Migas
Mis.
AzüC.
Mar.
Azüc.
Migas
Mar.
Azuc.
Migas
Mar.
te dará un einbúo pa que eches por él tus
capitales, pues has de tené tanto parné que
jará farta medirlo.
¡Anda aya, emperaor der Polo!
¡Montepío e las fatiguitasl
^Convencido.) ¡VamoS á Ver la verdá! (Entregan-
do á Azucena uu duro que saca del bolsillo.) ¡Ahí
va un duro!
(Aparte á la tía Miserias.) ¡Ya CayÓ mirlo!
(Aparte al Migas.) jjlJn Arfonzoü
(Coge el duro, se santigua con él, y luego en la palma
de la mano derecha de Marcial hace una cruz con la
moneda hablando pausadamente.) Premíta DÍÓ...
SU secretario San Pedro... y su amigo íntimo
el Papa... que si no te digo verdá^ se me cai-
ga la lengua y tengan que darme la comía
con un embúo... ó que me zalgan por dentro
e las napias dos diviesos y que nesesite pa
sonarme un sacacorchos.
Vamos, comienza, (impaciente.)
(Muy pausado.) Esta rayita me dise que tiés un
corasón mu valiente... Una morena resala,
con rayos e luna por ojos... con cabello e án-
gel... con armendras por pies... con crema
en su boca... con miel en sus labios, te hase
la rosca.
[Una confituría que anda!
(A Azucena.) Dí todo io que diga mi mano.
No se ha de orvidá na. (pausa.) Esa niña y
tu presona se han camelao con fatiguitas.
Tú, con esos dos ojos que paresen dos ima-
nes, las atortolan, y tu sangre y la de ella
san juntao, dando vía á un querube con tus
ojos y tu canela...
¿Estás viendo cómo asierta, so párvulo? (a
Marcial.)
(Con interés.) Toma OtlO durO. SigUe. (Entrega
otra moneda á Azucena. La tía Miserias al verlo, á. es-
paldas de Marcial, hace con disimulo señas á la joven
para que le entregue aquélla, lográndolo al fin. En-
tonces el Migas intenta arrebatarle el duro á la vieja,
y después de una breve discusión en voz baja, llega á
cogerlo en su mano, lo mira repetidas veces, lo muer-
de y con aire satisfecho lo guarda en su bolsillo.)
— 2'J —
Azuc. Esta rayita me dise lo del cantar gitano:
No creas, niña serrana...
al hombre que te camela.
Que toitiyas sus palabras...
viene el viento, y se laa yeva.
(pequeña pausa.)
El cantar dise lo sierto; lo que baséis tos...
¡También era mentira tus palabras, bala
perdía!... ¡La dejaste soliya, escás taol... (Tran-
sición.) ¿Por qué tiemblas?... ¿Te da mieo lo
que te asierto?... Astira... a-stira esamano,
que voy á leerte el porvení...
Mar. (impaciente y contrariado.) Termina prontO...
Azuc. (Marcándolo mucho.) Estas rayas crusás, indi-
can la muerte de las presonas; y las tuya<
me diseii... (Aterrada.) ¡¡Jo-úü Me disen...
Mar. (Con ronco acento:) ¿El qué?
Azuc. ¡|üisen que vas á morí asesinaoü
Mar, (Queriendo aparlar su mano.) ¡Mentira! ¡EsO nO
pué ser!...
Azuc. Trae esa mano.
Mar. ¡Suelta! (reparando su mano do la de Azucena.)
Mis. (a Marcial.) ¡Facse mentira que te asustes de
tan poca cosa!
Migas ¡Eso no tié való!...
Mar. (Queriendo variar de conversación.) ScñoreS, quie-
ro que vengan al ventorro del tío Bernabé.
¿La niña sabrá bailar?...
Mi?. ¿Bailar? ¡Como los angelitos! Tango, pete-
neras, soleares, sevillanas...
Migas ¡Es una cosmopolita en movimiento!
Mar. ¡Pues andando! Ustés delante, nosotros de-
trás, serrana. Dame tu braso, princesa. (Da
ESCENA III
DICHOS y CARMELA que en actitud resuelta llega por la izquierda
Car. ¡Marsial!...
Mar. (Detiénense todos. Marcial vuelve la cara.) ¿Quiéli?
(Asombrado.) ¡Tú! .. (Con desprecio.) ¿Qué quie-
res?
— 30 —
Car Que me escuches.
Mar. (Haciendo intención de marchar.) [No ÜUedo escu-
charte!
Car. (Con firmeza.) ¡Te he dicho que me escuches!
AZUC. (Soltándose del brazo de Marcial.) Quéate COn ella
arrastran. '
Mar. (a los gitanos.) En seguida voj'. Aguardarme
en el ventorro .. A la derecha del camino,
AZUC. (Mirando con tristeza á Carmela.) ¡Quea COn Dios!
(Vanse por la derecha el Migas, la tía Miserias y Azu-
cena, por el mismo orden en que entraron.)
ESCENA IV
CARMELA y MARCIAL
Música
Mar. ¡Vamoí-! ¿Por qué me buscas, (impaciente.)
dime, Carmela?
Car. líscúchame con calma (suplicando.)
y oye mis quejas.
Mar. Acaba, que me aguardan
en el ventorro.
Dime, pues, esas quejas^
mas diias pronto.
Car. (Evocando sus recuerdos )
¿Te acuerdas, cuando amante ^
vertió tu boca, fl
de amor, dulces promesas
para una mosa?
¿Te acuerdas, Marsialico,
cuando en la fuente
j uraste, por tu madre,
quererme siempre?
¿Te acuerdas de tus frases,
las olvidaste?
Mar. ¿Qué quieres que te diga?
¿Qué contestarte?
Car. Habla, que tu silencio (conteniéndose.)
me vuelve loca;
repite lo que un día
dijo tu boca.
I
— 31 -
Mar. ¿Dices qne si me acuerdo
de mis promesas?
¿Dices que yo he jurado?
¡Vana quimera!
El viento se hizo dueño
de mis palabras,
conque me voy, Carmela,
que el tiempo pasa.
(riaee ademán de marchar, Carmela le detiene con
energía.)
Cak. Aguarda, descastao,
que si tus frases
llevó el viento, en mis venas
quedó tu sangre.
Mar. ^_a1 escuchar esta nueva súplica, suelta una insolente
carcajada.)
Recitado
¡Vaya uuos argumentos!
¡Adiós, muchacha!
¡Tienes arranques buenos
pa comedianta!
(Vase por la derecha, riendo á carcajadas.)
^'^^ (l lora amargamente en la izquierda, reconcentrando
en sus frases el rencor y el odio que siente hacia Mar-
cial.)
Cantado
¡Maldito el hombre
que me engañó!
¡Maldito sea
f-'U corasón!
¡Juro vengarme
de su traisión!
¡¡Maldito sea!!
¡¡Ladrón!! (pausa.)
¡¡Ladrón!! (Transición.)
(Las lágrimas ahogan esta última palabra y á los últi-
mos compases de la orquesta, avanza lenta y descon-
soladamente hacia la derecha, denotando en sus gestos
y en su actitud una desesperación infinita.)
32 —
ESCENA V
El SEÑÓ FRASQUITO por la izquierda. Entra tambaleándose y rápi-
damente, como si alguien le hubiera empujado. Debajo del brazo de-
reclio, lleva la bota completamente vacía. Simula ir montado á caba-
llo y en actitud de picar toros. Luego RITA
Hablado
Fras.
Rita
Fras.
Rita
Fras.
Rita
Fras.
Rita
Fras.
Rita
Fras.
Rita
Fras.
Rita
Fras.
¿Eh?... ¡Toro!... (Adelantándose á la batería.)
jSóo!... Peroseñor, ¿cómo pico yo sin mona?...
¡Porque á mí me hase mucha farta una
mona! Y picando yo, y mi niño recortando...
se acabaron las contemplasiones... (Hace un
ademán brusco y se tambalea exageradamente. Sale
Rita por la izquierda y le contempla indignada.) (üe
espaldas á Rita.) ¡Eh'... ¡Toro!...
(Se adelanta, toca á Frasquito en el hombro y le hace
girar hasta colocarle de cara hacia ella.) ¡Qué prC-
sioso!
(Aparte.) ¡Caramba! ¡El primer aviso!
¡Ya sabia yo por donde irían los tiros! ¿Y
Marsial?
¿Marsial? ¡Estará comiendo patatas inglesas!
Anda pa el ventorro. El verte sereno es im-
posible.
Pa eso te llamas tú Rita y eres mi abogada...
¡Toro!.... ¡Toro!... (Acercándose mucho á Rita y re-
chazándole ésta.)
¡Quita de ahí, apestoso!
(intentando picar con la bota.) ¡¡TorOÜ
Pero, ¿qué haces?
¿Qué haj^'c? Quiero picar, pero falta lo prin-
cipal, la mpna.
¡Buena la has cogido! (Empujándole.) Anda pa
allá, si es que no te duermes en el camino.
(Resistiéndose.) No me empujes que me haces
perder terreno. (Se acerca a Rita y había con mis-
terio.) Oye, ¿qué mote te paese mejor pa mí?
¡El sinvergüenza!
Hay muchos... Buscaremos otro que dé ei
gorpe.
— 33 —
Rita (Empujándole.) ¡Anda! ¡anda, so borracho!
F RAS. (ai salir volviendo la cara.) En la primera corri-
da que pique, te saco de mono sabio. ¡Y ha-
brá que verte con pantalones! (vanse por la de-
recha.)
MUTACIÓN
CUADRO TERCERO
la misma decoración del cuadro primero. Es de noche. El farol de
la Virgen estará encendido. Bancos y taburetes junto á la mesa
intaediatá al ventorro; sobre dicha mesa, jarras de loza,, pan, queso
y un cuchillo.
ESCENA PRIMERA
MARCIAL, va de grupo en grupo distribuyendo jarras de vino. AZU-
CENA en el lado opuesto; junto á ésta FRASQUITO, completamente
•curda»; después RITA. Detrás de la mesa EL MIGAS y la TÍA MI-
SERIAS, que también sienten los efectos del 'morapio». El TÍO BER-
NABÉ á la puerta del ventorro, en el que durante la escena hará
frecuentes entradas y salidas con jarras en la mano. Aldeanos y Al-
deanas sirviendo de fondo á este cuadro y colocados en la forma
que el buen gusto de la dirección escénica aconseje
Música
^JoRO ¡Bebamos! ¡Bebamos!
¡Brindemos por él!
Mar. Aquí á vuestro lado
contento estaré.
¡Arriba, raucliachos!
¡Muchachas, bebed!
F RAS. (Tambaleándose en su silla.)
El mosto se cuela,
la vista se va;
esta nochesita
la voy á pesca.
Mar. ¡Arriba! ¡Bebamos
por vuestra salú!
i
— 34 —
*^ORO ¡Viva la algazara!
Fras. (sin fuerzas.)
¡Me encuentro zulú!
Coro (Adelantándose algunos y codeando á Frasquito.)'
Que cante Frasquito.
Que toque.
^«AS. ¿Quién, yo?
Coro Darle la guitarra,
que es un profesor.
^»AS. Venga la guitarra
que voy á tocar,
cantando unas coplas
con pimienta y sal.
(Uno de los mozos le entrega la guitarra que él co-^
mienza á rasguear. Marcial t jma asiento á la mesa ea
el extremo opuesto á Azucena y habla con ella en voz,
baja.)
Couplets
Don Tadeo, viejo ñoño,
con Teresa se casó,
una niña mu presiosa
con un talle superió.
Cuando don Tadeo
sale á pasear,
un pollito cursi
á su casa va.
Y se traen los chicos
tan durse amalgama,
que toda la tarde
están en la...
Coro ¿El qué?...
(?e interrumpe el cantable para recitar lo que sigue.);
Fras, ¡Señores, no es nada
de particular!..,
(cantado.)
Están con cuidado
por si el viejo va.
Mi primito Ángulo, un día,
con su caña fué á pescar,
— 35
Coro
Fras.
y trajo tantas anguilas
que yo las quise probar.
— Dame una docena,
una nada máp.
j^ — Dispensa, Frasquito,
no las catarás. —
Y con gran descaro
fué y me dijo Ángulo:
el que quiera peces
que se moje el...
¿El qué?...
(Recitado.)
De lo que me dijo,
lo que me chocó...
(cantado )
fué lo de mojarse.
¡Si será guafeón!
(Dejando la guitarra sobre la mesa.)
€0R0
Azuc.
Fras.
¡Vamos, muchachos,
no canto más;
Tengo las bronquias
mu inflamas.
(Por Azucena )
Esa gitana
que está sentá,
tiene bailando
remucha sal.
¡Vamos, gil ana,
hay que bailar!
(Levantándose. A Frasquito.)
¡Venga un tanguitol
(cogiendo de nuevo la guitarra.)
¡Pues allá va!
(Toca un tango, Azucena lo baila y los aldeanos lo
corean j
C'oRO ¡Baila, niña, con salero!
¡Baila, niña, y muévete
que al mirar eeos meneos
yo reviento de placer!
¡Alza y dale á las caerás,
— se-
que ese baile roe fascina,
y se pone toa mi carne
como carne de gallina!
¡Dale, dale pa alante!
¡Dale, dale pa atrás!
¡Muévete, niña, ahora!
¡Ay, ay, ay, que me da!
¡Ay, que siento ya calores
y la sangre se me quema
cuando escucho el taconeo,
cuando miro tus caerai?!
¡Qué muchacha, maresita!
¡Dale, dale, saleritol
¡Si supieras, alma mía,
cómo tengo el cuerpesito!
¡Dale, dale pa alante!
¡Dale, dale pa atrás!
¡üyuyuy, qué morena
tan requetesalá!
(Acorapaüan el tango con oles y palmas, procurando-
dar mucha animación á esta escena.)
Hablado
Fras. ¡Ole tu cuerpo! ¡Mardito zea er cogollo! ¡Viva
Marsial!
Todos ¡Viva!
Mar. ¡Tío Bernabé, más mosto! Llene usté las ja-
rras, que efta ncche quiero dejar sin una
gota de vino al ventorro.
Fras. (Echando mano á dos jarras ) ¡Vengan UQ par de
velas pa alumbrnr á este niño!
Rita (interponiéndose.) ¡No bcbas más, condenao!
Fras. ¡Dame Ja pata, cotorrita!
Rita ¡Ay, qué hombre! (Beben todos, formando anima-
dos grupos, pero sin interrumpir el diálogo.)
Mar. (a Azucena.) No he visto en toa mi vida una
naujer tan serrana como tú. ¿No tienes un
gitano á quien querer?
Azuc. (a Marcial.) No, hijo; estoy más soliya que el
eiprés del Fementerio.
MlG.4S (Que acaba de echarse al «coleto» un trago de «mora
pío.») ¡Está el mosto más durse que las lágri-
mas de los ángeles!
— 37 —
Mis ¡Esto es néztarl
Fras. ¡Apúrelo usté tó, tía Miserias! ¡Mardito zea
er cogollo!
M\R. (a Azucena, con quien habrá continuado hablando ea
, voz baja ) ¿Pero, niña, vas á desairarme? ¡Si
ddnde tú pisas nacen flores!
Azul. ¡Josú, qué hombre!
Mar. ¡Venga de ahí, Frasquito!
Kras. (Cogiendo la guitarra.) ¡Allá va canela!
Música
(Toca, reproduciéndose la animación que había al co-
menzar el cuadro. Azucena baila el tango. A los pri-
meros compases, Carmela, con Juan Antonio de la ma-
no, baja por el practicable, separa violentamente á los
aldeanos que encuentra á su paso y se coloca en pri-
mer término, en el centro de la escena. Juan Antonio
lleva en la mano la jaula con el grillo.)
ESCENA II
DICHOS, CARMELA, JUAN ANTONIO
Cak. ¡Buena=( noches! (ai decir estas frases se interrumpe-
el bailo y la animación. Todos quedan inmóviles con-
templando á Carmela con curiosidad. Marcial, muy in-
quieto, mira recelosameute á todos lados. El tío Berna-
bé se aproxima á Carmela y se coloca junto á ella de-
jando al niñ.0 en el centro.)
Hablado
Car. ¡Buenas noches, muchachos!
Al.DEXNOS (Acercándose á Carmela.) ¡Hola, Carmela!
r RAS . (Tambaleándose se levanta 6 intenta atraer á Juan An-
tonio.) Ven aquí, nene. Bebe un chupito.
Car. (sin soltar el niño.) |No, llijo mío!
Mah , (conteniendo su cólera Aparte.) ¡Esa miljerl
Car (irónica.) ¡Cuánta alegría hay en el ventorro
del tío Bernabé! ¡Así n:e gusta! ¡Que se di-
viertan mis paisanicos!
Ber\', (Aparto. A Carmela.) ¡Carmela!
38
Car. (Aparte. A Bernabé.) ¡Déjeme USted! (A]to y diri-
giéndose en el mismo tono irónico a los aldeanos.)
¿Quién es el que os convida? ¿Algún mar-
qués?
Mar. (Se levanta, coge una jarra de vino y va hacia Carme-
la, invitándola hipócritamente.) No eS Un marqués;
soy yo, Marcial. Bebe si gustas y participa
de nuestra alegría.
Car. (con serenidad aparente.) ¡Gracias, Marcial! No
vengo á eeo. (Transición.) A nadie extraña el
que un hombre engañe miserablemente á
una mosa, vertiendo en sus oídos palabras
de amor... A nadie extraña el que ese hom-
bre sea... jtan bandido!... que tire por el sue-
lo la honra de la mujer engaña, pisoteándo-
la, villanamente... Lo que repugna, lo que
da asco... es que ese ladrón, no contento con
haberla abandonao, dejándola con el fruto
de su engaño, venga al pueblo y con sus
hechos escupa al rostro de la probé mosa.
-JMar. (Enfurecido intenta avanzar hacia Carmela, los mozos
le detienen.) ¿A qué viene esto?
€ar. ¿A qué viene? (pausa.) Vais á saberlo tóos.
Vais á oir una ves más lo que hace tiempo
se murmura por el pueblo. Este niño es el
hijo de ese hombre, (por Marcial.) Yo soy la
mosa engaña. Y ese, el que os convida ce-
gándoos con su diiero, es el miserable, el
descastao, que envuelve en su grandesa la
miseria y el engaño. (Este párrafo lo dirá Car-
mela con tal vehemencia, que Marcial, no pudiendo
sufrir más, dará un fuerte puñetazo en la mesa.)
Mar. ¡Basta! '
Fras. (A Marcial.) |No ha^as caso! ¡Mardito zea er
cogollo!
Bern. (a Carmela.) ¡Vete!
Mar. (Enronquecido por la cólera.) ¡Largo de aqUÍ tÚ
y ese niño al que no conozco! (a ios invitados.)
Seguidme todos. Vamos debajo de la parra.
Siga la alegría y no hacer caso de las locu-
ras de esa mujer, (se dirige á la puerta del ven-
torro, los demás le siguen.)
•Car. (ai oir las últimas palabras de Marcial, le apostrofa
dolorosamente.) ¡|BrÍbon!!
— 39 —
Rita ¡Vamos pa dentro! (Mirando con enojo á Carme-
la.) ¡Habrase visto la muy!...
Fras. ¡No ñfligirpe! [Mardito zea er cogollo! (Todo*
entran en el ventorro.)
ÁZUC. (ai salir, mirando tristemente á Carmela.) ¡Probe
niña!
ESCENA III
CARMELA, el Tío BERNABÉ, JUAN ANTON'IO. Este último llori-
quea cogido a la falda de su madre, á cuyos sollozos contesta Berna-
bé con frases de consuelo
J. Ant. ¡Madre!
Car. iHijO mío! (Besando al niño.)
J Ant. ¡No llores!
Bern. (Enternecido.) ¡Carmela!
Cak. (Transición.) ¡Ese hombre no tié cor asó n!.,..
¡Loca!... ¡Me ha dicho loca!... ¡Es verdad!...
¡Que tiemble ante las locuras que pueo co-
meter!
Bepn. Vete, Carmeh. ¿Qué aguardas?
Car. (Va con su hijo de la mano hacia la fuente.) ¡Déje-
me usté que me consuele llorando al pie de
esta fuentesica, de la que fué testigo de los
juramentos de e.^e hombre!... (Arrodillándose
junto á la fuente.) ¡Déjeme usté sola... ¡¡sola!!
Voces (Dentro.) ¡Tío Bernabé!
Cap. ¡Vaya usté, que le llaman! (a Bernabé.)
Bern. ¡Vele! (a Carmela.)
FkAs. (Dentro.) ¡Más vinol ¡Mardito zea er cogollo!
Bern. (Dirigiéndose á los de dentro.) ¡Voy! (jlira con tris-
teza a Carmela [y va hacia el ventorro enjugándose las
lágrimas. Aparte.) [Maldjtos sián algunos hom-
bree! (Entra en el ventorro.)
— 40 -
ESCENA IV
-CARMELA, JUAN ANTONIO; luego MARCIAL por el veutorro. Fu
la mano llevará un junquillo
€ar. (Llorando.) ¡Ay, madre de mi alma! (Dentro
del veutorro óyense el rasguear de la guitarra y varias
voces que jalean. Carmela, al sentir tan cerca la ale-
gría, se levanta, va á la puerta del ventorro y escucha.
Al apartarse de dicha puerta, ve sobre la mesa un cu-
chillo, colocado entre los jarros de vino. Caruiela mira
el arma siniestramente y con salvaje alegría, la coge
esgrimiéndola y la oculta á su espalda al ver salir
á Marcial. Juan Antonio^ poco á poco, se habrá ido
separando de su madre á fin de que en este momento se
encuentre en el practicable.)
-Mar. (con despotismo.) ¡Carmelal
Car. (sorprendida, retrocede á la izquierda.) ¡Tú!
Mar. Sí, yo soy. ¿Por qué has venido al ventorro?
¿Qué quieres? ¿Qué pretendes? Acaba de
una vez.
€ar. No quiero, no pretendo na más que una
coí-a. Tú me conosiste cuando era una ni-
ña y...
Mar. (con desprecio.) ¡Eso pasÓ!
Car. ¡Pero mi honra!...
Mar . (Riendo estúpidamente.) ¡Tu houra! ¡Poco trabajo
me costó el conseguirla!
Car. (Herida en el alma.) ¿Qué dises, Marsial? (Transi-
ción.) ¡Fui muy tonta al quererte como te
quise! Creí que serías hombre, que tendrías
eorasón, que en tu alma habría al¿ún piase
de noblesa... Tú no eres hombre, ni tiés co-
rasón: ¡ere? un miserable!
Mar. (irritándose.) ¡No apures mi paciencia!... ¡Ve-
tt^!... ¡Déjame, si no quieres que te cruce la
cara!
C!ar. (ooiorosamente.) ¡Sólo eso faltaba!. .. ¡No te
tengo miedo!... La Virgensica, la que fué
testigo de nuestros amores está ahí, ahí, de-
fendiéndome.
Mar
Car.
Mar.
Car.
Mar,
Car.
Mar.
Car.
Mar,
- 4i -
(con cinismo cruel.) Carmela, Marcial, el (}ue
fué tu amante, sabrá pagar tu honra con
dinero. ¡Tásala!
(ai escuchar este nuevo insulto, loca de desespera-
ción, amenaza con el cuchillo á Marcial.) ¡Ladrón!...
¡Te odio!... ¡Asércate!
(Burlándose descaradamente.) (Ahí ¿También USaS
armas?
(con odio infinito.) ¡Voy á clavártelo en el co-
raSOu! (Marcial va hacia Carmela con propósito de
arrebatarle al arma; luchan; en este momento, el niño,
que se hallaba jugando en el practicable, cae por en-
tre las zarzas lanzando un grito. Al oirlo Carmela, se
separa de Marcial, arroja el cuchillo, y supeditando
sus deseos de venganza al amor de madre, se precipi-
ta hacia el practicable.) ¿Eli? ¡Hijo mío!... ¡¡Por
el barranco!...
(Que también ha visto caer al pequeñuelo.) ¡Espera!
(Desaparece rápidamente por el practicable. Carmela,
transida de dolor, queda al borde del precipicio.)
¡Dios mío, sálvale!... ¡Marsial!... i¡Marsial!l. .
¡Mi hijo!...
(Aparece con el niño en brazos, avanza con él hasta
el primer término de la escena, seguido de Carmela,
y forman grupo con Juan Antonio en el centro. La
luna ilumina estas figuras.)
(Con mucha ansiedad.) ¿Está vivo?
yi, al caer quedaron su» ropas enganchadas
en unas zarzas.
(impaciente.) ¡Hijo mío! ¡Tráelo!
¡Ten calma!
¡Tr¿elo!
(Conmovido.) ¡Déjame, Carmela! ¡Déjame que
goce teniéndole entre mis brazos! Si al sal-
var á este niño he sentido una emoción,
una alegría, unos deseos de besar, unos...
¡me parece que hasta las lágrimas se me
han saltado! (Besa repetidas veces al niño.)
¡Marsial! ¡Dame mi hijo!
jlu hijo! (Muy marcado, con mucha alegría y ter-
nura al mismo tiempo.) ¡Dí nuestro hijo, Car-
mela!
(Muy gozosa.) ¿Es verdá tó eso que disee?
tíí. ¡Al pie de la fuentesica te digo que este
— 42
niño tendrá el padre que le pertenese... que
tú serás mi mujer!
Car. [Ah! ¡Dios te bendiga, Marsial!
Mar, (Acercándose á la puerra del ventorro.) ¡Madrel...
¡Señó Frasquito!... ¡Tío Bernabé! ¡Todos!
¡Salid!
ESCENA ÚLTIMA
Todos los personajes de la obra
Mar. ¡Venga jaleo y alegría!
Bern . (a Carmela.) ¿Le has convensío?
Car. (ai tío Bernabé.) No ha hecho falta. Su corasón
estaba dormío y le ha despertao la voz de
su sangre.
Mar. La providencia, llamando á mi alma, me
ha dao una mujer honra y un hijo como un
ángel del cielo. ¡Miradlos! (indicándolos.)
Rita ¿Qué dises?
Fras. ¿Estás loco?
Mar. No. ¡Estaba loco! ¡Ahora he recobrao el jui-
cio!^ (a Juan Antonio y refiriéndose á Rita.) ¡Abra-
za á tu abuela!
J. Ant. Abuelita, ¿me das un abrazo?
Rita (conmovida.) ¡Sí, rico!
Fras. ¡Y la mita, pa mendal (Abrazando ai niño.) ¡Viva
el retoño de Marsial!
Todos ¡Viva!
Fras ¡A este niño le enseño yo á picar! ¡Mardito
zea er cogollo! (Quedan las figuras en la disposición
siguiente: En el centro Rita y el señó Frasquito, sos-
teniendo en alto á Juan Antonio. Carmela y Marcial
mirándose con ternura. El tío Bernabé sonríe satisfe-
cho. Al fondo los demás personajes. Mucha animación
y alegría.)
TELÓN
COUPLETS PARA REPETIR
Fras. Con la nieve que hace días
en este pueblo cayó,
se pusieron estas calles
incapaces, como hay Dios.
Una guapa mozn,
fué y se resbaló,
y todas sus formas
la pobre enseñó.
Comenzó á taparse
con gran disimulo,
pero cuando todos
la vimos el...
Coro ¿El qué?
Fras. La vimos, señores,
en estado tal,
que de referirlo
vergüenza me da.
Coralina es una chica
que en Romea hace furor,
pues á todos entusiasma,
con su gracia y su candor.
Ayer para vería
me acerqué aljoayet,
y después de mucho
hablarla logré.
Y con el vinillo
la vi tan inquieta,
que sin miramiento
la cogí una...
Coro ¿El qué?
^RAS. La cogí una mano
con tal efusión,
que ella, dando un grito,
se fué del salón.
Yo les ruego, amigos míos
que me dejen descansar,
pues con el canto y la mona
¿dónde vamos á parar?
Y es que hasta el maestro
que está allí sentao
me mira con ojos
de desesperao,"
Y yo lo comprendo:
es que está rendido,
pues al pobre hombre
le tienen...
Coro ¿e1 qué?
Í'Ras. Le tienen cansado
ya de dirigir,
y quiere muy pronto
marcharse á dormir.
Los ejemplares de esta obra se hallan
de venta únicamente en el Despacho Cen-
tral, Arenal, 20.
Precio: HNfl peseta