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Full text of "La fuentecica : zarzuela en un acto y tres cuadros, en prosa"

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4S58 
Eduardo  Garrió  y  Luis  Ibáñez 


Lá  FMTECiCá 


Z  ARZUEOLA 


en  un  acto  y  tres  cuadros,  en  prosa,  original 


MÚSICA  DE   LOS   MAESTROS 


JOSÉ  MARÍA  REÜUEJO  y  JOSÉ  PONS 


►««f^^. 


SOCIEDAD  DE  AUTORES  ESPAÑOLES 
Núñez  de  Balboa,  12 

isos 


LA  FÜENTECICA 

Z  ARQUEÓLA 

en  un  acto  y  tres  cuadros,  en  prosa 


ORIGINAL  DE 


Eduardo  Garrió  y  Luis  Ibáñez 


música  de  los  maestros 


JOSÉ  MARÍA  REQUEJO  y  JOSÉ  PONS 


Estrenada  con  extraordinario  éxito  en  el  TEfiTRO  CÓMICO  la  noche 
del  2  de  Marzo  de  1905 


■*- 


Madrid 

-a.  VEI.A800,  IMP.,  MAEQDÉS  DB  SANTA  ANA,  1]  DÜP.' 

Telóíono  número  561 
1905 


1 


Señor  Don  Mañano  í55onHéjar 


El  alentar  á  los  que  empiezan 
es  poco  frecuente,  aun  en  aquellos 
que  se  llaman  amigos. 
■  Usted,  que  lo  ha  hecho  con  en- 
tusiasmo y  cariñosa  solicitud,  ¿qué 
menos  merece  que  recordar  su 
nombre  al  imprimirse  esta  obritaP 

El  público,  en  un  rasgo  de  be- 
nevolencia á  nuestro  esfuerzo,  la 
ha  otorgado  sus  aplausos. 

¿Está  usted  satisfecho? 

Le  quieten  sus  obligados, 


=>2^    Q7C€¿^leá. 


REPARTO 


PERSONAJES  ACTORES 

CARMELA, Seta.  Manso. 

AZUCENA QüiJASü.-- 

RITA Sea.    Teain. 

LA  TÍA  MISERIAS Sbta.  Viglietti. 

EL  SEÑÓ  FRASQUITO Se.       León. 

MARCIAL Agulló. 

EL  TÍO  BERNABÉ Galán. 

EL   MIGAS IBAEEOLA. 

QUICO Gaecía. 

JUAN  ANTONIO Niño   Baeta. 


Lo  acción  en  un  pueblo  de  las  cercanías  de  Murcia.— Época  actual 


Derecha  é  izquierda,  las  del  actor 


Nota.  Azucena,  es  una  gitana  joven  y  vestida  con  aseo. 
/  a  Tía  Miserias  y  El  Migas,  son  dos  gitanos  viejos,  sucios  y 
desaliñados. 


60885o 


Pecaríamos  de  ingratos  si  no  demostráse- 
mos nuestra  gratitud,  al  entusiasta  empresario 
D.  Antonio  López,  á  su  activo  representante 
D.  Benito  Calzado,  al  inteligente  primer  actor 
y  director  de  escena  D.  Patricio  León  y  á 
todos  cuantos,  como  Juanita  Manso,  han 
contribuido  al  éxito  de  esta  obra. 

A  ellos  se  lo  deben  y  no  lo  olvidan, 

Los  Autores. 


Ji 


'f^. 


0.^4(3 


PP'^^HÜ^^S 


ACTO  ÚNICO 


CUADRO   PRIMERO 

Telón  de  fondo,  montes  y  caserío  lejano.  Fondo  izquierda  y  avan. 
zando  hasta  el  centro  de  la  escena,  practicable  de  piedras  y  zar- 
zales, detrás  del  cual  simula  existir  un  precipicio.  Primer  término 
derecha,  fachada  de  ventorrillo  con  puerta  practicable.  Del  ángulo 
de  fachada  sobresale  un  palo,  y  de  él,  en  forma  de  bandera  un 
lienzo  blanco,  en  el  que  se  lee:  «¡Al  buen  mosto!  ¡Por  el  propio 
tío  Bernabé!,  tn  la  extremidad  del  palo  hay  colgada  una  jarra  de 
loza.  En  el  centro  de  la  escena  y  delante  del  practicable,  una  fuen- 
te de  pueblo  con  dos  pilones  de  piedra  y  dos  caños.  La  columna 
de  dicha  fuente  remata  en  una  Virgen  de  piedra,  ante  la  cual  hay 
un  gancho  de  hierro,  del  que  cuelga  un  farolillo,  apagado.  Pró- 
ximo a  la  puerta  del  ventorro  una  mesa  y  dos  ó  tres  taburetes. 
Es  de  día 


ESCENA  PRIMERA 

EL  TÍO  BERNABÉ  y  CARMELA 

Música 

Car.  (Dentro.    Oyese  su  voz  cada    vez    más  cerca,  acompa- 

ñando al  canto  el  repiqueteo  de  una  cencerrita.) 

Es  la  vida  del  campo 
sana  y  heroiosa, 
su  aroma  es  el  perfume 
de  frescas  rosas. 


—  10  - 

En  su  casica  blanca 

los  segaores 

bailan  la  recompensa 

de  sus  suores. 

¡Arre,  borrica! 

Vamos  hacia  la  fuente. 

¡Arre,  borrica! 

Vamos  que  ya  está  cerca 

la  fuentecica. 

Hablado 

Güeñas  tardes,  tío  Bernabé. 
Bern.  ¡Hola,  Carmela! 

Car.  ¿Qué  se  base? 

Bern.  Estoy  entretenío  en  haser  una  cársel. 

Car.  (En  son  de  burla.)   ¡JeSÚs!    ¿Pa    quién?    (Darante 

esta  escena  Carmela  irá  sacando  de  las  aguaderas  los 
cántaros,  que  colocará  bajo  uno  de  los  caños  de  la 
fuente,  y  una  vez  llenos  aquéllos,  los  pondrá  otra  vez 
sobre  la  borrica.) 

Bern.  Pa  un  grillo. 

Car.  (Riendo.)  ¡Mahecho  ustégrasia! 

Bern.  Tú,  trabajando  siempre. 

Car.  Sí,  vengo  á  añilen ar  estos  cantaricos  que  me 

faltan  pa  ver  arremata©  mi  trabajo  diario. 

Bern.  ¡Amos...  que  bien  de  cariño  le  tendrás  á  esa 

fuentesica! 

Car.  ¡Ya  lo  oreo!  ¡No  lo  sabe  usté  mu  bien!  Ella, 

dende  el  día  en  que  me  faltaron  mis  padres, 
es  la  que  m'a  dao  el  pan  qua  he  comió. 

Bern.  Tiés  razón. 

Car.  Mi   madre    fué    durante    muchos    años  la 

aguaora  de  la  gente  rica.  ¿Por  qué  no  pue- 
do yo  ocupar  su  puesto? — me  dije. — ¡A  tra- 
bajar, Carmela!  (Pausa.  En  este  momento  acabará 
de  llenar  el  último  cáotaro.) 

Bern.  (Después  de  mirarla  con  tristeza.)    ¡Me  da  pena  cl 

mirarte,  Carmela! 
Car.  (Risueña.)  ¿Poi  qué? 

Bern.  Porque  eres  mu  trabajaora  y  debías  tener 

más  suerte  de  la  que  tiés. 
Car.  (Algo  entristecida.)  No  haga  usté  caso.  ¡To  sea 

por  Dios!  ¡Bendita  la  fuentesica  que  aun  da 


Bern, 
Car. 


Bern. 
Car. 


Be«n. 
Car. 


Bern. 

Car 
BüRr. 

Car. 

Bern. 

Car. 

Bern. 

Car. 

Bern. 


Car. 

Bern. 

Car. 

Bern. 
Car. 


-  IL  — 

a^ua  pa  qnemi  hijo  y  yo  vivamos  de  ella! 
¡Bendita  su  Virgensica  que  me  da  ealú  pa  el 
trabajo!  ¡Benditas  ellas  que  no  me  faltan! 
(con  intención.)  ¡Si  fueran  así  los  hombres! 
(contrariada.)  ¿Los  hombres?  TÍO  Bernabé,  no 
miente  usté  cosas  de  las  que  no  quió  acor- 
darme. 

(comprendiendo  que  sus  frases   disgustan  á  Carmela.) 

8í.  [Vale  más  no  acordarse! 
¡Hay  hombres  que  tien  el  corazón  más  duro 
que  un  canto  y  el  alma  más  renegiía  que 
un  carbón! 
Es  la  verdá. 

El  bribón  que,  al  pie  de  esa  fuentesica, 
charló  largas  horas  con  la  mosa  huérfana  y 
desampara;  el  perdió  que  es  trozó  entre  sus 
uñas  el  corasón  y  la  honra  de  una  creatura 
inosente...  ese  infame,  á  la  corta  ú  á  la  lar- 
ga, se  verá  recompensao  como  se  merese. 

(Queriendo  variar  de  conversación.)  Bu8no,  Car- 
mela, hablemos  de  otra  cosa. 

(Disponiéndose  á  marchar.)   Tié  USté  raSÓn. 

Cuando  termines  date  una  güertesica  por 

el  ventorro.  ¿Ves  esta  jaula?  (EnseñándoseLi.) 

feí. 

¿Pa  quién  dirás  que  la  estoy  hasiendo? 

¡Qué  se  yo! 

Pa  tu  pequeñuelo. 

(Sonriéndose.)  jJeSÚs! 

(contemplando  su  obra  con  orgullo.)    ¡Pa    él  es!  Y 

que  tengo  cogió  un  grillo  rial  que  cá  vez 
que  mueve  las  alas  y  canta,  paese  una  or- 
questa sinfónica. 

(Riendo  á  carcajadas.)  ¡Tiene  grasia! 

Lo  que  te  digo. 

(Golpeando  la  burra.)    Bueno,  hasta  después^ 

tío  Bernabé. 

Diquiá  luego,  Carmela. 

¡Arre,  condena!  (Vase  por  la  izquierda.) 


Música 

Es  la  vida  del  campo 
sana  y  hermosa,  etc. 


—  12  — 

ESCENA  II 

EITÍOBERNABÉ 

Hablado 

Bern.  (Mira  tristemeute  el  sitio  por  el  que  marchó  Carmela.) 

iMiala!  ¡Paese  meamamente  Ja  felisidá  an- 
dando! No  hay  penas  en  su  pecho  y  motivo 

de  sobra  tié  pa  tenelas.  (Va  hacia  la  mesa,  se 
sienta  en  uno  de  los  taburetes  y  contempla  con  orgullo 

la  jaula.)  ¡Poco  bien  que  va  á  estar  aquí  ei 

grillo  nal!    (a   la    par  que  trabaja  canturrea  entre 

dientes.)  I  Poco  contento  que  se  pondrá  José 
Antonio  en  el  distante  que  vea  el  grillo  y 
la  jaula! 


ESCENA  III 

DlCdO,  FRASQUITO  por  la  izquierda  segundo  término.    Sale  mar- 
cando pases  de  muleta  y  sin  fijarse  en   el  tío  BERNABÉ.  QÜICQ 
cuando  se  Indique 

Bern.  (ai  ver  á  Frasquito.  Aparte.)  ¡Ya  está   ahí  ese 

alelan! 

Fras.  (ai  ver  al  tío  Bernabé.)  |A  la  pa  e  Dió,  Bernabé! 

Bern.  (zumbón.)  ¿La  hae  dorrnio  ya? 

Fras  ¿Er  qué? 

Bern.  La  tajá,  porque  me  han  dicho  que  anoche, 

al  salir  del  ventorro,  á  poco  te  caes  por  ese 
despeñaero;  y  además  que  te  ibas  metiendo 
con  tóos  los  guardacantones  que  hay  en  la 
carretera. 

Fras.  ¡Mardito  zea  er  cogollo!  ¡Calurnia! 

Bern.  Pero  hombre,  ¿por  qué  hablas  en  ándalas  si 

te  he  visto  naser  en  este  pueblo? 

Fras.  Es  que,  según  pa  ser  catredático  ersígen  er 

latín  y  otras  lenguas  muertas,  pa  ser  inte- 
ligente en  toros  es  indispensable  poseer  una 
lengua  viva:  er  á:ndalús. 


1 


—  13  — 

Bern.  ¡Pero  si  tú  tiés  lengua  de  gnrriónl 

Fras.  Bueno,  pues  yo  vengo  á  dos  cosas.  Primera, 

á  beberme  una  jarrica;  y  luego  á  darte  una 

buena  notisia.  (sentándose  junto  ála  mesn  ) 

Bern.  Habla.  ^ 

F'ras.  (Con   énfasis.)  ¿A   que   no   sabes    quién    ha 

venío? 
Bern.  Tú  dirás. 

Fras.  (Muy  marcado.)  \Er  Boíonero! 

Bern.  ¿Y  quién  es  ese  presonaje? 

h  RAS.  Un  mataor  que  cuando  s'arranca  toca  pelo. 

Bern.  Mu  mala  costumbre. 

h'RAs.  ¿Tú  te  acuerdas  de  mi  hijastro?  Pues  ese  es. 

Bern.  ¿Marsial? 

Fras.  Es  claro.  Er  que  sería  mi  hijo  si  me  yego 

á  casa  veinte  años  antes  con  mi  Rita. 
Bern.  Y  en  cuatro  años  que  falta  del  pueblo,  ¿no 

ha  podio  dar  señales  de  vida  ese  mosito? 
Fras.  ¡Un  mataor  no  tié  tiempo  ni  pa  haserse  la 

barba! 
Bern.  ¿Y  viene  gordo? 

Fras.  ¿Gordo?  ¡Aburtan  más  los  brillantes  que  éll 

Bern.  ¡Bien  pué  estarte  agradesío,  pues  te  debe 

todo  lo  que  es. 
Fras.  ¡Ya  adiviné,   al  verle  torea  en  las  capeas, 

que  mi  niño  se  traía  muchas  cosas  buenas! 
¿Tú  le  viste  en  la  cuna? 
Bern.  No.  Estaba  ya  de  corto  cuando  vino  al  pue- 

blo con  su  madre. 
Fras.  ¡Si  quiero  desir  entre  las  astas! 

Bern.  Miá,  yo  no  entiendo  esos  dichos. 

Fras.  ¡Y  que  no  se  contonea  mi  niño!  En  cuanto 

ve  á  uno  descubierto... 
Bern.  ¿Lo  cubre? 

Fras.  ¡Pero  con  remucho  arte!   Y  si  sale  un  toro 

de  esos  que  echan  la  arena  pa  atrás,   que 
vomitan  espumarajos,  que  chorrean  sudor... 
wi  niño  le  prepara  con  una  larga  y  arrema- 
ta abanicándole, 
Bern.    •       ¿Y  el  animal  quedará  agradesío? 
Fras.  ¡Es  claro!  Pues  to  eso  es  tortas  y  pan  pin- 

tao  pa  lo  que,  antes  de  marcharse,  hiso  en 
Mursia  en  la  corría  de  feria. 
Bern  .         ¿Qué  hiso? 


14    — 


Fras.  Áspera...  Que  me  traiga  el  nene  una  gotita... 

BeRN.  (Llamando.)    ¡Qllicol 

Quico  (sale  del  ventorro.)  Mande  osté,  mi  amo. 

Bern.  Tráete  una  jarrica... 

Fras.  No.   [Dos!  (Vase  (^uico  y  sale  á  poco  con  dos  jarras 

que  coloca  sobre  la  mesa,  entrando  luego  en  el  vento- 
rro. Frasquito,  á  partir  de  este  momento,  beberá  con 
frecuencia,  hasta  agotar  el  liquido  de  las  jarras  )  PüS 

verás.  Salió  un  quinto  toro  comiéndose  el 
aire...  Pos  un  lanse ..  tres  verónicas  y  dos 
faroles,  ¡Tó  Cristo  se  queó  á  oscuras!...  Pal- 
más,  oles,  cigarros,  inmenso  surtido  de  som- 
breros, y  yo,  lloroso,  en  la  barrera,  diciéu- 
dole  á  la  Rit-a,  mi  señora,  la  mar  de  ternesas. 

SüRN.  ¿Tú  Je  animarías? 

Fras.  ¡Es  claro!  Pa  que  quedase  bien...  Y  si  suce- 

de lo  contrario,  ¡buena  pongo  yo  á  la  mamá! 
En  fin,  hiso  un  toreo  fino,  porque  detesta  el 
baile... 

Bern.  ¿Si?  Pues  él  bien  dansaba  en  el  pueblo  con 

las  mosas. 

Fras.  ¿Y  por  qué  ha  llegao?  ¡Mardito  zea  er  cogo- 

llo! Porque  no  le  gustan  los  enterradores. 

Bern  .  ¿Y  á  quién  le  gusta  e^o? 

Fras.  ¿Te   acuerdas   de   aquellas   dos  vacas   que 

mató  aqui,  en  las  fiestas  de  la  virgen? 

Bern  .  No  estuve. 

Fras  .  Una  de  aquellas  fieras  tenía  dos  metros  por 

ca  lao.  (Refiriéndose  á  los  cuernos.)  Pos    al  llegar 

la  hora  suprema,  le  colocó  una  media  caída 
en  su  sitio...  A  continuación  otra  media  caí- 
da... Yo,  al^ver  á  la  vaca  con  las  medias  caí- 
das, le  grité  á  mi  chico  desde  la  carreta: 
«¡Mardito  zea  er  cogollo!  ¡No  zeas  morral! 
¡Descabella!»...  Pues  un  intento  yuna  colada. 

Bern.  Sí,  para  las  medias. 

Fras.  ¿Qué  te  párese?  ¡Matar  á  una  vaca  con  dos 

medias! 

Bern.  ¡Es  el  colmo! 

Fras.  ¡Las  medias  de  mi  chico  son  de  muerte. 

Bern  .  ¿De  muerte?  Así  dejó  él  herida  á  la  Car- 

mela. 

Fr\s  .  ¡Mardito  zea  er  cogollo!  ¿Eres  un  proteztor 

de  las  niñas  desgrasiás? 


—  15    - 


Bern.  No  te  burles.  Tanto  Rita  como  tú  habéis 

afeao  su  mala  acsión. 
Fras.  ¡Mardito  zea  er  cogollo!  ¡Pues  no  hay  pocas 

mujeres  en  el  mismo  caso! 
Bern.  ¡No  pensabas  así  entonses!...  Pero  hoy  ¡son 

tan  gordos  sus  brillantes! 
Fras.  Mira,  mira,  no  te  pongas  lugubreminioso... 

(Bebe  el  resto  del  contenido  de  la  jarra  y  hace  muecas 
como  si  se  le  atragantara  el  líquido.) 
Bern  .  (Se    levanta,  va   hacia   Frasquito   y  le  da  golpes  en  la 

espalda.)  ¿Qué  te  pasa? 
Fras.  ¡Cámara!  ¡Que  se  me  ha  atragantao!.^,,____ 

Bern.  El  cogollo,  ¿verdá?  ^-'- — ' 

Fras.  ¡Qué  grasioso!...  Repite.  (Agitándola  jarra.)  A 

este  cascabel  se  le  ha  calo  la  chiniya  que  lo 

hase  soná. 

Bern.  Voy  á  traértelo.  (Coge  las  jarras  vacias  y  entra  al 

ventorro  ) 


ESCENA  IV 

FRASQUITO  y  RITA   por  la  izquierda.  Lleva  un  cántaro  ¿  la  cabeza 

Fras.  (saliendo  á  su  encuentro.)  ¡Ole  las  mujeres  her- 

mosas con  andares  de  otomana  y  cadensias 
de  ruiseñó! 

Música 

Rita  (oeja  el  cántaro  en  la  fuente  y  mira  á  Frasquito  con 

aire  de  reconvención.) 

Ya  me  figuraba 

que  te  encontraría. 
Ft<AS.  ¿Cómo  ha  sido  eso, 

cotorrita  mía? 
^'i'A  Porque  estás,  so  vago, 

hecho  un  borrachón. 
^^AS.  ¡Cuidado  que  tiés  talento, 

sandungíi,  gracia 

y  penetración! 
¡Dame  un  poíjuito  de  agua, 

por  Dios,  Rebeca! 


~  16  - 

Mira  que  se  me  ha  puesto 
la  boca  seca. 
Rita  Puedes  ahogarte, 

aunque  yo  estoy  dispuesta 
á  refrescarte. 
Fras.  Rita  mía, 

yo  te  juro 
la  bebía 
suspender, 
y  aunque  vengan 
capuchinos 
y  lo  pidan 
de  rodillas, 
yo  te  juro 
no  beber. 
Rita  ¿Puede  ser? 

Fras.  Puede  ser. 

Rita  Aunque  no  lo  creas, 

no  quiero  que  digas 
que  soy  rencorosa, 
y  te  doy  el  agua 
como  si  te  diera 
otra  cualquier  cosa. 
Fras.  ¡Já!  ¡jál  ¡já!  ¡já! 

No  puedo  beber. 
¡Qué  risa  me  da! 
Rita  ¡.Já!  ¡já!  ¡já!  ¡já! 

Deja  de  reir 
y  acércate  más. 

Hablado 

Rita  ¡Ya  sabía  yo  que  estabas  en  el  ventorro! 

Fras.  (Disculpándose.)   Pos  mira,  he  venío  á  darle  la 

notisia  al  tío  Bernabé. 
Rita  ¡Si  sabré  yo  á  lo  que  has  venío!  (accíóh  de 

beber.) 

Fras.  ¡Chits!...  Tú  llena  el  cántaro  y  andando  pa 

el  hogar  doméstico.  ¿Y  er  nene?  '•'^'■i 

1»ITA  (vuelve  á  dejar  en  la  fuente  el  cántaro   que  cogió  du- 

rante el  cantable.)  Allí  está,  rodeao  de  lo  me- 
jorsito  del  pueblo.  Ha  estao  la  boticaria,  y 
¡si  vieras  cómo  miraba  las  sortijas! 

Fras.  ¡Que  trague  bilis! 


_1 


-  17 


biillantes  que  paesen  buenos,  y  según  dise 
el  veterinario,  resulta  que  son  de  esos  que 
les  llaman  al  carbón  de  cokl  ^ 

^^''  !,tL?Q''"''°''í^'°^^^"'^'  ^"J^^'  ¡Caliente  ro- 

ÍÍTT.  u        '^®  ^^  ^'-^"^  ^  P°°é  con  mi  niño' 

KiTA  Hase  mi  rato  la  ha  dejao  así.  (indicando  poca 

estatura.)  Abrió  Marsialico  el  cofre  y  sacó  un 
cucurucho  lleno  de  unas  cosas  amarülas 
reondas  y  doblas  que  paesían  de  papel' 
Bueno,  pues  la  boticaria  no  sabía  cómodo- 
merlo. 


Fras,  ¿y  qué  era? 

^iTA  ¡Patatas  fritas! 


t^RAS.  ¿Patatas?  ¡Mardiío  zea  er  cogollo» 

w'.^?  T  '''^'''^'-  ^^^^«^  virutas.  De- 
¡Den  cortarlas  con  un  sepilió 
i^RAS.  ¡Que  aprenda  esa  iznorante! 


ESCENA  V 

DICHOS  y  EL  TÍO  BERNABÉ   por    el    vPntnrm 

poi    ei    ventorro,    con    una    enorme 
jarra  en  la  mano 

BeRN.  (ai  señó  Frasquito.)  Aquí  tiés  eSÍO.  (oeja   la  jarra 

Rita  'uT      "'''■  f  '^X'  ^  ^'^^^  '"fíola,  Kita! 

Bern  ^re¡  ^  '  ^^^^^"^^'  ^^'^^  ^^^^  condenao? 


Fras 


Fras.  No.  ¡Dos!.  . 

íiiTA  ¡Dichosa  bebida! 

iS'^u  ^'^  ''  "^^Sollo!  Esto  no  es  bebé.  A 

mhi  pTV^-'''°^J^  ^^  campaniyader 
palada.  Con  las  jarras  de  vino  sucede  como 
con   las  corrías   de  abono.    La  primera... 

(Echando  un  trago.)  re.^ulíl.  La   Segunda...  (Otro 

trago  )  más  que  regula...  La  tercera  y  cuarta... 

(ün  trago  más  largo.)  SUperió...  La  quinta...  (Lo 

nefisensia...  requetesuperior...  (eh  ei  momento 

de  beber,  diri  esta  ultima  frase  teniendo  la  boca  den- 
tro  de  la  jarra.) 

Y  una  camilla  pa  llevarte  á  casa,  borracho. 


Rita 


Bérn. 

Rita 

Bern. 

Fras. 

Bern. 
Fras. 

Bern. 
Fras. 

Bern. 
Fras. 


Bern. 


(coge  el  cántaro  y  se  le  coloca  en  la  cadera.)  ¡Hasta 
luego,  tío  Bernabé! 

¡Adiós,  mujer!  Y  que  sea  norabuena,  (cou  in- 
tención.) 

¡be  estima!  (Vase  segundo  término  izquierda.) 

¡Qué  buena  es! 

¿Esa?  ¡Un  ángel  caío  por  sí  solo!...  ¡Y  que 
tié  una  buena  condisión! 
¿Cuála? 

Que  no  tiene  madre  y  m'a  librao  de  la  pes- 
ie suegfolatisidia. 
¡Es  demasiado  tontona! 
Si  no  fuera  por  no  disgustarla^  á  estas  fechas 
era  yo  un  Badila.  ¡Un  picaor  super! 
[Tú  estás  soñando! 

¡Mardito  zea  er  cogollo!  Yo  le  digo  á  mi 
niño  que  me  saque,  y  me  saca...  ¡  Y  pico!... 
¡Vaya  si  pico!...  Y  á  los  dos  meses,  ¿sabes  en 
dónde  estoy  yo? 

En  el  depósito  judicial.  (Aparte.)  ¡A  éste  le 
pican! 


ESCENA  VI 


DICHOS.    MARCIAL  por  el  último  término  izquierda 


Mar. 
Fras. 

Bern. 
Mar. 


Bern. 
Mar. 


Bern. 


¡Dios  bendiga  á  la  buena  gente! 
(Abrazándole.)  ¡Ven  acá,  padre  cuasi-saato  de 
la  fiesta  nasional! 
(Abrazándole.)  ¡Hola,  mucliacho! 

(Golpeando  cariñosamente,  con  un  junquillo  que  lleva 
en  la  mano,  la  espalda  del  tío  Bernabé.)    ¡Por    USté 

no  pasan  años! 

Eso  paece,  pero...  (pausa.)  ¡Qué  majo  vienes! 
Si,  este  pueblo  era  muy  chico  para  mi  afi- 
ción. Yo  necesitaba  una  plaza  grande,  ganar 
mucho  dinero,  hacer  cartel,  ¡Y  lo  he  conse- 
guíol  He  disfrutao  mucho  y  he  derrocha© 
las  pesetas. 

(zumbón.)  No  habrá  sío  en  tinta,  porque  no 
sabíamos  de  tí  ni  esto...  (Mordiéndose  la  uña  del 
pulgar.) 


—  19  — 

¡Vaya  un  niño  con  zuerte! 
¿Y  vienes  pa  muchos  días? 
t^ienso  estar  poco  tiempo.  Lo  suficiente  pa 
que  mi  madre  y  el  señor  Frasquito  líen  los 
trastos  y  se  vengan  conmigo  á  Madrí. 
(Aparte.)  ¡Y  á  Carmela  que  la  parta  un  rayo! 
Bueno,  ¿pero  no  bebemos  na? 
¿Por  qué  no? 

Si  queréis  un  sitio  fresco,  lo  serviré  debaio 
de  la  parra. 

Vaya  usté  preparándolo. 
(a  Marcial )  Oye,  yo  voy  á  Madrí,   pero  con 
una  condisión. 
¿Cuál? 

Que  en  la  primer  corrida  pico...  y  yo  te  ad- 
vierto que  la  cojo  corta.  ¡Vaya  si  la  cojo! 
(Aludiendo  á  la  borrachera)   ¡La  COge!  (Entra  en  el 
ventorro    después    de  haber   recogido    las    jarras  que 
había  en  la  mesa.) 


ESCENA  VII 

DICHOS,  menos  BERNABÉ 


¿Tú  tienes  mona? 

¡Vamos;  déjeme  usté  de  pamplinas!  (cabiz- 
bajo.) 

¡Mardito  zea  er  cogollo!  ¿Oué  te  papa? 
¡Bah!   ¡Total   ná!  Que  cuando  pasaba  por 
elante  de  una  casuca  se  cruzaron  mis   ojos 
con  los  de  una  mujer;  y  me  miró  de  una 
manera  que  me  dio  miedo. 
¿Era  Carmela,  verdá? 
Ji:ila,  sí. 

('A'  poi-eso  estás  aburrió?  ¡Mardito  zea  el  co- 
gollo! Hoy  esa  mujer  debe  ser  pa  tí  un  sero 
a  la  izquierda. 
¡Y  lo  es! 

Y  si  al  saber  que  has  venío  se  te  aserca,  tú 
como  81  no  la  conosieras. 
Pues  es  claro. 


—  20  — 

ESCENA  VIH 

DICHOS,  JUAN  ANTONIO,  que  llega  corriendo  por  la  izquierda 

J.  Ant.        ¡Señor  Frasquito! 

Fras.  ¡Hola,  buen  moso! 

J.  Ant.        ¿y  el  tío  Bernabé? 

Fras.  Ahí  dentro. 

J.  Ant.        Me  ha  dicho  mi  madre  que  me   ha  hecha 

una  jaula  pa  un  grillo  y  que  me  ha  cogió 

uno  rial. 
Fras.  Pues  anda  y  que  te  lo  dé.  Pídele  un  trago  é 

vino  de  mi  parte. 
J.  Ant.  (Haciendo  una  mueca  burlona  á  tiempo  Je    entrtr  en 

el  ventorro.)  ¡Pa  Jos  borrachos! 
ESCENA  IX 

DICHOS,  menos  JUAN  ANTONIO 


Mar.  ¡Qué  gracioso!  ¿Quién  es  ese  niño? 

Fras.  ¿No  lo  sabes? 

Mar.  No. 

Fras.  Pues,  el  hijo  de  Carmela. 

Mar.  ¿De  Carmela?  (Admirado.) 

Fras.  ¡Sí,  el  fruto  de  vuestra  calaverada. 

Mar.  ¡Mardita  siá!  ¿También  va  usté  á  recrimi- 

narme? 

Fras.  ¿Yo?  ¡Mardito  zea  er  cogollo!  No  seas  chi- 

quillo. Vamos  á  bebemos  eso. 

Mar.  Sí.  ¡Venga  vino!  ¡Los  remordimientos  palos 

panolis! 

FraS" .  (ai  entrar  con  Marcial  en  el  ventorro.)  ¡Y  nO  te   ol- 

vides  de  que  la  cojo...  corta! 


21  - 


ESCENA  X 


EL  Tío  BERNABÉ  y  JUAN    ANTONIO.    Luego   CARMELA    por    la 
izquierda 

BeRN.  (Sale  del  ventorro  delante  de    Juan   Antonio,    elevan- 

do en  sus  manos  la  jaula   que    el  pequeñuelo    intenta 

arrebatarle.)  Juan  Antonio,  ¡ven! 

J.  Ant.        ¿Es  rial? 

Bern.  [Ya  lo  creo!  ¡Es  un  grillo  rey!  ¡Mira  qué  do- 

ras tié  las  alas  y  qué  corbatón  en  el  piscue- 
so!  [Paese  un  obispo! 

J.  Ant.        ¿Canta? 

Bern.  Escucha.  ¡Si  es  un  estrumento!  (oyese  cantar 

el  grillo.) 
Car.  (paliendo  precipitadamente  por    el  tercer   término  iz- 

quieda;  al  ver  al  niño  queda    suspensa)    ¡Ya    estoy 

aquí,  tío  Bernabé! 
Bern,  (Aparte.)  [Atiza!  (auo  )  ¡Hola,  muchacha! 

J.  Ant.  (indicando  la  jaula  que  tiene  en  sus  manos  el  tío   Ber- 

nabé.) ¡Madre,  tengo  un  rey  metió  en  esta 
jaula! 

Car.  (Besándole)  ¡Pobrecico!  Vé  á  la  huerta  de  la 

vesina  y  que  te  de  unas  hojicas  de  lechuga. 

J.  Ant.  ¡Adiós,  tío  Bernabé!    (coge    la  jaula    y  vase    iz- 

quierda.) 

Bern.  (Besándole)  ¡Adiós,    pillastre!  (Carmela,    durante 

esta  escena  deberá  demostrar  su  impaciencia;  por  eso 
cuando  se  queda  sola  con  el  tío  Bernabé  acude  ansio- 
samente á  su  lado.) 


ESCENA  XI 

CARMELA,  TÍO  BERNABÉ 

Car.  (con  ansiedad.)  Oiga  usté,  ¿y  Mai'síal? 

Ber-  .  (Disimulando.)  ¿Marsial? 

Car.  Ño  intente  usté  engañarme.  Sé  que  está  en 

el  pueblo. 
Bern.,  ¡Puá  ser  que  te  equivoques! 


~    22    ~ 

Car.  No,  señor;  le  he  visto  pasar  por  elante  de 

mi  casuca. 
Mar.  (Dentro.)  ¡Tio  Bernabé,  más  vino! 

Car.  (Reconocienclo  la  voz.)  ¿Eh?  ¿Su  VOZ? 

Fras.  (Dentro.)  ¡Mardito  sea  er  cogollo! 

Oar.  (Que  siente  renacer  en  su  pecho  la  alegría  del  que  ve 

próximo  á  realizar  un  deseo  de  venganza.)  ¡Ah! 

Bern.  (Conteniéndola.)  ¡Carmela! 

Car.  ¡Tos  quién  engañarme,  también  usté!  Esa 

es  su  VOZ.  Está  ahí  dentro.  ¿Con  quién? 
Bern.  Ten  pasensia,  está  con  Frasquito. 

Car.  (Reconcentrando  en  sus  frases    el   odio  que  siente  ha- 

cia Marcial.)  ¡Grasias  á  Dios  que  voy  á  echarle 
en  cara  todo  el  daño  que  me  ha  hecho!   (ai 

adelantarse  hacia  el  ventorro,  el  tío  Bernabé  la  de- 
tiene.) 

Bern.  ¡Tú,  quieta  aquí!  Yo  hablaré  á  Marsial.  Qui- 

sa mis  canas  le  causen  más  efecto  que  tu 
presensia. 

Car.  No;  quiero  hablarle  yo;  desirle  en  su  mes- 

ma  cara  que  es  un  cobarde. 

Bern.  ¡Cabal!  ¡Lo  que  no  se  consiga  por  las  bue- 

nas!... 

Car.  (Desistiendo  de  su  primera  idea.)    Tié    U^té  laSÓn. 

Fras.  (Dentro.)  [Bernabé,  que  me  zeco! 

Bern.  (contestando.)  ¡Voy!    (a  Carmela.)   Espera.  (Entra 

en  el  ventorro.) 

Car.  ¡Qué  majo  viene  y  qué  bien  vestío!  ¡Paese 

un  capitalista!  ¡Dios  mío!  ¿por  qué  no  en- 
vías al  corasón  de  ese  hombre  un  rasgo  de 
noblesa? 

Bern,  (saliendo  precipitadamente  del  ventorro.)  Carmela. 

Car.  ¿Qué  quié  usté? 

Bern.  Vete.  Marsial  va  á  salir.  Me  ha  pedido  una 

escopeta  pa  ir  con  Frasquito  á  matar  pá- 
jaros. 

Car.  Déjeme  usté.  Quiero  recordarle  los  juramen- 

tos de  amor  que  me  hiso. 

Bern.  ¡Fia  en  mil  Yo  le  hablaré. 

Car.  (Llora.)  ¡Que  Dios  le  ayude! 

Bern.  (Mirando  hacia    el    ventorro)    ¡Vete,    que    Salen! 

(Ocúltase  Carmela  tras  el  ventorro.) 


—  28  - 

ESCENA  XII 

BERNABÉ.  MARCIAL  y  FRASQUITO  que  salen  del  ventorro 
Mau  .  (Que    llevará    canana,    morral    y    escopeta    de    caza.) 

¡Buena  escopeta,  cámara! 

TRAS.  (Que  le  signe,  empinando  una  bota  de  vino   de    gran 

tamaño.)  ¡Esto  SÍ  que  68  un  trabiico  de  prime- 
ra! ¡Voy  á  llevarme  toa  la  tarde  apuntando! 

Mar  .  (a  Bernabé.) Al  anochecer  estaremos  devuelta. 

Bern  .  (Aparte  á  Marcial.)  Tengo  que  hablarte. 

Mar.  (Aparte  á  Bernabé.)  ¿Le  corre  á  usté  mucha 

prisa? 

Fras  .  (Que  va  sintiendo  los  efectos  del  vino.)    ¿VamOS  Ú 

no? 
Mar.  (a  Frasquito.)  Vaya  usté  despacio  y  aguárde- 

me en  la  acequia. 

Fras.  (Antes  de  salir  por  la  derecha.)    [Apunten!  ¡Fue- 

go!  (Bebiendo.)  ¡Vlardito  zea  er  cogollo!  ¡Ya 
he  matao  el  primer  pardillo! 

ESCENA  XIII 

marcial  y  TÍO  BERNABÉ 

Mar.  Empiece  usté. 

Bern  .  Vas  á  perdonarme,  pero  los  viejos  estamos 

en  el  deber  de  aconsejaros. 

Mar  .  (contrariado.)  ¿Va  á  usté  á  aconsejarme? 

Bern.  Ni  más,  ni  menos. 

Mar.  (Burlón.)  Venga  de  ahí. 

Beiw  .  ¿Pa  qué  has  venío  al  pueblo? 

Mar.  (Sonriendo.)  Pa  divertirme  y... 

Bern.  (interrumpiéndole.)] Pa  divertirte!  ¿Y  Carmela? 

Mar.  (Despreciativo.)  |Bah! 

Bern.  ¿Y  ese  niño?  ¿Consientes  en  que  no  pueda 

llamarte  padre? 
Mar.  ¿Está  usté  seguro  de  que  es  mi  hijo? 

xJerN.  (comprendiendo  la  intención  de  las  palabras  de  Mar- 

cial.) ¿EntonceS  SUpOUeS?... 


-   24 


Mar.  (con  descaro.)  Que  donde  hay  una  mujer  hay 

siempre  un  engaño  oculto. 
Bern.  ¡Carmela  es  mu  honra!  (indignado.) 

Mar.  (imperioso.)  Bueno,  tío  Bernabé;  basta.  (Tran- 

sición.) Una  cosa  voy  á  encargarle.  Al  ano- 
checer vendrán  aquí  varios  amigos  y  quiero 
qne  haga  usté  una  buena  limoná.  Hasta 
luego. 

Bern  .  (Deteniéndole.)  EsCUCha. 

-Mar.  Lo  dicho.  (Se  dirige  á  la    derecha   por   detrás    del 

ventorro.  Carmela  le  corta  el  paso  ) 


ESCENA  XIV 

dichos,  CARMELA  por  la  derecha 

Car.  (suplicante.)  ¡Marsial! 

Mar.  (iiuy  sorprendido.)  ¿Tú? 

oERN  .  (Adelantándose  hacia  Carmela  y  arrojando  una   mira- 

da de  desprecio  sobre  Marcial.)  ¡Déjalo! 

■Car,  (con  humildad.)  ¡Por  fin!  ¡i-'or  fin,  al  cabo  de 

mucho  tiempo  nos  miramos  cara  á  cara! 
Has  sío  mu  malo  conmigo,  pero  te  perdo- 
no, sí... 

-M.AR.  (Que  la  oye  con  los  brazos   cruzado,?  y  riendo  cínica- 

mente, suelta  una  imbécil  carcajada  que  hiere  á 
Carmela  en   el    corazón.)   ¿Que    me    perdonas?... 

¡Has  aprendió  bien  tu  papel!  ¡Sabes  que 
soy  muy  rico,  me  miras  los  deoa  llenos  de 
brillantes  y  quieres  hacerte  la  dueña  de 
too!...  ¡Te  han  salió  mal  los  planes!  ¡No  soy 

ningún  lila!  (Vase  por  detrás  del  ventorro  riendo 
á  carcajadas.  Carmela  queda  abstraída  pensando  en 
las  últimas  palabras  de  Marcial.  De  pronto  desi»ierta 
de  su  éxtasis.) 

■Car.  (Angustiada.)  ¿Qué  ha  dicho  ese  ladrón? 

Bern.  (Abriéndole  sus  brazos.)  Déjalo   marchar.    ¡Es 

pior  que  un  lobo! 

Car.  (Rompiendo  á  llorar.)    ¡Madre   mía!    (Dirigiéndose 

al   sitio   por    donde   acaba   de    desaparecer  Marcial.) 

¡Asesino! 
Bern.  (Atrayéndola.)  ¡Ven! 


—  25  — 

Car.  (casi  sin  fuerzas  se  acerca  al  tío   Bernabé  y  deja  caer 

su  cabeza  en  el  hombro  de  aquel  )    ¡¡Madre  de  mi 

alma!! 
Bern.  (Emocionado.)  ¡Hay  hombrea  que  anigual  de 

corasón  tiéc.  una  roca  que  no  se  ablanda 
con  ná!  ¡¡Probé  mosicaü 

BIUTACIÓN 


CUADRO  SEGUNDO 

Telón  corto  que  simula  un  espeso  pinar;  la  escena  figura  ser  la  carre- 
tera que  conduce  al  pueblo. 


ESCENA  PRIMERA 

Oyense  á  lo  lejos  las  voces  de  los  trabajadores  que  regresan  de  la 
labor.  Luego,  salen  por  la  izquierda  El.  MIGAS  arrastrando  del  ron- 
zal á  un  escuálido  pollino,  y  con  una  enorme  pipa  en  la  boca;  LA 
TÍA  MISERIAS,  haciendo  calceta  con  unas  agujas  largas,  y 
AZUCENA 

Música 

Coro  (Dentro.) 

El  sol  al  fin  se  esconde 
detrás  de  las  montañas; 
la  noche  sobre  el  campo 
batiendo  está  sus  alas. 
Al  fin  los  campesinos 
cesan  de  trabajar 
y  alegres  y  dichosos 
regresan  á  su  hogar. 
Ellas  En  el  hogar 

nos  espera  la  diclia  y  la  calmü. 
¡Vamos  aliál 
Ellos  Hay  que  buscar 

el  descanso  de  ruda  faena. 
¡Vamos  allá! 
Migas  (Recitado  interior.) 

¡Arre,  Lujoso,  arre! 


-    26 


Azuc. 

(Recitado  interior.) 

¡Déjalo,  pare! 

Mis. 

(ídem.) 

¡Está  cansao  el  probé! 

Migas 

(ídem.) 

¡Pus  que  se  agnante! 

Apéate,  Asusena, 

pa  que  descanse 

el  Lujoso.  ¡¡So,  burro!! 

Azuc. 

(ídem.) 

¡Allá  voy,  pare! 

Ellas 

(cantado.) 

En  el  hogar,  etc. 

Ellos 

Hay  que  buscar,  etc 

Hablado 

Mis. 

Migas 
Azuc. 
Migas 


Mis. 

Migas 

Azuc. 


Mis. 

Azuc. 

Migas 


(ai  Migas.)  Ascucha,  arrastrao...  ¿Farta  mu- 
cho camino  pa  allegar  ar  pueblo  eze? 

(Echando  al  aire  nna  bocanada    de    humo  )    ¡MenOS 

de  un  kirlómetrol 

Ya  tengo  ganita  de  llega  pa  descansa  una 
mijita. 

Pos  poco  va  á  zer  er  descanzo,  nena,  porque 
pazao  mañana  tenemos  que  eztá  en  la  feria 
de  la  capitá  y  aun  fartan  tres  pueblos,  (oye- 
se una  detonación.  Los  tres  gitanos  retroceden  asusta- 
dos hacia  la  derecha.  El  Migas,  temblándole  las  pier- 
nas, esgrime  su  vara  con  desplantes  de  matón,  pero 
retratándose  en  su  semblante  el  miedo  que  le  embarga.') 

¡Uy! .   ¡Qué  zuzto  me  he  Uevao! 

¿Zuzto?...  ¡Miedozal...  (Temblando.)  ¡Será  ar 

gún  casaor! 

(Mirando    hacia    la    izquierda.)    MÍ    pare    dise    la 

verdá.    Fo  allí  dinquelo  un   moso  resalao 

que  trae  nna  e.'^copeta. 

(Con  interés.)  Pos  en  cuanto  s'aserque,  ya  le 

estás  endiñando  la  güeña  ventura. 

(con  cierto  orgullo.)  Ya  Sabe  usté,  marc,  que 

escastao  que  yo  coja  por  mi  cuenta  no  s'es- 

capa  sin  que  se  la  diga.  (Mirando  otra  vez  hacia 

la  izquierda.)  ¡Ya  se  aserca! 

¡Pos    duro!    (Los  tres   gitanos  se  replegan  á  la  de 
recha.) 


ESCENA  11 

DICHOS  y  MARCIAL,  por  la  izquierda.  Entra  distraído;  cargando  la 
escopeta  y  sin  fijarse  en  los  gitanos  que  le  miran  con  ansiedad 


M- 


Migas 
Mis. 

Azuc. 

Mar. 

Azuc. 
Mis. 

Migas 
Azuc. 


Mar. 
Mis. 
Migas 
Azuc. 


Mar. 

Mis. 

Mar. 

MlG: 


Azuc. 
Mis. 


¿Por  dónde  demonio  se  habrá  metió  Fras- 
quitü?  Me  da  el  corazón  que  vamos  á  tenerlo 
que  llevar  al  ventorro  con  andaores  como  á 

Jos    niños.    (Va  á  continuar  sn   camino  y  se  fija  fn 

los  gitanos.)  ¡Dio3  bendiga  á  la  buena  gente! 

(inclinándose.)  ¡Lo  mesmo  digo! 

[Bien  llegao,  rezalao! 

(Admirando  á  Marcial.)  ¡JoSÚ!...  ¡Vaya  un    mosi- 

to  con  arranque  de  monarca!... 
(a  Azucena.)  Parece  tu  cara  un  manojo  de 
azucenas. 

Ese  es  mi  nombre, 

¡Josú!  ¡Vaya  una  penetrasión!  ¡Ni  que  fuera 
er  señó  Onofroife!...  ¡Qué  menumento! 
¡La  torre  Fiel  con  patas  y  too! 
(a  Marcial.)  Escucha,  resalaísimo.  Estoy  le- 
yendo en  tus  ojitos  enganchaores  que  de.=ea« 
que  te  la  diga. 

(Despreciativo.)  ¿La  buenaventura? 
¡Mesmamente! 
¡Chipén! 

Veras  qué  cosas  te  digo,  pico  e  pichón  ena- 
morao.  Fremita  la  Vigen  que  jagan  una  frá- 
bica  con  carderas  y  to  pa  frabicar  paloma.^, 
y  que  toas  vayan  á  la  ventana  e  tu  gachí. 

(intentando  continuar  su  camino.)  ¡Si    todo  lo  qUe 

decís  es  mentira! 
(Deteniéndole  indignada.)  ¿Mentira?... 
(Enérgico.)  ¡Sí;  mentira!    (Queda  la  figura  de  Mar- 
cial entre  Azucena  y  los  otros  gitanos.) 

Ascucha,  serrano;  no  pongas  ese  gesto,  que 
paeses  un  Trepoff  de  chaqueta  corta;  ¡tó, 
que  debes  ser  más  bueno  que  un  pope! 
¡Anda,  esaborío,  pon  aquí  una  moiea!  (pre- 
sentándolo la  palma  de  la  mano  derecha.) 
¡No  seas  agarrao!  Pon  la  monea,  que  Dio 


28   — 


Migas 

Mis. 
Mar. 


Migas 

Mis. 

AzüC. 


Mar. 
Azüc. 


Migas 

Mar. 

Azuc. 


Migas 
Mar. 


te  dará  un  einbúo  pa  que  eches  por  él  tus 
capitales,  pues  has  de  tené  tanto  parné  que 
jará  farta  medirlo. 
¡Anda  aya,  emperaor  der  Polo! 
¡Montepío  e  las  fatiguitasl 

^Convencido.)  ¡VamoS  á  Ver  la  verdá!  (Entregan- 
do á  Azucena  uu  duro  que  saca    del    bolsillo.)    ¡Ahí 

va  un  duro! 

(Aparte  á  la  tía  Miserias.)  ¡Ya  CayÓ  mirlo! 
(Aparte  al  Migas.)  jjlJn  Arfonzoü 
(Coge  el  duro,  se  santigua  con  él,  y  luego  en  la  palma 
de  la  mano  derecha  de  Marcial  hace  una  cruz  con   la 
moneda  hablando   pausadamente.)    Premíta   DÍÓ... 

SU  secretario  San  Pedro...  y  su  amigo  íntimo 
el  Papa...  que  si  no  te  digo  verdá^  se  me  cai- 
ga la  lengua  y  tengan  que  darme  la  comía 
con  un  embúo...  ó  que  me  zalgan  por  dentro 
e  las  napias  dos  diviesos  y  que  nesesite  pa 
sonarme  un  sacacorchos. 

Vamos,  comienza,  (impaciente.) 

(Muy  pausado.)  Esta  rayita  me  dise  que  tiés  un 
corasón  mu  valiente...  Una  morena  resala, 
con  rayos  e  luna  por  ojos...  con  cabello  e  án- 
gel... con  armendras  por  pies...  con  crema 
en  su  boca...  con  miel  en  sus  labios,  te  hase 
la  rosca. 

[Una  confituría  que  anda! 
(A  Azucena.)  Dí  todo  io  que  diga  mi  mano. 
No  se  ha  de  orvidá  na.  (pausa.)  Esa  niña  y 
tu  presona  se  han  camelao  con  fatiguitas. 
Tú,  con  esos  dos  ojos  que  paresen  dos  ima- 
nes, las  atortolan,  y  tu  sangre  y  la  de  ella 
san  juntao,  dando  vía  á  un  querube  con  tus 
ojos  y  tu  canela... 
¿Estás  viendo  cómo  asierta,  so  párvulo?  (a 

Marcial.) 

(Con  interés.)  Toma  OtlO  durO.  SigUe.  (Entrega 
otra  moneda  á  Azucena.  La  tía  Miserias  al  verlo,  á.  es- 
paldas de  Marcial,  hace  con  disimulo  señas  á  la  joven 
para  que  le  entregue  aquélla,  lográndolo  al  fin.  En- 
tonces el  Migas  intenta  arrebatarle  el  duro  á  la  vieja, 
y  después  de  una  breve  discusión  en  voz  baja,  llega  á 
cogerlo  en  su  mano,  lo  mira  repetidas  veces,  lo  muer- 
de y  con  aire  satisfecho  lo  guarda  en  su  bolsillo.) 


—  2'J  — 

Azuc.  Esta  rayita  me  dise  lo  del  cantar  gitano: 

No  creas,  niña  serrana... 
al  hombre  que  te  camela. 
Que  toitiyas  sus  palabras... 
viene  el  viento,  y  se  laa  yeva. 

(pequeña  pausa.) 

El  cantar  dise  lo  sierto;  lo  que  baséis  tos... 
¡También  era  mentira  tus  palabras,  bala 
perdía!...  ¡La  dejaste  soliya,  escás taol...  (Tran- 
sición.) ¿Por  qué  tiemblas?...  ¿Te  da  mieo  lo 
que  te  asierto?...  Astira...  a-stira  esamano, 
que  voy  á  leerte  el  porvení... 

Mar.  (impaciente  y  contrariado.)  Termina  prontO... 

Azuc.  (Marcándolo  mucho.)  Estas  rayas  crusás,  indi- 

can la  muerte  de  las  presonas;  y  las  tuya< 
me  diseii...  (Aterrada.)  ¡¡Jo-úü  Me  disen... 

Mar.  (Con  ronco  acento:)  ¿El  qué? 

Azuc.  ¡|üisen  que  vas  á  morí  asesinaoü 

Mar,  (Queriendo  aparlar    su    mano.)    ¡Mentira!  ¡EsO  nO 

pué  ser!... 
Azuc.  Trae  esa  mano. 

Mar.  ¡Suelta!  (reparando  su  mano  do  la  de  Azucena.) 

Mis.  (a  Marcial.)  ¡Facse  mentira  que  te  asustes  de 

tan  poca  cosa! 
Migas  ¡Eso  no  tié  való!... 

Mar.  (Queriendo  variar  de  conversación.)  ScñoreS,  quie- 

ro que  vengan  al  ventorro  del  tío  Bernabé. 
¿La  niña  sabrá  bailar?... 

Mi?.  ¿Bailar?  ¡Como  los  angelitos!  Tango,  pete- 

neras, soleares,  sevillanas... 

Migas  ¡Es  una  cosmopolita  en  movimiento! 

Mar.  ¡Pues  andando!  Ustés  delante,  nosotros  de- 

trás, serrana.  Dame  tu  braso,  princesa.  (Da 


ESCENA  III 

DICHOS  y  CARMELA  que  en  actitud  resuelta  llega  por  la  izquierda 

Car.  ¡Marsial!... 

Mar.  (Detiénense  todos.  Marcial  vuelve  la  cara.)    ¿Quiéli? 

(Asombrado.)  ¡Tú!  ..  (Con  desprecio.)   ¿Qué   quie- 

res? 


—   30  — 
Car  Que  me  escuches. 

Mar.  (Haciendo  intención  de  marchar.)  [No  ÜUedo  escu- 

charte! 

Car.  (Con  firmeza.)  ¡Te  he  dicho  que  me  escuches! 

AZUC.  (Soltándose  del  brazo  de  Marcial.)  Quéate  COn  ella 

arrastran.  ' 

Mar.  (a  los  gitanos.)  En  seguida  voj'.  Aguardarme 

en  el  ventorro ..  A  la  derecha  del  camino, 

AZUC.  (Mirando  con  tristeza  á  Carmela.)  ¡Quea  COn  Dios! 

(Vanse  por  la  derecha  el  Migas,  la  tía  Miserias  y  Azu- 
cena, por  el  mismo  orden  en  que  entraron.) 

ESCENA  IV 

CARMELA  y  MARCIAL 

Música 

Mar.  ¡Vamoí-!  ¿Por  qué  me  buscas,  (impaciente.) 

dime,  Carmela? 
Car.  líscúchame  con  calma  (suplicando.) 

y  oye  mis  quejas. 
Mar.  Acaba,  que  me  aguardan 

en  el  ventorro. 
Dime,  pues,  esas  quejas^ 

mas  diias  pronto. 
Car.  (Evocando  sus  recuerdos  ) 

¿Te  acuerdas,  cuando  amante  ^ 

vertió  tu  boca,  fl 

de  amor,  dulces  promesas 

para  una  mosa? 
¿Te  acuerdas,  Marsialico, 

cuando  en  la  fuente 
j  uraste,  por  tu  madre, 

quererme  siempre? 
¿Te  acuerdas  de  tus  frases, 

las  olvidaste? 
Mar.  ¿Qué  quieres  que  te  diga? 

¿Qué  contestarte? 
Car.  Habla,  que  tu  silencio  (conteniéndose.) 

me  vuelve  loca; 
repite  lo  que  un  día 

dijo  tu  boca. 


I 


—  31  - 

Mar.  ¿Dices  qne  si  me  acuerdo 

de  mis  promesas? 
¿Dices  que  yo  he  jurado? 

¡Vana  quimera! 
El  viento  se  hizo  dueño 

de  mis  palabras, 
conque  me  voy,  Carmela, 

que  el  tiempo  pasa. 

(riaee  ademán    de    marchar,    Carmela   le    detiene  con 
energía.) 

Cak.  Aguarda,  descastao, 

que  si  tus  frases 
llevó  el  viento,  en  mis  venas 
quedó  tu  sangre. 
Mar.  ^_a1  escuchar   esta  nueva  súplica,   suelta  una  insolente 

carcajada.) 

Recitado 

¡Vaya  uuos  argumentos! 

¡Adiós,  muchacha! 
¡Tienes  arranques  buenos 

pa  comedianta! 

(Vase  por  la  derecha,  riendo  á  carcajadas.) 
^'^^  (l  lora  amargamente  en  la  izquierda,   reconcentrando 

en  sus  frases  el  rencor  y  el  odio  que  siente  hacia  Mar- 
cial.) 

Cantado 

¡Maldito  el  hombre 
que  me  engañó! 
¡Maldito  sea 
f-'U  corasón! 
¡Juro  vengarme 
de  su  traisión! 
¡¡Maldito  sea!! 
¡¡Ladrón!!  (pausa.) 

¡¡Ladrón!!  (Transición.) 
(Las  lágrimas  ahogan  esta  última  palabra  y  á  los  últi- 
mos compases  de  la  orquesta,  avanza  lenta  y  descon- 
soladamente hacia  la  derecha,  denotando  en  sus  gestos 
y  en  su  actitud  una  desesperación  infinita.) 


32  — 


ESCENA  V 

El  SEÑÓ  FRASQUITO  por  la  izquierda.  Entra  tambaleándose  y  rápi- 
damente, como  si  alguien  le  hubiera  empujado.  Debajo  del  brazo  de- 
reclio,  lleva  la  bota  completamente  vacía.  Simula  ir  montado  á  caba- 
llo y  en  actitud  de  picar  toros.  Luego  RITA 

Hablado 


Fras. 


Rita 


Fras. 
Rita 

Fras. 
Rita 

Fras. 


Rita 

Fras. 

Rita 

Fras. 

Rita 

Fras. 


Rita 
Fras. 


¿Eh?...    ¡Toro!...    (Adelantándose    á     la     batería.) 

jSóo!...  Peroseñor,  ¿cómo  pico  yo  sin  mona?... 
¡Porque  á  mí  me  hase  mucha  farta  una 
mona!  Y  picando  yo,  y  mi  niño  recortando... 
se  acabaron  las  contemplasiones...  (Hace  un 

ademán    brusco  y  se  tambalea    exageradamente.    Sale 
Rita  por  la    izquierda  y  le  contempla  indignada.)  (üe 
espaldas  á  Rita.)  ¡Eh'...  ¡Toro!... 
(Se  adelanta,  toca  á  Frasquito  en  el  hombro  y  le  hace 
girar  hasta  colocarle  de  cara  hacia  ella.)    ¡Qué  prC- 

sioso! 

(Aparte.)  ¡Caramba!  ¡El  primer  aviso! 
¡Ya  sabia  yo  por  donde  irían  los  tiros!  ¿Y 
Marsial? 

¿Marsial?  ¡Estará  comiendo  patatas  inglesas! 
Anda  pa  el  ventorro.  El  verte  sereno  es  im- 
posible. 
Pa  eso  te  llamas  tú  Rita  y  eres  mi  abogada... 

¡Toro!....  ¡Toro!...  (Acercándose  mucho  á  Rita  y  re- 
chazándole ésta.) 

¡Quita  de  ahí,  apestoso! 

(intentando  picar  con  la  bota.)  ¡¡TorOÜ 

Pero,  ¿qué  haces? 

¿Qué  haj^'c?  Quiero  picar,  pero  falta  lo  prin- 
cipal, la  mpna. 

¡Buena  la  has  cogido!  (Empujándole.)  Anda  pa 
allá,  si  es  que  no  te  duermes  en  el  camino. 
(Resistiéndose.)  No  me  empujes  que  me  haces 

perder  terreno.  (Se  acerca  a  Rita  y  había  con  mis- 
terio.) Oye,  ¿qué  mote  te  paese  mejor  pa  mí? 
¡El  sinvergüenza! 

Hay  muchos...  Buscaremos  otro  que  dé  ei 
gorpe. 


—  33  — 

Rita  (Empujándole.)  ¡Anda!  ¡anda,  so  borracho! 

F RAS.  (ai  salir  volviendo  la  cara.)  En  la  primera  corri- 

da que  pique,  te  saco  de  mono  sabio.  ¡Y  ha- 
brá que  verte  con  pantalones!  (vanse  por  la  de- 

recha.) 

MUTACIÓN 


CUADRO  TERCERO 

la  misma  decoración  del  cuadro  primero.  Es  de  noche.  El  farol  de 
la  Virgen  estará  encendido.  Bancos  y  taburetes  junto  á  la  mesa 
intaediatá  al  ventorro;  sobre  dicha  mesa,  jarras  de  loza,, pan,  queso 
y  un  cuchillo. 


ESCENA  PRIMERA 

MARCIAL,  va  de  grupo  en  grupo  distribuyendo  jarras  de  vino.  AZU- 
CENA en  el  lado  opuesto;  junto  á  ésta  FRASQUITO,  completamente 
•curda»;  después  RITA.  Detrás  de  la  mesa  EL  MIGAS  y  la  TÍA  MI- 
SERIAS, que  también  sienten  los  efectos  del  'morapio».  El  TÍO  BER- 
NABÉ  á  la  puerta  del  ventorro,  en  el  que  durante  la  escena  hará 
frecuentes  entradas  y  salidas  con  jarras  en  la  mano.  Aldeanos  y  Al- 
deanas sirviendo  de  fondo  á  este  cuadro  y  colocados  en  la  forma 
que  el  buen  gusto  de  la  dirección  escénica  aconseje 

Música 

^JoRO  ¡Bebamos!  ¡Bebamos! 

¡Brindemos  por  él! 
Mar.  Aquí  á  vuestro  lado 

contento  estaré. 

¡Arriba,  raucliachos! 

¡Muchachas,  bebed! 

F RAS.  (Tambaleándose  en  su  silla.) 

El  mosto  se  cuela, 
la  vista  se  va; 
esta  nochesita 
la  voy  á  pesca. 
Mar.  ¡Arriba!  ¡Bebamos 

por  vuestra  salú! 


i 


—   34  — 

*^ORO  ¡Viva  la  algazara! 

Fras.  (sin  fuerzas.) 

¡Me  encuentro  zulú! 

Coro  (Adelantándose  algunos  y  codeando  á  Frasquito.)' 

Que  cante  Frasquito. 
Que  toque. 
^«AS.  ¿Quién,  yo? 

Coro  Darle  la  guitarra, 

que  es  un  profesor. 
^»AS.  Venga  la  guitarra 

que  voy  á  tocar, 
cantando  unas  coplas 
con  pimienta  y  sal. 
(Uno  de  los  mozos  le  entrega   la  guitarra  que  él  co-^ 
mienza  á  rasguear.  Marcial  t  jma  asiento  á  la  mesa  ea 
el  extremo  opuesto  á  Azucena  y  habla  con  ella  en  voz, 
baja.) 


Couplets 

Don  Tadeo,  viejo  ñoño, 
con  Teresa  se  casó, 
una  niña  mu  presiosa 
con  un  talle  superió. 
Cuando  don  Tadeo 
sale  á  pasear, 
un  pollito  cursi 
á  su  casa  va. 
Y  se  traen  los  chicos 
tan  durse  amalgama, 
que  toda  la  tarde 
están  en  la... 
Coro  ¿El  qué?... 

(?e  interrumpe  el  cantable  para  recitar  lo  que  sigue.); 

Fras,  ¡Señores,  no  es  nada 

de  particular!.., 

(cantado.) 

Están  con  cuidado 
por  si  el  viejo  va. 


Mi  primito  Ángulo,  un  día, 
con  su  caña  fué  á  pescar, 


—  35 


Coro 
Fras. 


y  trajo  tantas  anguilas 
que  yo  las  quise  probar. 
— Dame  una  docena, 
una  nada  máp. 
j^  — Dispensa,  Frasquito, 
no  las  catarás. — 
Y  con  gran  descaro 
fué  y  me  dijo  Ángulo: 
el  que  quiera  peces 
que  se  moje  el... 

¿El  qué?... 

(Recitado.) 

De  lo  que  me  dijo, 
lo  que  me  chocó... 

(cantado  ) 

fué  lo  de  mojarse. 
¡Si  será  guafeón! 

(Dejando  la  guitarra  sobre  la  mesa.) 


€0R0 

Azuc. 
Fras. 


¡Vamos,  muchachos, 
no  canto  más; 
Tengo  las  bronquias 
mu  inflamas. 

(Por  Azucena  ) 

Esa  gitana 
que  está  sentá, 
tiene  bailando 
remucha  sal. 
¡Vamos,  gil  ana, 
hay  que  bailar! 

(Levantándose.  A  Frasquito.) 

¡Venga  un  tanguitol 

(cogiendo  de  nuevo  la  guitarra.) 

¡Pues  allá  va! 


(Toca  un  tango,  Azucena  lo  baila  y    los    aldeanos    lo 
corean  j 
C'oRO  ¡Baila,  niña,  con  salero! 

¡Baila,  niña,  y  muévete 

que  al  mirar  eeos  meneos 

yo  reviento  de  placer! 

¡Alza  y  dale  á  las  caerás, 


—  se- 
que ese  baile  roe  fascina, 
y  se  pone  toa  mi  carne 
como  carne  de  gallina! 
¡Dale,  dale  pa  alante! 
¡Dale,  dale  pa  atrás! 
¡Muévete,  niña,  ahora! 
¡Ay,  ay,  ay,  que  me  da! 
¡Ay,  que  siento  ya  calores 
y  la  sangre  se  me  quema 
cuando  escucho  el  taconeo, 
cuando  miro  tus  caerai?! 
¡Qué  muchacha,  maresita! 
¡Dale,  dale,  saleritol 
¡Si  supieras,  alma  mía, 
cómo  tengo  el  cuerpesito! 
¡Dale,  dale  pa  alante! 
¡Dale,  dale  pa  atrás! 
¡üyuyuy,  qué  morena 
tan  requetesalá! 

(Acorapaüan  el  tango  con  oles  y  palmas,  procurando- 
dar  mucha  animación  á  esta  escena.) 

Hablado 

Fras.  ¡Ole  tu  cuerpo!  ¡Mardito  zea  er  cogollo!  ¡Viva 

Marsial! 

Todos         ¡Viva! 

Mar.  ¡Tío  Bernabé,  más  mosto!  Llene  usté  las  ja- 

rras, que  efta  ncche  quiero  dejar  sin  una 
gota  de  vino  al  ventorro. 

Fras.  (Echando  mano  á  dos  jarras  )  ¡Vengan  UQ  par  de 

velas  pa  alumbrnr  á  este  niño! 
Rita  (interponiéndose.)  ¡No  bcbas  más,  condenao! 

Fras.  ¡Dame  Ja  pata,  cotorrita! 

Rita  ¡Ay,  qué  hombre!  (Beben  todos,  formando  anima- 

dos grupos,  pero  sin  interrumpir  el  diálogo.) 

Mar.  (a  Azucena.)  No  he  visto  en  toa  mi  vida  una 

naujer  tan  serrana  como  tú.  ¿No  tienes  un 
gitano  á  quien  querer? 

Azuc.  (a  Marcial.)  No,  hijo;  estoy  más  soliya  que  el 

eiprés  del  Fementerio. 

MlG.4S  (Que  acaba  de  echarse  al  «coleto»  un  trago  de    «mora 

pío.»)  ¡Está  el  mosto  más  durse  que  las  lágri- 
mas de  los  ángeles! 


—  37  — 

Mis  ¡Esto  es  néztarl 

Fras.  ¡Apúrelo  usté  tó,  tía  Miserias!  ¡Mardito  zea 

er  cogollo! 

M\R.  (a  Azucena,  con  quien  habrá  continuado  hablando  ea 

,  voz  baja  )  ¿Pero,  niña,  vas  á  desairarme?  ¡Si 

ddnde  tú  pisas  nacen  flores! 
Azul.  ¡Josú,  qué  hombre! 

Mar.  ¡Venga  de  ahí,  Frasquito! 

Kras.  (Cogiendo  la  guitarra.)  ¡Allá  va  canela! 

Música 

(Toca,  reproduciéndose  la  animación  que  había  al  co- 
menzar el  cuadro.  Azucena  baila  el  tango.  A  los  pri- 
meros compases,  Carmela,  con  Juan  Antonio  de  la  ma- 
no,  baja  por  el  practicable,  separa  violentamente  á  los 
aldeanos  que  encuentra  á  su  paso  y  se  coloca  en  pri- 
mer término,  en  el  centro  de  la  escena.  Juan  Antonio 
lleva  en  la  mano  la  jaula  con  el  grillo.) 

ESCENA  II 

DICHOS,  CARMELA,  JUAN  ANTONIO 

Cak.  ¡Buena=(  noches!  (ai  decir  estas  frases  se  interrumpe- 

el  bailo  y  la  animación.  Todos  quedan  inmóviles  con- 
templando á  Carmela  con  curiosidad.  Marcial,  muy  in- 
quieto, mira  recelosameute  á  todos  lados.  El  tío  Berna- 
bé se  aproxima  á  Carmela  y  se  coloca  junto  á  ella  de- 
jando al  niñ.0  en  el  centro.) 

Hablado 

Car.  ¡Buenas  noches,  muchachos! 

Al.DEXNOS    (Acercándose  á  Carmela.)  ¡Hola,   Carmela! 
r  RAS .  (Tambaleándose  se  levanta  6  intenta  atraer  á  Juan  An- 

tonio.) Ven  aquí,  nene.  Bebe  un  chupito. 

Car.  (sin  soltar  el  niño.)    |No,  llijo  mío! 

Mah  ,  (conteniendo  su  cólera    Aparte.)  ¡Esa  miljerl 

Car  (irónica.)  ¡Cuánta  alegría  hay  en  el  ventorro 

del  tío  Bernabé!  ¡Así  n:e  gusta!  ¡Que  se  di- 
viertan mis  paisanicos! 

Ber\',  (Aparto.  A  Carmela.)  ¡Carmela! 


38 


Car.  (Aparte.  A  Bernabé.)    ¡Déjeme  USted!  (A]to  y  diri- 

giéndose  en    el  mismo    tono  irónico  a  los  aldeanos.) 

¿Quién  es  el  que  os  convida?  ¿Algún  mar- 
qués? 

Mar.  (Se  levanta,  coge  una  jarra  de  vino  y  va  hacia  Carme- 

la,  invitándola  hipócritamente.)  No  eS  Un  marqués; 

soy  yo,  Marcial.  Bebe  si  gustas  y  participa 
de  nuestra  alegría. 
Car.  (con  serenidad  aparente.)  ¡Gracias,  Marcial!  No 

vengo  á  eeo.  (Transición.)  A  nadie  extraña  el 
que  un  hombre  engañe  miserablemente  á 
una  mosa,  vertiendo  en  sus  oídos  palabras 
de  amor...  A  nadie  extraña  el  que  ese  hom- 
bre sea...  jtan  bandido!...  que  tire  por  el  sue- 
lo la  honra  de  la  mujer  engaña,  pisoteándo- 
la, villanamente...  Lo  que  repugna,  lo  que 
da  asco...  es  que  ese  ladrón,  no  contento  con 
haberla  abandonao,  dejándola  con  el  fruto 
de  su  engaño,  venga  al  pueblo  y  con  sus 
hechos  escupa  al  rostro  de  la  probé  mosa. 

-JMar.  (Enfurecido   intenta  avanzar  hacia  Carmela,  los  mozos 

le  detienen.)  ¿A  qué  viene  esto? 
€ar.  ¿A  qué  viene?  (pausa.)  Vais  á  saberlo  tóos. 

Vais  á  oir  una  ves  más  lo  que  hace  tiempo 
se  murmura  por  el  pueblo.  Este  niño  es  el 
hijo  de  ese  hombre,  (por  Marcial.)  Yo  soy  la 
mosa  engaña.  Y  ese,  el  que  os  convida  ce- 
gándoos con  su  diiero,  es  el  miserable,  el 
descastao,  que  envuelve  en  su  grandesa  la 

miseria  y  el  engaño.    (Este  párrafo  lo    dirá  Car- 
mela con  tal  vehemencia,   que    Marcial,   no   pudiendo 
sufrir  más,  dará  un  fuerte  puñetazo  en  la  mesa.) 
Mar.  ¡Basta!  ' 

Fras.  (A  Marcial.)  |No  ha^as  caso!   ¡Mardito  zea  er 

cogollo! 

Bern.  (a  Carmela.)  ¡Vete! 

Mar.  (Enronquecido    por  la  cólera.)    ¡Largo  de  aqUÍ  tÚ 

y  ese  niño  al  que  no  conozco!  (a  ios  invitados.) 
Seguidme  todos.  Vamos  debajo  de  la  parra. 
Siga  la  alegría  y  no  hacer  caso  de  las  locu- 
ras de  esa  mujer,  (se  dirige  á  la  puerta  del  ven- 
torro, los  demás  le  siguen.) 
•Car.  (ai  oir  las  últimas  palabras  de   Marcial,    le  apostrofa 

dolorosamente.)   ¡|BrÍbon!! 


—  39  — 


Rita  ¡Vamos  pa  dentro!  (Mirando   con   enojo  á  Carme- 

la.) ¡Habrase  visto  la  muy!... 
Fras.  ¡No  ñfligirpe!  [Mardito  zea  er  cogollo!  (Todo* 

entran  en  el  ventorro.) 
ÁZUC.  (ai    salir,    mirando    tristemente    á   Carmela.)  ¡Probe 

niña! 


ESCENA  III 

CARMELA,  el  Tío  BERNABÉ,  JUAN  ANTON'IO.    Este   último   llori- 
quea cogido  a  la  falda  de  su  madre,  á  cuyos  sollozos  contesta  Berna- 
bé con  frases  de  consuelo 

J.  Ant.       ¡Madre! 

Car.  iHijO  mío!  (Besando  al  niño.) 

J   Ant.       ¡No  llores! 

Bern.  (Enternecido.)  ¡Carmela! 

Cak.  (Transición.)  ¡Ese  hombre  no  tié  cor  asó  n!.,.. 

¡Loca!...  ¡Me  ha  dicho  loca!...  ¡Es  verdad!... 
¡Que  tiemble  ante  las  locuras  que  pueo  co- 
meter! 

Bepn.  Vete,  Carmeh.  ¿Qué  aguardas? 

Car.  (Va  con  su  hijo  de  la  mano  hacia  la  fuente.)    ¡Déje- 

me usté  que  me  consuele  llorando  al  pie  de 
esta  fuentesica,  de  la  que  fué  testigo  de  los 
juramentos  de  e.^e  hombre!...  (Arrodillándose 
junto  á  la  fuente.)  ¡Déjeme  usté  sola...  ¡¡sola!! 

Voces  (Dentro.)  ¡Tío  Bernabé! 

Cap.  ¡Vaya  usté,  que  le  llaman!  (a  Bernabé.) 

Bern.  ¡Vele!  (a  Carmela.) 

FkAs.  (Dentro.)  ¡Más  vinol  ¡Mardito  zea  er  cogollo! 

Bern.  (Dirigiéndose  á  los  de  dentro.)  ¡Voy!  (jlira   con  tris- 

teza a  Carmela  [y  va  hacia  el  ventorro  enjugándose  las 

lágrimas.  Aparte.)  [Maldjtos  sián  algunos  hom- 
bree! (Entra  en  el  ventorro.) 


—  40   - 


ESCENA  IV 


-CARMELA,  JUAN  ANTONIO;  luego  MARCIAL    por  el  veutorro.   Fu 
la  mano  llevará  un  junquillo 

€ar.  (Llorando.)  ¡Ay,  madre  de  mi  alma!  (Dentro 

del  veutorro  óyense  el  rasguear  de  la  guitarra  y  varias 
voces  que  jalean.  Carmela,  al  sentir  tan  cerca  la  ale- 
gría, se  levanta,  va  á  la  puerta  del  ventorro  y  escucha. 
Al  apartarse  de  dicha  puerta,  ve  sobre  la  mesa  un  cu- 
chillo, colocado  entre  los  jarros  de  vino.  Caruiela  mira 
el  arma  siniestramente  y  con  salvaje  alegría,  la  coge 
esgrimiéndola  y  la  oculta  á  su  espalda  al  ver  salir 
á  Marcial.  Juan  Antonio^  poco  á  poco,  se  habrá  ido 
separando  de  su  madre  á  fin  de  que  en  este  momento  se 
encuentre  en  el  practicable.) 

-Mar.  (con  despotismo.)  ¡Carmelal 

Car.  (sorprendida,  retrocede  á  la  izquierda.)  ¡Tú! 

Mar.  Sí,  yo  soy.  ¿Por  qué  has  venido  al  ventorro? 

¿Qué  quieres?  ¿Qué  pretendes?  Acaba  de 
una  vez. 

€ar.  No  quiero,  no  pretendo  na  más  que  una 

coí-a.  Tú  me  conosiste  cuando  era  una  ni- 
ña y... 

Mar.  (con  desprecio.)  ¡Eso  pasÓ! 

Car.  ¡Pero  mi  honra!... 

Mar  .  (Riendo  estúpidamente.)  ¡Tu  houra!  ¡Poco  trabajo 

me  costó  el  conseguirla! 

Car.  (Herida  en  el  alma.)  ¿Qué  dises,  Marsial?  (Transi- 

ción.) ¡Fui  muy  tonta  al  quererte  como  te 
quise!  Creí  que  serías  hombre,  que  tendrías 
eorasón,  que  en  tu  alma  habría  al¿ún  piase 
de  noblesa...  Tú  no  eres  hombre,  ni  tiés  co- 
rasón:  ¡ere?  un  miserable! 

Mar.  (irritándose.)  ¡No  apures  mi  paciencia!...  ¡Ve- 

tt^!...  ¡Déjame,  si  no  quieres  que  te  cruce  la 
cara! 
C!ar.  (ooiorosamente.)   ¡Sólo   eso  faltaba!. ..    ¡No   te 

tengo  miedo!...  La  Virgensica,  la  que  fué 
testigo  de  nuestros  amores  está  ahí,  ahí,  de- 
fendiéndome. 


Mar 

Car. 

Mar. 
Car. 


Mar, 

Car. 
Mar. 


Car. 
Mar, 


-   4i   - 

(con  cinismo  cruel.)  Carmela,  Marcial,  el  (}ue 
fué  tu  amante,  sabrá  pagar  tu  honra  con 
dinero.  ¡Tásala! 

(ai  escuchar  este  nuevo  insulto,  loca  de  desespera- 
ción, amenaza  con  el  cuchillo  á  Marcial.)  ¡Ladrón!... 

¡Te  odio!...  ¡Asércate! 

(Burlándose  descaradamente.)  (Ahí  ¿También  USaS 

armas? 

(con  odio  infinito.)  ¡Voy  á  clavártelo  en  el  co- 

raSOu!  (Marcial  va  hacia  Carmela  con  propósito  de 
arrebatarle  al  arma;  luchan;  en  este  momento,  el  niño, 
que  se  hallaba  jugando  en  el  practicable,  cae  por  en- 
tre las  zarzas  lanzando  un  grito.  Al  oirlo  Carmela,  se 
separa  de  Marcial,  arroja  el  cuchillo,  y  supeditando 
sus  deseos  de  venganza  al  amor  de  madre,  se  precipi- 
ta hacia  el  practicable.)   ¿Eli?  ¡Hijo  mío!...    ¡¡Por 

el  barranco!... 

(Que  también  ha  visto  caer  al  pequeñuelo.)  ¡Espera! 
(Desaparece  rápidamente  por  el  practicable.  Carmela, 
transida  de  dolor,  queda  al  borde  del  precipicio.) 

¡Dios  mío,  sálvale!...  ¡Marsial!...  i¡Marsial!l. . 
¡Mi  hijo!... 

(Aparece  con  el  niño  en    brazos,    avanza  con   él  hasta 
el  primer  término  de  la  escena,    seguido    de  Carmela, 
y  forman    grupo   con  Juan  Antonio    en  el  centro.  La 
luna  ilumina  estas  figuras.) 
(Con  mucha  ansiedad.)   ¿Está  vivo? 

yi,  al  caer  quedaron  su»  ropas  enganchadas 
en  unas  zarzas. 

(impaciente.)  ¡Hijo  mío!  ¡Tráelo! 
¡Ten  calma! 
¡Tr¿elo! 

(Conmovido.)  ¡Déjame,  Carmela!  ¡Déjame  que 
goce  teniéndole  entre  mis  brazos!  Si  al  sal- 
var á  este  niño  he  sentido  una  emoción, 
una  alegría,  unos  deseos  de  besar,  unos... 
¡me  parece  que  hasta  las  lágrimas  se  me 

han  saltado!  (Besa  repetidas  veces  al  niño.) 

¡Marsial!  ¡Dame  mi  hijo! 

jlu  hijo!  (Muy  marcado,  con  mucha  alegría  y  ter- 
nura al  mismo  tiempo.)  ¡Dí  nuestro  hijo,  Car- 
mela! 

(Muy  gozosa.)  ¿Es  verdá  tó  eso  que  disee? 
tíí.  ¡Al  pie  de  la  fuentesica  te  digo  que  este 


—  42 


niño  tendrá  el  padre  que  le  pertenese...  que 
tú  serás  mi  mujer! 
Car.  [Ah!  ¡Dios  te  bendiga,  Marsial! 

Mar,  (Acercándose  á  la  puerra   del    ventorro.)    ¡Madrel... 

¡Señó   Frasquito!...    ¡Tío  Bernabé!    ¡Todos! 
¡Salid! 


ESCENA  ÚLTIMA 

Todos  los  personajes  de  la  obra 

Mar.  ¡Venga  jaleo  y  alegría! 

Bern  .         (a  Carmela.)  ¿Le  has  convensío? 

Car.  (ai  tío  Bernabé.)  No  ha  hecho  falta.  Su  corasón 

estaba  dormío  y  le  ha  despertao  la  voz  de 
su  sangre. 

Mar.  La  providencia,  llamando  á  mi  alma,  me 

ha  dao  una  mujer  honra  y  un  hijo  como  un 
ángel  del  cielo.  ¡Miradlos!  (indicándolos.) 

Rita  ¿Qué  dises? 

Fras.  ¿Estás  loco? 

Mar.  No.  ¡Estaba  loco!  ¡Ahora  he  recobrao  el  jui- 

cio!^ (a  Juan  Antonio  y  refiriéndose  á  Rita.)  ¡Abra- 
za á  tu  abuela! 

J.  Ant.       Abuelita,  ¿me  das  un  abrazo? 

Rita  (conmovida.)  ¡Sí,  rico! 

Fras.  ¡Y  la  mita,  pa  mendal  (Abrazando  ai  niño.)  ¡Viva 

el  retoño  de  Marsial! 

Todos         ¡Viva! 

Fras  ¡A  este  niño  le  enseño  yo  á  picar!  ¡Mardito 

zea  er  cogollo!  (Quedan  las  figuras  en  la  disposición 
siguiente:  En  el  centro  Rita  y  el  señó  Frasquito,  sos- 
teniendo en  alto  á  Juan  Antonio.  Carmela  y  Marcial 
mirándose  con  ternura.  El  tío  Bernabé  sonríe  satisfe- 
cho. Al  fondo  los  demás  personajes.  Mucha  animación 
y  alegría.) 


TELÓN 


COUPLETS  PARA  REPETIR 


Fras.  Con  la  nieve  que  hace  días 

en  este  pueblo  cayó, 
se  pusieron  estas  calles 
incapaces,  como  hay  Dios. 
Una  guapa  mozn, 
fué  y  se  resbaló, 
y  todas  sus  formas 
la  pobre  enseñó. 
Comenzó  á  taparse 
con  gran  disimulo, 
pero  cuando  todos 
la  vimos  el... 

Coro  ¿El  qué? 

Fras.  La  vimos,  señores, 

en  estado  tal, 
que  de  referirlo 
vergüenza  me  da. 

Coralina  es  una  chica 
que  en  Romea  hace  furor, 
pues  á  todos  entusiasma, 
con  su  gracia  y  su  candor. 
Ayer  para  vería 
me  acerqué  aljoayet, 
y  después  de  mucho 
hablarla  logré. 
Y  con  el  vinillo 
la  vi  tan  inquieta, 
que  sin  miramiento 
la  cogí  una... 
Coro  ¿El  qué? 


^RAS.  La  cogí  una  mano 

con  tal  efusión, 
que  ella,  dando  un  grito, 
se  fué  del  salón. 


Yo  les  ruego,  amigos  míos 
que  me  dejen  descansar, 
pues  con  el  canto  y  la  mona 
¿dónde  vamos  á  parar? 

Y  es  que  hasta  el  maestro 
que  está  allí  sentao 

me  mira  con  ojos 
de  desesperao," 

Y  yo  lo  comprendo: 
es  que  está  rendido, 
pues  al  pobre  hombre 
le  tienen... 

Coro  ¿e1  qué? 

Í'Ras.  Le  tienen  cansado 

ya  de  dirigir, 
y  quiere  muy  pronto 
marcharse  á  dormir. 


Los  ejemplares  de  esta  obra  se  hallan 
de  venta  únicamente  en  el  Despacho  Cen- 
tral, Arenal,  20. 


Precio:  HNfl  peseta