¡osé Cuí$ IHontoto de Sedas
La Maldita Lengua
Zarzuela ea un atto, dividido en tres [uadros
música del maestro
MANUEL LÓPEZ FARFÁN
AADRID
SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES
1017'
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in 2011 with funding from
University of North Carolina at Chapel Hill
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LA MALDITA LENGUA
JUNTA DELEGADA
DEL
TESORO ARTÍSTICO
Libros depositados en la
Biblioteca Nacional
Procedencia
> -I LÜ.E.B.Á.S..
N.° de la procedencia
' mí
LA MALDITA LENGUA
LA MALDITA LENGUA
ZARZUELA EN UN ACTO
DIVIDIDO EN TRES CUADROS
ORIGINAL DE
JOSÉ LUIS MONTOTO DE SEDAS
MÚSICA DEL MAESTRO
MANUEL LÓPEZ FARFÁN
Representada por primera vez en el Teatro del Duque
la noche del 7 de Abril de 1917
TIPOGRAFÍA DE GIRONES, FRANCOS, 49
Esta obra es propiedad de su autor.
Los representantes de la SOCIEDAD DE AUTO=
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mente de conceder o negar el permiso de represen=
tación y del cobro de los derechos de propiedad.
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la Sucde, la Morvége ct la Hollande.
Copyright, 1917, by J. L. Montóte ds Sedas.
Queda hecho el depósito que marca la Ley.
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REPARTO
PERSONAJES ACTORES
CARMELITA Sra . Lahera .
REGLA Srta . Perales .
PEPA Srta . Paredes .
ANTONIO Sr. Martín.
LUIS Sr . Hernández .
CARABINA Sr , Ballester .
CABEZÓN..... Sr. Martelo.
MANOLIYO Sr. Morillo.
MANUEL Sr. Ruíz.
TRABAJADOR Sr. Retes.
CORO GENERAL
EF»OCA ACTTUAL
Las indicaciones del lado del actor.
LA MALDITA LENGUA
CUADRO PRIMERO
La acción en un olivar. A través de los olivos del fondo debe dIvU
sarse el caserío de la hacienda. A la derecha, y formando ángulo, una
casita de campo; frente al espectador, la puerta con emparrado. Es de día.
Al levantarse el telón, CARMELITA está sentada debajo del cmpa=
rrado, cosiendo; CABEZÓN, cerca de ella, echado en el suelo, bosteza y
se despereza a cada momento. Este personaje tiene sesenta años y es
un solemne haragán. Del coro se ven algunas parejas en el fondo de la
izquierda, pero, al acabar el número de música, no quedan en escena más
que CARMELITA y CABEZÓN.
MÚSICA
Coro. Coge, cogcrita, mientras yo vareo,
coge, que ei olivo limpio ha de quedar,
no pierdas ni un ramo,
que un ramo tan sólo
puede, con el tiempo, ser un olivar.
¡Echar! ¡Echar!
Cabezón. Si la mujer vareara,
¡cuántas cosas se verían
por debajo de las ramas!
Coro. Que ya la aceituna,
madura y jugosa,
no quiere mas aire
ni quiere más sol.
Rebosen los sacos,
que espera el molino.
(Feliz el que coge
lo que antes sembró!
Carmelita. ¡Hay quien siembra en esta vía,
y en lugar de coger frutos
recoge tan sólo espinas!
Coro h. Tú, cogiendo aceitunas,
yo, vareando,
de ramita en ramita,
te voy mirando.
Cabezón. La mujer y la aceituna
necesitan de la vara,
la aceituna..,, pa caerla,
la mujer.... pa que no caiga.
Coro m. Tienen la culpa los hombres,
porque, andando por las ramas,
se le escapan las mejores.
Coge, cogerita, mientras yo vareo,
coge, que el olivo limpio ha de quedar.
¡Echar! ¡Echar! *
Carmelita. «A mi Dios le estoy pidiendo
que como me matas muerasj
que te vean mis ojitos
querer, y que no te quieran.»
HABLADO
LabeZÓn. (Ocspués de desperezarse y bostezar.) VamOS 3 S2=
gUI la peona.... (^Se incorpora un poco y vuelve a su anterior pos=>
tura./
Carmelita. ¿Pero entoavía está usté ahí, señó Juan?
¡Jesús! Es usté de plomo.
Cabezón. ¡De plomo! Lo que entenderás tú de mi=
nerales.... Pero, vamos a ve, ¿sabes tú argo de argo?
Carmelita. íYo!...
Cabezón. Po, entonces, ¿tienes tú cencía denguna?
Carmelita. ¡Ay, señó Juan! ¡Con razón ie dicen a
usté cabeza dura!
Cabezón. Me dicen eso porque soy de los que no
la doblan por ná,
Carmelita. ¿Usté cree que es menester tené cen=
cia pa comprendé que tiene usté una flojera que no
se pué menea?
Cabezón. (Aparte.) Desvergonzé como toas las mu=
jcres.
Carmelita. ¡Si parece que está usté clavao!
Cabezón. ¿Clavao? (se rasca la cabeza.)
Carmelita. Y, a to esto, no sé pa lo que ha venío
usté, señó Juan....
Cabezón. Esa es la cosa....
Carmelita. Llegó usté mu despacio, se sentó co=
mo pa descansa una mijilla....
Cabezón. Llegué mu despacio, me senté como pa
descansa una mijilla....
Carmelita. Eso.... Y hasta ahora. ¿Quería usté argo?
Cabezón. Esa es la cosa, mujé; deja habla, que
charlas más que una cotorra.... Y la cuestión es que
yo vine aquí pa una cosa que hacía muchq farta^ y....
esa cosa....
Carmelita. ¿Qué?
Cabezón. Se m'ha orviao.
Carmelita. Como siempre, (sc ríe.)
Cabezón. No farta más sino que tú te rías, mujé.
¿Acazo va uno a está en tó?...
Carmelita. Es verdá.
Cabezón, (por la cabeza.) Tengo yo aquí mucho me=
tío y argunas veces sc me orvía lo disirnificantc. Y
aluego, como en tó er santo día e Dios no hay más
— 10 —
que cr señó Juan pa que vaya y venga, porque sí,
pues ahí lo tienes esplicao. ¡Señó Juan, (cambiando de
tono.) vaya usté a traba er burro! ¡Señó Juan, vaya
usté por un cántaro! Y tó es que er tío Carabina
las trae conmigoj y ahora va y me dice: — Cabezón,
ancla y píele a Carmelita un lebrillo....
Carmelita. Entonces, ¿vino usté por eso?
Cabezón. Y dale. ¿No te digo que se me ha or=
viao?
Carmelita. ¿Pero no acaba usté de decir que lo
mandaron por un lebrillo?
Cabezón. (oándose una palmada en la frente.) Mía tÚ, pa
eso vinej porque Manoliyo er chiquichanca no ha pa=
recio en toavía y ya es la hora de la merienda....
Carmelita. Voy a traérselo a usté antes que se
le orvíe que tiene usté que llevarlo. (Entra en la casa.)
Carabina, (oentro.) ¡Cabezón! ¡Juan!
Cabezón. ¡Josú! Ahí viene Carabina. No lo pueo
traga ni con azuca....
Carabina, (oentro.) ¡Juan!
Cabezón. ¡Así te quées muo! Es er peo cuchillo
que tengo a mi vera. ¡Pa mí que es clerical ¡Vaya
si es clcricá! (ai mismo tiempo que sale a escena CARABINA por
la izquierda, sale CARMELITA de la casa con un lebrillo.^
Carmelita, (a cabezón, dándole ei lebhiio.) Tome usté.
Cabezón. ¿Y pa qué quiero yo esto?
Carabina, (a cabezón.) ¡Pa que te majen, sangre
gorda! ¿Pa eso querías tú vení? ¡Carabina! Podíamos
estar aguardando, (a carmelita.) Y a tó esto, buenas
tardes....
Carmelita. Venga usté con Dios, tío Carabina.
Carabina. Estamos aviao con los hombres. Este, con
la cabeza llena de argodón en rama, y Manoliyo sin
dar cuenta de su persona....
Carmelita. ¡Claro!
Carabina. ¡Cómo claro, ¡carabina!
— 11 —
Carmelita. ¿A dónde lo ha mandao usté?
Carabina. A la Hacienda, ¡carabina!
Cabezón. Y allí se ha encontrao con Regla, la de
señó Curro, que lo trae a mal traer.
Carabina. Y sí que es una real moza, mejoran=
do las presentes, ¡carabina!
Carmelita. ¡Vamos, no desajere usté!
Carabina. Y no te creas que lo digo por polí=
tica, ¡carabina!, que desde que me pasó lo que me
pasó no tengo ninguna.
Cabezón. ¡Y mía tú que de la Regla se icen unas
cosas! ¡Que si fue, que si vino!...
Carabina. Que si no le dieron ná....
Carmelita. ¡Vamos!
Carabina. Es que se ice, se ice; y cuando la gente
lo ice, por algo lo ice. .. ¡Carabina! (a cabezón.) ¿Vcr-
dá, tú?
Cabezón. Yo no digo náj pero cuando el río sue=
na.... ¡Que si fué, que si vino!...
Carmelita. ¡Vamos, señó Juan!
Carabina. ¡Qué señó Juan, ni qué carabina! ¿A
que de tí no dice ya ná naide? Y no lo icen por=
que desde que se murió tu mare, la seña Carmen,
que en gloria esté....
Cabezón. Y po allá nos espere muchos años....
Carabina. Y te arrecogió tu tío, er señó Manuel,
y te trujo aquí, no te se ha conosío ni cr canto d'un
naipe....
Cabezón. Y que no tiene ná de que taparse.
Carabina. Eso es, ¡carabina! (notando que carmelita
se inmuta.) Pero, ¿por qué te pones tan encendía que pa=
reces una amapola? ¿Qué te pasa?
Carmelita. Nada.
Cabezón. Que la da vergüenza pensá en ciertas
cosas.
Carabina, (a carmelita.) ¡Ya está éste! (a cabezón.)
- 12 -
¿Tú te has crcío que la vergüenza está en el coló?
(Carabina!
Cabezón. Po.... No quiero discutí contigo,... (Medio
niutis.7
Carabina. Anda, Cabezón, anda y echa er guiso,
hombre, y friega bien er lebrillo, que aluego dice la
gente.... (vase cabezón por la izquierda refunfuñando.) S¡ la Ver=
gücnza estuviera en er coló yo no tendría ninguna,
porque nunca se me múa. (a carmelita.) En fin, voy
a dirmc pa allá, no sea cosa que se le orvíe a ese
el encargo.... (vase carabina por donde se fué cabezón.)
Carmelita. ¡Vaya usté con Dios! Es verdad, no dice
ná naide....
IVIanUel. (Sale por la derecha y habla con los que están en el oli =
var de la izquierda. Trae al hombro una escopeta. 7 AntOníO, qUC Se
varee bien, que van quedando muchas en los olivos.
(a carmelita.) ¡Dios guarde!
Carmelita, (ai ver a manuel.) ¡V/enga usté con Dios!
Ya me tenía usté en cuidao....
Manuel M'cntretenío en la hacienda porque han
venío los amos....
Carmelita, (impetuosamente.) ¿Los amos?
Manuel. Sí, estaba yo en lo alto del cerro er
Guijo cuando vi vení er coche, y, calculándome que
serían ellos, fui a ver si ocurría arguna novcdá.
Carmelita. ¿Y...?
Manuel. Ná, no se le ocurría náj que han venío
a dar una vuelta. Me preguntaron por ti...
Carmelita. ¿Por mí?
Manuel. Y er señorito Luís me dijo que deseaba verte.
Carmelita. (sorprendida. ¿Verme?... (Oueda pensativa.)
Manuel. Sí, mujé, ¿que tiene eso de particulá? ¿No
estuviste sirviendo en su casa?
Carmelita. Es verdá...
Manuel. Ya ves cómo te recuerda. Pero, chiqui*
lia, ¿qué te pasa?
— 13 —
Carmelita. A mí, ná.
Manuel. Torpe de míj ¿t'has figurao que voy a
deja que te vayas a serví otra ve? No tengas cuidao,
mujé, que ya no te separas de la vera mía...
Carmelita. A tu lao siempre, tío Manuel. Créete
que, en el tiempo que estuve sirviendo, no estaba
ni un día contenta. Aquellas calles serán muy ale=
gres y muy bonitas, pero parecen que arrecogen la
vista y la meten entre paredesj muchos coches, mu=
cha gentej eso, sí, de tó sobra, menos de cielo, que
no se ve más que a pedazos; y cuando pa quitarme
las penas me subía a la azotea por las tardes, y
el viento me daba en la cara, me parecía que me
encontraba en el olivarj y aluego, cuando compren^
día que tó aquello era mentira, me echaba a reir
como una tonta, y, a fuerza de reí, acababa llo=
rando como otra tonta...
Manuel. Gücno, güeno, déjate de tonteríasj cn=
júgate esas lágrimas, toma la escopeta, y ponía en
un rincón; ten cuidao que está cargáj yo voy a ve
cómo van dejando eso. (vasc por la izquierda.)
Carmelita. (ai entrar en la casa.) jÉl aquí!
«{Permitan los cielos,
permítalo Dios,
que, con el cuchillito que matarme quieres,
te matara yo.»
vaDeZOn. (cabezón salc por la izquierda con un lebrillo, que
coloca en el suelo, al lado opuesto de la casa de CARMELITA.} '' l3
comedia...
Carabina, (ai saiir por la izquierda.) Da de manos, mu=
CnaCnOS. (Salcn los trabajadores, que se colocan alrededor del lebrillo./
Trabajador. ¡Andarse, que era hora!
Carabina. Acercarse, ¡carabina!
Cabezón. Y que está cr guizo ná más que pa
chuparse los déos de gusto.
- 14 -
L.3rQDin3. ¡Jesús. (^Los trabajadores empiezan a comer.^
Trabajador. Como que lo ha jccho usté.
Cabezón. Que he leío er Cosinero de Su Ma-
jestá.
Carabina. ¡Mar fin tengan los reyes! ¡Carabina!
Trabajador. Misté, tío Cabezón, (Enseñándole un pedazo
de estropajo.) lo que me Hc cncontrao....
Cabezón. Po yo no hc echao carne en er guizo...
Trabajador. Si no es carne, es un cacho cl'estro=
pajo...
Cabezón. Eso es curiosidá.
Carabina. ¡Curiosidá! ¡Carabina!
Cabezón. ¿No me estabas diciendo que no frcga=
ba bien er lebrillo? Po lo he dcjao dentro, pa que
viera que lo había fregao.
Carabina. ¡Vamos, hombre!
Trabajador. ¿Pero Antonio no come?
Cabezón. Se ha qucdao hablando con er señó
Manuelj dijo que no se aguardara.
Carabina. Lo que es como siga por ese camino
se va a queda disecao.
Cabezón. Pero no hay que apurarse, que si él
no come, yo comeré por los dos...
Trabajador. Lo que le pasa a Antonio lo sé yo.
Cabezón. Tú qué vas a sabe...
Carabina. Si no lo sé yo, que tengo tres duros
y medio, ¡carabina!
Trabajador. Es que la verdá....
Carabina. ¡Qué verdá, ni qué carabina! En el
mundo no hay más que tres vcrdaes...
Cabezón. ¿Ná más que tres?
Carabina. Tres: una, que nacemos.
Trabajador. Eso es verdá.
Carabina. Otra, que nos muremos... Y la otra es
que cá uno va a su avío...
Cabezón. Cá uno va a su avío... Por eso Anto=
— 15 —
nio ha pcnsao en Carmelita y se ha enamorao de
ella.
Carabina. ¡Carabina! Ahora sí que has dao en el
clavo, por aquello de que, entre dos que bien se
quieren, con uno que coma, basta.
Trabajador. Ahora me esplico yo el por que An=
tonio es tan amigo de Rafael, el sacristán de la
Ermita, y se va con él toas las tardes...
Cabezón. Eso esj como sabe que Carmelita v^
ar despunta er día, y al sol puesto, a reza en la
cruz de piedra que está más arriba....
Trabajador. Y yo lo he visto escondió detrás de
un olivo, mirándola mu encadilao...
Carabina. Y Carmelita no le hará cara, ¿verdá.
Cabezón?
Cabezón. Aspérate que me coma esta cuchará y
te contestaré...
Trabajador. Pa mí, que Carmelita no quié a na=
0'2. VLos trabajadores se van retirando poco a poco del lebrillo, y
marchándose por la izquierda, a fin de que al final de la escena quede
sólo Cabezón. Por la izquierda salen REGLA y PEPA.^
Regla, (a pepa.) ¿Pero es verdad eso?
Pepa. Como te lo digoj que si el sacristán de
la Ermita viene aqui tó los días es por mí...
Regla. ¡Mira el pobre! Se ha convenció ya que
Carmelita no lo quiere pa ná.
Pepa. No, mujé, que ér nunca ha venío aquí
más que por míj pero se va a queda por dos velas.
Regla, (a pepa.) Po yo te digo que a mí Mano=
liyo ni me enfría ni me calienta...
Pepa. Pero tú a él, sí.
Regla. ¡Yo!
Pepa. Sí, tú, que le haces cara.
Regla. Mujé, yo le hago cara pa vé si le doy
celos a Antonio, y consigo que me diga argo más
de lo que me ha dicho...
— 16 —
Pepa. ¿Pero te ha dicho algo?
Regla. El otro día, cuando me estaba mesiendo
en el columpio me cantó esta copla:
«(Quién tuviera la dicha
que tiene la luz,
que se apaga y se queda
donde estás tú!»
^ Pepa. ¡Po te ha dicho bastante!
Regla. ¿Te parece poco?
Pepa. Chiquilla, tú te has empeñao en que An=
tonio te quiera, y er queré no es lo que tú te piensas.
Regla. ¿No?
Pepa. A ti te pasa con Antonio lo que a Ma=
noliyo contigo.
Regla. ¿Qué?
Pepa. Tú quieres a Antonio y Manoliyo te quiere
a tij y ni Antonio te quiere a ti ni tú a Manoliyo.
Regla. ¿Y eso por qué es?
Pepa. ¡Toma! Porque tú quieres a otro, y Antonio
tiene que queré a otraj eso está claro.
Regla. Po como yo sepa quién es la que tiene
la culpa de que Antonio no me quiera, me las paga.
¿Tú sabes quién es?
Pepa. Yo no sé; a mí no me importa nadie más
que el señorito Luís.
Regla. Po ten cuidao con él, porque ya ves lo
que le pasó a Carmelita... que sólo porque dijeron
que sí...
Pepa. Eso fué mentira; él no tuvo ná que vé
con ella.
Regla. Entonces, ¿por qué se dijo aquello? '
Pepa. Si lo dijo sería de rabia de vé que no
había podio tirarle ni un pellizco.
Regla. Fuera lo que fuera, er caso es que desde
entonces no se le arrima nadie, y si se arrima y se
— 17 -
enteran, la dejan planta, por temor ar qué dirán.
Pepa. Yo lo que te digo es que él no ha pensao
nunca en nadie más que en mí.
Regla. De móo, ¿que tú y cr señorito...?
Pepa. Nos hablamos, pero de buenas maneras;
y cuando viene aquí a la hacienda, nos vemos toas
las noches en la cruz de piedra....
Regla. Entonces, ¿el sacristán es la tapadera?
Pepa. Cada una se tapa con lo que puede. \!a=
mos, que ya han acabao las otras,...
Regla, (ai pasar, a CABEZÓN.) ¿Hoy también le ha tocao
a usté fregá er lebrillo, tío Cabezón? (vanse por la izquierda.)
Cabezón. Y que lo voy a deja como un es=
pejo.
ManOliyO. (Canta dentro, y, al acabar la copla, sale a escena, por
la derecha, con dos cántaros en las manos../
Las fatigas que yo paso
por querer a una mujer
son fatigas que ella misma
no las sabe agraecer.
Cabezón. Oye, tú, ruiseñó, ¿pareciste ya?
ManOliyO. (Es un viva la Virgenj se ríe por nada.} ne tar=
dao, ¿verdá? (Jé, jé!...
Cabezón. Ya, por mí, aunque no hubieras pareció
en to lo que quea de día, lo mesmo ...
Manoliyo. Po no he tenío yo la culpa, sino cr
reloj que, como está nublao, no se ve bien..,.
Cabezón. Pa mí que quien te trae a mar trae es
Regla la del casero....
Manoliyo. (se ríe.) íJé, jé!...
. Cabezón. ¡No lo decía yo!
Manoliyo. ¡Ay, si lo dijera ella, tío Cabezón!
Cabezón. Pero, pedazo de bestia, ¿pa qué te has
enamorao de una mujé tan bonita? ¿Pa no podé dormí
tranquilo?
- 2
— 18 —
Manoliyo. Eso le parece a usté. ¡Je', jé! Pero clucr=
mo más que un lirón.
Cabezón. ¿Lo sabe su padre?
Manoliyo. ¿Que duermo?
Cabezón. Noj que la quieres.
Manoliyo. El padre las trae conmigo.
Cabezón. ¿Que las trae contigo?
Manoliyo. Sí, por mo de ella, que me tiene re=
gletcao tó er cuerpo, y dice que esto pasa de la
regla.
Cabezón. ¿Y pasa?
Manoliyo. ¡Qué ha de pasa, si entoavía no le he
pedio la conversación! Porque cuando voy a decirle....
Anlonio. (saliendo por la izquierda.) .¿Hasta cuándo va
a dura esto?
Manoliyo. Eso. ¿Hasta cuándo va a dura esto?
Antonio, (a manoliyo.) TÚj que hace falta agua
en las mujeres^ y espabílate, que pareces un palo=
mino atontao.
Manoliyo. (ai mutis por la izquierda.) ¡Que me espabile!
¡Que me espabile, y parezco un velón de cuatro me=
chcros!
Antonio. (viendo salir de la casa a CARMELITA.) EH^-
¡Si yo me atreviera! (Acercándose a ella.)
¡Carmen! ¡Carmelita!
Carmelita. ¡Antonio! ¡Dios mío!
¡Que yo tenga fuerzas y que no me rinda!
Antonio. (Aparte.) No sé qué decirle.
¡Dios, y qué bonita!
Ya tengo la boca más seca y amarga....
¡Si paese mentira!
Carmelita. ¿Pa qué me llamabas?
Antonio. Pa verte, chiquillaj
na más que pa verte; ya ves pa que poco
te llamo en tó er día.
Carmelita. Pues si ya me has visto, me marcho.
- 19 —
Antonio. ¿Tics prisa,
o es que quieres dirtc pa que no te hable,
pa que no te diga
tó lo que aquí dentro me jierve, me quema,
y hasta me carcinaj
eso que tú sabes, y que no es presiso
que yo te repita?
Carmelita. No se lo que dices.
Antonio. ¿Con esas me sales?
Mira, Carmelita:
por lo que más quieras, por la salú tuya,
por tu mare misma,
no me martirices; que tengo bastantes
martirios encima.
(Conque tú no sabes lo que hay aquí dentro!
(Conque no te esplicas
el por qué te sigo, besando la tierra,
la tierra que pisas!
Vamos, no seas tonta; ven aquí a mi vera;
óyeme, chiquilla.
Que yo vea tus ojos, que yo vea tu boca
mu cerca e la mía;
esos ojos negros que alegran tu cara
tan coloraíta,
que a mí me parecen un peazo e noche,
aunque sea e día. (se aproxima más.)
Así, mu juntitos. Si ya tú lo sabes;
que, sin ti, es mi vía
como la del perro que no tiene a nadie
que le haga caricias.
Como el arbolito que crece mu solo,
que naide lo cuida,
y el agua le falta, y la hela lo quema,
y el viento lo tira.
¡Que sin tu cariño no soy ná en el mundo,
no hay pa mí alegría!
— 20 -
¡Que me importa el mundo, estando tú siempre
a la vera mía!
Carmelita. ¡Antonio!
Antonio. ¿Qué quieres? Levanta esa cara
y mírame. ¡Asina! (viendo que carmelita
llora.) ¿Por qué lloras? Diloj por la salú tuya
dilo, Carmelita.
Carmelita. Porque eso que dices me llega hasta el alma
y me martirizaj
porque quiero quererte, y no pueo quererte...
Escúchame) mira:
¿quieres ser mi hermano?
Antonio. ¿Tu hermano? ¿Ahora sales
con esa pamplina?
¡Di que no me quieres!
Carmelita. Eso no lo digo,
que pa mí la vida
consiste en quererte. Más quiero a tu cuerpo
que me quíco a mí misma.
Más que tú me quieresj pero mucho, mucho
te quié Carmelita, (entra Morando en la casa.)
Antonio. ¿Qué le pasa a esta mujer? ¿Será verdá
lo de la señorita?... (vase por la izquierda.)
Manuel. (sale por la derecha con Luís.) Ahora Verá US»
té a mi sobrina... (uamando en la puerta de la casa.) ¡Carmen!
Luís. Ya debe de estar hecha una mujer....
Manuel. Aquí sobresale entre toas como una ama=
pola en medio der trigo....
Carmelita, (saliendo.) ¿Qué manda usté? (ai ver a Luís.)
¡El! Buenas tardes....
Luís. Adiós, mujerj celebro verte....
Manuel. ¿Verdá usté que paece que no pasan días
por ella? ¡Misté, misté qué cara!
Carmelita. ¡Tío Manuel!
Manuel. Ven pa acá, mujer; no seas tonta, que
no vas a perdé ná por eso....
— 21 —
Luís. Estás más guapa.... mujer, (a Manuel.) ¡Ya ten=
drá usted.... cuidado con ella!...
Manuel. No hace falta: ella sabe guardarse mejó
que puedo hacerlo yo, que soy el guardaj y eso que
ahora anda enamorisca....
Carmelita. No lo crea usté.
Manuel. No digas que no, mujéj si yo no me in=
como por csOj al contrario, me alegro mucho.
Luís. Después de todo, es lo lógico.
Manuel. No es fcaj digo, creo yo que no me ciega
la pasión de tío, porque a la vista está....
Luís. ¡Qué ha de cegarle!
Manuel. Trabajadora, honra... Y el es trabajador
honrao a carta cabal) tiene sus cuartitos, y a hombre de
bien no hay quien le gane, mejorando los presentes....
Carmelita. {Tío, por Dios!
Manuel. ¿A que no cae usté en quién es?
Luís. Por esas señas.... no sé....
Manuel. Po Antonio.
Luís. (Antonio! ¿El hijo del capataz?
Manuel. El mismo. Me pacce que se la merece.
Luís. ¡Ya lo creo!
Manuel, (viendo que CARMELITA llora.) Pero, chiquüla,
¿quiés no sé más tonta? ¿Po no está llorando por eso?
¿No te digo que yo me alegro?... Alguna ve tenía
que séj no se iba a queda soltera toa la vía una
mujé como tú....
Luís. Nada, pues a arreglar los papeles, y en la
boda yo seré el padrino.
Carmelita, (ai mutis por la casa.) La boda, nunca.
Manuel, (a luís.) ¿Ve usté qué sentía es? Y tó por
creer que yo le iba a decir algo por habérmelo ocul=
tadoj y le ha sorprendió que yo lo sepa.
Luís. Como se lo ha dicho usted así, de golpe
y porrazo.... En fin, señó Manuel, hasta la noche, y
a ver si me busca usted dónde tirar una liebre.
- 22 —
Manuel. ¿No quic usté entra una mijilla y sen=
tarse?
Luís. No, tengo que hacer.
Manuel. Como usté quiera, (entra en la casa.)
VDuranfe la anterior escena no han dejado de salir de vez en cuan=
do alguna que otra mujer a dejar una espuerta o canasta al lado de la
casa de CARMELITA.)
repa. (.Salc por la izquierda con una espuerta, y al salir cruza
con LUÍS.) Creí que no iba usté a vcní....
Luís. Por ti voy yo al fin del mundo.
Pepa. No hace falta ir tan lejos pa eso.
Luís. ¿Nos veremos esta noche?
Pepa. ¿Dónde?
Luís. Donde siempre, en la cruz de piedra, a la
salida de la luna.... ¡Que vienen!...
Pepa. Adiós y hasta luego, (vase luís.)
Carabina, (saic por la izquierda.) Vamos a ver si aca=
hamos. Tú, Pepa, ve arrecogiendo, pa dejarlo tó junto
a la casilla, que aluego por la mañana no aparece
na, ¡Carabina, (carabina empieza a amontonar las canastas y las
espuertas, y mientras canta v
«El sol se va poniendo
por los terrones,
y el picaro del amo
¡qué cara pone!»
IVianOliyO. (^Sale por la izquierda con un cigarro en la mano y un
cántaro.) ¡Jé, jé!... ¿Me quié usté da candela, tío Cara=
bina?
Carabina. Toma, hombre, (viendo que manoliyo no ati=
na a encender el cigarro.) Chupaj que me vas a apaga er
mío.... ¿Cuántas novias tienes ahora, Manolillo?
Manoliyo. ¡Jé, jé!... No se chunguee usté de mí....
Carabina. Si no es chungueo. Carabina. Es cu=
riosidá....
Manoliyo. Tengo media, ná más.
— 23 -
Carabina. ¿Cómo media? ¡Carabina!
Manoliyo. Porque no le he pedio la conversación
entoavía a la que va a se. ¡Jé, jé!...
Garabina. ¿Y quién es la agracia?
Manoliyo. Como agracia, es bastante agracia.
Carabina. ¿Pero quién es?
Manoliyo. ¿Que quién es? ¡Jé, jé!... Una que me
trae de cabeza con su cara y con los dos cántaros
que tiene más abajo de la barba.
Carabina. ¿Dos cántaros?
Manoliyo. Dos cántaros deben de ser, porque co=
mo me acuerde de ella cuando estoy llenando alguno
de agua, se me va de las manos y lo rompo, y en
una semana he roto más de veinte^ yo, que antes no
quebraba uno....
Carabina. ¡Ya sé! ¿A que es Regla?
Manoliyo. Esa. Regla la del señó Curro....
Carabina. ¿Y qué haces que no se lo has dicho
ya? ¿No ves que está deseando encontrá un novio,
y que si no se lo dices pronto nos vamos a queda sin
cántaros?
Manoliyo. Es que no sé cómo rompe, no sea que
el padre se entere y me rompa la cabeza de un es=
tacazo....
Carabina. Po eso es mú fácil, Carabina.
Manoliyo. ¿Que me rompa la cabeza?
Carabina. No, hombre, decírselo a ella.
Manoliyo. Diga usté, diga usté....
Carabina. En cuanto la veas, • te vas a ella y le
dices....
Manoliyo. ¿Que le digo?...
Carabina. Le dices, le dices.... Bueno, le dices lo
que te se ocurra, Carabina. Míala, p'aquí viene; aprove=
cha, que voy a decí que den de mano, (vase por la izquierda )
neyía. (^Sale por la izquierda con un lebrillo que deja en casa de
CARMELITA.) Carmelita, aquí quea er lebrillo.
— 24 -
Manoliyo. Regla....
Regla. ¿Qué haces, Manoliyo?
lYlanoliyo, Aquí esperando que ustés concluyan pa
recoge los cántaros. (Aparte.) ¡Ay, qué cántaros!
Regla. (Aparte.) Este me puede serví pa enterarme...
Manoliyo. Yo se los rompoj digo, yo se lo digo. Re-
gla, ¿me quieres oir una cosa?
Regla. ¿Por qué no?...
Manoliyo. Bueno, pues yo te quiero. jJé, jé!...
Regla. ¿Sí, hombre?
Manoliyo. Síj toas las noches sueño contigo, y cuan=
do me despierto, creyendo que te estoy abrazando, y
me encuentro que es la armoá, me da un coraje....
Regla. ¡Tiene gracia!
Manoliyo. Tiene otra cosa. ¡Jé, jé!...
Regla. ¿De modo, que tanto me quieres?
Manoliyo. ¡Ya lo creo! Como que yo por ti sería
capá....
Regla. ¿De qué?
Manoliyo. De lo que tú quieras.
Regla. Pues, mira, no quiero más que
Manoliyo. Que se lo diga a tu padre....
Regla. No. Pero como la hagas bien....
Manoliyo. ¿Me dices que sí?
Regla. Sí.
Manoliyo. Oye, ¿y qué es lo que tengo que hacer?...
Regla. Muy sencillo. Que te enteres de quién es
la novia de Antonio.
Manoliyo. Pero ¿tiene novia?
Regla. Sí, eso dicen.
Manoliyo. Pues eso es mú faci, porque, pregun=
tándoselo a él....
Regla. Esa es la cosa, que no tienes que pre=
guntárselo, sino averiguarlo....
Manoliyo. Entonces, lo que tú me píes es que sa=
que un rompecabeza.
— 25 —
Regla. Y como por causa tuya me quede sin sa=
berlo, no esperes que te diga que sí. (vase regla por
la izquierda./
Manoliyo. Yo lo averiguo, ¡ya lo creo que lo ave=
riguo! En cuanto vea a Antonio, me voy pa él y le
digo: [Antonio! Y él me dice: ¿Qué hay? Y yo le digo:
¡Paece que estás enamorao! Y er me dice: ¿Quién te
lo ha dicho? Y yo le digo.... Eso es lo que tengo
que pensá, lo que le digo, no sea cosa de que lo
eche a perder y los cántaros de Regla no sean pa mí..
iVIanUel. (sale de la casa con CARMELITA.) ¡Quiés nO
pensá más en eso!...
Carmelita. Es que usté se figura ...
Manuel. Yo, no; la gente, que es mu hablaora, y
se mete en lo que ni le va ni le viene....
Carmelita. Eso, la maldita lengua, que mata más
que un cuchillo....
Manuel. Después de tó, eso no tiene ná de par=
ticulá...
Carmelita, Eso cree ustéj pero, a lo mejó, por
una palabra dicha como sin queré.... (Abrazándose llorando
a MANUEL.) ¡Tío Manuel!
Manuel. Pero, chiquilla, ¿me quiés decí de una vé
qué bicho te ha picao?
Carmelita. ¡Tío Manuel.... yo quiero a Antonio!
Manoliyo. (Aparte.) ¿Qué dice de Antonio?
Manuel. ¿Lo ves? Si cuando el río suena....
Carmelita. Pero lo quiero como a un hermano.
Manuel. ¡Ya lo querrás como marío, mujé, que
tó no se ha de jacé en un día! (viendo a manoliyo.)
Ahí tiés a Manoliyo, que está deseando....
Manoliyo. ¿Qué dice usté?
Manuel. Náj ésta, que, porque la quiere Antonio,
está llorando. Ya ves, y tú que quieres a Regla. ..
Manoliyo. Y me caso mu pronto. ¡Jé, jé!...
Manuel. ¿Mu pronto?
- 26 —
Manoliyo. En cuanto yo se lo diga, los cántaros
son pa mí.
Manuel. Eso es un hombre, (va saliendo ei coro por
la Izquierda, y, con él, REGLA, PEPA y CABEZÓN.)
MÚSICA
(En la puerta de la casa de CARI/1EL1TA.)
Antonio. Por un beso de tu boca
diera, morena, mi vida,
y mi sangre gota a gota.
Manoliyo. (a regla, dentro de la música.) ¿Sabe que a
quien Antonio quiere es a Carmelita?...
Regla. ¡Yo me vengare!... Buenoj pues de eso... (a
AMTONIO.)
Tengo yo para un sujeto
la cajita, los blandones,
sirios y acompañamiento.
Coro. ¡Quién fuera peine en tu pelo,
y alfiler en tu pechera,
y ruedo de tus enaguas,
y lazo de tu chinela!
Coro m. Compañerito del alma,
compañero de mi vía,
¿por qué me has orvidaíto
cuando yo más te quería?
Antonio. Bien quieras tú o no quieras,
ya sabes que yo te quiero
hasta el día en que me muera.
Cabezón. Serrana, ¿quién te camela?
Dime, por Dios, la verdáj
¡si no te camela nadie
yo te voy a camela!
Coro. Me tienes muerta de llanto
por causa de tu queré,
y tú, sin mirar mis penas,
no me quiés corresponde.
— 27 -
Coro h. ¡Quién fuera clavo de oro
donde cuelgas tu candil,
para ver tu cuello blanco,
cuando te vas a dormí!
A las puertas de su pecho (ei resto del niime=
ro sigue en la partitura.^
HABLADO
vTodos se van marchando de la escena, quedando sólo ANTONIO. CA=
rabí NA, que sale por el olivar con una espuerta y un lebrillo, se dirige hacia
la casa de CARMELITA.)
Garabina. Aquí quea esto, (viendo a Antonio.) ¿Que
es eso? ¿Te has quedao de aguardo? ¡Carabina!
Antonio. ¿Qué dice usté?
Carabina. No te vengas haciendo de nuevas, hom=
brc. ¡Si me lo ha contao tó er señó Manué! Si, tarde
o temprano, tié que saberse tó....
Antonio. ¿Qué se sabe, abuelo?
Carabina. Que quiés a Carmelita} lo otro se su=
ponej que pa eso tengo tres duros y medio....
Antonio. ¿Y qué es lo otro?
Carabina. Que se entienden ustés, y que se ven
a solas, y..,.
Antonio. ¿Quién ha contao eso? Dígamelo usté; que
no vuelve a repetirlo, (va a irse, pero ve salir a CARMELITA y
se detiene.)
MÚSICA
«La maldita lengua
que de ti murmura,
yo la cogiera por en medio, en medio,
la dejara múa.»
Carmelita, (sin darse cuenta.) ¡Antonío, te quiero!
Uarabina. (.Dejando caer el lebrillo, y muy cómico.) ¡Larabi^
na, que es verdá!
FIN DEL CUADRO PRIMERO
- 28
CUADRO SEGUNDO
Telón corto. Interior de la casería de una hacienda. La escena aluin»
brada por la luz de un velón, que está colgando de la campana de la chi=
menea.
Al levantarse el telón están en escena ANTONIO, PEPA, MANOLU
YO, CABEZÓN, CARABINA, REGLA, TRABAJADOR y hombres y mujc=
res que forman grupos.
Manoliyo. Ahora me toca a mí dccí la aclivi=
nanza....
Pepa. Vamos a ve si te se ocurre algo nuevo.
Manoliyo. Fui al campo, clave una estaca....
Cabezón. Y no pudiste volver, porque te ataron
a ella, peazo e bruto.
Trabajador. Tío Cabezón, ¿vcrdá usté que las mu-
jeres se paescn a los guizos de usté?
Cabezón. ¿Cómo a mis guizos?
Carabina. Síj porque tus guizos tienen mucho
caldo y pocas tajás; y las mujeres tienen mucha pa=
labrería, y, aluego, ná....
Cabezón. Es verdá, aluego, ná.
Pepa. Siga usté con lo que estaba, tío Cabezón....
Cabezón. Ya he perdió el hilo.
Carabina. Como que tú quieres entcndé de tó, y
aluego no sabes de ná.
Cabezón. ¿Que no sé de ná, y te queas con la
boca abierta en toas las cuestiones?
Antonio. Que no empecemos como toas las no»
ches....
- 29 -
Cabezón. Es que cr tío Carabina se ha empcñao
en llevarme la contra en tó....
Carabina. Como que dice que la lengua es er
cuchillo que mata más que una navaja barbera.
Cabezón. No es eso sóloj es que hablo de cen=
cia, y él no cree en la cenciaj hablo de política, po
el no cree en la políticaj hablo de socialismo....
Carabina. Y no creo en el socialismo; esas son
ideas, y ná más que ideas, ¡carabina!
Cabezón. ¿Pero tú sabes siquiera lo que son las
ideas?
Manoliyo. ¿Que son las ideas?
Cabezón. Las ideas son, y esto es un supone, lo
mismito que.... aspératc que lo recuerde.... Pa mí
que las ¡deas son aniguá que toas las cosas: unas,
más parejas, y otras, menos parejas....
Manoliyo. Eso, como la guardia civí.
Cabezón. Güeno, yo se lo que son las ideas....
Pepa. Tío Carabina, déjese usté de discutí y cuén=
teños usté un cuento....
Carabina. Pa cuento está uno, que tiene molió
tó los güesos de no para en tó er día de Dios.
Regla. ¡Ande usté!...
Cabezón. Anda, hombre, que pa eso te pintas solo.
Carabina. Pó les contaré un sucedió....
Voces. Sí, eso, eso.
Trabajador. Venga de ahí.
Carabina. ¿Ustedes saben por qué pusieron esa
cruz de piedra que está camino e la ermita?
Pepa, Yo, no.
Manoliyo. Ni yo.
Regla. ¿Por qué, tío Carabina?
Carabina, Me pondré aquí (iodos rodean a carabina,
que ocupa el centro del grupo.) pa que lo Oigan bien tój que
pué que no le estorbe a arguno conocerlo. La cosa
debió pasa ante der Diluvio, o cosa asina, porque a
- 30 -
mí me lo contó mi abuela, y a ella se lo contaría la
suya, o no sé quien. Escucha:
En el sitio donde hoy
la gente esa cruz venera,
ocurrió hace muchos años
una tristísima escena,
que entoavía en mi memoria
por entero se conserva.
Hubo en la hacienda una moza
de ojos negros, mú morena,
de labios como la grana,
de dientes como las perlas,
y hermosísima en conjunto.
¡Pues como hermosa lo era!
Tos los mozos la querían,
la envidiaban toas las hembras,
los viejos la acariciaban
y la besaban las viejas.
Tío Carabina, ¿es mu largo
er cuento?
¿Tics mucha priesa?
Nenguna.
Pos caya, entonces.
Y si no quieres.... nagencia.
Siga usté, tío Carabina....
Po, señó, la moza aquella
cruzaba toas las tardes
el cacho de carretera
que va del pueblo a la ermita
de la Virgen de la Vega,
para llevarle, gozosa,
y en pago de una promesa,
oraciones en el pecho
y flores en una cesta.
Un día siguió sus pasos,
con intenciones perversas,
Manoliyo.
Carabina.
Regla.
Cabezón.
Regla.
Carabina.
Cabezón.
Pepa.
Carabina.
- 31 —
un mozo de mala entraña
y de venenosa lengua,
pero de rostro agradable
y simpática presencia.
Y la moza se hizo débil,
y escuchó la cantinela
del mozo, olvidando, al fin,
a la Virgen de la Vega,
que aguardaba inútilmente
a su devota más bella,
con plegarias en el pecho
y con flores en la cesta, (pausa.)
La moza perdió la honra,
y el mozo, con desvergüenza,
refirió al pueblo su hazaña
al compás de la vihuela
y en coplas que al poco tiempo
corrían de lengua en lengua.
Todo acabó en una noche
en que la engañada, ciega
de coraje, su venganza
buscó valiente y resuelta,
dejando al engañador
tendido en la carretera
con una herida en el pecho
que manaba sangre negra.
El castigo de su culpa
por su mano se dio ella,
y con c! arma maldita
con que el crimen cometiera,
de un solo y certero golpe
puso fin a su existencia.
El pueblo, al siguiente día,
al saber la mala nueva,
acordó poner en donde
ocurrió la triste escena
- 32 -
una cruz para memoria
de las gentes venideras.
Con que ya sabéis la causa
por qué hace tiempo fue puesta
en la mita del camino
esa blanca cruz de piedra.
Desde entonces en la ermita
de la Virgen de la Vega
están de menos las flores
que llevaba en una cesta
aquella moza que un día
cruzaba la carretera.
Manoliyo. Mú bonito, pero mú triste.
Cabezón. Pero, pedazo de bruto, ¿no ves que es
un sucedió?
Pepa. Tío Carabina, ¿quién era ella?
Carabina. Vete tú a sabe....
Regla. ¿Pero no vamos a baila esta noche?
Pepa. ¿Por qué no? Ahora mismo. ¡A ver si se
anima esto, que se ha quedao que pacce un vela=
torio!
MÚSICA
vUna pareja baila unas sevillanas.^ •
Pepa. Si me quieres de verdá,
como yo te quiero a ti,
no me dejes de mira
como yo te miro a ti.
Verás
cómo yo sé amar.
Pepa. Regla, canta un tango, que voy a bailar yo.
Regla. (Canta, y baila PEPA.)
El otro día una niña
le decía a su mamá:
— De tanto llorar mis ojos.
— 33 —
jay, se me van a sccá!
¡Ay, marc, yo estoy malita!
¡Ay, yo me quiero casa,
pa tcné siquiera un hombre
que me pueda consola!
Al serrano que yo camelo,
a la Virgen le voy a pedí,
que le pierda el cariño a la otra
y que sólo me quiera el a mí.
Coro. ¡Ay, que' gracia que tiene
esta niña cantando! (sigue en la partitura.)
HABLADO
Manoliyo. ¡Mú bien bailao!... (wucha animación.)
Regla. (a ANTONIO, que está apartado del grupo.) ¿QuC te
pasa, Antonio?
Antonio. ¿A mí? ¡Ná!
Regla. Po parece que te pasa algo....
Antonio. Pues no me pasa ná.
Regla. ¡Pero, hombre, si te se conoce en la cara!
Antonio. ¿Que?
Regla. Que estás cnamorao.
Antonio. ¡Yo!...
Regla. Sí, tú; que estás cnamorao de una mujer
que no te hace caso.... y que, sin decirte que sí, no
te dice que no, y está jugando contigo hasta que
haga lo que mejor le convenga.
Antonio. Tú ¿que' sabes?
Regla. ¡Ya lo creo que lo sé! Y te digo más: esa
mujer está enamora...,
Antonio. ¿Enamora?
Regla. Sí, enamora de un hombre; y si no se ha
casao con ella es por temó ar qué dirán.
Antonio, (con brusquedad.) Pero, ¿qué tienen que de=
cir de ella?
- 34 -
Regla. Ná, hombrej no te pongas asíj que, des»
pues de tó, iquién sabe si será mentira lo que de
ella se dice.... si será una maldita lengua!...
Antonio. ¿Pero qué es lo que dicen? Pero, no, no
lo digas, porque ya sé a qué murmuraciones te re*
ficres.
Regla. Pues si lo sabes, no tengo que decirte ná....
Y si alguna vé te se cae la venda esa que te tiene
ciego.... ya sabes que yo siempre soy la misma, (sc
acerca al grupoj
Carabina. Es lo mismo que si Antonio le píe ar
señó Manué a Carmelita: éste quié eso, y er señó
Manué no se la da, quié lo otroj y cátate ahí una
revolución....
Pepa. Bueno, usté dirá lo que quiera, pero nos=
otras nos vamos al granero, que allí estamos más a
gusto.
Cabezón. Y nosotros más tranquilos.
Pepa. Vamonos, niñas. (Vanse todos, menos CABEZÓN,
CARABINA, ANTONIO, MANOLIYO y REGLA.)
Manoliyo. (ai saiir Regia.) ¡Regla!
Regla. (Aparte.) Este me puede servir pa lo que ten=
go pensao. (aiío.) ¿Qué quieres, Manoliyo?
Manoliyo. ¿A que es verdá lo que te dije?
Regla. ¿De qué?
Manoliyo. Que a quien Antonio quiere es a Car=
melita.
Regla. Sí.
Manoliyo. Po entonces....
Regia. Entonces, ¿qué?
Manoliyo. ¿Cuándo nos casamos nosotros?
Regla. ¿Nosotros? No corras tanto, hombrej que
todavía falta que hacer....
Manoliyo. Eso lo sé yo, que falta arregla lospa=
peles. ¡Jé, jé!...
Regla. Los papeles y otra cosa....
- 35 —
Manoliyo. Por la cama no te de cuidao: nos acos=
tamos en el suelo....
Regla. No es esOj es que pa que yo te diga que
sí, no te tienes que separa de Pepa en toa la noche.
Manoliyo. Y eso, ¿pa qué?
Regla. Porque yo sé que va a ir a ver a uno
que la está esperando en la Cruz de piedra, y no
quiero que vaya.
Manoliyo. ¿Y yo qué tengo que ver con Pepa?
Regla. Pero tengo yo; y como vaya por causa tu=
ya, no nos casamos nunca.
Manoliyo. Descuida} que no me separo de su vera
en toa la noche Me voy a pega a ella como una
lapa. (Vansc REGLA y MANOLIYO por el foro.)
Carabina. Mira, Cabezón, no quiero discutí contigo.
Cabezón. Porque siempre te gano en tó.
Manuel. (Entrando por el foro.) ¡A la paZ C DiÓ!
Cabezón. Venga usté con Él.
Manuel. ¿Se han recogió ya los amos?
Carabina. ¿Qué quieres?
Manuel. Náj que me dijo la señora que le matara
un conejo, y aquí lo traigo....
Cabezón. Como que tú donde pones el ojo.... peli-
gra un conejo.
Manuel. Además, el señorito Luís me encargó que
le buscara dónde tirar una liebre, y vengo pa decirle
que ya he dao con la cama de una.
Antonio. Po er señorito salió con la escopeta ahora
mismitoj yo creí que iba a buscarlo a usté.
Cabezón. No sé cómo no te lo has tropezao en
el camino.
Manuel. No me lo he encontrao porque he venío
por otro camino....
Carabina. ¡Naturalmente, hombre!
Manuel, (oándoie ei conejo.) Po ahí quea estoj y quear*
se con Dios, que voy a ver si le doy arcance....
- 36 -
Carabina, (por ei conejo.) Voy a llevárselo a la cria.
(.Vase por el foro.y
Antonio. Oiga usté, tío Manuel.
¿Qué quieres?
Diga usté, ¿me va usté a decí la ver=
Manuel.
Antonio,
dá?...
JVIanuel.
Antonio.
Manuel.
Antonio.
Manuel.
Antonio.
¿De qué?
De lo que le voy a pregunta.
¿Y por qué voy a decirte otra cosa?
Es que yo necesito....
Pero, ¿tanta importancia tiene la cosa?
Como importancia no tié ninguna, pero pa
mí tié mucha....
Manuel. Acaba de reventa, hombrej que me vas
a pone más nervioso que er rabo de una lagartija.
Antonio. Señó Manuel, es que me han dicho....
Manuel, ¿Qué te han dicho?
Antonio. Que Carmelita.... que Carmelita quiere a un
hombre.
Manuel. Si no es más que eso. ..
Antonio. ¿Pero es verdá?
Manuel. Sí, hombre, sí.
Antonio. Dígame usté quién es, pa partirle el co=
razón.
Manuel. ¿Pa partirle el corazón? ¿Por qué? ¿Es
quizás que mi sobrina no pué queré a nadie?...
Antonio. Es que usté no sabe cómo yo la quiero,
y lo que estoy pasando por ella, y de lo que yo
sería capá....
Manud. Bueno, hombre, bueno está. ¿Con que tú
serías capaz de buscar a ese hombre y decirle que
tú la quieres?
Antonio. ¡Sí!
Manuel. Pues a mí me parece mejor que busques
a Carmelita y se lo digas....
Antonio. ¡Yo!
— 37 —
Manuel. Sí, tú; porque ella me ha dicho que el
hombre a quien quiere eres tú.
Antonio. Pero si ella ...
Manuel. Ya lo sabesj y ahora, búscala y dícelo.
Hasta mañana, señores.
Cabezón. Adiós, Manuel.
Antonio. ¡Que me quiere!
KCQla. VEntra por el foro con un candil apagado./ ' 'O L,^uZ-
zón, ¿tiene usté un misto, que se ha apagao er
candil?
Cabezón. Pero, mujc, ¡que en toas las fiestas se
ha de apaga er candí! Trac pa acá, que lo cncicn=
da. yja a encenderlo.^
Antonio. Escucha, Regla.
Regla, (negando junto de ANTONIO.) Qué, ¿te has con^
venció ya de que Carmelita está enamora?
Antonio. Sí.
Regla. Pues si te quieres arregla conmigo....
Antonio. ¿Contigo?
Regla. Me parece que entre ella y yo hay difc=
rcncia....
Antonio. Pero si es que ella me quiere.
Regla. ¿Que te quiere? (cabezón le da el candil encen=
dido.)
Antonio. Síj me lo acaba de decir er señó Ma=
nucj se lo ha dicho ella, (regla apaga la luz.)
Regla. Tío Cabezón, enciéndamelo usté otra vé....
Cabezón. Ten cuidao con las corrientes....
Regla, (a antonio.) Po yo te digo que no te
quiere....
Antonio. ¡Bah!
Regla. Y no te quiere, porque le habla otro, con
el que se ve toas las noches en la Cruz de piedra,...
Antonio. Eso es mentiraj eso lo dice tu maldita
lengua.... que....
Regla. Eso es vcrdá; y si te quieres convencer,
— 38 —
no tienes más que ir, y verás cómo hay allí uno
que la espera.
Antonio. Píele a Dios que eso sea mentira, por=
que SI no.... (^Vase corriendo por la puerta del foro./
Regla. Ahora va y se encuentra con el que está
esperando a Pepa, y cree,...
Carabina, (entrando por ei foro.) ¿Qué le pasa a An=
tonio, que va tan corriendo?
Regla. Náj que se ha enterao de una cosa de
Carmelita.
Cabezón, Cuenta....
Regla. Pos ná-, que Carmelita traía engañao a tó
cr mundo..,.
Carabina. ¡Eso es mentira! ¡Carabina!
Pepa, (Entrando por el foro.) ¿Pero Viene la luz, o no?
Regla. Mentira será, pero toas las noches se ve
con un hombre....
Pepa, ¿Quién?
Regla. Carmelita^ la señorita, que le decían....
Cabezón. ¿Y adonde se ven?
Regia. En la Cruz de piedra.
Carabina. ¿Y Antonio ha ido?
Regla. Ahora mismo.
Pepa. ¿Que Antonio ha ido? ¡Y se va a encontré
con.... y va a creé que....! ¡Yo la salvaré! (vasc por ei
foro corriendo. MANOLlYO, que ha entrado detrás de ella, la sigue des»
pues de decir su frase./
Manoliyo. Po lo que es yo no la pierdo de
vista.
Regla. ¡Yo me he vengao!
Cabezón. Si cuando icen, icen, por algo lo icen....
Carabina, ¡M'ha dao la noche, ¡Carabina! Pero yo
voy a ve por qué lo icen! (vasc por ei foro.)
FIN DEL CUADRO SEGUNDO
— 39
CUADRO TERCERO
Al foro y laterales, olivar. Por el centro de la escena se supone que
pasa una carretera; a la izquierda, y junto a unos olivos, una cruz de
p¡v;dra. Es de noche; después hay luna.
Al empezar el cuadro, la escena está sola; después sale MANUEL,
que pasa cantando.
MÚSICA
Manuel. Que maten a esa mujer,
que me está volviendo loco,
serrana, con su querer.
HABLADO
(.Sale CARMELITA y se dirige hacia la Cruz de piedra. A poco sale
ANTONIO y se dirige hacia ella.)
Antonio. ¿Será verdá? (a carmelita.) ¡Carmelita!
Carmelita, (sorprendida.) ¡Antonio!
Antonio. El mismo. No me esperabas, ¿verdá?
Carmelita. Eres tú el hombre que....
Antonio. Sí, yo soy el hombre que está pasando
la pena negra por una mujer....
Carmelita. Antonio, vetej que no quiero que nos
vean aquí solos.
Antonio. Y qué importa que nos vean, cuando tó
er mundo sabe....
Carmelita. ¿Qué? Habla... ¡Ya te han ido con el
cuento! ¡Ya una maldita lengua te ha referió lo que
de mí se murmura!
— 40 -
Antonio. Cuando me lo dijeron no lo quise creer.
¡Era tanto lo que te quería! Pero salí de la hacien=
da, llegué a tu casa más pronto que un tiro, y, al
no encontrarte, me pareció que me lo daban en el
corazónj y a pesa de tó eso, no me quise con=
vence entoavía, y vine hacia aquí, y, apesá de te=
nerte delante de los ojos, dudo que puedas ser tú....
Carmelita. ¡Y tú eres el hombre que me querías!
¡El que tantas veces m'ha jurao, delante de esta
crú, que pa ti mi vida es la tuya!
Antonio. He venío aquí esta noche porque m.e
dijeron que tú, la mujer a quien quiero tanto, es=
taba aquí con un hombrcj y he querío convencerme
de la verdá, y ver cuál es más hombre de los dos:
si el o yo....
Carmelita. Antonio, yo te juro que no he venío
a ver a nadiej que he venío como vengo toas las
noches antes de acostarme, como vengo toas las ma=
ñañas al despuntar el día: a pedirle a Dios que no
me abandone.... a pedirle que me diera fuerzas pa
resistir tu cariño....
Antonio. ¿Mi cariño?
Carmelita. • Sí, tu cariñoj porque tú eres el único hom*
bre a quien he querío en este mundo y a quien quiero,...
Antonio. ¿Entonces?
Carmelita. No quería decírteloj pero, en fin, vas
a saber el por que no quería decírtelo....
Antonio. ¡Di!
Carmelita. Antonio, yo soy honra.
Antonio. ¡Lo sé!
Carmelita. Tú sabrás que estuve sirviendo tres
años en la capital, y....
Antonio. ¡Y qué!
Carmelita. Y que cuando volví al pueblo una
maldita lengua me motejó, llamándome la Señorita,
y me inventó una historia a su capricho....
- 41 -
Antonio. Pero....
Carmelita. Alguien viene. Vete a mi casa y es=
pérame, si es que me quieres.
Anton'O. Ya ves si te quiero, que me voy con el
alma hecha pedazos, (ai mutis.) jYo velaré por ella!
Carmelita. Se fué; cuando lo sepa le pasará lo
que a todos: ¡no volverá a mirarme!
Luís. (saliendo y llegando junto a CARMELITA.) ¡Pepa!
Carmelita. ¡Luís!
Luís. ¡Carmen!
Carmelita. Nunca creí que volviera usté a po=
ncrse delante de mí, ni que llegaría usté a hacer lo
que hace. No se ha contentao usté con quitarme lo
único que tenía, sino que ahora viene usté a me=
terme por los ojos su felicidá y a burlarse de mi
desgracia.
Luís. No creía encontrarte aquí, Carmelita.
Carmelita. ¿No?
Luís. Te lo juro.
Carmelita. Entonces viene usté a cumplirme la pa=
labra que me dio muchas veces....
Luís. Escúchame.
Carmelita. Si tengo tó lo que me vaya usté a
decí sabio de memoria y hasta escrito en el corazón
con lágrimas de sangre. ¡Yo bien sabía que era mu
poco pa ser su mujer!
Luís. No es eso, mujer; ya sé que tú no te
vendes como otras.
Carmelita. ¡Venderme yo! Vayase usté, y se lo
perdono tó. Primero mató usté mi cariño haciéndome
creer que podía ser su mujer; y cuando se conven=
ció usté de que pa conseguí su intento no había más
camino que er de la Iglesia, inventó usté una ca^
lumnia, que corre de lengua en lengua, pa que me
viera desprecia de tos los mozos que se me acerca=
ban, que, al enterarse de lo que de mí se decía,
— 42 —
creían que era verdá lo que ni fué ni será nunca....
Luís. Ya lo sé. Pero yo te pido por lo que más
quieras que me escuches un momento,
Carmelita. Hable usté.
Luís. Yo siempre te he querío bien, Carmelita;
y si no me casé contigo fué por causa de mi padre.
Carmelita. ¿Qué?
Luís. Síj sus negocios iban de mal en peor y
su ruina era segura^ sólo había un medio para evi=
tarla: casarme con la hija del que tenía hipoteca^
dos nuestros bienesj y sin cariño, sin amor, me
casé con una mujer, a la que aborrezco, y la que
creo que tampoco me quiere.... Fue un negocio co=
mo otro cualquiera. ¡La ambición dominó al senti-
miento!
Carmelita. Esas ventajas tenemos los pobres: nos
contentamos con lo que ganamos honradamente.
Luís. Ya ves cómo soy más desgraciado que tú:
no tengo paz, ni alegrías, ni cariño ninguno más que
el que compro con el dinero, que tampoco es mío....
Ahora sólo te pido, ya que no volveremos a vernos
más, que cuando vengas a la Cruz de piedra a rezar,
como todos los días, te acuerdes de lo desgraciado
que es un hombre que siempre te ha querido bien,
porque de la calumnia que dices no tengo yo parte
ninguna.
Carmelita. ¿Que no? Entonces, ¿por qué no ía ha
dcsmentío usté cuando delante suya alguna maldita
lengua me ha llamao la señorita? ¿Por qué, cuando
me abandonaba alguno de los muchos mozos que me
han enamorao, no lo ha buscao usté y le ha dicho
que lo que de mí se decía era mentira? ¿Por qué
no?... Pero no...
Luís. Carmelita, yo te juro que buscaré al hom*
bre que sé que tú quieres con toda tu alma, y le
diré la verdad; le diré: Antonio....
— 43 —
Carmelita. ¡Antonio!...
Luís. Sí, a Antonioj y le diré....
Manuel. (Aparte, saliendo con ANTONIO por la izquierda.) ¿Tc
has convenció?
Carmelita. ¿Y le dirá usté?...
Luís. La verdadj que eres digna de ser su mujer,
y si no me quiere creer, soy capaz....
Antonio, (a luís.) ¿V por qué no he de creerlo a
usté?
Carmelita. ¡Antonio!... (uegando ¡unto a manuel) ¡Tío
Manuel!...
Manuel, (a carmelita.) ¡Lo estás viendo!...
Carabina, (saliendo.) Por fin he llegao a tiempo,
¡Carabina! Buenas noches, señorito, buenas noches a
tos. (a ANTONIO.) La que te ha dicho que Carmelita
estaba aquí esperando....
Antonio. Lo sé-, er señó Manué me lo ha contao
tó. (a CARMELITA.) ¿TÚ creías que yo iba a ser como
los demás, que te dejaban al conocer la historia in=
venta por una maldita lengua? Sí, la sabíaj como
sabía también quién fué quien la inventó por envidia
de que a ella no se le acercaba ninguno de los que
a ti te querían....
Carabina. Ha sío Regla....
Carmelita. ¡Regla! (salen pepa y MANOLIYO por la izquier.
da, como si hubiesen dado una gran carrera./
Carabina. Sí, Regla ha sío la que ha dicho que
tú esperabas aquí al señorito.
Pepa. Eso es mentira^ a quien esperaba es a mí....
Carabina. ¡A ti qué ha de ser! ¡Carabina! Si sé
yo mu bien que era a ella, a Reglaj tú eres mu
decente.... pa eso....
Manoliyo. De móo, que Regla y er señorito.... y
yo.... Si lo sé no corro tanto.
Manuel. Y vosotros a ser felicesj y tener siem^^
pre en cuenta que, cuando una maldita lengua mur*
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mura de los demás, esa misma murmuración le cae
a ella encima.
Manoliyo. Como que yo se lo digo a tó er mundo.
Antonio, (a luís.) Y yo a usté no le guardo renco
por haber querío a esta mujerj lo bueno se desea
siemprCj usté pudo creer que sería pa usté, y ya
ve usté, yo he tenío más suerte: es pa mí.
Carabina, (a antonio.) ¿Lo estás viendo? ¡Cara=
bina!
TELÓN
©toas i© j0ii Lils Moitite
El Farolito de Animas, juguete cómico en un acto.
La loca del 3.°, juguete cómico en un acto.
La literata, juguete cómico en un acto.
Las guerreras, juguete cómico=Iírico en un acto.
La pava, entremés en prosa.
El torero del barrio, saincte lirico en un acto, dividido
en tres cuadros.
Amor al vuelo, comedia en un acto.
El tres de Mayo, saincte lírico en un acto, dividido en
tres cuadros, en prosa y verso.
La última muñeca, entremés en prosa (2.^ edición).
Los Armaos, apropósito en verso.
Pájaros y flores, comedia en un acto.
Coincidencia, diálogo en prosa.
¡Llegó la hora!, entremés en prosa.
Los millones, comedia en dos actos.
Salto en la escala, juguete cómico en un acto.
Los juguetes, paso de comedia.
Sevilla, 1914, fantasía en un acto, dividido en seis cua=
dros y un intermedio musical, en prosa y verso.
La volatinera, comedia lírica en un acto, dividido en
cuatro cuadros.
El Tenorio taurino, casi parodia del inmortal drama de
Zorrilla, en un acto, dividido en cuatro cuadros, en
verso.
....Y también lloro!, paso de comedia (2.* edición).
Palabra de iiombre, zarzuela en un acto, dividido en
tres cuadros.
La maldita lengua, zarzuela en un acto, dividido en tres
cuadros, en prosa y verso.
El que le sigue..,., entremés en prosa.