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Full text of "La niña de Juana, o, El descubrimiento de America : entremés"

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THE  LIBRARY  OF  THE 

UNIVERSITY  OF 

NORTH  CAROLINA 

AT  CHAPEE  HILE 


ENDOWED  BY  THE 

DIALECTIC  AND  PHILANTHROPIC 

SOCIETIES 


BUiLDING  USE  ONLT 


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vol.  20 
no.  1-lU 


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ÍAFÍN     Y    JOAQUÍN 
ÁLVAREZ     QUINTERO 


LA  NIÑA  DE  JUANA 

o 

EL   DESCUBRIMIENTO    DE   AMÉRICA 

ENTREMÉS 


MADRID 
I  91  9 


LA      NIÑA      DE      JUANA 


EL    DESCUBRIMIENTO    DE    AMÉRICA 


Esta  obra  es  propiedad  de  sus  autores. 

Los  representantes  de  la  Sociedad  de  Autores  Bsj)añolei 
son  los  encargados  exclusivamente  de  conceder  o  negar  el 
permiso  de  representación  y  del  cobro  de  los  derechos  de 
propiedad, 

Droits  de  représentation,  de  traductiou  et  de  reproduction 
reserves  pour  tous  les  pays,  y  compris  la  Suéde,  ia  Norvége 
et  la  Hollande. 


Copyright,  1919,  by  S.  y  J.Álvíjrez  Quintero. 


SERAFÍN     Y     JOAQUÍN 
ÁLVAREZ     QUINTERO 


LA  NIÑA   DE  JUANA 


EL    DESCUBRIMIENTO   DE   AMERICA 


ENTREMÉS 


Estrenado  en  el  teatro  de  Cervantes,  de  Sevilla, 
el  5  de  octubre  de  1918 


MADRID 
19  I  9 


MADRID  — Imp.  Clásica  Española.  Glorieta  de  CLiamberí.— Teléf.  J.  430 


A  JOSÉ  LAGUILLO 


espíritu  generoso  y  entusiasta 


SERAFÍN  Y  JOAQUÍN 


REPARTO 


PERSONAJES  ACTORES 

LA  NIÑA  DE  JUANA María  Paloü. 

JUANA Leocadia  Alba. 

HERRERITA Luis  Manrique. 


607056 


^¿be^/í^' ^^"^^ 


LA    NIÑA    DE    JUANA 


Habitación  modesta  en  una  casa  de  partidos,  en  Sevilla. 
Puerta  al  foro  y  otra  a  la  izquierda  del  actor.  Es  por  la 
mañana. 

Sale  Hetrerita  por  la  puerta  del  foro.  Es  un  mozo 
del  pueblo^  cajista  de  imprenta,  audaz  y  decidido. 

Herrerita.  Buenos  días.  Nadie  aquí  tampoco.  La 
casa  misteriosa:  no  suena  er  timbre,  er  portón  está 
abierto  y  no  hay  arma  viviente.  Alzando  la  voz. 
¡Buenos  días!  Na;  no  contestan.  Tocaremos  las  par- 
mas.  Las  toca. 

La  Niña  de  Juana  habla  desde  dentro. 

Niña,     j Quién  es.?* 

Herrerita.     ¡Gente  de  paz! 

Niña.  ¡Espere  usté  un  istantel  Pero  ^-usté  por 
dónde  ha  entrao? 

Herrerita.      ¡Por  er  portón! 

Niña.     ;Y  quién  le  ha  abierto  a  usté.^* 

Herrerita.     ¡Estaba  abierto! 

Niña.      ¡Vaya! 

Herrerita.  Paese  voz  de  mosita.  Será  arguna  hija 
de  Pisarro. 

Pausa.  Por  la  puerta  de  la  izquierda  aparece  la 
Niña  de  Juana,  muy  peripuesta  de  mantón  y  flores^ 
por  lo  que  luego  se  dirá. 

Niña.     Buenos  días. 

Herrerita.     ¡Canela!  Buenos  días. 

Niña.     ¿Usté  quién  es.'  ¿Qué  se  le  ofrese  a  usté? 


10  La    Niña    de    Juana 

^'  •  '  "  '■     '  t 

Herrerita^  embobado  mÍ7'ándola,  fio  le  responde.  ¿Se 
ha  quedao  usté  mudo?  i| 

Herrekita.     Le  diré  a  usté:  me  farta  la  respirasión. 

Niña.  ¿Toavía  de  la  escalera?  Pos  no  son  tantos 
escalones. 

Herkerita.  ¿No,  verdá?  ¡Pos  yo  no  he  subió  nunca 
más  arriba! 

Niña.  ¡Vaya!  Poméndose  seria.  Usté  dirá  lo  que 
se  le  ocurre. 

Herrerita.  ¿Lo  que  se  me  ocurre?  To  lo  que  se 
me  ocurre  no  me  atrevo  a  desírselo  a  usté. 

Niña.  ¡Lo  que  se  le  ofrese,  señó;  que  habla  usté 
demasiaol 

Herrerita.  De  eso  tiene  la  curpa  mi  ofisio,  ¿sabe 
usté?  Yo  soy  cajista  de  la  imprenta  de  Er  Libera;  me 
paso  to  er  día  componiendo  palabras  en  silensio,  y 
no  párese  sino  que  me  las  trago,  porque  luego,  cuan- 
do prinsipio  a  habla,  tengo  tantas  palabras  en  er 
cuerpo,  que  no  me  caya  nadie. 

Niña.  Na  de  ese  cuento  me  interesa  a  mí.  jUsté 
qué  es  lo  que  quiere? 

Herrerita.  To,  menos  que  usté  se  incomode  con- 
migo. ¿Don  José  Pisarro  vive  aquí? 

Niña.     No,  señó,  que  vive  aquí  junto. 

Herrerita.     ¿Aquí  junto? 

Niña.     En  er  portón  de  ar  iao. 

Herrerita.     ¡Lo  que  siento  yo  que  no  viva  aquí! 

Niña.     Pos  ya  le  he  dicho  a  usté  donde  vive. 

Herrerita.  Sí;  aquí  junto.  ¿Usté  sabe  si  estará 
ahora  en  su  casa? 

Niña.  Lo  que  sé  es  que  se  va  usté  poniendo  bas- 
tante pesaíto. 

Herrerita.  No  me  lo  diga  usté.  Y  usté  me  dis- 
pense. Pero  hágase  usté  cargo.  ¿Usté  no  viene  de  mi- 
rarse al  espejo?  ¡Pos  entonses...!  ¿No  es  natura  que  yo 
no  quiera  irme? 


o    El    descubrimiento    de    América  ii 

Niña.     Soii7'ie7ido,  a  pesar  suyo.  ¡Vaya! 

Herrerita.  Yo  yegué  aquí  en  busca  de  don  José 
Pisarro,  pa  darle  una  rasón  de  parte  e  mi  regente,  y 
bendigo  la  hora  en  que  me  equivoqué  de  portón.  Si 
en  er  camino  me  hubiera  encontrao  una  mariposita 
blanca,  tomo  esta  equivocasión  a  buen  agüero.  Lo 
que  no  me  párese  bien,  con  permiso  de  usté,  es 
que  en  esta  casa  se  quede  ni  un  minuto  la  puerta 
abierta. 

Niña.  Se  ve,  se  ve  que  tiene  usté  muchas  pala- 
bras en  er  cuerpo. 

Herrerita.  ^'Y  rasón.  no  tengo  en  lo  que  digo? 
Porque  lo  mismo  que  he  entrao  yo  por  casualidá, 
entra  un  mal  ange... 

Niña.     (.-Más  mal  ange.^* 

Herrerita.     ¿'Tengo  yo  mal  ange.^ 

Niña.  Ahora  la  der  mal  ange  ha  sío  mi  mamá, 
que  se  ha  yegao  por  un  coche  ahí  a  la  plasa,  y  no  ha 
serrao  er  portón  ar  salí. 

Herrerita.  ^-Y  a  eso  le  yama  usté  mal  ange.?  ¡Pos 
no  ha  tenío  poca  grasia  la  señora!  ¿Conque  por  un 
coche.f'  ¿Van  ustés  de  fiesta,  o  es  que  se  va  usté  a 
retrata? 

Niña.      Eso  que  usté  ha  dicho. 

Herrerita.      Yo  he  dicho  dos  cosas. 

Niña.     Pos  es  la  der  retrato. 

Herrerita.  ¿Se  va  usté  a  retrata?  ¡Pa  retratarse 
está  usté,  hija  mía! 

Niña,     ¡y  dale! 

Herrerita.     Me  vi  a  mete  a  fotógrafo. 

Niña.     ¿Usté?  Le  da  a  usté  por  los  ofisios  cayaos. 

Herrerita.  Sí;  pero  de  fotógrafo,  a  lo  menos,  si 
la  retrato  a  usté,  podré  desirle:  «Ouietesita;  la  cabesa 
más  baja;  míreme  usté  a  mí;  sonríase  usté  ahora...» 

Niña.  Volviendo  a  sonreírse.  ¿Y  una  sonrisa  tan 
forsá,  qué  vale? 


12  L  a    N i r¿  a    d e    J u  an  a 

Herrekita.     Yo  me  entiendo. 

Niña.  Pos  yo,  a  los  fotógrafos,  en  cuantito  se 
vuerven  de  espardas,  les  saco  la  lengua.  Lo  hace. 

Hekkerita.  ¡Ay,  qué  grasiosa!  ¿Y  es  un  caprichito 
der  novio  quisas  er  retrato  este? 

Niña.  ¿A  usté  qué  le  importa.?  ;Se  quié  usté  ya  í 
a  vé  ar  vesino.'' 

Hekkerita.  Es  verdá,  que  tengo  que  í  a  vé  ar  ve- 
sino.  Se  me  había  orvidao.  Muchas  grasias  por  er 
recordatorio. 

Niña.     No  las  merese. 

Herrekita.  Oiga  usté,  y  ya  que  estoy  aquí,  y  que 
estoy  tan  a  gusto,  ^-no  le  podríamos  dá  ar  vesino  unos 
gorpesitos  por  er  tabique  pa  que  ér  viniera.^  Yo  creo 
que  hasta  me  lo  agradesería. 

Niña.     No  nos  tratamos  nosotras  con  ese  seño. 

Herrekita.  Pos  con  la  vesindá  conviene  tratarse, 
porque  a  lo  mejó  una  noche  se  pone  uno  malo... 

Niña.  En  adeinán  de  irse.  ¡Vaya!  ¡Que  usté  lo 
pase  bienl 

Herrekita.  Por  su  salú  de  usté,  no  se  vaya  de  esa 
manera.  Soy  yo  er  que  se  va. 

Niña.     Ea,  pos  andando. 

Herrerita.  En  cuantito  usté  me  perdone  la  mo- 
lestia. 

Niña.     No  hay  de  qué. 

Herrerita.  Otra  vez  las  grasias.  Y  ahora,  una 
súplica  antes  de  irme  der  to.  Si  es  menesté,  me  hinco. 

Niña.     No  hase  farta;  eso  déjelo  usté  pa  la  iglesia. 

Herrerita.  ^-Es  usté  la  Niña  de  Juana,  como  le 
disen;  de  Juana  la  bordadora.^* 

Niña.     Sí,  señó. 

Herrerita.     Por  muchos  años. 

Niña.     ;Quién  se  lo  ha  dicho  a  usté? 

Herrerita.     Usté,  ahora  mismo. 

Niña.     ¡Qué  grasia! 


o    El    descubrimiento    de    América  13 

Herrerita.     ;Le  ha  hecho  a  usté  grasia?  ¡Vamos! 

Niña.  Sí,  señó;  eso  me  ha  hecho  grasia.  No  lo 
niego.  Porque  ha  sío  una  pregunta  muy  tonta  la  mía: 
«¿Quién  se  lo  ha  dicho  a  usté.^>  Cuando  yo  acababa 
de  desírselo. 

Herkekita.  Pos  en  la  misma  puerta  e  la  caye,  una 
mujé  bizca,  con  er  pelo  aniyao... 

Niña.     Sí;  Antonia  la  Sarmuera. 

Herrerita.  No  la  conozco.  Me  preguntó:  «¿Va 
usté  a  vé  a  la  Niña  de  Juana.^>  Le  contesté  que  sí,  y 
me  dijo:  «¡Pos  vaya  usté  con  Dios!» 

Niña.  Sí;  me  quiere  mucho.  Aquí  ha  estao  hase 
un  rato  echándome  flores. 

Herkerita.  Conque  yo,  ai  oírla,  tomé  detayes. 
Paresía  que  me  lo  daba  er  corasón.  «¿Por  qué  me  Jo 
pregunta  usté.?'» — le  dije. — Y  va  y  me  responde: 
«Porque  hoy  se  ha  puesto  que  da  gloria  verla.»  Y  no 
me  ha  engañao. 

Niña.     Va  a  vení  mi  madre...  y  va  a  reñirme. 

Herrerita.  Por  mi  causa,  no.  Punto  fina.  ¿La  Niña 
de  Juana  tendrá,   naturarmente,   un  nombre  propio.^ 

Niña.  ¡Claro!  ¡En  la  pila  no  me  iban  a  pone  la 
Niña  de  Juana! 

Herrerita.  A  vé  si  lo  asierto  antes  de  que  vujerva 
su  mamá  de  usté  con  er  coche. 

Niña.  No  se  haga  usté  ilusiones  en  eso:  ni  en  dos 
horas  lo  asierta  usté. 

Herrerita.     ;Es  tan  raro.^ 

Niña.     Sí,  señó,  que  es  rariyo. 

Herrerita.     Vamos  a  proba. 

Niña.  ¡Lo  que  tiene  usté  es  una  sangre  más 
gorda! 

Herrerita.  A  gusto  que  estoy.  ;A  que  asierto  er 
nombre  de  usté.^ 

Niña.     ¿A  que  no.-" 

Herrerita.     ¿Me  ha  dicho  usté  que  es  raro,  verdá.í* 


14  La    Niña    de    Juana 

Niña.     Rariyo. 

Herrerita.     Pero  será  bonito,  desde  luego. 

Niña.     A  mí  me  gusta. 

Herrerita.     ¿-Qeopatra.? 

Niña.     ¡Jesús! 

Herrerita.     ¿'Dursinea? 

Niña.      ¡Jesús! 

Herrerita.     (¡Eloísa.^ 

Niña.  No  se  canse  usté.  Si  hubiéramos  apostao. 
pierde  usté  er  dinero.  Me  yamo  América. 

Herrerita.     ¿América.'^ 

Niña.     América  Marín,  servidora. 

Herrerita.  ¡América!...  ¡Sí  que  es  bonito  er  nom- 
bre!... ¡América!...  ¡Se  tenía  usté  que  yamá  argo  por  el 
estilo!  ¡Y  várgame  Dios,  qué  temblique  me  ha  entrao! 

Niña.     ;Temblique.^  ¿Por  qué.^ 

Herrerita.  ¡Qué  sé  yo!  ¡Una  cosa  partícula!... 
¡Porque  entre  er  nombre  de  usté  y  er  mío  hay  un  no 
sé  qué  que  viene  a  juntarlos!... 

Niña.     ¿Ah,  sí.'*  ;Se  yama  usté  Colón.? 

Herrerita.     Ün  pelo  me  farta. 

Niña.     ¿Cómo  es  eso.^ 

Herrerita.     Me  yamo  Cristoba. 

Niíía.     ¡Qué  casualidá! 

Herrerita.  Cristóbal  Herrera,  pa  servir  a  usté. 
En  la  imprenta  me  disen  Herrerita.  Y  tenga  usté  en- 
tendió que  mi  tocayo  Cristóbar 'Colón,  la  mañana  der 
12  de  ortubre  de  1492 — 3^3  ve  usté  si  estoy  enterao,^ — 
no  sintió  de  seguro  una  alegría  tan  grande  ar  descu- 
brí su  América  como  yo  esta  mañana,  también  de 
ortubre,  ar  descubrí  la  mía. 

Niña.     ¿Cómo  la  suya.^ 

Herrerita.  Y  la  diferensia  no  es  más  que  ésta — 
de  argo  me  ha  de  serví  la  istrursión  que  tengo: — aque- 
ya  mañana,  un  trianero  que  iba  con  mi  tocayo,  ar  di- 
visa la  costa  primero  que  ninguno,  dio  un  sarto  y 


o    El    descubrimiento    de    América  15 

gritó:  «¡Tierra!»  Y  yo  esta  mañana,  ar  descubrirla  a 
usté,  he  dao  por  dentro  veintisinco  sartos  y  he  gri- 
tao:  -¡SieloU  ¡Miste  si  hay  distansia  de  aquer  descu- 
brimiento ar  mío!  ¡La  distansia  que  hay  de  la  tierra 
ar  sielo  na  másl 

Niña.     ¡Pero  párese  que  se  ha  vuerto  usté  loco! 

Herrerita.     To  er  que  se  enamora  lo  párese. 

Niña.     ¿Qué  está  usté  disiendo.f* 

Herrerita.  Las  cosas  por  su  nombre.  Como  usté 
por  er  suyo  y  yo  por  er  mío.  Una  América  pa  un 
Cristoba.  Vam.os  a  vé:  ¿a  qué  hora  sale  usté  a  la 
caye.'... 

Niña.     Yo  no  sargo  nunca  a  la  caye. 

Herrerita.     ¿Ah,  no.? 

Niña,     ¿Qué  se  me  ha  perdió  a  mí  en  la  caye.? 

Herrerita.     Pos  esta  mañana  va  usté  a  salí. 

Niña.  A  lo  der  retrato.  Y  le  arvierto  a  usté  que 
lo    menos    yevamos   un    año  pensándolo    mi    madre 

y  yo 

Herrerita.  ;Pa  quién  va  a  sé  er  retrato,  si  pué  sa- 
berse? 

Niña.  Pa  nosotras.  Y  pa  mi  abuela,  que  vive  en 
er  Puerto,  y  quiere  verme  como  estoy. 

Herrerita.     ¿Y  usté  no  va  ar  Puerto.?  , 

Niña.     ¿Y  a  mí  qué  se  me  ha  perdió  en  er  Puerto.? 

Herrerita.  Pero  ¿usté  no  sale  si  no  es  pa  busca 
argo  que  se  le  haya  perdió? 

Niña.     Cabalito. 

Herrerita.  Vamos,  que  es  usté  de  esas  seviyanas 
que  no  se  pasean  por  las  cayes  más  que  er  día  der 
Corpus. 

Niña.     Sí,  señó. 

Herrerita.     Como  la  custodia. 

Niña.     Y  er  Viernes  Santo. 

Herrerita.  Como  la  Soledá.  ¡Así  hase  farta  ya- 
marse  Cristoba  pa  descubrirla  a  usté! 


i6  La    Niña  de  Juana 

Dentro  se  oye  a  Juana,  de  improviso. 

Juana.     ¡Niña!  ¡Niña! 

NixA.     ¡Mi  madre! 

Herkekita.     ¡Atahuarpa! 

Niña.     ;Qué? 

Herrerita.  ¡Atahuarpa!  Er  nombre  de  un  caudi- 
yo  indio  que  les  dio  mucha  guerra  a  los  españoles,  y 
que  se  me  ha  venío  a  la  memoria  yo  no  sé  por  qué. 

Y  llega  Juana  por  la  puerta  del  foro,  muy  empere- 
jilada también  y  con  el  genio  muy  revuelto. 

Juana.  Ya  está  ahí  er  coche,  niña.  Viendo  al  mu- 
chacho. ¿Eh.^ 

Herrerita.     Buenos  días,  señora. 

Juana.     Buenos  días. 

Niña.  Este  señó,  que  vino  equivocao,  tocó  er 
timbre...  y  como  no  suena... 

Juana.  No  suena,  no;  no  suena.  Er  timbre  no  sue- 
na. ¡Ni  va  a  soná  en  muchísimo  tiempo!  Si  es  usté 
amigo  del  amo  de  la  casa,  dígaselo  usté. 

Herrerita.     No,  señora;  no  soy  su  amigo. 

Juana.  ¡Pos  se  ha  empeñao  en  que  yo  pague  la 
compostura  der  timbre,  y  no  me  da  la  gana  de  pa- 
garla! ¡Que  la  pague  é,  que  pa  eso  cobra  bien  los  ar- 
quileres! 

Herrerita.      ¡Natura,  señora! 

Juana.  ¡Y  si  no,  que  la  pague  el  obispo!  ¡Yo  no 
la  pago! 

Herrerita.     El  obispo  no  querrá  pagarla  tampoco. 

Juana.  ¡Pos  yo,  primero  que  pagarla,  me  mudo! 
¿•Y  usté  qué  traía? 

Niña.     Venía  procurando  por  don  José  Pisarro... 

Juana.     ^-Er  vesino  de  junto.^ 

Herrerita.     Sí,  señora.' 

Juana.     <;Lo  va  usté  a  vé.^ 

Herrerita.     Ahora  mismo. 

Juana.     ¡Hombre!  Me  va  usté  a  hasé  un  favo. 


o    El    descubrí mienio    de    América  17 

Herrerita.     Con  muchísimo  gusto,  señora. 

Juana.  Le  va  usté  a  desí  de  mi  parte  —  porque 
yo  no  lo  trato,  ni  ganas  —  que  si  no  quiere  buscarse 
conmigo  un  dijusto  gordo,  no  me  tire  más  coliyas  de- 
lante e  mi  portón. 

Niña.     ^Nlamá,  ¿er  señó  cómo  va  a  desirle. ...^ 

Herrerita.  A  mí  no  me  cuesta  ningún  trabajo.  Y 
hasta  le  recomendaré  que  fume  en  pipa. 

Juana.  Se  agrádese.  Y  le  va  usté  a  añadí  que  ten- 
ga er  pundonó  de  pone  visiyos  en  los  cristales,  que 
cuestan  baratos;  porque  er  primer  día  que  vuerva  yo 
a  vé  en  camisa  a  su  señora,  me  asomo  ar  barcón  y 
suben  dos  munisipales  por  eya. 

Herrerita.     Se  lo  diré  con  las  mismas  palabras. 

Niña.  Pero  <;qué  bicho  te  ha  picao  en  la  caye, 
mamá? 

Juana.  ;Tú  sabes  la  que  he  tenío  con  er  co- 
chero.-* 

Herrerita.  Rascándose  la  cabeza.  ¿También  con 
er  cochero.^ 

Juana.  ¡Como  que  los  hay  muy  granujas,  señó! 
¡Lo  menos  se  creía  ese  que  soy  yo  una  gruya  que 
acaba  de  yegá  der  pueblo!  Que  si  la  tarifa,  que  si  er 
domingo,  que  si  la  hora...  Pero  anda,  que  me  he  des- 
carao. Lo  he  puesto  en  vergüensa  delante  e  la  gente. 
Hasta  er  cabayo  ha  vuerto  la  cara  pa  oírme. 

Herrerita.     Pos  yo,  señora,  con  permiso  de  usté... 

Juana.  Vaya  usté  con  Dios.  Y  a  vé  si  le  da  usté 
mi  encargo  ar  vesino. 

Herrerita.  ¡Ya  lo  creo!  ¡Si  yo  tampoco  tengo 
trato  con  é!  Sino  que  me  han  mandao  de  mi  im- 
prenta. 

Juana.     ¿Es  usté  cajista.^ 

Herrerita.     Cajista. 

Juana.  ¡Uh!  ¡Qué  ofisio  más  susio  y  más  arras- 
trao!  Y  usté  disimule. 


i8  La    Niña    de    Juana 

Herrerita.  Uno  se  lava  luego.  Pos  en  Er  Libera^ 
señora,  me  tiene  usté  a  su  disposisión. 

Juana.  ¿En  E?'  Libera}  ¿Trabaja  usté  en  Er  Li- 
bera} 

Herrerita.     Desde  hase  cuatro  años. 

Juana.  ¡Ya  podía  Er  Libera  meterse  con  el  Ayun- 
tamiento y  desirle  cómo  está  esta  caye!  ¡Que  es  una 
vergüensal  ¡No  yueve,  y  se  ahoga  usté  de  porvo; 
yueve,  y  es  un  fangá!  ¡Si  va  a  seguí  así,  que  nos 
dé  permiso  el  arcarde.pa  sembrá  papas  en  la  asera! 

Niña.     Pero,  mamá... 

Juana.  ¡Pero,  hija!  ¡Tú,  como  no  sales  de  casa 
nunca,  y  la  casa  está  que  se  puén  come  migas  en  er 
suelo...!  A  Herrerita,  Porque  estas  pisas  son  de  usté. 

Herrerita.  Alzando  un  pie  inaquinahnente.  Sí,  sí, 
señora,  mías;  usté  perdone. 

Juana.  Se  ha  podio  usté  limpia  en  er  ferpudo  de 
la  puerta. 

Herrerita.  Entré  sin  sabe  dónde  entraba,  seño- 
ra... Y  tocante  a  eso  de  la  caye,  ya  le  diré  yo  ar 
dirertó  que  le  dé  ar  teniente  arcarde  un  puntasito  en 
er  periódico... 

Juana.  ¡Buena  prenda  está  er  teniente  arcarde! 
¡To  lo  que  le  farta  de  arcarde  le  sobra  de  teniente, 
porque  no  se  entera  de  na  de  lo  que  se  le  dise!  ¡En 
la  taberniya  de  la  esquina  se  pasa  las  tardes  bebien- 
do chatos  y  hablando  de  toros! 

Herrerita.  ¡Je!  En  fin,  no  quiero  entretenerlas 
más  tiempo...  Que  ustedes  sigan  buenas. 

Juana.     Condiós- 

Niña.     Vaya  usté  con  Dios. 

Se  va  Herrerita  por  ¡a  puer,ta  del  foro. 

Juana.  ¿A  qué  huele  ese  hombre?  A  aseite  de  las 
máquinas  debe  de  sé.  ¡Uh!  Voy  a  mi  cuarto  por  er 
portamonedas,  y  nos  vamos  a  escape  a  la  fotografía, 
que  está  corriendo  er  gas. 


o    El   descubrimiento    de    America         19 

Éntrase  por  la  puerta  de  la  izquierda. 

Niña.  ¡Jesús  con  mi  madre!  ¡Qué  genio!  Ha  es- 
pantao  ar  muchacho. 

Vuelve  Herrerita,  sorprendiéndola. 

Herrerita.  En  voz  baja.  Dos  palabras  entre  usté 
y  yo. 

Niña.     ¡Ah! 

Herrerita.  América,  presiosa;  «non  plus  urtra»; 
pa  perdé  er  juisio;  yo  soy  Colón  y  Hernán  Cortés  en 
una  piesa;  ¡pero  Atahuarpa  me  va  a  hasé  suda 
sangre! 

Niña.  ¿Y  qué  jeroglífico  es  ese?  A  mí  hábleme 
usté  claro. 

Herrerita.  ¿Claro?  ¿Cuántos  retratos  se  va  usté  a 
encarga? 

Niña.     Seis. 

Herrerita.  Pos  encargúese  usté  uno  más,  por  mi 
cuenta. 

Niña.     ¡Al  istante!  Eso  hay  que  mereserlo,  hijo. 

Herrerita,  ¿Sí,  verdá?  Haremos  méritos  enton- 
ses.  Dios  la  bendiga  a  usté. 

Niña.     Y  a  usté  lo  guíe  la  Madalena. 

Herrerita.  ¡Poco  me  alegro  yo  de  yamarme  Cris- 
toba!  Vase  satisfecho. 

Niña.     Tiene  simpatía. 

Al  público. 

En  mi  casa  me  descubre 
por  un  milagro  de  Dios... 
¿Será  fiesta  pa  los  dos 
esta  mañana  de  Ortubre? 


FIN 


OBRAS  DE  LOS  MISMOS  AUTORES 

JUGUETES  CÓMICOS 

(primeros  ensayos) 
Esgrima  y  amor. — Belén,  12,  principal. — Güito. — La  media  na- 
ranja.— El  tío  de  la  flauta. — Las  casas  de  cartón. 

COMEDIAS  Y  DRAMAS 

EN   UN   ACTO 

La  reja. — La  pena. — La  azotea. — Fortunato. — Sin  palabras. — 
Pedro  López. 

EN  DOS   ACTOS 

La  vida  íntima. — El  patio. — El  nido. — Pepita  Reyes. — El  amor 
que  pasa. — El  niño  prodigio. — La  vida  que  vuelve. — La  escon- 
dida senda. — Doña  Clarines. — La  rima  eterna. — Puebla  de  las 
Mujeres. — La  consulesa. — Dios  dirá. — El  ilustre  huésped. — Así 
se  escribe  la  historia. 

EN   TRES   o   MÁS   ACTOS 

Los  Galeotes. — Las  flores. — La  dicha  ajena. — La  zagala. — La 
casa  de  García. — La  musa  loca. —  El  genio  alegre.— Las  de 
Caín. — Amores  y  amoríos. — El  centenario. — La  flor  de  la  vida. — 
Malvaloca. — Mundo,  mundillo... — Nena  Teruel. — Los  Leales. — 
El  duque  de  Él. — Cabrita  que  tira  al  monte... — Marianela. — 
Pipióla. — Don  Juan,  buena  persona. — La  calumniada. 

SAÍNETES  Y  PASILLOS 

La  buena  sombra. — Los  borrachos. — El  traje  de  luces. — El 
motete. — El  género  ínfimo. — Los  meritorios.— La  reina  mora. — 
Zaragatas. — El  mal  de  amores. — Fea  y  con  gracia. — La  mala 
sombra. — El  patinillo. — Isidrín  o  Las  cuarenta  y  nueve  provin- 
cias.— Los  marchosos. 

ENTREMESES  Y  PASOS  DE  COMEDIA 

El  ojito  derecho.— El  chiquillo.— Los  piropos.— El  flechazo.— 
La  zahori. — El  nuevo  servidor. — Mañana  de  sol. — La  pitanza. — 
Los   chorros  del  oro.— Morritos.  — Amor  a  oscuras.  — Nanita, 


nana... — La  zancadilla. — La  bella  Lucerito. — A  la  luz  de  la  luna. — 
El  agua  milagrosa. — Las  buñoleras. — Sangre  gorda. — Herida  de 
muerte. — El  último  capítulo. — Solico  en  el  mundo. — Rosa  y  Ro- 
sita.— Sábado  sin  sol. — Hablando  se  entiende  la  gente. — ¿A 
quién  me  recuerda  usted? — El  cerrojazo. — Los  ojos  de  luto. — 
Lo  que  tú  quieras. — Lectura  y  escritura. — La  cuerda  sensible. — 
Secretico  de  confesión. — La  Niña  de  Juana  o  El  descubrimiento 
de  América. 

ZARZUELAS 

EN  UN   ACTO 

El  peregrino. — El  estreno. — Abanicos  y  panderetas  o  ¡A  Sevi- 
lla en  el  botijo! — El  amor  en  solfa. — La  patria  chica. — La  muela 
del  rey  Farfán. — El  amor  bandolero. — Diana  cazadora  o  Pena  de 
muerte  al  Amor. — La  casa  de  enfrente. 

EN   DOS   o   MÁS   ACTOS 

Anita  la  Risueña. — Las  mil  maravillas. 
MONÓLOGOS 

Palomilla. — El  hombre  que  hace  reír. — Chiquita  y  bonita. — 
Polvorilla  el  Corneta.  —  La  historia  de  Sevilla. — Pesado  y 
medido. 

VARIAS 

El  amor  en  el  teatro. — La  contrata. — La  aventura  de  los  ga- 
leotes.— Cuatro  palabras. — Carta  a  Juan  Soldado. — Las  hazañas 
de  Juanillo  el  de  Molares. —  Becqueriana. — Rinconete  y  Cor- 
tadillo. ^  

Pompas  y  honores,  capricho  literario  en  verso.  Fernando  Fé, 
Madrid. 

FieFtas  de  amor  y  poesía,  coleccióji  de  trabajos  escritos  ex  profe- 
so para  tales  fiestas.  Manuel  Marín.  Barcelona. 

La  madrecita,  novela  corta. 

La  mujer  española,  una  conferencia  y  dos  cartas.  Biblioteca  His- 
pania^  Madrid, 

EDICIÓN  ESCOLAR: 
Doña  Clarines  y  Mañana   de  sol,  Edited  with  introduciion,  no- 
tes and  vccabulary  by  S.  Griswold  Morley,  Ph.  D.  Assistant  Pro- 
fessor  of  Spanish,    University  of  California.  —  Heath's  Modern 
Language  Series. — Boston,  New  \ork.,  Chicago. 


TRADUCCIONES 


AL  ITALIANO: 

1  Galeoti. — II  patio. — I  fiori  (Las Jlores). — La  pena. — L'aniore 
che  passa. — La  Zanze  (La  Zagala)^  por  Giuseppe  Paulo  Pac- 

CmEROTTI. 

Anima  allegra  (El  geiño  alegre),  por  Juan  Fabré  y  Oliver  y 

LUIGI  MOTTA. 

Le  fatiche  di  Ercole  (Las  de  Caín),  por  Juan  Fabré  y  Oliver. 

I  fastidi  della  celebritá  (La  vida  íntima),  por  GiULio  de 
Medicl 

La  casa  di  García. — Al  chiaro  di  luna. — Amore  al  buio  (Amor 
a  oscuras),  por  LuiGi  Motta. 

II  centenario,  por  Franco  Liberatl 
Donna  Clarines,  por  Giulio  de  Frenzi. 

Ragnatelle  d' amore  (Puebla  de  las  Mujere"),  por  Enrico  Te- 

DESCHT. 

Mattina  di  solé. — L'ultimo  capitolo. — II  fiore  della  vita."^— Mal- 
valoca. — Jettatura  (La  mala  sotnbra). — Anima  malata  (Herida  de 
muerte). — Chi  mi  ricorda  lei?  {íA  quién  me  recuerda  usted?) — 
Cosí  si  scrive  la  storia,  por  Gilberto  Beccapi  y  Luigi  Motta. 

AL  VENECIANO: 

Siora  Chiaieta  (Doña  Clarines),  por  Gino  Cucchetti. 
El  paese  de  le  done  {Puebla  de  las  Mujeres^,  por  Carlo  Mon- 
ticelli. 

AL  ALEMÁN: 

Ein  Sommeridyll  in  Sevilla  (^/ /«//<?]. — Die  Blumen  {Las  flo- 
res).— Die  Liebe  geht  vorüber  {El  amor  que  pasa). — Lebenslust 
{El  genio  alegre),  por  el  Dr.  Max  BrAuseavetter. 

Das  fremde  Glück  {La  dicha  ajeria),  por  J.  Gustavo  Rohde. 

Ein  sonniger  Morgen  {Mañana  de  sol),  por  Mary  v.  PIaken. 


AL  FRANCÉS: 

Matinée  de  soleil  {^Mañana  de  sol),  por  V.  Borzia. 
La  fleur  de  la  vie  {Lajlor  de  la  vida),  por  Georges  Lafond  y 
Albert  Boucheron. 

AL  HOLANDÉS: 
De  bloem  van  het  leven  {Lajlor  de  ¿a  vida),  por  N.  Smidt- 
Reineke. 

AL  PORTUGUÉS: 

O  genio  alegre. — Mexericos  {Puebla  de  las  Mujeres),  por  Joao 
Soler. 

Marianela. — Assim  se  escreve  a  historia. — Segredo  de  con- 
fissSo,  por  Alice  Pestaña  (Caíel). 

AL  INGLÉS: 

A  moming  of  sunshine  {Mañana  de  sol),  por  Mrs.  Lucretia 
Xavier  Floyd. 

Malvaloca,  por  Jacob  S.  Fassett,  Jr. 

By  their  words  ye  shall  know  them  {Hablando  se  entiende  la 
gente),  por  John  Garrett  Underhill. 


LIBRERÍA     «FERNANDO    FÉ  » 
PUERTA  DKL  SOL,    I  5 

SOCIEDAD    DE    AUTORES    ESPAÑOLES 
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UNA    PESETA 


7 

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Le  /^^  3 


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COLLECTION 


THE  LIBRARY  OF  THE 

UNIVERSITY  OF 

NORTH  CAROLINA 

AT 

CHAPEE  HILL 

PQ6217 
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V.20 
no.1-U