Google
This is a digital copy of a book that was prcscrvod for gcncrations on library shclvcs bcforc it was carcfully scannod by Google as parí of a projcct
to make the world's books discoverablc onlinc.
It has survived long enough for the copyright to expire and the book to enter the public domain. A public domain book is one that was never subject
to copyright or whose legal copyright term has expired. Whether a book is in the public domain may vary country to country. Public domain books
are our gateways to the past, representing a wealth of history, culture and knowledge that's often difficult to discover.
Marks, notations and other maiginalia present in the original volume will appear in this file - a reminder of this book's long journcy from the
publisher to a library and finally to you.
Usage guidelines
Google is proud to partner with libraries to digitize public domain materials and make them widely accessible. Public domain books belong to the
public and we are merely their custodians. Nevertheless, this work is expensive, so in order to keep providing this resource, we have taken steps to
prcvcnt abuse by commercial parties, including placing lechnical restrictions on automated querying.
We also ask that you:
+ Make non-commercial use of the files We designed Google Book Search for use by individuáis, and we request that you use these files for
personal, non-commercial purposes.
+ Refrainfivm automated querying Do nol send automated queries of any sort to Google's system: If you are conducting research on machine
translation, optical character recognition or other áreas where access to a laige amount of text is helpful, picase contact us. We encouragc the
use of public domain materials for these purposes and may be able to help.
+ Maintain attributionTht GoogXt "watermark" you see on each file is essential for informingpcoplcabout this projcct and hclping them find
additional materials through Google Book Search. Please do not remove it.
+ Keep it legal Whatever your use, remember that you are lesponsible for ensuring that what you are doing is legal. Do not assume that just
because we believe a book is in the public domain for users in the United States, that the work is also in the public domain for users in other
countries. Whether a book is still in copyright varies from country to country, and we can'l offer guidance on whether any specific use of
any specific book is allowed. Please do not assume that a book's appearance in Google Book Search means it can be used in any manner
anywhere in the world. Copyright infringement liabili^ can be quite severe.
About Google Book Search
Google's mission is to organizc the world's information and to make it univcrsally accessible and uscful. Google Book Search hclps rcadcrs
discover the world's books while hclping authors and publishers rcach ncw audicnccs. You can search through the full icxi of this book on the web
at |http: //books. google .com/l
Google
Acerca de este libro
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
cscancarlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embaigo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
tesümonio del laigo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares:
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La l^islación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
Acerca de la Búsqueda de libros de Google
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página |http : / /books . google . com|
\
APUNTES
f>AR/c UJ^ LIBI^ DE BIOGI^AFÍ/t Y DE ©Í^ÍTIC/c
/
LA
/ '' <■./.•' ..
POESÍA LÍRICA
poa
EMILIO MARTIN
PRI>«ERA SERIE
OVIEDO
IMPRENTA DE VALLINA Y COMPAÑÍA
PLAZUELA DE LA CATEDRAL, 9
* 1 88a
L'^ ^
/
^'q 1-5 so
INTRODUCCIÓN.
'*The proper study of luankind
)As Mauo7
. Pope.
Tropezóse el autor de estos apuntes con una
obrilla lujosamente impresa en París y de no ex-
caso mérito literario. Su autor , que fué su amigo
en tiempos mejores, se despachó á su gusto, dando
golpes de bombo y platillos en loor de los poetas
americanos; y tanto de ellos habla y tan retebien
los aplaude que , casi casi , habíase formado , le-
yendo tales alabanzas , un concepto sobradamente
exajerado de la poesía lírica de estos pueblos.
Conocía, por aquel entonces, la silva d la zona
tórrida de Bello , los versos de la Avellaneda y
uno que otro pasaje de Maitin ; pero ignoraba , ó
ingenuamente lo confiesa, que hubiese por estos
mundos de Dios, poetas tan exclarecidos y tan
excelentes literatos , que pudieran rayar á la altu-
ra de los nacidos en la madre patria.
VI INTEOBUCCIOy.
Vergüenza , y muy sobrada , es la que^ siente al
recordar ahora este delito de lesa literatura , que ,
ó mucho se engaña, ó como tal debe reputar la
ignorancia en que se encontraba. Pero quiso la
suerte , y de ello se goza , que en su^ manos cayera
la obra de su amigo , exparciendo nueva luz sobre
asunto tan oscuro, y avivando su deseo de conocer
y estudiar joyas literarias de tan subido precio.
Registró bibliotecas, recorrió librerías, habló .á
todo el mundo de esa literatura tan poco conocida ,
y, aconsejado por unos y auxiliado por otros,
tomando apuntamientos aquí y allá, escribió el
presente libro que , á falta de otro mérito , puedo
presentar, cuando nienos, el de la novedad.
No pretende el autor de estos apuntes dar á
la imprenta una obra completa, y esto viene en
justificación de su título. Los obstáculos con que
ha tenido que luchar fueron grandes é insuperables;
sólo su constancia, firme siempre, y las cariñosas
frases que le dirigían, deseosos de alentarle en tan
grande empresa, distinguidos amigos, á quienes,
como deuda de amistad y consideración, dedicaría
la presente obra , sino fuera tan pobre y menguada
para expresar afecto 3' agradecimiento tan altos ,
hicieron que, olvidando lo fatigoso del trabajo y
la recompensa que habría de recibir de muchos,
diese término y remate á estos apuntes.
Y... ¿para qué negarlo? El deseo de contribuir
al mayor expleador de la literatura patria , siquiera
fuese con pequeño óbolo , contribuyó también muy
poderosamente á la publicación de este libro.
Pocos y de mérito excaso son los estudios críticos
que versan sobre asunto tan difícil; casi todos,
nacidos en estrecha amistad , encierran más ala-
•Ui
I
INTBODUCCION. .. Vil
banzas que vituperios y, mejor gne estudios sinceros
y formales, pueden considerarse como -meras de-
mostraciones, sino de vergonzosa ¿í^g'w^ , de liviano
y tornadizo ánimo que se complace en aplaudir las
obras de compatriotas y amigos. A este apologético
género pertenece Cuba poética , colección de versos
que vio la luz pública en la Habana allá por los
años de 1861 • No quiere el autor de estos apuntes
ocuparse detenidamente en ella , ni tampoco ha de
hacer particular mención de las Joyas del parnaso
cubano (1855), ni mucho menos de una lucubración
indigesta, en la que, á vuelta de mil afeites retó-
ricos y mil exajeraciones de una crítica necia y sin
sentido , viene á demostrarnos, su autor, el poco es-
tudio que de la literatura americana había hecho.
Con tan escasísimos elementos y con numerosas
dificultades que vencer para reunir las rimas de
los poetas cubanos que con mas acierto é inspiración
cantaron ,. sólo una voluntad de hierro, una inte-
ligencia poderosísima podría dar cima y cumplida
terminación á obra de brillante mérito. Ni por sus
años, que son pocos por fortuna, ni por sus cono-
cimientos literarios, bien excasos y menguados,
podría presentar al que leyere un acabado y cor-
recto estudio acerca de la poesía lírica de esta Isla ;
trabajo que abrazaría una porción de cuestiones de
interés latente, pero de peligroso desempeño.
Muchos de los poetas cubanos, cobyados bajo
una bandera contraria á la de la patria, se
encuentran hoy en suelo extraño, envueltos en la
miseria , llorando la ruina y desolación de su país.
No cumple á su propósito , ni se ajusta á las miras
particulares del autor de estos apuntes^ hacer aquí
consideraciones más ó menos filosóficas sobre la
Vm INTEODÜCOIOK.
desastrosa guerra que asóla los campos de Cuba.
Ck)mo leal, y caballero de todas veras deplora los
males de la patria, con tanto más motivo, por cuan-
to ha visto la luz en la infortunada perla de las
Antillas, Patriota ante todo , sólo quiere el bien de
la patria y , consecuente con éste y encontrándole
estrechamente ligado al de España , no quiere ver
á Cuba separada de la madre que le dio el ser , le-
gándole á un tiempo mismo su literatura admirable
y sü historia portentosa, donde tan grandes ejem-
plos de caballerosidad y de nobleza tiene que imitar.
Pudiera , sin embargo , si consideraciones en otra
índole más alta no se lo velaran , retratar en estas
páginas el estado social y político de la Isla , su rui-
nosa y deplorable administración , sus defectuosos
aranceles, tan contrarios á sus propios intereses
como á los generales de la nación , y deducir de aquí
con inflexible lógica aquellas consecuencias inevi-
tables que pondrían de manifiesto lo que toca hacer
al Gobierno de la metrópoli por acallar los ánimos
y acudir al remedio de tantas, necesidades como
aqui se sienten; pero tomando por más trillada
senda, deja tan espinosa labor para otros, y ofrece
á quien leyere otra más grata y de mejor acomo-
damiento.
Atendiendo á tan poderosas razones , ha rio pasar
en silencio algunas obras de los ingenios cubanos.
Ageno á la política palpitante y ganoso de hacer
bien á su país, si ) trata de presentar en este libro
algunas poesías líricas que, nacidas al calor de
los trópicos, sirvan de noble y legítimo orgullo
á nuestros hermanos- de alle:ide, y de estudio,
consideración y respeto á los que aquí se dedican á
la carrera de las letras?.
¿Tiene la isla de Cuba literatura propia, como
se ha pretendido asegurar? Cuestión es esta de
resolución muy ftlcil. La isla de Cuba, como parte
integrante de la nacionalidad española, tiene que
seguir precisameii te la marcha progresiva de este
pueblo.
Pero ampliemos la pregunta.
La América latina, ¿tiene una literatura que le
sea peculiar? Sus literatos, ¿son originales?
Lo único que pudiera darle un carácter süi
generis, sería el asunto. Si nuestros poetas y
novelistas se ocuparan en la descripción de las
infinitas bellezas que encierra nuestra naturaleza,
el asunto sería americano, y, considerando nues-
tra literatura bajo este punto de vista, sería
original.
Si tratamos de la forma; si ha de ser objeto
de nuestras expeculaciones el arte , pueblos nacidos
ayer, sin tradiciones propias, encontrándonos en
los balbuceos de la vida , tenemos que aprovechar-
nos de los conocimientos de otros pueblos, que
estudiar la civilización de otros países y seguir la
vida evolutiva de la humanidad.
Por eso es original Andrés Bello , cuando canta
X INTRODUCCIÓN.
las maravillas de la zona tórrida; por eso Heredia,
contemplando la catarata del Niágara, es original,
en cuanto al asunto, pues, como ya hemos dicho,
y como de seguida puede notarse, la inspiración
de uno y otro vate se asemeja á la de Rioja y
Quintana. Y ya que tratamos esta cuestión pasemos
ahora á las derivaciones que de ella surgen.
En Cuba, merced á ese carácter complaciente y
fácil de sus hijos, siempre que alguno de éstos ha
sobresalido en el estudio de las letras, sin acordarse
de notar sus defectos , baten palmas en loor de su
talento, sobradamente éxájerado por la amistad y
el compañerismo. Y hé aquí por qué vemos elevar
la figura de Plácido á tan grande altura; pues
si bien es cierto que posee éste una imaginación
lozana y gran facilidad y sencillez , quizás ex-
cesivas , pi^ra versificar , no es menos verdad
tampoco que carece de erudición y sentido filosó-
fico, y que sus versos, siendo dulces y galanos,
rayan en el prosaísmo en ocasión frecuente. Nadie
mejor que Gabriel de la Concepción Valdés conocía
la propia índole de su carácter poético, en el
exactísimo epígrafe que, á la primera edición de
sus rimas, puso:
^^ Flores son de un ingenio sin cultura ,
cual las que dan los campos de mi patria
ricas de olor , de tintes y hermosura, n
Aquí se vé á Plácido tal como fué, <como un
inculto guajiro de imaginación más fecunda que
otros, de más instinto de forma y delicado gusto
¿Y Fornaris, el poeta más popular en Cuba?
Si hubiéramos de señalar ahora la analogía y
INTRODUCCIÓN. XI
semejanza que entre sí guardan sus obras, la
imitación que prontamente se descubre en todas
ellas y el apego que manifiesta este autor á nuestro
célebre Zorrilla; — demostraríamos hasta la. evi-
dencia que , si bien es un poeta recomendable por
el colorido local de sus cantos, es también flojo,
descuidado é incorrecto. Él, como algún otro
compatriota suyo , ha tratado de crear una poesía
especial , característica al pueblo cubano ; y sacan-
do á colación tiempos pasados, de los cuales
conócese muy poco con certeza , trae á la memoria
leyendas extravagantes, que ni por su índole, ni
por el ñn á que propenden , han podido aclimatarse
en la perla de las Antillas.
Estos lunares de imitación que hemos señalado
en Plácido y For..aris , se hacen extensivos á todos
los demás. Milanés , que es indudablemente uno de
los poetas más floridos, alambica el pensamiento,
decae en la dicción é incurre en prosaísmos imper-
donables en el cantor de Za madrugada; Mendive ,
más atildado y correcto que ningún otro, carece
de fuego y virilidad , menospreciando en ocasiones ,
por fortuna bien pocas , las reglas de la métrica.
Y ya que de esto hablamos , hemos de decir algo
sobre el romanticismo, tal como se entiende en
nuestra patria.
No pretendemos defender el clasicismo; somos
hijos de nuestra época y no adjuramos de nuestro
siglo. < Queremos libertad en literatura, como en
las artes, como en la industria/ como en el co-
mercio.... Hé aquí la divisa de nuestra época,
hé aquí la nuestra; hé aquí la medida con que
mediremos ; en nuestros juicios críticos pregunta-
remos á un libro : — ¿nos enseñas algo ? — ¿ nos eres
XII INTRODUCCIÓN.
la expresión- del progreso humano? — ¿Nos eres
útil? — Pues eres bueno. > (1) Somos clásicos á
semejanza de Horacio y de Boileau , de Moliere y
de Moratin ; somos románticos al estilo de Calderón
y de Shakspeare , de By ron y de Lope ; en fin , lo
somos todo, — todo lo que pueda conducir la poesía
á la realización de su fin , á la expresión artística
del pensamiento, á la belleza; y no creemos, ni
concedemos tampoco , autoridad en materia litera-
ria á una escuela determinada, porque pensamos
que no hay ninguna absolutamente, mala ni tam-
poco absolutamente buena; pero lejos de profesar
esta creencia, los hombres de letras, en Cuba,
encerrándose en estrecho círculo, salidos de la
esclavitud , corren tras el libertinaje , dejando las
su jecciones á las reglas de los clásicos , hacen del
romanticismo una anarquía , lanzándose en abierta
y desaforada lucha contra la lógica y la sindé-^
resis, sin ver que, como advierte un distingaido
escritor, por esos medios, sólo puede llegarse al
Homunculus de Wagner.
Románticos son los versos de Espronceda y , sin
embargo, poco se ha escrito, en nuestra lengua,
tan correcto y bello como la introducción de El
Diablo Mundo.
^ —
(1) Larra.— V. Obras de Fígaro.
La historia de la poesía lírica en Cuba no se
remonta á tiempos muy lejanos; tenemos que
buscarla á últimos del siglo pasado , pues, si exis-
tieron poetas antes, conócese bien poco de ellos (1),
y lo conocido es de mérito excaso.
Rubalcaba y Zequeira son los corifeos de esta
literatura. Ellos le imprimieron un carácter espe-
cial , de sabor clásico puro , el^evándola á un rango
que hasta entonces no había tenido. Sigúeles en
tiempo, sobrepujándoles en mérito artístico, José
María Heredia , glorioso timbre del suelo que le vio
nacer. De genio arrebatado , de inspiración robus-
ta, canta la tempestad de un modo brillante, y,
henchido de entusiasmo, pide, como Espronceda ,
^^Un cabaUo, un cabaUo y campo abierto
y déjame frenético correr, n
Después del cantor del Niágara, se nos presentan
Delmonte y Velez, Plácido é Iturrondo (Délio) la
Avellaneda y Orgaz, — y en época más posterior
y ya casi en nuestros dias , — Zambrana , Joaquín
«
(1) D. Félix Veranes , buen orador sagrado , publicó algunas
letrillas al estilo de Cadalso ( 20 , Enero , 18Ó5 ) , bajo el ana-
grama de Luis Fanerexe (Papel Periódico ). — El P. Fr. José
Rodríguez Veres , primer dramático cubano , que compuso algu-
nos epigramas , dedicándose á este género , en el cual rayó á
buena altura en el mananejo del retruécano.
\
XIV IXTEODUCCION.
Luáces, Tolón, Luisa Montes de Oca, Palma,
Milanés, Mendive y Fornaris, acompañados de
Zenea, Guerrero, Sellen y otros que forman el
complemento de nuestra literatura.
Hecha esta breve reseña histórica, parecería
justo apuntar aquí los caracteres especiales de la
poesía lírica en üúba. Pretender, como dijimos
antes, el sello de originalidad cotí que se distingue
la literatura de todos los paises, es imposible. Si
examinamos á Zequeira y Ruvalcaba, notaremos
de seguida sus aficione? clásicas, reminiscencias
acaso de la escuela de los Argensolas. Heredia , por
el contrario, imita más bien á los poetas ingleses,
haciendo de sus cantos un gemido perenne, que
sólo logra olvidar en sus magníficas descripciones,
Plácido siguió las huellas de Martínez de la Rosa ,
^descubriéndose en los versos posteriores á él la
influencia del autor de los Miserables y del poeta
de Granada.
Pero nos equivocamos.
En la isla de Cuba existe una poesía original,
una poesía que le es característica y peculiar;
brillante en ocasiones, débil y vulgar en otras,
suena siempre á nuestro oido como el susurro de
las palmas. Nos referimos á las guarachas y á los
cantos de los guajiros. En ellos se vé claramente
la facilidad que tienen los hijos de este suelo para
la versificación. Penas , lágrimas y amoríos , luchas
del corazón , todo , todo lo que de noble y santo
encierra nuestro ser, es abjeto de esos sencillos
cantos , ora tristes , ora alegres , soñadores siempre
y siempre melancólicos.
Dar á conocer los poetas cubanos más notables ;
INTRODUCCIOy. • XV
presentar á grandes rasgos las bellezas y defectos
de sus obras, estudiando las vicisitudes por que
atravesaron en esta vida para prefijar la índole de
sus versos y el fin á que propenden : tales fueron
nuestros propósitos y tales los motivos que anima-
ron nuestra pluma.
Si no salimos airosos en nuestra empresa, á otros
toca juzgarnos. Obramos con conciencia y , con
ella y sin parcialidad ninguna, hemos seguido el
curso de estos apu7ites^ valiéndonos, como con
repetición hemos dicho, de los datos, consejos y
aclaraciones que tuvieron la bondad de concedernos
amigos muy queridos.
Jóvenes somos y, por lo tanto, nuestros juicios
críticos deben carecer de la profundidad y del
acierto que son menester á esta clase de trabajos ;
pero... ¿por qué callarlo?... Creemos que nuestra
obra, incorrecta y falta de erudición y sólida base,
es más aceptable y completa que cuantas se publi-
caron en Cuba sobre este mismo asunto.
Podemos decir á este propósito , parodiando una
frase de Chateaubriand:
«Las bellezas de esta obra, se componen de los
defectos de otras anteriores. »
Habana. — 1874.
MfflEL DE ZEQUMA Y ARMGO.
<•)
^ tü, que el primero,
desdichado Zequeira , indico lauro
á. tu frente ceñiste r
Con propósito firme de ser fieles guardadores de
la verdad, tomamos la pluma para trazar á la
lijera la biografía de un poeta de gabinete ; y á fé
que nos duele y sentimos pena de ello, pues á pesar
de lo atrasadísimo de la época en que floreció, y
de las consideraciones á que esto se presta , cum-
pliendo religiosamente nuestro intento , hemos de
censurar algunas obras de Zequeira , aplaudiendo ,
empero , su benefi<nosa influencia en las letras de
Cuba, Casi nos sucede lo mismo tratando de este
poeta y de Rubalcava, que á cierto distinguido
. (1) Zequeira usaba de la Z en lugar de la S en su apellido,
\ como una parte de los individuos de su familia : pero hoy dia , no
sabemos pqj: qué razón , prevalece el de la S ou la rama qu •
conserva el titulo del conde de Laguuiilas. — (K. dol A)
LA P0E81A LÍBICA
literato que deseaba levantar una estatua al eru-
dito Feijóo y quemar sus obras alrededor de ella.
Nació Manuel de Zequeira y Arango en la Haba-
na en 28 de Agosto del año de gracia de 1774 , y
á muy corta edad ingresó de cadete en el regi-
miento de infantería de Soria, y pasando por
diferentes grados hasta el empleo de coronel , sirvió
cuarenta y seis años, desplegando en este tiempo
conocimientos poco comunes que le hubieran lle-
vado á ocupar los más elevados puestos de la
milicia, si el trastorno de sus facultades mentales
no atajara sus pasos en tan gloriosa carrera. Des-
tinado pro natura al cultivo de las letras , y
aficionado de suyo al ejército y á las armas,
demostró una vez más que no es incompatible la
pluma del escritor con la espada del guerrero ; y
así le vemos pasar en 1793 á Santo Domingo, en
la expedición que fué al socorro del cuartel de
Cahobas, encontrarse en la acción del rio La-
Matrie , y en la lucha desigual y desaforada con-
tienda vencer á sus enemigos, que, en crecido
número, huian, abandonando dos piezas de arti-
llería.
Pero no debemos detenernos por más tiempo en
la carrera militar de Zequeira, que otro es el fin á
que propenden estos apuntes.
De toda voluntad dijimos al comienzo que Ze-
queira era un poeta de gabinete, hombre estudioso,
de libros, no de inspirado y valeroso estro.
Y tanto es así que , por reverencia sólo , hemos
de decir algo, muy poco, acerca de sus obras,
haciendo otro tanto con las de Rubalcava; pues ,
uno y otro no son más que un débil reflejo de
nuestros poetas clásicos, y en sus versj>,*si bion
EN CUBA. 3
hay bellezas, no dejaa de abundar, pese á sus
admira-dores , que ambos los tienen, defectos de
muy dificultosa absolución.
Oigámosle sino en su canto épico intitulado Ba-
talla itaval de Cortés en la Laguna:
ti Iban delante veinte mil flecheros
de miradas ardientes y sutiles,
detrás llevaban los carcaxes fieros
y delante bordados escampiles:
amarillos y rojos los pluineros
adornaban sus frentes varoniles ;
embrazan arcos , y por m¿s decoro
pisan la arena con sandalia de oro. n
La pintura que hace del monstruoso fantasma ó
máquina sorpreadeote, aunque nos hace recordar
á Camoens, no puede ser más propia y terrible :
^En su mano siniestra relucía
de una sierpe infernal la ardiente escama,
y en la membruda diestra sostenia
la triple flecha con que Marte brama ;
dos torrentes sulfúreos despedía
en vez de aliento , que el ambiente inflama ;
y antes de abrir sus labios criminales
sonaron las trompetas infernales. n
Pero si el personaje imaginativo está presentado
con tanta maestría , no así sucede con el héroe de
la acción. La descripción de la batalla es minucio-
sa, y peca de prolija, aunque no deja de presentar
interés y belleza, apareciendo perfectamente todos
los personajes, y siendo excelente el retrato de
Pedro (le Barba, muerto «por el terrible impulso
de una ñocha > :
LA POEiíJIA LÍBICA
"Tendido estaba el ínclito guerrero,
de sangre y de sudor humedecido,
el escudo abollado , y el acero
de la heroica diestra desprendido ;
sin donaire marcial sobre el sombrero ,
de purpureo color también teñido,
reclinaba el semblante formidable,
que era , aun después de muerto , respetable, v
Y ya que dijimos al comenzar que encontrá-
bamos versos prosaicos y cojos, ripios y otros
defectos, vamos á copiar algunos para que por sí
se convenza el que leyere :
"Qué numen, dijo, contra mis decretos. ?7
" Sudó culebras y lloraba furias. -n
^ Chocan las armas de los combatientes. 71
" Un vómito encendido de Volcano. n
"Por otra parte la caballeria. n *•
" Para imponer silencio abre la boca, n
" Vomitando mil monstruos y animales, r etc.
También cantó Zequeira La nave de vapor , El
primer sitio de Zaragoza y El Dos de Mayo; pero
nos parece tan inferior en estas composiciones,
especialmente en la última, si la comparamos con
la elegía de Gallego , que de todo intento no que-
remos citar nada ; no siguiendo igual conducta con
el soneto titulado La ilusión , soneto que algunos
atribuyen á Rubalcava , pero que . nosotros , de
conformidad con la opinión de literatos de recono-
cido mérito en Cuba, y comparando el carácter,
profundidad y valentía de este soberbio rasgo, con
el genio de uno y otro poeta, creemos sincera-
mente que es obra de Zequeira :
EN CUBA.
Soñó que la fortuna en lo eminente
del más brillante trono me ofrecía
*
el imperio del orbe , y que cenia
con diadema inmortal mi augusta frente.
Soñó que hasta el ocaso desde Oriento
mi ft>rmídable nombre discurría:
y que del Septentrión al Mediodía ,
mi poder se adoraba humildemente.
De triunfantes despojos revestido,
soñé que de mi carro rubicundo
tiraba César con Pompeyo uncido.
Despertóme el extruendo furibundo;
solté la risa, y dije en mi sentido:
" ¡ Asi pasan las glorias de este mundo ! n
Tal fué el primer poeta de Cuba,
Hombre instruido, ardiente y arrebatado, pare-
ce ser la personificación de la poesía en ese suelo.
Formó parte de la real Sociedad Económica, y
amigo cariñoso y leal del no menos distinguido
cubano Tomás Romay, dirigió con él El Papel
Periódico^ trabajando con ardimiento por alcanzar
dias mejores para su patria.
A su muerte, en 1846, se leyeron versos y
artículos sobre su tumba. ¡Débil y pobre homenaje
alcanzado por el talento y la virtud !
6 LA poesía lírica
RUBALCÁBÁ.
\
Musa , contempla tu victima.
Con este nombre comenzó á .figurar en Santiago
de Cuba , su pueblo natal , un poeta célebre en las
faldas del Turquino; un trovador amigo de Ze-
queira. Como él, siguió también la carrera de las
armas, rindió fervoroso culto á Apolo y á Marte,
y, ora la espada, ora la pluma, compartía sus dias
en el manejo de ambas.
¡Época de estancamiento y natural atraso atra-
vesaron ! Apenas si concebimos cómo con tan po-
bres elementos pudieron uno y otro elevarse á la
altura que lograron , sacando nuestras letras de la
postración en que yacían, y abriendo nuevos y más
dilatados horizontes á la juventud, siempre ganosa
de gloria y renombre. Por eso , en los versos de
Rubalcaba, nótanse defectos imperdonables en un
escritor de su fama, aunque muchos necesaria-
EN CUBA.
mente tenemos que atribuirlos al poco acierto del
Sr. Balart, que fué quien coleccionó sus obras, sin
cuidarse mas que de presentarle «tal como fué,
con todas sus incorrecciones y con todos sus defec-
tos. » ¡Procedimiento bien menguado , en verdad,
tratándose de honrar la memoria de un poeta!
Pues qué, ¿no tuvo el Sr. Balart que' recojer
muchos de los versos de Rubalcaba de manuscritos
que no habían sido hechos para ver la luz pública?
¿acaso de borradores que debían permanecer en
cartera? ¿tal vez de boca del misnoo pueblo? ¿Y
son estos los mejores conductos por que pueden
llegar á nuestras manos las obras de un poeta? ó
bien, por el contrario, estamos en el deber inelu-
dible de recojer esos datos y depurarlos con el
escalpelo de la crítica, pensando con acierto que
su autor así lo hiciera, ó más bien que esos frag-
mentos, al pasar de mano en mano y de boca en
boca, habían perdido mucho en forma y fondo?
Preguntas son estas que, estampadas aquí, nos
servirán de resguardo por si alguno imagina que
tratamos de rebajar el mérito de Rubalcaba. Piense
el lector que cuando censuramos algo, culpa será
de la colecciojí hecha por el Sr. Balart.
Mas á pesar de la falta de pericia con que pro-
cedió este señor ; como quiera que Rubalcaba sabía
sentir y expresar lo que sentía, no dejamos de en-
contrar algunos rasgos felices, tal cual atisbo de
belleza. Sirvan de ejemplo estos tercetos :
¡y cuántos del relámpago ayudados,
sólo bosquejan la anchurosa vía
para darles sepulcros ignorados !
Yo escucho al luiseñor tal vez en lia haya
8 LA POESÍA lírica
y al ver el horizonte que refleja
requiebra su poUuelo que desmaya ;
Y en la tierna impresión que su voz deja
no se puede juzgar si es de contento
el natural idioma de su queja.
¡ Ya son oscuras noches mis auroras ;
volve4nie, si, volvedme, amigas mias,
la posesión de mis antiguas horas!
No es menos bello el soneto á Nise bordando un
ramillete j que termina así :
Me parece que al verte colocada
cerca del bastidor, dándole vida,
sale Flora ¿ mirarte avergonzada;
^ Llega , vé tu labor mejor tejida
que la suya de Abril; quida enojada,
y sin más esperar váse corrida.
En el género festivo, en las lijeras anacreónticas
también nos dejó traza de su numen. Dígalo sino
aquella graciosa letrilla que dice:
Busca, amor,
quien te descifre megor.
Pero en medio de estos rasgos que dejan adivinar
el talento y la imaginación poética d3 nuestro
autor, á poco andar se tropiezan versos incorrectos
en extremo:
¡0h-no>ihe, tu retórica figura
es la del sueño!
Como hemos dicho al principio, Rubalcaba, lo
mismo que Zequeira, fomentó el progreso litera-
EN CUBA.
9
rio de nuestro país, y sólo por respeto y con-
sideración á esto mismo colocamos sus nombres al
frente de nuestra galería. Es inútil buscar en sus
obras el fuego pindárico de Heredia , la sencillez y
armónica cadencia del cantor de la Madrugada, la
valentía y gallarda expresión de Luáces. Apagados
al estudio de nuestros clásicos, luchando con las
preocupaciones de la época en qué florecieron,
nótanse en sus versos reminiscencias de los Argen-
solas, ayes de desaliento y de amargura que revelan
claramente la verdad con que exclamó el poeta de
l,as Meditaciones , refiriéndose á otro no menos ins-
pirado :
Mnsa , coníemiyla fii iricíñna.
10 LA poesía lírica
Non omnis raoriar.
Este poeta, el más notable de los nacidos en
Cuba , brilló en una época de progreso y de ade-
lanto. En ella se orearon diferentes cátedras, hasta
entonces olvidadas; se dio mayor impulso á la
imprenta, desarrollándose gran afición al estudio
de las letras. Enseñaba la ciencia de Platón y' de
Aristóteles, en el Real Seminario de San Carlos,
el P. Várela, uno de los cubanos más ilustres, y
dirigía á la juventud José de la Luz Caballero, de
quien nos reservamos el placer de decir algo en el
apéndice de esta obra, si nuestras ocupaciones no
nos permiten dar remate y terminación cumplida
á otra que intitulamos Filósofos cubanos^ y en la
que sobradas cosas hablaremos sobre Várela , las
Casas, Romay, Mestre, Zambrana y otros mil, no
EN CUBA. 11
echando en saco roto al maestro incansable, al
padre de nuestra generación , al ilustre director del
Colegio de San Salvador.
Nació José María Heredia en Santiago de Cuba,
en 21 de Diciembre del año de gracia de 1803. Su
padre, D, José Francisco, magistrado íntegro y
literato distinguido, trató de dar á sa hijo una
educación esmerada, dedicándolo al estudio de la
jurisprudencia, carrera que concluyó á la tempra-
na edad de diez y ocho años, recibiéndose de
abogado en Puerto-Príncipe.
Desde niño , cuando apenas contaba dos lustros ,
sintió necesidad de fantasear y escribió unos ensa-
yos poéticos, en los cuales advierte Cánovas del
Castillo «el poder de su entendimiento, maravi-
llosamente formado para edad tan temprana, in-
clinado al filosofismo tanto como á la poesía. > (1).
No hemos de seguir á nuestro joven poeta en
todas las visicitudes de su vida. Rindiendo culto á
la independencia cubana, conspiró con ardimiento
y, comprometido en sus delirios políticos, se vio
precisado á emigrar en 1823. Fuese á los Estados-
Unidos y allí compuso sus mejores versos; pero la
facilidad del idioma y lo benigno del clima le
llamaron, malgré lui, á Méjico, donde se casó,
siendo nombrado Magistrado del Tribunal Supre-
mo de Justicia y Senador de aquella República.
(1827).
La primera edición de sus obras apareció en
Toluca en 1825; la segunda, que dedicó á su es-
posa, se publicó en Méjico; y mucho más tarde.
(1) ReviMa Española de Ambos JímticÍo*.— Madrid.— 185á.— Estu-
dios sobre la literatura hidpano-amerioana.— José^Maria Heredia.
—Por Antonio Cánovas del Castillo.
12 LA poesía lírica
en Barcelona, vio la luz la tercera. Posteriormen-
te, en una de las bibliotecas populares de New-
York , hemos podido examinar una cuarta edición
impresa en esta capital. Creemos sinceramente que
es la mejor.
Fué la vida del cantor del Niágara agitadísima
en extremo. El mismo lo reconoce así, cuando dice
en uno de sus prólogos : « á los veinticinco años fui
maestro de lenguas, historiador, Magistrado, via-
jero, conspirador ardiente y poeta. »
Falleció Heredia en Toluca en 7 de Mayo de
1839. En su sepulcro se lee la siguiente inscripción
debida, 3i mal no recordamos, al Sr. Lapunza:
it Su cuerpo envuelve del sepulcro el velo ;
pero le hacen la ciencia-, la poesía ,
y la pura virtud que en su alma ardía
inmortal en la tierra y en el cielo, n
II
«Un soplo de libertad., dice Mr. Villemain (1),
recorre esas regiones libres de los cuidados de la
teoría, de la ambición y de la guerra civil. Allí es
donde se engrandece un poeta nacido en Cuba , á
principios del siglo, hijo de un jurisconsulto parti-
dario de las ideas modernas. El niño que debía
ilustrar el nombre de Heredia, era enfermizo y
endeble; pero el vigor y la energía de su espíritu
^MmhMMHí
EN CUBA. ífi
vencen los obstáculos de su cuerpo. Estudiando las
lenguas griega y latina , y los filósofos franceses ,
Homero y Raynal, bien pronto se siente poeta.
Conducido á Caracas, donde su padre fué nombra-
do presidente de la Audiencia Real , respirando el
aire de la primera república proclamada en Vene-
zuela, no sueña mas que volar al combate y
empuñar la trompa de Tirteo. Con esta esperanza
vuelve á Cuba en 1824, y trata inútilmente de
conjurar á sus compatriotas; y perseguido por el
Gobierno español , se vé precisado á marchar á la
América del Norte, donde encuentra triunfante
toda la libertad que había soñado. Hasta aquí
Heredia no había hablado en sus cantos mas que
de los sufrimientos morales de su vida sin gloria y
sin amor. » Visita la .catarata del Niágara y enton-
ces muestra todo el poder de su genio y exclama :
Templad mi lira , dádmela , que siento
En mi alma estremecida y agitada
Arder la inspiración. ¡ Oh ! ¡ Cuánto tiempo
En tinieblas pasó , sin que mi frente
Brillase con su luz! ... Niágara undoso ,
Tu sublime terror sólo podría
Tornarme el don divino , que ensañada
Me robó del dolor la mano impía.
Torrente prodigioso, calma, acalla,
Tu trueno aterrador: disipa un tanto
Las tinieblas que en torno te circundan ,
Déjame contemplar tu faz serena
Y de entusiasmo ardiente mi alma llena.
Yo digno soy de contemplarte : siempre
Lo común y mezquino desdeñando ,
Ansié por lo terrífico y sublime.
Al estallar el huracán furioso ,
Al retumbar sobre mi frente ol ravo
14 LA poesía líbica
Palpitando gocé : vi ol Océano
Azotado por austro proceloso
Combatir mi bajol , y anto mis plantas
Vórtice hirviendo abrir , y amé el peligro ,
Y sus iras amé ; mas su fiereza
^ En mi alma no produjo
La profunda impresión de tu grandeza.
Sereno corres , majestuoso , y luego
En ásperos peñascos quebrantado , .
Te abalanzas violento, ar^-ebatado ,
Como el destino irresistible y ciego.
¿ Qué voz humana describir podría
De la sirte rugiente
La aterradora faz? El alma mia
En vagos pensamientos se confunde ,
Al mirar esa férvida corriente ,
Que en vano quiere la turbada vista
En su vuelo seguir al borde oscuro
Del precipicio altísimo; mil olas
Cual pensamiento rápidas pasando ,
Chocan y se enfurecen ,
Y otras mil y otras mil ya las alcanzan ,
Y entre espuma y fragor d^saparecen.
¡ Ved ! llegan , saltan ! El abismo horrendo
Devora los torrentes despeñados ;
Crüzanse en él mil iris , y asordados
Vuelven los bosques el fragor tremendo.
Al golpe violentísimo en las peñas
Bómpese el agua; vaporosa nube
Llena el abismo en torbellino , sube ,
Gira en tomo y al éter
Luminosa pirámide levanta ,
Y por sobre los montes que la cercan
Al solitario cazador espanta. (3)
(3) Para que vea el que leyera , con qué verdad hablamos mal
de Cubapoéticaf vamos á trascribir aquí esta ultima estrofa, sogun
la presentan Fomáris y Luáces :
ÉN CUBA. 15
(íMás (jué en ti busoa mi anhelante vista
Con inútil afán? ¿Por qué no miro
Al rededor de tu caverna inmensa
La<^ palmas ¡ ay ! las palmas deliciosas ,
Que en las llanuras de mi ardiente patria
Kacon del sol á la sonrisa y crecen ,
Y al soplo de las brisas del océano
Bajo un cielo purisimo se* mecen ?
Este recuerdo ¿ mi pesar me viene...
Nada ¡ oh Niágara ! falta á tu destino
Ni otra corona que el agreste pino
4- tu terrible majestad conviene.
La palma y mirto y delicadas rosas ,
Muelle placer inspiran y ocio blando
En frivolo jardin ; á ti la suerte
Guardó más digno objeto, más sublimo.
El alma libre , generosa y 'fuerte ,
Viene , te vé , se asombra
Y al mezquino deleite menosprecia (1)
Y aun se siente elevar cuando te nombra.
¡ Omnipotente Dios ! En otros climas
Vi monstruos execrables
Blasfemando tu nombre sacrosanto
Sembrar error y fanatismo implo ,
Los campos inundar en sangre y llanto ,
Be hermanos encender la infanda guerra
Y desolar frenéticos la tierra.
Vllos j y el pecho se inflamó á su vista
"Rómpese el aguaj y salta f y una nubo
De revueltos vapores
Cubre el abismo en remolinos , sube ,
G-ira en torno y al cielo
Cual pirámide inmensa se levanta, etc. n
Preciso so hace estar muy dejado de la mano de Dios para copiar
tal exabrupto poético y colgárselo á un vate á quien se trata do
honrar.
(1) Menosprecia los fnvolos placeres — dice la edición de Toluca,
lo cual es un prosaísmo imperdonable.
10 La poesía lihica
■ -* — ■ -^ ■■■ ■ ■ II' "^ ■ " ■ ^ ■■ ■ ■ ■ ■ I II ■ - M - ■ . ^-a ■■■■■■■ II ■■■ ■II » ■■ !■ !■ ■■M^i— — ^— I ■ -^ — ^ -
En gravo in<3ignacion. Por otra parte
Vi mentidos filósofos que osaban
Escrutar tus misterios , ultrajaito,
Y de impiedad al lamentable abismo
A los miseros hombres arrastraban.
Por eso siempre te buscó mi mente
En la sublime soledad ; ahora
Entera se abre á ti ; tu mano siente
En esta inmensidad que mo circunda ,
Y tu profunda voz hiere mi seno
De este raudal en el eterno trueno.
; Asombroso torrente !
; Cómo tu vista el ánimo enajena
Y de terror y admiración me llena ! .
¿Dó tu origen está? ¿Quién fertiliza
Por tantos siglos tu inexhausta fuente?
¿Qué poderosa mano
Hace que al recibirte
No rebose en la tierra el océano ?
Abrió el Señor su mano omnipotente ;
Cubi:ió tu faz de nubes agitadas ,
Dio su voz á tus aguas despeñadas ,
Y ornó con su arco tu terrible frente.
Ciego , profundo , infatigable corres ,
Como el torrente oscuro de los siglos
En insondable eternidad! ... Del hombre
Huyen asi las ilusiones gratas ,
Los florecientes dias ,
Y despierta al dolor... ¡ Ay! agostada
Yace mi juventud , mi faz marchita ,
• Y la profunda pena que me agita *
Ruge mi frente de doUr nublada.
Nunca tanto senti como este dia
Mi soledad y mísero abandono
Y lamentable desamor... ¿Podi'ia
En edad borrascosa
Sin amar sor feliz ? ¡ Oh ! si una hermosa
"íT
ES CUBA. 17
Mi cariño fijase ,
Y de este abismo al borde turbulento
Mi vago pensamieut j
Y ardiente admira •ion acompañase I
¡ Cómo gozara vi 3ndola cubrirse
De leve palidez y ser más bella
En su dulce terror , y sonreirse
Al sostenerla en mis amantes brazos ! ...
Delirios dé virtud ! Ay ¡ desterrado
Sin patria , sin amores , '
Sólo miro ante mi llanto y dolores !
i Niágara poderoso !
Adiós ! adiós! dentro de pocos años
Ya devorado hab':á la tumba fría
A tu débil canto»*. ¡ Duren mis versos
Cual tu gloria inmortal ! Pueda piadoso
Al contemplar tu faz algún viajero ,
Dar un suspiro á la memoria mi a!
Y al sepultarse Febo en Occidente
Feli« yo vuele do el Señor me llama ,
Y al escuchar los ecos de mi fama
Alce en las nubes la radit)sa frente !
Cierto es que ea esta poesía no hay, como dice
Villamain, la belleza severa del graa lírico de la
antigüedad. En presencia del Etna y en la descrip-
ción de los fenómenos del mar de Sicilia , Píndaro,
no se acuerda de sí , no mezcla á los terrores de la
naturaleza, su personalidad ni se queja de su vida
sin amor y sin gloria. Heredia, por el contrario,
vé la catarata, se asombra , la mide con las fuerzas
de su espíritu, y, creyéndose digno de ella, canta
su belleza, describe su grandor, encuentra seme-
janza entre el torrente que se desborda y los siglos
que se atropellan ; lamenta su juventud y se acuer-
da de su patria; llora su triste abandono y piensa
18 LA poesía líbica
en Dios, fuente de todo lo bello. ^'Qué más puede
pedírsele á un poeta? Nosotros- hallamos en esta
composición de Heredia una discreta distribución
de partes y una lógica de sentimientos que nos
encanta. La naturaleza, su juventud, la patria,
la inmoralidad y Dios. Hé aquí su pensamiento.
No es esta poesía la única excelente que escribió
el desventurado bardo. Ot "as cuenta de reconocido
mérito, y hemos de tomar al acaso algunos frag-
mentos de ellas, seguros de lo mucho que habrá de
agradecérnoslo el que leyere. Comencemos por la
tempestad:
Huracán , huracán , venir te siento
Y en tu soplo abrasado
Hespiro entusiamado
Del Señor de los aires el aliento...
Al toro no miráis? El suelo escarban
De insoportable ardor sus pies heridos ;
La armada frente al cielo levantando ,
Y en la hinchada nariz fuego aspirando
Llama la tempestad con sus bramidos ! ...
Los pajarillos callan y se esconden
Al acercarse el huracán bramando ,
Y en los lejanos bosq[ues retumbando
Le oyen los bosques y á su voz responden.
Llega ya , ¿no le veis ? Cuál desenvuelve
Su manto aterrador y majestuoso...
Gigante de los aires te saludo ! ...
En fiera confusión el viento agita
Las orlas de su parda vestidura...
Ved! ... en el horizonte
Los bracos rapidísimos enarca ,
Y con ellos abarca
Cuanto alcanzo á mirar de monte 9. monte /
¡ Oscuridad universal! Su soplo
Levanta en toibellino ^- -» ••*
EK CUBA. 19
El polvo de los campjs agitado ;^
En las nubes retumba despeñado
El cano del Señor . 3' de sus ruadas
Brota el rayo veloz , se precipita ,
Hiere y aterra el delincuente suelo
Y su lívida luz innunda el cielo...
¡ Sublime tempestad ! ¡ Cómo en tu seno ,
Do tu solemne inspiracipn henchido
Al mundo vil y mi erable olvido
Y alzo la frente de delicia lleno !
¿Do está el alma cobarde
que teme tu rigor?
Heredia es, ante todo, un poeta deicriptivo ,
como S3 desprende de cuanto llevamos copiado;
pero en su lira tiene también otros sonidos, y
matiza sus cantos con pensamientos filosóficos de
primer orden. Ejemplo son de esto los fragmentos
de im poema mejicano , y el poema Placeres de la
melancolía. Pero ya los oiremos más tarde ; veamos
este apostrofe con que comienza su oda al sol :
Yo te amo, sol; tu sabas cuan gozoso
Cuando en las puerta ? del Oriente asoma i
Siempre te salud i, • cuando tus rayos
Nos arrojas fogoso
Con gloria alzado en la mitad del cielo ,
Del bosque hojoso entre la sombra grata
Me deleito al bañarme en la frescura
Que los céfiros vierten en su s aelo ,
Y me abandono h rail cabilacionea
De dulce y melancólica ternura
Cuando reclinas la radiosa frente
En las trémulas nubes de Occidente.
¡Qué cahilacÁones tan funestas! pero ¡qué apos-
trofe tan bello! exclama Cánovas del Castillo, y á
fé^que tiene razón.
¿ ) LX POESÍA J.IKIO A
A los diez y siete años de edad , estando en Cho-
liica, escribió una composición descriptiva, antes
citada ya , que bien puede contarse entre las me-
jores.
¡ Oh, cu;^ii bella es la tierra que habituaban
Los aztecas valientes ! ...
Sus campos
Cubren á par de las doradas mieses
Las cañas deliciosas. El naranjo
Y la pina y el plátano sonante ,
Hijas del suelo equinocial se mezclan "
A la frondosa vid , al pino agreste ,
Y de Minerva al árbol majestuoso.
Era la tarde. La lijera brisa
Sus alas en silencio ya plegaba ,
Y entre la yerba y árboles dormia ,
Mientras el ancho sol su disco hundia
Detrás de Iztacihual. La nieve eterna
Cual disuelta en mar de oro, semejaba
Temblar en tomo de él; un arco inmenso
Que del empireo en el cénit ñnaba...
Poro, ¿fá qué cansarnos citando versos y ver.sos?
Si liubiéramos de hablar de todas las bellezas de
sus obras, nos veríamos en el caso de ser prolijos;
y no esa suerte anhelan estos pobres esbozos bio-
gráficos.
III
Como asegura Mr. Villemaiu, ese soplo de liber-
tad, ese deseo de independencia que había recorrido
las vastas regiones de la América, animaba á
EN OUBA. 21
Heredia en sus postrimerías, y exaltando su ima-
ginación 5 le dicta una epístola que dirije á Emilia ,
por demás galana en sus versos, y, por desgracia,
nacida de político intento. Dice así:
Pluguiera al cielo , desdichada Cuba ,
Que tu suelo tan sólo produjera
Hierro y soldados... La codicia ibera
No tentáramos , nó... ¡patria adorada !
De tus bosques el aura embalsamada
Es al valor, á la virtud funesta.
Peligroso asunto es este que trata nuestro poeta.
Empapado en las ideas de la revolución francesa,
con el ejemplo de toda la América española, desea
y pide la libertad y la independencia de Cuba,
conspira por alcanzarla ,
Que no en vano entre Cuba y España
Tiende inmenso sus olas el mar ,
y viendo la inutilidad de sus esfuerzos se refugia
en los Estados-Unidos, donde se conceptúa libre
de tiranos y esclavos, sifi escuchar el crugir de
los azotes y ni las lamentaciones del oprimido.
Por esta época, el país que tomaba por modelo,
llevaba en su seno escondida la serpiente de la es-
clavitud , con lo cual dicho queda que había allí
también señores y esclavos.
Pero, ¿por qué detenernos más tiempo en estas
poesías que tocan á la cuestión política? Otro es
nuestro plan, y á él debemos ajustamos.
Hizo alííunas traducciones é imitaciones nota-
22 LA poesía lírica
bles, luchando en ellas su propio talento con las
bellezas del original. En el cantó á Napoleón de
Dciavigne, notamos- este rasgo, digno de un poeta
castellano :
Vanamente en las lides ya te fuera
La España generosa
De gloria y de peligros compañera ,
Esclava la anhelaste...
Mas no , sus sacerdotes , sus guerreros
A la lid mutuamente se excitaron
Superticiosos . fieros ,
Los pueblos al clamor se levantaron...
Los hijos nobles de Pelayo fuerte.
Debátese por algunos , si es ó no , en efecto , una
imitación del poema de Legouvé Les mentes des
femmes , el que con el mismo título escribió el vate
cubano. Para nosotros no hay duda. La obra de
Heredia tiene rasgos felices, quizá algunos origi-
nales; pero el plan, el método y hasta el mismo
asunto son de Legouvé,
Concluyamos.
El poeta de Santiago de Cuba , es el más notable
de cuantos pulsaron la lira en la América latina.
Superior á Zequeira y Rubalcaba, sus antecesores,
se manifiesta grande y sublime cuando describe ;
apasionado y tierno cuando llora la inconstancia de
su amor. Afean sus versos algunas asonancias que
pudieran evitarse, prosaísmos y figuras harto atre-
vidas y libres, que en buena lógica no pueden
admitirse.
Salud , ¡ oh padre
Del ser y del amor y de la vida I
EN CUBA. 23
dice refiriéndose al sol, lo cual ni la hipérbole
justifica. En la silva al Niágara, que es el esfuerzo
de su genio , conserva algunos de estos descuidos ,
imperdonables, en el
Astro eclipsado en su primer mañana ,
como poéticamente le llama su compatriota Tula.
Bello, en su Repertoyno americano , juzga que los
cantos de nuestro bardo , se asemejan algo á los de
Byron, por el tinte melancólico y sombrío que los
domina, y el enérgico y varonil vigor que revelan.
No lo negamos; pero habrá de convenir el que le-
yere, que la entonación, el savoir faire^ como
dicen los franceses, es enteramente castellano y
se refleja en las odas de Rioja y de Quintana,
Este poeta escribió también. unas lecciones de
historia, de muy excaso mérito, y tradujo e\ Fa-
natismo^ de Vol taire; el Sila^ de Jony; el Saulj
de Alfierij y el Cayo Graco^ de Chenier.
New-York.~1874.
!
M LA poesía líbica
GERTRUDIS GÓMEZ DE AÍELLAIDA.
Musa velat morí.
De muy antiguo nos viene, y eso habrá de per-
donarnos si en parquedad incurrimos, mirar con
cierta prevención toda obra de mujer, antes de
examinar el mérito que encierra, Y decimos esto ,
no porque abriguemos la opinión , por demás absur-
da, desacreditada ya, de que toda clase de ilustra-
ción es perniciosa á las mujeres, sino porque
acostumbrados á leer páginas detestablemente es-
critas y firmadas por nuestras modernas poetisas ,
temerosos andamos siempre que á nuestras manos
llegan sus producciones , como aquel que engañado
una vez trata de precaverse y percatarse contra
nuevo engaño. Mas no sucede esto y alejamos del
EN CUBA. 25
ánimo toda sospecha , deleitándonos en su lectura ,
si tropezamos con las obras de Carolina Coronado ,
Fernán Caballero y otras, entre las que encontra-
mos muy gustoso el mencionar aquí á la señora
Pardo Bazan, gallega de nacimiento, á lo que
sabemos, y castiza por sus cuatro costados, y muy
discreta y atinada en el plan y desempeño de sus
obras. . ,
En nuestra patria , á pesar de la afición á la
amena lectura que tiene el bello sexo y la no pe-
queña inclinación al estudio de los idiomas extran-
jeros, vemos, con no poca extrañeza, que muy
contadas son las que despuntan por hacer versos ,
aunque muchas se atrevan á publicarlos con indis-
creto alarde. Empero el parnaso cubano cuenta
con celebradas poetisas, y servir puede de ejemplo
Luisa Pérez Montes de Oca , viuda á estas fechas
de Ramón Zambrana, médico, catedrático, perio-
dista y literato , todo ello con mejor voluntad que
desempeño. También Raquel (Matilde Troncoso)
escribe coa bastante corrección; pero lo hace,
por lo general, en prosa, aunque con el tono
altisonante del misticismo que arroba su alma pro-
fundamente cristiana. Y si no estuviéramos con-
vencidos de que el cumplimiento de los deberes
domésticos y conyugales no está reñido , ni tiene
para qué estarlo, con el cultivo y afición á las
bellas letras, nos alejaría de toda duda el estudio
que intentamos hacer de la vida y de las obras de
Gertrudis Gómez de Avellaneda, á quien con-
cede D. Juan Nicasio Gallego <f la primacía sobre
cuantas personas de su sexo han pulsado la lira
castellana, así en este como en los pasados
siglos. >
r
2(5 LA poesía LÍBICA
II
«Había cumplido diez y ocho años — dice la
Avellaneda en sus memorias — y excepto leer y
escribir, y representar tragedias, nada sabía. Todos
los desvelos de mi madre por hacerme progresar
en la música y el dibujo , no habían podido llevar-
me más lejos que á tocar de memoria algún wals ,
á cantar algunas arias de Rossini, con más expre-
sión que arte, y á pintar mal algunas flores. Mi
maestro de aritmética me había declarado incapaz
de conocer los números; mi profesor de gramática
me decía que era imposible hacerme comprender
una sola regla; en fin, cuantos se habían encar-
gado de mi educación parecian convencidos de mi
ineptitud para todo; y, sin embargo, yo escribía
y hablaba con más corrección de la que es común
en mi país y, no obstante, mi natural desidia para
aprender , tenía. sed ardiente de saber y leia mucho
y pensaba mucho, >
Tales son los rasgos fisonómicos con que ella
misma se nos presenta. Ese abandono, el poco
apego á los estudios serios y formales, todo debía
desaparecer bien pronto; pues á los veinticinco
años de edad, dejándose en Cuba su soñadora
pereza ó indolencia , establecida en la Corte , res-
pirando en aquella atmósfera de entusiasmo que
reinaba entonces, su alma se enciende en viva luz,
su mente se inflama y brotan de su pluma poesías
llenas de inspiración y de buen gusto ; estudia con
afán nuestra lengua, sorprende sus más bellos
EN CUBA. 27
eacantos en las obras de nuestros poetas y llama
hacia sí la admiración de todos.
Perla del mar ! Estrella de Ocoidente !
Hermosa Cuba ! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo
como cubre el dolor mi triste frente.
Voy 4 partir ! ... La chusma diligente ,
para arrancarme del nativo suelo , ,
las velas iza , y pronta ¿ su desvelo
la brisa acude de tu zona, ardiente.
Adiós , patria feliz , edén querido !
Do quier que el hado en su furor me lleve
tu dulce nombre halagará mi oido !
Adiós ! ... Ya cruge la turgente vela...
el ancla se alza... el buque , estremecido,
las olas corta y silencioso vuela !
¿No es verdad que esta composición tiene todo el
perfume de nuestros mejores poetas del siglo diez
y siete? Pero la Avellaneda había nacido en otra
época y llevaba en el fondo de su alma el germen
de todo pesar , ese no sé qué , mezcla de fastidio y
abatimiento que todos sentimos cuando contem-
plamos la pasmosa rapidez con que pasan las ri-
sueñas y alegres horas de la juventud. Ejemplos
de esto son La vontempíacmi. La luna y El ce-
menterio; reconócelo ella así, cuando en otro de
sus mejores sonetos exclama :
En vano ansiosa tu amistad procura
% a livinar el mal que me atormenta ;
en vano , amigo , conmovida intenta
revelarlo mi voz á tu ternura.
Puede esplicarse el ansia , la locura ,
con que el amor sus fuegos alimenta...
30 LA poesía lírica
en el inmóvil seno de la muerte.
¿Qué importa al polvo inerte
que toma á su f lemento primitivo
ser en este lugar ó en otro hallado ?
¿ Yace con él el pensamiento altivo?
No mas , no mas lamente
destino tal nuestra ternura ciega
ni la importuna queja al cielo suba...
/murió.' ... A la tierra su despojo entrega,
su espíritu al Señor , su gloria á C^iba
/ que el genio , como el sol , llega á, su ocaso
dejando un rastro fúlgido á su paso .' ...
¡Qué rasgos tan sublimes de sentimientos! ¡Qué
versos tan hermosísimos! No cabe más dolor, más
conformidad cristiana. ¿Y hemos de entretener-
nos en examinar todas sus obras? Si tratáramos de
un poeta desconocido ú olvidado, nos ocupa-
ríamos más en el examen de sus versos; pero
hablando de la Avellaneda , á quien todos admiran
y cpnocen , debe sernos permitido poner fin á estos
apuntes, recordando al terminar algunos rasgos
biográficos suyos, ya que al comienzo no lo hi-
.cimos.
IXI
Nació Gertrudis Gómez de Avellaneda en 1816
en la ciudad de Puerto-Príncipe, y muy joven aún
empezó á distinguirse por sus buenos versos ; pero
el genio necesita mayor espacio y la inspiración
robusta y varonil de la h\ja. del Gamagüey se
EN CUBA. 31
ahogaba en el estrecho círculo de su pueblo natal ;
y por eso la vemos correr á Europa , establecerse
en Madrid, y allí, estudiando con detenimiento las
obras de los maestros , trabando amistad con los
rilas distinguidos literatos, recoger señalados triun-
fos en el Liceo, ser aplaudida en el teatro (1) y
coronada de laurel y oro en nombre de doña Isabel
de Borbon. «La corona triunfal del Tasso — dice
Pastor Diaz^— había adornado solamente un ataúd ,
el áureo laurel de nuestra escritora fué su guirnal-
da nupcial ; guirnalda , empero , que estaba fatal-
mente destinada á colocarse también en el mármol
(1) Entre sus obras dramáticas, la que más fama goza, es la
titulada Alfonso Munio, Cuéntase do ella , que asistiendo á una do
sus primeras representaciones cierto académico , tuvo la buena,
ocurrencia ( que también los académicos suelen tener buenas ocu-
rrencias) de exclamar, notando la valentía de los versos y lo
pujante dé la frase: — «/Es mucho hombre esta mujer !??
No sólo en los Ateneos de la Oórte halló tal acogida. A su regre-
so á Cuba , después de algunos años , relata el Sr. Balmaseda el
recibimiento que se le hizo en el Liceo de la capital. «La Habana
ha presenciado , llena de jubilo , una de esas grandes solemnidades
que forman época en la historia de los pueblos y que son , sin duda,
sus más bellos títulos de gloria. El Liceo , legitimo representante
de las letras en Cuba , quiso enaltecerlas otorgando una corona de
laurel de oro á la poetisa eminente, señora doña Gertrudis G. de
Avellaneda, nacida en nuestro suelo... Delante del Excmo. señor
Presidente^, en una mesa con tapete de damasco, se veia la rica
corona... En una de sus cintas se hallaba esta inscripción : El Liceo
de la Habana á Gertrudis Gómez de Avellaneda. Año de 1860, Beinó
un instante profundo silencio ," y adelantándose el Sr. Betancourt
leyó un discurso 'eji que hizo resaltar las eminentes dotes de
nuestra renombrada poetisa. En seguida la Sra. de Zambrana nos
hizo oir un soneto que habla improvisado ; D. Francisco Gil Mi-
randa recitó una oíla compuesta por Fomaris y otra de Zafra. Lo
avanzado de la hora no permitió continuar la lectura de las demás
poeFias; y poniéndose en pié el Exento. Sr. Presidente y cuantos
'en la escena estábamos , tomó S. E. la corona, pasándola á manos
de la condesa de Santo-Venia y Sra. de Zambrana, quienes la
colocaron en las sienes de la ilustre poetisa, hiriendo el aire al
mismo tiempo un himno , letra de Betanccurt y música del profe-
sor García. Al terminar el canto, la Avellaneda, visiblemente
conmovida, se adelantó al proscenio y pronunció una preciosa
poesía , llena de sentimiento , quedando ahogadas sus ultimas
frases por los entusiastas aplausos do la concurrencia.
B2 LA poesía LÍRICA
de ún sepulcro. Y así fué. Casada con D. Pedro
S&bater, diputado á Cortes y jefe político en aque-
lla época, vio sonreír lá muerte en los umbrales de
su matrimonio. -Paro llegó entonces en auxilio suyo
el ángel de la religión ^ y en su viudez y descon-
suelo se encerró por algunos meses en el convento
de Nuestra Señora de Loreto , en Bufdeos , fortale-
ciendo su fé con la vida austera del claustro y las
meditaciones de la soledad. Y aunque aparece de
nuevo en Madrid , nótase de seguida en sus produc-
ciones un cierto tinte melancólico, marcándose
señaladamente en ellas la exaltación religiosa que
se había apoderado de su espíritu.
Después, serios disgustos con motivo de una
resolución tomada por la Academia en hora en que
había presentado su candidatura, hicieron que
nuestra poetisa, llevada de desdeñosa soberbia,
escribiese los artículos intitulados La mujer y el
drama Oráculos de Taita ^ en los cuales se echa de
ver la impresión que este suceso había producido
en su alma.
Contrayendo segundas nupcias, á los nueve años
de su viudez, con el coronel de artillería D. Domin-
go Verdugo Massieu, vio deslizarse los tres prime-
ros años de esa unión entre placeres y alegrías.
Pero nada hay eterno en este mundo. El monstruo
de la política había envuelto en sus redes á Verdu-
go, y á la caida de O'Donnell, fué víctima de un
atentado que le puso á los bordes del sepulcro.
Las brillantes muestras de consideración y de
aprecio que recibía de todas partes , no eran punto
á disipar la amarga zozobra de su ánimo ; y después
de veintitrés años de ausencia , con la esperanza de
que el cambio de clima favoreciese á su querido
EN CUBA.
S3
enfermo, atravesó el atlántico , voló á Cuba , y
allí recibió mayores muestras , si cabe , de la estima
que todos indistintamente le profesaban. Inútil
afán y engañoso remedio. Ni la influencia del
clima , ni los cuidados de su consorte fueron, bas-
tante á detener el curso rápido y fatal de la enfer-
medad de Verdugo, que le preparaba un desenlace
funesto , y qica^ecida su muerte , vistió la Avellaneda
la negra toca de la viudez , pasó á la Península ,
estableciéndose en Sevilla , donde vivió hasta que
en 1873, con general sentimiento de todos, los
amantes de las letras, dio el último adiós á la
vida.
De propósito no hemos señalado detenidamente
sus obras, que son muchas para hablar de ellas
con un tan poco sosiego como escribimos, y muy
importantes las más para ser tratadas por nuestra
humilde pluma. Celebrada por Villemain , que la
llama heredera de la lira de fray Luis de León ;
elogiada por Durieu ; aplaudida por Quintana , Ga-
llego y otros varones no menos distinguidos en la
república literaria, ¿que nos resta decir á nosotros
en alabanza suya y en provecho de sus obras?...
Concluyamos estos breves apuntamientos y em-
bozos repitiendo con Pastor Díaz:
<Fué uno de los poetas má? ilustres de su nación
y de su siglo; fué la más grande entr^ las poetisas
de todos los tiempos. Fué uno de los escritores que
más realzaron qI lustre y la majestuosa pureza del
habla castellana. Fué una mujer muy hermosa;
fué hija y hermana ejemplar ; fué excelente esposa;
fué buena, constante y tierna amiga. >
16 de Enero de 1878.
34 LA poesía lírica
GABRIEL DE LA CONCEPCIÓN VALDES. ■
(PLACIDO)
¿Quién no ha oido nombrar á este desgraciado
poeta? Es el más popular de toda la América lati-
na : sus cantos corren: por todas partes ; los que los
ignoran, los adivinan.
Nació en la Habana en 18 de Marzo de 1809. De
condición humilde , tostado color y pelo rizo , sin
instrucción ninguna, iluminado por el genio se^
lanzó al campo de las letras. Su lira , según la
feliz expresión de un crítico , semejante á la esta-
tua de Mnemnon, resonaba al soplo de la brisa.
Con más entusiasmo y fé que ningún otro, aspi-
rando á ser poeta clásico, estudió las obras de
Martínez de la Rosa, imitándole frecuentemente.
Los redactores de Cuba Poética , que todo lo en-
comian , como si todo fuese digno de aplauso ,
EN CUBA. 35
aseguran , con una candidez que causa risa y una
ignorancia que produce enfado , que los sonetos de
Plácido pueden ser comparados con los de Lope,
Argensola y Quevedo. Es el soneto una de las com-
binaciones métricas en que se estrellan los mejores
poetas. ¿Qué había de suceder á Valdés? En la
edición que tenemos á la vista encontramos treinta
y dos, y en Dios y en nuestro ánimo aseguramos
que los más nos parecen detestables y los menos
regulares, y nada mas que regulares. Verdad es
que presenta algunos con rasgos muy felices, como
estos tercetos que tomamos del que titula La som-
bra de Mina delante de Bilbao :
^i Añada en mi sepalcrg el vate Ibero
Un triunfo más á mi brillante historia , n
Dijo la sombra del audaz guerrero;
Y fijando el laurel de la victoria
En las sienes del ínclito Espartero ,
Voló serena al templo de la gloria.
Y también no deja de mostrar belleza de arte en
los que canta discreteos de amor :
Mira , mi bien , cuan mustia y deshojada
Está con el calor aquella rosa
Que ayer brillante , fresca y olorosa
Puse en tu blanca mano perfumada.
Que habiendo en todo ol mundo tal mudanza,
¿ Sólo en tu corazón habrá firmeza ?
Son así mismo excelentes estos seis versos con
que termina El Canario :
Cubre aquel seno con^us alas de oro
36 LA poesía LÍRICA
Donde- ooulto el amor, plaoer respira;
. Abre tu pico de coral, sonoro; ¡
Cuéntala el gozo que su edad me inspira;
Y entrega para siempre ¿ la que adoro
Mi corazón , mis versos y mi lira.
Entre los que cita Fornarís en su Libro de elogios
mutuos , es el mejor el de la Muerte de Gesler^ y
sin embargo, notamos en él un verso prosaico y
antigramatical , que de propósito señalamos:
Tórnanle á echar las ondas y los vientos.
Por lo demás, el soneto es bueno y merece
aplauso. No así sucede con la pampiról^ida dirigida
á D, Martin Arredondo, improvisada y , por más
señas, con acróstico y final forzado. En ella no
sabemos qué admirar más, si el mal gusto y de-
testable costumbre literaria del autor, ó la estupi-
dez de quien coleccionó sus obras. Y para que el
lector no vaya á creer que hay exageración en
nuestras palabras vamos á copiarlo aquí :
AL SEROR DON MARTIN ARREDONDO.
^ arcial , feliz , benéfico y human
t> pareces sublime y géneros
53 ápido como el rayo estrépitos
H^ olerante en juzgar como Trajan
HH lustre , fuerte , ardiente , american
*^ aciste ¿ inmediación del yaque undos|
í> migo dulce , jnilitar glories
^ asgastes las enseñas del tiran
(3^ n calma sin igual goza adormid
O el. lauro inmarcesible que has ganad
Q rguUoso de haberle merecid
2 unca el dolor te aqueje y estasiad
O ijo querub del cielo descendid /
O rne tu frente de arrayan sa^ad /
EN CUBA. a7
Mentira parece qué en pleno siglo xix pueda
impriniipse este soneto en las obras de un poeta á
quien se trata de honrar !
ir
« Plácido — dice Salas y Quiroga — es un hombre
de genio... un peinetero de Matanzas, un ser hu-
milde... Ai través de la incorrección de su lenguaje
hay chispas que deslumhran, y no conozco poeta "
americano ninguno, incluso Heredia, que pueda
acercársele en genio, en inspiración, en hidalguía
y dignidad. > i\o podemos estar conformes con esta
opinión. Asegurar que Valdós es superior á Here-
dia , nos parece una blasfemia literaria , ó una
galantería de mal gusto , faltando á sabiendas á la
verdad. Y ¿cómo podía suceder otra cosa cuando
su misma condición humilde, su nacimiento, en-
gendro y fruto'de ilícitos amores de una bailarina
española y un mulato, el abandono de su madre,
la pobreza en que cayó el autor de sus dias y la
general preocupación que existe en Cuba de mirar
en cierto modo con mengua y repugnancia á la
gente de color, le alejaban de todo comercio lite-
rario, de todo trato y beneficioso estudio, teniendo
que trabajar día y noche para alcanzar un mez-
quino pasar y no caer en brazos de la miseria?
Diga Salas y Quiroga que Plácido tenía un tem-
plo de alma extraordinario: que su lira hallaba sua-
ves matices que reflejaren su imaginación oilndida,
apasionada y ardiente: que modulaba dulces can-
ciones que le recordarán siempre; pero déjese por
38 LA I^OESIA LÍRICA
Dios de comparacioíies enojosas que á nada condu-
cen, ni ilustran, ni dan ni quitan más valor al
poeta que las inspira ni al interés que las mueve.
Ninguno con más entusiasmo cantó á Cristina y
á Isabel , y en el corto espacio de su vida literaria
lo hizo trece veces nada menos, exclamando des-
pués , en una epístola al Marqués de Casa-Calvo ,
con no lucido estro :
No con aqueUa degradada lira
De ingratas cuerdas y oropel cubierta
Con que tan sm razón y sin justicia
Aplausos suelo prodigar , mal grado
De mi jíd corazón en voz ficticia ,
Celebraré tu mérito elevado. ,
No la adulante humillación me inspira
Ni el sórdido interés: jamás mi canto, .
^e postró del poder ante las aras
Ni su voz imperiosa oyó temblando.
Difícil nos sería escojer aquellas composiciones
que libres de defectos estuvieran, y vano fuera
nuestro propósito si intentáramos tal cosa. Los
versos de este poeta no se distinguen por la correc-
ción, y no en grave apuro nos encontráramos si .
tratásemos de probar esto mismo. Leed la Flor de
la caña y esta preciosa letrilla, por demás recomen-
dable , y os convencereis de lo que decimos. Hay en
ella gracia, expontaneidad , sentimiento y belleza;
pero hay en ella también prosaísmos, versos defec-
tuosos, ripios y lunares de fácil remedio. Veámosla:
Yo vf una veguera , Que el sol envidioso
■ Trigueña tostada , De sus lindas granas ,
EN CUBA.
89
O quizás bajando
Pe su esfera saora ,
Prendado de ella
Le quemó la cara.
Y es tierna y modesta
Gomo cuando saca
Sus primeros tilos
La flor de la caña.
La ocasión primera
Que la vide , estaba
Pe blanco vestida
Con cintas rosadas.
Llevaba una gorra
Pe brillante paja ,
Que tegió ella misma
Con sus manos castas ,
Y una hermosa pluma
Tendida canaria ,
Que el viento mecia
Gomo flor de caña.
Su acento divino
Sus labios de grana ,
Su cuerpo gracioso ^
Lijera su planta ,
Y las rubias hebras
Que d la merced vagan
Peí céfiro , brillan
Pe perlas ornadas ,
Gomo con las gotas
Que destila el alba
Candorosa rie
La flor de la caña.
El domingo antes
Pe Semana Santa ,
Al salir de misa
Le entregué una carta
Y en ella unos versos
Pondo la juraba ,
Mientras existiera
Sin doblez amarla.
Temblando tomóla
Pe pudor velada
Como con la niebla
La flor de la caña.
Hállela en el baile
La nó'che de Pascua ,
Púsose encendida.
Pescogió su manta ,
Y sacó del seno
Confusa y turbada
Una petaquilla
Pe colores varias.
Piómela al descuido
Y al examinarla
He visto que es hecha
Con flores de caña.
En ella hay un rizo
Que no lo trocara
Por todos los tronos
Qiie en el mundo haya ;
Un tabaco puro
Pe Manicabagüa ,
Con una sortija
Que ajusta la capa,
Y en lugar de tbipa
Le encontré una carta
40
LA P0E8IA líbica
Para mi más bella
Que la flor de caña.
Ko hay ficción en ella
Sino estas palabras :
— w Yo te quiero tanto
Como tu me amas, n
En un^i. reliquia
De rásete blanca
Al cuello conmigo
La traigo colgada ,
Y su tacto quema
Como el sol que abrasa
En Julio y Agosto
La flor de la oaiña.
Ya no me es posible
Dormir sin besarla ,
Y mientras que viva
No pienso dejarla.
Veguera prepioéa
De la tez tostada ,
Ten piedad del triste
Que tanto te i^ma ;
Mira que no puedo
Yivir de esperanzas ,
Sufriendo vaivenes
Como flor de ca&a.
Juro que en mi pecho
Con toda eficacia
Guardaré el secreto
De nuestras dos almas ;
No diré á ninguno
Que es tu nombre Idalia ,
Y si me preguntan
Los que saber ansian
Quién es mi veguera ,
Diré que te llamas
Por dulce y honesta
La flor de la caña.
No es ciertamente esta poesía la más popular y
aplaudida de todas las que escribió. Su Adiós d la
lira y la Plegayna d Dios, son las que de mayor
fama gozan ; y no sin fundado motivo , pues las
circunstancias en que fueron escritas, las angus-
tias y desvelos de Plácido , la próxima terminación
de su vida y el valor intrínseco de estas dos com-
posiciones, bastan á justificar la nombradla de que
gozan.
Pero copiémoslas aquí , y así podrá formarse de
ellas mejor idea el que leyere :
EN CUBA, 41
«
ADIÓS Á MI LIRA
No entre el polvo de inmunda bartolina
Quede la lira que cantó , inspirada y
De lirios y laureles coronada
La gloria de Isabel y de Cristina ,
La que brindó con gracia peregrina
La siempreviva al cisne de Granada :
No yazga en polvo , no , quede colgada
Dol árbol santo de la Cruz divina.
Omnipotente Ser , Dios poderoso ,
Admitidla, Señor, que sí no ha sido
£1 plectro celestial esclarecido
Con que os ensalza un querubin glorioso ,
No es tampoco el laúd prostituido
De un criminal perverso y sanguinoso ;
Vuestro fué su destello luminoso ,
Vuestro será su postrimer sonido.
Vuestro será , Señor ; no mas canciones
Profanas cantará mi estro fecundo;
¡ Ay ! que me llevo en la cabeza un mundo?
Un mundo de escarmiento y de ilusiones ;
Un mundo muy distinto de este sueño ,
De este sueño letárgico y profundo ,
Antro quizá de un genio furibundo
Sólo de llantos y amargura dueño.
Un mundo de pura gloria ,
De justicia y heroismo ,
Que no es dado á los profanos
Presentir mundo divino .
1
42 LA poesía LÍBICA
Que los hombres no comprenden ,
que los ángeles han visto,
Y aun con haberlo soñado
No lo comprendo yo mismo.
¡ Acaso entre breves horas.,
Cuando divise el empíreo
Postrado ante vuestro trono ,
Veré mis sueños cumplidos !
Y entonces vueltos los ojos
A esta mansión de delitos ^
Os daré inñnitas gracias
Por haber de ella salido.
En tanto quede colgada
La causa de mi suplicios-
Es un ramo sacrosanto
Del que hicisteis vos divino.
i Adiós , mi lira ! A Dios encomendada
Queda de hoy más... ¡ adiós ! ... yo te bendigo !
Por ti serena el ánima inspirada
Desprecia la crueldad de hado enemigo.
Los hombres te verán hoy consagrada;
Dios y mi último adiós quedan contigo^
Que entre Dios y la tumba no se miente.
Adiós ! voy á morir ! ... ¡ muero inocente !
PLEGARIA A DIOS.
Ser de inmensa bondad , Dios poderoso ,
A vos acudo en mi dolor vehemente ;
Extended vuestro brazo omnipotente ; '
Basgad de la calumnia el velo odioso ,
EN CUBA. 4S
1^ arrancad este seUo igiLominioso
Con quo el mundo manchar qnioro mi fronte.
Rey de los reyes, Dios de mis abuelos ,
Vos solo sois mi defensor , Dios mió ;
Todo lo puede quien al mar bravio
Olas y peces dio , luz á los cielos ,
Fuego al sol , giro al aire , al norte hielos ^
Vida á las plantas , movimiento al rio.
Todo lo podéis vos , tbdo fenece
O se reanima é, vuestra voz sagrada ;
Fuera de vos, Señor, el todo es nada,
Que en la insondable eternidad perece ,
Y aun esa misma nada os obedece ,
Pues de ella fué la humanidad creada.
Yo no os puedo engañar , Dios de clemencia ;
Y pues vuestra etemal sabiduría
Vé á través de mi cuerpo el alma mia ,
Cual del aire á la clara trasparencia ,
Estorbad que humillada la inocencia
Bata sus palmas la calumnia impía.
9
Mas si cuadra ^ tu suma omnipotencia
Que yo perezca cual malvado impío ,
Y que los hombres mi cadáver frió
Ultragen con maligna complacencia ,
Suene tu voz y acabe mi existencia! ...
Cúmplase en mi tu voluntad , Dios mió !
Como dijimos en la inti'oduccion á estos Apuntes ,
nadie mejor que Gabriel de la Concepción Valdés
conoció la índole de su carácter poético en el exac-
44 LA POESÍA líbica
tísimo epígrafe que a sus obras puso. En él se vé á
Plácido rico de imaginación , coa algún instinto de
forma y delicado gusto.
En cuanto á su erudición , también lo hemos
dicho ya , se reducía á las obras de Martinez de la
Rosa, imitándole en sus yerros y no en lo atilda-
do de su frase. Ejemplo es de esto la célebre elegía
del autor del Edipo , que comienza :
Desde las tristes márgenes del Sena.
y la de Plácido , en la muerte de Felá , que
dice así :
Desde los bordes del sepulcro helado.
En suma : este poeta es uno de los má« inspira-
dos hijos de Cuba. Incorrecto en la forma, descui-
dado en el. estilo, desleído en la frase; es siempre
dulce, apasionado y tierno en el fondo. Los defec-
tos en que incurre , pueden perdonársele en gracia
de su pobre condición, ¡Quién sabe! ¡Si hubiera
hallado una mano protectora , quizá fuera hoy la
gloria más alta de la poesía lírica americana!
Murió Plácido fusilado el dia 28 de Junio de
1844. (1).
¡ Pobre poeta !
La primera edición de sus versos fué publicada
en Matanzas allá por los años de 1878. En París
(1) Sus delirios revolucionarios le comprometieron , su color le
vendió y las sospechas de las comisiones militares , formadas por
el que más tarde fué Duque de Tetuan y á la sazón capitán geno-
ral de la Isla , le llevaron k tan triste ñn. Los procedimientos do
aquel G-obierno no supieron respetar la preciosa vida de Plácido ,
hallando asi la muerte quien , por su talento , poi* su podero-
sa imaginación y brillante ostro, debia ilustrar la historia do su
patria.
EK CUBA.
hízose Otra (1856), plagada de yerros tipográficos
y. en la que no kubo gran acierto literario.
Plácido pasará á la posteridad , no sólo por su
génií> y su inspiracton , sino también por sus des-
üracias y su muerte.
Madrid.— 1871.
Hé aquí unos fragmentos de una carta que es-
cribió Valdés raromentos antes de morir:
"■ Dejo memorias á Martinoz de la Bosa ^ G-aUego 3*^ ZoíntílH.
71 No dejo expresiones á ningún amigo , porque sé que en el man-
do no los hay.
•n GabbiEL. n
¡ Qué desengaño tan amargo encierran estas pa-
labras!
1873.
^m
4r» LA poesía lírica
RAMÓN DE PALMA.
Aparecieron sus primeros versos bajo el pseudó-
nimo de Alfonso de Maldonado , y con este nombre
publicó sus Aves de paso, colección de rimas que
mereció la más cumplida aceptación del público
habanero ; dando en tiempo posterior á la impren-
ta los cuadernos intitulados Hojas caídas y Meló-
diás poéticas.
Sin que pretendamos colocar á Palma á la al-
tura de nuestros mejores poetas, no por eso hemos
de hacer traición á su mimen, dejando de recono-
cer la perfección del plan de sus composiciones, su
florido estilo y la severidad de su frase. Cierto es
que deslustra alguna vez que otra estas cualida-
des, la imitación que desde luego se descubre en
sus obras, imitación que le daña, pues haciéndonos
recordar su modelo le encontramos flojo y sobra-
damente inferior á él,^
«
Ay ! cuánto tiempo inanimado, estéril.
En silencio pasé , sin que mi labio
Sonase con tu voz.....
Eíí CUBA. 47
dice en una de sus mejores composiciones, paro-
diando á Heredia, cuando á. la vista del Niágara
exclama:
Oh ! cuanto tiempo
En tinieblas paso sin que mi frente
Brillase con su luz
Este defecto y otros varios que encontramos en
sus Faces sociales desvirtúan la bondad de sus
escritos, haciendo olvidar rasgos de animación y
sentimiento, tan donosamente expresados como
este:
Mi dicha es él amor! Tierra de Cuba ,
Por los ardientes -trópicos ceñida ,
Tierra de luz , de palmas y de vida;
Mi dicha es el amor !
De tu expléndido sol , de tus estrellas ^
De tus brisas del mar y de tus flores ,
Se desprende el raudal de tus amoresr
Que bebe el corazón.
Si bien es verdad que en la misma composición
de donde tomamos estos versos hay conceptos tri-
viales y pobres en demasía, como pudiéramos
probar citando :
¡Ventura loca!
Y estreché su mano bella
Y su cintura gentil.
Pero , ¿ han de bastar estos yerros y descuidos
para condenar á un poeta como Palma? No juzga-
48 • LA rOE8£A LÍRICA
ría con razón el que leyere, si tal fallo profiriera ,
sin vpr en sus Devaneos de amorj
Un silfo fué , quien de> Oriente trajo
La rosa purpurina
Con que perfuma su gentil tocado ,
Quien á su aérea planta
Calzó el coturno de luciente seda.
Y sin oirlo en El suspiro :
Idioma breve del alma
Cuanto dices , ¡ oh , sus|)iro !
líinguna lengua en su giro
Puede seguir tu expresión.
i Cuan feliz oorrespondida
Es la candida doncella^
Que arde en la pura centella
De una licita pasión.
Semejante al airecillo
Que retoza en los vergeles
De su boca en los claveles
Yaga el suspiro de amor ! >
i Cuan amai:go es el suspiro
De un mortal desengañado !
Sale á pansas , arrancado
Del fondo del corazón
V
¿Qué más? Antes de juagar á Palma se hace
preciso estudiar la época en que brilló (1830 á
1840) , el movimiento literario que entonces reina-
ba, los conocimientos que poseía, lo? estudios que
E:s cuba. 49
había hecho, todo, todo lo que puede contribuir á
formar un poeta.
Se nos dirá que sus versos carecen de fuego, que
su estilo no es propio; pero ¡qué importa!... ¿no *
tiene corrección y elegancia en la frase?... ¿no
tiene sentimiento en la expresión y arte en la lim-
pieza de sus obras?... Volvemos á decirlo: Palma
no puede colocarse al lado de Heredía, de Milanés
y de la Avellaneda; pero tiene suficientes títulos
para ser apreciado , y en sus obras puede estudiar-
se la revolución literaria que se realizaba en nues-
tro país. •
«
Gijon.-1869.
1.
50 * LA poesía líbica
Nada más difícil para un critico que tratar de
.obras de reconocido mérito por todos ; pues si no
ha de seguir la corriente general , y procura poner
la verdad en su punto , necesita colocarse en fren-
te de todos y luchar á brazo partido con la pú-
blica opinión , * no consiguiendo el logro de sus
deseos , y sufriendo en pago la mal-querencia de
muchos.
Ocúrresenos esta pequeña observación al ocu-
parnos de Milanés, no porque vayamos á rebajar
su mérito, que en mucho le tenemos, sino porque
al examinar sus obras obligados estamos á conde-
nar, si á la razón nos ajustamos, aquellas que
precisamente forman el mayor deleite de sus com-
patriotas, mereciendo de ellos la más cumplida
alabanza.
Ya , al hablar de Zenea , dijimos algo sobre esto
mismo, y sentimos pesar de haberlo dicho, y mu-
cho mayor de repetirlo aquí, porque hésenos
acusado de ello.
'
IdbHM
E^ CUBA. * 51
No fué propósito nuestro combatir el género
social á que dedicó Milanés algunas composiciones,
aunque, á ser francos, confesaremos que no es
de nuestro agrado. Lo que hicimos entonces, ó
pretendimos hacer, fué probar que el poeta de
Matanzas era muy inferior á sí mismo, digámoslo
así, cuando siguiendo á Zorrilla y sus bastardos
imitadores se extravía en un falso romanticismo ,
que es la negación del arte. Y tan cierto es ^sto ,
y tan hondas huellas nótanse de seguida en las
obras de sus últimos tiempos, que si tuviéramos
que separar las unas de las otras, no cobraríamos
miedo de equivocarnos.
Pero digamos algo de la vida de este poeta , y
procedamos con método.
Nació José Jacinto Milanés en Matanzas el año
de 1814, y aún cuando su afición no era poca al
estudio de las letras , no empezó á darse á conocer
hasta después de haber cumplido veintitrés años.
Entonces lo hizo en el Aguinaldo Habanero que,
como hemos dicho en otro esbozo biográfico , di-
rigían Palma y Echevarría; y en breve tiempo
fué tan conocido de todos , que en las más peque-
ñas poblaciones de Cuba era ya considerado como
uno de nuestros mejores poetas. La desgracia,
que parece cebarse en los hijos más esclarecidos
de aquel suelo, no echó en olvido á Milanés, y
en 1843, abrumado por graves y complicadas afec-
ciones, sin que fueran bastantes los recursos de la
ciencia v los constantes cuidados de la familia,
enmudeció para siempre, .presó de uua enajenación
mental, que lo llevó al sepulcro, tras largos pade-
cimientos y dolores, en 1863.
Tal fué la vida de esto desgraciado poeta , que
52 ^ LA poesía LÍRICA
en frecuente ocasión exclamaba , como Rabis-
tonne:
Mou coQur bat dans la solitudé ,
Le fil dst loug, la tache est rude«
Belle éfcoile, ah!.je voadrais bien
Uu coeur, un ooeur aupr¿s du mien!
Y le atormentaba lo infinito , como á Alfred de
Musáet, y, sin embargo, podia hacer suyos estos
versos de Lafenestre:
Une prQme^fie parle au lond de la souffrauce,
L* infini te tourmente et 1' infiui t* attend!
Hablemos de sus obras , y y^ que no conocemos
más que la edición que hizo su hermano D. Fede-
rico, ajustemos á ella nuestra crítica.
Milanés , q^ue es uno de los poetas más populares
en Cuba, fue el primero que, desviándose del ejem-
plo prestado por los anteriores, trató de dar á sus
cantos un colorido propio, retratando de tal modo
los cuadros de la naturaleza tropical , que , si con-
cediéramos á Cuba uña literatura original y carac-
terística , enteramente diferente de la castellana ,
citaríamos algunas piezas de este autor y otras
tantas de Tolón, desechando á los demás, por no
tener ese sello sui generis^ que es el exequátur de
toda originalidad.
Su sencillez y dulzura, y sobre todo la melancó-
lica y soñadora tristeza de que se hallan impreg-
nados sus versos, contribuyeron -, más que el estro
innegable de este poeta, á dar á su nombro la
fama y nombradla de que ^'o;^a.
^- Quién quG se pique de literato no ha (ndo reci-
EN CUBA. ' ofj
tar su canción á la fuga de la tórtola? ¿Quién
habrá que , amando lo bello , no se halla entusias-
mado leyendo La niadricgada ?
Ninguno. Es imposible! Hay tal sencillez, tal
encanto, tanta poesía en esas composiciones, que
preciso se hace ser completamente refractario al
buen gusto , para dejar de admirar la fuerza crea-
dora del genio. Pero copiémoslas aquí, que seguros
estamos de que habrá de agradecérnoslo el que
leyere :
LA FUGA DE LA TÓRTOLA
Tórtola mia ! Sin estar presa ,
Hecha á mi cama y hecha a mi mesa ,
A un beso ahora y otro después ;
¿ Por qué te has ido? ¿Qué fuga es esa ,
Cimarronzuela de rojos piós?
¿Ver hojas verdes sólo to incita?
c. El fresco arroyo tu pico invita ?
f.Te llama el aii'o que susurró? —
¡ Ay do mi tórtola , mi tortolita ,
Que al monte ha ido y allá- quedó 1
03'^e mi ruego , que el mié lo exhala .
í De qué te sirve batir el ala ,
iSi te amenazan con muerte igual ,
La astuta liga . la ardiente bala
Y el canto jiíóo áolnmniynaU'^
Tor^» ; ay I Tu fu^a ya me acrcUta
LA P0E81A LÍRICA
Que ansias ser libre, x^asion bendita
(^ue aunque la lloro la apruebo yo. -
¡ Ay de mi tórtola , mi tortolita ,
Que al monte ha ido y allá quedó I
•Si ya no vuelves, ¿á quién confio
Mi amor ooulto , mi desvarío ,
Mis ilusiones que vierten miel ,
cuando me quede mirando al río
Y á la alta luna que brilla eu ól V
Inconsolable , triste y niarcUita ,
Me iró muriendo , pues en mi cuita
Mi confidente me abandonó. -^
¡ Ay de mi tórtola , mi tortolita ,
Que al monte ha ido y allá quedó I
LA MADRUGADA
Necio y digno de mil quejas
El que ronca sin decoro
Cuando el sol con rayo de oro
Dá en las domésticas rejas.
¿ Puodo haber cosa más bella
Que de la arrugada cama
Saltar , y en la fresca grama
Del campo estampar la huella ?
Campo, digo. i>or«|uc' i.»ierd<¿
EN CUBA. 55
La mañana su* sonrisa ,
En no habiendo agreste brisa
Muclio azul V inuchü veide.
No hay que gozarla en ciudad
En todo hoiizonte urbano
tíe estaciona de antemano
Triste va])orosidad.
Lue.a:o , ved I tanto edificio
Alto, sório... Angustia dan ;
' El alba, el sol. alli están
Como sacados de quicio.
-No: yo he de andar á mis anchas
L'na campiña florida;
Por ver del alba querida
La faz virgen y sin mancha!*.
A'erla en Oriente lucir
Diáfana , rosada . bolla .
Como una casta doncella
(¿ue enamora al sonreir.
Yo no só como hay cabeza
Tan interesada v fría .
C¿ue no ame , al rayar el dia
La hermosa naturaleza.
Vedla rejuvenecer.^e ,
Vcdla rodar en el rio ,
56 LA poesía LÍBICA
Brillar pura en el tocio ,
Con los árboles mecerse.
Arrastrada en el reptil ,
Fiera y alzada en el bruto ,
Dulce en el colgado fruto ,
Bisueña en la flor gentil.
Oh Dios ! ... Allá en mis niñeces ,
Antes de brotarme el bozo ,
Con qué sencillo alborozo
Vine á ver esto mil veces /
Yá una errante mariposa
Con su matiz me atraía ,
Ya olvidado me ponía
A contemplar una rosa.
Siempre alegre. Ya se vé !
Nunca entonces cavilaba ,
Ni mis cejas arrugaba
Algún triste no sé qué.
Después como entré en más años
Y como vi una hermosura ,
Tuve por triste locura
Ver sol , montes y rebaños.
¡ Qué ingrato fui ! Pero bion
Se vengó naturaleza:
Aquella ingrata belleza
KX QUBA.
r>7
Olvidóme con desdén.
Vertí un mar de llanto : el alma
No se me hallaba sin ella ;
Al £n una amiga estrella
Dolióse y me puso en calma.
; Oh , qué dolor tan agudo
Es olvidar/... Pero al cabo.
Botos los grillos de esclavo
Curóme el médico mudo :
El tiempo, el tiempo veloz
Que tiñe nuestras cabezas
De blanco , y tantas bellezas
Deja sin lu« y sin voz.
De entonces acá me place
Ver la escena matutina
Segunda vez:—* medicina
Celestial que me rehace.
Con todo j mis cicatrices
Se ensangrientan y suspiro
A donde quiera que miro
Dos amadores felices.
Y aún con menos ocasión
Si oigo el susurro alterno
De dos palmas', en lo interno
Se me angustia el corazón.
58 LA poesía LÍRICA
Si en un ramo miro á solas
Dos aves cantar querellas,
Si relucir dos estrellas^
Si rodar dos mansas olas:
Si dos nubes enlazarse
Y por el éter perderse ,
Si dos sendas una hacerse ,
Si dos montes contemplarse ;
Me paro y con ansiedad
Recuerdo que á nadie adoro
Miro tunto enlace y lloro
Mi continua soledad !
Costumbre general es entre los que para el pú-
blico escriben , amontonar páginas sobre páginas ,
á fin de presentar voluminosos tomos , sin detener-
se á pensar que quien mucho escribe se halla
más propenso á equivocarse, y que la cantidad no
añade belleza, antes bien la quita y da fatiga y
cansancio. Heredia no hubiera sido menos grande
si sólo hubiera escrito sus composiciones al Niágara
ydXSol; y Gilbert, Andrés Chenier y otros mu-
chos no necesitaron fatigar las imprentas para
gozar de una reputación envidiable. •
A esa costumbre pagó escote Milanés , y así ve-
mos en el tomo de sus obras trabajos que, por lo
incompletos y defectuosos, debieron permanecer
en olvido ; y no se nos diga que en todos ellos hay
algo recomendable, porque si bien es cierto, no es
EN CUBA. r,9
menos verdad que contienen pensamientos vulga-
res en demasía y versos malísimos. Otros hay que,
sin reunir los defectos de forma , no son muy supe-
riores por el fin á que propenden y la pintura por
demás enérgica que encierran :
Cuando hay luna en el cielo y no hay estrella
Y en lenguaje nocturno hablan las olas ,
Platicará con la casada á solas ;
Pálida reirá la vil casada
Y bajo de la adultera almohada
Ociiltará cargadas las pistolas.
Que huye del sol y anda oculto.
Como se muerde el puño y sin resuello.
*
En vez de que la ley ponga un atajo.
Pues por huir de qne el pueblo airado ladre.
Un ayo
Ingerto risible de docto y lacayo
Que vieHe latines y enseña a servir,
Pero despojado de estos defectos , eliminadas al-
gunas composiciones y separadas otras , puede
formarse uñ pequeño ramillete que hará recordar
por siempre á este infortunado poeta. Con el des-
barajuste de una edición chapucera, se nos presenta
Milanos muy desigual , y culpa tendrá de ello el
colector de sus obras, qne, falto de tino y no con
muy buen criterio , publicó cuantos versos hubo á
mano, sin consultar la crítica literaria y los pre-
ceptos de buen gusto. Al ocuparnos de Plácido,
nos quejamos de esta misma falta, y entonces,
GO LA poesía LIEICA
como ahora, deploramos el escaso talento de cier-
tos editores , que nos ponen en el caso de censurar,
contra nuestra voluntad , lo que coleccionado con
mayor esmero fuera digno de alabanza y aplauso.
Y es esto tanta verdad, que hasta los compila-
dores de Ctiba Poética vacilan un momento al
escojer las poesías de este bardo , como temerosos
de estrellarse con la opinioa pública , lo cual viene
á ser un argumento de fuerza para nosotros, pues
en el transcurso de estas biografías hemos podido
apreciar lo reparados que son en sus escojimientos
tan donosos críticos.
Pero no presuma nadie que tratamos de menos-
preciar á Milanés. Lejos de eso queremos consignar
de un modo concreto, al terminar estos apuntes
que de lijero escribimos, que sin vacilación reco-
nocemos en el poeta de Matanzas méritos bastantes
para colocarlo en los primeros puestos de nuestra
galería. No tiene el fuego piridárico de Heredia,
ni la entonación robusta y varonil del malogrado
Luáces; pero hay tal sencillez, tal armonía, tan
delicado encanto en sus versos, que fuera de esos
dos gigantes de nuestra literatura ha de compartir
con Plácido los aplausos que arranca el genio y la
admiración que tributa un pueblo á sus hijos más
preclaros.
Habana— 1876.
KN CUBA. iU
JOSÉ LUIS ALFONSO.
; Buenas caricaturas vamos viendo !
Excelentes contornos viendo vamos !
Andando vamos , vamos anduviondo !
YlLLEBOAS.
Cantos de rm peregrino intitula este hijo de Cuba
una colección áe sus obras publicada en París en
1863, y bien pudiéramos asegurar cine tienen mu-
cho de peregrino los tales versos. Él mismo así lo
reconoce, presentándose en el prólogo como sim--
pie aficionado y y á f é que no miente, pues, sino
tiene nada de esto último , anda bien sobrado de lo
primero , y vayase lo uno por lo otro.
Dice también, quizá para atenuar los yerros,
que sólo -en horas de ocio y de holganza ha dedicado
las fuerzas de su intelecto al estudio de las letras;
y esto casi nos avisa en favor suyo, porque, en
medio de todo, peor sería que se dedicara á man"
G2 LA POESÍA LÍRICA
vais affaires ; pero hétenos aquí que, cuando más
decididos estábamos á callar, saltó la liebre, es
decir, la liebre precisamente no, porque no había
ninguna, sino que, D. José Luis, con una bondad
irreprochable , aún cuando con sediciosa intención
y aviesa mira, nos ofrece otro segundo tomo: y,
como eso de darnos un segundo tomo e? la mayor
de las calamidades que pueden sufrir las letras
cubanas, y nosotros somos fieles amantes de ellas,
— ¡qué demonio! — lo que es eso no se lo podemos
perdonar.
Pero vamos á cuentas. ,
Divídese la obra en tres partes, concluyendo con
una traducción de los Cantos de Selma. Respecto a
este poema, lo mismo que á la noticia que acerca
del bardo escocés nos suministra Alfongo, hemos
de apuntar algo á la postre de este artículo; pues
ahora queremos examinar, aunque lijeramenta,
porque no podemos detenernos en obras de tan
escaso valor , los tres primeros libros que , ó' mucho
nos engañamos, ó no nos han de dar momento de
reposo en su condenación y crítica.
Difícil nos sería clasificar las obras de este autor ,
y para ello no tenemos la paciencia y el buen
humor que necesarios se hacen para cosa tan ba-
ladí : pero si no hemos de hacer una clasificación
detenida y un análisis profundo de los versos de
Alfonso, no por eso dejaremos de consignar aquí
nuestro juicio crítico, en la seguridad de interpre-
tar en él el de todos los cubanos que hayan leido
los Cantos de un peregrino.
Si entendemos por poesía la manifestación de lo
bello y la expresión artística del pensamiento por
medio de la palabra, mal atinado anduvo este
EX CUCA. ir)
autor bautizando su libro de tal , pues en él no en-
contramos, y nos pesa en el alma, ni artística
expresión ni belleza alguna. Y no se diga que ya
que no un poeta excelente, es, José Luis Alfonso,
un versificador armonioso, que ni esto le concede-
mos, y sólo haciéndole mucho favor colocamos su
nombre al lado de los de Briñas, Betancourt y
Chaves.
Abramos el libro, y oidle en unos sáneos á
Nísida:
Haz que yo sienta sobre el pecho mió
la carga amada de tu hermosa frente ,
y que el aroma de tus negros rhos
ávido aspire.
Asi felices en eterno abrazo
nos juraremos un amor eterno ,
y si funesto nos separa el ha(fo
venga la muerte.
Si de mi amada conocer deseas j
Lector amigo , la sin par beUeza,,.
Oval el rostro , placentero tiene, "
Cual la sonrisa de la madre Venus.
Mas no contento con estos desatinos, comete
otros no menos notables, y á poco que anduviéra-
mos, y si nos fijáramos en La noche de Iwia,
encontraríamos estos versos, en los que no sabemos
qué admirar más, si el chaparrón de asonantes ó
lo mezquino y pobre del pensamiento :
Bello es el mundo y la vida ,
BeUo el cielo y sus lumbreras ,
i'A LA. POESÍA LIRiCA
BeUaa la9 verdes praderas
Como las üores de Abril;
Bello es el mar , y la calma
Be sus ondas azuladas ,
Po se miran retratadas
I)e la noche estrellas mil.
Todo esto será muy bello y más aún si así lo
quiere el Sr. Alfonso; pero es poco castizo, y supo-
nemos, pensando llanamente, que al decir < estre-
llas de la noche » lo hizo con la buétia intención de
no confundirlas con las que nos hace ver un indis-
creto pisotón sobre un callo recibido. Por otra
parte , que las estrellas no son de la noche ni del
dia ya lo sabemos todos , y por lo tanto parécenos
sobrada impropiedad atribuírselas á aquélla, cuan-
do éste pudiera presentar también sus títulos de
dominio.
Y hora es ya de que nos ocupemos del poema de
Ossian.
Cuestiónase de mucho tiempo há sobre la exis-
tencia de este bardo, á quien se ha tratado de
colocar al lado de Homero, asegurando que sus
cantos pueden competir con la Iliada y la Odisea ;
y tan revueltos andan los pareceres y tan confun-
didas las opiniones, que, más de cuatro, padeciendo
extravío, afirman la autenticidad de sus poemas,
sin que hasta la fecha , que sepamos , tengan razón
alguna en que fundarlo. Es de ios que sostienen
esto el autor de que nos ocupamos , y tal maña se
dá y de tal modo enmaraña y tergiversa la verdad
histórica, que, pese á su saber, no entendemos una
jota de lo que sobre este punto dice. Nosotros,
lejos de pensar en la verdadera existencia del hijo
EN CUBA. Ü5
ele Fingal, creemos que los poemas que con su
nombre se conocen fueron escritos por Jacobo Mac-
pherson , mediano ingenio que brilló allá por los
años de i760. La popularidad que adquirieron
estos cantos, tiene su fundamento y aplicación en
la humillación política que sufría Escocia, y no en
el mérito literario intrínseco suyo, pues que á
vuelta de mil imágenes exajeradas y faltas de ver-
dad, toman un color vago, fantástico y sentimental
que 5 agTadando al pronto , concluye por producir
mareos.
¿Qué diremos de la traducción de José Luis Al-
fonso? ¿Se encontraba en condiciones para empren-
der este trabajo? ¿Basta saber un idioma para
traducir bien una obra? El autor de los. Cantos de
un peregrino era el menos á proposito para dar
cumplido remate á empresa tan ardua, y así le
vemos trasladar desatinadamente á una lengua,
que no es por cierto la que hablaron Cervantes y
Calderón , aquellas descripciones fantásticas , donde
oimos silvar el viento entre los abetos y vemos
cabalgar las sombras en las nubes.
Toda traducción en verso suele ser incorrecta y
defectuosa, y, sobre todo, poco fidedigna. Sucede
que tratando do vencer los obstáculos rítmicos, se
olvida el pensatniento y pierde éste toda brillantez
y ternura con que fué expresado. Sucede también
que muchas veces, y particularmente al traducir
del inglés al castellano, que las diferentes combi-
naciones del lenguaje no se amoldan, por lo gene-
ral, á una forma que, por muy sencilla que sea,
siempre es más fatigosa y difícil que la prosa.
¿Qué habría de pasar con los Cantos del Selma^,
^Qüé... — prefonmos callar, y callanK^s. — ]Ojalá
66 LA poesía LIMCA
que nuestro silencio pudiera hacer olvidar las obras
(le José Luis Alfonso.
iH7i.
EN CUBA. 67
JOAQUÍN LORENZO LUÁCES.
CARTA Á UM AMIGO DE CONFIANZA.
Amigo mió: Pregiiiitame Vd. con bondadosa
curiosidad en su estimada carta, que, como todas
las suyas llenóme de placer, por mis pobres escri-
tos, y me anima, generoso y benévolo conmigo,
mas de lo que merezco , á terminar y dar á la es-
tampa mi trabajo acerca de la poesía lírica cubana.
Muchas veces he dudado, y suspenso repasaba mis
mal pergeñados manuscritos, viendo en ellos la
gran deñcencia que manifiestan y revelan, y al
reparar en lo pobre y malo de su estructura litera-
ria, pensaba al pronto cambiar la forma y plan de
mi trabajo, y escojer simplemente algunas piezas
de cada autor, precederlas de muy someras notas
biognificas coa i^elacion sucinta de sus escritos , y
dar de ese molo, á la imprenta , uu v-p^rtorio de
versos cubanos.
68 LA poesía LÍBICA
Tarea fácil y por demás sencilla sería ésta para
mí, auaque tropezase coa algunas dificultades,
que se explican desde luego recordando que no
otra cosa hicieron Luáces y For naris en su Cuba
Poética y con más reposo y vagar que yo, y cono-
ciendo y tratando personal é íntimamente á casi
todos nuestros poetas; por más que en este libro,
que Vd. conoce perfectamente, en resolución no
brillan ni la imparcialidad ni el buen gusto de los
compiladores. Pero, ¡qué quiere Vd., mi amigo!
eso de no meter baza, como vulgarmente se dice ,
hiere mi amor propio hasta el extremo de hacerme
desecliar tal propósito y me obliga á continuar la
primitiva senda, dedicando un artículo á cada
poeta y diciendo en él, como Dios me dé á entender
lisa y llanamente , no sólo mi opinión , enteca y
flaca en demasía , sino la agena , si autorizada y
digna se presenta.. Tal sistema, harto más esca-
broso y difícil , entraña por otra parte mil tropiezos
que consisten en tener que condensar y concretar
el pensamiento de manera que en muy pocas pági-
nas resulte expresado lo que para su mejor y más
adecuado desarrollo requeriría todo un libro. Y
tanto es esto verdad, cuanto que me encuentrt)
apurado hace dias sin saber cómo y de qué modo
he de escribir algo que no sea impertinente sobre
el poeta más vigoroso de esta tierra. El cantor de
los grandes ideales de la humanidad no coje en el
reducido cuadro de un artículo; su figura, cada
vez más grande para mí , no se encaja en el estre-
cho marco que serviría para Briñas ó Fornáris. Y,
¡vea Vd, lo que son las cosas! Joaquín Lorenzo
Luáces es un poeta casi desconocido entre nosotros?;
.sus versos, algunos de ello^ publicados en un po-
EN CUBA. 69
queno volumen, cuya edición no fué numerosa;
sus grandes odas al Trabajo y á Varsovia, y á Ciro
Field; sus dramas y comedias, que son muclios;
sus leyendas cubanas y sus romances, donosos y
galanos como los de nuestros mejores hablistas;
sus poemas , inéditos algunos ; todos los trabajos ,
en fin, de su fecunda y correcta pluma, no han
visto la luz pública coleccionados en forma de libro.
Unos cuantos andan repartidos en las buscadas
colecciones de nuestros escasos periódicos; otros
impresos separadamente en pequeños cuadernos;
muchos en poder de su hermano D. Agustín , y
todos ellos olvidados por la juventud que conoce á
Luáces más por su fama que por sus obras, más
por el recuerdo de las prendas personales que le
adornaban que por los cantos apasionados y vehe-
mentes de su musa.
Fornarís era su amigo, y con él redactó muchos
periódicos y revistas; con él compuso y recopiló
esa desgraciada Ciúya poética^ de tan péximo y
deleznable gusto (i). A la-muerte de nuestro poeta ,
el bardo bayamés le dedicó un artículo más sentido
que bien escrito y peftsado , recordando su valeroso
estro y llamando la atención publica sobre el pobre
Luáces. Villergas , que también le conoció cuando
comenzaba su carrera literaria y las grandes con-
cepciones de su inteligencia aún no habían robado
su forma y vistosos atavíos á su fantasía y lozana
imaginación, aplaude su depurado gusto en el
(1) Debo declarar aqui , aunque no tengo motivo digno en qué
fundarlo y sólo es obra de recelo ó sospecha que me asalta por el
conocimiento de las obras de estos dos poetas , que la colección
intitulada Cuba Poética más debe ser trabajo de Fornarís que de
Luáces 2 ó bien que en su empeño cedió el autor del Arútodemo á
una amistad poco franca y sobradamente exajerada y pueril.
6
70 LA poesía líbica
manejo habilidoso del idioma en que escribe, y
declara que sabe sostener convenientemente en sus
obras el vuelo levantado de la verdadera inspira-
ción. Encuentra muy nutrida de ideas^ ataviadas
con la majestuosa forina que su asunto requiere ,
la poesía que intitula La naturaleza. Cita el mismo
crítico los siguientes versos tomados del Ultimo
amor y el soneto dedicado al alzamiento del país
Lombardo- véneto: ' •
Por él Catón muriendo se engrandece
y triunfa Bruto y su ofensor peréoe :
y del audaz Hi parco , haoien lo vanas ,
las duras leyes que menciona el odio ,
con verde mirto cubre
su fiel espada el vengador Hormodio.
A los nombres de patria y de venganza
despierta rencoroso el italiano ,
y alzando airado la^robusta mano
altivo blande la nudosa lanza.
Le conduce á* la gloria la esperanza :
reta á los siervos del feroz germano ,
y retumba en los ámbitos del llano
el himno precursor de la matanza.
El pendón nacional despliega al viento ;
combate bravo, asalta las almenas ,
huye el austríaco á su mirar sangriento...
Y exhaustas ya las generosas venas ,
sólo pueden alzar en monumento
^ Venecia ruinas y Milán cadenas /
Menciona, como dignos de elogio, otros como
EN CUBA. 71
La pesca y Bruto, primer cónsul^ copiando el ro-
busto y animoso coro de su Canto de guerra:
V
¡ Venganza , griegos : Mitolongi en ruinas
bajo el alfanje de Ilu*aini cayó /
i Halle siempre el muslin , cual en sus muros /
al griego muerto , pero esciayo no J
Para Villergas, Luáces pertenece á la raza de los
verdaderos poetas , y señala su presencia en Cuba
como uno de los más predilectos hijos en la musa
castellana. Es atildado y nimio en su lenguaje sin
ahogar en una forma amanerada y violenta el
fuego sacro de la inspiración; no canta sólo la her-
mosura y el amor; su lira resuena cadenciosa y
dulce al expresar el afecto que inspira la mujer
amada ; del igual modo que encuentra acentos bi-
zarros y dignos arranques cuando describe los
adelantos de nuestra portentosa civilización y pro-
clama la libertad benéfica de los pueblos.
Ya ve Vd., amigo mió, si tengo tela larga que
cortar, y si con tantos elementos como poseo,
amen de una biografía detallada y minuciosa que
me dio un hermano de Joaquín Lorenzo con varios
versos inéditos de éste , que guardo como preciosa
reliquia, no podría hacer un acabado estudio de
sus obras si con más reposo , vagar y exparcimien-
to pudiese coordinar mis ideas, darles forma ade-
cuada y digna, y poseyere más talento y analítica
atención. Por eso le decía al empezar esta carta
que me veia negro sin saber qué hacer con este
poeta, para mí el más notable de Cuba. Señalar
los defectos de Briñas, deFornarís, de Vinajeras y
de otros mil es labor fácil y acomodada al gusto
público. Es más, la pequenez de sus obras dispensa
72 LA poesía LÍRICA
al crítico de ua trabajo serio, meditado y extenso;
pero eso no sucede así tratándose de hombres como
Luácej, que han escrito mucho y muy bien, reser-
vando la posteridad, para sus obras, una influen-
cia patente y manifiesta en la dirección de nuestra
juventud estudiosa.
Era nuestro poeta de familia modesta, aunque
no pobre, y en ella halló siempre ejemplo digno
que seguir , modelo honrado que imitar-y condición
y despejo en que amoldar su carácter. De cuerpo
enteco y encanijado, gozó de poca salud, y su
robusto ánimo y valeroso esfuerzo viéronse mal
encerrados en tan pobre y menguada vestimenta.
Sensible y afable en su trato ; caballeroso y digno ,
conocía perfectamente nuestra literatura y escri-
bía con corrección y gracia y de carrera, no con-
cediendo á sus escritos importancia alguna: enemigo
de darse á luz y de lucir las galas de su ingenio,
que él juzgaba, con su delicada modestia., de nin-
gún valor. Gozaba en el triunfo de sus amigos y
aplaudía la revolución literaria de su pais, amán-
dole con amor ciego y exaltado. Cultivó todos los
géneros literarios; pero las condiciones peculiares
de su espíritu, su esquisita prudencia y benignidad
le hicieron sobresalir más en los unos que en los
otros. Y no podía suceder de otra manera. ¿Cómo
era posible que Luáces compusiese epigramas y
letrillas como Góhgora y Queveplo? ¿Cómo hablan
de valer sus críticis y sus artículos de costumbres
tanto como los de Fígaro? Bufón lo ha dicho: el
estilo es el hombre, y cuando quería poner de ma-
nifiesto los vicios de una obra, hallaba la disculpa
en ellas y la aplauUa; cuando pensaba zaherir con
un Qpígrama á un émulo suvo, lo hacía con tal
EN CUBA. • 73
suavidad que resultaba inocente y pueril en sus
enfados; era todo amor y entusiasmo, y no podía
lucir su ingenio sino en los grandes vuelos de la
poesía pindárica, cuando exclamaba:
¡ Ciro , Cambises , Alejandro , César ,
pasad en vuestros carros y corceles
que de cien pueblos la cerviz hollaron/
¡ Pasad ! vuestros estériles laureles
el incendio y la muerte^ marchitaron /
Pero no los de Fiold... Ellos florecen
, y sin llanto ni sangre reverdecen...
¡ y edlo siiíó ! Con diestra inmaculada
del sabio ilustre conquistando el solio
ha subido al moderno Capitolio
laureado y solo , sin pavés ni espada.
Ya he dicho antes que Luáces rendía fervoroso
culto á la amistad. Prueba patente de ello es que
en sus postrimerías, y cuando la muerte, apareja-
da de dolores, iba á visitarle, se creyó obligado
por el dicho de su amigo Murtre , pulido escritor
cubano, y presentó al certamen que abrió el Liceo
un trabajo notabilísimo. Es un valeroso esfuerzo
de su musa, próxima ya á espirar (1) :
/Oh Cuba/ /oh patria/... Si á mi acento rudo
tan grave senda hollaras /
/ Si á la molicie enervadora alzaras
con el trabajo previsor escudo !
(1) Para que vea Vd. que no me dejo llevar por la pasión quiero
consignar aquí que en dicha oda hay versos tan impropios como
este:
Boma al caballo, disciplina al toro.
¿Pero qué valen este y otros lunares ante la severidad de la
forma y la robusta entonación de este canto ?
74 LA poesía LIUICA
/ Si enérgica «arrojaras
ol traje bullidor de los festines/
Si opusieras con ánim,o arrogante ,
al perfumada humear de los pebetes
' y al himno estéril del placer incauto ,
que al integro sonroja ,
el rugiente vapor que el agua arroja ,
el crugir del cilindro que voltea ,
y el alto hervor con que la masa roja
del fundido metal bulle y ondea/
Ignoro si llegó á publicar, en colección, sus ana-
creónticas; pero las conozco casi todas y puedo
aventurarme á decir a Vd. que no me agradan,
por más que en todas ellas se descubren la inspira-
ción de este peregrino poeta. Fornarís confiesa que
lo creyó discípulo de Anaeveau y que le estimulaba
á seguir sus huellas. ¡Medrados estaríamos, por
mi fé , si llega á tomar por lo serio su consejo ! Hoy
no tendríamos esas odas que be citado y la que
dedicó á VarsoVia, que puede muy bien figurar
entre las mejores de Quintana. A pesar de todo ,
en sus anacreónticas hay gracia y sencillez , y á
veces cierta lijera travesura. que sienta á maravilla
en este género de composiciones.
También el teatro tiene que agradecerle á Luá-
ces. No era un poeta dramático en el riguroso
sentido de la frase. Sus dramas, por lo común , son
flojos; sus comedias bretonianas, á vuelta de una
versificación fácil, fluida y elegante, descubren
pobreza de trama , no despierta el verdadero inte-
rés, necesario, gradual y constante que debe pre-
sidir este linaje de trabajos. Ejemplo vivo y
manifiesto de lo que le digo se encuentra en El
fantasmón de Carávaca^ Los dos amigos ^ El becerro
ÉN CUBA. . ' 7q
de oro y otras, sin dejar su drama El Me^idigo
rojOj primorosamente versificado y con algunas
situaciones de primer orden. Empero puede ase-
gurarse que sus mejores obras son el Aristodemo y
Arturo de Osberl. La primera de estas tragedias
no tendrá la sencillez extrema de la Efigema de
Eurípides , pero ofrece un plan perfectamente^con-
cebido y desarrollado con acierto. Los episodios que
inventa contribuyen á realzar al protagonista, y la
figura infame de Theon es sublime y sobre todo
punto original.
Y basta ya de bachillerías , que á poco más salgo
de mi apuro sin darme cuenta de ello. ¿Puede esta
carta servir de artículo en mi futura obra? Pienso
que sí; y desaliñada y torpe en su expresión, si
bien no estudia uno por uno los trabajos del infor-
tunado Luáces, manifiesta bien á las claras y sin
artificio la estima grande en que las tengo y el alto
concepto que me merece quien, con su talento
lozano y vigoroso, supo dar vida al pensamiento,
ensalzar á su país y contribuyendo á su mayor pro-
greso, hacerse digno de los loores que le tributa la
fama.
Habana— 1876.
mmm
% LA Poesía líbica
F, LÓPEZ DE BRIHAS.
Con este nombre conocíase en Cuba un versifi-
cador florido, exaltado y ardiente en sus amores,
defectuoso en el plan de sus composiciones , incor-
recto en el lenguaje, descuidado y desleído eii la
frase. Y no se crea que alcanzaron poca boga sus
escritos; antes bien el vulgo de que nos habla
Lope y el vulgo de nuestros literatos, concedióles
sobrada fama, colocándolos á la par de los de
Mendive, Roldan y Zambrana, en los Cuatro
laudes y otorgando á su autor diferentes premios
en más de una sociedad literaria.
Nosotros, que no pensamos de igual modo, no
hemos de brindar tan alto honor á sus obras.
Nuestro propósito de no faltar á la verdad y de
mantenernos en los límites que la razón dicta, nos
impiden prodigar aplausos á quien no los merece;
y á fé que no nos causa pesar tratándose de Bri-
flas: pues sentimos verdadero contentamiento al
augurar á sus obras el olvido más completo.
4cNo son modelo á propósito para los jóvenes —
ENCUBA. . 77
dice Fornáris — pero sus poesías escojidas serán
siempre leidas con gusto ; > y cita á renglón segui-
do el canto A Martha , La estrella y el sol y otras
varias que, á su juicio, merecen consideración y
aprecio.
Veamos hasta qué punto tiene razón el poeta de
Bayamo, y citemos algo dé las composiciones men-
cionadas.
»
Canto d Marta:
^ Oigo una voz en lo interior del alma
que me asegura el porvenir que ansio, n
u Te haré una cboaa de cortezas verdes
donde en un lecho dormirás de floras .
donde jam¿s te faltarán sahrosas
mieles y aromas, n
La estrella y el sol :
uMe verás alumbrar la superficie
de la región vacia... n
¿Cómo puede tener superficie lo que es ilimi-
tado?
Mas no se piense que son estos los únicos yerros
que comete Briñas; en su poema Colon se leen
otros no menos disparatados :
^1 Se ha puesto el sol y tiende su ropaje
la oscura noche por la mar desierta. fi
u Y al peso abrumador del desaliento
se desploma sobre & eil firmamento» n
78 LA poesía LÍBICA
^ Dice y y la hora de arribar resuena
en las tres anclas que al caer á plomo ,
ruidosas á la par con la cadena
rompen del mar el esmaltado lomo, n
¿Queréis que sigamos copiando? ¿No bastan estos
defectos? Pues abrid de nuevo el libro; deteneos
en su oda Redención del género hwnafio y leeréis :
u la vida
con tres clavos cosida, n
« De muerte la escritura
que adquirió el hombre , n etc.
¿ Deseáis conocer sus versos A Laura ?
ti Oh t cuan bella á mis ojos resplandeces
de este mundo en la nada (?).
u 8i te miro en la danza enamorado
aérea cual tu risa (¿?).
¿Queréis... Pero, no; basta con lo dicho para
demostrar la poca significación literaria de este
autor, y al concluir estos renglones diremos como
al comienzo de ellos : olvido para sus obras , perdón
para sus faltas, eterna maldición para la influen-
cia que ejerció.
1868.
/
BN CUBA. 79
RAFAEL lARlA iENDIVE.
Le poete ne doit jamáis oublíer
au profit d' un avenir que lui
meme' trouve plus brillaut, les
exigenccs du présout et du lec-
teur que ne tieut qu' a le dar-
nior.
BlCHTER.
Acontece por punto general que aquellos que
atinadamente manejan la crítica literaria, son
los que , aplicando con menor acierto los pre-
ceptos del arte, incurren en los mismos defectos
que reprochan en los demás, careciendo de las
bellezas que en agenas obras celebran y aplau-
den. Y esto sucede porque há menester el escritor
que á la crítica tarea dedique las fuerzas de su
8U LA poesía líbica
inteligencia y saber, un talento profundamente
analítico, gran copia de erudición y una fria seve-
ridad, que, si bien no está reñida, al menos com-
pónese mal y no se encaja y arregla coa la briosa
inspiración del vate y lozana fantasía. A este pro-
pósito dice Larra — á quien no nos cansaremos de
admirar por lo mucho c(ué discretamente nos de-
leita y enseña — que mal pudiera el cielo conceder
tan codiciados dones á un individuo, sin contrade-
cir sus propias leyes; y en comprobación de esto,
cita Fígaro, á Homero, Virgilio y otros más, que
si él no los mencionase bien pudiéramos nosotros
Jiacerlo de cosecha propia.
Se agolpan á la mente estas breves reflexiones
porque vamos á trazar algunos rasgos biográficos
referentes á uno de los cubanos que más se distin-
guieron en el campo de la poesía, y que .más me-
dianamente manejaron el escalpelo de la crítica
literaria. (1)
Nació Rafael María Mendive en 24 de Octubre
ds 1820, no empe?9.ndo á darse á conocer entre
los amantes de las letras hasta mediados del 47,
cuando ya el estudio había fortalecido su inteli-
gencia y su alma se prestaba á las efusiones del
amor. Saludado por todos, alentado por muchos,
se presenta el nuevo paladín en la arena literaria ,
recogiendo triunfos, siendo en breve aclamado
como un poeta dulce, natural y cariñoso. El mé-
rito que á nuestro entender distingue las poesías
de Mendive en esta época, és el de haberse alejado
de perniciosa escuela, á la sazón puesta en boga
(1) No acostumbramos estampar juicios sin comprobaciones
Véanse sus trabajos en La Revista de la Habana , principalmente
el que versa sobre un poema de Gampoamor.
EN CUBA. 81
en nuestro país. Nos referimos á la influencia de
Zorrilla que señaladamente se había reflejado en
algunas obras de Milanos, tomando carta de natu-
raleza en las de Palma.
Asocióse este poeta ál no. menos inspirado Rol-
dan , y con él dio comienzo á las Flores del siglo ,
que vieron la luz pública por entregas (1845), y
dos años más tarde, después de entre^r á la im-
prenta sus Pasionarias f tomó parte en los Cuatro
laudes y dio principio con mayor precisión y tino
á La Revista de la Hahayia^ papel que salía todas
las semanas y que alcanzó larga y próspera vida
en medio de generales aplausos, (i)
II
Rafael María Mendive, como casi todos los tro-
vadores de Cuba, es tierno y sencillo, y agrada
por la dulzura de sus cantos y los delicados matices
de su sentimiento.
¡Y esto mismo se le ha querido echar en cara
queriendo significar la pobreza de su estro!
Nosotros, que no preferimos ningún género, ni
somos apegados á determinada escuela,, creemos
que donde quiera que se vean cumplidos los fines
del arte, allí donde se mire realizada la belleza,
debemos admirar la fuerza creadora del ingenio,
(1) Kn esta revista se dioron á conocer los literatos que más
tarde hriUarou en Cuba, y entre las poesías que en ella publicJ
Mendive, merecen citarse el Canto fáuehre, Serenata á Paulina y
la Música de tas ¡jalmas y puesta en módoa por el célebre y malogra-
do Gotschalck.
82 LA poesía LÍRICA
sin deteaernos á examinar el tiempo que necesitó
en su obra, ni su género, ni su escuela. Nos basta
q.ue haya belleza para que la admitamos, y por
eso figuran en nuestra' modesta biblioteca Homero
al lado de Cervantes , Byron y el cantor de Ham-
let, Voltaire en el mismo estante que Lamartine y
Fr. Luis de León , junto á Calderón de la Baixía ,
D. Ramón de la Cruz y Leopardé.
No és ciertamente la filiación lo que buscamos
en un poeta , y poi' eso no hemos de deplorar que
Mendive sólo tenga ima cuerda en su lira , si bien
no disculpamos que, exajerando el tono quejum-
broso del malogrado Heredia ^ preste cierta mono-
tonía, á sus cantos^ condición que hace olvidar
únicamente con los rasgos de sentimiento y la
delicadeza con que los exhorna.
Oigamos lo que dice á su hija:
Cuando en mis brazos con placer ta estrecho
Heno de un fuego celestial entonces *
siento que libre de tu amor en alas
dejo esta vida.
Dejo eita vida y me remonto á un mundo '
donde entre sueños la pasión me ñnjo
Tastas campiñas de perfumes llenas^
plácidos bosques.
Nunca del pobre la mirada apartes ;
ave que errante en tu cendal se prenda ,
sepa que tiene en tu sensible pecho
cuna de flores.
¿Queréis conocer dos romances de lo más donoso
y bello que ha inspirado la musa castellana? Pues
leed la Flor del agua y Yumim.
EN CUBA. 83
El amor á la virtud, el deseo del bien, le dictan
la sátira intitulada Lamento , en la que alejándose
del camino emprendido por Que vedo y Moratin,
llora las malas costumbres de la época , en vez de
flajelarlas como ellos. No se encuentran allí ni la
gracia, ñi travesura, ni acerada ironía; pero ¡qué
cuadro tan bello y rico de sentimiento presenta á
nuestros ojos! Mendíve, entregado á xm^i» soñadora
ifJealidad— como dice Byron— canta con extrema
sencillez, y, avergonzado de los vicios de Ja socie-
dad, fulmina conti^a ellos terribles anatemas.
. í CuAñ elocuente , oh Dios , y cu4n sonora
.del5Íera ser mi voz en este instante
ya que infortunio tanto el alma llora !
Ven y serás al presenciar conmigo
el cuadro de tan misera flaqueza ,
su juez más digno y su mejor testigo. (1)
Escucha.,, vos? A despuntar empieza
entre celajes trémulos la luna,
mientras duerme feliz naturaleza.
Keposa en calma en su dorada cuna
un candoroso niño á quien halaga
con sus brillantes sueños la fortuna.
La brisa en tanto calinosa vaga
entre las hebras de sus blondos rizo? ,
como el postrer suspiro de una maga :
Y un ángel contemplando sus hechizos
suspenso acaso , con placer le cuida
de la luna á los rayos^ movedizos*
Mas la amorosa madre ¿ dónde es ida ?
¿ Dónde aquel labio está que con sus besos
suaves no llena el corazón de vida?
(í) Villergas dice, y con razón, que este juez debía ser recto y
no dimito* Posset sa mot»
Si LA P0B6IA LIBLCA
¡ Qué versaos tan preciosos ! Veawnos ahora cómo
traduce á Moore, ea una de sus celebra<las melo-
días irlandesas : *
Yeu ooiimigo silenciosa ,
niña hermosa ,
sobre el mar ;
ven á» ser mi compañera
cuando el sol solemne impera
ó nos cubre temblorosa
la espantosa
tempestad.
¿Qué mo importa ser cautivo
si a'jui vivo
sin tu amor ;
si ligada está mi vida
con tu muerte , y siempre unida
vi mi suerte ¿ tu existencia
y 4 tu ausencia
mi dolor?
En la tierra los más bravos
son esclavos
¡ no en el mar !
Donde nadie nos espía
ni hay más luss , oh niña mia ,
que la luz esplendorosa
de la hermosa
libertad ! ...
No hemos de seguir copiando. No es menester
que citemos las composiciones A un arroyo j Una
lágrima^ Desde Europa y otras mil que escribió
Mendive para gloria suya y de su patria. Con lo
expuesto basta para probar el mérito de tan excelen-
te poeta, y tiempo es ya de que digamos algo sobre
EN CUBA. 85
los defectos^ ea que suele iaoumr, poniendo punto
final y remate á este artículo.
No cabe en humana obra nada perfecto, ni hay
rosas sin espinas, rayos de luz sin sombras , ni sol
sin manchas. ¿Qué extraño, pues, que un poeta
presente al par de muchas bellezas, algunos luna-
res en sus versos? Mendive, el correcto y pulido
Mendive, decae en la dicción y escribe versos tan
inarmónicos como este :
Kos devoran de dolor y de tristeza,
rimando goza con esposa (Esperanza), aplausos
con brazos (á Dervernine) y lágrima con mágica
(La gota de agua); tomando verbos en acepción
impropia, como lo hemos probado al hablar de sus
tercetos. Mas ¿ qué importan estos defectos y algu-
nos otros que no citamos en gracia dala brevedad?
Errare humanum est.
«En las composiciones de nuestro cantor cuba-
no — dice mi buen amigo el Sr. Cañete — se advier-
te desde luego que sabe sentir, que tiene ideas
propias y sentimientos elevados, que conoce y
maneja atinadamente el idioma, que lee con aler-
to en el, gran libro delá naturaleza y que la
hermosura de los campos, el agreste explendor de
las montañas y la majestad de los mares, causan
en su alma impresiones profundas y duraderas;
pero se conoce también que deslumhrado á veces
por el falso brillo de una escuela que tuvo momen-
táneamente gran boga , y que ha caido ya en la
sima del descrédito, cuando no en la del olvido
(que es lo mejor que pudiera sucederle), vicia su
índole peculiar, seducido por el irreflexivo aplauso
que arranca al vulgo el oropel de ciertos ingenios
I
86 LA poesía LÍRICA
corruptores, y se empeña en imitar y seguir á
quien no merece tanta honra. >
Estos datos biográficos quedan incompletos. El
poeta yive enmudecido en Nasseau, triste y solo,
y separado de su hogar y de su patria. La ola de la
revolución le alejó de Cuba. Destirio adverso que
roba á la literatura sus más gallardos campeones.
Habana. — 1876.
EN CUBA. 87
JOSÉ SOCORRO DE LEÓN.
Escribió este poeta un tomo de versos intitula-
dos Flores silvestres^ y, como no le conocemos
otra cosa, por ellos habremos de juzgarle.
Desde luego salta á la vista que no pensamos
bien de sus versos, y de esta opinión ha de con-
vencerse el que leyere si se toma la molestia de
repasar esta estrofa, que, como otras muchas,
presenta una forma detestable y un pensamiento
por demás pobre:
Dadme de ádel sepulcral corona
y el bastón del mendigo miserable ,
con su sombrero y frac hecho girones
para abrigarme»
Y no es esto de lo peor que encontramos , pues
pagando escote á la manía de su país, escribe
soné... tazos, que todo pueden ser menos sonetos.
Sin embargo, á pesar de tantos yerros, no con
sobrada lijereza anduvimos al llamarlo poeta, que
88 LA poesía LÍRICA
bien merece este nombre quien escribió el precioso
romance Te vuelvo á ver.
Helo aquí :
Y te vuelvo á ver. ¡ Ay triste I
i Cuánto por este momento ,
Cuánto , luz de mis delirios ,
Suspiró mi amante pecho !
\ Y te tengo entre mis brazos !
\ Y oigo tu voz y no sueño !
¡Y me dan tus labios dulces
El más dulce de los besos !
j Y yo esperaba... esperaba ,
Y en la fiebre de mi anhelo
Kunca pensé que llegase ,
Nunca este instante supremo !
Pero , ¿es verdad?... ¿no es mentira
Que en mis brazos te.contemplo , •
Y que es tu voz la que escucho
Y estos besos... son tus besos ? ^
¿Es verdad que eres tu misma
La que cines á mi cuello
Tus brazos... cadena suave
Be dichas y de embelesos?
¿ No es ilusión que te escucho ?
¿No es ilusión que te veo?
¿Es tu corazón amante,
Dilo p^r Dios, el que siento
Que solloza... que suspira ,
Y late... como queriendo
Decirme con sus latidos
De tu cariño lo inmenso?...
¡Como que he soñado tanto
De nuestra ausencia en los tiempos ,
Me asusta que un sueño sea
La viva emoción que siento !
Y como que en esos dias
EK CUBA.
89
De separación y duelo ,
Cuando no soñaba, ¡ay triste
y duro resentimiento !
Herido en medio del alma .
Por el dolor más intenso ,
Por el dardo más agudo ,
Pensaba con desconsuelo
Que en la tumba del olvido
Sepultabas mis recuerdos ! ...
i Oh ! permite que en tus labios ,
En tus labios siempre frescos...
Beban otra vez amores
Los mios que ya están secos !
No te apartes de mi lado...
No te alejes de mi seno...
/Déjame buscar la vida
En el ámbar de tu aliento ! —
¿Vés ese rayo de luna
Que por el follaje espeso
Penetra de una arboleda ?
Pues es de amor mensajero...
Amor le manda que alumbre
De la noche en el silencio...
i La escena más deliciosa
De loa amores más tiernos ! —
Gilbert sólo dejó un corto número de composi-
ciones, y, sin embargo, se halla colocado entre
los clásicos franceses. ^Qué extraño, pues, que
nosotros escribamos aquí el nombre de León , des-
pués de habernos legado este delicado romance?
1869.
90 LA poesía lírica
JUAN CLEMENTE ZENEA.
Vamos a tratar de un poeta infortunado, muer-
to en lo mejor de sus años, cuando el porvenir le^
sonreía y tantas páginas de gloria le estaban re-
servadas por sus cantos.
La guerra, semejante á ese monstruo que nos
pinta la antigüedad , todo lo absorve y atrepella.
A su paso desaparecen hombres , riquezas y her-
mosura. ¡Ah! y cuántas lágrimas nos cuesta!
Heredia muere clamando por el sol de su patria;
Plácido es fusilado en Matanzas , y Zenea , tras de
prolongada prisión y encierro, recibe igual término
que el ilustre cantor de Martinez de la Rosa.
¡Maldita la guerra y bendita la paz!
Nació Juati Clemente Zenea en Bayamo en i834,
y siendo muy joven aún, contando sólo diez y siete
años, colaboraba en La Prensa y dirijía, en com-
EN CUBA. 91
pañía de su primo Ildefonso Estrada, malísimo es-
critor, por cievtOn El A h7iendar es , semanario de
literatura .y artes (1852).
Alimentando ideas de independencia, cansado
de soportar la mirada del déspota español ^ según
decía, tomó rumbo á New-York, y de allí pasó á
Méjico , donde redactó el diario oficial de la repú-
blica, hasta que la- revolución de Yara le llamó á
sus filas; y abandonando, entonces, gloria, fami-
lia y hogar, escribió artículos de propaganda y
combate en La Revolución , disertó en el Ateneo
Cubano de Philadelphia , animó á los débiles, es-
forzó á los valientes, y corriendo tras muerte
segura , salió para Nasseau , y de allí para Cuba ;
conferenció con Céspedes, arengó á los suyos y... —
¡terminación prevista! — apresado por las tropas
del Gobierno , fué fusilado en los fosos de la Cabana
en 25 de Agosto de 1871.
A la noticia de su muerte se publicaron en un*
periódico de la Corte sus poesías postumas , prece-
didas de frases apologéticas, protestando contra
los voluntarios de la Habana por haber fusilado al
poeta que, después de haber recorrido los campos
de la insurrección « por no ser un esclavo más en
el fondo de España», escribía:
Por que tengo por más honra
ser libre filibustero ,
que ser pirata negrero
y torpe esclavp de un rey.
•
Nosotros no hemos de juzgar á Zenea en el cam-
po de la política. A otros toca tan ingrata tarea.
En la candente arena de la política no exparcen su
92 LA poesía LÍRICA
fragancia las flores. Allí todo es campo de soledad
y de abandono. En los vergeles de la poesía en-
contraremos grato solaz y exparci miento al ánimo.
Zenea era un poeta , y en sus versos se retrata su
alma apasionada y vehemente.
II
Bajo el punto de vista literario , su vida fué no
menos activa y de ello se resienten sus trabajos.
Escribía mucho y de prisa, sin detenerse á corre-
gir lo escrito. Por eso vemos composiciones tan
detestables, como El hijo del rico ^ en las que no
aparecen ciertamente la sencillez y novedad del
cantor de Fidelia; por eso vemos que, imitando á
García Gutiérrez, le copia en uno de los pensa-
mientos más originales de éste, exclamando:
El cielo siempre azul me causa hastio.
Pero , i quién no perdona estos defectos en pre-
sencia de las infinitas bellezas que encierran sus
versos? Juan Clemente Zenea, como Mendive,
aunque á nuestro juicio superior á él, es el arroyo
que serpentea y fecunda los campos; no el torren-
te que se desborda espumoso. Poeta de gran senti-
miento, de galano estilo y pura dicción, escribió
romances preciosísimos, género en el que se distin-
guió mucho. Y en prueba de ello vamos á copiar
algo de su elegía á Fidelia :
Bien mo acuerdó ! Hace diez años
EN CUBA. m
y era una tarde serena !
yo era j 6 ven y entusiasta ,
X^ura , hermosa y virgen ella !
Estábamos en un bosque,
sentados sobre una piedra , .
mirando á orillas de un rio
como temblaban las yerbas.
Yo no soy el que era entonces ,
corazón en primavera ,
llama que sube á. los cielos ,
alma sin culpas ni penas !
Tú tampoco eres la misma ,
no eres ya lo que tú eras ;
los destinos han cambiado :
yo estoy triste y tü estás muerta/
Con estos temores vagos
marché á lejanas riberas ,
y allá bañé mis memorias
con una lágrima acerba ;
juzgué tu amor por el mió ,
entibióse mi firmeza ,
y en la duda del retorno
olvidé tu imagen bella.
Bien me acuerdo ! Hace diez años
de aquella santa promesa ,
y hoy vengo á cumplir mis votos
y á verta por vez postrera/
Ya he sabido lo pasado...
supe tu amor y tus penas ,
y hay una voz que me dice
que eii tu alma inmortal me llevas !
Mas... lo pasado, fué gloria,
pero el presente , Fidelia ,
el presente es un martirio.
I Yo estoy triste y tu estás muerta !
94 LA poesía LÍRICA
No sólo ea el romance se distioguió Zenea: le
vemos brillar en la oda haciéndonos recordar á
fray Luis de León , cuando dirigiéndose á la me-
moria de su pasada ventura y de sus sueños de
amor exclama, dias antes dé morir, encerrado en
aquel calabozo que , á semejanza del infierno del
Doeta florentino, debe tener esta inscripción sobre
a puerta: Lasciate og ni esperanza!
¿Y estas sou las hermosas
albas del porvenir? ; Delirio insano
; ay mis lirios y rosas !
¡ oh dichas engañosas !
; oh breves goces del amor humano !
*■ ■
Hemos de copiar más? Queréis oir sus hermosas
quintillas dignas de Gil Polo?
Mensajera peregrina
que al pié de mi bartolina
revolando alegre estás ;
¿ de do vienes golondrina ?
golondrina, ¿á dónde vas?
Bien quisiera contemplar
lo que tu dejar quisiste ;
quisiera hallarme en el mar
ver de nuevo el Norte triste ,
sor golondrina y volar.
No busques volando inquieta
mi tumba oscura y secreta ,
golondrina, ¿no lo vés?
en la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprés.
Pero á pesar de su ingenio nada común, pagó
EN CUBA. * do
tributo á su época, imitó al dulce Mil?tnés en sus
yerros y prosaismos, y llevado por ideas exajera-
das de una falsa poesía social , trazó cuadros faltos
de verdad y de mérito , en los que desciende al nivel
de un mediano versificador: :
^* Y en espléndida cuna te acostaron, n
«La fortuna tomó por otras sendas, n
' « Vamos donde los sauces
gimiendo anuncian
que desde el" golfo sube
la blanca Urna. 7^
, Ya tendremos ocasión de ver cuando tratemos
de José Jacinto Milanos, que esos lunares de Zenea
tienen su explicación y origen en las obras del
poeta de Matanzas. No sabemos por qué , ni atina-
mos tampoco á descifrarlo, siempre que de las
obras de éste se ocupan los literatos cubanos,
haciendo caso omiso de su Madrugada y de la
canción á la tórtola, sólo se fijan en la Madre
adúltera, A Larra, La ramera y otras piezas del
autor de El Conde de Alarcos, que, ó mucho nos
engañamos, ó son de lo peor que de su pluma ha
salido. Achaque será tal vez de nuestra corta inte-
ligencia y saber excaso , encontrar defectos donde
sólo hay bellezas , y desechar aquello que preci-
samente más nos venga en falta; pero... ¿por qué
no con fesarlo ? . . . no nos conformamos con meras
afirmaciones y nombres más ó menos respetables ;
queremos que se nos pruebe de una manera clara
y terminante, si composiciones en que abundan
versos como estos
9(3 LA poesía LÍRICA
^t No hay Dios ; el hombre es monstruo y su alma fea. n
i^La pobre cuna donde duerme un bulto n
^ Bendlda y muda ante el querer de bestia , n
pueden ser buenas ó aceptables siquiera para quien
se precia de rendir fervoroso culto á la verdad.
Entre las diferentes ediciones que se hicieron de
las poesías de Zenea , debe contarse primeramente
la que publicada por El Mundo Nuevo ^ de New-
York, corre magníficamente impresa desde 1873.
La que hizo el poeta en 1860 (Los cantos de la tar-
de) j lo mismo que la formada por los editores de
Las Brisas de Cuba (1856), á más de ser incom-
pletas, contienen infinidad de yerros y dislates.
Y aquí terminaremos estos apuntamientos , por
demás brevísimos y de ningún valor, añadiendo
que Zenea escribió en la Revista Habanera ( sema-
nario que dirigía en 1863) una serie de artículos
acerca de la literatura anglo-americana, que prue-
ban, cuando menos, lo familiar que debía serlo el
idioma de Ed. Poe.
Juan Clemente Zenea hubiera sido un gran poeta
con más meditación y estudio ; con la agitada vida
de conspirador y el corto número de sus años , sólo
ha dejado adivinar con sus versos un destello de su
genio.
BN CUBA.
97
Al repasar la preciosa historia de sus infortunios ,
¿quién no maldecirá la guerra? ¿quién no bendecirá
la paz?...
1874.
8tí LA poesía lírica
^m » ■> w ■ ■ ■ i>
ANTONIO VINAJERAS.
Con poca ó ninguna resolución y cobarde ánimo,
damos comienzo al presente trabajo. Antonio Vi-
najeras es amigo nuestro ; él , nos presentó al
público de Madrid, cuando por primera vez^bajo
el velo de un pseudónimo, dimos á luz un tomo de
versos. ¿Será -^ov eso menos imparcial nuestro
juicio crítico? ¡Quién sabe! Tal vez, sin darnos
cuenta de ello, incurramos en el mismo defecto
que de todo propósito señalamos en los demás; tal
vez pero, no; basta ya de suposiciones, que
algo ha de quedar para el curioso lector , y él verá
si caemos ó no en falta tan odiosa , que ya , en el
pasado siglo, era amargamente censurada por el
ilustre Montesquieu.
Los hijos de la América latina que hayan leido
las pampiroladas que se publicaron en la Habana
contra Antonio Vinajeras , se extrañarán de verlo
figurar en nuestra galería, y doblarán desdeñosa-
mente esta hoja , sonriendo con, malicia del puri-
tanismo del amor de estos Apimtes. No: no paséis
EN CUBA. N 9J
adelante sin detener la vis^a en esta página. Poco
juicio y no mucha cordura sería desestimar las
obras de este poeta, cuando aplaudisteis á Betan-
court, Chaves y Jacinto Valdés, y tuvisteis un
cariñoso saludo para la Hija del Ytcmuri. No son
razones las que alegáis ; los artículos publicados en
Las Brisas de Cuba , no prueban nada , absoluta-
mente nada, como no sea la poca pericia literaria
de sü autor, ilustre naturalista ciertamente, pero
campanudo y pentacróstico poeta, á quien vienen
de molde y como pedrada en ojo de boticario,
aquellos versos de mi amigo Villergas :
Es un poeta en invención muy flojo ,
y un literato en presunción muy fuerte.
Y para probar esto, no tendríamos más que
apuntar aquí alguna estrofa de su composición ^4
(tn arroyo, donde saca el j ugo almibarado de las
flores, y la tierra, en su fecundo seno, presenta
mil insectos, que alimenta
•
En aquel co.to espacio de terreno,
como dice este poeta por antífrasis; pero hacemos
í^racia de estas y otras muestras de poesía en estado
de canuto, y pasamos á tratar de Vinajeras, que,
á la postre, como poeta, vale más que él, mal-
r/ré lui.
Uno de los defectos que presentan las obras de
Vinajeras, es, sin duda, su número por demás
excesivo. Este autor tiene publicados á la fecha,
que í^epamos, cuatro gruesos volúmen3.H de poesías,
una novel/i — que, dicho sea entre y)aréntesis, es
su mejor lauro — y una porción de artículos poli-
100 LA poesía líbica
ticos y literarios. Su fecundidad, sobrada para el
número de sus años, no podía menos de perjudicar
el valor intrínseco de sus producciones: todo cuan-
to ganaron en universalidad , perdieron en correc-
ción y pureza , arrojando un déficit desfavorable á
la fama y buen nombre de Vinajeras. La admira-
ción sube de todo punto r-dice un panegirista —
cuando le vemos galantear con amoroso discreteo
á dama castellana , celebrando sus gracias y hechi-
zos, de la misma manera y con igual facilidad y
talento que estudia á Locke y á Kaut , y pronuncia
un elocuente discurso, en lengua extranjera, en
el Ateneo de Madrid. Necesario se hace un gran
esfuerzo para comprender á este literato efi todas
las esferas que abarca, y muy dificultosa sería,
para nosotros, la salida, de ser cierto el dicho
del panegirista, si en tal atolladero nos encon-
tráramos; pero , Igi suerte nos favorece, siendo
nuestro propósito más limitado y modesto, y á
poco que digamos llenaremos nuestro objeto , aun-
que malamente en su desempeño, pues andamos
de priesa y no tenemos talento y gracia para salir
airosos en tal empresa.
Comeflzó este hijo de Cuba á darse á conocer en
la época más calamitosa del romanticismo mele-
nudo, y aunque calvo, hubo de comprarse una
peluca, por no ser menos, y pagar tributo á la'
diosa casquivana , á trueque de cubrir la parte su-
perior de su individuo. Con tan descabelladas
aficiones, puWicó sus dos primeros volúmenes de
versos, dedicándolos al Instituto de Francia, rasgo
que hace notar uno de sus críticos con tono rum-
bón y burlona frase , no sabemos con qué motivo ,
ni por qué razón; pues, creemos que cada cual
EN CUBA. 101
puede dedicar sus obras á quien mejor le convenga,
sin que por estfi aumente ó disminuya el mérito
que ellaií atesoran ó los defectos que encierran;
Después., • ;pero ¡tate! íbamos á bosquejar, aunque
indirectamente, su biografía, y eso no estafen
nuestros papeles, y, tanto es así, que le hemos
3edido los suyos al autor de Enriqueta ^ sin que
lasta ahora este hijo de Matanzas haya dejado de
hacerse el sueco con nosotros, cosa que, franca-
mente, no comprendemos.
Mirad ¿ Dios ! El inñnito mismo
Estrecho viene & él.
Así da principio á la introducción de suá versos ,
y fuerza es detenernos aquí , para decirle algunas
cosas al oido , á fin de que no se enfade ; pues , de
otra suerte, si el que leyere se enterase de ellas,
motivo justo tuviera para enfado. — <Sr. de Vina-
jeras, eso de que Dios se viene estrecho á sí, me
parece una estrechez de entendimiento. ¿Le
gustan á V. las trompetas? Se lo preguntaba por-
que entro en gana de regalarle una muy chiquir-
ritica y muy mona , sólo por la curiosidad de saber
lo que hará V. con ella. ¿A qué^género corresponde
la voz infiaito? ¿Al neutro? Pues entonces, alma
de cántaro, ¿por qué dice V. el infinito y no lo
infinito y como debiera decir? Decididamente
usted quiere que yo le regale la trompetilla. »
Pero dejémonos de secretos, lector, y no te en-
fades, que sé bien que eso de hablarse al oido,
estando otros delante, es sólo privilegio de gente
enamorada y necia. Continuemos:
"Y lÁos violento
Con nuevos astros orna el firmamento, n
102 LA poesía líbica
<t De Guttemberg la gloria sin reirMo. n
ti La ilustración avanza triunfadora
« Queriéndose del todo presentar, n *
«
I Qué te parece de estos versos , lector carísimo ?
Son malitos, ¿eh?— Lo mismo digo,.
Si tuviéramos alguna autoridad en materia lite-
raria y nos atreviéramos á tanto, aconsejaríamos
á Antonio Vinajeras que se circunscribiera, á la
índole peculiar de su genio poético, y que no se
remontase á las altas regiones de la poesía especu-
lativa, que es ciencia esquemática; porque le en-
contramos más inspirado , correcto y pulido ,
cuando en tono menos rimbombante celebra la
belleza del universo y canta á las flores en la in-
troducción antes citada :
Azucenas de Abril! galanas flores
Que vuestro seno abris ruborizadas
Guando evapora el sol con sus fulgores
Del ro&io las perlas condensadas.
Aquí hay belleza y fácil expresión y gracejo , y
no en esas otras composiciones en que á fuerza de
remontarse y se pierde por la,s nubes, empeñgido en
parecer tan pentacróstico como el celebérrimo
autor del artículo de Las Brisas; cosa que, á la
verdad , no consigue , porque Vinajeras es al fin y
al cabo un simple mortal á quien no es dado alcan-
zar á la realización de un imposible. Y no vaya
nadie á creerse ,' que en esas mismas páginas de tan
desbaratada poesía no hay algún rasgo , tal cual
atisbo de lo que sería este autor , si , como hemos
dicho, se ciñera á la propia índole de su carácter
poético. Sirvan de ejemplo sino estos versos que
EN CUBA. 108
tomamos de sus odas á la Lucha del Atlántico y
A I Niágara :
^ Ante el raudo Amazona
Dadme , os lo mego , la sonora lira
Que al Ki&gara cantó: — sreá el gigante
De los ríos del Snr , que viene airado
Con vigorosa frente;
Y en paso venoedor y hondo rugido ,
Dando á los vientos su fragor profundo ,
Y anunciando terriñco á su paso
Que es corto cerco á. su furor el mundo, n
(* Partes resonando ,
Atruena bosque y selva tu rugido,
Y entre cavernas cóncavas perdido
£1 eco se derrama«retumbando. n
« Señor ! Señor! te he visto levantado.
En alas de tus rayos; tu grandeza
Dejó de gloría al corazón bañado ;
Y postrándome al punto y asombrado ,
Adoró tu grandor y tu belleza.
Mas nunca , ¡oh Dios de la verdad suprema!
Te miró como aqui grave , brí liando,
Siendo de eternidad divino emblema
El Niágara á tus plantas rebramando,
^ Tu gloría el sol , el mundo tu poema ! n
Desgraciadamente para la reputación literaria de
este autor comenzó á darse á conocer en .el período
álgido del romanticismo de los duendes y brujas,
y de los corazones hastiados y almas corrompidas,
y de su nacimiento resiéntense no poco sus obras.
Pudiéramos hacer aquí un lijero estudio de aquella
época, apuntando todo lo malo que en ella hubo y
lo bueno que , por descuido , se conservó ; pero esto
104 LA poesía lírica
fatigaría la atención del lector y nosotros, al trazar
estos apuntes,. no nos proponemos sentar plaza de
sabios ni de eruditos siquiera, y sí presentar, á
grandes rasgos , lo que valen estos poetas , que , á
pesar de haber nacido en América , no son cierta-
mente cosa de el otro mundo.
No sólo escribió Antonio Vinajeras en vereo cas-
tellano , sino que también echó su cuarto á espadas
en la lengua del proscripto de Jerse}\ Aunque no
debiéramos ocuparnos en tales cosas , por no ser
de nuestra incumbencia , sin embargo , no podemos
resistir á la tentación que se nos viene , de copiar
aquí una poesía , escrita en esa lengua , que , j)or
lo fácil y sencilla , no dejará de caer en el agrado
de todos.
Dice así :
TOUJOURS A TQI. ^'^
Pensar, dttdar, — V. H.
Si m ' adressant aa ciel, si caressant ma lyre y
Je Yoyais ton regard mon áine q[ui soupire
(1) Esta composición se halla precedida de la siguiente nota ,
puesta por Thalés Bernard, elegante escritor premiado' por la
Academia francesa, u Nous avons pensé que nos lecteurs verraient
avéc plaisir ees strophes éscrites dans notre langue par un
étran^er qui aime passionnément la Franco , M. Vinajeras , que
1 * Ünion des Poetes est heureuse de compter au nombre de ses
membres.— Né le 9 Octobre 1833 , í Matanzas , dans 1 *■ ile de Cuba,
M. Vinajeras, est yenu habiter I^ Europo en 1854. Fixé ¿ Paris
depuis une année , il y a publió deux voíumes de vers remarqua-
bles, débiés á 1 ^ Institut , dans lesquels il essaie d ^ unir la sciénce
et la poésie. M. Vinajeras, lié personnellemeht avec nos plus
illustres écrivains , et particuliéremen aeree M. Villemain . est
aujourd ^ hui membre de 1 ' Institut historique , de la Société libre
des Beaux-arts et de 1 ' Académie impériale do Bouen. II est de
BN CUBA. 105
Vivrait sans sa doulear;
Et toi ; bi^llante i^amme , astre de ma fortuna ,
Tu serais ¿ mes yeusf: le rayop.de la lune
Sur le front du Seigneur !
Btoiles ! doux réphyrs ! o fleurs ! o poésse !
Donnes-moi pour toujours le souffle de la vie ,
Car je vis pour aimer ;
Je vis pour voir les y eux de 1 ' etre que j ' adore y
Dans les astres du ciel , sur le frdut de 1 'aurore ,
Sur les flots de la mer !
Bt toi , revé de 1 ' ame & 1 ' ame entrelaoée ,
Becois oes vers plaintifs , reoois , ma bien-aimée ,
La voix d ' un coeur absent.
Toujours jópense ¿ tois , c 'est pourtoi que j 'inyslore
Cet astre dominen que 1 ' univQrs bonore ,
Eubis du firm<^menti
I Hablaremos de Enriqueta ? Hemos dicho ya
que esta novela es la mejor obra de Vinajeras , y
lo repetimos aquí , añadiendo que el capítulo titu-
lado, si mal no recordamos, Una tempestad en el
Escorial , es de lo más bello y animado que , en
este género de trabajos literarios, se ha escrito en
Cuba. Pocas son las novelas cubanas que hemos
leido , y si nos desentendemos de las de la Avella-
neda, no conocemos ninguna superior á Enriqueta.
Thalés Bernasd.
Paris.— 1859.
(BuMin de V Union des Poetes)»
IOS LA poesía líbica
Y sentimos de todo corazón no poder analizar esta
obra, ni ocuparnos tampoco en el estudio de otra
no menos importante (sus discursos y artículos),
por no darle este bromazo á áu campanudo y pen-
tacróstico crítico. Pero ya que no de ese modo, por
no consentirlo el plan que nos hemos trazado , no
perderemos la ocasión , porque sabemos que la pin-
tan como al señor Vinajeras, y sobre otro punto
diremos algo^ no mucho, al célebre y distinguido
naturalista habanero.
Por ejemplo, dice dicho señor, que el poeta de
quien tratamos, confunde con bastante frecuencia
los sonidos de la v y de la & , aconsonantando leves
con bebe, etc. : y esta falta , á sus ojos tan enorme ,
tan piramidal , es para nosotros perdonable eü un
joven que comienza, cuando hombres de tan gran
valía como Quintana, Hartzembuch y otros la co-
meten. Véanse, sino, los siguientes versos:
Mas no la ley que permanente y viva
Manda y anima al corazón del hombre ,
T en el orden del mundo eterna estriba
Y no queremos recurrir á tomar ejemplos de
Cuba Poética y colección escojida de. versos, porque
esto nos parece ridículo, aunque tratándose del
asunto que ventilamos todo es poco. Como se vé ,
la observación del Decano de la facultad 'de Filo-
sofía y Letras en la Universidad de la Habana,
carece de valor y de importancia; bien qué, sien-
do cosa tan nimia é insignificante como los lunares
que señalamos, lo extraño sería que tuviese algún
valor.
'• Y ya es hora de dar remate y terminación á
EN OÜBA.
107
este artículo, por demás largo. Poco ó nada pu-
diéramos añadir á lo que llevamos dicho. El mérito
de los versos de Antonio Vinajeras no es tanto
como han pretendido algunos ; tienen muchas in-
correcciones , muchas faltas gramaticales, muchos
prosaísmos, muchos.., ; pero á pesar de sas defec-
tos, y á pesar de la peluca, preferimos las obras de
este autor á las de Briñas , Cárdenas y Chaves ,
Jacinto Valdés y tantos otros, que lucen plumas
de pavo real en las letras de Cuba, sin ser ni más
ni menos que grajos al estilo del que nos habla el
fabulista; aunque, á decir Verdad, si á ello se nos
apura y se hace forzosa la elección , nos quedamos ,
sin ninguna.
París. — 1872.
En el primer número de El Solfeo , periódico sa-
tírico de Madrid (7 de Marzo de 1875), leemos la
siguiente nota , que copiamos á la letra :
" D. Antonio Vinajeras ha sido nombrado vice-oónsul de España
en Macao.
Están , pues , de enhorabuena :
El Sr. Vinajeras y Macao y el estilo Víctor Hugo (e9peeiáíidai del
Beñor Vinajeras » ) .
Habana.— 1875.
108 LA poesía líbica
Al dar cabida , en el presente libro , al artículo
que antecede, echamos de menos la parte bio-
gráfic/a-
Le habíamos pedido, al Sr. Vinajeras, cuenta de
su vida y milagros , á fin de llenar ese hueco que
deseguida notamos ; pero este buen señor , con la
modestia que tanto le distingue , nos ha dado la
callada por respuesta, empeñado en llamarse
andana^ cuando sabemos de 'buena tinta que se
llaiüaa — ¿Cómo se llama? — Le regíilamos una
trompetilla á quien nos lo diga.
¿A que no aciertan Vds.?
k
Habana. — 1878.
Hace pocos años viajaba yo en el Méndez Nuñez,
vapor-correo de la Compañía de López. íbamos
con rumbo á Cuba, y entre el abigarrado pasaje
había algunas familias habaneras que regresaban
á su país después de visitar la gran Exposición que
tuvo lugar eñ la capital de la vecina república. El
' tiempo hermoso y apacible ahuyentaba de nuestro
ánimo el recuerdo temeroso de los peligros del
mar. José Antonio Cortina y Tejera, hacían el
gasto de la conversación; el uno, entusiasta y
verboso , con su natural y rápida palabra nos en-
tretenía agradablemente; el otro, con sus capri-
chosas barcarolas y cancionetas, nos recordaba que
la raza de los poetas es eterna en Cuba , por más
EN CUBA. 109
quo ftiesen , con Tejera, á encontrar su inspiración
en las nebulosas márgenes del Rhin y del Elba.
Tiempo después, y ya cansado de estar en la
Habana , f uíme una noche al Ateneo en busca de
impresiones gratas al espíritu , y tuve el gusto de
ver colocado en la tribuna al Sr. Vinajeras, leyen-
do un discurso de Viernes de- Cuaresma. Sorpresa
grande fué para mí , que imaginaba estuviese este
autor en Madrid , encontrarle en semejante sitio.
Con voz meliflua y tono que por lo dulzón y almi-
barado se despegaba un tanto del oido , leyó nues-
tro matancero muchas páginas de proiía poética ,
sustentando principios que no hallaban sólido afian-
zamiento en su argumentación pobre y enteca.
Olía su oración á panegírico, y picaba en alaban-
za poco discreta de otras edades , para que pasase
inadvertida , allí donde tantos corazones, jóvenes
y generosos latían, rindiendo culto ferviente y
puro á la libertad. Así fué que , á poco de concluir
Vinajeras, levantóse Cortina, mi compañero de
viaje , y con ademan descompuesto y airado , con
desordenada pero elocuente palabra, contestóle
entre los aplausos de todos.
¡Y qué diferencia tan notable! El Sr. Vinajeras
leía acompasadamente ; su voz era igualmente me-
liflua ; su tono dulzón , como queda dicho , y algo
empalagoso ; su acción rígida y meditada y medi-
da. Cortina, por el contrario : los ondulantes rizos
de su caprichosa cabellera batían al aire con los
movimientos de su cabeza artística y escultural ;
sur palabra premiosa al par que expontánea era á
trechos elocuente é inspirada y á ratos perezosa y
lenta , como á veces nos alumbra el sol con luz
brillante, y á veces se anubla y oscurece; su ade-
lio
LA poesía líbica
man descompuesto é irritado acompañaba á la
frase y sufría sus veleidosas alternativas, Ay ! y
cómo se revolvía contra su paisano , que tras largos
años tornaba al nativo suelo! con qué dureza le
atacaba!
El Sr. Vinajeras aplaudió á su contrario y por
medio de un señor , que no conozco , nos anunció
que , estando cansado , se reservaba para otro dia
la tarea de rebatir las proposiciones de su contrario.
Yo , al saberlo , no quise volver al Ateneo ; el señor
Vinajeras , parece que fué de mi opinión y no vol-
vió tampoco. En cambio el Director de La Revista
de Cuha^ sigue conquistando laureles en aquella
sala donde tan mal parado quedó el bueno de Vi-
najeras.
Grado — 1882.
J-.-I
•• A-
PB-37936«SB
534-09
5-cc
B/T
i
{
3 6105 033 476 541
151°
G-7
Stanford University Libraríes
Stanf ord, California
Bttnri tUi IbMk oa ot Won date dne.
JAN -(i 1386
fED 8I98S