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Full text of "Revista de Buenos Aires, Historia Americana, literatura, derecho y veriedades"

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AP 

Ó3 


REIMPRESIÓN    EXACTA    Y    AUTORIZADA    OC 

"LA  REVISTA  DE   BUENOS  AIRES" 

POR  LA  Biblioteca  Americana 


Arturo   K.   FíOjjí^z — ^Kdictor— »Viptoria  76í) — Huonos   Aires. 


I 


HISTORIA  AMERICANA,  LITERATURA  Y  DERECHO 


Periódico  destinado  á  la  República  Argentina,  la  Oriental 

del  Uruguay  y  la  del  Paraguay. 

PUBLICADO  BAJO  LA  DIRECCIÓN 

DE 

Miguel  Navarro  Viola  y  Vicci)fe  C  Quesada 

(ABOGADOS) 


TOMO  XI. 


j         4  * 


BUENOS  AIRES 
Imprbnta    de  Mayo,  241  Calle  Moreno  243 

1886 


Siendo  en  su  mayor  parte  inéditos  los  trabajos  de  *'La  Beviata 
de  Buenos  AireB",  ee  prohibe  la  reimpresión  de  ellos. 


5^  «jp  «a^í 

r 


1.K  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


Riitorla  Amerlcim.  Literatura  y  Dereelii 


AÑO  IV.         BUENOS   AIRES,  SETIEMBRE     DE  1866.  No.  41 


HISTORIA  AMERICANA. 


DON  FEDERICO  BRANDSEN 

Capitán  -de  oabailleriía  del  ppiíui'er  Imperio  francés» 
Caballero  de  la  Rea.l  Orden  Italiatnia  de-  la  Corona  d-e  Fierro,. 
Coindeeoírado  con  la  Lejion  de  Honor, 
Ayudautie  del  Príncipe  Bujemio; 
Coronel  d-e  caballería  de  kn  Kepúblicsai  Argentina, 
Capitán  de  la  nusmia  arnua  en  el  ejército  de  Chile, 
J<?injeral  de  Brij^ada  leí  Perú, 
Benemérito  de  la  Orden  del  Sol, 
etc.,  etc.,  etc. 

( Con  t  i.mi  a  c  i  on, )      ( 1 ) 
III. 

Si  la  partida  de  (.)soriü  del  teatro  de  la  guerra  no  s€- 
r€n<)  de;l  todo  el  horizonte  político,  fué  al  im-enos  una  de  las 
postreras  convulsiones  de  un  euerpo  vigoroso  que  habia  re- 
cibido su  golpe  de  muerte,  y  debia  eoneluir  en  breve  con  la 
óesítruccion  del  absurdo  sistema  colonial,  en  la  patria  de 
Caupoliean  y  Lautaro ! 

El  anciano  coronel  Sánchez,  qu-edaba  pues  con  la  espi- 


3.     Véase  la  pajina  47  del  tomo  VTII  de  esta  ** Revista 


»  7 


H  LA  BEVISTA  DB  BUENOS  AIEES. 

ñosa  investidura  de  jeiieral  en  gefe  d-el  diez-mado  ejército 
real,  de  cuyo  mando  se  entregó  el  5  de  setiembre  de  1818 
dedicándos-e  desde  luego  á  inistruinlo  con  una  constancia 
admi rabie,- ccmiio  -el  único  medio  d«e  •.miante.ner  la  moral  y  que 
no  se  relajase  la  disciplina  en  hcmbres  m'al  pagados  y  peor 
veis^tidos. 

El  sucesor  de  Osorio,  era  un  oficial  que  goza;ba  de  bue- 
na opinión  y  ¡mincho  prestí jio  entre  las  iiníasas  de  Concep- 
ción y  pueblos  adyacentes  por  su  perfecto  conocimiento 
del  teatro  en  que  operaba,  avezado  ya  á  esa  guerra  de  re- 
cursos á  que  se  preciaba  admirablemente  aquel  (terreno  tan 
accidentado  y  con  ila  que  conisiguió   fatigar  á  Carrera  en 

1813.  ^  '  ^  • 

Era  simple  eomandante  del  batallón  Penco,  euando  el 
desgraciado  brigadier  Pareja,  mo'mentos  antes  de  espirar, 
haciendo  justicia  á  sju  mérito,  le  encargó  la  dirección  del 
fuerpo  esx)edicionario  que  mandaba — salvando  sus  reliquias 
á  fuerza  de  coraje  y  enerjia  en  la  reñida  aeeion  de  San  Carlos 
á  mediados  de  mayo  de  aquel  año. 

Eh'  seguida  lo  venxos  distinguirse  en  la  defensa  de  Chi- 
llan, teniendo  .la  gloria  de  coircurrir  -.mas  tarde  á  la  desespe- 
ra<da  de  Takahuano,  en  la  que  al  frente  de  sus  Penquistas, 
sobresalió  en  deciision  y  arrojo. 

Bmmero,  no  bastaron  lestos  antecedente.s  honorables, 
ni  que  la  naturaleza  le  hubiese  prodigado  á  ni'anos  Menas 
el  valor,  .para  escudarlo  de  kxs  tiros  ponzoñosos  de  la  en- 
vidia. 

Sus  émulos,  principiaron  por  criticar  sus  concepciones 
estratéjicas,  negándole  capacidad  suficiente  para  el  buen 
desenupeño  de  un  puesto  de  importancia,  hasta  que  logra- 
ron que  el  Virey  de  Lima,  pospusiera  sus  sacrificios  al 
favor. 

Pero  San<*hez  demostró  ser  hombre  de  carácter,  y  á 
j>esar  de  su  edad  provecta  y  de  ostigarlo  el  recuerdo  del  de- 
sabrimien)to  con  que  se  hablan  compensado  sus  servicios 
hasta  entonces,  su  ciega  obediencia  á  la  ordenanza  militar, 


CORONEL  BRANDSEN.  7 

íio  enfrio  en  »?1  ese  caudal  inagotable  de  actividad,  tan  ne- 
cesaria para  su  causa  en  aquellos  críticos  moinientos. 

Xo  contento  con  organizar  la  defensa  de  los  pueblos  de 
los  ^njeles  y  C'hillan,  al  primer  anuncio  de  haber  dado  fon- 
do en  Taleahuano  algunos  trasportes  españoles  con  tropas  de 
<1(  s(Miibarco,  se  trasladó  á  aquel  puerto,  donde  no  tardó  en  sa- 
ber la  pérdida  de  la  fragata  *  Reina  ]\Iaria  Isabel"  y  otros  bu- 
ques de  la  espedicion  apresados  por  los  patriotas.  Esta  ines- 
i)erada  emergencia  y  el  desaliento  que  se  siguió  á  ella,  hi- 
cieron que  el  Jete  realista,  después  de  un  consejo  de  guerra. 
e\'aeuase  á  Concepción  y  Taleahuano,  replegándose  á  los  An- 
.jdes  con  arreglo  á  sus  instrucciones,  como  el  paraje  mas  in- 
mediato al  territorio  araucano,  último  refugio  que  les  que- 
daba, para  el  caso  de  sobrevenir  un  nuevo  desastre.  (7) 

Sin  embargo  de  e.sto,  se  ha  dicho  ignorándose  el  funda- 
mento, que  liubiéron  sus  negociaciones  secretáis,  ^  fin  de  qu*; 
♦Sancliez,  ya  niansado  de  la  guerra,  y  agriado  como  estaba  con 
iiiuchos  d(í  los  suyos,  que  tenian  en  menos  servir  bajo  sus 
órdenes — descoJiociera  la  autoridad  del  Rey  ó  abandonase 
^\  pnis  con  sus  fuerzas  que  constaban  á  la  sazón  de  los  bata- 
lloí.«es  ('oncf'pcio)i  ij  VaUlavia  (ambos  casi  en  esqueletos),  es- 
cuadrones, Drayoues  dt  la  Fontcra  y  de  Chillan,  algunas  mi- 
licias de  iníanteria  de  la  Florida  \j  Bcrc,  id  de  caballeria  de 
Ja  Laja,  y  seis  piezas  de  tren  volante,  sin  incluir  los  indios 
araucanos  del  cacique  Vniancio,  algunoí?  dispersos  de  Maipo 
nial  regimentados  y  por  último  un  batallón  del  Tejimiento 
Canlahria,  recien  desembarcado  de  la  Península,  formando  el 
lodo,  un  ])ersonal  de  poco  menos  de  2000  hombres  de  pelea. 

Pero  sea  de  ello  lo  que  se  quiera,  pronto  debia  despejarse 

7.  Kefiere  **>Jr.rros  Arana '\  en  su  ''Historia  Jeneral  de  la  In- 
fle pwid.^n  cía  de  (hile"  que  el  14  novie'mbre  1818,  dejairon  á  (^ouciep- 
I  ion  para  sorTu'r  á  8an.»ihez,  aíliemaeí  de  un  cre-eido  número  de  f-railies 
y  clérigüs,  b)das  Irjs  monjas  *'Triiniitariois»''  de  a«qu^l  Tnorn'as'terio,  mi. 
fricindo  grandes  ppnairias  ekn  e«a  Ttetiradu-  knta  y  dtesaa-trosa  y  lats  que 
tn  adelante,  .según  Menendez,  prefirieíran  vivir  eutre  los  Indios  á  ne- 
t;resar  á  suuS  conv^'ntos,  á  fposar  de  las  repeitidas  inístafnciías  del  gn- 
l)i,t\nno  e]i¡lien>  y  de  l-a  mt^^v'or  parte  de  los  habitantes  de  lia  eiudad  que 
lii.'l)  i  a  n  a  ba.n  do-nado. 


8  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

la  incógnita,  confiándose  á  las  armas  la  resolución  del  pro- 
blema. 

IV. 

Desembarazado  en  tanto  el  Gobierno  de  O'HiggiiLs  coa 
la  promulgación  de  la  constitución  provisoria  y  la  termina- 
ción del  costoso  equipo  de  la  escuadra  patriota  que  distraia 
en  gran  parte  los  fondos  disponibles — se  converjieron  todos 
los  esfuerzos  á  la  nueva  campaña  terrestre,  que  tomando  la 
ofensiva  de  un  modo  decisivo,  debia  limpiar  el  sur  de  Cliil* 
de  los  últimos  restos  del  ejército  real  ya  demasiado  trabaja 
do  por  la  deserción  y  la  miseria  á  que  lo  redujo  la  incomuni- 
cación con  el  Perú,  puesto  que  pocos  ó  bien  reducidos  eran 
los  socorros  que  podía  sacar  de  la  esquilmada  provincia  de 
(•oncepcion. 

Consecuente  con  este  propósito,  en  el  mes  de  setiem- 
bre, el  número  3  de  infantería,  fué  á  robustecer  la  pequeña 
división  del  coronel  Zapiola  que  dejamos  acantonada  en  Tal- 
ca— recomendándosele  á  la  vez,  activara  las  operaciones  mi- 
litares de  que  estaba  encargado. 

Después  de  tomar  este  Jefe  algunas  medidas  preventiva^' 
para  engrosar  su  vanguardia  estacionada  en  el  Parral,  bajo 
Jas  órdenes  de  Cajaraville — en  los  primeros  dias  de  octubre 
se  moyió  de  su  campamento  con  dirección  á  aquel  punto, 
haciendo  adelantar  al  propio  tiempo  mas  al  sud,  la  corta 
/uerza  situada  en  Cauquenes  con  el  objeto  de  vijilar  me- 
jor  al  enemigo. 

Hemos  apuntado  antes,  que  Brandsen  servia  en  el  Regi- 
miento *' Granaderos  á  Caballo  *'  fuerte  de  cerca  700  plazas 

Habiendo  quedado  en  Talca  el  escuadrón  del  capitán  don 
José  María  Rivera,  al  que  estaba  agregado  entonces,  en  la 
tarde  del  6  de  noviembre  (1818)  recibió  orden  de  aprontarse 
á  marchar  con  aquel  al  dia  siguiente  de  madrugada,  con 
dirección  á  San  Carlos,  punto  en  que  debia  reunirse  toda  la 
división  de  operaciones. 


CORONEL  BRANDSEX.  í^ 

En  efecto — siguiendo  la  ruta  de  Cauquenes  y  el  Parral  á 
las  4  de  la  tarde  del  8  llegó  á  San  Carlos,  donde  encontró  ya 
rv»concentrada  aquella. 

•  Esta  villa  fundada  en  ld07,  con  sus  calles  rectas  y  espa- 
ciosas, está  sitaada  en  una  vasta  y  magnífica,  llanura  que  sa 
estiende  sin  intermisión  hasta  las  márjenes  del  Nuble. 

Brandsen  volvió  á  ver  allí  á  sus  amigos  Viel  y  los  dos 
Bruix,  entrevista  que  después  de  una  larga  separación  lo 
sirvió  de  un  gran  consuelo,  como  él  mismo  nos  dice  en  sus 
Apuntes.  (8) 

Durante  su  corta  permanencia  en  San  Carlos  observó  se- 
gún su  costumbre,  que  las  calles  que  desembocaban  en  la 
plaza,  en  cuyas  casas  estaba  acuartelada  la  tropa,  no  se  ha- 
bían atrincherado,  cortado  ni  obstruido  de  modo  alguno — 
circunstancia  (jue  le  hizo  reflexionar,  que  un  jefe  hábil  y  em- 
jjrendedor,  hubiera  podido  forzar  las  avanzadas  en  la  noche, 
caer  sobre  la  plaza,  sorprender  á  los  centinelas,  incendiar 
las  casas,  y  acuchillar  á  los  soldados  dormidos  y  espantados. 

Felizmente,  la  moral  del  militar  español  habia  desapare- 
cido tn  el  campo  de  Maipo,  y  su  ánimo  permanecía  aun 
embargado  por  el  estupor  de  la  derrota  y  muy  ajeno  por  lo 
tanto  de  pensar  en  un  golpe  de  audacia  en  medio  del  abati- 
núento  que  lo  rodeaba. 

A  las  3  de  la  tarde  del  9  de  noviembre  se  movió  la  colum- 
na para  ir  á  tomar  posiciones '  sobre  el  Nuble.  Ya  habia 
anochecido  cuando  alcanzó  la  orilla  del  monte  Perales,  que 
dista  como  \ina  legua  del  rio,  y  se  encontraba  á  la  altura  de 
la  capilla  de  Cocharca — Vivaqueó  en  ese  parage,  apoyada 
en  el  bosque  y  dando  el  frente  á  la  llanura. 

''Esa  falsa  posición  (prorrumpe  Brandsen)  no  dejó  de 


8^     I>eibemos   prevenir  qiDe   para   la    redaxícioin    de  <^5?ta    parU>    de 
nu«rtiro    titabajo,   »iai   perjiíicio  de   las   obras   c»(>ii»u Hadas,    hornos    te- 
nido par  ginia  loíi  **  Apimttes''  le-munciíaido»,  **lo9  q-ue  pr¡.iK?ip¡'an  <*1  5  de 
novíjembrie  de  1818  y  tiermiMm  el  12  de  niar7/>  d«  1819."     Es  un  pre- 
cioso a<utóigrafo  eserito  en  frauíees^  durante  aquella  .pen<)fiísiina  cani- 
.paña  tan  glotriosa  como  poco  conocida — ^y  á  <una  feliz  caaualidad  se 
debe  su  descubrimiento  entre  los  papelea  del  h^roe. 


10  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

sorprender  á  todos,  tan  contraria  nos  pareció  á  los  principios 
mas  comunes  de  la  prudencia  militar  y  á  las  precauciones 
excesivas  de  Zapiola.  En  efecto  200  hombres  decididos,  hu- 
biesen traido  la  confusión  á  nuestro  campo  y  obligaiip  á 
nuestra  caballeria,  sorprendida  é  indefensa  á  precipitarse  y 
i)erderse  en  el  monte  cuyo  terreno  os  desigual  y  pantanoso 
Client  ras   ([ue   al   contrario,   colocada   atrás   del   bosíiue,   ella 

t«'nia  una  defensa  natural  y  casi  insuperable. 

Levantado  el  campo  á  las  6  1|2  de  la  mañana  del  10,  .se 
encontró  que  la  barca  del  paso  habia  sido  echada  á  jaique — 
por  cuya  razón,  la  división  siguió  costeando  el  rio  hasta  la 
altura  del  vado  de  Dadinco  donde  debia  esguazarlo  auxilia- 
da por  los  mejores  prácticos  del  lugar,  cuando  como  una  le- 
gua antes  de  llegar,  se  dio  orden  de  hacer  alto,  perdiéndose 
asi  la  oportunidad  de  sorprender  la  retaguardia  realista  ó  al 
menos  tomarle  su  caballada  y  ganados. 

Después  do  gran  vacilación,  contramarchas  y  reconoci- 
mientos, ha})iendo  recibido  partes  repetidos  de  la  debilidad 
del  enemigo — el  cual,  en  la  persuacion  de  que  las  fuerzas  que 
le  picaban  la  retaguardia  eran  muy  numerosas,  esquivando 
:in  encuentro,  se  corria  por  la  vera  norte  hacia  los  Andes — 
se  determinó  por  fin  Zapiola  á  hacer  bandear  el  rio  á  un  des- 
tacamento de  40  hombres  con  el  capitán  Brandsen  a  su  ca- 
neza con  el  objeto  de  descubrir  al  enemigo  que  se  ocultaba 
en  un  morro  formado  por  la  barranca  (9).  Est-e  lo  ve- 
rificó en  el  acto  por  el  vado  de  Dadineo,  donde  aquel  se 
divide  en  tres  brazos  de  los  cuales  el  último  es  corrento 
so  y  muy  profundo. 

Dispuso  asi  mismo,  que  un  escuadrón,  una  compañía  v 
una  pieza  de  artillería,  pasaran  en  protección  por  el  esguazo 
del  Guape,  en  que  al  Nuble  se  precipita  c(m  violencia  y 
estrépito,  teniendo  la  suficiente  profundidad  para  que  per- 
di  osen  pié  los  caballos. 

9.     V.  Parto  do  Za])i()la  á  Halcarco  etc.  Gacv^ta  do  Buonios  Aifes 
No.—lOl— (10  dieiiembre  de  ISIS.) 


CORONEL  BRAXDSEN.  11 

Ambas  fuerzas  tocaron  simultáneamente  la  ribera  opues- 
iii,  y  desprendieron  batidores  en  la  llanura  para  que  rejistra- 
sen  los  potreros  y  las  casas,  llegando  hasta  Chillan,  donde 
lio  dt'neontraron  un  solo  soldado  español,  /i  pesar  de  que  en 
Dadinco  se  sintieron  algunos  fusilazos  disparados  por  la 
jífute  del  partidario  José  ]\Iaria  Za])ata  y  la  que  tan  luego 
como  los  patriotas  se  echaron  al  agua,  huyó  á  toda  brida. 

Desechando  estos  avisos  como  la  protesta  del  paisano 
].nsionero  que  se  condujo  a  su  presencia,  el  coronel  Zapiola. 
ílemasiado  temeroso  de  una  sorpresa  y  contra  la  espectativa 
.'i(^n(Mvd.  ordenó  que  las  tropas  que  habiaii  pasado  el  rio,  aban- 
donasen sus  posiciones  y  lo  repasaran  en  el  acto  por  el  vado 
4l'^  (luape,  operación  que  á  causa  de  Ja  violencia  de  la  cor- 
riente y  la  aproximación  de  la  noche,  costó  la  vida  á  nni- 
<Iios  soldados.  El  subteniente  del  N.o  l.o  Ignacio  Dueñas. 
i'ii  sarjento  y  siete  ú  ocho  de  caballería  é  infantes,  hablan 
;  :i  perecido  en  el  primer  paisaje. 

De  este  modo,  por  un  sentimiento  de  precaución  inespli- 
<'al)h\  toda  la  división  tornó  á  ocupar  su  primitiva  posición 
;  vivaíiueó  en  la  i)lanicie  (jue  avecinda  el  esguazo  de  Dadin- 
<o.  hasta  la  mañana  siguiente  en  que  la  caballería  fué  la 
priunra  en  pasar  el  Suble  por  el  vado  falso  de  Lala  á  una 
hora  del  de  Guape — picada  peligrosa  por  su  estension,  sus 
vueltas,  la  r?[)idez  de  la  corriente  y  la  caida  de  las  aguas 
<les(le  una  el(»va(ion  al  cauce  del  rio.  y  las  que  habian  adqui 
rido  un  considerable  volumen  con  los  dias  de  calor. 

El  Nuble,  nace  al  nordeste  en  la  cordillera  y  vá  á  per- 
derse al  oeste  en  el  Océano  Pacífico.  Es  un  torrente  impetuoso 
í.nxe  arrastra  sus  aguas  con  fragor,  sobre  un  lecho  desigual 
<l''  grandes  guijarros  que  en  su  curso  desprende  de  los  Andes 
Los  tres  vados  por  donde  pasó  el  ejército  patriota,  (Dadinco 
Guape  y  Lala)  son  muy  difíciles  y  peligrosos.  Sus  aguas  se 
ongrosan  con  la  fuerza  de  las  nieves,  bajan  durante  el  dia  y 
la  noche,  siendo  el  alba  ó  la  mañana  el  momento  mas  propi- 
lio  para  vadearlo.  No  obstante,  Zapiola  lo  hizo  pasar  á 
mediodía. 


12  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Sin  embargo  de  la  actividad  y  esfuerzos  que  se  hicieron 
fse  dia,  no  se  logró  vadear  toda  la  eaballeria,  y  tuvo  que 
dejarse  destacada  la  compañia  del  capitán  Cajaraville. 

Una  parte  del  N.o  3,  pasó  el  vado  á  la  grupa  y  el  ivsto 
por  el  rio  en  una  mala  balsa.  La  caballería  fué  á  acampar 
en  las  proximidades  de  la  hacienda  de  (.'uricó  mientras  que  la 
infantería  vivaqueó  á  vanguardia  del  paso. 

Así,  la  demasiada  prudencia  de  Zapiola  que  temía  verse 
fí  cada  momento  rodeado  de  enemigos,  costó  muchas  vidas,  el 
cansancio  de  los  caballos  y  la  pérdida  d?  las  grandes  venta- 
;,i^H  que  pudieron  reportarse  aíjuel  dia  sobre  los  españolea 
dejando  asimismo  espuestas  al  saqueo  á  Chillan  y  á  las  fa- 
milias de  los  neutrales  ó  adictos  al  partido  republicano. 

El  12,  con  el  auxilio  de  tres  balsas  construidas  con  infini- 
to trabajo  por  la  falta  de  recursos,  terminó  el  pasaje  del  res- 
to de  la  División  y  imuiiciones.  siendo  Zapiola,  el  liltimo 
en  verificarlo. 

A  las  5  de  la  tarde,  reunidas  las  tropas  en  Curicó,  fueron 

{\  campar  en  Chiquilmavida,  paraje  apartado  del  camino  y 
el  que  se  encuentra  á  tres  leguas  de  (Miillan  donde  entraron 
al  amanecer  del  siguiente  dia. — Súpose  alli,  que  hacia  tros 
(¡ue  el  gefe  enemigo  Lantaño  con  una  fuerza  de  700  hombres 
lo  liabia  evacuado  con  dirección  al  pueblo  de  los  Angeles, 
llevando  consigo  una  gran  parte  de  los  habitantes  con  lo 
mejor  que  tenian  y  dejando  á  su  retaguardia  un  destacamen- 
to de  25  ó  80  milicianos  con  el  partidario  Zapata. 

San  Bartolomé  de  Chillan,  célebre  por  los  Padres  de  la 
lUicna  Muerte,  realistas  consumados,   (10)   era  una  peciueña 

10.     **E1  hermoso  convento  de  estos  *' Padres'',  se  haUó  provisto 
]>aii;  wsns  rip-oroís^is  vi-jiliías  d-e  un'a  abu.nidan.tp  *  *  «Ic-spensa  "  una  cojmo- 
sa  **b<Mlega"  de  esquisitos  vinoa  y  urna  quinta  llena  de  verdura.     No 
faltó    un    sa<*ríl.?go    oficial    d-el    Reji miento,    lla.mj.'do    Pa'ít.orizíi    (reli- 
jijioFO    Bíptlenirta)    qai*^    puífl.r>io    fuejjo    á    los    claustros,    el    que    tomó 
mu-cho  cuerpo  y  fué  necesario  gfran  'trabajo  para  sofocar  después  de  de- 
vorada alguma  part«  del  edificio.  Esto  provino,  de  que  se  difundió  la 
noticáa  dp  qu^^  los  P.  P.  ante»  -dip  sii  fuga,  br-bia'n  he<'ho  **  en  venenar" 
las  bebida**  espirituosas  que  eistnibain  en  las  casa»  de  negocio  que  fue- 
ron abandona<l«<s.     (^^Eípisodio  de  la  (hierra  díc  la  Tnde]>oindenc¡a  por 
sí\  cofroinel  don  MüMniLel  Olazabal — Gualieguaychú — 1863.'') 


CORONKL  BRANDSEN.  U 

villA  (|ue  habia  sufrido  mucho  los  desórdenes  y  azotes  de  la 
guerra. 

l'rendado  Brandsen  de  su  situación  pintoresca,  escri- 
lia — 'Sus  inmediaciones  son  encantadoras.  El  Chillan  que 
li*  da  nombre,  <*orre  á  sus  puertas  é  inunda  algunas  veces  sus 
calles  cortadas  en  ángulos  rectos  y  atrincheradas  por  los  Es- 
])añoles  para  ponerlas  al  abrigo  de  un  golpe  de  mano — La 
l>laza  de  armas  es  un  cuadrado  perfecto — y  es  muy  rico  el 
colegio  de  ^lisioneros  de  propaganda  de  San  Ildefonso  (uno 
d.*  .sus  cuatro  conventos) — Famosa  en  los  primeros  tiempos 
df»  la  í'onquistíi,  fué  destruida  por  los  Araucanos  en  1599,  y 
v\  gobierno  peninsular  contribuyendo  á  su  decadencia  impi- 
dió con  tanto  tesón  el  aprovechamiento  de  las  lanas  ^n  que 
abumla.  (|ue  mandó  destruir  hasta  los  cimientos  de  una  fábrir 
( a  de  paños  (pie  liabian  establecido  sus  habitantes  al  princi- 
pio de  iste  siglo. — Es  i>onderada  la  l)elleza  de  sus  mujeres 
sobre  lo  que  no  podemos  abrir  juicio,  porque  estaba  casi 
desierta  cuando  entramos.'' 

Después  de  un  pequeño  reconocimiento  ordenado  al  ca- 
]»itan  Olazábal,  el  coronel  Zaiúola  se  encierra  en  Chillan. 
donde  ])ronto  dá  por  llenado  su  único  objetivo  y  trata  ya  de 
repíKsar  el  Suble. 

Este  i)roceder,  era  tanto  mas  inesj)licable  cuanto  (lue  des- 
íaeándose  en  seguimiento  del  enemigo^  un  e^Anladron  de 
^'í-anaderos  de  los  mejor  montados,  pudo  alcanzarlos  en  el 
Itata,  donde  se  .sabia  positivamente  ([ue  intentaba  hac(*r 
pasar  su  numerosa  cal)allada  y  todo  el  ganado  va<*uuo  que 
)(»gi'ó  reunir  y  quitar  en  las  haciendas  vecinas  á  Cliillan. 
Pero  Zapiola,  temeroso  de  ser  cortado  por  Sánchez,  de  quieu 
íi.vo  aviso  ¡)or  sus  bomberos  y  varios  desertores  milicianos 
<«'  movía  con  su  (ejército  desde  San  Javier  .sobre  aquel  pun- 
U\  perdió  tan  buena  oportunidad  y  resolvió  la  retirada. 

A  las  2  de  la  mañana  del  15  formó  la  división  eH  batalla 
y  A  eoronel  con  el  1er.  escuadrón  y  el  iiúm.  1  de  Coquimbo ^ 
repasó  el  Xul)le  en  Cocharca,  dejando  á  retaguardia  al  2o.  í 


Ú  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

las  órdenes  del  capitán  Gregorio  Millan,  el  que  debia  seguir 
el  movimiento  en  retirada  al  caer  la  noche. 

En  vez  de  repasar  el  vado  con  la  caballeria,  poco  cui- 
dadoso Zapiola  de  lo  que  pudiese  acontecer  á  su  espalda. 
preíiri(3  dar  una  vuelta  inmensa,  íatigar  hombres  y  caballos, 
á  esponerse  á  una  persecución  funesta — ordenando  desen- 
sillase la  caballeria  y  aproximase  los  suyos  al  rio  para  pasíir- 

10  á  nado,  mientras  que  los  jinetes  lo  hacian  en  una  especie 
d(?  barca  y  algunas  malas  balsas — En  ese  pasaje  se  ocupó  to- 
do el  dia  y  una  parte  de  la  noche. 

Entre  tanto,  el  escuadrón  dejado  en  observación,  nc 
llegaba — En  esta  ansiedad,  se  pasó  la  noche,  cuando  entr** 
V  y  10  de  la  maíiana  siguiente,  se  dejaron  oir  de  pronto  va 
rios  tiros  de  fusil,  viéndose  muy  luego  que  el  2o.  escuadrón 
á  cuya  cabeza  se  distinguía  el  caballo  blanco  de  Millan,  vol- 
/ia  en  denórden  y  á  toda  brida,  el  qup  estrechado  so])re  la 
barranca  se  arrojó  precipitadamente  al  rio  cuya  profundi- 
dad y  corriente  no  logró  detener  a  los  fujitivos. 

La  División  se  puso  en  el  acto  sobre  las  armas  y  el  te- 
niente José  Olavarria,  recibió  la  orden  de  hacer  algunos  dis- 
paros con  las  dos  piezas  de  artilleria  de  los  Andes  que  man- 
daba, hasta  que  la  fuerza  que  habia  sorprendido,  perseguido 
y  derrotado  al  2o.  escuadrón,  y  la  que  no  pasaba  de  200  gua- 
,s''>.í  mas,  ó  menos,  armados  de  lanza  y  capitaneados  por  Za- 
j>ata,  emprendió  la  fuga  en  dirección  á  Chillan,  acuchillada 
I)or  Cajaraville. 

El  Comandanta?  Viel,  bajo  cuya  protección  se  verificó  el 
anterior  pasaje,  fué  enviado  esta  vez  al  otro  lado  del  ri) 
con  el  objeto  de  reunir  y  reconducir  los  restos  del  escuadrón 
<iue  perdió  22  hombres,  de  los  cuales  12  muertos  y  los  de- 

11  ás  peligrosamente  heridos. 

En  seguida,  la  división  tomó  posiciones  á  la  altura  de  l.i 
Capilla  de  la  Cocharca  con  frente  al  rio,  hasta  las  5  dé  la  tar- 
de, hora  en  que  se  movió  y  fué  á  campar  una  ó  dos  leguas 
mas  á  vanguardia  en  la  orilla  de  un  monte  á  cuyo  frente  se 


CORONEL.  BRAXD8EN.  15 

encuentra  el  eslcro  Mcnerliue,  posición  que  ya  habia  ocupado 
antes  de  atravesar  el  Nuble. 

En  la  mañana  del  17,  levantó  su  campo  de  Menerhue  y 
entró  á  mediodía  en  San  Carlos  que  se  encuentra  5  leguas  al 
norte  de  Chillan,  donde  volvió  á  ocupar  sus  antiguos  aloja- 
mientos. 

Allí  permaneció  hasta  el  21,  en  que  salió  á  las  8  de  la 
mañana.  Vadeó  el  Perquilauquen  en  el  paso  del  Tronco,  y 
^  i  vaqueó  en  la  altura  que  lo  domina,  en  el  paraje  llamado 
V (nigua-ahile no.  Todo  ese  dia,  sopló  un  viento  espantoso.  La 
iiiala  colocación  de  las  tropas,  las  espuso  sin  abrigo  alguno 
al  rigor  de  la  intemperie — permaneciendo  durante  la  noche 
de  pié  firme  una  parte  de  la  caballería,  circunstancia  que  oca- 
sionó la  deserción  de  mucha  jente,  un  tanto  desmoralizarla, 
l'or  la  retirada,  que  muchas  veces  enerva  al  soldado,  conmue- 
ve su  disciplina,  y  le  hace  olvidar  su  deber. 

La  Diviráon  siguió  su  marcha  el  22  por  la  mañana — A 
líiídia  legua  de  Perquilauquen,  encontró  un  cañadon  lleno  de 
agua  muerta,  cuya  travesía  fatigó  en  estremo  hombres  y  caba- 
llos, y  una  legua  mas  adelante  tropezó  con  otro  pantano  ó 
agua  cenagosa  que  se  corrompía  al  pié  de  dos  colinas — Salva- 
li  esta  nueva  dificultad,  y  después  de  haber  recorrido  un  iti- 
nerario estraviado  y  escabroso,  con  preferencia  al  camino  r^nl 
que  era  muy  bueno,  la  pequeña  División  hizo  su  entrada  en  el 
I^arral  al  mediodía  y  fué  á  ocupar  su  alojamiento  de  costum- 
1  re,  después  de  una  espedicion  que  duró  mas  de  quince  días 

de  los  mas  sofocantes  del  estío. 

Así  termini)  esa  penosa  escursion  sin  resultado  alguno  pa- 
ra las  armas  independientes. 

El  Coronel  Zapiola,  timorato,  indeciso  como  general  en 
Jefe,  según  parece,  no  reunía  á  su  valor  acreditado  de  solda- 
do, ni  á  sus  aspiraciones  generosas  y  patrióticas,  las  dotes  ines- 
timables del  mando  superior  que  en  la  guerra  siempre  confia 
algo  á  su  buena  estrella. 

El  mal  éxito  de  esta  campaña  lo  demostró  así  y  el  gobier- 
no de  O  'Higgins,  comprendiendo  que  aquel  ejército,  rebosando 


16  LA  BEVISTA  DE  BÜEXOS  AIRES. 

^If  abnegación  y  entusiasmo,  solo  necesitaba  una  cabeza  ins- 
pirada para  llevar  adelante  la  ardua  empresa  de  que  estaba 
encargado,  y  en  que  entraba^n  en  no  pequeña  parte  las  concep- 
ciones rápidas  y  atrevidas  del  genio — proveyó  lo  conveniente 
'coino  lo  veremos,  para  que  no  careciera  en  adelante  de  eae  re- 
sorte indispensable  para  coronar  su  misión  de  gloria  con  el 
íimquilamiento  de  los  tercios  castellanos  que  asentaban  aun 
5us  reales  en  la  rejion  austral  de  ('hile. 

AXGEL    .T.    CARRANZA. 

((!ontJ  miará.) 


ÍIERXAXDARIAS  DE  SAAVEDRA. 

CAUSA  CELKBRE:  NOTICIAS  Y  DOCUMKNTOS  PARA  SERVIR  A 
LA  HISTORIA  DEL  RIO  DE  LA  PLATA 

(  Coot  i.n»u  a.c  ion.)      ( 1 ) 

XXVI. 
Sobn   los  bienes  embargados  en  ISania  Fé. 

VA  defensor  de  Hacienda,  en  30  de  julio  de  1619,  se  pre- 
í-eiitó  á  los  Oficiales  Reales  con  el  escrito  siguiente: 

'Muan  ('ardoso   Pardo,  Detensor  de  la  Real  Hacienda. 

di^^o:  que  por  otras  mis  peticiones  tengo  pedido  á  Vuestras 

JMercedes,  se  cobre  y  entere  la  Real   Caja  de  veinte  y  un 

iniJ  y  diez  y  ocho  pesos  y  seis  reales  que  debe  justa  y  liquida- 

iiiente  Hernandarias  de  Saavedra  por  autos  y  recaudos  autón- 

tifos  muchos  años  há,  sin  haberlos  querido  pagar;  y  S.  M 

tií-ue   despachado   cédula   sobre  ello,   y   el   señor   Fiscal   do) 

Real  Consejo  de  Indias,  por  su  carta  escrita  á  Vuestras  Mer- 

cKles,  se  apremie  el  dicho-  Hernandarias  que,  antes  oue  «*l- 

jya  de  (*ste  puerto,  satisfaga ;  y  sobre  ello  se  le  han  embargado 

ti.  Vri  í!Íudad  de  Santa  Fé  diez  y  siete  negros  y  dos  barcas  y 

otras  cosHá  á  que  pretenden  derecho  alguno  sus  acreedores 

CvUi  lo  cual  se  entretiene  la  dicha  cobranza  y  está  destituida 

L     Véase  la  pajina  439  del  orno  x. 


18  LA  RKVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

la  Keal  Caja,  ;>'  los  bienes  vienen  á  menos,  por  que  un  ne- 
^ro  en  público  tiue  se  murió,  y  otros  seis  tiene  declarado 
>s' i  colas  Coronel  que  los  llevó  á  la  ciudad  de  Córdoba  á  don 
Gerónimo  Luis  de  Cabrera,  sobrino  del  dicho  Hernandarias 
y  las  dos  barcas  de  propósito  las  han  anegado  en  el  rio  de 
Santa  Fé  á  donde  tiene  su  casa  y  haciendas,  y  cada  dia 
los  dichos  bienes  tienen  riesgo  y  diminución;  para  cuyo  re- 
medio, 

•'A  Vuestras  Mercedes  pido  y  suplico,  y  si  es  necesario^ 
li alelando  con  el  debido  respeto,  requiero,  las  veces  (pie  pue- 
clf»  y  debo,  despachen  su  mandamiento  para  que  el  Oficial 
líeal  de  la  ciudad  de  Santa  Fé,  su  lugarteniente,  que  hizo  el 
dicho  embargo  y  depósito  envié  los  dichos  negros  y  barca¡«i 
( on  persona  de  confianza,  á  costa  de  la  dicha  hacienda,  an- 
te Vuestras  JNÍercedes,  á  este  puerto,  para  que  se  venda 
y  asegure  el  riesgo  y  diminución  que  corre,  y  la  Real  Ca- 
j:i  sea  enterada,  y  de  \o  contrario  protesto  contra  Vuestras 
^l^rcedes  y  sus  bienes  y  fiadores,  los  daños,  intenses  y 
nícnoscabos  de  la  Keal  Hacienda,  y  pido  justicia  y  eos- 
tns,  etc. 

'.'Otro  sí:  atento  á  que  tengo  pedido  se  despache  manda- 
n.iento  de  ejecución  por  toda  la  dicha  contia,  y  está  mandado 
luntar  los  autos  muchos  dias  ha,  y  no  se  ha  proveido  sobre  ello ; 
pido  y  suplico  á  Vuestras  Mercedes  lo  manden  despachar  en 
íorma,  y  juro  á  Dios  y  á  esta  -¡-  qu€  la  dicha  contia  es  debida 
y  por  pagar  á  la  Real  Caja,  y  pido  justicia,  etc. — Juan  Cardos^/ 
rardo/' 

**  Vista  por  los  dichos  Jueces  Oficiales  Reales,  mandaron 
se  ponga  en  los  autos,  y  que  se  lleven  al  Licenciado  Gabriel 
Sánchez  de  Ojeda,  abogado  de  la  Real  Audiencia  de  la  Plata,  á 
(juien  nombraron  por  asesor  -en  esta  causa,  con  cuyo  parecer 
det-erminarán  sobre  lo  que  pide  el  dicho  defensor  lo  que  fuera 
justicia,  y  asi  lo  provecieron — Luis  de  Salcedo — Sdtnon  de  Val- 
(ii'y — ante  mi,  Gaspar  de  Acevedo. 

Auto — En  la  ciudad  de  la  Trinidad,  puorto  de  Buenos 
Aires,  en  postrero  dia  del  mes  de  julio  de  mil  y  seiscientos  y 


HERXANDARIAS  DE  8AA\'EDRA  19 

■ 

diez  y  nueve  años,  «1  contador  Luis  de  Salcedo  y  el  Capitán 
Sinion  de  V'aldés,  tesorero,  Jueces  Oñeiales  Reales,  liabien- 
ilo  visto  lo  pedido  por  Juan  Cardoso  Pardo,  defensor  de  ia 
líeal  Hacienda,  sobre  que  se  traigan  los  bienes  á  este  puerto, 
(jiie  en  la  ciudad  de  Santa  Fé  están  embargados  á  Hernando 
Arias  de  Saavedra,  por  lo  contenido  en  esta  causa,  dijeron: 
(lUe,  sin  perjuicio  de  lo  que  es  ejecutable  en  -ella,  se  dé  tras- 
lado á  el  dicho  Hernando  Arias  del  dicho  pedimiento.  para 
que  hoy,  en  todo  el  dia,  responda;  y  que  si  quisiere  traer  los 
u'chos  bienes  á  su  costa,  dando  fianza  abonada  para  el  dicho 
efecto,  se  le  entregarán  para  ello,  con  apercibimiento  que,  no 
respondiendo  en  el  dicho  término,  se  proveerá  justicia ;  y  asi 
lo  proveyeron  y  firmaron  con  parecer  del  Licenciado  Gabriel 
Sánchez  de  Ojeda — Luis  de  Salcedo — Sinwn  de  Valdés — El  Li- 
(( ncíado  Gabriel  Sánchez  de  Ojeda — Ante  mi,  Gaspar  de  Ace- 
vedo. 

El  gobernador  de  Gua^-rá,  al  serle  notificado  el  auto 
(pir  precede,  espresó :  ''que  nada  tenia  que  responder  á  el  dicho 
pedimiento,  porque  en  algunos  escritos  que  tenia  presentados 
en  esta  causa  habia  satisfecho  bastantemente  á  todo  lo  qut»  por 
ella  se  le  pide;  que  los  jueces  Oficiales  Reales  hiciesen  lo  ([ue 
le  fuere  justicia." 

XXVII. 

Petición  del  gobernador  H.  de  Saavedra 

Apesar  de  lo  qu-e  habia  manifestado  al  tiempo  de  la 
notificación,  dos  dias  después,  Saavedra  presentó  el  siguien- 
rt?  escrito,  en  que,  reasumiendo  sus  anteriores  defensas,  agre- 
^•^ó  poderosas  consideraciones  sobre  'diferentes  i)untos  de  la 
cr.estion. 

''Ilernandarias  de  Saavedra,  gobernador  de  la  provin- 
cia del  Paraguay,  por  Su  Magestad,  sin  atribuir  á  Vuestras 
Mercedes  mas  jurisdicción  que  de  derecho  les  compete,  y  esa 
no  declinable,  y  sin  perjuicio  áe  mi  derecho  y  lo  demás  que 


20  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Alegado  tengo,  digo:  que  por  mandado  de  Vuestras  Síercedes 
lúe  fué  dado  traslado  de  una  petieioa  presentada  por  Juan 
('ardoso  Pardo,  portugués  defensor  de  la  Real  Hacienda,  en 
que  pide,  luego  dé  y  entregue  en  esta  R^al  Caja  veinte  y  un 
mil  y  diez  y  ocho  pesos  y  seis  reales  corrientes  que  dice  es- 
toy obligado  á  satisfacer  por  la  razón  y  causa  que  alega,  á  que 
se  proveyó  por  Vuestras  Mercedes  un  auto  en  que  mandan 
que  sin  perjuicio  del  estado  de  los  dichos  autos,  para  que 
dentro  de  un  dia  responda  sobre  mandar  traer  á  esta  ciudad 
los  bienes  muebles  que  tengo  embargados  por  Vuestras  Mer- 
cedes en  la  ciudad  de  Santa  Fé,  donde  soy  vecino,  a  mi  cos- 
ta, y  que,  dando  fianza  abonada  del  valor  dellos,  se  me  en- 
tregarán con  apercibimiento  que,  no  lo  haciendo,  se  provée- 
la, y  lo  demás  en  él  contenido,  á  lo  que  me  refiero;  el  cual 
diclio  auto,  hablando  devidamente,  es  contra   mi  injusto  y 
f>graviado,   por  cuanto  yo  no   debo  ni   tengo  obligación  de 
enterar  las  dichas  partidas,  ni  por  ellas  se  debe  hacer  lo  con- 
tenido en  el  dicho  auto,  por  las  razones  que  dichas  y  alega- 
das tengo  en  una  respuesta  hecha  á  una  notiñcacion  por  Vues- 
tres  Merc(MÍes  mandada  hacer  siendo  yo  gobernador  de  este 
puerto,  que  Vuestras  Mercedes  aceptaron,  pues  no  respondie- 
ron cosa  con  ella  y  por  lo  general  del  derecho  que  á  mi  favor 
(s.  (jue  he  por  espreso;  y  porque  el  auto  y  visita  de  Cajas  Rea- 
jCí-  hecha  por  el  Licenciado  don  Francisco  de  Alfaro,  porque 
Diandó  que  se  enterase  la  Real  caja  de  las  dichas  partidas. 
lio  es  recado  que  traiga  ni  pueda  traer  aparejada  ejecución, 
como  no  lo  es  cualquiera  provisión  Real  cuando  se  librara  sin 
conocimiento   de   causa,   ni   citación   de   parte,   ni   convenci- 
1» lento  por  ejecutoria,  lo  cual  no  procedió  en  el  dicho  auto. 
de]  dicho  señor  Visitador,  porque»  si  yo  fuera  oido  y  citado 
es  cosa  cierta  revocara  el  dicho  auto  en  cuanto  á  mi ;  por  que 
lo''   nueve  mil  trescientos  cincuenta  pesos  de  ellos,   que  se 
dice  hice  de  gasto  í  en  la  visita  que  tomé  á  los  Oficiales  Rea- 
les de  esta  provincia,  por  comisión  de  su  iMagestad,  lo  que 
pude  hacer,  portpie  no  habiendo  tenido  comisión  para  sen- 
tenciar, lícito  y  forzoso  fué  sgcar  los  gastos  de  la  Real  Caja 


HERNANDARlAtí  DE  SAAVEDRA,  21 

para  los  oñciales  que  trabajaron  en  la  dicha  comisión,  en 
cuyo  nombre  y  el  mió  se  presentaron  los  autos  necesa- 
rios  en  el  Real  Consejo  de  las  Indias,  donde  fué  admitida, 
y  la  causa  se  está  litigando,  y  ella  pendi-ente  ante  el  superior; 
y  ningrun  otro  juez  interior  puede  ni  debe  conocer,  que  la 
diclia  presentación  y  testimonio  «es  bastante  mejora,  sin  que 
Vuestras  Mercinles  puedan  proveer  ni  innovar  en  cosa  al- 
guna, porque  con  ella  queda  fundado  el  notorio  defecto  de 
"iírisdiccion,  que  de  querer  conocer  de  esto,  como  de  uotorio 
rgravio,  ai>elo,  como  tengo  apelado,  para  ante  el  Rey  Nues- 
tro Señor  y  su  Real  Audiencia,  y  pido  de  nuevo  sobre  ello  de- 
bido pronunciamiento  ante  toilas  cosas,  demás  de  qu(»  est;.*  t  s 
interés  de  todos  los  dichos  oficiales  que  fueron  de  la  diclia 
\isita,  que,  en  caso  que  hubiera  jurisdicción,  no  era  justo 
Ciirgármelo  á  mi,  pues  los  que  los  recibieron  tienen  o])liga- 
cíon,  si  hay  alguna  al  entero  de  los  dichos  pesos',  los  cuales  asi 
mismo  están  presentados  ante  el  juez  superior  de  que  emanó 
la  dicha  comisión  de  visilta,  como  consta  del  dicho  testimonio 
que  tengo  presentado;  de  nuis  de  que  el  dicho  entero,  cuan- 
do hubiese  lugar  de  se  hacer,  habia  de  ser  después  de  lo  decla- 
rado por  el  dicho  Real  Consejo,  ó  por  juez  competente  que  de 
próximo  se  espera  para  el  dicho  efecto  y  otras  cosas  del  retd 
servicio,  que  traerá  determinación  y  orden  de  lo  (|ue  justa- 
mente se  debe  hacer.'' 

*'Y  en  cuanto  á  los  novecientos  y  treinta  y  nueve  pesos 
y  medio  de  gastos  de  piezas  de  artillería,  municiones  y  armas 
íiue  gasté  para  la  fortificación  de  este  fuerte,  pagados  de  la 
Real  Caja,  fué  en  ocasión  que  Su  Magestad  me  mandaba  le 
i u viese  prevenido  y,  armado  para  la  defensa  de  él,  que  era 
i}(»(esario  prevenirlo  por  los  medios  mas  convenientes  y  for- 
zosos; las  cuales  piezas  de  artilleria  están  hoy  en  el  dicho  fuer- 
te, y  es  tanto  estar  allí  la  cosa  presente,  como  asegurado  su  va- 
lor y  caudal  que  en  ella  se  gastó." 

**Y  con  la  misma  justificación  se  sacaron-  la  partida  de 
los  ocho  mil  pesos  que  se  dieron  á  los  herederos  del  gober- 
nador Francisco  Ortiz  de  Vergara,  por  cédula  de  Su  Mages- 


o«> 


LA  REVISTA  DE  BÜEXOS  AIRES. 


taJ  que  se  litigó  en  la  Real  Audiencia  de  la  Plata  con  el  fis- 
cal de  ella,  cuyo  testimonio  protesto  presentar  cuando  rae 
convenga. ' '  "^ 

'*Y  en  cuanto  á  la  partida  de  los  tres  mil  y  setecientos  y 
veinte  y  nueve  pesos  y  tres  reales,  con  que  se  ajustó  toda  lu 
cantidad  de  pesos  que  se  me  pide,  pertenecientes  á  los  de- 
rechos de  licencia  y  aduanilla  de  los  tercios  que  me  apliqué 
•do  esclavos  condenados  y  perdidos,  se  satisface  debiendo- 
los  yo  pagar  con  los  salarios  qu€  tengo  represado  en  la  Real 
('aja  del  tiempo  que  goberné  este  puerto  como  del  que  agora 
tengo  k  mi  cargo,  que  es  mucha  mas  cantidad  que  lo  que 
6.1Í  me  pide  por  la  dicha  partida,  además  de  que  la  cédula  Real 
y  carta  del  señor  Fiscal  del  dicho  Real  Consejo  que  alega  el 
ílefensor,  hoy,  para  hacer  el  dicho  entero,  se  entiende  ha- 
biéndose determinado  por  el  juez  superior,  y  asi  es  en  mi  fa- 
vor, pues  dice  en  ella  el  dicho  señor  Fiscal  que  se  asegure  la 
dii'lki  Real  Hacienda  hasta  que  envié  determinación  en  la 
l>rimera  ocasión  de  lo  que  se  debe  hacer,  y  Vuestras  Merce- 
des es  visto  anteponerse,  antes  de  tiempo,  á  la  ejecución  tan 
injusta  que  pretenden  hacer  con  el  fin  que  ¡levan  de  destruir' 
we  y  quitarme  mi  hacienda  por  haber  servido  á  Su  Magestad 
en  este  puerto  con  la  fidelidad  notoria  en  la  observancia  y  eje- 
enrion  de  sus  reales  cédulas,  y  de  los  señores  Vireijes  de  estos 
reinos,  debajo  de  color  de  justicia,  ejecutando  la  pasión  y  odio 
tan  notorio  que  me  tienen,  y  consiguiendo  sus  venganzas  á  sa- 
iií- facción  de  personas  interesadas  y  de  la  devoción  de  Vuestras 
.Mercedes,  con  que  consiguen  el  que  pretenden  tener  de  mi,  co- 
lon es  pública  voz:  y  si  sé  llevara  tan  solam'ente  el  celo  de  ente 
Thv  la  dicha  Real  Caja,  bastaba  el  dicho  embargo  y  seguro  que 
en  los  dichos  bienes  está  hecho  en  la  dicha  ciudad  de  Santa 
Fi'  i)U'es  allí  lo  están  de  manifiesto  para  lo  que  Vuestras  Mer- 
cedes mandaren,  y  antes  de  traerse  aqui  es  notable  pérdida 
y  daño  mió  menoscabo  de  ello  y  total  ruina  y  destrucción 
<ie  mi  casa,  pues  la  pretenden  dejar  sin  quien  acuda  al  sus- 
tento de  ella  ni  al  beneficio  de  las  haciendas  que  alli  tengo; 
y  en  cuanto  al  menoscabo  qu€  el  dicho  defensor  dice  se  re- 


HERXAXDARIAS  DE  SAAVEDRA  23 

cíese  á  los  dichos  bienes,  es  muy  siniestro  y  calumnioso,  pues 
üiites  están  miradas  y  reparadas  como  hacienda  propia,  y 
no  van  á  menos,  antes  -en  aumento;  y  las  barcas  que  refiere 
se  anegaron,  fué  para  mas  seguridad  de  ellas,  por  el  detri- 
iijento  qu-e  reciben  del  sol  no  lo  estando,  pues  se  verifica  es- 
tn  verdad  con  (jue  agora  la  una  de  ellas  viene  tietada  de  la 
^.liiha  ciudad  de  Santa  Fé  á  este  puerto,  con  carga,  que  tauí- 
Ivien  serán  los  fletes  de  ella  para  ayudar  á  hacer  la  dicha  i>a- 
ga  con  los  fletes  de  ella ;  y  en  cuanto  á  los  seis  negros  que  di- 
vx  envié  á  la  ciudad  de  C'ürdo])a,  fué  antes  del  dicho  secresto 
pjira  que  se  vendiesen  en  elhi  al  dicho  don  Gerónimo  Luis 
•le  Cabrera,  cuyo  procedido  le  di  orden  para  qiu^  lo  embiase 
H  h\  ciudad  de  la  Plata,  para  acudir  á  la  defensa  de  mi  per- 
sí»ua  y  causasen  la  R^al  Audiencia,  que  tan  en  mi  perjuicio 
de  mi  honra  intenta  contra  mi,  pues  no  tengo  otros  bienes 
de  (jue  poderme  valer  para  ello;  la  cuales  diligencias  no  se 
liiicen   tan   apretadamente    con   ninguna    persona,    debiendo 
<;tras  muchas  á  la  Real  Caja,  procedido  derechos  de  almoja- 
rifazgos y  otros  que  no  se  atienden  con  la  puntualidad  y  no- 
table perjuicio  que  conmigo,  debiéndose  tener  el  respeto  y 
¿•tención  que  se  debe  á  mi  persona  como  criado  de  Su  Ma- 
gcstad,  cuya  noticia,  si  la  tuviera,  remediaria  por  el  camino 
i.ias  conveniente  á  su  Real  servicio,  sin  que  mi  persona  re- 
( Ihiisr  los  agravios  tan  manifiestos  que  se  me  hacen,  teniendo- 
ihi  [mso  tiempo  de  nueve  meses,  sacrestados  todos  mis  bienes. 
-n/»í  di  jarme  ir  á  la  parte    del  gobierno  que  está  á  mi  cargo. 
tlonde  forzosamente  del)0  acudir,  pues  cuando  fuera  líquido 
<]eudor  que  no  soy,  estaba  asegurado  el  juicio  que  se  pre- 
tende ;  mediante  lo  cual  y  lo  demás  que  hace  ó  hacer  puede  á 
mi  favor/' 

"A  Vuestras  Mercedes  pido  y  suplico,  y  siendo  neeesa- 
i'o  requiero,  revoquen  el  dicho  auto  en  todo  y  por  todo,  y 
manden  suspend-er  la  ejecución  y  cumplimiento  del,  dejandt; 
•  1.  su  fuerza  y  vigor  el  dicho  secresto  y  «embargo  por  Vuestras 
]\íercedes  hecho,  mandándolo  suspencler  como  testa  dicho, 
hasta  que  liaya  la  dicha  determinación,  por  -el  dicho  Real 


24  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Consejo  ó  por  el  Juez  que  dello  debiere  eonocer,  mediante 
las  dichas  causas  que  tengo  alegadas  y  las  que  protesto  ale- 
gar ante  juez  competente,  y  de  lo  contrario,  de  otro  .muiI- 
quiera  auto  que  contra  mí  se  proveyere,  apelo  para  ante 
el  Rey  Nuestro  Señor  y  para  ant<^  quien  y  c.>ii  diM*(»rhi)  ¡lue- 
dr  y  debo,  y  en  debida  forma  del  pv^testo  eoatru  VuiístrHs 
^Mercedes  y  cada  uno,  todos  los  riesgos,  pérdidas,  menosca- 
lios  costas,  y  gastos  que  se  me  siguieren  recrecieren  en  todoi? 
luis  bienes,  para  pedillo  contra  Vuestras  Mercedes  y  los  suyos 
ante  quien  y  como  me  convenga,  en  la  parte  y  lugar  que  me 
conviniere,  y  pido  justicia  y  costas,  para  cuya  determina- 
ción pido  á  Vuestras  Mercedes  se  acompañen  con  letrado, 
por  cuanto  tengo  por  odioso  y  sospechoso,  al  Licenciado  Ga- 
briel Sánchez  de  Ojeda,  á  quien  recuso,  y  juro  á  dios  y  ¿i  es- 
ta |-  en  forma  de  derecho,  que  esta  recusación  no  la  hago  de- 
malicia, y  para  ello  etc." 

"Y  pido  testimonio  de  esta  pveticion  con  lo  á  ello  proveí- 
do, y  si  denegado  me  fuere  por  Vuestras  ^fercedes,  requiero 
el  presente  escribano  me  lo  dé  de  oficio,  donde  no  protesto  le 
quf   protestado  tengo." 

'  Otro  sí  digo:  que  en  la  ciudad  de  la  Asunción,  siendo 
gobernador,  desa  provincia  Diego  ^Martin  Xegron.  difunto, 
por  cédula  de  Su  Magestad,  hizo  embargar  en  los  dichos  mis 
bienes,  por  los  dichos  nueve  mil  trecientos  y  cincuenta  peso»^ 
lie  la  dicha  partida,  y  se  dieron  fianzas  de)  valor  de  ellos,  cu- 
7>'os  autos  están  en  esa  Real  Contaduría,  por  donde  es  visto 
estar  asegurado  á  mayor  abundamiento  las  fianzas  que  Vues> 
tras  ^íercedes  mandan  dé  del  valor  de  los  que  me  tienen  se- 
crestados, con  que  quedo  relevado  de  dar  otras  de  nuevo.  j)ues 
no  estoy  obligado  a  darlas,  pues  todo  es  una  mesma  causa  y 
derecho,  como  constará  de  los  dichos  autos  á  que  me  refiero 
<tc. — Hernandarias  de  Saavedra. 

XXVIII. 
Ofra  resolución  de  los  Ministros  de  Hacieyída. 

Visto  el  escrito  del  gobernador  de  Guayrá  y  la  rebchli^t 


HERNANDARIAS  DK  SAAVEDRA  25 

(iiíe,  con  la  misma  fecha,  le  habia  acusado  el  «Uíeiísor  le  lin- 
cienda,  por  no  evacuar  -el  traslado  que  se  I.í  Míi)  últimn mente, 
los  Oficiaks  Reales  mandaron  traer  los  a  itos  para  resolver, 
l'aciéndolo  en  los  términos  siguientes. 

''Auto— En  la  ciudad  de  la  Trinidad,  puerto  <le  Buenos 
Aires,  a  dos  dias  d-el  mes  de  agosto  de  m^.I  y  seiscientos  y  diez 
y  Mieve  años,  el  contador  Luis  do  Salci\1o,  y  el  capitán  ^'i- 
mon  de  Valdés  tesorero,  Jueces  Oficiales  Reales  destas  pro- 
vincias del  Rio  de  la  Plata  y  Paraguay,  por  Su  Magestad,  di- 
f-cron:  que  atento  que  de  mas  de  L<!ho  años  á  esta  parte  han 
hecho  muchos  autos,  exortaciones  y  requerimientos  á  Her- 
i-andarias  de  Saavedra,  gobernador  que  fué  destas  provin- 
cV.s  del  Rio  de  la  Plata,  siéndolo,  y  después  que  no  lo  fué  de 
di  cío,  y  á  pedimiento  del  Defensor  de  la  Real  Hacienda,  para 
que  pagase  y  enterase  en  la  Real  Caja  deste  puerto  veinte  y 
<los  mil  y  diez  y  ocho  pesos  y  siet«  reales  que  dobe  á  la  Real 
iracienda  por  recaudos,  cuentas  y  resultas  y  otros  autos  í|ue 
están  en  el  proceso  desta  causj  y  no  los  ha  pagado,  y  sobi-e 
ello  han  tenido  cédula  de  Su  Magest-ad  y  carta  del  señor  lis- 
eal  del  Real  Consejo  de  las  Indias,  por  donde  se  les  manda 
acudan  á  la  dicha  cobranza  y  a  qu-e  dé  seguridaJ  y  fíyn/Ms  el 
diclio  irernandarias  antes  de  salir  de  este  puerto;  y  en  t' •<!<;.« 
los  tanteos  de  cuentas  que  se  les  ha  tomado  hasta  hoy  les  esta 
Icíího  cargo  de  la  remisión  que  han  tenido  sobre  la  dicha 
e-obranza;  y  cerca  della  k  han  embargado  en  la  ciudad  de 
Santa  Fé  algunos  negros,  ganados  y  barcas  y  otros  bienes  k\ 
(.ue  pretenden  derechos  otros  sus  acreedores;  y  el  dicho  De- 
fensor de  la  Real  Hacienda  ha  pedido  que  los  dichos  negros 
y  barcas  y  ganados  se  traigan  á  esta  ciudad  por  su  cuenta, 
( osta  y  riesgo  del  dicho  Hernandarias  de  Saavedra,  ante  Sus 
?iereedes,  atento  que  un  negro  »e  ha  muerto  y  que  otros  seis 
consta  haber  enviado  á  la  ciudad  de  Córdoba,  á  don  Geróni- 
mo Luis  de  Cabrera,  su  sobrino,  y  que  puede  venir  á  menos 
y  en  disminución  cada  dia;  y  pidió  se  le  diese  mandamiento 
de  ejecución  en  forma;  y  para  proveer  sobre  ello  nombraron 
por  su  asesor  al  licenciado  Gabriel  Sánchez  de  Ojeda,  con 


26  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

cuyo  parecer  le  mandaron  dar  traslado,  y  que,  dando  fianzas 
de  que  traería  los  dichos  negros  y  barcas  a  esta  ciudad,  ante 
¿>as  Mercedes,  no  se  despacharía  por  ello,  á  lo  cual  ha  res- 
pondido y  recusado  á  el  dicho  asesor,  y  lo  hubieron  por  re- 
cusado; y  para  proveer  mandaron  juntar  los  autos,  y  los  han 
visto,  dijeron:  que  mandaban  y  mandaron  por  último  aper- 
cibimiento que,  sin  embargo  de  lo  que  dice  y  alega,  se  le  no- 
1  fique  á  el  dicho  Hernandarias  de  Saavedra  que  hoy,  en  todo 
v\  dia,  dé  fianziis  legas,  llanas  y  abonadas  de  que  traerá  á  su 
costa,  via  recta,  de  la  ciudad  de  Santa  Fé  á  esta  de  la  Trini 
dad  todos  los  negros  y  barcas  que  k  están  secrestados  por  lo 
contenido  en  esta  causa  ante  Sus  jMercedes,  dentro  de  cin- 
( lienta  dias,  para  la  seguridad  y  entero  de  la  Real  C^aja,  .-ou 
apercibimiento  que  no  lo  haciendo,  pasado  el  diclo  término 
se  despachará  recaudo  como  el  Defensor  tiene  pedidí».  para 
que  á  costa  de  la  misma  hacienda  y  por  cuenta  y  riesgo  della 
se  traigan  las  dos  barcas  y  todos  los  negros  que  están  secres- 
tados y  depositados,  y  demás  bienes  ante  Sus  Mercedes,  des- 
de la  dicha  ciudad  de  Santa  Fé  á  este  puerto,  para  que  la  Real 
Ca.ia  sea  enterada,  atento  que  ha  muchos  añas  que  debe  la 
dñha  contia  y  no  ha  pagado  y  enterado  cosa  alguna  dell  i ; 
y  asi  lo  proveyeron  y  mandaron  atento  que  no  hay  otro  1í"- 
trndo  en  esta  ciudad  sino  el  dicho  Gabriel  Sánchez  de  Ojv'a. 
y  está  recusado  y  no  pudo  ser  asesor  en  esta  (íausa,  la  deter- 
minaron sin  letrado,  y  lo  firmaron— Xín.s"  de  Salcedo— í^imon 
de  VaJdés.     Ante  mí,  Gaspar  de  Aeevedo/' 

No  habiendo  otorgado  Hernandarias  de  Saavedra  las 
lianzas  que  por  este  auto  se  le  mandaba  dar,  dentro  del  dia,  el 
Detensor  de  Hacienda  no  se  hizo  esperar  para  acusarle  inme- 
diatamente reincidía,  y  pedir  se  mandasen  traer  los  bienes  em- 
bargados en  Santa  Fé,  á  costa  de  los  mismos. 

XXIX. 

El  gobernador  de  Guayrá  presenta  otros  documentos. 
Pasaron  algunos  dias  sin  que  los  Jueces  de  Hacienda  de- 


HERaN andarías  DE  SAAVEDRA  27 

ti  T  minasen  sobr€  lo  pedido  por  el  Defensor,  apesar  de  haber 
mandado  traer  los  autos  para  resolver. 

Entretanto  Saavedra,  en  16  de  agosto,  presentó  la  peti- 
ción i[uc  signe  y  los  documentos  de  que  luego  nos  ocupa- 
remos. 

'  •  Ilernandarias  de  Saavedra,  gobernador  que  soy  del  Pa- 
raguay,   preso   por   mandato   de   Vuestrafe   Mercedes,    sobre 
](«i?  veinte  y  un  mil  y  tantos  pesos  que  me  piden  vuelva  y  en- 
tere á  la  Real  Caja,  por  el  alcance  que  hizo  de  ellos  á  los 
(>ficiales  Reales  deste  puerto  el  señor  Oidor  don  Francise:)  de 
^Mt'aro,  siendo  visitador  destas  provincias,   afirmándoTüe   de 
i.ucvo  en  la  esv^e^)CÍon  declinatoria  que  alegado  tongo,  y  í-n 
lijs  (lei)ias  declinatorias  y  apelaciones  interpuestas  en  esta  di- 
cha causa,  y  satisfaciendo  al  último  auto  que  por  mandado  de 
Vuestras  ^Mercedes  me  fué  notificado,  digo:  que,  ansi  él  como 
ti)dos  los  demás  en  esta  causa  pronunciados,  no  tienen  justi- 
ficación que  buena  sea  para  poder  seguir  contra  mi  persona 
y  bi(  ues  la  via  ejecutiva  y  tan  de  apremio,  <!omo  de  hecho  y 
-contra  todo  derecho,  sin  fundamento  alguno  se  ha  intenta- 
<'o;  lo  primero,  por  todas  las  razones  y  causas  que  antes  de 
íigora  dichas  y  alegadas  tengo,  en  que  me  afirmo;  lo  otro. 
Vonjue  no  teniendo  Vuestras  Mercedes  la  determinación  y 
ejecutoria  del  Consejo,   ante  quien  penden  estas  causas  en 
orado  de  apelación,  de  jurisdicción  real  ni  contenciosa,  no 
(nben  ni  pueden  hacer  mas  de  asegurar  la  paga  y  restitución. 
<}ue  por  el  dicho  Consejo  se  podria  mandar  hacer  á  la  Real 
Caja,  y  esta  se  asegura  con  los  muchos  bienes  que  me  tienen 
secrestados  y  embargados,  juntamente  con  la  lanza  que  ante 
D-ego  ^larin  Xegron,  gobernador  que  fué  destas  provincias 
tengo  dadas  en  la  ciudad  de  la  Asunción  [x/r  lew  uu^eve  mil  y 
tresci(^utos  y  cincuenta  pesos  que  saqué  de  la  Real  Caja,  como 
\  «ireccrá  por  ella  y  los  demás  autos  que  sol)re  y   en  vazon 
d(sto  se  hicieron  y  están  en  el  archivo  de  esa  Real  Contadu- 
i'ia.  y.  siendo  esto  asi,  agravio  se  me  hace  y  le  recibo  en  que 
t;in  precij>itadamente  quieran  Vuestras  ^Mercedes  atroi)ellar 
le   forma  de  este  juicio,  sin  ser  de  su  naturaleza  ejecutivo. 


28  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

respecto  de  no  estar  convencido  en  él,  ni  menos  deher  laa 
diMidas  que,  por  sus  conocidos  fines,  cx)n  tan  escesivo  rigor  pi- 
a<*n ;  y  esta  verdad  consta  y  parece  indubitablemente  por  esta 
cédula  Real  y  ejecutoria  que  ante  Vuestras  Mercedes  presen- 
to con  la  solemnidad  y  juramiento  necesario,  de  como  están 
bien  pagados  los  ocho  mil  pesos  que  de  la  Real  Caja  se  dieron 
á  la  parte  de  Francisco  Ortiz  de  Vergara,  gobernador  que  fué 
destas  provincias,  y  su  original  de  la  dicha  ejecutoria  y  Real 
(y''dula  tienen  Vuestras  Mercedes  en  la  Real  Contaduría,  CO' 
mo  lo  afirma  y  certifica  Sebastian  de  Orduña  por  su  carta, 
cuyo  traslado  es  el  que  también  presento  para  mayor  abun- 
dancia: por  tanto. 

*'A  vuestras  Mercedes  pido  acatadamente  requiero  ha- 
yan por  presentada  la  dicha  ejecutoria  y  Real  Cédula,  y  en 
virtud  de  ambas  y  cada  una  dellas  declaren  estar  bien  paga- 
dos los  ocho  mil  pesos  que  de  la  Real  Caja  se  dieron  r'í 
la  parte  del  dicho  Francisco  Ortiz  de  Vergara,  para  en  euen- 
t?  y  parte  de  pago  de  los  salarios  que  Su  Magestad  le  hizo 
merced  por  el  tiempo  que  parece  haber  gobernado  en  estas 
provincias,  y  así  declarado  mande  librar  su  mandamiento 
para  desembargarme  los  bienes  que  asi  por  estos  ocho  mil  pe- 
sos como  i)or  los  nueve  mil  y  trescientos  y  cincuenta  m^ 
fueron  secrestados,  que  será  justicia,  la  cual  pido  conforme  á 
la  nueva  orden  que  Vuestras  ^lercedes  tienen  del  señor  Fis- 
cal, y  de  lo  contrario  protesto  contra  Vuestras  Mercedes  y 
K.iis  bienes,  todos  los  daños,  pérdidas  y  menoscabos  que  á  loí^ 
míos  se  le  siguieren  y  recrecieren  de  mandarlos  vender  y 
traer  á  esta  ciudad ;  y  de  como  ai  lo  pido  y  requiero  se  me  dé 
por  testimonio  para  en  guarda  de  mi  derecho — Tierna ndarifi¡i 
de  Saaredra. 

** Vista  por  los  dichos  Jueces  Oficiales  Reales,  dijeron: 
í.uc  de  la  provisión  y  recados  que  presenta  el  dicho  Hernán- 
i\'  Arias  de  Saavedra,  se  dé  traslado  al  Defensor  de  la  Real 
ITíicienda  y  con  lo  que  digere,  ó  no,  se  traigan  los  autos  para 


HERN ANDARÍAS  DE  SAAVEDRA  29 

la  primera  audumcia;  y  asi  lo  proveyeron,  ante  mi,  Gaspar 
iit  Act  redo, 

MAXUEL  RICARDO  TRELLES. 

(C;)ntinuará.) 


:^I  E  .M  o  R  I  A  L  . 

Presentado  al  Ministro  don  Diego  Qardoqui  por  los  hacendados  de 
Buenos  Aires  y  Mcntevi'^eo  en  el  año  1794,  sobre  los  medios  úe 
proveer  al  beneficio  y  exportación  de  la  carne  de  vaca  etc.,  etc. 

(Conelusion.)      (1) 

D-  que  >ir,\m  en  la  Martinica,  y  otras  Islas  de  la  Anu'- 
ru-n,  donde  se  eon.sunien  ereeidas  i)oreiones  en  la  manten- 
don  de  los  negros,  y  dema,s  habitantes;  y  ron  este  objeto 
lúWR  no  dar  tantos  rodeos,  se  podian  llevar  desde  aquí  á  la 
Habana,  eonio  ya  se  ha  empezado  á  practicar  en  peípieñari 
]K»i-cione^  dond;»  convendría  establee  íese  la  compafíia  uu  fac- 
tor que  las  vendiese,  no  solo  para  nuestros  establecimientos. 
KÍné  también  para  los  de  los  estranjeros  que  fuesen  á  com- 
iera rías  allí. 

27.  La,s  carnes  que  se  remitiesen  á  España  en  derechu- 
ra, s(»  vendc^ria  una  Iniena  parte  para  la  Real  Armada,  con 
cuyo  jnotivo  se  lograba,  que  el  estipendio  que  hace  el  Real 
Jira  rio  todos  lo.^  años,  no  fuese  á  manos  de  estranjeros;  y 
tal  vez,  que  ya  que  por  faltas  de  carnes  en  algunas  Provin- 
cias de  p]spaña,  lo  pasan  con  el  bacalao  que  les  llevan  los 
]]igl<»s(»s.  si  se  hiciesen  al  consumo  de  las  de  aqui,  de  est(»  mo 
do  iba  la  nación  á  adelantar  lo  que  no  es  creíble,  por  solo 
evitar  se  fuesen  crecidas  sumas  de  pesos  fuera  del  Reino. 


re^. " 


1.    V^ase  ])á.i.  'M)4  del  tomo  X  de  "La  Revi  ski'  de  Bikmios  Ai 


MEMORIAL  31 

28.  Las  carnes  que  se  destinasen  para  la  África  ten- 
drían buena  salida,  pues  sabemos  que  en  muchos  parajes  ca- 
recen de  ganados,  y  siendo  constante  que  los  Portugueses, 
que  llegan  á  ^íontevideo  conduciendo  negros,  llevan  de  re- 
torno crecidas  porciones  de  la  de  charque,  nos  presumimos 
que  en  las  costas  del  Brasil  se  podrán  vender  con  ventaja. 
y  aun  á  la  Asia  si  se  llevase  podrían  convenir,  pues  el  ejem- 
plo lo  íicredita  con  los  70  barriles  que  el  año  de  1788  remitió 
desde  aquí  á  ^lanila  el  factor  de  la  compañía  de  Filípimis  y 
i»c  solo  llegaron  buenos  á  aquel  destino,  sino  que  habiendo 
iljstribuido  algunos  barriles  á  los  Navios  que  allí  estaban 
•pertenecii'ntes  á  \dícha  compañía,  retornaron  con  ellos  (i 
('adiz,  y  llegaron  sin  (orromperse,  y  de  muy  buena  calidad, 
y  capaces  de  embarcarse  para  cualquiera  otro  viaje,  después 
de  haber  pasado  la  Knea  tres  veces,  sin  duda  por  haberla 
jal)ricado  los  Ingleses,  que  quedan  referidos,  y  existían  en 
aquel  tiempo  en  el  saladero  del  finado  ^íedina,  por  lo  que 
los  principales  directores  que  residen  en  Afadrid  le  dieron 
jns  gracias  á  este  factor. 

2Í).  La  compañía  que  allí  se  estableciese  no  solo  podía 
hiicer  su  comercio  exclusivo  con  las  carnes  «ino  también  con 
tocios  los  dema-s  frutos,  que  en  el  día  nadie  comercia  con 
ellos,  como  es  el  lino,  el  cáñamo,  la  rubia,  cerdas  de  caballo 
y  puerco,  manteca  de  vaca,  quesos,  lenguas,  sebo  de  carne- 
rc  para  luces,  pelo  de  ganado  vacuno,  pellejos  de  perro,  de 
cjTnero,  de  corderillos,  de  viscacha,  de  nutría,  maderas,  seda 
silvestre,  añil,  agengibre  del  Paraguay,  y  otras  varias  cosas 
].or  este  término.  De  este  modo  se  abría  la  puerta  á  otros 
ramos  de  comercio,  que  no  se  hace  por  ahora  uso  de  ellos 
y  consecuentemente  se  lograría  ver  en  breve  el  aumento  de 
])oblacion,  la  adquisición  de  las  riquezas,  y  de  la  felicidad 
i'citural  y  civil  de  esta  provincia,  y  á  este  objeto  principal  de 
economía  se  debían  dirigir  las  miras  del  Gobierno,  porqu»? 
de  ellos  nace  la  opulencia,  y  la  gloria  del  Soberano:  las  ar-* 
tes  primitivas  son  los  primeros  manantiales  de  donde  pro- 
vienen estos   efectos,   y   por  lo   mismo   se   debe   vigilar   con 


32  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRDS. 

ardor  para  que  este  comercio  sea  protejido,  á  fin  que  los 
conductos   por   donde   camine   se   hallen   siempre   expeditos 
limpios  y  defendidos. 

30.  Cuando  una  nación  no  tiene  comercio  es  cosa  mani- 
fiesta, que  por  excelentes  que  sean  las  producciones  de  su 
terreno  lian  de  ser  inútiles,  pues  no  teniendo  salida,  ni  des- 
pacho, no  pueden  los  hacendados  operarios,  lisonjearse  con 
)a  esperanza  de  las  ganancias,  que  son  las  que  estimula  á  au- 
mentar y  perfeccionar  las  haciendas,  pues  el  comercio  es  el 
espíritu  que  aviva  el  ingenio,  dá  movimiento  y  resucita  la 
industria;  es  el  muelle  principal  de  todas  las  fuerzas  del 
cuerpo  político;  y  es  el  que  produce,  y  atrae  todas  las  ri- 
quezas del  estado. 

31.  Xo  solamente  es  necesario  el  comercio  para  la  sub- 
sistí^ncia  de  un  estado,  sino  que  también  es  útil  y  provecho- 
.so.  asi  para  enriquecerle  y  fortificarlo,  como  para  civilizarlo 
(  instruirlo,  piies  multiplicando  la  ganancia  con  el  despa- 
cho, pone  en  movimiento  la  industria.  También  es  del  caso 
el  comercio  para  mantener  la  tranquilidad  de  los  puel)los, 
para  hacer  observar  las  leyes,  para  que  se  respete  el  Go- 
liierno.  pues  como  subministra  abundantes  materias,  no  solo 
lȒira  vivir  sino  para  vivir  con  sosiego  y  con  gusto,  los  acos- 
Tumbra  á  la  j)az  y  á  la  quietud,  haciéndoles  aborrecer  los 
Tilborotos  públieos,  las  turbaciones  civiles,  de  aqui  proviene 
oUí^  en  las  naciones  donde  no  hav  comercio,  ó  es  muv 
]»oco,  se  entregan  las  gentes  á  una  vida  licenciosa,  vaera- 
biinda  y  cruel,  lo  cual  ocasiona  infinitos  males  políticos.  Y;i 
]»emos  referido  de  la  multitud  de  gente  ociosa  y  vaga,  (iue 
existe  :i  la  otra  banda  de  este  Rio.  y  los  males  que  pned.-ir 
resultar  de  mantenerle  en  inacción,  pudiendo  hacerlos  íítili  s 
e^rnes  saladas;  y  el  mismo  remedio  podia  servir  en  (^sta  don- 
de también  se  hallan  muchos,  aunque  no  tan  perji^diciíd  s 
al  estado,  pero  pernicioso  en  estremo  al  progreso  de  nuestros 
haciendas,  resp.^cto  de  que  por  falta  de  ocupación  no  vivi-n 
sino  del  robo  v  la  infamia :  el  comer  io  av^tivo  <»s  r-l  solo  \\\^ 


MEMORIAL  33 

l»odia  remediar  en  este  pais  tales  males,  y  se  prueba  clara- 
i;j'»iitt»  porque  s^i  á  él  se  inclinan  los  hombres,  ha  sido  sií»m- 
r.ví'  por  el  am  r  natural  á  su  existencií)  un  vivo  desoo  de  Jas 
eoHiodidades  y  las  riquezas,  y  una  cierta  propensión  á  los 
j>laeeres  del  lujo.  Estas  tres  causas  producen  unos  efectos 
:M'l«itivos  á  su  mismo  origen:  y  asi  se  vé,  que  como  las  prin- 
nieras  necesidades  se  satisfacen  con  poco,  y  esto  por  lo  co- 
mún se  halla  en  el  mismo  pais  con  exorbitante  abundamna, 
os  muy  corto  y  escaso  el  comercio  que  ocasiona  la  i>rimera 
iXM'o  como  las  comodidades  v  conveniencias  son  muchas  v 
rliv(M'SMs,  y  los  placeres  y  gustos  no  tienen  límites  es  difícil 
t(iie  el  mismo  suelo  produzca  todo  lo  que  desea  nuestra  sen 
fiibilidad,  ó  nuestro  capricho,  y  i)or  esto  es  grande  el  co- 
Tijercio  que  proviene  de  la  2.a  y  grandísimo  el  que  resul- 
ta áv  la  tercera  que  debemos  inferir  que  después  de  lograr 
h\  í-ivilizacion  con  aplicar  á  muchos  hombres  ociosos,  y  aur* 
mugieres  y  niños  de  la  campaña  en  la  salazón  de  carnes,  y 
1:1  í)uerta  que  se  abra  para  comerciar  con  otros  ramos,  que 

<'OHio  está  dicho  en  el  dia  no  se  consideran  para  el  resultado 
s(  lia  un  aumento  considerable  en  el  comercio  de  España  por 
v\  mar  consumo  de  géneros  y  de  vestuario  y  de  otros  diversos 
qiK  exigiría  el  deseo  de  las  comodidades.  La  historia  de  todos 
lo>'  siglos  denniestra  esta  verdad,  en  ella  se  vé  que  los  salva- 
ji»s  caiubian,  y  permutan  tan  solo  lo  necesario,  los  medios 
lárbaros  comercian  por  lograr  algún  descanso,  y  los  Pueblos 
<*uItos  trafican  en  todo,  pero  su  mayor  giro  lo  motiva  el  lujo. 
.32.  Las  reglas  que  contribuyen  principalmente  según 
nos  persuadimos  al  aumento  del  comercio  son  las  siguientes: 
1.*,  que  los  frutos  de  que  abunda  el  Pais,  y  manufacturas 
<iue  se  trabajan  de  ellof»,  puedan  libremente  extraerse  á  cual- 
quiera lugar  y  en  cualquiera  tiempo  y  en  cualquiera  canti- 
<iad,  á  no  ser  que  por  algunas  extraordinarias  circunstancian 
SM  juzgue  conveniente  restringir  ó  moderar  esta  facultad  en 
l'(»nefici()  del  público,  esta  libertad  llena  la  nación  de  un  en- 
tusiasino  de  comercio,  y  es  causa  de  que  todos  procuran  te- 
ner una  porción  sobrante  para  el  tráfico,  á  mas  de  esto  la 


U  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRKS. 

«>ímaneia  que  ven  próxima  aviva  sus  esperanzas,  y  estas  dan 
T.nayor  esfuerzo  á  las  labores  con  las  que  proceden  á  enrií^ue- 
cerse.  Es  cierto  que  cada  uno  piensa  en  su  interés  privado, 
pero  también  lo  es  que  procurando  los  particulares  por  este 
tí'rmino  su  opulencia,  hacen  la  causa  pública,  y  enriquecían 
toda  la  nación. 

S^.  Pero  para  que  todos  se  inflamen  de  estos  deseos,  y 
( unda  el  espíritu  de  negociar,  es  preciso  que  se  hallen  segu- 
ios de  que  podrán  extraer  su  sobrante  á  tiempo,  y  de  manera 
([ue  no  se  oponga  á  sus  mismos  intereses,  pues  faltando  estí* 
*cegaridad  nadie  i)roeura  por  la  abundancia,  y  todos  se  con- 
tentan con  lo  preciso  como  hasta  aquí,  ella  consiste  en  dos 
]nmtos:  el  primero  que  la  compañía  que  abrace  el  comercio 
de  sus  carnes  saladas  ponga  todo  el  i)rincipal  conato  en  esti»^ 

ramo,  poi-que  hemos  visto  que  la  actual  destinada  á  la  pes<Tk 
•"!'.'  la  Ballena  no  ha  dejado  de  distraerse  en  otros  objetos 
eiiando  ha  creído  hallar  mas  conveniencia,  como  es  en  ocu- 
l?iir  algunos  de  sus  buques,  fletándolos  para  llevar  solo  cueros 
á  España,  de  lo  que  dimana  no  perfeccicmarse  en  los  á  (jue 

M)n  destinados.  El  segundo  que  la  estraccion  de  todos  frutos 
SI  a  libre;  pues  esperimentamos  que  no  solo  la  del  trigo  so 
jrohibe,  aunque  esté  á  un  bajo  precio,  sino  (pie  también  su- 
cede lo  mismo  con  el  sebo  que  producen  nuestros  ganados 
\acunos  en  rama,  cuyo  precio  ínfimo  es  el  de  4  á  6  reales  la 
arro])a,  y  mediano  de  8  á  10  reales,  y  el  superior  de  14  á  1> 
reales;  por  lo  que  seria  muy. conveniente  el  que  se  establecie- 
se, que  en  llegando  al  de  diez  reales,  solo  en  este  caso  se  pro- 
liiba  su  estraccion  sea  para  el  comercio  interno,  ó  esterno. 
de  euvo  modo  se  animarán  todos  á  cultivar  el  arte  de  bene- 
fieiar  esta  esp  cié  tan  útil  en  todo  el  mundo  para  murhos- 
objetos. 

34.  Algunos  creen  que  España  no  necesita  de  mas  co- 
líU^rcio  que  el  que  haga  de  sus  frutos,  con  sus  Indias,  pero 
1)0  consideran  como  un  punto  j)rincipalísimo,  y  el  mas  esen- 
cial, que  para  la  conservación  de  aquel  Ricino,  y  este,  debí»- 
uer  el  sistema  favorito  el  aumento  de  la  marina  mercantiK 


MEMORIAL  35 

ionio  madre  de  la  militar,  pues  estas  dos  se  dan  la  mano,  y 
ambas  la  dan  el  comercio.  Sin  marina  no  puede  haber  co- 
irercio  estendido,  sin  comercio  estendido  no  puede  haber 
marina.  Las  máximas  de  las  potencias  marítimas  son  bien 
(oi.ocidas  sobre  este  asunto  y  pueden  servirnos  de  regla 
Lo«  Ingleses  que  entienden  bien  sus  intereses,  pudieran  te- 
ner el  carbón  de  piedra  á  la  puerta  de  Londres,  y  ahorrar 
inHlones  en  su  «.^osta,  pero  prefieren  pasrar  tres  veces  más  caro 
ej  de  Xewcastel,  que  viene  por  mar,  porque  en  su  trasporte 
op  ejercitan  de  continuo  quince  mil  marineros. 

85.  ílntre  los  ramos  de  su  comercio  los  (pie  mas  apre- 
<  ian  son  los  groseros  que  címsiste  en  objetos  de  mucho  voliV 
Mcn,  como  es  el  de  Terranova  para  la  conducción  del  baca- 
lao y  la  pesca  de  la  l^allena.  por  que  emplean  mas  Navios, 
y  dan  por  útil  cualquiera  comercio  marítimo,  y  á  larga  dis- 
tancia aunque  no  dé  mas  beneficio  á  la  nación,  que  em- 
plear nuicha  gente  de  mar;  y  si  esto  es  lo  que  vale,  y  lo  que 
iuiporta  podemos  gloriarnos  de  que  nuestro  Soberano  es  el 
único  en  el  mundo  que  tiene  las  mejores  proporciones  para 
crear  un  plantel  de  marineria,  como  es  en  el  comercio  d(*  los 
.•'rutos  de  esta  Provincia  (pie  se  halla  á  larga  distancia  de 
Ici  Metrópoli,  ron  navegación  la  mas  dulce  y  menos  arries- 
gitda,  y  cuyos  frutos  los  de  mayor  volumen,  como  son  las 
cfirnes  saladas,  las  pieles,  las  astas,  el  s(^bo,  aceite  de  Lobo 
y  Ballena,  los  granos,  lino,  cáñamo  y  otros  (pie  produce  la 
a 'jtri  cultura. 

V 

86.  Por  esta  razón  sin  contradicción  alguna,  este  co- 
mercio es  el  que  se  debe  fomentar  mas  bien  que  otro,  que 
no  produce  tan  titiles  ventajas  al  estado,  y  esta  providencia 
x-s  tan  precisa  en  nuestro  concepto  que  sin  ella  jamas  habrá 
cu  España  una  numerosa  marina  mercantil,  y  sin  esta  ¿Cí'i- 
jíio  podrá  sostenerse  la  militar,  sino  á  pura  costa  de  inmensos 
tesoros?  Diremos,  que  para  un  caso  de  guerra,  cuando  sea 
]u*eciso  armar  las  escuadras,  puede  suplir  la  provincia  de  la 
matrícula,  de  ningún  modo;  pues  aunque  se  pueda  tomar  un 
número  de  paisanos,  no  son  marineros,  y  treinta  hombres 


36  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

va  heí'hos  á  iu  mar,  valen  mas  para  las  maniobras  que  700  de 
<UT Helios,  y  por  lo  que  toea  á  pilotos,  y  un  pié  de  hom- 
]»res  espertos,  es  preciso  mantenerlos  todo  el  año,  y  sino  se 
mantiene»  un  buen  número  de  ellos  en  tiempo  de  paz,  en  un 
coinereio  eomo  este  útil  y  lucrativo  ¿donde  se  hallarán  en 
habiendo  guerras?  Tiempo  en  que  todas  las  naciones  tienen 
empleados  á  los  suyos. 

'i7.  Este  es,  y  será  el  estado  de  España  hasta  que  no 
tenga  algunos  millares  de  navios  m<^rcantiles  sobre  el  mar. 
lií  que  no  es  dudable  se  consiga,  después  que  se  ha  abierto 
el  comercio  libre  con  las  Ann^ricas,  y  que  se  fomente  el 
li'áfico  de  las  i)roducciones  de  esta  provincia  como  dejamos 
ispnstulo  á  cuyo  intento  nos  parece  seria  muy  convenien- 
te remover  con  tiempo  los  ol)stáculos  que  ocurren  en  ]\Ionte- 
-video  por  la  ninguna  subordinación  de  los  marineros,  que 
vienen  en  las  embarcaciones  de  España,  porque  á  reserva 
<]k'  los  (jue  traen  los  Paquebotes  correos,  todos  son  propensos 
A  la  deserción  con  la  mira  de  hacerse  necesarios  á  la  vuelta  en 
]a  (|ue  se  hacen  pagar  mas  que  lo  triplicado  con  el  título  que 
jlauíau  de  travesía  y  cuando  no  se  les  concede  saben  levantar- 
le en  alta  mar,  y  hacerse  pagar  por  fuerza,  y  asi  para  atajar 
y  arreglar  este  desorden,  y  el  (pie  se  nota  en  la  maestranza  do 
i'ibí  ra,  en  las  oarenas  que  allí  ocurren  por  el  esceso  de  sus 
jornales  y  poca  aplicación,  de  modo  que  cuesten  por  lo  re- 
cular 70,  72  y  aun  75  mil  pesos,  y  tan  mal  hechas  que  sue- 
len tení'r  precisión  los  navieros  de  arribar  á  las  costas  del 
]>rasil  i>ara  remediarlas,  seria  bueno  se  formasen  ordenanza*; 
ñ  propósito  con  arreglo  á  las  circunstancias  locales  de  aquel 
puerto  dando  comisión  para  su  cumplimiento  á  algún  gef'í 
]^ei*manente,  porqu-e  de  darla  á  los  comandantes  del  Rio,  tal 
'Sfz  no  tendrian  efecto,  porque  se  mudan  muy  amenudo,  y 
es  tan  necesaria  esta  providencia  que  conceptuamos  que  sin 

illa  no  se  podrán  conseguir  los  progresos  que  nos  promete- 
II ¡os,  ni  que  el  Rey  pueda  contar  para  los  casos  de  guerra 
con  un  pié  de  10  á  12  mil  marineros  que  pueden  estar  ocu- 
pados en  este  ^'omercio  en  tiempo  de  paz. 


MEMORIAL  37 

38.  Xos  hacemos  cargo,  que  no  es  obra  do  pocos  diaí» 
crear  un  nuevo  sistema  de  industria  y  de  comercio  para  uii 
objeto  tan  vasto,  como  es  la  salazón  de  carnes  en  común  y 
ireneral,  y  darles  salidas  en  los  parajes  donde  las  necesiten, 
pero  es  un  asunto  que  se  puede  tomar  por  partes,  y  aunque 
fl  método  requiere  algunos  años,  hay  ciertas  providencia* 
que  desde  el  mismo  principio  de  su  plantificación,  tendrán 
todo  su  efecto,  pues  conlo  se  ha  dicho  hay  hasta  ocho  parti- 
culares que  se  ocupan  en  esta  manufactura. 

39.  Los  objetos  capitales  que  debe  comprender  el  nue- 
vo sistema,  son  una  buena  policía,  y  buenas  providencian 
para  el  gobierno  de  los  cam])OS  á  fin  de  lograr  el  aumento  y 
cons<^rvacion  de  los  ganados,  las  que  se  pueden  aqui  arreglar 
con  audiencia  de  los  Hacendados  de  esta  y  la  otra  banda,  es- 
t^nder  el  comercio  todo  lo  que  se  pueda,  y  sobre  todo  hacer 
útiles  a  las  gentes  vagas,  y  como  ningún  estímulo  es  tan  po- 
deroso como  el  interés  y  el  honor,  que  convendría  señalar  al- 
gún premio,  ó  distinción  al  que  cultive  ó  manufacture  la 
mayor  cantidad  y  de  mtejor  calidad  de  carnes,  con  la  circuns- 
ÍHiicia  de  sujetar  y  traer  a  los  saladeros  los  ganados  alzador 
Je  mas  remotas  distancias,  como  ya  queda  espresado,  para 
M,'V  si  asi  se  logra,  el  que  no  hagan  matanzas  por  solo  el  in- 
teiés  de  la  piel  con  pérdida  total  de  carne,  pues  aun(iue  sean 

teros  no  se  de^e  permitir  este  desorden,  porque  justamente 
c¿?  la  carne  de  maí;  consistencia  para  la  salazón.  A  este  me- 
die deben  los  iiayores  progresos  los  ingleses,  siendo  máxima 
consistente  de  su  gobierno,  no  escasear  la  recompensa  de  los 
]>úblicos  servicios,  dispensando  liberalmente  honores  y  emo- 
lumentos, á  quien  dá  honor  á  la  Patria  con  su  talento,  y 
provecho  con  su  aplicación,  y  para  todo  género  de  manu- 
faí*tura  y  cada  ramo  de  industria,  qu<»  quieran  acrescentar 
Iiay  sus  premios  determinados,  siendo  increíble  el  ardor,  v 
H  emulación  que  causa  este  estímulo  en  todo  el  s\u»rpo  de 
la   nación. 

40  Xo  dudamos  que  aquí  suceda  lo  mismo,  en  toman-* 
dos<'  con  empeño  la  plantificación  dí4  (*omercio  de  carnes,  y 


38  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

ium  podían  ser  muy  útiles  los  premios,  si  se  estendiese  á  otro 
ramo  ele  industria,  que  está  durmiendo  como  se  ha  dicho 
arriba,  y  es  el  cultivo  de  la  Rubia,  que  la  hay  silvestre  en 
iibundaneia,  la  que  es  maravillosa  para  los  tintes;  (1)  el  de  la 

<-eda  silvestre,  el  del  Lino  y  cáñamo  que  se  produce  bien  para 
llevarlo  á  España  en  rama,  como  está  mandado  por  repeti- 
<las  reales  órdenes,  el  de  añil,  cate  y  ajenjibre  que  producen 
2miy  ])ien  en  el  Paraguay,  donde  hay  muchas  raices,  gomas, 
rocinas,  yerbas  y  diversidad  de  especies  de  que  en  otras  par- 
tes del  mundo  son  escelentes  ramos  de  comercio,  y  allí  no  se 
i>i»»nsa  en  ello,  tal  vez  por  falta  de  estímulo,  que  si  lo  hubie- 
se no  descuidarían  también  el  ramo  de  la  azúcar,  pues  es 
tanto  su  abandono,  que  de  la  que  recojen,  ni  aun  ])ueden 
iibnstecer  A  esta  ciudad. 

41.  Esta  corta  digresión  sobre  estos  ramos  de  indus- 
iria,  ha  sido  indispensable  para  dar  una  idea  de  todo  lo  que 
se  puede  adelantar  en  esta  parte  de  que  son  susceptibles  estos 
terrenos,  y  que  se  miran  como  necesarios  al  fomento  de  las 
ocupaí'iones  públicas.  Quisiéramos  imprimir  con  principios 
]»rácticos  en  los  corazones  de  nuestros  compatriotas,  que  el 
I 'rimero  y  el  mas  preci.so  abono  que  debemos  poner  en  nues- 
tras tierras  y  grangerias,  es  una  constant^e  aplicación  y  des- 
v**lo  para  el  mejor  cultivo  de  varios  ramos  que  hay  de  indus- 
tria, ([ue  están  abandonados  á  lo  que  pueden  contribuir  la 
ü'Mnii  poKtica  de  nu<^tro  Gobierno,  multiplicando  isubpis- 
lencias,  protegiendo  y  facilitando  ocupaciones  en  toda  clase 


].     El  autor  de  las  "Líoccionies  elomeiit Lites  de  a,gTi cultura"  .publi- 

va<lH*<  ^m    1^1    spi r.iau'apio   <l'Ol   ■doctor   Viieyteí?    (año    1S0.3)    consagra    1» 

le^M'ioin  14  al  ^'cotnocimi'emto  y  -cultivo  de  la  Rti^iía"  pi^^ata  4^¡ae  s&frun 

el   mimiio   autor   es   espontánea   entre   iiosotRvs   y   vulgarmente   cono- 

v,u\tii  coin  i?.l  n»>inbro  d>  ** Rui-ees  de  teñi-r".  Kecomie.nda  la  estacio-n  del 

Otoño   como  la  mejor  para  eoseoharla  y  dic»e  que  la-s  raicea  son  la 

parte    verdaderamente    útil  de    esta   planta.     No    la    describe:    nofio- 

Iros   créenos   que  -os    una   planta   tintórea    que    dá   el    color   llamado 

por  los  franc-eses  **gairatncíe. " 

Antig-uíimente  la  cosecha  de  estas   raí  ees  era   uno  d«e  los  ramos 
ele  industria  de  los  vecinos  de  la  **(^apilla  del  Paraná"  (Entre  Rios.) 
Hoy    apena-s   »on    conocidas    allí    y    empleadas    en    la    industria    do- 
jnés.tica  p'iir  algutnas  familias. 


MEMORIAL  39 

Á*-  industria,  por  medio  de  los  premios  y  aunque  las  de  la 
agricultura  pueden  ser  numerosas,  consiguiéndose  la  estrac- 
t'ion  de  los  granos,  y  otros  frutos  que  produce,  con  todo 
i.nivicTie  favorecer  toda  especie  de  cultivo  industrial  por 
pequeño  que  sea. 

42.  Rajo  el  nombre  genérico  de  industria,  comprende- 
nu'S  todas  las  ventajas  que  quieran  aprovecharse,  y  ofrece 
liucstro  suelo  en  cualesquiera  electos  de  los  que  produce  ca- 
jíiiccs  de  recibir  alguna  nueva  forma,  mejora  ó  beneficio  por 
ii'cdio  del  trabajo  del  hombre,  ya  sea  que  rsulte  de  lina  sim- 
\>\*'  oj)eraci()n  manual,  ó  ya  por  el  ministerio  de  ingenios,  y 
i'iáí|uinas  que  la  faciliten  de  que  resultará  que  el  producto  de 
t'stos  trabajos  públicos,  será  la  mas  lejítima  y  la  mas  segura 
riijueza  del  estado,  sin  los  cuales  las  mas  preciosas  minas 
pr»  son  sino  unos  bienes  momentáneos,  que  se  desvanecen 
t*omo  el  humo.  La  industria  es  la  llave  maestra  de  la  opu- 
lencia, y  el  dinero  no  es  mas  que  signo  de  las  ocupaciones 
útiles,   y   de   que   ha   de   ir   forzosamente   á   las  manos   del 

1  ralla jador;  poniendo  pues  en  movimiento  la  agricultura,  la 
ii  dustria  y  el  tráfico,  la  Real  Hacienda  prosperará,  porque 
ti  patrimonio  del  Soberano  sale  del  fondo  público;  si  este  no 
i  rece  en  vano  proyectarán  los  ^linistros  que  la  manejen  para 

tlar  aumentos  de  riquezas  al  erario,  pues  los  arroyos  que  fe- 
<  i'Ldan  y  fertilizan  el  patrimonio  del  príncipe  y  el  de  los  par- 
liíulares  nace  vie  una  misma  fuente.  Para  dirijir  con  acierto 
<ste  ramo,  es  muy  precisa  la  ciencia  de  la  economía  y  el  co- 
i'cio :  es  esta  una  materia  tan  delicada,  que  cualquiera  pe- 
<uaño  golpe  que  se  le  dá  sin  acierto,  suele  acotar  los  manan- 
1  lides,  por  esto  será  muy  del  caso  un  sistema  acomodado  á  la 
Hiíluraleza  del  Pais,  á  las  necesidades  del  ciudadano  y  á  los 
intereses  particulares  de  la  nación,  para  no  obrar  á  ciegas  en 
%  stas  operaciones. 

48.  l*ara  comprender  con  mayor  claridad  este  princi- 
7»io,  consideremos  dos  naciones  que  llevan  unos  mismos  efec- 
ios  á  vender  á  otra  distinta;  es  evidente  que  si  la  una  de  las 
<'0>:  tiene  mejores  ó  tan  buenos  géneros,  y  al  mismo  tiempo  por 


40  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

la  franquicia  ó  baja  de  derechos,  por  la  mayor  comodidad 
en  sus  transportes,  por  los  menores  estorbos  que  encuentra 
en  el  despacho  de  sus  mercaderias;  que  paga  menos  en  su 
b«]ida,  y  facilita  su  construcción;  tendrá  infaltablemente  la 
preferencia  sobre  la  otra  nación,  y  llegará  á  hacerse  muchü 
mas  rica  y  poderosa.  La  demostración  de  este  teorema  es. 
(iue  la  preferencia  y  el  despacho  es  el  alma  del  tráfíico.  y  qut^ 
donde  la  salida  es  pronta  y  mucha,  el  comercio  es  fuerte  y 
pujante,  y  al  contrario  donde  es  lenta  y  poca,  es  débil  y  de 
poca  consideración.  Estas  máximas  quisiéramos  que  se  ar- 
raigasen en  el  espíritu  de  la  compañia  que  aqui  se  establezca 
como  deseamos  para  la  salazón  de  carnes,  pues  solo  asi  en. 
breve  se  notaria  la  decadencia  del  pospuesto,,  y  la  total  rui- 
na de  su  comercio  en  este  ramo,  que  siempre  nos  persuadí - 
II «os  sea  el  inglés  de  cuyas  máximas  y  resortes  ocidtos  s(^rá 
menester  guardarse  porque  siempre  ha  procurado  destruir 
lus  mejores  establecimientos  de  industria  y  comercio  de  nues- 
tra España,  y  también  quisiéramos,  que  se  arraigasen  otras 
IaO  menos  importantes  en  los  jefes  ([ue  aquí  nos  mandan 
sucesivamente,  como  es  en  primer  lugar,  la  de  sugetar  á  los 
vagos,  haciendo  que  sean  útiles  á  la  provincia  los  que  le 
son  perjudiciales;  porque  el  pue])lo  bien  ocupado,  es  sin  la 
uienor  duda  el  punto  fijo  de  donde  como  líneas  indefectibles 
[u  rten  todas  las  felicidades  del  Estado.  Es  el  qiw  olvi- 
dado de  todo  mal  pensamiento  contrario  á  la  quietud  públi- 
..♦a,  solo  se  desvela  en  la  adquisición  de  su  subsistencia  y  de- 
sús comodidades.  El  que  con  sus  manos  aumenta  los  efcc- 
ios  nacionaleíí  y  enriquece  al  Estado.  El  que  por  estos 
medios  se  propaga  insensiblemente,  acrecienta  la  pol>laci()n. 
y  dá  gentes  de  mar  y  tierra,  que  defienden  la  nación  de  sus" 
enemigos.  El  que  con  sus  numerosos  consumos,  y  la  extrac- 
ción dá  valor  á  los  frutos  y  ganados,  y  aumenta  por  conse- 
(  uencia  el  de  }as  tierras  y  las  haciendas.  El  que  acrecienta 
á  proporción  las  rentas  reales  y  la  fuerza  del  estado.  Es 
por  último  el  mas  seguro  tesoro  de  la  Nación,  qile  no  puede 
Ktr  robado,   mientras  se  le  atienda  como  merece  con  estas: 


MEMORIAL  41 

i.>áxinias;  y  coa  la  de  que  el  eoiiiereio  se  halle  bien  practiea- 
íld  y  protejido,  se  verán  grandes  y  hermosos  efectos;  el 
j.  rimero  será  aumentar  el  Poder  del  Soberano  y  las  riquezas 
de  la  nación,  eomo  está  dicho,  proporcionando  medios  para 
i- amentar  mayor  numero  de  familias  con  el  fomento  de  iu 
agricultura  é  industria:  este  efecto  á  mas  de  ser  patente  por 
lo  que  se  ha  dicho  en  esta  representación,  lo  demuestra  la 
esperiencia  de  las  naciones,  que  han  sabido  y  saben  conic^r- 
c:ar.  En  Inglaterra  es  máxima  común  y  fundamental  del 
ííobierno  que  el  comercio  es  la  sementera  de  la  marineria,  es 
el  espíritu  de  la  marina;  la  marina  los  brazos  del  comercio; 
el  comercio  el  origen  del  poder  y  de  la  gloria  de  la  Gran 
Bretaña. 

44.  Por  último,  Excelentísimo  señor,  debqmos  ha<fiL»r 
presente  á  V.  E.  que  hay  ciertos  parages,  asi  en  esta  banda 
como  en  la  otra  de  este  rio,  donde  se  acumulan  mudios  mi- 
llares de  ganados  vacunos,  que  por  no  poderlos  sujetar  á  ro- 
deo, y  ponerles  su  marca  cada  dueño,  se  llaman  orejanos  ó 
alzados;  de  modo  que  aunque  se  conoce  que  los  de  esta  ban- 
d  .  (que  por  lo  regular  se  hallan  á  la  parte  del  sud)  son  perte- 
necientes á  todos  estos  estancieros  en  común,  también  es  evi- 
dente que  pertenecen  á  los  de  aquella  todos  los  <iue  sí^  ha 
lliin  de  esta  clase  en  los  parages  mas  remotos,  sin  que  se 
jMíedan  distinguir  á  que  individuos  correspondan  en  parti- 
cular, i)ues  estos  estravios  los  motivan  varias  causas  gene- 
rales, é  imppsible  de  poderlas  remediar,  como  son  la  falta  de 
aguadas  y  pastos,  que  dimanan  de  una  seca  general,  tam- 
];ieu  por  las  correrías  que  se  hacen  en  las  mismas  estancias 
para  las  matanzas,  en  cuyos  casos  se  estravian,  y  después 
]TOcrean  á  largas  distancias,  sin  haber  arbitrio  para  mar- 
carlos. 

45.  Asi  como  hay  ganados  orejanos  ó  alzados,  que  no 
tunen  conocido  dueño  por  hallarse  sin  marcas  en  terrenos 
rt-alengos  y  desiertos,  hay  tam})ien  otros  de  la  misma  clase. 
qut  tienen  ef.'ctivamente  dueños  conocidos,  como  son  los 
que  existen  en  las  haciendas  opulenta.s,  que  por  no  tener  los 


42  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

dueños  suficientes  esclavos  ó  no  hallar  peones  que  conchavar 
en  los  tiempos  de  yerra,  se  quedan  muchos  sin  la  marca,  y 
no  por  esto  pierden  el  derecho  que  tienen  á  los  tales  ganados. 
V  usan  de  ellos  como  legítimos  dueños,  y  por  estar  en  su 
l»ropio  terreno  les  acredita  la  voz  pública  la  posesión  que 
gozan. 

46.  No  son  de  estos  de  los  que  tratasen  sino  de  los 
] cimeros,  que  absolutamente  es  imposible  poder  conocer,  y 
cc»riocer  individualmente  á  los  dueños  á  quienes  pertenezcan. 

47.  Por  esta  imposibilidad,  y  sin  embargo  de  sal^erse 
con  evidencia  que  pertenecen  á  todos  los  hacendados  en  co- 
mún, ha  estado  en  práctica  de  muchos  años  á  esta  parte,  qu(j 
•^1  que  ha  querido  con  licencia  6  sin  ella,  ha  usado  de  los  tales 
ganados  aprovechándose  de  los  cuerambres  que  han  produci- 
do, como  si  fuera  único  y  lejítimo  dueño,  y  lo  que  es  mas  sin 
tener  ni  aun  remoto  derecho  á  ellos  por  no  ser  hacendados, 
causando  con  estas  matanzas  clandestinas  los  mayores  de- 
f.órdenes  en  la  campaña,  no  solo  por  matar  las  vacas,  sino 
por  la  pérdida  total  de  las  carnes,  sebo,  grasa,  y  todo  lo  demás 
<jue  produce  cada  cabeza  de  ganado  á  reserva  de  la  piel,  que 
es  lo  que  solo  aprovechan  en  tales  ocasiones. 

48.  En  esta  virtud,  y  puesto  que  esta  clase  de  ganados 
pertenecen  al  común  de  todas  las  haciendas,  nos  parece  que 

•  fxi.ie  la  mas  recta  justicia,  que  los  caudales  que  produzcan. 
^•"H  de  los  que  se  vendan  en  pié,  6  de  los  que  se  beneficien  en 
í(.s  saladeros,  se  apliquen,  y  se  inviertan  también  en  el  ade- 
lantamiento y  provecho  de  todas  las  mismas  haciendas  en 
común,  ai  en  lo  gastos  que  se  podrían  hacer  en  aniquilar 
y  destruir  la  muchedumbre  de  perros  cimarrones,  que  hay 
en  todos  los  partidos  en  perjuicio  general  del  terneraje,  que 
se  lo  comen  diariamente,  en  contener  las  yeguadas,  y  caba- 
lladas alzadas,  que  inquietan  á  los  ganados  en  sus  rodeos,  les 
consumen  los  pastos,  y  se  llevan  en  la  mezcla  de  sus  corre - 
rias  y  atropelladas  á  los  caballos  mansos:  eu  costear  prisio- 
nes, y  demás  precauciones  necesarias  para  reprimir  la  osadía 


\ 


< 


MEMORIAL  43 

é'}  los  ladrones  y  vagabundos:  en  facilitar  las  aguadas  don- 
de no  hay  rios,  ni  arrojaos  por  medio  de  aclarar  las  lagunas 
y  manantiales,  por  cuya  falta  se  ocasiona  regularmente  el 
vstravio  de  los  ganados  y  este  es  el  principio  para  que  se 
luí  van  alzado,  y  por  último  se  po<lian  invertir  los  referido» 
<-aadalcs  en  otros  gastos  de  esta  clase,  como  fuesen  en  man- 

t.-ncr .(ilegible) 

tijo  en  las  campañas,  pudiendo 

fímdos  para  habilitar  con  calidad  de 

finieran  formar  nuevas  estancias,  y  saladeros 

ÍLTualrntaite  se  podian  sacar  de  él  los  premios,  y  recompen- 
nxs  (jue  dejamos  indicadas  á  favor  de  los  que  se  esmeren  en 
a.írricultura,  y  aun  reintegrar  después  los  primeros  gastos, 
<|iie  hi**icse  la  Real  Hacienda  en  el  envió  de  los  Irlandeses, 
pj  ra  maestros  de  la  salazón  de  carnes,  y  el  de  los  toneleros. 
V  con  estos  objetos  tan  laudables,  nos  parece  no  seria  fuera 
de  i)rop6sito  el  que  entrase  en  este  fondo  el  valor  de  las  apre- 
( iaeiones  de  cueros  y  ganados  que  se  hacen  á  los  contraven- 
tores a  los  bandos  que  las  prescriben  con  arreglo  á  los  de- 
sordenes (pie  se  cometen  clandestinamente. 

49.  Para  que  la  distribución  de  estos  caudales  fuese  ar- 
reglada á  justicia,  se  podian  establecer  dos  canjes  en  esta 
ciudad  para  que  entrasen  en  ella  los  pertenecientes  á  la  cam- 
]ti\\m  de  esta  banda,  y  otra  en  ^íontevideo  para  los  de  aque- 
Ibi.  ]>nniendo  á  íada  una  tres  llaves:  una  en  poder  del  Alcal- 
de de  primer  voto:  otra  en  el  del  Síndico  Procurador  de  la 
■  iudad.  y  otra  en  el  sujeto  que  nombren  los  mismos  ha(H»n- 
dados  7   respectivos,  para  llevar  la  cuenta  y  razón,  la  que  se 

l>odia  tomar  cada  año  por  la  persona  \i  oficina,  que  señale  el 
i/obierno  con  anuencia  del  apmlerado,  que  para  esto  nombren 
'•  s  haí*endados ;  y  las  libranzas  contra  las 

(•n jas,  se  podian  expedir  por  el - 

í\  cuyo  cargo  esté  el  mando  de  la 

;'í  por  un  ministro  de  esta  Real  Audiencia,  precediendo  in- 
i*orm<\  é  intervención  de  la  Junta,  ó  apoderado  de  los  hacen- 


41  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Ciados.  De  este  modo  nos  prometíamos  cesarían  los  conti- 
nuados pleitos,  que  se  suscitan  i)or  la  pertenencia  de  1oí$ 
tales  ganados,  y  viviríamos  todos  en  paz  y  tranquilidad. 

50.  Por  tanto,  Exmo.  Sr.,  ocurrimos  á  V.  E.  para  (pie, 
se  digne  inclinar  la  Real  l>eneficencia  de  8.  M.  á  favor  de  Ioíí 
hacendados  de  Buenos  Aires  y  ]\rontevideo,  para  que  por 
medio  de  los  premias  y  recompensas  que  se  señalen  á  los  que 
\enzan  las  dificultades  que  ocurren,  se  establezca  general- 
mente la  salazón  de  carnes  y  el  cultivo  de  otros  ramos  de 
comercio,  que  no  están  en  uso.  Que  se  hagan  útiles  á  los 
vagamundos,  por  medio  de  buenas  ordenanzas  de  Policía 
formadas  con  anuencia  de  los  hacendados.  Que  se  envíen 
íK-lienta  6  cien  Irlandeses,  maestros  de  salar  carnes,  con  la 
calidad  de  que  sean  solteros  y  católicos.  Que  se  envíen  to- 
neleros, con  la,s  prevenciones  indicadas,  para  que  aquí  se 
fabriquen  barriles.  Que  por  lo  pronto  se  traiga  barrilería 
líthva  de  España  en  duelas,  y  arcos  de  fierro.  Que  se  esta- 
blezca una  compañía,  6  facultar  á  la  de  la  Ballena  con  el  fiu 

de  facilitar  estos  objetos.     Que  no  se  prohiba 

ganado  vacuno  á  menos de  diez  reales  la 

arroba  en  rama.   . ordenanzas^ 

peculiares  al  Puerto para  el  ar- 
reglo de  la  marinería,  maestranza  de  ribera,  que  ejecutan  \'¿i% 
carenas  á  los  navios  de  comercio.  Y  que  se  forme  un  fond) 
del  producto  de  los  ganados  alzados,  y  del  de  los  cueros,  y 
(:tros  frutos  que  se  aprenden  á  los  contraventores  de  los  ban- 
dos  publicados  para  estos  asuntos,  y  se  inventa  en  benefi- 
cio de  las  haciendas  de  campo.  ])ara  lograr  el  aumento,  y 
conservación  de  los  ganados.  De  todo  lo  que  quedaremos 
(M-n  el  nmyor  reconocimiento  á  V.  E.,  ordenando  á  este  efecto, 
que  las  provid.mcía,s  que  S.  ^l.  tenga  por  conveniente  espe- 
dir se  circulen,  y  publiquen  en  esta  Provincia,  con  lo  qu(> 
sin  duda  esperamos  ver  logrados  los  fines,  á  que  se  dirije  esta 
nuestra  sumisa  representación,  como  tan  útiles  al  estado  v 
al  Real  servicio  de  S.  M. 


MEMORIAL  43 

Nuestro   Si-ñor  gUiirdí»  á   V.   E.   muchos   años. — Buenos 
^\ir(»s  (le  1794. 

Exino.  Señor  don  Diego  Gardoqui. 


DES<  RÍPCIüN  HISTÓRICA 
DE  LA 

ANTIGUA  PKOVIXCIA  DEL  PARAGUAY. 

(Couti.miacioii.)      (1) 

^raehain  no  ])orfió  en  continuar  el  ataque;  se  retiró  en 
i'ulen  defendiéndose  del  fues^o  de  las  dos  divisiones  que  l«j 
iban  á  envolver. 

Los  tres  generales,  Gareia.  Uabañas  y  Gamarra,  retroee- 
dieron  auncjue  ya  victoriosos,  sin  atreverse  á  apurar  y  opri- 
rijir  ó  eortar  la  retirada  á  Maehain.  Y  sin  embargo  de  qur- 
el  gobernador  Velazeo,  por  el  hecho  de  haber  desamparüdo 
(1  ejército  y  fugado  vergonzosamente  á  los  primeros  tiros 
del  cañón  tínemigo,  quedaba  ya  privado  del  gobierno  de  la 
piovincia,  y  ae  toda  intervención  en  el  ejército,  y  por  lo 
n  ismo  se  habia  hecho  digno  de  la  pena  cai)ital,  no  se  le  for- 
V"/)  causa  por  un  consejo  de  guerra  que  incontinenti  debiaíi 
celebrar   los   tres   pro'dichos   generííkls;    antes    ])ien    le    hi- 

citrón  buscar  y  llamar,  mas  por  ignorancia  que  por  necesi- 
dad. Vuelto  Velazco  al  ejército,  determinó  perseguir,  y  al 
efecto  se  destacaron  algunas  compañias  lijeras,  con  orden  de 
stguir  pisándole  la  retaguardia,  hasta  dejarle  pasar  libre- 
iLcnte  el  rio  Tacuaru  sobre  cuya  margen  del  sud  se  acampó  >- 
ft)rtificó  Belgrano,  aguardando  el  refuerzo  de  tropa  que  ha- 


1.     VY*a^*e  la  pajina  310  del  tamo  X  de  esta  "Revista 


ff 


PARAGUAY.  47 

l)ia  pedido  á  la  Junta  de  Buenos  Aires,  para  volver  con  fuer- 
za mas  respetable  sobre  el  Paraguay. 

El  rio  Tacuarí  es  angosto,  pero  profundo,  rápido,  mon- 
tuoso y  sin  vados;  estas  circunstancias  alucinaron  á  Belgra- 
no  poco  ó  nada  militar,  para  creerse  seguro  é  inespugnable 
i-Ti  aquel  sitio,  apesar  del  descalabro  que  habia  padecido  en 
J^araguarí,  Así  fue,  que  sobre  el  paso  único  que  tiene  el  Ta- 
(itaríf  levantó  kis  baterías,  y  se  iniso  en  estado  de  resistir  á 
ciialquiera  invasión  paraguaya.  Allí  se  mantuvo  todo  el 
mes  de  febrero. 

El  gobernador  Velazco,  pensando  que  Belgrano,  por  el 
susto  que  llevó  en  Par  aguan,  y  por  su  precipitada  desi)rd«^- 
rada  retirada,  no  habia  de  parar  hasta  pasar  el  Paraná,  se 
íHiuvo  en  perseguirlo,  hasta  que  noticioso  de  haber  hecho 
ííltc  y  fortificádose  sobre  el  paso  de  Tacuarí,  hizo  marchar 
2(^00  hombres  de  todas  armas,  contra  él,  al  mando  de  don 
Manuel  Cabanas,  y  don  Juan  ]\ranuel  Gamarra,  con  orden  d^ 
iícsalojarlo  de  aquel  punto,  y  perseguirlo  hasta  hacerlo  pa- 
sar el  Paraná.  A  principio  de  marzo  se  presentó  nuestro  ejér- 
cito sobre  las  márgenes  de  Tacuarí,  al  frente  del  enemigo. 
P'vro  Belgrano  nada  temió  á  la  vista  de  un  ejército  superior 
al  suyo. 

Los  generales  y  oficiales  paraguayos  que  observaron  la 
\tntajosa  posición  en  que  se  hallaba  el  enemigo  al  otro  lado 
d(4  rio,  que  le  servia  de  antemural,  y  conociendo  por  estas 
(árcunstancias  que  no  seria  fácil  desalojarlo  de  aquel  punto 
atacándolo  solo  de  frente,  sin  batirlo  también  por  la  espal- 
da, determinaron  construir  un  puente  sobre  el  Tacuarí,  por 
lie  haber  vado  por  donde  esguazarlo.  Así  lo  ejecutaron^ 
construyéndolo  á  una  l<^gua  arriba,  d^l  paso.  En  un  monte 
pjande  cercano  al  rio,  cortarcm  de  noche  á  la  lumbre  de  los 
fogones  y  condujeron  al  parage  designado,  toda  la  madera 
]  roporeionada  al  ancho  del  rio,  y  necesaria  para  el  puente. 
(\mcluido  este  en  dos  dias  se  dividió  nuestro  ejército  en  dos 
consideral)les  trozos,  y  el  9  de  marzo  al  amanecer,  comenzó 

f\  que  habia  á  éste  lado,  á  batir  de  frente  al  enemigo,  mien- 


4S  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

tlh^  que  el  otro  pasaba  el  puente  al  mando  de  don  Manuel 
(íainarra. 

Divertido  asi  el  general  Belgrano,  sin  pensar  en  ser  ata- 
cado por  su  retaguardia,  puso  toda  su  atención  en  eorres- 
I»onder  a  nuestros  fuegos;  euando  de  repente  se  halló  opH- 
iDÚlo  por  las  tropas  que  habian  pasado  al  otro  lado  del  rio 
Tacuarí,  y  al  mismo  tiempo  por  los  botes  armados  que  del 
Paraná,  arrufaban  l)atiéndole  por  el  flaneo  izquierdo.  Nues- 
tras tropas  del  otro  lado,  entraron  en  acción  con  el  mayor 
g<'neral  ^lachain  y  apesar  de  haberse  defendido  este  con  mu- 
clio  valor,  fué  liecho  ]>risionero  con  otros  oficiales  y  consl- 
cicrable  número  de  soldados,  se  le  tomaron  dos  piezas  de 
aríilleria,  un  carro  de  municiones,  fusiles  y  demás  armas 
blancas,     llocos  fueron  los  muertos,  de  una  y  otra  parte. 

Belgrnno  que  se  vio  en  el  mayor  conflicto,  envuelto  en- 
U-^  tres  fuegos  y  espuesto  también  á  caer  prisionero,  ser  en- 
lira mente  destrozado  ó  rendirse  á  discreción,  tomó  el  par- 
lulo  de  ofrecer  capitulaciones;  al  efecto,  mandó  un  parla 
r^entario  que  fué  don  José  Alberto  Echevarría,  Paraguayo  y 
lio  materno  de  ^lachain  al  general  don  ^íanuel  Cabanas,  re- 
(.1. í riendo  la  cesación  de  hostilidad,  y  prometiendo  retirar?.* 
ci  n  el  resto  de  su  ejército  y  armas  que  le  quedaban,  al  otro 
lado  del  Paraná,  dejando  así  evacuada  la  provincia  de  toda 
invasión.     El  general  paraguayo  contestó  á  Belgrano  por  el 

oficio  que  sigue: 

(ainjio  (le  bataUa  de  Taoiiarí.  marzo  9  de  JSll. 

"Habiéndose  presentado  el  parlamentario  don  José  Al- 
berto Echevarría,  proponiendo  de  parte  del  señor  gencr.d 
del  ejército  de  Buenos  Aires,  que  respecto  á  (jiie  solo  había 
T:  nido,  no  á  hostilizar  la  Provincia  del  Paraguay,  sino  á  au- 
xiliarla, de  que  han  resultado  varias  hostilidades,  se  retir.M- 
ria  al  otro  lado  del  Paraná  con  su  ejército,  y  dejariü  1h 
]»rovincia  evacuada  de  toda  invasión ;  he  resuelto  yo  e!  ^\»- 
li  andante  en  gefe  de  las  tropas  del  Paraguay,  convenir,  vn 
(Míe  siempre  y  cuando  se  convenga  no  haber  mas  hostni«"I;i- 


PARAGUAY.  49 

<les  de  armas,  conceder  la  proposición  hecha  por  el  parla- 
iicntario;  bajo  de  dicho  seguro  principiará  á  marchar  desde 
mañana  10  del  corriente. — Dios  guarde  al  señor  general  mu- 
chos años. — Manuel  Atanacio  Cabanas." 

El  general  don  Mamiel  Belgrano,  contesto  lo  siguiente? 

*'^Ie  conformo  en  todas  sus  partes,  con  cuanto  usícd 
me  significa  en  su  oficio  de  este  dia ;  y  al  efecto  daré  princi- 
l»if>  á  mi  marcha  mañana,  pero  si  usted  gusta  que  adehiitc- 
mos  mas  la  negociación  para  que  la  Provincia  se  persua-hi  de 
<\\ii:  mi  objeto  no  ha  sido  conquistarla,  sino  facilitarle  me- 
<]ios  ])ara  sus  adelantamientos,  felicidad  y  comunicación  con 
!a  capital,  sírvase  decírmelo,  y  le  haré  mis  proposiciones  - 
Dios  guarde  á  usted  muchos  años.  Marzo  9  de  1811.'' 

Quiso  el  general  Cabanas  oir  las  proposiciones  que  Bel- 
grnno  ofrecía  hacerle,  y  le  comunicó  a  este  que  gustaría  s<? 
Jas  hiciese,  en  cuya  virtud  le  trasmitió  las  siguientes: 

**Ya  que  usted  gusta  imponerse  de  las  proposiciones  que 
hé  meditado  hacerle,  en  virtud  de  las  altas  facultades  de  que 
estoy  revestido,  como  representante  de  la  Exelentísima  Jun- 
1a  de  la  provincia  de  Buenos  Aires,  para  que  se  convenza  la 
<^'l  Paraguay,  de  que  el  objeto  de  mi  venida,  no  ha  sido  á 
conquistarla  sino  a  auxiliarla,  para  que  valiéndose  los  hijo.-? 
<!('  ella  de  las  fuerzas  de  mi  mando,  recobrasen  sus  derechos. 
<;ue  por  todos  títulos  les  corresponden;  que  nombrasen  sus 
c^iputados  al  Congreso  general,  á  fin  de  resolver  el  modo  de 
(onservar  la  monarquía  española  en  estos  dominios  de  Su 
]Mngestad  el  señor  don  Fernando  7.o,  si  la  España  se  pier- 
de enteramente,  hallándose  hoy  reducida  al  triste  recinto  de 
Cádiz  y  la  Isla  de  León;  é  igualmente  concederle  la  franqul- 
i'w  de  un  comercio  lil)eral  de  sus  producciones,  inclusa  la 
Oel  tabaco,  y  otras  gracias  para  sus  mayores  adelantamien- 
tos y  ventajas;  deseoso  ademas  de  evitar  para  siempre  la 
eiusion  de  sanj^re  entre  hermanos,  parientes  y  paisanos  que 
tíin  infelizmente  hemos  esperimentado — hago  las  siguientes 
proposiciones : 

1.a    Ilabrá  desde  hoy  paz,  unión,  entera  confianza,  fran- 


50  LA  REVJSTA  DE  BUENOS  AIRES. 

v'u  y  liberal  comercio  de  todos  los  frutos  de  las  provincias, 
incluso  el  tabaoo,  con  las  demás  del  Rio  de  la  Plata,  y  parti- 
cularmente con  la  capital  áe  Buenos  Aires. 

2.a  Respecto  á  que  la  falta  de  unión  que  ha  habida 
hasta  ahora,  consiste  en  que  la  Provincia  ignora  el  deplora- 
Ht:  estado  de  la  España,  como  el  que  las  antedichas  pro- 
vincias del  Rio  de  la  Plata,  están  ya  unidas,  y  en  obedien- 
cia á  la  capital,  y  solo  ella  falta  con  su  diputado,  y  Li 
ciudad  de  ^lonte video,  podrán  ir  tres  ó  cuatro  individuos, 
que  ella  misma  nombre,  á  la  capital,  á  cerciorarse  por  si 
mismos,  para  que  instruidos  de  la  casi  total  pérdida  de  la 
Ivspaña,  elija  el  diputado  que  le  corresponde,  se  una,  y  guar- 
do el  orden  de  dependencia  determinado  j)or  la  voluntad  so- 
berana 

3.a  Elejido  el  diputado,  deberá  la  ciudad  de  1».  Asun- 
ción formar  su  Junta  de  gobierno,  según  previene  el  regla- 
r. lento  de  10  de  febrero  último,  que  acompaño  en  la  Gaceta  de 
Buenos  Aires  del  14,  siendo  su  presidente,  el  gobernador  don 
J'Crnardo  Velazco. 

4.a  Para  que  se  cerciore  mas  la  provincia  del  Paraguay, 
de  que  no  he  venido  á  conquistarla,  sino  á  auxiliarla ;  sin  em- 
bí^rgo  de  que  nada  se  me  dice  de  los  ganados  que  he  consu- 
mido, pertenecientes  a  aquellos  vecinos,  y  de  las  caballadas, 
oue  acaso  se  habrán  perdido  por  mi  ejército,  también  corre;»- 
I'Ondientes  á  los  mismos;  me  ofrezco  á  volver  las  mismas  es- 
pecies, ó  su  equivalente  en  dinero,  según  convenio  que  cele- 
bremos. 

5.a  Pido  que  no  se  siga  perjuicio  alguno  á  Vas  fami- 
lias de  esta  provincia,  que  siendo  de  la  causa  sagrada  de  la 
l^atria  y  del  amado  Fernando  7.o,  se  han  constituido  á  vivir 
con  el  ejército  auxiliador  de  mi  mando,  n^  se  les  tenga  en 
runos. 

6.a  Respecto  á  que  los  prisioneros  hechos  por  usted  y 
en  Paraguarí,  asi  oficiales  como  soldados,  son  verdaderos  hi- 
jos de  la  Patria  y  sus  defensores,  lo  que  tanto  interesa  á  la 
provincia  del  Paraguay,  siendo  la  puerta  Buenos  Aires,  por 


PARAGUAY.  51 

donde-  pueda  ser  invadida  por  los  franceses,  pido  que  se  les  dé 
iil>ertad,  para  que  vayan  á  sus  Regimientos,  y  se  me  en- 
treguen las  armas  con  el  mismo  fin. 

7.a  En  atención  á  que  cesan  ya  todas  las  hostilidades 
pido  á  usted  se  ponga  en  lil>ertad  á  mi  oficial  parlamentarü) 
don  Ignacio  AVarnes. 

8.a  Que  igual  favor  merezcan  todos  los  prisioneros  que 
Su  hallan  en  Borbon,  y  demás  presidios,  por  haber  sido  de  la 
causa  de  la  Excelentísima  Junta  de  las  Provincias  del  Rio  de 
la  Plata. 

.  Fsted  se  servirá  resolver  sobre  cuanto  dejo  significado  y 
líjíiuifestarme  su  contestación  á  donde  juzgare  oportuno; 
niientra,  tengo  el  honor  de  ser  con  el  mayor  respeto,  su  afec- 
tísimo servidor — Manuel  Jielgrano — Tacuarí,  marzo  10  de 
IMl. — Señor  general  don  ^Manuel  (.'abañas. 

Remitidas  á  don  Manuel  Cabanas  las  antecedentes  propo- 
siciones, se  retiró  Belgrano  de  Tacuarí,  como  lo  habia  prome- 
tido; pasó  el  Paraná  en  el  paso  de  Candelaria,  en  cuyo  pue- 
blo j)asó  á  descansar  y  aguardar  la  contestación  y  resolución 
i?el  g(»neral  Cabanas.  Este,  que  no  tenia  facultad,  ni  estaba 
autorizado  j)ara  celebrar  ni  ajustar  tratados  ni  convenciones 
ton  Belgrano,  sino  apenas  para  concederle  su  retirada  )ibre. 
le  contestó  en  los  términos  siguientes: 

Campo  de  batalla  de  ** Tacuarí",  mar¡^o  10  de  1811. 

"He  recibido  su  papel  de  hoy  dia  de  la  fecha,  al  que  con- 
testo diciendo,  que  mi  autoridad  es  limitada,  y  por  lo  mismo 
no  puedo  resolverle  á  punto  fijo  ninguna  de  las  proposicio- 
Ui^s,  que  en  él  se  contienen;  y  solo  digo  que  mi  patria,  mere- 
.'•e  se  le  dé  satisfacción  por  tantos  males  que  ha  sufrido  en 
sus  hijos,  habi'^ndo  dado  la  leche  a  los  ágenos  y  á  (tuantos 
\u  gustan.  También  ha  dado  auxilios  de  armas  y  tropas  al 
V.\o  de  la  Plata,  las  repetidas  veces  que  lo  ha  pedido;  pero 
210  ha  tenido  las  resultas  favorables  á  su  mérito;  y  lejos  de 
nlgun  respeto  se  le  compensa  con  un  ejército  auxiliador  que 
jamás  ha  pedido,  y  aun  dado  caso  asi  fuera,  seria  con  la 
intencdon  de  algún  favor,  y  no  como  el  que  ha  resultado. 
Por  dichas  razones  soy  de  sentir  que  el  gobierno  de  Buenos 


52  LA  REVISTA  DE  BUi;NOS  AIRES. 

-í\ires,  diera  una  satisfacción  arreglada,  de  manera  que  prc- 
viilezcan  las  leyes  y  costumbres  que  han  guardado  nuestros 
2i  ayore.s,  cuya  honra  debemos  respetar  según  ley  divina  loa 
que  i)rofesanu)s  el  nombre  de  cristiano.  Yo  creo  firmemen- 
te que  en  adelante  según  su  palabra  y  autoridad  no  propen- 
ilerá  á  otra  cosa  usted,  ni  ningún  individuo  del  gobierno.  Mi 
limitada  inteligencia  zozobrada  en  la  piedad,  que  natural- 
iii-cnte  poseo,  me  hizo  faltar  ayer  al  pedido  de  las  haciendas, 
y  demás  haberes,  en  que  hemos  sido  perjudicados  todos  loa 
individuos  del  ejército,  cuya  justicia  clama  al  cielo;  y  Dios 
cu  i  era  que  usted  no  tenga  que  responder  á  ello  en  el  Tribu- 
nal Supremo ;  y  asi  es  que  seria  yo  de  dictamen  que  en  lo  que 
existiese,  se  hiciese  restitución,  para  que  no  fuera  tan  gravo- 
sa ni  repugnante,  la  satisfacción  que  usted  promete.  Tam- 
bién me  contraigo  sucintamente  en  cuanto  á  lo  que  pide  en 
los  artí<*ulos  5  y  6,  asegurándole  t**ndrá  todo,  buen  suceso, 
siempre  que  se  sepulte  toda  invasión  particular  y  general  en- 
tre las  dos  provincias,  cuyo  proceder  no  dudo  suavizará  la 
justicia  que  algunos  merecen.  Quedo  deseoso  de  que  usted  á 
continuación  del  papel  de  ayer,  de  mi  condescendencia  á  su 
parlamento,  ponga  el  suyo,  y  firmado  me  lo  devuelva  original, 
en  cuyo  ])roceder  tendré  gran  prueba  de  su  generosidad,  la 
i'.isma  que  ofrece  á  usted,  el  que  con  el  mayor  resi>eto  tiena 
el  honor  de  Uanvarse  su  mejor  servidor. — Dios  guarde  á  usteí 
muchos  años. — ^lanuel  Atanacio  Cabaña^s. — Al  señor  general 
don  ]\íanuel  Belgrano.'' 

Este  oficio  tan  mal  concebido,  ridículo  y  chabacano,  ma- 
nifiesta con  demasiada  evidencia  la  suma  insuficiencia  de  su 
autor.  Lo  recibió  Helgrano  estando  ya  en  el  pue])lo  de  Can- 
dí laria,  á  donde  fueron  á  verle  y  tratar  con  él,  el  ('apellan 
de  nup.stro  ejército,  don  José  Agustin  Molas,  y  el  capitán  don 
Antonio  Tomas  Yegros.  eon  otros  mas.  Los  dos  primeros  en- 
viíidos  por  el  general  Cabanas,  á  recibir  una  cantidad  de  pe- 
sos ((ue  reclamaban  el  pueblo  de  ^anixago  y  el  de  San  Ignacio, 
(omo  injustamente  despojados  de  ella,  por  un  tal  Francisco 
Jiümos,  (pie  seguia  al  ejército  invasor.     Don  ^lanuel  Belgra- 


PARA.GUAY.  53 

LO,  logró  la  ocasión  de  instruir  á  los  referidos  oficiales,  y 
por  medio  de  ístos  al  mismo  general  Cabanas  y  á  don  Ful- 
íicncio  Yegros,  el  mas  empeñado  y  acérrimo  defensor  del  par- 
tido realista,  quien  prendió  contra  todo  derecho  de  la  guerra 
y  de  gentes  á  don  Ignacio  Warnes,  oficial  parlamentario  y 
enviado  con  pliegos  desde  la  orilla  opuesta  del  Paraná,  al  go- 
lernador  Velazco. 

MARIANO  A.  MOLAS. 

I     ; 

(Oantimiará.) 


LITERATURA 


P  ALL  A-II UARCÜNA. 

(Tradician  de  la  época  de  lo«  Incas,) 

I. 

¿A  donde  marcha  el  hijo  del  Sol  con  tan  numeroso  sé- 
quito? 

Tupac  Yupanqui — el  rico  en  todas  las  virtudes — como  la 
llaman  Ips  haravecs  del  Cuzco  va  recorriendo,  exi  paseo 
triunfal  su  vasto  imperio  y  por  donde  quiera  que  pasa  se  oyen 
unánimes  gritos  de  bendición.  El  pueblo  aplaude  á  su  sobe- 
rano por  que  él  le  da  la  prosperidad  y  dicha. 

La  victoria  ha  sonreido  á  su  valiente  ejército  y  la  indó- 
mita tri])U  de  los  pachis  se  encueiltra  sometida. 

II. 

(Guerrero  del  llautu  rojo !  Tus  armas  se  han  teñido  con  la 
sangre  del  enemigo  y  las  gentes  salen  á  tu  paso  para  admirar 
tu  bizarría. 

!Muger!  abandona  tu  rueca  y  conduce  de  la  mano  a  tus 
¡^(jueñuelos  para  que  aprendan  en  los  soldados  del  Incvt  á 
et>mbatir  por  la  patria. 

El  cóndor  de  alas  gigantescas,  herido  traidoramentc  y  sin 
fuerzas  ya  para  cruzar  el  azul  del  cielo,  ha  caido  sobre  ol 
pico  mas  alto  de  los  Andes  enrojeciendo  la  nieve  con  su  san- 


PALLiL^HÜARCUNA.  55 

l^ve.  El  gran  sacerdote  al  verlo  moribundo  ha  dicho  que  se 
íí  cerca  la  ruina  del  imperio  de  Manco  y  que  otras  Ementes 
ví'ndrán  en  sus  piraguafe  á  imponerle  su  rolidon  y  sus 
leves. 

En  vano  alzáis  vuestras  plegarias  y  ofrecéis  sacrificios  ¡  oh 
hijas  del  sol!  porque  el  augurio  se  cumplirá. 

Feliz  tu  ¡oh  anciano!  porque  solo  el  polvo  dj  tus  Inwsos 
¿sorá  pisoteado  por  el  estrangero  y  no  verán  tus  ojos  31  «lia  de 
la  humillación  para  los  tuyos. 

Pero  entretanto  ¡oh  hija  de  Mama — Cello!  tra^  á  los  fru- 
tos de  tus  entrañas  para  que  no  olviden  el  arrojo  de  s'i.s  pa- 
<1res  cuando  en  la  vida  ae  la  patria  suena  la  hora  fatal  de  la 
conquista. 

III. 

Bellos  son  tus  himnos,  niña  de  los  labios  de  rosa !  pero  en 
tu  íicento  hay  la  am^Tgura  de  la  cautiva. 

Acaso  en  tus  valles  nativos  dejaste  al  ídolo  de  tu  corazón 
y  hoy,  al  preceder  eantanxlo  con  tua  hermanas  el  anda 
<1(^  oro  que  llevan  sobre  sus  hombros  los  nobles  curacas 
lunes  que  ahogar  tus  lágrimas  y  entonar  alabanzas  al  con- 
<íiiistador. 

Xó!  tortolilla  de  los  bosques. . . .  !  El  amado  de  tu  alma 
está  cerca  de  tí  y  es  también  uno  de  los  prisioneros  del  Ynca. 

IV. 

La  noche  empieza  á  caer  sobre  los  montes  y  la  comitiva  »e 
ik'tiene  en  Yzcuchaca. 

De  i)ronto  la  alarma  cunde  en  el  campamento. 

La  hermosa  cautiva,  la  joven  del  collar  de  guairuros,  la 
<lestinada  para  el  serrallo  del  monarca,  ha  sido  sorp rendid?! 
huyendo  con  su  amante  quien  muere  defendiéndola. 

Tupac  Yupanqui  ordena  tanubien  la  ranerte  para  la  es- 
clava infiel. 

Y  esta  escucha  alegre  la  sentencia ;  porque  anhela  reunir- 


56  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

se  con  el  dueño  de  su  espíritu  y  porque  sal)e  que  no  es  la  tierra 
la  patria  del  amor  eterno. 

Y  desde  entonces  ;  oh  viajero !  si  quieres  reconocer  el  sitio 
donde  fué  inmolada  la  cautiva,  sitio  al  que  los  habitantes  de 
Iluancayo  dan  el  nombre  de  PaUa'huarcunOr  fíjate  en  la  ca- 
dena de  cerros  y  entre  Yzcuchaca  y  Huaynanpuquio  verás 
una  roca  que  tiene  la  forma  de  una  india  con  un  collar  en  el 
entilo  y  un  turbante  de  plumas  sobre  la  cabeza.  La  roca  pare- 
ce artísticamente  cincelada  y  los  naturales  del  pais  en  su 
sencilla  superstición  la  juzgan  el  genio  maléfico  de  su  co- 
rarca,  creyendo  que  nadie  puede  atreverse  á  pasar  de  noche 
por  Pálla-liuarcuna  sin  ser  devorado  por  el  fantasma  de 
piedra. 

RICARDO  PALMA. 
Lima. 


CUADROS  DESCRIPTIVOS  Y  ESTADÍSTICOS 

DE  LAS  TRES  PROVINCIAS  DE  CUYO. 

(Ootnitinittacion.)     (1) 

Panaderos 24 

Carniceros é      .      .  84 

Kelojeros    ^ 2 

^Molineros 51 

^Maquinistas.  .^ 3 

^niiíniicos , 2 

Wuieros 30 

Ap-rimensores 9 

Leñadores 80 

» 

Viajeros 50 

Cí^rveeeros 1 

Lisiados,  á  saber: 

Locos 4 

]\rudos  y  opas,  varones  . 7 

Td.   id.   mujeres    .      .      .•    .     .     .      .'    .     .     .*    .  2 

IiVválidos    .      .  •    .     u     .      .     . 4 

t  »  > 

t 

1.    Véase  la  «pajina  221  del .  tomo  X. 


58 


LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 


Por  Patria 

Nacionales 

Mendoza , 

fc?an  Juan 

San   Luis 

Piuenos  Ayres 

Córdoba 

Rioja ;.      .      .      . 

OíUamarca 

1  ueuman 

Síilta •      , 

Jujui .      • 

Entre-Rios 

Corrientes 

Santa  Fé .      .      . 

Santiago  del  Estero 

Estranjeros    ' 

A  saber,  Americanos: 

Chile.    .      .      .^ .      .      . 

I  ruguay    .      . .      . 

Brasil    .      .      .  • 

Bolivia  .      .-     .♦     .*     .-...■ 

Fcrii.     .«.•.•.-.•..      .'     . 

.aejieo   .      .      .• .      .      .      . 

Norte  América-.  .»     .• 

Europeos. 

España  

Francia 

Italia 

Inglaterra 

Portugal 


53626 

50900; 

622 

1275 

120 


107 

24 

46 

7 

2 

9 

62 
31 

3850 


3456 
7 
1 
2 

7 

o 

o 


21 

180 

72 

11 

5 


PROVlXCrAS  DE  CUYO.  59 

É 

liéljiea 1 

Alemania 6 

Suiza    .      .      .      .      » 5 

Dinamarca 1 

(íreda 1 

-.\frica .  3 

VIII. 

Organización  Militar. 

La  íuerza  de  línea  de  la  provincia  pertenece  eonstitucio- 
nalmente  á  la  Xacion,  constituyéndola  las  guarniciones  fron- 
terizas estacionadas  antes  de  la  guerra  del  Paraguay,  en  San 
Ixafael  y  los  Algarrobos. 

Kn  la  ciudad  y  con  los  recursos  provinciales  exista  orga- 
1»  iza  da  desde  1S64  después  del  gran  terremoto  de  1861  y  que 
casi  destruyó  la  ciudad  ó  todos  sus  habitantes,  un  cuerpo  de 
;.ondarmeria  que  hoy  consta  de  151  plazas  efectivas.  Asi  la 
fuerza  militar  de  la  provincia,  l)ajo  la  dirección  de  un  co- 
mí.ndante  general  de  armas  que  reside  en  la  capital  de  ella 
pude  distribuirse  como  sigue: 

Fuerzas  df  línea    nacionales. 

A  Iga  r robos,  fuerzas : 

Soldados 350 

(ji'fes 2 

IVuiente  «'oronel 1 

Jvlayor 1 

San  Rafael,  fiu^rzas 200 

Gefes 2 

Teniente  coronel 1 

^íayor 1 

Policía. 

Ki.   la  ciudad,  fuerzas 151 


00  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

Comandante 1 

ayudante 1 

Tatal  de  fuerza  permanente  de  línea  eii  la  Pro- 
vincia.   67 

Gefes,  incluyendo  de  sargento  arriba  ....  64 

'J'eniente  coronel 2 

Mayores 2 

Milicias 

Antes  del  terrible  terremoto  de  1861  la  provincia  contabii 
un  cuerpo  de  milicias  que  se  elevaba. 

Tropas,   plazas 7815 

Glefes,  inclusos  los  oficiales 27t 

Después  del  terremoto  el  número  de  milicias  han  quedado 
reducidas  a  5,(X)0  hombres,  con  disminución  correspondiente 
en  los  gefes. 

Los  servicios  de  guarnición  que  antes  desempeñaban  los 
f/iiardia-s  nacionales,  son  hoy  desempeñados  por  un  cuerpo 
de  guarnición  de  creación  reciente,  cuyo  efectivo  se  eleva  á 
1»  as  de  130  individuos  de  tropa. 

IX. 

Movimiento  de  la  población,  Hospitales  y  Cárceles  en  el  primer 

semestre  de  1864. 

En  los  seis  primeros  meses  del  año  1864  han  tenido  lugar 
los  siguientes  matrimonios: 

Nacionales 201 

Mixtos  entre  nacionales  y  estranjeros  ....  30 

l'lntro    estranjeros. 3 

Total 234 


Vitalidad, 

Xacimie)}t,os.     Han  nacido  en  los  primeros  seis  meses  del 
cvspresado  año : 
Total    de   nacimientos 1487 


PROVÍXriAS  DE  CTYO,  Cl 

Legítimos 947 

^^aturales 540 

Mortalidad, 

lian  fallecido  en  los  primeros  sefs  meses  del  indicado 
«fio : 

Deí  unciones ^ 514 

Varones 303 

Mujeres 211 

Párvulos 2SS 

Adultos. 226 

Por  mas  detalles  véanse  los  (niadros   departamentales: 

Movimiento  del  hosinial.  Este  establecimiento  está  re- 
»'i»'ntiMnente  organizado  por  haber  sido  el  antiguo  destruido 
enteramente  por  el  inolvidable  terremoto  de  1861.  Después 
<le  su  reorganización  este  establecimiento  consta  del  siguiente 
j  (rsonal. 

Administradores. 

Médicos 

Capellán. 

Boticario  y  i)racticante. 

Enfermero. 

Carretonero. 

Enfermos  existentes  en  setiembre  de  1864. 

Varones .... 

Mujeres .... 

Total 

Estas  últimas  se  hallaban  también  en  calidad  de  dete- 
jiidas. 

La  enumeración  de  las  dolencias  de  los  enfermos  admi- 
tidos (^n  el  mencionado  hospital  es  como  sigue,  á  saber- 
VMÚ  venéreo,  tisis,  viruelas  etc.,  el  mayor  número  es  de  vi- 
ruelas. 

Cárcel  Principal  de  la  Capital 
Este  establwinwento  es     nuevo,  como    el  hospital,     por* 


62  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

iial)er  sido  destruida  la  antigua  cárcel,  pereciendo  casi  todo» 
sus  moradores,  en  el  terremoto  del  61. 

En  todo  el  primer  semestre  de  1864  han  entrado 

Presos,   total 7í> 

De  estos,  salidos 23 

Condenados 3'i 

Presos  existentes  de  los  años  62  y  63,  total  .      .  23 

Total  de  presos  de  todas  procedencias  ....  180 

De  estos  15  se  hallan  encausados,  á  sa])er : 

Por  robos  de  cuatropea 45 

I'or  muerte  y  atentados  contra  la  persona  .      .      .  138 

Preso  por  delito  político  de  sedición  ....  1 

VA  resto  por  varios  delitos 09 

X. 

Oi'()<iiHzacvni    rdígioma —  TvmiHos — Cuerpo   sacerdotal 

(iohierno  ¡jclasiásfiro — La  Diócesis  de  Cuyo  fundada  en 
1828.  consta  ee](»siásticamente  de  las  tres  provincias  de  San 
Juan,  Mendoza  y  San  Luis.  Accidentalmente  la  residencia 
del  Obispo  diocesano  de  Cuyo  es  Mendoza.  Ehísl  iiltima  pro- 
vincia ^e  Jialla  ])ara  el  gobierno  eclesiástico  distribuida  en  8 
curatos,  que  son: 

(hirato  de  la  capital,  á  cargo  de  un  cura  rector  ó  vica- 
rio Foráneo,  que  en  ausencia  del  obispo  hace  de  cabeza  del 
clero  de  la  provincia. 

Curato  de  San  Vicente. 

Curato  de  Lujan. 

Curato  de  San  Martin. 

Curato  de  San  Carlos. 

(■urato  de  la  Paz. 

Curato  del  Rosario  y  Lagunas. 

Curato  de  San  Rafael. 

Antes  del  terremoto  de  1861  el  cuerpo  sacerdotal  de  la 
])rovincia  de  Mendoza  constaba  como  signe: 
Clérigos  de  misa •  17 


PROVINCIAS  DE  CUYO.  63 

Frailes  de  las  diversas  órdenes 32 

Ktiigiosas  y  donadas  del  C.  de  J 61 


Total  .....  110 

Después  del  terremoto  el  cuerpo  sacerdotal  ha  quedado  re- 
ducido á 

Sacerdotes  de  todas  denominaciones,  tanto  clé- 
rigos como  frailes  de  las  diversas  órdenes.   .  43 
Religiosas  mujeres  del  C.  de  J.  inclusas  donadas.                  40 


Total 83 

Antes  del  gran  terremoto  de  1861  habían  en  toda  la  pro- 
vincia entre  templos,  iglesias  parroquiales  etc. 

•í'otal  de  iglesias 43 

De  estos  templos  principales 33 

Después  del  terremoto  han  sido  reparados  ó  reedificados 
ei)  número  de  46  entre  iglesias  y  capillas  de  poca  considera- 
ción. Antes  del  terremoto  habian  tres  ó  cuatro  templos  y 
conventos  magníficos,  de  que  solo  se  distinguen  hoy  las  co- 
losales ruinas. 

XI. 

l'.scuelas  y  alumnos  de  ambos  sexos. ^-Ciudades  y  poblaciones 

principales 

El  ramo  de  escuelas  se  halla  bien  atendido  en  toda  la 
provincia,  si  bien  no  con  todo  el  esmero  y  abundancia  que 
Feria  de  desear. 

En  la  provincia  el  número  de  escuelas  para  los  dos  se- 
xos que  existen  distribuidas  en  los  diferentes  departamentos 
t:s  como  sigue: 

Escuelas  de  varones  .........  32 

Escuelas  de  mujeres 1^ 


Total  de  escuelas  en  toda  la  provincia  ...  48 


G4  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

El  número  de  alumnos  que  asisten  á  estas  escuelas  es  pa- 
ra ambos  sexos: 

Varones 1714 

xMujeres.     .      .      .  " 680 

Total  de  alumnos  en  toda  la  provincia.  .  .  .  2344 
Entre  el  número  de  los  establecimientos  de  enseñanza 
del)en  contarse  un  Colegio  Nacional  de  varones  con  el  nú- 
luero  de  130  alumnos,  y  un  colegio  de  mugeres  rejentado 
lor  las  religiosas  del  C.  de  J.  con  70  pupilas. 

Ciudades  y  villas  principales  en  el  Sud, 

Ciudad  nueva  de  Mendoza  situada  en  los  32.o  51' 

31'' de  latitud  austral,  con  almas  .      .      .      .  4000 

San  Vicente,  almas 1200 

J.ujan,  almas 600 

San  ('arlos,  almas 400 

San   Rafael,    almas 1000 

En  el  Norte 

('him])a,   almas 300 

I'anquegua,   id 2(K) 

Plumerillo,     id 200 

Tulumayí^,     id 2(K) 

Jocoli,    *          id 100 

En  el  Naciente. 

(  ruz  de  Piedra,  almas 300 

Retamo oOO 

San  Isidro 300 

3loyano 200 

San    Martin 400 

Alto  Verde.    . 200 

Sjmta   Rosa 100 

Villa  de  la  Paz 200 


PROVINCIAS  DE  CUYO.  65 

En  el  Poniente 

Tu])imgato 150 

Cspallata 50 

XII. 

i'onurcio — Exportaciones  i  importaciones — Casas  de  negocio. 

El  comereio  ele  inii)ortacion  de  la  provincia  antes  del 
terremoto  alcanzaba  una  suma  larga  de  mas  de  80(),0()0  ps 
])liita.     Pero  esta  suma  que  disminuyó  mas  de  tres  cuartos  al 
¿.fu»  sijruiente  del  terremoto,  ha  vuelto  á  ascender  después 
jrradualinente  hasta  llegar  en  el  primer  semestre  del  año  1864 
á  la  cantidad  que  se  espresa,  á  saber: 
íi7)portacion  en  el  primer  semestre  de  1864,  va- 
lor en  pesos  fuertes 13747f 

Los  detalles  de  estos  gastos  oficiales  de  importación  en 
v\  reterido  año  son  como  sigue*. 
T!ii])ortacion  por  cordillera  procedente  de  Chile 

en  pesos  fuertes 9147*» 

Importación  procedente  del  Litoral,  pesos  fuer- 
tos  46000 

'i'olal  de  importaciones 13747«> 

Debe  advertirse  que  las  aduanas  de  las  provincias  en  su 
<  rganizacion  actual,  no  tienen  medios  adecuados  para  ave- 
riguar el  monto  exacto  de  las  importaciones  y  esportaeiones 
en  toda  la  provincia,  escepto  en  lo  que  se  refiere  á  las  inipor- 
líiciones  por  cordillera.  Atendida  la  población  actual  de 
^íendoza  y  sus  necesidades  y  consumo  teniendo  en  vista  los 
<h)tos  suministrados  por  las  casas  de  comercio  importadoras 
y  esportadoras.  su  verdadero  movimiento  mercantil  puede  eva- 
1  Miarse  como  sigue : 

l-nportaciones  por  cordillera  y  litoral  en  todo  el 

año  64  en  pesos  fuertes 6000(W 

Los  artículos  de  consumo  de  que  se  componen  estas  im- 


66  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

portaciones  consisten  en  los  artículos  siguientes,  á  saber: 
lienzos,  bramantes,  zarazas  y  otros  tejidos  de  algodón  blan- 
cos y  de  colores,  paños,  casimires,  merinos,  y  otros  tejidos 
de  lana.  Artículos  de  l>oneteria,  pasamanería,  mercería,  c:ir- 
pinteria  fina,  quincallería,  cristales,  hierro,  yerba,  azúcar, 
té  y  café,  etc.  A  mas  de  estos  se  internan  por  cordillera  otroj- 
artículos  como  ser  sederías,  calzado,  sombreros  de  paja,  cera, 
miel.  Estas  importaciones  asi  evaluadas,  se  reparten  como 
s'i^^iie : 

Importaciones  ]>or  cordillera  en  los  artículos  in- 
dicados, pesos  fuertes 40'i:í){.iT 

Jin])ortaciones   del  litoral  en  el  mismo  periodo, 

pesos    fuertes 20(H)()í> 

Antes  del  terremoto  se  cobraba  como  derecho  de  impor- 
líicion  por  las  aduanas  terrestres  de  Mendoza  el  7  p.  0|0.  dí* 
las  mercaderías  importadas.     Hoy  es  el  17  112  p.  0|0. 

Esporfacioncs.     Según  datos  oficiales  estas  se  elevaban^ 
en  el  i)rimer  semestre  de  1864  á  la  suma  de  212,966  pesos 
íuert(»s.     Estas  esportaciones  consisten  en  Bue- 
yes y  novillos  engordados  al  alfa  y  esportados 

para    Chile 16(XM) 

^''acas  y  terneros  esportados  con  el  mismo  des- 
tino   lOOO 

Muías 2000 

Jabón,  quintales 2000 

Frutas  secas  y  plumas  de  avestruz  por  valores 

l)esos   fuertes 15000 

Vinos  y  aguardientes,  por  valores  en  pesos  fuer- 
tes de  40000 

Metales  de  cobre  y  plata,  por  valor  en  pesos  fuer- 
tes de  .      .     \ 500a 

]  anas,  pesos  fuertes 30000 

Ouero^s,  pesos  fuertes 150000» 

Valor  de  las  esportaciones  en  todo  el  año  de  1864 


PROVINCIAS  DE  CUYO.  ñT 

en  pesos  fuertes 830000 

KvasuDiiendo  los  datos  que  preceden  tenemos 
Importaciones  en   todo   el   año   1864,   pesos 

fuertes,  según  datos  oficiales 2T4í>r>2 

Esportiiciones  »»n  el  mismo  periodo,  según  datos 

oficiales    .:     .      . 42593? 

Diierencias  á  favor  de  la  esportacion,  pesos  fuer- 
tes       .  150980 

Importaciones  en  el  espresado  año  según  datos 

(*alculados,   pesos  fuertes 60001H) 

E.sportftííiones  en  el  espresado  año  según  datos 

calculados,   pesos   fuertes 83000O 

Diferencia  á  favor  de  la  esportacion,  pesos  fuertes  230000 
El  número  de  casas  de  negocio  que  se  contaban  estable- 
cidas en  la  provincia  en  el  mismo  año  es  el  que  sigue : 

Tiendas 103 

^\Im|ftcent*s 161 

Pulperias 304 

j^oticas ^^ 

Confiterías ^ 

uVsientos  de  carne ^4 

Total  d(»  casas  de  negocios  .      .  B74 

l^Icdicos * 

XIII. 

lía  hit  ario  )ies — EstahXeiAime  ntoa    industriaU.^ — ¡xoda^os — Mo- 
linos— Talleres  efe. 

Las  habitaciones  de  la  Provincia  son  generalmente  cons 

truidas,   después  del  terremoto,   de  madera  y  adobe  cosido 

al  sol. 

'iotal  de  habitaciones  incluyendo  casas  regula- 
res y  ranchos  rústicos,  en  toda  la  provincia.  6574 

Payiaderia      tantos    establecimientos    especiales, 

como  en  casas  particulares  hay   ....  24 


68  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Burravns  ó  establecimientos  destinados  al  acopio 
de  cueros,  lanas,  grasa,  sebos,  cerda,  etc.  y 
l^ara  la  fal)ricacion  de  velas  y  jabón,  etc.  etc.  11 
Jahoncrias  6  establecimientos  destinados  á  la 
fábrica  de  uno  de  los  grandes  artículos  de  es- 
portacion  del  pais,  merced  á  la  facilidad  de 
los  engordes  en  las  abundantes  alfas  y  la  esce- 
len te  sosa  que  el  pais  produce fi 

Bo(l(<ms  ó  establecimientos  por  mayor  de  los  es- 
celen tes  vinos  y  aguardientes  del  pais   .      .  56 

IJoivlf's 5 

Fomlas  con  pamda 4 

ViUarrs  en  toda  la  Provincia 12 

( 'a  nch  abólas 1*2 

fVn/íf/rnm.s*  6  casas  de  baile ^ 

Nif'Vft'ias 1 

nfriidrros  (le   (rallos  esparcidos  en  los  diversos 

cuarteles  dentro  6  fuera  de  la  ciudad  ...  o 
Lozrnaa,  ó  establecimientos  para  la  fabricación 
y  venta  de  la  loza  del  pais,  dicha  del  carras- 
cal                       Ü 

M, ubi  crias 5 

¿>)i  le  (crias oí 

Molinos,  desparramados  en  los  diversos  Depar- 
tamentos agrícolas  de  la  Provincia   ...  57 
Imprentas,  única,  de  carácter  oficial:  publica  el 

XacionaK  «mico  periódico  del  pais   ...  1 

fíoelados. 

{'astillas,  ó  grandes  carretas  de  acarreo  ...  *)^ 

i^arrctas ?T4 

(  iirros  ¡I  Carretones 1«^-^ 

Volantas 48 

Voíkcs 5íS 

Talleres, 

P!n  este  número  se  comprende  carpinterias,  ker- 


"_  PROVINCIAS  DE  CUYO.  69 

rerías,  carroserías,  zapaterías,  talabarterías, 
lomilleríüs,  albañiles,  platerías,  cabrerías,  ho- 
jalaterías, etc.     Total  de  talleres  en  totla  la 

Provincia  ile  Mendoza 13G 

lUlojería 1 

XIV. 

Administrado  n. 

La  Provincia  de  Mendoza  se  divide  administrativamente 
en  12  subdelegaciones  y  12  departamentos.  Los  subdelega- 
dos son  pues  12  incluso  el  Gefe  de  Policia  de  la  capital  que 
es  uno  de  ellos.  Los  subdelegados  tienen  bajo  su  depen- 
dencia á  los  Comisarios  6  gefes  de  departamento,  y  estos  a 
los  decuriones  6  gefe  de  partido  6  cuartel.  Donde  no  hay 
subdelegado,  hace  sus  veces  el  comisario. 

Los  nombres  de  las  subdelegaciones  son  los  siguientes: 
Capital,  Guaimallen,  Maipú  ó  Cruz  de  Piedra,  San  Martin 
ó  Villa  Nueva,  Junin,  La  Paz,  San  Vicente,  Lujan,  San  Cur- 
ios, Tupungato,  San  Rafael,  Navarro,  ó  Las  Lagunas.  Los 
departamentos  ya  se  hallan  indicados  mas  adelante. 

Poder  Lejislativo. 

8e  compone  de  una  cámara  formada  de  25  representantes, 
(lejidos  á  razón  de  2  por  cada  subdivisión  política  de  la 
campaña  y  de  6  por  los  departamentos  urbanos.  Los  dipu- 
tados provinciales  se  renuevan  por  mitad  todos  los  añas;  hay 
un  Presidente  y  vice  elejidos  á  pluralidad  de  votos,  que  du- 
ran todo  el  periodo. 

1.  '  t      ♦ 

Poder  Ejecutivo 

Compónese  de  un  gobernador  elejido  directamente  por 
el  pueblo  a  pluralidad  de  votos  y  cuyo  poder  dura  3  años.  El 
Gobernador  nombra  un  Ministro  con  el  carácter  de  Secre- 
tario General,  y  en  unión  con  este  designa  los  miembros  del 


70  LA  EEVI8TA  DE  BUENOS  AIEES. 

1 

lH^der  judiciario,  el  gefe  de  Policía  y  los  subdelegados. 

La  Policía  se  compone  de  un  Gefe,  1  Comandante,  10  Ofi- 
ciales y  un  cuerpo  de  150  hombres  de  Jendarmeria  á  caballo 

Poder  Judiciario. 

Este  se  compone  de  una  Cámara  ó  Tribunal  Supremo. 
ÍA«iniado  de  tres  miembros  designados  por  el  gobernador,  que 
iton  generalmente  letrados,  cuya  autoridad  es  inamovible. 
Entre  ellos  mismos  elijen  un  Presidente,  el  cual  se  turna  de 
wis  en  seis  meses.  La  cámara  conoce  en  2.a  instancia 
en  las  resoluciones  de  los  Jueces  de  1.a  instancia  y  de  los  sub- 
tíelegados.  De  las  resoluciones  de  la  cámara  solo  hay  esta- 
blecido el  recurso  de  súplica  para  ante  la  misma,  integrada 
en  número  de  5  miembros. 

Los  Juzgados  de  primiera  Instancia  son :  Juez  Civil;  Juez 
t'V  Crimen,  Juzgado  Mercantil,  Juez  de  Aguas  y  Juez  de  Mi- 
vas.  Los  subdelegados  de  los  departamentos  son:  también 
,in«-ees  de  Primera  instancia  en  todos  los  asuntos  menos  de 
tiOO  pesos  plata;  y  en  los  criminales  en  los  asuntos  leves,  su 
irariando  los  graves.  Cada  Juez  es  esclusivamente  espe<¡ji) 
(n  su  ramo  escepto  en  los  casos  de  implicancia.  He  aquí 
la  nómina  de  las  causas  pendientes  ante  los  diversos  tribuna- 
Ios  indicados  á  saber: 

Jiizgado  civil,   causas 500 

De  estas  ejecutivas 300 

Id   id   ordinarias 200 

Juzgado  del  Crimen,  causas 45 

A  mas  de  la  Justicia  Provincial  existe  la  Justicia  Xacio-- 
rnl,  la  cual  en  esta  Provincia  consta  de  un  Juez  Nacional  de 
S(rcion.  Este  conoce  en  todos  los  asuntos  internacionales  é 
interprovinciales.  El  número  de  asuntos  existentes  en  el 
ultimo  semestre  de  1864  es  como  sigue: 

Asuntos  por  escrito 35 

Asuntos  verbales 36 


PBOVXNCIAB  DE  CUYO,  71 

XV. 

"Rentas, 

La  Provincia  de  Mendoza  está  indudablemente  destinada 
¿.  ser  una  de  las  mas  opulentas  de  la  í epúbliea  una  vez  que 
llegue  á  impulsarse  de  una  manera  conveniente  el  desarrollo 
de  sus  riquezas,  agrícolas,  mer.cantiles  y  minerales,  para  lo 
4iue  se  presta  admirablemente  su  situación  y  suelo. 

El  presupuesto  de  gastos  administrativo  de  su  Gobierno 
-cv.  el  año  de  1864  fué  calculado  en  94,671  pesos.  Las  en- 
eradas fueron  avaluadas  en  57,850  pesos,  dejando  un  déficit 
le  36,821  pesos.  Pero  gracias  al  desarrollo  de  un  pais  en 
condiciones  á  pesar  de  todo  tan  propicias,  las.  rentas  públicab 
aumentaron  ese  año  mas  allá  de  lo  presupuestado.  De  este 
i»?odo  con  los  mil  pesos  mensuales  de  subsidio  acordado  por 
t?l  Gobierno  Nacional;  con  el  dinero  proveniente  de  la  venta 
•de  sitios  de  San  Nicolás;  con  una  realidad  menor  de  la  pre- 
.sui)Uístada  en  el  monto  de  la  deuda  flotante ;  con  el  aumento 
imprevisto  de  las  entradas  y  sobre  todo,  con  la  honradez  y 
l'iien  orden  de  la  renta  en  la  administración  de  ese  período. 
310  solo  ha  habido  para  hacer  frente  al  déficit;  sino  que 
fcín  han  podido  pagarse  las  «dos  terceras  partes  d-e  la 
<leuda  dejada  por  la  administración  anterior.  No  seria  pues 
í'i)  cálculo  exagerado  el  que  diese  á  la  Provincia  como  mon- 
to total  de  sus  entradas  anuales,  la  suma  de  cien  mil  pesos 
i'uertes. 

La  inversión  de  la  renta  pública  indicada  tiene  lugar  de 
i  a  manera  siguiente: 
Í!>  neldos   de   empkados   de   todas   las   categoriaA 

principales 38661 

Hospital  y   Cementerio 6442 

Instrucción  primaria 12000 

Subdelegaciones 13300 

Deuda  flotante 23000 

Lan  entradas  pueden  especificarse  de  la  manera  siguiente. 
'¿}  saber: 


7  o 


'-  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Papel  sellado 400(; 

Talentes 120W 

Asientos  de  carne .  20000 

Territorial. JOOOO 

Ta5aí?e 500 

Careelage  y  multas 200 

Herencias    abintestato 100 

Entradas  de  Policía 5000 

T(?ímporalidadles 600 

Cuatropea 1000 

Subdelegacione» 8000 

líospital ,     .      .  350 

Ceinenterio.     j 100 


EL  HIJO  DE  LA  HECHICERA. 

ESCENAS  DE  LA  VIDA  (X)LONTAL 

(Cróaicft  úe  la  Villa  Imperiial  de  Potosí.) 

( Goiiitiiiiiua<5¡  on. )     ( 1 ) 

En  vano  la  ciencia  protestaba  contra  estas  sangrientas  far- 
sas, ellas  se  realizaban  en  interés  de  los  que  pretendian  domi- 
ne^ por  el  terror. 

*^Asi  continua  en  el  siglo  el  hermoso  duelo  del  mé- 
dico contra  el  dia])lo,  de  la  ciencia  y  de  la  luz  contra  la 
tenebrosa  mentira.*'  (Miclielet.)  Porqué  los  médicos  ne- 
gaban la  posesión  diabólica  y  mucho  mas  que  en  el  cuerpo 
quedase  el  lugar  insensible  como  signo  del  pacto,  para  cu- 
yo  examen  usaban  de  la  aguja  que  enterraban  por  todas  partes : 
i!e  lo  que  resultaba  impúdicas  y  lúbricas  investigaciones  sobre 
Ins  desgraciadas  acusadas  de  brujería  ó  posesión  diabólica.  Qué 
tiempos ! 

Ademas  del  fanatismo  religioso  habia  un  interés  material 
vv  esos  proceso-',  puesto  que  la  confiscación  era  una  de  las  pe- 
nas impuestas :  era  un  medio  de  acumular  caudales. 

Muy  distante  estaba  la  pobre  madre  de  sospechar  que  el 
^  ulgo  la  llamaba  hechicera,  puesto  que  cumplia  como  cristiana 
sus  deberes.  Oia  misa,  se  confesaba  una  vez  al  año  y  hacia  prác- 


1.     Véase  la  páj.   469   del  tomo  X  de   **La   Revista  de  Buenos 


74  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

• 

tica  la  caridad  del  evangelio  con  los  pobres  y  los  huérfanos. 
No  habia  hecho  mal  á  nadie,  y  cuidaba  su  fortuna  para  con- 
servársela á  su  hijo. 

Cuando  el  comisario  de  la  Inquisición  supo  la  fama  de  he- 
chicera de  la  viuda  y  las  curaciones  que  hacia,  se  presentó 
t'l  mismo  en  su  casa  vestido  de  *' negras  ropas,  con  puños  y 
gí»lilla  de  encaje  y  la  cruz  verde  en  el  pecho/'  seguido  de  dos 
ruinistriles.  Esa  visita  y  el  traje  con  las  insignias  de  la 
Inquisición,  revelaron  á  la  infeliz  madre  de  lo  que  se  tra- 
taba. 

Inmediatamente  procedió  Sal  azar  á  un  prolijo  examen  de 
la  casa,  de  los  libros,  de  los  papeles,  y  naturalmente  encontró 
las  preparaciones  medicinales  con  que  la  viuda  curaba  á  los  po- 
1  res.  Esto  fué  como  si  dijéramos  el  cuerpo  del  delito.  Salazar 
levantó  la  sumaria. 

Inmediatamente  la  hizo  salir  en  una  litera  verde  y  la  en- 
vió á  Lima  a  las  cárceles  del  Santo  Oficio  para  ser  allí 
juzgada  por  hechicera.  Embargó  en  el  acto  todas  sus  pro- 
piedades. 

Don  Juan  de  Toledo  quedó  aterrado  cuando  llegó  la  noti- 
( ia  al  garito  donde  jugaba  y  acababa  de  ganar  buenas  sumas : 
era  un  golpe  mortal  para  sus  dos  santos  amores.  Xo  habia  po- 
Oklo  ni  defender  á  su  madre!  No  la  habia  ni  visto!  No  veria 
r  «as  á  su  bella  prima ! 

Innecesario  es  referir  la  angustia  de  aquella  i)obre  mu- 
jer y  la  desesperación  de  aquel  mancebo.  Ocurrióle  dar 
inmediata  muerte  al  comisario  del  Santo  Oficio;  pero 
con  esto  dejaba  á  su  buena  madre  en  manos  del  terrible  tri- 
l  unal. 

Resolvió  partir  para  Lima  con  la  mira  de  salvar,  si  le  era 
posible,  á  la  infeliz. 

Dejémosla  seguir  á  ella  su  viaje  para  encontrarla  en  la  In- 
quisición. 

Cuando  la  noticia  se  generalizó  en  la  villa,  la  marquesa 
íjuedó  aterrada,  desde  aquel  dia  se  preparó  para  retirarse  con 
sus  hijos  á  la  ciudad  de  Chuquisaca. 


EL  HIJO  DE  LA  HK(/HICEKA.  75 

V. 

El  ¡Santo  Oficio  de  Lima. 

Ya  sabré!»  lo  Jiiuclio  <|iie  Diios  iiii '-«trü  Señor 
íes  Éiarvido  y  niijctí.tia  i>a>n'ta  fé  oatóüca  ensal- 
zada por  el  Santo  oficio  <lie  la  Inqui»ic-ion  y 
de  «uanto  benieific'io  Iüj  »¡do  á  la  «jiiive^iwil 
igleííia,  ^  mis  reinos  y  seóorios  y  aiatiiraft's 
de  ellofi  dcspuos  que  lo«  señores  reyes  ca- 
tólicos,  de  gloriosa  memoria,  mis  revisa- 
di  biielos,  la  pusieiriíjn  y  plantaron  en  ellos, 
con  que  sl»  liu.  limpiado  de  Jifitiádad  de  Ih»- 
rejes  q-iw  á  el  loe  han  venido  con  el  caí^ti-go 
qutí  se  les  ha  dado  en  tan^tos  y  tan  in»¡g 
new  íi'iitos  como  te  han  oeK^hra-do,  que  lo» 
ha  causeado  gran  Ipn.or  y  confiusiuia  y  á  los 
católicos  fc<in^ul«r  gozo,  quietud  y  conduelo. 
("Real  Cédula",  de  18  de  Aga^to  de  160:í.) 

Xo    te    ffuopfo,    que    los    quitcis    d?l    mundo,    s'no 

que  los  guu!rdie«  de  mal. 
Xo    mm    dtl    mu n rio,    i-si    como    tampoco    yo    soy 

del    mundo. 
Sa.ntificak'í<    co.n    tu    verdacL     Tu    palabra    es    la 

verdad. 
"El  evang^elio  .según  San  Jiían."  cap.  XVIF. 

Apenas  Ueí^ó  la  desvalida  viuda  á  la  eiudad  de  Lima,  fué 
ojieerrada  en  las  tenebrosas  prisiones  de  la  Inípiisieion.  Al- 
umnos dias  después  la  presa  era  eondueida  desde  ellos  por  un 
forredor  donde  estaba  la  puerta  que  se  llamaba  del  secreto,  á 
ires<*ncia  de  los  inquisidores  que  tenian  sobre  el  hábito  la  faja 
úo  seda  azul. 

Oigamos  eomo  describe  un  escritor  limeño  a^iiellH 
^ala. 

'•Ficrúrese  el  lector  ese  salón  cu])ierto  de  alto  ;'i  bajo  de 
tai)ices  verdes,  en  medio  de  él  un  dosel  igualmenl.-  verle  y 
baj<»  el  dosel  una  imájen  de  Cristo  crucificado,  obra  maestra 
de  escultura  en  marfil,  delante  el  dosel  una  mesa  eubieri» 
también  de  verde,  sobre  la  mesa  otro  crucifijo  acompañado 
de  dos  candelei'os  de  phita  en  que  ardian  amarillentas  velas 
de  cera,  al  frente  de  la  mesa  los  señores  inquisidores á  los 


76  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AÍB  ¡LS. 

estreinots  de  la  mesa  el  fiscal  y  el  secretario el  aguacil  ma- 

3  or ....  con  la  espada  desnuda,  y  toda  esta  escena  cubierta  por 
el  sombrio  y  magnífico  techo,  primor  de  escultura,  milagrosa- 
iiijente  escapado  de  la  furia  revolucionaria  que  todos  conoce- 
mos, sin  ser  capaces  de  esplicar  lo  que  esplicarse  no  se  puede 
el  aire  frió  que  alli  corría,  el  aspecto  sombrio,  el  sello  de  te- 
rrífica grandeza  allí  impreso  por  la  potente  mano  del  tremen- 
do tribunal.''  (1) 

La  infeliz  estaba  casi  moribunda,  tenia  en  sji  rostro  la  pa- 
lidez anticipada  de  la  muerte  y  sus  ojos  brillaban  con  el  fuego 
de  la  fiebre.  ¡  Pobre  madre !  no  pensaba  en  sí  sino  en  el  lujo 
iilolatrado  de  su  alma,  en  su  Juan.  ¡  Pobre  madre !  ella  sabia 
I>erfectamente  que,  aquel  maldito  tril)unal,  obra  de  ia  mas  fe- 
roz superstición  y  de  la  crueldad  mas  bárbara,  podría  conde- 
narla ;  no  le  bastaba  tener  la  conciencia  de  ser  inocente  porque 
Ja  aterraba  el  tormento.  En  aquel  terrible  lance  pedia  fuerzas 
31  Dios  para  sufrir. 

Ricardo  Palma,  en  sus  interesantes  Anales  de  la  Inquisi- 
ción (le  Lima,  refiere  que  detrás  del  dosel  habia  oculta  una  es- 
cíjla  donde  se  colocaba  un  hombre,  (luien  ]>or  medio  de  cuerdas 
hacia  mover  los  goznes  de  la  cabeza  de  marfil  del  Cristo,  para 
ONpantar  mas  si  es  í)osible,  á  los  que  caian  bajo  las  garras  d*  1 
fcanto  Oficio. 

Acusábanla  de  maleficios  ó  sortilejios,  que  producían  en- 
fermedades ú  otros  accidentes  con  su  arte  infernal  por  medii> 
<'e  hechizos  con  hojas  de  eoca,  de  tener  pacto  tácito  con  el 
(V'ablo,  de  consagrarse  á  la  quiromancia  y  otras  artes  supersti- 
í'iosas.   ( 2 ) 

A  esta  acusación  formulada  con  énfasis  por  el  promotor 
fiscal,  siguió  un  interrogatorio  amenazador.  La  po])re  mujer 
lloraba  desesperada,  protestaba  no  haber  renegado  jamás  de 

(1)     ^'Vn  (l:'pítiil()   de   la   h¡^*to^ila   de   la   ¡n<]iiÍ8Ícion   cu   Lima,'* 
por  don  .Ji>sé  Aíiibo.nio  de  D  ivallo — *'* Revista  do  Buenos  Aires"  tome» 
V,  pá.j.  .')87. 


*  í  t^ 


Mieto  de  las  delaciones**,  citado  por  Palma^ 


EL  HIJO  DE  LA  HE(1HICERA.  77 

la  reli^non  de  sus  mayores,  de  ser  católica  apostólica  á  carta 
crbal,  no  haber  soñado  nunca  en  pactos  con  el  diablo,  ni  en  ma- 
lí ficios  de  ninguna  especie ;  que  curaba  á  los  pobres  indios  por 
í^jiridad  aplicando  remedios  sencillos  y  caseros  pero  sin  recurrir 
.i«niás  h1  diablo.  A  sus  lágrimas,  á  sus  angustiosos  sollozos 
lof  Inquisidores  la  conminaban  á  que  declaravse  sus  culpas 
<jue  confesase  que  tenia  pacto  con  el  demonio.  Aquella  mujer 
cí\vó  de  rodillas  poniendo  por  testigo  de  la  sinceridad  de  sus 
pcdabras  al  crucificado,  cuya  imájen  estaba  allí.  Entonces 
hicieron  mover  la  cabeza  de  Cristo  y  la  desgraciada  se  des- 

l-.iHVÓ. 

Algunos  dias  después  le  leian  este  auto. 

*'('ln'is(i  nomine  invocato.  Fallamos,  atentos  los  autos  del 
*' dicho  proceso  y  sospechas  que  de  él  resultan  con  la  reo,  que 
^*la  debemos  condenar  y  condenamos  á  que  sea  puesta  en  la 
.  'cuestión  del  tormento,  en  la  cual  mandamos  esté  y  persevere 
**por  tanto  tiempo  cuanto  a  Xos  bien  visto  fuera,  para  que  en 
*'él  diga  la  verdad  de  lo  que  está  testificada  y  acusada;  cou 
'*  protestación  que  le  hacemos  que  si  en  el  dicho  tormento  uui- 
^' riese  6  fuese  liciada  ó  se  siguiese  efusión  de  sangre  ó  mutila- 
*'c¡ou  de  miembro-,  sea  á  su  culpa  y  cargo  y  no  á  la  nuestra  y 
*'por  no  haber  querido  decir  la  verdad.''  (1) 

Copiamos  testualmente  esta  providencia  espresion  genuina 
jile  la  perversidad  hipócrita  de  los  jueces. 

Los  legos  del  convento  de  Santo  Domingo  eran  los  en- 
<  argados  de  dar  tormento,  y  los  frailes  de  San  Juan  de  Dios 
( UHlahan  los  enfermos  en  la  cárcel,  ademas  habia  médicos  pa- 
ra volver  en  si  á  los  que  sufrían  el  tormento  é  informar  si  po- 
dían resistir  á  aquellas  atrocidades. 

La  infelz  mujer  fué  conducida  á  la  cámara  del  tormento 
y  en  presencia  del  Inquisidor  y  secretario,  fué  de  nuevo  interro- 
gada sobre  los  delitos  de  que  estaba  acusada.     Ella  cayó  de  ro- 
dillas imi)lorando  clemencia!  piedad  para  ella,  cuya  única  cul- 
X>a  era  haber  practicado  la  caridad!   • 

1.     Analfís  d=e  ía  Inquisiciooi  Ae  Lima,  ya  citn^ois. 


78  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

En  el  centro  de  aquella  sala  liabia  una  mesa  de  ocho  pies 
d.'  largo.  En  el  esiremo  un  collar  de  fierro  en  el  cual  se  co- 
locaba el  cuello  del  acusado,  y  correas  para  sujetar  los  brazos 
y  las  piernas,  de  modo  que  dando  vuelta  á  la  rueda,  aquellas 
c(.rreas  se  estiraban  en  dirección  opuesta,  hasta  dislocar  las 
articulaciones  de  la  víctima.  Este  fué  el  tormento  que  le 
aplicaron. 

Aquella  mujer  se  desmayó  varias  veces,  pero  el  esceso 
del  dolor  la  hizo  volver  en  si.  Xo  confesó  nada,  es  decir,  se 
negó  á  mentir. 

Dei  tormento  fué  conducida  moribunda  á  su  prisión. 
Al  fin  pronunciaron  esta  sentencia. 

''('hrisfi  ivnninv  invocato — Fallamos,  atentos  los  autos  y 
'*  mérito  del  proceso  y  á  haber  probado  bien  y  ciunplidamen- 
1;*  el  promotor  fiscal  su  acusación,  según  y  como  ¡^robarla 
convino.  Damos  y  pronunciamos  su  acusación  por  bien 
•'probada,  en  consecuencia  de  lo  cual  debemos  declarar  y 
declaramos  á  Juana  Andrea  Mendoza  de  Toledo,  haber  .siuo 
y  ser  hechicera,  mujer  de  malas  artes  en  maleficios  y  sortile- 
gios, hereje  é  imi)enitente ;  y  por  ello  haber  caido  en  sen- 
tencia de  excomunión  mayor  y  en  confiscación  y  perdi- 
miento de  todos  sus  bienes,  los  cuales  mandamos  aplicar  y 
aplicamos  á  la  cámara  y  fisco  de  Su  Majestad  y  á  su  recep- 
'tor  en  su  nombre,  desde  el  dia  y  tiemi)o  en  que  comenzó 
á  cometer  dichos  delitos,  cuya  declaración  in  Xos  reserva- 
'  mos.  Y  que  debemos  relajar  y  relajamos  la  persona  d** 
*' dicha  Juana  Andrea  Mt^ndoza  de  Toledo  á  la  justicia  y 
'brazo  seglar,  rogando  y  encargando  muy  afectuosamente. 
'*como  de  derecho  mejor  podemos,  se  hayan  benigna  y  pia- 
dosamente con  ella.  Y  declaramos  al  hijo  de  dicha  Juana 
Andrea  Mendoza  de  Toledo  y  á  sus  nietos  si  los  tuviese  por 
'la  linea  masculina,  ser  inhábiles  é  incapaces;  y  los  inliabí- 
''litamos  para  que  no  puedan  tener  ni  obtener  dignidades. 
*  beneficios  ni  oficios  asi  eclesiásticos  como  seglares  ni  otros 
"oficios  públicos  ó  de  honi-a.  No  poder  traer  sobre  si  ni 
''sus  personas,  oro,  plata,  perlas,  piedras  preciosas,  ni  co- 


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EL  HIJO  DE  LA  HEOHICERA. 


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rales,  secJa,  cíhamelote,  paño  fino,  ni  andar  á  caballo,  ni 
traer  armas,  ni  usar  de  otra  cosa  que  por  derecho  común, 
leyes  y  pragmáticas  de  estos  reinos  é  instrucciones  y  estilo 
del  Santo  oficio,  á  los  semejantes  inhábiles  son  prohibi- 
das. Y  por  esta  nuestra  sentencia  definitiva  juzgando,  asi 
lo  pronunciamos  y  mandamos.'' 

Tal  era  la  fórmula  de  la  sentencia  definitiva  del  Santo 
Oficio  de  la  Inquisición  de  Lima,  según  Ricardo  Palma. 

Se  entregaba  luego  el  preso  al  brazo  seglar  para  ser 
({ueiiiado  vivo,  vestido  con  el  sambinito  y  demás  estrava- 
gancias,  y  aquella  ejecución  tenia  lugar  en  los  autos  de  fe 
Para  que  el  espetáculo  fuese  mas  aterrante  aglomeraban  va- 
rios reos  y  entonces  celebraban  la  pública  atrocidad.  A 
este  acto  asistía  el  Virey,  la  Real  Audiencia,  el  Dean  y  Cabil- 
lio  Eclesiástico,  los  miembros  del  ayuntamiento,  los  del  cláus 
tro  de  la  Real  Tniversidad,  del  Consulado,  y  necesariamente 
el  Obispo. 

Ante  el  público  iban  prestando  juramento  de  acatar  el 
Santo  Oficio,  tanto  el  Virey  como  todas  las  demás  autorida- 
des, y  últimamente  toda  la  concurrencia.  No  faltaron  nun- 
ca las  señoras  á  este  espectáculo  repugnante  y  terrible  (1). 

('uando  sujm  la  malhadada  viuda  la  sentencia,  cayó  de 
rodillas,  diciendo — Dios  mió!  tú  que  conoces  mi  inocencia, 
dadme  fuerzas  para  soportar  el  martirio  á  que  estoy  conde- 
nada por  estos  verdugos,  que  no  son  ministros  de  la  relijion 
de  paz  y  mansedumbre  que  enseñasteis.  Son  fanáticos  im- 
píos, no  son  ministros  de  la  religión  que  has  predicado  Pe- 
ro cuando  la  infeliz  madre  pen.só  en  su  hijo,  á  quien  se  des- 
honraba, se  desmayó.  Largo  tiempo  duró  su  desmayo,  cuan- 
do volvió  en  sí,  se  le  hizo  saber  que  sino  guardaba  absoluto 
fíilencio  seria  azotada. 

— i  Bárbaros! — esclamó,  asi  pensáis  hafer  "prosélitos ? 
Dios  os.  perdone,  inicuos  verdugos, — y  después  cayó  en  un 
delirio  verdaderamente  angustioso. 

1*  Para  conocer  los  detaUes  del  ceremoaiial  de  un  ''auto  de  fé'' 
en  "Lila]»,  r(>com<>ind>3»iii08  la  obra  de  Patlmíi — '*  Anafes  de  la  Inquisición 
etc.'' 


so  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRL:S. 

Don  Juan  de  Toledo. 

La  ve-nganzia  see  eai  cierta  mainera  la  crisis  del  rencor, 

**I>eseuref 

Don  Juan  hal)ia  huido  de  Potosí  desde  que  supo  que 
su  eseelente  y  buena  madre  habia  sido  enviada  á  las  cárceles 
del  Santo  Oficio  de  Lima,  por  don  Martin  de  Salazar,  comi- 
sario de  la  Inquisición  en  la  Villa  Imperial. 

El  mancebo  abandonó  sus  lujosos  trajes,  su  tierna  y  pro- 
funda pasión,  su  amor  á  su  prima,  y  se  dirijió  á  Lima  bajo 
uji  nombre  supuesto.  Quería  acercarse  á  su  madre,  y  sin 
<  reer  posáble  salvarla^  marchaba  atraído  por  una  fuerza  irre- 
Mstible  hacia  la  ciudad  de  los  Reyes. 

El  secreto  de  los  procedimientos  del  Tribunal  no  le  per- 
mitió saber  el  curso  de  la  causa,  y  solo  supo  la  verdad  el  dia 
cicl  auto  de  fé. 

Lo  que  pasó  entonces  por  el  alma  de  aquel  mancebo  no 
l>uede  decirse;  pero  no  habiendo  perdido  la  razón,  resolvió 
vengarse :  pero  vengarse  de  una  manera  que  no  se  borrase  de 
la  memoria  de  los  vecinos  de  la  villa  Imperial. 

— ¡  Don  Alartin !  decia  en  un  monólogo,  habéis  sacrificado 
H  mi  santa  madre,  me  deshonráis  para  siempre,  pero  yo 
os  devoraré  el  corazón!  No  viviré  sino  para  la  venganza,  y 
.si  solo  exijes  hipocresia,  vestiré  el  tosco  traje  de  ermitaño  y 
engañaré  al  mundo,  para  que  la  maldita  inquisición  no  me 
queme  también.  Dios  Santo,  que  permitis  estas  atrocidades, 
perdonad  al  hijo  que  vengará  á  su  madre ! . . . .  ^lis  dos 
síintos  amores  se  han  borrado  de  la  tierra,  mi  madre  y  nn 


prima! 


Lavenganza  no  es  jamas  permitida  ni  lejítima;  pero  es- 
ta vez  se  atenuaba  porque  el  ajiior  filial  habia  ofuscado  la  r«- 
zon  de  aquel  desgraciado,  y  la  atrocidad  del  procedimiento 
inquisitorial  enjendraba  la  depravación,  tan  cierto  es  que 
el  rigor  aleja  en  vez  de  atraer. 

Asi  en  vez  de  consolidar  la  unidad  de  la  fé,  esos  proee- 


EL  HIJO  DE  LA  HEOHICEKA.  81 

(liiiiientos  aumentaban  el  cisma  en  el  cristianismo  y  justifi- 
ca oan  la  necesidad  de  reforma,  por  los  escesos  de  los  minis- 
tros del  culto.  Ilacian  hipócritas  medrosos;  pero  dejaban 
vacío  el  corazón  y  nublada  la  fé. 

¿Cómo  podia  don  Juan  de  Toledo  mirar  sin  odio  pro- 
fundo, á  los  inicuos  sacrificadores  de  su  inocente  madre? 
Este  odio  lo  alejaba  irreflexivamente  del  seno  de  la  iglesia 
sin  pensar  que  asi  como  en  las  tempestades  no  se  pierde  la 
esperanza  de  ver  lucir  de  nuevo  el  sol,  asi  también  aquellas 
4* -ueldades  ejercidas  en  nombre  de  la  Iglesia  no  podian  ser 
permanentes.  **Los  que  la  profanaban  eran  hombres:  po- 
dinn  enmendarse;  y  en  todo  caso,  debian  morir.... Se  nece- 
sitai  tan  poeo  para  tocar  la£^  almas  y  transformar  los  corazo- 
iios!  ha  dicho  Octavio  Feuillet.  Basta  el  álito  de  un  niño! 

Felizmente  la  tempestad  ha  pasado,  y  alcanzamos  en 
América  los  tiempos  de  tolerancia  en  religión;  nos  aproxima  * 
7jios  asi  á  la  santa  fraternidad.  Pero  cuan  ruda  ha  sido  la 
i'iarcha  y  cuan  lento  es  el  desenvolvimiento  de  la  idea!  Las 
víctimas  han  quedado  en  el  camino  de  la  historia  para  alec- 
^■ionarnos  con  la  esperiencia:  para  decirnos — la  intolerancia 
religiosa  y  política  es  él  signo  del  fanatismo  y  la  ignorancia 
A'  esa  situación  c-s  transitoria. 

'*Bajo  el  aspecto  religioso,  Dios  es  amor,  y  el  amor  es 
toda  su  ley.  Amor  de  Dios,  soberano  bien  y  Criador  de  to- 
llas las  cosas,  y  amor  de  los  hombres,  sus  mas  nobles  criatu- 
ras: he  aqui,  en  resumen,  la  teoría  cristiana  del  amor,  st- 
ííim  Descuret.  ¡Cuanto  hemos  avanzado  desde  los  tiempos 
<lel  santo  oficio ! 

Don  Juan  de  Toledo  volvió  á  Potosí  ocultamente. 

Los  indíjenas  á  quienes  la  madre  de  don  Juan  de  Toledo 
habia  curado  en  sus  enfermedades,  conversaban  en  quichua 
irii  torno  de  la  lumbre  en  las  fríjidas  veladas,  sobre  el  atroz 
4^astigo  de  la  española.  No  comprendían  sobre  todo  que  hu- 
iúcsen  hombres  que  impusieran  a  los  hijos  castigo  y  respon- 
fabilidades  por  delitos  que  no  hablan  cometido.     Compara- 


i^2  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

han  entonces  sus  antiguas  costumbres  y  sus  viejas  leyes  con 
la  costumbres  nuevas  y  las  nuevas  leyes,  y  deducían  que  los 
cou(iuist adores  eran  perversos  comparados  con  el  blando  go- 
hierno  del  hijo  del  Sol. 

Causábales  i>ena  y  sorpresa  que  don  Juan  hubiese  per- 
dido sus  bienes,  y  que  lo  declarasen  infame  por  culpa  no  co- 
2««etida  por  él. 

Y  en  verdcid  que  tenían  razón.  Los  lucas  nunca  ímpo- 
liian  la  pena  de  confiscación,  porque  consideraban  indigna 
do  la  autoridad  semejante  codicia,  ni  aun  en  los  mayores 
delitos  aplicaron  esa  pena.  (1) 

p]l  mayor  crimen  en  su  tiempo  era  el  de  rebelión,  por 
'^1  carácter  sagrado  del  hijo  del  Sol  que  investía  el  Inca. 
'  ,l">'P^ftíi*io  por  esto  el  alzamiento  contra  el  monarca,  bajo  el 
doble  aspecto  religioso  y  político.  Pues  bien,  aun  en  este 
r?iso  ú  otro  por  el  cual  se  aplicase  la  pena  de  muerte  al  cri- 
minal, janiás  privaban  á  los  hijos  de  sus  bienes,  ni  los  de.s- 
pojaban  de  lo  que  por  herencia  les  correspondía.  La  pena  no 
se  tra.smítía  jamás  á  los  descendientes,  estaba  reservado  á  \m 
conquistadores  estatuir  que  los  hijos  y  descendientes  fuesen 
f'MJetos  á  la  infamia  de  sus  padres,  privados  de  sus  bienes  y 
condenados  á  una  vida  desesperada,  pues  la  rehabilitación 
ei-a  casi  imposible.  Y  tan  atroz  castigo  era  impuesto  por  sa  - 
(•(^dotes.  en  nombre  de  la  Santa  Religión ! 


1.  ''X.uncsa  tiiviieran  pen.a  pecituiíaria,  .ni  <M)n<fií»©acion  <le  }>ieiiO!^.. 
pnrqai<>  deieia-ii,  quie  (*a«tigar  ten  Tiii  hae'ienda  y  d-ejiT  va  vos  las  d-elin- 
cu'wntps,   nií)   era    deseaT   quitar    los   imAU'-s    de    la    re^públioa,    Rlno    la 

ifiaci-enda  á  los  malhechores,  y  dejarlos  con  mas  libertad  ipara  que  hi- 

eierain  ¡nuavores  niales. 

(r 

Si  ri'lgnn  curaca  »e  rebeliaba.  (qu©  o-ra  lo  que  maa  rigurosa- irent.^ 
castigaban  Los  Incas)  ó  haeia  otro  d-olito  que  mcT'eei'ese  peiu  de 
pr.aiíiDte,  aunque  s-e  la  "diiesein,  mo  quitabam  el  estado  al  suecs-or;  sinú 
que  9?  lo  daban  Tepresentándiole  la  culpa  y  la  pemta  de  s»u  iprdire,  pr- 
ra  que  se  ífuardaíJe  d^  otro  tanto."  Gurcilaso  de  la  Vieg^a,  •'Comen- 
tarios re»ale<f}  et?, " 


EL  HIJO  DE  LA  HECHlt'EKA.  83 


VIL 


El  hijo  de  la  hechicera. 


....y  los  hijos  (lo  tali-a  deli.ncu^nt  \s  queden 
y  sean  s^ujetofl  á  la  ijifamia  de  &us  pa^l-res 
y  del  todo  qureden  sin  parte  de  toda  ó  ciial- 
quRTa  h-cre-ncia,  Isut-esiou,  dofnacion,  'in^  ii- 
da  de  .pariein.tes,  ó  c«traño«,  ni  t pingan  nin- 
j^un-aí»  diginidadeíi:  y  ninguno  jmed»  tcn-er 
d'sculpa  algun«a. . .  . 

(Cousíituciüdi    dol    Papa    Pío   V,    eit.-i  la    por 
l'alnia) 

Este    es    mi    nu^iní!  a  miento,    que    os    ain.'is    los 
■unos     á  los  otros,  i'ivnio  yo  os  amé 
**  Evan-gelio  segiin  San  Juan,  cap  XV.  vtr  12. 


En  l^otosí  se  supo  Lh  terrible  ejecueion  de  la  pobre  Tin- 
ca y  eneontraron  natural  la  desaparición  de  don  Juan  de 
Toledo,  privado  de  sus  bienes,  de  sus  honores  y  eondenado  á 
íírrastrar  una  vida  sin  esx)eranza  y  á  sufrir  eaí5tigos  por  deli- 
to^  que  no  haliia  cometido.  La  nianpiesa  vivió  en  (Miuquisa- 
eji  consagrada  al  tierno  cuidado  de  sus  hijos;  pero  en  la  en- 
fermiza palidez  de  su  rostro,  se  h»ia  el  amarp:o  dolor  de  su 
alma. 

De  repente  empero  apareció  al  pié  ilel  cerro,  un  lioml)re 
f  nHaquecido  por  el  dolor,  pálido  el  rostro,  hundidos  los  ojos 
y  de  aire  sombrio.  Apesar  de  no  ser  viejo,  su  barba  y  su  ca 
bello  blanco,  vestia  el  traje  de  ermitaño  y  con  sus  propia^; 
i:\'inos  empezó  á  cavar  una  cueva  donde  vivir.  La  irreproclia- 
lie  conducta  del  aquel  penitente  llamó  la  atención  de  todos 
los  mineros  del  cerro,  y  muy  presto  se  le  vio  en  las  calles 
de  la  villa,  sin  hablar  á  nadie,  comiendo  de  los  despojos  que 
arrojaban  las  casas  de  los  grandes  señores. 

Los  primeros  que  reconocieron  al  ermitaño  fueron  los 


84  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

i)illiielos  de  la  ciudad,  quienes  le  huian,  gritando — es  el  hijo 
(le  la  hechicera !  y  hacian  la  señal  de  la  cruz. 

Se  supo  entonces  que  el  ermitaño  era  don  Juan  de  To- 
ledo, le  creyeron  loco  y  algunos  mártir  á  causa  del  cruento 
cíistigo  de  la  madre.  Los  sacerdotes  lo  citaban  como  un 
ejemplo  de  los  benéficos  frutos  de  la  persecución  de  los  here- 
jes y  brujos;  y  decian  que  aquellas  privaciones  lo  ponian  en 
vi  camino  del  cielo. 

Entre  tanto  los  vascongados  y  los  criollos  tenian  escan- 
dülizada  la  ciudad  con  sus  bandos  y  sus  luchas,  al  estremo 
de  batirse  en  las  calles  los  unos  y  los  otros,  y  quedar  los 
t't'dáveres  insepultos,  hasta  que  la  autoridad  los  recojia. 

Estas  noticias  llegaron  a  Lima,  donde  el  18  de  en^ro 
de  1H()4  habia  hecho  su  entrada  pública  como  Virey,  don 
(aspar  de  Zúñiga  y  Acevedo,  Conde  de  Monte-rey.  El  nue- 
vo majistrado  espidió  órdenes  terminantes  para  que  los  ban- 
dos fueran  desarmados  en  Potosí,  mandando  persegir  los  va- 
jeos y  ociosos. 

Las  medidas  que  con  este  motivo  dictó  el  corregidor  le 
atrajeron  serias  enemistadlas,  y  como  en  ellas  era  apoyado 
por  el  comisario  de  la  Inquisición  don  Martin  de  Salazar 
cíGJJtra  él  también  se  levantó  el  pueblo. 

Una  mañana  apareció  este  asesinado  con  muchas  puña- 
ladas, en  su  misma  casa.  Apesar  de  las  activas  dilijencias 
practicadas  para  descubrir  los  asesinos,  el  crimen  quedó  en  ei 
mi.st<TÍo,  limitándose  á  repetir — ^venganzas  de  los  bandos! 

Pero  lo  que  verdaderamente  conmovió  al  vulgo,  fué  l;i 
noticia  de  haber  sido  misteriosamente  violada  la  sepultura 
do  don  ^Fartin  de  Salazar.  A  los  activos  comentarios  de  los 
pj'i meros  tiempos,  sucedió  el  cansancio  y  luego  el  olvido. 
Nadie  pensó  mas  en  don  Martin. 

ííl  pueblo  estaba  ajitado  por  pasiones  demasiado  punzan- 
tes para  detenerse  en  escudriñar  el  misterio  de  aquel  crimen 

El  ermitaño  cruzaba  siempre  las  calles,  los  bandos  lo  re«- 
X>etaban  porque  era  inofensivo,  y  solo  le  burlaban  los  mu- 


EL  HIJO  DE  LA  HEUHICERA.  85 

chachos   y   mal   entretenidos — ^gritándole — ¡Hijo   die  !la    he- 
chicera ! 

Cuando  sonaban  en  su  oido  aquellas  fatídicas  palabras 
temblaba  de  pies  á  cabeza  y  levantaba  convulsivo  una  cala- 
vtra  que  desde  algún  tiempo  llevaba  en  la  mano,  detenia 
sobre  ella  sus  ardientes  ojos,  y  continuaba  su  camino. 

Como  jamás  hablaba,  como  no  disputaba  nunca,  como  no 
locia  mal  á  nadie,  empezó  al  íin  á  conquistar  hasta  el  res- 
peto de  los  niños.  Al  fin  le  dejaban  pasar,  él  no  levantaba 
la  vista  del  suelo  sino  para  detenerla  fijamente  en  la  cala- 
vera. 

— Es  que  piensa  siempre  en  la  muerte! — decian  las  bea- 
tfis,  y  no  quiere  ser  tentado  por  el  diablo. 

— Es  un  santo  que  no  vive  sino  rezando!  repetían  otros. 

La  fama  del  ermitaño  fué  creciendo,  se  estendió  mas  allá 
de  Potosí  y  circuló  por  todo  el  Perú. 

Largos  años  habían  trascurrido  durante  los  cuales  los  Vi- 
cuñas y  los  Vascongados  habían  reñido  cruelmente;  pero  la 
prudencia  del  factor  don  Bartolomé  Astete  de  UUoa,  había 
conseguido  pacificar  los  ánií^os. 

Promediaba  el  año  de  1625,  y  disgustado  don  Francisco 
Castillo  de  algunas  crueldades  perpetradas  por  cierto  em- 
pleado contra  los  antiguos  soldados  VicuñcLSf  resolvió  batirlo 
y  castigarlo. 

Así  lo  hizo  dándole  muerte;  pero  tuvo  que  recurrir  al 
virev  solicitando  autorización  para  perseguir  a  los  inquieta- 
dores, como  les  llama  el  cronista. 

Asi  se  fué  sosegando  la  villa. 

Para  celebrar  la  tranquilidad  que  empezaba  á  disfrutarse 
el  criollo  don  Agustín  Solorzano  dio  un  magnífico  banquete 
en  el  cual  ''había  una  pila  de  plata  que  tenia  mil  cuatrocien- 
tos cincuenta  y  tres  marcos,  de  la  cual  desde  las  seis  de  la 
mañana  hasta  las  siete  de  la  noche  corrió  riquísimo  vino 
Gastó  setenta  y  seis  mil  pesos.  (1) 

1.     **A.iialp<s  <le  la  villa  Imperial  d«  Potosí '\  por  don  Bartolomé 
Martínez  v   Vela. 


m  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Pero  antes  de  terminar  aquel  banquete  llegó  la  noticia 
que  el  ermitaño  de  la  calavera  estaba  moribundo  y  acababa 
<le  recibir  los  santos  sacramentos  con  ejemplar  piedad. 

Aquella  nueva  impresionó  a  los  ilustres  personajes  y  re 
solvieron  hacer  á  su  costa  pomposas  exequias  al  virtuoso  y 
ascético  ermitaño. 

Al  dia  siguiente  la  multitud  se  dirijia  en  romería  á  la 
gruta  del  cerro.     Todos  repetían — ha  muerto  como  un  santo! 

En  la  cueva  velaban  algunos  frailes  de  las  diversas  comu- 
nidades  religiosas,  cirios  ardian  en  torno  del  cadáver,  que 
lof  mas  encopetados  querían  conducir  en  hombros,  hasta  la 
iglesia  en  que  debia  enterrarse. 

Las  órdenes  monásticaíí  disputaban  la  posesión  de  los  ipre- 
i'íosos  restos  de  un  ejemplar  ermitaño,  que  quizá  pensaban 
mereciese  ser  canonizado.  Iba  á  procederse  á  la  formación 
de  un  informe  sobre  la  vida  de  este  ascético,  y  á  porfía  se 
presta])a  á  declarar  sobre  su  santa  y  edilificante  vida. 

Un  caballero  de  Calatraba  que  acababa  de  llegar  á  la  gru- 
ta con  otros,  se  acercó  al  ataúd  para  examinar  do  mas  cer- 
ca las  facciones  del  que  habia  sido  don  Juan  de  Toledo 

Miraba  atentamente  la  calavera  que  tenia  en  sus  manos,  y 
CíiP  la  cual  habían  querido  enterrarlo;  pero  levantándose 
rápidamente  se  dirijió  hacia  uno  de  los  sacerdotes  que  alli 
estaba,  diciéndole  que  habia  un  papel  entre  los  dientes  de 
aquella. 

En  efecto,  todos  se  acercaron:  la  multitud  se  apiñó  mas,  y 
de  boca  en  boca  circulaba  la  nueva  de  haberse  encontrado 
escrito  el  testamento  del  ermitaño,  del  penitente,  del  santo 

Sacaron  el  papel  con  el  mas  respetuoso  cuidado,  y  des- 
doblándolo con  veneración,  uno  de  los  frailes  empezó  á  leer 
en  alta  y  clara  voz,  lo  siguiente : 

* '  Yo  don  Juan  de  Toledo,  natural  de  esta  villa  de  Potosí 
**hag()  saber  á  todos  los  que  me  han  conocido  en  ella  y  á  todoe 
'Mos  ([ue  de  noticias  quisieran  en  adelante  conocerme,  como 
"yo  he  sido  aquel  hombre  á  quien  por  andar  en  traje  de 
*' ermitaño  me  tenian  todos  por  bueno,  no  siendo  asi,  pues 


EL  HIJO  DE  LA  HECIHICEBA.  87 

^'soy  el  mas  malo  de  cuantos  hombres  lia  halndo  en  el  mun- 
'  do;  porque  habéis  de  saber  que  el  traje  que  traia  no  era 
**por  virtud  sino  por  mi  dañada  malicia,  y  para  que  todo  lo 
"sepáis,  digo,  que  habrá  poco  menos  de  veinte  años  que 
•por  ciertos  agravios  que  me  hizo  don  Martin  de  Salazar. 
**(te  los  reinos  de  España,  y  en  tales  agravios  menoscabó 
'"Ja  honra  que  Dios  me  dio,  por  esto  le  quité  la  vida  con  infi- 
•*iiitas  puñaladas  que  le  di;  y  después  que  lo  enterraron  tuve 
**modo  para  entrar  de  noche  en  la  iglesia,  abrir  su  sepulcro. 
**  sacar  su  cuerpo  y  con  el  puñal  abrí  el  pecho,  saquél'.^ 
*'el  i*orazon,  me  lo  comí  á  l)ocados,  y  después  de  esto  le  cor- 
*'lé  la  cabeza,  quítele  la  piel  y  habiéndolo  vuelto  a  enterrar 

*  *  me  llevé  la  calavera :  me  vestí  un  saco  como  todos  me  habéis 

*  visto,  y  tomando  la  calavera  en  mis  manos  con  ella  he 
"andado  veinte  años  sin  apartármela  de  mi  presencia,  ni  en 
**la  mesa,  ni  en  la  cama;  teniéndome  todos  por  bueno  y 
"penitente,  eni^añándolos  yo  cuando  aplicaba  los  ojos  á  la 
**  calavera  (pie  juzgarían  ponia  mi  contemplación  en  la  muer- 
*'te,  siendo  lo  contrario;  pues  asi  como  los  hombres  se  vuel- 
"ven  bestias,  por  el  pecado,  asi  yo  me  había  vuelto  la  mas 

'terrible,  volviéndome  un  cruel  y  fiero  cocodrilo,  y  como  este 
"animal  gime  y  llora  con  la  calavera  de  algún  infeliz  hom- 
"bre  (pie  ha  comido  no  í>or  haberlo  muerto  sino  porque  se  le 
'*í»cabó  el  mantenimiento,  asi  yo  mas  fiero  que  las  fieras,  mi- 
*'raba  la  calavera  de  mi  enemigo  á  quien  quité  la  vida,  y  me 
"pesaba  infinito  de  haberlo  muerto,  que  si  mil  veces  resuci- 
"tára  otras  tantas  se  la    volviera  á  quitar.     Y  con  este  cruel 

*  rencor  he  estado  veinte  años  sin  que  haya  sido  posible  dejar 
**mi  venganza  y  apiadarme  de  mi  mismo,  hasta  este  punto  que 
"es  el  último  de  mi  vida,  en  el  cual  me  arrepiento  de  lo  he- 
"cho,  y  pido  á  Dios  muy  de  veras  que  me  perdone,  y  ruego  á 
"tolos  lo  pidan  asi  a  aquel  Divino  Señor  que  perdonó  á  los 

*  (íue  lo  crucificaron/  (1) 

1.     ** Anales  d*  la  villa  Imprriíil  d*  Potof^í"  por  don  Bartolomé 
Martínez   y   V-ela. 

Sobre    este   mismo   suceso    h«    escrito   don    Diego    Barros    AriDifi 


88  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Cuando  terminó  esta  lectura,  un  grito  unánime  y  terrible 
salió  de  aquella  masa  de  jente: — el  hijo  de  la  hechicera  era 
vn  malvado!  Al  piadoso  entusiasmo  sucedió  la  indifjnacioa 
y  trataron  de  atropellar  la  gruta  para  arrastrar  el  muerto  y 
quemarlo,  aventando  luego  las  cenizas.  La  multitud  faná- 
tica grita — el  maldito!  el  hijo  de  la  hechicera! 

Aquel  furor  popular,  aquellas  voces  de  venganza  ante  ef 
cadáver  de  un  hombre  tenian  algo  de  salvaje  ferocidad. 

Mintras  el  populacho  reunido  antes  para  conducir  al  que 
tenian  por  santo,  gritaba  enfurecido  por  el  desengaño,  un 
PHcerdote,  blanco  el  cabello,  despejada  la  frente,  serena  y 
8uave  la  mirada,  se  habia  arrodillado  y  oraba. 

Los  fanáticos  asusaban  al  pueblo  para  vengarse  en  aquel 
cadáver  de  lo  que  llamaban  la  iniquidad  y  la  mentira.  Laíi 
masas  escitadas  por  esas  voces,  pedian  á  los  sacerdotes  les. 
ciitregasen  esos  restos  humanos.  El  momento  era  solemne, 
se  intentaba  una  indigna  profanación,  una  venganza  so  pre- 
testo  de  expiar  otra  venganza ! 

Entonces  el  anciano  se  dirijió  á  la  multitud  irritada,  y  le 
hizo  señal  para  que  le  escuchasen.  Aquel  hombre  gozaba 
en  la  villa  del  prestigio  que  inspira  la  virtud,  de  la  venera- 
ción que  se  conquista  el  que  la  hace  amar  por  el  ejemplo  y 
la  mansedumbre.  El  saber,  el  talento,  la  gloria,  la  fortuna, 
I>neden  escitar  los  celos  y  la  envidia;  i>ero  la  virtud  y  la  ca- 
ridad no  despiertan  en  los  otros  sino  respeto. 

Aquel  sacerdote  se  espresó  así: 

— Hermanos  mios,  en  Jesus-Cristo !     Paz  en  vuestras  al- 

unii  .:.utere6«ínte  no  volita  novelitíi  bajo  el  título — ^Un  crimen  de  Juga- 
dores, reproduciíkndo  la  co-nfiesion  áe  don  Juan  de  Tole^do.  Este  es- 
crito eis-tá  paibli cuido  en  la  *'Revi®t.a  del  Panamá'',  to'mo  I  páj.  25. 

El    señor    don    Ricardo    Palma,    coinocodar    taiT.ibiem    de)    mism\> 

dociijr lento    y    d^el   <*e>cT.i.to   del   señor    Barros    Arana,    publicó    un    tra- 

hnio  literario  t  tulado — Justos  y  Peca'aoros— drónica  del  sifflo  XVTI 

que  trata  de  como  el  Lobo  vistió  la  piel  del  cordero.     ''La  Revista' '^ 

lo  reprodujo  en  el  tomo  I  ipa^.  117. 

Estos  lescritoros  ban  tm:. inscripto  el  tefitamento  de  don  Juan  de 
Toledo,  ún'i*co  punto  <5omuai,  como  baise  histórica.  De  manera  que 
el  iragumiento  ee  conocido. 


EL  HIJO  DE  LA  HECHICERA.  89 

mas,  indulgencia  para  las  agenas  faltas,  piedad  y  amor  para 
los  arrepentidos!  Boguemos  a  Dios  para  que  tranquilice 
nuestros  espíritus  atribulados  por  el  desengaño! 

Está  escrito  en  el  santo  libro — No  juzgeis  y  no  seréis  juz 
gados;  no  condenéis,  y  no  seréis  condenados.    Perdonad,  y 
seréis  perdonados.''  (San  Lucas.) 

¿Qué  mérito  tendríais  amando  á  quien  os  amó?  Nó,  es 
necesario  levantar  hacia  Dios  nuestros  corazones,  porque  to- 
dos necesitamos  de  su  misericordia;  sed  misericordiosos  con 
aquel  que  os  pidió  perdón  al  morir  y  murió  arrepentido! 
¿Quien  os  dá  derecho  para  profanar  esos  restos  mortales, 
eon  el  pretesto  de  que  fué  un  criminal  el  que  ya  no  está 
entre  nosotros?  Haríais  lo  mismo  que  os  indigna  en  él: 
as  vengarlas!  Jesucristo  no  vino  a  predicar  el  odio  ni  la 
venganza,  sino  el  amor.  Aquel  que  perdonó  á  la  Magdalena, 
ha  dado  ejemplo  de  indulgencia — ¿cuál  de  vosotros  se  cree 
escento  de  culpa  para  arrojar  la  primera  piedra  sobre  este 
cadáver  ? 

Recordad,  hijos  mios,  **qu€  el  que  se  humilla  será  ensal- 
zado. ' ' 

Estas  sencillas  y  breves  palabras,  pronunciadas  con  la  na- 
turalidad del  que  tiene  convicciones  profundas,  que  escusa 
fascinar  por  la  retórica,  y  ama  á  sus  semejantes,  produjeron 
un  efecto  májico  y  sublime  un  silencio  solemne  siguió  á  los 
gritos  de  las  pasiones,  tan  cierto  es  el  imperio  irresistible  di" 
les  que  saben  conmover  el  sentimiento  del  pueblo,  raras, 
muy  raras  veces  sordo  ante  la  ancianidad  virtuosa. 

El  sacerdote  dijo  entonces  con  el  mismo  acento  de  man- 
sedumbre y  de  humildad. 

— Acompañadme  á  orar  por  el  alma  de  este  pecador,  para 
que  el  Señor  de  las  misericordias  le  perdone!  Jesu-Cristo 
lia  dicho:     ^*Tu  fe  te  ha  salvado:  vete  en  paz.'' 

La  multitud  se  arrodilló  y  aquella  oración  fué  sincera. 
Momentos  después  volvia  el  pueblo  hacia  la  Villa  Impe- 


90  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

rial,  sin  odio  para  el  que  fué  don  Juan  de  Toledo,  compade- 
cidos de  la  atrocidad  de  su  venganza  y  edificados  an,te 
aquel  ejemplo. 

VICENTE  G.  QUESADA. 


DERECHO 


p:studios  sobre  la  justicia  federal 

americana 

EN  sr  APLICACIOX  A  LA  ORGANIZACIOX  CONSTITUCIONAL 

ARGENTINA. 

(  Con.ti.miac  i  on . )      ( 1 ) 

CAPITULO  XI. 

CláKsuJas  de  la  Constitución  Federal  que  limitan  la  acción 
drl  Legislativo — naturaleza  del  Legislativo  Nacional — 
Ji** glas  generales  de  interpretación. 

Crpemos  de  interés  eont raernos  á  esponor  las  doctrinas 
íiuf  se  refieren  á  ciertas  cláusulas  de  la  Constitución  de  la 
Union,  referentes  á  limitar  las  atribuciones  del  Legislativo 
Nacional  en  materias  que  atañen  á  los  derechos  privados. 
.\nt(»s  de  analizar  las  prescripí  iones  que  afectan  á  los  dere- 
chos privados  contenidos  también  en  nuestra  Constitución, 
estudiaremos  la  naturaleza  del  poder  legislativo  de  la  Union. 
V  las  reglas  de  interpretación  aplicables  á  la  ley  fundamen- 
tal de  la  unión  americana. 

Las  reglas  de  interpretación  varian  con  el  instrumento 
que  se  trata  de  aplicar:  una  ley  ordinaria  no  se  halla  gober- 
nada por  los  mismos  principios  que  rigen  la  interpretación 

1.     Véasf»  la  pajina  94  del  tomo  X  de  e^^ta  ** Revista". 


93  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

de  las  Constituciones  de  los  Estados,  estas  se  hallan  someti- 
das en  muchos  casos  á  reglas  especiales  y  diversas  de  las  que 
COI  responden  aplicar  á  la  Constitución  Nacional. 

La  idea  política  que  gobierna  la  materia  tratándose  de  la 
Constitución,  está  contenida  en  la  enmienda  décima;*  *'lo8 
''poderes  que  no  hubiesen  sido  delegados  por  la  Conjsti- 
*'tueion  á  los  Estados  Unidos,  aquellos  que  los  Estados  no 
*  hallan  prohibido  á  aquella  conferir,  se  hallan  reservados  á 
*Mos  Estados  ó  al  pueblo." 

Por  lo  que  respecta  al  instrumento  en  conjunto,  al  gobier- 
no creado  por  él,  la  Constitución  es  un  atributo — (grant)  na 
una  delegación  de  pod«er.  El  Congreso  puede  ejercitar  úni- 
cnmente  los  poderes  que  le  hayan  sido  delegados.  Claro 
es  que  esta  doctrina  no  se  aplicará  á  las  prohihicioiK a  (spre- 
saí<  contenidas  en  aquel  instrumento,  y  que  se  refieren  tanto 
í»l  gobierno  nacional  cnanto  á  los  gobiernos  particulares 
Kespecto  á  aquellas,  la  Constitución  de  la  Union,  lo  mismo 
que  las  de  los  miembros  que  la  integran  son  limitaciones  del 
poder  legislativo.  La  línea  divisoria  entre  los  poderes  del  go- 
bierno federal  y  de  los  Estados,  deja  poco  terreno  para  dis- 
cutir la  estension  del  legislativo  Nacional;  pero  la  Constitu- 
ción federal  se  propone  conservar  la  separación  del  legislati- 
vo, del  ejecutivo  y  del  judicial,  y  esta  separación  ha  dado 
niárjen  á  la  cuestión  de  saber  si  el  Congreso  i)odrá  delegar 
en  algunas  ocasiones  sus  atribuciones  legislativas. 

El  gobierno  de  la  unión  ha  adoptado  en  varios  casos  1h 
legislación  y  los  procedimientos  de  los  Estados  en  materias 
iiidiciales,  pero  solo  como  aplicación  de  disposiciones  viar^n- 
tes  y  conocidas,  respecto  á  materias  nacidas  dentro  de  la  ór- 
bita jurisdiccional  del  Congreso :  no  seria  constitucional  acep- 
tar las  leyes  futuras  de  los  Estados  puesto  que  esto  equival- 
ílria  á  delegar  ]a  atribuciones  legislativas. 

Hemos  referido  en  el  capítulo  precedente  las  reglas  que 
gobiernan  la  jurisprudencia  de  los  tribunales  federales  res- 
I>octo  á  la  adopción  de  la  que  rije  en  la«  cortes  locales  res- 
pecto á  las  constituciones  6  leyes  de  los  Estados.     Sin  em- 


JUSTICIA  FEDERAL.  93 

liargo,  al  decidir  cuestiones  que  no  sean  meramente  esta- 
tutarias, locales,  ó  municipales,  sino  procedentes  del  derecho 
comercial,  la  corte  suprema  decide  con  entera  independencia. 

Las  reglas  políticas  de  interpretación  concernientes  á  la 
Constitución  nacional,  se  encuentran  reasumidas  en  la  si- 
guit^nte  sentencia  del  juez  ^Marihall. 

**E1  gobierno  de  los  Estados  Unidos  no  puede  invocar 
^'poderes  que  la  Constitución  no  le  haya  otorgado:  y  estos 
*' mismos  deberán  ser  esplícitos,  ó  de"  inferencia  necesaria. 
■"Por  otra  parte,  este  instrumento,  como  cualquier  atributo 
^Mgrant)  debe  tener  una  interpretación  racional  según  el 
*' alcance  de  las  palabras — Toda  vez  que  un  poder  esté  con- 
'*(cdido  espresamente  en  términos  generales,  no  debe  ser 
^  \rcstringido  á  casos  particulares,  á  menos  que  tal  interpre- 
'"tacion  se  desprenda  espresamente  del  testo,  ó  por  implican- 
^'cia  necesaria.  Las  palabras  deberán  tomarse  en  su  sentido 
""natural  y  obvio,  sin  restringir  ó  ensanchar  arbitrariamente 
*'hu  alcance. 

**La  Constitución  se  espresa  indudablemente,  en  térmi- 
""^nos  generales.  No  habría  cuadrado  á  los  objetos  del  pue- 
IJo  al  redactar  ese  instrumento  de  sus  libertades,  entrar 
en  minuciosos  detalles,  ó  declarar  los  medios  por  cuyo  con- 
**ducto  deberían  ejecutarse  los  poderes  conferidos.  Semo- 
*  ajante  tarea  según  se  previo  acertadamente  habría  sido  tan 
'difícil  como  peligrosa,  sino  impracticable.  Ese  instrumen- 
'*to  no  tendió  únicamente  á  proveer  á  las  exigencias  de  po- 
''  eos  años,  sino  á  sufrir  la  prueba  de  los  tiempos,  ante  loa 
acontecimientos  que  ocultaba  el  porvenir.  Nadie  pudo  pre- 
vecer  los  cambios  que  serian  indispensables  para  efectuar 
''los  ol»jetos  generales  de  la  Constitución;  las  restrícciones  y 
*' especificaciones  que  siendo  indispensables  al  presente  po- 
^'drian  subvertir  en  lo  futuro  el  conjunto  del  sistema.  De  aquí 
'*la  generalidad  con  que  se  han  espresado  los  autores  de  la 
**  Constitución,  con  el  objeto  de  dejar  al  legislativo  el  ar- 
^^litrio  de  adoptar  de  tiempo  en  tiempo  los  medios  adecua- 


4  ( 


41 


94  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

^dos  para  cumplir  los  objetos  y  el  ejercicio  de  los  poderes 
'  conferidos. '  ^ 

**  Decir  que  la  intención,  ó  el  espíritu  del  instrumenta 

*  deberá  prevalecer  sobre  la  letra,  que  la  intención  deberá  de- 
'duííirse  de  las  palabras,  que  estas  deberán  á  su  vez  tomarse 

en  el  sentido  en  que  las  emplean  aquellos  j^ara  quienes  fut"? 
'dada  la  constitución:  que  las  disposiciones  de  estas  ni  deben 

*  restringirse  basta  el  estremo,  ni  estenderse  mas  allá  de  los 

*  objetos  que  tuvieron  en  vista  sus  redactores — es  repetir  h> 
'dicho,  pero  es  todo  lo  que  se  necesita  saber,  iíarsball  C.  J. 
^in  oniren  vs.  Sunders  12,  Wbent,  213,  332. 

L'f-fflas  (le  ínter prif ación  aplicables  á  la  constitución,  y  que  nrp 

afectan  á  su  carácter  político. 

Leyes  inconstitucionales.  La  Corte  Suprema  dice  sobre 
este  particular: 

'*La  cuestión  de  decidir  si  una  ley  es  incompatible.  »»  re- 
pugnante con  la  constitución,  ha  sido  siempre  muy  delicn- 
da,  y  debe  resolverse  negativamente  por  lo  general,  .-n  los 
"casos  dudosos.  Colocada  la  corte  en  la  o])ligacion  de  esp*^- 
*dirse  sobre  casos  de  este  género,  no  del>e  olvidar  la  sol.^mne 

*  responsabilidad  que  se  le  ha  coníiado;  ni  decidirle  á  do- 
clarar  que  el  legislativo  ha  ultrapasado  sus  atribuciones,  sin 
graves  f undamentos . . . .  Fletcher  v.  I.  Peek  6,  Crauch  128. 

El  célebre  al)Ogado  Clay,  decia  «obre  esta  matíria  á  la 
Cortíí  Suprema  alegando  en  el  caso  de  Green  vs.  Biddle  '*la 
'  corte  debe  usar  de  la  mayor  cautela  ejercitando  estas  atri- 
**buciones.     Se  halla  investida  con  la  prerogativa  uías  liu- 

*  aportante  que  jamás  se  contió  á  tribunal  alguno  en  beneficio 
*'de  la  humanidad.     A  la  América  c.nui)le  encontrar  la  in- 

*  ^  cógnita  de  un  problema  j)olítico,  á  saber :  si  pueden  existir 
*' gobiernos  regidos  por  constituciones  escritas-  —  Xo  cKl>eí 
"duda  que  estas  no  pueden  existir  sin  que  haya  en  alguna 
V  parte  un  depositario  del  poder  de  pronunciar  sobre  la  eon- 
^/formidad  de  los  actos  de  la  autoridad  delegada  con  la  ley 
'*  fundamental.     Esta  corte  es  ese  depositario,  y  no  acierto  á 


( t 


4  ( 


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<  i 


JUSTICIA  FEDERAL.  95 

'hallar  ninguno  mas  seguro:  pero,  el  resultado  de  la  espe- 
''rieneia  que  tanto  interesa  á  cuanto  hay  de  mas  caro  á  los 
"intereses  de  la  humanidad,  dopende  de  la  prudencia  con 
'*oue  se  ejecute  este  elevado  encargo.     Wheat,  48.'' 

Fuerza  antoritativa  de  la  interpretación  contemporánea — 
Es  doctrina  recibida  que  tanto  la  interpretación  conleinpo- 
ránea  a  la  discusión  de  la  constitución  nacional,  como  la 
esposicion  legislativa,  sirven  de  guia  para  la  interpietaoion 
fie  aquel  instrumento.  ílntre  los  escritos  que  merccvíU  ma- 
yor estima  sobre  la  materia  podemos  mencionar  á  ''El  Fede- 
nilista."     El  comentador  Story,  dice  en  el  406,  ''la  inter- 

l'retacion  eontemi>oránea  debe  emplearse  con  mucha  reser- 
va y  circunspección." 

Los  hechos  estemos  no  podrán  ser  admitidos  á  contradecir 
las  palabras  del  instrumento, — Establece  la  regla  de  in- 
terpretación que  hemos  enunciado  que  el  sentido  de  una  ley 
ticbe  buscarse  ;-n  sus  palabras,  y  que  no  debemos  recurrir  á 
hechos  ó  circunstancias  esternas  para  hallar  la  intención  dol 
legislador.  Esta  doctrina  se  aplica  á  la  constitución  de  los 
J-'iStados  Unidos.  '*Es  inconcuso  que  el  espíritu  de  la  cons- 
*'litucion  del>e  respetarse  á  la  par  que  las  palabras,  decia  Mr. 
''^Marshll;  con  todo,  el  primero  del>erá  deducirse  principal- 
'' mente  de  las  palabras,  sin  que  sea  permitido  invocar  la  prác- 
"tica  de  los  cuerpos  legislativos,  ni  tampoco  (árcunstaucias 
'esternas  para  modificar  el  lenguaje  claro  de  la  disposición. ' ' 
Esta  era  la  base  de  su  razonamiento  para  refutar  la  obje- 
ción que  se  le  opinia  sosteniendo  que  las  leyes  de  vocales 
res|)ecto  á  deudores  insolventes,  no  repugnaban  á  la  prohi- 
bición de  espedir  estatutos  que  alterasen  las  obligaciones 
nacidas  de  los  contratos,  porque  estos  se  apoyaban  en  h; 
]»ráctica  constante  de  las  legislaturas  del  Estado  durante 
treinta  años. — Agregaba  el  citado  juez: 

"  Estremadamente  peligroso  seria  inferir  de  cirunstaujcias 
'extrínsecas,  que  el  caso  al  cual  proveen  las  palabras  de 
'un  instrumento  en  términos  espresos,  deben  esceptuarse 
"d(»  su  ai)licacion.     Cuando   las   palabras  se  contradicen  •> 


96  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

pugnan  entre  sí,  cuando  las  diversas  cláusulas  de  un  ins- 
'  truniento  se  rechazan  y  producen  una  inconsecuencia  ai  se 
'las  deja  tales  cuales  son  sin  alterar  su  sentido  natural  y  ge- 
'nuino;  la  interpretación  se  hace  indispensable,  y  es  justiíi- 
*  cable  el  desvío  de  las  palabras.  Pero  si  alguna  vez  el  sen- 
*tido  natural  de  una  disposición,  no  contradicha  por  otiu 
*en  el  mismo  instrumento,  debe  desecharse  justamente  solo 
'cuando  á  los  autores  de  dicho  instrumento  aparezcan  decir 
*lo  que  no  quisieron,  es  solo  cuando  seria  monstruoso  apli- 
car una  prescripción  absurda  ó  injusta  á  toda  luz.''  (4 
AVheat  202,  203  Sturges  vs.  crowninshield.) 

Las  palabras  deberán  tomarse  en  su  sentido  natural 
Transposición  de  cláusidas,  **La  dislocación  de  las  palabras 
y  aun  de  las  sentencias  de  una  ley  puede  ser  tolerada  algunas 
veces  á  fin  de  llegar  á  comprender  la  mente  del  legislador: 
,>er(),  seria  muy  aveturado  adoptar  como  regla  de  interpre- 
tíicion  para  un  instrumento  tan  maduramente  elaborado  co- 
mo lo  ha  sido  la  constitución,  no  solo  por  los  Estadistas  que 
lo  discutieron  sino  por  los  opositores  en  las  convenciones  de 
ios  Estados. 

Leyes  nidas  en  parte,  y  en  parte  válidas, — Si  parte  de 
una  ley  fuere  inconstitucional,  decia  la  Corte  Suprema  de  los 
Estados  Unidos,  e^sta  deberá  desecharse,  sin  perjuicio  del 
pleno  efecto  que  tendrá  la  que  no  repugnare  á  la  constitución 
lederal,  6  local  (1) 

Efectos  de  las  disposiciones  inconstitucionales, — Según  lo 
declaró  una  sentencia  de  la  Corte  Suprema  de  Maasachussetta. 
ol  efecto  es  una  nulidad  radical  en  todos  los  efectos  de 
lo  ley. 

Efectos  de  las  restricciones  generales  impuestas  al  Con- 
greso por  la  constitución. — Esta  se  refieren  únicamente  á  la 
lí^gislatura  federal,  al  gobierno  emanado  de  dicho  instru- 
mento.     Asi  se  ha  decidido  respecto  á  la  enmienda  5.*  respec- 


1.     Referencias  á  cláiií-utas  ^^tt^stadas. "  Deb^  traerle  á  la  vi»ta 
]a  cláusulia   original  para  descubrir  el  sentido  geaeral. 


JUSTICIA  FEDERAL.  .    97 

lo  á  la  compensación  en  caso  de  espropiacion :  á  la  6/  relativa 
ii\  jurado  en  causas  criminales.     A  la  7.*  al  jurado  en  lo  civil 
— A  la  4.^  3'  á  la  que  prohibe  la  imposición  de  penas  crueles  ú 
infamantes. 

Del)emos  observar  en  este  lugar  que  siendo  atribución  del 
congreso  argentino,  el  dictar  los  códigos  de  la  República,  tal 
<;ectrina  solo  podrá  aplicarse  mientras  no  se  hubiese  cumplido 
<sta  ¡)rescripcion  en  la  República. 

Jifstriccionfs  impuestas  á  los  tribunales  federales  en  cier- 
4"^  t'asos, — La  justicia  federal  no  tiene  atribución  general  pa- 
ra declarar  nulas  las  leyes  locales  por  ser  repugnantes  á  las 
constituciones  de  los  Estados  respectivos.  Semejante  atribu- 
<  ion  le  pertenece  solo  cuando  aplica  las  leyes  locales  obrando 
como  Tribunal  de  Estado  particular.  Jackson  vs.Lamphire  3. 
Peterson  289. 

(l(t usutas  especiales  relativas  al  poder  judicial  nacional. 

La  atribución  de  la  Corte  Suprema  como  Tribunal  de 
5¡>elarion  de  los  fallos  espedidos  por  los  jueces  locales,  se  ba- 
lín terminantemente  adoptada  por  las  leyes  del  Congreso  ar- 
^'entino  espedidas  en  uso  del  derecho  que  á  efecto  de  regla- 
líu^ntar  la  jurisdicción  federal  le  fué  otorgado  por  la  (-onsti- 
tucion  Nacional.     Art.  14  de  la  ley  de  14  de  Setiembre  de 

Esta  materia  ha  dado  márjen  á  serios  ataques  a  los  par- 
tularios  de  la  interpretación  restrictiva  de  las  atribuciones  fe- 
^'orales,  y  los  argumentos  aducidos  por  esta  escuela  y  los  fun- 
ilamentos  que  espuso  en  contrario  la  Corte  Suprema  en  el  ca- 
so de  ('oh oís:  contienen  la  esposicion  mas  acabada  de  la  mate- 
ria— Véa.se  también  **E1  Federalista",  y  los  comentadores 
Storv  v  Kent. 

De  la  supremacía  que  inviste  la  Corte  Suprema  de  la 
Union  se  desprende  la  consecuencia  que  las  leyes  de  los  Esta- 
dos se  hallan  fuertemente  afectadas  por  las  decisiones  del  al- 
te* tribunal  de  la  Union.  Conviene  pues  conocer  las  reglas 
<:ne  gobiernaír  í'sta  importante  materia  según  la  jurispruden- 
cio  de  la  ('orte  Suprema. 


ií8  LA  REVJSTA  DE  BUENOS  AIRES. 

**  La  regla  fundamental  sobre  este  punto  se  reduce  á  que 
*'  la  (-orte  Suprema  respete  las  decisiones  de  los  Tribu- 
'*  nales  de  los  Estados,  tratándose  de  la  interpretación 
**  que  haya  de  darse  a  la  Constitución  ó  á  las  leyes  de  earác- 
*   ter  lo<»al." 

Este  principio  guarda  consecuencia  con  la  índole  de  la 
justii  ia  federal.  La  jurisdicción  de  la  Corte  Suprema  en  graiT 
número  de  causas,  por  ejemplo,  en  las  que  interesan  á  ciuda- 
OoUos  de  diversos  Estados  que  aquel  en  donde  se  radica  el 
juicio,  estriba  en  la  imparcialidad  que  se  ha  creído  encontrar 
i  n  un  Tribunal  Nacional,  pero  las  leyes  que  este  debia  ai)licar 
tr^uian  naturalmente  que  ser  leyes  locales —  Sensato  ha  sido 
entonces  suponer,  que  nadie  comprendería  mejor  que  los  mis- 
mos tribunales  locales,  la  inteligencia  de  las  disposiciones  le- 
gislativas de  los  Estados,  y  por  (*sto,  la  Corte  Suprema  ha 
«doptado  la  jurisprudencia  de  aciuellos,  no  como  emanación 
<ic  una  autoridad  superior  á  ella  misma,  sino  como  medida  de- 
buena  política. 

La  regla  (pie  hemos  espuesto  tiene  varias  limitaciones  y 
escepciones.  La  Corte  Suprema  se  reserva  en  muchos  casos 
viia  independencia  absoluta  de  apreciación.  Asi,  espedida  una 
Sentencia  fundada  en  la  interpretación  de  las  leyes  locales  un 
cambio  de  jurisprudencia  de  parte  de  los  tribunales  loc»ales 
no  podrá  ser  invocado  ante  la  Corte  Suprema  federal  como 
j»rcceclente  para  hacerle  variar  la  jurisprudencia  anterior,  si 
no  la  encontrase  aceptable  aquel  tribunal. 

Las  decisiones  de  los  tribunales  locales  sobre  mxiterias  de 
derecho  comercial  universal,  no  son  tampoco  obligatorias 
para  este. 

Jja  Corte  Suprema  se  ha  reservado  asi  mismo  una  comple- 
la  libertad  de  apreciación  respecto  á  ciertas  cuestiones  relati- 
vos á  privilegios  otorgados  por  la  metrópoli,  é  invocados  por 
los  Estados  contra  los  individuos. 

En  igual  caso  se  encuentran  las  decisiones  de  los  tribuna- 
les locales  que  se  fundan  en  leyes  locales  dadas  en  cionsideracioa 


I 


JUSTICIA  FEDERAL.  99 

á  personas  determinadas  y  las  que  confieren  jurisdicción  espe- 
cial á  un  tribunal  para  conocer  sobre  la  trasmisión  de  propie- 
dcides  particulares. 

MANUEL  R.  garcía. 
(Continuará.) 


Bibliofirrafja  y   Variedades 


LA  PALEONTOLOGÍA  EX  LAS  COLONIAS  ESPAÑOLAS. 

A  MKDJAD08  DEL  SIGLO  XVIII 
A<(ílor  doctor  (hn  Miguel  Navarro  Viola. 

Mi  amigo:' 

Devuelvo  á   usted  la  copia  del  curioso  espediente  que 
«ver  me  dejó  usted  en  casa,   relativo    á  la  exhumación  de 
unos  esqueletos  colosales,  verificada  en  el  año  de  1766  en  el 
pago  de  Arrecifes  de  nuestra  provincia  de  Buenos  Ain\s.— 
C^iro  que  esas  páginas  son  dignas  de  la  luz  pública  en  las  .:o^ 
lumnas  de  su  Revista,  porque  contribuyen  al  conocimiento 
Oi]  estado  de  las  ideas,  de  la  administración  y  de  la  civiliza- 
<»ion  en  los  tiempos  coloniales  que  tanto  nos  importa  ilus- 
trar.  No  ha  de  tardar  mucho  antes  que  algún  pensador  Norte- 
Americano  ó  Europeo,  aparezca  sorprendiéndonos  con  trabajos 
«io  profunda  filosofía  y  de  alta  enseñanza,  haciendo  la  histo- 
ria moral  de  las  colonias  <»spañolas  durante*  su  espantosa  edad 
tiipdia,  periodo  largo  que  por  oscuro  que  es  todavía  y  por  din- 
cii  de  estudiar,  pasa  para  la  generalidad  como  siglo  de  inoceii- 
(i»  y  de  dicha.     La  sociedad  de  entonces  tenia  por  bases  la 
ignorancia  y  el  fanatismo— y  sobre  semejantes  cimientos  solo 
podia  cimentarse  un  edificio  monstruoso  que  se  hundió  al  fin 


LA  PALEONTOLOrJlA.  101 

entre  el  cieno  y  cuyos  escombros  aun  nos  embarazan  y  hacen 
gian  daño. 

Uno  de  los  objetos  que  d^be  proponerse  la  Revista,  de 
que  es  usted  fundador,  es  comunicar  elementos  de  estu- 
dio, hechos  y  antecedentes  á  aquel  pensador  que  columbro 
para  un  futuro  próximo,  y  de  que  acabo  de  hablar  á 
usted. 

El  espediente  en  cuestión  se  inicia  y  concluye  poco  an- 
tes de  la  espulsion  de  los  jesuítas,  y  al  terminar  don  Pedro 
Zoballos  su  cargo  de  gobernador  y  capitán  general  de  Buenos 
JS  ires. 

El  alcalde  de  primer  voto  don  Juan  de  Lezica  y  Torrezurri, 
d<*l)i6  tener  mas  parte  en  la  exhunmciím  que  la  que  aparece  á 
primera  vista.  Era  un  hombre,  de  aquellos  de  su  tiempo,  pre- 
cioso para  las  comunidades  religiosas:  se  imaginaba  que  no 
habia  empleo  míis  meritorio  que  dar  al  dinero,  que  el  de  fomen- 
tsr  con  él  el  lujo  del  culto,  fundir  campanas  y  edificar  templos 
^h  pésima  arquitectura.  Bien  es  verad  que  el  amor  propio  y 
la  ambición  de  gloria  entraban  para  algo  en  estas  santas  pro- 
]/eTisiones,  pues  hemos  visto  su  retrato,  de  tiros  largos,  susten- 
lí.ndo  en  una  de  sus  manos  el  símbolo  acostumbrado  de  funda- 
dor y  pairono,  con  una  inscripción  latina  que  decia :  Ed/ificó 
ires  templos, 

T^no  de  esos  tres  templos  es  el  Santuario  de  Lujan,  cu- 
>08  cimientos  comenzaron  á  cavarse  á  fines  de  1754,  bajo  la 
sindicatura  del  señor  Torrezurri,  (piien  á  mas,  era  procura- 
dor ecónomo  de  la  fábrica. — La  colocacjion  de  h\  irníVcrm 
milagrosa  se  verificó  el  8  de  diciembre  de  1763,  habiéndose 
empleado  en  la  construcción  del  templo  57,398  pps.is  "'^4 
nales. 

Se  vé,  pues,  que  la  solicitud  curiosa  que  usted  ha  pues- 
ta en  mis  manos  cuadra  con  la  época  en  que  la  aparición  de 
vn  nuevo  templo,  rodeado  de  maravillas  y  milagros  en  el 
centro  de  la  campaña,  ponia  á  la  moda,  en  la  sociedad  con- 
versadora de  Buenos  Aires,  esos  pagos  del  Norte.  Se  me 
ocurre  que  en  la  opulenta  casa  del  señor  alcalde  de  primei 


102  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

voto,  clebia  reunirse  en  la  primera  noche,  una  tertulia,  en 
lo  cual  entre  sorbos  de  chocolate  en  invierno  y  de  agua  azii- 
<íarada  en  verano,  se  platicaba  de  los  asuntos  ordinarios,  de 
milagros  auténticos  practicados  diariamente  por  nuestra  seño- 
rft  de  Lujan;  y  de  puntos  de  historia  y  de  dogma,  cuando 
alfirunos  j)adres  graves,  que  precisamente  eran  tertulios  del  se- 
ñor Lezica,  se  dignaban  ilustrar  á  los  profanos  sobre  tan  in- 
t»  incada-s  materias. 

En  los  vuelcos  de  conversación  tan  variada,  debió  venir 
ví;rias  veces  el  asunto  de  los  huesos  enormes  en  tamaño  y  de 
e'-traña  conformación  que  abundan  en  el  suelo  de  Lujan,  y 
oue  en  aquella  época  debian  ser  mucho  mas  comunes  que 
hoy,  pues  nadie  se  ocupal)a  de  removerlos  ni  aun  de  mirar- 
los.— No  faltarla  quien  dijese  que  mas  allá  de  Lujan,  '*en  las 
cf*mpañas  que  llaman  del  Arrecife,"  se  encontraban  también 
osos  huesos;  pero  en  toda  su  integridad  de  esqueletos,  y  en- 
cerrados en  sus  correspondientes  sepulcros,  y  que  seria  dig- 
ra  de  un  hombre  de  buena  voluntad  la  empresa  de  arreba- 
tí, r  á  la  tierra  un  nuevo  testimonio  de  la  verdad  con  que  la 
sajrrada  escritura,  y  algunos  de  sus  comentadores  afirman  la 
existencia  de  seres  racionales  de  corpulencia  gigantea,  en 
cargados  de  una  misión  especial  en  las  épocas  primitivas  de 
h\  creación  del  hombre.  Qué  gloria  la  de  poder  tapar  la  bo- 
oa  á  los  materialistas  con  un  argumento  de  semejante  tamaño 
y  peso.! 

Alcanzar  esta  gloria  fué  lo  que  se  propuso  don  Estevan 
.Alvarez  del  Fierro,  capitán  y  maestre  de  fragata,  (probable 
contertulio  de  Torrezurri)  al  ocurrir  ante  el  señor  alcalde 
so-icitando  nombrase  jueces  especiales  encargados  de  exhu- 
juar  los  tales  gigantes  del  Arrecife,  con  todas  las  formalidades 
y  solemnidades  con  que  se  procedería  á  la  exhumación  de  los 
restos  de  Recaredo,  de  Leovigildo  ó  de  algún  otro  de  los  reyes 
godos. 

Y  asi  se  hizo.  Nombráronse  á  don  José  Larreondo  vecino 
de  la  ciudad  de  Buenos  Aires  y  á  don  Luis  Vinales  del  Arreci- 
fe, (''sujetos  inteligentes'')  para  que  reconociesen  los  sepiú- 


LA  paleontología  103 

<ros,  midiesen  los  esqueletos,  los  transportaran  á  la  capital  á 
la  inorada  del  capitán  Fierro,  levantando  de  todo  actas  firma- 
das por  testigos  y  formalizando  espediente  capaz  de  protoco- 
lizarse orierinal  cuando  llegara  la  ocasión. 

Los  comisionados  desempeñaron  su  cometido  el  día  25 
<1(^  enero  de  1766,  trasladándose  con  varios  testigos  ''de  es- 
fipeion''  y  con  trabajadores  al  sitio  ó  término  que  llaman  el 
-'Arrecife,"  jurisdicción  de  la  capitanía  general  del  Rio  de 
II  Plata  y  distante  de  la  capital  de  lf«  Santísima  Trinidad  de 
l<uenos  Aires  cuarenta  leguas,  y  mas  cíe  ochenta  de  las  pl^iyas 
ih:  Ut  mar.  El  primer  sepulcro  que  cavaron  estaba  sobre  el 
íiiToyo  de  Luna.  Levantada  la  capa  de  tierra  que  cubría  bi 
'* osamenta''  contenida  dentro  de  él,  se  vio  patente  que  estaba 
en  parte  i>etrificada  y  ''que  la  configuración  en  todo  era  de 
riicional"— El  sepulcro  media  diez  y  cuarta  varas  de  largo, 
li-fs  y  tres  cuartas  de  anelio  y  cinco  cuartas  de  prn- 
iiindidad. 

El  segundo  sepulcro  reconocido,  estada  á  dos  leguas  y  me- 
iH;.  del  anterior,  dentro  del  rio  mismo  de  Arrecifes,  en  un  te- 
rreno formado  de  tierra,  piedra  y  arena.  Hallóse  debajo  una 
osamenta,  "cuya  configuración  era  de  racional,"  que  se  sacó 
con  el  mayor  cuidado.  Le  medida  del  sepulcro  dio  las  dimen- 
si(»n(»s  siguientes:  seis  varas  de  largo,  dos  y  tres  cuartas  de  an- 
■i  lio.  y  una  de  profundidad. 

Tanto  de  esta  como  de  la  osamenta,  hacen  los  jueces  co- 
iriisionados  una  descripción  entrando  en  la  parcial  de  cada  uno 
xle  los  huesos  que  la  componían. 

Todos  estos  huesos  bien  acondicionados  en  petacas  reto- 
badas con  cueros  se  despacharon  cuidadosamente  para  el 
juzgado  de  primer  voto,  á  donde  llegaron  y  de  donde  pasa- 
ron á  la  casa  morada  del  principal  interesado. 

CoT)io  este  tenia  en  mira,  no  solo  los  objetos  que  quedan 
ya  indicados,  sino  también  el  de  remitir  el  hallazgo  como 
'* monumento  auténtico"  á  alguna  Academia  ó  I'niversidad 
dr  la  Península,  solicitó  del  alcalde,  un  reconocimiento  fa- 
á^ultativo  de  los  huesos,  á  cuyo  fin  se  nombraron  tres  *'ci- 


104  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

lújanos  anatómicos''  de  los  mas  acreditados  entonces  en  Bue- 
nos Aires. — Fueron  estos,  don  Matias  Grimau,  don  Juan 
Paran  y  don  Ángel  Casteli,  quienes  ante  escribano  debiau 
declarar  en  presencia  de  los  huesos  mismos  **si  eran  ó  no  de 
persona  humana,  según  su  .saber  y  entender. ' ' 

Desempeñaron  esta  comisión  el  dia  8  de  febrero  del  año 
ya  indicado,  comenzando  por  Casteli,  quien  declaró  que  la 
muela  no  obstante  no  estar  entera,  tenia  ñgura  racional; 
pero  que  no  se  ratificaba  en  ello  porque  no  podia  decir  lo 
Tüismo  de  las  demás  piezas.  Don  ^I.  Grimau,  **  cirujano  ma- 
yor de  la  gente  de  guardia  de  este  presidio  por  S.  ^l.''  asient.-i 
terminantemente  que  aquellos  restos  debian  ser  de  **unoíi 
hombres  muy  altos  y  corpulentos  que  han  existido  en  lo  an- 
tiguo, según  la  tradición  que  habia  llegado  á  su  noticia  con 
motivo  de  las  recientes  exhumaciones  de  aquella-s  osamentas." 
l']l  cirujano  don  Juan  Paran  se  mostró  mas  discreto  que  sus 
dos  colegas,  suplicando  al  Alcalde  le  escusase  de  aquella  di- 
lijencia,  pues  aunque  habia  examinado  los  huesos  **no  al- 
canzaban sus  luces '*  á  poder  decir  con  certeza  de  verdad  de^ 
que  cuerpo  podrian  ser;  de  cuya  ain^rtada  declaracicm  dio  fe* 
(^1  escribano  Conget,  consignándola  con  las  ¡palabras  que- 
qvedan  transcritas  entre  comillas. 

Esto  es  lo  que  consta  del  espediente  obrado,  cuyo  original 
^:e  entregó  al  capitán  de  la  fragata  ' '  Nuestra  Señora  del  Car- 
men'' surta  entonces  en  nuestro  puerto.  Es  de  creer  (pie  á 
bordo  de  esta  nave  se  trasladasen  á  España  los  es<[ueletoí=? 
exhumados  con  tanta  diligencia  y  formalidades  judiciales,  y 
en  este  caso  de])ieron  ser  esos  los  primeros  fósiles  que  se  co- 
r-oeiesen  en  Europa  extraidos  de  los  abundantes  depósitos^ 
de  nuestro  suelo,  pues  el  esqueleto  de  ^Megaterium  existente 
on  el  Gabinete  de  ^fadrid,  espedido  por  el  Virey  de  Buenos 
Aires  ])ara  aquel  establecimiento,  no  llegó  á  su  destino  hasta 
iiiMliados  del  año  1778,  es  decir,  hasta  después  de  doce  años 
de  las  exhumaciones  de  Arrecifes. 

Con  este  motivo  recordaré  aquí  una  anécdota  no  muy  co- 
r.oeida,  y  que  hace  poco  favor  á  la  ciencia  de  nuestros  pa^ 


LA  paleontología  105 

<ires,  por  mas  que  quiera  disculparlos  nuestro  amigo  Trelles. 
que  es  quien  ha  publicado  en  su  Registro  Estadístico  el  do- 
cumento que  constituye  el  chiste  de  dicha  anécdota. — Es  el 
caso  que, — ^habiendo  llegado  á  Madrid,  en  siete  cajones,  la 
osamenta  de  aquel  animal,  entonoes  totalmente  desconocido 
cu  España,  se  despertó  en  el  Rey  don  Carlos  Til  apellidado 
d  sabio,  el  deseo  de  poseer  un  individuo  vivo  de  aquella  rara 
especie,  aunque  fuese  pequeño,  disecado  y  relleno  de  paja. 
vn  el  caso  que  por  la  índole  uraña  de  semejante  bruto  no 
se  dejara  coger  en  vida  para  solaz  de  S.  M.  que  fué  según  la 
historia,  uno  de  los  mas  encarnizados  cazadores  que  se  ha- 
;.'an  conocido  desde  la  cobarde  invención  de  la  escopeta  á 
l*ala.  Los  inocentes  deseos  del  monarca  están  espresados 
OT'  una  real  orden  ñrmada  por  el  ^linistro  don  Antonio  Por- 
licr,  en  San  Ildefonso,  á  2  de  setiembre  de  1788. 

Y  sin  embargo,  si  no  han  existido  hombres  gigantes  sobre 
Irí  haz  de  nuestro  ¡)laneta,  va  quedando  fuera  de  duda  la 
oistencia  de  lo  que  vulgarmente  se  llama  el  hombre  fósil, 
es  decir,  del  ser  racional  contemporáneo  de  los  organismos 
colosales  que  se  encuentran  á  cada  paso  en  los  terrenos  de 
antigua  formación.  Hace  pocas  horas  que  he  tenido  en  mis 
ivianos  parte  de  un^  mandíbula,  dientes  y  muelas,  encontra- 
(los  en  las  mismas  formaciones  geológicas  en  que  se  encuen- 
t»'an  nuestros  Gliptodontes  y  demás  fósiles,  y  pertenecientes 
V  la  misma  época  que  estos. — Pero,  yo  me  hallo  en  el  casíi 
df-1  cirujano  Paran  del  año  1766,  y  no  alcanzando  mis  luces 
lincho  nwis  que  las  de  aquel,  no  ])uedo  abrir  juicio  fundada 
sí»bre  una  materia  **tan  profunda,"  y  me  limito  á  consignar 
el  hecho  y  mi  persuaeion  instintiva. 

Creo  que  el  espediente  puede  llevar  al  publicarse,  comer 
título  general  el  siguiente: — La  paleoniologia  ev  las  colonia^' 
españolas  a  mediados  del  siglo  XVIII. 

Un  siglo  justo  y  cumplido  ha  pasado  sobre  este  espedien- 
te, y  apenas  hace  un  año  (es  decir  una  centésima  parte  df^ 
tiempo  que  media  entre  el  capitán  del  Fierro  y  la  presencia 
drl  Dr.  Burmeister  en  Buenos  Aires)  que  poseemos  algunos 


106  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

esqueletos  armados  y  clasificados  de  esos  seres  raros  que 
abundan  en  nuestros  terrenos  narrando  por  todos  sus  huesos 
las  maravillas  de  la  creación.  Hoy  tenemos  formada  bajo 
buenas  bases  una  *' Sociedad  paleontológica",  cuyo  principal 
cljeto  es  la  recolección  de  fondos  para  dar  publicidad  á  los 
tosoros  que  ya  posee  nuestro  Museo  en  este  ramo  de  una 
ciencia  hoy  tan  á  la  moda  en  el  mundo. — ^Para  esto  ha  sido 
necesario  un  siglo!  Pero  la  ciencia  de  los  fósiles  no  puede 
andar  sino  con  el  paso  grave  y  mesurado  que  debia  distin- 
j^iiir  á  los  monstruosos  cuadrúpedos  cuyos  representantes  ac- 
tuales son  los  perezosos. 
De  V.  at.  amigo  y  S.S. 

JTAX  MARTA   GUTIÉRREZ. 
Caí?'?.  Ac  V.  Xov¡'em)>re  14  de  1^60. 


ESPEDIENTE. 

Sobre  la  existencia  de  sepulcros  y  ^ueletos  Vle  jigantes  en  el  partido 
de  Arrecifes  en  las  estancias  de  Luna  y  de  Peflalva  cerca  de  la 
mar  jen  del  rio — 1766.. . . 

Señor  Alcalde  de  primer  voto. 

Don  Estevan  Alvarez  del  Fierro  Capitán  y  iVIaestre  de  la 
Fragata  nombrada  "Nuestra  Señora  del  Carmen"  como  me- 
nor proceda  y  haya  lugar  en  derecho,  ante  V.  S.  parezco  y 
digo:  que  estando  cerciorado  como  en  el  terreno  ó  campaña 
oue  llaman  el  Arrecife,  Jurisdicción  de  la  Capitanía  General 
de  esta  Provincia  del  Rio  de  la  Plata,  y  distante  de  esta  Ca- 
I^ital  de  treinta  y  ocho  á  cuarenta  leguas  con  corta  diferencia 
allí  se  encuentran  y  registran  unos  eepuleros  varios:  moni:- 
T»ientos  de  la  antigüedad  en  que  se  conoce  ser  de  racionales  y 
de  una  estatura  fuera  de  lo  regular  y  propiamente  de  la 
í\^tatura  gigante  como  lo  demuestra  el  espacio  de  dichos  se- 
l-iilcros  y  las  varias  piezas  de  osamenta  que  se  hallan  en  ellos 


LA  PALíX)NTOLOGTA  107 

y  siendo  estos  monumentos  un  testimonio   autentico  y   dtv 
liiostrable   de   que   en   la   antigüedad   Imbo   en   esta   región 
-americana,  sea  antes  ó  pos  del  diluvio  racionales  giganteos 
que  están  negados  por  varios  historiadores  y  críticos  de  la 
liistoria  sagrada  y  profana,  suscitándose  de  esto  varios  pun- 
íí»s  controvertibles  con  perjuicio  de  la  veracidad  de  la  sa- 
;grada   historia   y   de   los   autores   fidedignos   que   con   tanto 
¿leierto  han  escrito  la  profana,  y  lo  que  mas  es,  el  que  la  secta 
ílr  loa  materialistas  llega  á  negar  varios  puntos  en  dogma  de 
ie  sobre  la  estatura  gigantea  que  nos  eapresa  la  Sagrada  Es- 
<'ritura  y  para  dar  un  testimonio  auténtico  de  que  ha  habido 
\      esta  (especie  de  Gigantes,  es  muy  arreglado  el  que  se  rectv 
Kí'/can  dichos  sepulcros  en  cantidad  de  uno  6  dos  de  ellos,  so 
í>í*'jue  su  osamenta  y  traiga  á  esta  ciudad;  todo  lo  cual  se  ha- 
^a  k  mi  costa  y  inension  con  solo  la  reiuuneracion  de  que  se  me 
<'ntre2:ue  toda  la  osamenta  que  se  hallare  para  conducirla  á  los 
reinos  de  España  y  entregarla  como  monumento  auténtico  á 
la  Academia  ó  Universidad  á  quien  tenga  accnon  como  miem- 
l-ro  de  ella  ó  a  la  que  fuere  de  mi  satisfacción — ^Y  para  quií 
<^ete  hecho  sea  formal  y  plenamente  justificativo  (*()n viene  que 
<4  reconocimiento  de  dichos  sepulcros  y  extracción  de  su  osa- 
menta no  se  haga  por  mi,  pues  entonces  la  persuasiva  de 
\\\  crítica  pudiera  desvanecer  el  hecho  y  suponer  á  vista  de 
li5  osamenta  ser  coleccionada  de  huesos  de  animales  hecha  por 
i  íi  idea;  con  otros  argumentas  que  la  misma  crítica  produce 
}'ara  contradecir  aun  lo  mas  patente  y  sí  por  sujetos  im[)ar 
ciales,  por  cuya  atención  usted  se  ha  de  servir  nombrar  á  dos 
í.!i jetos  que  á  mi  costa  pasen  á  dicho  término  de  ''Arrecife" 
y  que  en  las  estancias  que  llaman  de  **Luna  y  Peñalva''  á  la 
iisárgen  del  rio  llamado  el  '* Arrecife'*  reconozcan  uno  ó  dos 
sejnilcros.  midan  su  largo  y  ancho,  saquen  la  osamenta  dj 
^llos  y  la  conduzcan  á  esta  ciudad  á  las  casas  de  mi  morada 
y  que  antes  en  aquel  mismo  sitio  tomen  razón  individual  de 
lodo  poniéndola  á  continuación  de  este  escrito  con  la  formalí- 
<lad  que  corresponde  en  derecho,  y  autorizándolo  con  sus  fir- 
jiias  y  la  de  los  testigos  que  quisieren  por  si  nombrar  para 


IOS  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

mayor  validación,  citando  á  los  que  se  hallaren  presentes,  y 
no  supieren  escribir,  por  tanto,  haciendo  el  pedimento  que  en 
1  las  justicia  corresponda — A  usted  pido  y  suplico  se  sirva 
j:roveer  y  mandar  como  llevo  pedido,  n<mibrando  los  dos  su j  > 
tos  que  sean  de  su  agrado  y  que  estos  den  razón  individual 
cit  todo  como  va  dicho  y  asi  mismo  el  que  dicho  sitio  ó  ter- 
ruño está  retirado  del  mar  mas  de  ochenta  leguas  como  á 
todos  se  hará  visible  por  estar  en  lo  interior  de  la  tierra,  to- 
do lo  cual  es  de  hacer  en  justicia,  que  es  lo  que  pido  y 
j>ara  ello  juro  etc.  Estevan  Alvarez  del  Fierro — Por  pre 
Kvntado  y  en  atención  á  lo  que  esta  parte  pide,  se  noml)ra  á 
<kn  José  Larreondo  residente  en  esta  .ciudad  y  á  don  LuIk 
ViTiales  vecino  del  *' Arrecife",  sugetos  inteligentes  para  que 
los  dos  juntos  con  los  testigos  que  les  pareciere  y  trabajado- 
res para  el  efecto,  pasen  á  reconocer  juntos  los  sepulcros  d^^ 
(\ne  se  hace  mención  en  este  escrito,  midan  su  largo  y  ancho 
l>or  varas,  estraigan  la  osamenta  que  hubiere  en  ellos,  to 
mando  razón  individual  á  continuación  de  la  providencia  pa- 
ra lo  que  s(*  les  dá  comisión  en  forma  y  original  se  traiga 
{.utorizada  á  mi  juzgado  con  sus  firmas  y  las  de  los  testigo?? 
ípie  supieren  escribir,  citando  los  nombres  de  los  que  no 
supieron  hacerlo  y  con  ella  traerán  la  osamenta  para  Iok 
efectos  que  haya  lugar,  cuyos  gastos  y  costos  satisfará  don 
FiStevan  Alvanv.  del  Fierro  como  lo  ofrece — Juan  de  Lezica 
V  Torrezurri — Proveyó  v  firmó  lo  de  suso  el  señor  don  Juan 

•  •  • 

(ic  Lí^zica  y  Torrezurri,  alcalde  ordinario  por  Su  Magestad 
(que  Dios  guarde)  en  Buenos  Aires  á  veinte  de  enero  di* 
mil  sete(  ientos  sesenta  v  seis  años — Ante  mí  Francisco  Javiei 
(^nget,  Escribano  de  Su  ^lagestad — En  Buenos  Aires  dicho 
(.ia  mes  y  año,  yo  el  Escribano  de  Su  Magestad  hice  saber  oí 
íiuto  de  arriba  á  don  Estevan  Alvarez  del  Fierro — doy  fé — 
(\.nget — En  cumplimiento  de  la  comisión  que  se  nos  mand?i 
bíU'er  por  el  auto  antecedente  espedido  por  el  señor  don  Juan 
de  Lezica  y  Torrezurri  alcalde  ordinario  de  la  ciudad  dt» 
Buenos  Aires,  Nos  los  nombrados,  jueces  comisionarlos  parfi 
ello  hemos  venido  á  este  sitio  ó  termino  que  llaman  el  **Arr?- 


LA  paleontología  109 

<itV  Jurisdifcion  de  la  Capitania  General  del  Rio  de  i;i 
J^lata  y  distante  de  la  capital  de  la  Santísima  Trinidad  de  Bue- 
i'cs  Aires  cuarenta  leguas  y  mas  de  ochenta  de  las  playas 
de  la  mar  lioy  veinte  y  cinco  de  enero  de  este  año  de  mil  seti»- 
cientos  sesenta  y  seis,  y  desde  la  c*isa  de  nuestro  alojamiento 
¿•(•onipañados  de  don  Francisco  Bacandiaran,  de  don  ^lanuel 
Jubel  y  don  Cayetano  Gelbes,  testigos  de  escepcion  y  de  Juan 
Alejo  Hacelo,  Mateo  Barragan,  Blas  Castillo,  ^liguel  de  Sa- 
ri la,  Francisco  Vinales  y  Luis  Vinales  jornaleros  trabajado- 
res, como  pasamos  al  sitio  llamado  el  Arroyo  de  Luna,  dis- 
t:iití*  media  legua  de  las  casas  en  donde  reconocimos  un  se- 
l'Ulcro  ó  sepultura  principiado  á  abrir  y  habiéndolo  hecho 
cavar  y  quitar  toda  la  tierra  que  cubria  una  porción  de'  osa- 
inntas.  cuya  configuración  en  todo  es  de  racional  en  parte 
petrificada,  la  cual  sacamos  con  el  mayor  cuidado,  sin  que  per- 
(¡iese  el  sepulcro  su  configuración,  y  medido  este,  le  ha- 
llamos tenia  de  largo  diez  varas  y  una  cuarta,  de  ancho  tres 
Aaras  tres  cuartas,  y  profundidad  cinco  cuartas,  luego  fui- 
n«os  separando  la  osamenta  y  hallamos  lo  que  sigue :  un  |>eda- 
zo  de  una  muela;  un  hueso  que  parece  ser  del  juego  de  una 
riíino.  ó  pié,  varios  pedazos  de  costillas,  unos  pedazos  de  los 
4 sirenios  de  las  costillas;  un  hueso  redondo,  que  según  paree.' 
es  el  (pie  une  el  muslo  con  la  cadera  ó  cuadril,  una  canilla  en- 
tera, <jue  según  su  figura  descubrimos  ser  la  que  une  el  brazo 
con  el  hombro ;  otra  cabeza  ó  estremo  de  canilla  que  parece  ser 
tío  las  piernas  y  otros  varios  huesos  que  no  podemos  conocer 
ii  que  parte  correspondan,  los  cuales  hemos  hecho  recojer  con 
el  mayor  cuidado  y  puestos  en  petacas  retobadas  de  cueros 
.so  han  marcado  con  la  letra  G.,  para  asi  encerrados  llevarlos 
al  juzgado  del  espresado  señor  alcalde  de  la  ciudad  de  Buenos 
Aires,  en  fé  de  lo  cual  nosotros  los  jueces  comisarios  los  fir- 
IV' amos  y  autorizamos  en  toda  forma  de  derecho,  y  con  noso 
tros  f)ara  mayor  validación  lo  firmaron  don  Francisco  Baran 
diraan,  Don  Manuel  Jovel,  y  don  Cayetano  Gelvis,  testigos 
do  escepcion  en  nuestra  presencia  hallándose  también  presenten 
;í   todo  esto  los  trabajadores:  Juan  Alejos,   Mateo  Barran. 


lio  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

]>Jas  Castillo,  Franei&co  Viñaks,  Luis  Vinales,  Miguel  Sarria 
trabajadores  que  no  firmaron  por  no  saberlo  hacer,  y  sola 
dos  que  supieron  lo  firmaron  conmigo  en  veinte  y  cinco  de  ene- 
ro de  este  año  vle  mil  setecientos  sesenta  y  seis  en  el  sitio  que 
Hsman  la  estancia  de  Luna — José  de  Larraondo — Luis  Viña- 
ks —  ^lanuel  Jobel —  Francisco  Vinales —  Cayetano  Gelbes — 
Luego  incontinente  pasamos  al  sitio  que  llaman  la  estancia  de 
J'oiíalva  distante  dos  leguas  y  media  de  la  antecendente,  don- 
Á¿  dentro  del  rio  nombrado  "Arrecifes'',  reconocimos  otro 
«epulcro,  por  manifestarse  un  cráneo  á  su  margen  y 
habiendo  hecho  retirar  con  un  atajo  el  agua  del  dicho, 
rt^ conocimos  una  osamenta  y  en  presencia  de  don  Fran- 
cisco Barandiaran,  de  don  ]\Ianuel  Jobel,  y  de  don  Juan 
José  González  testigos  de  escepcion  y  Alejos  Balojo,  Jo- 
HÓ  Ferreira,  Francisco  Abalos,  Juan  Andrés  Ribera,  Frau- 
tisco  Vinales,  Luis  Vinales  y  Mateo  Barragan,  trabajadores 
se  cavó  y  quitó  la  tierra^  piedra  y  arena  que  cubria  la  osa- 
menta, cuya  configuración  es  de  racional,  la  que  se  sacó 
íle  dicho  sepulcro,  con  el  mayor  cuidado  sin  que  perdiese  su 
li^rura  el  sepuh^ro,  y  medido  tenia  de  largo  seis  varas  y  es  de 
atlvertir  que  en  el  dicho  sepulcro  no  se  encontraron  mas  hue- 
sas, y  estos  unidos,  que  los  corresponden  hasta  h^s  cuadriles, 
(iue  fué  lo  que  tuvo  la  espresada  longitud,  pues  aunque  se  si- 
í/iiió  la  cava  para  mas  indicar  no  se  lialló  cosa  alguna  de  le 
restante  del  cadáver;  de  ancho  dos  varas  y  tres  cuartas;  a«. 
irofundidad  una  vara,  luego  fuimos  separando  la  osamenta 
y  hallamos  lo  que  sigue:  un  pedazo  de  cráneo  que  tenia  una 
vMra  de  largo  y  tres  cuartas  de  ancho,  el  que  no  se  pudo  con- 
sojíuir  saliese  on  una  pieza;  varios  pedazos  de  costillas,  ol 
hueso  que  parece  ser  de  la  nuca;  varios  huesos  del  espinazo, 
y  otros  varios  huesos  que  no  sabemos  á  que  parte  del  cuer- 
])0  correspondan,  y  unos  pedazos  de  dientes,  los  cuales  he- 
rnias hecho  recocer  con  el  mayor  cuidado  y  puestos  en  petacas 
retobadas  de  cueros  se  han  marcado  con  la  letra  D.  para  así 
rncerrados,  llevarlos  al  juzgado  del  señor  alcalde  de  la  ciu- 
dad de  Buenos  Aires,  en  fé  de  lo  cual  nosotros  los  jueces  co- 


LA  PALEOXTüLOUlA  111 

HDHÍonarios  le  firmamos  y  autorizamos  en  toda  forma  de 
derecho,  jurando  lo  necesario  y  con  nosotros,  para  mayor  va- 
lidación lo  firman  don  Francisco  Barandiaran,  don  Manuil 
Jovel,  don  Cayetano  Gelbes,  Francisco  Vinales  y  Luis  Viña- 
Íes,  testigos  de  escepcion  en  nuestra  presencia;  hallándole 
l/iinbien  presentes  á  todo  este  acto,  Juan  Alejo  Baleco,  Jos^ 
l^Vrreira,  Francisco  Ahalos,  Juan  Andrés  Rivera  y  Mateo  Ba- 
rí-agan.  trabajadores  que  no  firmaron  por  no  saberlo  hacer,  v 
p?ira  (lue  conste  lo  ponemos  todo  por  diligencia  en  debida  for 
ma  en  veinte  y  ocho  del  mes  de  enero  de  este  año  mil  sete- 
cientos sesenta  y  seis  en  este  sitio  que  llaman  la  estancia  cí'.í 
j'eñalva — José  de  Larraondo — Luis  Vinales — Juan  José  Gou 
zahz — Francisco  de  Barandiaran — 5Ianuel  Jobel — Cayetano 
(jelbes — Luis  Vinales — Francisco  Vinales — Y  mediante  que 
solo  se  nos  comisiona  uno  ó  dos  sepulcros,  damos  por  conclui- 
da la  comisión  y  original  la  devolvemos  con  la  osamenta  al  es- 
presado señor  alcalde  para  los  efectos  que  convengan,  lleván- 
dola nosotros  los  dichos  jueces  comisiónanos  fecho  en  veinte  y 
Oí-ho  de  enero  de  mil  setecientos  sesenta  y  seis  años  en  esta 
estancia  de  Luna — José  Larraondo — Luis  Vinales — Señor  al- 
(;alde  de  primer  voto — don  Juan  Larraondo  y  don  Luis  Viña- 
Íes  jueces  comisionados  por  Vd.  y  á  pedimento  de  don  Este- 
ban Alvarez  del  Fierro  pasan  á  reconocer  los  varios  sepulcros 
que  se  encuentran  en  el  término  de  Arrecife,  jurisdicción  de 
esta  capitanía  general  del  Rio  de  la  Plata,  decimos:  que  ha- 
biendo })asado  á  practicar  la  diligencia,  reconocimos  dos  se- 
pulcros, los  medimos  según  se  nos  mandó  y  sacamos  su  osa- 
r  enta,  todo  practicado  en  debida  forma  como  consta  de  las 
diligencias  actuadas  á  continuación  de  la  providencia  de  V. 
hf  que  originales  devolvemos  junto  con  e«te  escrito,  y  la  osa- 
n  enta  estraida  de  los  sepulcros  para  que  en  su  vista  dé  la  pro- 
videncia que  corresponda  y  por  concluida  nuestra  comisión 
en  cuya  atención  á  V.  pedimos  y  suplicamos  se  sirva  proveer 
lo  que  fuera  de  su  agrado,  que  es  justicia  etc. — José  de  Lar- 
raondo— Luis  Vinales — por  presentado  y  vistas  las  diligen- 
cias practicadas  por  las  personas  que  por  este  Juzgado  fueron 


112  LA  rí:vista  de  buenos  aires. 

ooniisionadas  á  pedimento  de  don  Estévan  Alvarez  del  Fierro 
pura  efecto  de  reconocer  los  sepulcros  de  que  hacen  mención 
Cirios  autos.  Dase  por  concluida  su  comisión  y  entregúese 
al  referido  don  Estévan  la  osamenta  que  han  conducido  co- 
2ii(^  lo  podio  en  su  escrito  que  hace  cabeza  á  los  autos,  y  para 
mayor  validación  del  dicho,  se  nombran  de  oficio  para  el 
reconocimiento  de  dicha  osamenta  á  los  cirujanos  anatomi- 
zeos don  Matias  Grinxau,  don  Juan  Paran  y  don  Ángel  Casteli 
quienes  por  ante  el  presente  escribano  dirán  después  de  ha 
berla  visto,  si  es,  6  no,  de  persona  humana  según  su  saber 
y  entender  y  fecho,  autos  para  proveer  lo  que  convenga — 
I  í^zica — proveyó  y  firmó  don  Juan  de  Lezica  alcalde  ordina- 
rio por  su  S.  !M.  (Q.  D.  G.)  en  Buenos  Aires  á  cinco  de  febrero 
do  mil  setecientos  sesenta  y  seis — Ante  mi — Francisco  Javioj: 
(x>nget — Escribano  de  S.  ]\I. — En  Buenos  Aires  á  ocho  de 
fel  rero  de  mil  setecientos  sesenta  y  seis  años — Ante  mi  el 
E.seril)ano  de  S.  ]M.  pareció  presente  don  Ángel  Casteli  ciru- 
,;¡ino  en  esta  ciudad  3'  dijo:  que  en  cumplimiento  del  auto 
antecedente,  tenia  reconocido  los  huesos  que  se  hallan  en 
casa  del  ( apitan  don  Estévan  Alvarez  del  Fierro  y  halla  qut- 
tres  solos  no  tienen  alguna  figura  racional;  uno  es  la  cabe- 
za del  fémur  ó  caderas,  el  cuadril,  el  otro  es  parte  del  tarso 
o  sea  el  pié,  la  tercera  parte  es  una  falange  del  primer  de- 
00  grueso  del  pié,  la  muela  no  obstante  no  ser  entera  tiene 
liíiura  recional,  sin  embargo  no  se  ratifica  en  ello  por  no 
hallarse  en  el  montón  de  huesos  otro  que  configure  á  la  ra- 
<Knalidad,  sin  dudar  del  concepto:  que  es  cuanto  puetle 
<ípcir  bajo  de  juramento  que  lo  hizo  por  Dios  Nuestro  Señor 
A  na  señal  de  cruz,  según  forma  de  derecho,  en  lo  que  s(* 
afirma  y  ratifica,  y  lo  firmó  conmigo  de  que  doy  fé — Angol 
Castelli — Ante  mi — Francisco  Javier  Conget — Escribano  di* 
S.  ^I. — En  Buenos  Aires  á  ocho  de  «febrero  de  mil  setecien- 
Uf  sesenta  y  seis  años,  ante  mi  el  Escribano  de  S.  M.  pa- 
reció presente  don  Matias  de  Grimau  cirujano  Mayor  de  \i 
gente  de  guardi^^de  ente  presidio  por  S.  M.  (Q.  D.  O.),  y  dÁ¿o  : 
C|U<^  habiendo  sido  citado  el  dia  de  ayer  de  orden  del  señor 


LA  paleontología  lU 

-Alcalde  de  primer  voto  á  pedimento  de  don  Estevan  Alvares 
<ltl  Fierro,  capitán  de  la  Fragata  **  Nuestra  Señora  del  Car- 
men" que  se  halla  ^n  este  puerto  próximo  para  hacer  á  Iof 
Etinos  de  España  y  pasado  á  la  casa  de  su  morada  para 
examinar  una  osamenta  de  cadáver  y  examinado  los  huesos 
India  que  por  su  figura  son  de  racional,  en  particular  lo  ha- 
ee  creer  mucha  parte  de  dichos  huesos  como  los  de  la  clavi 
en  las  vértebras  el  gran  trocar  del  femor  y  castillas  ver- 
<iMderas  como  las  tablas  del  cráneo,  por  una  grande  pieza  re- 
donda al  contrario,  no  se  halla  en  los  brutos  semejante  fí 
<>'ara  y  destornudad  agigantada  y  según  tradición  de  lo? 
íuitiguos  ha  oido  decir  con  el  motivo  de  haberse  hallado  es- 
tos huesos,  de  que  habia  unos  hombres  muy  altos  y  corpu- 
líiitos.  por  lo  que  no  estraña  sean  los  referidos  huesos  de 
"Si os  hombres,  y  como  el  discurso  de  tantos  años  que  ha- 
blan estado  debajo  de  la  tierra  que  todo  lo  consume,  están 
<íichos  huesos  calcinados;  todo  lo  cual  asi  le  parece  y  cuanto 
puede  decir  según  sus  cortos  alcances  y  bajo  de  juramento 
<iue  hace  según  forma  de  derecho,  y  lo  firmó  conmigo  de 
<iue  doy  fé — ^latias  Grimau — Ante  !mi — Francisco  Javier 
('onget — í]scribano  de  S  M. — En  Buenos  Aires  dicho  día 
mes  y  año,  yo  el  Escribano  de  S.  M.  hice  saber  el  auto  d(» 
cinco  del  corriente  á  don  Juan  Paran,  cirujano,  para  efecto 
<1e  que  hiciera  el  reconocimiento  que  por  él  se  manda  y  di- 
;io:  ([\w  suplicaba  al  señor  Alcalde  le  hubiese  por  escusado  á 
<licha  diligencia,  por  que  aunque  ha  visto  los  huesos  no  al- 
canzan sus  luc'^s  á  poder  decir  con  certeza  la  verdad  de  que 
ciier]io  puedan  ser.  y  esto  respondia,  de  que  doy  fé — Francis- 
co Javier  Conget — En  Buenos  Aires  á  nueve  de  febrero  de  mil 
setecientos  sesenta  y  seis  años,  ante  mi  el  presente  Escriba- 
no pareció  don  Estévan  Alvarez  del  Fierro,  capitán  de  la 
Fragata  nombrada  el  ^* Carmen''  y  dijo  (pie  tenia  reunida  en 
su  jmder  toda  la  osamenta  que  se  ha  traido  a  su  pedimenro 
y  consta  de  las  diligencias  antecedentes  y  lo  firmó  de  qu.» 
<-,ov  te— Estévan  Alvarez  del  Fierro— Ante  mi— Franciso 
Javier  Consrct— Escribano  de  S  ^1.— Autos  y  vistos,  entré- 


lU  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Ijiiese  al  capitán  don  Daniel  Estévan  Alvarez  del  Fierro  estas 
cHligeneias  originales,  sacando  primero  el  presente  escriba 
no  testimonio  de  ellas  y  lo  protocolará  en  el  registro  que  es- 
tá á  mi  cargo  y  se  pasará  razón  al  de  Cabildo — El  señor  don 
Jiian  de  Lezica  y  Torrezurri  alcalde  ordinario  por  S.  jM. 
iQ.  D.  G.)— lo  mandó  eu  Buenos  Aires  á  nueve  de  febrero 
<w  mil  setecientos  sesenta  y  seis  años — Lezica — Ante  mi — 
Francisco  Javier  Conget,  escribano  de  S.  M. 

Va  cierto  y  verdadero  este  traslado  y  concuerda  con  las 
diligencias  originales  de  su  contexto  que  para  efecto  de  pro- 
tocolar está  en  el  registro  que  está  á  mi  cargo,  y  entregar 
JOS  originales  al  capitán  don  Estévan  Alvarez  del  Fierri> 
signé  y  firmé  la  presente  en  Buenos  Aires  á  nueve  de  febre^ 
ro  de  mil  setecientos  sesenta  y  seis  años.  En  testimonio  de 
Verdad — Francisco  Javier  Conget. — escribano  público  de  S;i 
Magestad. 


bibliografía. 

]a.   PARTE. 

BIGLIOaRAFíA  PERIODÍSTICA  DE  BUENOS  AIRES,  HASTA  LA 

caída  del  gobierno  de  R08AS. 

Contiene  el  titulo,  año  can  la  fecha  áe  su  aparición  y  cesación 
formato,  Imprenta,  •múim'.wo  die  que  «e  compone  la  colteocion 
<iíe  o-Kia  periódiico  6  4'íairio,  moimihre  d«  los  medaetoires  que  9e 
iíooocon,  ob^fl^\^aoi<ww>s,  (noticias  sobre  «ada  tuoio,  y  la  biblio- 
tei-a    pública    ó   particulao:    ftn    donde  se    eaicue-n-tira   el   periódico. 

(ConititD^uacio'n.)     (1) 

Arenga  funeraria,  compuesta  por  el  doctor  don  Vicente 
I  opez,  que  por  un  accidente  no  pudo  recitar  sobre  la  tumba 
<l('l  señor  don  Juan  José  Cristóval  de  Anchorena,  numere 
224. 

Necrologia  del  señor  don  Juan  Antonio  Pereira  antiguo 
capitán  de  granaderos  del  regimiento  de  Patricios,  amigo 
¡ntiiiio  del  señor  don  Cornelio  Saavedra  y  que  fué  el  alma  de 
la  revolución  de  mayo,  número  225. 

Dictamen  presentado  por  la  comisión  de  negocios  consti- 
tucionales en  las  dos  minutas  de  comunicación,  elevado  por 
el  señor  diputado  Lozano,  y  dirijido  á  los  generales  López  y 
Quiroga,  número  225. 

Correspondencia  referente  á  la  acción  de  la  cindadela  de 

1.     Véase  la  <páj.     .514  del  tomo     X  de  la     '*  Revista  de  Buenos 

/i  JlTIQSa 


116  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


n^. 


rnciinian,  ganada  por  el  general  Quiroga  y  contestación  del 
ivdactov,  número  226. 

El  (HaMficador  ó  Nuevo  Tribuno  ha  tratado  la  cuestión 
faculiaflfs  estraordinarias  (número  182  á  194)  consideradas 
l)or  el  redactor  como  peligrosas  é  innecesarias. 

(C  L#anLa-9,  QuJrno  Costa,  Zinny  ) 

70.  CIRCULAR  MARÍTIMA— 1831  — 1832  —  in  fol— 
Impn  ufa  de  Arzac — Empezó  el  27  de  Octubre  de  1831  y 
cí>ncluyó,  con  el  X.  243,  el  27  de  octubre  de  1832. 

FA  objeto  de  esta  publicación  era  instruir  al  comercio  so- 
bre todos  los  buques  procedentes  de  lUtramar  y  ]Montevideo 
que  fondeen  en  estas  balizas. 

Sí^  cree  que  su  Editor  fué  don  José  alaria  Arzac. 

(Es  Tari  simo.)    (1) 

71.  COMKTA  ARGENTINO  (El)  —  1831  —  1832— la 
iol. — Imprenta  de  ¡a  Independencia — sus  redactores  fueron 
les  sefioi-es  don  José  Barros  Pazos,  don  Luis  José  Bustamau- 
tf  y  don  francisco  Casiano  Beláustegui. — Empezó  el  24  de 
diciembre  de  1831  y  cesó  por  orden  de  Rosas  el  30  de  enero 
de  1832. 

La  coleí  cion  consta  de  23  números. 

Los  redactores  se  han  ocupado  en  hacer  una  prolija  rese- 
fn  d(*l  estado  de  las  Provincias,  para  hacer  convencer  que 
no  estaban  aptas  á  concurrir  a  la  Confederación  Argentina. 

(Véase  Chmfieador  ó  Nuevo  Tribuno.  X.  230.) 

(Es  muy  raro.) 

7i>._(X)SM0P0LITAN    (TIIE)— 1831— 1833— in   folio 

].  I).  l).'nioh  advertir  (jue  ci!  ühId  (ÍHMin{.5  qiit?  un  jH^r'ódieo  e> 
*' rarísimo  ó  muy  raro"  y  sin  t'mbar^o  damoíi  iioticíias  4o  él  es  ó  poi 
qiK-  <"1;,  ji(»-.rtMi.(i>  ó  hemos  visto  alírnrios  uúm.  ros,  ó  porque  lie- 
II  ()^  obten  ido  esas  u<)tieia¿s  por  medio  de  otros  'poriódicus  ó  de  otra 
eK  "■■    (l<    i  I  presíjs. 

L-i  .Mu-nncia  di  h\'ñor  <íeiierMl  Mifv,  eiiya  yIc^  biblioteca  po 
iiu».  ha  sidi>  posible  eívn!>ultar  es  tant»)  fi  as  sensible  ouando  que 
jHis  (-(nista  haber  j)odido  sin  e<a  ausencia  llenar  muchas  la^umas  v  en- 
rr  (piei-er  nu(\stro  trabajo  do  un   modo  mas  satisfactorio. 

Pinmetf^mos  !*in  embarco  llr^n' t  \i\<  la<íunas  a^^i  c;?no  rec-tifi- 
<'ar  las  faltas  que  en  ol  presente  tral^ajo  se  noten:  ])or  medio  do- 
un   ' '  -^UDlrMíií  "Uo. 


bibliografía.  117 

Imprenta  de  la  Independencia  primero,  y  en  la  del  Comercio 
después.  Se  publicaba  en  inglés,  por  los  señbres  Chapman 
y  Dillard,  los  miércoles,  teniendo  por  redactores  á  don  Fran- 
cisco Agustín  Wright  y  don  Jorge  A.  Dillard  y  por  editores 
responsables  á  don  Juan  K.  H.  Redue  primero  y  los  señores 
Cliapman  y  Dillard  después.  Principió  el  miércoles  23  de 
TiOviembre  de  1831  y  concluyó  con  el  número  59  el  9  de 
enero  de  1833. 

(C^  Carranza,) 

73.— CUERITOS  AL  SOL  {hOii)—lS'SS— Imprenta  de 
la  Libertad.  Fué  anunciado  en  El  Defensor  de  los  derechos 
del  Pueblo  en  los  términos  siguientes:  *'Los  Cueritos  al  Sol." 
Nuevo  periódico;  se  publicará  mañana  á  la  tarde  (3  de  octu- 
Ire)  sin  falta,  por  esta  Imprenta.  Los  señores  que  gusten 
favorecernos  con  algunas  materiales  —  aunque  tenemos  de 
sobra — respectivamente  á  la  vida  privada  de  los  A. . .  .Z. . . . 

M ,  G ,  M ,  A Da.  E.  E .,  Da. 

P.   E ,   Da.   A.   R ,   Da  M.   de   M ,   y   de   cual- 

quiera  otra  persona  del  círculo  indecente  de  los  apostólicos, 
todo,  todo  será  publicado  sin  mas  garantía  que  la  de  los  edii 
l^res.  Tiemblen  malvados,  v  os  enseñaremos  como  se  ha- 
l)la  de  las  hombres  de  bien.     Los  Editores."  "*" 

Esto  solo  alarmó  á  toda  la  población  y  al  gobierno:  por- 
que se  agregaba  la  circusntancia  de  nombrar  personas  por  en- 
tero,  limitándonos  nosotros  á  dar  solo  las  inciales.  Felizmen- 
te' no  se  publicó,  como  tan  poco  salió  á  luz  el  Telón  corrido ^ 
anunciados  ambos  á  principios  de  octubre. 

El  go])ierno  mandó  comparecer  íi  todos  los  impresores  y 
les  intimó  que  al  que  publicase  Los  Cueritos  al  Sol,  las  Me- 
morias secretas  del  señor  Monteaguda  ó  cualquier  otro  perió- 
dico, papel  suelto  ó  aviso  que  tuviese  la  misma  tendencia 
hostil  contra  el  bello  sexo  del  pais,  se  le  aplicaría  un  castigo 
tan  fuerte  y  eficaz  que  le  haria  contener. 

74.— CONSTITUCIONAL  DE  1833  (EL)— Diario  polU 
iiCOj  literario  y  mercayitil — 1833 — in  folio — Imprenta  de  los 


118  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Amigos — Su  redactor  fué  el  doctor  don  Miguel  Valencia. 
La  colección  consta  de  85  números.  Principió  el  9  de  ju- 
lio y  concluyó  el  17  de  octubre. 

Lo  mas  notable  que  encontramos  en  este  diario  es: — Un 
<'xámen  de  la  vida  "^pública  de  don  Manuel  J.  Garcia,  como 
diplomático  y  como  financista,  contestando  á  su  última  Ek- 
posición — Una  carta  suscrita  por  Tartas,  Monigote  Tomista 
dirigida  al  muy  honorable  diputado  señor  don  Nicolás  de  An- 
í'horena — El  diario  de  marchas  y  demás  ocurrencias  de  la 
<livision  izquierda,  desde  el  l.o  de  julio  hasta  el  15  inclusi- 
ve del  mismo. — Biografía  del  general  don  Juan  Ramón  Bal- 
carce,  en  su  vida  pública,  suscrita  por  Los  amigos  del  general 
B^f'l caree.  (Es  muy  interesante.) — Paralelo  de  Washington  y 
Bolívar,  transcrito  del  Mercurio  Peruano. 

El  Constitucional  de  1833  fué  acusado,  juntamente  con 
otros  catorce  periódicos  ó  diarios,  por  el  fiscal  doctor  Agre- 
lo,  por  abusos  de  la  libertad  de  imprenta. 

(Es  nmy  raro.) 

75— CACIQUE  CH AÑIL  —  1833  —  El  número  26  es 
anunciado  en  el  número  3  de  El  Águila  Federal. 

76.- -CARANCHO  (EL)— 1833— /w/>re/i/a  de  la  Liber- 
lad.     Apareció  el  8  de  Julio. 

No  se  ha  tenido  á  la  vista. 

77.— COPIADOR  (EL)— 1833— in  folio. 
No  lo  hemos  tenido  á  la  vista. 

78.  CRITICA  DE  UNOS  TENDERIT08,  POR  AL- 
Gí^VVS  kSEÑORITAS  QUE  RECORREN  LAS  TIENDAS 
SIX  GASTAR  UN  MEDIO— 1833— in  fol.  menor— Jntpr^r^ 
la  de  la  Independencia — ^El  impreso  que  se  ha  tenido  á  Ja 
vsta.  sin  número,  y  con  fecha  22  de  setiembre,  se  cree  ser  el 
úrico  con  dicho  título,  á  cuyo  final  se  lee:  '* Contestación  do 
unas  señoritas  íi  la  crítica  de  los  tenderitos".  Impreso  suelto 
para  el  jueves  (que  corresponde  al  26  de  Setiembre). 

(C.  B<»initi.) 

79.  CONFESIÓN  DE  UN  CISMÁTICO— 1833— in  fo.\. 


BIBLIOGBAFIA.  119 

ii)enor — Imprenta  de  la  Independencia — Se  cree  ser  la  úni- 
ca  publicación  con  este  título  la  que  se  ha  tenido  á  la  vista 
con  fecha  6  de  Setiembre,  á  cuyo  final  se  anuncia  que  para 
el  domingo  (que  corresponde  al  8  de  setiembre)  saldría  un 
impreso  suelto  titulado  **Acto  de  contriccion  de  un  Cismá- 
tico.'' 

(C.  Beiruti.) 

80.  CONCILIADOR  (Eh)— Diario  político  y  mercan- 
i¡l — 1833 — in  fol. — Imprenta  de  la  Independencia.  Solo  sé 
i-onoce  el  prospecto. 

(EJ«  imxy  vTaro.) 

81.  CORREO  JUDICIAL  (EL)— 1834— in  4.o  Impren- 
to de  la  Libertad — Fué  redactado  por  el  doctor  don  Bernar- 
J(»  Velez — La  colección  consta  de  8  números.  Principió  xA 
27  de  agosto  y  concluyó  el  21  de  octubre. 

Este  periódico  era  una  publicación  de  los  procedimientos 
judiciales,  y  en  especial  de  las  causas  de  la  Cámara  de  Jus- 
ticia. 

(O.  **Trelle6,  Lamas,  Zimiy/') 

82.  CENSOR  ARGENTINO  (EL)— 1834— in  folio.— 
Imprenta  de  la  Independencia  hasta  el  número  13,  de  la  Lí- 
hcrtad  desde  el  número  14  hasta  el  25  y  por  la  del  Censor  des- 
de el  número  26  hasta  el  fin.  Diario  de  prima-noche,  hasta 
t'l  número  16,  y  de  por  la  mañana,  del  número  19  en  ade- 
lante. Fué  su  redactor  don  Pedro  F.  Cavia. — Principió  el 
lí)  de  abril  y  concluyó  con  el  número  80,  el  l.o  de  agosto. 

El  redactor  Cavia  no  sostiene  en  este  periódico  los  mis- 
D.cs  principios  que  sostenia  en  El  Clasificador.  Véase  el  nú- 
mero 185  de  El  Monitor, 

El  número  correspondiente  al  27  de  mayo  registra  un^t 
nota  del  señor  Rivadavia,  desde  el  puerto,  pidiendo  su  pasa- 
i)Grte,  el  que  le  fué  concedido  por  el  gobierno.  Este  acto  es  co- 
liientado  por  El  Monitor  en  su  número  135,  justificando  al  go- 
]»ierno  y  al  señor  Rivadavia  por  el  paso  acertado  de  uno  y 
ctro. 

(C.  Lamas  y  rab<>t.) 


120  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

83.  CORREO  EXTRAORDINARIO  (EL)— 1834— in 
folio — Imprenta  Hcpuhlicana — Fué  su  redactor  don  Luis  Pe- 
rey.  Solo  apareció  un  número  con  el  que  el  editor  hace  com- 
pletar la  suscricioñ  de  8  números,  agregándole  los  7  de  El 
Gaucho  Restaurador. 

C'G    Zinny.") 

84.  CIRCULAR  MARÍTIMA— 1835— in  4.o  Empezó  el 
5  de  febrero. 

No  se  ha  tenido  á  la  vista. 

D. 

85.  DIARISTA  DEL  EJERCITO  .  (EL)— 1814— /m- 
prenta  del  ejército  en  campaña.  Es  una  publicación  que  se  ha- 
cia en  el  sitio  de  ^Montevideo,  de  las  órdenes  del  dia,  proclamas 
y  demás  ocurrencias  que  tenían  lugar,  durante  esa  campaña. 
Se  reimprimía  en  la  Gaceta  de  Buenos  Aires  i  la  del  23  de^ 
marzo  contiene  el  número  10  de  este  periódico. 

(Eb  'muy  raro.) 

86.  DESENGAÑO  (EL)— 1816— 1817  — in  4.o  — /w- 
prenta  d>e  la  Independencia.  Su  redactor  fué  don  Bartolomé 
Muñoz.  La  colección  consta  de  11  números.  Principió  el 
23  de  octubre  de  1816  v  concluyó  el  19  de  diciembre  de 
:817. 

El  ilustre  y  patriota  redactor  de  este  periódico,  para 
darle  el  título  rjue  lleva,  se  funda  en  el  deseo  general  de  to- 
dos los  hombros  de  saber  lo  cierto.  **La  verdad,  agrega. 
í'S  apetecida  hasta  de  aquellos  que  por  sus  inclinaciones  de- 
pravadas tra])ajan  en  ocultarla  ó  contradecirla:  estos  suelen  á 
veces  sofocarla  al-giin  tiempo;  pero  al  cabo  ella  se  presen- 
ta, porque  su  brillo  dá  la  luz  que  la  descubre;  á  esto  se  lla- 
ma desengaño los  acontecimientos  de  Cartajena. 

Caracas,  Venezuela,  Barinas,  Margarita,  Santa  Fé  de  Bogotá. 
Quito,  alto  y  bajo  Perú,  y  hasta  la  boca  del  Rio  de  la  Plata, 
nos  desengañan  sin  género  de  duda  que  las  Américas  no  tie- 
nen que  esperar  ya  de  su  antigua  metrópoli  sino  venganza 


bibliografía.  121 

y  desolación Venezuela,  la  heroica  Venezuela  once 

veces  ha  sucumbido  y  doce  veces  ha  triunfado,  y  triunfará 
con  todo  fiel  americano,  el  corazón  nunca  puede  subyugarse, 
y  con  aspereza  menos ' ' 

España,  dice  El  Desengaño,  ha  reducido  poco  menos  que 
á  escombros  al  opulento  y  vasto  imperio  de  ^léjico  por  la 
beneficencia  y  religión,  tan  cacareada  de  los  españoles,  que 
se  han  empeñado  en  perder  las  Américas,  y  por  conseguirlo 
no  reparan  en  que  se  pierden  á  si  mismos. 

El  Desengaño  comenta,  con  preciosas  notas,  muchos  do- 
cumentos del  general  Morillo  y  Fenolana,  asi  como  ha  tratado, 
como  propiedad  esencial  del  desengüñOy  sacar  de  dudas  al 
cue  las  tuviera  con  respecto  á  otros  documentos  de  proceden- 
cia metropolitana,  de  cualquier  otro  género. 

(C.  Zwiny.) 
(Es  imiy  Taro.") 

87.  DUENDE  DE  SANTIAGO  (EL)— 1818— in  4.o 
— Imprenta  de  Niños  Expósitos.  El  número  14  es  el  único 
que  se  conoce,  reimpreso  en  Buenos  Aires,  probablemente 
Xiorque  su  contenido  es  totalmente  referente  á  los  señores 
Carrera  de  Chile. 

(<\  Lamas,  ("arranza,  ülagmer,  Zinny.) 

88.  DESENGAÑADOR  GAUCHI-POLITICO  federi- 
montonero,  chacuaco-oriental,  choti-proíector  y  anti-repuhlica- 

dor  de  todos  los  hombres  de  bien,  que  viven  y  mueren  descui- 
dados en  el  siglo  diez  y  nueve  de  nuestra  era  cristiana — 182() 
— 1822 — in  4.0 — Imprenta  de  la  Independencia.  Su  redac- 
tor fué  el  R.  P.  Fray  Francisco  Castañeda.  La  colección 
consta  de  26  números  con  562  págs.  Principió  en  1820  (no 
iudica  mes  y  di  a)  y  concluyó  el  24  de  octubre  de  1822. 

Este  periódico,  en  1821  y  22  tenia  este  otro  título:  De- 
sengañador Gauchi-poUiico,  federi-montonero,  chacuaco-orien- 
tal, choti-protector  y  anti-repuhlicador  enojadísimo  con  tod/)s 
los  hombres  de  bien  que  viven  y  mueren  descuidados  en  el  siglo 
cliez  y  nueve  de  nuestra  era  cristiana. 

Lo  mas  interesante  que  rejistra  este  periódico  es:  Un 


122  LA  REVISTA  DE  BüiJN'OS  AIBES 

■ 

discurso  intitulado,  *'E1  hecho  mas  escandaloso  de  nuestra 
revolución:  ó  el  americano  mas  indigno  de  este  nombre," 
(niim.  10) — l'^n  discurso  sobre  la  tolerancia. 

Este  periódico  era  contrario  á  la  federación,  porque, 
dice — después  de  haber  auxiliado  Buenos  Aires  á  la  Banda 
()nental,  conquistado  á  Montevideo,  dando  importancia  á  Ar- 
tigas, dividiéndose  en  varias  Provincias,  derramando  su  san- 
gre en  el  Perú,  auxiliando  al  Paraguay,  á  Chik  y  aun  á  Cara- 
<ns,  ese  fué  el  fruto  recogido — ^La  federación — Cuyo  blasón  y 
<*uyo  timbre  es,  mueran  los  porteños.  Que  Buenos  Aires  a 
fuerza  de  su  sangre  conquistó  a  Córdoba,  á  Santiago,  á  Tu- 
<?!iman,  á  Salta  y  demás  Provincias  del  Perú,  que  se  hablan 
entregado  al  virey  de  Lima:  que  conquistándolas  ó  auxilian- 
oolas  trató  de  unirse  á  ellas,  dándoles  igual  representaeUm 
y  derechos;  pero  las  provincias  han  deshecha  la  unión  y  des- 
conocido á  su  benéfica  capital.  Que  Buenos  Aires,  después 
de  haber  nutrido  y  exaltado  á  las  provincias,  solo  ha  reeo- 
j^ido  desprecios  é  ingratitudes.  Que  viva  la  confederación 
i?n  boca  de  los  provincianos,  quiere  decir,  mueran  los  porfe- 

El  P.  Castañeda  no  escribió  en  el  mismo  sentido  después 
'le  la  revolución  del  l.o  de  diciembre.  (Véase  sus  periódi- 
<»os  publicados  en  Santa  Fé.) 

**('.  Zin¡ny,  Lacras.  B.  P.  <le  Buenos  Aires." 

89.  DEFENSOR  TEOFILANTROPICO  :M  I  S  T  I  C  O 
T'OLTTTCO— 1820— 1822— in  ^.o— Imprenta  de   la  Tndepen 
dencia — Fué  r?dactado  por  el  Padre  Castañeda.  El  doctor  don 
Pedro  José   Agrelo,  en  sus  memorias   (privadas  ó  secretas) 
inéditas,  dice,  que  el  Dean  Funes  ha  sido  colaborador  y  pro- 
tector del  Padre  Castañeda. 

La  colección  consta  de  50  núms. 

Nota.  Casi  todos  los  periódicos  del  año  20,  con  escep- 
cion  de  La  Gaceta,  no  tienen  fecha. 

''B.  V.  áe  B   A.'- 

90.  DESPERTADOR     TEOFILANTROPICO     MIS- 


BIBLIOGRAFÍA.  123 

1 1CO— político— 1820— 1822— in  4.o  Imprenta  de  Alva- 
)cz  y  de  la  Independencia.  En  1820  tiene  este  agregado:  De- 
d^daco  á  las  matronas  argentinas,  y  por  medio  de  ellas  á  todas 
7(;í  personas  de  su  sexo  que  pueblan  hoy  la  faz  de  la  tierra  y 
la  poblarán  en  la  sucesión  de  los  siglos.  Su  redactor  fué  el  P. 
Pacire  Castañeda.  La  colección  consta  de  75  números.  El  nii- 
Diero  74  concluye  en  la  página  1094  y  el  qo  último  empie- 

zu  en  la  página  183  y  concluye  en  la  página  190. 

Principió  en  abril  de  1820  y  concluyó  el  12  de  octul)re 
fl.»  1822. 

El  número  47,  correspondiente  al  16  de  marzo  de  1821. 
r<v:istra  la  relación  de  una  asamblea  General  Constituyente 
vn  la  que.  habiéndose  dado  lectura  de  los  números  45  y  46,  el 
rtnlactor  hace  figurar  á  una  porteña,  una  entreriana,  una  san- 
trt  tesina,  una  montevideana,  doña  Maria  Retazos,  una  ma 
trona  paraguaya  y  una  india  pampa,  que  hacia  de  secrelaria 
i\  (juienes  hace  pronunciar  espirituales  discursos  sobre  la  f-?- 
<!*racion,   de   que   no   es   nada   partidario.   Pinta   á   Ramirez 

como  aguijoneado  por  Agrelo,  Sarratea,  Oliden,  Dorrego  (»te 
El  número  48  registra  una  Biografía  del  General  Bla- 
Áti/t  á  quien  clasifica  de  chacuaco-oriental  ó  gaucho-político 
inferior  á  Artigas  en  nobleza,  puesto  que  era  medio  tape  ?/ 
medio  charrúa;  también  inferior  á  Ramirez,  por  que  este  sabia 
t  char  su  firma.  Dice  que  Blasito  poseia  muchas  estancias,  de 
que  se  habia  apoderado  y  temeroso  de  que  Artigas  se  apode- 

rííse  de  todos  sus  bienes,  lo  dejó  heredero  á  7>«rrfa  cerrada; 
Artigas  corrió  (on  el  entierro,  y  le  hizo  unas  honras  con  ser- 
»:on  en  Montevideo,  siendo  el  predicador  un  padre  francis- 
cano. Otra  pequeña  Biografía  del  General  José  Artigas, 
quien  habiéndole  hecho  consentir  los  porteños  descontentos 
í|iic  entraría  algún  dia  triunfante  en  Buenos  Aires,  solia  de 
í'ir:  ''yo  he  de  limpiar  la  silla  directorial  colocando  en  ella  un 
iijdio  charrúa."  Otra  del  General  Ramirez  que  era,  dice,  un 
))anadero  desertor  de  Buenos  Aires,  que  entró  en  esta  ciu- 
dad é  introdujo  una  multitud  de  Gobernadores  hebdomada- 
rios, diarios  v  horarios. 


124:  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

P^n  el  numero  50,  correspondiente  al  31  de  Marzo  de  1821. 
el  Padre  Castañeda  dice,  que  su  ganancia  no  pasa  de  mil 
].csos  anuales,  que  se  gastan  en  el  alumbrado  y  cidto  de  ia 
S(fciedud  Tieofilantrópica ;  y  que  si  las  suscripciones  al  Gau- 
chí, Siipleníentista,  Faralipómenon,  Comentadora  y  Doña  Ma- 
na Retazos  no  le  producen  mil  pesos  mas  para  su  nueva  es- 
cuela de  dibujo,  habian  de  quitarle  á  Cristo  los  mil  pesos,  pues 
primero  está  el  alumbrado  formal  de  su  cuerpo  mistico,  que  el 
cimbrado  matet^ial  de  su  cuerpo  eucarístico. 

(g.  Lamas,  Zinmy,  y  B.  V.  de  B.  A.) 

91.  DOÑA  MARÍA  RETAZOS.  De  varios  autores  tras- 
ladados literalmente  para  imtruccion  y  desengaño  de  los  filósO' 
fjs  incrédulos  que  al  descuido  y  con  cuidado  hannos  enf(dera- 
do  en  el  año  veinte  del  siglo  diez  y  nueve  de  nuestra  era  cristia- 
na. 1821 — 1822 — in  4.o — Imprenta  de  la  Independencia.  Su 
redactor  fué  el  P.  Castañeda.   (1)     Principió  el  27  de  mar- 

J.  El  P.  Castañeda  vistió  el  hábito  de  San  Franciisco  en  el  Con- 
vento die  ]\i\  recolección  de  Bueoios  Aires,  y  en  1800  obtuvo  pi»r  opo- 
«icion  la  cátedra  de  filoftoiia  de  la  r.niversiclad  de  Córdoba,  en  don* 
de  1«  ordenó  de  «sacierdotet,  el  miis-mo  año,  el  llnistrisimo  obisjx)  MoscOvSÓ 

Fué  -el  fumdf.tdo-r  de  la  primera  'escueta  da  diibaijo  de  Bu«einos 
Ai'pps,  ;paTa  (Cuya  lapeirtura  pjoiniuniC«ó  ¡una  lailoiiuci-on,  que  corre» 
xni.pre?:i  en  15  páginas  :ni  4  o  el  10  de  a.gosto  die  ISlo. 

E-n  1818,  con  nuo'tivo  de  haberse  recibido  de  he.rman.t>  mavo» 
de  la  coingreg'acion  del  Alumbrado  el  direetar  deJ  Estado  señor  Piiey- 
wedon,  predcó  un  sermón,  q.u-e  tambiien  corre  .ii r.rpre.'^o,  corftra  li 
inipiediad  é  Jirr^eligion. 

Establiec-ió  en  el  rlnieíoin  die  íia^n  Jo-pé,  provi>ncia  de  Santa  Fé, 
escuela  de  pirimeras  let'rne  y  de  latiniidad.  Lo  m.'smo  hizo  em  el 
Paraná  v  en  San  José  d/e  Feliciamo. 

Fué  r«dact'0»r  de  vari.09  peTÍ6dic06  en  Buenos  Aire«,  Montevideio, 
♦S  .uta  Fé  y  Córdoba  cuyos  títulos  son:  El  Te'ofila.ni:TÓpit'o;  El  Desefn- 
jrañador  raai<«.hi  político  títulos  son:  El  Teofilaii trópico;  El  Des.per- 
tador  Teófila  n  trópico;  El  Gauchí -político;  Faralipómenon;  El  Su- 
])íenwt:iito  al  Despertador  Teo<filafu;trópi"CO;  doña,  Moírifi  Retazo-S',  En 
ninni  me  nieto  cora  njiuguen;  La  Exma.  matrona  oorn^ntadorn,  dp  lo» 
cuatro  .pcir'iiodi^tae:  El  Padre  Oaei;añ^a;  la  Verdad  d'es.nud.'?';  Ve^, 
portugalés,  que  a/cfu.i  no  es;  Ven  acá  portugués,  que  aquí  es:  Buemos 
Ai'irK^«  eatutiva  y  l!:i  nación  arg^'n+i.na  d-ecapitadr.'  á  nombre  y  por  orden 
d-el  inirevo  Catil::nia.  Juan  LarvtaJle:  El  TeofilamtírÓTvioo  6  el  anviapo  de 
Dios  v  los  hínmbre®;  Derechos  del  hombre  ó  diseursos  histórico — 
místico — político — "crltico' — dogmáticos  sobre  los  pri-nc-ipios  del  dere- 
cho político. 

Los    periódicos   dtd    P.    Oastañeda,    hasti:i'   la   revolución    del    l.o 


BIBLIüGfiAFlA.  125 

20  de  1821  y  concluyó  el  15  de  octubre  de  1822,  con  252  paji- 
nas. La  colección  consta  de  15  números,  despidiéndose  en  el 
ultimo;  pero  reaparece  en  Montevideo,  bajo  el  número  16,  con 
lecha  1.0  de  agosto  de  1823. 

En  una  sesión  secreta  que,  según  un  papel  suelto  publi- 
iiHÚo  en  Monte  v^ideo  en  1823,  tuvo  lugar  en  la  Isla  de  Ratas, 
^nlre  el  Padre  (.'astañeda,  doña  Verdad  desnuda,  doña  María 
JieUiZfts  D  don  F(bo,  dicho  padre  dice  que  va  á  Santa  Fé  á 
escribir  sus  diez  periódicos,  y   hacerlos  rei)artir  en  Buenos 

J.ires  etc. 

(('.  Jj. 'jnas,  Ziuuy  y  h.  P,  de  BiK^miít  Aires.) 

•dv    (l:e:enil>re    de    18*J8,    apegar    de   su    ¿«stüo,    f.nc.ienwn    muchos    da 
tos,    sobre    los    i)ersünaí^es    en    aquella    época,    de    que    el    hisrtarió- 
gmíu   no  dejará  de  6?  a  car  prove-cho. 

Murió  en  Ja  ciudad  del  PaitaiA  el  12  de  marzo  de  1832.  El  28 
<ie  julio  del  mismo  año,  fu-é  por  dspcbíiciGii  supv.r.i..;.r,  de^ci  1  Ijoir- 
cado  tu  la  falúa  de  la  ('apita-iiia  d^d  ^i:erto  y  conducido  co>u>  en 
triunfo,  el  cajou  que  contenía  su  <?adaver,  aeom panado  del  mi- 
nistro de  gobieinno,  que  con  muchos  otros  eni.p:ij  .Il,,s  y  i.ii  La- 
nLj.i->  iiúni  ro  da  »eño>raíi  y  cabalk'ro.>  de  todas  clasci-^'y  co-ndl- 
^.'oiie-,  hahia.n  ido  4  recibirlo^  El  general  Mausilla  i>TomVnc"ó  un 
díLscurvo  q1  <;t?sembarcar  iM  -ataúd,  y  luc^go  fué  ¡levado  aI  teii-plo  de 
í?in.i  Francisco,  cuyos  padits  tambion  fueron  á  recibirlo.  F.-^é  il.^po- 
sitado  en  el  paote-y-n  de  di-cho  Monaste-rio, 

En  la  no-che  dv-l  misimo  dia  28  d.í>  julio  s.-  ceUdiraTiMi  víspnratí 
í'n  las  i^ílesia.s  de  la  Merced  y  del  Colegio. 

VA  dia  22  de  diciembre  se  celebrafon  «us  iexéquiia.s  cnn  toar, 
sol?' 1  n.:-i' \  1,  habi.mdo  pronii-nciado  un  elogio  fúniCbre  Fray  Nico- 
lás AMazor,  do  h\  orden  de  San  Fraincif^co.  el  ,cu-a.l  currt^  ini}?i'?vo 
<*nn  el  título  'Elogio  Fú;D,el>r!e  del  M.  K.  P.  Fr.  Francisco  (  f:-tañe- 
da,  lectcr  jubilado  del  ór-dcn  'di^  í^an  Franciscí)  qn  ^  ;wi  li  s  siil.-ni- 
iT\<<  .exequias,  que  celebraron  por  d:aí)Osicion  del  Superior  Gobierno  en 
memoria  ^  »  chebraron  po-r  dispo4>t;c¡on  d«el  ^r'rperior  0(  hic.rno  í<m». 
la  ijíl«.-'a  del  ^.ráfico  Pa-trlarcí-  de  Hue-nos  Aíks.  el  di-a  22  de 
<lic!embre  de  18H2,  dijo  Fr.  Nicolás  Aldazor  (*),  del  mismo  orden. 
LíO'  d:í  á  luz  un  apasin-nado  del  difunto.  Buonos  A.¡'*es.  Imjtrenta 
Tíepubr.cana,  1383." — .'i9  páginas -im  4. o 

N'o  c>  entraño  que  el  c;  «dáver  d.-l  P,  Caxtañoda  fu^e  recibido 
con  tanta  de  vostracion  de  aprecio  deif  le  que  era  bien  conocido  do 
tci.li-^  iM):iiO  un  escritor  politico'.  n:uclia«  vec.s  impairc  al  y  nv  is 
qiii?  "-t<>  uKiy  f  r*.M.  KM),  cci  1  o  un  veril'a<3t.ri>  patriota  y  loino  filántropo. 

Kl  P.  (ast;  ñ(  da  f  ^^.Ma  un  talvinto  d.*  prim  'r  orden  y  ^t^  hizo 
Tioiabl-  por  la.  asombrí  -  1  feítiiidad  de  «u  ingoaio  y  d  f 'r\-or  con 
que  sistuvo  sus  varia><  oj>ini  vnes  jioliticas.  y  con  esjx'cialidad  la 
inoportuna  reforma  del  clero,  origen  de  la  ■  aida  del  señor  Ki- 
v.'idavi-  . 

Frav    Xico'ás    Aldazor.    Pailro    (írariliaii    del    convento    de    íáan 


126  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

92.  DEFENSOR  DE  LA  PATRIA  (EL)— 2.a  ÉPOCA 
— 1824 — in  4o. — Imprenta  de  los  Expósitos  los  dos  primeros 
mnneros,  y  de  Hallet  los  siguientes.  La  colección  consta  de 
10  números.     Empezó  el  lunes  23  de  agosto. 

Su  redactor  fué  el  Español  constitucional  don  Ramón  Fe- 
iiz  Beaudot,  quien  habia  publicado  en  España  con  este  mis- 
mo título  un  periódico  semanal,  que  llegó  hasta  el  número 
172,  número  igual  al  de  las  semanas  transcurridas  desde  que 
IVrnando  juró  la  constitución  en  Madrid  el  año  1820,  hasta 
que  salió  de  Sevilla  para  Cádiz  en  1822.  Dicho  último 
rúmero  172  corresponde  al  11  de  junio  de  1823,  en  que 
el  señor  Beaudot  lo  suspendió,  con  motivo  de  la  agresión 
f .'  ancesa. 

El  Defensor  de  la  patria  dice  en  su  número  lo.  que  *'la 
Fspaña  ha  sido  víctima  del  fanatismo  religioso,  que  es  á  quien 
debe  esclusivamente  su  barbarie. ' ' 

En  el  número  3,  el  redactor  agradece  á  los  de  El  Argos 
por  el  honor,  que  estos  le  han  dispensado  en  su  número  69  del 
sábado  4  de  septiembre,  al  considerarle  capaz  é  indicado  para 
discutir  en  público  las  dos  cuestiones  tan  importantes  que  ellos 
proponen.  Esas  dos  cuestiones  á  que  se  refiere  El  Defensoí 
son  las  contenidas  en  un  papel  suelto,  publicado  por  la  7wí- 

Francisco  •hoi.bo  i\e  «er  fusilado  <'/on  otros  tres,  que  lo  fiierom  en 
Amguilon,  ipueblo  de  la  Rioja,  e.1  15  de  ínmrzo  de  184-1,  por  el 
goni?ral  Lavalle,  -en  rasen  d-e  haberse  prestado  á  una  imision  se- 
<  iip^ta  de  Boea®,  pairtí  loe  pueblos  á.ni?eriories.  Ya  de  ro>dill<as  en  el 
baníjuil-o,  lo  salvó  doai  Jo«é  Perm-in  Soage,  cora»eirc.:«jnte  de  Cor- 
íioba,  quien  hizo  ver  á  I>avall«!y>  la  ímaia  impresión  que  .producJT'ia 
»»ii  aquellas  gentes  el  fii»iJiaanÍ!einto  d©  un  reHgioeo:  por  lo  que  quizá 
no  r'o«adyu\'«rii  in  á  su  eiiupresa,  compromüetiietndo  «a.»i  el  éx'rto  de  la  eau- 
«a  d'«?  la  libertad  e-ontra  el  despotismo.  (V^rsie  eí!  número  5403  de 
kí  **Ga.L'eta  Mer-ian-tiiP')-  El  sieñoír  AMazor  mia.nife&tó  snana  eoitere- 
zn.  y  líícigun  «so  iiaúsL,  s-e  presiento  resue'^to  y  tranquilo  co.n  un  cinieifico 
ev  la  mían  o. 

El  &t;ñor  Al.líizo.r  pjoó  el  19  de  julio,  desde  Nonogaeta,  wnn 
lelacicín  c  !rc<u.ne't»unc'fflda  de  'este  suceso  ca^.i  trágieo,  dirigido  á  dom  Ma- 
miuol  Oriibe  y  se  halla  publicada  en  dicha  **(iaceta'\  que  corresponde 
ni  2\  de  s.gojato  de  1841. 

Fray  Nicolás  mu«rió  en  la  ciudad  de  S-.n  Luis  el  22  de  agosto  de 
l?tí6,  siendo  obispo  de  Cuyo. 


bibliografía.  127 

Júrenla  de  la  Independencia  y  transcrito  en  El  Argos  bajo  el 
epígrafe  '* Cuestiones  interesantes;  provocan  á  hacerlas  las  si- 
guientes noticias  que  ha  traído  el  últitno  correo  del  Perú.''  La 
primera  es  una  carta  sin  nombre  al  pié  y  encabezada:  '^ señor 
don  N.  N.  Cotagaéta  julio  19  de  1824/'  referente  á  la  sor- 
1  resa  del  general  Carratalá  en  Potosí  y  á  la  del  brigadier  Vi- 
í?il  en  Chuquisaca;  y  la  segunda  también  sin  nombre,  encabe- 
zada ''Salta  agosto  5  de  1824,"  relativa  á  la  toma  de  Tarija 
por  los  constitucionales  y  á  la  prisión  de  Carratalá.  Es  al  autor 
(ie  dicho  papel  suelto  á  que  debe  referirse  el  redactor  de  El 
Defensor,  y  no  á  los  de  El  Argos,  que  no  hacen  mas  que 
transcribirlo. 

Por  lo  demás  el  señor  Beaudot  parece  no  haber  tenido  otro 
objeto  al  publicar  este  periódico  que  el  defender  a  su  pa:riH. 
de  donde  ha  emigrado,  dejando  en  Gibraltar  a  su  esposa  é  hi- 
jos, cuya  separación  le  ha  sido  tan  sensible  que  le  ha  puesto 
va  H  caso  de  espresarse  en  el  número  5  del  iucdo  siguifiitr : 
*/^JMlá  caiga  un  rayo  sobre  el  tirano  que  es  causa  de  inií'Stra 
reparación !'' 

Casi  cada  número  de  El  Defensor  de  la  Patria,  2a.  época 
cí'ncluye  con  un  mal  soneto. 

El  periódico  de  Santa  Fé  titulado  Buows  Ayres  cautiv((, 
i^n  su  número  l.o  correspondiente  al  24  de  enero  de  1824. 
(lice  del  señor  Beaudot,  á  quien  llama  periodista  ambulante 
que  **en  Buenos  Aires  fué  silbado,  en  Córdoba  escomulgado 
(1)  en  Santa  Fé  aventado  y  ahora  está  en  Corrientes  dando  y 
temando  en  que  no  se  reconozca  la  convención  nacional  por  que 
es  un  cuerpo  hediondo  etc, 

''VA  tal  periodista,"  agrega  '*no  ha  muchos  años  fue 
rabo  de  los  verdes  en  Mont^^video,  á  las  ordenes  de  Vigodet 
y  con  su  fusil  en  la  mano  sostuvo  los  derechos  del  rey  de 
España,  en  la  memorable  batülla  del  Cerrito,  donde  mató 
(iiantos  americanos  pudo,  y  habiendo  sido  puesto  en  fuga  por 
el  general  Soler,  hizo  un  motin  contra  Vigodet  por  que  no 

1.     Véa«e  **L#a  ve^rdad  sin  rod^^s. " 


J  28  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

luibia  ganado  la  acción  contra  nosotros;  por  este  motivo  fué 
<íe.sterrado  á  Patagónica,  de  donde  pasó  á  España;  des- 
de allá  vino  atraído  por  el  olor  de  los  millones  que  Rivadavia 
cf recia  á  los  constitucionales;  en  Buenos  Aires  se  presen- 
tó confesando  de  plano  que  era  un  enviado  de  España,  y 
pidiendo  plata;  no  habiéndosela  dado,  pidió  licencia  para 
escribir  y  en  su  primer  periódico  se  tituló  El  Defensor  de 
la  Patria.*' 

(O.    Lamas,    Zin.iiy.) 

93.  DERECHOS  DEL  IIO^IBRE— 1825— 1826— in  4.o  Se 
publicó  en  Córdoba  y  Buenos  Aires.  La  colección  consta  de 
h  números.  Em]iezó  el  24  de  o(tubre  de  1825  y  concluyó  el 
'í5  de  setiembre  de  1826. 

(Es   j-aríVimo) 

í)4.  DUENDE  DE  BUENOS  AIRES  (EL)— 1826— 1827 
]  !  4.0  imprenta  Argentina — Periódico  semanal.  La  colec- 
<*ion  consta  de  33  números,  formando  un  volumen  de  476  pá- 
ginas. Empezó  el  6  de  agosto  de  1826  y  concluyó  el  9  de  abril 
<le  1827.  Tuvo  por  redactor  ^principal  á  don  Fray  Valentin 
San  j\íartin  y  por  cola])oradores  á  don  Bernando  Jasé  ele 
Ocampo,  cura  de  San  Nicolás  de  Bari,  doctor  don  Julián  So 
Kundo  de  Agüero  y  otros  distinguidos  escritores  que  lian  guar- 
dado el  incógnito. 

El  objeto  principal  d<*  la  i)u])licaci()n  de  FJl  Duende  ha 
sido  combatir,  como  en  efecto  combatió  con  feliz,  éxito,  la 
;unbi(*ion  inmoderada  del  general  don  Simón  Bolívar  á  un 
poder  ilimitado  é  irresponsable,  manifestando  con  lucid;*z 
vuan  precarios  y  efímeros  eran  la  proyectos  de  dicho  gene- 
i¡d.  que  todos  sus  trabajos  y  todas  sus  empresas  no  han  podi- 
do evitar  la  reacción  de  Lima,  que  ba  dado  en  tierra  con  to- 
dos ellos. 

El  número  15.  l)ajo  el  epígrafe  ^^¡O  témpora!  O  mores!*' 
el  periódico  El  Annricnno  de  1819.  á  que  se  hace  referencia 
f^e  ha  confundí  lo  con  el   títuladíi  El  Ciudadano  de  1826  v 


BlBLlüGRAFrA.  129 

donde  dice  introducción  al  Ciudadano,  debe  ser,  Prospecto  de 
FA  Americano.  i 

El  número  13  tiene  la  paginación  equivocada:  la  página 
J(>9  debe  ser  209. 

Siendo  El  Duende  como  es,  uno  de  los  importantes  perió- 
dicos de  su  época,  le  dedicamos  alguna  atención,  indicando 
Jas  materias  principales  que  contiene  á  saber: 

Análisis  de  la  constitución  de  Solivia  presentado  por  Bo- 
lívar, número  3. — Carta  de  los  editores  á  don  Julián  de  Gre- 
íi'oric  Espinosa. 

Ensayo  sobre  la  política  del  general  Bolívar,  (1)  número 
11  V  concluye  en  el  número  13. 


1.  El  ge»neral  BoHH-ar  ba  tenido,  como  tiietmeii  toados  los  boraba'f^s 
4-élebrp.s,  orgia n.os  en  pro  y  en  eo«n<fcra,  **E1  Cómdar''  d-e  BoiivH  y  **E¡ 
Ti  i  huno"  de  Buenos  Aiíres  ^^ran  s»us  defensores,  y  ki  Br  indiepa  Txicaloi 
dt>  Bojrotá  y  **E1  Duende* '  de  Bai-emos  Aixes  fie  «oxibatia-n  s-i-n  disfraz  v 
<'on  «iisj  promos  docu'ni'en'tos.  Véas<í  el  lenguagie  .s>ervil  y  adulaíorio  d¿ 
sus  panio'.T'Jstas  y  de  »us  apos'to-Pes  y  se  compreindeTá  •entoJl<^es  si  *'Ei 
Duende"  se  ha  eqaiivocado-  eoi  %\i%  juicios,  sobre  las  intenciones  y  miras 
41  el  jíen-^ral  Bo'Uvííi*. 

Entre  los  muchos  do<:u.'r.!entos  en  que  e»te  periódico  se  funda,  .para 
poíi^^r  t\¿  ma.iiifi6'?ro  sois  aspira-co^n^s  á  domimar  todia  ia  A.mérica  nos 
])rrmit¡nioef  recomendar  la  lectura  de  la  correspondencia  oficial  de 
\o*i  comisionados  del  general  Bolívar,  para  transar  con  el  .priesidente 
ann  Jr*é  de  1a  Bva  Agüero  (*),  Ta  nota  pasadía  por  e-l  ge»neir»l  Sucre  á 
1"  repif  scntaeion  n-aeio-n-aí!,  ofin?cieindo  sus  armáis  p:(ra  sosft-enerla:  la 
''Espolie ion"  de-1  ^^eñorr  Riva  Agüero,  tpublicaida  e.n  Londres  en  1824: 
Ins  ?n>rrucciones  da-da»  por  el  (rrji-niisteir'o  é  su  enviado  testraiordinairio. 
-cerca  de  la  RepúblJijia  de  Bolivia,  don  Ig^nacio  Ortiz  Zevalloa  y  lo  mibk 
nnporta'ite  <jue  todo  eso-,  las  notífbilísiimas  palabras  del"  "brazo  dere- 
i'bf)"  del  Libertador  (cojto  e»te  m:i»mo  die-cia)  eji  una  obra  de  107  pá- 
ginas ir>  4. o,  imjpresas  en  Lima  eai;  1850,  por  don  José  Maria  Monterola, 
♦it-ulada  **P'ara  Ita  Historin  de  l-a  América  d'el  savd. '' — -Los  beneméritos 
von-eduies  em  Junin  y  Ayíieu-cho  y  »us  con.t»empoirán«?os,  puestos  en  pié 
v.\\\o  la  h'íítO'ria  iin.parciail  defienden  'la  m-e-morici  y  «Peputacion  de  S'U 
Ijrnn  eiipitan,  penercd  e»n  gefe  del  e.iéjc'to  unido  liber-tadoír  don 
Anio-nio  José  do  Sucre    (**)   confirmaffido  que  ee  bueno  de   person.iih- 


*  Riva  Agüero  es  el  aiitor  de  la.  obra  t'tuladA  *' Mr nif estación  His- 
ítóriea  y  política  de  1t  revoluciosn  de  la  Arrérica,  y  mas  e«pccialmente 
de  '!n  parte  qu.'*  oorr?í*ponde  ;  í!  Perú  y  Rio  Ay  la  Plata."  Obra  eí«- 
<r:ta  en  Lima,  ceatro  de  la  opresión  y  del  despotismo  en  el  año  de  ISlf» 
é  'mpre^n  em  Bn^^nos  Airef;:  "  Impro^nta  do  los  Espósitof* — 1818 — ISt 
•  á,i.  in.  ^,.o 

■■'■      El  vencedi)i*  de  Ayacueho  (en  9  de  diciembre  de  1824)  fundador 


130  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Carta  del  general  Paz  á  Bolívar. — Segunda  carta  al 
señor  Espinosa,  nüm.  12. 

Consejo  de  guerra  de  oficiales  generales  al  general  ^lar- 
tinez,  núra.  13. 

Felicitación  que  el  libertador  presidente  dirijió  al  primer 
congreso  constitucional  de  la  República  por  su  instalación 
núm.  1(). 

Interesante  artículo  bajo  el  epígrafe  Billetes  de  Bancf> 

Cíir  Ind  glorias  do  «us  com^pañeros  d«  an.i.is  llevando  el  título  (if- 
gran  nxarisca]  de  Ayaeucho,  por  re<íc>inT.*en«a  de  ««us  •eminenteií  ser- 
ví imo«  en  la  giierra  de  la  Independencia  de  la  Aniéma  del  i5iir. " 

En  un<a  convéTS.-eion  qu«  tuvo  IsiigaT  en  1829  tvn.  Quito,  entre  el  g<e- 
•iiJral  dooi  Jo»é  Majiia  Obando  y  el  gran  mariscal  de  Ayacucho,  a'.*ero:i 
de  la  opoÉsicioJí  anxada  que  e»te  «««toba  de  hacer  á  Boíiva»r  en  defensa 
del  6rden  constitucional  de  Colombia,  le  dijo  á  a<quel:  **Mai^tas  son  \h^ 
rovolu<?iorn.e4j;  pero  de  hacerlas  es  preciso,  coronel,  no  terminarla»  sino 
con  í'a  glori;'!  y  lu cimiento  coai  que  V.  te-rmánó  la  su^'ia.  ''Toleremos'  . 
cñadiü  con  un  gesto  suplicante  ** toleremos"  ail  Libertador,  como  s& 
l^lera-n  las  "impertiiincuicias''  de  um  padie  chocho:  poco  tend remos 
que  tolerarlo,  porque  debe  vivir  poco. '^ 

de  Holivia»  y  su  primer  prearidente  constitucional,  nuieio  el  13  de  junio 
de'  1793  en  Cum-airá^  provímcsia  de  Veineauela  y  f«ué  á  anorir  por  una  m«i- 
i.'i  í)  'ulta  eai  Imi  sombría  y  temebroea  ciiveir.UA  d^e  Bp^rmecoo  el  4  de  ju-nio 
de  3830.  Sucre  será,  copio  d;ice  bien  el  «eñor  Bleist  Ga>na,  * 'después  de 
Bolivao",  él  primero  de  todoe  l^os  viafronee  esclarecidos  de  naii?»tro  co/n' 
tinmiitt^  que  .aunoa  bji  producido  náin^no  q-ue  lo  «igual©  en  la  pureza  de 
]'•.  gloria,  in'maculada  como  la  aureola  de  1:3- iintachable  grandes^a. ''  **  So- 
lo ¿^cre''  díici©  el  aeñor  Momeayo,  "el  inmortad'  Sudie;,  eii'  héroe  pott 
o'-ceílencia,  ¡etse  tiix)  de  mode^racion,  d©  virtud  y  patriotisimo  viene  á 
ii'orir  injustamente  etc.''  véase  tambiea  la  "Biografia  del  general 
Are-nales  (su  ajuiigo)  y  juicio  soibre  la  nienw)ria  histórica  de  su  siíguoida 
campaña  á  la  sierra  del  Perú  en  "  1821,  por  don  Pedro  de  A.ngeVa — Bue- 
nos Aires:  ''Iniíprenta  de  la  Independencia'' — 1832 — 17  páginas,  in  4. o 

<'onrc^  im;pre«a  jwr  la  "Im'prenta  de  Ksipósitos''  en  1  pág.  i.n  foTo, 
una  "Areoga"  pronunciada  ipor  el  Dean  í^unes  en  la  casa  de  su  .nuora- 
d.i,  en  donde  »e  reiiaieron  los  patriotas,  para  d^r  pri-nci-pio  á  su  público 
rt'jL'íH'i  Jo,  por  la  victomia  de  Ayyieuoho. 

"  Efemérides  ".—"Junio  4  de  1830. — El  i.nmortal  triu-nfador  de 
Pichiincha  y  de  Ayaciicho,  el  ilus-tirado  gon-eral  An/tonáo  José  de  Sucre^ 
es  infamemente  ají?ei&inado  en  la  montaña  de  Berrueco».  Miembro  del 
de*5pues  de  baiber  coniflusido  aquel  ftu«inpo  sus  trabajos,  cuaoi-do  el  eapi- 
C(vugr?«%o  constitnV'P-n'te  de  Colomb'a>,  regresaba  d>  Bogotá  á  Quito 
ritu  ide  partido  y  la  intolerancia  política  coTtaron  la  trama  d?  tan 
preciosos  dias.  Luego  que  Sucre  paírtió  de  Bogotá,  un  periódico  de 
«(|uella  caipital,  <•!  "Demócra-ta,"  anunció  en  <»ti  ninn-ero  tercero  la 
próxHiia  nmerte  de  aquel  héroe. 


bibliografía.  131 

por  don  ^Manuel  B.   Gallardo,   diputado  por  Buenos  Aires 
üe  que  se  ocupa  esclusivamente,  núm.  17. 

Algunas  observaciones  sobre  los  proyectos  en  discusión 
en  las  sesiones  del  19  al  21  de  noviembre  de  1826  del  con- 
gi'Aso  (constituyente,  mini.  18. 

Instrucciones  que  el  minsterio  del  Perú,  dio  á  su  envia- 
do estraordinario  cerca  de  la  República  de  Bolivia,  don  Ig- 
nacio Ortiz  Zevallos,  núni.  21. 


(**E1  museo  de  aimbr.«  Ainéricas"  de  Valparaiso,  núm.  9  pág.  3G7:) 
Este  p€ir:ód¡co  eont'ene  algo  6í>bre  la  bi&torJa  Ao-gentiua;  su  reducto-: 
liié  do»n  Ju^n  Garc'a  del  Kio,  coloínbSano, — na'ció  en  ('ariac^r;;  f.:é  fp- 
ci^^tario  del  general  BoílvaT,  mánistro  deJ  general  Santa-  Cthz  en  1839, 
y  del  ganeral  Flores  en  1852.  Uno  de  loe  antiguos  patriotas  ber.ienuéri- 
to.s,  filósofo  distinguido,  «oradoT  sobresaliente  y  «político  desgraciado. 
García  del  Rio  fallee-ió  &n  Méjico  leai  1836,  después  -de  una  penoe-a  em 
fcTraedad.)  El  númp.Po  285  del  ^Terro-cnrrir'  del  Ro-sario  registra 
una  Biogi^afia  d^ei'  geoieral  Sucre,  por  don  Juan  Espinosa,  transcrita  de 
*  *  Dai  América ' '  d>e  Lima. 

En  la  **Caiu9a  cmninal  seguida  contra  el  coroneJ  gradujrdo  Apoli- 
nsj  Mocil  lo,  y  d«eimas  «Autores  y  cómiplices  del  flse&iin<ato  perpretítdo  en  la 
pf^r-íon^  del  st^ñoj*  g-enefral  Antonio  José  de  Su-cre,  y  qite  ««e  ha  mand'iKlo 
^•iiblicaj- ípor  orden  del  poder  ejecutivo." — *' Bogotá,  impr«.n.tA  del  Esta- 
do:'» poT  G.  A.  Cuíilla — «ño  d«e  1843 — 163  páginajs  in  fol.— ^aiparece  el 
gcijeral  Ohando,  como  principa»!  autoj  y  Morillo  y  otros  cómpl-ceys  en 
aquel  atentado  aJevowx  El  eoronetl'  Morillo  fué  F-e-tenoiado  á  F>e.r  p'-sa- 
do  por  las  ^armas,  y  estando  en  el  pajti'bulo,  eil  30  de  novieim'bre  de  1842, 
A  las  10  d«e  la  mañana,  dijo  Lse  palabi^ís  siguienteis:  **Ee  de  mi  d-eber 
pc^rdonar  al  gieneral  Joeé  Maffda  Obaaido,  puesto  que  fué  el  que  me  ian- 
jit^li-ó  y  dio  órdk?n  para^  coimietex  el  crimen  po«r  el'  que  voy  á  espiar  en  un 
•patíbulo  mi  delito:  asi  mi^mo  perdono  á  aquellas  peleonas  que  me  in- 
dujeron á  Ua,  perpetración  d-el  horrenido  as-esimaito  del  general  Sucre, 
porque  estoy  em  el  innomento  de  entregar  mi  alma  al  l'*reador,  y  no 
quiero  que  ella  ¿le^-e  consigo  remordiimiento  ¡rulguno.  En  segui- 
áa  d'ió  á  s-u  conf-esor  paira  que  lo  hi^^ieira,  cireutlar,  \m  impreso  que, 
au»n  que  interesante,  no  Jo  trance riÍ)im.os  por  su  est^entíioin.  El 
general  Ob;:!n.do  .publicó  en  Lima,  en  1847,  una  obra  do  233  pág*- 
n-as  itn  4..o  titulada»  *^E1  geneiral  Obando  á  la,  his-totria  crít'i'?a  det'  as*- 
«iiPato  del  gnam  Maíriscal  de  Ayacoicho,  publicada,  por  -el  señor  An- 
tonio José  Iriearri."  ein  la  cu;2il,  Obando  traita  d-e  jurHificaTse  incul- 
pando al  general  Flores,  oomio  refipooiisable  de  aque»!  hecho  atroz 
qu<e  í5olo  á  él  podia  interp«a<r.  Oba»ndo  bab'a  publicado  en  Liima,  en 
1S42,  un  folleto  ti.tu'lado:  *  *  A-pun.ta'mien.tos  pa.ra  bi  historia '^  •qu^  fué 
rf-produeido  en  la  Biblioteca'  del  di.ario  de  Monte\'idef>  ^'Comercio  del 
Paita"  pOT  Vairela. 


132  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Sobre  el  tratado  de  federación  entre  las  Repúblicas  del 
Ferú  y  Bolivia,  núm.  22. 

01)servaciones  sobre  la  comunicación  dirigida  por  don 
José  Gabriel  Pérez  á  la  municipalidad  de  Guayaquil,  de  la 
Bandera  Tricolor,  número  11,  de  Colombia,  núm.  26. 

Artículo  encabezado  el  general  Bolívar  en  Colombia,  nú- 
iftero  27. 

Asuntos  del  dia  (sobre  el  estado  de  las  provincias  argen- 
tinas.) 

Carta  del  vice-presidente  do  la  República  de  Colombia 
general  don  Francisco  de  Paula  Santander  al  presidente  de 
las  provincias  Unidas  del  Rio  de  la  Plata,  núm.  28. 

Asuntos  del  dia,  núm.  29. 

Proclama  del  general  Bolivar  al  arribar  á  las  costas  de 
Colombia  y  observaciones  de  El  Duenáe,  núm.  30. 

Asuntos  del  dia — federación. 

Documento  importante  del  intendente  del  departamento 
de  Guayaquil  don  Tomas  Cipriano  ^íozquerr,  dirigido  al  co- 
mandante general  del  departamento  de  Cauca,  con  notas  de 
El  Duende,  núm.  31. 

Reacción  en  Lima  y  caida  de  los  proyectos  de  Bolívar. 

míiuero  33. 

Por  el  índice  que  antecede,  se  babrá  notado  el  objeto 
qu<'  se  liabian  propuesto  los  redactores  de  El  Duende  al  fun- 
darlo,— (ombatir  á  Bolivar  hasta  verle  en  tierra;  una  vez 
íonsej^uido.  dieron  fin  con  su  carrera  con  el  último  número 
indicado.  Ha  sostenido  una  polémica  sobre  el  mismo  tópi- 
co con  los  periódicos  que  defendían  á  Bolivar,  muy  princi- 
palmente con  El  Tribuno. 

El  número  14  registra  el  prospecto  de  un  periódico  se- 
manal (|ue  se  publicaba  en  Paris,  titulado  Revista  Americana 
con  el  objeto  de  ba(*er  un  análisis  mensual  de  todos  los  he- 
chos importantes  del  Nuevo  Mundo,  é  insertar  todos  los  me- 
moriales políticos,  históricos  y  científicos,  para  poder  dar  á  lit 
F.r. ropa  una  idea  completa  de  la  existencia  de  las  Repúblicas 
Amt^ricanas  y   establecer  relacií>nes   de   todo   género  con  ei 


BIBL1CK5BAF1A.  133 

mundo  antiguo.  En  los  números  18  y  24  se  hallan  trans- 
criptos algunos  artículos  de  dicha  Revista,  con  algunas  recti- 
ficaciones de  El  Duende. 

En  un  folleto  de  36  páginas  in  4.o,  titulado  **A1  Mun- 
oo." — Audite  et  attendite  populi  de  longé"  escrito  en  Colom- 
bia el  año  de  1828,  por  don  Bernardo  Hurtado,  este  pone  de 
nianiñesto  las  miras  ambiciosas  del  general  Bolivar,  con  car- 
tas autógrafas  y  documentos  públicos,  y  conviene  en  un  todo 
con  las  opiniones  emitidas  por  El  Duende. 

Nuestros  lectores  no  tomarán  á  mal  el  que  transcriba- 
mos algunos  interesantes  párrafos  de  dicho  folleto. 

** Peruanos  perseguidos!" — dice  el  señor  Hurtado: — **la 
lústoria  de  vuestra  opresión  española,  vuestro  congreso,  pre- 
sidente Riva-Agüero,  independencia  y  constitución  bolivia* 
na,  me  ha  hecho  recordar  la  historia  de  Argel,  cuando  su 
rey  Eutemy  llamó  en  su  socorro  á  Horiie  por  su  gran  nom- 
bradla, y  marchando  este  con  5000  hombres  fué  recibido  y 
reputado  como  libertador,  se  alzó  en  seguida  y  se  hizo  pro- 
clamar rey  asesinando  á  Eutemy.  Horue  Araudj  ú  Oroush. 
mas  conocido  por  el  apodo  de  Barbaroja,  era  hijo  de  un  olle- 
ro de  Lesbos,  como  sabéis:  alma  ordinaria  como  la  de  Napo- 
león, que  hizo  lo  mismo  en  España,  cuando  por  su  grande 
fama  se  le  llamó  en  socorro  para  cortar  las  desavenencias 
intestinas.  Los  hombres  que  no  mezclan  en  sus  ideas  los 
hipérboles  ni  las  vulgaridades,  se  acuerdan  de  vuestros  cora- 
ceros triunfando  en  Junin  y  de  vuestra  división,  mandada 
por  el  valiente  La-Mar,  decidiendo  la  batalla  de  Ayacucho 
contra  la  voluntad  y  orden  del  general  colombiano  Antonio 
Sicre,  para  no  ir  á  las  manos  con  el  enemigo.  Necesitáis 
ajícnciar  y  entrar  en  una  liga.  T  si  es  cierto  que  habéis  tran- 
sigido con  lo  que  se  titula  Bolivia  y  reconocido  el  gobierno 
boliviano  en  esa  República,  como  se  dice,  no  tendréis  liber- 
tad ni  paz.     Sercis  esclavos  y  os  matareis  unos  á  otros. 

** Ilustres  argentinos!  La  juiciosa  y  soberbia  pluma  que 
ha  brillado  en  El  Duende  de  Buenos  Aires  os  ha  trazado  el 
camino  de  vuestra  conducta,  y  Tarifa  (Tari ja  habrá  querido 


]34  LA  REVISTA  DE  BUEXOS  AIRES. 

decir,)  está  delante  de  vuestros  ojos,  lo  mismo  que  las  ase- 
chanzas hasta  Tucuman.  Las  transacciones  del  Perú  y  Boli- 
via,  si  son  ciertas,  os  ponen  en  riesgo  inminente:  y  de  todo;^ 
modos  necesitáis  entrar  en  una  liga  común,  agenciándola  tam- 
bién por  vuestra  parte.  Si  debéis  á  vuestra  penetración 
e]  hal)er  quedado  libres  de  muerte,  que  se  os  llevó  envuelta 
en  el  villano  tratado  que  con  tanta  dignidad  rechazasteis,  uét 
lo  lestais  de  los  manejos  clandestinos  por  medio  de  após- 
toles. 

'* Invictos  chilenos!  Vuestro  gobierno  tuvo  la  previsión 
d  no  enviar  representantes  al  congreso  de  Panamá,  donde 
pituso  Bolivar  poner  los  fundamtntos  á  su  trono  y  forjar  ca- 
denas por  toda  la  América.  Vosotros  que  habiais  ilustrado 
vuestra  historia  con  las  batallas  de  Chacabuco  y  IMaipü,  y 
llevando  el  pabellón  de  la  libertad  al  sueío  de  los  Incas,  no  po- 
díais contribuir  á  la  destrucción  de  vuestra  propia  obra.  El 
peligro  no  ha  pasado:  el  tirano  vive  y  no  descansará  hasta 
iulroducir  el  veneno  en  el  corazón  de  vuestros  pueblos:  él 
cuenta  con  la  destrucción  del  Perú  para  después  ocuparse 
de  la  vuestra.  El  desierto  de  Atacama  no  es  la  barrera  que 
os  libertará,  sino  la  de  vuestro  valor  v  virtudes.  Defended 
vuestra  libertad  en  las  fronteras  del  Perú,  y  el  opresor  de 
América  espiará  los  crímenes  con  que  ha  deshonrado  la  cau- 
so mas  hermosa  que  han  sostenido  los  hombres. 

*' Esclarecidos  guatemaltecos!  Habéis  tenido  ytteneis 
ílesavenencias  desagradables  y  no  gozáis  de  la  paz  perfecta 
qu(»  pudierais  tener,  prosperando  con  vuestras  instituciones. 
¿Ignoráis  por  ventura  la  causa?  Bolivar  no  quiere  ningún 
gobierno  federal ; ;  y  si  estuviera  en  su  mano,  introduciría  en 
los  E.stados  Unidos  del  Norte  los  desórdenes  que  por  medio 
de  sus  agentes  ha  introducido  entre  vosotros.  Su  ambición 
no  tiene  límites,  es  un  furor,  y  el  continente  americano  to- 
davía no  lo  sacia.  Los  Estados  T'^nidos  del  Centro  están 
confinantes  con  Colombia  y  sujetos  por  lo  mismo  á  los  emba- 
tes de  la  iniquidad.  Se  cruzan  los  manejos  de  Bolivar.  ¿Y 
qué  esperáis?     Vuestro  bien,  vuestra  seguridad  y  el  desean- 


bibliografía.  135 

fo  de  vuestras  fatigas  y  desvelos  exigen  que  procuréis  pone- 
ros de  acuerdo  entre  vosotros  mismos  y  las  demás  Repúl)li- 
oaíí  para  destruir  el  tirano  de  América;  si,  de  América  toda. 
]»<»rque  toda  ella  está  conmovida  por  las  arterias  de  su  genio. 
l*(»cundo  únicamente  para  toda  clase  de  intrigas  rastreras  con 
<iiie  provocar  el  desorden  y  no  permite  el  reposo.  Si  no  ps 
destruido,  se  consolidará,  y  no  consentirá  ningún  gobierno 
que  contraste  el  suyo  con  el  buen  ejemplo.  Ha  de  querer 
<aie  todo  gobierno  presente  desastres  sugeridos  por  él  mis- 
mo para  que  adopte  su  sistema  boliviano.'' 

También  á  ^Méjico  dirige  algunas  entusiastas  palabras 
invitándole  á  entrar  en  la  liga  para  derrocar  á  Bolívar,  consi- 
cU-rado  por  el  señor  Hurtado  como  el  enemigo  común  de  las 
Ií(  públicas  Americanas. 

Véase  el  siguiente  documento  de  Bolívar,  declarando  la 
guerra  al  Perú. 

*' Declaratoria  de  guerra. 

**  Simón  Bolivar,  etc. — A  los  víolombianos  del  Sud — (.iu- 
i!«danos  y  soldados:  la  perfidia  del  gobierno  del  Perú  ha 
lasado  todos  los  límites  y  hollado  todos  los  derechos  de  sus 
vecinos  de  Bolivia  y  de  Colombia.  Des|>uos  de  inil  ultrages 
^ufridos  con  una  paciencia  heroica  nos  hemos  \istn  al  fin 
f^Migados  á  repeler  la  injusticia  con  la  fnor/.n.  Las  troj)iis 
peruanas  se  han  introducido  en  el  corazón  de  Bolivia.  {fQuid 
4i<l  }H)sf)  sin  previa  declaratoria  de  guerra  v  sin  causa  para 
f^lla.  Tan  abominable  conducta  nos  dioe  lo  que  tlebemos  es- 
perar de  un  gobierno  que  no  conoce  ni  las  leyes  de  las  na- 
ciones, ni  las  de  la  gratitud,  ni  siquiern  el  miramii-nt )  que 
se  debe  á  pueblos  amigos  y  hermanos.  Referiros  el  cátalo- 
<r(»  de  los  crímenes  del  gobierno  del  Perú,  seria  demasiado,  y 
vuestro  sufrimiento  no  podria  escucharlo  sin  un  horrible 
grito  de  venganza ;  pero  yo  no  quiero  escitar  vuestra  indig- 
nación ni  avivar  vuestras  dolorosas  heridas.  Os  convido  so- 
lamente, si,  á  alarmaros  contra  esos  miserables  que  ya  han 
violado  el  suelo  de  nuestra  hija,  y  que  intentan  aun  profa- 
nar el  seno  de  la  madre  de  los  héroes.     Armaos,  Colombia- 


136  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

nos  del  Sur.  Volad  á  las  fronteras  del  Perú  y  esperad  allí 
la  hora  de  la  vindicta.  Mi  presencia  entre  vosotros  será  in 
Siñal  del  combate." 

El  ilustrado  venezolano  doctor  don  Felipe  Larrazabal 
acaba  de  publicar  en  Nueva  York  el  segundo  volumen  de  la 
Vida  del  Libertador j  obra  importantísima,  asi  por  los  datos 
que  contiene,  como  por  la  brillantez  del  estilo  y  la  nobleza 
del  asunto.  **Ella  servirá  como  de  introducción  á  la  lectu- 
ra de  4000  cartas  que  de  la  correspondencia  de  Bolivar  ha 
recogido  el  doctor  Larrazabal  con  inaudita  laboriosidad  y 
noble  espíritu  patriótico." 

El  volúm-en  que  acaba  de  publicar  contiene  dos  capítulos 
de  siuna  importancia:  el  uno  es  aquel  en  que  se  describe  la 
conferencia  de  Bolivar  con  el  general  San  Martin,  muy  poco 
conocida  hasta  hoy,  y  sin  embargo,  de  una  trascendencia  tal 
que  ella  determinó,  según  el  señor  don  A.  Carrillo  y  Xabas» 
**la  libertad  definitiva  del  Perú:"  el  otro  es  el  que  trata  del 
proyectado  establecimiento  de  una  monarquía  en  Colombia. 
Dice  el  referido  señor  Carrillo  que  **los  enemigos  del  héroe 
sabiendo  que  desde  el  estrecho  de  Behring,  hasta  el  Cabo  de 
Hornos,  seria  su  nombre  justamente  maldecido  y  desprecia- 
do, si  lograban  persuadir  á  los  pueblos  que  deseaba  coronar- 
se, propalaron  aquella  impia  calumnia  que  envenenó  sus 
días  y  le  arrojó  al  sepulcro.  Fué  en  vano,  agrega  *'qne  pI 
protestase  con  el  orgulloso  candor  de  su  grandeza  que  á  sus- 
sienes  venia  estrecha  una  corona.'* 

En  las  demás  partes  de  la  obra,  el  doctor  Larrazabal  lia 
derramado  nueva  v  brillant-e  luz  con  la  multitud  de  docu- 
mentos  que  ha  podido  consultar,  de  tal  manera  que  varlcws 
puntos  que  hasta  ahora  corrían  inintelijibles  y  aun  contra- 
dictorios en  las  obras  que  poseíamos,  han  venido  á  quedar 
perfectamente  aclarados. 

(O.  I/ann2i3,  Caírranza,  doctor  Mans^illa,  Zi.nny.) 

95.  DIABLO  ROSADO  {E\)— Diario  mercantiL  políti- 
co y  literario;  desde  el  número  2  tiene  por  título:  DIABLO 


bibliografía.  137 

K08AD0  mas  diablo  que  el  Tribuno — 1828 — in  fol.  menor — 
Imprenta  de  la  Independencia. 

Este  periódico  se  publicaba  en  papel  rosado.  Su  redac- 
tor fué  don  Juan  Lasserre. 

La  colección  consta  de  7  números.  Principió  el  11  de 
abril  y  concluyó  el  25  del  mismo  mes. 

El  número  3  fué  acusado  ante  un  juri  de  Imprenta  y  ei 
Editor  condenado  á  no  poder  publicar  por  la  prensa,  bajo  la 
garantía,  papel  alguno,  por  el  término  de  6  meses,  con  cos- 
tas etc.  El  Editor  Lasserre,  interpuso  apelación  para  ante  el 
juzgado  de  Alzada;  y  este,  presidido  por  el  doctor  don  Gre- 
gorio Tagle  confirmó  en  26  de  abril  la  sentencia  apelada,  11- 
r/itando  la  pena  á  4  meses,  en  razón  de  ser  Lasserre  autor  do 
uno  solo  de  los  artículos  acusados :  y  ' '  respecto  á  que  Antonio 
Ramirez  ha  confesado  ser  autor  del  artículo  relativo  á  la 
venta  de  la  casa,  se  reserva  el  derecho  al  Ministerilo  Fiscal, 
para  que  le  promueva  ante  el  Tribunal  competente." 

(C.  Olag^er.) 

96.  DIARIO  COMERCIAL  Y  TELÉGRAFO  LITE- 
hARIO  Y  POLÍTICO— 1828— in  fol.  Imprenta  del  Esta- 
chK  Por  los  señores  Martínez  y  Beech.  Principió  el  lunes 
25  de  agosto  y  concluyó*  en  diciembre.  {Véase  Telégrafo 
Literario  y  Político,) 

El  número  20  registra  la  conclusión  de  la  vista  fiscal  en 
la  causa  del  asesinato  de  don  Francisco  Alvarez:  un  remiti- 
do de  su  hermano  don  Ángel  y  otro  del  Presbítero  don  To- 
más Ladrón  de  Guevara  y  Guzman,  acompañado  de  un  bi- 
llete de  don  Juan  Pablo  Arriaga,  fechado  **en  la  capilla,  á 
las  9  y  media  de  la  mañana  del  16  de  setiembre  de  1828/* 
media  hora  antes  de  salir  al  suplicio,  en  el  cual  hace  una 
confesión  pública  de  su  crimen,  cometido,  dice,  por  efecto 
de  las  mala^  compañias. 

(Es  muy  raro.) 

97.  DIARIO  I'NIVERSAIj— 1829— 183a—in  fol.  /m- 
prenta  Argentina  y  Republicana,    Por  la  primera  hasta  el 


138  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

mimero  80  y  por  la  segunda  desde  el  número  81  hasta  su 
conclusión.  La  colección  consta  de  92  números.  Empezó 
el  1.0  de  octubre  d-e  1829  y  concluyó  el  9  de  febrero  de 
1830.  Este  último  número  varió  su  título  en  El  üniversaL 
í?e  publicó  diariamente  hasta  el  número  90  cocresoondiente 
¿I  I  30  de  enero  de  1830  y  desde  el  número  91  l.o  de  febrero 
los  martes  solamente.  Era  un  diario  titulado  federal,  equi- 
valente á  Hbocnl  en  el  lenguaje  de  la  época,  y  el  motivo  'lo 
su  cesación  no  parece  haber  sido  otro  que  el  de  habérsele  en- 
caramado nn  hombre  al  i>edactor,  intimándole  que  callase  so 
pena  de  incurrir  en  las  iras  del  Gobierno,  apesar  de  m. 
haberle  ofendido,  según  dice,  y  de  haber  conocido  los  prin- 
cipios liberales  de  la  creencia  del  Gobierno — Rosas — ^mejor 
que  su  pretendido  defensor  el  redactor  de  El  Lucero.  *VPro- 
scguimos''  continúa  el  Diario  Universal  en  su  último  núme- 
ro 92  **  apoyando  una  opinión  que,  después  de  vertida  en 
nuestras  columnas,  se  habia  hecho  la  dominante.  Pero  el 
hombre  fantasma  se  nos  oponia  a  cada  paso  que  dábamos;  y 
como  su  plan  era  quedar  solo  en  la  arena,  tomó  el  medio  de 
calumniar  nuestras  intenciones,  de  llamar  anárquicos  nues- 
tros principios,  y  se  diciosas  unas  doctrinas  que  ya  eran  un 
dogma,  desde  que  el  pueblo  las  .habia  adoptado.  Fué  en- 
tímces  necesario  increpar  con  valentia  su  osada  vanidad,  y 
denunciarlo  al  público  como  su  mas  encarnizado  enemigo. 
Obtuvo  un  momento  de  triunfo,  no  por  el  convencimiento  ó 
la  via  del  raciocinio,  sino  por  un  golpe  de  poder.  Apesar  de 
tan  tenaces  resistencias  triunfó  al  fin  de  la  verdad,  v  nuestro 
hombre  entonces  pareció  acogerse  á  los  mismos  principios 
que  habian  antes  escitado  su  cólera,  sin  acordarse  de  lo  que 
habia  escrito,  se  le  vio  cortejar  al  nuevo  orden  de  cosas. . . . 
Lo  mas  notable  que  registra  el  Diario  Universal  es:  Una 
i^ota  de  la  viuda  del  Coronel  Dorrego  al  Ministro  de  Hacienda 
¿"octor  don  Manuel  J.  Garcia,  haciendo  donación  de  la  ter- 
ciTa  parte  de  la  suma  de  pesos  100,000  en  fondos  públicos, 
que  le  fueron  asignados  por  la  H.  S.  de  Representantes,  como 
un  premio  á  sus  servicios,  el  21  de  octubre  de  1828  (N.  7) 


BIBLIOGRAFÍA.  139 

í.'onstitueion  de  la  República  Oriental  del  Uruguaj',  saneW 
liada  por  la  Asamblea  General  Constituyente  y  Lejislativa 
al  10  de  setiembre  de  1829  (N.  9  á  12.)  Cartas  y  otros  docu- 
mentos escritos  por  el  Coronel  Borrego,  en  la  hora  que  se  le 
<li6  para  disponerse  á  morir  (N.  13.)  Estracto  de  la  conju- 
ración de  31  de  diciembre  y  sucesos  posteriores,  ocurridos 
irñ  la  República  Alto- Peruana  (N,  15  a  17.)  Notable  precoci- 
<lad  de  talento,  tomada  del  Times  N.o  11,669,  que  por  ser 
interesante  damos  de  él  un  estracto.  El  Barón  de  Prauu 
nació  el  l.o  de  junio  de  1811.  A  los  2  años  de  edad,  na 
íioJo  leia  de  corrido,  sino  que  pudo  también  dar  un  bosquejo 
relacionado  de  la  historia  del  mundo.  A  los  29  meses  ele 
«dad,  fué  pasado  á  la  segunda  clase  del  Gimnasio,  y  en  el 
<»xAmen  del  26  de  agosto  de  1814  recibió  el  premio  por  la 
1(  ctura  y  escritura  en  el  idioma  alemán,  en  el  húngaro,  cate- 
cismo y  dibujo,  llevando  la  preferencia  á  70  alumnos,  todos 
mucho  mayores  que  él.  A  los  3  años  9  meses  de  edad  rc- 
cilñó  los  mismos  honores  por  el  latin  y  la  aritmética.  Pero 
lo  mas  estraordinario  fué  su  asombroso  adelantamiento  en  la 
imisica.  En  el  año  tercero  de  su  vida  ya  se  habia  posesiona- 
do ])erfectamente  del  violin;  y  en  el  examen  del  17  de  marzo 
<le  1815  ejecutó  en  este  dificultosísimo  instrumento  una  com- 
posición de  Pleyel  con  aplauso  universal.  T^n  año  después 
dio  un  segundo  concierto  delante  del  príncipe  Schwartzem- 
bcrgy  de  la  principal  nobleza  de  la  Hungría,  desde  cuyo 
momento  la  fama  de  -este  prodigio  se  esparció  por  toda  la 
Europa.  En  el  verano  de  1816  dio  varios  conciertos  en 
Viena,  dedicando  la  mayor  parte  de  sus  entradas  á  objetos 
de  beneficencia,  cuyo  acto  le  valió  la  orden  del  Mérito  Civil 
con  que  fué  premiado  por  el  emperador  de  Austria.  A  los  6 
años  de  su  vida  era  ya  honrado  con  la  orden  de  Constantino- 
l»la  por  la  duquesa  de  Parma,  con  las  espuelas  de  oro  y  la  or- 
den de  San  Juan  de  Letran  por  el  Papa ;  fué  creado  Palagra- 
ve  y  agraciado  con  una  medalla  de  oro  y  un  diploma  muy 
lisonjero  por  la  Academia  Romana.  A  los  13  años  completa 
sn  estudio  de  derecho  y  recibió  18  reales  diplomas  honora- 


140  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

rjos  de  Italia,  Austria,  Francia  y  los  Paises  Bajos.     Apenas  á 
ios  15  años  de  su  vida,  ya  era  uno  de  los  primeros  violinis- 
tas y  autor  de  varias  obras,  entre  las  cuales  un  hermoso  ma- 
ruscrito  en  siete  idiomas  escitó  grande  atención,  X.o  19.  Co- 
municado del  mayor  don  Manuel  Feliciano  Fernandez,   ci- 
tado por  el  General  Lavalle  en  su  oficio  de  dimisión,  y  dirijido 
fll    Universal  de  Montevideo,   X.o   54.     Tratado   de   amistad 
y  alianza  celebrados  entre  los  gobiernos  d-e  las  provincias  de 
Buenos  Aires  y  Santa  Fé,  N.o  36.  Observaciones  del  Obser- 
vador,  pseudónimo,   sobre  un   papel   publicado   como   suple- 
mento al  número   168  de  Britsh  Packet,  firmado  por  Gui- 
li^^rmo  Brown,  con  relación  á  la  muerte  del  Coronel  Dorrego 
número  37.     Carta  á  la  viuda  de  dicho  Coronel  ofreciendo 
el  sable  de  este  á  su  amigo — Rosas — y  contestación  de  este 
último:   número   38.     Editorial  sobre  Arbolito,   Molina,   etc. 
á  quienes  presenta  como  individuos  no  estraños  á  la  civilt' 
zücioit,  número  39.     Canción  patriótica  del  Estado  Oriental, 
número  40.  Ultima  sesión  del  Honorable  Senado  Con.sultivo. 
número  46.     Estracto  sacado  de   las  memorias  del  general 
^liller.     Composición  poética  dirijida  á  don  Esposicion,  con 
motivo  de   una  segunda.     Esposicion   de   don  Valentín   Go- 
mtv — 8  pág.  in  4.o     Imprenta  de  Hallet  y  compañía,  fecha 
7  de  noviembre  de  1829,  sobre  la  muerte  del  coronel  Dor- 
rego, número  51.     Armisticio  celebrado  entre  la  República 
de  Colombia  v  la  Peruana.     Documentos  relativos  al  recibí- 
miento   de   Rosas  del   mando   de   la  provincia,   número   57. 
Relación  de  la  celebración  de  las  exequias  fúnebres  por  el  co- 
ronel  Dorrego,   número   67.     Documentos   del   protocolo   de 
la  comisión  mediadora  por  la  guerra  civil  entre  el  general 
l^az  y  el  general  Quiroga,  número  69  á  77.     Oda  á  la  muer- 
te del  coronel  Dorrego,    número  69.      Juicio  de    Imprenta  de 
í^os  artículos  de  la  Gaceta  Mercantil  de  Montevideo  insertos 
en  los  números  53  y  55,  acusados  por  don  Juan  Cruz  Várela 
y  don  Manuel  B.  Gallardo  y  defendidos  por  don  José  Maria 
^larquez,  número  70  á  72.     Convención  entre  las  Provincias 
de  Buenos  Aires  y  Córdoba,  número  74.     Ejemplo  raro  de 


bibliografía.  141 

la  aniniaeion  suspendida  durante  5  dias,  número  78.  Con- 
IVrenoia  de  unos  aguateros,  número  79.  Capitulación  del 
€Jéreito  .español  en  Tampieo — Méjico,  número  ^1.  DJocuí- 
líientos  relativos  al  reclamo  de  50,000  pesos  fuertes  por  don 
Aaron  Castellanos,  número  80.  Comunicado  de  Unos  fede- 
rales (hcididos  sobre  la  supuesta  conspiración  de  indios  para 
iisesinar  al  general  Soler,  número  87.  Contestación  del  Dia- 
iio  Vnivft'sal  á  la  Esposicion  de  don  Salvador  Cornet  inserta 
en  el  número  112  de  El  Lucero,  número  88.  Relación  de 
ins  exéípiias  celebradas  en  la  Merced  el  22  de  enero  por  el 
alma  del  brigadier  general  don  Cornelio  Saavedra,  núme- 
ro 84. 

ANTONIO  ZINNY. 

(íoiitinuará.)  \ 


EL    TELÉGRAFO    ELÉCTRICO    SUBMARINO. 

?:NTRE  MONTEVIDEO  Y  BUENOS  AIKES. 

Asistimos  al  gran  banquete  dado  por  el  Director  de  la 
Sociedad  para  c^elebrar  la  inauguración  de  esta  nueva  línea 
telegráfica.  El  acontecimiento  era  verdaderamente  popular 
y  digno  de  regocijo,  porque  facilitando  la  rápida  trasmi- 
sión del  pensamiento  pone  á  estos  grandes  centros  mercan- 
tiles en  el  camino  de  la  fraternidad  por  el  vínculo  posi- 
liví/  de  los  intereses.  Y  era  tanto  mas  digno  de  cele- 
brarse este  suceso,  cuanto  que  él  revela  que  el  progreso  se  ope- 
ra por  la  acción  espontánea  del  comercio  y  por  la  prosperi- 
dad de  estos  países  apesar  de  los  malos  gobiernos  y  de  sus  con 
tinuas  guerras. 

p]sta  gloria  pertenece  esclusivamente  a  la  empresa  y 
»  los  dos  pueblos  suficientemente  aptos  para  mantener  la 
línea.  La  acción  de  los  gol)ernantes  es  secundaria,  pues 
el  sim])le  hecho  de  poner  sus  firmas  al  pié  de  los  con- 
tratos, no  es  un  título  que  dé  derecho  á  alabanzas  perso- 
nales exajeradamente  prodigadas  y  poco  en  armonía  con 
republicanos  que  no  reconocen  ni  pueden  reconocer  hombres 
nt  cesarios. 

La  verdadera  gloria  de  los  demócratas  consiste  en  la  pros- 
I'(M'idad  de  los  pueblos,  cuyo  progreso  necesario  é  infalible 
augura  mejores  días,  quizá  no  distantes,  en  los  que  trocando 
l;is  armas  destructoras  por  el  arado  y  la  azada,  haga  impo- 


EL  TFLftGRAFO  KLÉCTBTCO  SUBMARINO.  143 

sible  los  gobiernos  personales,  ya  se  titulen  lil>ertadores  ó  li- 
berales. 

Deseamos  que  esta  empresa  recoja  grandes  utilidades, 
para  que  se  estimule  á  prolongar  el  hilo  eléctrico  á  través 
líe  la  pampa,  á  subir  las  altas  cordilleras  y  descender  a  los 
valles  de  Chile  para  ponernos  en  contacto  con  las  Repúblicas 
del  Pacífic(^.  Entonces  podremos  ofrecer  á  los  futu'ros 
liiiéspedes  que  vengan  á  ayudarnos  á  hacer  fructíferos  nues- 
tros desiertos,  no  solo  nuestras  simpatías  y  las  garantías  que 
la  constitución  federal  ofrece,  sino  las  facilidades  de  comuni- 
cación ( orno  medio  indispensable  de  amarnos  y  unirnos  por  el 
trabajo. 

La  fiesta  era  por  esto  popular:  era  un  tributo  que  se  pa- 
gaba al  progreso  del  pais,  progreso  que  el  contacto  con  las  de- 
más naciones  hace  infalible  y  fatal,  al  menos  en  las  ciudades 
situadas  á  las  márjenes  de  los  rios. 

Al  mismo  tiempo  y  en  aquella  hora,  igual  festividad  tenia 
lugar  en  Montevideo,  y  ambas  reuniones  se  pusieron  en  comu- 
nicación telegráfica  recibiendo  y  enviando  remetidos  telé- 
bramas. 

El  acontecimiento  hubiera  podido  ofrecer  vasto  campo  k 
pensadores  profundos,  que  desnudándose  de  las  i)equeñeces' 
del  presente,  se  colocasen  á  la  altura  de  vislumbrar  los  hori. 
zontes  de  la  paz  y  de  la  libertad,  de  que  están  sedientos  estos 
pueblos,  enfermos  de  la  guerra  continua. 

La  empresa  del  primer  telégrafo  eléctrico  submarino  del 
Rio  de  la  Plata,  merece  las  felicitaciones  calorosas  de, todos  los 
hombres  aue  aman  el  progreso,  cualesquiera  que  sea  su  nacio- 
r.'didad.  Por  nuestra  i)arte,  hacemos  votos  por  que  obtenga 
pingües  ganancias. 

VECEXTE   O.    QUESADA. 
30  ele  JiovI-ombre  (1). 

(1).  K'íte  número  se  híi  impreso  rocen  on  este  nie«,  por  cuya  ru- 
zov.  damos  eii^nti  d©  este  acnnteeámj'eaito. 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


filstorla  Americina.  literatura  y  Derecho 


AÑO  IV.         BUENOS   AIRES,    OCTUBRE     DE  1866.  No.  42 


HISTORIA  AMERICANA. 


RECUERDOS  HISTÓRICOS  SOBRE  LA  PROVINCIA  DE 

CUYO. 


CAPITULO  2/^ 

De  1815  á  1820. 
(Cmuiniiaeioü.)     (1) 

XLI. 

Entramos  ya  en  el  memorable  año  de  1820,  con  el  que  ^- 
iiaiizará  el  presente  Capítulo  de  los  *' Recuerdos  históricos  de 
la  antigua  provincia  de  Cuyo/' 

En  los  últimos  parágrafos,  que  comprenden  los  hechos 
del  año  de  181Í)  (páginas  284  y  sigiente  del  tomo  X  de  esta 
''Revista^'),  dejamos  trazado,  á  grandes  rasgos,  el  cuadro  de 
li)  situación  política  en  que  se  encontraba  la  Repiiblica  al  ter- 
n»inar  ese  año,  y  el  estado,  muy  especialmente,  siguiendo  el 
óiden  cronológico,  de  aquella  importante  porción  de  su  terri- 

ü.     A'é.ise  la  }. ajina  S4n  del  ta.i:o  X  de  esta  ** Revista". 


BECUERDOS  HISTÓRICOS.  145 

torio,  de  cuyos  anales  procuramos  dejar  una  compilación  lo 
luas  completa  que  sea  posible. 

Algunos  dias  antes  del  lo  de  enero  de  1820,  el  teniente 
gobernador  de  San  Juan,  doctor  de  la  Rosa,  tenia  frecuen- 
tes avisos,  por  personas  fidedignas,  de  que  se  estaba  fra- 
guando un  motín  por  algunos  oficiales  del  batallón  número' 
1/  de  Ion  Andes,  allí  estacionado  para  los  fines  que  ant<*8 
liemos  dicho.  Aun  se  le  nombraban  los  autores  de  esa 
■criminal  y  funesta  revuelta — En  su  aventajada  penetración. 
<>n  el  esperimentado  tacto  político  que  poseía  para  el  mane- 
jo de  los  negocios  públicos  en  una  época  difícil,  de  peli- 
grosas crisis,  de  grande  acción  administrativa;  por  el  cono- 
cimiento que  tenia  de  los  hombres,  y,  con  oportunidad,  de 
<'sos  mismos  que  le  señalaban  como  autores  y  cómplices  del 
proyectado  crimen,  á  la  vista,  por  último,  de  la  conflagra- 
ción general  que  avanzaba  de  la  circunferencia  al  centro, 
rompiendo  los  vínculos  de  la  unión  de  las  provincias,  su  or- 
ganización política,  que  habían  asegurado  con  la  victoria 
nuestra  libertad  é  independencia  —  no  trepidó  un  mo- 
xnento  en  dar  crédito  á  aquellas  continuadas  advertencias. 

Pero  desgraciadamente  el  teniente-coronel  del  batallón. 
<lon  Severo  García  Grande  de  Sequeira,  primer  gefe  al  pre- 
sente, desde  que  su  coronel  don  Rudecindo  Alvarado,  ha- 
lia  su))ido  á  mandar  una  división,  entregado  a  esa  confían- 
7a  que,  en  hombres  de  su  temple  y  posición,  alimenta  por 
lo  general,  el  prestijio  y  el  valor  personal,  no  quiso  prestar 
iiceiiso  á  tan  grave  revelación — En  valde  el  teuiente-goberna- 
<ior.  en  conferencias  eonlínuas  y  reservadas,  quería  persuadí r- 
lí!  de.  In  efectividad  del  peligro  próximo  de  un  alzamiento 
kíp]  batallón  y  de  la  necesidad  urgente  de  tomar  fuertes  y  efi- 
-caivL-.s  metlidas  para  contenerlo  en  tiempo — Nada  conseguía — 
al  contrario,  nombrándole  los  autores  del  mot4n,  con  mas  aplo- 
irio  entonces  manifestando  razones  en  oposición,  el  comandant.í 
í^efjiieira  se  afirmaba  mas  y  mas  en  su  incredulidad — Des- 
1;»\M  ial)a  profundamente  á  esos  tales,  por  su  incapacidad,  por 


116  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

MI  nulidad  moral,  por  su  obscura  posición  social,  y  aquella  que 
t'  nian  en  el  ejército. 

El  capitán  agregado  don  Mariano  ^lendizabal,  el  tenien- 
te, en  el  niismo  caso,  Morillo  (ambos  de  Buenos  Aires)  y  el  d^ 
igual  grado  del  batallón  N.o  1,  don  Francisco  del  Corro  (de 
^alta,)  eran  las  personas  indicadas  como  los  instigadores  Cuy 
<?s.H  revoluejionj,  jencontrándose  mezcladüsj  «algunos  \4eeinos, 
enemigos  personales  del  teniente-gobernador.  Ningún  otro- 
oficial  del  batallón,  fué  sospechado  de  connivencia :  se 
(staba  seguro  de  la  fidelidad,  de  la  moralidad  de  to 
«ios  ellos. 

Insistiendo  el  doctor  de  la  Rosa  en  que  se  tomasen  prou- 
ttas  providencias  paral  atajar  males  de  trascendencia  que 
s(!  orijinarian  de  tal  insurrección  á  la  provincia,  al  ejér- 
cito, en  vísperas  de  emprender  la  campaña  sobre  el  Peni, 
y  á  la  causa  de  la  América  en  general,  hacíale  presente 
H  Sequeira  que  no  habia  que  poner  en  duda  la  existencia 
do  una  trama  semejante,  manejada  por  los  enemigos  de  la 
situación  en  Buenos  Aires  y  en  las  otras  provincias  del  li- 
toral, que  estendian  la  anarquía  y  el  desquicio  de  un  estre- 
mo ál  otro  de  la  República,  obrando  esto  por  medio  de  un 
vasto  y  bien  combinado  plan,  teniendo  ajentes  á  propósito  en 
tada  pueblo:  que  recordara  el  alzamiento  de  los  españob^s^ 
prisioneros  en  San  Luis,  el  año  inmediatamente  precedente 
y  de  lo  que,  al  respecto,  habia  revelado  la  Gaceta  Esíraor- 
iUnaria  de  Buenos  Aires,  es  decir,  la  parte  principal  que 
tuvieron  en  él,  como  autores,  como  instigadores,  Carreras. 
Ramírez  y  otros  (1) — que  considerase  que  Mendizabal,  a 
(|uien  él  (Sequeira)  conocía  muy  bien,  era  capaz  por  su  ca 
li'.cter  díscolo,  por  su  desmoralización,  por  su  incorrejible 
jinsubordinacion,  por  sus  desafueros  constantes  contra  la& 
¿lutoridades  y  por  el  odio  inveterado  que  alimentaba  con  él 
(De  Ja  Rosa),  muy  capaz  era  de  afrontar  y  llevar  á  término 
tomaño  atentado — Nada,  nada — ya  lo  hemos  dicho — podía  per- 

1.     Páginas  36  á  46,  tom.  X,  de  '*I^  ReviPta  de  Buenoe  Airee. '^ 


HECUERDOS  HISTÓRICOS.  147 

suadir  al  benemérito  gefe  del  N.*"  1,  de  que  llegase  ello  á  ser 

l^osible — ;  Ah ! ¡  mal  inspirada  eonfianza,  imprudente  ob- 

secaeion,  que  tan  funestas  fueron  para  él  y  para  sus  tres 
compañeros  mártires ! 

XLII. 

Empero,  antes  de  entrar  á  narrar  ese  negro  crimen,  ese 
Ciro  atroz  golpe  asestado  al  pecbo  de  la  madre  patria  por 
sus  propios  hijos,  en  los  momentos  en  que  rendida  de  fati- 
ga, derramando  su  sangre,  apurando  sus  recursos,  hacia  los 
últimos  esfuerzos  on  la  lucha  titánica  que,  sin  tregua  du- 
rante diez  años,  habia  sostenido  para  romper  sus  cadenas  y 
constituirse  libre  é  independiente — veamos  si  podemos  presen- 
tar al  lector  en  pocas  pinceladas  el  boceto  de  cada  una  de  las 
tres  figuras  que  aparecieran  al  frente  de  este  nuevo  luctuosa 
epis-odio  de  nuestra  historia,  como  los  ejecutores  del  atentado, 
del  crimen  de  alta  traición. 

Don  Mariano  Mendizabal,  hijo  de  Buenos  Aires,  capi- 
tán de  infantería  de  línea,  perteneciente  entonces  al  cuadra 
de  oficiales  para  la  reorganización  del  i)rimer  cuerpo  de 
ejercito  de  los  Andes,  á  las  órdenes  del  coronel  Alvarado. 
residía  desde  hacía  dos  años  en  San  Juan,  en  donde  se  habla 
casado  con  la  señorita  doña  Juana  de  la  Rosa,  hermana  del 
teniente-gobernador  de  la  Rosa,  á  la  cual  éste  y  los  respeta- 
l»ies  miembros  de  esa  dilatada  familia  no  pudieron  disua« 
(tir  de  un  tal  enlace,  con  el  conocimiento  que  tenían  del 
mal  carácter  de  aquél,  de  sus  vicios  y  desventajosa  posición 
social — De  bellas  prendas  morales,  con  talento  y  fina  edu- 
cítción,  desechó  sin  embargo  esta  dama  otros  partidos  ven- 
tíijosos — La  fatalidad  la  arrastraba  á  llevar  unida  á  ese  hom- 
bre grosero,  habitualmente  ebrio,  irascible  y  licencioso,  una 
vida  de  sufrimientos  y  de  continua  sozobra,  hasta  por  su 
propia  vida — Llevóle  ella  una  dote  de  no  poco  valor,  heren- 
icia  de  su  padre,  uno  de  los  nías  acaudalados  vecinos  de 
^an  Juan. 

Tendría  entonces  Mendizabal  de  treinta  y  cuatro  á  trein- 


148  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBBS. 

ta  y  cinco  años.  Era  bien  proporcionado  de  cuerpo,  estatura 
regular,  tez  morena,  cabellos  negros,  ojos  vivos,  del  mismo  co- 
lor ;  su  rostro  abotagado  revelaba  la  desvergüenza,  el  cinismo, 
la  torpeza,  la  ignorancia  que  formaban  más  especialmente  el 
fondo  de  «su  carácter. 

Ligado  ya  á  la  distinguida  familia  de  la  Rosa,  el  doctor 
don  José  Ignacio,  que  muerto  su  padre  habia  quedado  al 
frente  de  ella,  no  habiendo  podido  evitar  tan  desventajoso 
áenlaíje,  procuró  favorece(r  á  |su  cuñajdo,/  ofrtciéndolie  1)m{ 
medios  de  colocarse  con  decoro  y  dignidad  en  la  sociedad — 
P€sprendiose  de  la  administración  de  los  bienes  de  la 
testamentería  y  se  la  confió  á  él — renunció  en  favor  de  sus 
lermanos  menores  de  quien  era  tutor,  su  parte  de  herencia, 
dando  por  motivo  plausible,  los  gastos  que  había  impendido 
su  padre  en  su  educación  científica — Quiso  atraerlo  y  mo- 
dificar, por  decirlo  así,  con  blandura  y  franca  amistad,  sus 
ij.alas  costumbres  y  perversas  tendencias — Nada,  absoluta- 
mente  nada  pudo  conseguir — Mendizabal  era  incorregible 
Por  eso  había  sido  despedido  del  batallón  N°.  11  de  los  Au- 
óf-üj  cuando  se  organizaba  el  ejército  de  este  nombre  en 
[Mendoza. 

Ijh  enemiga,  el  odio  y  las  prx)vocaciones  de  su  parte 
Á  la  discordia  con  todos  los  individuos  de  la  familia,  se 
aumentaban  más  y  m  á  s .  Los  ultrajes  1  a  sevicia  que 
ejer(*ía  cada  dia  sobre  su  señora,  causaban  el  consiguiente 
y  natural  pesar  en  aquellos  y  el  escándalo  en  la  sociedad. 
•"J  al   fué     ]\Tenrlizabal.     Mas    adelante  veremos  a  que  desas- 

I  I-oso  ti II  lo    I h» varón  sus  exesos  y    sus  delitos   contra  la  paz 
pú})lii'a. 

Muy  poco  diremos  de  sus  dos  compañeros  de  motin,  Mo- 
i'llí»  V  del  Corro. 

« 

El  primero,  joven  de  veinte  y  cinco  á  veinte  y  seis  años, 

II  í»  va  ha  una  vida  desordenada  y  de  orjía,  sin  pertenecer  aun 
tcílavía  á  cuerpo  alguno  del  ejército,  no  obstante  su  empleo 
de  tcuicnte,  en  el  que  pavSÓ  de  Buenos  Aires  al  de  los  Andes 
En  este  tenía  un  hermano  con  el  mismo  grado  en  granaderos 


BECÜERDOS  HISTÓRICOS,  349 

4B  caballo,  el  que  después  de  las  campañas  de  Chile  se  ineor* 
poro  al  de  esta  república  y  casó  allí. 

El  teniente  del  batallón  X.**  1  de  los  Andes,  don  Fran- 
cisco del  Corro,  salteño,  de  edad  de  veinte  y  ocho  á  treinta 
años,  alto,  delgado,  de  ñgura  desgarbada,  genio  apacible, 
«le  escasa  educación,  era  en  su  carácter  y  modo  de  ser,  el 
antítesis  de  los  otros  dos.  No  poseía  ninguna  de  las  calida* 
des,  aun  aquellas  más  comunes,  requeridas  para  la  profesión 
de  lar  armas. 

XLIII. 

Aparecían  los  primeros  albores  del  dia  9  de  enero  de 
1820,  cuando  Jos  pacíficos  habitantes  de  la  ciudad  de  San 
Juan,  fueron  sorprendidos  en  sus  lechos  con  el  estampido 
de-  algunos  fusilazos  primero,  y  en  seguida  con  una  descarga, 
al  parecer  de  una  cuarta  de  compañía,  oyéndose  en  me- 
dio de  esto,  una  aterradora  algazara — Recelosos,  lanzáronse 
iriedio  desnudos  á  las  puertas  de  calle,  á  sus  ventanas,  á  fin 
de  conocer  el  origen  de  tan  inusitado  como  alarmante  tu- 
multo. 

De  pronto,  los  que  vivian  en  la  plaza  principal  y  calle» 
inmediatas  se  convencieron  que  tenía  lugar  un  alzamiento  de 
un  aspecto  el  mjxs  amenazante  contra  la  vida  y  la  propiedad  dé 
los  ciudadanos. 

En  efecto,  el  batallón  N.°  1  de  línea  se  encontraba  en 
la  plaza  en  desorden,  atronando  el  aire  con  unieras  al  tirano 
(el  teniente-gobernador  de  la  Rosa)  y  vivas  á  la  libertad  y 
á  la  federdcion — Uno  que  otro  oficial  se  veían  allí  amenaza- 
dos, insultados  por  la  insolente  soldadesca,  que  trata])an  de 
darse  otros  nuevos  entre  los  sargentos  y  cabos,  encontrándo- 
se á  la  cabeza,  como  el  más  influyente  y  ardoroso  en  ol  mo- 
tín, el  sargento  Jardín,  hombre  de  color,  de  elevada  esta- 
tura y  de  una  osadía  singular.  En  distancia  conveniente 
estaban  á  caballo,  ^lendidabal.  Morillo  y  Corro,  dando  ór- 
denes á  sus  agentes  que  partían  al  galope  para  diferentes 


150  EL  HIJO  DE  LA  HEÜHICERA. 

puntos  de  la  población,  acercándose,  á  la  vez,  esos  cabecillas 
fi  animar  aún  más  con  sus  procaces  palabras  el  desborde  de 
la  tropa.  Pero  veamos,  entretanto,  como  había  principiado 
esta  funestísima  insurrección. 

Un  piquete  de  soldados  del  batallón  mandado  por  el 
sargento  Jardín  ya  heclío  oficial  se  dirijió  á  la  casa  del  te- 
niente gobernador  y  haciéndose  abrir  la  puerta  de  calie  con 
engaños,  se  apoderó  de  su  persona  constituyéndolo  preso  en 
una  de  sus  habitaciones,  multiplicando  centinelas  en  el  inte- 
rior y  al  exterior.  Al  mismo  tiempo,  una  compañía  apre- 
hendía á  sus  jefes  y  más  notables  oficiales,  teniente  coronel 
Sequeira,  sargento  mayor  Salvadores  (don  Lucio,)  capitanes 
Bosso  (francés.)  Bena vente  (chileno,)  Zuloaga  (mendocino,) 
Relava  (porteño,)  Velazco,  don  Jorge,  (español)  Vega  y  otros. 
T  no  de  los  cuarteles,  en  que  hacía  guardia  una  media  com- 
pañía del  batallón  cívico  con  un  teniente  1.®,  don  Bernardo 
Navarro,  joven  de  17  á  18  años  (sanjuanino) — el  mismo  quf> 
más  tarde  ganó  sus  charreteras  de  mayor  en  la  campaña  de 
hi  Banda-Oriental  contra  el  Imperio  y  las  de  coronel  gra- 
duado en  seguida,  en  aquella  de  la  cruzada  lil>ertadora  á 
las  órdenes  del  ilustre  general  Paz — fué  atacado  por  la  tropa 
^ublevíída,  intimando  rendición  al  oficial  Navarro.  Este, 
ton  un  valor  y  arrojo  propios  de  un  veterano,  al  frente  di» 
sus  pocos  soldados  ya  formados,  resistió  esa  intimación,  y 
los  bár))aros  descargaron  sus  fusiles  á  quema  ropa,  cargan- 
do en  seguida  á  la  bayoneta  sobre  esos  milicianos,  vencedo- 
res en  Sálala,  á  la  par  que  rllos  recogia^i  Ipfs  laureles 
de  Chacabuco  que  venían  junto  con  los  de  Maipü,  á  pi- 
se »TeHr  ahora,  como  infames  hijos  de  la  patria.  El  deno- 
dado teniente  Navarro,  cavó  cubierto  de  heridas,  como 
j^lcrunos  de  sus  soldados,  muriendo  otros.  Estos  fueron 
los  fusilazos  y  descargas  que  se  dejaron  oir  al  amanecer 
áv.  ese  dia. 

El  comandante  Sequeira  hasta  en  esos  momentos  no 
creía  aún  en  la  revolución.  Pero  una  vez  apercibido  de  la 
realidad  con  la  prisión  que  se  le  intimaba,  y  grillos  que  se 


EEGUERDOS  HISTÓRICOS,  151 

Ikvaban  para  ponerle  á  los  pies,  la  energía  de  su  noble  ca- 
rácter, la  habitud  de  mando  tan  rígida  y  dignamente  Ueva- 
<la  por  él,  su  valor  extraordinario,  severo;  todo  junto  se  su- 
Mi^vó,  estallando  sus  terribles  iras,  en  aterrantes  apostrofes 
(o);tra  los  cobard-es  traidores  á  la  patria.  Resistía  con  im- 
ponderable arrojo  al  acto  de  prisión,  y  habría  muerto  en  esa 
resistencia,  si  sus  otros  compañeros  de  infortunio,  no  le  hu- 
1  icsen  hecho  v.er  con  ruegos,  lo  inútil  del  sacrificio.  Por 
lo  demás,  él  mismo,  después  de  pasado  aquel  primer  rapto 
de  indignación,  concibió  la  esperanza  de  una  ítcil  (^ 
inmediata  reacción  en  su  batallón  que  tanto  le  había 
íiinado  y  respetado,  arrancando  a  su  frente  la  victoria  en 
tantos  combates  —  ¡Otra  vez  más  esa  vana  y  funesta  ob- 
>,<'(.'ación ! 

La  población  aterrorizada  á  la  vista  de  aquel  sangriento 
lonflicto,  en  presencia  de  unos  soldados  ebrios,  en  desorden 
que  armados  en  actitud  siniestra  se  esparcían  por  las  ca- 
lles proclamando  el  degiü/ello  y  el  saqueo,  se  reconcentró  á 
It  mas  interior  de  las  casas,  asegurando  las  puertas.  El 
gobierno  y  todas  las  autoridades  habían  caído  de  hecho.  El 
pueblo  se  enccmtraba  en  acefalía,  y  por  consiguiente,  en 
c(»mpletH  inseguridad  los  mas  caros  derechos  del  ciudadano; 
todo  en  fin  entregado  al  furor  de  una  soldadesca  sin  dis- 
ciplina, sin  ge  fes  á  quienes  obedecer  y  respetar. 

Desde  luego,  que  las  únicas  jentes  que  aparecían  y  ma- 
nitVstaban  su  íilborozo,  en  medio  de  aquel  ciesquicio,  de  aque- 
lla calamidad  pública,  que  era  el  principio  de  días  de  luto 
y  de  ruina  para  la  provincia  de  Cuyo  y  para  la  república, 
e^'an  las  que  se  decían  víctimas  de  la  tiranía  del  teniente  go- 
bernador. Allí  estaban  todos  aquellos  que  eran  sindicados 
c.»mo  enemigos  de  la  causa  de  América,  que  en  la  adminis- 
Ivatíon  tirante  del  general  San  Martín,  Luzuriaga,  de  la  Ro- 
í?a  y  Dupuy,  en  los  tres  pueblos  de  Cuyo,  según  así  lo 
<lemandaba  la  salud  de  la  patria  en  peligro,  habían  sufrido 
^-xacciones  y  la  represión  merecida  á  sus  actos  de  decidida 
< «posición  a  nuestra  independencia.  Allí  estaban  algunos  de 


152  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

los  prisioneros  españoles  en  Chacabueo  y  Maipú,  aunque 
fueron  pocos  los  que  tomaron  parte  ó  se  adhirieron  de  fren- 
te á  la  revolución.  Entre  estos  habia  el  apellidado  Bien- 
dicho,  de  execrada  memoria,  ejecutor,  como  veremos  des- 
pués, de  atroces  asesinatos.  También  hubieron  vecinos  que 
por  temor,  prestaron  servicios  á  la  autoridad  nacida  de  ese 
nefando  motin. 

El  alejamiento,  el  desquicio  en  que  a  esa  fecha  se  encon- 
traba ya  el  gobierno  nacional,  amenazado  de  cerca  por  lo» 
y<»audillos  de  la  anarquía;  el  único  de  nuestros  ejércitos 
mandado  por  el  invicto  y  prestijioso  general  San  ^fartin,  al 
ctro  lado  de  los  Andes,  pronto  á  emprender  la  campaña 
contra  el  último  baluarte  del  dominio  español  en  América 
que  podia  sostener  el  orden  y  la  Constitución — daba  álaff 
jí  todos  esos  que  en  San  Juan  y  en  otros  pueblos,  con  la 
mentida  voz  de  libertad,  encontraban  la  ocasión  en  la  insur- 
iH»ccion  del  batallón  N.o  1  y  en  las  montoneras  levantadas, 
de  satisfacer  sus  venganzas,  de  saciar  su  zana,  contra  el  te- 
niente-gobernador allí  y  lejítimas  autoridades  en  todas  par- 
tes. Era  una  conflagración  general,  imposible  ya  de  poder 
contener,  y  bajo  cuya  destructora  acción  iban  á  caer  nuestras 
instituciones,  á  mancharse  nuestras  glorias  nacionales,  á  ser 
pagados  con  el  martirio,  la  proscripción  y  la  ingratitud,  los 
í^randes  servicios  de  los  ciudadanos  que,  en  la  magistratura 
y  empuñando  las  armas  contra  el  enemigo  común,  contri- 
))uyeron  á  afíanzar  nuestra  libertad  é  independencia^  A 
estos  que  nos  olieron  tan  preciosos  bienes,  que  salvaron  las 
futuras  generaciones  de  una  larga  é  ignominiosa  servidum- 
bre, se  les  apellidaba  tiranos  enemigos  de  la  República.  Em- 
pero, esos  que  asi  procedían  por  ambiciones  bastardas,  por 
una  vil  venganza  personal,  no  se  apercibían  que  el  tribunat 
inflexible  de  la  historia,  haría  justicia  á  aquellos  y  entrega- 
ría sus  nombras  y  sus  hechos  á  la  execración  de  la  huma- 
nidad. 

XLIV. 

No  perdió  tiempo  el  cabecilla  ^lendízabal.     Viendo  co- 


EECUERDOS  HISTÓRICOS.  153 

roñada  su  criniinal  empresa,  se  apresuró  á  convocar  al  pue- 
blo, ese  mismo  día  para  que  procediese  á  darse  sus  autori- 
dades en  un  cabildo  abierto,  por  supuesto,  bajo  la  presión 
de  las  armas  y  desconociendo  ya  de  hecho,  la  superioridad 
del  Intendente  y  de  la  Municipalidad  de  la  provincia  de  Cur 
yo.  en  su  capital  Mendoza. 

Como  lo  hemos  dicho — atemorizada  la  mayoría  de  la 
población,  por  los  actos  sangrientos  y  de  completo  desorden 
con  que  habia  estallado  la  revolución,  no  podia  esperarse^ 
sino  una  muy  reducida  concurrencia  de  ciudadanos  para 
proceder  á  aquellas  elecciones.  Así  fué  en  efecto.  Ni  tam- 
poco ¡podia  esperarse  otro  elejido  de  gobernador,  que  A 
mismo  autor  principal  de  la  insurrección  y  que  estaba  al 
frente  del  batallón.  !Mendizabal  fué  proclamado  á  unani- 
midad. Se  nombraron  otros  Municipales  y  Corro  y  Morilla 
compartieron  el  mando  inmediato  de  las  armas.  ^ 

Nadie  creemos  que  podria  poner  en  duda,  en  vista  d(? 
rstos  actos  farsaicos,  á  la  simple  lectura  del  documento  qu& 
inmediatamente  vamos  a  copiar,  el  exacto  cumplimiento  da- 
do por  part€  de  Mendizábal,  á  las  instrucciones  que  habría 
rt'cibido  con  anticipación  para  la  consumación  del  atentado 
y  procederes  ulteriores,  una  vez  logrado,  de  los  cabezas  prin- 
cipales de  la  anarquía  en  el  litoral.  El  ni  sus  paniaguados 
en  San  Juan,  no  eran  capaces  de  concebirlos  y  ordenarlos. 

Al  dia  siguiente,  10  de  enero,  se  apresuró  á  comunicar  al 
Supremo  Director  del  Estado,  la  revolución  que  acababa 
de  hacer.  Se  atrevía  á  un  semejante  desafuero,  sabiendo  que 
esa  autoridad,  era  ya  una  sombra  muy  próxima  á  desapa- 
recer.    Hé  aquí  esa  comunicación.    (1) 

**Exmo  Señor.'' 
**E1   sagrado   derecho   individual    que   permite   á   cada 

1.  Kst-e,  coiuí)  los  clrTiiás  díHíiimentos  que  trasla-datreimoe  íiaioo»i- 
viflUfrDt^  á  'estAS  pajinas,  señalados  r:!  pié  coin  estas  in.'cialea  (A.  G.,) 
loe  hemos  copiado-  d'ft  sus  oriji nales  en  -el  Archivo  General  de  Rue- 
ños Aires,  debido  á  la  benévola  condescemdencia  con  que  se  ha  servido 
favorc'c^frDOfi  su  iíustrado  I>i.rector  D.  Manuel  Ri-oardo  TrelJe^^ 
N.  del  A. 


154^  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

ciudadano  defender  su  conservación,  honor  y  propiedades, 
liasta  valerse  de  la  fuerza,  en  el  caso  que  de  otro  modo  no 
pueda  evadirse  de  injustas  tropelías,  debe  considerarse  mas 
amplio  y  mas  privilejiado  con  respecto  á  un  pueblo  que  es 
oprimido  tiránicamente  por  un  déspota  mandatario.  Este 
iué  el  primordial  fundamento  de  nuestra  revolución  para 
«acudir  el  yugo  ominoso  del  gobierno  español  y  este  ha  sido 
tíinibien  el  que  ha  influido  para  remover  de  su  empleo  al 
^oniente-g()])ernador  de  esta  ciudad,  don  José  Ignacio  de 
h\  Rosa." 

**Eñ  el  próximo  abril  harán  cinco  años  que,  por  intrigas 
y  maniobras  i)udo  hacerse  nombrar  gefe  de  este  vecinda- 
rio, y  por  los  mismos  medios  supo  grangearse  la  voluntad 
<lcl  gobernador  de  la  provincia,  que  lo  era  entonces  el  srenp- 
ral  don  José  de  San  ^lartin,  á  cuya  protección  ha  debido 
también  las  distinciones  de  su  sucesor  don  Toribio  Luzu- 
liaga.  Apoyado  su  mando  en  tales  auspicios,  soltó  los  di- 
<iues  de  su  despotismo  en  los  mismos  periodos  en  que  em- 
pezó á,  ejercerlo — arrestos,  espatriaciones,  multas,  vejáme- 
Des  y  desprecios  á  las  autoridades  y  vecinos  de  mejor  nota, 
fueron  los  primeros  ensayos  de  esta  dominación.  Prueban 
^sta  verdad,  recursos  elevados  á  esa  superioridad  sin  contar 
<'on  otros  muchos  hechos  al  gobierno  de  la  provincia,  é  infi- 
nitos otros  sofocados  por  falta  de  arbitrios  para  esclarecer- 
los ante  los  Tribunales  Superiores.'' 

**A  vista  de  un  manejo  tan  a]>surdo,  aprovechando  el 
vecindario  los  momentos  en  que  partió  á  esa  capital  por  se- 
tiembre de  1818  en  desempeño  de  una  comisión  que  le  con- 
íió  el  general  San  Martin,  represt»ntó  á  este  Cabildo  la  nece- 
sidad que  habia  de  pedir  su  separación  del  mando,  por  las 
•cánsales  indicadas,  á  que  adhirió  la  Municipalidad,  acom 
pañando  la  solicitud  del  vecindario,  y  ofoncluyendo,  que 
])ues  de  la  Rosa  habia  gobernado  por  mas  tiempo  que  el  pre- 
fijado en  el  reglamento  sancionado  por  el  Soberano  Con- 
ííreso,  bajo  este  pretesto  se  nombrase  otro  en  su  lugar,  d 
fin  de  que  su  remoción  se  atribuyese  solo  á  haber  finalizado 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  155 

vi  tit?nipo  establecido.  Mas  como  entre  los  mismos  capi- 
ttiJares  no  faltaron  adictos  á  Rosa,  que  informasen  á  su  fa- 
vor, contra  el  sentir  de  todo  el  pueblo,  y  el  Intendente  de 
3Iendoza  diese  cuenta  de  haber  sofocado  esta  opinión  gene- 
lal  atribuyéndola  á  unos  pocos  individuos,  resultó  que  el 
<^si)ediente  elevado  á  la  superioridad,  se  remitiese  al  propio 
Intendente  de  la  provincia  para  que  informase  lo  acaecido 
<'n  virtud  de  haberse  impuesto  de  todo  lo  ocurrido  cuando 
.se  personó  en  esta  ciudad.'* 

'*  Desde  este  momento  los  suscriptos  empezaron  á  es- 
yeiiiiieutar  todo  el  desagrado  de  unos  gefes  que  se  concep- 
tuaron insultados  con  un  hecho  tan  arreglado  á  la  ley.  Los 
primeros  trámites  fueron  Hacer  bajar  á  la  ciudad  de  Mendo- 
za á  los  individuos  que  se  creyeron  con  mas  influjo  en  la 
representación:  tres  de  ellos  aun  se  hallan  confinados  en  hi 
liudad  de  San  Luis:  yo  lo  fui  al  Fuerte  de  San  Carlos  y  pos- 
teriormente a  la  ciudad  de  la  Rioja,  y  los  demás  han  sufrido 
lodo  el  peso  de  la  persecución  de  Rosa,  á  beneficio  de  una 
lista  estraida  del  mismo  espediente  y  que  ha  tenido  siempre 
n  la  vista  para  pensionarlos  en  cuanto  ha  querido.  Bastaba 
estar  suscrito  en  semejante  registro  para  no  tenerles  la  me- 
i?or  consideración. ' ' 

*'(vomo  en  mayo  del  año  anterior  regresaron  á  esta 
provincia  algunas  tropas  de  las  que  componian  el  ejército  (le- 
los Andes,  se  destinó  á  esta  ciudad,  el  casi  aniquilado  bata- 
llón de  cazadores,  que  si  no  fuera  por  sevicia  de  sus  gefes 
ya  mereceria  el  nombre  de  rejimiento  completo,  pero  un 
-sfevero  castigo  ha  malogrado  el  recluta  je  con  la  continua  de- 
íseo'cion  de  soldados  y  el  fallecimiento  de  muchos  en  el  hos- 
]útal,  de  resultas  de  sus  padecimientos,  aun  por  delitos  de 
menor  momento.  Para  sufragar  los  estraordinarios  gastos 
de  esta  división,  es  manifiesto  que  se  recurría  á  medios  es- 
traordinarios, respecto  á  que  los  fondos  de  la  tesorería  de 
aduana  apenas  podian  soportar  el  pago  de  sueldos  para  el 
1\»niente  gobernador  y  otros  empleados,  por  consiguiente, 
«n  tener  noticia  de  la  aprobación  hecha  al  efecto   por  el 


156  LA  BE  VIST  A  DE  BUENOS  AIEES. 

Congreso  Soberano,  según  lo  previene  el  art.  8.0,  cap.  2.o 
seee.  3.a  del  Reglamento." 

**Si  en  los  repartos  y  exacciones  se  hubiera  guardado 
una  exacta  proporción  y  las  tropas  hubieran  estado  biea 
sc»corrida.s,  los  contribuyentes  hubieran  sufrido  gustosos  sus. 
erogaciones,  apesar  de  la  infracción  del  Reglamento.  Pero, 
ademas  que  los  soldados  han  estado  mal  servidos,  las  pen- 
siones no  han  tenido  mas  ley  que  la  arbitrariedad.  Asi  es 
qiíc  los  parciales  del  señor  teniente-gobernador,  'han  tsu- 
fragado  pequeñas  sumas,  comparadas  con  las  que  han  ero- 
gado los  presuntos  rivales,  y  á  la  posibilidad  de  sus  haberes. 
>cuando  por  otra  parte,  han  adelantado  sus  fincas  y  posesio- 
nes á  beneficio  del  trabajo  de  los  prisioneros  de  Chile  qxu" 
M»  han  distribuido  entre  ellos  como  esclavos,  llegando  á  te- 
ner un  solo  individuo  de  la  facción  dominante,  mas  de  cin- 
cuenta prisioneros  en  su  servicio.  La  misma  proporcáoa 
ha  tenido  el  reparto  de  unos  terrenos  de  pan-llevar,  deno- 
minados del  Pósito,  que  después  de  haberse  gastado  nuus  de- 
cinco  mil  pesos  de  los  fondos  de  Propios  para  darles,  agua, 
se  distribuveron  entre  Rosa  v  sus  adictos,  llevando,  solo  el 
1  rimero,  trescientas  cuadras  planas  y  asi  proporcionalment»^ 
U'óos  sus  aliados." 

**Ya  ve  V.  E.,  que  en  todos  estos  hechos  en  que  nada 
hay  de  exajeravnon,  la  justicia  distributiva  ha  faltado  ente- 
ramente y  su  lugar  ha  pasado  á  ocuparlo  la  depresión  y  <»T 
ttrror;  fatigado  pues  con  tant.aK  vejaciones  sufridas  por  un 
vecindario  que  se  ha  sacrificado  por  la  causa  de  la  liberta! 
y  notando  era  general  el  desagrado  en  las  tropas,  asi  vetera- 
nas como  milicianas,  concebí  el  proyecto  de  separar  Ule! 
n»ando  á  un  tirano  que  ya  era  odioso  a  la  ley  y  á  sus  conciu- 
dadanos. Al  ^fe(to  toqué  todos  los  resortes  que  me  propu- 
sieron oportunamente,  y  encontrando  en  los  soldados  un:i 
justa  adhesión  á  mis  ideas,  cumplí  con  el  deber  de  un  ame- 
ricano libre  el  dia  9  del  corriente,  deponiendo  al  déspota 
gobernante  y  dejando  al  pueblo  la  acción  de  elejir  nuevo 
gefe,  que  se  encargase  de  la  dirección. '  En  la  misma  raa- 


RECUERDOS  HISTÓRICOS,  157 

fiana  de  este  dia,  reunido  el  vecindario  en  la  Sala  Consis- 
torial, procedió  á  dar  sus  sufragios,  que  uniformemente, 
recayeron  en  mi  persona,  como  consta  de  la  acta  que  aconi- 
l»aíla  á  esa  supremacía  el  M.  I.  Cabildo.  Agradecido  á  la 
distinción  con  que  me  honraban  mis  convecinos,  acepté  el 
iiíimbramiento,  pero  inmediatamente  deposité  el  mando  po- 
lítico en  la  Municipalidad,  reteniendo  el  de  las  armas,  por 
exijirlo  asi  las  actuales  circunstancias. ' 

**  Aunque  on  todas  las  convulsiones  se  esperimentan  a*i- 
$r:inos  desórdenes,  me  lisonjeo  que  en  la  presente  revolu- 
ción (si  asi  puede  llamarse),  se  ha  observado  la  mas  perfecta 
tranquilidad.  Como  el  deseo  general  era  deponer  al  man- 
t^atario,  no  ha  habido  la  mas  leve  discordia  entre  el  vecinda- 
rio y  la  tropa  armada  que  observa  la  mas  exacta  disciplina 
>  subordinación.  Así  lo  comprueban  los  adjuntos  documen- 
los  que  acompaño  á  V.  E.  para  su  supremo  conocimien- 
to No  obstante,  ha  sido  indispensable  el  arresto  del  geie 
•tiepuesto,  que  he  mandado  ejecutar  en  su  propia  casa  y  la 
i-eparacion  del  comandante  de  cazadores,  don  Severo  Se- 
íiueira  y  otros  oficiales  subalternos  que,  prevalidos  de  sus 
<Mnpleos,  trataron  de  trastornar  el  orden  público  con  inmi- 
Tvf  nte  riesgo  de  sus  vidas  y  de  la  tranquilidad  y  seguridad  de 
•i»sl,os  habitantes.  A  consecuencia,  los  he  remitido  á  la  dis- 
posición del  señor  Gobernador  Intendente  de  Tucuman,  hasta 
<]Ue  V.  E.  ordene  lo  que  estime  conveniente.'' 

'*  Quisiera  esponer  á  V.  E.  difusamente  todos  los  moti- 
vos que  han  influido  para  esta  determinación,  pero  la  pre- 
1111  ira  del  tiempo  no  me  da  lugar  á  una  larga  esplanaoion. 
ni  es  posible  realizarla,  sino  ante  vui  juez  destinado  para  es 
i-e  conocimiento.  Dígnese  V.  E.  nombrar  al  efecto  una  per- 
sona imparcial  que,  oyendo  al  pu-^blo  en  plena  libertad, 
trasmita  á  esa  supremacía  el  resultado  de  la  causa  y  enton- 
i'í's  ?e  cerciorará  V.  E.  de  los  |)ad(H-imií'nt()s  de  un  pueblo 
<[ue  distante  de  los  tribunales  su|uvuios  para  elevar  sus  re- 
cursos, ha  sufrido  i>or  (*inco  auos  ul  mas  terrible  despo- 
lismo." 


158  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

'*Xo  habiendo  tampoco  aspirado  á  otra  cosa  que  á  obte- 
ner mi  libertad  y  la  de  mis  conciudadanos,  de  ningún  modo 
tífseo  permanecer  con  el  mando  que  se  me  ha  confiado.  A. 
este  fin,  suplico  rendidamente  á  V.  E.  que  á  la  brevedad  po- 
sible se  sirva  nombrar  teniente-gobernador  que  cumpliendo 
oon  sus  deberes  sepa  merecer  el  aprecio  de  este  noble  ve- 
cindario y  propender  á  su  prosperidad  " 

**Esto  es  lo  que  deseo  únicamente  y  confio  que  V.  .E. 
hecho  cargo  que  no  quedando  mas  arbitrio  que  el  de  la  tuer- 
za para  sacudir  el  yugo  opresor,  ha  sido  necesario  adop- 
tarlo, tendrá  á  bien  no  desaprobar  mi  determinación,  que  sL 
no  olistante  pareciese  disconforme  á  los  principios  liberales, 
en  que  está  fundada  nuestra  constitución,  fiutriré  con  re- 
signación las  penas  á  que  me  juzgue  acreedor  el  recto  áni- 
mo de  V.  E." 

**Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años — San  Juan,  10  de 
enero  de  1820. '^ 

**Exmo.  Señor'' 

'* Mariano  McndizabaL'^ 

**Exmo  Señor  Supremo  Director  del  Estado.'' 

(A.  G.) 

¡  Con  (pie  refinada  hipocrecia,  con  que  desvergonzado  ci 
nismo,  concluye  este  criminal  famoso  esa  nota  oficial!  Con- 
íiesa  de  plano  su  delito  de  alta  traición,  citando  la  misma 
Constitución  del  Estado,  pidiendo  humildemente  que  se  le 
juzgue  y  castigue — i  Ah!. . . .  bien  sabia  él  que  por  de  pronto- 
no  Hegaria  ese  caso,  puesto  que,  según  las  instrucciones  qu? 
habia  recibido  de  sus  gefes  en  el  litoral,  pocos  dias  faltaban 
})ara  caer  el  Directorio.  Pero  la  justicia  divina,  por  medio 
de  la  de  los  hombres,  le  tenia  aplazado  para  purgar  su  hor- 
1  ibhí  atentado,  a  una  época  muy  próxima. 

Se  ve  en  ese  papel,  cuantas  esfuerzos  hace  para  justificar- 
M',  y  emph^a  los  mas  calumniosos  cargos  contra  la  autoridad 
legal  que  acababa  d«  deponer  por  medio  de  las  armas.  Pero 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  159 

f-1  historiador  :í.  la  vista  de  documentos  fehacientes,  que  le 
suministrarán  los  archivos  de  San  Juan,  ha  de  poner  en 
evidencia  la  mentira  que  encierran  esos  cargos.  Enumere- 
mos de  paso  algunos  de  ellos. 

Es  falso  (lue  el  N.o  1  de  los  Andes  hubiese  llegado  casi 
aniquilado  á  S.m  Juan.  Era  un  rejimiento  completo,  y  co- 
mo antes  hemos  dicho,  venia  á  ese  pueblo  precisamente  pant 
laontar  la  mitad  de  él  á  caballo,  bajo  la  denominación  do- 
Dragones  y  formar  con  la  competente  artillería  la  2.a  bri- 
gada del  2.0  cuerpo  del  ejército  de  los  xVndes. 

Falsísimo  que  el  comandante  Sequeira  ejerciese  la  sevicio 
en  sus  soldados.  Severo  fué  en  la  disciplina,  ríjido  en  el 
í'umplimieoato  de  la  Ordenanza,  desempeñando  sus  deberes 
lío  gefe,  pero  no  cruel. 

El  teniente-gobernador  de  la  Rosa,  jamás  cobró  sueldo» 
jior  su  emi)leo.  Tenia  fortuna  y  su  patriotismo  lo  llevó 
hasta  el  sacrifiv'io  de  sus  intereses  y  pers<ma. 

Xo  es  menos  falsa  la  cita  que  hace  del  artículo  8.0,  cap 
l\o.  vseccion  8.a  del  íicglamento^  esto  es,  en  cuanto  á  su  vi- 
jencia  práctica.  La  guerra  se  hacia  con  el  tesoro  nacional 
¡)rocedente  de  los  impuestos  y  también  con  las  contribuciones 
forzosas,  con  los  empréstitos.  No  existia  aún  la  ley  del  Pre- 
supuesto. 

Las  exacíiones  para  sostener  la  causa  de  la  patria,  s»i 
imponían  con  exacta  igualdad  entre  los  ciudadanos  afecto» 
á  ella.  Las  circunstancias  de  entónenos,  no  permitían  pro- 
ceder lo  mismo  en  cuanto  á  los  que  eran  sus  declarados 
enemigos. 

Los  amigos  y  parientes  del  Teniente  Gobernador,  al  con- 
trario fueron  siempre  en  su  administración  los  mas  grava- 
dos— Eso  es  notorio  y  bastantemente  probado. 

En  otra  parte  dejamos  dicho,  que  los  prisioneros  espa- 
fíoles  en  los  pueblos  de  Cuyo,  gozaron  de  la  mejor  eonside- 
ríuíon  en  las  casas  donde  fueron  repartidos  y  que  se  dicta- 
ron reglamentos  para  así  tratarlos  y  para  (pie  se  les  pasase 
l'or  los  patrones  cierta  cantidad  de  reales  semanalmente — 


360  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEBS. 

Calumnia!  que  los  particulares  los  tratasen  como  á  esclavos 
— desmedida  imputación!,  que  un  solo  vecino  tuviese  á  su 
servicio  cincuenta  de  ellos! 

El  doctor  de  la  Rosa  por  último,  á  quien  se  debe  la  habi- 
litación de  agua  á  los  terrenos  del  Pósito,  durante  su  go- 
bierno, compró  con  su  dinero,  el  primero  para  estimular 
fá  los  demás  capitalistas,  una  suerte  de  chácara,  como  las 
<.*ompraron  los  SS.  Rojo,  Yanzon,  Gil,  Echegaray,  Sánchez 
y  otros — No  se  repartieron  gratis  esas  tierras — eran  del  es- 
tado y  se  vendieron  de  su  cuenta. 

Veamos  ahora  la  nota  de  la  Municipalidad  de  San  Juan. 
<lirigida  al  Supremo  Director  del  Estado,  á  que  se  refiere 
en  la  suya  Mendizabal — Es  esta — 
^*Exmo.  Señor.'' 

*'No  le  es  poco  satisfactorio  á  la  Municipalidad  de  San 
Juan,  tener  cada  c*ia  nuevas  pruebas  que  presentar  á  la  Na- 
lion,  de  la  subordinación  a  la  Suprema  Autoridad,  con  que 
ííiempre  se  ha  conducido  y  se  conducirá.  El  admirable  su- 
ceso del  dia  nueve,  de  que  instruirá  á  V.  E.  la  copia  lega- 
lizada adjunta,  es  un  comprobante  sobre  los  anteriores  que 
ya  tiene  dados. 

'*  Oprimido  este  pueblo  por  el  Teniente  Gobernador  don 
José  Ignacio  de  la  Rosa,  aprovechó  los  momentos  de  su  au- 
sencia en  comisión  á  esa  capital  para  pedir  á  V.  E.  se  sir- 
viese ordenar  su  separación  de  la  lista  de  elejibles.  Est«í 
i-aso  tan  sencillo  y  arregladj  a  la  ley,  dio  lugar  á  que  su 
venganza  vejase  y  oprimiese  de  tal  modo  á  estos  vecinos. 
<;no  se  ostigaron.  Por  otra  parte,  conocia  el  pueblo  que  in- 
^■«'nsi  1)1  emente  era  conducido  á  la  separación  de  las  autori- 
dades lejítimas  y  á  la  unión  de  los  anarquistas.  Estas  cir- 
ial nstancias  unieron  al  ])ueblo  con  la  fuerza  armada  paní 
jurar  nuevamente  al  reconocimiento  y  sumisión  á  V.  E.  y 
cumpliendo  de  sus  superiores  órdenes." 

''La  relación  del  hecho,  que  felizmente  consta  del  acta  en 
<opia,  nada  deja  (lUe  agregar  á  la  ^Municipalidad^  sino  hi 
I  rotesta  seria  que  hm-e  á  V.  E.  de  que  en  medio  del  trastor- 


BECUERDOS  HISTÓRICOS.  161 

Do  que  debía  causar  este  acontecimiento,  ha  tenido  la  glo- 
3ÍH  de  que  el  pueblo  y  fuerza  armada,  han  conservado  el  ma- 
yor orden,  que  no  se  ha  derramado  una  sola  gota  de  sangre. 
y  que  se  han  respetado  los  derechos  de  seguridad,  propiedad 
\  libertad.  Que  el  país  se  mantiene  firme  en  la  unidad  que 
ha  protestado  ':on  la  capital  de  la  Provincia,  y  que  ni  él  ni 
la  fuerza  armada  la  trasgredirán,  mientras  no  sea  el  caso 
iirjente  de  una  invasión  por  la  fuerza  armada,  con  que  toda- 
vía se  sostiene  la  ambición." 

*'Los  adjuntos  oficios  instruirán,  á  V.  E.  el  estado  de 
nuestras  relaciones  con  la  capital  de  Cuyo,  nuestras  pacífi- 
cas y  fraternales  ideas  y  el  honor  y  rectitud  que  nos  conduce. 
Xos  resta  solo  que  V.  E.  tenga  la  dignación  de  aprobar  un 
hecho  que  no  ha  tenido  otro  objeto  que  unir  este  país  á  la 
Nación,  de  que  ya  estaba  desmembrado  y  elevarse  sobre  el 
<»s1romo  grado  de  abatimiento  á  que  le  tenia  reducido  su 
<lj^puesto  gefe.  La  ^Municipalidad  interesa  altamente  á  V.  E. 
i»n  la  aprobación,  como  el  único  medio  de  invitar  al  orden 
y  unidad  a  las  demás  provincias  que  tengan  la  desgracia  de 
liallarse  disidentes.*' 

'*Bajo  la  garantía  de  esta  Municipalidad,  debe  V.  E.  que- 
oar  asegurado  que  las  tropas  ni  obrarán,  ni  tomarán  otro 
^lestino,  que  el  que  V.  E.  tenga  á  bien  señalarles,  á  no  ser 
<[uo  el  imperio  de  las  circunstancias  y  el  evitar  efusión  de 
sangre,  exijan  lo  contrario;  mas  fuera  de  estos  casos,  ellos 
3*  el  pueblo,  protestan  no  innovar  un  ápice  del  orden  esta- 
llecido  y  conservar  la  seguridad  y  propiedad  de  los  habitan- 
is.  El  mismo  destino  del  gefe  depuesto,  depende  de  la  su- 
prema disposición  de  V.  E.'' 

'*Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años." 

**Sala  Capitular  de  San  Juan,  enero  2-4  de  1820." 

''Exmo.  Señor.' 

ITilariou  Furqae,  Jone  Santiago  Cortínez,  doctor  Estanislao 
Telloy  Josc  Tomas  Albarracin,  José  Félix  Águilar,  Sa- 
turnino Manuel  de  Laspiur. 


164  LA  REALISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Mendoza  y  San  Juan  están  unidos  con  tanta  intimidad  en  la 
relación  de  sus  intereses,  con  intimidad  en  sus  ideas  políticas 
de  sumisión  á  la  suprema  Ma^stratura,  de  odio  á  la  anarquia. 
y  fraternidad  entre  sí. — Acordaron  así  mismo  que  se  senta- 
sen en  el  acuerdo  la  voluntaria  dimisión  del  anterior  CMñi- 
do,  la  admisión  que  hizo  el  pueblo  entero  de  la  sala  Capitu- 
lar y  elección  de  nuevos  individuos  con  toda  la  solemnidad 
proscripta  por  la  constitución,  que  recayó  en  el  señor  don 
Hilario  Purque  para  Alcalde  de  primer  voto,  en  el  señor  don 

Santiago  Cortinez  para  el  de  2.o  voto,  en  el  señor  doctor  don 
Estanislao  Tello  para  rejidor  decano  y  Juez  de  Policía,  en  el 
Sr.  D.  José  Tomas  Albarracin  para  rejidor  Alguacil  mayor. 
en  el  señor  rejidor  don  Ventura  Morón  para  rejidor  Piel  Eje- 
cutor, en  el  señor  don  Saturnino  Laspiur  para  rejidor  Defen- 
sor de  menores,  en  el  señor  don  Juan  José  Cano  para  rejidor 
defensor  de  pobres,  y  en  el  señor  don  Domingo  Maradona 
l»ara  procurador  de  ciudad.  Con  lo  que  se  concluyó  y  cerró 
este  acuerdo,  firmándolo  Sus  Señorías  de  que  doy  fé — ^Hila- 
rión Purque — Santiago  Cortinez — ^Doctor  Estanislao  Tello — 
José  Tomas  Albarracin — José  Pélix  Aguilar — Saturnino  M. 

de  Laspiur — Domingo  Maradona — Ante  mí — Luis  Estanislao 
^i'ello — Escribano  público  y  de  Cabildo — Concuerda  con  el 
í;ota  matria  de  su  tenor  que  ante  mí  pasó  y  se  otorgó  y  queda 
en  el  Archivo  de  Cabildo,  á  que  me  remito  y  en  fé  dé  ello 
y  de  orden  verbal  del  muy  ilustre  Cabildo,  doy  la  presente, 
que  autorizo  y  firmo  en  San  Juan,  á  veinte  y  cuatro  de  ene- 
\to  de  mil  ochocientos  veinte  años — Luis  Estanislao  Tello-^ 
Escribano  público  y  de  Cabildo." 

Al  margen  de  la  nota  precedente  del  Cabildo  de  San 
Juan,  se  encuentra  el  siguiente  decreto: 

**  Buenos  Aires,  febrero  10  de  1820." 

''Contéstese  lo  acordado  en  la  nota  del  Teniente-Gober- 
iiador  nuevamente  electo." 

** Rúbrica  de  S.  E.  el  Supremo  Director  del  Estado".  , 


RECUERDOS  HISTÓRlCOa  165 

**Por  disposieion  de  S.  E. 


>> 


Cavia. 

Y  el  otro  á  que  esto  alude,  es  este: 

**  Buenos  Aires,  febrero  10  de  1820." 

**  Apruébase  el  nombramiento  que  se  ha  hecho  para  Te- 
riente-Gobernador  de  la  ciudad  de  San  Juan,  en  el  capitán 
don  Mariano  Mendizabal,  á  quien  se  prevendrá  que  cuide  de 
conservar  el  orden  y  tranquilidad  del  vecindario." 

'* Rúbrica  de  S.  E.  el  Supremo  Director." 
**Por  disposición  de  S.  E." 

Cavia. 

A  fin  de  no  alejar  demasiado  de  la  vista  del  lector  los 
documentos  que  dejamos  insertos,  por  la  inmediata  relación 
que  tienen  entre  sí,  nos  hemos  adelantado  de  algunos  dias, 
a  los  sucesos  que  narramos — pero  ya  volveremos  á  seguirlos 
de  cerca  en  su  desenvolvimiento  sucesivo,  estrictamente  cro- 
Lolójico. 

Entre  tanto,  por  poco  que  se  preste  atención  al  despacho 
y  acta  adjunta  del  nuevo  Cabildo  de  San  Juan,  se  encon- 
trará que  una  misma  persona  es  la  que  ha  redactado  esos 
escritos  y  aquel  de  IVIendizabal  que  copiamos  antes. 

.  No  podia  ser  de  otro  modo  para  procurar  encontrarse 
uniformes  ambas  entidades  revolucionarias,  en  la  exposición 
falsa  de  los  hechos,  para  tratar  de  justificar,  aparentemente 
siquiera,  la  enormidad  de  su  crimen — Pero  véase  que  en  el 
líltimó  documento,  el  redactor  se  muestra  aun  mas  audaz 
Ee  que,  después  de  corridos  quince  dias,  á  contar  del  dia  9. 
los  insurrectos  habian  ya  tomado  muchas  y  seguras  medidas 
para  su  impunidad,  para  atreverse  á  mas. — Se  creian  en 
actitud  de  llevar  su  dominación  á  los  demás  pueblos  de  Cuyo. 
Por  eso  dice  el  Cabildo  que  se  hizo  el  movimiento  del  9,  en- 
tre otros  motivos,  '*por  mantenerse  unidos  á  la  autoridad 
nacional  y  sostener  la  Constitución — por  no  caer  en  la 
anarquía  y  defenderse  contra  día — que  eran  aquellos  que 


4< 

44 


166  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

**  mandaban  en  la  Provincia  constitucionalmente,  por  noni- 
*"bramiento  del  Gobierno  Nacional  los  quei,  confabulados 
con  los  anarquistas,  se  habian  separado  de  la  unidad  v 
desobedecían  á  la  Suprema  Autoridad." 

¡Sarcástica  burla,  atroz  ironía  lanzada  contra  la  moral 
pública,  contra  el  buen  sentido  y  sana  conciencia  de  los  ciu- 
dadanos honrados! 

Repiten,  dos  6  tres  veces,  en  esos  escritos ¡que  no  .<»? 

/(//  derramado  una  sola  gota  de  sangre!!! 

¿  Y  la  que  derramaron  el  mismo  dia  9  atacando  el  cuartel 
d*?  Cívicos?  ¿Por  qué  niegan,  por  qué  ocultan  el  bárbaro 
asesinato  de  esos  patriotas,  de  esos  ciudadanos  que  cumplían 
con  su  deber  en  defensa  del  orden  publico  y  de  las  leyes? 

¿Por  qué  niegan  y  ocultan  la  horrible  hecatoml)e  que 
consumaron  pocos  dias  después,  haciendo  verter  la  sangre 
ilustre  y  jenerosa  de  cinco  héroes  que  se  habian  coronado 
líe  gloria  en  cien  combates,  en  defensa  de  nuestra  Indepen- 
da neia? 

¡Y  no  derramaron  un<i  sola  gota  de  sangre!!! 

¡Fueron  ellos  los  que  abrieron  en  esas  pacíficas  comar- 
cas, la  ominosa,  la  sangrienta  época  de  anarquía  y  del  mas 
cniel  despotismo,  que  ha  durado  treinta,  añosl 

XLV 

Veamos  en  seguida  la  contestación  que  el  bamboleante 
Directorio  di()  á  esas  notas  de  los  revolucionarios  en   San 

Juan. 

'*Por  la  nota  de  V.  de  10  del  próximo  pasado  enero,  si? 
ha  impuesto  el  Director  Supremo  de  la  deposición  que  se  ha 
hecho  en  ese  pueblo  de  su  Teniente  Gobernador  doctor  don 
^osé  Ignacio' de  la  Rosa  y  de  la  reunión  del  vecindario  en  la 
^rla  Consistorial  para  la  elección  del  que  debia  subrogarle, 
«ue  recayó  en  la  persona  de  usted,  según  lo  manifiesta  la 
íicta  que  acompañó  á  aquella  nota." 

*'S.  E.  ha  aprobado  esta  determinación,  sirviéndole  d« 
mucha  satisfacción  el  buen  orden  y  moderación  con  que  so 


BECUEBDOS  HIST6BICOS.  167 

lia  procedido  en  circunstancias  tan  delicadas;  y  respecto  á 
<jue  se  halla  restablecida  la  tranquilidad,  cree  S.  E.  que  pue- 
de desde  luego,  ponerse  en  libertad  al  Gefe  depuesto  y  que 
e}  comandante  de  cazadores  don  Severo  Sequeira  y  derntis 
ííJciales  subalternos  que  fueron  remitidos  á  Tucuman,  pa- 
^^»n  á  esta  capital  á  presentarse  al  estado  mayor  general,  en 
<  liya  virtud  se  pasa  al  efecto  la  orden  competente  al  gober- 
Uíídor  intendente  de  aquella  provincia.'* 

*  •  El  sufragio  jeneral  que  ha  merecido  usted  en  ese  pueblo 
]>ara  desempeñar  la  Tenencia  de  gobierno,  persuade  al  go- 
bierno supremo  que  es  ac^ertada  la  elección. — Por  lo^  tant'» 
ratifica  en  su  persona  el  nombramiento  y  espera  que  conti- 
lu'ie  en  el  mando  de  él  y  propenda  por  cuantos  medios  le 
:-'u.i¡era  su  celo  por  el  bien  general  á  sostener  el  orden  y  tran- 
<iuilidad  de  ese  vecindario." 

*'Por  disposición  suprema  hago  á  usted  la  comunicación 
presente  á  los  fines  espresados." 

*^  Buenos  Airee,  febrero  10  de  1820." 

(A.  G.) 

**A1  señor  don  Mariano  Mendizabal." 

Esta  y  las  siguientes  notas,  como  que  son  borrones  en 
*?arpeta,  no  tienen  firma;  pero  deb<;  haberlas  subscrito  el 
soñor  Cavia,  quien  autorizó  los  decretos  marjinales  en  la  mis- 
ma fecha  que  llevan  para  dirijirlas. 

**La  nota  de  V.  S.  de  24  de  enero  anterior  ha  instruido 
al  Director  Supremo  de  haber  sido  depuesto  en  ese  pueblo 
f\  teniente  gobernador  doctor  don  José  Ignacio  de  la  Rosa, 
y  del  nombramiento  que  en  consecuencia,  se  hizo  en  el  ca- 
pitán don  Mariano  Mendizabal." 

*'S.  E.  queda  bien  satisfecho  de  los  nobles  sentimientos 
<!('  adhesión  al  orden  que  anima  á  ese  ilustrísimo  cuerpo  y 
Im  venido  en  aprobar  esta  determinación.  En  su  virtud,  ha 
r»Ttificado  aquel  nombramiento,  y  con  esta  fecha  se  le  dá  el 
i'ompetente  aviso  al  nuevamente  electo." 

**E1  gobierno  espera  que  V.  S.  contribuirá  en  cuanto  le 


168  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES. 

sea  posible  á  que  se  conserve  el  orden  y  tranquilidad  en  ese 
benemérito  pueblo,  que  tan  dignamente  representa." 

**  Buenos  Aires,  febrero  10  de  1820." 

**Ilustrísimo  Cabildo  de  la  Ciudad  de  San  Juan" 

(A.  G.) 

'*En  vista  de  la  nota  de  usted  de  24  de  enero  anterior  eo 
que  manifiesta  al  gobierno  que  el  ilustre  cabildo  de  la  ciu- 
dad de  Mendoza  le  ha  dirijido  una  diputación  con  proposi- 
ciones que  usted  indicó  á  los  mismos  diputados  fuesen  mas 
asequibles,  me  ha  ordenado  S.  E.  conteste  a  usted  que  ahora 
mas  que  nunca  interesa  la  unión  entre  todos  los  pueblos 
hermanos  y  que  por  lo  tanto  espera  así  que  se  notificarán 
dichas  proposiciones  por  parte  de  la  diputación,  como  que 
contribuirá  á  que  se  realice  la  reconciliación  y  se  restablez- 
can las  relaciones  tan  necesarias  entre  dos  pueblos  unidos 
con  vínculos  muy  estrechos." 

*'Por  disposición  suprema  lo  aviso  *á  V.  en  contesta- 
ción." 

'*  Buenos  Aires,  febrero  10  de  1820." 

**  Señor  Teniente  Gobernador  de  la  ciudad  de  San  Juan.'^ 

(A.  G.) 

Después  de  esto,  puede  pues  observarse,  que  en  presen- 
cia de  las  graves  críticas  circunstancias  que  rodeaban  en 
esos  momentos  al  Directorio,  nada  otra  cosa  podia  hacer, 
que  aprobar  la  revolución  de  San  Juan  y  ratificar  el  nombra- 
miento de  Mendizabal.  Los  términos  en  que  están  redac- 
tadas sus  notas  al  respecto,  lo  revelan  esplícitamente. 

Y  así  es  la  verdad — El  Director  sostituto,  General  Ron- 
deau,  ya  habia  sido  derrotado  en  la  Cañada  de  Cepeda  por 
Bamirez  el  l.o  de  ese  mismo  mes  de  febrero.  (1) 

El  que  habia  interinamente  quedado  en  lugar  de  aquel, 
1.    Efemérides  de  Numez.  "**"  —  »'*'^  ^  — ..^  .«^ 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  169 

cuando  salió  á  campaña,  31  de  enero  último,  (2)  don  Juan 
P.  Aguirre,  iba  á  caer  del  mando  supremo  en  esos  diás — 
En  esa  misma  fecha  en  que  firmaba  aquellas  notas — 10  de 
íebrero  (3)  fué  de  ello  notificado — El  General  Soler  con 
las  fuerzas  de  su  mando  en  el  Puente  de  Márquez,  unido  á 
los  demás  jefes,  intimó  al  Cabildo,  en  dicho  dia,  hiciese  ce- 
sar el  Directorio  y  el  Congreso,  los  que  en  efecto,  quedaron 
(iisueltos  el  13  de  febrero. 

i  Qué  respeto,  qué  obediencia,  por  lo  demás,  hablan  de 
frestar  á  esa  autoridad  ya  caduca  los  revolucionarios  de 
San  Juan?  Sabian  desde  antemano  la  situación  de  esta,  y 
por  eso  la  engañaban  en  la  relación  de  los  hechos  que  allí 
t^rnian  lugar  bajo  su  presión,  bajo  su  acción  anarquizadora, 
criminal.  Puede  decirse  sin  que  se  nos  tache  de  temera- 
rios en  el  juicio,  que  dieron  parte  al  Directorio  de  la  insur- 
rección que  encabezaron,  por  burla,  por  revestir  en  esos  pri- 
meros momentos  tal  acto,   de  algo  que  pudiese  justificarlo 

Mientras  tanto,  las  violencias,  los  atropellos  y  el  desor- 
den, con  que  habíase  iniciado  el  motin  el  dia  nueve  de  ene- 
ro, continuaban  de  dia  en  dia,  cada  vez  mas  multiplicados 
y  alarmantes  para  los  pacíficos  ciudadanos  de  San  Juan, 
Corridos  ya  algunos  dias,  los  mandones  y  la  tropa,  viendo 
que  el  Gobernador  Intendente  en  la  Provincia  de  Cuyo,  en 
]\rendoza,  con  todo  de  tener  á  sus  órdenes  el  segundo  cuerpo 
del  ejército  de  los  Andes,  mandado  por  el  Coronel  Alvara- 
d(»,  compuesto  de  dos  rejimientos  de  caballería  y  artillería 
correspondiente,  no  avanzaba  un  paso,  dejsde  los  primeros 
n-omentos  de  la  sublevación  del  número  primero  para  so- 
focarlo, asumieron  entonces  una  actitud  altanera  v  amena- 
Zf.nte — Se  consideraban  fuertes  y  capaces  de  vencer  á  una 
división,  por  niperior  en  número  que  fuese,  si  osaba  ata- 
carlos. Sabian  por  otra  parte,  que  el  gefe  de  aquel  cuerpo 
temiendo   no   contaminar   de   la   misma    desmoralización   su 

2.  T.i.     ul.  ..      , 

3.  Id,     id. 


170  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

tropa,  si  la  acercaba  á  San  Juan,  no  aventuraría  de  ningún 
modo  una  seria  espedicion — Todo  esto,  y  su  misma  indis- 
ciplina y  desenfreno,  los  alentaba  en  la  carrera  de  sus  desa- 
íiieros. 

El  Teniente  Gobernador  de  la  Rosa,  desde  el  primer  dia 
que  fué  preso,  sufrió  en  su  persona  el  mas  cruel  tratamien- 
to, complaciéndose  en  ello  Mendizabal  particularmente,  en 
tenerlo  en  continua  alarma  por  su  vida — ^y  á  no  ser  por  la 
<»nerjia,  serenidad  y  actitud  digna  que  opuso  aquel  benemé- 
rito patriota,  á  tan  bárbaros  atentados,  habría  perecido,  sin 
duda — Hacían  aparatos,  con  doble  tropa  armada  cerca  de 
i4,  con  instrumentos  propíos  del  suplicio,  con  hacerle  ver 
MU  sacerdote,  diciéndole  iban  á  fusilarle. 

En  esta  penosa  situación,  su  mas  íntimo  y  distingiiido 
í?n:igo,  el  doctor  don  Narciso  Laprida,  el  ilustre  Presidentt 
del  Congreso  que  declaró  nuestra  Independencia,  hizo  los 
mas  vivos  esfuerzos,  ocurrió  á  mil  medios  ocultos  y  de  in- 
vención suya  para  salvarlo  clandestinamente  de  la  prisión — 
Llegó  hasta  disfrazarse  de  clérigo  para  penetrar  hasta  la 
habitación  donde  est-aba  de  la  Rosa,  con  el  objeto  de  obrar 
un  cambio  del  vestido  talar  que  llevaba  y  que  asi  lograse 
escaparse — Nada  pudó  conseguir — la  vijilancia  de  la  guar- 
<íia  era  activa  y  dílijente. 

Las  exacciones?,  los  saqueos  a  los  ciudadanos,  se  ejercían 
<íon  frecuencia.  Los  vejámenes  y  ultrajes  por  una  tropa 
insubordinada  y  por  gefes  groseros  y  viciosos,  consternaban 
á  la  población,  viéndolos  descargar  sobre  lo  mas  respetable 
de  aquella  sociedad. 

Ta  veremos  luego,  en  el  curso  de  esta  narración  y  do- 
<?umentos  que  la  acompañan,  hasta  que  alto  punto  de  des- 
bordamiento en  sus  exesos,  en  srus  atentados,  llegaron  esos 
cabecillas  de  la  insurrección  en  San  Juan,  sin  el  poder,  sin 
la  voluntad,  sin  el  respeto  debido  para  contener  una  solda- 
desca completamente  en  desorden. 

Pero  volvamos  ahora,  por  un  momento,  la  vista  á  la 
í»apítal  de  la  Provincia  de  Cuyo,  para  saber  cuál  fué  la  acti- 


1 


RECUERDOS  HISTÓRICOS,  171 

tud  que  ella  asumió  en  su  calidad  de  tal,  cuales  las  medidas 
<iue  sus  autoridades  tomaron  en  virtud  de  aquel  trascenden- 
tal funestísimo  alsamiento. 

DAMIÁN  HÜDSOX. 
(Continuará.) 


HERNANDARIAS  DE   SAAVEDRA. 

<^AUSA  CÉLEBRE:  NOTICIAS  Y  DOCUMENTOS  PARA  SERVIR 
A  LA  HISTORIA  DEL  RIO  DE  LA  PLATA. 

(CoiutLiiuacioii.)     (1) 

XXX. 

Los  salarios  del  gobernador  Ortiz  de  Vergara. 

Uno  de  las  docunijentos  presentados  por  Hernandarias  de 
Saavedra,  es  la  estensa  provisión  que  la  audiencia  de  Char- 
cas expidió  en  1613*  sobre  los  salarios  del  gobernador  del 
Kio  de  la  Plata,  Francisco  Ortiz  de  Vergara,  en  la  que  se 
encuentran  incorporadas  otras  provisiones  y  porción  de  do- 
cumentos relativos  al  asunto. 

Elejido  Ortiz  de  Vergara  por  el  cabildo  y  obispo  de  la 
i\suncion,  con  fecha  25  de  julio  de  1558,  habia  desempe- 
ñado el  gobierno,  sin  percibir  sueldo  durante  seis  años  y  se- 
senta y  ocho  dias,  al  fin  de  los  cuales,  en  3  de  octubre  de 
1564,  salió  para  el  Perú,  comisionado  por  el  cabildo,  y  veci- 
nos de  aquella  ciudad,  con  los  objetos  que  espresan  en  la 
cédula  del  Rey  que  luego  transcribimos. 

Prescindiremos  de  lo  que  dicen  los  historiadores  sobre 
ol  objeto  de  este  viaje,  por  que  no  conocemos  todavia  docu- 

1,    Véaw  la  pajina  17  del  tomo  XI  de  «st-a-  *'R«vdata. " 


HERXAXDABIAS  DE  SAAVEDBA,  173 

riientos  que  comprueben  sus  asertos;  por  el  contrario,  el 
<iUv  vamos  á  copiar  despierta  cierta  desconfianza  sobre  la 
«exactitud  de  los  historiadores  á  ese  respecto. 

"'El  Rey — Nuestro  gobernador  de  la  provincia  del  Rio  de 
la  Plata  y  mis  oficiales  deUa :  Francisco  Ortiz  de  Vergara  me 
ha  hecho  relación  que  habrá  treinta  años  pasó  á  esas  pro- 
vincias, de  donde,  en  compañía  de  Alvarez  Nuñez  Cabeza  de 
Yaca,  adelantado  que  fué  dellas,  nos  ha  servido  en  todo  lo 
<^uí  se  ha  ofrecido,  asi  en  el  descubrimiento  de  la  tierra 
«omo  en  allanar,  pacificar  y  atraer  los  naturales  della,  que 
iiiUchas  veces  se  habian  levantado,  en  que  habia  pasado  mu- 
■chos  y  grandes  trabajos,  peligros  de  muerte  y  otras  necesi- 
<h.des,  y  gastado  en  ello  mucha  parte  de  su  hacienda;  y  que 
<»1  año  pasado  de  cincuenta  y  ocho,  entendida  la  calidad  de  sn 
jx-rsona,  por  muerte  de  Domingo  de  Irala,  su  suegro,  el  ca- 
hiláo  de  la  dicha  ciudad  de  la  Asunción,  juntamente  con  el 
<5biftpo,  y  consentimiento  y  conformidad  de  los  vecinos  de 
<»sas  dichas  provincias,  y  por  virtud  de  una  nuestra  Provisión, 
le  ha})ian  elejido  por  gobernador  dellas,  en  el  entretanto 
^(ue  nos,  sabido  lo  suso  dicho,  proveyésemos  lo  que  fué- 
semos servido ;  el  cual  dicho  oficio  habia  acetado  y  usado  y 
hervido  con  toda  deligencia  y  cuidado,  desde  veinte  y  cinco 
<ie  julio  del  dicho  año  pasado  de  rail  y  quinientos  y  cincuen- 
'hi  V  ocho,  hasta  el  mes  de  setiembre  del  año  de  sesenta  v 
Cuatro,  que  el  cabildo  de  la  diclm  ciudad  y  vecinos  de  ella 
T  de  las  dichas  provincias  le  enviaron  con  su  poder  é  comi- 
sión á  dar  noticia  á  la  nuestra  audiencia  real  que  reside  en 
la  ciudad  de  la  Plata,  en  los  Charcas,  en  el  Peni,  del  estado 
í*n  que  estaban  las  cosas  della,  y  á  llevar  ciertas  muestras  de 
los  metales  de  las  minas  que  se  habian  descubierto  y  pedir  se 
í-mbiase  gente  y  aparejos  para  labralla  y  venefieiallas,  como 
liído  lo  suso  di'2ho  y  otras  cosas,  dijo  constaba  y  parecía  por 
-cierta  información  y  testimonios  de  que  ante  nos,  en  el  nues- 
tro Consejo  de  las  Indias,  por  vSU  parte  fué  fecha  presentación, 
tíiiplicándome  que  teniendo  consideración  á  lo  suso  dicho  y  & 
los  muchos  gastos  que  en  todo  habia  fecho,  le  mandase  pa- 


174  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

gar  el  salario  que  se  montaría  en  el  tiempo  que,  como  dicho 
es,  ^abia  servido  el  dicho  oñeio  de  gobernador  de  esas  di- 
chas provincias,  á  razón  de  dos  mil  pesos  de  oro  cada  año,  •> 
como  la  nuestra  merced  fuese;  lo  cual  visto  por  los  de  mi 
Consejo,  fué  acordado  que  debíamos  mandar  dar  esta  mi  cé- 
(iuJa  para  vos;  é  yo  túvelo  por  bien:  por  ende  yo  vos  manc.'> 
(jue  luego  que  con  ella  fuéredes  requeridos,  libréis  y  hagáis 
pagar  á  el  dicho  Francisco  Ortiz  de  Vergara,  ó  á  quien  su  po- 
der hubiere,  lo  que  montare  el  salario  de  todo  el  tiempo  que 
os  constare  haber  servido  al  dicho  cargo  de  gobernador  de  esas, 
difhas  provincias,  al  respecto  y  según  se  dio  y  pagó  al  dicho- 
Domingo  de  Irala,  difunto,  nuestro  gol>ernador  que  fué  f!i 
esa  tierra  á  el  tiempo  que  le  sirvió,  conforme  al  título  y  pro- 
visión que  tuvo  del  dicho  cargo,  que,  lo  que  en  ello  se  mon- 
tare, mandamos  á  vos  los  dichos  nuestros  oficiales  que  de 
cualesquiera  maravediz  é  hacienda  nuestra  que  haya  en  poder 
de  vos  el  nuestro  tesorero,  se  la  deis  é  paguéis,  ó  á  quien  el 
dicho  su  poder  hubiere,  que  con  esta  mi  cédula  y  su  carta  di- 
jago  é  libranza  de  vos  el  dicho  nuestro  gol)ernador,  man- 
damos que  os  sea  recibido  y  pasado  en  cuenta  lo  que  con- 
forme á  lo  suso  dicho  le  diéredes  é  pagaredes.  Fecha  en  Ma- 
drid, á  veinte  y  tres  de  abril  de  mil  seiscientos  y  sesenta  y^ 
:iu(  ve  años — Y )  el  h*ey — Por  mandado  de  su  majestad — Afi- 
tf'nio  (le  Eraao/* 

Con  esta  cédula,  Francisco  de  Guzman,  en  nombre  de- 
íJoña  ^lariana  de  Irala.  viuda  del  gobernador  Ortiz  de  Ver- 
gí.ra,  se  presentó  á  la  audiencia  de  Charcas,  el  año  de  1593, 
pidiendo  se  librase  provisión  para  su  cumplimento  por 
1  arte  del  gobernador  y  oficiales  reales  del  Rio  de  la  Plata. 
La  audiencia  dio  vista  á  su  fiscal,  quien  manifestó  (jue  en 
virtud  de  no  ser  dirigida  la  cédula  del  rey  á  aquel  tribunaU 
ííino  á  los  e^spresados  funcionarios  del  Rio  de  la  Plata,  cor- 
respondía mandar  que  ocurriese  á  ellos  la  parte  interesada. 

Apesar  de  este  dictamen  la  audiencia  despachó  provi- 
sión ordenando  al  gobernador  y  oficiales  reales  de  estas  pro- 
vincias, ^|ue  diesen  cumplimiento  a  lo  mandado  por  el  rey,.- 


HERNANDARIAS  DE  SAAVÉDRA.  175 

satisfaciendo  á  doña  Mariana  de  Irala  los  salarios  que  re- 
sultase deberse  al  finado  gobernador  Ortiz  de  Vergara.     . 

Ruiz  Diaz  de  Guzman,  el  historiador  argentino,  repre- 
M^tando  á  su  tia  doña  Mariana  de  Irala,  se  presentó  cou 
esta  provisión,  en  1597,  al  gol)ernador  de  estas  provincias 
Juan  Ramírez  de  V^elazco,  pidiendo  que  en  virtud  de  ella  y 
de  la  cédula  real  incorporada  Su  Señoría  la  mandase  cum- 
}Jir.  El  gobernador  dispuso  que  los  oficiales  reales  veri- 
Hcnsen  el  tiempo  que  habia  servido  Francisco  Ortiz  de  Ver- 
gyra,  y  viesen  que  salario  habia  gozado  su  antecesor  Domin- 
go  Martínez  de  Irala,  y  con  lo  que  resultase  debérsel(% 
consultasen  con  Su  Señoría  para  proveer  lo  que  correspondiese. 

Los  oficiales  reales  de  la  Asunción  espresaron  que,  tra- 
yendo la  parte  interesada  (*édula  del  gobernador,  estaban 
(Mspuestos  á  cumplir  lo  mandado  por  el  rey.  Solicitada  da 
líamirez  de  Velazco  la  cédula  exigida,  el  gobernador  nadi 
resolvió,  obligando  á  doña  Mariana  de  Irala  á  concurrir  nue- 
vamente a  la  audiencia,  como  lo  hizo,  el  año  de  1599,  por 
su  podatario  Francis(  o  Pérez  de  la  Raynaga,  quien  acusó  al 
¿;obernador  y  oficiales  reales  espresando  (jue  no  daban  cum- 
plimiento á  los  mandatos  superiores,  i)agando  lo  que  se  de- 
bía á  Francisco  Ortiz  de  Vergara,  por  no  quedar  ellos  sin 
tener  con  que  satisfacerse  sus  propios  salarios,  lo  que  era 
contra  derecho  natural,  pues  lo  que  no  (juerian  para  si  no 
(iíbian  quererlo  para  otros;  que  en  consecuencia,  para  que 
sa  partet  fuese  satisfecha,  mandase  la  audiencia  que,  no  ha- 
l'abiendo  cantidad  bastante  en  la  caja  de  la  Asunción,  se  com- 
l)leta8e  por  las  demás  tesorerías  de  la  gobernación,  comisio- 
nando a  una  persona  de  calidad,  para  que,  sin  dar  lugar  á 
(^ilaciones,  con  el  rigor  necesario,  hiciese  cumplir  lo  mandacio. 
de  cualesquier  haberes  de  Su  Magestad  que  existiesen  en  estas 
j-rovincias. 

La  audiencia  resolvió  de  conformidad,   comisionando  á 
los  vecinos  del  Rio  de  la  Plata,  Diego  Xuñez  ile  Prado  y  Pedro 
IFurtAdo  de  Mendoza,  para  que.  con  vara  alta  de  la  real  justi- 
cia kiciesen  ejecutar  lo  mandado,  facultándolos  para  imponer 


176  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

las  penas  que  creyesen  necesarias  á  los  funcionarios  que  se  ma- 
iJi'estasen  rebeldes. 

En  ejercicio  d-e  su  comisión,  el  alcalde  ordinario  de 
la  ciudad  de  Buenos  Aires,  Pedro  Hurtado  de  Mendoza,  el 
año  de  1609,  en  virtud  de  petición  del  capitán  Manuel  de 
I'iias,  representante  de  doña  Maria  de  Guzman,  única  he- 
redera entonces  del  gobernador  Ortiz  de  Vergara,  mandó: 
que,  atento  que  por  los  autos  constaba  haber  servido  el  es- 
presado  gobernador,  seis  años  y  sesenta  y  ocho  dias,  á  razón 
de  dos  mil  pesos  oro  por  año,  que  era  el  salario  que  se- 
Ltíló  el  emperador  á  Domingo  ^lartinez  de  Irala,  y  que  el 
precio  justo  y  valor  de  cada  peso  de  oro  estaba  averiguado 
fc^er  de  dos  pesos  corrientes  de  á  ocho  reales  el  peso;  el  tiem- 
I'O  que  habia  .servido  Ortiz  de  Vergara  montaba  según  esto 
¿L  veinte  y  cuatro  mil  setecientos  cuarenta  y  seis  pesos  y  cin- 
co reales  y  medio,  á  cuenta  de  los  cuales  parecia  haber  re- 
,c:ibido  de  las  cajas  de  la  Asunción,  Santa  Fe  y  Buenos  Aires 
3019  pesos  6  3*ales;  que  constando  por  recaudo  puesto  en 
1»  causa  á  pedimento  del  tesorero  Simón  de  Valdez,  que 
liabia  en  la  caja  de  la  Asunción  5158  pesos  4  reales,  y  dándose 
libranza  para  que  los  oficiales  de  aquella  ciudad  los  pagasen, 
venian  á  restarse  16568  pesos  3  y  medio  reales:  por  tanto  ex- 
hortada y  requería  al  gobernador  Hernandarias  de  Saavedni 
mandase  despachar  sus  libranzas,  en  forma  para  que  de  aque- 
lla caja  se  pagasen  los  cinco  mil  y  tantos  pesos  y  asi  mismo 
para  los  oficiales  reales  de  este  puerto  por  los  diez  y  seis  mil  y 
tantos  restantes. 

El  gobernador  Saavedra  dio  libranza  para  que  el  teso- 
rero Simón  de  Valdez  pagase  ocho  mil  pesos  á  cuenta;  pero 
ese  funcionario  contestó  apelando  para  ante  la  audiencia.  En 
consecuencia  fué  puesto  en  prisión  por  el  Juez  comisario  hasta 
(iue  diese  cumplimiento  a  lo  mandado,  surtiendo  esta  medida 
tan  buen  efecto  que  a  los  pocos  dias  enteró  Valdez  al  capitán 
Manuel  de  Frias  la  cantidad  de  seis  mil  y  tantos  pesos,  y  tr?s 
meses  después,  lo  que  faltaba  para  cubrir  la  libranza  de 
Oí.'ho  mil. 


HEBXAXD  ARIAS  DE  SA  A  VEDE  A.  177 

En  tal  estado  se  encontraba  este  asunto,  cuando  lleg'j 
ii  Buenos  Aires  el  visitador  general  don  Francisco  de  Alfaro, 
ol  año  de  1611,  al  que  los  oñciales  reales  presentaron  u]i 
iiiemorial  en  que  espreeaban:  que  la  paga  de  ocho  mil  pesos 
«  cuenta  de  salarios  del  gobernador  Ortiz  de  Vergara,  la 
habían  hecho  compulsos  y  apremiados,  de  lo  que  hablan  dado 
cuenta  á  la  Contaduría  Mayor  de  la  ciudad  de  los  Reyes, 
cuyos  jueces  mandaron  pedir  los  autos:  que  en  esta  virtud 
<4  visitador  general  proveyese  lo  conveniente  para  evitar  que 
íiu'sen  molestados  por  esa  partida. 

Este  tan  afamado  como  absolutamente  desconocido  perso- 
iiage.  á  quien  se  han  prodigado  elogios  tan  prematuros  como 
ipmerecidos,  no  .tuvo  inconveniente  en  dictar  resolución 
in  una  causa  tantas  veces  resuelta-,  por  jueces  competentes,  y 
]>or  superiores  de  tanta  altura  como  el  rey,  el  Consejo  do  In- 
iiias  y  la  audiencia  de  la  Plata.  He  aqui  el  inconcebible  auto 
<K1  visitador. 

''En  la  ciudad  de  la  Trinidad,  puerto  de  Buenos  Aires, 
^*'i  veinte  y  dos  dias  del  mes  de  junio  de  mil  y  seiscientos  y 
*'once  años,   el  señor   licenciado   don  Francisco   de  Alfaro. 

*  oidor  de  S.  M.  y  visitador  en  estas  provincias  y  en  las  de 
^'Tufuman,  habiendo  visto  los  autos  sobre  la  paga  que  pre- 

'Mende  se  le  pague  de  la  real  caja  á  doña  Maria  de  Guzman. 
*'l)or  el  salario  que  dice  deberse  á  Francisco  Ortiz  de  Ver- 
'gara,  por  el  tiempo  que  gobernó  esta  provincia,  é  lo  en 
^'contrario  dicho  y  alegado  por  los  oficiales  reales,  á  cuyo 
^'pculi miento  vino  esta  causa,  dijo:  que  revocaba  y  revocó  y 
^dió  por  ninguno  el  mandamiento  librado  contra  la  Real 
"'Caja  y  libranza  del  gobernador  Ilernandarias  de  Saavedra. 
^y  todo  lo  en  virtud  dello  fecho,  actuado  y  ejecutado,  y 
'**  mandó  que  los  oficiales  reales  no  paguen  cosa  alguna  por 
^'la  dicha  razón;  y  lo  que  han  pagado  ellos  y  sus  antecesores, 
'''lo  vuelvan  á  restituir  y  enterar  en  la  Real  Caja,  y  fecho  esto 
^*las  partes  pidan  y  sigan  su  justicia  en  grado  de  apelación  en 
''Ma  Real  Audiencia,  asi,  cuando  y  como  vieren  que  les 
''conviene;  y  asi  lo  proveyó,  mandó  y  firmó.      E¡  licenciado 


178  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

^*don  Francisco  de  Alfaro — Ante  mi,  Alonso  Navarro,  Es- 
* '  cribano. 

¿Que  pudo  tener  en  vista  don  Francisco  de  Alfaro  al 
dictar  esta  resolución? Acaso,  el  mostrar  que  su  poder 

como  representante  del  rey  y  de  la  audiencia,  era  mayor  que 
el  de  esos  superiores  de  quienes  emanaban  sus  faculta- 
dos?... Satisfacer  tal  vez  el  resentimiento  del  tesorero, 
l>or  los  dias  que  habia  sufrido  de  prisión,  proporcionándole 
el  medio  de     satisfacer  sus  venganzas  sobre  los     que  le  ha- 

l.ian  compulsado  con  títulos  irrefragables? Perpetuar 

la  causa  sobre  lo  que  se  debia  á  Ortiz  de  Vergara,  para  que- 
ül  fín  quedase  inmpago  él  y  sus  herederos  hasta  la  última  ge- 
Pt ración ?... . 

Y  en  presencia  de  semejante  auto,  agregado  á  los  ante- 
redentes  que  dejamos  estudiados  sobre  sus  determinaciones? 
nspccto  del  servicio  personal  de  los  indios  ¿no  nos  será  per- 
mitido negar  al  oidor  Alfaro  las  calidades  que  se  le  han  atri- 
buido, entre  otros,  de  rectísimo  juez,  por  el  P.  Montoya;  de 
ministro  interrinco,  por  el  P.  Guevara;  de  ministro  háhV 
incorruptible,  diestro  en  manejar  ¡os  espíritus,  y  que  nnia  al 
(f'sco  de  acierto,  la  firmeza  de  sus  resoluciones,  por  el  Deai> 
Funes  ? 

¿  No  estaríamos  autorizados  hasta  para  retirar  la  defensa 
(|ue  de  él  hemos  hecho,  respecto  del  doble  papel  que  le  atribuy«V 
Azara  con  motivo  de  sus  ordenanzas  sobre  servicios  personal 
de  los  indios? 

Pueden  inspirar  confianza  los  actos  de  don  Francisco  de- 
Alfaro,  después  de  conocido  el  auto  que  acabamos  de  tras- 
cribir ? 

Como  era  consiguiente,  los  efectos  de  tan  arbitraria  re- 
>ohi(»ion  no  se  hicieron  esperar.  Los  oficiales  reales  pro- 
nunciaron la  suya  á  su  vez,  para  reintregar  la  caja  de  su 
cargo  de  lo  que  se  habia  pagado  á  cuenta  de  salarios  del  go- 
l^ernador  Ortiz  de  Vergara,  ejecutando  á  Francisco  de  Alaba, 
marido  de  doña  Maria  de  Guzman,  y  haciendo  responsables, 
por  la  cantidad  pagada,  al  gobernador  Sa^vedra,  al  juez  co- 


HERNANDARIAS  DE  SAAVEDRA.  179 

ii  isario,  y  al  capitán  Manuel  de  Frías,  siendo  Alaba  puesto 
en  prisión  apesar  de  haber  apelado  del  auto  de  los  jueces  de 
liDcienda. 

Nada  de  estraño  parecerá  todo  esto  considt^rado  el  deses- 
perante sistema  de  procedimientos  que  se  practicaba  entonctfS. 
df  (jue  tenemos  muestras  muy  elocuentes  en  ti  proceso  contra 
Iiernandarias  de  Saavedra  y  en  el  relativo  á  salarios  del  gober- 
n¿:dor  Ortiz  de  Vergara. 

Volvió,  pues,  la  causa  al  tribunal  superior,  el  cual,  en  gra- 
fio de  revista,  con  fechas  6  de  setiembre  de  1613.  revocó  el  avj^o 
apelado  de  los  oficiales  reales  de  Buenos  Aires,  mandando  en- 
tregar á  la  parte  de  doña  Maria  de  Guzman  sus  bienes  libres  y 
sin  costas,  espidiéndase  en  cons<»(»uencia  la  provisión  quv^  de.ia-. 
liios  estractada. 

XXXI. 

Los  Oficiales  L'ealrs  puestos  ( n  trasparencia. 

Otro  documento  manifestado  por  el  gobernador  de  Guay- 
rá.  es  el  que  vamos  á  copiar: 

**Este  es  un  traslado  de  una  carta  que,  según  pa- 
rece escribió  Sebastian  de  Ilorduña,  que  el  sobre  escri- 
to de  «lia  dice  asi:  A  Francisco  de  Alaba,  vecino  de 
la  ciudad  de  la  Asunción,  y  dentro  della  estaba  lo  del  tenor 
sji^uiente : 

**Mi  señor — El  año  pasado  escribí  á  Vuestra  Merced,  y 
í^espues  acá  otra  vez,  dando  cuenta  como  recibí  la  ejecutoria. 
V  despaché  dos  duplicados  á  España  á  el  capitán  Manuel  de 
Frías ;  y  por  que  la  última  que  de  Vuestra  ^lerced  recil)í,  me 
djce  Vuestra  ^Merced,  que  no  le  he  avisado,  no  me  descuido 
yú  en  hacer  lo  que  me  mandan  mis  amigos.  Yo  la  despache 
«•orno  digo  á  Vuestra  Merced,  luego  por  dos  vias;  yo  creo  quo 
la  tiene  ya  IVIanuel  de  Frías  en  su  poder,  porque  he  tenido 
earta  del  que  la  llevó,  que  fué  á  salvamento  á  España ;  asi  que 
ya  está  allá.  Plegué  á  Dios  suceda  como  deseamos :  asi  que  está 
vn  mí  poder  otro  traslado  y  el  original  está  en  J<i  Caja  Rea^, 


180  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

5isi  q\if  guardado  está  y  muy  bien.  Escríbeme  Vuestra 
^Merced  que  mi  señora  prima  está  enferma,  pésame.  Nues- 
tro señor  le  dé  la  salud  que  yo  deseo  en  vida  buena  de  Vuestra 
Merced  y  de  esa  niña  á  quien  beso  las  manos  muchas  veces ;  y 
^'  uestra  Merced  me  envíe  á  mandar,  que  lo  haré  muy  de  veras 
—  De  Buenos  Aires,  hoy  siete  de  julio  de  mil  seiscientos  quin- 

00  años — De  Vuestra  Merced  muy  servidor — Sebastian  de  Hor-- 
4}  aña.'' 

**Como  todo  ello  consta  por  la  dicha  carta  original  que 
(jtieda  en  poder  de  Francisco  de  Alaba,  de  cuyo  pedimiento 
saqué  este  traslado  á  la  letra,  y  concuerda  con  su  original,  y 
en  fé  dello  lo  firmé  y  rubriqué,  en  la  Asunción  en  veinte  y 
seis  de  abril  de  mil  y  seiscientos  y  diez  y  nueve  años.  Tes- 
ti^ros  á  lo  ver  sacar  y  corregir, Pascual  Ramirez,  y  Luis  Arias 
y  H(  rnando  Arias  de  Mansilla,  presentes — En  testimonio  de 
w'rdad,  Francisco  de  Lugo,  Escribano  público  y  del  ca- 
bildo/' 

Por  este  testimonio  se  viene  en  conocimiento  de  que. 
rl  original  de  la  provisión  de  que  hemos  dado  cuenta  en  el 
enpítnlo  precedente,  estaba  en  la  Caja  Real  de  Buenos  Aires, 
es  decir,  en  poder  de  los  Oficiales  Reales,  desde  el  año  de 
3614,  y  sin  embargo,  esos  jueces  que  tenian  conocimiento  do 
?R(|uella  disposición  superior,  continuaban  ejecutando  á  Her- 

1  andanas  de  Saavedra  por  la  partida  relativa  á  salarios  del 
fíobrrnador  Ortiz  de  Vergara,  y  conservaban  oculto  el  docu- 
P'ícto  que  debió  haberles  inspirado  un  proceder  muy  dif'í- 
rrnte. 

XXXII. 

Conffsf ación  dd  Defensor  y  auto  de  los  ministros, 

Evacuaiido  el  traslado  que  de  la  última  petición  y  docu- 

fensor  de  hacienda,  produjo  esta  la  contestación  que  vA  á  leer- 

mentos  present^.^os  por  Ilernandarias  de  Saavedra  se  dio  al  de- 

s.»  en  vista  de  la  cual  los  ofic  iales  reales  dictaron  el  auto  que 

Ifinibien  copiamos. 


HERN ANDARÍAS  DE  8AAVEDRA.  181 

'ajilan  Cardoso  Pardo,  detensor  d-e  la  Real  Hacienda,  ea 
la  causa  con  Hernandarias  de  Saavedra,  gobernador  que  fué 
desta  provincia  del  Rio  de  la  Plata,  sobre  los  veinte  y  dos  mil 
y  tantos  pesos  que  debe  á  la  Real  Hacienda  y  caja  deste  puer- 
to, de  mas  de  diez  años  á  esta  parte,  digo:  que  de  una  peti- 
ción y  de  un  traslado  simple  de  una  llamada  ejecutoria  y 
curta  misiva  que  presentó  para  dilatar  la  paga  que  tan  justa- 
r lente  debe,  se  me  dio  traslado,  y  su  tenor  supuesto,  digo: 
c^ue  no  tenia  obligación  á  responder,  por  que  no  es  jurídico 
ni  de  sustancia  lo  que  dice  y  presenta,  y  sin  embargo  de  jus- 
ticia Vuestras  Mercedes  deben  despachar  persona  á  la  ciudad 
do  Santa-Fé,  que  tengo  pedido,  por  los  esclavos,  ganados, 
carretas  y  bueyes  y  demás  bienes  que  por  esta  causa  estau 
fk^crestados  y  depositados  en  ella,  por  lo  general  del  derecho 
y  por  que  la  dicha  deuda  que  debe  tiene  gran  justificacicm,  li- 
quidación y  ejecución  contra  el  dicho  Hernandarias  de  Saa- 
vidra,  que,  de  su  autoridad,  con  violencia  precipitada,  sin 
trner  licencia  de  8.  ^I.  sacó  de  su  Real  ('aja  los  dichos  pesos, 
que  en  derecho  lo  semejante  es  despojo,  y,  como  tal,  por  juez- 
competente,  visitador  general,  oidor  y  letrado  está  condena- 
do, y  por  el  tribunal  supremo  de  la  Contaduría  Mayor  destos 
reinos;  y  habiendo  sido  ejecutado  en  la  ciudad  de  la  Asun- 
X'ion  por  via  de  apremio,  en  tiempo  del  gobernador  Dieg^> 
Warin  Negron  y  también  «en  este  puerto,  tuvo  negociación  y 
trazas  para  apelar  y  que  se  le  otorgase  la  apelación  para  el 
líial  Consejo  de  las  Indias,  y  aún  que  no  se  pudo  hacer,  se 
If  dio  tres  años  para  traer  mejora,  y  son  pasados  nueve  y  no 
]o  ha  traído;  y  otros  sus  acreedon^s  han  cobrado  de  los 
dichos  bienes;  y  dio  á  doña  alaria  de  Sanabria,  su  hija, 
treinta  mil  pesos  en  dote  con  don  Miguel  de  Cabrera,  vecino 
di»  Córdoba,  y  se  los  entregó ;  y  ha  vendido  negros,  ganados  y 
otros  bienes  de  valor,  y  enviado  á  la  dicha  ciudad  de  Córdo- 
la*  y  cada  dia  se  van  consumiendo  los  pocos  que  Vuestras 
Mercedes  tienen  secrestados,  y  'ái  se  dilata  el  traerlos  á  esta 
4  iudad,  será  ocasión  de  se  morir  y  consumir,  como  es  público 
qiic  se  ha  muerto  y  huido  algunos  de  los  dichos  negros ;  de  mas 


18¿  LA  BEVI8TA  DE  BUENOS  AIRES. 

<ii»e  esta  causa  es  de  apremio  y  no  ejecutiva,  y  la  llamada 
('.jecutoria  que  presenta,  sacada  a  su  modo,  sin  mi  cita<^ion. 
av»  fué  litigada  por  el  dicho  Hernandarias,  sino  por  otro 
t^Tcero  contra  quien  está  reservado  el  derecho  de  la  Real  €a- 
ja  en  cantidad  de  ocho  mil  pesos;  que  cuando  caso  negado 
futura  bastante  recaudo,  restan  catorce  mil  y  tantos  pesos 
y  lo  que  le  está  secrestado  agora  por  Vuestras  Mercedes 
Ui»  importa  seis  mil,  y  se  dejó  «estar  preso  por  no  pagar;  y 
debe  muchas  deudas,  como  es  notorio  y  no  paga  á  nadie;  y 
do  próximo  se  aguarda  el  juez  de  su  residencia  y  conforme 
¿  derecho,  si  algún  salario  se  le  debiere  en  la  Real  Caja  e? 
jara  el  seguro  de  dicha  residencia,  por  no  haber  cumplido 
con  las  ñanzas  que  tenia  obligación  á  dar;  y  pues  Vuestras 
JMercedes  tienen  recaudos  bastantes  para  cobrar  por  apremio 
y  orden  del  señor  Fiscal  del  Real  Consejo  de  las  Indias  para 
ha(*er  esta  cobranza,  no  es  justo  se  entretenga  mas  tiempo.  Por 
todo  lo  cual  y  lo  que  mas  hace  y  hacer  puede  en  favor  de  la 
l?eal  Hacienda. 

''A  Vuestras  Mercedes  pido  y  suplico,  y  hablando  con  el 
dol.ido  respeto,  requiero,  que,  sin  hacer  caso  de  la  dicha 
p<'tJcion  y  recaudos  simples  de  contrario  presentados  que 
lodarguyo  civilmente,  y  en  caso  necesario,  manden  hacer 
según  y  eotno  tengo  pedido  por  otros  mis  escritos,  despa- 
<hando  luego  persona  á  la  ciudad  de  Santa.-Fé  por  todos  los 
luchos  bienes,  para  que  por  la  dicha  via  de  apremio  se  ven- 
dan en  esta  ciudad,  donde  el  dicho  Hernandarias  de  Saavedra 
<Ktá  detenido  hasta  la  real  paga  que  no  le  escusa  de  ella  nin- 
pma  fianza  que  haya  dado  ó  diere,  antes  es  deudor  por  la 
retención  de  los  intereses,  á  diez  por  ciento,  conforme  á  la 
ley  real,  que  protesto  pedirle  á  su  tiempo,  y  la  culpa  que  en 
hfiber  sacado  de  la  Real  Caja  la  dicha  plata,  de  hecho 
y  contra-  derecho,  tiene;  que  en  lo  asi  Vuestras  IMercedes 
mandar  hacer  harán  lo  que  deben  y  son  obligados  con  jus- 
ticia, y  de  lo  contrario  protesto  lo  que  protestar  me  con- 
viene, y  sobre  todo  pido  justicia  y  costas,  etc. — Jí/aw  Cardoso 
Pardo. 


HERXANDARIAS  DE  SAAA^EDRA.  1S3 

Auto — **En  la  ciudad  de  la  Trinidad,  puerto  de  Buenos 
-L\ires,  en  veinte  y  siete  dias  del  mes  de  agosto  de  mil  y 
seiscientos  y  diez  y  nueve  años,  el  contador  Luis  de  Salcedo 
Y  el  capitán  Simón  de  Valdes,  tesorero,  jueces  t)flciales  Reales 
^lo  este  puesto  y  provincias  del  Rio  de  la  Plata  por  Su  Ma- 
jestad, habiendo  visto  estos  autos  digeron  que  sin  perjuicio 
<it  lo  hecho  y  proveído,  embargado  y  secrestado  hasta  hoy. 
y  fianzas  que  estuvieren  dada«,  dejándolo  todo  en  su  fuerza  j 
vjiíor  y  derecho  interior,  sin  lo  innovar  ni  alterar  en  cosa 
^jguna,  mandaron  se  notifique  á  el  dicho  Hernando  Arias 
tic  Saavedra,  que  dé  fianzas  legas,  llanas  3'  abonadas  de  la 
seguridad  de  todos  los  bienes  que  le  están  embargado»  v  m^ 
(Testados,  para  los  traer  ante  Sus  Mercedes  á  esta  ciudad 
Ciula  y  cuando  se  mandare  por  Sus  Mercedes,  6  por  otro  juez 
<:ompetente,  para  el  entero  y  paga  de  los  veinte  y  dos  mil  y 
tantos  pesos  que  debe  á  la  Real  hacienda,  como  consta  de 
los  autos  desta  causa,  con  apercibimiento  que  no  las  dando, 
se  proveerá  lo  que  fuere  justicia;  y  así  lo  proveyeron,  man- 
tlaron  y  firmaron — Líhs  de  Salcedo — Simoyi  de  Valdez — Ante 
MÍ,  Gaspar  de  Acevedo,  Escribano  de  Registros  y  Hacienda 
Real. 

MANUEL  RTCARDO  TKELLES. 
((*t)ntiniiará.) 


DON  FEDERICO  BRANDSEN 

Capitán  áe  caballería  del  primer  Imperio  francés. 
CabaiUero   de   la   Real  Ord-en   Itali'ana   de  il-a   Coroaa    de   Fierro^ 

Condecorado  <»'0n  Ikii  Lf.-jion  de  He  ñor, 

Ayudanta  del  Príncipe  Eujenio; 

Coronel  de  caballariía  d'e  la  Bepóblioa  Ar^ntina. 

Capiíta'U  die  la.  misma  atitma  en  el  ejéa>cíto  de  Chile, 

Jeniemal  d<e  Bnigiadia  d«l  Perú, 

Benemérito  de  lai  Orden  del  Sol, 

¡etc.,  etc.,  etc. 

(Co-ntioMiacion.)     (1) 

V. 

Según  se  ha  dicho,  quedaba  -en  el  cantón  del  ^laule  la 
columna  de  operaciones  de  la  frontera  Sud,  compuesta  d(^ 
las  tres  armas  después  de  su  infructuosa  demostración  sobrtí^ 
Chillan — cuando  en  la  tarde  del  24  noviembre  1818,  en  cir- 
cunstancias que  las  salvas  y  dianas  festejaban  frenéticamente 
la  noticia  oficial  recibida  esa  mañana  de  la  captura  hecha 
p<.T  la  escuadra  patriota  de  tres  buques  enemigos  con  ()()(> 
hombrías  de  línea  á  su  bordo — se  incorporaron  los  coroneles. 
Freiré  y  Escalada,  nombrado  el  primero  Intendente  de  la 
l'rovincia  de  Concepción  y  comandante  de  la  división  de 
vanguardia,  y  el  segundo  encargado  del  mando  de  los  *  gra- 
naderos a  caballo.'* 


1.     Véase  la  páj.  "5  del  tomo  XI  de  **La  Revista  de  Buenos  Aires. 


17 


CORONEL  BRANDSEN.  185 

Ese  dia,  desempeñaba  Brandsen  el  servicio  de  avanzada, 
ilístacado  en  el  paraje  de  los  Cardos,  con  el  objeto  de  vijilar 
)í;s  dos  pasos  que  desde  el  Perquilauquen  conducen  á  la  villa 
del  Parral.  Posición  fácil  de  sostenerse  con  poca  jente,  por 
la  naturaleza  del  terreno,  puesto  que  pasa  el  camino  entre 
tíos  colinas  que  forman  un  valle  cenagoso  y  cubierto  por  uu 
monte  bravo — allende  las  cuales  y  casi  perpendicularmentc^ 
á  ollas,  existe  en  la  llanada  un  paso  impracticable  . 

Contra  las  reglas  del  arte,  se  le  impartió  la  orden,  qui^ 
¿  la  aproximación  de  la  noche,  retrocediese  con  su  fuerza  y 
ccupára  el  campo  que  se  encuentra  á  10  ó  12  cuadras  de- 
ambos  pasos,  y  se  mantuviese  así  hasta  el  alba,  hora  en  que 
diíbia  retomar  su  primera  posición — De  esta  medida  podia 
resultar,  observa  Brandsen,  ''que  encontrando  el  enemigo 
desguarnecidos  los  pasos  enunciados  y  apercibiendo  de  léjo* 
nuestros  fuegos,  se  deslizase  en  el  llano  cirniéndose  á  derecha 
í  izquierda,  para  ir  á  colocarse  por  nuestra  retaguardia,  es: 
díHíir,  entre  la  villa  y  nosotros,  acuchillando  ó  tomando  el 
í'Uesto,  sorprendido  y  atacado  por  donde  menos  tenia  que 
recelar.  Empero,  aun  cuando  conociera  perfectamente  lo  in- 
conveniente de  esta  retirada,  la  ejecuté,  haciendo  que  la  tro- 
pa pasase  toda  la  noche  sobre  las  armas,  espuesta  á  un  viento 
1  orrible  y  á  una  lluvia  casi  continua — La  mayor  parte  de 
mis  granaderos,  estaban  medio  desnudos,  y  sin  embargo,  no 
oí  un  murmullo  en  hombres  tan  aconj^ojados.'* 

A  las  6  de  la  tarde  del  25,  fué  revistado  el  Rejimiento  por 
el  coronel  Escalada,  terminada  la  cual,  reunió  á  los  oficiales 
para  exhortarlos  á  que  adoptasen  una  conducta  mas  severa- 
y  redoblaran  los  esfuerzos  y  la  armonía  que  debia  reinar  en- 
tre  ellos  si  querían  volver  al  cuerpo  su  antiguo  lustre.  ílste 
nc  tardó  en  cambiar  de  aspecto  militar  x>oniendo  de  relieve 
la  actividad  y  celo  del  nuevo  comandante  que  dos  dÍHK 
después  de  recibirse  de  aquel  (27)  pasó  por  las  armas  un- 
desertor  del  núm.  l.o  y  castigó  á  varios  soldados,  de  los 
(lUe  uno  había  herido  á  otro  de  sus  camaradas,  quien  por 


186  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

liaber  perdido  su  carabina,  y  los  restantes  faltado  á  la  lla- 
mada. 

En  este  ínterin,  (26  de  noviembre)  recibió  Brandsen  una 
carta  de  su  amigo  al  coronel  Necochea,  y  una  orden  del  ge- 
neral San  Martin,  llamándolo  con  urjencia  á  Santiago. — Pe- 
ro deseoso  de  aprovechar  la  oportunidad  que  se  le  ofrecía 
para  recorrer  un  país  enteramente  desconocido,  y  mas  que 
todo,  persuadido  que  el  cambio  de  Jefes,  iba  á  imprimir  otra 
dirección  á  la  guerra  y  terminar  con  la  vida  aburrida  y  des- 
ri  oralizadora  del  campamento — obtuvo  del  coronel  Escalada 
^íl  favor  especial  de  concluir  la  campaña  al  lado  de  sus  queri- 
dos granaderos,  verdaderos  tipos  de  disciplina  y  coraje. 

VI. 

El  nuevo  Jefe  de  la  división,  don  Ramón  Freiré  y  Serra- 
do, era  un  joven  de  hermosa  figura  y  formas  atléticas,  cuyo 
cuerpo  parecia  fundido  para  resistir  á  los  mas  fuertes  dolores 
y  recorrer  todas  las  escalas  del  valor.  Cadete  de  dragones 
de  la  frontera  on  1811,  hizo  sus  primeras  armas  con  Carrera, 
bajo  cuyas  órdenes  se  acreditó  de  guerrillero  consumado  en 
loK  combates  de  Huilquelemu,  Talcahuano  y  el  Quilo.  Res- 
l)etado  por  la  muerte  en  un  abordaje,  asiste  á  la  encarnizada 
defensa  de  Rancagua  que  fué  para  Chile  una  lección  severa 
ii  la  vez  que  una  decepción  amarga — Emigrado  en  nuestra 
República,  cuando  vio  abatidas  tantas  esperanzas!  no  trepi- 
da en  asociarse  a  Brown,  ese  faro  que  tan  alto  alzó  la  glorin 
jtríentina  sobre  las  aguas,  y  á  su  lado  arremete  la  temeraria 
-empresa  de  arrancar  a  los  españoles  el  cetro  del  Pacífico,  y 
í>in  mas  estímulo  que  su  arrojado  entusiasmo  por  la  inde- 
pendencia, después  de  contemplar  las  faldas  orientales  de  la 
cordillera,  fué  á  sentir  las  corrientes  borrascosas  del  Cabo 
tni  el  verano  de  1815. 

El  Callao  de  Lima  y  el  remoto  Guayaquil,  son  saludados 
¿  bala  por  las  naves  republicanas,  que  faltas  de  los  elementos 
iiecesarios  para  llevar  á  cabo  una  tentativa  seria,  vuelven  la 
1  roa  al  Atlántico,  no  sin  haber  dado  antes  una  buena  lección 


CORONEL  BRANDSEN.  187 

íil  enemigo  común  en  el  asalto  de  Punta  de  Piedra,  en  el 
que  luce  en  primera  línea  la  espada  áe  Freiré. 

Incorporado  al  ejército  que  organizado  en  Mendoza  de- 
bia  escalar  los  Andes,  recibe  orden  del  jeneral  San  Martin 
para  internarse  por  el  Sud  y  apoderarse  de  Talca,  consagra- 
dla ya  por  la  sangre  de  dos  héroes  (11).  Operación  difícil  y  la 
(jsi^  á  posar  de  los  cortos  recursos  puestos  á  su  disposición, 
llovó  á  término  al  mismo  tiempo  que  el  Gran  Capitán  ar- 
¿íontino  se  cubría  de  gloria  en  la  cuesta  del  Chacabuco. 

Tnido  á  Las  Heras,  vence  en  Curapaligiie  y  dueños  de 
Conc.  ])cion  que  ya  no  resiste,  van  á  fijar  sus  reales  en  el 
(erro  del  Gavilán. 

Su  bella  conducta  en  la  toma  de  Arauco  le  vale  la  con- 
iltM'oracion  de  la  Lejion  de  mérito,  para  irse  á  distinguir  en 
isíguida  en  los  llanos  de  Mayo  donde  hace  'prodijios  dé 
círaje  con  los  ** cazadores  á  caballo''  hasta  que  consigue  do- 
l;Uir  los  bríos  de  la  caball-eria  española  que  se  bate  á  su  frente. 

^segundado  por  otro  intrépido  chileno,  el  comandante  San- 
tiago Bueras,  que  menos  feliz  que  su  compañero  debía  su- 
cumbir aquel  día  sobre  el  cuadro  de  Burgos  y  el  cual  á 
l>revencion  de  romper  su  sable,  e^mo  le  acaeció  en  un  lan- 
ce igual,  habia  ceñido  dos  al  cinto. 

Tales  eran  los  méritos  contraídos  por  el  nuevo  Intenden- 
te de  Concepción,  llamado  a  reemplazar  al  coronel  mayor 
7fl  piola,  que  discípulo  de  la  vieja  escuela  y  marino  por  voca- 
ción, no  era  apto  para  la  clase  de  guerra  que  era  necesario 
b;jcer  en  aquellos  desolados  parajes/ en  que  tiene  una  gran 
ÍDfluencia  para  su  mejor  éxito,  el  conocimiento  práctico  y 
topográfico  del  terreno,  cualidad  que  reunía  Freiré,  guerri- 
llero insigne,  acostumbrado  á  esa  vida  de  aventuras  y  perpé- 


11.  El  Oorowel  dckTt  Cários  Spagno  y  oficial  Game'ro,  muertos 
■í:'<ítf"J'Osame.nte  defendiendo  la«  ea'lWis  de  aqiielia  eiiidad  e<n  marzo 
de  1814— (V.  **E.*  Mon-itor  Ara«oafn«o''  tora.  Z.o  n.o  6,  donde  se  de- 
Ij^llan  lo»  últlmoa  •momen'tos  de  ^tqu'e'llai)  alnvas  romíiini?«) — -El  Je- 
^^^al  (íuldo  era  casado  con  una  hiia  del  heroico  Espaj^no,  (doña 
Ti  lar.) 


188  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

lua  actividad,  en  que  cada  momento  es  un  peligro  ó  unii 
emoción,  y  capaz  de  galopar  dias  enteros  al  través  de  mon- 
tes, sierras  y  pantanos,  salvar  rios  caudalosos  y  lavorecidi> 
por  las  sombras,  caer  de  improviso  sobre  el  enemigo  fati- 
gado de  no  poderle  sorprender.  (12) 

Puesto  al  frente  de  la  columna  patriota,  qu-e  á  pesar  de 
su  inacción  conservaba  aun  su  buen  espíritu,  se  ocupó  sin 
pérdida  de  tiempo,  en  la  organización  de  las  milicias  de  ca- 
halleria  de  Cauquenes,  á  la  vez  que  reunia  los  cívicos  de  in- 
fantería y  averiguaba  nuevas  de  los  españoles.  **  Estos  están 
bastante  apurados  (escribía  á  O'IIiggins)  ;  todas  sus  fuerzas 
consisten  en  las  que  Sánchez  retiró  de  Concepción  á  los  Au-^ 
y,?\QS  con  ánimo  de  hacer  allí  la  defensa,  y  en  la  división  d(? 
Ijantaño  que  está  en  Chillan  y  se  compone  de  600  hombres." 

En  esa  carta,  que  lleva  la  fecha  de  26  de  noviembre, 
espresa  la  desmoralización  que  reinaba  en  el  ejército  enemi- 
h">  como  de  las  esperanzas  alentadas  que  abandonasen  sust 
banderas  muchos  oficiales  de  los  recien  llegados  de  España, 
puesto  que  tres  dias  antes  se  habían  presentado  a  las  avan- 
zadas, un  Sarjento  ^fayor,  un  teniente  y  dos  subtenientes 
del  rejimiento  ** Cantabria",  que  profesando  principios  libe- 
T?iles,  simpatizaban  con  la  causa  americana  y  no  queriaií 
servir  de  instrumentos  de  opresión. 

Entre  tanto,  reorganizado  el  pequeño  ejército  de  opera- 
ciones, provisto  de  víveres  y  medios  de  movilidad,  y  refor- 
zíjdo  con  el  magnífico  batallón  de  los  Andes,  (cuya  llegada  h 
Talca  se  acababa  de  sa])er)  una  compañía  de  cazadores  de  la 
escolta  de  O'Higgíns  y  una  batería  de  artillería — á  las  8  de 
la  mañana  del  19  de  diciembre  se  movió  del  Parral  con  di- 
n'C(  ion  á  San  Carlos,  en  el  siguiente  orden  de  marcha  : — 

La  vanguardia  la  formaban  dos  compañías  de  infantería 


12.  Fr.Hre  na<ei6  oii  la  prov'ra"C.ÍA  de  Sfint'ag-o  (Chile),  el  29  <\& 
ii«>vi\'ii:;bre  1787,  y  fallec/ó  en  e':  ran^ífo  d«  Capitin  general  el  9  de  di- 
i'jembre  18ól,  doíapue»  de  haber  ocupado  puestos  de  alta  importancia 
011  'la  admin'Htra-c'io'n  de  «u  pais. 


CX)RONEL  BRAXDSEX.  189 

y  «na  de  caballería  á  las  órdenes  del  coronel  Andrés  del  Al- 
<'ázar.  (18) 

Número  l.o  de  Coquimbo,  comandante  Isaac  Thompson. 
•^porteño). 

Número  3  de  Chile,  id.  Agustín  López,  (penquista.) 

Artillería  con  6  cañones  de  montaña  de  á  4 — comandanti? 
ícapitan  Juan  Pedro  Macharratini,  (araucano.) 

Granaderos  á  caballo,  mayor  Pacheco,  comandante  Esca- 
lada. .'^^  porteños.) 

Cazadores  de  la  escolta  del  Director. 

Después  de  una  marcha  de  tres  horas,  que  el  calor,  la 
TÍolencia  del  viento  y  el  polvo  del  camino  hacían  penosa  á 
l<»s  soldados,  llegó  la  división  sobre  el  Perquilauquon  que 
pasó  por  el  vado  de  la  Caiñlla  Vieja,  paraje  en  estremo  pin- 
toresco y  agradable,  para  ir  á  tomar  posición  á  una  l'^iís:a 
-do  allí,  entre  la  *' Capilla  Xucva^'  y  la  casa  de  la  hacienda  de 
Niqueno — veriñcando  su  entrada  en  San  Carlos  a  las  K^  del 
■<lia  .sií^uíento — donde  se  incorporó  á  las  7  de  la  tarde  dri  '2\ 
^]  batallón  de  los  Andes  al  mando  del  coronel  Ruderindo 
Alvarado,  (salteño)  que  iba  desde  Santiago  á  ponerse  á  las 
/órdenes  de  Freiré. 

Mereciendo  Brandsen  una  especial  consideración  de  su 

<oronel,  y  siendo  preciso  vijilarse  los  movimientos  del  ene- 
migo le  confió  el  mando  importante  de  la  gran-guardía.  es- 
lablecida  el  22  en  el  punto  de  Aquimavida  que  domina  las 

13.  Kste  ofifiail.  que  goTí-.bfi  de  un  créiüto  dieítinguido  por  sus 
virtude-s  y  siui  bizarria,  tuvo  la  gloria  de  ser  **el  .primero",  que  al 
frtiuta  de  3G0  *Vpenquiíitafi''  (y  solo  1(K)  según  alguno.)  segundado  por 
e\  comanalaiite  Mig^iel  djel  Rio,  trep^  loe  Andit»s  en  1811  y  li\>gó  á  Bue- 
iir.s  A¡re«  desde  Chille  enatuxilio  de  la  revolución  d«e  mayo.  Xo  s-'ejndo 
■nt^coí^ario  s-u  concurso  ^n  jun."o  de  1813,  repasa  \t?.\  eordálleríi  con  sus 
fueizas,  y  eintró  en  S-intiago  el  ó  de  julio  inmediato,  dejando  trazada 
la  ruta  que  dos  me-?es  mas  tarde  debia  Regniir  '.'a  divis'on  de  c-?rc"  >  d^ 
1(HH)  hombreií  del  coronel  don  Santiago  Carreña  (Córdovés) — «desj)»- 
<iiuda  }u)r  el  gobierno  argenti-no  en  retribu-cion  do  aquel  ini,po.rt:  into 
íif»rvIcio — Alcízar,  á  su  regreso  d?  Xacimicnlo  en  el  primer  tercio  del 
r^ÍH»  19,  fue  'a.?'ei»'nadi>  con  varióos  oficialpfi  por  el  dí^^aVria'do  ba.ndole>ro 
Vicente  Beuavitles,  qu?  violando  la  fé  de  una  capitulación,  no  res-petó 
5íu*í  caras  ni  srs  serviciué?. 


190  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AlBES 

\oredas  que  conducen  á  la  villa  de  San  Carlos,  desde  los 
viulos  del  Portillo,  la  Cocharca  y  Dadinco. 

Fijado  el  23  para  abrir  las  operaciones  militares,  desde- 
bien  temprano  se  notaba  una  actividad  estraordinaria  en  ei 
campamento  patriota.  Después  de  la  revista  de  armas  y 
iiiuniciones,  convocó  Escalada  á  los  oficiales  de  su  Re ji mien- 
to y  les  previno  confidencialmente,  que  á  las  9  de  esa  misma 
j  oche,  debian  ponerse  en  movimiento  con  el  objeto  de  sor- 
prender al  enemigo  en  Chillan,  cuya  fuerza  total  según  no- 
ticias, no  pasaba  de  400  jinetes,  en  su  mayor  parte  volunta- 
rios d^  milicia. 

El  coronel  Escalada  pertenecia  á  esa  juventud  ardorosa 
(jue  á  la  voz  májica  de  Patria  y  Libertad,  abandonó  gustosa 
Lus  aulas  y  las  comodidades  de  la  vida,  para  empuñar  la  es- 
j.ada  vengadora,  que  no  debia  colgarse  mientras  no  se  es- 
j.:ulsara  al  último  opresor  estranjero  que  desde  Anahuaca. 
hasta  la  Patagonia  helada,  hacian  de  la  América  un  san- 
l<riento  campo  de  batalla  y  un  inmenso  osario.  Ayudante 
de  San  Martin,  la  punta  de  su  sable  inscribe  su  nombre  eo 
íí^au  Lorenzo  el  verano  de  1813.  Rendido  Vigodet  se  tras- 
lada á  Mendoza,  y  oficial  del  inmortal  ejército  de  los  Andes, 
su  bota  granadera  escaló  la  nevada  cordillera,  y  de  la  pu- 
janza de  su  brazo  son  inanimados  testimonios  Chacabuco, 
'ihkahuano,  y  Maipo!  Creado  en  los  campamentos,  fami- 
liarizado con  los  peligros  de  la  guerra  y  formado  en  una  es- 
cuela ríjida  que  desarrolló  las  dotes  que  como  guerrero  y 
como  patriota  habia  tráido  al  nacer,  hermanaba  al  temple 
de  un  soldado,  la  esperiencia  de  un  militar  á  propósito  para 
educar  oficiales  que  inspirasen  confianza  á  sus  subordinados- 
y  respeto  á  la  ordenanza.  (14). 

14.  Kste  «'íirgentino  qii-e  comiendo  e\^  tit^nipo  d-ebia  «Icanaar  los 
primeros  ^iTaíi(i«  <*=n  la  milicia  y  dej^empeñíaír  <pueísto<s  á~s  suma  im-. 
pfrrtaineia  en  «ii  p:<tria,  fué  hijo  d?  don  An-tonio  José  Escalada  y 
áoñ'd  Tomias^a  de  >a  Quintanta,  nacieindo  en  Bu«nos  Aires  e-l  17  díC- 
jpniio  de  1795.  T'^ni'ü  de  «ivs  hermaníis,  (dcña  l?*^medi.o«)  era  ca^aida 
<M)n  «e!  general  San  M/rtin,  y  á  este  propósito  ha  cóttservado  la. 
trad'Híifiu    una   anéc-dota  íjue  vamo^   á  -c-onai gaar.     Cif^rto   di«,   depoff- 


CORONEL  BRANDSEN.  191 

En  aquella  reunión  mas  amistosa  que  militar,  logró  con- 
ijiover  á  sus  subalternos  eon  su  elocuencia  llena  de  enerjia  y 
^patriotismo,  manifestándoles  la  satisfacción  que  esperimen- 
taba  su  alma  viéndose  por  la  vez  primera  á  la  cabeza  de  los 
bravos  **  granaderos ;' *  la  necesidad  imperiosa  de  lavar  la 
aírenta  impresa  al  Rejimiento  por  un  oficial  salido  de  sus 
filas  (Millan)  y  la  confraternidad  que  debia  reinar  entre 
los  oficiales  cuyos  esfuerzos  unánimes  asi  como  los  de  los 
s«>]dados  no  debian  tener  otro  fin  ni  mas  norte  que  con- 
quistar la  amada  independencia,  etc.  Se  ocupó  en  seguida. 
<|í'  esplicarles  el  plan  de  ataque  que  pareció  sabiamente  com- 
binado. 

El  Rejimiento  entero  (fuera  de  una  compañia,  la  segun- 
da del  cuarto  escuadrón  y  un  destacamento  de  11  hombres 
<i5jpleados  en  otra  parte),  debia  salir  de  San  Carlos  á  las  í> 
:!'»  esa  misma  noche,  para  llegar  sobre  el  Nuble  antes  del 
ail>a — emboscarse  allí  entre  los  árboles  de  la  margen  dere- 
cha hasta  las  once  del  di  a,  momento  que  se  calculaba  qut"? 
el  enemigo,  no  sintiendo  novedad  alguna  por  ese  lado  del 
rio,  retirase  sus  grandes  guardias  y  largara  sus  caballos  en 
los  potreros.  Aprovechando  esta  coyuntura,  debia  pasarsi* 
el  Nuble,  marchar  directam^ente  á  Chillan,  y  atacando  allí 
a  los  españoles,  sorprendidos  y  confusos  apoderarse  de  su 
caballada,  almacenes  y  munición. 

Desgraciadamente  no  se  ejecutó  a  la  letra  lo  convenido. 

En  vez  de  salir  a  las  nueve  de  la  noche,  no  se  movieron 
hasta  las  once;  á  esto  se  agrega  que  el  rejimiento  mal  cou- 

t'-emdo  Escaldada  con  otros  aficjiales,  quiso  la  ci'mialidad  que  pa^ 
sári  San  Mairtiin  innied-'afto  á  «quolla  reunión.  Todos  los  cÍT-cuns- 
túntes  devolvie«roai  ef  f*aludo  atento  d«e  au  írefe,  me«no«  el  cuñado, 
qiiie,  6  TiK>  vio  ó  v^atido  d;e  la  íntima  co.nfia/iia3  qu?  d'p'be  reima* 
entre  persona-s  de  una  niimna  familia,  creyó  ese.usado  tocarse  el 
eláí»t:Vo.  Esto  bpistó  paT;':  que  flipercibido  del  ht^cho  con  sai  vista 
de  ágiii'.la,  de^-uvip-ra  pI  paso  y  volvien-do  üni  cara  le  dijiese  en  tono 
biujaco — '^*  Señor  EsiCialiada,  j»'  «o  co'n  pico,  ala  con  ala,  yo  no  me  casé  con 
iisted  sino  «^on  su  hermana.''  Apostrofe  que  siir.nificaba  al  subalterno 
abocho-rnado,  que  no  existia  eci  el  mundo  vínculo  «^«l^ino  capaz  de  re- 
In.iar  la  .«severidad  que  siempre  caract^rzó  á  aquel  cieg^o  observante  die 
la  Ox.de.nanz3.. 


192  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

<»ucido  por  sus  guías,  hizo  un  falso  camino,  dando  una  gran 
vuelta,  y  con  la  primera  luz  del  dia,  recien  pudo  emboscarse 
^ii  una  hondonada  distante  aun  del  vado  de  Dadinco  una 
Ihrga  legua  y  media,  y  desde  donde  podia  ser  reconocido 
por  el  enemigo,  que  ya  dejaba  apagar  sus  fuegos,  relevaba 
íjus  centinelas  y  desprendia  sus  descubiertas  ó  patrullas  re- 
<3í>nocedora«. 

En  tal  emerjencia,  solo  quedaban  dos  partidos — ó  retro- 
í^radar  dando  la  empresa  por  abortada  á  fin  de  mejor  com- 
binar el  tiempo  y  lugar  de  una  nueva  sorpresa — ó  marchar 
<lo  frsnte  sobre  el  rio  y  bandearlo  sin  demora.  A  pesar  de 
lodo  nada  se  hizo.  Perdieron  4  horas  en  la  hondonada  enun- 
ojada,  y  cuando  desembocó  para  marchar  sobre  el  vado,  todo 
el  rejimiento  quedó  á  descubierto  y  entonces  piído  ser  visto 
•cUsde  las  alturas  que  sin  embargo  de  dominar  la  orilla  iz- 
<iuierda  del  Nuble,  distan  casi  dos  leguas  de  este. 

Precipitada  la  operación  y  confiada  la  vanguardia  al  ca- 
liitan  Cajaraville,  luego  de  salvar  el  obstáculo  del  rio  sin 
<lifieultad  alguna,  fué  á  formar  el  Rejimiento  en  el  llano  de 
<.liillan,  dividiéndose  en  tres  columnas  de  ataque  por  escua- 
<1  roñes  que  se  pusieron  á  las  órdenes  del  comandante  Nicasio 
líaiiiayo  y  mayores  Benjamin  Viel  y  Anjel  Pacheco.  Ha- 
T)iendo  avanzado  en  este  orden,  se  observó  que  aquella  plaza 
liabia  sido  evacuada  por  el  enemigo  que  seguia  replegándose 
al  sur,  sin  embargo  de  haber  aparentado  estar  resuelto  á 
<Yiizar  sus  armas  tan  luego  como  los  patriotas  iniciaran  la 
i^ampaña. 

Xo  obstante  de  que  se  omitió  destacar  un  escuadrón  en 
■(oportunidad  para  cortar  á  los  españoles,  como  hubiese  sido 
fácil  hacerlo,  circunstancia  que  malogró  en  mucha  parte  las 
ventajas  que  se  prometían  de  la  empresa — el  héroe  de  la 
hacienda  de  Valdivieso  y  del  Parral,  Cajaraville  el  de  bra- 
vura proverbial,  apurando  sus  pocos  caballos,  atraviesa  sin 
<i€tenerse  la  ciudad  abandonada,  y  sostenido  por  algunas 
otras  partidas  de  *' granaderos*'  pica  la  retaguardia  enemiga 


CX)RONEL  BRANDSEN.  193 

\  se  entrevera  resueltamente  con  esta  sin  reparar  en  la  corta 
fuerza  de  que  dispone. 

Aterrados  los  españoles  por  esta  atrevida  carga,  lejos 
lie  oponer  alguna  resistencia,  emprenden  la  fuga.  Llevada 
la  persecución  por  espacio  de  dos  leguas,  y  desesperando  dar 
iilcanee  á  los  fugitivos,  se  mandó  hacer  alto  y  el  Rejimiento 
retrocedió  con  el  objeto  de  acantonarse  en  la  Villa.  Loa 
resultados  de  la  jornada,  se  limitaron. á  una  veintena  de 
iiiuertos  y  probablemente  igual  número  de  heridos,  cinciien- 
trt  caballos  ensillados  y  varias  armas  y  municiones  que  arro- 
ja» el  enemigo  en  su  derrota.  Las  pérdidas  de  los  patrio- 
ías  no  pasaron  de  un  muerto  y  dos  heridos. 

Mientras  esto  .  tenia  lugar,  el  grueso  de  la  columna  que  á 
las  órdenes  inmediatas  de  Freiré,  seguia  el  movimiento  del 
litjimiento  de  granaderos,  después  de  un  corto  tiroteo  co" 
las  i)artidas  realistas,  apostadas  en  la«  márjenes  del  Nuble 
atravesó  este  río  por  el  balseadero  de  Cocharcas,  y  ocupó  á 
(  hillan  al  caer  la  noche  del  mismo  dia  veinticuatro  de  di- 
riei  libre. 

A  todo  esto,  el  lastimoso  estado  á  que  se  encontraba 
reducida  la  belicosa  provincia  y  ciudad  de  la  Concepción 
que  desde  tanto  tiempo  atrás,  era  el  teatro  de  una  guerra 
(IcsvaMadora,  reclamaba  con  urjencia  la  presencia  del  Inten- 
c:ente  Freiré — razón  por  la  cual,  asi  que  se  le  reunió  el  bri- 
gadier Balcaree  con  el  resto  de  la  división  que  llevaba  d'3 
í?j;ntiago,  resignó  aquel  el  mando  de  todas  las  fuerzas  y  se 
dirijió  á  su  destino  por  los  caminos  de  la  costa,  á  donde  llegó 
el  25  de  enero  de  1819. 

Esta  penosa  campaña  tocaba  pues  a  su  término  y  la 
suerte  de  Sánchez  y  su  ejército  estaba  en  vísperas  de  jugarse. 

AXGEL   .T.    CARRANZA. 
(Continiia^rá.) 


DESCRIPCIÓN  HISTÓRICA. 
DE  LA 

ANTIGUA  PROVINCIA  DEL  PARAGUAY. 

(C(>llíti•D^lacian.)     (1) 

Habiéndose  retirado  Belgrano  á  la  otra  banda  del  Para- 
ná, fueron  conducidos  á  la  Asunción  los  prisioneros,  dond(^ 
los.  tuvo  Velazco  en  un  marco  en  medio  rio,  mientras  que  se 
preparaban  dos  ó  tres  buques,  para  conducirlos  á  la  ciudad 
de  Montevideo,  á  disposición  de  aquel  gobierno,  como  se  eje- 
puto.  El  conductor  de  ellos  fué  un  gallego  llamado  r/o?? 
Carlos  Ge  noves,  capitán  miliciano,  que  sin  mas  mérito  »iuo 
el  de  haber  sido  escribiente  pendolista  del  gobernador  don 
Lázaro  Rivera,  antecesor  de  Velazco,  obtuvo  el  grado  de  ca> 
pitan  de  milicias. 

El  general  Cabanas,  después  de  haber  prometido  al  ge- 
neral Belgrano,  y  asegurádole  que  tendrian  buen  suceso  sus 
proposiciones  quinta  y  sexta,  á  saber,  que  no  se  les  seguiría 
perjuicio  alguno  á  las  familias  de  los  individuos  que  siendo 
de  la  causa  sagrada  de  la  patria,  se  constituyeron  á  viv'»r  eo- 
el  ejército  auxiliador;  y  que  se  diese  libertad  á  los  ))risione- 
ros  tomados  en  Paraguari  y  en  Tacuari,  para  que  volvi.^sen 
k  incorporarse  en  sus  rejimientos,  ni  aun  interpuso  su  me- 
iliacion  con  Velazco,  á  favor  de  estos. 


1.     Téa»e  la  pajina  46^  del  toM^  Xi, 


*' 


PARAGUAY.  195 

El  gobernador  Velazco,  que  ya  se  consideraba  un  señor 
absoluto  y  arbitro  de  nuestros  destinos;  y  que  en  su  lisonjera 
y  engañosa  proclama  de  4  de  febrero  anterior,  había  trata- 
do de  rebeldes  á  Belgrano  y  á  todos  los  que  se  hablan  dechi- 
rado  adictos  á  la  libertad  de  la  América,  ordenando  ademas 
ú  los  gefes  de  las  villas  y  de  campaña,  que  redoblen  su  vigi- 
lancia, continuando  sus  rondas  y  patrullas,  para  que  no  se 
introduzcan  personas  sospechosas,  y  papeles  seductivos;  y 
se  les  envien  á  los  qu<e  los  oculten — miró  con  alto  despre- 
cio las  proposiciones  de  Belgrano  y  la  promesa  de  Cabanas, 
apresurando  la  remisión  de  los  prisioneros  á  Montevideo,  á 
cargo  de  don  Carlos  Genovés,  á  quien  enviaba  con  ooderea 
para  pedir  armas  y  dinero  y  á  combinar  el  plan  de  opí:--.t.^a 
abierta  á  la  Junta  de  Buenos  Aires.  Con  esta  comisión 
marchó  Genovés. 

El  gobernador  Velazco,  ingrato  al  favor  que  le  habían 
hecho  los  paraguayos,  en  restituirle  el  gobierno  de  la  pro- 
vincia, que  por  su  vergonzosa  fuga  del  ejército  en  Paragua- 
ti.  (después  de  haber  prometido  en  el  Congreso  de  24  de  ju- 
lio del  año  anterior  que  se  sacrificarla  por  nosotros)  lo  lial)ia 
perdido,  licenció  á  este  en  Tacuari,  sin  paga  alguna;  voló  á 
^Misiones  con  sus  adheridos  aduladores  y  lisongeros,  no  ii 
otro  fin  que  al  de  divertirse,  y  hacer  tributar  los  honores 
del  triunfo,  que  no  los  merecia.  Algunos  dias  se  mantuvo  en 
el  pueblo  de  Santa  María  en  regocijas  y  fiestas,  no  á  su 
costa,  sino  á  espensas  de  aquel  vecindario  pobre,  y  volvió  :t 
la  Asunción. 

Como  él  se  habia  investido  del  alto  carácter  de  legíti- 
mo representante  del  señor  don  Fernando  7.o  en  el  Paraguay, 
condecoró  á  don  Fuljencio  Yegros  con  el  grado  de  teniente 
coronel,  y  le  nombró  gobernador  de  Misiones,  en  cuya  vir- 
tud quedó  este  con  alguna  tropa  en  el  pueblo  de  Ifapua. 

Instruido  allí  por  el  referido  capellán  y  por  su  hermano 
el  capitán  don  Antonio  Tomás  Yegros,  que  con  la  comuni- 
fa«ion  familiar  que  tuvieron  con  el  general  Belgrano  se  ha- 
Wan  instruido  y  cerciorado  del  verdadero  objeto  á  que  el 


195  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

pueblo  (le  Buenos  Aires  y  su  Junta  Gubernativa  dirijian 
MIS  miras,  é  invitaba  á  los  demás  pueblos,  que  formaban  el 
ostinguido  Vireynato  del  Rio  de  la  Plata,  á  un  Congreso  ge- 
neral, para  que  reunidos  en  él    los  diputados  de  las  provin- 
cias, determinasen  y  designaran  el  supremo  gobierno  que  ha 
de  regirlas  en  representación  del  rey  don  Fernando  7.0  du- 
rante su  cautiverio  en  Francia,  eligiendo  cada  provincia  por 
íii  la  forma  de  su  gobierno  particular  que  mas  le  convenga, 
íso  necesito  de  mas  don  Puljenoio  Yegros;  abrazó  cuanto  pro- 
puso Belgrano,  y  se  resolvió  sin  hesitación  k  contribuir  por 
811   ])arte  al  logro  de  la  remoción  del  gobernador  Velazco. 
Pero  como  se  hallaba  á  70  leguas  de  la  Asunción,  donde  se 
l:H})ia  le  ejecutar  la  revolución  convenida,  y  carecia  también 
de  conocimientos  y  talentos  necesarios  para  dirigirla,  con  6r- 
<íen,  cordura  y  acierto,  a  fin  de  evitar  las  desgracias,  horro- 
r^'s  y  funestas  consecuencias  que  regularmente  suelen  resultar 
<ic  las  revohiciones  contra  un  gobierno  legalmente  establecido: 
i.0  pudo  él  efectuarla  en  persona,  ni  tan  pronto  como  se  deséa- 
la»     Se  le  liabló  al  doctor  don  José  Gaspar  Francia,  quien  con- 
viniendo en  dirigir  la  empresa  instruyó  el  plan  que  se  habia 
de  efectuar.  {sicU!)  (58) 

óH,  Esta  apreciación  del  «.utor,  «?  camplet-a>miente  ixprónieía,  puesto 
íiiH'  Fpamciía,  .cK>mo  e»  hkn  sabido,  vivia.  retirado  en  sai  chacra  de  Iba- 
raí  y  fué  .del  todo  ajeno  á  los  mamorables  a^iceaa?  del  14  de  mayo,  -pnw- 
parados  y  dirijidos  '*. principalmente''  .por  miestro  di9tingaiido'coiiij>a- 
triota  e.1  doctor  don  P.edTo  SomelLtra,  qiio  desempeñaba  eatonees  la 
-:\ señoría   del   Crobcrnaílor  del  Pa-raifimy. 

Eíí  ?.stpa.ño  á  la  verdad,  q^i»?  «n  contemporáneo  de  :¿qiiella  revo- 
íl'.M-ion  coFno  lt>  era  Molaa  y  á  quien  oo  podemos  ©liponer  lignotranite 
íi(-  un  luMího  tan  conocido,  haya  siflicmciado  en  bu  reliato,  el  niombro 
cu'i  j^ersoiiaje  qite  .fuj^ó  el  rol  m««  conspicuo,  paro  8u•plant:lr^^^  al 
-•nícuo  FraiKMia,  que  sin  n::ingun  -amiteciedente,  aprovechó  de  eMa  en 
benefiíio  í>ropo,  de-í-ipiM'?*  de  pi»rseguír  y  dar  muerte  á  sus  aut<Hnee. 
Kmi>e.r«,  como  a  nota  dores  de  este  libro,  nuestra  tarea  nos  im^\4e  . 
tolerar  «e  eoitronice  la  iinnnisticia  y  ¿«e  confirme  el  error,  trat&n- 
<j<»Ke  de  reivi-ndicar  un..i  gIo>ri-a  macionial,  sin  n:»?)noscabo  de  la  verda»! 
i  JKtór.'ca.  **mj.»í?a''  rijida  y  desafiaaioinada  qu'^  babitando  das  regiones 
F'.»rwi.a¿§  .í»fTo  heladas  del  tiempo,  fué  detwii'  tda  ma»  die  un»  vez  por 
el  ciego  espíri'tu  locAÜí^ta.  Razón  de  wr.Hí»,  que  mu»eve  nuestra  plutna 
n  ttazT  algunas  línesB  sobre  los  servieioe  de  aquel  beneméri:to  «r- 
.ionMiio. 

líijo    de   don    Andrés   de   Someí'leíra    (Montañés)    y   doña   .ToMifa 


PARAGUAY.  197 

£1  capitán  don  Pedro  Juan  Caballero,  encargado  de  ob- 

cerrar  en  secreto  las  medidas  que  tomase  el  gobierno  para 

frustrar  la  revolución,  sabiendo  que  se  le  habia  descubierto  al 

Giiti6rrf»z  (;portiefiai) ,  nació  don  Pedro  en  Bu^<noe  Aires,  el  19  d« 
cetnbne  <]ie  1774  y  falleeió  en  ducha  ciudad  á  k»  10  de  Ja  noche 
del  4Jk>iningo  6  de  agosto  de  1854,  d-eepuiee  de  ii»a  vida  eonsagrada  por 
entero  al  s.n'vieio  público  y  á  ]a  endeóaoza  de  üa  juventud  de  aimbas 
orilks  del  Plaitia. 

Oolejial  da  San  Oáiíioá,  donde  adquirid  los  <'onocim¿e»ttto8  m- 
d'ineintiai'ies,  p«»ó  al  de  Monsenrat  en  Córdoba,  ©n  cuya  Univeríi"dad 
se  graduó  en  ía  facuHad  de  juiriaprudeacia  y  en  1802  ao  rec'bia  de 
c- bogado  en  est.-.'ii  audiencia-,  la  euaÜ  te  no-mbró  en  t-egaidA  Defeasor  dtí 
pobres  y  memopes,  cargo  que  ejerció  haeta  el  mes  d!e  junio  do 
3  800. 

£fectu<ada  la  .invasión  de  Beire»foi!d,  ab»ndooi<ó  el  foro  para  to- 
ittfiír  una  espada  em  íai«  mainos  de  etud-^dano  y  con'ti>ibuyó  á  ki 
Be4«4yn<(uistia  s.Tvlendo  en  un  piquet-e  de  la  eoimpañi»  dt»  Catalame® 
ó  M:: ñones — di»ting«ié»ndo^«^  e-n  las  g^erriülas  que  59e  trabaron  el 
10  de  «i'goeto,  conitiJMja.ndo  su»  servicios  híFita  la  rendición  <le¿ 
Juglefi. 

No  hablé ndone  disipado  los  tt'-moretí  de  otra  •t'eintativa  i>o.r  parte 
fie  I«  Oran  Bre<taü(a,  en  se^iembw  (ISOtí)  sentó  püaj&a  Ae  soldado 
en  el  cuerpo  que  habia  elegido,  pe^ro  «in  «sueldo  ni  grati-fic-;;cion 
«rlguiKi,  e-oniraiTr-ondo  en  o<tras,  á  la  fl'ñida  acción  He  Miserer* 
(2  de  julio  1807)  y  al  ataq-ue  diir¡.gido  contra  8a.nto  l)on>ingo,  env 
cuyo  convento  conio  es  notoríio  í3e  refujió  .'a  divisi>on  del  brigadíe» 
(Vamfurd,  sie»ndo  ii»no  de  üoe  qiie  (rindieírojí  y  e®coltain>n  á  ente  je- 
pvisrl  ingles. 

Destinado  en  segunda  á  los  cantones  de  'la  Alaniíxla,  per.T..a necio 
allí  hasta  que  se  publicó  la  capitulación,  ocu.i>ándi>»e  al  día  siguiente 
(8)  con  »u  compañiía,  en  despejir  las  calilles  de  los  cad'áverefl  |«ira  inhu- 
«notarlos  en  el  corralón  de  don  Sebastián  López,  sito  en  el  mismo  local 
que  ocupa  hoy  el  Teatro  de  la  Victoria. 

Kl  lairirojo  con  que  'hubia  afrontado  la  metra  11:.'  euemrgia  eni  los  í-aa- 
griemtos  combates  .'librados  en  tos  caíaos  de  esta  ci'ud«ad  en  lHO(i  y  7  y 
las  reearnen-dacioirees  d-e  la  Keak  Audienci-a,  influyero»n  e.n  el  ánijiio  del 
señor  LÍTi-iers,  pr.Ta  quto  le  mombre  Tenientj  Letrado  y  As:e*>r  interino 
del  Gobierno  lnt3n<lip.ncita  del  Pafra:gujr(>' — <')  como  »o  Mamaba  e«nto.iices. 
T*^n.*enta  Gobeirnadoir. 

Bn  1807  «e  eoiconbPaba  en  :1a  Asunción  co»ü  su  familia  (a)  des<*m- 
peftando  «iquel  hono-rífico  .puesto,  ha^t^  que  'ot*  MCOintc<í*^:»i  i:«*Titos  doscn- 
vueltofl  «cin  el  Rio  de  la  ipiaita.,  tuvieron  .«ni  repe-rcucion  lailli  el  14  (U 
piayo  de  1811,  dando  x>ot  resaiUado  la  terminación  die  la  dominación 
española  v^n  el  Pairstguay. 

(a)  Pem  este  t¡!ftm<po  contrajo  iw-ítri  manió  el  doctor  Son:  el  lera 
con  ki  señora  doña  Te'ésfoiva  P.'mazo,  ( finad»  en  1824)  de  la  cual 
tuvo  6  bijos  y  loe  dos  vatxinjes  llegaron  á.  diatinguiTse  en  el  foro  y  e-u 
la  mrtriiia. 


198  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

gobernador  Velazco  la   proyectada   conspiraeion   coDjtra   su 
persona,  y  partido  realista,  se  adelantó  con  algunos  pocos 

El  mismo  se  ha  encairgiado  de  pomeo'nos  biI:  ¡co^nriiente  eoi  sus  intefre- 
cantes  *' Notas  C-iríticas, ''  á  ¡la  eél¿bTe  obra  de  los  «eñore»  Rengger  y 
Lrvnjíchamíp,  so-br^^  el  Pasragu^iy  (V,  BibJáodeca  del  O.  del  P.  tom.  III) 
escritas  en  Montevideo  en  1841— <de  los  incide-ntes  y  pasos  que  pre- 
.]>araron  la  oaida  del  Crobernador  Velazico  en  la  que  le  cupo  luna  parte 
¡principal,  coimo  así  másmo  de  los  intentos  fero-ces  qué  desen- 
2uais«aró  Fn£m«ÍA  luengo  que  emp-uñó  lias  iriendas  de  íka  dictaidiira  que  so- 
Id  debita  labaudodiaar  con  la  vida. 

■Oon  uniotávo  de  Uia  mistión  'BeOgnamo-Echavama,  logró  «permiso  parai 
d^ jar  un  ipaiis  sobre  «eil  que  veia  venar  un  cúmulo  de  "mBl'e©,  como  lo  efec- 
tuó 601  un  pequeño  buque  el  23  setieuiibre  1811,  después  de  una  rigurosa 
¡.'Crsecuciion  que  finalizó  poír  93  dáas  de  cárcel. 

Desembaür-eado  en  Buenos  Aires  ei  4  «noviembre  1811,  fué  noran- 
brado  jxw  el  Cabildo  (enero  1.*  1812)  ((Asesor"  del  Alcalde  de  pri- 
mer voto  con  cairgo  de  aconsejar  á  la  Corporación  en  8»us  * 'acuerdos''; 
siendo  lincUi-idio  poco  después  en-tre  los  Vocales  de  ^a  comiwon  el»ejida 
i'Kfra  redaetar  el  **  Proyecto  de  eonstitucion "  que  debia  «rejir  á  la^ 
Pro\ii>ncias  Unidas. 

En  1814,  filié  nombrado  Secretariio  y  Asesor  de  Gobierno  y  el  8  de 
f'^brero  1815  Audi-tor  jeneiral  de  guerra  y  Defensor  del  Juzgado  de 
^•bie»nes  estrafios",  desempeñando  este  cargo  gratuito  hasta  que  salió 
á  campaña  (julio  18^1é5)  como  Seeretario  y  Asesor  del  ejérciito  de 
^*0b8.e(r\'aeion,"  enviíado  á  la  Provúncia  de  Santa-Fé  á  las  órdenes  de 

Viamot. 

Los  tnaatornofl  del  afto  20  flo  encontraron  de  juez  de  AÜizadae  de 
la  Provincia,  puesto  á  que  fué  elevado  en  1818 — ^En  este  año,  «tan  fu- 
nesto eoOTJO  el  <le  1815,  .pasó  á  deswmipeñaT  interimaOTente  te  Auditoría 
•io  guerra  siendo  jubiJado  en  1821,  b>  que  disfruté  hasta  nA  1.*  de  ene- 
ro 1833,  en  que  se  sufijpen.dió  aq.ueilfla  encontrándose  Soanellera  esta- 
blecido en  Montevideo. 

Arreglada  esta  .Universidad  ipor  decreto  de  -8  febrero  182.2.,  fué  nom- 
brado catedrático  de  derecho  civi*  ^  6  de  aibriíl  «igiuente — wjentandb 
esta  importante  asignatura  hasta  1828,  en  que  (penuneié  por  el  mal 
€5tado  de  síu  salud. 

I>e  confornvidad  a;l  decireto  de  (5  de  mraorzo  de  1823,  impr.im.lo  la 
1."  y  2.*  parte  de  sus  ''Principios  de  Derecho  CiviJ'*  (1  vol.  en  4.o 
249  páj..  I/iiiprenta  de  Expósitos,  1824)  en  circunstancias  que  el  P. 
doctor  .Tiian  Manuel  Fernandez  Agüero  publicaba  también  las  dos 
primeras  pactes  de  sus  '*  Elementos  de  Ideolo{>ia",  el  aeñor  D":az(  don 
Av,e:!ino)  su  ¡iftmortaü  de  Matemátiers  y  un  hijo  de  C6 ndoba,  o]  presbí- 
t'.*rü  doctor  Ensebio  Agüero  sus  ''Instituciones  de  Derecho  Público 
íiclcí-'iásítico.  *' 

El  doctor  Sometiera,  se  propone  en  su  .libro,  según  lo  dice  en 
el  ])reá/mbulo,  presentar  «los  verdaderos  princijpios  '¡de  utilidad  y 
conveniencia  que  sirvieron  para  la  formación  de  nuestras  leyes, 
su  inteligencia  y  aplicación,  desarrollando  con  tanta  claridad  y 
invaestria  las  ideas  atrevidas  de  Jeremías  Benthaon*  en  materia  de 
lojislacion,   que   la   Universidad  de  Ja   Paz   y  el   Colejio   del  Oazoo, 


PABAGUAY.  199 

conipafieros  á  ganar  el  cuartel  general  de  la  plaza,  única  fuer- 
za que  Velazco  podia  oponer  en  su  defensa. 

siguiendo   el   ejemplo  de  1«  de  Buenos   Aires,  adoptaron  dicho  cur- 
«•>   por    texto    <le    euiseuanza   .para   ens    aulají   de    derecho    civil,   sin 

embargo  de  que  io  impreso  tra-taba  de  las  Personas  y  '* Cosas" — ra- 
zón quv?  impulwü  al  segundo,  (V.  El  Tiempo  N.  21,  1828)  á  pedir 
otieialniente  la  3.a  part«  que  comprendía  laft  Acciones,  los  'uelitos, 
modos  de  precaverlos,  de  los  Jneces  y  Juicios — la  qaie  no  *habiéndoee 
aun  i^Hiblicado,  se  remitió  manuscrita  por  condiucto  de-l  plenipo- 
tenciario de  la  República  Argentina  cerca  de  la  del  Perú,  y  es  la 
ini&ma  si  no  nos  equivocamos,  que  dict¿)  el  autor  en  Montevideo 
•en  1837,  donde  ee  dio  é,  la  estampa  con  el  título  de  **  Apéndice,  etc 
<foll.  fiipaj.  1848,  iír.p.  TTruguaya.) '' 

Kl  e^ñor  Manuel  Silvela,  abogado  español,  ventajosamente  co- 
nocido por  s-ufi  producciones  literarias,  fm  fa/moso  discurso  sobro 
«ucesio^nes  tra^versale*»  y  posteriores  trabajos  á  icerca  de  la  his- 
toria filosóñca  del  derecho  Romano,  formó  el  mas  distinguido  con- 
cepto de  efita  obra,  felicitando  encarecidamente  á  nu-estro  com- 
patriota en  una  carta  que  le  dirigió  con  tal  motivo,  (b) 

En  agos^to  de  1824.  fué  comisioaiado  para  redactar  el  código 
¡juidfial  mepea)ntil,  y  contribuyó  ,por  «u  parte  com  los  capítulos  si- 
guientes:   1.0   * K'oniposieion   del   Juzgado   Mercantil'* — ^2.o    **Co'mpe- 

tí»ncia  del  mismo'* — ^3.o  **Modo  de  conocer  y  proceder  de  id.** — Este 
trabajo  quedó  sin  ver  la  luz  .piiblica. 

En  1829,  filé  llamado  á  su  antigiio  empleo  de  Auditor  de  guerra 
y  marina,  que  sirvió  hasta  el  mes  de  agoisto  del  mismo  año,  en  que 

.s-c  vio  O'bligado  k  esipatriairse  y  fijó  su  residencia  en  Montevideo, 
Poco  tie»rnpo  antes  ha'bia  tsido  diputado  del  pueblo  á  las  Calma- 
ras ])rovincioles  y  nacionales  y   director  de   la  ¡Acadesmáa  de  Jnuris- 
priK^encJa. 

En  1836  fué  encargado  por  el  Go'bierno  Oriental  de  Ta  redacción 
di»  lo6  reglamentos  de  enseñanza  y  policía   i.nterior  de  las  tdátedras 

do  estudios,  creadas  por  decreto  de  la  H.   A.  de  junio  1833 — <V>mi- 

<ion  que  dese.!r}>?ñó  satisfactoriamente. 

Al  año  sigiviente  de  1837,  las  Chámaras  de  Montevideo,  en  sesión 
dv  13  de  junio,  sancionaron  la  importante  ley,  **cuyo  cerdadero  au- 
tor fué  el  doctor  Somellera,**  sobre  herencias  int?estadas,  y  por  la 
cual,  Á  falta  de  descendientes  ó  ascendientes  lejítimos  ó  * 'naturales** 
«í>n  llamados  á  süiceder,  con  ef^cUision  de  todo  colateral,  el  marido  á 

la    niiiijer   y    es.ta   á    aquel,    no    estando   separados   do.    hecho    ó    de 

(h)     Este   doctor,   jurisconsAilto   y   literato,    falleció    en   Paris  A 
mediados  de   1832 — Fiié   el  principal  colaborador   de  una  obra  en  4 
vol.    titulada    '* Biblioteca  de    la    Literatura    Española".     Fundó    en 
Paris  un  '* Liceo**  para  instr«ir  A  los  jóvenes  americanos,  por  quie 
nes  tenia  una  particular  predilección  en  analo^jia  con  »us  ideas  libe- 
rales.       8u    íntimo    amigo    el    gram    trájico    IjCfindro    Fernandez    de 
Moratin.   murió  en   hu   casa   el   12  de  junio  de   1823,  dejando   bere- 
nera  de  todos  sus  bienes  á  «na  hija  de  este,  á  quien  lego  la  colección 
do   sus     obras    inéditas   inclusa    la   '^^ Relación'*     de  su    via,ie     por 
Francia,  Inglaterra.  Flandes,   Alemania,  Suiza  é  Italia,  y  los  "Ori- 
jene^"  del  Teatro  Español  (vendidos  al  rei  de  España) 


200  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBBS. 

Eevolucion  del  Paraguay, 

Varios  oficiales  que  habían  servido  en  la  acción  de  Ta* 
cuan,  y  que  se  habían  prestado  gustosos  á  cooperar  en  la 
revolución,  se  jiallaban  á  la  sazón  en  la  Asunción.  El  ca- 
pitán don  Pedro  Juan  Caballero,  les  había  prevenido  que  la 
señal  de  alarma  para  reunirse  en  el  Cuartel  General  de  la 

derecho,    (c) 

Apesar  de  su  avanzada  edad,  eiapileabo   últinia^mente  las  horas 
an|2:uatiosas  del   destierro,   ya  en  el  deseiií'peño  de   sus   deberes   fo- 
rensos,,  ya  que  »n  la  etlucasiotn  de  Ja  juventud  oriental  como  lo  habÍA 
hecho  con   la  arjentina,   y  «ntee  dé  bajar  al  sepulcro   tuvo   la   forv 
tuna  de  ver  fig^urar  con  dieitincion-  á  moichos  de  eus  discípulos.     Flo- 
rencio Várela,  su  amigo  predilecto.  Ajidres  Lama®,  au  hijo  político, 
Akina,    PUo,    Thompson,    Berro,    Dulce,    Gamiboa,    Averastain,    Gó- 
mez,  y    toda   esa   jeneracion   dé    abogados,    publicistas   de    nota    de 
aquende  y  allende  el  Plata,  bebió  en  sus  labios  el  mamA  de  la  ciencia. 
De  vueHa  tái  au  pa»  natal,  dio  á  la  prensa  el  II  febrero  185»1, 
una  * 'Impugnación,''  escrita  el  año  antes,   al   Manifiesto  ,pubIicado 
por  Dojpez  en  la  Villa  del  Pilar  en  13  febrero  184«,  sobre  los  tít^tí- 
loí»    y   derechos    de    Ta    República    del    Paraguay    al    territorio    sito 
sobre  la  izquierda  del  Pariviká — ^interesante  ** Memoria'',  que  mereció 
lo?  honores  de   la  reimipresion   en   Corrientes  en    1850,   y  »erá   con- 
sultada con  éxito  por  el  historiador  futuro,  por  la  copia  de  hechos 
que  encierra  y  la  exactitud  que  preside  á  su  narración.. 

Aqin  está  viva  en  'nosotros  la  honda  .im(presion  que  nos  caais^ 
su  ipresenicia  en  Ja  Universidad  ilustrada  por  sus  lecciones,  el  17 
do  agosto  1852,  con  motivo  de  la  colación  de  grados  de  nuestro  ami- 
go  el  doctor  Gómez  que  tuvo  la  bella  idea  de  elejirle  por  padrimo 
en  aquel  acto  imiponente  que  recordaba  al  anciano  Jiiaestro,  en  vís- 
peras de  e'cprender  el  viaje  sin  regreso,  los  bellos  dias  de  tiempos 
mas  felices. 

Por  último  y  para  redondear  esta  nota  que  ya  sale  de  los  lími- 
tes que  debiera  tener — añadiremos  que  el  doctor  Somellera,  fué 
soldado  pundonoroso  de  la  Reconquista  y  de  la  Defensa,  de  Bue- 
nos Aires;  ilustración  del  foro  argentino,  procer  de  la  Revolución 
del  Paraguay,  lejislador  iutelijente  y  organizador,  hábil  maestro 
en  Ta  difícil  ciencia  del  derecho  y  pubUívista  estimable — 'prendas 
¿  que  reunia  un  carácter  franco  y  laborioso,  que  hacian  de  él  uu. 
hombre  de  consejo  Jde  los  mejores  antecedentes,  granjeándole 
mas  de  un  título  aT  recaierdo  y  á  la  veneración  de  sus  compaf rio- 
tas,  qus  perdieron  con  au  muerte  un  republicano  sincero  y  un  infati- 
gable y  modesto  obrero  del  progr«9o. 

Los  siguientes  <*aipuntes"  que  la  piedad  filial  coneer\-a  de  s-u  puño 
y  'letra  son  la  ai|M>lojia  de  su  mérito  á  la  vez  que  el  epitafio  de  su 

virtud. 

**Bn  ninguno  de  los  emplees  que  he  servido,  cesé  por  destitucio^n. 
Nunca   fui  prevenido,   ni    apercibido  por   los  .íuece»   Superiores  que 
han    juzgado    mis   jjivicioe,    ni    james   soli'Mté    del    Gobierno    en:plea 
algu^no,,  ,pero  tampoco  me  esousé  del  servicio  á  que  fui  llamado.     En 
nue9tra   época   tomamos   la   parte    que  pudimos — **Xos   nostra    tém- 
pora halvuimus  et  concurrimus  quantum  potuerimais ". 

C.    Nueva  :ey  de  22  de  Mayo,  l'SST. 


PABAGUAY.  201 

Plaza,  seria  un  repentino  é  intempestivo  repique  de  campa- 
nas en  la  Catedral.  £n  la  noche  de  14  de  mayo  de  1811^ 
^  la  hora  de  diez  poco  mas  ó  menos,  hizo  dar  la  señal  prevé- 
nida,  y  se  avanzó  el  primero  con  algunos  pocos  individuos  de 
eoníianza  á  tomar  el  Cuartel,  y  apoderarse  de  las  armas,  como 
en  efecto  se  apoderó  de  ellas,  sin  violencia,  y  sin  oposición 
alguna  de  la  guarnición,  ni  del  oficial  don  Mauricio  José  Trw 
che  que  la  mandaba.  Posesionado  Caballero  del  Cuartel,  y 
habiéndosele  reunido  ya  mucha  parte  del  pueblo  adhiriéndose 
¿,  la  revolución  y  ofreciéndole  sus  servicios,  se  le  sometió  toda 
la  guarnición,  y  fué  reconocido  Comandante  del  Cuartel. 

En  este  estado  requirió  é  intimó  al  Gobernador  Velazco 
la  cesación  en  el  mando  de  la  Provincia,  ó  que  entretanto, 
se  celebrase  un  Congreso  Nacional  que  determinase  y  delibera- 
se la  forma  de  Gobierno  que  le  pareciera  mas  conveniente  y 
a(?aptable  á  las  circunstancias  en  que  se  hallaba  la  España. 
El  Gobernador  Velazco,  convocó  á  sus  adheridos,  y  se  negó 

á  acceder  á  la  propuesta  de  Caballero :  segundó  este  su  reque- 
rimiento proponiendo  se  le  nombrarían  dos  consocios  cou 
quienes  actuasen  el  despacho  de  las  causas  y  asuntos  de  Go- 
bierno hasta  la  celebración  del  Congreso.  Siguió  el  Go- 
bernador con  su  oposición,  permaneciendo  inflexible  toda  esa 
noche  á  cuanto  se  le  proponía  por  el  cuartel.  Se  valió  de 
cuantos  medios  le  dictó  su  prudencia  para  aquietar  y  apa- 
ciguar los  ánimos  enardecidos  yá  y  dispuestos  á  usar  de  la 
fuerza  para  derribarlo  del  mando ;  pero  no  se  atrevió,  ni  per- 
n  itió  que  sus  adeptos  se  valiesen  de  las  armas.  Amaneció  el 
dia  15  sin  que  el  Gobernador  desistiese  de  su  oposición,  ni  las 
tropas  de  su  empresa;  y  firmes  estas  en  salir  con  su  intento, 
se  presentaron  tn  la  Plaza  con  dos  piezas  de  artillería,  deter- 
minadas y  resueltas  a  batir  y  derribar  las  casas  de  Gobierno. 
A  la  vista  de  esta  disposición  y  firmeza  de  los  revolu- 
cionarios, accedió  el  Gobernador  á  cuanto  se  le  habia  pro- 
puesto y  exijido  la  noche  anterior.  En  esta  virtud,  se  nom- 
braron los  dos  consocios  que  fueron  el  doctor  don  José  Gas- 
par Francia,  y  don  Juan  Valeriano  Ceballos.    Empezaron  á 


202  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

intervenir  en  el  despacho  de  Gobierno,  y  ordenaron  se  re- 
cojiesen  las  armas  de  fuego  y  blancas  que  existían  en  poder 
del  partido  realista  que  se  componia  de  los  Españoles  Euro- 
ptos  y  de  algunos  Paraguayos,  a  fin  de  precaver  una  contra- 
revolucion  para  reponer  á  Velazco.  Apesar  de  esta  provi- 
dencia, hicieron  también  que  de  la  campaña  bajase  alguna 
tropa  para  resguardo  y  seguridad  de  la  ciudad,  como  se  ve- 
rificó. Mandaron  evacuar  la  ciudad  de  Corrientes,  que  de 
orden  del  Gobernador  Velazco,  la  habia  ocupado  el  Coman- 
dant«  del  Pilar,  Jaime  Ferrer,  que  era  también  gefe  de  la 
Tuerza  fluvial,  y  se  le  separó  á  este  de  todo  mando  en  aquella 
frontera. 

A  los  25  dias  de  la  revolución,  habiéndose  tomado  todas 
Jas  providencias  convenientes  á  la  seguridad  y  tranquilidad 
interior  y  esterior  de  la  Provincia,  se  le  suspendió  del  mando 
fi  don  Bernardo  Velazco,  y  á  los  capitulares  de  aquel  año 
siendo  los  mas  de  'cUos  Europeos,  y  fueron  recluidos  en  el 
cuartel,  quedando  solos  los  referidos  consocios  con  la  juris 
dicción  interina  de  Gobierno,  y  para  satisfacer  al  público  do 
todo  lo  hasta  allí  obrado,  se  publicó  un  bando  del  tenor  si- 
guiente : 

'*E1  Comandante  y  Oficiales  del  Cuartel  General  de  la 
Union  a  los  habitantes  del  Paraguay. 

l^no  de  los  motivos  que  han  apurado  los  sufrimientos  de 
las  tropas,  y  de  muchos  distinguidos  vecinos  de  la  Provincia, 
hasta  obligarlos  a  tomar  la  generosa  determinación  de  arro- 
jar el  pesado  yugo  que  la  tenia  oprimida  y  tiranizada,  ha 
sido  el  concepto  á  que  la  voz  divulgada,  y  las  circunstancias 
mismas  dieron  lugar,  de  que  los  depositarios  de  la  autoridad 
y  sus  viles  secuases  maquinaban  el  detestable  proyec- 
io  de  somerterla  a  una  dominación  estranjera,  ó  valerse  de 
sus  fuerzas  para  sorprenderla  con  el  simulado  aparato  de 
auxilio,  tenerla  en  una  dura  y  rigorosa  sujeción;  y  de  este 
modo  formar  y  asegurar  una  especie  de  señorío  y  posesión 
pora  ellos  mismos,  sacrificando  á  su  orgullo,  ambición  y  co- 
dicia la  libertad  de  la  Provincia,  los  derechos  mas  esenciales 


PABAGüAY,  203 

<te  SUS  naturales  y  los  vinculos  que  la  unen  con  las  demás 
iit  la  nación.  , 

J^  aproximación  de  tropas  portuguesas  hacia  los  lími- 
les  de  esta  Provincia,  á  saber,  al  Norte,  en  los  establecimien- 
tos de  ('oimbray  y  al  este  en  el  pueblo  de  San  Borja,  al  man- 
do del  capitán  general  de  San  Pedro.  La  venida  del  tenien- 
te de  Dragones  don  José  de  Abren,  enviado  por  dicho  general 
ii  esta  ciudad;  la  misteriosa  reserva  con  que  se  disfrazaba  el 
"verdadero  objeto  de  su  comisión.  La  determinación  de 
Piandar  de  aqui  un  oñcial  hacia  dichos  establecimientos  del 
Norte,  asegurada  por  la  voz  pública  con  el  pretesto  total- 
mente inverosímil  de  pasar  hasta  Maito-Groso,  buscando  au- 
xilio de  dinero;  daban  no  poco  valor  á  aquel  juicio,  y  sobra- 
<i(  fundamento  á  los  temores.  Después  de  nuestra  feiiz 
revoluciím  se  han  ido  notando,  y  descubriendo  otros  hechos 
tan  circunstanciados  que  no  hacen  ya  dudable  aquel  con- 
cepto. Ha  sido  público  que  el  pliego  de  contestación  a  di- 
cho general  estaba  ya  cerrado,  y  que  el  teniente  Abren  debia 
partir  el  mismo  dia  de  este  acontecimiento.  Sin  embargo, 
<!on  Bernardo  Velazco  solo  manifestó  á  los  consocios  del 
gobierno,  por  acontestacion  preparada,  un  brevísimo  y  fri- 
volo borrón  que  no  condice  con  los  planes  y  demás  que  con- 
tiene el  oficio  del  general  de  San  Pedro.  La  fuga  precipita- 
da del  coronel  don  Pedro  Garcia,  abandonando  el  mando  de 
iií  población  que  estaba  á  su  cargo,  después  de  estar  noticiado 
del  suceso  que  de  nuestra  revolución,  llevando  su  ruta  á  dichos 
i-.stal)lecimientos  portugueses  del  Norte,  que  en  dia  se  tiene 
averiguada  con  certeza,  es  otro  accidente  que  induce  algo  mas 
laie  una  vehemente  presunción. 

Pero  lo  que  rennieve  toda  duda  en  el  particular  es  la 
Oí.'rta  interceptada  por  el  gefe  de  nuestras  tropas  patrióticas 
don  Blas  José  Hojas,  escrita  de  la  Bajada  al  propio  don  Ber 
uardo  Velazco,  por  don  Carlos  Qenovés,  que  como  es  notorio, 
iba  enviado  por  él  á  Montevideo.  En  esta  carta  encarga 
Genovés  á  don  Bernardo  Velazco,  que  redoble  sus  común' - 
í-aciones  con  los  portugueses:  que  estos  cubran  (inmediata- 


204  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

iiteDle)  la  costa  oriental  del  Paraná;  que  los  del  Norte  caigan 
también  sobre  el  Paraguay ;  que  nuestras  fuerzas  de  mar  cu- 
bran igualmente  aquel  punto;  y  de  este  modo  teniendo  la 
costa  occidental,  concluye  diciendo  Genovés  á  don  Bernardo 
Velazco)  somos  los  Reyes  de  la  América  del  ISud,  No  ha  ha- 
bido ni  habrá  un  verdadero  patriota  que  no  se  sienta  horro- 
rizado  al  oir  y  comprender  la  enorme  criminalidad  que  des- 
cubre tan  execrable  lenguaje.  Este  mozo  desconocido  é 
inepto,  que  sin  otro  oficio,  mérito  ni  carrera,  que  la  de  un 
vulgar  escribiente,  por  una  consecuencia  del  poder  abusivo 
y  de  la  arbitrariedad  y  despotismo  de  un  gobierno  desastroso 
se  vio  repentinamente  adornado  aquí,  ya  con  el  titulo  de 
capitán,  yá  con  el  de  comandante  de  Villa-Real^  con  abando- 
no de  tanto  patricio  honrado,  distinguido  y  benemérito,  que 
de  este  modo  por  el  favor  del  mismo  gobierno  se  ha  he- 
cho visible  en  el  Paraguay,  y  ha  adquirido  consideracio- 
nes, y  una  regular  fortuna,  es  el  que  ahora  intenta  des- 
j^edazar  el  seno  donde  ha  recibido  nueva  vida,  querien- 
do con  insolencia  y  descaro  que  los  Portugueses  del  Nor- 
*^»  caigan  inmediatamente  sobre  el  Paraguay,  para  que  don 
Bernardo  Velazco.  él  y  sus  viles  parciales  y  coaligados,  ti- 
ranos de  la  libertad  de  la  patria,  sean  los  Reyes  de  esta  parte 
df  la  América. 

Pero  es  preciso  esplicar  la  verdad,  y  mirar  las  cosas  en 
su  verdadero  punto  de  vista.  Las  producciones  de  Geno- 
vés,  no  son  partos  orijinales  de  la  abundancia  de  su  corazón 
dañado;  él  no  hace  mas  que  repetir  el  mismo  funesto  pro- 
yecto de  que  era  sabeedor  y  cómplice,  instando  y  apurando 
I)or  su  pronta  ejecución;  y  de  aqui  mismo  es  natural  deducir 
que  la  marcha  de  don  Pedro  Garcia,  á  los  establecimientos 
portugueses  del  Norte,  ha  sido  dispuesta  por  los  tiranos  luego 
al  punto  de  nuestra  revolución,  ó  un  resultado  de  la  mismf% 
maquinación  anterior,  pues  que  aun  mucho  tiempo  antes  ya 
se  sabia  que  se  prevenía  y  preparaba  para  hacer  una  larga 
jornada. 

Aquellas  espresiones  que  se  oían  anteriormente  en  boca 


PABAGUAY.  305 

lie  lo8  tiranos  de  que  ya  tenían  paraguayos  que  les  trabajasen 
la  yerba  á  dos  reales  arroba  y  las  voces  que  aun  al  presente  pro- 
curan esparcir  j  de  que  nuestra  revolución  puede  todavía  que- 
dar en  nada,  y  que  dentro  de  dos  meses  se  compondría  todo,  es- 
plican  muy  bien,  y  dan  á  entender  el  fondo  de  la  nueva  tiranía 
l^remeditada,  y  iá  esperanza  y  disposición  en  que  se  hallaban 
de  llevar  adelante  sus  perversas  ideas  hasta  realizar  la  inicua 
obra  proyectada. 

No  por  eso  creemos  ni  recelamos  que  llegcn  á  verse  pues- 
tas en  ejecución  disposiciones  algunas  dirijidas  á  semejantes 
fines.  Una  cosa  es,  que  los  gefes  ó  comandantes  portugueses 
Si  ;»resten  á  uua  oferta  voluntaria,  lisonjera  en  aparien'ui  á 
las  intereses  de  S.  ^1.  Fidelísima;  y  otra  muy  diversa  el  que  íi 
iuerza  de  armas  intenten  invadir  nuestro  domicilio  con  relu^- 
lancia  y  oposición  de  la  Provincia  y  de  su  gobierno.  Tales 
son  los  justos  y  magnánimos  i>ensamientos  de  su  alteza  Real 
el  príncipe  Rejente  de  Portugal.  La  carta  de  su  ministro  de 
relaciones  esteriores  el  Exmo.  señor  (Jonde  de  Linares  á  la  Ex- 
ilia. Junta  de  Dueños  Aires,  basta  para  convencer  y  disuadir 
«  los  que  sin  conocimiento  y  sin  reflexión  sobre  los  verdaderos 
intereses  de  ambas  Naciones,  aventuran  un  juicio  contrario 
»St!  A.  R.  muy  distante  de  tomar  semejantes  medidas  vio- 
l'^ntas  con  los  pueblos  que  reconocen  al  señor  don  Per- 
líando  VIL  manifiesta  que  se  limitará  únicamente  a  ele- 
var sus  votos  para  que  las  disensiones  intestinas,  entre  va- 
sillos de  un  mismo  príncipe,  tengan  una  pronta  y  feliz 
conclusión;  y  á  disponer  lo  conveniente  para  que  el  fu^^go 
de  la  guerra  civil  no  se  encienda  en  las  fronteras  de  sus  pro- 
l'ios  Estados.  Además,  sabemos  por  noticia  cierta  y  segura 
que  las  tropas  portugesas,  que  se  habían  reunido  en  el  pueblo 
de  San  Borja,  volvieron  á  retirarse  hacia  la  campaña  de 
Montevideo  en  los  días  19,  21  y  24  del  mes  de  mayo  próximo 

jnasHdo. 

De  nuestra  parte  ya*Be  han  pasado  anteriormente  los  ofi- 
cios correspondientes,  así  al  capitán  general  de  San  Pedro,  .-o- 
mo  al  comandante  del  fuerte  de  Coimbra,  significándoles  igual- 


20e  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

in(?nte  nuestra  adhesión  á  los  derechos  del  mismo  señor  don 
Fernando  VII,  y  nuestros  sinceros  deseos  de  terminar  por  me- 
dios pacíficos  las  diferencias  ocurridas  con  la  ciudad  de  Bue- 
nos Aires,  y  de  continuar  al  propio  tiempo  conservando  la 
amistad,  buena  armonia  y  correspondencia  con  todos  los  gefes 
y  paises  de  la  dominación  de  S.  M.  Fidelísima.  Pero  si  con-. 
Ira  toda  justicia,  violando  la  paz  en  que  nos  hallamos  y  el 
mismo  derecho  de  jentes  por  las  ocultas  tramas  y  maquinacio- 
•les  de  los  tiranos  opresores  de  nuestra  patria,  y  de  nuestros  de- 
rechos, Itegase  el  caso  de  ponerse  en  planta  sus  amenazas 
conocerán  á  su  costa  nuestros  invasores,  sean  los  que  fue- 
sen, cual  es  la  constancia,  cuales  los  esfuerzos  y  cuales  los  re- 
cursos de  un  pueblo  grande  que  ha  tenido  valor  para  recobrar 
su  libertad,  y  está  empeñado  en  defenderla  á  espensas  de  su 
propia  vida. 

La  conclusión  natural  de  todo  esto  es,  que  el  empeño  di? 
don  Bernardo  Velazco,  v  de  los  individuos  del  Cabildo  en 
postener  la  total  división  de  esta  provincia,  sin  querer  arbi- 
trar ó  tentar  un  medio  de  conciliar  su  reunión  con  su  übi  r- 
tad  y  sus  derechos,  sin  querer  reducirse  á  enviar  sus  diputa- 
dos al  Congreso  Jeneral  de  las  Provincias,  con  el  objeto  dé 
formar  una  asociación  justa,  racional  fundada  en  la  equidad 
y  en  los  mejores  principios  de  derecho  natural,  que  son  co- 
numes  á  todos,  y  que  no  hay  motivo  para  creerse  que  hayan 
de  abandonar  ú  olvidarse  por  un  pueblo  tan  generoso  é  ilus- 
trado como  el  de  Buenos  Aires;  ha  sido  una  conducta  impru- 
dente, opuesta  á  la  prosperidad  de  la  provincia,  y  común  fe- 
licidad de  sus  naturales;  y  dirigida  mas  bien  para  fines  par- 
ticulares. 

La  provincia  ha  tenido  que  sufrir  los  muchos  males  y  da- 
ños consiguientes  á  una  guerra  civil,  y  el  comercio  de  sus 
muchas  producciones  y  frutos  ha  quedado  obstruido  y  ani- 
quilado. Se  han  consumido  y  desaparecido  mas  de  cien  mil 
j)esos  de  la  Real  Hacienda.  Las  tropas  se  han  dejado  privh- 
das  del  jíisto  y  debido  estipendio  de  muchos  meses,  y  por 
último  ha  llegado  la  ceguedad  al  estremo  de  querer  aumen- 


PARAGUAY.  207 

lar  nuestras  cadenas,  y  reducirnos  á  mas  dura  esclavitud,  ha- 
ciendo  cada  vez  mas  inciertos  y  dudosos  el  destino  y  la  suer- 
te de  nuestra  provincia.  Los  individuos  del  Cabildo,  que  en 
las  críticas  circunstancias  del  dia,  debian  concentrar  toda 
su  atención  en  la  felicidad  general,  y  conservar  ilesos  los 
derechos  de  todos  los  ciudadanos,  se  vé  que  menos  han  pen- 
bado  en  esto,  que  en  perpetuarse  en  el  mando,  y  proporcio- 
narse nuevas  consideraciones.  Cuanto  se  ha  dicho;  la  cons- 
piración últimamiente  descubierta  contra  la  pública  libertad; 
y  la  continuación  de  sus  oficios  por  medio  de  una  cuasi  ge- 
neral escandalosa  reelección,  contraria  a  las  leyes  del  propio 
S(>l)erano  que  se  aclamaba,  son  unos  hechos  que  afianzarán 
esta  verdad. 

Habiendo  pues  tomado  á  nuestro  cargo  y  de  nuestras  tro- 
pas, el  poner  en  libertad,  á  nuestra  amada  Patria,  y  á  nues- 
tros conciudadanos,   para  que  puedan  deliberar  y  resolver 
francamente  el  partido  que  deben  abrazar,  y  juzguen  mas 
conveniente,    creeríamos   faltar   á   nuestra   principal   obliga- 
ción, si  consultando  la  tranquildad  y  seguridad  general  de 
ia  provincia,  contra  la  perniciosa  influencia  y  maquinacio- 
nes de  los  que  se  hallan  mas  que  indicados  de  autores  ó  cóm- 
plices en  la  determinación  de   valerse   de   fuerzas   estrañas 
para  oprimirla,  no  tomásemos  al  mismo  tiempo  las  mas  opor- 
tunas medidas;  por  eso  ha  sido  preciso  tener  por  ahora  sus- 
pensos de  sus  oficios,  y  en  un  lugar  de  seguridad  á  don  Ber- 
nardo Velazco,  é  individuos  de  Cabildo,  hasta  la  resolución 
de  la  Junta  General,  que  ya  está  próxima  á  celebrarse.     En- 
tre tanto  y  hasta  la  misma  resolución,  ejercerán  la  jurisdic- 
ción de  gobierno  interino,  y  unidamente,  los  mismos  dos  conso- 
cios, con  quienes  se  actuaba  el  despacho,  y  por  lo  mismo  serán 
también  los  president-es  de  la  Junta  General.    Y  para  que 
llegue  á  noticia  de  todos,  se  publicará  este  manifiesto  por 
hando  en  la  forma  ordinaria,  fijándose  los  correspondientes 
ejemplares  en  los  lugares  acostumbrados.  Fecho  en  el  Cuar- 
tel Jeneral  de  la  Asunción  del  Paraguay,  á  nueve  de  junio 
de  mil  ochocientos  once."  Pedro  Juan  Caballero.  Fuljencio 


208  LA  REVISTA  DE  BUÉJSOS  AIRES. 

Yegros,  Antonio  Tomás  Yegros,  Mauricio  José  Troche,  Vi- 
cente Iturbe,  Juan  Bautista  Rivarola,  Manuel  Iturbe,  Fran- 
cisco Antonio  González,  José  Joaquin  León,  Mariano  del  Pi- 
lar Mallada,  Blas  Domingo  Franco,  Agustín  Yegros,  Pedro 
Alcántara  Estigarribia. 

Se  publicó  el  antecedente  Bando,  para  que  instruida  la 
provincia,  convocada  ya  á  Congreso  General,  por  medio  de 
esquelas  para  el  dia  18  del  mismo  mes  de  junio,  de  los  graves 
motivos  y  causas  que  precedieron  é  impulsaron  á  los  oficiales, 
tropas  y  vecinos  de  la  capital,  á  la  separación  y  remoción  to- 
tal del  gobernador  don  Bernardo  Velazco  del  mando  absolu- 
to de  la  provincia;  procediese  con  conocimiento  de  causa 
l'OT  el  órgano  de  sus  representantes  á  deliberar  y  determi- 
nar la  forma  de  gobierno,  réjimen  y  administración  que  mas 
lo  conviene  para  su  defensa,  seguridad  y  prosperidad. 

MARIANO  A.  MOLAS. 
(Continuará.) 


APUNTES  POSTUMOS 


Los  apuntes  históricos  del  coronel  Roca  que  van  á  ver  la 
luz  en  las  columnas  de  la  Revista  de  Buenos  Aires,  los  tengo 
<lesde  ahora  año  y  medio  que  se  marchó  á  traer  un  contin- 
gente para  el  ejército  de  operaciones,  y  me  los  dejó  con  el 
<;l)jeto  de  que  los  revisase  é  hiciese  algunas  correcciones:  los 
f  xaniiné  en  su  ausencia  y  esperaba  su  regreso  para  ofrecerle 
varios  otros  datos  y  una  que  otra  observación,  mas  á  su  vuel- 
ta á  esta  capital  en  noviembre  con  el  batallón  tucumano,  la 
l»'emura  de  su  marcha  á  Corrientes  no  dio  tiempo  á  que  nos 
<»cupásemos  de  esa  tarea:  se  hizo  indispensable  nueva  espe- 
ra hasta  que  terminase  la  campaña  del  Paraguay,  pero  ti 
<3ia  menos  pensado  nos  sorprendió  la  deplorable  noticia  de 
«u  fallecimiento  (8  de  marzo  de  1866  á  las  9  3 ¡4  de  la  maña- 
na}, en  el  campamento  de  ''Las  Ensenaditas"  sobre  el  ''Paso 
tic  la  Patria'' — Este  inesperado  acontecimiento,  si  ha  priva- 
dlo á  la  historia  de  recojer  mas  extenso,  i  ó  correcto  el  trabajo 
<icl  coronel  Roca,  y  otros  á  que  se  preparaba  según  se  vé 
jen  la  carta  que  encabeza  los  apuntes,  no  me  privará  á  mí  de 
hacerlos  conocer  de  nuestros  compatriotas  en  el  estado  en 
<iue  quedaron:  y  para  que  quien  llegue  á  leerlos  no  ignoro 
los  antecedentes  de  su  expositor  y  les  dé  el  crédito  que  me- 
rezcan, me  permito  hacerlos  preceder  de  su  foja  de  servi- 
cios, propendiendo  á  que  se  tribute  á  su  memoria  la  parte 
ele  gloria  que  le  cupo,  en  el  paseo  triunfal  que  el  Estandarte 


¿lü 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


-Vrgentino  hizo  desde  las  riberas  del  Plata  hasta  el  Chiru- 
I  orazo. 

Gerónimo  Espejo. 

Ejército  Nacional. 
El  coronel  de  cabal leria  don  José  Segundo  Roca  nació  el 
1.0  de  junio  de  1800:  su  pais  la  ciudad  de  Tueunian  en  la 
3?epública  Argentina:  su  salud  conservada:  sus  servicios  y 
circunstancias  las  que  á  continuación  se  espresan. 

Tiempo  en  que  empezó  á  servir — ¡os  empleos. 


Empleos 


Dias 


Cabo  1.  de  Cívicos  de  Tucuman 
Subteniente  de  banderas  del  N.  11 

Teniente  2 

Capitán  de  Caballería      .    .    .    . 
Grado  de  Sargento  Mayor      .    . 
Sargento  Mayor  efectivo^.    .    . 
Grado  dt  Teniente  Coronel .    . 
Teniente  Coronel  efectivo    .    . 
Coronel  efectivo 


15 

10 

i) 

4 

22 

1) 

28 

12 

28 


Meses 

Años 

Febrero 

181(i 

Junio 
Diciembre 

1 82( » 

182í> 

Enero 

182-> 

unió 

1 822 

'  ulio 

182r> 

Febrero 

1827 

Julio 

182í> 

Setiembre 

laso 

Tiempos  que  sirvió  en  cada  empleo. 


Empleos 


;  Añ  os      Meses     Dias 


De  cabo  1.  de  cívicos      .    .    .    .'  .  .  . 
De  Subteniente  de  banderas    . 

Teniente  2 ;  1 

De  Capitán 3 

De  Sargento  Mayor i  3 

De  Teniente  Coronel 1 

De  Coronel I  33 


^  I' 


Total  hasia  30  Diciembre  de  1863! 

en  que  se  hizo  esta  foja  de  servicios .     43 


5 


11 
3 
3 


2(5 

28 

r> 

3 

11 

7 


20 


APUNTES  POSTUMOS. 


211 


Cuerpos  en  que  ha  servido 


Empleos 


En  la  Compaflia  de  Cazadores  Cí 
vicos  de  Tucuman  desde  15  de 
Febrero  de  18U> 

En  ei  Batallen  número  11  del  Ejer- 
cito de  los  AndeS;  desde  lo  de 
Junio  de  1H20 •    . 

En  el  Rejimienio  de  Cazadores  á 
caballo  del  Perú,  desde  4  de 
Enero  de  lSi>2 

En  el  Cuartel  General  del  Ejército 
del  Perú,  desde  2í>  Febrero  1828. 

En  el  Estado  Mayor  del  Ejército 
Republicano  sobre  el  Brasil  des- 
de el  !<>  de  Agosto  1S2H   .    .    .    . 

En  el  Estado  Major  del  Ejército 
Nacional  desde  31  de  Julio  isra. 


Años 


Meses     Di  as 


Total  hasta  H()  Diciembre  18*JH  en, 
que  se  hizo  esta  foja  de  servicios. 


'¿7 


■•I 


43  : 


(í 


;) 


11 


í) 


24 

22 
2() 

14 


2n 


Campañas  y  avcion(s  de  guerra  en  que  se  ha  hallado. 

En  la  cani])aua  libertadora  del  Peni  á  las  órdenes  del 
Exmo.  S.  Capitán  General,  don  José  de  San  !Martin,  para 
la  cual  se  emhareó  con  el  batallón  número  11  á  que  ])ert» - 
necia,  formando  el  ejército  unido  libertador  de  los  Andes  y 
Chile,  en  el  pu^^-to  de  Valparaíso  el  20  de  agosto  de  lvS20, 

Desembarcado  el  ejército  libertador  en  Pisco,  marclif) 
con  su  batallón  el  dia  5  de  octubre  del  mismo  año  20,  {\  la 
primera  campaña  de  la  Sierra  del  Perú,  bajo  las  órd.cnes 
del  señor  general  don  Juan  Antonio  Alvarez  de  Arenales. 

-Se  halló  en  el  combate  de  la  Cuesta  de  Jauja  el  20  ie 
noviembre  del  mismo  año  20,  en  que  fué  sorprendida  y  ba- 


¿12  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

lida  la  división  realista  de  600  hombres,  que  mandaba  el 
intendente  de  Iluancavélica  don  José  Montenegro,  por  -10 
granaderos  á  caballo  y  15  oficiales  entre  los  que  se  hallaos 
lioca,  mandados  por  el  sargento  mayor  graduado  capitán 
don  Juan  Lavalle. 

Se  encontró  en  la  batalla  de  PascO;  el  6  de  diciembre  del 
mismo  año  20,  con  el  batallón  número  11  de  que  dependía 
i.in  la  cual  fué  completamente  derrotada  por  el  citado  gene- 
ral Arenales,  una  división  del  ejército  español  mandada  por 
4íl  Brigadier  don  Diego  O'Reilly;  por  cuya  victoria  concedió 
i'l  general  San  Martin,  una  medalla  de  plata  á  la  oficialidad 
y  entre  los  ascensos  con  que  además  fué  premiada,  a  Roca 
le  tocó  ascender  a  teniente  2.o  de  la  compañia  de  granade-» 
loí.  de  su  batallón. 

A  consecuencia  de  la  sublevación  de  los  pueblos  de  Otus- 
<.H  y  ]\Ioyobamba  (departamento  de  Amazonas  en  el  Pe- 
j'íí  y  sinuiltáneamente  del  depósito  de  prisioneros  en  el  pue- 
blo de  Huarraey  de  gefes  y  oficiales  realistas;  el  teniente 
liOca  marchó  con  un  destacamento  de  60  hombres  del  bata- 
llón número  11,  por  orden  del  general  San  IVIartin,  para 
l)restar  apoyo  al  presidenta  del  departamento  Marqués  de 
Torre  Tagle  y  la  ciudad  de  Trujillo  su  capital,  contra  los 
í'taques  ó  depredaciones  de  los  sublevados. 

Halúéndose  posesionado  el  general  San  Martin  en  julio 
<le  1821  de  la  capital  de  Lima  y  asumido  en  consecuencia  el 
Supremo  Poder  político  y  militar  del  Perú,  en  15  de  agosto 
espidió  un  decreto  concediendo  varios  premios  al  Ejército 
libertador,  entre  ellos  una  medalla  de  oro  á  la  oficialidad 
i'on  el  lema  '*  Yo  fui  del  Ejército  Libertador'^  de  la  cual  tam- 
1  ien  disfruta  Roca,  según  diploma  que  se  le  espidió  en  di- 
oi(»mbre  del  mismo  año. 

Por  disposición  del  general  San  Martin  se  mandó  crear 
el  Regimiento  de  cazadores  á  caballo  del  Perú,  sirviendo  de 
base  al  destacamento  que  mandaba  el  teniente  Roca,   cuyo 
eiiíM'iK)  formó  parte  de  la  división  que  a  las  órdenes  del  se- 
ñor general  don  Andrés  Santa  Cruz  marchó  de  Piura  en 


APUNTES  POSTUMOS.  213 

febrero  de  1822,  en  auxilio  del  ejército;  que  hizo  la  campa- 
ña del  Ecuador  bajo  la  dirección  del  señor  Mariscal  Antonio 
José  de  Sucre. 

El  24  de  mayo  de  1822  se  halló  en  la  batalla  de  Pichin- 
cha con  el  rejimiento  de  su  dependencia,  en  la  cual  fué  des- 
hecho y  rendido  el  ejército  español  mandado  por  el  Virey 
Aimerich;  por  esta  victoria  disfruta  Roca  de  tres  medallas 
de  oro  que  por  premio  de  honor  fueron  decretadas,  la  pri- 
mera por  el  libertador  de  Colombia  Simón  Bolivar,  la  se- 
gunda por  el  Cabildo  y  ciudad  de  Quito,  y  la  tercera  por  el 
crobierno  del  Perú,  siendo  ademas  premiado  Roca  por  el  ge- 
neral San  Martin  con  el  grado  de  Sarjento  Mayor  por  haber 
ccmducido  el  parte  del  general  Santa  Cruz  por  ese  triunfo. 

En  seguida  el  mayor  Roca  fué  nombrado  a3nidante  de 
campo  del  general  en  gefe  del  ejército  peruano  don  Andrea 
Santa  Cruz,  con  el  cual  hizo  la  segunda  espedicion  sobre 
Puertos  intermedios,  embarcándose  en  el  Callao  el  28  de 
mayo  de  1823. 

Se  encontró  el  mayor  Roca  en  la  acción  de  Zepita  el  25 
de  agosto  del  mismo  año  23,  por  cuya  victoria  disfruta  de  una 
medalla  de  oro. 

A  principios  de  setiembre  del  mismo  año  23  el  mayor 
Roca  fué  desde  el  pueblo  de  Catamarca  á  la  ciudad  de  Oruro 
enviado  por  el  general  Santa  Cruz  en  clase  de  parlamentario 
ante  el  general  del  ejército  real  don  Pedro  Antonio  Ola  lleta 
comisión  ostensáble  qu^e  envolvia  instrucciones  i-eservadas 
para  algunos  gefes  realistas,  cuyos  resultados  patentizaron 
las  posteriores  o{)eraciones  militares  del  ejército  espedicio- 
nario. 

Terminada  la  campaña  del  alto  Perú  y  vuelto  á  Lima 
á  fines  de  1823,  fué  nombrado  Roca  edecán  del  señor  gene- 
ral del  ejército  del  Norte,  don  José  de  La  Mar,  y  á  conse- 
cuencia de  la  sublevación  de  las  tropas  que  guarnocian  las 
fortalezas  del  Callao  en  febrero  de  1824,  se  retiró  hasta  la 
ciudad  de  Trujillo  donde  tenia  su  cuartel  general  el  liberta- 
dor Simón  Bolivar,  y  dirijia  la  organización  del  ejército  que 


214  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Ilizo  la  Última  campaña  que  afianzó  la  independencia  de  la 
-América. 

Se  halló  en  la  batalla  de  Junin  el  6  de  agosto  de  1824  por 
la  cual  disfruta  de  una  medalla  de  oro  decretada  por  el  li- 
J)ertador  Bolívar. 

Como  edecán  del  cuartel  general  en  la  última  campaña 
del  Perú,  fué  comisionado  por  el  señor  mariscal  Sucre,  des- 
de la  provincia  de  Aymaraes,  para  llevar  ante  el  general 
l^olivar  que  se  retiraba  hacia  la  costa  de  Chancay,  el  parte 
<^e  las  operaciones  practicadas  por  ambos  ejércitos  belige- 
rantes hasta  los  últimos  dias  de  noviembre,  y  detallarle  las 
maniobras,  el  estado  y  situación  de  ambas  fuerzas,  y  las 
peligrosas  posiciones  que  ocupaban,  consultándole  la  gra- 
vedad del  caso  y  la  imposibilidad  de  prolongar  por  mas  tiem- 
]io  semejante  situación  sin  librar  a  una  batalla  el  éxito  de  la 
campaña. 

Al  regresar  Roca  de  Chancay  con  la  respuesta  del  Liber- 
tador al  general  Sucre,  en  que  le  ordenaba  aceptar  ó  pre- 
sentar l)atalla  al  ejército  real,  cayó  gravemente  enfermo  en 
la  ciudad  de  Jauja,  cuyo  involuntario  accidente  le  privó  de 
aisistir  personalmente  á  la  batalla  de  Ayacucho  el  9  de  di- 
ciembre de  1824,  pero  sí  fué  declarado  con  opción  a  la 
medalla  de  oro  y  demás  premios  acordados  al  ejército  liber- 
ta dor  por  decreto  del  general  Bolívar. 

Terminada  la  guerra  de  la  independencia  con  el  triunfo 
<!e  Ayacucho  y  restituido  Boca  al  suelo  de  la  patria  en  1826 
fué  retíonocido  en  su  clase  de  sarjento  mayor  por  el  señor 
I'residente  de  la  República  don  liernardino  Rivadavia  y  des- 
tinado al  ejército  republicano  como  ayudante  de  campo  del 
señor  general  don  Lucio  Mansilla,  quien  pasó  á  la  Banda 
Oriental  a  dar  dirección  a  las  fuerzas  que  sitiaban  la  plaza 
ih  Montevideo  ocupada  por  el  ejército  brasilero. 

En  seguida  cuando  el  general  Mansilla  fué  nombrado 
ícefe  de  Kstado  mayor  del  ejército  republicano,  pasó  de  Mon- 
levideo  á  recibirse  de  su  alto  puesto  en  la  campaña  sobre 
el  territorio  del  Brasil,  y  se  incorporó  al  ejército  en  los  iilti- 


APUNTES  POSTUMOS.  215 

mas  (lias  de  diciembre  del  mismo  año  26  en  las  puntas  del 
Rio  Negro. 

Se  halló  Roca  en  el  combate  del  Ombú  el  16  de  febrero 
<]e  1827,  á  las  órdenes  del  mismo  general  Mansilla,  en  cuyo 
triunfo  le  cupo  una  parte  decisiva. 

También  se  encontró  en  la  batalla  de  Ituzaingó  el  20 
del  mismo  mes  y  año  á  las  órdenes  del  general  en  gefe  don 
< 'arlos  de  Alvear.  por  la  cual  disfruta  del  cordón  y  del  es- 

<  iido  decretados  como  premios  de  honor,  el  primero  por  el 
hi^ñor  Presidente  Rivadavia  y  el  segundo  por  el  Ccmgreso 
<jrener«l  Constituyente  en  11  y  16  de  marzo. 

Habiendo  pasado  como  edecán  del  general  Alvear,  se  en- 
<.ontró  en  el  ataque  que  ejecutó  en  persona  con  varios  es- 
viuidrones  de  caballería  sobre  una  división  brasilera  man- 
<la(la  por  el  general  Hento  Manoel,  en  el  punto  Camacuá  el 
*21  de  a})ril  del  mismo  año  27. 

Nombrado  general  en  gefe  del  ejército  el  señor  Brigadier 
<lon  Juan  Antonio  Lavalleja  y  continuando  Roca  en  su  clase 
<le  e<lecan,  se  halló  en  la  sorpresa  que  hizo  en  persona  al 

<  jército  imperial  el  22  de  febrero  de  1828,  en  el  puesto  del 
]:adrc  P'iliberto  sobre  el  rio  Yaguaron. 

Habiendo  sufrido  un  contraste  los  cuatro  buques  de  la 
escuadrilla  argentina  que  operaba  en  el  Lago  !Merin,  el  te- 
niente coronel  Roca  entonces  fué  comisionado  por  el  gene- 
ral Lavalleja  para  marchar  á  salvarla  del  ataque  combinant» 
<nje  la  escuadra  sutil  brasilera  le  preparaba  con  sus  diez  y 
>iete  buques,  i»n  cuya  ocasión  aprovechando  de  un  retardo 
<iue  padeeieron  los  imperiales,  tuvo  tiempo  para  hacerlos 
remontar  el  rio  de  San  Luis,  de  formar  trincheras  en  la 
:!níirjen  izquierda  del  rio  con  artillería  de  los  mismos  biiqurs 
y  de  este  modo  salvarla  de  la  destrucción  que  indudable- 
mente habría  sufrido. 

A  consecuencia  del  tratado  preliminar  de  paz  cele->railo 
**ntre  la  República  Argentina  y  el  imperio  del  Brasil,  el 
i'jércíto  se  retiró  del  cuartel  general  del  Cerro  Largo  sobre 
júnenos  Aires  en  dos  divisiones,  y  á  Roca  le  tocó  hacerlo  en 


216  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

la  segunda  á  las  órdenes  del  señor  general  don  José  María 
Paz  que  hizo  su  entrada  el  29  de  diciembre  de  1828.  que- 
dando asi  terminada  la  campaña  del  Brasil. 

Llegado  á  Buenos  Aires,  Roca  fué  destinado  por  el  go- 
bierno de  gefe  del  detalle  de  la  división  que  al  Oeste  de  la 
])rovincia  operaba  á  las  órdenes  del  coronel  don  Isidoro  Sua- 
rez,  encontrándose  en  esa  vez  en  el  combate  de  las  Palmitas 
el  9  de  febrero  de  1829. 

En  seguida  Roca  fué  dado  á  reconocer  como  edecán  del 
señor  gobernador  provisorio  de  la  provincia,  general  do» 
Juan  Lavalle,  en  cuyo  puesto  lo  acompañó  á  la  campaña 
<jue  emprendió  en  persona  sobre  la  provincia  de  Santa  Ff: 
repeliendo  la  invasión  que  su  gobernador  el  general  don 
Estanislao  López  verificó  sobre  la  de  Buenos  Aires  con  su^ 
tropas  y  hordas  de  salvajes  del  Chaco. 

Se  halló  en  la  acción  del  Puente  de  Márquez  el  26  de 
abril  de  1829,  que  el  general  Lavalle  libró  contra  las  fuer?:as 
unidas  de  don  Juan  Manuel  Rosas  y  general  López  í2:o- 
l)ernador  de  Santa  Fé. 

A  consecuencia  del  tratado  que  el  general  Lavalle  cele- 
l)ró  con  don  Juan  Manuel  Rosas,  el  24  de  junio  de  1829,  y 
íle  los  artículos  adicionales  de  26  de  agosto  en  Barracas,  el 
ejército  nacional  fué  disuelto  en  Buenos  Aires  y  Roca  obtuvo 
licencia  del  gobierno  para  retirarse  á  Tucumán,  su  país  natal : 
y  al  pasar  por  Córdoba  el  señor  general  don  José  Maria  Pa?; 
lo  comisionó  para  traer  al  ejército  que  operaba  en  las  pro- 
vincias del  Interior  bajo  su  dirección,  un  contingente  ele 
tropas  de  la  provincia  que  había  ofrecido  su  gobernador  c! 
general  don  Javier  López. 

Llegado  Roca  á  Tucuman,  concurrió  á  la  campaña  (lue  ru 
gobernador  el  üreneral  López  emprendió  sobre  la  de  Santia- 
ffo  del  Estero  en  junio  de  1830,  la  cual  dio  por  resultado  uní? 
capitulación  con  su  gobernador  el  general  don  Felipe  Tbarra. 
en  la  cual  una  de  sus  estipulaciones  fué  que  él  se  retiraría  á 
la  provincia  de  Santa  Fé,  como  lo  verificó. 

En  seguida  hizo  la  campaña  en  la  provincia  de  Salta 


APUNTES  POSTUMOS.  217 

bajo  las  órdenes  del  señor  general  don  José  Ignacio  Gorriti 
á  pacificar  la  frontera  del  Rio  del  Valle  y  Lachiguanas  en 
que  se  había  sublevado  el  coronel  Pablo  Latorre  proclamando 
la  federación,  cuya  fuerza  dispersada,  dicho  coronel  fugó 
al  territorio  norte  de  Santiago  del  Estero  sobre  el  Chaco. 

Habiendo  tranquilizádose  las  provincias  del  Norte,  el 
gobierno  de  Tucumán  despachó  á  Córdoba  el  contingente 
ofrecido,  y  el  coronel  Roca  se  incorporó  al  ejército  nacional 
en  abril  de  1831,  con  el  rejimiento  de  granaderos  de  su 
mando ;  con  él  asistió  a  las  operaciones  de  la  campaña,  hasta 
eJ  desgraciado  dia  10  de  mayo  de  1831  en  que  fué  tomado 
prisionero  el  general  Paz  por  una  montonera  de  Santa  Pé. 
y  recibido  accidentalmente  del  mando  del  ejército  el  general 
don  Gregorio  Araoz  de  la  Madrid,  en  mayo  se  retiró  sobre 
las  provincias  del  Norte. 

En  esta  retirada  y  antes  de  pasar  la  travesía  de  Ambar- 
gasta,  se  halló  Roca  en  el  combate  de  Las  Piedritas  el  l.o 
de  junio  de  1831,  mandando  un  escuadrón  del  rejimiento 
(le  su  mando  y  bajo  las  órdenes  del  coronel  don  Mariana 
A  cha,  en  el  cual  fué  batida  y  dispersada  una  montonera  de 
8(X)  y  mas  hombres  capitaneados  por  don  Francisco  Reina- 
fé  que  había  sido  destacado  desde  Santa  Fé  para  hostilizar 
al  ejercito. 

Resuelta  la  situación  política  de  las  provincias  del  Norte 
jior  el  contraste  que  sufrió  el  ejército  en  la  ciudad  de  Tucu- 
mán el  4  de  noviembre  de  1831,  y  á  virtud  del  tratado  cele- 
brado por  el  general  don  Juan  Facundo  Quiroga  con  la 
l>rovineia  de  Salta  el  2  de  diciembre,  en  el  que,  por  el  ar- 
t.'íiulo  1.0  se  pactaba  el  estrañamiento  de  los  gefes  y  oficiales 
del  ejército;  el  coronel  Roca,  salió  deportado  en  calidad  de 
preso,  y  tomó  asilo  en  la  República  limítrofe  de  Bolivia  á 
principios  de  febrero  de  1832. 

Dominados  los  pueblos  argentinos  por  el  tirano  don 
Juan  Manuel  Rosas,  tomó  parte  Roca  en  la  invasión  que  el 
general  don  Javier  López  ejecutó  desde  Bolivia  sobre  Tucu- 
mán en  enero  de  1837,  la  cual  habiendo  fracasado  y  caido 
prisioneros  todos  los  que  la  componían,  el  general  don  Ale- 


218  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

jandro  Heredia,  gobernador  de  la  provincia,  mandó  fusilar 
al  general  López  y  al  doctor  don  Ángel  López,  salvándole  la 
vida  a  Koca  por  un  acto  de  generosidad. 

Trasladado  Roca  á  Buenos  Aires  en  1839  y  clasificado 
por  Rosas  de  salvaje  unitario,  después  de  tres  años  de  sufri- 
mientos fué  restituido  a  Tucumán,  donde  permaneció  hasta 
la  victoria  de  Caseros  el  3  de  febrero  de  1852,  en  que  fué  der- 
rocado el  tirano  y  los  argentinos  volvieron  ai  goce  de  su 
libertad. 

En  el  pronunciamiento  que  en  abril  de  1852  hizo  el  pue- 
blo tucumano  para  sacudirse  del  poder  terrorista  del  gene 
ral  don  Celedonio  Gutiérrez,  durante  su  ausencia  al  acuerdo 
de  San  Nicolás  de  los  Arroyos,  Roca  perteneció  á  las  filas  del 
partido  liberal  que  lo  verificó,  resultando  electo  por  el  voto 
popular  el  ciudadano  don  Manuel  Espinosa. 

No  conformándose  el  general  Gutiérrez  á  su  regreso  de 
San  Nicolás  con  el  cambio  verificado  y  lejos  de  eso,  habien- 
do reunido  fuerzas  y  sublevado  los  departamentos  del  Sud 
para  restablecerse  en  el  mando;  el  gobernador  Espinosa 
1»U80  en  armas  la  guardia  nacional,  y  confiándole  á  Roca  el 
mando  en  gef  e  de  una  división  de ... .  hombres,  hizo  la  cam- 
paña de  Huaera  que  dio  por  resultado  el  rechazo  del  invasor 
y  su  alejamiento  á  la  provincia  de  Catamarca. 

Persistiendo  el  general  Gutiérrez  en  detentar  el  poder 
de  que  habia  sido  depuesto,  y  auxiliado  para  ello  con  fuerzas 
y  elementos  por  el  de  Catamarca,  el  gobernador  de  Tucu- 
mán puso  un  ejército  en  campaña  confiando  á  Roca  el  man- 
do de  la  masa  de  infanteria,  y  en  la  batalla  de  Los  Laureles 
el  25  de  diciembre  de  1853  Gutiérrez  fué  completamente 
derrotado  y  puesto  en  fuga. 

Buenos  Aires  Diciembre  31  de  1863. 


APUNTES  POSTUMOS.  "SIO 

tí>crwr  Coronel  don  Ocrónimo  Espejo, 

Buenos  Aires  l.o  de  mayo  de  1865. 
Mi  distinguido  amigo  y  eamarada. 

En  oportunidad  tuve  la  satisfacción  de  recibir  tu  carta 
áVcha  31  de  diciembre,  en  que  me  pedias  la  relación  históri- 
ca de  varios  períodos  de  la  campaña  libertadora  del  Perú,  y 
¿diora  voy  á  confesarte  con  la  franqueza  de  la  amistad,  que 
lué  poco  favorable  la  impresión  que  me  hizo  la  primera  lec- 
tura, porque  nunca  me  había  ocurrido  la  idea  de  hacer  el 
papel  de  historiador:  pero  cediendo  á  tu  empeño,  fluctuando 
<rjtrí?  dos  impulsiones  opuestas,  antes  de  resolverme  por  una 
(\  otra,  volví  á  leer  y  releer  la  carta  con  mas  calma  y  reflec- 
cion,  fijándome  en  la  especie  de  índice  á  que  has  sujetado 
los  párrafos  de  cada  sección,  y  en  particular  aquel  período 
<jUe  dice  una  relación  sencilla  de  lo  (pie  hubieses  visto,  oido,  ó 
U Lijado  á  saber;  entonces  me  persuadí  de  que  la  obra  no  era 
tan  difícil  como  me  lo  habia  imaginado:  y  confírmándomo 
Mas  en  esta  creencia  algunají  conferencias  y  el  examen  de 
otros  datos,  ese  conjunto  refrescó  á  tal  grado  mis  tradicio- 
nes y  renovó  el  entusiasmo  de  esos  tiempos  de  grato  recuer-' 
do,  <pie  la  ilusión  me  presentaba  las  cosas  tan  patentes  como 
«i  ayer  no  mas  hul)ieran  sucedido.  En  fin,  mi  querido  amigo : 
bajo  la  inspiración  de  tan  vivas  impresiones,  he  escrito  la 
])rimera  parte  á  que  se  contrae  tu  carta — La  Campaña  de  la 
JS ierra  en  1820,  que  enccmtrarás  en  los  adjuntos  pliegos, 
trabajo  que  te  dedico  como  prueba  de  la  amistad  que  por 
tantos  años  nos  ha  unido,  rogándote  que  lo  examines,  en- 
T'iii^ndes  ó  modifiques  (onio  mejor  te  pareciere,  antes  de  ha- 
<:erle  lugar  en  tus  colecciones. 

l^)r  lo  demás,  y  en  cuanto  á  las  otras  tres  partes  porque 
te  interesas  en  la  carta — Campaña  de  Pichincha—  Campaña 
<ic  Intermedios  por  el  General  Santa  Cruz — y  Campaña  de 
AyaruchOf — como  ya  me  es  conocida  la  senda  y  el  modo  de 


220  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

trillarla,  t€  prometo  ocuparme  mas  tarde  poco  á  poco,  y  re- 
mitírtelas conforme  las  vaya  terminando. 

Yo  me  marcho  á  Tucuman  á  ver  si  coopero  en  algo  á  la 
guerra  en  que  se  vé  empeñado  el  pais,  y  esta  carta  con  los 
apuntes  asi  como  los  libros  y  antecedentes  que  me  facilitaste^ 
te  serán  entregados  cuando  regreses  del  Rosario  de  tu  con- 
valecencia: debiendo  prevenirte  por  conclusión,  que  no  por- 
que ahora  me  ausente,  serán  menos  vivos  mis  deseos  de 
complacerte,  esperando  al  mismo  tiempo  que  no  dejes  de 
escribirme  como  lo  has  hecho  otras  ocasiones. 

Soy  como  siempre  tu  afecto  amigo  y  antiguo  compañero 

,Josc  Segundo  Roca. 


Primera  campaña  (leí  General  Arenales. 

PERÜ— 1820.  • 

La  historia  de  las  campañas  del  Ejército  argentino, 
que,  bajo  el  título  de  las  Andes,  combatió  poi*  la  indepen- 
dencia de  las  Repúblicas  Sud-americanas  bajo  la  dirección 
del  General  San  ^Martin,  es  obra  que  hasta  el  dia  entiendo 
(\ue  no  se  ha  escrito  pero  ni  se  ha  anunciado  que  alguno  se 
ocupe  de  ella:  mas  como  me  complazco  en  suponer,  por 
razones  que  es  obvio  indicar,  que  alguna  pluma  argentina 
sea  la  que  emprenda  ese  trabajo,  ó  por  lo  menos  el  de  com- 
pilar los  fragmentos  dispersos  de  esa  epopeya,  es  para  en- 
tonces que  podrá  utilizarse  algo  de  los  apuntes  que  aqui 
voy  á  reunir. 

Por  otraL  parte,  habiendo  leido  ahora  muchos  años  una 
memoria  histórica  titulada  Segunda  campaña  del  General 
Arenales  á  la  Sierra  en  1821,  recuerdo  que  su  autor  ofrecía 
ocuparse  mas  adelante  de  la  primera,  y  esperé  leerla  porque 
liabria  tenido  en  ello  una  verdadera  complacencia:  pero  bus- 
cándola entre  algunos  amigos  y  posteriormente  en  la.s  lil>re- 
rias  de  Buenos  Aires,  mis  diligencias  han  sido  infructuosas 


APUXTES  POSTUMOS.  221 

í  ucs  todos  me  han  respondido  que  no  existe  y  creen  que  aun 
)to  se  ha  escrito.  Estas  razones  y  las  de  que,  han  ido  desa- 
]>areeiendo  una  tras  otra  las  personas  que  con  mas  idoneidad 
pudieran  haber  dado  noticia  de  esa  campaña:  que  siendo  yo 
el  único  argentino  quizá  que  existe  en  el  pais  de  los  que 
concurrieron  á  ella,  me  considero  ya  también  muy  próximo 
al  sepulcro:  y  lo  que  es  aun  mas,  el  pesar  de  que  puedan 
quedar  sepultados  en  la  oscuridad  los  detalles  de  los  prime- 
vos pasos  de  la  Expedición  libertadora  del  Perú,  empresa 
que  en  mi  humilde  concepto  fué  el  hecho  mas  influyente 
.sobre  la  emancipación  de  la  América  meridional;  todas  es- 
tas rerte(!CÍones,  repito,  y  ademas  el  empeño  de  un  amigo  á 
<iuien  deseo  complacer,  me  han  animado  á  emprender  este 
,l?'abajo  de  que  nunca  habia  i)ensado  ocuparme:  en  este  con- 
C'cpto  y  sin  mas  pretensión  de  mi  parte  que  contribuir  con 
am  grano  de  arena  á  la  historia  argentina,  he  coordinado  los 
aj. untes  de  lo  que  ocurrió  en  los  noventa  dias  de  la  campaña 
cuyo  título  encabeza  estos  renglones,  de  los  cuales  á  mi  me 
4*upo  la  honra  de  ser  testigo  presencial,  por  haber  sido  en- 
ronces  Abanderado  del  Batallón  núm.  11,  (|ue  fué  uno  de  los 
cuerpos  que  formaron  la  División  Arenales. 

Hecho  este  breve  exordio,  solo  me  resta  advertir,  que 
íiiendo  apenas  un  polire  soldado  sin  mas  estudios  que  los 
oue  recpiiere  su  i)rofesion,  no  debe  estrañarse  que  la  redac- 
ción adolezca  de  faltas  de  toda  clase,  menos  de  la  verdad 
pura  y  sencilla  que  ha  sido  mi  guia,  pues  protesto  que  no 
lingo  ni  un  átomo  de  aspiraciones  á  la  espectabilidad. 


Estoy  en  la  ])ersuacion  de  que,  tanto  en  los  estados 
í  lucricanos  cuanto  en  los  principales  de  Europa,  es  bastan- 
te mente  conocida  la  expedición  con  que  el  general  San  Mar- 
tin se  lanzó  desde  Cliile  en  1820,  á  combatir  la  dominación 
española  en  el  Perú  y  libertar  del  coloniaje  el  antiguo  impe- 
lió de  los  Incas:  mas  si  esa  atrevida  empresa  es  conocida 
en  grande,  me  atrevo  á  creer  que  no  sucede  otro  tanto  acer- 
ca de  sus  detalles,  nuiy  en  especial  en  aquellos  primeros  pa- 
sos que  siguieron  á  su  desembarco  en  Pisco:  yo  me  he  pro- 


222  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

i:uesto  hacer  esa  demostración  ya  que  ningún  otro  lo  ha 
hecho  ha«ta  ahora,  pero  para  que  la  narración  guarde  la  de- 
bida cohesión  con  la  infancia  del  ejército,  se  me  ha  de  per- 
n)itir  una  sucinta  reseña  de  su  origen  y  los  primeros  pasos 
de  su  carrera. 

Amenazada  inminentemente  por  el  Oeste  la  emancii)a- 
clon  del  territorio  argentino,  por  el  triunfo  que  alcanzaron 
Jas  armas  españolas  en  Rancuaga  (Chile)  en  octubre  de  1811: 
y  reagravada  con  los  descalabros  sucesivos  que  sufrieron 
nuestras  tropas  en  Vilcapugio,  Ayouma  y  Hipesipe  pc»r  el 
xsorte;  la  situación  se  tornó  tan  crítica  y  alarmante,  que  es- 
tuvo en  una  disyuntiva  muy  peligrosa:  i)ero  disyuntiva  que, 
si  amilanó  el  espíritu  de  los  débiles  y  alagó  el  de  los  enemi- 
gos de  la  causa,  reanimó  en  escala  incomparable  la  energía 
dí^  los  varones  que  n  ^  levantaron  el  grito  el  25  de  Mayo  de  1810 
en  Buenos  Aires,  y  retempló  el  entusiasmo  de  la  masa  de  los 
pueblos.  Tak\s  circunstancias  y  la  oportuna  presentación  de 
un  nuevo  plan  de  operaciones,  por  uno  de  los  animosos  pa- 
triotas de  esa  época,  monumento  vivo  que  existe  todavía; 
hicieron  variar  el  pensamiento  del  Go])íerno,  y  la  forma- 
ción del  Ejército  de  los  Andes  fué  decretada  bajo  la  direc- 
ción del  guerrero  mas  sobresaliente  que  ha  tenido  la  Améri- 
ca del  Sud.  Sus  hechos  posteriores  confirmaron  superabun- 
dantemente  el  acierto  de  semejante  elección.  El  ejército  se 
creó  en  la  antigua  Provincia  de  Cuyo  (que  mas  tarde  se 
Iraccionó  en  tres,  (Mendoza,  San  eTuan  y  San  Luis,)  con  tan 
fxíguos  elementos,  que  el  mismo  general  cumpliendo  un  do- 
ler de  justicia  dijo  con  este  motivo,  mis  recursos  eran  es- 
casos, y  apenas  tenia  un  embrión  de  ejército;  pero  conocía 
¡a  buena  voluntad  de  los  cuyanos  y  emprendí  formwlo  hajo 
un  plan  que  hiciese  ver,  hasta  que  grado  puede  apurars(  l'f 
economía  para  llevar  á  cabo  las  grandes  empresas. 

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La  creación  del  ejército  en  ^lendoza  puso  en  jaque  la 
dominación  española  de  Chile,  pero  el  presidente  Marcó 
.pareció  mirar  ese  hecho  con  desdeñosa  impasibilidad.  El 
general  San  ^íartin  en  consecuencia  comi)letó  tranquil  amen- 


APUNTES  POSTüMOa  223 

te  la  creación  y  disciplina  de  su  ejército,  y  en  una  campaña 
d».  24  dias,  alcanzó  la  espléndida  victoria  de  Chacabuco  el 
12  de  febrero  de  1817;  el  ejército  realista  perdió  1,100 
(Soldados  en  este  dia,  500  que  entre  muertos  y  heridos  que- 
daron en  el  campo  de  batalla,  y  600  prisioneros  entre  jefes, 
cíiciales  y  tropa,  incluso  Marcó,  su  general  en  jefe,  constitu- 
yendo el  verdadero  mérito  de  este  triunfo  que  el  reino  de 
Chile  quedó  libre  casi  en  toda  su  ostensión  de  sud  á  norte. 

El  Virey  de  Lima  como  era  consiguiente,  no  se  confor- 
mó con  que  los  territorios  de  su  Soberano  se  desmembrasen 
tan  impunemente,  y  se  propuso  restablecer  el  equilibrio. 
]*ero  ya  era  tarde.  Todo  lo  que  la  causa  del  Rey  habia 
perdido,  en  terreno,  fuerzas,  opinión  etc.  etc.  lo  habia  ga- 
nado el  general  San  Martin.  De  poco  le  sirvió  mandar 
avanzar  el  ejército  del  Alto  Perú  sobre  la  provincia  de 
Salta,  dominado  de  la  ilusión  de  apoderarse  de  las  demás  has- 
ta Buenos  Aires:  este  fué  otro  delirio;  no  contando  con  sim- 
j)atias  en  los  territorios  que  momentáneamente  sojuzgó,  ni 
con  recursos  bastantes,  no  pudo  sostenerse:  el  general  La 
Serna  hostilizado  por  el  general  Güemes  y  sus  gauchos  de 
ísalta,  tuvo  que  retirarse  con  considerables  pérdidas. 

Hizo  no  obstante  otro  esfuerzo  el  Virey  sobre  el  territo- 
rio chileno.  ]\Iandó  un  segundo  ejército  con  el  general  Oso- 
riio,  á  reforzar  los  restos  que  habían  salvado  de  ('liaca- 
buco  y  atrincherádose  en  Talcahuano,  pero  aunque  consi- 
guió una  buena  ventaja  en  Canclia-rayada,  no  por  eso  fué 
mas  feliz  que  en  las  otras  tentativas:  una  mano  invisible 
l)arecia  encaminar  las  cosas  de  otro  modo;  los  defensores 
(le  la  emancipación  americana  lavaron  la  mancha  de  su  con- 
f  finza  ó  descuido,  con  otro  nuevo  triunfo  el  5  de  abril  de  1  ->T8 
en  Maypo,  y  (^hile  en  una  pirámide  mandó  inscribir  gloria 
á  los  vencedores  de  los  vencedores  en  Bailen — El  ejército  rea- 
lista  perdió  en  esa  jornada  mas  de  4,600  hombres,  de  ellos 
1.400  entrtí  muertos  y  heridos  en  el  campo  de  batalla,  y 
el  resto  de  3,200,  prisioneros,  incluso  190  /¡entre  geuera?- 
les,  gefes  y  oficiales,  menos  el  general  en  jefe  Osorio  que  es- 


224  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

capó  á  liña  de  caballo,  como  vulgarmente  se  dice:  y  la  auro- 
ra que  siguió  á  ese  gran  dia,  anunció  á  la  América  el  rena- 
cimiento del  Sol  del  imperio  de  los  Incas. 

Desde  ese  hecho  memorable  en  que  el  guerrero  argenti- 
no cerró  el  segundo  período  de  sus  ha^iañas,  sus  conatos  se 
contrajeron  esclusivamente  á  trasladar  su  teatro  á  otra  re- 
gión que  gemía  bajo  el  yugo  del  vasallaje  y  clamaba  por  su 
libertad.  Poco  le  importaba  que  el  Virey  contase  con  mas 
de  20,000  veteranos  para  defender  el  alcázar  heredado  de 
Pizarro  ni  que  en  su  mayor  parte  fuesen  de  los  amaestrados 
en  la  Península  á  costa  de  Napoleón  I,  ni  que  tuviese  en  su 
iDano  los  abundantes  elementos  del  opulento  Perú.  San 
Martin  con  sus  4,000  aguerridos  compañeros,  con  su  deno- 
tiado  arrojo,  y  su  incomparable  ingenio,  se  proponía  supe- 
ríirlo  todo:  pero  siempre  inexorable  por  la  conservación  dií 
U  disciplina  y  la  moral  de  sus  soldados,  por  lo  cual  era 
cx)ue8to  á  que  un  cuerpo  permaneciese  mucho  tiempo  en 
alguna  población;  en  la  primavera  del  año  19  los  hizo  salir 
de  la  capital  de  Santiago  de  Chile  á  tomar  cantones  en  Ran- 
cagua,  que  continuasen  allí  su  instrucción  diaria  como  de 
costumbre,  hasta  junio  del  siguiente  año  que  los  hizo  mo- 
ver á  las  cercanías  de  Valparaíso,  para  facilitar  su  embar- 
íjue  á  la  expedición  del  Perú  en  el  momento  dado:  mo- 
mento que  esos  soldados  vieron  llegar  poseídos  del  mas  ar- 
doroso entusiasmo,  porque  lo  deseaban  para  terminar  su 
obra  y  retirarse  á  gozar  en  sus  hogares,  de  la  libertad  y  la 
ventura  que  su  brazo  había  contribuido  á  establecer  en  el 
suelo  americano:  y  asi  que  la  escuadra  y  el  comboy  estuvie- 
ron listos,  se  embarcaron  entre  los  aplausos  y  aclamaciones 
del   pueblo  chileno,   zarpando   á   su   grande   empresa   el  20 

de  agosto  de  1820. 

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Xo  me  detendré  en  las  incidencias  de  la  navegación  por- 
que no  es  mi  intento  redactar  ese  diario,  sino  que  me  bas- 
tará d»^cir,  que  á  los  10  dias  de  viaje  se  encontró  el  comboy 
Tf ondeado  en  la  '* Ensenada  de  Paracas",  tres  leguas  al  sud 
del  Puerto  de  Pisco  y  40  de  la  capital  de  Lima,  á  las  seis  de 


APUNTES  POSTUMOS.  225 

la  tarde  del  dia  7  de  setiembre.  El  8  desembarcó  la  prime- 
ra división  del  ejército  y  tomó  posesión  tranquila  de  la 
Villa  de  Pisco.  El  16  llegó  al  Cuartel  General  de  parla- 
mentario del  Virey  el  alférez  don  Cleto  Escudero,  con  pro- 
X>o8iciones  que  por  entonces  no  fueron  conocidas  en  nuestro 
ejército,  i)er<)  el  19  vimos  marchar  á  Lima  como  enviados 
del  general,  acompañados  de  una  escolta  al  coronel  don  To- 
inás  Guido  y  secretario  de  gobierno  don  Juan  Garcia  del 
Rio:  á  vista  de  cuyo  hecho,  todos  sospechamos  por  inducción 
-í^ue  algo  de  provecho  contendrían  las  proposiciones  del  Vi- 
re\'  cuaniio  se  mandaban  negociadores,  ó  por  lo  menos,  la 
viveza  astuta  de  nuestro  general  algún  partido  se  proponía 
sacar  de  la  ocasión.  Dicho  y  hecho.  El  28  se  comunicó  al 
ejército  *|)or  la  orden)  gení»*ral,  que  los  comisionados  ha- 
l^ian  ajustado  el  26  en  Miraflores  (pueblito  a  dos  leguas  de 
I.imH)  un  armisticio  y  suspenison  de  arma-s  por  ocho  dias.  No 
•ira  pequeña  adquisición  la  de  que,  la  masa  de  diez  mil 
T*^teran()S  que  el  Virey  habia  aglomerado  en  Lima,  respeta- 
ü^H  el  puñado  de  cuatro  mil  que  estaba  en  Pisco,  sin  acal»ar 
'<inizá  de  recuperarse  del  entumecimiento  de  la  navegación  y 
I)rivaciones  consiguientes,  asegurándole  a  la  vez  su  quieta 
l)ermanencia  en  el  terreno  que  pisaba,  por  una  suspensión 
<\9  armas  solemnemente  estipulada.  Algunas  otras  refleccio- 
iies  y  congeturas  haciamos  en  nuestros  círculos  privados, 
^>ero  me  complazco  en  silenciarlas  dejando  el  campo  a  los 
íiituros  historiadores  argentinos,  que  con  mas  capacidad  que 
yo  sabrán  deducirlas  en  honor  del  genio  que  sabia  prepa- 
Tarlas. 

El  dia  4  se  previno  en  la  orden  de  la  División,  que  se 
:a listasen  para  marchar  al  primer  aviso,  los  cuerpos  y  pique- 
tes siguientes: 


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En  la  noche  del  cuatro  al  cinco,  y  á  virtud  de  haber  ter- 
chinado  el  día  anterior  los  ocho  dias  del  armisticio  acordadc» 
en  Miraflores,  se  puso  en  marcha  esta  división  desde  Cau- 
cato  á  las  órdenes  del  general  Arenales,  acompañándola  ade- 
i>2as  hasta  Yca  el  rejimiento  de  cazadores  a  caballo  man- 
díido  por  su  coronel  don  Mariano  Necochea,  con  una  fuerza 
de  300  y  pico  de  plazas.  Se  dio  á  reconocer  por  2.o  gefe  de 
la  división  y  gefe  del  estado  mayor,  al  teniente  coronel  don 
^lamiel  Rojas,  que  llevaba  á  sus  órdenes  al  2.o  ayudante  ea- 
l)itan  de  injenieros  don  Clemente  Althaus  y  8er.  ayudante 
teniente  don  Juan  Alberto  (lutierrez. 

El  primer  punto  que  tocó  la  división  fué  la  hacienda  de 
Chunchanga,  pero  por  aprovechar  el  fresco  de  la  noche  no 
cesamos  de  andar,  k  excepción  de  los  descansos  que  se  da- 
ban á  la  tropa,  para  reponerse  de  la  fatiga  que  causaba  la 
gruesa  capa  de  arena  que  cubre  casi  todos  los  caminos  de  la 
costü. 

La  división  llevaba  sus  descubiertas  de  eaballeria  á  van- 
guardia, y  verificó  su  marcha  hasta  la  ciudad  de  Yca  sin  la 
menor  novedad,  por  cuanto  la  fuerza  del  coronel  Quimper 
no  se  dejó  ver  ni  á  distancia. 

Nuestra  entrada  á  la  ciudad  fué  brillante.  El  cabildo,  las 
comunidades  religiosas  con  sus  prelados,  los  vecinos  nota- 
bies  de  la  ciudad  y  un  inmenso  gentío,  salieron  á  nuestro 
encuentro.  Las  demostraciones  de  regocijo  que  nos  mani- 
festaban esas  gentes,  parecian  sinceras  por  la  espontaneidad, 
y  llegaron  al  mas  alto  grado  de  entusiasmo.  El  alcalde  de 
1er.  voto  don  Juan  José  Salas  y  todos  los  señores  municipa- 
les, se  esmeraban  á  competencia  en  prestarnos  atenciones, 
comedimientos  y  servicios,  que  era  imposible  dejar  de  agra- 
decer con  la  mas  fina  sinceridad.  Todos  los  gefes  de  los 
cuerpos  fueron  alojados  en  casa  de  las  familias  mas  •notables 
del  lugar:  la  oficialidad  de  cada  uno,  en  otras  casas  desocu- 
padas que  se  asearon  y  amueblaron  con  cuanto  se  consideró 
precisí)  á  su  mayor  decencia  y  comodidad;  y  á  la  tropa  se  le 
proporcionaron  cuarteles  en  una,  dos  y  mas  casas  contiguas 


2JS  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

para  que  estuviesen  con  desahogo,  cuidando  en  particular 
de  la  carne,  las  menestras  y  las  verduras  para  que  el  rancho 
fuese  lo  mejor  posible. 

El  general  Arenales  inmediatamente  de  entrar  á  la  ciu- 
dad y  recojer  datos  de  la  dirección  que  tomaban  los  enemi- 
4,'os,  asi  como  de  las  familias  españolas  que  huían  para  Lima 
llevando  un  gran  cargamento  de  equipajes,   dinero,   arma- 
iiiento  y  jx^rtrechos  de  guerra  de  toda  clase,  mandó  en  su 
persecución  un  escuadrón  del  rejimiento  de  cazadores  á  ca- 
ballo al  mando  del  teniente  coronel  don  Rufino  Guido,  con 
la  orden    de  perseguirlos  hasta    batir    la  fuerza    y  apresar 
cuanto  se  pudiera:  mas  volvió  esa  misma  noche  dando  parte 
de  que,  después  de  andar  mas  de  seis  leguas,  no  habia  des- 
cubierto rastro  ni  noticia  la  menor  por  el  camino  que  se  le 
habia  ordenado;   de  lo  que  se  infería,  que  eran  falsos  los 
avisos  dados  al   general:   pero  descansó  este  escuadrón  un 
poco  y  acto  continuo  volvió  á  marchar  en  la  dirección  de 
Palpa,   camino  que  según  las  últimas  noticias  llevaban  los 
<»nemigos:  y  fué  tan  activo,  que  el  dia  7  les  dio  alcance,  y  al 
primer  tiroteo  se  le  pasaron  dos  compañías  de  infantería  con 
«US  oficiales,  y  se  dispersó  el  resto  en  distintas  direcciones: 
<'<m  esta  adquisición,   el  comandante   Guido  regresó  á  Yca 

Címforme  á  las  órdenes  que  se  le  habían  ^ado.  Mientras 
k'l  comandante  Guido  verificaba  esta  operación  sobre  Palpa, 
se  prei)araba  en  Yca  otra  pequeña  división  al  mando  del 
pefe  de  E.  >I.  teniente  coronel  Rojas,  compuesta  de  los  50 
jrranaderos  del  mayor  Lavalle,  una  compañía  del  rejimiento 
de  cazadores  con  su  capitán  don  Federico  Brandzen,  la  3.a 
compañia  del  batallón  N.o  11  con  su  capitán  don  José  Videla 
('astillo,  otra  compañia  del  N.o  2  cuyo  capitán  no  recuerdo 
quien  era,  y  el  piquete  de  30  cazadores  á  caballo  del  teniente 
aon  Vicente  Suarez:  esta  fuerza  que  seria  como  de  250  hom- 
bres, marchó  el  dia  12,  montada  la  infantería  como  mejor 
F.e  pudo  en  aneas  unos  de  otros,  y  dio  alcance  á  la  división 
Quimper  que  llevaba  mas  de  700  hombres  de  infantería  y  ca- 
ballería, el  dia  15  en  el  pueblo  de  la  Nasca,  y  la  hizo  peda- 


APUNTES  POSTUMOS.  229 

xos  sin  darle  tiempo  para  nada  por  la  impetuosidad  del 
ataque.   El  Marqués  de  Quimper  no  había  podido  apresu- 
rar mas  su  marcha,  á  causa  del  gran  tráfago  que  custodia- 
ba de  familias  que  emigraban  para  Arequipa,  y  un  gran 
cargamento  de  equipages,  armamento,  municiones  etc.,  etc. 
que  habia  sacado  de  Yca:  el  fruto  de  este  pequeño  triunfo 
fué,  41   muertos  de  tropa  que   dejaron  los  enemigos  en  el 
campo,  15  heridos  y  88  prisioneros,  entre  ellos  seis  oficiales, 
300  fusiles  y  un  crecido  número  de  tercerolas,  armas  blan- 
cas y  los  equipajes  de  los  gefes  y  oficiales  de  la  división.  El 
comandante   Rojas  fué   informado   por   algunos   vecinos  de 
Nasca,  que  el  Marqués^  habia  hecho  adelantar  sobre  el  pueblo 
de  Acari,  mas  de  100  cargas  de  armamento,  municiones  y 
efectos  de  los  que  habia  sacado  de  Yca,  en  cuya  dirección 
el  mismo  había  fugado  con  el  resto  de  caballeria  salvado  del 
combate,  y  esa  misma  noche  asi  que  los  caballos  hubieron 
comido  y  descansado  un  poco,  hizo  marchar  al  teniente  Sua- 
lez  con  el  piquete  de  30  cazadores  á  caballo  que  traia  á  sus 
órdenes,  á  ver  si  lograba  hacer  presa  de  esos  objetos.   T^l 
teniente  Suarez  que  ansiaba  por  una  de  estas  ocasiones  para 
lucirsCf  como  él  decia,  en  esta  vez  cumplió  su  deseo:  tres 
^.^entajas  logró  c\  ejército  con  este  golpe:  aumento  de  nues- 
tro parque,  reportación  ante  el  pais,  y  el  terror  de  los  ene- 
•niigos.     Verificó   su   marcha   con   una   rapidez   y   habilidad 
increibles,  y  al  dia  siguiente,  16,  les  cayó  encima  á  medio 
dia:  sorprendió  la  escolta  del  com})oy,  les  mató  algunos  sol- 
dados  que   quisieron   defender   el   puesto,   tomó   prisioneros 
casi  a  todos  los  demás,  tomó  ciento  y  tantas  cargas  de  nm- 
riciones  y  pertrechos  militares,  y  mandó  que  regresas.^n  á 
sus  casas  las  familias  que  el  enemigo  hal)ia  forz>i(lo  h  emi- 
grar. El  teniente  Suarez  ayudado  por  los  vecinos  natriotas 
de  Acarí  favoreció  en  cuanto  fué  posible  a  esas  f^Tiiiliíis,  y 
regresó  sin  demora  á  Nasca  con  la  rica  y  abundante  ])r«.sa 
C[Ue  habia  arrebatado  al  enemigo. 

GERÓNIMO  ESPEJO. 
(Continuar/i.) 


I     '  :  4  \        .« 


i  • 


4'    ' 


LITERATURA 


CONFIDENCIAS 


8eñor   Redactor  de  la   '* Revista'*,  doctor  don 
Vicente  O.  Quesada. 

Paira  envencer  á  usted  de  que  no  he  olvidado 
'lili  comipromiso  de  colaborar  en  ia  publiea- 
eioD  «que  V.  dirije,  le  adjunto  estos  recuer- 
dos íntimos,  escrito»  en  medio  de  las  pro- 
saicas labores  del  oficÍBiBta  ministerial  -^ 
Suyo    de    corazón — *^R.    Palma/' 


CONSOLACIÓN 

I. 

» 

Lector  ¿eres  jorabado? 

Si  |><)r  desgracia  la  mano  del  Creador  ¡)U.so  sobre  tus 
tfspaldas  el  abultado  pan  de  azúcar  que  se  üíinia  joroba,  ar- 
roja estas  pajinas  sin  leerlas  y  juróte  en  conciencia  no  per- 
derás mucho. 

Siempre  se  ha  dicho  que  los  jorabados  son  sarcástieos 
y  malignos  y  que  la  protuberancia  que  los  afea  es  un  depósi- 
to de  venenosas  sátiras  y  picantes  blasfemias.  Líbreme  Dios 
de  acojer  tal  opinión,  yo  que  he  conocido  á  uno  de  est/OS 
íiesgraciados  que  tenia  un  corazón  de  ángel  encerrado  Iwijo 


CONFIDENCIA»  231 

tan  tosca  y  deforme  corteza.     Andrés  era  como  un  hermo 
*o  brillante  engarzado  en  una  sortija  de  hierro. 

U. 

Andrés  contaba  diez  v  nueve  años. 

Nunca  he  contemplado  una  mirada  mas  dulcemente  lán- 
j^ida  que  la  suya,  en  unos  ojos  azules  como  un  cielo  ún 
nubes. 

Sus  palabras  tenian  algo  del  perfume  de  la  inocencia 

Jamás  le  oímos  proferir  sus  amigas  una  queja  contni 
♦-1  destino  y  «manda  teniamos  un  sufrimiento  que  comuni- 
<'¡irle,  alguna  de  esas  infernales  decepciones  que  destrozan 
fíl>ra  por  fi])ra  el  corazón  de  un  joven,  eran  siempre  acentos 
<in  bendición,  de  paz  y  de  consuelo  los  que  brotaban  de  sus 
Jábios.  Ilabia  en  su  voz  un  no  sé  qué  de  profunda  y  su«vc 
melancolía  que  alcanzaba  á  conmovernos,  y  después  de  o'rJo 
nuestra  congoja  desaparecia.  -^ 

Por  eso  sus  amigos  le  llamábamos  Consolación, 

III. 

La  juventud  sin  amor  es  como  una  fuente  sin  murmulli), 
como  una  flor  sin  perfume,  (^onio  un  cielo  sin  sol. 

Desencantad  á  la  juventud,  quitadla  ese  divino  fuego  y 
hii])i'e¡s  convertido  para  ella  el  mundo  en  un  espacio  inP- 
iiito  donde  reinan  las  tinieblas. 

Entonces  si  el  joven  se  llama  Alfredo  de  Musset,  se  vuel 
\('  escéptico  y  muere  envenenado  por  el  alcohol:  si  se  lla- 
ma Gerardo  de  Nerval  se  torna  impío  y  se  ahorca  bajo  las 
V(»ntanas  de  una  ramera. 

Andrés  amaba  en  silencio  á  Cesarina.  Jamás  los  labios 
<íel  ])obre  joven  w  atrevieron  á  declararla  la  pasión  que  lo 
i'onsiunia;  porque  temió  que  de  su  amor  se  hiciesí»  un  obje- 
to de  burla. 

Pero  acaso  el  amor  verdadero  necesita  de  palabras?  i  No 
tiene  un  lenguaje  mudo  que  se  traduce  en  las  miradas,  en  las 
sonrisas,  en  nuestras  acciones  todas? 


L 


232  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIBIiS. 

Cesarina  no  quiso  comprender  el  tesoro  de  amor  q'ie" 
para  ella  encerraba  el  corazón  de  Andrés. 

IV. 

Una  tarde  notamos  en  el  rostro  de  Andrés  mayor  pali- 
áez  que  de  costumbre. 

— Estás  enfermo?  le  preguntamos. 

—Sí....!  del  alma!!! 

Habia  un  dolor  tan  íntimo  en  su  acento  que  nos  estre- 
meció. 

— ¿Estás  tal  vez  enamorado? 

Andrés  nos  miró  procurando  dar  á  su  semblante  todo  el 
aire  de  indiferencia  que  le  fué  posible  y  nos  repuso: 

— ^Acaso  un  jorobado  tiene  corazón? 

— Entonces  ¿qué  tienes,  Andrés? 

— Lo  de  siempre,  amigo  mió !  Lo  de  siempre ! 

joroba ! ! ! 

Era  la  primera  vez  que  lo  veíamos  tan  dolorosamente 
iiTj  presionado  y  comprendimos  que  acababa  de  recibir  una 
de  esas  heridas  en  el  alma  para  las  cuales  no  hay  bálsamo  en 
Ja  tierra. 


V. 


i  Qué  habia  pasado  ? 

Consolación  declaró  su  amor  á  Cesarina,  la  que  prorum- 
piendo  en  una  alegre  y  estrepitosa  carcajada  se  dirijió  á  tres 
jóvenes  amigas  suyas  que  se  hallaban  en  un  corredor  de  la 

C&SH. 

— ¿Sabéis  una  novedad?  les  dijo. 
Andrés  la  miraba  espantado. 
— ¿  Qué  es  esto  ?  preguntaron  á  una  las  amigas. 
— Dejadme   reir....no   lo   acertareis   nunca. ..  .Andrés 
esta  enamorado . . ' . 

— De  alguna  jorobada? 
— No,  niña£i:  de  mí! 


CONFIDENCIAS  233 

Y  el  alegre  coro  estalló  en  carcajadas;  porque  no  conce- 
bía que  un  jorobado  tuviese  las  pasiones  de  un  hombre. 

VI. 

Cuando  yo  descendia  de  la  habitación  de  Andrés  sentí  la 
detonación  de  una  pistola. 

VII. 

Aquella  noche  habia  baile  en  casa  de  Cesarina. 
Al  penetrar  en  el  salón  la  descubrí  en  los  brazos  de  un  ga- 
llardo y  elegante  joven  que  la  acompañaba  en  los  volup- 
tuosos giros  de  una  rcdoiva,    ]Me  aproximé  á  ella  y  la  dije  al 
oído: 

— Andrés  acaba  de  matarse. 

— Qué  loco !  murmuró  ella  sonriendo  y  arrebatada  por  su 
pareja  se  perdió  en  la  confusión  del  baile. 

Aquella  mujer  tan  joven  y  tan  bella  tenia  helado  el  co- 
razón. 


L  A  V  E  N  G  A  N  Z  A  D  E  IT  N  A  N  G  E  L , 
Confidencias  de  un  soldado. 

*M.o  de  Diei-embre  18.34." 

Magdalena  acaba  de  revelarme  que  me  ama. 

Perdón,  hermosa  prima!  No  soy  de  esos  jóvenes  que 
fi>eguran  que  el  siglo  XIX  se  muere  de  fastidio;  pero  si  en- 
tregase mi  corazón  bajo  el  imperio  de  unas  miradas  fascinado- 
ras como  las  tuyas,  acabaria  por  aburrirme. 

Y  en  verdad  ¿hay  algo  de  mas  tonto  y  de  menos  cristia- 
no que  amar  a  una  sola  mujer  ?  Yo  amo  á  Dios  en  sus  obras, 
amo  la  belleza  como  emanación  de  su  divinidad,  amo  á  las 
mujeres  como  destellos  de  su  santa  auréola.  Y  he  aquí  por- 
que esas  mariposas  del  verjel  de  los  amores  que  cambian 
de  queridas  con  la  facilidad  que  un  diputado  de  opiniones, 


234  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIR  15S. 

* 

son  para  mi  los  hombres  mas  cristianamente  sabios.  Dagiie- 
rreotipos  del  siglo,  viven  con  la  actualidad;  y  la  actualidad, 
prima  mia,  no  es  de  pasiones  profundas,  sino  de  pasatiempos ; 
no  es  de  creencias  sino  de  duda;  no  es  de  ilusiones  fantásti- 
cas sino  de  realidades  desesperantes;  no  es  de  poesía  sino  de 
guarismos. 

¿A  que  engañarte,  Magdalena,  ñngiendo  que  participo 
de  tu  amor?  Seria  destrozar  tu  corazón  inocente,  pobre  pri- 
]r.a  mia,  que  no  has  hallado  hasta  hoy  en  la  existencia  mas 
qi;e  colores  y  armonías,  luz  y  perfumes.  Y  luego,  concedien- 
<lü  que  fuese  yo  bastante  infame  para  darte  mi  nombre  sin 
mi  amor  ¿salíes  lo  que  seria  nuestro  matrimonio?  Un  cre- 
púsculo eterno:  siempre  las  medias  tintas  de  la  tarde;  pero 
nunca  el  sol  en  el  zenit.  Tal  vez  renunciarla  por  breve  tiem- 
po á  mi  vida  de  libertino ;  pero  al  fin  el  tedio,  la  prosa  del  ma- 
Irimonio,  volverían  á  arrastrarme  á  ella. 

Ya  vez  que  soy  franco  y  que  no  quiero  jugar  con  tu  cora- 
zón de  niña.  Tiempo  hace  que  Williams  solicita  tu  mano. 
Acepta,  Magdalena,  que  si  a  su  lado  no  hallas  todo  el  entu- 
siasmo, pasajero  al  fin,  de  una  alma  vivificada  por  los  ardien- 
tes rayos  del  sol  americano,  encontrarás  el  glacial  pero  eterno 
«mor  de  un  inglés. 

**2  d«  Dicienbrc  " 

• 

Asi  hablaba  yo  anoche  á  mi  prima  ^lagdaJena,  precioso 
Kt  rafia  de  diez  y  siete  años.  Casi  tengo  remordimientos  de 
mi  franqueza;  porque  á  veces  la  verdad  es  un  crimen....  Creo 
<|ue  mejor  habría  sido,  sofocando  mis  instintos  de  hombre  hon- 
rudo,  mentíila  un  amor  que  no  siento. 

La  pobre  niña  me  dejó  ver  una  perla  cristalizada  en  su 
papila  y  corrió  á  encerrarse  en  su  cuarto. 

Todo  ello  será  un  día  de  llanto;  mas  acabará  por  conso- 
larse y  aceptar  la  mano  de  Williams. 

"10  (lo  Diciembre  '' 
Chorrillos!     Pueblo  de  maldición  donde  á  un  golpe  de 
dados  se  arriesga  el  decoro,  el  i>orvenir  de  las  familias.     En 


CONFIDENCIAS,  235 

tu  recinto  los  desórdenes  se  llaman  bromas  y  los  vicios  dis- 
tracfiímes.  Salve,  pueblo  de  eterno  carnaval  y  de  eternas 
<?  retas! 

Tenéis  hijas?  Educadlas,  por  seguir  la  moda,  en  Chor- 
rillos, esa  escuela  del  lujo  y  del  vicio.  Desde  la  invención 
di»  los  nervios  en  Lima,  se  ha  hecho  Chorrillos  una  necesidad 
•en  las  familias  para  correjir  el  sistema  enfermo  ó  que  se  fin- 
je  estarlo. 

Bienaventuradas  nuestras  abuelas  que  no  conocieron  las 
^•nfermedades  nerviosas! 

y  establecida  ya  en  Chorrillos  una  familia  ¿en  que  pa- 
sará la  noche?  Vengan  dados  de  marfil  y  jugemos  por 
trozos  el  honor;  y  las  esposas  y  las  hijas  participen  también 
<le  los  encantos  del  mal.  ¿Que  importa  la  ruina  de  algunos 
ficmbres  si  su  desgracia  sirve  para  distraer  el  tedio  de  los  de- 
2uas  * 

Las  blasfemias,  las  palabras  mas  inmundas  hieren  los 
^?dos  de  la  casta  esposa  y  de  la  moilesta  vírjen;  pero  es  pre- 
ciso disculpar  á  los  que  pierden  y  no  darse  por  ofen- 
didas. 

Seamos  indulgentes,  dicten  las  bellas. 

No !  Sacrifiquemos  nuestra  dignidad,  deberían  esclamar ; 
p<  ro  gocemos  cxm  el  ruido  del  oro. 

V  asi  es  la  luimanidad !  Aun  cuando  la  tierra  se  convierta 
en  una  California  sin  fin  y  la  humanidad  fatigada  se  acuestí» 
«obre  un  lecho  de  ese  metal  corruptor,  el  ruido  de  las  monedas 
la  baria  estremecerse  como  un  cadáver  sometido  á  la  acción 
galvánica. 

**11  de  Diciembre.'' 

Mi  honor  -^stá  (om prometido. 

Williams  Jiie  ha  ganado  al  juego  una  fuerte  suma  por  la 
<*ual  le  he  firmado  un  vale. 

Si  no  pago  mañana  mi  deuda,  estoy  desonrado  y  prefiera 
la  uHierte  á  la  deshonra. 

Estoy  decidido.  El  mundo  no  ha  de  conmoverse  por  un 
pistoletazo  que  me  destroce  el  cráneo. 


236  LA  REVISTA  DE  BUENOS  A  IBES. 

**21  de  Diciembre. ' ' 

He  estado  diez  dias  con  una  violenta  fiebre,  luchando  en- 
tre la  muerte  y  la  vida. 

¿Que  ha  pasado  en  este  tiempo?     Recordemos. 

Llevaba  la  pistola  á  mi  frentte  cuando  sentí  que  me  déte- 
nian  el  brazo.     ]\Ie  volví  y  era  Magdalena. 

— ^Loco!  Te  devuelvo  el  honor,  me  dijo  alargándome  un 
papel. 

Era  mi  vale.  Ella  se  habia  interesado  con  Williams, 
para  que  la  regalase  mi  deuda.  Williams  comprendió  que 
solo  la  arrastraba  á  este  paso  el  deseo  de  evitar  que  su 
primo  continuase  jugando  y  corregirlo  por  una  acción  ge- 
nerosa. 

— ^Magdalena,  la  dije  conmovido,  no  puedo  aceptar 
tu  regalo  porque  me  humilla.  Mi  resolución  está  ya  to- 
mada. 

— Y  si  te  obligo  á  que  lo  aceptes  ?  repuso  ella  rompiendo  el 
vale. 

— i  Que  has  hecho?  Solo  con  tu  mano  podría  aceptarlo 
para  pagarte  á  fuerza  de  ternura. 

— Es  tarde,  Jorge.  Mañana  me  caso  con  Williams.  Des- 
deñaste mi  cariño  y  me  vengo  de  tu  desprecio  devolviéndote  el 
honor. 

Y  la  infeliz  lleval)a  el  pañuelo  á  los  ojos  para  enjugar  una 
lágrima. 

No  sé  lo  que  pasó  entonces  por  mi.  Caí  desvanecido  en 
un  sillón  con  el  remordimiento  en  el  alma  de  no  haber  com- 
prendido ese  corazón  de  ángel. 

**26  de  Diciembre." 

He  recibido  orden  de  incorporarme  á  mi  regimiento.  Ten- 
go el  presentimiento,  Magdalena,  de  que  es  estas  líneas  te  doy 
iin  adiós  eterno.  Hoy  en  que  un  lazo  indisoluble  te  une  á  otrc> 
hombre,  cuando  la  felicidad  que  tu  esposo  se  afana  en  darte  se 
hfJla  enturbiada  por  algunas  gotas  de  llanto,  voy  á  hacer  una 


CONFIDENCIAS.  237 

súplica  á  tu  alma  generosa.    ¿Me  concederás  lo  que  imploro? 
— Olvido  y  perdón. 


Aqui  termina  el  manuscrito  del  libertino  capitán. 

Diez  dias  después,  el  5  de  enero,  se  daba  la  batalla  de  la 
Palma  y  el  cadáver  de  Jorge  fué  encontrado  al  pié  de  un  ca- 
£on. 

En  cuanto  á  Magdalena  es  hoy  una  esposa  llena  de  digni- 
■dad  y  virtud ;  pero  conserva  en  el  rostro  señales  de  una  mor- 
tal melancolía. 

^Mienten  los  que  dicen  que  el  tiempo  todo  lo  cura.  ;  Solo 
Dios  es  el  médico  de  las  almas  \ 


*  EX   LA   CASA  DEL  JABONERO. 

Era    el   dia   de    San   Andrés   del   año    de    185.... 

La  multitud  se  dirijia  al  hospital  de  locos  y  confundido 
<»()n  ella  penetré  en  el  primer  patio  donde  se  hallaban  las  cel- 
<ias  de  quellos  infelices  por  quienes  los  Directores  tenian  algu- 
na deferencia  en  razón  á  la  posición  social  que  ocuparon  o  á 
las  recomendaciones  de  sus  familias. 

Diréis  que  es  una  triste  ironia  un  poeta  visitando  la  casa 
=<ie  liHros  ?  i  Bah !  ¿  Pero  que  otra  cosa  es  el  mundo  que  una  gran 
jaula   de  locos? 

Adán,  el  loco  numero  uno  que  descendió  del  Edén  h 
iste  valle  de  lágrimas  trayendo  aun  en  pos  de  sí  el  tibit 
perfume  del  aliento  divino  que  lo  formara  ¿no  es  vor:l#id 
<iue  hizo  una  locura  de  tomo  y  lomo  al  dejarse  tentar  por  lu 
golosina  de  una  manzana  que  quizás  no  estaba  todavía  ^n 
sazón  ? 

T^n  loco  hace  ciento.  La  humanidad  fué  fundida  í^a  el 
mismo  crisol  que  Cain  y  Abel,  el  primer  picaro  y  el  primev 
ho])alicon,  y  convenid  conmigo  en  que  desde  el  descubrí- 
Diiento  de  la  quijada  de  burro  para  descalabrar  al  pr/ijimo 
hasta  la  invención  de  la  crinolina  para  encubrir  la  corteza 


238  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

del  fruto  vedado,   los  hombres  no  han  hecho  mas  que  lo- 
curas. 

Y  á  propósito  de  crinolina,  no  os  parece  i)referible  h\  hoja 
de  parra  que  usó  la  madre  Eva? 

Compadezcámonos  mutuamente  y  no  limitemos  este  senti- 
miento para  los  seres  que  viven  en  un  encierro  sufriendo  la  ca- 
miseta de  fuerza  y  el  látigo  del  brutal  loquero,  i  Quien  ,sab'¿  si 
esos  enfermos  son  mas  felices  que  los  que  habitamos  al  aire  li- 
bre obstinados  en  negar  nuestra  locura! 

Algo  mas  que  no  creo  bueno  para  escrito  pensaba  Vv)  al  re- 
correr la  casa  de  amentes,  cuando  de  prontto  me  detuve  -ú  oii- 
me  llamar  por  un  loco. 

— Eh  !  chico !  no  te  pases  sin  visitar  á  los  amigos. 

Penetré  en  la  celda  número  13  y  con  gran  trabajo  pude  re- 
conocer á  un  antiguo  compañero  de  colegio  que  con  vertía  itera 
efusión  me  estrechó  en  sus  brazos.  En  el  primer  mome]ií'»  D'> 
las  tuve  todas  conmigo  y  le  dije : 

— Cuenta,  hombre !  que  me  estrangulas ! 

El  loco  sonrió  amablemente  y  me  invitó  á  sentarme 

Joaquin.  tal  era  su  nombre,  contaba  entonces  veinte  y  seiíP 
años.  La  palidez  mate  de  su  rostro  contrastaba  magníficamer* - 
te  con  sus  grandes  ojos  negros  y  con  la  sonrisa  melancólica  de 
siLs  labios  delgados  y  rojos.  Su  cabello  artísticamente  desali- 
ñado V  el  aseo  de  su  vestido  revelaban  aun  en  él  al  homlin*  de 
buen  tono. 

Hablamos  gran  rato  sobre  recuerdos  de  nuestra  primera 
juventud  y  ¡Dios  me  perdone!  creo  que  aun  echamos  un  ^Miar- 
to  á  espadas  sobre  la  poesia  y  los  poetas,  sobre  la  oposición  y  rl 
ministerio.     El  local  era  apropósito. 

Al  fin  me  decidí  á  preguntarle  por  que  serie  de  estra- 
dos acontecimientos  habia  venido  á  ser  uno  de  los  morado 
res  de  la  casa  de  locos.     Una  lijera  contracción  nerviosa  aji- 
tó  la     fretite   de  mi   amigo  y  estrechándome  la   mano     m<* 
dijo : 

— ¿No  crees  que  el  mundo  vé  solo  lo  que  quieren  dejarh> 
ver  y  que  la  ciencia  se  engaña  ó  finje  engañarse  ? 


CONFIDENCIAS  ^3» 

— ^i  Quien  sabe ! 

— Escucha  y  te  eonyencerás.  A  la  edad  de  veinte  y  do» 
años  salí  del  eolejio  con  una  regular  reputación  de  talento  v 
y  en  breve  me  recibí  de  abogado.  La  sociedad  me  abria  su* 
puertas  y  entré  en  ella  con  todo  el  desenfado  propio  de  la  ju- 
ventud. Apuré  sus  placeres  y  tras  la  desilucion  vino  el  hastio 
Buscaba  el  espíritu  y  por  todas  partes  encontraba  el  fango  de 
la  materia.  Donde  soñaba  hallar  el  amor  ó  la  amivstad  se  me 
presentaba  deforme  el  egoísmo. 

Una  noche  fui  convidado  á  un  baile  de  Palacio,  en  el  quo 
lejos  de  mostrarme  galante  y  obsequioso  con  las  damas  pasea- 
ba con  un  anciano  conversando  de  política,  ese  eterno  manjar 
de  los  hombres  gastados. 

De  pronto  mis  ojos  se  fijaron  en  una  hermosa  joven  qUi> 
daba  el  brazo  á  un  caballero  y  pregunté  í 

— Quien  es  esa  linda  niña? 

— Es  mi  pupila. . . .  Elodia  Gonzalvo. 

— ¿  Y  el  joven  que  la  acompaña  ? 

— Es  su  pimo. . . .  don  Alfredo  Camprodon. 

Jamás  me  habia  sentido  tan  vivamente  impresionado;  y 
sin  embargo  no  podía  darme  cuenta  del  efecto  que  me  inspi- 
raba la  belleza  de  Elodia.  Yo  necesitaba  el  amor  ó  el  aborre- 
cimiento de  esa  mujer. 

La  orquesta  empezó  á  tocar  una  mazurca  y  separándome 
del  tutor  de  Elodia  me  dirijí  hacia  ella,  suplicándola  mo 
honrase  aceptándome  por  su  pareja.  Elodia  accedió  á  mi 
demanda  con  una  sonrisa  llena  de  gracia  y  en  breve  nos  ha- 
llamos arrastrados  por  ese  vértigo  infernal  y  delicioso  á  la 
vez  que  produce  el  baile.  Yo  centia  los  latidos  de  su  co- 
razón y  su  aliento,  tibio  como  una  brisa  de  verano  y  perfu- 
iMado  como  el  jazmín,  bañaba  mi  rostro.  El  brillo  de  sus  ojos 
me  fascinaba  como  el  de  la  seri)iente  tentadora  de  que  habla 
(1  Génesis. 

Una  mujer  hermosa  deja  adivinar  siempre  en  la  agitación 
del  baile  un  tesoro  de  encantos.  Bailad  en  buena  hora  los  que 
buscáis  el  filtro  ponzoñoso  del  amor  sensual ;  porque  en  el  bai- 


:.M0  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

le  la  mujer  sabe  unir  la  timidez  y  pureza  del  serafín  con  la 
májia  fatal  de  ángel  caido. 

Aquella  noche  decidió  de  mi  destino.  Salí  del  baile 
ebrio  de  amor  y  tres  meses  mas  tarde  Eloida  era  mi  esposa. 

Transcurrió  un  año  en  que  viví  completamente  dichoso; 
porque  me  alentaba  la  f e  en  el  cariño  de  la  mujer  á  quien  ha- 
bía dado  mi  nombre. 

De  pronto  apareció  en  mi  casa  Alfredo,  de  regreso  de  un 
viaje  á  Estados  Unidos,  y  desde  ese  instante  principió  á  desva- 
necerse mi  felieidad.      , 

Dos  meses  pasaron  siendo  Alfredo  nuestro  huésped,  cuan- 
do una  noche  después  de  las  doce  sentí  un  leve  ruido  en  el  co 
rredor,  que  comunicaba  al  dormitorio  de  Elodia.  Levánteme*, 
presuroso  y  salí  á  tiempo  de  percílúr  una  sombra  que  penetra- 
ba en  el  cuarto  de  mi  esposa,  sagrado  santuario  cuyos  umbra- 
les solo  dos  hombres  tenían  derecho  de  traspasar : — El  médico 
y  el  sacerdote. 

!Mas  de  una  hora  permanecí  anonadado  ante  la  certidurn- 
l.Te  de  mi  deshonra.  Al  cabo  adopté  la  resolución  de  castigue 
j't  los  infames  y  me  acerqué  al  lecho  de  la  adúltera.  Des- 
cargué  una  pistola  sobre  la  frente  de  su  cómplice,  entre- 
lanto  que  Elodia  huia  y  stf  asilaba  en  las  habitaciones  di*  sij 
tutor. 

Al  siguiente  día  me  trasladaban  á  la  casa  de  amentes. 

La  influencia  social  y  política  de  que  gozaba  el  tutor  de 
Elodia  había  cegado  á  la  justicia,  médicos  vendidos  certifica- 
ron que  mi  cerebro  se  hallaba  en  desconcierto,  nadie  quiso  es- 
cuchar mi  defensa  y ya  lo  ves,  amigo estás  hablando 

eon  un  loco! 

Joaquín  calló  y  al  salir  del  hospital  de  locos,  esa  casa  del 
jabonero  en  la  que  había  resbalado  y  en  la  que  con  frecuencia 
caen  los  que  como  yo  son  tentados  por  el  demonio  de  la  poesía 
me  preguntaba: 


CONFIDENCIAS  241 

— Señor !  Señor !     i  Si  estará  escrito  que  la  sociedad  tiene 
oídos  para  no  oir  y  ojos  para  no  ver? 

RICARDO  PALMA. 

1866 


FKAGMENTO  DE  VIAJES. 


DE  C  O  P  I  A  P  Ó  A  V  A  L  P  A  R  A  I  S  O  . 


9  á  11  de  Mayo,  .1841. 


Vapor   Perú. 

El  primer  dia  se  ha  navegado  á  la  vista  de  la  costa  y  k 
nniy  poca  distancia:  la  variedad  de  objetos  y  continuo  cam- 
bio de  perspectivas  por  las  diferentes  sinuosidades  de  Vó^ 
tierras  inmediatas  al  mar,  todas  empinadas  y  accidentadas 
hacen  este  viaje  muy  variado  y  entretenido. —  (La  velocidad 
del  vapor  es  de  nueve  millas  por  hora.) 

A  este  recreo,  que  es  de  gran  recurso  para  no  caer  en  eí 
tedio  que  ocasiona  la  ni/onotonía  en  los  viajes  de  altamar,  «o 
agregaba  el  de  una  buena  sociedad,  que  para  mí  tenia  iinn 
especie  de  encanto;  porque  después  de  salir  de  los  áridos  y 
selváticos  desiertos  de  la  Rio  ja  al  través  de  los  Andes,  débil 
todavía  y  convaleciente  de  una  tenaz  enfermedad,  en  una 
estación  bastante  avanzada;  y  de  una  campaña  en  estremo 
penosa  y  desgraciada — la  del  ejército  libertador — me  sent*?t 
agradablemente  sorprendido  al  encontrarme  entre  inglesas 
franceces,  argentinos,  chilenos,  bolivianos,,  peruanos  y  colom- 
bianos y  todos,  con  cortas  escepciones,  personas  de  buena  so- 


FK AUMENTOS  PE  VIAJES.  24a 

ciedad. — La  mesa  no  podia  mejorarse,  servida  con  abundancia 
^  lujo,  y  con  delicadas  frutas  tropicales. 

Para  disfrutar  de  las  románticas  vistas  del  paisaje  ma» 
allá  de  la  costa,  verdaderos  estrivos  de  Ion  Andes,  pedí  al  se- 
ñor don  Aristides  Martinez — joven  sanjuanino  muy  simpáti- 
co com  panero  de  camarote — me  despertase  al  primer  despunta 
de  la  aurora. 

¡  Que  vista  tan  pintoresca  ofrecia  en  aquel  momento  la  ele- 
"vada  cordillera  coronada  de  nieve  en  su  cima,  y  en  -il- 
jrunos  parajes  de  densas  nubes!  Era  un  grandioso  pano- 
rama. 

El  color  ceniciento  del  crepúsculo  matinal,  hacia  Icnta- 
iiiente  lupar  á  los  tintes  suavemente  rosados  formados  por 
Ja  gradual  aproximación  del  astro  esplendoroso.       Al     prin- 
cipio, el  conjunto     de  aquellas  inmensas     masas  se  ofrecia 
íi  la  vista  estasiada  por  tan  magnífíco  espetáculo  como  nii.t 
muralla  gigantesca  que  st»  levantaba  en  la  orilla  del  mar; 
pero  las  líneas  irregulares  de  luz  y  la.s  de  laK  vsombras  se  hi- 
cieron luego     perceptibles,     descubriendo  la   formación     de 
las  tierras     entre  la  costa  y  Ion  Andes,     y  podia  ya  discer- 
nirse la  larga     distancia  entre     aquella  y   la  altísima   cor- 
dillera. 

A  medida  ([ue  el  dia  avanzaba  el  paisaje  se  hacia  niíís 
visible,  y  los  coloridos  aumentaban  en  riqueza  y  esplendor 
hasta  que  apareciendo  el  sol  detras  de  las  elevadísimas  cres- 
tas, se  ofrecia  una  escena  de  las  mas  bellas  que  hasta  enton- 
ves  hubiera  yo  visto.  Se  exhibía  primero  á  lo  largo  de  la 
l)laya  una  costa  estéril  de  color  ferruginoso,  con  varios  pro- 
montorios de  rocas  salvages  y  desnudas  de  vegetación,  de 
formas  caprichosas.  Se  veían  los  cerros  mas  próximos  ves- 
tidos de  verdura  silvestre,  y  á  sus  espaldas  altas  cordilleras 
jíUrpúreas  y  azuladas,  que  elevándose  unas  sobre  otras  en 
tinfiteatro,  terminaban  agrupadas  sirviendo  de  contrafuerte.^ 
á  los  Andes,  (íuyos  picos  escabrosos  é  inaccesibles,  resplan- 
decientes por  sus  eternos  hielos,  coronaban  toda  la  escena 
fon  tal  magnitud  de  dimensiones  y  altura  tan   desmedida. 


244  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

f\ue  el  alma  se  sentía  elevada  por  las  mas  sublimes  eiiio- 
'ciones,  y  como  trasportada  á  las  regiones  de  lo  maravi- 
lloso. 

La  aparición  del  sol  vino  á  disipar  este  encanto:  densos 
vapores  empezaron  á  esparcirse  de  los  cerros  hasta  la  costa ;  y 
lodos  los  vivos  y  trasparentes  coloridos  se  transformaron  en 
un  tinte  muerto  y  opaco. 

Corta  era  ya  la  distancia  a  Valparaíso,  y  el  vapor  navega- 
ba todavía  á  lo  largo  y  cerca  de  una  costa  inculta  y  al  parecer 
ílesierta,  hasta  que  se  llegó  á  la  inmediación  del  puerto.  T.a 
Bahía — pequeña  cala  de  pocas  millas  de  circunferencia — es 
abierta  enteramente  desabrigada  del  lado  del  norte,  con  gran 
peligro  de  las  embarcaciones  que  con  frecuencia  sufren  ave- 
lias,  y  algunas  veces  se  pierden,  por  los  grandes  temporales 
estacionales  de  esa  dirección. 

El  aspecto  físico  de  Valparaíso  es  notable.  La  curbatura 
de  la  bahía  desde  el  Almendral  hasta  la  punta  en  que  está 
situado  uñ  castillo — que  á  su  espalda  tiene  el  morro  del 
Telégrafo  y  del  Faro — es  de  tres  millas:  se  presenta  á  la 
vista  en  todo  su  desarrollo.  La  ciudad  está  sobre  la  playa 
formando  una  calle  irregular,  limitada  por  las  aguas  y  los 
desnudos  precipicios  de  roca  casi  en  contacto  con  las  habi- 
taciones. Las  casas  se  estienden  con  mas  ó  menos  profuu 
didad  en  toda  esta  estrecha  zona  trazando  una  sola  calle ;  ?e 
iieralmente  son  de  un  solo  cuerpo,  y  como  están  construidas 
con  tierra  y  ladrillo  crudo,  con  techos  de  tejas  rogiza¿$,  tie- 
nen una  apariencia  estraña  y  poco  agradable.  Toda  esta 
parte  de  la  ciudad  que  es  la  principal,  está  inmediatamente 
focando  con  el  escarpado  de  los  cerros,  y  en  estos,  siguiendo 
todas  sus  sinuosidades  desde  las  faldas  hasta  la  cima,  se  ele\a 
lotra  población  que  es  muy  moderna:  se  ven  en  los  parages 
inas  elevados  edificios  muy  bellos,  con  pequeños  pero  bien  cul- 
tivados jardines — De  modo  que  el  conjunto  ofrece  desde  el 
puerto  una  perspectiva  bastante  original  pero  al  mismo  tieiu- 
po  agradable. — En  toda  la  estension  de  esta  cadena  de  cerrcÁ 


FRAGMENTOS  DE  VIAJES.  24Ó 

se  encuentran  quebradas  á  pico  y  torrenteras  que  vierten  en  ej 
mar  sus  aguas  pluviales. 

Del  lado  del  Almedrai  la  playa  se  ensancha  mas :  asi. 
Ja  población  vive  mas  desahogada,  y  los  edificios  ocupan 
mayor  espacio.  El  Almendral  empieza  desde  la  plaza  de 
Orrego,  que  está  precisamente  to  el  centro  de  este  escena- 
rio, y  se  ven  allí  edificios  muy  bellos,  aunque  de  poca  soli- 
dez para  evitar  los  estragos  de  los  frecuentes  temblores  de 
tierra,  que  han  ocasionado  en  varias  épocas  los  mas  des- 
tructores efectos  en  Valparaíso,  y  muy  particularmente  en 
il  año  1822,  cuando  la  ciudad  se  arruinó. 

En  el  estremo  del  Almendral  está  situado  el  barrio  de  Po 
lanco:  se  encuentran  muchas  quintas  con  árboles  frutales  y 
sembrados,  y  algunos  jardines  muy  pintorescos  y  bien  cui- 
dados Siguen  los  cerros  del  Varón,  célebres  por  la  derro- 
ca del  ejército  de  línea,  sublevado  por  el  coronel  Vidaurre 
por  los  guardias  nacionales  de  reciente  creación;  y  el  asesi- 
nato de  su  fundador  el  Ministro  Portales. 

El  clima  de  Valparaiso  es  salubre  y  templado  en  todas  las 
estaciones. 

Los  chilenos  tienen  generalmente  un  esterior  agradable. 
y  son  de  una  constitución  robusta  y  fornida :  sus  formas  mus- 
aculares  y  huesosas  revelan  un  gran  poder  físico:  este  tipo  es 
general  en  toda  el  país. 

La  república  chilena  progresa  mas  que  ninguna  otra  de  la 
América  antes  española:  y  esta  ventaja  la  debe  al  larffo  tiem- 
po que  goza  de  una  inalterable  tranquilidad  asi  como  al  ca- 
rácter naturalmente  i)acífico  y  subordinado  de  sus  habitan- 
tes; que  no  obsta  á  que  sean  como  efectivamente  son — muy 
buenos  soldados. 

Los  fundamentos  de  la  cultura  social,  particularmente  en 
las  altas  clases,  están  bien  establecidos  en  Chile,  debido  es- 
Ic  en  gran  parte  á  la  paz  pública  que  hace  tiempo  disfruta. 

La  política  interior  y  esterior  del  gobierno  es  bien  cnl- 
^ulada  para  promover  el  progreso  material  y  moral. — En  ge- 
neral en  Chile  hay  mas  elementos  de  orden  que  en  los  Es- 


246  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIEES. 

lados  sus  cQ-hermanos,  supremo  bien  que  tiene  su  origen 
(en  las  causas  ya  indicadas,  y  también  en  su  singular  situa- 
ción geográfica  que,  en  un  j)eríodo  considerable  del  año  lo 
incomunica  con  el  continente  por  la  gran  barrera  de  los  Andes 
l^ntransitables  durante  el  invierno.  Es  pues,  poco  6  nada 
peligroso  el  contagio  anárquico.  El  inmenso  mar  Pacífico 
separa  á  Chile  de  los  otros  cuatro  grandes  continentes. 

TOMAS  TRIASTE 


CUADROS    DESCRIPTIVOS    Y    ESTADÍSTICOS. 

DE  LAS  TRES  PROVINCIAS  DE  CUYO 

(Concliisioín.)      (1) 

Es  lina  axioma  ecoiKSmico  que  la  esperiencia  demuestra 
mejor  cada  dia,  que  la  riqueza  y  desenvolmiento  de  un  Es 
tado  es  tanto  mayor  cuanto  mayor  es  la  renta  pública.  Esta 
en  efecto  se  difunde  en  el  cuerpo  político  esparciendo  el  bien- 
estar y  la  industria  en  las  poblaciones,  y  con  su  circulaciop 
incesante  vivificando  la  circulación,  y  el  comercio  de  todo  el 
país.  La  riqueza  privada  no  es  tan  estensa  ni  fecunda  en 
fiUs  beneficios. 

XVI. 
Minet'ia. 

Por  l(f  que  se  ha  podido  ver  en  los  cuadros  anteriores  y 
Vor  lo  (pie  consta  mas  en  detalle  en  los  cuadros  Departamen- 
tales, la  riqueza  minera  no  es  la  que  menos  contribuye  á  dar 
ünportancia  a  esta  interesante  provincia. 

Sin  embargo,  por  consecuencia  del  estado  de  constante 
luclia  de  los  partidos  en  estos  países,  esta  industria  no  ha 
podido  desarrollarse,  siendo  de  las  que  mas  necesitan  de  la 
paz  y  de  la  confianza  general  para  existir. 

1.     Véase  la  pajina  57  del  tomo  XI. 


24»  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

Hoy  la  esplotacion  de  la  riqueza  minera  de  la  Provinelu 
se  halla  solo  impulsada  por  los  esfuerzos  de  tres  ciudada- 
nos celosos  é  inteligentes,  que  son  los  SS.  Correa,  Villanue- 
va  y  Maza.  Estos  tres  individuos  tenian  por  junto  en  ejer- 
cicio en  el  espresado  año  unos  37  brazos  ocupados  de  la  es- 
•traccion  de  metales  de  las  minas  de  diversos  puntos  de  las 
;!ordilleras  Mendozinas.  Parece  que  sus  esfuerzos  no  deja- 
xán  de  recibir  un  brillante  éxito,  con  el  auxilio  ofrecida 
por  el  comercio  de  Valparaíso  y  por  el  Sr.  Riehar,  el  muy 
■conocido  empresario  de  las  minas  de  San  Juan. 

A  este  propósito,  y  dirijiéndonos  á  los  inteligentes  en  la 
materia,  no  creemos  avanzarnos  mucho  asegurando  que  las 

riquezas  del  mineral  de  Tontal  en  San  Juan,  si  esta  rique- 
|eas  existen,  no  son  sino  como  una  continuación  de  las  corri- 
das de  vetas  que  han  constituido  el  mineral  mas  antiguo  y 

afamado  de  San  Lorenzo  de  Uspallata,  situado  mas  al  Sur. 
pero  en  el  mismo  sistema  de  montañas,  ó  como  dicen  los  mi- 
neros, en  las  misma  corrida  de  panizos.  Este  mineral  lle.író 
Á  contar  hasta  fines  del  siglo  pasado  4500  mineros  matri- 
^culados. 

Los  riquezas  minerales  señaladas  ya  anteriormente,  lo 
mismo  que  en  los  cuadros  departamentales  respectivos,  pue- 
blen determinarse  de  una  manera  mas  circunstanciada  co- 
mo sigue: 

Mineral  de  San  Lorenzo  de  Uspallata, — Zona  metalífe- 
ra de  cobres  y  galenas  argentíferas  y  de  vet.as  de  oro  de  unn 
ley  de  20  onzas  por  cajón  para  adelante. 

Mineral  de  Yarguará,  de  cobre,  oro  y  galenas  argentífe- 
ras. Solo  se  han  esplorado  y  esplotado  en  una  insignifican- 
te parte  las  vetas  de  cobre.  Se  halla  al  naciente  del  an- 
'.terior. 

VaUejos,  mineral  de  carbón  bituminoso,  descubierto  por 
don  José  Correa.       Se  halla  a  los  pies  del  antiguo     mine- 
ral de  San  Lorenzo,  y  cerca  del  camino  de  Chile.     El  car- 
bón se  encuentra  en  estratificaciones  de  12  metros  de  espe- 


PROVINCIAS  DE  CUYO.  249 

«or.     Su  calidad  ha  sido  ensayada  y  reconocida  como  buena 
en  Valparaíso  y  otros  puntos. 

Sierras  de  Uspallata,  En  las  alturas  de  las  planicies  de 
este  nombre  se  encuentran  depósitos  inagotables  de  hierro 
oxidado  y  piritoso  en  todas  las  formas,  con  el  carbón  in- 
mediato para  poderse  beneficiar. 

Tamhillos,  mineral  situado  frente  de  Uspallata,  al  este 
Abunda  en  vetas  de  oro,  en  galenas  argentíferas  y  en  cobre 
El  oro  ofrece  generalmente  de  17  á  20  onzas  por  cajón  en 
la  superficie. 

Cerro  Rico.  Este  mineral  se  halla  una  legua  al  Sur  del 
Carl)on.  Abunda  en  vetas  de  cobre  y  galenas  argentíferas 
de  una  ley  de  20  marcos  arriba  i)or  cajón. 

Sasia  Elena.  Descubrimiento  de  cobre  demdo  á  don  José 
(.orrea.  Metal  Abundante  y  de  buena  ley.  Se  halla  al  Sur 
O  el  anterior. 

Sacramento,  mineral  de  cobre,  una  legua  al  Sur  del  prece- 
dente. Descubierto  por  don  Correa:  en  las  mismas  eondicio- 
nes  que  el  anterior. 

dolifornia,  mineral  de  cobre  media  legua  al  Sur  del  prece- 
dente, descubierto  por  el  señor  Correa.  Este  como  los  otroí* 
ofrecen  en  abundancia  un  metal  de  mas  de  20  0|()  de  cobre 

Amianto.  En  el  Carbón  y  en  California  se  encuentrati 
en  gran  cantidad  en  esos  mismos  cerros  del  Paramillo,  de 
Uspallata,  estratificaciones  de  este  n)ineral.  En  los  mismos 
parages  se  encuentra  en  abundancia  cuarzo  y  arcilla  refac- 
laria  superior.  Toda  esta  rica  zona  mineral  del  Paramillo 
de  Uspallata  se  estiende  desde  el  rio  de  San  Juan  al  Norte 
hasta  el  rio  de  ^lendoza  al  Sur,  espacio  de  50  leguas  en  la? 
Cordilleras.  En  las  alturas  situadas  al  Sur  de  las  quebradas 
por  donde  se  descuelga  el  rio  de  Mendoza,  se  encuentran  en 
'abundancia  ricas  vetas  de  cobre,  plomo  nativo  y  galenas  ar- 
'gentíferas. 

Cacheuta.  En  este  cerro  se  encuentran  en  abundanciji 
la  galena  argentífera,  la  plata  y  el  selennio.     También  se  cu- 


2.30  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES. 

'eiientran  en  esos  mismos  parajes  fuentes  de  petróleo  y  betun 
mineral. 

Arboleda.  En  las  alturas  situadas  al  Oeste  de  esta  lo- 
líalidad,  14  leguas  al  Sur  de  ^lendoza,  cerca  del  camino  del 
Portillo,  que  comunica  con  Santiago  de  Chile;  en  paraje 
nbundante  de  pastos,  víveres  y  recursos  de  toda  especie,  .se 
¡encuentran  abundantes  vetas  de  cobre,  oro,  y  galenas  argen- 
tíferas. 

Tupungato.  Al  pié  de  la  conocida  eminencia  trach^^iea 
de  este  nombre,  se  han  hecho  descubrimientos  comprobados, 
pero  no  esplotados  hasta  la  fecha,  de  cobre  y  sobre  todo  de 
'lílata  casi  en  barra.  Al  sur  del  alto  cono  nevado  del  Tu- 
pungato, todas  las  cordilleras  abundan  en  cal,  yeso,  mármol 
^ilabastro,  ametisto,  cuarzo,  cristal  de  roca,  cobre,  oro,  plo- 
mo y  galenas  argentíferas  de  una  buena  ley. 

Jume.  En  esta  localidad  se  encuentran  en  abundancia  el 
alabastro,  el  petróleo,  piedra  amolana  6  asperón  fino.  Eu 
;todos  los  museos  nacionales  existen  colecciones  de  los  mine- 
-zales  indicados  enviados  por  el  infatigable  minero  prácti<?i» 
don  José  Correa,  una  especialidad  en  la  mineralogía  de  ha 
cordilleras  Argentinas  y  un  patriota  ilustrado  do  que  puede 
enorgullecerse  vnialquier  país  civilizado. 

XVII. 

.  Observaciones  Generales. 

Aspecto  Territorial.  Toda  la  provincia  de  Mendoza  nc» 
iforma  sino  á  nianera  de  una  falda  ó  pendiente  que  se  estien- 
de á  lo  largo  de  las  últimas  falanjes  Andinas.  El  aspecto 
de  todo  este  territorio  en  declive,  cuya  parte  superior  se  ha 
Ha  coronada  por  la  crestas  resplandecientes  de  los  Andes 
ofrece  la  esposicion  mas  ventajosa  y  el  mas  magnífico  pa- 
.iiorama  en  relieve  al  viajero  que  lo  mira  viniendo  del  na 
'cíente  en  ese  grandioso  conjunto.  Nada  podrá  espresar  su- 
líeientemente  la  grandeza  y  majestad  de  ese  cuadro  en  que 
3as  mas  estensas  y  feraces  llanuras  del  T^niverso,  dispuestas  á 


rBOVINCIAS  DE  CUYO.  2-51 

la  manera  del  procenio  de  un  inconmensurable  teatro,  se  ofn>- 
J'c  á  la  vista  con  todos  los  accidentes  de  su  desarrollo,  ter- 
minando encima  de  las  nubes  por  el  coronamiento  azul  de 
¡las  cordilleras  -.pie  ribetea  la  espléndida  blancura  de  las  éter- 
lias  nieves. 

A  la  estremidad  norte  de  esta  zona  de  faldas,  á  veces 
pedrej^oisas  y  á  veces  guadalosas  (meganosas)   lo  mismo  qu(; 
•de  toda  la  rejion  del  Nordeste  y  Este,  ningún  obstáculo  dc- 
A'une  la  vista  sobre  el  vasto  y  uniforme  horizonte  de  las  lla- 
nuras (^n  pendiente.     Empero  al  Sur  se  levanta  el  prorrion- 
lorio  de  las  primeras  cumbres  en  el  arranque  de  los  cordon(  s 
de  Lunlunta  y  Capis,  cuya  influencia  modifica  los  declives, 
^a  hidrografía  y  por  consiguiente   el  aspecto   del   territorio 
jv-onuinicándole  el  movimiento  y  relieve  que  al   oeoidi>nte  se 
ostenta  en  la  espléndida  culminancia  de  las  Cordilleras.     Esa 
Híeiiueña  eminencia   de   Lunlunta,   que  no   ol>stantií    por   do- 
.((Ulera  se  alza  atrayendo  la  atención  del  espectador,  »lá  el  im- 
1  ortante   res^iltado  hidrográfico  de   arrojar  el  rio  de   Men- 
(toza  al  Norte  del  Tunuyan  al  Sudeste,  sirviendo  de  linea  de 
ilivnrtia  aqnarum  entre  las  hoyas  distintas  y  caraet«»rlsticas 
kle  Cnvo  v  de  San  Rafael. 

Desde  Lunlunta  esa  ])anda  de  llanunis  en  pendiente,  ipie- 
iiradas  en  partes  por  los  accidentes  del  suelo  y  los  torrentes 
<]ue  bajan  de  las  montañas,  queda  estrechada  formando  un 
^anjíosto  valle  (pie  corre  de  Sud  á  Norte,  con  un  anciio  me- 
dio de  trece  leguas,  entre  la  diadema  azulada  de  las  cordi- 
Uei'as  al  Oeste  y  el  cordón  gris  meganoso  de  Capis  al  Este 
.La  pHrs[)ectiva  se  presenta  allí  mas  confinada,  pero  no  me- 
:íios  espléndida  y  las  moles  de  los  Andes  se  destacan  majes- 
tuosas sin  hallarse  veladas  por  alturas  de  segundo  orden 
icoino  sucede  en  el  Norte,  ya  plantando  en  su  culminancia  ra- 
^liosa  todas  las  eminencias  del  naciente,  semejante  á  pig- 
meos ante  jigantes. 

Ese  largo  valle  que  atraviesan  sucesivamente  el  Tunuyan 
y  sus  numerosos  afluentes,  va  ensanchándose  al  Sur,  sobre 
lodo  desde  el  Punta  en  que  el  Nevado  de  San  Rafael  co- 


252  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

mienza  á  dominar  levantándose  por  sobre  los  horizontes  aus- 
trales, mientras  la  cordillera  aparece  sepultarse  bajo  el  suelo 
vi  Sudeste. 

El  cordón  de  Capis  que,  desde  Aguanda  se  desvia  al  Fs- 
te,  como  los  Andes  al  Oeste,  disolviéndase  en  montículos,  y 
pirámides  meganosas,  se  compone  de  una  gradería  de  allu- 
Vas  meganosas  en  parte,  y  en  parte  gravelosas,  y  comenzau- 
.do  en  Lunlunta  y  Capis  con  un  ancho  medio  de  tres  á  seis: 
'ieguas,  se  ramifica  en  seguida  en  tliversos  cordcmes  6  cor- 
dilleras de  mega  nos  mas  ó  menos  elevados,  con  valles  y  ondo- 
nadas  interpuestas.  Desde  su  cima  la  vista  se  pierde  en  "I 
Vago  océano  de  vastas  llanuras  estériles  vestidas  por  la  vegc- 
i  ación  enana  y  descolorida  de  los  brezos  cuyanos,  con  escasas 
^escepciones  de  bases  fértiles,  perfumados  de  olorosa  chilca ;. 
Constituyendo  lo  que  en  los  mapas  se  designa  con  el  nombre* 
<k  pais  desconocido,  vasta  rejion  situada  entre  el  Tunuyan 
cal  Norte  y  el  indicado  cordón  de  Capis  al  Oeste. 

(lima  ¡I  tempe  raí  nra.  La  provincia  goza  de  uno  de  los. 
*climas  mas  templados  y  saludables,  en  la  rejion  mas  tem- 
plada y  sana  de  la  América  del  Sur.  Su  territorio  que  sií- 
.estiende  entre  Jos  81o.  y  88.o  de  latitud  austral,  ofrece  una 
^elevación  en  la  rejion  inmediata  al  pié  de  bus  últimas  cerra- 
nias  de  los  Andes,  que  podria  evaluarse  en  11  óO  metros,  ó 
mas  exactamente  3595  pies. 

La  temperatura  de  IVfendoza  es  isothera  ccm  la  de  ^lála- 
^ga,  ^larsella,  Lisboa  y  Ñapóles  que  es  de  21  á  22o.  é  isoqui- 
jíiena  en  invierno  con  Granada,  San .  SebaMian,  Pérpignan 
Bayona,  Turin  y  Oporto,  esto  es,  de  10  á  lio  sobre  O,  lc> 
que  dá  una  temperatura  media  anual  de  17  á  18o  El  calor 
<lel  estio  es  refrescado  en  ^lendoza  por  las  brisas  que  en  la» 
nocbes  descienden  de  las  nevadas  cordilleras. 

A  mas  de  los  frutos  de  la  zona  templada,  ilendoza  es  sus- 
ceptible de  producir  la  seda,  el  algodón,  la  cochinilla,  y  oí 
«arroz,  pero  el  cultivo  del  alfa  y  de  la  viña  obsorven  los  cui- 
Mados    del    agricultor   mendozino.     El   cielo,    constantemeutí? 
despejado,  en  donde  en  unas  noches  de  una  serenidad   in- 


PROVINCIAS  DE  CUYO.  2.3^ 

<eonipai*able,  resplandecen  con  un  brillo  sobeíano  las  bellas 
-Kon.stelaciones  del  Sur,  la  Cruz,  Sirio,  Orion,  las  manchas  del 
2;^ur  y  las  nubes  ^Magallánicas,  durante  las  ausencias  de  esa 
Diana  que  en  Mendoza,  es  mas  esplendente,  plácida  y  melan- 
cólica que  bajo  el  mismo  cielo  de  la  Beocia,  ese  poético  cielo, 
«decimos,  añadido  al  espectáculo  incesante  y  sublime  de  las 
«¡altas  nevedas  cordilleras  occidentales,  comunican  á  sus  pai- 
liajes  una  belleza,  grandiosidad  y  esplendor  desconocidos  eu 
otras  rejiones. 

El  ambiente  es  mas  ))ien  S(*co  que  húmedo;  llueve  poco  y 
S'olo  en   estio;   rara  vez   en   invierno    en  que  solo  llueve  •*» 
aueva  en  los  grandes  temporales  que  visten  los  Andes  de  lo» 
j;ies  á  la  cima  de  una  blanca  túnica  de  ofuscantes  nieves.     Fu 
las  cordilleras  Álendozinas.  las  nevedas  son  frecuentes  y  con- 
siderables en  la  estación  fría.     En  el  Sur,  en  las  regiones 
tiominadas  por  el   nevado  ó   bañadas  por  el  rio  Grande  en 
"los  ^38o,  la  temDeratura  es  mucho  mas  fresca.     A  la  calma 
ccnstante  y  serena  de  la  región  septentrional  de  Cuyo  suce- 
^Icn  los  helados  cierzos  Patagónicos;  la  temperatura  descien- 
de algunos  grados-;  la  atmósfera  se  carga  mas  constantemen- 
^te  de  vapores  y  el  suelo  y  la  atmósfera  son  mas  húmedos 

(^osfumhres  y  constitución  física.     Las  costumbres  Men- 
<l()zinas  son  todavia  muy  españolas,  según  se  espresa  el  señor 
'íristani,  viajero  de  esta  nación.     Los  mendozinos  son  nuiy 
.'.-aseros   (»omo   los   ingleses,   pero   hospitalarios   para   los   es- 
iranjeros;  sociables. y  de  carácter  agasajador.     Los  mendo- 
:zin()s  son  generalmente  reposados,  honrados  y  lal)oriosos.  Su 
])oca  actividad  relativa  puede  provenir  del  clima  y  de  las  eos- 
•lumbres;  mas  después  del  terrenwto  que  asoló  la  provincia 
-^n  ♦)!,  el  carácter  de  los  mendozinos  se  ha  mostrado  de  un;^. 
í  nc^rjía  admirable.     Son  robustos  y  bien  formados,  de  l)uenos 
colores  y  de  una  complexión  sana.     Entre  sus  jornaleros  se 
encuentran  los  hombres  mas  robustos  de  la  república.     TíOs 
mendozinos  son  escelentes  y  valerosos  moldados,  al  mismo  tiem- 
po que  o})edientes,  dóciles  y  poco  fanfarrones.     Las  paperas 
«olo  desfiguran  ciertas  personas,  ó  mejor  familias,  en  ciertíís 


2,H  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

localidades.  ''Las  mendozinas,  dice  Tristani,  son  aunque  ro- 
¡posadas  en  sus  maneras,  graciosa.s,  y  nuiy  apasionadas  a! 
Laile  y  á  la  música.'' 

Enfermedades  dominantes.     Aunque  salubre,  el  clina  de 
JMendoza  no  se  escapa  de  la  ley  común  de  nuestro  planeta; 
esto  es,  presenta  enfermedades  y  dolencias  endémicas  las  unas 
y  generales  las  otras.     Entre  las  enfermedades  endémicas  ó- 
peculiares  de  su  suelo,  deben  contarse  las  paperas,  la  hidro- 
pesia,  el  constipado,  ciertas  fiebres  pútridas  que  podrian  atri- 
buirse á  los  miasmas  de  sus  cienagales;  las  enfermedades  del 
estómago  que  so  atribuyen  á  la  acción  de  las  aguas  del  rio  de 
Mendoza.     Las  enfermedades  generales  de  que  participa  «4 
país  son  los  males  venéreos,  sífilis,  gálico  etc ;  la  tisis,  la  es» 
carlatina,  la  vivuela,  la  grope,  el  mal  de  garganta,  el  costadd 
la  ai)oplejía,  la  hepatitis  etc. 

En  estos  últimos  tiempos  la  viruela  ha  hecho  y  hace  sen- 
sibles estragos,  sol)re  todo  en  las  poblaciones  rústicas.     La  lv> 
cura  y  sobre  todo  la  imbelicidad  son  males  muy  frecuentes. 

Plagas.  La  langosta  y  el  granizo  eran  las  únicas  y  sen- 
^dbles  plagas  que  se  conocían  antes  del  horr'ible  terremoto  dt 
1861.  La  nieve  cae  á  veces  en  invierno  v  cubre  las  lia- 
nuras  inmediatas  á  las  faldas  de  los  Andes.  Pero  el  granizí> 
es  mas  frecuente  en  estío  en  que  es  acompañado  de  fuertes 
truenos  y  relámpagas,  asolando  en  toda  la  estension  dc^  'a 
manga  ó  zona  de  su  acción,  las  huertas,  viñas  y  sembrados 
La  langosta,  plaga  mas  general  y  funesta  que  la  anterior, 
.-íe  estiende  también  por  mangas  ó  zonas  como  la  anterior, 
asolando  todo  á  su  paso.  Suele  ser  tan  grande  la  cantidad 
de  estos  voraces  insectos  que  llegan  á  cubrir  materialmente 
el  cielo.  A  todo  esto  ha  venido  á  añadirse  las  fuertes  sacj- 
didas  que  hienden  y  fracturan  el  suelo  á  mas  de  conmoverlo ; 
azote  que  hizo  su  aparición  en  la  noche  del  20  de  marzo  dt»- 
i 861  de  una  manera  tan  terrible,  asolando  el  país  á  veinte 
leguas  á  la  redonda  y  sepultando  cerca  de  veinte  mil  habi- 
tantes. 

Edificios.    Al  antiguo  modo  de  construir  con  ladrillo 


PROVINCIAS  DE  CUYO.  255 

c¡  adove  cocido  al  sol,  el  temor  de  los  terremotos  ha  he.-rlio 
sosíituir  otro  mas  ligero  y  elástico  que  se  compone  de  una 
armazón  de  la  madera  abundante  del  pais  que  es  el  álamo  í> 
el  sauce,  revestida  de  una  ligera  cubierta  de  materia.  Hoy 
existen  muy  elegantes  casas  particulares  construidas  por  es- 
te sistema,  en  medio  de  las  ruinas  de  las  antiguas  que  er^n 
mas  sólidas,  pero  sin  resistencia  ninguna  contra  los  terre- 
motos: mientras  con  el  actual  método  de  edificar  no  hay  te- 
mor ninguno  de  ({ue  los  habitantes  puedan  ser  aplastados 
lajo  pesados  escombros.  Las  modernas  construcciones  por 
este  sistema  resisten  perfectamente  á  los  sacudimientos  del 
suelo,  y  han  resuelto  el  problema  para  que  en  adelante  no 
l'Uedan  ser  funestos  los  terremotos.  Hánse  también  erigid** 
con  est*^  estilo  divei*sos  edificios  públicos  de  consideración 
tales  como  IgU^sias,  casa  de  Gobierno.  Cárcel  penitenciriria, 
Colegio,  mona.sterio,  etc. 

Baños.  Se  hallan  en  la  provincia  escelentes  baños  ther- 
inales  propios  ])ara  restablecer  la  salud  de  los  enfermos  y 
conservar  la  de  los  sanos.  Vamos  á  designar  en  resumen  los 
mns  conocidos  ton  sus  circunstancias  particulares. 

Baños  dvl  Inca,     llállanse  estos  situados  en  el  valle  loii 
jitudinal  de  las  Vacas,   al  mismo  pié  de  la  cordillera  cen- 
tral nevada  que  separa  h)s  dos  Estados  del  Plata  y  Cliile 
Brotan  de  bajo  tierra  con  un  ruido  subterráneo  bajo  el  mis 
mo  arc'ó'de  un  puente  natural  de  piedra  que  es  una  de  las 
maravillas  de   la  naturaleza   en  las  cordilleras  mendozinas 
Este  puente  natural  de  i)iedra  es  una  perforación  de  la  roca 
viva,  praticada  ])or  las  aguas  torrenciales  del  rio  de  Mendoza 
(H»rca  de  su  origen,  en  las  ([uebradas  australes  del  nevado  de 
Aconcagua.     La  roca  se  compone  de  estratificaciones,  ó  mejor 
de  ojaldras  de  una  calcaria  delesnable,  intercalada  de  conc-^- 
siones  y  de  óxido  de  hierro.     La  bóveda  del  puente  tier.o 
de  30  á  40  metras  de  ancho,  y  se  halla  cubierta  de  estalactitas 
correspondientes  á  las.  estalagmidas  del  piso. 

El  puente  tendrá  unos  50  metros  de  ribera  a  ril)era,  y 
una  altura  de  40  metros  sobre  el  nivel"  del  agua.     Las  tluv- 


2de  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Tiias  brotan  en  tazones  de  forma  cónica  á  manera  de  los  pe- 
queños crat^rs  ó  montecillos  de  erupción  de  una  salsa  volcn- 
nica.  Los  baños  se  han  dispuesto  bajo  del  puente  natural 
con  las  aguas  de  la  fuente  mayor,  que  erhalan  un  fuerte  olor 
de  hidrógeno  sulfurado.  El  agua  sale  borbotando  con  uu 
ruido  subterráneo  intermitente  análogo  al  que  se  escucha  en  la 
fuente  de  Geisser  en  Islandia,  aunque  en  menor  escala. 
Según  Tristani,  estas  aguas  que  salen  con  una  temperatu- 
ra próxima  á  la  ebullición,  ejercen  una  acción  particular  so- 
bre los  sistemas  nerviosos  y  linfático;  se  indican  para  l.is 
enfermedades  cutáneas  como  lepra,  sarna,  gálico,  escrófulas, 
reumatismo  etc.  La  temperatura  del  agua  exede  de  45.o 
centígrados  y  su  color  es  azulado  al  salir,  el  que  toma  des- 
pués un  tornasol  amarillo. 

Baños  de  Villavicencio,  Thermales,  con  20.o  de  tempií- 
ratura;  una  fuente  helada  brota  al  costado  mismo  de  la 
therma.  Los  baños  se  hallan  dentro  de  un  sombrío  y  estre- 
cho valle  entre  los  altos  cerros  calcáreos  de  la  quebrada  de 
Villavicencio,  antes  de  trepar  al  Paramillo  de  Espallada.  El 
agua  es  incolora,  su  sabor  picante  por  contener  ácido  cili- 
sieo.  algo  untuosa  al  acto.  Se  aplica  al  venéreo,  parálisis, 
i-eumatismo,  raquitis,  obstrucciones,  afecciones  nerviosas,  in 
ilamaciónes  del  hígado,  bazo,  viente  y  para  los  dolores  de  es- 
tómago ó  ictericia. 

Baños  del  (-all<io.  Se  hallan  al  pié  de  los  cerros  frente 
á  la  ciudad  de  ^lendoza.  Las  aguas  brotan  de  diversos  ma- 
nantiales en  un  cauce  arenoso  dentro  de  una  quebrada  pin- 
toresca, sobre  cuyas  elevadas  barrancas  se  hallan  divers:is 
habitaciones,  reedificadas  después  del  terremoto.  Agua  diá- 
fana é  incolora,  algo  acidulada,  sabor  que  desaparece  al  se- 
reno. Su  tenqxíratura  es  tie  13  á  15.o  Coatiene  ácido- 
carbónico  y  carbonato  de  x)otasa  y  soda.  Su  acción  es  tó- 
nica y  diaforética.  Se  aplican  á  los  males  nerviosos,  á\a- 
pepsia,  ictericia,  hipocondria,  venéreo,  piedra,  heridas,  lom- 
brices y  llagas.  Son  diuréticas,  aperitivas  y  sudoríficas;  in- 
mejorables como  ])ebida. 


PROVINCIAS  DE  CUYO. 


257 


Baños  del  Borbollón.  Tres  leguas  al  norte  de  Mendoza 
en  una  depresión  en  medio  de  una  llanura  quebrada  y  sali- 
trosa, brotan  estos  célebres  baños  de  una  gran  profundidad 
bajo  la  tierra,  rormando  un  curso  de  agua  de  consideración, 
el  cual  corre  dentro  de  un  cauce  hondo  pasando  por  algunos 
<;iénagos  y  herbazales  aromáticos  de  brea  y  chilca.  Aguas 
alealinais,  gaseosas,  cristalinas  pero  que  se  opalizan  gradual- 
mente. Tienen  un  lijero.  olor  cienagoso,  y  guardadas  hue- 
len á  hidrógeno  alcalizado.  Las  aguas  nacen  borbotando 
formando  un  pequeño  lago  con  márjenes  algo  elevadas.  Al 
salir  su  temperatura  es  de  19  á  20.o  corriendo  lejos  de  su 
íuente  para  ir  á  fecundar  los  terrenos  inmediatos  cubiertos 
de  preciosos  cultivos  que  fecundizan  sus  aguas.  La  tempe- 
ratura del  agua  disminuye  á  medida  de  su  distancia.  Bebida 
<s  purgante  y  aprovecha»  '.  en  los  infartos,  males  de  estómago 
o  liidropesia.  Es  escelente  contra  la  ciática,  emipleajia,  ri- 
jidez.  neuraljia  y  enfermedades  cutáneas. 

Baños  de  la  Boca  del  Rio.  Se  hallan  á  14  leguas  al  Sur 
de  Mendoza,  en  la  parte  en  que  el  rio 'de  este  nombre  de- 
semboca en  las  llanuras,  sobre  una  eminencia  pintoresca, 
^on  tres  manantiales  cristalinos  y  las  aguas  se  opalisan  al 
^nfiarse.  Sus  temperaturas  son  17,  24  y  45.o  oentrígrados 
i'ontienen  carbonato,  sulfatos,  ácido  sulfúrico  y  carbónico  y 
<'>xi(lo  de  plomo.  Se  aplican  para  las  herpes  sifilítica,  pará- 
lisis, convulsiones,  dolores  sifilíticos,  nefléticos,  reumáticos  y 
t'ontra  las  escrófulas. 

Baños  de  Capis.  Se  hallan  30  leguas  al  Sur  de  Men- 
<ioza,  al  pié  del  cordón  medanoso  de  este  nombre.  Son  ther- 
males:  las  aguas  abundantes,  cristalinas  con  virtudes  medi-^ 
<inales  y  curativas  superiores.  Contienen  ácido  carl)ónico  y 
otras  sustancias  de  una  influencia  eficaz  sobre  el  organismo. 

Baños  de  Lunlunta.  Siete  leguas  al  Sur  de  Mendoza, 
al  pié  de  la  eminencia  del  mismo  nombre,  cuya  proyección 
liace  cambiar  de  curso  al  rio  Mendoza,  arrojándolo  al  norte; 
brotan  en  la  misma  orilla  del  rio  de  Mendoza,  en  una  falda 


258  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

muy  estrecha  pero  pintoresca.     Son  semitherniales,  tónicos  y 
refrescantes.    Los  frecuentan  en  la  primavera  y  el  estio. 

XVII. 

Precio  de  las  Tierras  y  Puntos  colonizables. 

A  pesar  de  la  buena  situación,  feracidad,  abundante  irri- 
gación, riqueza  de  productos  y  facilidad  de  su  espendio.  por 
liallarse  esta  provincia  en  la  gran  línea  de  tráfico  que  une 
el  Pacífico  con  el  Atlántico,  la  tierra  con  todas  esas  venta- 
jas es  comparativamente  barata  en  Mendoza. 

En  la  ciudad,  después  del  terremoto,  los  sitios  para  edi- 
ficar han  podido  obtenerse  por  nada  ó  por  muy  bajo  precii  : 
y  ya  hemos  indicado  que  los  terremotos  no  son  peligrosos 
■desde  que  se  construyan  edificios  lijeros  dotados  de  alguna 
elasticidad. 

En  las  inmediaciones  de  la  ciudad,  actualmente,  la  cua- 
dra de  tierra  cultivada  puede  obtenerse  por  cien  ó  doscientos 
pesos,  según  la  situación.  En  los  Departamentos  mas  dis- 
tantes, la  cuadra  de  tierra  cultivada  no  vale  mas  de  20  á  !•> 
pesos,  escepto  en  las  localidades  mas  ventajosas  como  sur 
Uspallata,  Tocoli  y  otros  puntos  que  por  su  situación  comu 
nican  mayor  valor  á  la  propiedad. 

Los  terrenos  incultos  pero  susceptibles  de  cultivo,  y  los 
hay  escelentes,  muy  bien  situados  y  abundantes,  pueden  obte- 
nerse desde  tros  hasta  diez  pesos  cuadra  con  agua  de  irriga- 
ción; y  sin  agua,  pero  pudiendo  darla  por  la  canalización 
se  pueden  hasta  por  cuatro  reales,  bolivianos  cuadra. 

Respecto   á  los  puntos   colonizables,   esta  Provincia   os 
como  Santa  Pé,  susceptible  de  una  pronta,  rica  y  brillanti^ 
colonización.     A  mas  de  que  los  inmigrantes  de  toda  proi-? 
dencia  hallan  actualmente  en  todos  los  puntos  de  la  Provin- 
cia pronta  y  lucrativa  colocación. 

Como  se  proyecta  unir  por  un  ferro-carril  los  dos  océa- 
nos, es  evidente  que  los  puntos  que  este  ferro-carril  dt^bi* 
tocar  están  destinados  a  ser  los  mas  importantes  y  los  mas 


PROVINCIAS  DE  CUYO.  i  3ó9 

convenientes  para  una  inmediata  eolonizacion.  En  la  actúa* 
lidad  se  abre  ya  un  camino  carretero  destinado  á  cruzar 
las  Cordilleras  de  San  Rafael  al  Sur  de  Mendoza,  poniendo 
en  comunicación  una  y  otra  banda  de  los  Andes.  Esto  dará 
mucha  importancia  á  los  terrenos  inmediatos  al  Planchón, 
que  es  el  paso  donde  se  abre  el  camino,  y  en  particular  á  las 
tierras  regadas  por  ios  caudalosos  rios  Diamante  y  Atuel. 
Estos  rios  ofrecen  la  mayor  facilidad  para  ser  canalizados  y 
riegan  vastas  y  feraces  llanuras  susceptibles  por  el  cultivo 
<]{.'  los  mas  valiosos  productos  de  la  zona  templada. 

Las  tierras  en  esas  localidades  son  fáciles  de  adquirirse 
ítbundantes  y  baratas.  En  los  cerros  inmediatos  existen  ?ide- 
mas  abundantes  vetas  de  oro,  plata  y  cobre,  á  mas  de  esce- 
lentes  materiales  de  construcción.  El  as^^cto  del  pais  es  inte- 
resante y  pintoresco  en  estremo  y  el  clima  templado.  Se  pue- 
den obtener  terrenos  comprándolos  á  particulares  ó  al  Go- 
bierno Íjos  mejor  situados,  cultivados  ya  y  sembrados  de  al- 
falfa, valen  en  cantidades  de  20  á  30  pesos  la  cuadra  cuadra- 
da. Sin  cultivar  se  pueden  obtener  de  uno  á  tres  pesos  cua- 
dra. Hay  allí  tierras,  no  las  mejores,  pero  escelentes  y  bien 
irituadas  que  se  pueden  obtener  incultas,  hasta  un  peso  6 
cuatro  real-es  la  cuadra  cuadrada.  Todas  esas  regiones  se  van 
poblando  en  la  actualidad  con  rapidez,  y  alli  abundan  los  r^?  • 
cursos  necesarios  para  el  sustento  y  cultivo  de  las  tierras 
Asi  no  es  un  pais  desierto  el  que  se  iria  á  poblar,  sino  uno  ya  cu- 
])ierno.  Los  mejores  situados,  cultivados  ya  y  sembrados  de  ai- 
Tenemos  pues  que  los  puntos  colonizables  mas  conve- 
nientes de  la  Provincia  por  su  actual  prosperidad  y  su  inme- 
diato desarrollo,  son  las  márgenes  de  los  rios  Diamante  y 
Atuel  en  el  Sur,  y  las  del  Rio  Tunuyan  en  el  naciente.  Aun 
no  se  hallan  ocupados  todos  los  terrenos  situados  á  una  y 
'^tra  margen  de  eSte  último  rio,  y  por  consiguiente  se  pueden 
adquirir  por  compra  del  Estado,  tierras  baratas,  abundan- 
tes, bien  situadas  y  susceptibles  de  un  abundante  riego  con 
las  aguas  de  ese  caudaloso  rio. 

En  una  palabra,  por  todas  partes,  en  la  Provincia,  se 


260  LA  REVISTA  DE  BUENOS  A  IBES 

Xmeden  formar  con  poco  costo  colonias  y  estableciutieatos 
que  en  pocos  años  pueden  hacerse  muy  productivos.  El  es- 
traujero  está  perfectamente  garantido  tanto  por  las  leyes  na- 
eionales  como  Provinciales,  y  la  Provincia  de  IMendoza  en 
particular  se  distingue  por  su  carácter  hospitalario  y  tole- 
rante para  con  los  estranjeros 

JUAN  LLEBENA 


PEREGRINACIÓN  DE  UN  FUGITIVO 

ESCENA  DE  LA  VIDA.  COLONIAL 
(Crónica  de   la  Villa  Laperial  de  Potusi) 

I. 

Sobre  el  fondo  rojizo  del  cielo  se  destacaba  eu  el  lejano 
horizonte'*  el  cerro  del  Aconquija,  de  nevada  cima,  brilbuido 
como  una  silueta  de  bruñido  acero  á  los  postrimeros  rayos 
del  sol  de  la  tarde.  . 

Las  faldas  estaban  cubiertas  por  la  espléndida  vej-^tacion 
de  los  magníficos  y  seculares  bosques  del  antiguo  reino  de 
Tucma. 

Levantá})ase  apenas  distante  de  aquel  cerro,  i\n  niisi-ra- 
ble  villorio  de  españoles,  fundado  en  1564,  oculto  entre  la 
arboleda  de  sus  contornos.  El  aire  tibio  y  pertiui'adc,  la 
agreste  y  selvática  soledad  de  aquellos  sitios  sin  ¡ente:  pero 
abundantemente  dotados  de  la  riqueza  de  los  tres  reinos,  p.'ji'c- 
cia  contrastar  burlescamente  con  la  angustiosa  situa<rií)n  de 
un  viajero  desconocido,  á  pié,  descalzo,  desgarrados  «us  ves- 
tidos por  los  enmarañados  bosques  que  sin  duda  babiíí  atra- 
vesado. 

Estaba  recostado  al  pié  de  uno  de  esos  árboles  (pie  el  via- 


2()2  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

jero  busca  ansioso  para  resguardarse  de  los  ardores  del  sol, 
y  en  las  tardes  despejadas  y  hermosas  para  contemplar  los 
deliciosos  paisajes  del  crepúsculo.  Ese  árbol  bajo  cuya  som- 
bra benéfica  se  conserva  el  suelo  limpio  y  seco  porque  sus  ho- 
jas resinosas  y  la  calidad  piperina  de  sus  frutos  destruj-en  eu 
8U  ámbito  todas  las  yerbecillas  y  pastos,  es  el  asilo  apeteci- 
do del  pasajero.  Sus  raices  gruesas  y  fuertes  se  estienden 
sobre  la  superficie  como  uñas  de  bronce  para  resistir  á  las 
tempestades,  y  quizá  para  conservar  la  larga  vida  de  que 
goza.  Aquel  árbol  tenia  un  tronco  como  de  diez  varas  de 
altura,  era  tortuoso,  cubierto  de  una  corteza  pálida  y  con  ra- 
jaduras lonjitudinales.  Parecia  uno  de  los  antiguos  vivientes 
de  la  selvas  á  juzgar  por  la  grosura  de  su  tronca;,  cuyo  diá- 
metro tendría  cinco  pies.  Sus  ramas  inferiores  eran  abier- 
tas, casi  horizontales,  mientras  las  superiores  se  erguiaü  víu 
líneas  oblicuas  unas  y  otras  casi  perpendiculares,  partiendo 
del  tronco,  que  era  el  centro  de  donde  salían  aquellas  ramas 
hacia  el  círculo  que  formaba  el  ramaje  verde,  alegre,  y  pin- 
toresco. Las  flores  muy  pequeñas  y  de  blanco  amarillento 
salpicaban  el  verde  follaje  de  sus  hojas  aladas,  entremezcla- 
das de  racimos  de  frutos  pintados.  Del  tronco  y  por  las  aber- 
turas  6  grietas  se  destilaba  la  resina  clara,  abundante,  líquida 
trasparente  y  pegajosa,  la  cual  al  contacto  del  aire  se  endu- 
rece y  forma  granos  amarillos  ó  blancos. 

¡Que  árbol  tan  lindo  en  aquella  selva  tan  frondosa!  su 
nombre  es  el  molle.  (1) 

Bajo  su  sombra  amiga,  exhaustas  las  fuerzas  por  la  larga 
fatiga  de  un  viaje  penoso,  descansaba  un  hombre  de  mo^ 
andar,  como  llamaban  á  la  sazón  á  los  fujitivos  de  las  recien- 
tes poblaciones  de  españoles. 

De  repente  aparecieron  dos  jinetes,  quienes  al  reconocer 
por  el  traje  y  el  color  de  la  piel  el  origen  europeo  del  viaje- 
ro, .se  dirijieron  á  él.     Era  un  soldado  fugado  de  Chile  que 

1.     El   ''árbol   del  molle.''  CORREO   DEL   COMERCIO   de   don- 
de  to.inamoa  su  descripción^ 


PEREGRINACIÓN    DE    UX   FUGITIVO  263 

habia  atravesado  las  altas  cordilleras  y  descendido  hacia  el 
país  quebrado  y  montuoso  de  Tucuman.  Aquellos  tenian 
lio  distante  su  hacienda,  abundante  de  ganados  y  de  indios 
t^n  encomienda. 

Diéronle  de  comer  y  lo  hicieron  cabalgar  á  la  grupa. 

El  crepúsculo  de  la  tarde  alumbraba  aquel  paisaje.  Kn 
las  sendas  de  los  bosques  la  oscuridad  era  completa;  pero  en 
las  abras  la  luz  melancólica  de  aquella  hora  daba  á  los  ob- 
jetos el  apacible  encanto  de  la  calma.  Las  aves  trinaban 
alegres  en  aquellas  soledades,  donde  se  respiraba  un  aire 
recargado  en  esceso  con  los  perfumes  embriagantes  de  la  ve- 
jetacion  intertropical.   - 

lia  noche  no  habia  llegado  aun  con  la  fascinante  trans- 
parencia del  cielo  tueumano,  pero  ya  se  distinguian  entre 
los  matorrales  y  arbustos,  las  infinitas  luces  de  las  luciérna- 
gas, fantásticas  con  su  aspecto  fosforescente  y  sus  innume- 
lables  jiros,  ora  elevándose  ó  descendiendo,  ya  en  una  ra- 
i!)a  y  ora  en  otra;  pero  en  tan  gran  número,  con  tal  rapidez 
en  sus  apariciones,  que  la  vista  quedaba  sorprendida  y  fati- 
gada, cuando  quería  penetrar  en  la  oscuridad. 

Nu<*stros  viajeros  llegaron  al  sitio  apetecido.  Era  la  ca- 
sa de  una  mestiza  hija  de  india  y  de  español,  esposa  de  uno 
de  los  caballeros.  AUi  dieron  de  cenar  abundantemente  al 
f  n jitivo,  quien  en  blando  lecho  repos()  de  su  larga  fatiga. 

Al  siguen  te  día  fué  provisto  de  ropas  de  paño  azul  con 
botones  de  plata.  El  fujitivo  se  hizo  bien  presto  de  la  casa, 
donde  solo  existia  una  doncella,  hija  de  los  propietarios 
delgada,  flaca  y  negra  como  un  diablo,  según  la  espresion  del 
huésped. 

Escasos  los  españoles  en  aquellos  territorios  estensísimos : 
j»ronto  concibieron  el  proyecto  de  casar  al  recien  venido  con 
la  heredera  de  aquella  hacienda,  y  sin  muchos  ambajes  ni  ne- 
gociaciones previas,  claro  y  franco  espusieron  su  proyecto  al 
huésped.  Este  pareció  acojer  agradecido  tan  inesperada  pro- 
posición é  inmediatamente  hicieron  viaje  para  la  naciente 
ciudad  de  San  I^Iiguel  de  Tucuman. 


2U  LA  REVISTA  DE  BUExNOS  AIRE». 

El  español  trabó  allí  conocimiento  con  el  cura  párroco, 
á  quien  ocultó  el  proyectado  enlace.  El  buen  clérigo  tenia 
una  sobrina  en  casa,  garrida  y  hermosa,  de  mirada  ardiente 
y  de  labio  rojo,  cuyo  aspecto  acusaba  á  la  legua  la  mezcla 
de  las  dos  razas.  A  su  turno  quiso  echar  caza  al  mancebo,  y 
ie  propuso  buen  dote,  buena  casa,  y  la  escelente  prenda  do 
su  sobrina,  sin  otra  condición  que  el  vínculo  sagrado  del  sa- 
cramento, como  prueba  constante  del  convenio. 

**Vide  a  la  moza,  dice  fl  mancebo,  y  parecióme  bien,  y 
envióme  un  vestido  de  terciopelo  bueno  y  doce  camisas,  seiív 
pares  de  calzones  de  rúan,  unos  cuellos  de  holanda,  una  do- 
cena de  lenzuelo  y  doscientos  pesos  én  una  fuente,  y  esto 
de  regalo  y  galantería.*'  (1) 

Apretada  era  en  tanto  la  situación  del  novio,  disputado 
para  dos  enlaces,  ligado  por  la  gratitud  hacia  sus  protecto- 
les,  y  á  la  vez  halagado  por  la  hermosura  de  la  sobrina  del 
cura,  y  los  buenos  regalillos  con  que  el  anciano  trató  de 
seducirlo  al  punto. 

Como  el  tal  no  tenia  palabra  mala  ni  obra  buena,  entre- 
tenía á  ambos  lo  mejor  posible;  pero  el  término  de  la  intri- 
ga se  acercaba. 

Una  noche  después  de  una  larga  conversación  con  ia 
sobrina  del  cura,  á  quien  prometió  desposarse  al  dia  si- 
guiente, se  diríjió  en  vez  de  su  morada,  hacia  el  pesebre  v 
colocando  en  sus  maletas  de  viaje  el  vestido  de  terciopelo  y 
los  pesos  que  aun  conservaba,  ensilló  una  cabalgadura  lije- 
ra,  y  sin  decir  oste  ni  moste,  emprendió  viaje  hacia  el  norte 

Pasó  por  los  despoblados  caminos  dorjde  d(^spues  s^* 
fundó  á  Salta  por  don  Hernando  de  Lerma,  atravesó  los  soli- 
tarios caminos  del  valle  de  Jujuy,  se  internó  en  la  quebrad» 
de  Ilumahuaca,  y  siguió  durante  varios  días  el  camino  que 
pasa  por  Quiaca,  ^Mojo,  Suipacha,  Tupiza,  Chapaca,  Cotagai 
la,  Escura,  Quirle,  Zozopalca,  Chaquillo,  y  entró  por  iiltinu> 
en  la  Villa  Imx)erial  de  Potosí,  cuyo  célebre  cerro  vio  por 

1.     Historia  de  <loña  Catalina  ñe  Erauso,  por  Ferrer. 


PEREORINAOIOX    DE    UN    FUGITIVO  265 

vez  primera,  contemplándolo  á  lo  lejos  como  el  fantasma  roiV 
de  las  minas.  Hacia  el  norte  del  cerro,  el  Guayna  Potosí  apa- 
recía como  el  hijo,  según  su  nombre,  del  fabuloso  mineral. 

Después  de  descansar  algunos  días  visitó  el  cerro:  pri- 
mero lo  contempló  desde  el  plano  cerca  de  la  iglesia  que  se 
edificó  bajo  la  advocación  de  Santiago,  luego  fué  á  la  que- 
brada colorada  desde  la  cual  mide  de  altura  novecientas  vein- 
te y  una  varas ;  después  fué  á  Lypi-Orco  desde  donde  es  ma- 
yor su  elevación  á  causa  de  las  irregularidades  de  la  base  qu;.^ 
íorma  la  circunferencia.  La  altura  que  allí  se  calcula  es 
ochocientas  diez  y  seis  varas.  El  terreno  es  por  lo  general 
peñascoso  ó  arenisco,  cubierto  de  lajas,  lo  que  hace  desagra- 
dable el  tránsito. 

Diez  mil  aventuras  tuvo  en  este  largo  y  penoso  viaje 
en  medio  de  las  penurias  del  camino,  atravesando  desiertos 
fn  medio  de  los  cerros  descarnados  y  tristes  áe  aquellas  cor- 
dilleras, ó  descendiendo  á  los  valles  donde  la  vejetacion  ale- 
gra el  ánimo.  Al  aproximarse  á  Potosí,  esperimentaba  el 
cambio  de  temperamentos  según  subía  á  las  alturas  ó  des- 
cendía á  los  valles.  (1) 

Y  **no  he  sabido  como  se  entendieron  después  la  negra 
y  la  provisora'',  cuenta  cínicamente  en  sus  memorias 

»Sin  conocer  á  nadie,  aventurero  descontentadizo  al  pa- 
recer, iba  á  Potosí  buscando  fortuna,  ó  quizá  aventuras,  tul 
vez  llevando  en  su  alma  uno  de  esos  secretos  sombríos  que 
hacen  imposible  la  tranquilidad.  ¿Por  qué  había  roto  brus- 
camente esos  dos  casamientos,  burlando  con  deslealtad  á  la 


I.  '*La  eanformacion  del  país  es  singularmente  favorable,  co- 
mo se  ha  observado  ya,  á  una  variedad  imifini.ta  de  producciones,  no 
tanto  por  »u  este-nsion  como  por  las  diferentes  altura-s,  las  qu-o  iiias 
notables  aun  que  las  de  Méjico,  «contienen  todos  los  girados  de  la- 
titud desde  el  Ecuador  hanta  las  rejiones  polares^  Sin  embargo» 
aunque  la  temperatura  cambia  en  esta  rejion  según  Ja  elevación^ 
permanece  casi  Jdéntica  en  el  mi&mo  cantón  durante  todo  el  año, 
y  lo«  habitantes  no  sienten  esos  agradables  cambios  que  pertene- 
cen á  las  latitudes  templadas  del  globo.  (''Histoire  de  la  coquéte 
da  Pérou'',  por  Prescott,  traducción  del  inglés.) 


266    .  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

novia,   y  mintiendo   traicloramente   á   la   sobrina   del   cura*' 
Ese  es  un  misterio  que  solo  el  fujitivo  lo  sabia. 

II. 

El  licenciado  Ordáz. 

Era    el    tesorero    de    asperísima    condición 
V    uatural    arr-ebato 

** Bartolomé  Martínez  y  Vela.'' 

En  marzo  de  1568  llegó  á  Potosí  el  licenciado  Ordaz. 
tesorero,  juez  oficial  real,  nombrado  para  la  Villa,  donde 
fué  recibido  con  beneplácito  de  mercaderes  y  mineros,  por- 
que conocían  que  traia  por  misión  reformar  la  administra- 
<'ion  de  la  real  hacienda,  Ordáz  habia  desempeñado  en  va> 
rios  puntos  de  las  colonias  empleos  importantes,  y  no  ha- 
bia descuidado  buscarse  como  recompensa  ascensos  lucrati- 
vos y  honrosos.  Era  ademas  codicioso,  y  como  su  misión  rs- 
ponia  á  serios  procesos  á  los  administradores  del  tesoro,  no 
muy  limpios  en  manejos,  costumbre  que  por  lo  visto  iniciaron 
en  la  colonia,  estos  fueron  pródigos  con  él,  como  medio  de 
propiciarse  su  voluntad  y  eludir  responsabilidades  bien  se- 
rías. 

El  licenciado  era  alto,  delgado,  de  frente  despejada  y 

poco  cabello,  nariz  aguileña,  boca  grande,  de  delgados  y  pá- 

» 

lidos  labios. 

Era  el  tal,  apesar  de  su  flacura,  de  los  que  cometen  con 
frecuencia  el  pecado  de  la  gula.  Comilón,  locuaz  y  altanero 
tenia  el  defecto  capital  de  la  irascibilidad  de  su  carácter,  lo 
que  por  cierto  no  lo  hacia  muy  agradable  en  la  intimidad: 
su  aspecto  por  otra  parte  era  áspero  y  seco.  Hablaba  siem- 
pre dogmáticamente  y  no  soportaba  la  contradicción,  prue- 
ba evidente  de  los  malos  hábitos  de  la  infancia  y  viciosa  edu- 
cación. 

El  licenciado  vestía  de  terciopelo  negro,  capa  y  espada 
tle  hidalgo,  y  blanca  y  bien  arreglada  golilla.  Su  figura  es- 
cuálida y  su  mirada  penetrante,  tenia  algo  análogo  al  ave  de 
rapiña  que  acecha  su  presa. 


PEREGRINACIÓN    DE    UX   FUGITIVO  267 

Con  este  caballero  se  colocó  el  malandrin  del  fujitivo  en 
^^•aliclad  de  camarero  con  novecientos  pesos  al  año. 

Dos  medidas  dictó  el  licenciado:  una  fijando  el  orden  y 
forma  para  la  recaudación  de  los  quintos  reales,  dereclio 
4[ue  como  es  sabido  se  pagaba  por  el  beneficio  de  la  mina 
y  la  otra  fué  reglamentar  el  trabajo  de  los  indios.  No  tu- 
vieron opositores  las  medidas,  y  mineros  y  vecinos  las  aca- 
taron sumisos. 

Pocos  dias  después  dictó  el  tesorero  otra  resolución  que 
íífcí'taba  directamente  á  los  mercaderes:  aumentó  el  dere- 
í'lio  de  alcabala  sobre  la  venta  de  mercaderías  á  seis  pesos 
de  á  nueve  reales  por  ciento,  cuando  hasta  entonces  solo 
pagaban  dos  i)esos  sellados  («omo  impuesto. 

Este  aumento  repentino  y  brusco  producia  un  trastorno 
en  los  negocios,  y  reuniéronse  los  mercaderes  para  deliberar 
sobre  la  medida.  Resolvieron  entonces  no  cumplirla  alegan- 
do (jue  los  oficiales  R-eales  anteriores  habian  ya  fijado  la  alca- 
bala en  dos  pesos  ensayados  por  ciento,  y  que  el  aumento  era 
injusto  y  atentaba  á  los  intereses  del  gremio  sin  razón  y  sin 
justicia.  Alegaban  ademas  que  al  fijar  dos  pesos  ensayados 
por  ciento  no  fué  por  que — 'Mes  hiciesen  favor  y  gracia,  sino 
caridad  y  justicia,  porque  ellos  solos  eran  los  que  hacian  los 
'  gastos  de  las  fiestas  públicas,  forzados  de  las  Justicias;  da- 
ban cantidades  de  plata  para  los  edificios  y  para  otras  cosáis 
del  bien  común.  Que  en  solo  veinte  años  de  vecinos  habían 
(lado  sesenta  mil  pesos  de  donativos,  los  cuales  se  habian  rcí- 
mitido  a  España  en  dos  ocasiones.  Que  para  la  pacificación 
"*  del  reino  de  Tucma  (ahora  Tueuman)  habian  donado  mas  de 
sesenta  mil  pesos,  sin  muchos  soldados  á  su  costo.  Que  para 
pacificar  las  provincias  de  arriba  y  poblar  de  españoles  las 
fronteras  de  indios  enemigos,  estaban  actualmente  contri- 
^^  })uyendo  con  veinte  mil  pesos.  Que  ademas  de  lo  didso 
"'"tenian  otro  grandísimo  ga,sto  y  pensión  que  era  el  de  ^os 
^'  al(|uileres  de  las  casas  y  tiendas,  pues  que  una  tienda  que 
^'  tenia  solamente  seis  varas  de  ancho  y  otras  tantas  de  largi> 
"apagaban   quinientos   pesos   á   la  villa   ó   a  los  pobladores 


4  i 

4.  í 


i  ( 


IC^  LA  KO'ISTA  DE  BÜEN-JS  AXBilS. 

'*  <ÍTj«-  J'*  iii«ü>5  ó  ÍDdiais  yana»^»nas  «i*?  S.  M.  q^ie  se  a];  :i- 
**  laJíaii  j«íira  --I  st-rvivío  d*f  easa  «*•  !♦-*.  dsi><iii  á  *-]I''»á  un  prt^ 
**  trU}  liiSL*^  KU^'ido  q'!**  á  k*s  de  los  otros  iviiKts.  m-iiia^  .^* 
*'  f-í?lo  í^uír  se  .j*-t»ia  at*-nd^T  á  que  va  1<«  fnv*-í<ife  ^l*-  l?,s  in-r- 
*'  í^íi^-rias  híJjiíin  lia  jado  dt-  tal  maD^-ra  q':i^  •^'d  -rMíj^-an  tan 
**  f<arat<«  «"hdo  en  £«j«aña.  t  q-j^  *q  •-uando  ]*^  piv^íts  •-*- 
tUTÍí-rí^n  tan  «-^í^;díf^  q'i«-  s»-  daíia  ♦rl  ff^n^ro  jK^r  '-na^rri  tantts 
mas  q'Je  al  pr'-M-Dir.  «í»-  3»^  La''>ia  señalado  ^•l*»  «ík  j^^*** 
'•  fr-nssiya^lo*»^  df  al'-abala  i*or  eí-nto.  í-^ian'o  nías  •-n  rKZ'»n  *-rr"a 
**  qu*-  aL«*ra  hiií»i*-n«io  Ijajado  k«s  di'-)j«if5  pi>--irt>  l*-s  ^^i^ó-r.ii 
*"  tanto  la  al^-al^ala.       1  •  *" 

Kn  T«t  de  <iafse  y«or  «-•  «nvé-ní-ido  ^1  li'--»-n'-:a';^»  <.»r«íáz  *#* 
írrít/»  y  k^  i.-ont^-fc^tó  qn*-.  si  no  pairarían  *-l  í^ei*  }:*or  '.-i^nto  Ip^» 
irfi[af>Ddria  *-!  i^t^.l»'  'x»iik»  f»f-na:  q'ií-  «i  a'in  ^  re^í^-án  ]-s 
d«-í-laraiia  j»or  d»-s]*-ales  y  nsurpadojv^  d-^-l  r*^  t*-!«9»r'»  v  l.is^ 
'¿♦-^-t+rraria  de  !a  Víl.a.  Ti^iu^ak»  «k-  ira  iv»-i*«3«'»  la  j»^t'-:''n  •!*» 
!<•<  iD^n-ad*-r*-*  y  al  jí'jnto  d:«'»  la  iv-^p^i-ira  de  «fj-  i^"!  «js 
rK»Ti«'ia- 

A  tan  í'íit'-ff^ri*^  «.-••nT^-^ta'-ión  Sf  a!!j*»?tasari»n  I^k  ii.*-r 
í-ad*-r»-s  y  l*-s  f-nviar<:»n  iin  ii^-nsaj-.  a<n  <v»ne^'*^':-;o: —  >v*- 
íjor  li':^n«'iad«».  Vuesa  Mer*-»-*!  e*5  invi'-^o.  v  <^ta2i-<is  d:«- 
J|■;♦M«•^  á  dar  d»-e»-  T!::-]-'n»-^  q'i»-  t»-n»-y:,-^tÑ  •-n  rr»; •*-.<»  y  •hD'-r». 
para  en  fi^-íTiída  t»-n*-r  frl  p]a'-»-r  d*-  o^iitar  la  vida  á  V:;-*^ 
M*-r-r-d  í^»n  TiJii  j-'ifiíjladis.  Tt^-nsas^  j«''»r  piv-v^nid't  y  an  j^^ 
l>t«». 

AgTÍad^íS  ;i<í  j'^^»^    án:i:.'»s  la  f'j^rza    :'^«a  á  r**s.'v-r  !:ñ     '->- 

Tl:..-::;i*:i::..l'-  Mr--^  Lizo  Ilüii^í^r  al  J:i>::  i^  Ar:^s  de 
A]*f'Ti^*'.  k  ía  :  -n  li. <3i;.f— ^'•ó  el  <:í'.-»->í>.  E<t--  Loiü'trv  ->;*^ri- 
!:,»'í.*a:"  *'U  \  t^  i}-^¿'>'.'t^.  «e  a'--n**-;.'«  transar  la  •'-'::r^:: :  r:.    «ifr- 

Tal  a-'.*'^]  j-ar^-íi'.  ÍDdisrna  al  í«^^T*^r".  q;:-n  L:z  •  v^-nir 
í    ':rj  A.-^-.v  «»r  iJ:i.ir>>  y  r^-unit-ndo  <->n  h-i^'-res  e^pji"...'*^ 


PEREGRINACIÓN    DE    UN   FUGITIVO  269 

y  cuatrocientos  indios  se  dirijió  á  las  casas  de  León  de  Moría 
y  Alfonso  Rangel,  que  vivian  en  una  misma  calle.  En  ambaá 
4'asa.s  estaban  reunidos  los  mercaderes,  armados  y  dispuestos  á 
resistir  al  licenciado. 

Apenas  se  presentó  la  fuerza  de  Ordáz,  los  otros  formaron 
€n  dos  alas,  apoyados  ademas  por  destacamentos  en  las  azo- 
teas. 

Los  preparativos  habian  insumido  algunas  horas  y  ya  la 
luz  del  sol  habia  completamente  desaparecido. 

La  guerilla  desplegada  por  Ordáz  dio  el  alerta  preguntan- 
do— ;  Quien  vive !  al  distinguir  los  grupos  armados. 

A  esta  pregunta  contestaron  los  otros: — la  libertad  y  el 
Eey!  (1) 

A  los  gritos  de  ¡  viva  el  Rey !  avanzaron  á  cuchilladas  y 
1)alazos.  defendiendo  con  brio  los  mercaderes  el  paso  y  dis[>a- 
rando  arcabuces  desde  las  ventanas  y  azoteas. 

Tan  firme  y  sast^^nida  fué  la  carga  que  los  mercaderes  die- 
ron con  espadas  y  picas,  que  los  del  licenciado  fueron  desbarn- 
tados  y  perseguidos. 

Poco  después  tocaban  á  rebato  las  campanas  de  Santo 
Domingo,  San  Francisco  y  San  Martin. 

Perseguido  Ordáz,  fué  alcanzado,  y  arrastrado  por  los 
<-abcllos  á  la  Plaza  del  Regocijo;  allí  le  despojaron  de  sus  r  *• 
pas,  y  le  aplicaron  sendos  palos  sobre  su  enflaquecido 
cuerpo. 

En  aquel  trance  se  presentaron  sacerdotes  7  frailes  para 
pedir  por  la  vida  del  incauto  licenciado,  á  quien  Uevanm  en 
lamisa  en  medio  de  la  gritería  del  populacho. 

Entre  los  que  habian  defendido  con  mas  decisión  al  licen 
<*iado  se  encontraba  su  camarero,  nuestro  antiguo     conocido, 
á  quien  por  estos  servicios  le  dieron  el  empleo  de  ayudante 
mayor. 

Cuando  Ordáz  se  restableció  del  susto  y  curó  de  Ta 
«zotaina  se  marchó   cabizbajo  á   Chuquisaca,   de   donde   os- 

].     Martínez  y  Vela,  obra  citada^ 


270  .  LA  EEVIST.V  DE  BUENOS  AIBES. 

pidió  un  correo  para  Lima  dando  aviso  de  lo  que  liabia  su- 
cedido. 

Grande  fué  el     atrevimiento  de  los  mercaderes,     segiin! 
lo     refiere,  como  testigo     ocular,  el  capitán  Pedro  ]\Iendi^z: 

(1). 

1.     Escribió  e?te  ca»n,  dice  Martinez  y  Vela,  en   aquella   verda- 
dera y  elocuente   historia  que   nos  dejó   manuscrita  y  «in   a-abarla^ 
porque   arrebatada''nente  fué   llevado  ,prie.so   A   la  ciudad   de   lor*   Re- 
yes .por  cierto  testimonio  que  indignamente  le  levaaitaron. . .  " 

VIGENTE  G.  QUESADA^ 
(Continuará.) 


bibliografía 


1.a  PARTE 


bibliografía   periodística  de  buenos  aires,  hasta 
la  (wida  del  gobierno  de  rosas 


Contieno  el  título,  año  con  la  fecha  <le  su  aparición  y  cesación, 
formato,  inprenta,  número  de  que  .se  compone  la  colección  de 
cada  periódico  ó  diario,  nomUre  de  los  redactores  que  se  conocen, 
observaciones  y  noticias  sobre  cada  uno,  y  la  biblioteca  pública 
ó  particular  en  donile  í=e  encuentra  el  ])eriÓ!lic'). 


(Conclusión.)      (1) 

El  artículo  editorial  del  último  número  .  es  una  biografía 
política  del  redactor  de  El  Lucero. 

({\  Ziuny.) 

98.  DON  GERUNDIO  PIXCIIA-RATAS,  Ó  EL  ABO- 
GADO DE  LOS  UNITARIOS— 1831— in  á.o— Imprenta  Lr- 
pnhUcana.  La  colección  consta  de  5  números.  Principió  el 
17  de  abril  y  concluyó  el  15  de  mayo. 

Era  un  periódico  escrito  en  prosa  y  verso,  y  empieza  c  )n 
un  bosquejo  biográfico  de  la  vida  del  redactor,  diciendo 
(lue  es  hijo  legítimo  de  don  Sempronio  Coliflor  y  de  do- 
ña (/atalina  Golondrina ;  nació  en  la  Villa  de  Lujan  el  17  do 
ítbril    de  1786:  se  casó  á  la  edad  de  22    años  con  doña  Ne- 

1.     Véase  la  pajina  lio  del  tomo. XI. 


272  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

riña  Pimienta,  hija  de  un  viscaino  tuerto  y  de  una  par- 
tera, etc. 

Dicho  primer  número  contiene  también  algunos  artícu- 
los curiosos  referentes  al  general  don  Ignacio  Alvarez,  á  quilín 
es  dedicado,  según  el  número  8  de  la  Bruja  ó  Ave  Noc- 
turna. 

Se  vendia  a  3  reales  el  ejemplar. 

(E»  rarísimo*) 

99.  EL  DESENGAÑO— 1881— in  á.o— Imprenta  Uepn 
Idicana,     Periódico  de  medicina  popular.     La  colección  cons- 
ta de  4  números.     El  primer  número  corresponde  al  17  de  ma- 
vo,  y  el  4.0  al  J  de  julio.     Su  redactor  fué  el  doctor  don  Josí 
Indelicato. 

(Es  muy  raroj 

100.  EL  DEFENSOR  DE  LOS  PRIiXCIPIOS  DE  M 
LE  ROY,  Ó  LA  VERDAD  CONTRA  EL  ENGAÑO— in  4  o 
El  número  2  apareció  el  15  de  Julio,  único  que  hemos  tenido  á 
la  vista,  perteneciente  á  la — 

(C\  Carrauza.) 
(Es  raro) 

101.  DE  CADA  COSA  UN  POQUITO— 1831—in  4.o  hn 
prenia  Republicana.  Periódico  joco-serio.  Se  publicaba  los 
lunes  y  los  viernes.  Consta  de  24  números.  Empezó  el  17  de 
julio  y  concluyó  el  10  de  octubre.  El  señor  don  José  María 
Arzac  tributa,  por  medio  del  Clasificador  ó  Nuevo  Tribuno, 
en  su  número  180,  infinitas  gracias  al  redactor,  de  este  periódi- 
co por  las  espresiones  de  benevolencia  con  que  le  favorece  en 
$!U  número  19. 

El  redactor  declara  que  cesa,  no  por  falta  de  protección 
sino  por  que,  habiendo  cumplido  los  fines  que  se  habia  pro- 
puesto, no  tenia  ya  deseo  de  vivir,  que  habia  hecho  sus  arre- 
glos para  impartir  su  espíritu  á  otros  dos  seres  en  forma  de 
periódicos,  uno  de  los  cuales  debía  llamarse  El  Gaucho,  salien- 
do los  lunes  y  jueves,  y  el  otro  La  Gaucha,  los  martes  y 
viernes. 

(Es  rarísimo.) 


bibliografía.  273 

102.  EL  DIARIO  DE  LA  TARDE— 1831— 1852— i n 
lol.  Imprenta  Argentina.  Principió  el  16  de  mayo  de  1831  y 
<*oncluyó  en  octubre  de  1852.  Su  fundador  y  editor  fué  don 
I^edro  Ponce. 

En  los  primeros  años  registraba  artículos  de  fondo  redac- 
tados con  ilustración,  hasta  el  año  1835.  Desde  esta  fecha 
solo  registraba  un  estracto  de  los  periódicos  estranjeros  ó 
trascripciones  de  la  Gaceta  Mercantil  ó  del  Archivo  America- 
"tuK  y  pocas  veces  rejistraba  noticias  locales,  con  escepcion  do 
jujuellas  que  fuesen  del  agrado  de  Rosas,  las  que  eran  á  su  vez 
li'fínscritas  en  la  Gaceta  Mercantil. 

El  último  redactor  fué  don  Federico  de  la  Barra,  en  cuyo 
diario  publicó  **La  vida  de  un  traidor,  Justo  José  de  Urqui- 
za''  transcrita  igualmente  en  la  Gaceta  Mercantil  y  en  el  Ar- 
ihivo  Americano,  la  cual  quedó  suspendida  con  la  caida  de  Ro- 
sas, el  3  de  Febrero  de  1852. 

C.  Zinnv  V  B.  P    d<>  Buenos  Aire«.) 

103.  DON  CUNINO— 1833.    Imprenta  de  la  Uhertad 
Está  anunciado  en  El  Defensor  de  los  Derechos  del  Pueblo 

del  mes  de  octubre. 

El  número  2  de  El  Águila  Federal  dice  lo  siguiente  í  **Ya 
lian  resucitado  la  virtuosa  Ucucha  y  el  amable  Cunino;  ya 
han  comenzado  de  nuevo  á  sangre  y  fuego  su  guerra  ga- 
lana.'' 

Se  cree  que  fué  redactado  por  don  Luis  Pérez. 

(Ea  rarísimo.) 

104.  DLME  CON  QUIEN  ANDAS— 1823— Lo  único 
que  sabemos  respecto  de  este  periódico  es  que  fué  acusado 
vi  2  de  octubre  por  el  fiscal  doctor  Agrelo,  por  ** atacar  al  ho- 
nor de  las  familias  y  de  los  individuos,  al  decoro  y  respeto  del 
Gobierno,  ajados  de  un  modo  nunca  visto;  al  crédito  de  un 
I)aís  ilustrado,  donde  ha  nacido  (el  Fiscal)  en  que  ser/i 
<lifí('il  creer  á  la  distancia  que  hayan  podido  tener  unas  pro- 
ducciones tan  inmundas ;  y  á  la  quietud  y  sosiego  de  las  fami- 


2n  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

lias  todas,  alarmadas  por  la  publicación  y  amagos  de  este 
peri<klico. ' ' 

Sin  embargo,  el  juicio  no  pudo  efectuarse  á  causa  de  la  ro-^ 
volucion  de  octubre,  pues  habiendo  empezado  la  acusación 
por  el  periódico  Restaurador  de  las  Leyes,  se  amotinaron  los 
Restauradores  é  imposibilitaron  la  actuación. 

Con  la  acusación,  concluyó  su  publicación. 

(Es  rarísimo.) 

105.     EL   DEFENSOR   DE    LOS   DERECHOS   DEíi 
PUEBLO,  Diario  de  medio  dia — 1833 — in  fol. — Imprenta  de 
la  Libertad,     Principió  el  25  de  junio  y  concluyó  el  16  de  oc 
tubre.     La  colección  consta  de  94  números. 

Era  un  diario  liberal,  redactado  por  don  José  Luis  Busta- 
niante.  (1). 

Este  diario  fué  acusado,  lo  mismo  que  el  Restaurador  de 
¡as  Leyes  y  los  demás  periódicos  de  su  época,  escepto  el  Dia- 
rio de  ¡a  Tarde,  en  octubre,  por  el  fiscal  doctor  Agrelo,por 
las  mismas  causas  alegadas  con  respecto  al  Dime  con  quiot 
andas, 

Don  Bernardo  Velez  declara  por  medio  de  este  diario  que 
'*él  no  escribe  ni  ha  escrito  en  el  Iris  ni  en  el  Patriota  Bonae- 
rense.^' 


1.  El  señor  Biistamante  ^s  au-tor  ée  ninichas  obras,  entre  las 
cuales,  recordamos  las  siguienté«:  **  Memorias  sobre  la  revoliK'ion  del 
11  de  s?tie.'wbre  de  1852,''  un  volúmeoí  de  266 — IV  páginas  in  4o: 
**  Biografía  del  Exmo.  señor  gobernador  y  capitán  g&neral  de  la  pro- 
vincia, brigadier  don  Manuel  GuiíUermo  Pinto,''  acom;pañado  del 
facsímile  de  sai  firma  y  rúbrica;  44  pajinas  in  4o,  ar.bas  publicadas 
en  1853:  ^*  Ensayo  histórico  de  la  defensa  d^-  Buenos  Airea,  contra 
la  rebelión  del  ex-coroai<el  don  Hilario  I>agos,  apoyada  y  sostenida 
por  el  gobernador  de  la  provincia  de  Entre  Rios,  brigadier  don 
Justo  José  de  Urquiza,  direictor  provisorio  de  las  provincias  ar- 
gentinas reunidas  en  confederación,"  un  volumen  de  pajinas  in. 
4.0 — ipubli-eado  en  1854^ — -"Los  cin<»o  errores  capitales  de  la  inter- 
venK?Í€>n  anglo-frajncesa  en  -el  Plata;  Montevideo,  1849 — 384  paji- 
nas án  4.0 

El  señor  Bustamant^  murió  repentrnamente  en  Montevideo  el  5 
de  octiiibre  de  1857  Los  diarios  de  Bu-enos  Aireí^  **La  Tribuna" 
y  '*E1  Nacional''  ^no  han  hecho  m^a^s  que  transcribir  el  «imple  amun- 
cic  de  la  m.uerte  de  dicho  señor,  del  "Coi»erci¡o  del  Plata"  del  7 
do  octubre  del  mifimo  año. 


BIBLIOGRAFÍA.  275 

A  las  palabras  de  despedida  del  redactor  del  Lucero  en 
su  último  número  1,121,  de  que  este  *' jamás  ha  abjurado 
sus  principios,  ni  traicionado  sus  juramentos,"'  el  Defensor 
de  los  Derechos  del  Pueblo  dice  saber  que,  **  después  de  ha- 
ber prestado  juramento  al  gobierno  y  i)rincipios  políticos  de 
la  presidencia  del  señor  Rivadavia,  á  la  presidencia  interina 
del  señor  don  Vicente  López,  al  gobierno  federal  del  señor 
Dorrego,  al  de  la  revolución  de  diciembre,  á  la  aiiministracion 
del  general  Viamont,  al  gobierno  dictatorial  del  general  Ro- 
sas y  al  gobierno  constitucional  del  general  Balcarce,  lo  pres- 
ta ahora  al  de  los  anarquistas  para  erigir  un  gobierno  de  puñal 
y  garrote." 

El  defensor  de  los  derechos  del  pueblo  ha  empleado  todos 
íius  esfuerzos  ])ara  atraer  al  general  Rosas  al  buen  camiiio. 
clasifícando  de  demagogos  á  los  que  se  empeñaban  en  le- 
saereditarle,  representándole  como  un  instrumento  de  ven- 
ganzas partictdares.  FA  redactor  de  est^  diario  supone  á 
Rosas  incapaz  de  traicionar  sus  deberes  volviendo  las  ar- 
mas que  se  le  han  confiado  para  asegurar  la  frontera  contra  la 
autoridad  legal,  trastornando  el  orden  y  conculcando  las  le- 
yes, y  declara  que  está  muy  distante  de  dar  crédito  á  tales  inep 
cias  y  disparates. 

Registra  en  sus  columnas,  bajo  el  rubro  Correspondencia, 
un  *' Breve  ensayo  sobre  los  principales  actos  de  arbitrariedad 
ejercidos  en  la  época  de  la  dictadura,"  y  una  lista  de  los  ciu* 
«ládanos  pacíficos  é  industriosos,  empleados  civiles  y  militares, 
sacerdotes,  legistas  é  individuos  pertenecientes  á  todas  las 
clases  de  la  población,  encarcelados  6  desterrados  durante  di- 
cha época. 

El  cura  don  Juan  Antonio  Argerich  no  es  tratado  con  be- 
nignidad en  este  diario,  ni  lo  es  don  Pedro  de  Angelis,  á  quien 
presenta  como  redactor  de  El  Restaurador,  cuyos  escritos,  di- 
<íe,  copiaba  el  mocoso  Marino  á  las  7  de  la  mañana,  para  llevar- 
los á  la  composición. 

En  su  número  82  se  anuncia  **Los  cueritos  al  sol." 

(B.  P.  de  B.  A.) 


276  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

lOG.    EL  DIARIO  DE  COMERCIO  DE  LA  MAÑANA 

— IS'iS — in  fol. — Imprenta  del  Estado.    La  colección  consta 

de  9  niiiueros — Empezó  el  1.**  y  concluyó  el  11  de  marzo.     So 

publicaba  en  eistellano  con  un  sumario  de  todas  las  noti- 

<?ia.s  en  inglés. 

(Kü  raro.) 

107.  DIARIO  DE  ANUNCIOS  Y  PUBLICACIONES 
OFICIALES  DE  BUENOS  AIRES— 1885— in  4.°  y  fol..— 
Imprenta  del  Comer eio  y  Litografia  del  Estado — Los  5  prime- 
ros números  in.  4.°  y  los  demás  in  fol.  Su  redactor  fué  don 
José  Rivera  Indarte. 

La  colección  consta  de  215  números.  Empozó  el  5  de 
enero  y  concluyó  el  30  de  setiembre.  Desde  el  14  de  dicho  mes 
de  setiembre»  empezó  á  salir  en  medio  pliego  publicando  avisos 
solamente,  titulándose  desde  algún  tiempo  antes  simplemente 
Diario  de  Anuneios. 

Sobre  la  redacción  de  este  diario,  véase  lo  que  dice  el  bió- 
grafo del  señor  Rivera  Indarte  (1)  en  los  renglones  siguientes: 
— "De  sus  artículos  en  El  Imparcial  y  en  El  Diario  de  Anuncian 
y  las  Apuntes  sohre  el  asesinato  de  Quiroga,  no  haremos  men- 
ción ninguna,  porque  si  algo  merecen  es  la  disculpa  de  sus  po- 
cos años  y  el  anhelo  de  figurar  (lue  es  la  enfermedad  de  los 
jóvenes  que  recien  empiezan  y  que  por  faltas  de  guias  al  fin 
se  corrompen  y  se  malogran''. 

En  la  biografia  del  señor  Rivera  Indarte  no  se  menciona 
lina  composición  en  verso,  de  dicho  señor,  titulada  Himno 
de  ios  Hesfauradores,  con  música  de  don  Estevan  Massini, 
que  con  motivo  de  la.s  grandes  funciímes  celebradaí?  en 
honor  d<»  la  instalación  del  general  Rosas,  como  gober- 
nador de  la  provincia,  se  cantó  en  el  teatro  el  13  y  14  de  junio 
de  1833. 

Ei  número  80  registra  una  noticia  biográfica  del  genenil 
Rosas,  con  su  retrato  al  frente,  de  la  cual  damos  el  siguiente 
estracto. 

1^     El  soñor  general  don  B.  Mitre. 


bibliografía  277 


(( 


Don  Juan  M.  Rosas,  el  primogénito  de  los  varones  naci- 
dos del  matrimonio  de  don  León  Ortiz  de  Rosas  v  de  doña 
Agustina  López,  nació  en  Buenos  Aires  (calle  de  Cuyo  nú- 
mero 94)  el  30  de  marzo  de  1793.  Pasó  sus  primeros  años  en 
las  faenas  del  campo,  que  contribuyeron  á  robiLstecerlo.  Fre- 
cuentaba la  escuela  de  don  Francisco  X.  Argerich  cuando  se 
verificó  la  primera  invasión  de  los  ingleses  el  año  de  1806.  El 
joven  Rosas,  de  13  años  de  edad,  se  arrojó  intrépidamente  en- 
tre los  combatientes,  y  peleó  al  lado  del  mismo  general  Liniers 
Cuando  se  pensó  en  organizar  otros  regimientos  para  premu- 
nirse contra  la  segunda  esi>edicion  al  mando  del  general  AVbi- 
lelock,  se  enroló  voluntariamente  en  el  cuerpo  de  Migueletes 
do  caballeria. 

*'En  vista  de  su  aptitud,  para  el  manejo  de  cualquier  ne- 
gocio, su  padre  lo  confió,  el  año  siguiente,  la  dirección  do 
su  valioso  patrimonio.  El  24  de  marzo  de  1813  se  casó  con 
la  señora  doña  Encarnación  Ezcurra,  quien  le  ayudó  en  la 
administración  de  los  bienes  de  su  familia,  hasta  el  año  dft 
1815,  en  que  Rosas  pidió  el  auxilio  de  su  hermano  don  Pru- 
dencio, paní  fundar  otros  ^establecimientos.  Rosas  rehusó 
un  capital  en  dinero  y  ganados  que  su  padre  le  ofreció,  co- 
mo una  remuneración  a  la  fortuna  devuelta  por  él,  (jue  era 
doble  que  la  que  se  le  habia  confiado,  diciendo  que  na 
ne('esita])a  mas  caudal  que  el  de  sus  brazos  y  sus  conoci- 
mientos. 

*'En  junio  de  1820  reclinó  los  despachos  de  capitnn  de 
milicias,  y  en  poco  tiempo  montó,  equipó  y  armó  á  sus  es- 
pensas  un  numeroso  cuerpo  de  caballería,  compuesto  out 
gran  parte  de  sus  propios  jornaleros,  á  cuya  cabeza  marchó 
para  reunirse  al  gobernador  (don  ^Martin  Rodríguez'  en 
campaña.  El  5  de  octubre  del  mismo  año,  entró  Rosas  á  la 
ciudad  al  frente  de  un  rejimiento  de  colorados,  y  bastó  su 
presencia  para  restablecer  el  orden,  perturbado  por  el  mo- 
vimiento tumultuario  de  aquel  año.  En  recompensa  de  sus 
servicios,  el  gobierno  le  envió  el  despacho  de  coronal  de 
caballeria  de  línea,  con  el  que  volvió  a  sus  establecimientos 


278  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

(le  campo.  El  16  de  agosto  de  1827  fué  comisionado  por 
el  gobernador  Dorrego  para  el  establecimiento  de  la  niu\a 
línea  de  frontera,  y  poco  tiempo  después  fué  nombrado  co- 
mandante general  de  campaña.  La  revolución  de  l.o  de 
diciembre  le  sorprendió  en  sus  campos,  cuando  el  goberna- 
dor Dorrego  buscó  su  auxilio  que  no  le  sirvió.  Rosas 
quedó  encargado  del  mando  del  ejército  restaurador  de  ias 
leyes. 

*'E1  24  de  junio  de  1829  hizo  la  paz  con  el  general  La- 
valle. 

*'E1  24  de  octubre  del  mismo  año,  el  gobierno  decla- 
ró un  sueldo  de  seis  mil  pesos  á  Rosas,  dejándole  a  sal- 
vo su  derecho  para  reclamar  la  compensación  correspon- 
diente á  sus  servicios  anteriores,  pero  él  renunció  una  y  otra 
cosa. 

**E1   6   de   diciembre  fué  nombrado   gobernador   de   la 
provincia,   fcon     facultades   estraordinarias.       En   julio   de 
1830,     la  H.  S.  le  pidió  cuenta  del  uso  de  esas    facultades 
y  el  2  de  agosto    del  mismo  año  fué  nuevamente     investido 
con  ellas. 

*'E1  25  de  enero  de  1830,  fué  nombrado  brigadier  general, 
por  dey  de  la  H.  S.  y  el  4  de  abril  de  1831  marchó  á  la  cabeza 
del  ejército  en  campaña  para  restablecer  la  tranquilidad  en  la 
provincia  de  Córdoba,  siendo  condecorado  en  el  mismo  año  con 
el  título  de  Restaurador  de  las  leyes. 

^'El  4  de  marzo  de  1833,  marchó  á  campaña  en  calidad  do 
comandante  general  del  ejército  de  la  izquierda,  destinado  con- 
tra los  bárbaros  del  Sud.  (1) 

'*E1  6  de  mayo  de  1834  fué  condecorado  con  una  medalla 
de  honor  por  decreto  del  Gobierno,  en  premio  de  sus  servicios 
en  dicha  espedicion.  En  setiembre  de  est^  mismo  año  fué  suce- 

1,  Corre  i.nipresH  por  la  * 'Imprenta  del  tMado"  en  92  páji-naa 
in  4o.  una  **  Relación  de  lo«  eri-stianas  salvados  d^l  cautiverio  por 
la  división  izquierda  del  e.>ército  e<spedi.c.ionario  contra  lo^  bárba- 
ro?, al  mando  del  brigadier  general  Rosas.'*  El  número  de  criíi- 
tianos  rescatados,  incluyendo  73  hijois  que  traian  á  -su  lado  las  res- 
pectivas iniadres,  ascendía  á   707  individuos. 


BIBLIOGRAFÍA  279 

K¡\aiiionte  nombrado  4  veces  gobernador,  á  lo  que  rehusó  cons- 
tantemente. 

**E1  7  de  marzo  de  1835  fué  otra  vez  nombrado  goberna- 
clor  por  el  término  de  5  años,  con  la  suma  del  poder  público,  y 
¿•1  dia  siguiente  contestó  Rosas  pidiendo  12  dias  para  resolver, 
mas  el  dia  16  ofició  á  la  Sala  solicitando  acordarse  un  medio 
1  ara  que  todos  y  cada  uno  de  los  ciudadanos  habitantes  de  la 
Ciudad  espresasen  su  voto  precisa  y  categóricamente  sobre  tan 
<rrave  asunto.  La  H.  S.  accedió,  y  el  resultado  fué  que  931(5 
iiudadanos  votaron  en  favor  de  la  ley  de  7  de  marzo  y  4  sola- 
mente en  contra  de  ella. 

**E1  13  lie  abril  de  este  mismo  año,  á  la  una  del 
<lia.  prestó  Rosas  ante  la  H.  S.  el  juramento  de  estilo  y 
y>ronun(*ió  un  discurso  que  fué  contestado  por  el  Vice- 
j»residente  de  la  Sala,  General  ^don  Manuel  Guillíermc 
Pinto." 

El  señor  Indarte,  en  su  obra  titulada  Rosas  y  sus  Oposiio 
Tfs,  dice  que  el  votante  no  debia  separarse  de  contestar  á  la 
siguiente  pregunta:  *'¿ Aprueba  el  nombramiento  que  ha 
hecho  la  Sala,  ó  no?  y  el  señor  Bosch,  uno  de  los  votantes 
afirma  en  la  Gaceta  Mercantil  de  30  de  marzo  del  mismo 
año,  que  se  le  sujetó  al  conforme  y  disconforme  de  la 
ley  de  23  de  marzo  y  que  determinó  su  voto  por  el  tenor  si- 
fruiente : 

*  *  Disconforme  con  la  ley  de  7  de  marzo,  en  cuanto  al  tiem  - 
])o,  modo  y  forma  de  gobierno  que  ella  sanciona. 

**;Muy  conforme  con  la  persona  de  don  Juan  ]\Ianuel  de 
Rosas,  mandando  la  provincia  bajo  el  imperio  de  la  ley  y  co- 
mo custodio  de  ella.'' 

El  señor  Indarte,  en  la  obra  citada,  dice  que  uno  de  los 
votantes  era  ájente  y  espia  de  Rosas,  otros  dos,  que  votaron  y 
S(»  apresuraron  á  fugar  del  pais,  y  el  cuarto,  que  fué  después 
iroscrijito  de  Rosas. 

Sensible  es  en  verdad  que  el  señor  Indarte  haya  omitido 
il  nom])rar  á  esos  cuatro,  que  no  se  arredraron  con  la 
ljreí?en(íia  de  los  miembros  de  la   famosa  Sociedad  Popular 


280  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Restauradora,  para  renunciar  á  los  derechos  civiles  y  políti- 
cos del  hombre  en  sociedad,  como  lo  hicieron  9316  ciuda- 
danos. 

Según  loe  datos  que  hemos  adquirido  de  los  contemporá- 
neos, los  cuatro  ciudadanos  que  votaron  contra  las  facultades 
estraordinarias,  y  cuyos  nombres  deben  ser  trasmitidos  á  la 
posteridad  para  honor  de  ellos,  fueron  don  Juan  José  Bosch 
antes  mencionado,  boticario,  en  la  parroquia  de  la  Merced 
doctor  don  Jacinto  Rodriguez  Peña  (1)  en  la  de  San  Nicolás 
el  general  don  Gervasio  Espinosa  y  el  deán  don  Diego  Zavale- 
ta,  quien,  á  la  formula  de  conforme  ó  disconforme,  contestó; 
**me  resigno.*' 

No  debe  causar  sorpresa  que  de  entre  9320  votantes 
solo  cuatro  se  hayan  atrevido  á  declararse  disconformes,  si 
se  atiende  a  que  en  cada  parroquia  habia  uno  ó  mas  miem- 
bros de  la  Sociedad  Popular  Restauradora,  cuya  presencia 
bastaba  para  imponer  el  voto  de  los  ciudadanos  á  medida 
del  deseo  de  Rosas.  El  deán  Zavaleta  se  atrevió  a  negar  su 
voto,  prevalido  quizá  del  carácter  que  investía,  el  general 
Espinosa,  confiado  en  su  amistad  con  Rosas,  cuyo  mayor  ge- 
neral fué  en  la  espedicion  al  desierto,  quedando  únicamente 
los  otros  dos  que  se  lo  negaron,  por  que  tenian  valor  cívico 

1,  El  señor  P-eña  fué  después  uno  de  los  máiembros  del  **(1ub 
de  los  5,''  que  reemplazó  en  cierto  modo  á  la  *^ Asociación  Mayo," 
fundada  en  1837  ,por  el  aeñor  Echevarría,  y  s-e  componía  aqiiel.  de  di- 
cho señor  Peña,  don  Oárlo«  Tejedor,  don  Enrique  La  Fuente,  don 
Santiago  Albarracin,  y  don  Rafael  JoTfr^  Corbalan,  quienes  fiieron 
lo-s  que  hablaron  al  coronel  Maza  en  1^39  para  hacer  una  revohici(yn 
y  voltear  á  Rosas,  estando  en  combinación  con  el  g>eneral  Lavalle, 
qne  se  hallaba  en  Montevideo,  y  con  los  del  Sur  Todo  estaba  per- 
fectamente bi<m  preparado  para  obtener  el  mejor  resultado,  pero  la 
demora  del  jifeneral  Lavalle,  debida  tal  vez  á  motivos  poderosos 
que  le  im-pidieron  desembarcar  en  Bnenos  Aire*  como  él  jiroyec- 
taba.  hizo  que  la  revolución  fraca<^ra  y  que  hubiese  dos  víctimas 
que  lamentar,  el  doctor  Maza  y  su  hijo  el  coronel,  Roñriéndo«e 
al  .pri.m«ero  de  estos  dos,  Marino  clasifica  ese  berrendo  hecho  de 
*' detestable  asesinato''  del  salvaje  unitario  doctor  Maza."  (Véase 
'uaceta  MercantiT'  del  18  de  julio  de  1S43.) 

Los  revolucionarios  se  reconocían  entre  sí  por  n:i?(lio  de  una 
señal,  que  consistía  en  una  pequeña  desflocadura  de  la  cinta  6 
ribete  del  ala  del  sombrero 


bibliografía  281 

bastante  para  ha<?erse  respetar,  como  lo  probaron  Peña  en 
San  Nicoláfi,  en  donde  se  hallaba  el  famoso  coronel  S,  cuyo« 
movimientos  y  palabras  federales,  no  alcanzaron  á  atemorizar- 
le, y  Bosch,  a  quien  no  pudo  intimidar  todo  un  general  Qui- 
roga. 

Mas  aun,  este  último  se  atrevió  á  dar  por  la  prensa  una 
hoja  suelta  de  pajina  y  media  de  á  dos  columnas  (que  posee- 
mos) con  fecha  '^7  de  abril  del  año  26  de  la  libertad  y  29  do 
la  Independencia,"  bajo  el  rubro  de  Los  cuatro  apóstoles  fedi- 
fjrafos  de  amen,  y,  como  es  muy  raro,  trascribimos  lo  mas  im- 
portante de  él: 

**A1  que  suscribe  le  han  llamado  loco,  y  como  tal  los 
va  a  zumbar  con  la  salsa  de  la  verdad,  (que  suele  ser  picante) 
y  alquimista  los  calcinará  con  el  crisol  mas  pulido  y  en  el 
humo  de  reverbero.  Ellos  son  parricidas!  Ellos  son  Lomos 
^egros!'^ 

Después  de  hacer  la  apolojía  de  sus  servicios,  el  Sr.  Bos«»h 

agrega :  *  *  Y  pregunto  al  Sr.  B ,  Secretario  de  la  Sociedad 

de  la  ^lazorca  ¿donde  se  hallaba  por  los  primeros  meses  del 
año  1829?  ¿Y  que  manoseaba  por  San  Nicolás?  Y  al  señor 
S. . . .,  que  como  vice-presidente  de  la  Sociedad  Restauradora 
ha  consentido  que  se  apostrofe  mi  nombre,  digo,  ¿  dónde  esta- 
ba el  año  de  1829?  ¿Qué  hacia?  Qué  sabían  de  él  los  pa- 
:triotas  federales?  El  que  habla,  entonces  esponia  su  persona 
y  bienes. . , .  También  me  admiro  que  ciertos  comisarios  de 
policia  hayan  hecho  la  imparticion  de  ese  papel  que  conculca- 
la  la  idea  del  señor  gobernador  electo,  que  quería  saber  clara 
y  categóricamente  el  voto  de  cada  uno  de  los  ciudadanos, 
cualquiera  que  fuese  su  clase  ó  condición.  ¿Y  quiénes  son 
y  á  qué  aspiran?  ¡Puede  ser  que  os  venga  el  Cabildo  enci- 
ma, y  se  concluyan  las  chupandinas!  Registrad  la  Gaceta 
Mercantil  de  10  de  setiembre  de  1838,  y  hallareis  un  artículo 
firmado  por  Dos  Re  publícanos ,  y  tened  entendido  por  ahora 
que  cuando  menos  he  trabajado  en  política,  he  valido  por 
cuatro. 


-^:i  LA  REVÍíiTA  DE  BUEXOS  AIRES. 

Y  ío<-a  á  bamlullo  mi  vida 

Y  tíM-a  al  hanffidlo  nñ  alma. 
Victores  Mostacho 
V'irtorrs  don  Tipl*- 
Víctores  Muchacho 

Que  sirves  de  TñpU. 

'*Kl  primero  don  Mostacho  es  un  mozalvete  á  quien  hi 
insínií-eion  francesa  lo  conduce  á  tomar  por  carrera  la  mili 
cía.  y  no  es  estraíío,  pues  quf  lo«  humos  de  sn  ambición  lo  llevan 
por  \oH  aires  á  .sentarlo  en  la  primera  Magistratura  del  gtdú 
nete  de  San  Gerónimo,  por  lo  tanto  no  pocl-emos  decir  de  est^* 
*'que  caballo  cordobés  y  mifJa  íierrana  no  valen  nada*\  aunque 
♦•n  la  calle  de  (,'abildo  y  con  n(H-hes  de  luna  convida  con  su  a'- 
fnjor.  Talis  Patfr  qualis  FíIíum,  Lección  de  Tohus,  parágrra- 
Uf  Nonato. 

''VA  9eínin<U>  don  Tiple  es  una  potranquita  que  está 
}»jen  enjaezada,  pero  la  historia  ya  publica  sils  venales 
}»atrañas;  la  ntñrlad  le  ha  conocido  su  apóstol  ensanfrren- 
tado,  los  cismáticfis  su  apologia  en  la  HfvUta  del  año  de 
]KV.i  (h  Montevid(*o;  y  la  cancel  por  desgracia  le  ha 
j'avorecido  con  sus  piojos —  Este  sujeto  me  ha  inducido 
á  juzgar  de  los  miembros  de  la  Sociedad  que  cito,  y  de  un 
t  mf)leado  del  Fuerte,  que  despreí^-io  y  por  eso  no  lo  bosquejo 
pfro. . . . 

*'E1  tercero,  no  le  viene  mal  la  escala  á  ese  niucl.ach(» 
es  un  joven  pcrdonavidfiH,  que  despuevde  ser  un  parricida 
íicsenfrenado  en  el  28  y  29,  fué  un  hmo  negro  de  capueh» 
cu  1h:5'5,  cuyx)  nombre  en  las  elecciones  de  abril  registr.i  la 
parroquia  de  las  Merced,  como  los  supuestos  que  dio  en 
*)tra«  parroquias  ( ntre  el  círculo  de  sus  coopinantes,  de  cu- 
jas resultas  s*:  le  crió  un  hidrocéfalo  que  le  ha^**»  n>  tol'^rar 
í*!  *oml)rer.)  que  le  cobran  en  el  teatro:  el  cráneos  lo  tiene 


bibliografía  283 


iiuec"».  «le  modo  qiio  los  efectos  de  la  memoria  no  li'.*neii  Ui 
$rar  en  él,  y  por  lo  tanto  me  está  debiendo  veintitantos  pe- 


$os. . . .  " 


ANTONIO  ZINNY 
(('ontinuara.) 


UKVISTI 


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.   á..rJi'z      * 


HISTORIA  AMERICANA. 


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Vi#c.   ^'^¿ía  i>M«rrs«&iía«*  ffpie« 


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I'  í^/Jn'  *f'Hh\*tU  d<'  é'wrWnrffh.  ya  j/^^/r  qj*-  s^íí*»  d*-  tr-^  ••n  tivs 
«o'^  á  lo  >,'tttto.  ¡fhrii'U  *U'  Vp^U'fUt^  Ajr*-s  píira  Eurojia  Ifts  na- 
V'ít  '1<'I  \it'j^.^\r<h  ya  fM;r  '|«j/'  un  Misíonf'ríi  qn<?  tií-ne  á  su  <*ar- 


COMUXICACION  FLUVIAL   EX   1730.  285 

go  tantos  millones  de  almas,  se  encuentra  ocupado  todo  el 
^anto  dia  en  predicar,  confesar,  esplicar  el  catecismo,  asistir 
á  los  moribundos,  administrar  sacramentos,  ere.  Esto  cuesta 
todavía  mucho  mas  trabajo  al  principio  por  la  dificultad  do 
la  lengua,  que  no  tiene  relación  ni  sem<?janza  alguna  con 
las  nuestra>s,  por  lo  cual  se  necesita  mucho  tiempo,  aplica- 
■eion  y  paciencia  para  aprenderla. — Digo  esto,  por  que  si  acaso 
^n  adelante,  llegaren  á  transcurrir  varios  años  sin  recibir 
<»¿irtaí5  mias,  sepáis  el  por  qué  y  no  lo  atribuyáis  á  haber  perdi- 
do yo  vuestro  amor  y  vuestro  recuerdo. 

Viniendo  á  nuestro  viaje,  diré  que  partimos  de  Buenos 
Aires  el  13  de  julio  de  1729.  Fuimos  por  tierra  á  un  riacho 
distante  diez  y  ocho  millas,  que  llaman  las  Conchas  y  sirve 
<le  í)uerto  ordinario  á  las  Balsas  de  los  indios. 

La,s  Balsas  son  unas  ^?mbarcaciones  formadas  de  dos  ca- 
noas, entre  dos  pequeños  esquifes  de  una  sola  pieza,  escm- 
vados  en  un  tronco  de  árbol,  los  cuales  se  unen  colocando 
en  el  medio,  sobre  el  plano  de  cañas,  una  casita  ó  cabana, 
hecha  de  esteras,  cubierta  con  paja  ó  cuero,  en  la  cual  cabe 
una  cama  pequeña,  y  algunas  otras  <?()sas  necesarias  para  el 
"viajero. 

Quince  eran  las  balsas  que  nos  esperaban  con  veinte  y 
mas  indios  en  cada  una,  las  cuales  aunque  de  diferentes  na- 
<áones,  eran  sin  embargo  cor  iinuní  et  anima  mea,  y  nos  reci- 
bieron en  son  de  fiesta  con  sus  pífanos  y  tamboriles,  estraor- 
dínariamente  cont-entos  de  poder  conducir  misioneros  á  sus 
tierras.  Salimos  del  puerto  con  viento  felicísimo,  que  por 
favor  del  cielo  nos  duró  los  ocho  dias,  que  empleamos  en 
ponernos  á  la  otra  banda  del  Rio  de  la  Plata.  No  pudiendo 
íí travesarlo  en  un  solo  dia  por  tener  allí  unas  treinta  y  tantas 
millas  de  ancho  no  arriesgan  el  engolfarse  en  él  con  peligro 
de  (|ue  levantándose  en  el  medio  un  poco  de  viento,  tumbe 
Üa  balsa,  que  es  una  embarcación  sumamente  ligera,  como 
lia  suc(»dido  varias  veces,  atravesando  otros  muchos  meno- 
res. Asi  es  que  siempre  se  va  cerca  de  tierra  y  cuando  mas  á 
iin  tiro  de  piedra  de  la  playa,  lo  que  facilita  el  tomar  puer- 


286  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

to  en  el  momento  que  se  levanta  de  improviso  cualquier 
viento.  Por  esto  en  vez  de  pasar  directamente  á  la  embocadu- 
ra del  Uruguay,  van  costeando  por  ciento  cincuenta  mi- 
nias, entre  amenísimas  islas,  hasta  que  llegan  a  una,  que  no 
dista  <  mas  de  siete  ú  ocho  de  la  otra  banda,  desde  la  cual  se- 
dejan  caer  á  la  punta  que  forma  ángulo  entre  el  Uruguay  y 
Rio  de  la  Plata.  Asi  con  un  viaje  feliz  de  solo  ocho  días, 
nos  libramos  de  aquel  paso,  el  mas  peligroso  de  todos,  nos  en- 
'contramos  en  el  gran  Rio  Uruguay,  uno  de  los  mayores  d^ 
América.  En  su  boca  no  se  distingue  la  otra  playa  sino  en  ua 
dia  claro,  y  aun  así.  confusamente. 

Para  daros  una  idea  de  su  anchura  os  diré  solamente,  qo& 
l)asándolo  por  frente  á  la  Reducción  en  que  me  encuentre 
al  presente,  situada  á  seiscientas  noventa  millas  de  su  em- 
bocadura, en  una  embarcación  bien  ligera,  con  diez  hom- 
bres, pude  cómodamente  recitar  todos  los  Maitines.  Discur- 
rid aliora,  que  será  cinco  6  seiscientas  millas  mas  abajo. 
después  de  haber  recibido  el  tributo  de  tantos  ríos.  Asi 
como  el  Rio  de  la  Plata  está  sembrado  de  bancos,  el  Uru- 
guay lo  está  de  escollos  de  piedra  viva  que  surjen  desde  el 
fondo  hasta  flor  de  agua.  Por  esta  razón,  es  muy  peligrosa 
para  lais  grandes  embarcaciones,  que  si  dan  en  uno  de  ellos, 
se  hacen  pedazos.  Esta  es  la  causa  de  que  se  sirvan  de  balsas 
mas  bien  que  de  Tartanas  ú  otros  barquichuelos  á  vela, 
como  en  el  Paraná,  aunque  est«e  tenga  el  mismo  fondo  Las- 
balsafi  aunque  den  en  los  escollos  ocultos  no  reciben  mucho  da^ 
ño  porque  siendo  muy  livianas,  y  manejadas  solamente  á 
remo,  no  chocan  con  mucho  ímpetu,  además,  la/?  icanoasr- 
ffon  de  una  sola  pieza,  y  por  consiguiente  no  hay  peligro, 
como  de  otras  naves,  de  que  se  abran  las  junturas  al  dar  en- 
algún  escollo,  ant^s  al  contrario,  calan  tan  poco  que  paraií 
sobre  la  punta  de  los  escollos.  Sin  embargo,  como  la  estre- 
inidad  de  estas  piedras  es  muy  aguda  y  cortante,  raspan  de* 
tal  modo  el  fondo  de  las  canoas  que  pasan  por  encima,  que  las 
inutilizan  en  pocos  viajes.  Pasando  aquel  golfo,  que  es  como 
el  paso  de  Malamocco,  y  entrados  felizment.e  en  el  Uruguay^ 


COMUNICACIÓN   FLUVIAL   EX   1730.  287 

permaneeimos  alanos  dias  cérea  de  un  i)eqiieño  rio  que 
llaman  Rio  de  las  Vacas,  para  hacer  provisión  de  carne  para 
la  gente,  pues  hay  en  esa  punta  una  Estancia  de  un  señor 
español  que  tendrá  treinta  ó  treinta  y  seis  millas  de  su  do- 
minio, unos  veinte  y  ocho  ó  treinta  mil  animales  vacunos  y 
vend<i  cuantos  se  buscan  á  todas  las  embarcaciones,  que  van 
y  vienen  de  Buenos  Aires.  Hicimos  aquí  provisión  de  sesen- 
ta y  tantos  novillos,  ó  buey^ís  jóvenes,  que  como  andan 
completamente  libres  en  el  campo  (pues  en  estas  Provincias 
no  se  usan  jamás  establos  para  las  bestias,  y  por  ser  fértilí- 
simos los  pastos,  eran  de  un  tamaño  y  gordura  estupendos. 
Los  pagamos  solamente  en  seis  paoli  romanos  cada  uno,  ([iie 
es  por  aquí  el  precio  corriente,  escepto  ^n  Buenos  Aires 
donde  cuestan  casi  el  doble.  Así  vinieron  a  cuatro  ó  cinco 
por  balsa,  provisión  que  apenas  basta  á  los  indios  para  diez 
ó  doce  dias,  que  se  suelen  emplear  en  llegar  á  Santo  Domin- 
go, donde  se  hacen  nuevas  provisiones  de  carne,  pues  el  (lue 
no  lo  ha  visto,  no  puede  imaginarse  la  voracidad  de  ost*is 
gentes.  Yo  he  visto  durante  el  viage  á  la  chusma  de  una 
balsa  sola,  que  suele  ser  de  veinte  y  cuatro  personas,  co- 
merse en  menos  de  un  dia  un  buey  bien  grande,  como  si  Fue- 
se un  ternerillo,  y  no  comer  mas,  porque  no  tenían.  C»s 
aseguro  que  por  aquí,  muchacho  de  doCiC  á  catorce  auos  c  >mia 
solo,  lo  que  no  podrán  llegar  á  comer  allá  cinco  ó  seis  hombres 
de  buen  diente.  Cual  sea  la  causa  de  esto  no  lo  entiendo 
á  menos  que  se  diga,  que  nesecitan  mucho  mas  alimento 
que  los  Europeos,  por  tener  mayor  calor  natural  ó  porcpie 
ftean  las  carnes  mas  débiles, — porque  lo  cierto  es  qu«?.  llenán- 
dose como  lo  liacen,  parece  que  no  se  ven  jamás  ¡ndifir(;st  iones 
ni  obstrucciones  de  estómago,  como  sucede  entre  nosotros  cuan- 
do se  come  mas  de  lo  necesario,  y  además  casi  todos  son 
flacos. 

No  es  menos  curioso  el  modo  que  tienen  de  comer  la  car- 
ne.— Matan  una  vaca  ó  un  toro,  y  mientras  unos  lo  degüe- 
llan, otros  lo  desuellan,  y  otros  lo  descuartisan,  d«  modo, 
que  en  un  cuarto  de  hora  se  llevan  los  trozos  á  la  Balsa.     En 


Ü88  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

seguida  encienden  en  la  playa  una  fogata  y  con  palos  se 
hace  cada  uno  un  asador,  en  que  ensarten  tres  ó  cuatro  pe- 
dazos de  carne,  que  aunque  está  humeando  todavía,  para 
ellos  está  bastante  tierna.  En  seguida  clavan  los  a^sadores  en 
(tierra,  al  rededor  del  fuego,  inclinados  hacia  la  llama  y  ellos 
se  sientan  en  ruela  sobre  el  suelo.  En  menos  de  un  cuarto 
de  hora  cuando  la  carne  apenas  está  tostada  se  la  devoran, 
por  dura,  que  esté  y  por  mas  que  eche  sangre  por  todas  par- 
tes. No  pasa  una  ó  dos  horas  sin  que  la  hayan  digeri- 
do y  estén  tan  hambrientos  como  antes,  y  si  no  están  im- 
pedidos por  tener  que.  caminar  ó  cuah|uiera  otra  ocu- 
pación, vuelven,  como  si  estuvieran  en  ayunas  á  la  misma 
función. 

Es  verdad  también,  que  su  manera  de  remar  ayuda  mu- 
rho  á  la  digestión,  ¡)orque  están  siempre  en  pié.  Sus  remos 
tienen  la  pala  muy  larga.  El  mango  que  es  tan  largo  como 
el  de  una  pica,  lo  toman  de  muy  arriba  y  lo  ponen  derecho 
b1  agua  como  ú  de  la  canoa  azotase  el  rio  hacia  atrás  y  se 
jnclinan  todos  al  mismo  tiempo  cop  todo  el  cuerpo,  hasta 
poner  derecha  la  pala,  y  muchas  veces  hasta  tocar  el  agua 
pon  la  mano.  Este  ejercicio  es  tan  fatigoso,  que  á  pesar  de 
no  tener  otro  vestido,  sino  los  calzones,  se  llenan  de  sudor 
por  todas  partes.  Resisten  esta  fatiga  por  cuatro  (S  cinco  ho- 
ras, hasta  que  llegan  á  algún  riachuelo  donde  entran  á  tomar 
tierra  en  sitio  que  por  la  noche  ofrezca  seguridad  para  las 
balsas. 

Una  vez  desembarcados  lo  primero  que  hacen  es  formar 
con  follage  un  pequeño  altar,  en  que  colocan  la  imagen  de 
la  Santísima  Virgen,  que  cada  balsa  lleva  siempre  consigo 
con  otras  imáorenes  de  Santos,  eoiuo  San  José,  San  Fran- 
cisco Javier,  San  ^Xntonio  de  Pauda,  santos,  por  los  cuales  tie- 
nen especial  devoción,  y  ante  él  entiman  al  son  de  sus  pífanos 
y  tam])oriles  el  Avr  Maris  sfclla:  recitan  después  el  Rosario, 
las  letanias,  y  terminan  con  el  acto  de  contrición  juntamente 
con  los  Padres,  cada  uno  de  los  cuales  lo  hace  con  la  gente  de 
su  Balsa, 


COMUNICACIÓN  FLUVIAL  EN   1730.  289 

Ei-a  verdaderam<?nte  edificante  ver  aquella  pobre  gente 
tan  sudada  y  hambrienta,  entretenerse  con  recitar  con  tanta 
devoción  sus  oraciones ;  así  como  era  consolador  oir  resonar  pu 
iiUHÜo  de  los  ])osques  las  alabanzas  del  Señor. 

Terminadas  las  oraciones,  hacian  fuego  al  momento,  car- 
liaban  sus  asadores  siempre  nuevos,  y  empezaban  á  devorar 
como  antes.  Después  de  esto,  se  estendian  en  el  suelo  so- 
bre una  piel  de  buey  ó  de  tigre,  y  dormian  profundísima- 
meute  en  varios  círculos  ó  ruedas,  en  cuyo  centro  \\uh\h 
«iempre  encendido  un  buen  fuego,  no  tanto  i)ara  calcntarst^ 
cn;'nto  para  *i(  tenderse  de  los  Tv*.>rt*s.  que  en  viendo  fucírc» 
no  se  atreven  á  acercarse.  Sin  esta  precaución  asaltan  fre- 
cuent emente  la  gente  que  duerme,  y  ha  sucedido  varias 
veces  arrastrar  tan  velozmente  un  hombre  á  sus  cuevas,  que 
no  ha  habiilo  tiempo  ni  modo  de  poder  socorrerlo.  Levanta- 
dos á  la  mañana  siguiente  muy  temprano,  hacen  al  momento 
una  l)ucna  comida,  terminada  la  cual,  dan  con  sus  instru- 
Hienlos  la  señal  para  las  oraciimes  de  la  mañana.  En  se- 
guida se  ponen  en  marcha,  caminando  hasta  cerca  de  medio 
<lia,  que  bajan  á  tierra  á  t(miar  algún  reposo  y  alimento  Y 
es  admiral)le  ver  la  prontitud  en  que  apenas  les  dice  el  Padre: 
^'Arriba,  hijos,  marchemos!^*  dejan  el  sueño  y  el  bocado  co- 
menzado, y  t<miando  apresuradamente  los  remos,  continúan  su 
viaje. 

El  rio  es  fecundísimo  en  peces,  muchos  de  los  cuales 
vi  con  sumo  gusto,  tomar  con  el  arco,  porque  soltando  la 
flecha  aunque  el  j)ez  esté  debajo  del  agua,  lo  trapasa,  y  he- 
rido sale  á  flote  con  la  flecha  clavada  y  lo  toman.  Son 
abundantes  también  los  Lobos  marinos,  como  en  el  Rio  de  la 
Vhúñ  y  hay  ademas  algunos  Puercos  ma||*inoH  que  lla- 
man Capiguá,  á^  una  especie  de  yerba  que  comen  en  tie- 
rra. Son  ávidos  de  la  galleta,  y  se  domestican  muy  fácil 
mente,  como  lo  probó  con  dos  de  tal  manera  que  se  hacen  im- 
pertinenten. 

Las  playas  por  uno  y  otro  lado  son  generalmente  un 
bosque  continuo  6  de  Palmas,  ó  de  otros  árboles,  distinto» 


290  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

de  los  nuestros,  y  que  en  su  mayor  parte  conservan  las  lio. 
jas  t(Kk)  el  año.  Se  ven  ademas  de  cuando  en  cuando  be- 
llísimas aves,  grandes  y  pequeñas,  de  varios  colores,  que 
Gi^rá  largo  describir,  entre  las  cuales  sin  embargo,  hay  una 
singular  por  su  pequenez,  pues  apenas  llegará  á  la  mitad 
de  un  reyezuelo,  y  todo  de  color  verde  dorado  como  las  plu- 
mas del  l*avo-real.  Está  siempre  en  el  aire  (al  menos  de 
dia)  y  se  alimenta  solo  de  flores  de  los  árboles,  que  chu- 
pa, manteniéndose  en  el  aire  y  batiendo  las  alajs.  Los  es- 
pañoles han  enviado  muchos  de  ellos  á  España,  por  curio- 
sidad entre  una  carta,  porque  un  cuerpo  tan  pequeño  ocui)a 
poquísimo  sitio,  y  aun  muerto  conserva  sus  bellísimas  plu- 
mas. 

ílay  muchísimos  l^apagayos  de  varias  especies. 

Entre  los  animales  terrestres  que  frecuentan  los  b(íS- 
(pies,  ademas  de  los  Ja  valles,  de  los  cuales  una  tarde  solo^ 
los  de  dos  balsas  mataron  á  palos  treinta  y  cinco,  y  de  ItJS 
(,'iervos  y  ('abrios  monteases,  los  mas  comunes  son  los  ti- 
gres, los  cuales  muchas  veces  están  sentados  en  la  playa  mi- 
rando las  balsas  que  pasan.  Son  mas  grandes  y  mas  fero- 
ces que  los  de  África.  En  cuanto  á  su  tamaño  diré  solo  lo- 
que he  visto  con  mis  ojos  y  tocado  con  la  mano.  Los  indios 
de  la  Reducción  en  que  me  encuentro,  mataron  uno,  y  lle- 
varon la  piel  á  casa  del  padre.  Pareciéndome  monstruoso 
quise  medirlo,  y  haciéndolo  poner  derecho  sobre  dos  pies 
ícomo  cuando  saltan  y  se  arrojan  sobre  el  hombre,  encon- 
aré que  por  mas  que  me  esforzara  en  alzar  la  mano  no  po- 
bia  llegar  sino  á  la  boca,  y  como  sabéis,  yo  no  soy  tan  pe- 
<lueño  de  estatura.  Verdad  es  que  este  era  de  tamaño  es- 
Jtraordinario  y  por  eso  lo  llevaban  á  mostrarlo,  con  todo, 
no  era  esta  la  primera  piel  que  veia  de  ese  \  amaño,  aunque 
no  la  hubiera  medido  con  tanta  exactitud.  Ordinariamente 
son  muchos  maj^ores  que  las  que  yo  habia  visto  en  poder  deí 
Serenísimo  Durpie  de  Parma,  como  comprendí  por  uno  solo 
<iuc  vi  á  distancia  de  unos  cincuenta  paaos.  Son  también 
mas  bellos,  por  que  el  fondo  de  su  piel  es  casi  color  de  jro. 


COMUNICACIÓN   FLUVIAL   EN   17:W.  291 

Pero,  como  dije,  son  también  mas  feroces;  pues  si  se  sien-e 
herido  de  dardo  ó  bala,  sino  queda  muerto  en  el  acto  (lo 
que  muy  raras  veces  sucede)  no  huye  como  otras  fieras, 
fcino  que  se  arroja  con  rabia  indecible  contra  el  agresor,  y  ht 
busca  para  envestirle,  aun  que  fuera  en  me<lio  de  cien  per 
eonas. 

Sucedió  en  presencia  del  Padre  Miguel  Giménez,  nuv*<- 
tro  Superior,  durante  el  viaje,  que  tres  indios  se  dirgienm 
hacia  una  tigra,  que  habian  visto  retirarse  á  un  l)Osquecillo 
aislado.  El  padre  se  puso  en  un  sitio  apartado  y  eminente 
para  ver  la  caza,  que  siguió  en  esta  forma. — Iban  los  indos 
piorno  gente  práctica,  armados  de  dos  lanzas  y  uno  con  mos- 
quete. Kste  marchaba  en  medio,  y  los  dos  con  lanzas  ji  los 
lados.  En  este  orden  anduvieron  circundando  el  bosque, 
hasta  ijue  la  •.! escubrieron.  Entonces  el  mosquetv*ro  lanzó 
el  tiro  y  la  hirió  en  la  cal>eza;  y  me  refirió  el  Padre,  que  fué 
instantáneo  oir  el  tiro,  y  ver  la  tigra  en.sartada  en  el  airi* 
con  las  lanzaos;  porque  al  sentirse  herida  hizo  un  grande  es- 
fuerzo para  arrojarse  en  el  acto  contra  el  tirador,  y  los  que 
c  on  este  objeto  se  habian  colocado  á  los  dos  lados,  sabiendo  W 
que  habia  de  suceder,  al  llegar  le  plantaron  con  adiuirí:lle 
destreza  his  lanzas  uno  de  cada  lado  y  la  cruzaron  en  ei 
aire. 

Son  muy  abundantes  también  las  víboras,  de  las  cuales. 
ó  por  la  cuerda  con  que  se  ata  la  Balsa  á  un  ár])ol,  ó  por  la 
tabla  que  se  pone  para  pasar  á  tierra,  se  atrevió  á  entrar 
una  en  la  Balsa  del  Padre  Superior,  el  cual  encontrándose 
encerrado  con  ella,  sin  poder  huir  tuvo  no  pequeño  espanto 
hasta  que  ocurriendo  la  giente  de  la  Balsa  la  mataron.  Mu- 
chos indios  mueren  de  la  mordedura  de  las  víboras,  siendo 
lio  obstante  muchos  los  que  sanan,  si  acuden  pronto  á  cu- 
rarse, para  lo  cual  no  les  faltan  antídotos  de  varias  yerbas 
especialmente  del  Nardo.  Pero  si  son  mordidos  de  la  que 
llaman  de  Cascabel,  no  creo  que  encuentren  remedio.  Una 
sola  vi  de  estraordinario  tamaño,  que  descubrieron  tras  df 
les  ranchos  en  que  estábamos  sentados  y  la  mataron.    Es 


2fl2  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

cosH  ])rodigiosa  los  nudos  que  tienen  en  la  cola,  de  los  qu<» 
dicen  les  crece  uno  cada  año,  y  mientras  camina  hace  con 
ellos  cierto  ruido  como  de  campanilias,  por  el  cual  es  sen- 
tida, aunque  marche  sobre  el  pasto. 

A  pesar  del  peligro  de  estos  y  de  otros  animales  dañinos 
los  indios  apenas  toman  tierra,  entran  en  los  l>osques  ma? 
densos  y  con  sus  hachas  forman  en  un  abrir  y  cerrar  de  ojos 
cada  comparsa  delante  de  su  balsa,  una  plazoleta  donde, 
echados  en  el  suelo  comen  y  duermen  con  una  paz  y  gusto 
admirables  en  lo  que  traspira  su  innata  inclinación  a  habitar 
en  los  bosques  eomo  en  otro  tiempo. 

He  estimado  conveniente  poner  todo  esto  unidamente 
y  d(»  una  vez,  p«ra  que  tomada  esta  noticia  general,  podáis 
entender  mejor  lo  que  paso  a  narrar  acerca  de  los  incidentes 
particulares  de  nuestro  viaje. 

Antes  de  partir  de  la  punta,  á  que  como  dije,  habiamos 
llegado  felizmente,  el  Señor  comenzó  á  enviarnos  algunas 
pequeña-s  tribulaciones,  que  temperasen  un  poco  la  alegría 
tal  vez  escesiva,  que  habiamos  concebido  por  el  principio 
tan  feliz  de  nuestra  navegación.  La  primiera  fué  una  hor 
rible  tempestati  a  cielo  sereno  y  de  puro  viento  que  por  In 
desmesurada  anchura  del  rio  Uruguay  levantaba  las  onda^! 
como  en  el  mar.  Por  mas  que  los  indios  procurasen  atraer 
á  tierra  sus  balsas  y  poner  atrás  montones  de  rama«  para 
romper  las  ondas  y  evitar  que  entrasen  en  las  canoas,  era»* 
estas  tan  hinchadas,  que  no  solo  entraban  en  ellas,  sino  qu** 
pasando  las  ramas  y  la.s  mismas  canoas,  iban  á  romperse 
en  la  playa.  Los  Padres  bajaron  a  tierra  á  gozar  el  fresco 
de  a(piella  noche,  qu^:  por  fjer  hacia  fines  de  julio  cuando 
aquí  (como  escribí  en  otra  mia)  es  el  rigor  del  invierno,  era 
frígidísima;  y  por  mas  que  los  indios  se  apresurasen  á  des- 
cargar las  balsas,  no  lo  pudieron  hacer  tan  presto,  que  no 
se  perdiesí^  varias  prc» visiones.  Día  y  medio  duró  la  tem- 
]iestad,  en  la  cual  se  anegaron  todas  las  balsas  escepto  ima 
o  dos,  y  costó  á  aquella  pobre  gente  no  pequeño  trabajo,  vol- 
ver á  ponerlas  en  su  primer  estado,  principalmente  la  mia 


COMUNICACIOM   FLUVIAL   EX   1730.  29^ 

en  que  no  solo  fué  preciso  vaciar  la  canoa  llena  de  agua,  sino 
deshacer  toda  la  Balsa  y  remedar  con  tabla  una  canoa  que 
fce  habia  abierto  en  un  lado  por  lo8  impetuosos  golpes  de  las 
ondas.  Pero  nuestra  mayor  tribulación  fué  descu])rir  entre 
la  gente  dos  enfermos  de  viruelas,  enfermedad  que  por  ser 
muy  contagiosa  aun  entre  los  indios,  nos  caiLsó  un  gran 
temor.  Los  alejamos  al  momento  de  los  otros  y  consiguien- 
do dejarlos  con  gente  que  los  asistiese,  concebimos  alguna 
esperanza  de  librarnos  del  grave  peligro  de  una  epidemia  en 
el  viaje  y  nos  pusimos  prontamente  en  marcha. 

Al  cabo  de  siete  á  ocho  dias  de  camino  llegamos  á  Santvi 
í)(mnngo  de  Soriano,  que  es  una  Keduccion  de  cristianos 
bajo  el  cuidado  de  los  R.  R.  P.  P.  de  San  Francisco.  Era 
párroco  alli  un  santo  anciano  que  nos  recibió  con  tales  eu- 
trañas  de  caridad,  que  si  hibieramos  sido  sus  religiosos,  no 
hubiera  podido  usar  mayores  finezas.  Antes,  porque  era  líi 
víspera  de  San  Ignacio  hizo  repicar  las  campanas,  y  al  día 
siguiente,  quiso  ceK^brar  él  la  misa  cantada,  lo  que  s«í  hizo 
con  la  mayor  solemnidad  y  fiesta,  común  para  sus  indios  y 
los  nuestros.  Vqui  sin  embargo  mezcló  Dios  un  poru  de 
amargo  á  tanta  dulzura,  por([ue  se  descubrieron  otros  tr.'s 
atacados  de  viruela,  uno  de  los  cuales  murió  aijuel  diíi.  cu- 
yas exequias  quiso  el  buen  Padre  celebrar  personnlniemc 
Pero  temiendo  que  pudiese  sucedemos  lo  que  etcctivauípnre 
sucedió  [)oco  después,  el  Padre  Suj)erior  compró  allí  al;L»unos 
caballos  y  despachó  por  tierra  un  aviso  á  los  Padres  de  la 
])rimera  Reducción  CYapí^'ú)  notificándohís  el  p"li^ro  ♦•n 
(Uie  estábamos,  y  rogándoles  nos  enviaran  socorros  de  pro- 
visiones; porque  si  la  peste  seguía  corríanlos  riesgo  d(*  (pie- 
darnos  á  medio  camino. — Dt*spu(^  de  haber  lioebo  nueva 
provisión  de  carne  como  antes,  y  esp(»rando  vernos  liares 
del  íH^ligro  con  la  separación  de  los  enfermos,  conlínuamos 
nuestro  viaje.  Después  de  algunos  dias  de  camino,  tiramos 
hacia  la  otra  parte  del  rio,  porque  es  mas  fácil  allí  encouírar 
toros  y  vacáis  para  proveer  la  gente,  pues  los  intieíes,  dan- 


294  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

(loles  im  poco  de  tabaco,  de  tela  ó  cualquiera  fruslería  traen 
ellos  inismos  la  carne  á  las  Balsas, 

El  dia  mismo  que  pasamos  á  aquella  Banda  nos  salieron 
al  encuentro  en  multitud. 

Los  hay  de  varias  naciones,  Bolianes,  Martidanes,  Man- 
chados y  Charrúas,  que  ocupan  en  unas  cuatrocientas  millas 
el  país  que  se  estiende  entre  el  ürugruay  y  el  Rio  de  la  Plata 
'ó  Paraná  como  suelen  llamarle)  hasta  nuestras  Misíonefi 
La  nacicm  mas  numerosa  entre  todas  estas,  es  la  de  los  Char- 
rúas, gente  bárbara,  que  viven  como  bestias,  siempre  en  el 
campo  ó  en  los  bosques,  sin  casa  ni  techo.  Van  vestidos 
a  la  l¡í?era  y  siempre  á  caballo,  con  arcos,  flechas,  mazas  ó 
lanzas,  y  es  inereible  la  destreza  y  prontitud  con  que  mane- 
jan sus  caballos.  Esta  habilidad  es  común  á  casi  todas  estas 
naciones;  de  modo  que  aunque  los  españoles  sean  grandes  gi- 
n^tes,  superiores  á  cualquiera  otra  nación  de  Europa;  sin 
embargo  es  rarísimo  el  cai50  de  que  puedan  alcanzar  en  la 
carrera  ni  a^^ometer  con  la  lanza  un  indio. 

Cierto  dia  que  volvimos  á  pasar  á  la  derecha  del  rio 
nos  vinieron  al  encuentro  en  la  playa  no  se  cuantos  Guandas 
que  es  otra  nación  nuimerafiíftima  que  habita  ^1  gran  país  si- 
tuado entre  el  T>uguay  y  el  mar  hasta  nuestras  elisiones. 

Esta])an  todos  á  caballo  hombres  y  muchachos,  entre  los 
cuales   observé   un   chiquillo   que   estaba   acostado   sobre   si? 
caballo  como  en  una  cama,  con  la  cabeza  en  el  cuello  y  los 
pies  cruzadas  sobre  la  grupa,  postura  en  que  estaba  mirán- 
donos atónito    á  nosotros  y  á  nuestros  indias.     Xo  vestía  mas 
traje  (¡ue  un  andrajo,  que  á  manera  de  tahalí  le  venía  desde 
el  hombro  derecho  hasta  debajo  del  brazo  izquierdo,  en  cu- 
yos pliegues  guardaba  sus  provisiones  como  en  una  bolsi 
T)esí)ues  de  hal>er  estado  un  rato  mirándonos  de  ese  modj 
«e  enderezó  de  improviso  en  su  caballo,  y  tomando  la  carre- 
ra desapareció.  Pero  los  mas  maravilloso  de  aquella  ligereza 
en  correr.  <^ra  que  no  tenia  silla,  ni  estribos,  ni  espuelas,  ni 
-siquiera  una  varilla  con  que  estimular  el  caballo,  sino  que 
iba  desnudo  sobre  un  animal  completamente  desnudo  tam- 


COMUNICACIÓN   FLUVIAL   EN   1730.  29o 

bien.     Discurrid  ahora  como  andarán  los  hombres  que  sOn 
inaíí  ejercitados. 

Volviendo  á  los  Charrúas :— son  gente  verdaderameiite 
bárbara  y  como  se  esponen  casi  desnudos  á  la  lluvia  y  al  sol. 
toman  un  color  tostado;  sus  cabelleras,  de  no  peinarlas  ja- 
más, son  tan  desgreñadas,  que  parecen  furias.— Los  princi- 
pales llevan  engastados  en  la  barba  algunos  vidrios,  piedr?fs 
ó  pedazos  de  lata,  y  otros,  apenas  tienen  un  dedo  ó  dos  en 
la  mano,  porque  acostumbran  cortarse  una  articulación  en 
señal  de  duelo  por  cada  pariente  que  muere:  costumlire 
bárbara  que  comienza  á  desaparecer.  Las  mujeres  son  las 
que  trabajan  en  las  necesidades  de  la  familia  y  particular 
nient(»  en  las  c<mtínuas  mudanzas  de  sus  ])arraccus  de  un  si  lio 
á  otro  con  las  cuales  van  cargadas,  además  de  llevar  uno  /» 
dos  niños  atados  á  la  espalda,  y  marchan  siempre  á  [>ii; 
mientras  que  sus  maridos  lo  hacen  á  caballo  sin  mas  pesv^ 
que  el  de  sus  armas.  No  plantan,  ni  siembran,  ni  cultivao 
ios  campos  de  ningún  modo,  contentándose  con  los  anima 
1( s,  que  encuentran  en  abundancia  por  todas  partes,  y  Po^- 
ifian  el  único  alimento  que  apet-eeen.  Gustan,  sin  embarco, 
lo  mismo  que  los  Pampas  circunvecinos  de  Buenos  Airrs 
i:ias  de  los  potros  que  de  las  vacas.  No  tienen  habita^  un 
fija,  sino  que  andan  siempre  vagamundos,  hoy  aquí,  y  ma- 
ñana allá;  y  lo  mismo  hacen  los  Guanoas  en  la  otra  batHl.M 
K<Ui  ha  sido  sien»pre  un  impedimento  grandísimo  para  su 
i'onversion,  porqué,  no  estando  estables  en  ninguna  parte, 
í^*<  imposible  instruirlos  ni  administrarles  los  Sacramentos,  .si 
hoy  han  de  estar  en  un  lugar  y  mañana  en  otro.  ^luobísimo 
y  por  largo  tiempo  han  trabajado  los  Padres,  por  convertir- 
los;  pero  hasta  ahora  ha  sido  imposible.  Por  esta  ••\ix.on 
queriendo  el  actual  Padre  Provincial  emprender  nuevas  ci- 
siones entre  los  infieles;  además  de  las  que  atiende  conti- 
nuamente esta  Provincia, — ha  puesto  los  ojos  sobre  la  Na- 
ción algo  lejana  de  los  Guáyanos, — háeia  la  cual  se  pondrán 
<^n  marcha  los  misioneros  muy  en  breve  con  la  esperanza 
<le  obtener  mucho  mayor  fruto  que  de  los  mencionados  J'T 


296  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRÉ». 

ros  y  Charrúas,  tantas  veces  emprendidas  antes.  Verdad  <  s 
que  en  una  ocasión  consiguieron  juntar  gran  cantidad  di* 
estos  hafita  formar  una  población  muy  numerosa  bajo  el  t-'- 
tulo  y  patrocinio  de  San  Andrés;  pero  poco  tiem¡)o  después 
impacientes  al  verse  obligados  á  vivir  en  un  solo  país, — 
marcharon  de  i-epente  unos  á  una  parte,  otros  a  otra,  dejan- 
do desierta  la  Reducción.  Lo  mismo  sucedió  en  la  otra  ban- 
da con  los  Guanoas,  por  cuya  conversión  han  trabajado  mu- 
chísimo los  Misioneros;  y  llegaron  poco  ha,  á  fundar  una 
Reducción  llamada  Jesús  y  Marta,  con  esperanza  de  fundar 
en  breve  muchas  otras,  cuando  una  mañana  al  llamar  al 
pueblo  con  la  campana  para  oir,  como  de  costumbre,  la 
Santa  ]MÍ8a,  no  se  encontró  una  alma.  Asombrado  el  Padn»- 
Misionero  con  tal  novedad,  sale  de  su  casa  y  encuentra  qu*^ 
en  la  noche  anterior  se  habian  ido  todos,  volviéndose  a  sus 
})osques. — Sin  embargo,  de  estofi  suelen  convertirse*  nuichos 
que  se  vienen  á  vivir  en  las  Reducciones  de  nuestros  otios- 
cristianos.  El  mismo  Padre  Provincial,  que  ha  sido  por  mu- 
chos años  insigne  misionero,  envia  ahora  nuevos  predica- 
dores a  esas  gentes,  con  orden  que  una  vez  convertido  up 
número  competente,  se  transporten  al  seno  de  nuestras  Re- 
ducciones, para  alejarlos  de  sus  parientes,  y  á  fin  de  e\'itar 
que  los  que  vienen  á  visitarlos  de  su  Nación,  los  perviertan 
como  sucedió  anteí». 

Pero  por  lo  que  toca  á  los  Jaros  y  Charrúas,  hasta  ahora 
no  se  ha  encontrado  ningún  buen  remedio.  Concurre  no  poco 
á  su   obstinación,   la  antipatía  que   tienen  á   los  españoles 
ríontra   las   cuales  se  han  defendido  valerosamente,   conser- 
vando su  libertad  como  otras  muchas  Naciones.     El   trata 
por  otra  parte  que  tienen  con  las  ciudades  de  los  españoles 
ahora  que  están  en  paz  con   ellos,   produce   casi  el  mismí> 
efecto,    que  entre   los   herejes   de   Europa,    que   comunicán- 
dose con  los  Católicos,  en  vez  de  mirar  los  muchos  bienes 
que  podrían,   observan  solamente  algunas  faltáis  ó  defectos? 
inevitables  en  la  multitud:  observación  (pie  les  sirve  para 
obstinarse  mas  y  mas  en  sus  errores. — A  todo  esto  se  junta 


COMUNICACIÓN    FLUVIAL   EN    U.W.  297 

la  multitud  de  Apóstatas,  que  viven  entre  ellos;  pues  suec- 
<ie  muy  frecuentemente,  que  en  treinta  y  tantas  numerosí- 
simas Reducciones  de  cristianos,  fundadas  en  estas  misiones 
del  Uruguay  y  Paraná,  se  encuentran  algunos  disolutos  ó 
ílesarreglados,  que  viendo,  ])or  una  parte,  que  sino  viven 
con  la  piedad  y  edificación  de  los  otros,  son  acusados  y  cas- 
tigados: y  no  queriendo,  por  otra,  volver  al  buen  camino, 
huyen  y  se  refugian  entre  las  infieles  para  vivir  á  su  capri- 
cho. Lo  mismo  se  ha  de  decir  de  algunos  españoles,  que,  ó 
por  sustraerse  á  la  justicia,  ó  por  vivir  con  todo  género  de 
libertad,  se  refugian  entre  ellos,  como  se  refugian  en  Italia 
los  bandidos  entre  los  asesinos  y  figuraos  que  idea  harán 
concebir  á  los  infieles  de  la  Religión  Cristiana,  l^n  dia  dan- 
do vuelta  la  punta  de  un  bosque,  después  del  cual  se  abría 
un  buen  trecho  de  playa  rasa,  la  encontramos  cubierta  casi 
toda  de  indios  á  caballo,  armados  de  arco  y  lanza  y  dispues- 
tos en  forma  de  media  luna,  que  nos  esperaban  en  aquel  paso 
para  darnos  carne  y  recibir  de  nosotros  algunas  cosas.  To- 
dos sus  gefes  tenian  nombre  de  cristianos.  El  cacique  prin- 
cipal se  llamaba  don  Simón,  y  por  cierto,  que  era  una  carica- 
tura bien  ridicula.  Llevaba  una  especie  de  manto  de  la  figu- 
ra d^  una  capa  pluvial,  compuesto  y  remendado  con  varias 
piezas,  entre  las  que  se  veian  algunas  pieles  viejas  pintadas 
como  cueros  que  habrá  encontrado  en  alguna  ciudad  española 
en  casa  de  algún  ropavejero.  Llevaba  en  la  mano  un  peque- 
ño 1>aston  negro  con  puño  de  latón,  redondo,  encima  y  lo  ma- 
nejaba como  un  cetro  con  la  gravedad  correspondiente  á  aquel 
manto  y  a  su  cabellera  no  menos  desgreñada,  que  la  de  los 
otros.  En  cuanto  á  los  demás  gefes,  uno  se  llamaba  Fran- 
cisco y  hablaba  español  admirablemente:  el  otro  tenia  por 
nombre — Juan.  Tino  de  ellos  era  hijo  de  un  escelente  viejo,  el 
mejor  cristiano  de  la  Reducción  de  San  Francisco  de  Borja 
¡Ved  que  bien  lo  imitaba! — don  Simón  por  hacer  una  fineza  á 
un  Padre  que  le  regaló  varias  chucherías,  le  presentó  un  me- 
dio ternero,  sobre  el  cual  se  sentaba  en  su  caballo  y  le  servia 
^mo  de  silla.    En  el  discurso  del  viaje  encontramos  varias 


298  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

tropas  de  estos  infieles  mas  ó  menos  numerosas.  En  cierta 
ocasión  algunos  Padres  mas  fervorosos  hicieron  la  prueba  do 
feolicitarlos  á  convertirse,  pero  ellos  oian  todo  con  una  indi- 
ferencia digna  tle  indios,  y  á  lo  mas,  respondió  alguno  que  te- 
nia muchos  parientes  y  no  podia  dejarlos. — Otro  de  Naciun 
distinta,  diciéndole  un  Padre  que  mirase  bien,  que  si  no  se 
hacia  cristiano,  iria  al  infierno,  contestó:  ¥  bien,  si  es  así  me 
calent(^rc  en  la  otra  vida.  Con  semejantes  respuestas,  se  li- 
braron bien  pronto  de  que  nadie  quisiese  predicarles.  Por 
esto,  sin  detenernos  mucho,  pasamos  adelante  con  la  mayor  ce- 
leridad (lue  pudimos,  por  el  temor  muy  probable  que  habíamos 
concebido  que  nos  cojiese  la  peste,  por  otros  tres  ó  cuatro  en- 
fennos  de  viruelas  que  se  habian  descubierto,  y  que  en  el  acto 
separamos  de  la  gente,  poniéndolos  en  una  canoa  suelta,  para 
que  nos  siguiese  de  lejos. 

Pero  á  penar  de  todas  las  diligencias  que  usamos,  no  fué 
posible  librarnos,  porque  el  20  de  agosto  se  declaró  final- 
mente con  la  caida  casi  simultánea  de  catorce  en  una  sola 
Balsa  y  otros  acá  y  allá  en  otras  Balsas,  señal  bastante  cla- 
ra de  que  ó  por  el  aliento  ó  por  la  comunicación  de  las  ro- 
piís,  el  fuego  serpenteaba  yá  ocultamente,  y  no  acabarla  sin 
]>rorrumpir  en  un  incendio  universal.  Podéis  figuraros  en 
que  angustias  nos  encontramos,  viéndonos  á  medio  camino, 
á  trescientas  millas  de  Buenos  Aires  y  casi  otras  tantas  de 
nuestras  Misiones;  no  teniendo  á  quien  recurrir,  ni  menos 
pudiendo  esperar  nada  de  los  infieles  cuyos  países  ñas  ro 
deaban  por  uno  y  otro  lado, — por  que  no  hay  cosa  que  te- 
man mas  que  esta  peste,  de  tal  manera,  que  cuando  apare- 
ce uno  de  ellos  con  viruelas,  lo  abandonan  todos,  deján- 
dolo en  tierra  con  una  vasija  grande  de  agua  y  un  cuarto 
de  buey  al  lado.  Pasados  tres  ó  cuatro  dias,  vuelve  uno  gi- 
rando al  rededor  á  caballo,  siempre  de  lejos,  y  mirando  si 
el  enfermo  está  vivo  ó  muerto.  Si  muerto  se  va  en  segui- 
da, pero  si  está  vivo  le  renueva  la  provisión,  y  así  hasta  que 
muera  ó  sane.  De  modo  que  cuando  supieron  que  la  peste 
se  habia  encendido  entre  nosotros,  se  internaron  en  el  país. 


COMUNIOACION   FLUVIAL   EN   1730.  299 

y  no  se  mostraron  mas.  Permanecimos  así  en  un  desierto. 
Kin  ha])er  persona  viviente  á  quien  recurrir.  Comprendiamos 
perfectamente,  que  el  mejor  partido  era  caminar  cuanto  se 
pudiera  para  acercarnos  siempre  mas  á  Yapeyú,  que  es  In 
l>rimera  Reducción  de  nuestras  elisiones,  y  recibir  mas  fá- 
cilmente de  allí  socorro  de  provisione.s.  Pero  la  dificultad 
^ra  decidir  á  quien  seguiría  el  P.  Superior,  que  era  el  único 
que  sabia  la  lengua  de  los  indios  y  podía  confesarlos  y  asis- 
tirlos. Si  venia  i  on  nosotros,  quedaba  abandonada  toda  aque- 
lla Ícente,  sin  tener  quien  les  administrase  sacramentos,  ni  les 
procurase  los  alimentos,  y  esto  importaba  condenarlos  a  morir 
como  bestias  en  la  playa,  pues  poco  después  habían  caído  en- 
fermos algunos  otros.  Si  permanecía  con  ellos,  quedaba  es- 
í>ut\>*ta  al  mismo  peligro  la  gente  de  todas  las  otras  Balsas 
que  podían  enfermarse  sin  tener  quien  a  lo  menos  los  con- 
fesare. Pero  bien  pronto,  con  suma  edificación  nuestra,  se 
ofrecieron  diez  indios  de  varías  Balsas  á  asistir  los  apestados, 
tiunque  conociesen  muy  bien  el  peligro  próximo  de  la  vida  á 
fjue  se  esponian.  (-on  todo,  el  Padre  Giménez,  quiso  adver- 
tirles esto  mismo,  para  que  reflexionasen  bien  antes,  y  ofrecie 
sen  mejor  á  Dios  el  sacrificio  de  sus  vidas.  En  seguida  se  diri- 
jieron  hacia  los  apestados,  que  estaban  tirados  acá  y  allá  en 
la  ribera  sin  poder  ayudarse  y  como  dijeron  los  que  sanaron 
se  habían  preparado  á  morir,  sino  de  otra  cosa,  de  hambre, 
creyéndose  abandonados  de  todos ;  por  lo  cual  dieron  mil  gra- 
cias al  Señor,  cuando  vieron  aparecer  aquel  socorro  de  gente 
con  el  Padre  Giménez,  que  administró  á  todos,  los  Sacramen- 
tos, confesando,  si  no  me  equivoco,  aun  á  los  sanos,  por  lo 
que  pudiese  suceder,  y  dejándoles  buena  provisión  de  víveres 
•se  volvió  á  las  Balsas  para  apurar  la  marcha.  Con  tal  amor  y 
diligencia  se  con.sagraron  aquellas  al  cuidado  de  los  enfer- 
mos que  consiguieron  salvar  mas  de  la  mitad,  lo  que  es  muy 
raro ;  hasta  que  sepultados  los  muertos  y  puestos  los  enfermos 
y  convalecientes  en  las  dos  canoas  de  la  Balsa  deshecha,  cami- 
nando poco  á  poco,  llegaron  á  ponerlos  en  seguro  con  los 
otros.     En  seguida  aquellos  diez,   uno  después  de  otro,  se 


300  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

enferiiiaron  todos  de  la  misma  epidemia,  y  á  escepeion  de 
uno  ó  dos,  murieron  todos,  no  queriendo  Dios  retardarle» 
el  premio  de  tan  heroica  caridad  cristiana. 

Entre  tanto,  todas  las  otras  Balsas  caminaron  cuanto  fué 
posible  hasta  llegar  a  los  cinco  ó  seis  dias  al  /íií  (1)  ó  Sal- 
to, que  es  el  paso  mas  arduo  y  trabajoso,  como  diré  en  se- 
guida, de  toda  esta  navegación  y  entraron  en  un  riacluieln 
(|ue  desemboca  en  el  Uruguay  como  media  milla  antes  del 
Itü.  Mi  Balsa,  sin  embargo,  con  otras  dos,  juzgaron  mejor 
librarse  de  una  vez  de  aquel  paso  tan  trabajoso,  mientras 
(íoaservaban  toda  la  gente  sana,  y  mucho  mas  por  separa rs(> 
de  la,s  otras,  donde  comenzaba  á  presentirse  el  contagio.  Y 
asi  después  de  dia  y  medio  de  trabajo,  vencido  aquel  paso  y 
llegando  á  la  embocadura  de  otro  riachuelo,  tres  millas  ma.*? 
adelante,  tomamos  allí  puerto.  í]ntonces  fué  cuando  se  de- 
claró la  piaste  mas  fieramente,  pues  de  improviso,  á  escep- 
eion de  una,  se  encontraron  infestadas  todas  las  Balsjis  y 
caian  con  tanta  furia  las  personas,  que  en  pocos  dias  nos  en- 
contramos con  sesenta  enfermos  y  otros  amagados,  y  no  pa- 
só mucho  sin  que  cayeran  ciento  catorce:  ])or  lo  cual  vién- 
donos totalmente  imposibilitados  de  seguir  viaje,  enviamos 
apresuradamente  un  individuo  por  tierra  á  la  Reducción  d^I 
Yapeyú,  con  aviso  á  las  Padres  de  nuestro  infeliz  estado, 
rogándoles  por  amor  de  Dios,  nos  enviasen  provisiones,  dt^ 
que  ya  nos  encontrábamos  en  suma  escasez,  á  fin  de  que  no 
murieran  de  ham])re  los  que  se  salvaban  de  la  peste.  Toda 
la  galleta,  pan  y  otras  provisiones,  que  yo  tenia  en  mi  Bal- 
sa para  mí,  lo  distribuí  á  los  indios,  no  pudiendo  sufrir  el 
verlos  padecer  de  haml)re ;  ni  me  daba  pena  la  escasez, 
cuando  podia  socorrer  con  lo  poco  que  tenia  su  necesidaíl 
mucho  mayor.  Ni  era  menos  la  solicitud  por  los  enfermos 
para  los  cuales  construyó  cada  Balsa  una  ó  dos  mas  casas 
de  paja  en  el  campo,  para  que  estuviesen  defendidos  del  alrt 

1.     "Itii" — ^''íTolpp    4le    amia'\     Palabra    g-iiaraiií    rompuo^ítn    dt? 
"I,  agua  y  tiV\  golpe,  (K). 


í'OMUXíCAríON   FLUVIAL   EN    1730.  301 

y  .separados  de  los  sanos.  Como  el  Padre  Giménez  estaba 
iíon  la  otra  tropa  a  solo  tres  millas  del  riachuelo,  vino  por 
tierra  A  confesar  todos  nuestros  enfermos,  después  de  lo  cual, 
no  teniendo  necesidad  de  él,  los  asistimos  nasotros  en  todo 
lo  que  pudieron  precisar.  Hasta  ahora  no  habia  yo  adminis- 
Irado  el  viático  ni  la  Extrema-rncion;  pero  la  primera  vez 
que  lo  hice,  os  aseguro,  que  tuve  la  ocasión  de  adiestrarme 
Una  mañana  después  de  la  Santa  ^lisa,  que  deciamos  todos 
los  (lias  en  el  altar  portátil  administré  trece  viáticos  y  otras 
tantas  Extrema-Unciones.  Ya  no  podia  mas  por  el  gran  tra- 
bajo que  me  costaba  estar  tanto  tiempo  encorbado  hasta  el 
suelo,  donde  yacian  las  enfermas,  pasar  por  medio  de  ellos, 
que  estaban  amontonados  en  aquellas  cabanas  y  moverlos 
])ara  ponerles  '^l  óleo  Santo  sin  hacerles  daño, — ademas  del 
hedor  (jue  echaban  y  el  horror  que  ocasiona  el  mirarlos  pues 
no  íTco  que  se  encuentre  enfermedad  mas  asquerosa.  Del 
f^specto  que  pres<*nta  allá  un  niño  bien  cargado  de  viruelas, 
podéis  conjeturar  que  serán  los  indios  con  tan  malos  hu- 
mores, provenientes  de  la  cantidad  de  carne  casi  cruda  qu<í 
comen,  de  los  cuales  se  descarga  la  naturaleza  en  esta  oca- 
sión. Estaban  en  efecto,  tan  contra  hechos  que  horrorizaba 
verlos,  pues  á  causa  de  la  gran  comezón  que  la  enfermed.ad 
produce,  se  desfiguraban  toda  la  cara,  convirtiéndola  'en 
una  llaga,  de  tal  modo  que  no  se  les  distinguia  fisononiia 
humana.  TTn  dia  mientras  .«^acaban  un  muerto  fuera  de  su 
cabana  para  sepultarlo,  al  tomarlo  por  las  piernas  empezó  A 
snlírsele  la  piel,  que  estaba  separada  de  la  carne,  como  s' 
fuesen  medias  sueltas:  lo  que  da  á  entender  mejor  la  ma- 
lisrnidad  de  esta  enfermedad. 

T^as  otras  Balsas,  entre  tanto,  con  la  poca  gente  sana  que 
les  íiuedaba,  a>nidándose  mutuamente  pasaron  poco  á  poco 
el  IfiL  Este  dificil  paso,  que  llaman  Jtú  ó  Salto  es  una  fila 
^ncadenaxia  de  escollos  que  atravicsaní  de  part^  á  part» 
tcdo  el  rio  l^ruguay,  por  medio  de  los  cufiles  hace  el  río 
una  gran  caida  muy  semejante  al  Lago  de  Mantua, — y  con 
tal  ímpetu  que  pe  alzan  espuraasajs  las  olas  y  se  siente  su  *«- 


302  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

trépito  á  muchas  millas  de  distancia;  y  es  necesario  que  It^s 
Balsas  pasen  por  ahí,  porque  no  hay  otro  paso.  \\*rda<l 
es  qué,  desembocando  el  agua  por  varias  partes  entre  aque- 
llas piedras,  los  indios  como  prácticos  rodean  los  canales 
que  tienen  nuicha,s  juradas  y  que  moderan  por  consiguiente 
la  caida,  no  permitiendo  al  rio  precipitarse  de  un  goli»?*. 
Con  todo,  no  tis  creíble,  cuanto  trabajan  los  pobres  indios 
en  este  paso,  porque  se  emplean  uno  ó  dos  dias  enteros, 
tirando  con  cuerdas  la  balsa,  unos  de  la  playa,  otros  trepa- 
dos en  algún  escollo.  La  mayor  parte  se  arroja  al  agua 
empujando  la  Balsa  por  los  lados  y  por  detrás  ó  levantándo- 
la con  la.s  espaldas  de  cuando  en  cuando  para  ponerla  sobren 
un  escollo,  después  sobre  otro  y  librarla  finalmente  á  costa 
de  grandes  y  largos  trabajos  de  aquel  paso  peligroso,  en  (pie 
casi  siempre  ocurre  alguna  desgracia  á  la  gente  ó  á  la  Balsa. 
Una  vez  salidos  de  aquel  peligro  tiramos  adelante  hasta  en- 
contrar un  sitio  á  propósito  para  nosotros  y  para  los  enfer- 
mos,  (pie  cayeron  aquí  en  mayor  número  que  antes  y  para 
los  cuales  trabajamos  apresuradamente  al  pié  de  una  peque- 
ña colina  22  ó  24  cabanas  de  paja,  que  pareeian  de  lejos  una 
tierra  ó  ranchería  de  infieles.  Recurrimos,  en  seguida,  á 
Dios  con  todo  género  de  devociones  públicas  y  privadas,  su- 
l>licándole  nos  librase  de  aquel  azote,  si  era  para  mayor  glo- 
ria «uya.  Pero  el  señor  dispuso  las  cosas  a  su  agrado, 
preparándose  mejor  aun  para  las  misiones  con  este  breve 
noviciado,  y  para  hacer  una  buena  cosecha  de  las  almas  d<í 
aquellos  indios,  (pie  sin  duda,  volaron  todas,  tarde  ó  tempra 
no  al  Cielo.  'Jausaba  grandísinm  edificación  ver  con  qm? 
])remura  pediaii  y  con  que  devoción  recibían  los  Sacramen- 
tos: así  como  la  paciencia  con  que  toleraban  tan  molesta 
enfermedad  sin  la  menor  queja  y  desfogándose  solo  con  in- 
vocar los  santísimos  nombres  de  Jesús  y  María,  l^n  dia 
mientras  administraba  yo  la  Extrema-Unción  á  uno  que  es- 
taba casi  en  la  agonía,  otro  que  se  encontra))a  al  lado,  en- 
vuelto en  sus  andrajos,  y  con  la  cara  cubierta  á  su  modo, 
me  llamó  y  como  hablaba  un  poco  español  le  entendí  mejor. 


COMUNICACIÓN   FLUVIAL   EX    17;K).  303 

Me  rogó  que  le  diese  á  besar  el  eriieifijo  para  ganar  la  indul- 
gencia plenaria  in  artículo  mortis,  complaciéndolo  en  el  ot> 
to,  agregando  algunos  sentimientos  espirituales  propios  del 
estado  en  que  se  encontraba.  Cuando  el  buen  hombre  í?o- 
menzó  á  darme  mil  gracias,  me  prometió  entre  otras  cosas, 
acordarse  de  mi  en  el  Paraíso,  con  otras  espresiones  seme- 
jantes que  me  enternecieron  tan  escesivamente,  que  no  po- 
dia  articular  una  sola  sílaba.  Murió  el  buen  indio  santa- 
mente, y  espero  que  en  el  Paraíso  no  me  faltará  á  su  i)a- 
labra. 

Otro  dia  instando  por  morir  un  anciano  de  autoridad  en 
tre  ellos,  hizo  Jlamar  toda  la  gente  de  su  Balsa,  y  les  dijo 
publicamente  que  moría  contentísimo,  por  haber  sacrifica- 
do su  vida,  conduciendo  á  su  país  nuevos  Misioneros,  y  los 
exhortó  á  no  abandonar  jamás  á  los  padres  por  nada:  "' pm-:. 
'^aunque  debáis  perder  la  vida,  dijo,  estaréis  seguros  á  lo  rup- 
*' nos  de  morir  con  todos  los  santos  Sacramentos;  y  os  aseguro, 
que  es  éste  el  mayor  consuelo,  que  puede  tener  un  cristiano 
en  el  momento  de  su  muerte/'  Añadió  otras  cosas  semejanteí?, 
en  la  larga  exhortación  que  les  hizo,  que  habiéndolas  esplici»- 
do  el  Padre  Jiménez  á  todos  los  presentes,  nos  entern-ecieron 
sobremanera.  Y  bien  claro  se  vio  el  efecto  de  tales  exhorta 
eiones  hechas  al  morir  por  mas  de  uno,  porque  de  tanta  gen- 
te, á  pesar  de  los  estragos  que  hacia  la  epidemia,  ni  uno 
solo  huyó  á  los  infieles,  lo  que  era  fácil,  por  librarse  de  la5i 
miserias  y  salvar  su  propia  vida.  Pero  se  mantuvieron  todos 
consUintes  hasta  el  último,  aunque  murieron  la  mayor  parí.;. 
Antes  se  encontró  un  dia  cierto  Padre  con  un  indio,  que  «.'S- 
tcndido  al  pié  de  un  árbol  estaba  llorando  y  preguntándole 
por  qué  lloraba:  '^ Lloro,  respondió,  por  ver  á  los  Pacrs 
''€i\  estos  desiertos  con  tantas  incoíñodidades  y  padecimientos 
^^ fuera  de  sus  iérminos,  por  asistirnos,  á  nosotros,  pohrcci" 
^^IhsT'  No  les  hacia  ciertamente,  poco  efecto,  la  incar*- 
sable  asistencia  que  les  prestaban  los  padres  de  dia  y  de  no 
che,  no  solo  en  lo  espiritual  sino  también  en  lo  temporal, 
hasta  quitarse  la  comida  de  la  boca,  las  cubiertas  de  las  cu- 


i  < 


304  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

mas  y  otras  cosas  de  uso  para  socorrer  sus  necesidades.  Aun- 
que si  ha  de  ser  dicha  la  verdad,  los  mismos  indios  y  parti- 
cularmente los  enfermos,  no  cedian  un  ápice  á  los  Padres  en 
materia  de  caridad  hacia  los  enfermos.  Yo  tuve  muchas  ve* 
(.es  que  reprender  el  mió  y  lo  mismo  sucedió  al  Padre  Ras- 
]>oni  con  el  suyo,  por  el  esceso  con  que  trabajaban  siemprií 
en  medio  de  atjuellos,  descansando  apenas  algunos  instantes 
durante  la  noche,  hasta  que  ambos  fueron  atacados  del  mal 
del  que  sin  embargo  qui.so  Dios  librarlos.  Pero  el  mas  í*ék- 
l)re  fué  uno  llamado  Ticú,  que  no  reposaba  en  todo  el  dia 
manejando  siempre  los  enfermos  ó  sepultando  los  muerto?: 
A  fuerza  de  trabajar  en  aquel  terreno  pedregoso  sin  ¿v/ímIa 
ni  herramienta  alguna,  sino  con  un  palo,  se  le  habia  hincha- 
do de  tal  modo  el  brazo  derecho,  que  apenas  lo  podia  mover. 
Advertido  por  el  Padre  Jiménez,  que  tuviese  mas  cuidado, 
porque  aquello  era  esponerse  á  un  peligro  evidente  de  ••en- 
fermarse, n»spondió  estas  precisas  palabras,  '*Pa(Jn,  li  el 
''Señor  quiere  preservarme  ele  la  peste,  él  lo  puede  hnrer:  aí 
'*  no,  hágase  su  santísima  voluntad ..  ,Y o  soy  enfermero:  mi 
'* deber  es  trabajar  por  los  enfermos  "  Y  dicho  esto  volvió 
como  antes  á  andar  entre  ellos,  hasta  que  contrajo  la  peste 
y  con  tanta  fuerza,  que  parecia  se  hubiesen  juntado  en  .'1 
todas  las  pústulas  de  los  que  habia  enterrado,  con  gran  sen- 
timiento de  los  Padres,  que  se  interesaban  altamente  por  su 
vida.  Pero  el  Señor  lo  curó  casi  milagrosamente  en  premio 
de  su  singular  caridad,  ó  por  mejor  decir,  en  favor  de  los 
otros  enfermos  á  quienes  volvió  á  asistir  como  antes,  una 
vez  curado,  continuando  también  en  dar  por  la  mañana  y 
la  tarde  la  señal  para  las  oraciones  y  la  misa,  pues  era  t«rii- 
})orilero  y  sacristán. 

Nos  encontrábamos  reducidos  á  una  suma  escasez,  cuando 
finalmente  llegó  por  el  rio  el  deseado  socorro  de  provisiones 
en  das  Balsas  despachadas  de  las  IMisiones  por  los  Padres. 
Pero  habitndol(«s  éstos  ordenado  prudentemente,  que  no  se 
acercasen  demasiado  ni  címiunicasen  con  los  apestados,  sino 
que  guardando  suficiente  distancia  descargasen  lo  que  traían 


OOMU'XICAOION  FLUVIAL  EX   1730.  305 

y  nos  avisasen  para  enviar  á  tomarlo;  estos  se  quedaron  en 
un  Riachuelo  á  12  millas  de  nosotros  sin  darnos  el  menor 
aviso,  donde  se  estuvieron  muchos  dias  muy  descanííados, 
mientras  nosotros  pereciamos  de  hambre.  Afortunadamen- 
te, dos  de  nuestros  indios  yendo  á  cazar  por  aquellos  luga- 
res, encontraron  una  de  las  Balsas  y  preguntándoles  de  dondr 
venían,  dijeron  que  esperaban  hacia  tiempo  que  nosotros 
enviásemos  á  buscar  aquellas  provisiones.  En  el  instante  vi- 
nieron los  nuestros  á  darnos  aviso,  sin  lo  cual,  ¿cómo  hu- 
])iéramos  ])0<lido  adivinar  su  llegada,  nosotros  que  mas  te- 
níamos de  mártires  que  de  profetas?  Algunos  dias  daspues, 
llegó  por  tierra  un  V)uen  socorro  de  bueyes,  con  lo  que  em- 
pezamos á  respirar  un  poco,  bien  que  á  este  consuelo  sobre- 
vino en  seguida  otro  tralmjo.  Fué  e«te  una  tempestad  mayor 
íuin  y  mas  furiosa  que  la  anterior,  que  no  solo  sumerjió  casi 
todas  las  Balsas,  sino  que  las  estropeó  de  tal  modo,  que  fué 
X»r(»ciso  deshacer  seis  por  lo  menos.  El  rio  gozó  también  de 
una  parte  de  la  nueva  provisión,  y  un  Padre  por  salvar  una 
Balsa  cayó  al  rio,  con-iendo  no  poco  peligro  de  ahogarse 
Pero  la  mayor  pérdida  que  sufrimos  en  esta  borrasca  fué  l8 
del  Oleo  Santo,  que  .se  perdió  al  sumerjirse  una  de  las  bal- 
itas, tiro  certero  de  que  acuso  al  demonio. 

A  la  tempestad  siguió  una  infestación  de  tigres,  que  ve- 
nían á  visitarnos  atraídos  al  olor  de  la  carne,  durante  la  cual 
Sf  encontraron  los  Padres  dos  ó  tres  veces  en  grave  temor  y 
p(»ligro.  Muchas  mas  fueron  las  veces  que  vinieron  á  visitar- 
nos de  noche,  entre  los  cuales  llegó  uno  á  cierta  cabana  don- 
de se  encontraban  dos  pobres  enfermos.  ^  Por  fortuna  habia 
en  el  suelo  un  cuarto  de  buey,  con  el  que  se  contentó  la 
ftera  y  partió  sin  hacer  mas  daño.  Otro  se  atrevió  á  entrar 
en  la  canoa  de  una  Balsa,  donde  estaba  durmiendo  un  hom- 
bre, cubierto  con  un  cuero  de  buey.  Al  echar  el  tigre  la 
garra  .sobre  el  cuero,  despertó  el  hombre  y  dio  tal  grito  ú^j 
liorror,  que  no  dándowse  cuenta  la  fiera  de  lo  que  podrí :i 
-ser,  espantada  á  su  vez,  dio  un  salto  y  emprendió  la  fug»n. 
Log  indios  mataron  dos  y  nos  presentarun  un  tigrecillo  eoni# 


"tít)  LA  REVISTA  DE  BUEXOS  A1RE6. 

de  un  iiK's,  que  habian  tomado  vivo,  y  de  paso  sea  di(rhj^ 
oue  no  espero  ver  animal  mas  furi<)íK).  Mientras  lo  tuvie- 
ron estuvo  Siempre  írenético  de  rabia,  rujiendo  y  abahí.. 
zándose  sobre  todo  el  que  se  le  acercaba  y  hasta  sobre  el  qu^r 
le  traia  de  comer.  Viendo  que  era  imposible  domestic:ir- 
lo  y  que  se  corria  peligro  de  que  en  gracia  á  él  viniesen  A 
visitarnos  sus  parientes,  como  ya  se  halna  empezado  á  s».*m- 
tir,  lo  ahogamos  en  el  Rio. 

A  los  tigres  se  juntó  la  molestia  indecible  de  las  lior<íii- 
gas,  que  por  estar  la  Balsas  tanto  tiempo  en  el  mismo  sitio 
habian  encontrado  modo  de  entrar  en  ellas  á  millares  ya  j)or 
^as  tablas  que  sirven  para  bajar  á  tierra,  ya  por  las  cuenias 
que  las  sujetan  á  los  troncos  de  la  costa.  Xo  halna  medio  Je^ 
librarse  de  ellas;  porque  era  imposible  matarlas  á  todas  ni 
un  sitio  tan  estrecho,  y  si  se  recojia  la  tabla  6  la  cuerda  pi.rji 
impedirles  la  entrada,  era  peor,  pues  no  pudiendo  salir  bK 
que  liabian  entrado  ya,  se  metian  entre  los  generas.  eu*iv 
la  ropa,  las  bolsas  etc.,  de  modo  que  no  había  mas  remedio, 
que  tener  paciencia. 

Omito  muchas  otras  molestias  semejantes  (pie  ocurrieron 
])or(iue  seria  largo  y  fastidioso  referirlas.  De  este  modo,  lia- 
líian  trascurrido  ya  tres  meses  desde  que  nos  pusimos  i^i 
viaje,  dos  de  los  cuales  habiamos  pasado  en  este  desierto- 
con  nuestros  apestados,  y  esperábamos  la  resolución  del  V. 
Superior  de  las  Misiones,  porque  si  debíamos  esperar  á  (ju.- 
todos  pasaron  la  epidemia  seria  cosa  de  no  acabar  jamás, 
pues  en  todas  las  pestes  siempre  escapan  algunos. — Le  en- 
viamos por  tanto  una  relai*ion  detallada  de  nuestro  (»sta(^í^ 
Los  indios  que  venian  en  todas  las  Balsas  eran  340:  de  ellos- 
solo  42  habian  permanecido  sanos.  Los  muertx)s  eran  ITll: 
(1)  los  curados  9Í).  ^íucho  tiempo  hacia  que  no  se  enferma- 

].  De  numera  q  lo  toniaiulo  por  tijuí  eNte  estad:)  ])iiede  cal- 
cMilar-s'O  que  ante-s  ile  la  intri);ln>ccion  <le  la  vainiiia  inorian  en  nues- 
tro ¡)aís  u>u  íIO  Q>:»r  ciento  (!<'  J(vs  ap-estaiios  «lo  viruela;  y  los  enfer- 
mos'e.i'an  como  un  xS  O")  sobre  la  población  ata<*iula^  lyos  estado? 
-de  la  e"*tadí.stica  de  la<  Ml-iones  autorizan  en  general  este  cal- 
pul o*. 


COMUNICACIÓN   FLUVIAL   EN   17;iO.  307 

ha  sino  uno  que  otro,  de  modo  que  parecía  que  la  peste  ce- 
saba ya ;  por  otra  parte,  varios  Padres  se  encontraban  encer- 
raos y  en  peligro,  á  lo  menos  dos,  de  no  llegar  á  su  destino, 
si  aquellas  miserias  continuaban.  Reconocido  esto  por  el  Pri- 
dre  Superior  de  las  ]\Iisiones,  envió  al  instante  con  gran  c*) 
ridad  un  Padre  con  cuatro  Balsas  y  orden  de  detenerse  él  y 
el  P.  (jimenez  con  los  apestados,  hasta  que  hubieran  hecho 
una  rigurosa  cuarentena,  para  evitar  que  la  peste  se  introdu- 
jese en  las  elisiones,  como  en  1718,  en  que  se  llevó  como  cin- 
cuenta mil  personas;  y  que  por  esta  misma  razón,  dejnsen  los 
Padres  sus  ropas  y  se  vistiesen  de  pies  á  cabeza  con  los  vestidos 
que  á  este  fin  i-.e  nos  enviaban  proseguimos  nuestro  viiije  en 
las  Balsas  nuevas.  En  este  intermedio  se  nos  unió  de  improviso 
el  P.  Provincial  que  habiendo  vuelto  de  Córdoba  de  Tucumou, 
se  habia  embarcado  en  Buenos  Aires  para  hacer  la  visita  á  las 
Misiones.  Xos  compadeció  sumamente  al  encontrarnos  á  poco 
mas  de  medio  camino,  cuatro  meses  después  de  haber  saliólo, 
pues  nos  núrabu  con  amor  particular  por  ser  todos  personjis  á 
quien  él  habia  conducido  de  Europa  con  tantos  cuíJímIos,  y 
animó  nuestra  marcha.  Despojados,  pues  de  los  vestidos  vir- 
jos,  tomamos  lo.s  nuevos  de  lienzo  teñido,  que  es  el  paiu)  i.sa'lo 
aquí;  y  podéis  figuraros  como  nos  caerían  encima,  lo  mismo 
que  los  zapatos  en  los  pies,  siendo  todo  hecho  al  acas)  j)or 
gente  que  jamás  nos  habia  visto  ni  conocido.  Vestidos  como 
Uiejor  pudimos,  entramos  en  tn^s  Balsas,  en  las  caal^s  ape- 
nas podíamos  movernos  por  su  e^strechez,  y  de  'ste  moda 
seguimos  hastA  las  Misiones,  en  compafíia  del  P.  l*n>vincial. 
que  ant<es  de  partir  cx)nsoló  á  los  pobres  indios.  ilisp«>nicudr> 
que  los  40  sanos  se  dividiesen  completamente  de  los  otros  y 
unidos  entre  sí  condujesen  dos  Balsas  y  cinco  los  115  ó  ^2(i 
convalecientes;  y  asistidos  por  el  Padre  que  habia  venido  de 
las  elisiones  nos  siguieron  á  dos  ó  tres  jornadas  de  distancia, 
contando  el  viaje  en  la  cuarentena  para  completarla  despu»  s 
en  un  sitio  distante  í)()  millas  de  Yapeyú.  De  est«  modo  se 
dio  fin  a  todos  nuestros  trabaj(xs,  llegando  hacia  la  mitad  tl;^ 
Noviembre  á  la  Reducción  de  los  Tres  Boyes,  que  llaman 


308  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Yai)eyii  y  es  la  primera  de  las  Misiones  del  Uruguay  y  bas- 
tante numerosa,  pues  tiene  como  mil  doscientas  familiar. 
Sera  largo  describir  la  alegría  con  que  todo  el  pueblo  vino 
á  nuestro  encuentro  y  las  fiestas  que  se  celebraron  á  su  ma- 
nera en  los  dos  ó  tres  dias  que  permanecimos  allí.  Después 
todos  los  Padres  se  dividieron  en  las  Reducciones  á  que  fue- 
ron destinados  por  el  P.  Provincial. 

A  mi  me  tocó  por  fortuna  la  de  Santa  Maria,  unas  dos- 
cientas cuarenta  millas  adelante,  á  la  cual  llegué  ñnalmente 
el  1.0  de  Diciembre  de  1719  justamente  cuarenta  meses  des- 
j)ues  de  lial>er  partido  del  Colegio  de  Bolonia,  poniéndome 
en  camino  hacia  esta  provincia.  Aquí  fui  recibido  con  los 
brazos  abiertos  y  las  mas  tiernas  entrañas  de  caridad  por  el 
Padre  Diego  Ignacio  Altamirano,  venerable  anciano  septua- 
genario, muy  considerado  en  el  país  i)or  su  condición,  doc- 
trina y  singular  santidad.  No  sabría  como  espresar  tampoco 
las  bondades  de  los  indios  para  conmigo.  !Me  salieron  al  en- 
cuentro y  me  rodearon  tumultuosamente  quien  me  l)esab& 
la  mano :  quien  se  congratulaba  por  haber  llegado  al  fin  á  su 
país:  quien  me  daba  gracias  por  haber  venido  de  tan  lejos, 
liaber  pausado  el  Para-Guazú,  es  decir,  el  mar,  y  haber  aban- 
donado la  patria,  guandi  raihupae,  como  ellos  decían,  esto 
es.  iH»'  nuestro  amor,  agre|!jando  mil  otros  agradecimientos. 
Fué  tal  el  júbilo  que  esperimenté  al  verme  en  término  tan 
deseado,  que  olvidé  al  instante  todos  los  padecimientos  pa- 
sados, y  estaría  pronto  á  arrostrarlos  de  nuevo  y  aún  muchos 
mayores,  por  el  consuelo  de  trabajar  toda  mi  vida  entre  estas 
pobres  gentes.  Lo  único  que  me  ocasiona  alguna  molestia  es 
lo  difícil  de  la  lengua.  (*on  todo,  me  voy  industriando  tanto, 
que  va  ya  en  dos  mesi^s  que  hago  la  doctrina  diaria  que  se 
«co.stunibra  para  los  niños,  que  es  el  ministerio  mas  análogo 
íi  mi  genio,  y  acaso  el  mas  provechoso.  Nunca  me  falta  nu- 
meroso auditorio,  pues  según  el  Registro,  las  niñas  hasta  quin- 
ce años  son  1()0;{  y  los  niños  960.  Aunque  de  cuando  en  cuando 
equivoque  cualquier  palabra,  entienden  perfectamente  lo  que 
quiero  detnr,  asi  como  les  entiendo  yo  á  ellos,  cuando  les  pin?- 


COMUNICACIÓN   FLUVIAL  EN  17^0.  309 

gunto,  y  dando  algún  premio  á  los  que  responden  bien,  se  re  • 
tiran  alegres  como  una  Pascua. 

Pero  mejor  es  que  concluya  aquí,  porque  si  empiezo  á 
hablar  de  los  indios,  no  me  basta  otro  tanto  de  lo  que  he 
escrito  y  me  encuentro  ya  bastante  cansado.  Me  remito, 
pues,  á  la  Relación  que  ya  os  envié  de  estas  Misiones  y  que. 
por  lo  que  yo  Jie  visto  hasta  ahora,  es  fidelísima.  Entre  tanto 
os  suplico  saludéis  muy  cordialmente  de  mi  parte  á  mi  Se- 
ñor Padre,  Señora  Madre,  cuñados,  hermanos,  hermanas, 
sobrinos  y  todos  los  parientes  y  amigos,  rogándoles  me  re- 
cuerden en  sus  santas  oraciones,  para  alcanzarme  del  Señcr 
la  única  gracia  que  deseo:  emplearme  todo  en  su  mayor 
gloria  y  en  la  salud  de  estas  pabres  gentes — Adiós. 

Vuestro  afectísimo  hermano — 

Cayetaiio  Cattanco. 

(De  la  Compañía  de  Jesús.) 


HERXAXDARIAS  DE  ÍSAAVEDRA. 


CAI'SA    <KLKHKE:    NOTIOTAS   Y   DOCUMEXTOS   PARA 
SERVIR  A  LA  HISTORIA  DEL  RIO  DE  LA  PLATA. 


(Contin-uacion.)      (1) 


XXXIII. 


Xucva  solicitud  del  Gobernador  de  Guaijrá. 

Después  de  la  notificación  hecha  á  Hernandarias  de  Saa- 
vedra  del  auto  de  que  acahamos  de  imponernos,  pasaron 
cinco  meses  sin  que  conste  del  proceso  que  se  hiciese  dili- 
gencia alguna  para  su  ejecución  y  cumplimiento. 

Fué  trascurrido  ese  lapso,  en  primero  de  febrero  de  1620. 
que  el  jíohernador  de  Guayrá  presentó  á  los  oficiales  reales 
el  escrito  siguiente : 

**  Hernandarias  de  Saavedra,  gobernador  y  capitán  gene- 
ral de  las  provincias  del  Paraguay,  digo:  que  por  la  visita 
íjue  el  señor  don  Francisco  de  Alfaro,  oidor  que  al  presente 
es  d(»  la  ciudad  de  los  Reyes,  hizo  en  estas  provincias,  me 
condenó  en  dos  mil  y  tantos  pesos  de  los  derechos  de  la  li- 
cencia y  aduanilla  que  deben  los  esclavos,  por  los  que  entra- 
ron en  el  tiempo  que  fui  gobernador  de  este  puerto,  desca- 
ía    Véase  la  ]>'i.¡iníi  '«**   "'el  tomo  XI. 


HERX andarías  DE  SAAVEDRA.  311 

minados  y  que  se  vendieron  en  pública  almoneda,  sobre  que 
fué  condenado  así  mismo  por  el  Real  Consejo;  y  on  virtud 
<le  es:ta  resulta  y  para  la  cobranza  de  ellos,  vuestra  merced 
.señor  contador,  y  el  tesorero,  don  Juan  Pérez  de  Tamariz 
<iue  entonces  lo  era  de  esta  Real  Caja,  proveyeron  un  auto 
411  que  mandaron  que  el  salario  corrido  y  que  me  corriese  por 
lazon  del  cargo  que  administré  y  administro,  se  tomase  para 
satisfacción  y  paga  de  lo  uno  dicho,  por  la  oblación  que  de 
^llo  hice  para  ella,  como  consta  de  los  autos,  y  aceptación  por 
vuestras  mercedes  fecha,  que  están  en  poder  del  presente  es 
erilíHuo  Gaspar  de  Acevedo,  y  de  los  libros  reales  donde  nece- 
sariamente ha  de  constar,  según  la  dicha  aceptación,  á  qu«» 
m(*  remito ;  y  agora  ha  venido  á  mi  noticia  que  vuestras  mer- 
tedes  quieren,  sin  poderlo  hacer,  sacar  la  dicha  plata  y  sala- 
rio para  el  entero  de  una  real  ejecutoria  de  nueve  mil  y  tan- 
tos pesos  que  saqué  de  la  dicha  Real  Caja  para  la  paga  y 
tral)ajo  de  los  ministros  que  se  ocuparon  en  la  visita  de 
oficiales  reales  que  en  esta  provincia  hice  por  comisión  d<» 
Su  ]\ragestad,  que  son  Juan  de  Vergara,  el  capitán  Manuel 
<1e  Frías,  el  capitán  Pedro  Hurtado  y  otros,  de  los  cuales 
manda  Su  ^fagestad  se  cobre  lo  que  cada  uno  debe,  como  se 
4»spresa  por  la  dicha  ejecutoria,  no  embargante  lo  cual  el 
licenciado  Gabriel  Sánchez  de  Ojeda,  alcalde  ordinario,  me 
tiene  ejecutado  en  virtud  de  ella,  por  decir  habla  conmigo 
no  entendiéndose  ni  debiéndose  entender  así,  sino  para  el 
^♦aso  que  no  puedan  ser  habidos  los  susos  dichos  ni  sus  bie- 
nes, se  cobren  de  mi,  y  esto  se  hace  solo  á  fin  de  reservar  al 
<1i(ho  Juan  de  Vergara,  y  que  no  desembolse  la  parte  que  ha  de 
resfitnir  y  volver  á  la  dicha  Renl  Caja,  que  es  quien  dehe  la 
mayor  cantidad,  y  para  que  yo  laste  y  mis  hienes  sean  vendi- 
<los  y  fraíd/)s  de  la  ciudad  de  Sania  Fé,  donde  el  dicho  alcalde 
ha  df  .apachado  para  que  ffe  traigan  á  esta;  el  cual  fin  pareci-^ 
<\ue  vuestras  mercedes  llevan,  pues  quieren  que  los  de  S. 
^r.  que  está  poseyendo  en  su  Real  Caja,  se  pague  lo  que  el  di- 
eho  Juan  de  Vergara  y  los  demás  contenidos  en  la  dicha  Real 
ejecutoria  le  deben,  lo  cual  todo  arguye  mui  grave  malicia 


312  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

y  serán  dignos  de  castigo  si  lo  hicieren,  pues  cuando  hubiera 
alguna  justificación  en  la  ejecución  que  me  está  feclia,  no 
pueden  vuestras  mercedes,  habiendo  partes  saneadas  y  de 
tanto  caudal,  como  el  dicho  Juan  de  Vergara,  (pie  de])e  cua- 
tro mil  pesos  de  los  dichos  nueve  mil.  librar  lo  que  una  vez 
ai)rehendieron  con  tanta  justificación,  que  aún  no  habiéndola, 
las  personas  que  como  vuestras  mercedes  tienen  la  haeiend?r 
de  Su  Magestad  a  su  cargo,  retienen  y  guardan  lo  que  en  sus 
reales  caja8  entra  de  tal  manera  que  solo  son  meros  cobrmlores 
y  administradores  dello  y  no  dueños  para  distribuirlo  y  dispo- 
ner dello :  por  lo  cual — 

'*A  vuestras  mercedes  pido  y  suplico,  y  debidamente  re- 
quiero, las  veces  que  ha  lugar  de  derecho,  no  libren  la  diclia 
plata  que  está  en  la  dicha  real  caja  poseida  por  S.  ^I.  y  paga- 
da por  mi  por  la  dicha  condenación  de  las  licencias  y  adua- 
nilla  de  los  esclavos  que  me  fué  fecha  por  particular  resulta 
y  decreto  del  dicho  Real  (^onsejo,  y  lo  declaren  asi  y  requie- 
ran al  dicho  alcalde  son  la  dicha  cédula  que  sobre  esto  tie- 
nen, para  que  se  inhiba  y  que  cobre  del  dicho  capitán  Juan 
de  Vergara  y  de  los  demás,  pues  tan  justamente  lo  deben,  y 
de  mi  parte  está  enterada  la  Real  Caja  con  los  dichos  mis  sa- 
larios; y  para  que  mas  cumplidamente  acudan  vuestras  mer- 
cede«  á  su  deber  y  oficios  pido  requieran  al  dicho  alcalde  con 
la  di(;ha  cédula  de  Su  Magestad  contra  mi  librada  en  esta  ra- 
zón; y  de  no  Jiacerlo  vuestras  mercedes  ai?í,  les  protesto  los 
daños,  pérdidas  y  nienascabos  de  mi  hacienda,  molestias, 
prisión  y  guardas  con  que  está  mi  |>ersona  y  los  demás  (pi»* 
se  me  siguiesen,  y  al  presente  escribano  pido  me  dé  un  tes- 
timonio de  los  autos,  ]>eticion  que  ante  vuestras  merced  pre- 
senté de  la  obligación  de  la  dicha  paga,  cédula  de  S.  ^Fagestad 
])ara  la  c()l)ranza,  gaMas  por  vuestra  merced  y  el  dicho  teso- 
rero proveídos,  y  desta  peti(»ion  y  lo  que  á  ella  se  proveyere 
para  en  guarda  de  mi  derecho,  que,  si  denegado  me  fuere 
protesto  á  vuestra^s  mercedes,  á  quien  pido  se  lo  manden 
lo     que  protestado  tengo    y  me  conviene,  y  al  dicho    escri- 


^^ É 


HERNÁN  darías  DE  SA  A  YEDRA.  313 

baño    la  (lonegacáon  de  su     oficio,  y  sobre  todo  pido    justi- 
cia, etc. 

**Otrosi,  para  mas  abundamiento,  en  caso  necesario,  y 
en  conformidad  de  los  autos  preveidos  y  demás  diligencias  he- 
chas por  vuestras  mercedes,  sobre  la  dicha  cobranza  de  los  di- 
chos derechos  de  licencia  y  aduanilla,  en  virtud  de  la  real  cé- 
dula de  Su  Majestad,  (1)  hago  de  nuevo  reproducción  de  h\ 
dicha  cédula  contra  mi  librada  y  se  la  intimo,  y  sobre  todo  pi- 
do y  protesto  lo  que  protestado  tengo,  3'  justicia — npnmnrJa- 
Has  de  Saavedra. 

XXXIV. 

La  opinión  de  los  Oficiales  Reales  se  divide. 

Vista  por  los  jueces  la  representación  de  Ilernandarias  d<í 
Saavedra  que  dejamos  copiada  en  el  capítulo  precedente,  el 
Contador  Luis  Salcedo  dijo :  que  la  tomaria  en  consideración 
proveeria  justicia,  pero,  el  Tesorero  Simón  de  Valdés  inmedia- 
tamente manifestó  su  voto  porque  se  guardase  lo  proveido,  y 
que,  si  el  solicitante  quisiese  testimonio,  se  le  diese  de  todo  lo 
actuado. 

Tomada  en  consideración  la  solicitud  por  el  contador  pro- 
nunció el  auto  siguiente: 

''En  la  ciudad  de  la  Trinidad,  puerto  de  Buenos  Ayres. 
en  tres  dias  del  mes  de  febrero  de  mil  y  seiscientos  y  veinte 
año«,  el  Cont^or  Luis  de  Salcedo,  juez  oficial  real  de  la  Real 
Hacienda  destas  Provincias  del  Rio  de  la  Plata,  por  S.  Ma- 
gestad;  habiendo  visto  la  petición  presentada  por  Hernando 
Arias  de  Saavedra,  gol)ernador  que  fué  destas  provincias,  en 
primero  dia  deste  dicho  mes,  dijo ;  que  se  guarde  y  cumpla  lo 
([ue  tiene  proveido  por  auto  de  veinte  y  siete  de  febrero  del 
año  pasado  de  seiscientos  y  diez  y  nueve  con  parecer  del  doc- 
tor Francisco  Pérez,  y  si  quiere  testimonio  se  le  dé  de  todos 
los  autos ;  y  en  el  otrosí,  se  ponga  en  los  autos  la  real  cédula  por 

1.     Esta  cédula  es  la  que  hemos  hecho  conocer  en  el  cap,  XXII^ 


314  LA  REVISTA  DE  BUEXOS  AIRES. 

donde  consta  estar  condenado  el  dicho  Hernando  Arias  de  Saa- 
vedra  en  los  dichos  derechos  de  licencia,  y  así  lo  proveyó,  man- 
dó y  firmó  — Iaiís  de  Salcedo —  Ante  mi,  Gaspar  de  Acc- 
vedo. 

Con  est^  divergencia  de  opiniones  entre  los  jueces  de  ha- 
cienda, terminaron,  por  entonces,  las  actuaciones  que  seguian 
contra  Hernandarias  de  Saavedra,  ha.sta  que  éste,  cuatro  años 
después,  entabló  el  reclamo  de  que  á  su  tiempo  nos  ocupa- 
remos. 

Pero,  no  por  eso  terminó  la  persecución  ante  otros  ,iut- 
ces  como  lo  revela  la  última  petición  de  Saavedra,  por  l¿i 
que  se  manifiesta  que  el  alcalde  ordinario  Gabriel  Sánchez  d<- 
().ieda,  llevando  adelante  la  ejecución  por  la  partida  sobre 
salarios  de  las  visitas  de  cajas,  habia  mandado  conducir  á  esta 
ciudad  los  bienes  del  gobernador  de  Guayrá  embargados  en 
Santa  Fe . 

XXXV. 

El  licenciado  Mafias  Delgado  Flores. 

Con  fecha  4  de  febrero  1619.  Felipe  TU,  dirijió  una  cmIu- 
la  á  su  virey  de  Portugal,  mandándole  que,  en  uno  de  los  nnvi(»s 
que  viajaban  al  Brasil,  dejase  pasar  á  las  provincias  del  liio 
de  la  Plata  al  portador  de  la  misma,  á  quien  habia  nombrado 
I  or  juez  d.»  cninision  para  ciertas  averiguaciones  que  d.^biau 
iiacerse  en  fslas  provincias. 

El  juez  de  comisión,  que  lo  era  el  licenciado  IMatías  Del- 
gado  Flores,  llegó  a  Buenos  Aires  el  29  de  noviembre  del  mis- 
mo año  de  1619,  presentándose  en  esta  ciudad  con  vara  de  la 
"Real  Justicia,  acompañado  de  su  secretario  Domingo  de  Fuen- 
t(\s,  del  aguacil  Juan  de  Bustos  y  varios  criados  del  Juez  y  sus 
oficiales,  estos  con  espresa  licencia  de  S.  !M.  y  los  criados  con 
información  de  no  ser  casados,  ni  de  los  prohibidos  de  pa^ar  á 
las  Indias. 

Delgado  Flores  inmediatamente  dio  principio  á  las  inda- 
gaciones de  que  venia  encargado,  fulminando  procesos  y  pro- 


HERXAXDAKIAS  DE  SAAVEDRA.  31o 

<,ed¡t*nilo  á  prisión  y  embargo  de  bienes  contra  varios  vecinos 
y  residentes,  cuyos  actos  dieron  fundamento  al  procurador  ge- 
neral de  la  ciudad  para  pedir  al  ayuntamiento,  en  24  de  abril 
<le  1()20,  (jue  exigiera  del  juez  comisionado  la  exhibición  de  sus 
títulos,  pues  aún  no  lo  habia  verificado,  como  correspondia  se- 
gún la  ley. 

El  cabildo  resolvió  de  conformidad,  y,  notificado  el 
juez,  contestó  que  pasarla  inmediatamente  á  presentar  sus 
títulos. 

Pocos  momentos  después  el  portero  de  la  corporación 
anuncnaba  que  el  licenciado  Delgado  Flores  quería  entrar  al 
ayuntamiento,  y  se  le  mandó  decir  que  entrase  en  hora 
buena. 

A  lorióle  el  portero  la  puerta  de  la  sala  y  penetrando  en 
ella  el  comisionado,  sin  saludar  á  nadie,  preguntó: — i  dónde 
está  el  señor  gobernador?  por  que  es  á  él  á  quien  vengo  á 
ver. 

A  esta  tan  brusca  como  ineí?perada  pregunta,  lofi  capitula- 
res— que  se  levantaban  de  sus  asientos  con  los  sombreros  en  las 
manos  y  hacían  cortesía.s  al  licenciado — contestaron  que  el  se- 
ñor gobernador  no  estaba  en  el  cabildo. 

Dirijiéndo?;e  entonces  el  licenciado  al  teniente  general 
don  Gil  de  Oscariz:  que  permanecía  aún  de  pié  con  el  som- 
brero en  la  mano, — señor  don  Gil,  le  dijo,  ¿dónde  me  he  de 
í,entar.  ? 

— A(|uí,  le  contestó  el  teniente  general — señalando  ha- 
cia e/  hanco  ó  f^caño  de  espaldar  donde  estaban  sentadas  los 
alcaldes  ordinarios:  aquí  con  estos  señores,  se  puede  v.   v\ 
sentar.  • 

— \o  me  quiero  .«^entar  donde  no  (»stá  el  señor  goberníidor 
dijt)  el  licenciado  dando  las  espaldas  al  cabildo. 

Y  pregutado  porque  no  lo  hacia  estando  todo  (A  cabillo 
reunido,  replicó:  Xo  me  siento  yo  donde  están  los  culpiMlos 
e*  ntra  quienes  traigo  comisión;  y  salió  inmediatamente  de  la 
sala.  Jiahlando  ,?  manera  de  menosprecio,  sin  hacer  corf(sía  ni 


:ni3  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlB  15S. 

despedirse,  ni  mostrar  ninguna  comisión  ó  papd,  ni  decir  qm^ 
venia  á  mostrar  cosa  ninguna. 

El  cabildo  mandó  luego  estender  eonstaneia  de  este  de- 
sagradable insidente,  y  comisionó  á  los  alcaldes  ordinarios. 
l)ara  que,  en  vista  de  la  petición  del  procurador  general 
y  de  la  contucta  del  Jiiea  de  comisión,  proveyesen  lo 
yue  fuese  oondxuiente  <al  cumplimiento  de  las  ifeyes.  in- 
formando de  tollo  á  !áu  ^lagestad.  Real  ('ousejo,  Virey  y 
Audiencia  de  !a  Plata,  y  pidiendo  lo  que  conviniese  para 
este  caso  y  otras  semejantes;  pues  por  bailarse  este  puerta 
las  distante  de  aquellos  superiores,  padecia  de  ordinario  el 
cabildo  y  república  con  los  jueces  de  comisitm,  muchos 
daños  if  agravios,  costas  y  salarios,  prisiones,  molestias  y  veja- 
ciones. 

(.Consignemos  ahora  los  nombres  de  las  personas  que  iMun- 
ponian  el  cabildo  en  aquel  dia,  pues,  según  las  espresiones 
<le  Delgado  Flores,  entre  ellas  se  encontraban  culpados  con 
tra  quienes  traia  comisión.  Eran  las  siguientes:  el  teniente* 
general  don  Gil  de  Oscariz;  el  licenciado  Gabriel  Sanclicz  (Kí 
Ojeda  y  Mateo  de  Grado,  alcaldes  ordinarios;  Luis  de  Salce- 
do y  Simón  de  Valdés,  oficiales  reales;  Francisco  de  alanza- 
nares,  Bernardo  de  León,  Juan  de  Verga ra,  Diego  de  Tritruc- 
ros  y  Juan  Bautista  Ángel. 

XXXVL 

El  cabildo  contra  Saavedra  y  Delgado  Flores. 

El  acuerdo  ([ue  vamos  k  transcribir  manifiesta  los  temores 
del  cabildo  de  Buenos  Aires  por  la  comisión  que,  se  decía, 
ilm  á  recibir  Ilernandarias  de  Saavedra,  llamada  de  písfuiisa 
sobre  escesos  cometidos  por  este  puerto.  Al  mismo  tiempo 
venimos  por  él  en  conocimiento  de  la  protección  (pie  iiierccia 
el  procesado  gobernador  de  Guayrá  del  juez  de  comisión  Delga- 
<]o  Flores,  que  con  tanto  desprecio  habia  tratado  al  ayun- 
tamiento, según  vimos  en  el  capítulo  ant<^rior.  Dice  asi  el 
documento : 


HERXAXDABIAS  DE   SAAVEDBA.  317 

*'En  este  cabildo,  de  I.'*  de  junio  de  1620,  propuso  el 
lieenciado  Gabriel  {Sánchez  de  Ojeda,  alcalde  ordinario  desta 
ciudad,  que  por  lo  qu«  importaba  á  la  paz,  bien  y  aumento 
de  esta  república  y  su  conservación,  conviene  que  se  despa 
che  persona  de  diligencia  y  cuidado  á  la  ciudad  de  la  Plata, 
enviado  poder  al  licenciado  Francisco  de  Sas  Carrazco  y  á 
Alvaro  Hrito  y  Juan  Pérez  de  Santa  alaría  y  Pedro  Rodri- 
¿:uez  de  Pareja,  procuradores  de  la  real  audiencia  de  la  Plata, 
<iuienes  este  cabildo  tiene  despachado  otro  su  poder,  para 
negocios  y  causas  importantes  a  esta  república,  para  que, 
junta  ó  distintamente,  pidan  ante  el  señor  ])residente  y  re-\l 
audiencia  de  la  Plata  y  otros  tribunales  que  convenida,  fv^ 
suspenda  y  revoque  el  nuevo  nombramiento  de  que  se  jact.i 
y  hay  publicidad  en  esta  ciudad  le  viene  a  Hernando  Arias  tío 
Saavedra,  en  razón  de  la  comisicm  que  llama  Pesquisa  s^.l-re 
excesos  sucedidos  por  este  puerto,  atento  á  la  enemiga  de- 
clarada que  tiene  á  toda  esta  república,  cabildo  y  vecinos  de 
ella,  fi  quien  ha  hecho  muchas  veces  amenazas  con  la  dicha 
comisión,  por  ejecuciones  y  demandas  que  le  tienen  hechas 
y  puestas  i>or  ejecutorias  del  Real  C^onsejo  de  la*s  India:?  y 
real  audiencia,  y  con  papeles  y  recaudos  sobre  deudas  q^ie 
deln»  á  los  dichos  vecinos  y  moradores,  y  otras  cosas  qu-^  no 
les  (juiere  pagar,  y  que  está  preso  y  detenido  por  ello  en  vir- 
tud de  mandamientos  de  apremio;  y  que,  aunque  antes  d.? 
ahora  se  han  despachado  testimonios  en  esta  razón,  no  deben 
de  haberse  presentado;  y  conforme  á  dereclio,  mediante  las 
dichas  causas,  no  puede  ser  juez,  ademas  de  que,  como  es  no- 
torio, no  entiende  derechos  ni  el  orden  judicial,  y  que  pro- 
cede de  hecho  en  ejecución  y  venganza  de  las  amenazas  que 
general  y  particularmente  tiene  hechas  á  los  justicia  mayor 
v  ordinarios  de  esta  ciudad  v  á  los  dichos  sus  vecinos  y  mo- 
radores,  y  que  se  pida  y  suplique  de  cualquier  auto,  nombra- 
miento á  otro  recaudo  que  se  le  haya  hecho,  siguiéndolo  en 
tíHlos  grados  é  instancias,  para  que  no  sea  tal  juez,  y  cuando 
no  haya  lugar  se  le  señale  término  brev-e,  sacando  provisión 
y  recaudo,  para  que,  recusándole,  se  acompañe  conforme  í\ 


318  La  revista  de  buenos  aires. 

derecho,  porque  nunca  se  quiere  aeoni|)afiar ;  y  que  no  se 
aeoiu{)añe  con  el  licenciado  Matias  Delgailo  Flores,  con  quien 
tiene  parcialidad  y  amistad  notoria,  y  que  el  escribano  ante 
quien  ha  de  pasar  la  dicha  comisión  sea  de  los  del  número  y 
<\scribano  real,  conque  no  sea  Domingo  de  Fuentes,  escriba- 
no del  dicho  licenciado  Alalias  Delgado  Flores,  otrosí  amiiro 
tlel  dicho  Hernando  Arias  de  Saavedra ;  á  todos  los  curdcs  v 
al  dicho  Hernando  Arias  de  Saavedra  se  recuse;  y  á  las 
demás  personas  (jue  conviniere  convenir,  y  que  sc  en- 
vié el  dicho  poder  ( on  hws  testimonios  y  recaudos  nec  *- 
fiarios. 

•*Y  vista  hi  dicha  proposición  por  los  dichos  capitulan\s- 
dijeron,  unánimes  y  conformes,  ([ue  se  despache  poder  bas- 
tante con  los  testimonios  y  recaudos  necesarios,  segui:i\  y 
como  y  para  efectos  que  el  dicho  ah*alde  tiene  propu<*sto: 
]>or(iue  seria  nniy  ^ran  daño  de  esta  re|)úbliea  (pie  los  tlicho.v 
Hernando  Arias,  licenciado  Alatias  Delicado,  Dominiín  de 
Fuentes,  escriliano,  sean  jueces,  asesor  acompañado,  ni  es- 
cribano, en  ninguna  causa  que  toque  á  este  cabildo,  y  repú- 
blica, vecinos  y  moradores  della,  por  el  odio,  enemiga  y 
amenazas  (pu*  tienen  hechaí^,  como  consta  de  autos,  porqué- 
desde  luego  á  todos  los  sobredichos  y  á  cada  uno  de  por  sí» 
los  recusan,  porque  los  tienen  por  odiosos,  sos]>echo«o< 
y  <pie  han  hecho  agravios,  injurias,  y  cometido  otras  co- 
sas graves,  (pie  }>or  proí'>eso«  y  autos  ])arec4M'á,  á  que  se 
remiten. 

*'Y  j)or(pie  este  cabildo  no  tiene  propios  para  (lesj)achar 
personas  á  esta  caiLsa  y  á  las  demás  que  antes  de  ahora  tiene 
despadiado  su  poder,  S(»  desi)acha  este  nuevo  poder,  á  los 
diclios  licenciado  Franci.sco  de  Sas  C^arrasc*o,  abogado  de  la 
dicha  real  audiencia  y  á  los  demá,s  ])rocuradon^s  que  (*stán 
nombrados  insoliduní,,  y  st»  les  envi(»  un  testimonio  destv» 
aciu^rdo  (jue  sivva  de  instrucción  y  se  les  dé  alguna  ayuda 
de  c4>sta.  para  el  dicho  pago  de  las  comisiones  que  se  pidie- 
ren y  dienm,  y  otros  dere(*hos. 


HERXANDARIAS  DE  SAAVEÜKA.  319 

XXXVII. 

(Jiros  acuerdos  contra  d  Juez  dt  ComisioíL 

''En  esto  cabildo,  de  17  de  julio  de  1620,  propuso  el  li- 
cenciado Gabriel  Sánchez  de  Ojeda,  alcalde  ordinario  desta 
ciudad,  como  era  cosa  notoria  en  ella  las  palabras  injuriosas 
que,  contra  el  honor  y  fidelidad  de  este  cabildo  y  justicias  y 
su  república,  dijo  el  licenciado  Matias  Delgado  Flores,  (jue 
se  nombra  juez  sin  haber  querido  mostrar  en  este  cabildo 
aunípie  se  le  ha  pedido  muchas  veces,  la  comisión  qne  tiene 
para  lo  hacer,  de  lo  cual,  y  de  las  amenazas  que  ha  hecho 
de  ([ue  ha  de  matar  á  los  de  esta  cuidad,  y  otras  cosas  qu»? 
han  causado  nota  y  escándalo,  conviene  pedir,  probar  y  ha- 
cer informaciones,  y  del  estado  desta  república,  y  de  sus 
danos,  agravios  y  molestias,  y  porque  causa  y  ocasión  lian 
sucedido,  para  que  se  provea  de  remedio  en  todo  con  justi- 
cia, i)ues  toca  la  detensa  y  am])aro  de  ella  á  este  cabikL) 
como  cabeza  desta  provincia  y  ciudad;  porque  no  es  justo 
iniede  sin  satisTaccion  lo  que  el  dicho  licenciado  Matias  Del- 
gado ha  hecho  y  dicho,  y  lo  que  Domingo  de  Fuentes,  su  es- 
cribano, itsi  mismo  ha  cometido,  para  (lue  todo  se  infor- 
me á  Su  ^Magestad  y  Real  Consejo  de  Ihs  Indias  y  demás  tn- 
])unales  superiores,  como  cosa  tocante  á  su  real  S4»rvicio,  paz 
y  quietud  de  esta  re|)ú])lica. 

'*Y  vista  por  los  dichos  capitulares  la  dicha  proposición 
habiendo  trata<lo  y  conferido  lo  que  conviene  hacer  en  líst^* 
caso,  todos  unánimes  y  conformes  acordaron,  (jue  el  capit^ui 
Plateo  Leal  de  Ayala,  procurador  general  de  esta  ciudad 
civil  y  criminalmente  pida  satisfacción  y  enmienda  de  las 
dichas  injurias,  ante  el  juez  y  jueces  que  le  pareciere,  contra 
los  dichos  licenciado  Matias  Delgado  y  Domingo  de  Fuen- 
tes, presentando  los  pedimentos  y  haciendo  las  informacio- 
nes y  acusaciones  y  demás  autos  y  diligencias  que  se  requie- 
lan,  porque  para  ello  le  ditíron  el  poder  y  facidtad  que  es  ne- 


'■i2{)  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

eesario.  y  para  que  en  ai>elacioii,  ó  en  otra  manera,  ocurra 
ante  *S  M.  y  dnnás  tribunales  sui>eriores,  para  que  cesen  las 
molestias  y  agravios  y  vejaciones  que  ha  recibido  y  reciba' 
esta  re[>ública,  y  así  mismo  haga  todas  las  demás  informa- 
ciones que  conviene  convenir  en  la  dicha  razón,  y  del  es- 
tado que  tiene  y  ha  tenido,  para  su  bien  y  aumento  y  con- 
servación. Y  estando  presente  el  dicho  produrador  general, 
lo  aceptó  y  dijo  que  está  presto  de  acudir  á  lo  que  por  este 
cabildo  se  le  encarga  y  ordena." 

**En  este  cabildo,  de  l.o  de  diciembre  de  1620,  el  ca- 
pitán Plateo  Leal  de  Ayala,  procurador  general  de  esta  ciudad 
presentó  una  p^'ticion  dando  razón  de  lo  hecho  y  pedido  so- 
bre lo  que  eííte  cabildo  le  tiene  cometido  en  razón  de  las  co- 
misiones del  licenciado  Matías  Delgado  Flores,  pidiendo  que 
dí^llas  se  les  dé  traslado  para  las  ver  y  pedir  en  nombre  de 
esta  ciudad,  lo  (jue  le  convenga  á  su  defensa,  derecho  y  jns- 
ti(  ia,  porque  asi  lo  tiene  pedido  y  protestado  á  el  seiior  gol>er- 
nador  y  á  los  señores  alcaldes  ordinarios;  y  que  no  use  della-^ 
basta  que  las  presente  en  í*ste  cabildo  y  se  vean,  y  le  den  A 
traslado  que  tiene  pedido;  y  hizo  ciertas  protestaciones  y 
pidió  testimonio  y  justicia. 

'*Y  vista  por  los  dichos  capitulares,  en  nombre  de  ***re 
caláldo  y  repiil)lica,  pidieron  á  el  señor  gobernaílor  y  alcal- 
des ordinarios  provean  sobre  lo  que  el  dicho  procurador 
gen- 'ral  tiene  pedido  en  la  dicha  razón,  para  que  se  venu  l:is 
<n:Tiisiones  ípjo  el  didio  licenciado  Alatias  Delga* lo  tuviíiv 
de  los  tribunales  superiores,  y  á  el  dicho  procnrüdor  !rener«il 
se  le  de  el  traslado  que  tiene  pedido  que  ji  mayor  abnndri- 
miento  este  cabildo  manda  á  mi  el  escribano  del,  vaya  á  las 
casas  de  la  morada  del  dicho  licenciado  ISIatias  Delgado  y  le 
]>ida  y  requiera  que  todas  las  comisiones  que  tiene  y  tu\nere 
que  usar  y  ejercer  en  esta  ciudad  las  muestre  en  este^abildo. 
para  que  se  ve-m  y  sepan,  y  su  pro<*urador  general,  si  tuvie- 
re que  pedir  en  razón  dellas.  lo  haga  conforme  á  derecho,  d** 
manera  que  en  to<h>  se  pro(*<Hla  jurídica  y  legalmente,  con 


I 


COMÚN JCACIOX   FI^ÜVIAL   EX   1730.  321 

toda  paz  y  quietud,  en  servicio  de  Dios  y  S  M.  que  es  lo 
que  este  cabildo  siempre  ha  pretendido  y  pretende  con  la 
fidelidad  y  lealtad  qe  es  notorio  en  el  dicho  real  servicio;  y 
¿usí  lo  acordaron  y  decretaron. 

«•■   •••   •••   •••   •••   •■•   •••   •■•   •••   •••   •••   ■••   •••   •••   ••• 

'*En  este  cabildo,  de  30  de  diciembre  de  1620,  el  capitán 
Mateo  Leal  de  Avala,  procurador  general,  presentó  una  pe- 
tición sobre  que  se  le  dé  traslado  de  las  comisiones  que  usa 
y  ejerce  el  lic*^nciado  Matias  Delgado  Flores,  para  las  ver 
A  pedir  lo  que  convenga,  y  que  no  se  exeda  de  lo  que  Su 
3lagestad  por  ellas  manda;  y  que  st^  le  notifique  una  cédula 
y  provisión  real,  pregonada  en  esta  ciudad,  para  que  ningún 
jaez  ni  otra  pe^^aona  Unnc  ni  abra  cartas  ni  papeles/' 

(Continuaráw) 

MAXrKL  RICARDO   TRELLES. 


DON  FEDERICO  BRAXDSEX 


Capitán  de  caballería  del  primer  Imperio  francés. 
Caballero   de   la  Real  Orden   Italiana   de  «la   Coro-na   de   PierrOy 

Conde*'orado  -eon  Iji  Ltjion  de  Hcnor, 

Ayud-a-nte  del  Príncipe  Eujenio; 

Coronel  de  eabal]<e<ria  de  la  Repúbli-ca  Argentina, 

Capitán  de  la  misma  arma  en  el  ejéreito  de  ('hile, 

Jentenal  de  Bidgada  d«i   Perú, 

Benemérito  de  la  Ordxjín  del  Sol, 

©te,  etc.,  etc. 

(Co-ntiimiacion.)     (1) 


VIL 


Aquel  cuya  espada  brilló  gloriosa  en  Santiago  de  Cota^ 
gaita  y  á  quien  la  Patria  adeudaba  los  primeros  laureles  al- 
canzados en  las  memorables  playas  del  Suipacha,  inmarííc- 
sibles  aún  á  pesar  del  melancólico  cantón  de  Huaqui,  era  <íI 
designado  i>arrt  cerrar  una  campaña  que  debia  costarb»  h 
vida. 

Patriotismo  íntegro,  carácter  afable  y  contracción  a»sí- 
dua  á  sus  deberes — hacian  del  Brigadier  González  Balcaníe 
eí  digno  depositario  de  la  confianza  de  O'Higgins,  que  pudo 

1,     Véase   la  pajina    ^o. 


COBOXEL   BBANDSEN,  323 

Valorar  personalmente  su  admirable  conducta  en  el  eélebrt5 
dia  5  de  abril  de  1818.  (15) 

A  las  2  de  la  tarde  del  26  de  diciembre  del  diclio  «fio 
llegó  al  campamento  de  Chillan,  con  su  Gefe  de  E.  M.  coronel 
Juan  Paz  del  (bastillo  (mejicano  recien  venido  de  Colombia) 
y  después  de  la  presentación  de  la  oficialidad,  y  la  marcha 
de  Freiré,  con  el  objeto  de  hoHtilizar  por  otra  parte  á  los  rea- 
listas para  dividir  sus  fuerzas— se  ocupó  el  nuevo  general 
ílel  ejército  del  Sud,  en  tomar  las  medidas  que  le  sujería  su 
esperiencia,  empeñado  en  captarse  la  voluntad  de  los  ha- 
bitantes de  aquellas  comarcas,  asaz  perturbadas  por  uiiri  (?s- 
]>ecie  de  vandalaje  introducido  en  ellas  por  el  enemigo  que 
instigaba  al  fiero  indígena:  pacificarlas  y  remover  los  obsta- 
culos  que  pudieran  levantar  este,  cuya  presencia  at'ecTíOa  se- 
riamente al  país,  temeroso  de  verse  envuelto  en  nuevos  com- 
promisos como  sucedió  con  los  que  se  refugiaron  en  Talca- 
huano — Consecuente  con  esa  táctica  armó  las  milicia»  que 
pudo  reunir  y  despachó  emisarios  á  la  frontera  que  entrasen 
^n  negociacicmes  pacíficas  con  los  Thoquis  de  Arauco.  '^ 

Entre  tanto,  el  29  se  incorporaba  el  batallón  X.o  1  de  Chi- 
le, Comandante  Juan  de  Dios  Rivera,  (penquista)  contin- 
gente ([ue  hizo  subir  el  personal  del  cuerpo  espedicionario  á 


15.  D.  A^ntonia  González  Bal-^arce,  «nació  eu  Buenos  Aires  eí  13 
de  junio  -cíe  1774  y  £aUeció  en  la  midma  ciudad  el  5  de  agosto  de 
1S19,  á  eauHa  de  las  dolencia»  que  contrajo  en  el  curso  de  e>»ta  peno> 
«a  Gampaña — Pri si  añero  de  Iob  in<glese8  en  el  asalto  de  Montevideo 
(18*07),  libra  el  priiier  cembate  de  la  Revolución  en  la»  vegas  del 
rio  Santiago,  y  el  7  de  noviem.bre  de  1810,  c-oin<3L^e  derrotar  la^s 
huestes  del  marino  José  ('órdoba  y  Rojas — triunfo  qae  abriendo 
]a<«  puertas  de  Potosí,  decidió  hi  libertad  del  Alto  Perú  hasta  el 
DeHagiuadero — Em  el  delicado  }>n-8«to  de  Gefe  de  Estado  Mayor 
del  ejército  de  lo»  Andes,  8e  di<^tin^ió  en  ('aneba-Rayada  y  Mai- 
po,  .haciéndose  acreedor  á  la  medalla  y  cordón  de  oro  señalando  á. 
los  vencedores  cí>ino  flsLmi»mo  á  la  banda  de  la  **Légiom  de  Méri- 
to", iiU^ituida  {>or  Chile  en  reemtplazo  de  1ü«í  abolidos  títulos  de 
nribíeza^Kra  casado  «.'on  doña  Dominga  Bu<?hardo,  en  la  que  dejó 
f^uce»ioin — ^y  hermano  de  los  jenerales  don  Marcos,  don  Juau  Ramón 
y  el  -coronel  d()«h  Diego  Balcarce,  «que  también  prestaron  su?  valiosa 
concurro  á  la  cau-sa  de  la  Independencia 


324  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlBES. 

í3,385  plazas  y  6  piezas   (16) — Terminados  los  preparativos 
de  marcha  y  dada  la  orden  de  abatir  carpas  y  de  que  los 
Granaderos  siguiesen  cubriendo  la  vanguardia — **A1  aclarar 
del  13  (17)  de  enero  de  1819  (dice  Brandsen),  estando  los  ca- 
ballos entrenados  y  ensillados,  montó  el  rejimiento  á  las  5  y 
se  movió  á  las  7,  por  el  camino  real  de  los  Angeles  con  di- 
recciim  á  San  Javier — ^Después  de  hacer  alto  a  orillas  de  un 
estero  para  aprovechar  un  excelente  forraje,  se  continuó  á 
marchar  y  eran  mas  de  las  dos  de  la  tarde  cuando  alcanzamos 
esa  ha(*ienda  de  los  ^lendiburu,  distante  casi  7  leguas  del 
punto  íle  partida,  y  cuyas  casas  encontramos  abandonadas 
}  comph4amente  saqueadas — Al  S.  O.  de  la  Hacienda  se  al- 
za un  pívjueño  bosque  de  durazneros,  bajo  cuyo  remaje  tod«i 
el  Kej ¡miento  pudo  encontrar  un  vivaciue  agradable  y  a  cu- 
bierto del  sol  y  del  viento  que  soplaba  con  estremada  vio- 
lencia— Mas  ignoro  la  causa  que  obstó  se  colocase  aquel  por 
la  den»clui  en  !)atalla,  en  vez  de  mandarlo  echar  pié  á  tierra, 
dando  la  espalda  al  enemigo,  apoyando  su   derecha  en  un 
pantano  y  su  izquierda  á  las  casas,  de  manera  que  formaba 
yverpendicular    al    camino    real — Ningún   Abrigo    habia    allí, 
y    toda    la   tropa,   oficiales   y   soldados    pstsamos   una   noclie 
<*spantosa — (hiando    al    romper   el    siguiente    dia,    torniamos 
en    batalla,    no   solamente   se   encontró   la   línea   tendidn   e» 
orden  invei*so,  sino  también  las  com])añias  á  la  inversa  de 
(•sta — Apesar   de   lo   cual   no   se   corrijió   tan   mala   disposi- 
ción, repitiéndose  mas  de  una  vez  en  lo  sucesivo — El  bata- 
llón (It-  los  Andes   (al  que  precedimos  dos  horas)    encontn'^ 
cómodos,  alojamientos  bajo  el  corretlor  que  rodea  el  inmen- 
so |>átio  <le  la  harioida—hñ  artilleria  que  nos  alcanzó  con  la 
última    luz  del  dia,   tomó   posición  en  una  especie   de  aiile 


líi  Olazabal  áíi  2.*ílMi  hombrt^  escasos  en  su  **()pii-culo"  cita- 
dlo— TiMijí»  jíor  iiiejor  informado  á  B.  Arana,  que  tuvo  á  su  di«posi- 
i-ion  ol  archivo  del  Min'sterio  de  la  'iuerra  de  (  hile — La^ifra  M 
te^to  es   Ui   misma  (|ue  «ienta  ajpiel  historiójjrafo. 

17.  Ti  Arana,  anticipa  un  dia  <'ste  movimiento  coto  el  pasaje 
d^'l   **l..aja. "  Lo  creemos  en  error. 


COBONEL   BRANI>SEN,  325 

patio,  y  luego  de  apoyar  su  espada  dio  frente  al  costado  de- 
recho de  las  casas — quedando  obligada,  caso  de  maniobra  r^ 
sea  á  derecha  ó  á  izquierda,  á  desfilar  por  una  puerta  por  la 
eual,  solo  podia  pasar  un  cañón  á  la  vez. 

El  terreno  ocupado  por  la  caballería,  sin  embargo  de 
ser  algo  horizontal,  dominaba  la  llanura  defendida  por  el 
frente  é  izquierda,  por  un  pantano  inaccesible.  Según  mi 
opinión,  este  campo,  era  el  mas  á  propósito  para  la  artille- 
ria,  cuya  retirada  hubiera  podido  asegurarse  en  caso  nece- 
sario, abriendo  camino  sin  mucho  trabajo,  al  través  d**  un 
potrero  bastante  montuoso  que  se  encuentra  á  retaguardia 
de  dicha  posición,  y  el  que  vá  terminar  en  el  gran  cami- 
no de  los  Angeles — Pero  nada  de  esto  se  hizo,  y  nos  corten- 
tamos  con  colocar  nuestras  avanzadas  en  los  pasos  princif)ci- 
les  del  riachuelo  Diguillin  que  distaba  mas  de  una  legua  dol 
campamento." 

Kn  \a  mañana  del  16  se  continuó  la  marcha,  y  luej?o  de 
vadear  el  pintoresco  Diguillin,  alcanzó  la  cohimna  antes  de 
mediodía  las  márjenes  del  Itata. 

Este  rio  caudaloso,  cuyas  aguas  como  las  de  aquel  ar- 
royo tienen  la  l)lancura  y  el  brillo  del  cristal,  nace  al  S;.d 
del  volcan  de  Cliillan,  llevando  allí  este  nombre  hasta  que 
recibe  el  Ñublf\  y  sigue  su  curso  con  una  rapidez  de  6  mi- 
llas, por  un  álveo  de  piedras  de  lastre,  guarnecido  por  Mon- 
tes densos  y  barrancas  escarpadas,  hasta  desembocar  en  el  Pa- 
cífico á  60  leguas  de  su  origen,     formando  una  barra     casi 

insuperable  9  millas  abajo  del  pueblito  ('oelemu  situado  en 
la  margen  del  3ud. 

Se  buscó  un  punto  playo  y  estrecho  para  pasarla,  como 
se  logró  .sin  dificultad  (alguna,  prosiguiéndose  la  mnr  lia 
hasta  la  hacienda  de  ^*Bilorio'\  donde  reunió  toda  la  divi- 
sión tomando  posiciones  en  las  alturas  y  el  llano — quft  la 
avecindan. 

ITabiéndosi^  recibido  noticias  que  la  vanguardia  enemi'*a 
f.  las  órdenes  de  Lantaño,  y  fuerte  de  600  hombres,  cam- 
paba tranquilamente  del  otro  lado  del  Laja,  se  trató  de  f^^^r- 


"í^fi  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

prenderla,  para  euyo  efecto  provisto  de  caballos  de  remuda, 
se  movió  todo  el  Rejimiento  á  las  8  de  esa  noche. 

El  proyecto  era  bien  concebido  y  no  habría  fallado,  si  su 
ejecución  hubiese  correspondido  al  plan. 

Después  de  una  marcha  larga,  penosa  é  incierta  á  cau- 
sa de  la  mala  fé  ó  ignorancia  de  los  guias,  alcanzó  la  orilla 
del  Laja  antes  de  aclarar,  y  sondado  el  punto  que  se  habia 
designado  como  vadeable,  resultó  con  gran  asombro  de  to- 
dos que  no  existia  picada  alguna  por  donde  verificarlo — 
emerjencia  que  frustró  la  empresa  é  hizo  retrogradar  al 
Rejimiento. 

''Que  la  falta  fuese  de  los  taquéanos,  prosigue  Brand- 
sen,  ó  de  nuestro  poco  deseo  de  atacar,  es  cuestión  que  no  po- 
dría decir — Sin  embargo,  sobrevino  un  incidente  que  nos 
hizo  dudar  que  los  primeros  fuesen  los  únicos  culpables. 

Algunos  granaderos  enviados  á  la  descubierta,  tomaron 
en  un  rancho  un  espia  del  enemigo,  quien  nos  instruyó,  que 
Lantaño  ignorando  completamente  nuestra  marcha,  habia  di- 
vidido suf?  fuerzas,  situándase  con  cerca  de  300  hombres 
sobre  la  marjen  derecha  del  Laja,  á  vanguardia  del  esguazo 
del  Salto^  dejando  campada  al  resto  de  au  gente  en  la  oriUa 
izquierda  del  mismo  á  una  legua  de  dicho  vado. 

El  momento  era  favorable.  Se  podia  sorprender  esta  ca- 
balleria  dividida,  atacarla,  deshacerla,  marchar  rápidamente 
sobre  los  Anjeles,  que  Sánchez  no  hubiera  tenido  tiempo  de 
evacuar,  y  terminar  de  un  solo  golpe  la  campaña. 

Tal  era  el  provecto  y  la  esperanza  del  general.  Emper#», 
la  suerte  engañó  su  prudencia  y  desbarató  sus  bien  concer- 
tadas* medidas. 

En  vez  de  marchar  directamente  al  paso  del  Salto,  nos 
obstinamofi  en  buscar  un  vado  imajinario,  perdiendo  un  tiem- 
po precioso  é  irreparable,  y  cuando  se  resolvió  al  fin  tornar 
la  dirección  del  primero,  el  sol  brillaba  ya  en  el  zenit,  y  Lan- 
taíío  prevenido  á  tiempo  de  nuestra  aproximación,  habia  tenido 
el  suficiente  para  retirarse  á  la  banda  opuesta  del  rio.  desde 
donde  pudo  cómodamente  y  con  toda  seguridad  reconocer  núes- 


CORONEL   BRANOSEX,  327 

tra  fuerza  y  observar  nuestro  movimientos — Ocurriendo  dn 
singular,  que  el  bombero  que  nos  comunicó  un  aviso  tan  opor- 
tuno (del  que  ningún  partido  sacamos),  y  al  cual  temamos 
interés  en  retener,  desapareció  sin  que  ninguno  de  los  nues- 

troíí  se  lo  hubiera  impedido ! 

Sin  embarco,  al  siguiente  dia  17,  a  pesar  de  nuestra  ca- 
<'haza  logramos  avistar  á  los  españoles  y  nuestra  vanguardia 
pudo  eambiar  ¿dgunos  fusilazos  con  una  cortina  de  tiradores 
que  habían  situado  aquellos  en  la  isla  que  divide  el  Laja  en 
ti  paso  del  Salto. 

Aun  cuando  distábamos  una  larga  media  legua  de  la  ori- 
lla, tan  luego  como  se  apercibió  al  enemigo  en  batalla  sobre 
la  márjen  izquierda — ^se  mandó  formar  el  Rejimiento  e»  tres 
<-olumnas  por  escuadrón,  con  sus  trompas  a  la  cabeza,  orden 
en  que  marcho  al  son  de  carga. 

Esta  ridicula  demostración  fué  sin  objeto  y  a  nada  con- 
dují). 

Llegados  u  tiro  de  cañón  del  rio  se  dio  la  voz  de  me- 
<lia  rurJfa  á  la  izquierda,  y  los  escuatlrones  bajo  las  órde- 
nes di4  comandante  Ramallo,  fueron  á  tomar  posición  á  30 
cuadras  de  allí,  mas  ó  menos,  en  medio  de  una  llanada  ar- 
diente y  quemada,  en  la  cual,  como  era  consiguiente,  los  ca- 
ballos postrados  de  fatiga,  no  encontraron  una  brizna  de 
y(»rba  para  refrescarse,  ni  los  hombres  un  arbusto  que  los 
garantiera  en  lo  posible  del  ardor  insoportable  del  sol — v  ««s- 
to.  cuando  habia  mas  próximo  á  la  ribera  un  excelente  for- 
rajeo y  una  sombra  deliciosa — pero  se  supuso,  que  estaría- 
mos en  ese  punto,  de  blanco  á  las  asechanzas  de  un  ene- 
migo que  pensaría  en  todo,  menos  en  atacar." 

Brandsen,  no  se  ecpiivocaba  en  sus  juicios,  puesto  que 
fisi  que  w  les  reunió  la  infantería  á  eso  de  las  3  p.  m.,  la 
División  entera  pasó  el  Laja,  sin  peligro  y  sin  oposición — 
habiendo  retr(><»^lido  el  coronel  Lantaño,  buscando  la  incor- 
poración de  Sánchez,  en  la  persuacion  que  no  podría  me- 
dirse ventajosamente?  con  los  patriotas — que  á  las  4  de  la 


328  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES.    ' 

tarde  habían  concluido  su  pasaje  después  de  tomar  10  reza- 
gados del  enemigo  (1) 

Yin. 

Se  lia  llamado  Ida  de  la  Laja  á  una  llanura  sin  horizonte. 
a{>enas  orlada  con  ramilletes  de  bosque,  comprendida  entre 
el  Bio-Bio  y  el  torrentoso  rio  de  ese  nombre,  que  es  el  afluen- 
te mas  considerable  del  primero  y  al  que  los  antiguos  deno- 
yninaron  Niveqiieten — Semejante  al  Itata  oculta  sus  ver- 
tientes al  sud  de  la  cordillera  donde  fumea  el  Chillan  y  e» 
notable  por  su  estension  y  la  naturaleza  de  su  cuenca  fr.i- 
mada  por  escorias  volcánico-graníticas.  Hacia  el  centro  deL 
llano  por  donde  ostenta  el  raudal  de  sus  aguas  y  frente; 
mismo  al  cráter  del  Antuco,  proyecta  un  imponente  salto  6 
cascada  peñascosa  en  la  que  se  precipita  desde  una  elevación 
de  80  varas,  entre  vaporosas  nubes  teñidas  con  los  purpu- 
rinos y  tenues  arreboles  del  iris  y  el  melancólico  verde  oscu- 
ro de  fragantes  mirtos  y  laureles  que  medran  en  su  ácueo 
regazo.  Acrecido  por  el  rio  Claro,  que  descendiendo  de  las 
lagunas  de  Avendaño  se  le  reúne  á  pocas  millas  al  sud  de 
Yumbel,  va  á  perderse  en  el  Bio-bio,  después  de  fertilizar 
44  leguas  de  pais. 

En  el  punto  por  donde  pasó  el  ejército  estaba  bifurcado 
por  una  isla  guarnecida  de  arbustos  espesos  y  muy  apropia- 
dos para  servir  de  emboscada,  formando  dos  brazos,  de  los 
cuales  el  segundo  es  el  mas  ancho  y  profundo,  á  lo  que  se 
unia  la  magnitud  de  los  silex  ó  mas  bien  fragmentos  de  roen 
((ue  constituyen  su  fondo  desigual,  y  hacian  el  pasaje  en 
estremo  difícil,  por  cuantos  hombres  y  caballos,  perdiendo 
pié  de  (continuo,  resbalaban  y  caian — razón  por  la  cual,  si  el 
enemigo  hubiese  intentado  defender  el  paso,  su  forzamiento, 
caso  de  pretenderse,  habría  costado  mucha  sangre — Tan  fuer- 
te era  la  pasicion  que  ocupaba ! 

1.     V.   Parte  <le   ''Balear; -o'',    datado  en    los   Anjreles   el   18   de 
enero   1819.    (Estraorílinaria   del   10  de  febrero.) 


I 


CORONEL  BRANDSEN.  329 

En  prevención  de  esta  emerjeneia,  se  destacó  el  2.o  es- 
cuadrón de  'granaderos  á  las  órdenes  del  comandante  Viel, 
el  que  cubriendo,  el  servicio  de  vanguardia,  bandeó  el  rio 
sin  demora  y  avanzándose  á  alguna  distancia  sin  encontrar 
el  menor  ()l)st/iculo  ni  apercibir  vestigio  alguno  de  enemi- 
gos, ocultó  su  frente  por  un  monte  alto,  tomó  posición  a  le- 
gua y  media  del  Salto  en  una  pequeña  loma  á  la  izquierda  del 
camino  real  de  los  Angeles.  . 

Merced  a  esta  precaución,  el  resto  de  las  fuerzas  verificó 
su  pasaje  á  la  parte  sud,  sin  accidente  de  ningún  género,  se 
gun  queda  dicho,  y  fué  á  campar  sobre  una  ladera  distante 
como  100  toesas  del  Salto,  y  no  habiendo  descubierto  cosa 
alguna  los  esploradores,  se  pas<)  la  noche  sin  novedad. 

Al  dia  siguiente  de  madrugada,  levantó  campo  la  divi- 
sión y  j)rosiguió  á  marchas  forzadas  i)or  el  camino  real 
de  los  Angeles,  con  el  ánimo  hecho  de  ocupar  aquella  plaza. 

*'Una  hora  antes,  dice  Brandsen,  el  comandante  VieL 
montaba  á  caballo  y  persiguiendo  al  enemigo,  con  activi- 
uad  y  el  coraje  que  le  son  peculiares,  alcanzó  sus  bagajes  un 
poco  mas  adelante  del  pueblo  de  los  Angeles,  que  este  habia 
evacuado  con  precipitación  á  prima  noche,  (es  decir,  á  siete 
leguas  poco  mas  ó  menos  del  lugar  en  que  i>ernoctamos  la 
víspera) — Era  hacer  demasiado  con  caballos  cansados  por 
marchas  precedent^^s,  y  en  un  t<5rreno  arenoso  y  tupido  de 
monte  como  el  que  tuvo  que  recorrer.  Además  del  repuesto 
de  víveres  y  pertrechos  de  guerra  que  quedaron  en  los  Ange- 
les cayeron  en  su  poder  30  cargas  de  munición  y  cuatro  de 
equipaje  de  las  religiosas  de  ('oncepcion.  que  víctimas  de  un 
celo  fanático  y  ridículo,  á  la  par  de  un  crecido  número  de 
nuijeres,  seguían  á  pié  y  descalzas  al  ejército  real,  (cuyos 
movimientos  entorpecían)  regando  con  lágrimas  su  trayecto, 
temerasas  de  ofender  á  Dios  si  traicionaban  la  causa  de  Fer- 
nando!'* 

El  denodado  Viel,  pudo  detenerse  en  este  prim-er  encuen- 
tro feliz  y  esperar  la  llegada  del  ejército  á  al  menos  del  resto 
del  Rejimiento — ^mas,  sin  consultar  otro  móvil  que  su  indo- 


330  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

iDable  bravura  y  contando  ciegamente  con  su  prestigio  en 
los  soldados  que  mandaba,  estimulados  á  despreciar  el  peli- 
gro y  á  juzgar  de  la  ddÍMlidad  ó  cobardía  d-el  enemigo  por  la 
precipitación  de  su  fuga — continuó  su  rápida  marcha  á  la 
cabeza  de  40  jinetes  únicamente,  y  atravesando  en  presen- 
cia de  fuerzas  muy  superiores  la  inmensa  llanura  que  media 
entre  los  Angeles  y  Bio-bio  (8  leguas)  alcanzó  la  retaguardia 
española,  sobre  las  numerosas  alturas  que  encajonan  este 
rio  y  defienden  sus  avenidas,  la  cargó  aunque  fuese  en  doblo 
número  á  su  fuerza,  contrariada  por  el  mal  estado  de  sus  ca- 
ballos y  las  escabrosidades  del  terreno,  y  la  puso  en  derrota, 
matando  é  hiriendo  8  dragones  cazadores,  haciendo  algunos 
l^risioneros,  rindiéndose  otros,  y  dispiersándose  la  mayor 
parte.  (18) 

Estrechado  Sánchez  por  este  hecho  de  armas  sobre  el  eau- 
dalo.so  Bio-bio,  principió  á  pasarlo  con  la  confusión  que 
onAHielve  una  derrota. 

ÁNGEL  J.  CARRANZA. 

(Con  ti  miará.) 


18  V,  Parte  de  Escalada,  datado  en  el  llano  de  Santa  Fé  á  IS 
de  enero  d^  1819  (** Gaceta"  núm  111).  En  él  se  ha<'e  menciom 
honrosa,  de  loa  capitane'*  Rivera  y  Olazabal,  teniente  F.  Aldao  v  al- 
frrez  Bautista  Fonsalida. 


i#^«^ 


re(;i:eri)(»s  históricos  sobre  la  provincia 

DE  \..t'YO. 


CAPITULO  2.0 
De     1815     á     1820. 

(('(►ntinuaeion.)      (1) 

XLVI. 

Al  tlia  sigiiientt» — 10  tle  enero — ^se  tuvo  noticia  en  la  c«- 
}>ital  de  Cuyo  del  niotin  del  núni.  1  de  los  Andes  en  San 
Juan,  encabezado  por  ^lendizabal.  Corro  y  Morillo,  que  ha- 
lúa  veriíicádose  la  víspera. 

p]n  conocimiento  las  autoridades  de  un  hecho  tan  f^rave, 
tí  fin  de  tomar  las  primeras  y  mas  eficaces  medidas  requeri- 
das en  el  caso  v  que  ellas  produjeran  el  mejor  éxito  en  guar- 
<la  del  orden  y  tranquilidad  pública,  su  preferente  atención. 
íinie  todo,  w»  contrajo  á  no  dejar  se  divulgara  tan  funesto 
«uceso.  <Mm  nnicho  mas  motivo  entre  la  tropa  del  2.o  Cuer- 
po del  Ejercito  de  los  Andes  que.  como  se  sal>e,  se  encon 
traba  acantonado  en  la  Villa  de  Lujan,  á  5  leguas  al  sud  de 
la  ciudad  de  ^Mendoza. 

Peligroso  era,  en  verdad,  se  produjera  la  alarma  en  una 
tropa  íjue  se  encontraba  próxima  A  emprender  una  marcha 

1.     Véase  la  páj  144. 


333  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

H  Chile  y  que  podia  ser  seducida  ó  influenciada  para  unirse 
á  sus  antiguos  compañeros,  insurreccionados  en  San  Juan, 
H  50  leguas  de  distancia. — Desde  luego,  en  el  mismo  instan- 
te de  recibir  aquel  aviso  el  Gobernador  Intendente,  jene- 
ral  Luzuriaga,  hizo  llamar  con  sigilo  al  coronel  Alvarado,. 
al  jeneral  Arenales,  que  se  encontraban  alli  de  paso  á  Chi- 
le para  incorporarse  al  Estado  Mayor  General  del  Ejército 
Libertador  del  Perú,  y  algún  otro  gefe  perteneciente  al  es- 
l)resado  2.o  cuerpo  para  acordar  con  urjencia  las  providen- 
cias mas  acertadas  que  debian  tomarse  en  aquel  trascendental 
conflicto. 

»Sc  mandó  pí)ner  en  completa  incomunicación  aquel  eam- 
j)amento  con  la  capital  y  lo  demás  de  la  campaña.  Vii  cor- 
don  sanitario  por  asi  decirlo,  se  estableció  circunvalándolo, 
á  fin  de  que  nadie  penetrase  (íerca  de  los  soldados,  ni  es- 
tos saliesen  fuera  de  esa  línea.  Se  creia  conseguir  así  poder 
detener  los  efí»(*tas  peligrosos  que  aquel  suceso  podría  pro- 
ducir sobre  una  tropa,  en  su  mayor  parte,  todavía  en  la  edu- 
cación disciplinaria:  quería  evitarse  á  todo  trance,  .siquiera 
fuese  algunos  dias,  una  otra  insurrección,  muy  posible,  siu 
duda,  á  vista  del  inmediato  ejemplo  que  acababa  de  ofrecer- 
nos el  núm  1 . 

El  coronel  Alvarado  quería  marchar  solo,  sin  escolta,  ñ 
8an  Juan  para  obrar,  con  su  presencia  linicamente.  confiado 
en  el  prestijio  que  creia  aún  tener  en  esos  soldados  (pie  éf 
había  formado  y  conducido  tantas  veces  á  la  victoria,  una 
favorable  reacción,  su  vuelta  á  la  carrera  del  honor.  Reso- 
lución atrevida,  de  la  que  le  separó  el  jeneral  Luzuriaga. 
haciéndole  muy  oportunas  y  justas  reflexiones  sobre  el  ries- 
iro  á  que  esponía  su  persona.  Este  pensamiento  había  veni- 
do á  la  mente  del  coronel,  de  las  cartas  que  acababa  de  reci- 
bir de  sujetos  respetables  de   San  Juan,   en  que   le   parti- 
cipaban, con  sejTTuridad,  que  una  parte  del  batallón  ínsurrec- 
•  ionado,  estaba  arrepentido  del  acto,  descontento,  y  que  bas- 
taría que  su  antiguo  gefe  se  acercara  á  aquella  ciudad  para 
correr  á  ponerse  á  sus  órdenes. 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  333 

Lisonjeóse  el  coronel  Alvarado  tanto  con  la  esperanza  de 
alcanzar  este  resultado,  que  convino  con  el  gobernador  in- 
tendente de  poneiTse  al  dia  siguiente  11,  en  marcha  para  San 
Juan,  llevando  consigo  dos  compañias  de  cazadores  á  caballo 
y  dos  [)ieza8  de  artillería  de  campaña. 

Elspidióse  al  mismo  tiempo  un  espreso  á  San  Luis,  orde- 
nando al  jefe  de  una  parte  del  rejimiento  de  Granaderos  á 
caballo  que  se  encontraba  allí  para  su  remonta,  se  pusiese 
inmediatamente  en  camino  hacia  Mendoza  á  incorporarse  á 
la  división.  Temíase  también,  y  con  sobrada  razón,  que  al- 
<*anzase  allá  las  chispas  del  grande  incendio  que  avanzaba 
rápidamente  sobre  todos  los  puntos  de  la  República. 

FA  11,  en  efecto,  salió  el  coronel  Alvarado  con  esa  fuerza 
^n  dirección  á  San  Juan.     El  14  llegó  al  Pocito,  5  leguas 
<le  la  ciudad,  en  donde  los  insurrectos  tenían  avanzada  una 
gran  guardia.     Era  de  noche  y  ordenó  al  ayudante  de  caza- 
dores á  caballo.  Rojas,  sorprenderla.     Consiguiólo,  pero,  de- 
bido a  la  obscuridad  de  la  noche  y  al  conocimiento  que  los 
^enemigos    tenían    de    la   localidad,    lograron   -escaparse.     AI 
siguiente  dia,  temprano,  marchó  á  la  ciudad  el  coronel  con 
su  pefjueña  fuerza.     A  dos  leguas  de  distancia  de  aquella, 
encontró  situado  en  línea  de  batalla  el  rejimiento  num.  1  y 
algunos   escuadnmes  de   caballería    de   milicias,   esperándob> 
I)ara  resistirle.     Detúvose,  y  pocos  momentos   desí)ues  rcí'i- 
bia  una  diputación  del  cabildo  de  San  Juan,  por  medio  de  la 
cual  le  jicdia  v^ncarecidamente  desistiera  de  atacar  la  tropa 
insurrecta,    (jue    (onsideraí-'e    las   desgracias   y   liorrores   que 
caerían,  en  un  tal  conflicto  que  no  podía  menos  de  ser  san 
griento.  ^4obre  el  pueblo,  y  el  inminente  rie:^o  en  que  se  co- 
locarían las  vidas  del  teniente-gol>ernador  de  la  Roza,  jefes 
y   oficíales   del   rejimiento.   que   se   encontraban   presos — ( Co- 
mandante   Seíjiieira.    mayor    Salvadores,    capitanes    Hosco   y 
Beuav<*ntc. — No  podía  dejar  de  pesar  poderosamente  en   el 
ánimo  ]»rudente  y  reflexivo  del  coronel  Alvarado,  lo  ((ue  el 
Cabildo  le  hacia  presente  por  conducto  de  sus  comisionadas. 
Conocía  bien  A  que  excesos  podía  entregarse  esa  soldades«-a 


334  LA  REVISTA  DE  BÜEIS0Í5  AIRE». 

enfurecida,  en  medio  de  un  combate,  con  cabecillas  como 
Mendizabal  y  ^íorillo.  Temia  que  aquellos  distinguidos  pre- 
sos, fuesen  sacrificados,  que  se  derramase  la  sangre  de  ciu- 
dadanos pacíficos  también  y  que  el  pueblo  todo  sufriera  los. 
horrores  de  un  saqueo. — Resolvió  retirarse  y  se  retiró  en 
efecto  sin  que  los  amotinados  osasen  incomodarlo.  En  J  ;- 
colí,  á  diez  leguas  de  Mendoza,  encontró  el  resto  del  Rfji- 
miento  de  cazadores  á  caballo,  á  quien  habia  ordenado  si- 
tuarse allí  jmra  el  caso  de  necesitar  un  retuerzo  en  su  esne- 
íücion  á  San  Juan. 

En  este  intervalo  habíase  operado  en  Mendoza  un  rám- 
bio  de  situación.  El  contagio  de  la  anarquía  habia  tamláen 
penetrado  en  la  capital  de  Cuyo,  y  no  ob.stante  que  los  jór- 
jiienes  depositados  no  tuviesen  la  fuerza  necesaria  para  (\stu- 
11a r  con  todos  los  horrores  que  cortejan  á  este  fiajelo,  eih)& 
i'braban  ocultamente  de  un  modo  activo.     El  respeto  y  alto 
prestijio  de  que  aún  gozaba  esta  preciosa  institución,  ente- 
ramente democrática,  aunque  heredada   de  una  monarquía, 
vuelta  absoluta  con  el  correr  de  algunos  siglos,  llamada  Mu- 
nicipalidad, que  tan  importantes  servicios  prestó  a  la  R+*pú- 
blica  en  sus  últimos  tiempos  de  desquicio  y  de  desorden;  rl 
distinguido  personal  de  que  ella  se  componía  felizmente  en 
Mendoza  en  ese  año;  la  presencia  allí  de  una  parte  del  ejer- 
cito de  los  Andes,  á  las  órdenes  de  jefes  de  mérito  y  de  (rono- 
cida  capacidad;  la  inmediación  en  que  se  encontraba     el  j^»*- 
neral  San  Martin,  por  quien  conservaban  siempre  aquel  res- 
peto y  simpatías  que  su  elevado  carácter  y  raras  cuali<hítles. 
supieron  inspirar  á  los  mendocinos — todo  esto  retardab-i  la 
o])ra   latente,    pero    muy   conocida,    de   los   demoledores   vlel 
orden  y  de  las  instituciones. 

Los  dos  hermanos  Aldao — José  y  Francisco — que  m.  ha- 
bían separado  del  ejército,  teniendo  en  vista  siniestras  inints 
])ara  lo  ulterior,  eran  los  que  en  Mendoza  se  habían  iniesto 
á  la  cabeza  de  la  revuelta  que  se  intentaba,  en  ex)nniveneia 
reservada  con  ios  anarquistas  de  San  Juan  y  demás  puntas 
de  la  República  en  conflagración.  De  un  valor  persona!  bien 


RECUERDOS   HISTÓRICOS.  335 

probado,  de  carácter  díscolo  y  altanero,  ambiciosos  de  man- 
do y  de  riqueztis,  no  importa  los  medios  «uy>leados  para  lle- 
gar á  lograrlo,  con  afecto  entre  el  gauchaje  que  sabían  a! ha 
gar  con  promesas,  con  la  práctica  de  sus  mismas  eofrtombres 
y  hábitos. — l'nidos  á  sus  parientes  los  Anzorena,  crocida  fa- 
milia, que  teniendo  iguales  tendencias  al  montonerismo,  á  la 
discordia,  desde  sus  antepasados,  habiendo,  por  último  des- 
cendido á  la  plebe — contaban  con  llevar  á  cabo  sus  bastar- 
das y  criminales  aspiraciones  y  trepándose  á  los  primeros 
j>ue8tos  de  la  Provincia,  disponer  de  ella  como  de  un  patri- 
monio suyo  y  de  sus  parciales.  Esjwraban  no  mas  la  o;)(»r- 
tunidad  que  no  tardó  en  llegar. 

El  mismo  dia  que  arribó  á  Mendoza  el  coronel  Alvanidu, 
de  vuelta  de  San  Juan — el  16 — entregaba  á  la  circulación 
el  gobernador  intendente,  jeneral  Luzuriaga,  un  Manifies',> 
á  los  pueblos  de  Cuyo,  en  el  que  daba  cuenta  del  eseanaa- 
loso  motin  del  9  de  enero  en  San  Juan  y  esplicaba  sus  cau- 
sas V  funestísimas  tendencias. 

Y  convencido,  además,  en  presencia  de  la  atmósfera  ar- 
diente, conmovida,  que  empezal)a  á  hacerse  á  su  alrededor, 
del  terreno  minado  que  se  estremecía  bajo  su  planta;  con- 
vencido, deíñamos,  que  ya  no  podría  sostenerse  en  su  pues 
to,  que  ni  aún  le  seria  dado  apoyarse  en  la  fuerza  armada, 
en  vísperas  como  estaba  la  división  de  marchar  á  Chile,  di- 
mitió el  mando  al  dia  siguiente  17. 

El  mismo  dia,  reunido  el  pueblo,  le  fué  admitida  su  re- 
nuncia y  se  confirió  al  Cabildo  la  autoridad  política  y  la  mi- 
litar a  un  anciano  oficial,  don  José  Vargas,  que  había  servi- 
do en  Huenos  Aires,  en  los  primeros  tiempos  de  la  revolu- 
ción de  1810,  hombre  íntrego.  pacífico,  ilustrado,  sin  i>oKí,.)r 
por  lo  demás,  aquellas  cualidades  adecuadas  para  dominar 
lina  situación  en  momentos  de  crisis,  colocado  en  un  puesto 
fiem-e  jante. 

También  Dupuy,  por  el  mismo  tiempo,  como  se  verá 
después,  renunciaba  su  Tenencia  de  gobierno  en  San  Luis. 

El  coronel  Alvarado  colocó  de  guarnición  en  la  ciudad  de 


336  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

31endoza  al  rejimiento  de  cazadores  á  caballo — Tuvo  en  vistu 
para  esto,  dos  motivos- -primero,  afianzar  por  alg-un  tiem- 
po el  orden  y  la  seguridad  pública:  segundo,  distanciar  ese 
cuerpo  del  de  granaderos  á  caballo  en  Lujan,  temiendo  uji 
conflicto  entre  ambos,  de  que  ya  aparecian  algunos  síntomas. 

Entre  tanto,  y  antes  de  internarnos  mas  en  la  descripción 
de  estos  acontecimientos  demos  la  palabra  á  documentos 
relativos,  de  la  mayor  importancia  histórica,  que  hemos  ob- 
tenido. 

Helos  aquí. 

También  participó  Mendizabal  al  gobernador  intendente 
de  la  provincia  de  Cuyo,  del  atentado  que  cometió  el  9  de 
^nero. — Le  decía  así — 

**Si  el  sistema  que  hemos  prot:lamado  está  fundado  en 
principios  de  equidad  y  libertad,  ellos  mismos  franquean  ae- 
rion  á  todo  ciudadano,  para  remover  el  gobernante  que  ol- 
vidado de  unos  deberes  tan  sagrados,  no  tiene  mas  regla 
para  proceder,  que  la  arbitrariedad.  Tal  era  el  doctor  don 
José  Ignacio  de  la  Roza.  Expatriación  de  ciudadanos  bene- 
uiéritos,  abatimiento  y  desprecio  de  la  mayor  y  mas  sana 
parte  del  vecindario,  disponer  de  sus  propiedades  á  su  anto- 
jo, y  sin  guardar  equilibrio  entre  los  impuestos  y  los  fondos 
que  debían  sufragar  los  gastos  públicas,  y  finalmente  la  to- 
tal violación  de  nuestra  Constitución  y  Reglamentos." 

*Vea  ahí  V.  E.  los  motivos  que  me  indujeron  á  separarlo 
del  mando  de  este  ])ueblo,  como  lo  ejecuté  el  dia  de  ayer.  Eii 
sn  c<msecueneia,  convocado  el  vecindario  para  la  eleccioi\ 
<'el  nuevo  gol)i'.^rno  y  habiendo  recaído  en  mi  persona,  coiiir> 
lo  acredita  la  acta  testimoniada,  que  acompaña  á  V.  S.  i-l 
^I.  1.  Cabildo  (1).  ha  sido  mi  primer  cuidado,  que  entre  las 
tropas  y  el  vecindario,  se  observe  el  mayor  cuidado  y  órdeu. 
luista   (jue  el   Supremo   Gobierno  de   las  Provincias   Fnidas. 


1_     La    ini^üía    pa-^nda    al    Snjnenn»    Director    «lol    lO^tado,   que   ya 
luMiios  copiaáo  Antes. 

(X.    ñe\   A.) 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  3:^7 

á  quien  doy  cuenta  de  lo  ocurrido,  resuelva  lo  que  sea  de  su 
justiíieacion  arbitrar/' 

^'^lientras  tanto,  lo  pongo  también  en  conocimiento  «ie 
V.  »S.  para  que  á  vista  de  lo  espuesto  y  de  la  quietud  y  se- 
guridad que  hay  en  este  pueblo,  se  digne  suspender  cual- 
<|uier  medida  que  crea  V.  S.  conveniente  en  las  circunstan- 
cias. Bien  persuadido  que  el  arresto  del  comandante  don  Se- 
vero Garcia  de  Sequeira  y  de  otros  oficiales,  á  quienes  se  les 
trata  con  aquel  decoro  que  les  corresponde,  ha  sido  por  pura 
precaución,  y  con  el  objeto  de  evitar  discusi(mes  que  tal  ví'Z 
<'()mprometerian  la  tranquilidad  de  este  vecindario.'' 

**Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años." 

'•San  Juan,  enero  10  de  1820.'' 

María  no  Me  n dizabal. 
''Señor  gobernador  intendente  de  esta  provincia." 

(A.  G) 


Xo  sa])emos  si  el  general  Luzuriaga,  en  su  calidad  de  Ge 
i'e  Su{)eri()r,  inmediato  de  la  provincia  de  Cuyo,  dio  contes- 
tación á  esta  desacatada  nota — Debemos  presumir  (jue  no, 
<-f*loso  como  de*)ia  manifestarse  en  este  caso  de  su  tliurnidad  v 
ilecoro. — En  vista  de  un  crimen  de  insurrección,  cometido 
1an  cerca  de  la  autoridad  central  de  la  provincia,  de  urf  acto 
atroz  de  inversión  contra  el  orden,  contra  la  constitución  y 
las  leyes,  con  derramamiento  de  sangre  y  la  pri.sion  /iob'nta 
y  arbitraria  d-.*!  teniente  gobernador  de  aquel  pueblo  y  de 
los  ge  tes  y  oficiales  del  regimiento  N.o  1  del  e.i*^rcito  de  los 
Andes,  no  podia,  sin  comprometer  sus  deberes  para  con  la 
patria,  sin  hacerse  responsable  ante  los  tribunales  ,  or  iu- 
traction  á  su  juramento  de  vijilar  y  mantener  en  dí*sem[)eño 
d(»  su  cargo,  la  seguridad  y  tranquilidad  píiblii-a,  el  iuip<  rio 
de  las  leyes,  no  podia  tolerar,  dejar  impune  tal  at'^Qta.lo  — 
Antes  al  contrario,  si  queria  evitar  el  derramamiento  de  san- 
gre, si  consideraba  por  las  circunstancias,  impo-üíle  de  lli-var 


338  LA  REVISTA  BE  BUENOS  AIEES. 

el  castigo  contra  esos  criminales  debía  bajar  del  puesto — Así 
vemos  que  lo  hizo  y  que  por  consiguiente  procedió  en  esta 
grave  emerjeneia  con  honor  y  lealtad. 

El  contestó  como  sigue  á  un  desj)acho  que  le  dirijió  el 
cabildo  de  San  Juan,  el  mismo  dia  30  de  enero. 

*  *  Impuesto  por  la  nota  de  V.  S.  de  10  del  corriente  y  iwin 
que  me  acompaña  en  copia  y  recibí  la  noche  del  13  por  ú 
comisionado  Salvador  del  Carril,  de  lo  ocurrido  el  9  al  ama- 
necer, tengo  el  honor  de  incluirle  en  contestación  las  adjun- 
tas copias  que  instruirán  á  V.  S.  de  las  medidas  que  hé  to- 
mado por  mi  i)arte  para  consultar  el  restablecimiento  del 
rrden,  desgraciadamente  interrumpido.  Estoy  tan  jx^rsua- 
dido  que  V.  S.  empleará  toda  su  influencia  al  mismo  objeto. 
l)orque  este  es  el  interés  general  del  pais  y  el  de  cada  indi- 
viduo en  particular.'' 

**Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.'' 

**  Mendoza,  17  de  enero  de  1820. 

Torihio  de  Luzurmga. 

**A1  muy  ilustre  cabildo,  justicia  y  rejimiento  de  la  ciu- 
dad de  San  Juan/' 

.(A.  G.) 


Esta  concisa  y  digna  respuesta  la  íirmó  el  general  Luzu- 
riiiga,  precisamente  en  la  misma  fecha — 17  de  enero — en 
que  se  separaba  del  puesto  de  gol)ernador  intendente  de  la 
provincia  de  Cuyo — Las  copias  á  que  en  ella  se  refiere  remi- 
tir adjuntas  al  cabildo  de  San  Juan,  son  sin  duda,  de  los  do- 
cumentos que  mas  adelante  insertamos,  salidos  de  su  Secre- 
taria. 

Se  rcííordará  que  en  uno  de  los  despachos  dirijidos  al  Su- 
premo Director  del  Estado  por  el  cabildo  de  San  Juan  qu»? 
dejamos  rejistrados,  se  acusa  al  gobernador  intendente,  ge- 
neral Luzuriagíi  de  retenerle  en  Mendoza  á  su  comisionada 
^l(m  Salvador  del  Carril — En  la  contestación  que  acabamos 


RECUERDOS  HfóTORK/OS.  339 

de  copiar,  hablando  de  este  últmo,  nada  induce  á  creer,  que 
iisase  de  \in  tal  procedimiento — Por  lo  demás,  el  doctor 
C'arril,  que  desde  su  temprana  carrera  pública  no  simpatizí'^ 
jamás  con  el  partido  del  desorden,  se  detendría  en  Mendoza 
j)ara  encontrarse  lejos  de  la  repugnante  y  peligrosa  anarquia 
en  que  se  encontraba  el  pueblo  de  su  nacimiento — queria — 
no  lo  dudamos — permanecer  en  Mendoza,  con  el  laudable  y 
patriótico  empeño  de  trabajar,  cerca  de  sus  autoridades,  del 
líele  del  2.o  cuerpo  del  ejército  de  los  Andes,  para  que  pusie- 
sen en  acción  sus  fuerzas,  sus  recursos,  en  salvar  á  San 
Jiuin. 

Veamos  ahora  estos  otros  documentos. 

*'El  orden  de  esta  provincia  y  la  seguridad  de  sus  habi- 
tantes, exijen  que  V.  S.  se  sirva  convocar  al  pueblo  en  la 
forma  ordinaria  para  un  Cabildo  abierto,  que  debe  celebrar- 
se el  dia  de  mañana  á  las  9  de  ella.  Mi  objeto  es  que  V.  S., 
en  unión  con  el  pueblo  que  representa,  tomen  en  considera- 
<'ion  la  situación  política  de  la  provincia,  los  peligros  que 
la  amenazan  y  los  medios  de  precaverlos,  entre  los  cuales 
espondré  á  V.  S.  en  la  comunicación  de  mañana,  los  qu* 
])or  mi  parte  tengo  meditados  para  que  el  pueblo  resuelva 
8o})re  ellos,  con  el  juicioso  celo  que  ha  acreditado  siempre 
en  las  circunstancias  mas  difíciles.'* 

**Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.'' 

**  Mendoza,  16  de  enero  de  1820." 

Toribio  de  Luzíiriaga. 

'*Muy  I,  cabildo,  justicia  y  rejimiento  de  esta  capital." 

(A.  G.) 

(CVyntinuará,) 

DAMIAX   HUDSON. 


APrXTES  POSTUMOS       ' 


(Contln-iiaeion.)      (1) 

El  teniente  eoronel  Rojas  regresó  el  19  á  lea  con  los 
trofeos  (le  su  ti'iiinfo,  y  ese  mismo  (lia  el  rejimiento  de  ca- 
zadores á  eaballo  eon  su  coronel  X(^cochea  volvió  al  cuartel 
ÍZ enera  1  de  Pisco. 

]4H.  división  Arenales  (continuó  su  marcha  para  el  interior 
el  (lia  21  de  octubre,  dejando  en  lea  al  teniente  coronel  don 
Francisco  Bermudez  como  comandante  militar,,  al  capitán 
d(m  Jasé  P\'lix  Aldao  para  que  crease  un  escuadrón  de  ca- 
balleria,  y  como  gobernador  político  de  la  provincia  al  al- 
calde de  primer  voto  don  Juan  José  Salas,  agraciámlolo 
además  con  el  título  de  teniente  coronel  de  ejército,  (jue  (4 
general  San  Martin  confirmó  innií^diatamente. 

¡ja  ruta  de  la  división  era  sobre  la  cordillera  de  lluancavé 
lica.  á  donde  el  general  habia  despachado  con  anticipación 
un  itinerario  de  las  jornadas,  conducido  por  un  comisiona- 
do patriota,  activo  y  enérgico,  con  un  pasaporte  é  instruc- 
cion<»s.  im  ({ue  se  ordenaba  á  los  alcaldías  de  distrito,  que 
en  cada  jornada  de  las  dxMuarcadas  se  reunies(^n  las  res(^s  y 
leña  sufíciente  ])ara  la  mant(»ncion  de  la  tropa  ;  y  en  honor 

1.      Véii^o    la   í>áj.   -•••\ 


APUNTES  POSTUMOS.  341 

de  la  justicia  y  del  patriotismo  de  los  habitantes  de  esa  ruta, 
y  de  la8  demás  que  recorrió  la  división  A  renal  es,  en  esa  épo- 
ca, me  es  satisfactorio  declarar,  que  no  solo  no  tuvo  el  co- 
misionado la  necesidad  de  compeler  á  ninguno  en  este  ra- 
mo, sino  que  por  el  contrario,  los  indios,  las  indias  y  tmlos 
los  habitantes  venian  á  ofrecer  espontáneamente,  sus  vaqui- 
taa  ovejas,  papas,  queso  y  cuanto  tenian  para  mantención 
de  nuestros  soldados:  y  hay  que  advertir,  que  algunas  de 
estas  ofrendas  y  demostraciones,  las  traian  á  cuestas  habi- 
tantes de  muy  largas  distancias,  saludando  á  nuestros  sol- 
dados con  las  palabras  de  patríanos,  patriarcas,  que  sin  duda 
<:reian  sinónimos  de  patriotas:  y  cuando  nos  acercál)amos  á 
l>ueblos  grandes  situados  en  eminencias  elevadas  que  no  era 
fácil  llegar  á  nuestro  camino,  se  contentaban  con  saludarnos 
al  paso  desde  la  cumbre  de  sus  elevados  cerros,  con  sus  can- 
ciones tradicionales  en  (piichua,  ( antad&s  en  coro  por  cente- 
nares de  voces  al  son  de  sus  flautas  y  tamboriles,  que  eran  con- 
testadas de  nuestra  parte  batiendo  al  aire  nuestros  pañuelos: 
estas  manifestaciones  de  los  peruanos,  que  conocidamente 
eran  producidas  por  la  sinceridad  de  un  sentimiento  ])at rió- 
tico,  entusiasmaban  el  ánimo  de  nuestros  soldaílos,  demostrán- 
doles la  grandeza  del  pensamiento  de  su  general. 

Atravesamos  la  cordillera  de  los  Andes  sin  novedad  (jue 
llamase  la  aten(  ion,  y  al  aproximarnos  m  la  ciudad  de  Hua- 
manga,  el  general  tuvo  aviso  de  que  el  Intendente  de  la  ])ro- 
vincia,  Recabarren,  con  una  compañia  de  infant<TÍa  y  al- 
gunos milicianos,  se  retiraba  para  el  ('uzeo,  llevando  c(m- 
sigo  los  fondos  de  la  tesorería  y  algunas  otras  cosas  de  valor: 
el  general  disí)uso  entonces  que  inmediatamente  nuirchase 
el  mayor  Lavalle  con  sus  granaderos,  sobre  el  puente  de 
Pampas  á  ver  si  lo  batía  y  le  quitaba  el  cargamento;  mas 
cuando  llegó,  ya  habia  pasado  el  rio  y  cortado  el  ]niente, 
que  es  del  sistema  de  puentes  colgantes  del  tiempo  de  los 
Tncas  y  son  tan  comunes  en  el  Perú,  pero  no  regresó  sin 
nniestras  de  triunfo,  pues  trajo  un  oficial  de  artillería  y  unos 
cuantos  soldados  que  habia  tomado  prisioneros. 


342  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

El  dia  31  de  octubre  hicimos  nuestra  entrada  en  la  ciu- 
dad de  Huamanga,  y  fué  indudablemente  mas  espléndida 
que  la  de  lea:  la  Municipalidad,  los  vecinos  notables  de  la 
ciudad,  y  algunos  miles  de  habitantes  de  todas  las  clases  de 
la  sociedad,  salieron  a  recibirnos  á  distancia  de  mas  de  15  ó 
20  cuadras  de  los  suburbios,  llegando  el  inmenso  concurso 
al  estremo  de  embarazar  la  marcha  de  la  columna.  Asi  que 
anduvimos  algunas  cuadras,  encontramos  á  los  señores  de 
la  ^Municipalidad  con  sus  altas  varas  negras,  símbolo  de  su 
autoridad,  formados  en  línea:  se  acercaron  al  general  diri- 
giéndole un  discurso  el  principal  de  ellos,  y  haciendo  la  de- 
mostración de  ofrecerle  la  llave  de  la  ciudad:  pero  nuestro 
general  con  ese  carácter  estoico,  adusto  y  de  una  rigidez 
inflexi])le,  apenas  les  hizo  una  cortesía  con  la  cal>eza:  im- 
perturbable, continuó  su  marcha  á  la  cabeza  de  la  columna, 
repitiendo  la  palabra — historiadores . .  • .  historiadores — Mi 
batallón  formaba  la  cabeza  de  la  columna,  y  yo  iba  ocompa- 
ñando  al  gefe  del  cuerpo,  con  cuyo  motivo  me  fué  fácil  pre- 
sencias este  estraño  episodio.  Semejante  acto  de  descorte- 
sía y  falta  de  consideración,  á  un  pueblo  entero  que  con 
sus  ^Magistrados  á  la  cabeza  y  con  las  demostraiciones  mas 
invidentes  de  regocijo,  salia  á  presentar  el  homenaje  de  res- 
peto y  aprecio  que  dedicaba  á  sus  libertadores,  nos  rubo- 
rizó á  tíHlos  y  fué  amargamente  censurado  por  los  gefes  y 
ofícifíles  de  la  división:  y  un  poco  mas  adelante  que  hizo  alto 
la  columna  y  je  dio  un  corto  descanso,  como  para  sacudir- 
nos el  i>()lvo  y  arreglar  nuestros  uniformes  antes  de  entrar  a 
la  población,  el  teniente  coronel  Rojas  gefe  d^l  E.  ^TM., 
los  comandantes  Aldunate  y  Deheza,  el  mayor  Lavalle  y 
muchos  oficiales  de  los  cuerpos,  corrimos  á  rodear  á  los  ^lu- 
nicii)ales  y  la  gran  comitiva  que  los  acompañaba,  para  abra- 
zarlos (*on  el  cariño  y  entusiasmo  que  merecían  sils  demos- 
traciones de  patriotismo,  y  disculpar  al  general  describién- 
doles sin  embozo  las  raras  calidades  de  su  genial  exentricidad 
y  rigidez,  pero  haciendo  justicia  á  su  valor,  su  rectitud  y 
su  bonomia,  asi  como  á  sus  revelantes  servicios  á  la  causa 


APUNTES  POSTUMOS.  343 

de  la  independencia  americana:  y  estos  señores  repuestos 
<lel  desaire  que  habian  recibido,  con  las  satisfacciones  y  sín- 
<;eros  halagos  que  reeibian  de  los  gefes  y  oficiales,  recupe- 
raron su  serenidad  y  continuaron  con  júbilo  sus  vivas  al  ge- 
neral San  Martin,  á  los  protectores  de  su  libertad  y  á  la  cau- 
xi».  dt  la  independencia. 

P]utranios  á  la  ciudad,  y  tanto  la  tropa  cuanto  los  gefes  y 
<fítiales,  fuiníos  perfectamente  alojados:  y  en  la  casa  dis- 
puesta para  el  general,  se  encontró  un  gran  banquete  pre- 
j)arado  para  todos  los  gefes  y  oficiales  de  la  división,  que  por 
e^tar  ya  todo  listo  aceptó  el  general,  no  sin  hacer  demostra- 
/'iones  de  reprobación:  único  ejemplar  que  puedo  yo  citar 
en  todo  el  tiempo  que  he  servido  á  sus  órdenes  ó  estado  á 
-su  inmediación,  pues  jamás  aceptaba  obsequio  ni  presentía 
<le  ningún  género,  aun  cuando  fuese  de  un  ramo  de  flores 
/;  la  cosa  mas  insignificante.  El  general  Arenales  sin  dejar 
<le  tener  un  corazón  bondadoso,  generoso  y  noble,  tenia  el 
-lit^fei'to  de  ser  poco  cortesano,  urbano,  amable:  era  hombre 
jJe  una  pieza:  severo,  inflecsible,  rispido,  como  no  hemos 
tenido  ningún  otro  gefe:  y  para  que  se  forme  juicio  de  la 
persona  del  general  Arenales,  séame  permitido  diseñar  al- 
^íiinas  de  sus  costumbres  que  se  le  vieron  en  esa  campaña. 
4jue  pra<*ticaba  en  público  y  sin  la  menor  reserva. 

En  esa  cami)aña  no  tenia  mas  que  un  solo  ordenanza  que 
<'uidaba  de  su  caballo  de  batalla,  su  muía  de  marcha  y  su 
eíjuipajc  que  estaba  contenido  en  dos  petacas  y  nada  mas.  El 
|)or  sus  manos  ensillaba  y  desensillaba  su  muía,  y  no  con- 
«entia  (lue  ningún  otro  se  lo  hiciera:  sabia  herrar  perfecta- 
mente, y  por  consiguiente,  él  herraba  su  caballo  y  sus  muías : 
<ín  las  marchas  cargaba  un  par  de  alforjas  en  su  silla,  en  las 
-que  llevaba  una  servilleta  con  pan  y  queso,  un  cubierto,  un 
jarro  de  plata,  un  pedazo  de  carne  cocida  ó  asada,  y  un  poco 
<lo  nuiiz  tostad:):  este  era  su  alimento  favorito.  En  1  s  des- 
cansos que  daba  a  la  columna  en  las  marchas,  se  apartaba 
iin  poco  del  camino,  le  quitaba  la  brida  á  su  muía  para  que 
3'amonease,  bajaba  sus  alforjas  y  almonzaba  ó  temaba  algo. 


344  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Nunca  invitaba  á  nadie  para  esta  operación:  y  algunas  ve 
t  e$  que  á  mi  batallón  le  tocaba  por  su  turno  ir  á  la  cabeza 
de  la  columna,  yo  como  abanderado  iba  siempre  al  lado  de  mi 
comandante  Deheza,  y  no  pocas  ocasiones  me  llamó  el  gene- 
ral para  brindarme  con  algo  de  su  almuerzo,  obsequio  que  ni 
su  hijo  el  teniente  don  Florentino,  que  iba  de  su  ayudante,  le 
merecia,  porque  no  comia  con  él:  pero  dejando  aparte  toda 
reflexión,  estas  distinciones  que  el  general  me  dispensaba,, 
yo  se  las  estimaba  con  aquella  cordial  sinceridad  (pie  me 
( orrespondia. 

El  general  Arenales  era  tan  escrupuloso  en  todos  sus  ac- 
tos administrativos,  que  fiscalizaba  y  mezquinaba  los  inte- 
reses públicos  mas  que  los  suyos  propios:  nos  tenia  por  des- 
pilfarrados, y  de  consiguiente»  llevaba  las  economías  basta  un 
punto  que  nos  hacia  desesperar.  A  la  salida  de  Tea  ordenó- 
(lue  se  racionasen  las  compañías  con  una  res,  como  se  hacia 
en  la  costa,  disposición  que  nada  tenia  de  particular.  desdí> 
que  en  la  costa  todo  el  ganado  es  muy  crecido,  una  eoinpa- 
ñia  de  80  á  90  plazas  podia  comer  muy  bien  con  una  n^sr 
])ero  en  la  sierra  donde  el  ganado  vacuno  es  incomparable- 
mente mas  chico,  no  se  podia  hacer  esa  distribución,  y  mu- 
cho menos  el  dia  que  nos  daban  carneros,  que  entregaban  diez 
como  equivalente  de  un  novillo;  por  consecuencia,  los  parte» 
que  se  daban  por  los  sargentos  de  las  compañías  á  \n  horn 
de  lista,  eran,  que  en  una  se  habían  quedado  diez  lioinbre» 
sin  ración,  en  otra  doce  y  en  otras  aun  mas,  cargo  (|uc  sin 
desconocerse  el  oríjen,  recaía  sobre  el  abanderado  que  reci- 
bía el  ganado  y  toda  clase  de  raciones.  En  vano  el  coman- 
dante reclamó  al  E.  M.  repetidas  veces  sobre  la  csctisez  d(» 
raciones:  el  general  con  ese  carácter  inflexible  que  lo  domina- 
ba, siempre  sostuvo  ese  sistema  de  racionies  como  invariable^ 
acusando  de  despilfarrados  a  los  oficiales  que  hacían  las  dis- 
tribuciones: y  como  sobre  mi  como  abanderado  del  Batallón 
recaían  las  reconvenciones,  tanto  del  comandante  cuanto  de 
los  capitanes  de  compañía,  por  mas  que  conociese  la  injusticia 
y  procurase  disculparme  haciendo  ver  el  oríjen,  no  remedian- 


APUNTES  P6STUM0S.  345 

dose  radicalmente  el  mal  como  correspondía,  cuando  iba  con 
la  tropa  á  la  carneada  yo  reclamaba  á  los  repartidores,  al- 
tercaba y  constantemente  tenia  mis  reyertas  con  ellos;  pero 
viendo  que  nada  adelantaba  por  esos  medios,  yo  discurrí  un 
arbitrio  de  consegir  lo  que  por  medios  legales  no  había 
llegado  á  alcanzar.     Consistía  en  lo  siguiente. — 

Los  rebaños  de  ganado  en  el  Perú,  sea  vacuno  ó  lanar, 
son  tan  mansos  y  bien  domesticados,  que  un  indio  solo, 
una  india  6  un  muchacho,  los  maneja  no  siendo  muy  nume- 
rosos: pero  cuando  se  acerca  una  persona  estraña,  ó  un  sol- 
dado en  particular,  el  ganado  lo  desconoce  por  el  traje  ó  por 
el  olfato,  se  asusta,  se  alborota,  quiere  disparar  y  no  hay 
muralla  que  lo  contenga:  yo  que  había  observado  esto,  me 
propuse  sacar  partido  en  favor  de  mi  batallón:  los  abande- 
rados del  2  y  del  11  íbamos  todos  los  días  á  recibir  el  ganado 
á  cualquier  hora  que  los  comisionados  hicieran  el  reparto,  y 
en  reserva  instruía  yo  á  los  soldados  que  llevaba,  para  que 
después  que  nos  entregasen  el  que  correspondía  al  batallón, 
con  algún  pretexto  hiciesen  algo  como  para  que  disparase  el 
que  quedaba  en  el  corral,  y  de  entre  la  confusión  qu(»  resul- 
tase, nos  apoderábamos  de  una  res  6  de  algunos  carneros 
mas  para  que  alcanzase  la  carne  para  todos.  Un  día  de  esos. 
]>nes,  que  hacíamos  la  marcha  por  la  cordillera,  el  general 
hizo  adelantar  los  abanderados  a  recibir  el  ganado  antes  que 
anocheciera:  asi  que  llegamos  al  corral,  observé  que  las  re- 
ses  eran  muy  chicas,  y  calculé  que  ese  día  se  nos  iban  á  que- 
dar algunos  soldados  sin  ración:  pero  viendo  entre  el  ganado 
una  vaca  hermosa  y  gorda,  quise  hacerla  carnear  antes  que 
llegase  el  abanderado  del  núm.  2 ;  pero  los  pastores  que  solo 
hablaban  quichua,  no  me  entendian  lo  que  yo  les  hablaba  en 
castellano,  por  cuyo  motivo  tomé  yo  un  lazo  de  los  que  te- 
nian  los  indios,  armé  la  lazada,  y  al  revolearlo  para  enlazar 
la  vaca,  el  ganado  se  alborotó  y  atropello  á  la  puerta  del  cor- 
ral, pero  al  sentir  la  vaca  el  lazo  en  las  astas  me  acometió  y  yo 
í  duras  penas  pude*  escapar  corriendo  para  saltar  la  pa- 
red del  corral:  mas  el  jeneral  que  en  ese  momento  llega- 


346  LA  REVISTA  DE  BUENOS  A1RB& 

ba  al  campo  eon  la  división  y  presenció  la  escena,  mon- 
tó en  cólera  y  le  gritaba  á  la  vaca  ''cójelo,  cójelo  vaquita,  y 
tnaia  á  ese  abanderado  ladrón'^: — pero  no  sucedió  asi  por  for- 
tuna :  yo  pude  saltar  la  pared  y  la  vaca  siguió  la  disparada  del 
resto  del  ganado.  Con  este  gracioso  episodio  me  ejercitaban 
la  paciencia  los  compañeros  y  amigos,  mas  el  jeneral  nunca 
se  dio  por  entendido  en  ninguna  de  las  veces  que  lo  vi  después 
y  aún  mas  tarde.  Pero  continuaré  la  narración  interrumpida 
por  esta  digresión. 

Posesionados  de  la  ciudad  de  Huamanga,  capital  del  De- 
partamento del  mismo  nombre,  el  jeneral  tomó  informes  dt'l 
estado  y  posiciones  del  enemigo,  al  sud  que  queda  el  Oii/.co 
y  a]  norte  el  valle  de  Jauja.  Dispuso  también  quo  el  puol»lo 
.iiirase  la  inilependencia,  ceremonia  que  se  verificó  con  la 
mayor  pompa  y  lucimiento,  con  misa  de  gracins.  Te-D»Mnn, 
:!''.'rmacion  do  nuestras  tropas  et-c.  etc.:  y  mientras  ol  mueblo 
estaba  engolfado  en  estas  diversiones,  el  jeneral  mandó  que 
un  piquete  de  granaderos  á  caballo  se  adelantase  á  pose- 
sionarse del  puente  de  Mayo,  que  quedaba  á  nuestra  reta- 
guardia, plinto  indispensable  para  la  continuación  de  las  ope- 
raciones: esta  comisión  le  tocó  ejecutarla  al  teniente  don 
Francisco  Borja  Moyano,  que  marchó  con  15  granaderos  y 
varios  indios,  entre  ellos  un  alcalde  muy  patriota  y  baquea- 
no de  esos  parajes.  Se  nombraron  en  seguida  las  autoridades 
que  correspondian  al  nuevo  orden  establecido,  quienes  como 
en  Tea  se  esmeraron  á  competencia  en  su  atención  y  servicios 
á  la  división.  En  la  noche  del  11,  fuimos  agradablemente 
sorprendidos  con  el  parte  del  teniente  Móyano,  en  que  decia, 
que  en  la  madrugada  de  ese  dia  había  tenido  la  fortuna  de 
apoderarse  del  puente  sin  ser  sentido,  que  sorprendió  al  cen- 
tinela, dejándolo  muerto  de  un  pistoletazo,  y  habia  tomado 
prisionera  toda  la  guarnición,  que  se  componía  de  un  oficial 
y  25  hombres,  con  sus  armas,  municiones  y  caballos:  dicien- 
do por  conclusión,  que  el  oficial  le  habia  declarado,  que  el 
puente  estaba  minado  artificialmente  y  las  minas  cargadas 
<le  pólvora,  y  que  él  habia  sido  puesto  allí  para  darle  fuegos 


APrXTES  POSTUMOS.  347 

y  hacerlo  volar  en  cuanto  se  acercase  cualquier  fuerza  nues- 
tra: pero  (^ue  informado  él  de  estas  circunstancias,  marchó 
con  toda  la  cautela  y  precauciones  que  pudo  discurrir,  y  que 
la  buena  estrella  que  guiaba  nuestras  armas  habia  queridvj 
<'oadyuvar  á  su  deseo:  que  quedaba  aserrado  el  camino  que 
la  división  debia  sec:uir,  y  burlados  los  planes  del  enemigo. 
La  división  se  x>^i^*o  en  marcha  al  otro  dia,  y  así  que  pasó 
el  puente,  campó  en  un  pueblo  distante  como  una  legua  del 
rio:  allí  recibió  el  jeneral  comunicaciones  del  jeneral  San 
^lartin,  (»n  que  le  prevenía  que  el  Ejército  se  reembarcaba 
<n  Pisco  para  pasar  al  Callao,  á  ver  si  al  presentarse  en  la 
bahia  se  efectuaba  una  conspiración  que  tenían  combinada 
los  ¡patriotas  d.^  Lima,  y  de  no  efectuarse  ocuparía  la  costa 
-«id  noi-te  para  .nnagar  la  capital  y  de  ese  modo  protejer  nues- 
ira  división  hasta  que  nos  reí ncorpa rasemos. 

Kl  dia  16  llegamos  al  puelih)  de  Pampas,  población  tan 
-gi-ande  como  la  de  Huanta.  y  muy  bien  situada  en  un  her- 
moso campo  circumbalado  de  cerros:  al  siguiente  el  general 
hizo  sal)er  á  la  división  por  la  orden  general,  que  el  goberna- 
idor  intendente  de  lina nea vélica  se  retiraba  por  el  Valle  do 
-Jauja  háí'ia  Lima,  con  una  división  de  tropas,  llevándose 
los  caudales  d'»  la  tesorería  y  una  grande  emigración  d(> 
familias  ilc  esf)añoles  empleados  y  comerciantes:  que  se  es 
-.ea paria  sin  cpi»*  la  división  le  hiciese  sentir  el  peso  de  sus 
4u-inas  y  su  valor,  por  cuanto  la  infantería  no  podía  for- 
7.ar  sus  maríh:is  hasta  al(*anzarlo:  y  que  siendo  la  caballería 
la  tínica  (jue  podía  picarle  la  retaguardia,  cuando  una  parte 
de  esta  andaba  en  otra  comisión;  invitaba  á  los  oficiales  de 
los  cuerpos  qiu*  se  considerasen  bien  montados,  para  refor- 
zar los  40  granaderos  del  mayor  Lavalle  y  acometer  esa  ím- 
"jHírtante  operación :  esta  invitación  fué  bien  acogida,  pues 
fie  presentaron  quince  al  Estado  ^íayor,  siendo  yo  uno  de 
<»llos  que  fui  con  el  consentimiento  y  licencia  de  mi  coman- 
<lante :  en  el  E.  M.  se  nos  ordenó  presentarnos  al  mayor  La- 
valle, quien  inmediatamente  que  nos  incorporamos  nos  hizo 


:j48  la  revista  de  bueíjos  aires. 

formar  la  primera  mitad,  poniéndose  en  marcha  acto  conti- 
nuo sobre  Huancayo. 

Desde  que  descendimos  los  cerros  que  dominan  la  posi- 
ción de  Pampas  y  caímos  al  valle  de  Huancayo,  valle  que- 
está  tapizado  por  decirlo  así,  de  numerosos  pueblos  de  in- 
dios á  muy  cortas  distancias  uno  de  otro,  cambió  completa- 
mente la  escena  para  nosotros :  el  país  era  abierto,  llano,  fér- 
til, y  el  camino,  por  supuesto,  menos  fragoso  que  el  que  ha- 
]>iamos  dejado  atrás:  anduvimos  ocho  leguas  á  pesar  de  que 
interrumpían  nuestra  marcha,  grandes  masas  de  hombrea 
y  mujeres  con  banderas,  arcos  triunfales  improvisados  de 
ramas  verdes  y  flores,  danzas  que  bailaban  á  su  modo  y  can- 
taban canciones  con  tamboriles  y  flautas,  obsequiando  con 
í-ántaros  de  chicha,  flores,  licores,  dulces  y  cuanto  tenían 
de  mas  agradable,  victoreando  á  sus  libertadores:  todo  les^ 
fué  admitido  con  efusión  de  aprecio  y  agradecimiento  úna- 
nos los  licores:  pero  nada  era  tan  encantador  como  unas 
danzas  que  en  uno  de  esos  pueblos  salieron  á  nuestro  en- 
cuentro, compuestas  de  las  mas  lionitas  y  graciosas  donce- 
llas, figurando  las  Pallas  del  Tnca :  su  porte  modesto,  su  gra- 
cioso candor,  pero  sobre  todo,  el  modo  de  espresar  i)or  me- 
dio del  llanto  sus  íntimas  emociones  de  placer  ó  de  dolor, 
eran  demostradas  con  la  sencillez  y  naturalidad  de  sn  pecu- 
liar carácter:  pocas  veces  he  ])resenciado  una  escena  maí5 
conmovedora:  j)ero  nuestros  soldados  henchidos  de  satisfac- 
ción y  de  ternura,  sin  interrumpir  su  marcha  les  manifesta- 
ban su  gratitud  y  su  entusiasmo,  repitiéndoles  que  se  ha 
bian  resuelto  á  sacrificar  su  vida,  por  venir  á  libertarlos  de 
la  esclavitud  y  de  la  opresión.  Entre  esta  sucesión  de  de- 
mostraciones entramos  á  Huancayo.  cuyo  vecindario  en  masa 
con  el  mayor  entusiasmo,  pretendia  detenernos  para  obse- 
<|UÍarnos.  Fué  necesario  un  grande  esfuerzo  de  izarte  del 
mayor  Lavalle,  para  convencer  á  los  Municipales  y  vecinos 
notables  que  salieron  á  recibirnos,  de  lo  inconveniente^  .lo 
cualquiera  demora  y  la  necesidad  urgente  de  alcanzar  a! 
enemigo,  ofreciéndoles  que  si  eramos  felices  en  el  combate. 


APUNTES  POSTUMOS.  34^ 

á  la  vuelta  aceptaríamos  sus  agasajos.  No  insistieron  en  su 
pretensión  y  nos  dejaron  pasar. 

Luego  que  nos  alejamos  un  poco  de  Huancayo,  el  mayor 
Lavalle  liabló  al  escuadrón  haciéndole  presente,  que  basta- 
ría para  dejar  contentos  á  otros  pueblos  ó  comitivas  que 
salies4*n  á  nuestro  encuentro,  tratarlos  con  afabilidad  v  ca- 
riño  sin  detenerse,  pues  siendo  la  misión  que  llevábamos 
dt»  preferencia  para  el  lionor  df^  las  armas  del  ejército  era 
inipnipio  faltar  á  ese  deber  por  atender  á  demostraciones  de 
un  orden  secundario:  que  a  la  vuelta  si  teníamos  la  for- 
tuna de  reportar  algunfus  v(»n tajas  sobre  el  enemigo,  ten- 
driuiiios  un  nu'»vo  título  ante  esos  mismos  pueblos  y  sobrado 
tiempo  j)ara  los  regocijos.  Bajo  de  esta  persuaeion  mar- 
chamos ron  alguna  mas  celeridad,  recojiendo  al  paso  los 
victoirs  y  testimonios  de  adhesión  y  patriotismo  con  que 
nos  s;íhidal)an  los  infinitos  pueblos  de  que  está  tachonado 
iiquel  gran  valle,  y  solo  en  la  Villa  de  Concepción  nos  detu- 
vimos un  poco,  para  cambiar  unos  cuantos  caballos  que  se 
habian  rendido,  por  la  larga  y  forzada  marcha  que  hablamos 
hecho.  Concluida  esta  operación  continuamos  nuestro  ca- 
mino, y  todos  los  hal>itantes  salieron  acompañándonos  hasta 
<4  puente  del  rio,  puente  que  poco  tiempo  después  defen- 
dió heroicamente  el  bello  sexo  de  Concepción,  hecho  íjup 
refi<»rc  Arenales  en  sus  ^lemorias  con  el  mas  ouuiplido  elo- 
gio  y  exactitud. 

Continuamos  nuestra  marcha,  y  un  poco  mas  adelante  del 
l)ucntc  ya  fué  preciso  ir  con  otra  clase  de  precauciones,  por 
cuanto  según  las  noticias  recogidas,  debia  hallarse  no  muy 
distant(*  el  en;'migo ;  -siendo  una  de  ellas  la  de  que.  ,el 
teniente  Vi M arrea  1  del  X.o  11  de  los  Andes  y  yo.  marcháse- 
jHos  í\  vanguardia  de  descubridores  á  una  6  dos  cuadras  del 
escuadrón,  y  ( orno  media  hora  después  fué  reforzada  la  des- 
cu])ierfa  con  los  oficiales  Navarrete  y  Vázquez  del  X.o  2  do 
Chile,  eon  concepto  á  (pie,  cuando  uno  llevase  el  f)art(»  de 
euahpiiera  noveilad  (pi(*  ocurriera,  la  descubierta  no  queda- 
re débil.     Al  ací^rcarnos  á  un  pueblo  situado  á  la  ribera  del 


350  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBIÍS. 

oaniino  que  llevábamos,  vimos  á  un  soldado  español  que  sa- 
lía á  galope  del  pueblo,  lo  corrimos,  y  Vázquez  que  iba  mas 
bien  montado  que  nosotros,  lo  alcanzó  y  le  intimó  rondicion^ 
mas  no  quiso  rendirse  el  español,  y  lejos  de  eso,  diciéndoK^ 
una  porción  de  insultos  y  groserias,  sacó  una  pistola  y  le 
disparó  nn  tiro,  que  no  acertándole,  Vázquez  se  le  fué  enci- 
ma y  de  un  sablazo  le  derribó  al  suelo  herido:  en  esto  llega- 
mos nosotros:  y  declarando  el  prisionero,  que  como  á  (¿os  «V 
tres  cuadras  de  allí  habia  una  avanzada  de  doce  homl)ros  con 
nn  oíicial,  le  iniarramos,  los  brazos  á  la  espalda  asegurán- 
dolo bien,  lo  dejamos  tendido  en  el  suelo  y  marchajnosi 
a  galope  á  ver  si  sorprendiamos  la  avanzada :  en  efecto :  la 
encontramos  en  el  bajio  de  un  rio  seco  que  estaba  ensillando 
sus  caballos,  pero  nos  fuimos  encima  sin  darle  lucrar  á 
nada,  y  todos  fueron  tomados  sin  matar  ni  herir  á  nadie, 
escapando  tan  solo  un  cabo  que  montaba  un  buen  caballo, 
al  cual  no  pudo  alcanzar  el  teniente  Villarreal  que  lo  cor- 
lió  basta  las  orillas  del  pueblo  de  Jauja.  A  los  prisione- 
ros los  hie'imos  tender  de  boca  al  suelo,  les  amarramos  los 
]>razos  á  la  espalda  y  los  conservamos  asi  haciéndoles  la 
centinela  ha^sta  que  llegó  el  mayor  La  valle  que  dispuso  *e 
ellos. 

Empezaba  á  oscurecer  la  noche  cuando  llegó  el  (*scuadron 
donde  nosotros  estábamos,  y  el  mayor  se  puso  á  exami- 
nar al  oficial  prisionero,  acerca  de  la  división  eniMuiga, 
la  fuerza  de  que  constal)a,  que  número  de  cada  arma,  el 
plan  de  sus  oi)oraciones  y  marcha8,  y  cuanto  mas  convenia 
á  nuestra  situación  •  y  dispiLso  que  á  los  prisioneros  se  les  en- 
sartase un  lazo  i^or  el  brazo  derecho,  ec^hando  á  cada  uno  una 
lazada,  y  (pie  los  condujese  un  cabo  con  dos  soldados  á  reta- 
guardia del  escuadrón,  llevándolos  á  pié  hast^  la  Villa  d» 
Jauja,  que  estaba  á  pocas  cuadras:  hizo  cambiar  á  alguno.*?^ 
granaderos  los  mejores  caballos  que  dejaban  los  prisioneros, 
y  los  restantes  que  se  llevasen  acollarados:  formó  el  escua- 
drón á  son  de  combata,  colocando  á  la  cabeza  los  oficiales 
agregados  por  filas  de  á  4,  poniendo  A  la  derecha  al  capitán 


APUNTES  POSTUMOS.  331 

<lel  N.o  11  don  Nicolás  Medina,  salteño  (1),  y  á  la  izquierda 
al  teniente  don  Florentino  Arenales,  hijo  y  ayudante  de 
eanii)o  del  general  de  la  división.  En  este  orden  marchó 
al  trote  el  escuadrón,  y  al  acercarnos  á  la  i)oblacion  salió  uu 
j)atriota  á  gran  galope  á  encontrarnos:  habló  con  el  mayor 
y  le  dijo,  que  los  enemigos  acababan  de  abandonar  la  |)laza 
sabedores  de  nuestra  aproximación,  ({ue  tomaban  la  direc 
eion  de  Tarma  y  que  debian  ir  muy  cerca  todavía.  Llega- 
mos á  la  plaza,  y  en  el  acto  se  abrió  la  puerta  de  calle  de  una 
gran  casa  que  se  hacia  notable  en  uno  de  sus  frentes,  de  don- 
de salió  un  caballero  montado  en  un  hermoso  caballo,  el 
cual  se  presentó  al  mayor  Lavalle  ofreciéndole  con  las  mas 
positivas  muestras  de  entiisia>ímo  y  enternecimiento  sus  ser- 
vicios, su  persona  y  sus  intereses  en  favor  de  la  patria,  aña- 
di<»ndo  que  dentro  de  pocos  minutos  se  le  reunirían  ocho  ó 
<liez  hombres  Mías,  bien  montados,  armados  y  municionados 
á  su  costa,  que  habia  estado  preparando  desde  que  tuvo  no- 
ticia de  que  se  acercaban  las  tropas  lil)ertadoras,  todos  re- 
sueltos como  él  á  sacrificar  su  vida  en  defensíi  de  la  Patria. 
El  mayor  entregó  á  este  sujeto  los  prisioneros  que  traíamos, 
encargándole  bajo  responsabilidad,  su  conservación  y  custo- 
dia en  el  cuartel,  en  la  cárcel  ó  en  alguna  casa  segura  hasta 
nuestra  vuelta. 

Se  arregló  de  nuevo  el  escuadrón,  se  mandó  una  descu- 
])ierta  de  ocho  granaderos  con  un  oficial  a  vanguardia,  se  nos 
dio  la  contrasella  de  San  Martin,  para  conocernos  recípro- 
camente en  cualquier  caso  de  confusión  ó  entrevero  con  los 
enemigos  en  el  ataque  que  íbamos  á  hacerles,  y  nos  pusimos 
en  marcha  guiados  por  varios  patriotas  jaujinos  que  se  em- 
l>eñaron  en  acompañarnos.  Serian  las  ocho  y  media  ó  nueve 
de  la  noche  del  dia  veinte  de  noviembre  que  nos  pusimo» 


1,  JSste  oficial  e-s  el  mií^mo  que  ^n  marzo  de  18-29,  siendo  ya 
Cí>roinel  graduado  y  gefe  del  Tejimiento  No.  4  de"  eaballeria  del 
ejército  N'acional,  moirió  en  el  co.mbate  d^  las  A''isoaeheras,  froJi- 
tera  eiid  d-e  Boienos  Aires^  donde  tanubien  murió  el  coronel  don 
IVderico  Rauch.  el  28  de  marzo — C    E. 


352  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

en  marcha  alumbrados  por  la  claridad  de  una  hermosa  luna^ 
que  en  la  elevación  de  esas  encumbradas  sierras,  sin  duda 
<nie  la  atmósfera  es  mas  pura  y  diáfana,  llevando  el  mayor 
Lavalle  á  la  cabeza:  no  habíamos  andado  una  hora  cuando 
descubrimos  el  grujx)  de  la  columna  enemiga  que  empezaba 
í>  subir  la  tuesta,  y  el  mayor  mandó  al  trote;  y  asi  que  nos 
pusimos  casi  encima,  se  dejó  oir  la  tremenda  voz  de  á  la  car- 
ga, que  resonó  en  las  concavidades  y  quebradas  de  aquellos 
cerros:  mas  como  el  camino  por  estrecho,  no  permitía  que 
el  escuadrón  desplegase  en  batalla,  esto  dio  lugar  á  que  los 
oficiales  agregados  tomásemos  las  sendas  de  la  derecha  é  iz- 
quierda, ya  para  echarnos  sobre  el  enemigo,  ya  para  poner- 
nos á  la  par  de  nuestro  jefe  que  era  el  primero  á  la  cabeza : 
sorprendimos  la  colunma  enemiga  en  el  orden  de  marcha :  y 
¡Hinque  su  jefe  dio  la  voz  de  desplegar  en  batalla  (on  frente  .. 
retaguardia  para  recibir  la  carga,  ya  era  tarde,  estábamos 
encima  acuchillándolos :  todo  fué  en  ellos  desorden  y  confu- 
sión que  no  atinaban  á  nada :  en  esto  rodó  mi  caballo  entre 
luias   i)¡e.lra.s,   y   arrojándome   por   la   cabeza   caí   entre   los 
Infantes   enemigos,   que   nuestra   descubierta  y   oficiales   sa- 
bleaban sin  piedad :  corrí  un  gran  riesgo  en  aquel  trance  es- 
traordinario :  algunos  se  acercaron  á  mí  confundiéndome  cor. 
los  enemigos  al  verme  pié  á  tierra,  pero  les  daba  la  contrase 
ña  Sau  Martin,  me  reconocían  y  pasaban:  yo  estaba  empe 
nado  en  hacer  levantar  mi  caballo  para  montar  y  seguir, 
cando  en  esto  se  me  vino  encima  uno  de  los  grana.leros 
nue  venian  mas  á  retaguardia,  quien  suponiéndome  enemigo 
,„e  cargó  do  finue  á  tajos  y  estocadas:  yo  le  daba  y  repet^n 
la  contraseña  haciéndole  quites  y  defendiéndome  al  rededor 
,,..  ,ni  .-abalh..  y  <,uizá  hubiera  sido  víctima  de  este  soldado 
eutun.ido:   por  casualidad  había   oí.lo  mis  voces  el   mayor 
Lavalle.  se  vino  al  paraje  de  la  esceri:»  á  saber  que  era.  y  re- 
,.ono.ién,iome  A   mí   y   al  soldado   Maraña,  le  dio   un   gnt.. 
mandándole  <,ae  se  fuera  á  la  formación,  y  solo  nsi  me  vi  1'  • 

bn  de  a<iuella  fiera. 

.loí^K  sKcrxDO  roí  A. 

(Continuará.) 


DEy(  RIPCÍOX    HI8T0RI(  A 


DE  LA 


ANTKIl^A  PROVIXC^IA  DEL  PARAGUAY 


(C'ontiin-uacio'n.)      (1) 

Congreso  dineral  de  la  Provincia  del  Paraguay. 

IIh^íóikIoso  reunido  la  provinda  en  Congreso  jeneral,  por 
medio  de  sus  representantes  el  día  diez  y  oeho  de  junio  dt* 
mil  oclioeientos  once,  en  las  easas  de  Gobierno,  los  Presi- 
<lent<*s  de  él,  que  fueron  los  referidos  Consocios,  abriendo  la 
iicta,  dirigieron  la  siguiente  arenga: 

Señores — Los  males  y  padeeimientos  de  nuestra  provin- 
<ia.  han  sido  tan  graves  y  tan  notorios,  que  creeríamos  per- 
<ler  el  tiempo  en  querer  individualizarlos.  Hasta  aquí  he- 
mos vivido  humillados,  abatidos,  degradados  y  hechos  el  ob- 
jeto de  desprecio,  por  el  orgullo  y  despotismo  de  los  que  nos 
míindaban.  lia  llegado  este  exceso  al  extremo  de  querer  rea- 
gi-fívar  nuestras  cadenas,  intentando  disponer  de  nuestra  li- 
bertad, de  nuestra  suerte  y  de  nuestras  personas  mismas  co- 
mo (juien  dispone  de  un  rebaño  de  ganados,  de  una  hacien- 

^.      Véase  la   pajina  194. 


304  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

da,  ó  tle  una  cosa  mueble,  sin  atender  á  la  dignidad  y  dere- 
chos de  un  pueblo  grande,  ni  á  la  voz  de  la  naturaleza  que 
clama,  que  los  intelices  paraguayos  han  padecido  bastante 
en  cerca  de  tres  siglos,  en  que  han  sido  indignamente  vilipen- 
diados y  postergados — al  fin  han  pasado  esos  desgraciados- 
tiemi)os  de  opresión  y  tirania.  La  oscuridad  en  que  vacia- 
mos ha  desaparecido,  y  una  brillante  aurora  empieza  a  des- 
cubrirse en  nuestro  horizonte.  La  provincia  del  Paraguay, 
volviendo  del  letargo  de  la  esclavitud,  ha  reconocido  y  re- 
cobrado sus  dereclios.  y  se  halla  hoy  en  plena  libertad,  para 
cuidar  y  disponer  de  sí  misma  y  de  su  propia  felicidad.  Estr 
y  lio  otro  ha  sido  el  objeto  de  nuestras  tropas  patrióticas,  y 
de  los  valerosos  vecinos  que  tomaron  parte  en  la  dichosa  re- 
volución del  dia  13  de  mayo,   dia  grande,   dia  memorable, 
(pie  hará  la  mas  señalada  época  en  los  fastos  de  nuestra  pro- 
vincia.  Todas  las  medidas  oportunamente   tomadas,   surtie- 
ron el  mejor  efecto,  y  al  modo  que  un  viento  saludable  dis- 
persji.  y  deshace  las  densas  nubes  que  amenazan  una  tempes- 
tad, se  han  desconcertado  y  descubierto  los  planes  de   los 
que  por  distintos  rumbos,  por  diversos  medios  y  por  varios 
fines  se  habian  propuesto  oprimirnos,  y  hacerse  arbitros  d«» 
nuestra  libertad ;  de  suerte  que  podemos  decir,  í^ue  el  cid  > 
favorece  visiblemente  la  justicia  de  nuestra  causa. 

No  hay  duda  que  algunos  intentarán  calumniarnos  atre- 
vidamente, ultrajando  nuestras  máximas,  6  dando  siniestras 
interpretaciones  á  nuestras  ideas:  tampoco  faltarán  quienes 
]>or  sus  intereses  particulares  y  miras  personales,  olvidando 
la  verdadera  felicidad  y  grandeza  de  nuestra  patria,  inten- 
ten seducir  y  trastornar  los  ánimos  incautos  con  discursos 
capciosos,  razones  frivolas  y  pensamientos  especiosos,  todo 
no  mas  que  con  el  fin  de  dividirnos,  de  minorar  y  destruir 
nuestra  naciente  libertad ;  guardémonos  de  caer  en  seme- 
jante lazo. 

Kl  tiempo  de  la  ilusión  y  engaño  ya  pasó,  no  estamos  en 
a(lU(»llos  siglos  de  ignorancia  y  de  barbarie  en  que  casual- 
mente se   formaron  muchos  gobiernos,  elevándose   por  gra- 


PARAGUAY  33.5 

dos  en  los  tumultos  de  las  invasiones  ó  guerras  civiles,  entren 
una  multitud  de  pasiones  feroces,  y  de  intereses  contrarios 
á  la  lib^irtad  y  ^'eguridad  individual. 

Al  presente  nos  hallamos  en  circunstancias  mas  favora- 
Ides.  Nuevas  luces  se  han  adípiirido  y  prt»pagado,  ha!)ien(li> 
sido  oh  jeto  de  meditaciones  de  los  sabios,  y  de  las  atencio- 
nes públicas,  todo  lo  que  está  ligado  al  interés  jeneral,  y 
todo  lo  (jue  pui'de  contribuir  á  hacer  los  hombres  mejores  y 
jnas  Iclices.  Se  han  desenvuelto  y  aclarado  los  j)rincii)i()s 
fundamentales  de  las  sociedades  políticas,  homl)res  de  talen- 
to han  analizado  todos  los  derechos,  todas  las  obligaciones, 
todos  h)s  intereses  de  la  especie  humana ;  han  dado  á  las 
verdades  de  la  moral  y  de  la  política,  una  evidencia  tk*  ({ue 
no  pareciau  ser  susceptibles,  y  no  han  dejado  á  la  mahí  Jé,  v 
L  la  corrupción,  otro  auxilio  que  el  de  abusar  vergonzosa- 
mente de  las  palabras  para  contestar  la  certidumbre  de  los 
};iin(ipios.  Aprovechemos  de  tan  feliz  situación,  y  la  memo- 
lia  di*  nuestras  pasadas  desdiclias,  aflicciones  y  abatimientos, 
no  nos  servirá  sino  de  lección  y  esperiencia  para  evitarlos  en 
lo  venidero,  formando  una  valla  inespugnable  contra  los  abu- 
sos (h*l  poder.  El  terreno  está  desmontado,  ahora  es  preciso 
cultivarlo  sembrando  las  semillas  de  nuestra  iutura  jirospe- 
ridad. 

Todos  h)s  iiombres  tienen  una  inclinación  invencible  á  la 
solicitud  de  su  felicidad,  y  la  formación  de  las  sociedades  y 
«establecimiento  de  los  gobij^rnos,  no  han  sido  con  otro  '^l- 
jfto,  que  el  de  conseguirlo  mediante  la  reunión  de  sus  es- 
fuerzos. La  naturaleza  no  ha  criado  á  los  hombres  esencial- 
mente sujetos  al  yugo  perpetuo  de  ninguna  autoridad  civil, 
antes  bien,  hizo  á  todos  iguales  y  libres  de  pleno  derecho.  Si 
íedieron  su  natural  independencia,  creando  sus  jefes  y  ma- 
jistrados,  y  so)netiéndose  á  ellos,  para  los  fines  de  su  ¡)ro- 
pia  felicidad  y  seguridad,  esta  autoridad  debe  considerarse 
devuelta,  6  mas  bien  permanente  en  el  pueblo,  siempre  que 
esos  mismos  fines  lo  exijan.  Lo  contrario  seria  destructivo 
de  la  sociedad  misma,  y  contra  la  intención  general  de  los 


:^.3<í  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

mismos  que  la  habían  establecido.  Las. armas  y  la  fuerza 
pueden  muy  bien  sofocar  y  tener  como  ahogados  estos  dere- 
írhos,  pero  no  estinguirlos ;  porque  los  derechos  naturales  son 
imprescriptibles,  especialmente  por  unos  medios  violentos  y 
opresivos.  Todo  hombre  nace  libre,  y  la  historia  de  todos 
los  tiempos  siempre  probará  que  solo  vive  violentamente  su- 
jeto, mientras  su  debilidad  no  le  permite  entrar  á  gozar  los 
derechos  de  aquella  independencia  con  que  le  dotó  el  Ser 
Supremo  al  tiempo  mismo  de  su  creación. 

Aun  son  mas  urjentes  las  circunstancias  en  que  nos  ha- 
llamos. La  soberanía  ha  desaparecido  en  la  nación.  No  hay 
un  tribunal  qu^  cierta  é  indudablemente  pueda  consideráis- 
se  eomo  el  órgano  ó  representación  de  la  autoridad  supre- 
ma. Por  eso  muchas  y  grandes  provincias  han  tomado  el 
arbritio  de  constituirse,  y  gobernarse  por  sí  mismas:  otras 
se  consideran  en  un  estado  vacilante,  ó  de  próxima  ajitacion; 
y  su  incertidumbre  y  situación  que  presajia  una  casi  je- 
neral  convulsión ;  esta  Junta  reflexionará  sobre  el  medio  mas 
oportuno  de  proveer  á  nuestra  defensa,  á  nuestra  seguridad 
y  felicidad.  No  por  eso  hemos  pensado,  ni  pensamos  dejar 
de  reconocer  al  señor  don  Fernando  T.o;  muy  distantes  de 
semejante  idea,  públicamente  por  bando,  hemos  protestado 
y  ahora  protestamos  nuevauient>e  una  firme  adhesión  á  sus 
augustos  derechos,  (pie  no  son  ni  pueden  st^r  inconciliables 
líon  los  de  las  provincias,  dirijidos  únicamente  á  poner  los 
íundamcntos  de  su  conservaci(m  y  de  su  verdadera  felicidad, 
apoyada  (h»  un  sistema  seguro  y  duradero. 

Este  es  el  grande  asunto  que  nos  reúne  en  este  lugar:  ja- 
más nos  hemos  visto  en  circunstancias  tan  importantes,  j 
tolo  lo  (pie  ahora  se  d(»cida,  del)e  mirarse  como  el  'precursor 
<lc  ]',]  suci'tc  (pie  nos  di^stine  el  hado.  Se  trata  primeramente 
de  cstalilcccr  la  forma  de  gobierno  y  el  réjimen  que  debamos 
tener  y  o])servar  en  lo  sucesivo.  En  segundo  lugar,  fijar 
nui^stnis  n^laciones  c(m  la  ciudad  de  Buenos- Aires  v  d(»más 
proviueias  jidlieridas.  En  tercer  lugar,  resolvi^r  lo  címve- 
nieiile  con  n^specto  á  los  iudividuí^s  (pie  anteriormente  ej(»r- 


PARAGUAY.  357 

cian  la  autoridad  de  esta  ciudad,  y  al  presente  se  hallan  sus- 
pensos en  justa  precaución  de  cualquier  influencia,  ó  disposi- 
ción contra  la  libertad  de  la  patria,  por  los  antecedentes  y 
causas  de  que  se  ha  dado  satisfacción  al  público. 

Respetamos  altamente  la  provincia  tan  dignamente  re- 
presentada en  esta  Junta  Jeneral,  y  por  lo  mismo  nos  abstene- 
mos de  anticipar  idea  ó  resolución  alguna  de  nuestra  parte- 
Nada  otra  cosa  deseamos,  sino  que  ello  esprese  y  manifieste 
libremente  su  voluntad.  Si  en  los  bandos  parece  que  he- 
mos insinuado  algún  concepto,  no  ha  sido  por  prevenir  su 
deliberación,  .sino  mas  bien  porque  en  el  estado  de  cosas, 
no  se  llegase  á  imajinar,  que  sin  acuerdo  de  la  Provincia  in- 
tentábamos disponer,  ó  innovar  en  cuanto  ¿  sus  principales 
derechos.  Y  finalmente  por  el  juicio  que  habiamos  formada 
de  la  opinión  pública,  y  por  los  primeros  sentimientos  de 
nuestras  tropas;  pero  nuestro  juicio  podia  ser  falible,  y 
ios  señores  comandantes  y  oficiales  del  cuartel  jeneral,  to- 
do lo  dejan  al  arbitrio  y  determinación  de  la  provincia,  de 
tal  conformidad  que  todos,  y  cada  uno  de  los  que  com- 
ponen esta  respetable  Asamblea,  deben  considerarse  en  la 
mas  plena,  perfecta  y  absoluta  libertad  de  esplicar,  decla- 
rar y  manifestar  francamente  sus  pensamientos,  sus  concep- 
tos y  sus  votos.  Las  resoluciones  aceleradas  no  siempre  son 
las  mas  acertadas,  y  asi  puede  aun  esta  Junta  tomar  el  tiem- 
po que  estimase  conveniente  para  proceder  á  la  votación  con 
todo  el  conocindento  y  plena  deli])eracion  que  se  disea.  En 
todo  caso  estamos  prontos  y  resignados  á  conformarnos  con 
la  voluntad  jeneral,  y  lisonjeándonos  que  esta  Junta  dará 
i'se  ejemplo  de  cordura  y  circunspección,  haciendo  un  uso 
justo,  moderado  y  prudente,  de  esta  preciosa  libertad  en 
cpie  se  le  constituye;  pero  de  tal  modo  que  puesta  la  Patria 
á  cubierto  de  toda  oculta  asechanza  y  de  los  tiros  de  la  arbi- 
trariedad y  despotismo,  se  ponga  en  estado  de  ser  verdadera 
y  perfectamente  feliz — Dr.  José  Gaspar  de  Francia — Jua» 
Valeriano  de  Ceballos. 

Después  de  haberse  publicado  varios  documentos  que  ma- 


3'S  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

uifestaban  el  estado  actual  de  la  Provincia,  las  cabalas  del 
gobierno  y  las  causas  que  motivaron  la  separación  del  man- 
do del  gobernador  don  Bernardo  Velasco,  los  presidentes 
del  Congreso,  pronunciaron  el  antecedente  discurso. 

Este  oyó  con  atención  los  documentos  y  razones  que  en 
tallos  se  esponian;  y  para  meditar  sobre  las  deliberaciones 
que  habian  de  tomarse  para  el  establecimiento  de  un  nuevo 
gobierno,  aplazo  la  votación  para  el  dia  siguiente:  y  puesta 
esta  disposición  por  dilijencia,  firmada  por  los  presidentes, 
l>ersonas  condecoradas  del  estado  seglar  y  eclesiástico  pre- 
lados d(»  las  relij iones,  y  seis  individuos  mas,  nobles,  se  re- 
tiró la  Junta  á  conferenciar,  y  consultar  sobre  los  tres  pun- 
tos pro|)uestos  en  el  cuarto  párrafo  de  la  arenga.  Todos  los 
ciudadanos  que  habian  concurrido  al  Congreso,  manifesta- 
l>an  la  mas  tierna  y  dulce  sensación  al  contemplarse  libres 
Y  con  plena  fa^Miltad  de  votar,  según  su  conciencia,  sobi-e  la 
forma  de  gobierno  que  los  habia  de  rejir  en  adelante:  esta- 
ban firmemente  persuadidos  que  el  supremo  arbitro  del  uni- 
Terso.  favoreceria  su  causa,  y  el  ángel  tutelar  del  Paraguay 
Telaba  sobre  ellos:  pues  en  todas  las  conferencias  no  hubie- 
i'on  disensiones,  ni  contiendas  que  dividiesen  los  ánimos  ni 
la  uniforme  opinión  popular.  La  obra  grande  de  la  rejenera- 
4Íon  política  de  la  provincia,  se  iba  animando  con  acierto  y 
sírmonia;  y  para  llegar  al  punto  de  su  última  perfección,  vol- 
vieron los  representantes  al  dia  siguiente  á  reunirse  en  las 
*»asas  dt»  gobierno  En  este  estado,  se  dio  principio  a  la  acta, 
con  el  voto  siguiente : 

**En  la  ciudad  de  la  Asunción  del  Paraguay,  á  diez  ,v 
nueve  dias  del  mes  de  junio  de  mil  ochocientos  onoe,  habién- 
dose vuelto  á  i^ongregar  en  estas  casas  públicas  de  gobierno, 
los  individuos  que  asistieron  el  dia  de  ayer  para  la  Junta  Ge- 
neral, y  hallándose  así  juntos  y  sentados,  previnieron  los  seño- 
res presidentes  que  la  votación  empezase  de  abajo,  y  no  por 
las  personas  de  mayor  carácter  del  estado  eclesiástico  y  se- 
<'ular,  que  se  hallaban  en  los  primeros  asientos :  y  en  este 
ostado,  dijo,  don  ^Mariano  Antonio  afolas,  que  su  voto  era,  en 


PARACUTAV  3Ó9 

])rinier  liigar^  que  don  Bernardo  de  Velazco,  asi  por  los  mo- 
tivos espuestos,  espresados  por  el  Hando,  como  por  haber 
iibandonado  nuestro  ejército  en  Paraguarí,  quede  privado  de 
todo  mando,  sobrogándose  en  su  lugar  una  Junta  de  Gobier- 
no, compuesta  de  cinco  individuos  y  un  secretario.  El  pre- 
tiidente  de  ella  y  también  el  comandante  general  de  las  ar- 
mas será  el  teniente  coronel  don  Fulgencio  Yegros,  y  los 
vocales  el  doctor  don  José  Gaspar  de  Francia,  el  capitán  don 
Pedro  Juan  Caballero,  el  presbítero  doctor  don  Francisco 
Javier  Horgarín  y  don  Fernando  de  la  Mora:  y  en  cuanto  al 
se(  rctario  lo  nombrará  la  misma  Junta  de  Gobierno  y  asig- 
nará á  todos  sus  individuos  unos  moderados  sueldos,  en  aten- 
-oion  á  que  abandonando  sus  particulares  atenciones  por  el 
servicio  de  la  patria,  no  es  justo  que  su  ocupación  les  sea 
(enteramente  gravosa. 

Ka  segundo  lugar,  que  todos  los  individuos  del  Cabildo 
<jucden  igualmente  privados  de  sus  ofícios,  no  solo  por  los 
motivos  indicados  en  el  mismo  Bando,  sino  también  por  ha- 
ber abandonado  la  ciudad,  embarcándose  con  el  armamento 
y  dejándola  enteramente  indefensa  al  tiempo  del  combate  en 
Paraguarí,  á  mas  de  no  ser  patricios  varios  de  ellos,  debien- 
do adi'inás  ser  responsables  los  que  hubiesen  concurrido  al 
im|)orte  de  la  partida  de  yerba  perteneciente  á  los  Propio'^, 
<|ue  remitieron  á  Montevideo,  en  caso  que  este  valor  no  s" 
devuelva ;  bien  entendido,  que  todos  los  que  son  Patricios. 
<iuedarán  habilitados  para  obtener  en  lo  sucesivo  cualquier 
-(ífício  ó  cargo  en  la  provincia,  siempre  que  manifiesten  sn 
modo  de  pensar,  y  sus  ideas  conformes  con  las  demás  de 
4^sta  Junta  General,  y  en  consecuencia  de  esta  disposición, 
la  Junta  'de  Gobierno  ncmibrará  ahora  todos  los  individuos 
del  Cabildo,  que  en  lugar  de  los  anteriores,  deban  com- 
]>oner  este  cuerpo,  los  cuales  deberán  continuar  todo  el  año 

■ 

venidero,  con  declaración  de  que  si  no  resultase  causa  con- 
tra el  alcalde  i>rovincial  don  Manuel  Mujica,  se  le  integra- 
rá d<*  la  Real  Hacienda  el  importe  del  valor  en  que  remat'> 
>5U  oficio. 


360  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

En  tercer  lugar,  que  todos  los  empleos  ú  oficios  conceji- 
les,  políticos,  civiles,  militares,  de  Real  Hacienda,  ó  de  cual- 
quier género  de  administración,  que  al  presente  hayan  ocu- 
pado ó  vacantes  se  provean  en  los  naturales,  ó  nacidos  en 
esta  provincia,  sin  que  nunca  puedan  ocuparse  por  los  es- 
pañoles europeos,  á  menos  que  la  misma  provincia  detí^r- 
minase  otra  cosa;  pero  en  lo  sucesivo  todo  americano,  aun- 
que no  sea  nacido  en  esta  provincia,  quedará  enteramente 
apto,  para  obtener  dichos  cargos,  siempre  que  uniforme  suíj 
ideas  con  las  de  esta  Junta,  exceptuando  desde  luego  de  la 
anterior  disposición,  al  capitán  don  Juan  Valeriano  Ce^nílos» 
en  consideración  á  su  conocido  patriotismo,  y  al  mérito  qu'*- 
tiene  contraido ;  por  todo  lo  cual  y  en  atención  á  liab^r  ofre- 
sido  sus  servicios  á  la  patria,  se  encarga  á  la  Junta  Ho  "Iro- 
bierno  tenga  presente  su  mérito  recomendable,  para  em- 
plearlo en  los  cargos  convenientes;  advirtiendo  finalui»*nte 
que  teniendo  presente  la  falta  que  hacen  las  dos  Escriba nias- 
piiblicas  de  esta  ciudad,  para  la  administración  de  Jusficia.. 
se  deja  á  disposición  de  la  Junta  de  Gobierno,  el  habilitar  á 
don  Manuel  Benites,  ó  poner  en  remate  la  Escribania  que  es- 
taba á  su  cargo,  así  como  el  tiempo  que  debe  ccí^ar  la  otra 
Escribanía  del  cargo  de  don  Jacinto  Ruiz — ^bien  entendido- 
que  este  deberá  ser  reintegrado  del  importe  de  su  romat?- 
cuando  la  Junta  de  Gobierno  dispusiese  la  cesación. 

En  cuarto  lugar,  que  don  Bernardo  de  Velazco.  su  direc- 
tor y  dependiente  don  Benito  de  Velazco  y  Marquina.  y  lo*^ 
ministros  de  la  Real  Hacienda,  don  Pedro  Oscaris,  y  don  Jo- 
sé Elizalde,  sean  mancomunadamente  responsables  al  im 
porte  de  la  partida  de  tabaco  perteneciente  á  la  Real  Ha- 
cienda, y  remitida  á  Montevideo,  en  caso  que  de  aquel!» 
ciudad  no  se  devuelva  este  valor ;  debiendo  además  la  Junta 
de  Gobierno,  tomar  las  correspondientes  cuentas  á  los  sus- 
citados ministros  de  Hacienda. 

En  quinto  lugar ;  que  en  consideraciones  al  mérito  y  dis- 
tinguidos servicios  del  comandante  don  Blas  José  Rojas,  e)í 
favor  de  la  libertad  de  la  patria,  sea  desde  ahora  subdelega 


PARAGUAY  »t)l 

do  del  departamento  de  Santiago,  con  agregación  de  los  tres 
pueblos:  Ytapua,  l'rúiidad  y  JesiiSy  los  cuales  con  los  cinco 
pueblos  de  la  antigua  demarcación,  deberán  contribuirle  con 
el  sueldo  acostumbrado,  debiendo  al  mismo  tiempo  ejercer 
el  cargo  de  comandante  de  aquella  frontera.  Y  por  lo  que 
respecta  á  la  otra  subdelegacion  de  la  Candelaria  y  pueblos 
que  le  pertenecen,  nombrará  la  Junta  el  subdelegado  que 
corresponda. 

En  sesto  lugar,  que  esta  provincia  no  solo  tenga  amistad, 
buena  armonía  y  correspondencia  con  la  ciudad  de  Buenos 
Aires,  y  demás  provincias  confederadas,  sino  que  también 
se  una  con  ella,  para  el  fin  de  formar  una  sociedad  fundad» 
en  principios  de  justiea,  de  equidad  y  de  igualdad,  bajo 
las  declaraciones  siguientes : 

Primera:  que  mientras  no  se  forme  el  Congreso  Gene- 
ral, esta  provincia  se  gobernará  por  sí  misma,  sin  que  la 
Exma.  Junta  de  Buenos  Aires,  pueda  disponer  y  ejercer  ju- 
risdicción sobre  la  forma  de  gobierno,  réjimen,  administra- 
eion,  ni  otra  alguna  causa  correspondiente  á  esta  misma, 
provincia. 

Segunda:  que  restablecido  el  comercio,  dejará  de  co- 
brarse el  peso  de  plata,  que  anteriormente  se  exijia  por  ca- 
da tercio  de  yerba  con  nombre  de  sisa  y  arbitrio,  respecto  (i 
que  hallándose  esta  provincia  como  fronteriza  á  los  portu 
gueses,  es  urgente  necesidad  de  mantener  alguna  tropa  por 
las  circunstancias  del  dia,  y  también  de  cubrir  los  presidios 
(le  las  costáis  del  rio,  contra  la  invasión  de  los  infieles,  abo- 
liendo la  insoportable  pensión  de  hacer  los  vecinos  á  su  costa 
í»s!Íe  servicio,  es  indispensable  á  falta  de  otros  recursos,  (car- 
gar al  ramo  de  la  yerba  aquel  ú  otro  impuesto  semejante. 

Torcera:  pie  quedará  estinguido  el  estanco  del  tabaco, 
quedando  en  Jibre  comercio  como  otro  cualquier  fruto  y 
l)roduccion  de  esta  provincia,  y  que  la  partida  de  tabaco 
existente  en  la  Factoria  de  esta  ciudad,  comprada  con  el  di- 
nero que  anteriormente  era  de  la  Real  Hacienda,  se  espen- 
ilerá  (le  cuenta  de  esta  provincia,  para  el  mantenimiento  de 


M2  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

SU  tropa,  y  de  la  que  ha  servido  en  la  guerra  pasada,  y  se 
halla  aun  mucha  parte  de  ella  sin  pagarse. 

Cuarta:  Que  para  los  fines  convenientes  á  arreglar  el 
i\jército  de  la  autoridad  suprema,  ó  Superior,  y  formar  la 
constitución  que  sea  necesaria,  irá  de  esta  provincia  un  di- 
putado con  voto  en  el  Congreso  General,  en  la  inteligencia 
de  que  cualquier  reglamento,  forma  de  gobierno,  ó  consti- 
^tucion  que  se  dispusiese,  no  deberá  obligar  á  esta  provin- 
cia, ¿asta  tanto  se  ratifique  en  Junta  General  de  sus  habi- 
tantes y  moradores.  A  este  efecto,  se  nombra  desde  ahora 
por  tal  diputado  al  doctor  don  José  Gaspar  de  Francia ;  res- 
pecto á  que  ya  anteriormente  lo  habia  sido  por  el  ilustre 
Cabildo,  para  que  con  una  regular  dotación  se  ponga  en 
camino  á  Buenos  Aires,  luego  que  por  parte  de  la  Exma. 
Junta  y  generoso  pueblo  de  aquella  ciudad,  no  se  ponga 
reparo,  como  se  espera,  en  estas  provisiones,  que  á  este  fin 
í5e  le  remitirán  por  la  Junta  de  Gobierno,  con  todo  lo  demás 
acordado  en  esta  acta,  advirt  i  endose  que  en  este  caso,  y  por 
sola  esta  vez,  la  Junta  de  Gobierno  de  esta  provincia,  antes 
de  la  separación  de  dicho  diputado  nombrará  el  vocal  que 
deba  quedar  en  su  lugar. 

En  séptimo  lugar — ^se  previene  que  los  oficios  de  presi- 
dente, vocales,  y  secretarios  de  la  Junta  de  Gobierno  de  esta 
provincia,  no  deben  ser  vitalicios,  ni  durar  por  mas  tiempo 
que  el  de  cinco  años:  y  que  en  lo  sucesivo  deberán  ser  pro- 
vistos por  el  pueblo  en  Junta  General,  como  la  presente: 
todo  en  la  inteligencia  que  no  se  disponga  otra  cosa  por  el 
(^'ongreso  General,  y  se  ratifique  por  esta  provincia. 

En  octavo  lugar — ^Respecto  á  que  queda  abolido  el  estan- 
co de  tabaco,  no  deberá  haber  mas  que  un  ministro  tesorero 
de  Real  Hacienda,  que  será  nombrado  por  la  Junta  de  Go- 
bierno con  los  dependientes  precisos,  el  cual  no  será  remo- 
vido sin  causa,  quedando  istinguido  el  empleo  del  ministro 
factor  y  administrador  de  renta,  asi  como  el  de  Teniente 
Tjetrado,  por  no  conceptuarse  necesario. 

En  noveno  lugar — Se  declara  que  la  Junta  que  se  crea 


PARA(UTAY  3fi3 

<le  íro])ierno,  stM-á  on  calidad  de  superior  de  provincia ;  ten- 
<lrá  tratamiento  de  T'^sia;  y  del  mismo  modo  el  presidente 
<(nno  cabeza;  pero  los  vocales  no  tendrán  otro  que  el  de  Vd. 
<¿uedará  encarpida  de  crear  y  mantener  la  tropa  necesaria 
■n  la  sí'sriiridad  de  la  provincia,  según  los  casos  ocurrentes. 
El  presidente  ^uplirá  las  veces  de  Juez  de  Alzadas  para  las 
•cauNHs  mercantiles,  cuyos  diputados  serán  electos  por  los 
individuos  de  comercio  de  cada  lugar  donde  al  presenta  los 
liavji. 

• 

Por  último  y  consiguientemente,  que  quede  suspenso  por 
31  hora  todo  reconocimiento  de  las  Cortes  y  C-onsejos  d*»  Me- 
jencia, y  de  toda  otra  representación  de  la  autoridad  si?j>rc- 
ma,  ó  superior  de  la  Nación,  en  estas  provincias,  hasta  la 
suprema  decisicm  del  Congreso  General,  que  se  halla  próxi- 
mo á  í'(»lel)rarse  en  Buenos  Aires. 

Y  que  los  individuos  de  la  Junta  de  Gobierno  de  la  pro- 
vi  n»*  i  a,  antes  de  entrar  en  el  ejercicio  de  sus  oficios,  harán 
juramento  á  continuación  de  la  presente  acta  y  ante  escri- 
liano,  de  no  re»*onocer  otro  soberano  que  al  señor  don  Fer- 
nando 7.0  de  proceder  fiel  y  legalmente  en  los  cargos  que  se 
les  confien,  y  de  sostener  los  derechos.  lil>ertad,  defensa  y 
s(»guridad  de  la  provincia ;  añadiendo  por  conclusión,  que 
Igualmente  era  su  parecer,  que  la  Junta  de  Gobierno  señale 
un  motlerado  impuesta  sol)re  los  ramos  de  tabaco  y  maderas 
•que  se  es|)ortasen  de  esta  provincia;  para  el  mismo  objeto 
•de  ipanteiier  y  i)agar  la  tropa  necesaria  á  la  custodia  y  de- 
f(»nsa  de  la  provincia ;  c<m  lo  que  dijo  que  se  concluía  su 
Toto,  y  lo  firmó — Mariano  Antonio  Molas — ^^Eccc  confedrra- 
fio  n.soJtfta  al)  haré  Provintie.'' 

Los  presidentes  ordenaron  se  redactase  el  antecedente» 
voto  en  los  autos  formados  en  las  actas  de  la  Junta  jeneral.  y 
he(  ha  la  redacción,  el  escribano  actuante  volvió  á  publicar- 
lo ant»»  la  misma  Junta  jeneral,  la  cual  manifestó  su  entera 
^«quiescencia  á  cuanto  en  él  se  proponía,  y  reproduciéndolo 
<^ad'i  uno  de  los  asistentes,  lo  firmó  como  propio;  siendo  ya 


364  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

la  hora  muy  avanzada,  resolvieron  los  Presidentes,  que  se 
suspendiese  la  votación  hasta  el  dia  siguente. 

El  dia  20  volvieron  á  reunirse  los  representantes  en  las 
mismas  casas  de  gobierno,  y  dijeron  los  presidentes  que  se 
continuase  la  votación  con  la  misma  libertad  y  franqueza. 
con  que  se  habia  principado  el  dia  anterior;  en  esta  virtud,, 
y  firmes  en  el  primer  voto,  continuaron  en  reproducirlo/ y 
firmarlo  hasta  mas  de  las  doce  del  dia. 

El  21  votaron  algunos  individuos  del  estado  eclesiástico^ 
pero  sin  variar  ni  discrepar  en  lo  su^ancial  del  primer  voto 
adoptado  ya  por  una  mayoria  excesiva  del  estado  secular^ 
Los  eclesiásticos  no  trepidanm  en  conformarse  con  acpiel,  y 
(le  los  votos  que  dieron  el  mas  notable  es  el  siguiente : 

El  señor  ("iiantre  Provisor:  y  Vicario  General  del  Obis-^ 
pado,  doctor  don  José  Baltazar  Casafíis,  dijo  que  su  jiarecer 
y  voto  es  el  mismo  (jue  ha  producido  el  presbítero  don  Sebas- 
tian Patino,  añadiendo  lo  siguiente:  *'que  no  obsta,  ni  puedii- 
cbstar,  á  lo  votado  en  dicho  parecer  y  en  el  antecedente  de? 
(ion  Mariano  Antonio  Molas,  el  juramento  que  se  prestó  eir 
(I  Congreso  del  24  de  junio  último  al  Consejo  de  Rejenciar 
que  se  estableció  por  la  Suprema  Junta  central,  h\  tiem- 
po de  su  disolución;  ni  el  que  se  hizo  últimamente  á  fa- 
vor de  las  Cortes,  que  se  dice,  haberse  congregado  en  la 
Isla  de  León.  Lo  primero,  por  qué,  en  uno  y  otro,  se  i)ro- 
cedió  bajo  la  suposición  de  que  dicha  Rejencia  estuviese 
lejítimamente  establecida,  y  las  cortes  formadas  con  todos 
los  requisitos  que  exijen  los  derechos  de  los  pueblos  de  todír. 
nación,  para  cuya  calificación,  no  hubo  ni  en  uno  ni  otro- 
caso,  la  libertad  ni  los  conocimientos  necesarios,  como  aT 
I>resente,  en  que  se  ha  visto  la  provincia  felizmente  en  esta- 
do de  poder  en  público  discurrir  libremente  sobre  el  asunto. 
>  (pie  los  que  liemos  producido  dichos  pareceres,  nos  halla- 
mos mediante  una  madura  consideración  y  discusión  sobr<^ 
mejores  noticias  y  datos,  con  conocimiento  de  causas  muy 
legales  de  nulidad,  asi  en  la  erección  de  la  rejencia  como 
en  la  celebración  de  las  cortes;  como  es  entre  otras,  y  la  mass 


PARAGUAY  S6."> 

m 

perentoria,  la  falta  total  de  sufragios  de  las  Amérieas,  que 
<*(>iistitiiyen  en  el  dia  casi  toda  la  monarquía  española,  con 
Ja  casi  total  subyugación  de  la  península,  por  el  intruso 
nuevo  sol)erano — Lo  segundo,  por  que  las  cortes  no  han  si- 
<lo  reennoeidas  ni  juradas  por  toda  la  provincia  en  un  Con- 
greso Jeneral,  como  el  presente,  sino  solo  por  las  autorida- 
Vies  y  en  fuerza  de  un  mandato  de  gobierno,  acordado  con 
5<()lo  el  Cabildo,  sin  reparar  en  que  la  provincia  no  habla 
la  ])arte  que  debia  tener  en  dichas  cortes,  como  ni  las  d«- 
luás  de  estos  dominios,  y  que  el  nombramiento  que  se  hizo 
<1(»  representantes  suplentes  por  ella,  era  un  arbitrio  ilegal 
<*í)iiio  desconocido  hasta  ahora;  como  mas,  de  no  haberse 
hecho  constar  á  los  concurrentes  la  autorización  de  los  do- 
•cumentos  relativos  que  en  el  acta  se  leyeron,  ni  si  fueron 
-dirijiflns  de  oficio  desde  su  orí  jen  á  este  gobierno,  ó  al  algu- 
r.íis  (le  las  autoridades  de  la  provincia — Lo  3.o  por  que  los 
gravísimos  motivos  que  han  oe\irrido  al  presente,  y  van  es- 
I)resMdos  y  pu))licados,  y  principalmente  el  de  poner  en 
trauíiuilidad  la  provincia,  mirar  por  su  salud  y  derechos  y 
1i])rHrla  de  los  males  que  en  el  dia  la  amenazan  con  causas 
I  íKstíiutísimas,  para  no  embarazar  dicho  juramento  en  las 
¿íctuales  «-ircunxtancias,  las  providencias  que  van  dictadas, 
T  últimamente  por  que  solo  se  suspende  ahora  el  reconoci- 
miento prestado  á  di(  ha  rejencia  y  cortes,  hasta  tanto  que 
<']  CoHírreso  general  de  las  provincias,  decida  el  punto  de  le- 
gitimidad ó  ilejitimidad  por  el  voto  de  todas  juntas;  siendo 
todo  lo  (jue  al  presente  se  determina  en  esta  puramente  pro- 
^'isioiml  por  esíe  res¡)eeto.  Asi  mismo  añadió,  se  comuniqu? 
])or  la  Junta  Gubernativa  que  se  establezca  al  cabildo  y  go- 
1  i(»rno  de  ^Icrntevideo,  la  resolución  presente  de  esta  pro- 
vincia, ron  copia  6  un  estracto  de  la  acta,  pidiéndole  se  uni- 
toinie  con  ella,  en  cuanto  á  aceptar,  y  concurrir  con  un  di- 
f  litado  á  la  celebra<*ion  del  Congreso  general  en  la  capital 
de  Hílenos  Aires  y  (pie  e(*se  de  toda  hostilidad  contra  ésta, 
pMni  (pie  asi  se  logre  la  g(»neral  tranquilidad  y  el  restableci- 
miento (le  la   unión,   fraternidad   v  comercio  entre   vasallos 


30(3  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

ilc4  mejor  de  los  Soberanos — "y  lo  firmó — Dr.  1).  José  Bal- 
tiusar  de  Casaf  lis. 

Conchuda  con  el  antecedente  sutragio  la  votación.  pidi(> 
la  palabra  don  Juan  Bautista  Rivarola,  y  dijo:  que  el  pue 
l)lo  por  su  órgano  declaraba  y  esplicaba  su  voluntad,  la  cual 
era,  que  verificada  la  unión  de  esta  provincia  en  los  térniinos. 
que  ella  desea,  con  la  de  Buenos  Aires,  se  conserven  en 
sus  oficios  el  E.seribano  de  Gobierno,  D.  Jacinto  Ruiz,  v  el 
Alcalde  Provincial,  don  Manuel  Juan  ^lujica — Segundo — 
Que  don  José  Joaquín  Goiguru,  se  mantenga  en  el  empleo 
de  primer  oficial  de  la  Tesorería,  con  una  dotación  i't^gular. 
que  la  Junta  de  Gobierno  señalase,  y  durante  la  volunta  ti  d'^ 
ella — 3.0  que  llegado  el  caso  de  verificarse  la  unión  de  esta 
provineia  con  Buenos  Aires,  en  los  términos  espuestos.  ha 
(le  ser  bastante  que  el  poder  que  se  diese  al  Diputado  nom- 
brado que  ha  de  ir  al  (.^ongreso  jeneral.  lo  firmen  cien  indivi- 
dúos  de  los  principales  de  la  provincia,  que  han  asistido  á  la 
presente  Junta  jeneral,  incluso  los  de  la  Junta  de  Gobierno, 
los  del  ilustre  V-abildo,  y  los  diputados  de  las  villas  y  j)obla- 
ciones  que  no  enviasen  diputados  particulares,  á  cuyo  fin  ju- 
raban por  Dios,  no  reconocer  otro  soberano  que  el  señor  doír 
Fernando  7.0.  Cuarto :  que  la  Junta  de  Gobierno  vea  si  en 
«•uentra  algún  arbitrio  de  recobrar  en  Montevideo  los  pri-^ 
pioneros,  nuestros  hermanos,  porteños,  santafecinos,  corren- 
tinos  y  paraguayos,  que  de  aqui  se  enviaron  después  de  la 
guerra,  ó  al  menos  á  los  oficiales.''  Publicando  el  presente  úl- 
timo parecer,  preguntaron  los  presidentes,  en  voces  altas  r 
**¿si  estas  declaraciones  eran  de  consentimiento  de  toda  la 
Junta?''  \  ^  el  concurso  aclamó  jeneralmente  que  efectiva- 
iiiente  esta  era  su  voluntad. 

En  virtud  de  esta  aclamación  jeneral,  y  respecto  á  quí^ 
el  voto  primero  de  don  ^lariano  A.  violas,  había  sido  casi 
unánime  y  generalmente  adoptado  por  voto  común,  dijeroír 
**ípie  los  presidentes  de  su  parte  se  conformaban  con  la  dis- 
])osicion  y  voluntad  jeneral  del  Congreso,  como  lo  habiari: 
prometido — Que  se  tuviese  por  acuerdo  y  determinación  di?* 


PARAGUAY  3^7 

la  Asamblea  el  nieueionado  voto  de  don  ^lariano  A.  !Molas, 
con  su  líltiina  deelaraeion,  y  que  eu  esta  intelijeneia  para 
mayor  constancia  de  ella,  en  seguridad  y  solemnidad  la  tir- 
masen  todos  los  que  liabian  convenido  en  hacerlo;  y  que  eu 
consecuencia  los  señores  presidentes  y  vocales,  i)restando  el 
juramento  prevenido,  y  quedando  recibidos  en  sus  oficios. 
( on  esta  formalidad  procediesen  á  dar  las  providencias  que. 
juzgaran  convenientes,  en  conformidad  de  este  acuerdo  je- 
neral  y  solemne  concluido  en  veintidós  xlias  del  mes  de  Junio 
de  mil  ocliocientos  once  años,  á  las  doce  del  dia,  de  que  yo  el 
l)resente  escribano  público  y  de  (iobierno  doy  fé — l)r.  Jos^ 
(iaspar  de  Francia — Juan  Valeriano  Ze])allos — Jacinto  Rui;^. 
escribano  público  y  de  (loluerno."  Volvieron  á  firmar  todos 
los  rej)resentantes  que  conq)()nian  la  Junta  jeneral,  la  que 
se  disolvió. 

Así  terminó  la  Junta  jeneral  de  la  i)rovincia  sus  sesiones 
h  los  cuatro  dias  de  su  apertura,  y  antes  de  su  disolución,  con- 
gratuló á  la  Junta  de  Gobierno,  cuyos  individuos  pasaron  df^ 
allí  entre  repetidos  y  alegres  ¡Viva  ¡a  Jn)\ia  dv  nuestro  Go- 
bii  rilo!  á  las  salas  de  las  casas  públieas  á  prestar,  como  lo 
lucieron,  el  juramento  de  fidelidad  en  los  términos  dispues- 
tos. .  Se  anunció  al  pueblo  la  conclusión  de  las  sesiones  do 
la  Junta  jeneral,  con  salva  de  artilleria,  música  y  repique» 
de  campana. 

MARIANO  A.  MOLAS. 
(< 'ontinuará.) 


LITERATURA 


PEREGRINACIÓN  DE  UN  FUGITIVO. 

ESKCEXAS   DE    LA    VIDA   COLONIAL 

■ 

((  róni-a   d?   la   Villa   Tiiiperial   de   Potcsí  ) 
(Continuación.)      (1) 

III. 

Loa  mercaderes. 

Apenas  lleijó  Ordáz  á  Chuqvii.saca  despaclió  un  correo  a 
Lima  coino  hemos  dicho.  En  agosto  regresó  el  correo  coii 
provisiones  y  órdenes  para  que  hi  Real  Audiencia  de  la  Pla- 
ta y  su  corregidor  ejecutasen  lo  mandado  v  impuesto  á  los 
mercaderes  de  Potosí. 

Gloria  y  Rangél,  ricos  y  acaudahulos,  y  muchos  otros 
mercaderes  de  importancia  se  habían  retirado  á  los  pinto- 
rescos y  amenos  valles  de  I^Iataca,  no  muy  distantes  de  la 
Villa  Imperial. 

Aíjuellos  valles  eran  los  mas  bellos  paisajes  de  los  contor 
r»os:  allí  crecían  la  vuca  v  el  bananero  indíjena.  mezclado  á 
los  cultivos  de  maiz  y  de  coca.  I^a  población  aboríjena  no  era 
numerosa;  i)ero  la  (me  existia  era  agrícola  y  j)acííicn. 

].     Véase  la   \.'X}.  7 


PEREGRIX.AC10X  DE  UN  FUGITIVO.  3r9 

En  la  villa  no  había  vejetacion,  su  cerro  no  producía  sino 
liiehu,  y  lo  frígido  del  temperamento  no  permitía  la  agri- 
<3iiltiira,  pero  en  ^lataca  sucedía  lo  contrario.  Valles  de  es- 
pléndida vejetacion,  donde  había  infinitas  é  intrincadas  en- 
redaderas que  cubrían  como  redes  los  altos  árboles,  mostran- 
<lo  la  infinita  variedad  de  sus  flores.  Allí  abundaba  la  caza  y 
las  frutas  silvestres. 

Aquella  caza  mayor  y  menor  fué  para  los  fugitivos  y  los 
indios  c|ue  los  acompañaban,  el  medio  de  alimentación.  Las 
<a(M*rias  se  hacían  á  la  usanza  de  los  índíjenas.  Estos  arma- 
<tí)s  de  largos  i)alos  y  de  picas  se  dividían  en  dos  alas  para 
-encontrarse  los  est remos  y  trazar  un  círculo,  espantaban  los 
íiniíuales  de  toda  especie  ocultos  en  los  bosques,  los  valles  y 
las  montañas.  Este  vasto  círculo  iba  estrechándose  con  gran- 
ule vocería  y  alaridos  salvajes  repetidos  por  el  eco  de  las 
<}ord  i  lleras,  hacia  el  centro  huían  los  huanacos,  las  vicuñas 
}  otros  animah^;  pero  como  el  círculo  se  iba  disminuyendo, 
4UiU(»llos  se  encontraban  rodeados  por  todas  partes  y  entón- 
eos los  cazadores  desempeñaban  su  oficio.  (1) 

Cuando  caían  gamos,  vicuñas  y  huanacos  ú  otros  anima- 
les parecidos  en  aquella  batida  y  la  carne  era  comible,  la 
<-ortaban  en  lonjas  delgadas  que  secaban  en  la  parte  eievaíl;: 


1.  Don  Agustia  de  Zarate  en  su  "Historia  del  de-s<?nbrim¡ento 
V  t(fiiviui<ta  del  Perú"  etc.,  cuenta  lo  siguiente:  **H<iy  venados  y 
"lorzori,  y  otros  géneros  de  animales  nienore*?.  y  abundancia  de  rá- 
^'jMí-.n.  De  tiKlos  estos  animiales  liact'n  los  iindios  un'a  caza  <Ve  gran 
*'reHocijo,  <|ue  de  ello«  llaman  chacu,  tiesta  manera:  que  juntan  eua- 
**tr<>  ó  cinco  mil  indios,  mas  ó  menos,  como  lo  sufre  la  pobla- 
■*'c!on  de  la  tierra,  y  pónense  apartados  uno  de  otro  en  corro; 
"*' tanto,  que  ocupan  <los  ó  tres  leguas  de  tierra;  y  <de9pu>eis  w  van 
"'. ¡untando  paso  á  ;paso  al  son  de  ciertos  .autare^  que  elloA  sa.l>en 
*'paia  aquel  propíVsito,  y  viénense  á  j.intar  hasta  trabarse  de  las 
^*rrano<.  v  aum  hasta  <'ruzar  .lo-s  brazos  unos  con  otros,  v  asi  vie- 
""lien  á  juntar  gran  número  de  caza,  co.:i:o  en  civrral,  de  't(>dos  gé- 
*' ñeros  Oo  animales,  y  alli  toman  y  matan  lo  que  le»  par  i-e;  y 
**^<ou  tan  grandes  las  voces  qne  dan,  <q«^,  no  íiolamente  espan- 
"•'tan  los  animales,  mas  hacen  caer  entre  elks  aturdidas  muchas 
".j>v^rdices  y  neblis  y  otras  aves,  que  embarazadas  con  la  mucha 
**yente  y  grandes  gritos,  se  dejan  tomar  á  manos,  y  alguna  de- 
""llji*-.  con  redes." 


370  LA  REYISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

de  la  cordilkra,  para  conservar  esta  provisión  para  todo 
evento.  Esto  era  el  charqui,  ó  utilizaban  las  pieles  estaqueán- 
dolas. Además  los  bananeros  daban  su  apetecido  fruto,  la 
yuca  su  excelente  comida  y  la  coca  deleitaba  á  los  indíjenas. 
haciéndoles  soportar  sus  largas  fatigas. 

En  esas  batidas  divertíase  con  la  caza  de  la  tímida  vi- 
cuña de  finísima  lana,  detenida  de  curiosidad  y  de  sorpre- 
sa, ante  el  cordón  punzó  que  irapedia  su  huida,  y  que  á 
pesar  de  la  facilidad  de  vencer  tan  débil  obtáculo,  quedaban 
temblorosas  como  ante  el  filo  del  cortante  acero  sobre  su 
cuello. 

Los  aborí jenes  recordaban  con  este  motivo  las  grandes  ca  • 
cerias  anuales  llamadas  rhacj  y  se  deleitaban  con  consagrar  las- 
viejas  y  queridas  costumbres  del  tiempo  del  Hijo  del  Sol. 

Moría  y  Rangél  compraron  armas  y  se  pusieron  al  frent? 
de  los  sublevados,  cuyo  número  no  era  de  desdeíiar. 

Tlabia  entre  tanto  llegado  á  Potosí  en  abril  de  1569  un 
jrallardo  caballero,  de  hermoso  rostro,  de  agradable  trato,  de 
grande  esfuerzo,  inclinado  á  la  milicia  y  diestro  en  el  manejo 
(íe  las  armas;  liberal,  bien  hablado,  injenioso,  de  gran  valor  y 
bien  adquirida  fama. 

Reunia  á  sus  dotes  físicos  calidades  morales  pero  comunes. 
Llamábase  el  general  Avendaño. 

Cuando  se  presentó  al  Ilustre  Cabildo,  donde  fué  re- 
cibido con  mucho  regocijo,  vestía  un  jubón  de  terciopelo 
morado  con  pasamanería  y  galones  de  plata,  sombrero  con 
cintillo  de  perlas  y  esmeraldas  y  pluma  blanca,  espada  al 
einto,  ajustado  y  largo  calzón  ceniza  de  seda  tejida  elás- 
tica, y  borceguíes  bordados.  Marcial  y  altivo  era  su  as- 
pecto. 

I  labia  sido  nombrado  corregidor  de  la  Villa  Imperial  pa- 
ra '*que  administrase  justicia  rectamente,,  castigando  tantas 
insolencias  como  en  esta  villa  se  hacian;  para  que  entendiese 
en  el  buen  gobierno  de  los  indios  del  repartimiento  que  traba- 


PEREORINACIOX  DE  UN   FUGITIVO.  371 

jaban  en  el  cerro  y  dictase  la  reforma     que  era  indispen- 
Ka  ble.  * ' 

Vino  á  Potosí  con  veinte  jinetes  y  algunos  amigos;  paro 
desDiintiendo  las  buenas  prendas  de  su  pasada  vida,  su  cordu- 
ra, su  prudencia,  su  mismo  valor,  empezó  '  ^  menospreciando  los 
nobl:  s,  y  maltratando  á  los  humildes'*,  según  lo  asevera  -Martí- 
nez V  Vela. 

Sin  haber  desempeñado  el  rol  hist(3rico  de  Gonzalo  Pizar- 
n»,  podriainos  decir  á  su  respecto  lo  que  Prescott  dice  sobre  el 
último.  **Su  elevación  le  causó  vértigo;  y  la  prueba  que  sus 
talentos  no  igualaron  su  fortuna,  es  que  no  supo  aprovecharla. 
Obedeciendo  á  las  inspiraciones  de  su  juicio  temerario,  re- 
chazó la  opinión  de  sus  mas  sabios  consejeros,  y  se  fió  de  su 
drstino  con  una  confianza  ciega.  La  presunción  alimentada 
por  el  éxito,  prodújole  esa  demencia  que,  según  el  proverbio 
griego,  afliji'  d  los  hombres  cuya  pérdida  han  decretado  iis 

Apenas  se  recibió  de  su  empleo  prendió  á  algunos  mineros 
y  á  muchos  vecinos,  por  juzgarlos  implicados  en  el  alzamiento 
de  los  mercad(íres;  les  embargó  sus  bienes,  y  tomó  prcvsos 
á  cuatro  forasteras  que  traian  mercancías  para  negocio,  á  quie- 
nes les  confiscó  cuanto  poseían. 

Esta  actitud  soberbia  y  menguada  le  desprestijió  al  iniciar 
su  administración,  pues  solo  la  justicia  conquista  el  respeto  y 
el  amor  de  los  subordinados. 

Los  vecinos  de  Potosí  comenzaron  entonces  á  engrosar 
las  filas  de  los  sublevados  de  los  valles  de  Mataca.  De  ma- 
nera que  bien  presto  partidas  de  mercaderes  armados  in- 
terceptaban las  comunicaciones  de  la  villa,  impedían  la  en- 
trada de  mantenimientos  é  iniciaban  sin  embozo  las  hostili- 
dades. 

("omo  la  villa  vivia  de  las  provisiones  de  los  valles  cer- 
canos por  no  producir  aquel  cerro  sino  metales  preciosos, 
la  medida  tomada  por  los  mercaderes  se  hizo  sentir  bien 
pronto.  A  la  carestía  de  los  mantenimientos  siguió  la  es- 
casez. 


372  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

**Era  ya  público  en  esta  villa,  dice  Martínez  y  Vela,  que 
León  (le  Gloria  y  Alfonso  Rangél  tenian  crecida  cantidad  de 
oro  y  plata  para  llevar  adelante  la  guerra  que  intentaban 
brevemente  comenzarla,  que  tenian  ciento  sesenta  españoles, 
trescientos  indios  y  cuarenta  negros,  muchos  arcabuces,  esco- 
petas y  otras  armas;  treinta  caballos,  municiones  y  bastimen- 
tos en  abundancia.  (1) 

El  general  Avendaño  imi>uso  á  los  mercaderes  de  Potosí 
una  contri])ucion  de  cien  mil  pesos  para  costear  los  gastos  que 
demandaba  el  someter  y  castigar  á  los  insurreiítos. 

Organizó  ^on  este  objeto  cuatro  compañías,  nombrando 
por  jefe  al  general  don  Francisco  César,  capitán  valeroso  y 
oonoi-ido  en  Indias,  i)or  la  parte  que  tuvo  en  la  pacificacio-'i 
de  los  valles  de  Abibe  y  poblaciones  de  las  montañas.  Este 
elijió  doscientos  españoles  y  cuatrocientos  indios,  y  abrió  la 
campaña. 

El  ()  de  mayo  recibió  aviso  que  por  el  camino  de  (*ara- 
ohipampa  mareliaba  una  fuerza  de  infantería  y  algunos  jine- 
tes, notándose»  A  ruido  lejano  de  tropas  que  descendian  las 
ladi  ras  de  la  montaña  hacia  (.^haqui.  La  población  de  Potosí 
se  puso  en  alarma,  y  sobre  la  marcha  ordenó  el  general  C^ésar 
<iue  el  capitán  Ximon  con  diez  caballos  hiciera  un  reconoci- 
miento. 

Los  mercaderes  entretanto  se  dirijian  hacia  una  quebrada 
distanti  una  leüfua  de  la  villa,  eran  mas  de  doscientos  españo- 
les y  nniltitud  d(»  indios  con  cargas  de  oro,  plata  y  mercaderías. 
Estos  iban  cus^^odiados  ])or  cincuenta  jinetes  y  cien  arcabuce- 
ros á  pié.  Otro  cuerpo  de  indios  se  dirijia  por  la  parte  alta 
<ie  la  Cordillera. 

El  general  (.'('.sar  se  puso  en  marcha  al  frente  de  parte  de 
f-u  troi)a.  (h'jando  al  capitán  Pedro  ^lendez,  historiador  de  .»s- 
tos  sucesos,  con  veinte  jinetes  y  t  incuenta  indios  como  de  re- 
l>.írtun-ília  de  Ih  espedicion.     Tomó  un  camino  estraviad*    y  al 

1.     "  Ili'ítíMiíi   (lo    Ui    ViUa   riiífriMl"   cti* 


PEREGRINACIÓN  DE  UN  FUGITIVO.  37:5 

descender  á  la  quebrada  encontró  á  los  contrarios  díSv-^irjríi.'i- 
iio  las  acémilas,  las  armas  en  pabellón  y  levantadas  i.enilas  de 
ipruesas  mantari  para  descansar  allí.  Kra  una  sorpresa  per- 
fectamente coir.binada. 

Rangél  se  entretenía  á  la  sazón  en  reconocer  un*í  corritiitft 
de  agua  potable  que  pasaba  por  el  vallecillo,  y  fué  el  i)rimero 
que  vio  á  los  vrítemigos  á  tiro  de  arcabuz.  Montó  soln  ^u  ca- 
ballo dando  el  üJerta,  y  poniéndose  al  frente  de  algunos  jinetes, 
lanza  en  ristre  los  acometió  con  fiereza.  Trabóse  la  lucha  coa 
h\  iuísmo  general,  quién  hiriéndole  en  el  pecho  lo  arrojo  del  ca- 
ballo por  las  ¿ncas. 

]\rorla  hrl'ia  ya  montado  en  su  corcel,  y  á  h\i  turno  arre- 
:\n,\\ó  al  goruiral  César,  cuyo  caballo  cansado  no  pudo  pir- 
lirle  desviar  Ijí  lanza  del  contrario  que  le  hirió  un  bra/ o  y  la 
cara. 

Esta  batalla  aunque  dura  y  cuerpo  á  cuerpo,  fué  favora- 
ble á  los  mercaderes,  quienes  continuaron  dominando  los  ca- 
minos de  Potosí  para  imi>edir  la  entrada  de  mantenimien 
tos. 

Larga  parecía  la  campaña  á  aquellos  hombres,  y  resolvie- 
ron mandar  ocultos  emisarios  para  que  asesinasen  al  corregi- 
dor Avendaño. 

En  efecto,  una  noche  entraron  doce  jinetes  bien  mcrntados, 
burlaron  la  vijilancia  de  los  centinelas,  dejaron  sus  caballos 
en  la  calle  de  los  Césares,  y  á  pié  se  dirijieron  á  la  misma 
morada  de  Avendaño.  Cerrada  estaba  la  puerta;  pero  la 
echaron  abajo  á  hachazos,  entrando  á  tiem¡)o,  dice  ^Martínez 
y  Vela,  que  el  general  se  tiraba  de  una  ventana  á  otra  call^ 
Le  hicieron  dos  heridas,  y  á  pesar  de  tirarle  un  tiro  no  le 
mataron.  Dieron  muerte  a  su  sobrino  que  se  ocultó  debajo  de 
la  cama  y  á  dos  criados,  y  regresaron  luego  á  los  VHlk>s  de 
Mataca. 

La  escasez  de  víveres  era  estrema,  pero  se  cobraba  la  al- 
cabala en  la  forma  establecida  por  Ordáz. 

Avendaño  quedó  cojo  á  causa  de  la  caida  y  eorcobado,  do 
manera  que  en  vez  del  lujoso  y  gallardo  general  de  otro  tieiu  ^ 


3'-^  LA  REVISTA  BE  BUENOS  AIRES. 

Iȟ,  era  el  mas  feo  y  mas  contrahecho,  de  los  moradores.     Est> 
agiió  su  carácter  y  se  hizo  misántropo. 

Durante  estos  sucesos,  nuestro  fugitivo  de  Chile  se  habia 
íi-^chc  arriero,  y  con  sus  recuas  de  llamas  y  comimos  ^¡ajrs 
il-a  ^íimiRdo  Hi:^ijr!(»s  centenares  de  pesos.  Defendí; ,  la  causa 
del  general  Avendaño  y  fué  notable  como  valiente  é  intrépido, 
por  lo  cual  adquirió  ya  un  grado  militar.  Tenia  un  defecto  ca^ 
pital,  y  era  trabar  dLsputa  y  usar  de  las  armas  como  medio  de 
zanjar  la,s  cuestiones. 

En  uno  de  esos  dias  le  ocurrió  visitar  las  minas  .!el 
oerro. 

IV. 

La  Sústa  mitolójica. 

»!prit  MipréTe  de  la  terre,  de  qiiels  ypaix 
contemples  tu  ees  vishons,  les  fantómes 
éipht>:nére*  qui  se  suc.'icdent  ¡s-ur  nutro 
globe.  car  nous  ní>  scmnios  que  des  oni- 
bres  et  no*»  .T[>ein:»ées  sont  vaines  oom- 
«le   les   ponsécs   des   onibres. 


T'na  mañana  montado  en  un  gallardo  caballo  de  paso,  en- 
jaezado con  prendas  de  valor,  cabalgaba  nuestro  *<H)noeido  há- 
KiH  el  cerro  con  la  mira  de  visitar  la  mina  de  Centeno :  vestia 
<4  uniforme  de  ayudante  mayor.  En  efecto,  llegó  al  ingenio 
y  visitó  todo  con  la  natural  curiosidad  que  inspiraba  la  céle- 
bre riqueza  de  la  mina.  A  la  misma  veta  perteneoia  la  de  C»> 
íamito  y  otras. 

Admiró  allí  un  precioso  nicho  de  plata  al  cual  alumbra- 
ban velas  de  í»era  en  candeleros  de  oro.  Dentro  de  aquel 
nicho  estaba  encerrado  como  una  reliquia  santa,  uno  de  esos 
<^apriclios  de  la  naturaleza  que  los  mineros  encuentran  ri  ve- 
ces en  los  metales  que  benefician,  ya  en  formas  caprichrsas, 
ya  en  formas  humanas.  **Era  una  plancha  de  metal  de  pla- 
ta, dice  ^fartinez  y  Vela,  redonda  como  una  luna  cuan- 
tío se    muestra  llena,  en  la  cual  aparecia  formada   por  bi  na- 


PEREGRINu\CTOX  DE  UX  FUGITIVO.  375 

turaleza  una  imájen  de  la  Concepción  de  N.  S.  la  Vírjen  Sar. 
ta  alaría,  con  el  rostro  y  ojos  levantados  para  arriba,  y 
las  manos  arrimadas  al  pecho,  cosa  por  ciento  adminil.»le. 
-dice  el  capitán  Pedro  Méndez,  ver  esta  imájen  formada  »  e 
menudísimas  líneas  de  plata  blanquísima,  con  tanta  perfer- 
cion  (jue  ni  el  mas  aventajado  artífice  lo  pudiera  imitar  en 
obra/^    (1) 

Esta  imájen  era  venerada  por  los  mineros  y  los  indios .  la 
<^xaminó  con  minucioso  cuidado.  La  devoción  se  habia  eslen 
<lido  á  todas  las  minas  descubiertas,  donde  aparecia  dentr*» 
<le  las  mismas,  en  los  cruceros,  una  imájen  de  la  Concep- 
(ion,  haciéndole  grandes  festividades  y  conduciendo  las  imá- 
jenes  á  la  villa  con  lujosos  acompañamientos  para  las  fiestas 
ruínales. 

Resolvió  entonces  haspedarse  en  uno  de  los  injenios  para 
2<olazarse  en  medio  de  los  indios  en  las  horas  del  descanso,  cuan- 
<lo  bebiendo  chicha  rodeaban  á  los  yaravicus  al  entonar  sus 
cantares  amorosos  6  la  historia  tradicional  de  las  hazañas  de 
Tíus  mavores. 

Escuchó  alíí  por  vez  primera  la  leyenda  de  los  Incas  poe- 
tas, sobre  la  dulce  ^ústa  celestial. 

El  hacedor  del  mundo,  Pachacamac,  dice  la  leyenda, 
pus»  en  el  cielo  una  Ñústay  hija  de  rey,  á  quien  le  dio  un 
f  ráí^il  cántaro  lleno  de  agua ;  cántaro  májico  cuya  agua  no  se 
sigotaba  jamás,  en  vano  la  derramasen  por  dias  y  por  sema- 
nas. Aquella  Xúsía,  hermosa  como  las  pálidas  estrellas,  te- 
nia la  misión  de  derramar  sobre  la  tierra  sedienta  la  lluvia 
benéfica  y  necesaria.  Pero  esa  doncella  vivia  acompañada  de 
un  hermano,  quien  á  veces  se  divertia  en  romper  el  cántaro. 
V  el  dolor  que  en  las  regiones  etéreas  se  esperimentaba  por 
<'sta  travesura,  se  sentía  por  relámpagos,  truenos  y  rayos. 
De  manera  qu<*  es  el  hombre  sin  sentimiento  ni  bondad, 
quií'u  causa  aquellas  revoluciones  en  la  atmósfera.     **  Dicen 

1.  ** Historia  de  la  ViUa  Imperial"  por  Martínez  y  Vela,  ít 
<{ii¡en  liPrnoíí  seguido  en  el  «.Izamiento  de  lo«  mercaderes  de  q-ue  noa 
<jer.'í»amos  en  el  eap^  anterior. 


37(3  LA  REVISTA  DK  BUENOS  AIRES. 

que  el  hombre  los  causa,  refiere  Gareilaso  de  la  Vega,  por- 
<iue  son  hechos  de  hombres  feroces  y  no  de  mujeres  tier- 
ñas." 

Asi  en  la  leyenda  quichua  la  lluvia  de  la  dulce  S^ústa  e^ 
benéfica  y  oportuna ;  pero  la  que  causa  su  indómito  hermanó- 
os precedida  de  la  tempestad. 

En  la  mitolojía  quichua  la  ternura  de  la  mujer  estaba  re- 
presentada por  la  Ñústa,  que  amorosa  derramaba  sobre  la  tier- 
ra  la  lluvia  que  habia  de  fertilizarla :  para  sus  poetas  la  mujer 
era  superior  en  ternura  al  hombre,  y  colocábanla  en  el  cielí> 
como  una  divinidad  benéfica. 

Cándida  y  pura  es  en  esta  parte  la  leyenda  quichua  y 
muy  superior  -i  la  de  los  romanos  que  hicieron  de  la  tem- 
pestad una  Diosa,  á  la  cual  representaban  en  figura  de  mujer 
con  rostro  irritado,  sentada  sobre  una  nube  ascuro  y  derra- 
mando rayos  sobre  lo  que  se  encontraba  á  sus  pies.  Los. 
quichuas  no  hicieron  de  la  Ñusta  la  Diosa  de  la  tempestada 
cuyo  cetro  pusieron  en  manos  de  un  hombre,  por  ser  este- 
hecho  de  homares  feroces  y  no  de  mujeres  tiernas. 

Por  esto  también  supone  la  leyenda  que  el  roció,  la  nie- 
ve y  el  granizo  son  presididos  por  la  misma  Ñústa,  pero  la& 
tempestades  son  las  roturas  de  su  cántaro  sagrado:  roturas, 
qu-e  traen  el  dolor  y  el  espanto  que  solo  el  hombre  puede 
producir  por  ser  feroz.  De  manera  que  aquello  que  para  los~ 
quichuas  era  mas  benéfico  y  mas  provechoso,  lo  ponian  bajo- 
la  éjida  de  la  Ñústa  celeste.  Cada  vez  que  el  cántaro  se  rom- 
I)ia  volvía  á  ser  reemplazado  por  otro. 

Dicen,  agrega  Gareilaso  de  la  Vega,  que  un  Inca  poeUr 
y  astrólogo,  hizo  y  dijo  versos,  loando  las  escelencias  y  vir- 
tudes de  la  dama,  y  que  Dios  se  los  habia  dado  para  que  voix 
ellos  hiciese  bien  á  las  criaturas  de  la  tierra.'*  (1) 

El  Inca  historiador  (2)  recuerda  haber  oido  esta  fáliuLi 

3.     *M  amentarlos  Reales  de  los  Incas",  cap.  XXVII. 

2,     Oarcójlaso    de    la    Vega   á   quien    con    frecne-ncia    cita-i. os    por 
considerarlo    bien    informado    en    lo    que    se    refiere    á    los    Incas,    y 


PEREGRIN.ACIÜN  DE  UN   FUGITIVO.  377 

4?n  SU  uifiez  y  trae  el  dulce  cantar  del  poeta  indíjena,  á  la 
<Jufnac  Ñústa,  k  la  hermosa  doncella  de  los  cielos. 

Esta  fábula  muestra  que  el  sentimi-ento  tierno  de  \o^ 
.quichuas  estaba  levantado,  y  que  tenian  idea  de  la  santidad 
uc  la  mujer  a  quien  Dios  formó  para  que  hiciera  bien  á  las. 
criaturas  de  la  tierra,  según  las  palabras  del  Inca  historia- 
dor. El  pueblo  que  coloca  en  las  leyendas  á  la  mujer  como 
la  fuente  de  lo  bueno,  de  lo  dulce,  de  lo  afectuoso ;  que  no  se 
contenta  con  amarla  en  la  tierra  sino  que  la  levanta  á  las- 
rejiones  celestes;  ese  pueblo  no  puede  ser  calificado  de  bár- 
baro. (1)  Esta  leyenda  haria  su  defensa.  El  amor  no  bro- 
ta en  los  corazones  salvajes,  allí  arde  el  deseo.  El  fuego  sa- 
grado no  desciende  sino  para  iluminar  la  intelijencia. 

Los  grandes  espectáculos  de  la  naturaleza  hieren  tan  pro- 
fundamente la  imajinacion  de  los  pueblos  primitivos,  que. 

de  cuya  historia  decía  el  P.  Francisco  Moiitiel  de  Fuentenobilla 
— «que  ** hallaba  mucho  que  admirar,  sin  ^osa  alguna  que  correjir, " — 
era  hijo  de  GareLlaso  de  la  Vega,  de  la  ca«a  de  lo«  duques  de  Fe- 
ria y  del  Infainíado,  y  de  Elisabet  "Palla/'  sobrine  de  '^Huayna 
<'apac.''  Xació  en  el  -Huzco  en  1540.  Murió  en  CíSrdoba  (E?.paaa)  ea 
cuya  catedral  e«tá  enterradlo,  en  la  nave  de-l  sag'i'-ario,  capilla  de- 
riomi.nada  de  Garcilaso.  Falleció  el  22  de  abril  de  1616.  Su  inme- 
diato parentesco  con  los  Incas  lo  p.i'So  en  especialr-s  condiciones^ 
para  obtener  informes  exiacto«  i»obre  el  gobierno,  ■  costifmbres,  re- 
lijion,  etc.,  de  su>s  mayores,  habiendo  re.iogido  la  tradición  otüí 
dj  los  mismos  indíjena«,  <jne  lo  miraban  eo'U  el  respeto  «le  ínca_ 
{Sobre  su  obra  hace  merecidos  e.oiios  el  célebr.©  hiHtoriailnr  Gui- 
11er  Ti  O  Pre."9C0tt,  autoridad  corripetente  sobre  la  materia,  quien  em- 
pero lo  tacha  de  exagerado  y  parcial  en  lo  qaie  s-e  refiero  á  In» 
Incas. 

1.  Garcilaso  de  la  Vega  -ita  las  siguientes  palabras  del  P.  M_ 
J(  sé  de  Acosta:  *'Los  hombres  ma*  curiosos  y  t*ábio«,  qu^°*  han  pc- 
**netrado  y  alcanzado  »us  secretos,  su  estilo  y  gobierno  antiguo^ 
**'iiuy  de  otra  suerte  lo  Juzgan,  maravillándose  que  hubiese  tan- 
**to  orden  y  razón  entre  Wlos, '*  y  agrega  el  i-nxja....  todo  lo  que- 
^Miasta  aquí  henio«  di<:<ho,  y  adelante  diremos  de  los  Incas,  de  su«^ 
** leyes  y  gobierno  y  habilidad;  que  una  de  ellas  fué  que  supieron 
*' componer  en  tprosa,  también  como  en  verso,  fábulas  breves  y  com- 
^'pendiosíii?,  ,por  via  de  .poesia,  para  encerrar  en  ellas  doctrina  mcr- 
^*ral,  6  para  guardar  alguna  tradición  de  fu  idolatria  ó  de  los  he- 
**cho»  famo&os  de  «sus  reyes,  ó  de  otros  grandes  varones;  muchas^ 
**dc  las  cuales  quieren  los  españoles  que  no  sean  fábulas  sino  his- 
**torias  verdaderas,  porque  tienen  alguna  semejanza  con  verdad/'" 
**  Comentarios  reales  eto^' 


378  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

no  piidiendo  darse  cuenta  de  las  leyes  que  rijen  el  orden  da 
la  creación,  ocurren  á  la  fálnila  para  esplicar  la  causa  desco- 
nocida y  misteriosa.  Por  esto  el  principio  de  las  religiones 
i'S  casi  siempre  el  culto  tributado  á  la  naturaleza — el  sol,  la 
luna,  las  estrellas,  el  relámpago,  el  trueno,  el  rayo,  porqu»* 
^8  lo  (jue  mas  frecuentemente  los  impresiona. 

Los  quichuas  de  imajinacion  contemplativa  y  melancóh- 
<*a,  habitantes  de  climas  tan  variados  como  ricos,  desde  el 
frió  del  polo  hasta  los  ardores  del  trópico,  en  un  mismo  gra- 
<lo,  según  estuviesen  -en  el  valle  ó  las  montañas ;  los  quichuas 
<rearon  una  mitolojia  de  acuerdo  con  su  imajinacion  y  su 
-carácter  blando. 

í]l  fundador  de  su  imperio  y  de  su  civilización,  aparece  á 
las  márjenes  de  un  gran  lago  y  se  titula  hijo  del  sol,  porque 
-el  gran  luminar  era  lo  que  podia  representar  mejor  á  su  ima- 
jinacion la  idea  de  un  ser  creador. 

Pero  no  bastaba  este  Dios  para  satisfacer  los  deseos  inhe- 
rentes á  la  humanidad  de  darse  cuenta  de  los  objetos  que  le 
rodean,  de  las  causas  que  enjendran  esos  fenómenos  natura- 
les, y  fueron  formando  sucesivamente  su  mitolojia,  cuyo  es- 
piritualismo  sorprende  en  aquella  raza.  Ningún  vicio  tiene 
representantes  en  el  Olimpo  quichua. 

El  clima  y  las  escenas  de  la  naturaleza  modifican  profun- 
damente la  fábula  que  esplica  á  cada  tribu,  á  cada  pueblo 
X)rimitivo,  esas  ideas  que  no  vienen  de  los  objetos  visibles. 
Til  patagón  no  habria  esplicado  la  lluvia  como  el  quichua: 
naturalezas  distintas  impresionan  diversamente  las  imajlna- 
inones  de  ambos  pueblos.  Los  indios  que  habitan  la  llanura 
<le  la  pampa,  no  pueden  tener  las  necesidades  ni  esperimen- 
tar  las  impresiones  del  que  habita  la  cordillera  6  el  valle,  el 
"trópico  ó  el  polo,  mediando  para  cambiar  de  clima  el  indis- 
]-ensable  espacio  de  tiempo  para  descender  al  valle  ó  subir 
la  cumbre  de  los  montes. 

Pero  hay  fenómenos  que  se  rei)iten  en  todas  partes,  y  por 
•eso  en  todas  partes  son  conuines  las  supersticiones  sobre  lo« 
eclipses,   de  aquí  también  fé  medrosa»  en  los  espíritus  del 


PEREGRIX^AOIOX  DE  UN  FUGITIVO.  379 

3iire  y  de  los  elementos.  Cuando  el  hombre  no  concibe  con 
<*laridad  una  causa,  ocurre  á  las  quimeras,  á  las  sujestiones 
•<1e  su  iniajinacion.  los  mas  atrevidos  6  los  mas  inteligentes 
esplican  el  misterio  por  la  fábula  y  la  tradición  conservada 
<le  f^eneraeion  en  generación  la  esplicaeion  del  hecho,  y  va 
incor¡ioraD/lo  la  leyenda  en  su  relijion. 

"Asi  el  culto  de  la  naturaleza,  dice  un  profundo  pensa- 
dor, ha  invadido  el  mundo  entero,  y  las  ilusiones  que  enjendra 
tienen  i>or  objeto  su  preponderancia  y  el  terror  que  ejerce 
y  (\\n\  variados  según  los  climas,  tocan  de  cerca  á  las  mise- 
rias }uimanaí5.  En  los  tiempas  antiguos  á  esto  era  á  lo  que 
se  limital)a  el  culto  divino  de  casi  todos  los  pueblos  de  la 
tierra. '  ■ 

A  veces  sorprende  la  identidad  de  semejanza  en  las  mito 
lojias  de  pueblos  de  diversa  raza  y  de  distinto  clima. 

Los  quichuas  consideraban  a  la  luna  como  la  hermana  y 
esposa  del  sol ;  pues  bien,  en  la  mitologia  de  Groenlandia,  con- 
i?ideran  también  al  sol  y  la  luna  como  hermanos  ^^ Malina,  la 
hermana  fué  atacada  en  la  oscuridad  por  su  hermano:  busco 
ella  su  seguridad  por  medio  de  la  fuga,  se  lanzo  en  el  espacio 
y  se  hizo  «ol.  Amugu  la  persiguió  y  se  hÍ£o  luna.  Jjsl  luna 
-corre  sin  cesar  al  rededor  de  su  hermanA  menor  con  la  espe- 
ranza, eternamente  perdida,  de  alcanzarla.'' 

Én  ambas  mitologias  se  establece  la  fraternidad  entre  el 
«ol  y  la  luna — ¿por  qué  singular  coincidencia  quichuas  y 
íiroelandeses  han  arribado  a  esta  creación  fantástica! 

Los  que  adoraban  al  sol  Z/i/t,  á  la  luna  Quilla,  y  a  las  es- 
trellas (1).  los  que  levantaban  su  mirada  hacia  las  rejiones 

1.  **En  la  cual  idolatría  en  hi  que  ante-s  de  filos  hubo,  son 
"*v'>:-ii(»ho  <lo  ostfcr.ar  aquello/?  indio**,  así  lo^  de  la  sej^nnda  edad  como 
"*'lo^  de  la  primera,  <\ue  en  tanta  diversidad,  y  tanta  burleria  de  T)io- 
"**s?s  ivnno  tuvieron,  no  «doraron  los  deleite.»  ni  Uks  vicios,  como 
"*'en  la  antigua  gentilidad  del  mundo  vieio  q-ue  adoraban  á  los 
■***que  ellos  eonfeí=abnn  fpor  adúlteros,  homicidas,  borraclio-s  y  so- 
'^'bre  tolo  al  Priapo:  r.^n  ser  printe  q-ie  presuma  tanto  de  letra?» 
••^y  íiabí^r  y  esta  otra  ^an  aleña  de  toda  buena  enseñanza.*'  '*('o- 
^nentarins  reales  de  los   incaí»,*'  et<'. 


380  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

celestes,  no  eoíicibieron  en  sus  leyendas  mitolójieas  que  kt 
tempestad  pudiese  ser  presidida  por  una  mujer;  porque  eon~ 
siderahan  este  hecho  como  de  hombres  feroces,  y  enton^'ííst 
atribuyeron  al  hermano  de  la  Ñústa  el  poder  de  que  rom- 
piera el  cántaro  misterioso  de  su  hermana  vírjen,  la  de  blan- 
dos pensamientos  y  suave  corazón;  porque  solo  un  hombre- 
podia  hacer  preceder  la  lluvia  por  la  tempestad,  el  relámpa- 
go, el  trueno,  el  rayo.  La  Ñá^ta,  la  vírjen  solo  tenia  el  cán- 
taro para  derramarlo  con  amor  sobre  la  tierra,  porque  Pa- 
chacamae  la  ha])ia  dotado  de  virtudes  y  escelencias  para  qui.»- 
hicese  bien  á  las  criaturas  de  la  tierra. 

(Juando  terminó  el  yaravicu  su  lenyenda  de  la  Cuma^ 
ÑiUfa,  don  Antonio  de  Erauso  que  á  la  sazón  así  se  llamaba,  so- 
levantó de  su  asiento,  y  esclamó — Siempre  el  amor!  Siempre^ 
mi  ángel  negro! — y  sin  despedirse  se  marchó  hacia  la  villa  á, 
la  claridad  de  las  estrellas. 

V. 

Los  jugadores. 

En  torno  de  una  mesa  se  agrupaban  á  la  fascinadora  vistfr. 
(le  los  montones  de  oro  y  plata,  militares,  mineros,  honibr?* 
(le  todas  edad(»s,  dominados  empero  por  el  demonio  tortura- 
dor de  la  codicia. 

En  aquellos  rostros,  á  primera  vista  impasibles,  se  leíais 
las  punzantes  aspiraciones  del  espíritu.  Pálidos  unos  y  ar- 
diente la  pupila,  tenían  en  la  mirada  el  fuego  fascinador  do^ 
la  serpiente.  Otros  contraían  los  labios,  descoloridos  y  se- 
cos, y  con  el  ojo  al  parecer  sin  brillo,  se  veía  sin  esfuerzo  la 
fría  meditación  de  un  crimen,  ora  el  robo  para  recuperar 
su  perdida  riqueza,  ora  el  homicidio  para  arrebatar  la  <?a- 
nancia. 

Algunos  piísaban  su  mano  sobre  sus  cabellos  rizados  y^ 
caídos,  mientras  otros,  s(mrosada  la  mejilla,  parecian  sabo- 
rear los  codiciados  frutos  de  la  riqueza  adquirida  por  of 
azar.  • 


PEREGRIXíACIOX  DE  UN  FUGITIVO.  381 

Se  asemejaban  aquellos  hombres  á  un  conjunto  de  enfer- 
iiios  morales  en  cuyos  rostros  el  demonio  interior,  se  divertia 
<'n  revelar  las  profundas  sensaciones  que  produce  aquella  pa- 
s'ion  infame.  Vicio  á  cuyas  puertas  doradas  sonríe  el  placer, 
pero  (jue  ctmduee  á  la  degradación  ó  al  crimen. 

Eu  los  juegos  en  que  la  intelijencia  ó  la  combinación  tie- 
líT'u  su  imj)erio,  no  se  esperimenta  la  vertiginosa  emoción  de 
Jos  juegos  de  a/ar:  aquellos  jugadores  jugaban  al  dado,  per'> 
juzgaban  raudales  de  oro.  Aquel  metal  corria  sobre  el  tapete 
<*omo  un  torrente  abrasador  en  el  cual  la  casualidad  podia 
<onduc'ir  á  la  fortuna  ó  la  miseria,  tal  vez  arrastrar  en  pos  de 
.si  la  felicidad  de  una  familia ;  pero  allí  estaban  silenciosos 
íKluellos  pervertidos. 

Con  i)aso  lento  y  pálido  el  rostro  iml)€rbe,  entró  el  ama- 
nerado don  Antonio  de  Erauso,  ceñida  la  Cvspada  al  cinto, 
])en(li;  nte  de  una  gruesa  cadena  de  oro  el  puñal  de  bien  tem- 
plado acero.  A  pesar  de  su  aspecto  de  juventud,  tenia  fama 
-de  pendenciero  y  valentón.  Se  acercó  sin  ceremonia  y  jugu 
^il  primer  golpe  cuanto  dinero  tenia  tanto  en  su  bolsa  como 
•en  su  casa.  Todos  los  jugadores  levantaron  la  vista  para 
<letenerla  en  aquel  audaz,  que  arriesgaba  tan  elevada  su- 
ma al  dado. 

La  ajitacion  de  todos  era  estrema,  la  mano  de  los  mas 
<liistros  temblaba  al  tirar  los  dados  sobre  el  tapete.  Don  An- 
tonio tenia  la  íiirada  fija  sobre  los  dados  con  una  fuerza  d<i 
íítracfion  tal,  que  rara  vez  se  resiste  á  esa  mirada  penetrante, 
t(*naz.  ardiente,  si  la  hubiera  detenido  en  un  htmibre  hal)ria 
<liUHÍa(lo  aterrado. 

El  silencio  era  tan  profundo  que  se  ha])ria  escuchado  el 
latido  lie  aípiellos  corazones.  Los  dados  iban  y)a*sando  de 
mano  en  mano,  colocados  dentro  de  un  va.<50  apropiado  para 
:irrojarlos  sobr;^  el  tapete.  Erauso  era  el  último. 

Cunndo  le  tocó  el  turno  paseó  la  mirada  por  todos  los  es- 
IXM-tadorcs  aquella  mirada  era  siniestra  y  terrible.  Luego 
<-()n  mano  firm(^  arrojg  los  dados:  habia  ganado  aciuella  mou- 


'¿a-l  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

taña  de  oro  I  Un  murmullo  se  levantó  de  en  medio  de  los  ju- 
gadores. ¿  Era  sorpresa  ó  era  rabia  ? 

Se  suscitó  una  disputa  con  motivo  del  juego,  y  uno  de  los. 
concurrentes  dijo  á  Erauso : 

Afortunado  en  el  juego,  diesgraciado  en  amores. 

— ¿Quién  os  lo  dijo? — replicó  irritado  don  Antonio. 

— Vuestra  proverbial  castidad! — replicó  el  otro  riendo  á 
carcajadas. 

Pero  la  risa  no  liabia  terminado  en  sus  labios,  cuando 
Erauso  le  atravesó  el  corazón  con  su  puñal. 

Trabóse  allí  un  lucha,  unos  por  prender  al  asesino,  otros, 
para  huir  y  no  ser  complicados  en  el  proceso;  pero  Erauso 
espada  en  mano  se  abrió  camino  y  desapareció  sin  rci-ojer 
el  iruto  de  su  ganancia. 

VI. 

Vcrcgrinacíon 

Este  crimen  lo  obligó  á  salir  de  Potosí,  dirijiéndose  á  Yo-^ 
ralla,  nueve  lefíuas  de  la  villa,  siguió  por  Taracalpa  y  Auca- 
<*áto,  donde  lli  gó  después  de  una  jornada  de  veinte  y  cinco- 
leguas,  desde  Yoralla.  Anduvo  diez  y  siete  leguas  y  vino  al 
hermoso  valle  de  Oruro,  en  cuyas  minas  se  decia  liabian  tra- 
bajado desde  tiempo  de  los  Incas  y  donde  pocos  años  des- 
pués se  íundó  una  villa. 

Diez  leguas  mas  adelante  llegó  á  CaracoUo. 

Este  pueblo  está  situado  en  risueñas  vegas,  en  el  valle  de- 
Oruro.  Los  hal)itantes  indígenas  vestian  camiseta  y  manta, 
usaban  también  bonetes  de  lana. 

AHÍ  se  veian  las  ruinas  de  un  templo  del  sol,  de  los  edi- 
íicios  para  depósitos  que  tenían  los  Incas,  y  -era  notable  to- 
davía el  número  de  sepulcros  que  se  veian  en  sus  contornos. 
Esos  sepul(*ros  eran  altos  y  cuadrados,  para  colocar  dentro* 
el  difunto,  sus  armas,  sus  riquezas,  provisiones  y  aún  á  sus 
mujeres  mas  amadas  y  á  niños  d>e  servicio,  que  metían  vivos,, 
según  refiere  Cieza  de  León.  ^ 


PEREGRINACIÓN   DE  TN  FUGITIVO.  SS3> 

Después  de  residir  allí  algunos  dias  se  dirijió  á  Siquisiea , 
como  la  llama  Cieza  de  León,  á  Sieasiea,  eomo  después  la 
llamaron. 

Pasó  por  Chista,  llegó  á  Hayo-hayo,  donde  contempló 
las  grandes  ruinas  de  los  antiguos  aposentos  de  los  In- 
cas. 

Aleanzó  á  Catamarca  y  reposó  de  las  fatigas  del  viaje. 

Algunas  leguas  mas  adelante,  en  un  pequeño  valle  de  la 
quebrada  hermosa  de  Chuquiago,  estaba  la  ciudad  fundada 
l>or  orden  del  presidente  el  licenciado  Pedro  de  la  Gasea,, 
para  perpetuar  la  memoria  de  la  pacificación  del  Perú,  des- 
pués de  las  largas  y  sangrientas  guerras  de  Pizarros  y  Alma- 
gros.  Al  trájico  fin  de  Gonzalo  Pizarro  y  al  sometimiento  de 
los  rebeldes  á  la  autoridad  de  la  metrópoli,  sucedieron  los 
descontentos  y  las  quejas.  Pero  el  presidente  quiso  levantar 
iin  perdurable  recuerdo  del  término  de  aquella  guerra  fun- 
dando una  ciudad.  Para  este  fin  comisionó  á  Alonso  de  Men- 
doza, quien  fundó  la  ciudad  de  la  Paz  el  20  de  octubre  d(* 
1548.     En  las  armas  que  la  villa  ostenta  tiene  esta  cuarteta : 

Lo«4     Hseoriles    eiu-ontrailos 
Kn    ])az    y    amor    se    JuntaiMii, 
V   **  Pueblo  <lo   Paz"   hindaríni 
Para  5>eri)éíua   ine;in)r¡ii^ 

Abundaban  allí  ya  las  iglesias,  cinco  conventos  de  frailes 
— franciscanos,  dominicos  mercedaricjs,  agustinos  y  de  hos- 
pitalarios de  San  Juan  de  Dios,  además  del  ("olejio  de  bi 
Tompañia  de  Jesús.  ^lonjas  de  la  Concepción  y  C'armelitas 
Descalzas,  recojian  en  sus  claustros  á  las  que  se  consagraban 
íi  la  oración. 

Apesar  del  terreno  desigual  y  del  fríjido  temperamento 
por  la  elevación  en  que  se  encuentra,  las  vistas  que  ofrece 
atiuella  situación,  son  magníficas.  A  tres  leguas  los  altos  An- 
des coronados  de  perpetua  nieve,  desde  cuyas  cimas  corre 
como  una  sierpo  de  plata  un  arroyo  que  divide  la  población, 
cuyas  aguas  correntonas  arrastran  á  veces  pepitas  de  oro.  La 


:^^i  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

c'iudad  está  provista  de  aguas  corrientes,  que  conservan  la 
i)igiene  de  la  población. 

Los  contornos  son  amenos  y  fértiles;  pero  dificultosas  las 
isalidas  por  estar  situada-,  entre  sierras. 

Desde  los  tiempos  del  Inca  este  sitio  fué  estimado,  con- 
íicrvándose  tradicionalmente  la  leyenda  que  en  la  cumbre 
de  un  gran  monte  vecino,  hay  ocultos  grandes  tesoros  quo 
los  indíjenas  quisieron  sustraer  de  la  rapacidad  de  los  con- 
<luistadores. 

Residió  en  la  Paz  algún  tiempo,  visitó  sus  contornos  y  se 
<*ntrcgó  al  juego,  su  pasión  dominante.  Pero  cansado  iTc 
la  vida  habitual,  continuó  su  peregrinación.  Llegó  á  Laja 
y  desde  allí,  siete  leguas  mas  adelante  alcanzó  á  Tiahua- 
Bacu. 

En  Tiahuanacu  visitó  las  colosales  ruinas,  examinó  los 
<los  grandes  ídolos  de  piedra  de  talle  y  figura  humana,  muv 
])rimorosamente  labrados,  según  Cieza  de  León,  que  los  vio: 
""'son  tan  grandes,  dice  este  cronista,  que  parecen  pequeños 
^*jigantes.  y  vóse  (lue  tienen  forma  de  vestimentos  largos, 
^^diferenciados  de  los  que  vemos  a  los  naturales  de  esta« 
""provincias."   (1) 

Se  cree  que  aquellas  construcciones  verdaderamente  ji- 
5íantescas  son  anteriores  á  la  época  de  los  Incas.  Cieza  de 
León  asevera  que  algunas  de  esas  piedras  esculpidas  esl  iban 
tan  gastadas  que  manifiestan  una  alta  antigüedad. 

"Lo  que  yo  mas  noté,  dice  este  cronista,  cuando  anduvi» 
mirando  y  ribiendo  estas  cosas,  fué,  que  destas  portadas 
tan  graui  ian  otras  mayores  piedras,  sobre  (jue  estaban 

1.  <¡eza  (li>  Loon  iio  solo  oKcrib'ó  "  Ií.m  (  róiiica  del  I'orú.  ^iiió 
3n!oiiias.  sog-un  él  lo  ilice,  un  libro  so]>re  l'is  lucas:  jiero  Prosrott  so?- 
ticiK»  (jiii»  i-nlo  terminó  su  crónica,  s.ü  haber  ejecutado  iiiiiumia  par- 
te (le  sus  ])royecta(io«¡  trabajo-^,  ui  ; rió  en  Ksj)'imi  en  1  "♦>()_  Ks  un 
historiadla-  bien  int'orialo.  viajó  espresa'i  4  nte  estui'iand!»  bís  bi- 
liares, con  cartas  de  reconiendaion  4Íel  presidente  (Jasca  Seyun  él 
]'.  asevera  'enijH'/.ó  á  escribir  <u  crón'ca  en  1'¡4l  y  la  terminó  e:i 
J.'.lO.  Su  libro  merece,  según  Pfo'-cott.  la  íjratitud  de  la  posti'ridad. 
K>  de  consulta  piMveclu.>*a  ,]»or  los  ciMincimienros  jeiígr^'i^-^'-^  <i«J 
3H|uel    i)ais,  y    merece   crc^dito 


PEREGRINACIOX  DE  T^X  FUGITIVO.  38.* 

formadas,  de  las  cuales  tenían  algunas  treinta  pies  de  ancho, 

V  de  largo  quince  y  mas,  y  de  frente  seis,  y  esto  y  la  portada 
y  sus  qifitdos  y  umbrales  era  una  sola  piedra,  que  es  cosa  do 
mudia  grandeza,  bien  considerada  esta  obra."  (1) 

Cerca  de  estas  ruinas  gigantescas  se  veia  aun  la  antigua 
<-asa  donde  nació  el  hijo  de  Huayna-Capac,  y  los  paredones 
<le  los  edificios  que  servían  de  depósitos  reales.  Dos  torres 
<*uad radas  se  levantaban  allí,  sepulcros  de  señores  indíje- 
iias.  según  el  cronista  citado. 

Admirado  quedó  nuestro  viajero  en  presencia  de  aquellas 
ruinas,  restos  de  la  civilización  primitiva  de  aquella  comar- 
<'a.  Allí  donde  en  otros  tiempos  se  aglomeró  la  población, 
entóuí'cs  apenas  contenia  un  pueblo  de  poca  consideración: 
.sus  indios  pertenecían  á  encomiendas  de  los  conquistadores, 
y  habían  perecido  en  multitud  asombrosa  ora  por  el  hierro 
<^n  las  ¡lasadas  luchas,  ora  por  la  crueldad  exijente  de  los 
nuevos  dominadores  de  aquel  país. 

El  camino  que  había  recorrido  era  pedregoso  y  árido, 
distinguiéndose  las  elevadas  cumbres  de  los  Andes  con  sus 
p(»rpétuas  nieves.  IMolesta  era  la  travesía  desde  Laja  por  la 
rarefacción  del  aire. 

A  la  misma  altura  de  aquel  sitio  y  como  á  milla  y  media 
<le  distancia,  estaba  el  inmenso  lago  de  Titicaca  cuya  estén 
sion.  según  Alcedo,  es  de  cincuenta  y  una  legua  N.  O.  S.  E. 

V  veinte  v  seis  de  ancho,  su  fondo  desde  «eis  hasta  cuarenta 
brazas.  Este  inmenso  lago  en  el  cual  navegó  un  vapor  en 
1850.  era  entonces  surcado  por  embarcaciones  y  balsas  do 
los  índíjenas. 

Es  en  ese  estenso  lago  donde  aparecieron  íos  fundadores 
de  la  civilización  quichua,  el  hijo  del  sol,  por  cuya  causa  era 
la  laguna  sagrada,  elevándose  en  una  de  sus  grandes  islas  el 
templo  al  gran  luminar.  Aquel  lejíslador  y  sacerdote  apa- 
recía ungido  por  el  eterno,  de  quien  se  decía  hijo,  y  seña- 

1.     *M'rónio«i   «lol   Perú"   j>or   Pí'dro   (ioza   de   León,   cap.   CV*. 


3S6  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AFRES. 

laba  al   Sol,   como  al  creador  y  Dios  soberano  de  todo  lo 
creado. 

Antes  de  su  aparición  los  collas  creian  que  el  Hacedor  del 
mundo  estaba  en  el  cielo,  y  Manco  Capac  les  designó  el  SoU 
como  su  padre,  y  fundó  una  relijion  nueva  y  una  civiliza- 
ción escepcional.  El  fundador  de  la  ciudad  del  Cuzco,  crea- 
dor de  su  religión  y  de  sus  leyes,  fué  transformando  el  modo  d»."^ 
ser  de  aquellas  poblaciones  primitivas. 

El  intachable  testimonio  de  Cieza  de  León,  nos  reíicrc 
....** aunque  á  la  verdad,  como  los  reyes  ingas  que  ninu- 
i'aron  este  imperio  fueron  tan  sabios  y  de  tan  buena  ir»  •  cr- 
nacion  y  tan  bi«»n  proveídos,  establecieron  casas  y  oidcuji- 
wji  leyes  á  su  usanza,  que  verdaderamente,  si  no  fiiriii  me- 
diante ello,  las  mas  de  las  jentes  de  su  señorio  pasarían  gra»!' 
trabajo  y  vivieran  con  gran  necesidad,  como  antes  que  ellos- 
fueran  señoreados  " . . . .    ( 1 ) 

De  los  juncales  de  las  márjenes  de  la  gran  laguna,  las 


].  *'(  róíiica  ilel  Perú,"  cap.  XtMX,  por  IVdro  Cieza  de  Leo^n.  á 
quien  citamos  e.:i  esta  parte  con  preferencia  á  Grarcilaso  de  la  Ve- 
íja,  que  Pres-ott  tiene  po(r  exajerado  al  hablar  de  los  Tneas, 

Creemos  conveniente  recordar  las  fuentes  en  que  el  inca  histo- 
riador bebió  sus  conocimieíntos  y  ipara  esto  reproducimos  lo  que  él 
dice:  ^^Yo  nací,  dice,  ocho  «ños  después  que  los  españoles  ganaron 
*'mi  tierra,  y  como  lo  he  dicho,  me  crié  en  ella  hasta  los  veinte 
*'años,  y  asi  v.i  muchas  cosas  de  las  que  hacían  lois  indios  en  aqu-e- 
*'lla  su  gentilidad,  las  c-uales  contaré,  diciendo  que  las  vi.  Sin  la 
"relación  que»  mis  parientes  niie  dieron  de  las  i'iosa»  dichas,  y  sin  lo 
"que  yo  vi,  he  habido  otras  ix-uchas  relacionéis  de  la«  ci>n<(uista8 
"v  hechos  -de  aquellos  reyes:  porque  luego  que  me  propuse  e«cri- 
*'bir  e^'ta  historia,  escribí  á  los  condis<?ípulo«  de  escuela  y  gramá- 
"-tica  encargájidoles  que  cada  uno  me  ayudase  con  la  relación  que 
".pudiese  haber  de  las  particulares  coinquii«:tas  que  los  Inca?»  hi- 
"cieron  en  las  provincias  de  sus  madre»;  porque  i^^ada  provincia 
"tiene  sais  cuentas  y  modos  con  sus  historias,  anales  y  la  tradición 
"dellas;  y  por  esto  retiene  mejor  lo  que  en  ella  pasó,  qu?  lo  que 
"pasó  en  a,iena.  Los  condiscípulos  tomando  de  veras  lo  que  lee 
"pedí,  cala  <'ual  d^'llos  dio  cuenta  de  mi  intención  á  nu  madre  y 
"parientes,  los  cuales,  sabiendo  -que  un  indio  hijo  de  su  tierra,  que- 
"ria  escribir  los  suce.*OfS  della  sacaron  de  (Sus  archivos  las  relaciones^ 
"que  teniatfi  d^  s-us  historias  y  me  las  enviaron.''  Cap.  XTX,  lib. 
T.  *^  Comentarios  reale**",  etc 

El    Inca   protesta   que   el   amor   de   los   s-uyos   no    le    hará    ocultar 
la  verdad,  atenuar  lo  malo  ni  exajerar  lo  bueno. 


PEREGRINACIÓN  DE  UN  FUGITIVO.  38T 

aves  acuáti(ías  se  levantaban  en  multitud  asombrosa.  El  ca- 
pitán Juan  Ladrillero  habia  andado  allí  en  sus  bergantines, 
como  lo  vio  Oieza  de  León. 

Las  tempestades  de  aquel  inmenso  lago  lo  asemejaban 
á  un  mar  interior,  á  la  altura  de  doce  mil  pies  sobre  el  nivel 
del  mar. 

Allí  desde  la  altura  de  un  cerro  que  le  permitía  estasiar 
la  vista  en  los  lejanos  borizontes  de  aquel  lago,  rodeado  de 
indios,  escu(bó  la  fábula  que  conservaba  la  tradición  sobrtí 
los  orígenes  del  culto  del  sol. 

Referían  que  después  de  una  larga  noche  que  duró  dias 
'Vstando  todos  puestos  en  tinieblas  y  oscuridad,  salió  di? 
**esta  isla  de  Titicaca  el  sol  muy  resplandeciente,  por  \o 
'S'Ual  la  tuvieron  por  sagrada,  y  los  indios  hicieron  en  ella 
''el  tem])lo  que  digo,  que  fué  entre  ellos  muy  estimado  y 
*  *  venerado,  á  honor  del  sol ...     ( 1 ) 

Fundaron  allí  también  un  templo  de  las  vírjenes  del  Sí^l 
y  hubo  sacerdotes  con  grandes  riquezas. 

Los  buscadores  de  tesoros  ocultos  arruinaron  aquellas 
constru(  ciones,  deseosos  de  en(?ontrar  las  riquezas  fabidosas 
que  creían  ocultas. 

Después  de  descansar  en  la  pequeña  villa,  se  dirijió  hacía 
(fuacjui,  donde  hubo  edificios  del  Inca,  depósito  de  los  tri- 
butos y  provisiones  aglomeradas  para  las  necesidades  del  es- 
tado. Llegó  á  la  capital,  admirando  en  la  comarca  que  re- 
corría, la  abundancia  de  los  rebaños  de  llamas  y  los  campos 
<  ultivados  de  maíz  y  coca  por  indios  mitimaes. 

Los  pueblos  de  Acos,  Chilane  y  Xulli,  sitios  donde  habia 
indios  de  S.  M.  y  misioneros  é  iglesias,  estaban  gobernados 
í>or  un  empleado  de  la  corona. 

Cerca  de  Cepita  habia  un  puente  a  la  usanza  de  los  del 
tiempo  de  los  Incas,  donde  en  lo  antiguo  tenían  un  ponto- 
nero para  cobrar  el  peaje.  Era  tan  fuerte  que  lo  atravesa- 
ban cabalgaduras  y  ganados. 


<  < 


(ieza  de  León"  vs,  .citado. 


38S  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRGS. 

• 

Llegó  á  Qiiilea  y  de  aquí  pas()  á  Poinata.  Diez  y  siete  le- 
janas anduvo  nntes  de  entrar  á  Chuquitx),  provincia  muy 
poblada  en  tieír?po  de  la  conquista,  de  frió  clima  menos  en 
sus  valles.  Sus  habitantes  hilaban  y  tejiau  la  lana  de  las  vi- 
cuñas y  alpacas,  aprovechando  en  colorir  los  ricos  tintes  quo 
produce  la  comarca. 

Según  Cieza  de  León,  Chuquito  es  cabeza  de  los  indios 
de  la  Corona  en  la  provincia  y  desde  el  tiempo  de  los  Incas 
se  tuvo  por  muy  importante  **  y  es,  dice,  de  lo  mas  antiguo 
de  todo  lo  que  se  ha  descripto,  á  la  cuenta  que  los  misnios 
indios  dan.'' 

Llegó  al  sitio  donde  después  se  fundó  á  Puno,  hizo  la  tra- 
vesia  <le  Puno  á  Arequito. 

Pasó  por  Avilque,  Tayataya,  Guayra,  l^asi,  Taml)oaji  y 
Chiguata.  En  este  viaje  demoró  algunos  dias.  Se  desvió  ha- 
da el  oeste  y  entró  por  fin  en  Arequipa  fundada  en  LlíJG,  en 
el  valle  de  Quilca.  Ap^^sar  de  lo  lluvioso  del  clima,  es  seco  y 
sano,  los  edificios  de  piedra  y  espuesta  la  ciudad  á  terremo- 
tos, la  baña  un  rio  del  cual  sacan  acequias  para  el  regadío  de 
sus  contornos,  todo  lo  cual  observaba  nuestro  viajero. 

Pna  mañana  fria,  en  la  cual  la  rarefacción  del  aire  de  las 
rejion(>s  altas  presentaba  a  lo  lejos  los  estraños  mirajes  en 
las  meseta»  y  en  el  horizonte  se  veía  la  silueta  azul  de  las 
montañas  reflejando  la  luz  del  sol,  nuestro  viajero  salió  de 
Arcíjuipa  hacia  Pancorcolla,  en  la  estensísima  provincia  del 
mismo  noml)re  que  está  rodeada  de  grandes  lagunas  como 
las  de  Chucuito,  Larecaja,  Lampa  y  Omasuyos.  Estas  pro- 
veen de  abundante  pescado  á  las  poblaciones  ((miarcanas; 
pero  él  tomaba  recien  ahora  el  camino  mas  corto  para  ter- 
minar su  largo  viaje.  Pasó  por  Taracoto,  Xava-puja  y  llegó 
y.or  fin  á  Pucará,  situado  en  la  falda  de  la  Cordillera  de 
Vilcanota,  dirijiéndose  al  Xord-este.  El  sol  ha])ia  declinado 
completamente  y  el  frió  era  intenso. 

1.  El  Inca  Lloqiie  Vnpanqui  -ranfíó  construir  oste  Pucarí,  que 
es  forlaleza,  dice  Garcilaso  de  la  Vejía,  "Ja  cual  mandó  ha  ••or  para 
defensa,  y   frontera  de  \n   que  habia   ganado.*' 


PEREGRlNiAVION  DE  UN  FUGITIVO.  :í89 

Al  siguente  dia  fué  á  visitar  á  Pucará  (1)  **  donde  vio 
grandes  ediñcios  arruinados  y  desbaratados,  y  muchos  bul- 
tos de  piedra,  figurando  en  ellos,  figuras  humanas  y  otras 
cosas  dignas  de  notar'',  según  Cieza  de  León. 

Alcedo  refiere  que  cerca  de  este  paraje  **se  ven  las  ruinas 
de  un  castillo  de  los  antiguos  gentiles,  de  figura  cuadrada,  y 
dentro  de  él  dos  estanques  hechos  de  piedras,  algunas  tan 
grandes  que  ti«men  tres  varas  de  largo  y  dos  de  ancho.  (1) 

Pucará  en  el  lenguaje  indíjena  quiere  decir  fuerte  ó  for- 
taleza, las  que  según  Pablo  Marcoy,  los  Incas  del  segundo 
periodo  colocaban  sobre  el  límite  de  los  territorios  nueva- 
mente conquistados.  En  estos  Pucarás  habia  guarnición  para 
mantener  sujetas  las  fronteras  de  Jas  conquistas  nuevas,  ó  en 
los  puntos  estratégicos  para  la  defensa  del  imperio. 

Los  habitantes  oriundos  de  las  costas  llevaban  chucos, 
bonetes  de  lana  de  forma  de  mort^eros,  vestidos  de  tejido» 
de  lana  los  hombres  y  mujeres  por  lo  frió  de  la  temperatu- 
ra, como  lo  refiere  el  cronista  ya  citado. 

Nuestro  viajero  se  sorprendía  del  lujo  y  comodidad  de 
sus  cementerios  que  contrastaban  con  la  manera  de  vivir  de- 
mostrando que  consideraban  la  vida  como  una  mera  pere- 
grinación en  la  tierra  y  (cuidando  de  adornar  los  sepulcros 
donde  empezaba  la  vida  futura.  En  los  llanos  y  en  las  vegas 
abundaban  aquellos  sepulcros,  como  pequeñas  torres  de  cua- 
tro caras,  unos  de  solo  piedra  y  otros  de  piedra  y  barro, 
te(*liados  ó  con  una  gran  laja  ó  cubiertos  con  paja,  las  entrada» 
al  oriente  para  recibir  los  primeros  rayos  del  sol  naciente. 
Cieza  de  León  vio  sepulcros. 

En  muchas  de  esas  sepulturas  habia  oro  y  plata,  joyas  di», 
los  antiguos  señores  del  pais,  algunas  reitojió  Erauso  en  su 
tránsito. 

J)e  Pucará  siguió  el  camino  que  pasa  por  donde  se  fundó 


1.     ''Dií'cionario   genjjrráfico-histórico   de    las    I.ndias   Occidentales 
ó  América   *,  por  el   coronel   don   Antonio  d«  Alcedo. 


390  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

á  Santa  Rosa,  mas  adelante  á  A^a  Caliente  y  alcanzó  á  Si- 
ciiana :  había  andado  aquel  dia  algunas  leguas. 

Sicuana  6  Chicuana  pertenece  á  la  nación  de  los  Canas 
sometidos  al  Inca,  en  cuyo  territorio  tenian  poblados  los 
pueblos  de  Atuncana,  Oruro,  Cacha  y  otros.  **  Andan  todos 
vestidos,  según  Cieza  de  León,  y  lo  mismo  sus  mujeres,  y 
en  la  cabeza  usan  ponerse  unos  bonetes  de  lana,  grandes  y  re- 
dondos y  altos.''    Vivían  en  casas  de  piedra. 

El  temperamento  es  frió,  pero  abundante  de  ganados  y 
víveres. 

En  Cacha  el  Inca  Tupac  Tupanki  hizo  construir  grandes 
edificios. 

De  este  sitio  pasó  a  Checacupi  y  Quijana. 

Cuatro  leguas  adelante  atravesó  el  rio  Tucay  por  un 
puente  formado  de  tejidos  (1)  fuertes  y  maderas  atravesa- 
das, el  cual  aún  se  conservaba. 

Las  sierras  que  pasaba  eran  ásperas  y  sin  vejetacion.  Vio 
el  pue))lo  de  I^rco  colocado  sobre  un  elevado  cerro,  distan- 
te seis  leguas  del  Cuzco    (2)     En  el  camino  una  muralla 

1.  Hé  aquí  la  relación  fie  -nníi  de  esos  puentes  hecha  por  Mi- 
j(iiel  Bstetc,  y  reproducida  te(Stualmente  por  Gonzalo  Fernandez 
<iv?  Oviedo....  '^sa.an,  dice,  un  jjran  cimiento  de  piedra  deí*de 
el  agua  é  lo  suben  arriba,  é  de  una  parte  á  la  otra  del  rio  hay 
iinUiS  »:i.aromas,  hech^j*  de  bexucos  á  manera  d^»  mimbres,  é  taa 
jíruesns  como  el  muslo  de  la  .pierna  de  un  hombre;  é  tiénenlai*? 
atadas  á  -muy  rescias  .piedras,  é  de  la  una  á  -la  otra  hay  anchor 
cío  una  carreta,  é  atravesados  r-escios  cordeles  rmiy  torcidos  é  por 
<)obaxo  ponen  unas  piedras  jj^randes  para  que  aplegué  la  ipnente. " 
* 'Historia  general  v  natural  de  Indias,''  etc  Lib.  XLVT.  cap  XT, 
tomo   IV.  pág.   189  ' 

f^-arilaso  de  la  V-e-g^  esplica  minucio-samente  la  manera  como 
8?  construían  estos  .puentes,  con  detalle*?  sit) Píamente  curioaoí)  como 
.puede  verse  en  el  ca/p^  VIT,  lib.  .So.  de  sus  **  Comentarios  R?ales'-  etc^ 

2.  Para  que  se  pueda  juzgar  del  e»tado  de  las  artes  entre  los 
«úVídito^  del  Inca,  citaremos  el  siguiente  ípasaje  de  Gonzales  Fer- 
nandez <le  Oviedo  al  referir  \ofi  regalas  que  Atabaliba  (¡Ata- 
huallpa)  envió  á  Francisco  Pizarro  que  se  dirijia  á  ( 'a jamaica:  **y  en- 

í*  violes  las  fortalezas  é  piezas  .de  lana  de  la  tierra  que  de  Caxa» 
**se  trajeron,  era  cosa  mucho  de  ver,  se-gun  su  prirror  y  genti- 
*Meza:  é  no  «e  «abian  determinar  si  era  secla  ó  tlana,  segund  au 
* '.fineza,  con  muchas  labores  é  figuras  de  oro  de  martillo  de  tal 
*•' manera  asentado  en  la  ropa  que  no  cesa  de  maravillar,  e  que.  en 
*  *  R»paña    é    en    todo    el '  mundo   «e    estimará    por    muy    rica    é    sutil 


PERBGRIXACIOX  DE  UX  FUGITIVO.  391 

^neha  y  fuerte  conducía  á  la  ciudad  sagrada,  en  la  cual  se 
<-olocaban  en  otros  tiempos  los  empleados  del  Inca  para  co- 
brar derechos  y  tributos  é  impidir  sacasen  oro  ó  plata  de 
la  ciudad  capital.  Los  que  violaban  la  prohibición  eran  con- 
<íenados  á  muerte. 

En  Mohina  se  veían  las  canteras  trabajadas  en  tiempo  de 
los  Incas.  Los  antiguos  edificios  de  Mohina  estaban  arruina- 
dos y  deshechos,  no  por  efecto  de  los  años,  sino  por  los 
luiscadores  de  tesoros,  pues  de  alli  sacaron  gran  cantidad  dv 
oro  y  plata,  cuando  don  Francisco  Pizarro  entró  en  el 
<_'uzco. 

Se  iba  á  la  ciudad  por  el  caimno  real  de  Collasuyo,  atra 
vesando  las  angosturas  de  Mohina.     Este  camino  era  de  can- 
leria  y  se  conservaba  como  una  obra  colosal  y  útilísima  eu 
tiempo  de  los  Incas. 

Ya  que  nos  ocupamos  lijeramente  de  los  trajes  y  costum- 


-*'(>bra'*  Cap.  IV    Lib,   XLVI,  -pá^.   I.")?,  tomo  4.o  ''Historia  general 
\  natural  de  las  Indias,  islas  y  tierra  firme/'  ete. 

El    mis.iiio    his-toniador   deáeribe    eu    esto«    términos    los    edificios 

úo   Cajanialca. . . .    "la    plaza   que   es   dicho,   es  mayor   que    nin^uua 

'*de    E'ípaña,   é    toda   cercada,   con   dos    puertas  que    palen    á,   las    ca- 

**iles    iiel    pueblo.     Las  <*.asae   de   aposento    de   ella«  «on   de   mas   de 

"** doscientos    ipasos    en    hienífo    cada    una,    muy    bien    .hechas,    eerca- 

**das    d?   tapias    fuertes,   de    altiira    de    tres    estados    las   paredes,    y 

*'el  techo  cubierto  de  paja  é   madera   sobre  lae  paredes   de  las  cá- 

'*'sas.     Kstán    los    aposentos    desta    .plaza    repartidos    en    ocho    cuar- 

"*'tos    mejor    hechor    que    los    otros.   Jas    paredes    dellas    de    canteriav. 

-"muy    bien    labradas    y    encaladas,    é    cer-ados   estos    aposentos    por 

'"sí    con    su    muro    de    canteria    é    sus    puertas   'por    donde    entran    i\ 

*** ellos;    é    dentro   en    los    patios    hay   pilas    de   aípiua    traida   de    otría. 

parto    por    caños    «para    el    servicio   de    eetas    casas,    que    .paresceu 

ser    apose-ntos    á?    señor^     Por    la    delantera    de    eí-'-ta    plaza,    4    la 

parte    del    campo,    está    incorporada    en    la    propia    plaza    nna    pe- 

"" quena  fortaUza  <le  piedra,  peqúieña,  que   paresce   castillo,  con    una 

^V"?: -alera    ancha    muy    bien    labrada    de    canteria,    por    donde    suben 

"**des<le    la    plaza    á.    la    fortaleza:    é    por    la    parte    del    campo    está 

"^'otra   pequeña  puerta   con   otra   escalera   angosta,   todo   s-i-n   salir  de 

"la  cerca  de  la  plaza:   fuerza  es  bien  hecha  y  de  bne»na  dí^fensa. " 

Esta  larga  transcripción  demuestra  el  estado  de  la  arquitectura 
-C'i  el  imperio  Inca,  y  el  conocimiento  que  >tenian  de  la  ciencia  mi- 
litar. Kl  tcsti»  nonio  de  los  misii-os  españoles  no  puede  tacharse  y 
forzos-o  es  hacer  justicia  al  pueblo  que  alcanzó  ese  grado  de  al- 
tura  en  la   América    primitiva. 


4  I 


39¿ 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


bres  de  algunos  pueblos  indíjenas  en  el  camino  recorrido  por 
nuestro  vagabundo  conocido,  no  queremos  dejar  de  referir 
la  observación  hecha,  por  Gonzalo  Fernandez  de  Oviedo^ 
quien  encontraba  á  medida  que  subia  á  la  sierra,  que  las  po- 
blaciones eran  mas  cultas,  *'la  jente  mas  limpia  y  de  mejor 
razón  y  las  mujeres  mas  honestas". 

lié  aquí  como  él  describe  los  trajes  de  los  aboríjenes  de  la 
comarca:  ** Traen  sobre  la  ropa  que  visten  las  mujeres,  una» 
reatas  anchas  como  la  mano,  é  de  mas  de  cuatro  brazas 
lueng&s,  hechos  de  lana,  muy  labrados,  faxados  por  la 
barriga  muy  apretados,  é  sobre  esta  ropa  é  faxadura  traen 
cubierta  una  manta  corta  desde  la  cabeza  hasta  la  pierna^ 
**que  quiere  parecer  mantillo  de  mujeres.  Los  hombres  visten 
** camisetas  sin  mangas  y  unas  mantas  cubiertas  encima."  (1) 
Las  mujeres  tejian  la  lana  y  el  algodón  para  sus  vestido* 
y  haeian  ''calzado  para  los  hombres  de  lana  é  algodón,  hecho» 
como  zapatos."  (2) 


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VICENTE  O.   QCESADA 


(Continuará.) 


1      ** Historia   nati-ral   y   general  de  las    Indias"  ote  ,   por  (íon-^ 
zalo  Fernand-ez  de  Oviedo,  Lib.   XLVI,  Cap.   VT. 

2.  Don  A^istin  de  Zarate  en  s-u  '^Húatoria  del  dey-ubriniientí»' 
de  la  provincia  del  Perú,'*  dice  lo  siguiente:  *'Laa  mtijeres  visten 
^ Sinos  hábitos  de  alfi^odon  hasta,  los  pies,  4  manera  de  lobas;  lo»-. 
**  hombres  traen  ipañetes  y  i^nas  camisetas  hasta  la  rodilla,  y  encima 
"unas  mantas:  y  aunque  la  manera  de  vei*tir  es  común  á  todos» 
difieren  en  lo  que  traen  -en  la  cabeza,  según  el  uso  de  ca/tia 
tierra;  porque  unos  traen  trenzas  á^  lana,  y  otros-  muchos  cor- 
dones de  diversos  colores;  y  no  hav  ninguno  que  no  traiga  algo 
en  la  cabeza,  y  en  cada  provincia  diferentemente  " 


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i  i 


i  4 


4  t 


bibliografía. 


la    PARTE 


bibliografía     PERIODISTK'A    DE    HrENOH    AIRKS,    HASTA 
LA  CAÍDA  DEL  (iOBTERXO  DE  ROSAS 


Contiene  el  título,  año  «ou  la  fecJia  de  »ii  aparición  y  cesación^ 
formato,  imprenta,  número  de  que  se  'M>ripone  la  colección  de 
cada  periódico  ó  diario,  nombre  de  los  redactores  que  se  co- 
nocen, observaciones  y  noticias  sobre  cada  uno,  y  la  biblio- 
teca   pública    ó    particular   en    donde   se    encuentra   el   iperiódlco. 

(Contijwacion.)      (1) 


Soy  iin  trompito  franctés 
Un  truhán  de  los  castellanos 
Un  jugador  de  dos  manos 
Vn  Gascón,  un  almofrex. 

**Este  será  el  cuarto  retrato  del  mas  verdadero  apóstoL 
pues  como  babilónico  ha  hecho  la  traducción  de  la  biblia  á 
las  mil  maravillas;  él  ya  por  atrevido  ha  llevado  sus  golpe?? 
en  la  (?alle  de  la  Paz,  más  esto  no  importa  á  mi  caso,  solo 
quiero  que  ])redique  los  sucesos  de  cuando  fué  tinterillo  de 
la  legación  rusa  en  el  Janeiro,  contándose  también  el  rum- 
bo (jue  tímió,  y  como  dejó  á  los  sujetos  que  en  la  Bahía  lo 
favorecieron,  y  sin  embargo  vino  á  Buenos  Aires  sin  un  diez 

1.     Véase  .la  páj.  271. 


394  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

i'eis,  y  estuvo  haciendo  centinela  á  la  puerta  de  la  fonda  del 
señor  Ballester,  andrajoso,  y  con  la  barba  puesta  sobre  la 
ilavícula,  como  dos  horas,  donde  oia  el  tintín  de  los  cubier- 
tos y  de  los  platos,  y  su  hambruna  canina  le  arrancaba  las 
frases  del  gastrónomo.  Aliserable !  vino  á  su  amparo  el  finado 
Jvír.  Hervaud  á  quien  aun  no  le  habia  rezado  un  padre  nues- 
tro: su  figura  ?s  ridicula,  es  un  arle.quin  tartamudo,  se  sim- 
patiza con  un  mendozino.  á  quien  llaman  Mulita;  su  nom- 
bre es  Riza  Velas;  sus  maneras  las  de  Arlóte  de  gurullada; 
durmió  muchas  noches  bajo  la  mesa  de  billar  de  un  fondin  A 
suelo  raso;  y  este  francés  guitón  pordiosero  se  ha  atrevido  á 
tocar  mi  nombre.  ;  Qué  lindos  federales ! 

'«••   ••■   •••   ■••   ••«   •«»   ••*   •••   •■•   •■•   •*•   •••   «••   •■•   •■• 

Un  teniente  coronel  Hemorroidal  muy  valiente  que  una 
noche  de  mascada  pierde  hasta  la  chaveta  en  la  carx)eta,  que 
por  un  certificado  se  encuentra  con  ese  diploma,  y  que  me 
debe  unos  pesos,  también  ha  mojado  conmigo  llamándome 
pastelero. 

**E1  tio  Pepillo  es  un  homl)re 
C¿ue  el  Rey  de  copas  le  llaman 
Y  dicen  que  bebe  mucho 
Tomás,  si  es  pampirolada. 


*rn  sacristán  (¡que  desmaní) 
A  un  doctor  (rara  locura!) 
Solicita  c»on  afán 
Porque  piensa  el  sacristán 
Que  el  doctor  le  ha  de  hacer  cura. 
Fá  saludo  es  á  Mostacho, 
Don  Tiple  lo  ha  consentido, 
Su  pan  ya  lleva  el  Muchacho; 
Eolo  molesta  al  Gabacho, 
Y  vo  me  vov  á  mi  nido. 

J.  J.  Bosch. 


BIBLIOGRAFÍA  395 

Que  no  tiene  cola  de  paja.'^ 

Bosch  era  vulgarmente  conocido  por  El  que  no  tiene  cola 
<le  paja,  y  posteriormente  por  El  resucitado. 

Según  una  hoja  suelta,  sin  fecha,  impresa  por  la  Imi>ren- 
Ja  (Id  Comercio^  bajo  el  rubro  Evangelio  de  los  4  mártires  de 
la  l'nidad.  el  cuarto  de  los  ciudadanos  que  votaron  contra 
ia  ley  de  7  de  marzo  no  fué  el  deán  Zavaleta  sino  un 
teniente  coronel,  que,  según  tradición  no  es  otro  que  dou 
Juan  Escobar. 

Este  impreso  concluye  del  modo  siguiente : 
*' Y  pasarán  sus  nombres  á  la  posteridad. 

Y  los  han  canonizado  los  Unitarios. 

Y  los  van  á  adorar. 

Pero  llegará  el  dia  de  la  justicia,  en  que  cada  uno  será  re- 
^•oinpensado  segiin  sus  obras — Amen.  (Garantido)  ^' 

En  el  mismo  número  80  se  hallan  registrados  los  citados 
«discursos  y  los  demás  que  se  pronunciaron  en  dicho  dia  !•> 
<ie  abril,  con  motivo  del  recibimiento  del  general  Rosas,  del 
mando  do  la  provincia. 

También  «e  ammeia  en  venta  en  el  mismo  número  **E1 
Himno  de  los  Restauradores,'^  ya  mencionado,  compuesto 
por  el  señor  don  José  Rivera  Indarte,  música  de  don  Este- 
van  Massini,  y  adornado  con  el  retrato  de  Rosas. 

Anuncia  asi  mismo  que  se  publicará  inmeciiatamente  por 

!a  Litografía  del  Estado  y  á  5  pesos  el  ejemplar  '*La  ova- 

<*ion  del  e.xmo.  señor  general  don  J.  !M.  de  Rosas  en  el  acto 

^e  recibir  el  mando  de  gobernador  y  capitán  general  de  la 

provincia'',  con  la  vista  de  la  plaza  de  la  Victoria. 

El  núm.  89  rejistra  un  discurso  pronunciado  por  el  se- 
fior  don  ^Fanuel  Trigoyen,  que  mandaba  la  guardia  de  honor, 
-<^n  el  acto  de  presentarse  S.  E. — Una  correspondencia  sus- 
-«(•rita  por  el  pseudónimo  Los  yyiismos,  referente  á  la  inasis- 
-^encia  del  coronel  Espora  á  la  guardia  de  honor  que  debia 
<larse  al  ilustre  Restaurador  de  las  Leyes,  finjiéndose  enfermo. 
— Anuncio  de  un  impreso  suelto  para  el  30  de  abril,  titula- 


:59C  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

i\o  El  avrcpentimimto  de  un  unitario, — Anuncia  que  á  pesar 
de  haber  hecho  tirar  un  número  considerable  de  ejemplares 
demás,  del  N.  80,  conteniendo  el  ensayo  biográfíco,  cuyo 
estracto  hemos  dado  mas  arriba,  la  edición  entera  ha  sido 
agotada  en  el  dia,  y  como  el  redactor  ha  tenido  después  tan- 
tas demandas  de  dicho  número,  se  proponía  para  satisfacer- 
el  deseo  jeneral,  publicar  en  un  tomo  aparte  una  biografía, 
detallada  y  muy  circunstanciada  del  Ilustre  liesiaurador^ 
desde  su  oríjen  hasta  el  dia,  etc. 

El  núm.  90 — Proyecto  de  ley  sobre  la  responsabilidad  de 
los  jueces,  redactado  por  una  comisión  nombrada  al  efecto.. 
.\'  i)resentado  á  las  Cortes  por  orden  de  la  reina  Cris- 
tina, i 

De  los  eJcsuitas  de  España. — Cantón  ó  Quang-Tong.  saca-^ 
do  de  una  obra  impresa  en  Cantón  en  1843. — Los  Uccucrdo^c 
sangrientos,  oda  dedicada  al  exmo.  señor  Restaurador  de  las; 
Leyes,  por  Un  Federal,  núm.  148. 

Del  proceso  formado  sobre  el  asesinato  de  don  Félix  Trios- 
te,  núm.  150  y  siguientes:. 

D.  José  Rivera  Indarte  nació  el  V\  de  agosto  de  1814  en  la- 
ciudad  de  (/órdoba  del  Tucuman,  v  murió  en  la  noche  del  1^ 
de  agosto  de  1845,  en  Santa  ('atalina,  Brasil. (Véase  su  Bio- 
grafía por  el  señor  Mitre.) 

((\    LaniMs.) 

108.     DEFENSA  FEDERAL— 1841— in  íoWo— I mi^ren^ 
la  Arjentina — Su  redactor  fué  el  presbítero  don  Ruperto  Al 
bei  to  González  y  Cas&s. 

Era  una  publicación     en  hoja  suelta  que  salia  sienipre- 
que     el   redactor   lo   juzgaba  oportuno.        Conocemcjs   hasta 
íí,  una  con  fí^'ha  7     de  marzo,  otra  con  la  del  1."  de     abrif 
y  la  3.a    (pie  creemos  ser  la  última,     con  la  de  V]  de   di'iem- 
l're. 

Xo  tiene  numeración,  ni  rejistra  nada  que  merezca  llamar 
1«  atención. 

(í\   ('arranza.) 

ion.     DIARIO  DE  AVISOS,  periódico  comer, ial  y  lit, m- 


BIBLIOÜRAFIA  897 

ri(f,  J84Í) — 1852 — in  folio  mayor — Imprenta  de  Arzac.  Fuó 
redactadlo  con  la  mayor  cordura  por  el  señor  don  José  Tom/is 
Guido  (1),  siendo  el  único  de  los  escritores  de  esa  época  aciaga 
<|ue  evitó  en  cuanto  fué  posible,  el  escollo  de  tocar  ningún  pun- 
to conexo  con  la  dictadura.  El  Diario  de  Avisos  fué  después 
j-tdartado  por  don  José  Maria  ^lontoro  (2)  y  por  el  doctor 
<lon  Vicente  Pazos  Kanki,  que  habia  sido  ájente  de  Bolivia  en 
Francia.   (3) 

La  colección  consta  de  953  números.  Empezó  el  2  de  fe- 
brero de  1849  y  concluyó  el  31  de  marzo  de  1852.  reemplazan- 
<tole  el  (U)rr(o  Ar (jen tino. 

1.  Kl  »Sr  (inicio,  natural  de  Santiago  de  (hile  y  educad:)  pii 
}5ueiio-í  Air  >.  fué,  en  is:i9.  en  la  noche  en  que  se  perpetró  el  as^-e 
?^¡»ato  'Itd  Presidente  Dr.  Maza  en  la  Sala  de  Re.presentantes,  el 
3>rniero  (|iie,  de-^juirs  do  eoMsmna  lo  aquvl  horrible  acto,  penetró 
en  la  habitación  en  donde  se  hallaba  la  víctima,  tendida  en  el 
snel  • 

Kn    1S4(),    fné    jiorse^niido    \un    la      élebre    *' Sociedad    popular", 
ante  la  cual  fué  llevado  do-i  veces,  mojítrándose  con  inalterable  sere- 
nidad,   en    luelio    de    los    puñuleís   que   le    amenazaban.    En    el    mi.siiiu> 
añ»    pre^ró    servicios    .persona le-*    con     ^ran     peligro    suyo    v    con    el 
mayor    ardor,    á    varios    proscriptos,    que.    ocultos    en    Buenos    lAires, 
-se    proponian    fugar    del    pais,    activamente    auxiliado   .por    el    cónsul 
<1»^  1   >   K-^tado;?  Unidos  Mr.  Slade  y  por  oficiales  de  la  escuadra  fran- 
<*e>a,   y    r  ui    especialidad   los   de   la   "Tactique  *'    I)ese»i:ipeñó    puestos 
<li:^t4nguid.is;    se    negó   á   actfptar   oíros    igualmente    distinguidos,    por- 
<(ue    no    Mrovonian    del    gobierno   de    Rue!i:is    Aires,    con    el    q;.ie    siei> 
pie   ha  siinpatizado,  y   hoy   í^s   gefe   de   la   Mesa   de    Fronteras   de   la 
Kcpúblira.    miembro    de    algunas    sociedades    .'ientíficas    y    literarias 
y   enítiin  >]ógicas   y   colaborador    de   *  *  La   "Revista    de   Buenos    Aire«." 

li.  Kl  Sr^  Montoro,  á  quien  tmbvs  creian  redactor,  desmiente 
■este  hecho  en  el  número  12  del  diario  "J^a  Ilustración",  que  se  pu- 
bl'caba  en  1>.")4.  diciendo  que,  mientras  estaba  rn  la  administración 
ílol  "Diario  de  Avisaos"  no  fué  sino  "el  encargado  de  la  parte  este- 
rior  y  »':nnercial,  al  pro})io  tiempo  que  de  su  contabilidad,"  y  qui> 
jamá^  sal  "ó  de  su  pluma  un  eb)gio  {\  Rosas  ni  el  menor  cm'plir.iento 
á   Manneüta. 

•í.  Don  Vicente  Pazos  Kanki.  clérigo  de  ideas  estravagante«, 
"e-'^critor  d.»  nn  lenguaje  tos-co  é  in'nlto  como  las  breñas  del  r*e- 
rl,"  sn  país  natal,  y  como  ella^s  tenia  el  sello  de  la  naturaleza, 
que  e<  la  sen  -illez  y  la  ingenuidad.  Autor  de  una  obra  publicada 
e'i  L<'>n  Iro^.  titulada  "Me^iorias  ITistórico-Políticas ",  el  Sr.  T'a- 
zos  KanUi  dic^  en  su  "  introd-uecion ",  que  s^u  primer  intento  fué  es- 
tíiib'rla  en  quichua,  pues  que,  siendo  de  una  familia  indígena  "ma- 
mó Ict'h»»  *ní>cente  de  sus  Pallas"  y  con  ella  apreivdió  el  lenguajo 
<Mi    ,]iie  sus   antepasados  se   espresaban   en   el   antigno   in-.'¡)erio  perdía- 


0|Lk> 


i>8  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Lo  mas  notable  que  rejistra  este  diario  es  lo  siguientes 
Anuncio  de  haber  sido  conducido  á  tierra  el  16  de  ju- 
lio de  1850  los  restos  del  benemérito  arjentino  don  Manuel  de 
Sarratea  (núm.  439).  Noticias  Bibliográfica  de  la  historia  de 
la  literatura  española,  escrita  en  inglés  por  Jorje  Ticknor, 
En  3  tomos,  in  4  de  ma-s  de  500  páj.,  Londres,  1849  (núm. 
505) — Pío  IX  y  el  preso  del  Castillo  San  Angelo  (nii.m  530), 
Xecrolojia  del  general  don  José  de  San  Martin,  suscrita  por 
A.  Gerad  (núm.  536), — Rectificaciones  de  dicha  necrolojía 
por  la  redacción  (núm.  538), — Discurso  pronunciado  por  el 
doctor  don  Claudio  Cuenca  en  la  universidad  de  Buenos  Ai- 


iii.^  'MjO-í  acentos  de  ente  iflionia  original",  a^^re^a  el  Sr.  I*a- 
zi's  Kanki,  **tan  sonoros  para  mí,  no  cesan  de  latir  en  mis  oido*»» 
y  como  por  un.  encanto  (.i;.e  parece  que  aun  entoy  es'uchando  lo» 
<J"scHir«ü.s  patéticos  á  que-  frecuentemente  assistia,  en  mi  primera» 
o;lad,  en  el  antigiuo  **<'ozco*\  metrópoli  de  loa  incas,  adon<le  fui  á« 
aprender  los  rudimentos  del  saber  niropeo^  Dificultades  in^upera' 
bloH  me  h-icieron  abauiloiiar  e<te  intento,  y  preferir  el  casteWv 
no,  como  el  i.'ioma  j^eneral  desde  la  Bahía  de  San  Francisco  has- 
ta el  Cabo  de  dlornos;  idioma  que  se  perpetuará  en  el  Nmevo  Mun- 
do c:)mo  herencia  y  señal  de  la  douiinacion  de  lo«*  peniíiMilaros, 
d»»  aquellos  valientes  y  osados  españoles  que  surcando  mares,  arros* 
trando  ¡peligros,  atravesando  desiertos  y  sufriendo  todas  las  cala- 
midades de  cli'ias  que  les  eran  desconocidos,  plantaron  allí  su  re- 
l:jjion,  lengua  y  costumbres.'' 

Pazos  Kanki  se  hallaba  en  Lisboa  en  1825,  cuando  principió  á. 
escribir  dichas  "Memorias."  Las  provincias  del  Alto  Perú  no  for- 
uiaban  toiavia  la  república  de  Bolivia^  Habiendo  ,pasado  á  Inglate- 
rra en  el  mivsmo  año,  determinó  i. r/primirla»  en  el  vStadí)  en  que  se 
hallaba  el  manuscrito,  -que  comprende  también  una  relacvion  do 
las  vicisitudes  de  «u  vida,  causadas  por  la  revolución,  en  la  que 
no  todos  los  que  han  sembrado  han  recogido,  (circunstancias  ad- 
versas para  él,  impidieron  por  mu-cho  tiempo  su  ÍMipresion,  hast» 
que  resolvió  ha'erla  en  »u  casa,  «tomando  ama  pers-ona  á  quien  ins- 
tiuyó  v^n  el  arte  tipogr.ufieo  y  eu  el  idioma  ca'.stellano  á  un  mijsnio 
tienípo. 

Rl  iperiódico  **The  Athenoeunv  (*)  de  T^óndres  hace  una  críticw 
jiiuy  sievera  de  esas  Me.iioria»,  en  que  encontramos  tran^ícrijítos  **ad 
pfde'i;  literae,  párrafos  enteros  de  una  obra  titulada  "  Knsayo  his- 
tór-ico  sobre  la  revolución  de  Jisj>aña  y  sobre  la  interven<'ion  de 
1JS23",  esí'rita  en  francés  por  el  virconde  de  Martignac,  traducida 
a:  es-pañol  y  dedi'Cada  al  ministro  de  la  giuerra  de  entonces,  el  ge- 
neral don  Tornas  Guido,  >por  don   Rafael   Minvielle. 

(*)  En  el  número  40  da  "La  Revista  de  Ruimios  Aires",  pág, 
f)12  se  halla  esta  misma  nota,  diferentemente  redactada,  fuera  de 
lugar,  siendo  este  el  que   le  •correspande. 


«I«L!<XÍRAFIA  399 

res,  con  motivo  de  los  grados  de  doctor  acordados  al  profe- 
sor de  medicina  don  Federico  Mayer  (núm.  544).  Apuntes 
sobre  la  fiebre  reinante  en  el  Rio  de  Janeiro,  tomados  por 
Juan  José  ^lonte^s  de  Oca,  ciudadano  argentino,  doctor  en 
medicina  y  cirujia  por  la  Tniversidad  de  Buenos  Aires  (N. 
547), — Documentos  o'ficiales  del  gobierno  de  Bolivia  (uiim. 
561). — Despedida  dirijida  por  el  general  Paez  al  pueblo  ve- 
nezolano (núm.  584) — Esposici(m  hecba  por  el  Ministro  def 
Interior  del  gobierno  de  (.'bile  al  presidente  de  la  República 
ínúm.  590.) — Documentos  del  gobierno  de  dicha  República 
relativos  á  los  honores  fúnebres  del  general  San  Martin  (núm. 
H16) — Testamento  de  dicho  general  (núm.  617). — Relación 
del  gran  incendio  de  Valparaiso  (núm.  618.) — l^n  reo  dc^ 
Estado  (el  coronel  don  Silverio  Sardinas)  prisionero  por  un 
D'-rro  (núm.  621. — í-arta  de  don  Juan  Manuel  Rosas  á  su 
.•7f/;V7f>  rotnpañfro  don  Juan  Facundo  Quiroga  (20  de  di- 
ciembre de  1824)  (núm.  (146 ).  (Correspondencia  del  doc- 
tor don  Vicente  Pazos  Kanki  (núm.  654  á  656.)  Acta 
de  la  instalación  <le  la  Junta  el  25  de  Mayo  de  1810 
y  proclama  de  dicha  Junta  del  26  del  njismo  mes  y  año. — 
Arenga  del  general  Rosas  al  25  de  Mayo  de  1836  (núm, 
698.) 

El  Folletin  del  Diario  dr  Aviesos  rejistra  la  *' Traducción 
de  un  artícuh)  publicado  en  la  Bf vista  de  Ambos  Mundos,  en 
1.0  de  setiembre  de  1843,  escrito  por  Mr.  P.  Grimbolt,  y  tradu- 
cido para  el  Diario  de  Avisos,  por  \nhAr}enti)w"  (que  creemos 
ser  el  señor  (ruido,)  titulado  Islas  Falkland  ó  Malvinas — Bue- 
nos-Aires— 1851 — 96  páj.  in.  8.o 

(i\   Beniti,   Zinny.) 

110.  EL  ESPAÑOL  PATRIOTA  DE  BUENOS  AIRES 
-  -1818— in.  4.0 — Iwpenta  de  Xiños  Expósitos.  Era  una  pu- 
blicación mensual. 

La  colección  consta  de  2  números.  Principió  el  l.o  d'* 
enero  y  concluyó  el  l.o  de  febrero.  Su  redactor  fué  el  doctor 
don  Ventura  Salinas  y  Gutiérrez,  (1)  profesor  de  medicina  y 

1.     ''Gaceta  Je  Buenos  Aires''  <le]   '10  de  diciembre  de  1S17 


4U0  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

español  enügrado,  que  vino  á  Buenos  Aires  en  1817  con  el  je- 
neral  Milans. 

Salinas  tuvo  una  cuestión,  que  fué  muy  ruidosa,  con 
un  señor  don  Miguel  Cabrera  de  Nevares  (de  quien  h»iblare- 
juos  en  el  curso  de  nuestro  trabajo)  •  (1),  pero  que  pasó 
casi  inapercibida  por  haber  tenido  lugar  en  una  época 
(1820),  en  que  los  ánimos  estaban  preocupados  de  los 
Asuntos  del  dia,  que  envolvian  mas  interés  para  esta  sociedad 
en  general. 

El  doctor  Salinas  se  proponia  con  la  publicacicm  de  su 
periódico,  desalucinar  á  sus  paisanos,  enemigos  de  la  liber- 
tad americana  é  ingratos  al  suelo  que  habia  labrado  sus 
fortunas,  á  fin  de  hacerlos  arrepentirse  con  la  lectura  de  los 
sucesos  que  denunciaba  y  por  las  reflexiones  que  les  ha- 
cia. 

Después  de  muchos  años  de  residencia  en  el  país,  ^'ali- 
iias  murió  en  Buenos  Aires,  dejando  una  viuda  y  un  hijo  va- 
ron. 

(B.  l\  de  B,  A.) 

111.  ESTRELLA  DEL  í^IjD  (LA)— 1820— in  4.o  mayor 
— Imprenta  de  Niños  Expósitos — Sus  redactores  fueron  los  -e- 
ñores  doctor  don  Juan  Prancisíío  Mota,  catamarqueño ;  Diaz. 
(don  Ramcm  y  don  Avelino)  y  don  Salvador  Maria  del  Carril, 
estudiantes  de  dereírho.  La  colección  consta  de  prospecto  y 
nueve  números.  Principió  el  9  de  setiembre  y  concluyó  con 
una  Estraor (linaria  el  16  de  octubre. 

Este  interesante  cuanto  ilustrado  periódico  empieza 
(núm.  l.o)  con  una  exhortación  á  los  pueblos  de  la  América 
del  Sud,  (omo  un  bálsamo  consolador  después  del  incon- 
mensurable  desborde  de  las  pasiones  de  los  meses  anterio- 
res del  memorable  año  1820.  A  cada  una  de  las  provincias 
exhorta  á  la  unión  y  al  orden,  en  la  persuasión  de  que  los 
individuos  sim  para  el' Estado  y  que  los  pueblos  no  s<m  de 

1.     Véase  ji'jestro   artícuU»    f-ti]nv'*'Kl    Telóiiraff)    Mercantil,    Ku- 
ral'*,   Político-econóniico   é    íli«toiiógiafo   del    Rin   de   la    Plata.'' 


BIBLIOGRAFÍA  41.1 

los  particulares.  Opina  que  el  gobierno  actual  siempre  será 
uno  bajo  cualquiera  denominación,  y  siendo  este  el  sentir  do 
todos,  la  América  respirará.  Declara  que  los  abusos  de  la  li- 
bertad de  la  prensa  ponen  á  la  Patria  en  los  brazos  de  la 
muerte. 

Rejistra  algunas  sensatas  reflexiones  sobre  el  recpnoci- 
luiento  de  la  independencia  de  Venezuela ;  sobre  la  tiranía.  El 
parte  del  general  en  jefe  de  las  tropas  de  IMendoza,  don  Fran- 
-cisco  de  la  Cruz,  a  su  gobierno. 

La  EsirvUa  del  Sud  ha  tratado  de  evitar  los  escollos  en  quo 
>us  predecfesores  han  tocado,  á  pesar  de  la  crítica  mordaz,  que 
ha  despreciado,  declarando  no  pertenecer  á  otro  partido  que 
íil  de  la  causa  do  la  América. 

(C.  Lamas,  Trellee,  Zinny.) 

112.  Er  NAO  ME  METO  CON  NINGUEX— 1821— 
in.  4.0 — Imprenta  de  Alvarez — Fué  su  redactor  don  Francisco 
i»e  Paula  Castañeda.  Solo  el  título  del  periódico  es  portugués, 
lo  demás  es  castellano,  con  escepcion  de  algunas  frases  y 
palabras. 

La  colección  consta  de  6  números  con  98  pajinas,  Princi- 
pió el  24  de  julio  y  concluyó  el  15  de  setiembre. 

(C.  Lamas  y  B,  P.  de  B.  A.) 

11:^     EL  ESPIRITr  DE  BFENOS  AIRE^— 1822— in 

4.0 — Imprenta  de  la  Independencia, 

La  ( oleccion  consta  de  28  números.  Empezó  el  26  de  ene- 
Yo  y  concluyó  el  4  de  julio. 

(B.  r.  de  B.  A.) 
114.     El  ELECC^TOXERO— 1825— in  folio  menor— ///í- 
pn  nin  de  Jos  Kspósitos — Empezó  y  concluyó  el  28  de  marzo, 
terminando  el  núm.  Lo  (y  único)  con  el  siguiente  *' Aviso — Es- 
te periódico  se  publicará  infaliblemente,  á  los  ocho  dias  de  ca- 
da elección.     A  los  señores  de  la  oposición  se  darán  de  balde 
todos  los  números,  menos  este.     Los  demás  señores  (jue  gusten 
suscribirse,  lo  podrán  ha(  ef  en  las  ca.sas  de  los  que  hayan  he- 
•ilií)  uso  de  la.proclama  del  Arjentino.     Precio,  onza  por  pliego. 


402  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Uro  y  iiitís  oro:  á  nosotros  nos  gusta/'     Su  redactor  fué  el  se- 
ñoi  don  Ventura  Arzae. 

(^(\  Trelle^i,  Ziuuy,  Insiarte.) 

115.  ECHO  FRANCAIS  (L')  JOURNAL  COMMEK- 
CIAL,  POLITIQUE  ET  LITTÉRAIRE— 1826— 1827— in  4.r> 
y  ío\.— Imprenta  de  Jones  y  Va. 

p]ste  periíSilico  se  publicaba  en  trances  y  castellano.  La 
colección  consta  de  dos  series;  la  1.a  de  72  números  in 
4.0  y  la  2.a  de  7  in  folio,  titulándose  sinipleniente  L'E- 
CIIO. 

Su  redactor,  don  Juan  Lasserre,  fué  arrestado  en  la  Poli- 
cia  el  2  de  febrero  de  1827. 

Principió  el  14  de  junio  de  182o  y  concluyó  el  11  de  abri^ 

de   1827. 

El  núm.  2  tiene  suplemento. 

(C\  Lamas.) 

116.  ESPADA  ARJEXTIXA  (LA;— 1828— in  fol.  me- 
nor— Imprenta  del  Estado.  Se  publicaba  3  vee^s  ñor  soiiiana. 
los  martes,  jueves  y  sábado.  La  colección  consta  de  14  nú- 
meros. Empezó  el  28  de  junio  y  concluyó  el  12  de  agosto.  Su 
redactor  fué  don  José  María  ^larquez,  que  abandonó  estos 
paises  en  1830,  dejando  en  ellos  una  triste  celebridad.  Fué  fu- 
silado en  Cartajena  de  Levante,  según  unos  por  desertor  de 
las  ])anderas  españolas  en  Cliile,  y  según  otros  por  perturbador 
del  orden,  y  juzgado  por  haber  encabezado  una  sedi(*ion 
entre  la  plebe,  en  favor  del  sistema  constitucional.  Si  no 
hay  duda  que  le  ha  cabido  esa  suerte  infausta,  la  causa 
al  menos  es  digna,  y  en  este  sentido  su  desgraciado  í'n 
ha  sido  aca.so  el  mas  noble  de  todos  sus  infortunios."  (Ví^í:- 
se  (¡aceta  Mercantil  núm.  2,828  del  7  de  noviembre  de 
1831.) 

El  núm.  5  rejistra  un  rasgo  encomiástico  á  los  generales 
Rivera  y  Lavalleja. 

En  una  carta  que  el  redactor  dirije  (núm.  6)  al  coro- 
nel graduado  don  Juan  Apóstol  ^lartinez,  hace  una  breve  au- 
to-biografia  política.     Este  mismo  número  registra  un  llama 


BIBLKXJRAFIA  403 

miento  del  general  don  Guillermo  Brown  á   los  generosos 
arjentinos,  invitándolos  á  levantar  una  suscrieion,  con  el  oh 
jeto  de  poder  realizar  un  proyecto  euyo  resultado  seria  iuipo  - 
ner  respeto  al  enemigo  de  la  República. 

La  Espada  Ar  je  atina  era  opositor  al  Liberal,  á  que  elasiíi- 
ca  de  hermano  ¡ejítimo  del  Constitucional^  Granizo  y  Porteilí^ 
y  que  es  un  *' papel  vendido  á  las  máximas  y  principios  de  lo- 
tiranos/'     Hablando  del  gran  mariscal  de  Ayaoucho,  predicí* 

<iue  hay  (¡Kirn  Iratará  de  as( sinario. 

(Ks  muy  raro.) 
((;.  ZÍirny.) 

117.  KTOILE  (L  )  DU  MATIN— 18:31— in  M.—Im- 
prenta  de  la  Independencia — Su  redactor  fué  ^I.  Lavessari, 
cónsul  francés. 

Xo  hemos  tenido  á  la  vista  ningún  número. 

(Ks    rarísini.;») 

118.  ESTRELLA  DEL  NORTE  (La)  OR  XORTIIS- 
TAR — 1838 — in  fol.  Solo  se  conoce  el  prospecto  (en  caste- 
llano é  inglés)  de  una  publicación  política  y  literaria.  Esta 
no  vio  la  luz. 

(E.s  un  y  raro.) 

119.  EL  ESCARMIENTO  DE  TN  UNITARIO— 183;{ 
--in  fol.  Imprenta  del  (^omercio.  .  No  tiene  fecha,  pero  se 
sabe  ((ue  corresponde  á  este  año.  La  colección  consta  de  2 
números.  Ym  el  1.°  se  lee:— ** Aviso— El  jueves  y  domingo 
<le  cada  semana  saldrá  á  luz  un  impreso  suelto  en  estilo  joco- 
serio y  l)ajo  diferentes  títulos.''  En  vista  de  este  aviso,  se 
cree  pertenecer  á  la  misma  colección  una  hoja  suelta  in  fol. 
— pu})licada  por  la  misma  imprenta  y  con  el  título:  **La 
muerte  de  un  Fnitario,  ó  sea  el  cha.sco  de  un  Tsurero/'  sin 
fecha. 

((\    Beruti.) 

120.  ECHO  (L')  DES  DEUX  MONDES.  18:U  nx 
fol.  Imprenta  de  la  I nd( pendencia.  Se  publicaba  en  francés, 
los  uiártes  y  sábados.  La  colección  consta  de  prospecto  y  11 
números.     Empezó  el  2  de  abril  y  concluyó  el  7  de  Mayo. 

(C  La-inas.) 


4Ü4  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

121.   espíritu  de  los  mejores  diarios  que 

;áE  PUBLICAN  EX  EUROPA  Y  AíklERICA  1840.  iu 
4.0  imprenta  del  Estado,  Su  editor  fué  don  Peiiro  di- 
AngeJis.  Consta  de  2  números:  el  l.o  de  36  y  el  2.o  de  108 
pajinas. 

Es  un  estracto  de  todos  los  periódicos  europeos  y  ameriea 
nos  que  han  tratado  de  la  cuestión  del  Rio  de  la  Plata,  con  mo- 
íivo  del  bloqueo  trances  y  de  la  guerra  entre  los  titulados  fede- 
rales V  unitarios. 

(C.  Carranza,  Angelif),  Zinny.) 

122.  FUROR  (EL)  DE  LAS  PASIONES  ENCEGUE- 
CE A  LOS  HOMBRES  Y  LOS  CONDUCE  AL  PRECll'!.- 
<;íO.  1822.  in  foL  Imprenta  de  los  Expósitos.  Consta  de 
2  números. 

(Es  rarííiimo, 

V>:\.  FIL.WTROPO  (EL).  1831.  in  4.o  Imprcn- 
ia  ¡Upubli  Uid  Principió  el  4  de  enero  y  concluyó  el  2S 
de  ^layo.  La  colección  consta  de  10  números  y  un  es^ 
iraordinario  que  contiene  las  observaciones  al  informe  del 
Tribunnl  de  Medicina.  Su  redactor  íué  el  doctor  don  Pedro 
filartinez. 

Este  periódico  era  destinado  a  propagar  el  sistema  curati- 
vo de  yi.  Le  Roy  y  el  uso  del  pan  quimagogo. 

Según  la  pajina  55  del  número  7,  El  Filántropo  se  ocupó 
^n  los  números  anteriores  de  la  muerte  súbita  del  doctor 
Anchoris. 

(Es  rarísimt)) 
(C  Insia^tt^.) 

124.  FLAXEUR  (LE)  Ambign  poUtique  ct  litterairt-. 
1831,  1832,  in  fol.  Imprenta  de  la  Independencia.  Fué  su 
ivílactor  el  st  ñor  don  Pedro  de  Angelis.  La  colección  consta  de  • 
12  números.  Principió  en  19  de  diciembre  de  1831  y  concluyó 
el  3  de  marzo  di»  1832.  Era  periódico  semanal  escrito  en  fran- 
cés. 

El  Hritish  Packet  clasifica  á  este  periódico  de  interesante  y 
divertido. 


BIBLIOGRAFÍA  405 

Le  Flanear  se  despide  con  un  calembour  en  las  siguientes 
palabras:  *  *  IMessieurs,  rien  n'  est  changé;  ce  n'  est  qu'un  Fia- 
neur  de  moins." 

Efl  rarísimo. 

125.  fígaro  (EL),  periódico  biográfico,  poUtico,  aruti- 
apostólico^  federi-republicano  y  enemigo  de  los  traidores.  1833. 
in  4.0  Imprenta  de  la  Libertad.  Principió  y  concluyó  el  jue- 
ves 3  de  octubre. 

Ataca  á  los  defensores  de  las  facultades  estraordinarias, 
designándolos  con  los  nombres  peculiares  de  la  época  en  que 
han  figurado  en  ese  rol. 

(Es  raro)    (C.  Zinny  ) 

126.  FEDERAL  (EL)  SUMISO  A  LAS  LEYES.  1833 
in  4o.  Imprenta  de  la  Libertad.  Solo  consta  de  un  número, 
que  debió  haber  aparecido  el  14  de  octubre.  (Véase  El  De- 
fensor  de  los  derechos  del  pueblo.) 

127.  GACETA  DEL  GOBIERNO  DE  BUENOS  AI- 
RES (1)— 1809— 1810— in  á.o— Imprenta  de  Niños  Espósi- 
tos — Fué  publifíada  por  el  Vi  rey  Cisneros.  Lo  colección  cons- 
ta de  50  números.  Principió  el  14  de  octubre  de  1809  y  cesó 
el  9  de  enero  de  1810. 

Este  periódico  publicaba  esclusivamente  los  documentos 
oficiales  y  transcribia  los  artículos  de  periódicos  de  afuera, 
principalmente  de  España,  que  mas  convenia  á  la  política  del 
gobierno  metropolitano. 

En  los  números  que  se  ha  tenido  á  la  vista  no  se  ha  encon- 
trado un  solo  renglón  editorial. 

A  nuestra  noticia,  el  señor  Lamas,  es  el  único  de  Buenos 
Aires  que  posee  números  de  este  periódico,  habiendo  tenido  á 
la  vista  hasta  el  núm.  XVI,  que  corresponde  al  16  de  Noviem- 
bre de  1809. 

(C    Lamas.) 


** Gaceta"  viene  -de  *^gazetta'\  moneda  veneciana,  que  era  el 
del   primer  periddico  rr:preso  en   VenPcia.   Dep-piies  so  lia  dado 


1.     **'^ 
valor 

este  nO'Kbre  al  periódico  que  rej^istraba  todo  do''unientí>  antoritativo, 
principalmente  del  gobierno. 


406  LA  REVISTA  DE  BUENOS  A1EE& 

128.  GACETA  DE  BUENOS  AIRES— 1810— 1821— 
in  4.0  y  folio — Imprenta  de  Niños  Espósitos  y  en  la  de  Ganda- 
r illas  y  .socios. 

Hasta  el  31  de  octubre  de  1811  apareció  in  4.o  y  desde 
el  5  de  noviembre  de  1811,  hasta  su  conclusión  in  folio. 

Este  periódico  ha  tenido  varios  títulos  á  saber :  Gaceta  de 
liuenos  Aires,  desde  el  7  de  junio  de  1810,  hasta  el  20  de  mar- 
zo de  1812;  Gaceta  ministerial,  desde  el  3  de  abril  de  1812, 
hasta  el  l.o  de  enero  de  1815,  por  decreto  de  fecha  25  de  mar- 
zo de  1812;  Gaceta  del  Gohier)io,  (7  números  solamente)  des- 
di» el  5  de  euero  hasta  el  l.o  de  abril  de  1815,  durante  el  di- 
rectorio del  señor  Alvear,  y  vuelve  a  tomar  el  primer  título  d  > 
Oacda  de  Buenos  Aires,  desde  el  29  de  abril  de  1815  hasta  su 
conclusión. 

Sus  redactores,  conocidos  con  la  denominación  de  Edi- 
tores como  entonces  se  designaban  han  sido  como  si- 
ÍTue : 

Eli  doctor  don  Mariano  Moreno,  secretario  de  la  primera 
Junta,  fundador  ele  la  Gaceta,  hasta  diciembre  de  1810. 

El  doctor  don  Gregorio  Funes,  vocal  de  la  segunda  Junta, 
juzgando  por  el  estilo,  según  el  señor  Dominguez,  en  sii 
Historia  Arjenfina,  desde  diciembre  de  1810  hasta  marzo  de 
1811.     El  señor  don  Mariano  Lozano  (1)  que,  bajo,  el  pseudó- 

1.  El  Sr.  Lozano  ha  sido  amij/o  íntimo  (U»l  Dean  Funes,  y  es 
además  ])o»eeíior  de  todos  su«  pápele». 

Kn  el  ('iario  **F}|  Orden"  de  Buenos  Aires  de  19  de  Julio  18.16  se 
<encuentia  copia  de  .una  carta  dirigida  á  don  Justo  Marino,  editor  de  la 
obra  de.1  »Sr.  F'^nes,  titulada  ^Mínsayo"  etc  ,  y  suscrita  por  **ün  miem- 
bro honorario  del  Instituto  histórico  de  Uuenos  Aires",  en  la  eual^  4 
la  vez  que  «»  elofria  el  j>p'n,samiento  de  reimprimir  el  ** Ensayo*',  se 
dice  al  editor  que  tal  vez  i^rnora  e«te  que  la  primera  edición  de  la 
ohra  del  Dean  cordobés  en  su  mayor  /parte  existe  encerrada  en  una 
dr-scorux'ida  alacena  de  la  biblioteca  pública  de  Santiago  de  Chiile,  y 
que  la  razón  de  existir  allí  e^  la  de  que  el  editor  Gandarillas,  emigra- 
íii,  chileno  en  181(5  en  Buenos  AiríM,  debió  llevar  consigo  al  regresar 
{\  su  patrin  una  MuMirjincia  de  poco  expendio  en  aqu(>.4a  cpoca.  en  q-uc 
1:«  Retpública  Argentina  ponia  el  pié  en  el  o-scuro  y  tempestuoso  rrui- 
1)1  al  del  año  2.0. 

**Kstoy",  agrega,  lejos  de  censurar  ó  criticar  la  obra  del  Dr.  Pu- 
nes. Ks  digno  de  la  gratitud  de  aus  co»Tipatriota»  por  el  h>e)cb<»  solo 
<ir  haber  acometido  una  obra   de  esas  que  solo  se  emprenden  co-n  la 


BIBLÍOGRAFtA  407 

iiimo  cíe  Vn  amigo  de  los  servidores  de  la  patria,  escribió  la 
Biografía  del  Dean  Funes,  dice  que  este  "se  hizo  cargo  de  es- 
te periódico  por  orden  de  la  Junta,  luego  que  se  separó  de  ella 
4.^1  secretario  Moreno,  y  lo  redactó  él  solo  escribiendo  cuanto 
podia  recomendar  un  papel  público. 

El  doctor  don  Pedro  José  Agrelo,  desde  el  18  de  marzo 
<lc  1811,  hasta  A  5  de  octubre  del  mismo  año. 

El  doctor  don  Vicente  Pazos  Silva,  la  de  los  miércoles, 
<lesde  el  5  de  noviembre,  y  el  doctor  don  Bernardo  ^Nlontea- 
gudo,  la  de  los  viernes,  desde  el  13  de  diciembre  do  ISll. 
bast^  el  8  de  octubre  de  1812,  (Véase  la  Gaceta  núm.  14,  la 


ípteiifion  (le  sacrificar  el  tiempo  eu  el  altar  del  patriotismo.  El  **En- 
?i{i,vo"  es  lo  ma**  adecuado  que  habita  ahora  (aun  no  »e  habia  puhli- 
•<-ado  la  obra  del  Sr.  Domínguez)  tenemo-*  para  informarnos  á  la  li- " 
jora  y  sin  ^an  fastidio  de  los  orígenes  de  estos  países,  tan  mal  estii- 
-<li;ulo<  hasta  ahora.'' — '**8in  embargo",  ;pTosigue,  Funes  no  es  origi- 
nal, 11 1>  tiene  «severidad  en  el  método,  es  poco  •eserupiloso  y  nada 
íibundante  en  la  cronología.  Su  libro  se  resie:nte  de  ílas  dos  diferente» 
épocas  c'n  que  fué  f^erito,  es  decir,  antes  y  de^^pué:»  de  la  revoluicáon 
<lo  ISIO.  Tiene  luinare.s  que  rayan  en  ridicula  trivialidad  para  el  que 
h-r*  a'l vierte,  tanto  en  la  afectación  de  pretencios»o  c-omo  en  los  pla- 
gios sin  disimulo  de  autores  conocidos  Por  ejeiiiplo,  el  cuento  aqiuel 
de  la  leona  y  la  esipañola  desterrada  fuera  de  Buenos  Aires  (la  Maido- 
nndu)  est-í  trad'-.Tcido  ''«niot  á  mot''  y  con  muchos  galicismos  de  la 
ííl'ra  del  Padre  Cherlevoix,  y  creo  que  otros  e,pis<wiios  de  igual  na- 
tnialeza  s(»  han  tomado  también  de  la  misma  fuente". 

<  ontinúa  reconociendo  el  mérito  v  .la  utilidad  del  ^'Ensayo", 
poro  que  ya  no  e«  la  obra  que  ise  necesita;  que  estamof;  á  ví-íiperas  del 
vt»rdaJero  historiador  de  los  tiempos  primitivos  del  Rio  de  la  Pla- 
ta, Paraguay  y  Tucnman  y  que  los  pres-entes  deben  preparar  y  po- 
ne- Si  la  mano  los  materiak»--»  que  ha  de  dijíi'.utir  y  8i<ste  nar  ese  histo- 
jiador:  que  «eria  de  la  mayor  importancia  la  publicación  de  la  his- 
toria dol  Rio  de  la  Plata  escrita  por  el  Jesnita  Ijozano,  cayo  «niíi- 
nii.scrito  original  existia  en  la  Biblioteca  pública  de  Bueno-s  Aiivs, 
ha?ta  poco  antes  del  año  40,  y  que  en  ó2  ya  no  se  hallaba  allí, 
(véase  nuestro'  ** Índice  de  la  <íaeeta  MercantiT'  ó  el  Ji<úm?To  3149  de 
dicho  diario).  El  autor  de  esta  carta  cree  que  hay  ó  habia  al  menos 
en  1S41  una  copia  de  dicho  manuíscrito  en  dos  grandes  volúm^men 
en  fóiüo  de  letra  gorda  y  redonda  en  la  Bibliot^eca  de  Moin«tevideo; 
que  no  debe  confundirse  esta  o-bra  -del  Padre  líozano  i'.on  otra  del 
inisnio  autor,  impreca  en  Ma^lrid  en  1764,  e.n  folio,  titulada:  **Hi.s- 
toria  de  la  Compañía  <le  Je«ús  en  el  Paraguay";  y  q^ue  seria  lamenta- 
ble la  d:>sa parición  de  aquel  manuscrito,  porqiiie  estaba  redactada  de 
puño  y  letra  del  autor,  letra  que  es  muy  conocida  de  los  que  han 
'ivanoseado  ios  manuscritos  relativos  á  los  de  esta  parte  de  Amé- 
Tica. 


408  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

nota  al   pié  de  la  1.a  eolunma  de  la  4.a  pajina  y  la  del 
núm.  16,  pajina  1.a  eolunma  2.a) 

Desde  el  11  de  setiembre  hasta  abril  de  1815  fué  redac- 
tado por  don  Nicolás  Herrera. 

El  doctor  don  Gregorio  Funes,  (1),  según  original  que  he^ 
mos  tenido  á  la  vista,  consta  que  fué  nombrado  por  el  Ca- 
bildo el  24  de  abril  de  1815,  debiendo  publicar  ocho  gacetas: 
en  cada  mes  con  100  pesos  fuertes  mensuales.  . 

Frai  Camilo  Enriquez  (2)  emigrado  chileno,  desde  abril 
hasta  noviembre  de  1815,  gozando  el  sueldo  de  mil  pesos: 
fuertes  anuales,  con  la  obligación  de  dar  además  una  publi- 
cación mensual,  que  es  la  que  se  conoce  con  el  título  ih^ 
** Observaciones  acerca  de  algunos  asuntos  útiles." 

El  doctor  don  Julián  Alvarez,  oficial  l.o  de  la  Secreta- 
ria de  Gobierno,  desde  noviembre  de  1815,  hasta  la  disolu- 
ción del  Congreso  en  abril  de  1820,  con  una  gratificación 
de  300  peííos  fuertes  anuales. 

El  do(*tor  don  Bernardo  Velez  (3)  desde  el  5  de  abril  de 
1820,  hasta  setiembre  del  mismo  año. 

1.  Mas  adelante  5)re»Pn taremos  la  biblioj^rafía  del  l>ean  Fuiíes^ 

2.  Véase  *'Observacionoíi  acerca  de  algunos  asuntos  útiles '-,  en 
4?sta  **Bibliografia'\ 

.3.  <'on  fecha  11  de  marzo  de  is:n,  el  doctor  -don  Hernanli»  VeL'z:. 
dirigió  el  original  de  la  ''('ompilacion  del  Derecho  Patrio"  á  don  .íuan 
MamioT  Rosa-s,  brigadier  general,  comandante  general  de  campaña  y 
en  gefe  del  ejército  espedicionario  al  sud,  á  <juien  se  lo  dedicaba  .  ó- 
wo  primer  Magistrado  de  la  Provincia:  y  aunque  no  lo  habla  hecho^ 
cuando  Rosas  ocupaba  la  silla  del  gobierno,  no  por  eso  varió  de  re- 
sohiiMon,  **pues  que  asta  no  estribaba  solo  en  el  lugar  <|ue  Rosas  ()<»u- 
ipaba,  sino  también  en  »u  mórito  ¡personal/' 

En  mayo  de  IS.'U,  prcNsentó  su  .primera  parte,  al  entonces  minis-^ 
tro  de  gobierno,  doctor  D.  To-máa  M,  de  Anchorena,  quien  después  de- 
examinarla  .p^ríwualm<?ntp  y  hallarla  correcta,  le  ordenó  prosiguiese^ 
e:i  S.US  tareas.  Concluida  la  '^co-mpilacion*'  ,por  orden  de  vr.aterias  y 
alfabeto  cronolójfi^o,  á  mediados  del  1832,  fué  ipreflenta<la  al  gobier- 
no; este  nombró  una  comisión  compuesta  de  los  señores  doctor  don  Mi- 
í^reí  de  Villegas,  coronel  don  Casto  (áceres  y  doín  .To*»é  Joaquín  de^ 
Aiaujo,  jpara  que-  revisase  lo«  trabajois  .presentados  por  el  doctor  Vélez. 
Y  con  fecha  6  de  Marzo  de  1833,  por  lo  pedido  en  su  virtud  por  eí 
FJHíail  (doctor  Agrelo)  y  lo  que  aconseja  el  Asesor  (doctor  Inflarte) 
el  gobierno  viene  á  aprobar  la  "recopilación  de  las  leyes  y  de-'-retos^ 


bibliografía  40l> 

El  camarista  doctor  don  Manuel  Antonio  Castro  (1)  des- 
ude el  12  de  setiembre  de  1820,  hasta  el  12  de  setiembre  de 
1821,  en  que  cesó  la  Gaceta  de  Buenos  Aires,  por  renuncia 
<lel  señor  Castro,  siendo  reemplazada  por  el  Registro  Ofi- 
cial. 

La  colección  de  la  Gaceta  consta  de  541  números  ordi- 
narios y  240  estraordinarios  y  suplementos. 

El  primer  número  ordinario  salió  á  luz  el  7  de  junio  de 
1810,  y  el  último  el  12  de  setiembre  de  1821. 

La  numeración  es  como  sigue: — 1810 — Desde  el  núm, 
1.0  hasta  el  29,  correspondiente  al  27  de  diciembre — 1811 
— Desde  el  núm.  30  (continuación  de  la  numeración  del 
año  anterior),  hasta  el  73,  que  corresponde  al  31  de  octubre 
—1811  (in  folio) — Desde  el  núm.  l.o  hasta  el  17,  que  cor- 
responde al  31  de  diciembre — 1812— Desde  el  núm.  18  has- 

redactada  .por  el  rprecitado  doctor  Velez'',  bajo  el  Índice  (presentado^ 
<.*on  las  supresiodiofi  y  adiciones  heehas  por  la  misma  comisión^  En  9ii 
virtud  se  concede  el  ¡permiso  -para  la  impresión  «otn  la  eschi«¡vá,  á  que 
s.j  autor  tiene  derecho,  cómo  *'una  obra  de  9\x  propiedad '',  sin  qu<e 
»e  entienda  que  ipor  el  ipres^oite  «permiso  inviste  su  obra  el  carácter 
do  un  código,  por  cuanto  esto  pertenece  ail  poder  legislativo  del  Es- 
tado. —  Rúbrica  de  S.  E.  —  Maza. '^ 

Aprobada  la  obra  de  un  modo  tan  solemne  y  siendo  la  eukpresa 
superior  á  «u  caudal,  el  doctor  Velez  se  vio  en  la  neoemdad  de  in- 
vitar á  una  suscricion  y  la  proipuao  en  los  términos  «iguiente»,  ad- 
virtiéndose  que  la  imipresión  seria  en  4.o:  *M.o.  Al  fin  de  cada  meít 
»*}  entregará  á  cada  auscritor  los  [pliegoe  que  se  haya  impreso.  2.o  El 
pri'cio  «era  de  dos  reales  pliego,  y  se^  cubrirá  al  recibir  los  de  cada 
mes in:arzo  11   de  18^i3.''. — Firmado — Bcn-nardo  Velez. 

fistos  documentoe  corren  imipresoí*  .por  la  ** Imprenta  Argentina ''' 
iMi  H  páginas  en  4  o  (('.  Carranza). 

La  primera  i'orertia  representada  en  Buenos  .Aires  y  can  la  que  se 
»^.olcbró  la  noticia  de  la  victoria  de  la  ('uesta  de  Chacabuco  en  1817,. 
titulada  **La  Jornada  de  Maratón  6  el  triunfo  de  la  libertad,"  es- 
crita en  francés  i>or  M.  Gueroult,  fué  traducida  en  verso  castellano 
por  el  )p»eudónimo  Leandro  Berruez,  anagrama  de  *  *  Bernardo  Velez ' " 
(Véase  narestro  artículo  «obre  el  *' Telégrafo  Mercantil,  Rural,  Polí- 
tii'O-econóniico  é   Historiógrafo  del  Rio  de  la  Plata.) 

1.  El  doctor  Castro  puiblicó  en  1820  .por  la  **  Imprenta  de  la  In- 
dependencia' '  un  folleto  en  4.o  titulado  **  Desgracias  de  la  patria^  Pe- 
ligros de  la  tpatria.  Necesidad  de  salvarla.  <'artaí9  escritas  por  un  ciu- 
dadano vecino  de  Buenos  Aires''  á  otro  del  in-terior. 

Eí  también  autor  de  la  ** Práctica  Forense",  publicada  en  18.11 
y  reimipresa  en  1865  por  sus  hijos  don  Man«\iel  y  don  Tomáa^ 


410  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

ta  el  29,  correspondiente  al  20  de  marzo.  El  3  de  abril  prin- 
<íipia  nuevamente  el  núm.  l.o  y  concluye  con  el  38  en  25 
de  diciembre — 1813 — Desde  el  niim.  39,  hasta  el  85,  que 
corresponde  al  29  de  diciembre — 1814 — Desde  el  núm.  86, 
hasta  el  133,  correspondiente  al  14  de  diciembre — 1815 — Nue- 
va numeración  con  el  título  de  Gaceta  del  Oobierno,  desde  el 
núm.  1.0  hasta  el  7,  que  corresponde  al  l.o  de  abril  y  (nue- 
vamente) desde  el  núm.  l.o  (29  de  abril),  hasta  el  36  (30 
de  diciembre)— 1816— Desde  el  núm.  37,  hasta  el  87  (28  dy 
dicieuibre) — 1817 — (Nueva  numeraeion),  desde  el  núm.  l.o 
hasta  el  51  (27  de  diciembre) — 1818 — Desde  el  núm.  52,  has- 
ta el  103  (30  de  diciembre)— 1819— Desde  el  núm.  104.  hast« 
<»1  153  (29  de  diciembre)— 1820— Desde  el  núm.  154,  hasta 
e\  169  (26  de  abril)  y  (nueva  numeración)  desde  el  núm.  l.o 
<3  de  mayo),  hasta  el  35  (27  de  diciembre) — 1821 — Desde  el 
iiúm.  36,  hasta  el  72  (setiembre  12)  y  cesa. 

Las  estraor  diñarías  y  su  píeme  utos  de  que  se  componen  la» 
i'olecciones  mas  completas  que  conocemos  son  las  siguientes : 

1810. 

Junio — Estraordinarias  del  9,  23,  24;  suplementos  á  la 
ilel  7 — a  la  estraordinaria  del  9 — Julio — Estraordinarias  del 
:í  10,  16,  23— ^í70.s/r>— Estraordinarias  del  7,  11,  21— Se- 
yiVm/>/7'— Estraordinarias  del  10,  17,  25— Octubre— FjSítsíoV' 
lunarias  del  2,  15,  23,  y  suplemento  á  la  del  4 — Noviembre — 
Estraordinarias  del  6.  13,  20  y  25— Dícírm/nT— Estraordi- 
narias del  3,  8,  26,  31. 

1811. 

Enero — Estraordinaria  del  2,  22 — Febrero — Estraordina- 
ria del  4,  12,  18.  25  y  suplementos  a  la  ordinaria  del  7  y 
la  estraordinaria  del  18 — Marzo — Estraordinaria  del  5,  8 — 
Abril — Estraordinaria  del  1,  8,  15.  22 — Mayo — Estraordi- 
naria del  4,  21,  24,  29,  y  suplemento  á  la  del  2  y  á  la 
del  9 — Junio — Estraordinaria  del  15,  18,  26  y  suplemento  k 


bibliografía  4W 

9a  estraordinaria  del  26 — Julio — Estraordinaria  del  5,  9,  2?, 
-30  y  suplemento  á  la  del  25 — Setiembre — Estraordinaria 
del  3,  10,  25— Oc/w¿)/Y— Estraordinaria  del  14,  19,  26,  27— 
yorif  mbrr — Estraordinaria  del  21  y  suplemento  á  la  del  29 
— Diru mbre — Estraordinaria  del  19  y  suplementos  á  las  del 
áj  y  17. 

1812. 

Enivo — Estraordinaria  del  4,  23  y  suplementos  á  la  del 
-i,  10,  :^1 — Febrero — Estraordinaria  del  8,  15 — Abril — Estra- 
4)rdinaria  del  5,  6,  30 — Mayo — Estraordinaria  del  27  y  su- 
j)leiiiento  á  la  del  l.o,  15  y  29 — Junio — Suplemento  á  la 
del  12  (l)—./í//iV>— Suplementos  á  la  del  10,  17,  2^^— Agosta, 
— Suplemento  á  la  del  21 — Octubre — Estraordinaria  del  13 
3  22 — Noviembrí — Estraordinaria  del  10  y  21. 

1813. 

Enero — Estraordinaria  del  8,  12  y  suplemento  á  la  del 
l.t) — F( brero — Estraordinaria  del  9 — Marzo — ílstraordinaria 
<M  4  y  16 — Mayo — Estraordinaria  del  14 — Junio — Estraor- 
-dinaria  del  19  y  suplemento  á  la  del  30 — Agosto — Suplemen- 
to á  la  del  11 — Octubre — Estraordinaria  del  21 — Xoriem- 
Mn — Kstraordinaria  del  5,  13  y  suplemento  á  la  del  10 — Di- 
4i'i(  tnbrt — Suplemento  á  la  del  22. 

1814. 

Mayo — Estraordinaria  del  23 — JuUo — E/traordinaria  del 
4.  2'>—Soviemlrre — Estraordinaria  del  23. 

1815. 

yl />/•//— Estraordinaria  del  29  y  30— J/a?y^>— Estraordina- 
-ria  del  14  y  24 — Jíí/íiV;— Estraordinaria  del  3  y  18— Jí//ío — 

1.     El    *'Su.{>íeii  ?jito"    (reimpreso)    que   existe  icon    feeha    24   de 
^Tnui  í,  está  equivocado  debiendo  ser  24  de  Julio. 


412  LA  KEVISTA  DE  BUEÍS08  AIKES. 

Estraordinaria  del  24 — Agosto — Estraordinaria  del  2 — ¡Se- 
tiembre— Estraordinaria  del  12  y  14 — Octubre — Estraordina- 
na  del  19 — Noviembre — Estraordinaria  del  1  y  20  — Dicie^nbns^ 
— Suplementos  á  la  del  23  y  30. 

1816. 

Enero — Estraordinaria  del  24 — Marzo — Estraordinariiir 
del  31 — Abril — Suplemento  á  la  del  6 — Mayo — Estraordi-^ 
naria  del  24 — Julio — Estraordinaria  del  5 — Setiembre — Es-^ 
traordinaria  del  4,  5  y  25 — Octubre — Estraorílinaria  del  3,  9.. 
16  y  24  y  suplemento  á  la  del  19 — Noviembre — Estraordina- 
ria del  11,  26  y  suplemento  á  la  estraordinaria  del  26 — Z)í- 
ciembre — Estraordinaria  del  l.o  y  suplemento  ít  la  del  "í. 

1817. 

Enero — Estraordinaria  del  17 — Febrero — Estraordinaria. 
del  r>,  18,  20,  21.  27  y  suplemento  á  la  del  15— 3/ar2o— Es- 
traordinaria del  6,  11  y  suplementos  á  las  del  l.o,  13,  2? 
y  29 — Mayo — Estraordinaria  del  7,  14  y  22 — Junio — Estra- 
ordinaria del  17 — Agosto — Suplemento  á  la  del  16 — Setiem- 
bre— Suplementos  á  la  del  20  y  27 — Octubre — Suplemento 
á  la  del  18 — Noviembre — Estraordinaria  del  6  y  suplementos: 
alas  del  l.o,  15  y  22, 

1818. 

Enero — Estraordinaria   del    13 — J/arzo— Estraordinariit 
del  5  y  27— ^&n7— Suplemento  á  las  del  l.o  y  S—Agoftto' 
— Estraordinaria  del   14 — Octubre — Estraordinaria  del   9   v 
1 6. — Noviem brr — Estraordinaria    del    22 — Diciembre — Estra- 
ordinaria del  3,  12,  23  y  28. 

1819. 

Ff^brero — Estraordinaria  del  10  y  del  22— Abril — Estra- 
ordinaria del  17 — Mayo — Estraordinaria  del  3  y  24 — Junio — 


BIBLIOGRAFÍA  413 

lEstraordinaria  del  10  y  30 — Julio — Estraordinaria  del  24 — 
Aguato — p]straordinaria  del  5. 

1820. 

Entro — Estraordinaria  del  8 — Febrero — Estraordinaria 
<lel  4,  7  y  15,  15  P.  M.,  15  continuación,  15,  16,  17  P.  M. — 
18,  19,  19,  P.  .M— 22,  22  P.  M.— 23,  P.  AL— il/ar^o— Es- 
traordinaria del  2,  6,  10,  11,  24 — Abril — Estraordinaria  del 
:2,  6,  13.  18— l/o i/o— Estraordinaria  del  21  y  25— Junio— 
Estraordinaria  del  2 — Julio — Estraordinaria  del  13 — Setiem- 
hr( — Estraordinaria  del  22 — Noviembre — Estraordinaria  del 
22  y  2í) — Diciembre — p]straordinaria  del  7,  14,  21,  y  siiple- 
jiiento  á  la  estraordinaria  del  7.  (1) 

1821. 

/•;;/o7y— Estraordinaria  del  11,  24,  24  P.  M.  28— Febrero 
— Estraordinaria  del  20  —  Marzo  —  Estraordinaria  del  10 — 
Al>ril — Estraordinaria  del  21,  26  y  suplemento  á  la  estraor- 
<linaria  del  26 — Maijo — Suplemento  á  la  del  24 — Junio — Es- 
traordinaria del  11  y  suplemento  á  la  del  13,  con  lecha  14 
— Julio — íistraordinaria  del  2  y  19 — Agosto — Estraordina- 
ria d(*l  2  y  6. 

Las  colecciones  mas  completas  que  se  conocen  son  las  de 
los  señores  don  Andrés  Lamas,   doctor  Carranza,   Zinnv   v 


1.  Kste  año — \H'¿i) — 'tan  aciago  para  la  República  Argentina,  ha 
tpieri  lo  manifestar  toda  sai  fealdad  hasta  con  lo^  ilustres  varones  á 
<H;'uMK's  fupi»  lu  desgracia  de  separarsie  de  este  iiiindo  por  dis'j>osifio.n 
<Íe  la  Pr:)viilencia.  >íos  referimos  á  uno  de  los  hijos  mas  virtuosos 
y  í)l)ed:entes  de  las  Provincias  Unidas  del  Rio  de  la  Plata,  el  ben«- 
7iií'rito  brigadier  general  don  Manuel  FJelgrano;  muere  en  Buenos 
Aires  ol  <lia  20  de  junio  de  este  año,  *^ olvidado,  oscurecido  y  mise- 
Tjil)le"  <¡i)  haber  merecido  si(ju¡era  de  la  ** Gaceta  de  Buenos  Aires'' 
11!  el  himple  anuncio  de  su  muerte  "Sic  transit  gloria  miin'di".  El 
di  mingo  '¿9  de  julio  de  1>n21.  al  año  y  89  días,  s^?  le  hicieron  en  la 
Catedral  los  honores  fúnebre*  corre^^pondientes  á  un  capitán  general 
en  í-amnaña,  según  declara  ion  *\e  los  ripreí^entantes  de  su  patria. 
<"!iii  e-.te  motivo  **nn  amigo"  (V.  !<..)  que  creemos  debe  «er  el  doctor 
A'iceiite  Lo:)ez.  le  ha  dedicado  un  ''^oíieto  elegiaco",  in<»erto  en  **El 
Arií<»»i  de  Buenos  Aires ""  del  31    de  Julio  del   .rismo  año. 


4U  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

doctor  Quesada.     La  de  la  Biblioteca  Pública  de  Buenos  Ai^ 
res  es  regular.  (1) 

129.  GRITO  (EL)  DEL  SUD— 1812— 1813— in  4.o  y 
folio — Imprenta  de  Xirios  Es  pósitos — Su  redactor  fué  el  doc- 
tor Planes.  La  colección  consta  de  prospecto  y  30  números- 
Desde  el  número  l.o  hasta  el  25  inclusive  es  in  4.o  y  los. 
siguientes  in  folio.  Principió  el  14  de  Julio  de  1812  y  con- 
cluyó el  2  de  febrero  de  1813. 

El  primer  número  tiene  por  equivocación  enero  en  vez  d»* 
Julio. 

((,'.  Lama^s^  Zinny,  (arraiiza) 

m).—GAi:ClU-POhiTlCO,Federi-montonero,Chacuac(^ 
Oriental,  Choti-protector  y  Futi-republicador  de  todos  los  hotn^ 
Ores  de  bien  que  viven  y  mueren  descuidadas  en  el  siglo  19  de 
vuestra  era  cristiana — 182() — 1821 — in  4.o — Imprenta  de  la 
Independencia.  8u  redactor  fué  el  reverendo  padre  Casta- 
ñeda. La  colei'íáon  consta  de  24  números.  Cesó  el  21  de 
Julio  de  1821. 

Este  periódico  fué,  en  diciembre  de  1820,  sometido  al 
examen  y  consideración  de  la  Junta  Protectora  de  la  lil)er- 
tad  de  imprenta,  por  el  gobi'erno.  Dicha  Junta  tocó  nuichas 
dificnltacies  quo  fueron  allanadas  por  la  H.  J.  de  Kepresen- 
tantes,  cuya  resolución  fué  mandada  cumplir  por  el  gobier- 
no; pero  el  i)eriódico  no  cesó,  como  se  vé,  sino  en  julio  del 
siguiente  año,  lo  que  prueba  que  se  hacia  grandes  esfuerzos 
para  conservar  la  libertad  de  imprenta  a  toda  costa,  por  la 
misma  Junta  Protectora. 

{C    Zinnv  V  B.  P.  de  Bijeiios  Aires.) 

131.  GUARDIA  (LA)  VENDIDA  POR  EL  CENTI- 

1.  Siendo  *'La!Ííaeeta  de  Bueno*  Aires  "  aiu  «periódico  puramen- 
lo  oficial.  e*crito  bajo  la  inspira<*.ian  del  jfobier.uo,  nada  mas  piHiemos 
tleoir  de  su  j>i>lít  ca  ui  d^  sus  tendencias  sino  que  estas  ctstaban  eo-m- 
pi^ítí^iiieut^  amoldadas  á  las  á>po<*as  de  los-  reH.pe^'tivos  gobernantes. 

Sin  enibarjío,  la  importancia  de  usté  iperiódiu-o  e<>  tal  que  he- 
^u)s  .juzfjado  co>n  ven  lente  dedicarle  una  parte  especial  de  nuestro  tra- 
bajo, presenta.nda  el  "índice"  de  t.)do  su  cont^^niílo.  Ksto  es  lo  que 
constituirá  la  "3.a  parte*' 


BIBLIOGRAFÍA  41.> 

:nela,  y  la  traición  descubierta  por  el  OFI- 

(UAL  DE  día— 1822— in  •^,o— Imprenta  de  Alvar ez.  íSu 
redactor  fué  el  P.  Castañeda.  La  colección  consta  de  Pros- 
pecto de  12  pajinas  y  11  números,  de  10,  12  y  16  pajinas 
cada  uno.  El  Prospecto  salió  á  luz  el  miércoles  28  de  agosto. 
El  periódico  empezó  el  9  de  seti'embre  y  concluyó  el  7  de 
noviembre.  El  prospecto  y  cada  número  están  encabezados 
con  el  mote:"  ¡Ausilio!  ¡ausilio!  ¡ausilio!  La  patria  está 
(H  peligro.'' 

FA  principal  objeto  de  la  publicación  de  este  periódico  ha 
sido  impugnar  al  Centinela,  al  que  ataca  en  términos  nuiy 
acres  y  po(  o  pulcros. 

IIc  aquí  lo  mas  interesante  que  em^ontramos  en  este  pe- 
riódico: Punto  de  doctrina  dirijido  á  catequizar  á  mi  carísi- 
mo hijo  el  centinela,  y  á  todos  los  centinclitas  que  le  hacen 
hi  cort<\  núiu.  2,  página  11  y  núm.  3  pág.  20. 

Una  carta  de  don  Germán  Córdoba,  dirigida  al  editor  di*^ 
los  odio  (Castañeda),  en  la  cual  declara  no  ser  el  autor  del 
Lobira  como  se  habia  generalizado  en  el  público,  número  2, 
pág.  22. 

Una  orden  del  rey  íediada  en  el  Pardo  á  9  de  fel)rero  di- 
1777,  refrendada  por  Migud  de  San  Martin  Cmto  y  dirigi  > 
da  al  Consejo,  justicia  y  rejimiento  de  la  muy  noble  ciu- 
dad de  Buenos  Aires,  referente  al  estilo  orgulloso  y  ajeno 
(Id  decoro  y  respeto  con  (¿ue  dicho  cabildo  debia  y  ha  de- 
jado de  tratar  la  autoridad  (lue  ejercía  el  teniente  de  rey, 
durante  hi  ausencia  del  señor  Vertiz  en  ^lontevideo,  nú- 
mero *5,  pajina  24. 

Hablando  de  la  incomparable  doctora  mística  Santa 
Teresa  de  Jesús,  llamada  en  el  siglo  doña  Teresa  Aumada 
y  Cepeda,  dice  en  el  número  4,  (pie  esta  santa  tuvo  varios 
hermanos,  uno  de  ellos  murió  de  capitán  en  Buenos  Ai»  es, 
peleando  valerosamente  con  los  indios. 

Y  agrega  que  'Mos  primeros  curas  y  })rimeros  obispos  dv* 
and)as  Américas  fueron  todos  frailes,  y  aun  los  primeros  ca- 
nónigos de  la  catedral  de  Santiago  d^el  Estero,  y  de  otras 


416  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

partes.  Entre  los  santos,  Siid  América  cuenta  á  la  insigne- 
dominica  Sor  Rosa,  nuestra  patrona:  entre  los  venerables, 
al  clonado  dominico  Fr.  !Martin  de  Porras,  hijo  de  una  ne- 
gra y  de  un  caballero  español;  al  insigne  Bernedo  domini 
<*ano,  cuyo  cuerpo  incorrupto,  desde  el  tiempo  de  Sania 
Rosa,  se  venera  en  Potosí. 

**  Cuenta  al  franciscano  S.  Francisco  Solano,  apóstol  «le 
las  Indias,  al  venerable  Volaños,  apóstol  del  Paraguay,  y  en 
nuestros  (lias  al  nunca  bastantemente  llorado  Fr.  Inocencio 
<Jañete,  mercedario,  cuya  elocuencia,  erudición,  virtudes  he- 
roicas y  caridad  con  los  indios  infieles  no  borrará  jarías 
4?1  tiempo;  como  tampoco  las  del  humildísimo  mercedario 
Fr.  Diego  Toro,  fundador  de  la  casa  de  ejercicios,  dond'*  nos 
^^videnció  su  celo  verdaderamente  apostólico  en  la  conv<»r- 
-sion  de  tantos  pecadores,  en  el  arreglo  de  tantas  familias, 
ou  tantos  matrimonios  descompuestos,  de  modo  que  sin  pou- 
<leracií)n  i)odemos  decir  que,  el  no  haberse  corrompido  este 
pueblo  con  la  epidemia  filosófica  se  debe  en  su  origen  á  este 
reverendo  mercedario/' 

Dice  que  en  la  Concepción  de  Chile  hasta  el  año  V)7í), 
todos  sus  obispos  fueron  frailes.  En  Buenos  Aires,  h)s  í^cs 
])rimeros  electos  fueron  frailes  franciscanos  que  nunieron 
sucesivamente  cuando  se  prevenían  á  recibirse  de  esta  dió- 
<*esis;  el  tercero  fué  un  fraile  carmelita,  el  cuarto  un  monje 
benedictino,  el  quinto,  un  fraile  dominico,  el  sexto  fue  un 
<'lérif?o,  que  murió  antes  de  tomar  posesión  del  obispado,  el 
■séptimo  fué  un  fraile  agustino,  el  octavo,  un  fraiK^  trinita- 
rio, el  nono,  un  franciscano  porteño,  el  décimo  fué  Fr.  Pe- 
<lro  Fajardo,  el  undécimo,  un  fraile  fi-antiscano  portef:*). 
hermano  del  décimo  obispo;  el  duodécimo,  un  fraile  don»?n:- 
<H),  el  décimo  cuarto,  un  clérigo  natural  del  Perú,  el  dériüiO 
-quinto,  un  clérigo  porteño  muy  rico,  el  décimo  se.xto,  un 
«í-lérigo  que  fué  cura  de  Palencia.  el  décimo  séptimo,  un 
fraile  franciscano  que  fué  promovido  al  arzobispado  de  San- 
tiago, el  d.cimo  octavo,  fué  el  sabio  clérigo  don  Manuel  Aza- 


bibliografía,  417 

mor     y  Ramírez  y  el  último  un  clérigo     que  habia     sido 
<lean  de  Lugo,  (don  Benito  de  Lúe  y  Riega.) 

El  redactor  dice  que  tiene  en  su  poder  la  nómina  de  los 
obispos  franciscanos  que  ha  habido  en  América  desde  que 
fué  conquistada  hasta  el  año  de  1755,  y  llegan  al  númer^  de 
81 ;  desde  55  hasta  1822  son  67,  eu  los  cuales  se  han  pro- 
visto mas  mitras  en  religiosos  franciscanas.  Por  (íonsiguiente, 
concluye  diciendo  que  no  es  ponderación  asegurar  que  el 
IK)ntifi(ado  en  America  ha  sido  esclusivo  de  los  frailes,  lo 
jiiismo  dií'.*  c\i}i  Mon  apostólico,  pues  las  mision'.s  (\o  los  in- 
■fií  Vs  V  á  los  ^i'  les  han  sido  confiadas  á  esos  frail':*s. 

Registi'i  ''^n  ti  mismo  numero  4  un  oficio  del  capitán  ge- 
neral don  Juan  José  de  Vertiz  al  Guardian  do  S.  Francisco 
(1)  Fr.  Roque  González,  de  fecha  15  de  febrero  tle  1778, 
i'on  motivo  de  haber,  el  franciscano  predi«Mdor  t.r  neril  y 
<lefinidor  de  la  provincia  de  Buenos  Aires  Vr.  Jo>íé  .\costa. 
dicho  en  el  pulpito  que  el  asistió  a  un  baile  de  máscaras,  in- 
troducido en  esa  éjwca,  «era  un  pecado.  A  esto  «üce  el  re- 
dactor que  el  rey  Carlos  III  defendió  al  R.  P.  Acnstn  >  J^e- 
]>n»ndió  ás}>eramente  al  virey,  por  haberse  atrevido  á  per- 
mitir lo  que  el  solxírano  habia  prohibido,  bajo  díi  sever:is 
penas. 

Ignoramos  si  efectivamente  hubo  tal  defensa  del  fraile  y 
reprehensión  al  virey  por  parte  de  Carlos  III,  lo  que  si  sa- 
bemos es  que  el  asunto  fué  algo  serio,  pues  duró  bastant»^ 
1i(Mn])o.  y  que  el  fiscal,  cuyo  dictamen  fechado  en  Madrid, 
4)  d(^  marzo  de  1774,  pide  que  mande  cesar  los  bailes  (hi 
máscaras  como  lo  tiene  resuelto. 

Kste  dictamen  fiscal  (2)  y  la  consulta  del  P.  Guardian  son 


1.  En  el  **  Dircinnario  (ieoj^ráüeo  Tnivorsia!".  jíor  una  sociedad 
Ai^  lit(M"atiis.  en  el  artículo  **Kii^nos  Ayres",  se  lee  lo  que  ^¡j^iie:  **La 
ií^Hesin  lie  PP.  Franc'seanos  posee  una  cena  pintada  por  un  Indio,  á 
Jíi  cual  se  da  mucho  mérito). "  No  sal)emos  que  w  habrá  hecho  eí«o 
<'nalTo,  pues  hoy  no  '.*^x¡ste  en  el  .-oiivento  «ie  San    Francisco. 

2.  M.  S.  en  la  (  .  de  Carranza. 


418  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

á  nuestro  entender  bastante  interesantes  á  la  par  que  curio- 
sos por  el  modo  como  se  resuelve  la  cuestión. 

(L\  Lamas,  Ziuny). 

132.  GACETA  MERCANTIL  (LA)— 1823— 1852— in 
folio — Imprenta  de  Hallet  y  Ca. — En  pequeño  in  folio  desile 
el  1.0  de  octubre^  en  que  principió,  hasta  el  l.o  de  nia.ví^ 
de  IS'Zl  inclusive,  y  en  gran  in  folio  desde  el  2  de  mayo  de 
1827  hasta  su  liltimo  número,  qvie  es  8473,  que  corresponde 
al  3  de  Febrero  de  1852;  si  bien  este  número  no  se  repar- 
tió por  haberse  hallado  todos  los  ciudadanos  sobre  las  ar- 
mas, unos  combatiendo  en  Caseros  y  otros  acantonados  eu 
la  ciudad  (Buenos  Aires). 

Lleva  el  título  de  Gaceta  Mercantil,  simplemente  hasta  f-l 
13  de  Julio  de  1826,  y  desde  el  14  del  mismo  mes  y  año, 
liasta  que  cesó,  el  de  Gaceta  Mercantit,  diario  comercial,  pol^^- 
tico  y  literario. 

Los  primeros  años  de  la  publicación  de  este  diario,  era 
puramente  lo  (pie  indica  su  título — mercantil — con  escei)- 
cion  de  una  que  otra  noticia  trascripta  de  otros  diarios. 
Posteriormiente  tuvo  varios  redactores,  cuyo  color  político 
era  el  del  gobernante. 

Los  redactores  mas  conocidos  de  este  diario  fueron  don 
Estevan  Hallet,  don  Santiago  Kiernan,  don  José  Rivera  In- 
darte,  (con  motivo  de  la  cuestión  d^e  los  anarquistas  en  el 
Estado  Oriental,  sosteniendo  las  medidas  del  gobierno  le- 
e:al),  don  Manuel  de  Irigoyen,  (1)  bajo  el  pseudónimo  de  £¿- 
Observador;  don  Pedro  de  Angielis,  desde  el  16  de  febrero^ 
hasta  el  24  de  junio,  88  números,  don  Nicolás  Marino,  Dr. 
don  Bernardo  de  Irigoyen  y  don  Avelino  Sierra. 

Los  traductores  que  tuvo  este  diario,  fueron  el  mismo  don 

1.     Bajo  «1  'pseudóniíw   de   ''El   Patriota"   firculó   e.n    1833    una 
])ublií'acion  en  ho.jii  sueilta  q-iie  fué  acusada  por  don  Pedro  de  lAngelis. 
y  retirada  devp.ies  la  acusa<?iün  "¡por  no  perturbar  la  paz  pública.*' 

Kl  »?ñor  don  Manuel  Irigoyen,  oñeial  imayor  de  Kelacionee  es- 
terioreíí,  ha  confeíjado  ser  el  autor  de  dicha  publicación,  siuscrita  por 
*'K1  Patriota". 


BIBLIOGRAFÍA  419 

Avelino  Sierra,  clou  Mariano  Lársen,  don  Carlos  Carballo, 
don  Henjaniin  Llórente  y  don  Antonio  Zinny. 

Tuvo  varios  colaboradores  bajo  diferentes  pseudónimos  6 
anónimos,  pero  no  nos  son  conocidos. 

Daremos  por  separado  un  índice  de  lo  mas  interesante  que 
ha  publicado  estt*  diario,  así  como  sus  diferentes  cambios  de 
reílaccion.  Dicho  índice  formará  la  5.a  y  liltiíaa  parte  de  bt 
Bibliog rafia  p'  riodística,  hasta  la  caida  de  Rosas. 

(C  Zinny,  Infarte,  Laniat»,  B.  de  la 
Universidad  y   B.  P.  de  B.   A.) 

VV.l  GACETA  DE  POLICÍA— 1824— in  folio— ///iprc/í- 
(a  iic  loft  Espósitos — Principió  en  agosto  de  1824.  Solo  apa- 
reció el  niím.  l.o  con  este  título,  y  en  el  número  2.o  varió  con 
el  de  Bftlefin  de  la  Folicia.  (Véase  este.) 

(C  Lamas). 

134.  GRANIZO  (EL)— 1827— in  folio— /mpre/í/a  Ar- 
gentina— Sus  redactores  fueron  don  Florencio,  don  Jacobo  y 
don  Juan  de  la  Cruz  Várela — este  último  la  mayor  parte  de 
las  piezas  en  verso — habiendo  tenido  muchos  colaborado- 
res, entre  los  cuales  se  cuentan  un  señor  Mansilla,  don  ^la- 
nuel  B.  Gallardo  v  don  Francisco  Pico. 

La  colección  consta  de  11  números.  Principió  el  29  do 
octubre  y  concluyó  el  10  de  noviembre. 

(C.  Lama»,  Ziuny.) 

185.     GACETA  COMERCIAL— 1828— 1831. 
No  hemos  tenido  á  la  vista  sino  algunos  números  que  no 
contienen  otra  (*osa  que  avisos  y  noticias  mercantiles. 

136.  GACETA  DE  LOS  ENFERMOS— 1830— ympre?^- 
ta  RepubUcana — Por  don  Pedro  Martinez.  Debia  salir  2 
veces  al  mes.  (Véase  el  núm.  371  de  El  Lucero.) 

ZINNY. 

(<.'on  ti  miará.) 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


RUtoría  Americana.  Literatura  y  Derechg 


AÑO  IV.  BUENOS  AiatS,    DICIEMBRE  DE  1866.  No.  44 


HISTORIA  AMERICANA. 


A  I»  r  X  T  P]  S  POSTUMO  S. 


(Coiitilluacion.)      (1) 

Después  hablando  de  este  episodio  con  el  teniente  don 
Vicente  Siiarez,  me  dijo,  que  el  soldado  Maruñá  era  natu- 
ral del  Paraguay,  y  de  los  fundadores  del  Tejimiento  de 
Granaderos  en  1812  en  Buenos  Aires:  que  este  soldado  «ra 
tan  honrado  eonlo  valiente,  pero  tan  feroz  y  de  una  pujanza 
tan  gi'ande,  (pie  al  godo  que  en  un  combate  él  lograba  dar- 
le un  sablazo  á  su  gusto,  era  seguro  que  le  partía  la  cabeza 
con  morrión  y  todo  como  si  fuera  una  sandía :  que  esto  lo  sa- 
bian  en  el  Tejimiento  por  esperiencia,  por  que  asi  se  lo  ha- 
l)ian  visto  ejecutar  en  Chacabuco,  en  Maipo  y  en  cuanto  com- 
bate s:/  [uil)ia  encontrado:  que  me  habla  librado  de  una 
niuertí»  tan  segura  como  atroz.  Pero  en  fin.  sigamos:  mi 
caballo  eii  su  caida  se  había  estropeado  tanto  entre  las  pie- 
dras, (lue  se  hal>ia  ])elado  desde  el  hocico  á  la  frente,  le  chor- 

I.     Véase  la  páj.  .'HO. 


APUNTES  POSTUMOS  421 

reaba  la  sangre  y  estaba  inservible;  pero  uno  de  los  pa- 
triotas jaujinos  me  facilitó  el  suyo,  lo  ensillé  y  marché  á 
incorporarme  a  los  perseguidores:  el  enemigo  huía  en  der- 
rota a  ganar  la  cima  de  la  cuesta,  y  nuestro  escuadrón  lo 
arreaba  por  que  los  caracoles  del  camino  no  presentaban 
terreno  para  desplegar :  gracias  á  esa  circunstancia,  que  á 
no  ser  así  los  estragos  hubieran  sido  mayores:  sobre  la 
marcha  Íbamos  refleccionando,  que  si  por  alguna  circuns- 
tancia nos  hubiéramos  retai'dado  diez  minutos  y  el  enemigo 
hubiera  posesionádoae  da  la  cuesta,  ó  se  nos  escapaba  de- 
jándonos burlados,  ó  para  forzar  esa  fuerte  posición  cuan- 
tas desgracias  no  hubiésemos  sufrido:  pero  en  fin.  llegamos 
á  la  cumbre  y  tomamos  dos  cañones,  varias  cargas  de  mu- 
niciones, algunos  prisioneros  de  tropa  entre  ellos  cuatro 
oficiales,  siendo  uno  de  estos  el  teniente  don  Pedro  Bermu- 
dez,  peruano,  que  tomando  después  servicio  en  los  cuerpo» 
que  se  formaron  ascendió  hasta  la  clase  de  general,  y  como 
quince  años  mas  tarde  llegó  a  ser  presidente  de  la  república. 
La  división  enemiga  que  se  componía  de  un  batallón  de  in- 
fantería, un  escuadrón  de  caballería  y  algunos  piquetes  re- 
pagados de  otros  cuerpos  qiDe  había  recojido  en  su  marcha 
desde  IIuancavíHíca  liasta  Jauja,  formando  una  masa  de  mas 
de  650  hombres,  siguió  su  precipitada  fuga  hacia  Tarma  con 
su  ge  fe  el  Intendente  de  Iluaneavélíca  don  N. . .  .Montenegro, 
protejida  por  la  oscuridad  de  la  noche  pero  dejando  en  el 
campo  mas  de  40  muertos,  que  no  sin  asombro  vimos  d-  • 
pues  que  el  boletín  del  ejército  hablaba  de  8  solamente, 
quien  sabe  si  por  error  de  imprenta,  si  por  negligencia  6 
intento  del  escribiente  del  general  Arenales,  ó  por  cual  otro 
motivo  que  ninguno  de  nosotros  se  propuso  después  averi- 
guar: pero  sea  de  ello  lo  que  fuere,  asi  que  el  escuadrón  lle- 
gó á  la  cima  de  la  cuesta  se  suspendió  la  persecución,  ya  por 
que  los  enemigos  debían  ir  muy  distantes  pues  no  se  sentía 
el  menor  rumor,  ya  por  quie  no  era  prudente  continuarla  en 
la  oscuridad  de  la  noche,  cuando  bien  podíamos  caer  en  al- 
guna emboscada  y  sufrir  un  contraste  que  empañase  el  triun- 


422  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

lo  alcanzado,  y  ya  en  fin,  por  que  la  mayor  parte  de  los  ca- 
ballos estaban  muy  rendidos  por  la  marcha  forzada  del  dia, 
por  la  fatiga  y  el  trabajo  de  esa  noche,  y  lo  peor  de  todo, 
por  estar  muy  mal  comidos — Se  tocó  reunión,  se  pasó  lista 
después  de  un  rato  y  solo  se  echó  de  menos  un  oficial,  qufí 
siendo  conocida  de  todos  nosotros  la  causa  de  su  ausencia, 
esperábamos  que  no  pasaría  mucho  tiempo  sin  que  se  nos 
reuniera,  como  len  efecto  así  sucedió:  en  aquel  suceso  no  tu- 
pimos por  nuestra  parte  ningún  herido  ni  mas  novedad  que 
los  muertos  del  enemigo  y  la  caida  de  mi  caballo  en  que  se 
3>eló  la  cabeza,  y  en  estos  mismos  términos  el  mayor  pasó 
e\  parte  por  escrito  al  general. 

Reunidos  los  oficiales  en  torno  del  mayor  mientras  des- 
cansaban un  poco  los  caballos,  la  conversación  se  redujo  á 
7*eferir  cada  uno  algún  episodio  de  los  que  son  tan  comunes 
en  casos  semejantes,  y  habiendo  relatado  yo  á  mi  turno,  qu(í 
liabia  visto  con  horror  á  un  granadero  degollar  contra  sus 
piernas  á  un  soldado  enemigo,  nos  dijo — **ese,  es  un  bandi- 
*'do  paraguayo  que  tiene  esa  maldita  costumbre,  con  todo 
•* enemigo  que  cae  en  sus  manos  en  los  combates:  no  hemos 
* '  podido  quitarle  ese  vicio  feroz,  por  mas  esfuerzos  y  aun  cas- 
**tig()s  que  le  hemos  impuesto:  es  preciso  matarlo  ó  dejarlo* 
*"ese  es  el  mismo  que  persiguió  á  iLsted  ahora  por  equivoca- 
*^cion.  dijo  dirigiéndose  á  mi:  por  lo  demás,  es  un  eseelente 
*^  soldado/' 

Como  la  cumbre  de  la  cuesta  era  un  cerro  pelado  que 
no  tenia  pasto  ni  cosa  que  pudiesen  ramonear  los  caballos, 
el  mayor  La  valle  se  informó  de  los  jaujinos  que  nos  acom- 
paña])an,  que  como  á  media  legua  al  costado  habia  un  rao- 
lino  que  tenia  un  potrerillo  que  quizá  tendría  alfalfa:  en  esta 
virtud,  se  dejó  una  avanzada  al  mando  de  un  oficial  con  las 
instrucciones  convenientes,  y  el  resto  del  escuadrón  se  dirí- 
jió  allá:  al  acercarnos  sentimos  bulla  y  tropel  de  caballos, 
por  cuya  novedad  se  destacaron  dos  partidas  por  derecha 
é  izquierda,  siguiendo  nosotros  por  el  frente;  y  asi  que  lle- 
gamos, vimos  que  era  una  partida  de  cinco  soldados  con  un 


APUNTES  P6STUM0S  42.'^ 

sai'jento  que  eondiieia  á  Tarma  catorce  cargas  de  equipaje, 
del  Intendente  Montenegro,  de  su  familia  y  de  algunos  jefes 
y  oficiales  de  su  división,  y  ambas  cosas  quedaron  prisione- 
ras: y  descubriendo  qu€  el  potrerillo  estaba  completamente 
talado,  el  Mayor  dispuso  regresar  con  el  escuadrón  inme 
<liatainente  a  Jauja,  á  ocupar  el  cuartel  que  habia  dejado 
-el  enemigo  con  un  abundante  forraje  acopiado,  dejando  los 
prisioneros  y  equipajes  tomados,  ¿  cargo  del  teniente  Na- 
varrete  con  uua  pequeña  partida  para  ser  conducidos  al 
íiigui'ente  dia. 

Asi  que  llegamos  á  Jauja,  lo  primero  que  se  hizo  fué, 
rt^partir  forraje  á  los  caballos  que  hacia  muchas  horas  quo 
no  eomian,  y  al  salir  el  sol  me  ordenó  el  mayor  que  me 
aprontase  para  llevar  el  parte  al  general  Arenales;  pero  ha- 
biéndole hecho  presente,  que  me  tenian  muy  aquejado  las 
■contusiones  que  la  noche  anterior  habia  sufrido  cuando  ro- 
<V)  mi  caballo  en  el  acto  del  com])ate,  me  eximió  de  esa  co- 
misión y  me  dijo  que  me  retirara,  que  nombraria  á  otro:  en 
•efecto,  recayó  la  elección  en  D.  F.  A.,  el  mismo  oficial  que 
habiamos  echado  áe  menos  cuando  dimos  la  carga  en  la 
•cuesta  la  noche  antes.  Marchó  este  oficial  con  el  parte  ^asta 
■i^ncontrar  la  división  que  continuaba  su  marcha,  y  deseoso 
el  general  de  conocer  algunos  pormenores  que  no  se  le  re- 
ferian,  siguió  haciéndole  varias  preguntas:  mas  el  oficial  con 
una  ligereza  indiscreta,  no  solo  le  refirió  lo  que  pudo  ver 
y  aun  lo  que  no  vio  ni  sucedió,  sino  que,  según  nos  infor- 
maron después  algunos  compañeros  que  presenciaron  el  lan- 
<'e,  le  habia  agregado,  que  por  haber  sido  poco  activas  las 
jTiarclias  y  la  persecución,  se  habia  dejado  escapar  al  Tnten- 
iVnte  ^íontenegro  y  sus  tropas,  con  otros  agregados  de  su  ca- 
l>eza  altamente  ofensivos  a  la  reputación  bien  adquirida  del 
mayor  Lavalle:  esto  éxito  naturalmente  las  susceptibilidades 
<lel  general,  y  no  pasaron  muchas  horas  sin  que  ocurriese  una 
f^pcena  que  pudo  ser  de  graves  y  muy  funestas  consecuencias, 
<le  la  cual  nosotros  fuimos  mudos  espectadores. 

La  misma  noche  del  21  llegó  á  Jauja  la  división,  y  po- 


42é  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

<;os  momentos  después  el  mayor  reunió  todos  los  oficiales  que 
lo  hat)iamos  acompañado,  para  ir  á  saludar  al  general  que  ya 
estaba  instalado  en  una  casa.  Entramos  y  lo  encontramos, 
acompañado  del  Jefe  de  Estado  ]\Iayor  Rojas  y  los  coman- 
dantes Aldunate  y  Deheza.  Nos  recibió  de  pié,  como  era  su 
costumbre  hasta  con  el  mas  infeliz,  pero  su  cara  y  su  mirada 
tenian  algo  de  notable  que  llamó  nuestra  atención:  y  siii  *!S- 
porar  que  el  mayor  pronunciase  una  palabra,  le  dijo  ooi* 
toda  la  severidad  de  su  carácter. — "Usted,  señor  capiicv  n^ 
/í'f  cumplido  COI  sn  deber'' — A  estas  palabras,  qar  como  lui 
uoipe  eléctrico  hicieron  salir  al  rostro  del  increpado  ia  im- 
presión que  lo  i)abian  producido,  y  que,  mas  quif  un  cargo 
parecían  una  provocación,  que  Lavalle  jamás  eludía  por  mas. 
alta  que  fuese  la  categoría  que  se  la  hiciera ;  respondió  dando 
un  paso  adelante,  agarrando  al  general  por  la  sangría  d<y 
un  brazo  y  sacudiéndolo  le  dijo,  con  la  cólera  pintada  en  el 
semblante — "Señor  general,  es  una  impostura  que  yo  he  d^ 
vengar  con  sangre'* — ^Visto  esto  por  el  comandante  Alduna- 
te, amigo  íntimo  de  Lavalle,  se  lanzó  sobre  él  y  lo  sepa:  ó  r 
los  demás  gefes  hicieron  otro  tanto  con  el  general  pero  esto 
dio  gritos  repetidos  á  su  guardia,  que  por  las  palabras  i^n 
trecortadas  que  se  i>ercibian  entre  el  bullicio,  comprendimos 
que  pensó  en  aquel  momento  cometer  una  tropelía:  pero  fe- 
li/mente  la  tormenta  se  apaciguó,  dando  por  resultado  el  ^uri'S 
lo  de  Lavalle  en  su  alojamiento  y  la  orden  de  seguirle  un  su- 
mario: este  se  (íoncluyó  antes  de  veinticuatro  horas  constan- 
do de  catorce  declaraciones,  en  que  los  oficiales  que  lo  habia- 
mos  acompañado  espusimos  uniformemente  el  orden  de  las- 
marchas  que  el  escuadrón  había  hecho,  las  medidas  de  previ- 
sion  y  cautela  con  que  atravesamos  los  pueblos  del  tránsito, 
los  espías  que  el  mayor  había  despachado  sobre  el  enemioro,  y 
las  diferentes  precauciones,  en  fin,  tomadas  para  cruzar  acjue- 
lias  quebradas  y  terrenos  desconocidos  hasta  la  hora  del  ata- 
que :  lo  cual  visto  y  bien  meditado  por  el  general,  usó  la  gran- 
d)eza  de  confesar  el  error  á  que  se  le  había  inducido,  mando 
poner  á  Lavalle  en  libertad,  dándole  una  completa  satisfacción 


APUNTES  POSTUMOS  420. 

por  la  orden  general  (1)  y  haciendo  pedazos  la  sumaria  de- 
lante de  todos  los  gefes  que  hablan  presenciado  el  pasají*. 
Corridos  algunos  dias  llegamos  á  averiguar,  que  el  chismo- 
so habla  fundado  su  enredo  en  que,  las  marchas  que  habia 
hecho  el  escuadrón  desde  que  se  desprendió  de  la  división 
en  Quanta,  no  habian  sido  tan  rápidas  como  habria  eonve- 
niJo  para  llegar  á  Jauja  mas  temprano  y  verificar  en  claro- 
dia  el  ataque,  por  motivo  de  haberse  detenido  á  recibir  l.-Si 
ovaciones  con  que  el  vecindario  y  comunidades  de  intlio;> 
<le  los  pueblos  del  tránsito  saludaban  á  sus  libertadores,  y 
(tros  chismes  por  este  estilo,  despreciables  por  su  objeto  y 
fundamentos:  pero  como  todos  estos  puntos  habiau  sido  i»h» 
ñámente  esclarecidos  en  la  sumaria,  la  oficialidad  de  la  divi- 
$3on  quedó  convencida  de  la  mala  índole  del  calumniíintr,. 
ti  la  vez  que  de  la  satisfactoria  comportacion  del  inayor  En- 
\'i\]\e,  mucho  mas  cuando  así  lo  habia  declarado  ol  genrral 
en  la  orden  del  dia. 

Al  siguiente  dia,  22  de  noviembre,  se  preparó  otra  ii~ 
jera  columna  L  las  órdenes  del  teniente  coronel  Rojas,  jefe» 
del  Estado  Mayor,  compuesta  del  batallón  núm.  2  de  Chile  y 
el  escuadroncito  de  Granaderos  á  caballo,  con  el  objeto  de 
c[ue  fuese  á  tomar  posesión  de  la  villa  de  Tarma  que  distaba 
ocho  leguas.     Por  la  tarde  se  puso  en  marcha  con  el  desig- 


l.Como  ocho  meses  después  de  e«t(>  acaecimiento,  su  odió  otro 
m-uy  semejante  en  la  e*eg:unaa  cam;paña  á  la  Sierra  en  1821 — Este  mis- 
mo oificial  indispuso  al  teniente  coronel  don  Blas  Ordeña  (despues- 
Oran  Mariscal  del  Perú)  an-te  el  gen-eral  Arenales,  por  cuya  causa 
In  oieron  altercados,  reconvenciones  y  ha^^ta  infinitos  de  parte  á  parte, 
llegando  hasta  el  grado  de  que  -el  primero  desembainó  el  sable  y  en 
actitud  ya  d'e  tirar  una  estocada  al  general,  Uegó  por  casualidad  ef 
coronel,  entonces,  dan  Rudecindo  .Al varado,  lo«  apartó  y  desannó  á 
Cerdeña — 'Pasado  ese  (primer  impulso  y  eoin  la  interiposLeion  del  ge- 
neral Aivarado,  se  hizo  una  breve  indagación  del  hecho,  se  descu- 
brió la  uraldad  del  oficial,  y  el  general  Arenales  después  de  satis- 
facer cuir{pli.damente  é  Cer^ieña,  lo  llevó  á  su  lado  camo  su  primer 
Ayudante  de  Campo.  I>esde  entonces,  Ordeña  fué  ol  mas  íntimo  y 
loal  amigo  que  tuvo  el  general  Arenales,  y  et  iinico  que  hasta  el  últi- 
mo momento  lo  acompañó  en  ]823,  auando  dimitió  el  mando  del  ejér- 
cito del  Perú  con  motivo  de  la  revolución  de  Riva  Agüero^  y  de,i5 
aqne«T  pais  para  regresar  á  Salta — Pero  el  calim-niante,  en  la  segu-ndft. 
como  en  la  «primera  vez,  quedó  impune. 


426  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

nio  de  hacer  su  jornada  en  la  noche,  y  lo  con>;¡guió  en  efec- 
to, pues  sorprendió  en  la  madrugada  del  23  los  restos  de  la 
división  Montenegro,  tomó  prisionero  al  mismo  intendente, 
algunos  oficiales  y  tropa  de  los  escapados  de  la  cuesta  de  Jau- 
ja, 6  piezas  de  artillería,  50,000  cartuchos  á  bala  y  gran  nú- 
mero de  armamento  y  otros  pertrechos.  Así  concluyó  esa 
división  realista,  que  venia  huyendo  de  nosotros  desde  Iluan- 
cavélica. 

Tres  ó  cuíitro  dias  después  llegó  á  Tarma  el  general 
Arenales  con  el  batallón  níim.  11,  la  artillería  y  el  parque,  y 
sus  habitantes  encabezados  por  el  patriota  arjentino  don 
Francisco  de  Paula  Otero  (natural  de  Jujuy  y  mas  tarde  ge- 
neral del  Perú),  deseosos  de  manifestar  su  decidida  adhesión 
á  la  causa  de  la  lil)ertad  é  independencia,  solicitaron  acre- 
ditarla bajo  de  nn  juramento  público  como  lo  habia  hecho  la 
<riudad  de  lea ;  y  el  general  persuadido  de  la  utilidad  y  con- 
veniencia de  tal  demostración,  cuando  además  así  se  lo  pres- 
<íribia  el  general  San  Martin  en  sus  instrucciones,  accedió  al 
pedido  y  acordó  el  modo  y  forma  de  verificar  la  ceremonia. 
En  efecto:  al  amanecer  del  dia  señalado,  se  vio  la  población 
iidornada  de  colgaduras,  arcos  y  banderas,  y  los  cuerpos  d^* 
la  división  formados  de  parada  en  la  circunferencia  de  la 
plaza,  para  solemnizar  con  salvas  de  fusil  y  artillería  el  actci 
<lel  juramento.  En  el  centro  de  la  plaza  se  habia  elevado  un 
tablado  (on  un  altar  de  la  Patria  que  rodeaba  el  vecindario 
y  un  inmenso  gentío,  ante  el  cual  el  general  Arenales  recibí-'» 
los  votos  de  los  empleados  civiles,  militares  y  eclesiásticos.  ;^' 
en  masa  el  pueblo  de  la  provincia»  que  en  altas  voces  pronun- 
<!iaba  su  juramento  con  el  mas  ardiente  y  decidido  entusias- 
mo, á  que  se  siguieron  los  mas  festivos  Víctores  y  aclamacio- 
nes á  la  libertad,  complementándose  el  acto  con  una  misa  y  so- 
lemne Tc-Deum  que  se  celebró  en  la  iglesia  ]\ratriz,  en  acción 
<le  gracias  al  Todopoderoso  por  la  protei'cíon  que  habia  dis- 
pensado al  Ejército  libertador  en  aquella  grandiosa  empresa, 
y  al  pueblo  peruano  que  á  su  sombra  iba  conquistando  .su 
emancipación  del  poder  despótico  de  España. 


APUNTES  POSTUMOS  427 

Las  fiestas  y  regocijos  populares  continuaron  en  los  dias 
sigiiientes,  pero  el  general  solo  pensaba  en  los  objetos  de  su 
misión :  por  lo  eual,  remontada  la  caballtería  con  caballos  que 
-oblaron  los  patriotas  tanneños,  repuesto  el  armamento  á*i 
los  cuerpos  que  se  había  inutilizado  en  las  marchas,  y  aumen 
ta(h>  nuestro  ;)arque  con  el  abundante  material  tomado  al 
eneniijro,  la  división  continuó  su  marcha  lel  dia  2  de  diciem- 
Ijre,  sobre  el  mineral  de  Pasco,  ó  de  Yauricocha  como  era 
su  nombre  verdadero,  dejando  como  gobernador  intendente 
<le  los  pue})los  de  Tarma,  Jauja,  Concepción  y  Huancayo  al 
l>eiK^incrito  patriota  don  Francisco  de  Paula  Otero,  a  quien 
-el  general  espidió  el  título  de  coronel ;  encargándole  especial- 
mente el  arreglo  y  organización  de  los  cuerpos  de  milicias 
<1e  esos  mismos  pueblos  tanto  para  apoyar  la  fuerza  que  habia 
<lueda(lo  creando  en  lea  el  comandante  Bermudez,  cuanto  pa- 
ra protejer  la  retaguardia  de  nuestra  división. 

Batalla  de  Pasco. 

FA  dia  5  dv  diciembre  cerca  del  medio  dia  llegamos  á  la 
tíHh  de  Pa«co,  pueblo  que  qiWHla  al  sud  del  mineral  á  tres  le- 
nguas, piTO  con  una  alta  y  áspera  serranía  de  por  medio.     Por 
los  espias  se  tenian  positivas  noticias  de  que  el  general  O'Rei- 
lly  no  se  habia  movido  con  la  división  de  tropas  que  el  virey 
de  Lima  habia  destacado  para  sostener  la  posición  del  mine- 
ral, y  esto  significaba,  que  á  toda  costa  se  trataba  de  impe- 
<lirnos  el  paso  á  reunimos  con  el  general  San  ^lartin  y  el 
-grueso  de  nuestro  ejército,  que  conforme  al  plan  de  opera- 
ciones ya  debia  hallarse  en  las  costas  del  norte  de  Lima :  mas 
si  para  realizar  esta  maniobra  era  preciso  hacernos  paso  li- 
1)rando   un   combate,   también   era  indispensable   conocer   el 
terreno  que  teníamos  que  atravesar,  por  si  en  la  noche  el 
-enemigo  se  avanzase  á  tomar  alguna  posición  ventajosa  de 
lantas  en  que  abundaban  aquellos  lugares  quebrados,  con  el  in- 
-tento  de  sorprendernos  sobre  la  marcha.     En  este  concepto, 
^'l  general  se  propuso  practicar  en  persona  un  prolijo  reco- 


428  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

nociiiiíento,  y  luego  de  campada  la  división,  marchó  acom- 
pañado del  jefe  del  Estado  Mayor,  Rojas,  del  injeniero  capí-- 
tan  Althaus  y  del  mayor  Lavalle  con  su  escuadroncito  dcr 
Granaderos,  regresando  al  anochecer  después  de  haber  visto  y 
examinado  el  terreno  y  posiciones  adyacentes,  y  de  haberse 
cerciorado  por  sus  propios  ojos  de  que  el  enemigo  permaná- 
eia  en  la  población  del  mineral. 

Esa  noche  sobrevino  una  fuerte  tempestad  con  truenos^ 
relámpagos  y  lluvia,  que,  como  generalmente  sucede  en 
aquellas  elevadas  rejiones,  á  poco  andar  se  convirtió  en  una. 
gran  nevada.  Al  amanecer  el  dia  6,  nuestra  división  se  puso- 
en  marcha  preparada  al  combate,  resolución  que  hasta  la-, 
misma  naturaleza  parecia  prestarle  su  protección,  pues  la. 
nevada  fué  disminuyendo  en  proporción  que  adelantaba  el  dia^. 
hasta  que  por  ñn  se  disiparon  completamente  los  nul)lad(>s  y^ 
asomó  el  sol. 

El  general  Arenales  á  mérito  del  reconocimiento  que  ha- 
bía practicado  la  tarde  anterior,  calculaba  y  con  razón,  que- 
el  enemigo  se  aprovecharía  de  la  posición  inespugnable  que- 
ofrece  la  alta  cuesta  que  el  mineral  tiene  por  la  parte  sudr 
suponia,  que  no  solo  le  disputase  el  engargantado  paso  de  la 
cuesta  por  su  posición  dominant-e,  sino  que,  abrazando  con* 
sus  fuegos  desde  la  altura  á  nuestros  soldados,  le  valiese  qui- 
zá el  triunfo,  ])ues  podia  aniquilarlos  á  mansalva,  parapeta- 
do de  los  crestones  y  peñascos  de  que  es  erizada  la  montaña  r 
suponía  en  fin,  que  entre  tantas  ventajas  que  le  ofrecían  aque- 
llas localidades,  aprovechase  la  principal  de  dejar  fuera  de- 
combate, y  sin  medio  de  evitarlo,  á  nuestra  caballería,  que- 
había  sido  su  terror,  desde  que  su  intrepidez  y  movilidad  tan- 
tos estragos,  tantas  y  tan  continuadas  derrotas  le  había  cau- 
sado en  toda  la   campaña  hasta  aquel  momento.     Pero  no 
fué  así.     C(mtra  los  cálculos  de  nuestro  general,  contra  las^ 
reglas  de  la  estrat-ejia,  y  contra  la  pericia  que  habíamas  visto- 
desplegar  á  otros  jefes  y  oficiales  realistas  en  aquella  cortan 
campaña,  vimos  que  la  cosa  no  era  como  nos  figurábamos  r 
vimos  que  el  general  O'Reílly  habia  desechado  tan  positivas? 


APUNTES  POSTUMOS  429 

ventajas:  pero  en  cambio  vimos  también,  que  estaba  resuelto 
ii  jugar  el  éxito  de  la  campaña  en  un  combate.  Esto  signi- 
ficaba su  permanencia  en  Pasco. 

Kl  general  Arenales,  por  su  parte,  convencido  de  que,  si 
las  fuerzas  españolas  habian  hecho  pié  en  aquel  punto,  ern 
<-(>n  la  decisión  de  resolver  el  problema,  no  le  quedaba  otra 
alternativa  qu-*  aceptar  el  reto,  y  en  tal  concepto  combinó 
sus  maniobras  lomando  siempre  la  iniciativa :  dividió  la  fuer  - 
ys<\  en  «-onsecueneia.  en  el  .siguiente  orden : 

Kl  batallón  núm.  2  con  una  fuerza  ccmio  de  340  plazas, 
<*n  colmnna  en  masa,  formaba  nuestra  ala  derecha  al  mando 
<.le  su  comandante  don  Santiago  Aldunate:  era  destinado  á 
flanijuear  la  izquierda  enemiga  aprovechándose  de  las  altu- 
ras, maniobra  importante  que  debia  efectuarse  á  toda  costa 
y  cí)n  \i\  mayor  rapidez,  pues  la  línea  enemiga  establecida 
<li«uonal mente  del  sudoeste  al  nordeste,  dejaba  por  conse- 
<»iiencia  esta  ala  ma^s  retirada  hacia  su  retaguardia,  y  lo- 
grántlnse  el  golpe,  era  seguro  introducirle  la  confusión  por 
Vt\  espalda. 

El  batallón  núm.  11  (á  que  yo  pertenecía)  con  casi  otras 
*Hn  plazas  en  masa  también,  con  las  dos  piezas  de  artillería, 
formaba  la  ala  izquierda  al  mando  del  sarjento  mayor  don 
"Román  Antonio  Deheza:  este  cuerpo  debia  marchar  de  fren- 
te por  el  camino  real,  y  como  mas  veterano  y  aguerrido  en 
las  cam]iañas  de  Chile,  además  de  diestro  en  el  ataque  y  es- 
<'a  la  miento  de  i)osiciones  fortificadas,  como  lo  habia  acredi- 
tado en  el  asalto  de  la  plaza  de  Talcahuano;  estaba  encargado 
<le  hacer  su  ataque  al  foso  en  (jue  se  parapetaba  la  derecha 
enemiga,  punto  culminante  de  su  línea,  en  que  se  calculaba 
que  Inibiese  situado  su  mayor  y  mejor  fuerza. 

Twi  ( olumna  de  reserva  se  formó  de  cuatro  mitades  del 
núm.  11  y  otras  cuatro  del  núm.  2,  debiendo  ocupar  el  cen- 
tro de  las  dos  anteriores,  al  mando  del  jefe  de  Estado  Mayor 
teniente  coronel  don  ^Manuel  Rojas,  y  ademas  el  escuadrón 
d(-  caballería  á  las  órdenes  del  capitán  con  grado  de  sarjento 
rnavor  don  Juan  La  vallo.     La  reserva  tenía  orden  de  marchar 


430  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

siempre  al  centro  de  las  dos  alas,  como  una  á  dos  cuadras  í 
retaguardia,  observando  sus  movimientos  para  prestar  pro- 
tección á  cualquiera  de  ellas  en  todo  evento. 

Dispuesta  de  este  modo  nuestra  marcha  y  desplegadas  las: 
respectivas  guerrillas  á  vanguardia  de  cada  columna  de  infan- 
tería, rompimos  el  movimiento  á  las  diez  de  la  mañana  ca- 
da cual  en  su  tiireccion.  A  poco  andar  ya  empezamos  á  re- 
pechar las  escabrosas  faldas  de  la  cuesta,  cuyo  cordón  si* 
prolonga  de  oriente  á  poniente  por  mas  de  una  legua  en  for- 
ma de  anñteatro  muy  inclinado.  La  marcha  se  hacia  con 
cautela  en  precaución  de  alguna  celeda,  pues  de  trecho  en 
trecho,  íbamos  descubriendo  (restones.  piedras,  cortaduras 
y  posiciones  cada  cual  mas  ventajosas,  propias  para  disi)utár- 
.selas  al  enemigo  mas  osado  y  valiente  que  se  atreviese  ú 
acometerlas.  Nuestra  admiración  crecia  á  cada  paso,  vien- 
do las  ventajas  de  la  localidad  que  el  enemigo  habia  dese- 
chado, y  meditábamos  de  que  clase  podrían  ser  las  que  ha- 
bia preferido;  y  nuestros  soldados  con  esa  lójica  inflexibl»*- 
del  tablado,  todo  lo  atribulan  á  cobardía  del  enemigo,  á  qu" 
buscaba  en  los  puel)los  paredes  en  que  parapetarse,  y  rebosa- 
ban en  ardimi:»nto  y  entusiasmo:  deseaban  descubrirlo  ya. 
Írsele  encima  y  hacerle  sentir  el  poder  de  las  armas  que  ha- 
bían conquistado  la  libertad  del  suelo  chileno. 

Hacíamos  la  marcha  con  todas  las  precauciones  de  i>rác- 
tica,  esperando  de  un  momento  á  otro  principiar  la  función 
de  aquel  día,  con  las  descubiertas  ó  batidores  con  que  imaji- 
nábamos tropezar,  tras  la  serie  no  interrumpida  de  ped ro- 
ñes y  picachos  de  que  está  sali)icada  aquella  serranía :  pero 
no  encontramos  a  nadie :  el  campo  estaba  solitario :  no  se  des- 
cubría ni  un  soldado  realista,  ni  un  centinela  perdido  com'> 
para  llevar  á  su  general  la  noticia  de  nuestra  ai)roxímacion  ó 
movimientos:  todo  el  espacio  que  íbamos  atravesando  era  un 
desierto.  Asi  continuamos  por  largo  tiempo,  hasta  ([ue  por 
lin  llegamos  al  boquete  que  forma  el  camino  de  la  cumbre, 
en  donde  nuestra  descubierta  percibió  una  pecpieña  avanzada 


APUNTES  POSTUMOS  431 

<\u<i  al  avistar  nuestros  esploradores  se  puso  en  retirada  algo 
mas  que  veloz,  cediéndoles  el  puesto  sin  disparar  un  tiro. 

Parece  que  desde  que  habíamos  salido  de  Chile,  todo  lo 
que  se  presentase  á  nuestra  vista  estaba  destinado  á  ha- 
cernos una  impresión  de  novedad;  y  bajo  este  concepto, 
desde  que  pisamos  el  suelo  peruano,  cuanto  veiamos  nos 
causaba  impresión.  La  estructura  de  las  i>oblaciones,  el  as- 
pecto de  los  (íampos,  las  costumbres  de  sus  habitantes,  las 
efusiones  de  adhesión  y  entusiasmo  con  que  éramos  recibi- 
dos por  los  vecinos  de  los  pueblos,  el  idioma,  las  palabras 
mismas  de  carino  que  nos  dirijian :  todo,  todo,  era  nuevo 
para  nosotros,  y  muy  distinto  de  los  usos  arjentinos  y  chile- 
nos. Esta  sinj^idaridad,  estas  particularidades,  tan  diversas 
en  todas  las  latitudes  de  la  América,  no  podían  faltar  en  aqueí 
momento,  al  exhibirse  á  nuestra  vista  el  afamado  mineral  de 
Pasco.  Nuestra  columna  tomaba  posesión  del  portezuelo  de 
la  cumbre,  cuando  vimos  aparecer  al  niim.  2  á  nuestra  dere- 
cha coronando  la  cima  de  la  serranía,  conforme  á  la  combina- 
ción ordenada  por  el  general.  Nuestra  posición  dominaba 
toda  la  comarca,  y  desde  ella  se  veia  á  nuestros  pies  perfec- 
tam-ente  todo  el  terreno,  circumbalado  de  un  cordón  de  altos 
( crros.  Vimos  una  población  de  aspecto  triste  como  en  un 
pozo,  al  centro  de  una  superficie  muy  desigual,  en  medio  de 
líos  lagunas  cuya  agua  era  de  color  verde :  no  se  veian  torres, 
templos,  edificios  ni  otras  obras  que  demostraran  exteriormen- 
U\  la  grande  opulencia  que  en  los  pueblos  que  habiamos  de- 
jado atrás  nos  ponderaban  que  producia  la  tierra:  tenia  eí 
aspecto  de  un  miserable  pueblo  de  indios,  sin  arreglo  de 
(alies  ni  cuadratura  de  manzanas :  todo  el  terreno  sembrado  de 
boca*s-minaíí :  la  -entrada  al  pueblo  por  el  camino  del  sud  que 
era  el  que  llevaba  nuestra  división,  defendida  por  una  es- 
trechura engargantada,  del  lado  del  naciente  por  una  de 
las  lagunas  y  del  poniente  por  una  ciénaga  6  pantano  gran- 
de, y  ademáií,  cortada  por  un  zanjón  ancho  y  profundo  que 
desagua  la  laguna:  este  se  conocía  que  había  tenido  un  puente 
de  arquería  de  piedra,  pero  se  echaba  de  ver  que  lo  hablan 


Í32  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

^kshecho  para  hacer  mas  inaccesible  el  paso.  Este  era  el  gol- 
pe de  vista,  del  campo  que  dominaba  el  enemigo:  y  esas  tro- 
pas ¿dónde  estaban,  que  no  se  presentaban  á  nuestra  vista? 
Hasta  en  esto  hubo  su  singularidad.  El  general  enemigo 
pensando  quizá  causar  una  fuerte  impresión  en  el  ánimo  de 
aiuestros  soldados,  después  que  vio  asomar  nuestras  masas  eii 
el  perfil  d'e  la  altura,  hizo  salir  sus  batallones  á  tambor  ba- 
tiente de  los  cuarteles  y  tomar  sus  posiciones  á  nuestra  vista : 
j  no  se  crea  que  lo  hicieron  con  apuro,  con  prisa,  por  vernos 
Á  su  frente:  no  señor:  marchaban  con  una  calma  y  parsimo- 
nia, que  mas  parecia  qu-e  lo  hacian  por  ostentación  de  su  dis- 
«ciplina  ó  por  desprecio  á  nosotros,  que  por  confianza  en  el 
triunfo:  pero  cualquiera  que  fuera  la  idea  que  los  dominase, 
no  eran  ellos  los  que  con  esas  apariencias  podrían  impn^sionai 
<*l  ánimo  de  nuestros  soldados,  que  los  habian  batido  y  dis- 
persado en  mas  de  diez  parajes  en  los  sesenta  dias  que  lleva- 
ríamos de  campaña.  Pero  en  fin,  la  fuerza  se  presentó,  y  la 
computamos  mas  numerosa  que  la  nuestra:  pero  el  número 
poco  importaba :  con  ventajas  asi  y  aun  mayores,  habiamos 
medido  nuestras  armas  en  todas  partes,  y  en  toda^ 
partes  no  habian  podido  resistir  nuestro  empuje.  Pero 
<lejiMnos  á  un  lado  toda  reflexión,  y  veamos  como  desplegaron 
5iU  línea. 

Colocó  el  general  enemigo  en  la  ala  derecha,  su  ponde- 
rado batallón  Victoria  (a)  Talavera,  fuerte  de  mil  plazas  po- 
fo  mas  ó  menos',  en  tres  líneas,  para  sostener  el  paso  del  ca- 
mino real,  pero  parapetado  de  la  gran  zanja  que  desaguaba  la 
laguna  y  hacia  inespugnable  la  posición. 

En  seguida  del  Victoria  y  sobre  un  j)equeno  morro  al 
centro  de  la  línea,  sus  dos  piezas  de  artillería,  que  á  mane- 
ra de  reducto,  ]^odian  barrer  con  sus  fuegos  la  cortadura  del 
tamino,  al  mismo  tiempo  que  la  planicie  que  se  estendia  sobre 
usu  izíiuierda  basta  una  larga  distaneia. 

En  el  ala  iz<|uierda  aprevechando  un  lijero  bajio,  situó  el 
1)atallon  Concordia,  fuerte  al  parecer  de  mas  de  cien  plazas, 
1>ajo  los  fuegos  de  su  artillería,  pei'o  completamente  parapeta- 


APUNTES  POSTUMOS  433 

<lo  contra  toda  tentativa  de  nuestra  parte,  por  la  gran  laguna 
<le  Patareocha  que  cubria  su  frente. 

Y  completó  su  formación,  colocando  en  la  estrema  dere- 
( ha  su  caballería,  que  no  faltó  quien  la  calculase  en  mas  áe 
^00  jinetes,  pero  que  á  mi  juicio  y  el  de  otros  compañeros, 
tendria  á  lo  suiuo  150:  pero  cualquiera  que  fuese  el  número 
<ie  esta  arma,  su  colocación  parecía  calculada  solo  para  el  ca- 
so de  alcanzar  la  victoria,  pues  que,  como  la  nuestra,  no  tenia 
terreno  para  operar,  ya  porque  el  pa-so  del  camino  real  es- 
taba cortado  por  el  gran  foso  y  defendido  por  infantería  y 
4irtillena,  ya  por  el  insuperable  obstáculo  del  pantano  que 
resguardaba  el  flanco  hasta  una  larga  distancia :  y  para  termi- 
nar esta  descripción  básteme  decir  que,  toda  su  línea  estaba 
<!olocada  tras  de  un  prolongado  o})stáculo,  que  solo  á  fuerza 
<lc  coraje  y  de  maniobráis  li jeras  couo  el  rayo,  podria  única- 
mente ser  desconcertada.  Esta  era  la  formación  del  ene- 
-migo. 

Viendo  el  general  Arenales  que  la  posición  enemiga  era 
esencialmente  defensiva,  de  acuerdo  con  los  jefes  de  división, 
dispuso  un  plan  de  ataque.  He  acordó,  que,  bajando  las  co- 
lumnas á  la  pampa,  el  núm.  11  atacase  el  foso  del  camino 
real,  desprendiendo  una  compañía  que  por  una  maniobra 
rá|)Í4la  cortase  la  línea  enemiga  por  el  centro,  aprovechándo- 
le para  ello  de  la  ribera  de  la  laguna:  que  mientras  esta  com- 
pañia  llamaba  la  atención  por  el  centro,  el  resto  del  batallón 
emi)icndiese  una  carga  sobre  los  Talaveras,  pasando  el  foso  á 

toda  costa :  que  lo  que  convenia  era,  un  ataque  impetuoso. 
Que  el  batallón  núm.  2  ííiguíese  su  obra  de  flanquear  la  iz- 
(juierda  enemiga,  pero  con  toda  la  celeridad  iniajinable,  con- 
sultando la  simultaneidad  del  ataque.  Que  la  reserva  pres- 
tase mas  atención  á  la  carga  que  se  encomendaba  á  la  ala  iz- 
([uierda.  por  ciumto  ella  venia  a  ser  punto  cardinal ;  y  qu  '  el 
l)atalIon  de  granaderos  á  caballo,  estando  á  la  mira  del  mo- 
mentó  de  facilitarse  el  paso  de  la  cortadura,  cayese  sobre  la 


4U  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


caballeria  é  hiciese  cuanto  le  fuese  posible,  en  una  función  qut^ 
sin  duda  iba  á  ser  la  decisiva  de  la  campaña.  Esto  quedó  r»^- 
suelto  en  la  junta  de  guerra.  Antes  de  emprender  el  movi- 
miento advertimos,  que  las  alturas  de  la  oircunferoncía  esta- 
ban coronadas  de  indios,  y  que  del  lado  nuestro  bien  se  po'Uian 
calcular  los  grapos  en  mas  de  quinientos.  Si  debiesen  ó  no 
tomar  participación  en  el  combate  que  se  preparaba,  no  podia- 
mos  saberlo  por  falta  de  datos. 

Emprendieron  la  mai\;ha  ambas  columnas  á  su  'lestinü: 
Illas  en  cuanto  el  enemigo  se  apercibió  de  Ki  iriiuiioiuvi  del 
lótallon  nuhi.  11  sobre  la  cortadura,  y  aun  untes  de  cmc^n- 
liarse  al  .iiíjiuc-  de  sus  j)iezas,  emp.^zj  :\  molcNlanuíS  c»»ii 
.^us  fuegos  ¿K\  ai'tiileria  y  fusileriii.  ííaciiunos  la  luiuvha 
medio  encubiertos  por  una  colina  que  habia  antes  de 
caer  sobre  la  cortadura,  ventaja  que,  supo  aprovechar 
el  ^Alayor  Deheza  para  organizar  su  ataque.  Destinó  la  com- 
pañía de  cazadores  al  mando  de  su  capitán  don  Ni  cola* 
Medina,  para  (jue  pasase  por  sobre  los  uniros  de  la  com- 
¡>uerta  de  la  laguna  ó  cH)mo  el  terreno  se  lo  permitiese,  y 
ejecutase  el  ataque  al  centro  de  la  línea  enemiga  i'omo^ 
estaba  combinado;  para  lo  cual  se  apartó  de  la  formación, 

y  por  hileras  desfiló  en  guerrilla  por  el  costado  derecho^ 
ocultando  su  movimiento  por  entre  una  fila  de  chozas  y  ran- 
chos que  habia  entre  la  ribera  de  la  laguna  y  el  camino  real. 
El  batallón  también  se  movió  para  irse  encima  de  la  cortadu- 
ra, pero  en  ese  momento  se  advirtió  en  la  tropa  cierto  aspec- 
to de  vacila<?ion  ó  encojimiento  provenido  sin  duda  de  no  ha- 
ber ocurrido  ninguno  de  esos  preliminares  de  escaramuzas, 
tiroteos,  provocaciones  de  palabra,  ó  agudezas  ])icantes  con 
í|ue  se  templa  el  ánimo  de  los  combatientes:  y  adv:rtiéndolo  el 
Mayor  Deheza  con  la  perspicacia  del  guerrero  esperimentu- 
do,  como  inspirado  por  un  golpe  eléctrico,  picó  con  las 
espuelas  el  her.moso  caballo  chileno  que  montaba,  y  tre- 
pando á  galope  la  colina,  fué  la  primera  figura  que  se  exhi- 
bió a  la  vista  del  enemigo :    de  alli    dirijió  al    batallón  unas 


APUNTES  POSTUMOS  435 

cuantas  palabras  enérjieas  entusiasmadoras,  que  me  es  sen- 
sible no  recordar  para  repetirlas,  y  la  escena  cambi»> 
<le  aspecto :  la  tropa  respondió  con  un  viva :  los  semblanteas 
Ke  tornaron  alegres  y  radiantes  de  coraje,  y  el  ataque 
se  acometió  en  ey<*  acto  porque  eran  ya  urgentes  los  mo- 
mentos. 

Kl  batallón  en  masa  coronó  la  cima  de  la  colina,  á  la 
par  que  la  compañía  de  cazadores  á  paso  de  trote  marchaba 
sobre  la  compuerta  á  tranquearse  el  paso,  y  á  paso  de  trot'í 
tamhien   ejecutamos  nuestro   asalto  al   toso:   y  atónitos  lo* 
realistas     con  el  arrojo  de  nuestros  soldados,    solo    cuando 
i'stuvimos  á  tiro  de  pistola  sobre   su   línea,   atinanm  á   ha- 
reinos  una  descarga  á  quema  ropa:  ella  sin  duda  fué  opor- 
tuna y  bien  dirijida,  pues  nos  volteó  tres  oficiales  y  como 
íjuince  individuos  de  tropa,  i>ero  no  contuvo  el  ataque  por 
tso :  sobre  la  marcha  cerramos  los  claros,  y  sin  darle  tiempo 
á  <{ue  por  segunda  vez  cargasen  sus  fusiles,  nos  fuimos  en- 
cima á  la  bayoneta,  en  circunstancias  que  el  capitán  Medin«i 
con  quince  ó  veinte  cazadores  que  había  logrado  pasar,  los 
escopeteaba  ya  por  el  flanco:  mas  los  Talaveras  que  (juizá  se 
imajinaban,   que,  sin  quemar  primero  veinte  ó  treinta   mil 
cartuchos  á  pié  firme,  y  echar  á  la  eternidad  algunas  doce- 
nas de  enemigos,  no  era  lícito  hacer  uso  del  arma  blanca  y 
trabarse   (íuerpo   á   cuerpo,    quedaron   estupefactos   al    verse 
acometidos  con  tanta  intrepidez:  vacilaron,  se  envolvieron, 
al  plegarse  en  cuadro  para  recibir  nuestra  carga:  de  poco 
les  sirvió  el  orgullo  con  que  nos  enrostraban  a  grandes  vo- 
ces, ,  sus  antiguos  triunfos  sobre  Napoleón  el  grande  en  la 
J*enínsula:   s**   acobardaron,   perdieron   su   posi<*ion   y   retro- 
cedieron agrupados,  por  último,  á  parapetarse  de  unas  ta- 
pias de  corrales  y  chozas,  que  habia  c(mio  una  cuadra  á  su 
retaguardia:  y  el  resto  de  nuestro  batallón  aprovechando  esa 
ronfusicm  para  pasar  la  (»ortadura.  se  organizó  sobre  la  mar- 
cha, los  persiguió  á  la  bayoneta  y  los  deshizo  cuantas  veces 
se  pararon  intentando  rechazar  el  empuje,  haciéndoles  pri- 


436  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

sioneros  cuantos  no  alcanzaban  á  huir,  llenando  asi  la  mi- 
sión que  el  general  y  la  patria  habian  confiado  ese  dia  á  su 
brazo.  En  una  de  estas  cargas  el  corneta  del  batallón  José 
Pinto,  se  trabó  en  combate  personal  con  el  Abanderado  de 
Talavenis;  siendo  su  resaltado,  que  el  corneta  dio  una  esto- 
cada al  oficial,  lo  tendió  mortalmente  herido,  le  quitó  la 
bandera,  y  después  de  la  acción  se  la  presentó  al  jefe,  ha- 
ciéndole relación  del  hecho,  que  algunos  oficiales  y  tropa  pre- 
senciaron y  dieron  testimonio  de  verdad  (1) — Asi  nos  resar- 
cieron los  sostenedores  de  la  monarquia  española,  la  pér- 
dida (h*  los  ilustres  compañeros  que  humedecieron  con  su 
sangre  los  laur^'les  que  en  este  dia  recojió  el  pal)ellori  argen- 
tino, y  me  es  tan  honroso  como  satisfactorio  este  momento  en 
que  j)U«*(lo  liedicarles  este  recuerdo,  y  trasmitir  sus  nom- 
bres á  la  memoria  de  nuestros  compatriotas — Kl  teniente  (ie 
la  conipañia  de  granaderos  don  Juan  Moreno,  mendozino, 
murió  en  el  acto  atravesado  por  una  bala  de  fusil — El  capitán 
de  la  1.a  don  Pedro  López,  cordobés,  perdió  una  pierna  por 

una  ));da  de  cañón — El  teniente  de  la  2.a  1).  X Plaza, 

chileno,  fué  herido  en  un  brazo — Y  el  ayudante  del  gefe,  don 
Manuel  Saavedra.  de  Buenos  Aires,  recibió  una  contusión  ra- 
ra  en  el  muslo  derecho.  Este  oficial  llevaba  siete  pesos  fuer- 
tes en  (4  bolsillo  del  pantalón,  y  la  bala  de  fusil  acertó  n 
pegarh»  sobre  ellos,  se  acható  y  quedó  dentro  del  mismo 
bolsillo:  ])asad()  el  combate,  fué  á  reconocer  el  efecto  que  le 
hul>iese  <  ausado  por  el  dolor  que  sentia,  y  solo  descubrió  una 
gran  mandia  en  la  parte  contundida,  pero  con  el  mayor 
asombro  descubrió  la  bala  entre  el  dinero  la  que  nos  enseñó 
y  consí  rvaba  como  un  recuerdo — Pero  continuemos  la  rela- 
ción del  combate. 

^Mientras  el  X"  11  saltaba  la  zanja  y  proseguía  su  ataque 
sobre  A  l)atallon  Victoria,  v  la  artilleria  enemiora  no  cesaba 


1.  \'*^a-e  el  boletín  X."  9  -lol  Ejército  Libertador,  .publicado  en 
H.miira  'on  fecha  *J4  de  enero  -de  1^21.  que  en  la  ca*»'paña  de  Arénale» 
se  inseita  paj.  24 i>  á  247 — )!';.  K. 


APUNTES  POSTUMOS  437 

de  molestarnos  con  sus  continuos  fuegos  á  bala  y  metralla, 
aunque  con  tan  inciertas  punterías  que  muy  poco  daño  nos 
hacian;  el  comandante  Aldunate  con  su  batallón  N*"  2,  ro- 
deando la  laguna  por  la  derecha  á  favor  de  una  marcha  al 
trote  también,  consiguió  ponerse  al  frente  del  batallón  Con- 
cordia, abrasarlo  con  sus  fuegos,  y  bajo  la  huimí  aei  tiuini> 
Írsele  lo  mismo  á  la  carga:  y  teniendo  la  suerte  de  tomarlo 
medio  desprevenido,  lo  desorganizó,  lo  desalojó  ele  su  posi- 
ción, sin  que  le  quedase  otro  arbitrio  que  la  fuga  y  buscar 
amparo  en  las  casas  del  pueblo:  asi,  pronunciada  la  der- 
rota desde  entonces  en  toda  la  línea,  lo  demás  fué  persecu- 
ción, toma  de  prisioneros  y  acopio  de  toda  clase  de  trofeos 
por  complemento  de  la  victoria. 

El  mayor  Lavalle  que  observaba  desde  su  puesto  en  lá 
reserva,  que  la  caballería  enemiga  se  retiraba  del  campo 
de  batalla  en  su  formación  intacta,  en  cuanto  la  infantería 
fué  desalojada  de  sus  posiciones;  se  desesperaba  por  írsele 
encima  y  recojer  la  parte  del  triunfo  a  que  su  arma  tenia 
derecho,  pero  no  pasaron  muchos  momentos  sin  que  se  col- 
masen sus  deseos:  llegó  un  ayudante  con  la  orden  de  que 
pasase  la  cortadura  ó  el  pantano,  y  persiguiese  al  escuadrón 
que  se  retiraba :  en  el  acto  se  puso  en  marcha  con  sus  gra  - 
naderos,  y  por  mas  que  deseaba  acelerar  el  paso  del  obstá- 
culo, no  pudo  hacerlo  sino  de  uno  en  uno  por  la  estrechura 
de  la  senda,  pues  se  enfangaron  dos  ó  tres  que  se  desviaron 
por  acelerarse:  pero  al  fin  pasó  el  escuadrón  y  siguió  su 
marcha,  mas  no  pudo  andar  dos  cuadras  sin  tropezar  con 
otro  inconveniente,  grave,  incomparablemente  mayor  que 
ningún  otro,  como  es  el  soroche  ó  rareza  del  aire  de  aquella 
rejion  elevada  de  mas  de  14  mil  píes  sobre  el  nivel  del  mar^ 
que  fatiga  y  hasta  causa  la  muertei  á  quien  inmoderadamente 
se  ajíta :  asi  sucedió  á  Lavalle  esta  vez,  que  cuanto  mas  apu- 
raba el  paso  por  acercarse  al  objeto  de  su  persecución,  mas 
se  le  fatigaban  los  caballos  y  los  soldados  iban  quedándoselo 
lino  aquí  y  otro  mas  allá — Y  ¿qué  hacer  contra  el  poder 


4J8  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

^irresistible  de  la  naturaleza?  No  /encontró  otro  arbitrio 
que  eseojer  diez  hombres  de  los  mejores  montados,  y  des- 
pacharlos con  el  teniente  don  Vicente  Suarez,  paraguayo,  á 
picar  la  retirada  del  escuadrón  realista  á  quien  suponía  ir 
sufriendo  igual  inconveniente.  Suarez  nos  refería  después, 
que  consiguió  acercarse  al  escuadrón  enemigo,  solo  después 
de  andar  de  cuatro  a  cinco  leguas  al  Oeste  de  Pasco,  por  uno 
de  los  caminos  que  van  al  pueblo  de  Yanahuanca:  que  tanto 
los  prófugos  cuanto  los  perseguidores,  llevaban  una  marcha 
igualmente  lenta  por  mas  que  deseasen  hacerla  mas  veloz: 
que  cuando  se  hubo  acercado  como  un  tiro  de  fusil,  el  es 
cuadron  enemigo  hizo  alto,  volvió  caras,  y  desplegó  en  ba- 
talla :  que  la  fuerza  que  presentó  fué  de  cuatro  mitades  de 
16  hileras  de  frente,  perfectam-ente  uniformados  y  armados 
cíe  tercerola  y  sable:  que  al  ver  esta  actitud  amenazante,  él 
consultó  el  ánimo  de  los  granaderos  preguntándoles  que  po- 
drian  liacer,  y  que  unánimes  respondieron  con  ese  coraje 
que  siempre  les  acompañaba —  vamos  sobre  ellos,  señor —  sin 
d^jar  de  seguir  su  marcha:  que  en  este  momento  vio  que  el 
comandante  Santa  Cruz,  solo,  dando  algunos  pasos  al  frente 
y  embainando  su  sable,  le  dijo  en  voz  alta — semr  oficial, 
quiere  usted  embainar  su  espada  y  que  hnblemos  cuatro 
palabras  f — á  lo  que  Suarez,  haciendo  alto,  respondió — no 
ienqo  ineonveniente.  sefwr — qu^  je^ntonces  eanbainalndo  sii 
sable  y  batiendo  en  alto  las  palmas  de  sus  manos,  para  darle 
la  prueba  de  no  tener  arma  alguna  en  ellas,  marchó  al  frente 
a  su  encuentro:  que  ambos  se  acercaron  pausadamente 
promediando  la  distancia,  y  en  cuanto  se  pusieron  al  habla 
el  comandante  Santa  Cruz  le  preguntó  quien  era  el  jefe  de  la 
cábalUria,  y  que  deseaba  hablar  con  él:  Suarez  le  respondió 
entonces,  que  «Z  mayor  LavaUe,  que  venia  un  poco  mas  atrás 
<on  la  fuerza — ^y  le  mandó  el  parte  de  esta  ocurrencia  con 
Tin  sargento.  Lavalle  que  realmente  continuaba  la  marcha 
en  protección  de  Suarez,  luego  que  se  impuso  de  este  aviso 
y  sus  pormenores,  dispuso  que  el  escuadrón  siguiese  su  mar- 
cha hasta  reunirse  á  la  vanguardia  si  fuese  posible,  y  acom- 


APUNTES  POSTUMOS  439 

l»añado  de  un  ayudante  y  dos  ordenanzas  marchó  al  trote  al 
lugar  de  la  cita — A  poco  no  mas  llegó  Lavalle  donde  estaba 
Santa  Cruz,  y  después  de  los  saludos  de  cortesía  se  aparta* 
ron  á  un  lado  á  hablar  solos:  conferenciaron  largo  tiempo, 
<lando  por  resultado  la  entrevista,  que  el  Escuadrón  de  Dra- 
{/onoi  fie  Caravaüloy  que  asi  se  titulaba,  se  entregó  prisione- 
ro desde  el  ge  fe  hasta  el  último  clarín,  con  sus  armas,  e;{- 
tandartes,  municiones  y  cuanto  tenia,  en  número  de  18í> 
liombres  de  tropa:  en  cuya  virtud  se  puso  en  marcha  pam 
•el  mineral  de  Pasco,  siguiendo  á  corta  distancia  á  '  su  r*  - 
taguardia  los  «granaderos,  como  por  via  de  escolta:  que  há- 
l)iendo  producido  una  e-straña  admiración  á  los  oficiales  dv^ 
granaderos,  que  una  fuerza  tan  considerable  se  hubiese  ri»n 
^lido  sin  hacer  ninguna  clase  de  resistencia;  en  precaución 
<le  un  arrepentimiento  ó  motin  repentino  de  la  tropa,  con 
afabilidad  y  simulados  pretestos  se  entretuvieron  durante 
la  marcha,  en  tomar  las  tercerolas  de  muchos  de  los  solda- 
dos romo  para  reconocer  la  clase  del  armamento,  y  con  ^«:i 
motivo  abrian  y  cerraban  las  cazoletas,  montaban  y  desmon- 
ta))an  los  gatillos,  siendo  el  verdadero  intento  derramarles 
las  cebaos  inutilizando  de  pronto  el  tiro:  felizmente  no  ocur- 
rió la  menor  novedad  durante  la  marcha,  y  en  cuanto  por  la 
noclie  llegó  esta  tropa  al  pueblo,  fué  desarmada  y  asegurada 
en  los  depósitos  de  prisioneros — Esta  fué  la  última  operación 
<le  la  batalla    de  Pasco. 

Los  trofeos  que  las  armas  de  la  Patria  recojieron  en  ese 
<lia  memorable,  fueron,  tres  banderas,  dos  estandartes,  la 
-espada  del  general  O'Reilly,  el  armamento  de  dos  batallones 
de  infantería,  el  de  un  escuadrón  de  carabineros,  dos  piezas 
de  artillería,  la  caja  militar  y  el  parque  de  repuesto:  y  la 
pérdida  de  fuerza  que  ambas  partes  sufrieron,  fué  como  si- 
gue : 


440 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


De  los  Patriotas. . 


\  Muertos 
)  Heridos. 

Total 


Muertos. . . 

De  los  Realistas. .  ] Heridos 

¡Prisioneros. 

Total 


JEFES 

OFICIALES 

1 
5 

6 

•••••• 

4 

4 

5 

36 

4 

43 

TROPA 


14 
23 


37 


58 
18 

386 


462 


Por  estos  detalles  se  vendrá  en  conocimiento,  (jue  ní> 
podia  apetecerse  un  triunfo  mas  brillante  ni  mas  completo  r 
pero  para  que  nada  se  echase  de  menos  si  algo  aún  restaba 
á  su  complemento,  habiendo  el  general  Arenales  recibido- 
aviso  de  los  indios  que  mosqueteal)an  la  batalla  desde  las  al~ 
turas,  que  el  general  O'Reilly  habia  sido  de  los  último» 
<»n  retirarse  diel  campo  del  combate,  y  por  consecuencia  no  de- 
bía ir  muy  lejos;  dispuso,  que  sin  pérdida  de  tiempo  mar- 
chase el  teniente  don  Vicente  Suarez,  con  un  piquete  de  gra  - 
naderos  bien  montados  en  muías,  á  perseguirlo  en  cualquier 
dirección  que  fuese  hasta  tomarlo.  Así  se  hizo :  en  la  madru- 
gada del  dia  7,  Suarez  se  puso  en  marcha,  llevando  de  ba- 
queanos varios  entusiastas  indios  alcaldes,  que  se  ofrecieron- 
\oluntariamente,  y  tomó  el  rumbo  que  las  noticias  mas  con- 
testes indicaban :  y,  dicho  y  hecho :  á  los  tres  6  cuatro  dias. 
volvió  el  infatigable  Suarez,  con  el  último  trofeo  de  la  vic- 
toria del  6.  El  general  español  habia  sido  alcanzado  en  Ios- 
campos  de  la  hacienda  de  Lauricocha,  como  veinte  leíruas  al 
noroeste  del  campo  de  batalla,  próximo  ya  a  tomar  el  cami- 
no de  la  cordillera  de  Cajatambo,  de  donde  fácilmente  po- 
dia declinar  á  Lima:  pero  ya  estaba  decretado  que  el  pod-or 
español  terminase  en  América,  y  esa  sentencia  fatal  debía 
(Mimplirse.  La  división  Arenales  habia  llenado  su  misión,  >- 
ya  era  tiempo  que  dejase  el  campo  á  nuevas  acontecimientos  r 


APUNTES  POSTUMOS  441 

había  descansado  doce  ó  quince  días,  y  el  general  después  de 
instalar  como  gobernador  de  la  provincia  de  Pasco  al  tenien- 
te coronel  don  Manuel  Rojas,  emprendió  su  marcha  por  la 
quebrada  de  Hoyon:  pero  antes  de  referir  los  últimos  pasos 
de  nuestra  campaña,  se  me  ha  de  permitir  una  digresión  que 
quizá  no  desestime  la  posteridad. 

Mucho  habia  llamado  la  atención  de  todos  nosotros,  el 
grado  de  desarrollo  en  que  encontramos  el  espíritu  revolu- 
cionario en  aquellos  pueblos,  enigma  que  al  principio  no  su- 
]>imos  esplicaruos,  pero  que  a  poco  andar  descubrimos  el 
origen.  En  lo  principal  habia  sido  obra  del  general  San 
Martin :  que  así  que  hubo  logrado  de  los  gobiernos  de  Chile  v 
de  las  Provincias  Unidas  la  resolución  decidida  de  espedicio- 
nar  al  Perú,  vio  que  era  la  hora  de  la  combustión,  y  lanz^V 
emisarios  secretos  que  desparramaron  proclamas  impresas, 
en  castellano  y  en  quichua,  hablando  á  todas  y  cada  una  de 
las  clases  y  castas  de  que  se  componen  aquellas  masas,  espli- 
candóles  su  empresa  y  el  rol  que  cada  cual  estaba  llamado  a 
desempeñar:  fisí,  pues,  los  indios,  y  aún  personas  de  mas 
elevada  clase,  que  habían  conseguido  uno  ó  mas  de  estos  pa- 
peles, los  guardaban  con  una  fé  reverente  y  entusiasta  co- 
mo una  valiosa  adquisición,  y  se  servían  de  jellos  como 
de  un  pasaporte  ó  título,  que  nos  enseñaban  para  com- 
probar su  patriotismo  y  adhesión  á  la  causa  de  la  ínc!(»- 
pendencía. 

Por  este  tiempo  regresó  del  cuartel  gen-eral  el  ayudante 
don  Florentino  Arenales  que  habia  conducídc  el  parte  de 
la  victoria  de  Pasco,  y  por  él  supimos,  que  mientras  nuestra 
división  había  hecho  su  paseo  militar  por  Tea,  Huancavélí- 
(*a,  Huamanga,  Jauja,  Tarma  y  Pasco,  el  general  San  ^lartín 
se  habia  reembarcado  en  Pisco  con  el  resto  de  la  espedicion, 
había  hecho  una  visita  al  puerto  del  Callao  con  el  ejército  y 
la  escuadra,  y  descendiendo  en  seguida  á  la  costa  del  norte 
de  Lima,  había  vuelto  á  desembarcar  en  el  puerto  de  Huacho 
á  principios  de  noviembre. 


442  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

El  20  ó  21  de  diciembre  si  nial  no  me  acuerdo,  la  di- 
T'ision  Arenales  emprendió  su  marcha  hacia  la  costa  humean- 
do su  reunión  al  ejército,  no  sin  preparar  el  ánimo  para  otra 
función  como  la  del  6,  pues  era  muy  factible  que  el  general 
"Canterac  campado  con  el  ejército  real  en  la  hacienda  de  As- 
iiapuquio,  intentase  tomar  su  revancha  á  nuestro  paso.  Efec- 
tivamente así  pudo  suceder,  sin  la  traslación  de  nuestro  ejér- 
<;ito  de  Pisco  al  norte,  pues  con  esa  mira  en  el  mes  anterior 
^1  enemigo  habia  destacado  una  columna  de  1300  hombres 
<le  las  tres  armas  sol)re  la  línea  de  Chancay  y  Palpa  al  mandt) 
del  intrépido  guerrillero  coronel  don  Gerónimo  Valdés.  Pe- 
ro ya  era  tarde:  el  incomparable  genio  del  general  San  ^lar- 
tin,  cuya  previsión  y  cálculo  estratéjico  rayaban  á  una  altu- 
ra que  no  á  muchos  es  dado  llegar;  el  que  nunca  habia  com- 
prometido una  simple  partida  sin  la  probabilidad  del  éxito :  el 
<{ue  con  audacia  y  rapidez  da  sus  maniobras  habia  aturdi- 
do al  vi  rey;  el  que,  para  decirlo  de  una  vez,  era  el  alma  de 
<^sa  prestí jiosa  superioridad  que  la  espedicion  habia  impreso 
en  el  Perú  y  en  la  América  toda :  él  habia  cruzado  el  plan  del 
<»nemigo:  con  mayor  anticipación  lo  habia  previsto  y  dado 
<)rdenes  al  coronel  Alvarado  de  ocupar  á  Palpa  con  la  masa 
de  caballería  de  vanguardia,  ocupación  que  se  verificó  con  el 
apoyo  del  resto  de  nuestro  ejército  que  se  movió  hasta  la  ha- 
iMenda  de  Retes.  Hasta  entonces  y  desde  cuatro  años  atrás. 
^1  poder  español,  en  Chil<»  como  en  el  Perú,  se  habia  visto 
vencido  ó  burlado  por.  .  tros  soldados  en  mas  de  sesenta 
<*ombates  y  casos  diversos,  y  en  esto  se  fundaba  su  orgullo  y 
su  preponderancia;  calidades  que  tomaron  mayores  dim^en- 
líiones,  con  el  trastorno  consiguiente  á  la  deposición  del  Vi- 
rey  Pezuela.  arrojado  de  su  solio  por  sus  propios  generales 
y  gefes,  acusado  de  apatía,  irresoliicion  é  incapacidad.  Este 
<^ra  el  cuadro  que  ofrecía  el  Perú  en  las  primeras  escenas  del 
drama  de  su  independencia. 

El  ejército  formado  con  el  general  Jefe  de  E.  !M.  á  la  ca- 
Ijcza  hizo  los  honores  de  la  recepción:  y  así  que  los  cuerpo» 


APUNTES  P6STUMOS  44:i 

tomaron  su  puesto  en  la  línea,  se  presentó  el  general  San 
Martin  con  sus  tdecanes,  y  en  términos  lacónicos  pero  espre- 
-sivos  (lirijió  á  hi  división  de  la  sierra  su  bienvenida,  espre- 
í-ándole,  que  quedaba  satisfecho  de  su  comportamiento,  y  d" 
<{ue  cada  cual  en  su  puesto  hubiese  llenado  su  deber.  En 
í<egu¡(bi  el  general  Las  lleras  segundó  su  enhorabuena  en  es- 

cojidas  palal)ras,  y  dirigiéndose  al  núm.  11,  cuerpo  que  ha- 
lúa  creado  y  sido  su  jefe  por  mas  de  ocho  años,  le  felicitó  eu 
particular  exhortándolo  á  que  siempre  siguiera  por  la  senda 
4lel  deber  y  de  la  victoria,  en  que  tantas  veces  habia  merecido 
honrosos  aplausos.  Los  cuerpos  se  retiraron  á  sus  respecti- 
vos e^m|)os  y  el  nuestro  al  que  le  habia  señalado  .el  E.  M.,  y 
^n  seguida  no  mas,  empezó  á  presentarse  la  oficialidad  de  los 
litros  ron  sus  jefes  á  la  cabeza,  á  congratularnos  por  la  feli- 

<'idad  de  la  campaña  y  de  nuestro  arribo,  singularizándose 
^n  demostraciones  y  siendo  la  primera  en  llegar,  la  del  en- 
greído batallón  de  Xumancia;  oficialidad  que  en  su  mayor 
])arte  eran  jóvenes  oficiales  que  habian  pertenecido  á  las 
tropas  de  Colombia,  que  teniendo  la  desgracia  de  caer  prisio- 
neros en  poder  del  general  español  Morillo,  durante  la  época 
<le  la  guerra  á  muerte  que  hizo  en  Venezuela  y  Nueva  Grana 
'<1a.  por  un  rasero  de  compasión  á  su  corta  edad  no  los  hjiMa 
fusilado.  (*omo  lo  hacia  c<m  todo  prisionen»  sin  distinción  de 
<'lase  ni  rango,  sino  que  los  destinó  al  R^^jÍMii.  mío  XiíMiauí'i 

^*n   eJH^e  de  soldados  rasos:  entre  ellos  se  '^oiilr.oan   1.»s  ci- 

pitanes  don  Pedro  Guerra  y  don  Agustin  (leldarinn-  Ií»s  i\yu- 

-dantes  don  José  Bustainante  v  don  Rafael   Cuervo — l(,s  te- 

• 

nientes  don  Pedro  Torres,  don  X. . . .  Madrid,  don  P(xlro 
Guas.  don  Diego  Sánchez  y  don  Pedro  Sornosa — y  subtenien- 
tes d<»n  José  Carretero,  don  Luis  Foronda  y  don  Francisco 
Sat izaba  1,  siéndome  muy  satisfactorio  añadir,  que  desde  ese 
<1ia  la  oficialidad  asi  como  la  tropa  de  ambos  batallones,  sim 

patizaron  con  tanta  (estrechez,  que  en  los  campamentos,  en 
los  combates,  lo  mismo  que  en  los  pueblos,  nos  buscábamos 
amos  á  otros  con  preferencia  y  conservamos  una  unión  y  con- 


444  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

fraternidad,  que  solo  se  interrumpió  por  el  regreso  del  cuer- 
po á  Colombia. 

No  fueron  estas  las  únicas  demostraciones  que  se  tri- 
butaron á  nuestra  división  en  aquel  dia;  sino  que,  se  com- 
plementaron con  un  premio  que  para  nosotros  fué  de  una 
alta  estima.  Nuestra  satisfacción  fué  inmensa  y  la  sensacioíi- 
de  agradecimiento  y  estímulo  que  produjo  en  el  ánimo  de 
todos,  me  merece  hoy  como  mereció  entonces  xin  vivo  re- 
eu-erdo — El  General  San  ]Martin  que  de  todo  podría  ser  pró- 
digo menos  de  los  ascensos  y  recompensas,  hizo  publicar  en: 
la  orden  general  de  ese  dia,  nn  decreto  que  habia  espedido 
el  13  de  diciembre  cuando  recibió  el  parte  de  la  batalla,  en. 
que  decia — '*La  División  libertadora  de  ¡a  Sierra^  ha  llenado- 
**el  voto  de  los  pueblos  que  la  esperaban:  los  peligros  tj  /<?<: 
*^ dificultades  han  conspirado  contra  ella  á  porfía,  pero  Ufr 
''han  hecho  mas  que  exaltar  el  mérito  del  que  la  ha  dirijido^ 
'*l/  la  constancia  de  los  que  han  obedecido  sus  órdenes:  para^ 
'apremiar  á  uno  }j  á  otros,  se  abrirá  una  medalla  que  re- 
'* presente  las  armas  del  Perú  por  el  anverso,  y  por  el  revers(^ 
** tendrá  la  inscripción  '*A  los  vencedores  de  Pasco*' — El  Ge-- 
**neral  y  los  Jefes  la  traerán  de  oro,  y  los  oficiales,  de  plata, 
'^ pendiente  de  una  cinta  blanca  y  encarnarla:  y  los  Sargen- 
*'tos,  (-abos  y  ."toldados,  usarán  al  costado  izquierdo  dfl  pechf 
'*un  escudo  bordado  sobre  fondo  encarnado,  con  la  t( yenda — 
*^Yo  soy  de  los  vencedores  de  Pasco" — En  seguida  huh<^ 
promosiones  en  los  cuerpos  de  la  división,  y  á  mi  me  tocó  eír 
suerte  ocupar  la  vacante  de  Teniente  2.o  de  la  compañia  de- 
Granaderos,  que  el  desgraciado  Moreno  habia  dejado  por  sif 
muerte  en  aquella  memorable  jornada. 

Aquí  terminaría  estos  apuntes  sobre  la  campaña  de  la 
Sierra,  si  no  fueran  dos  singulares  episodios  que  ocurrieron,, 
y  que  guardan  un  riguroso  enlace  C(m  las  operaciones  de? 
ejército  en  general.     Voy  á  hacer  su  exposición  lo  mas  lacóni- 
co que  me  sea  posible. 

Como  ya,  he  dicho  en  otra  parte  de  estos  apuntes,  cuan  - 


APUNTES  POSTUMOS  445 

do  el  General  Arenales  marchó  con  la  división  sobre  Hua- 
manga  el  21  de  octubre,  dejó  como  gobernador  político  áti 
la  provincia  de  lea  á  don  Juan  José  Salas,  persona  de  distin- 
guida clase,  de  ilustración  no  común  y  de  una  educación  cul- 
tivada, calidades  que  le  habian  grangeado  la  estimación  del 
General,  ademas  de  que  á  nuestro  arribo  de  Pisco  habia  ad- 

^juirido  mérito  con  su  actividad,  contracción  y  asiduas  ofi- 
<?i()sidades,  para  proporcionar  á  la  división  alojamientos  có- 
modos, víveres,  caballos  y  cuanto  se  hacia  necesario  a  la 
oficialidad  y  tropa,  y  por  cuyos  comedimientos  todos  naso- 
tros  le  corresj)ondiam<)s  con  las  mas  finas  atenciones  y  de- 
ferencias. Quedó  también  como  Comandante  general  do 
firmas  del  Sud  el  Teniente  Coronel  don  Francisco  Bermudez, 
k  quien  se  entregó  una  cantidad  del  armamento  y  municio- 
nes  tomado  al  enemigo,  con  destino  á  que  levantase  una 
fuerza  que  sostuviese  interceptada  la  comunicación  entre  el 

^lei)arta mentó  de  Arequipa  y  la  ca|)ital  de  Lima,  poniendo  i 
sus  órilenes  al  Sargento  ^Mayor  graduado  caj)itan  de  cai)alli*- 
ria  don  José  Félix  Aldao.  oficial  de  capacidad,  de  valor  á 
toda  prueha  y  otras  buepas  calidades  militares,  para  que 
formase  un  escuadrón  veterano  que  les  sirviese  de  apoyo: 
juro  el  señor  Salas,  (|ue  á  todos  mereeia  el  concepto  de  u/i 
l)atrioíM  decidido  y  leal,  olvidándolo  todo,  despreciando  las 
consideraciones  y  honores  (jue  se  le  habian  prodigado,  se 
habla  [>uesto  en  inteligencia  secreta  con  el  Vi  rey :  en  cuanto 
<1  (ieueral  Arenales  continuó  la  marcha  para  el  interior,  su 
<»()rresp()ndencia  fué  mas  frecuente  y  por  consetuencia  con 
datos  mas  positivos,  mas  detallados  y  doblemente  mas  per- 
niciosos: pero  la  Providencia  que  par.cia  estar  de  parte  de 
la  causa  de  la  libertad,  puso  el  antídoto  al  lado  del  veneno: 
los  conductores  de  esa  correspondencia  que  eran  de  la  raza 
indíjicna.  raza  liechizada  c(m  las  palabras  de  Patria,  Libfr- 
tad,  (jue  habia  lanzado  el  General  San  Martin  desde  Chile  en 
sus  prochnnas.  y  que  los  hechos  le  demostraban  que  nuestra 
misión  (*ra  realmente  la  de  destruir  á  sus  opresores;  al  solo 


446  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

íleeirles  Salas,  que  his  cartas  que  le  recomendaba  eran  para 
A  Virey  de  Lima,  sospechaban  la  traición,  y  de  trasnochada^ 
trasmontando  serranías,  arrostrando  toda  clase  de  riesgos, 
iban  á  presentarlas  al  general  San  Martin,  en  la  persuacion 
de  contraer  un  mérito,  de  hacer  un  servicio  á  la  causa  d^ 
sus  simpatías — Varias  de  estas  cartas,  y  entre  ellas,  otras, 
<{ue  la  bella  señora  Rosa  Campusano  (guayequileña,  í[ue  dis- 
frutaba entonces  de  mucho  ascendiente  ante  el  G(*neral  La- 
serna)  decidida  y  entusiasta  patriota  de  Lima,  que  ha!)ia  lo- 
í^rado  sustraer  clandestinamente  de  las  gavetas  de  un  escri 
torio,  estaban  también  en  poder  del  General  San  Martin, 
cuando  el  Ayudante  Arenales  condujo  el  parte  de  la  vi(  toria 
(le  Irasco:  al  regrcí^o  pues  de  este  Oficial,  el  Ocneral  Arena 
les  recibió  orden  con  recomendaciones  encarecidas,  de  ha- 
«•cr  comparecer  á  Salas  en  el  Cuartel  General' con  toda  segu- 
ridad y  á  la  mayor  brevedad  posible. 

Mientras  esto  ocurría  entre  los  Generales  San  ^lartin  y 
Arenales  por  el  norte,  otras  cosas  de  diverso  género,  aun- 
(pie  del  mismo  origen,  tenían  lugar  por  el  sud  entre  las  Pvo- 
vimias  de  :ci«..  Arequipa  y  Lima. 

Kl  CoMiauiUiiite  Hermudez  y  el  Mayor  Aldao  qu<  cono- 
cían bien  la  peliy^Tosa  posición  en  que  los  dej.-iS-a  el  ;ileja- 
miento  de  la  división  Arenales  al  interior,  procedieron  sin 
I^erder  instant<*s  con  la  actividad  de  su  celo  y  pericia  en  la. 
f^uerra.  Conocian  que  no  podían  sostener  el  puesto  que  se 
les  habia  encomendado  sin  una  fuerza  veterana  en  que  apo- 
yarse, y  esta  necesidad  l-es  obligó  á  levantar  dos  pequeñas, 
compañías,  una  de  infantería  y  otra  de  caballería,  emi>euán- 
dose  en  darles  su  instrucción  y  disciplina  dia  y  noche  sin  ce- 
sar: y  con  el  mismo  designio  sujetaron  también  a  una  rigu- 
rc»í?a  organización  y  enseñanza,  parte  de  las  milicias  de  in- 
fantería y  caballería  de  la  Provincia,  tanto  para  afianzar  su 
]>()der  moral  y  material,  cuanto  para  comprometer  al  pueblo 
en  el  sosten  de  la  libertad  é  independencia  que  acababa  de  ju 
lar  j>or  un  acto  solemne.     Pero  en  medio  de  este  cuadro,  el 


APUNTES  P68Ti^MOS  447 

Gobernador  Salas,  ya  por  debilidad  característica,  ya  por 
carecer  de  un  legitimo  patriotismo  ó  persuaciou  de  los  fte- 
rechos  de  su  pais,  ó  ya  en  fin  porque  su  corazón  profesase 
mayor  adhesión  al  vasallaje  que  á  la  libertad;  ciego  por  sus 
instintos  ó  inclinaciones  menguadas,  y  sin  valorar  la  mnii- 
cha  que  echaria  sobre  su  nombre  si  por  algún  incidente  lie 
gaba  á  descubrirse,  no  vio  en  la  marcha  de  nuestras  tropas  ai 
interior  sino  uu  campo  mas  expedito  para  continuar  su  cor- 
respondencia con  el  Virey  y  Generales  realistas,  no  limiíáu- 
dose  ya  á  solo  dar  razón  de  la  fuerza  y  estado  débil  en  (jue- 
quedaba  lea,  sino  aconsejando,  instando,  á  que  mandasen 
tropas  qíie  por  sorpresa  se  apoderasen  de  la  provincia,  y 
«luc  tomasen  á  esos  jetes  insurjentos  que  oprimian  al  pii? 
I  i  lo.  Este  era  el  lenguaje  de  las  cartas  interceptadas.  Y 
i\>\  sucedió,  que  tantas  fueron  las  iusinuacitmcs  «íel  doslcíil 
Salas  y  sus  ofrecimitentos  de  cooperación,  que  convenido  el 
virey  de  no  correrse  riesgo  en  la  empresa,  se  decidió  A 
mandarla  ejecutar  girando  sus  instrucciones  al  general  lii- 
calnrt  gefe  de  la  costa  sud.  para  <|ue  despachando  fuerzas  d"- 
su  parte  simultánciunente  con  otras  que  él  haria  salir  d'^ 
liima  en  dias  'i jos,  en  una  determinada  hora  cayesen,  sobre 
Hermudez  y  Aldao.  El  plan  no  hay  duda  era  sencillo  y  bien 
ctmibinado.  pero  no  resultó  asi  en  la  ejecución,  por  •  que 
algunos  lejítimos  patriotas  al  observar  apresto  de  tropas, 
se  valieron  de  ingeniosos  ardides  para  averiguar  el  designio^ 
y  asi  que  lo  consiguieron  despacharon  un  indio  cruzando 
e{»rros  y  sendas  escusadas,  para  avisarlo  al  gefe  de  las  tropa» 
de  lea.  Benuudez  apercibido  entonces  por  este  aviso  y 
otras  sospechas  y  denuncias  que  desde  antes  tenia  contra 
Salas,  tomó  con  sigilo  toda  clase  de  medidas  para  preca- 
v(»rse  de  una  sorpresa,  siendo  la  principal  de  ellas  la  de  ase- 
Lrnrar  con  artilicio  la  persona  del  sospechoso:  ])asó  algunos 
diaí?  de  Incertidumbre  pero  variando  de  posiciones  todas 
las  noches,  cuando  á  la  hora  menos  pensada  m  presentó  uno 
de  los  espías  que  habia  mandado  á  la  parte  de  Lima,  dieién- 
dole  que  dejaba  cerca  una  fuerza  que  venia  á  atacarlo:  esta 


4-1^  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

se  presentó  pocos  minutos  después,  se  trabó  el  combate  en 
que  hubo  algunos  muertos  y  heridos  de  ambas  partes,  mus 
los  milicianos  de  lea,  bisónos,  y  que  sin  duda  por  primera 
vez  se  velan  entre  la  sangre  y  las  balas,  se  acobardaron,  se 
envolvieron  y  se  dispersaron,  no  quedando  á  Bermudez  otro 
recurso  que  emprender  su  retirada  en  orden,  aprovechando 
cuantas  ventajas  y  posiciones  le  ofrecia  l3a  localidad,  hasta 
<iue  pudo  ganar  la  sierra:  allí  se  consideró  yá  seguro,  pues 
ol  enemigo  por  otra  parte  no  esforzó  mayormente  su  persi- 
<»ucion,  y  entonces  con  mas  calma  pudo  tomar  la  cordillera 
etx  dirección  al  valle  de  Jauja.  Siguió  sin  mas  inquietud»»s, 
mas  como  la  tropa  que  llevaba  era  un  grupo  de  reclutas  Ci)n 
40  ó  50  dias  de  instrucción  apenas,  en  las  marchas  por  ca- 
minos estraviados  y  difíciles  se  le  dispersaron  algunos  sin 
medio  de  evitarlo :  pero  asi,  a*si,  llegó  con  el  resto  á  Iluancayo 
^hi  novedad :  alli  recibió  comunicaciones  del  general  Are- 
nales que  iban  ya  á  despachársele  á  lea,  y  entre  ellas  una  en 
que  K»  ordenaba  remitir  la  persona  del  teniente  coronel 
Salas  á  presentarse  al  general  en  gefe,  escoltado  por  mu 
oficial  con  tropa,  con  la  (onsigna  reservada  de  vigilar  y 
asegurar  su  persona  sin  dárselo  á  entender. 

Llí^gó  Salas  muy  ufano  al  cuartel  general  de  Retes,  lla- 
u^amlo  la  atenc^ion  el  conjunto  de  su  lujoso  traje  militn«\ 
su  montura,  su  sable,  sus  botas  granaderas,  y  sol)re  todo, 
su  estatura  gi.«i:antesca.  El  oficial  conductor  lo  presentó  en 
i4  acto  al  general  San  Martin,  diciendo,  que  lo  remitia  el  eo- 
mandante  Bernuidez  desde  Iluancayo  por  órdenes  que  ha^ia 
r( cibido  para  ello.  El  general  entonces  pidió  á  su  secreta- 
rio ]irivado,  capitán  Salvador  Iglrnias,  que  le  trajera  las 
t-artas  (pie  tenia  de  Salas:  siéndola»  presentadas,  las  revis»'». 
tomó  de  entre  ellas  una,  y  ensenándole  la  firma  le  precrun- 
t/> — ¡coufHU'  usU(J  rsfa  carfa! — Salas  respondió — Ni,  .sri7'*^\ 
Ja  conozco:  es  mía.  El  general  le  dijo  entonces — J**f(<  s> 
ustfd  la  nconocí,  hn  su  cont(  nido — Salas  al  reconocer  su 
letra,  creyó  prnba])lrmente  (jue  era  alsruna  de  las  que  liabia 
,»MTÍto  desde   lea  al  mismo  general  á  Pisco,  pero  en  cuanto 


APUNTES  POSTUMOS  449 

dio  vuelta  la  hoja  para  leerla  desde  el  principio,  se  encontn'» 
con  qtie  era  do  las  que  habia  dirgido  á  Lima  aconsejando 
la  sorpresa  al  comandante  Bermudez  en  lea — Quedó  estu- 
pefacto, sin  sentido:  y  comprendiendo  de  un  golpe  su  cri- 
men y  que  ya  no  eran  momentos  de  recurrir  á  disculpas  no 
encontró  mas  recurso  que  postrarse  de  rodillas  á  los  pies 
del  general  San  ^lartin,  y  abrazándole  las  piernas  implorar 
piedad,  perdón,  clemencia  para  un  hombre  débil,  inexp*',rfo, 
olncinado  por  el  poder  de  los  realistas,  qve  él  conceptuare  /w- 
renrihlc.  VA  general  entonces  dio  dos  pasos  atrás,  le  diri- 
jió  una  mirada  de  desprecio  con  sus  ojos  centelleantes,  li- 
ciendc) — }jo  no  he  venido  á  este  país  á  sacrificar  vichos  ían 
miserables  como  este — y  volviendo  la  espalda,  orderit'»  i;ue 
en  el  acto  se  mandase  al  puerto  de  Huacho,  lo  embarca.s<.»n 
en  el  buijue  que  iba  á  zarpar  para  Valparaíso,  remit'én  lolo 
Á  disposición  del  gobierno  de  C-hih»,  con  exj)osiciou  ile  la 
causa  y  sus  antecedentes.  Este  pasaje  lo  presenciaron  l.« 
edecanes  del  general  y  varias  otras  personas,  que  despius 
lo  refirieron,  y  asi  se  divulgó  en  el  campamento  como  tantas 
otn)s  que  continuamente  ocurrían.  La  orden  del  general 
Shu  Martin  se  cumplió,  y  Salas  permaneció  alejado  durante 
s¡:  administración:  mas  cuando  Riva  Agüero  subió  á  la  j)re- 
sitlemia  del  Perú  en  marzo  de  1823,  no  salo  le  peruiitir 
regresar  al  ])ais,  sino  que  lo  llamó  á  la  carrera  militar,  no 
r.'cuerdo  bien,  si  en  la  clase  que  le  confirió  el  general  Are- 
nales ó  con  ascenso:  esto  no  importa  gran  cosa,  pero  si 
conviene  a  saber,  que  no  fue  este  el  único  de  los  act<  s  no- 
tables de  la  corta  administración  de  Riva  Agüero. 

Aíiuí  termina  el  primero  de  los  episodios  que  ofrcí-'  re- 
ferir: y  en  cuanto  al  segundo,  si  por  ahora  no  nu'roci?se 
figurar  (»omo  parte  del  suceso  que  le  dio  origen,  no  |:)erju- 
dicará  en  mi  í-onc^^pto  que  pase  á  nuestros  mas  lejanías  su- 
c(\sores.  para  cuando  les  llegue  el  turno  de  apreciar  las 
oíMirnmcias  de  esos  remotos  tiempos,  en  cuyo  supu(»stí),  s*.* 
me  j>ermitirá  una  sucinta  exposición  de  sus  i)reliminares. 


450  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Luego  que  nuestro  ejército  eontramarehó  de  Retes  y  to- 
mó cantones  v^n  el  pueblo  de  liuaura,  se  encontró  qu'*  :i«> 
había  local  aparente  para  depósito  del  crecido  número  de 
prisioneros  de  toda  clase  que  tenia,  y  en  su  virtud  se  dispu- 
so establecerlo  en  Iluarniey,  pueblo  que  está  treinta  lejanas 
mas  al  norte:  y  siendo  de  este  número  el  teniente  coronel 
don  Andrés  Santa  Cruz,  americano  natural  de  la  Paz,  solici- 
tó abrazar  la  causa  de  la  libertad  y  el  general  San  ^lartin  se 
lo  concedió:  juró  la  independencia  en  legal  forma,  levantán- 
dose una  acta  ante  testigos  militares  de  graduación  de  aml><»s 
ejércitos,  y  fué  incorporado  al  Ejército  Libertador  en  su  mis- 
mo empleo  >  poco  después  tué  nombrado  (.'omandante  mili- 
tar de  la  provincia  de  Cajamarca,  mas  adelante  se  le  confió 
el  mando  de  la  división  que  bajo  la  dirección  del  general  Su  - 
ere  triunfó  en  Pichincha,  y  posteriormente  sus  servicios  y 
cireunstancias  lo  elevaron  hasta  el  rango  de  Gran  ^lariscíil 
del  Perú. 

Bajo  la  prestijiosa  influencia  del  Ejército  Lil>ertador,  en 
el  mes  de  diciembre  de  1820  las  pueblos  de  Cuenca,  Ambato 
y  Loja,  del  departamento  de  Quito,  habían  i)roclamado  la 
independencia :  en  seguida  el  departamento  de  TruxíUo  y  sus 
provincias  repitieron  el  mismo  grito,  encabezados  por  su  In- 
tendente el  marqués  de  Torre  Tagle;  y  á  su  imitación,  hicie- 
ron otro  tanto  las  ciudades  de  Moyobamba,  Chachapoyas  y 
demás  puebh)s  del  departamento  de  ]\raínas:  es  decir,  todo  el 
norte  del  Perú,  se  sometió  al  poder  de  nuestras  armas:  mas 
á  fines  de  abril  de  1821,  reaccionaron  los  españoles  vecinos 
del  pueblo  de  Ofusco,  bajo  la  inspiración,  según  se  dijo,  del 
señor  Obispo  Sánchez  Rangel  de  la  diócesis  de  Maínas  y  d'? 
los  funcionarios  derrocados,  con  cuyo  motivo  fui  comisio- 
nado yo  con  50  hombres  tle  mi  batallón,  para  prestar  apoyo 
al  comandante  militar  de  Cajamarca  Marché  k  mi  destino 
y  en  esas  (úrcunstanciaí?  se  espareió  la  noticia  de  que,  los  pri- 
sioneros del  depósito  de  Huarmey  se  habían  sublevado  t-am- 
hien  en  esos  mismos  días,  quien  sabe  si  en  combinación,  aun- 
que separados  por  una  larga  distancia  un  punto  de  otro :  mas 


APUNTES  POSTUMOS  45J 

€01110  quiera  que  ello  fuese,  lOs  de  Iluarniey  que  se  hallal)ai» 
sobre  la  costa  del  Pacífico  y  pudieron  completar  su  evasión 
embarcándose,  lejos  de  eso  dirijieron  su  fuga  á  la  sierra,  bus- 
cando la  reunión  con  los  de  Otusco:  por  este  hecho  se  juzgo 
verosímil  que  pretendiesen  reunirse  para  hacerse  mas  fuer- 
tes, y  pensasen  hacer  rumbo  por  las  faldas  de  la  sierra  hacia 
Jauja,  por  cuanto  de  allí  les  era  mas  fácil  descender  á  Lima  ó 
incorporarse  á  sus  tropas  del  Cuzco.  Esto  se  calcula])a,  por 
cnanto  iba  entre  ellos  el  coronel  don  Manuel  Sánchez  (¿ue  Ic^ 
habia  sido  del  Rejimiento  de  Talaveras,  y  cojuo  buen  militar^ 
entre  vengar  el  agravio  de  su  derrota  de  Pasco  6  volver  ;i 
España  con  esa  nota,  se  suponía  que  prefiriese  lo  primero. 
Pero  sea  de  esto  lo  que  fuese,  no  siendo  mi  intento  sino  re- 
cordar una  esplicacion  que  le  oí  hacer  al  teniente-coronel 
8anta-Cruz  respecto  de  su  persona,  terminaré  esta  digresión 
diciendo,  que  luego  no  mas  y  á  poca  costa,  se  pacificó  la  i)ro- 
vincia  (»on  la  captura  de  los  prisioneros  y  sublevados  de  Otus- 
co, por  las  indiadas  circunvecinas  que  se  les  lanzaron  enci- 
ma, los  acorralaron  en  una  quebrada,  los  asediaron,  y  no  le» 
quedó  mas  arbitrio  que  rendirse. 

Recuperado  el  orden  y  la  trampiilidad  en  los  pueblos  de 
aqu(»lla  parte  de  la  Sierra,  el  piquete  de  mi  mando  permane- 
ció en  (-ajamarca,  por  cuya  circunstancia  y  el  cumplimiento 
d(*  mis  obligaciones,  diaria  y  frecuentemente  tenia  que  ver 
al  comandante  Santa  Cruz,  para  darle  los  partes  de  las 
ocurrencias  del  cuartel  y  recibir  sus  órdenes.  Este  contacto 
diario  por  una  parte  y  el  no  tener  él  ni  yo  relaciones  en  el 
pueblo,  no  tardó  mucho  en  hacer  mas  franco  nuestro  trato 
y  establecer  una  estimación  v  confianza  mutua :  en  ese  estado 
de  relaciones  de  amistad,  una  de  esas  noches  de  verano  que 
conversábamos  á  la  luna  acerca  de  la  campaña  de  Arenales  v 
])atalla  de  Pasco,  me  dijo — '*  Usted  y  quizá  todos  los  que  se 
liallaron  en  esa  campaña,  probablemente  han  hecho  mu- 
chos y  diversos  comentarios  á  mi  respecto,  ya  cuando  me 
vieron  salir  del  campo  en  el  momento  de  pronunciarse  la 
'Vderrota  de  OHeilly,  ya  al  verme  volver  por  la  noche  en 


<  ( 

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ti 


452  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


4t 


dase  de  prisionero:  pero  cualquiera  que  hayan  sido,  dudo 
cjue  hayan  acertado  eon  las  verdaderas  causas,  y  por  eso  me 
^'permitirá  que  se  las  esplique — 1.a  Yo  pude  retirarme  en 
^*  orden  eoiuo  llevaba  mi  escuadrón,  por  el  camino  mas  cor 
"^'to  ó  mejor  para  descender  á  la  costa,  sin  que  nadie  fanbiese 
^'podido  impedírmelo,  por  cuanto  el  general  Arenales  no  te- 
^'nia  la  fuerza  de  caballería  necesaria  para  mi  persecución; 
^•ni  aun  cuando  la  hubiera  tenido,  no  habría  consentido  en 
"'que  se  alejase  aislada  á  una  larga  distancia.'* 

2.a — ''Pude  haber  batido  á  Lavalle  cuando  me  perse-. 
''^guia  por  el  camino  de  Yanahuanca,  desde  que  llevaba  soh> 
"'25  ó  30  hombres,  que  yo  contaba  uno  á  uno  con  mi  anteo- 
"*j(),  ruando  mi  fuerza  era  cuatro  6  cinco  veces  mayor  y  esto 
*'me  da])a  la  probabilidad  del  triunfo:  y  lo  que  era  aun  mas, 
^*T-H valle  llevaba  sus  caballos  en  mal  estado  por  las  marchas 
^^  y  inaniol>ras  (pie  habia  hecho,  mientras  que  los  mios  eran 
**im*oniparabl(Mnente  superiores,  ya  por  no  haber  hecho  fati- 
**ga.  ya  por  liaher  estado  en  descanso  y  mantenidos  a  grano 
''^en  pesebre:  y  para  decirlo  de  una  vez,  mi  triunfo  habría  si- 
**do  indudal)le  en  esa  ocasión,  y  entonces  mi  retirada  segura 
**  hasta  el  otro  Indo  de  la  cordillera  y  sin  temor  de  ser  inquie- 
^'tado.'' 

3.a — Pude  pasarme  con  mi  escuadrón,  como  estaban 
**]iaciénd()lo  los  jefes  y  oficiales  americanos  hasta  con  tropa 
** armada,  pero  como  una  infidencia  deja  impresa  la  descon- 
■*' fianza  sobre  sus  autores,  pues  como  dice  el  proverbio  quien 
*'h(H(  un  crsfo  puede  hacer  un  ciento;  no  quise  echar  es» 
*' mancha  sobre  mi  nombre,  porque  así  habría  sucedido  ante  la 
*'()|)iuion  (le  ambos  belijerantes,  y  deseché  la  idea  por  desdo* 
^*n)sa.  l'^u  est<»  sentido  hablé  á  la  tropa  esplicándole  el  con- 
*S-(pto,  todos  se  convinieron  unánimes,  porque  también  les 
^*  prometí  hacerlo  a.sí  presente  al  general  San  Martin,  y  que 
*Vn(>  dudaba  que  cumpliese  las  promesas  que  habia  hecho  en 
**sus  ])ro<-lamas  á  las  tropas  del  ejército  real.'* 

4.a — Yo  como  americano  y  desde  muy  atrás,  abrigália 
"las  mas  positivas  simpatías  por  la  causa  de  la  ematicipá- 


APUXTKS  POSTUMOS  4Ó3 


n 
<< : 

a 


cion,  porque  me  había  llegado  á  convencer  del  perfecto  de- 
recho  de  la  América  y  de  su  inmenso  poder,  asi  como  de  la 
impotencia jle  la  España  y  nulidad  de  sus  recursos :  veía  el 
desacuerdo  y  casi  anarquia  entre  el  Virey  y  los  mismos  ge- 
nerales y  ge  fes  europeos,  unos  absolutistas  y  otros  consti 
tucionales,  anarquía  que  ahora  la  vemos  patente  con  la  de- 
posicon  de  Pezuela :  veía  al  mismo  tiempo  los  progresos  que 
**hace  y  nadie  duda  que  seguirá  haciendo  la  revolución  del 
**Perii,  bajo  la  protección  dí?l  ejército  y  dirección  de  un  ge- 
'^neral  que  con  tan  hábil  golpe  de  ojo,  con  tanta  firmeza,. 
** concibe  y  ejecuta  el  mas  tribial  de  sus  golpes:  veía  que 
*' cuando  él  abandonó  su  carrera  en  Europa,  lo  hizo  como 
*' americano  y  por  amor  á  la  sagrada  causa  de  nuestra  tierra^ 
'^¿y  por  qué  no  hacerlo  yo  en  la  ocasión  que  se  me  presenta- 
**ba?  Estas  y  otras  infinitas  reflexiones  se  agolparon  á  m\ 
** mente  en  esos  momentos:  ellas  me  iluminaron:  por  ellas  pre- 
**ferí  entregarme  prisionero,  y  asi  me  tomé  la  libertad  de  de- 
ducírselo al  general  delante  de  los  señores  Monteagudo  y  Gui- 
'Mo:  y  la  mejor  prueba  del  acierto  de  mi  resolución  es,  el 
" '  puesto  en  que  me  hallo  colocado.  Estas  son  las  esplicaciones 
'*que  ofrecí  á  usted:  y  como  ahora  ya  es  innecesaria  su  reser- 
*'va,  autorizo  v  ruego  á  usted  que  las  trasmita  á  sus  eompa- 
''ñeros  toda  vez  que  se  le  presente  ocasión." 


Aquí  dan  fin  mis  reminiscencias  de  la  primera  cam~ 
paña  del  general  Arenales  á  la  Sierra,  sobre  cuyos  he- 
elios  estoy  en  ]a  persuacion  de  que  nada  se  ha  escrito.  6 
por  lo  menos,  si  la  prensa  algo  ha  dado  á  luz,  yo  no  he  leido 
todavía,  y  por  mi  parte  sentiría  mucho  que  quedasen  en  ^X 
silencio  de  los  tiempos:  debiendo  advertir  por  conclusión, 
que  si  en  el  relato  de  algunos  acaecimientos  no  hubiese  es- 
tricta exactitud,  es  por  que  no  en  todos  ellos  pude  hallarme- 
presente,  y  los  refiero  cómo  y  del  modo  que  llegaban  á  mí 


454  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

oonooi miento.     A  bien  que  mas  atrás  han  de  venir  sin  duda 
otros  que  enmienden  y  perfeccionen  esto  y  lo  demás. 

Buenos   Aires   l.o  de   Mavo  de   1865. 
JOSÉ  SEOrXDO  ROCA 


JJKCUERDOS  HISTÓRICOS  SOHRf]  LA  PROVINCIA 

DE  Cl'YO. 


CAPITULO  2.0 
De    1815    á    1820. 

(Continuación)   (1) 

'"Manifiesto  qu'e  hace  el  Gobernador  Intendente  de  esta 
^)vnvincia  de  Cuyo  á  los  habitantes  de  Mendoza,  sobre  hs  aeon- 
tccimientos  de  la  ciudad  de  San  Juan,'' 

**E1  9  del  corriente  al  amanecer,  se  apoderó  de  la  fuer- 
7Ai  veterana  y  milicias  de  la  ciudad  de  San  Juan,  el  capi- 
tán don  ^íariano  Mendizabal  y  depuesto  inmediatamente  el 
t(*ni(»nte  orol>ernador  don  José  Ignacio  de  la  Roza.  Fué  elec- 
to en  su  lugar  el  mismo  ^lendizabal  por  el  sufragio  de 
íiquel  vecindario  y  cuerpos  de  milicias,  bajo  la  seguridad  de 
-rjur  las  tropas  que  se  hallaban  en  la  plaza  sobre  las  armas , 
jiosff  ndrian  su  elección,  según  se  esplica  del  acta  celebrada 
<^]  diez.  Los  pcefes  y  oficiales  del  batallón  núm.  .1.  fueron 
presos  en  el  acto  del  levantamiento,  junto  con  el  teniente - 
■«robernador  depuesto.  Apenas  tuve  noticia  de  este  funesto 
suceso,  dispuso  de  acuerdo  con  el  señor  comandante  gene- 
ral de  esta  división,  que  pasase  él  en  persona,  con  dos  com- 

1,     Véase  la  pajina  331. 


456  REÍ  CERDOS  HISTÓRICOS 

pañias  de  cazadores  á  caballo,  á  observar  la  naturaleza  y 
circunstancias  de  la  insurrección,   persuadido  por  el  aviso 
de  varias  personas  respetables  de  aquel  vecindario,  que  la 
masa  del  pueblo  y  todos  los  ciudadanos  de  })uena  int^»ncion, 
se  veían  comprometidos  y  espuestos  á  los  fatales  resultados 
de  la  insubordinación  y  que  deseaban  un  apoyo  para  preca- 
verlos.    Con  el  fin  de  inspirar  mas  confianza  al  pueblo  ó. 
imponer  a  los  insubordinados,  dispuse  de  acuerdo  con  el  srei> 
de  la  división,  marchase  á  incorporársele  el  resto  de  los  es- 
cuadrones de  cazadores.     Estos  se  hallaban  en  Jocolí  espe- 
rando órdenes,  y  entretanto  el  señor  comandante  Alvaratlo 
se  acercó  á  las  inmediaciones  de  San  Juan,  habiendo  sor- 
prendido antes  una  partida  del  batallón  insurreccionado  en 
el  Pozito,  que  á  favor  de  la  oscuridad  de  la  noche  pudo  po- 
nerse en  fujjfa,  sin  embargo  que  no  esperaba  ser  atacada   Po- 
sesionado de  aquel  punto  el  comandante  Alvaralo,  mando 
una  exortacion  al  batallón,  ofreciéndole  un  indulto  y  í;sí»*j(u- 
rándole  que  oiria  las  quejas  que  tuvieran  contra  los  oíleialfs 
y  pondria  remedio.     Esta  proposición  fué  desatendida  abier- 
tamente, y  entonces  continuó  su  marcha  el  comandante  Al- 
varado  hasta  dos  leguas  de  la  ciudad,  donde  recibid'  una  di- 
putación del  Cabildo,  con  el  objeto  de  hacerle  prí^sente  el 
peligro  á  que  esponia  á  los  gefes  y  oficiales  presos,  no  me- 
nos  que   la   tranquilidad   pública,   si    continuaba   rus   m<ii- 
chas,  atendida  la  decisión  en  que  estaba  de  sostenerse  el  ha- 
tallón   insurreccionado.     El   comandante   Alvarado    ])roti*sto 
a  la  diputación,  que  no  siendo  otro  su  ol)jeto  que  rt^sta>»]'*cer 
el  orden  en  el  cuerpo  de  su  mando,  suspendia  desde  juc^jto  su 
marcha,  por  no  esponer  la  tranquilidad  del  vecindario  \  la» 
consecuencias  tle  la  obstinación  que  mostraba  la  tropa  re- 
l)elada.     En  se^yuida  se  puso  en  retirada,  con  el  sentimiento- 
de  no  haber  podido  coadyuvar  á  los  deseos  de  los  ciudada- 
nos pacíficos  que  se  hallan  rodeados  de  peligros,  cuya  i*ra- 
vedad  y  trascendencia  es  imposible  calcular  en  el  ni.vuí'nto 

actual." 

**Tal  es  el  cuadro  que  presenta  la  ciudad  de  San  Juan,  3? 


LA  REVISTA  DS  BUENOS  AIRES.  457 

es  imposible  contemplarlo,  sin  sentir  la  trascendencia  de  esto 
suceso  á  toda  la  provincia.  Para  penetrarse  de  la  estension 
de  ios  peligros  qiie  la  amenazan,  basta  observar  que  la  insur 
reccion  del  9  del  presente,  es  de  un  carácter  tanto  mas  alar- 
mante, cuanto  que  ella  tiene  una  tendencia  rápida  y  directa 
á  establecer  la  anarquia  mas  horrorosa.  Su  objeto  no  es  sa- 
tisfacer los  resentimientos  de  un  partido  descontento,  que  es 
imposible  dejar  de  suponer  en  las  actuales  circunstancias: 
no  es  reformar  la  administración  económica  de  San  Juan,  cor- 
rijiendo  los  abusos  que  haya  podido  encontrar  el  celo  de  ]oü 
buenos  patriotas,  6  la  suspicacia  de  los  díscolos.  Todo  es- 
to sería  menos  peligroso,  y  al  menos,  podríamos  consolarnos 
de  la  subversión  del  orden,  con  la  esperanza  de  su  restable- 
cimiento. Mas  por  desgracia,  el  objeto  y  fin  que  manifiesta 
la  insurrección  del  dia  nueve,  es  poner  en  igual  peligro  á  to- 
dos los  partidos;  amenazar  la  vida  y  las  propiedades  de  los 
ciudadanos  pacíficos  y  de  los  mismos  díscolos ;  poner  la  auto- 
ridad al  arbitrio  de  una  soldadesca  amotinada,  que  una  vez 
acostumbrada  á  la  insubordinación,  no  pueden  tener  sobre 
ella  sino  influencia  precaria,  los  mismos  jefes  que  proclame. 
ba  conducta  que  ha  observado  hasta  aquí  el  batallón  insur- 
reccionado, hace  ver  la  justicia  de  este  presentimiento.  El 
ha  nombrado  sus  jefes  y  oficiales  por  votación,  y  la  elección 
ha  recaído  en  los  sarjentos  y  cabos  del  cuerpo.  El  capitán 
,M<^ndizabal  ha  distribuido  entre  ellos  una  suma  de  dinero, 
que  quiza  servirá  de  garantía  á  la  subordinación,  mientras 
leuga  refursos  para  satisfacer  los  vicios  de  una  tropa  desen 
frenada ;  pero  en  el  momento  que  no  los  tenga,  ella  los  bus- 
cará por  sí,  sin  examinar  los  medios,  porque  la  fuerza  es  la 
medida  de  su  autoridad.'' 

''En  tales  circunstancias,  yo  he  tomado  la  resolución  de 
convocar  á  un  Cabildo  abierto  para  manifestar  al  pueblo  mis 
sentimientos  y  mis  deseos.  Conozco  que  las  circunstancias 
de  la  insurrección  del  nueve,  son  dificiles  y  peligrosas,  que 
antes  de  emplear  la  fuerza  para  sofocarla,  es  preciso  tocar 
todos  los  medios  políticos  que  puedan  salvar  la  provincia  de 


458  RECUERDOS  HISTÓRICOS 

los  riesgos  que  la  amenazan.  La  gran  medida  de  que  yo 
creo  pendiente  la  salud  pública,  es  concentrar  la  fuerza  mo- 
ral de  la  provincia  para  neutralizar  y  resistir  la  fuerza  física 
que  ha  levantado  en  San  Juan,  el  pabellón  imponente  de  la 
anarquía.  A  este  fin,  es  preciso  quitar  á  los  jefes  de  la  in- 
surrección, los  pretestos  plausibles  que  han  tomado  para 
comprometer  al  pueblo  y  dar  un  carácter  de  revolución  po- 
pular al  que  solo  ha  sido  un  motin  militar.  Con  este  obje- 
to, yo  provoco  k  la  Municipalidad  y  pueblo  de  Mendoza,  para 
que  delibere  sobre  una  diputación,  que  pase  inmediatamente 
n  *San  Juan,  con  el  fin  de  asegurar  á  su  Cuerpo  Municipal  y 
vecindario,  que  el  Gobierno  conviene  desde  luego,  en  que  el 
pueblo  nombre  el  jefe  que  pida  por  la  mayoría  de  los  ciuda- 
danos, y  haga  las  reformas  convenientes  para  el  restableci- 
miento del  orden,  con  la  sola  condición,  de  disponer  que  la 
fuerza  se  retire  del  pueblo,  dejándole  en  plena  libertad  de 
deliberar  y  poniéndose  á  las  órdenes  del  comandante  gene- 
ral de  la  División,  quien,  en  este  respecto,  adoptará  las  me- 
didas que  estime  conducentes  al  restablecimiento  de  la  su- 
})ordinaoion.  Que,  en  prueba  de  la  sinceridad  de  mis  in- 
tenciones, y  por  garantía  de  ellas,  les  asegure  la  Diputación, 
que  yo  soy  el  primero  que  estoy  dispuesto  a  dimitir  el  man- 
do de  la  provincia  y  que  el  pueblo  está  en  plena  libertad  de 
nombrar  el  que  le  parezca,  mientras  el  Gobierno  Supremo 
dispone  lo  que  sea  de  su  agrado.  Que  las  fuerzas  que  he 
mandado  concentrar  en  esta  ciudad,  no  tienen  mas  objeto 
que  sostener  las  deliberaciones  del  pueblo,  y  en  prueba  de 
ello,  permanecerán  acampadas  fuera,  mientras  se  concluye 
esta  transacción.'' 

'*Yo  espero  del  celo  de  los  magistrados,  de  la  honradez 
riel  vecindario,  del  interés  de  los  propietarios  por  la  conser- 
vación de  sus  fortunas,  y  del  amor  al  buen  orden,  que  en 
todas  circunstancias  han  manifestado  los  habitantes  de  esta 
ciudad,  que  se  adoptarán  las  mejores  medidas  para  impedir 
los  progresos  del  desorden  y  sofocarlo  con  prudencia  y 
enerjia.'* 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES.  4.5P 

''Mendoza  y  enero  16  de  1820'' 
^^Toribio  de  Lvzuriaga." 

(A.  G.) 

Es  este^  entre  los  doeumentos  relativos  á  los  aconteci- 
mientos que  tuvieron  lugar  en  Cuyo  en  1820,  el  que  mas  cla- 
ra luz  lia  de  dar  al  historiador  sobre  el  carácter  y  tendencias 
^lol  niotin  del  f)  de  enero  en  San  Juan,  de  la  uniformidad  de 
lííiras  é  inicuos  procederes  con  los  corifeos  de  la  anarquía, 
^|uc  liacian  prosélitos  de  un  estremo  al  otro  de  la  República. 

Concisa  y  sencilla  en  el  lenguaje  esa  esposicion  del  go- 
bernador Luzuriaga,  al  separarse  del  mando,  contiene  sanos 
principios  en  i>olítica,  exactitud  y  verdad  en  la  narración  do 
los  hechos  á  que  se  refiere,  gran  alcance  en  preveer  los  resul- 
tados (pie  ellos  il)an  a  producir  inmediatamente,  habiendo  te- 
nido, en  efecto,  cumplida  realización,  á  los  pocos  dias  des- 
l)ucs,  sus  pronósticos,  como  lo  vamos  á  ver — Y  sobre  todo  la 
lealtad,  la  buena  fé  del  íntegro  Majistrado,  del  honrado  pa- 
triota que  quiere  la  paz  y  tranqxiilidad  de  los  pueblos,  cuyos 
destinos  se  le  han  confiado,  se  revela  resaltante  hablándoles 
<^n  tan  peligrosa  emerjencia.  (Conociendo  que,  sin  verter  la 
preciosa  sangre  de  hermanos,  es  ya  imposible  contener  aque- 
lla vorájine  de  horrores  que  amenaza  hundir  la  República, 
resigna  el  puesto  con  abnegación,  oprimido  el  corazón  por 
nuestro  funesto  porvenir. 

Kste  acto  de  la  vida  honorable  del  general  Luzuriaga, 
<'ntre  nuichos  otros,  será  uno  de  sus  timbres  mas  brillantes 
^nte  la  posteridad  que  ha  de  juzgarle  con  imparcialidad. 

Fué  en  estos  términos  que  se  dirijió  al  Cabildo,  al  dia 
ííiguiente,  resignando  el  mando: 

**Iíoy  hacen  tres  años  cuatro  meses,  que  tuve  la  honra 
"de  entregarme  del  mando  de  esta  provincia,  y  me  es  en  es- 
tremo satisfactorio  haber  hecho  cuanto  ha  estado  á  mis  al- 
cances para  sostener  sus  intereses  y  conservar  el  orden  en 
las   diferentes,   críticas   circunstancias   en   que  me  he   visto. 


4«0  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


* 


Pero  hoy  tengo  el  profundo  sentimiento  de  conocer,  que  to- 
dos los  esfuerzos  de  mi  celo  y  la  sinceridad  de  mis  intencio- 
nes, no  bastan  para  garantirme  el  buen  resultado  de  ixúh. 
medidas  gubernativas.  Mi  primer  objeto  es  consultar  los. 
grandes  intereses  de  la  Patria,  y  respetar  el  imperio  de  las. 
eircun«t«ancias,  cuya  combinación  no  está  en  mi  arbitrio  pre- 
caver ni  penetrar:  conozco,  francamente,  que  ellas  exijen 
que  yo  haga  en  manos  de  V.  S.  la  dimisión  del  mando  que  he- 
ejercido  hasta  ho}^  y  que,  desde  luego,  verifico,  en  la  con- 
fianza y  seguridad,  de  que  V.  S.  al  admitirla,  hará  á  mis  in- 
tenciones y  deseos  por  la  paz  pública,  la  justicia  que  mere- 


cen." 


'*Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años." 

*^  Mendoza,  17  de  enero  de  1820." 
'"Toribio  de  Luzíiriaga.*' 
**Muy  1.  (.'abildo  de  esta  (Capital." 

(A.  O.) 

Kl  Cabildo  contestó  con  la  siguiente  nota. 

'*A  consecuencia  de  la  dimisión  que  se  ha  servido  V.  S. 
hacer  del  mando  de  esta  provincia,  reunido  el  Cabildo  j^lemv 
y  vecindario  de  esta  capital,  (jue  fué  convocado  previamente^ 
se  ha  admitido  la  renuncia,  como  lo  hallará  V.  S.  en  el  testi- 
monio de  la  acta  que  tenemos  el  lionor  de  acompañarle,  y  á 
virtud  de  la  unánime  voluntad  de  los  sufragantes,  ha  reasu- 
mido este  Ayuntamiento,  adaptándose  á  las  providencias  jo- 
iierales  del  Superior  Gobierno,  que  están  en  observancia/" 

''Kl  cal)ildo  se  tendrá  por  feliz,  si  acierta  á  imitar  la» 
ideas  l>enéficas  con  (pie  V.  S.  ha  sabido  marcar  el  periodo  dív 
su  mando,  por  la  prosperidad  de  todos  los  habitantes  de  es- 
tos pueblos,  entre  quienes  será  siempre  grata  la  memoria  de- 
V.  S.  En  su  virtud,  espera  este  ayuntamiento,  se  sirva  dar 
las  órdenes  correspondientes  para  (jue  se  le  reconozca  ^n  lo» 
términos  acordados." 


BECÜERDOS  HISTÓRICOS  461 

**Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.'* 

*' Mendoza,  enero  17  de  1820." 

**Jos6  Clemente  Benegas — Bruno  Garda — Nicofús 
Guiñazú — José  Mayorya — Narciso  Segura — José 
(le  la  Cruz  Encinas — José  Toruno  Videla — José 
Alvino  Gutiérrez — Benito  Segura — Francisco  Mo- 
gano." 

"Señor  Coronel  Mayor  don  Toribio  de  Luzuriaga." 

(A.  G.) 

Omitimos  la  insereion  aquí  de  la  acta  de  su  referencia, 
por  no  contener  ella  nada  de  notable. 

**  Impuesto  por  la  comunicación  de  V.  S.,  fecha  de  ayer, 
de  haberse  adniitido  la  dimisión  voluntaria  que  hice  del  man- 
do i\('  la  provincia,  consultando  mis  primeros  deberes  y  los 
intenses  de  ella,  y  haberlo  rea.sumido  V.  S.  en  consecuen- 
cia, tt^ngo  el  honor  de  acompañar  á  V.  S.  las  órdenes  corres- 
j)ondient(»s  para  las  autoridades  subalternas  de  la  Provincia, 
á  eft'cto  de  que  será  reconocida  la  que  V.  H.  ha  reasumido  por 
la  voluntad  jent^ral  del  pueblo,  según  se  ha  servido  comu- 
nicármelo." 

^•Yo  quedo  altamente  obligado  á  los  habitantes  de  la 
Provincia,  y  muy  ])articularmente  á  V.  S.,  [>or  la  considera- 
ción que  me  asegura,  le  han  ñierecido  mis  servicios.  Siento 
no  poderme  lisonjear  de  halx^r  hecho  todos  los  que  deseaba 
y  d(»  í|ue  mi  celo  no  haya  sido  siempre  tan  feliz,  como  han 
sido  sinceras  mis  intenciones.  Sin  embargo,  yo  me  retiro 
del  mando  cim  la  satisfacción  de  que  la  provincia,  durante 
el  tiempo  de  mi  administración,  ha  salvado  la  Patria  mas  de 
una  vez.  por  m(»dio  de  los  grandes  y  heroicos  sacrificios  que 
liH  prodigado  á  la  ( ausa  del  pais.  Algún  dia  la  posteridad, 
mas  justa  (\\iv  la  edad  presente,  dará  el  valor  que  corres- 
]>ondM  á  los  esfuerzos  de  este  pueblo  generoso.  Esta  esperan- 
za me  consuela  en  medio  de  la  angustia  que  sufro,  al  ver  in- 
terrumi)ido   el    orden    que    felizmente   se   habia    conservado 


4t5^  LA  RE^  iSTA  DE  BUENOS  AIRES. 

luista  hoy  en  la  provincia  y  que  exitaba  la  emulación  de  laíi 
demás.  Pero  V.  S.  8al)e,  que  solo  por  un  acontecimiento  el 
mas  extraordinario  en  la  historia  de  la  revolución,  lia  po- 
dido alterarse  la  traníjuilidad.  A  pesar  de  todo,  yo  que  co- 
nozco i)or  esperieu(áa,  de  cuanto  es  capaz  la  buena  intención 
y  carácter  honrado  del  pueblo  que  V.  S.  representa,  esi)era 
que,  no  solo  se  restal)lecerá  el  orden  en  la  provincia,  sino 
que  se  asegurará  sobre  bases  i)ermanentes  y  será  en  adelante, 
cfmo  hasta  aquí,  una  barrera  firme  contra  e)  espíritu  de 
ananpiía  y  contra  las  empresas  de  los  enemigos  irreconcilia- 
bles di'  la  América/' 

"Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años." 

'*  Mendoza  18  de  enero  de  1820." 
"'Toribio  (le  Lnzuriaga/* 
•*A1  muy   ilustre   ('al)iUlo  y   gol)ernador  político  de  la 
provincia  de  Cuyo." 

(A.  G.) 

lié  ahí  las  st^ntidas  palabras,  llenas  de  esa  convicción 
que  al)rigíi>)a  una  conciencia  tranquila,  con  que  el  general  Lu- 
zuriaga  se  despidió  de  los  pueblos  de  Cuyo,  y  especialmentt* 
de  la  capital.  Hace  justicia  á  los  que  dejaban  de  ser  sus  go- 
l>ernadores,  en  la  satisfacción  que,  dice,  lleva  al  retirarse  del 
l)ais,  por  la  generosa  cooperación  que  durante  su  adiuinistra- 
cion  k»  habia  siempre  prK^stado  en  defensa  de  la  causa  de- 
América.  Les  asegura  que  aun  en  medio  de  la  angustia  que 
aflije  su  eorazon  de  patriota,  viendo  entronizarse  la  anarípiía, 
le  sonsuela  la  idea,  de  que  la  buena  intención  y  carácter  hon- 
rado de  sus  hal)itante8,  ha  de  consolidar  en  Cuyo  el  orden  y 
las  instituciones. 

(^onocia,  por  otra  part-e,  el  general  Luzuriaga,  que  el 
estado  á  que  haliian  arrastrado  al  pais  los  espíritus  díscolos, 
los  corifeos  empecinados  de  la  anarquía,  no  ofrecía  la  menor 
esperanza  de  salvar  1«  constitución  y  el  principio  de  autori- 
dad en  el  réjimen  de  centralismo  moderado  que  habíamos 


KECUKRDOS  HISTÓRICOS  46a 

adoptado.  Que  la  pendiente  demasiado  rápida  en  que  nos 
liabian  colocado  los  sucesos,  no  da])a  ya  lugar  á  detenerse, 
sin  que  la  violencia  del  choque  producido,  llegara  á  causar 
aún  mayores  males.  Tenia  conciencia  de  todo  eso  y  descen- 
dió del  i)uesto  en  oportunidad,  evitando  agravar  mas  la  si- 
tuación, de  suyo  sobradamente  grave,  con  motivo  del  motin  de 
San  Juan. 

El  general  Lnziiriaga  dio  cuenta  de  su  dimisión  al  Su- 
premo Director  del  Kstado,  con  copias  adjuntas  de  los  docu- 
mentos relativos  al  incidente  (pie  la  motivaba,  en  estos  tér- 
minos : 

*' Exilio.   Señor.'' 

*'Las  copias  que  tengo  la  honra  de  acompañar  á  V.  E., 
detallan  las  ocurrencias  que  desgraciadamente  han  alterado 
la  tranquilidad  de  esta  provincia  y  motivado  la  dimisión  que 
he  hecbo  del  mando  de  ella,  á  fin  de  paralizar  de  algún  mo- 
do las  inquietudes  públicas,  coadyuvando  por  mi  part<í  con 
esta  medida.'* 

*'Yo  espero  ([ue  se  restablecerá  la  quietud  pública,  y  que 
solo  tendremos  que  lamentar  los  males  que  ha  sido  imposi- 
ble preveer,  imj)idiendo  por  lo  menos,  su  funesta  trascenden- 
Cía.  y 

**Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años. 

** Mendoza,  lí>  de  enero  de  1820." 
^'Toribio  (le  Luzuriága." 
*'Exmo.  Señor  Supremo  Director  del  Estado.'' 

(A.  G. 

Vamos  á  dar  algunos  lijeros  ra,sgos  de  la  vida  pública  de 

este  ilustre  general,  durante  su  gobierno  de  Cuyo. 

DAMIÁN  HUDSON". 

(Coiitiniiará.) 


DON   FEDERICO   BRANDSEX. 

Capitán  dé  caballería  del  iprimer  Imperio  francos. 

Caballero  de  la  Real  Orden  Italiana  de  .la  Corona  de  Fierro, 

Condecorado   con   la  Lejioai   de   Honor, 

Ayudante  del  Príncipe  Enjenio; 

Coronel  de  caballería  de  la  República  Arj^entina, 

Capitán  de  la  misma  arma  en  el  ejército  de  Chile, 

Jeneral  de  Brigada  deJ  Perú^ 

Benemérito  de  la  Orden  del   St>l. 

etc.,  etc.,  etc. 

((  ontinnacion)    (1) 

IX. 

El  eomamhtnte  Viel,  cuya  bizarra  figura  acabamos  de 
ver  destacada  del  cuadro  de  oficiales  patriotas,  era  uno  de 
los  mas  distiiií^uidos  del  ejército  Andes-Chileno.  Hijo  do 
un  antiguo  letrado  francés,  su  vocación  decidida  por  la  mili- 
cia, lo  llevó  temprano  á  los  campos  de  batalla,  y  húsar  d« 
Xey,  asiste  desde  Elchingen  hasta  la  jornada  de  AVaterloo — 
mas  desastrosa  para  la  Francia  que  la  de  Azincourt  y  Po¡- 
tiers — á  todas  las  campañas  y  encuentros  dó  se  empeñó  el 
jénio  de  \apole(m  contra  la  Europa  corílioadH.  Cuando  i-l 
funesto  18  de  junio  de  1815,  eclipsó  tanta  gloria  Viel  corno 
muchos  otros,  no  vaciló  entre  el  ostracismo  y  la  humillación, 
circunstancia  A  que  debieron  las  banderas  de  la  república, 

(1),     Véase  la  páj,  'A'A2  de  este  tomo  11   de  "La  Revista". 


COROXKL  BRANDSBX.  465 

desplegadas  en  el  Nuevo  j\Iiindo  á  las  brisas  de  la  libertad — 
el  fuerte  apoyo  de  brazos  esperimentados  en  cien  combates. 

<20) 

Soldado  intelijent<í  y  práctico  en  la  guerra,  conoció  en 
el  acto,  que  habia  llegado  el  momento  mas  crítico  para  San- 
^•hez  y  su  reducido  ejército,  y  firme  en  el  terreno  conquistado, 
pido  eon  insisttuicia  un  batallón,  algunas  compañias  al  menos 
<Mi  que  apoyar  sus  movimientos  que  tendian  á  asegurar  la 
]>rcsa,  y  libertar  de  su  pesadilla  á  la  cx-Presidencia  y  Capitán 
ma  J  me  ral  del  Reino  de  Chile. 

Pero  vana  espectativa.  Ni  el  resto  de  su  cuerpo  de  Gni- 
nadíTos — que  por  una  imprevisión  indisculpable,  seguia  á  una 
gran  distancia  á  retaguardia — ])odrá  reforzarlo,  salvándolo 
<lc  una  posición  que  se  hacia  embarazosa. 

Kn  efecto,  toda  la  infantería  habia  quedado  en  los  Anje- 
les.  y  el  Jeneral  en  Jefe,  halagado  por  un  triunfo  efímero,  ol- 
vidó ó  no  hizo  caso  de  los  consejos  de  la  esperiencia,  dejandt) 


(2i»)  HeiLJaniin  J-uan  Maria  Nioüláü  Viel,  naeió  en  París  el  21  de 
t>iierci  17S7 — Hijo  de  Claudio  B.  X.  Viel,  al>ogado  del  Parlamento  y 
Coiisj.joro  de  Luis  XVI,  el  31  de  a^^osto  de  1H<>3,  ingresó  al  ejército 
fiani.-ós  en  el  eanijío  de  Bolonia  como  ,snIdado  del  3er  Kejiniiento  de 
liú'^Hres — lA  la«  órdenes  de  Xey.  asistió  á  las  batallas  de  Elchingen, 
^  ói.a,  sitio  de  Magdebour^,  Kylau,  Friedland,  Torres-Yedras,  Busací). 
Salaiian  a,  asedio  de  (  iiidad-Rodrijfo  y  Almeida — ^Baiitzen,  Dresde, 
Leipsii'k,  Ilanau.  ( •lianip-Aíiibert,  Montmirail,  Ligny  y  Waíerloo.  Sien- 
i\'^  cnndec'orado  en  el  ca'i:po  de  Leij^sick  con  la  cruz  d;^  la  Lejion  de 
Jíon(ir,  y  <-on  la  orden  de  la  Reunión  en  el  Chainpauvert — Durante  la 
jiuerra  de  la  Independencia  fué  premiado  con  la  medalla  y  cordón  de 
orí»  de  Maijio,  la  esmaltada  de  la  ''Lejion  de  Mérito"  y  iiltiuiamente 
<' .n  la  de  "Santa  Helena",  instituida  .por  el  actual  Emperador  de 
1(1  í^  franceses,  para  los  militares  que  sirviero'u  desde  1792  á  LSI."),  sinu 
ludizando  el  último  pensamiento  del  "(irán  Hombre"  á  «'.:«  eompa- 
fi.  rov  lie  gloria.  Kl  29  de  abril  de  1S22,  casó  Viel  en  Santia^ro  de  Chile, 
i'o  1.'  María  Luisa  de  Torcí,  hija  de  la  marquesa  doña  Mercedes  Ouz- 
man  y  nieta  del  Conde  de  la  Conquista — tsiemlo  su  padrino  el  -r. ismo 
je'ieral  San  Martín,  y  asistiendo  en  cías:»-  de  tc-stijros,  los  .'-oroneles 
Cuido  (R.),  Reyes  (A)  Miller  y  M.  Xecochea — Viel  principió  á  ser- 
\\\  en  los  ejércitos  de  la  Patria,  como  sarjent»)  mavor  de  cabalb^ria 
•<le  línea  y  e>  en  el  dia  Jeneral  de  Bridada  de  la  República  hermana 
i|:'  <  hile,  ilonde  ha  desempeñado  pue-st-is  de  im,portancia — 'Vivía  aún 
i"i  a<|uella  capital,  en  setiembre  de  l.S(v),  época  en  rjue  tuvimos  el 
h«  Mor  lie  re«'ibir  su   retrato  y  las  últimas  noticias  de  su   persona. 


««6  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlBaBS. 

escapar  de  nuevo  la  oportunidad  de  esterniinar  al  desmorali- 
zado español. 

X. 

Los  invencibles  estandartes  de  la  Revolución,  asoniabart 
y'd  á  las  corrientes  del  Biobio,  vanguardia  y  barrera  natural 
del  indomable  Araucano,  y  cuyas  aguas  nunca  profanó  impu- 
nemente la  conquista. 

Linde  austral  de  una  costa  y  un  cordón  de  cerros  enca- 
necidos, dos  montañas  y  una  pampa  intermediaria  que  entre 
los  Andes  y  el  Pacífico,  Atacama  y  la  rejion  Magallánica,  se- 
mejan cinco  inmensas  fajas  paralelas,  y  á  las  que  por  la  in- 
clemencia de  su  clima  aplicaron  los  antiguos  la  voz  quichua 
chirí,  que  designa  el  invierno  ó  término  de  la  naturaleza  vi- 
va— es  ctmsiderado  á  justa  razón,  como  la  principal  arí^rria 
hidráulica  de  aquella  zona  sub- Andina.  Alumbrada  sxi  fueíi- 
t<'  por  las  eternas  llamas  del  Tucapel  seri'cí»  ^us  rápidos 
hileros  de  este  á  oeste  por  tierras,  auríferas  y  sombreadas  di- 
bosques  jigantescos  que  las  continuas  lluvias  jamás  despojan 
de  sus  lustrosas' galas  de  primavera — ^liasta  derramarse  en  el 
Océano  á  94  leguas  de  su  revtiente.. 

La  caballería,  falta  de  apoyo,  se  vio  obligada  á  hacer  al- 
to en  un  jvequeño  médano,  á  la  entrada  de  la  enmarañada  sel- 
va de  frondosos  pataguas  y  maitcnes  que  dificultando  los. 
aproches  del  Biobio  -en  aquel  punto,  entapiza  todo  el  baluar- 
te orográfico  que  se  eleva  en  forma  de  hemiciclo  ó  anfi- 
teatro, en  la  orilla  derecha  del  mismo,  y  solo  es  accesible  por 
dos  desfiladeros  que  a^Kinas  dan  paso  á  dos  jinetes  de  frente 
Hay  parajes  en  que  ^(í  vereda  ó  quehrada  vSe  ahonda  á  punto 
de  quedar  completamente  dominados  los  transeúntes  desde 
los  bordos  de  ambos  desfiladeros — circunstancia  á  que  se 
une  el  mal  piso  formado  por  una  tierra  negruzca  y  movible 
que  bajo  la  pata  de  los  caballos  se  levantaba  en  nubes  de  pol- 
vo, impidiendo  se  distinguiesen  los  objetos  cuatro  pasos  a 
vanguardia. 


CORONEL  BRANDSEX.  W7 

A  pesar  de  estas  dificultades  naturales  que  hubieran  si- 
do invencibles  para  esta  arma,  si  Sánchez  hubiese  pensado 
un  momento  en  la  defensa  del  paso;  en  tanto  llegaba  la  in- 
fantería, mandó  Escalada — incorporado  ya  á  Viel  después  de 
14  leguas  de  marcha  forzada — que  los  granaderos  dispersa- 
dos en  tiradores  y  favorecidos  por  los  desfiladeros  enuncia- 
dos, á  la  vez  que  molestaban,  tratasen  de  i-econocer  la  fuer- 
za y  observar  los  movimientos  de  la  infantería  enemiga,  que 
<))>ligada  por  el  rio,  se  defendía  aún,  con  el  objeto  d<»  proto> 
ji  r  el  pacaje  d^^  su  artillería,  equipajes,  familias,  caballada  y 
ganados. 

Recien  en  la  mañana  del  19  se  ordenó  al  batallón  ('a'-^íi- 
dores  de  los  Andes,  tomase  la  vanguardia  como  lo  hizo,  reu- 
niéndose á  los  granaderos  á  eso  de  medio  dia — habicndo^t^ 

dejado  al  enemigo  toda  la  tarde  y  no(  he  del  18  y  madruga- 
da del  19,  para  efectuar  su  pasaje — mientras  que  los  i)atri<)- 
tas,  perdían  la  mayor  parte  de  las  ventajas  que  pudieron 
prometerse  de  esta  campaña,  como  t(^ndremos  ocasión  tic 
j. al  par. 

íja  reunión  de  Alvarado  tuvo  lugar  á  distancia  de  uua  b»- 
giia  del  rio.  Luego  de  asumir  la  dirección  de  la  columna 
como  jefe  mas  antiguo,  deseoso  de  cumplir  las  órdenes  loci- 
l'idas,  sin  reparar  en  el  cansancio  de  su  batallón  postratlo 
]>or  una  larga  jornada — resolvió  llevar  el  ataque  sin  deniora 
ñ  las  líneas  enemigas. 

Iniciada  la  operación  á  las  tres  de  la  tarde,  con  arreglo 
al  i.Jan  conc»'ríado,  los  granaderos  debian  desembo(*ar  p)r 
rl  ucsfiladero  de  la  derecha  que  era  el  nfks  descubierio,  mien- 
tras que  la  infantería  con  una  pieza,  llevaría  la  carga  por  el 
1í;  la  izquierdí,  cubriendo  su  frente  con  una  partida  de  '>0 
^q?iDftderos  al  mando  del  alférez  Fuensalida  y  iu  priiajra 
c<»mpañia  del  bíitallon  con  el  mayor  graduado  Lucio  Salv?id«)- 
]'es.  Durante  la  inarcha,  previendo  Alvarado  una  evolución 
sobre  su  retaguardia,  desprendió  una  compañia  que  situada 


468  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

ironvenientoniente   defendiera   las   immieiones,   un   eañon   do 
batalla  y  equipajes  dejados  allí. 

Tan  luego  como  descubrió  el  enemigo  el  movimiento  de 
los  i>atriotas,  trató  de  pararlo  con  el  fuego  sostenido  de  su 
mal  servida  artilleria.  Pero  el  ataque  era  irresistible  y  fuó 
coronado  con  »1  éxito  mas  completo.  Los  españoles  opusi'3- 
Ton  una  débil  resistencia,  y  como  dice  Brandsen — '^bus- 
rarttn  su  salvarion  empleando  el  arma  d^  las  liebres^' — {la 
fuga.) 

A  causa  de  lo  quebrado  y  montuoso  del  terreno,  solo  to- 
maron parte  en  la  refriega  2  compañías  de  infantería.  50  ca- 
1/alIos  y  2  piezas.  Esta  corta  fuerza,  como  se  ha  visto,  logró 
desalojar  al  en':*migo  de  las  arboledas  que  lo  cubrían  y  estre- 
charlo sobre  el  paso.  Pero  la  oportuna  irrupción  del  Re- 
jimiento  de  Granaderos,  llevando  delante  de  sí  el  estrago  y 
la  niuertf,  oblii^ó  á  aquel  á  precipitarse  al  agua  en  gran  con 
íusion,  donde  encontraron  su  tumba  multitud  de  ellos,  dis- 
persándose el  resto,  entre  el  ensordecedor  alarido  de  centena- 
i(*s  de  mujeres  y  niños  que  poseídos  de  vértigo  y  de  horror, 
eorrian  al  acaso  ó  formaban  una  masa  ( tmipacta  sobre  el  paso, 
<jue  en  vano  devoraban  con  la  vista  y  la  acción  aquellos 
desgi-aciados  ofuscados  por  el  humo,  el  silbo  agudo  de  los 
inoyectiles,  el  relincho  y  la  polvareda  levantada  por  milla- 
i*es  de  caballos  y  acémilas  que  es¡)antados  i)or  el  estampido 
de  las  aruuis  de  fuego,  estremecían  la  tierra  disparando  en 
todas  direcciones.  La  aciaga  noche  de  Chancha-Rayada,  era  un 
y)álid(>  r(»Mejo  ante  a(|uel  drama  indescribible.. .  . 

''Difícil  (s  creer — prorumpe  indignado  un  testigo  de 
eíse  cuadro  d<*s<»arrador— que  iin  Jeneral  eíJpañol  que  se 
JMctabn  de  hacer  la  gfierra  bajo  los  principios  de  las  naciones 
civilizadas,  anidase  un  corazón  de  hiena,  para  haber  (ibliga 
do  á  tMutas  familias  inermes  á  al>andonar  sus  hogares  é  inte- 
reses i^ara  seguir  la  suerte  de  sus  armas.  Aglomeradas  las 
virluosas  monjns  é  infinidad  de  familias  de  las  que  no  pocas 
estaban  heridas  y  lloraban  otras  la  |>érdida  de  algunos  deu* 
dos  á   quienes  habian  visto   ahogarse,   ó  pasar  a   la   banda 


CORONKL  BRANDSEN.  409 

opuesUi,  sin  que  el  tumulto  les  hubiese  permitido  seguir — 
hacían  aquel  espetáculo  en  estremo  añijente.  No  obstante 
las  medidas  activas  que  se  tomaron  para  reunir  y  devolver  á 
las  iglesias  especialmente,  la  inmensidad  de  alhaj&s  que  sir- 
vi«*ron  de  botin  á  la  tropa  en  el  desparramo  de  tanto  cargue- 
río, no  pudo  evitarse  la  pérdida  de  muchísimas  de  ellas  qw^ 
se  ocultaron.  El  solo  sarjento  de  granaderos  á  caballo,  Mu- 
nucí  .A raya,  tomó  en  dinero  y  alhajas,  como  4,000  pesos! 

**Los  eorriitles  Alvarado  y  Escalada,  y  de  íuis  jefes  y 
oficiales,  nada  jinititron  para  consolar  y  v^u»  f'.'csii?  j"cKi)etii- 
das  íiqibllhs  víctinii.s.  inocentes  de  la  libi*rial  «le  uu  «^'raii  piie- 
Mn  .  .  .  ^Fas  (le  ^iOi-  sí^rían  las  personas  dvl  sexo  rmiriiino  que 
allí  sr  ri'unicrun'*' — 1\,\  capitán  Olazabrd,  íué  ncmbrah  j)or 
el  c'-ruiiil  i»{ir:i  cu^-^nlinrlas  con  su  co:iip.i.:;a.  Loiim  cntruba 
la  noche  y  aún  llegaban  las  balas  de  cañón  de  la  banda  opues- 
ta, fué  necesario  tomar  posesión  de  una  hondonada  atrás  del 
norte,  y  allí,  formando  un  grupo  c<mipacto  y  roíleadas  de 
«•entínelas,  pairaron  aquella  cruel  situación  tendidas  en  el  sue- 
le y  sin  mas  alimento  que  sus  lágrimas.  ,d 

** Reunido  el  ejército  (continúa),  el  general  Balcnrce  dis 
puso  la  restitución  á  sus  hogares  de  las  monjas  y  familia.^ 
jiroporcionándolí s  cuanto  era  posible  en  las  circunstancias.*'^ 
(21) 

Entretanto,  un  pelotón  de  granaderos  embriagados  cou 
1&  victoria,  pretendieron  allanar  la  líarrera  del  rio  y  se  arro- 
jaron en  sus  aguas  con  el  proposito  de  alcanzar  á  nado  las  i>i- 
timas  balsas  en  que  se  retiraban  los  españoles,  muchas  de  las 
cuales  fueron  anegadas  por  la  acertada  puntería  del  teniente 
Olavarria. 

Esta  fuerza,  como  es  de  suponer,  íiirvió  de  blanco  á  los. 
fuegos  de  tres  cañones  y  una  cortina  de  tiradora;  apostados 
I)or  Sánchez  en  la  banda  sur  del  Biobio,  con  el  objeto  de  cu- 
brir  su    retirada   y    detener    la    ¡XM-secucion — Sin   embargo, 
ellos  no  impidieron  que  los  intrépidos  centauros  abordasen 

(21)     Míre4*e— .'^Olazabal''— Fipisodios  etc.,  citados  en  otra   parte 


470  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

la  primera  isleta,  desde  donde  regresaron  con  multitud  do 
prisioneros  y  un  abundante  despojo,  que  satisfizo  su  amor 
propio  irritado. 

El  resultado  de  esta  brillante  escaramuza,  fué  la  eaptu- 
líi  de  4  piezaíi  de  artillería  en  el  mejor  estado  de  servicio  2 
<\{^  fierro  de  á  12  y  las  restantes  de  bronce  de  a  4)  sin  incluir 
otra  que  botaron  al  agua  (pues  dos  fueron  tomadas  en  la 
isla)  ;  el  teniente  de  caballería  Ramón  Pauna,  y  106  soldados 
tntre  prisioneros  y  pasados,  calculándose  en  mas  de  500  los 
riiuertos  eu  la  pelea,  sumerjidos  y  extraviados,  fuera  de  la 
correspondencia  do  Sánchez,  casi  todo  su  parque,  armamen- 
to, equipajes,  familias,  y  otros  pertrechos  y  animales  de  toda 
cla,se.  (22) 

Los  patriotas  tuvieron  una  baja  de  cerca  de  18  hombres 
<»ntre  heridos  y  muertos,  siendo  de  este  número  el  tenien- 
te d(»  cazadores  de  los  Andes,  Atanacio  Matús,  que  sucumbió 
í\  su  herida  el  dia  siguiente. 

Empero,  una  pérdida  deplorable  y  vivamente  sentida 
j)or  el  ejército,  fué  la  del  joven  abanderado  del  Rejimiento, 
EustcKjuio  de  Bruij-.  Colocado  en  la  ribera  al  lado  de  su  her- 
mano el  capftan  don  Alejo,  que  mandaba  uno  de  los  pelotenes 
de  ata<jue,  fué  herido  por  una  bala  de  cañón  que  le  destrozó 
el  cuadril,  de  cuyas  resultas  falleció  en  el  correr  del  propio 
dia. 

Llegado  de  Paris  a  Santiago  el  28  de  abril  anterior,  este 
infoi'tunado  oficial,  tan  recomendable  por  el  apellido  que 
llevaba  (23),  como  por  su  carácter  y  las  risueñas  esperanzas 
que  hacia  concebir  su  esmerada  educación,  después  de  ha- 
ber servido  en  Francia  como  oficial  de  la  Guardia  imperial. 

{'l'l)     Parte  de  Alvarado  á  Balcaree — •*'Gac<'ta"  núm.  111. 

(2.'»)  Era  hijo  il^l  célebre  almirante  y  ."-onsejero  de  Estado, 
■**Kiistaquiü  Bruix",  nacido  en  la  isla  de  Santo  Domingo  de  una  dis- 
tinguida familia  orijinaria  del  Béarn  (Francia),  <e<n  17.19  ó  61  y  nmior- 
to  en  París  el  18  de  iiiarzo  de  1805 — iFué  el  único  émulo  y  digno  de 
•«^orlo,  de  La  Touche-Tréville,  eí  iTra«  eminente  lio'mlore  do  mar  que 
tuvo  la  Hepública  y  el  Im|>erio-r-J* '  M.  MaZiér^M**,  <^u  <Ae^-is«tario  paHi- 
•eular,  publicó  en   IMOó  una  **Noticia  histórica  sobre    E.   Bruix." 


CORONEL  BBAND8KX.  471 

sie  embarcó  para  América,  arrastrado  por  la  pasión  de  la 
gloria  y  el  jeneroso  deseo  de  derramar  su  sangre  por  la 
-causa  de  la  Independencia,  en  la  que  su  hermano  mayor  esta- 
ba ya  comprometido.  Afiliado  voluntariamente  bajo  el  pen- 
<l()n  de  los  libres,  desde  la  apertura  de  la  campaña,  acompa- 
ñó constantemente  a  aquel  en  todas  las  espediciones  ó  en- 
^•uentros  en  qué  tomó  parte  el  Rejimiento. 

Brandsen.  í|ue  hacia  pocos  meses,  habia  presenciado  con- 
movido el  abra-^o  que  estrechó  á  ambos  hermanos  en  Queehe- 
rt»gruas,  después  de  una  larga  separación  y  á  tanta  lejania  de 
la  tierra  natal,  que  un  fin  igualmente  trájico  debia  cerrarles 
])ara  siempre — esclama: 

'*Esta  victima  del  amor  fraternal,  mostró  tanta  resigna- 
ción (^n  su  último  instante  como  fué  su  denuedo  y  sangre  fria 
<*u  los  combates. — El  ejército  entero  le  tributó  honores  que 
endulzaron  la  amargura  de  nuestro  llanto,  sin  por  ello  ami- 
norarlo— Pueda  su  nombre  vivir  eternamente  con  el  de  los 
«<lef(»nsores  de  la  libertad  en  los  fastos  del  Nuevo  !Mundo!'' 

ANGRL  J.   CARRANZA 
(Conti  miará-) 


B.  Arana,  »lgniondo  al  coronel  Beaiiehef.  afirma  que  el  joven 
]'>ruix  niumlaba  los  granaderos  qne  se  echaron  al  rín  y  que  en  la  caja 
<lt*    éste    filié    herido   mortalm?nte.    Pero    Brandf^en    y    Olazábal    dicen 

<.[iie  ' '  nó 


» » » 


DKSCRÍPCION  HISTORK'A 
DE  LA 

AXTIGT^A  PROVINCIA  DEL  PAEAGrAY.  * 

« 

(Conchision.)    (1) 

Quedando  pues  instalada  la  Junta  Gubernativa,  y  en- 
trando en  post»sion  del  mando,  al  dia  siguiente  dio  principio 
[\\  ejercicio  de  la  autoridad  que  se  la  confió  la  Pro\nncia,  '*«¡ 
jiendo  los  nuevos  alcaldes  y  Rejidores  que  reemplazas<*ií 
los  removidos,  que  por  disposición  de  la  Junta  Jeneral  es* 
ta}>an  privados  de  sus  oficios,  y  permanecian  reclusos,  en  cT 
cuartel  de  la  Union;  pero  se  les  puso  en  libertad  á  los  ochí> 
dias  de  la  nueva  elección,  menos  al  ex-Qo})ernador  don  Ber- 
nardo Velazco  y  su  sobrino,  director  don  Benito  Velazco^ 
<|uienes  permanfícieron  reclusos  é  incomunicados.   (59) 

* 

1.     Véase  la  ipáj.  ,^.53, 

oO.     Kl    ciudadano    Pona,    recordando    e*^ti)«    hoclios,    refiere    lo    si- 
guiente  en  mis   **A.pnnte»''   ante«  me-neionados. 

'*K1  j^eueral  don  Manuel  Atanasio  Cubanas  era  primo  hermano  de- 
mi  madre  la  «señora  doña  »Io"^.fa  líairtado  de  Mendoza  y  ('abañas,  es- 
pitsa  d-e»!  vizcaíno  don   Pió  Ramón  de   Peña^   (a) 

(a)     El  actual  publicista  Peña,  naci-ó  en  la  Asunción  el  7  de  .hi* 
nío  de  1809. 

Fr-ancia  le  tuvo  preso  defnic  el  iin>ea  de  <diciembre   1S27   has^a  sit 


PAJRAOUAY.  27;; 

Yá  quü  se  han  demostrado  los  grandes  motivos  y  cau- 
sas que  impulsaron  á  la  Provincia  del  Paraguay,  para  estin- 
guir  al  Gobierno  Español  Europeo,  y  declararse  indepen- 
diente de  toda  autoridad  suprema  ó  superior  estrangera, 
a.sí  como  de  la  dominación  Portuguesa  a  que  el  Gobernador 
Español  don  Bernardo  Velazco,  intentaba  sujetarla,  para 
s(f pararla  de  la  unión  y  confederación  con  las  provincias 
arjentinas,  que  formaban  el  Vireinato  del  Rio  de  la  Plata,  es 


El  general  don  Juan  Manuel  O  amarra  era  casado  con  una  par  i  an- 
ta de  los  ('abañan,  por  euya  razón  don  Pie,  tenía  su  parentesco  po»Ií- 
tic^  con  ambos  generales,  y  .por  consiguiente  tenía  relación  con  ellos, 
y  tí^pecialmente  con  .el  último  que  le  hizo  -su  Mayor  general  para  la 
guerra  contra  Belgrano,  .p-.i«8  Oamarra  era  para  don  Pío  el  i.as  fiel 
realista,  por  lo  que  le  servía  y  dirijía  con  mimo  gusto. 

Cuando  laj»  capitulaciones  -de  Cabanas  con  Belgn's^n».  (lamarra  y 
don  P¡'í>'eran  opuetstos  ¿  que  se  le  -dejase  salir  del  pai»  con  las  armas 
al  enemigo, -^íero  coiifo  no  lo  consiguieron,  don  Pió  qaiebró  enteramen- 
ttí  con  su  .primo  ¡político  ('abañas,  y  desde  entonces  cortaron  to:la  re- 
lación <ie  ipaTentewco  y  amú^tad,  hasta  que  á  los  catorce  años  st»  re- 
conciliaron y  volvieron  á  ®u  antigua  T^l'acion,  sucediendo  esto  ?\  año 
de  182."5,  en  que  dirigiéndose  don  Pió  'á  su  estancia  en  el  partido  de 
San  Josíé  de  los  dos  Arroyos,  llegó  de  ,paso  á  visitar  á  < 'abañas  reti- 
rado por  el  dicta<lor  Franeia  en  s<:i  estancia  de  la  cordillera  en  el  Ba- 
rn-ro  Oran<h». 

Recuerdo  haber  oido  á  ('abañas  de 'ir  A  don  Pió  en  esta  vhsita  de 
reconciliación:  ** Pariente,  ambos  nos  hemos  engañado:  no  hay  ma»« 
que  mifrir:   hemos  pagado  la  chapetonada." 

(Vno  don  Pió  Ramón  d^  Peña  habia  servido  en  esa  guerra,  tanto 
pn  Paraguarí,  conío  e-n  Tacuari,  y  era  ve-ino  de  la  Am>ncion,  adquirió 
alistad  con  maichos  oficiales  que  pertenecían  á  la  trr.'pa  ffirmada  en- 
t'^nce-*;  y  aunque  la  mayor  .parte  eran  -patricios,  y  varios  de  olio»; 
ener/igos  ocultos  de  los  enpañoiles,  especialmente  de«pues  de  las  en 
trevistfiA  que  tuvieron  ci)n  el  general  Belgrano:  no  dejaban  de  parti- 
cijíarle  los  proyectos  que  tenían  entre  manos  para  la  revolr-ion  que 
estal.'ó  el   14  de  mayo  de  1811^ 

Kl  cabildo  de  la  Asunción,  compuesto  la  mayr.r  parte  de  evj>a- 
ñoles,  no  se  hallaba  unísono  con  el  espíritu  del  pueblo:  hacia  una  re- 
sistencia tenaz  á  la  idea  surgida  de  Buenos  A.ires;  se  negaba  abier- 
tamente á   reconocer  los  actos  emanado»  de  la  Junta  revolucionaria, 

muerte,  en  1H40,  k  c>n secuencia  de  una  calumnia  levantaila  j>or  lui 
poon,  en  la  que  se  1?  atribuía  haber  dicho:  '*Hemovs  salido  al  cam)K> 
por  no  i)ode'r  estar  en  la  'iudad,  ]>or  qu4  aqjel  hombre,  no-:  ])í)ne  e'i 
una  cárcel  perpetua,  nos  quita  nue-^tros  bienes  ó  nos  mata/*  Kn  los 
1.5  años  que  duró  su  reclusión  tuvo  la  *' santa  ^paciencia*'  de  estudiar 
y  apreu'^rse  de  memoria  el  **  Diccionario "  de  la  V*  Academia  R*--'pa- 
ñ'jlaü. ..  "  P>>tá  versado  en  la  historia  de  «u  !i)ais  y  se  distinguen  sus 
(M-rít:..**  por  el  "estilo  orijinal"  que  los  caracteriza^ 


474  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

consi^iente,  que  también  se  trate  de  los  actos  administra- 
tivos de  la  Junta  de  Gobierno. 

Como  el  primer  acto  de  jurisdicción  de  un  Gobierno. 
lejítimaraent€  establecido  es  la  institución  de  Magistrados, 
jueces  y  ministros  de  justicia;  la  Junta,  empezó  á  ejercer  su 
jurisdicción  elijiendo  los  Alcaldes,  Rejidores,  y  demás  mi- 
nistros, como  queda  dicho;  en  seguida  tomó  y  dio  las  provi 
dencias  convenientes  á  su  propia  seguridad,  tranquilidad  y 

y  »e  ponía  de  acuerdo  con  el  gobernador  -d?  Montevideo  para  m\  sos- 
tenimiento y  conííervaeion. 

Ei  gobernador  .se  coníideraba  i  «¡potente,  notaado  el  fermeJito 
ele  14T9  patricios:  no  olvidaba  los  aco-ntecimientos  ocurridos  en  el  Pa- 
ragnay  durante  y  desipués  de  la  gobernación  de  dt)n  Diego  de  los  Re- 
yeff  y  Balmaceda,  y  Había  la  altura  en  qn'.e  ípodía  colocarse  el  pueblo 
d»?  .la  Asucio-n  al  recobrar  sus  derechos,  (b) 

Pr?veia  que  se  presentaba  Ja  ocasión  de  revivir  el  germen  sofo- 
cado por  tantos  añoi^  pues  notaba  que  la  idea  no  s-e  habia  estinguido, 
y  parecia  que  los  paraguayos  despertaban  con  la  revolución  del  25  de 
mayo  de  1810,  y  leornenzaban  á  reflexionar  sobre  bu«  deberes:  esta- 
ban como  impregnados  de  la  .Jaisticia  y  de  la  verdad,  que  se  procla- 
maban -en  aquella  época  «á  noiTibre  de  la  'libertad. 

Don  Fio  tuvo  conocimiento  de  la  aptití'i<'i  que  asumian  los  patri- 
í'ios,  y  anticipadamente  participó  á  V^elasco,  y  esto  <le  contestó  que 
ya  todo  lo  sabia,  pues  que  el  ten'ente  coronel  don  José  Antonio  Za- 
vala  le  liabia  p-iiesto  presente  el  proyecto  comu-nicado  par  el  patriota 
<»lérigo  Molas,  y  ya  habia  dado  au  contestación. 

Kl  minmo  obispo  Panes  era  sabedor,  pues  asi  lo  afirmaba  don 
Francisco  Antonio  Caballero,  hermano  del  (Comandante  don  Pedro 
^fuan,  cabeza  princi^pal  del  moviiiiiento  revolucionario,  quienes  le 
eonmiltaron,  y  hallaron  acogida;  de  suerte  <jue  á  su  v?z  el  obispo,  y 
«i  ír.ismo  Velazco  es^taban  convencidcs.  y  como  dice  el  doctor  don 
Pedro  Somellera.  "Creían  inofieiosoí-  ''os  esfuerzos  de  las  juntas  ins- 
taladas en  España''  para  contener  por  "vüs  tiempo  la  decrépita  Mo- 
jiarquia,  y  »u  acción  en  esta  parte  de  América 

Solo  el  Cabildo  y  «us  adaptas  j^e. hallaban  obce>'ados,  hacían  o-po- 
flicion  abierta  al  sistema  que.  se  proclamaba,  y  declaraban  persecución 
y  gu-erra  al   qaw  se  denominase  porteñlsta. 

Kl  R  P.  Fray  Fernando  Caballero,  hombre  recto  y  sabio,  que  ba- 
ldía venido  á  capítu^ío  á  Buenos  Aire^s,  y  se  habia  encontrado  en  la 
revolución  a-cá,  se  mostraba  entiisiasmado  -por  ella;  y  »us  voces  pro- 
paladas en  la  As-uncion  se  un  ian  de  tni  modo  poderoso  á  las  ya  inoeoi- 
lada«í  <^n  la  oficialidad  y  gefes  del  ejército  del  Paraguay  por  el  gene- 
ral B?l  grano. 

Recuerdo  qiue  oía   decir   á   mi  ipadre  años  deíípues,   que  en  vano 
babia  sido  querer  privar  á  los  verdaderos   patricios  del  pensamiento 

(b)  Ensayo  Histórico  -sobre  la  Revolución  de  los  Comr.vneros  del 
Paraguay — -cap.  111,  l>*^r  el  discreto  é  ilustrado  joven  argentino  don 
-José  Manuel   Estrada — íBuení>s   Aires  1861. 


PABAaUAV.  475 

defensa  de  la  Provincia;  y  en  este  estado,  á  los  once  dias  d? 
su  instalatáon  recibió  pliegos  del  Sr.  Marqués  de  Casa-Irujo, 
embajador  y  ministro  Plenipotenciario  de  España,  cerca  de 
su  Alteza  el  Principe  Rejente  de  Portugal,  en  el  Rio  Janeiro: 
<'l  conductor  de  los  pliegos,  era  un  mulato  oficial  que  habia 
iiiilitiulo  en  los  ejércitos  de  España,  contra  los  trancestís; 
venian  dirijidos  al  gobernador  don  Bernardo  Velazco.  Innie- 
Kliataini'Utc  procedió  la  Junta  á  comunicar  al  Pueblo  lo  con- 


V  v.i'iinta'l  quí»  e.«»pre.saron:  que  hicieron  traslu^r  su  proyecto;  que 
t)uscarnu  su  apoyo  en  la  voluntad  públiea  que  fué  mucho  lo  que  bu- 
ilia  en  nquellos  es-píritiis  la  ¡dea  de  la  M»beranía  del  pueblo:  que  sini- 
•pp.tizaron  enteramente  con  hvs  propó**:tJs  á?-  Haienoí»  Aires,  que  les 
-abril  I  aba  el  centralismo:  que  su  aspecto  no  \o»  a'^ustaba,  n¡  temían 
la  cólera  v  aborreci' viento  de   los  absolutistas  Cabildantes. 

l*>t  )s  estaban  alarmador,  veían   que  la  actividad   porteña  se  es- 
tenaia,  í|ue  hallaba  e:*o  en  el  Paraguay,  y  que  el  ideal  d»  Um  **Comu- 
ncniN"  tiel  año  de  1724  germinaba,  pero  depurado  de  los  errores  d^  en- 
tonce^, pies  ya  se  tenia  por  ^u'm  y  auxilio  á  un  pueblo  hermano  que  lo 
4^»iiaba  !»as  asrpiracione^s  antiguas    3'   á  quien   no  se  pa.lia  contrarres- 
tar cm   e:?tos  antecPiPentes,  afirmo,  a,poyado  en   la   apinion   de   Niiñez 
y  Nfitre  que  el  alma  de  la  revolución  del  año  de  ISll  fué  el  doctor  don 
Pedro  Sonu'ilera  (c'^  que  los  promotores  fueron  los  Caballeros,  los  Ye- 
rros, lo-»  Vturbes,  los  Montieles,  lo**  Zarcos,  los  Kecaldes,  lo??  Troches, 
■etc.;    <jue   el  doetor  Francia   fué    pnM>u.^>to   por   el   doctor  ISomellera, 
-e**^  lo  llamó  y  entró  á  -cosa   )»echa,  <*i»riH»**po«di^»dole  -con   In  iiMiyor 
ingratitud,   hasta   el  .punto  de   hacerlo  aprisionar,  y   últimamente  eli- 
minar !.►  del  paiys, 

Xo  quiero  que  quede  en  olvido  que  don  Benigno  Somellera,  hermano 
del  d  K't.»r  don  Pedro,  que  aun  vive  en  Tiu?no8  Aires,  y  que  padeció  jun- 
tamení'e  con  su  hpTfi.Hiio,  tuvo  i)arte  en  di  ha  revolución.  K^stiivo  al 
pi('-  de  un  cañón  la  noch?  del  14  -de  mayo  en  la  plaza  de  la  lAsuncion, 
ylioríui  ^ile  á  la  ca.sa  de  gobierno,  en  donde  acercándose-e  el  obisipo 
Panéy.  le  preguntó  que,  que  iposicion  era  aquella?  Y  contestó  don  lio- 
iiign  »  Soníellern;  "Nada  mas  exigiros  que  se  n(w  entreguen  las  lla- 
mes de  la-?   puert'is  de  esta  capital." 

(\iando  el  general  /íJamarra,  don  Pió  Kamon  de  Peña,  y  otro^ 
-e^'I>añ  des  se  ofrecieron  retomar  el  cuartW,  de  quo  s*  hablan  apode- 
r.'ido  h)s.  revolucionarios,  el  As9«ior  de  gobierno  doctor  Somellera. 
■o-  g(d>crnador  A'elazco  y  el  Obispo  los  di^fuadieron  y  calmaron,  de- 
jando triunfar  tranquilamente  la  revolución,  sin  obligarla  á  hacerla 
■oruenta. 

((').   VA  numero   101   de  **E1  Paraguayo   I.n<Vj>end¡ente"  cuy?^   re- 
dacc'.i.n  se  atribuye  con  fundamento  al  ilustrado  doctor  José  Antonio 
F'imenta  Bueno,  Ministro  residente  del  Brasil  en  aquella  épooa — refu- 
tó extensamente  la  ** Memoria"  del  doctor  SoTellera,  de  »la  qne  nos 
•hemoM  ocupado  ya  en  otra  nota — llevando  su  audacia   hasta  netrar  la 
r|:>artici pación  de  e«te  en  los  sucesos  de  14  de  mayo  l.Sll_         A.  .J,  ('. 


476  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

tenido  en  esos  ¡)l¡egos,  por  el  siguiente  manifiesto,  puhlieado 
I>or  Bando. 

Manifiesto  al  Público. 

Deseando  esta  Junta  no  omitir  medio  de  manifestar  ht 
fuerza  de  sus  intenciones,  en  el  ejercicio  del  grave  y  delica- 
do encargo  que  se  le  ha  confiado,  ha  hecho  un  deber  de  sm 
oficio,  y  al  mismo  tiempo  consiguiente  á  la  confianza  (pie  ha 

Asi  se  pD'dujo  etrte  he-ho  en  el  Paraguay,  y  huí  paso  á  la  <iirec- 
cioii  del  doctor  Francia,  que  robusteció  la  idea  .preconcebida  del  go- 
btrnador  Velazco,  y  declaradla  el  año  anterior,  de  **no  unión  con  Bue- 
nos Aires'*,  y  tener  jfobiemo  propio  democrático  é  independiente,, 
nacido  solo  del  pueblo,  como  lo  invocaban  los  "Comuneros"  uíiventa 
años  antei^. 

El  ló  de  Mayo  fué  llamado  Francia  por  Somellera  por  j-nedio 
<Je  'lina  esquela,  ú^  que  fué  portador  don  .I(..sé  T.  Y«*as¡  á  su  chacra 
de  Ybiraí,  como  legua  y  cuarto  de  la  ciudad.  u\sí  que  llejró  al  -uar- 
tf  1.  i'e  recibió  el  doctor  Somellera,  y  le  introdujo  en  el  bufete  ó  des- 
pacho que  se  habia  <lispueHto.  dejándole  co-n  el  co"  candante  Caballero,, 
y  otros  oficiales,  entre  esttx^  el  jn.rteüo  don  •Marcelino  Rodri^uez. 
que  s-e  hallaba  arrestado  en  el  cuartel. 

Parado  estaba  aun  Francia,  cuando  preí>untó  á  Caballero:  *'i(^ue 
•se  ha  dispuesto,  qué  se  hace?"  V  contentó  el  comandante:  *'sv^  de- 
t(rmina  ma^ndar  de  expreso  á  don  .losé  de  Maria  en  una  canoa,  dando 
j)arte  á  la  Exnia.  Junta  de  Buenos  Airen,  cuyo  oficio  está  ya  redac- 
ta uo  y  puesto  en  ]imj)io,  y  es  el  que  »e  halla  á  la  vista  *  sobre  la 
mesa. 

Franeia  sonriéndoíve,  y  hacientlo  ademan  de  «entar**?  en  la  mis- 
ma «illa  que  habia  estado  sentado  don  Marcelino  Rodrijrnez.  y  sepa- 
rando lovS  faldones  del  fraque,  dijo:  **Si  tal  .se  hace,  seria  dar  eT 
mayor   alejaron   á   '*lo«   orgullosos    porteños...    Nada   de   eso." 

Después  tomando  á  parte  á  (  aballero,  lo  felicitó  por  su  obra^ 
encarecióndos'?la  y  repitién.lole:  **Oran,de  y  xuy  es  la  que  ha  hecho 
usted;  pero  le  prevengo  que  esta  sea  la  primera  y  la  liltima." 

Ksa  misma  tarde,  cumio  el  doctor  Soir.ellera  volvió  de  su  ca^a, 
(á  donde  habia  ido  á  descanisar  de  la  fatiga  de  la  noche  del  14)  á 
visitar  á  los  amigOvS  del  cuartel,  ya  Francia  al  despedirlo,  le  dijo: 
"que  habia  llegado  el  tiempo  en  que  cada  uno  sirviera  ú  su  patria, 
que  él  evíaria  mejor  en   Buenos  Aires  que  no  allí". 

Desde  entonce»  trabajó  Francia,  porque  el  comandante  Caba.Uen> 
jiiendiera  á  Somellera,  y  cuando  Caballero  le  repliaba  diciendo  que^ 
"¿cómo  quería  que  procediera  así  con  el  hombre,  á  quien  debia  todo 
^\  buen  éxito  de  la  revolución?"  Contestaba  Francia:  "si  usted 
me  lo  prende  á  8omellera,  le  aseguro  sacarle  como  en  anda»*  en  laf? 
]iai:ras  de   la«   manos." 

<'onsiguió  esto  cuando  Francia  entró  á  ser  uno  de  lo*»  vocales- 
dt^  la  junta  Gubernativa  que  se  creó.  Pero  viendo  que  la  revolución 
habia  .sido   incruenta,  él  la  quiso  ensangrentar  para  infundir  terror^ 


PARAOUAY.  477 

«debido  al  público,  noticiar  sincera  y  francamente  aquellas 
ocurrencias  ó  sucesos,  que  al  paso  de  ser  interesantes  á  h\ 
i'roviniia,  i)ueden  ser  especialmente  conducentes  para  disi- 
par el  error  en  unos,  destejer  la  equivocación  de  otro?,  y 
contener  la  lu.dicia  de  los  mal  intencionados,  que  aprove- 
chándose diestramente  de  cualquier  accidente  6  anuencia, 
1  or  ignorado  ([Ue  sea  su  objeto,  tratan  de  inducir  la  descm- 
í'íiTiza,   para  sembrar  la  discordia  y   fomentar  un  concepto 


V  lia<'or  ii!ij>erar  «u  idea  de  hacerle  independiente  y  absol'üto,  todo 
í'i.n  rt'finaia  é  infame  astucia,  paliando  «uh  inte.ncioneí?  con  las  mas 
iUM'iidrada   liipocresía   v   el    rnavor   disimulo. 

De  i»-ta  manera  embaucó  á  los  Parag^uay<is.  entretuvo  á  la  Kxmj^. 
.Ir.nta  de  las  Provincias  l'nidas  del  H\o  de  la  IMata,  y  paulatina- 
n»ente  >'  fué  colíH-amio  en  tal  [nsicion  (jue  cuando  acordaron  los  pa- 
tr.  .tas.  ya  ni)  hubo  remedio,  >e  hiz¡>  Cónsul  de  la  República  del  r*a- 
Jíijínay,  y  ilespues  dc^'.'ua-ícarado  enteramente,  '♦e  ctmvirtió  en  Dicta- 
dor    \*  rjrMuí». 

Si'i  e!nl)arj;()  de  (|.ie  'o  (jiie  ha^ra  U(|ní  decimos,  nos  es  comuni- 
oadi)  ]i  «r  el  '¡udailaiio  paraguayo  Peña.  aj(rej3ranío<  las  sij/uientes 
iH.ticijrs  que  nos  ha  pasado,  unidas  cimi  las  que  ha  escrito  el  señi:r 
(ioí-t  r  Ion  Pedro  Stinudlera.  revelan  lu  el  procei.  i.iento  del  doctor 
Fiancia  al  principiar  á  influir  en  la  Junta  (íubtM-nativa,  creada  el 
añ  >  de  isll.   Dice  así: 

Inventó  Francia  una  cnntra  revolución,  hacien  l;i  aparecer  como 
fraguada  por  los  es:)afi!ile-.  para  <iue  estos  quedaran  aterrorizados, 
y  Francia  tu\'iera  el  p'acer  de  derra  lar  sanare.  Óigase  al  mismo 
ycñor   Soniellera. 

*'Fs  el  caso:  en  la  mañana  dA  1^9  de  setiembre  de  ISll,  salió 
<lel  uarti^l  uji  gri*])!»  de  solda-iix  con  alj^unos  d.}  Ijs  pre-í  ¡-j,  capita- 
ueatlíKs  p  ir  el  »)íicial  don  Mariano  Mallad:i:  sacar-.m  <!()s  cañonts, 
que  los  mandaban  los  oficiales  ])re'-os  dtni  Juan  B,  Zavala  y  d:)n  Fran- 
ci-^^ci)  (vuerreros:  salii-rojí  con  mucha  algazara,  tocando  cajan.  y  j»ri- 
tandf»:  "Viva  el  K."v,  viva  nuestro  j^oliernador,  y  mueran  los  traiílo- 
rc•^. "  A  lu  bulla,  como  era  rejjular,  ,se  Juntaron  alj^nnas  gentes  en 
la  plaza,  doufle  habia  hecho  alto  la  asonada.  Alguno-^  de  los  concu- 
rrcnte^i  fueron  presos  por  los  mismos  alborotadores,  y  ]):ir-  otr.is  «ol- 
d;  dos  (|ue  <ali.M'on  del  c.iarlel.  Futre  los  que  fueron  presos  se  halla- 
ba un  fraile  Dominico,  Padre  Tab.ada,  nn  mozo  (|ue  habia  sitio 
Clin. i»  del  gobernador,  natural  de  \'illa-l)iego  en  Castilla,  no  r.'Mier- 
di>  -^  n;M  V>re.  y  un  catalán  llamado  Martin,  que  tenia  pulpería  en  la 
o;j«a  lie  don  duan  l'^ranci^co  Decoud.  Estos  fueron  en  el  actr)  fusila- 
•dds  y  colgarlos  ?n  la  horca:  algunas  fueron  obligados  á  pasar  .]>or  de- 
bajo  de   ella,   entre   estí>s  el    Padre   Taboada. " 

"Después  de  j)asar  debajo  de  la  h  )rca  al  Padre  Taboada  y  otros, 
s.^  hvaiiró  un  grito  de:  "Viva  la  .hmta",  y  se  retiraron  todos  al 
cuartel,  llevándose  los  dos  cañones.  Vo  no  pude  menos  que  recor- 
dar el  cuento  d<^  la  revolución  de  los  españoles,  quo  en  principio  d« 
setiembre   me   llevó   el   patrón    de   la   garandu:  i.bíi,   en    que   r.^taba  yo 


47S  LA  KEVÍ6TA  DE  BUENOS  AIRES 

i»ienos  favorabl(í  al  Gobierno  v  al  estado  actual  de  las  eosüs. 
Ya  aiiteriormi^nto  se  demostró  por  parte  del  Ciiarí»»!  Jone- 
val  {\v  esta  pla/'i,  que  al  presente  no  habia  motivo  de  ivcelar 
invasión  alguna  de  los  Portugueses  contra  nuestro  i erri lo- 
rio Kfeetivaii!*¡Ue  la  menor  i-eflexion  podia  bastar  í>ari  de- 
ducir que  de  una  nación  culta,  con  quien  hemos  estado  en 
buena  paz,  y  á  cuyo  Jefe  se  lia  declarado  y  protestado  en  el 
momento  mismo  d^^  nuestra  revolución,  el  deseo  de  conser- 


{neso,  y  de  que  lie  hecho  mención  ou  ]a  nota  7  ád\  vapíuilo  anterioi.''' 

"Este  lamentable  suceso  que  refiere  el  do.tor  R?ngjjer  .jiara  ala- 
bar la  humanidad  del  doctor  Francia,  en  un  testimonio  de  su  inicua 
barbaridad.  Ksa  contrarevolucion  de  .ios  .'spañol?s,  ese  movimiento 
úv\  29  de  setiembre  fué  una  infame  trama  -urdida  .por  el  doctor 
Francia.     Las  pruebas   que   hay   de  ello,  s(m   las   ma^  convincente*».'^ 

"En  primar  luj^ar,  en  el  mes  de  setiextbre  de  1811,  no  existia 
tn:  el  Paraguay  alguno  capaz  de  empresa  .<»ontra  el  nuevo  óideu  de  cosas- 
Kl  sarjento  r.ayor  don  (  arlos  i^íenovés,  y  el  capitán  Fournier,  ha- 
bían pasado  á  Montevideo:  los  cabildantífs  estaban  presos:  el  go- 
birnador  Velaiíco  b  estaba  también,  y  á  mas  no  era  hombre  de 
q;ñen  pudiera  temerse.  El  coronel  don  Pe.dro  i'raeia,  enemigo  de- 
clarado de  la  revolución  del  23  de  Mayo,  ligado  íntimamente  con 
los  ..^abildaute>s,  y  partidario  de  los  españoleas,  no  estaba  ya  en  la 
Jiro  vine  i  a. 

"En  segundo  .Ingar,  e»e  movrmiento  d^l  29,  €apitanead*>  por 
Mallada,  es  el  mismo  que  en  principios  de  setirmbre  ríe  habia  anun- 
ciado el  patrón  de  la  garandumba,  el  misr.o  (jue  yo  habia  d«nsan- 
ciado  al  dovtor  B^ancia  desde  ir.i  arresto.  Este  hombre  cobarde, 
desconfiado,  suspicaz,  no  «-e  cuidó  de  de  mi  aviso:  él  no  trató  de 
tomar  noticia  alguna,  do  investigar  el  oríjen  del  cuento  d3l  patrón 
«le  la  garandumba:  el  oficial  Malla<'ia  siguió  con  el  mismo  servi- 
cio que  hacia   en  el  cuartel." 

**En  tereer  lugar:  los  oficiales  de  artillería  Zavala  y  (Juerrcros^ 
que  estaban  .presos,  y  se  presentaron  en  la  plaza  dirijieado  hw  ..•«- 
íi  )ue«,  que  sacaron  en  la  asonada,  eran  sin  duda  los  mas  culpados  en- 
ella:  parí-í-e  que  en  ellos  debia  ejercerse  el  rigor;  pues  no  fué  así: 
ellos  en  vez  de  ser  castigados  fueron  .preniados,  se  les  jmgaron 
Kueldos,  que  habían  devengado  en  tiemj«>  del  gobierno  escpafiol,  y 
fueron  puestos  en  libertad.  Zabala  .pasó  á  Montevideo  al  .servicio  de 
1(;í;  españoles,  y  después  que  toinamo-s  esta  ,plaza  en  1814,  estuvo 
conmigo  muchá«í  veces  en  Buenos  Aires,  y  me  refirió  la  fantástica 
revolución  de  Mallada,  ios  secretos  avisos  que  él  habia  dado  de  la 
trama,  el   fin   que   él   y   Guerreros  se  .propuíiieron,   y   el   pago   de   Jos 

sueldos. ' ' 

"Las  razones  que  me  dio  Zavala  .para  .haber  él  y  Guerrero  en- 
trado en  la  trama  de  Mallada,  fueron  las  «iguiente.-i:  .priivera,  haber 
sabido  que  la  cosa  se  hacia  con  beneplácito  del  gobierno:  segunda^ 
í]\\e  si  se  negaba,  quedaban  es»puestos  á  ser  asesinados  en  su-s  cala- 
bozos   ya  por  el  enojo  que  ;íu  negativa  causaría,  ya  por  enterrar  e»! 


PiARAaUAY.  47£> 

\i\i  V  continuar  la  misma  amistad  v  buena  armonía,  ni>  de- 

•  •  7 

})emüs  esperar  un  rompimiento  inopinado,  sin  causa  ni  mo- 
tivo antecedenlí»,  (íon  infracción  de  los  mas  fuertes  y  reco- 
mendaMes  derechos,  que  siempre  han  respetado  todas  las 
naciones. 

Pero  lo  que  en  (»ste  particular  ha  llenado  de  satisfacción 
á  la  Junta,  y  debe  darla  á  toda  la  Provincia,  es  la  carta 
que  airaba  de  recibii',  escrita  por  el  Exmo.  Sr.  ]\rarqués  do 


ísecreto:  terctM'a,  que  ini.)>trán<ltwe  ^omlencemiieiití**,  .podían  avisar  á 
lu-s  «spañules,  para  que  no  coueurrieDen  á  la  asonada^  como  lo  hi- 
irieroB;  y  por  cu.vos  avisos,  ninguno  df  los  .principales  vecinos  asistió 
á  la  ,i)laza:  me  añadió  que  Velazeo  y  los  cabildantes,  presoíi  en  ^ 
cuartel,  lo  pasaron  tranquilos,  iporque  estaban  impuestos  de  la  finji- 
i\í*   contra-re volucion. ' ' 

Tan  cierto  es  esto,  que  «€  sabe  de  positivo  que  don  Pio  Ramón  de 
l*eña,  prevenido  del  movimiento  proyectado,  corrió  toda  la  ciudad  de 
\i\  Asunción  la  noche  del  28  de  setiembre,  avisando  se>:'T?taniente  á 
t<.dos  l(ís  españoles  el  intento  y  d'ciéndoles:  "si  son  llariados  por 
orden  del  ^ubt^rnador  Velazco,  no  obedezcan;  ipero  si  el  mandato  es  á 
nombro  de  la  Junta,  comparezcan  inmediatamente.'* 

Va  que  en  virt.id  de  la  asonada  ningún  es.pañol  se  apersonó  á  la 
plaza,  mas  que  los  dos  infelices  á  quieni*s  no  se  les  previno,  porque 
no  se  les  encontró  oportunamente  en  sus  casas,  y  fueran  fusilados  3' 
colgados  en  la  horca:  se  les  llamó  'á  dos  otros  á  nora-bre  <le  Velaz'*.o,  y 
viendo  que  no  comparecían,  fueron  llamados  á  gobierno  por  orden 
(le    la   Junta. 

Reunidos  allí,  á  muchos  ^e  le  hicieron  varias  (preguntas,  y  en  se- 
guida «e  les  ordenaba  que  se  confesa'«^n  en  el  acto  con  /capellanes  que 
se  hablan  iIleva.do  allí  ex-profes-o.  Des^w-eg  de  estas  cer-emonias  fue- 
ron todos  sacados  á  la  plaza  y  conduci-do3  á  pasar  por  -debajo  de  la 
horca^  Solo  -don  Pio  Ramón  de  Peña  no  pasó  por  deba.)o  de  ella, 
porque  hasta  media  plaza  dio  tres  gritos,  dirijién-dose  al  gobierno,  y 
diciendo  estaa  palabras:  "¿Por  qué  me  van  á  quitar  la  vida  sin  ha- 
blar una  palabra?'' 

Entonces  el  mismo  doctor  íVancia  lo  Hamo,  y  haci6n<Iole  ciertos 
cargos,  de  haber  ostado  esa  mañana  en  una  de  las  esquinas  de  la 
plaza,  y  de  haberse  andado  paseando  en  la  azotea  de  su  casa,  los 
t5íitisfizo,  y  f'ué  despedido. 

Los  otros  españoles  fueron  también  puestos  en  libertad,  después 
i\í   haber  pasado  como  queda  dicho  por  debajo  de  la  horca. 

Seguida»  nente  corrió  la  voz  que  todos  los  miembros  úe  la  .Junta 
hablan  querido  que  fuesen  fusilados,  menos  Francia,  y  que  por  ó»l 
SI-  libraron,  y  que  aun  habia  dicho,  haciéndose  el  horrorizado  por  el 
espectáculo  de  los  dos  ahorcados — i**  Bajen  esos  cadáveres  y  basta  de 
sangre*'. 

Esta  noticia  causó  odiosidad  á  los  demás  compañeros,  y  Francia 
se  adquirió  el  nombre  y  fama  de  humano.  Todoe  los  e<$pañoles  se 
deshacian  en  alabarle  y  reconocerle  por  &u  libertador. 


4íi<>  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBBS. 

(.'asa  Irujo,  embajador  de  España  en  el  Rio  Janeiro,  en  qué 
des])ue8  de  felicitar  á  este  (lobierno  por  las  victorias  de  la 
l^rovincia,  y  de  manifestar  que  la  reunión  anterior  de  tropas 
jíortugraesas  eu  el  pueblo  de  San  Horja.  habia  sirio  dif5p«i«sta 
por  el  Capitán  Jeneral  del  Rio  Grande,  con  motivo  del  auxi- 
lio  de  doscientos  hombres  que  de  aqui  se  habia  pedido  |)ara 
cortar  en  su  retirada  el  resto  del  ejército  de  Buenos  Aires., 
se  contrae  á  dar  á  saber  á  este  Gobierno  las  órdenes  estre- 
chas y  terminantes  que  tiene  de  España,  para  no  consentir, 
y  antes  bien  reclamar  y  protestar,  (como  espresa  hal)erlo 
ya  verificado),  contra  la  entrada  de  troi>a8  portuguesas  n 
cualtpiier  territorio  Español,  y  (sto  aun  cuando  se  intenté 
najo  el  pretesto  de  sujetar  la  razón  política  de  esta  deter- 
]'íinacion.  Nuestro  embajador  citado,  tenía  á  bien  d'M.vr  ;'l 
buen  juicio  y  fliscrecion  de  este  Gobierno,  su  ejecución  com- 
pleta ó  parcial,  sefriin  lo  requieran  las  circunstancias,  y  de- 
cidir, si  í'ste  es  uno  de  los  casos  en  qué  por  i>or  razón  de  la 
inmensa  distamria,  es  permitido  violar  las  órdenes  del  Gobier- 
no, para  realizar  sus  intenciones,  que  no  son,  ni  pueden  ser 
otras  que  las  del  bien  jeneral  de  la  monarquía;  encargando 


Vn  fraile  merconario,  el  Pailre  Cafiet?,  tenido  ¡mr  8aiuo,  sabe- 
«iíir  del  su '.P80,  se  presentó  á  la  puerta  del  cuartel,  indignado  del 
Jíoflio,  llaiiió  á  don  IVí^ro  Juan  ('ai)aih^ro,  y  le  ini-repó  en  iireneneia 
<le  la  tri»}»a,  presa.¡iándí»le  iiii  fin  ijíual  i.ente  íunest»,  ya  que  de  esa 
manera  daba  principio  á  su  g<>biern(». 

Kl  faiíatÍMno  [iru  lují»  su  efecto,  la  imprecación  del  santo  varón 
infiltró  en  todos  U.<  e>j)íritus,  y  el  ni  i -¡no  Cabailero  se  dejó  impre- 
sionar tanto  del  anatema,  q.:e  dexle  aquel  momento  s-u  alii.a  n:)  per- 
jnaneció  tranquila  y  sí)1o  veía  sombras,  (d)  Kl  justo  y  5iauto  criterio 
íli'l  >aiM»rdote.  hacia  eco  en  aquellos  corazones. 

Kl  Reverendo  Padre  Cañete,  colmó  de  beniíiciones  al  hipócrita 
I'raiiria   p.ir  haber  sabido  v'onten.'r  á  mi"<  compañeros.' 

(d)  F^inesto  pre«ent:>  i  lento  de  la  triste  suerte  (¡ue  1?  de!»araba 
el  porvenir. — En  efecto,  en  el  mes  de  j.:nio  (L*  1S21,  jemia  este  pa- 
ti'iota.  vícti'ia  como  tantos  otros,  ile  la  tormenta  de  crímenes  des- 
enea leñada  sibre  su  })aí>  |»or  el  jenio  sombrio  le  Francia^ — I)>ses- 
]Mialo  de  la  vida,  imita  á  (aten  le  l'tica  y  cin  la  sanore  de  sus 
venas  escribe  e.i  la  pare!  «'-^  su  jui-ion:  *'K1  su"cid"o  e^  re;>rovado 
]»or  las  levi's  divinas  y  humanas,  piro  el  tirano  de  mi  ])atrÍH  no  se 
saciará  con  mi  sanjjre. " 

A.  J.  V. 


PARAGUAY.  48 1 

finalmente  que  en  cualquier  evento  se  despidan  de  aqui  las 
tropas  portuguesas,  con  toda  la  prontitud  que  permitan  la  se- 
guridad de  la  provincia  y  las  ventajas  ulteriores  que  las  cir- 
cunstancias puedan  presentar,  si  en  ello  no  se  prevéen  incon 
venientes  ó  malas  inconsecuencias.  Este,  y  no  otro  ha  sido  el 
cont-í^nido  del  pliego  que  ha  conducido  el  oficial  enviado  por 
e\  embajador  a  esta  ciudad,  y  la  actual  Junta,  se  encargará 
(le  manifestar  y  declarar  esto  mismo  á  los  jefes  y  comandan- 
tes portugueses  de  las  tropas  y  establecimientos  fronterizos  a 
*'stH  provincia,  cuando  el  caso  y  la  necesidad  lo  exijan.  Así 
í<<'  <lá  á  saber  al  público,  para  que  (on  este  conocimiento  nun- 
i'ii  pu;  da  ser  sorpnaidido  por  las  falsas  voces  de  los  que  ha- 
liiendo  pj^dido  la  esperanza  de  subyugarnos,  pretenden  in- 
trodurir  hi  inquietud,  suponiendo  noticias  inventadas  y  figu- 
rando cuidados  y  tí^iores  vanos,  y  aun  despreciables  para 
un  i)U(^l)lo  de  hombres  libres,  que  antes  morirían  que  dejar 
<lc  SCI  lo.  Y  para  (pie  lU^gue  á  noticia  de  todos  S(»  publicar?. 
este  Manifusfo  j)or  bando  en  la  forma  ordinaria;  y  sacándo- 
le las  copias  correspondientes,  se  fijarán  en  los  lugaro*;  a(»os 
luiiibrados.  IIcM^ho  en  la  Asunción,  á  tres  de  Julio  de  mil 
<H'\u)i  ientos  once — Fuljencio  Yt^gros — Dr.  Jos('^  Gtispar  Fran- 
i  ia — Pedro  Juan  (^aballero — Dr.  Francisco  Bogarin — Fer- 
nando de  la  ^íora,  vocal  {secretario. 

La  Junta  de  Gobierno,  en  cumplimiento  de  lo  acordado 
>  rc^suelto  por  la  Jeneral  de  la  provincia,  remitií)  á  la  Exma. 
Junta  de  Buenos  Aires  en  testimonio,  los  autos  de  la  revo- 
lución y  de  su  rc^sultado,  con  el  siguiente  oficio. 

Oficio  (h  la  Junta  Gubernativa  del  Paraquay,  á  la  d(  la 
i'iudnd  d(  Buenos  Aires. 

'*Kxmo.  Sr. — Cuando  esta  provincia  opuso  sus  fuerzas  k 
las  que  vinieron  dirijidas  de  esa  ciudad,  no  tuvo  ni  podia  te- 
utM'  otro  olíjcto,  que  su  natural  defensa.  No  es  dudable,  que 
abolida  y  (h^slieoha  la  representación  del  poder  Supremo,  re- 
caí* este  (')  ([ikhIu  refundido  naturalmente  en  toda  la  nación. 
Cada  ])ueb]o  s(»  considera  entonces  en  cierto  modo  partici- 
pante del  atributo  de  la  soherania,  y  aun  los  ministros  pú- 


4-S2  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

blieos,  han  menester  su  eonsentiniiento  ó  libre  eonforniidatl 
para  el  ejercicio  de  sus  facultades.  De  este  principio  tan  ini- 
jfortaote,  como  fecunilo  en  útiles  consecuencias,  y  que  V.  E^ 
sin  duda  lo  ha])ia  reconocido,  se  deduce  ciertamente  que  rea- 
sumiendo los  pueblos  sus  derechos  primitivos,  se  hallan  to- 
dos en  igual  caso,  y  (|ue  igualmente  corresponde  á  todos  velar 
vsobre  su  propia  consí^rvacion.  Si  en  este  estado  se  presenta- 
ba el  Consejo  llamado  de  Reji^icia,  no  sin  alguna  apariencia 
de  lejitimidad,  i  qué  mucho  es  que  hu.})ies:e  pueblos,  que  bus- 
cando una  áncora  de  ([ue  asirse  en  la  jeneral  borrasca  (juc* 
ii)s  ami'uazaba,  adoptasen  diferente  sistema  de  seguridad,  sin 
(  |)onerse  á  la  jeneral  de  la  nación  ? 

Ks  verdad  que  esta  idea  para  el  uu\jor  logro  de  su  objeto,, 
podia  haberse  rv^ctiftcado.     La  cimfedergcion  de  CvSta  j)rovin 
cia  con  las  demás  de  Nuestra  América    y  principalmente*  c(vm 
la  que  comprendía  la  demarcación  del  antiguo  Vireinato,  de 
bia  ser  de  un  interés  nuis  inmediato,  mas  asequible  y  por  lo 
mismo  mas  natural,  como  de  pueblos  no  solo  de  un  mis¡>>  ► 
oríjen,  sino  que  por  el  enlace  de  particulares  recíprocos  in- 
teres<»s,  ])are(*en  destinados  por  la  naturaleza  misma  á  vivir  y 
conservarse   unidos.     No   faltaban   verdaderos   ¡)atriotas   (j'ic 
deseasen   esta   dichosa   unión   en  términos   justos  y   razoiva- 
bles:  i^ero  las  grandes  empresas  requieren  tiempo  y  combina- 
ción, y  el  as(*endiente  del  gobierno,  y  desgraciadas  circuns- 
tancias que  ocurrieron  por  parte  de  esa  y  de  esta  ciudad,  de 
cue  va  no  conviene  hacer  memoria,  la  hablan  dificultado.  *M 
fin,  las  cosas  de  la  provincia  llegaron  á  tal  estado,  (pie  h\v 
preciso  que  ella  se  resolviesK»  seriamente  á  recobrar  sus  dere- 
chos usurpados  para  salir  de  la  antigua  opresión,  en  (|ue  si- 
luantenia,  agravada  con  nuevos  males,  de  un  réjimen  sin  con 
cierto,  y  para  ponerse  al  mismo  tiempo  á  cubierto  del  rig^r 
de  una  nueva  'esclavitud  de  que  se  sentia  amenazada. 

No  fueron  precisos  grandes  esfuerzos  para  conseguirlo: 
tres  compañías  de  infantería,  y  otras  tres  de  artilleria,  (pie 
en  la  noche   del   14   de   mayo   último,   ocuparon   el   cuartel  . 
jeneral,  y  parque  de  artillería,  bastaron  para  facilitarlo  to- 


PARAGUAY.  48:í 

i  do.  El  gfoberuador  y  sus  adheridos,  hubieron  de  hacer  al- 
ííuna  oposición,  con  mano  tímida,  pero  presintiendo  la  in- 
tención jeneral,  y  viendo  la  firmeza  y  resolución  de  nuestia^: 
tro[)as,  y  que  otras  de  la  campaña  podían  venir  en  su  auxilio, 
1(  tué  preciso  ceder,  y  al  dia  siguiente  acceder  á  cuaiit<f 
s;*  le  exijió,  hie.^o  que  aquellas  se  presentaron  en  la  plaza. 

p]l  principal  objeto  de  ellas,  no  era  otro,  sino  allaiiar 
el  pa.so  para  (pie  la  provincia,  reconociendo  sus  ilerechos,  li|)re 
cií-1  inñujo  y  poderio  d;*  sus  ojiresores,  deliberase  francamen- 
te el  partido  que  juzgase  conveniente.  Con  este  fin  se  con- 
vocó á  una  Junta  Jeneral.  que  se  celebró  felizmente,  no  soL> 
con  suíiciente  número  de  sus  principales  vecinos,  y  d(»  todas 
las  rorpomciones  independientes,  mas  tandúcn  con  asi>teu- 
í  ia  y  voto  de  los  di])utados  de  las  villas  y  población is  de  esta 
jurisdicción.  Ku  ella,  se  creó  la  pi(»sente  Junta  Gubernati- 
va, (pie  ha  sillo  reeonocida  jenera luiente,  y  se  tomaron  otras 
difeí entes  ¡>rovidencias,  <pie  su  seguridad,  el  conocimiento 
íntimo,  y  remedio  de  los  males  (pu*  pad(M*e,  y  la  conserva 
cion  de  sus  derechos,  han  hecho  necesarios  ('  indispensa- 
bles. ¡>e  todas  ella.s  y  de  otros  incidentes  que  antecedieron, 
instruirán  á  V.  E.  los  autos  de  esta  revolución,  ({ue  la  actual 
Junta,  consiguiente  al  encargo  de  la  í^rovincia.  tiene  la  sa- 
1isfa(H'ion  de  acompañar  en  testimonio. 

Este  ha  sido  el  modo  como  ella  por  sí  misnuí,  y  á  es- 
fuerzos de  su  i)ropia  resolución,  se  ha  constituido  en  liber- 
tad, y  en  el  j)leno  goce  de  sus  derechos;  pero  se  engañaría 
cualquiera  que  llegase  á  imajinar  que  su  intención  habia  nido 
entregarse  al  arbitrio  ajeno,  y  haííer  dependiente  su  suertví 
de  otra  voluntad.  En  tal  caso  nada  mas  habría  adelantado, 
ni  reportado  otro  fruto  de  su  saerifitio,  que  el  caud)iar  una 
cadena  por  otras,  y  nnidar  de  amo.  Ni  nunca  V.  K.,  aprecia- 
dor justo  y  equitativo,  estrañará  que  en  el  estado  á  que  han 
llegado  los  negocios  de  la  nación,  sin  poderse  divisar  el 
éxito  que  puedan  tener,  el  pueblo  del  Paraguay  desde  ahora, 
se  muestre  celoso  de  su  naciente  libertad,  después  que  ha  te- 
judo  valor  para  recobrarla.  Sabe  muy  bien  que  si  la  lil)ertad 


484  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

puede  á  veces  adquirirse  ó  conquistarse,  una  vez  perdida,  no 
es  igualmente  fácil,  volver  á  recuperarla.  Ni  esto  es  recelar 
que  \'.  K.  sea  capaz  de  abrigar  en  su  corazón  intenciones  me- 
nos justas  y  equitativas,  muy  lejos  de  esto,  cuando  la  Provin- 
cia no  liaw  mas  que  -sostener  su  lil>ertad  y  sus  derechos,  se 
lisonjea  esta  Junta  que  V.  E.  aplaudirá  estos  nobles  senti- 
mientos, considerando  cuanto  en  favor  de  nuestra  causa  co- 
mún, puede  esperarse  de  un  pueblo  grande,  que  piensa  y  ha- 
bla con  esta  franqueza  y  magnanimidad. 

La  Provincia  del  Paraguay,  Exnio.  Sr.,  reconoce  sus 
ilorechos,  no  pretende  perjudicar  aún  levemente  los  de  nin- 
gún otro  pue])lo;  y  tampoco  se  niega  á  todo  lo  que  es  regu 
lar  y  justo.  Los  autos  mismos  manifestarán  á  V.  E.,  que  su 
voluntad  decidida  es  unirse  con  esa  ciudad,  y  con  las  demás 
<-ontV( Iteradas,  jio  i>ara  conservar  solamente  una  recíproca 
amistad,  ])uena  armonía,  (*omercio  y  correspondencia,  sino 
1aml)icn  para  formar  una  sociedad  fundada  en  principios  de 
justicia,  de  equidad  y  de  igualdad;  á  este  fin  ha  nombrado  ya 
su  diputado,  para  (¡ue  asista  al  Congreso  Jeueral  de  las  Pro- 
vincias, suspendiendo,  como  de>tle  luego  queda  aquí  suspen- 
dido hasta  su  v'elebracion  y  suprema  decisión,  el  reconoci- 
miento de  las  Cortes  y  Consejo  de  Rejencia  de  España  y  de 
otra  cuak|uiera  representación  de  la  autoridad  suprema  de 
la  nación,  bajo  la  declaración  siguiente: 

Prinnra:  que  mientras  no  se  forme  el  Congreso  gene- 
ral, esta  provincia  se  gobernará  por  si  misma,  sin  que  la 
Exma.  Junta  de  esa  ciudad,  pueda  disi)oner  y  ejercer  juris- 
ilic(  ion  sobre  sú  forma  de  gobierno,  réjimen.  administra- 
ción, ni  otra  alguna  causa  correspondiente  á  ella. 

Stgunda:  que  restablecido  el  comercio,  dejará  de  co- 
brarsc  (^l  ])eso  de  plata  que  anteriormente  se  exijia  en  esa 
tMudad,  aunque  á  beneficio  de  otras,  por  cada  tercio  de  yer- 
ba, con  nom])re  de  sifta  y  arbitrio;  respecto  á  que  hallándo- 
se esta  provincia,  como  fronteriza  á  los  portugueses,  en  ur- 
gente necesidad  de  mantener  alguna  tropa,  por  las  circuns- 
tancias del  dia,  y  también  de  cubrir  los  presidios  de  la  costa 


PARAGUAY.  485 

del  rio  contra  la  invasión  de  los  inñeles.  aboliendo  la  inso- 
portable  pensión  de  hacer  los  vecinos  á  su  costa  este  servicio, 
es  indispensable  á  falta  de  otros  recursos,  cargar  al  ramo  de 
la  yerba  aquel  á  otro  impuesto  semejante. 

Tercera:  que  se  estinguirá  el  estanco  del  tabaco,  que- 
dando de  libre  comercio,  como  otros  cualesquiera  frutos,  y 
producciones  de  esta  provincia:  que  la  partida  de  esta  espe 
cié  existente  en  la  Factoría  de  esta  ciudad,  comprada  con  el 
dinero  perteneciente  a  la  Real  Hacienda,  se  espenderá  de 
cuenta  de  la  misma  provincia,  para  el  mantenimiento  de  sus 
tropas,  y  de  la  que  ha  servido  en  la  guerra  pasada  y  se  halla 
aun  mucha  parte  de  ella  sin  pagarse. 

Cuarta:  que  cualquiera  reglamento,  forma  de  gobierno 
ó  constitución,  que  se  dispusiese  en  dicho  Congreso  general, 
no  deberá  obligar  á  esta  provincia,  hasta  tanto  se  ratifique 
en  Junta  plena  y  general  de  sus  habitantes  y  moradores — Al- 
gunas otras  providencias  relativa^s  al  réjimen  interior  han 
sido  puramente  provisionales  hasta  la  disposición  del  mismo 
Congreso. 

Tal  fué  la  voluntad  y  determinación  libre  de  dicha  Junta 
general  esplicada  francamentie  sin  concurso  de  don  Bernar- 
do Velazco,  ni  individuo  de  su  cabildo,  que  en  justa  pre- 
caución de  cualquier  influencia  contra  la  libertad  de  la  pa- 
tria, por  graves  causas  que  precedieron,  de  que  instruyen 
los  mismos  autos,  se  mantuvieron  suspensos  y  aun  reclusosv 
y  sin  que  á  ella  tampoco  hubiesen  asistido  mas  que  cuatro 
ancianos  europeos  españoles.  La  provincia  no  podia  dar 
una  prueba  mas  positiva  de  sus  sinceros  deseos  de  accesión 
á  la  ConfederavMon  Jeneral,  y  defender  la  causa  común  deí 
señor  don  Fernando  7.o  y  de  la  felicidad  de  todas  las  pro- 
vincias que  tan  heroicamente  promueve  V.  E.  Podia  aun 
decirse  que  en  las  presentes  circunstancias  ha  hecho  cuanto 
debia,  y  estaba  de  su  parte;  pues  aun  siendo  incalculables  los 
daños  que  les  ha  ocasionado  la  pasada  guerra  civil,  todo  lo 
olvida,  todo  lo  pospone  por  el  amor  del  bien,  y  prosperidad 
general.     De  V.  E.  pende  ahora  dar  la  última  mano  á  esta 


4^a  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

grande  obra,  y  aumentar  el  regocijo  y  contento  jeneral  de 
todo  este  pueblo. 

Asi,  confia  esta  Junta  en  la  prudencia  y  moderación  que 
earacteriza  á  V.  K.  que  habiendo  sido  su  principal  objeto, 
el  mas  importante,  el  mas  urjente  y  necesario,  la  reunión 
de  las  provincias,  prestará  su  adhesión  y  conformidad  á  la 
modiíícaí  ion  pro¡)uesta  por  esta  provincia,  á  fin  de  que  unién- 
<l()se  to<las  con  los  vínculos  mas  estrechos  é  indisolubles,  qui? 
<*xije  el  interés  jeneral,  indique:  *'Ecce  confvdcratio  re- 
soluta al)  hac  Provintia  non  anutat**  proceda  á  cimentar  el 
<*dificio  de  la  felicidad  (*omun,  cual  es,  el  de  la  libertad. 

V.  E.  estaría  ya  anteriormente  informado  que  inme- 
diatamente al  ])uen  siueso  de  nuestra  revolución,  y  aun  an- 
tes (le  celebrarse  la  Junta  Jeneral  de  la  provincia,  se  evacuó 
la  ciudad  de^C^orricntes  por  disposición  de  nuestro  interino 
jrobierno  asociado.  Posteriormente  hizo  presente  el  coman- 
dante de  aciuella  ciudad,  los  temores  que  le  acompañaban, 
(on  la  noticia  de  venir  arribando  y  a(*ercándose  varios  bu- 
ques armados  de  ^lontevideo,  solicitando  se  le  mandase  dar 
algunos  auxilios  de  la  Villa  del  Pilar.  En  su  inteligencia, 
¡íor  orden  de  esta  Junta,  ha  pasado  á  Corrientes  el  coman- 
dante don  Blas  José  Rojas,  con  algunos  fusileros  y  dos  ca- 
ñones de  á  4.  consid(»rando  ser  bastante  para  impedir  cual- 
(juier  insulto,  en  caso  de  intentarse  algún  desembarco  do, 
cuyo  incidente  ha  creido  también  oportuno  esta  Junta  co- 
nnmicarlo  á  V.  E.  Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años. 
Asunción,  y  julio  veinte  de  mil  o<*hocientos  (mee.  Ful  jen - 
cío  Yegros.  Dr.  José  Gaspar  Francia.  Pedro  Juan  Caba- 
llero. l)r.  Francisco  Javier  Bogarin.  Fernando  !Mora,  Vo- 
cal Secretario.'' 

Con  la  noticia  que  del  gobierno  de  Corrientes  se  le  ha- 
bía conuinicado  a  la  Exma.  Junt^  de  Buenos  Aires,  de  nues- 
tra revolución,  había  ella  determinado  enviar  siis  represen- 
tantes ]>lenipotenciarios  cerca  de  la  Junta  de  Gobierno  de 
esta  ])rovincia,  con  el  objeto  de  acordar  las  providencias 
'oonvenientes  a  la  unión  de  ambas  provincias,  y  demás  con- 


PARAGUAY.  487 

federadas  que  formaban  antes  el  vireinato  estingiiido  del 
Kio  de  la  Plata,  como  en  efecto  envió  á  don  Manuel  Belorrano 
y  á  don  Vicente  Anastasio  Eehevarria.  Llegados  estos  á  la 
riudad  de  (*orrientes,  avisaron  de  su  arribo,  pidiendo  per- 
miso para  su  «entrada  en  esta,  á  cumplir  y  llenar  la  misión 
^iue  traían.  La  Junta  de  Gobierno,  les  contestó  en  los  tér 
minos  sif^iiientes: 

"'Si  para  el  ad(»lantamiento  de  la  sagrada  causa  en  que 
tiin  justamente  nos  hallamos  empeñados,  y  afianzar  de  una 
\ez  para  siempre  nuestros  comunes  derechos,  no  puede  ha- 
ber medio  mas  eficaz  ni  arbitrio  tan  importante  y  necesario, 
<'omo  si  de  una  sincera  y  estrecha  unión  fundada  sobre  prin- 
ripios  sólidos  y  estables,  pueden  Vds.  inferir  de  aquí,  cuan 
satisfactorio  nos  habrá  sido  el  aplauso  y  complacencia  con 
fju<»  Vds.  nos  manifiestan  haberse  recibido  en  láñenos  Aires, 
la  noticia  de  nuestra  feliz  revolución,  y  la  digna  elección  qu.^ 
se  ha  JMM'ho  d(»  las  pei-sonas  de  Vds.  para  conducirse  á  hacer 
ii  esta  provincia  bus  proposiciones  convenientes  á  tan  justi- 
ficado objeto.  Pero  halnendo  esta  Junta  dirijido  en  veinte 
<le  julio  último,  su  oficio  a  la  Exma.  Junta  de  aquella  ciudad, 
vuya  copia  acompañamos,  con  testimonio  íntegro  de  las  ac- 
tas de  nuestra  revolución  citada  en  que  se  contiene  las  de- 
libiTaciones  toinadas  por  la  misma  provincia  en  Junta  Jene- 
ral,  nos  hallamos  en  circunstancias  de  no  haber  aun  reci- 
bido la  contrstacion  directa  que  aguardamos. 

Por  otra  ,)arte.  consideramos  que  lejos  de  sernos  fa- 
1-ultativo  inducir  alteración  alguna  sustancial,  en  cuanto  á 
<liclias  deliberaiiones,  es  un  deber  preciso  de  nuestro  mi- 
nisterio, observar  y  sostenerlas  eficazmente.  Por  eso  es,  que 
-entre  tanto  la  Kxma.  Junta,  por  si  misma  no  reconozca  es- 
l)resa  y  formalmente  nuestra  indei)endenc;ia  de  ella  en  los  tér- 
minos propuestos  y  acordados  por  nuestra  provincia ;  cree 
<|ue  esta  Junta  no  obstante  lo  agradable  que  le  seria  la  vistíi 
^le  Vds.  no  es  llegado  el  caso  de  entrar  oportunamente  en 
tratado  alguno  relativo  á  esta  misma  provincia;  pues  que  su 
indicada  independencia,  como  su  derecho  incontestable  de])e 


488  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

asentarse  por  preliminar  de  toda  ulterior  determinación. 

La  Junta  protesta  á  Vds.  que  solo  el  deseo  de  una  entera 
y  feliz  terminación  de  las  pasadas  diferencias,  es  el  que  la 
impele  á  proceder  con  esta  detención,  á  fin  de  que  afirmada 
nuestra  unión,  sin  nuevos  cuidados  y  dificultades  de  la  pro- 
vincia, pueda  dirijir  sus  atenciones  al  mejor  progreso  de 
nuestros  empeños  sagrados,  que  son  y  deben  ser  unos  mis 
mos.  Protesta  también  una  amistad  sincera,  deferencia  y 
lealtad  con  los  pueblos  hermanos;  valor  jeneroso  contra  Joís 
enemigos  armados;  desprecio  y  castigo  para  los  traidores. 
Estos  son  los  sentimientos  del  Pueblo  Paraguayo  y  de  su  Go- 
bierno, y  los  mismos  que  re<*lama  y  espera  también  de  parte  de^ 
Buenos  Aires;  bajo  de  este  concepto  pueden  vds.  estar  segu- 
ros, de  que  si  ahora  nos  es  sensible  no  acceder  desde  luegí> 
á  la  solicitud  de  vds.,  al  instante  que  por  la  contestación  dé 
la  Exma.  Junta,  seamos  cerciorados  de  su  adhesión  á  nuestra» 
primeras  anteriores  proposiciones,  tendremos  un  motivo  de 
particular  satisfacción,  die  facilitar  cuanto  .sea  de  nuestra 
parte  para  el  tránsito,  y  pronta  dirección  de  vds.  á  esta  ciu- 
dad.'*— Dios  guarde  á  vds.  muchos  años. — Asunción,  y  se- 
tiembre nueve  de  mil  ochocientos  once — Firma  del  Presiden- 
te y  Vocales. 

MARIANO    ANTONIO    MOLAB. 
(Copia  fiel   por   Carranza.) 


LITERATURA 


TIPOS  SOCIALES. 


EL  TIOMBRE  ESTOKBO. 


No  hay  cosa  que  me  guste  tanto  como  la«  ciencias,  y  si 
me  pusiera  á  escojer  nna  corona  entre  las  muchas  coronas 
que  hay  en  este  mundo  desde  la  de  Nicolás  de  Rusia,  hasta  la 
del  negro  Soulouque  de  Santo  Domingo,  de  fijo  que  las  des- 
preciaría sin  vacilar,  pues  ellas  traen  molestias  infinitas:  y 
si  nó  que  lo  diga  don  Nicolás  de  Rusia  que  anda  á  vueltas  con 
todo  el  mundo.  Entre  todas  las  coronas,  pu-es,  escojeria  sin 
vacilar  la  de  Newton,  se  entiende,  la  de  las  ciencias,  pues 
la  otra  es  un  tesoro  muy  ridículo  y  que  á  nada  conduce?. 

Entre  las  ciencias  tengo  particular  predilección  por  las 
analíticas  y  prácticas  como  la  fisiolojía.  ¡Oh!  la  fisiolojía 
es  la  ciencia  mas  científica  que  hay  en  el  mundo,  como  diría 
cierto  escritor  que  yo  conozco,  muy  fino  en  esto  de  satirillai? 
aguda»  como  las  de  cierto  difunto  que  en  paz  descanse,  y  qu(í 
yo  no  quiero  ni  mentar,  pues  es  capaz  de  resucitar  y  se  me 
vendría  el  tinglado  encima.  T  en  esto  de  camorras,  yo  no 
l«s  quiero  por  nada  de  este  mundo. 

Dicho  esto,  que  es  obligado  preámbulo  en  los  escríto« 
de  los  presentes  tiempos,  entremos  en  materia. 


4ÍH)  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

El  hombre  estorbo,  pertenece  al  reino  animal  y  evS  de  la 
familia  de  los  de  asta  y  pezuña  hendida.  Se  parece  al  ele- 
iante  en  la  pesadez  de  sus  movimientos,  tiene  muclia  S(une- 
janza  con  la  cabra,  porque  trepa  á  todas  partes  y  se  dá  la  ma- 
no con  la  vaca,  porque  como  ella  se  abre  paso  con  sus  cuer- 
nos por  cualquiera  sembrado. 

El  hombre  estorbo ^  pertenece  en  el  reino  vejeta!  á  las 
i»lantas  sarmentosas  y  trepadoras,  como  la  viña,  el  mas- 
tuerzo y  la  hiedra. 

Que  vengan  los  mas  célebres  naturalistas  y  me  digan  si 
no  es  ( osa  asombrosa  y  nunca  vista,  un  animal  que  reúna  en 
sí  caracteres  tan  opuestos  y  esté  formado  de  partes  tan  di- 
verjentes  y  heterojéneas.  No  deja  de  ser  un  fenómeno  bien 
singular  la  circunstancia  notable  de  que  un  mismo  indivi- 
duo de  la  raza  bíiK^da  pueda  tener  la  ajilidad  del  mono,  la 
ardilla  y  la  cabra  ;  al  mismo  tiempo  que  la  pezadez  del  elefante, 
el  hipopótamo  y  el  coco<lrilo  (cuando  trata  de  jirar  en  cír- 
culos, es  entiende.) — Que  haya  un  ser  en  lo  creado  capaz  di^ 
s(*r  planta,  animal  y  mineral,  y  en  fin,  cualquier  casa  menos 
un  hombre.  El  ca^o  es  que  existe,  y  que  este  es  uno  de  los 
tantos  .seres  que  se  han  escapado  á  la  penetración  de  la 
jente  de  ciencia,  pero  esto  no  prueba  sino  que  al  mejor  caza- 
dor se  le  va  la  liebre. 

Vamos  pues  por  partes,  i)ues  aunque  único  de  su  espe- 
cie, este  animal  tiene  varias  clases. 

Busquemos  al  hoynbre-estorbo  en  las  altas  rejiones  de 
la  políti(*a,  y  allí  le  hallaremos  en  el  lleno  de  sus  facultades. 
ilespl(»gando  todas  las  cualidades  que  Dios  le  dio. 

El  hombre-estorbo  es  ministro,  empleado,  diputado  y  to- 
<lo  lo  (jue  se  pue<la  ser  en  este  mundo  que  se  llama  político 
Yai  (cualquiera  «le  estos  puest-os  está  el  hombre  estorbo. 

Es  una  planta  conocida  en  todas  partes  y  que  ha  produ- 
i-ido  muchíflimos  ^íruto»  en  Europa  y  América.  Es  una 
])lanta  que  brota  de  los  anhivos  y  se  está  allí  siempre  para 
«evitar  todo  progreso,  para  oponerse  á  cuanto  se  presente  con 
alguna  tendencia  de  reforma  y  se  st^para  un  poco  de  la  rutina 


EL  IIOMBRK  E^STOKUü.  491 

<ouoeiJa  y  trasmitida  al  hombrt-istorbo  de  padres  á  hijos. 

Pero  (lejeinos  en  esas  alturas  á  donde  siempre  es  i>eli- 
groso  subir,  difícil  es(*alar  y  íaeil  deseender,  y  busquemos  á 
nuestro  liombre  (M1  rejiones  nuus  l)ajas. 

El  hombr( -estorbo  no  daria  una  antigualla  de  sus  abue- 
los i)or  todas  las  bellezas  que  la  moda  le  invitase;  sirria  ea- 
paz  de  salir  á  las  ealles  eon  la  peluea  eiiq)olvada  del  tiem- 
po de  Caros  III,  si  no  temiera  una  silva  de  los  pillos  de  to- 
<la  clase  (pie  no  W  dejarian  hueso  sano.  El  ho>nbr( -estorbo 
no  permite  que  en  su  e¿isa  se  altere  ni  una  piltrafa  de  lo  que 
halló,  pues  cualquiera  invasión  (pie  j)retenda  hacerle  la  no- 
ví^lad,  encontrará  en  él  una  nuiralla  veinte  V(»ces  mas  im- 
]>•  iictrable  (pie  la  de  San  Juan  de  riiía.  de  la  que  dieron  bue- 
na cuenta  los  vankees. 

Sin  em]>arcro,  hasta  aípií  es  un  ser  inofensivo,  incapaz 
de  molestar  á  nadie,  y  solo  estorba  en  pecpieñas  cosas  que  na- 
da siirnifican.  Pero  si  le  s(»^uimos  la  ])ista — ¿á  d(mde  va- 
mos ií  parar? 

So  (encuentran  dos  amig:os  en  la  calle,  que  han  salido 
juntos  de  casa,  y  (pie  on  amijíable  plática  departen  en  la  es- 
(piina  (')  en  dirección  á  su  paseo — Esperad  nn  momento,  y 
no  tardareis  en  ver  el  hombr( -estorbo  unírsí^U^s,  acribillarlos 
á  pi'epfuntas  ó  finalmente,  juntarse  á  la  ])ar(\ia  con  la  lisura 
del  mundo,  á  pesar  del  presto  de  no  muy  buen  agüero  que  le 
ponen  dí^sde  luego  los  asaltados. 

Si  en  lugar  de  hombres  únicamente,  halláis  á  estos  con 
scnloritas.  no  tardareis  un  monn^uto  en  ver  al  hombre-estor- 
bo  acercándoseles,  ofrecerlas  (*1  brazo,  fastidiarlas,  cansar- 
las y  aburrirlas,  porque  no  liay  hombre  que  fastidie,  que  can- 
se y  que  aburra  mas  ((ue  e]  hombre-estorbo,  (*omo  puede  d(»- 
rivarsí^  de  la  etimolojía  de  su  nombre. 

Por   (*onsigui(»nte,    la   conversación   interrumpida   queíla 
sin  resolverse  (')  anudar  durante  todo  el  tiempo  que  permane- 
ce allí  clavado,  adluM'ido,  encajonado  é  incrustado  el  liombr.i-, 
-estorbo,  que  no  abandona  su  presa  con  tanta  facilidad. 

Si  el  hemib re-estorbo,  os  encuentra  en  la  calle,  no  tarda- 


492  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES. 

rá  un  momento  en  daros  una  fuerte  palmada  en  el  liombrív 
unirse  á  vos  y  moleros  por  sendas  horas  desviando  el  curse*- 
de  vuestro  camino  é  impidiéndoos  tal  vez  cumpláis  una  pala-^ 
bra  que  no  estáis  de  humor  de  comunicar  á  nadie. 

Si  estáis  en  el  estrado  en  sabrosa  y  retirada  plática  á 
dúo  con  alguna  sílfide,  el  hombre  estorbo  al  momento  se 
mezclará  en  vuestra  conversación,  y  venga  ó  no  al  caso,  tív 
neis  que  mostrarle  una  cara  agradable,  cuando  en  aquel  mo- 
mento lo  mandaríais  al  infierno  con  toda  el  alma.  Pero  es- 
tos son  deberes  que  impone  la  cortesía. 

Si  estáis  en  vuestra  casa  retirado,  solo,  en  esos  momi  n- 
tos  solemnes  de  aristocrático  fastidio  en  que  solo  procnrais 
el  silencio,  la  soledad  y  el  retiro,  halláis  siempre  que  toca  íi 
vuestra  puerta  el  honíhre-estorho ;  que  os  molesta,  os  üiorti- 
fica  y  os  aturde. 

¡Oh!  bendita  raza!  Solo  os  deseo  que  me  declaréis  puvít- 
siempre  una  guerra  á  muerte. 

JUAN  VICENTE  C AMACHO. 


P  E  R  E  G  R  r  X  A  C  I  o  X    DE    V  X    F  T G  I  T  I  V O. 

KSCKXA8  I)K  LA  VI1>A  COLONIAL, 
(('rónií»}!   (le   la   Villa   Imperial  de   Potosí.) 
(Coiu-liision.)      (1) 

VIL 

El  Cuzco. 


i» 


La  fundación  de  la  sagrada  ciudad  del  hijo  del  Sol  ln^nc 
>u  l»*yenda  y  su  fAI>ula.  puesto  que  se  supone  que  este  r-ra 
♦  '1  «-nviado  mismo  de  «(piel  **que  tenia  cuidado  de-  dar  una 
-v  iv.'ita  cada  dia  al  nuindo  para  ver  las  necesidades  (¡ii.'  en 
]}}  r'erra  s(»  ofrecen,  para  las  proveer  y  socorrer,  como  «sus- 
tentador y  liienhcíhor  de  las  gentes.'*  seofun  las  pa^tbras  leí 
Inca,  tio  de  Oavilaí^o  de  la  Vega.  (2) 

PiU'o  ¿(|uien  es  y  de  donde  vino  aípu»!  misti  ri  )^'o  prr- 
SMiia.e,  que  se  ucfia  hijo  del  Sol? 

La  historia  lo  llama  ]Manco  Capac  y  A  su  nui.j.M-  y  \u  r- 
m.iuo    Mama    Oello    ITuaco.     Aparecieron    en    la    Uuuna    de 

1       Véase  la  i>ái.  .'í(>S 

'2.  Cuando  el  tio  de  (iMreila«<)  terminó  su  narración,  a^reíjó: — 
* '  CrtM)  (|ue  lie  dado  lar^a  '.uenta  de  lo  que  n\e  ij>ed¡ste,  y  respuntiido 
á  tolíi-í  tus  ])rejjuntas,  y  por  no  hacerte  llorar,  no  he  recitado  esta 
hi^Ttiriji  «-on  lájiriiiias  de  sangre  derramadas  ,por  los  ojus  como  las  de- 
riíinió  en  el  corazón,  del  dolor  que  siento,  de  ver  nuestros  Incas  aca- 
bj.iltK.  y  nuestro  imperio  ])erdido, " — Lib.  1.  cap.  XVll — "Comenta- 
rifi-;   reales  de  los   lucas" 


494  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AJHES. 

Titicaca,  enviados,  según  la  leyenda,  j)or  su  padre  el  SoU 
para  reducir  á  las  gentes,  mantenerlas  en  justicia  y  paz. 
como  reyes  y  señores,  porque  se  dice  que  era  deplorable 
el  estado  salvaje  de  los  indíjenas. 

¿Como  aprendió  aquel  indio  á  cultivar  la  tierra,  cons- 
truir edificios,  dictar  leyes,  fundar  pueblos  y  establecer  las 
bases  de  una  de  las  grandes  civilizaciones  de  la  América  pri- 
mitiva? La  investigación  histórica  de  estos  hechos  nos  lle- 
varla demasiado  lejos:  pero  está  averiguado  que  antes  de 
la  aparición  (b*  ]\lanco  Capac,  existió  un  pue]>lo  cuyos  ras 
tros  se  mostrahan  en  las  ruinas  de  las  grandes  construccio- 
nes de  Tiahuanacu.  Es  de  sosj)e(har  (pie  en  las  tradiciones 
de  este  pueblo  se  inspiró  el  Inca  para  civilizar  las  poblacio- 
nes salvajes  de  a([uellas  comarcas. 

Aparecido  como  hijo  del  Sol.  como  enviado  con  una 
misión  regeneradora,  recibió,  según  la  leyenda,  una  varilla  de 
oro  para  (pie  re(*orriendo  el  i)ais  con  su  hermana  y  esposa, 
cuando  descansasen,  metiesen  aquella  varilla  en  la  tierra  y 
dondí»  entrase  sin  esfu(*rzo,  allí  fundasen  la  primera  ciudad 
d(»l  nuevo  imperio  (1 ) 

Sali(*ron  (b*  Titicaca  y  marcharon  al  septentrión,  cum- 
I)liendo  A  mandato  del  Sol.     Llegaron  al  cerro  de  ITuana- 


1.  I'Nto  suceso  t.ivi)  liijíar,  sejfiin  Martiiioz  y  Vela,  d  )*ieieiit(>s 
cincuonta  añ;^s  antes  (U>  .Ie«ji-(  risto.  Kn  su  "Historia  de  la  Villa 
iiiüperial  de  Potosí",  leemos:  "  A>>í  vivieron  nuichos  siglos,  hasta 
di  srientos  y  eineuenta  años  antes  del  nacimiento  de  <'ri,sto,  crearun 
re\ ,  etc.  " 

Kl  tio  <le  Ciar  ilas;),  cuyas  palabras  hemos  citado,  dice:  'M  uan- 
t'.iv  años  hace  que  el  Sul  nuestro  padre  envió  vSii«  primeros  hijos,  no 
t(  lo  sabré  de^'ir  precisamente,  que  son  tantos  <|uc  no  los  ha  podida 
jí^uardar  la  memoria,  tenemos  que  son  cuas  de  cuatrocientos." 

lA'lcedo  en  su  "Diccionario  ^eoj^ráficii-histórico",  etc.,  asevera 
(jae  Manco  Capac  fundó  la  ciudad  del  Cuzco  en   10+3. 

Sejjjun    Frescott,   este   acontecimiento    tuvo   lugar   4iM)   años   ant-e- 
riorjiíente   á   la    llej^ada   d*   los   españoles,   lo   que   eí)¡nc':de   con   el    tio^ 
d<^   Oarcilaso. 

Boiiillet  en  sni  '  *  Dictionario  universel  de 'historie"  etc.,  señala 
l.i  fecha  de  1050. 

Kl  "R.  P.  frai  Diego  de  i'órdova  en  «tu  "Crónica  franciscana  de^ 
las  provincias  del  Perú",  dice  que  los  Indias  reinaron  ouatrociento«» 
afioe,  y  que  según  el   P.  Blas  Valera,  quiniento,s. 


rKKK(?RlXAriON  DK  UN  FUiilTlVO  495 

caiiti  y  desK-ansaron.  Allí  flaneo  (.'apae  dio  un  golpe  á  la 
varilla  de  oro,  y  esta  se  hundió  y  desapareció  para  sienii)re. 
Kste  era  el  sitio  designado  entonces  por  las  j)reseripciones 
de  lo  alto. 

De  aquel  cerro  salieron  á  predicar  la  paz  y  la  justicia :  el 
Inca  marchó  al  setentrion  v  .Mama  Oello  al  mediodía. 

Los  habitantes  ({ue  vivan  errando  en  las  selvas  y  en 
las  grutas,  oyeron  conmovidos  la  palabra  de  los  mensajeros 
celestes,  y  en  nudtitud  emi)ezaron  á  seguirlos.  La  predi- 
(-acií)n  fué  eficaz  y  el  proselitismo  inmenso. 

Volvieron  entonces  al  sitio  de  Iluanacauti  y  se  dio 
principio  á  la  fundación  de  la  ciudad,  d(»8pue8  de  haber  el 
inca  ordenado  empezasen  á  lal)rar  los  campos  para  asegurar 
la  mant.eu(*ion. 

Los  j)rosélitos  del  Inca  se  establecieron  en  llaman  Cozco. 
y  los  de  Mama  Oello  en  Hunin  Cozco:  los  pobladores  i\A 
alto  eran  los  primojénitos,  los  d.  I  bajo  couio  hijos  segundos, 
para  pcrp'tUH  mcinoria  de  haber  ambos  cimtrilniido  a  la  po- 
blación de  la  ciudad  y  á  la  fundación  del  estad(». 

Ks  un  rasgo  notable  la  accií)n  directa  de  la  uuijer  en  l.i 
civilización  fundada  por  el  Inca:  compañera  de  Manco  Ca- 
l)ac  predicó  ella  uúsnuí  la  luision  confiada  por  el  Sol  á  su 
i  y  poso  y  hernumo,  y  es  tanto  mas  sorprendente  esta  nuiestra 
de  elevación  y  de  progreso,  en  pueblos  primitivos  como  los 
de  América.  La  mujer  era  colocada  al  igual  del  hombre, 
y  esta  igualdad  prueba  la  inteligencia  del  Inca,  su  penetra- 
ción y  su  talento. 

El  Inca  mismo  les  en>señó  á  cultivar  la  tierra  v  sacar 
accíjuias  y  á  **  hacer  el  calzado  (pie  traen '^  y  construir  (tasas. 
La  coya  enseñó  á  hilar  y  tejer  A  las  mujeres  i)ara  hacer  sus 
V(»stid()s  y  los  de  sus  maridos  é  hijoK. 

Cu(»nta  Cieza  de  Le<m  (pie  en  las  ruinas  ipie  él  vio  (^n 
Tiahnanacu,  las  figuras  de  los  hombres  tenian  traje  talar  y 
Garcilaso  de  la  Vega  dice  (pie  la  tradición  de  la  familia  dcí 
Inca  refiere  ({ue  Manco  Capac  venia  vestido  y  adornado  con 
los  ornamentos  que  l-e  dio  el  Sol — ¿No  se  habría  inspirado 


i»6  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

en  los  modelos  d<e  aquellas  ruinas  para  hacer  su  traje  ?  ¿  Quien 
y  como  enseñó  á  hilar  á  Mama  Oello? 

Si  es  cierto  como  lo  asevera  Cieza  de  León,  que  los 
grand(»s  edificios  del  C'uzco  tueron  modehidos  por  los  do 
Tiahuanacu,  parece*  indudable  que  el  fundador  de  la  civili- 
jssacion  peruana  se  inspiró  y  aprendió  en  las  ruinas  de  otra 
civilización  anterior. 

Otra  leyenda  de  hombres  l)arbudos,  habitantes  de  aquel 
lago  de  Titicaca,  se  referia  por  los  indíjenas;  pero  seguimos 
á  Garcilaso  de  la  Vega  en  esta  i)arte,  reproduciendo  su  nar- 
ración; quien  refiere  también  en  el  cap.  XVIII,  lib.  Lo,  otro 
origen  que  Fe  atribuia  á  los  Incas. 

Prescott  se  inclina  á  pensar  (pie  en  Titicaca  existia  una 
raza  de  una  civilización  relativamente  adelantada  antes  de  los 
Incas — /  (  ual  tiié  ? — ¿  de  dónde  vino  ? 

Manco  (-apac  fué  el  fundador  de  la  familia,  estableciendo 
<  1  respeto  á  la  iiuijer  y  á  los  hijos,  prohibiendo  la  pluralidad 
de  mujeres  en  el  i)uel)lo,  y  castigando  con  la  muerte  al  que 
«edujese  la  mujer  ajena.  Esta  fué  indudablemente  la  mas 
fe(  unda  de  todas  las  reformas:  el  lioml)re  tenia  una  nuijer, 
la  i)rol(»  de  esta  unión  formaba  el  objeto  del  amor  del  indio, 
íaltóh'  á  aípiel  h-jislador  establecer  la  propiedad  privada  con 
los  iM^neficios  que  garanten  su  trasmisión  y  hacen  posible  la 
acumulación  de  la  riqueza  por  el  trabajo  individual. 

Fundó  la  familia,  pero  desgraciadanM  nte  no  la  santifi- 
có ])or  el  amor  y  la  libre  elección  de  los  esposos:  hizo  de  la 
luiion  de  los  sexos  un  acto  de  administración,  en  el  cual  la 
voluntad  de  los  contrayentes  no  era  consultada,  sino  el  man- 
dato de  la  ley.  (1)  La  poligamia  soh)  era  pennitida  al  Tn- 
<*a  y  á  los  nobles  de  su  imperio. 


1.  (i  are  ¡I  aso  de  la  Vega  -diee  (|iio  cu  las  jiro  vine  i  as  sometida? 
ai  Iiii'a,  re  reunían  todos  los  años  ó  caila  dr.s  años,  los  mozos  y  T.ozas 
rasailoríis,  los  "¡uracas"  ^e  ponían  en  medio  de  los  dos  sexos,  y  to- 
mando una  joven  y  -un  joven  los  casaban,  sin  consultar  la  volnntst-d 
d(»  los  contrayentes;  estas  eran  mujeres  lejítimas.  Líi  ceremonia  la 
liacia  el  Inca  en  el  (uzeo  con  los  dignatarios  de  su  pais.  y  fi  los  de^mafl 
vecinos  los  casaban   sus  delooados. 


PERKGRINACIOX  DE  L'X  FUGITIVO        _  497 

En  uua  palabra,  la  personalidad  del  individuo  estaba  ab- 
siorvida  por  el  interés  de  la  eomunidad  (1) :  el  individuo  tenia 
lija  la  esh*ra  en  que  podia  moverse,  sin  salir  nunca  de  su  eon- 
ilicion ;  la  fuuiilia  era  un  obraj-e,  y  el  tieuipo  que  pudiera  em  • 
jilear  i^n  su  provecho;  lo  destinaba  á  la  sociedad. 

No  conocieron  la  propiedad,  eran  meros  ocupantes  de  la 
tierra,  y  no  siendo  propietarios  ni  teniendo  moneda,  no  pudie- 
ron Itner  sino  cambios  en  las  ferias  designadas  por  la  ley; 
vtíinl)ios  (pie  no  afectal)an  á  los  bienes  raices.  A  cada  familia 
vi  Estado  le  repartía  la  arca  suficiente  para  su  cultivo,  pero 
iM(ucl  terreno  fecundado  con  el  sudor  del  a^^ricultor,  no  era 
jiunfis  suyo,  no  salia  del  dominio  del  íJstado,  al  cual  volvía 
])or  la  estincion  de  aquella  familia.  El  indio,  llenadas  suh 
neí-csidades,  (*(»ntribuia  á  aumentar  los  bienes  del  Estado,  de 
modo  (pu»  eran  desconocidos  los  halagos  de  la  propiedad  y  la 
))ci-spcctiva  de  los  goces  de  la  riqueza  acumulada  con  eco- 
iioinií'  y  trabajo. 

TiH  tierra  se  dividia  en  una  parte  para  el  Sol,  con  el  ob- 
jeto de  sostener  su  culto :  otra  para  el  Inca,  para  mantener  su 
di  «;n  i  dad  real,  y  lo  demás  se  dividia  en  porciones  iguales  y 
pn-  rn¡ñta.  entre  los  indios,  quienes  no  solo  debian  cultivar 

A  cada  familia  nueva  le  daban  casa  y  terreno.  Se  casaban  los 
íle  cala  jírovincia  entre  *^\,  y  les  era  prohibido  cambiar  doiiiiicilio. 
La  ley  la  preveía  todo,  la  libertad  individual  no  exiatía,  ui  habia 
o 'inerrio  esterior.  sino  cambio  de  frutos  ó  prodii  i-iones  entre  los 
súbiitos  del  Inca. 

1^  Fernandez  de  Oviedo,  toma  IV,  paj.  177,  refiere  lo  si|/u¡ente: 
^'Kn  aquel  puel)lo  de  Caxamalca  í^e  hallaron  ciertas  casas  ll.»nas  de 
Hipa,  ()iie  parece  estaba  allí  depositada,  é  puesta  en  fardos  arri- 
ii;ad')^  hasta  la  techumbre  de  la  casa,  taiibien  :pue?»tos  é  ordenados 
ciMiio  1  is  suelen  tener  los  pii'lidos  mercadere«  en  Flandes  v  e.n  MtHli- 
na  d.d  ('ani}>o:  é  de  aquella  ropa  se  bastecía  el  ejército  de  Atabaliba. 
LaH  españoles  tomaron  lo  que  quisieron  dessa  ropa,  ó  todavía  qjeda- 
ron  la»i  casas  tan  llenas,  que  pare^cia  que  no  habia  htM-ho  falta  la 
que  se  tomó  del  la.  V  era  la  mejor  ropa  que  ?n  ni!ijb(una  parte  de  ín- 
líia^  se  ha  visto  en  aquestas  .partes,  y  en  España  y  en  todo  el  niuu- 
«!')  la  ovieran  ávido  por  muy  buena  y  .raiy  linda:  é  -la  mayor  parte 
<b.lla  era  de  lana  muy  (lel.í»ada  é  .primal:  otra  de  algodón  de  nr.  chos 
é  d¡ver^oi¡  colores  'afinas"  é   bien  matizadas." 

"Ili-taria    Cicr.eral    v    Natural    de    las    ludias"    —    Lib.     VLVl, 

<.ap.  viir. 


4DS  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

las  tierras  del  sol  y  del  Inca,  sino  de  las  viudas  y  ausentes. 
1)(»  manera  que  su  tii^mpo  estaba  consagrado  al  trabajo  aje 
no,  seguros  de  tener  lo  indispensable  y  ciertos  que  en  cual- 
quier caso  el  Estado  les  pro  vetaría  de  lo  necesario.  No  es: 
f.osible  que  un  pueblo  organizado  de  este  modo  fuese  comer- 
cial: el  individuo  no  disponia.de  su  libertad  ni  de  su  tiempo. 

La  organización  social  era  viciosa,  y  por  eso  ese  im|M'- 
1  io  s<»  desplomó  al  soplo  de  la  conquista,  como  mas  tarde  la 
(spulsion  de  los  Jesuítas  desbarató  las  Misiones,  por  análo- 
gas causas.  Tan  cierto  es  (pie  no  se  j)utHlen  violar  las  leyes 
d(i  Dios,  ahí  donde  no  existe  la  libertad  individual,  dond»^ 
el  (»stado  absorve  todo,  podrá  existir  un  pueblo  manso  y  un 
'(-rario  rico;  j)ero  esa  organización  artificial  será  demolida 
isin  esfuerzo,  porque  solo  la  libertad  del  individuo  armoni- 
zada con  el  interés  social,  liace  posible  y  establ-e  la  vida  de  la 
ini)Manida<l.  (1) 

Pero,  el  fundador  de  esta,  civilización  debe  ser  juzgado 
eon  arreglo  al  estado  de  su  i)a¡s  y  de  sus  medios:  es  preciso- 
tener  en  cuenta,  como  lo  di(e  con  profunda  verdad  Buckl«». 


1.  "  F]l  jTohierso  del  Peni  t»ra  un  despotisino  de  carácter  dulce, 
tperi)  al).-yi)Iuto  y  sin  eontrape^so  en  sus  formas" — Preseott — '"Histo- 
ria de  la  conquista  del  Perú". 

El  Padre  Diejío  Córdova,  natural  de  Lima,  en  su  "Coronica 
franciscana  de  las  provincias  del  Perú",  dice:  **  Hicieron  los  lupas 
"ventaja  á  todas  las  naciones  d-e  la  i.\nisérica  en  policia,  jjobierno,  y 
"mucho  mas  en  armas  y  valentía."  Lib.   1,  paj.   12 

En  la  confesión  .hecha  en  forma  de  testamento  por  M.iiucio  Sie- 
rra I^e^ema  en  la  ciudad  del  (hiz-o,  á  lo  de  s-ptierbre  de  lóSP  aníe 
el  escribano  Gerónimo  Sánchez  de  Quesada,  corrobora  lo  que  deci- 
mos en  el  testo.  Lejesema  hiz4>  en  el  lecho  mortuorio  su  confesión. 
7)()rqne  era  el  último  conquistador  que  vivia  y  para  -descargo  de  su 
conciencia.  Dice  así:  "...que  los  dichos  In^as  Ins  tenian  jjoberna- 
dos  de  tal  'manera,  que  en  todos  ellos  no  había  iin  ladrón  ni  hombre 
vicioso,  ni  hombre  holgazán,  ni  una  mujer  adúltera  ni.  mala:  ni  se 
.permitía  entre  ello-s  ni  gente  de  mal  vivir  en  lo  moral;  que  los  hnm- 
Í)res  tenian  mis  ocupaciones  honestas  y  provechosas;  y  que  los  mon- 
tes y  las  iT.inas,  .pasito,  caza  y  madera,  y  todo  género  de  aprovecha- 
niientiís,  estaba  gobernad  ^  y  rejíartido  de  suerte  q-ní»  cada  uno  cono- 
cíí«  y  tenia  s9n.  hacienda  sin  que  otro  ninguno  se  la  ocuimse  ó  tomas<', 
ni  sobre  ello  habían  })leitos...  y  que  loa  Ingas  eran  tenidf»s  y  obe- 
decidos y  respetado-s  de  wis  fnibditos,  com.o  gente  capaz  de  muehri« 
gtibierno,  y  que  lo  mismo  eran  sus  gobernadores  y  capitanes." 


PEREGRINACIÓN  DR  UN  FUGITIVO  49J> 

que — ''ninguna  reforma  puede  producir  bienes  reales  si  no  e* 
obra  de  la  pública  opinión,  y  si  el  niismo  pueblo  no  toma  la. 
inciativa.''  La  indolencia  característica  del  indíjena  harii 
quizá  preciso  ese  lujo  de  reglamentación  que  critica  Prescott, 
j.'Onpie  sin  esos  mandatos  de  la  ley,  el  indio  se  entrega ria  á 
la  contemplación  de  la  magnífica  naturaleza  que  lo  rodea. 

Kl  gobierno  del  Inca  fué  incuestionablemente  civiliza- 
dor; de  pueblos  sin  costumbres,  errantes,  salvajes  y  rudos, 
i  orilló  un  imperio  inmenso,  los  iiizo  agrícolas  y  fundó  ciuda- 
des con  vias  de  comunicación  seguras  y  fáciles;  estableció  'iii 
sistema  regula i  ..  seguro  de  comunicación  por  medio  de 
rhasíjuis:  j  orinó  los  quippos  (1),  creación  sorprendente,  por 
la  cual  se  Irasmitian  las  tradiciones,  se  foniiaba  la  estadística 
tie  sus  provincias,  de  manera  que  el  gobierno  central,  el  In- 
ca, sabía  la  ])ol)lacion  de  cada  una  de  las  comarcas  de  su  vas- 
to imperio,  sus  aumentos  y  sus  atrasos.  Organizó  un  sis- 
tema militar  (2),  reglamentó  la  justicia  en  formas  primitiva.^ 
pero  rápidaíi.  resolviéndose  en  una  sola  instancia  la  causa 
que  se  ventilaba,  sin  apelación.  Pero  ;  ay  de  los  jueces  per- 
A'ersor,!  La  violación  de  la  ley  era  castigada  irremisible- 
mente. 

(Veo  una  nelijion  nueva,  cuyo  ceremonial  complicado  y 
simbólico  revela  ideas  en  su  fundador.  Al  culto  del  Sol,  1p- 

1.  ...  "las  e(>s-ati  de  cuenta  st>  perpetúan,  dice  <'on  Aj^ustín 
Ai^  Zarate,  líor  nisdio  .de  una»  cuerdas  de  algodón,  que  llaman  los 
indioa  quippof^,  denotando  los  números  por  nudos  de  diversas  hechu- 
ras, «subiendo  -por  el  esfpacio  de  la  cuerda  desde  las  unidades  á  de- 
cenas, y  así  desde  arriba,  y  poniendo  la  cuerda  del  color  que  es  la 
•M»^a  que  quieren   mostrar''...    "Historia  del  deseubrimiontj)  etc." 

2.  fteí^un  Prescott  en  los  últimos  tiempos  del  Lm-perio.  el  Tnca 
í>'^dia  poner  en  campaña  un  ejército  de  doscientos  mil  hombres.  "Las 
tropas,  dice,  estaban  divididas  en  <?uerpos  correa-pon  dientes  á  nuestros 
batallones  y  á  nuestras  couiioañías,  mandados  por  oficiales,  que  «e 
firmaban,  sig-uiendo  una  jerarquía  recular,  des-de  el  imas  humilde  tsu- 
bírlterno  hasta  el  noble  Tnca,  encargado  del  mando  eu  gefp — •"  "His- 
toria de  la  conquista  del  Perú." 

"Kl  pais,  agrega  el  mismo  autor,  está  aun  cubierto  de  las  ruinas 
ñ'^  }h»  -obras  militares,  constniidas  <*n  pórfiro  6  granito,  las  que,  se- 
gún la  tradición,  servian  para  alojar  al  Ln<ía  y  su  ejército.'' 


5G0  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Yantaron  magníficos  templos  que  sorprendieroüa  por  su  ri- 
<]ueza  á  los  conquistadores.  Estinguió  los  sacrificios  huma- 
nas según  Gari'ilaso,  aun  cuando  Preseott  asevera  no  hizo 
sino  limitarlos  para  las  grandes  solemnidades.  Las  vírjenea 
del  Sol,  destinadas  á  conservar  el  fuego  «agrado  y  á  vivir 
perpetuamente  consagradas  á  este  culto,  como  las  vestales  dr 
la  antigua  Roma,  es  una  creación  que  establece  una  marca- 
da superioridad  sobre  las  po])laciones  aboríjenes  de  la  Amé- 
rica. 

Además,  la  cultura  del  espíritu  tenia  sus  representan- 
tes en  los  amantas,  y  el  Padre  Blas  Valera,  citado  por  Gar- 
eilaso  de  la  ^Vo:a,  asegura  que  el  Inca  Roca  fundó  escuelas  en 
e\  Cuzro.  (1) 

Para  ])robar  la  cultura  y  beneficio  de  este  gobierno,  las 
tendencias  civilizadoras  que  lo  caracterizan  y  la  previsión  de 
los  lucas,  bastará  recordar  la  enseñanza  que  se  hacia  de  la 
l(»ngua  general  del  Perú,  de  la  lengua  oficial  y  cortesana,  co- 
mo la  llama  Oarcilaso  de  la  Vega.  Esta  lengua  cultivada 
])()r  los  amantan,  enseñada  en  las  escuelas,  servia  á  sus  ?/ara« 
i'íVíí.v  (»n  sus  canciones,  sus  historias  y  sus  representaciones; 
y  en  las  relaciones  oficiales,  era  requisito  indispensable  para 
tiesempeñar  cargos  públicos.  Por  poco  adelantado  que 
f-e   suponga   a   un  pueblo,   desde  que   hace     de   su      lengua 


1.  *'I)ice  que  fiió  el  primero  que  ,j);iso  escuelas  en  la  real  .ciu- 
dail  <Iel  Cozco  i)ara  que  Ins  **aniautas"  enseñaseu  las  eiencias  <jiie 
;il.  anzahan  a  los  priiicijies  Incas,  y  A  los  d?  su  sangre  real,  y 
á  lo-s  n(»hles  de  su  iii])eri():  no  por  en.s-eñanza  de  letras,  que  no  las 
tuvieron  sin  i  por  ijiráctira  y  pnr  uso  cotirliano,  y  por  esperiencia, 
])ara  que  subieran  los  ritos,  .jueceptos  y  ceremonias  de  «u  faVsa  r-2- 
lijion,  y  para  íiuc  entendicen  la  razón  y  fundamento  de  sjjs  leyes 
y  fu  ro«,  y  el  nú. ñero  dellas,  y  .su  verdadera  interpretación  para  que 
ali'í:  ¡izaren  el  don  de  saber  gobernar,  y  se  hiciesen  mas  urbanos  y 
fueron  de  mayor  industria  para  el  arte  T.ilitar:  jiara  conocer  los 
tifuipis  y  los  años,  y  «aber  por  lots  nudos  las  historias  y  dar  cuenta 
ílellas:  )>ara  cjue  ti'uj);esen  hablar  ..on  ornamento  y  elegancia,  y  su- 
j]>ie>»en  criar  sus  hijos,  gobernar  su  casa.  F^n^oñ  aban  les  poesía,  míí- 
ísica,  filosofía  y  astrolcíjia,  eso  poco  qu?  de  cada  ciencia  alcanzaron. 
A  los  uüíestros  llamaban  amautas,  que  es  tanto  como  filósofos  j 
HÚbios.  los  cuales  eran  tenidos  con  hincha  veneración'* — ■**Comeiita- 
rios  Keales,  cap.   XIX    Lib.    IV.  , 


PEREGRINACIÓN  DE  UN  FUGITIVO  501 

un  objeto  de  estudio  y  de  enseñanza  ,  es  fuera  de  duda 
que  esa  lengua  tiene  forzosamente  que  progresar.  Por  oír*» 
parte,  ese  estudio  revela  ejercicio  en  las  facultades  de  la  inteli- 
jencia,  y  el  pueblo  que  dá  una  importancia  oficial  á  su  lengua, 
es  una  sociedad  que  piensa,  y  en  la  cual  el  espíritu  tiene  movi- 
miento y  espansion. 

Esa  lengua  que  se  habla  desde  Quito  hasta  Chile  y  hasta 
el  reino  de  Tucma,  según  Garcil-aso  de  la  Vega,  era  enseña- 
da en  todo  pueblo  conquistado,  mandando  para  esto  indios 
naturales  del  Cuzco,  que  conservaban  la  pureza  de  su  idioma. 
y  lo  generalizal)an  por  este  medio,  sirviendo  como  vínculo  á 
las  diversas  comarcas  de  aquel  gran  imperio. 

Para  estimular  este  estudio  **los  Incas  anteponían,  dicf> 
Garcilaso  de  la  Vega,  en  los  oficios  de  la  república,  asi  en  paz 
como  en  guerra,  á  los  (iiie  mejor  hablaban  la  lengua  gene 
Tal.'^ 

Habían  comprendido  que,  para  las  letras  la  lengua 
de  cada  pueblo  es  el  instrumento  mas  importante,  como  di- 
íM'  el  biógrafo  de  Fernandez  de  Oviedo.  Por  esto  se  em- 
peñaban en  el  estudio  y  perfección  de  la  lengua  quichua, 
título  suficiente  para  justificar  sus  -elevadas  miras.  Y 
en  efecto,  ''la  quichua  se  hizo,  dice  Prescott,  el  dialecto 
mas  rico  y  mas  variado,  como  el  mas  elegante  de  la  América 
del  Sud.'' 

Así  pues,  la  civilización  fundada  por  Manco-Capac,  cre- 
ció á  medida  que  transcurrían  los  años,  aumentando  no  sol> 
el  número  de  sus  subditos,  sino  elevando  la  cultura  del  pue- 
blo, las  RYÍes  (1)  y  las  escasas  ciencias  que  compren- 
dian. 

1      Para   que   pueda    forniars?   una    iloa    del    estado   de   las   artes- 
entre  los   In<?as.  vamos  á  reprodu<'ir  lo   que  dice  Fernandez  de  Ovie- 
do, cuyo  testi'Tionio  no  se  pueda  tachar  <le  exajerado  en  favor  de  los 
indios,  como  igualmente  el  de  otros  escritores  d?l  mism)  orí^jen.  **Lo»^ 
apo^sento»,   dice,  e«  uno   donde  estaba    Atabaliba  íse  recreaba   y   es- 
taba entre   dia:   es   un   corredor  alto,  y  junto  con   él   estaba   una  cá- 
mara, donde  dormia,  con  «una   ventana  sobre  el   patio  y  estanque;   y 
e^  corredor  aasimesmo  «ae  sobre  el  ipatio.  Las  paredes  deí?to  es  todo 
enxalvegado   de    un    betume   bermejo,   mejor   que   almagre,    que    luc^ 


r>íi2  LA  REViSTA  DE  BUENOS  AIRES. 

*'Es  necesario  tomar  en  consideración,  dice  Prescott, 
los  resultados  verdaderamente  grandes,  obtenidos  por  el  go- 
bierno de  los  Incas.  No  debemos  olvidar  que  bajo  su  dominio, 
los  últimos  del  pueblo  gozaban  del  mas  alto  grado  de  bienes- 
tar personal,  ó  al  menos  estaban  mas  al  abrigo  de  la  necesidad 
física,  que  las  clases  similares  de  las  otras  naciones  del  conti- 
nente americano,  y  probablemente  que  las  de  la  mayor  parte 
<le  las  comarcas  de  la  Europa  feudal. '*  (1) 

A  la  capital  de  este  imperio,  á  la  ciudad  fundada  por 
;Manco-C'apac  y  ^lama  Oello  Huaco,  ''gentes  de  gran  ser'*  co- 
mo los  llama  Cieza  de  León,  acababa  de  llegar  nuestro  viaje- 
ro, quien  en  presencia  de  su  antiguo  esplendor  estaba  verda 
<lerainente  comovido. 


iniiclio:  la  mad^Ta  -sobre  que  ea^  la  cobija  de  la  casa  teñi'la  de  la 
jiiesJiia  color.  Otro  quarto  frontero  de^te,  á  la  otra  parte  del  .patio, 
e<  de  quatro  bóvedas  redonda»  co<no  campanas,  todas  cuatro  encor- 
.:pora<las  en  nna:  este  es  encalado  blaii' o,  como  nna  paloma.  Xjos 
otros  dos  «on  dos  casas  de  servicio.  8on  aposí<entos  de  ver,  y  por 
-mucho  primor  y  concierto  labrados;  y  ¡por  la  delantera  deste  ajmsseu- 
to  .j)ii-<sa  un  rio  muy  gentil  y  de  gentil   ribera." 

*' Historia  general  y  natural  de  Indias":  Lib  XLVI.  cap.  VÍIF, 
paj   17S,  tomo   IV. 

El  mismo  autor  refiere  en  la  ;pí.j.  202.  ^'La  diversidad  de  las 
•]>ipzas  d?  oro  que  se  tra.ieron,  ai  se  oviese  de  decir  seria  no  acabar; 
pieza  ovo,  que  parecía  s-er  assiento  de  señor,  que  pessó  ocho  arrobas 
dr  oro;  y  fuentts  ovo  jfrandes  con  sus  caños,  corriendo  agua  en  un 
lago  hecho  en  la  mesma  fuente,  donde  estaban  aves  de  diversas  (tta- 
noras  y  hoíi:^breaí  vsacando  agua  de  la  mesma  fuente,  todo  hecho  de 
oro.  (|ue  era  cosa  mucho  de  ver." 

Poilro  Cieza  de  León,  dice  estas  palabras  en  el  cap.  LXX  de  »u 
** Crónica  del  Perú".  **Las  «r oradas  y  aposentos  eran  ni'uy  galanos, 
y  tienen  por  la*«  i})aredes  pintotlas  m-nchos  animalc-*  fieros  y  páiaros, 
<'cicada  toda  de  fuertes*  paredes  y  bien  obrada;  ya  está  toda  muv 
arruinada,  y  por  muchas  partes  minada,  por  buscar  oro  y  tplata  de 
enterramientos. " 

Agustin  de  Zarate  en  su  ** Historia  del  descubrimiento  y  con- 
•qui^■t!l  de  la  provincia  <lel  Perú",  dice  en  el  cap^  XI:  ** También  tenia 
muchíís  graneros  y  trajes  hechos  de  oro  y  «plata,  y  grandes  figuras 
dj  homl)re.s  y  imu.jeres  y  de  ovejas  y  todos  los  otros  anímale*,  y  de 
to'lo^  los  géneros  de  yerbas  que  nacian  en  aquella  tierra,  con  »us 
espigas  y  bastigas  y  nudas  hechos  al  natural,  y  gran  •S'uma  d.e  man- 
tas y  hondas  entrete.jidas  con  oro  tirado,  y  aun  cierto  número  <le 
!?ños,  coro  los  que  había  de  quemar,  hechos  ríe  oro  y  plata." 

1.     "llistoire  de  la  conquéte  du  Pórou  ",  par  W.  B^  Prescott, 


PEREGRIXAC  ION  DE  UN  FUGITIVO  503 

Para  apreciar  con  justicia  aquellas  impresiones,  liamos 
creído  conveniente  hacer  la  larga  digresión  sobre  las  institu- 
■eion(»s  del  gobierno  de  los  Incas,  porque  conociéndolas,  pue- 
<l(?  con(*ebirse  la  sorpresa  de  los  conquistadores  al  examinar 
la  destrucción  de  tan  poderoso  reinado;  destrucción  tan 
tcrril>Ic  en  las  inmensas  poblaciones  indíjenas,  como  torpe 
<'n  las  obras  que  encontraron  para  apagar  su  febril  sed  de 
-<»ro.  Y  sin  embargo,  aquel  manso  pueblo,  al  ver  descender 
y  morir  como  criminales  á  los  hijos  del  Sol,  hablan  doblado 
resignados  su  cuello  al  pesado  yugo  de  la  conquista.  (1)  Rota 
la  artificial  organización  de  su  sociedad,  sus  restos  fueron  es- 
]»arcidos  por  los  cuatro  vientos;  porque  aquel  pueblo  no  te- 
nia í'l  amor  de  la  patria,  el  amor  de  la  tierra  y  de  sus  lares, 
•que  hace  que  el  hombre  prefiera  la  muert-e  por  defender  la 
libertad.      Los  conquistadores  cayeron  sobre  los  indíjenas  con 


1.  KI  P.  Blas  Vakra  citado  por  Gareilaso  de  la  Vej^a,  dice: 
■'^La  hu1>i]idad  y  ag^ndo  injeiiio  de  las  del  P-erú,  escede  á  muchas 
iiaioiie-s  d€»l  otro  orbe:  parte,  ptirque  sin  letras  .jm-dieron  alcanzar 
ií  uchas  casas,  que  con  ellas  no  alcanzaran  los  ejipcio-s,  griejBfOs  y 
caldeos:  parte  porqiie  ya  que  se  arj^iiye  que  si  tuvieran  letras  como 
tr.vieron  uudos,  escedieran  (x  Ids  romano-s  y  galos  y  otras  nacione«t. 
Lo  otro,  que  la  rudeza  que  ahora  «muestran  no  es  por  falta  de  habi 
lidad  é  injenií),  «ino  por  estar  desacojstumbrados  á  las  costumbres  v 
ci)>a'i  de  Europa,  y  .porque  no  hallan  quien  les  enseñe  cosas  de  ha- 
1)¡ lidad.  sino  cosas  de  granjeria  é  intereses.  Lo  cuarto,  por-que  los 
tpi.'  alcanzan  maestro  ó  tien))T)f)  desocupado  y  libertad  para  apren- 
<ioi  a.r.ique  no  sen  nia*<  que  iuitando  lo  que  ven,  sin  que  les  ense- 
ñen, salen  ofieiales  en  todas  la«  artes  mec^nicíis.  y  hacen  ve-ntuia 
A  niucht)s  espaiioles.  Manifiesta  el  mismo  Padre,  que  en  música,  artes 
y  ciencias,  -si  les  enseñasen,  no  serían  inferiores  á  le**  esnañole*. 
.jMve^to  que  mas  facilment»'  han  coiTrprendido  loíi  libro.*  de  los  con- 
ijuistadores,  que  e-s-tns  entendido  su  lengua,  quipos  y  leyes.  Alaba 
la  memoria  d?  los  indíjenas.  y  esplica  la  razón  de  haber  sido  ven- 
vidos,  j>or  la  superioridad  de  la  táctica  y  armas  de  lo»  e-'ipañoles, 
porque  solo  se  defendian  con  hacha-s  y  tridentes  «de  broncie,  piedras 
lanzadas  p  )r  hondas,  y  flechas. 

Mr.  .Tosiah  Conder,  en  m\  obra  '*The  modern  traveller".  dice  en 
la  i)áj.  14:  *'The  governmont  of  the  Incas  of  Peni  was  a  ,«*pe>ies  of 
tluocracy:  the  sovereing  united  i.n  his  own  person  the  teniíporal  and 
■tiie  !"piritual  supremacy.  and  the  Children  of  the  Sun  were  both  .priests 
•an  1  üinus.  But,  thought  the  nost  absolute  deisípotism  in  it»  form,  it 
was  far  more  mild  inn  as  character,  and  less  osppresive  in  fa<*t,  than 
that  of  the  Mexican  sovereings. "  Citamos  la  oninion  de  este  escri- 
tor, qup  confirma  lo  que  her.os  dicho  en  este  capítulo. 


504  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

la  rabia  de  las  fieras,  y  no  se  saciaban  de  despedazarles  la$ 
entrañas,  ni  les  conmovía  el  triste  y  prolongado  quejido  de 
los  cautivos,  al  retorcerse  bajo  la  férrea  cadena  del  conquis- 
tador. 

Erauso  entró  por  el  antiguo  camino,  llamado  de  Conde- 
suyo. 

Cuatro  grandes  caminos  conducían  á  la  ciudad,  el  dxy 

Chinchasuyo,  que  se  dirijía  á  Quito;  el  de  Condesuyo  á  Are- 

requipa  y  sus  comarcas;  el  de  Andesuyo  á  las  faldas  de  lo« 

.Andes;  y  el  de  CoUasuyo,   por  donde  se   iba  hasta   Chile. 

(1) 

La  ciudad  está  rodeada  de  sierras,  entre  las  cuales  cor- 
ren dos  arroyos,  uno  de  los  cuales  divide  la  población.  Hacia 
el  Oriente  se  estiende  un  valle  que  comienza  en  las  inisina  ciu- 
dad. En  el  cerro  del  Norte,  Erauso  vio  las  grandes  ruina.*? 
de  la  fortaleza  de  los  Incas,  de  tradicional  magnificen- 
cia. 

A  medida  que  se  internaba  en  aquella  ciudad  por  su» 
largas  calles,  con  edificios  de  piedra  hiodificados  ya  por  la  teja 
fabricada  por  los  conquistadores,  que  aprovecharon  la  solidez, 
de  sus  muros  de  piedra,  notaba  que  sobre  las  ruinas  de  otro 
tiempo  se  levantaban  nuevas  casas.  A  pesar  de  hal)er  perdi- 
do el  pasado  í»splendor,  la  población  se  habia  estendido  al 
estremo  de  encontrarse  dentro  de  la  ciudad  el  pueblecillo  dí^ 
( -ayaucachi,  mil  pasos  mas  al  occidente  de  la  antigua  metró- 
poli de  los  Incas.  (2) 

La  población  había  estado  dividida  en  cuatro  bari-ios.  eit 
cada  uno  de  los  cuales  residían  los  vecinos  de  las  provincias  ú 
que  éste  correspondía,  estando  obligados  a  conservar  sus  tra- 
jes nacionales  y  sin  poder  mudar  de  domicilio. 

'*Como  estos  Incas  fueron  tan  ricos,  dice  el  cro- 
nista Cieza     de  León,  y  poderosos,  algunos  de     estos  edifi- 

1^     ('¡eza  de  León,  **La  Crónica  del  Perú",  etc. 

2.     (larcilaso  de  la  Ve^fa — •'* Comentarios  reales  de  hxs  Incas.'' 


PEREGRINACIÓN  DE  UN  FUGITIVO  505 

«ios  eran  dorados,  y  otros  estaban  adornados  con  planchas  de 
oro/' 

Ademas  de  las  ruinas  de  Erauso  veía,  supo  que  existían 
**  grandes  edificios  debajo  de  tierra,  y  en  las  mismas  entrañas 
della,  hoy  dia  se  hallan  losas  y  caños,  y  aun  joyas  y  piezas  de 
oro  de  lo  que  enterraban/'  (Cieza  de  León) 

Apenas  se  alojó  nuestro  viajero  en  una  de  las  ven- 
tas ó  l>odegones  ya  establecidos  á  la  sazón,  no  faltaron 
quienes  le  informasen  de  los  tesoros  inmensos  que  se  supo- 
nten  ocultos  en  aquella  ciudad.  Los  buscadores  de  estas 
riquezas  abundaban  y  causaban  mas  ruinas  que  la  acción  del 
tiempo. 

Erauso  no  era  aficionado  á  tales  empresas  y  las  oía  con 
interés,  pero  sin  dejarse  deslumhrar  por  ellas. 

Visitó  el  convento  de  Santo  Domingo,  en  el  lugar  dondi^ 
los  Incas  tenían  su  espléndido  templo  del  Sol,  levantando  la 
iglesia  sobre  las  sólidas  paredes  del  antiguo  edificio. 

En  una  de  las  calles  norte-sud  de  la  ciudad  estal)a  ya  fun- 
dado el  convento  de  San  Agustín,  que  también  visitó,  haciendo 
así  relación  con  los  frailes  que  lo  habitaban. 

Del  convento  de  San  Agustín  hacia  la  parte  alta  de  la  ciu- 
dad se  encontraba  el  convento  de  Santa  Clara,  l)arrio  poblado 
á  la  sazón  de  muchos  españoles. 

En  la  plaza  principal,  en  uno  de  cuyos  frentes  sobre  el 
antiguo  edificio  que  servia  a  las  fiestas  de  los  Incas  en  los  dias 
de  lluvia,  se  levantaba  la  Catedral.  El  antiguo  edificio  ha- 
bía sido  construido  por  el  Inca  Viracocha. 

Muchas  veces  se  paseaba  en  la  plaza  de  Intipampa  en  la 
cual  los  antiguos  adoradores  del  sol  llevaban  ofrendas  á  su 
Dios.  Aquel  barrio  en  otro  tiempo  se  llamó  el  barrio  del  oro 
y  plata — Coricancha — en  el  cual  se  levantaba  el  espléndido 
templo  de  histórica  fama., 

En  el  barrio  de  los  ama  ni  as  y  haravcc,  fiilósofos  y  poetas 
del  imperio,  no  existia  sino  el  recuerdo  y  las  tradiciones:  la 
transformación  había  sido  completa.  Los  amantas  habían 
totalmente    desaparecido  con  la  conquista,  y  eran  sostituidos 


506  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

por  la  escasa  enseñanza  de  algún  convento;  escasa  y  pobrísi- 
ma  como  lo  manifiesta  el  historiador  de  los  Incas,  hasta  el  es- 
tablecimiento de  los  Jesuitas. 

Erauso  frecuentaba  los  conventos  y  en  esto  obraba  con 
cordura,  porque  pendenciero  y  matón,  buscaba  siempre  su 
salvaguardia  en  el  derecho  de  asilo  concedido  á  aquel lo«, 
precaución  que  mas  de  una  vez  lo  sacó  de  aprieto.  Fué,  pues, 
al  convento  de  la  Merced,  que  tenia  una  manzana  completa. 
La  narración  de  sus  largos  viajes,  sus  penurias,  sus  travesuras 
y  a  la  vez  sus  invenciones,  le  procuraron  amigos  en  los  buenos 
frailes  de  aquel  claustro,  á  quienes  muy  frecuentemente  visi 
taba  en  las  horas  de  ocio. 

Contábales  entonces  las  historias  potosinas;  describíales 
la  riqueza  del  cerro,  la  facilidad  de  hacer  fortuna  en  el  juego, 
en  que  se  perdian  y  ganaban  sumas  que  deslumhraban  la  ima  ■ 
j  i  nación  de  los  frailes. 

Otras  veces  para  mostrarles  el  estado  de  aquella  socie- 
dad, les  referia  las  concejas  mas  en  voga,  las  leyendas  y  las 
crónicas,  haciendo  un  efecto  prodigioso  en  su  auditorio,  que 
mas  de  una  vez  originó  serios  debates  teológicos  sobre  los  mi- 
lagros, las  apariciones  de  los  muertos,  las  almas  en  pena,  los 
castigos  de  los  «condenados  y  otros  puntos,  según  la  materia  re- 
ferida por  Erauso. 

¿Porque  frecuentaba  tan  asiduamente  el  claustro  aquel 
calavera  desalmado,  jugador  y  matón?  Tenia  dos  razones: 
la  primera  buscarse  protectores  en  los  difíciles  lances  en 
qu*e  solia  meterse,  y  la  segunda  interesar  á  los  frailes  en 
sostener  el  derecho  de  asilo,  para  que  en  cualquier  conflicto 
pudiera  ganar  aquel  lugar.  Ademas  les  proponía  diversos 
casos  de  delitos,  é  indagaba  los  medios  de  que  legalmente 
7)odia  valen«e  el  delincuente  para  eludir  la  pena,  y  conser\'a- 
ba  con  cuidado  las  opiniones  que  creia  mas  seguras,  para 
utilizarlas,  como  mas  de  una  vez  lo  hizo,  en  críticos  momen- 
tos. 

Erauso  no  solo  habia  sido  un  vagabundo  calavera, 
sino  que  ni  el    vropósito  tenia  de  corregirse;  pero  gustaba  de 


PEREGRINACIÓN  DE  XW  FUGITIVO  507 

los  frailes  para  hablar  y  beber  con  ellos,  y  no  faltaba  alguno 
<iue  tani])ien  le  hiciese  compafíia  en  el  juego,  como  un  parénte- 
sis á  la  monotonía  de  la  vida  vonventual. 

Estuvo  también  en  el  convento  de  Santa  Catalina  de  Se- 
na, fundado.en  el  mismo  sitio  donde  las  vírjenes  del  sol  cele- 
l)rabiin  su  culto  pagano. 

A  pesar  de  existir  varios  conventos  de  monjas  y  beateríos, 
la  prostitución  pe  habia  generalizado,  mientras  que  durante  el 
gol)i(  rno  de  los  incas  la  moralidad  del  hogar  era  conservada 
j)or  el  rigor  de  las  le.ves.  La  estigma  que  marcaba  á  la  pam- 
jmjjruva,  condenada  á  vivir  solitaria  en  el  campo  y  á  no  pe- 
netiar  cu  la  ciudad  ])ara  no  ccmtagiar  con  su  ejemplo  la  cas- 
ti<la<I  y  la  virtud,  reduela  el  número  de  esas  desgraciadas  cria- 
turas. Pero  la  conquista  habia  borrado  aquellas  costumbres 
severas  y  castas,  y  la  prostitución  se  habia  estendido  con  la  ra- 
jiidez  de  las  aguas  que  desbordan,  una  vez  roto  el  dique  que 
las  contiene.  (1) 

Erauso  freruentaba  la  soi'iedad  de  los  truhanes  y  mato- 
nes, y  la  fama  de  pcuílenciero  y  valentón  dábale  cierto  presti- 
gio entre  aquella  hez  de  las  sociedades  desquiciadas.  De  mane- 
ra rpie  alternaba  de  la  conversación  de  los  claustros  á  la  bulli- 
ciosa algazara  de  los  garitos. 

Tongo  necí^sidad  de  olvidarme  de  mi  mismo,  decíale  una 
vez  á  í-ierto  fraile — No  i)uedo  borrar  mis  recuerdos  infantiles 
por(|ue  casi  en  la  infancia  empezó  mi  vida  azarosa  y  bagabun- 
-da.     líe  sufrido  mucho,  y  mas  he  hecho  sufrir. 

El  viajero  no  habia  conocido  los  santos  ejemj)los  del  ho- 
gar. Casi  niño  fué  encerrado  en  un  cx)nvento,  del  cual  fugo 
pura  seguir  aquella  vida  de  escesos.  de  sangre,  y  sin  embargo 
-de  ejemplar  castidad ! 

1.  En  la  confesión  do  Mancio  Sioria  LejestMiía,  citado  jior 
PiPS'ott.  dice:  *'.... y  que  entienda  S.  M.  que  el  intento  que  me 
mueve  á  hacer  esta  relación,  ea  por  descargo  de  mi  conciencia,  y 
por  haílarjne  culpado  en  ello,  pue«  liabemo-^  destruido  on  nuestro 
nial  eipmplo.  gente  de  tanto  ífobiorno  como  eran  estos  naturales, 
y  tan  t]'UÍtados  de  c(. meter  delito»  ni  escesos,  asi  h<»i;bres  como  mu- 
j.'^res. ' ' 


Ó08  LA  REVISTA  DE  BUtíNOS  A1RE& 

VIII. 

A  la  luz  de  una  lámpara. 

Recostado  en  una  mesa  en  la  sombria  celda  de  un  re- 
ligioso  del  convento  de  la  Merced  en  el  Cuzco  estaba  um 
hombre  de  estatura  grande,  grueso,  de  facciones  bastante  re- 
gulares para  no  ser  llamado  feo,  cabellos  negros  y  largos.  Te- 
nia la  espada  bien  ceñida,  la  cabeza  algo  agoviada,  su  aire  era. 
mas  de  valiente  que  de  galán — ^La^  manos  carnosas,  robustas  y 
fuertes,  pero  su  acción  era  afeminada  (1).  No  tenia  barba,, 
lo  que  daba  á  su  rostro  un  aspecto  equívoco  ó  mujeril. 

Le  escuchaba  atentamente  un  religioso  de  la  ^ler- 
ecd,  alegre  el  rostro,  franco  el  aspecto  y  penetrante  la  mi- 
rada. 

La  conversación  debia  haber  empezado  mucho  tiem- 
po hacia:  por([ue  el  de  la  espada  continuaba  su  narra- 
ción. 

— Se  encontraba — decia  estt* — sumamente  necesitada  pa- 
ra alimentar  á  dos  hijas  enfermas.  Bien  podéis  comprender 
la  aflicción  de  una  madre  que  tiene  que  mendigar  para  sus  hi- 
jos, como  el  único  y  supremo  recurso.  Fué  á  casa  de  un  mer- 
cader y  pidió  una  limosna  por  amor  de  Dios.  El  mercader 
no  quiso  dársela.  Entonces  ella  le  rogó  le  diese  de  limosn¿v 
para  alimentarse,  lo  que  pesaba  un  papelillo  donde  estaba  es- 
crito  su  noml)re  y  decia: — Doña  Juana  Riquelm<  pidf  á  Y. 
U}¡a  limosna.    (2) 

l^recisamente  en  aquel  momento  se  encontraban  en  casa 
del  mercader  otros  vecinos,  y  empezaron  á  burlarse  de  la  pe- 
regrina ocurrencia  de  la  infeliz  madre. 

Entonces  puso  el  papelillo  en  una  balanza  y  en  la  otru 
colocó  un  real.     Pero  con  sorpresa  de  tíKlos,  el  real  no  in-^ 

1.  Historia    do    doña    (^ataliiia    Eran  so,    por   Ferrar. 

2.  * 'Anales    de    la    villa    Imperial    de    Potosí",    por    Martínez: 
V  Vela. 


PEREíiRlNAClOX    DE    UN    FUGITIVO  ó(;9 

<linó  vi  tiel  de  la  balanza.  Admirados  del  caso  fueron  echan 
<lo  reales  sobre  reales;  hasta  que  creyendo  ver  en  aquel  su- 
ceso un  hecho  .sobrenatural,  contaron  el  dinero  y  habia  diez 
pesos  de  á  ocho  reales,  que  era  la  suma  que  precisamente  ne- 
cesitaba la  atri])ulada  señora,  (^'uéntase  que  corria  el  año  do 
1630  (1)  cuando  ocurrió  lo  que  refiero,  Revendado  Padre,  por 
lo  cual  bien  comprendereis  que  en  Potosí  abundan  las  con- 
sejas. 

— El  caso  es  grave — dijo  el  religioso,  y  sobre  todo,  es  mo- 
ral. .  .quizá  es  un  milagro.  . . . 

Kn  cuanto  á  milagras,  numerosos  son  los  que  alli  refiero 
la  crónica. 

En  la  (luebrada  de  San  Bartolomé — continúe) —  al  salir 
<le  l'otosí  para  esta  cai)ital,  como  á  una  legua  de  distancia  de 
la  primera,  c»xisten  dos  grandísimas  ])eñas,  y  me  refirieron 
seriamente  al  cstremo  de  darme  risa  y  deseos  de  administrar 
una  paliza  á  mi  interlocutor,  que — por  el  año  de  1589  huian 
unos  asesinos  por  aípiel  sitio,  cuando  las  dos  peñaos  se  jun- 
taron en  el  lugar  donde  es  mayor  la  angostura,  separándose 
en  seguida.  La  credulidad  es  tal  qué,  sostienen  que  antes 
y  después  de  aquel  suceso  acontecieron  allí  otros  verdade- 
ramente espantosos.  Las  cabalgaduras,  decían,  se  alborotan 
basta  matar  á  los  jinetes  y  despedazarse  ellas  mismas. 
De  noche  eran  terribl(»s  y  pavorosos  los  ruidos  y  nadie 
entralm  en  aquella  quebrada  sin  verdadero  temor  de 
Dios.  Sabéis  Padre,  cual  era  la  causa,  según  juiuellos  ha- 
bitantes? El  demonio  que  habitaba  en  una  cueva  de  aquel 
sitio.  (2). 


1.  "Anales  do  la  villa  Tmporial  de  l*<»tosí,  por  Martínez  y 
Vola. 

l\  I).  Bartolomé  Martínez  v  Vela,  en  su  ^Mlístoria  de  la  Villa 
Imperial  ile  Potosí",  dice:  **Tenían  estos  naturales  en  la  quebrada 
^|iie  lioy  llaman  de  San  Bartolomé  (distante  de  esta  villa  una  leg^ua), 
lina  ^lan  ueva  naturalizada  en  la  peña  viva,  donde  iin  día  á  la  se- 
Tiiana  ii)an  (*ohiü  en  procesión  á  adorar  al  común  enemigo,  que  las 
nia^i  vece^  se  les  aparecia  visible.  E'S  mer.orabl'^  e^^ta  quebra'la  por 
la   cual   pa<a   el   caniinu   real   de   las   provincias  bajas   y   ciudades   de 


ÓIO  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

La  superstición  se  aumentaba,  hasta  que  los  jesuita,s  lle- 
varon la  efijie  le  San  Bartolomé,  la  colocaron  en  una  cueva  y 
salió  bramando  el  demonio  de  otra  caverna  vecina  y  se  es~ 
trelló  en  la  peña.     Por  esto  podéis  juzgar  de  lo  candido  que 
son  aquellos  ricos  moradores  del  mas  rico  aliento  de  minas^ 
del  Perú.     Fero  no  es  esto  solo,  se  empeiían  en  probar  que  ei 
diablo  ha  dejado  impreso  en  la  peña  la  prueba  de  su  atrcfz  sui 
cidio,  en  -el  color  verdinegro  de  esta.  (1)     ¿Qué  os  parece,  pa- 
dre?    Los  Jesuitaís  sostienen  que  desde  que  la  imájen  d"  Siui 
J^artolomé  hizo  aquella  visita,  la  quebrada  que  lleva  su  uouibiv 
t*s  un  sitio  de  paz. 

Ijargo  é  inacabable  fuese  si  continuase  retiriendo  »'Uan- 
ta  historieta  s.-  cuenta  en  Potosí,  consejas  que  pasarán  á  Li 
posteridad,  porgue  están  grabadas  en  la  imajinacion  d-j  üquci 
pui'blo  de  un  juodo  imborrable.  Quitarles  esas  ci'»'<^nc¡as, 
.s.  fin  desi>ojarlos  del  encanto  con  que  creen  en  las  aparicio- 
ii^'s  del  otro  m  iijdo.  y  en  las  batallas  continuas  y  diarias  (ue 
♦'i  (hablo  dá,  por  medio  de  sus  ajentes,  para  pesciu*  nlnuis 
para  el  infierno,  que  sin  duda  del)e  estar  despoblado  por  h> 
einpe^'ioso  di-  U<  industria  de  que  dicen  valerse — dij.>  r¡«*ndo 
a]es?rt'T>HMít''. 

Kl  Praih*  no  decia  nada,  escuchaba  con  interés  «(laeilos 
cuentos,  que  hov  ni  los  niños  oirían  impasibles. 


Lima,  ('uzeo,  y  las  otra,s,  por  lo  que  en  ella  sucedía  á  los  priiu-lpio» 
cl(  Ui  funíiai'ion  di»  esta  villa;  «pues  .pasando  las  g^eiitei»  ,por  allí,  re- 
pcMitinan;ente  se  juntaban  las  dos  peñas  (que  son  altíi^inias).  y  ma- 
tándolos á  todos  se  tornaban  á  abrir.  Otras  veces  ai  pasaban  en 
cabalgaduras,  de  improviso  «e  alborotaban  y  no  paraban  hasta  ha- 
cer pp. lazos  >X  los  hombres  con  sus  corcobos:  otras  se  levantaba  -un 
viento  huracán  tan  espantoso,  que  súbitaimente  lea  quiiaua  la  vida, 
y  .si  no  se  las  quitaba  en  a-qiiel  punto,  los  arrebataba  y  arrojaba  en- 
ísima de  otras  ,i>eña«  -que  hay  en  sus  contornos.  Afirman  don  Antonio 
de  A  costa  y  el  capitán  Pedro  Méndez,  don  Juan  Pasquier  y  otros 
autores,  que  el  causador  de  estos  daños  era  el  demonio  que  habitaba 
V.)  aquella  gran  <?ueva. "  Trans.cribimos  este  ;párrafo  como  una  prue- 
ba de  la  candida  credulidad  del  cronista  y  en  justificacinn  de  lo  Cfue 
referimos  en  el  testo. 

1      Martínez  y  Vela,  ** Anales  de  la  Villa  Imperial",  etc. 


PEREííRIXACIOX  DE  UX  FUGITIVO  ¿I I 

— Para  que  juzgue  mejor  V.  P.  áA  estado  de  aquella  so- 
ciedad, voy  á  referirle  un  suceso  de  otro  jénero. 

Gol>ernaba  á  Potosí  en  1600  el  correjidor  don  Alvar» 
J*atiño  y  se  celebraban  fiestas  de  toros.  Era  una  corrida  oii 
toda  regla,  á  la  cual  son  tan  afectos  nuestros  pueblos.  Don 
^lartin  de  Igarzabal,  vascongado,  por  ciertas  cuestiones  amo- 
rosas arrojó  del  balcón  de  su  casa  á  Nicolás  Enriquez,  mance- 
bo de  pocos  años,  oriundo  de  Potosí.  Vio  su  padre  este  atroz 
asesinato  y  trepó  las  escaleras,  se  introdujo  en  las  habitaciones 
de  IgarzabaK  que  estaba  esc*on<lido  debajo  de  la  cama,  y  le  di/. 
ih  j>uñaladas  hasta  dejarlo  muerto.  (1) 

Se  allx)rotó  la  jente  de  la  plaza  con  este  motivo,  vinieron 
los  criados  del  correjidor  y  los  amigos  de  F]nriquez,  que  eran 
andaluces,  estrcmeños  y  criollos. 

Los  vascongados  gritaban  ¡  nuiera  el  asesino !  Y  en  tropel 
entran  los  unos  y  los  otros.  Se  trabó  entonces  una  lucha  cuer- 
1)0  á  cuerpo,  en  la  ( ual  pereció  don  Mendo  Patino,  sobrino  del 
correjidor.    (2) 

De  uno  y  otro  bando  murieron  aI«íunos  y  quedaron  trein- 
ta heridos. 

De  aquí  st^  originaron  crueles  desafios  entre  vascongados 
y  criollos,  y  si  hubiera  de  continuar.  Padre,  en  estas  historias, 
seria  inacabable  mi  (íonversacion. 

— En  verdad  (pie  nunca  oí  tantos  escesos,  ni  soñé  que  hu- 
biese» minas  tan  ricas.  Aquí  gozamos,  hijo  mió,  de  la  paz  del 
claustro,  con  la  bendición  de  Dios. 

— Pero  los  que  vivimos  en  el  nuindo  y  no  llevamos  una 
vida  con  olor  de  santidad,  como  el  humilde  pecador  ahora 
j>r(^ente,  necesitamos  consejos  de  los  varones  prudentes  y 
justóte. 

Cierto  relijioso  de  San  Francisco — dijo — me  ha  enseñadr) 
<iue,  si  me  en<*(mtrase  alguna  vez  condenado  á  nmerte,  lo  que 
de  cierto  no  será  i)or  mis  virtudes,  estando  en  la  capilla  de 

1.  Obra  ya  citada. 

2.  Id.  id. 


o  12  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

los  reos  y  después  de  comulgar,  ponga  la  forma  en  la  mano,  y 
grite — iglesia  me  llamo,  iglesia  me  llamo! — ^Por  este  arbitrio 
me  asegura  gozaré  de  inmunidad  y  no  podran  ejecutar  la 
sentencia. 

— De  veras  que  sería  una  cuestión  en  la  cual  tomaría  par- 
te la  autoridad  de  la  Iglesia ;  pero  es  una  herejía. 

— ^le   rasparán  la  mano;   qué  importa! lo   esencial 

es  salvar  el  bulto — dijo  riendo  estrepitosamente  nuestro  co- 
nocido. Y  que  diría  V.  P.  si  le  dijese  que  puse  en  obra  el 
consejo  ■ 

El  relijíoso  abrió  los  ojos  desmensuradament>tí,  y  murmu- 
YÓ — Dios  mió,  ten  piedad  de  este  pecador ! 

IX. 

Cuando  iban  á  cerrar  la  portería  del  convento,  nuestro 
conocido  se  dirijió  á  casa  de  un  amigo  á  jugar. 

l*or  ciertas  rencillas  de  juego,  trabó  riña  con  un  célebre 
matón,  y  dando  tajos  y  reveses  llegó  cerca  del  convente)  de  San 
Francisí'O.  Allí  asestó  una  feroz  puñalada  al  contrario — que 
solo  tuvo  tiempo  para  pedir  confesión.  Nuestro  fugitivo  es- 
taba herido  en  la  espalda  y  en  el  pecho,  por  consiguiente,  des- 
pués de  aquel  esfu'erzo,  cayó  examine. 

Al  ruido  acudieron  los  frailes  del  convento,  el  corre jidor 
y  jente  de  armas. 

Asistido  en  casa  del  tesorero,  en  cuyo  servicio  <^taba,  fue 
una  noche  llevado  sijilosamente  á  la  celda  del  Padre  Francis- 
cano, fray  Martin  de  Arestegui.  El  objeto  de  esta,  traslación, 
<*ra  bus(*ar  asilo  en  el  convento. 

Fai  efecto,  él  cürrejidor  })uso  guardias  en  los  contornos  y 
tomó  niedida.s  para  capturar  el  reo,  una  vez  que  saliese  del 
convento,  que  no  se  atrevió  a  allanar. 

Algunos  meses  después  trató  de  mudar  fierra,  como 
él  dice  en  sus  memorias,  y  tuvo  en  el  camino  lances  siu 
cuento. 

Llegó  por  íin  á  lluanianoíi  y  después  de  largas  cuitas,  por 


PEREGRINACIÓN  DE  UX  FUGITIVO  013 

iíiertas  estocadas  cerca  de  la  casa  del  obispo,  estie  por  salvarlo 
la  vida  lo  tomó  bajo  su  protección,  y  por  último  lo  llevó  al 
^•onvento  de  Santa  Clara. 

Grande  ruido  hizo  la  noticia  en  el  Cuzco  y  Potosí,  al  sa- 
J)er  que  al  capitán  Erauso  lo  habian  llevado  a  un  convento  d«í 
monjas. 

— Es  i>eregrina  la  idea  de  su  Señoría  Ilustrísima! 

— El  obispo  de  Huamanga,  decían  otros,  no  está  en  su  juí- 
<'io,  y  es  estraño  le  hayan  permitido  tal  desacato !  en  el  convento 
de  Santa  Clara! 

Y  en  verdad,  á  cualquiera  á  quien  dijera,  que  .se 
])onia  en  un  convento  de  monjas  al  mas  desalmado  cala- 
vera de  aquel  tiempo,  tomaría  la  cosa  por  una  muestra  dii 
locura. 

Pero  hé  acfuí  el  misterio:  ** Señor,  todo  esto  que  he  refe- 
*'rido  á  V  S.  Ilustrísima  no  es  así,  le  verdad  es  esta:  que  soy 
"mujer:  que  naeí  en  tal  parte,  hija  de  fulano  y  de  sutana:  que 
*'me  entraron  de  tal  edad  en  tal  convento,  c(m  fulana  mi  tía: 
**que  allí  me  «'rié:  que  tomé  el  hábito:  que  tuve  noviciado: 
*'(|ue  estando  para  profesar,  por  tal  oeasion  me  salí:  que  me 
"'fui  á  tal  i)arte,  me  desnudé,  irie  vestí,  me  corté  el  cal)ello- 
*'l)firtí  allí  y  acullá,  me  embaniué,  a[)osté.  trajiné,  maté,  herí, 
■'•niiileé.  cornete»,  hasta  venir  á  parar  en  lo  presente,  y  á  los 
pies  de  su  Señoría  Ilustrísima.^'  (1) 

Este  viajero  singular  y  fantástico,  es  conocido  en  las  cró- 
i¡ií*as  coloniales  bajo  el  nombre  de — ¡a  monja  alférez. 

VICENTE  G.  QUESADA. 
1.     "Uistoria  de  la  Monja   Alférez",  doña   Catalina  de   Erauso. 


DERECHO 


JURISPRUDENCIA  DE  LOS  TRIBUNALES. 

Snmario — 1."  ¿Debe  eoiLsiderarse  testamento  militar,  el  otoríjado  por 
un  oficial  en  servicio  de  frontera f 
2."  ¿La  ley  4,  tít.  l.o,  Part.   (>.a,  ha  sido  derogada  en  este 
punto,  seg'ua   la  int>?rpretaciün  que  se  dá   á  la  de   7  ju- 
lio  lS2,-i? 

Uaso — El  2S  setiembre  1864,  ,sc:  |>r.'seiit  >  aute  Jos 
Tribunales  inferiores  el  procurador  S;v>asÍM  y  ])atnMrinaílo 
por  el  Dr.  Pinedo  (D.  Federico ),aeoniparió  á  nombn»  de  lona 
Tetrona  Ortiz  el  te.stmiunfo  milifar  XM  ^^sposo  de  e.sta, 
capitán  de  Dragones  de  ¿nf antena  José  ¡Seguí,  (africano)  — 
y  espuso — Que  habiendo  fallecido  los  testigos  .'\Ianuel  Sanipavv) 
y  el  teniente  Manuel  Pérez  (autorizante),  ignorándose  el  pa- 
radero de  los  dos  restantes  Carmelo  y  Nicanor  Pavia — soIf> 
era  posible  justificar  la  autenticidad  de  dicha  tnemoria  otor- 
gada en  el  Fuerte  Federación  (hog  Junin)  Frontera  de  San 
Ignacio  de  Logóla,  a  4  de  octubre  de  1847 — ahoyando  las  fr- 
uías del  testador  y  testigos  nombrados. 

Que  tal  prueba  era  bastante  en  el  caso  pílcente,  puesto 
que  el  militar  que  se  encontraba  en  la  situación  de  Seguí, 
^podia  testar  en  cualesquier  forma,  siendo  válida  su  dispo- 
sición con  tal  que  se  probase  la  antienticidad,  aun  cuandí> 


JURISPRUDENCIA   DE  LOS   TRIBUNALES.  ü1.> 

apareciera  de  loes  requisitos  prescritos  para  las  3Ieinori<#55 
otorjíadas  por  aquellos  que  no  gozan  d^l  fuero  de  guerra — 
por  lo  qué  solicitaba  se  jirase  oficio  al  Juez  de  Paz  del  Snlto 
con  remisión  de  la  Memoria  orijinal,  autorizándolo  para  re* 
cihir  las  declaraciones  de  los  testigos  que  le  fueren  presenta- 
dos al  tenor  del  interrogatorio  adjunto. 

Oido  el  ^linisterio  Pá!)lico,  fundó  su  oposición  en  quií 
esto  caso  no  era  el  de  la  ley  de  Partida  (pie  pennitia  á  lo» 
militrtrcs  (pie  se  hallaban  en  campaña  y  peligro  de  imicrtí* 
por  í'unrion  lv»lica,  otorgar  testamento  sin  los  reíjuisitos  nc- 
cesarios— Que  aún  cuando  una  Ordenanza  del  ejército  acor- 
daba ('^a  «*s<M*fM'ion  á  tntlos  los  militart^s  tomo  futro,  hallán- 
dose en  su  ra<a  y  en  poblado — la  ley  de  7  julio  1823,  abolií'^ 
los  fueros  personales,  razón  por  la  cual  no  podian  ser  invo- 
cados con  éxito — Que  en  esta  virtud,  y  mandando  la  ley  qucí 
el  menor  núnu^ro  d^í»  U^tigos  de  un  testamento  que  no  es  lie- 
eho  ante  Escribano  público — sea  el  de  cinco  y  no  |>udicnd:> 
probarse  (»1  caso  (stnmo  en  que  bastan  tres — no  debía  aten- 
derse lo  pivtendido  por  la  parte — 

Esta  o])st*rvó  á  su  vez.  que  la  ley  de  Partida  reeordada, 
habia  quedado  subsistente  á  pesar  de  la  ley  patria  de  1823 — 
cuya  mente  fué  abolir  los  fueros  en  lo  qm*  venian  á  hac(»r  una 
esi*epi  ion  á  la  regla  jeneral  vsin  un  motivo  justificado,  pero  no 
en  los  casos  en  que  atento  el  carácter  especial  de  los  militares 
es  una  necesidad  imprescindible — camo  sucedía  en  el  presente 
tratándose  de  un  acto  civil  efectuado  en  lugar  enteramenti* 
despoblado  como  era  la  frontera  en  aquella  época. 

El  Juez  de  lo  Civil  Dr.  Garda  Fernandez — en  8  de  ^la- 
yo 18f)5,  proveyó — 

''Y  vistos:  Considerando  que  la  ley  4,  tit.  l.o  Part. 
6.a  solo  concede  el  privilejio  de  que  falte  la  solemnidad  del 
competente  número  de  testigos,  en  los  testamentos  que  otor- 
ífuen  los  milit^ires  hallándase  estos  en  huéafe,  ó  sea  en  espc»  li- 
ción militar,  como  sienta  la  glosa  de  Gregorio  ^opez, — .)  en 
peligro  de  muerte  por  acción  de  guerra;  debiendo  siijetarst^ 
<»n  los  otros  casos  á  las  prescripciones  comunes. 


.lltí  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Que  las  leyes  posteriores  que  estableeierou  fueros  ¡jcr- 
:iO)iaJ('s  \mi"d  todas  elreunstaneias  en  favor  de  los  niilitarirs — 
li aliase nse  6  no  estos  en  los  estreñios  de  aquella  ley  han  sido 
iniplíeitaniicnti*  derogados  por  la  ley  Patria  de  5  do  julio  da 
182'^  cpie  al)olió  Uffio  fuero  personal,  dejando  solo  subsistente 
el  fucru  real  ó  de  ¡as  cosas. 

Que,  ])()r  lo  tanto,  solo  eorresjxmde  á  este  último  el 
que  determina  la  ley  de  Partida;  es  decir,  el  de  hallarse  en 
espedicion  militar  ó  peligro  de  muerte;  y  no  el  caso  de  la 
Memoria  f.  1.a,  en  la  que  su  autor  aparece  de  guarnición 
•en  tiem])o  de  paz,  en  un  fuerte  fronterizo  pero  rodeado  de 
vecinos  ([ue  podrían  servirle  de  testigos. 

Por  esio — y  de  conformidad  eim  el  Ájente»  Fiscal  no  há 
lugar  á  lo  solicitado  j)or  el  procurador  Hagasta  para  que  el 
papel  f.  l.H  se  lonsiderc  como  iestamento  militar  if  pj'iiñlejia- 
ilo,  ele.'' 

A|)elada  esta  sentencia,  ol)servó  ante  el  Superior  la  par- 
le agi*a viada,  i)or  el  finado  Seguí  en  encontraba  en  huts.te 
cuando  otorgó  su  última  voluntad  y  de  consiguiente  comf^ren- 
<lido  en  la  ley  4,  tít.  1.a  Parte  6.a  y  amparado  por  la  de 
julio  182.J — que  dejó  su})sistente  el  fuero  militar  para  los  ac- 
tos ejecutados  en  marcha,  campaña  é  servicio. 

El  Sr.  Fiscal  dictaminó — en  apoyo  de  la  providencia  del 
Inferior — fundado  en  que  para  que  un  militar  se  considero 
<m  el  ( aso  de  usar  del  privilejio  que  acuerda  la  ley  á  los  de 
"SU  clase,  es  necesario  que  esté  en  marcha,  ó  próximo  á  un 
i'omhair,  lo  que  no  podia  presumirse  por  solo  la  circunstan- 
cia de  í|ue  Seguí  estuviera  de  guarnición  en  un  fuerte  fron- 
terizo donde  otorgó  la  Memoria  de  ([ue  se  trata  sin  tener  una 
urjencia  que  le  privase  de  la  reunión  de  los  testigos  que  lo 

m 

firmaron. 

A  pesar  de  esto,  el  Superior  Tribunal  en  su  Sala  de  lo 
Civil  decidió  lo  siguiente — en  3  de  diciembre  último. 

''Vistos.  Considerando  que  -el  destacamento  en  un  pun- 
to  avanzado  do  la  frontera,  como  lo  era  en  la  época  del 
otorganúento  de  la  ^lemoria  de  f.  1.a  el  Fuerte  Federación, 


JURISPRUDENCIA    DE  U)S  TRIBUNALES.  517 

no  puede  considerarse  como  guarnieion  en  tiempo  de  paz^ 
por  que  perpetuamente  existe  el  estado  de  guerra  eon  los 
salvajes  del  desierto  que  si-empre  se  mantienen  en  asechanza 
para  sus  continuas  invasiones;  que  para  todos  los  efectos  mi- 
litares se  consideran  como  en  campaña  las  fuerzas  que  pres- 
tan este  servicio,  y  respecto  también  á  los  Guardias  Naciona- 
les que  á  él  contribuyen:  que  por  consiguiente  los  qu-e  se  ha- 
llan en  este  caso  están  comprendidos  en  las  escepcion-es  que? 
establece  el  artículo  4.o  de  la  ley  de  7  de  julio  de  1828 — 
•y  queda  en  tal  caso  vijente  la  ley  4,  tít.  l.o  Part.  H.a,  se 
revoca  el  auto  apelado  de  fs.  13 — y  satisfechas  las  costas,  de 
vuélvanse.     (líai  5  rúbricas*') 

Corolario — Estamos  de  perfecto  acuerdo  c(»u  el  fallo  qvuí 
precede  que  no  fué  apelado  i)or  el  Sr.  Fiscal,  y  el  que  con- 
cretando los  V(»rdaderos  i)rincipios  de  la  materia,  viene  á 
fijar  con  netedad  la  jénuina  interi)retacion  que  deba  darse 
á  la  ley  Patria  de  1823,  siempre  que  ocurra  un  caso  tan  raro 
como  el  presente,  siendo  el  único  que  recordamos  al  respec- 
to por  su  nalojía,  el  del  jeneral  José  Maria  Flores,  finado  en 
1856,  y  que  á  pesar  de  no  contener  sino  su  sola  firma  fue 
declarado  legal  el  testamento  que  ordenará,  ante  don  Celedo- 
nio de  la  Cuesta,  secretario  del  jeneral  en  jefe  don  Anjel  Pn- 
checo,  en  el  lugar  de  *'La  Hedionda''  (Provincia  de  la  Ilioja) 
en  25  febrero  1841 — instituyendo  con  arreglo  á  Ordeni'.nA.i 
p^r  su  única  y  universal  heredera  (por  no  tener  suc^^sioif- 
á  su  esposa  dona  Maria  del  Rosario  Sara  vi. 

Ahora,  por  lo  que  niira  á  la  sentencia  del  intelijentí-  y 
piliorioso  inajistrado  que  eonoció  en   1.a   Instancia,  observa 
mos  cierta  contradicción  en  ella,  por  cuanto  si  bien  d^n'lara 
en  vijencia  la  ley  4,  tit.  l.o  Part:  6.a  que  permite  hacer  su 
test-amento  al  militar  en  hueste  de  cualquiera  manera  quf 
pueda  ser  justificada  su  voluntad — exije  la  presencia  de  cii'- 
co  testigos,  en  un  lugar  en  donde  ninguno  existia,  para  la 
validez  del  otorgado  por  el  oficial  Seguí,  que  á  no  dudarhv 
se  encontraba  en  Ja  hueste  ó  espedicion  militar,  mandando 
tropa  en  la  frontera  entonces  despoblada  del  Fuerte  Fede- 


ol8  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

ración  ó  Froniera  de  San  Ignacio  de  Loyola,  como  se  si..»n- 
ta  en  la  Memoria  aludida. 

En  efecto,  lejos  de  nosotros  la  creencia  de  que  la  ley 
<le  182*],  haya  abolido  en  todos  sus  casos  el  fuero  militar — 
Ahí  está  su  art.  4.o  que  dice:  '* Queda  sujeto  á  la  misnuí 
jurisdicción  (á  la  militar)  todo  delito  cometido  por  los  mili- 
tares dentro  de  los  cuarteles,  en  marcha,  en  campaña,  ú  (n 
netos  de  servicio/' 

¿Y  esto  no  importa  la  conservación  del  fuero? 

Do  consiguiente,  la  ley  patria  se  circunscribió  á  alK)lir 
c'ste  en  cuanto  hacia  una  escepcion  a  la  regla  jeneral  sin  cau- 
sa justificada — mas  de  ningún  modo  en  los  casos  en  que  at-ento 
^1  carácter  especial  que  inviste  un  soldado,  se  hace  de  im- 
periosa necesidad  su  obs(»rvancia. 

La  ley,  re])lican,  solo  deja  subsistente  el  fuero  militar 
<*n  los  pro<*esos  criminales,  mas  no  en  los  asuntos  meramente 
•i'iviles  como  el  que  nos  ocupa — Pero  ¿cual  ha  sido  la  razón 
<1e  aípiella  al  i^stablccer  semejante  escepcion  que  siempre  es 
odioso  c(mi()  todas  las  de  su  jénero?     En  nuestro  sentir  no  en- 
contramos otra  que  la  de  facilitar  el  castigo  de  los  delitos 
•de  un  modo  ])ronto  y  eficaz,  en  parajes  en  que,  merced  á  un 
•cúmulo   de   circunstancias  especiales,   no   puede   hacerse  oir 
la  voz  de  la  justicia  ordinaria  con  la  celeridad  requerida— r 
Y  tal  es  la  que  milita  en  pro  del  fuero  en  asuntos  civiles, 
eomo  el  otorgamiento  de  un  poder   (1)   ó  la  facción  de  tes- 
tamento, ordenado  en  campaña,  ó  en  el  conflicto  de  entrar 
-i^n  combate,   d(mde  casi  siempre  las  exijencias   del  servicio 
jiiii/xvuix  llenar  los  requisitos  de  estilo — Tan  c*s  así,   que   .. 
mismo  Sr.  Ájente  Fiscal  en  lo  civil,  se  limita  á  negar  que 
Seguí  s(»  hallase  en  el  caso  de  la  ley  de  Partida,  por  que  de 
lo  eontrario  era  insostenible  la  premisa,  como  lo  dice  tanta- 
mente el  hecho  de  haberse  dejado  ejecutoriar  el  fallo  revo- 

,  (1)  T^is  que  vienen  dol  ejército  <le  operaciones,  son  autorizados 
*n  jíapel  siniiple  por  el  señor  Jefe  de  Estado  Mayor  y  el  Auditor 
•ie  guerra. 


JURrSPRUDEXriA   DE  LOS  TBIBUNu\LES.  519 

4'atori()  sin  acuclir  al  remedio  oportuno  del  recurso  para  ante 
la  sala  del  Crimen. 

Queda  puv^s  establecido,  en  virtud  de  la  jurisprudencia 
<  lara  y  evidente  del  KSuperior  Tril)unal  en  su  Sala  de  lo  Ci- 
vil— que  la  ley  de  Partida  que  permitía  á  los  militares,  ha- 
llándose en  campaña  6  en  peligro  de  muerte,  por  naufrajio 
/>  función  bélica — ordenar  su  última  disposición  de  cual- 
ipiiera  manera,  dándoles  validez  con  tal  que  se  pudiese  pro- 
bar íjue  esa  fu^  su  postrera  voluntad — ha  quedado  subsis- 
lente  á  pesar  de  nuestra  ley  de  julio  de  1823,  cuya  promul- 
tracrion  no  pudo  causar  gravamen  tan  irreparable  á  los  que  se 
4ledican  al  noble  ejercicio  de  las  armas,  y  brinden  su  vida  en 
defensa  de  la  patria  y  por  el  honor  de  su  bandera! 

.AXÜEL  J.   CARRANZA. 


Bíbliofirrafia 


REVUE  AMÉRICAINE. 

Histoire,   littératiire,   voy  ages,   archéo-logie,   etnographie,   linguistiqíie, 
Sciences,  agriciilture,  imlu&trie,  eommerce,  bibliographie  et  iiouvelles. 


Hemos  recibido  el  primer  número  de  una  injíerosante 
publicación  que  acaba  de  fundarse  en  Paris,  bajo  el  título 
que  encabeza  estas  líneas.  Aparece  mensualmente  una  en- 
trega en  8.0,  buen  papel,  con  ü(*benta  pajinas  de  impresión, 
mapas  y  láminas.  El  precio  de  suscripción  en  Paris  es  2:> 
francos.  El  periódico  formará  dos  gruesos  volúmenes  anual- 
mente. 

I*ara  demostrar  el  interés  y  la  improt^ncia  de  los  estu- 
dios americanos  á  que  se  consagra,  basta  señalar  las  mate- 
rias que  trata  en  la  entrega  que  tenemos  á  la  vista:  Dísch- 
hrimiento  fj  esploracion  de  las  ruinas  de  Falenquc  por  Braí>- 
seur  de  Hourbourg — El  rijimcn  de  las  encomiendas  esimño- 
las  en  ambas  Amé  ricas  por  el  doctor  Martin  de  Moussy: — 
Introducción  á  un  estudio  comparativo  sobre  las  lenguas  de 
la  familia  mai/a-quiché  por  Charencey: — Las  aguas  mine^ 
rales  del  Perú  por  Barrault — La  cuestión  de  las  razas  en 
las  Antillas  por  G.  de  Tayac: — Cuento  de  los  salvajes  del  Ca- 
nadá— Miscelánea,  noticias  y  bibliografía. 


BIBLIOGRAFÍA.  J21 

La  entrega  está  precedida  de  una  introducción  que 
iíreemos  conveniente  reproducir.  El  señor  J.  León  de  Ces- 
sac,  director-propietario  de  este  periódico,  se  espresa  en  es- 
tos términos ; 

**La  América  no  es  solamente  un  continente  distinto, 
es  á  la  vez  un  mundo  diferente  elevándose  quizá  á  una  fe- 
cha tan  remota  como  el  antiguo,  pero  de  cualquier  modo 
no  menos  digna  de  interés,  y  sobre  todo  no  menos  fecun- 
da en  curiosos  descubrimientos. 

Queremos  hacer  por  la  América  lo  que  hasta  ahora  no 
ha  sido  desempeñado  de  un  modo  satisfactorio. 

En  efecti),  la  Francia  posee  un  número  considerable 
de  compilaciones  consagradas  al  estudio  del  mundo  anti- 
guo y  de  las  civilizaciones  muertas  ó  vivas  cuyo  sello  está 
todavia  visible. 

En  los  libros,  en  las  revistas,  escritores  especialistas  re- 
velan los  resultados  de  sus  investigaciones  sobre  los  mo- 
numentos y  en  los  archivos  de  los  pueblos:  Apaivcen  los 
orígenes,  y  se  puede  seguir  la  huella  de  los  desarrollos  su- 
cesivos, comprender  las  formas  variadas  de  las  lenguas  pri- 
mitivas, evocar  del  pasado  las  ideas,  la  reli jion,  el  arte ;  y  d(^ 
estos  materiales,  laboriosamente  reunidos,  se  vé  salir  la 
vida  intelectual  y  física  del  individuo,  el  estado  social  de  los 
grupos  etnográficos  y  de  las  nacionalidades  constituidas. 

Las  indagaciones  y  la  publicidad  periódica  que  las  pro- 
paga dan  á  las  generaciones  nuevas  un  conocimiento  mas 
exacto  y  mas  completo  de  los  caracteres  propios  de  las  res- 
pectivas costumbres,  y,  por  una  deducción  necesaria,  reve- 
lan los  intereses  generales  que  son  comunes  al  presente  y  al 
porvenir. 

Pero  para  que  sea  realmente  fecunda  esta  curiosidad, 
esta  sed  de  aprender  y  comparar  no  debe  limitarse ;  no  reco- 
noce ninguna  frontera  y  las  olas  del  mismo  océano  no  de- 
berían detenerla.  El  título  mas  característico  de  nuestra 
época  se  encontrará  en  los  estudios  americanos,  en  la  resur- 
rección histórica  de  esas  sociedades  seculares  destruidas  des- 


522  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

de  luego  por  los  ejércitos  conquistadores,  absorvidas  después 
I>or  los  grupos  pacíficos  de  inmigrantes,  y  conservando  to- 
davia  un  vestigio  de  su  constitución  originaria  apesar  de  la 
influencia  triunfante  de  las  ideas  y  de  los  hábitos  del  otro 
iiemisferio. 

¿Cuales  eran  las  razas  antiguas  que  cubrian  el  suelo  de- 
América  ? 

La  arqueología,  la  etnografía,  la  filología  describirán 
los  tipos,  referirán  su  historia,  reproducirán  los  gigantescos 
monumentos  cuyos  restos  fueron  por  largo  tiempo  envueltos 
en  el  olvido,  ocultos,  perdidos  en  el  seno  de  los  desiertos  y 
de  los  bosques. 

Que  se  han  hecho,  á  través  de  las  edades,  los  descen- 
dientes de  esas  razas  vencidas,  disemina<las.  desposeídas,  es- 
clavizadas?  ¿Cual  puede  ser  su  rol  y  su  destino  en  medio 
del  movimiento  continuo  que  las  estrecha!  ¿Cuales  son  en 
fin  los  instintos,  las  necesidades,  los  intereses  de  las  socie- 
dades fundadas  en  el  nuevo-mundo  por  los  soldados  victo- 
riosos de  la  península  ibérica,  por  los  enérgicos  colonas  de 
la  familia  anglo-sajona,  por  esa  misma  raza  desheredada, 
violentamente  arrancada  al  sol  del  África,  y  por  los  misio- 
neros de  todas  las  comunidades  (TÍstianas? 

El  filósofo,  el  economista,  el  sabio,  el  artista  responde- 
rán á  estas  cuestiones:  arrastrados  por  una  corriente  irre- 
sistible, las  mejores  intelijencias  han  abierto  el  sendero,  y 
la  diversidad  de  sus  obras  at/cstigua  la  riqueza  y  la  varie- 
dad del  sujeto. 

Pero  cada  uno  trabaja  y  obra  según  su  impulsión  per- 
sonal :  ningún  lazo  coordina  los  esfuerzos  multiplicados  de 
los  escritores  aislados:  ninguna  recopilación  ha  sido  consa- 
grada únicamente  al  estudio  de  la  América. 

La  Revista  Americana  tiene  la  ambición  de  llenar  los 
deberes  que  su  título  le  impone. 

Formará  un  centro  de  publicidad  donde  se  encontrarán 
los  eruditos,  los  artistas,  los  pensadores,  los  novelistas,  los 
literatos. 


BIBLICXí  RAFIA.  523 

/ 

Enteramente  consagrada  á  los  hombres  y  á  las  cosas  de 
América,  llenará  su  misión,  si  por  su  intermedio  se  propa 
gan  y  vulgarizan  las  investigaciones  sobre  el  pasado,  si  las 
^•ostumbres  contemporáneas  son  fielmente  trazadas;  si  por 
^'l  estudio  del  pasado  y  del  presente  llega  á  hacer  presentir 
Jos  futuros  destinos  de  este  mundo  al  cual  el  porvenir  pa- 
rece prometido:  si,  en  fin,  espoue  con  verdad  las  nei^esida- 
áU'h  intelectuah's  y  mercantiles  de  las  poblaciones  disemi- 
nadas sobre  este  inmenso  territorio. 

J.  Lean  de  Ccssac. 

l^a  aparición  de  un  periódico  serio  consagrado  esclusi- 
vanícnte  á  los  estudios  americanos,  no  i)uede  menos  de  cau- 
sarnos vivo  interés,  tanto  mas  cuanto  que,  publicado  en  Pa- 
rís. »»u  aípiel  gran  centro  del  movimiento  intelectual,  está 
•destinado  á  vulgarizar  conocimientíís  de  la  mmí  alta  im[K>r- 
tancia.  La  América  gana  inmensamente  por  esa  concentra- 
i-ion  de  los  traba.ios  y  los  estudios  americanistas,  y  obligará 
ií  que  se  haga  sobre  su  pasado  y  su  presente,  indagaciones 
mas  imparciales  y  profundas  que  las  hechas  hasta  aquí.  Es 
-de  suponer  además,  que  la  fí( vista  Americana  busque  la  co- 
laboración de  escritores  ccmocidos  en  las  diversas  naciones 
<le  este  continente,  para  dar  mayor  desarrollo  á  aquella  pu- 
l>lica<-ion. 

Pero  no  es  esta  la  única  publicación  en  París  consagra- 
dla esclusivamente  á  la  América,  injusto  fuera  olvidar  los 
•«(^vicios  que  presta  en  a(|uella  gran  capital  El  Comité  de  ar- 
quotlojia  nm erica ua.  Bajo  la  dirección  de  aquella  asociación 
sabia,  se  publica  actualmente  un — Annuaire  dn  Comité  dWr- 
elu'ohniie  Amériraine,  aparece  j)or  entregas  trimestrales  in 
S.o  (|uo  formará  una  serie  de  volúmenes,  con  mapas  y  gra- 
l)ados. 

Además  de  esta  publicación,  la  Sociedad  de  Etnoq^nf,-, 
KJe  [*aris  tenia  su  órgano  bajo  el  título — fíevue  Orie^'tá-e 
íf  Amírieaine,  dirijida  por  el  sabio  orientalista  sefior  León 
4]o  R«)snv,  nuestro  colaborador. 


^/24  -^         LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Posteriormente  se  cambió  el  título  de  este  peiiódieo 
por  el  de  lievue  AméricainCy  segunda  serie  de  la  anterior, 
lia  colección  completa  de  la  1.a  se  compone  hoy  de  <\i*'/*. 
hermosos  volúmenes  en  8.0,  con  mapas,  grabados  en  el  te^iic 
é  indie^^s  analíticos;  cada  dia  se  hace  mas  rara,  y  los  poco» 
ejemplares  que  quedan  se  cotizan  á  cien  francos  la  cole<*cioi:. 

La  lUvue  Amíricaine,  x)ublicada  bajo  los  auspicios  de  l«s 
r>ociedades  de  liltnografia  y  del  Comité  de  Arqueolojia  ameri- 
eana  aparecían  cada  dos  meses,  con  dibujos  y  mapas,  de  ma- 
niera que  todos  los  años  se  podia  formar  un  grueso  volumen 
impreso  en  papel-rat'aZiVr,  con  su  carátula  é  índice. 

Ignoramos  si  la  nueva  Ucvne  Amivicaine  aparece  á  con- 
pccuencia  de  la  supresión  de  la  primera,  ó  si  es  simplcíiient»* 
Ia  transformación  de  aquella  un  periódico  ajeno  á  las  dos 
sociedades  á  que  nos  hemos  referido.  Sus  colaborador»  s  suu 
miembros  de  estas  asociaciones,  y  esto  nos  induce  á  creer  que 
la  Revista  funtbula  por  Cossac,  importa  la  desaparición  dr^ 
su  predecesora. 

Además  de  estas  publicaciones,  pronto  aparecerá  la  gran- 
de BiiUographíf   Amíricaine,   publicada   bajo   los   auspicir.?: 
del  Comité  de  Arqueolojia  Americana,  sociedad  que  mere 
ce  la  gratitud  de  los  americanistas,  por  las  importantes  tr»- 
bajos  que  ha  publicado.     El  señor  de  Rosny  dirijia  esta  o'ora. 

Los  estudios  americanos  están  ahora  á  la  orden  df*l  dir* 
en  Paris.  donde  dos  asoiíiaciones  se  han  formado  para  darlis-^ 
unidad  y  dirección.  Escritores  distinguidos  y  notables  i\)n 
sagran  su  tiempo  y  su  talento  á  este  género  de  indagaciones, 
de  manera  que  esto  viene  á  servirnos  de  estímulo,  para  sos- 
tener con  todo  empeño  las  pocas  publicaciones  periódicas 
que  hoy  poseemos,  de  una  índole  anágola  á  las  que  existen  y  á 
la  que  acaba  de  fundarse  en  París. 

V.    G.    QUESADA. 


1.*   PARTE.    . 

BIHLKKiKAFIA     PERIODÍSTICA     DE     BPEXOiá    A1RE8,    HASTA 
LA   (¡AÍDA   DEL  (U)HIERNO   DE   ROSAS. 


í'oiit'u'iu*  t'l  título,  afio  con  la  focha  de  su  aparición  y  cesación,  for- 
:».at  í  iinj)renta,  núnuM'o  de  que  se  conij)one  la  colección  de  cada 
perin  licíí  ó  diarií),  noinbre  de  los  redactores  que  se  conocen,  ob- 
servaciones y  noticins  sobn*  cada  uno,  y  la  biblioteca  pública  6 
j»;irt  fular  •en   donde   se   enueiitia   el   periódico. 


((  ontinuacion)    (1 ) 

l:í7._GAr(^H()  (VAj).—  {('aüa  uno  para  .sí,  y  Dios  para 
iodos.) — ISI^O  —  in  íol.  —  ímpvinia  dd  Estado  —  RiMbu»!:».  io 
por  f ;/  habitante  de  Jas  costas  dd  Salado,  quo  se  creo  ser 
iUm  Luis  Pérez.  La  eoieeeion  eonsta  'le  nr-v  peeto  y  4-*  ná- 
iDí'ins.  Prineipió  el  sAliado  .'H  de  iiil'í-  y  toncjuyó  ?1  29 
<l«'  (licieiuhre. 

Atacaba  h\  J'oraci  ro  de  Mendoza,  ponpie  este  defendía 
;i  los  dceeiiibristas,  lo  mismo  que  al  Serrano  y  á  la  Aurora 
<le  Córdoba,  sostenedores  de  las  mismas  doctrinas. 

El  1er,  número  tiene  una  viñeta  representando  un  rancho, 
y  desdt*  el  núnu'ro  2  tiene  en  el  frontispicio  la  figura  de  un 
gaucho,  en  actitud  estudiosa,  con  pluma  y  papel  en  mano  y 
eoni  piel  amenté  ataviado  al  estilo  gaucho,  su  Koml>rerito  y 
I  afuiclo  colocados  sobre  un  portillo,  contra  el  cual  está  re- 
clinado. 

]       Véa^e  la  píj.  'íi>.>. 


524>  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

En  el  número  258  de  El  Lucero  se  cliee  que  la  fi|rur?i 
representa  el  retrato  del  redactor  y  que  es  sumamente  i)are- 
cida  al  orijinal. 

((;.   Lamas  y  Zinny.) 

138. — GAUCHO  (EL)  {Ahajo  uniiarios,  unitarios  abaj'j^ 
— 1831 — in  fol. — Imprenta  del  Estado — Su  redactor  fué  don 
Luis  Pérez.  La  colección  consta  de  22  números.  Empez<V 
el  17  de  octubre  y  concluyó  el  20  de  diciembre. — Este  pe- 
riódico tiene  la  lámina  de  un  gaucho,  apoyándose  contra  un 
portillo  en  profunda  meditación,  vestido  en  su  traje  pt-cu- 
liar,  con  una  pluma  en  la  mano. 

(('.  Laniüi..) 

139. — GAUCHA  (LA). —  {Abajo  unitarios,  Fangueirosr 
ahajo) — 1831 — in  fol. — Imprenta  de  la  Libertad.  Su  re- 
dactor don  Luis  Pérez.  La  colección  consta  de  22  núme- 
ros. Empezó  el  18  de  octubre  y  concluyó  el  31  de  di'-icin- 
bre.  Este  periódico  tiene  una  lámina  rei)rescntan(lo  viia 
craucha  en  una  postura  meditativa,  con  una  pluma  en  la  niíi- 
no,  en  actitud  -/acilante  sobre  el  punto  en  (pie  ha  de  esctii»ir 

(Es  raro.) 

140._GRITO  DE  LOS  PUEBLOS.— 1831— in  fol.— im- 
prenta  de Su    redactor    fué    don    í.uis 

Saavedra.     La   colección  consta   de  6  números.     Empezó  el 
27  tVi  agosto  y  concluyó  el  l.o  de  octubre. 

(Es  raro.) 

141.— GAU(;iIO  (EL)— 1833— in  íol— Imprenta  de  la 
Independencia.  Apareció  bajo  el  número  ITo  el  20  de  agrosto- 
y  anuncia  que  para  el  dia  siguiente  saldría  á  lu?  un  luievo 
periódico  con  el  título  de  **La  Gaucha.'' 

Este  número  contiene  una  carta  de  Pancho  Lugar:^ 
datada  en  el  Colorado  á  15  de  .iulio  de  1833. 

Otro  periódico  bajo  el  mismo  título  con  fecha  21  de- 
abril,  que  contiene  consejos  de  Pan-cho  Lugares  á  su  hija. 

Otro,  con  el  mismo  título  de  fecha  28  de  abril,  conte- 
niendo una  carta  de  Pancho  Lugares  (á)  Chanonga,  dándole 
: noticias  del  ejército. 


bibliografía.  d'¿7 

Otro  (le  fecha  5  de  mayo  tleelarando  Guerra  á  las  mu- 
jeres.    Desafio  de  don  Cunino  á  Tieueha. 

Otro  de  fe^ha  12  de  mayo,  declarando  Guerra  á  l<is  mu- 
jeres.    Jaleo  de  don  Cunino  á  Ticucha. 

Otro  de  19  del  mismo  mes,  con  el  n)ismo  título.  Con- 
testación de  don  Cunino  á  Ticucha. 

No  tenemos  conocimiento  de  mas  publicaciones  con  este 

título. 

((.\  Benitti.) 

142.— OArcIIA  (LA)  ISlVS— in  íol— Imprenta  de  la  I n- 
dependencia. — lOmpezó  el  jueves  25  de  abril  en  hoja  suelta. 
En  la  del  2  de  ;iiayo  Tieueha  hs  deelara  la  (jutrra  á  los  hom- 
bres. p]n  la  del  9  del  mismo  declara  Guerra  á  los  hombres 
á  sauíjrc  ?/  fue(]o. 

\j\\  (olcccion    si  es  que  tal  puede  llamarse,  consta  de  7 

á  8  números. 

(Es   larívsimo) 

14:^-  (ÍArcHO  RESTAURADOR  (EL)— 1834— in  fo- 
lio— Impreula  Ii< publieaua — F\u''  su  redactor  don  Luis  Pé- 
rez, el  cual  se  d(\spide  en  el  número  7  (in  folio  mayor),  pro- 
metiendo reaparecer  á  su  regreso  d3  la  Guardia  del  Mont*», 
adonde  se  dirijo.  Principió  el  domingo  16  de  marzo  y  con- 
cluyó el  3  de  ai)ril.  8e  publicaba  los  domingos,  miércoles  y 
viernes. 

El  señor  don  Luis  Pérez  habia  sufrido  prisión  en  el 
pontón,  habiendo  formado  una  suscricion  en  su  favor,  lo  mas 
respetable  del  uarfido  federal.  En  retribución  de  los  ataques 
que  le  dirijo  El  Monitor,  dice  que  '^sus  producciones  no  se  han 
(juemado  en  la  plaza  pública,  por  medio  del  verdugo,  como 
las  del  editor  del  Monitor,  por  atentatorias  contra  los  dere- 
(ihos  públicos  y  justificativos  de  los  crímenes  mas  nefan- 
dos." 

El  núm.  2  rejistra  un  artículo  bajo  el  epígrafe  '*  Guerra 
de  Corrientes  con  el  Paraguay",  en  que  se  trata  de  la  reocu- 
pación  de  Candelaria  por  los  paraguayos. 


ni's  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

144.— galería  de  ilustres  contempora^ 

NEOS — 1844 — in  4.o  menor — Imprenta  de  Arzac — Era  una 
publicaíúon  de  biografías  de  hombres  célebres  franceses,  tra- 
ducidas por  don  ^lariano  Larsen.  Cada  biografía,  que  cons- 
taba de  un  cuaderno  de  16  pajinas,  llevaba  el  retrato  del  per- 
sonaje respectivo.  Cesó  con  el  4.o  cuaderno  con  76  pajinas,  por 
falta  de  suscritores  que  costeasen  la  publicación.  Las  biogra- 
fías que  rejistra  la  Galería,  son  las  de  Thiers,  Chateubrianl 
y  Laffite.     Los  retratos  de  estos  tres  personajes  son  lieelios 

en  la  Litografía  dv  tas  Artes. 

(C.  Zinny.) 

14;-)._Gl"ITARRA  (LA)  ó  Primera  Pajina  de  un  Lit^r 
— 1848 — in  8.0 — Por  don  Estevan  Echeverría.  Es  una  publi- 
cación estractada  del  núni,  ^''^  del  Correo  de  Ultramar. 

(Es  raro.) 

H 

14H._1I0MBKE  LIBKE  (EL)— 1822— Es  mencionado 
en  el  núiii.  9  de  El  Centinela. 

147._HIj()  MAYOR  DEL  DIABLO  ROSADO  (EL). 
**Tan  Diablo  como  el  padre,"  diario  mercantil,  político  y  li- 
terario.— 1828. — in  folio — Imprenta  de  la  Ind( pendencia — Su 
redactor  fué  don  Juan  Lasserre.  La  colección  consta  de  6 
números.     Empezó  el  ^M)  de  al)ril  y  concluyó  el  17  de  mayo 

<l^  Olag-r.er  y  JorjeJ 

148— HIJO  MEXOR  DEL  DIABLO  «OSADO  (EL), 
**Tan  Dial)lo  como  el  padre",  diario  mercantiU  político  y  lite- 
;r',/if;— 1828 — in  folio — Imprenta  d(  la  I nd( pendencia — Re- 
dactado por  el  mismo  señor  Lasserre.  La  colección  consta  de 
13  números.  Principió  el  19  de  mayo  y  concluyó  el  18  de 
Julio. 

Se  ha  tenido  á  la  vista  el  borrador  de  una  presentación 
de  la  Sociedad  de  Beneficencia  al  Goliierno,  con  fecha  20  de 
julio  de  1828.  pidendo  sea  acusado  el  núm.  10  de  este  perió- 
di(  o,  por  calumnias  inferidas  á  una  de  las  Inspectoras  de  las 


BIBL10(iRAFLA.  529 

<?>t' líelas  que  están  á  su  cargo.  Según  aquel  borrador,  di- 
cha Inspectora  refuta  victoriosamente  la  impostura  en  el 
Libiral  y  el  Timpo  del  11  del  mismo  mes  de  julio.  La  acu- 
.sacion  tuvo  lugar  y  el  redactor  fué  condenado  á  cuatro  meses 
<le  prisión  ó  á  pagar  una  multa  de  5(K)  pesos. 

(C.  O  laguer  y  Jorj^.) 

14Í)— HIJO  NEGRO  DEL  DIABLO  ROSADO  (EL) 
^'Tan  Diablo  como  su  padre''  Diario  mercantil,  político  y  li- 
ttrariu — 1828 — in  folio — Imprenta  (U  la  Independencia — Su 
1  rda(ítor  fué  el  misino  señor  Lasserre.  La  colección  consta  do 
^i  luniieros.  Empezó  el  22  y  concluyó  el  26  de  julio. 

(('.  Ülaguer.) 


150— INDEPENDIENTE  (EL)— 1815— in  4.0-7^- 
pn  uta  del  Estado — Este  ¡)eriódico  duró  el  tiempo  que  existió 
el  directorio  del  geueral  Alvear,  y  su  redactor  fué  don  Ber- 
nardo Monteagudo.  La  colección  consta  de  prospecto  y  V^ 
iiúmeros.  Empezó  el  10  d<»  enero  y  concluyó  el  11  de  al)ril. 
Salia  una  vez  [)or  semana. 

Este  periódico  n»gistra  una  declaratoria  del  director  del 
Estado,  i)oiiien(lo  á  cubierto  de  toda  nota  la  comportacion 
dfl  patriota  Francisco  l^atiño.  proí'csado  de  resultas  de  su 
retii'ada  d(*l  Di'saguadero,  conduciendo  caudales  en  aquellas 
iipuradas  circunstancias,  sobre  (pu»  se  le  bacía  algunos  cargos, 
-jisi  (romo  sol)re  «su  conducta  particular  respecto  de  algunas 
partidas  del  ejército  (pie  se  retiraba — Representación  del  me- 
morable comandante  don  (iuillermo  Brovvn — Tanto  (*ste  no- 
table documento  como  la  precedente  d(M*laratoria  no  se  ba- 
ilan rejistrados  en  la  (iaeeta  de  Buenos-Aires,  niím.  4. 

Carta  del  ex-comisario  general  de  Cruzada  en  ]\Iadrid, 
-don  Juan  Antonio  Llórente,  á  su  amigo  el  obispo  del  Para- 
guay, don  fr.  Pedro  Garcia  Panes  y  Llórente,  cuyo  original 
ístaba  por  un  raro  accidente  en  poder  del  editor. — Método 
<b^  curar  manteca,  presi^ntado  á  la  Junta  de  Agricultura,  por 


sao  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

el  doctor  James  Anderson — Decreto  del  gobierno,  fecha  1'^ 
de  febrero,  mandando  á  todos  los  españoles  europeos  exis- 
tentes en  Buenos  Aires,  entreguen  todas  las  armas  que  tu- 
vieren, en  el  perentorio  término  de  24  horas,  so  pena  de^ 
ser  fusilado  inmediatamente  el  que  no  diera  cumplimiento  :V 
esta  disposición.  Kn  cumplimento  de  dicho  decreto,  un  des- 
graciado español  lué  fusilado  el  sábado  25  del  mismo  im»s, 
en  la  Plaza  del  Retiro,  porque  se  le  descubrió  sacando  de  hi 
ciudad  un  fusil  escondido  en  un  carro.  Fué  descubierto  por 
la  mañana  y  ejecutado  en  la  misma  tarde.  Otro  deereto 
con  ftí.'ha  22  de  febivro  sobre  el  uso  de  la  escaraiH»la  azul  y 
])lanca.  Ninguno  ih  los  precedentes  decretos  se  hallan  en  la 
(fücda,  núm,  8. 

VA  ninu.  í)  rejistra  un  estado  en  que  se  maniñesta  el 
producto  de  los  dercehos  de  la  Aduana  de  Buenos  Aires  en 
el  año  de  1814.  El  Indept  ndi(  ntc  hace  notar  que  por  csti. 
istatlo  se  descubre  lo  erróneo  del  cálculo  producido  pocos 
di  as  antes  en  un  documento  oñcial,  en  que  los  considerable 
]>roductos  de  esta  Aduana,  en  1810,  se  atribuian  á  la  escesiva 
introducción  de  géneros  ingleses,  que  tuvo  lugar  cuando  la 
invasión  de  las  tropas  británicas.  Habiéndose  esta  efectua- 
tlo  en  1807,  los  años  subsiguientes  de  1808  y  180Í)  debian  ha- 
ber sido  abundantes  en  rentas,  lo  (lue  no  sucedió,  según  s»» 
descubre  por  las  siguientes  cifras: 

Troduííto  de  la  Aduana  en  los  años  de  1808  y  1809. 

En  1808 :):>9,:r)7  7 

Kn   1809 9(i:i484 

Cobrado  en  el  año  de  1808  (pie- 
dando  lo  demás  en  deuda  .    .     40(),9t)7  1 

ídem   en    1809 149,1 1  ó  • 

Diferencia  de  productos  de  la 
aduana  en  el  año  de  1814  so- 
bre los  dos  años   de   1808  y 

1809 l.:r)l,r)r):^  5 


.> 


■> 


Esto  periüiliet)  ha  tratado  sobre  federat*ion  á  (íuya  for- 
ma no  se  adhiere,  si  bien  protesta  no  profesar  iklio  alKsoluíu 
á  ninguna  forma  de  gobierno,  eonsiderando  ser  buena  aciue- 
Ha  (pie  se  ajuste  á  la  li})ertad  é  intereses  del  puel)h).  No 
encuentra  (pie  los  federalistas  sean  tan  sinceros  en  sus  opi- 
niones. l*rueba  hasta  la  evidencia,  que  los  partidarios  de  la 
primitiva  federación,  eran  acpiellos  (pie,  perti^neeiendo  á  pe- 
(jueños  centros  de  población,  no  cpierian  ser  menos  ([\u*  Bue- 
nos Aires.  Eran  aquellos  (jue  nuu'muraban,  auiKjuc  con 
l.astantí»  n^serva,  (pie  Huenos  Air(\s,  prevalido  de  la  prepon- 
dcrcincia  d(»  (pie  j^oza  por  la  emineiu  ia  de  sus  nn-ursos  y  el 
crédito  de  sus  armas,  meditaba  absorvcrse  á  las  demás  pro- 
vincias, so])ie  cuyo  injustísimo  cargo  cita  dos  hechos  (pu»  son 
notorios  en  todas  las  provincias.  *'l.o  El  Gobierno  de  Hue- 
nos Ains.  lejos  de  aumentar  su  territorio  peculiar,  [o  lia 
desuK»ml)rado,  y  ha  estabh»cido  cu  provincias  diversas  á  Cor- 
rientes, Entre- Ríos  y  ^lontevidt^o,  (pie  le  j)erteneciau — cst.> 
es,  de  11)8,8^52  habitantes,  lia  (»edido  mas  de  7(),()í)(),  colo- 
cándolos en  tr'*s  frae(  iones  (pie  desmienten  su  auibiciou  i\*i 
jurisdicción  y  de  subditos.  2. o  Los  naturales  d(*  la  provin- 
cia de  Bs.  Air(  s,  tienen  poco  (')  ningún  influjo  (*n  las  resolucio- 
nes del  gobierno  general  del  Estado,  y  los  consejos  (pie  (*stí* 
escucha,  son  casi  esclusivauKmte  h)S  (pie  b»  suministran  h)s 
de  las  provincias  (pie  están  empichados  <»n  la  capital. 

((!    Olagiier,  Lamas,  Carranza,  Ziniiy).) 

151  -INDEPENDIENTE  (EL)— 1816— 1817— in  folio 
v  4. o — Itnprf  ufa  (h  la  Indípindcnria — »Su  rcnlactor  fu«'^  el 
dcKtor  don  Ptulro  J.  Agrelo,  según  crecemos.  La  colección 
consta  de  17  números.  Emi)ez(')  el  domingo  15  de  setiembre 
de  1816  y  concluye)  el  7  de  enero  de  1817.  Los  dos  primearos 
núm(»ros  s(m  infolio,  y  los  demás  in  4.o 

Rejistra  el  po<ler  é  instrucciones  dadas  i)or  los  elector:»s 
en  címformidad  á  las  formalidades  prevenidas  en  el  FJstatuto 
provisional,  á  los  diputados  de  la  provincia  de  Buenos  Aires, 
para  representarla  en  el  congreso  general  constituyente,  que 


o;<2  LA  KEVISTA  D£VBUENOS  AIRES. 

estaba  convocado  y  tlebia  abrirse  en  la  ciudad  de  San  Miguel 
ciel  Tueuiiian,  níun.  1. 

lii  oficio  reservado  (jue  con  fecha  7  de  marzo  de  1815, 
i-cniitiH  el  ííi^neral  espiíñol  Morillo  al  ministro  de  la  ¿iuerra, 
iialiado  entre  la  t'orrespond^ntita  «ípímoltt  inttreeptaila  por 
el  corsario  ^'cugrcso:  (este  debió  rematarse  el  lun^ís  14  de  oc- 
tubre de  1í?16)    núm.  5. 

Otra  carta  de  Morillo  fechada  en  Cart^igena  de  Indias  i 
12  de  lebrero  de  1816,  núm.  6. 

(*ópia  de  un  capítulo  de  carta  escrito  en  6  de  enero  de 
1782,  por  el  confesor  del  rey  de  España,  Carlos  111,  al  P.  Pr. 
PtMlro  de  Parras,  franciscano,  rector  del  Colejio  de  Monser- 
rat,  en  ('órdoba  del  Tucuman,  por  cuya  muerte  repentina 
se  ( ncontró  entre  sus  pai>eles. — Es  muy  interesante,  núm.  9. 

(('.  Lamas,  Olaguer,  Carranza,  ZiiinyJ 

152  — INDEPENDIENTE  DEL  SUD  (EL)  —  INDE- 
PENDANT  DI'  Sl'D,  Periódico  político,  literario  y  mercan- 
iU — 1818 — Imprenta  de  la  Independencia.  Se  publicaba  loá" 
domingos,  redactado  en  trances  y  castellano  por  Monsieur 
</árIos  Robert  con  la  ( ()lal>oracion  de  Juan  Lagresse.  La 
<'olec(*ion  const^i  de  6  números.  Principió  el  29  de  marzo  y 
<'oncluvó  el  17  de  mavo. 

Este  es  el  i)r¡mer  periódico  francés  pul)licado  en  Bue- 
nos Aires. 

Los  iudividuos  de  esta  nacionalidad  Carlos  Robert,  ex- 
j)refecto  del  di  j)artnmento  de  la  Nievre,  en  Francia,  Juan 
Lagresse,  Agustin  Dragumette,  sobrecargo  de  la  goleta  An- 
gélica, Narciso  Parchappe,  y  Marco  Antonio  ^lercher,  ede- 
cán del  general  Gautier  tn  el  estado  mayor  de  Napoleón  y 
el  anici'icano  don  ^lariano  Vigil,  fueron  acusados  por  el  de- 
lito lie  conspiración  contra  las  autoridades  de  las  provincias 
Fnidas  y  de  Chile,  ante  el  tribunal  de  la  comisión  militar  de 
Buenos  Aires. 

El  sumario  indagatorio  se  encomendó  al  asesor  gene- 
ral de  gobii^rno  doctor  don  Simón  Cosió ;  el  capitán  don  Luis 


bibliografía  ó;í:í 

Argerich  fué  nombrado  juez  iiseal  hasta  poner  la  causa 
<»n  entado  de  sentencia,  el  eapitan  don  Juan  Antonio  (larre- 
ton,  secretario  y  el  de  igual  clase  don  Saturnino  IVrdriel, 
defensor  de  todos.  Presos  el  18  de  noviembre  de  1818.  en 
el  cuartel  de  Aguerridos,  Lagresse,  Parchappe  y  Dragiunette^ 
fueron  traidos  Rol>ert,  Mercher  y  Vigil,  contra  ciuienes  se 
habia  librado  u'den  de  prisión  donde  (piiera  que  se  hallasen. 
Fueron  alcanzailos  en  el  camino  de  esta  capital  jiara  Mendo- 
za, adonde  se  dirijiau.  Examinados  los  papeles  contenido?* 
en  sus  equipajes,  en  i)resencia  del  cónsul  francés  Leloir, 
del  intérprete  don  Juan  Cruz  Várela,  de  Mr.  Bonpland  y  de 
don  Miguel  Ri'»sgo  y  Puente,  se  hallaron  en  el  de  Robert  los 
])apeles  siguientes: 

Un  borrador  de  carta  sin  fecha,  escrita  i)()r  Kob(»rt  á 
un  sujeto  de  Francia,  para  la  impresión  de  un  panfleto  con- 
tra este  gobierno. 

Vn  manuscrito  en  !)orrador  y  en  idioma  francés  de  le- 
tra y  nota  de  Robert,  titulado:  ''Protestación  ilirijida  á  los 
pueblos  de  Chile  por  el  señor  ^figuel  de  Carrera  ex-d  i  rector 
de  aípicila  república;  y  traducido  al  francés  por. .  .  .Con  ob- 
servaciones apoyadas  sobre  hechos  y  con  el  obj(»to  de  des- 
cubrir algunos  errores  del  señor  de  l*radt. 

Tres  impresos  de  los  que  don  J.  ^I.  Carrera  hizo  correr 
desde  ^lontevideo. 

Concluido  el  sumario  indagatorio,  el  juez  de  coinisioit 
dic(*  al  gobierno  en  su  informe  '*(pie  no  ha  sido  j)0sible  re~ 
ducir  í\  una  forma  pública  la  primera  declaración  (pie  hizo 
fijar  las  oi)servaciones  d(»l  gobierno."  La  persona  respe- 
iiíhh'  ípie  avisó  el  peligro,  puesta  en  conflicto  entre  el  amor 
al  orden  y  A  la  seguridad  pública  por  una  parte,  y  por  otra 
c^l  temor  de  llevar  el  caráctíír  de  un  mero  denunciante,  que 
lastimaba  su  -li^licadeza,  se  decidió  á  una  sostenida  resisten- 
cia, y  teniendo  consideración  ñ  las  circunstancias  á  que  el 
y)rocedimiento  de  la  autoridad  judicial  estaba  apoyado  en 
los  documentos  reconocidos,  obtuvo  de  ella  que  á  presencia 
de  (Ion  ^Fariano  Vigil,  hicic^se  la  siguiente  (*sposicion  *' Robert 


:>:U  LA  BE  VIST  A  DE  BUENOS  AIRES. 

*'iiie  dijo,  después  que  llegó  de  Montevideo  que  se  iba  p.-ua 
Chile,  á  fin  de  establecer  una  correspondencia  con  la  fa- 
milia de  Círrera  y  promover  una  revolución  en  Chile  y 
**Bu<'n()s  Aires,  dejando  aquí  de  corresponsal  suyo  ;i  La- 
^*ij:resso.  El  plan  debia  ser,  matar  al  director  de  Chile  y  ú 
**Sau  Martin  con  algunos  ge  fes.  También  me  dijo  Kobert 
**que  de  ^íontevideo  debia  venir  Carrera,  para  reunirse 
**á  los  malcontentos  de  Buenos  Aires,  y  con  ellos  romper  la 
^'revolución  particularmente  contra  el  director  Pueyrrodon; 
"'•para  cuyo  caso  debia  venir  y  desembarcarse  una  nocho  «les- 
'''])ues  que  hubiese  entrado  mil  hombres  poco  á  poco  con 
"'destinos  varios  y  fingidos,  cuya  estratagema  llevaba  r»or 
"'objeto  distraer  la  vigilancia  del  gobierno.  Y  finalmente 
"'tanil>ien  me  dijo  Robert,  que  Artigas  debia  hacer  de  su  p-ir- 
"te  todo  el  posible  esfuerzo  para  el  mismo  intento." 

El  juez  comisionado  agrega  en  su  informe.  '*Si  fueso 
"posible  trasladar  al  pai)el  la  espresion  del  delito,  que  la  pre- 
sencia de  las  cartas  arrancó  del  semblante  de  estos  dos  reos 
(Robert  y  Lagresse,)  V.  E.  habria  encontrado  todo  el  con- 
•"  vencimiento  que  la  ley  y  la  práctica  universal  de  las  na- 
ciones ])uscan  j)or  la  via  de  los  procesos.  Robet,  orgu- 
lloso y  poco  menos  que  insolente  al  principio,  pa«ó  á  tal 
estremo  de  abatimiento,  que  apenas  se  hacia  creíble,  luego 
((ue  le  puse  en  sus  manos  su  carta  orijinal  de  fojas  5  y  le 
exigí  su  reconocimiento. ..  .Quedó  trémulo  de  piernas,  los 
''brazos  desfallecidos  y  el  semblante  de  muerte,  la  nariz 
"afilada,  los  labios  lívidos,  perdió  la  voz,  tanto,  que  á  dis- 
''tnneia  de  una  vara  no  pude  oir  lo  que  me  decia.  El  cón- 
"sul  Leloir,  que  asistió  á  petición  suya,  el  intérprete  don 
"Juan  de  la  Cruz  Várela,  el  escribano  don  Ramón  de  Basa- 

"bilbaso  fueron  t(*stigos  de  esta  <*8traorditwiria  tratisformu - 
"(•ion.  Lagresse,  en  algunos  paréntises  que  1«  abrió  la  comi- 
"sion,  lloró,  y  llegó  á  prorriunpir  en  la  siguiente  espre- 
"siím."  Ahora  conozco,  que  ese  hombre  (Carrera)  trataba 
tpolo  de  sacrificarnos,  por  vengar  sus  agravios  personales." 


4   ( 

•<   i 
•  <   i 

í  ^ 
■í  í 


bibliografía.  53.-) 

Pero  al  mismo  tiempo  protestó  que  Parehappe  y  Dragiime- 
tlo  eran  inocentes.  ^ 

La  comisión  militar  estraordinaria  condenó  el  31  do 
inaizo  de  1810  á  Robert  y  Lagresse  á  la  pena  de  liorca,  k 
Dríiírmuette.  Parehappe  y  Mereher  á  permanecer  en  pri- 
sión, liasta  que  por  medio  de  la  intendencia  de  policia  fue- 
s<^n  (^spulsados  del  pais,  y  declarando  libre  de  toda  culpa  y 
<ar^o  al  ciudadano  Mariano  Vigil. 

La  sentenda  fué  ejecutada  el  3  de  abril  de  1819.  Pi- 
ilieron  comer  juntos  en  la  víspera  y  se  les  concedió.  No 
fueron  aliorcados,  sino  fusilados.  Se  ha  permitido  a  sus 
]  aisanos  enterrarlos  en  la  iglesia  de  la  ^íerced  con  la  mayor 
l)ompa  funeral. 

(Véase  **Ri^úmen  docunn^ntado  de  la  causa  criminal  se- 
•<:ui(la  y  sentenciada  etc.*'  Imprenta  de  la  Independencia — 
ISlí)— 30  págs.  in  4.0) 

V.   (*arr»Dza. 

103.— ILUSTRACIÓN  PUBLICA  CON  LA  FLOR  Y 
NATA  DE  LA  FILOSOFÍA— 1820— in  •i.o— Imprenta  de 
I'horion.  Solo  apareció  el  prospecto  de  22  pajinas  redactado 
por  el  doctor  don  Pedro  José  Arelo,  quien  tuvo  que  ale- 
jarse* del  pais  por  temor  de  persecuciones.  Este  prospecto 
íttaca  ])rincipalmente  al  nufvo  Fray  Cirilo  de  Buenos  Aires, 
\  t'l  P.  Castañeda.) 

(i\  01ag:iier.) 

l.->4._I\rPARCIAL  (EL)— 1820— 1821— in  4.o  — /w- 
]  rf  ufa  fie  Xiños  Espósitos — Su  redactor  fué  don  Pedro  Fe- 
li<-iano  Cavia.  La  colección  ctmsta  de  prospecto,  con  fe- 
-(•ha  14  de  dici^Miibre  y  11  números,  con  199  pajinas.  Prin- 
<ipió  el  19  de  diciembre  de  1820  y  cesó  el  l.o  de  marzo  d»j 
1S2L  por  orden  del  gobierno. 

(Véase  la  Ganta  del  13  de  diciembre  de  1820  y  El  Pa- 
Jriofa  del  6  de  octubre  dé  1821.) 

(r.  Tnsiart^.) 

155.— INVESTIGADOR    (EL)— 1826— in  á.o—Impren- 


53tí  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlEEa 

ta  Argentina — Se  publicaba  una  vez  por  semana.     El  1er.  nú- 
mero,  con  16  pajinas  el  ¿ueves  21  de  diciembre. 

Puede  considerarse  como  i)rograma  del  periódico  las. 
palabras  con  que  está  encabezado  el  número  l.o,  Tomo  l.o^ 
á  saber:  **E1  que  escrilie  para  sas  conciudadanos,  debe  domar 
toda  pasión  innoble  que  lo  afecte,  para  no  abusar  de  la  li- 
bertad; porque  la  licencia  es  mas  funesta  para  los  i>ueblos^ 
que  los  abusos  y  arbitrariedad  de  los  poderes." 

El  número  26  de  la  Verdad  sin  rodeos  liace  referencia 
al  número  8  de  este  periódico. 

Creemos  que  la  colección  consta  de  10  números. 

Solo  poseemos  el  número  l.o  que  registra  l.o.  Intro- 
ducción, que  parece  atacar  al  señor  Rivadavia,  aunque  no 
lo  nombra;  2.o  artículo  no  concluido  bajo  el  epígrafe  Brasil — 
El  Editor  ásushatantes.en  que  incita  á  los  bra.sileros  elijan 
entre  libertad  y  paz,  ó  esclavitud,  execración  y  muerte:  S.o^ 
Kepública  Solivia,  contra  el  Livertador  Bolívar;  4. o  artí- 
culo remitido,  suscrito  por  un  Patriota  del  año  nueve;  ó.o 
Variedades  sobre  el  producto  y  gastos  de  las  dos  funciones  d(^ 
aficionados,  exhi})idas  á  benefiífio  de  los  heridos  y  viudas  oca- 
sionadas por  las  incursiones  de  los  l>árbaros,  6. o  Confesión  di  I 
Tribuno  en  el  número  20  páq.  267  y  268  con  motivo  del  acnSs- 
tico.  *'E1  viejo  as<iueroKO  Cavia  es  el  Tribuno  traideq."  7.;> 
y  último;  un  remitido  dirijido  al  señor  don  Pedro  Feliciano 
Cavia,  Diputado  en  el  Congreso  Nacional,  en  estilo  burlesco. 

156— INFIERNO  (EL)  —1827  — El  prospecto  se  baila 
]>ul)licado  en  la  Gaceta  Mercantil  del  -I  de  noviemlvre,  anun- 
ciando su  salida  el  Domingo,  para  que  todos  lo  lean  con  so- 
siego. 

lié  aquí  el 

PROSPE<^TO. 

'*Lu  libertad  de  la  prensa  ha  tenido  sus  épocas  en  nues« 
''tro  país,  unas  veces  tan  mo<lerada  que  parecía  estar  ya  per- 
''fe<*tamente  constituido,  otras  ha  degenerado  en  una  licen- 


i  i 


ti 


BIBLIOGRAFÍA  ¿^37 

< 

''eia  tan  espantosa,  que  podía  dudarse  de  su  ilustraeion.  Pa- 
*' peles  incendiarios,  sin  plan  al^i«)  ostensible,  satíricos  con 
**  grosería,  desvergonzados  hasta  lo  infinito,  en  fin,  capaces  de 
**  alarmar  el  espíritu  nías  tranquilo.  Nosotros  creemos  ha 
"liarnos  en  esta  segunda  época,  y  cabalmente  en  la  que  de- 
seábamos para  poner  en  planta  nuestro  proyecto.  Hasta  el 
presente  nos  hemos  abstenido  de  escribir  por  el  temor  de  la 
''alarma  de  la  socieilad  y  pof  evitar  la  pena  que  nos  impusie- 
**ren  los  jurados.  Felizmente  la  esperiencia  ha  venido  á 
"desvanecer  nuestros  temores,  y  estamos  resueltos  á  escri- 
**bir.  Hemos  registrado  casi  todo  lo  que  se  ha  escrito  en  la 
*' revolución,  y  nada  hemos  hallado  que  se  parezca  al  plan 
**que  tenemos.  El  título  de  nuestro  periódico  será  El  /?i- 
^^ficDw.  En  •'!  nos  ocuparemos  de  todo  lo  que  tenga  rela- 
"cion  con  la  vida  privada,  resj)etando  solamente  el  honor  de 
*'las  mujeres,  por  lo  demás  hablaremos  del  gobierno,  de  los 
**majistrados,  de  la  conducta  de  los  empleados,  de  los  mili- 
"  tares,  de  los  sacerdotes,  de  los  escritores  del  dia,  de  los 
**  hombres  que  han  figurado  en  la  revolución,  provocaremos 
**al  castigo  de  los  que  nos  parezcan  malvados;  daremos  va- 
dnos artículos  sobre  la  utilidad  de  la  sedición,  del  a.S(\sinato. 
'*del  e8tu|)ro,  del  adulterio,  en  fin,  nada,  nada,  nos  quedará 
"(jue  decir.  Como  no  escribimos  por  interés,  dos  mil  ejem- 
"l)lares  de  nuestro  ])rimer  número  se  repartirán  gratis.  En 
"él  se  avisará  el  prec'io  que  han  de  tener  los  demás,  se  en- 
"  tiende  para  el  que  quiera  pagarlo,  porque  también  se  dan  dr^ 
"balde.  Este  periódico  se  publicará  el  domingo  para  (jue 
"todos  lo  lean  con  sosiego,  y  porque  taml)ien  hablaremos  en 
"favor  del  ateismo,  que  es  la  relijion  que  profesamos.  Esci- 
"tamos  á  los  que  se  crean  ofendidos  á  que  nos  acusen, 
"nada  tiznemos,  porque  á  todo  estamos  dispuestos.  Así,  pue^. 
"prepárese  todo  el  n\undo  á  leer  El  Infirmo.  El  será  un  do- 
"(umento  interesante  que  hará  honor  á  nuestra  historia,  ser- 
"virá  de  entretenimiento  é  ilustrará  deleitando,  tal  es  el  fin 
que  se  han  propuesto.'' 

Los  Editores  del  Infierno 


538  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

157— INDEPENDIENTE  (EL),  Diario  Político,  Co7ner^ 
rio  y  Mercantil — 1833 — ^ía  folio — Imprenta  Eepublicana — Sus 
iiimi.  1.0  apareció  el  miércoles  2  de  enero. 

No  se  ha  tenido  á  la  vista. 

185. — IRíSI  (EL),  Diario  del  medio  dia,  Político,  lAt era- 
rio y  Mercantñ — 1833 — in  folio — Imprenta  Republicana — Su 
redactores  fueron  don  Luis  José  Bustainante  y  un  señor  Marti- 
nez.  La  colección  consta  de  111  números.  Principió  el  5  de  mrsr- 
zo  y  concluyó  el  14  de  agosto  de  1833. 

Este  periódico  sostenia  principios  liberales.  En  el 
prospecto  se  hace  ahision  á  las  desgracias  i)olí ticas  del  pais, 
y  dice  que  los  principios  de  El  Iris,  serían  moderación» 
independencia,  etc. ;  que  denunciaría  los  abusos  que  exis- 
tieron en  los  diferentes  ramos  de  la  administración,  nota- 
ría  las  reformas  imperiosamente  requeridas  y  que  sus  colum- 
nas estarían  cerradas  invariablemente  contra  la  sátira  vene- 
nosa, etc. 

(Ei<  muy  raro.) 

15í)_I^rPARCíAL  (EL) ,  Diario  de  Medio  Día— 1834— iu 
folio — Imprenta  de  la  Libertad — Sus  redactores  fueron  los  se- 
ñores don  José  Rivera  Indarte  y  doctor  don  B.  Velez  Gutiérrez. 
La  colección  consta  de  86  números.  Principió  el  O  de  enero 
y  concluyó  el  30  de  abril.  (Véase  lo  que  se  ha  dicho  al  tra- 
tarse del  Diario  de  Anuncios  y  publicaciones  oficiales  de  Bue- 
nos A  i 7' es.) 

(C\  Lamas.) 

160— LA  LEJTON  DEL  ORDEN,  Ó  VOZ  DEL  PUEBLO 
—  1820  —  1821  —  in  4.o  —  Imprenta  de  Es  pósitos  —  La  co- 
lección consta  de  prospecto,  10  números  y  un  suplemento 
al  núm.  3.  Empezó  el  2  de  noviembre  de  1820  y  conclu- 
yó el  11  de  enero  de  1821.  Su  redactor  fué  don  Cavetano 
ramf)ana. 

Lo  mas  notable  que  encontramos  en  este  periódico,  es 


bibliografía  5;59 

una  proclama  del  Supremo  Director  O'  Higgins  á  los  habitan 
tes  del  Perú :  otra  del  general  San  ^hirtin  á  los  españoles  eii- 
rop»H)s  residentes  en  el  Perii  (núm.  5)  ; — dos  cartas  del  P. 
Castañeda  al  redactor  y  contestación  de  éste  (núm.  6)  ; — Un 
bando  del  general  San  ^lartin,  da<lo  en  el  cuartal  general  del 
víjército  libertador  en  Pisco  á  20  de  setiembre  de  1820  y,  una 
proclama  del  mismo,  con  fecha  8  de  setiembre  del  mismo  año 
(núm.  9.) 

La  r(Hlac(  ion  de  La  Lcjion  del  orden  se  encaminaba  há- 
-i-'m  el  benéfico  fruto  de  la  paz  y  del  orden,  tan  fuertemente 
conmovidos  en  ese  año  memorable  de  1820. 

(('.   ín<»'iarte^  7jinny.) 

IHl— LOBERA  (P]L)  PEL  ASO  VEINTE,  Ó  EL  VER- 
DADERO ANTE  cniHTOMhorfado  por  el  último  refuerzo  drl 
vfuihinii  (  inicuo  poder  dr  las  coronas  ccrquilladas. — 1822 — 
in  fnlio — Imprenta  de  Xiños  Espósitos,  Su  redactor  fué  el 
jóv«Mi  don  José  diaria  Calderón.  La  colección  consta  de  3 
números.  El  número  2.o  fué  condenado  por  un  juri  de  im 
prenta. 

El  número  2  del  Lobera  fué  acusado  ante  la  Junta  Pro- 
teetora  de  la  libertad  de  imprenta,  por  el  R.  P.  Frav  Ignacio 
■l^írebi.  en  la  parte  en  (pie  este  periódico  atacaba  á  dicho  reli- 
gioNO.  El  señor  C*alderon,  oficial  de  la  Secretaria  de  Haciea 
da.  en  el  mismo  dia  en  que  fué  citado  para  responder  á  la  acu- 
><a(ioii  entablada,  hizo  renuncia  de  su  empleo,  la  que  le  fué  ad- 
mitida con  espresiones  l)astante  fuertes. 

(Véase  La  verdad  desnuda). 

(Rs  muy  raro.) 
1()2.— I/0(M;II)EXT,  en  contestación  al  titulado  La  Ver. 
^ttd  dfsnuda.     1822 — in  4.o — Imprenta  de  los  Espósitos.     La 
colección  consta  de  2  números.     No  tiene  fecha. 

Este  periódico  es  clasificado  de  ministerial  por  el  periódi- 
<'0  El  Teatro  de  la  Opinión. 

(Ks  raro.) 
B    P.  (lo  B.  A    V  (\    Zinnv. 


o40  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRBS. 

163.— LOBERA  (EL)  DE  A  36  REFORZADO— 1822— 
in  4.0 — Imprenta  de  Xiños  Espósitos.  Su  redactor  fué  el  Pa- 
dre (Castañeda.  Se  publicó  en  octubre.  Solo  consta  de  2  níi- 
meros.  .' 

Es  rarisiiiH). 

164.— LOS  LOCOS  SON  LOS  MEJORES  RACIOCINA 
Dores — 1823 — in  4.o  mayor — Impi'enta  de  Alvarez — Cons- 
ta de  un  solo  número  que  se  publicó  el  4  de  abril,  redaeía- 
<io  por  don  Pablo  Ramírez,  quien  fué  acusado  y  condenado 
por  un  jurado  de  imprenta,  en  10  de  abril,  á  un  aiio  de  des- 
tierro. 

('On  ocasión  de  la  publicación  de  este  periódico  y  con- 
siderándose calumniado,  don  José  Genaro  ^Martínez  dirijió- 
el  25  de  abril  al  público  una  FJsposicion  de  4  pajinas  in  folio, 
encabezada  así:  **E1  ciudadano  José  Genaro  Martínez  al  píi- 
])lico  con  ocasión  del  número  l.o  del  periódico  titulado:  Lok 
Locos  son  los  mejores  radocinadores  que  se  ha  publicado  en  esta 
ciudad  de  Buenos  Aires.  ^' 

(('.  Zinny  y  L»nin«í.) 

165.— LIBERAL  (EL)  DIARIO  POLÍTICO  Y  .MER- 
('AXTIL — 1828 — ín  folio — Imprenta  Ar(/entina,  de  la  Indi- 
pe  n<l  encía  if  del  Estado  sucesivamente. — Por  la  ])rimera  has- 
ta el  número  224,  i)or  la  segunda  el  núnu»ro  225  y  por  hi 
tercera  el  número  226  v  último.  La  coleccicm  consta  di; 
226  números.  I^rincipió  el  28  de  febrero  y  concluyó  el  19  de 
dicieiubre. 

Durante  el  s^^gundo  semestre  fué  semanal  y  terminó  con 
su  índice. 

Sus  redactores  fueron  don  Bernabé  Guerrero  Torres   v 

« 

don  ^lanuel  de  Araucho,  quedando  solo  el  primero,  hasta  la 
conclusión  del  periódico,  en  cuyo  último  número  se  despiden 
[)or  **no  i>oder  continuar  escribiendo  contra  la  mordacidad  de 
la  época. '* 

El  doctor  don  Bernardo  Velez  Gutiérrez,  colaboró  en  estr 
l)enódico. 

Eli  LiBfRAL  rejistra  muchos  artículos  y  documentos  so- 


BIBLIOGKAFLA  Ó41 

bre  la  l*rovineia  Oriontal,  ««pecialiuente  sobre  la  inva«ioQ 
4íj<M-utaila  [)or  el  general  ilon  Fructuoso  Rivera  á  la«  Misio- 
nes. II 

Kejistra  asimismo  una  interesante  ojeada  política  (núm. 
182),  sumrita  i*or.  "Tn  iniímreial". — Toa  Oda  á  la  jmz  eele- 
braila  entre  la  República  Argentina  y  el  Imperio  del  Hrasil, 
.suscrita  por  A.  E.  (núm.  ]M) — Otra  Oda  á  mis  com pal r iotas , 
\)0Y  don  ^Manuel  Araucho  (núm.  184.) 

Reprueba  (núm.  187  y  188)  con  razones  nuiy  convincen- 
tes una  proyectada  espedieion  sobre  el  Paraguay,  con  el  único 
objtto  de  li])erínrlo  de  la  tiranía  del  doctor  Francia.  Publi- 
ca y  recomienda  (núm.  lí)l )  c(m  un  b<Uo  (jvmplo  para  unes- 
iros  Jfth  rales,  una  representat  ion  que  elevan  á  la  II.  S.  de 
Ropresí  ntantes  de  la  provincia  de  Mendoza  **mas  de  200  ciu- 
dadanos.'* 

Ina  '*Hsposicion  (núm.  lí)4  á  lí)8)  de  la  conducta  políti- 
<-a  del  Ministro  Argentino  en  Holívia,don  Francisco  Ignacio 
Bustos. 

Concluiremos  diciendo  quv  Fl  Libkhai.  es  en  verdad  uno 
<le  los  mejores  iliarios  de  su  época. 

((  .    Lamas  y  Zinuy. ) 

lb(>— Ll'C'KRO  (EL),  Diario  Político,  LUirario  y  Mer- 
cantil—  182ÍI — 183:^ — in  folio — Imprenta  Argentina,  del  Esta- 
do //  íh  la  Independencia — Su  redactor  fué  el  señor  don  Pedro 
de  Angelis — Princiinó  el  7  de  si'tiembre  de  1821)  y  concluyó 
(en  la  administración  del  general  Viamont)  el  31  de  julio  de 
1833.     La  coleí'cion  consta  de  1121  números. 

El  redactor  se  despide  en  el  último  núnu»ro,  en  la  con- 
<'iencia  de  (jue  lia  nu»recido  las  simpatías  de  las  administra 
cioncs,  durante  las  cuales  ba  escrito;  la  del  Gobierno 
j)rovisorio  del  general  Viamont,  la  dictadura  del»  gí*ne- 
ral  Rosas  y  el  Gobierno  constitucional  del  general  Bal- 
caree." 

El  núm.  273,  (pie  corres])onde  al  21  de  agosto  de  1830, 
<»ontirne  un  artículo  escrito  por  el  Dictailor  del   Paraguay, 


.)42  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

doctor  Francia,  impugnando  con  acritud  el  libro  de  los  se- 
ñores Rengger  y  Longchamp  (suizos),  titulado  **Essai  sur  la 
révolution  du  Paragua}'";  y  en  el  niim.  278,  correspondii*nt<» 
al  27  del  mismo  mes  y  año,  hay  un  remitido  en  contestación 
á  dicho  artículo  del  doctor  Francia,  suscrito  por  '*Vn 
Suizo/' 

Se  cree  que  todo  artículo  sobre  política,  antes  ue  ver  la. 
luz  i)i\blica,  era  presentado  á  Rosas,  durante  su  gobier- 
no, sin  cuyo  asentimiento  no  i)odia  publicarse.  Por  con- 
siguiente, el  artículo  del  doctor  Francia,  con  cuya  política 
simpatizaba  en  todo  Rosas,  debe  halnn*  merecido  su  ai»ro- 
bacion. 

Las  materias  principales  (lue  hemos  encontrado  en  cst»^ 
diario,  son  las  Hguientts:: 

Empieza  por  declarar  que  la  publicación  que  l.ace  el  Lc- 
CERo,  de  los  di'cretos  y  actos  del  gobierno,  es  oficial. 

Holetin  de  Córdoba  anunciando  el  cambio  de  administra- 
ción en  ]\lendoza,  núm.  1. 

]\Icnsaje  pronunciado  en  la  Sala  de  Representantes  por 
el  general  don  Vicente  Guerrero,  al  re(  ibirse  del  cargo  de  Pre- 
sidente de  la  República  de  Méjico,  2. 

Transcripción  de  un  trozo  del  Boletín  de  Córdoba  antes 
citado,  y  notas  del  gobernador  de  Santa  Fé.  referentes  al  cam- 
bio sucedido  en  Mendoza,  Kl 

Literatura.     Obras  de  Calderón,  18  y  siguientes. 

Xotas  del  general  Paz,  gobernador  de  Córdoba,  al  de  l^ne- 
nos  Aires,  24. 

Conuinicacion  de  la  señora  doña  Angela  f3audrix  de  I)o- 
rrego  y  contestación  del  gobierno,  manifestando  la  última  vo- 
luntad del  coronel  Dorrego,  de  poner  la  te  redera  parte  de  los. 
cien  mil  pesos  decretados  á  su  favor,  á  la  disposición  del  go- 
bií^rno,  que  este  no  admitió,  26. 

Decreto  de  Bolívar  sobre  los  derechos  de  importación. 
28. 

Sucesos  de  Chuquisaca,  Alto  Perú,  29. 

Discursos  pronunciados  en  la  Escuela  de  Comercio,  por 


bibliografía  543 

SU  director  don  Rafael  ^linvielle  y  don  Juan  Andrés  Gelly, 
50. 

1).  (juilleriuo  Brown  y  don  Valentín  (íonioz,  desmienten 
\A  hecho  aseverado  por  don  ^íanuel  ^loreno,  de  la  existencia 
de  una  junta  s»^creta,  reterente  al  tusilaniiento  del  gobernador 
Dorn  go,  núm.  54. 

As(»sinato  de  Dorrego  ( 1 )  :  carta  de  su  hermano  á  Lord 
Pous()ni])y,  níiiii.  59. 

1.  Hijo  <1p  (Ion  .It»s<^  Antonio  Durr.';^.)  y  de  doñri  María  de  lii 
A-íuncion  ¡Salas,  don  Manuel  Dorre^jo  nació  en  Buenos  Aires  el  II  de 
Junio  de  17S7  y  fué  bautizado  en  li  iiíhsia  de  San  Nicolás.  Reci- 
bió una  brillante  edurai-ion  e.i  el  c.i'.'jíi  >  de  San  Carlos,  cual  r  »r- 
le^;)•)ndia  á  y;i  clnse.  Bien  pionto  •  ranife^^tó  atjuel  y^ran  talento  (pie 
1?  abria  camino  para  ^j^ranles  cosas  Se  dedicó  á  la  juriííprudencia 
y  }uira  •  o!u¡>letar  su  estudio  ^^  re.-^  ilvió  j)asar  en  ISU)  á  Santiajío 
de  Chile.  Kn  los  momentos  de  jíartir  y  estando  ya  s-u  eí]uipa.ie  en 
4';5i  i,ini),  llojia  á  hu  conocimiento  la  uot'cia  de  que  su  primo  ixdítico 
«l(»n  SalNiídjr  Cornet  era  perseguí  lo  j>  ir  el  j>[d)¡enio  «'-pañol  á  cor.'*e- 
cuencia  d'^  la  revolución  de  l.o  de  enero  de  ISif),  le  salva,  1<*  conil:'e 
hasta  Mí)ntcvideo,  c  ini;»n::net"en  lii  su  perscuia  y  siout"»  inniediatament  * 
á   su    di'^tin» 

K-taido  en  Chile  l!:';ia  i  mi<  <);  1  x  A  arito  te  libertad  proclamado 
el  lió  de  mayo  il.»  ISIO  y  le  v'ininiu;n\>  le  ral  i  •)  1  i  (|je  }n)ne  en  .juei^o 
tol>  ^\\  talento,  tilo  su  j)atrio:isní  i  y  -aha  á  {  iiüe  del  psder  qu^*  le 
o.;irim"a.  Kn  premia  de  tan  li^^tinj^uiíJo  ser\ii'io,  Chile  le  preria 
ccn  una  medalla  cuvo  mnte  .'ra:  "Clijie  i\  <\\  :>r;  ler  def  iMisor.  "  Des- 
pues  de  alft'Mias  otras  proezas  d:^  val  ir  y  patriotis-uo  re«_'resa  á  Bue- 
noí  Alies  Se  le  praponen  puestn?  distinjjui'ios  pero  pasivo-^,  Ijs  de- 
í>  cha,  porque  mi  ambición  era  yanar  jrloria  en  el  campo  ilel  honor 
ei  beneficio  de  su  T)atvia  Ks  ent  mees  destinado  al  ejército  del  F*e- 
ri'i  y  recojíe  laureles  para  la  causa  de  América,  ora  mand^m  lo  la  re- 
s.rva  en  Tuiuman,  eu  donde  las  a^'ma^^  aifíentinas  c^ínsitruieron  >uii 
jrlirioso  triunfo,  afianzando  la  independencia  de  estas  ])ri>vincias,  ora 
M  ('-t!audo  su  valor  en  la  célebre  batalla  de  Salta:  ya  en  Suipacha,  ya 
en  Nazareu),  donae  fué  mortalmjntc  herido,  cu  Barrios  y  en  Son- 
>:r.«a  batió  al  enemij^o,  t<»má!idole  prisioneros,  armamento  ete;  en 
l*oz.>  Verde  y  en  Llata^to  salvó  las  poblacion.^s  del  incendio  y  del 
sarpie  • 

¥A  director  Puevrredon  decretó  en  ló  de  Noviembre  de  1S16  orden 
de  destierro  para  siempre  contra  el  señor  Dorrego  ]>or  "actos  de 
i.i>ubor  linacinn  y  altaneria,"  l-j  que  motivó  el  ser  -separado  en  T81I5 
did  ejército  uel  Perú  ])or  el  general  Belgrano,  y  del  de  Cuyo  en  181 -í 
j)  )r  el  general  San  Martin.  El  <!oronel  Dorrego  se  justifica  de  esos 
y  otros  cargos  que  se  Je  hacían,  .publicando  eu  Baltii  more  adonde 
^^•  hallaba,  desterrado,  el  18  de  d'unio  le  1817:  "Do-?  cartas  apolo- 
géticas (de  don  Manuel  Dorrego)  en  contestación -al  autj  de  e^pa- 
tr-acion,  publicado  contra  61  'por  el  director  don  dt  lan  Martin  de 
l^ieyrredon,  en   15  de  noviembre  de  181(>'',  en  12  págs    in  folio. 

La  revolución  del   l.o  de  diciembre  (ie    1828,  decretó   la   muerte 


Ó44  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Biografía  ctel  Gran  ^lariscal  don  Agufitin  Ganiarra;, 
núm  68. 

Editorial  contra  el  coronel  D  Leonardo  Rosales.  96. 
Corre  impresa  por  la  Imprenta  de  la  Independencia,  una 
publicación  de  8  páj.  in  folio,  n>enor,  titulada:  Contestación 
al  núm.  96  dvl  Lucero,  en  sostén  de  lo  espuesto  por  el  coronel 
don  L.  U.  suscrita  por  B.  G.  T.) 

Documentos  de  la  Comisión  meiliadora  cerca  de  los  go- 
biernos beligerantes  del  interior,  núm.  144. 

Documentos  oficiales  sobre  la  victoria  de  Oncativo  ó  La- 
guna Larga,  contestación  de  Rosas  y  otros  documentos  sobre 
lo  mismo,  núm.  154. 

(h*!  íjobernador  Dorrego,  y  derrotado  en  Navario  fué  prevo  y  fu- 
silado el  dia  13  de  dieiemhre  de  iS'iS  á  las  7  de  ia  tarde,  con  «liyo 
triste  acouteciii-iento  y  con  la  espontánea  espatriacio-n  d?l  íieñor 
Kivadavia  »e  dio  fin  á  los  dos  partidtvs  verdaderamente  federales  y 
unitarios,  viniendo  á  ocupar  ese  vacio  otros  hombre.s  que  adoptaron 
las  n  :sMias  denominaciones  :p:'ro  con  niny  distintas  tendencias  Kl 
.señor  Dorrej^o  tenia  41  años,  fi  nieses  y  2  dias  y  dejó  una  viuda  y 
dos  hijas,  la  mayor  I^sabel  de  11  añci*  y  la  según  la  Inés  de  7.  Kl 
coronel  Dorrego  era  un  verdader.)  federal,  por  convicción,  .luya  sis- 
tema habia  contemplado  en  los  Eíjtadníí  Tnida."*,  en  doiude  palpó  sus 
ventajas,  pero  lo»  que  le  subsiguieron  se  apoderaron  d?  la  idoa  y  la 
jirostituyeron  'on  los  hechos,  porque  compremÜerou  que  la  palabra 
*' federación, "  adoptada  por  hambres  que  ajibicionaban  á  gobernar 
con  entera  independencia,  fué  cual  un  talismán  para  las  masas  ig- 
jií»rantes,  no  porque  con. prendiesen  >u  i-ignificado  verdadero,  sino 
.]>rque  ella  era  empleada  por  sus  mandiuic.-i  irre^ixnisables,  q.ix»  no 
roc(»m)c:an  mas  ley  q.;e  ««u  volunta<l 

Tal  vez  el  c:)ronel  Doriego  >e  equivocara  en  la  adoucion  de  tal 
sisttii;a  i]>ara  su  patria,  lo  que  no  (juita  qii '  su  de-^graciada  muerte 
haya  sido  á  mas  de  inojiortuna,  iinjxdítica.  101  mismo  general  Lavalle 
que,  con  senti- viento  j)atriótico  quizá  y  en  la  creencia  de  alejar 
el  mal  cortando  el  nudo  gordiano,  ordenó  s'U  imueite,  dice  en  eu 
]»aite  que  "ia  historia  juzgará  si  el  onnel  Dorrego  ha  debido  ó 
no  morir."  La  historia  «lisma  se  encarga  de  onte-ítar  diciendo  q-ie 
el  coronel  Díjrrcgo  no  ha  debido  morir  (Véase  "Oración  fúnebre 
del  coronel  Dorreg  ».  pronunciada  el  21  de  diciembre  de  1S2J),  en  la 
<'ate.lral  de  Buenos  Aires,  por  el  doctor  don  Santiago  Figuerí'do" 
24  piígs,  in  4  o  mayor;  "Oración  fúnel)re  en  honor  del  mismo,  .pro- 
nunciada en  ISan  Fernando  de  Helia  N'ista  el  4  de  en.^r.)  de  KS^li, 
j>or  el  canónigo  don  Bartolomé  MiifiDz",  .*K)  .i»ágs.  in  4. o;  discurví» 
4lel  señor  don  Tni  's  Anchorena,  piiblii-ado  en  ia  (taceta  Mercantil  dei 
()  de  diciembre  de  1S29  í;^e  han  }>ronunciado  otros  muchos  elogiáis 
fúnebres  que  ó  no  •  orren  iniMrc-^o.s  ó  si  lo  han  sido  no  los  lieaioi!» 
tenido  á  la  vista 


BIBLIOGBAFU  545 

El  parte  detallado  de  la  misma  victoria,  núm.  159. 

Análisis  de  los  números  de  la  Gaceta  Mercantil,  durant<j 
la  redacción  del  señor  de  Angelis,  acriminados  por  la  comisión 
clasificadora  de  los  papeles  impresos,  según  el  decreto  de  24 
de  diciembiH?  de  1829,  núm.  158. 

Lista  de  los  números  del  Pampero^  Tiempo  y  Gaceta 
Mercantil  á  que  se  refiere  dicho  decreto  de  24  de  diciembre  y 
documentos  referentes  á  lo  mismo,  núm.  162  y  siguien- 
tes. 

Detalle  sobre  la  derrota  del  general  Córdova  en  Colombia  , 
núm.  169. 

Boletin  del  general  Santa  Ana  sobre  la  derrota  de  la  espe- 
dicion  española  contra  Méjico,  núm.*L70. 

Actas  de  Caracas  y  de  Quito,  núm.  175. 

Anuncia  la  aparición  en  ]\Iontevideo  de  una  ''Guía  histó- 
rica de  la  Repú!)lica  Argentina,''  y  de  una  Biografía  de  los 
hombres  que  han  figurado  en  la  revolución  de  este  Estado'*, 
núm.  175. 

Importantes  documentos  del  Alto  Perú  y  de  Colombia, 
núm.178. 

Documentos  de  Montevideo,  sobre  los  sucesos  políticos 
ocurridos  en  los  dias  16,  17  y  18  de  abril  de  1830,  núm. 
179. 

Importantes  documentos  de  Venezuela,  núm.  181. 

Anuncia  en  venta  el  '* Recurso  de  la  opinión  pública"  por 
los  señores  Cavia  y  Cernadas,  que  contiene  muchos  documen- 
tos importantes,  núm.  182. 

Esposicion  sobre  las  razones  de  la  conducta  de  los  minis- 
tros del  gobierno  provisorio  de  Montevideo,  que  hicieron  su 
dimisión  el  17  de  abril,  núm.  188. 

Esposicion  de  la  conducta  del  gobierno  de  Córdoba  en  la 
guerra  con  el  general  Quiroga  y  en  la  negociación  de  paz  pro- 
movida por  el  gobierno  de  Buenos  Aires,  núm.  189. 

Documentos  preparativos  para  una  negociación  de  pa/ 
con  el  gobierno  de  Córdoba,  mandados  publicar  por  el  de  ^Fen 
doza,  núm.  191. 


546  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES.         "       " 

Proclamas  de  los  generales  Santa  Ana  y  Bustaniante  de 
Méjico,  nú.ni.  194. 

Diágolo  filosófico,  político  moral,  entre  El  Republicano 
de  Córdoba  y  El  Lucero,  núm.  198. 

Convenios  preliminares  de  paz  y  amistad  entre  los  gobier- 
jios  de  Córdobii  y  IMendoza,  núm.  202. 

Esposicion  del  Gobierno  provisorio  de  Montevideo  á  los 
habitantes  del  Estado,  núm.  216. 

Parte  del  General  en  Gefe  del  Ejército  de  Chile  don  Joa- 
quín Prieto,  sobre  la  batalla  de  Lircai,  en  18  de  abril  de  1830, 
liúm.  217. 

Nota  del  Gobierno  de  Tucuman  al  de  Buenos  Ai- 
res, reclamando  la  persona  de  don  Facundo  Quiroga,  núm. 
227. 

Ijista  de  los  fusilados  por  don  Javier  López,  gobernador 
de  Tucuman,  núm,  238. 

Memoria  de  Vidaurre. 

Mensaje  áA  general  Bolívar,  núm.  245, 

Declara  que  ArhoUio,  Molina,  etc.  no  dejan  de  ser  civili- 
zados, núm.  254. 

Interesante  artí<*ulo  del  Popular  de  Chile,  refutando  al- 
gunos reproches  hechos  al  sistema  federal  por  La  Opinión, 
otro  periódico  también  de  Chile,  núm.  257. 

Artículo  del  Journal  du  Commerce  sobre  la  situación  de 
la  América  española,  núm.  260. 

Necrología  de  doña  íinearnacion  Fierro,  esposa  del  coro- 
Ji'i'l  don  Paulino  Rojas,  núm.   260. 

^Mensaje  del  g()])ierno  de  Salta,  á  la  H.  J.  General  de  la 
Proviucia.núm.  263. 

Contestación  al  IVíensaje  del  Libertador  de  Colombia; — 
Mensaje  del  gobierno  de  Córdoba,  núm.  264. 

Esposicion  que  por  orden  del  Libertador  hace  don  José  Ma- 
ría del  Castillo,  presidente  del  consejo  de  ministros  al  Congre- 
(o  constituyenti»,  de  los  actos  á  que  aquel  í?e  refiere  en  su 
^Fcnsaje,  niun.  267. 

Brindis  pronunciados  en  el  banquete  dado,  en  la  quinta 


BIBLIOUKAFIA  ¿47 

(h'l  stM'ior  Figui'iiMlo  d  15  de  ajáoslo,  al  coronel  don  Pascual 
Egüaclie,  iK)r  varios  amigos,  uúiu.  271. 

Apuntamientos  lieehos  á  la  obra  de  los  señores  Rengger 
y  Longehamp,  titulada  '*  Ensayo  histórico  sobre  la  revolución 
del  Paraguay,  y  el  gobierno  dictorial  del  doctor  Francia'',  por 
este  último,  niim.  273. 

Mensaje  del  Gobierno  de  Tucuman,  núm.  267. 
('ontestaci«jn  al  comunicado  del  doctor  Francia  por  *'Un 
Suizo'',  núm.  J78. 

Proclamas  del  gobernador  Dorrego  de  techa  29  de  nor 
viembre  de  182vS,  núm.  306. 

Solicitudes  de  varios  señores,  declarando  no  haber  tenido 
I)arte  en  la  revolución  del  l.o  de  diciembre  de  1828,  núm. 
306. 

Otras  en  el  mismo  sentido  en  los  números  subsiguien- 
ti»s. 

(■ircular  de  los  agentes  de  los  Go})iernos  del  interior  a 
las  provincias  litorales  y  decreto  del  gobierno  de  San  Jiuin. 
poni(»ndo  a  la«  órdenes  del  general  Paz  todas  las  fuerzas  mili- 
tares de  dicha  provincia,  núm.  308. 

Documentos  de  las  Repúblicas  de  Colombia  y  Perú  sobre 
la  nuierte  del  mariscal  Sucre,  núm.  318. 

Hectifícaciones  de  don  Jasé  Arenales  á  las  Memorias  del 
general  Miller,  núm.  319. 

Continuación  de  los  documentos  sobwí  la  muerte  dt4  ge- 
neral Suci'e.  núm.  329. 

Contestación  del  general  don  Enrique  Martinez  á  un  pa- 
saje de  las  Memorias  del  general  ]Miller,  núm.  330. 

^lensaje  del  gobierno  de  San  Luis,  núm.  331. 

Id.  del  gobierno  de  ^lontevideo,  núm.  332. 

(Correspondencia  oficial  de  los  gobiernos  de  Hucmos  Ai- 
res y  Santa  Fé  con  el  de  Córdoba  é  impugnaciones  de  "El  Lu- 
cero,'' núms.  335  y  336. 

Descripción  del  incendio  del  bergantin-goleta  americano 
no]iil)rado  Chaí^r^  su  capitán  Xathan  H.  Robbins.  salido  del 


Ó4H 


LA  REVISTA  BE  BUENOS  Alfetíá. 


l)iiorto  (lo  Tarragona  para  Alontevideo  el  10  de  agosto  de 
lS:i{),  mhii.  340. 

Jiiografia  dd  general  l>az,  transcripta  del  Federal  do 
Santa  Fé,  niim.  363. 

Proclama  del  general  Quiroga  á  los  habitantes  de  las 
Provincias  interiores,  núm.  414 

i'roclanias  de  los  coroneles  don  Alariano  B.  Rolon  v 
don  Celestino  Vidal  y  del  general  don  Félix  de  Alzaga,  núm. 
416. 

Cartas  del  señor  Diaz  de  la  Peña  al  señor  Lamadrid, 
núnLs.  674  y  siguientes. 

Mensaje  del  .Alariscal  Presidente  de  la  República  del  Pe- 
rú, núm.  913. 

Plan  de  estudios  para  la  Universidad  de  Córdoba,  he- 
cho por  el  doctor  don  Gregorio  Punas  en  1813,  núm.  915. 

Documentos  oficiales  de  las  gobiernos  de  Santiago  del 
Estero  y  Salta,  comunicados  al  áe  Buenos  Aires,  núm.  9:^7. 

Tratados  celebrados  entre  la  República  del  Ecuador  y  la 
del  Perú,  núm.  934. 

Importante  documento  oficial  sobre  los  acontecimientos  de 
Salta,  núm.  935. 

Correspondencia  oficial  entre  los  gobiernos  boliviano  y 
argentino,  núm.  936. 

Exhortación  que  el  lUmo.  señor  doctor  don  Salvador 
Giménez  Enciso  y  Cobos  Padilla,  Obispo  de  Popayan,  hi/.i  en 
su  iglesia  catedral  el  dia  11  de  abril,  con  motivo  del  juram-íu- 
to  de  la  constitución,  dada  el  dia  29  de  marzo  de  1823,  núm. 
949. 

Memoria  presentada  por  el  ministro  del  interior  de  \a 
R(  jiública  de  Bolivia  á  las  Cámaras  constitucionales— Es  iii- 
t  fresante — núm.  951. 

Repúhlica  i,eruana:  cuestión  importante  de  derecho  pn- 
bl¡(*o,  núm.  957 

Discurso  sol)re  el  acta  de  navegad-ion,  pronunciado  por  el 


• 


biiiLio(JUAi-hi  54d 

ílipulailo  don  Mauuel  Vidaiirro,  uíuu.  939. 

**  Contestación  al  **Jiiici'ro"  ó  los  falsos  y  peligrosos  prin- 
cipios en  descubierto''  Corrientes.  Imprenta  del  Estado.  Nínn. 
í)62. 

Exhortación  á  los  batallones  de  Palniira  y  primero  del 
Centro,  que  k»s  hizo  el  I  limo,  señor  Obispo  de  Po])ayan,  para 
disponerlos  á  sostener  los  derechos  y  constitución  del  Estado 
de  la  Nueva  Granada,  en  la  mañana  del  dia  13  de  mayo  de 
1832,  niini.  9()8. 

(■hile.  Consideraciones  sobre  el  último  proyecto  de  re- 
forma de  la  constitución,  núm.  973. 

Documentos  oficiales  sobre  las  Malvinas,  núm.  981. 

Id.  id.  relativos  á  la  cuestión  goleta  de  guerra  Sarandú 
núm.  993. 

^lemoria  del  secretario  de  relaciones  interiores  y  este- 
riores  de  Méjico,  núm.  1000. 

Ley  sobre  la  elección  de  Obispos  en  el  Perú — Es  inte- 
resante». Núm.  1023. 

República  Chilena:  Legislación;  formación  de  los  códi- 
gos, núm.  1029. 

Id.  peruana:  nombramii^nto  de  obispos  y  celebración  do 
concilios,  núm.  1032. 

Interesante  moción  del  senador  ^í.  J.  Gandarillas  en 
el  Congreso  de  (-hile,  y  observacion(»s  del  Mercurio  Prruau,t 
sobre  dicha  moción,  núm.  1034. 

Consideraciones  del  Mercurio  Peruano  sobre  la  instruc- 
ción pública,  núm.  1035. 

Ley  de  ciudadanía  federal  de  la  Provincia  de  San  Juan, 
núm.  1036. 

Diario  de  las  marchas  y  demás  ocurrencias  de  la  División 
izquierda  que  comanda  en  ^eie  el  general  don  Juan  Manu(4  d(í 
Rosas.  Marzo  de  1833,  núm.  1037. 

En  qué  comiiste  la  desigualdad  de  las  condiciones  so- 
ciales en  una  república,  núm.  1043. 

Apuntes  para  la  historia  de  la  jurisprudencia  española: 


S'ií»  LA  bEVISTA  Í)K  BUK.NOS  AlñlíS. 

AlH'i-tura   do   Ju   Kscuelíi   di*   Lancastcr  en   Tiicumaii,   mnu. 
1044. 

Destruwiou  de  los  antiguos  gobiernos,  núni.  1047. 

Xecrolo^ia  del  coronel  don  Píxlro  Andrés  Gareia,  níim. 
1048. 

^lemoria  del  señor  J3arral,  trasmitida  al  jMinistro  de 
la  Marina  de  Francia,  sol)re  los  Charrúas,  núni.  1055. 

Leyes  prohibitivas  del  comercio,  núm.  1066. 

Leyes  vigentes  en  Francia  sobre  la  publicación  de  los  dia- 
rios ó  escritos  })eriódicos,  núm.  1087. 

El  núm.  1105,  correspondiente  al  12  de  julio  de  1833, 
registra  una  interi^sante  Ucctijicavion  histórica  de  don  Gerva- 
sio xVntonio  Posadas,  ])rimer  Director  de  las  Provincias  Fni-  . 
das  del  Rio  de  la  Plata,  dirijida  á  uno  de  los  redactores  del 
Ambigú,  la  cual  no  fué  publicada  entonces,  porque  según  el 
redactor  de  dicho  i)eri(')dico,  *'en  acpiella  época,  no  fué  po- 
sible dar  al  público  su  (*ontenido.'' 

p]sta  misma  Ucctificavion  se  encuentra  en  la  Volfccion  de 
Ihfcumenfos  publicados  por  el  señor  dim  Andrés  Lamas,  con 
un  anacronismo  <|ue  del)emos  atribuir  á  los  cajistas.  El  au- 
tor de  la  Híctificacion  se  dirije,  como  se  puede  ver,  al  editor 
del  Ambigú,  periódico  que  se  publicaba  en  1822  y  no  en  1833, 
({ue  es  el  año  del  diario  en  que  acpiella  salió  á  luz  por  pri- 
nu^ra  vez. 

Llamamos  la  atención  del  let^tor  sobre  dicha  Rectifica" 
cion. 

El  señor  Posadas  falleció  en  Buenos  Aires  el  2  de  julio 
de  1833  á  las  7  y  media  de  la  noche,  de  76  años  de  edad.  Mu- 
rió pobre,  pero  tranquilo.     Sic  transit  gloria  «nn^Zí. 

En  el  mismo  número  de  El  Lucero  se  anuncia  en  venta 
una  pulílicacion  titulada  ''Breve  ensago  sobre  la  prosperidad 
de  ]os  Estraujeros'g  decadencia  de  los  Nacionales,  por  Agus- 
tín h\  Wright^\  Imprenta  del  Estado,  á  6  pesos  el  ejemplar. 

El  Lucero  publica  en  sus  columnas,  además  de  lo  ya  "in- 
dicado, las  Memorias  del  general  Miller. 

Rejistra  una  serie  de  artículos,  bajo  el  pseudónimo  de 


bibliografía  551 

El  Observador,  que  se  cree  ser  el  siMlor  don  ifanuel  de  Iri- 
fcoyen,  los  enaltas  son  |)or  lo  j^eneral  impugnaciones  al  perió- 
dico La  Aurora  ríe  Córdoba. 

Ijos  artículos  suscritos  |)or  El  Cat  amar  que  ño,  pertenecen 
al  doctor  don  Ang^el  Navarro. 

El  Lucero  publica,  después  de  su  último  núnu^ro,  una 
fe  de  erratiis. 

(('.    Lauas.    I  lisiarte,   Quesada,   Ziuny.) 

167.— LÁTIGO  FEDERAL  (EL)  6  *'E1  Risueño'  — 
1831 — in  folio  menor — Imprenta  Republicana — Su  redactor 
iué  don  Juan  Lasserre  y  se  cree  que  el  doctor  don  Vicente 
Maza  fué  colaborador.  Salia  dos  veces  á  la  semana.  Empezó 
el  2  de  marzo. 

Era  un  periódico  de  circunstancias  y  de  la  época  visibb»- 
mcnte  pnvursora  de  la  gran  tiranía. 

En  política  profesaba  la  intención  de  ser  serio,  jocoso  v 
alegre,  j)ubl  i  candóse  en  ¡)rosa  y  verso. 

Como  una  parte  de  su  efusión  ¡wlítica,  inseiia  en  su 
primer  número  la  siguiente : 

LKTKILLA. 

lía,  ha,  ha,  ha.  ha.  En  popa  va  ya: 

Qué  risa  me  dá!  Y  hay  truanes  que  nieguen 

V.QW  esi)ada  en  nuino  Tamaña  verdad! 

Viene  la  unidad,  lia,  ha,  ha,  ha,  ha! 

Y  el  protectorado  Qué  risa  me  dá! 

1()8— LA  LE(^IirZA—l 8:n— in  Uúior—Imprcnia  líepu- 
hlicana — Se  publicaba  los  miércoles  y  domingos.  Xo  admi- 
tia  susciip(  iones.  La  colección  consta  de  nueve  números 
I*rincipió  el  11  de  noviembre  y  concluyó  el  7  de  diciem- 
bn». 

10!)— LOCO  (EL)  "Machuca  l)alata.s"— 1838— in  4.0— 


552  LA  REVISTA  DE  BUENOS  ÁIRB8. 

Imprenta  de  la  Libertad — No  tiene  número  ni  fecha,  así  es 
que  se  ignora  de  cuantas  pu])lieaeiones  consta.  Se  cree  que 
es  una  de  tantas  publicai'iones  sueltas  que  aparecieron  en  es- 
te año  de  1838. 

Según  el  núni.  3  de  El  Negrito,  El  loco  '*ha  sido  uno 
de  los  periódicos  mas  asquerosos  que  han  aparecido.'* 

(G.  Oiitierrez.) 

170._LATIGO  REPUBLICANO  (EL),  periódico  Uo- 
gráfico,  político,  ulira-apostólico  y  enemigo  decidido  de  todo 
lo  que  huele  á  absolutismo  y  compañia — 1833 — ^in  folio — Im- 
prenta de  Los  dss  Amigos — Fué  redactado  por  don  Carlos  Te- 
rrada  y  otros.  La  colección  consta  de  5  números.  Empezó 
el  30  de  junio. 

El  Defensor  de  los  Derechos  del  Pueblo  dice  que  E!  Láti- 
go Republicano  *'es  un  papel  serio,  contiene  rasgos  notables 
de  historia,  biografía,  literatura,  asuntos  mercantiles  y  anun- 
cios de  remates. ' ' 

(C    Gutiérrez  y  Trelks.) 

171— LA  LANZA  FEDERAL  — 1834  — in  folio  — Zm- 
prenta  Ilepublirana — Se  publicaba  los  miércoles  y  los  sábados, 
P\ié  su  redactor  don  José  Rivera  Tndarte  (1)  y  su  editor  el 
doctor  don  PVrnando  alaria  ( 'Ordero.  La  colección  consta  de 
i'  números.  El  primer  número  que  apareció  el  18  de  octubre, 
está  encabezado  con  el  verso  siguiente»  de  Milt(m:  ^'¡Vengan- 
za, amigos,  sin  piedad,  venganza!  Con  el  autor  de  nuestros 
tristes  males,  ni  treguas  ni  amistad:  nada  de  en;gaños.  Los 
desKmocc  el  fuerte.  . .  .de  Mavorte.  Lidiemos  en  el  campo. — 

Mil  ton,'' 
El  2.0  V  último  número,  salió  el  22  del  mismo  mes. 

(('.  Ziuny.) 
ANTONIO  XÍNXV 

« 

(Continuará.) 

1.  Véase  la  Hioj^rafia  del  .Sr  liidarto.  i>nbll<*a(l«t  ,;..  "VA  Nae!»- 
ii«]"  do  Montevideo,  en  *  *  La  Kevol'.u'ion "  de  Corrientes  de  ISl."), 
jMfr  el  ISarjíonto  Mayor  lioy  (íeneral  don  Bart<ílom«  Mitre,  y  repro- 
ducida en  Buenos  Aires,  en  LSin,  por  el  inifmu>  ««ñor, 


ÍNDICE  GENERA! 


Historia  Americana 


IViiinas 


Bibiografía  del  coronel  iloii  Federi<»o  Brandsen   (inédito),  ipor  el 

doctor   Aaigel   .J.    Carranza    o,    184,   8*22   y     464 

II-ernandariaB  de  Saavedra — 'Cauí>a  célebre:  noticias  y  documen- 
tos para  servir  á  la  historia  del  Bio  de  la  Plata  (inédito, 
por  don  Manuel  Bicardo  Trí'lles   17,  ]  72  y     310 

Memorial  ;pr.e«enta<lo  al  Ministro  don  Die^o  Oardoqui  ,por  los 
hacendados  de  Baien-o«  Aires  y  Montevideo  en  el  año  de 
1791,  sobre  los  nnodios  de  p-rov^^r  al  beneficio  y  esporta- 
cion  do  la  <'arne  de  vaca  et-c.'  (Inédito),  -precedido  de  una  in 
troduccion  por  el  doctor  don  Juan  María  Giuitierrez   30 

Descripción  histórica  do  la  antigua  provincia  del  Paraguay  (iné- 
dito), por  dan  Mariano  Antonio  Molas,  y  anotado  por  el 
doctor  don  u4ngel  J,  Carranza    46,  194,   353  y     472* 

Becuerdos   históricos   sobre   la   (provincia   de    Cuyo — •181Ó-1820 — • 

(inédito),  por  don  Damián  Hiid«on   144,  331  y     454 

Apunte»  'postumos  del  coronel  don  Secundo  Boca  (inéditos), 
.precedidos  de  una  introduccáan  ipor  el  coronel  don  Geró- 
nimo   Espejo 209,    340    y     420" 

Comunicaciojí  fluvial  del  litoral  argentino  en  el  siglo  XVI I,  con 
varias  observaciones  sobre  las  costas  del  rio  Unigiiay — 
Carta  del  P  Cayetano  Oattaneo,  inserta  en  el  '^(ristia- 
ne^iinio  felice''  de  P^  A.  Muratori  y  tradiucida  del  italiano 
por    don    José    Manuel    Kstrada     284 


aXUlCK  GEHERAU 


Literatura 

taladros   (lP«(*ritivo-estádi«tu*03  áe   la»   trc»  {)rovincias  (\e   Vuyo 

( inédito),    |»or   don    Juan    Llerena    .IT   y     247 

jKI  hijo  de  la  he<*h¡cera' — P^síiena»  de  la  vida  colonial — (>üni<*a 
de  la  Villa  1<n{>erial  de  Potoí^í  (inédito),  .por  el  doctor  dun 
Vicente    (».    (¿nesa<1a    7X 

<'on.íidenc¡as,   .jwr  don    Ricardo    Palma    230 

Fragmentos  de   viajes — de  <'opiapó  á  Va]f)aTaÍ8o   (inédito),  }>or 

el  jjeneral  <lon   Tomás  triarte    242 

J'eregri nación  de  nn  fugitivo — lEscenas  de  )a  vida  colonial — A'ró- 
arica  de  hi  Villa  Imiperial  de  Potosí  < inédito),  par  el  doctor 
don  Arícente  G.  Qiiesala 361,  ;U>8  y     493 

Tipos   sociales^ — El    hombre   e-wtorbo,  jK>r  don   Jiian    V^icente   Ca- 

macho    48^ 

Derecho 

!F^tudio«4  sobre  la  justicia  federal  americana  en  su  aplieacLon  á 
la  organización  constitucional  argentina  (inéditos),  por  el 
doctor   <lo-n    Manaiel    R.    García    91 

Jurií^prwlencia  de  los  Trihiunales — 14  Debe  iconsiderarse  testa- 
mento militar,  el  otorgado  por  un  oficial  en  nervieio  de 
frontera f — «¿La  leí  4,  tit.  1  Partida  6,  ha  sido  derogada  en 
<*ste  punto,  segim  la  interpretación  qiie  se  dá  á  la  de  7  de  ju- 
lio de  lS2;i? — .(inédito),  por  el  doctor  don  Ángel  J.  Carranza    614 

Bibliofl^rafia  y  Variedades 

Lr.  .paleontologia  en  las  colonia.»  españolas  á  mediados  del  si- 
glo XV II I  (inédito),  .precedida  de  una  carta  introducción 
por  el  doctor  don  .íiian   Marín  (lutierrez    100 

bibliografía  i)erir)díst¡ca  de  íhienos  Aires  hasta  la  caida  del  go- 
bierno de  Roí»as  (inédito),  por  don  Antonio  Zinn}'  lió,  271, 
;j9;i    V     '. 525 

Kl  Telégrafo  eléctrico-submarino  entre  Buenos  A  iros  y  Mon- 
tevideo  (iní^^lito).  ,por  el  doctor  Vicente  (i.  Quesada   142 

Kévue  Aniéricaine — Hist  )ire,  litérattnre,  voyages  etc,,  noticia  de 

esta  publicación   (inédito),  por  el  doctor  don   V^  (i.  Quet^ada     520i