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Full text of "Revista de Buenos Aires, Historia Americana, literatura, derecho y veriedades"

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RCIMPRCSIÓN  EXACTA  Y  AUTORIZADA  OC 

'*LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES'* 

^OR  LA  Biblioteca  Americana 


A.rturo  E.  López — .Editor — La  valle  1452. 


•1 


#      • 


'  HISTORIA  AMERICANA,  LITERATURA  Y  DERECHO 


Periódico  destinado  á  la  República  Argentina,  la  Oriental 

del  Uruguay  y  la  del  Paraguay. 

PUBLICADO  BAJO  LA  DIRECCIÓN 

DE 

Miguel  Navarro  Viola  y  Viceofe  C  QuesaJa 

(ABOGADOS) 


TOMO  XVL 


BUENOS  AIRES 
Imprbnta    de  Mayo,  241  Calle  Morbno  243 

18B8 


1 1 


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U  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


Riitorii  Amerieaní,  blteritura  y  Dereehí 


AÑO  VI.  BUENOS  AIRES,  MAYO  DE  1868.  No.  61 


«M^M 


HISTORIA  AMERICANA. 


bolívar  — SAN     MARTIN. 

PARALELO  -        ''^ 


Tarea  grata  para  un  Americano  es  la  de  estudiar  á  esos 
dos  hombres,  cuyo  carácter  ofrece  afinidadies  y  contrastes  que 
dan  mas  reliteve  á  sus  nobles  figuras. 

Ellos  estuvieron  dotados  de  altísimas  prendas  del  cora- 
zón y  del  ingenio,  quie  si  esplican  su  misión  providencial,  nos 
mueven,  empero,  á  observar  puntos  opacos  en  esas  estrellas  diel 
Sur. 

Uno  y  otro  gozaron  de  las  vientajas  del  nacdmiíento,  y  de 
la  educación  bajo  el  régimen  metropolitano. 

Los  sucesos  de  la  primera  edad  modificaron  aquellos  dos 
espíritus,  cuyo  molde  se  quiebro  con  su  muerte. 

Los  viajes  y  el  cultivo  de  la  primiera  sociedad  mas  que 
los  estudios  teóricos  desenvolvieron  las  facultades  die  uno  y 
otro,  4  que  los  sucesos  delwan  dar  un  vuelo  estraordinario. 

Bolivar,  aunqiue  educado  en  España,  advirtió  temprano 
en  su  Patria  los  vicios  de  la  esclavitud,  y  las  preocupaciones 
que  esterilizaban  la  savia  de  esas  generaciones  anhelantes  de 
la  felicidad  á  que  convidaban  los  esplendores  de  su  clima. 

Después  visitando  la  Europa,  presenció  en  la  coronación 


6  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

de  Napoleón  el  apoteosis  del  primero  de  los  mortales  en  su 
tiempo ;  pero  ese  espectáculo  casi  olímpico  no  alteró  la  melan- 
colía de  sus  meditaciones  sobre  las  ruinas  de  Boma.  Desde  las 
colinas  de  la  ciudad  leterna,  contempló,  como  Bienzi,  las  tum- 
bas cubiertas  con  el  añoso  musgo  y  las  sombras  de  los  tribu- 
nos que  parecian  reclamar  un  vengador.  Existen  pajinas  pal- 
piítantes  die  entusiasmo  bajo  esas  inesplicables  impresiones. 

San  Martin  robustecia  la  instrucción  adqudrida  en  el  Se- 
minario de  Nobles  con  su  ejercicio  profesional  en  la  lucha  de 
los  Españoles  contra  sus  invasores,  que  renovó  las  hazañas 
mas  románticas  de  esa  nación  de  leones. 

Los  libros  no  le  aleccionaron  mejor  que  su  observación 
inmediata  de  la  táctica  áe  los  gefes  que  le  guiaron  con  sus 
ejemplos  perfiectamente  aprovechados  por  su  bizarro  discípulo. 
Esa  época  le  comunicaba  enseñanzas  profundas  de  la  incons- 
tancia y  de  los  furores  de  la  muchedumbre. — El  cadáver  del 
gobernador  Solano  víctima  del  populacho  no  se  borro  de  su 
ineijioria,  v  aun  años  dispues,  asomaban  sus  lágrimas  al  mirar 
el  retrato  de  su  amigo. 

Los  trabajos  de  uno  y  otro  caudillo  en  favor  de  un  mis- 
mo pensamiento,  presentaron  notables  difierencias  en  cuanto  á 
los  medios  que  emplearon,  y  en  cuanto  al  campo  mismo  en  que 
sobresalieron. 

No  hay  en  los  anales  militares  combinaciones  mas  astutas, 
ni  resultados  mas  completos  que  los  de  la  campaña  sobre  Chile, 
organizada  con  admirable  previsión  desde  el  territorio  de  Cuyo. 

El  paso  de  los  Andíes  frustrando  la  perfidia  de  los  indí- 
genas, y  la  vijilancia  de  un  ^enemigo  poderoso,  solo  es  compa- 
rable al  de  los  Alpes  por  otros  dos  insignes  capitanes ;  y  si  la 
superioridad  se  mide  por  los  obstáculos  viencidos,  ella  está 
en  el  gu»errero  sud  americano — San  Martin  plantando  la  han 
dera  de  la  libertad  humana  en  esas  alturas,  fué  mas  sublime 
que  Bonaparte,  cuando  descendía  de  los  desfiladeros  alpinos 
para  humillar  la  casa  de  Austria ;  ó  que  Aníbal  cuando  después 
de  caer  sobre  las  llanuras  italianas,  las  abandonó,  para  acudir 
al  África  amenazada  por  Escipion. — Roma  había  sido  salvada 


BOLIVAE— «AN  MABTIN. 

por  SUS  cónsules. 

El  vencedor  de  Chacabuco  y  Maipo  fundó  rápidamente  la 
inoiependencia  en  los  valles  trasandinos,  y  preparó  la  célebre 
expedición  del  Pacífico,  para  recibir  en  sus  manos  victoriosas 
el  viejo  estandarte  que  la  madne  de  Carlos  V  bordó  para  Piza- 
rro. 

Bolívar,  creando  recursos  de  la  nada,  é  improvisando  ejér- 
citos adquirió  un  ascendiente  irresistible.  La  guerra  ardió 
cruiel  y  desapiadada  en  toda  la  región  que  los  descubridores 
apellidaron  Costa  Fií-me. 

Gipreses  y  palmas  coronaban  alternativamente  la  frente 
diel  hijo  de  Caracas,  abrasada  por  el  sol  del  Ecuador,  ó  baña- 
da por  los  torrentes  de  los  trópicos.  El  odio  al  dominio  es- 
pañol centuplicaba  su  prodiogiosa  actividad.  Vélasele  fre- 
cuentemente poner  por  alfombra  á  sus  pites  el  pendón  de  Cas- 
tilla que  no  se  abatiera  ante  el  opresor  de  la  Europa.  Habia 
en  lo  íntimo  de  aquella  organización  una  perpetua  electricidad, 
como  en  el  seno  de  la  tierra  fermentan  las  sustancias  de  los 
mas  puros  ó  sólidos  metales, 

Las  jornadas  de  Boyacá  y  Carabobo  dieron  por  resulta- 
do la  consolidación  de  Venezuela  y  Nueva  Granada  en  una  so- 
la comunidad  nacional.  Ellas  fueron  precursoras  de  Junin 
y  Ayacucho  que  consumaron  la  epopeya  Americana,  encum- 
brando sobre  todas  las  reputaciones  contemporáneas  df^l  nue- 
vo mundo  la  de  Simón  Bolivar. 

El  teatro  de  los  sucesos  ofreoió  una  fisonomia  análoga 
á  la  magnitud  de  teste  ínclito  torneo.  Sus  límites  eran  am- 
bos océanos;  y  esa  tierra  ilumí natía  p!>r  volcanes,  cruzada 
d«  rios  soberbios  y  dotada  de  una  variedad  infinita  de  aspec- 
tos, imprimió  á  la  insurrección  y  á  la  guerra  una  novedad  y 
una  serie  de  accidentes  lextraprdinarios,  á  que  era  necesario 
se  plegase  el  genio  fértil  de  los  generales,  frecuentemente 
desorientados  por  los  caprichos  de  la  fortuna,  y  por  los  de  una 
naturaleza  portentosa. 

Tanto  el  gef e  argentino,  como  el  venezolano  han  sido  ído- 
lo diel  ejército. 


8  LA  EBVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

El  primero  poseía  una  elocuencia  incisiva  y  flexibtle  como 
el  acero  de  su  sable. — Trataba  con  la  mas  franca  deferencia 
á  la  mayoria  de  sus  compañeros  die  armas,  llevando  su  seuci> 
Hez  espartana  á  un  grado  sorprendente  á  sus  subordinados. 

Los  discursos,  las  proclamas,  los  brindis  del  segundo» 
radiantes  de  inspiración  y  de  oportunidad,  electrizaban  en 
los  dias  gieniales  de  la  república. 

Pero  fué  á  veces  injusto  con  algunos  de  sus  amigos 
mas  entusiastas,  y  tiránico  con  sus  inferiores,  á  quienes  solia 
tratar  con  lenguaje  acerbísimo. 

Quizá  las  asperezas  de  una  lid  sin  cuartel  le  arrebataran 
algo  de  su  nativa  generosidaid ;  ó  acaso  se  persuadiría  que 
sus  defectos  no  parecerían  tales  á  sus  fieros  veteranos,  á  esos 
ginetes  de  los  llanos,  6  esos  criollos  salidos  de  l-js  sierras  y  de 
las  ciudades.  Pero  la  amistad  desearía  arrojar  uno  de  sus 
velos  sobre  esas  flaquezas  de  tan  buen  caballero. 

En  San  Martin  la  autoridad  produjo  el  <lesencanto,  y 
cierto  escepticismo ;  ni  las  pompas  tradicionales  de  los  palacios 
de  Santiago  y  de  Lima  le  deslumbraron  un  instante. 

El  ofrecimiento  de  la  corona  del  Imperio  de  los  Incas 
que  el  Consejo  de  Estado  le  hizo  en  uña  sesión  secreta,  pero 
memorable,  fué  rechazado  con  la  lójica  tan  clara  y  decisiva  que 
patentizó  á  los  nobles  y  á  los  ministros  allí  congregados  toda 
la  sobredad  de  juicio,  así  como  el  desprendimiento  de  su  can- 
didato. 

La  sed  inextinguible  de  supremacía  y  de  gloria  fué  en 
Bolívar  origen  de  esfuerzos  heroicos,  y  de  graves  errores. 
El  procuraba  extender  la  vasta  esfera  de  su  dictadura  sobre 
Estados  distantes.  La  confederación  americana  fué  uno  de 
iras  sueños,  anhelando  avasallar  la  naturaleza  á  sus  planes  y 
transplantando  4  este  hemisferio  una  imitación  de  la  liga  ds 
las  Repúblicas  griegas. 

San  jMartin  no  se  alucino  desde  el  principio  sobre  la 
falta  de  preparación  de  estos  países,  y  sobre  los  riesgos  d» 
la  transición  que  se  efectuaba  por  el  triunfo.  No  partici- 
paba del  fanatismo  contajioso  de  las  revoluciones,  ni  del  de 


BOLÍVAR— SAN  MARTÍN.    .  d 

las  doctrinan  exclusivas.  Tuvo  culto  por  el  orden,  y  la  su- 
bordinación. Abandonó  el  mando  ejercido  con  moderación, 
y  la  perspectiva  de  afianzar  la  regeneración  peruana,  mas 
bien  que  sacrificar  á  algunos  de  sus  camaradas  que  no  fueron 
tan  austeros  como  él  mismo,  en  el  cumplimiiento  del  deber.  Es 
mas  que  probable,  que  acabó  de  decidirlo  el  fundado  recelo 
de  un  rompimiento  con  Bolívar,  cuyos  celos  eclipsaron  su  cri- 
terio, creando  un  ominoso  peligro  para  lo  mas  sagrados  inte- 
reses. 

El  gobernante  colombiano  aspiró  á  la  fama  de  Lejislador. 
Las  constituciones  que  inspiró  ó  escribió,  fueron  mas  bien  en- 
sayos paisajeros  que  un  monumento  del  adelanto  de  las  cáen- 
cias  morales  en  el  último  siglo.  Esas  leyes  eran  el  clamor  de 
la  filosofía  para  serenar  las  facciones. 

Nada  de  durable  se  fundó  en  ese  terreno,  y  la  unión  Co- 
lombiana, anbelada  por  él,  fué  dilacerada  por  la  espada  de 
sus  tenientes. 

Si  la  abdicación  del  Protector  del  Perú  no  le  fué  im- 
puesta sino  por  su  propio  albedrío,  ó  por  las  fatigas  de  su  áni- 
mo, contristando  derrepente  ¿  todos  sus  amigos,  la  caida  áe\ 
primer  soldado  de  Colombia,  se  debió  á  las  conspiraciones  y 
a  la  pérdida  de  los  elementos  con  que  tantos  años,  habia  pe- 
sado sobre  el  ejército,  los  pueblos  y  el  Congreso. 

Uno  muere  en  las  orillas  del  Sena,  en  un  hogar  patriar- 
cal, y  rodeado  de  la  veneración  de  la  familia. 

El  otro  en  la  fuerza  de  la  edad,  pero  devorado  de  pesares, 
y  menos  intrépido  contra  la  calumnia  que  contra  los  puñales, 
rindió  su  último  aliento  en  una  playa  trastornada  por  los 
terremotos,  y  amenazada  por  el  mar  de  las  Antillas,  como  si 
ni  la  tumba  fuera  albergue  tranquilo  para  el  Libertador.  Se 
despidió  de  sus  compatriotas,  dirigiéndoles  consejos  dignos 
de  grabarse  en  sus  templos. 

Las  opiniones  se  dividen  sobre  el  mérito  respectivo  de 
tan  escelentes  varones,  y  sobre  los  móviles  de  algunos  de  sus 
hechos  gubernativos;  pero  la  preeminencia  de  capacidad  mili 
tar  se  atribuye  universalmente  á  San  Martin. 


10  LA  BEVÍSTA  DE  BUENOS  AIBES 

No  pueden  equipararse  exactamente  sus  respestivas  apti- 
tudes para  organizar  fuerzas,  perfeecioiiar  su  meennúmo,  ó 
combinarlas  para  un  fin  ya  preparado  ó  imprevisto. 

La  aplicación  de  la  táctica  sabia  a  nuestro  pais,  con  lan 
modificaciones  exijidas  por  los  hábitos  y  por  la  topografia, 
comprobó  la  pericia  del  antiguo  Coronel  de  granaderos  á 
caballo.  Impetuoso  en  la  iniciativa,  pero  avaro  de  la  san- 
gre de  sus  soldados,  calculaba  con  singular  precisión  los  ele- 
mentos de  disolución  del  enemigo,  adivinando  sus  designios, 
ó  engañándole  sobre  sus  propios  movimientos.  Manejaba 
hábilmente  las  cosas  y  los  hombres ;  y  su  entendimiento  que  ten- 
dia  á  la  unidad,  y  capaz  de  todos  los  detalles  abrazaba  un  vas- 
to horizonte,  penetrando  «en  la  profundidad  del  porvenir. 

Bolivar  conocia  la  sublime  «estrat-ejia  y  la  historia  de 
la  guerra;  pero  impaciente  de  toda  traba,  poco  habituado  á 
las  lentitudes  de  los  campos  de  instrucción,  y  urgido  por  la  su- 
prema necesidad  á  dirijir  frecuentemente  cuerpos  irregulares 
ó  revolucionarios,  no  pudo  ser  estricto  observador  de  la  disci- 
plina y  del  arte.  No  siempre  alcanzi')  todas  las  ventajas  de  su 
arrojo,  no  si/empre  calculó  con  certeza ;  ni  el  éxito  correspondió 
de  continuo  al  mérito  de  sus  sacrificios,  ó  á  la  trascendencia 
de  sus  miras.  Pero  estos  desaires  de  la  suerte  no  le  impidieron 
tomar  brillantes  desquites,  ni  batir,  entre  otros,  á  Morillo,  el 
mas  temible  campeón  de  la  dominación  española. 

Se  ilustró  sobre  todo  por  aquella  calidad  de  los  fuer- 
tes que  hizo  exclamar  á  Alejandro  Magno  que  él  solo  se  reser- 
vaba la  esperanza.  Su  constancia  fué  igual  á  las  resistencias 
de  un  sistema  elaborado  por  los  siglos,  y  defendido  con  olas  de 
sangre. 

El  desinterés  que  le  caracterizaba  habria  merecido  la 
clásica  predilección  de  Plutarco.  Principió  por  libertar  á 
sus  numerosos  esclavos.  Los  tesoros  no  eran  nada  á  sus  ojos, 
sino  como  ofrendas  opimas  á  la  libertad. 

Donó  para  escuelas  el  millón  que  el  Perú  le  forzó  á 
aceptar;  y  un  dia  en  una  fiesta  triunfal  desprendió  de  sus 
sienes  los  laureles  de  brillantes  con  que  orló  las  de  Sucre. 


BOLÍVAR— SAN  MARTIN.  11 

Cualesquiera  que  sean  los  destinos  de  la  gran  familia^ 
«sos  hijos  serán  los  predilectos.  El  pastor  de  las  Pampas,  el 
^ndio  len  su  cabana,  el  soldado  en  el  fogón  del  campamento, 
*I  poeta  en  sus  mas  bellos  himnos,  «el  patriota  en  los  conflic- 
tos nacdonales,  y  el  filósofo  al  trazar  los  fastos  de  la  excelsa 
virtud,  anunciarán  á  nuestros  descendienteci  dos  nombres  ro- 
l)ados  al  olvido. 

La  harmonía,  sello  divino  de  la  creación,  no  existiría 
en  América,  si  las  ondas  del  Amazonas  y  del  Plata  no  mur- 
murasen sino  el  eco  de  pueblos  ingratos  á  sus  bienechores. 

Mayo  25  de  1868. 

JOSÉ  T.  GUIDO. 


NOTICIAS    BIOGRÁFICAS 

DEL  TENIENTE  CORONEL  DON  GONZALO  DE  DOBLAS. 

Autor  del  Plan  para  defender  á  Btienos  Aires  contra  la  se- 
gunda Invasión  Inglesa. 


Hemos  juzgado  oportuno  preceder  con  un  lij<ero  esboso 
•obre  la  vida  de  su  autor,  la  publicación  diel  importante  autó- 
grafo que  sigue;  obsequio  hecho  á  nuestra  colección  con 
otros  papeles  igualmente  valiosos,  por  la  amistad  del  aprecia- 
ble  iescritor  don  Dario  Brito  del  Pino,  (descendiente  del  Vi- 
rey  de  este  nombre)  y  el  que  franqueamos  con  el  mayor  gusta 
para  las  columnas  de  La  Revista  de  Buenos  Aires, 

Según  nuestras  investigaciones,  el  señor  Doblas  era  an- 
daluz. 

íiliembro  de  una  familia  de  fuste  de  la  villa  de  Yznajar  á 
14  leguas  de  Córdoba,  habia  nacido  el  año  44  de  la  pasada  cen- 
turia y  acatando  la  voluntad  de  sus  padres  se  dedicó  al  conuer- 
oio. 

Mas,  no  llegó  aun  á  la  mayoridad,  cuando  despertada 
en  él  la  afición  por  las  viajes,  resolvió  pasar  á  este  continente 
en  'cl  que  debia  prestar  muy  señalados  servicios. 

En  efecto  terminados  sus  preparativos,  tomó  pasaje  en 
el  paquebot,  correo  nombrado  el  PrÍ7icipe,  el  mismo  que  trajo 
al  gobernador  Bucareli  y  Ursua,  la  cédula  de  supresión  de 
la  famosa  Compañía  de  Jesús,  á  mediados  de  1767. 

Desde  lentónces  se  entregó  con  ahinco  al  servicio  publicó 


NOTICIAS  DE  DOBLAS.  13 

y  merced  á  su  carácter  afable  y  conocimientos  no  comunes  lo- 
gró granjearse  la  estimación  jeneral. 

El  ánimo  recto  y  jeneroso  del  mejdcano  Vertiz  y  Salcedo, 
el  último  de  los  gobernadores  y  segundo  Virei  de  Bu'enos  Ai- 
res, cuya  administración  dejó  huellas  imborrables  entre  noso- 
tros— no  tardó  en  darle  una  colocación  digna  de  su  reconocido 
mérito  y  conducta — nombrándolo  en  1781  para  el  gobierno  del 
departamento  de  Concepción  en  las  IVIasiones — empleo  que  de- 
sempeñó con  el  mayor  celo  y  dedicación  según  se,  colije  de  la 
interesante  Relación  ó  Memoria  Histórica  que  escribió  sobre 
aquella  remota  Provincia  y  dedicó  al  ilustre  Azara. 

Ese  esitenso  trabajo  fechado  en  el  pueblo  de  Concepción 
á  27  de  sí^tiembre  de  1785 — fué  dividido  por  su  autor  en  dos 
partes — tratando  la  primera  de  la  Descripción  del  pais,  de  sus 
habitantes  y  producciones,  y  ocupándose  en  la  segunda  de  un 
Plan  general  de  gobierno,  acomodado  á  las  ciscunsta7icias  ^e 
estos  pueblos,  (1) 

Doblas  se  propone  plantificar  un  nuevo  orden  adminis- 
trativo quie  librase  á  aquellos  infelices  habitantes  de  la  ino- 
pia y  abyecto  vasallajíc  en  que  habían  vejetado — ó  según  él: 
**  mover  el  ánimo  á  desear,  como  yo  deseo,  el  bien  de  estos  na- 
turales, facilitándoselo  con  algún  nuevo  método  de  gobierno 
que  los  saque  de  la  miseria,  sugecion  y  aba;timiento  en  que  se 
hallan,  y  gocen  en  vida  política  y  civij  los  bienes  de.  la  liher- 
tald  que  S.  M.  les  franquea,  y  ks  abundancias  y  conveniencias 
que  tan  liberalmente  les  ofrecen  sus  terrenos  y  que  el  real 
erario  tenga  los  aumentos  que  son  consecuentes  al  floridísimo 
comercio  que  se  puede  establecer,  con  otras  muchas  ventajas 
que  lograria  la  monarquía". 

Y  en  verdad,  que  tales  reflexiones  tendian  á  dilucidar  un 
problema  económico  del  mayor  interés  y  trascendencia.  Así, 
no  es  de  lestrañar  llamase  tanto  la  atención  el  proyecto  de 
nuestro  protagonista,  á  punto  de  habérsele  exijido  con  ins- 
tancia varias  copias  de  él,  con  destino  á  los  vireyes  marque- 
ses de  Loreto  y  de  Aviles,  brigadieres  don  Diego  de  Alvear  y 

1.    V.  tom.  3.  col.  Angelis.  ; 


14t  LA  BEVI8TA  DE  BUENOS  AIRES 

Ponce  de  I-eon,  don  Beraarrj  >  Lecocq  y  don  José  Várela  y 
UUoa,  quien  á  su  regreso  á  la  Corte  la  juzgó  digna  de  elevar- 
se á  Carlos  3.0  que  haciendo  alto  honor  á  su  mérito  se  sintiá 
inclinado  á  adoptar  en  gran  parte  el  plan  de  reforma  que  noa 
ocupa,  tanto  mas  importante  cuanto  que  el  airamiento  siste- 
mado de  la  Compañía  en  sus  misiones  del  Faraguai,  cuyo  ac- 
ceso estaba  prohibido  á  los  mismos  españoles,  habia  hecho  se 
ignorase  de  todo  punto  el  organismo  de  una  república  tan  sin- 
gular, y  en  la  que  en  cierto  modo  se  llevaron  al  terreno  de  la 
práctica  las  doradas  utopias  de  Platón,  Morus  y  Campauella. 

Empero,  las  sensatas  indicaciones  que  le  hizo  el  aventaja- 
do Patrono  de  la  obra,  fueron  tan  ilevantables,  que  ejercien- 
do una  gran  influencia  en  su  espíritu,  le  obligaron  á  refundir- 
la en  un  nuevo  trabajo  que  tituló :  Disertación  que  trata  del 
estado  decadente  en  que  se  hcUlan  los  pueblos  de  Misiones^  cort 
los  medios  convenientes  á  su  reparación, 

Gran  lástima  seria  se  hubiese  perdido  completamente  es- 
te curioso  manuscrito.  (2) 

Revisando  la  correspondencia  del  Biúgadier  Lecocq.  he- 
mos dado  con  la  sigui^ente  carta,  que  hace  mucho  honor  á  Do- 
blas á  la  vez  que  demuestra  que  hasta  muy  entrado  este  siglo 
se  encontraba  aquel  al  frente  de  los  pueblos  de  Misiones. 

Ella  fué  dirijida  desde  Montevideo  á  otro  distinguido 
ingeniero  de  esta  ciudad,  don  José  Pérez  Brito,  y  lleva  la  fe- 
cha de  28  de  diciembre  de  1803. 

Entre  otras  cosas,  le  dice : *  *  Ya  sabrá  um.  como  llegó 

el  Ciobei  .oador  de  elisiones,  con  cuyo  motivo  quisiera  que  no 
olvidaran  uds.  al  pobre  Doblas,  aunque  sea  corta  su  interini- 
dad con  dicha  llegada  del  Gobernador  propietario,  para  que 
vea  lo  que  se  le  ha  ofnecido,  no  ha  quedado  solo  en  promesas,. 

2.  Se  le  atribuye  al  mismo,  la  " paternidad *'  de  una  Memoria 
comprensiva  de  **Tres  proyectos",  ilustrados  icon  notas,  á  saber — 1..> 
'* Seguridad  de  la  Frontera.  2. o,  Kmpedrar  las  calles.  3.o  Formación 
de  Muelle.''  Loa  cuales  habiendo  sido  presentados  al  Virei  Vértiz 
t»n  11  de  setiembre  de  1778,  fueron  pasados  por  este  á  examen  del 
Sr.  Marqués  de  Tabuerniga.  Escusamos  decir  que  esos  documentos 
forman  parte  de  nuestro  archivo  y  muy  luego  verán  la  luz  en  esto 
Periódico. 


NOTICIAS  DE  DOBLAS.  ■      15 

pues  ya  habrá  um.  oido  decir  *  ^  que  quien  dá  pronto  dá  dos  ve- 

m 

ees/' 

P.  D. 

H'e  viírto  al  Gobernador  provisorio  de  los  pueblos  de  Mi- 
siones (3)  con  quáen  he  hablado  largamente  de  su  nuevo  go- 
bierno, y  me  ha  dicho  que  lleva  instrucciones  de  la  Corte  pa- 
ra obrar  en  punto  á  la  libertad  de  los  Indios,  independiente 
de  eso  Gobierno,  y  del  del  Paraguay  ;y  parece  no  es  adicto  á  que 
subsistan  los  Tenientes,  y  si  solo  los  Subdelegados  que  sean 
necesarios;  es  muy  conocido  de  su  cuñado  de  ura.  don  Fran- 
cisco, y  me  ha  dicho  trae  cartas  para  umds.  -de  él.  Yo  le  he 
hiecho  una  pintura  de  lo  que  es  Doblas,  de  su  talento  yhom- 
bria  de  bien,  y  que  nadie  podrá  ajaidarte  con  mas  conoci- 
mientos á  su  nuevo  establecimiento;  en  cuyo  concepto  he  de 
merecer  á  umds.  que  ya  que  no  se  le  de  al  citado  Doblas  la 
interinidad  de  la  Tenencia,  por  la  espresada  causa,  se  lo  reco- 
mienden para  que  lo  coloque  de  Subdelegado  por  estar  vehe- 
mentemente persuadido  que  nadie  ha  de  desempeñar  mejor 
este  encargo  que  él.'* — Lecocq. 

Como  se  vé,  »este  documento  otorgado  graciosamente  por 
un  personaje  competente,  refleja  mucha  luz  acerca  de  las  ap- 
titudes facultativas  é  integridad  de  aquel  cuya  suerte  manifies- 
ta interesarle,  virtiendo  á  su  respecto  conceptos  tan  favorables. 

Mas  el  pobre  Doblas,  según  su  espresdon,  escaso  de  va- 
limiento ante  la  Corte,  fué  reemplazado  en  su  mando,  y  para 
consolarle  en  cierto  modo,  de  la  injusticia  de  que  le  hacian 
víctima,  sé  l»e  significó  bajase  á  dar  forma  y  planta  á  la  anti- 
gua población  de  los  Quilmes,  situada  en  la  costa,  12  mallas 
al  sud  de  esta  ciudad.  * 

Obedeciendo  dicha  orden,  después  de  practicar  un  proli- 
jo reconocimiento  de  la  rica  Isla  Apipé,  sita  en  el  alto  Para- 
ná, y  de  la  que  el  Soberano  acababa  de  hacer  merced  á  Linier^ 

3.  Don  Bernardo  de  Velasco,  finado  oscuramente  en  la  Asun- 
ción por  el  año  31.  Había  peleado  con  denuedo  contra  los  Ingleses 
que  atacaron  esta  ciudad  y  fué  después  gobernador  del  Paraguai. 


16  LA  BEVÍSTA  DE  BÜEXOS  AIBES 

en  premio  de  sus  proezas — llegó  á  su  destino  poco  antes  de  la 
gran  invasión  de  Whitelocke. 

Esperábase  esta,  y  el  i)eligro  era  inminente,  cuando  ani- 
mado del  mas  puro  patriotismo,  se  puso  á  escribir  su  **Plan  de 
Defensa"  al  que  dá  el  simple  dictado  de  *' Papel  de  don  Gonza- 
lo de  Doblas  para  la  defensa  de  la  capital  de  Buenos  Aires." 

Este  maduro  trabajo,  fruto  de  prudentes  observaciones, 
hijas  de  la  esperiencia  y  del  estudio,  fué  terminado  en  20  de 
abril  de  1807,  es  decir  cuando  aquella  formidable  espedicion 
nos  amenazaba  por  todas  partes. 

Efectuada  esta,  el  benemérito  Doblas,  ocupó  su  puesto 
de  honor,  y  tomq  una  parte  digna  en  los  encuentros  parcia- 
les y  en  el  ataque  jeneral  del  5  de  julio  en  que  fueron  tantos 
los  héroes  y  tan  heroicas  las  hazañas — alumbrando  la  mañana 
de  la  naturaleza  y  de  la  victoria  el  hecho  mas  glorioso  que 
haya  realizado  jamás  un  pueblo  indefenso  sobre  un  niuneroso 
y  aguerrido  ejército. 

El  rol  activo  que  jugó  Doblas  en  este  memorable  suceso, 
le  sirvió  no  poco  para  perfeccionar  su  enunciado  Plan,  con  un 
Suplemento  al  mismo,  datado  á  4  de  noviembre  de  1807.  (4). 

El  va  acompañado  de  un  croquis,  comprensivo  de  la  par- 
te principal  de  esta  ciudad,  señalándose  sus  plazas  y  edificios 
públicos. 

Las  fortificaciones  qu^e  se  proyectan  ^en  él,  encierran  on- 
ce manzanas  frente  deJ  rio,  con  baño  rosa,  otras  tantas  por 
la  parte  Oeste,  y  seis  á  cada  costado  inclusas  las  que  forman 
los  ángulos  salientes  que  cada  una  hace  á  dos  lados — defendi- 
do el  todo,  que  tiene  la  figura  de  un  cuadrilongo  simulado 
con  doble  faja  amarilla — por  26  1)ocas  de  fuego. 

Dicho  plan,  viene  en  cierto  modo  á  ser  complementado 
por  el  que,  presentó  el  V(»ncedor  (le  IMontevideo  al  Directorio 
de  1819,  y  el  cual  se  halla  reproducido  en  lel  tomo  6.o  de  esta 
Revista. 

4.  Ese  ** Suplemento'*  lleva  otro  ''croquis",  cuvas  fortifica- 
eiones  tienen  la  figura  <ie  una  escuadra  6  pirj'niiide  estendida  y  del 
que  se  habla  en  la  nota  5.a  de  la  "Memoria. '* 


NOTICIAS  DE  DOBLAS.  .  17 

A  pesar  del  olvido  y  cruel  postergainiento  que  pesaba 
sobre  sus  servictios,  todavía  se  quiso  oir  su  opinión  científica 
respecto  á  la  fortificación  de  la  Plaza  de  Montevideo  que  co- 
mo se  sabe  era  el  segundo  baluarte  «español  en  la  costa  occi- 
dental de  la  América — (5) 

Tal  fué  el  origen  de  Jos  apuntes  «en  que  la  formuló,  los 
misTTiOs  qm»  tnmscribiraos  á  continuación  -en  prueba  de  su  celo 
X>er»everante  por  el  bien  del  público. 

Prevenciones  y  Heflecciones  sobre  la  Defensa  de  la  Capital  con 

relación  á  la  Plaza  de  Montevideo. 

**  Sin  disputa  alguna  está  esperimentado  que  la  Nación 
Inglesa  desea  á  toda  costa  la  posesión  de  Buenos  Aires  y  que  la 
toma  de  Montevideo  le  es  indiferente,  por  que  dueña  de  la 
mar  aunque  conservemos  aquella  Plaza,  nada  se  adelanta 
perdiendo  esta,  y  a«í,  vsentado  «este  principio,  contemplo  que 
sí  no  hay  jente,  armas  y  municiones  para  dotar  ambas  plazas, 
debe  llevarse  esta  la  preferencia. 

La  guarnición  de  Montevideo,  la  contempló  á  lo  menos 
necesaria  de  tres  mil  hombres  dentro  de  la  plaza;  tiene  mu- 
cha artillería  montada  y  necesaria  y  por  consiguiente  nece- 
sita mucha  pólvora,  halas  y  pertrechos,  muchos  artilleros  y 
víveres.  Examínese  si  en  la  situación  presente  nos  podemos 
desprender  de  todas  estas  prevenciones  quedando  la  capital 
del  todo  surtida  para  una  vigorosa  defensa. 

Si  los  enemigos  comtemplan  necesaria  la  toma  de  aque- 
lla Plaza,  si  no  ostá  bien  guarnecida,  se  pierde  artillería,  mu- 
nicdones  y  lo  que  es  mas,  la  jente  y  armas,  que  según  ten- 
go entendido  no  hay  con  la  abundancia  que  se  requiere,  y  por 
consiguiente  debilitada  la  guarnición  de  Buenos  Aires,  y  es- 
puesta á  ser  presa  de  los  enemigos. 

Yo  no  me  puedo  figurar  que  á  vista  de  lo  que  la  Nación 

» 

5.  Las  fortalezas  de  San  Juan  de  Ulna  en  el  seno  Mejicano, 
Montevideo  sobre  el  Atlántico  y  el  Callao  en  el  Pacífico,  completa- 
ban el  sistema  de  defensa  de  la  corona  de  Castilla  en  el  Nuevo 
Mundo. 


18  LA  REVIÍáTA  DE  BUENOS  AIEES 

Inglesa  ha  esperimentado  en  la  Reconquista  y  ataque  de  esta 
capital,  venga  á  ella  sin.  un  ejército  de  quince  á  veinte  mil 
hombres,  que  reunirán  en  el  Cabo,  Santa  Elena,  ó  costa  del 
Brasil  y  en  este  caso  uLeditese  sin  conviene  atender  solo  á  un 
punto  ó  a  los  dos,  pues  nada  adelantamos  con  detener  quince 
ó  veinte  dias  las  tropas  enemigas  en  el  sitio  de  Montevideo 
(en  lel  caso  que  vayan  allá)  si  perdemos  aquella  guarnición  y 
no  salvamos  esta  llave  dd  reino  del  Perú. 

Soy  de  opinión  que  el  oficial  á  quien  se  le  encargue  el 
mando  de  Montevideo,  pida  lo  necesario  para  su  defensa,  y 
con  concepto  á  los  estados  que  dirija  se  mediten  con  reflexión 
si  se  aventurará  la  capital  defendiendo  aquella  Plaza,  ó  po- 
drán defenderse  ambas.'* 

Este  juicio  fué  muy  aplaudido  por  hombres  del  arte,  co- 
mo los  brigadieres  don  Bernando  Lecocq,  y  don  Francisco  de 
Orduña,  el  primero  Comandante  de  Injenieros  y  el  segundo 
Subinspector  del  Real  cuerpo  de  Artillería — El  teniente  co- 
ronel del  arma  don  Mauricio  Rodríguez  de  Berlanga — don 
Antonio  María  Durante,  don  José  Maria  Cabrer,  Cervino. 
Brito  y  otros,  que  hicieron  cumplida  justicia  á  la  ciencia  peri- 
i  a  de  Doblas. 

Empero,  una  razón  despelada  y  tantos  galardones  á  que 
se  habia  hecho  acreedor  el  honrado  militar  á  cuyos  manes 
dedicamos  estos  pálidos  rasgos — títulos  todos,  ganados  en  una 
larga  y  laboriosa  carrera  consagrada  á  su  patria  adoptiva — 
apenas  le  valieron  el  modesto  despacho  de  teniente  coronel! 
grado  que  tenia  cuando  acaeció  su  sentida  muerte  á  principios 
de  1809,  en  la  edad  sazonada  de  65  años. 

De  este  modo  finalizó  sus  dias  el  autor  del  trabajo  á  que 
nos  referimos,  bajando  al  sepulcro  abrumado  de  angustias  é 
inquietudes  por  la  suerte  futura  de  su  familia  que  dejaba  en 
orfandad,  sin  mas  legado  que  un  nombre  honroso  unido  al 
recuerdo  de  sus  virtudes  cívicas — aureola  envidiable  que  ilu- 
minará su  memoria  en  la  posteridad ! 

ÁNGEL  J.  CARRANZA. 
(Continuará.) 


REFLEXIONES 

Sohre  las  circunstancias  criticas  en  que  se  halla  actualmente 
esta  ciudad  de  Buenos  Aires,  Moqueada  y  amenazada  de 
invasión  por  los  Ingleses^  y  se  proponen  algunos  medios 
que  puedan  ser  oportunos  para  su  defensa. 

Son  tan  pocas  las  tropas  veteranas  qii«e  hay  agregadas  k 
e&ta  guarnición,  que  deben  reputarse  para  su  defensa,  por 
ningunas:  el  corto  número  de  oficiales  die  esta  clase,  se  ha- 
llan juramentados  la  mayor  parte,  con  que  podemos  decir^ 
no  sin  propiedad  que  sus  defensores  son  lel  valeroso  vecinda* 
rio  unido  en  masa,  quáen  inflamado  de  su  heroica  fidelidad 
al  soberano,  fervoroso  celo  por  la  religión,  y  honrando  pa- 
triotismo, ha  tomado  las  armas  formando  cuierpos  bastante 
numerosos  con  la  denominación  de  las  provincias  de  que 
son  oriundos  sus  individuos.  Estos  cuerpos  han  elegido  y 
nombrado  con  aprobacdon  uei  superior  gobierno,  los  gefes  y 
oficiales  que  dieben  mandarlos ;  se  han  uniformado  á  su  costa, 
se  han  disciplinado  regularmente,  y  están  haciendo  el  servi- 
cio militar  con  una  puntualidad,  y  voluntad  que  jamás  se  ha 
visto,  aguardando  con  impaciencia  al  enemigo  para  medir 
con  él  sus  fuerzas,  no  dudando  un  punto  de  la  victoria.  Pe- 
ro todas  estas  ventajas  no  están  exentas  de  nulidades,  que 
si  no  se  haoe  cuenta  de  ellas,  pueden  conducirnos  á  fatales  con- 
secuencias. 

Por  mas  nobles  y  fervorosos  que  sean  los  estímulos  que 
animan  á  estas  tropas,  no  pueden  sacarlas  del  «stado  de 
nuevas  ó  recien  formadas,  sin  otra  pericia  militar  que  la  ad- 


20  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

quirida  en  los  ejercicios  doctrinales;  fáltales  la  principal  que 
«es  la  que  produce  la  Palestra:  La  1.a  es  buena  para  lucir 
en  las  funciones  pacíficas;  pero  sirve  áe  poco  en  las  acciones 
de  guerra,  sino  se  han  ejercitado  en  la  2.a.  También  care- 
cen los  soldados,  de  aquella  subordinación  tan  necesaria 
que  se  adquiere  con  la  costumbre  de  obedecer,  y  se  convierte 
en  hábito  con  el  tiempo.  Igualm-ent^  carecen  los  oficiales  de 
aquella  imperiosa  firmeza  en  el  mandar  á  los  soldados,  que 
no  les  dá  lugar  á  dudar  que  serán  puntualmente  obed«ecidos; 
y  por  lo  mismo  en  las  circunstancias  presentes,  manda  el  ofi- 
cial contemplando,  y  el  soldado  gbedeoe  como  de  favor;  y  es 
preciso  que  así  sea. 

Además  de  esto,  íes  menester  considerar,  que  así  en  la 
clase  de  oficiales  como  en  la  de  soldados,  están  incluidos  to- 
dos los  vecinos  honrados  del  pueblo,  estimulados  de  las  razo- 
nes referidas,  y  de  Ja  necesidad  forzosa  de  defender  sus  pro- 
piedades, sus  vidas,  y  las  de  sus  amadas  familias;  y  no  se- 
ria prudencia,  equidad  ni  justicia,  esponer  sus  personas  á 
unos  riesgos  que  pueden  minorarse  consid-eralilemente  toman- 
do con  anticipación  buenas  medidas  y  precauciones. 

A  este  fin  he  juzgado  muy  conveniente  disponer  un  plan 
de  operaciones  defensivas  (y  aun  ofensivas  en  su  caso)  tales, 
que  eviten  á  nuestros  soldados,  presentarse  al  enemigo  á  cuer- 
po descubierto:  y  mucho  mas  un  choque  ó  batalla  en  campo 
raso,  porque  es  terrible  el  terror  que  infunde  á  los  no  aguer- 
ridos, el  aspecto  de  un  ejército  veterano.  Por  esta  razón 
procuran  los  gefes  esperimentados,  evitar  estos  lances,  cuan- 
do mandan  semejantes  tropas;  sabiendo  que  los  oficiales  por 
lo  común,  son  los  primeros  que  se  llenaJí  de  pavor,  y  no 
aciertan  á  mandar;  con  que  al  menor  contraste  se  vuelve 
todo  desorden  y  confiLsion.  Por  el  contrario,  estos  mismos 
soldados  y  oficiales,  puestos  á  cubierto,  aunque  pea  de  un  li- 
jero  parapeto,  en  calles,  balcones,  ventanas,,  azoteas,  ó  de  cual- 
quiera otra  forma,  pueden  concebir  una  seguridad  tal  que 
pueda  equivaler  uno  por  tres  cuando  menos ;  y  libertar  la  vi- 
da á  las  tres  cuartas  partes  de  los  que  perecieran  á  cuerpo 


PLAN  DE  DOBLAS  21 

descubierto.  Bien  se  conoció  esto  mismo,  en  la  reconquista 
de  esta  capital,  pues  aun  sin  la  ventaja  de  los  parapetos;  con 
solo  iej  resguardo  de  los  post-es,  esquinas,  y  huecos  de  las 
puertas,  pelearon  como  leones ;  y  no  dudo  que  harán  lo  mismo 
(en  su  casa)  metidos  y  cuhi<erto8  en  el  laberinto  de  calles  y 
casas,  donde  todas  sus  cuadras  y  manzanas  puieden  ser  otras 
tantas  fortalezas,  y  rebellines,  emboscadas,  y  defensas  tan 
favorables  á  las  nuestras,  como  adversas  á  los  enemgios. 

Con  esta  idea  he  formado  el  bosquejo  que  acompaño, 
comprensivo  de  la  parte  principal  de  esta  ciudad,  señalando 
en  él,  las  iglesias,  y  plazas  para  que  se  distinga  mejor  la  ex- 
tensión que  me  parece  conveniente  fortificar.     El  se  reduce 
á  figurar  en  el  centro  de  la  ciudad  una  fortaleza  cuadrilonga, 
compuesta  de  11  manzanas  de  casas  por  el  frente  del  rio; 
otras  tantas  por  la  parte  opuesta  quíe  mira  á  la  campaña,  y 
6 — á  cada  costado,  inclusas  las  que  forman  los  ángulos  sa- 
lientes, que  cada  una  hace  á  dos  lados.     Las  lineas  ó  fajas 
amarillas  que  figuran  el  cuadrilongo  pueden  considerarse, 
como  estradas  •')  caminos  cubiertos  que  aseguran  la  comuni- 
cación libre  en  toda  la  circunferencia  del  cuadrilongo.    Las 
boca  calles  contiguas  á  la  parte  exterior  de  las  fajas,  deben 
cerrarse  á  su  tiempo  colocando  en  ellas  parados  unos  sacos 
de  cuero  llenos  de  tierra  construidos  en  forma  cilindrica  de 
la  hechura  de  los  que  comunmente  es  emplean  en  sacar  hari- 
nas.    Estos  sacos  deberán  ser  del  diámetro  á  que  alcancen 
los  cueros,  y  de  la  altura  de  6  J^  á  7  metros,  formando  con 
ellos  los  parapetos  á  manera  de  barricadas,  pero  será  con- 
veniente que  dicho  parapeto,  se  componga  á  2  filas  de  sacos 
colocando  los  unos  en  la  unión  de  los  otros.     La  ventaja  que 
ofrecen  dichos  parapetos,  es  que  cerrando  las  boca  <  calles  de 
]a«?  cuadras  extteriores  á  las  fajas  que  forman  la  estrada  ó 
camino  cubierto,  qujeda  este  despojado   (según  se  ha  dicho) 
y  en  disposición  de  apostarse  la  tropa  que  se  quiera  destinar 
a  su  defensa,  con  la  comodidad  de  no  poder  ofenderle  por 
part'p  alguna,  y  de  liaeer  fuego  sin  descubrir  el  pecho,  car- 
gando su  arma  á  cubierto,  sin  otra  evolución  ni  maniobra, 


22  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

< 

que  la  de  formarse  en  hileras  al  abrigo  de  las  casas,  mar- 
char por  divisiones  de  10  a  12  hombres  en  la  misma  forma- 
ción dando  el  frente  al  parapeto,  y  hacer  su  descarga ;  y  vol- 
viendo á  la  formación  de  hilera,  marchar  á  cubrirse  con  las 
casas  de  la  manzana  opuesta,  colocándose  de  forma  que  dea 
paso  á  la  división  que  debe  seguirlos,  y  á  cargar  sin  deten- 
ción. Todas  las  divisiones  del)en  hacer  lo  mismo,  y  en  pa- 
sando la  última,  repetirá  la  1.a,  y  sucesivamente  las  demás, 
la  misma  maniobra  continuándola  de  un  lado  á  otro  entre 
tanto  que  puedan  ó  sea  necesario. 

Ademas  de  la  ventaja  referida  ofrecen  otras  muchas  los 
espresados  parapetos;  como  son  la  presteza  con  que  pueden 
ser  colocados  los  sacos,  y  cuando  sea  preciso  su  uso,  sin  necesi- 
dad de  impedir  el  tránsito  de  las  calles  con  anticipación:  la 
comodidad  de  poderlos  mudar  de  una  boca-calle  á  otra  de  las 
contiguas:  la  facilidad  de  reponer  los  sacos  que  derribase  la 
artillería  enemiga^  levantando  los  mismos,  ó  poniendo  otros 
que  del)en  tenerse  prontos  para  reemplazar  los  que  destruyen. 
La  mayor  seguridad  en  la  puntería  afirmando  los  fusiles  so- 
bre los  parapetos.  La  simplicidad  de  las  evolucioni^s,  cosa 
tan  necesaria  en  esta  clase  de  tropas,  y  la  de  poder  abrir  tro- 
neras derribando  algunos  sacos  para  jugar  la  artillería  trans- 
portando los  cañones  que  se  quiera  de  los  apostados  en  las 
c.dií^s  ó  derribán^loos.  todos  si  se  juzgase  conveai»»nte. 

El  único  reparo  ó  inconveniente  que  yo  alcanzo  puede 
oponerse  contra  estos  parapetos  es;  que  si  el  enemigo  se  apo 
dera  de  todos  los  de  una  línea,  ó  de  algunos  podran  usarlos 
con  perjuicio  nuestro;  pero  si  se  considera  que  su  único  em- 
peño debe  ser  el  apoderarse  de  la  ciudad,  y  que  para  conse- 
guirlo, debe  avanzar  sin  detenerse  ni  pensar  fortificarse  en 
punto  alguno,  lejos  de  servirle  de  utilidad,  serian  estorbos 
que  impedirían  6  retardarían  sus  progresos.  Fuera  de  que 
teniendo  nasotros  franco  el  paso  de  unas  calles  á  otras  por 
el  interior  de  las  casas  (como  se  dirá  después)  y  estando  es- 
tas   guarnecidas  de  nuestros  soldados  que  con  toda  clase  de 


PLAN  DE  DOBLAS  23 

armas,  ofenderian  á  los  enemigos  por  azoteas,  ventanas,  etc., 
siéndoles  preciso  á  ellos  marchar  en  columna,  ocupando  toda 
la  calle,  ó  «n  hileras  por  sus  veredas  hasta  llegar  al  parapeto 
que  la  cierra;  seria  terrible  el  estrago  que  podrían  los  nuestros 
hacer  con  "ellos  si  se  detenian  en  él,  mayormente  si  en  las  cua- 
dríis  de  la  1.a  y  2.a  linea  fortificadas,  y  aun  en  las  mas  avan- 
zadas estuviiesen  las  puertas  de  calle  y  las  ventanas  bajas 
atroneradas,  en  forma  triangular  d«e  tres  pulgadas  de  diáme- 
tro cada  tronera  para  hacer  por  ellas  fuego  de  fusil,  trabuco, 
6  pistola,  cuando  fuesen  ocupadas  por  el  enemigo;  pues  en 
este  caso  todo  tiro  de  arma  larga  ó  corta   es  seguro  por  ser 
sus  descargas  á  quema  ropa;  de  manera  que  haciéndolo  así 
convertirían  las  calles  en  fosos  y  la«  puertas  atroneradas  en 
caponeras  de  eUos,  si  el  vecindario  por  necesidad  se  ha  trans- 
formado en  soldados,  por  la  misma  redúzcanse  .  las  calles  en 
fosos,  y  las  casas  en  muros  para  comodidad  y  seguridad  de 
sus  vecinos. 

Asimismo,  conviene  colocar  cañones  y  obuses  de  media- 
no y  pequeño  calibre  en  los  puntos  señalados  en  el  citado 
bosquejo;  su  número  son  26  y  con  ellos  se  pueden  defenaer 
todas  las  calles  de  lo  principal  de  la  ciudad,  y  la  mayor  par- 
te de  los  arrabales,  por  que  no  hay  punto  alguno  en  ellas,  que 
no  se  descubra  y  enfile  por  alguno  ó  algunos  de  dichos  caño- 
nes.    Los  12  destinados  á  defender  y  flanquear  los  frentes 
de  las  líneas ;  como  que  su  situación  es  la  mediania  de  las  cua- 
dras, me  parece  que  no  puede  ocasionarse  inconveniente  de 
consideraedon  en  que  desde  luego  se  construyan  los  parapetos 
que  van  señalados  en  el  boscjuejo,  poniéndolos  de  firme,  y  zan- 
jeados á  manera  de  los  construidos  en  las  boca  calles  que  mi- 
ran al  rio.     Estos  cañones  pueden  ser  de  mayor  calibre  que 
los  interiores:  el  uso  que  debe  hacerse  de  ellos  es  tan  patente 
que  no  necesita  espHicacion. 

Aunque  me  parece  que  con  la  fortificación  expresada 
puede  duplicarse  el  efecto  de  nuestras  operaciones  defensivas, 
no  paran  aqui  mis  deseos,  quiero  y  pretendo  que  se  tripliquen 
6  cuadrupliquen  sin  aumentar  el  número  de  defensores,  y 


24  LA  HEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

que  igualmente  se  disminuyan  sus  riesgos  y  fatigas.  A  este 
^fiecto  he  discurrido  que  será  muy  oportuno,  y  sobremanera 

conviene  que  á  todas  las  casa»  de  las  manzanas  incluidas 
dentro  de  las  líneas  d*e  iortiiicacion  y  dos  filas  de  ellas  en  su 
circunferencia  -est-erior  (según  van  señaladas  con  lineas  de 
lápiz)  se  les  abran  comunicaciones  interiores  de  unas  ¿  otras 

para  que  puedan  nuestros  soldados  guarn-ecerlas  entrando  por 
las  puertas  de  las  casas  de  aquellas  calles  que  estuvieren  libres 

del  fuego  enemigo  y  distribuirse  en  las  ventanas,  balcones  y 
azoteas  de  todos  sus  frentes,  y  en  caso  neoesario  pasar  á  otras 
atravesando  las  ¿alies,  avanzando  ó  retirándose ;  cuyo  benefi- 
cio pueden  disfrutar  también  oportunamente  los  soldados  des- 
tinados para  combatir  en  las  calles  al  abrigo  de  los  parapetos, 
por  que  unos  y  otros  deben  tener  el  paso  libre  para  transitar 
a  cubierto  toda  la  ciudad  ó  aquella  parte  en  que  sucede  la 
refriega,  debiendo  estar  abiertas  las  puertas  para  los  nuestros 
y  cerradas  para  los  enemigos. 

Los  pasadizos  ó  portillos  de  comunicación,  pueden  ser 
unas  aberturas  de  los  corralea  cuanto  den  paso  cómodo  á  un 
hombre  y  no  se  debe  aguardar  á  la  forzosa  para  abrirlas.  Los 
dueños  de  casas  los  deberán  hacer  acordándolo  mutuamente 
los  vecinos ;  pero  las  personas  comisionadas  al  efecto  deberán 
cuidar  que  se  verifique  como  mejor  convenga;  y  para  evitar 
la  comunicación  de  criados  de  unas  á  otras  casas  por  lo.s  pasa- 
dizos, se  podrán  cerrar  estos  con  tablas,  cueros,  ú  otros  mate- 
riales postizos  fácile*  ^^  ^--•'^-     ,»*,j^  fuera  conveniente. 

No  es  necesario  ponderar  el  estrago  que  pueden  recibir 
nuestros  contrarios,  teniendo  que  avanzar  por  las  calles  for- 
mados en  columna  ó  desfijando  por  las  veredas;  en  la  l.a, 
formación,  pueden  ser  ofendidos  de  frente  por  el  fuego 
continuo  de  la  fusileria  y  aun  del  cañón  del  parapeto;  y  por 
los  costados,  de  el  de  las  azoteas,  balcones  y  ventanas,  en 
que  puedan  disponerse  de  pronto  parapetos  de  iipaji  de  tier- 
ra; mesas,  cajas,  etc.,  teniendo  repuestos  de  granadas  de  va- 
rios calibres,  y  de  otras  armas  arrojadizas  que  aumenten  el 
estrago  de  la  fusileria  y  cañones;  y  si  á  pesar  de  tantos  obs- 


PLAX  DE  DOBLAS  25 

táculos  consiguieren  el  asalto  de  los  parapetos  de  la  1.a 
línea,  la  hallarían  desierta,  por  que  los  defensores  desapare- 
cerian  por  las  puertas  de  las  casas  de  Jas  calles  de  travesía; 
y  el  cañón  ó  cañones  que  las  flanqueaban  podían  á  su  salvo 
hacer  su  deber  entre  tanto  que  los  nuestros  se  retiraban  á 
la  2.a  línea  ó  á  formar  otra  3.a,  que  sostuviese  aquella;  y 
si  al  mismo  tiempo  acom'ctian  por  la  retaguardia  las  tropas 
nuestras  de  infantería,  caballería  y  tren  volant-e  que  (como 
diré)  deben  estar  apostadas  en  paraje  oportuno  fuera  del  re- 
cinto fortificado;  puede  considerarse  el  efecto  que  causaría 
•esta  operación  ejecutada  con  discernimiento. 

En  cuantas  ocasiones  he  meditado  seriamente  sobre  el 
órd-en,  distribución  y  colocación  de  las  tropas  destinadas  á 
operar  defensivamente  y  que  no  se  sabe  ni  puede  colegirse 
con  probabilidad  por  donde  intentará  verificar  su  ataque  el 
enemigo,  he  hallado  por  resultado  que  debe  esperarse  con  to- 
das Jas  fuerzas  unidas,  en  el  paraje  que  mas  importa  defen- 
der; ó  á  lo  menos  tan  inmediatas  las  divisiomes,  que  aun  en 
el  caso  de  sorpresa  puedan  operar  y  socorrerse  mutuamente 
sin  embarazos  ni  retardaoion.     Lo  mismo  aconsejan  los  maes- 
tros del  arte  militar,  persuadidos  del  axioma  que  las  fuerzas 
unidas  con  dificultad  son  vencidas,  y  de  la  esperiencia  que 
nos  presenta  millares  de  ejemplares  desgraciados  por  la  divi- 
sión.    En  este  concepto,  y  en  el  que  es  mi  ánimo  detallar  un 
plan  completo  de  defensa  (á  valga  lo  que  valiere)  no  me  de- 
tendré en  el  que  hay  ó  puede  haber  ya  establecido  por  los 
sabios  gefes  que  por  felicidad  tienen  á  su  cargo  la  defensa 
de  esta  capital:  por  qute  los  considero  adornados  de  tanta 
prudencia,  equidad,  y  justíficaeion,  que  dispensarán  mi  arrojo 
conociendo   que    lo   motivan   muy   buenos   deseos.     Sentado 
pues  este  concepto,  diré  que  el  objeto  único  de  nuestras  ope- 
raciones en  mi  plan  ha  de  ser  la  defensa  y  conservación  de  es- 
ta capital.     Ella  puede  ser  atacada  de  dos  maneras;  por  sor 
presa,  verificando  los  enemigos  su  desembarco,  en  algún  pun- 
to ó  paraje  de  los  que  median  entre  el  Riachuelo  y  la  Recole- 
ta ;  ó  procurando  ejecutarlo  con  mas  sosiego  en  parage  distan- 


26  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

te  d<e  la  ciudad;  eligiendo  alguno  desde  la  Ensenada  al  Ria- 
chuelo, ó  de  las  Conchas  á  la  Recoleta. 

Al  primer  caso  podemos  llamarlo  verdadera  sorpresa, 
verifiquenlo  como  lo  verificaren,  y  á  cualquiera  hora  del 
dia  ó  de  la  noche;  por  que  de  todos  modos  liabia  de  causar 
sobresalto  y  confusión;  y  sino  se  hallan  para  entonces  uni- 
das y  ordenadas  todas  nuestras  fuerzas,  como  si  evidentemente 
supiéramos  que  por  aquel  parage  y  no  otro,  habÍAmos  de  ser 
atacados,  estariamos  espuestos  á  un  contraste,  ó  á  lo  menos 
á  sufrir  mucho  daño,  si  por  cualquiera  otro  parage  de  los 
apartados  de  la  ciudad  (sea  el  que  fuere)  ponen  los  enemigos 
BU  gente  en  tierra,  aun  que  sea  sin  ninguna  oposición  ya  no 
es  ni  puede  llamarse  sorpresa;  ni  causar  los  efectos  de  tal; 
antes  por  el  contrario,  nos  daban  lugar  para  tomar  con  se- 
guridad, y  frescura  el  mejor  partido;  elijiendo  las  tropas  á 
propósito  para  retardarles,  y  dificultarles  sus  marchas;  con 
el  tren  volante,  emboscadas,  y  otros  obstáculos  del  arte  mili- 
tar, que  bien  dirigidos  y  practicados  sobre  un  terreno  que 
todo  él  es  proporcionado  á  favorecer  nuestros  designios  y  di- 
ficultar los  del  enemigo,  parece  que  raya  en  lo  imposible  que 
estos  pudieran  superarlos;  pero  si  lo  consiguieran,  encon- 
trarian  otros  mayores  ya  dispuestos  con  sosiego  en  las  ca- 
lles de  la  ciudad,  como  ya  queda  insinuado.  Los  desembar- 
cos de  tropas,  se  verifican  comunmente  á  pesar  de  cualquie- 
ra resistencia,  y  aun  debajo  del  fuego  de  la  artillería,  por 
que  la  de  los  invasores,  lo  facilita.  En  este  supuesto,  que 
la  «esperiencia  lo  tiene  acreditado  con  repetición;  considero 
por  inútiles,  y  aun  talvez  perjudiciales  aquellas  fuerzas  que 
separadas  del  cuerpo  del  ejército  se  colocan  á  considerable 
distancia  de  él,  para  impedirlos  ó  retardarlos.  Ellos  de  cual- 
qudera  modo  se  realizan,  y  como  por  lo  regular  los  opositores 
son  pocos  para  contrarestar  á  los  contrarios  y  no  pueden  ser 
socorridos  del  cuerpo  principal  ni  de  los  inmediatos,  toman 
por  lo  común  con  anticipación  el  partido  de  la  fuga  abando- 
nándolo todo,  por  no  esponerse  á  ser  batidos,  cortados,  muer- 
tos, ó  prisioneros;  y  las  resultas  son;  el  que  estos  fugitivos 


PLAN  DE  DOBLAS  27 

por  cohonestar  de  algún  modo  su  fuga  van  ponderando  por 
todas  partes  el  número  d^e  los  enemigos,  su  intrepidez  y  peri 
cia  militar  con  otras  especies  qu^e  aterrorizan,  y  por  de  con- 
tado consiguen  los  enemigos  apoderarse  de  lo  que  abandonaren 
nuestros  soldados,  cobrando  aliento  con  la  ventaja  conseguida ; 
pero  no  sucedería  esto,  sí  nuestras  fuerzas  se  conservaran  uni- 
das con  la  firme  persuacion  de  que  una  sola  acción  ó  batalla, 
ha  d«  dicidir  nuestra  suerte,  y  por  lo  mismo  debemos  evitar  to- 
dos  los  encuentros  parciales  que  not  nos  preparen  conocida 
ventaja. 

Continuando  la  id<ea  de  perfeccionar  ¿  mi  modo  el  plan 
de  fortificación,  y  operaciones  militares  que  me  parecen  con- 
ducentes, á  la  defensa  de  esta  capital;  y  sin  mas  preámbulos 
que  los  antecedentes,  diré  que  de  las  tropas  de  todas  profe- 
siones y  calidades  se  pueden  formar  tres  divisiones  acercán- 
dose en  cuanto  sea  posible  á  la  igualdad  en  el  número  d^e  in- 
dividuos. La  1.a  compuesta  de  los  cuerpos  de  infantería 
que  incluyen  mayor  número  de  individuos  vecinos  pudientes 
ó  que  su  subsistencia  la  aseguren  en  empleos  de  (oficiales) 
oficios  11  ocupaciones  «en  lo  interior  de  la  ciudad.  Esta  di- 
visión puede  destinarse  á  guarnecer  y  defender  el  recinto  for- 
tificado agregándole  el  número  de  artilleros  correspondien- 
tes al  servicio  de  artillería  quie  comprende  inclusa,  ó  esclusa 
la  de  la  Beal  Fortaleza,  con  la  demás  que  convenga  colo- 
car en  sus  inmediaciones.  Igualmente  podran  destinarse 
aquel  número  de  naturales,  pardos  6  morenos,  que  se  cor-sivíe- 
nn  bastantes  para  que  sirvan  en  clase  de  trabajadores  en 
la  misma  artilloria,  en  armar  parapetos,  mudarlos,  y  reparar- 
los, con  lo  demás  que  corresponde  á  su  clase  y  ocupación.  Es- 
ta división  podrá  subdividirse  en  3  tercios  compuestos  el 
1.0  de  aquellos  soldados  que  por  sus  circunstancias  merezcan 
entera  confianza.  A  estos  serán  los  que  nominadamentcj 
con  sus  oficiales  se  les  empleé  en  guarnecer  las  azoteas,  y  lo 
interior  de  las  casas  para,  evitar  en  lo  posible,  los  desórdenes 
que  ocasiona  la  licencia  militar  aun  en  aquellos  que  acciden- 
talmente toman  las  armas.     Los  otros  dos  tercios  se  emplearán 


28  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

el  uno  en  guarneoer  las  lineas  para  hacer  fuego  en  los  para- 
petos, según  queda  diclio  y  en  defender  la  artillería  de  las 
calles,  y  eon  el  otro,  se  formarán  algunos  cuerpos  de  reserva 
que  podrán  colocarse  en  la  plaza  mayor  y  en  otros  parages 
apropiados  para  poder  acudir  donde  convenga. 

Las   otras   2   divisiones,   deben   colocarse   de  modo   que 
ocupen  los  costados  derecho  é  izquierdo  del  recinto  fortifi- 
cado, esto  es :  la  una  desde  la  zanja  del  Hosi)ital  hasta  Barra- 
cas ó  Riachuelo,  y  la  otra  desde  la  de  Matorras  á  la  Recoleta 
ó  mas  adelante  si  conviniere.     Estas  divisiones  se  formarán 
por  mitades,  con  la  infanteria,  cahalleria,  artilleria,  cazado- 
res, miñones,  trabajadores  etc.  que  se  tenga  á  bien  destinar- 
les: surtiéndolas  (también  por  mitades)  con  la  artilleria  que 
se  les  aplicare  á  este  fin,  formando  un  parque  ten  la  Residencia, 
y  otro  en  el  Retiro  con  su  tren  volante  cada  uno  surtido  de 
municiones,  cabalgaduras,     gente  para  su  servicio  y     demás 
artículos  necesarios     cabiendo  estar  tan  resguardados     que 
sea     muy  difidl     los  tome  el     enemigo.     Me   parece     (pie 
no  es     preciso  detenerme  en  el     pormenor  de  la  colocación 
y  servicio  diario  de  esta  gtmte;  basta  decir  (jue  su  obj^eto 
debe  ser  el  guarnecer  c(m  la  de  á  pié  aquellas  distancias  se- 
ñaladas á   su   división  empleando   para   ello   diariamente   el 
mimero  de  soldados  que  sea  suficiente.     A  cargo  de  la  caba- 
lleria  podran  estar  las  distancias  (pie  se  dilatan  por  el  sur 
hasta  los  Quilmes,  ó  mas  adelante :  y  por  el  norte  hasta  San 
Isidro  ó  las  Conchas,  pero  esto  pueden  hacerlo  con  ptMpieñas 
partidas,  solo  con  el  fin  de  explorar  las  margéneos  del  rio  y 
campos  inmediatos,  avisando  puntualmente  la,s  novedades;  y 
asimismo     para  interceptar  contrabandos  y   cuanto  parezca 
sospechoso;  pudiendo  establecerse  para  su  comodidad,  apos- 
taderos en  proporcioi  adas  distancias  (»on  el  número  de  indi- 
viduos que  convenga  guarnecerlos,  y  que  cada  ocho  dias,  sean 
relevados   (enteramente,    para   evitar   los   inconvenientes   que 
pudiera  ocasionar  su  permanencia  fija. 

A  estas  tres  divisiones  se  les  podrá  dar  la  denominación 
de  tales  (')  la  de  brigadas,  nombrando  oficiales  para  que  como 


PLAN  DE  DOBLAS  2'J 

goíes  las  manden  igualmente  eon  un  2.o ;  cada  uno  que  tenga 
á  su  cargo  las  funcionen  de  sargento  mayor,  arreglando  las 
suyas,  y  las  del  primer  gefe  á  las  que  establecen  las  orde- 
nanzas para  los  de  cam¡mria,  en  cuanto  tengan  compatibili- 
dad con  ellos.  Ya  se  puede  comprender,  el  grave  encargo 
de  estos  getés  y  las  circunstancias  de  que  deben  estar  ador- 
nados para  de«5erapeñarlo.  Ellos  deberán  insi>eccionar  los 
líuerpos  de  su  mando,  organizados  en  aquella  parte  qu-e  lo 
necesiten  y  formen  relación  los  unos  con  los  otros  y  con  las 
domas  divisiones,  según  las  órdenes  que  les  comunique  el 
gefe  principal  del  ejército  por  medio  del  mayor  general  ó 
del  de  la  pla^a,  distribuir  proporcionalmiente  la  fatiga  enten- 
diéndose para  todo  con  los  comandantes  particulares  de  los 
cuerpos,  y  estos  con  ellos,  y  en  un  dia  de  acción  mandará  en 
gefe  su  divicdon  sin  otra  dependencia  que  la  del  comandante  ge- 
?ieral. 

Aunque  parece  inútil  el  detallar  las  operaciones  relati- 
vas á  la  defensa  de  esta  ciudad  en  un  dia  de  ataque,  por  que 
estas  deben  regularse  sobre  las  de  los  enemigos  que  no  sabe- 
mos cuales  serán;  no  -estará  demás  el  proponer  algunas  ge- 
nerales aplicables  á  todos  los  actos  posibles. 

Es  menester  dar  por  sentado  qu^e  el  enemigo  no  puede 
atacarnos  á  un  tiempo  por  todos  los  puntos  de  la  ciudad :  esto 
seriel  debilitar  sus  fuerzas,  por  mas  numerosas  qué  fue- 
ran sus  tropas ;  y  asi  se  puede  creer  que  lo  intentará  por  solo 
un  parage  de  mucha  ó  de  poca  extensión.  Si  lo  intentase 
por  el  bajo  del  rio  en  toda  la  estension  que  comprende  el 
recinto  fortificado  de  una  y  otra  parte  de  la  Real  Fortaleza, 
deberá  acudir  el  comandante  de  dicho  recinto  con  los  dos 
tercios  de  su  división  á  defender  la  parte  atacada,  sin  cui- 
dar de  lo  restante  del  re<?into,  y  si  dispondrá  que  los  cuer- 
pos de  reserva  ocupen  los  lugares  oportunos  para  emplearlos 
donde  y  cuando  convenga. 

Las  divisiones  de  los  costados  convendrá  que  en  tal  ca- 
so, doblen  su  frente  sobre  el  rio  formando  escuadra  por  uno 
y  otro  lado  sobre  los  costados  del  recdnto  fortificado  para 


30  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

flanquear  y  batir  al  enemigo  con  la  artillería  volante ;  y  aun 
con  la  gruesa  de  los  parques,  colocándola  oportunamente  ea 
los  parages  que  d-escubran  mayor  estension  de  playa  por  uno 
y  otro  ladoj  y  si  (como  parece  probable)  causa  confusión  & 
desorden  al  enemigo  esta  maniobra,  se  deberá  dar  la  señal 
para  que  la  caballería  los  cargue  intrépidamente  con  arma 
blanca,  hasta  consumar  la  victoria,  cuya  voz,  se  procurara 
propagar  desde  el  principio  de  la  acción,  para  vigorizar  á  to- 
das nuestras  tropas,  aun  cuando  todavía  se  halle  indecisa. 

Si  el  ataque  lo  emprendieren  los  enemigos,  por  alguno 
de  los  costados  de  la  ciudad  por  haber  verificado  su  desem- 
barco, hacia  el  Riachuelo  ó  Recoleta,  dirijirá  el  gefe  del  re- 
cinto fortificado  todas  sus  fuerzas  hacia  el  costado  que  inten- 
taren atacar  guarneciendo  parte  de  los  frentes  del  rio  y  cam- 
po de  modo  que  formen  escuadras  por  el  costado;  y  toda  Id, 
íi»  pa  de  la  división  del  lado  opuesto  al  atacado  por  los  ene- 
mi^fos,  acudirá  con  su  artillería  á  reforzarlo,  y  lo  nñsmo  de- 
beran  hactr  cuando  el  desembarco  lo  hubieren  ver» 'Jijado  on 
algún  parage  distante  de  la  ciudad  para  que  la  caballería  do 
las  dos  diviciones  con  la  .artillería  volante  marchen  á  moles- 
tar al  enemigo  en  su  tránsito,  sostenidos  de  su  infantería, 
cazadores,  y  Miñones  los  que  en  las  emboscadas  y  resguar- 
dos que  ofrecen  á  cada  paso  aquellos  caminos  y  terrenos,, 
hagan  su  deber  deteniéndolos,  y  molestándolos  en  sus  mar- 
chas ;  pero  siempre  con  la  idea  de  atraerlos  á  la  ciudad  y  me- 
terlos entre  los  fuegos  de  adentro  y  fuera  de  ella,  en  el  labe- 
rinto que  forman  las  calles  y  casas  fortificadas;  pues  si  tal 
idea  se  consigue,  es  muy  probable  que  ninguno  se  reembar- 
carla por  muchos  que  ellos  fuesen. 

Muy  ventajoso  seria  al  intento  de  estorbar  de  todos  mo- 
dos la  sorpresa  ó  ataque  del  cuerpo  de  la  ciudad  por  el  baja 
del  rio,  disponer  dos  baterias  de  cañones  de  mediano  ó  grueso 
calibre,  colocando  la  una  por  el  lado  del  Riachuelo,  y  la  otra 
por  el  lado  de  la  Recoleta,  de  manera  que  no  pudieran  aer 
ofendidos  sus  defensores  por  el  fuego  de  la  artillería  marítima 
del  enemigo.    La  dirección  de  estas  baterias  habla  de  ser 


PLAN  DE  DOBLAS  33 

rasando  de  travesía  todos  los  puntos  de  la  playa  en  que 
pudieran  desembarcarse  y  formarse  los  enemigos;  por  que  sin 
embargo  ilie  la  utilidad  de  las  que  dirigen  los  suyos  á  las  em- 
barcaciomes  enemigas  como  pueden  ser  igualnnente  ofendidos 
de  ellas,  y  de  las  cañoneras  destinadas  á  protejer  el  desem- 
barco, pudiendo  ellos  dirigirlo  á  donde  reciban  menos  daño, 
me  parece  que  las  que  propongo  pueden  suplir  cualquiera  de- 
fecto  en  las  otras. 

Bien  me  haga  cargo  que  es  muy  diferente  formar  un 
plan  d-e  fortificación  y  operaciones  multares  en  ed  papel 
que  sobre  el  terreno  en  que  se  han  de  realizar,  y  operar  á 
consecuencia  de  los  movimientos  6  ideas  del  euemigo;  que 
pueden  ser  muy  diferentes  de  las  que  se  imajánan;  pero  la 
prudencia  exige  que  se  forme  alguno,  pues  «d  abandonarse 
al  acaso,  por  acaso  se  logra  algún  acierto.    Los  defectos  del 
Plan  de  fortificación  ó  los  del  terreno,  en  que  se  ha  de  colocar ; 
como  los  de  la  ordenación,  distribución,  y  colocación  de  las 
tropas  y  artillería  se  pueden  enmendar  al  tiempo  de  plan- 
tificarlo; pero  los  die  las  operaciones  relativas  á  los  ataques, 
es  preciso  confiarlos  a  la  prudencia  y  sabiduría  de  los  inte- 
ligentes para  que  con  anticipación  examinen  y  corrijan  los 
errores  que  encontraren  en  lo  especulativo  dejando  a  su  pe- 
ricia el  superar  los  obstáculos  que  se  presentan  en  la  prác- 
tica; por  que  para  estos  no  hay  sabiduría  humana  que  pue- 
da preverlos.    No  obstante,  se  pueden  tomar  algunas  pre- 
cauciones anticipadas  de  mucho  provecho :  los  ensayos  gene- 
rales y  parciales:  uc  plan  de  señales  para  ejecutarlas  desde 
alguna  ó  algunas  torres ;  de  dia  con  banderas  y  de  noche  con 
faroles,  cohetes  y  otros  fuegos  artificiales,  pueden  servir  de 
avisos  prontos  de  todo  lo  que  sucede  á  nuestras  tropas  y  á 
los  enemigos  con  designación  de  los  parajes  para  que  á  su 
consecuencia  pueda  el  general  y  gefes  subalternos  regular 
sus     órdenes  y  operaciones:  los  repuestos     de  carcasas  y 
calderetas  para  iluminar  las  calles,  de  forma  que  se  descu- 
bran los  enemigos  si  atacasen  de  noche  deben  estar  distri- 
buidos en  el  recinto  que  forman  las  lineas  fortificadas  para 


32  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

usar  de  ellas  oportimauíente,  con  mas  todas  aqii-ellas  armas 
arrojadizas,  invenciones  conocidas  por  útiles,  ú  otras  que  se 
discurran  que  puedan  serlo,  pues  el  presente  Plan  admite  in- 
finitas que  cómodamente  se  pueden  practicar;  y  sobre  todo 
es  menester  señalar  el  panage  ó  paragies  en  que  nuestras  tropas 
se  reúnan  si  les  sucediere  algún  contraste  general  ó  parcial; 
pero  si  estas  anticipadas  precauciones,  no  surten  el  -efecto 
deseado,  peor  será  si  no  se  toman  ningunas. 

Estos  son  los  resultados  ó  ensayos  que  han  producido 
mis  meditaciones  sobre  las  circunstancias  críticas  de  esta 
ciudad,  los  que  dedico  y  ofrezco  al  lexámen  y  censura  de  aque 
líos  á  quienes  por  dicha  de  ella  y  de  su  vecindario  está  con- 
fiada su  defensa  y  conservación.  Admiro  y  venero  los  pro- 
digios que  han  ejecutado  en  poco  tiempo;  ccmozco  lo  limitado 
de  mis  talentos  para  tan  ardua  -empresa;  pero  no  teniendo 
otro  caudal  que  ofrecer  para  manifestar  mi  leales  y  patrió- 
ticos deseos,  hago  oblación  de  este  corto  fruto  de  mi  aplica- 
ción, esperando  se  me  dispensará  el  arrojo  en  recompensa 
de  la  buena  intención  que  lo  ha  motivado.  A  nada  mas  as- 
piro que  á  ser  útil  al  Estado,  y  me  bastaría  para  conside- 
rarme suficientemente  recompensado  de  mi  trabajo  saber  al- 
gún dia  que  ha  sido  útil,  aunque  no  sea  mas  que  su  centéaima 
parte,  porquie  si  como  yo  lo  hago  se  dinlicaran  otros  99  con 
igual  suceso,  se  lograría  un  plan  tan  completo  como  lo  ape- 
tezco para  felicidad  de  esta  ilustre  Ciudad  a  la  que  profeso  el 
mas  afectuoso  cariño.     Buenos  Aires,  20  de  abril  de  1807.   ,n* 

NOTAS. 

1.a — Con  cuidado  he  omdtido  proponer  la  fortificación 
que  puede  convenir  á  la  Plaza  Mayor  y  á  las  inmediaciones  de 
la  Real  fortaleza,  porque  'estos  parajes  son  de  nuicha  impor- 
ta ncia,  y  al  mismo  tiempo  pueden  ser  fortificados  do  diversos 
modos;  pero  para  que  sean  tan  ventajosos  como  se  desea,  es 
menester  combinar  sus  defensas  con  las  que  se  adoptaron  en 
lo  restante  de  la  ciudad,  porque  de  otro  modo  quedarían  tal 
vez  defectuosas. 


PLAN  DE  DOBLAS.  3i 

2.a — Las  dos  baterías  que  se  proponen  como  útiles  en 
el  Riachuelo  y  Recoleta  para  batir  al  enemigo  de  travesía,  en 
el  caso  de  verificar  su  desembarco  en  -el  bajo  del  rio ;  ee  pue- 
dien  omitir  fortificando  el  muelle  con  alguna  regularidad, 
aunque  sea  con  fajinas  para  colocar  en  los  costados  Norte  y; 
Sur,  cañonees  de  buen  calibre,  que  puedan  batir  las  playas:  y 
en  el  lado  que  mira  á  la  Barranca  (que  debe  cerrarse  á  la  mi- 
tad de  dicho  muelle)  será  bueno  colocar  también  otros  peque- 
ños para  metralla ;  y  para  dificultar  el  acceso  de  la  batería, 
se  colocará  en  la  entrada  y  garganta  de  dicho  Muelle,  mon- 
tes,  y  otros  inventos  militares  propios  al  efecto;  pudiendo 
convenir  al  mismo,  la  artillería  de  la  Real  Fortaleza,  que  des- 
cubre bien  aquel  paraje. 

8.a — Nadde  puede  negar  que  los  sucesos  de  la  guerra 
son  nmy  inciertos  y  que  uno  de  aquellos  que  se  nombran 
acasos  quitan  de  las  manos  la  victoria  mas  segura  pasándola 
al  que  se  consideraba  batido  y  derrotado  enteramente.  Por 
esta  razón  no  pueden  nunca  ser  demasi-adas  cuantas  precau- 
ciones sean  imaginables  para  evitar  á  lo  menos  la  total  rui- 
na de  un  ejército  ó  provincia.  En  este  concepto,  me  parece 
no  solo  oportuno  sino  absolutamente  necesario  que  todos  los 
pertrechos  de  j^uerra  de  cualquiera  especie,  clase  y  calidad, 
de  lOo  que  existen,  sin  uso  ni  destino  actual;  se  retiren  de  es 
la  ciuJad  á  la  villa  de  Lujan,  ú  otra  parte  á  proporcionada  dis 
tancia,  en  que  se  consideren  moralmente  5»eguros,  y  de  donde 
puedan  trasladarse  á  esta  en  caso  de  necesitarse,  formando  allí 
un  parque  bien  ordenado,  y  resguardado  con  aquellos  oficiales 
y  soldados,  que  por  estar  juramentados  no  se  pueden  emplear 
aquí.  Con  esta  precaución  si  por  desgracia  somos  vencidos, 
nos  queda  un  recurso  á  que  apelar,  y  un  refugio  donde  se  am- 
pare la  gente  que  pueda  retirarse  como  deben  hacerlo  en  tal 
caso,  etc. 

4.a — Aunque  en  todos  tiempos  y  circunstancias  son  fali- 
J)les  los  juicios  6  conjeturas  que  se  forman  sobre  los  futuros 
sucesos  de  la  guerra  y  su  duración ;  nunca  pueden  serlo  mas, 
que  en  la  época  presente.    Por  esta  razón  exije  la  prudencia. 


34  LA  EBVISTA  BE  BUENOS  A  IBES  . 

que  atendiendo  á  las  actuales  circunstancias  d-el  País,  procu- 
remos «economizar  los  caudales  y  minorar  las  fatigas  á  la  tro- 
pa, en  cuanto  es  posáble,  y  no  se  oponga  á  nuestra  seguridad  y 
progreso  de  las  armas  del  Bey :  lo  uno  y  lo  otro  puede  propor- 
cionarlo cómodamente  el  presente  Plan. 

5.a — Habiendo  examinado  cuidadosamente  la  estension 
que  en  el  Bosquejo  se  propone  para  fortificarla  en  forma  d& 
<3uadrilongo,  he  advertido  que  en  lo  interior  de  los  dos  ángu- 
los que  forman  los  lados  de  los  costados  con  el  de  la  cam- 
paña,  hay  muchas  cuadras  bastante   despobladas  de  casas 
y  que  por  lo  mismo  pueden  proporcionar  paso  franqp  al 
enemigo  por  muchas  partes  aunque  se  cierren  con  los  pa- 
rapetos sus  boca    calles ;   y  así   he   discurrido  y   formada 
otro  pianito  mas  reducido,  y  que  (á  mi  ver)  ofrece  mejores 
proporciones  para  defendernos  y  ofender  al  enemigo.     El  se 
reduce  á  figurar  un  triángulo  Ysósceles  sobre  el  lado  que  mi- 
ra al  Rio :  leste  debe  conservar  el  másmo  lugar  y  extensión  que 
el  del  cuadrilongo.    Las  líneas  que  forman  los  costados  en 
él,  deben  inclinarse  igualmente  al  centro  de  la  línea  que  mi- 
ra de  frente  á  la  campaña;  y  como  dichos  lados  han     de 
seguir  sus  líneas  por  la  dilección  que  tienen  las  calles,  no 
pueden  ellas  ser  rectas;  y  así  se  vé  en  el  Pianito  que  van  for- 
mando escalones;  lo  que  proporciona  la  ventaja  de  poder 
flanquear  el  fuego,  causándolo  en  todos  los  puntos  exteriores 
á  loe  ángulos  salientes;  en  los  que  deben  colocarse  los  pa- 
rapetos conforme  van  señalados  de  color  rojo ;  y  con  ama- 
rillo se  denota  todo  el  centro  de  la  ciudad  que  debe  com- 
prender el  recinto  fortificado.     Los  cañones  que  en  el  cualdri- 
longo  se  figuran  colocados  en  las  calles  del  centro  de  él;  po- 
drán sacarse  á  los  ángulos  salientes  de  los  dos  lados  que  forman 
los  expresados  parapetos  para  usar  de  ellos  en  caso  necesario 
con  mas  ventaja,  abriendo  en  ellos  las  suficientes  troneras. 
En  todo  lo  demás  relativo  á  esta  nota  6  adición,  puede  apli- 
carse cómodamente  lo  que  se  ha  dicho  cuando  en  mi  plan  se 
trata  de  las  operaciones  correspondientes  al  Cuadrilongo. 

6.a — ^Puede  suceder  que  (si  llegase  el  caso)  de  tratar  Id 


^ 


PLAN  DE  I>OBLAS.  35 

realización  de  lo  que  propongo  «en  mi  plan  sobre  dar  paso  de 
unas  á  otras  calles  por  lo  interior  d-e  las  cuadras  y  de  guar- 
necer las  casas  con  tropas;  se  pongan  algunos  embarazos  á 
su  ejecución.  Con  este  conocimiento  lo  propuse  por  que  co- 
mo no  pretendo  ni  imagino  qu<e  se  apruebe  y  ejiecute  todo  él, 
no  me  detuvo  este  obstáculo;  por  que  lo  que  yo  apetezco  en 
«fita  parte  es  patentizar  algunos  d«  los  muchoB  recursos  que 
proporciona  mi  plan  para  la  defensa  de  esta  ciudad,  con  el 
fin  de  que  se  puedan  elegii»  aquidlos  que  parezcan  mas  opoi*- 
tunos  según  la  gravedad  del  riesgo  que  la  amenaze. 

(Concluirá.) 
I. 

í..  GONZALO  DE  DOBLAb. 


MEMORIAL 

Presentado  por  el  AyuntamieDto  de  la  ciudad  de  Méjico  a  la  real 
majestad  de  Don  Carlos  III,  rey  de  Kspaña  é  Indias,  en  1771, 
refutando  un  informe  que  se  habia  dado  sobre  las  malas  aptitu- 
des de  lo^s  Americanos. 

Introducción. 

Pocos  documentos  de  la  historia  americana  qu<e  solemos 
llamar  antigua,  verá  la  luz  {)ül)lica,  que  esté  revestido  ile  uu 
carácter  á  la  vez  ma.s  serio,  mas  interesante  y  que  nos  revele 
de  un  modo  mas  patético,  el  instado  del  pueblo  americano  an- 
tes de  comenzar  el  siglo  XIX,  en  que  habian  de  tener  lugar 
tantos  sucesas  de  feliz  recordación. 

La  Ley  2,  título  H.o  lib.  4.o  de  la  Recopilación  de  In- 
dias, que  es  la  Real  Cédula  de  Carlos  V  de  25  de  junio  de 
1530,  encomienda  que  en  los  asuntos  del  Reino  de  Méjico, 
su  capital  tenga  el  prúner  voto  y  derecho  de  representación 
al  Rei,  privilejio  esciusivo  en  principio  y  que  el  mismo  mo- 
narca hizo,  en  13  de  marzo  de  1553,  estensivo  también  á 
la  ciudad  de  TJaxcala — En  virtud  de  esta  concesión^  el 
Ayuntamiento  de  Méjico  presentó  el  actual  Memorial,  con 
motivo  de  un  informe  supuesto,  ])ues  en  él  ni  se  relata  el  au- 
tor ni  la  fecha,  y  se  luibla  solo  por  rumores. 

Ignoro  si  el  informe  existió  jamás;  pero  los  mejicanos 
se  valieron  de  este  pretesto,  lo  hicieron  nacer,  diré  así, 
para  hablar  á  Carlos  III  el  lenguaje  de  la  verdad,  que  rara  vez 
consigue  hacerse  oir  entre  la  grita  de  los  adulones  de  las  Cortes. 

p]s  una  pintura  nuiestra  de  los  maK»s  que  aflijian  la  Amé- 
rica, un  cuadro  vivísimo  del  despotismo  de  las  procónsules  del 


MEMOBIAU  87. 

César  Ibero,  una  serie  de  servicios  mal  recompensados,  de  fi- 
delidad inmerecida,  de  abusos  ignorados,  y  en  una  palabra, 
el  perfecto  retrato  del  gobierno  colonial,  que  no  comprendó 
como  subsistió  300  años  en  el  Nuevo  Mundo. 

Los  puntos  culminantes  del  documento  en  cuestión,  son: 

1.0 — Postergación  de  los  Americanos  en  los  Empleos  de 
Indias,  prefiriéndose  á  los  españoles,  siempre  menos  capaces, 
menos  antiguos  y  menos  conocedores  de  las  necesidades  locales. 

2.0— Males  que  producen  los  Españoles  colocados  en  los 
empleos  de  América,  económica  y  moralmente  hablando. 

3.0 — ^Beneficios  hechos  por  la  Provincia  de  Méjico  á  la 
causa  de  España,  acreditando  un  celo  y  amor,  que  no  merecia 
tan  mal  proceder  d-e  la  Metrópoli. 

4.0 — Prueba  de  las  aptitudes  moral<es  áe  los  Indianos 
para  todo  empleo  y  carrera. 

5.0 — Opiniones  diversas  de  varios  monarcas,  vireyes  me- 
jicanos, arzobispos,  etc.  sobre  las  dichosas  condiciones  de 
moralidad  de  Méjico. 

Como  se  vé,  no  podian  ser  mas  delicadas  las  materias 
que  se  tocan  en  el  Memorial,  especialmente  cuando  á  todas 
ellas  se  Ifes  dá  solución  favorable  á  los  americanos  y  adversa 
á  España,  pues  sabido  es,  que  luchaban  en  Indias  estos  dos 
principios,  opuestos  en  sus  medios  y  en  su  fin.  Para  tratar 
sobre  ellas,  necesario  era  que  se  hubiera  ofendidg  mucho  la 
suseeptibilidad  é  intereses  del  pueblo  Mejicano,  informando 
monstruosidades,  para  vencer  un  temor  muy  natural  de 
tocar  tan  ardua  cuestión  y  luchar  contra  la  prepotencia  de 
los  Españoles  en  la  MetnSpolá. 

Ese  informe,  supuesto  ó  verdadero,  sirvió  de  protesto, 
como  ya  he  dicho,  para  dirijirse  al  Rey  y  hablarse  con  desu^ 
sada  austeridad.     **  El  espíritu  de  los  Americanos,  decia  ese 

*  informe  es  sumiso  y  rendido,  porque  se  hermana  bien  con 

*  el   abatimáento;   pero  si   se  eleva   con  facultades   6   em- 

*  pieos,  están     muy  espuestos  a  los  mayores  yerros,  y  por 

*  efío  conviene  mucho  el  tenerlos  sujetos,  aunque  con  em- 

*  pieos  medianos,  por  que  ni  la  humanidad  ni  mi  corazón 


38  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES 


ti 


propone  el  que  ae  vean  decinudos  de  favor ;  pero  si  me  en- 
seña ia  esperiencia  y  conviene  mucho  tengan  por  delante  á 
los  Europeos,  que  con  un  espíritu  muy  noble,  desean  el  bien 
de  la  patria  y  el  sosiego  de  nuestro  amado  monarca." 
El  memorial  es  una  obra  concáensuda,  una  defensa;  sus 
formas  no  son  por  cierto  un  mod-elo,  pero  se  escusan  ante 
la  gravedad  del  fondo; — se  le  puede  tachar  de  estar  escrito 
en  términos  lisonjeros  á  los  monarcas  iberos,  pero  esto  se 
comprende  fácilmente  y  merece  disculpa.  Se  vé  que  la  idea 
dominante  es  utilizar  todos  los  recursos  para  llegar  a  un  fin 
d^eseado:  probar  los  méritos  de  los  americanos. 

Es  nuestra  época,  no  hubiera  aido  alhagüeño  para  un 
pueblo  que  dijese  de  él  lo  que  PaJafox  (1)  del  mejicano:  ** su- 
fre hasta  la  opresión  y  arbitrariedad,  sin  mas  que  murmurar 
en  silencio  y  llorar  ",  porque  probaria  la  falta  de  espíritu 
en  una  nación,  lo  que  jamás  puede  lisonjear. 

Si  no  temiera  equivocarme,  porque  lo  hago  sin  mas 
antecedente  que  la  ddentidad  de  formas,  diria  que  su  autor 
68  el  doctor  don  Servando  Teresa  Mier  y  Noriega  (2),  que 
escribió,  bajo  el  pseudónimo  de  José  Querrá  la  Historia  de 
la  Revolución  de  Nueva  España,  (Londres,  1813),  á'una  edad 
muy  avanzada. 

El  punto  que  mas  ha  preocupado  al  redactor  del  escrito, 
ha  sido  la  admisión  de  los  americanos  á  los  >empleos  superio- 
res con  esclusion  de  los  Europeos,  ya  para  facilitar  una 
carrera  á  aquellos  (3),  ya  por  la  conveniencia  de  tal  me<lida. 

1.  El  exmo.  Tilmo,  señor  doctor  don  Juan  de  Palafox,  virey  y 
arzobispo  de  Májico  (ir)23 — 1625),  modelo  de  gobierno  fraternal  ha- 
cia los  americanos. 

2.  y.  ''Revista  de  Buenos  Aires**  núm.  58,  Bibliografía  del 
señor  Zinny. 

3.  Tengo  en  mi  poder,  sin  fecha  ni  firma,  un  manuscrito  quí> 
contient  un  pedido  al  Rei  para  que  se  facilitase  á  los  jóvenes  ame- 
ricano» el  ingreso  en  la  carrera  de  la»  arm«is,  pues  se  hallaban  mu> 
tchos  de  ellos  sin  colocación.  — ^<*omo  es  un  documento  muv^  curioso  A 

• 

inédito,  lo  reproducirá  íntegro:  *' Señor:  El  clementísimo  corazón  de 
V.  M.  cada  día  despierta  y  fortalece  mas  nuestros  buenos  deseos:  & 
í^u  soberano  influjo,  ya  el  mar  no  presenta  terrores,  ni  la  Ar.érica 
di^^tancias:  la  verdad  halla  caminos  seguros  hasta  el  trono,  y  estos 
humildes    clamores   serán    benignamente    oidos    de   V.   M.,   tanto   por 


MEMOBIAIi.  39 

La  csclusion  de  los  «empleos  superiores  de  los  americanos, 
fué  política  seguida  por  la  España  en  estos  países.  Desde 
1620,  en  que  se  crearon  los  gobernadores  del  Rio  de  la  Pla- 
ta, hasta  1776,  en  que  se  erijió  el  Virreinato,  Buenos  Aires 
no  ha  contado  en  siglo  y  medio  mas  qu/e  cinco  americanos: 
Harnando  Arias,  de  la  Asundon;  Juan  Ramírez  de  Velazco, 
del  Tucuman;  Alonso  Pérez  de  Salazar,  de  Santa  Pé  de  Bo- 
gotá de  Nueva  Granada;  Gerónimo  Luis  Úe  Cabrera,  de  Cor 
doba,  y  Juan  José  de  Vertiz  y  Salcedo,  de  Méjico.  Y  sin 
«mbargo,  en  Real  Cédula  de  14  de  agosto  de  1768,  Carlos  III 
llama  españoUa  á  los  indianos,  á  quienes  no  permite  el  as- 
censo á  puestos  superiores. 

Recuerda  también  al   Rey  los  servicios  prestados  por 
Méjico  á  la  Corona;  armamentos  de  tropa,  contribuciones 


su  justo  objeto,  cuanto  por  que  prescinden  de  interés  particular. 

**V.  M.  tiene  en  las  vastos  países  de  Indias,  muchísimos  jóvenes 
de  grande  fidelidad  y  prendas  naturales,  sofocabas  todas  en  su  proplj 
nido,  por  faltarles  el  saludable  aire  de  la  esperanza.  El  triste  ocio 
á  que  están  condenados,  les  quita  auai  el  consuelo  del  movimiento, 
y  sola.uente  trabaja  su  imajijiacion  en  ideas  quiméricas  y  vagas,  de 
suerte  que  los  criollos  vienen  á  ser  unos  enigmas  del  Estado,  pues 
ni  son  estrangeros,  ni  n&eionales,  ni  miembros  de  la  Bepública,  sin 
esperanza  y  con  honor,  sin  patria  y  con  lealtad. 

**  Desde  el  establecimiento  de  estas  grandes  colonias  hasta  j>o<5r> 
tiempo  há,  no  se  habla  podido  dar  empleo  y  ocupación  á  tanta  juven- 
tud. Las  continuas  y  ¿rduas  empresas  d«  Carlos  V  y  Felipe  II,  re- 
quirieron toda  su  atención  en  Europa:  después  se  ne<'esitaron  lo» 
ojos  mas  para  llorar  que  para  ver.  El  señor  don  Felipe  V,  habiendo 
protejldo  la  marina  y  el  comercio,  dio  á  los  Americanos  algún  reme- 
dio en  el  tráfico  pasivo  y  precario  de  sus  preciosos  metale>s,  y  tal 
<;ual  fruto,  que  debe  al  acaso  y  no  á  la  providencia  del  ^ministerio. 
Así  han  engañado  el  tiempo  algunas  personas,  á  quienes  su  educa- 
loion  y  pensamiento  no  les  prestan  alas  para  volar  «mías  alto  y  acer- 
carse á  los  pies  del  Bel;  pero  quedan  muchas  y  las  mas  generosas, 
en  un  ocio  mas  duro  que  la  hambre  y  la  prisión,  y  lo  que  es  peor, 
sin  toner  un  precipicio  hondo,  en  que  acabar  sii  vida  contemplativa. 

**  Algunos  indianos,  sin  embargo  de  ver  en  la  eorte  tan  remoto, 
tan  costoso  v  tan  aventurado  su  acomodo,  vienen  á  buscarlo  ac^  y  les 
es  Madrid  lo  mismo  que  un  vasto  golfo  donde  navegan  sin  aguja, 
sin  norte  y  sin  piloto:  los  mas  se  pierden  en  la  calma;  poeos  escapan, 
desnudos  y  atribulados.  Los  que  vienen  con  propósito  de  wguir 
carrera,  no  teniendo  quien  los  apoye,  se  hallan  en  la  necesidad  do 
hablar  por  si  miamos,  y  tienen  muy  poca  acojida  sus  pretensiones, 
priniíipal  rente  si  las  dirijen  á  algunos  ministros,  que  creen  que  todi 
el  gobernar  consiste  en  aludir,  que  el  negar  es  el  primor  de  la  justi- 
cia, y  que  hacen  bastante  con  oír  al  que  revienta. 


40  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

i 

voluntarias,  etc.  y  para  probarle  el  amor  al  monarca,  cita 
los  siguientes  hechos  parciales,  cuyo  buen  éxito  -^e  debió  á  los 
americanos,  que,  según  dice,  son  leales  hasta  lo  imposible: 

1.0 — Revolución  de  1651  en  las  provincias  de  Thehuan- 
tepec  y  Nejapan,  pacificada  por  el  doctor  dcm  Alfonso  Cue- 
vas y  DávaJos,  natural  y  obispo  de  Oajaca. 

2.0 — Motín  de  indios  en  1692  en  la  ciudad  de  Méjico,  í«>fo- 
eado  por  el  alférez  real  don  Juan  Manud  de  Aguirre,  america- 
no, 

3.0— Movimiento  de  1732  á  1734  en  la  Provincia  de  Chi- 
chimecas,  apaciguado  por  los  vecinos  de  Guanajuato,  sin  gas- 
to al  Real  Erario. 

4.0 — ^Levantamiento  de  1767  en  Pasquaro,  anulado  por 

**  Tales  desengaños,  aprietan  el  torcedor  á  aquellos  corazones, 
y  viendo  que  mientras  se  mantienen  allá  no  pueden  ^anar  mas  honor 
que  el  de  ser  ouras  6  abojjados,  y  que  acá  depende  eu  bien  de  uii 
sistema  que  no  admite  plano  regailar,  trabin-a  »u  razón,  en^drase  un 
miio  tenaz  contra  los  españoles  europeos,  y  pafifándole^s  estos  en  la 
misma  moneda,  pierde  V.  M.  los  f ratos  que  podian  resultar  de  íh 
concordia  de  unos  y  otros. 

** Pudieran  remediarse  esto€«  daños,  haciendo  para  los  criollos  mas 
llana  la  carrera  militar.  Por  jjrandes  inconvenientes,  no  puede i 
estos  venir  á  España  en  «u  primera  juventud  y  «*íiipezar  de  cudetejí 
en  el  servicio,  ¿i  vienen  en  edad  capnz  de  defenderse  por  si  mis 
mos  de  los  escollos  de  este  piélaj^o,  ya  es  tarde  para  emi|)ezHr  de. 
cadetes,  y  el  único  medio  seria,  que  tuviesen  una  bandera  ó  estan- 
darte en  cada  Rejimiento,  si  sus  buenas  circunstancias  no  desmere- 
ciesen esta  gracia.  Por  dichas  razones,  parece  asi  mismo  q'i-3  con- 
vendría que  á  solo  los  criollos  se  les  concediera  el  privilejio  de  bene- 
ficiar compañías  en  los  Rejimientos,  pues  esto  no  les  es  nada  airoso 
á  los  Kspañoles  que  tienen  acá  sus  casas  y  j.ariente«,  tanto,  q:ie  el 
beneficiar  compañía  uno  de  ellos,  es  bastante  prueba  de  h:i'3»:r  pasado 
su  mejor  tiempo  entre  el  sueño  y  la  p<M07.a.  ó  que  ya  ha  da<'o  'anos 
desengaños  á  sus  padres. 

*' Pudiera  también  V.  M.  formar  un  cuerpo  dj  hKÍiiíento, 
donde  se  emplearan  desde  luego  que  vinieran,  gozaran  su  regular 
aíi-"en<*o,  como  en  la  Coniipañia  Italiana  y  FlamencH  de  l's  Juardias 
de  Corps; — que  los  criollos  son  Españolea  y  se  consideran  c-omo 
tales,  en  flaca  objeción,  pues  no  basta  el  noi'ubre  sin  las  prerogati- 
vas,  y  lo  que  desean  aquellos  vasallos,  es  un  destino  honrosa  y 
seguro,  para  el  cual  no  sean  menester  empeñoe.  Así,  e¡  C  ,uí'í)o  de 
Mosqueteros  en  Francia  está  lleno  de  sus  Americanos,  y  a  favor 
de  las  ascensiones  que  gozan,  tiene  t-anibi.^n  su  marinv  mucho  ma- 
yor número  de  ellos  que  la  nuestra.  Nd  perdería  uadrí  Híspana  en 
acojrr  con  ai'ror  estos  individuos,  pue««  aurqup  uto  con  )tro  no  aca- 
rrease de  su  casa  mas  que  200  posos  al  año,  vrn«^rla  ft  correr  en  el 
centro  del  Reino  una  suma  considerable  de  dinero,    jn.'  losiütnria.  en 


MEMORIAL.  41 

el  ausilio  del  doctor  don  José  Vicente  Grozabel  y  el  licenciado 
don  Joaquin  Beltran. 

Que  providencia  dio  Carlos  III  al  memorial  del  Ayunta- 
miento de  Méjico? 

Esta  pregunta,  sin  podérmela  contestar,  se  me  he  ocurri- 
do,    ^luy  probable  es,  que  haya  sido  encarpetada  ó  que  el  Mar 

provecho  del  artesano  y  ilel  labrador,  no  co.no  el  que  prodccf?  él 
«omercio  de  manufacturas  estran jeras,  que  no  pasa  ordinariamente 
d-e  los  labios  de  la  Península. 

**Para  esto  convendría,  que  esta  tropa  y  ofi-ciales  presuntivos  no 
pagasen  man  que  un  peso  ó  dos  al  día  por  su  transporte,  como  los 
oficiales  que  van  de  E«^paña  á  la  América,  sin  padecer  el  rigor  de  un 
pasaje  tan  costoso,  como  el  del  puente  de  la  tierra  al  cielo  que  finjió 
Mahonia  •  como  también,  q-ue  en  los  tribunales  de  Elspaña  tuvieron  com- 
pétente  vigor  las  informaciones  de  lejitimidad  é  hidalguía  hechas 
ante  aquellas  Audienicias  y  Ayuntamientos,  sin  tener  que  buscar  acá 
ramas,  que  quizá  el  tiempo  las  na  puesto  ya  en  una  escoba. 

'^Xo  akanzo  tampoco  que  embarazos  se  opongan  á  que  haya  un 
hombre  condecorado  con  el  empleo  úe  ** Protector"  ó  ** Director  de 
los  indianos",  á  quien  se  presenten  confiados,  á  quien  hablen  sin 
temblar  y  se  den  á  conocer,  no  en  un  pasadizo  ó  porta],  sino  en  una 
«illa  de  su  casa.  Por  falta  de  esto  se  ven  los  Indianos  sin  atinar 
asilo,  y  tal  vez  creen,  que  el  manantial  de  las  gracias  está  colocado 
en  una  nube,  mas  allá  de  la  vía  reservada.  El  Consejo  y  Cámara 
de  Indias  no  pueden  canonizar  deseos  ni  virtudes  añórales:  se  escri- 
ben en  papel  sellado. 

*' Alejandro  Magno  tomó  de  un  golpe  30.000  jóvenes,  hijos  d-? 
los  mas  principales  de  la  Persia,  y  ordenó  que  se  les  educara  en  1^*» 
letras  griegas  y  todos  los  ejencicios  de  los  Macedonios,  asegurándose 
de  esta  manera  de  la  fidelidad  de  los  padres  y  del  afecto  de  los  hijos, 
lo«  que  presto  le  servirían  como  soldados  y  ya  le  servían  como 
rehenes. 

**  ¿(Quién  tendrá  la  temeridad  de  afiíun'ar,  que  Alejandro,  si  hu« 
biera  vivido,  no  hubiera  sacado  gran  fruto  de  esta  ilustre  juventud,  6 
que  por  no  haber  comido  desde  niño  los  mismos  guisados  que  los  Ma- 
cedonios, no  fuesen  capaces  de  hechos  tan  fuertes  como  ellos?  Si 
hay  alguno  que  piense  de  este  modo,  y  por  consiguiente,  «que  los  crio- 
llos no  son  tan  buenos  para  la  milicia  como  otros,  vuelvan  los  ojos 
á  la  guerra  de  suceí^ion  y  hallará  que  de  seis  ó  siete  Peruleros  (a) 
que  cuando  mas  servirían  al  señor  Felipe  V,  hubo  nada  menos  quo 
tres  insignes  generales,  cuales  fueron,  el  Marqués  de  Valdecañas,  el 
de  Casafuerte  y  don  José  Vallejo,  y  saque  entre  Flamencos,  Suizos  6 
Irlandeses,  un  ejemplo  tan  glorioso  como  este. 

*'Kn  fin,  señor,  los  Ameriicanos  españoles  no  piden  acá  ni  pren- 
das ni  pensiones;  piden  solamente  carrera  y  ocasioaies.  Si  en  el 
principio  ó  el  medio  de  ellas  tropieza  su  honor  6  su  conducta,  su- 
fran todo  el  rigor  de  la  ley,  «nendiguen  el  pan  y  vivan  con  igno- 
minia.'' 

(a)  ''Peruleros'',  dice  el  original — ^Peruanos  habitantes  ó  na- 
turales del  Perú.  _  _    j  j 


42  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

qués  de  Grimaldi,  el  miuistro-raposa  haya  dado  buena  cuenta 
de  él  (1),  impidiendo  que  llegase  á  manos  del  Monarca. 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  el  Memorial  tiene  mas  de  un  tí- 
tulo para  ver  la  luz  pública  y  ser  leido  con  gusto  en  las  colum- 
nas de  La  Revista  de  Buenos  Aires, 

ROMULO  AVEXDAÑO. 


MEMORIAL  DEL  AYUNTAMIENTO  DE  MÉJICO 

Señor : 

Para  asuntos  del  interés  común  de  toda  la  América 
Septentrional,  ha  querido  V.  M.  que  no  tenga  otra  voz  sino 
la  d^  esta  Nobilísima  Ciudad,  como  cabeza  y  corte  de  ella. 
No  puede  ofrecerse  cosa  mas  interesante  que  el  punto  en  que 
ge  trata  de  arruinar  con  sus  utilidades  su  honor,  malquistando 
su  bien  granjeado  conci^pto  en  lo  mas  sagrado  de  la  lealtad  y 
amor  con  que  reconoce  y  venera  á  V.  M. ; — por  eso  nunca 
se  creerá  este  Ayuntamiento  imis  obligado  que  ahora  á  tomar 
la  voz  de  todos  -estos  domdnios  para  hacer  presente  á  V.  M. 
la  sinrazón  con  que  se  procura  oscurecerlos  é  infamarlos.  No 
deja  en  la  común  opinión  de  ííer  triste  necesidad  la  de  litigar 
ei  honor,  cuanto  el  poseerlo  en  paz  "es  felicidad  sobre  tcxlas 
apreciable;  pero  alguna  vez  debe  lisonjearse  el  honor  mismo 

1.  Tengo  á  la  vista  un  curioso  manuscrito  crítico  en  verso, 
cuyo  título  es:  'Muiita  anual  y  general  de  la  Sociedad  Anti-HÍBpana, 
en  el  dia  de  Inocentes  de*  1776,  y  fin  de  fiesta  en  el  euarto  del  Mar- 
qués de  Grimaldi'' — en  que  hablando  de  los  memoriales  de  Vértiz, 
nos  dá  una  idea  clara  de  la  fre<?uente  interceptación  que  vse  hacia 
de  los  papeles  de  América  que  no  convenían  al  Marqués  como  lo 
muestra  la  estrofa  siguiente: 

De    Vertiz   los   continuos   memorialev»» 

Kn  que  representaba  a!  Soberano 

Su  poca  trivpa.  y  esta  no  pagada. 

Las  superiores  fuerzas  del  contrario, 

Del  Yirei  la  ini^olenoia,  y  flnaim'ente. 

Que  para  mantener  á  sus  soldados 

Había   ya    vendido    mucha   parte 

De  su  corto  equipaje, — es  necesario 

**  Kntregarlos    al    fuego    por   que    callen*' 

"Infinidad  tan  grande  de  atentado».'' 

Por  e-ito  no  seria  de  estrafiar,  que  el  presente  jarnos  lo  bublora 
conocido  Carlos   IIÍ. 


M£MOBIAL.  4¿ 

óe  la  necesidad  de  disputarse,  cuando  ha  de  ser  ante  quien, 
«orno  V.  M.  libre  enteramente  de  preocupación,  sabrá  dar 
todo  el  justo  valor  á  Jas  verdades  qu^e  se  alegaren  por  defensa, 
y  cuando  «stas  han  de  ser  tales  que  basten  á  convencer  ¿  la 
vasta  del  mundo  la  voluntaria  injusticia  con  que  se  nos  in- 
quieta. 

Dá  motivo  á  estos  clamores  ed  haberse  esparcido  entre 
los  Americanos  la  noticia  de  que  por  algún  Ministro  ó  Pre- 
lado d'C  estas  partes,  se  ha  informado  á  V.  M.  en  -estos  ó 
semejantes  términos:  '^  £1  espiritu  de  los  Americanos  es 
*^  sumiso  y  rendido,  porque  se  hermana  bi^en  con  el  abati- 
**  mdento;  pero  si  se  «eleva  con  facultad<es  ó  cmpleoS;  están 
**  muy  espuestos  á  los  mayores  yierros,  y  por  eso  conviene 
*"  mucho  el  tenerlos  sujetos,  aunque  con  empkos  medianos, 
*^  por  que  ni  la  humanidad  ni  mi  corazón  propone  el  que 
**  se  vean  desnudos  d>e  favor;  pero  si  me  enseña  la  espe- 
^*  riencia  y  conviene  mucho  tengan  por  delante  á  los  Euro- 
^*  peos,  que  con  un  espíritu  muy  noble  desean  el  bien  de  la 
*^  patria  y  el  sosiego  de  nuestro  amado  monarca.  " 

Dias  há  que  reflexionábamos,  no  sin  el  mayor  descon- 
suelo, que  se  habian  hechc  mas  raras  que  nunca  las  gracias 
y  provisiones  de  V.  M.  á  favor  de  los  Españoles  Americanos, 
no  solo  en  la  linea  secular  sino  aun  en  la  eclesiástica,  en 
t]ue  hasta  aquí  habíamos  logrado  atención.  Lo  observába- 
mos, pero  conteníamos  nuestro  dolor  dentro  dd  mas  res- 
petuoso silencio,  y  no  romperíamos  jamás,  aunque  no  logra 
ramos  otro  beneficio  que  el  incomparable  de  reconocernos 
sus  vasallos,  veneraríamos  siempre,  cual  de  la  imájen  del 
mismo  Dios,  las  providencias  de  V.  M.,  los  confesaríamos  en 
todo  caso  justas  por  mas  que  no  alcanzáramos  sus  causas, 
que  tampoco  osaríamos  averiguarlas;  y  aunque  nos  fueran 
dolorosas,  acallaría  nuestro  sentimiento  la  satisfacción  de  ha 
eer  en  todo  caso  el  gusto  de  V.  M. 

Así  debiera  ser,  y  así  seria  si  se  tratara  solo  de  nuestra 
utilidad  y  no  se  arruinara  con  ella  nuestro  honor,  Si  fuera 
voluntad  de  V.  M.,  desatendernos,  cifraríamos  nuestra  feli- 


44  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

oidad  en  obedecerle  con  «el  mas  profundo  silencio,  pero  si 
contra  la  piedad  que  le  del>enios  sus  vasallos  de  estas  rejio- 
nes,  no  por  mas  remotas  menos  atendidas,  haciendo  violen- 
cia á  la  inclinación  misma  de  V.  M.,  se  intenta  despojarnos 
del  robusto  derecho  que  tenemos  á  toda  suerte  ele  honores 
con  que  la  piedad  de  los  Reyes  premia  el  mérito  de  sus  sub- 
ditos, y  esto  con  informes  poco  sinceros,  hijos  de  la  preocu- 
pación de  quien  los  hace,  ó  de  otro  igual  viciado  principio: — 
haríamos  la  mas  infami*  traición  á  nuestro  honor  no  vindicán- 
dolo, y  deserviríamos  á  V.  j\I.  permitiendo  que  con  tan  daña- 
dos medios  se  tiranizaran  sus  justas  piadosas  intenciones. 

No  es  la  primera  vez  que  la  malevolencia  6  prevención 
ha  atacado  el  crédito  de  los  Americanos,  pretendiendo  que 
pasen  por  ineptos  para  toda  claf?e  de  honores.  Guerra  es 
esta  que  se  nos  hace  desde  el  descubrimiento  de  la  América 
en  los  indios  6  naturales,  que  son  nacidos  y  traen  su  orijien 
de  ella,  á  pesar  de  las  evidencias,  se  puso  en  cuestión  auft 
la  racionalidad.  Con  no  menor  injusticia  se  finje  de  los  que 
de  padres  europeos  hemos  nacido  en  este  suelo,  que  apenas 
tenemos  de  razón  lo  bastante  para  ser  hombres.  Con  estos 
coloridos  nos  han  pintado  ánimos  prevenidos,  abundantes  en 
su  propio  sentir;  enemigos  del  desengaño  y  á  tamaña  inju- 
ria se  ha  manifestado,  al  parecer,  injaensible  Méjico,  cierto  de 
que  la  pluma  particular  de  cualquiera  de  sus  hijos,  bastaría, 
como  lo  ha  acreditado  constante  la  esperiencia,  á  rebatir  la  ca- 
lumnia. 

La  que  hoy  se  nos  haoe  (siendo  cierto  haber  informado 
á  V.  M.  en  los  términos  que  quedan  asentados,)  es  de  na- 
turaleza que  deben  escitar  todos  los  senti«iientos  de  este 
Ayuntamiento.  Versase  la  causa  de  nuestra  fidelidad,  y  en 
cuanto  á  ella,  en  paralelo  con  los  EuropcMis.  se  dá  volunta- 
riamente á  estos  la  preferencia.  En  todo  ceilerá  ^léjico, 
por  mas  que  su  moderación  se  bautice  con  el  nombre  de  aba- 
fimirnfo;  pero  no  oe<lerá  cuando  se  controvierta  su  lealtad. 
Lealísimos  son  los  Europeos  españoles,  gloriosa  emulación 
del  resto  de  las  naciones  del  mundo  antiguo;  pero  en  nada 


MEMORIAL.  45 

aventajan  á  los  del  nuevo.  Tiene  este  en  su  capital  Méjico, 
por  su  mayor  y  mas  apreciable  timbre,  el  título  áe  muy  IcaL 
con  que  los  gloriosos  Reyes  predecesores  de  V.  M.  califican- 
do sus  servicios,  se  dignaron  de  honrarle,  y  no  pueden  abal- 
donar esta  honra  que  tanto  aprecian,  confesándose  respecto 
de  otro  alguno  menos  leales. 

Tan  decoroso  y  superior  motivo  nos  conduce  á  levantar 
hasta  el  trono  de  V.  ;M.  nuestros  clamores  contra  un  informe 
injustísimo  en  lo  que  concluye,  é  injuriosísimo  en  lo  que  para 
promoverlo  supone. 

Es  el  asunto  que  se  propuso,  el  que  estendió  el  informe, 
alcanzar  de  V.  M.  que  los  Españoles  Americanos  no  sean 
atendidos  sino  cuando  mas  en  la  provisión  de  empleos,  te- 
nienldo  siempre  por  delante,  en  mas  alto  grado  de  honor  co- 
locados á  los  Europeos,  eg  decir,  que  se  nos  escluya  en  la  lí- 
nea eclesiástica  de  las  mitras  y  primeras  dignidades  de  la  igle- 
sia, y  en  la  seglar  de  los  empleos  militares,  gobiernos  y  pla- 
zas togadas  de  primer  orden.  Es  querer  trastornar  el  dere- 
cho de  las  jentes,  es  querer  caminar  no  solo  á  la  pérdida  de 
esta  América,  sino  á  la  ruina  del  Estado,  es,  en  una  palabra, 
la  mayor  y  mas  enorme  injusticia,,  que  no  se  alcanza,  cómo 
hubo  animosidad  bastante  para  proponerla  á  V.  M. 

Aclaremos  «esto,  para  que,  conocido  el  espíritu  que  animó 
el  informe,  sea  fácil  persuadirse  á  la  falsedad  de  las  calom- 
mas  que  se  tejieron  para  fundamentarlo.  No  deberemos  canr 
sar  demasiado  la  atención  de  V.  M.  en  hacerle  presentes  los 
derechos  que  claman  por  la  colocación  de  los  naturales  en  toda 
suerte  de  empleos  honoríficos  de  su  país,  no  solo  con  prefcr 
Tencia  sino  con  esclusion  de  los  estraños. 

Máxima  es  esta,  fundada  en  razones  tan  sólidas  de  uti- 
lidad y  necesidad,  en  lo  político  y  espiritual,  que  no  hay  de- 
recho que  no  la  haya  adoptado  y  apoyado. — Trae  su  anti- 
•güedad  desde  antes  de  la  Ley  Evanjélica,  y  el  mismo  Dios  la 
reconoció  altamente  impresa  en  los  corazones  de  su  pueblo. 
3En  contravenir  á  ella,  se  ha  visto  como  un  odioso  abuso,  que 
para  defenderlo  ha  escitado  contra  sí  la  vijilancia  de  todos 


46  ^^  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

los  gobiernos.  El  de  V.  M.  y  el  de  sus  gloriosos  pro jeni to- 
rea, no  sido  en  este  menos  atento  á  la  felicidad  de  sus  vasa- 
IJos,  d«e  que  es  ilustre  testimonio  la  pragmática  del  Bey  don  En- 
rique III  en  las  cortes  de  Madrid,  á  24  de  setiicmbre  de  1396, 
en  que  con  las  mas  vigorosas  cláusulas  se  prohibe  á  los  estran- 
jeros  que  pu'edan  obtener  beneficios  algunos  en  España.  Las 
leyíea  4.a  y  5.a,  título  3.o,  libro  l.o  de  la  Recopilación  de  Cas 
tilla,  se  -estabíecieron  para  lo  mismo,  y  en  el  Supremo  Conseja 
»e  retienen  las  provisiones  hechas  por  la  Corte  de  Roma  en 
favor  d-e  los  estraños,  se  encuentran  los  frutos  del  beneficio- 
así  proveído  y  sujetan  á  otras  penas  los  impetrantes. 

Así  lo  ha  acordado  V.  M.,  asi  lo  han  practicado  sus  Con- 
cejos, aun  en  este  punto  de  beneficios,  de  que  en  los  últimos 
siglos  se  creia  un  despótico  dispensador  al  Papa,  por  que  toda 
la  autoridad  que  se  le  atribula,  no  parecía  bastante  para  tras- 
tornar la  copia  de  razones  y  derechos  que  claman  por  las  pro- 
visiones á  favor  de  los  naturales. 

Estos,  en  cuanto  á  piezas  •eclesiásticas,  fundan  su  inten- 
ción en  espresas  decisiones  canónicas  d>e  papas  y  concilios; 
en  la  naturaleza  é  institución  de  los  beneficios ;  en  la  calidad 
de  sus  rentas ;  en  el  destino  que  á  ellos  debe  dar  el  beneficia- 
do; en  la  utilidad  del  servicio  que  se  obliga  á  presentar  á  su 
iglesia,  y  en  otras  tantas  y  tan  poderosas  razones,  que  han 
hecho  pensar  á  la  iglesia  en  aligar  la  provisión,  no  solo  á  los 
naturales  de  un  Reino  con  esclusion  de  los  estraños,  sino  á. 
los  de  cada  obispado,  escluidos  también  los  de  otro,  aunque 
naturales  de  un  Reino  y  de  la  misma  provincia.  Este  pen- 
samiento se  halla  apuntado  en  los  Cánones  mas  antiguos  y 
se  propuso  con  cierta  limitación  en  la  Asamblea  sagrada  de 
Trento,  en  donde  se  oyó  con  el  mayor  aplauso,  y  si  no  quedó 
comenzado  entonces  por  Ley  imefragable,  fué,  ó  por  que  so 
consideró  establecido  ya  de  muy  de  antemano  en  el  Concilio 
Valentino,  ó  por  que  otras  atenciones  mas  urgentes  acaso  ocu- 
paron al  de  Trento, 

Iguales  razones  á  las  que  se  consideran  en  la  provisión 
de  piíezas  eclesiásticas,  urj<en  para  que  los  empleos  seculares 


MEMORIAL.  47 

de  cualquier'  clase  no  sie  confieran  sino  á  los  naturales.  De 
lelkis  hablaremos  encontrayendo  estos  principios  gienerales  á 
favor  áe  los  Americanos,  debiendo  por  ahora  quedar  senta- 
do que  la  provisión  de  los  naturales  con  esclusion  de  los  tes- 
traños  es  una  máxima  apoyada  por  las  Leyes  die  todos  los 
Reinos,  adoptada  por  todas  la»  naeiones,  dictada  por  senci- 
llos principios  que  forman  la  razón  natural,  é  impresa  en  los 
corazonies  y  votos  die  los  hombres.  Es  un:  derecho,  que  si  no 
podemos  graduar  de  natural  primario,  es  sdn  duda  común  d^ 
todas  las  jentes,  y  por  eso,  d(e  sacratísima  observancia. 

En  trastorno  de  ella  se  dirije  el  Informe  (si  acaso  es  jus- 
to,) para  que  en  esta  América  todos  los  beneficios  eclesiásticos 
mayores  y  empleos  seculares  de  primer  orden  se  confieran  á 
los  Españoles  Europeos  con  esclusion  de  los  naturales,  querien- 
do acaso  cohonestar  la  transgresión  de  los  derechos  contrarios, 
por  la  razón  de  no  ser  los  Europeos  propiamente  estranjeros 
de  la  América,  que  felizmente  reconoce  el  dominio  de  V.  M. 

Por  él  se  incorporó  este  nuevo  mundo  en  los  Reinos  de 
Castilla  y  León,  sin  formar  corona  distinta,  sino  sirviendo 
solo  de  nuevo  adorno  á  la  que,  derivada  d«e  los  Reyes  cató- 
licos dqn  Fernando  y  doña  Isabel  dignamente  ciñe  las  sienes 
de  V.  M. — En  esta  una  sola  cabeza,  formamos  un  solo  cuerpo 
político  los  Españoles  Europeos  y  Americanos,  y  así  aquellos 
no  pueden  considerarse  estranjeros  en  la  América. 

Así  es  verdad  en  cuanto  al  reconocimiento  que  unos  y 
otros  vasallos  de  ambas  Españas  debemos  prestar  á  un  mismo 
soberano ;  pero  en  cuanto  á  provisión  de  oficios  honoríficos  se 
han  de  contemplar  en  estas  partes  estranjeros  los  Españoles 
Europeos,  pues  obran  contra  ellos  las  mismas  razones  por  que 
todas  las  jentes  han  defendido  siempre  el  acomodo  de  los  es- 
traños. 

Los  puestos,     los  honores,  las  dignidades,  tanto     ecle- 
siásticas como  seculares,  si  se  confieren  á  beneficio  del  pro- 
visto en  premio  de  su  mérito,  no  es  este  el  principal  objeto  . 
que  se  tiene  en  la  provisión,  sino  consultar  al  buen  servicio 
del  empleo  y  á  la  utilidad  pública  para  que  se  erijieron  los 


!l 


i8  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AISKS. 

mismos  empleos  honoríficos.  ^las  y  mejor  lia  de  servir  al 
público  de  una  ciudad,  de  un  obispado,  de  una  provincia  ó 
Reino,  el  que,  por  haber  nacido  en  él,  naturalmente  mas  le 
ama,  que  el  que  teniendo  su  patria  á  dos  mil  leguas  de  dis- 
tancia, contemplándose  desterrado  en  el  mismo  -empleo  que 
sirve,  ha  de  concebir  desafecto.     En  el  primero  obra  en  be-  ¡ 

neficio  público  su  obligación  estimulada  de  los  naturales  mo- 
yámientos  de  la  inclinación:  en  el  »egundo  por  el  contrario, 
ee  remora  á  los  honrados  impulsas  de  su  obligación,  la  pesadez 
que  enjendra  el  d-esafecto.  Así  han  pensado  siempre  los  hom- 
bres para  poner  en  los  empleos  solo  á  los  naturales,  y  esta 
niisma  razón  influye  con  det'crminaííion  á  nuestra  América, 
para  no  acomodar  en  >ella  á  los  Europeos. 

Estos,  por  mas  que  no  se  consideren  civilmente  estranje- 
ros  en  Indias,  lo  cierto  es,  que  no  recibieron  el  ser  en 
ellas;  que  tienen  en  la  antigua  España,  y  no  en  la  nueva,  sus 
casas,  sus  padres,  sus  liermanos  y  cuanto  es  capaz  de  arras- 
trar la  inclinación  de  un  hombre;  qu«e  cuando  á  esta  distan- 
Aíia  se  destierran  á  servir  un  empleo,  no  mudan  de  natura- 
leza, ni  se  hacen  insensibles  á  los  impulsos  de  la  con  que 
nacáeron,  y  por  todo  ello  es  fuerza  que  de  estas  re j iones  no 
pierdan  de  vista  la  atención  de  los  suyos,  y  sobre  consultar 
á  socorrerlos  (si  ya  no  es  á  enriquecerlos)  se  contemplan  pa- 
sajeros en  la  América,  teniendo  por  objieto  volverse  á  la  de  su 
patria  y  casa  acomoílados.  Así  lo  enfíeña  ca<la  dia  la  espe- 
riencia,  y  así  es  inevitable  que  sea  por  lo  regular,  si  los  eini)leo& 
se  confieren  a  los  que  no  nacieron  en  las  rejdones  que  los  sirven. 

Ocupado  el  europeo  de  las  ideas  del  socorro  y  adelan- 
tamiento de  su  casa,  distante  con  todo  el  Océano  de  por  me- 
dio, entrañado  del  pensamiento  de  volverse  á  su  patria,  es 
inevitable,  que  ponga  todo  su  estudio  en  que  le  sirva  el  em- 
pleo para  enriquecerse:  es  preciso  que  le  falte  mucha  parte 
de  espíritu,  mas  de  tiempo,  para  dedicarse  á  pt^nsar  en  fe- 
licitar la  provincia  que  go])ierna:  tes  consiguiente  que  le  sean 
anucho  mas  fuertes  que  á  otro  las  tentaciones  de  la  codicia, 
y  que  no  deje  pasar  ocasión  que  se  le  presente,  en  que  por 


MEMOBIAL.  49 

cualquier  medio  (que  el  amor  propio  todos  lo  pintan  justos,) 
proporcione  caudal  qu^e  poder  llevar  á  su  patria,  y  d>e  todo 
esto,  ¿  qué  puede  esperarse  de  buen  servicio  y  utilidad  del  pú- 
blico? ¿Cómo  no  es  de  temerse  justamente  el  daño  en  los  in- 
)?ereses,  en  el  gobierno,  y  otras  perjudiciales  resultas  de  las 
provincias ! 

Lo  mismo  proporcionalmente  debe  pensarse  de  los 
pro>dstt»ü:  .el•Ie^'«&^ticos.  Estos,  deducida  su  manutoñcíoc 
(iííc^^nte.  cual  corresponde  al  grado  que  logran  en  Jeranjuía 
Eclesiástica,  no  pueden  considerarse  du-eños  despóti(?os  O^l 
reslo  do  Ir-i  frutos  de  sus  beneficios,  cuya  institución  no  P'ié 
pa?íi  nÍL'H  cosa,  sino  para  mantener  á  espensas  de  la  pie  lad 
del  público  3Iiiiistros  Eclesiásticos.  Estos,  pues,  deJr«cÍ4!:i 
su  manutención,  conforme  al  espíritu  del  cristianismo,  de- 
jando opiniones  lisonjeras,  deben  reconocer  por  acreedores 
y  aun  dueños  del  sobrante  de  sus  rentas  á  los  pobres,  no  de 
cualquiera  parte,  sino  del  obispado  á  que  toque  el  beneficio. 
Si  en.  aquella  Diócesis  tiene  el  beneficiado  su  parentela  y  esta 
es. pobre,  no  deja  de  ser  tan  acreedora  á  sus  rentas  como 
otro  cualquier  necesitado,  y  podrá  socorrerla  sin  faltar  á  su 
obligación  y  sin  perjudiciar  al  obispado  que  lo  mantiene,  con 
extraer  del  dinero,  que  es  la  sangre  que  lo  vivifica. 

Con  todo  esto  podrá  cumplir  fácilmente,  acomodado 
en  esta  parte  en  un  beneficio  eclesiástico  un  español  Ame- 
ricano, y  no  podrá  verificarlo  el  europeo,  que  acaso  dejó  su 
familia  necesitada  de  sus  socorros:  ¿qué  hacer,  pues?  deja- 
rá de  oir  los  clamores  de  la  naturaleza?  parecerá  volverse 
peor  que  los  infieles;  se  dejará  mover  de  la  necesidad  de  los 
suyos  para  consultar  á  su  socorro?  de  otro  tanto  defraudará 
á  los  lejítimos  acreedores  y  aun  dueños,  que  son  los  pobres 
de  la  religión  en  que  sirve ;  y  para  confundir  los  derechos  de 
estos,  procurará  engañarse  á  si  mismo,  abrazando  opiniones 
de  los  que  tienen  rebajada  la  moral  cristiana  y  desfigurada 
hasta  el  grado  inconocible,  la  disciplina  de  su  iglesia. 

Hay  otras  razones  que  inducen  cierta  necesidad  para  no 
servir  bien  ni  ser  útiles  al  público,  los  españoles  europeo» 


50  LA  REVISTA  DÉ  BUENOS  AlHES. 

acomodados  eíx  la  América  —  Tienen  estos  que  erogar  los 
muy  crecidos  co«tosi  de  su  transporté,  que  suben  mucho  á 
proporción  de  qu^e  los  empleados  se  contemplan  precisados  k 
venir  con  particular  decencia  y  coniodidad,  con  séquitos  de 
criados  y  f  ainilia,  y  no  solo  la  que  han  menester,  sino  la  que  na 
pueden  menos  que  admitir,  por  que  una  vez  provistos  para  la 
América,  soín  inum'erables  Tos  euró^)eo8  que  carecen  de  destino, 
quieren  lograr  aquella  ocasión  de  venir  á  buscarlo  á  estas  re- 
jíones,  importunando  con  la  mediación  los  mas  obligantes  res- 
petos  al  «empleado  para  que  los  traiga  en  su  familia. 

Así  lo  esperimentamos  cada  diá:  ¿Y  qué  de  perjnioioa 
públicos  nó  es  preciso  que  resulten  de  tan  fatal  esperenciat 
Los  dos  últimos  Arzobispos  de  esta  Metrópoli,  tuvieron  que 
pagar  por  su  transporte  45,000  pesos,  pues  al  actual  le  cos- 
tó 20,000,  según  ha  cdnfes&do  paladinamente  muchas  veceft 
él  mismo,  y  a  su  antecesor  D.  Manuel  Rubio  y  Salinas  25,000 
pesos.  Agregúese  a  este  costo  el  transporte  de  mar,  de  que 
solamente  hemos  hablado  basta  ahora  el  de  su  conducción 
por  tierra  desde  el  puerto  hasta  sti  destino,  en  un  pais  en 
que  se  miden  las  distancias  por  centenai^es  de  leguas,  en  unos 
(aminos  desproveídos,  en  que  es  necesario  que  junto  con  los 
caminantes  se  conduzca  todo  cargado  en  muías,  con  multi- 
tud de  criados  inferiores  para  cuidar  de  "ello  y  de  los  que  la 
Uevan  todo  á  costa  de  muy  crecidos  gastos.  Considérese  que 
despuH?s  de  todos  estos  costos,  el  provisto  tiene  que  poner 
una  casa  y  adornarla,  tiene  qtie  disponer  uñ  tren  corres- 
pondiente á  sü  carácter,  Y  todo  esto  sin  entrar  el  costo  de 
la  espedicion  de  sus  dcvspachos  {^xve  no  gasta  mas  que  el 
Americano),  ya  es  una  suma,  á  que  agregados  los  premios  y 
riesgos  de  mar  y  vida,  por  mas  que  se  ciña,  no  podrá  bajar  de 
30  á  40,000  pesos. 

En  otros  tantos  es  fuerza  que  se  hajle  empeñado  el  eu- 
ropeo provisto  para  Indias  cuándo  entra  al  servicio  de  su 
empleo.     Este,  si  es  secular,  esceptuando  el  virreinato,  tie- 
ne de  dotación  una  renta  con  que  poder  mantener  la  decen- 
cia que  demanda  el  puesto,  y  nada  mas.    Y  aun  hay  empleos 


MJSMOBIAL.  51 

eomo  son  tod»»  1^  ^ica^dias  Mayores  del  Reino,  que  uo  ti>e- 
aen  asígpjiiiC'ion  alguna  á  í'avor  del  que  la^  sirve.  4  Cómo, 
pues,  pagaría  estos  «el  honroso  empleo  con  que  entraron  ei^ 
sus  oficios f  ¿Dejarán  acaso  de  corresponder  4  sus  acree- 
dores? Aun  esto,  que  no  seria  lo  peor,  siendo  tan  malo,  se- 
ria en  desdoro  y  desestimación  de  I03  Ministros:  se  vilipen- 
diaría y  vituperaria  su  mij^isterio :  se  desautorizarían  sus  pro- 
videiusias.  Y  de  aquí,  ¿  qué  utilidad  al  público  podíamos  pro- 
meternos de  su  servicio? 

Pero  lo  cierto  es,  que  no  dejan  de  corresponder  sus 
créditos,  por  que  cederían  para  su  l>ene£icio  las  puerta» 
de  aquellos  acreedores  que  desean  tener  prontos  para  que 
fomenten  sus  nuevas  pretens^ioiiies.  Los  acreedores  mismos 
zio  ven  eon  rtaiotta  Í£dá£ei)ea9ioia  la  ]>érdida  de  ^sus  intereses, 
que  dejen  de  perseguir,  molestar  y  aun  avergonzar  á  «nui 
deudores,  hasta  conseguir  I9,  i^atisfaceion.  Los  deudores  no 
pueden  tolerar  la  persecueiooi  de^  acceedor,  ni  carecen  de 
arbitrio  para  pagatríe.  Mas  cuál  es  este?  Cercenar  a'go 
de!  sueldo  para  cubirir  el  crédito?  No  es  posiblt»,  i>oi:que 
«el  suieldo  está  medido  á  proporción  de  lo  que  exi  je  la  decencia 
4Íel  puesto,  y  mantenida  esta,  nada  sobra  á  .beneñcio  del  acree- 
dor. 

Las  Indias  m\iy  i^bundantes  son  de  oro  y  plata  para  los 
proscritos,  en  no  escrupulizando  en  los  medios  de  su  adqui- 
sición, y  no  podrán  ser  muy  esqrupulosos  cuai^do,  urjidos 
por  .la  necesidad,  molestados  del  acreedor  y  estrechados  acaso 
del  Juez  á  quien  se  ba  ocurrído  para  cobrarles,  vean  que  se 
les  proporcionan  frecuentes  ocasiones  de  alcanzar  con  que 
salir  de  sus  ahogos.  Se  franquearán  á  obsequios  que  á  po- 
cos pasos  declinarán  en  descarados  cohechos ;  vendrán  la  Jus- 
ticia y  no  podrán  tener  otra  atención  que  á  su  particular  uti- 
lidad, sobre  la  ruina  del  público  de  su  cargo. 

Ojalá  fueran  estos  solos  los  temores  á  consideraciones 
teóricas  y  no  las  lloráramos  cada  dia  en  la  práctica.  No  se  vé 
otra  cosa  que  venir  provistos  6  colocarse  en  estos  reinos 
hombres  cargados  de  necesidad  y  empeños;  mas  dentro  de 


52  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AiKES. 

pocos  años,  cubiertos  sus  créditos,  vuelven  llenos  de  rique- 
zas á  sus  patrias,  haoen  en  -ellas  creiT  que  abundan  por  acá 
medios  lícitos  para  juntar  mucho  oro;  pero  bien  observa- 
mos los  Americanos,  que  en  los  empleos  públicos  nada  se 
puede  adquirir  sino  lo  que  V.  M.  paga  ó  lo  que  tiene  asignado 
de  derechos  reí^pectivos  á  cada  ministerio  y  contentándose 
con  esto,  nada  sobraria  después  de  mant-enido  con  decnenoía 
el  empleo,  aunque  cercenara  algo  del  lujo,  que  en  algunos  se 
suele  notar  en  estas  partes. 

No  se  lamenta  igual  corrupción  en  los  provistos  eclc^ 
siástieos,  principalmente  los  Mitrados,  pues  debemos  con- 
fesar, que  los  que  hr>ta  ahora  hemos  tenido  en  Indias,  han 
sido  unos  Prelados  acreedores  á  la  altísima  dignidad.  No 
se  salle  que  hayan  dejado  corromper  con  cohechos  su  ma- 
nejo. No  han  vejado  los  pueblos  ])ara  estraer  de  ellos  el 
dinero;  })ero  han  venido  bien  empeñados,  por  que  esta  es 
carga  indispensable,  con  que  entran  los  Españoles  p]uropeos 
en  los  empleos  de  ambos  estados,  con  solo  la  diferencia  de 
mas  ó  menos,  cuyo  perjuicio,  es  tan  grave  y  digno  de  remedio, 
como  fine  ha  ponderado. 

Aun  hay  y  se  sigu-en  otros  mayon^,  viene  el  empleado 
cargado  de  familia,  alguna  que  necesitaba  para  su  servicio,  y 
la  mas  que  se  vio  precisado  á  traer  por  d-eferencia  á  los  r^- 
petos  que  lo  estrechan.  Es  natural  amar  á  los  compatrio- 
tas, tanto  mas%  cuanto  han  hecho  compañía  y  de  mas  distan- 
cia. Es  también  inevitable  que  se  abulte  el  mérito  visto  con 
los  ant(H)jos  de  mayor  afecto;  y  de  aquí  proviene  que  llegan- 
tío  un  prelado  con  mucho  familiares  europeos,  cuantos  .son 
estos,  contempla  otros  tantos  sobresalientes  acreedores  k  los 
primeros  beneficios  que  Je  proporcionan  d(»  su  provisión. 

Gimen  oprimidos  con  el  peso  de  los  años  ó  de  los  tra- 
bajos de  Academia  y  de  la  Administración  nuestros  estu- 
diantes, logran  la  mas  autentica  calificación  de  sus  letras 
con  los  mayores  grados  en  la  T'^niversidad,  acreditan  sn 
conducta  en  doctrinar  los  pueblos,  no  cesan  de  pretender 
sin  omitir  oposición  á  que  no  concurran,  y  después  de  to- 


MEMOBIAU  53 

do,  salen  de  los  concursos  sin  I^as  que  el  nuevo  mérito  de 
sus  actos,  y  logra  de  los  mejore^  premios  un  familiar  ó  mu- 
chos que  empiezan  ¿  vivir,  que  no  tienen,  con  algún  grado, 
pública  ealifieacáon  de  idoneidad,  que  no  han  doctrinado  en 
Indias,  ni  servido  en  alguna  de  sus  iglesias,  y  que  á  veo^ 
(y  es  Jo  regular),  no  ha  salido  jamás  á  otro  concurso. 

A  centenares  podifunos  poner  á  V.  M.  los  ejemplos  de 
esta^i  verdades.  Las  leyes  del  reino  mandan  estrechamen- 
te, que  las  doctrinas  de  pueblos  de  indios  no  se  den  sino  á 
los  peritos  en  el  idioma  respectivo:  es  ocioso  fundar  la  jus- 
ticia de  esta  providencia;  mas,  sin  embargo  de  ello,  hemos 
lamentado  provistos  los  mejores  curatos  en  europeos  fa- 
miliares de  los  prelados,  que  ni  entienden  á  sus  feligreses 
ni  pueden  ser  entendidos  de  ellos,  y  hacen  el  triste  papel  de 
pastores  mudos  y  sordos  para  sus  ovejas.  Qué  es  todo  eso? 
Los  prelados  no  podemos  decir  que  han  depuesto  el  temor  á 
Daos  y  héchose  in¿9cnsihles  á  los  clamores  de  sus  conciencias, 
sino  que  el  amor  natural  y  tierno  con  que  ven  á  sus  familia- 
res, les  abulta  el  mérito  de  estos  hasta  creerlos  mas  dignos 
aun,  en  circunsftancias  de  ser  por  la  ignorancia  de  los  idio- 
mas  positivamente  inaptos. 

Hay  otra  razón  natural,  que  influye  en^  hacer  irreme- 
diable este  perjuicio.  Viene  un  prelado  europeo  cargado 
de  familiares  que  también  lo  son.  De  estos  confia,  porque 
con  el  manejo  desde  España  han  sabido  insinuarse  y  hacer 
se  dueños  de  sii  interior.  No  confia  de  Jos  americanos,  á 
quienes  no  ha  tratado  ni  conoce,  ni  está  en  estado  de  cono- 
cer ó  sal)er  dej  ellos  mas  de  lo  que  quienm  díecirle  los  fami- 
liares, conductos  únicos  para  llegar  al  prelado  r»pcien  venido. 
Los  familiares  cuidan  poco  de  hacer  formar  al  obispo  buen 
concepto  de  nuestro  clero,  si  acaso  no  influyen  positivamen- 
te en  que  lo  forme  malo,  como  interesados  en  que  no  haya  en 
otro  mérito  que  Jes  aventaje,  y  con  esto,  sin  culpa  alguna 
suya,  el  prelado  está  necesitado  á  creer  que  no  hay  en  su 
di»eesis  cosa  comparable  con  los  que  inmediatamente  lo 
oercan.    A  estos  atiende,  á  estos  acomoda,  y  hasta  que  se- 


04  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

pagado  de  éllbfi  comietizA  dest)Ues  de  muchos  años  á  certifi- 
carse por  si  misitio  de  las  circunstancias  de  su  clero,  padece  es- 
te lo  que  mas  fácil  es  concebir  que  de  ponderar. 

De  éste  principio  redunda  el  mal  concepto,  que  prin- 
cipalmente eh  los  primeros  años,  se  forman  de  nosotros  los 
prelados  europeos,  y  lo  mismo  se  entienden  respectivamen- 
te de  los  demás  emplieados  estrenos  de  estos  pais<^  De  aquí 
proviene,  ^ue  mal  impresionados  al  principio,  jamás  de- 
pongan perfectamente  la  primera  idea  que  se  formaron.  De 
aquí  se  sigue,  que  si  han  de  informar  á  V.  M.  de  nu^estro  ca- 
rátíter  y  circunütanei^s,  nos  hagan  la  poca  justicia  que  se  es- 
porimenta,  haSta  poder  mal  impresionar  contra  nuestra  con- 
ducta el  justificado  piadoso  ánimo  de  V.  M. 

No  cesan  aquí  los  perjuicios,  en  el  acomodo  de  los  eu- 
ropeos en  los  empleos  públicos  de  las  Indias.  Tienen  estas 
leyes  peculiares  para  su  gobierno,  ordenanzas,  autos  acor- 
dado?, cédulas  reales,  estilos  particulares  de  los  tribunales, 
y  en  una  palabra,  un  derecho  entero,  que  necesita  un  estu- 
dio de  por  vida  y  no  lo  ha  tenido  el  europeo,  porque  en  su 
patria  le  seria  del  todo  infructuoso  este  trabajo.  Viene  a  go- 
bernar unos  pueblos  que  no  conoce,  á  manejar  unos  dere 
chos  que  no  ha  estudiado,  á  imix)nerse  en  unas  costumbres 
que  no  ha  sabido,  á  tratar  con  una^s  jentes  que  nunca  ha 
visto,  y  para  el  aiierto,  suele  venir  cargado  de  familia  igual 
mente  inesperta.  Viene  Deno  de  mácsimas  de  la  Europa 
inadaptables  en  estas  partes,  en  las  que  si  los  españoles 
americanos  en  nada  nos  distinguimos  de  los  europeos,  los 
miserables  indios,  parte  por  un  lado  má«  débil  y  digna  de 
atención,  y  por  otro,  lo  que  hace  lo  mas  grueso  del  reino  y 
todo  el  nervio  de  él,  y  lo  que  es  el  objeto  de  Jos  piadosos 
desvelos  d(l  Gobierno  de  V.  M.  son  sin  duda  de  otra  con- 
dición que  pide  reglas  diversas  de  las  que  se  prescriben  pa- 
ra los  españoles.  Sin  embargo,  el  recién  venido  trata  de 
plantear  sus  ideas,  de  establecer  sus  mácsimas,  y  mientras  que 
en  ello  pierde  máserablemente  el  tiempo  hasta  q\ie  le  hacen 
ahrir  los  ojos  los  d(*sengaños,  ¿qué  puede  esperarse  de  su  go- 


MKM09IAU  55 

bierno,  sino  upo  sobre  otro  los  yer^-os  y  perjuicios! 

Mas  há  de  dos  ¿siglos,  que  las  gloriosas  arinas  de  V.  M. 
Auxiliando  el  Evanjelio,  para  introducirlo  en  esta  rejion  y 
íeliútarla,  la  conquistaron.  En  todo  este  tiempo  no  ha 
perdido  V.  M.  ni  sus  gloriosos  progenitores  de  vista  la  si- 
tuación de  los  indios,  mani testándose  cleinentisimo  padre 
4e  ellos,  i  jL¿ué  de  leyes  no  se  han  publicado  á  su  beneficio ! 
qué  de  providv.*ncias  para  civilizarlos  I  qué  «de  reglas  para 
bien  iiLstruirJos !  qué  de  priyilejios  para  favorecerlos!  qué  de 
puidados  no  han  costado  su  conservación,  su  aumento  y  su 
felicidad? — parece  qjie  son  el  único  objeto  de  la  atención  de 
V.  M.;  mucho  menos  bastaría  para  felicitar  cualquiera  otra 
de  las  naciones  del  mundo,  y  en  le,  de  los  indios  vemos  con 
dolor,  que  lejos  de  adelaptar,  cuantos  mas  años  pasan  de  la 
conquista,  es  menor  su  cultivo,  crece  su  rusticidad,  es  ma- 
yor su  miseria,  y  aun  en  el  número  de  sus  individuos  se  es- 
perimenta  tal  decadencia,  que  tiene  V.  M.  en  estos  domi- 
nios gobi crups  enteros  en  que  ya  no  se  conoce  un  indio,  y 
en  el  resto  del  Reino  acaso  no  se  conocerán  dentro  de  algu- 
nos años.  Muchos  se  fatigan  en  averiguar  la  causa  de  est^ 
verdad  constante ;  pero  debemos  creer  que  se  fatigan  en  vano 
mientras  no  recurran  al  principio  cierto,  que  consiste  en  el 
gobierno  inmediato  de  los  europeos.  ¿Qué  importa  que 
las  leyes  de  V.  M.  sean  santísimas  y  útilísimas  para  estas 
regiones  y  sus  naturales,  si  el  gobierno  ó  prelado  que  ha  de 
<íuidar  de  su  observancia  no  está  instruido  de  ellas  ó  del  mo- 
do de  practicarlas?  Este  es,  señor,  el  verdadero  principio  del 
atraso  de  las  Indias  y  del  increíble  número  de  vasallos  que 
faltan  á  V.  M.  en  estas  partes.  Ni  hay  que  cansarse  en 
otn)s  raciocinios:  qiie  mientras  para  los  empleos  de  estas 
Provincias,  así  'eclesiásticos  como  seglares,  se  excluyeren  los 
nacidos  y  criados  en  «ella??,  instruidos  en  cuanto  neresario  es 
estarlo  para  su  régimen,  amantes  de  esta  región  y  no  ocupa- 
dos dv  la  idea  de  separarse  de  ella  cargados  de  oro,  h<an  de 
continuar  los  males  que  se  esperimentan  y  no  hay  que  .prome- 
ternos los  ventajosos  adelantamientos  á  que  se  deberá  aspirar 


5«  LA  REVISTA  DE  BUENOS  ALEE-?. 

• 

por  Jas  proporción  que  para  ellos  tienen  estos  dominios. 

Con  lo  dicho,  se  persuade  bastantemente,  que  los  «es 
pañoles  europeos,  por  solo  no  haber  nacido  en  Indias,  dejan 
de  ser  idóneos  para  obtener  empleos  en  ellas,  y  aun  es  per- 
nicioso en  general  que  los  obtengan;  pero  todavía  hay  que 
considerar,     que     aun     que     los   contemplemos     útiles     y 
mas     dignos  que  los     indianos,     únicamente     á  estos     con 
esclusion     de  aquellos  debían     conferirse  los  puestos     ho- 
noríficos de  su  patria,  consideradas  las  razones  legales  que 
lo  persuaden.     No  para  toda  provisión  se  solicita  la  mayor 
dignidad  en  el  provisto,  pues  solo  paiH  los  beneficios  ecle- 
siásticos se  reserva  esta  averiguación  escrupulosa  entre  lo 
bueno  y  lo  mejor;  y  aun  en  punto  de  })eneficios,  siendo  de 
patronatos  legos,  tienen  estos  mas  lil>ertad  y  mayores  indul- 
jencia»;   pero   no   es   necesario   recurrir  á   estos   principios 
Supongamos  por  ahora  que  toda  provisión  debe  hacerse  en 
el  mas  digno,  y  que  lo  son  los  Europeos  respecto  de  los 
Americanos:  todavía  estos  deben  esc.luir  á  aquellos  de  los 
honores  de  Indias:  la  calidad  de  mas  digno  en  los  casos  en 
que  se  requiere,  no  ha  de  ir  á  buscarse  fuera  del  país  en  que 
está  situado  el  beneficio  de  que  se  trata.     Ni  esto  seria  posi- 
ble, ni  lo  permitiera  la  razón  ni  la  equidad ;  si  se  ha  de  pro- 
veer un  beneficio  curado  ú  otra  pieza  igual,  debe  recaer  la 
elección   en  el  mas   digno;   pero   dentro   de  los  límites   de 
aquella  diócesis,  no  de  otra  de  la  Iglesia  Universal.     Luego, 
para  una  plaza  de  Indias,  aun  cuando  deba  darse  al  mas  digno, 
se  ha  de  buscar  este  dentro  del  Reino  mismo  y  no  se  ha  de  soli  • 
oitAr  en  el  otro,  aun  que  ambos  sean  de  los  dominios  de  V.  M. 

Supongamos  que  el  Europeo  acomodado  en  Indias  na 
trae  empeños  que  pagar  ni  costos  que  resarcir,  que  no  vie- 
ne con  las  ideas  de  restituirse  á  su  patria,  sino  que  desde 
luego  se  Uena  de  un  tierno  amor  á  la  provincia  que  se  le  en- 
carga, que  entra  instruido  y  con  cabal  noticia  de  sus  dere- 
chos y  costumbres,  que  por  último,  llena  perfectamente  los 
deberes  todos  de  su  cargo,  no  solo  también  que  esta  ventaja 
es  general  en  todos  los  Europeos,  y  que  empleados  estos,  nada 


MEMORIAL.  6T 

hacen  con  que  perjudiquen  al  Reino; — aun  en  semejantes 
circunstancias,  es  desolación  de  este  el  conferirles  los  empleos 
á  los  Europeos. 

Qué  bden  entendida  tenia  esta  verdad  don  Enrique,  3.o 
de  este  nombre!  Refiere  este  gran  Monarca  en  su  Pragmá- 
tica del  año  de  1396  los  perjuicios  que  esperimentaria  su 
reino  y  vasallos  de  que  no  se  atendieran  estos  por  la  Corte 
de  Roma  en  las  provisiones  de  beneficios  de  su  país,  y  des- 
pués de  a.sentar  otros  iguales  ó  los  mismos,  á  los  que  es 
fuerza  se  padezcan  en  Indias,  conferidos  generalmente  sus 
empleos  honorificos  á  los  Europeos,  carga  particularmente 
la  consideración  sobre  el  daño,  de  que  faltando  estímulo  en 
la  provisión  de  los  beneficios,  desmayaría  la  aplicación,  de 
caerían  los  estudios,  no  se  cultivariAn  las  ciencias,  y  domina- 
ría en  el  reino  un  vengonzozo  idiotismo. 

Así  seria  en  España,  si  la  paternal  providencia  de  nues- 
tros soberanos  no  hubiera  defendido  las  provisiones  de  Ro- 
ma á  favor  de  )os  estranjeros,  y  sucedería  sin  duda  en  la 
América,  si  la  piedad  de  V.  M.  no  mandara  atender  particu- 
larmente con  toda  preferencda,  como  lo  esperamos,  en  los 
empleos  de  e&te  Reino  á .  los  Españoles  Americanos.  4  Qué 
aliento  tendrán  estos  para  consumir  todo  el  jugo  que  los 
mantiene  en  el  trabajo  del  estudio,  ó  para  hacer  útil  servicio 
&  la  república,  ó  para  derramar  su  sangre,  como  deben,  por 
V.  M.,  al  considerar  que  nunca  llegarán  á  verse  pagados  sus 
servicios  con  el  goce  de  algún  honor  de  primer  orden?  Des- 
mayarán los  ánimos,  se  fatigarán  de  un  estudio  que,  ó  les  se- 
rá del  todo  estéril  ó  muy  poco  fructuoso;  se  entregarán  á  la 
ociosidad,  que  de  contado  brinda  con  apariencias  de  des- 
-janso,  se  llenarán  de  los  resabios  á  varios  que  dejándola  sin 
cultivo  produce  la  tierra  de  la  naturaleza,  y  tendrá  V.  M.  en 
¿I  copioso  número  de  vasallos,  que  componen  las  Indias,  otros 
tantos  menos  que  hombres,  bultos  que  solo  sirvan  de  pesada 
carga  si  ya  no  de  positiva  ignorancia,  y  aun  de  confusión  al 
«estado. 

Dos  atributos  tiene  el  premio  mayor  para  ser  su  espe- 


68  LA  BEVISTA  D£  BU£NOS  AIBEd. 

r»p^,  una  de  las  eolumnaa  sobre  que  se  sustenta  el  gobierno : 
UDQ  es  la  brillante^  d*el  honor,  á  que  naturalmente  aspira  la 
nohI*eza  de  nuestro  espíritu ;  otro,  el  progreso  de  nuestra  for- 
tuita que  se  hace  apetecer  die  nuestro  amor  propio,  y  ambos 
faltarán  a  loa  Americanos  contemplándose  esciuros  de  los 
primeros  empleos,  sabiendo  que  cuando  mas,  podrán  llegar 
á  los  mediano^,  ni  hallarán  en  estos  la  mayor  comodidad 
para  el  descanso  de  su  vida,  ni  aquel  alto  punto  de  lustre 
por  que  anhela  cualquier  espíritu;  y  aunque  no  lo  consiga, 
jamás  pierde  de  vista  la  esperapza;  faltando  esta,  confesará 
todo  político,  que  sin  una  de  sus  columnas  queda  ruinoso  el 
gobierno  de  las  Indias. 

Si  los  Españoles  de  ellas,  hoy  cpn  poca  razón  se  informa 
que  no  son  á  propósito  paxa  los  mayores  empleos,  ya  maña- 
na se  dirá  con  justicia  que  ni  para  los  medianos,  y  carecien- 
do de  la  esperanza  ''  .que  los  aliente  quedarán  despojados  (pa- 
labras son  del  Rey  don  Enrique  III  y  no  podremos  usurlas  me- 
jores) '*  é  dcíionrados  de  tpdos  sus  vienos  é  honra,  é  en  sí  mas 
vituperacjlos  é  difamados  por  necios  é  no  dinos  de  otras 
cosa^  sino  de  ser  somietidos  é  sojuzgados,  é  siervos  de  los 
estraños,  é  á  fuerza  de  lo  susodicho,  se  seguian  tantos  in- 
convenientes á  una  é  otra  nación  de  los  mios  por  mengua 
de  la  sabiduría^  que  no  sse  podría  decir  ná  bien  exprimir 
por  palabras.  "  .Que  imájen  tan  funesta  nos  pone  á  la  vis- 
ta este  gran  rey,  de  una  nación  en  donde  faltara  para  las  cien- 
cias atractivo  par^i  la  provisión  de  sus  oficios!  pues  no  es  mas 
que  una  viva  representación  de  lo  que  será  dentro  de  breve 
la  Nueva  España,  si  á  sus  patricios  no  se  les  franquean  las 
puertas  de  la  gracia  do  V.  M.  para  entrar  al  goce  de  las  pri- 
meras dignidades.  ^ 
Capaces  de  ella  son  á  pesar  de  la  emulación,  los  espa- 
ñoles Americanos.  No  ceden  en  ingenio,  en  aplicación,  en 
conducta  ni  honor  á  otra  alguna  d-e  las  naciones  del  mundo ; 
así  lo  han  confesado  autores  imparciales,  cuya  crítica  respeta 
el  orbe  literario,  así  lo  acredita  cada  dia  la  esperiencia,  menos 
á  los  que  vohintarianiente  cierran  los  ojos  al  desengaño ;  pero 


n 

ii 
4  í 


MEMX>BIAIi.  69 

los  que  hoy,  alentados  con  la  esperanza,  son  capaces,  son  úti- 
les, son  dignos, — desesperados  de  adelantar,  abatidos  y  aban- 
donados, '"quedarán  no  dinos  de  otra  cosa  que  de  ser  someti- 
dos é  sajuf gados  é  siervos  é  aborrecidos  de  los  estraños..  ' ' 

Mayor  fu>era  todavia  el  perjuicio  del  abandono  de  los 
Ani'ericanos.  No  se  inutilizarian  estos,  sino  que  no  queda- 
rian,  porque  del  abandono  seria  consecuencia  la  desolación 
de  la  América.  En  los  indios  ya  se  esperimenta,  como  qi£e- 
da  dicho,  una  disminución  de  su  número  que  no  podia  creer- 
se, a  menos  que  esperimentándose,  y  mayor  se  esperimen- 
taria  en  los  «españoles  americanos.  El  honor  con  que  nacen 
estos  los  retrae  de  empeñarse  en  el  matrimonio,  mientras 
no  aseguran  una  decente  sul)sistencia  con  que  poder  llevar 
honestamente  «us  cargas,  y  eseluidos  de  los  empleos,  se  ve- 
riaa  privados  del  mas  considerable  renglón,  que  hoy  haoe  el 
fondo  de  su  conservación.  En  Indias  no  tieiien  otro/  ar- 
bitrio los  americanos;  no  es  para  ellos  regularmente  el  co- 
mercio, porque  como  este  lo  hace  la  Europa,  casi  siempre  lo 
ha  de  hacer  por  medio  de  los  europeos.  Los  oficios  me- 
cániccis,  ni  se  compadecen  bien  con  el  lustre  del  nacimiento 
ni  sufragan  en  Indias  para  una  deoente  subsistencia;  por 
que  como  las  mejores  manufacturas  se  llevan  de  la  Europa, 
en  donde  se  hacen  con  mas  comodidad,  eu  el  precio  por  lo 
menos  que  ne^jesitan  para  mantenerse  los  artesanos,  nunca 
pueden  tener  este  corriente  los  oficios  en  Indias.  En  ellas, 
los  caudales  son  mas  inconstantes  é  inestables  que  lo  que  re- 
gularmente es  en  el  mundo  la  fortuna,  lo  que  sin  embargo 
de  lesperianentarse,  no  tea  de  muestro  apunto  el  incluir  al  pre- 
sente las  causas,  contentándonos  en  persuadir  en  fuerza  de 
esta  iduccion,  que  el  principal  fondo  con  que  podemos 
contar  los  españoles  americanos  para  marftener  nuestras 
obligaciones,  es  el  que  consiste  en  las  rentas  6  sueldos  con 
que  están  dotados  los  empleos.  Si  á  ellos  se  nos  cierra  la 
puerta — ó  haremos  una  vida  oscura,  y  no  pudiendo  atraer 
alianzas  lustrosas  los  hijos  que  tuviéramos  servirán  solo  pa- 
ra aumentar  la  plebe — 6  nos  veremos  reducidos  á  la  necesi- 


*60  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

dad  del  tiolibato  y  acaso  á  abrazar  el  est^tdo  religioso  ó  ecle- 
siástico secular,  en  que  atenernos  á  la  limosna  de  una  misa, 
y  faltará  el  principio  de  aumentar  y  aun  el  de  conservar  ho- 
nestamente la  población  de  América. 

No  será  mejor  la  suerte  de  la  Europa.  Ya  muchas  na- 
ciones de  ella  han  hecho  apreoiables  reflexiones  sobre  el 
despueblo  que  esperi  menta  España  desde  la  conquista 
de  la  América.  Perjuicio  es  este  que  grandes  políticos 
contemplan  haber  llegado  á  términos  que  urge  por  su 
remedio,  y  no  lo  es  ciertamente  emplear  los  españoles  eu- 
.ropeos  en  los  oficios  públicos  de  Indias.  De  esta  práctica, 
t;s  :\ier7a  so  orijine  h;  mayor  «lesiVíolacion  de  Espafía.  Ei 
europeo  acomodado  en  Indias  en  algún  empleo  que  no  sea 
vitalicio,  como  no  lo  son  los  mas,  si  es  casado,  deja  regular- 
mente á  su  nmjer  en  España,  por  no  esponerla  en  la  natu- 
ral delicadeza  del  sexo  á  las  incomodidades  y  riesgos  de  tan 
larga  navegación,  por  escusar  lo  que  crecerán  los  gastos  de 
su  transporte,  y  por  que  siendo  temporal  el  empleo,  parece 
poco  perjuicio  la  ausencia  por  el  tiempo  de  su  duración. 
Este  no  es  tan  corto  que  no  se  consuma  en  él  lo  mas  florido, 
vigoroso  y  fecundo  de  la  edad  de  la  muger,  y  á  proporción 
de  lo  que  «esta  desmerece,  se  disminuye  el  número  de  hijos 
que  pudiera  dar  al  estado. 


(Concluirá») 


RECUERDOS  HISTÓRICOS  SOBRE  LA  PROVINCIA 

DE  CLTO. 


CAPITULO  3.0 
De    1821    á    1825. 

(Coutinuacion).  (1) 

X. 

Dejamos  dicho  que,  á  eonseciioncia  de  la  fatal  catástro- 
fe que  sufrió  en  el  Rio  4.0  el  victorioso  ejército  d<e  Cuyo  con- 
tra C-arrera,  dispersándose  á  la  voz  de  un  cobardic  oficial,  a- 
nunciando  la  muerte  del  greneral  Morón,  y  de  encontrarse  yá 
en  San  Luis,  despules  de  eso.  aquel  caudillo — ^los  pueblos  de 
Mendoza  y  San  Juan,  apresurábanse  á  reorganizar  sus  respec- 
tivas fuerzas  para  salir  al  encuentro  y  batir  la  montonera, 
que  pronto  dba  á  pisar  sus  territorios  para  pasar  á  Chile. 

Efectivam-ente,  San  Juan,  faltándole  un  gefe  y  también 
oficiales  veteranos,  organizadores  y  valientes  que,  en  poco 
tiempo,  pusiesen  á  sus  milicias  «en  buen  estado  de  discipli- 
na é  instrucción  militar,  haciéndolos  capaoes  de  batirse  en 
buen  orden  y  con  arrojo — su  gobierno,  compuesto  entonces 
de  don  José  Antonio  Sánchez,  chileno,  casado  eü  el  pais,  go- 
bernador, V  de  su  secretario  el  señor  Amitisarobe,  de  Bue- 
nos  Aires,  avecindado  también  allí,  de  acuerdo  con  el  Cabil- 
do, enviaron  con  precipitación  á  Córdoba  á  solicitar  la  ve- 
nida á  aquel  urgente  objeto  de  algunos  jefes  y  oficiales  que, 

1     Veaso  el  tomo  XV.  pág.  432. 


62  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIRES*. 

perteneciendo  al  ejército  auxiliar  del  Perú,  revolucionado  ea 
Arequito,  habian  quedado  sin  destino.  Estos  eraai  los  que 
vamos  á  nombrar  según  el  orden  de  sus  grados.  (1) 

Coronel  de  caballería  de  línea,  don  José  María  Pérez  de 
Urdininea,  de  la  ciudad  de  la  Paz — después  general. 

Teniente  coronel  del  Rejimiento  de  Dragones  del  Ejér- 
cito Auxiliar  del  Perú,  don  N.  Beideja. 

Sarjento  mayor  del  de  Húsares  del  mismo,  don  Ignacio 
Mendieta,  de  la  Provincia  de  Tarija. 

Capátan  de  caballería  de  línea  del  mismo  ejército,  don  X. 
Daza,  de  Cochabamba. 

Teniente  de  Dragones  don  Manuel  Rodríguez,  de  la  Pa/ 

Teniente  del  mismo  rejimiento,  don  Serápio  Obejero,  de 
Salta. 

Teniente  de  caballería  de  línea,  don  N.  Aviles,  después,, 
general  de  Bolivía,  de  esta  nacionalidad. 

Alférez  don  N.  Riso  Patrón,  de  Tucuman. 

£n  los  primeros  días  de  julio  llegaron  á  San  Juan  est  js 
agaerridos  oficiales  del  ejéroito  que  sirvió  bajo  las  ordene":^ 
del  general  Belgramo,  alojándoseles  dignamente  y  dándolas 
{  reconocer  en  varios  «puertos  de  -mando  de  la  división  sanjua* 
nina  y  como  jefe  de  toda  ella  al  coronel  Urdininea. 

DicBGles  colooaeion  igualmente  en  ella  á  los  que  se  ha- 
bian retirado  del  ejército  de  los  Andes  y  se  encontraban  á  la 
sazón  en  San  Juan — ^á  saber: 

Sarjento  mayor  graduado  del  núm.  1  de  infantería  á& 
los  Andes,  que  no  entró  en  el  raotin  de  este,  don  N.  Zelada 
(hijo  de  Buenos  Aires,  casado  en  aquella  ciudad). 

Teniente  del  núm.  11  de  infantería  del  mismo  ejército, 
don  Andrés  del  Carril,  sanjuanino. 

San  Juan  tenía  un  batallón  de  infantería  de  milicias 
bien  organizado  y  dotado  de  una  brillante  oficialidad,  el 

1.     !*'>  que  vamos  A  narrar  en  seguida,  hasta  mediados  dé  oc- 
tubre del  mismo  año  de  1821,  en  que  regresamos  á  Mendoza,  lo  hace- 
mos como  testigos  presenciales  de  tales  hechos,  segiin  antes  lo  he 
mos  dicho. 

(N.  del  Autor.) 


BECUEHDOS  «ISTORICX)S.  6Í 

mismo  que,  cuatro  años  antes,  había  hecho  la  gloriosa  cam- 
paña die  Chile  bajo  lias  órdenes  del  conmel  don  Juan  Manuel 
Cabot,  formando  te  •éstrettia  derecha  del  Ejército  de  los  An- 
des aJl  mando  del  general  San  Martin,  obteniendo  el  triunfo 
de  Sálala — en  Coquimbo,  al  toórt^  de  aquella  república,  casi  al 
mismo  tiempo  <|ue  vieneia  «el  gtmeso  de  nuestras  legiones  eti 
Chaeabueo.  Ellos  Iteraban  pendientes  de  «as  nobles  pechos, 
por  aquel  brillante  hechos  de  armas,  la  míAma  colidecoracion 
que  fué  acordada  á  los  qtve  B«  encontraron  en  este  otro. 

E^e  batallón  se  encontraba,  por  lo  demás,  biien  diseipU- 
nadó,  ejercitado  en  toda  dase  de  maniobras,  lujosamente  ves- 
tido y  dotado  de  una  -exielfente  banda  de  música — Su  aire  era 
verdadéraftiente  marcial. 

Su  jefe  principal,  teniente  coronel  don  Juan  Agustín 
Cano. 

Sarjento  mayor,  don  Juan  de  Dios  Jofre  (ambos  de  San 
Juan.) 

Ayxiááttte,  don  Santiago  Albitrracin  (del  mismo  país, 
como  los  demás  que  siguen)  hoy  coronel  de  línea,  retirado- 
de  los  ejércitos  contra  el  Brasil  y  del  general  Paz  en  Córdoba 
— ^y  antes  contra  los  «españoles. 

Capitán  don  N.  Cálderdíi— después,  del  ejército  contra 
el  Brasil. 

Teniente,  don  Bernardo  Navarro;  después,  teniente  co- 
ronel graduado  de  línea  en  el  ejército  del  general  Paz  y  de 
la  división  á  sus  órdenes,  regresahdo  de  la  campaña  contra 
aquiel  Imperio,  muerto  en  combate  canlpal  en  18'W,  contra  las 
fuerzas  de  Rosas  que  invadían  á  Córdoba. 

Teniente  de  artílleria,  mandando  una  pieza,  agregada 
al  espresado  batallón,  don  Nicomedes  Castro,  que  hizo  la 
campaña  del  Brasil  y  las  del  ejército  del  general  Paz  en  el  in- 
terior, de  sargento  mayor  de  caballería  de  línea,  fusilado  por 
el  ¿eneral  Quiroga  en  San  Juan  el  año  de  1831. 

Capitán  don  Carmen  José  Domínguez,  que  sirvió  última- 
mente en  el  empleo  de  coronel  de  ejército  á  las  órdenes  del 
general  Benavides — 'Retirado,  murió  haoe  poco  en  San  Luis — 


tíi  LA  KEVISTA  DE  BUEJNOS  AISEá. 

hermano  del  finado  general  don  Cesáreo  Dominguez. 

Teniente,  don  Juan  de  Dios  Coquino,  llegado  hasta  co- 
ronel de  ejército  á  las  órdenes  del  misano  Benavides;  falleció, 
haoe  poco,  en  San  Juan. 

No  mencionamos  los  demás  oficiales  de  ese  cu«erpo,  por  que 
retirados  de  él  para  emplearse  en  otras  carreras,  no  se  hicie- 
ron espectables,  como  estos,  en  nuestra  historia  militar. 

En  distinto  estado  se  encontraba  la  caballería — Com- 
puesta de  hombres  del  campo,  brazos  indispensables  para  la 
agricultura,  no  había  tiempo,  ni  necesidad  tampoco  de  ins 
tmirlos  en  la  milicia,  agregando,  que  con  la  reciente  derro- 
ta que  sufrieron  en  el  Rio  Cuarto,  perdieron  toda  moral  y 
disciplina — Pero  urgente  y  necesario  era  disponerlos,  como 
quiera  que  fuese,  para  entrar  en  línea  en  la  resistencia 
contra  Carrera,  que  apresuradamente  se  acercaba — Para  eso 
se  habian  hecho  venir  esos  gefes  y  oficiales  de  línea — para 
disciplinarlos,  moralizarlos  y  conducirlos  en  el  dia  del  com- 
bate. Pocos,  muy  pocos  dias  quedaban  para  ocuparse  de  tan 
ardua  y  laboriosa  tarea. 

En  efecto,  por  ese  mismo  tiempo,  ya  Carrera  empren- 
dáa  su  marcha  desde  San  Luis,  indeciso,  al  principio,  en 
cuanto  al  camino  que  debia  tomar,  ó  el  de  ^lendoza  ó  el  de  San 
Juan,  buscando  así  la  ventaja  de  no  dejar  reunir  las  divisio- 
nes de  estas  dos  provincias  y  batirlas  en  detall. 

Entretando,  ^lendoza,  por  su  lado,  habia  conseguido  yá 
reorganizar  su  ejército,  é  iba  muy  luego  á  ponerse  -en  marcha 
al  encuentro  de  los  montoneros,  camino  de  San  Luis.  La 
lamentable  pérdida  que  sufrió  Mendoza,  cayendo  el  general 
Morón  en  el  campo  del  honor,  no  podia  absolutamente  re- 
pararla.— No  contaba  con  un  oficial  de  la  instrucción,  de  la 
•esperiencia,  del  valor,  del  prestigio  y  graduación  de  aquel — 
Habia  que  llenar  est>e  vacio  con  la  persona  que  siquiera  en 
rango  y  simpatías  entre  los  soldados,  fuese  mas  á  propósito 
para  mandarlos. — Las  circunstancias  eran  angustiosas,  — el 
peligro  inmim^nte.  El  gobierno  nombró  para  eso  alto  y  de- 
licado i)uesto,  de  tan  grave  resptmsabilidad,  al  Comandante  de 


HECUERDOS  HISTÓRICOS.  65 

mildcias  de  caballeria^  don  José  Alvino  Gutiérrez. 

Este  ciudadano  honrado  y  laborioso,  d-e  bastante  caudal, 
no  tenia  antecedente  alguno  militar. — ^Aunque  se  l>e  atribuía 
valor  personal,  como  acabó  de  probarlo  años  después,  mu- 
riendo al  frente  de  las  fuerzas  mendocinas  que  defendían 
la  frontera  sud  de  aqu>ella  provincia,  contra  una  formida-^ 
ble  invasión  de  los  indios  salvajes,  no  poseia  conocimiento 
alguno  en  el  orden  militar,  ni  menos  tenia  talientos,  ni  je- 
nio  para  mandar  en  g^fe — De  opinión  en  las  masas,  por  sus 
costumbres  sencillas,  por  los  muchos  brazos  que  empleaba 
en  sus  vastos  terrenos  cultivados  y  otras  industrias  y  que  pa- 
gaba bien — no  era  estraño  que  estos  proletarios  y  muchos  de 
sus  íntimos  amigos,  que  como  jefes  unos  y  oficiales  subalter- 
nos otros,  pertenecientes  al  ejército,  lo  aclamasen.  Después 
fué  gobernador  de  IMendoza,  cayendo  del  puesto  á  los  pocos 
días  de  subir  á  él,  por  medio  de  una  revolución — ^28  de  junio 
de  1824 — ^recibiendo,  en  el  acto  de  querer  sofocar  esta,  solo, 
á  caballo,  una  herida  de  bala  en  un  brazo. — Pero  nos  adelan- 
tamos á  la  época  en  que  tuvieron  lugar  esos  sucesos. 

Afortunadamente  tenia  Mendoza  en  el  tiempo  que  Car- 
rera invadía  Cuyo,  oficiales  de  mérito,  que  habian  servido  con 
honor  y  reputación  en  el  ejército  de  los  Andes  y  que  se  habian 
retirado  de  este,  al  emprender  la  espedicion  al  Perú,  al  lado 
de  sus  esposas  é  hijos  en  dicha  ciudad.  Hemos  hecho  antes 
mención  de  leJlos,  i>ero  tócanos  ahora  relatar  los  importantes 
servicios  que  prestaron  al  país  en  la  campaña  de  que  estamos 
ocupándonos.  Lo  notará  el  lector,  á  medida  que  avancemos 
en  la  narraeion  de  los  sucesos  á  ella  pertenecientes. 

Mientras  esto  pasaba  en  Mendoza,  activábase  igualmente 
en  San  Juan  la  organizacdon  y  disciplina  de  sus  milicias,  bajo 
la  dirección  de  aquellos  jefes  y  oficiales  que  ya  hemos  nom- 
brado, pertemecientes  al  disuelto  ejército  del  genera]  Belgrano, 
muerto  de  pesadumbre  el  año  anterior  en  Buenos  Aires. 

Dados  ellos  á  reconocer  en  sus  puestos  por  el  go])iern<> 
de  aquella  provincia  como  militares  de  táctica  y  esperimen- 


66  L.A  KBVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

tados  en  la  guerra  regular,  con  tropas  de  lincea,  tarea  fácil  I«s 
fué,  desempeñar  en  pocos  dias  su  cometido. 

£1  coronel  Urdininea,  nombrado  comandante  general 
del  ejército  sanjuanino,  procedió  inmediatamente  á  ejercer 
su  empleo  con  la  contracción,  rapidez,  intelijencia  y  tacto^ 
propios  de  su  carácter  distcjiguidamente  militar — El  dia 
que  se  presentó  á  la  plaza  para  ser  reconocido  por  los  cuer- 
pos que  en  ella  estaban  formados,  vestía  el  uniforme  este — 
pantalón  blanco  ajustado  de  casimir,  bota^  granadera,  casaca 
larga  de  paño  azul  con  vueltas,  cuello  y  bocamangas  punzón 
gorra  de  la  misma  tela  y  aquel  color,  con  ancho  galón  de 
oro,  redonda  y  caida  á  un  lado,  como  la  usaban  en  el  ejército 
Ausiliar  del  Perú  y  <eííi)ada  al  cinto.  Salió  á  pié  de  la  casa  en 
que  alojaba,  á  media  cuadra  de  la  plaza,  sin  ningún  séquito — 
Viviamos  nosotros  en  la  misma  casa,  de  que  era  dueño  un 
pariente  nuestro.  El  comandante  general  Urdinánea  nos 
invátó  á  seguirle  al  acto  que  iba  á  tener  lugar — Así  lo  hicimos 
— Al  aproximarse,  se  le  batia  marcha  y  llegado  al  frente  de 
la  línea  deeíembainó  su  espada  y  poniéndola  en  alto,  dirijió. 
después  de  comunicada  la  orden  del  dia  para  su  reconoci- 
miento, una  proclama  ardorosa  y  patriótica:  la  elocuencia 
militar  resaltaba  en  ella — vivas  entusiastas  de  todos  los  cuer- 
pos se  confundieron  con  sus  últimas  palabras — En  seguida 
mandó  retirar  á  estos  á  sus  respectivos  cuarteles. 

Pocos  dias  después  el  comandante  general  Urdininea^ 
organizó  el  Estado  Mayor  general,  como  sigue:  ,. 

Gefe  de  este,  al  teniente  coronel  Berdcja. 

Del  detall,  al  sarjento  mayor  graduado  Zelada. 

Oficiales  y  ayudantes  del  estado  mayor,  los  capitanes  Da 
za,  del  Carril  (don  Andrés)  y  algunos  mas  de  las  milicias  del 
pais. 

Los  ayudantes  de  campo  del  comandante  general,  lo 
eran  el  oficial  de  milicias  de  caballería  don  Anselmo  Rojo  (hoy 
general  de  la  nación  )  «el  Ajnidante  Mayor  del  bataJlon  cívico 
don  Santiago  Albarracin  (hoy  coronel  de  ejército)  el  amoldan- 
te del  ejército  del  Perú  don  Manuel  Rodríguez,  y  el  tendente 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  67 

del  iniísnio,  Aviles,  y  algunos  otros  como  oficiales  de  ordenanza. 

Daremos  an  lijero  boseto  del  general  Urdininea — Su 
estatura  regular,  delgado  mas  bien  que  grueso,  de  rostro 
pálido — ^moreno,  del  señalado  tipo  peruano,  ojos  pequeños, 
redondos,  vivos,  brillantes,  revelando  sagacidad  y  mucha  pe- 
netración, que  eran  las  cualidades  mas  salientes  de  su 
persona  moral  — poca  barba  —  continente  marcial,  agregán- 
dose á  eso,  maneras  cultas,  trato  fino  y  agradable,  princi- 
palmente con  las  damas,  no  obstante  frecuentar  poco  los 
estrados — En  cuanto  á  lo  moral,  ya  hemos  dicho  que  era  sa- 
gaz y  de  mucha  penetración — Reunda  á  esto  un  carácter  re- 
servado en  lo  pertenteciente  á  los  negocios  confiados  á  su  di- 
rección, ya  politieos  ó  militares — disimulado — ^y  ya  puede 
presumirse  que,  bajo  la  influencia  de  estos  dos  elementos, 
seria  inclinado,  arrastrado,  sin  poderlo  remediar,  á  jugar  la 
diplomacia,  el  cubilete  en  los  negocios  públicos,  sin  embargo 
de  carecer  de  avanzada  habilidad  en  ello — Era  valiente  y 
buen  ordenador  como  militar — Por  lo  diemas,  fué  siempre 
oficial  de  órd<en,  sin  aquella  ambición  que  para  llegar  á  sus 
fines  rompe  toda  valla. — En  sus  últimos  dias,  alcanzando  mu- 
cha edad,  ha  pasado  casi  oscurecido  y  olvidado. 

Fué  d>estinfido  al  mando  en  gefe  die  la  caballería,  el  Sar- 
gento Mayor  del  mismo  ejército  del  Perú  don  Ignacio  Men- 
dieta  con  los  demás  oficiales  subalternos  venidos  con  él  de 
Córdoba. 

XI. 

A  principios  de  agosto,  moviase  Carreras  de  San  Luis 
incierto  del  rumbo  fijo  que  debía  tomar  para  evitar  encon- 
trarse con  los  dos  ejércitos  reunidos  de  San  Juan  y  Mendoza, 
en  su  empresa  de  pasar  á  Chile.  Buscaba,  sinembargo,  con 
tal  motivo,  la  vía  mas  central,  la  distancia  media  entre  esos 
dos  pueblos,  en  el  propósito  de  llegar,  sin  ser  sentido,  al  bo- 
quete mas  próximo,  en  esa  dirección,  de  la  Cordillera,  aún 
cerrada  y  avanzar  para  pasarla  á  todo  trance.  ' 

Al  mismo  tiempo,  y  con  las  noticias  comunicadas  al 


6B  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIREí:^. 

Gteneral  <en  Gefe  del  ejército  de  Mendoza  por  sus  bomberos, 
de  la  marcha  que  se^ia  aquel  caudillo,  emprendió  la  suya 
desde  el  Retamo,  12  leguas  al  Este  de  la  ciudad,  donde  tenia 
su  Cuartel  General,  para  salirle  á  vanguardia  ó  por  el  flan- 
co y  batirlo  con  arreglo  á  las  instrucciones  que  se  le  habian 
comunicado  por  el  señor  Comandante  General  de  Armas 
don  Pedro  Regalado  de  la  Plaza,  Coronel  retirado  de  Arti- 
llería de  los  Andes,  haciendo  avanzar  una  vanguardia  de 
300  hombres,  al  mando  de  su  Comandante  don  Manuel  01a- 
zabal,  Capitán  retirado  de  Granaderos  á  caballo,  con  el  ob- 
jeto de  reconocer  y  atacar  varias  partidas  del  enemigo  que, 
según  noticias  de  los  bomberos,  que  hemos  dicho,  recojian  las 
caballadas  y  asolaban  nuestro  i  terrdtorioí  en  Corocorto.  (1) 

El  movimiento  de  las  tropas»  mendocinas  sobre  Carre- 
ras, fué  comunicado  en  el  acto  por  el  Gobierno  de  ^lendoza 
.']  de  San  Juan  para  que  su  división  al  mando  del  Coronel 
Urdininea,  emprendiese  sus  marchas  en  combinación. 

m  20  de  agosto  recibió  el  General  Gutiérrez  los  pri- 
meros partes  de  su  vanguardia,  en  los  que  f?e  le  decía,  que  el 
enemigo  cargaba  con  todas  sus  fuerzas.  En  el  momento  el 
General  Gutiérrez  movió  su  campo  con  el  objeto  de  protejer 
aquella  y  reuní rsele  en  las  C ai  Has.  Y  en  consideración  á  las 
dificultades  que  of recia  el  terreno  mismo  para  mantenerse 
én  esa  posición,  dispuso  replegarse  al  punto  del  Retamo  que 
a'iababa  de  dejar. 

Noticias  posteriores  le  aseguraban,  que  el  enemigo  k 
su  vez,  habííise  retirado  hacia  la  Be  presa,  jurisdicción  de  la 
Provincia  de  San  Luis  y  movídose  desde  aUí  rápidamente 
para  las  Lagunar  áe  Guanacache,  rumbo  á  San  Juan. 

Este  ñié  el  momento  de  resolver  sobre  el  movimiento 
decisivo  del  ejercito  de  Mendoza.  Acordóse,  en  efecto,  y  es- 
te se  puso  en  marcha  a  la  una  de  la  tarde  del  dia  27  de  agos* 

1.  En  la  narración  de  la<*  operaciones  de  este  ejército,  tenemos 
á  la  vista  el  parte  oficial  que  pa?ó  su  (?  en  eral  en  <iefe  el  3  de  setiem- 
bre siguiente  al  Gobierno  de  Mendoza  y  apuntaciones  obtenidas  d» 
j^ersonjifl  que  tuvieron  parte  en  eJlas. 

(N.  del  A.) 


BECUEBDOa  HISTOBIOOa  Í9l 

to,  cortando  el  campo  al  través  hacia  Jocolí,  diez  leguas  de 
la  ciudad  d>e  ]Miendoza  al  Nord-Este.  Entre  tanto,  noticias 
sucesivas  recibáa  el  General  ten  Qefe,  que  le  aseguraban,  á  no 
dejarle  duda,  que  «ed  ememigo  se  dirijia  sobre  San  Juan.  Eu- 
tonces  forzó  sus  marchas  de  dia  y  de  nochíe  para  darle  alcance, 
cuidando  mucho  de  mantener  intacta  la  caballada  de  ix^puesto, 
en  la  quie  el  general  fiaba  el  éxito  feliz  de  la  campaña. 

Mientras  tanto,  iguales  avisos  recibía  al  Qobierno  de 

* 

San  Juan  de  la  marcha  directa  hacia  su  capital  que  llevaba 
Carrera,  y  en  consecuencia,  ordenó  al  Comandante  General 
Urdininea  saliese  inmediatamente  á  su  encuentro,  lo  que  ve- 
rificó. 

El  31  de  agosto,  al  amanecer,  llegado  el  ejército  de  Men- 
doza cerca  de  la  Punta  del  Médano,  como  de  14  á  15  leguas  al 
Sud  de  la  ciudad  die  San  Juan,  descubrió  un  cordón  die  fuegos 
en  orden,  que  luego  se  apercibió  ser  del  campo  enemigo. 

En  el  acto  el  General  en  Gefe  ordenó  que  el  ejército 
montase  inmediatamente  los  caballos  de  reserva,  y  hecho  esto, 
86  continuó  la  marcha  hacia  la  Punta  del  Médano.  A  las 
nueve  tuvo  aviso  por  una  de  nuestras  guerrillas,  que  el  ene- 
migo se  aproximaba  á  salimos  al  encuentro,  disponiéndose 
á  aceptar  la  batalla  á  que  se  le  provocaba.  En  consecuencia, 
el  Comandante  General  Gutiérrez  mandó  formar  la  línea  para 
esperarlo,  cuya  operación,  apenas  terminada,  el  enemigo  es- 
taba ya  sobre  nosotros. 

Se  dieron  las  órdenes  correspondientes  á  nuestra  ala  iz- 
quierda, sobre  la  cual  parecia  que  aquel  flanqueándola  que- 
ría dirijir  sus  primeras  operaciones,  envolver  al  mismo  tiem- 
po nuestros  tiradores;  á  los  que,  desde  luego,  se  mandó  reple- 
i.r  en  dispersión  á  la  linea. 

El  ejército  de  Mendoza  fué  formado  en  esa  situación, 
como  sigue: 

El  ala  derecha,  compuesta  de  cien  hombres  de  caballe- 
ría, á  las  órdenes  del  Comandante  de  vanguardia  don  Ma- 
nuíel  Olazabal,  quien  ya  se  habia  incorporado  al  ejército. 
La  izquierda,  de  igual  manera  á  las  órdenes  inmediatas  del 


•  70  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Comandante  don  Victorino  Corvalan.  El  centro,  cubriendo 
la  infantería  con  doscientos  cincuenta  hombres,  al  mando 
del  Sarg^ento  Mayor  don  Jorg«  Velazeo,  la  que  se  hallaba 
oeu'lta  "poT  un  fila  de  cabajlería  para  que  no  fúmese  vista  por 
el  enemigo.  (1).  La  reserva  constaba  de  cien  hombres  al 
mando  del  Sargento  Mayor  don  Pedro  Advíncula  Moyano. 
Los  tiradores  flanqueadores  de  la  derecha,  que  eran  treinta, 
á  las  órden4»s  del  Capitán  don  José  Antonio  Becerra,  (de  San 
Luis.)  Los  de  la  izquierda,  igual  número,  mandados  por  el 
Subteniente  don  Julián  Olivera,  y  por  el  frente  sesenta  tira- 
dores, bajo  las  órd-enes  del  Alférez  don  Andrés  Marzola,  re- 
servando treinta  honibrt»s  para  custodia  de  los  bagajes.  Así 
fué  formada  la  línea  de  batalla  de  nu-t^tro  ejército,  sobre  la 
cual  asistia  y  vijilaba  constantemente  el  Mayor  del  Detall  don 
Agustín  Bardel,  francés  de  nación,  antiguo  oficial  del  ejército 
auxiliar  del  Perú,  retirado  después  de  la  revolución  de  Arequi- 
to,  casado  en  Mendoza.  Desempeñó  -en  esíi  vez  su  comisión 
con  el  mejor  acierto  y  valentía,  como  lo  habia  hecho  muchas 
veces  en  otras  que  tuvo  á  su  cargo  en  aquel  «ejército. 

Ed  primer  movimiento  de  ataque  de  los  montoneros  so- 
bre nuestra  línea,  fué  en  el  propósito  de  flanquear  la  -estre- 
ma  izquierda.  Entonces,  la  fila  de  caballería  que  cubría  la 
infantería,  desfiló  con  rapidez  por  ambos  flancos,  dejando  á 
esta  en  actitud  de  romper  sus  fuegos  contra  el  enemigo  que 
cargal)a,  lo  que  verificó,  en  efecto,  con  gran  ventaja,  escar- 
mentándolo V  haciéndolo  retroceder  inm-ed i at amenté.  En 
ese  momento  cargó  nue^stra  ala  izquierda  y  sus  tiradores, 
habiendo  sido  esta  reforzada  por  dos  pelotones  de  la  dere- 
cha, que  marcharon  á  incorporarse  por  retaguardia,  acu- 
chillando al  enemigo  con  denuedo  y  serenidad  por  espacio 
de  di'CZ  cuadras,  siguiéndola  todo  nuestro  ejército  en  línea 
hasta  esa  misma  distancia,  en  donde  hizo  alto,  mandándose 
dar  por  el  General  en  Gefe  la  señal  de  reunión. 

Pero,  rehecho  el  enemigo,  acometió  de  nuevo  con  mas  ví- 

1.     Plan    sujerido    por    el    mismo    Sargento    Mavor    Velazeo.     N. 
del  A. 


RECUEBDOS  HIST0K1C08.  71 

gor  y  mayor  número  de  fuerza,  cuya  segunda  carga  fué  espe- 
rada por  las  nuestras  á  pdé  firme  y  con  un  valor  admirable,  de- 
jándolo aproximarse  hasta  menos  de  una  cuadra  d<e  distancia, 
volviendo  en  ese  momento  nuestra  infantería  á  hacerle  una  ce- 
rrada descarga,  al  mismo  tiempo  que  secundaban  ese  fuego 
nuestros  tiradores  de  caballería  de  la  izquierda  y  de  la  derecha. 

Entonces  el  re^to  de  nuestros  e^uadrimes  lanzóse  sobre 
los  montoneros  aabJeándolos,  causándoles  gran  mortandad, 
tomándoles  muchos  prisioneros  y  dejándoles  en  el  campo 
muchos  heridos.  La  derrota  de  Carrera  fué,  desde  <ese  instan- 
te, completa.  Seguida  la  persecución  por  algunas  cuadras, 
se  mandó  tocar  reunión  á  nuestro  ejército,  la  que  verificó  en 
el  mayor  orden. 

En  la  tercera  carga  que  el  enemigo  figuró  querer  hacer 
sobre  nuestra  izquierda  y  derecha,  se  destacaron  partidas  da 
ambos  flancos  de  nuestra  línea,  en  la  creencia  el  general  en 
jefe  que  se  le  tenia  preparatla  alguna  emboscada  tras  de  los 
médanos  inmediatos,  lo  que  resultó  falso,  segpn  la  declara- 
ción de  un  pasado,  prestada  en  el  acto,  asegurando  que  Carre- 
ra se  encontraba  inerme,  figurando  con  mujeres  en  línea  su 
reserva — Cargada  esta,  fué,  como  era  de  esperarse,  por  lo  dé- 
bil de  su  composición,  completamente  dispersa. 

Hé  aquí  eJ  resultado  en  <letall  de  esa  memorable  jorna- 
da que  libertó  á  ('uyo  die  ser  desolada  por  las  desmoralizadas 
hordas  del  caudillo  José  Miguel  ('arrera,  ateniéndonos  al 
parte  oficial  del  comandante  general  en  jefe  del  ejército  ven- 
cedor. Coronel  don  José  Alvino  Gutiérrez,  al  gobernador  d« 
^lendoza  don  Tomás  Goíloy  Cruz  el  8  de  setiembre  siguiente. 

Muertos  en  el  campo  de  batalla  al  enemigo,  ciento  sesenta 
y  nueve. 

En  la  persecución  que  le  hizo  el  comandante  Olazabal, 
treinta. 

En  la  del  sargento  mayor  D.  Ramón  Aycardo,  cuatro. 

Oficiales  muertos  en  el  campo  de  batalla,  cuatro. 

Prisioneros  que  existen  en  Mendoza,  ciento  cincuenta  y 
siete. 


72  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRE3. 

Montoneros  presentados,  oehenta, 

Prisionero,  el  general  D.  José  Miíguel  Carrera. 

Su  segundo  -el  coronel  D.  José  María  Benavente. 

Los  d)e  igual  claae  D.  Felipe  Alvarez  y;  D.  José  Manuel 
Alias. 

Seis  capitanes,  seis  teni»entes  y  cuatro  alfereoes. 

Hechos  prisioneros  en  el  campo  de  batalla,  «el  sargento  ma- 
yor y  gobernador  de  San  Luis,  nombrado  por  Camera,  D.  José 
Gregorio  Jiménez — tres  tenientes — dos  sub-teni*entes. 

Todo  su  armamento,  municiones,  bagaj-es,  cuatrocientos 
ammalies,  entre  muías  y  caballos  y  sesenta  mujeres. 

El  general  en  jefe,  al  fin  de  su  parte,  recomienda  al  go- 
bierno de  Mendoza  á  los  jefes,  oficiales  y  tropa,  por  la  bravura 
y  disciplina  con  que  se  hablan  comportado  en  ese- tan  glorioso 
hecho  de  armas. 

La  fuerza  que  Carrera  presentó  en  línea  contra  el  ejérci- 
to mendozino  en  la  batalla  de  la  Punta  del  Médano  el  31  de 
Agosto  de  1821,  constaba  de  quinientos  hombres  armados, 
fuera  de  mujeres  y  chusma. 

El  dda  anterior  en  que  el  comandante  general  Gutiérrez 
pasó  el  parte  de  la  batalla  de  la  Punta  del  Médano,  es  decir, 
el  2  de  setiembre,  dirijió  al  gobierno  de  San  Juan  el  despacho 
siguiente : 

*'En  este  momento  acabo  de  recibir  la  plausible  noticia 
que  me  comunican  el  Sr.  Gobernador  y  el  Sr.  Comandante 
General  de  Armas  de  Mendoza,  de  tener  en  su  poder  al  céle- 
bre coronel  D.  José  Maria  Benavente,  al  teniente  O.  Rosauro 
Fuentes  y  un  cabo,  todos  de  Carrera.  Estos  dos  últimos  condu- 
cian  un  pliego  de  D.  Manuel  Arias,  en  que  noticiaba  que  el 
Fuentes  y  otro  oficial  de  Carrera,  desengañados  de  las  tramas 
inicuas  de  este  último,  le  habían  hecho  revolución  en  los  Cha- 
ñaritos  (1)  y  apresado  á  dicho  Carrera  con  todos  sus  oficia- 
les, por  medio  de  la  tropa — que  Arias  vá  á  entregar  la  tropa 
y  solo  pide  indulto  de  su  vida  y  de  la  de  algunos  oficiales  qiíe 

1.    Fué   en   el   **Chañar^',   estancia  y  posta   de  Mendoza  4    IS 
lególas  al  norte. 


BECUERDOS  HISTÓRICOS.  73 

concurrieron  á  la  revolución — que  el  señor  gob«ernador  reci- 
bió un  parte  del  comandante  de  Jocoli  (2),  en  que  avisaba 
haberse  recibido  de  Carrera  y  Itevarlo  «scoltado — que  la  fuerza 
rendida  es  de  ciento  y  tantos  hombres  y  que  solo  habian  esca- 
pado Aldao  (3),  Anzopena  y  Urra  (4)  para  la  sierra.*' 

**   Tengo  «1  honor  d«e  comunicarlo  á  V.  S.  y  felicitarlo 
por  un  incidiente  que  augura  la  tranquiiidad  pública.   ' ' 

-**    **  Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  Años — ^Punta  de  las  La- 
gunas, setiembre  2  de  1821.  " 

José  Alvino  Gutiérrez. 


'  *  Señor  Gobernador  Intendente  de  San  Juan. 


97 


(Continuará.) 

DAMIÁN  HUDSON. 


2.  Eetaneia  y  posta  de  Mendoza  &  diez  legfuas  al  norte  de  sa 
capital. 

3.  Don  Fran<;ieco,  antiguo  oficial  del  ejército  de  los  Andes 
(hermano  del  i^eneral  y  gobernador,  después,  de  Mendoza,  del  mismo 
ejército,  don  José  Félix,  fraile  dominico,  antes  capellán  de  grana- 
deros á  ic&ballo)  -mendoliuo,  pariente  del  Anzorena  que  se  menciona 
en  el  texto. 

4.  Capitán  Urra,  chileno,  prisionero  por  las .  fuerzas  de  San 
Juan  7  fusilado  allí.  (Notas  del  Autor.) 


LITERATURA 


heroínas  y  patriotas  americanas. 


LA   líJ'^TRK  <  íií^JMIilAXA. 

ANXONIA  SANXOS. 

NAkKAí  ios  i)K  ^r  nx  thaji»  o.  rnvj  edida  de  uxa 


Itifrodin  vlon. 

Naí'ííla  para  esfH'riiiu*ntar  y  í-n<rernlrar  tolos  los  senti- 
iriicntoM  tííTDfw,  totlas  las  af«M'ci«»nes  diilres.  la  niueer  es  la 
obra  ifiaí*>tra  dif  la  natu raheza.  Su  influjo  sobre  el  hombre 
obra  poílerosíi mente  eomuni(án<Íolp  la  dulzura,  la  afabilidad 
y  las  (b'mas  eualidades  en  que  solo  ti^^ne  parte  el  eorazon,  y 
que  entrando  á  eonstituir  el  carácter,  en«r»»ndran  en  el  hom- 
bre los  mismos  sentijnientos  que  ella  posee  incuestionable- 
mí*n1c  en  un  grado  sup.^rior.  Las  pasiom^  mas  violentas 
tienen  a>íií'nto  en  el  coray.on  de  la  muger.  Ejemplos  de  amor 
maternal,  filial  ó  fratírnal  los  tenemos  con  bastante  frecuen- 
cia aun  entre  los  salvajes;  pero  el  amor  patrio,  tan  sublime, 
tan  magníinimo  y  t^n  heroico  como  el  de  la  Americana  en  la 
/•poca  de  la  independcnc  ia.  no  es  muy  común. 

La  historia  anticua  nos  suministra  el  ejemplo  de  patrio- 
tismo en  la  joven  y  linda  Judit,  viuda  del  opulento  Miañases, 
qu(»  esfmnicndo  su  vida,  se  introduce  en  el  campo  de  Holofer- 
n<*s,  f;^»neral  del  célel)re  rey  asirio,  Nabucodonosor,  que  sitia- 
ba la  ciudad  de  Retiüia,  y  cortándole  la  cab'cza,  corre  á  pre- 
Hcntarla.  como  trofeo,  á  sus  compañeros  de  cautiverio.  Y 
díí  este  modo  la  heroina  hebrea  salva  del  saqueo  y  d^üello 


heroínas  y  PATRIOTAS  AMERICANAS.  75 

á  SU  patnia  próxima  á  caer  en  poder  de  un  enemigo  tan  bár- 
baro como  cruel. 

Durante  el  cautiverio  de  Babilonia,  otra  virtuosa  heroí- 
na, la  reina  Est)er  osa  infringir  una  ley  qiie  declaraba  inacce- 
sible, sin  especial  permiso,  á  la  persona  del  rey,  so  pena  de 
muerte,  y  así  salva  á  Mardoqueo,  su  tio,  y  á  todo  su  pueblo, 
próximo  á  perecer,  en  virtud  de  circulares  ya  espedidas,  en 
las  120  provincias  ó  gobiernos,  para  satisfacer  el  orgullo  in- 
moderado de  Aman  el  Amalecita,  ministro  y  favorito  del  rey 
Asu'ero.  (Se  cree  ser  este  el  mismo  Darío,  hijo  de  Ilistaspe 
ó  Artagerges  Largamano.  (1) 

La  historia  de  la  edad  media  no  es  menor  abundante 
en  e.iem])lo6  do  heroicidad  femenina.  Uno  de  ellos,  la  céle- 
bre heroína  Juana  de  Are,  la  Doncella  de  Orleans,  cuya  his- 
toria es  demasiado  conocida,  para  que  nos  detengamos  en  re- 
ferir sus  actos  (k*  virtud  piedad  y  valor.  (2). 

Juana  Ilenriquez,  reina  de  Navarra  y  de  Aragón  desple- 
gó actividad  y  firmeza  disputando  la  Cataluña  al  duque  de 
Lorena. 

Juana  de  Penthievre,  preso  su  marido  el  conde  Carlos  de 
Blois,  sostuvo  con  valor  sus  derechos  contra  la  condesa  de 
Monfort. 

En  los  tiempos  modernos,  la  Europa  no  nos  presenta 

1.  Se  Ip  lla-T/aba  así  porque  tenia  la  mano  derecha  más  lar^a  que 
la  otra. 

2.  Juana  íle  Are  dio  motivo  para  una  infinidad  de  escritos.  F*! 
mas  completo  es  el  que  lleva  por  titulo:  **Trst/)ria  de  Juana  de  Xrc^ 
etc.,"  por  M.  Lebrun  des  (.'harniettes, — París,  1817,  4  tomos,  en  8. — 
También  se  han  escrito  tragredias,  eleí^ias,  poen.as,  etc.,  por  Schi- 
ller,  Soumet,  Casimiro  Delavi^me,  Southey,  Ozaneaux  y  hasta  Vol- 
taire  en  estilo  burlesco  é  inmoral.  El  :iiwestro  Verdi  también  coirn- 
pnso  una  6pera  con  el  título  '*Oiovanna  d'Arco,  que  fué  representa- 
da, en  París,  en  esf*  año  (18()8),  por  primera  vez.  Kl  arírument^ 
de  esta  ópera  de  Ver;l:  no  fué  inspirado,  por  ol  poeta  italiano  ¿bolera, 
en  la  historia  verdadera  de  la  heroína,  sino  en  la  leyenda  de  Schi- 
Uer.  Sobre  el  éxito  de  esta  6p«ra,  en  París,  recomendamos  la  lectu- 
ra de  **la  Revista  de  Paris"  ])or  el  señor  Ubarrieta  en  el  núm.  08 
de  "El  Mercantil  del  Plata '\  de  Montevideo,  de  27  de  junio  del 
corriente  año. 

(Nota. — Este  número  de  **La  Revista  de  Buenos  Aires'',  si  bien 
corresponde  al  mes  de  mayo,  no  vio  la  luz  sino  en  julio.) 


70  LA  REVISTA  DE  BUENOS  Al  BES    * 

muchos  casos  que  recordemos,  si  esoeptuamos  «1  de  la  célebre 
náña  de  15  años  de  edad,  Raquel  Hatchwell,  mártir  de  la  fero- 
cidad del  fanatismo  mahometano  en  Tángier — Berbería— y  cu- 
ya historia  existe  escrita,  en  1835,  por  el  duque  de  Rivas,  que 
conociendo  la  magnanimidad  y  coraj»e  de  «sa  víctima  dse  la  bar- 
barie morisca  y  previendo  un  fin  trágico,  costeó  algunas  per- 
sonas, para  que  no  la  perdiesen  de  vista  un  momento. 

En  efecto  tanto  conmovió  á  la  sociedad  europea  la  rela- 
ción que  el  ref«efrido  duque  de  Rivas  hacia  de  laa|  crueldades 
egercidas  con  esa  heroina,  que  la  Inglaterra  y  la  Francia  se 
vieron  en  el  caso  d«e  pedir  esplicaciones  y  exigir  garantías  por 
la  seguridad  d-e  los  habitantes  de  aquel  imperio,  fuesen  ó  no 
«úbditos. 

República  Argentina. 

Doña  Manuela  Pedraza,  mas  conocida  por  la  Tucumanay 
se  distinguió  durante  la  gu»erra  con  los  ingleses,  (1807)  lan- 
zándose en  medio  de  la  refriega  al  campo  de  batalla,  por 
cuyo  valor  y  serenidad  fué  declarada  heroina  y  condecorada 
con  un  grado  militar. 

Durante  la  guierra  d-e  la  independencia,  el  entusiasmo  por 
la  patria  fué  mayor.  Matronas  hubo  que  presentaron  sua 
alhajas,  hijos  y  esposos,  animándolos  á  defender  su  país. 

Distinguiéronse  en  1810  las  señoras  doña  Tomasa  de  la 
Quintana,  doña  Carmen  Quintanilla  de  Alvear,  doña  Reme- 
dios de  Escalada,  doña  Angela  Castelli  de  Igarzabal,  doña 
Nieves  de  Escalada,  doña  Magdalena  Castro,  doña  Maria  de  la 
Quintana,  doña  Maria  de  la  Encarnación  Andonaegui.  doña 
Maria  Eugenia  de  Escalada,  doña  Isabel  Calvimonte  de  Agre- 
lo,  dt)ña  Petrona  Cordero,  doña  Maria  Sánchez  de  Thompson^ 
después  de  Mandeville,  doña  Ramona  Esquivel  y  Aldao  y  do- 
da  Rufina  de  Ortega  que  solicitaron  del  gobierno  se  grabase 
sus  nombres  en  las  armas  que  debian  servir  á  los  patriotas.  Y 
como  un  rasgo  de  sublime  patriotismo  consignaron  su  deseo 
en  un  documento  público  en  los  términos  siguientes: — 

'*Exmo.  Señor. — 

'*La  causa  de  la  humanidad,  con  que  está  tan  íntimamen- 


heroínas  y  patriotas  americanas.  77 

te  enlazada  la  gloria  de  la  patria  y  la  felicidad  de  las  genera- 
ciones, d«ebe  forzosamente  interesar,  con  una  "vtelieraencia 
apasionada,  á  las  madres,  hijas  y  esposas  que  suscriben.  Des- 
tinadas por  la  naturaleza  y  por  las  leyes  á  llevar  una  vida 
retirada  y  sedentaria  no  pueden  desplegar  su  patriotismo 
con  el  emplendor  que  los  héroes  en  el  campo  de  batalla.  Sa- 
hen  apreciar  b:«en  el  honor  de  su  sexo,  á  quien  confia  la  so- 
ciedad el  alimento  y  educación  de  sus  gefes  y  majdstrados,  la 
economía  y  el  orden  doméstico,  base  eterna  de  la  prosperidad 
pública;  pero  tan  dulces  y  sublimes  encargos  los  consuelan 
apenas  en  el  sentimiento  de  no  poder  contar  sus  nombres  en- 
tre los  defensores  de  la  libertad  patria.  En  la  actividad  de 
sus  deseos  han  encontrado  un  recurso,  que,  siendo  análogo  á  su 
constitución,  desahoga  de  algún  modo  su  patriotismo. 

**Las  suscritas  tienen  el  honor  de  presentar  á  V.  E.  la 
suma  de  pesos  que  destinan  al  pago  de  fusiles,  y  que  podrá 
ayudar  al  Estado  en  la  erogación  que  va  á  Kacer  por  el  ar- 
mamento que  acaba  de  arribar  felizmente  (1),  ellas  la  sus- 
traen gustosamente  á  las  pequeñas  pero  sensibles  necesida- 
des de  su  sexo,  por  consagrarla  á  un  objeto  el  mas  grande 
que  la  patria  conoce  en  las  presentes  circunstancias.  Cuan- 
do el  alborozo  público  lleve  hasta  el  seno  de  sus  familias  la 
nueva  de  una  victoria;  podrán  decir  en  la  exaltación  de  su 
entusiasmo:  Yo  armé  el  brazo  de  ese  valiente  que  aseguró  su 
gloria  y  nuestra  libertad.'' 

''Dominadas  de  esta  ambición  honrosa,  suplican  las  sus- 
critas á  V.  E.  se  sirva  mandar  se  graben  sus  nombres  en 
les  fusiles  que  costean.  Si  el  amor  de  la  patria  deja  algún 
vacio  en  el  corazón  de  los  guerreros,  la  consideración  al  se- 
xo será  un  nuevo  estímulo  que  les  obligue  á  sostener  en  su 
arma  uña  prenda  del  afecto  de  sus  compatriotas,  cuyo  honor 
y  libertad  defienden.  Entonces  tendrán  un  derecho  para 
reconvendr  al  cobarde  que  con  las  armas  abandonó  su  ñora- 

T.  Acababa  de  llegar  de  los  Estados  Fnidos  wn  armamento  ea- 
cargado  secretamente  por  el  gobierno,  cuyo  importe  no  podía  este 
cortear. 


78  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AlTiE.5. 

bre  en  el  campo  enemigo ;  y  coronarán  con  sus  manos  al  joven 
que,  pret^entando  en  <íUa8  el  instrumento  de  la  victoria,  dé 
una  prueba  de  su  gloriosa  valentía. 

**Las  suscritas  esperan  que  aoeptando  V.  E.  este  pe- 
queño  donativo,  se  servirá  aprobar  su  solicitud  como* un  tes- 
timonio d'e  su  decádido  interés  por  la  felicidad  de  la  patria^ 
Buenos  Aires,  mayo  30  de  1812."  (1) 

Superfino  es  decir  que  -ese  generoso  y  patriótico  donati- 
vo fué  admitido  por  el  gobierno  con  las  mas  espresivas  gracias. 

Pasando  •ed  ejército  del  general  Bakarcie  por  Córdoba^ 
una  viuda,  dueña  de  una  poeta,  se  Je  presentó  ofreciendo  al 
general  un  número  de  caballos  para  el  servicio  d-e  la  patria. 
El  general,  que  consideró  ese  acto  de  desprendimi-ento,  sa- 
crificio demasiado  grande  para  quien  no  poseia  otra  cosa,  le- 
dio  las  gracias  ordenando  se  abonase  su  valor.  ''Pues  bien, 
replicó  ella,  ya  que  V.  S.  no  los  necesita  por  ahora,  consi- 
dérelos siempre  como  propiedad  pública:  disponga  de  ello* 
cuando  la  salud  del  país  lo  exija;  yo  los  cuidaré  mucho  con 
ese  objeto.  Llévelos  V.  S.  hastli  donde  guste;  pero  le  ruego 
que  no  me  confunda  con  la  gente  mercenaria,  y  no  me  agra- 
vde  ofreciéndome  dinero.''  El  general  Balcarce,  asombrado 
cada  vez  mas,  le  hizo  algunas  reflexiones  aoerca  de  sus  deberes, 
como  madre  de  familia  que  era.  **No,  repuso  ella,  mis  bie- 
nes, mis  hijos,  mi  persona,  todo  pertenece  á  la  patria:  todo  lo- 
delK)  á  ella,  y  todo  lo  sacrificaré  gustosa  por  su  felicidad 
y  por  su  gloria.  "  A  tanta  patriótica  solicitud,  el  gefe- 
argentino  nada  encontn)  que  decir  sino  acieptar.  Los  ojos  de 
la  generosa  cordobesa  brillaban  die  alegría  al  ver  llenos  sus 
deseos,  teniendo  la  dulce  satisfacción  de  trasportar  el  ejército 
mn  remuneración  alguna,  hasta  la  siguiente  posta. 

Sensible  nos  es  ignorar  el  nombre  de  tan  magnánima  mu- 
gor,  para  que  quedara  consignado  en  honor  y  gloria  de  laa 
generaciones  venideras. 

— La  señora  doña  Tiburcia  Ilaedo  de  Paz,  presentó  á 

1.     "Gaceta  Ministerial  del  gobierno  de  Buenos  Airee'*,  26  de 
junio  de  1812. 


heroínas  y  patriotas  americanas.  79 

sus  dos  hijos  don  José  Maria  y  don  Julián,  al  servicio  de  la 
patria,  cortando  así  su8  estudios,  pero  quedando  á  la  Repú- 
blica Argentina  la  gloria  de  contar  á  uno  de  los  hijos  d>e  esa 
matrona,  como  á  uno  de  los  primeros  generales  de  la  Repú- 
blica Argentina,  y  quizá  de  Sud- América. 

Doña  Margarita  Arias  de  Correa,  es  otra  matrona  que 
w  distinguió  en  el  mismo  sentido  que  la  preced-ente,  y  cuyos 
dos  hijos  fueron  víctimas  mas  tarde  en  la  gu<erra  con  el  gene- 
ral Quíroga. 

Doña  Tecídora  Suarez  de  Roldan,  (1),  santiagueña  an- 
ciana de  70  años  de  edad,  moraba  en  Manogasta,  en  una 
miserable  choza,  cuyo  aspecto  no  incitaba  curiosidad  algu- 
na para  ser  visitada,  y  solo  por  necesidad,  como  le  sucedió 
en  aetiembre  de  1810,  al  doctor  don  Juan  José  Castelli,  que 
con  otros  gefes  y  oficiales  del  ejército  auxiliar,  entraron  á 
ella  á  descansar,  mientras  «/e  hacia  el  relevo  de  caballos,  para 
continuar  su  marcha. 

Al  saber  doña  Teodora,  el  destino  que  llevaba  á  tan 
distinguidos  huéspedes,  trasportada  de  gozo,  presentó  al  doc- 
tor Castelli,  una  flor  del  campo.  Movido  este  de  la  curiosi- 
dad al  ver  el  semblante  alegre  de  la  anciana,  qu<e  parecia  ser 
la  abuela  dte  aquella  humilde  sociedad,  le  preguntó  la  edad 
que  elle  tenia.  *' Señor ^  contestó,  sonriéndose,  no  soy  tan 
vieja  como  parezco:  no  cuento  sino  cuatro  meses  de  edad,'* 
Sorprendido  Castelli,  pidió  esplicacion  de  aquel  enigma.  ^'Si^ 
señor,  añadió  ella,  nad  el  25  de  mayo;  hasta  entonces  no  he 
vivido  un  solo  dia/'  cuyas  palabras  pronunció  con  voz  sonora 
y  rostro  animado  por  la  satisfacción  que  esperimientaba. 

La  señora  de  Araoz,  Molina  y  otras  se  distinguieron  en 
Tucuman  durante  la  época  de  Belgrano  y  San  Martin . 

Las  mujeres  de  Salta  prestaron  además  servicios  ponien- 
do en  juego  su  vida  con  las  noticias  que  trasmitían  clandes- 

1.  El  señor  .padre  del  doctor  don  An.jjel  Carranza  conoció  per* 
Bonalmente  á  esa  matrona  patriota,  cuyo  no.mibre  era  nn  mUterio 
hasta  ahora  que  sale  á  luz  por  primera  vez,  debido  k  la  bondad  de 
este  amifro,  cpie  nos  lo  comunicó  ,tTa&mitido  por  aquel,  á  quien  fué 
referido  el  hecho  por  la  misma  distinguida  mujer. 


80  LA  EE VISTA  DE  BUENOS  AlBE». 

tinamente  á  los  patriotas,  luego  que  aquella  dudad  cayó  en 
poder  del  'enemigo. 

Cuando  San  Martin  preparaba  su  ejército  en  Mtendoza, 
para  atravesar  los  Andes,  las  señoras  se  confundían  con  las 
mujeres  de  la  mas  humilde  clase  en  servicio  de  la  patria. 
No  las  arredraban  las  dificultades  crecientes  cada  vez  mas, 
ni  el  terror  á  la  clase  de  castigo  que  el  enemigo  infligid ;  todo 
lo  hacían  con  gusto  por  la  satisfacción  de  ser  útiles  a  la  patria 
independiente.  Sus  casas  estaban  tranformadas .  en  talleres 
de  ropa,  qwe  ellas  mismas  cosían  para  los  soldados,  y  en 
hospitales  servidos  también  por  ellas,  con  la  mayor  proliji- 
dad y  esmero.  Ocupan  un  lugar  distinguido  la  esposa  del 
general  Escalada,  doña  Eemedios  de  San  Martín  que  vendió 
sus  alhajas  para  Uenar  las  necesidades  del  ejército,  las  señoras 
de  Corbalan,  Correa,  Ortiz  y  otras. 

Argentina  hubo  que  diera  hasta  ocho  hijos  que  fueron 
todos  ellos,  con  eseepcion  de  uno,  sacrificados  por  1^  patria. 
Esa  mujer,  de  mas  de  cien  años  de  -edad,  que  no  había  tenido 
noticia  de  ninguno  de  sus  hijos,  emprendió  un  viaje  hasta  la 
capital  de  Chile,  donde  encontró  el  único  sobreviviente  en 
clase  de  sargento  condecorado;  en  la  escolta  del  presidente 
de  aquella  república.  (1) 

El  día  25  de  mayo  de  1810,  cuando  el  pueblo  de  Buenos 
Aires,  reunido  en  la  (hoy)  Plaza  de  la  Victoria,  damas  en- 
tusiastas hubo  que,  conociendo  los  secretos  de  la  revolu- 
ción ó  arrastradas,  por  una  sensación  tan  vehemente  como 
•estraordinaría,  se  mezclaban  con  disfraz  entre  la  multitud  pa- 
ra sostener  esos  mismos  derechos  de  la  patria  que  se  procla- 
maba ;  entre  ellas,  las  mas  notables  fueron  las  señoras  Vieites, 
vulgarmente  llamadas  y  conocidas  por  los  contemporáneos 
para  designar  las  patriotas  de  ese  dia.       Las  Vieites. 

Una  mu'estra  de  f-ídelidad  conjTigal  superior  á  todo  elo- 
jio,  se  nos  presenta  en  el  martirio  que  vsufrió  la  distinguida 
matrona  «antiagueña  doña  Agustina  Palacios  de  Libarona, 

1.     **Siid   América  *',  por  don    Domingo  F.   Sarmiento,  pág.   124, 
tom.  T. 


lIEliOlNAíá  Y  TATRIüTAS  AMERICANAS.  61 

t 

ID  el  Bracbo,  (1)  durauíje  el  gobierno  de  don  F>elipe  Ibarra. 
Ed  marddo  de  esta  beroina,  don  José  María  de  Libarona,  ha- 
bía sido  traicionado  por  un  guia,  en  quien  él  habla  deposita- 
do toda  su  confianza.  Luego  que  ella  le  vio,  nada  ni  nadie 
pudo  contenerla,  para  tratar  de  mitigar  las  penas  de  su  des- 
jconsolado  esposo,  ni  las  amenazas  del  centinela  que  le  custo- 
diaba, ni  los  culatazos  de  su  fusil,  ni  puertas  cerradas,  nada, 
absolutamente  nada  dejó  por  hac/er  esta  audaz  mujer,  hasta 
que  á  fuerza  de  ruegos,  y  después  de  muchos  trabajos  se  pre- 
jsentó  ante  su  marido  con  el  ánimo  decidido  de  compartir  con 
él  los  pad-eeimientos  que  estaba  condenado  á  sufrir.  El  no  lo 
xionsintió  bajo  ningún  pretesto,  pretiriendo  sufrir  el  doble 
dolor  de  privarse  de  la  vista  del  ser  que  mas  idolatraba,  así 
como  de  los  cuidado»  que  ella  le  prodigara.  En  una  palabra, 
enfema  de  tanto  padecer  al  lado  de  Libarona,  que  habia  per- 
dido el  inicio,  maltratada  y  martirizada  con  todo  género  de 
vejámenes,  doña  Agustina  prorrumpió,  en  un  momento  de 
desesperación  del  modo  siguiente:  '*No  crea  Ibarra  que  ni 
por  hambre,  ni  por  riesgo  de  tigres,  ni  de  indios,  abandone 
yo  á  mi  Libarona,  pues  cuando  yo  muera  por  éj,  habré  cumpli- 
do con  mi  del>er  y  con  md  esposo ;  y  así  es  que  estoy  resuelta 
Á  sufrir  toda  clase  de  trabajos  que  me  imponga. 

Después  de  tantos  y  tan  incomparables  padecimientos,  la 
señora  de  Libarona  recogió  en  sus  brazos  el  último  suspiro 
d-e  su  desgraciado  esposo. 

Puede  verse  la  relación  de  los  padr cimientos,  en  el  Bracho, 
de  doña  Agustina  Libarona,  «en  los  números  26,  27  y  28  del 
periódico  de  Buenos  Aires  titulado  La  Religión,  del  año  1858 
y  la  Vuelta  al  Mundo  de  1868,  obra  publicada  en  Paris  y  dada 
como  obsequio  á  los  suscritores  del  Correo  de  Ultramar. 

Esa  liclacion  fué  dada  á  luz,  en  un  periódico  de  Córdo- 
ba, por  el  señor  don  Benjamín  Pouoel,  reproducá  da  en  La 
lleligum  y  recomendada  en  La  Vuelta  al  Mundo  por  el  doc- 

1.     El  Braeho  en  el  "junito  adonde  Ibarra  solía  enviar  á  los  des 
terrados   para  martirizarlos.     El  solo   nombre  de   ** Bracho"   causaba 
«ntónces  terror  á   los  que  eran  RenteQiCiadas  á  él.     En  el  dia  de  ho^ 
es  menos  horrible. 


M2  LA  BEV18TA  DE  BUENOS  AIBE^. 

tor  don  ^lartin  de  Moufisy,  que  conoció  personalmente  á  la 
mártir  que  diera  mérito  á  hacerla. 

Ninguna  pintura  podría  hacerse  con  colores  mas  vivos 
ni  mas  patéticos  que  dicha  Htlaciou,  trazada  sin  las  reglaa 
del  arte^  p»t)  con  la  mayor  naturalidad. 

Hecho  digno  de  figurar  entre  las  patriotas  americanaa 
es  el  de  la  heroina  catalana  doña  Jacinta  Vilar. 

Después  de  la  invasión  de  los  brasileros  á  Maldonado 
(Banda  Oriental)  el  día  16  de  Junio  de  1827,  volvieron  á  en- 
trar allí  las  guerrillas  en  la  madrugada  del  20  llevando  de 
vaqueano  entre  ellos  un  vecino  portugués,  se  dirigieron  á  la 
habitación  de  la  catalana  patriota  doña  Jacinta  Vilar,  tras- 
pasada aun  de  dolor  por  la  sensible  pérdida  de  dos  hijos,  el 
uno  muerto  en  Ituzaingó,  y  el  otro,  oficial  de  la  división  de 
don  Ignacio  Oribe,  hecho  prisionero  en  Cerro  Largo.  Ha- 
biéndola obligado  á  abrirles  la  puerta,  después  de  recios 
golpes  y  amenazas,  intentaron  repetidas  veces  violentarla  á 
gritar  ¡Viva  el  imperio!,  pero  aquella  ilustre  matrona,  ape- 
aar  de  la  ferocidad  de  sus  verdugos,  que  descargaban  en  su 
persona  furiosos  rebencazos,  para  reducirla  á  la  ignominia 
de  aclamar  el  nombre  de  lo  que  detestaba,  superior  á  cuan- 
tos la  rodeaban,  no  solamente  se  mantuvo  inflexible,  sino 
que  tuvo  la  valentia  de  asegurarles  que  moraría,  y  de  pronun- 
ciar con  reiteración,  ¡Viva  la  Patria!,  confundiendo  asi,  el 
orgullo  de  sus  perseguidores. 

Este  es  un  hecho  digno  <die  aiuiientar  una  pajina  bri- 
llante ¿  la  historia  de  las  heroinas  anieraeanas,  pero  no  po- 
drán desdeñar  á  asociar  á  sus  nombres  el  de  una  europea, 
que  supo  dar  una  prueba  tan  eviilente  del  patriotismo  que 
la  animaba,  y  que  por  consecuencia  se  vio  precisada  á  ale- 
jarse de  su  hogar  con  una  crecida  familia,  para  no  ser  blanco 
de  nuievos  ultrages.  (1) 

Durante  el  cólera  que  nos  «invadió  últimamente,  arre- 
batándonos muchas  vidas  preciosas  é  infundiendo  el  terror 
en  toda  la  campaña  de  Buenos  Aires,  donde  sus  estragos 

1.     **Oaceta  Mertantir-   de  26  de  julio  de  1827. 


heroínas  y  patriotas  AMERICANAa  83 

fueron  mayorjes,  hubo  sinembargo  en  el  partido  de  Navarro 
un  caballero  (señor  Costa)  cuya  filantropía  ha  escedido  todoa 
los  limites  de  la  prudencia.  Este  señor  ha  puesto  á  dispo- 
sición de  todos  los  atacados  de  la  peste,  su  casa,  su  servidum- 
bre, su  fortuna  y  hasta  su  salud  y  la  de  su  propia  familia.  La 
conducta  del  señor  Costa  es  tan  noble  cuanto  digna  de  ser 
trasmitida  á  la  posteridad  para  gloria  suya,  y  para  vergüenza 
y  oprobio  de  los  que  abandonaron  no  solo  á  sus  semejantes,  sino, 
lo  que  es  ignominioso,  ¿  sus  propios  deudos. 

En  este  hogar  hospiítalario,  donde  la  caridad  ha  reves- 
tido formas  tan  sublimies,  Dolores  Costa,  la  digna  hija  del  di- 
cho filántropo,  ha  llevado  su  abnegación  hasta  donde  el  co- 
razón de  mejor  temple  no  hubiera  osado  llegar.  De  hoy  en 
adelante,  esta  noble  argentina  ocupará  el  puesto  distinguido 
que  la  sociedad  señala  á  sus  heroínas. 

Ella  no  ha  descollado  por  ningún  hecho  marcial,  co- 
mo tantas  otras,  pero  ha  tenido  valor  bastante  para  mirar  im- 
pasible la  muerte  sin  temerla  para  si,  jugando  su  vida  al  azar 
de  una  esperanza  efímera,  para  los  que  habían  eaido  al  golpe 
del  flagelo  aterrador. 

Esta  joven,  que  solo  cuenta  18  años  de  edad,  acostum- 
brada á  una  vida  llena  de  comodidades  no  vacila  por  un  mo- 
mento en  abandonarla,  para  dedicarse  completamente  á  la 
asistencia  de  los  coléricos,  alojados  en  su  propia  casa,  cona- 
tituida  en  hospital  de  toda  la  comarca.  Este  ángel  tutelar, 
constante  guardián  de  sus  huéspedes,  no  descansaba  dia  y  no- 
che; ora  administrando  las  pociones  adecuadas  al  caso,  en- 
derezando a  los  pacientes  con  sus  propias  manos ;  ora  derra- 
mando el  bálsamo  consolador  de  su  dulce  palabra;  ya  atra- 
vesando los  patios  bajo  un  sol  abrasador  del  raes  de  enero, 
llevándoles  con  sus  propias  manos  cuanto  juzgaba  necesario. 
En  vano,  ve  la  muerte  por  do  quier;  en  vano  ve  salir  cin- 
cuenta veces  al  dia  al  padre  espiritual,  que  allí  moraba  á  lle- 
nar los  deberes  de  su  ministerio  para  con  los  que  lo  recla- 
maban; en  vano  le  veía  regresar  trayendo  la  nueva  de  la 
muerte  pintada  en  el  rostro ;  en  vano  veía  exhalar  el  última 


ü^  •     LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBE<i. 

suspiro  á  los  que,  momentos  antes  dirigía  la  pa^labra  de  con- 
Buelo  ó  aplicaba  los  remedios;  nada  la  arredraba,  nada  la 
acobardaba,  íirme  siempre  en  su  santa  y  filantrópica  empre- 
sa, seguia  asistiendo  á  los  sobrevivientes  con  la  esperanza  en 
el  Todopoderoso. 

El  cuidado  que  esta  heroína  prodiga  continuamente  á  sus 
jóvenes  hermanos  solo  es  comparabk  al  de  una  tierna  ma- 
dre. El  cariño  que  profesa  á  sus  j)adres  es  superior  á  todo 
elogio.  No  os  de  estrañar  pues  que  ella  sea  colmada  de 
bendttciones  por  todos  los  que  tengan  conocimiento  de  las 
bellas  prendas  que  la  adornan. 

Estamos  seguros  qu'e  esta  relación  de  los  méritos  de  la 
señorita  de  Costa  va  á  herir  la  modinstia  earacterítítica  de  «sa 
rt^spetable  familia ;  pero  también  habríamos  faltado  en  callar 
el  nombre  de  una  heroína,  tratándose  de  la  materia. 

Omitimos  el  nombrar  á  muchas  otras  heroínas  por  ha- 
ber figurado,  unas  en  la  guerra  civil,  como  la  señora  doña 
Javiera  Carrera  y  Verdugo,  hermana  de  los  célebres  chile- 
nos ejecutados  en  ^lendoza,  y  cuyo  patriotismo  y  valor  eran 
dignos  de  mejor  causa;  la  señora  doña  Juana  Rivera  de 
Silveira,  apellidada  la  Vola  Unitaria,  suegra  del  malogra- 
do general  oriental  don  César  Diaz,  muger  renombrada  por 
su  energía  y  valor  contra  la  tiranía ;  la  señora  doña  Dolores 
de  Mayer,  por  la  misma  causa  (jiu»  la  pri^t-edente ;  doña 
Militcma  López,  santiagueña,  esposa  de  Mr.  Berreaute, 
que  mostró  heroísmo  en  defensa  de  su  honestidad,  y  otras 
infinitaos  de  diferentes  categorías,  pero  todas  con  valor  y  fir- 
meza de  carácter  mas  ó  menos  notables. 

Houvi.v  ó  Alto-Pkrú. 

Doña  Teresa  LtMuoyne,  s(*ñora  de  las  principales  fami- 
lias de  CluKiuisaca,  j>ers(»gu!(la  ha.sta  ver  sus  bienes  confis- 
cados y  condenada  al  destierro  de  LaguniJlas,  ad(mde  fué 
Tíbliííada  á  marchar  con  sus  nueve  hijos,  á  pié,  sin  recursos 
de  nin<rnn  género  para  su  abrigo  y  manutenci<m.  y  sin  mani- 
festar  la  mas   leve   desazón   por   tan   cruel   tratamiento,   es 


HEBOINAS  Y  PATBIOTAS  AMERICANAa  85 

otra  digna  de  figurar  á  la  par  de  las  republicanas  de  Bo- 
ma, Jamás  se  quejó  ni  pidió  perdón;  al  contrario,  decía 
que  no  había  patriotismo  si  se  renunciaba  á  la  constanoia 
en  los  sufrimientos.  Ella  se  conservó  en  su  destierro  kasta 
que  los  patriotas  la  sacaron  en  triunfo. 

Doña  Merceditas  Tapia,  jóv^n  preciosa  que,  después 
de  la  victoria  d'e  Suipacha  (noviembre  7  de  1810),  gana- 
da por  el  general  Balcarce,  fué,  vestida  d^e  blanco  y  con  sus 
bellos  cabellos  sueltos,  al  encuentro  de  Castelli,  á  la  cabeza 
de  una  diputación,  compuesta  dtel  bello  sexo  chuquisaqueño, 
pronunció,  en  presencia  del  representante  de  la  Junta  de 
Buenos  Aires  y  de  su  comitiva,  una  arenga  en  que  sobresa- 
lían las  elocuentes  palal)ras  siguientes : 

*'¿Como  ha  crido  posible,  dijo,  que  por  tanto  tiempo 
sufriésemos  el  ignominioso  espectáculo  de  ver  á  nuestros  com- 
patriotas degradados  al  estremo  de  tener  que  renunciar  á  las 
nobles  prerogativas  que  los  elevan  tanto  en  nuestra  estima- 
ción? No,  yo  leo  en  vuestros  varoniles  rostros  que  estáis 
determinados  á  sacudir  para  siempre  tan  humdllante  yugo. 
En  cuanto  á  nosotras,  no  habrá  sacrificio  que  no  hagamos 
gústelas,  mientras  no  seamos  independientes  y  libres,  y  pa- 
ra conseguirlo  pondremos  «en  acción  todos  los  medios.  Aquí 
están  nuestras  alhajas,  las  prendas  de  nuestros  amor.  ¿  Pode- 
mos acaso  emplearlas  mejor  que  en  vosotros  miamos.  ?  Si  vol- 
véis vencedores  ¿no  os  contentareis  con  nuestras  virtudes! 
Si  sois  vencidos  ¿habrá  am»ericana  que  quiera  adornarse  pa- 
ra agradar  á  los  estermina  clores  de  sus  compatriotas?  Pero 
al  desprendernos  de  vosotros  ¿  no  renunciamos  á  todo  ? 

*'  Corred,  pues,  á  las  armas,  á  las  armas,  id,  y  mos- 
trad en  el  campo  de  batalla,  hasta  dejar  sellada  con  sangre 
vuestra  libertad  y  la  nuestra,  que  sois  los  defensores  de  nues- 
tros derechos,  los  sostenedores  de  la  inocente  América,  sus 
dignos  hijos.  Si  fue.se  necesario,  cooperaremos  nosotras  tam- 
bién con  el  fusil  al  hombro,  con  el  sable  en  mano.  Bb  vues- 
tra ausencia  tegeremos  guirnaldas  con  qn»e  orlar  vuestras  va- 
lientes sienes;  cuidaremos  de  los  enfermos  y  heridos;  traba- 


«6  LA  BE  VIST  A  DE  BUENí^á  AIRES. 

jaremos  para  nuestra  subsistencia  y  la  de  los  huérfanos  que 
dejareis  á  nuestro  cargo.     Marchad,  y  volved  victoriosos." 

Estas  palabras  arrancaron  lágrimas  á  toda  aquella  reu- 
nión. 

^íereedes  fué  de  las  mas  perseguidas  después  del  desgra- 
ciado suceso  de  Huaquí  y  de  la  ocupación  de  Chuquisaíja  por 
los  españoles. 

No  obstante,  vdvió  hasta  que  la  alegría  con  que  recibió  la 
nueva  de  la  victoria  de  Salta  cortó  tan  bella  existencia. 

La  conducta  de  las  paceñas  no  fué  menos  digna.  Antes 
y  después  de  Huaquí,  antes  y  después  de  Vilcapugio  y  Vilu- 
ma  se  mantuviieron  siempre  firmes,  siempre  fuertes.  Con 
una  mano  remitían  secretamente  auxálios  a  los  patriotas,  y 
con  la  otra  prodigaban  oro  á  los  enemigos,  para  salvar  á  sus 
cc^mpatriotas.  Tuvieron  valor  de  mantener  comunicación 
con  los  patriotas,  después  de  la  evacuación  del  Alto-Perú 
por  el  grueso  del  ejercito  independiente.  Y  como  lo  dioe 
el  general  Paz,  ^^de  ChuqiUsaca  nos  venían  recursos  de  toda 
clase.  El  pais  simpatizaba  con  nosotros  y  en  lo  general  se 
prestaba  á  toda  clase  de  sacrificios.  ''  (1) 

Ija  esposa  del  sabio  mineralogista  Matos,  que  participa- 
ba de  los  mismos  sentimientos  de  su  virtuoso  esposo,  una  de 
las  víctimas  del  enemigo,  fué  conducida  por  un  destaca- 
mento de  soldados  al  lugar  del  suplicio  de  su  desgraciado  es- 
poso, y  al  acercarle,  **  levanta  la  cabeza,  orgullosa  rebelde, 
le  decían  los  que  la  conducían;  mírale,  mírale,  espirar.''  Pe- 
ro ella,  llena  de  valor  y  con  toda  entereza,  se  dirijio  á  su 
moribundo  compañero  en  los  términos  siguientes:  "Mi  que- 
rido, 'dijo,  tú  rale  enseñastes  á  vivir;  y  ahora  me  enseñas  á 
morir.  Sube  al  cáelo,  mártir  de  la  patria;  que  yo  no  tardaré" 
<en  seguirte. '  * 

Otro  teatro  de  ejemplar  heroísmo,  el  mas  fecundo  en 
hechos  memorables  de  patriotismo  y  valor,  quedaba  reser- 
vado en  la  famosa  Cochabamba.  La  constancia  y  eJ  corage 
desplegados  por  los  magnánimos  cochabambinos  llenaron  de 

1.     **M©T.orías  Postumos*',  tom.  I,  pág.  136. 


heroínas  y  patriotas  AMERICANAa  87 

adniiraeion  al  mundo.  ApeBar  de  las  crueldades  inauditas 
egcmdas  con  los  habitantes  de  esa  gloriosa  tierra,  desde 
1809,  seis  yieees  se  sublevaron  en  masa,  casi  ¿  la  vista  del 
ejército  enemigo,  sin  que  este  pudiera  conseguir  jamás  domi- 
narlos del  todo. 

La  hifitoria  de  las  acciones  heroicas  de  Cochabamba,  es 
liarto  conocida  para  que  nos  detengamos  en  sus  detalles; 
basta  traer  á  la  memoria  uno  que  otro  ejemplo  de  los  mas  cul- 
minantes. 

Aprovechando,  el  general  Goyeneche,  de  la  retirada  del 
ejército  patrio  desde  la  margen  derecha  del  rio  Suipacha  al 
Tueiiman,  se  decidió  á  emprender  la  reconquista  de  Cocha- 
bamba.  Derrotado  el  general  Arce  y  sometido  el  prefecto 
Antezana,  (1)  los  valerosos  cochabambinos  prefirieron  es- 
poner sus  vidas  á  las  ventajas  de  una  paz  que  ellos  conside- 
raban humillante.  Pusiéronse  en  campaña  y  presentaron 
heroicamente  al  enemigo  un  combate  desordenado,  en  que  las 
mujeres  pelearon  á  la  par  de  los  hombres. 

Apesar  de  su  hercúlea  resistencia,  sucumbieron  á  la  supe- 
rioridad numérica. 


1.  Don  Mariano  Antezana,  prefe<;to  de  la  valerosa  provincia 
de  Tac  haba  mba,  y  don  Esté  van  Arce,  comandante  general  de  las 
armas  de  aquella  digna  provincia,  merecieron  que  *'un  compatriota" 
dirijiese  al  Gobierno  de  las  Provincias  Unidas,  en  loor  de  los  valien- 
tes cochabambinos,  lo  siguiente: 

'*  Vosotros  esforzados 

Fieles  caudillos,  Arce  y  Antezana, 

Recibid  hoy  los  votos  consagrados 

Al    valor   vuestro    por   la    gente    indiana. 

Bueaos  Aires  /celebra  vuestra  gloria, 

Y  la  mayor  victoria 

•Cantar  espera  en   el  tremtendo  día 

Que  aniquiléis  la  horrenda  tiranía." 

No  pudiendo  Antezana  sostener  la  plaza,  implora  el  perdón  del 
enemigo,  mas  Ooyene<?he  -contestó  mandándole  sacar  de  un  convento, 
en  donde  se  había  ocultado  y  disfrazado  de  fraile,  y  juntamente  con 
otros  diez,  aquel  general  vencedor  presentó  el  horrible  espectáculo  de 
mandar  clavar  las  cabezas  de  los  once  mártires  en  pióos  y  plantarlas 
en  la  plaza.  Ocho  dias  después  fué  tomado,  por  Huizl  y  fusilado,  el 
desgraciado  patriota  coronel  don  Bartolomé  Pizarro,  de  quien  habla- 
romos  en  otro  lugar- 


88  .  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

En  otra  ocasión,  después  de  la  acción  de  Viluma,  consi- 
guieron los  enemigos  prender  á  doce  de  las  señoras  que  se 
habdan  hallado  en  el  ataque.  Fueron  todas  ellas  condena- 
das á  morir  -en  la  horca;  sus  cuerpos  descuartizados,  y  lo» 
pedazos  colocados  en  jaulas  de  hierro,  sobre  altos  i)alos  en 
los  parajes  mas  frecuentados  de  los  caminos  públicos,  t»n  las 
cercanías  de  la  ciudad.  ^*Viva  la  patrial  repetian  con  una 
energía  asombrosa  y  ya  con  el  cordel  ajustado;  ¡viva!  balbu- 
ceaban moribundas. 

Para  conmemorar  el  heroismo  de  los  cochabambinos  y 
conservar  siempre  encendida  la  llama  del  patriotismo,  un 
ayudante  de  cada  cuerpo  del  ejército  del  Perú,  á  la  lista  de 
la  tarde,  llamaba:  ''Las  mujeres  de  Cochahamha''  á  lo  que 
contestaba  un  sargento:  ''murieron  en  el  campo  dú  honor. *^ 

La  distinguida  señora  doña  Casimira,  viuda  del  Oidor 
Iglesia,  recibió  estorsiomes,  ultrajes  y  \'dlipendios,  hasta  ser 
afrentada  públicamente  con  una  mordaza  por  haber  defen- 
dido la  causa  de  la  patria  y  halw^r  tenido  el  valor  de  descono- 
oer  la  autoridad  en  Goyeneche. 

Doña  Juana  Azurduy,  mujer  estraordinaria,  chuquisa- 
quena,  esposa  del  después  general  don  Manuel  Asencio  Padi- 
lla, (1)  no  salo  tuvo  el  mando  do  una  tuerza  de  M)  fusileros 
y  200  naturales  en  San  Julián,  á  una  legua  de  distancia  del 
cuartel  general  de  las  fuerzas  realistas,  sino  (jue  salió  por  el 
Villar  al  encuentro  del  enemigo,  que  trataba  de  cortar  la 
retirada  á  su  marido,  lo  rechazó  completamente  matándole 
15  hombres  y  tomándole  la  bandera,  que  presentó  á  Padilla 
con  sus  propias  manos.  Esta  mujer  heroica  fué  premiada 
por  el  gobierno  con  el  grado  y  sueldo  de  teniente  (»oronel.  (2) 

1.  No  deb(»  confundirse  este  Padilla  con  el  qne  figuró  durante 
la  invasión  inj^lesa,  co-habambino  también,  y  cuyo  nombre  e^a 
Aniceto. 

Este  tniirió  en  Cochabamba,  por  el  año  1842  ó  1S43;  aquel  en  los 
primeros  años  de  la  guerra  de  la  Independencia. 

2.  V.    el    **Bo?que,io    de   la    revoluci/jn    Argentina",    que    hem<»s 
traducido  y  se  hnlla  publicado  en  el  número  59  de  **Tíjí  Kevista  de- 
Buenos  Aires. " 


HER0IÍÍA8  Y  PATRIOTAS  AMERICAN Aa  89 

I>espues  de  la  muerte  de  su  patriota  esposo,  «ella  si^udó 
empuñando  la  aspada  y  no  la  dejó  hasta  que  vio  su  patria  li- 
bre. 

Chile. 

La  señorita  doña  Rosario  Rosales,  hija  del  septuagenario 
don  Juan  Enrique  Rosales,  nos  presenta  un  ejemplo  de  amor 
filial,  poco  conuin. 

Después  de  la  batalla  de  Rancagua,  ganada  por  Osorio^ 
los  mas  notables  patriotas  fueron  deportados  á  la  isla  de- 
sierta de  Juan  Fernandez,  sin  permitírseles  mas  que  una 
ración  de  sioldado  raso  por  persona  y  negando  á  sus  espo- 
sas é  hijos  el  consuelo  de  acompañarlos  en  su  cautiverio. 
Valida  dt»  la  amistad  de  sir  Tomas  Staines,  comandante  de 
la  fragata  de  S.  ^I.  B.  Bretona,  la  joven  Rosario  consiguió 
permiso  de  acompañar  á  su  infeliz  padre,  de  quien  no  quería 
desprenderse  por  nada  en  el  mundo.  Apesar  d<e  su  enfer- 
medad contraída  á  consecuencia  del  desastre  de  Rancagua, 
Rosario  solo  se  acordaba  de  su  padre,  con  quien  vivió  en  la 
isla,  cocinándole,  lavándole  la  ropa  y  curándole  con  una 
solicitud  infatigable.  Esta  joven  era  el  consuelo  de  todos 
los  moradores  de  aquel  triste  desiierto. 

En  vano,  su  anciano  padre,  compadecido  de  la  misera- 
ble situación  de  la  virtuosa  Rosario,  la  rogaba  regresase  á 
Chile,  ella  cont?estaba:  **no,  mi  padre,  la  suerte  de  vd.  debe  ser 
la  mía.  Permítame  que  siga  acompañándole:  no  puedo  se- 
pararme de  usted:  el  pensamiento  solo  de  abandonarle  me 
es  menos  soportable  que  la  muerte,"  Ella  se  conservó  á  su 
lado  hasta  que  la  batalla  de  Chacabuco  puso  término  á  sus 
infortunios. 

Doña  Maria  Cornelia  Olivares,  vecina  de  Chillan,  se 
distinguió  por  su  amor  patrio,  que  no  pudo  ocultar  cuando 
le  llegó  la  nueva  de  que  el  "ejército  del  general  San  Martin  sal- 
vaba los  Andrés,  para  libertar  á  Chile.  Fué  presa,  rapada 
y  espuestft  á  la  vergüenza  pública  durante  cuatro  horas,  to- 
do lo  sufrió  con  inalterable  firmeza.     El  gobierno  de  Chile 


90  LA  BEVISTA  DE  BÜEN03  A1RE$. 

premió  sxi  heroicidad  declarándola,  por  decreto  de  2  de  di- 
ciembre de  1818,  ''una  de  las  ciudadanas  mas  beneméritas  del 
Estado,  en  atención  á  sus  sobresalientes  virtiudeB  cívicas. 

Después  de  la  sorpresa  de  Cancha  Rayada  (marzo  19  de 
1818,)  la  señora  doña  Paula  de  Jara-Quemada,  se  presenta 
con  los  ojos  centellantes  al  general  San  Martin,  que,  algo,  en- 
fermo, habia  entrado  á  descansar  en  un  rancho  que  se  ha- 
llaba sobre  el  camino  de  Santiago,  y  le  dice:  **iCon  que  ha 
sido  usted  desgraciado,  querido  libertador  de  mi  patria?  ¿le 
han  batido  los  españoles?  ¿volverán  á  dominarnos  sus  ar- 
mas? ¿hay  algún  remedio?  ¿Cuál  esV...  Digame  usted 
por  Dios  ¿puedo  servir  de  algo?  Disponga  usted  de  mis  bie- 
nes, de  mis  criados  y  peones,  de  mis  hijos,  de  mi  propia  per- 
sona, todo  lo  sacrificaré  gustosa  en  aras  de  la  patria. ' '  Tran- 
quilizada algún  tanto  por  el  general,  prosiguió:  ** Antee  man- 
dé el  resto  de  mi  ganado  en  ausilio  del  ejército ;  ahora  traigo 
cincuenta  de  mis  inquilinos,  patriotas  á  toda  prueba,  para 
que  los  incorpore  usted  á  sus  filas.  También  le  presento  aquí 
mis  dos  hijos  con  igual  objeto; — y  dirijiéndose  á  estos,  les 
dijo  en  un  tono  firme  y  varonil:  '* Hijos  mios,  sabed  que 
si  no  cumplís  con  vuestro  deber,  dejareis  de  llamarme  madre  i 
acordaos  de  que  la  muerte  es  preferible  á  la  ominosa  escla- 
vitud que  nos  quieren  deparar  los  enemigos.  Yo  os  daré  el 
ejemplo;  seguidme  y  veréis  que  arrostraré  los  peligros  hasta 
el  último  estremo,  antes  que  doblar  la  oerviz  á  los  estraños. 

Buen  ánámo,  mi  general, — dijo  á  San  Martin — el  revés 
que  usted  ha  sufrido  hará  ver  que  somos  dignos  de  ser  libres ; 
pronto  acreditaremos  á  los  invasores  que  merecemos  tener 
una  patria.'^ 

Para  eternizar  la  memoria  de  las  célebres  patriotas  de 
Chile,  concluiremos  consignando  en  este  lugar  los  nombres 
de  la  señora  doña  Gertrudis  Serrano,  madre  del  general  don 
Ramón  Freiré,  presa  en  un  s(>tano  en  Talcahuano— Doña 
Mónica  Monasterio,  que  murió  cuando  se  la  conducía  á  pri- 
sión; las  señoras  de  Larrain,  Traeios.  Rosales,  Rojas,  Vicu- 


heroínas  y  patriotas  americanas.  91 

fia,  Pérez,  Sánchez,  Mascallano,  Guzman  etc. 

Perú. 

Entre  las  señoras  mas  distinguidas  del  Perú  libre  debe 
jtsignarse  un  lugar  preferente  á  las  d'C  Avila,  Palacios,  La  Ri- 
va,  Telleria,  ^Matute,  López,  Portacarrero,  Boqui,  Flores,  Mán- 
celo, Silva,  Cantera,  Aranda,  etc.,  cuyas  casas  eran  el  asi- 
lo de  los  perseguidos :  alli  se  levantaban  las  suscripcion^es  para 
socorrer  á  los  prisioneros  de  Casas-Blatas;  allí  se  patrioti- 
^aba  á  los  oficiales  del  ejército  «enemigo;  resultando  de  sus 
esfuerzos  que  33  se  pasasen  de  una  vez,  al  de  San  Martin. 

Es  digna  de  muy  particular  mención  la  señora  doña 
ll^üercedies  La  Rosa  que  entregó  sus  alhajas  á  su  hermano  don 
Pedro  para  que  las  vendiese  y  con  su  producto  quedase  ha- 
bilitado él  y  algunos  de  sus  compañeros  de  armas,  para  prac- 
ticar otro  tanto. 

No  son  menos  dignas  de  nuencion  las  señoras  de  Pare- 
des, de  Thorne.  de  Pezet,  doña  Lucia  Delgado,  viuda  del  ilus- 
tre arequipeño  Quirós  y  muchas  otras. 

Cuando  el  general  Alvarado  desembarcó  en  Arica  las 
mujeres  de  Arequipa  desplegaron  su  amor  patrio  de  un  mo- 
do difícil  de  describir ;  armadas  de  puñales  ó  de  palos,  pedían 
á  gritos  formar  parte  de  las  falanges  republicanas ;  otras  cor- 
rían presurosas  trayendo  en  sus  manos  con  que  mitigar  la 
f?ed  y  el  hambre  de  las  desfallecientes  fuerzas  de  aquel  ge- 
neral. 

Ecuador. 

Las  Georgianas  fie  la  América  Meridional^ — como  se  de- 
nominan con  mucha  propiedad  las  hijas  de  Guayaquil,  me- 
recen también. un  lugar  en  este  cuadro  de  patriotas  america- 
nas, porque  son  de  las  que  desplegaron  el  mayor,  amor  á  la 
eausa  de  la  independencia,  desde  la  primera  insurrección  de 
^uiío  en  1809,  hasta  la  trasformacion  política  de  Guayaquil 
en  1820. 

El  año  siguiente,  un  traidor  diel  ejército  del  general  Su- 


92  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRE55. 

ere,  (le  nombre  López  y  con  el  grado  de  teniente  coronel,  se 
atrevió  á  dirigir  una  proclama  á  las  guayaqui leñas,  exhortán- 
dolas á  que  abandonasen  la  causa  de  la  independencia. 
Ellas  contestaron  á  ese  papel  en  estos  términos: 
**¡ Traidor!  ¿Aun  te  atreves  á  pronunciar  los  nombres 
de  la  inocencia  y  el  pudor,  después  de  haber  profanado  este 
suelo  con  tus  crimenes?  ;  Cobarde!  Las  pequeñas  fatigas 
de  una  nuircha  corta,  te  atreves  á  poner  en  consideración  de 
un  sexo  que  las  conoce  y  las  desprecia?  ¡Hombre  detesta- 
ble! Tu  lenguaje  es  igual  á  tus  intienciones:  y  el  desorden  de 
tus  palabras  igual  á  la  desorganización  de  tu  alma  corrompi- 
da. Huya  para  siempre  de  ella  la  victoria,  que  sería  el  triun- 
fo de  los  vicios-,  y  antes  de  es[)erimentar  ese  dia  de  horror,  pe- 
reciendo el  iilti^no  de  sus  del'cuisores,  las  patriotas  á  (piienes 
hablas,  encendiendo  con  sus  manos  esta  hermosa  ciudad,  se- 
pultarán su  honor  y  su  decoro  en  las  cenizas  de  Guayaquil, 
Agosto  18  d'C  1821.  Rocafuerte,  Tola,  Garaicoa,  Llaguno, 
La  vallen,  Rico,  Camba,  Calderón,  Diaz,  Gorrichátegui,  Luz- 
eando.  Campos,  Plaza.  Merino,  Aguirre,  Casilari,  Haro,  Glor- 
ias, Gainza,  Roblan,  Carbó,  ürbina,  Gimima,  Elizalde.  Tcaza^ 
etc.  etc.'' 

En  Quito,  la  casa  de  la  S(»ñora  doña  ^Manuela  Canisaro, 
era  el  lugar  de  reunión  de  los  conjurados. 

Venezuela. 

Doña  Juana  Antonia  Padrón,  madre  de  los  célebres  ge- 
nerales colombianos  D.  ^Mariano  y  D.  Tomas  ^lontilla,  era 
la  principal  en  cuya  casa,  en  Caracas,  tenían  lugar  las  reu- 
niones secretas  de  los  patriotas,  mucho  antes  de  la  revolución 
de  aquella  ciudad. 

NlTEVA    (tRANADA 

La  revolu(»ion  de  América  ha  revivido  el  siglo  de  los 
mártires,  y  las  hijas  del  Nuevo  ^lundo  selhiron  con  su  san- 
gre la  independencia  de  su  patria.  El  fin  de  la  dominación 
española  iba  acercándose^,   á  medida  que  se  derramaba  ge- 


heroínas  y  patriotas  americanas.  93 

morosa  sangre  americana;  mas  aun  cuando  esta  era  la  de 
una  heroina. 

La  virtuosa,  la  inmortal  Policarpa  Halavarrdeta,  natu- 
ral d(»  (juaduas,  en  Cundinamarca,  íuc  víctima  del  virrey 
Zámano,  á  causa  (le  sus  sentimientos  patrióticos,  calificada 
de  traidora  y  condenada  á  nuierte. 

lie  aquí  unos  lindos  versos  que  se  suponen  pronunciados 
por  ella  momentos  antes  de  morir. 

¡Granadinos  la  Pohi  no  existe! 
Con  la  Patria  su  muerte  llorad, 
Por  la  Patria  morir  aprendamos 
Y  juremos  su  muerte  vengar! 

Por  las  calles  y  al  pie  del  suplicio, 
¡Aí^esinosI  gritaba,  temblad! 
Consumad  vuestro  horrible  atentado, 
Ya  vendrá  quien  me  ha  de  vengar. 

Y  volviéndose  al  pueblo,  le  dice: 
''Pueblo  ingrato,  ya  voy  á  espirar! 
Por  salvar  tus  sagrados  derechos: 
¿Tanta  infamia  podréis  tolerar?" 

Ni  el  temor,  ni  halagüeñas  promesas, 
T"n  momento  me  harán  vacilar. 
Por  la  Patria,  gustosa  yo  riuiero, 
;  Oh  !  qué  dulce  es  por  ella  (^pirar ! 

De  mil  modos  sus  .manos  feroces 
Supo  el  cruel  implacable  luanchar! 
Con  la  sangro  de  mil  inocentes 
Que  á  la  Patria  supieron  vengar! 

I^a  memoria  del  h'eroismo  de  esta  ilustre  cundinamar- 
quesa  fue  presentada  entonces  en  este  oportuno  anagrama: 

* '  Policarpa  Salavarrieta 
Yace  por  salvar  la  patria.'' 


94  LA  BE  VISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

A  principios  de  1817,  en  el  Socorro,  ciudad  de  Nueva 
Granada,  departanuento  de  Boyaca,  situada  cerca  de  la  mar- 
gan derecha  del  Suarez,  en  la  falda  de  una  montaña,  tuvo  lu- 
gar el  lúgrube  acontecimiento  que  se  vá  á  leer,  neferente  al 
trájico  fin  de  una  heroína  neo-granadina,  cuyo  nombre  ha- 
bía permanecido  oscuro,  hasta  que  el  señor  don  Adriano  Paez. 
lo  dio  á  luz,  por  primera  yez  para  iimiortalizarlo,  á  la  par 
del  de  la  célebre  Policarpa  Salavarrieta,  del  de  la  Tuciimaud 
y  del  de  otras  no  menos  célebres. 

Si  aquellas  heroínas  amierícanas  merecieron,  con  justi- 
cia, ocupar  algunas  páginas  de  La  Biblioteca  Americana^  La. 
Flor  (Colombiana,  etc.  no  sabemos  como  ha  podido  pasar  por 
alto  el  nombre  de  la  patriota  de  la  misma  época  de  la  inde- 
pendencia, Doña  Antonia  Santos,  ilustre  victima  que  sufrió- 
tranquilamente  el  martirio  en  holocausto  áe  la  libertad  de 
América. 

No  dudamos  que  la  historia  de  esta  mugier,  tan  virtuosa, 
como  estraordinaria  y  tan  patriota  como  linda  y  rica,  será, 
lieida  con  gusto,  á  la  vez  que  con  compasión,  por  su  fin  pre- 
maturo y  trájico. 

Recomendamos  un  artículo  que  bajo  el  titulo  de  **  Ilus- 
tres Americanas''  registra  La  Biblioteca  Americana,  ó  Mis- 
celánea de  Literatura,  Artes  y  Ciencias — Por  una  sociedad  de- 
Americanos — Londres,  1823 — pág.  368. — Esto  mismo  se  re- 
produjo mas  tarde  en  un  librito  titulado,  Flor  Colombia'na, 

El  Dr.  D.  Ramón  Ferreira  publicó  también,  en  La  Na- 
ción Ar ¡entina  de  23  de  Jundo  de  1864  y  se  reprodujo  en  La 
Reforma  Pacifica  de  Montevideo  del  5,  6,  y  7  de  Octubre  del 
mismo  año,  un  interesante  trabajo  del  mismo  género  bajo  el 
epígrafe:  La  muj»er  Americana  en  la  guerra  de  la  indepen- 
dencia: **  Anécdotas  tomadas  de  los  periódicos  de  esa  época."* 

Ninguna  de  esas  publicaciones  consigna  los  nombres  ni 
refiere  las  acciones  heroicas  de  algunas  que  se  mencionan  aquí, 
y  mucho  menos  el  de  Ja  distinguida  patriota  que  ha  dado 
motivo  al  presente  trabajo.    Y  al  darlo  á  la  prensa  por  pri- 
mera vez,  en  Buenos  Aires,  hemos  creído  deber  precederlo 


HEROÍNAS  Y  PATRIOTAS  AMERICANAS.  95 

los  hechos  de  otras  hieroánas,  cuyos  rasgos  patrióticos  son, 
conocidos  unos  y  muy  poco  conocidos  otros. 

Advertencia, — Después  de  hallarse  impreso  lo  que  ante- 
ceda, hemos  venido  en  conocianiento  de  que  el  Censor  ae  Chi- 
le de  1820,  bajo  el  título  de  Anécdota  d^l  año  1810,  trae  un 
articulo  del  doctor  Monteagudo,  sobre  la  señora  doña  Teodora 
Suarez  de  Roldan,  cuyo  nombre  ignora,  de  qu^  hemos  hablado 
en  la  pág.  79.  . 

A  Zinnij, 


ANTONIA    SANTOS. 

I. 

LA   HEROÍNA. 

A  principios  de  este  siglo,  el  Socorro  no  era  la  impor- 
tante ciudad  que  conocemos  hoy.  El  área  de  sfu  población 
estaba  mas  circunscrita,  y  una  infinidad  de  árboles  la  rodea- 
ban por  todas  partes.  Las  casas  eran  todas  de  un  solo  piso, 
sin  gusto  ni  elegancia  alguna.  A  la  cabeza  de  «ellas  levanta 
ba  su  altiva  y  severa  frente  el  convento  die  Capuchinos  hoy 
arruinado,  y  que  entonoes  era  el  adorno  de  la  ciudad  y  la 
fortaleza  de  la  tiranía  española.  Dolor  causa  hoy  la  contem- 
plación de  aquel  dmponente  edificio,  donde  sonó  por  dos  días 
el  ruido  terrible  de  la  fusilería  en  1810.  Parece  que  por 
haber  servido  entonces  al  despotismo,  lo  ha  condenado  Dios 
á  vegetar  tristemente,  no  escuchándose  en  su  recinto  sino  los 
sollozos  de  la  miseria,  y  no  teniendo  por  adorno  sino  algunas 
flores  solitarias. 

Nuestra  narración  principia  en  uno  de  los  primeros  me- 
ses de  1817. 

A  un  día  tempestuoso  y  oscuro  había  seguido  una  noche 
mas  triste  y  tempestuosa  aun.  La  ciudad  parecía  temblar 
bajo  el  impulso  de  la  tormenta.  Oíase  el  ruido  fuerte  y  mo- 
nótono quie  produce  la  lluvia  al  azotar  con  furia  las  calles  y 
paredes.  Una  espesa  niebla  lo  rodeaba  todo.  De  vez  en 
cuando  los  relámpagos  iluminaban  dudosamente  la  ciudad,  el 


í)6  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRE^. 

trueno  los  seguía  con  su  voz  aterradora.  No  se  divisaba  per- 
sona alguna  en  las  calles.  Eran  las  once  de  la  noche.  •  Todas 
las  puertas  permanecían  cerradas,  y  solo  á  dos  cuadras  de  la 
plaza,  en  una  habitación  que  todavía  existe,  aunque  muy  cam- 
biada, se  alcanzaba  á  divisar  una  luz  al  través  de  las  celocias 
de  la  ventana. 

Penetremos  en  esa  casa  con  nuestra  autoridad  d^e  cronds 
ta:  allí  va  á  principiar  un  drama  terril)l'e,  cuya  última  esce- 
na  se  re¡)resenta  en  el  cadalso. 

liemos  dicho  que  la  casa  era  pequeña  y  de  un  solo  piso. 
En  ella  reinaba  una  sencillez  completa.  Tres  grandes  cana- 
pés forrados  en  cuero,  varias  sillas  y  cuatro  mesas  completa- 
ban el  adorno  de  la  sala.  En  la  pared  de  estas  habia  algunas 
pinturas  representando  la  vida  de  varios  santos  y  un  cruci- 
fijo. Sobre  una  de  las  mesas  veíase  la  Biblia,  siempre  abierta 
y  las  obras  de  Fray  Luis  de  Granada,  emi)astadas  en  perga 
mino. 

En  «esa  pieza,  la  noche  de  que  hablamos,  paseábase  con 
inquietud  una  señora,  escuchando  á  veces  'el  ruido  del  agua 
que  azotaba  en  la  ventana,  á  veces  las  palpitaciones  i)reoipi 
tadaa  de  su  propio  corazón. 

La  señora  que  se  paseaba  podría  tener  unos  35  años. 
Era  de  talle  espigado  y  magestuoso,  negra  cabellera  y  bri- 
llante mirada.  Elevaba  de  pronto  sus  ojos  al  cielo  y  cliispea- 
ban  entonces  ctm  brillo  estraordínario :  unía  luego  sus  mano6* 
vn  seuid  de  súplica,  murmuraba  una  oración,  se  aproximaba 
á  la  mesa,  tomaba  la  Biblia,  la  dejaba  luego  y  continuaba  pa- 
seándose precipitadamente  por  la  sala.  Una  agitación  es- 
}»antosa  la  dominaba  en  esos  momentos. 

Es  nec(*sario  escribirles,  murmura])a,  es  necesario  que 
s;e  manejen  con  la  maytM*  prudencia.  Dessrnuíada  de  mi  si 
llegan  á  eogerlv>s.  desgraciados  de  todos  mis  hermanos.  Ig- 
noro ([ue  ocunv ;  pero  oprime  el  cora>.on  un  presentimiento 
ti  rrible.  Siento  >(^spanto,  yo  qu(»  jamás  lo  he  címocido.  Algo 
Imy;  alijo  dicen  estas  i'uertts  ])alpitaciones,  esta  inquietud 
de  mi  alma.     Vero  no  es  posible  que  Dios  n(»s  abandone.     Su 


HEROÍNAS  Y  PATRIOTAS  AMERICANAS. 

proteíícion  ha  sido  hasta  hoy  infinita:  no  dudemos.  Yo  tengo 
fé  en  vos,  Dios  mió,  anadia  la  señora,  volviéndose  al  erueiíi jo : 
te  ruego,  pues,  quv  no  abandones  á  esos  infelices  que  vagan 
hoy  por  los  boscjues  eon  un  ol)jeto  santo :  buscando  la  libertad 
que  les  niegan  los  traidores/' 

De  vuelta  la  vista  al  cielo,  las  manas  entrelazada^s,  bri- 
llando los  ojos  negros  en  la  semi-oseuridad  de  la  sala,  conti- 
nual»a  la  señora  sunierjida  en  una  meditación  profunda. 

Esta  señora,  qwe  rogaba  á  Dios  por  la  libertad  de  su  pa- 
tria,  y  que  mientras  la  tempestad  sacudía  con  violencia  la 
«casa,  pensaba  únicamente  en  sus  hermanos  oprimidos,  era 
Antonia  Santos,  muger  de  espíritu  varonil  y  corazón  herói 
<;o,  que  pocaci  horas  después  debia  morir  dignamente,  con  un 
valor  sin  ejemplo  en  nuestra  historia.  Esta  ha  olvidado  á  la 
mártir  socorrana,  como  olvida  tantos  saerifioit)s,  tantos  acto» 
<le  heroismo,  á  tiempo  que  consigna  en  sus  pajinas  Jas  infa- 
mias de  los  reyes  y  la  abyección  de  algunos  pueblos.  Noso- 
tros haremos  aparecer  en  la  escena  á  la  heroica  Antonia,  ro- 
deada con  esa  aureola  luminosa  que  dan  el  valor  y  el  sacrificio. 

Antonia  Smtos  nació  en  Charalá,  jhto  hacia  algún  tiem- 
po que  se  había  venido  al  Socorro.  Admiradora  de  las  gran- 
des acciones,  teniendo  por  lectura  favorita  las  obras  majes 
tuosas  de  Plutarco,  el  inmortal  historiador  de  los  hombres 
<'élebre8  de  la  antigüedad;  compatriota  de  Galán,  el  primer 
mártir  de  la  patria;  Antonia,  desde  sus  prim-eros  años,  con- 
sagró una  especie  de  culto  á  los  mártires  granadinos  y  se  pro- 
puso imitarlos.  La  época  la  favoreci<>  en  su  empiesa.  Co- 
irian  entonces  aqu-ellos  dias  gloriosos  y  terribles,  en  que  p? 
leaba  sola  la  América  española  contra  los  representantes  de 
Fernando  VII;  en  que  se  luchaba  con  valor  y  ©e  mona  con 
dágnidad ;  en  que  Pola,  Caldas,  Lozano  y  otros  uiuch(H  ha- 
hÍMn  sabido  sellar  sus  creencias  con  el  martirio.  Después  de 
los  primeros  años  de  independencia,  llegaron  paif^.  la  patria 
los  de  duelo  y  espanto  Morillo  y  sus  compañeros  rei^rr'»*- 
Ton  el  suelo  granadino  cubriéndolo  de  cadáveres,  pero  en  me- 


98  LA  RKVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

dio  (le  esas  s«ii  iguales  argustias,  el  valeroso  ccrjzorj  de  An 
toniu  Rautos  isc  cl'esfalleció. 

Mientras  quo  Morillo  estaba  en  Venezuela  y  h>á  habi- 
tantes de  3sa  li' pública,  peleaban  como  libres,  y«  l\r».nó  tñ 
lus  pueblos  le  (^haralá  y  Coromoro  una  guerr.üa  de  patrio- 
tas, que  junto  con  las  que  existían  en  Casanare  eran  las  únicas 
fuerzas  de  Nueva  Granada  que,  en  1817,  sostenían  la  causa, 
de  la  independencia.  Esa  guierrilla,  á  la  cual  se  unían  cuan- 
tos podían  salvarse  de  la  muerte  ó  de  las  cadenas,  llegó  1  te- 
ner en  aquel  año  quinientos  hombres  bien  armados  y  dirijí* 
dos  por  gefes  de  notable  valor.  Imponía,  pues,  serios  temo- 
res a  las  autoridades  españolas  de  las  provincias  del  Norte^ 
por  lo  cual  custodiaba  siempre  esta  plaza  una  fuerza  de  con- 
sideración. Antonia  Santos,  fué  el  ángel  protector  de  aque- 
llos valientes  granadinos;  vendió  la  mayor  parte  de  sus  jo- 
yas, sacrificó  su  caudal,  reunió  armas,  municiones  y  víveres,, 
y  en  fin,  auxilió  de  todos  modos  á  los  independientes.  Con 
frecuencia  Les  escribía  dándoles  noticia  de  los  sucesos  notables 
y  escitándolos  á  que  continuaran  peleando.  Sus  cartas,  lie 
ñas  del  fuego  sagrado  que  dá  á  toda  producción  un  sentimien- 
to ardiente  y  sincero,  entusiasmaban  á  los  patriotas.  Estoi» 
seguian  organizándose  para  caer  de  repente  sobre  sus  verdu- 
gos. 

Tal  era  la  mujier,  que  en  la  noche  tempestuosa  que  he- 
mos diescrito,  meditaba  los  medios  de  salvar  á  su  patria. 

Después  de  haberse  paseado  largo  tiempo  por  la  sala, 
eomo  dijimos,  Antonia  Santos,  se  aproximó  á  la  mesa,  sentóse 
y  escribió : 

** Amigos  míos: 

*  *  Envió  á  ustedes  sal,  carne  y  200  pesos  en  plata  de  cruz,, 
que  les  entregará,  como  antes,  Juan.  Pronto  les  mandaré 
mas.  No  desmayen  ustedes,  por  Dios;  que  en  todas  partes 
continúan  peleando.  La  isla  de  Margariita  ha  sido  atacada 
por  Morillo,  según  las  noticias  que  han  venido  á  Formínaya, 
pero  después  de  un  mes  de  alaquies  inútiles  contra  los  heroi- 
cos margariteños,  aquel  tuvo  que  volver  á  la  Costa  Firme ;  los 


heroínas  y  patriotas  americanas.  90 

patriotas  se  adueñaron  de  la  Quayana  y  la  causa  de  su  amo 
Fernando,  testaba  en  mal  <estado.  Dios,  pues,  nos  sigue  pro- 
tejiendo. 

''Constancia  y  valor,  mis  queridos  amigos:  prudiencia 
sobre  todo.  Asi  pronto  avisaré  a  ustedes  la  hora  de  dar  el 
golpe  y  de  purgar  á  la  tierra  de  estos  malvados.  Dios  los 
proteja  siempre.     Su  amiga  de  corazón. 

Antonia   Santos.'' 

Concluida  -esta  carta,  Antonia  se  levantó  y  llamó.  Al 
instante  apareció  un  joven  de  diez  y  ocho  á  veinte  años,  ne- 
gro y  esclavo,  que  le  era  sumanvente  fiel  y  á  quien  su  ama 
confiaba  las  mas  peligrosas  comisiones. 

— ^Juan,  dijo  la  señora  Santos,  de  aquí  á  las  tres  de  la 
tarde  se  apasiguará  la  tempestad.  A  esa  hora  partirás  para 
Coromoro,  con  tu  acostumbrado  sijilo. 

— ^Bien,  señora,  contestó  el  negro. 

—Pon,  en  tu  bordón  hueco,  esta  carta.  Ya  sabes  la  pru- 
dencia que  debes  tener.     Si  la  cojen,  somos  perdidos. 

— No  tenga  usted  cuidado,  señora,  no  la  cojierán. 

— Así  lo  espero..  Forma  una  maleta  con  la  carne  y  la 
sal  que  compraste  hoy  y  la  llevarás  junto  con  la  plata  que  hay 
en  aquel*  cajón. 

El  negro  tomó  el  dinero. 

— ¿Y  todo  lo  «entrego  á  la  misma  persona?  preguntó. 

— Sí,  Juan.  Pero  no  hables  en  el  camino  con  nadie,  y 
si  te  encuentras  con  gente  armada,  dices  que  vas  á  Charalá  á 
vender  esas  provisiones. 

— Está  bueno,  mi  señora  Antonia. 

— Toma  para  tu  camino:  vuelve  pronto  y  que  Dios  te 
proteja. 

— ^Así  sea. 

E  inclinándose  el  negro  ante  su  señora,  con  el  mayor 
respeto,  salió  de  la  pieza. 

La  señora  Santos  entró  á  su  aposento.  Era  ya  la  una 
de  la  mañana.    La  tormenta  continuaba  y  se  oia  ese  ruido 


100  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

pesado  y  continuo  que  produce  el  agua  al  caer,  semejante  al 
del  reloj  que  en  el  silencio  de  la  noclie  cuenta  las  horas  de  la 
eternidad. 

11. 

LA  APREHENSIÓN. 

Al  dia  siguiente,  la  naturaleza  apareció  alegre  y  risueña 
con  los  efectos  de  la  tormenta.  Esta  habia  pasado  sobre  la 
ciudad,  animando  y  vúvificando  todo  con  su  aliento  podtero- 
80.  La  mañana  era  espléndida.  El  Opon,  cubierto  de  blan- 
quísimas nubes,  levantaba  al  cielo  su  soberMa  frente,  y  espar 
oídas  aquellas  -en  desorden  sobre  diversas  eminencias  de  la 
montaña  semiejaban  aves  de  inmensos  y  variados  plumages. 
Todo  era  vida,  movimiento  y  perfumes:  todo  volaba,  corría, 
cantaba  li  oraba.  Los  millares  de  árboles  (pie  sombreaban 
la  ciudad  se  movían  á  impulsos  de  una  fresca  brisa.  Y  á  lo 
lejos,  el  Suarez.  K*spumoso,  terrible,  se  estrellaba  contra  las 
piedras  que  adornan  sus  márgenes,  haciendo  llegar  hasta 
muy  arriba  el  lejano  murmullo  de  sus  aguas. 

Eran  las  7  de  la  mañana. 

Antonia  Santos,  vestikia  de  negro  y  sentada  en  uno  de  los 
canapés  de  la  sala  que  hemos  ¡descrito,  estaba  cosiendo. 

Mientras  perinaniecia  tranquila,  hts  malas  pasiones  se 
agitaban  afuera  horriblem'ente.  Uno  de  sus  amigos,  á  quien 
estimaba  mucho  y  que  estaba  al  corriente  de  los  planes  de 
Antonia  abusó  con  infamia  de  la  confianza  que  en  él  se  habia 
depositado. 

Gobernaba  en  aquel  año  al  Socorro  don  Antonio  Formi- 
Daya,  digno  compañero  de  "Morillo:  feroz,  adusto  y  perseguí 
dor.  Era  valiente  como  Morillo;  pero  enemigo  implacable 
de  los  patriotas  granadinos.  El  amigo  de  la  señora  Santo» 
se  presentó  á  ese  funcionario  y  le  manifestó  los  planes  de 
aquella. 

El  gobernador,  enfurecido,  mandó  aprehenderla. 

Hemos  dicho  que  en  esa  mañana  Antonia  estaba  en  su 
casa  cosiendo  tranquilamente. 


HEBOINAS  Y  PATBIOTAS  AMEBICANAS.  101 

Se  oyeron  de  pronto  fuertes  golpes  en  la  puerta  de  la 
(¡asa.  Una  de  las  criadas  salió,  y  á  pocos  momentos  volvió 
pálida  y  temblando. 

— i  Qué  hay,  Dolores?  preguntó  la  señora  Santos. 

— Soldados!  señora,  soldados!  dijo  la  criada  balbu- 
ciente. 

— ¿En  dónde? 

— En  la  pu-erta. 

— ¿Los  conoces  tú? 

— Si,  señora,  son  de  Ja  guardia  ác\  señor  gobernador. 

Paróse  repentinamente  la  señora  Santos:  el  fuego  de  su 
corazón  pasó  á  sus  ojos,  quie  brillaron  como  relámpago.  Salió 
de  la  sala,  atravesó  el  corredor  y  llegó  al  zaguán.  ílabía  allí 
diez  .soldados  muy  bien  vestidos  y  á  su  cabeza  un  oficial  joven 
todavia. 

— Entren  ustedes,  señores,  dijo  Antonia,  y  -en  la  sala  me 
dirán  el  obj-eto  de  su  visita. 

— Gracias,  señora,  contestó  el  jóv»en  oficial,  venimoB  á  cum- 
plir una  muy  penosa  comisión  que  nos  ha  dado  su  escelencia 
el  señoc  gobernadoi:, 

— ¿Qué  comisión? 

— Conducir  á  usted,  señora,  á  la  casa  de  gobierno. 

— Muy  bien,  señor,  permítame  usted  que  míe  vista  y  lu«.- 
go  estaré  pronta  á  ir  adonde  á  ustedes  plazca. 

— Con  el  mayor  gusto,  señora,  dijo  ¡el  oficial. 

aNuIcnia  volvió  á  la  sala  y  llamó  á  sus  dos  ería-iüs.  escla- 
vas luLiiil'ien  iO!üo  Juar 

— Dolores,  dijo  á  la  una,  trae  mi  mantilla  y  mi  som- 
brero. Y  tú,  añadió,  volviéndose  á  la  otra^  cuida  de  la  casa 
mientras  yuelvo ;  y  si  acaso  nue  tardo  del)es  ir  á  la  casa  del  go- 
fae];nadiQr  y  Uevarme  lo  necesario. 

Iia3  criadas  comenzaron  á  llorar. 

— i  A  donde  la  llevan  á  iLst^ed,  ^ñora?  decían. 

— Voy  donde  Forminaya.  Tontas !  no  lloréis :  ¿  qué  hay 
en  esto  de  particular  ?    Vamos,  un  abrazo  y  adiós ! 

Abrazólas  y  salió,  diciendo  al  oficial : 


102  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

— Estoy  pronta,  señor. 

Este  se  inclinó,  y  partieron.  Antonia  con  paso  firme 
salió  de  aquella  casa  adonde  no  debía  volver,  atravesó  con 
la  escolta  varias  calles  y  ll»egó  á  la  casa  del  gobernador, 
sita  en  el  mismo  punto  donde  hoy  existe  la  cárcel.  ^  En  un 
gran  salón  estaba  Porminaya  con  su  secretario  que  aun  vi- 
ve (1),  examinando  varios  despachos.  Levantóse  cuando  lle- 
gó la  señora  Santos,  hizo  seña  al  oficial  y  soldados  para  que 
se  retiraran,  y  con  la  urbana  cortesía  española  ofreció  un 
asiento  á  su  nueva  víctima. 

Hubo  un  instante  de  silencio.  Forminaya  examinaba  á 
la  señora  Santos  y  esta  permanecía  tranquila. 

— Señora,  dijo  derrepente  el  gobernador,  se  ha  denun- 
ciado á  este  despacho  que  usted  auxilia  á  los  insurgentes 
d'e  Coromoro  y  Charalá.  Hay  pruiebas,  pero  mandé  llamar 
á  usted  para  que  d»eclare  si  eso  es  6  no  cierto, 

— Es  cierto,  contestó  Antonia  con  firmeza. 

— I  Cómo !  esclamó  el  estúpido  funcionario  español,  que 
no  comprendía  la  abnegación  sublime  de  la  mujer  que  tenía 
en  su  presencia ;  ¡  como !  confiesa  usted  sin-ambajes  ese  crimen ! 

— ^Yo  no  he  cometido  crimen  alguno,  señor  gobernador. 

— ¡Cómo!  continuó  Porminaya.  ¿No  es  crimen  rebe- 
larse contra  nuestro  amado  y  legítimo  soberano  Pernando  VII T 

— No:  he  cumplido  un  deber. 

— ¿  AusUiando  á  loe  insurgentes? 

— No  es  insurgente,  señor  gobernador,  quien  combate  por 
sus  derechos  y  trata  de  adquirirlos  apesar  de  las  crueldades 
de  funcionarios  implacables. 

— ¡  Señora ! 

— Sí,  exclamó  Antonia  Santos  parándose,  las  inauditas  y 
frecuentes  crueldades  que  ustedes  han  cometido,  han  obligado 
á  muchos  granadinos  á  defenderse  del  modo  que  pueden  \  que 
hay  en  esto  de  raro  ? 

Mientras  nsí  hablaba  Antonia,  el  gobernaxlor  se  pa- 
seaba por  la  sala  precipitadamente.  Paróse  de  pronto  contra 
«u  víctima. 

1.     Año  \W¡,  i 


HEBOINAS  Y  PATBIOTAS  AMERICANAS.  103 

— ¿Y  no  sabe  usted,  señora,  preguntó,  cuál  es  la  suerte 
de  los  insurgentes  americanos!. 

— Sí,  respondió  Antonia:  son  ahorcados,  arcabuceados  6 
enviados  á  climas  donde  mueran  pronto. 

— i  Y  no  sabe  usted  que  mañana  puede  sufrir  igual  suer- 
te? 

— ^Lo  sé;  ¿pero  cree  usted  atemorizarme  presagiándome 
una  muerte  próxima?  En  esta  larga  guerra  h/emoe  aprendido 
á  morir.  Han  matado  ustedies  á  tantos  granadinos,  que  hoy 
la  muerte  es  una  cosa  común  y  vulgar.  La  espero,  pues,  sin 
miedo. 

— Por  último,  dijo  Porminaya  con  violencia  y  no  me 
dáoe  usted  quienes  auxilian  esa  guerrilla  y  los  insurgentes  que 
la  componen? 

— No,  señor. 

— No  me  promete  usted  que  dejará  de  auxiliarla? 

—No. 

— Secretario,  concluyó  Porminaya,  dirigiéndose  á  aquel, 
que  habia  guardado  silencio  durante  la  conversación:  haga 
usted  poner  á  esta  muger  en  capilla  y  cuanto  antes  se  le  pres- 
ten los  auxilios  espirituales  que  necesita,  puies,  por  mi  vida, 
será  arcabuceada  dentro  d«e  48  horas  en  el  sitio  donde  mué- 

■ 

ren  siempre  los  riebeldes. 

— ^Pero,  señor. ... 

— Silencio:  cumpla  usted  lo  ordenado,  esclamó  con  voz 
de  trueno  el  gobernador. 

— Dirijióse  el  secretario  al  sitio  donde  se  hallaba  la  sé- 
flora  Santos.  Paróse  esta  y  ambos  se  dinijieron  á  la  puerta 
de  la  sala.     Al  llegar  al  umbral,  Antonia,  se  detuvo. 

— Señor  gobernador,  dijo;  no  olvide  usted  mis  pala- 
bras. Su  poder  concluirá  pronto  i  la  sangre  derramada  cla- 
ma al  cielo.  Yo  moriré,  pero  mi  sacrificio  servirá  para  pro- 
ducir la  caida  de  la  tirania,  en  estas  provincias.  Repito,  no 
lo  olvide  usted. 

Y  dichas  estas  palabras,  salió  de  la  pieza  sonriendo. 

El  funcionario  español  cayó  sobre  su  silla  asustado  al 


104  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

oir  esas  profétieas  palabras  ** Valerosa  mujer!  dijo:  será  tris- 
tie  que  muera.  Procura  reinos  hacer  que  denuncie  á  sus  cóm- 
plices y  se  salve.*' 

ni. 

LA  CAPILLA. 

Antonia  Santos  fué  puesta  en  capilla. 

AI  llegar  al  tenebroso  cuarto  de  donde  no  debia  salir  sino 
para  el  suplicio,  Antonia  volvió  la  vista  á  todas  partes  y  es- 
elamó : 

'*Hé  aquí  mi  última  y  triste  habitación.  ¡Que  horror 
«e  siente  aqui!  Cómo  brota  agua  de  este  piso!  Cómo  pesa 
sobre  mi  eorazoni  la  soledatl  que  me  rodea!  Pero  es  preciso 
alejar  de  mi  pensamiento  las  ideas  que  pudieran  debilitar 
mi  valor Y  sin  embargo voy  á  morir!  Nunca  he  te- 
mido la  muerte,  porque  al  principio  de  ese  tenebroso  cami 
no  he  visto  á  Dios,  quie  premia  y  castiga.  ¥  ademas,  es  gra- 
to morir  cuando  asi  salvamos  á  muchos  desgraciados,  cuan- 
do ayudamos  en  algo  al  triunfo  de  una  causa  sagrada.  Dios 
rae  dará  la  fortaleza  necesaria  para  morir  con  firmeza  y  su 
santísima  madre  me  recibirá  amorosamente  en  la  eternidad.*' 

Y  qnedó  sumergida  en  una  meditación  profunda. 

Pocos  momentos  después  se  abrió  la  puerta  de  la  prisión 
y  apareció  el  secretario  did  gobernador. 

— ^Vengo  de  parte  del  señor  gobernador,  dijo  á  la  señora 
Santos. 

— I  Qué  orden  trae  utrted  ?  preguntó  esta. 

— Ofrece  dejar  á  usted  libre  y  entregarle  sus  propieda- 
des, que  sie  han  mandado  confiscar,  si  dá  una  lista  de  las  per- 
sonas, que  prestan  ausilio  á  la  guerrilla  de  Charalá : 

— Ah !     ¿  Con  que  el  señor  gobernador  me  propone  esto  f 

— Si,  señora. 

— Pue«  bien :  pido  que  se  me  dé  un  término  de  dos  horas 
para  resolverme.  Mientras  tanto,  suplico  á  usted  le  diga  al 
señor  Forminaya  que  ordene  á  mi  confesor,  el  señor  doctor 
Torres,  venga  á  mi  prisión. 


heroínas  y  patriotas  AMERICAXAtí.  Iü5 

— Se  dará  la  orden,  señora. 

Salió  el  secretario.  Una  hora  tlespu/as  entró  al  calabo- 
zo el  confesor  de  la  señora  Santos,  sa4*erdot^  pevspetable  y  vir- 
tuoso. 

Levantóse  vivamente  la  señora  Santos  al  verlo  y  le  ofreció 
asiento. 

— ¿Sabrá  usted,  doctor,  que  estoy  condenada  a  muerte? 

El  doctor  Torres  dio  un  grito  y  palideció. 

— Cómo,   señora ! 

— Si,  doctor;  ausiliaba  á  la  guerrilla  de  Charalá,  y  por 
tsto  Porininaya  me  ha  condenado  á  muerte. 

— Entonces,  señora,  -el  motivo  de  su  muerte  es  muy  no- 
ble y  sagrado.  ¡  Ojalá  que  todas  la  imitaran !  Así  se  sal^'aria 
la  causa  de  nuestra  independencia. 

— Pero  ae  me  han  hecho  propuestas  para  salvar  iii¡  »ida 
y  he  creído  de  mi  deber  consultarlas  con  usted. 

— Hable  usted,  señora.  Pediré  á  Dios  que  me  ilumine 
para  dar  un  consejo  saludable. 

Forminaya  nue  ofrece  la  vida  si  denuncio  á  las  perso- 
nas que  auxilian  á  la  giierrilla  de  Charalá.  ¿Cree  usted  que 
si  yo  no  acepto  esa  infame  propuesta,  y  desecho  ese  deshon- 
roso raeiüo  de  salvación,  cometeré  un  suicidio? 

— i  Y  usted  juzga  que  si  dá  «ese  denuncio  sus  amigos  mori- 
i*án  ? 

— Al  instante. 

— ¿De  manera  que  la  muerte  de  usted  impide  la  de  mu- 
chos? 

— Asi  lo  creo. 

— Entonces,  señora,  usted  no  se  suicida  sino  que  sufre 
el  martirio  por  salvar  la  vida  á  muchos  desgraciados.  Eso 
es  noble,  generoso,  santo.     Bendita  sea  usted,  señora. 

— Ah!  razón  tenia  yo  para  creer  quie  usted  opinaba  co- 
mo yo.  Gracias,  mil  gracias,  doctor,  por  sus  dulces  y  con- 
soladoras palabras.  Mis  creencias  se  han  fortificado:  tengo 
valor.  ¿Tendrá  usted  la  bondad  de  recibir  esta  tarde  mi  úl- 
tima confesión? 


106  J^A  BBVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

—Vendré,  señora. 

— Gracias,  doctor.  Absuelta  de  mis  muchos  pecados,  no 
temeré  la  muerte  y  partiré  gustosa  para  la  «ternidad.  Adiós, 
doctor. 

— Hasta  la  tarde,  señora. 

El  sacerdote  salió.    Una  hora  después  entró  el  secretario. 

— ¿Qué  ha  resuelto  usted,  señora?  digo. 

— ^Mprir,  contestó  Antonia. 

— i  De  veras! 

— Sí :  diga  usted  al  gobernador  que  se  engaña  tristemente 
si  piensa  que  yo  puedo  cometer  una  infamáa  tan  grande  co- 
mo la  que  me  propone.  Dígale  usted  qu^,  aunque  muger  y 
débil,  no  tengo  temor  alguno  y  no  vacilo  entre  la  muerte  y 
la  deshonra.  Dígale  usted  que  puede  ordenar  se  prepare 
todo  lo  necesario  para  mi  suplicio. 

El  secretario,  asombrado,  salió  de  la  capilla. 

A  las  doce  del  dia,  Antonia  envió  á  implicar  al  gober- 
nador la  dejaran  ven^ie  con  los  criadas  que  el  lector  conoce. 
Forminaya  dio  el  permiso  y  vinieron  á  la  prisión  los  servi- 
dores de  Antonia. 

Una  esoena  de  lágrimas  tuvo  entonces  lugar.  Los  gritos 
y  llantos  de  las  criadas,  al  saber  que  su  señora  iba  á  morir, 
resonaron  largo  rato  en  la  prisión.  Antonia  era  la  que  ma- 
nifestaba mas  valor  y  serenidad.  Les  ordenó  que  guardaran 
lo  que  les  fuera  posibl'e  de  los  intereses  que  habia  en  la  casa, 
antes  que  los  españoles  cayeran  sobre  dios,  pues  la  orden 
de  confiscación  se  habia  ya  espedido.  Les  dio  muy  buenos 
y  saludables  consejos  y  dispuso  que  le  ^enviaran  por  la  noche 
su  mejor  traje  negro  y  sus  mas  ricas  joyas. 

Por  la  tarde  de  ese  dia  se  confesó  la  señora  Santos,  pa- 
ra recibir  la  comunión  al  dia  siguiente ;  á  las  seis  de  la  noche 
tonw)  un  lijtero  alimento  y  se  despidió  d«e  sus  amigos  y  ser- 
vidores.   Lluego  se  qued^  sola. 

En  la  capilla  habia  una  mesa  cubierta  de  negro  y  sobre 
ella  un  pequeño  crucifijo.  Dos  velas  alumbraban  la  divina 
imájen  de  Cristo.     Arrodillóse  Antonia  junto  á  la  mesa  y  oró 


HEB0INA8  Y  PATRIOTAS  AMEBIOAJIAS.  lOV 

largas  horas.  En  sus  oraciones,  mezcladas  con  lágrimas,  ro- 
^ba  al  cielo  que  hiciera  servir  su  muerte  en  provecho  de  su 
patria.  Próxima  al  sepulcro,  únicamente  sentia  que  el  despo- 
tismo  peninsular  no  fuera  derrocado  pronto.  ¡Cuan  grantle 
71)  s»?  no.s  \  rtsriitfi  &  iravés  de  los  años  el  alma  de  ^^si  heracU 
y  suhüiiti;  iuu^ítI  (Crmo  resplandecen  íu  .titIío  de  ^^vcríts 
horri'  U?ít,  las  nebíes  tcciones,  la  abncga^i  n  v  el  saciiíi  Jo 

A  hm  once  di'  i'i  noche  concluyo  -^u^  orn^'oiiís  .^nionia 
Santos :  se  recostó  en  la  cama  que  se  le  habia  preparado  y  se 
durmió  tranquilamente.  En  un  reposo  semejante  debió  que- 
dar Sócrates,  después  que  tomó  la  cicuta:  asi  deben  donnir 
los  mártires  de  la  lil>ertad  la  vispera  de  esos  sacrificios  su- 
Mimes  que  hacen  temblar  á  los  hombres  y  conmueven  á  Dios 
y  á  los  ángeles. 

IV. 

EL  SUPLICIO. 

Eran  las  ocho  sie  la  mañana  del  dia  siguiente  al  en  que 
pasaron  los  sucesos  que  acabamos  de  referir. 

La  mañana  era  fria  y  tempestuosa.  Nubes  dte  siniestros 
colores  encapotaban  el  horizonte:  una  niebla  espesa  cubria 
^n  parte  á  la  ciudad  heroica,  no  dejando  pasar  á  través  de 
aquella  sino  algunos  débiles  rayos  de  sol. 

En  medio  de  la  plaza  de  esta  ciudad  se  habia  colocado  un 
banquillo.  Varios  soldados,  oonversanBlo  y  riendo,  custodia - 
han  el  terrible  «siento. 

Se  oyó  de  pronto  un  redoble  de  tambores  y  salió  Anto- 
nia Santos  de  su  prisión  en  medk)  de  muchos  soldados.  Su 
•confesor  la  acompañaba,  llevando  un  crucifijo  en  la  mano 
Antonia  vestia  un  severo  traje  niegro  é  aba  adornada  con  sus 
mejoras  joyas.  Aunque  algo  pálida,  brillaban  sus  ojos  efrtra  • 
ordinariamiente,  su  cabeza  se  levantaba  con  orgullo  y  con 
mirada  segura,  veía  el  último  asiento  que  iba  á  ocupar.  Su 
paso  era  firme,  tranquila  su  actitud. 

Uu  pueblo  numeroso  la  contemplaba  con  respeto  y  do- 
lor: todos  sufrían,  todos  lloraban  al  ver  aquella  mujer,  her- 
y^oss,  y  joven  aun,  morir  prematura  y  horriblemente. 


1Ü8  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

Al  salir  de  la  cárcel,  volvió  Antonia  Santos  su  vista  al 
balcón  de  la  casa  de  gobi>erno.  Allí,  rodeado  die  sus  sica- 
rios estaba  Forminaya  mirando  a  la  mártir  granadina.  An- 
toniía  lo  miró  con  tristeza,  como  perdonándole  su  crueldad. 
Al  ver  Forminaya  esa  mirada  de  mi^íericordáa,  se  entra 
precipitadamente.  Entónoes  Antonia  anduvo  el  camino  que 
la  separaba  del  banquillo.  Al  llegar  allí  se  detuvo,  y  elevan- 
do la  voz, — **  Amigos,  compatriotas  mios,  esclamó  con  voz 
fuerte,  dirigiéndose  á  los  hombres  que  la  rodeaban:  suplico 
á  ustedes  salgan  de  la  plaza,  dejando  solo  á  las  mujeres.  No 
desoigan  ustedes  la  súpUca  d^e  una  infeliz  que  va  á  morir. '^ 

Los  hombres  se  comunicaron  unos  á  otros  la  orden  d» 
la  señora  Santos.  Poco  rato  después  solo  quedaban  en  la 
plaza  las  mujeres  y  los  \Terdugos.  Entóneos,  dirigiéndose 
Antonia  á  las  primeras,  les  dijo : 

*  *  Acerqúense  ustedes,  amigas  mías. ' ' 

Se  aproximaron  algunas.  Antonia  se  quitó  las  joyas  y  \a» 
distribuyó  «entre  las  mujeres  que  la  rodeaban.  Luego  hizo  que 
se  retirasen. 

Sentóse  después  en  el  banquillo  y  por  una  precaución  de 
sublime  pudor,  se  amarró  un  pañuelo  junto  á  los  pies,  te- 
miendo que  en  las  convulsiones  de  la  agonía  el  viento  le- 
vantase su  vestido.  AUsó  después  su  cabeza  al  firmamento  y 
vio  que  el  sol  empezaba  á  brillar  débilmente.  Una  ráfaga  de 
valor  brilló  en  los  ojos  de  Antonia.  Parecióle  ver  al  cielo 
abierto  y  que  Dios  la  llamaba  con  palabras  de  amor  y  de 
perdón.  De  estos  delirios  y  visiones  hay  en  las  grandes 
agonias.  Palpitó  con  violencia  el  pecho  de  Antonia,  y  gritó 
** estoy  pronta",  con  voz  tan  fuerte  que  resonó  hasta  en  la  casa 
del  gobernador. 

Los  verdugos  también  estaban  prontos.  Oyóse  una  es- 
plosión  terrible,  una  espesa  nabo  «cubrió  por  breves  instan- 
tes á  la  víctima  y  á  sus  verdugos;  y  pasado  el  estruendo,  el 
humo,  el  terror,  vióse  únicamente  sobre  el  polvo  de  la  pla- 
za un  cuerpo  despedazado.     El  alma  de  Antonia  habla  vola- 


IIKKOLN AS  Y  PATRIOTAS  AMERICAIfAS.  10:1 

<lo  al  cielo,  donde  la  aguardaban  las  de  Policarpa  Salavarritrta 
y  madama  Roland. 

Algunos  par¡a*ntes  y  amigos  de  Antonia  neeojieron  su 
eadáver  y  lo  enterraron  en  el  cementerio  de  esta  ciudad. 
Pero  no  existe  señal  alguna  que  indique  doiide  reposan  sus 
rt^tos,  y  la  cruz,  sínilwlo  de  bien  y  vida,  no  protege  las  ce- 
nizas de  la  mártir  de  la  libertad.  Y  como  sus  huesos,  que 
-quedaron  olvidados  y  confundidos  con  otros  mil,  así  el  nom^ 
bi'je  de  Antonia  Santos  no  ha  í?ido  inscrito  en  los  anales  da 
nuestra  gloriosa  rcn^oluciim.  Hoy  por  la  vez  primera  se  re 
fiere  la  vida  de  esa  gran  inuger,  presentándola  en  nuestras 
ilesaJiñadas  pajinas,  como  ejemplo  de  enseñanza  fecunda,  como 
fuente  de  honor  y  de  gloria. 

ADRIANO   t'AEZ. 


VARIEDADES 


I 

ANIVERSARIO    DE    LA    FUNDACIÓN 

DE     LA 

*' REVISTA  DE  BUENOS  AIRES/' 

^    i 


En  mayo  de  1863  apareció  el  primer  númiero  de  este 
periódico,  que  fundamos  con  el  doctor  Navarro  Viola.  Quin- 
ce volúmenes  publica4t)6  muestran  al  públáco  si  hemos  ó  no» 
cumplido  con  el  prospecto  y  llenado  nuiestros  compromisos. 

Hiemos  contado  en  esta  tarea  con  la  desinteresada  coope- 
ración de  colaboradores  ^atuitos,  que  sacrificaban  su  tiempo- 
y  consagraban  sus  ocios  para  ayudarnos  en  una  empresa,  que 
no  tuvo  objetos  de  especulación  ni  de  lucro. 

Apesar  de  la  mala  situación  del  país,  de  la  guerra,  del  es- 
tado de  sitáo  y  el  limitadísimo  número  de  suscriptores.  La  Re- 
vista  ijo  ha  interrumpido  su  marcha  ni  la  interrumpirá  en 
adelante.  Sin  suscripciones  oficiales  (1)  ni.  apoyo  de  los  go- 
biernos, vive  esclusa vamente  por  la  protección  de  los  sus- 
criptores constantes  que  nos  han  acompañado  desde  la  fun- 
dación del  periódico  hasta  ahora,  y  que  esperamos  nos  acom- 
pañen en  lo  futuro.  Limitada  la  suscripción  á  la  ciudad  á^ 
Buenos  Aires,  hemos  tratado  de  consagrar  á  la  historia  de- 
esta  capital,  sus  establecimientos  públicos,  sus  conventos,  su^ 

1.     El  gobierno  nacional  €S  el  único  euscriptor  por  diez  y  ocho 
números. 


AXIVER8ARI0  DE  LA  REVISTA  lli 

iglesias,  y  sus  mismas  instituciones,  una  serie  de  trabajos 
que  se  registran  en  los  quince  volúmenes  publicados.  Esta 
consagración  á  la  ciudad  de  Buenos  Aires  es  un  debido  ho< 
menaje  al  pueblo  con  cuyo  favor  ha  vivido  y  vive  este  pe- 
riódico. No  por  eso  hemos  olvidado  á  las  demás  provincias 
argentinas,  y  hemos  publicado  noticitas  históricas  sobre 
la  mayor  parte  de  ellas,  especialmente  sobre  Córdoba,  San 
Juan,  Mendoza,  San  Luis,  Salta,  Tucuman,  Catamarec,  la 
Rioja  y  Jujuy. 

El  señor  Hudson  en  sus  nueritorios  é  interesantes  recuer- 
dos de  las  provincias  de  Cuyo  y  el  señor  Llerena  en  sus  cua- 
dros descráptivo-estadistícos  sobre  las  mismas,  han  propen- 
dido á  despertar  el  interés  sobiie  ellas  haciéndolas  conocer. 

El  destierro  de  nuestro  compañero  y  amigo  el  doctor  Na- 
varro Viola  en  febrero  de  1867,  nos  dejó  solos  al  frente  del 
periódico  desde  entonces  hasta  ahora  (1),  y  apesar  del  recar- 
go de  trabajo  que  esto  nos  imponía,  la  lícvista]  no  ha  cesado 
ni  ha  interrumpido  su  aparición  periódica. 

EJ  cólera  que  ha  visitado  esta,  capital  dos  veces,  y  la 
preocupación  consiguiente  de  los  espiritus  por  aquella  situa- 
ción angustiosa,  tampoco  interrumpió  la  marcha  normal  de 
la  Revista  ni  dejamos  de  publicar  escritos  inéditos. 

El  doctor  Navarro  Viola  nos  escribia  en  12  de  febrero 
del  corriente  año  desde  Montevideo,  esta^  palabras:  **Esta  pu- 
blicación vive  esclusivamente  por  usted.  Esta  es  la  verdad. 
y  yo  que  paso  por  hombre  que  no  me  acobardo,  le  aseg.i- 
ro  que  en  lugar  de  vd.  creo  que  me  hubiera  acoquinado.'* 
Los  quince  volúmenes  publicados  representan  once  mil 
cuatrocientas  ochenta  y  dos  pajinas  impresas.  La  parte 
consagrada  esclusivamente  á  la  historia  americana  compren- 
de en  15  volúmienes,  cinco  mil  trescientas  cincuenta  y  siete 
pajinas,  la  mayor  parte  inéditas  y  de  muchísimo  interés  pa- 
ra esta  república  y  las  demás  del  Rio  de  la  Plata.  Señalar 
estas  cifras  es  demostrar  sin  necesidad  d<e  comentarios  que 
este  periódico  es  un  repertorio  importante  para  el  historia- 
1.    Ecta  entrega  se  publica  en  Julio.  • 


n 


112  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlBES 

dor,  que  puede  wer  consultado  con  provecho,  y  que  por  tan- 
to hemos  servido  á  las  miras  que  nos  propusimos  al  fundarlo 

Reunir,  clasificar  y  {)ublicar  estos  ant^?edentes  histó- 
ricos es  servir,  en  nuestra  opinión,  á  la  historia  anuericana  y 
á  loH  estudios  serios.  Para  conseguir  estíí  resultado  he- 
mos n't'cesitado  ímproba  paciencia^  la  amástosa  y  desintere- 
sada coopieracion  de  los  colaboradores  y  una  constancia  que 
nuestros  lectores  pueden  apreciar.  Mucha^s  veces  hemos  sa- 
crificado nuestro  tiempo  en  lu.s  archivos  y  -en  la  lectura  de 
manuscritos  casi  ijegibles,  y  esta  tarea  la  hemos  llenado  solos, 
organizando,  clasificando  y  publicando  noticias  y  documentos 
cspuestos  á  desaparecer  entre  el  polvo  y  la  polilla. 

Al  cumplir  el  ani\'K»rsario  de  la  fundación  del  periódico 
<.r( temos  haber  probado  á  nuvstros  suscriptore^'  (pie  las  di- 
ficultades no  nos  desaniman,  y  esto  nos  induce  á  esporar  que 
podremos  realizar  en  adelante  las  mejoras  (pie  proyectamos. 

Debemos  una  demostración  pública  d;»  agradecimiento 
al  colaborador  mas  empeñoso,  mas  desinteresado  y  mas  cons- 
tante, al  doctor  d(m  Ángel  J.  Carranza,  quien  no  se  ha  limitado 
H  publicar  important(*8  trabajos  sino  que  ha  puesto,  con  una 
geniírosidad  di^na  de  todo  encomio,  sus  manuscritos  á  nm»s- 
tra  disposición.  La  cobn^cion  notable  (Uic  ha  reunido  con  in- 
fatigable constancia,  ha  sido  i)ara  nosotros  una  mina  in- 
agotable, (.^onvencido  que  el  escaso  numero  de  suscripto- 
r<\s  no  ptTuiitia  otras  crogacicmes  que  \f\¿>  de  la  imprenta,  ha 
consagrado  su  tiempo  y  puesto  sus  manuscritos  en  nu(*stras 
manos,  sin  mas  o])jeto  que  ayudarnos  en  una  empresa  quv 
tiene  por  mira  publicar  antecedentes  históricos  y  servir  al 
desarrollo  de  las  letras  en  i^te  país. 

El  doctor  don  Juan  María  Gutiérrez  fué  un  activo  cola- 
borador durante  los  doce  primeros  tomos,  y  sus  inv(\stig»cio- 
n(^  hist()ricas  (tomo  sus  juicios  literarios  (enriquecen  las  pa- 
jinas de  la  Jicvista. 

VA  señor  Zinny,  (^1  señor  lludson,  el  st^lor  TrcUes.  el 
doctor    Scrivenf^r,    el    coronel    Espejo     el    señor    dqn    Carlos 


ANIVERSARIO  DK  LA  REVISTA.  113 

Ouádo  y  Spano  y  otros  muchos  colaboradores  en  «esta  capital, 
nos  han  obsequiado  con  sus  trabajos. 

En  el  tiempo  traníscurrido  desde  la  fundación  de  La 
Kevista,  algunos  colaboradores  importantes  han  fallecido,  y 
entre  otros,  el  distinguido  brigadier  gieneral  don  Tomás 
Ouido,  que  tantas  veces  se  dignó  honrar  las  columnas  del 
periódico  con  sus  recuerdos  de  la  guerra  de  la  independen- 
cia, enriqueciendo  así  los  anales  de  la  historia. 

El  coronel  Pueymedon,  ej  doctor  don  Mariano  6.  de 
Pinedo,  don  Francisco  Bilbao  y  otros,  duermen  también  ese 
largo  sueño  del  que  no  se  despierta.  Todos  prestaron  gene- 
rosos su  eolaboracion  á  La  Revista  y  a  la  memoria  de  todos, 
¡debemos  gratitud,  al  contar  un  nuevo  aniversario  en  la  vida 
de  este  periódico. 

Entre  los  colaboradores  del  esterior,  no  podemos  olvi- 
dar los  notables  y  eruditos  trabajos  del  doctor  don  Vicente 
Fidel  López,  que  tan  justamente  han  llamado  la  atención  en- 
tre los  aficionados  á  las  indagaciones  filológicas. 

La  señora  de  Gorriti,  los  señores  Palma  y  Camacho  en  el 
Peni,  han  colaborado  activamsente  y  amenizado  el  periódico. 

Apesar  que  habríamos  querido  publicar  trabajos  de  to- 
dos los  colaboradores,  hasta  el  presente  no  lo  hemos  conse- 
guido; porque  las  tareas  de  la  mayor  parte  les  ha  impedido 
eumplir  sus  promesas. 

La  colaboración  se  ha  aumentado  de  la  manera  que 
nuestros  lectores  vieran  tanto  en  el  interior  como  en  el  este- 
rior, y  pubdiearemos  en  adelante  trabajos  inéditos  en  todas 
Ido  secciones. 

Como  una  prueba  de  los  deseos  que  tenemos  de  mejorar 
nuestra  publicación,  ofrecemos  á  nuestros  lectores  como  un 
obsequio,  el  plano  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires  en  1806,  á 
que  se  refiere  la  memoría  del  señor  Doblas,  que  empezamas 
á  publicar  en  este  número. 

Llamamos  la  atención  de  los  suscriptores  sobre  la  sec- 
ción histórica  de  La  Bevista,  que  es  ahora  completamente 
inédita,  de  manera  que  solo  en  el  periódico  se  encuentran 


114  LA  HEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

lesoA  trabajos,  salvo  las  ediciones  que  algunos  autores  han  he- 
cho de  los  mismos,  utilizando  la  composición  de  La  Revista^ 

Podemos  asegurar  que  durante  el  año  que  empieza  con 
esta  entrega,  publiearemoe  en  la  sección  histórica,  noticias 
importantes  y  manuscritos  rarísimos :  declaramos  también 
qne,  cuajesquiera  que  sean  los  sacrificios  pecuniarios  que  la 
publicación  diel  periódico  nos  imponga,  estamos  resueltoa 
á  continuarla,  de  manera  que  los  suscriptories  que  nos  acom- 
pañen pueden  contar  con  tres  volúmenes  mas.  Hacemos 
esta  declaración  porque  se  nos  dine  que  algunos  juzgan  que 
La  Revista  sucumbe,  para  evitar  que  inocente  ó  maliciosa- 
mente se  propaguen  tales  voces,  contratemos  «espontáneamien- 
te  el  compromiso  de  continuar  la  publicación  por  otro  año^ 
hasta  mayo  próximo.  Este  compromiso  lo  contraemos  con 
espresa  autorización  d»  nuestro  compañero  y  amigo  id  doctor 
Navarro-Viola. 

Tan  pronto  como  termine  la  guerra  y  el  país  lentre  en 
su  estado  normal,  si  la  susciricion  aumenta,  pensamos  intro- 
ducir mejoras  en  la  tipografía  y  papel  del  pieriódico;  pero  no 
alcanzando  muchas  veces  á  cubrir  los  gastos  de  edición,  cree- 
mos que  no  puetle  exijírsenos  mayores  sacrificios  por  ahora. 

Al  empezar  un  nuevo  año  de  tareas  y  recordar  el  ani- 
versario de  la  fumíaeion  de  La  Revista,  agradecemos  á  la 
prensa  toda  de  esta  Capital  los  juicios  benévolos  que  ha  emi- 
tido sobre  este  periódico,  juicios  que  nos  estimulan  á  hacer 
todos  los  esfuerzos  posibles,  para  aumentar  su  interés. 

La  galantería  de  nuestros  colegas  nos  anima  á  pedirles 
consagren  al  análisis  y  crítica  de  La  Revista,  algunos  momen- 
tos a  la  aparición  de  la  entrega  mensual. 

No  solo  la  prensa  de  Buenos  Aires,  ha  tenido  benevo- 
lencia para  criticar  el  periódico,  sino  que  ha  sido  juzgrado  con 
la  rnisn»  indtiljencia,  en  el  seno  de  algunas  sociedades  sabias 
de  la  Europa. 

En  el  informe  anual  del  Comité'  d'Archéologie  Américai' 
ne  de  Paris,  leemos  estas  palabras  del  distinguido  amiericanis- 
ta  señor  Gastón  de  Tayac :  "Las  corporaciones  sabias  del  Nue- 


ANIVERSABIO  DE  LA  REVISTA. 


11& 


vo-Mundo,  la  Sociedad  Etnológica  de  Nueva- York,  la  **  Ame- 
rican philosophical  Society/'  la. ''Smithsonian  Institution, " 
la  Sociedad  de  Geografía  de  Méjico,  lel  Instituto  Brasilero, 
han  proporcionado  por  su  parte  «este  año,  numierosos  tra- 
bajos sobre  la  Améiúca  antigua,  y  el  señor  Martin  de  Mou- 
ssy,  os  ha  hecho  conocer,  en  una  noticia  inserta  en  vuestra 
publicación,  la  revista  de  buenos  aires,  que,  después  de  mu- 
chos años,  inserta  una  serie  de  artículos  sobre  la  etnografía, 
la  lingüistica  y  la  historia  de  la  América  del  Sud." 

De  manera  que  estos  juicios  animadores  viemen  á  re- 
compensar nuestras  tareas  y  las  de  nuestros  colaboradores, 
y  nos  obligan  á  no  desmayar  en  el  camino  en  qme  hemos  en- 
trado y  del  que  no  noe  separaremos. 

El  regreso  en  agosto  próximo,  de  nuestro  amigo  y  com-. 
jipañero  de  redacción  el  doctor  Navarro- Viola,  nos  ofrecerá 
un  nuevo  continjente  de  trabajos,  puesto  que  él,  como  noso- 
tros, estamos  resueltos  á  mantener  este  pieriódico. 

Agradecemos  á  los  suscrítores,  el  apoyo  que  nos  prestan 
y  ]«s  damos  las  gracias  por  su  constancia. 

A  los  colaboradores  de  La  Itevisia,  les  agradecemos  tam- 
bién su  desinteresada  y  asidua  cooperación ;  contando  con  ellos, 
es  que  empezamos  un  nuevo  año  de  tareas,  sin  que  sintamos 
desfallecer  nuestras  fuerzas. 

VICENTE  G.  QÜESAPA. 


fc » 


bibliografía 


Í.1 


A  D  I  T  A  ^í  E  X  T  o 

KL  Bií)^VE.10  DE  LA   REVOLIXIOX  ABGENTIXV. 

(roncluslon.)      (1) 

'^  Las  bandas  de  música  de  los  batallones  cívicos  núms. 
1  y  2  se  situarán,  la  primera  en  la  parte  sur  del  jardín  de 
la  plaza  y  la  segunda  al  norte,  tocando  allí  alternativamente 
tlnsde  las  seis  hasta  las  ocho  de  la  ntx'he,  hora  en  que  todos  se 
retirarán  á  kus  cuarteles  "  —  Sa^üiago  dr  Chile, 

Damos  fin  á  la  Monoh\h¡iograf¡a  del  Dean  Funes  con  las 
breves  observaciones  que  van  á  continuación: 

Ilablando  de  la  Oración  fúnebre  de  Carlos  III,  don  Ma- 
nuel de  Lavarden  diw:  **La  oratMon  fúnebre  de  Carlos  III 
llenó  toilas  las  ideas  de  mi  giisto,  cualquiera  que  sea.  Yo 
no  tenj^o  voto  para  graduar  su  mérito ;  pero  tengo  el  derecho 
para  manifestar  mi  agrado  y  aun  para  dar  razón  de  él.  No 
faltíS  aquí  quien  quisiera  parangonarla  con  la  oración  dei 
señor  San  All>erto:  yo  sostuve  que  habiendo  elegido  S.  S.  I. 
una  proposición  imposible,  no  podria  confjcguir  el  fin  de  un 
orador  que  es  el  persuadir  lo  que  propone.  Por  el  con- 
trario, el  orador  de  Córdoba  probó  todo  la  que  propuso,  y 
esto  de  un  modo  tan  ma^'a  vi  lioso  como  que  su  proposición 
paree? ió  á  primera  vista  de  muy  difícil  prueba,  por  estar  «el 
auditorio  prevenido  contra  la  felicidad  guerrera  de  Car- 
los ITT.     Todos  objetaban  la  pérdida  de  la  Habana  en  su  in- 

1.     Véase  la  páj.  ÓIS  del  tomo  XV  de  esta  "Revista 


»> 


BIBLIOGBAPIA.  llü 

terior,  pero;  cuál  fué  bu  admiración  al  ver  refutada  y  dea- 
vanecida  esta  objeción!  Nadie  pudo  resistirse  á  esta  demos- 
tración del  gran  genio  que  habia  ordenado  tan  admirable  pieza. 

'*  Desde  entonces  yo  he  cuidado  de  recoger  todo  lo  que 
parece  de  la  misma  mano. ..."  (1) 

Por  ultimo,  el  capítulo  ^e  carta,  que  damos  á  continua- 
ción, escrita  por  el  Dean  Funes  con  fecha  15  de  angosto  de 
1802,  tomada  del  tomo  12  de  la  colección  de  mss.  del  doc- 
tor Seguróla,  existente  en  la  Biblioteca  pública  de  Buenos  Ai- 
res, hará  conocer  el  plan  literario  del  autor  que  nos  ocupa.  (2) 

* '  Los  planes  literarios  de  que  hablé  á  usted  en  mi  ante  ■ 
cedente  se  reducen  á  tres  ensayos  sobre  diversas  materias. 
El  primero  es  una  descripción  general  de  todo  este  vasto 
obispado  de  Córdoba,  en  que  deben  recorrerse  con  ^espíritu 
filosófico,  la  ciencia  económica  y  las  demaa  facultades  que  pue- 
dan contribuir  así  á  la  utilidad  como  al  embellecimiento  de 
este  euadro.  Conociendo  mi  iinsuficiencia  jamás  be  em- 
prendido obra  ó  designio:  siempre  he  dado  principio  por  al- 
guna oasualidad:  para  esta  anteoedió  que  habiendo  trabaja- 
do á  nombre  de  este  obispo,  y  por  su  orden,  un  informe  al 
Rey,  tocante  á  lo  material  y  formal  de  este  obispado,  espuse 
en  cuarenta  pliegos  cuanto  me  pareció  conducente  ál  asunto. 
La  naturaleza  de  este  escrito  no  permitía  distraerse  á  otras 
materias  que  quedaron  en  silencio.  De  aquí  provino  que 
teniendo  avanzado  mucho  trabajo,  rae  resolví  al  fin  á  formar 
la  descripción  general  de  que  he  hablado.  La  continúo  con 
lentitud  y  mucho  afán,  así  porque  las  ocupaciones  de  mis 
empleos  son  harto  diarias  y  pesadas,  como  porque  es  nece- 
sario recoger  conocimientos  y  noticias  dte  muy  largas  distan- 

1.  Gutiérrez,  "Estudios  biográficos  y  críticos  sobre  algunos 
poetas  sil d-ameri canos  anteriores  al  siglo  XIX,''  pág.  118.  Nos  per- 
oiíitimos  llamar  la  atención  sabré  la  "Correspondencia  epistolar  entre 
don  Manuel  de  Lavarden  en  Buenoe  Aires  y  el  de  don  Gregorio  Funes 
en  Córdoba,  co-piada  de  los  autógrafos  por  Juan  Maria  Gutiérrez. '* 

2.  El  doictor  don  Juan  Maria  Gutiérrez  tuvo  la  bondad  de  per- 
mitirnos sacar  copia  de  ese  capítulo  de  carta,  sacióo  por  (ú  4  su 
Tez  del  autógrafo  que  existe,  según  creemos,  en  poder  del  doctor 
Olaguer  Feliú. 


nS  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

eiius. — El  Otro  enrayo  tiene  por  título:  ''HUtoria  de  la  última 
conjuración  del  Perú,  suscitado,  por  José  Gabriel  Tupao- Ama- 
rú  y  loB  Cataris.  "  Para  emprender  este  trabajo  no  me  hpt 
retraído  toda  la  delicadeza  con  que  es  preciao  caminar  por  un 
campo  tan  erizado  de  abrojos.  £1  deseo  die  la  corte  para 
mejorar  nuestro  gobierno  permite  oir  verdades  que  en  otro 
tiempo  hubieran  sido  delito  lel  proferirlas :  y  mas  si  estas  son 
sostenidas  de  todo  el  respeto  que  inspira  la  Magiestad.  Lo 
que  si  me  desalienta  es  no  tezver  unos  orijinales  sobre  que 
pueda  reposar  toda  mi  confianza.  Cierto  amigo  del  Perú 
me  regaló  una  colección  de  papeles  de  mucho  mérito,  pero 
algunos  de  ellos  me  pareoen  sospechosos,  examinados  á  la 
luz  de  una  se\'era  critioa.  MU  veoes  he  suspirado  por  dar 
unafl  ojeadas  á  los  autos  y  espedientes  quie  deben  parar  en 
esa.  Este  debe  ser  trabajo  personal  mió.  La  última  de  mis 
tareas  es  la  historia  de  los  obispos  quie  ha  tenido  esta  igle- 
sia del  Tucuman.  Voy  recojiendo  materiales,  y  acaso  alguna 
vez  la  veremos  concluida.  " 

El  prospecto  del  Ensayo,  para  escitar  á  una  suscripción 
para  imprimirlo,  apareció  en  la  Oaceta  Ministerial  número 
124,  del  5  de  octubre  de  1814  y  el  verdadero  prospiecto  firma- 
do por  el  autor  se  rejistra  en  la  Oaceta  número  14,  diel  29  de 
julio  de  1815. 

El  tomo  l.o,  se  puso  á  dispoBÍ<^ion  de  los  suscriptores  el 
11  de  noviembre  de  1816. 

En  el  número  XVII  de  la  Monobibliografia  del  Dean 
Funes,  se  ha  deslizado  un  error  notable,  que  no  habiéndose 
pedido  correjir  á  tiempo,  lo  hacemoa  en  este  lugar.  El 
lector  debe  haberse  apercibido  de  él;  tanto  mas  cuanto  que 
mas  adelante  se  hace  referencia  á  un  Ensayo,  que  no  aparece 
mencionado. 

El  verdadei"0  título  de  dicho  número  es,  pues,  como  si- 
gue:— 

**  Prólogo  y  19  notas  eruditas  origínales  al  Ensayo  sobre 
las  garantías  individuales  que  reclaman  el  estado  actual  de  la 
sociedad."  etc. 


BIBLIOOBAFIA.  IV^ 

Al  concluir,  debemos  manifestar  que,  en  la  coordina- 
ción del  monógrafo  del  Dean  Funes,  habiamos  omitido  la 
cooperación  que  en  ella  ha  tenido  nuestro  amiígo  el  doctor 
Carranza,  poniendo  á  nuestra  disposición  la  mayor  parte  de 
los  materiales  de  que  aquel  se  compone;  y  declaramos  una 
vez  por  todas  que  hemos  encontrado  en  dicho  amigo  una 
constante  dilijencia  en  proporcionarnos  y  comunicarnos,  sin 
procrastinacion,  muchos  de  los  datos  y  noticias  que  le  he- 
mos pedido  ()  que  él  ha  juzgado  de  alguna  utilidad  para  la 
consecución  de  nu»estro  deseo. 

DOCUMENTOS 

deferentes  al  g¿fe  de  los  Orientales,  general  don  José  Artigas, 
y  otros  de  la  época,  á  que  hace  referencia  el  autor  (Ul 

BOSQUEJO. 

No   hemos   juzgado   conveniente   intercalar   loa  .impor 
tantes  documentos  que  van  á  leerse  á  continuación,  por  no 
interrumpir  la  relación  del  señor  Funes  en  su  Bosquejo,  cuya 
traducción  acaba  'de  verse. 

Tampoco  fué  posible  ponerlas  en  forma  de  {nota,  á 
causa  de  su  demasiada  «estension.  Y  como  ellos  se  refieren  a 
una  época  tratada  por  lel  Dean,  creemos  quse,  no  habiendo  po- 
dido consignarse  >en  el  cuierpo  de  su  obra,  no  estarán  fuera 
de  lugar  aquí,  tanto  ma^  cuanto  que  hay  contrariedad  entre  lo 
quie  relata  Funes  y  lo  que  se  dice  en  ellos.  Conviene,  pues, 
á  la  historia  imparcial  se  lea  Jo  de  una  y  otra  parte. 

SUMARIO 

De  los  documentos  que  se  van  á  ver  á  continuación. 

1  Praclama  circular  del  general  ArtifOts,  dada  en  Purificación  4 
11  de  octubre  de  1817 — ^H.  Coinunieacio-n  del  gefe  de  los 
Orientales,  al  Supremo  Director  de  Buenos  Aires,  sobro 
la  neutralidad  con  los  portugueses  y  negativa  de  la 
Union,  datada  en  Purificación  á  13  de  noviembre  de 
1817 — iTÍT.  Proclama  6  aloicucion  del  seudóniíniK)  "Los 
Orientales  á  los  Bonaerenses'',  datada  en  Paraguazú  á 
1.0  de  diciembre  de  1817.  Creemos  que  si  no  es  de  Ar- 
tigaSy  es  insT^iracion  suy-a — IV.  Anónimo  que  dá  curiosos 
é   interesantes  datos  sobre  los  sucesos  de  la  época,  coa 


^20  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

alusión    á    los   precedentes    documentos— «V.    Contestación 
de    los    habitantes    de    la    Banda    Oriental,    con    fecha    29 
enero  de  1818,  á  l^t  procJama  del  general  Lecor  de  29  de 
diciembre  de  1817. 

I. 

El  gefe  Supremo  Oriental  á  los  Pueblos. 

Por  una  vulgaridad  inesperada,  he  trascendido  se  deni> 
gra  mi  conduota  por  la  desunión  con  Buenos  Aires. 

Los  Pueblos  han  sancionado  por  justos  los?  motivos^ 
que  motivaron  testa  lid  empteñosa,  y  que  nunca  mejor  qxae 
ahora  subsisten,  según  el  manifiesto  impreso  en  Norte  Amé- 
rica, por  los  señores  Moreno,  Agnelo  y  Paso — ^y  que  he  man- 
dado circular  á  loe  Piueblos  para  su  debido  conocimiento. 

Becorda4  la  historia  de  nuestras  desgracias,  la  sangre 
derramada,  los  saerif icios  de  siete  años,  de  penalidad  y  mi- 
seria, y  todo  convencerá  mi  ^empeño  por  no  violar  lo  sagra- 
do de  aquella  voluntad,  ni  someterla  a  la  m>enor  degradadon^ 
que  mancillase  para  siempre  la  gloria  del  Pueblo  Oriental 
y  sus  mas  sagrados  derechos. 

He  adelantado  mis  pasos  con  aquel  gobierno,  ansioso  de 
sellarla  sin  estrépito,  y  en  cada  uno  he  hallado  un  nuevo  im- 
pedimento á  realizarla. 

Si  esta  idea,  no  «afrtá  bien  grabada  en  el  corazón  de  los 
Pueblos^  ruégeles  quieran  aceptar  estos  mis  votos. 

Los  pueblos  son  libres  á  decidir  de  su  suerte — y  mi  de- 
seo todo,  diecidido  á  wespetar  su  suprema  resolución. 

Si  la  autoridad  con  que  me  habéis  condecorado,  es  un 
obstáculo  a  este  remedio,  está  en  vuestras  manos  depositar 
en  otro,  lo  sagrado  de  la  pública  confianza  qire  ajuste  vues- 
tras ideas  a  los  du?beres  que  os  impone  la  Patria,  y  el  voto  de 
vuestros  conciudadanos. 

Yo  m-e  doy  por  satisfecho,  con  haberlos  llenado  hasta  el 
pnesente  con  honor,  y  contribuir  por  mi  parte  á  concurrir  á 
sellar  la  felicidad  del  Paás. 

Espero,  hará  usted  inteligible  esta  mi  d<^ciesion  á  todo  el 
Pueblo  del  Estado  de  la  Provincia  Oriental,  y  me  responda 


bibliografía.  121 

abiertamente  de  su  resultado,  para  adoptar  las  medidas  con- 
vementes. 

Tengo  el  honor  de  saludar  á  usted  con  todo  mi  respeto. 

Purificación,  11  de  octubre  d)e  1817. 

José  Artigas. 
II. 

Comunicación  del  gefe  de  los  Orientales,  al  Supremo  director 
de  Buenos  Aires,  sobre  la  neutralidad  con  los  Portugue- 
ses y  negativa  de  la  Union. 

Escelentísimo  señor — ¿Hasta  cuando  pretende  V.  E. 
apurar  mis  sufrimientos?  Ocho  años  de  revolución,  de  afa- 
nes, de  peligros,  de  contrastes  y  miserias  debieron  haber  bas- 
tado á  justificar  mi  decisión  y  rectiliicar  el  juicio  de  ese  go- 
bierno— El  ha  reconocido  en  varias  épocas  la  dignidad  del  pue- 
blo oriental — El  debe  reconocer  mi  delicadeza  por  la  inaliena- 
bilidad  de  sus  derechos  sagrados.  Y  V.  E.  se  atreve  á  profa- 
narlos? iV.  E.  «empeñado  en  provocar  mi  moderación? 
¡Tiemble  V.  E.  solo  al  considerarlo. 

Por  especiosos  que  sean  los  motivos  á  garantir  esta 
conducta,  ella  es  incompatible  con  los  intereses  generales — 
Promovida  la  agresión  de  los  portugueses  V.  E.  es  criminoso 
en  repetir  los  insultos  con  que  los  enemigos  creen  asegura- 
da su  empresa. — En  vano  será,  que  V.  E.  quiera  ostentar 
la  generosidad  de  sus  sentimientos — Ella  es  desmentida  por 
el  orden  másmo  de  los  sucesos,  y  estos  convencen  que  V.  E. 
és  mas  escrupuloso  en  complicar  los  momentos,  que  en  pro- 
mover aquella  santa  energía,  que  reanima  á  los  libres  contra 
el  poder  de  los  tiranos. 

De  otra  suerte  ¿como  podia  V.  E.  haber  publicado  en  el 
último  diciembre  (1)  el  pi^etendido  reconocimiento  de  la 
Banda  Oriental?  Crimen  tan  horrendo  pudieron  solamente 
cometerlo  manos  impuras — ¿Y  V.  E.  se  atreve  á  firmarlo? 
Ptero  es  perdonable.  Era  conforme  á  los  misteriosos  planes 
1.    Gaceta  estraordinaria  de  l.o  de  diciembre  de  1816. 


122  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

de  V.  £.  derribar  al  mejor  coloso,  contra  la  iniquidad  de  sus 
miras — Los  pueblos  entusiasmados  por  su  libertad,  debian 
de  ser  sorprendidos,  los  peligros  se  encaneciieron  por  ins- 
tantes y  «el  reconocimiento  en  euestiion  era  el  mejor  apoyo  á  las 
ideas  de  V.  E. — V.  E.  apresuró  este  paso,  y  empezó  a  desr-u- 
briise  el  curso  majestuoso  de  sus  reservas,  por  nuestra  eonum 
I>erdicion. 

Efeotivam-ente,  conoeia  usted  mi  dignidad  y  sabia  que 
un  justo  reproche  lera  todo  el  resultado,  debido  a  su  perfi- 
dia— Sin  embargo,  este  era  el  ped«estal  en  que  debia  V.  E. 
asegurarse  contra  las  invectivas  de  la  neutralidad  mas  ver- 
gonzosa. Ella  jamás  podrá  cohon<estar  delitos  t%n  mani- 
fiestos; por  ella  ha  permitido  V.  E.  trillar  ^  paso  con  la  es- 
portaeion  de  trigos  (1)  á  Montevideo,  al  tiempo  mismo  que 
nuestras  armas  afMgian  con  el  asedio  de  aquella  plaza. 

V.  E.  debe  confesarlo;  aunque  pese  á  su  decoro,  es  un 
hecho  y  lo  es  igualm'ente  que  solo  con  tasa  y  mengua  ha  per- 
mitido trasportarlos  á  los  puertos  orientalies.  Por  ella  se 
autorizó,  á  V.  E.  á  disponer  la  escuadrilla  y  a  promover  la 
insurrección  de  la  Banda  Oriental — Por  ella  formó  V.  E.  el 
triste  proyecto  de  repetir  terebra  espedicion  sobre  Santa  Pé. 
y  animar  las  intrigas  del  Paraná — Por  ella,  protejió  V.  E.  á 
los  portugineses  pri«ionero8  que  fugaron  de  Soriano — ^Se  au- 
torizó para  devolverlos  al  general  Portugués,  i  y  cómo  no  se 
acordó  V.  E.  de  practicar  igual  generosidad  con  el  gefe  de 
los  orientales,  devolviéndome  las  armas  y  útiles  de  guerra, 
que  tenia  á  su  bordo  el  buque  en  que  fugaron?  Por  ella,  en 
fin,  logró  V.  E.  mézclame  á  tiempo  oportuno  para  avivar  la 
chispa  de  la  discordia,  para  compktarse  con  loe  portuguesa*? 
y  tramar  la  deserción  del  rejimiento  de  libertos  á  la  plaza, 
franquíeándoie  el  paso,  recibirlos  V.  E.  en  esa,  como  un 
triunfo — ^TTn  hecho  de  esa  trasoendencia,  no  puede  indicarse 
sin  escátídialo.    Y  V.  E.  es  todavia  el  Director  de  Buenos 


1.     Véase  ^^Oaoota  de  Buenos  Aires'*  número  24  de  14  de  junio 
de   1817. 


bibliografía.  123 

Aires  ?    Un  gef  e  portugués  no  hubiera  operado  taa  descarada 
mente. 

Cualquiter  imparcial  mirará  con  indignación  unos  es- 
pesos, que  solo  pueden  merecer  aprobación  en  el  descalabro 
<ie  V.  E. ;  ellos  reconocen  un  origen  ma»  negro  que  la  f ria 
Dfcutralidad.  Continuarla,  empero,  es  un  crimen — ^Por  mas 
^U'í?  se  quiera  desfigurar  el  mérito  de  nuestras  diferencias,  la 
.sana  razón  dieta  que  su  discusión  es  importuna  á  presencia 
del  estranjero  ambácioso. 

Yo  mismo  he  dado  á  V.  E.  mas  de  una  vez,  el  ejemplo.  ¿  Y 
V.  E.  no  se  atreve  á  imitarlo  f  i  Oh  I  ¡  qué  dulce  es  el  nombre 
de  la  patria,  y  qrne  áspero  el  camino  de  la  virtud ! 

Xo  se  ocult(')  á  la  finura  de  V.  E.  aquel  rasgo  de  filan- 
tropía sin  trazcioiiar  su  propio  convencimiento,  no  podáa 
V.  E.  ser  indiCertnte  á  la  detestable  incursión  del  general 
I/ecor  en  nuestro  territorio.  Lo  requirió  por  conducto  del 
coronel  Viedáa,  y  ¿como  desconoce  ahora  V.  E.  la  obra  de 
«US  manos?  No  son  los  portugueses  d<e  estie  año,  los  mismos 
del  pasado?  ¿Ahora  ty  'entonces  no  subsistían  las  mismas 
diferencias?  ¿No  a<!ababa  V.  E.  de  ultrajar  la  dignidad  del 
pueblo  de  Santa  Fé,  y  en  ella  la  de  las  demás?  Confiese  V.  E. 
-que  solo  por  realizar  sus  intrigas  puede  representar  ante  el 
púhdieo  el  papel  ridículo  de  un  neutral.  Por  lo  demás, 
el  supremo  director  de  Buenos  Aires  no  debe,  ni  puede 
iserlo.  Prefiero  esta  verdad,  para  que  V.  E.  no  haga  va- 
na ostentación  de  su  debilidad — ^V.  £.  mismo  es  su  miejor 
acusador.  ¿No  reconvino  V.  E.  al  general  portugués  por  la 
conminatoria  proclama  contra  lo«  orientales?  ¿Por  qué 
principió  tal  requirimiento,  siendo  V.  E.  un  neutral  un  indife 
rente  á  nuestras  desgracias? — Pero  sea  V.  E.  im  neutral,  un 
indiferente  ó  un  enemigo,  tema  justamente  la  indignación 
ocasionada  por  sus  desvarios: — tema,  y  tema  con  justicia  el 
desenfreno  de  anos  pueblos  que,  sacrificados  por  el  amor  de 
la  libertad,  nada  les  acobarda  tanito,  como  pertllerla.  Desis- 
ta V,  E.  de  concebir  tan  pobre  pensamiento,  que  sobre  los 
fragmentos  de  sus  ruinaa,  podrá  cimentarse  algún  dia,  el 


124  LA  REVISTA  DE  BUENOS  A1RE8 

t 

m 

alto  Capitolio  que  símbutlieie  nu-estra  degradación. 

La  grandeza  de  los  orientales,  solo  es  comparable  á  si 
misma.  Ellos  sal>en  desafiar  los  peligros,  y  superarlos:  re- 
viven  á  la  presencáa  de  sus  opresores.  Yo  á  su  frente,  mar- 
charé donde  primero  se  presente  el  peligro — V.  E.  ya  me 
conoce,  y  debe  temer  la  justicia  de  la  reconvención. 

V.  E.  no  hace  mas  que  repetir  insultos,  con  que  ofen- 
den nuestra  dignidad:  cada  dia  se  renuievan,  con  descrédita 
de  la  común  felioádad,  y  V.  E.  no  debe  creerme  insensible. 
Yo  en  campaña,  y  repitiendo  las  sangrientas  escenas  de  la 
guerra  contra  los  injustos  invasores  y  V.  E.  debilitando 
nuestra  energía,  con  la  mezcla  de  unos  negocios  que  no  de- 
jan de  eseitar  fundadas  sospechas — Yo  empeñado  en  el  con- 
traresto de  los  Portugueses  y  V.  E.  en  favorecerlos — En  mi 
lugar  ¿V.  E.  mismo  hubdíera  mirado  con  rostro  sereno  estas 
desgracias?  Confieso  á  V.  E.  que  haciendo  alarde  de  toda 
mi  moderación,  hie  tenido  que  violentarme  por  no  compli- 
car los  preciosos  instantes  en  que  la  patria  reclama  la  re- 
concentración de  sus  esfuerzos.  Por  lo  mismo,  brindé  á  V. 
E.  con  la  paz,  y  V.  E.  provocóme  á  *la  guerra.  Abrí  lo» 
puertos  que  d»ebia  mantener  cerrados  por  razones  podero- 
sas; devolví  á  V.  E.  los  oficialt«  prisioneros  que  aun  no  ha- 
!)ian  purgado  el  delito  de  sus  agresiones  y  violencias  sobre  la 
inocencia  de  los  pueblos.  V.  E.  no  puede  negarlo  ni  deg^- 
mientir  estos  actos  de  mi  generosidad,  sin  que  V.  E.  haya  po- 
dido igualarlos,  después  de  sus  continuadas  promesas  por  la 
reconciliación. 

Es  ver»dad  que  V.  E.  franqueó  algún  armamento  al  sitio» 
y  Paraná,  pero  sin  darme  el  menor  conocimiento — Esa  do- 
ble intención  de  V.  E.  diescubre  el  germen  fecundo  de  sus* 
máqiiinaciones : — Convenia  á  las  ideas  de  V.  E.  ponerse  á 
cubierto  de  la  nesponsabi........  lU»  su  inacción  ante  el  tribu- 
nal 5?evero  de  los  pue])los  ¿y  cree  V.  E.  eludirla  con  remi- 
sión tan  rastrera?  ¡No  acabamos  de  tocar  sus  resultados  en 
las  conspiraciones  del  sitio  y  Paraná?  ¿Podrá  ocultarse  & 
los  pueblos  que  siendo  distribuidas  las  armas  sin  el  cono- 


BIBLIOGBAFIA.  12« 

cimiento  de  su  g»efe,  esos  debían  ser  los  efectos?  Deje  V.  K. 
de  ser  generoso,  sá  han  de  esperímentarse  tan  terribles  conr 
secuencias.  Deje  V.  E.  de  servir  á  la  patria,  si  ha  de  oscu- 
recer su  esplendor  con  tan  feos  borrones — No,  Exmo.  señor, 
no  es  V.  E.  quien  ha  de  oponerse  á  la  ambición  del  trono  del 
Brasil;  y  de  no  ¿por  que  renueva  á  cada  momento  nuestras 
desgracias,  debilitando  los  leafuierzos  que  debian  escarmen- 
tarla 1f  De  suerte  que  V.  E.  puede  gloriarse,  no  de  haber 
servado  á  la  patria,  sino  de  haber  apurajdo  mi  constancia, 
hasta  hacerme  tocar  el  estremo  de  la  desesperación — lie  su- 
frido i  y  V.  E.  ha  tenido  la  osadía  de  acriminar  mi  compor- 
tamiento en  público  y  en  secreto?  i»áoy  yo  por  ventura,  co- 
mo V.  E.,  que  necesita  vindicarse  con  el  público  y  asalariar 
apologistas  en  su  favor?  Hechos  incontrastables  son  el  me- 
jor garante  de  mi  conducta;  ¿y  de  la  de  V.  E.?  Los  que  re- 
fiere el  cronista  y  otros  tantos  que  deben  esi>erar8e. 

A  mí  me  toca  esprejsar  uno  solo.  V.  E.  no  ha  perdo 
naldo  espresion  por  manifestar  sus  deseos  hacia  nuestra  re- 
conciliación:  yo,  haciendo  un  paréntesis  á  nuestras  diferen- 
cias invité  á  V.  E.  por  el  deber  de  sellarla,  ó  ai  menos  por  la 
sanción  de  un  ajuste  preciso,  para  multiplicar  nuestros  es- 
fuerzos contra  el  poder  de  Portugal.  Tal  fué  mi  propuesta 
en  junio  de  este  año.  Pedí  al  efecto  diputados  á  V.  E.  ador- 
nados con  plenos  poderes,  para  «estrechar  los  vínculos  de  la 
unión.  V.  E.  no  pudo  desconocer  su  importancia,  y  se  com- 
pron^etió  á  remitir  los  diputados:  Obra  en  mi  poder  la  res- 
puesta de  V.  E.  datada  en  10  del  mismo  junio — En  conse- 
cuencia, anuncié  á  los  pueblos  el  feliz  resultado  de  mi  pro- 
puesta. Todos  esperál>amos  con  ansia  ese  iris  de  paz  y  con- 
cordia,— i  Ni  como  era  posible  esperarse  que  V.  E.  ^dejase  des- 
airado el  objeto  de  mis  votos!  Pero  es  un  hecho,  sin  que  has 
ta  el  presente  otro  haya  sido  el  resultado,  que  un  desmayo 
vergonzoso  con  que  se  cubre  de  ignominia  el  nombre  de  V.  E 

Para  eludirla  debia  escusarse  V.  E.  contra  las  tentati- 
vas del  pueblo  mismo  de  Buenos  Aires:  de  aquí  la  vulgaridad 
de  que  yo  había  ofertado  á  V.  E.  diputados  quQ  se  esperaban 


i  26  JLA  BE  VISTA  DE  BUENOS  AIRES 

con  el  propio  fin.  Eg  may  poca  dignidad  en  V.  E.  negarse 
tan  descaradamente  a  los  intereses  de  la  conciliación  y  acri- 
minar por  ocultar  sa  perfidia:  es  el  último  insulto  con  que 
V.  E.  me  provoca.  ¿Y  quiere  V.  E.  que  calle T  Tal  impos- 
tura es  perjudicial  a  los  intereses  de  una  y  otra  banda.  V» 
£.  es  un  criminal  é  indigno  de  la  menor  consideración — ^Pe- 
siará á  V.  E.  el  oir  estaa  verdades;  pero  debe  pesarle  mucho 
mas  haber  dado  los  motivos  bastantes  á  su  esclarecimiento: 
Ellas  van  estampadas  con  los  caracteres  de  la  sinceridad  y  de 
la  justicia. — ^V.  E.  no  ha  cesado  de  irritar  mi  moderación ;  y 
mi  honor  reclama  por  su  vindicación — Hablaré  por  esta  vez^ 
y  hablaré  para  siempre — ^V.  E.  es  responsable  ante  las  ara* 
de  la  patria  de  su  inacción,  ó  de  su  malicia  contra  los  inte- 
reses comunes, — Algún  día  se  >evantará  ese  tribunal  severo 
de  la  XacÁoui  y  en  él  debe  administrarse  justicia 

Entre  tanto,  desafio  á  V.  E.  al  frente  de  los  enemigos^ 
para  combatir  con  energia,  y  ostentar  todas  las  virtudes  que- 
(Jeben  hacer  glorioso  el  nombre  americano. 

Tengo  el  honor  de  saludar  á  V.  E.,  y  reiterarle  con 
toda  consideración  mis  mas  cordiales  afectos — Purifícacion 
y  noviembre  13  de  1817 — José  Artigas — Exmo.  señor  don 
Martin  de  Pueyrredon  Supremo  dineetor  de  Buenos  Aires. 

Es  copia  del  original — Ramírez. 

Se  publicó  en  la  Villa  de  Gualeguay  á  23  de  noviembre  de  1817» 

Gervasio  Correa, 

III. 
Los  Orientales  á  sus  compatriotas  los  Bonaerenses, 

Compatriotas :  ¡  Es  poaihle  que  entre  los  orientales  y  bo- 
naerenses, siendo  todos  de  una  misma  familia,  de  un  mismo* 
linaje,  de  un  mismo  origen,  y  de  una  misma  causa,  no  ha  de 
haber,  ni  se  ha  de  encontrar  un  medio  de  reconciliación  que 
dé  ñn  á  nuestras  domésticas  disensiones,  dimanadas  sola- 
miente  sobre  la  opinión  de  la  forma  de  gobierno!  ¡Es  posi- 
ble que  esta  sola  política  cuestión  sea  tan  trascendental  en 
los  ánimos  de  nuestros  gefes  que,  postergando  la  felicidad 


BIBUOGRAFIA.  127 

general  de  nuestra  justa  independencia  se  procuren  aniqui- 
lar unos  á  otros,  destruyéndonos  miserablemente  por  partes» 
para  que  á  su  vez,  seamos  todos  presa  de  nuestros  irrecon- 
ciliables enemigos!  ¡Es  posible  que  no  hemos  d<e  saber  la 
causa  oculta  de  estas  animosidades  entre  los  gefes  de  unas  y 
otras  provincias !  ¡  Es  posible  qrte  no  hemos  d)e  saber  cuál  es 
la  forma  de  gobierno,  porque  nos  acriminan  los  bonaeren- 
ses, ni  cuál  es  la  que  quieren  las  otras  provincias,  induso 
el  gefe  actual  que  dirige  á  los  orientaks! — ^No,  amados  eom- 
patriotas  bonaerenses,  la  indepiendencia  y  causa  común  qae 
defiienden  loei  orientales,  santafeeinos,  condobeses  y  paragoa- 
sanoe  y  otros,  es  una  misma,  y  sn  misión  jamás  ha  sido  di- 
suelta;  ha  sido  si  una  mera  descomposición  de  ánimos^  co- 
mo la  que  genrcral  y  naturalmente  sucede  en  una  casa  de  fa- 
milia, entre  el  padre  y  madre,  sobre  a  cuál  de  los  hijos  se  qul*s- 
re  m«s — ^y  como  las  disputas  que  entre  padre  y  madre  su 
aaelen  originar,  el  uno  por  defender  al  mayor  y  la  otra  por 
defender  al  menor,  porque  sueede  que, — dei^^iiea  de  dos  ó 
tres  dias  de  incomodidad  se  avienen  y  conviencen  uno  y  otro 
de  que  aquella  diaencion  provino  del  demasiado  amor  y  ca- 
riño de  sus  hijos — Asi  pues,  amados  hermAUos  y  compatrio- 
tas» debemos  considerar  que  las  desazones  y  discordias  de 
nuestros  gefe»,  á  quienes  miramoa  nosotros^  como  padre 
y  icUos  como  hijos  de  la  patria,  proviene  del  demasía- 
lo amor  que  nos  tienen  —  y  que  cada  nno  de  ellos 
piensa  que  su  opinión  es  la  mejor  y  la  mas  s^ura  pa- 
ra aeabar  de  consolidar  nuestra  justa  independencia  y 
libértala.  Si,  queridos  hermanos,  esto  es  lo  que  piensa 
el  Oriental  Guaraní,  y  lo  mismo  que  cree  pensarán  ustedes, 
i  Y  eómo,  pues,  podremos  entre  todos  nosotros  reconoiliar 
á  nuestros  padres,  á  que  conozcan  el  evidente  peligro  á  que 
por  su  demasiado  amor,  nos  esponen  y  tienm  ya  espuestos 
y  envueltos  entre  una  serie  de  males  y  fatalidades  que  nues- 
tros enemigos,  aprovechándose  de  esta  oportunidad,  nos  es- 
tán ^devorando,  robando  y  matando  con  la  mayor  inhumani- 
dad, que  hasta  ahora  han  conocido  los  hombres?    Ya  míe  pa- 


a28  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

I       ■' 

rece  que  oigo  la  respuesta  que  me  dais;  ¿cómo?  de  esta  ma- 
nera, postrándonos  todos  á  los  pies  de  ese  soberano  Con- 
greso, pidiéndole  enearecidam«ente  mire  por  todos  nosotros. 
Que  como  representantes  de  nuestra  Patria  Indiana,  libre 
desde  la  creación  del  mundo,  sobre  la  que  jamás  tuvo,  ni 
pudo  tener  dominio  alguno,  el  continente  ultra-marino, 
avengan  y  convenzan  á  nu»estros  gefes  bonaerenses  y  orien- 
tales, de  que  su  desazón  y  ddsgiistos  provienen  del  demasiado 
amor  que  cada  uno  tiene  á  sus  Provincianos,  y  que  todos 
ellos  y  nosotros,  por  este  demasiado  amor,  nos  vamos  per- 
diendo miserablemente,  hasta  nuestro  total  esterminio, 
nuestros  hijos,  nuestros  biienes  y  nuestras  vddas  van  todos, 
todos  á  perecer  en  las  manos  de  nuestros  «enemigos,  si  ese 
Soberano  Congreso,  no  pone  remedio  é  interpone  su  media- 
ción suplicatoria  entre  los  Gefes  Bonaerenses  y  Orientales  y 
los  demás  Provincianos.  Cuántas  reflexiones  pudiera  ha- 
ceros sobre  este  particular;  pero  estoy  persuadido  que  vo- 
sotros loa  tenéis  muy  presentes  y  muy  á  la  vista,  pues  ya 
tampoco  estáis  muy  lejos  de  esperi mentar  las  nuievas  cade- 
nas con  que  os  van  hostilizando,  y  cerrando  la  puerta  de  es- 
te hermoso  Rio  de  la  Plata,  los  huéspedes  que  á  la  muda  y 
á  la  sordina,  para  que  los  entendáis  mejor,  los  Portugu-eses, 
operan  unidos  y  acordes  con  la  nación  española.  Pues  ya 
están  apoderados  de  la  isla  de  Lobos,  con  los  productos  de 
3U  pesca  y  de  la  isla  de  Flores,  delineada  para  formar  un 
torreón  de  vigía,  y  no  tardarán  en  apoderarse  de  la  isla  de 
San  Gabriel,  islas  de  Hornos  y  Martin  García,  y  en  seguida  pa- 
sarán á  los  demás  puntos  de  los  Entre  Rios  y  Paranases. 

Os  he  hablado  siempre,  queridos  hermanos  compatrio- 
tas, con  el  amor  y  la  unión  de  nuestra  alianza  y  federación. 
pero  nalda  bemos  podido  conseguir,  y  así  os  pronostica  y 
pronostican  los  Orientales  Giiaranies,  que  la  suerte  de  los 
Bonaerenses  será  la  misma  que  tuvieron  en  la  conquista  los 
mejicanos  con  los  Tlazealtecíis — Dios  no  lo  permita — ^Para- 
naguazú,  dicdembre  l.o  de  1817. 


BIBLIOGBAPr.V.  l2 


if 


Los  Orienfales  á  los  Bonaerenses.     (1) 

IV. 

Señor  Censor  de  la  Ciudad  de  Buenos  Aires — San  Salvador. 

Mi  estimado  amigo  y  señor:  Yo  no  sé  porque  no  refie- 
re usted,  en  'estracto  las  dif>erentes  noticias  que  llegan  á  sus 
manos,  las  ciertas  como  ci'ertas,  y  las  dudosas  como  dudosas. 

Aquí  corre  la  noticia  que  el  señor  Director  die  Buenos 
Aires,ha  cedido  la  Banda  Oriental  á  los  Portugueses,  como 
áíolwrano  del  Poder  Ejecutivo,  Representante  de  las  Provin- 
cias, que  se  dicen  Unidas  del  Rio  de  la  Plata,  sin  haberse  vis- 
to hasta  ahora  los  pactos  y  condiciones  de  iesta  unión  (pues 
toda  unión  tienie  pactos  y  condiciones),  ni  las  demarcacio- 
nes de  esta  Provincia.  Dígame  usttnl  si  es  verdad,  para  liar 
todas  mis  cosa.s,  y  pasarme  al  Paraguay,  como  también,  de  si 
i^se  santísimo  Congreso,  que  paret^e  se  compone  d-e  curas,  ca- 
nónigos y  frailes,  en  su  mayor  número,  que  según  dicen,  juró 
la  integridad  de  las  Provincias  Independientes  del  Rio  de  la 
Plata,  ha  discutido  este  infií^reaante  punto — bi-en  que  como 
es  asunto  de  sangre,  no  querrá  meterse. 

Aquí  lo  tenemos  casi  por  c^ierto,  por  cuanto  los  Portu- 
gueses se  han  apoderado  de  la  isla  de  Lobos,  y  del  producíto  y 
fondo  de  su  pesca,  para  su  real  Erario,  según  las  últimas  car- 
tas que  se  han  recibido,  y  sabemos  tam])ien,  por  una  laneha 
que  vino  de  la  Colonia,  que  hablan  pasado  á  la  isla  de  Flores, 
y  delineado  un  torreón  en  ella  para  sus  vigias,  y  que  por  ins- 
tantes se  esperaba  en  Montevideo  una  escuadra  sutil  de  lan- 
chas cañoneras  que  deliia  venir  del  Rio  Janeiro,  para  engrosar 
la  qu«  había  en  aqu»el,  en  el  cual  también  se  armaban  dos 
bombarderas  que,  reunidas  entre  chicas  y  mayores,  llegarán 
á  treinta  buques. 

1.     La    felieidatl    que    ofrecía    Artigas,    no    está    en    consonanc'a 
COTÍ   la  esoena   que  presentaba   Entrojrios  en  aquel   año,  cuya  pob!a 
cien  renunciaba  á  ella  ei'iiírando  á  Buenos  Aires.     Mas  áe  quinien- 
tas    peraonaft   entre     hombres»,      mujeres   y    niños     alojados    por     el 
ífobiemo  y  alimenta-dos  de  los  fondos  del  Estado. 

(Véase  la  '* Gaceta"  número  54  de  fecha  17  de  enero  de  1818.) 


.rt  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

También  trajo  la  noticia  de  que  las  tropas  portuguesas, 
que  ocupan  Montevideo,  hasta  lel  Miguelete  únicamente,  ha* 
bian  suspendido  su  salida  á  la  campaña  contra  el  General 
Artigas,  por  la  noticia  qu«e  tuvieron  de  que  las  tropas  d^el  se- 
ñor Pueyrredon  en  Buenos  Aires  habian  pasado  a  la  BaiKla 
Oriental  para  batirse  contra  los  Orientales,  ó  mejor  diremos, 
contra  el  Gef«  de  ellos,  el  Q»eneral  Artigas,  que  defiende  loa 
derechos  del  Sur-América  y  su  independencia,  contra  los  Es- 
pañoles y  Portugueses  y  que  de  consiguiente,  escusaba  el  Ge- 
neral Portugués  marchar  con  sus  tropas  contra  la  Banda 
Oriental,  ilespecto  á  que,  la  generosidad  del  Gobierno  de  Bue- 
nos Aires,  fe  empeñaba  en  evitarles  perder  su  gente  en  el  po- 
sesionamáento  de  lesta  Provincia  Oriental,  á  nombre  del  Bey 
de  Portugal  y  del  Brasil. 

Pero,  amigo,  aqui  entre  Jos  dos,  ¿que  habrá  adelantados 
Buenos  Aires,  cuando  baya  generosamente  destruido  á  lo» 
paisanos  de  la  Banda  Oriental,  y  cuando  toda  ella  esté  do 
minada  por  los  Portugueses?  Yo  no  alcanzo  á  ver  otro  re- 
sultado, sino  su  decadencia  total;  y  á  los  pocos  años  hallarse 
reducida  la  opulenta  Buenos  Aires,  á  la  situación  de  una 
triste  aldea.  Son  muy  obvias  la  multitud  de  razones  que  lo 
piersuaden,  porque  ¿de  qué  comercio  disfrutará?  ¿Qué  de 
rechos  percibirá,  siendo  la  navegación  del  Rio  de  la  Plata  y 
de  esta  Banda  Oriental  y  Entre  Ráos,  común  de  los  Portu- 
gueses? ¿Qué  corambres  exportará?  Es  regular  que  la  na- 
vegación de  este  Rio  sea  prerogativa  esdusiva  de  los  Portu- 
gueses y  otros  estrangeros,  y  en  este  caso  ¿que  competencia 
podrá  tener  Buenos  Aires  (que  no  tiene  buques  de  navega- 
ción esterior),  con  los  Portugueses,  que  cuentan  sobre  cuatro 
mil  empleados  en  su  comiereio?  ¿Quién,  pues,  llegará  á  dis- 
frutar «esclusivamente  del  importante  comercio  del  Paraguay 
en  su  importación?  La  cuestión  no  admite  duda^  Después 
de  todo  ¡qué  contrabando!  j Qué  manantial  de  continuas  dis- 
cordias! ¡Qué  desprecios  y  mortificaciones  no  tendrá  que 
sufrir  Buenos  Aires !  ¡  Cuan  menos  mal  hubiera  sido,  en  lu- 
gar de  aniquilarse  mutuamente,  reconocer  la  Banda  Oriental 


BIBLIOGBAFIA.  líf 

independiente  y  confederarse  con  ella,  á  imitación  de  las  Pror 
yinciae  de  Norte-América  ó  adherir  politicamente  á  todo  lo 
que  el  General  Artigas  hubiese  querido  con  respecto  á  su 
Provincia.  Esto  al  fin  hubiese  sido  un  mal  momentáneo,  y 
no  hubiera  comenzado  la  existencia  política  y  comeicial  di 
Hmenos  Aires,  porque  i  á  quien  se  le  podrá  oscurecer,  que  aun- 
que se  le  hubieso  atribuido  al  general  Artigas  el  atributo 
•le  bárbaro  y  despótico  su  gobierno,  (que  aun  est^i  esto  en  ¡pro- 
blema, porque  desde  1811,  hasta  el  presente,  ha  «estado  la  pro- 
vincia  con  las  armas  «n  la  mano,  y  con  la  guerra  mas  feroz 
dientro  de  su  territorio)  y  de  ineptos  sus  satélites  y  delegados, 
y  otras  mil  circun^ancias  que  hubieran  precedido,  hubieran 
conducido,  por  su  propia  virtud,  esta  provincia,  bajo  la  in- 
ñuencia  y  mando  del  mejor  orden  y  unión  pacíficamente  con 
rtuení  8  Aires  y  sus  mas  amables  relaciones  mercantiles,  y  ade- 
mas la  hubiera  siempre  tenido  como  un  antemural  contra 
cualquiera  Pot^^ncia  estrangera,  que  hubiese  intentado  la  in- 
vasión d)e  la  Banda  Oriental  y  Occidental.  En  fin,  yo  espero 
que,  como  patriota  y  hombre  de  sobresalientes  talentos,  rec- 
tifique usted  mis  ideas,  sin  son  erradas,  porque  talvez  el  amor 
que  tengo  á  mi  pais,  y  el  cruel  dolor  que  m-e  atormenta  al  con- 
sidieriar,  la  preciosa  sangre  que  se  va  á  derramar  (¡y  para 
qué !  ¡  gran  Dios !) me  priva  de  \aa  facultades  de  más  sen- 
tidlos. 

Hemos  visto,  y  usted  ha  visto,  la  copia  del  oficio  que  par 
só  el  general  Artigas,  al  exmo.  señor  Pueyrredon,  con  fecha 
13  de  noviembre  último,  qu-e  me  supongo  no  será  muy  públi- 
co en  Buienos  Aires,  y  al  cual,  dicho  señor  esoelentísimo,  contes- 
to al  instante,  mandando  tropas  para  batido,  pareciendo,  sin 
duda,  que  son  pocos  diez  mil  Portugueses  que  invaden  esta 
Provincia,  ó  porque  supo  la  acción  gloriosa  que  acaba  de  te- 
ner Lavalleja  sobre  los  Portugueses  en  las  Fronteras — Este 
modo  de  argumjentar  y  de  desengañar  al  público,  acerca  de 
las  dudas  que  la  lectura  de  aquel  oficio  ha  infundido  en  el 
ánimo  de  la  Provincia,  y  aun  de  estrangeros,  con  respecto  á 
ha  intenciones  y  virtudes  patri^óticas  del  señor  Director  pue* 


1  9  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

de  ser  muy  bueno,  pero  no  es  siempre  el  mas  conveniente  ni 
el  mas  seguro. 

lie  dicho  á  usted  mis  sentimientos,  y  quedo  á  recibir  los 
suyos — Soy  patriota  liberal  inkiependiente. 

San  Salvador,  Enero  15  de  1818. 

El  Patricio  se  lo  avisa. 

P.  D. — Acabamos  de  saber  qute  las  tropas  de  Buenos  Ai- 
res, mandadas  por  el  señor  Pueyrredon,  contra  las  tropas  pa- 
triotas del  general  Artigas,  se  han  batido  unas  contra  otras, 
y  que  el  general  portugués  Lecor  las  lestaba  mirando  desde 
Montevideo  con  todo  su  ejército — y  luego  que  vio  la  destruc- 
ción de  unos  y  otros  americanos,  dijo: — Qu«e  no  creia  tener 
tan  buenos  amigos ;  pues  unos  y  otros  á  porfía  se  mataban  pa- 
ra acabarle  die  entregar  estos  dominios,  y  qu»e  ya  tenia  el  paso 
franco,  para  pasar  á  los  Entre  Rios,  tanto  por  mar  como  por 
tierra,  }'  que  ya  no  necesitaba  que  viniese  por  la  Frontera  mas 
fuerza,  pues  mejor  era  conducir  por  mar  todo  sii  ejército,  con 
sus  buques  d«e  guerra,  al  Arroyo  de  la  China,  y  acampado  en 
los  Entre  Rios,  hasta  la  primavera,  comenzaría  á  operar  «en 
aquella  provincia,  para  el  mes  de  octu])re  ó  noviem])re — ^El 
general  A^rtigas  tendrá  una  fuerza  de  6000  hombres,  si  yo  lo 
ataco,  para  destruirlo  necesito  perder  otro  tanto  número  de 
gente,  y  queíclo  yo  muy  débil;  con  que  mas  vale  que  me  e^é 
quiíeto  y  que  las  tropas  del  amigo  Pueyrredon  lo     ataquen, 
que.  aunque  no  lo  venza  puede  quitarle  siqui«era  2(X)0  hombres, 
y  otros  tantos  «;ue  pierda  el  ejército  de  Pueyrredon  que  tes  lo 
mas  quie  pueda  oponerle,  ya  son  cuatn)  ó  cinco  mil  ameri(*anos 
despedazados  v  destruidos,  y  la  mayor  ventaja  mda  es  la  des- 
tru(ícion  de  otras  tantas  familias,  compuestas  de  mujeres  y 
niños,  que  disminuirán  la  población  de  la  Banda  Oriental  y 
Entre  Rios  y  Buenos  Aires;  con  qu'e  así  (les  dijo  á  su  Plana 
mayor)  vamí^s  en  calma,  que  para  entrar  en  Buenos  Aires  y 
Entre  R«ios  ya  casi  no  necesitamos  gente,  mayormente  si  baja- 
mos por  Santa  Fé  á  quien  Buenos  Aires  también  destruye. 

Dijo  bien  el  sreneral  Artigas;  y  así,  mi  amigo,  ya  no  píen- 


BIBLIOGRAFÍA;  Ut 

80  irme  aj  Paraguay,  me  voy  á  embarcar  para  Guinea,  quiero 
mas  bien  estar  entre  los  negros  qu-e  entre  mis  paásanos  loa 
americanos. 

V. 

Contestación  que  dan  los  habitantes  de  la  Banda  Oriental  á  la 
proclama  que,  con  fecha  29  del  próximo  pasado  diciem- 
bre, les  dirigió  el  señor  don  Carlos  Federico  Le^cor^  gene- 
ral en  ge  fe  del  EjércHo  Ltbcitaiw,  á  nombre  de  su  sobe- 
rano, en  que  ofrece  toda  protección  y  amparo  á  los  citOr 
dos  habitantes. 

Nosotros  estamos  penetradas  hasta  la  evidencia,  de  su 
prudencia,  moderación  y  considieraciones  que  gieneralment-e 
ha  dispensado  ¿  todla  clase  de  individuos  que  ha  caido  en  sus 
manos,  cuyas  relevantes  prendas  mierecen  todo  nuiestro  rea- 
peto — ^y  seguramente  no  dudaríamos  un  momento  de  las  ge- 
nerosas ofertas  con  que  nos  brinda,  sino  lestuviésemos  palpan- 
do los  escándalos  hechos  que  diariamente  se  'experimentan  en 
toda  la  Frontera,  internándose  los  habitantes  diel  continente, 
ausiliados  d)e  algunas  tropas  de  milicias  y  veteranos  mas  de 
50  leguas  en  nuestro  territorio,  arrasando  completamente  todo 
cuanto  encuentran,  llevándose  todas  las  haciendas,  tanto  va- 
cunas como  caballares  y  lanares — cargando  de  las  estancias 
cueros,  selx^s,  carretas,  buteyes,  muebles  y  hasta  las  ollas  con 
indecencia  inexplicable,  quebrando  y  deshaciendo  lo  que  no 
pu«eden  llevar ;  y  lo  qué  es  mas,  asesinando  impunemente  á 
los  indefensos  y  pacíficos  mora'dbres  \le  esta  campaña,  lo  qi>e 
han  egecutado  ^m  diferentes  puntos,  d«e  los  que  nombraré  uno 
por  mas  públi(!0 — ciij'o  hecho  atroz  ha  horrorizado  hasta  lo 
infinito — el  que  fué  eg^ecutado  por  una  reunión  de  hombres 
al  mando  del  oficial  de  milicias  Estntxildo — cual  es  lo  acae- 
cido en  la  estancia  del  pacífico  vecino  Romualdo  de  la  Vega- 
asesinándolo  y  a  su  hermano  Francisco  y  á  Pedro  el  gordo, 
dejando  á  su  h.jio  con  los  balazos;  pasada  la  cara  de  una  á 
otra  parto  y  roto  un  brazo;  á  que  se  siguió  el  saqueo  de  toda 


X  H  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

'la  casa,  y  después  de  todas  skis  haciendas,  dejando  «n  el  mayor 
desamparo  á  ana  esposa  con  siete  hijas,  todas  a  su  cargo,  y  re- 
ducida á  la  maj'or  escasez,  y  otros  pormeaor>?s  que  x>or  decen- 
cia se  reser\'an — En  otros  varios  puntos  han  hecho  otro  tanto, 
añadiendo  el  vil  y  bajo  procedimiento  de  llevarse  una  porción 
de  niñas,  arraneándolas  de  su  casa  á  la  f  uensa,  habiendo  pre 
oedido  el  saqueo,  con  todo  lo  demás  que  queda  dicho — ^Estos 
hechos  tan  abominables  como  públicos,  han  paralizado  los 

efectos  que  podian  causar  las  ofertas  que  en  la  citada  procla- 
ma se  nos  anuncia,  y  deducen  completamente  el  buen  nombre 
de  S.  £.  Pregunto  ¿bajo  estos  principios  podremos  resolver- 
nos á  fijar  nuestras  <esperanza3,  confiados  en  esas  promesas, 
máxime  cuando  testamos  perfectamente  orientados,  que  de  to- 
dos estos  hechos  tiene  conocimiento  y  da  permiso  para  ellos  el 
señor  teniente  general  don  Manuel  Marques,  gobernador  de 
la  frontera?  Tanto  es  mas  difícil  contestar  a  estos  hechos, 
cuanto  se  vé  que  esperimentan  igual  desolación,  las  haciendas 
que  pertenecen  á  muchos  de  los  mismos  que  están  en  la  Plaza, 
sus  estancias  son  igualmrente  «aqut-adas,  arrasadas,  y  destrui- 
das, y  su  suerte  en  -el  particular  no  se  diferencia  de  la  de  los 
demás  en  manera  alguna.  No  hay  medio:  estos  desórdenes, 
6  los  ignora  el  general  Lecor,  ó  no  puede  remediarlos;  esto 
segundo  parece  imposible,  si  se  considera  que  sus  tropas  son 
arregladas,  que  pertenecen  á  un  gobierno  establecido,  á  un 
gobierno  que  por  lo  mismo  die  ser  monárquico  i*eune  en  sí  to- 
do  lo  preciso  al  mejor  orden  ^  en  cuanto  le  concierne,  y  á  un 
gobierno  cuyo  objeto  sobre  esta  provincia  jura  ser  protección, 
pacificación  é  impiedir  á  todo  costo  la  progresión  del  desorden. 
¿  Acaso  será  preciso  perpetuarlo  por  su  parte  para  contener- 
lo por  la  nuestra?  Todos  convenimos  y  al  fin  bajo  todo  aspec- 
to, vendrán  á  cesar  los  robos,  i)orque  no  habrá  en  qué  ejer- 
cerlos. Las  providencias  del  general  Lecor,  después  de  estos 
avisos,  serán  las  únicas  que  harán  conocer,  si  las  cualidades 
que  le  hacen  estimable,  por  su  persona,  le  acompañan  6  no,  al 
mirarlo  como  gefe,  y  si  los  fines  proclamados  para  ocupar  este 


BIBLIOaRAFIA.  Ul 

territorio,  no  están  en  contradicción  con  las  intenciones. 

Banda  Oriental,  29  de  enero  de  1818. 

ANTONIO  ZINNY. 


U  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


Riitorii  Amerlcani.  [literatura  y  DerBcho 


AÑO  VI.  BUENOS  AIRES,  JUNIO  DE  i868.  No.  6t 


HISTORIA  AMERICANA. 


REFLEXIONES 

Sobre  las  circunstancias  criticxis  en  que  se  halla  actualmente 
esta  ciudad  de  Buenos  Aires,  bloqueada  y  amenazada  de 
invasión  por  losi  ingl^s^s,  y  se  proponen  algunos  medios 
que  pueden  ser  oportunos  para  su  defensa, 

(Conclusión.)    (1) 

Suplemento  al  Plan  que  formé  paia  la  Defensa  en  esta  ciudad,  cuando 
estaba  bloquea-da  y  amenazada  de  invasión  por  los  injirieses  nues- 
tros enemigos,  y  lo  concluí  en  20  de  abril  del  presente  año;  pero 
por  un  acaso  de  aquellos  que  la  prudencia  banana  no  pudo  pre- 
veer,  no  llegó  oportunamente  á  manos  del  Señor  C-apitan  «general; 
y  por  consiguiente  no  se  pudo  hacer  uso  de  él  sino  en  una  pequeña 
•parte.  'Pero  como  el  riesgo  no  deja  de  amenazar,  intento  ahora 
con  mejores  conocimientos  promover  su  plantificación,  para  que 
aun  cuando  no  se  to.onsidere  útil  en  todas  sus  partes,  se  pueda  ele- 
gir lo  que  convenga;  á  cuyo  efecto  podrá  ser  útil  este  s-nplemento; 
como  fruto  de  las  observaciones  que  hice  en  los  dias  del  ataque  y 
«meditaciones  subsecuentes. 

Asi  como  la  experiencia  manifiesto  len  aquellos  difus  y  con 
particularidad  en  el  5  de  julio,  la  utilidad  que  pudo  producir 
á  esta  ciudad  y  sus  moradores,  el  hal)er  plantificado  y  pu-esto 
en  uso  aquel  plan;  asi  también,  descubrió  sus  defeiítos  y  la 
neciesidad  de  aumentar  otras  medidas  y  precauciones  que  pue- 
den ser  muy  importantes  por  «i  acaso  intentan  los  enemigos 

1.     Véase  el  tomo  XVI.  pág.  19. 


PLAN  DE  DOBLAS.  ]37 

repetir  sus  tentatíva^}.  Con  e«te  propósito,  como  fiel  vasallo  del 
Rey  Nuestro  Señor,  buen  patriota  y  verdadero  Católico  Ro- 
mano: soy  y  seré  incansable  len  todo  aquiello  que  considero 
puede  propender  (aunque  sea  débilmente)  á  tan  heroicos  mo- 
tivos, y  con  el  mismo  procuraré  apuntar  seneillamente  aque 
lias  correccion^es  ó  variaciones  que  en  mi  concepto  necesita 
mi  Plan;  ^  también  las  providencias  y  precauciones  de  que 
carece: 

Habiéndose  reconocido  lo  inútiles  que  hubieran  sido  las 
dos  divisiones  que  propuse  «en  mi  Plan,  para  colocarlas  á  los 
costados  del  recinto  fortificado,  porque  se  ha  visto  que  la  tro- 
pa dislocada  ó  prolongada  con  alguna  separación  del  cuerpo 
prindpaj  del  ejército,  la  puede  cortar  el  enemigo  con  facili- 
dad; soy  de  sentir  que  aquella  idi^a  se  abandone  entera mentt» ; 
y  qu-e  la  tropa  de  infantería  que  habia  de  emplear»e  en  aque- 
llas divifiiones  se  incorpore  al  pecinto  fortificado,  con  toda  la 
artálleria  gruesa  y  pertrechos  de  guerra  sin  dejar  fuera  de  él 
cosa  alguna  de  estos  artículos;  porque  se  ha  visto  que  para 
cubrir  aquieUos  puntos,  es  menester  debilitar  considerable- 
mente el  cuerpo  de  batalla,  y  nos  esponemos  á  que  el  enemigo 
aumente  sus  fuerzas,  si  por  desgracia  se  apodera  áe  ellos.  En 
este  concepto  me  parece  mucho  mejor  destiaiiar  las  tres  cuar- 
tas partes  de  nuiestra  infantería  disciplinada,  para  guarnec-»er 
•el  recinto,  dividiéndola  en  tres  brigadas  con  sus  respectivos 
gefes :  estas  se  deberán  «emplear  una  al  Sur  de  la  plaza  mayor^ 
otra  al  Norte,  para  que  guarnezcan  el  recinto  jíot  toda  su  es- 
t'Cnsion,  y  con  la  3.a  (que  deberá  componerse  de  la  tropa  de 
mus  confianza)  se  formará  el  cuierpo  ó  cuerpos  de  reserva,  y 
la  guarnición  de  la  real  fortaleza.  La  4.a  parte  se  podrá  for- 
mar de  los  cazadores  Miñones  y  demás  que  parezcan  á  propó- 
sito, para  operar  fuera  de  la  ciudad  en  los  arrabales,  quintas 
y  campo  raso ;  á  la  que  se  deberán  unir,  no  solam«ente  los  es- 
cuadróme de  eaballeria  que  están  al  sueldo,  y  son  de  poca  uti- 
lidad dentro  de  la  ciudad,  sino  también  el  cuerpo  de  Quinte- 
ros, y  todas  las  milicias  de  caballería  de  la  campaña,  armadas 
con  chuzas,  espadas,  lazo  y  bolas;  y  aquellos  que  tuvieren  tra- 


138  LA  BEVIdTA  D£  BUENOS  AIBES 

bucos  Ó  pistolas  podrán  llevar  también  estas  armas. 

La  ocupación  de  estas  tropas,  deberá  ser  únicamente  el 
molestar  al  enemigo  en  sus  marchas,  á  cuyo  efecto  teiMirán 
un  tren  volante  bien  provisto  de  muías  y  de  todo  lo  necesario ; 
mandado  por  un  gef e  de  los  que  ya  han  acreditado  su  diesem- 
peño,  y  que  pueda  resistir  las  intemperies  y  demás  incomo 
didades  de  campaña.  Este  cuerpo  dfeberá  estar  dotado  asi 
mismo  de  aquellos  ofíeiales  en  quienes  concurran  semejantes 
circunstancias  que  las  del  gefe,  para  que  cada  uno  en  su  clasi' 
pueda  cumplir  con  sus  deberes,  y  no  deberá  bajar  su  número 
de  dos  mil  hombres  de  todas  clases  y  profesiones. 

No  se  empeñará  este  cuerpo  ni  parte  de  él  en  ninguna  ac- 
eion  que  no  sea  muy  conocidia  la  ventaja  de  nuestra  parte,  ó 
en  el  caso  de  ser  urgente  la  necesidad  de  d<efenderse,  ó  la  de 
socorrer  á  otro  cuerpo  de  los  nuestros.  Cada  vez  que  los  en^ 
migos  intentaren  atacarnos,  se  retirarán  á  la  parte  de  cam[  o 
escaramuceando,  pero  sin  desorden  ni  esponerse  demasiado: 
euidarán  de  que  no  se  introduzca  ganado  ni  otra  cosa  part*  los 
enemigos ;  retirando  ó  haciendo  retirar  todo  aquello  que  pae:la 
«erles  útil,  particularmente  ganado  vacuno  ó  caballar,  11?v:\t«- 
dolo  á  parage  ó  parages  de  la  mayor  seguridad,  y  donde  la 
codicia  de  algunos  de  los  nuestros  no  pueda  intentar  lievúr- 
«elo;  pero  si  algunas  partidas  de  caballeria  ó  infantería  ene- 
miga lo  intenta^sen,  procurarán  cortarle  la  retirada  cansán- 
dolos primero  con  escaramuzas,  para  poder  cargar  w»bre  ellos 
á  rienda  siielta  oportunamente,  pasándolos  á  cuehUlo  ü  obli- 
^r'ijidolos  á  entre^íTse  prisioneros. 

Cuando  sea  necesario  acometer  á  alguna  partida  del  ene- 
migo que  se  halle  distante  de  los  nuestros,  montará  nuestra 
infantería  á  caballo  en  ancas  de  la  caballeria,  para  evitar  la 
fatiga  y  cansancio  de  las  marchas  y  facilitar  la  presteza  que  se 
requiere  en  estas  ocasionies:  lo  mismo  deberán  hacer  cuando 
convenga  retirarse  aprewiradamente  por  que  este  cuerpo  debe 
observar  una  Uíctica  muy  semejante  á  la  de  los  Tártaros  y 
otra.s  tropas  asiáticas. 

Es  i)peciso  que  este  dicho  cuerpo,  esté  bien  provisto  de  ca- 


PLAN  DE  DOBLAS  139 

))allada  á  la  manera  de  la  que  siempre  han  acostumbrado  las 
tropas  campestres :  esto  es,  á  cuatro  ó  cinco  caballos  para  cada 
soldado,  manteniéndolos  en  el  campo  y  remudándolos  de  con- 
línuo,  por  que  á  pesebre  con  alfalfa  ó  con  otro  pasto  sin  gra- 
no resisten  muy  poco  la  fatiga  continua,  y  «as  costosísimo  man- 
tener asi  mucho  número  de  ellos. 

Igualmente  es  necesario  ponerl<e8  en  parage  oportuno  y 
resguardado  de  los  enemigos  aqutellos  repuestos  de  viveres 
y  municiones  necesarias  para  algún  tiempo,  desde  donde  se 
Íes  pueda  conducir  en  pequeñas  porciones  lo  que  necesiten 
para  el  consumo  diario. 

No  es  menester  detallar  aquellas  pequeñas  atenciones  pro- 
pias de  la  ocupación  de  esta  tropa,  como  son,  correr  el  campo 
en  pequeñas  partidas  para  observar  al  enemigo  á  lo  lejos,  en 
su  desembarco  y  marchas,  d^ndo  cuenta  de  todo  á  sus  gefes 
oportunamente;  molestarlo  de  continuo  dia  y  noche  por  la 
retaguardia,  si  llega  tel  caso  de  que  se  apodere  de  las  quintas 
6  arrabales,  sin  emplear  en  estos  grandes  partidas,  ni 
acercarse  demasiado,  pues  con  haoer  ruido,  disparar  algunos 
tiros  de  fusil  y  de  pedrero  en  distintos  parages  y  á  diversas 
horas  de  la  noche  es  suficiente  para  tenerlos  en  vela  de  con- 
tinuo sin  dejarlos  reposar.  Pero  si  se  intentare  algún  ataque 
verdadero  por  los  de  la  ciudad,  entonces  es  menester  que  la 
♦ropa  de  campaña  y  sus  gefes,  se  porten  con  la  mayor  intre- 
pidez, por  la  retaguardia,  según  la  combinación  que  haya  he- 
cho el  Capitán  Jeneral  y  las  órdenes  que  reciba  el  gftfe  de 
campaña. 

Para  precaver  en  lo  posible  á  esta  ciudad  de  los  riesgos  é 
incomodidades  de  un  sitio  ó  bloquleo,  es  menester  abasteoerla 
<á  lo  menos)  con  víveres  para  un  mes;  pues  parece  imposible 
que  los  enemigos  puedan  sostenerse  mas  tiempo  en  esta  ope- 
ración. El  número  de  individuos  en  que  se  calcula  este  ve- 
eindario  es  de  60  a  70  mil  personas ;  para  cada  una  es  bastan- 
te una  arroba  de  galleta  al  mes;  con  que  diremos,  que  15  á  20 
mil  quintales  de  esta  especie  es  siificiente  para  el  enunciado 
tiempo ;  aun  cuando  á  todos  los  hubiera  de  mantener  la  pro- 


140  LA  BEViSTA  0E  BUENOS  AIRES 

visión.  A  proporción  se  deben  acopiar  carnes  saladas,  char- 
ques, y  cecinas.  Estos  acopios  deli-en  encalarse  á  los  estan- 
cieros, (piienes  en  poco»  dias  pueden  beneficiar  y  poner  en 
esta  ciudad,  aquellas  porciones  que  á  cada  uno  se  les  encargare, 
liO  mismo  debe  hacerle  en  los  d<emás  artículos  de  menestras, 
etc.  cargando  la  mano  tn  el  maiz  que  «es  el  mejor  manteni- 
miento de  la  gente  pobre. 

Eistos  artículos,  el  de  ))ebidas,  y  demás  que  no  están  suge- 
tas  á  pronta  corrupción  es  conveniente  acopiarlos  con  aquella 
anticdpa^íion  que  exije  la  prudencia,  porque  inas  vale  padecer 
alguna  quiebra  en  el  expendio  áe  ellos  si  no  fueren  necesa- 
rios, que  el  esponerse  á  "csperi  mentar  su  falta  cuando  se 
necesiten. 

Adlemás  de  esta  provisión  general  anticipada,  se  debia 
mandar  generalm»ente  á  todas  las  personas,  que  á  proporción 
de  siLs  facultades  se  provean  áe  todo  lo  necesario ;  no  solo  pa- 
ra sus  familias,  sino  para  socorrer  á  los  indigentes  en  tan  ur- 
gtente  necesidad. 

Hay  muchas  personas  en  esta  capital  que  dificultan,  y 
aun  tienen  por  imposible,  el  (introducir  ganado  vacuno  para 
el  consumo  diario,  si  los  enemigos  forman  el  proyecto  de  cer- 
car esta  ciudad ;  y  tenuen  que  por  piste  m<edio  podrán  rendirla, 
si  nuestras  tropas  «^  encierran  dentro  de  «ella  en  el  recinta 
fortificado,  pen)  calculan  muy  mal  <e\  número  de  tropas  que* 
He  necesitan  para  esta  operación ;  y  no  consideran  lo  débil  que 
seria  este  cerco,  metido  entne  el  lal>erinto  de  las  (juintas,  en 
donde  podiamofl  romperlo,  cortarlo  y  arrollarlo  por  cualquie- 
ra parte  que  lo  intentaran  nuiestras  tropas.  Y  para  que  se 
desvanezcan  estos  temores,  patentizaré  lo  infundado  de  ellos. 
Es  menester  asentar  que  para  no  debilitar  el  enemigo  dema- 
siald'amente  sus  fuerzas,  trataría  de  rcilucir  su  cordón  al  me- 
nor espacio  posible;  y  que  con  esta  idea,  rcííolveria  formar  urt 
semi-círculo  (jue  apoyando  su  derecha  en  la  R'»sidencta,  jirase- 
por  la  Piedad  basta  colocar  su  izquierda  en  el  Retiro.  Esta 
es  a  mi  ver  la  ma^s  reducida  distancia  que  podian  elejir,  y  aun 
en  ella,  no  estaban  s<»guro8  de  nuestra  artilleria  que  por  cuaU 


PLAN  DE  DOBLAS  141 

quiera  parte  que  se  quiera  tomar  nuestro  recinto  fortificado 
(según  mi  Plan)  no  puede  distar  de  su  cordón  arriba  de  6 
•cuadras;  "este  debia  prolongarse  por  mas  de  40  cuadras;  es  de- 
dr  mas  de  una  le^ua  marítima :  con  que  para  llenar  eerte  «espa- 
<io,  sin  cortarlo  ni  interrumpirlo,  necesitaban  18  rail  hombres 
H  lo  menos,  para  formarlo  á  2  de  fondo,  sin  contar  los  cuerpos 
de  reserva  y  otras  atenciones  de  un  ejército:  ahora  bien,  que 
resistencia  podia  hacer  un  cordón  tan  débil,  como  este,  para 
impiedir  el  abasto  de  un  alimento  que  debe  entrar  por  »u  pié* 
fuera  de  que  no  podríamos  nmiperlo  cada  vez  que  lo  intenta 
semosf  ó  no  habría  algún  arbitrio  para  introducir  ganado 
vacuno  son  esta  operación?  Desde  luego  afirmo  que  lo  hay, 
y  que  aun  cuando  no  lo  hubiera,  es  constante  que  las  ciudades 
sitiadas  se  mantienen  mucho;4  meses  con  víveres  secos;  pero 
en  esta  podíamos  libertarnos  de  'esa  incomodidad  ccm  la  ¡)ro- 
videncia  siguiente: 

Fórmese  un  (íorral  de  estacada  -en  el  ))ajo  del  lio,  ai)oya- 
do  á  la  real  fortaleza  capaz  de  contener  cuatro  ó  seis  mil  cabe- 
zas de  ganado.  Armeasx^le  dos  mangas  áe  la  mismü  estacada, 
í;  manera  de  embudo  arrimando  la  parte  estrecíha  de  otras 
mangas  á  los  lados  ó  puertas  del  corraJ,  que  debe  tenerlas  una 
al  Norte  y  otra  al  Sur,  de  forma  que  puedan  recibir  con  faci- 
lidad las  partidas  de  ganado  que  se  intentaw*n  introtlucir  por 
la  parte  del  Riachuelo  6  de  la  Recoleta.  Esta  operación  de 
herá  realizarse  comunmente  de  noche,  combinándola  con  anti- 
cipación los  introductores  c<m  la  guarnición  de  la  plaza;  dan- 
do esta  una  alarma  falsa  á  los  enemigos  por  aquel  punto  que 
convenga  llamar  su  atención  para  que  deí^amparen  ó  debiliten 
«1  paraje  donde  de])e  verificarse  la  introducción  del  ganado ; 
ayudando  ó  favoreci-endo  esta  operación  la  tropa  de  la  cam- 
paña: y  como  el  eana<lo  debe  entrar  embretado  con  la  barran- 
ca y  el  rio,  es  cosa  fácil  el  introducirlo  por  la  manga  en  el  co- 
rral. Esta  maniobra  se  puede  facilitar  gratificando  á  la  gen 
te  de  campo  qu-^  la  verifiqu'e,  dándoles  (además  del  pnM»¡o  de 
las  reses)  un  tanto  por  cabeza  de  las  que  intr(HÍuzcan;  me  pa 
rece  que  con  esta  providencia  auxiliada  de  las  demás  que  se 


142  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

consideren  oportunas,  se  podrá  socorrer  de  continuo  esta  pía- 
za  de  carne  fresca  y  aun  die  los  demás  artfeulos  de  como- 
didad.       , 

Otros  recelan  un  bombardeo  ó  cañoneo  -ejecutado  desde 
las  quintas  ó  por  el  rio.  En  «el  primer  caso,  no  es  imposible- 
su  verificación;  pero  si  muy  difícil  y  de  poco  efecto;  porqué- 
supongamos  que  traen  para  dicha  operación  mil  bombas  cou> 
sus  correspondientes  morteros,  pólvora  y  municiones.  En  este- 
supuesto  necesitan  emplear,  de  5  á  6  mil  hombres  para  su  con- 
duccion,  desde  el  paraje  del  desembarco  al  de  las  baterias,  eiL 
cuyo  tránsito  podrán  esperimentar  muchas  pérdidr.s  y  áf»!*io-^ 
ras,  si  nuestra  tropa  de  campaña  cumple  con  sus  deberes.  Es- 
t.is  mil  bombas  arrojadas  á  la  plaza,  es  probable  que  solo  apro- 
vecharían 300 ;  porque  los  edificios,  ocupan  á  lo  mas  la  cuarta> 
parte  del  terneno  en  que  están  situados,  aun  en  lo  principal 
de  la  ciudad ;  con  que  por  la  regla  de  las  casualidades,  seriar 
desgracia  que  cayeran  en  ellos  las  300  que  supongo;  perdién- 
dose las  restantes  en  loe  huecos,  calles,  patios  y  corrales  de  las: 
casas.  El  cañoneo  causaría  poco  efecto ;  porque  de  cualquier 
ra  paraje  que  lo  intentaran,  habia  de  ser  por  elevación,  por- 
que no  hay  alturas  donde  colocar  la  artilleria  dominando  la 
ciudad,  con  que  si  ponen  la  puntería  horizontal,  emplearán 
los  tiros  en  las  primeras  casas  ó  tapias  que  se  presentarán  de- 
lante, solo  enfilando  sus  tiros  por  la  dirección  de  las  calles  po- 
drian  conseguir  algún  efecto,  pero  entonces,  seria  correspon- 
dida vigoroaamente  por  la  nuestra;  y  si  aun  se  pretendiese- 
evitar  estos  daños,  se  podrían  escusar,  haciendo  nuestros  sol- 
dados algunas  salidas,  amparados  de  las  casas  y  cercos,  abrien- 
do portillos  por  su  interior,  hasta  conseguir  el  tomarles  6  cla- 
varles la  artillería  y  morteros,  cuya  operación  bien  ejecuta- 
da no  seria  muy  costosa. 

El  bombardeo  y  cañoneo  por  la  parte  del  rio,  es  meno» 
temible,  porque  el  banco  die  la  ciudad,  es  una  barrera  inespug- 
nable  que  impide  á  las  embarcaciones  grandes,  acercarse,  y  sí 
se  resuelven  á  entrar  al  fondeadero,  no  pueden  hacerlo  sina 
aquellas  de  mediano  y  pequeño  buque ;  y  no  las  bombarderas^ 


PLAX  DE  DOBLAS.  U» 

porque  no  hay  agua  para  ellas  y  como  la  barranca  es  ekvada. 
iiecibirá  esta,  y  no  los  edificios  todos  los  tiros  die  cañón  que 
las  embarcaciones  dirijan  á  la  ciudad  por  la  horizontal;  con 
que  pana  que  las  balas  causasen  algún  diaño  á  los  «edificios  in- 
teriores era  menester  que  las  dirijieran  por  elevación  y  en 
tonces  es  muy  poco  <el  que  pueden  causar ;  y  se  esponian  á  que 
nuestra  artilleria  del  muelle  y  la  demás  de  la  misma  clase, 
(que  debe  prepararse  y  estar  pronta  con  sus  avantrenes  y 
homüloe  portátiles,  para  conducirla  con  bueyes  donde  con- 
venga) incendie  con  bala  roja  todas  sus  embareaciomes  como 
deben  ejecutarlo;  sin  detenerse  en  formar  parapetos  ni  trin- 
cheras, persuadidos  die  quie  estos  reparos  solo  sirven  con  uti 
lidad,  para  libertarse  de  las  descargas  die  mosquetería  ó  me* 
tralla  y  d<e  los  asaltos  de  la  tropa ;  de  cuyos  riesgos,  están  li- 
bres «en  aquel  paraje  entre  tanto  no  tengan  otros  enemigos 
con  quien  combatir  que  los  de  las  embarcaciones. 

Los  parques  de  artilleria  se  deben  colocar  en  lo  Interior 
de  la  ciudad.  El  principal,  «en  la  Beal  fortaleza  y  sus  alrede- 
dores ;  y  otros  dos  en  la  Ranchería  y  cuartel  de  Patricios ;  en 
las  boca  calles  de  la  plaza  mayor  deberán  colocarse  algunos 
cañones  de  grueso  calibrie  y  en  su  interior  los  carros  de  muni- 
ciones, trenes  volantes  y  demás  que  convenga,  para  reforzar 
los  parages  que  lo  necesiten,  los  días  de  aecion,  y  para  practi- 
car los  últimos  esfuerzos  de  un  obstinado  combate  de  los  ene* 
imgos.  En  el  lado  del  Norte  de  la  Beal  fortaleza,  se  dispon- 
drá un  tren  de  cañones  de  los  de  mayor  calibre  con  sus  co- 
rrespondientes avantrenes  bien  surtido  de  municiones  y  demás 
artículos  útiles  y  necesarios,  con  el  fin  de  conducirlos  á  la  pía 
za,  cuando  convenga,  para  batir  las  embarcaciones  que  inten- 
taren cañonear  ó  bombardiear  la  ciudad  como  queda  dicho. 
También  pueden  servir,  asi  estos  cañones,  como  los  demás  de 
grueso  calibre  de  la  plaza,  para  conducirlos  á  los  parages  del 
recinto  fortificado  si  el  enemigo  opone  algunas  baterías  con- 
tra los  parapetos ;  bien  es,  que  dicha  oposieion  no  puede  oca- 
sionarnos mucho  cuidado;  por  que  entre  tanto  hagan  fuego 
con  su  artillería  no  pueden  avanzar  sus  tropas  por  las  mis- 


144  LA  EEV19TA  DE  BUENOS  AIRES 

mas  calles  y  si  lo  veril'iean  por  otras,  será  sin  aquel  auxilio  y 
encontraran  la  ox)OBÍcion  vigorosa  de  nuestra  parte  para  eual 
quiera  de  ellas  qu>e  intenten  avanzar. 

No  hay  que  ]>ensar  en  abrir  zanjas  ó  fosos  len  ningnn 
parage;  por  que  esta  providencia  es  enteramente  inútil  y  pu-e- 
de  sernos  muy  perjudicial  si  se  apod«eTan  de  algunas  de  es- 
tas cortaduras,  por  que  les  servirán  de  parapetos,  desd-e 
dondie  resguardados  y  cubiertos  pueden  causarnos  muchi- 
simo  dñño,  y  aunque  éie  diga  que  desde  las  azoteas  se  pueden 
defender  aquellos  fosos,  venimos  á  parar  en  que  dichas  azo- 
teas son  nuittítra  verdadera  defensa  y  que  todo  lo  quse  sea 
impedirnos  las  entradas,  salidas  y  tránsito  libre  por  todas 
las  calles,  minora  considerablemente  lel  éxito  de  nuestra  de- 
fouiÉ»,  causándonos  ind^ecible  incomodidad. 

Estas  8(m  las  reglas  mas  principal<(»s  que  me  ha  pan^cido 
añadir,  como  suplementoi  á  mi  plan,  dejando  en  su  fuerza  y 
vigor,  todas  las  que  prescribe  y  no  se  oponen  á  estas;  de- 
duciéndosie  como  consecuencia  de  lan  unas  y  de  las  otras  las 
ventajas  siguientes: 

La  comodidad,  descanso  y  unión  (jue  puede  disfrutar  la 
tropa  que  se  destinare  i)ara  guarne(*er  el  recinto  fortificado, 
si  se  coloca  en  cada  parapeto  media  compañía  de  infantería 
con  sus  respectivos  oficíales,  y  Ion  artilleros  necesarios  para 
servir  la  artillería  en  los  términos  propmestos  en  el  plan. 
Esta  gente  delíe  estar  acuartelada  y  fija  en  el  paraje  que  se 
le  di\stinare;  allí  del)e  surtírsele  de  víveres,  municiones  y  cu- 
bierto, de  forma  que  no  tenga  motivo,  ningún  soldado  ni 
oficial,  para  ampararse  de  dia  ni  de  noche  de  aquel  punto,  y 
si  lo  abandona,  se  notará  al  instante  su  falta. 

La  facilidad  de  quie  los  gefes  pucnlan  rcvonocer  cada  uno 
el  dií«trito  que  ocupa  su  resi>ectiva  división,  para  remefdiar 
las*  faltas  que  notare  y  distribuir  las  órdenes  á  su  consecuencia. 

También  pu'cnle  providenciarse,  que  haya  en  varios  pa- 
rages  del  recinto  fortificado,  hospitales  provisionales,  surtidos 
de  cirujanos  y  todo  lo  necesario  para  socorrer  los  heridos; 


»      PLAN  DE  DOBLAS.  '      14Ó 

aUí  podrá  estar  un  sacerdote,  para  que  auxilie  en  lo  -espiri- 
tual á  los  soldados  que  lo  necesiten. 

*  Las  azoteas  de  dos  cuadras  avanzadas  fuera  del  recinto 
j  todas  las  que  se  quieran  ó  se  puedan  en  lo  interior,  pue- 
den guarnecerse  con  aquellas  personas  quie  por  su  edad, 
achaques  ú  otras  circunstancias  no  están  alistadas  en  las 
compañías,  y  desde  allí  pueden  contribuir  útilmente  a  la  De- 
fensa, baciiendo  su  deber,  sin  que  se  les  cause  mayor  moles- 
tia, por  que  no  es  preciso  quie  velen,  ni  que  estén  en  con- 
tinua fatiga  y  solo  en  las  o<*asione4  de  pelear  se  pondrán  en 
acción.  A  lestas  gentes  deberán  alistarlas  y  comandarlas 
los  alcaldes  der  barrio,  con  arreglo  á  las  órdenes  que  les  dic- 
tare la  Superioridad;  su  número  podrá  aumentarse  consi- 
dterablem»ente  empleando  tamlrien  en  estos  mismos  parajes,  á 
los  jóvenes,  por  que  todos  pueden  cómodamente  ser  utilisi 
mos  en  la  ocasión  teniendo  cuidado,  de  que  los  repuestoe  de 
víveres  y  municiones  se  distribuyan  c*on  oportunidad,  y  que 
sean  tan  abundantes,  que  no  falte  lo  necesario  á  ninguno,  y 
'que  se  destinen  algunos  oficiales  y  soldaldos  de  la  tropa  re- 
glada, para  que  maniobren  con  ellos  en  las  azoteas,  balcones, 
puertas  y  ventanas ;  y  principalmente  para  que  hagan  de  no- 
che las  centinelas  necesarias  en  las  cuadras  avanzadas  con  el 
.  in  de  evitar  las  sorpr&sas  del  enemigo. 

En  esta  conformidad,  queda  dividido  en  2  cuerpos  el 
ejército  y  en  disposición  de  practicar  la  mas  vigorosa  defen- 
sa el  que  ocupa  el  centro  de  la  ciudad  y  de  molestar  el  de 
campaña  continuamente  por  la  espalda  dia  y  noche  al  ene- 
migo ;  y  de  impedir  que  se  provean  por  si,  ó  por  los  nuestros 
de  los  víveres  para  su  subsistencia  poniéndolo  en  la  estre- 
chez y  necesidad  de  reUdirwe  á  discreción. 

Algunos  notarán,  que  dejo  en  total  abandano  las  quin- 
tas y  arrabales  de  la  ciudad,  y  por  consiguiente  espuestos  al 
furor  del  enemigo;  pero  no  encuentro  arbitrio  para  evitar 
este  sacrificio.  No  obstante,  propondré  un  medio  que  pue- 
da minorarlo  en  mucha  parte,  y  es,  que  se  les  haga  entender 
por  el  superior  gobierno  á  los  moradores  de  aquellos  para- 


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14^  '  LA  REVISTA  DE  BUENOS  aAbS 

gie6,  ^qtie  tolcboft  los  «ilhftaídoe  «k  iivoofrporen  «n  wtn  respectivoNl 
cuerpos,  y  que  los  que  no  to  lestefft  y  ptieton  i^rvir  de  algo  «6 
TmriKñ  <)entro  'Ae  Ift  ciiidad,  wl  im  azüitea»  e<m  lod  no  alista- 
dos, ó  qtne  «i  son  de  á  caballo  y  pueden  residir  la  fatiga  de 
oampo  'Se  presenten  txvn  ks  tínñüR  que  tuvíe^n  al  coman* 
áante  de  camp«ña  para  quia  los  «mpíeé  en  So  que  pneda  ser- 
vir útiíni«rte  cada  tino.  Las  mnjeres  y  t?riaturas,  con  las 
demás  personas  inválidas,  podrán  tomar  él  partido  que  me* 
jor  les  aconKxJe,  retirándose  á  la  campaña  6  introduciéndo- 
se en  la  ciudad,  tlonde  se  encorgafrá  al  Tiwáfndaario,  que  laii 
reciban  y  traten  con  linnitóidad ;  ltev«ti4o  'MUfiíigo  aquiellas 
aJhajas  mas  preciosas  y  de  poco  voWhnen  =^e  "teiríenefn  para 
que  así  se  lies  minoren  los  perjmciOÉ,  ya  que  9e\  tod)o  no  9é 
puedan  evdtar. 

"El  gefe  de  campaña,  dK°(bcfrá  vOeq^aoliar  pequeñas  parti- 
da» de  gentie  á  caballo  mandadas  por  oficiales  6  «argentos  do 
confian^,  para  que  ronden  de  contintio  *eñ  cufiOito  1«b  í»a  po- 
sible todos  aquellos  paragte<^  abandona)do0  paora  evitar  que 
los  malvados  los  roben  6  saqneen,  y  á  los  ip»e  wieotítrafsn  loa 
arrestarán  para  proceder  coiftra  ellos  según  sean  las  «ospe* 
chas  que  resultárcíi. 

l&ÉtJBiB  son  Tas  adicioises  que  lengo  por  oportunas  aña- 
dir á  mi  plan  de  defensa  d©  eSta  capital,  en  virtud  de  lo  que 
manifeeftó  la  espeítdencia  en  los  dias  del  comibate  y  gloriosa, 
victoria  de  esta  citÉditd  «en  loa  que  «e  reconoció  patenteraetíte 
la  utilidad  que  hubiera  producido  su  anticipada  plantifi- 
cación ;  pero  ya  que  no  «e  realizó  entonces,  he  querido  perfec- 
cionarlo, por  tí  acaso  fuese  necíesario  en  otra  ocasión.  Bue- 
nos Aires,  4  de  noviembre  de  1807— Gotieoío  Se  Doblas, 


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ANTECEDENTES  HISTÓRICOS  SOBRE  BUENOS 

AIRES 


Seguridad  de  las  fronteras — 'fimipedjado  de  las  loaUes — íFormacion  de 
«n  muelle — (Proyecttw  de  1778. 

Introducción, 

Vamos  á  publicar  los  tres  proyectos  presentados  en  II. 
de  setiembre  de  1778  al  Viney  de  Buenos  Aires,  sobre  fronte- 
ras, empiedrado  y  formación  de  mueüe.  Estén  anónimos,  pe* 
ro  el  doctor  Carranca  cree  qile  pertenecen  al  señor  Doblas. 

Como  nos  hemos  propuesto  publicar  todos  los  antece- 
dentes históricos  que  obtengamos  para  apreciar  las  ideas  y 
las  miras  del  gobierno  colonial,  y  comparar  asi  los  progresos 
que  haya  realíeado  la  independencia,  apesar  de  las  amarguras 
de  las  <(!X>ntieiÉcDBS  y  de  los  desaciertos  de  los  partidos,  conti* 
nuamos  la  tarea  empezada  en  el  (tomo  anterior,  bajo  «1  epí- 
grafe— la  ciudad  de  Buenos  Aires, 

En  el  cúmulo  de  documentos  que  hemos  reunido  sobre  la 
historífli  argentina,  se  nos  ha  testrariado,  y  c&si  consideramoi 
perdÜD,  un  largo  informe  sobre,  empedrado  len  el  siglo  pasa- 
do y  <el  dicftamen  de  lá  autoridad  municipal  competente.  Los 
curiosos  daftos  que  contenia  y  los  pormenores  en  qu*e  entra- 
ba, merecian  los  honores  de  la  publicación,  pues  era  una 
fuente  auténtica  de  consulta  para  la  historia  de  lesta  capital. 

Nuestro  amigo  el  doctor  Carranza,  el  mas  empeñoso  de 
los  ecdaboradores  de  la  Revista,  nos  facilitó  los  proyectos  que 
ahora  publicamos,  y  que  forman  parte  de  la  coleocion  de  sus 
manuscritos. 


148  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

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Tres  objetos  importantísimos  compranden  estos  pro- 
yectos: las  fronteras,  el  empedrado  y  el  mutelle;  proyectos 
que,  apesar  del  tiempo  transcurrido  tieneni  un  interés  palpi- 
tante de  actualidad,  porque  respecto  de  fronteras  poco  per- 
maníente  y  práctico  hemos  realizado;  en  cuanto  á  empedra- 
do, famoso  es  el  «estado  deplorable  de  ieste  y  lo  grosero  deí 
procedimiento  empleado;  y  en  cuanto  á  muelle,  si  es  verdad 
que  la  ciudad  cuenta  con  dos,  estos  ¡están  muy  dástantes  de 
llenar  las  nctíesidades  de  un  gran  centro  mercantil. 

Entonces  como  ahora  se  tropezaba  con  un  escollo,  la  fal- 
ta de  recursos;  pero  »entonciea  como  ahora,  los  que  se  intere- 
san «en  el  bienestar  del  pueblo  no  se  arredran  por  los  sacrifi- 
cios, contando  con  la  buena  voluntad  de  la  población.  Fe- 
lizmente el  actual  gobierno  de  la  Provincia  ha  celebrado  un 
contrato  para  el  adoquinamiento  de  las  calles  y  aguas  co- 
rrientes, y  creemos  que,  una  vez  aprobados  los  contratos  por  la 
legislatura,  se  dicten  los  reglamientos  indispensables  para  la 
conservación  d-e  estas  obras  dispendiosas. 

La  penuria  del  tesoro  en  1778  no  es  comparable  con  la 
situación  financiera  de  1868 :  ten  noventa  años  esta  ciudad  ha 
tenido  una  transformación  profunda,  la  población  ha  au- 
mentíido  inmensamente  (1)  y  las  condiciones  económicas  del 
pais  son  muy  distintas.  Pero  al  mismo  tiempo,  habiéndose 
estendido  muchísimo  la  población,  las  obras  que  nequiere  la 
hijiene  de  una  ciudad  mas  estensa  que  poblada,  ó  mas  bien 
que  ocupa  iin  radio  lestensísimo  en  proporción  dte  sus  habi- 
tantes, exijen  disi)endios  considerables  que  no  están  quizá  en 
relaeion  de  su  vecindario.  Repetiremos  las  palabras  del  au- 
tor de  los  proyectos:  *'Xo  hay  duda  que  en  esta  ciudad  son 
ningunos  los  recursos  que  se  encuentran  para  hermosearla, 
pero  sus  autoridades  no  deben  repugnar  el  contribuir  con 
los  que  son  precisos  para  conseguir  la  seguridad  de  sus  vidas, 
haciendas  y  comercio  interno ;  ni  escasear  los  que  se  necesitan 
para  precaver  los  daños  que  que  lesperimentan  en  la  salud. 

1.     En  1778  la  población  de  la  ciudad  ascendia  á  24,754  habitan- 
tes, mientras  hoy  se  calcula  en  150,000  almas. 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIBES.  14i 

muebles,  ropas  y  habitaciones;  ni  tampoco  sentir  los  que  se 
impiendan  len  facilitar  las  comodádades  del  comercio  esterno, 
esto  es  brevedad  y  ahorro  de  trasporte." 

Naturalmente  el  autor  pensó  ante  todo  en  los  medios  de 
asegurar  las  fronteras  para  dar  estabilidad  á  las  poblacionies 
rurales,  tranquilizar  á  loé  ganaderos  y  asegurar  el  trasporte 
díe  los  productos  y  ganados  de  los  leetablecimientos  fronte- 
rizos. 

Las  espediciones  contra  los  indios  no  aseguraban  de 
una  manera  permanente  la  campaña,  contribuian  á  irritar 
á  los  bárbaros,  y  calda  revez  que  sufrían  lo  vengaban  sobre 
las  poblaciones  aisladas  é  indefensas.  Este  sistema  no  podia 
aer  aconsejado,  ni  lo  es  por  el  autor  de  los  proyectos. 

Esperar  que  aquella  seguridad  resulte  del  aumento  de 
población,  no  era  sino  alejar  la  hora  del  peligro,  porque  á 
medida  que  las  poblaciones  se  fuesen  condensando  era  natu- 
ral que  se  estendiesen  fuera  de  fronteras,  y  estos  nuevos  po- 
bladores quedarían  en  la  misma  vida  azarosa  é  insegura.  Es- 
tablecer pueblos  y  rodear  como  con  una  cadena  la  campaña, 
no  resolvía  tampoco  el  problema,  porque  esas  poblaciones  le- 
janas sin  tener  donde  espender  los  frutos  de  la  agricultura 
por  el  crecido  gasto  de  transportes,  se  verían  obligadas  á  ser 
meramente  pastoras  y  á  vivir  cuereando  las  hacieBídas,  lo  que 
él  autor  considera  inconveniente. 

Bueno  es  no  olvidar  el  sistema  restrictivo  para  la  agri- 
cultura, las  trabas  impuestas  al  comercio  y  la  carencia  abso- 
luta de  industria  en  1778.  Sistema  restrictivo  concebido 
para  mantener  en  perpetuo  vasallaje  la  colonia,  y  móvil  prin- 
cipal para  buscar  la  independencia  la  solución  de  las  ne- 
cesidades económicas — la  riqueza. 

El  autor  no  acepta  tampoco  como  seguro  el  medio  pro- 
puesto de  poblar  en  la  sierra,  suponiendo  que  allí  está  el  paso 
indispensable  y  único  para  las  invasiones  de  los  indios. 

El  plan  que  propone  es  establecer  fuertes  de  modo  que 
puedan  estos  socorrerse  mutuamente  en  caso  de  necesidad. 
El  autor  supone  que  la  frontera  abraza  una  estension  de  dos- 


150  LA  SGViarTA  DB  BUKK09  AIB£S 

ci'eiitas  oincuenta  leguaa,  comprendiéndose  íaa  juriadicoíones 
de  Bueuoft  Aines,  Santa-Fé,  Córdoba  y  laa  provincias  de  Cu- 
yo. En  esta  vastísima  ostensión  propone  ae  construyan 
veinte  y  cinco  fuertes.  En  el  centro  el  fuerte  principal  y  en 
aus  costados  cinco  fuertes  de  segundo  orden  y  siete  fortines. 
En  el  fuierte  principal  propone:  un  comandante,  un  sainen- 
to  mayor,  dos  ayudantes,  un  capellán,  un  cirujano,  un  san- 
grador, seis  oficiales  de  compañia,  seis  sargentos,  dos  tam- 
borea, dfkiz  y  seis  cabos  y  ciento  treioata  soldados.  En  los 
costados  un  fuerte  de  segundo  órdien  ligado  con  dos  fortines, 
el  primero  con  treinta  y  tres  hombres  y  veinte  y  cuatro  ^en  los 
segundos.  El  teroer  fuerte  die  segundo  orden  estaria  aisla- 
do, pero  bajo  lel  apoyo  de  los  fuertes  y  fortines  laterales  de  la 
línea.  Este  fuerte  tetídria  ochenta  y  cuatro  hombres,  inclu- 
so su  comandante.  El  quinto  de  estos  fuertes  tendría  cin- 
cuenta y  siete  hombres. 

La  distancia  que  debia  promediar  entre  ellos  sería  vein- 
te Leguas  el  principal  de  uno  de  segundo  órdien,  treinta  de 
este  otro,  4  veinte  otro,  otro  á  igual  distancia  y  «el  último  á 
treinta  leguas.  Los  fortines  promediarian  áe  modo  que  estu- 
viesen á  diez  leguas  cada  uno. 

Este  sistema  qute  solo  consulta  la  distancia  sin  atender 
á  lA  topografía  do  los  lugares,  ni  á  la  lestratejia  de  los  puntos 
que  deben  guardarse,  nos  parece  defectuoso  é  impracticable; 
pero  asi  fué  propuesto. 

El  plan  de  señales  que  indica  íes  el  disparo  áe  un  número 
fijo  de  cañonazos,  para  prestarse  auxilio  reciproco  en  esta 
vastísima  frontera.  Esta  línea  dehia  recorrerse  por  peque- 
ñas partidas  de  fuerte  á  fuerte  para  comunicarse  las  noticias 
hasta  trasmitirlas  al  comandante  en  gefe  y  quie  este  las  avisa- 
se mensualmente  al  Virey. 

Los  sueldos,  gratificaciones  y  raciones  importaban  anual- 
mente, segiin  los  cálculos  del  autor,  ciento  seis  mil  cuatro- 
cientos setenta  y  un  peso  fuerte.  Propone  los  impuestos  pa- 
ra cubrir  este  gasto. 

Por  este  medio  juzga  el  autor  se  atraería  insensiblemen- 


LA  CIUDAD  D£  WEVOQ  AIA^S.  15X 

te  la  pohlaoion,  permitiaskio  é^  to«  cridados  'el  teuer  9e«i1ura- 
dos  y  familias  cerca  de  loa  fuertes»  es  decir,  hacerloa  uBSk  ea- 
p«cie  de  eodonoa  militares. 

£1  autogí^  cf  ee  qme  por  este  modo  ae  veriaA  los  ÍAdios  p^e^ 
cisados  á  negociar  la  paz,  y  (eutonces  debería  desigoárselea» 
dice,  lugajnes  determásadoa  deutvo  de  la  fritara  paxa  que 
\ivau  desftraiatdQs^  prohibiénd^ea  el  oootacto  coa  loa  indios 
de  gruevra.  '*De  lestoa  iodigs  se  piíiede  'esperar  %ue  aeostum- 
brados  á  comereiar  coa  los  leapañoles  olvidarisja  ainó  del  todo 
en  porte  su  anliguo  modo  de  vivir.  T  ouajB^  de  los  priiqie 
ros  que  se  establieocau  ao  se  eon«ga  esto,  se  logriiria  de  los 
hijos,  atrao^éiidaioa  eoa  arte  y  anayidfld  al  eoooeinuie&ta  de 
la  verdadera  religión.'' 

£1  autov  en  esta  coníclusioft  ooÁneide  eoa  Ws  ideas  que 
emitimos  len  el  tomo  VI  de  esta  misma  Revisia.  Ejutonoes 
dijiasos»  páj.  53,  tomo  citado:  '"Hemos  establecido  ya  cual 
«s  nuestra  opiniotu  respecto  de  nuestras  relaciones  con  los  in- 
dios :  atraerlos  á  una  vida  sedentaria,  moralizarlos  por  «1  tra- 
bajes asimilarlos  4  nuestra  población  por  la  justicia  de  nues- 
tros proceidimifentos/'  Nu^estro  propósito  es  atraer  á  los 
salvajes  á  la  vida  civilizada,  repartiéndoles  tíerraa  y  Kaásién- 
deles  olvidar  su  vida  errante :  contibamos  sc^e  todo^  eoA  las 
indias,  madres  qofij  si  bien  son  salvajes,  son  sivsc^tiblies  de 
mejora. 

Xia  Ceostitucion  NaeioniU  impone  ademaÉ  este  deber.  El 
art.  66,  ine.  1&  dice^— «es  atribución  del  Congreso:— ^''censer- 
var  el  trato  pacifco  con  loa  indios,  y  pramofver  la  eonversion 
de  ellos  al  catolicismo. ' '  De  mAnera  ^ue  hja  sido  eensa^rado 
como  una  presevipeion  eoi^titueiecial,  lo  que  <era  un  deaeo  y 
im  propósito  en  >el  autoor  de  la  mea^ria  que  publicamos; 

Ha  cuanto  al  empedrado  de  )a#  callea,  que  es  lel  segundo 
proyecto,  se  proponía  el  autor  la  hijiene  de  los  moradores  de 
la  ciudad,  por  el  aseo  de  las  callea^  la  desaparicíoa  de  las 
agua»  e^aneadas»  del  barro  y  kia  pantanos.  Nuestrosi  tecto- 
rea  han  podido  juagar  cual  era  el  deplorable  estado  de  esta 
eiudad  á  mediados  del  siglo  pasado,  por  los  artíeule»  quie  W 


132  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

mos  publkaldo  en  el  tomo  XIV  y  XV  de  La  Revista,  bajo  el 
titulo  La  Ciudad  de  Buenos  Aires, 

El  autor  indica  el  sistema  que  considera  eonveniíente  par 
ra  el  empedrado,  calcula  el  costo  y  propone  loe  arbitrios  para 
sufragar  los  gastos. 

£U  (empedrado  die  las  calles  algunos  creen  que  empezó, 
según  la  Guia  de  forasteros  del  Vire  y  nato  d«e  Buenos  Airea 
para  el  año  de  1803,  durante  el  gobierno  del  Virey  don  Nico- 
lás d>e  Arredondo,  quien  se  recibió  del  mando  en  1789 ;  error 
en  que  incurre  el  señor  Araujo,  puies  el  empedrado  se  em- 
prendió "en  tiempo  del  Virey  don  Juan  José  de  Vertiz  y  Sal- 
cedo, como  lo  hemos  probado  en  los  artículos  á  q\m  nos  refe- 
limos. 

En  el  informe  pasado  por  don  Francisco  de  Paula  Sanz 
al  señor  regente  de  la  Audi«encda  don  Benito  de  la  Mata  Lina- 
res, len  28  de  julio  de  1788,  leemos  estas  palabras,  referente© 
á  los  proyectos  que  ahora  publicamos:  **En  el  año  de  1778» 
con  otros  dos  proyectos  sobre  erección  de  un  muelle,  y  de- 
fensa ó  conservación  de  las  enemigas  fronteras,  se  presen- 
'*'  tó  también  unido  en  «el  superior  gobierno  «el  ded  empedra- 
do de  las  calles,  y  aunque  ignoro  como  fué  recibido  el  pen- 
samiento, le  tengo  en  «el  dia  á  la  vista,  reproducido  por  su 
autor  en  la  parte  de  dicho  empedrado  cuando  dimos  prin- 
cipio al  arreglo  general." 
En  1780  se  formó  un  espediente  para  el  empedrado  de 
Jas  calles ;  pero  se  formalizó  recien  «dendo  gobernador  inten- 
dente don  Francisco  de  Paula  Sanz,  mandándose  «espropiar 
toda  la  piedra  que  hubiiese  »en  el  distrito  para  empe'drar  las 
bocas  calles  y  facilitar  el  tránsito  cuando  menos. 

Laí  primera  cuadra  que  se  empedró  fué  en  la  actual  ca- 
lle de  Bolívar,  die  la  plaza  hacia  el  Colegiio,  obra  que  se  veri- 
ficó en  virtud  de  solicitud  de  sus  vecinos  en  agosto  de  1780 
y  de  la  siguiente  resolución: 

Buenos  Aires  12  de  idiciiembre  de  1780 — ^Vástos  estos  au- 
tos, concédese  el  ausilio  que  por  el  escrito  de  fojas  7  se  pre- 
tende li(H?aK»ia  necesaria  para  empedrar,  con  tal  quie  los  inte- 


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LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AlEES.  lo^ 

resados  que  16  fírman  hagan  de  marnera  que  se  ]lev<e  exacta 
razón  y  cuenta  de  las  espensas  que  causare  el  empedrado  de 
su  calle,  asi  para  el  costo  die  la  piedra  y  otros  materiales,  co- 
mo para  salarios  y  jornales  de  los  menestrales  empleados  á 
mas  de  los  pnesidarios  con  que  se  les  auxiliará.  Y  entre  tan 
to  para  que  se  ganie  el  oportuno  tiempo  para  el  acopio  de  H 
piedra,  principal  mateiial  áe  la  obra  á  que  se  propende  que 
es  el  empedrado  de  todas  laaí  callies,  se  publique  por  carteles 
y  progones  el  asunto  de  dicho  acopio  para  que  se  remate  en 
el  miejor  postor  ó  postores  que  con  mayor  beneficio  del  públi- 
co mas  oportunamente  y  con  mejor  regla  lo  propongan,  afian- 
zando sus  condiciones  como  que  han  de  quedar  recíprocamen- 
te aseguraklos  de  la  mercíed,  y  valor  de  sus  obras  con  «el  de  las 
fincas  respectivas  á  las  eallee»,  cuyos  pisos,  ó  pavimentos  se 
han  de  construir,  y  cuyos  du»eños  han  de  satisfacer  su  impor- 
tancia. Y  á  consecuencia  die  esta  providencia  y  lo  que  con- 
forme á  ella  proceda,  los  interesados  ten.el  .escrito  de  fojas  pri- 
mera firmado  de  don  Alonso  Sotoca,  propondrán  lo  qwi  b»s 
convenga  obrar  desde  luiego  á  beneficio  d^e  su  correspondiente 
calle  y  terrenos;  á  cuyo  fin  se  les  haga  saber  en  persona  iel 
susodicho ;  y  len  la  intelijencia,  quie  el  todo  de  la  obra  ha  de 
sujetarse  á  la  dirección  del  Brigadier  don  José  Custodio  de 
Saa  y  Paria  principalmente  encargado — Una  rúbrica  del 
Exmo.  señor  Virey — una  rública  del  Asesor — Zenzano,  «es- 
cribano de  gobierno." 

En  ese  mismo  año  st  mandó  sacar  á  remate  la  provisión 
de  piedra  para  emprender  los  empedrados. 

— El  tercer  proyecto  es  la  formación  de  un  muelle  que 
sirviese,  dice,  de  abrigo  á  las  «embarcaciones,  facilite  la  car- 
ga y  descarga  y  economice  tiempo  y  gastos. 

En  áquiel  tiempo  las  lanchas  condueian  los  efectos  euro- 
peos deadte  Montevideo  y  llievaban  el  retorno,  de  manera  que 
esta  circunstancia  esplica  que  buscase  por  nuedio  del  muelle 
un  abrigo  para  las  embarcaciones. 

Ya  "en  1777  se  habia  tratado  de  lesta  obra. 

**La  obra  del  muelle,  dice  el  señor  Mitre,  fué  una  de  las 


154  LA  BEVISTA  PB  BUENOS  AIBfiS 

prizQ^raB  en  que  peiisó  el  Coosulada  Para  Uevaria  ¿  eabo 
mandó  tevanftar  un  plano  del  pnerto  á  los  matematicoa  Cier- 
viña  y  QuiMlin,  kaeiendo  aQadear  el  rio;  y  coa  aprebaeion  del 
y>rey  se  hab¿a  eoaieiizado  ya  su  ejecución  >e&  1799^  euando 
llegó  la  desaprobaeion  de  la  corte,  y  kubo    que    interruBi- 

pdr.''   (1) 

De  manera  que  la  idea  fundamental  del  proyecto  de  1778 
se  empezó  a  realizar  ea  1799 ;  pero  el  retrógrado  §*obiemo  de 
Madrid,  temió  sin  duda  que  estas  facilidades  para  la  carga  y 
descarga  eontribuyeaeu  al  desarroHo  laercantil,  y  formas^en 
un  estado  demasiado  importante  de  la  colonáa  que  por  siste- 
ma  querían  conservar  en  la  miaría  y  lel  atrasa  Este  hecho 
solo>  aislado  y  nimio  en  apariencia,  muestra  sin  embargo  la 
lucha  en  que  se  mantuvieron  ios  intereses  económicos  bajo 
el  oppesivo  gobierno  colonial. 

^Porque  privaba  la  Corte  de  que  en  Buenos  Aiores  ae 
construyese  un  muelle  ?  i  Sn  que  se  atacaban  laa  pi^erogati- 
vas  de  la  eorona?  Temian  qiiie  enriqueciéndose  estos  esta- 
dos 0e  diesen  un  gobierno  propio,  y  las  medidas  que  tomaban 
para  conservarlo  en  la  pobreza,  fueron  las  causas  que  produ- 
jeron la  revolución. 

La  corte  de  Maldrid  na  quería,  como  el  autor  dri  pro- 
yecto, facilitar  el  convercio  y  ahorrar  tiempe^  y  gastos;  por 
el  contrario,  toda  idea  de  progreso  material  ó  moral  en  las 
<?olonias,  alarmaba  al  suspicaz  gabinete  de  la  metrópoli. 

El  marques  de  Aviles,  no  pudo  quedar  complacido  por 
aquella  orden,  y  poco  estimulo  se  le  oireoia  para  propender  al 
hienestar  de  los  pueblos  que  mandaba. 

Algunos  quieren  disculpar  i  veces  la  opresión  del  go- 
bierno colonial  tratando  de  hacer  recaer  la  responsabilidad 
en  los  mandatarios  de  América;  pero  ¿como  puede  discul- 
parse la  Corte;  que  prohibía  hasta  la  simple  construcción  de 
un  muelle  en  la  capital  del  Yiiieinatot  Lo  menguado  de  la^ 
ideas  de  la  Corte,  lejos  de  eonquisitar  la  buena  voluntad  de 
los  americanos,  no  les  dejaba  otro  camino  que  la  pevolucion 

1.     **  Historia  de  Belífrano'',  tomo  I  páj.  90. 


LA  Cim)AD  D£  BU£NOS  AIBBS.  155 

y  la  ÍQdepeiidienoia  para  buaear,  euando  menos,  loa  medios 
de  acrecentar  •el  comercio  y  de  lenriquecer.  Loa  colonos  vie- 
jón con  ojeriea  aquella  injuatífloable  prohibición  del  gabi- 
nete de  Madrid,  y  el  muelLe  empesado  á  conitruir,  qoe  pro- 
páamenta  no  era  sino  una  calaada  de  piedra  toacamíente  la- 
brada que  avanaaba  como  media  cuadra  en  >el  rio,  fué  abando- 
nada y  ae  arruinó;  sinembargo  aaaa  ruinas  que  diariamente 
mostraban  la  tirania  del  gobierno  de  la  metrópoli,  indicaba» 
mudas  pero  ákoouientes  la  necesidad  de  buscar  en  el  gobierno 
propio,  loa  medios  de  proveer  al  bien  estar  del  pueblo. 

El  comercio  libre  quie  fué  el  resultado  de  la  revolución 
«ra  el  deakl<eTatum  de  todos  los  habitantes,  y  aun  cuando  el 
gobierno  independiente  no  ha  realizado  las  grandes  esperan- 
zas de  la  emancipación,  pero  ¡cuanto  hemos  avanzado  desde 
aquellos  tiempos! 

Es  verdad  que  todavía  se  discuten  los  medios  de  formar 
un  puerto  en  esta  capital,  que  es  la  gran  abra  que  reclama  el 
comercio. 

Se  ha  sancionald^  ya  en  la  Cámara  de  Diputados  de  la 
provincia  ^1  proyecto  de  prolongar  la  linea  férrea  del  Oeste, 
liaste  el  puerto  en  el  bajo  de  las  monjas  Catalinas,  formán- 
dose allí  un  muelle  de  carga  y  d'escarga. 

Se  dice  que  el  ingeniero  hidráulico  señor  Coglhan  opi- 
na del  modo  siguiente : 

' '  Considero  que  uno  de  los  motivos  principales,  á  lo  me- 
nos de  la  existencia  de  las  Balizas  interiones,  es  la  formación 
particular  6  rumbo  de  la  costa  al  N.  O.  de  Buenc^  Aires,  des 
de  el  punto  donde  la  fábrica  de  Gas  ha  sido  construida  hasta 
la  Punta  Olivos. 

''Se  observará  al  examinar  el  adjunto  plano  que  las  li- 
neas de  aguas  hondas  están  paralelas  á  esa  dirección,  que  des 
viándose  de  ella  la  costa  entre  la  fábrica  del  Qas  y  la  Boca, 
la  playa  ha  sido  elevada  por  los  depósitos  del  Rio,  y  ha  for- 
mado el  banco  de  la  Residencia  y  que  la  agua  honda  de  los  po- 
sos y  de  Balizas  interiores  se  estenderia  hacia  afuera  sino  fue- 


156  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

se  impedido  su  curso  por  el  banco  producido  por  los  depósitos 
del  Riachuelo. 

^'No  debe  permitirse  el  intervenir  ó  interrumpir  en  ma- 
nera alguna,  esta  línea  de  costa,  como  por  ejemplo  con  la 

CREACIÓN  DE  UN  MUELLE  EN  BL  PUNTO   MISMO  DE  LA  FABRICA 

DEL  G^vs,  apesar  de  lo  tentadora  que  parece  por  su  proxi- 
midad con  la  canal  honda,  ni  tampoco  por  la  estension  de  los 
muelles  exdstentes  mas  allá  de  esa  dirección  general.  Tales 
construcciones  tendrian  inevitablemente  por  resultado,  el  de?:- 
viar  la  corriente  de  la  costa  de  Buenos  Aires  y  contribuir  de 
ese  modo  á  la  rápida  estension  hacia  'el  Este  "del  banco  de  la 
Resiidencia.  El  punto  verdaderamente  esencial  que  debe  t'^- 
nerse  en  vista  para  miejorar  «el  puerto,  es  dirijir  hacia  la  ori 
Ha  del  pueblo  y  concentrar  en  un  canal  relativamente  aJigosto* 
la.s  corrientes  que  hoy  marchan  en  dirección  N.  O.  y  S.  E.,  lafí 
que  por  su  fuerza  natural  y  la  cooperación  de  operaciones. 
cientifie/18  con veír entórnente  dirijida?,  formarán  un  canal 
profundo  entre  los  bascos  de  la  Resadencia  y  de  la  ciudad/' 

Leemos  sin  embargo  len  la  Revista  del  Plata,  redactaHa 
pou  el  señor  don  Carlos  E.  Pellegrini,  que  existe  en  el  lado 
norte  de  la  ciudad  y  al  costado  del  promotorio  de  tosca  que  la 
defiende  contra  los  avances  del  rio  y  en  frente  del  conv«en*í> 
de  las  monjas  Catalinas,  una  canaleta  donde  se  descaí^  la 
piedra  para  el  empedrado,  y  agi^ega: 

"Pregúnteseles  (á  los  prácticos  del  rio,)  que  diferencia 
puede  haber  respecto  á  la  posibilidad  de  entrar  en  ella  6  oí 
el  Riachiíelo :  respondieran  que  si  en  un  mes  hay  15  dias  útiles* 
para  poder  entrar  ó  salir  de  teste,  habrá  25  para  poder  hacír 
lo  mismo  en  aquieUa,  resultando,  pues,  una  ventaja  de  30  p.  o]o. 
á  favor  de  la  canaleta/' 

**He  aquí,  continúa,  descubierta  la  base  de  una  empivsa 
que  tarde  ó  temprano  ha  de  realizarse.  Enciérrese  ese  vasta 
y  hermoso  placer  de  tosca  con  una  muralla  sólida,  en  la  qae^ 
para  fortalecerla,  carguen  los  mismos  edificios  que  quáera^ 
construir  para  depósitos." 

Se  vé,  pues,  que  ahora  como  en  1778  la  preocupación  e» 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES.  157 

facilitar  la  carga  y  descarga  de  las  embarcacioDes,  y  ahora 
como  entonces  no  pasamos  de  formular  proyectos,  mas  ó  me 
^os  aceptabl<es. 

Pablicamos,  pues,  los  tres  proyectos  como  antecedentes 
históricos  sobre  la  frontera,  el  empedrado  y  lel  muelle. 

VICENTE  G.  QUESADA. 


TRES     PROYECTOS. 

1.0  Seguridad  de  la  Frontera — 2.o  Empedrar  las  Calles — 

3.0  Fona;«a<!Íoii  de  Muelle. 

PROYECTO    QUE    INCLUYE    LAS    TRES    PRINCIPALES    OBRAS 

DE  QUE  CARECE  ESTA  CIUDAD. 

Introducción, 

Las  grandes  obras  se  han  debido  siempre  á  resolucioii»ís 
gandes;  tres  incluye  el  proyecto  que  voy  á  proponer,  y  sin 
duda  las  mayores  que  en  beneficio  de  esta  ciudad  puedien  soli- 
citarse. La  empresa  tes  ardua,  pero  que  proyecto  hay  qiK 
a1  disponerlo,  y  mas  al  (ejecutarlo,  carezca  de  dificultades? 
Piero  si  estas  hubieran  detenido  á  los  hombres  no  se  verían 
len  el  mundo  concluidas,  ni  aun  comenzadas  las  fábricas  ma- 
ravilosas  qu»e  se  aldmiran.  No  hay  duda  que  en  esta  ciudad 
«on  ningunos  los  recursos  que  se  encuentran  para  hermosear- 
la ;  pero  sus  habitadores  no  deben  repugnar  el  contribuir  con 
los  que  son  precdsos  para  consegudr  la  seguridad  de  sus  vidas, 
haciendas,  y  comercio  interno;  ni  escasear  los  que  se  necesi- 
tan para  precaver  los  daños  que  esperimentan  en  la  salud, 
inuebles,  ropa,  y  habitaciones;  ni  tampoco  sentir  los  que  se 
impendan  en  facilitar  las  comodidades  del  comercio  externo, 
íesto  es  brevedad  y  ahorro  de  transportes:  Si  cotejados  los 
gastos  die  estas  obras  con  sus  utilidades,  son  estas  mayores, 

ADVERTENCIA — En  todo  el  discurso  de  este  proyecto  he  tenido 
«por  conveniente  el  aumentar  algunas  notas  al  fin  para  mayor  inte- 
ligencia, las  -que  van  señaladas  con  letras  eñ  los  «ps^rajes  que  á-  cada  - 
una  <5orTesponde. 


.  >•> 


158  LA  REVISTA  DB  BUENOS  AIRES 

no  tan  solo  no  deben  escusArse  á  la  contribución,  sino  que  de* 
bian  solicitarla  con  empeño.  Esto  es  lo  que  pretendo  demos- 
trar con  el  favor  de  Dios;  primero  traeré  á  consideración  los. 
daños  que  se  experimentan  por  falta  de  cada  una  de  e^tas 
obras,  después  propondré  la  obra,  con  km  gastos  y  utilidadeft. 
que  de  lella  se  pueden  esperar,  y  últimamente  los  medios  de: 
facilitar  fondos  para  construirla  y  mantenerla  sin  que  se  oca- 
sionren  mayores  incomodidades  á  los  contribuyentes. 

Seguridad  de  lü  Frontera. 

La  primera  y  principal  obra  de  las  tres  que  dejo  anun- 
ciadas, es  la  que  se  diiríje  á  libertar  las  fronteras  y  caminóte 
de  las  invaciones  de  los  indios  infieles;  y  tan  necesaria  que 
en  ella  consiste  la  seguridad  de  las  vidas,  haciendas^  y  comer- 
cio interno  de  los  habitadores  de  la  jurisdicción  de  esta  oiu- 
daid,  y  viajeros  á  las  provincias  de  este  continente.  T  por 
que  de  este  asunto  se  ha  tratado  sitempre,  y  actualmente  se 
trata;  omito  el  expresar  la  naturaleaa  del  enemigo,  y  daños 
qué  ocasiona,  pues  ten  las  varias  repreeientaciones  que  se  han 
hecho,  y  se  hacen,  estará  bastantemente  dibujado.  Y  sola- 
mente diré  mi  parecer,  sobre  el  modo  de  coñlienerlo ;  con  !<► 
que  siento  sobre  lo  que  otros  han  propuesto  para  el  mismo  fin. 

La  esperiencia  ha  demostrado  que  las  salidas  que  en  va> 
rías  ocasiones  se  han  practicado  para  castigar  á  este  enemigo, 
no  han  producido  los  efectos  que  se  desean,  que  íes  la  seguri- 
dad, y  descanso  de  los  habitadores  de  la  campaña ;  pues  si  al- 
gunas veces  se  ha  conseguido  á  costa  de  inevitables  trabajos,  el 
castigarlo ;  este  castigo,  en  vez  de  producir  seguridad,  ha  traí- 
do mayores  riesgos,  siendo  rara  la  vez  que  ha  dejado  de  ven- 
garse, cometiendo  estragos  lamentables  en  los  pobres  estan- 
cieros y  viajantes;  y  así  se  debe  abandonar  este  método  de 
contener  al  enemigo. 

El  dictamen  de  poblar  la  campaña  en  varios  parajes  á 
corta  distancia  de  las  últimas  estancias:  ha  tenido  bastantes 
apaidonados,  pareciéndoles  quie  solos  los  habitadonos  de  aque* 
líos  pueblos  serian  con  el  tiempo  suficientes  para  contener  aT 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIEES.  15^ 

enemigo,  concederé  qne  si  llegase  tiempo  «n  qne  su  población 
ae  viese  mediamimente  aumeoitada,  libertainan  die  gran  parte 
de  las  hostilidades  que  se  cometen  en  las  estancias  die  esta  ciu- 
dad: Pero  quien  habia  de  defeiKler  entonces  las  de  aque- 
llos piiiie4»los  ?  pncs  ereciendio  coono  se  supofve  ae  habÍAin  áe  es- 
tender sus  estoucias  á  alguna  distancia:  Con  que  quedaba 
la  misma  dificultad  que  vencer.  Mas,  quienes  habian  de  ser 
los  pobladores  f  precisamente  pobres  $  porque  lüngun  acornó* 
dado  habiA  d<e^  querer  dejar  sn  establecimiento :  T  que  «de^ 
lantamiento  se  podía  esperar  en  unos  pueblos  compuestos  de 
miseraibles  f  se  me  dirá,  qiie  á  estos  se  les  fom^itaria  los  pri- 
meros años  hasta  que  pudiesen  mantenerse.  Pues  quiero  con- 
ceder que  con  este  fomento  se  hallen  ya  establecidas  coi  casa», 
con  junados,  y  todos  los  útiles  de  labradores :  Y  que  sobas- 
tenoias  se  les  asegura  en  adelanlpef  supongo  que  aquellos  para- 
gies  no  tienen  mas  que  la  fertilidad  "áe  su  sivelo ;  i  quien  ha- 
biaaa  de  vender  los  frutos  que  les  produjera?  Mucho  mas 
cerca  de  esta  ciudad  no  se  atreven,  varios  í  sembrar  por  que 
los  costos  de  conducir  sus  ^anos,  es  mayor  quie  su  valer;  me- 
nos podrán  costearlos  desde  aquellas  ddstancias ;  con  que  solo 
le  quedaba  un  recurso  que  era  el  ^  los  cueros.  Esto  seria 
acabar  con  todo  el  ganado  de  la  campaña  pero  no  quedándo- 
les otro  arbitrio  se  valdrían  de  este  sin  que  vastase  a  impedir- 
lo, el  celo  de  los  mas  vijilantes  comandantes.  Lo  dicho  basta 
para  «que  se  conozca  oon  levidenciA  lo  itnútil,  y  aun  piemiciaM» 
de  semejantes  establecimientos,  aun  cuando  pudieran  cómoda- 
mente verificare. 

Sil  'proyecto  de  poblar  en  la  Sierra,  ademas  de  tener  to- 
dos los  inconvenientes  que  el  anterior,  se  le  agrega  la  gran 
distancia  de  esta  ciudad,  y  por  consiguiente  lo  difícil  de  dar 
aviso  de  las  novedctfdes  que  ocurran ;  y  el  dejarles  á  los  ene- 
migos todo  el  campo  libre  para  que  lo  recorran  sin  recelo :  pues 
aunq«i)e  se  diga  que  aquél  paraje  es  paso  preciso ;  quien  sabe 
sin  con  algún  rodeo  tienen  otros?  y  si  este  es  solo  harían  los 
mayores  esfoereos  para  desalojar  á  los  que  lo  ocuparan,  hasta 
que  lo  consiguieran. 


160  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBBS 

El  pensamiento  de  testabkcer  fuertes  en  la  frontera  A 
veinte  ó  veinte  y  eineo  leguas  de  las  últimas  estancias  de  mo- 
do que  puedan  socorrerse  mutuamente  en  caso  de  necesidad, 
y  que  los  indios  no  pue«dan  introducirse  sin  el  ri/esgo  de  ser 
acometidos  á  lo  menos  en  su  retirada;  es  el  que  se  presenta 
con  menos  inconvenientí^s,  el  quiQ  tiene  mas  aprobación,  y  el 
que  seguiré  en  mi  proxiecto.  Y  omitiendo  cuanto  sobre  esto 
se  ha  discurrido,  diré  solamente  mi  parecer  sujetándome  a  la 
corrección  de  los  mas  práctieos  é  intelijentes. 

La  estension  de  la  frontera  seria  de  doscientas  cincuen- 
ta leguas  poco  mas  ó  menos,  en  que  se  comprenden  las  juris- 
dicciones de  esta  ciudad,  Santa  Pé,  Córdoba,  y  toda  la  pro- 
vincia de  Cuyo.  Si  ¿  cada  una  de  estas  se  les  señala  el  terre- 
ció que  ha  de  guarnecer,  pueden  suseitarae  controversias  en- 
tre uno  ú  otro  partido,  retardando  con  ellas  las  providencias 
que  del)en  tomarse  on  algunas  ocasiones  con  mucha  prontitud. 
Y  asi  m»e  parece  lo  mejor  que  toda  la  estension  esté  sujeta  á 
un  solo  comandante,  y  que  las  espensajs  se  suministren  de  un 
fondo  común ;  pues  de  lo  contrario  es  factible  no  se  consiga  el 
fin. 

Para  esto  es  meoesario  construir  en  la  expresada  esten- 
sion veinte  y  cinco  Fuertes,  en  esta  forma:  En  el  centro  6 
paraje  mas  peligroso  se  colocará  el  Fuerte  principal  y  á  cada 
tostado  (suponiendo  que  el  principal,  ocupe  el  centro^  cinco 
tuertos  de  segundo  orden,  y  siteta  fortines,  en  la  dispoídcion 
siguiente,  (a)  A  distancia  de  veinte  leguas  del  principal  uno 
de  segundo  orden;  á  treinta  de  este  otro  lo  mismo,  á  vein- 
te otro  á  otras  veinte  oiro,  y  á  treinta  «el  iiltimo  que  son  los 
cinco  Fuertes  de  segundo  orden  que  corresponden  á  un  costa- 
do. En  los  intervalos  de  estos  se  construirán  los  siete  Forti- 
ne.s ;  dos  en  cada  distancia  de  á  trednta  lieguas,  y  uno  en  los  de 
á  veinte,  de  modo  que  todos  queden  á  distancia  de  diez  leguas 
unos  de  otros;  disponiendo  en  la  misma  forma  el  otro  costa- 
do, (b) 

La  guarnición  de  todo  el  cordón,  puede  ser  de  doce  com- 
pañííis,  compuesta  cada  una  de  capitán,  teniente,  alférez,  un 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIBES.  161 

sargento  primero,  dos  segundos,  un  tambor,  cuatro  cabos  pri- 
meros, cuatro  segundos,  y  sesenta  y  cinco  soldados,  que  el  to- 
tal son  ocbenta  plazas.  Estas  compañías  puieden  ser  levanta- 
das en  todas  las  jurisdicciones  quie  comprende  la  frontera,  de 
la  jente  de  la  campaña,  que  como  acostumbrados  al  intemperie 
de  aquellos  paraj'es,  y  que  en  ellos  tienten  ó  pueden  tener  sus 
familias  é  intereses,  subsistirán  con  mas  comodidad,  y  menos 
gastos  que  otra  clase  de  guarnición  (c). 

La  plana  mayor  puede  componerse  del  coronel  (que  será 
comandante  de  todo  el  cordón)  sargento  mayor,  dos  ayudan- 
tes, diez  oficiales  para  comandantas  de  los  fuertes  de  segunda 
orden  (d)  todos  veteranos,  tres  capellanes  (e)  tres  cirujanos 
y  tres  sangradores,  que  se  destinarán  en  esta  forma.  En  el 
fuerte  principal,  el  coronel,  sargento  mayor,  los  ayudantes, 
capeUan,  cirujano,  sangrador,  y  dos  compañias,  qu»  servirán 
de  reserva  para  las  urjencias  de  los  costados.  A  cada  fuerte 
Úe  segundo  orden,  una  compañia  que  el  oficial  comandante 
empleará  len  esta  forma;  los  fuertes  primiero,  segundo,  y  cuar 
to  tendrán  á  su  orden  los  dos  fortines  inmiediatos  á  sus  costa- 
dos, y  á  ellos  destinará  un  oficial,  un  sargento,  dos  cabos,  y 
veinte  soldados  á  cada  uno  quedándose  con  un  oficial,  un  sar- 
gento, un  tambor,  cuatro  cabos,  y  veinte  y  canco  soldados.  El 
f  u-erte  quinto  qu»e  hade  costado,  tendrá  que  guarnecer  solo  un 
fortin,  en  el  qué  pondrá  el  mismo  número  de  plazas  que  para 
los  otras  se  ha  señalado,  quedándose  con  dos  oficiales,  dos 
sargentos,  un  tambor,  seis  cabos  y  cuarenta  y  cinco  soldados, 
para  que  con  esta  guarnición  esté  mas  segura  de  insulto,  y 
pueda  socorrer  las  urjencdas  de  aquel  costado.  En  el  fuerte 
tercero  ^  colocará  una  compañia  entera  para  el  mismo  fin  en 
^1  que  también  asistirán  capellán,  cirujano  y  sangrador  para 
atender  á  las  necesidades  que  les  compete. 

Disstribuida  la  tropa  en  lesta  conformidad  f^e  puede  socor- 
rer mutuamente  en  caso  de  necesidad,  disponiendo  para  dar 
aviso  prontamente  de  las  que  ocurran  las  señales  por  tiros  de 
eañon  quie  se  repetirán  en  todos  los  fuertes  según  el  número 
asignado,  para  cada  novedad. 


162  .^^  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 


Los  maestres  de  campo  y  sargentos  mayores  de  las  juris- 
dicciones fronterizas  mantendrán  siempre  en  buen  pié,  y; 
prontas  las  milicias,  para  acudir  siempre  quie  sean  llamado* 
por  alguno  de  los  comandantes  con  el  número  de  jente  que  la 
necesidad  les  obligue  á  pedirles. 

En  iel  servicio  diario  se  emplearán  pequeñas  partidas  á 
los  costados  de  todos  lo^  fuertes  que  se  comunicarán  unas  á 
otras  las  novedaides ;  de  modo  que  en  pocos  dias  tenga  noticia 
el  comandante  de  lo  que  haya  ocurrido  en  todo  lel  cordón,  las. 
que  comunicará  al  señor  Virey,  mensualmente  ó  según  se  le- 
ordenare.  Así  mismo  saldrán  partidas  de  los  fuertes  princi- 
pales y  segundos  todos  los  dias  algunas  leguas  al  frente  para 
observar  si  hay  ó  no  novedaid  de  la  campaña. 

Remitirá  con  anticipación  el  comandante  á  todos  los  fuer- 
tes de  ííegundo  orden  el  santo  y  seña  de  los  dias  del  mes  en  bi- 
lletes cerrados  para  cada  dia  uno  que  se  abrirá  á  la  hora  de 
dar  la  orden  para  que  en  ¡todo  el  cordón  sea  uno  mismo,  y  que^ 
partidlas  quie  ronden  de  noche  no  padezcian  equivocación. 

Sin  embargo  de  que  todos  los  meses  hayan  de  dar  los  co- 
mandantes de  los  fuertes  certificación  de  la  fuerza  efectiva 
de  las  <íompañias  que  tienen  á  su  mando  para  acreditar  el  ha- 
ber; será  conveniente  que  de  tiempo  en  tiempo  destine  el  co- 
mandante al  sargento  mayor,  ó  ayudantes,  á  reconocer  todos- 
Ios  puestos  del  cordón,  revistar  la  jente,  y  ver  si  se  practica 
el  servicio  tíegun  el  método  que  se  haya  establecido. 

Dispuesto  el  cordón,  y  su  servicio  en  esta  conformidad 
ó  variando  de  método,  según  la  práctica  ó  mayor  experiencia 
enseñase,  parece  dificü  que  los  infieles,  cometan  las  hostili- 
dades que  hasta  ahora  hemos  esperimentado  á  pesar  de  to- 
das las  precauciones  que  para  quitarla  se  han  tomado  siempre. 

Para  que  esta  guarnición  subsista  cómodamtente,  y  que  en 
la  campaña  se  fomente,  seria  conveniente  que  se  les  pagase 
todos  los  meses,  cuyos  sueldos  pueden  arreglarse  en  la  forma 
^gjiente.  Al  oap'tim  cada  mes  tre«nta  y  cinco  pe«os,  al  te- 
niente veinte  y  cinco  pesos,  y  al  alférez  veinte  pesos  con  mas 
cincuenta  pesos  de  gratificación  de  ración  á  cada  uno  al  año. 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES.  163 

A  los  sargentos  primeros  á  doce  i>esos,  á  los  ^gunUos  á  diez 
peso8,  á  los  tambores  á  siete  peso^,  á  los  cabos  primaros  á  ocho 
pesos,  á  los  segundos  á  siete  peHOs,  á  los  soldados  á  seis  pesos ; 
«ubministráindo'lies  nación  de  carne,  sai  ají,  y^erha  y  tabaco,  con 
lo  qme  pueden  subsistir  cómodamente. 

A  la  plana  mayor  sobre  los  sueldos  que  deben  tener  por 
oficiales  del  ejército  ae  les  puede  añadir  por  via  de  sobre 
suelde ;  al  coronel  cien  pesos  al  mes,  con  mas  trescientos  pesos 
al  año  de  gratificación  de  ración;  al  sargento  mayor,  sesenta 
pesos  al  mes  con  la  gratifi^caeion  de  cien  pesos  al  año,  á  los 
ayudantes  á  cuaüenta  pesos  al  mes,  y  á  los  comandantes  de 
fuertes  á  cincuenta  pesos  al  mes,  con  las  gratificaeiones  unos 
y  otros  de  ochenta  pesos  al  año ;  á  los  capellanes  á  veinte  pesos 
al  mes  y  á  los  cirujanos  á  veinte  y  cinco  pesos  al  tales,  con 
gratiif  ioaeiooes  de  cincuienta  «pesos  lall  año ;  y  á  los  sangradores 
de  doce  pesos  al  mes,  con  treinta  y  seis  pesos  de  gratificación 
al  año,  cuya  cuenta  por  mienor  es  la  siguiente. 

Cuenta  de  los  sueldos,  gratificaciones  y  raciones  reguladas  á 
las  doce  compañías,  y  plana  mayor  según  queda  esplica- 
do  anteriormente. 

Pesos. 


12  Capitanes        á  35  pesos  al  mes  importa  al  año. .  5040 

12  Tenientes        á  25  „      3600 

12  Alférez            á  20  „      2880 

12  Sarg.  prim.    á  12  „      1828 

24  Sarg.  segund.  á  10  „      2880 

12  Tambores        á    7  „      1008 

48  Cabos  prim.     á     8  „      4608 

48  „    segund.  á    7  „      4032 

780  Soldados          á    6  „      56160 

i 
Plana  mayor. 

Coronel  á  100  pesos  al  mes 1200 


164 


LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIBBS 


Sarg.  mayor    á  60 

2  Ayudantes      á  40 
10     Com.  de  fuert.  á  50 

8    Capedlanea      á  20 

3  Cirujanos        á  25 
3    Sangradores    á  12 


Gratificaciones, 


720 

960 
6000 
720 
900 
432 


Total  de  los  sueldos.  .  .  .  ps.    92968 


Pesos. 


Al  coronel 300 

Al  sargento  mayor 100 

A  los  aj^idantes  y  comand.  de  fuertes. .  960 

A  los  capellanes  y  cirujanos  ....  307 

A  los  sangradores 109 

A  los  36  oficiales  Ide  las  compañías  .      .  1800 

Baciones. 

La  ración  de  carne  considerada  á  cada 
compañía  á  8  reales  al  dia,  su  total  al 
año 4380 

La  ración  de  sal,  ají,  yerba  y  tabaco 
puede  regularse  cada  plaza  a  4  reales 
al  mes  que  son  al  año  6  pesos  y  su  total     5544 


1 '  .••  • 


3569 


9924 


Total  de  sueldos,  gratificaciones  y  raciouíps  .  .  .ps.         106,461 

De  manera  que  arreglados  los  sueldos,  gratificaciones 
y  raedone«  como  se  manifiesta,  importa  todo  ciento  seis  mil 
cuatrocientos  sesenta  y  un  pesos,  á  que  podemos  aumentar 
lo  que  falta  hasta  la  suma  de  ciento  y  diez  mil  pesos,  sirviendo 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES.  165 

este  aumento  para  repuesto  de  caballos,  reparo  de  fuertes,  y 
otros  gastos  extraordánarios  que  puedan  ofrecerse,  (f) 

A  cada  plaza  inclusos  los  oficiales  se  les  puede  descontar 
un  real  cakla  mee  para  establecer  hospitales  en  loe  fuertes 
señalados  para  los  cirujanos,  poniendo  en  ellos  cajas  de  medi- 
cina, camas  y  demás  utensilios  necesarios  á  la  comodidad  de 
los  enfermos. 

Ya  llegamos  al  paso  mas  difícil  de  venoer;  que  es  esta- 
blecer fondos  suficientes  para  la  subsistencia  de  esta  grande 
obra.  Siempre  quie  se  trata  de  algún  impuesto  ó  contribu- 
ción ae  encuentran  tantos  opositores  como  debe  haber  con- 
tribuyentes :  pues  todos  se  creen  con  derecho  para  disfrutar 
los  beneficios,  y  ninguno  obligado  á  contribuir  para  ellos ;  se 
quejan  si  padecen  ó  ven  padeoer  los  daños ;  y  rehusan  el  contri- 
buir para  remediarlos.  Pero  aunque  esto  es  lo  que  comun- 
mente sucede,  me  parece  que  para  una  necesidad  tan  visible 
como  es  de  la  que  voy  tratando  no  habrá  quien  se  queje  de  la 
contribución  por  pesada  que  se  impusiera ;  y  así  animado  de 
esta  esperanza  me  determino  á  proponer  los  medios  mas  sua- 
ves y  menos  costosos  que  he  podido  discurrir  para  atesorar 
un  fondo  capaz  de  mantener  lo  que  llevo  propuesto  y  se  com- 
pondría de  los  ramos  siguientes  : 

l.o  par. — Se  ¡aumentará  oin  cincuenta  poír  ciento  ai  de- 
recho del  ramo  de  guerra  establecido  para  este  mismo  fin. 
Este  aumento  aunque  parezca  escesivo  atendiendo  á  lo  que 
actualmente  se  paga,  no  lo  es,  si  consideramos  que  el  efecto 
principal  sobre  que  recae  son  los  cueros  que  se  embarcan 
para  España ;  estos  han  pagado  siempre  de  flete  dos  pesos  cada 
uno,  y  ahora  con  el  libre  comercio  concedido  á  este  puerto 
han  de  frecuentarlo  gran  número  de  epibarcaciones  las  que 
no  teniendio  suficiente  retomo  bajafpásn  consideríaiblemente 
los  fletes  en  beneficio  de  los  cargadores,  siendo  este  mayor 
que  el  gravamen  del  aumento  del  derecho. 

2.0  «par. — ^Un  imjpuesto  úe  diez  pesos  sobfre  cada  carreta 
que  salga  cargada  de  efectos  de  las  provincias  de  arriba  y 
otro  de  cinco  pesos  sobre  las  que  «entraren  cargadas.    Este 


166  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

impuesto  puede  padecer  algunos  inconvenientes  según  Iob 
efectos  de  que  se  componga  la  carga,  pero  con  esta  considera- 
ción se  piDcde  formar  aranoel  para  que  unos  paguen  mas  que 
otros  según  su  valor,  consumo  ó  necesidaíd  de  ellas. 

3.0  par. — Otro  sobne  ios  \mos  y  agniaipdi-eoi't'es  que  vie- 
nen de  Mendoza  y  San  Juan;  (verbigracia)  dos  reales 
sobre  cada  botija,  barril  y  odre,  ó  variando  el  impuesto  se- 
gún el  efecto  y  basija.  Aunque  los  vecinos  de  estas  dos  ciu- 
dades han  rehusaldo  siempre  la  imposición  de  dierechos  sobre 
sus  efectos,  lo  hacen  sin  fundamento  pues  todo  lo  paga  el 
distrito  que  lo  consume. 

4.0  par. — Otro  sobre  los  caudales  que  en  aiioneda  'entra- 
ren en  esta  ciudad  de  particulares,  y  puede  ser  el  uno  por 
ciento.  El  comercio  en  todas  partes  conoed-e  con  voluntad 
lo  quie  se  invierte  en  su  seguridad  como  1q  hace  el  de  Cádiz 
pagando  los  guarda  costas. 

Yo  no  puedo  á  punto  fijo  designar  á  lo  que  «ístos  ra- 
mos podrán  as(?ender  porque  me  faltan  .las  noticias  necesarias 
para  extractarlo;  pero  siendo  preciso  que  esta  ciudad  atesore 
och'cnta  y  cinco  ó  noventa  mil  pesos,  me  parece  que  no  pue- 
den producirlos  lestos  ramos  y  así  será  necesario  imponer  en 
otro  Jo  que  faltasie. 

Habiendo  S.  M.  determinado  el  estancar  en  este  virey- 
nato  los  polvillos,  tabacos  y  barrajas  á  imitación  de  lo  que 
se  praetdca  en  todos  sus  rey  nos  lo  que  se  vá  á  plantificar ;  se  pe- 
dia cargar  á  alguno  de  estos  efectos  un  sobre  precio  que  fue- 
se suficiente  a  completar  la  espresada  cantidad  de  ochenta  y 
cinco  ()  noventa  mil  pesos,  pues  de  este  modo  ahorrarían 
los  costos  que  podrá  tener  la  recaudación  de  otro  cuales- 
quiera dmpu'eííto,  y  recaerla  sobre  un  lefíeoto  que  no  es  nece- 
sario á  la  vida  ni  comcídidad  de  los  hombres. 

Los  veinte  6  veinte  y  cinco  mil  pesos  que  faltan  para  la 
suma  de  ciento  y  diez  mil  pesos,  en  que  está  calculado  el 
gasto  total ;  se  pueden  repartir  entre  las  ciudades  de  Santa  Fé, 
Córdoba,  Punta  de  San  Luis,  San  Juan  y  Mendoza,  que  como 
fronterizas,  y  que  participan  del  mismo  beneficio  buscarían 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIBE9.  167 

gustosas  los  arbitrios  para  aprontar  lo  que  les  tocase,     (g). 

Para  recaudar  estos  impuestos  no  es  necesario  gastar 
m  un  solo  peso,  pues  los  recaudadores  ya  están  »establecidos ; 
y  asi  se  liberta  el  común  de  este  aumento  que  seria  indispen- 
sable en  otra  clase  de  arbitrios. 

Las  utilidades  que  pueden  esperarse  de  guarnecer  la 
frontera  en  la  forma  referida,  ademas  de  la  seguridad  de  las 
campañas,  y  caminos,  dilatación  de  estancias,  comodidad  y 
descanso  de  estancieros,  y  logro  de  sus  trabajos;  son  las  si- 
guientes. Al  cebo  de  los  pagamentos  miensuales  necesaria- 
mente han  de  concurrir  (como  sucede  en  todos  los  paraje» 
en  que  circula  dinero)  multitud  de  vivanderos  para  abaste- 
cerlos: estos  traen  a  otros  que  son  necesarios  para  subsistir 
ellos,  como  son  zapateros,  sastres,  barberos,  y  toda  clase  de 
jente  dfe  ofii»io,  estos  á  otros;  y  asi  lo  quie  no  se  conseguiria 
premedit anidólo  se  veria  logrado  insensiblemente;  esto  es  el 
poblar  aquellos  parajes  de  modo  que  en  breve  tiempo  pueda 
formarse  un  cuerpo  de  milicias  que  sirva  para  guarnacer  los 
fiDertes  en  caso  que  su  guarnición  tenga  necesidad  de  salir 
á  otro  paraje  mas  urjente. 

Los  soldados  podrán  tener  sus  mujeres  y  familias  inme- 
diatas á  los  fuertes  como  á  si  mismo  establecer  sembrados, 
criar  ganado,  y  tener  todo  género  de  granjeria,  con  la  certeza 
de  que  su  trabajo  no  ha  de  malograrse  habiendo  (como  habrá) 
quien  consuma  lo  que  se  produzca. 

Los  indios  infieles  que  sacan  las  mas  de  sus  subsistencias 
de  las  campañas  de  est^  ciudad,  viéndose  privados  de  ellas, 
se  verán  obligados  á  pedir  la  paz  y  á  recibir  las  condiciones 
que  se  les  quiera  imponer.  Se  podrán  admitir  obligándolos 
á  vivir  en  paraje  determinado  del  cordón  para  adentro,  de- 
sarmados y  sin  permitirles  salir  fuera  de  él.  De  estos  indios 
se  puede  esperar  que  acostumbrados  á  comerciar  con  los  es- 
pañoles olvidarán,  sino  del  todo  en  parte  su  antiguo  modo 
de  vivir ;  y  cuando  de  los  primeros  que  se  establezcan  no  se 
consiga  esto,  se  lograría  de  los  hdjos,  atrayéndolos  con  arte  y 
suavidad  al  conocimiento  de  la  verdadera  religión;   mira 


168  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

principal  que  se  debe  tener  en  este  continente  en  todo  nuevo 
establecimiiento. 

Aunque  la  mayor  parte  de  las  contribuciones  aeñala<las 
para  la  subsistencia  de  la  guarnición  de  la  frontera,  recaen 
«obre  el  comercio,  el  fruto  quje  espera  cojer  es  duplicado; 
pues  logrará  mas  abundantes  las  subsistencias  y  socorros 
que  le  vienen  de  la  campaña,  y  por  consiguiente  á  menos 
precio :  y  ademas  todo  el  dinero  que  se  invierta  en  pagamen- 
tos que  ahora  no  se  hacen  aunque  salgan  de  eus  manos  preci- 
samiente  ha  de  volver  á  ellas ;  aumentando  lel  consumo  de  sus 
efectos,  y  por  tanto  sus  utilidades  que  serán  mayores  que 
lo  que  le  corresponda  de  contribución. 

Cuando  el  producto  de  los  impuestos  es  para  «emplearlo 
fuera  del  territorio  en  que  se  establecen,  entonces  es  gravoeo 
á  los  contribuyentes;  pero  cuando  se  espende  en  el  mismo 
paraje,  ademas  de  disfrutar  del  beneficio  de  la  obra  en  que 
se  emplearon,  se  logra  el  de  que  circulando  vuelvan  á  sus 
manos. 

(Concluirá.) 


i  ••€ 


MEMORIAL 

Presentado  por  el  Ayuntamiento  de  la  ciudad  de  Méjico  á  la  real 
majestad  de  Don.  Carlos  III,  rey  de  España  é  Indias^  en  1771, 
refutando  un  informe  que  se  habia  dado  sobre  las  malas  apti- 
tudes de  los  Americanos. 

(Conclusión)    (1) 

Si  el  provisto  es,  aun  libre,  contemplándose  pasajero 
en  la  América,  no  se  resuelve  á  contraer  en  ella  matrimo- 
nio. Vuelve  á  España.  Los  viajes,  la  mudanza  de  varios 
temperamentos,  los  navegaciones,  debilitan  su  robustez.  Los 
afanes  para  la  pretensión  de  otro  empleo,  ocupan  teda  su 
atención.  Si  logra  otra  vez  ser  colocado,  entra  otra  vez 
en  los  mismos  embarazos  para  tomar  estado.  Si  no  logra, 
en  nada  mas  piensa  que  en  adelantar  y  fomentar  sus  preten- 
siones, y  en  esto  se  le  pasa  la  vida  ó  lo  mas  floreciente  de  ella 
y  ya  se  halla  bien  con  la  libertad  del  celibato. 

Aun  los  que  pasan  á  Indias  con  empleo  estable  y  vitali- 
cio, ¿como  se  alentarán  á  tomar  el  estado  de  matrimonio, 
sabiendo  que  ni  eV mérito  que  hagan  ni  la  buena  educación 
que  den  á  sus  hijos  ha  de  aprovechar  á  estos,  como  quiera 
que  sea  su  nacimáento  en  la  América  para  lograr  una  colo- 
cación correspondiente  al  lustre  de  sus  padres?  Estos,  en 
cualquier  empleo  público,  si  cumplen  con  su  obligación  y 
solo  sacan  de  él  las  utilidades  que  dá  Y.  M.  6  permite  des- 
pués de  mantenerse  con  su  familia,  no  le  podrán  dejar  en 
muriendo  otro  caudal  qxse  sus  servicios,  y  si  estos  no  han  de 

1.    Véase  la  páj.  36  de  este  tamo. 


170  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

I 

aprovechar  á  los  hijos  nacidos  en  la  América,  qu«  hombre 
de  honor  podrá  pensar  en  tomar  estado  para  dejar  hijos  sin 
caudal,  sin  abrigo,  sin  esperanza,  y  que  solo  sirvan  para  con- 
fundir la  memoria  de  sus  mayores? 

Desatendiéndose  á  las  Indianos,  se  franqu-ea  mas  la  puer- 
ta para  el  celibato  á  los  Europeos:  se  lies  proporciona  mayor 
esfera  para  sus  pretensiones  en  las  piezas  eclesiásticas  de  la 
América,  sobre  las  que  sin  contradicción  disfrutan  en  la 
Antigua  España.  Aun  dentro  de  la  aspereza  de  los  claustros, 
se  les  convida  con  la  esperanza  de  pasar  á  títulos  de  Misio- 
neros á  la  América  á  ocupar  las  prelacias  de  su  orden,  en 
üas  que  sie  nos  ciiermaii  ilas  puertíis  á  los  Am<*'PÍCía'nos,  admi- 
tiendo solamiente  un  muy  corto  número  de  ellos  -en  cada 
triienio,  para  poder  siempre  pintar  necesidad  de  sujetos  6 
hacerlos  venir  de  la  Europa  con  gravísimos  cuanto  ociosos 
costos  del  Real  Erario  y  con  notable  perjuicio  del  Estado  en 
el  considerable  número  de  indi\iduos  que  con  esta  ind-ebida 
proporción  a)>razan  el  celibato,  y  faltando  para  el  honesto 
multiplico  de  la  especie,  influyen  en  el  despueblo  de  la  monar- 
quía. 

Ya  querriamos  que  fuesen  estas  unas  aprensiones  á  que 
solo  diera  bulto  nuestro  amor  propio  y  la  atención  á  nues- 
tro interés:  son  consideraciones  s(')lida8,  perjuicios  efecti- 
vos que  lamentan  nuestros  mejores  políticos,  y  sirven  de 
gUHtoso  espectáculo  á  la  malevolencia  de  los  estranjeros.  Ya 
há  algunos  años,  que  un  español  europeo  (que  tuvo  la  des- 
gracia de  deslucir  sus  máximas  políticas  con  cierta  acerbi- 
dad de  carácter),  computaba  en  10,000  almas  las  que  sa- 
lian  anualmente  para  las  Indias  de  la  antigua  España,  y  que 
despoblando  esta,  no  poblaban  la  Nueva:  dcí^de  que  este 
computo  s*»  liizo,  hasta  el  pn^sente,  al  meaaos  se  ha  doblado 
el  número  de  plazas  ech^siástácas  y  aun  seglares  en  la  Améri- 
ca y  á  proporción,  el  niimero  de  los  que  pasan  á  ella,  ya  en 
los  empleos,  ya  á  título  de  criados  de  los  provistos. 

V.  M.  y  sus  gloriosos  projenitores,  como  verdaderos 
padres  del  Estado  no  han  dejado  de  preveer  su  ruina  en  la 


MEMOBIAL.  171 

desolación  de  España  con  su  tranismigracion  á  la  América  y 
han  dictado  santísimas  leyes  para  impedirla.  Ninguno  pue- 
de pasar  sin  licencia  y  sin  muchas  calidades  que  se  necesitah 
para  otorgarla.  Aun  el  empleado  la  ha  de  sacar  para  sus 
criados,  desde  luego  para  no  dejarle  traer  sobre  los  preci- 
£0S.  Las  licencias  mismas  se  han  mandado  estrechar,  y  que 
el  Supremo  Consejo  de  V.  M.  t'Cnga  mucho  la  mano  en  con- 
sultarlas, y  los  Secretarios  cuiden  de  advertirlo.  Pero  ¿có- 
mo podrá  eso  practicarse?  Las  Reales  Ordenes  son,  las  mas 
oportunas,  todos  lo  saben,  y  saben  igualmente  su  inobser- 
vancia. De  los  españoles  que  pasan  á  Indias,  ya  querria- 
mos  que  sacaran  licencia  para  el  diezmo.  Los  gefes  á  quie- 
nes toca,  debian  hacer  volver  y  no  permitir  el  desembarque 
á  los  pasajeros  sin  licencia.  Así  lo  manda  V.  M. ;  pero  ¿có- 
mo ha  de  tener  en  Indias  corazón  para  practicarlo  un  Goberna- 
dor con  un  compatriota,  que  ha  navegado  2,000  leguas?  Ja- 
más se  hace :  pasa  todo  el  que  quiere,  y  se  despuebla  España. 

El  Consejo  Supremo  de  Indias,  con  toda  su  autoridad 
é  integridald,  no  puede  resistir  á  la  importunidad  misma  del 
pretendiente  y  á  las  astucias  que  inventa  el  propio  interés 
para  sorprender  la  vájilancia  del  Gobierno.  No  hay  otro 
arbitrio  que  cerrar  á  los  Europteos  la  puerta  que  se  ha  he- 
cho franca  para  los  mas  de  los  empleos  en^  la  América,  si  se 
quiere  contener  algo  su  .trasmignaeiom  y  la  desolación  con- 
«igruiente  de  la  antigua  España. 

Si  los  empleos  de  esta  se  dieran  promiscuamente  á  los 
am<ericanos,  acaso  cesarian,  ó  por  lo  menos  seria  mucho  me- 
nor el  perjuicio.  Así  lo  confesamos,  y  ya  querríamos  que 
euanto  es  útil  la  máxima,  tanto  tuviera  de  practicable.  Ya 
dejaríamos  de  buena  gana  un  empleo  de  primer  orden  en  la 
América  por  eonseguár  otro  de  mucho  menor  utilidad  en  la 
Europa,  pues  la  satisfacción  de  servir  con  mas  inmediación 
á  V.  M.  importaría  mas  que  cuantos  otros  atractivos  pudie- 
ran lisonjearnos  en  nuestra  patria;  pero  no  puede  ser,  los 
Europeos  sin  salir  de  su  casa,  con  la  cercanía  feliz  que  lo- 
gran de  V.  M.,  proporcionan  el  ser  empleados,  y  hasta  que 


172  LA  EEVISTA  DE  BUEN03  AIRE^. 

lo  son,  no  (emprenden  el  dilatado,  y  costoso  viaje  á  la  Amé- 
rica. Nosotros,  por  lel  contrario,  deberiamos  pasar  á  la 
Europa,  sin  tener  con  que  costear  nuestro  transporte  antea 
de  ser  empleados  y  con  el  riesgo  de  no  conseguirlo.  Cuando 
sin  empleo,  pasa  un  español  á  la  América,  conducido  de  su 
necesidad,  es  porque  viene  á  esta  rejion  con  mas  proporciones 
que  \ñé  que  deja  para  su  alivio,  y  la  contraria  consideración 
detiene  pasar  á  la  Europa  al  americano.  El  empleado  en 
Indias,  si  diebe  socorrer  a  su  familia  en  la  Europa,  con  poco 
que  le  envié,  ha/ce  cuenta  de  lo  que  en  el  transporte  multi- 
plica y  lo  que  el  socorro  multiplicado  vale  en  España,  donde 
tan  cómodo  es  todo  lo  que  entra  <en  la  clase  de  los  alimentos. 
No  sucedería  así  con  el  americano  empleado  en  Europa,  por- 
que este  para  auxiliar  como  era  preciso  á  su  familia  en  la 
América,  no  podría  hacerlo  ni  con  toda  su  renta,  pues  sobre 
no  cnecier  en  el  tránsito,  son  úe  mucho  mías  pr»e<?io  todos  los 
necesarios  para  la  vdda  en  Indias;  y  así,  no  es  practicable  que 
los  nacidos  en  ella  podamos  emplearnos  en  España. 

Esto  se  entiende  hablando  en  lo  general,  pues  entre  la 
multitud  de  sujetos  que  componen  estos  vastísimos  dominios 
de  V.  M.  hay  muchos  hoy,  y  los  ha  habido  siempre,  con  pro- 
porciones y  desembarazo  para  poder  servir  á  V.  M.  en  cua- 
lesquier  empleo  de  la  Europa,  y  ojalá  que  de  estos  se  coloca- 
ran algunos  siquiera  en  puestos  respectivos  al  gobierno  de 
Indias ;  pero  ya  nos  contentaríamos  con  que  los  Europeos  dis- 
frutaban el  crecidísimo  númiero  de  honores  que  tienen  en  la 
Europa,  con  que  nos  dejaran  los  pocos  empleos  que  se  sir- 
ven en  la  América:  siempre  nos  hemos  contemplado  en  ella 
tan  hijos  de  V.  M.  como  los  naturalies  de  la  Antigua-  España. 
Esta  y  la  Nueva  como  dos  estados,  son  dos  esposas  de  V.  M.  r 
cada  una  ttiene  su  dote  en  los  lempleos  honoríficos  de  su  go- 
bierno y  que  se  pagan  con  las  rentas  que  ambas  producen. 
Nunca  nos  quejáramos  de  que  los  hijos  de  la  Antigua  España 
disfruten  la  dote  de  su  madre;  x>ero  parece  correspondiente^ 
qu)e  quede  para  nosotros  la  de  la  nuestra. 

Lo  segundo  persuade,  que  todos  los  empleos  de  la  Amé- 


MEMOBIAL.  173 

rica,  sin  esoepcion  de  alguno,  debían  conferirse  á  solo  los  es- 
pañoles  americanos  con  esclusion  de  los  europeos;  pero  co- 
mo no  hay  cosa  sin  inconveniente,  preciso  es  confesar,  que 
los  tendrá  grandes  .esta,  entera  separación  de  los  ^europeos. 
Es  necesario  hacer  justicia  á  muchos,  principalmente  á  los 
proveídos  en  los  mayores  empleos,  que  se  han  dedicado  á  ser- 
vir á  V.  M.  en  .estas  partes  con  el  celo,  amor  y  desinterés 
que  corresponde,  y  no  podemos  desentendemos  de  que  la 
nocesairia  trabazón  (jute  debe  teaijer  led  gobiicírno  de  España  con 
el  de  Indias  y  la  dependencáa  qu»e  se  ha  de  mantener  en  la 
América  respecto  de  la  Europa,  exije  que  no  pensemos  apar- 
tar de  todo  punto  á  los  europeos.  Seria  «esto  qu-erer  man- 
tener dos  cuerpos  separakJos  é  independientes  bajo  de  una 
cabeza,  en  lo  que  tes  preciso  confesar  cierta  monstruosidad 
política.  No  es  el  carácter  de  los  americanos  tan  amantes 
de  sus  intereses  sobre  los  del  Estado,  que  no  conozcan  y  den 
á  estas  consideraciones  todo  el  peso  que  se  merecen,  bien  sea 
que  se  sigan  perjuicios  del  acomodo  de  los  europeos  en  la 
América,  unos  por  culpa  de  los  empleaídos  y  otros  sin  ellos; 
pero  mayores  acaso  podían  temierse  de  no  vienir  jamás 
provistos  algunos  de  la  antigua  España.  Aunque  se  temie- 
ran, no  se  siguiria,  que  igualmente  que  en  la  de  los  euro- 
peos, tenia  V.  M.  en  la  lealtad  de  los  americanos  seguro 
el  gobierno  de  estas  provincias;  pero  sin  embargo  de  esto, 
la  separación  nuestra  de  aquellos  naturales,  enjendraria  cier- 
tos recelos  al  estado;  y  estos  recelos  por  si  mismos  son  gra- 
vísimo mal  en  lo  político  muy  digno  de  evitarse. 

Por  esto,  pues,  se  hace  indispensable  que  nos  vengan  al- 
gunos ministros  de  la  Europa;  pero  que  lo  hayan  de  ser  to- 
dos  los  cjue  se  hulneren  de  ooloc*ar  en  emplw>s  de  primera 
orden?  Que  iiayan  de  ser  como  en  el  dia  son  todos  los 
gobemajílores  (jue  V.  ]\r.  tiene  en  las  proí\'in<pias  y  plazas  de 
esta  Aonériea  septentrional,  nacido  y  criado  en  la  anligua 
España?  Que  no  hayamos  de  tener,  como  al  prest^ite  no  te- 
nemos en  todo  el  continente  de  este  reino,  un  Arzobispo  ú 
Obispo   que   haya   nacido   en   ellos?     Que   precisamente   los 


174  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

jniniístros  togados  de  estas  partes,  hayan  de  ser,  como  son 
hoy,  la  mayor  parte  de  la  Europa  ?  Que  aain  lias  sill«as  d^  los 
coros  de  nuestras  cateíclrales  apenan  han  de  «estar  ocupadas  á 
medias  por  nu<ístros  naturales?  Que  en  el  raan-ejo  de  rentas 
que  produce  á  V.  ^I.  esta  nueva  España,  solo  para  un  caso 
rarísimo  hayamos  de  ver  entre  tantos  empleados  uno  de  nues- 
tro pais?  Que  para  los  empleos  militares  se  atiiendan  tan 
poco  nuestras  instancias,  que  solo  en  lo  que  son  milicias  tie- 
nen  lugar  generalmente  nuestros  voluntarios  ofrecimientos, 
por  no  ser  'de  la  mayor  utilidad  las  plazas,  y  en  la  tropa 
arreglada  con  reserva  de  la«  (jue  beneficiamos?  Para  las  de- 
mas,  ó  se  nos  desecha  regularmente,  ó  si  se  nos  coloca  al- 
guna vez  como  en  la  guerrai  pasada,  en  el  Tejimiento  que  se 
levantó  de  dragones,  aun  después  de  haber  servido  á  satis- 
facción de  los  gefes,  raro  ó  ninguno  ha  sido  promovido  has- 
ta ahora  á  grailo  superior  en  las  vacantes  ó  provisiones  que 
se  ban  ofrecido,  para  las  cuñales  se  han  atendido  europeos 
aun  de  fuera  del  mismo  cuerpo?  No  parece  lo  sufre  la 
equidad  ni  la  atención  que  debemos  á  V.  M.  sus  vasallos  de 
estas  ])artes. 

Es  especie  de  pena,  ciertamente  gravísima,  la  que  de 
bocho  sentimos  en  lo  poco  que  se  nos  atiende  en  las  provi- 
siones, y  síubiria  'mucho  de  punto,  si  debiéramos  quedar  es- 
oluidos  de  los  empleos  de  primer  orden,  como  se  trata  dȒ 
persuadir  en  il  informe  que  impugnamos.  Ninigun  parti- 
cular, mucho  menos  un  Teino  entero,  y  tantos  reinos  cuan- 
tos dignamente  posee  V.  M.  en  esta  América,  sujetan  a  una 
pena  que  no  la  habian  merecido  sus  delitos.  Aun  de  lo- 
que exijen  estos,  se  rebaja  muclio  para  proporcionar  la  pe- 
na de  un  gobierno  como  el  de  V.  M.  que  tiene  por  parti- 
cular carácter,  como  imájen  de  Dios,  la  clemencia,  y  con  unos 
vasallos  como  los  americanos,  á  quienes  ha  protestado  V.  M. 
y  sus  gloriosos  projenitores  el  particular  favor  con  que 
los  mira.  Luego,  es  menester  suponemos  reos  de  delitos 
tan  'gTBSves,  que  escediendo  los  límites  de  la  piedad  de  V.  M 
y  venciendo  su  ajmor,  nos  sujetan  á  la  pena  de  una  eterna 


MEMOBIAL.  175 

i^ooiinm  ejx  la  «a^bsoluta  esolusion  de  los  primeros  ^empl^íos, 
y  onuy  «seasa  atenicioii  <eii  la  provisión  d^  los  otros. 

i  Cuál,  pu-es,  -es  €se  d-elito,  qne  eontajiando  tan  vastas 
nejioníes,  como  tes  de  la  Aimériea,  ha  de  laitra-er  tan  enorme 
pena  sobre  todos  sus  individuos?  Nunca  dejaremos  d«  de- 
cir, que  si  íuera  voluntad  de  V.  M.  el  leselnimos  de  toda 
Sfuerte  de  honores,  solo  poí  ser  asi  de  su  real  agrado  en  que 
se  hieiiera  este,  vincuJariíMnos  con  ventaja  la  satisfacción  que 
se  nos  qnitaiba  de  servirle  en  los  empleos,  y  á  falta  de  sacri- 
ficar nuestros  sudores  y  vidas  á  sus  servicdos  sacrificaríamos 
nuestro  honor  á  eu  beneplácito;  pero,  como  estamos  cier- 
tos de  la  voluntad  con  que  V.  M.  ^sta  de  (atendemos, 
honramos  y  favorecernos,  y  que  es  sola  la  ma,levoLencia  la 
que  trabaja  para  arrancarnos  del  coreizon  y  aprecio  de  V.  M. 
qneriiendo  hacemos  pasar  por  indignos;  con  el  mdsmo  he- 
cho de  abandonamos,  debemos  levantar  hasta  el  trono  de  V. 
M.  nuestros  clemores,  no  solo  por  el  interés  de  nuestro  ho- 
nor, sino  por  el  público  del  estado. 

i  «Qué  dirá  el  resto  del  mundo  de  la  Amériioa  ?  Que  con- 
ceplos  formarán  las  naciones  de  la  atención  que  le  debe  á  V. 
M.  el  cultivo  de  las  Indias?  Cómo  no  juzgarán,  que  estos 
vastísimos  dominios  los  tiene  V.  M,  llenos  de  «bultos  inútiles 
á  la  sociedad,  mas  carga  ique  adorno  del  estado?  No  estra- 
ñe  V.  M.  .que  llegue  la  eonfíanza  de  Méj-ico  á  argüir  á  V.  M. 
de  este  modo,  que  lo  ha  aprendido  del  que  osó  «alguna  vez 
Moisés  para  pedir  á  Dios  por  el  pueblo  para  quien  represen- 
taba; no  es  ya  interés  muestro  (diremos  con  tan  canonizado 
ejemplar),  es  negocio  de  V.  M.  el  que  veaa  las  naciones  que 
no  somos  indignos  de  que  V.  M.  nos  atienda:  que  somos,  no 
bulrtos  inútiles,  sino  hombres  hábiileB  para  cualquier  empileo, 
aun  de  la  primera  graduación,  que  en  nada  nos  aventajan  los 
del  mundo  antiguo,  que  no  escede  V.  M.  á  los  demás  mo- 
narcas, solo  en  la  vasta  estensíon  de  tierras,  ni  en  el  núme- 
ro de  individuos  que  las  habitan,  sino  en  la  copia  de  vasallos 
tan  fíeles,  si  no  mas,  ^tan  generosos,  tan  hábiles,  tan  útiles  co- 
mo los  de  quie  puiede  gloriarse  el  mas  culto  Estado  del  Orbe, 


176  LA  BE  VIST  A  DE  BUENOS  AIRES. 

ccmozca  el  mundo,  que  somos  los  Indianos  aptos  para  «1 
consejo,  útiles  p-ara  la  guerra,  diestros  para  el  manejo  de 
«rentas,  apropósilo  para  el  gobierno  de  la  Iglefiáa,  de  las  Pla- 
zas, de  las  Provineiías,  y  aun  de  l/oda  la  estension  de  reinos 
enteros;  tengan  de  V.  ^M.  un  auténtico  testimonio  de  ello, 
'viendo  que  para  ninguna  clase  de  honor  se  nos  desecha. 

Así  será  V.  M.,  mas  glorioso,  que  es  gloria  de  los  padres, 
la  honra  de  los  liijos.  Así  le  será  á  V.  M.  aun  mas  seguro 
el  dominio  de  estas  re j iones,  que  no  dudarán  invadir  los 
enemigos  conceptuados,  de  que  solo  están  llenas  de  figuras 
de  hombres,  y  ya  lo  x>^n3arian  mucho,  si  en  la  prodijiosa 
multitud  de  sujetos  que  tiene  V.  !M.  en  estas  partes  llegan  á 
con'ceptuarse  que  hallarían  otros  tantos  generosos  vasallos 
capaces  todos  de  resistir  con  su  consejo,  con  su  arbitrio,  con 
su  lealtaid,  con  su  valor  y  con  sus  vidas  á  cualquiera  prevención 
estranjera. 


e 


Atropellando  tantas  razones  de  equidad,  de  justicia,  d 
utilidad  y  necesidad  pública,  y  aun  del  honor  y  gloria  de  la 
ÜMonarquia,  se  intenta  fundar  en  el  Informe  que  impugnamos, 
al  que  debemos  ser  escluidos  los  Españoles  Americanos  de 
todos  los  empleos  de  primer  orden;  y  cuando  mas,  por  un 
efecto  de  humianidad,  ser  atendidos  en  la  provisión  de  los 
.mcilianos.  Para  promover  tamaña  injusticia  é  introducirla 
en  el  justísimo  ánimo  de  V.  !M.,  era  necesario  pintamos  de 
todo  puuto  indignos,  y  para  esto,  forjar  las  mas  negras  calum- 
nias <(iie  pudo  meditar  la  pasión. 

'Dicese  desde  luego  que  nuestro  espíritu  es  sumiso  y 
rendido;  mas  este,  qu(*  podia  pasar  ]X)r  elojio  de  nuestra  vir- 
tud, se  agrio,  figurando  <iue  declinamos  al  estremo  de  aba- 
timiento. Máxima  es  antiquísima  de  la  malicia,  malquistar 
las  virtudes  con  el  sóbrt^serito  de  los  vicios.  En  la  suma 
bondad  del  áioml>re — Dios,  quiso  la  ceguedad  judaica  vestir 
su  iuoí^encia  con  el  traje  de  siuiplieidad,  y  asi  no  hay  que  «ad- 
mirarse de  que  la  su^a^i'dad  ol>sequiosa  del  jenio  americano 
se  pinte  con  los  feos  colorí ilos  del  abatimiento.     Para  hacer 


MEMOBIALi.  177 

ver  al  iiniiido  toda  la  ceguedad  con  que  en  ol  particular  se 
nos  infama^  no  níeciesitamos  sino  que  cada  uno  quiera  dar  oidos 
á  su  iiazon. 

Es  <le  suponer  (jue  hablamos,  no  de  los  indios  conquis- 
tados "en  sus  personas  ó  en  las  de  sus  mayores  por  nuestras 
arm)a£),  sino  de  los  «españoles  que  Jiomos  aiacido  en  estas  par- 
tes, trayemdo  nuestro  origen  puro  por  todas  líneas  de  los  que 
•h'an  pasado  de  la  antigua  España,  ó  á  conquistar  ó  j)oblar  es- 
tas r-ejiou'es,  ó  á  n^gociaír  eA  ellas  ó  á  servir  alguoi  empleo  de 
los  de  su  goibiemo.  Los  indios,  ó  Irien  por  descender  de 
alguna  raza  á  quien  quisiera  dar  Dios  este  castigo,  ó  por  ser 
individuos  de  una  naeion  sojuzgada,  ó  acaso  por  la  pooa  cul- 
tura que  tienen,  aun  después  de  dos  siglos  de  conuquistados, 
¡nacen  en  la  miseria,  &3  crian  en  la  rusticidad,  se  manejan 
con  el  castigo,  se  mantienen  con  el  mas  duro  trabajo,  viven 
sin  vergüenza,  sin  lionor  y  sin  esperanzas  por  lo  que,  envi- 
ileei'los  y  caldos  de  ánimo,  tienen  por  carácter  propio  el 
abatimiento.  De  estos  hablan  todos  los  aaitores  juiciosos, 
que  después  de  «na  larga  obsem^aneia  y  mucho  'manejo,  han 
dado  á  los  indios  en  sus  libros  <al  epíteto  de  abatí<ios,  y  acaso 
la  mala  intelijencia  ó  pre(úpitacion  en  la  lectura  de  estos  es- 
critos, 'ha  heoho  nial  confiar  sus  espresiones  para  acomodar- 
las á  los  Españoles  Americanos,  con  tanta  injusticia,  que  es 
necesario,  como  ya  decíamos,  para  cometerla  negar  de  todo 
punto  los  oidos  á  los  clamores  «de  la  razón. 

No  creemos  delxer  fatigar  la  soberana  atención  de  V.  M. 
ni  consumir  inútilmente  el  tiempo,  difundiéndonos  en  hacer 
ver  que  la  América  se  comx>ono  de  un  icopioso  número  de 
Españoles,  tan  puros  como  lo  son  los  de  la  antigua  España. 
No  faltan  entre  nosotros  émulos  que  vivan  en  la  preocupa- 
ción de  fiue  en  la  América  todos  somos  indios,  ó  por  lo  me- 
nos, que  no  hay  alguno,  ó  es  muy  raro,  sin  mez(*la  de  ellov^ 
en  alguna  rama  de  su  ascendencia.  No  es  hoy  nuestro  em- 
peño desvanecer  uma  preocupación  tan  grosera,  pues  quien 
no  se  convenciere  así  mismo  con  las  innunioraibles  reflexio- 
nes obvias  que  pueile  hacer  sobre  el  asunto,  del>e  estimarse 
incapaz  de  convencimiento.  —  ¿Qu.ién  no  sabe,  que  luego 


178  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIEES  i 

^iwe  se  icoDciiiistauxni  «st06  doanindos,  fué  «uno  úe  los  primeros 
"cuidados  de  imestros  soberanos  sa  pobl^aeiou,  á  que  eonsul* 
taron,  liaoiemio  para  ello  pasar  los  mares  mucho  número  de 
familias  nobdes  y  sacadas  de  ks  Provincias  mas  limpias  de 
la  coroDia  de  Castilla?  i<¿uiési  ingoira  io  que  se  a^tendió  á  la 
pureza  de  esta  población  impidiendo  oon  tontas  providencias 
el  que  pasaran  á  ellas,  no  solo  estirsunjeros,  simo  españoles 
que  estuvieran  notados  con  alguana  infamia  en  si,  en  sus  p«i- 
dres,  ó  en  sus  albuelos?  ¿Quién  no  ha  «visto  'las  muchas 
f  ramiuicias  concedidafi  por  nuestros  Reyes  á  los  pobladores 
de  estas  rej  iones,  para  alentarlos  á  pasar  á  ellas  en  gran  nú* 
añero  í  i  Quién,  por  último,  no  (reñeja  en  la  gran  parte  de 
España  que  ha  pasado  á  la  nueva,  hasta  hacer  que  aquella 
lamente  su  despueble?  Ya  decíamos,  que  por  observación 
de  un  gran  político  de  este  siglo,  asciende  cada  año  el  núme- 
ro de  los  españoles  europeos  que  pasan  á  la  América  á 
nuis  de  10,000,  de  suerte,  que  á  este  respecto,  Kiesde  la  con- 
quista serán  muy  poco  menos  de  2,500,000  los  españoles 
que  han  venido  para  estas  poblaciones,  y  de  ellos,  aun  que  no 
Jiayan  tomado  estado  ni  tenido  sucesión  mas  que  una  ses- 
ta  parte,  es  todavia  número  bastante  á  (haber  hecho  una  pro- 
dijiosa  multiplicación  de  españoles.  Cualquiera  que  pueda 
dar  una  ojeada  á  las  \'aria8  edades  del  mundo  y  sus  acaeci- 
mientos respectivos,  advertirá  cuanto  número  ha  bastado  pai«L 
en  menos  de  dos  siglos,  formarse  vastísimas  poblaciones. 

A  la  de  esta  América  ha  convidado  su  opulencia  incom- 
parablemente mayor  que  la  de  todo  el  resto  del  mundo  an- 
tiguo. Esto  lo  saben  todos,  y  tampoco  ignoran  la  fuerza  de 
«este  atractiivo  para  haber  hecho  pasar  á  estes  re j  iones  una 
eonsidenatble  parte  de  la  Europa;  y  «toda  acaso  estuviera  de- 
sierta, si  el  gobierno  no  hu'biera  des\'eládose  en  impedirlo. 
Háse  poblado,  pues,  nray  fácilmente,  de  un  copiosísimo  nú- 
«nero  de  familias  orijinarias  de  la  Antigua  España — Pero 
¡qué  familias !  i  Aoaso  de  las  de  pueblos,  ó  de  las  que  no  tie- 
nen sobre  la  limpieza  de  su  origen  otra,  distinción  que  las 
ilustres?    Aun  esto  nos  bastará,  x)orque  supuesta  la  x>ai«ja^ 


MEMOBIAL.  179 

qxke  €8  caJidiad  inatu-ral,  la  tprerogatáva  civil  de  la  noibleza  la 
tendraisuQios  como  la  tienen  todos  loe  nobles  del  mundo,  por 
merced  de  sus  soberanos,  y  V.  M.  en  sus  leyes  de  este  Reino^ 
se  ha  dignado  h^acer  hijodaiLgo  y  personas  nobles  de  linaje  y 
solar  conocido,  con  todas  las  honmas  de  que  deben  gozar 
los  ca»balleros  bijoedalgos  de  los  Reinos  de  Oastilla,  á  los 
españoles  lamerioanos  que  somos  hijos  y  deseendientes  de 
los  europeos  pobladores  de  estas  {provincias.  Bástanos, 
pues,  lia  limpieza  de  nuesitros  miayores;  pero  lia  opnilenciía  del 
Eeino  ha  traido  á  él  la  primera  nobleza  de  España.  De  esta 
cliase  es  la  del  los  Duques  de  Atrisco,  Condes  de  Tenebron  y 
otras  con  que  liene  enlace  en  nuestra  América  todas  las  ra- 
zas de  la  c^asa  de  Motezuma,  \ki  de  los  Duques  de  Granada, 
Condes  de  San  Xavier  y  de  Guara,  de  quien  son  ramas  las  ca- 
sas de  los  Valdiviesos,  condes  de  San  Pedro  del  Álamo  y 
mao-queses  de  San  ^liguéL  de  Agnayo.  Las  del  cooitestabl^ 
de  Castilla  y  marqueses  de  Salinas,  de  quienes  descienden  los 
Condes  de  Santiago,  y  otras  innumeraíbles; — de  suerte  qné  á 
juicio  de  su  autor,  no  hay  casa  de  la  primera  nobleza  de  la 
entiba  España  que  no  tenga  ajl^na  trasplantada  y  yk  muy 
estendáda  en  da  América. 

Tentemos  en  día  muchas  fiamilias  que  gozan  sin  contro- 
versia mayorazgos  de  la  mayor  antiigüedad  y  mas  ilustre 
meanoiria  en  España,  tenemos  quienes  disfruten  señoríos  y 
otros  títulos  del  mayor  honor,  emtre  los  cuales  es  uno  el  de 
Mariscal  de  Castilla  que  posee  don  José  Pedro  de  Luna  y 
AreHano,  señor  de  las  villas  de  Soria  y  Vorobia  en  estos 
fiednos,  como  desoendiente  lejítimo  de  don  Carlos  de  Are- 
ílamo,  señor  de  los  Cameros.  Tenemos  quienes,  si  actual- 
oneoite  no  gozan,  disputan  derechos  cuando  menos  muy  proba- 
bles, con  algunas  casas  de  grandes  de  primer  orden,  como 
loe  Paradas,  íVwMPeea,  Hemriquez,  como  descendiente  de 
los  condes  de  Alvadealiste,  con  las  de  los  Duques  de  Bena- 
vente,  de  Hijar,  de  Frías,  de  Aríon,  de  Terra-Nova  y  de 
Monte-Leon,  y  de  los  marqueses  del  mismo  titulo  de  Man- 
aera  y  Malpica.    Y  todo  esto  ?     Qué  es  sino  estar  llena  la  Amé- 


380  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

rioa,  no  solo  <le  naturales  españoles  liimpios,  sino  muchísimos 
d€  -ellos  nobles,  ilustres  die  l'a  miayor  distiai«eioin  y  nobleza  de 
Castilla?  Asi  es  sin  dud»,  adviortiendo,  para  quitar  toda 
oqaiivocacion,  y  que  se  nos  note  de  eontradiecion,  que  sin  em- 
l)argo  de  que  son  muchos,  muchísimos,  los  españoles  puros  y 
los  caballeros  muy  ilustres  que  tenemos  «n  la  Amérioa,  toda- 
via  lloramos  la  desploiriacion  de  esta,  porque  para  poblar  »a 
vastísima  estension,  sobre  lo  muchísimo  que  hay,  es  neoesario 
mucho  mas  que  dará  el  tiempo  y  las  justificadas  paternales 
providencias  de  V.  M. 

La  mezcla  que  se  concibe  de  los  pobladores  españoles  para 
diesaereditar  nuestra  firmieaa,  tiene  también  contra  sí  fortísi- 
mas  consideraciones  que  no  es  fácil  atropellar — Estas  mezclas 
no  se  hachen  sino  por  el  atractivo  de  la  hermosura  ú  otras  pren- 
das naturales,  o  por  la  codicia  de  la  riquieaa  ó  el  deseo  del  ho- 
nor, y  nada  de  esto  ha  podido  arrastrar  á  los  españoles  pobla- 
donis  á  miezclarse  con  las  indias.  Estas,  jeneralmente  ha- 
blando y  con  solo  la  acteptaeion  de  un  censo  rarísimo,  lejos  de 
ser  hennosias,  son  positivamente  de  un  aspecto  desagrad»l>le, 
malísimo  color,  toscas  faieciones,  notable  desaliño,  cuando  no 
es  desnudez,  ningiuna  limpieza,  menos  cultura  y  nacionalidad 
en  su  trato,  gran  aversión  á  dos  Españoles  y  aun  resistencia  á 
contcKtar  «(íon  ellos.  Son  pobrísimas,  \'iven  en  iina  choza  cu- 
yas paredKvs  son  de  barro  6  de  ramas  de  ár^bolc^,  sus  te(»]ios  de 
paja  y  sus  pavimentos  no  otros  (¡ue  el  que  naturalmente  fran- 
quea el  resj>e(4ivo  terreno;  comen  con  la  mayor  miseria  y  de- 
saliño: si  vi.sten,  en  nada  desdice  á  su  comida  su  A^estido,  ni 
camas  tiimen  para  el  dí^scanso  y  les(  sobra  con  una  esrtera  de 
palma  ó  la  piel  de  un  animal,  y  lo  poco  que  necesitan  para  tan 
pobre  aparato,  lo  adquien-n  á  costa  de  un  trabajo  durísimo, 
cuyo  detalle  parecía  tocar  >lo«  límites  de  la  hipérl>olc.  Sobne 
todo,  el  español  que  hubiera  de  mezclarse  -con  india,  vería  á 
su'sliijos  canM'ii^wlo  del  honor  d-c  españoles  y  aun  escl nidos  -del 
{iroc(*  do  los  7)rinleiios  concedidos  á  los  Indios.  Ix)  mismo  y 
con  iirayor  ra/on  debe  decinse  im  easo  de  que  la  mezcla  se  haga 
eorji  neorros,  nuil  atas  y  otras  castas  orijinadas  de  ellos,  y  así. 


MEMORIAL.  181 

no  hay  por  dond-e  sean  regulares,  y  mucho  menos  tan  >comunes 
como  piDta  1«  mal^evoil^ncia,  eetas  m-ezcks. 

Algunas  ha  hftbklo  de  los  españoles  cQn  indias  >en  los  pri- 
meros tiemrpos  de  la  conqnista,  en  qu«  aun  no  se  verificaban 
los  poderosos  retrayentes  qne  hemos  referido;  pero  aquellas 
mezcla;»  fueron  con  las  reales  de  Nación.  Mezcla  de  la  que 
no  se  desdeña  y  con  que  altamente  se  áloistra  muicha  de  la  i>ri- 
mera  grandeza  de  España.  Mezcla  que  no  ha  infundido  al- 
guna vileza  en  el  espíritu  »de  sus  deseondientes.  Mezcla  que 
ya  en  la  euorta  generación  no  se  considera  ni  en  lo  natural  ni 
en  'lo  jyolítico,  pues  quien  de  sus  16  terceros  abuelos  solo  nno 
tiene  indio,  es  on  lo  natural,  y  se  considera  para  todos  los  efec- 
tos civiles,  español  puro  y  limpio,  sin  mezcla  de  otra  sangre. 
No  ignoramos  que  muchas  x>ersanas,  ó  «acaso  cnierpos  enteros 
y  comunidades,  interesadas  en  hacer  pasar  europeos  a  la  Amé- 
rica, han  aparatado  necesidiad,  y  para  hacerla  creer  á  V.  M. 
y  sus  ministroíi,  se  han  valido  del  injurioso  protesto  de  supo- 
ner que  hay  poca  limpieza  en  estas  partes ;  pero  lo  que  ha  dic- 
tado la  miailicia  y  el  interés  pai>a  sorprender  una  providencia, 
no  puede  prejvaleeer  contra  las  razones  S(>lidias  que  desde  lue- 
go se  presentan  en  una  lijera  reflexión. 

Son,  pues,  muchísimos  los  españoles  americanos  nacidos 
en  esta  rejion  de  padres,  abuelos,  bisabuelos  europeos  todos, 
sin  «mezcla  de  otra  jeneracion,  y  que  han  hecho  constar  su  pu- 
reza é  hidalgui^a  con  los  instrumentos  mas  autfti<tícos;  son  mu- 
ciios  los  que  traen  su  crijen  ilustre  de  la  primera  nobleza  de 
España:  son  algunos  do  menos  recomendables,  por  la  do.viva- 
cion  que  tienen  de  la  sangre  real  de  esta  América.  Contra- 
yendo á  todos  '.^tos  así  limpios,  nobles,  ilustres,  distinguidos 
y  tan  recoiiiiendabl^,  lo  que  se  hia  informado  a  V.  M.,  no  se 
puede  decir  sjn  una  reprensible  ceguedad,  que  se  hermana  bien 
el  rendimiento  y  suavidad  de  su  carácter  con  el  abatimiento  : 
no  hay  efecto  naitural  sin  causa  capaz  de  producirla,  y  en  nues- 
tros españoles  americanos  nunca  podrá  aun  el  mayor  esfuerzo 
de  la  malevolencia  asignar  el  principio  de  ese  abatimiento  y 
videza  de  espíritu  por  mas  que  recorra  de  uno  en  otro  cuantos 


182  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

tíoneuTren  á  for:nar  el  earáíít^r  y  jénio  de  los  hombres.  Si  eo 
orden  á  esto  se  le  concede  á  la  jeneracion  é  índole  de  lo8 
padres  al^n  influjo,  siéndolo  nii-Cístros  españoles  europeos, 
es  fuerza  qu-e  por  esta  parte  se  nos  conoedaai  las  mismas  cali- 
dades, jénio  é  inclinaeion  que  á  los  nacidos  en  la  antigua  Es- 
paña. 

La  educación  es  la  que  sin  duda  concurre  mas  que  otro 
algún  principio  á  la  formación  del  espíritu.  Examinada  la 
de  los  españoles  aniericjanos,  es  facdl  reconocer  los  motivos  que 
influyen  paa*a  qae  no  se  haya  en^vilecido,  y  <iue  cuando  menos, 
*se  m-antenga  en  el  mismo  grado  de  elevación  muestro  espíritu 
que  el  de  nuestros  padres.  Estos,  en  llegando  á  la  América. 
6  con  lo  que  les  produce  el  empleo  á  que  vienen  destinados,  ó 
con  lo  que  adelantan  en  el  comercio,  ó  con  las  faeultades  (jue 
adquieren  por  los  enlaces  que  contraen,  ó  con  otro  semejante 
arbitrio,  se  vén  cuanto  antes  en  estado  de  mantenerse  con  el 
esplendoíT  de  la  opulencia.  Si  tienen  hijos,  ya  nacen  estos,  se 
crian  y  educan  con  todo  el  mismo  esp^londor:  gozan  de  la  de- 
ilieadeza  de  las  viandas,  del  ornato  de  los  vestidos,  de  la  |>om- 
pa  y  «parato  de  criados  y  domésticos,  de  la  suntuosidad  de  los 
edificios,  «de  lo  ^squisito  de  sus  miiebles,  de  lo  rico  de  sus  vaji- 
llas y  de  todo  lo  dem'ás  que  sobre  las  reglas  de  la  necesidad  n  v- 
-tural,  introdujo  en  el  7iwmdo  la  ostentación:  ignoran  lo  que  es 
trabajo  corporal,  »(» <ledican  los  mas  á  los  estudios,  de  que  al- 
gunos lia<»en  profesión  de  por  vida,  y  emprenden  el  estado 
ííK'lesiástico— Otros,  que  se  inclinan  al  secular,  (¡uedan  culti- 
vados para  él  con  aquellos  primeros  cimientos  de  las  letra»,  y 
'luego  se  dedican  á  «alguna  ocupación  honrosa,  viéndose  en  to- 
<las  edtules  apartados  de  los  ejercicios  que  pudieran  influir  en 
su  abatimiento; — s(*mejan«te  educación,  mas  propia  es  para 
íelcvar  (iu<»  para  abatir  el  espíritu  de  los  americanos,  por  que 
4a  mayor  elevación  de  ánimo  é  ideas  que  se  reconoce  en  los  no- 
4)1  es  y  ricos  respecto  de  los  plebej'os»  y  pobres,  no  procede,  á 
•juicio  de  "los  grjn'di*s  'maestros  de  la  ética,  sino  de  la  mas  bri- 
llante educacií>n  que  logran  los  unos  respecto  de  los 
btro8. 


MEMOBIAL.  jlSS 

Si  á  los  aliim'etDftois,  por  juzgarse  menos  salidos  en  Amé- 
jri<5a,  se  quieT«e  atribuir  'el  qu-e  «diebilitan  los  espíritus  oomo  ios 
eujerpoSy  seria  preciso  confesar,  que  tod<as  l<as  naciones  cudtas 
/del  Orbe  ceden  en  generosidad  á  los  bárbaros,  pues  estos  en  la 
carne  cruda  con  qjue  se  sacian,  tienen  tal  paso  qrue  mas  grose- 
ro, sucio  y  aun  m-as  horrible,  más  í?()lido  «alimento  "que  el  Testo 
de  las  jeoites,  que  detestan  esta  ineultura.  La  miayor  solidez 
del  alimento  influirá  acaso  en  el  aumento  de  las  fuerzas  del 
cuerpo,  x>ero  no  en  la  eleviaeion  'del  espíritu,  á  que,  si  bien  se 
inira,  perjudica  la  mayor  pesantez  corporal.  A  los  europeos 
trasladados  á  ..«tas  rejioneá,  nutren  los  mismos  'alimentos  que 
á  los  americanos,  y  no  conf  esari^an  aquellos  <iue  "les  debilitan  el 
énimo  hasta  caer  en  el  abatimiento.  liiiego,  paira  este  "efeicto 
no  hay  causa  bastante  en  la  poca  sustamcia  «de  los  alim,e*ntos, 
aun  euamdo  fuera  cierta,  (jue  no  lo  es,  sino  preocupación  vul- 
gar de  ¡muy  fácil  y  conveniente  impugnación;  pero  digna  de 
que  la  omitamos  por  inconducente  «al  asunto. 

El  clima  y  temple  rejional,  influye  sin  duda  en  la  com- 
plecsion  de  los  hom-bres,  y  por  la  dependenciía  con  que  obra 
el  eí?píritu  de  los  órganos  del  cuerpo,  tiene  tam'bien  su  ipart?- 
cipio,  <:jue  ya  no  en  las  oi>eraciones  (que  en  todo  caso  son  li- 
Jbres) ,  em  las  inclinaciones  y  jénios.  Mas,  por  esta  parte  se  nos 
ha  de  declarar  la  \^ntaja  de  los  americanos :  no  solo  ha  salido 
ya  el  mundo  del  error  en  que  tantos  siglos  lo  tuvieron  sus  sa^ 
bios,  de  que  eran  inhabitables  estos  i)ai«es,  por  estar  situados 
bajo  la  zona  tí>rrida,  sino  que,  ^^enerando  la  procidencia  de  un 
Píos,  capaz  de  bacer  infinitam^ente  mas  de  lo  que  puede  lUegar 
á  pensar  el  mas  sabio  de  los  ho^^bres,  admira  como  con  una 
ligera  mutación  de  estaciones,  templando  lo  mas  ardiente  con 
tes  lluvi^as,  que  en  el  resto  del  Orbe  bacen  m'as  riguroso  el  in- 
vierno, perpetúa  en  las  Indias  ia  primavera.  Aquí,  templa^ 
dos  con  esta  divima  física  los  wrdoi'cs  del  sol,  ni  nos  abrasan 
cuando  mas  cercano  este  «astro,  ni  nos  hiela  su  retiro  por  ser 
casi  insensible,  resi>ecto  de  nuestra  situación.  Por  lo  mmamo^ 
logramos  con  una  proporciona'da  igualdad,  sin  variedad  enor- 
me, la  armoniosa  altetrnativa  de  luces  y  sombras  y  ia  respec-i 


184  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

Uva  altercación  del  trabajo  y  d^esoanso.  Por  lo  propio  se  haee 
envidiar  la  suavidad  del  temple  de  nuestro  dima:  él  no  abate 
el  ánrmo,  lo  suaviza,  y  así,  son  mas  suaves,  pero  no  mas  aba- 
tidos, los  Españoles,  Franceses  é  Italianos  que  los  Dinamar- 
queses, Moscovitas  y  otras  j-entes  de  rejiones  mas  ásperas  y 
destempladas.  Lo  mismo  d-ebe  pespeetivamente  decirse  de 
Ja  blanduína  láe  trato,  suavidad  die  jénio  y  comedido  m^anejo  diel 
español  am-erie-ano,  sin  malquistar  estas  dotes  que  lo  adornan 
con  el  nombre  de  abatimiento,  para  el  cual  no  halla  la  razón 
principio  al^no  examinando  cuantos  podiasi  influir  en  la  for- 
mación de  tan  despreciable  oairáeter. 

•Sin  emlbargo  de  que  se  qoiiere  que  pasemos  por  de  un  es- 
píriitu  abatido,  se  añade  en  el  informe  que  impugnamos,  ser 
temible  y  de  funestas  consecuencias  nuestra  elm^acion,  por  que 
puestos  en  ella  ó  oon  algún  empleo  ó  con  facultades,  ^  dice 
<iue  est'amos  espuestos  á  dos  mas  grandes  y  perniciosos  yerros. 
Esto  solo  puede  asentarse  como  predicción  profética  ó  como 
prenuncio  político  deducido  de  lo  que  se  informa  del  oarác- 
ter  de  nuestro  espíritu,  ó  como  observación  qaie  ha  hecho  con  el 
manejo  la  eaperiencia.  Si  es  predicción  profética,  no  necesita 
mas  itiipu'gnacion,  que  la  ninguna  constancia  del  título  con 
que  se  profetiza.  Si  es  prenuncio  político  fundado  en  le  que 
ee  imputa  de  abatimiento  de  nuestro  espíritu,  demost/rfldo 
oomo  lo  está,  el  ningún  fundamento  de  tan  in juTiosa  aserción, 
queda  igualrajente  destruido  id  prenxincio  que  se  hace  para 
nuestro  perjuicio. 

Réstanos  solo  examinar  esta  parte  del  informe  en  cuanto 
puede  ser  observación  fundada  -en  la  esperiencia,  y  desde  luego 
entramos  en  exám«en  oon  da  confianza  de  que  en  nada  se  ha  de 
ver  mas  clara  la  precipitación  de  quien  asi  lia  informado  Qué 
ejemplar  se  nos  pondná  á  la  vista,  de  algún  español  americano 
(ad  menos  de  los  de  esta  América  Setentrional),  que  elevado 
con  facultades  6  empleos  se  haya  pre<»ipita>do  á  perniciosos 
yerros?  Tenemos  la  incomxmí^ble  satisfacción  de  aseguTar  4 
V.  M.,  que  no  se  ha  de  hallar  uno  solo  que  pueda  ponerse  "por 
ejemplo  de  lo  que  se  pronostica.     Desafiamos  al  informante. 


MEMOBIAL.  185 

á  qvte  úe  cuantos  hombres  rióos  ó  «empleados  ih^a  producido  esta 
Amérioa,  se  nos  demu'eetpe  un  ipemicioso  yerro  público  que  ha- 
y^an  cometido.  No  seria  de  ladmirar  qaie  huJbieran  muchos, 
X'Ues  en  todo  el  mundo  siempre  la  deviación  mayor  ha  sido  el 
mas  eroisvente  riesgo  del  precipicio.  Solo  la  mas  grosera  igno- 
i^ncia  de  la  historia  puede  estrañar  orno  muy  eüorme  yerro 
en  la  mías  lailta  fortuna.  'Los  lerapljeos  mas  sagTados  y  qu<*  pa- 
neoe  nos  estraen  aun  de  la  esfera  de  hombres,  se  han  «visto  mas 
de  una  vez  manchados  con  los  delitos  mas  feos  y  detestaibles. 
Generalmente  hablando,  x^'^nneoe  que  han  quedado  en  todas 
las  edades  y  las  rejionies  todas  del  orbe  para  la  jente  vulgar 

ios  pecados  comunes,  reservándose  los  mas  escandtalosos  para 
proceder  de  los  de  mas  elevado  earácter.  Sin  recurrir  é  tiem- 
jK»  mas  remotos  y  ciñéfn«danos  á  solo  los  que  llevan  de  conquis- 
l^idas  las  Américas,  caiái  es  la  nación  del  mundo  anligno  que 

no  haya  tenido  que  detestar  la  memoria  de  uno  ú  otro,  acaso 
de  sus  mas  distinguidos  in-dividnos  ?  Solo  á  este  nuevo  mun- 
do parece  que  ha  querido  Dios  conservarlo  en  sus  patri- 
cios, como  noble  privilejiada  esoexKíion  de  todo  el  resto  del  orbe. 

Se  ha  visto  en  él  (razones  que  deben  á  nuestro  respeto  un 
obsequioso  odvido  jKxr  los  descuidos  de  ail(gunos  Príncipes),  vi- 
reyes  faltando  á  lo  mas  sag>rado  de  la  confianza,  abusar  del  po- 
der puesto  en  sus  manos,  eontra  la  misma  majestad  que  los  dis- 
tingue, atentar  á  su  soberamia,  dispurtársela,  y  aun  alguna  vez 

arranearle  parte  de  su  corona.  Se  han  visto  grandes,  distin- 
guidos con  la  inmediación  á  las  personas  de  sus  monarcas,  ser- 
virse de  este  alto  honor  para  intentar  contra  lo  mas  sagrado 
de  sus  vidas.  Se  han  visto  rebeliones  autorizadas  y  f raguadaíj 
acaso  por  las  personas  del  mayor  carácter.  Se  han  visto  trai- 
ciones las  mas  feas,  a^esinia>tos  los  mas  indignos,  sacrilejios  los 
mas  enormes,  y  en  una  palabra,  toda  suerte  de  delitos  los  mas 
atroces  que  haoi  hedho  descargar  la  espada  de  la  justicia  huma- 
na sobne  las  eabezas  mas  altas,  sin  esoeptuarse  aquellas  en  que 
circulaiba  la  sangre  misma  de  los  soberanos.  Y  acaso  hay 
ejemplar  semejante  en  individuo  albino  de  nuestro  América? 


186  LA  EBVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

Dos  vÍTOyes  hemos  tenido,  nacidos  ambos  en  la  América,  con 
iempleo  de  rejidor  y  naturalizados  en  ella,  que  lo  fueron  don 
Luis  de  Velazco  el  segundo  y  el  marqués  de  Oasa-Puerte.  No 
•hemos  logrado  mas ;  pero  estos  dos  no  se  han  distinguido,  prin- 
cipalmente el  íiltiino,  que  se  hizo  de  tiue  V.  M.  desee  que  sirva 
Áe  eji-mplar  para  el  arreglo  de  la  eondueta  de  sus  sueesores? 
De  los  Arzobisj)os  imlianos  que  V.  ^M.  ha  nombrado  para  esta 
santa  igilesia  uno  solo  Ueg*)  á  gobernar  en  su  di(>eesis,  preveni- 
dos los  otros  para  la  muerte ;  pero  este,  <fue  do  fué  el  doctor 
ácm  Alfonso  Oue^'os  y  l>ávalos,  ¿no  ha  merecido  hacer  venera- 
ble la  -memoria  de  su  siantidad  ?  No  se  hizo  <iigno  de  (lue  se  es 
cribiera  su  vida  para  edificación  de  la  posteridad?  No  ha 
preoisado  al  actual  arzobispo,  á  que  en  el  catálogo  que  formó 
<le  los  Prelados  de  esta  inetróixi'li  le  confiese  el  ejercicio  de  kw 
virtudes  en  grado  heróit^o? 

Entre  los  demás  Obispos  Amiericanos  cuál  ha  tenido  ^^.  M. 
como  alguna  v-^z,  en  el  centro  mismo  de  la  antigua  España,  tan 
poco  atento  á  los  deberes  de  su  lealtad,  íiiie  haya  obligado  á 
desatender  las  reeomendaciones  de  su  sagrada  dignidad,  para 
consultar  á  la  quietud  y  seguridad  del  estado?  ¿Ouál  que  se 
haya  visto  compelido  á  purgar,  abjurando  la»  sospechas  lega- 
les qu«a  en  juicio  aparecieron  contra  la  pureza  de  sus  creen- 
cias? ¿No  Iva  habido  (^  todo  tiempo  ameriiíanos,  ricos  mu- 
chos, elevados  algunos  otros  en  empleos?  ¿De  quién  se  ha 
dicho  que  haya  abusado  de  ellos  6  de  su  candial,  para  turbar 
con  gracias  ó  franquezas  la  traquilidad  pública,  para  inquie- 
tar el  «gobierno  del  reino,  para  comprar,  no  ya  la  vida  de  su 
soberano,  ná  aun  la  de  los  majistrados  que  la  representan,  pero 
ni  aun  las  de  sus  particulares  enemigos, — para  resistir  la  an- 
«fcoridad  de  los  jueces — para  forzar  la  sagrada  clausura  de  los 
TTionasterios — para  profanar  las  iglesias — ^para  maltratar  6 
«j*ar  públicía mente  sus  ministros? — De  lo  contrario  tenemos 
los  mas  aprcciables  monumentos.  Las  facultades,  el  poder, 
la  elevación,  han  servido  á  los  americanos  para  liaoer  brillar 
su  beneficencia,  paira  acreditar  su  piedad,  para  desíahogo  de 
su  celo.     Sirva  por  to^lo  de  ejemplar  la  casa  de  los  Ifedina,  f  ?- 


MEMORIAL.  187 

Jiz  en  haber  t-enido  muchos  de  sus  individuos  elevados,  oon  fa- 
culí3ades  y  empleos,  y  ellia  boIo  ha  derpamado  á  ben-efioio  mas 
ide  1.500.000  pesos  en  reparación  y  dotatcioo  de  hospital^,  en 
situar  socorro  fijo  para  las  canéeles,  en  verifi'eaa'  una  dote  anual 
d'e  religiosa,  en  ampliar  un  «non'asterio,  y  en  otras  muehas 
íobras  de  sólida  piedad  y  utilidad  oomun  del  estado.     Macho  de 

esto  pod riamos  alegar,  mas  omitiéndolo  nos  gloriamos  en  gen«- 
sral,  de  que  no  habiendo  en  todo  el  mundo  antiguo  estado  algu- 
no á  quien  no  liayan  costado  llanto  piiblico  esoesos  de  muchos 
de  sus  principales,  solo  esta  Améo-iea  ouenta  la  felicidad  de  no 
tener  memoria  de  -cfue  algún  nacido  en  ella  y  distinguido  con 
mobleza,  facultades  ó  empicaos,  se  hai>^a  hecho  digno  de  capital 
castigo  en  tres  siglos  qoie  corren  ya  desde  la  conquista. 

Ha  híibido,  <íomo  ^^a  dijimos,  Vireyes  americanos,  gober- 
nadores de  provimiias  y  de  plazas,  presidentes  de  audiencias, 
oidores  de  ellas,  y  otros,  colocados  en  toda  suerte  de  empleos 
^el  estado  seglar.  Tampoco  han  falljado  arzobispos,  obispos, 
inquisidores,  abades,  generales  de  relijiones,  prelados  inf erio- 
a^es,  dignidadíes  de  iglesias  catedrales,  y  otros  distinguidos  en 
el  estado  eeles^iástico.  No  «todos  lian  sido  inculpables,  pero 
-si  los  'mas,  y  ninguno  ha  cometido  error  cuya  graved'.i'^i  !iaya 
flecho  impresión  en  la  .memoria  de  los  hom'bres,  á  la  que  soio 
^an  dejado  monumentos  j>eTpétuos  y  muchos  de  su  piedad, 
«nagnificemeia,  zelo,  desinterés  y  tdemas  dotes  que  admire  y  ele- 
ve y  que  deba  imitar  la  posteridad.  Digámoslo  de  una  vez: 
cuantos  compatriotas  hemos  vivsto  empleados  ó  con  facultades, 

sirven  los  «mas  de  gloria  a  la  nación  y  no  hay  alguno  que  le  sea 
úe  ignominia.  No  podemos  dejar  de  repetir,  porque  desde  lue- 
go, carece  de  ejempdar  en  la  historia.  Hasta  ahora  no  ha  hal^ido 
Español  nacido  en  la  América  y  distinguido  en  ella  con  facul- 
tades ó  em^pleos  que  por  delito,  no  ya  de  estado,  sino  por  cual- 
quier otro  común,  haya  merecido  que  se  ensangrenté  en  su  ca- 
beza la  espada  de  la  justicia.  Así,  íes  hecho  constante,  que  no 
puede  atreverse  a  irrapugnar  la  emuiacion  ó  la  malevolencia,  y 
siéndolo,  no  puede  ser  mayor  ni  mas  reprensible  la  voluntarie^ 


188  LA  BE  VISTA  DE  BUENOS  AlBES 

dtfwJ  con  que  se  asegura,  qu-e  •en  ll-egando  á  vemos  ©n  eleviacion^ 
estamos  espu^estoe  á  fuaiestos  y»eppos. 

Sería  gravísima  ioijuria  deeMo  de  ©uialquiera  otra  na- 
ción cultivadía  d^l  Orbe,  sin  iesnbaii^o,  de  los  m'uchfaimos  -ejetn- 
plíires  qu-e  cooitra  cada  una  se  podrían  alegar  de  yerros  come 
tidos  por  sus  m;ijs  distinguidos  individuos.  Seri-a  sin  embai^fo 
reprenaible  injuria,  por  que  los  tales  yerros,  por  muchos  que 
sean,  por  «enormes,  por  detestables,  como  beolios  particudares^ 
no  debe  un  juieio  bien  arreglado  inmputariles  á  -una  nación  en 
tera  ni  con  ellos  inf amarla.  ¿Caiánto  m^ayor  será  la  injuria 
c]ue  se  liaoe  á  los  Españoles  «amerieanos,  contra  quienes  no  pue- 
de alegarse  ni  un  caso  particular  que  pruebe  algo  de  la  mala 
idea  que  se  quiare  hacer  formar  «de  la  nación  en  común  ? 

Si  hemos  de  estar  á  la  razón,  menos  espuestos  están  á  error 
elevados  los  ani^rieanos.  Una  elei'acion  repentina,  es  como  to- 
do otro  gran  trastorno,  .estremadamente  peligroso.  Nada 
inas  proporcionado  á  los  ojos  que  la  luz,  y  deslumbra  sin  em- 
bargo, y  aun  ciega,  su  nunea  usado  repentino  goce,  recreando 
por  el  contrario  é  ilustrando  á  quien  la  continuación  de  dis- 
frutarla le  ha  hecho  su  trato  familiar.  Los  que  se  han  oriado, 
como  regularmente  el  Español  americano,  entre  comouiiad-s. 
descanso  y  esplendor,  no  se  deslunibrarán  ni  precipitarán  cie- 
♦gos  con  la  brillantez  dd  empleo  á  que  los  condujere  su  méri- 
to, ó  alguna  vez  la  fortuna.  Así  lo  dicta  la  razón  y  el  infor- 
marse lo  contrario  es  eeguedad  de  un  preocupado  ca- 
pricho. 

Infórmase,  no  ol>stante,  para  con  tan  detestables  medios 
abrÍTse  paso  á  consultar  á  la  injusticia,  de  qoie  á  los  Españo- 
les americanos  se  nos  tenga  siempre  sujetos  en  empleos  me- 
dianos, por  (i'Ue  ni  la  humanidad  ni  el  corazón  del  que  infor- 
ma, le  permite  querer  verlos  desunidos  enterauíejite  de  favor: 
pero  si  que  estén  perpetuamente  pospuestos  á  los  europeos ; — 
como  si  la  humM-niílad,  el  derecho  de  las  jentes  y  una  razón  re- 
l^'laíla,  permitieran  esta  absoluta  y  perpetua  preposteración  de 
los  naturales,  esta  entera  esclusion  de  los  primeros  errores,  y 
esta  sujeción  á  los  forasteros.    Artificiosa  ficción,  por  ciertos 


KEMOBIAL.  18» 

sentimiientos  de  humanidad  y  itemura  de  oorasson,  cmando  se 
uonmilta  la  méxima  mas  inhumana,  perniciosa  á  la  'humanidad 
y  íjontoiria  á  los  intereses  y  honor  d-e  uoa  nación  que  baKM?  la 
mayor  parte  de  la  ^Vronarquia.  Mañosa  simulación  para  pa- 
liar al  en'veii'enado  <espíritu  de  que  pn>oed.e  tan  pernicioso  de- 
•arregl'ado  intento.  P^ro,  por  qive  ya  en  refutarlo  nos  difun- 
dimos lo  «bastante  en  la  primera  parte  de  esta  representa-cion, 
pasemos  á  la  clAiisula  finaü  del  informe,  en  que  se  hizo  el  últi- 
mo esfuerzo  para  deprimir  nutestro  eone«pi"0. 

Díeese  que  es  conveniente  que  los  Españoles  ameri(?anos 
I>erpétuiafmente  quedemos  pospuestos  en  los  einpleos  y  honores 
públicos  á  los  europeos,  por  (lu-^  estos  eon  muy  noble  espíritu 
consultan  el  beneficio  del  estado  y  quietud  de  nuestro  amado 
soberano.  Es  así  que  lo  haeen  los  europeos.  Jamás  avanaa- 
renios  proporción  que  mahiuiste  su  buen  fundiado  <*ontvpto. 
I*ero  <iué !  No  haremos  euando  menos  otro  ^tanto  también  lo? 
Españoles  americanos?  Sup<mese  en  el  informe  (|iie  no;  pues 
se  dá  esta  razón  para  que  en  nuestra  misma  patria  nos  prefie- 
nan  los  europeos.  Nos  haoen  esitas  ventajas  (seg^m  se  intenta 
persuadir)  en  el  lionrado  zelo  del  bien  del  estado,  en  el  amor  á 
nuestro  soberano,  im  la  lea'ltad  y  veneración  cjue  le  debemos, 
al  qne  paira  nuestro  gobierno  tiene  el  lugar  Kle  Dios  y  por  él 
reina.  Pero  para  esta  inferior  graduación  que  se  dá  á  nues- 
tra lealtad  y  demos  virtudes  «¡eolíticas,  cual  es  el  fundamento 
que  Sv?  espresa,  6  sin  eapn^sarse  se  tiene  ?  Caiál  es  el  Español 
americano,  al  menos  de  los  nativos  de  esta  parte  siT^tentrvo- 
wal,  que  alguna  vez  baya  maquinado  eontra  el  bien  <lel  estallo, 
ó  que  no  haya  euidado  de  él  eon  la  mayor  "vijilancia  en  lo  res- 
pectivo á  los  deberes  -de  su  iGJmpkx)?  Cuál  que  haya  iníiu?(?- 
tado  en  manera  alguna  á  nuestro  ania.do  solx^rano ?  Qué 
ejemplar  <de  asto  vse  alega  en  el  imforrue  ni  nos  ]>re>*euta  la  bis 
tona,  ni  hay  en  la  'memoria  de  los  hombres  desde  la  con(iuista 
del  Imperio  de  Méjit»o?  Tenemos  la  gloria  de  decMP  (jue  nin- 
guno, y  la  satisfacción  de  que  no  se  nos  Iva  de  convene*^r  en 
esta  parte,  lo  cual  bastaria  pana  fi-ue  se  calificara  'de  criminal 
voluntariedad  el  graduamos  iniferiores  á  los  eurpeos   m  el 


i90  LA  BEVI9TA  DE  BUENOS  AIEES 

©do  del  bien  público  y  mnor  á  nuestro  soberano. 

Dos  y  aniedio  siíg'los  se  oiientaai  ya  desde  que  g02^  ol  Reí- 
no  de  Méjico  la  doaniameion  de  V.  M.,  y  en  ellos,  oh!  qué 
die  tur^baeiones  no  ha  padecido  la  Euix>pa!  Cuaoitas  ocasio- 
mes  se  lia  "visto  coloear  los  mieíros  intereses  de  los  xxarticula- 
•res  sobre  ios  del  Estado  f  cuántas  se  ha  inquietado  el  descan- 
so de  los  soberanos!  Cutántos  testámonios  jio  se  han  dado 
dé\  furioso  odio  com  que  los  ham  perseguido,  hasta  ensangren- 
tairse  en  sus  sag:ra;das  personas  uno  ó  muchos  de  sus  sujetos  t 
Ciudades  enteras,  provincias  y  aun  reinos,  sacudir  el  yugo 
de  «la  débiida  obediencia  é  sus  •monarcas,  entregarse  á  otra 
dominación,  ó  exijir  la  de  su  libertad,  ó  intentarlo  sin  llegar 
á  punto  de  conseguirlo  y  verse  hechos  objeto  de  la  indigna- 
ción del  Re¡>',  esperimentando  su  castigo?  ¡Cuánto  de  esto 
iDO  ha  pasado  en  la  EuTopa!  Eai  nuestros  dias  hemos  tenido 
que  detestar,  cometidos  en  las  mayores  cortes  de  ella,  io« 
mas  enormes  atentados  contra  el  bien  del  Estado,  el  honor 
de  la  nación,  la  quietud  y  la  vida  de  los  Monarcas.  Y  acaso 
"l^or  que  en  nada  de  esto  hayan  ¡tenido  inclusión  los  españoles 
afmcricanos,  ni  hayan  dejado  á  la  historia  ejemplar  igual» 
es  amerito  para  que  se  gradúe  su  celo  del  bien  deíl  Estado,  de 
la  quietud  pública  y  su  amor  á  nuestro  soberano,  en  inferior 
él  de  los  europeos? 

No  ocurriremos  á  tiemx)os  mas  antiguos,  en  que  i)or  la 
corta  edad  de  la  poblacioai  de  esta  América,  se  puede  decir 
que  aun  no  tenia  estado  para  entitaír  en  asunlos  de  la  mayor 
enormidad.  Nos  ceñiremos  á  s61o  los  acaecianientos  de  este  si- 
glo, en  que  ya  se  oontaiban  á  millares  los  españoles  americanos. 

Al  principio,  pues,  de  este  siglo,  lam  críticamente  cir- 
cunstanciado con  la  digna  coronación  del  padre  de  V.  M., 
disputaida  con  tanta  obstinación  por  las  armas  Austríacas  y 
Británicas,  que  bastaron  á  turbar  la  felicidad  de  algunos 
pueblos  de  la  antigua  España,  á  hacer  titubear  la  de  indivi- 
duos del  primer  carácter,  y  a  dar  en  tierra  con  la  de  alguno 
6  algunos  de  quienes  menos  debería  esperarse  que  volvieiwn 
la  espalda  á  su  so»berano,  ¿qué  hubo  de  inquietudies  en  nues^ 


MiEMOBIAL.  191 

tpa  -Aimérioa?  Cuál  <le  bus  iiidividuos,  no  ya  contrario  en 
sus  obras  ó  ptaltabras  á  los  justos  derechos  d*e  la  Augusta 
Gasa  kíc  Borbon,  pero  ni  dudoso  ó  desconfitado  de  ellos?  ¿No 
se  admiró  por  él  <conta*arío  en  nosotros  una  eoustanciía  en  el 
debido  reconoeimiento  á  nuestro  lejítimo  soberano,  cual 
pudiéraMOs  tener  en  el  mas  quieto  pacífico  gooe  de  su  do- 
min<acion?  No  dejaran  de  ponerse  en  uso  tpara  batir  ó  ha- 
cer titubear  nuestra  felicidad,  todias  las  malas  «artes  que 
adopta  la  f a;lsa  política  ded  interés  contra  las  máxiniias  de  l<a 
buena  razan.  Introducianse  desde  Juego  por  conducto  de 
los  Ingleses  que  clandestinamente  se  acercaban  á  «alguna  do 
nuestras  costas,  noticias  infautas  de  sucesos  contra  las  ar- 
mas de  nuestro  Rey.  Preftendíase  i>errsuadimo6  á  lo  inevita- 
ble de  la  dominecion  austríaca  por  la  fuerza,  ayudada  de  üa 
fortun^a;  se  intenta;ba  abuíltaTnos  9U  derecho  á  la  corana  con 
papeLetas  sueltas,  en  que  se  suponían  hechos  y  fundiamnentos 
para  tufr^bar  nuesljra  creencia  y  trastornar  nuestra  fidelidad; 
pero  dejos  de  ello,  todos  estos  arbitrios,  n^ada  mas  obraban, 
que  irritaír  los  honrados  sentimientos  de  nu'estra  lealtad.  Por 
efecto  de  ella,  al  mismo  tiempo  que  en  la  Europa  algunos 
desertaban  del  partido  del  soberano,  auxiliábamos  los  Ameri- 
canos á  distancia  de  2,000  leguas  sus  intereses,  con  aprestarnos ; 
como  do  estábamos  en  cuanto  lo  permitía  la  situación  del 
Reino,  á  resistir  da  entrada  de  los  enemigos  en  él. 

En  todas  partes  ha  tenido  da  política  por  necesidad  del 
estado,  la  canservaeion  de  fuerzas  militares,  no  solo  para 
hacerse  un  monarca  respetar  de  sus  'vecinos,  sino  para  man- 
tener su  autoridad  entre  sus  subditos  y  contenéoslos  en  su  de- 
ber y  dependencia.  Solo  esta  América  ha  hecho  faltar  glo- 
riosamente tan  bien  fundadas  reglas,  pues  sin  tropas  que 
hayan  sido  gravosas  ad  Real  Erario,  su  fidelidad'  por  si  mis- 
ma, sin  otro  freno,  la  ha  'mantenido  en  la  debida  dependen- 
cia á  su  soberano  y  ha  estorbado  á  dos  otros  Estados  pensar  en 
invadirla.  En  todos  estos  dominios,  cuya  estension  es  bas- 
tante a  abarcar  muchos  de  los  mayores  reinos  de  la  Europa 
no  se  iha  <mantenido  jamás,  hasta  siete  años  á  esta  parte,  un 


192  LA  BEVISTA  PE  BCEXOS  AIRES. 

rejLmiento  entero  de  soldados:  á  principios  del  ^^lo  pasado» 
se  formaron  en  tssta  capital  tres  conipañias  de  infantería,  y 
tan  débil  tuerzí.  que  no  podrá  servir  de  freno  á  un  atentado 
publico,  lastimó  la  delicadeza  de  nuestra  lealtad,  é  hicimos 
instancia  para  que  se  reformase  nquel  tad  cual  aparato  mi- 
litar, por  que  el  conservarse  era  afrenta  de  los  ciiidadiaínoSy 
siendo  ocioso  donde  los  vasallos  éramos  tales,  <iue  en  todo 
caso  sabríamos  perder  gL-ncraiinente  nuestras  vidas  en  ser- 
vicio de  V.  M.  Así  lo  reprcssentamos  á  vuestro  Virey  ^Lárqués 
de  Serra  Allx),  quien  respondió  con  esta  espresion:  **  Co-n- 
fieso  así  la  f Klelidad  de  muy  buena  -gana,  por  que  la  tengo  iK>r 
cierta.  "  Y  en  los  mismos  téruiinos  io  informó  á  V.  M.,  con- 
ílescendiendo  á  la  instancia  de  la  Ciudad,  después  que  ya  no 
necesitaba  este  resguardo  para  **  haeer  oposición  á  los  ene 
•migos  de  los  puertos,  ''  <iue  son  las  palabras  con  que  se  es 
presa  en  papt*!  de  27  de  mayo  de  1639,  añadiendo,  que  tan 
honraidos  y  fieles  vasallos  coano  V.  M.  tiene  en  este  reino 
son  la  verdaulera  defí^nsa  de  sus  vireyes  y  ministros.  Y  que- 
riendo hacerla  notoria  á  todos  y  s<*r  el  testigo  de  mns  segu- 
(Fo  abono,  había  r(*ívUclto,  que  pues  entonces  no  d'a<)>a  cui- 
dado particular  el  rií*sgo  <le  los  puertos,  se  formasen  las  tres 
comjmñias. 

Del  miíímo  vintn-  tuvo  est-a  <*iudH<l  <juejta  j)or  li'aberi»e  es- 
parcido la  voz  de  (lue  liabia  inforiiwMlo  algo  en  perjui<'io  d? 
su  concepto,  y  satis fa.cií«iido  á  esta  queja  dí*smintien<lo  la 
idea  (*n  (|U(»  S4»  formaba,  'csc/ribió  á  este  AyuntAmiraito  eartti 
d.»  12  «de  -diciembre  -de  1635,  en  ípie  sobre  negar  haln^r  in- 
formado, ni  jKxler  infonnar  lo  (|ue  ^•e  decia,  espresa  que 
tiene  'muy  arraig'n'vio  en  el  cora7x>n  **  el  amor  á  esta  ciudad  y 
reino,  y  á  todos  los  naeldos  eai  él.  *^  Y  Im^  añade: 
('fortifico  como  c^a]>all(iro  y  como  ^-in^y  qu:»  be  sido  de  este 
Reino,  íjue  en  once»  irnos  (\\w  be  go]>emado,  no  solo  no  he 
visto  en  él  cosa  <|ue  tlí^sdiga  de  la  olwvlieneia,  respeto  v 
'*  aimor  -(jue  debemos  al  Rey  nuestro  señor  sus  vasallos;  pe- 
**  ro  he  hallado  siemprn^  muclias  finezas  ^cn  esto,  y  muy  par- 
**   ti-cularmente  en  V.  S.  que  á  todo  eu-anto  puedo  entender 


MEMOBIAL.  19a 


4( 


<  ( 


no  d-ebe  ©eder  en  lealtad  y  afecto  amoroso  á  ninguna  re- 
públiea  de  cuantas  abmza  la  monarqjuia  de  S.  M.  "y  pro- 
testa quiQ  «así  lo  tien<3  kiiforniado  muchas  veces,  y  que  se  pi- 
da á  V.  M.  inande  da/r  de  ello  **  testimonio,  para  que  en  to- 
do tiempo  conste  asi  -en  los  libros  de  cabildo,  como  en  las 
plazas  del  mundo,  que  tan  fieles  vasallos  de  V.  M.  fueron 
*'  conocidos  de  un  virrey  que  once  años  lo  gobernó.  " 

En  otra  carta  escrita  á  su  sucesor  el  Marqués  de  Cade- 
mta,  fecha  en  10  de  diciembre  de  1635,  se  le  esplica  en  es- 
tos términos:  **  Once  años  he  gobernado  este  Reino,  y  en 
**  todos  ellos  he  esperimeoitado  la  fidelidad,  obedieneiía  y 
**  amor  que  tienen  al  servicio  de  S.  M.  sus  vasallos  nacidos 
**  en  él,  como  se  lo  tengo  represeintado  en  muchos  despa- 
**  chos,  sin  que  haya  uno  que  salga  de  esta  conformidad.   " 

Seria  estender  un  volumen  y  pasar  de  los  límites  de  un 
respetuoso  informe,  empeñarse  en  insertar  los  irrefragables 
testimonios  que  pudiéramos  producir  de  lOs  Ministros  y  Ge- 
íes  del  .primer  órd«en,  que  sirviendo  á  V.  M.  en  estas  partes. 
hsm  reconocido  *éi  muy  sublime  grado  de  nuestra  lealtad,  y 
lo  han  testificado.  Pero,  aun  cuajido  omitamos  otros,  no 
podremos  pasar  en  silencio  los  que  tenemos  de  aquel  hombre 
tan  grande,  que  él  solo  bastarla  á  confundir  las  imposturas 
de  cualquier  otro:  este  es,  el  exmo.  señor  don  Juan  de  P^ 
iafox,  quien  satisfaciendo  «ti  eargo  8.o  de  los  que  se  le  ha- 
rían vagam»ente  y  pudieran  acaso  formalizarse  sobre  Ita  con- 
ducta que  habia  tenido  en  su  gobierno,  hace  é  los  america- 
nos toda  la  justicia  que  en  el  asunto  de  que  vamos  hjablan- 
do  se  nos  debe.  El  ca;rgo  era,  que  parece  que  no  debida  ha- 
ber llevado  tan  al  cabo  eomo  llevó,  los  ruidosos  ntegoeios 
que  se  le  ofrecieron  en  la  Puebla  de  los  Anjeles,  por  hab^ir  en 
esto  aventurado  la  paz  piiblica.  Satisfaee  diciendo:  **  :iuo 
con  el  conocimiento  que  tiene  de  las  indias,  como  quien 
las  ha  gobernado  22  años,  y  12  en  el  consejo  y  10  en  ellas 
mismas  en  todos  sus  mayores  empleos,  desde  el  de  Fiscal 
del  Consejo  basta  virey,  y  aeer3ándase  mas  que  otro  mi- 
nistro alguno, — ^no  hay  provincias  en  el  mundo  mas  sua- 


19i  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

* 

*'  ves  á  das  órdenes  irealesy  mas  resignadas  á  sos  diecretos, 
''  nuas  duioes  al  obed>ecer,  mas  fervorosas  al  servir,  mas 
**  aimigasi  de  lo  «bijieno;  y  que  «un  padeciendo  muK^ísímo^ 
**  (tolieraai  y  sufnea  con  mayor  pa^jieinieia  debajo  de  las  iinju- 
'*  rías  y  yugo  del  malo,  sin  hacer  mas,  quae  mudamente 
**  quíejarse  y  suspirar.  "  Y  Ixbego  eox  el  párrafo  XXXVI, 
añade:  **  Y  la  tslzojx  es,  jWTque  sobre  ser  los  natnirailes  de^ 
*^  le^os  reyínos  de  la  Nueva  España  suaivi^imos,  son  inclina- 

*  *  dos  á  la  ra2X>n  '  *  Y  concluye  el  párrafo  XXXVIII,  2on  es- 
tas palabras.  *'  AfíTraando  también  allá  por  cosa  elertísi- 
**  lua,  que  ei  hay  «en  ei  mundo,  provincia  donde  esté  segura 
''  la  paz,  aunque  obren  lo  malo  los  superiores  (¿cuanto  mas 

obrando  lo  bueoo.  y  santo,  en  qu«  consiste  la  utilidad  de 
los  reinos),  son  los  de  la  Nueva  España;  jwrque  yo  he  vis- 
ito casi  <todos  los  de  Europa,  Alemania,  Italia,  Flandes  y 
Francia,  y  no  h«ay  naturales  algunos  lan  resignados  y  hu- 
mildes como  los  de  la  Nueva  España,  fmaa  aun  que  los  del 
Perú :  y  así,  todo  su  daño,  y  del  jy&y,  y  de  su  hacienda  en 

*  *  gestas  Provincias,  le  viene  de  la  cabeza  y  Ministros.  ' '  Díg- 
nese V.  M,  de  cotejar  estas  espiresiones  con  las  del  contra- 
rio informe.  Este,  puesto  por  un  sujeto  que  no  sabemos  quien 
sea,  ipero  el  que  fuieire,  por  muclia  que  sea  su  elevación,  no 
jKxlrá  compararse  ni  en  cuanto  &  sus  luees  naturales,  ni  á 
su  crítica,  ni  á  su  conociipiento  csperimentH-il  del  reino,  ni  á 
su  heroica  virtud,  sinceridad,  desinterés  y  demás  ¡circuns- 
tancias que  concurren  en  ^1  á  formar  la  mayor  autoridad,, 
con  el  venerable  Paljafox.  Este  asegura,  que  no  hay  pro- 
vincia en  el  mundo  donde  esté  tan  segiura  la  paz  pública  co- 
1^0  entre  nosotros;  que  no  hay  mayor  suavid^,  humildad,, 
obediencia  y  resignación,  que  la  nuestra;  que  ninguno  no 
•^eede  en  'la  prontitud  y  fervor  por  el  Teal  servicio,  ni  en  la 
inclinación  á  lo  «bueno.  Y  contra  todo  esto,  se  informa 
ahora  sin  fundamento,  desde  lu.<Qgo,  con  muy  corta  y  aoas> 
ninguna  esperiencia,  y  puede  ser  con  preocupación  é  inte- 
rés, que  no  somos  de  lo  mejor  x>ara  el  Estado  ni  convenien- 
tes para  la  quietud  de  V.  M.     Acaso  esta  quietud  y  aqu^i 


n 
n 
<< 
tí 

n 


MEMOBIAL.  195 

bien,  no  cxmsisten  en  la  ¡paz  pública,  que  «entre  ningunos  es- 
tá mas  segura  que  entre  nosotros?  Por  ventura,  no  condu- 
<?e  al  bien  del  estado  ni  á  la  quiejtud  de  V.  M.,  el  que  sonios 
los  mas  suiaves  á  las  órdenes  reales,  mas  resignados  á  sus  de- 
cretos, "mas  dulces  al  obedecer,  mas  fervorosos  al  servir,  m.is 
am^aintes  á  lo  bueno,  m^as  pacientes  aun  bajo  el  duro  yugo  de 
la  sinrazón?  Es  mérito,  el  que  los  naturales  d^  la  Europa, 
entrando  el  de  España,  ^an  menos  rsignados  y  humildes 
que  nosotros,  para  que  aquellos  stan  mas  útile-j  para  la  tjuí'j- 
tud  de  V.  M.,  como  si  esta  se  afianzara  mas  ea  menos  humJl- 
dad  y  Tesignacioin  t  De  la  que  tenemos  y  reoomienda  el 
anejor  y  mas  grandie  ministro,  se  abusa  hoy,  señor,  i>ara  mal- 
quistar nuestax)  eonicepto,  en  la  confianza  de  que  la  injuria, 
**  sin  haioer  mas  que  nmdamtente  qu^ejamos  y  suspirar.  * '  Ya 
dijimos  ad  principólo  que  así  lo  hariamos,  y  he^mos  hecho  has- 
^  aquí,  á  no  habérsenos  inconsideradamente  atacado  x)or  la 
parte  mas  noble  de  nuestra  lealtad,  contra  la  que  hariamos  ün 
enorme  crimen  anixxrízando  acaso  la  impostura  con  nuestro 
fiileneio. 

Jamás  lo  hemos  podido  guardar  en  el  asunto.  Cuando 
visitaiha  los  mismos  tribunales  de  ella  el  mismo  venerable 
obispo  Palafox  á  la  mitad  del  siglo  pasado,  hubo  quien  infor- 
maos á  V.  M.  que  estajba  alborotada  esta  ciudad  y  cBpuest*^ 
á  tumultos  y  turbaciones.  "^ 

No  pudimos  tolerar  la  injuria,  y  recurrimos  por  medio 
de  Tina  Diputación  aÜ  mismo  Visitador  á  formalizar  qneja, 
lo  que  no  nos  permitió,  ponqué  no  nos  embarazásemos  en 
que  se  hiciese  plei<to  en  materia  tan  clara,  y  en  la  cual  S.  M. 
nunoa  habia  dudado.  Con  estas  palabras  se  nos  espliea  en 
carta  de  30  de  mayo  de  1642,  en  la  que  así  mismo  refiere 
como  ofreció  á  nuestros  IHputados  dar  cuenta  á  V.  M.  ode 
todo  y  *'  de  la  ^pureza  y  lealtad  en  tantas  ocasiones  aeredita- 
*'  das  y  conocidas  del  Rey  Nuiestro  Señor  "  y  nos  aconpaña 
testimonio  de  un  oapituilo  de  carta,  que  de  ínesrultas  escribió 
el  Señor  don  Felipe  tV  en  28  de  agosto  de  1641  «1  mismo  V?- 
eita«lor ;  en  estos  términos :    ' '  Diréis  á  la  ciudad  Ja  gran  sa- 


196  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBES 


**  tisfaccion  que  tengo  de  tales  y  tan  fiel«  vasallos,  y  de  la 
timiacion  que  bago  de  ellos,  de  manera  que  queden  satis- 
fechos de  todo  jénero  de  desconsuelo  que  pued-an  tener 
por  esta  razón,  y  que  «estoy  cierto  de  que  sieinpre  cumplen 
y  han  cuiniplido  con  sus  obligaciones,  con  la  fineza  y  leal- 


es 

(< 
n 

**  tal  que  deben.  ''.  Espresiones  hijas  de  la  piedad  di*  un  rey 
y  que  han  quedado  y  quedarán  impresas  indeleblemente  en 
nuestros  corazones,  pues  pueden  ser    (como  .<e  esplica     el 
anismo  venerable  Palafox  en  su  citada  carta)  '*  digna  aproha- 
*'  cion  de  la  mas  relevante  fineza  en  el  real  ser\'icio,  ''  y  muy 
fundadas  para  confundir  la  impostura  del  contrario  informe. 
De  todos  nuestros  soberanos,  cuya   felicísima  domina- 
ción ha  logrado  esta  América  desde  su  conquista,  hemos  re- 
cibido  iguales  eatisfaociones.    Al  señor  don   Carlos  V.   le 
tpedimos  que  se  sirviese  incorporar  este  reino  en  su  corona 
i>eail  de  Castilla,  y  S.  M.  vino  en  ello,  y  así  lo  juró,  **  aca- 
tando la  fidelidad  de  la  Nueva  España,  "  que  es  como  se  es- 
presa  en  su  Real  Cédula  de  22  de  Octwbre  de  1523.     En  otra 
de  25  de  junio  de  1530,  la  Reina  Gobernadora  se  sirvió  exe 
quar  esta  ciudad  con  la  de  Burgos,  '*  por  la  voluntad  que 
**  S.  M.  tiene  de  que  sea  mas  honrada  y  ennoblecida."   En 
otra  de  8  de  noviembre  de  1539,  el  mismo  señor  don  Carlos 
V,  tuvo  la  'bondad  de  avisar  á  esta  ciudad  el  viaje  que  em  • 
íprcndia  á  la  Alemania,  a  fin  de  que  obeHieeiese  en  el  Ínterin  al 
Príncipe  á  quiíeoí  dejaba  encargado  el  gobierno,  en  lo  que  uso 
esta  ciiidad  de  su  antigua  lealtad  y  bondad.     El  príncipe,  en 
oneal  cédula  de  24  de  julio  de  1548,  concedió  á  esta  ciudad  el 
título  de  Muy  Noble,  Insigne  y  Muy  Leal,  en  atención  al  ser- 
vicio que  hicimos  aun  estamdo  «en  mantillas,  en^'iando  como 
enviamos,  apcsar  de  tanta  distancia,  gentes,  calmllos  y  ar- 
mas, para  sosegar  los  movimientos  que  turbaron  por  aquel 
tiempo  la  paz  en  el  Perú.     Cuando  el  misano  señor  Carlos 
V,  determinó  la  coronación  de  su  hijo  el  señor  Felipe  II, 
al  darnos  la  orden  (correspondiente,  en  oódula  de  16  de  enero 
de  1556,  nos  honra  con  estas  impresiones:     **  Y  siendo  cierto 
*'  que  vosotros,  siguiendo  \'uestra  lealtad  y  el  amor  que  á  Mi 


MEMORIAL.  197 


**  y  á  El,  habéis  tenido,  como  lo  h«>be.mos  conocido  por  las 
*'  obleas,  le  serviréis,  como  lo  confio  y  d»ebeis  á  la  volnintiUl 
"  que  rnn'bos  os  hemos  tenido  y  temcimos.  "  El  señor  P«fHpe 
II,  no  nos  honra  menos  «en  mx  real  cédula  d«l  17  de  eiuera  de 
1556,  en  la  qu'e  »e  digna  dtecirnos:  '*  No  míe  queda  qu€  de- 
'*  cir,  8Íno|  certificaros  de  vuiestra  fidelidad  y  lealtad,  y  del 
**  amor  y  afición  'especial  que  enítire  vos  he  conocido.  " 

.  Omitiendo  (solo  por  no  fatigaor  mas  ila  atención  de  V. 
M.)  iguales  espresiones  de  honor  con  que  se  han  dignado  de 
acreditar  nuestra  leaVtad  todos  nuestros  soberanos,  solo  in- 
sertaremos algunas  del  «gloriosísimo  padre  de  V.  M.,  aun  en 
ias  circunstanci'BS  más  criticas  de  la  monarquía,  en  23  de 
diciem'bre  de  1707  nos  dice:  **Ha  parecido  avisaros  de  su 
recibo  y  daros  las  gracias  por  la  leajltad  y  zelo  con  qu« 
obrasteis  en  esta  fundación,  de  que  me  doy  xx*r  bien  ser- 
vido de  vosotros.  En  20  de  agosto  de  1703:  *'Ha  pa- 
recido avisairos  de  su  reKnbo  y  daros  muchas  gracias  por 
ello,  no  esperando  menos  de  tan  buenos,  fieles  y  leaies 
vasallos,  según  en  itodas  ocasiones  lo  tienen  acreditado.'* 
En  27  de  mayo  de  1709:  **Y  correspondiendo  mi  amor  á 
''  la  constante  fidelidad  de  los  naturales  de  esos  dominios.'^ 
Bn  7  de  «enero  de  1740 :  **  Fio  en  vuestra  fidelidad  y  amor  á 
mi  servicio,  que  daréis  pruebas  evidentes,  como  lo  habéis 
practicado  siempre,  del  zelo  ardiente  que  os  asiste  paira  la 
d^ensa  de  la  religión,  y  de  que  mantenéis  el  mismo  es- 
píritu y  valor  que  en  seraiejanítes  ocasiomes  han  acreditado 


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mis  subditos  en  esos  dominios." 


Pero  deȇpues  de  todo,  nada  nos  satisface  m:as  que  el 
concepto  que  debemos  a  V.  M.,  espresado  en  su  Real  Cédu- 
la de  14  de  agosto  de  1768,  icaí  que,  entre  otros  puntos  d^ 
arreglo  de  los  Seminarios  de  Misioneros,  que  se  manda 
erijir  en  esta  corte  algunas  de  las  casas  vacantes  por  el  es- 
trañamiento  perpetuo  de  los  regulares  de  la  Compañia,  or- 
dena V.  M.  que  en  dichos  seminarios  *'  jairaás  puedan  entrar 
estranjeros,  pero  sí  venir  á  ellos  cualesquiera  mis  vasa- 
llos de  mis  Reinos  de  las  Indias  en  quienes  como  españoles 


198  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBEd 

**  originarios,  'reinan  los  mismos  principios  de  fid-elidad  7 
**  «mor  á  mi  soberanía,'* 

Verd'adieramenté,  que  cuando  todos  los  soberanos,  á  cuya 
dominación  ha  «hieeho  feliz  este  América,  reoomiendan  nues- 
tra lealtad  y  la  testifican,  cuando  la  persona  mismia  de  V.  ]Vr. 
reconoce  en  estos  sus  'v^asallos,  aunque  nacidos  á  tanta  dis- 
tancia, los  mismos  bonindos  primeipios  die  fideílidad  y  amor 
que  en  los  nativos  de  la  antigua  España, — 00  puede  menos 
que  graduarse  como  cierta  especie  de  saerilejio  é  infidelidad 
en  lo  político,  el  que,  en  el  informe  que  impugnamos,  8¿ 
(rebaje  de  este  concepto ;  poniendo  nuestro  laonor,  obediencia  y 
fidelidad  en  grado  inferior  á  la  de  otros  vasallos  de  V.  M., 
ausque  tan  observantes,  tan  fieles  y  tan  amantes  como  los 
españoles  europeos. 

¿Cuál  es  el  caso  en  que  ha  faltado,  debilitándose,  fla- 
queando  ó  (titubeando  la  leailtad  de  los  españoles  amerioanos, 
desde  que  los  hiay  en  esta  parte  septentrional t  En  ella  ja- 
más ha  habido  u<na  Tebelion  que  ofenda  á  la  fidelidad  debida 
á  V.  M. :  verdad  es,  que  alguna  vez  se  ha  notado  algún  mo- 
vimi^ito  de  la  i>lebe,  siempi^e  muy  reprensible  por  el  modo 
y  por  ser  contra  ministros  de  V.  M. :  pero  nunca  ha  llegado 
á  términos  de  querer  intentaT  saoudiT  el  yugo  de  la  obedien- 
cia al  soberamo; — ^y  después  de  todo,  aun  esos  tales  cuales 
movimientos  popula^res,  que  en  nin-guna  (nación  del  mundo 
ban  faltado  y  en  esta  América  han  sido  (rarísimos,  iiespect'^ 
de  la  Europa,  ha  sido  solamente  de  la  ínfima  plebe,  sin  que 
haya  ejemplar,  de  que  hayian  tenido  jamás  principio  los  es- 
pañoles de  este  reino,  fidelidaiíi  que  no  contará  nación  al- 
guna del  mundo.  Sti  en  alguna  de  las  últimas  conmociones 
que  á  fines  del  año  de  1767  hu*bo  en  tal  cual  pueblo  de  esta 
provincia,  aipareció  culpado  cierto  eclesiástico  natural  de 
ella,  y  ya  save  V.  M.,  íno  lo  ignora  todo  e^l  reino,  y  así  lo 
entendió  el  ministro  encargado  del  reconoeimiento  y  castigo 
de  didias  turbulencias,  que  el  eclesiástico  comprendido  te- 
nia descompuesto  el  cerebro,  turbada  la  razón  y  se  hallaba 
en  estado  de  no  ofender. 

No  hablamos  de  ia  inquietud  dd  año  1624,  porque  esta 


MEMOBIAL.  199 

ya  se  sabe  qu-e  ila  causaron  con  la  dureza  «de  su  oondueta  dos 
eufpojpeos,  que  lo  «eran  «el  Virey  y  «el  M.  R.  Arzobispo  de  "esta 
Jfetrópoli.  Ijos  proeedimientos  del  Virey  estimó  la  Real 
Audienicia  qne,  á  no  contentarse,  perderiian  el  reino,  por  lo 
que  «fbocó  así  el  gobierno.  El  Virey  defendía  su  puesto 
apellidando  el  «real  nombre  de  V.  M. :  con  el  mismo  sagrado 
escudo,  auítorizaba  la  Audiencia  sus  providencias,  y  en  este 
eanflieto,  no  sabiendo  «e^l  poieWo  que  hacer,  si  laígunos  sos 
tuvieron  el  partido  de  la  Audiencia  y  otros  el  d-^1  Virey,  uno? 
y  otros  lo  hacian  por  veneraicion  al  real  nombre  de  V.  M.  y 
á  los  ministros  en  quienes  reside  su  inmediata  representación 
y  así,  en  Jia  dhnsion  que  se  'esperimentó  dicho  año,  aunque 
tuvieron  inclnsion  algunos  españoles,  en  nadia  quedó  man- 
oha'da  su  lealtad,  como  se  calificó  después,  y  lo  escribió  al 
señor  Pdipe  IV  el  virey  Marqués  de  Serra-Albo,  qne  envió 
á  la  ciudad  c()pia  del  informe,  «acompañada  de  aquella  carta 
de  10  de  diciem-bre  de  1635,  y  la  cláusula  que  habla  óú 
asunto,  dice:  **Y"  consideré  lo  primero  el  segnro  diotáníen 
en  que  estoy,  de  que  ninjgnno  »de  los  caballeros  de  esta  ciudad 
tuTO  jamás  intención  de  faltar  ail  servicio  de  V.  M.  y  si 
algunos  cuentos  hicieron,  nacieron  de  fe  duda  de  ver  ape- 
llidar el  reaV  nombre  en  las  casas  Reales  por  el  Virey  y 
en  l«a  ciu»dad  por  la  Audiencia,  sin  saber  á  que  parte  debían 
acudir,  y  tengo  i)or  cierto,  que  si  entonces  pudiera  Hegar  S, 
cuakiniera  dé  ellos  un^a  declaración  de  cual  era  la  voluntad 
de  V.  M.,  ninígarM)  Mtara  á  su  ejecución/* 

Lejos  de  haber  en  algün¡a  ocasión  nuestros  españoles 
faltado  formáliñente  á  la  fidelidad  ó  flaqueado  en  ella,  ó  in- 
elnídose  cuando  hia  habido  algrim  lijero  movi-miento  popu- 
lar, lian  sido  los  que  han  semddo  para  sosegarlos.  A  mitad 
del  siglo  pasado,  se  conmovieron  las  provincias  de  Tehuan- 
tepec  y  Nexapan,  y  el  Virey,  Duque  de  Aiburquerque,  confió 
la  paciíficacion  á  la  prudencia,  santidad,  celo  y  fidelidad  dA 
obispo  de  Oajaica,  qne  entonces  lo  era  el  doctor  don  Alfonso 
Cuevas  y  Davales,  americano,  qnien  con  efecto  j>aso  á  dichas 
Provincias  y  las  puso  en  paz,  sin  que  ni  se  erogase  costo  al 


200    ;  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

Beail  Eqiarío  de  Y.  M.  ni  se  derramase  saiigT>e  de  sus  ysssl' 
iics,  babiendo  obrado  tan  coníorme  á  sus  obligaciones,  quo 
lo  hoibo  d«e  honrar  la  real  piedad,  dándole  muy  espresivas 
gracias  en  Cédula  de  2  de  octubre  de  1662 — Eoi  el  de  1692 
faubo  un  furioso  motin  de  Indios  en  esta  ciudad  por  falta  do 
wBBaz,  y  á  los  Bejidores  de  ella,  y  nmy  especialmente  al  so- 
licito afán  de  su  Aiferez  Real  en  tumo,  don  Juan  Manuel  de 
Aguirre,  aonericano,  se  debió  el  (restablecimiento  de  la  quie- 
tud pública,  ocurriemdo,  como  ocurrió,  é  remediar  á  costa 
de  sus  riesgos  y  fatigas,  el  daño  que  había  ocasionado  la 
turbeeion.  Por  los  años  de  1732  y  1734,  se  conmovieron 
taBibien  los  Indios  en  algunas  x>artes  de  la  x>rovÍ!ncia  de 
Chiohimeeas,  y  fueron  {refrenados  por  los  vecinos  de  Sají  Mi- 
gúsA  el  Grande  y  Qiiaaiajuwto,  sin  gasto  alguno  del  Real  Era- 
rio. 

En  el  de  1767  hubo  un  pedazo  de  conmoción  en  Pas- 
cimro,  y  se  hubo  de  seresiar  por  el  R.  Obispo  de  aquella 
Diócesis;  x>eTO  llevó  en  su  compañía  para  este  efecto  al  Pe- 
nitenoiario  de  su  Iglesia,  doctor  don  José  Vicente  Grosabel 
y  á  su  aibogado  de  Cámara,  Licenciado  don  Joaquín  de  BeU 
train,  amibos  españolies  americanos.  En  el  mismo  año  ne 
conmovió  la  pl^cbe  en  Guanajuato,  y  se  hizo  xyreciso  usar 
con  ella  el  rigor  de  las  armas,  en  que  se  distinguió  el  esf  aerzo 
del  eoroneil  don  Tomás  Luyala,  Español  natural  de  la  misma 
ciudad  (Gnianajuato),  que  con  un  escasísimo  número  de 
hombres,  hizo  fneuflc  á  la  multitud  de  millares  de  conmovidos, 
hasta  que  cubierto  de  piedras,  inhábil  con  las  muchas  contu- 
siones que  haibia  recibido  para  manejarse,  lo  retiraron,  y  no 
bastando  entóneos  las  armas  para  contener  tanto  pueblo, 
salieron  los  eclesiásticos  seculares  de  aquel  vecindario,  y  coa 
su  respeto  de  9ervir  patrullando  la  ciudad  de  dia  y  de  noche, 
por  algumos  dias,  consiguieron  el  sosiego.  En  Saa^^Luis  Po* 
tosí,  también  fué  un  español  airaericano,  el  coronel  don  Fran- 
cisco de  la  ilora,  á  quien  V.  11.  honró  con  el  título  de  conde 
de  Peñazco,  el  que,  con  los  criados  de  su  hacienda,  naturales 
todos  de  estos  reinos,  refrenó  el  prodijioso  número  de  <tu- 
multua-rios.     Pocos  años  antes  se  habia»  verificado  otra  oon- 


MEMORIAL.  201 

moción  en  el  real  éé  minas  de  Pachuca,  «en  qu«  el  gvnieso  de 
la  ^te  vil  empleadla  en  el  trabajo  de  ellas,  turbó  la  quietad 
pública  para  qniitar  la  vida  á  su  amo  y  »!  Justicia  dd  Real,  y 
para  contenerlos,  pasó  con  órdenes  del  Virey  el  alcalde  de 
corte  don  Firameisco  Javier  Giaimboa,  mativo  de  esta  América, 
pu«6  8i  en  ningún  españo^l  natural  de  ella  se  nos  puede  seña- 
lar ni  oin  único  acto  de  infidencia,  antes  por  el  contrario,  son 
á  quienes  se  lia  debido  el  recobrar  la  paz  pública  en  los  casos 
de  alg:u3m  conmoción — ^¿Con  qué  justicia  se  grecia  nuestra 
fidelidad  inferior  á  la  de  los  leuropeos,  que  no  pueden  glo- 
riarse de  la  felicidad  de  no  tener  ejemplar  de  alguno  ó 
muchos  que  hayan  faltado  á  los  deberes  de  vasallos  ? 

Apenas  se  ha  tomado  providencia  de  magnitud  que  con- 
duzca para  el  gobierno  público  su  felicidad,  su  quietud  y  la 
de  la  dominación  de  V.  5l.  en  estas  partes,  que  no  se  deba  i 
nuestro  oelo  y  solicitud.  Apenas  es  iiabia  conquistado  esta 
tierra,  cuando  comenzó  á  conmoverse  por  la  ambición  de  al- 
gunos empleados  en  ella,  queriendo  arrogarse  jmrte  del  go- 
bierno alguno,  que  no  debia  tenerlo,  y  esta  ciudad  fué  la 
que,  por  ocurrir  á  tanto  daño,  solicitó  y  consiguió  die  V.  M. 
la  erección  de  Real  Audiencia  y  nominación  de  Vireyes.  Pa- 
ra restableoer  la  quietud  despu'es  del  tumulto  ya  dioho  del 
año  de  1624,  trabajó  esta  ciudad,  dando  cuenta  á  V.  M.  por 
medio  de  un  diputado  de  su  cuerpo  que  despachó  á  la  corte, 
tomando  otras  providencias  en  los  diez  meses  posteriores  que 
duró  el  recelo.  Para  la  maj'or  seguridad  del  reino,  f a- 
ciditaír  su  publicación  y  ocurrir  á  la  cultuíra  de  Jos  campos, 
uno  de  los  principales  nervios  de  la  felicidad  pública,  pro- 
movió esta  ciudad,  y  consiguió  de  V.  'M,  el  que  de  las  Isla? 
se  trajesen  caballos,  yeguas  y  demás  ganados  mayores  y  me- 
nores, que  nos  faltaban  en  este  continente.  Paira  mas  es- 
pediciooi  del  comercio  y  adelantar  los  reales  haberes  en  esta 
casa  de  moneda.  Para  conser\^ar  la  pureza  de  la  religión, 
tan  necesaria  para  el  fin  «m-as  importante  del  servicio  de  Dios, 
y  en  lo  humano,  para  la  felicidad  y  aun  estabilidad  del  esta- 
do, la  ciudad  fué  la  que  pidió  por  primera  y  secunda  vez,  y 
en  am-bas  consiguió,  que  no  pasara  á  esta  tierra,  ni  en  ella 


?02  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIBBS. 

&e  pepmitiertan,  j-udios,   moros  neci-en  oonvertidos,  ni   otros 
capaces  de  inf-estarla.     Para  servicio  d-e  la  iglesia  y  bu-ena 
adniiiiietraeion  de  todo  lo  espiTitual,  -esta  ciudad  pidió  y  con- 
siguió, no  solo  que  se  fabricaTaíQ  iglesias  y  omain>entos  con 
la  •pen'ta  decimal,  que  ya  x>ertenecia  a  la  real  corana,  sino 
que  esta  renta  se  dividiera  entre  prelados  y  canónigas.     Pa- 
ra el  cultivo  de  las  letras,  la  ciudad  fomentó  con  el  dinero 
de  sus  propios,  la  fundación  de  la  célebre  Universidad  que 
hay  en  ella.    Para  la  propagación  de  i<a  fe,  edificación  del 
público  y  mayor  abundancia  del  pasto  espiritual,  la  ciuda*! 
ha  pedido  y  fomentado  y  costeado  ia  fundación  de  tantas 
religiones  de  aimbos  sexos  que  la  engrandecen.  Para  lel  bien 
público,  que  se  interesa  -en  la  pronta  espedicion  de  los  ne- 
gocios foT^enses,  principalraeníte  de  los  muchos  que  se  ofre- 
cen en  el  comercio,  la  ciudad  pidió  y  consiguió  la  escepcion 
del  Consulado  de  mercaderes.    Para  asegurar  la  pacificación 
de  esos  .dominios,  la  ciudad  fué  la  que  aprestó  jente  con 
dineros,  que  hiciera  la  conquista  de  las  provincias  de  Yalis- 
co  y  Ohichimecas,  y  consultó  al  Virejy  los  medios  convenien- 
«tes  para  conservar  lo  conquistado,  cx)n  tal  acierto  y  felicidad, 
que  obligó  al  Vírerv^  á  protestar  que  no  quería  hacer  co^a  sin 
acuerdo  de  la  ciudad.     Esta  fué  la  que,  viendo  que  se  arries- 
gaba la  conquista  de  Panuco,  por  las  violencias  que  hacia  el 
encargado  en  ella,  envió  nue\^os  capitanes,  que,  con  otra  con- 
ducta, facilitaran  Iíl  empresa.     La  ciudad  fué,  como  ya  de- 
cíamos, la  qaie,  no  limitando  su  celo  por  el  bien  público  y 
gloria  de  V.  M.  á  todo  el  ám'bi<to  de  esta  América  septen- 
trional, despachó  á  la  IVIeridional  jente,  caballos  y  armas  pa- 
ra pacificar  los  movimientos  del  Perú.     En  unía  palabra, 
ajpenas  se  habia  avanzado  paso  alguno  interesante  al  bien 
público  y  gloria  de  V.  M.  en  esta  América,  sin  un  muy  es- 
pecial infl-ujo  de  testa  ciudad,  cuyos  individuos  son  españoles 
americanos  los  mas,  y  los  que  no  lo  son,  .están,  por  uua  an- 
tigua Tadicada  vecindad,  naturalizados  en  este  reino. 

Contra  él,  en  todos  tiempos  se  han  hecho  tentativas  por 
los  enemigos  de  V.  M.  pero  en  todos  han  hallado  constante 
nuestra  lealtad  y  pronta  á  rebatir  los  intentos. 


MCMOBIAU  .    203 

Par  -el  taño  de  1586,  ya  la  Francia  invadió  lia  isla  Espa- 
ñola y  Puerto-Rico,  y  por  no  habernos  avisado  d<e  ello  el 
Virey,  le  dimos  queja  de  que  nos  habia  privado  de  aquella 
ccasion  de  manifestar  nuiestro  celo  al  servicio  de  V.  M. 
Pero  ya  lo  «tcreditamos  efectivamente  en  1587,  cuando  al- 
:giino8  navios  Ingleses  se  entraron  en  Gualulco;  en  el  de 
1598,  en  que  cinco  navios  corsarios  infestaron  nuestra  cos- 
ta del  mar  del  Sud,  y  en  el  de  1615,  en  que  otras  naves 
holandesas  turbaron  la  seguridad  pública  en  el  mismo  mar; 
en  1630,  en  que  otra  armada  holandesa  se  hada  temer  ya 
dentro  del  seno  amíeri-oano,  a/prestaixm  400  homibres,  que  ves- 
timos, armamos  y  equipamos  y  mantuvimos  sin  costo  alguno 
del  real  Erario,  por  todo  el  tiempo  de  la  campaña.  En 
1642  levantamos  un  batallón  con  cuatro  capitanes  de  nue& 
tro  cuerpo,  que  pasó  á  guarnecer  los  puertos  de  la  costa 
del  Norte.  En  la  última  guerra  con  los  ingleses,  nuestro 
-Ci^rntercio  levantó  un  rejimiento  de  dragones,  que  susbsiste,  y 
en  la  misma  ocasión  se  aprontó  por  todas  las  provincias  del 
peino,  un  numeroso  cuerpo  de  trapas,  compuestas  de  los  na- 
turales, que  hicieron  una  larga  campaña  para  defender  la 
ix)sta  de  Vera-Cruz,  tolerando  sin  deserción  la  gran  intem- 
perie de  aquiel  clima  y  el  abandono  de  sus  casas.  La  forta- 
leza de  San  Juan  de  TJUoa,'  único  apoyo  de  aquel  puerto,  se 
encomendó  para  su  defensa  al  valor  y  conducta  del  coronel 
-de  infantería,  teniente  de  reales  guarditas  españolas,  y  bri- 
gadier de  los  ejércitos  de  V.  M.  don  José  Carlos  de  Agüero, 
español  americano,  nacido  en  Oajaca. 

Conoludda  la  guerra,  tuvo  V.  M.  á  bien  enviar  alguna 
tropa  á  «este  reino,  y  que,  en  él  se  formiaran  milicias  urba- 
nas y  provinciales;  plantóse  el  proyecto  en  esta  ciudad,  la 
que  convocó  á  Cabildo  abierto  á  todos  sus  patricios  y  asistie- 
ron en  gran  número,  of  reoierido.  con  la  mayor  generosidad 
sus  •x>^r9ona)S  y  haciendas  ^l  real  servicio;  y  con  efecto,  se 
formalizaron  prontamente  las  milicias,  a  que  daban  sus  nom- 
hres  nuestros  naturales,  y  los  mas  distinguidos  entre  ellos, 
se  alistaban  con  ansia  de  tener  algún  grado  en  el  servicio. 


204  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

tanto,  que  habiéndose  dado  el  de  coronel  á  un  europeo,  lo 
reclamamos  vivamente,  haeta  que  conseguimos  de  la  justifi- 
cación del  actual  Virey,  que  recayese  este  honor  en  un  patri- 
cio, como  recayó  en  el  conde  de  Pautiago.  Este,  pues,  coh 
la  primera  nobleza  de  Méjico,  sirven  casi  todos  los  empleos 
militares  de  un  rejimiento  de  milicias  españolas  que  levan- 
tamos, costeaoido  eu  vestu<ario,  composición  de  «pmias,  cuar- 
teles, vivaques  para  «ellos  y  para  la  tropa  arreglada,  y  uten- 
silios. También  levantamos,  vvístimos  y  proveímos  un  reji- 
miento miliciano  de  mulatos. 

Estas  milicias,  apenas  se  crearon,  ya  comenzaron  á  ser- 
vir á  V.  M.  pues  con  otro  pretesto  se  hicieron  armar  cuando 
se  trataba  de  la  espaitriacion  de  los  jesuitas,  y  esta  providen- 
cia de  tanto  bulto  y  que  pareeia  que  en  la  dictancia  de  estas 
rejioaes  podia  causar  alguna  funesta  conmoción,  se  confió  á 
la  fidelidad  de  nuestras  milicias,  que  la  ausiliaron  á  toda  sa- 
tisfacción del  gobierno.  Quedamos  con  las  armas  en  la 
mano  por  tiempo  de  mas  de  dos  años  consecutivos,  hacien- 
do todo  el  servicio  mdlitar,  alternando  en  las  guardias  y  de- 
más con  la  tropa  arreglada,  sin  tener  muchas  ocasiones  ni 
el  descanso  que  previene  la  ordenanza,  ni  el  sueldo  corres- 
pondieiKte  para  en  tiempo  de  servicio,  pues  al  capitán  no  se 
le  daba  mas  que  25  pesos  mensuales  y  á  este  respecto  á  los 
demás  ofdciales,  que,  aunque  debe  ser  inferior  al  de  los  vete- 
rano6|,  parece  no  habia  de  ser  con  tanta  diferencia  y  distan- 
cia como  la  que  hay  de  25  á  60  pesos  que  tiene  asignados  el 
capitán  veterano,  y  con  esta  proporción  los  otros  de  ambo» 
cuerpos. 

Pero,  como  no  era  el  sueldo  el  que  nos  hacia  obrar,  sí- 
no  nuestra  obligación  y  el  amor  de  V.  M.  servimos  sin  re- 
clamar, con  tanta  puntualidad,  que  entre  nuestra  buena  dis- 
ciplina é  instrucción  y  la  de  la  tropa  arreglada,  no  se  hallo 
en  la  inspección  diferencia,  y  habiéndose  mandado  retirar 
posteriormente,  dejamos  las  armas  con  el  mayor  dolor,  sin 
embargo  de  que  para  servir  eu  ellas,  habiamos  abandonado 
nuestros  interese^;,  que  muchos  de  nosotros  tenemos  á  dis- 


taueia  de  lOU  y  2<3Ü  leguas  de  esta  corte,  en  que  mis  tenia 
atados  el  servicio.  Dejamos,  pues,  en  fuerza  de  superior 
mandato,  las  armas;  pero  ahora  las  hemos  vuelto  á  tomar 
con  motivo  de  la  guerra  que  amenaza  con  la  nación  Británi- 
ca,  y  cuando  se  temia  que  se  presentarian  muy  pocos  mili 
cianos  listados,  ocurrit^ron  prontamente  casi  todos,  á  ivser- 
va  de  algunos  cuyo  númc»ro,  tan  corto,  ^Tsuasle  desde  luego 
que  han  faltado  por  que  habrán  muerto  en  un  año  largo  que 
ha  que  se  nos  mandó  retirar.  Aun  en  nuestros  artesanos 
han  manifestado,  ocurriendo,  como  han  ocurrido  al  pre- 
sente, pidiendo  que  se  les  permita  formarse  eo  milicias  ur- 
banas para  hacer  el  servicáo  de  guarnición  en  esta  ciudad, 
ahora  que  han  de  salir  para  la  costa  las  tropas  y  milicias  pro- 
vinciales; en  cuyos  hechos  brilla  la  lealtad  americana,  aun 
en  los  individuos  de  quienes  no  debia  esperarse  tanto  esmero. 

Los  presidios  que  han  refrenado  siempre  el  Mrbaro  or- 
gullo de  los  gentiles  en  las  provincias  del  Nuevo  Méjico, 
Nueva  Vizcaya  y  demás,  no  han  tenido  otra  guarndcion,  que 
de  naturales  de  nuestra  América,  y  han  bastado  á  mante- 
ner en  quietud  los  paises  conquistados,  hasta  que,  habién- 
dose suprimido  de  pocos  años  á  esta  parte  algunos  presidios, 
por  que  ya  no  pareoian  necesarios,  las  sangrientas  incursiones 
de  los  bárbaros  hasta  las  inmedisaK^ion-es  de  Chihuahua,  han 
dado  á  conocer  do  mucho  que  senitm  antes  nuestros  a-nierica- 
nofli  en  los  presidios. 

Esto  basta,  para  que  entienda  el  mundo,  que  en  los  i^s- 
pañoHes  amierioanos  hay  ila  misiim  nobleza  d»e  a^.píritu,  hi 
misma  lealtad,  el  mismo  amor  á  V.  M.,  eJ  mismo  celo  por 
el  bien  público  de  que  pueden  gloriarse  las  mas  nobles ;  fieles, 
celosas  y  cultivadas  naciones  de  la  Europa,  y  que  en  graduar 
estas  nuestras  dotes  len  inferior  lugar  respecto  de  otros  va- 
sarlilos  de  V.  M.,  se  nos  htacje  con  la  mas  roprensible  in Justina, 
la  mas  indisimulable  injuria. 

Así  lo  conocen  cuántos  en  cualquiera  manera  nos  han 
gobernado  en  estas  partes,  y  acaso  los  mismos  que  por  mo- 
tivos particulares  informan  á  V.  M.  contra  lo  que  sienten. 


206  LA  BE  VIST  A  DE  BUENÜ3  A  IBES. 

No  €8  necesario  recurrir  á  otra  prueba,  que  á  la  muy  brillante 
que  nos  ofrece  la  ocurrencia  del  dia :  en  él  se  está  celebrando 
en  esta  capital  del  reino  el  4.o  concilio  provincial,  á  que  han 
asistido  por  enis  diputados^  los  cabildos  todos  de  la  provincia. 
Estos,  casi  á  medias  se  componen  de  europeos  y  lo  son  sua 
piielados,  y  con  todo,  para  el  serio  encargo  de  su  diputación^ 
se  ha  echado  mano  de  los  americanos,  pues  de  todo  el  nú- 
mero de  diputados,  solo  uno  de  los  del  cabildo  de  esta  ciudad 
y  otro  de  los  de  la  Puebla,  son  europeos,  y  de  ellos,  el  pri- 
mero, aunque  nacido  en  la  Europa,  es  naturalizado  en  este 
reino,  por  venido  á  él  en  muy  tierna  edad,  estudiante  y  doctor 
de  su  Universidad.  De  once  consultores  nombrados  por  el 
M.  R.  Arzobispo  para  el  concilio,  solo  dos  son  europeos  y 
nueve  amiericanos.  Un  Obispo,  que  es  el  de  Máchoacan,  no 
pudiendo  por  su  avanzada  edad  asistir,  nombró,  sin  embargo 
de  ser  europeo,  por  su  apoderado  aj  doctoral  de  su  iglesia^ 
que  es  americano;  y  con  efecto,  len  virtud  de  sus  poderes,, 
asiste  al  concilio,  en  el  que  se  le  dio  voto  de  siervo,  como 
también  al  Doctoral  'de  Quadalajara,  amjericano,  por  el  ca- 
biildo  de  laqudla  sauta  iglesia,  <iuíe  se  hailla  en  sede  vacante. 
El  M.  R.  Obispo  de  la  Puebla,  teniendo  en  su  oabildo  muchos; 
europeos,  ha  confiado  la  Adminástracion  de  Justicia  en  toda 
su  diócesis  á  un  Capitular  Americano,  á  quien  nombró  des- 
de su  ingreso  y  mantiene  aun  todavía  de  provisor.  No  se 
puede  decir  que  estos  prelados  confían  el  gobierno,  las  delí» 
beraciones  tan  graves  ó  interesantes  de  un  concilio  y  aún 
sus  decisiones,  á  personas  de  un  espíritu  vil  ó  poco  noble  y 
k  quienes  no  anime  el  celo  de  la  reli^on  y  causa  pública,  el 
amor  á  V.  M.  y  el  deseo  de  su  quietud  y  felicidad,  haciéndose 
por  esto  preciso  confesar,  quie  los  mismos  prelados  europeos 
reconocen  en  nuestros  americanos,  todas  las  cualidades  de 
espíritu  que  concurren  á  formar  un  hombre  capaz  de  lo» 
rajayores  enK5arg08  em  ilo  lecliesiástioo ;  pfjro  no  cesan  sin  em- 
bargo de  ti-abajar  por  el  acomodo  del  escesivo  número  de 
familiares  que  trajeron,  europeos,  á  los  que  logran  colocar 
con  increíbles  y  nunca  vistos  progresos,   por  sobre  el  ma« 


JllEMOBIAL.  207 

trillante  mérito  de  nuestros  compatriotas. 

i  Qué  mas  podrá  alegar  en  su  favor  la  región  mas  feliz  y 
mas  cultivada  de  la  Europa?  i  Qué  otras  pruebas  podrá  dar 
del  juicio  y  literatura  die  sus  individuos,  que  las  que  ha  dado 
siempre  y  está  continuamente  dando  esta  América  t  Como 
podrán  otros  naturales  calificar  m.ejor  su  aptitud  para 
oujalídsq'uiíena  em^ptleos,  su  justáficaeion,  su  conducta,  su  ao* 
reglo,  su  desinterés!  Cómo,  y  por  último,  podrá  brillar  mas 
su  amor  al  Real  Servicáo,  su  celo  poí  el  bien  público,  su 
vijilancia  por  la  quietud  del  estado,  su  prontitud  para  la  de- 
fensa de  la  patria,  su  anhelo  por  la  gloria  y  felicidad  de  V.  M.  t 
En  todo  nos  hemos  distinguido  como  la  Nación  que  mas  en 
el  mundo.  Aún  esto  es  poco :  permítanos  V.  M.  que  digamos, 
qute  0308  hiemos  disrtáoiguidó  sobr^  todos.  Al  mérito  die  otras 
gen/tes  ha  ayudado  el  atractivo  del  premio :  á  nosotros  sin  él 
nos  ha  movido  solo  el  generoso  impulso  de  nuestra  obliga- 
ción, ¿isin  premio?  —  Sí  señor  —  Dígnese  V.  M.  de  oir  por 
esta  vez  nuestra  queja.  Satisfechos  estamos  del  amor  con  que 
V.  M.  nos  atiende  y  desea  hacernos  partícipes  de  su  benefi- 
cencia; pero  los  efectos  de  ella,  apesar  de  las  piadosísimas 
intenciones  de  V.  M.,  se  nos  retardan  y  esctusean  por  la  dis- 
tancia en  que  nos  lloramos  de  su  real  piedad,  y  porque  no 
siempre  resplandece  lo  que  alabamos  en  V.  M.  eu  los  que 
nos  gobiernan — Concluiremos  con  un  circunstanciado  ejem- 
plar de  esta  verdad. 

Establecióse  la  renta  del  tabaco,  de  cuyo  plan,  fué  sin 
duda  de  los  principales  promotores,  el  Oidor  don  Sebastian 
de  Calvo,  americano,  y  »en  todo  el  abultado  número  de  Mi- 
nistros empleados  en  «Itas  oficinas  del  rnaaiejo  de  esta  renta, 
100  creimoB  sea  ni  la  veintena  parte  de  americanos.  Lo  mis- 
mo y  con  igual  desproporción  ó  absoluta  esclusion,  se  ha 
verificado  y  verifica  en  otros  muchos  destinos  del  i>eal  ser- 
vicdo  que  consiguen  en  estas  partes  y  en  que  se  colocan  los 
españoles  europeos. 

Se  ha  de  decir  en  lo  porvenir  de  nosotros,  lo  que  ya 
decía  sinceramente  un  doctor  de  Alcajá,  lamentando  nuestra 


208  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AISKS. 

situaxL'ion:  ''  Pobres  de  ellos,  que  los  mas  vacilan  de  la  nece- 
*'  sidad,  desmayan  dt  la  falta  de  premios  y  de  ocupaciones  y 
**  mueren  de  olvidados,  que  es  el  m^is  mortal  achaque  del  que 
**  estudia."  No  será  aáí  que  no  lo  quiere  V.  M.,  no  lo  sufre 
su  piedad,  no. lo  tolera  su  justicia,  no  lo  permite  el  amor  que 
le  debemos  estos  sus  vasa;llos ;  no  será  así,  que  no  aiuerece  este 
abandono  nuestra  fidelidad,  nuestro  amor  á  V.  M.,  nuestra  ve- 
neración á  su  real  nombre,  nuestro  celo  por  el  biien  público, 
nuestro  doterés  á  la  conservación,  quietud  y  felicidad  d«el  esta- 
do y  nu'cst'ro  bueoí  porte  geiieraíliiientie  acreditado  en  cuant^is 
ocasiones  iha  lestado  á  la  prmlm  diel  público  len  el  mian-ejo  d-e  los 
empleos; — no  será  así,  que  no  ha  de  dar  crédito  V.  M.  á  un 
voluntario  informe,  dictado  por  la  malevolencia  ó  prevención 
con  tantos  irrefragables  documentos  que  lo  acreditan. 

Con  el  fundamento  de  ellos,  pero  principalmente  con 
el  de  la  cofianza  que  tenemos  en  la  benéfica  proporción  de 
V.  AI.,  ocurrimos  á  su  clemencia  con  nuestros  cdamopes, 
prometiéndonos  que  se  ha  de  dignar  V.  AI.  de  oirnos  benigna- 
mente, y  dándoles  toda  la  atención  que  merecen,  mandar  que 
á  la  persona  que  hubiese  inforin<ado  contra  nuestro  honor 
en  los  términos  (jue  hemos  espresa'do  ó  en  otros  equivalentes. 
Be  le  hiagia  entender  no  iKKler  ser  del  agrado  de  V.  AL,  el  que 
tan  voluntariamente  se  atropello  el  honor  de  toda  una  nación 
como  la  Americana.,  y  para  que  los  americanos  de  ella  ten- 
gamos con  la  gloria  de  servir  á  V.  AL,  el  consuelo  de  esperi- 
mentar  los  efe(í>tos  de  su  beneficencia,  y  logren  estos  reinos 
los  adjelantamientos  que  prometen, — ^se  ha  de  servir  V.  AL 
de  mandar,  que  los  empleos  honoríficos,  eclesiásticos  y 
seglares,  que  se  sirven  en  estas  partes,  se  provean  en  es- 
pañoles naturales  de  ellas,  y  que,  aunque  pe:*  trabazón  del 
golrierno,  venga  uno  ú  otro  empleado  de  los  naturales  de  la 
Europa,  en  general  se  i)rovean  ,  con  esclusion  de  estos,  en 
nosotros  los  empleos  de  Indias,  como  se  proveen  los  de  la 
antigua  España  en  sus  naturales,  con  esclusion  casi  al)soluta 
de  los  americanos,  y  que  para  que  esto  se  verifique  (en  que 
consiste  hi  igualdad  con  que  el  amor  de  V.  AL  atiende  á  todos 


MEMOBIAL.  209 

SUS  vasallos  de  estos  sus  dominios,  aún  los  mas  remotos), 
se  les  recuerde  á  los  Vireyes,  Arzobispos,  Obispos  y  demás 
¿  qiwí  ks  toca  la  obligación  que  les  impone  la  ley  del  reáno, 
de  informar  en  todas  las  ocasionen  de  flotas,  armadas,  galeo- 
nes, y  hoy  de  correos  miensuales,  del  mérito  y  circunstancias 
de  los  naturales,  que  en  estas  partes  se  distingan  en  la 
carrera  que  respectivamente  han  abrazado,  y  que  la  cámara 
de  V.  M.  (á  cuya  justificación  no  podemos  negar,  que  hemos 
debido  atención  en  todos  tiempos),  cuide  de  hacer  cumplir 
con  esta  obligación  á  los  prelados  ó  jefes  seculares,  en  quie- 
nes se  notare  alguna  omisión. 

Todo  tenemos  lugar  de  píPometérnoeilo  de  un  soberano, 
cuyo  carácter  lo  hace  el  amor  y  piedad  hacia  sus  vasallos; 
pero,  porque  no  bastara  mandar  á  nuestro  favor,  (si  la 
inobservancia  en  estas  rejiones  tan  distantes,  frustra  toda  la 
santidad  de  los  mandamientos,  nos  atrevemos  todavía  á  pedir 
á  V.  M.,  que  tenga  la  bondad  de  mandarnos  que  les  ponga- 
mos, como  estamos  prontos,  los  arbitrios  y  providencias  que 
creemos  oportunas  y  dignas  de  tomar,  para  que  tengan  en 
esta  América  efectivo  cumplimiento  las  leyes  de  V.  M.,  para 
que  logremos  el  justo  alivio  y  honor  los  naturales  de  este 
reino,  para  que  en  ellas  se  adelante  en  todas  líueas  el  cultivo, 
sea  á  V.  ]\I.  mas  gloriosa  k  dominaicion  de  estas  rejiones,  y 
en  ellas  mas  8er\ddo  Dios  y  V.  M. 

Aún  queríamos  pedir  y  nos  seria  de  la  mayor  satisfac- 
ción el  cons^uir,  que  caso  de  ser  cierto  el  haberse  informado 
en  los  términos  sobre  que  recae,  se  nos  diera  copia  del  informe 
y  se  Jios  oyera  en  justicia  en  todas  las  formas  sobre  él  y 
contra  su  autor,  hasta  que,  ó  este  quedase  confundido  y  eíis- 
tigado  como  corresponde, — ó  convencidos  nosotros.  Así  lo 
.pediríamos,  á  no  contemplar  que  x>odíaimos  desagradar  á 
V.  M.  con  este  intento,  en  que  acaiso  se  creería  perjudicada 
la  píaz  de  estos  dominios;  pero,  si  V.  !M.  lo  tiene  por  conve- 
niente, lo  pedimos,  y  de  lo  contrario,  que  solo  con  el  hecho 
de  atendemos  en  los  términos  que  llevamos  dicho,  se  repela 
y  condene  el  contrario  informe;  y  con  ponemos  en  los  em- 


210  LA  BEVI8TA  BE  BUENOS  AIRES 

p3oo0  en  (fue  pmd«n  4)rHter  ituestras  circunstancias, 
^a»  por  mmpre  se  faiMAqtie. 

Si  poreoe  qvbe  p^imoe  mucho,  no  lo  ^,  sinmk)  como  es 
jtwto,  y  pidiendo  oomo  jiedímos  i  (|akDi,  como  V.  M.  pmedie, 
qmete  y  otym  oon  Jtocüidnid  cu«Ato  es  justo,  eusaito  os  simo 
de  sus  TMBiLlosy  cuanto  «s  Mickled  de  sus  tristísimos  dona* 
naos,  euaoto  es  cooBuelo  de  sos  ihijos»  qtw  solo  podren  en. 
{>arte  enjugaír  el  llaavto  que  ies  saca  la  dgstaowíci  <en  que  se  la-- 
úi^ntan  de  la  peraooa  de  Y.  M.,  con  ver,  que  en  la  disferíbu^ 
cien  de  hoiiores  Le  deben  su  memoria  y  con  la  gloriosa  satHh 
^a)OCÍoii  de  hisuter  >el  peal  servicio  en  todos  los  emplieos. 

Dios  gisarde  la  reail  oaítólica  persona  de  V.  M.  los  muchos 
años  que  la  erístiendad  y  sus  dominios  han  menester.  Mójioo 
y  miayo  de  1771. 


DON  FEDERICO  BRANDS EN. 

<.^apitan  de  <!aballeria  del  primer  Imperio  francés, 

OabaNero  de  la  Real  Orden  italiana  de  la  Corona  de  I^ierro^ 

Coodeeorado  «on  la  Lejion  de  Honor, 

A^^dante  del  prin<cipe  fkijenio; 

Coronel  de  caballería  de  la  República  Argentina, 

Capitán  de  la  misma  anorta  en  el  ejéreito  de  Chile, 

Jéneral  de  Brigada  del  Perú, 

Benemérito  de  la  Orden  del  Sol, 

etc.  etc.  etc.  f 

M 
f 

(Continnaeion)     (1) 

XXII. 

Oomo  be  podado  oaotarae  en  la  <xnTeapaadeiiioÍA  tras 
crita,  tí.  17  áe  <K9ta4ifre  de  1819,  llegaba  San  Mm-tígEi  á  Men- 
doza de  T^gt^eso  de  San  LaÍB. 

Shi  proyectada  ^^«nida  á  Biieiios  Aires,  le  hté  impedida 
por  te  $nontonera  que  inlJeTceptaba  te  connuiácaeicMi  j  obs- 
traía  loa  eamiiios. 

Bl  jeoeral  hnbia  nesivelHo  eae  viaje,  á  mérifto  de  las  ina- 
iBÉKmm  mteradaa  del  gobierno  patriota  gue  teoooeoxNK)  de 
ver  Tealizada  la  graoi  eapediekm  qne  se  ap««ataba  ccn  Andahi- 
da — redamó  mi  presencia  paia  oooioertaír  la  defeiisa — á  que 
se  uaia,  kn  et^seratizaB  que  alinoentaba  él  primero  de  que 
á  la  soonbra  beaéfíica  de  sa  ÍEufilueaseJa,  se  veeonicnfláaraai  los 
pariidos  ajitodos  por  los  discfpidos  de  Artigas — y  eiiton- 
ees  ammentasesi  quizá  Has  probaibilidBdes  de  obtenw  él  smb- 
sidio  pecuniario  of neeido  desde  el  año  aoites  jMira  hacer  fieu- 
te  oon  «ms  liolgura  é  las  injeotes  etrogaeiones  que  demanda- 
ba la  atrevida  idea  de  espedieionar  sobre  liona. 

1.    Véase  la  páj.  483  del  tomo  Xm.  


212  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

Plmstrado  este  plian  por  el  lastimoeo  estiaido  de  desór- 
den  «en  que  •continuíaba  envuelto  el  i>ais,  su  permanencia  en 
Memdoza  se  hacia  cada  día  mas  angustiosa,  puesto  que  ni  po- 
día volver  á  Cbiie  ni  seguir  ptaira  Buenos  Aires. 

El  prestijio  que  rodeaba  su  nombre  era  la  última  tahlsL 
á  que  ansi^haoi  'asinse  los  quie  alternados  (par  aun  presente  'de 
'tumifltxxs  y  de  sangre — desesperaban  de*!  porvenir ! 

Su  íntimo  amigo  el  ilustre  O'Higgins  y  á  la  jmr  de  este 
mnelios  comerciantes  y  patriotas  distinguidos  de  Ohilie-,  iir- 
jíanle  para  qoie  fuese  á  dar  forma  sin  perdeo:*  mas  tiemipo  al 
gran  pensamiento  que  embargaba  ^entonces  todos  los  áni- 
mos, decididos  á  no  retroceder  aote  obstáculo  alguno — (hasta 
conseguir  la  suspiTada  libertad  del  Perú.  (47). 

El  gofbi'erno  de  Buenos  Aires,  exájiale  á  su  vez,  avanzasa 
con  la  división  <de  los  Anides  qtie  se  haLk'l>a  en  ^lendoza — no 
ya  para  rechazar  la  agresión  española,  disipada  por  los  su- 
cesos ocurridos  en  el  puerto  de  Santa  alaria  en  el  mes  de 
julio  de  aquel  año,  sino  para  contener  a  los  refraetarioa 
que  con  las  armas  emponzoñadas  de  la  discordia,  conduelan  el 
pais  á  su  ruina. 

Orítiaa  i)or  demás  era  la  posición  d«d  íhéroe  de  Maipo. 

Marehando  sobre  la  capital,  corria  el  albur  de  ífue  se  di- 
solviesen sus  fuerzas  minadas  por  la  corrupción  y  la  amarquia. 
Debilitado  Ohile  y  abandonia'das  á  su  suerte  das  provincias  del 
Alto  Perú  por  el  ejército  de  Belgrano  que  bajaba  en  cum- 
plimiento de  las  mismas  órdenes — debia  temerse  que  el  virei 
Pezuela,  dueño  de  inmensos  recursos — ^retomara  la  ofensiva 
y  entonces  el  peligro  se  hacia  inminente. 

El  dilema  era  pues  de  fierro.  O  San  Martin  obedecia 
y  mezcliando  sus  fuerzas  en  la  guerra  civil  que  siempre  detes- 
tó, se  esponia  a  perderlas — ó  repasando  los  Andes  se  ponia  i 
da  oalx^za  de  las  lejione^  que  se  aprontaban  para  ir  en  busca 
del  león  español  refujiado  ya  en  sus  últimas  guaridas. 

Empero,  si  bien  su  resolución  estaba  lieciía,  necesario 
era  que  este  hombro  estraordinario  antes  de  tomar  su  éjil 

47.     *M.    Gareia    del    Rio'' — Bioprraíía   d^    San   Martin,    Londres 
1823.  —  *  *  Arénalos '  * — ^^Biografia  de  Al  varado— lya  citada. 


DON  FEDERICX)  BBANDSEX.  213 

anula  de  cordillera— disfrazara  auai  los  v^rdianleros  propósitos 
que  maduraiba  su  mente,  en  tanto  se  aseguraban  los  resulta- 
dos de  la  empresa  que  debia  eondueirlo  en  breve  al  pináculo 
fudgUTante  de  lia  g^loria! 

'^  Tengo  la  orden  de  marohao*  á  la  capital  (escribía  á 
O'Higgins  en  9  de  noviembre)  con  toda  mi  cahallcria  é  in- 
fantería que  pueda  montar,  pero  me  i)a(peoe  imposible  poder- 
lo iiealizar,  tanto  por  la  ñiacura  de  los  aoiimal-es,  como  por  la 
falta  de  nuonenarío,  pues  los  auxilios  que  me  han  iremitido 
«n  letras  hau  sido  protestadas  por  este  Comercio,  siendo  así 
que  veaiiau  de  eomenciantes  ingleses.'' 

Añadiendo  en  esta  carta  íntima  con  el  rubro  de  **  Reser- 
vado para  Vd.  solo," 

— **No  pierda  Vd.  uu  solo  momento  en  «visarme  el  Te- 
suiltado  de  Cochrane,  para,  sin  perder  un  solo  momento,  mar- 
char con  toda  la  división  á  esa,  eseepto  un  escuadrón  de  gra- 
naderos que  dejaré  en  San  Inris,  para  resguardo  de  la  pro- 
vincia; se  vá  á  cargar  sobre  mí  una  responsabilidad  terrible, 
pero  si  no  se  emprende  la  espedicion  al  Períi,  todo  se  lo  llem 
el  diablo." 

**  DígaAne  vd.  como  lestá  artáJieria  de  batalWía  y  mom- 
taña  para  la  espedicion,  puies  si  falta  podremos  llevar  de  la 
que  tenemos  en  esta. 

**  Los  montoneros  se  reunian  el  14  en  el  Rosario,  y 
según  comunioacionies  de  Buienos  Aires,  su  plan  era  atacar 
las  fuerzas  nuestras  establecidas  en  San  Nicolás  é  invadir  la 
campaña  de  Buenos  Aires.  "^ 

"  Tengo  (reunidos  en  esta  dos  mil  caballos  sobresalientes, 
los  que  marchtaran  a  esa  con  la  división. 

**  Si  vienen  noticias  favorables  de  la  Escuadra,  haga 
usted  estén  píxmtas  todas  las  muías  de  silla  y  carga  del  valle 
para  que  trasporten  los  cuerpos  del  pié  de  la  Cordillera  s 
esa  capital.  Adiós  mi  amigo,  lo  es  y  sorá  siempre  suyo^ 
San  Martin.  (48) 

48.  Papeles  del  jeneral  O'Higgins.  El  jeneral  San  Martin  con- 
siderado segiin  doK^umentos  enteramente  inéditos  etc. — por  B.  V.  Mac- 
kenna— '1863. 


214  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIBES. 

Gamo  86  y«,  el  jeiteNil  yaei>]iaba  eivtoe  el  eumidiimeato 
de  mi  deber  y  el  sacrificio  de  sus  «spiracianeB — puesto  qtte  al 
propio  tiempo  que  decia  ofioiabnente  al  gobierno  de  Biienos 
Aires  que  no  podia  moverae  en  mi  aierUo  por  eooonlrarae 
casi  á  pié — asegutraba  á  O'Higgins  teiter  dos  mü  caballas  so- 
bresalientes con  que  pasar  á  OhiLe  asi  que  hubiese  llegado  el 
momento  oportuno. 

Tenia  tboooi  euaíndo  esoribia  al  mismo  desde  Lima  un 
año  nvas  tarde  (31  dieiemfare  1821). 

**  Veo  lo  que  usted  me  dice  de  Buenos  Aires.  El  parti- 
do actual  no  rae  perdonará  jamás  mi  negativa  á  sacrificar  la 
división  que  estaba  en  Mendoza  á  sus  m-iras  particulares;  pero 
usted  ni  yo,  <mi  buen  aimigo,  no  esperemos  recompensa  de 
nuestras  fatigas  y  desvelos,  y  si  solo  enemigos:  cuando  no 
existamos,  nos  harán  justicia."  (49) 

Colocado  por  la  fuerza  de  las  circunstancias  en  el  plano 
inclinado  de  la  duda,  se  resolvió  á  tomiar  sobre  sí  el  peso  d^ 

49.  Obra  citada — Ea  efecto,  estos  nuiMa  le  perdonaron  ese  paso 
y  aunque  convencidos  de  que  mordían  el  brontce,  trataban  de  depri- 
mir .su  mérito  por  todos  los  medios  á  su  alcance — <otno  una  prueba 
<de  lo  que  decunos,  léase  el  documento  que  ai-Rue,  forjado  cámo  otros 
muchos  para  atraerle  el  ridiculo  y  el  desprecio. 

—Orden  Jeneral  del  27  ed  julio  de  1819. 

Oomipañeros  del  ejército  de  los  Andes:  ya  no  queda  duda  d? 
que  una  fuerte  expedición  esipañola  viene  á  atacarnos:  sin  duda  al- 
guna los  (srallegos  creen  que  ya  estamos  cansados  de  pelear^  y  que 
nuestros  sables  y  bayonetas  ya  no  cortan  ni  ensartan:  vamos  á 
desengañarlos.  La  guerra  se  la  tenemos  que  hacer  del  imodo  que 
podamos:  sino  tenemos  dinero,  carne  y  un  pedazo  de  tabaco  no  nos 
¡tiene  de  faltar:  cuando  se  atcaben  loe  vestuarios,  nos  vestiremos  con 
la  bayetilla  que  nos  trabajan  nuestras  mugeres,  y  sino  andaremos 
en  pelota  como  nuestros  paisanos  los  indios;  seamos  libres,  y  lo 
demás  no  i'jr.porta  nada.  Yo  y  vuestros  oficiales  daremos  el  ejemplo 
en  las  privaciones  y  trabajos.  La  muerte  ee  mejor  que  ser  esclavos 
de  los  maturrangos^ — -*' Compañeros" — fcTurex'os  no  dejar  las  armas 
de  la  mano,  hasta  ver  el  país  enteramente  libre,  6  morir  con  ellas 
como  hombres  de  corage — «''San  Martin." 

Es  copia^**Boja8". 

'*E1  Impresor  *'-^Para  pelear  de  este  modo  no  necesitamos  auxi- 
lio de  potencia  alguna. 

**BI  Compositor" — He  ahi  lo  que  no  sabia  ni  podía  hacer  el 
jeneral  Brayer. 

Buenos  Aires. — -''toprenta  de  la  Independencia." 


DON  FEDEBICX)  BBANDBEN.  215 

las  oonsaouencias  supervinientes.  Tretnenda  rasponaivbilíidfad» 
8i  la  fortuna  no  hubiese  cortejando  á  su  oaudíUo  favorito  has- 
ta ]«s  tmárgenies  del  plácido  Bimac,  sóHo  del  alcázaor  d;e  lo6 
Yiapeyes,  eoyfts  puertas  d«e8oerrajó  -el  oañon  d«  IVIaipo ! 

Entre  tanto,  inquieto  djel  porvenir  y  ansioso  de  abrir 
cuanto  antes  la  -gran  campaña  sobre  el  Bajo  Perú — ^lu^o  de 
dictar  flJgnnas  medidas  preventivas,  partió  para  Chile  en  el 
uHimo  tercio  de  diciembre  de  1819 — y  después  de  una  lijiera 
estancia  en  Uspadiata,  obligado  por  sus  'dolencias,  continuó  su 
viaje  en  angarillas  hacia  Santiago. 

XXIII. 

Apenas  disipada  la  inmiiiencia  de  la  espedieion  que 
amagaba  desde  Cádiz — ^prineipió  á  cundir  la  oonmocion  de 
qise  leran  presa  algunas  provincias,  la  que  avanzando  de  la 
oincunfereaMia  al  centro,  relajó  luego  los  estrechos  vínculo» 
de  la  iiinoín — eonsa^grados  por  la  vktoria  la  solidaridad  de 
causa  y  de  sacrificios. 

Segim  queda  dicho  en  otra  parte,  el  batallón  núm.  l.o 
de  los  Azules,  fué  á  remontaa^se  en  San  Juan. 

'Etsl  un  hermoso  cuerpo  que  comríiaba  de  odio  oompa* 
ñias,  ou(a<tro  de  las  cuales  de  prefereneia,  pues  habían  sido 
intruidas  bajo  el  sistema  de  cazadores  drugones,  que  se  en- 
sayaba por  primera  vez  en  nuestros  ejércitos.  Esta  -re- 
forma introdxwíida  por  Alvarado,  con  acuerdo  del  general 
San  Martin,  debia  probarse  en  la  próxima  eaanipaña  del  Bajo 
Perú,  en  que  harian  su  servicio  tanto  á  pié  como  á  caba- 
llo. (50.)', 

Investido  su  coronel  con  el  mando  de  las  armas  en  Men- 
doza, recayó  el  de  dicho  cuerpo  en  el  teniente  coronel  del 
misraio,  D.  Severo  Garcia  Grande  de  Sequeira,  siendo  su 
segundo  el  mayor  D.  Lucio  Salvadores  que  hizo  tan  brillam- 
te  figura  en  Chacabuoo. 

H&eia  los  últi'mos  dias  de  1819,   el  teniente  gobernador 
de  San  Juan,  Dr.  D.  José  Ignacio  de  la  Rosa — trasmitió  aviso 

50.     ''Arénale» — ^BiagraAa  de  Alvarado. '* 


216  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIBBS 

al  citado  Sequ-eim,  de  que  se  fraguaba  un  motm  por  fi%uii06 
oficial>€S  de  dicho  rejimienfto. 

Deggmciadiam^nte  no  9e  dio  crédito  á  esas  advertencids 
qiie  hubieran  conjurado  el  peligro  en  oportunidad  y  evitado 
mnelias  desgracias. 

El  capitán  Miaoi^iano  Mendizábal,  el  teniente  l.o  Pablo 
Morillo  (porteños)  y  el  de  igual  claae  Francisco  Solano  del 
Corro  (satlteño)  eran  los  indicados  como  instigadores  del  so- 
borno, de  acuerdo  oon  algunos  sárjenlos  y  ciudadanos  ene- 
migos personales  del  gobernador. 

En  efecto,  con  las  primeras  luces  del  domingo  9  de 
Enero  de  1820,  se  e9eucha»ron  muchos  tiros  y  una  gritería 
de  vivcbs  á  la  federación  y  mueras  al  Uranio  la  Rosa. 

Era  el  batallón  número  IjO  «que  azotado  i)or  la  ola  re- 
volncdoniaria,  oubria  sus  airmas  inv^encibles  con  .un  crespón 
amas  fúnebre  todavía  que  el  de  la  derrota — el  de  sedición,  que 
desde  la  poata  de  Arequito  repercutia  48  horas  después  «d  la 
plaza  de  San  Juan ! 

El  10  de  enero  se  supo  en  Mendoza  tan  execraible  motin. 

En  el  acto,  el  gobernador  Luzuriaga  llamó  sij  liosamen- 
te al  coronel  Alva^rado  y  al  general  Arenales  que  se  eneon 
traba  de  paso  á  fin  de  conoertar  las  providencias  que  reque- 
ría un  caso  tan  especial  como  aflictivo. 

La  primera  medida  que  se  tomó,  fué  la  de  establecer  la 
mas  estricta  incomunicación  entre  el  pueblo  y  la  tropa  del  2.o 
Cuerpo  del  ejército  de  los  Andes  acampado  en  la  Villa  de 
Lujan.  (5  leguas  al  sud  de  la  ciudad.) 

Desde  luego,  pretendió  Alvarado  marchar  solo,  confian- 
do en  que  su  presencia  bastarla  para  hacer  volver  á  la  carre- 
ra del  honor  á  esos  soldados  estravdados  quie  condujera  tan- 
tas veces  á  la  victoria — opinión  de  que  logró  disuadirle  el  je- 
neral  Luzuriaga,  observando  que  roto  el  dique  de  la  subordi- 
nación, nada  favorable  se  baria  sin  el  inmediato  apoyo  de 
la,  fuerza. 

En  efecto,  convencido  Alvarado  de  la  lógica  de  eatas  re- 
flexiones, el  11  por  la  tarde  se  puso  en  marcha  sobre  San  Juan 


DON  FEDEBICO  BRAXDSEN.  217 

á  la  cabeza  áe  ana  respetable  escolta,  compuesta  de  dos  coni- 
[pañias  de  cazadores  á  caballo  y  dos  piezas  de  campaña—Per- 
noctando en  Jocolí  continuó  su  movimiento  al  día  sdguiente 
llegando  al  Pocito  (5  Leguas  de  San  Juan)  al  amanecer 
del  14. 

Habiendo  avanzado  tnes  leguas,  encontróse  con  una  di- 
putación del  Cabildo,  que  le  suplicó  suspendiera  su  marcha, 
en  razón  del.  peligro  que  amenazaba  al  puebla  no  menos  que 
al  Teniente  gobernador  depuesto  y  á  los  gefes  y  oficiales  del 
rejimiento  que  se  hallaban  presos. 

A  lo  que  contestó  Alvarado,  que  no  siendo  otro  el  objeto 
que  lo  llevaba  que  el  de  reducir  á  su  deber  á  la  fuerza  insu- 
reociooada — se  «ubsteadiria  de  opepar  siempre  qoie  el  desen- 
freno de  aquella  fuese  capaz  de  traer  un  conflicto  al  vecánda- 
rio  y  esponer  á  una  muerte  estéril  a  los  gefes  y  oficiales  que 
retenia.  (51) 

51.  H<e  aqui  la  nómina  de  ellos,  presos  con  el  gobernador  la 
Bosa,  en  virtud  de  ese  motin — Comandante  Severo  Oarcia  Grande  de 
Seqneira  (s€ilt;eño)^-iMayoT  graduado  Lucio  Salvadores  (porteño, 
amigo  particular  de  Mendizabal)  Connendante  de  caballería^  Camilo 
Benavente  (chUeno)  capitán  de  la  4.a  ¡compañía.  Juan  Bautista 
Bosso  (distinguido  oficial  italiano  del  Imperio) — '**  Capitanes " — iZo 
rrilla  (salteño) — Nicolás  Vega  (español,  herido)  Zuloaga,  (mendo- 
cino) — Zelaya  (porteño)) — * 'Oficiales'' — ^teniente  l.o  Bernardo  Na- 
varro (sanjuanino  herido) — Joaquin  Maria  Ramiro  (porteño) — vTor- 
je  Velazco  (español),  Maure,  Moyano,  Echegaray,  Blanco,  Quiroga, 
comandante  de  nii>licia  etc.,  etc. 

Pocos  día»  después  de  la  sublevación  j  alejado  ya  Alvarado, 
fueron  sacados  del  cuartel  de  San  Clemente  los  cinco  primeros,  y  so 
preteeto  de  que  aecediéndose  á  su  pedido  ivan  k  ser  remitidos  á 
Chile  para  que  continuaran  prestando  alli  sus  servicios — apuestos  en 
eaimino,  escoltados  por  una  partida  á  las  órdenes  del  sarjento  espa- 
ñol "Biendicho"  (de  los  del  trasporte  Trini-dad  1818)— nfueron  sa- 
bdeados  bárbaramente  hasta  morir  en  el  solitario  parage  de  Aguan go, 
arrojando  luego  ¿rus  cadáveres  en  una  acequia — 'Este  villano  atenti^o 
se  perpetró  por  orden  secreta  de  los  sublevados. 

A  cuatro  de  los  principales  cómplices  se  logró  capturar  algunos 
meses  mitas  tarde,  los  que  entregados  á  OlHiggins,  fueron  enviados 
por  este  motivo  al  general  San  Martin  que  se  hallaba  en  '^Huaura", 
donde  se  les  jtizg<ó  por  un  consejo  de  guerra  y  fueron  pasados  por  las 
armas.  A  Mendizabal  se  le  fustiló  por  la  es>palda  en  la  plaza  mayor 
de  Lima  el  30  de  enero  1822.  (K.) 

,(k)     (" Arenales '' — (Bosquejo    biográfico,    citado^" Ramiro"    Be- 
cuerdos  sobre  la  creación  en  Provincias  independientes  y  soberanas 


218  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIHE3. 

En  consecuencia,  á  las  3  de  la  tarde  del  propio  dia  em- 
prendió  su  retirada  i  vista  de  los  insurrectos  que  no  se  atre- 
vieron á  abandonar  sus  posiciones — é  pe9»r  de  la  indisputa- 
ble superioridad  d>e  sus  armas,  qiie  las  pudieron  medir  con 
ventaja  contra  un  puñado  de  jinetes  mal  montados. 

El  16  se  le  incorporo  en  Jocoli  el  resto  de  Cazadores  á 
caballo  deiapaehados  al  eficcto  por  el  gobierno  de  M^eoidoza,  y 
después  de  ordenar  á  Necochea  fuese  á  campar  en  las  goteras 
de  dicha  ciudad,  se  adelantó  ¿  da^*  cuenta  de  su  comisión. 
**Yo  entré  aquí  á  las  diez  de  la  noche,  (dice  el  coronel 
Alvarado)  y  tuve  el  sentimiento  de  ver  la  fermentación  que 
habia  en  el  pueblo  y  el  alarma  que  se  notaba  en  todos.  El 
Gobernador  habia  invitado  á  la  Municipalidad  para  que 
en  la  mañana  del  17  se  celebrase  un  Cabildo  abierto,  con 
él  objí^to  xle  iiacar  en  mcunos  del  pueMo  la  divniskxn  del  man- 
do.    Esta  medida  la  exijia  la  fuerza  de  las  circunstancias 
y  i)(arecia  el  medio  mas  ppu'Aente  para  «<Nallar  ia  inquietud 
pública.  El  resultado  acT«editó  su  oportunidad:  al  menos, 
se  quitó  con  esto,  uno  de  los  grandes  pretestos  que  podrían 
autorizar  cualquiera  innovación. 

** El.  pueblo  acordó,  que  «el  Gobierno  Político  recayese 
en  esta  Ilustre  Municipalidad  y  la  Comandancia  militar  de 
la  Provincia,  en  el  Teniente  Coronel  don  José  Vararas.  Yo 
hé  reconocido  las  nuevas  autoridades,  y  desde  el  momento  de 
su  instalacioQ,  he  procurado  ponerme  de  acuerdo  con  ellas, 
influyendo  en  cuanto  está  de  mi  parte  en  con<?ervar  la  ma- 
yor armonía  entre  el  pueblo  y  las  tropas  de  mi  mando. 
**Con  respecto  á  los  escuadrones  de  Cazadores,,  he  ordenado 
se  mantengan  acuartelados  en  esta,  mientras  llegan  los  de 
Granaderos  &  caballo,  que  salieron  de  San  Luis  el  17,  según 
los  avisos  que  tengo  de  su  comandante,  á  quien  di  orden  para 
este  movimiento,  con  motivd  de  las  ocurrencias  de  San  Juan 
— Apenas  lleguen,  me  propongo  hacerlos  situar  fuera  de  la 

€ie  Memioza.  San  Juan  y  San  Luis,  1820.  púb.  en  *'La  Revista  del 
ParanA*'  tom.  l.o  páj.  183  ''01azá/bar\  Episodios,  K'itados— •* ' Hud- 
eon^' — Recuerdos  históricos — Biografia  del  ieneral  D.  Xieolas  Veffa 
—1864.) 


DOIí  PBDEBICO  BRANDSEN.  219 

ciudad,  con  piezas  de  campaña,  dejando  en  esta  los  Casado- 
res  á  caballo,  que  considero  en  algún  modo  eontajiadoS;  y 
quiero,  por  lo  mismo  tenerlos  i  la  vista  y  separados  de  los 
Granaderos  á  caballo,  etc/'  (52). 

En  otro  oficio  del  24  de  mismo,  anadia : 

'*....  El  2.0  y  3.0  escuadrón  del  Tejimiento  de  Grana- 
deros a  caballo,  llegaron  ayter  á  los  Barriaks,  donde  han 
acampado  por  ahora,  y  espero  que  hoy  se  les  reúna  el  l.o 
que  había  quedado  en  San  Luis,  de  donde  salió  el  22,  con 
orden  die  redoblar  sus  marchas.  El  27  pienso  mover  el 
Parque  con  los  escuadrones  de  Cazadores  á  caballo  y  situar- 
los en  Lujan  ó  algún  punto  inmediato.  Reunidos  allí,  creo 
conveniente  que  1  .fanalderaa  á  caballo  se  acantonen  á 
distancia  de  dos  ó  tres  leguas  de  los  Cazadop^^s,  consultando 
por  este  medio  la  disciplina  de  la  tropa,  la  quietud  ¿le  este 
pueblo  y  muy  particularmente  el  preservar  del  contajio 
los  restos  de  la  División.  Hasta  aquí  se  conserva  en  ella 
el  orden  y  cada  dia  tengo  mas  razones  para  recomendar 
á  V.  E.  la  conducta  de  los  Jefes  y  oficiales.  Me  es  en  es- 
tremo satdsfactorio  decir  á,  V.  E.  que  los  escuadrones  que 
salieron  de  San  Luis,  han  llegado  á  los  Barriales  sin  tener 
un  solo  desertor.  La  disciplina  se  mantiene  en  su  cam- 
po en  todo  su  rigor,  y  su  comandante  me  asegura  que  tiene 
In  mayor  confianza  de  él,  etc."  (53) 


4i 
4i 
4i 
4t 
4t 
4i 
4t 
4i 
4t 
Ái 
ti 
4t 
4Í 
4t 
4i 
4í 
41 
■«  < 


Entofie  (tanto  ks  chipas  de  ia  anairquía  gaunaban  terreno  (ri<9i- 
blemente  y  parecía  ya  inmin-ente  la  dislocación  del  Estado. 

tado. 

Los  caudillos,  cuyas  absurdas  opiniones  encontraban  eco 
en  las  masas,  proclamaron  ain  rebozo,  la  federación,  á  su  modo 
como  el  único  sistema  que  convenía  con  su  odio  instintivo  á 
la  capital,  cuanto  por  que  él  favorecía  sus  mezquinas  aspira- 

52.  Parte  de  Alvarado  al  jeneral  San  Martin,  fecha  20  enero 
1820  (**  papelea  del  Archivo  JenerarO 

53.  Legajos  de  id. 


220  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

dones,  permitiéndoles  convertirse  en  Régulos  de  sus  respec- 
tivas provincias. 

A  esta  reacción  de  la  barbarie  se  prestaba  admirable- 
mente la  configuración  topográfica  de  nuestro  suelo,  que  aun 
mantiene  sus  centros  de  población  separados  por  inmensas 
distanoiaS;  condenados  así  al  aislamiento  por  falta  de  cami- 
nos espeditos,  circunstancia  que  contribuyó  no  poco  al  fracaso 
del  réjiniíen  centralista,  cuyo  nervio  consiste  en  »el  mayor  con- 
tacto posible  de  la  autorádad  jeneral  con  sus  gobernadores. 

Ante  ese  cuadro  de  desolación,  no  había  tiempo  que 
perder,  si  ®e  quería  conservar  el  resto  de  aquellos  heroicos 
veteranos  contra  los  quie  avanzaba  de  un  modo  irresistible  el 
fuego  devastaldor  de  las  pasiones  sublevadas  por  los  rencores 
de  bandería. 

Felizmente,  apercibido  de  tello  Alvarado  en  oportunidad, 
se  preparó  á  poner  entre  los  búhenos  patriotas  que  combatían 
por  el  afianzamiiento  de  la  independencia  amenicana,  y  los 
malos  que  lo  hacían  por  el  menguado  espíritu  de  localismo, 
con  descrédito  de  la  causa  común,  la  jigantesca  mole  de  los 
Andes  que  divide  á  Chile  de  sus  vecinos,  cual  sí  fuese  una 
cindadela  que  circundara  fuerte  muro. 

En  consecuencia,  aquel  gefe  activó  sus  preparativos  de 
marcha  sacando  de  la  ciudad  los  artículos  de  guerra  quie  per- 
tenecían al  ejército,  los  que  se  coDkiujeron  al  campamiento  de 
Lujan,  donde  se  esperaba  con  ansiedad  la  llegada  del  coman- 
dante Ramayo  con  los  granaderos  para  iniciar  el  pasaje  de 
la  Cordillera. 

Ijas  80  leguas  que  separan  á  San  Luis  de  Mendoza,  las 
•anduvo  dicho  rejimi-ento  á  marchas  forzadas,  y  el  25  de  febre- 
ro se  incorporó  al  resto  de  la  divdsion  que  en  el  acto  se  pufi& 
en  movimiento  en  demanda  del  paso  del  Portillo,  45  leguas 
al  sud  de  Mendoza,  después  de  sufrir  una  deserción  de  casi 
1.500  hombres,  de  los  que  con  tantos  afanes  y  desvelos  habían 
sido  reunidos,  disciplinados  y  equipados.  (54) 

.54.    En  este  número  se  contaban  por  deshacía  varloe  oficiales 
mendoeiuos  que  ofuscados  por  la  seducción  renunciaron  continuar  su 


DON  FEDERICO  BRAXDSEN.  221 

Sin  otro  incidente  notable,  consiguió  Alvarado  traspo- 
ner los  Andes  ya  medio  cerrados,  y  fué  á  campar  en  una  ha- 
cienda ó  charqueada  á  una  legua  dr  Rancagua  con  los  2.00O 
hombres  que  á  fuerza  de  celo  y  prudencia  pudo  sustraer  á  la 
inñueneia  perniciosa  del  contajio,  presentándose  luego  al  je- 
neral  San  Martin  que  se  hallaba  en  los  baños  de  Cauquenes. 

ÁNGEL  J.  CARRANZA. 
(Continuará). 


carrera  en  üa  que  iva  k  emprender  el  e.)éreito  en  que  habian  sido 
ediueadois.  No  asi  los  **Piintano8*'  que  después  de  haber  doblado  la 
fuerza  del  rejimiento  de  granaderos  en  los  seis  meses  escasos  que 
penmaneció  en  San  Luis,  según  un  testigo  ocular,  no  alcanzaron  & 
*'una  docena*'  loe  que  ¡faltaron  al  juramernto  de  fidelidad  que  ha- 
bian he«ho— '(**01azabal'* — folleto  citado).  Por  un  ** estado ''  que 
rejistra  la  **  Gaceta '*  de  15  setiembre  1819,  se  vé  que  los  alistados 
en  la  jurisdicción  de  esa  provincia,  fueron  2185  hombres  de  16  á 
50  años  (en  gran  parte  voluntarios);  cifra  excesiva  relativamente 
á  su  población,  Ojalá  hubieran  imitardo  las  demás  tan  patriótico 
ejemplo  I 


MEMORIA    MILITAR.     (1) 

PBOYBCTOS    DE    OPERACIONES    BÉLICAS    PARA    DEBBOCAH 

AL  TIRANO  ROSAS. 


Introducción,     (2) 

Multiplicar  los  esfuerzos  para  debelar  al  tirano  argenti- 
no, y  propogar  contra  él  la  acción  hostil  nevándola  á  diversos 
puntos  del  territorio  que  domina,  siempre  que  wan  demo«ítra- 
«bles  l<ais  proba'bilidades  de  a;rribar  x)or  este  lUfedio  á  laquel  fin 
es  una  necesidad  tan  evidente  que  seria  perder  tiempo  dete- 
nerse en  probarla: — es  verdaderamente  un  axioma. 

La  esperienría  adquirida  en  las  dilatadas  guierras  intes- 
tinas que  afligen  desde  mucho  tiempo  estos  países,  y  muy  sin- 
gualarmente  la  de  la  guerra  social  que  actualmente  los  devo- 
ra, ha  puesto  al  alcance  hasta  de  los  ^espíritus  menos  pensa- 
dores, pero  muy  particularmente  de  los  gefes  militares  que  en 
ella  han  sido  actores,  verdades  que  se  han  hecho  del  todo  po- 
pulares,  y  que  la  sanción  del  tiempo  ha  consagrado  consiga 

1.  El  señor  general  don  Tomáa  Iriarte  nos  ha  enviado  la  Memo- 
ria que  empezamos  á  publicar  en  este  número.  Ella  se  refiere  á 
proyectos  de  operaciones  bélicas  para  derrocar  la  tiranía  de  Roeas» 
Kftte  colaborador  de  '*La  Revista'*  es  muy  conoicido  y  estimado  de 
íTiuestros  lectores,  para  que  necesitemos  recomendar  la  lectura  de  este 
trabajo,  que  conservaba  inédito. 

2.  La  redacción  de  esta  ''Memoria"  fné  especiflilmen.te  encar» 
gada  al  autor,  por  el  señor  don  Santiago  Vaaquez,  ministro  de  Rela- 
ciones Esteriores  de  la  República  Oriental  del  Uruguay,  y  preeen- 
tada  al  Barón  Deffaudls,  iministro  Plenipotenciario  de  Luis  Felipe 
rey  de  loe  franceses,  cerca  de  aquel  gobierno. 


MBMOBIA  MILITAB  223 

zk&ndolas  al  dominio  de  las  cosas  práctica  7  definitivamente 
jnzg«dfts. 

En  América  la  observancia  de  los  buenos  principios  eu> 
ropeoB  no  siempre  produce,  como  en  el  viejo  continente,  re- 
suitaéos  análogos  á  la  aplicación  gradual  y  sistemada  de  los 
resoiles  sabiamente  combinados  para  obtenerlos.  Aquí,  el 
Inodo  'de  ser  social,  los  hábitos  que  emanan  del  clima,  de  la 
educación ;  los  creados  por  un  dilatado  periodo  de  revolución 
y  frecuentes  guerras  intestinas;  las  localidades,  la  estension 
del  territorio  escasamente  poblado ;  y  en  ñn,  y  por  no  fatigar 
haeiesfMlo  menciotn  óe  otras  nvuehas  codoaUBas,  las  peculiaTidia- 
des  de  una  sociedad  naciente,  y  nueva  todavía  en  la  carrera 
de  >)a  civilizacioii,  ndan  um  coloír  especiad  á  lias  persomias  y  á  las 
cosas,  una  mezcla  de  tihtes  tan  fuertes  }/)  variados  en  brui^a 
transieion,  qxte  h.  vi«ta  imenos  peirapioaz  desde  qne  por  pri^ 
mera  vez  se  fija  en  el  cuadro,  percibe  la  necesidad  de  estudiar 
un  conjunto  sin  analogías,  sin  orden  ni  hilacion,  para  el  que 
ignore  el  origen  de  tan  raros  contrastes,  de  tan  violentas  y — 
al  parecer — inesplicables  incoherencias.  Todos  los  ramos  del 
orden  social  se  resienten  de  la  imperfección  de  las  formas,  do 
la  originalidad  de  los  caracteres:  se  creería  encontrar  un  ti- 
po, sí,  pero  es  un  tipo  aniomalo,  deforme,  que  de  ningún  ano- 
do  representa  un  estado  normal  bien  pronunciado  y  en  esta- 
ción, si  nos  es  permitido  emplear  esta  frase  para  hacer  mas 
comprensible  nuestra  idea.  En  fin,  el  contraste  és  visible, 
fpñJbpaítñe,  anrténtitco,  se  advierte  á  cada  peso  que  se  d'é  en  esta 
tierra  nueva ;  pero  no  es  difícil  observar  diesde  luego  el  ori- 
gen, la  causa  primordial.  Es  el  resultado  consiguiente  de 
una  copia  dmperfeota  por  ser  el  modelo  eximio  y  elevado  y 
mny  débiles  todavía  los  medios  de  imitación.  Son  los  resa- 
vioB  infantiles,  los  vicios  del  sistema  colonial  bajo  una  metró- 
poli atrasada,  que  envueltos  en  las  trabas  de  una  enseñanza 
deficiente  y  descuidada,  aspiran  no  obstante  á  elevarse  pre- 
maturamente al  nivel  del  original  nmduro  de  inteligencia  y 
virilidad,  y  encuentran  en  su  mismo  seno,  en  sus  mismos  an- 
tecedentes, un  gratí  poder  de  resistencia  que  retarda  su  pro- 


224  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AiJiES. 

greso.  La  América,  en  una  palabra,  ha  aceptado  ¿  la  Europa 
por  modelo,  y  ansiosa  de  igualarla  ha  olvidado,  sin  duda,  que 
para  conseguirlo  es  preciso  resignarse  a  la  acción  lenta  é  im- 
prescindible dei  tiempo,  porque  eefte  no  permite  que  impu- 
nemente se  viol-en  sus  leyes  dnmutables.  Y  es  testa,  sin  dispu 
ta,  un{i  de  las  causas  mas  efícientes  de  la  deplorable  situación 
social  de  ^ste  hermoso  continente. 

llenemos  pues,  medios  propios,  direcciones  determinadas^ 
fijas,  y  en  las  qut-  necesariamente  y  sin  opción  debemos  mar- 
char, porque  son  úni-eas,  .peduieidas  <«!  número  y,  por  lo  tanto, 
muy  conocidas  desde  que  no  hay  otros  caminos  que  fre- 
cuentar. 

Este  preámbulo  no  es  fuera  de  propósito,  por  mas  que 
á  primera  vista  parezca  del  todo  estraño  al  objeto  que  desde 
el  principio  hemos  indicado — la  guerra  contra  Rosas.  He- 
mos creido  conveniente  bosquejar  un  diseño,  aunque  ligero  é 
ineompleto  de  la  nueva  asociación  americana,  para  que  se 
comprenda  porque  la  guerra  que  en  estos  momentos  agovia 
á  la  república,  argentina,  tiene  un  sistema  propio  y  análogo, 
una  estrategia  y  una  táctica  peculiar,  y  un  modo  de  combatir 
enteramente  nuevo  y  distinto  del  sistema  europeo;  pues  no 
sd'eaDdo  este  ajplioa'blte  en  todas  sus  piartes  en  'este  hemisferio,*  por 
las  peculiaridades  característijeas  que  se  han  enunciado,  es 
claro  que  por  las  mismas  causas  la  base  de  la  organización  de 
los  ejércitos  americanos,  los  planes  de  campaña,  y  los  elemen- 
tos todos  que  entran  en  su  composición,  difieren  esencialmen- 
te de  todo  cuanto  en  Europa  á  este  respecto,  se  ha  consagrado 
oomo  UTL  dogma  injaitoínable,  eai  tanto  se  continúe  empleando 
el  poderoso  motor — ^la  pólvora. 

Y  una  vez  establecido  que,  en  las  guerras  intestinas  de 
estas  rejiones  está  de  antemano  designado  por  la  naturaleza 
díc  las  cosas,  tel  caTuino  y  los  m^^dios  que  deben  empileaírse  paT» 
recorrerlo,  con  muy  lijeras  y  accidentales  variaciones  que 
no  alteran  esencialmente  la  constante  é  inevitable  monotonia 
de  las  escenas  marciales,  entraremos  ya  en  la  narración  de  los 
hioehos,  y  tomíulos  estos  como  premisas  de  ellos  d^edueiremos 


MEMORIA  MILITAB  225 

las  consecuencias,  haciendo  una  aplicación  práctica  de  la  es- 
periencia  adquirida  en  los  campos  de  batalla  y  en  el  estudio 
durante  una  larga  serie  de  años  de  ejercieio  profesional;  y 
concluiremos  por  reasumir  cuanto  vamos  a  «esponer  en  seis 
Y'eridades  capitales,  cuya  evidencia  nos  proponemos  demostrar 
valiéndonos  de  tales  antecedentes. 


MEMORIA— OPERACIONES  MILITARES. 

**Roma   está  en  Cartago. '' 

I. 

El  poder  de  Rosas  fué  fascinador  aún  «en  la  época  en  que 
sus  ejércitos  se  componian  de  hombres,  pero  no  da  soldados; 
y  hoy  que  los  tiene,  pero  enclavados  en  la  República  Oriental 
sin  medios  de  movilidad  para  transportarlos  fu»era  de  «ella,  el 
poder  'de  Rosas  es  del  todo  fantásticx),  no  «existe  sino  en  los 
ánimos  impresionados  de  su  inaudito  sistema  de  terror: — es 
lun  poder  de  imiaginiacion ;  y  lentiéndase  que  cuando  así  nos 
espresamos,  pretendemos  tan  solo  si^ificar  la  actual  impo- 
tencia del  tirano.  Conoce  él  perfectamente  lo  apurado  de  su 
situación:  ha  tenido  si-emprie  exelente  tacto  y  buen  sentido 
para  comprender  cuanto  le  converiia  alejar  de  la  provincia 
de  Buenos  Aires  el  teatro  de  la  guerra,  convencido  de  que  un 
solo  golpe  que  en  ella  recibiese  bastarla  á  anonaídarlo.  Ha 
enviado  siempre  sus  ejércitos  á  la  distancia  de  un  gran  radio 
fuera  de  su  territorio,  a>si  ha  burlado  á  sus  enemigos:  estos 
«e  han  distraido  del  punto  principal,  y  olvidado  por  defender 
intereses  secundarios,  que  Roma  está  en  Carfago, 

Muchas  pruebas  de  esta  vepAad  nos  suministra  la  his- 
toria de  una  guerra  de  siete  años.  Cuando  la  revolución  del 
Sur  en  1839,  Rosas  estuvo  perdido:  así  lo  consideró  él  mismo 
y  se  preparó  a  abandonar  el  pais.  Sabia  que  si  perdia  una 
4>a4)aMa  esta  seria  la  primera  y  la  últimia,  porque  la  pordia  eer- 


225  LA  REVISTA  DE  BUENuS  AIÜES. 

ca  de  la  capital,  y  no  tendría  tiempo  para  producir  la  reac- 
ción, careciendo  de  medios  para  reorganizar  el  -ejército  una 
vez  vencido;  porque  entre  nosotros  todos  los  recursos  que 
con  grandes  dificultades  se  reúnen,  no  alcanzan  por  su  exi- 
güidad á  alendcr  á  muchos  puntos  á  la  vez:  pocos  casos  hay 
d»e  tener  prontas  reservas,  y  es  por  esto  que  la  mayor  parte 
de  las  veces  en  una  sola  batalla  se  decide  la  suerte  del  pai& 
que  es  teatro  y  objeto  de  los  ejércitos  beligerantes.  El  de 
Koeas  triunfó  entonces  por  acaso,  como  generalmente  son 
nuestros  triunfos,  y  á  un  resultado  de  tan  dudosos  anteoetlen- 
tes — puesto  que  ya  se  habia  pronunciado  su  derrota — debiá 
BU  continuación  en  el  poder.  No  corrió  el  mismo  riesgo  per- 
diendo la  batalla  de  Cagancha,  ni,  por  lo  pronto,  cuando  su 
ejército  fué  completamente  derrotado  en  Caaguazú,  porque 
el  campo  de  esos  combates  estaba  muy  distante  de  la  capital 
que  el  tirano  habita. 

11. 

Estuvo,  pues,  Rosas  en  riesgo  inminente  de  caer  violen- 
tamente cuando  la  revolución  del  Sur ;  y  si  esta  no  se  hubiera 
anticipado,  si  hubiera  sido  simultánea  con  la  invasión  del 
Norte  por  el  ejército  libertador,  no  se  puede  poner  en  duda 
que  habria  cesado,  pero  hasta  sin  resistencia,  su  ominosa  do- 
minación; que  habrían  desaparecido  el  Dictador  y  la  Dicta- 
dura.    ¿Donde,  pues,  está  ese  poder  tan  decantado? 

Diez  meses  después,  en  agosto  de  1840;  atravesó  el  Pa- 
raná el  ejército  libertador  y  pisó  en  San  Pedro  el  territorio 
de  la  Provincia  de  Buenos  Aires  con  solo  2.800  hombres  de 
Armas,  que  quince  dias  antes  habian  sido  derrotados  en  el 
Entre-ríos  en  la  batalla  del  Sauoe-grande ;  y  tan  escasa  fuerza 
reciente  todavía  el  fuerte  revés  que  habia  sufrido — tengase 
esto  bien  presente — se  internó  sin  oposición  en  la  provincia, 
dispersó  en  su  tránsito  sin  combatir  á  una  fuerte  división  de 
Kosas  mandada  por  el  general  Pacheco,  que  estaba  apostada 
Bobre  la  costa  para  parar  los  primeros  golpes  de  los  invasores ; 
y  veinte  dias  después  encontrándose  en  la  cañada  de  la  Paja 


MEMOBIA  MIlilTAB  2\ik 

eon  mas  de  2000  en/em'igm,  bastó  solo  el  amago  de  300  liberta- 
vloreB  para  <iuie  ia<iu>eillois  hiiy^asea  >d)e9|)i£rv0riidoe  en  todas  diroe- 
CRoaiies,  penst^^kk»  cinoo  legxuas  por  tan  imen^^uisudiafi  ¿uieraas; 
perseoiKiion  que  cesó  por  falta  de  objeto,  pues  los  e&emigofii 
se  desbandaron  basta  que  no  quedaron  dos  juntos.  Fuimos 
testijpros  presenciales  de  esta  esoen»  que  puso  el  sello  á  la-  iür 
significancia  del  poder  de  Rosas,  y  acabó  de  acreoentar  y  for- 
tificar el  poder  moral  de  sus  adversarios. 

Entonoes  se  tuvo  una  ocasión  práctica  de  ver  y  toear  de 
cerca  las  simpatías  de  estos  len  la  provincia  de  Buenos  Aires, 
el  odio  (|ue  los  babitantes  abrigaban  contra  Rosas;  porque 
apeaar  de  la  derrota  que  nuestras  fuerzas  sufrieron  en  Entre- 
rios,  y  que  con  bail«s  y  regocijos,  ordenados  por  el  Dictador, 
encontramos  celebrando  á  nuestr»  U«gada,  y  no  obstante  la 
csf^asez  de  nuestras  fuerza»,  estas  se  engrosaron  rápidamente 
á  términos  qii«  siete  dias  d^espues  del  desembareo  en  San  Pe* 
dro,  ascendían  á  rqas  de  1000  hombres — voluntarios  y  pasa-^ 
dos — armados  Ion  nuevamente  incorporados;  y  esto  sin  que 
el  ejército  Libertador  hubiera  esplorado  lel  pais,  puies  mar- 
chaba siempre  unido  y  sus  marehaa  forzadas  se  hacian  duran- 
te la  noche,  dificultando  asi  la  incorporación  de  los  vecinos 
adictos  que,  bajo  el  sistema  feroz  de  Rosas,  temian  con  razón 
que  iia  sola  60S|)euha  die  su  a'v^eiiturada  defeoeion  lea  costase  lia 
pérdida  de  sus  cabezas. 

Los  estancieros  se  presentaban  con  sus  hijos,  nos  brinda* 
ban  con  sus  cabatliljadias  piara  <d  servi^do  del  ^ejércáto,  con  sus 
ganados  para  alimentarlo;  jamás  se  ha  visto  un  entusiamno 
mas  manifiesto  y  tan  fervientemente  pronunciado.  ¿Qué  ha- 
cia Rosas  entretanto?  desplegaba  por  ventura  ese  gran  poder 
májieo  que  hasta  ahora  no  ha  cesado  de  atribuírsele!  Nada 
de  eso :  por  el  contrario,  como  se  consideraba  x)erdido  adoptó 
desde  luego  la  defensiva  circunscribiéndose  á  un  estrecho  ra« 
dio  delante  de  la  capital ;  abandonó  toda  la  campaña  al  ejérci- 
to Libertador,  y  todos  saibeti  qu«  Rostas  se  puso  len  franqoíia 
y  tomó  sus  medidas  para  embarcarse,  por  creer  inútil  toda 
resistencia;  todos  saben  que  entonces  habría  descendido  si  el 


22S  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIRES*. 

ejército  libertador,  improvisadamente  y  sin  causa  conocicla 
liasta  ahora,  no  se  hubiera  retirado  de  la  provincia  sin  probar 
fortuna, .  sin  combatir  en  un  encuentro  decisivo.  Sobre  lo 
que  no  es  esta  la  ocasión  de  detenernos  en  consideraeioDes  que 
f»erian  agenas  del  fin  que  nos  hemos  propuesto.  ¿Dónde, 
pues,  volveremos  á  repetir,  está  ese  poder  tan  magnificado 
hasta  por  los  mismos  adversarios  de  Rosas f  ¿No  hemoe  co- 
nocido ya  su  medida  en  dos  ocasiones  sucesivas  en  que  se  le 
ha  puesto  á  prueba,  aunque  por  desgracia  incompleta! 

III. 

Esousado  seria  «detemiemos  en  deinostnar  cuales  debieron, 
ser  los  resultados  de  1^  victoria  de  Caaguazú,  a  haber  de  ella 
sacado  buen  partido  marchando  el  ejército  rápidainente  sobre 
el  Paraná  para  atravesarlo.  A  Rosas  no  le  habría  quedado 
otro  medio  de  salvación  x>ersonail  que  la  fuga.  Tenia  á  ]a 
sazón  dos  ejércitos  á  400  Leguas  de  Buenos  Aires: — el  uno  en 
ikas  pro\in<fiaB  d-e  Tuemnaoi  y  Salta;  e^l  otro  en  la  de  Mendoza: 
pero  por  forzadas  que  hubieran  sido  sus  marchas  habrían  lle- 
gado tarde,  no  les  era  posible  impedir,  estando  á  tanta  distan- 
cia, la  caida  del  Dii-tador.  Entonces  el  peligro  de  este  fué 
inminente,  y  es  universalmente  reconocido  quie  si  se  salvó  fué 
por  la  mala  inteligencia  entre  sus  adversarios.  Y  sin  con- 
traernos  á  narrar  y  espliear  las  causas  d^  la  discordia,  el  he- 
cho "es  que  el  ej*'rcito  vencedor  se  retiró  á  Corrientes  desorga- 
nizado, y  que  el  auxiliar  oriental  á  las  órdenes  del  general  Ri- 
vera, se  quedó  en  Entre-rios  esperando  que  Oribe  viniera  á 
ibatirlo  diescle  los  confióles  <le  l<a  República  Argentina  «n  los 
campos  del  Arroyo  Grande. 

La  suma  de  los  poderes  parciales  de  los  enemigos  de  Ro- 
sas, lia  sido  siempre  <.»onsiderablem«ente  superior  al  que  este 
ha  podido  oponerles,  apesar  de  sus  ventajosos  medios  de  ac- 
ción á  favor  do  luia  autoridad  omnimoda,  única  y  reconoen- 
trada  por  su  sistema  de  terror.  En  1840  todas  las  provincias 
arfrcaitinas,  menos  la  de  Santiago  del  Estero  y  la  de  Entre- 
rios.  habían  negado  la  obediencia  a  Rosas,  se  habian  subleva- 


MEMOBIÁ  MHJTAB  2;:. 

do  y  sacudido  su  yugo  sin  lencontrar  resistencia:  tal  era  el  po- 
der de  la  opinión,  el  odio  á  los  opresores.  Levantaron  ejérci- 
tos con  heroica  decisión,  bien  que  conociesen  el  tamaño  y  las 
consecuencias  del  compromiso  quie  contraian  declarándose  á 
mano  armada  contra  el  tirano.  Hicieron  su  revolución  Salta» 
Tucuimsun,  La  Rioja,  Oatorntairoa,  Jujuy,  Mendoza,  Córdoba,  y 
la  díft  Santa  Fé  fué  la  úndoa  que — por  su  inmediación  á  Bue 
nos  Aires — ^necesitó  para  practicarla  la  priesencia  del  ejército 
Libertador,  del  que  una  división  se  apoderó  de  su  capital  por 
«salto ;  y  cuando  este  mismo  ejércdto  estrechaba  á  Rosi^  sobre 
los  arrabales  d^  Bu«nos  Aires,  incluyendo  las  fuerzas  de  la 
República  Oriental,  se  contaban  cinco  ejériátos  libertadores 
dirijidos  por  antiguos  generales  acreditados  en  la  guerra  de 
la  iiiídependencia ;  los  cuerpos  eran  genieralmente  mandados 
por  gef es  de  nom9>radía  y  los  ofiíeia'lies  y  solidados  aguerridos 

y  de  mediana  instrucción  miUtar.  Un  ejército  en  Corrientes 
mandado  por  el  general  Paz ;  «el  denominado  Libertador  á  las 
órdenes  del  general  LavaUe;  el  de  Tucuman  y  Salta;  al  que 
después  se  incorporaron  las  fuerzas  dte  Córdoba,  tenia  á  su 
cabeza  al  general  Lamadrid;  el  ejército  de  la  Rioja  á  las 
órdenes  de  Brizuela;  el  Oriental  con  el  general  Rivera  á  su 
frente !  Cinco  ejércitos  y  doce  pronuncias  amigas  y  decididas 
ise  podria  racionalmente  dudar  de  la  facilidad  del  triunfo? 
Empero  tan  inmenso  poder,  si  se  compara  con  el  del  ad 
vcrsario  desapareció  como  por  encanto,  y  ¡cosa  singular! 
Rosas  entón/oes  no  teaiiía  nuaei  solidiaitlos  fogoieíaidos  que  ios  que 
habáan  combatido  en  las  provincias  litorales  y  en  esta  Repú- 
blica. Pero  f^Mó  la  acción  uniforme  y  reconcentrada,  la 
armonía  de  las  partes;  sus  direcciones  fueron  divergentes, 

«ficéntricos  sus   impulsos,   y mas   forzoso   es   cubrir   con 

un  denso  velo  las  causas  que  nos  condujeron  á  un  caai  abso- 
luto aniquilamiento,  bien  que  muy  conveniente  seria  á  nues- 
tro propósito  que  fuese  esta  la  ocasión  oportuna  para  ha- 
cer su  análisis,  para  espliear  de  un  modo  el  mas  conspicuo 
que,  si  los  efectos  fueron  consiguientes,  no  por  eso  podria 
hacerse  una  deducción  que  comprobase  la  preponderancia  de 


230  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBG3. 

Rosas;  'los  hitólos,  «í,  \^  fueron  favonaibJ^s,  pero  ios  Jiechos 
Ho^iempre  oíreoen  la  exacta  medida  de  sus  «nteaedenteB. 

IV. 

fis  decir  que  Basas  triunfó  siendo  mas  débil  que  sus 
advei^sarios,  teniendo  además  contra  si  la  opinión  bien  pro- 
nunciada die  las  nuisas;  pero  aun  cuando  no  deaeenderemos 
á  los  detalles  para  «spiicar  un  suceso  al  parecer  estraño,  pues- 
to que  obraban  eontra  él  mayor  número  de  probabilidades,  ellos 
«on  en  el  dia  tan  gen^raimiente  conocidos,  que  esta  es  una  ra- 
zón para  que  nos  creamos  relevados  die  la  necesidad  de  comen- 
tarlos, y  porque  forzoso  nos  seria  lastimar  susceptibilidades, 
y  no  íes  esta  la  oportunidad  por  cierto,  de  pulsar  tan  delicado 
reííorte. 

TOMAS  IRIARTE. 

« 

(Continuará). 


LITERATURA 


RASGOS    BIOGRÁFICOS 

DEL.  CORONEL  QUINTÍN  QÜEVEDO. 

Enviado  Extraordinario  y  Ministro  Pleniímtenciario  de  Boli- 
via  en  el  Imperix)  del  Brasil  y  Repúblicas  del  Plata. 


** ...  .Vos,  señor  que  bajando  desde  las  faldas  de 
los  A  Hilos  por  cristalinas  ^.orrientes  que  juguetonas 
se  pierd'-ii  en  las  plücidas  aefnas  del  Mamoré,  y  des- 
pués arrastrado  por  los  torrentes  impetuo&os  del 
Madera  hasta  las  playas  del  Amazonas,  fuisteis  el 
** primero"  en  iniciar  la  práctica  de  una  comunií»a 
cion  con  el  mando  hasta  entonces  mirada  con  ho- 
rror...  .Bolivia,  hundida  y  desolada  hoy  por  el  azote 
de  la  guerra  civil,  añadirá  á  vuestra  historia  nuevos 
timbres  de  gloria  y  mayores  títulos  de  gratitud,  si 
interponiendo  el  carácter  diplomático  que  -de  ella  in- 
vestís, y  aun  vuestra  influencia  personal,  coní^iffuie- 
rais  que  el  mundo  industrioso  tienda  una  imirada 
sobre  nuestras  vertientes  Amazónicas  v  llevándonos 
por  ellas  el  comercio  y  la  felicidad,  reciba  también 
la  justa  remuneración  de  su  beneficio....*' 

*Mgnacio  Arauz" — Nueva  Via  'Fliivial 
de  Bolivia  —  Manáos,  febrero  1868.  (Tra- 
bajo dedicado  al  señor  Que  vedo.) 

I. 

El  mérito  dondo  quiera  que  se  encuentre,  es  siempre 
reeonocido  por  la  sociedad,  que  justa  y  generosa  en  sus  mani- 
festaciones, no  mira  la  virtud  y  el  patriotismo  con  indife- 
rencda,  8'ino  que  antes  bien,  los  busca  para  laurearlos  con  su 
fallo  imparcial. 

Los  hombres  ilustres  de  todas  las  épocas  y  naciones 
ban  llamado  mas  ó  menos  la  atención  pública  y  á  sii  memo- 
ria se  han  consagrado  preciosas  pajinas. 

En  nuestras  jóvenes  Repúblicas  donde  el  mérito  muchas 

veces  pasa  desapeipcibido,  domtle  los  hombres  patriotas  y  de 

,  preclaro»  antecedentes  no  lucen  sino  en  el  estrecho  círculo 


232  LA  BEYISTA  D£  BUENOS  AIHES. 

de  fiu  Patria,  por  que  las  distancias,  la  falta  de  comunicación 
de  unos  pueblos  á  otros  y  el  miezquino  cambio  die  sus  produc- 
ciones literarias  y  periodísticas,  impide  que  estos  hec^ps  se 
difundan — es  donde  conviene  mas,  que  la  pnensa  Uiene  esta 
elevada  misión. 

La  República  de  Bolivia  que  por  su  posicdon  central  y 
por  lel.poco  desarrollo  de  sus  vias  die  comunicación,  escuna, 
de  las  menos  estudisbdas  y  conocidas,  cuenta  en  su  historia  y 
en  su  seno,  no  obstante,  hombres  muy  notables  por  «rus  an- 
tecedentes, por  su  patriotismo  y  por  la  elevación  die  sus  mi* 
ras.  Dándolos  á  conocer,  no  solo  se  prestaria  un  servicia 
al  pais  á  quien,  consangran  sus  trabajos,  sino  á  todos  los  que 
deseen  estudiar  la  situación  de  la  hija  predilecta  de  Bolívar^ 
cuyos  destinos  en  el  porvenir  tienen  que  ser  muy  elevados, 
pues  colocada  con  un  pié  en  el  Pacífico  y  con  el  otro  sobre 
las  vertientes  de  los  dos  grandes  rios  que  desembocan  en  el 
Atlánitíco,  está  llamada  á  influir  en  la  política  de  las  naciones 
de  ambos  mares. 

Al  presente,  vamos  á  limitar  nuestro  trabajo  h  bosque- 
jar, aunque  á  grandes  rasgos,  la  biografía  de  uno  de  ew» 
distinguidos  bolivianos,  que  con  su  modestia,  su  talento,  su 
valor  y  patriotismo,  ha  conseguido  atraerse  el  respeto  y 
estimación  de  todos  sus  conciudadanos  y  elevarse  á  uno  de 
lofl  puestos  mas  encumbrados  de  la  Patria. 

Hablamos  del  señor  coronel  don  Quintín  Quevedo,  ac- 
tual Ministro  Estraordinario  de  Bolivia  en  el  Brasil  y  las 
Repúblicas  del  Plata,  que  ha  pocos  meses  fué  á  México  con 
un^  misión  especial,  llevando  á  esa  nación  heroica  el  abrazo 
de  cordial  felicitación  que  los  bolivianos  le  dirijian  por  la 
T«econ<|uii?t)a  de  sus  in'mu(nidiad«e8  y  derechos  como  RepúfbHca 
democrática,  alcanzada  con  la  sangre,  la  constancia  y  la  bra- 
vura de  sus  hijos. 

Tal  vez,  al  relatar  los  hechos  de  su  vida,  lo  hagamos  algún 
dia,  con  todo  el  interés  que  inspira  la  estimación  que  nos  me- 
rece :  pero  seguros  de  no  faltar  á  la  verdad. 


COBONEL  (¿UEVEDO.  233 

II. 

El  Da<;iinifento  del  coroniel  don  Quintín  Quevedo  corres- 
ponde á  la  última  época  de  esa  jigantesca  lucha  en  quie  la  Amé- 
rica, levantándose  con  noble  brío  de  su  postración,  hizo 
inauditos  esfuerzos  por  conquistar  su  ansiada  libertad,  y  en 
que  desenoadenándose  todos  los  elementos  de  orden  y  de 
estabilidad,  sacudió  los  cimientos  de  la  vieja  sociedad  colo- 
nial para  fundar  el  nuevo  sistema  de  la  república  democrática. 

El  Alto  Perú  (hoy  Bolivia),  que  fuera  «el  primero  en 
alzar  el  grito  de  santa  independencia,  el  año  da  1809  contra 
la  ominosa  dominación  x)emnsular  y  que  tantos  sacrificios  hi- 
eiena  piatra  oooisiQguiírlia,  fué  por  15  años,  «el  teatro  de  la  mas 
enoaimizada  y  tenaz  x)eliea,  /en  que  lia  baorbaríe  diefl  opresor 
contraj?taba  con  el  aliento  varonil  de  los  oprimidos.  Allí, 
la  resistencia  española  apoyaida  en  las  fuerzas  del  Bajo  Perú 
rtomó  consistencia  y  se  hizo  mas  sangrienta  y  terrible,  á  pe- 
sar de  los  generosos  empeños  de  lá  Bepública  Argentina  pa- 
ra salvar  á  los  alto-peruanos.  La  persecución  española  con- 
tra los  americanos  fué  cruel  y  bárbara.  Los  que  escapaban 
de  su  cuchilla  tenian  que  dr  á  engrosar  las  filas  de  los  lla- 
mados insuTJíeDites,  paim  hiaoer  ila  guieinra  de  montonera^  6  se 
veian  obligados  á  emigrar  á  territorio  arjentino,  apoyados  por 
los  ejércitos  patriotas. 

Entre  estos  últimos,  ítuvo  que  salir  desde  Potosí  el  se- 
ñor don  Bafael  Quevedo,  por  su  amor  á  la  libertad.  Poco 
tiempo  d/espues,  -contrajo  matrimonio  oom  la  señoriita  doña 
Carmen  Ferrari  y  Garcia,  hija  del  Tucuman,  de  cuyo  enlace 
en  aquel  asilo  de  los  patriotas  del  Alto  Perú,  nació  nuestro 
protagonista  en  Caminiaga,  paraje  entre  el  Chañar  y  Rio- 
Seco,  40  leguas  al  norte  de  la  ciudad  de  Córdoba,  el  31  de 
octubre  de  1823. 

Trece  meses  después,  el  9  de  diciembre  de  1824,  la 
jornada  de  Ayacucho,  alcanzada  por  la  potente  é  invencible 
espada  del  gran  mariscal  Sucre,  completó  la  obra  de  la  eman- 


234  LA  REVISTA  DE  BUEJMOS  AI3Eí^. 

cipacion,  y  con  tan  felices  auspicios  se  fundó  el  año  25  la 
República  de  Bolivia. 

El  señor  Quevedo,  padre,  que  solo  por  la  fuerza  de  los 
acontecimientos  había  abandonado  su  patria  en  una  época 
de  crisis,  regresó  á  cUa  tan  luego  como  tuvo  conocimiento 
de  aquel  triunfo,  llevando  toda  su  familia  liasta  la  ciudad  de 
la  Paz,  para  trasladarle  mas  tarde  á  Cochabamba;  habiendo 
por  consiguiente  abierto  los  ojos  en  Bolivia  el  hijo  de  la 
proscripción  y  de  las  desgracias. 

La  viveza  y  talento  precoz  con  que  se  distinguió  desde 
su  infancia  el  joven  Quevedo,  cuyas  ocurrencias  estraordi- 
narias  en  aquella  edad,  aun  recuerdan  en  la  Paz  algunas 
personaje  de  esa  época,  hacia  presentir  el  brillante  porvenir 
qu«e  !«  aguardaba,  si  una  esmerada  educación  fecundase  tan 
preciosos  jérmenes. 

Su  padre  lo  comprendió  así,  y  aproveelian?do  las  nume- 
rosas relaciointes  qu^e  tenia  en  Chile  y  las  fateilidades  que  le 
projM>rcionaba  su  tráfico  eomopcial  con  aquella  República, 
Mevóle  'en  1836  ®1  Instituto  N'acional  de  Santiago,  qu-e  go- 
zaba de  gran  reputación  y  dond^  bajo  la  dirección  del  auste- 
¡ro  y  sabio  Rector  señor  IMontt,  qae  post-eriorra-ente  fué  Pre- 
sidente de  la  misma  República,  l>ebió  los  prineipios  de  la  cien- 
cia, espoeia'l»me>nte  de  las  rmat-emáítieas. 

III. 

En  1841  regresó  á  Ja  Patria. 

La  víL'toria  'de  Ingavi  (1)  (18  de  noviem^bre  die  -ese  año) 
deil>ida  á  lia  pericia  militar  y  á  la  bravura  d«el  jeneral  Balli\ian, 
quie  salvó  la  Repívbliea  ile  las  garras  del  invasor  peruano, 

1.  Annfirrania  (le  "Tunsrai/*  V.  Campaña  (\o  cuarenta  d'a«? 
•lienha  por  el  Kiéreito  boliviano  al  mando  de  S.  ¥1.  el  jeneral  don 
Josf'^  Hallivian,  contra  el  Ejército  invasor  del  Perú  á  las  órdenes  del 
Jeneralísimo  de  sus  armas  don  Asfiistin  Gamarra.  Ln  Paz  año  d«* 
1841.  Imprenta  dol  Coleírio  de  Artes,  (54  p/ij.  4. o — Reimi>re«o  en  Val- 
paraíso en  1842  por  la  Imprenta  di»  M.  Rivadeneyra  7ÍI  páj.  y  tam- 
bién— el  ** Homenaje  á  la  iT.emoria  del  jeneral  Manuel  í'arrasco'*. 
Cochabamba,  dicitM.bre  12  de  IS.").*) — Tipografía  de  Quevedo  y  Com- 
pañía. 18  páj.  4.0 


CORONEL  yUKVEDü.  235 

preíyentó  al  j6von  Que  vedo  la  oeai^ion  de  liaeer  lucir  su  nú- 
imiin  'jíoétiix),  puMiüado  uin  *'Cíunto  á  lusgavi",  oamo  primar 
(ensayo  •íl'e  anUi  jéii'ero,  quie  fué  jonepalanente  a'plaaidido  por  su 
novedad  de  ideas  y  üentiuiieotos,  valiéndole  la  estimación  y 
favor  del  héroe  dc^  «(lut'll'a  jornada. 

('uando  lel  gcM^.:'ral  iiallivian  regresó  del  Perú  y  hizo  su 
paseo  triunfante  por  dais  prinieipales  eiudades  de  Bolivi-a  ííxl 
1842,  al  paiáar  por  (Joehabamba  invitó  al  joven  Quevedo  á 
«(^'tar  lyliaza  en  <el  Ejército  en  telase  d^e  teniente  2.o  Este, 
que  sen'tia  todo  el  anlor  y  entusiasmo  d-e  la  juventud  hacia 
uma  líarrera  (jue  en  üolis'ia  era  por  «esos  tiempos,  d-e  gloria 
y  de  Jucha,  lai^ejitó  gustoso  el  esijwntáneo  ofrecimiento  que  se 
l-e  haei-a,  elijiendo  el  arma  de  ¡artilleria  por  sus  conocimientos 
onaternáticos  y  previo  -eonsenti miento  pat-emo. 

La  conducta  >ú?  intachable  moralidad  del  oficial  Queve- 
«do,  la  exactitud  t>n  el  viuiuplimiento  de  sus  deln^reis  y  su  consa- 
gración ad  ser\'icio,  4e  granjearon  la  ^estimación  y  respeto  de 
sus  compañeros  de  armas,  entre  los  q-u-e  bien  pronto  logró 
«listiuguií'we,  sobre  todo  cuanido  se  le  •eneomendó  en  Viaicha 
la  dirección  de  una  academita  ciontífi'ca  de  'matemáticas  apli- 
cables á  la  artilleria  que  fué  mailograda  por  la  su]>siguiente 
{revolución  de  don  Fructuoso  Peña  el  año  <le  1843. 

Sin  emba'rgo,  eoiisigudó  rápidos  a.^c/taLsoe  di»bi' ios  á  sus 
propios  merecimientos,  no  á  influencias  estrañas  y  de  gran- 
j-erirt ;  y  esto  hubiera  halagado  «u  cspíritai  'poético  y  ávido  de 
gloria  para  eontinuar  la  carrera  que  luabia  emprendido,  con 
tan  feliz  éxito,  si  eseuolrando  los  votos  y  deseos  de  su  /familia, 
.no  hubiese  creido  convieniente  retirarse  á  la  vida  privada, 
oontimiando,  no  obstante,  prestando  sus  servicios  en  clase  de 
jefe  de  guardias  naciottales. 

IV. 

En  1846,  el  Sr.  Qu^evedo  antes  de  cumplir  23  años  de 

■ 

edad,  contrajo  «matrimonio  eon  la  señorita  Modesta  Carras- 
co, hija  íkiica  del  bravo  jeneral  cochaham^bino  de  este  nombre 
y  uno  de  los  heroicos  compañeros  de  Pringles  en  la  Cañada  de 


236  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRE?. 

Pescadores. 

Sru  niuevo  >e3tado  y  lo6  comp'ramisos  de  faiiuilia,  lo  aleja- 
ron del  pairtido  á  qae  laoites  había  jvertenecido. 

Mas  qu^  todo,  el  desprestijio  en  que  cayó  el  Gobierno 
died  g)en<eral  Ballivian,  'por  los  esoesos  á  que  se  entregó  en  el 
último  .periodo  de  su  administr«jeion,  contribuyó  paira  que  el 
señor  iQuevedo  aibrazase  con  ardor  la  causa  de  la  restaura- 
ción que  encabeza/ba  el  modesto  y  virtaoso  jenetal  José  Mi- 
guel de  V^elaseo  y  para  que  tomara  una  parte  activa  en  «¿1  mo- 
vimiento i)opular  de  Sa/tUo  Domingo  que  estaíló  len  Cociía- 
.bamba  el  año  1847,  secundando  el  levantaimiento  de  los  De- 
parta'mientos  de'l  Su'd  y  Norte  que  proclamiaiban  igual  princi- 
pio. (2). 

José  Ballivian  que  habia  'vencido  en  la  Lava  y  Vitichi 
(1847)  (3)  con  su  brillante  ejército,  pero  que  veia  el  des- 
contento y  la  oposición  por  todas  x>artes,  dimitió  el  mando 
supremo  en  San  Pedro  de  Macha  x^r  no  perpetuar  su  po- 
der con  lágrimas  y  sangre:  acción  de  noble  desprendimiento 
que  le  honra  mucho,  aun  cuando  hubiese  encerrado  el  pensa- 
miento de  creer  se  le  llamaria  despules  como  hombre  necesario. 

InstaJlado  el  Gobierno  del  general  Velasco,  el  señor  Que- 
vedo  que  habia  sido  premiado  con  el  grado  de  Teniente  Co- 
ronel, Jo  apoyó  con  sus  publicaciones  periodísticas,  que  le 
merecieron  alaguna  reputación  como  escritor,  fundando  en 
Coehabam«ba  *^El  Independiente/'  que  distribuía  gratis  y  co- 
laborando directamente  en  **ia  voz  del  pueblo.'* 

En  aquella  época  de  libertad  y  patriotismo,  publicó 
también  varias  de  sus  composiciones  poéticas,  en  que  cam- 

2.  V.   Exposición    y   protesta   que   hace   al    mayoT   jeneral   .7o.v^ 
Mijíiiel  (le  Velasco,  como  presidente  lejjal  de  Bolivia,  contra  la  auto 
ridad  usurpadora  y  el  gobierno  ilejítinio  del  jeneral  José  Ballivian 
Sucre,   1S48.     Imprenta  de  Beo^lie  y  Compañía — 21    páj.  fol. — -Velav 

co  íJinri^  en  Sfinta  Cruz  de  Ja  Sierra  su  pais,  y  Ballivian  en  Eio  de 
Janeiro  en  ISÓo  y  sus  restos  descansan  en  el  Cementerio  de  esta 
ciudad  (Sepulcro  de  la  familia  Ramos  Mexía.) 

3.  Kn  ambas  funciones  de  arma«  mandaba  la  artilleria  el  jene- 
ral Mitre  actual  Presidente  de  está  Repiiblica — quien  fundó  la 
**  Época '^  con  Paunero,  Oro  y  Chenaut. 


CORONEL  MUÉVEDO.  237 

^pesm  taaito  io  florido  y  'bello  d»e  las  ideas  como  la  fluidez  y 
grsLcm  de  la  vensifioacioii.    *  ^ 

Bl  año  de  1848  fué  nombrado  Cónsul  de  Bolivia  en 
Taona,  ha^^ia  donde  se  diriíg'ió  con  su  familia.  Pero  el  gol- 
pe «dado  á  Velasco  por  su  Ministro  de  la  Guerra,  general 
Manuel  Isidoro  Beilmi,  quien  lo  subrc^  d<espu<es  de  la  san- 
grieiníte  batailia  de  Yampanaiez  (6  de  diciembre  de  1848),  im- 
pidió se  xx^^i'^)^^^^  de  aqu>el  destino,  pues  aun  cuando  el 
venoedor  le  of  reeió  ratif  loar  lel  nombramiento,  no  quiso  servir 
bajo  sus  órdenes  por  no  traicionar  los  seQtimi>entos  de  hidal- 
guía y  loai'tad  que  le  presori'bian  permanaeer  ÍM  á  su  bandeara 
y  á  sus  compromisos,  y  prefirió  antes  quedar  en  Tacna  engro- 
sando las  filas  de  la  emigración. 

V. 

Alejado  de  la  política  i)or  esta  razan,  se  vio  precisado  á 
emide'ar  su  jenio  y  su  actividad  en  otro  orden  de  trabajos 
msB  positivos,  formando  con  su  padre  y  dos  hermanos  suyos 
una  sociedad  merea¡ntil. 

Pero  es  de  notar  que  no  abandonó  sus  antiguos  com- 
promisos eon  el  partido  legallista  representado  por  el  doctor 
Jos^  Maria  Linairez,  desde  la  caida  del  jeneral  Velasco.  sino 
cuamdo  aquel  desvirtuó  la  causa  haciendo  fusión  eon  Balli- 
vian  é  intentando  ambos  ol  plan  que  abortó  con  el  atentado 
deil  6  de  setiembre  del  año  50.     (4) 

En  1852  pudo  el  coronel  Qu-evtodo  regresar  á  Bolivia  con 
motivo  de  los  negocios  mepcantiles  á  que  se  hallaba  consagrado. 

La  captura  del  gener^al  ^Mariano  ^leigiarejo.  actual  pre- 

4.  V.  **El  seis  de  setiembre  de  1850  en  Sucre,  Capital  de  Boli- 
via, por  Agustin  Morales,  Valparaíso — Imprenta  del  Mercurio,  calUi 
de  la  Adoiana,  número  22  y  24.  Marzo  de  1S51  27  páj.  4. o  menor; 
y  (artas  Agridulces,  jwlítico  locutorias  y  de  Horca  y  cuchillo,  qiie 
en  celebridad  del  papel  titutalo:  Kl  6  de  Setiembre  de  1850  en  Su- 
cre, Capital  de  Bolivia.  Por  Agustín  Morales,  ha  escrito  compuesta 
y  compajinado  su  amantísimo  to»eayo  y  a^nigo  "Agustín  el  Trompeta  ' 
quien  las  dedica  ^sinceramente  á  la  coti.tpañia  de  antropófagos  qui 
«xiate  en  Valparaíso,  Kepública  de  Chile.  Año  de  1851 — Imprenta 
Paceña  Administra-da  por  Manuel  Hurtado,  84  páj.  en  4. o  (S(>n  l'í 
cartas) 


238  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

«idente  <d«e  a<iuell'a  República,  lentoncos  corpcunel  y  opositor  te- 
naz «del  gobierno  de  lielzu,  presentó  al  coponi*!  Quevedo  la 
ocasión  de  rprobar  sus  filantrópicos  sentimientos,  poniendo 
jen  juego  sus  numerosas  relaciones  y  toda  su  influencia  para 
8a'lv\{ir  dctl  píatíb'Uilo  -aq'Ucl'Jia  nobLe  víotiiBa  que  niias  tairde  d^bia 
aer  eil  lustne  y  gloria  de  su  i>atria. 

El  gen'eral  Melgarejo,  hombre  aTix>jado  y  militar  intré- 
pido, no  liabia  <3Si,^usado  medio  para  derrotar  á  Belzu,  cons- 
pirando eujantas  veces  pudo,  pero  siempre  eon  éxito  adverso, 
por  cuya  'razón  se  le  porüjeguia  como  á  la  sombra  fiatkiica  <le 
este,  hasta  (jue  pudo  aprehendérsele  en  1854.  La  siuerte  que 
•le  esperalía  «no  era  idudosa — KÜctada  t*st«ba  su  sentencia  de 
muerte!  Pero  Dios  ([ue  vela  por  la  vida  de  los  predestina- 
<las,  ino  eou'ái'ntió  qu:e  «atiu'i'il  vialiente  fu'ese  inmolado  aote  una 
venga^nza  inútil.  Kl  paeblo  de  Cochabamba,  que  sin  duda 
presentia  el  futuro  glorioso  que  le  aguardaba,  pidió  á  una  voz 
su  perdón,  y  al  señor  Quev-edo  tocóle  la  satisfacción  de  ser. 
tanto  el  promotor  de  este  sentimiento  hmmanitArio,  como 
su  mas  fiel  intérprete  ante  el  general  Belzu,  que  no  pudo  re- 
sistirse á  tan  generosa  demanda.  (5) 

ó.  Lii  comisión  qne  imploró  por  el  coronal  Melgarejo  se  eomo..- 
nia  del  ya  ñiiado  do<'tor  K.  Dorado,  eura  de  la  cumpañia  en  Coeha- 
bamba:  del  eaiiónigo  Rü.¡a8,  ambos  comisionados  por  el  clero;  d»:¡ 
abogado  Salamanca  j)or  la  juventud;  dol  Sr.  Qjevedo  por  la»  "^oiu- 
ras  y  del  jeneral  Menibia  por  los  arte^tanos. 

C¿iievedo  regresó  con  la  notlia  del  perdón  y  andubo  en  dos  dia» 
y  medio  las  SO  leguas  de  áspero  <»ai'iiino  que  media  entre  la  Paz  y 
(\)<ehabanibal!     El    indultado    publicó    entonces    la    siguiente    hoja 
«uelta: 

''Gratitud,  á  los  Enviados  de  Cochabamba." 
Doctor  Pedro  Reyes  Dorado. 
"       Marco?  Rojas. 
"       José  Gregorio  Salamanca. 
Don     C^iutin  (¿uevedo. 
^'       Lucas  Merubia. 

.Teñéronos  emisarios  del  mas  noble  de  los  pueblos,  no  os  he  ol- 
vida<lo,  nuestro  pui'blo  saluda  hoy  entusiasmado  ^'a^estra  virtud,  y  yo 
he  querido  annarme  á  él  para  hablaros  ahora  especialmente.  Vues- 
tra gloria  es  mayor  que  la  de  aquellos  que  representan  á  los  pueblos 
en  sus  intereses  jM)lít¡cos,  vosotros  le  habes  representado  en  sus 
4leseos  de  humanida<l.  Gloria  á  vosotros  que  habéis  sido  escojidos 
para  tan  santo  objeto. 


CORONEL  yUEVEDO.  239 

Aun  hizo  mas  el  ooronel  Quevedo.  Obtenido  €>1  indul- 
to, no  vaciló  í»-!!  aif  íanzar  »al  gemerail  M<^lgíarejo  icon  su  persona 
y  -bienes  para  qiit»  (iiifodase  en  c*om.pleta  dibertaxl,  pu-es  se  habin 
impuesto  lest-e  rie<iui«ito  <íorao  seguridad  <ie  su  condu-cta  poste- 
rior. > 

La  iraportiinoia  de  tal  hecho  y  sus  grandiosos  resultados 
han  pesado  en  nuejítro  ánimo  para  consignarlo  aiiuí,  »?urao 
un  acto  óe  noble  <leHprendi'mi'ento  en  el  «coroneJl  Quevedo  y  de 
alta  justicia  en  ed  ilu*strado  pueblo  de  Cochabamba.  ¡  Cuanta 
grmxdewL  y  (jue  íl(*(i*iion  tan  beJla !  VA  lazo  <iue  un«e  á  ^la  ik»- 
tre  víctima  con  sus  salvadores,  es  por  lo  tanto  imperecedcTO. 

VI. 

« 

EJ,  6  die  agosto  de  1855  debia  el  jeneral  Belzu  entregar 
el  niando  suprimió  en  manos  del  <iue  saliese  electo  presidente 
por  los  pueblos,  (km  este  motivo  preparábanse  los  partidos 
para  luüliar  con  tod^is  sus  fiierzas  ími  la  liza  electoral. 

Dos  teran  ios  eajwlidatos  para  la  .i)residencia :  Linarez,  por 
la  O|)osicion  ó  partido  legalista  y  el  general  Jorge  Córdova, 
hijo  político  de  I3elzu,  por  los  (lue  ajpoyaban  al  gobierno. 

No  se  ocultaba  á  la  p<Hnetracion  de  los  hombres  pensa- 
idoiTES  las  consecuencias  fat¿iU«  que  se»  seguirían  si  lleg'a'ba  á 
triunfar  el  primero;  porque  el  ejército  t*n  su  mayor  parte 
heohura  de  Belzu,  antes  que  consentir  en  ponerse  á  las  órd»^ 
nes  de  aquel,  para  sor  inm«odiatainente  disuelto,  prefeririu 
f|uedair  á  tmereed  die  cualquier  caudillo  que  lie  asegurara  su 
predominio. 

Me  habéis  salvado  la  vida,  y  desde  hoy  entre  vosotro*  y  yo 
existe  un  lazo  indisoluble;  me  habéis  quitado  la<s  cadenas  que  me 
unian  ya  á  la  muerte.... '^  ¡Plegué  á  Dios  darm«  una  ocasión  de 
mostraros  que  el  reconocimiento  es  para  mi  corazón  una  cadena  qaie 
no  se  romperá  jamás. 

No  o»  puetlo  dwir  más:  vuestro  nombre  á  la  cabeza  de  este 
papel  y  el  mió  al  pie,  significan  mas  de  lo  que  mi  labio  puede  es* 
pre«ar. 

'*  Mariano  Melpirejo." 

Cochabam-ba,  febrero  14  de  1854. 

' 'Imprenta  de  los  Amigos."  (en  papel  amarillo). 


240  LA  REVISITA  PE  BUENOS  AIBBS 

• 

Ante  este  peligro  iaummeoite  y  la  cousideracioii  por  otra 
parte,  de  ser  Cópdova  uai  onilitar  joven,  'vadiente,  de  nobles 
eentimi^ntos  y  que  con  su  moderaeioai  ofrecía  gairantias  á  to- 
dos los  partidos,  se  decidieron  jn<ueho6  k  'traibajar  x>or  la  oain> 
dddiatura  ofíeial,  que  contaba  á  ia  vez,  con  mas  probabilidades 
de  buen  éxito. 

£1  eofromel  Quevedo  optó  por  teste  ultimo  partido,  con  tan* 
ta  mas  «razón  cuanto  que  era  amiígo  personad  del  jeneral  Córdo- 
va  y  tobia  sido  solicita'do  por  él.  Tiiabajó,  pues,  con  todo  en- 
tusiasmo en  apoyo  de  esta  candidatUTa  y  de  ia  suya  propia 
para  diputado  en  las  próximas  Cémaras. 

El  triimfo  (no  fué  dudoso.  Córdova  obtuvo  da  mayoría 
en  Ja  elección  popular  y  por  primera  "vez  en  Bolivia  se  vio  el 
ejemplo  de  da  trasmicion  legal  del  poder  ej«eoutivo,  verificada 
en  Sucre  a  presencia  del  Congreso,  ante  él  cual  tuvo  asiento  el 
señor  -Quevedo  como  diputado  por  la  provincia  de  Mizqne. 

E-n  Í856  oodaboró  nuestro  protagonista  en  la  redacción 
del  periódico  ''La  Trasmicion  Legal"  fundado  por  el  l®bo- 
(ríoso  Dir.  ^Mariano  Donato  Muñoz  que  como  primer  Ministro 
de  estado  del  gobierno  »de  diciembre  ba  pro>bado  después  sil 
jenio  y  sobresaliente  tino  político.  Ambos  sostuvieron  en 
ese  periódico,  la  política  y  .principios  fusionistas  del  nuevo 
gobierno  de  sus  simpatias.     (6). 

6.    Hé  aqui  uno  de  los  muchos  tes  t  limo  u  i  os  de  la  honrada  política 
de  €sa  administración: 
El  Presidente  Constitucional  de  la  República,  ^tc,  etc.,  etc. — C-onside- 

ran-do — <Jue  el  l^robierno  que  debe  su  existencia  ai  voto  solemne 

de  los  pueblos  no  reconoce  enemigos — 

DECRETA: 

Aiiífnlo  1  o  No  hay  delincuente  político  en  la  República,  y  los 
bolivianos  y  estrangeros  que  se  hallaren  en  el  exterior  ó  confinados 
en  el  interior,  pueden  volver  librexente  á  sus  hogares,  bajo  la  pro- 
tección de  Jas  leyes. 

2.0  Las  causas  ó  procesos  políticos,  estén  ó  no  it-onc luidos,  se 
tendrán  como  no  existentes. 

3.  El  Ministro  jeneral  comunicará  este  decreto  á  quienes  corres- 
ponde y  cuidará  su  cumplimiento. 

Dado  en  la  Ilustre  v  heroica  capital  Suero,  á  lo  de  agosto  de  1855. 

.TOR.IE    CT)RIX)VA. 
El    Ministro    Jeneral 
*'Juan  de  la  Cruz  Benavente.  *' 


CORONEL  QUEVEDO.  241 

Ese  mÍ€^mo  año  fué  nombrado  el  señor  Qu-evedo  adini- 
nistrador  d-el  tesoro  «públko  d-e  Coohato.miba  y  desempeñó 
este  destino  con  La  mayor  honradez  y  pureza,  hasta  que  su 
cargo  úe  diputado  Le  obligó  miarchiar  á  Sucre  á  las  sesiones  del 
ouierpo  l'egi^lativo.  ♦ 

Como  miembro  del  congreso  hizo  oir  su  fáx>il  y  razonado- 
ra pakibra,  en  pro  de  la  justicia  y  de  los  intereses  bolivia- 
nos 'bi«en  entendidos,  y  cúi)o4e  la  gdoriía  de  ser  autor  de 
un  pToyecto  de  «Ley  para  la  abolición  de  la  pena  de  muerte  y 
de  otro,  no  «menos  notable,  sobre  reformas  económicas,  que 
lo  honran  len  alto  grado. 

VII. 

Empero,  las  sesiones  del  congreso  no  duTaron  -mueho 
tiempo.  'La  revolución  qne  encabezó  en  Oruro  el  doctor 
Linarez  el  8  de  setiembre  de  1857  apoyado  en  -los  Tejimien- 
tos de  artillería,  exijió  la  pronta  dausuira  de  aquel  cuerpo 
soberano  y  la  marcha  precipitada  del  gobierno  al  frente  de 
su  lejéreito  para  sofocar  el  movimiento. 

El  señor  Quevedo.eomo  empleado  y  adicto  al  gobierno 
de  Cordova,  cv&yó  de  su  deber  ofrecer  sus  servicios  militares, 
que  fueron  aceptados  y  en  consecu'cncia  marchó  engrosando 
Has  filias  del  ejército  'legal.  Los  servicios  que  prestó  en  esta 
campaña  le  hicieron  alcanzar  el  ^ado  de  coronel  efectivo. 

Linares  dirijióse  sin  perdida  de  tiempo  á  Coobabam- 
•ba,  donde  el  entusiasmo  popular  y  la  admiración  de  la 
juventud  <le  brindaban  'los  «mas  poderosos  elementos  bélicos. 
Cordova  si-guió  sus  huellas  y  'lo  sitió  en  dicha  ciudad,  aun- 
que débilmente.  Piero,  sea  por  falta  de  artilleria,  que  toda 
se  habia  pasado  al  'enemigo,  sea  por  la  poca  entereza  y  ma- 
los consejos  de  sus  servidores,  ó  bien,  como  generalmente 
se  dice,  por  temor  de  un  desbordamiento  en  la  cholada  que 
á  millares  lo  rodeaba  «esperando  un  momento  crítico  para  en- 
tregarse al  saco  y  á  las  depredaciones;  CórdoAia  suspendió  el 
sitio  y  emprendió  la  retirada  hacia  Oruro. 

En  esta  situación  se  le  comisionó  al  coronel  Quevedo 


2Ó8  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

superior  ooinfpetieníte  píipa  hajoer  adveíPteiücias  ai  ProcoiTador 
Grenera'l,  porque  «así  lo  ha  pretendido  la  Comisiooi  que  inifar- 
mó  eobre  «ste  nogoeio  on  la  lespitesaida  Cámara.  Es,  puiee^ 
P'iieeiso  exmomax  si  lesta  ocupa,  seg'uai  las  leyies,  «en  lia  esoaüíaf 
djcd  miínisterio  público  «ese  pumto  «elevado  'en  que  la  Comisión, 
•quiere  oalooB;rl«i. 

El  lantíoulo  1.0  die  lia  'ley  die  30  de  mayo  d-e  1855  dice : 

**Aírt.  1.0  El  mindstemo  público  se  desempeñiará  por  el 
PíPOcuTiador  Gienerai  d»e  la  Nación,  que  es  $u  jefe  etc. ' ' 

Es,  pues,  ovidcojíte  quie  d  Procurador  Gienenail  íes,  por  la 
ley,  -el  jefe  del  ministerio  públioo,  y  q-u-e  en  el  •raimo  de  la  «d- 
imindstiiacion  q<ue  'le  está  'eñcomiendiado  no  tiene  superior ;  por> 
que  solaimente  lo  es  aquiel  á  quien  iba  ley  ha  atribuido  esj^resa- 
unenfte  este  caráctea*. 

Si  en  ciertos  casos  la  Constitueion  ha  fiaoultado  á  la  Cá- 
mara de  Hepiresentanstes  para  que  persiga  los  delitos  que  pue- 
dan cometer  los  altos  funcionarios  públicos,  atribuyéndole- 
privati^Tamente  esta  función,  esa  disposición  especial  no  le  da 
leQ  caráeter  de  je£e  del  ministerio  púbdoico,  ni  esa  categoria  en 
la  jerarquia  administrallTa  que  'la  constituya  en  superior 
competente  parít  dar  6pd»en«es  al  PiroouTador  General. 

Yo  acoto  con  el  mas  profundo  nespeto  lias  Cámaras  legis- 
lativas dtí  mi  pais,  y  -tongo  la  convicción  de  que  la  Represen- 
tación nacional  es  el  garante  mas  seguro  de  -las  libertades  pú- 
blicas y  de  los  derechos  de  los  ciudadanos.  Pero,  por  la  mis- 
ma razón,  quiero  que  se  contengan  dentro  de  los  límites  qfue 
la  Nación  ha  puesto  al  ejercicio  de  sus  facultades.  Es  de  esta 
manera  que  las  rodearán  las  consideraciones  de  los  granadi- 
nos, y  que  el  Cuierpo  lejislativo  podrá  llen-ar  la  alta  imision 
que  le  ha  dado  id  país,  que  «es  la  de  lejislar  no  la  de  adminis- 
trar. Por  esta  razón,  reforzada  por  el  deber  de  conciencia 
de  no  .prestarme  á  hacer  lo  que  no  creo  justo,  he  arrostrado 
las  oensuras  acres  y  apasionadas  que  han  dejado  oir  en  la 
Cámara  de  Representantes  algunos  miembros  de  cilla.  Por 
esta  razón,  he  preferido  que  se  me  traiga  al  ibanco  de  los  acu- 
sados en.  el  Senado  de  m.i  patria,  antes  que  autorizar  con  mi 


DON  FLORENTINO  GONZÁLEZ.  259 

sumieioai  un  e^seso  die  f aemltaideSy  detras  úd  cwsá  podifloi  ve- 
nir otfTOB  €806606 ;  porq^ie  mm  Y<ez  rotos  'los  diques  que  deben 
eanteoerlo6,  no  'hay  término  dientro  del  euiail  se  pruedian  die- 
tener. 

No  es  ein  fundiainiento  que  la  Constitución  de  la  Nnieva 
Granada  no  dá  á  ilas  Gáimaras  atribucionies  administrativas, 
y  limita  su  poder  á  la  faewltad  de  hacer  l'^es.  Pata  admi- 
nistrar la  cosa  púbdiea  se  necesita  entrar  ten  los  pormenores 
de  'lo6  negocios,  «tocar  con  das  personas,  ofender  muchas  ve- 
ces sus  intereses  y  sus  pasiones ;  y  es  preciso  que  esa  fundón 
esté  encomen^dada  ¿  empleados  que  tengan  una  pauta  á  qutí 
arregUanse  y  con  forme  á  la  cual  deban  proceder,  a  empleados 
responsaJbles,  que,  sino  por  'él  sentimitento  de»l  deber,  sí  por 
el  del  temor,  respeten  los  derechos  de  los  cindiadanos,  y  ana- 
Eejen  con  pureza  los  intereses  puestos  á  su  cargo.  Pero  atri- 
buir á  nn  cuerpo  nn^meroso,  compuesto  de  individuos  irres- 
ponsaibles,  facultades  administrativas,  seria  abrir  el  camino 
para  fundar  el  mas  temible  diespotismo,  que  es  el  de  las  asam- 
bleas deliberantes,  cuando  no  solamente  lejisHian,  sino  que 
administran  los  negocios  de  un  pais. 

La  historia  nos  jnresesita,  ejemplo  de  estas  verdades,  que 
no  debemos  olvidar,  y  que  yo  tengo  siempre  en  mi  memeria. 
La  Convención  francesa,  tomando  é  su  cargo  la  administra- 
ción de  los  negocios  del  país,  pasó  sucesivamente  desde  las 
órdenes  de  confiscación  de  los  bienes  de  los  emigrados,  ha&ia 
üa  Üista  de  proscripción  qne  la  comisión  de  salud  pública  pa- 
saba diari'amente  al  procurador  Fonqnier  Thinvi'lle  para  qn« 
MevajEte  é  efecto  ese  degü<elllo  pavoroso  qne  duró  hasta  el  9  de 
thermidor.  Asi  tiene  que  suceder  siempre ;  porque  en  donde 
nmchos  homibres  están  reunidos  con^  un  poder  inmenso  y  sin 
responsabilidad,  muchas  pasiones  se  desencadenan,  i>ue8  que 
no  tienen  diqnes  qne  Tespetar. 

Oeilebro  que  se  haya  preseotado  testa  ocasión  de  pensar 
nna  vez  mas  en  este  importante  negocio;  porque  nos  encon- 
tramos en  una  época  de  reformas,  en  la  cual  conviene  tener 
presentes  los  principios  salvadores  de  las  sociedades,  y  pre- 


260  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

cavarse  de  los  errares  que  taoxtta^  desgracias  ban  oausado  á 
Uta.  híumanklad.  Por  íe»ta  irazoai,  k^jos  de  sentir  vel  (lue  se  me 
haya  traído  á  respoodar  d<e  mi  -eondueta  ante  'd  Seaajado  lo  ce- 
lebro muy  cordialmente ;  «pues  se  llama  la  aten-cion  á  uaia 
(Cuestión  de  trascendeoftales  conseouiencias  «en  el  pon^euir :  'bue- 
oas,  si  queda  oousagrado  ^  princifpio  ile  «la  no  interveneiofu 
de  las  -asambleas  deliberantes  en  negocios  administrativos; 
pésinüas  si  se  adopta  el  error  contrario. 

No  hay  neeesidiad,  en  ningún  caso,  de  que  una  asam-blea 
deliberaaite  tenga  la  faeultad  de  m-ezelarse  en  promover  la 
administración  de  justicia,  y  si  hay  gravísimos  inconvenien- 
tes en  que  asi  suceda. 

Des»d-e  que  se  autorice  el  a'buso  de  que  la  Cámara  dt»  Re- 
pressentantes  pueda  dar  órdenes  á  un  agente  del  ministerio 
público  para  que  promueva  una  aceión  civil  ame  lo.s  Tribu- 
nales, •manifestan'do  que  oree  nulo  ó  perjudicial  un  contrato, 
el  ánimo  de  los  jueces  quedairia  prevenido  piíra  «decidir  de 
aouíerdo  con  las  indicacion-es  de  la  Cámara;  porcjue  siendo 
ella  ia  que  liabia  de  fiscalizar  la  conducta  del  juez,  y  habiendo 
prejuzgado  te  cuestión,  diíieil  seria  (lue  pRH)cupado  de  esta 
•manera  pronunciase  un  juicio  im»pareial. 

Yo  sé  que  liay  muchos  hombivs  idólatras  de  la  omnipo- 
taneia  de  las  asamibleas  deliberantes  para  quienes  estas  ideas 
'pueciem  no  sit-r  a<Leí>ta/lyles ;  ipero  (^sto  no  aine  arredra  para  de- 
fenderlas -porque  tengo  en  apoyo  de  ellas  la  historia  de  los  go- 
biernos parla ni'enta'rios,  y  ila  opinión  de  los  mas  sensatos  pu- 
l>licistas. 

Las  disposiciones  práetieas  q\U}  rijen  en  nuestro  país  es- 
tán fel lamiente  de  ac'Uerdo  con  estas  iideas;  pues,  como  lo  he 
demostrado  al  principio,  ]<;i  Cámara  de  Hepresentantes  no 
tiene  por  la  constitución,  ni  por  da  'ley.  atribución  para  re- 
«querirme  para  (fue  entable  un  pleito  civil,  ni  <*s  superior  mío 
competente,  para  que  pueda  hac<*>rme  las  advertencias  :\  tyae 
wlude  el  Cí'ydigo  pemil." 

liemos  transeripto  esta  parte  de  la  defensa  del  doct'>r 


DON  FLORENTINO  GONZÁLEZ.  £Ü1 

tíoDzailes,  ]>oni'a'e  oonsiderainos  -mu>y  interesaoites  las  doctri- 
nas <iue  «d-esiuToLla. 

Con  motivo  tle  lia  'biognafiía  qrne  de  él  piiblioó  cd  señor  To- 
rres Caioado,  le  dirijió  «una  laipgia  oa«rta  recti-fi-oaudo  sus  jui- 
cios sobre  él  y  «sponieoido  cu)ail<68  son  Hos  ■priii'eipios  y  doctri- 
nas políti'oas  que  profesa ;  carta  qu"e  fué  «publicada  au  el  Co- 
rreo de  Ultramar  y  qu«e  Torres  Caioedo  clasí^ea  de  brilliante  y 
lunninoso  escrito. 

Eil  Sr.  Qon2ail*ez  pertenece  «ctu«ili»eaitie  á  la  redacción  del 
diario  La  Repúblicay  de  esta  oapital. 

Cedemos  complacidos  la  palabra  al  ilustrado  biografc. 


DON  FLORENTINO  GONZÁLEZ. 

I. 

Escribir  la  biografía  completa  d-el  eminente  neo  grana- 
dino cuyo  nombre  enca'l>eaa  este  trabajo,  seria  tra '*:'.?  la  hu- 
loria  política  de  la  Nueva  (irianmla  d>esd'e  1820;  y  no  tene- 
mos 'los  materi'ales  suticixínteá,  ni  aífueLlo  «entra  en  el  plan  ()ue 
nos  hemos  propuesto. 

Al  habitar  la  prensa  francesa,  bolga  y  a)l«ema(na  •!;»  nues- 
tros pri'im^roa  escritos  biográficos  y  de  "crítica  literaria,  uno 
de  ios  heohos  que  mas  fn  relie^^e  ha  poieato  ^es  la  d¡v^>rjsid:Kl 
die  «los  lestudias  á  que  se  han  d^edieailo  los  latino  :imericanoa 
que  han  iliu-^trado  al  Nmn'o  Mundo  con  sus  esori't'^s 

Flonmtino  GonzaLez  (s  una  de  <^^'as  •robiiS'tas  int'íligen- 
oias  quie  se  han  aplicado  al  exám-en  y  descubrimiento  de  la 
verdad,  interrogando  la  filosofía  moral  y  las  cienjiaa  natura- 
les, la  jurispruík^ncia  civil  y  la  teología,  la  diploni  loia  -mi  to- 
dos sus  ramos  y  la  literatura,  la  ciencia  constituc'ion.ií  y  í«d- 
ministrativa  y  el  arte  de  la  política.  Ese  activo  obrero  de 
la  civilización  ha  si:lo  abogado,  profesor,  periodista,  viajero, 
ministro  de  Estado,  agente  diplomático,  legislador,  orador, 


262  LA  BEVI8TA  DE  BUENOS  AIRES. 

I 

historiíador,  empresario  de  obras  de  importancia  gieii'eral  pa- 
ra el  comercio  del  mundo. 

M.  de  Lamartin'e,  al  hablar  d«e  Cieepon  y  de  la  naturaleza 
de  estudios  que  hacían  los  antiguos  romanos,  dice:  '*En  esa 
época  no  «eíra  la  profesión,  sino  el  ^énio  lo  que  hacia  el  hom- 
ibre ;  y  el  hombre  entonces  era  'tanto  «mías  hom'bre  cuanto  que 
era  mas  uíniversal.  De  ahí  lia  grandeza  de  esos  hora-bres  múl- 
tiples de  la  aintigüedad.  Guando,  mejor  inspirados,  querrá - 
mos  engrandecemos  como  eUos,  echairemos  abajo  esas  celosas 
y  arbitrarias  barreras  que  am-estra  civilización  moderna  le 
vanta  'entre  las  facultades  de  la  njaturaleza  y  los  servicios  que 
un  mismo  ciudadano  puede  prestar,  bajo  diversas  form-as,  á 
la  patria.  Emtonees  no  estorbaremos  que  'un  filósofo  sea  po- 
lítico, un  magistrado  héroe,  un  orador  soldado,  un  poeta  'esce- 
lente  ciudadano.  Haremos  hombres  y  no  ruedas  humanas. 
Bl  mundo  moderno  será  mas  fuerte  y  «mas  hermoso  como  mas 
conforme  a  los  planes  de  Dios,  que  no  lia  hecho  del  hombre 
un  fragmento,  sino  un  conjunto." 

Gonaa'lez  ha  sido  todo  aquello,  y  también  triimno,   de- 
anagogo,  paTa  pasar  a  lo  que  es  hay :  <»onservador  liberal.  Pe 
ro  siempre  ha  manifestado  una  gran  sinceridad  de  connccio- 
mes,  buena  fe  cumplida,  eminentes  dotes  de  patblicista  y  or- 
ganizador. 

Vamos  á  trazar  algunas  líneas  biográficas  acerca  de  tan 
ilustrado  ciudadano,  y  á  poner  de  manifiesto  p^r  que  apareció 
como  el  campeón  de  las  ideas  no  radictales,  sino  desorganiza- 
doras, y  como  ha  llegado  á  sor  uno  de  los  gefes  del  partido 
que  quiíeTie  fundar  la  libertad  en  el  orden  y  la  justicia. 

II. 

Florentino  González  no  habia  cumplido  aiín  cinco  años 
cuando  estalló  en  el  lugar  de  su  nacimiento,  la  Provinvia  del 
Socorro,  .en  Nue\'a  fíranada,  el  movimiento  revolucionario 
de  1810.  El  padre  de  nuestro  publicista  fué  uno  de  los  que 
imiae  aeti\Tamente  tomaron  pa<rte  en  la  're\x)lucion ;  y  fué  en 
su  casa  donde  se  concertaron  los  pl.ines  políticos  y  militares 
de  los  patriotas. 


DOX  FLORENTINO  GONZÁLEZ.  263 

■ 

El  niño  no  oia  liiablar  sino  áe  libertad,  se  le  x><^í'^^  ^fo, 
6US  nurnoe  los  libros  Ae  hietoriía  d^e  las  antiguas  Tie<pú'blicas,  las 
t.raduccion<es  de  los  episodios  de  la  guiema  die  la  independen- 
cía  de  la  América  langlo  sajona,  como  de  los  aoontecimi^entos 
de  la  r^evoineion  francesa,  sublimes  unos,  sangrientos  otros. 
Se  le  enseñó  á  leer  en  unta  obra  española  qme  contenia  la  espo- 
sicion  y  el  comen'tario  die  los  dereolios  diel  hombre. 

En  aquella  époea  se  hablaba  de  derechos,  pero  no  de  de- 
beres. iSe  enseñaiha  que  cuando  un  pueblo  se  halla  oprimido, 
debe  apelan*  a  la  insurrección;  pero  no  se  inculcaba  la  idea 
de  qxre  al  lado  de  cada  derecho  hay  un  deber  correlativo;  qne 
si  la  libertad  es  uoa  derivaieion  de  la  justicia,  se  debe  respeto 
y  obe«diencia  á  las  autoridades  legítimaraiente  constituidas  y 
que  ejeroen  sus  funciones  dentro  de  los  dimites  trazados  por 
la  ley.  En  esos  tiiem>pos  se  trataba  de  techar  a/bajo  el  orden 
existente,  y  se  dejaba  el  cuidado  de  organizar  á  los  qne  en- 
traban en  escena  después  de  qué  hubiera  cesado  la  lucha 

Las  ideas  que  se  ad»(iui>eren  en  los  primeros  años  y  que 
forman  la  base  de  la  edncacion  qaie  recibe  el  hombre,  sirven 
de  gnía  en  lo  f  utinro,  .marean  «la  sienda  que  se  ha  de  seguir  mas 
tarde,  y  esto  esplica  el  'entusiasmo,  casi  diriannos  el  fanatismo 
con  que  GonzaJez  defemdió  siempre  la  libertad,  aún  en  nn» 
época  en  que  nadie  pensa'ba  en  atacada. 

En  1816,  los  tercios  repnjblicanos  sufrieran  un  revés  en 
Gadiiri,  y  el  campo  quedó  aibierto  al  restablecimiento  d?  la 
dominación  española  en  la  Nueva  Granada. 

Jinchas  fueron  las  familias  que  se  vieron  obligadas  4 
^emigrar,  y  entre  ellas  la  de  González,  que  se  dirigió  á  las  de- 
siertas llanuras  de  Oasanare.  El  padre  de  don  F.  González 
se  «reunió  en  ApuTe  con  los  batallonies  patriotas  que  ann  con- 
tinualmn  lidiando  por  la  independencia,  y  mnrió  poco  tiem- 
po despees.  El  joven  González  quedó  recomendado  aíl  cui- 
dado de  un  sacerdote,  cura  de  uno  de  los  pueblos  de  Oasanare, 
y  allí  permaneció  hasta  fines  de  1817,  época  'en  que  fué  á  reu- 
nirse con  su  familia,  qne  habia  regresado  é  Bogotá,  'en  donde 
permanecía  oculta. 


264  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

De  1816  á  1819,  los  «diü'Cios  >de  los  ookgioB  fuetroai  oon* 
vertidos  en  cuarteLes  y  prisioai'es.  Por  aqoíel  lentonoes  solo 
habia  (im  •estabLeeiiniento  en  que  se  «dabaai  lee^iomes  de  gra- 
mática latina,  de  filosoíia  peripatética  y  de  diereelio.  Gon- 
zalez  era  uno  de  loe  atomnos  de  ese  establecimiento. 

Guando  Bojivaír,  vencedor  en  Boyaeá,  ^eotró  en  Bogotá  el 
10  de  aigosto  de  1819,  los  estudiantes  se  aüldaion  <bajo  ks  ban- 
deras 'del  ejército  patriota.  González  sentó  plaza  como  cadete 
en  el  baitalilon  que  «estaba  encsurgado  de  La  custodia  de  los  pri- 
sioneros (hechos  en  Boyacá,  y  entre  los  cuales  se  hallaba  id  g«- 
iieral  BarreiTO. 

Ann  cuando  Bolívar  deseaba  con  flinsia  (regiu-kurizar  la 
guerra,  el  virey  Saratano  no  quiso  admitir  las  proposi;!Íones 
que  se  le  ihaeian  para  canjeaT  los  jxrisioneros,  y  como  Jas  cir- 
cunstancias eran  erítieas  y  se  temia  que  aquellos  gefes  se  fu- 
gasen, el  vice-presideníte  Santander  se  vio  obligado  á  maín' 
darlos  fusiñar,  lo  «que  asi  se  verificó  á  mediados  de  octuibre  de 
1819.  A  tan  tristísima  ceremonia  tuvo  que  asistir  el  joven 
González,  que  no  pudo  menos  que  admirar  la  serenidad  con 
que  sufrieron    el    último  suplicio  aquiellos  valientes  españo- 


Ei  mismo  dia  de  la  ejecución,  conmovido  y  horrorizado 
con  'la  esoena  qujt  ac«>baba  de  presenciar ,  Gonsaalez  pidió  que 
se  le  diera  de  baja  en  el  ejército,  y  el  gen^eral  Santander  con- 
sintió en  ello.  El  ex-eadete  ingresó  entondes  ail  colegio  de 
San  Bartolomé,  y  aillí  continuó  su  carrera. 

Datado  de  una  in'tetígencda  superior  y  imuy  idado  al  estu- 
dio, hizo  rápi<k)s  progresos,  y  habiendo  obtenido  permiso  pa- 
T»  seguir  varios  curaos  á  la  vez,  pudo  ireeibír  en  1825  los  gra- 
dos de  bachiller,  licenciado  y  doctor  en  jurisprudencia. 

Poa-  aquella  época  empezaron  á  ser  mas  mareadas  las  di- 
Yiciooes  de  los  partidos  que  agitaron  los  iVltímos  años  de  la 
existencia  'política  de  Colom-bia.  Esos  pairtidos  tomaron  las 
denominjaciones  de  los  dos  homibres  mas  proiminent?s  de  la 
República:  se  apellidó  Boliviano  el  uno,  Santanderista 
€!l  otro. 


DON  FLORKxNTINO  GONZÁLEZ.  265 

Los  'bolivmnos,  si  no  su  ilustre  jefe,  queriaiu  la  neforiiiia  de 
la  Camstitu-ciooi  letn  -el  sentido  die  robfusteoer  la  autoridad  -eje- 
outdv»  y  djaír  graoi'die  asoendiente  á  Jos  militapes.  Las  santan- 
deristas  pediam  que  se  mantuviese  sin  cambio  la  Constitución 
bajo  4a  cuad  hiabiía  vivido  Colomibiía  durante  seis  años. 

En  uvedio  d*e  todas  tesas  hinchas  y  de  esos  -bandos,  se  dies- 
tacaba  lia  íi^ra  simpática  y  gloriosa  d<e»l  libertador  BoHviar, 
Piepo  dos  pu^eblos,  -movidos  por  trilmnos  autiaoes,  olvidan  pron- 
to los  granidos  servicios  quie  se  Les  hian  prestado  con  lealtad, 
constancia  y  desinterés;  y  los  pueblos  de  Colombia  empieza- 
ron  á  '\neir  como  tirano  aJ  gnand^?  ho'mbre  (lue  híail:)ia  sacri fincado 
todo  por  lel'los,  y  qoic,  tras  la'rgos  años  de  una  lucha  titánica, 
habia  obtenido  Ja  independencia  y  libertad  die  cinco 
naciones. 

Las  municipalidadies  se  cspi^esaban  en  favor  de  las  ideas 
die!  Bolivaír,  ya  cjnie  no  «n  pro  d*e  los  principios  del  partido  bo- 
liviano.  Iios  santandieristas,  apoderados  die  Ja  prensa,  hacian 
una  guíerra  K?rudia  aJ  partiido  contrario. 

Como  suoede  en  todos  Jos  'partidos,  máxiane  cuando  Iwi 
lucha  asume  un  cairácter  per^onail  y  cuando  se  antepomen  las 
pasionies  á  los  didados  de  la  razón  y  del  patriotismo,  la  pren- 
sa santanderista  IJegó  al  último  grado  de  violencia,  mientras 
que  Jos  'bodiviamos,  animador  de  un  celo  exagorado,  contesta- 
ban é  esas  violencias  con  ataq^ues  á  mano  aormada. 

Así ,  eil  .r(í:lactor  de  un  periódico  que  tenia  por  títuilo  el 
Conductor,  el  emánente  doctor  Vicente  Azuero,  ftié  atacado 
en  oina  calle  pública  por  um  oficiail.  El  csoritor  se  vio  obli- 
gado á  aJ'eiarse  del  teatro  ¡de  la  Jucha,  y  el  peonódico  iba  á  mo- 
rir ouando  Florentino  Goumlez  se  presentó  y  dijo  á  Amiero : 
''El  periódico  no  diebe  suspenderse,  succKla  lo  que  sucediere 
• — ¿Quien  se  atreverá  á  redactario?  oljservó  Asmero — Yo,  re- 
leso González — i  Bien!  replicó  aquel,  y  mi  imprentii»  está  á 
su    di'sposicion,  puesto  que  usted  acepta  tan  dificil  tarea. 

Oonzak'Z  continuó  en  1827  la  redacción  de  el  Conductor^ 
hasta  que  el  señor  Azuero  dispu-so  de  su  establecimi'enfto  tipo- 


266  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

gré&GO,  Aim  cuiaudo  no  partieipamos  de  tod^as  las  ideas  que 
González  sostuvo  ein  aque^l  «periódico,  no  podemos  dejar  de 
pecanoeer  que  los  escritos  d'el  Conductor  pe\'elaii  unía  inteli- 
gíenieia  »de  primer  ónden  y  un  estudio  serio  de  las  ful  tas  cuestio- 
mes  políticas  y  ««conómioas.  Esa  publieaeion  hizo  conooer  á 
Gonzalos  y  le  señaló  un  puesto  importante  en  el  partido  san 
tainderista. 

Ouaodo  cesó  la  publicación  die  **E'l  Cond'uctor",  Gonzá- 
lez se  'retiró  de  la  agreña  periodfetica ;  pero  se  le  atrümian  to 
días  las  puiblicaciones  que  se  hacían  contra  los  .!x>livitanos.  En  • 
tre  esas  publicaciones  habia  una  que  luabia  escitado  la  cólera 
ác  los  partidarios  de  I^livar — -la  titula»cla  "El  Zurriago." 
Un  coronel  resolvió  contestar  á  esos  e'íoritos  laipelando  á  la 
fujeJTza.  Un  dia  atacó  publicam-enle  á  González  y  pretendió 
dtanle  de  foetazos.  El  joven  escritor  estaba  preparado,  y  al 
ver  al  lenemig^y  sai»*)  una  i>ií*tola,  l<a  amartilló  y  dijo  al  agre- 
sor, el  coronel  Ignacio  Luque: — Si  usted  dá  un  «paso  háci* 
a-delante,  lo  an-ato.  El  coronel,  aun  cuando  valiente,  se  reti- 
ró. Mías  tarde,  lalgunos  militares  atacaron  l-a  imprenta  del 
Zurriago,  funesto  preoedenite  que  hta  iautoriaa<lo  otros  ataques 
á  lia  liljertiaid  de  imiprínita;  como  8uce:Uó  en  1851,  en  tiempo 
die  López;  en  1854  bajo  la  administración  Obando,  y  en  1862 
y  63  'bajo  la  dictadura  de  ^losquena  y  los  radácailes.  Pero 
b1  menos  en  1828,  Luque  y  sus  comx>añeros  fueron  juzgtados 
y  diea*on  píibli<*ia  satiisifaccion  á  da  socieda^d  y  á  los  agraviíados : 
mientras  que  en  Itas  épocas  posteriores  los  lagresores  han  sido 
onvi'ados  por  los  mismos  que  ejereian  el  poder ! 

En  1827,  al  mismo  tiempo  que  González  redactalia  el 
Conductor,  regental>a  >en  la  uni\'^rsiclad  de  Bogotá  la  cátedra 
de  legislación  civil  y  pen-al.  El  gobierno  de  Bolivar  h»bia 
suprimido  los  testos  de  enseñanza  señalados  por  el  plan  de 
estudios  de  1826,  y  haibia  ordenado  que  los  profesores  diesen 
lecciones  orales.  González  habia  aprímdido  la  ciencia  de  le- 
jislacion  en  ks  obras  de  Jeremías  Bentham,  que  si  bien  ha 
diiscutitlo  con  talen-to  las  mas  altas  y  e^ípinosas  cuestioaies,  dan- 


DON  FLORENTINO  GONZÁLEZ.  267 

doiles  um  órdieo  y  nasa  clasifioacion  fílosófíca  que  aoites  no  te- 
ni'aüi,  hfa  'basado  €nis  obras  len  l<a  failsa,  triste  y  desooiiaoladora 
doctrinal  del  iitilitairismo.  En  Bogotá  se  h«i;bia«i  difundido 
esas  'vá&as  osplaBiaidias  y  «xiagieradias  por  los  comientadores  d-e 
Befnthtam,  Ehi-mont  y  Sa)l<as. 

Tain  deplorwbte  'teoriía,  <50intiiiu«eion  del  sistema  «goista 
cuyo  iróeifldor  fué  Hobbes,  aiio  cuando  «este  era  mías  filosófico 
que  «aq»u>el ;  ese  sistema  que  destruye  la  base  moral  de  las  aie  • 
ciones  huiiTuamas,  lel  «biiecn  y  'di  imiail,  qane  díesoonjocie  rtas  teyes  pnee- 
xistentes,  para  reemplazarlas  por  la  teoría  de  'los  resultados 
y  la  falsa  antrnétida  de  días  pirababiiHdiadieB;  tese  sistema  que 
ahoga  en  el  corazón  todq  sentimiento  generoso,  que  'mata  en 
el  alma  toda  id-ea  (noble  y  elevada :  ese  fué  el  sistema  que  Gon- 
zález enseñó  á  sus  discípuílos,  así  como  él  l»^  liaibia  aprendido 
de  sus  maiestros. 

Justo  es  decir  que  desde  entonoes  Gonasaílez  no  pudo  me- 
nos de  entrever  las  terri'W'es  consecuencias  que  apairejaba  esa 
teoría  fuanesta  que  taaitos  iraales  ha  causado  en  la  Nu'cva  Gra- 
nada; y  «en  sus  últimas  teooiones  enseñó  que  la  utilidad  que 
debe  "oonsultarse  'es  la  que  resulta  á  la  comunidad  y  no  aíl  in- 
dii'id'uo  que  ejecuta  el  acto. 

Esto  era  dar  nm  gran  «paso  patra  abjurar  de  tam  fatal  doc- 
trina, y  hoy  el  señor  Gonaalíez  ha  renegado  comípletamente  de 
ella ;  pero  todiavia  queduaba  muy  disitante  de  la  verdadera  doc  - 
tri'na  moral,  la  eterna  le>''  del  deber,  iinica  norma  de  las  accio- 
nes Im-manas ;  ley  qoiie  ha  producido  los  graindes  patriotas,  los 
héroes  y  los  'mártires;  ley  qaie  engrandece  al  hombre  y  civi- 
liza las  naciones.  Esa  ley  faié  admirablemiente  comprendida 
por  el  virtuoso  griego  cuaindo  en  su  flaconioa  y  sublime  res- 
puestaf  dijo:  ''Es  útil,  pero  no  es  jíusto." 

El  ser  iinteligente,  libre  y  sensible  debe  teoier  y  tiene  mi 
perfecto  conoici'miento  de  lo  que  les  el  bi'eai,  de  lo  que  es  el  mal ; 
Oi'brem'ente  obra,  y  sus  verdaderos  títu'los  de  ser  racional  y  li- 
bre «consisten  en  que  'didiberadiaímente  sigue  testa  ó  aquella  sen- 
da, y  qne  cuando  obra  á  impulso  ide*!  deber  lo  hade  si<n  esperar 
utilidad,  sino  sabien'do  de  antemano  que  muclias  veces  él  re- 


268  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRE5. 

suJtado  mmedkto  d^  su  taxxíion  le  acarneam  un  «mal  en  vez 
de  procurarle  un  ben-eficio.  Nadie  eamo  el  malogrado  José 
Eusebia  Varo,  ni  aún  el  célebre  Jouffroy  y  el  elocuente  Mae- 
kintosch,  ha  combatido  con  mas  brillo  y  solidez  la  impía  y 
funesta  doctrina  del  utilitarismo. 

La  nueva  espÜcacion  de  la  doctrina  de  Bentham  que 
González  dio  á  sus  discípulos  no  fué  aceptada  por  los  demáa 
profesores»  que  enseñaron  el  utilitarismo  puro,  siguiendo  las 
fórmulas  del  legista  inglés. 

En  1828,  cada  uno  de  los  partidos  en  que  Colombia  se 
habia  dividido  había  llegado  al  delirio  de  la  pasión;  cada 
cmal,  iinpuil>ai:lo  «por  ki  i<')gi>cia  tle  !<)«  h^^ehos,  habia  ido  hasta 

las  consecuencias  estremas  de  sus  respectivas  doctrinas  filo- 
»(')fícas  y  políticas.  Los  bolivianos  proclamaban  la  dictadura 
y  algunos  veian  la  salud  de  la  República  en  una  monarquía 
regida  por  Bolivar  ó  por  un  príncipe  estranjero.  Los  san 
tanderistas  predicaban  la  libertad  absoluta,  aun  con  detri- 
mento del  orden  público  y  del  derecho  ageno,  como  si  la  li- 
bertad, que  es  la  justicia,  pudiera  asimilarse  con  la  licencia  y 
la  anarquía. 

III. 

« 

En  tal  estado  se  hallaban  los  ánimos  cuando  Ikgó  el  ne- 
fasto 25  de  setiembre  de  1828.  La  juventud,  exaltada  con 
las  ideas  (jue.  se  le  habían  predicado  y  con  los  ejemplos  quo 
Kiieiiipre  Ri(»  Ití  presen talwin  de  dos  Timoleom^  y  Brutos,  sodo 
d-eseaba  derribar  tiranos;  y  tal  era  su  fanatismo,  que  sino  hu- 
biera existido  un  bando  que  hasta  cierto  punto  veia  con  enojo 
la  libertad,  hubiera  inventado  un  tirano,  aún  en  el  hombre 
que  menos  inclinacion-es  tuviera  a  serlo,  para  combatirlo. 
Al  Jado  de  la  juventud  se  hallaban  ciertos  ambiciosos  quo 
soñaban  con  ejercer  el  poder  supremo  y  que  no  podían 
ver  realizadas  sus  esperanzas  sino  con  la  caida  de  ciertas 
ilustraciones  patrias  y  en  medio  de  las  tormentas  de  guerra 
civil. 

El  primer  plan  de  los  conjurados,  ó  al  menos  el  que  se 


DON  FU)RK\TIN()  GONZÁLEZ.  269 

comunicó  á  los  mas  jóvenes,  que  rechazaban  con  horror  el 
asesinato,  fué  el  de  atacar  el  Palacio  de  (jfobierno  y  apoderar- 
se de  la  persona  del  Libertador,   dizque   para  someterlo  á 

jukii)  antiií  la  Kepresi*nt:tc-ii>n  na^'ioniul,   por  haber  ««áuinklo 

el  poder  supremo  que  le  confirieron  los  pueblos  en  las  mas 
«rí'tii'iHa  i'-riV'un^taiiL'ias  para  ('«otonhia.     ¡  A^i  sí*  paga'batu  los 

inmensos  servicios  que  ese  hombre  estraordinario  habia  he- 
ofto  á  las  mas  bellas  rejiones  de  América! 

Luiogo  se  caiiii'bió  dio  nívsctluicion,  y  fué  icicnñdido  por  los 

promovedores  de  la  conspiración  que  se  asesinaría  á  Bolivar. 

En'ti"^  i^-íos  WHijura-das,  como  hornos  «dicho,  figúrala n  inuichos 

jóvenes  estraviados  por  el  fanatismo  político,  y  que  olvida- 
ban que  nada  faltaba  ya  á  la  gloria  de  Bolivar:  que  este 
héroe  había  declarado  mil  veces  que  su  mejor  y  mas  bello 
titulo  era  el  de  ciudadano;  que  con  enerjia  hal)ia  combatido 
!a  idea  de  establecer  la  monarquía  en  Colombia  como  la  de 
darle  un  gobierno  fuiulado  sobre  el  sistema  federativo.  Pero 
al  lado  de  esos  jóvenes,  á  quienes  s(»  dominaba,  se  hallaban 
muchos  ambiciosos,  y  ¡triste  es  decirlo!  hombros  pagados 
para  anarquizar  á  Colombia;  Zulaivar  habia  sido  adicto  á  los 
españoles,  Garujo  habia  figurado  en  las  sangrientas  escena.-; 
*(ie  Ba\iuá,  Arganiíl  'era  un  saíus-culottc  de  ^Ikirsclia,  uno  de 

los  que  tomaron  part^  en  el  asesinato  de  la  princesa  de  Lam- 
'Iwil'lie;    Hornrcint,    francés   laiiii'hi'cn,    ha])i'a    á    Bogotá   con   ed 

esclusivo  objeto  de  atentar  contra  la  vida  de  Bolivar.  Fácil 
es  comprender  que  ese  miserable  servia  de  instrumento.... 
Despue^s  de  vanos  conatos  de  asesinato,  se  c(mviiio  en 
que  el  golpe  se  daría  el  28  de  octubre  de  1828,  aniversario 
del  natalicio  de  Bolivar;  pero  habiendo  el  oficial  Salazar  de- 
nunciado la  consi)i ración  el  dia  25  de  setiembre,  los  conjura- 
dos se  resolvieron  á  anticipar  la  realización  de  sus  ])astardos 
proyectos.  P]n  efecto,  en  alta  noche,  cuando  los  habitantes  de 
la  docta  Bogotá  estaban  entrocrados  al  sueño.,  y  cuando  W 
Li])ertaalor  úv  ^'inco  'nncioiiiis  d^]m\  confiar  en  ia  justi.'ia,  ya 

que  no  en  el  amor  de  aquellos  á  quienes  había  hecho  nacer  á 
la  villa  úii  hoinl>res  libres, — -unas  do^s-nits  íie  fanátivos  polí- 
ticos, capitaneados  por  unos  tantos  ambiciosos  y  criminales, 


270  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AlUES. 

ataoaoi  la  oasa  qxue  ha/Mtaiba  Bolívar,  Jiáiefiieíii  ó  umataii  á  ks 
pocos  militares  que  custodiaban  la  persona  del  grande  hom« 
bre;  y  que  no  estaban  preparados  á  la  lucha, — llegan  hasta 
las  puertas  de  la  alcoba  donde  reposaba  Bolivar,  quien  tiene 
el  temerario  proyecto  de  resistir;  pero  que,  cambiando  de 
repente  d«e  idea,  se  arroja  por  una  ventana,  evitando  de  este 
modo,  que  se  perpetrara  el  mas  horrendo  crimen. 

(Concluirá.) 

J.    M.    TORRES    CAICEDO. 


ík  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


Riitorii  Ameríeiiii»  Líteritura  y  Dercehí 


AÑO  VI.  BUENOS  AIRES,  JULIO  DE  1868.  No.  63 


HISTORIA  AMERICANA. 


SISTEMA    ASTRONÓMICO 

DE  LOS  ANTIGUOS  PERUANOS.  (1) 
A  mi  amigo  querido  el  señor  don  Juan  María  Gutiérrez. 


No  desconozco  las  graves  dificultades  que  tengo  que 
vencer  para  llegar  á  una  exposición  completa  y  sistemada 
de  los  conocimientos  astronómicos  que  poseian  las  Bazas 
antiguas  del  Peni.  Nadie  ha  tentado  hasta  ahora  este  asunto, 
y  es  opiíniíon  gemeraü  que  se  hian  (pemdddo  hiasta  bus  vestigíios 

con  las  tradiciones  científicas  de  los  Amantas.  Lo  único 
que  nos  queda  se  reduoe  á  una  vaga  denominación  de  pocas 
estrellas,  conservada  en  seis  renglones  con  que  el  Padre 
Acosta  nos  da  cuenta  de  lo  que  él  llama  las  preoeupaciones 
absurdas  en  que  se  hallaban  hundidos  los  idólatras  del  Perú; 
y  laumiqíue  su  vador  es  lesoasisiimo,  creo  que  puedie  ihastarme 

para  desentrañar  del  abismo  del  olvido  la  forma  completa 
del  Zodiaco  Peruano,  con  todos  los  anillos  de  una  cronología 
perfectamente  histórica,  demostrando  que  sus  constelaciones 
son  idénticas,  en  su  forma  fónica  y  en  su  concepción  mitol6« 

1.  Este  trabajo  foPx«  una  de  las  partes  de  la  obra  sobre  *Ma 
Lengua  y  la  Civilización  Antigua  del  Perú'\  que  en  breve  tiempo 
«era  publicada  en  Europa  por  t\  señor  López  (don  Vicente  Fidel). 


ií72  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

gica  á  Ía8  que  componen  el  Zodiaco  clásico  que  los  pueblos 
modernos  hemos  heredado  de  las  tribus  Arias  primitivas. 

Par.  1.0    Del  Zodiaco. 

Para  que  la  pariedad  sea  resaltante,  es  preciso  tomar 
en  cuenta  la  contraposición  natural  de  los  dos  hemisferios; 
y  caracterizar  las  constelaciones  respectivas  del  Zodiaco  Pe- 
ruaría,  que  vamos  á  trazar,  invirti-endo  las  estaciones  del 
zodiaco  caldeo,  y  poniendo  en  acuerdo  sus  verdaderas  rela- 
ciones, con  el  año  austral. 

Tomemos  por  punto  de  partida  los  dos  trópicos.  En  el 
zodiaco  clásico  hay  dos  signos  que  los  caracterizan;  el  macho 
cabrío  (Capricornio)  y  el  cangrejo  (Cáncer)  ;  el  primero  de- 
sagua iá  tTK'ipico  6  di  iaivi»e»nno,  y  el  {segumlo  •dH^igiia  el  trú- 
pixx)  oa'liiemte     6  el  verano.       Eil  tn'íipipo  <iairent)e     6  cáncer 

abraza  los  tres  meses  que  corren  de  Junio  á  Setiembre,  el 
tpápico  frk)  á  C'aprieormio  a*bra;m  los  tras  mK^nss  di^l  ánguilo 

invertido  que  corren  de  Diciembre  á  ^larzo. 

Cambiando  los  hemisferios,  cambia  la  relatividad  de  las 
estaciones  y  los  ángulos  respectivos  se  invierten  en  el  zodiaco. 
El  verano  clásico  se  trasporta  al  ángulo  inverso  para  dar  el 
verano  sud-americano,  y  el  invierno  sufre  por  consiguiente 
la  misma  modificación;  de  modo  que  suponiendo  que  los 
Peruanos  antiguos  hubiesen  traido  del  Asia  Boreal  el  mismo 
Zodiaco  que  los  griegos  recibieron  también  de  las  tribus  arias, 
líís  evi'{l(<nt»e  (fUic  debioron  trastornar  lias  d'e>^ign'a-i'ioiia\s  "jwuiefndo 
ol  veraaio  en  d  macho  cornudo  ó  raprii^ornio  (de  Di<'i(Mn']>re 
á  Miar/jn)  y  A  in-viorno  e\  lícpfil  ó  C'antu^r,  (de  Junio  á  Se- 
tiembre.) 

Los  hechos  responden  admirablemente  á  la  presunción; 
y  tenemos  en  el  cielo  Peruano  al  ciervo  como  desi^acion 
del  trópico  ardiente,  y  al  reptil  6  culebra  como  designación 
del  trópico  frió.  Y  para  no  dejarnos  duda,  las  razas  primi- 
tivas de  que  ha])ian  heclio  eoneií^nzudaniente  el  cambio,  ellas 
unieron  al  nombre  del  animal  mítico,  traido  por  la  tradición, 
hi  d(  sig^u'acion  do  ardiente,  y  lo  Ihiinaron   Topa   Tarucca; 


SISTEMA  ASTROXOMICO  DE  LOS  PERUANOS,  273 

{cor mulo  ardoroso)  y  del  'indismo  modo  para  'Pestabieoer  el  mito 
del  invierno  le  llamaron  culebra  borracha,  es  decir  inerte^ 
dormida,  enroscada,  porque  tal  es  el  estado  de  los  reptiles 
en  la  estación  del  enfriamiento  de  la  tierra. 

Topa  Tarucca:  es  lel  norntorie  del  Ciervo  en  la  l»eüfi^a 

qmchua,  y  es  un  vocablo  que  tiene  por  base  dos  raices  evi- 
dentemente ariacas:  tara,  caballo,  animal  veloz,  y  hucc,  cor- 
nudo, alto  erguido  (1).  Sea  porque  los  Peruanos  no  tuviesen 
la  raza  caprina,  sea  por  que  en  los  pueblos  asiáticos  primi- 
tivos la  especie  salvaje  de  esa  raza  se  confundiese  con  el 
ciervo,  nada  era  mas  natural  que  sostituir  un  nombre  al 
otro  ai  aípix^lí^jr  esa  deaigmacion  die  su  zodójaco;  pues  entre 
iesas  dos  especies  hay  da  imja>x>r  ootnfopmidiad  de  form'ais  y  d*í 
hábitos;  las  diferencdas  accidentales  son  tan  poco  importan- 
tes, que,  tratándose  de  dominaciones  astronómicas  se  puede 
decir  que  no  existen,  y  que  los  dos  nombres  dejan  idéntico 
el  fondo  mítico  sobre  que  reposan.  La  importancia  del  mito 
consiste  en  el  accidente  de  los  cuernos  (caper-corneus)  en  lo 
eual  es  igual  Capricornio  ó  Tar-hucca,  como  es  igual  el  chi- 
vato al  ciervo. 

Este  signo  designaba  como  hemos  visto  el  solsticio  de 
Invierno  en  los  pueblos  civilizados  del  viejo  mundo  y  presi- 
dia por  consiguiente  al  mes  de  Diciembre-Enero  en  que  tie- 
ne lugar  ese  acto  de  la  revolución  de  la  tierra.  Trasladados 
los  pueblos  primitiv^os  al  suelo  sud-americano,  era  natural 
que  conservasen  la  forma  plá-stica  á  que  venían  habituados; 
pero  como  esa  forma  no  respondía  á  la  verdad  en  el  nuevo 
suelo  que  ocupabam,  se  vieron  obligados  á  eariaeterizarla  por 

un  adjetivo  adecuado,  que,  al  modificar  el  sentido,  reprodu- 
jese tam!)ien  la  modificación  natural  que  habia  sufrido  el 
fenómeno:  y  de  ahí  la  adición  de  topa. 

La  paiz  top,  tap,  tup,  signifioa  en  Qieliua  el  esplendor 

del  fuego  llevado  á  su  último  grado,  el  calor  quemante  y  por 
consiguic^nte  el  verano  con  la  fuerza  die  su  di«arpollo.  Con  es- 
te m^tiJo  de  luz  y  íle  vrfacion  -es  (lu-e  iima  raiz  contrilmye 

1.     Vide  el  Dice,  al  fin  verb,  *' tarucca"  y  * ' IIucca-Rini. ' ' 


¿7 i  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

á  una  serie  característica  de  nombries  regios  y  nacionales  co- 
imo  Tüt>ac-Aharu,  TuPAc-YuPAN^tir,  Itobas,  Tapies,  y 
muchos  ofros  que  se  dan  como  Hijús  del  Sol,  ó  Hijos  dc^ 
Oriente  las  tribus  y  los  Réyfes  Americanos.  En  su  forma  de 
Tapa,  la  mdsma  raiz  designa  el  nido,  el  lecho,  el  foco  abrigada 
en  qine  se  hmse  la  incubacdoíi  díe  los  serres  animnados.     De  mx>do, 

.¿üe  sí  af)!icamos  (jfetos  accidentes  al  mito  solar,  tenemos  el  as- 
pecto lémitierite  phálico  con  que  los  pueblos  primitivos  sim- 
bolizaron siemCpre  la  acción  del  sol  sobre  la  matriz  misteriosa 
díe  'tal  «tieirm,  imiajináildiose  Kj-ue  «ste  astro,  «en  su  carrepa  bacía 

el  solsticio  de  vertino,  era  cttmo  un  macho  ardient-e  é  inago- 
table en  los  tratbajos  y  en  los  placeres  de  la  generación: 
Topa  Tarhucca. 

El  epiteto  ardiente,  quemante,  es  aqui  una  añadidura 
evidentemente  sobrepuesta  al  mito  original  y  la  necesidad 
(lue    presidió  á  «esta      adácion  ilemniestna,  que  ia«n1)es  de  que 

ella  ihu'biieae  ¡sddo  creada  el  mito  priimitívo  dieil  dervo  6  diel 
Capricornio  designaba  una  estación  desprovista  de  calor;  e* 
decir — el  trópico  frió,  que  es,  en  efecto,  la  que  le  corres- 
ponde en  el  zodiaco  caldeo. 

Con  tales  datos  se  me  hace  difícil  que  las  personas  estu- 
diosas que  los  mediten  puedan  desconocer  la  verdad  de  esto» 
dos  resultados:  l.o  que  Ja  designación  de  Capricornio  que 
los  Arios  dabaoi  al  cielo  Austral  procede  de  la  misma  tradi 
cion,  y  as  idéntica  á  la  designación  de  Topa-Tarhucca  con 
que  los  Quichuas  designaban  la  misma  rejion  del  oielo! 
2.0  que  esa  designación  tuvo  que  cambiar  de  sentido  y  de^ 
esbacioin  aíl  pas.i¿r  con  las  cdoniías  ariatoas  de  um  hemisferio 
al  otro ;  por  lo  cual,  al  conservarle  su  nombre  primitivo,  fué 
preciso  agregarle  la  designación  de  la  estación  inversa  con 
la  palabra  topa,  fu"ego,  luz,  iciailoir. 

Veamos  ahora  si  después  de  haber  determinado  la  iden- 
tidad de  nombre  y  de  posición  del  solsticio  austral  ,tenemo« 
la  misma  felicidad  para  determinar  la  del  solsticio  boreal. 

Machak-Huay.  Macha  es  una  raíz  quichua  que  significa 
borrachera,  caida,  vacilación,  sopor,  inercia,  retrogradacion^ 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.         275 

deijrepitud ;  maóhu  quiere  decir  viejo,  y  mackak  hombre  ebrio 
que  Torniki  de  lado  üSi.  niiairicihiair.  íLa  lasnAdogia  y  piafriediad  de 
lasta  raíz  «osi  }«i  ft>rinia  Mad  de  ]ía  ¿iesigiita  sainserita  es  in- 
cuestionable. (1)  Maehak-Huay  significa  reptil  cangrejo  por 
diaei  flitiiailogi:a8  de  te  nvaní^ehia  de  leestos  i^ptili^s  con  3ia  sitiYaicioni 
yw!^iii\e  y  «nastoiena  de  9ob  ^^oirraiohos.  lüe'viada  «sta  raíz  á  Ia 
desif^nacion  de  los  astros  que  ocupaban  una  parte  r^ada  del 
cielo  equivale  con  toda  etidencia  ál  mito  clásico  del  cangrejo 
{Cáncer),  animal  que  marcha  tajibien  con  la  incettidumbre  y 
con  la  vacilación  lateral  de  los  ebrios. 

Lia  forma  quiícshua  dieaigna  puies  u«na  estrella  ó  un  grupo 
de  «estnedáas  que  0e  ciBaiaotertaan  por  kt  inercia  y  por  >A  encogi 
miento  de  la  nalnunaflieza :  signo  de  muerte  por  que  como  pu*ede 
verse  en  la  página  14  de  Montesinos  (nota)  Machay  significa 
también  sepulcro.  Así  pues,  el  reptil  en  que  la  forma  qui- 
chua pone  su  mito  se  halla  inerte  como  los  ebrios,  se  halla  en 
una  palabra  como  los  reptiles  en  el  invierno;  y  ese  mito  este- 
lar designa  necesariamente  la  parte  del  cielo  en  que  se  realiza 
el  sotetieio  boreal  que  es  el  invierno  sud-americano.  La 
identidad  del  punto  y  de  la  designación  legiiística  con  el 
trópico  de  cáncer^  es  incontrovertible;  y  si  bien  existe  la  di- 
ferencia de  las  estaciones,  ella  es  un  resultado  de  la  diferen- 
cia de  loa  hemisferios;  que,  por  eso  mismo  viene  á  dar  un 
fíXñsycfr  r^iervie  á  esa  idenitidad  de  los  dos  nombres  y  de  los 

dos  fenómenos. 

Los  Antiguos  decian  que  la  parte  boreal  d^l  oielo  hftbia 
sido  figurada  con  el  nombre  de  cáncer,  por  que  en  ella  es 
que  ^1  sol  después  de  haber  ascendido  hasta  su  piinto  solsti- 
cial, se  detiene  y  comienza  á  retrogradar  como  el  cangrejo 
hacia  el  sud.  Esta  misma  razón  esplica  también  la  denomi- 
nación de  los  peruanos,  con  un  perfecto  paralelismo  en  el 
mito  y  en  sus  formas.  Realizándose  para  ellos  en  esas  re 
giones  del  espacio  el  solsticio  de  iíivierno.  Allí  el  reptil  se 
encoje:  la  naturaleza  se  queda  inanimada;  y  como  concen- 
trada en  sí  misma  duerme  el  sueño  inerte  de  la  embwaguez. 
En  Ja  mayor  parte  de  los  vocabularios  se  dá  una  sinóni- 
1.    Vide  Dice,  verbo  "Máchani:  Machak:  Machu." 


276  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBBS 

iniía  laíparian'te  á  ¡lias  'dos  voces  Muchuk-Huay  y  Amaru  ha-, 
ciénidoQiaB  segiuir  del  sentíido  de  reptil  y  serpiente.  Pero  esta 
'es  aiam  diesd'gmacion  'v\sugsi  é  iiiiciieQ:^  quie  se  mecesita  precisar. 
NíiDjgtuiiDO  'die  esos  ooOieeoiooiiadoines  die  vooes  mos  ha  tnasimlMo 
«I  (nomibre  id^el  eanKgrie jo ;  peiro  Jos  quie  ^hablan  letl  quicíhuja  sa- 
ben sin  embargo  que  los  naturales  le  llaman  marcha-ebria  ó 
paso  ebrio,  dando  el  nombre  de  Amaru  y  Catari  k  las  ver-, 
daderas  serpientes  ó  culebras.  Aun  cuamdo  se  quisiere  du-, 
d«a.r  de  «este  htedio  mos  bagtairiía  amiaüáaaír  frlológi<saim€ínte  el 

sentido  de  las  raices  para  dejar  sentada  su  verdadera  acepv 
cion.     La  raiz  Hahua  ó  Hahuay  qiuiíere  deeir  tambiiein  retro- 

gradación  (1).  Guardo  los  Quechuas  querian  hablar  del  sol 
en  su  fuerza  esplendente  del  verano,  decian  Tupac- Amaru 
serpiente  de  fuego;  cujain>do  queriam  hia-btliaír  de  la  senpitente  oo- 
mo  reptil  venenoso  decian  Catari.  Los  otros  reptiles  eran 
Mach  {mad  sanscrit)  ;  el  cangrejo  era  Mach-Huay  ó  Maohak 
Hiiay;  accidentes  de  sentido,  que,  percibidos  por  Tschudí, 
1-e  hicieron  preferir  el  sentido  de  culebra-boba  si  se  hubiese 
fijado  en  la  idea  de  retrogradacion  y  de  vacilación  que  teniaa 
las  raices  hubiese  agregado — ^^y  cangr€Jo'\ 

Determinados  asi  los  dos  trópicos,  y  la  pariedad  de  lo» 
dos  signos,  Capricornio  y  Cáncer  y  del  zodiaco  caldeo,  con  los 
de  Topa-Tarlíucca  y  Ma-cltak-Huay  del  zodiaco  peruano^  vea- 
mos si  podemos  fijar  también  los  dos  puntos  ecuatoriales  coa 
la  misma  precisión,  para  pasar  después  á  los  puntos  in-, 
termedios  y  complementarios  de  cada  estación. 

Mirku-Kcoyllur — quiíere  decir  literallimente     '*   Estrellaa 

juntas:  astros  de  la  reunión  ó  unidos".  Entre  este  sentido  y, 
el  mito  de  los  gemelos  6  de  la  pariedad  con  que  -el  zodiaco  cal- 
deo simbolizó  la  estación  de  la  primavera  boreal,  no  hay  la 
mas  pequeña  diferencia:  ambos  mitos  contienen  una  misma 
ád»ea  y  ain  -mismo  sentido.  Los  lantiígiios  y  ios  arqaiie()logos  «s- 
plican  K^e  8Ítm]x)lo  de  'los  geirneilos   (mi'to  del  equinoxio  d'el 

otoño  boreal)  diciéndonos  que  procede  de  dos  ideas  reunidas: 
la  del  nacimiento  del  -cailor  vitiail  figiiT«»do  por  üa  niñ^z,  y  .la  de 

1.     Vide  dice  al  fin:  y  Vocabul.  de  Tschudí,  raíz  ''macli." 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  277 

la  igualdad  de  los  dias  y  de  las  noches  entre  las  horas  del  tiem« 
•po  anterior^  y  las  del  tiempo  posterior  puestas  en  el  mo- 
mento equinoxial. 

''Las  estrellas  de  la  quinta  división  son  aquellas  donde 
"  se  encontraba  el  equinoxio  d<e  otoño  y  el  principio  del 
"  año  en  la  época  de  Thoth.  Estas  estrellas  habian  recibi- 
**  do  «entoaiitíies  un  nombre  caipaicteristioo :  lel  nombre  y  ed  em- 
blieuua  d-e  los  Gemelos  simibodo  ¡análogo  lail  liano  de  dos  cairas 
de  los  Romanos,  á  los  Gemelos  Aswins  de  los  Indus.  En 
la  época  de  Thoth,  bastaba  un  solo  emblema  para  signiñ- 
^*  car  á  la  vez:  l.o  el  equinoxio  de  otoño  y  el  principia 
del  año  agrícola:  2.o  el  principio  del  año  civil  ó  vago: 
3.0  y  último — aquella  parte  del  cielo  donde  se  hallaba  el 
oíiuinoxio.  Estas  tr^s  dienomdínia'cion'es  se  're»liaeiona»l>an  -en- 
tonces. ^I»as  «dielante  cuamlo  se  hubieron  seípanado,  parece 
tgieguín  los  monumteai'tos,  qoiie  ios  Egipcios  \'\a'ri'a[ron  algún 
tanto  el  emblema  para  cada  uno  de  estos  tres  significados : 
dos  jóvenes  teniendo  sus  manos  entrelazadas  han  continua- 
do «designaindo  'las  estrellias  uleteranintatric^es  'dd  equinoxio  de 

Thoth ;  dos  animales  unidos  por  las  espaldas,  el  uno  muerto 
y  el  otro  vivo  parecen  designar  el  principio  del  año  eivil, 
un  tercer  emblema  del  mismo  género  marca  probablemen- 
te el  lugar  del  equinoxio  de  otoño  de  la  época  en  la  que 
•*  fué  oonstruido  taH  ó  cuial  monuiiiDeaifto ;  por  último  se  vi?  qsue 

**  los  astrónomos  del  año  1411  en  su  clasificaeion  de  las 
*  con»tit*líici'nai'es  cooiservaTon  su  aii'ti<guo  (nora'bre  á  -lias  estroritas 
**  qTiie  Thoth  habia  lümmaido  **ihos  Gomfeilos. "  (Mr.  Rodier.) 

Este  es  exactamente  el  mismo  sentido,  el  mismo  simbo 
lismo   que   contiene  el  nombre  de  la  constelación  quichua 
MirkU'Kcoyllur;  Las  Estrellaos  juntas  ó  las  Estrellas  de  la 

reunión. 

Notemos  aquí  que  aunque  es  cierto  que  este  signo,  en 
el  zodiaco  moderno,  ha  sido  trasladado  al  mes  de  Mayo  por 
mutaciones  históricas  que  no  son  de  nuestro  asunto,  no  es 
«nanos  cierto  tamíbii-^n  como  lo  obsie-rvia  ^Ir.  Bodier,  qaie  en 

el  Zodiaco  Egipto-Caldeo  ese  era  el  signo  que  presidia  al  mes 


<< 

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278  liA  BEVláT A  DB  BüBüüüi  AIBBa 

4e  Setiembre-Ootuibre,  es  dieíár —  «eq'VüiiQOxio  axistraS.  lia  prueba 

que  voy  á  dar  de  que  igual  posioiou  tenia  en  el  Zodiaco  qui^ 
chita  les  die  días  nuais  oasuaiies  y  iocmviiDicientes  quie  ipu'ediein  Iva- 

liarse  en  los  errores  mismos  de  la  historia.  El  único  escritor 
que  ha  mostrado  empeño  en  darnos  algunas  ddeas  sobre  la 
cronolo^a  de  los  Peruanos  es  el  Visitador  Montesinos,  que  & 
últimos  del  siglo  XVI  visitó  el  Perú  procurando  estudiar  y 
recojer  con  empeño  en  la  boca  de  los  Amantas  las  tradiciones 
antiguas  del  pais.  Como  lo  hemos  de  ver  mas  adelante, 
siteimpre  qiuíe  sé  'tna/ta  de  lia  ineíLaicioin  de  üiafi  lestacíones  con  'los 

astros,  y  del  arregla  del  año  civil,  Montesinos  se  muestra 
de  una  ignorancia  absoluta;  y  por  lo  mismo  que  no  sabe  lo 
que  dice,  ni  lo  que  es  solsticio  ó  equinoxio,  sus  relaciones 
adquieren  un  gran  valor  de  sinceridad  demostrando  al  aná- 
lisis científico  que  no  pueden  ser  invenciones  de  un  hombre 
ajeno  á  esos  trabajos,  sino  genuina  reproducción  de  Jas 
notas  que  tomó  en  los  alertos  de  los  sabios  de  la  tierra  en  la 
materia.  En  la  página  92  (1)  hablando  de  un  antiguo  Mo- 
narca, Capac- Amanta,  que  vivió  mil  años  á  lo  menos  antes  de 
levantarse  la. Dinastía  de  los  Incas  (2)  nos  dice — *'Sac6  el 
*^   priuicipio  d)d  laño  diel  ¡eqíUiiinoxio  de  primavíeira  y  ordenó  que 

**se  pusiese  en  el  solsticio  de  invierno^  es  decir,  en  el  23  de 
**  Setiembre.'^  No  es  esta  la  única  vez  en  que  Montesinos 
equivoca  las  designaciones  capitales  del  año  como  lo  hemos 
visto.  Pero  que  sea  un  error  suyo  ó  un  error  de  copista  que 
hubiese  escrito  solsticio  de  invierno  por  equinoxio  austral  (do 
primavera  en  el  Perú)  el  resultado  siempre  seria  que  allí, 
(eo»mo  <eiQ  ¡el  Egiipto,  «eíl  año  prámitivo  de  la  época  de  Thoth) 
comeoizaiba  ^ídí  efl  equinoxio  austral  y  teaim  por  signo  tes  Es- 
irellros  pares  ó  MIrcu-Kcoyllur  que  evidentemente  equivalen 
al  signo  Egiptocaldeo  de  los  Gemelos, 

Chakcana:  En  el  zodiaco  Ario  el  equinoxio  del  ascen- 
so boreal  se  halla  simbolizado  con  una  belleza  admirable, 
por  la  Balanza.  Las  horas  se  mantienen  en  igiial  peso,  en 
equilibrio'  por  un  momento  que  pasa  haciendo  ascender  uno 

1.  Colect.  de  Mr.  Ternaiix  Como,  Mem.  sur  l'anc.  Perou. 

2.  Vi  de  el  cap.  ''Dinastías." 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  279 

de  loa  platUloB,  es  decir  levantado  el  sol  hacia  las  zonas  supe- 
riores de  su  movimiento  visible.  Si  nos  trasladamos  al  hemjj^ 
ferio  austral  que  habitaban  los  Peruanos  tendremos  que  lo 
<iue  era  ascemo  para  los  Arios  de  Asia  es  descenso  para  los 
Arios  del  Perú;  ppr  que  lo  qu^  es  priniAvera  para  los  unos 
•es  otoño  para  los  otros.  Al  signo,  de  la  balanza  que  sube 
<lebia  so{»tituirse  el  signo  de  la  bajada,  la  escalera,  ó  bien  la 
baloj^a  que  bajcL.  Y  en¡  electo  U^  es  el  sentido,  de  la  voz 
Chakcana  con  que.  los  Quichuas  dienoxninab^  las  Estrellas 
«eqiuinoxi»a;!iei3  del  ííáeilo  Boreíai.    Ol>^r\Tesje  ta^mbien  qfue  «^ 

pajlabra  Chakcoí^a  reprp^^^  <^ox^  el  sentido  de  descenso  el 
santiido  de  hailianaa^  po^  qívue  en  au  fwiui'a  sitaxple  <el^  deíai^a 
todo  eruzaipgáent^  de  líneas  qu^  pineda  servir  pai^a  pan^r  en 
relación  igual  dos  pactes,  dos  pesos,  dos  indÍTÍduo^  y  de  ahí 
el  significado  de  escalera^  de  puente,  de  cruz  y  de  hálama 
con  que  esa  vo^  viene  á  hacer  tan  sorprendente  la  pariedad 
de  los  lawtoft  astronónvicos  del  A^a  y  del  Perú. 

Hie  aquí  puies  «(tetepin'iaadjos  con  lum  pnecision  incantro- 
vertibl^  los  cuatro  puntos  cardinales  ó  climatéricos  de  la  orla 
zodiacal.  El  padre  Acosta  de  quien  hemos  tomado  estos 
nombres,  no  nos  dice,  es  verdad,  cuales  eran  los  puntos  del 
cielo  eoi  que  los  Quichuas  colocaban  estos  grupos  capitales  de 
su  cronología.  Pero  en  la  naturaleza  de  su  propio  sentido 
Be  hajMia  esa  «ctesigniaícdoín :  «desdíe  ffuie  Topa  «es  el  esipleai 
áo>v  y  eil  ia¡r(lor  die  la  'luz  y  diell  niego,  fe  pi08Í<>io(n  <le  la 
est'PoM'a  que  se  ilLaimiaha  Topa  Tar hueca  era  evidíeaite- 
mlefn'tc  «la  óA  »estío  en  la  íínea  soflstácdaíl ;  idesde  que  Ma- 
cJiakhuaij  era.  una  estrella  que  sámbolizajba  la  inercia  y  la 
vacilación  de  la  embriague;^,  su  posición  se  hallaba  necesa- 
riamente .sobre  el  otro  extremo  solsticial,  punto  de  parada 
y  momento  de  retrogradacion.  En  cuanto  á  los  dos  equi- 
noxios,  ba.staríano8  reflexionasr  que  en  el  uno  las  estrellas 
son  signos  de  ascensión,  y  de  pariedad  en  el  otro,  para  que 
poa  iineontrovteirtibl'o  te  reciprocd^diad  de  los  puntos  en  qi^e 
deben  ser  colocadas. 

Veamos  ahora  los  puntos  intermedios;  y  para  Ii^  m^yor 


280  m  LA  REVISTA  BE  BUENOS  AIRES 

claridad  de  los  lectores  europeos  tomemos  su  examen  so- 
bre Leo. 

Chukin-Chink-Chay — Esta  voz,  literalmente  traducida, 
sigoodficia — Vuelta  de  la  lanza  del  Lbon  Oculto  (del  Leoa 
Rampante).  La  perífrasis  es  larga,  pero  ella  nace  de  la  na- 
turaleza concisa  y  aglutinante  con  que  la  lengua  quichua 
concreta  todo  este  sentido  bajo  aquella  forma.  Al  exami- 
nar sus  leyes  gramaticalts,  vimos  que  el  seoitido  capital  de 
kifi  frases  T^poaaha  en  ilos  vocaiblos  f ianailíeB,  y  f jane  ios  laiateee- 

dentes  tomaban  el  rol  de  adjetivos  6  genitivos  agrupados  al 
rededor  de  los  primeros.  Bajo  esa  ley  orgánica  de  la  frase 
tememos  poies  que  *A  'priimier  objeto  de  muestro  -estudio  diebe 

ser  el  de  caracterizar  la  palabra  Chay.  Esta  palabra,  como 
puede  verse  en  las  páginas  240 — 242  del  Diccionario  Quichua 
Alemán  de  Mr.  Tschudi  calcado  sobre  el  de  (íonzalez  Hol- 
guin  que  es  el  verdadero  texto  de  la  materia,  significa  llegada, 
límite,  vuelta,  parada;  y  por  el  último  el  acto  de  hacer  pié 
en  el  último  punto  d-e  un  circuito,  y  en  ese  sentido  constituye 
una  serie  entera  de  vocablos  ligados  á  una  sola  raiz  Chay  ó 
Ch^aya.     Est-e  voeaiblo  nos  da  pues  idl  seaitido  de  límite  ó 

vuelta  como  sujeto  capital  de  la  frase. 

La  pailabra  Chinea  significa  tigre   (ó  lean)   rainpianít«e ; 

por  que  si  estudiamos  las  formas  que  esa  raiz  produce  en  el 
vocabulario,  y  sobre  todo  bajo  la  forma  del  verbo  Chincani 
y  del  sustantivo  Chiiicana,  (1)  veremos  que  el  sentido  técni- 
•co  y  fumdtamiental  díc  la  raiz  es  esconderse,  desaparecer,  zam- 
bullirse. A  este  sentido  es  preciso  también  unir  el  de  ale- 
jarse y  auseniarse  que  traen  González  Holguin  y  el  Padre 
Honorio  Mossi.  El  Padre  Acosta  y  Mr.  Markhan  establecen 
el  seaiitido  d*e  tigne  (yajgu'ar)  ó  l^eon  amieriíciaino  para  .la  voz 

Chinea  ó  ('hinka,  es  d-ecir  el  oculto,  el  rampante^  el  que  zam- 
bulle, antonomasia  del  Yaguar ;  estos  son  los  términos  en  que? 
se  espresa  el  P.  Acosta — '*Creian  en  la  potencia  de  una  es- 
trella que  llamaban  Chuquinchinchay,  que  vale  á  decir  el 
tigre  de  los  tigres,  úe  üos  osos,  ó  d'e  los  lieonas ;  y  cneian  quie  de 

todos  los  animales  que  hay  en  la  tierra  (zoológica,  zodiaco) 

1.     Tschudi  Vocab.  pág.  249. 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  281 

V  hay  otro  en  el  cielo  encargado  de  su  procreaciom  y  au- 
''  mentó. (1)." 

El  vocablo  Ch  uki  significa  üiaaza ;  y  isa,  lietra  n  qiie  l<e  sin'e 

de  sufija  es  el  artículo  común  de  la  lengua,  es  deoir — ^La 
lanza,  (]iai  pomta,  fia  dáfnefceion. 

Este  análisis  nos  da  pues  una  constelación  situada  en  un 
extremo  oculto  ú  oscuro  (Chay)  desde  donde  un  León  apunta 
6  dirige  la  punta  de  su  lama. 

La  primera,  y  por  cierto,  la  mas  sorprendente  analogía, 
es  que  la  astronomía  d<e  los  Peruanos  haya  colocado  en  su 
cierlo  cúniSteLario  «eil  sójgno  <M  Leoin,  quie  taanibiien  hiaibian  colo- 
cado los  Arios  asiáticos.  Esta  analogía  se  hará  mas  sor- 
XMranidieinte  y  m<as  piaismosa  sí  observaonos  que  ^en  ambos  zo- 
diacos se  distingue  esa  constelación  con  el  mismo  nombre  y 
con  la  misma  posiciooi  sobre  la  órbita  de  la  tierra. 

En  efecto,  al  nombre  de  Chinka  que  el  grupo  estelarlo 
tiene  en  la  lengua  quichua,  responde  con  una  pariedad  incon- 
ítaxyvteffütblie  ed  nombne  de  Sinha  que  te  «msteílaioion  de  Leo 
tiene  en  la  lengua  saaiscrita  (2)  ;  y  en  cuanto  á  la  posición 
igual  de  uno  y  otro  grupo  fáoil  nos  será  dejarla  demos- 
trada. 

La  looiisteíkicdoín  dieíl  León  en  ú  2X>di«<50  de  los  Arios  pre- 
side Al  ames  de  Julio,  «es  decir  «il  ones  en  qone  «él  Sol  después  de 
haber  dado  la  vuelta  á  la  línea  solsticial,  en  Cáncer,  toma 
su  carrera  dirigiendo  sus  rayos  hacia  el  hemisferio  austral: 
lo  que  los  griegos  figuraban  en  los  dardos  de  Apolo,  como 
los  quichuas  en  la  lanza  del  Lean.  Si  en  vez  de  colocarnos 
en  el  punto  de  vista  de  los  Arios  de  Asia,  nos  colocamos  en 
el  de  los  Arios  del  Peni,  tendremos  pues — que  en  el  mes  de 
Julio,  el  Sol  se  halla  en  la  parte  inferior  del  zodiaco,  que  se 
ha  zambullido  por  decirlo  asi  en  el  abismo  boreal  del  espacio 
y  que  de  la  oscuridad  limítrofe  del  caos,  en  que  hace  pié, 
surge  de  nuevo,  dirigiendo  su  carrera  y  sus  rayos,  (es  deoir — 

1.  Acosta.  Hist.  Nat.  y  Civ:  Jib.  V  cap.  TV  Mark  "Contr.  tow. 
— á  Grara  and  Vocab.  of  Quichua"  Lond.  1864. 

2.  Baurn.  et.  Leup.  Dic.  Sanaer.  Franc.  Paris  1860  verb.  "Sin- 
ka:"  vide  al  fin  Dkt.  Quichua  coim«p.  pág.  715. 


282  LA  B^VISTA  D£  BUENOS  AIBE3 

la  punta  de  su  lanza)  h¿cia  «1  hemisferio  del  Sor,  ocupado 
por  los  quichuas.  Nada  pues  mas  exacto,  ni  mas.  aDÚmado 
al  músmo  tiempo^  (|ue  ese  mita  de  la  vuelta  de  la  lama  del 
Tigre  rqmpa^ite,  aiplicia^o  á  ILaia  !&9ti^las  diel  *miea  die  «háio: 
mito  que  como  se  vé  contiene  la  misma  palabra^  y  la  misma 
PfOSQtf^io^i  e£ftaliaariia  en  io^  cddlos:  Leo  en  Julio.    Dar  ^  acaso 

la  espiU^aeioA  de  sein^jaut?»  pariedades  sería  propio  de  una 
ciencia  seria  y  concienzuda  ? 

^am4-Hana.'  El  uombire  de  esta  estrella  ó  grupo  de 
estrellas  significa  en  Quichua  la  M.vpi»£.  divina  ó  si  se  qvi^J^ 
ma^  literalmente  la  madre  celestial,  por  que  hoMa  ó  Ana  sigai 
fica  cklo.  (1).  Gn  la  historia  de  la  mitologia  y  del  zodiaco 
egipto-caldeo,  es  cosa  saUida  de  todoa,  que  después  de  la 
oc'jüüsteilacioia  'del  Lcxm  <iu^  ivpreiaeu^b^  la  fuerza  esplendente 

é  indomable  del  Sol  boreal  en  el  mes  de  Julio,  venia  el  mito 
de  *lia  virgen  con  la  espiga  de  trigo,  ó  ía  viiig^  ikibrodora 

La  tierra  después  de  haber  producid<;>  quedaba  siempre  virgen 
y  pronta  á  concebir  por  el  misterio  celestial  la  fuerza  con  que 
desarrolla  los  gérmenes  de  su  maternidad  para  dar  aUn^^Ato 
4  los  seres  creados  y  sobre  todo  aJl  hombre  (2).  Eutre.  este 
mito,  estelar  de  los  Arios  y  el  grupo  que  los  Quichuas  Uama- 
b.3in  Mama- Ana  {tnainana  segmi,  Aeoetta)  uío  \\»^'  •diferencia 
^guma  iaipra¿9Ííablíe ;  y  la  prueüía  ck  pa/riedisid  en  los  ovigeives  y 
en  las  tradiciones  que  él  produce  es  de  aqu^lUa  que  no 
permiten  insistir  en  los  argumentos  de  la  ciega  rutina. 

La,  posiciw  qi.'^  Q^te  grupo  ocupaba  en  la  esfera  celeste 
con  arreglo.  á|  la  de  la  tierra  en  1^  eclíptica,  no  poidia  ser.  sino 
la  del  mes  de  Ago¿>to-Setiembre  del  zodiaco  boreal,  ó  la  d^l 
(mes  die  f)eibi;i0ix>-M'ai*zo  eix  el  zodiíaco  ri^foruuaido  die  'I03  ooikKnw 
del  bemjfiífmo  aiustnaíL  En  el  «primier  oaiso  oanserN^airan  'la  Grada- 
ción origina,ria  del  Asia,  en  el  segundo  la  reformaron  para 
lapropiarla  á  sa  oiu-evia  patrí^a.    Sea  do  uno  sea  lo  otro,  la 

pariedad  queda  en  su  misma  fuerza. 

Tenemos  pues  determinados  los  tres  puntos  intermedios 

1.  Vide  Dict.  al  fin. 

2.  Rodier  página  24)4. 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS,  283 

que  ocupan  la  zona  zodiacal  desde  el  solsticio  de  Cáncer 
(Junio,  Julio)  hasta  el  equinoxio  austral  d<e  Libra  (Setiem- 
bre, Octubre)  es  decir — Julio-Agosto:  Agosto-Setiembre:  Se- 
tiembre-Octubre,, 

HuACRA  Onkoy  :  En  el  P-erú,  y  puede  decirse  en  toda 
la  zona  tropical  de  Sud-Amérioa,  la  entrada  de  la  pí'imavera 
«e  distingue  por  las  fiebres  intermitentes  llamadas  tercianas  y 
chuchos.  En  esa  misma  época  aparecen  subiendo  por  la 
parte  boreal  las  Pleiadas,  que,  entre  varios  otros  nombres, 
tienen  el  de  Onkoy-Kcoyllur.  Como  las  Plciadas  no  ocupan 
ipuntx)  in<iin®u(no  sobre  'ia  pienspeoti'V'»  zodiíaoail,  es  «eviidan-te  que 
el  aieeidiemte  coraaim  de  Onkcoy  quíe  iltas  lun'e  aíl  gru'po  zo- 
diacal Hnacra  Onkcoy  se  refiere  k  una  constelación  cerca- 
na, y  colocada  por  consiguiente  al  lado  austrí^l  de  la  línea 
equinoxial,  es  decir  en  el  mes  de  Octubre-Noviembre 

En  tal  caso  esta  constelación  quichua  tendría  -el  mismo 
simbolismo  que  el  signo  del  Scnrpion  que  preside  al  mes  d3 
Octubre  en  el  zodiaco  Egipto-Caldeo.  **4.  la  dixiéme  partie 
*'  de  rí^cliptique  (dice  Mr.  Rodier  página  204)  Tembleme 
"**  du  Scorpion  semble  rappeller  la  saison  malsaine."  Agre 
guemos  también  que  en  la  lengua  sánscrita  esa  constelación 
tiene  por  nombre  un  vocablo  que  se  pronuncia  Huacra  y  que 
significa  también  cuerno^  garras,  aguijón,  punta,  y  en  gen-eral 
todo  aquello  que  daña,  que  hiere  y  lastima:  Urcc'ka  ó  mas 

l)ien  Urcc. 

Ai  querer  pasar  de  este  {punto  tpopezamos  «con  un  viacío: 

la  tradición  se  ha  perdido,  y  con  ella  se  ha  perdido  también 
al  nombre  del  grupo  estelario  de  Noviembre-Diciembre  mar- 
cado en  el  zodiaco  Egipto-Caldeo  con  el  signo  del  Sagitario. 
El  de  Diciembre-Enero  que  constituye  el  solsticio,  es  como 
ya  vimos  Topa-Tarhucca  el  Cornudo  ardiente,  esto  es,  el 
Capricornio. 

^Iiki-Kkiray  :  'estáis  palabras  quienen  doeir :  pia'Pte.  raima 

ó  época  (kkiray)  de  las  aguas  (mifci)  (1) :  tenemos  pues  á 
Enero-Febrero  bajo  el  mismo  signo  de  Acuario  que  en  el 

1.     Sobre  la  raíz  ^^rniki*'   vide  Tsehudi,  y  en  el  aane.   la   tríz 


281  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

zodiaco  clásico  domina  la  posición  del  Sol  en  ese  mismo  pun* 
to.  El  ^emblema  de  Acuario  ^  un  anciano  derramando  ua 
rio  sobre  la  tierra  lo  que  equivale  ¿  las  nieves  de  la  montaña 
que  derretidas  se  desprenden  sobre  los  valles.  Mr.  Rodier 
(página  202)  nos  dice  que  en  la  época  de  Thoth,  el  solsticio 
de  verano  se  hallaba  en  oposición  á  la  estrella  S^gulus;  y 
que  en  el  espacio  de  30  grados  que  el  sol  recorre  al  partir  de 
la  linea  solsticial  -el  Nilo  crece  con  rapidez:  la  Etiopia  le 
d'crrama  enormes  masas  de  agua,  de  modo  que  el  emblema 
\ad'3CTáto  á  -esta  p«ipt<e  die  'la  -ecilíptdoa  es  un  hombre  diorreuman- 

do  cántaras  de  agua.  En  el  Perú  también  las  lluvias  del 
invierno  congeladas  en  el  centro  d-e  las  cordilleras  acaban  de 
derretirse  de  Diviembre  á  Enero,  y  los  rios  bajan  abundan* 
tes  de  las  montañas. 

De  Acuario  á  Pwis  teiniemos  otro  va-cio  íppe\''etti'i«it)e  de 
•la  pérdida  'de  las  tratli<nones  indígenas.  Sabemos  es  ver- 
daul  que  ol  Pescado  «era  un  objeto  d'O  cu'lto,  y  la  prueba  de  su 
(adoración  la  tendemos  -en  los  Pescados  can  opas  qu-e  ya  en  m«e- 
tail,  ya  en  arcilla,  nos  conservan  los  'iTm8tH>s  (1) ;  observiare- 
mos  tara'bien  q\m  en  algunas  formíis  liengüisti'C^as,  el  nom»bpe 
«d'rf  peseaxlo  «entra  combinadlo  -con  «tribuftos  divinos  y  lumino- 
eos  quie  pareeen  nelacionjarlo  con  los  A-sfcros;  por  ejemplo  'en 
Choquilla  Caihua  compuesto  de  Choque,  imperiial,  divino, 
inga,  «>lar,  y  de  iJlu  (v  h  q)  luminoso,  cósmico.  Pero  •eíítos 
epítetos  pueden  significar  tan  solo  los  «tributos  de  un  pez 
•especial  y  prieferido,  y  la  ^'erdtad  es  qaie  no  «le  oonsen^ai  dtato 
ailgnno  de  que  se  haya  diado  el  nombre  de  Pescado  á  ninigun 
grupo  die  "CstrelLis. 

KcATU- Chilla  Y  signifíi^a  literalmente  Constelación  6 
Astros  del  Cordero,  y  se  com-pone  de  Chi  emisión,  ülay  res- 
iplandor  ^astral,  y  Catu  'cordero.  Ninguno  de  los  eopistas 
«modernas  de  Gonza'lez  Holigiiin,  íes  dí^^ir  Tschudi  y  Markhan 
hfl  puesto  el  signifieado  d-e  cordero  en  <?1  voeablo  Kcatu  ó  Ccatu^ 
Se  han  limitíido  á  d-ocir  que  signifiea  Mercado  de  carne.  Pe- 
ro el  Padre  Acosta,  hablando  'en  el  lib.  V.  eap.  IV.  del  astro  6 

1.     Vjde  sobro  lo»  **Canopas'*  cap.  pág.  y  DIjc.  al  fin. 


SISTEMA  ASTKOXÜMICO  DE  LOS  PERUANOS.  285 

astros  agrupados  bajo  ■de  este  nombre  dic»e  que  significa  cor- 
dero y  oveja  ó  oarnieiro  (brevis).  Por  otra  parte — hasta  que 
el  lueroaido  ide  darn'o  ^e  illaimase  Kcaíu  pairea  quie  ese  fuese  eJ 
mouíbre  del  cordero  ó  ile  'la  ovieja,  d«e  lia  heiuibra  ó  d-el  lobaton. 
Los  Peruiainos  no  oomraai  nuas  eam/e  qu^e  la  del  lliam-a  ú  oveja . 
de  la  tierra  -corno  d'oei<an  Jos  lespañoltes ;  y  ooino  ^el  iliaina  padre 
produioe  uma  carne  iaicoini'bl'e  por  su  dureisa  y  su  nual  olor, 
eoino  «es  la  'de  todos  Jos  machos  de  la  raza  o  vi  fia,  es  claiH)  que 
la  «a»me  diel  ini'erca'do  era  soJo  la  de  oveja  y  del  cordero.  í>e 
modo  que  eil  padre  Aeosta  mejor  inifornia/do  que  otro  alguno 
en  -el  nombre  de  los  astros  y  en  la  lengua  d-el  -país,  li'aee  plena 
fé  ai  aiseverair  esa  aserción;  y  teinem-os  lajsí  len  Rcain-Chillay 
Ja  eonsteliacion  -misma  ú<d  Aries  que  en  el  zodiaico  Egipto 
Caildeo  preside  al  'mes  de  Marzo-Ahrü, 

Urku-Cuillay.  a  la  conisttilaci'Cn  Aries  silgue  en  ol  Zo- 
diaco clásico  la  de  Taiiru^  (lue  preside  al  mes  de  Abrid  Mayo. , 
Ubku  signifiica  macho  potente,  potencia  gieneratriz,  y  preci- 
«amiente  esto  imismo  ^es  lo  que  siígnifica  el  nombre  ariaco  de 
la  constelacioai  que  hoy  l'lamamos  el  toro  por  las  'mismas  'ra- 
zones, sin  contar  que  a'm'bas  tlen-en  la  «misma  'raiz  y  ila  misma 
forma  como  lo  ^'amos  á  ver.  ÍLa  consteilacion  de*!  Toro  se 
llama  en  sánscrito  Urh  ó  Urs  forma  que  >pucde  también 
ser  urk.  Urk  significa  en  general  el  majoho  (taurus)  y  tam- 
bien  hom'lirte  robusto,  atdeta,  (fue-raja  viril,  potencia  su^tan- 
eiail.  Como  los  ^Qiiichutas  no  teoiiían  razas  bovinas,  Urk  no 
podiía  ser  entre  eJilos  el  Toro;  pero  etra  -el  macho,  IJrku  Chi- 
Hay  el  macho  moteante  y  fogoso.  En  cuanto  á  su  razón  de 
eer  creo  que  -el  sinitoliismo  -de  esta  const-Hlacion  no  lia  sido 
\bien  esplicada  por  el  sabio  f-r^incés  que  antes  citamos,  ni  por 
Duipnis  qoie  'CS  filien  le  'guia  en  estas  interpretaciones  de  loe 
signos  'deil  zodia<*o.  Este  em'blema  no  toma  su  sentido  de 
que  'las  tierras  de?cul)iertas  ya  por  el  Nilo  en  e^^e  mi»s  permitan 
el  pastoreo  'de  los  ganados,  sino  de  que  en  ^layo  comienza 
en  el  hemisferio  'boreal  el  sentimiento  ó  -el  calor  geaierador 
de  las  espcfies  animales:  el  macho  se  pone  ardiente  y  aco- 
mete el  trabajo  de  la  propa»gacion  de  las  especies  respecta- 


288  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

diel  sol  Gom.  'relación  á  'la  tiiopra.  Poír  qu>e  «estaando  á  su  cargo 
da.  •dosignacion  óe  ]s3&  fiestas  y  kt  'reglam'en'üae<ioii  «de  ios  tria- 
bajos  a<gríf(íolias,  tenian  qiue  loalciuíliair  de  antemano  <el  año  y  la 
croaiodogia  para  que  no  se  perturbaseoí  dos  laecidieiites  d^  la 
vida  social  (po(niéndos»e  en  'desacuerdo  «con  los  íenómenoe  de 
la  naturaleza.  Haeian  en  una  palabra  io  qnje  hoy  baeen 
nu'est'ros  eaLenidarios;  y  n-e^eesitaiban,  ípor  oonsiigTiiiente,  la 
vasta  aicoiiimiliaeioin  die  cien<eia.  aí^troaióimáioa  que  se  ¡ooncíentra 
eJi  esos  trabajtos.  Pama  coinippend'er  toda  ila  importaneia  de 
esos  cádcuilos  bástenos  observaír  que  lélilos  lenvueilvíein  <el  viasto 
sistema  de  l>a  ciXMíoilogia ;  y  que  'entoe  los  Peruanos,  lo  mis- 
ano  que  en  eJ  Egipto  y  len  los  dnemás  poi'eíblos  'Ijabi^ores  d-el 
Asila,  los  trabajos  de  la  tierna  dep-endian  'entónoes  de»!  euilto 
público.  Niadie  podáa  'emiprenderlos  á  su  antojo,  sino  «en  el 
día  ó  épocas  iinaraadas  por  la  cieai'cia  astronómi'ca  de  los  sa- 
>0erdotes,  poseedores  esciusivos  die  los  mdstierios  con  qn-e  obr«ui 
las  fuerzas  vitales  de  lai  aa'tuipadeza.  M  oalendario  «era  pu«e8 
ia  verdadera  baise  -ooinstituieionail  y  «económdtca  die  aquellos  im- 
pierios:  era  ila  l*ey  funidiaaniental  ide  'los  Estados. 

¿Oonoeian  los  A<iniaiu>ta8  el  &umo90  fenómeno  de  la  pre- 
cesión de  dos  equinoxios?  Muohos  eruditos  sostienen  hoy  y 
con  razan  á  nuestro  s»entir,  que  los  Egi'pcios  poseían  ese  co- 
nocimieaito ;  y  creo  que  ipor  las  'tíii®m«as  frazones  que  se  alegan, 
pueden  dteducirse  .que  los  Qu'ich'uajs  también  lo  «conocian.  Es- 
tos, com/6  lio  va^mos  á  v-er  mas  afielante,  tenian  nn  icoiioeimi«ai- 
fto  pterfecto  del  a  Fio  ski  eral,  sabian  difereniciairlo  á^l  año  tro- 
pioaü,  y  deJl  año  anomalistico ;  y  ipor  leoniságuiente  tenían  los 
datx>s  que  revelan  »el  movimie-nto  d^  la  línea  leqoíinoxial.  Se 
comprfoiide  porsupuecsto,  qne  con  la  inopia  de  datos  en  que 
nos  lia  dejiado  la  barMrie  española  á  «cercia  de  las  altas  tradi- 
ciones ci'OntífiCíis  <lcl  Perú  antiguo,  no  puedo  entrar  en  este 
■terrino  con  mas  doommentos  que  siinpües  conjetuiras.  Pero, 
au«n  así,  creo  qne  'eai  su  conjunto  esas  conjeturas  ascienden  á 
prucba-s.  Aunque  ignorante  en  materias  de  astronomía,  en- 
'^ien-do  que  el  feajóineno  de  la  preoesion  'de  los  equinoxios 
com'cnzó  á  'detc^rminarse  por  la  desviación  de'l  punto  <eqni- 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  289 

noxiiad  qn^e  dos  legipeios  haibi-an  fijaick)  en  la  Eáitrnilla  Smio 
<x>aio  punto  inamovible,  en  la  ópo^a  remotísima  de  Thath. 
Ellos  pusieroín  an  lesa  estredla  «el  punto  de  apoyo  del  eje  de  los 
cielos,  f  i  jando  allí  el  punto  del  equinoxio  austral  ten  que  lía- 
bi^  nacido  -el  mundp,  y  lo  seüaAaTxm  «por  oonsigniente  como 
momento  inici'd  también  del  Año  civil  (1).  Ahora  bien — 
Los  Quichnas  llamaban  á  Sirio,  6'Rkku-K'KiLLAY  qute  quieire 
decir  da  Montaña  de  hierro,  ó  bien  la  Montaña  inamovible. 
El  pa'dre  Adosta,  ad  •hablamois  de  esto,  inouTPe  'en  nn  -error 
d)e  orto^naífia  (ixne  trastoriiia  todo  -el  valor  de  los  vocablos. 
Segfiin  él,  liiabia  dos  con]StL4a<?i(mes  con  «el  mismo  nombre 
Urfcu-Cliilday  ó  Urku-K-hillay — oigámoele:  '*  atribuían  diver- 
sos oficios  k  diversas  «estrelláis:  los  postores  adoraban  y 
saerificaban  «ante  unía  »estriel>lia  que  llamaban  Urcuchillay 
quíe  tenian  por  carnero  de  colores  diuminosas .  (idlay)  y  que 
98  cree  es  la  misma  qníe  los  Astrólogos  ddaman  Thyro. 
**  Adoraban  otras  estrellas  con  lel  nombre  «de  Catuchillay  y 
**  L  i'cuchiílay  (no  de<be  confundirse  esta  con  ¡la  otra)  diciendo 
•*  que  era  oveja  v  cordero     (2).  " 

Pero  ion  sus  mismas  piadad>ras  aparece  la  confusión  y  el 
€TTor  'del  «erudito  Padre.  Si  iiam  con-stelacion  Urcu-Chülay 
^era  el  macho  ó  el  carnero,  el  mismo  nombre  no  podia  de- 
signan á  la  Oveja;  por  que  Urku  en  quichua  quiere  decir 
macho  y  jamás  hembra.  Así  es  qu'e  si  ha«bia  dos  constelacio- 
nes con  <ese  fonisrao,  la  una  era  la  qn>e  hemos  examinado  y 
compairado  á  Taurus,  y  la  otra  no  podia  ser  sino  la  ÜRkkir 
K  'KiLiiAY  la  montaña  inamovible,  y  «esta  «es  »egnn  él  dioe  nn 
^ru>po  presidiido  por  la  ^estrella  que  'los  Astrólogos  llaiman 
Syrio  6  Thyro,  es  idecir — Sirio  que  tamibdten  era  eje,  apoyo,  5 
montaña  inamoA'i'blp  para  los  Egi^pcios  como  centro  del 
«espacio  y  piedra  fundam>enta'l  de  lofs  cif^los.  lia  diipUcacion 
de-la  K  en  el  primier  vocablo,  y  la  substitución  de  K'  Kh  á  chi 
en  ol  segundo,  constituyen  toda  la  diferencia  leugüística  y 

1.  "Radior  Ant.  des  Races,  pág. 

2.  L¡b.  V  cap.  IV.  \ 


n 


'¿00  LA  BEVISTA  BE  BUENOS  AIRES 

toda  la  importancia  defl  sentido  (1).  Uma  vez  estaibíecido  así 
qu'e  los  Amaiutas  PeruanHjs  ponían  im  Sdrio,  como  los  Egi<pcioa 
de  la  épooa  d-e  ThoÜi,  el  punto  d-e  apoyo  de  todo  el  movi- 
mieaito  de  'los  citílo®,  es  maturai  quje  ^l  tiempo  les  huibi«eee 
d-emoetrado  las  diverjencias  su<?e3iv\as  de  ese  punto,  y  l«i  <l«ey 
ó  diipeocion  de  esas  divorjenicias  suministTándoles  los  diatos,. 
pana  pT>0Sumir  al  ♦ra'enos,  el  fenóm-eno  de  la  preoesion  equi- 
noxial,  lem  la  inmienisa  serie  d-e  siglos,  que,  «como  se  vé,  can- 
taba su  cienciía  y  su  cronología.  He  aqoíí  cuanto  sabemos, 
axserca  del  zodiaco  peruano;  pasemos  ahora  á  esrtudiaT  los. 
•métodos  de  observación  que  los  Amautas  empleaban  pana  fi- 
jar las  fiestas  de  cada  año  y  para  ligar  «en  un  paralelismo 
necesario  las  series  cronológicas  de  la  vi'da  civil  con  ^1  mo- 
vimdento  combinado  de  Ik»  ciclos  que  constantemíente  los. 
pone  en  divergencia. 

Par.    1 1 . 

Ciclos  Astronómicos  y  Cronológicos. 

Los   únicos  autores  españoles  que  se  han  ocupado  de 
reeojer  en  'la  boca  de  los  Amantas  el  testo  de  las  tradicionjeB. 
pri'raiti'vas  del  Perú,  son  «el  Padre  Acosta  y  el  lieenciado  don 
Femando  ]VIontesinos.     Lástinna  es  que  el  primero  haya  evi- 
tado con  una  reserva  csoesiATa  el  darnos  cu'enta  de  todas  las 
tradiciones  astronómicas  que  oyí),  mirándclas  como  asuntos 
fútiiles  de  idolatría,  y  limiitándose  á  ciertas  indicacion«es  lau- 
datorias  sobre  el  arreglo  exacto  que  los  Quichuas  habiían 
dado  al  año,  y  sobre  el  nombre  de  algunas  estrellas.     Su 
juicio  recto  y  su  honrad»  laboriosidad  nos  habrían  trasmiti- 
do, á  no  ser  aqaiello,  una  »esíposiciotti  completa  y  sistemada  de 
todo  lo  que  por  desgracia  tenemos  hoy  perdido.     E»l  segun- 
do, aunque  menos  dotado  que  el  P.  Acosta  de  los  conoci- 
mientos necesarios  para  la  tarea,  obedeció  felizmtente  á.  lo» 

1.     Véase  en  Tschiidl  y  MankhaTi  la  rliferencia  entre  "Urcxi  y 
Urccu;''   urku  y  ^*Urkku'\  chillay  ó  k'killay. 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  291 

instintofi  d<e  una  curiosidiad  Husaciaiblie^  y  ese  pued'e  diecir  qfue 
por  9u  mama  fialta  de  «crítica,  «es  hoy  noijestna  única  fuente 
(fidedigma  paiia  (restauirar  los  anidüos  de  la  cronólogo  y  de  lisus 
evoiluciooas  soci'alie3  de  lias  razas  civilizadas  del  Perú  A/nti^o. 
Basta  pasar  lia  vista  sobre  la  obra  de  Montesioias  (1)  piara 
eonivcnceirse  de  la  iegleal^lidad  y  hoaradez  con  qu'e  relata  lo 
que  ha  oido  á  dos  Amantas.  En  izmn'mterablies  pasagcs  se 
atestigua  que  no  entáende  io  que  narína  y  que  ignora  las  bases 
d»e  los  ciclos  astronómicos  que  onieoiciona.  Pero,  como  en  él 
foudo  nos  'reYíela  el  sistemia  científico  á  que  se  unen  todos  los  ' 
imicm'bros  de  la  tradi<eion,  la  revcliaeioiii  de  su  ignorancia  es 
é  la  vez  un  testimonio  de  su  sincea?idad ;  por  que  nadie  puede 
inventar  miembros  lógicos  y  combinados  sobre  conocimientos 
científicos  que  ignora.    Vamos  á  verlo. 

E»l  testo  de  'las  tradicioneB  indíjenas  que  él  nos  salvó  de- 
muestra quie  la  tarea  de  calcular  los  tiempos  por  el  movimien- 
to de  los  astros  era  practicada  por  los  Amantas  desde  mucho 
(antes  de  Ynti-jGapac^  quinto  monaroa  de  la  Dinastía  de  los 
PiRHUAs  que  reinó  1488  años  antes  de  J.  C.  ó  bien  2548  antes 
del  prioiiero  de  los  Yngas  (2).  **  Ynti  Capac  («dice  Monte- 
'  *  sinos)  restableció  eil  cáicuilo  de  los  tiempos  que  comnezaba  á 
'  *  olvidarse,  estableció  el  año  de  365  dias  con  seis  horas ;  y 
**  repartió  los  años  'en  círculos  de  diez,  de  cien  y  de  mil  dan- 
**  do  a  este  último  periodo  el  nomíbre  de  Capachesata  6  Intip- 
*'  Huatan  que  quiere  decir  Grande  año  del  Sol;  para  conser- 
*  *  var  por  medio  de  estos  círculos  la  cronologia  de  los  R^yes. 
'*    (3).  " 

El  Perú  contaba  pues  en  esa  época  remota  con  una  civi- 
'lizacion  i)otente;  jKxrque  sem^e jante  resolución  sobre  el  año 

1.  En  esta  parte  nos  referimos  al  estractx)  hecho  por  Ternaux 
Cbmpans  en  su  coleifcion  de  '* documentos  americanos"  qTie  es  lo 
único  que  se  compnlsa  en  Europa,  por  no  haberse  iiniípreso  el  mantis- 
erito  original;  de  que  tengo  alcanzada  una  copia  por  favor  de  mi 
distinguido  amigo  el  señor  general  Lobo,  gefe  de  E.  M.  O.  de  la 
«scuadra  española;  y  literato  erudito  de  grande  mérito. 

2.  Véase  el  cap.  de  las  ' '  Dinaatias. " 

3.  Mont,  pág.  61--62.  '    '  J 


292  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

cifvid  y  sobpe  la  Kíipoiiologija  histórica  no  naoe  ni  »e  injerta 
sino  eu>aíndo  los  pueblos  se  luán  hecho  de  iarg^a  data,  ]ai)o- 
rioáos,  KiaitMitaTios,  agrÍHíoks  y  urbanos.  Cua'lquidna  que 
sea  lia  >ex'aiotitud  «eixmológ'iica  que  quei>a  á  oste  reinaido  ahora 
tres  mil  años,  es  emiente  que  el  Pirhua  Yuti  Capac  no  pudo 
restablecer  «el  eál<niio  d-e  «los  tiempos  que  comenzaba  á  olvidafrse 
en  su  tiempo,  sin  que  este  cálculo  \Tíniese  con  observaciones 
batsadas  en  el  estudio  de  los  Asíbros,  desde  una  amtigütdad  mu- 
cho awas  pernota,  y  'respectiva  ya  en  la  época  de  «se  monarca. 

Pana  comprender  la  lestension  conjetural  de  esa  anti* 
gü^díad,  analisemos  los  oicílos  astranómioos  que  entonces  se 
croaron.     Yo  entienido  t^ue  Montesinos  efiuiv"oca  acíiií  el  teno<r 
d«e  'la  tradición  que  nos  trascorrí)©  si  lo  <iue  se  iba  perdi-eroio 
ten  t4  tiiMiijpo  lie  Inti  Oapac  hubiere  si'do  el  cálcuilo  de  ios 
tiempos  íes  d-c-eir — •el  método  y  las  operaciom^  científicas  que 
se  lomiploalaain  para  >eMo,  iki  reforma  rea:liaa«dia  por  aque»!  Mo- 
aiiarca  no  liubiese  sivlo  im  prog*rt»«o  y  una  'mejora  <m  exacti- 
tud de  los  ríx-íU'ltaidos;  por  ciU'e  los  Amantas  en  la  decad-encia 
del  sal>er  no  podian  alcaoizar  á  ^sa  «mayor  ciencia  y  á  «sa 
mayor  exactitud.     Tenemos  pui*s  <iue  tomar  e^'a  tra'dicion  ba- 
jío otro  aspec^tx),  y  emnprender  por  eHa  que  el  ario  civil  venia 
mal   calculado:  por   (jaic   los  antiguos   no   ha})ian   apreciado 
il>i:ni  la  diferencia  pra^'m-entaria  del   iTiovimieiito  diverjente 
de  ilovs  lastms  en  ilas  órbitas  d<e  su  re^^pei^-tiva  rota-íMon.     Olaro 
<3S  que  eaiailquier  error  que  hubii^-íen  cometido  \m  e-íte  cálculo 
dificil  que  ni  en  nuestro  misino  calendario  «e  halla  apr'^'^ia- 
do  con  perftvta  'exactitud,  d(*l)ió  aocravarsi(»  m'as  y  mas  con  el 
anidar  del  tiempo  í'Oino  su(»edia   en   Egipto,   hasta  venir   á 
perturban  'la  perio(li(»id«d  de  las  fii»stas  y  do  todos»  los  actos 
del  Estado  y  de  la  comunidad  civil,  hacieuLlo  imposible  el 
sistema  regular  de  'la  cr(mología. 

A-sí  es  que  por  lo  (|ue  ^lontisinos  nos  di.^e,  se  vé  que 
Inti-capac  no  lo  iliinitó  á  r(sfabl(c(r  d  cálculo  antiguo,  sino 
que  lo  reformó  fun:latinental mente  sobre  hascs  nuevos, 

¿Cual  era  entonces  el  cálculo  antiguo  cuyas  diverjoneias 
vinieron  á  imponer  la  "necesidad  de  la  reforma?     Clara  nos 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  2'^a 

pareoe  ila  respuesta.  La  reformia  de  Inti-oapac  tomó  «por  'base 
Em<0va  <€fl  cuTBO  del  sol  desde  uno  al  otro  solsticio  puiesto  qu-e  le 
viemoB  lasi'guaT  365  dias  con  seis  horas  <para  lel  año  civil :  lu<ego 
él  método  (anterior  tomiaba  por  base  el  curso  d<e  la  luom. 

Es  tradición  compirohadia  qoi'e  tanto  ea  Asia  como  eoi 
>AiWiéfri(3a,  los  puebios  prí'mátivoe  oom'enzaiiüía  á  contar  él 
titernpo  por  lunús  (1).  Era  natupad.  y  n»eoesario  qu^e  «isí  fu^ee 
por  que  leil  periodo  lunar  os  visible  miientras  que  <el  del  Sol  es 
difícil  y  complioado  para  los  pueblos  que  9ailen  reciben  de  tía 
baipbairdie.  I'iero,  aun  así  mismo  no  debieron  «tatrdaír  en  re- 
oonooer  los  inconvieniontes  die  esa  base :  caída  año  lunar  debió 
dejar  ama  desviación  de  17  diías  lentre  la  carrera  del  Sol  y  la 
die  la  iuoa  omnit'estándose  rápidamente  la  irnegulari'dfld  fun- 
damental de  las  estacion'es  con  respecto  al  curso  de  nues- 
tro saitéli'te.  Ante  una  dispariedad  tan  visibie  féc»id  debió 
j)aTeoerle8  el  remedio. 

Los  Astrónomos  de  esa  época  no  se  atreviteron  á  refor- 
imar  las  bases  del  culto  de  ia  luna  que  era  la  Divitiidad  del 
tiempo:  ella  revelaiba,  y  lo  medía:  lera.  por  consi^iden'te 
Eterna;  era  causa  é  inteliígencia  del  universo ;  Neith  Athena. 
Pero  formulafTon  «unía  operación  mateimétiíca  que  'les  dio  un 
resul tardo  que  debió  pareoerles  exacto  entonces.  Formando 
nn  ciclo  de  60  años  binares  encerraron  un  periodo  de 
20,880  dias  (29X1 2=348  ;X 60=20880)  que  son  exacta- 
mente  58  años  vagos  (2)  (20880  :  360=58).  Aunque  la 
tradición  nada  nos  dice  sobre  los  días  epagómenos  de  oada 
año,  ni  sobre  las  horas  que  forman  los  bisiestos,  es  induda- 
ble que  entrá'ban  como  parte  flotante,  y  suponiendo  que  hu- 
bifetsen  contado  ^s  dias  por  oada  año,  (como  ¡es  natural  que 
lo  lii'íiieran  tieniendo  un  m'es  de  29  dias)  tendríamos  en  60 
años  360  dias  que  son  otro  año  vago.  Para  completar  el 
ciclo  basta  pues  agregar  un  nuevo  año  lunar  con  un  doble  pe- 
riodo flotante  de  «epagómeinos  destinados  é  las  grandes  fiestas 

1.  A  costa  Hist.  Xat.  y  Civ.  lib.  VI  cap.  III. 

«i 

2.  L(i8  Astrónomos  llaman  **año  vago'  el  espacio  de  360  dias  6 
de  365  con  la  adición  de  los  epagómenos. 


294  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

seculares  como  es  constamte  len  la  historia  (348+12=360) : 
y  así  t^n-efuuos  quie  un  ciclo  die  60  taños  ipestablocia  laproxima- 
tiviaímKm'te  h,  periodicitdiaid  morniail  -de  lias  «staei-omes  mante- 
niendo basta  un  ciierto  punto  la  regruiariidiad  «del  laño  civil  y 
<eeanómi<3o.  La  cuenta  quedaba  lasí  ^reducidla  en  el  fondo  á 
12  'm'eses  d-^  30  dá'as  (360  por  -año)  con  las  adiieioncs  flotíi/n- 
tes,  sin  -altenaír  el  culto  ortodojo  y  ppimiti'vo  de  la  Luna. 

Hé  aquí  popqiuie  -es  que  en  todos  los  pueblos  pri-mitivos 
de  la  Antigüedad,  de  la  Indi«a  »al  J-apon.  el  ciclo  elemental  de 
60  años,  oomespon'de  lal  culto  y  al  «año  hiniaflp  qa»e  debió  ser  el 
único  «ño  posible  en  la  primera  civilización.  Con  respecto 
«1  Perú,  el  hecho  se  halla  asevei^do  pop  uno  de  los  historiía- 
dor(s  mtas  serios  y  fidedignos  de  las  coscas  armericanas;  (1)  y 
era  natuTiai  que  lasí  fuese  partiendo  del  mismo  ori^gen  Etno- 
lógico y  de  las  mismas  traidieiones. 

Es  claro  que  arreglado  asi  el  paralelismo  de  los  dos  as- 
tros, su  divnergencia  fundam*«ital  debió  tenerse  por  mínima 
ó  por  nula  ten  las  primeros  siglos,  como  nos  parece  á  nosotros 
la  que  existe  en  nuestro  calendario  hasta  que  los  siglos  acu- 
.i^mloHos  nos  la  llagan  visible.  Pero  ella  idiebió  axfcaxefsíír  «il 
cabo  de  cierto  tiempo,  -porque  juntándose  al  fin  de  los  siglos 
ios  momentos  no  apreciados  y  dimimi'tos,  que  separan  el-mo- 
yinniento  de  la  tierra  y  el  de  *la  Luna,  «la  dispariedad  «entre  es- 
ta y  la  posición  del  sol  debió  hacerse  sensible,  poniendo  en 
convulsión  los  Estados,  suscitando  partidos,  opiniones  y  gue- 
rras, según  se  iba  viendo  qne  la  base  del  culto  lunar  ofrecía 
inconvend'entes  y  corap'licaciones  insuperables  paira  corregir 
las  divergencias,  y  'j>ara  miantener  la  exactituid  del  paralelismo 
normail  de  las  Estaciomes,  qne  era  el  grande  objeto  de  todos 
los  problemas  sociales. 

La  esperiencia  debió  'entonces  enseñar  que  -era  preciso 
someter  el  cálcuio  del  movimiento  de  la  luna,  al  del  sol,  tras- 
portaaiido  á  eíste  la  regla  ftinidara'ental  ide  la  ecuación :  caim'bio 
de  ba-íe  que  hizo  indiispeiisablie  que  se  trazase  el  círeuAo  zodia- 

].     Zamora:   Historia  del   Nuevo  Reino  de  Granada  lib.  II  cap. 
XIV  páj.  134. 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  295 

cal  pai^a  fijar  sobre  él  los  momentos  climatéricos  de  cada  es- 
tación, y  de  cada  mes ;  y  la  base  del  culto  pas()  de  la  Luna  ai 

Sol. 

Hé  aquí  el  -estado  de  las  cosas  en  tiempo  de  Inti-Capac. 
La  cpoffiología  se  iba  perdi-endo  como  lo  di-oe  Montesinos ;  pero 
no  era  «por  que  se  hiíbiiese  perdido  la  base  del  cáloulo  astro - 
inómioo,  sino  por  que  -esa  'base  era  eprón-ea.  De  ahí  la  necesi- 
dad de  ift  rcfonna,  y  la  introducción  de  una  nueva  foriiiíi — 
la  dd  año  tropieal,  con  las  dimiensiones  proporcionadas  al 
fiemómeno  8ol<ar  de  que  depende  la  eTcactitud  de  Las  Estacio- 
nieB.  La  cuafii  perfección  oon  que  fué  resuedto  ©1  proMema, 
indica  que  el  Pirhua  y  sus  Amantas  poseían  ya  en  aquellos 
remotísimos  «tiemípos  fórmulas  científicas  del  mas  ailto  sentido 
en  á.  'estudio  de  los  Astros,  lo  que  supone  un  desarrollo  vigo- 
roso 'en  «la  civilización  general  de  las  tribus  sujetas  a  ese  go- 
bierno ;  porque  'Cl  cálculo  de  Jos  tiempos  en  la  'base  de  toda  la 
vid»a  industrial,  i>olítica  y  meroantrl  de  los  pueblos  civikzaa- 
dos. 

Bl  examen  de  este  trozo  interesantísimo  nos  rau'estra  que 
ahora  mas  de  tres  mil  años  las  tribus  Peruaoas  habían  senti- 
do ysL  la  necesidtad  de  una  historia  nacional  y  de  una  ^'lasta 
cronología  que  las  pomia  en  relación  con  las  primeras  épocas 
del  mundo  perdido  jk>t  «medio  de  esos  cielos  de  ci'en  y  de  mil 
finos.  Ellos  se  presentan  en  la  tradición  con  dos  nombres 
quichuas  que  pruebaoi  tamibi'en  la  antigüedad  relativia-  de  esa 
l'engua.  Veamos  aliona  si  son  sinónimos  como  lo  creia  Mon- 
tesinos, porque  si  no  lo  son,  la  divergencia  de  su  sentido  vá  a 
damos  datos  de  la  mayor  trascendencia  para  hacer  notar  la 
competencia  científica  de  los  sabios  que  los  crearon. 

La  Lengua  quáeluuia  nos  suministra  todos  los  datos  nece- 
sarios para  'demostrar  que  Montesinos  se  engañaba  cuando 
crei'a  que  Cappachesata  era  sintrnimo  de  Tntip'Huatan  y 
equivalentes  amlx>s  á  1,000  años. 

Cappach^zafa  es  uina  form<a  corrompida  de  Cap,  Paeha, 
Caita.     La  raiz  Cap   (Kap)  significa  grande   (Capac)    (1) ; 

1.     González  Hol.  Diet.  1604  pág.  70. 


^96  LA  BKVISTA  DE  BUENOS  AIRE3. 

pacha  éi'gmñaíSi  ciento,  tiempo  y  revolución  úe^o  que  gina  (2). 
Catta  es,  haz,  atado,  envoltura,  porción  (3) ;  de  modo  que 
Cappachazatta  significa  'litemlmente  cada  un  grupo  grandt 
de  cien  años,  es  deieir  mil.  Bll  siíglo  Ési'mpl'e  se  lilaiiiaba  Pacha 
«iien. 

Artfadizeitnos  ahora  -el  otro  p^eriodo. 

YnItp-Huatan  quiere  decir  El  Año  del  Sol.  Acaba- 
imos  die  v»er  que  para  los  Pirfiuas  «el  año  civü  era  una  revolu- 
cioai  del  zodiaco  m  3B5  dios  6  horas.  Si  €ws  oonociniTentos  se 
huMesen  limitado  a'l  fenómeno  visible  como  lo  creyeron  todos 
ios  esorilores  espiando  con  esccpcioai  d»e  Montesinos,  habrían 
flilaiiüJaidó  Yntip-Huatan  círculo  <\^\  Sod,  aü  año  tropioail,  es 
decir:  al  regreso  dtel  sol  sobre  su  punto  de  partida.  Pero  la 
concepción  de  un  Año  del  Sol  como  cicix)  máximo  hace  ver 
que  loMos  -saihian  que  el  año  tropicí^il  era  un  t*enóim?no  produ- 
cido por  la  marcha  de  'la  tierra  sobre  su  órbita ;  y  í[ue  de  la 
•misma  mianiem  e^l  Sol  tamibdíen  tenia  una  órbita  máxima  y  un 
eentipo  á  cuyo  alriededor  hacia  su  año.  Si  i)aTa  comprobar 
ias  ideas  vamos  al  sentido  de  'Itas  pailabr«s  encontraremos  qu? 
la  raíz  Ynt  (^verb.  intu7ii)  significa  girar,  circular:  así  c^  <iuc 
Yntip-Wüatan  significa  litcrülmente  grande  revolución  deí 
SOL,  CICLO  MÁXIMO.  Recordemos  aqui  lo  <iue  hace  poco  diji- 
mos del  Astro  Sirio  que  'los  Quichuas  'llamaban  «la  Montaña 
ini*on'mbvil)(Iie,  y  (fue  es  hasta  hoy  'mismo  ted  punto  •central  sobre 
que  los  astrcnomxxs  estudian  y  determinan  la  pi-ecision  de  los 
equinoxios. 

Arreglado  el  Año  tropical  sobre  la  basé  de  365  norma- 
les y  puesto  el  siglo  en  cien  años,  nada  tan  natural  como  el 
formar  un  periodo  de  365  siglos,  como  Grande  año  del  Sol, 
y  no  amo  de  mil  como  dice  ^MonteMnos  por  que  eMo  habría 
sido  heterogéneo  y  estraño  á  la  base  aceptada.  Así  como 
365  dias  hacen  un  año,  y  100  de  estos  grupos  un  siglo,  que 
era  un  dia  del  Sol,  así  también  365  siglos  ó  días  del  Sol, 


2 

Id. 

id. 

id. 

pág.  267. 

3 

Id. 

id. 

id. 

pág.  71   verb.   ''Caltini." 

I 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  297 

hacen  un  año  del  Sol,  36,500  años  trópicos ;  y  es  claro  que  los 
Quichuas  pretendían  dar  con  ese  periodo  el  de  la  revolución 
del  Sol  al  rededor  del  punto  equinoxial  que  los  astrónomos 
llaman  hoy  Precesión,  y  que  en  efecto  contiene  25,868  años. 
La  diferencia  de  10,632  años  no  es  tan  grave  como  pudiera 
creerse  á  primera  vista,  desde  que  todos  saben  que  la  mas 
ligera  falta  de  apreciación  en  este  cálculo  de  momentos  im- 
perceptibles produce  miles  de  años  en  el  resultado  total;  y 
esa  fadta  -era  in-evitable,  p'Uies  que  los  puteMos  anlág-uoci  no  te- 
niendo instrumentos  ni  datos  de  la  precisión  necesaria  los 
suplían  conjeturando  en  gran  parte  el  valor  de  eso  que  ellos 
llaman  el  Grande  Año  ó  el  gran  periodo,  (!)  exactamente  lo 
mismo  que  los  Quichuas  que  le  llamaban  Intip  Huatan. 

Este  punto  y  fta  diferencia  dial  ciiolo  cromdlógico  óe  mil 
año'á,  cappachazata  oon  €il  ciclo  lastronómiteo  de  íntip  Hua- 
tan debió  necesariamente  escapar  á  la  ignorancia  de  Monte- 
sinos en  esta  materia%  Pero  el  idioma  mismo  de  que  usaron 
los  Amautas  al  informarlo  prueba  su  error  y  su  ingenuidad, 
porqu<e  no  se  inventa  lo  que  se  ignora. 

El  año  se  llamaba  Buata  (Hua-Ata:  forma  de  la  luna 
ó  Ata;)  el  siglo  Pacha,  revolución,  círeulo:   (2)  <ed  eido  de 

cien  años,  el  mileinario  clásico  de  los  Antiguos — Cappacha- 
zata; y  el  grande  año  6  revolución  Astronómica  del  Sol  al- 
rededor de  la  Montaña  de  Hierro  (Urkku  KKillay  Sirio) 
Intip-tluatan. 

La  raza  de  los  Pirhuas,  poseia  pues  en  épocas  coetá- 
neas lia  famosa  iK^oría  de  los  Egipcios  que  h«iciia  ginar  «d  sol 
acompañado  del  cortejo  sublime  de  los  Planetas  sobre  el  cen- 
tro del  sistema  Universal  de  los  Astros  de  que  nos  informa 
Pomponio  Mela  **Ypsi  (AEgyptii)  vetustissimi  ut  proedicant» 
hominum,  trescentas  et  triginta  reges  ante  Amasin  et 
supra  trerTt^'i'im  •riTiilli'U'ni  ««nnorura  d^tatis,  eertds  aunaüibus 

1.     Arago — Lee.  de  Astr.  reeojidas  por  un  discípulo — Paris  1845. 


n 


2.  Gonz.  Holg.  citad,  pág.  266  dice:  **Ppachan' Vorrer  el  agua 
continiia'rri'ente'':  *^Ppachani/'  poner  las  cosas  trastornadas  **y 
'* volver  boca  abajo  las  cosas  huecas:  Ppachascapcum/'  lo  cóncavo  6 
convexo. 


298  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

* '  ref  eruint :  ummáaítúimqaie  litteris  servaut,  dum  .^jgiip'tii  sunt^ 
'*  quater  cursvs  suos  vertisse  sidera,  ac  solem  bis  jam  ocoi- 
*'  disse  unde  nunc  oritur."  Era  natural  pues  que  en  la 
marcha  del  Sol  al  rededor  del  espacio,  cambiase  el  signo 
equinoxial  trasladándose  hasta  el  signo  opuesto,  y  que  deja- 
se al  occidente  el  signo  que  habia  presidido  a  su  oriente. 
Esto  fué  lo  que  no  comprendió  Heródoto  tampoco  cuando 
dijo — '*Yo  no  lo  comprendo;  i>ero  repito  que  los  Egipcios 
me  dijeron  que  desde  aquella  época  el  sol  ha  salido  dos  ve- 
ces por  Occidente  y  se  ha  ocultado  por  Oriente " — i  que  es- 
traño  es  que  no  lo  hubiese  comprendido  Montesinos  f 

Si  como  esta  tradición  lo  dice,  el  mes  tenia  treinta  dias 
uniformes,  es  perciso  suponer  que  los  cinco  dias  epagóm^e- 
nos  se  «adiicnoniaban  como  fiestas  lal  fin  ó  aíl  principio  de  cada 

año ;  pero  como  un  año  civil  de  365  dias  con  6  horas  es  bas- 
tante tmias  iltargo  que  ol  año  tpop'i'Ciad,  pesuiltaron  dáverj encías 

que  perturbaron  necesariamente  las  estaciones,  las  fiestas  y 
loda  la  cronología  fundada  sobre  esa  base. 

En  efecíto,  aunquie  no  pueda  aípreciíairse  d  tiempo  que 
trascurso  porque  los  datos  que  ofrece  son  vagos  é  indeter- 
minados, la  dinastia  de  los  Pirhuas  comienza  a  mostrarse 
en  deoatdeai'ciía  yen  desoréddto.  Su  gobierno  se  htaJiLa  desar- 
reglado; y  alK  Icomo  en  todos  los  gobiernos  teocráticos, 
grandes  prodijios  en  el  cielo,  y  agüeros  espantosos  comien- 
zan á  conmover  los  fundam«entos  sociales — *'Dos  «cometas 
aparecen  en  el  cielo,  el  uno  con  figura  de  un  león  y  el 
otro  con  la  de  una  citlebra  :  el  sol  y  la  luna  se  oscurecen. 
*'  Consultados  los  ídolos,  el  Espíritu  responde  que  Ylla- 
**     Ticsi  quiíere  desitraiir  a)l  imwiLio  por  sus  pieea»dos'     Los 

sacerdotes  al  trasmitir  estos  oráculos  lloran:  el  león  y  la 
culfhra  van  á  devorar  al  sol  y  á  la  luna:  los  niños,  las  muje- 
res, y  los  hombres  gimen,  la  especie  humana  va  á  conver- 
tirse en  animales  feroces  y  reptiles  perdiéndose  la  industria 
y  la  civilizaeion. 

ITna  peste  violenta  se  desata,  y  el  hambre  despuebla 
el  Cuzco  y  las  provincias;  ciudades  hubieron  que  quedaron 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  299 

sin  un  solo  habitante.  Una  insurrección  arrojó  la  dinastía 
que  vivió  muchos  años  desterrada  en  el  aeno  de  los  Andes.  (1) 

Todo  este-profundo  desorden  provenia  de  la  perturba- 
ción del  calendario,  de  la  lucha  de  las  opiniones  sacerdotales 
sobre  la  manera  ó  la  necesidad  de  reformarlo,  como  lo  vamos 
á  ver. 

BecopdieiiMW  quie  el  solsti'cio  de  Invierno  (austral)  se  ha- 
llaba simbolizado  «en  el  zodiaco  de  los  Pirhuas  por  un  reptil 
6  culebra  y  por  un  león  6  ti^e :  Cáncer  y  Leo ;  machak-Huay, 
y  Chinh'a.  Era  pues  natural  que  hallando  mal  combinado 
el  año  civil  con  respecto  al  año  tropical,  el  sol  apareciese 
detenido  en  su  carrera  por  los  signos  del  solsticio  austral  y 
espuesto  á  hundirse  en  el  caos  de  la  noche  eterna,  como  si 
estos  animales  lo  estuviesen  devorando.  Este  al  menos  de- 
bió ser  el  lenguaje  de  la  poesía  y  de  la  leyenda  al  trasmitir  en 
alas  de  la  tradición  los  acontecimientos  y  los  prodigios  celes- 
tes que  los  ocasionaron.  Perturbado  el  calendario  sacer- 
diota^l  que  era  .la  norma  ó  la  constituicion  civid  d-el  Estado,  se 

perturbaron  también  los  trabajos  agrícolas,  como  hoy  mismo 
sucedería  en  igual  caso:  las  fiestas  climatéricas  respondieron 
mal  á  las  estaciones  verdaderas:  las  semillas  sembradas  á 
destiempo  se  perdieron  causando  el  hambre,  el  desorden,  la 
emigración  y  la  miseria  por  las  campañas  y  por  las  ciudades, 
los  pueblos  temieron  volverse  salvajes  como  los  reptiles  y  las 
fieras. 

La  catástrofe  provocó  la  insurrección,  y  la  insurrección 
desató  la  guerra  civil.  Parece  que  esa  insurrección  hubiese 
sido  eneahezada  por  ia  oajsta  sac^pdota/1  de  los  Amantas,  opo- 
sitores quizás  á  la  reforma  de  Inti-Capac;  pues  vemos  á  sus 
descendientes  Pirhuas  obligados  á  dejar  la  ciudad  del  Cuzco 
asilándose  en  el  centro  de  las  cordilleras  con  sus  partidarios. 
La  viietoriía  quedó  sin  (am<bairgo  por  ellos;  ipero  no  tan  clara 

que  no  aparezca  también  las  transaeiones  que  les  impuso  la 
pipopoteoieiía  de  los  lamautas.  (2). 

1.  Mont.  pág.  62  á  70. 

2.  Mont.  pág.  70—71.  ' 


300  LA  REVISTA  DE  BUENOS  A1BE5*. 

Trascurrido  un  tiempo  indefinido  que  el  autor  llama 
largo,  la  tranquilidad  del  imperio  volvió  á  perturbarse :  nue- 
vos prodigios  en  el  cielo  anunciaron  grandes  catástrofes: 
razas  nuevas  venidas  en  el  nombre  de  Chinos,  desde  el  medio 
de  la  ynar,  dotule  habían  sido  creadas  por  su  Diois  Pachamac 
(1),  ®e  esteoidie'noin  por  ia  táiema  ooaipámdolja  y  aterrando  á 
loe  qoie  haibitaiiaín  amt'cs.  Rl  desártien,  «d  diesquicio,  la  co- 
OTupeion  die  'lias  •costu'm'bres  se  thaxjiam  ©entir  poí  todas  partes 
con  furia,  y  los  Aman  tas,  **Klijeron  á  Mantcsi-nos  quie  por  la 
'*  tradición  de  sus  mayores  saibian  (fue  el  sol  cansado  d-e  pre- 
**  senciíaír  tontos  críineaies  y  petm-clos  se  ocultó  sin  querer  rea- 
*'  pare<:er  por  mas  de  veinte  horas.^^ 

Esta  perturbación  que  prov-enia  evi'dentiem'ento  die  una 
intvriga  «acerdota'l  ail  fopmu'laT  el  oaleaidairio,  ó  de  un  «erroír 
•en  log  cá'k'uloa  aistlxmómioos  qire  habia  pu»esto  -en  'di\'»erjcíneia 
'las  bases  del  año  eivM  eon  las  del  año  tropi'Ciail,  provocó  {l-e  nue- 
vo la  giiie-rra  y  la  iinsurretvion.  Aunciue  á  primeria  \ista  pu- 
diera parecemos  estraño  estas  <?onmoeioní3S  profundas  de  la 
fiociedad  provocadas  por  l«s  perturbación^  actronóniicas,  bas- 
ta que  nos  fijemos  un  t^anto  para  conA'^encí^mos  qaie  por  el  con- 
trario, era  nia'tural  que  así  suoedr(»í9e.  Et.  calendario  er^  pa» 
ra  las  trílnus  agrieultiaras  de  aquellos  gobiernos  teocráticos  lo 
que  'las  cx)NSTrnjcioNEs  «son  hoy  j)taiim  nosxjtros:  el  srsTR.vc- 
TUM  de  todos  los  intereses  y  de  todas  las  gaTatitins:  la  l>a'sj 
anisma  de  'la  fami'lia  y  fdel  lailiamento.  Conecntraila  'la  ci(*iicia 
de  los  misterios  del  año  en  miamos  d'O'l  sa<e(*r(locio,  t^st(»  ííe  pue 
de  dieciir  fiujc  ena  tdueño  'de  ila  tranquiíli^daid  póiblií-a,  y  como  sus 
mínimos  errónos,  ó  sus  intrigas  podian  disloear  el  j)araielivS- 
•mo  de  las  estaeiones  del  Año,  la  soeieJad  «entera  depen  lia  de 
ellos. 

A  lia  t3a;%)n  de  los  niuevos  flgüi(>ros  y  gérmenes  de  ivlWion 

í|ue  se  notairon,  y  golM^rniiiba  ain  nioiia'r<*vi  -de  la  <linastía  <le  los 

Pirhuíi-:,  llamado  Titu-Yupauqui,  que  prefirió  cortar  el  nudo 

aiíod'^yndose  del  derecho  de  señalar  él  mi«?mo  1 15  úsl'.i.'i^mís 

y  las  fi'cstas,  asun^iendo  la  suma  del  poder  piibli^i.     Despu-^s 

1.    Vido   cap.  Keligiones 


SISTEMA  ASTRONüMICX)  DE  LOS  PERUANOS.  301 

d€  iial)er  castigftdo  riguro^mente  á  los  rehelies — '*or.icii5 
que  no  se  cvlebrason  fiestas  ni  f-estines  sin  q\ie  él  lo  permi- 
tiese. ' ' 

Pero  <íon movido  el  Imperio  á  ra'Oilidia  qu<e  <l'OCíaiia  la  raza 
<i«e  los  Pirhuais,  se  -avanzaba  prepoU^nte  la  de  los  Amautas. 

VICENTE  FIDEL  LÓPEZ. 
(C'oncluirá.)  , 


RECUERDOS  HISTÓRICOS  SOBRE  LA  PROVINCIA 

DE  CUYO. 


CAPITULO  3.0 
De    1821    á    1825. 

(Continuación)     (1) 

XII. 

TePiiiinada  tíin  gloriuvsament'e  la  campaña  c^ontrn  Carre- 
ra, -el  "ejéreito  d-e  Mendoza  reares*'»  innK^diataiutnfce  á  esa  oa- 
pital,  -eoi  lioiiíle,  un  niinuM»so  pueblo  W  tsperaba  alborozado 
para  \ictoriarlo  y  rendirle  una  debida  y  t'^i>léndida  ovacioai- 
La  victoria  ct>nsi£ruida  por  la  bravura  de  nuestros  milicia- 
nos,  ix>r  ti  vlenuevU),  pundonor  y  j>eriv'ia  -de  jefes  y  ofíc]iale& 
que  las  dirigían  en  aqui»l  nioinento  supremo,  en  que  se  juga- 
ba la  suí^rte  de  í's*)^  eultotí  y  ricos  puel>k^.  la  de  dos  repúMi- 
cas,  en  tin.  anunazadas  de  esterniinio  por  la  ^auilaz  invasion 
de  aquel Uv$  vándalas,  (jue  habían  talado,  in.NU diablo  y  ensazi- 
grenta-vlo  el  litoral  y  las  demás  de  nuestras  Provincias  que 
ntravi*san>n — t\s;i  victoria,  decimos,  a^.^guró  por  nuudio  tifeon- 
po  la  libertíid,  ti  orden  y  la  pi^z  en  amlH>s  pais.^s,  vecinos  y 
aliados. — En  e>e  luvlio  de  aniias.  grande  y  de  inmortal  memo- 
ria |H>r  sus  KnétivH^  resultadas,  sucumbió  completamente  la 
ananiuia  de  los  pueblos  ai^rntinos,  ativzmente  trabajados 
per  una  hu-ha  fratri.*:  la,  durante  mas  de  t'uati"0  años,  al  im- 

1.     Vaa*ie   !a   pái.   61. 


KECUERD09  HISTOHICOS.  303 

pu'lso  die  a/ui'bicioiiies  bastairdas,  de  ini-cfuias  «minas  de  alguiiocí 
míalos  hijos  ide  la,  patria. 

i  Cómo  no  iicopdar  pu>e8  á  «los  v»eineiedopes  qu'e,  ü(m  ejem- 
plaiT  abnegiacion,  oom  la  oblación  noble  y  jeneposa  de  sivs  vi- 
das y  haciendas,  h^bk^  consei^ido  tan  grandioso  triunfo, 
un  premio  digno  de  Tiecoanpensar  tantos  saeriñoios,  digno  d^ 
tan  fruieítuoso  oiesultadio,  digno,  «n  fin,  deil  vador  con  que  se 
compoiptaion  ? 

El  iHustiie  OaibiMo  de  Mendoza,  len  lefecto,  di0ei:%ftó  solem- 
nies  y  lujosas  fictas  en  celebración  de  aquddta  victoriía ;  pagó 
con  larg>a<eaa  al  ejército  sus  sueldos,  seguai  sus  clases,  y  acor- 
dó el  premio  de  un  escudo  con  esta  insorix)cion  en  el  centro — 
Aniquilé  la  anarquía — pava  los  jefes  de  oro,  para  dos  oficiales 
de  pLata,  y  á  la  tropa  en  pañio  blanco,  bordada  da  inscrip- 
ción. 

El  gobierno  de  Chile,  con  acuerdo  del  Congreso,  en  leeo- 
nooimiento  'de  la  d>ostrueeion  de  da  mon*tonera  de  Carpera,  que 
mairchaba  á  encender  la  guerra  civil  de  aquella  república,  en- 
vió al  gobefrmador  de  Mendoza  don  Tomás  Godoy  Cruz  y  al 
comandante  genieral  en  gefe  del  ejército  de  »Ia  «misma,  \'ence- 
dor  en  la  PiMita  del  Médano,  los  despachos  á  uno  y  á  otro  de 
Generail  de  Brigada  del  ejército  de  dicho  estado. 

Un  aioto  atroz,  manchó  ios  lauTeLes  reoogidos  personal- 
mente en  esa  batalla  'mfemoraible  por  el  generad  Gutiérrez — 
Ad  regresar  á  Mendoza  con  el  ejército,  después  del  triunfo 
encontró  en  Jooodí  detenidos  y  custodiaídos  ailgunos  prisione- 
ros tomados  á  Carpera  que  se  conduelan  á  'La  capital — ^Mandó 
separar  como  veinte  de  tdlos  y  ordenó  su  fusilacion,  lo  que 
fué  ejeeuliaido  ^en  el  acto — ^í^iera  un  Tapto  de  exadtacion  en  su 
capacter  iracible,  una  ostentación  de  mando  absoluto,  tad  vez 
las  su  jiestiones  de  algunos  de  dos  que  le  rodieaban ;  como  quie- 
ra que  ello  sea,  acto  tan  bárbaro  miereeió  la  reprobación  j'e- 
niepad. 

Cuéntase  que  el  jenenal  San  Martín  al  pasar  por  Menudo 
za  el  año  de  1823  en  enero,  petiirándose  del  Perú,  oj'endo  la 
na'PPacion  que  Guti-errez  le  hacia  de  la  campaña  contra  Carpe- 


LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

ra  'bajo  sus  órd^enes  y  de  la,  batalla  de  la  Punta  «del  Médaaio 
(GQ  que  hiabia  triunfado  y  d-einás  heehoj  h-asta  termiirar  aque- 
ill<a,  al  ^l'k^ar  al  sangrijmto  episodio  que  pela  taraos  td  triunfa- 
dor en  San  Lorenzo,  Chacabueo  y  Maypú,  el  Libertador  y 
Erotec-tor  del  Porií,  el  que  en  cien  combaten  respetó  siempre 
!«  villa  dol  iprisionero  y  lo  trato  eon  benignid<ad;  le  interrum- 
pió, it^presándose  líon  severas  palabras  lo  inlmiuiano  y  atroz 
ded  hecho. 

Reápeeto  del  proceso  y  ejecución  en  «la  plaiaa  de  M'cn-do- 
za,  dc4  infortunado  general  don  José  Migu^el  Carrera,  se  ha 
escrito  t.anto  por  sus  panejirisl^s,  por  sus  detractores  también 
y  por  lalguno  que  otro  escritor  iinparcial,  qu-e  nos  creemos 
disp(^n>\i'dos  de  rt*P"t4ir  'esa  última  y  desgraciada  parte  de  su 
vida.  Por  'lo  diíuás,  en  e.sos  alias,  aún  estáibamos  en  San  Juan 
de  donde  no  regresamos  hast^i  mediados  del  mes  siguiente, 
octubre. 

Ahora  toca  volver  nuestras  miradas,  sobre  'la  provincia 
de  San  Jmín,  por  'la  part^»  qu.^  tuvo  en  esta  campaña. 

XIIL 

No  olustante  los  repetidos  avisos  que  le  llegaban  al  go- 
biernjo  d-e  Siin  Juan,  de  qU'C  Carrera  se  dirijia  pre.Mpitada- 
niontt*  á  vsu  pueblo,  no  se  puvlo  conseguir  que  la  división  á  lab 
órdines  dv*l  comandante  gen era-l  Crvüninea,  saliera  á  su  en 
cn.nK  ntro,  >ino  ilel  28  al  29  ile  agosto,  ante  vís¡>era  de  ki  Iwta- 
11a  de  la  Ihuita  del  Médano,  entre  el  ejéri'ito  iK*  Mendoasa  y  la 
montonera  de  Carrera — FaltáhaL»  aún  que  completar  'p^irte 
dv^  su  equi[H>,  y  llegado  el  monunto  eríti/o,  tuvo  en  e>e  esta- 
do que  p<merse  ttti  mancha  apresurad  a  mentv^ — Le  bemos  vis- 
to enton\-i«  atravescir  las  vm11v"S  de  la  ciudad  en  bus.\i  del  ene- 
migo, que  iíi^  liabia  apróxi!]iad^>  á  ella,  á  vii<tan/ia  vle  7  le- 
guas. 

Kl  ejér.'ito  ^anjiiaiiino,  ]>,>r  tste  r.^íar.lt>»  no  pulo  llegar 

al  v*aini>i>  d.^  bat:r/.a,  ha<ía  ú!ti:na  h»»ra — »^s  d.^-ír — v*uan  lo  la 

numt;r..  la  v  n  •:  la  y  pu,'<ta    ^n  dtTíMta     n  tivl  is    l:r    \n.Hies, 

orí^  perseguí  la  p-.>r  la  AiHail-rii  m.-n  lo/ina — Knton.*es  la  de 


BECUERDOS  HISTÓRICOS  305 

Saín  Ju>aü,  ll^^giando  en  -eae  instante,  ayudó  á  la  persecución, 
sabloaínido  ó  'los  f  ujitivos  y  toraiando  áe  ellos  «Igunos  prisione- 
ros, pertrechos  y  bagajes.  Entre  los  primeros  ail  capitán 
Urra,  á  Juiam  Bemavidez,  hernuamo  d-td  que  fué  después  general 
don  Nazario  Benavides,  y  168  iodividoios  de  tropa. 

El  comiandaoite  'genepal  Urdininea  dio  inünediíatain'ente 
piarte  á  su  gobierno  de  este  «resultado,  atribuyendo  la  falta 
de  no  liiaber  estado  en  oportumidiad  «eoi  el  oaanpo  de  batalla, 
á  la  traioion  de  U'n  soldiado  de  su  división,  que  «avisó  al  ene- 
migo de  la  fueríaa  que  tenia  San  Juan  y  de  su  entusiasmo,  li?- 
ciendo  esto  variar  de  plaai  á  Carrera  y  también  á  la  iaiexíaeti- 
tud  del  jefe  del  ejército  mendocino  en  ounniplir  lo  convenido» 
de  batir  en  oom'biaaicion  á  da  'montonera. 

No  conocemos  hasta  ahora  la  vendad  de  estos  liechos.  Los 
dielios  de  da  una  y  de  la  otra  parte  de  los  colig'ados,  son  con- 
tradictorios ail  respecto.  ¿A  quién  creer?  No  ha  llegado  á 
á  nuestra  noticia  que  se  liiihicse  seguido,  como  debiera,  y  co- 
mo así  (lo  pidió  en  el  fecspresaido  'parte  á  su  gobierno  el  coronel 
I^rdininea,  una  sumaria  imlagacion  que  justiíioaTa  su  conduc- 
ta sobre  tan  grave  \'  •trascendeoital  ineideute.  (1) 

1.     Creemos  indisipensable  insertar  aquí  ese  parte  oficial. 

**A1  fin  Cuyo,  por  su  unión,  entusiasmo  y  valor,  ha  sido  destinada 
para  sepulcro  de  los  últimos  re«^tof»  de  los  anarquistas.  He  mereci- 
do el  honor  de  que  se  me  fíe  su  defensa.  Estoy  en  el  deber  de 
sujetar  mi  conducta  militar  en  esta  r-éiebre  campaña  á  la  censura 
iiíiparcial  de  V.  S.  y  de  todos  los  sensatos. ^^ 

**Con  not'cia  de  que  el  enemijío  diri<íia  sus  marchas  á  esta  ciu- 
dad por  el  naciente,  acamivi  las  fuerzas  en  los  suburvios  y  tomé  to- 
das las  medidas  de  ase^^nrar  su  cottijdeta  destrucción — •iii'e  puse  en 
combinación  con  las  de  Mendoza  y  to(|né  todos  los  resortes  posibles. 
Un  soldado  nuestro  (jiie  traicionó  su  deber,  le  impuso  de  la  fuerza  y 
entusiasmo  de  estos  habitantes,  le  hizo  temer  y  variar  de  j)lan. 
Concibió  de  nuevo  el  de  paralizarnos  con  sus  contramarchas,  pero 
se  encañó.  La  tro))a  que  ten^o  el  honor  de  mandar  se  presentó 
siempre  en  el  mejor  órtlen.  auiHjUf  sin  ale.jarse  de  la  eiudad,  por 
no  esj>onerla  A  que  Carrera,  á  beneficio  de  su  gran  movilidad,  invadiese 
los  hojeares  sin  que  pudióseiios  im})edirlo.  La  entera  destrucción  del 
«nemij^o,  no  habría  bastado  á  rej>arar  esta  pérdida.  Ksí>ero  el 
lil  avisos  set^uros  de  la  división  mendocina.  en  virtud  de  la  cou- 
binaeion  que  tenia  formada  con  su  gefe.  ^le  faltaron  estos  y  dis- 
minuverou  la  iíloria  del  triunfo.  Carrera  en  >^n  c)ntramarcha  dio 
<?on   ella   y   la   atacó.     Cuando   se    me    d'ó    noticia   secura,   era   tardo 


'06  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIREá^. 

Pero  d'escribajinos  <es<5  liíeeho,  tai  'üual  lo  olmos  entcmcies 
de  personas  que  fu-eron  «actoras  "eoi  él  y  confofPine  á  'los  recuer- 
dos quie  conservamos  de  muchos  d-e  sus  detalles,  que  nosotros 
mismos  presenoiíamos. 

Antes  yia  se  Im  dicho  qu-e  Carrera  en  su  entrada  el  tem- 
torio  de  Mendoza,  desvióse  'cn  la  maireha,  con  dirección  al  nor- 
te—luacia  la  provincia  de  San  Juan.  Había  confiado  «n  de- 
macja  que  el  gobierno  de  ella,  no  habría  trepidado  en  ratifi- 
car el  convenio  celebrado  en  el  Rio-Cuarto  oon  el  coroniel  Qui- 
roga,  qoDe  ya  conoce  el  'lector.  Siri  la  'menor  notieia  sobr^e  el 
estado  de  ese  pueblo,  observando  á  sn  aproximación  á  él,  ate- 
niéndose á  la  relación  que  le  hacían  sus  propios  bonuberos,  que 
todo  permaoecia  tjranquilo,  sin  notarse  el  menor  movimiento 
de  'tropas,  ni  ninguna  otra  señal  que  le  indicase  la  resolución 
de  resistirLe — 'm'as  se  afi-rmó  en  su  idea  de  que  aqnel  tratado 
tendría  exacto  cumplimiento. 

Entoneas  determinó  aproximarse  á  la  ciudad  para  recibir 
los  cabaiUos  y  muías  que,  á  su  tenor,  estaba  obligado  á  fiarle 
el  gobierno  de  San  Juan,  de  cuyo  elemento  se  encontraba,  por 
sus  largas  y  penosas  maTehas,  casi  enteramente  destituido. 
Le  era  oiirjentísimo  onontar  su  jente,  esperando,  como  espera- 
ba, un  iimnedíato  tencuentro  con  la  división  mendooina  quie  le 

para  poder  llegar  á  tiempo  de  escarmentarlo.  La  traición  de  un 
soldado  y  la  inexactitud  del  gefe  de  la  fuerza  de  Mendoza  en  la 
combinación,  nos  han  robado  de  las  manos  la  victoria.  Sin  embar* 
go,  una  fuerte  división  que  forzando  sus  marchas,  llegó  en  tiempo  d» 
hacer  el  servicio  aquella  noche  en  el  campo  de  batalla,  y  las  partidas 
haciendo  prisioneros,  canupletaron  la  obra  principiada — ^hasta  hoy 
persiguen  los  dispersos — iciento  sesenta  y  ocho  prisioneros  y  do» 
o:fí<:ia]e9,  son  el  fruto  de  la  actividad  de  los  valientes  sanjuaninos. 
Me  asiste  la  satisfacción  de  que  si  el  triunfo  no  ha  sido  nuestro^ 
en  nada  ha  dependido  de  nosotros.  El  demasiado  valor  de  mia 
tropas,  le  impuso  al  enemigo  y  nos  mezquinó  la  victoria  y  la  pro- 
porcionó á  la  división  que  creyó  mas  débil.  Si  he  cumplido  con  mi 
deber,  la  aprobación  de  V.  S.  y  de  estos  beneméritos,  será  mi  mayor 
aspiración. ' ' 

'*Dios  guarde  á  V.  S.  M.  A.--San  Juan,  Setiembre  4  de  1821."' 

**José  Maria  Pérez  de  Urdininea/' 

"Señor  Gobernador  Intendente  don  José  Antonio  Sánchez." 

(A.  a.) 


t 


RECUERDOS  HISTÓRICOS  30r 

se^ia  ide  cerca.  Penetró  ipoies  hBSba,  üia  doistafficia  de  diez  le- 
gii<aB  de  lia  ciai<lad  y  diestacó  uom  p^artida  esplar^dora  que  praxi- 
tíoase  iin  reoonoeiiiiTeiito.  Afianzándose  «esta  hasfúa,  él  río 
San  Juan,  por  el  diado  Este  die  la  «ciudad — eá»etie  leguias  áe  dis- 
tancia— lenoontró  uioa  graía  ^«urdóia  de  aeunjiuianinos  en  la  mar- 
jen  opuíesta-Td'erecha — qu^  ¡La  recibió  á  bálsamos — guiaidaba 
el  paso  del  rio  y  tenia  órdenes  áe  hiaeer  f-uiego  sobre  cualquier 
númiero  de  tememiígos  que  se  pireseintase,  daoido  inniedáiatamente 
p«urte  laü  cuartel  «generail,  que  se  ihiaibia  situiado  en  <lo6  subarvios 
de  lia  ciudad. 

RiegT^esiaaido  la  piairtida  de  Oarrena  á  su  campo  y  dándole 
cuenta  de  lo  ocurrido,  ya  no  le  quedó  á  este  la  menor  duda 
que  Siain  Juan  se  encomliraiba  fuertemente  armiado  y  en  actitud 
de  resástiirle.  Heeonoeió  su  gnave  error  y  (resolvió  retrog!ra- 
dar  por  el  onismo  caimino,  en  (La  noche  de  ese  dia.  No  'encontró 
un  solo  cabaOilo,  u<na  sola  (muía,  len  aqu-edlos  caimpos.  A  pre- 
vención, el  gobierno  hiabia  nimidado  iretiTiaa*  á  largas  distaoi- 
esas  todos  los  elementos  de  movilidad  y  alimentación  de  que 
sabia  estaba  esoasisinm  lia  montoiDeira.  Esta  imia^rohó  en  efecto 
en  iretirada  iXKla  aquella  noche  casi  á  pie,  (atravesando  ciéne- 
gos, logunias  y  un  terreno  medanoso,  que  acabó  por  destniír- 
ie  la  poca  cabaGíltada  que  le  quedaba.  Al  ecdaraír  el  dia,  salió 
á  un  onejor  campo — ^á  la  Piumta  del  Módamo— naJllí  se  detuvo 
paoia  que  desoansam  su  tropa  y  caibaUiada,  después  de  tan  fati  • 
gosa  joroada.  Fué  en  ese  lugar  donde  'le  encontró  la  división 
mendocána,  diviaaaido,  len  íla  (marcha  de  persecución  que  le  ha- 
cia, sus  fu»eg03,  y  allí,  como  lo  recordaTá  el  üefttor,  donde  le 
atacó  y  venció. 

A  propósito  de  la  referencia  que  mas  airríba  hacemos  so- 
bre las  previsoras  (medidas  que  tomó  el  gobierno  de  San  Juan, 
al  saber  la  aproximación  de  Carrera  á  su  territorio,  retirando 
á  gran  distancia,  cuantos  (recuírsos  pudiera  airrebatafr  para  su 
iovasion— queremos  traer  aquí  un  incidente  de  que  hace  men- 
ción, en  esas  oiroumstameiías  precisamente,  el  coronel  Puey- 
rredon,  en  su  escrito  publicado  ibajo  el  título:  "ün  episod^'o 
de  la  guerra  eivü,  que  ya  hemos  citado".    Dice:  que  cuiamilo 


308  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

Oappem  Tkjsalvió  retroeed-er,  d-esd-e  el  -rio  Sa7i  Juan,  á  donde 
habia  a.lL*^anzaílo  á  llegar,  des.ta<?ó  una  fuerte  partida,  la 
mejor  jente,  la  mus  eorapleta-mente  apinad«a  y  bi^n  montadla, 
hacia  (Juana oacive  para  que  hiciese  una  requisición  de  caoallos 
y  muías  para  el  -ejépcito  y  cuya  partida  no  volvió,  ni  se  eT?- 
centró,  por  consiguiente,  en  »la  Iwiüi'l'la  de  'Iva  Punta  del  Médar^, 
haciéndole  notable  falta  eai  esa  tan  desagraciada  jornada  pa- 
ra él. 

Gufinacache,  á  veinte  Ivgvms  de  la  ciudad  de  San  Juan, 
aJ  sud-oeste,  en  las  pendientes  del  cordón  esterior,  oriíaial, 
de  los  Andes,  f3S  uim  miserable  posta^  caanino  a  ^Ieüdo/.a.  lu- 
gar ^\stéril  y  d.s-poblavlo.  El  maestro  tle  e^i  posta,  no  tenia 
mas  caballos  que  aíju  tallos  indispeansíibles  para  dark*  al  corre  is- 
la ([uc,  solo,  pasaba  ])or  aHí,  en  «í^^os  tieiii]x>s  con  uuaa  «cuan- 
tas cartas — 6,  S,  10,  á  lo  mas,  i'iada  15  dias.  Pasagorus,  uüo 
qu'c  otro,  viaj:ibau  en  sus  propias  bestias. 

Las  estíincias  de  crianza  de  gana. lo  vacuuo  y  CíM)alg,ir — 
dos  ó  tres — (fuc  San  Juan  tenia  por  ese  lado,  estabafi  may  en 
e^l  interior  de  la  sierra  y  para  IK-gar  á  ellas,  era  ne(!«\^íirio  se- 
guir un  conmino  excesivamente  ásj>ero,  (jue  ningun.i  cabalga- 
dura, que  no  fuese  creada  en  esa  clase  <le  suelo  y  :io  -stub¡€- 
se  herrada,  podia  transitar,  (jarrera  no  tenia  una  sola  <en 
esas  'Condiciones,  y  se  encontraba,  j>or  lo  demás.  »*n  víspA-ntS 
de  una  ])ataHa — 'lo  que,  claTO  es,  hacia  inútil  dl^^pr(^nder  aque- 
lla i)arte  de  su  división.  ¿ Ix)  ignoraba  él?  No  po.lii  ser, 
teni(*ndo  á  su  lado  sanjuaninos  prácticos  de  i^sos  "nn^pos,  co- 
ano  Jxi'Mi  licnavid.s  y  otros.  ¿Qm»  j>rns'ar  ent<mces?  No  lo 
.sabemos,  en  A^erdad. 

Veamos  ahora  la  situación  porípic  pasaba  San  Juan,  .lu- 
rante  atiuoMos  }K)cos  dias  tran>\*urnd.(>s  desde  (jiie  Cancera 
se  ac('rcaba,  hasta  su  retirada.  Esos  -dias,  fui^ron  en  ^'eivl.id, 
lo  recordamos  muy  ]>ien,  de  afli  v-i'jn  y  espanto  j>ai'?^  las  fami- 
lias. Se  (^-p:  raba  p(^r  instantis  una  l>atalla  y  se  t-Mnia  ror 
estas  un  mal  éxito,  pu.s  tal  es  la  condición  dnl  í^exo  dé  )'d.  del 
padre  «anciano  en  el  peligro  inminente;  agrandar  *A  nipnero 
de  las  probabilidadi-s  en  contra  djl  bui'^n  éxito  de  lo  qii^  ha 


RECUERDOS   HISTÓRICOS  3üU 

de  »a!lv<a;rlais  éé.  imad  q[xe  h&  (aimienaza.  üomcTirrian  á  los  tem- 
plos á  orar,  se  oeupabain  d^  tpl-egiaFiísus  y  novenias,  die  prevenií-se 
y  tomar  todias  'las  nuedidas  preeaAKcioiDiales  pana  guai  iar  sus 
perso(D)as,  diniero,  ailliajas,  servicio  de  pLata,  ropas,  etc.  que 
ema  lel  iiucenti/vo  'imas  podaroso  q<u>e  moviía  á  esos  «baudob  *o.s  ua 
canníinos,  qoife  capitadieíaiba  Carrera.  Lo  sabiam,  lo  teniaii  prén- 
sente en  <todo6  los  moiaen'tos,  ouaoitos  horrores,  cuantas  atro- 
cidades de  todo  géniero  babiían  comietido  en  Rojas  y  en  otris 
pofadacidnies  en  que  habian  entrado.  E»l  terror,  con  fumda- 
dfeimo  motivo,  so  habla  apoderado  de  «todos  'los  unimos  en 
aque])la  ciu'dad,  sin  deíensa,  viendo  que  sus  vidas  y  haciendas 
estaban  únicamente  fiadas  á  la  caprichosa  eventualidad  de 
las  ínrmas,  puestas  en  mv'unos  de  milicianos,  soldados  ine-aper- 
tos,  sin  instruoeion  y  faltos  dol  espíritu  y  de  los  hábitos  mili- 
tares, de  bu'en  ao^mamento,  municioDes  y  de  otros  indispensa 
hd-es  pertrechos. 

Empero,  afortumadH)m«ente  'la  retirada  súbita  de  Carrera 
hécia  otro  rurabo,  salivó  á  San  Jniaoi.  Podemos  creer  qoie  esto 
fué  providencial. 

Eil  leotor  tendrá  presente,  que  inmediatamente  después 
de  la  diispersion  ddl  ejército  al  mando  del  infortunado  gene- 
ral MJoroní  en  el  Rio  Cuarto,  á  consecuencia  de  'la  muerte  de 
este  ihistre  ^Tuerrero ;  reuniendo  algunos  pocos  de  aquellos  el 
jefe  de  «la  división  sanj-uanina,  coronel  don  Viantura  Quiroga, 
tomó  el  mando  de  las  fuerzas  com'bimaidas  y  que  alcanzado  por 
Oairrera,  cam«bi¿udo  en  vencedor,  iaivitó  á  aquel  á  a  justar  un 
tratado  que  él  mismo  dictó  é  impuso.  'Dejamos  espresados 
los  airtículoíi  mas  principalies  en  que  se  basaba.  Ilabria  paz 
y  amistad  con  San  Juan.  Esta  provincia  permiitiria  que  Ca- 
rrera atravesase  con  su  división  «en  dirección  á  Chile,  por  su 
terri'torio— aiuxiliaria  á  Carrera  con  el  número  de  caballos  y 
muías,  que  allí  se  designa,  ganados,  y  otros  recursos  que  este 
caudillo  pagarla  despules  de  ha<ber  entrado  á  Chüe. 

Era  imeá  ese  contrato  leonino,  el  cumplimiento  de  él,  el 
que  Carrera,  muy  confiadamente  buscaba  al  diri^giTi^e  á  San 


310  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBE3. 

Jinaoi,  cpeyéndolo  idiegapnnado,  «ein  paz,  presuimi-endo  qu«e  sai  Go- 
bienao  hiahriía  xiatificádolo. 

Pero  se  en^ñó.  DesafprObada  Ia  condíucta  d<el  coroiiiel 
Quiiro^  por  ea  gobierno,  por  haber  ajustado  y  fimbado  un 
oQDívianíiio,  tbajo  todos  respedxw,  ideshoirroso  lal  paiis,  perjudi- 
eiai  á  los  intereses  de  la  Proviincia,  de  la  RepúHioa  toda,  li 
gámdose  á  un  oaudiiüo  de  'mointoi]ieax>s,  sin  imoral,  sin  fe,  y  al 
imicaio  fin  die  Wervar  á  oabo  la  «empresa  de  «con^'ailsionar  á  Chile, 
nniestro  vecino  y  laüiado,  qn*eibrantan)do  asi  ios  tratados  exis- 
tientes con  este  Estado,  y  l'as  mas  terminantes  presoripciones 
dial  dteoieclio  ile  jen/tes — «I  pu'oblo  de  San  Juan,  pmsidido  por 
su  gobieipno,  se  puso  ^le  pie  eomo  un  solo  hombre  pa-ra  'haoer 
respetar  eil  sagnatdo  de  su  territorio,  Sisear  mentando  á  cual- 
qui'er  caudillo  que  osase  pisai^lo.  Asi  3o  «efix^tuó  aprestán- 
dose con  activiilaid  enérgit-a  y  doei'di'da,  como  lo  hemos  espues- 
to  -antes. 

De  ahí,  la  contranna/pcha  que  desde  las  pu»e«rtas  die  San 
Juan,  á  donde  »e  habia  aoepcindo,  'hizo  Carrera,  en  el  acto  de 
saber  ila  actitud  imx>on»en'te  y  ¡remucüta  que  eise  pu'eblo  liabia  asu- 
má^do  en  defensa  -de  su  honor,  de  sus  hogares,  de  sus  derechos 
y  li'bertaidies.  "^ 

Entre  tanto,  íes  de  observarse  la  estraña  conducta  que 
eil  Comandante  generad  de  la  división  ide  San  Juan,  coronel 
Uardininea,  observó  -en  semiejante  co^Tintura,  la  imas  favor»bI¿ 
sin  duda  para  haber  batído  y  -triunfado  de  Carreras. 

El  pairte  oficial  niis-mo  del  coronel  Unü-ninea  á  su  gobier- 
no y  su  proolama  al  pueblo  después  de  la  Irntalla  de  la  Punta 
del  Méd'ano,  que  dejamos  registrado  el  imio  y  que  mas  ade- 
lante lo  hatreanos  con  la  otra,  len  los  que  silencia  las  primeras 
operaeionies  oon  qaie  inició  la  campaña,  guardando  el  paso  ú&\ 
rio  y  ¡reduciéndose  á  la  defensÍATa,  lo  pon-en  de  manifiesto,  i  Por 
qué  no  se  aprovechó  de  esa  marelia  rotnSgrada  de  la  montone 
ra,  que  casi  á  jAé;  por  falta  de  'buenos  oaibalios  (como  debió 
estar  inCormiado  por  sus  boml>ero8)  atravesaiba  pov  l>añado9 
y  ciéniagas,  engañados  por  'e^l  guia  para  atacarla  y  derrotarla  1 
i  Porque  no  la  persiguió  «1  menos,  siguicu'do  el  Inicn  camino 


KECUERDOS  HISTÓRICOS.  311 

para  al  siguiíente  día  aaáirle  ail  frente,  cu^aaDdo  fati^dia  y  á 
I>ié,  diehia  ipendíriseie  á  disopecionf 

Tocóile  «I  eiieuenitpo  sm  esperarlo,  á  la  dÍTÍsion  m-endo- 
cina  qoiíe,  amas  lejos  del  •eiDemi'go,  buisoaba  ia  iPeunioii  con  la 
de  Sam  Jouam  qu»e  le  tenia  al  afrente  y  üo  dejaba  escapar.  Es 
esto  verdadertarnieínte  iaesplioable.  Debia  haber  imsistido  el 
«eopoax'el  Urdinintea  -en  que  se  ie  hubiese  permitido  dar  cuenta 
de  su  conducta.  Asi  habria  co(ni9eguido  pooDer  en  evideucia  la 
verdad  de  'los  heclios;  dailvaír  sa  Tesponsabilidad  de  no  haber 
batiido  ail  ieniemigo,  .teniénidolo  á  Qia  «niflino ;  de  no  (Lleg^ar,  como 
no  llego,  en  üempo,  val  caimipo  de  batalla  de  los  mendocdnos. 
Asi  «tambiem  ila  grave  acusaeioai  que  hiaoe  en  su  paírte  oficial 
y  proclama  citados,  del  2  de  setiemibre,  al  gefe  de  la  división 
de  Mendoza,  de  haber  sido  inexaieto  en  oumpílir  con  lo  conve- 
nido con  él  (Uirdinin<ea),  de  atacar  al  eniemigo  simulatánea- 
miente,  6  oneunidos,  de  no  avisaTle,  en  oonsecaencia,  que  era 
(llegado  »0l  anom-en'to,  todo  en  él  propósito  de  arriebatarse  él 
(Gutiérrez)  la  victoria — esa  acusación,  decimos,  la  habria 
probado  el  giefe  de  ila  división  ide  San  Juan,  pefrsástiendo  en 
que  se  «le  (admitiese  dar  cuenta  de  su  conducta  miilitar  en 
aqwelQa  campaña,  haciendo  caer  sobre  iél  de  la  de  Mendoza 
toda  la  iresponsaibi'lidad,  del  no  cumplimiento  de  do  oonveaaido 
de  a.tacar  juntos  é  Oaírrera. 

Como  quiera  que  ello  sea,  la  verdad  e^  que  da  historia, 
ail  menos  por  hoy,  ca/rece  de  datos  ciertos  sobre  el  hecho  de 
qu)e  nos  ocupamos.  Puede  ser  qaie  algun^as  persomas,  'colo- 
cadas entonces  muy  cerca  del  generad  Urdinin»ea  y  del  -go- 
fciemo  de  San  Juan,  que  aún  viven,  estén  en  posesión  de  do 
ci  rto  que  hubo  en  cuanto  á  da  conducta  de  aquel  en  su  cam- 
paña contra  Carrera.  Es  s-ensible  que  tades  aclaraciones  se 
pierdan  para  nuestros  anales,  no  revedá^ndolas  leil  que  ad  pre- 
B\?nte  pudiera  darlas. 

DAMIÁN  HUDSON. 
(Oontinuará). 


MEMORIA     MILITAR 


PROYECTOS  DE  OPERACIONES  BÉLICAS  PARA  DERROCAR 

AL  TIRANO  ROSAS. 

(Continuación)     (1) 

V. 

Nu«estpo  intento  len  «esta  esteoisa  digresión  no  «es  otro 
qae  exibir  laoiteciedienítes  (ppáiotd»oo8  y  posith'os  de  das  épocas 
anteriopes  d-esde  ©1  priineipio  de  la  actu«ul  guierna,  á  fin  de 
qu<}  comparando  los  •elementos  personales  y  'mora'les  d'e  -en- 
tonces d'e  entpeami'bos  íbelá«g»0naíntíes,  jy  los  qu^e  «pespeotivm- 
miente  ti*eníen  dissponibl'es  «en  el  p»eíriodo  present^e,  resuitie  bien 
planteado  «el  proW'ema  y  con  los  datos  n<eeesa<rios  y  d<eter- 
minados  para  resolvenlo.  Esto  «es,  p«>bar  qwe  si  Rosas  debió 
su-ounibir  á  haberee  aplicado  con  La  mayor  ventaja  posiible 
la  potencia  que  'debía  destruiíilo,  ahora  con  -mas  Tazón  y  con 
mayor  grado  de  certidumbre,  y  siempre  'bajo  la  misma  hi- 
pótesis de  Tina  hábil  y  oportuna  aplicación,  se  debe  esperaír 
como  infaüible  su  derrota,  desde  qne  se  manifieste  eon  evi- 
dencia que  en  ed  dia  nuestros  recu'rsos  son  infini«tajmente  su- 
periores á  aquellos  con  que  contá>ba<mos  en  la  época  que  suma- 
riamente hemos  descripto;  y  que  los  irecuTSOS  de  Rosas,  por 
el  contTario,  han  menguado  en  todos  sentidos.  Y  esto  es  lo 
que  nos  esforzaremos  en  demostrar. 

CaTeciendo  de  conocimientos  exactos  y  ciTcunstancia- 
dos,  de  noticias  detalladas,  lyarecerá  muy  ardua  testa  lancea, 
ó  por  mejor  decir  no  se  creerá  fácil  el  desempeño  de  nues- 

1.     Véase  la  pág.  222. 


MEMORIA  MILITAR.  313 

« 

tro  compromiso.  Tenemos,  ski  em'bargo,  los  diatos  wsas  esen- 
ciales y  oreemos  comocer  perfectamente  eil  oonjunto  pa/na 
pod'er  «aseverar  <i'Ufe,  si  die  la  resiponsabiliidiad  qiie  contraemos 
no  nos  desembarazamos  con  lextaiotitud  geométrica,  porque  ni 
esto  es  posiUe  euiando  se  trata  de  asinitos  de  este  género,  al 
menos  nos  hemos  de  apro^imair  tanto  á  la  verdad  especuilati- 
va — se  entitende— que  <en  último  resultado  nos  lisonjeamos  pre- 
8enta;rla  cnl  abrigo  de  todia  objeción  bien  fundadla. 

En  el  cotejo  de  iias  fuerzas  Tecíprooas  haremos  «ulgunas 
veoes  a/bstraecion  de  'la  exiatitud  numérica,  cu-ando  se  trate 
de  valorar  lu  de  los  enemigos;  y  esto  que  aparentemente 
se  desvia  de  las  reglas  de  apreciación  no  ha  de  ofrecer  obstá- 
culo al  fin  que  nos  jyroponemos,  porque  aun  cuando  el  poder 
material  de  los  íydversaTios  de  Rosas  fuese  inferior  ai  de  este 
— y  felizmente  no  es  este  el  caso — es  nuestra  incuestionable 
superíoridad  de  poder  moral  Ha  que  nos  ha  de  suministrar 
las  mas  claras  y  evidencies  conclusiones,  y  en  fin  'la  prueba 
•mas  palmaria  de  nu^estras  aserciones— ^Después  de  todo,  si 
estuviésemos  en  error  respecto  á  nuestros  datos  sobre  el  per- 
sonal,  las  antoridadies  que  presiden  los  cuatro  poderes  coa- 
ligados tendrán  mejores  informes  para  hacer  la  debida  apre- 
ciación; y  no  creemos  aventuTar  nuestro  juicio  asegurando 
que,  á  este  respecto  se  ha  de  encontrar — si  acaso — una  dife- 
rencia de  poca  imi)ortancia. 

VI. 

Escusado  es  detenerse  en  manifestar  que  nuestro  poder 
naval  es  incontrastaUe,  desde  que  es  de  notoriedad  que  los 
enemigos  no  pueden  oponemos  la  mas  lave  resistencia  en 
las  aguas;  pero  in/tencionalmente  hacemos  mención  de  esta 
circunstancia  especiad,  x)orque  ella  sola  es  suficiente  para  esta- 
blecer nuestra  preponderancia  moral,  y  por  la  ventaja  inapre- 
ciable de  la  fácil  y  trascendente  combinación  de.  nuestros  me- 
dios bélicos  en  cualquier  teatro  de  guerra  que  quiera  elegirse. 

VII. 

Con   frecuencia  ios  hombres  mas  pensadores,  aquellos 


314  LA  BEVISTA  MI  BUENOS  AIEES. 

cuyos  cálculos  se  hiam  basaxlo  sobre  principios  fijos  dte  inmii- 
taíblie  vierdaid  cmaudo  se  ap^licaoi  ad  orden  común  estaiblecido 
en  las  6ociediad>0s  modeomas,  y  pfnauei'paliinieiiite  en  aqaicüíLas 
quie  se  a-ijeai  bajo  «el  sistema  Tepreseoitativo,  esos  ¡hombres, 
diecimos,  son  íLos  qnie  mas  se  ihan  leq'^iiA'Ocado  en  sus)  paxxaósti- 
oos,  en  sus  iespoofulacioncs  políticas ;  porque  leiienido  d  régimen 
de  Rosas  unía  esoepcion  insodita  idie  Üos  preoeptos  mas  comunes 
die  ^la  socitaibiildidad,  es  cdaro  que  todas  las  reglas  fajldan,  y  ¡las 
oonsecuencias  no  corresponden,  por  do  tanto,  á  dos  medios 
quie  se  oonsdderan  mas  adiecuiados  paira  producirlas.  Y  el 
terror  que  el  tirano  bárbaramn^n^te  imfoiode  con  actos  aijro- 
oes  de  crueldad  'brutad,  como  ed  medio  mías  eficaz  para  la 
asecucion  de  sus  detestabl<es  miras,  esplica  satis fiactoriamente 
porque,  cuando  ese  pueblo  enicorvado  ibajo  un  yiugo  die  fierro 
empeora  de  condición  por  los  medios  viidlientos  que  empl'ean 
contra  ed  déspota  que  le  oprime  sus  eniemigos,  y  que  en  las 
soci<0dajdes  bien  constituidas  producen  iniadiblemaente  una  es- 
•pdosion  que  terminia  por  aniquilar  el  .i)oder  arbi'trario.  por 
que  repetiremos,  las  mfedidas  calculad'as  /para  producir  este 
efecto  en  la  ciudad  de  Buenos  Aires  luán  sido  siempre  sin 
resultado. 

Esto  no  obstante,  «es  níeoesario  temer  presen-te  que  Oa  me- 
dida ded  su'frimienix)  está  á  punto  de  colmarse,  porque  diez 
y  eeás  años  consecutivos  de  congoja  y  alarma,  de  san^i^  y  es- 
poliacion  ban  agotaido  la  paciencia,  han  exacerbado  los  ánimos 
de  dos  mas  sufri'dos.  Y  es. esto  tan  cierto,  si  lijemos  de  dar 
crédito  á  los  acordados  informes  de  cuantos  individuos  ban 
emigrado  en  esta  última  época,  quie  en  el  dda  hasta  dos  mismos 
antiguos  paoiciales  de  Rosas  desean — suspiran — porque  lle- 
gue él  momento  de  su  caida,  los  unos  es  verdad,  por  gozar  de 
dos  bienies  miad  adquiridos  al  vid  precio  de  da  ad'udacion  y  de 
los  servicios  x>ivstados  é  da  Dictadura ;  pero  la  gran  mayoría 
de  sus  agientes,  y  en  otro  tiiempo  apasionados  coadjutores, 
por  librarse  de  las  calamidaídes  cuyo  término  posible  lo  ven 
únicamente  en  el  descenso  del  'hombre  que  das  ha  concitado ; 
puieis  que  'la  hostilidad  que  se  emplea  para  hacerlo  desapare- 


i 


MEMORIA  MILITAE.  315 

oer  Ae  la  «eaoeaDa  de  sus  atentados,  refleja  miecesaTÍiamente — 
ni  «s  posiUe  evitarlo— toda  su  laoeion  mortífera  contra  el 
p-ueblo  que  gírme  'bajo  él  feroz  dominio  del  despiíadado  oaudiMo. 
Tremen,  pues,  qu'e  este  exiasj^erado  ipor  tiam  decidido  em- 
ipeño  len  derribaiplo,  y  por  lel  peliígro  mminente  de  eu  desespe- 
rada poai'cion,  peligro  qfue  ba  de  magoiifi'CJaT  la  miatupal  timi- 
dez de  qvie  ladoleoe,  suelte  las  rienda»— <jamo  otras  veoes  Iva 
heoho — á  su  irritaMUdad  «para  volver  á  ioiu'nd'aír  lai  pueblo  en 
saoígpe:  <en  una  pak-bra,  qu/e  se  Tepitain  los  asesioifatos  penpe- 
tpaidos  por  su'  orden  «en  octu'bre  de  1840  y  abrid  d'C  1842. 

VIII. 

M  ibloqfuieo  framcés,  qu'e  empezó  -en  1838  y  termiaió  en 
1840,  (rea^vra'vaaido  la  miseria  públioa  prodoijo  al  fin  el  descon- 
teuto  ¡eoi  (Las  'masas,  y  lais  penurias  y  ¡las  pri^'acionies  mas  pun- 
zaoi'tes  díe  «los  objetos  onyo  uso  es  del  «todo  necesario  para 
subvíenir  á  las  n'eceaidadíes  de  la  vida,  ftaieron  dos  agentes  me- 
galávos  mías  lef  icaoes  pana  ¡haeer  siim^patizar  al  pueblo  con  sus 
iiberta^dones  al  ti>emipo  de  la  invasiion:  tam  cierto  es  qvae  'los 
puebios  Haffgo  tiempo  en»erv»dos  'bajo  lel  yuigo  de  'la  tiranía  si 
han  perdido  da  suoeptíbididad  morad  de  los  (nobles  estímulos  que 
ia  opresión  aniqud'la,  conservan  siempre  eil  instinto  del  bien 
estaiT  malieriad  y  se  sublevan  f áeilmente  á  miedida  que  se  le 
dificultan  dos  medios  de  aJlimentario.  Fuimos  testigos  pre- 
seneitaflies  de  esta  verdad  ouantdo  acompañamos  al  ejército  li- 
bertador en  1840.  Ya  diemos  indieado  lo  quie  entonoes  dejó  d«e 
haeerse,  y  ahora  nos  reforzaremos  «con  otra  prueba  mas. 

En  Buenos  Ai'res  se  nos  esperailja  con  los  brazos  abier- 
1x)s,  como  á  Yerdaderos  libertadores,  y  es  de  pública  noto- 
ri«ed)ad  qule  existían  addí  muchos  focos  de  insuirreioeion  que 
eístuvicron  á  jyunto  de  «estadlar.  Ni  puede  presumirse  que 
sea  aventuirado  «stableoer  «este  hiecho,  cuando  se  x>u)0de  ape- 
lar «fl  testimxxnio  irrecusable  de  un  númiero  considerable  de 
ciudadanos  arg»en'tínos  temigírados  que  existen  actualnMente 
en  la  República  Oriental,  y  que  tuvieron  una  parte  activa 
en  los  plan'es  y  conatos  de  sublevación  al  aproximarse  el 


316  LA  BE  VISTA  DE  BUENOS  AIRES 

ejército  'libertadoir.  P»ero  ¡quíe  f atalddiad !  ese  ejépcHo  que 
llegó  sin  •emcooitraT  "pesisteaiicia  á  la  vista  de  lias  torres  die  la 
ciudad,  se  retiro  sin  que  se  hubiera  miandado  un  solo  indi- 
viduo, un  agiente  «esperto  que  se  ixusierá  en  (pelacioín  oon  los 
desconteoitos,  y  <aioailo(nase  su  bueina  dierposieion  eom  promesas 
de  ser  iinimediía/taanenite  seeuzvdados:  (promesas  que  eraoi  de 
fácil  Tiealizaeiofn  si  se  tiene  en  cuenta  la  gran  estensiou  del 
freoite  de  la  eiudad  hacia  la  oamipaña  y  abieirto  este  frente 
en  tO'das  direceiones.     ¡Bosas  estaba  muerto  y  resucitó! 

IX. 

Pero  tiempo  es  ya  de  ocupamos  de  la  demostración  que 
hemos  ofrecido,  y  laü  eifecto  será  muy  aportuino  advertir,  que 
estando  la  acción  -die  las  fuerzas  (navales  circuoiserita  á  los 
rios  y  á  las  márgenes  de  eetos,  es  de  todo  pumto  ioidispensalbie. 
si  es  que  se  ha  de  hacer  la  guerra  á  Rosas  de  um  modo  eficaz 
y  decidido  paTa  obtener  um  resultado  defimtivo,  comhinar  las 
op>eiracio(Des  de  la  mairíma  de  guierra  oooi  las  de  los  ejércitos 
de  tierra.  Así  pu»es,  si  tuviérannos  dáspomible  mas  de  un 
ejército  la  edeccion  x)od<ria  ser  dudosa,  cuestionable,  pero 
desde  que  es  uno  solo  el  que  poseemos — el  de  Corrientes — no 
seria  bien  fundado  disconvenir  que  este  nos  ofrece  el  único 
airbitrio  posible  pama  obrar  un  osftierzo  poderoso  y  decisivo 
por  miar  y  tierra.  EKe  modo  que  no  puede  ser  asunto  de  con- 
troversia la  base  que  establezca,  á  saber :  que  paira  hacer  la 
guerra  con  Ha  mayor  ventaja  posible,  es  de  obsaluta  necesidad 
que  los  poderes  taliados  se  pongan  en  perfecto  aouierdo  con  el 
gobierno  de  la  provincia  de  Corrientes  y  con  el  EHrector  úe 
ia  gueima;  y  que  proporcionen  lal  ejército  que  este  genera)! 
manida  en  gefe,  todos  aquellos  auxiMos  y  elera'entos  de  que 
caireci'ese,  y  que  no  pudi^era  obtener  del  gobierno  de  que  de- 
pende por  la  escasez  de  sus  reeurgois  pecuniairios.  V»erdiades 
hay  tan  evidentes  que  no  necesitan  demostración,  y  la  que 
acabamos  de  emitír  pertenece  á  esta  cilasificacdon. 

X. 

Hemos  inenrrido,  taJ  vez,  en  el  defecto  ¡de  estendemos  de- 


MEMORIA  MILITAR.  317 

mo^siado  híji  uma  inaTratíion  que  podría  creerse  inconexa  con  el 
eaunto  prin<L'ii>ail ;  peix)  tail  no  la  juzgamos :  nuestro  -propósito 
Jm  sido  probar  con  antevenientes  'luminosos  y  comprobados 
que,  si  hoy  que  se  tieu'en  mías  niteddos  disponibles  que  en  la 
époea  divíl  prinuer  bLoqueo,  se  híiee  este  efectivo  tlel  mOvlo  mas 
riguroso,  «el  lefeijto  nuateriail  y  morad  de  esta  liostilidad  será 
muíílio  nías  conjíiJera'ble  que  ¡entoneeá,  y  noá  dará  por  resul- 
tado ánmediaito  una  extraordinaria  prepon^deranera  sobre  el 
advorsario;  que  será,  -en  fin,  un  laiixiliar  tan  eficaz  como  la 
misma  in\Tasion  d'e  s^u  territorio,  que  si  con  -esta  se  conubina  se 
obtendrá  ie*l  objv^to  deseado.  Y  si  no  tuvieiramos  plena  con- 
vieeion  -de  la  eapacrd-daid  y  saber  profe^sional  de  los  gefes  de  las 
fuerzas  n^avales  int-erA^entoraá,  si  no  nos  ^arredrase  nuestra  in- 
sufici'cnria  comparativa  en  una  materia  idel  todo  estraña  á 
nuestra  profesión,  nos  atreveríamos  á  emitir  nuestra  humil- 
de opinión  sobre  «el  modo  die  hacer  efeetivo  el  í:<lo(iueo  de  la 
eosta  ded  Sur  de  da  provinei-a  de  But  nos  Ai-res  íiue  es  la  que 
ofr?Lie  mas  difi(*iiÜades  de  cjeeueion,  ya  í:\\í  por  da  viuleneia 
é  irregularidad  de  sus  corrientes,  ya  por  su  gran  est-nsion  y 
eseaso  fondo  en  mnchos  paragvs,  como  por  la  fr.'t'ueneia  é  im- 
petuosidad de  los  temporales  que  en  olla  se  -esperimentan. 

XI. 

Réstanos  tan  solo"  para  completar  el  i>ragraina,  enumerar 
nuetó'tras  fuérzaos  dis[K)nil;iles  y  coiii¡)ut:ir  las  de  Ro.-as,  situan- 
do entramlvais  frente  á  frente  vn  los  diferent js  teatros  en  que, 
una  eongetura  razonable,  ])'»-rinite  pivvi -'r  (¡ue  pu.'d.n  em*on- 
trarse.  Debe  prévia-nunte  advertirle  ([ue  este  melad j  analí- 
tico, este  'raL'iocinio  práetii-o,  grauluad  y  sistemado,  insensible- 
mente ha  de  eondue irnos  iú  punto  en  (jue  'la  vist'a  menos  pers- 
pi\*iaz  li-a  de  pereibir  con  perfeeta  claridad,  (lUe  no  nos  lu^nos 
cmgO'lfado  con  ligereza  y  sin  la  guia  dv»l  buen  eritrrio  en  el 
camino  'de  nurstras  prui-i>as,  pu'esto  (jUe  nos  proi)onemos 
rei^orrenlo  paso  á  pa^so,  y  di^^spej ándalo  len  el  trán-ito  de  los 
obstáculos  ípie  pudieran  ÍTn])edir  ol  «arribo  al  término  desea- 
do.    Dei'imos    esto,    poniue    eon    la    mejor    intcneion   sueieíl-e 


318  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AITiES. 

á  •míein'udo  qoi^e  el  lainhelo  -ooin  ^'He  im  bdietn  se  'desea  «es  causa  d<e 
quie  se  iruagoiifiq'Uieai  por  te  iiiifidjon  los  'm<ediois  de  oibteaieTlo ; 
y  de  que  se  debi'liteoí  las  resistencias  ^posibles  qoiie  pu«&dea 
opcxDfeirse  á  día  adquásieáoii.. 

Si  se  nos  ereyese  idealistas,  ano  seriía  é  la  verdiad  popqiie 
•esste  :eserito  «ajppojte  sospieeliias  de  tal  ppapensioai ;  pues  si  mu- 
cho mo  nos  lequiívooaimos,  aaida  se  aKÍTÍ<erte  len  él  quie  d^e  Ihigaír 
á  que  se  nos  taohte  de  ibaiber  ¡edificado  oastiMos  len  el  -aire- 
Puede  tail  -vez  notarse  quie  nuestnas  opiniones  son  odiginiaies  en. 
ail<gunas  Oísasiones,  ni  testo  seria  ¡estiiaño;  pero  corriendo  el 
riesgo — no  importa — de  qme  se  nos  juzgu»e  pretensioeos,  diáf- 
anos con  sincera  camdidez  qu>e  nos  comsid^epamos  muy  pwms- 
tos  de  ricos  y  copiosos  antecedentes  para  fopmoíl'aT  nuestro» 
juicios  con  conoeimiientos  de  causa. 

Durante  esta  gu'erra  social  hemos  comeuimdo  mujctaa 
wces  ícomo  actores  á  sus  eseenas  maTciailes :  con  nuiestros  ejér 
citos  hemos  recorrido  nmiehas  de  las  provincias  interio- 
res de  Üa  República  Arg^entina,  y  estudiado  con  detenida  me- 
ditacion  'las  causas  de  nuestros  reveses;  dos  elementos  que- 
puestos  en  acción  habrían  aisegurado  nuestros  triuaifos.  Co- 
nocemos, pues,  las  provincias,  ed  lespíritu  ídominaaite  d'e 
aversión  á  Rosas  y  su  bárbaro  sis-tema  iradicaxio  en  los  co- 
razones de  'todos  sus  habitanles,  y  todas  das  ventajas  qne 
pueden  -reportarse  de  tan  favoraMie  dii&posieion  en  nuestro 
sentido.  Conocemos  también  ed  verdadero  alcance  de  los 
medios  que  hiaáta  ahora  se  han  empleado,  y  todo  lo  que  ha 
podido,  lo  quje  ha  debido  hacerse;  ad  finad  de  «este  escrito,, 
por  no  aumentar  adiora  su  difusión,  hemos  de  dejar  consig- 
nada una  verdad  que  esfperamos  nadie  podrá  contestar,  y 
que  ofrecerá  la  prueba  'mías  evidente,  la  mías  patente  carro- 
boracion  de  nuestros  ^asertos. 

XII. 

Inidecdble  es  Ha  repugnancia  que  ísperimíentamos  ad  es- 
'presamos  con  tan  ilimitada  francjueza,  porque  á  fuer  dje 
midi tares  siempre  hemos  preferido  la  acción  á  las  padabras. 


MEMORL\  MILITAR.  .  319 

7  pruebas  prácticas  y  contioixuas  hemos  dado  de  esta  teiid<eiiicia 
porof  esioíDiail :  pero  júzgnesse  de  eMo  como  se  quien»,  nos  oiree- 
ZQOS  ahora  en  el  deber  de  saerifícar  la  moderaeioii  á  la  ver- 
dad, cTuamdo  la  amlnirailesia  del  objeto  que  tenemos  en  vista 
es  de  .tad  ma^^nítud,  que  se  trata  nada  onienos  de  libertar  á  la 
humaiudiad  doliieaite  de  3a  imsólita  tirania  de  iin  hombre  co- 
mo Rosas;  y  (m  crimien  seria  aibstenierse  de  espresar  todo 
cúsanlo,  á  nuestro  juicio,  puede  eondueir  á  la  asecueion  de 
tan  noUe  ñn.  Al  meiDOs  de  este  modo,  paig'aremos  á  nuestra 
patria  el  úmieo  tributo  que  en  la  actualidad  está  en  la  esfera 
de  nuestro  poder. 

XIII. 


Fuerzas  de  tierra  de  los  cuatro  poderes  Coligados. 

Hombres. 


Eepública  Oriental  del  Uruguay,  ioicluyeaido  la  inmi- 
graicion  en  La  Prorvincia  Brasübera  de  San  Pedw) 

del  SuT 6,000 

Eimigrados  Argentitnos 1,500 

Ejército  de  la  Provinicia  de  Corrientes  ....  6,000 

Mairi<no6   fraíno'38es 500 

Marinos  y  sdkiados  ingleses 1,000 


Total  .      .     .       15,000 

Suponicoido  que  se  destioaen  4000  honubres  jmra  la  defen- 
sa de  Montevideo,  Tesuíltaran  11,000  disponibles  para  opera- 
ciones activas  sobre  la  provincia  de  Buenos  Aires. 

Fuerzas  de  Rosas. 

Hombres. 


Bn  la   República   Oriental 10,000 


320  LA  REVISTA  DE  BUENOS  ACRES. 

En  la  iprovineia  de  Entre-Rios 3,000 

En  la  provincia  de  Buenos  Aires — Infantería.  5,000 

Id.  id.                    id.                OaibajLlería.  5,000 


Total  .     .     .       23,000 

La  diferencia  de  l-a  fuerza  armada  entre  los  beligerantes 
es  notable,  pues  Tesulkm  8,000  hombres  -en  favor  de  Rosas, 
Esto  no  obstante,  una  senejlla  espiioaicion  liará  pailpable  que 
la  ventajia  nonmérioa  de  los  enemigos  es  aparente.  No  podría 
eospetíhársicoios  de  patrei'adidad  desde  que  en  el  coiníputo  que 
aeiabamoQ  de  hacíer,  isi  se  onefuentra  iniexaetitud  es  por  liaíber 
exiagioraido  e^l  poder  málitar  de  Ro«sais  y  rebajado  el  (número  de 
níuestros  combatientes.  En  esta  especie  de  cálcuílo,  para  no 
alucinarse  con  resultados  d/emaisiados  lisongeros,  siem'pre  es 
conveniente,  ni  rebajar  üas  fuerzas  enemigas,  ni  ser  pródigo 
de  guarismos  para  panderar  las  p'ropias,  porque  bajo  un  tal 
sistema  ilos  mejores  ^plaínes  confoecionatdos  eon  profiin'da  medi- 
tación en  el  gabinete,  se  encuentran  ráiosos  eoi  campaña  por 
la  falsedad  de  los  datos. 

XIV. 

Dos  casos  pueden  ocurrir  en  la  hipótiesis  de  tomar  la 
ofensiva  él  ejército  de  Corrientes: 

l.o  Que  los  enemigos  contimian  bloqueando  por  tierra 
ú  ^lontevideo. 

2.0  Que  los  enemioros  le^ianten  el  blociueo  de  ^lontevideo 
pa^ra  imarchar  á  la  provincia  tde  Entre-Rios  ail  encuentro  de 
(nuestro  ejército  invasor. 

Esta  alternativa  es  forzosa,  y  <lo  es  también  espresar  las 
circunstancian  prol>a']>les  en  cada  amo  de  los  dos  casos  propues- 
tos. 

En  (A.  1.0,  todas  las  fuerzas  ori-entailes  que  sirven  bajo 
el  mando  d?  Oril>e  continuarán  aswlian-do  á  ^lontevideo,  y 
no  al(\anzando  su  número  á  5,000  hombres  tle  lii^s  tres  armas» 


MEMORIA  MILITAR.  321 

quie  íes  id  minimum  que  n-eoesita  ipana  liiacer  tefectivo  el  Woquieo 
teirestre,  -el  g»0níerail  .enieanigo  teaud-rija  que  cubrir  su  déficit 
con  cuíerpos  «irgeditiiios.  Es  escoiaado,  nos  pareee,  ianzaraíe 
en  'ei  oaonpo  d<e  'Las  conjeturas  ipara  caiieniliaa:  cuMcs  podriem 
sefT  las  comseeuan'oi'as  dje  una  tal  'niiedida,  porque  no  Imy  len  el 
dia  quien  ignore  la  (rrvdliidíad  que  -existe  >entre  los  Ajg'en'tinos 
y  O'riienjtail'es  qu^  m'aaidja  Oribe ;  y  »es  por  otro  üiado  fácil  prev^er 
ki  sátoacdoai  preoairiía  y  peligroisa  en  qnie  csite  quiedairia  no 
(fcenicnído  un  ejército  de  observiacion  qu-e  cubriese  ci  'bloquoo. 
I^as  'montoneras  qai'e  se  levantaTÍ«an  en  La  cíwnpaña  -le  imipedi- 
triían  todia  comfuni«a'(don ;  intenoaptaTian  ilos  con\x>is  del  Rio 
GrTíaode,  imi>€HÍiriian  iLa  in'trodu'ocion  -de  igian-ado  piaxia  -el  «basto 
diairio  d^e;!  lejército  bloque-ador,  y  él  da^ieontento,  id  ictesaliiento 
y  la  deserción,  que  es  su  inimiediíata  -consecoi'encia,  lo  amíena- 
zarian  de  inevitaible  'disolución.  Montevideo  entre  tanto 
continuaíria  su  defensa  bien  g'a'Panti'da,  como  'hasta  ie?l  p<resente, 
de  toda  tentatáva:  su  situación  mejorairia  sin  duda  ailguna, 
porque  podrian  dntrodu'cd'rse  por  agua  «los  frutos  die  da  cam- 
paña— íli^bne  ya — que  alimiefntan  su  comiercio  «de  losportaieion : 
ftas  rentas  públioas  se  restíiuírarian,  y  el  Gobierno  temd'ria  mie- 
dios  de  BU'bvenJT  á  dos  gastos  que  demiandan  sus  atenciones 
administpati^vas :  Tenaceria  la  abundiancia  y  el  'bien-estar. 

Hemos  supuesto  qme  Rosas  imanidaria  retiraír  de  esta  re 
pública  la  mitad  de  sus  fuerzas,  porque  no  es  lazonable  pre- 
sumir que  qiuisáiera  ducliar  solo  y  con  desventaja,  con  todas  las 
pTobabilidmles  de  sucumbir,  lidiando  contra  id  ejército  Cor- 
(rentino  que  üo  invadiese — reforzado  -como  diremos  m'as  -ade- 
iQjniQ — y  pefrder  su  resto  en  una  sola  partida:  porqne  su 
derrota  len  la  provincia  de  Buenos  Aires  >es  claro  qme  tendría 
por  "resulta/do  inmediato  La  sahiaeion  de  esta  república  y  la 
di^tniceion  dd  ejército  que  la  ocupa,  por  el  influjo  directo 
de  aqiiel  acontecimiento,  cuyos  efectos  mat^riailcs  y  moráis 
son  fáciles  de  calculair. 

Tambií^n  es  de  proveer  que  los  5,000  airgcntinas  que  eva- 
cuasen \o3te  pais  p-am  ir  á  fro forzar  a  Rosas,  no  podrían  llegar 
á  su  -dastino  por  los  grandes  obstáculos  que  enicontrarían  en 


I 

320  '       LA  REVISTA  DE  BUENOS  AERES. 


En  la  provincia  de  P^ntre-Rios 3,000 

En  la  provinek  de  Buenos  Air-eá — Infantería.         5,000 
Id.  id.  id.  Oaj]>aíllería.        5,000 


Total  .     .     .       23,000 

La  diferencia  de  la  fuerza  armada  entre  los  beligerantes 
es  notable,  pues  *pesult4in  8,000  hombría  en  favor  de  Rosas, 
Esto  no  olwtante,  una  soneilla  esplie^cion  liará  pailpable  que 
la  vent-aja  nuanériea  'de  los  i^nemigos  es  aparente.  No  podría 
sospeeliársenO'S  de  parei'aíliíl'ad  de^de  ([ue  "en  ol  eóiwputo  que 
aciaitoinos  -de  Iraeer,  si  se  en eu entra  iniexaetitud  es  pop  ha^l^r 
extagerado  €"1  poder  iná'Utar  á<*  Rosas  y  n^bajado  el  «número  de 
naitestpos  i'iomba tientes.  En  esta  e-specie  de  oáleu'lo,  para  no 
alueinar.'íe  <:*on  resultados  demaisiados  lison^ros,  siempre  es 
eonvenií^nte,  ni  ri-lwjar  ^las  fuerzas  enemigas,  ni  ser  pródigo 
de  guarisínos  para  poaiderar  las  p-ropias,  poríjue  bajo  un  tal 
sisteimaílos  mejores  planes  x^onfeeeionu'dos  <'on  profunda.  m»edi 
taeiooi  en  el  gabinete,  se  encuentran  Anciosos  en  campaña  por 
la  falsedad  de  los  idatos. 

XIV. 

lX>s  casos  pu'Cvlo-n  ocnirrir  en  la  lüpótesis  de  tomar  la 
ot'iMniva  ti  ejército  de  Corrientes: 

l.o  Que  los  ciíemigos  continúen  blo( lujando  por  tierra 
i'  ^Fontevidi^o. 

2.0  Que  los  i  neniitros  Levanten  el  bhxiueo  de  ^Fontevideo 
l>ara  -mar.^har  á  .la  i>roviuL-ia  'ili»  lMitre-Kii>s  ail  cneuontro  de 
nuestix)  ejéreito  invasor. 

Esta  alternativa  c*  forzosa,  y  lo  es  tainhivU  esj>resíir  ilas 
oircunstaih-ias  probahKvs  <n  eada  uno  de  Kis  dos  rasos  propues- 
tos. 

En  el  1.0,  todas  las  fuerzas  ori-ntaV^s  (pie  sirven  bajo 
el  niandt)  d.^  (>ribe  i*.>níinuarán  asr^  lian  lo  á  Montevideo,  y 
no  al -anziíiido  su  inVut  ro  á  ó.ODO  hombr.  s  de  las  tres  armas» 


MEMORIA  MILITAR.  321 

quie  íes  lel  minimum  qiue  nwesita  ipana  luacer  *eif^tivo  ol  bdoqueo 
temeetre,  él  ig«aii)eral  (eniemigo  temiclrk  que  cubrir  su  déficit 
ocm  cfuíerpos  íargentinos.  Es  eseuaado,  nos  ptaraee,  kmzax&e 
«n  ci  CBtinpo  de  'Las  congietuinas  ipama  cadciuiLar  cuiaü.-os  podrían 
ser  lais  oaüseeuan'oiías  de  oaiaa  tal  'intediila,  porqu/e  no  liay  ten  el 
dia  quien  ignore  te  {rivalidad  que  -existe  -entre  los  Argcn^tinos 
y  Orien/tailes  qnc  m-amida  Oribe ;  y  ms  -por  otro  diado  fácü  prever 
hi  si't'u/acáoai  precairia  y  peJigroaa  en  qnie  feste  qniedaria  no 
(teniendo  <un  ejército  de  observación  qu-e  cubriiese  d  «bloqueo. 
I^as  míontanerias  qaie  se  lev^antairiían  .en  La  cíurapañía  le  impiedi- 
ritan  toda  oomíuni'C9a<'ion ;  intenoeptao^ian  dos  convois  del  Rio 
Gínande,  impediriían  (La  'introdn'ccion  de  giamado  paT»a  el  abasto 
diario  dd  lejéreito  bloqueador,  y  el  descontento,  iei  desaliiento 
y  ia  deserción,  qiue  tes  su  iním»ediiaita  conseouienciia,  do  'amiena- 
^ariían  de  'inevitaibLe  disolución,  Montevideo  entre  tanto 
oontímuiafl^ia  su  defensa  bien  garantida,  como  hiasta  lefl  p<resente, 
de  toda  tentartávia:  su  situación  mejoraria  tsin  duda  ailguna, 
porque  podriían  introduci'rae  por  «aguia  dos  frustos  de  da  ctam- 
pjaña — lli'bre  ya — que  adimientan  su  oonueireio  íde  lesportacion : 
í«as  renitas  publicáis  se  restau.ra'rian,  y  lel  Gobierno  ten-dria  me- 
dios de  su'bvieaiiT  á  dos  gastos  que  demianidan  sus  latencionies 
admLnistpaiti'Vias :  irenjaoerija  da  abundian'ciía  y  ed  'bicnieíatair. 

Hjemos  supuesto  que  Rosas  imanida-ria  rieti'Pair  de  esta  re 
publica  la  imáliaid  de  sus  fu-erzas,  iporque  no  es  razonable  pre- 
suToir  que  quisi'era  duchar  solo  y  con  desventaja,  con-  todas  das 
pro'ba'bíHdades  de  sucumbiT,  didiamdo  contra  «ed  ejército  Cor- 
(Pentino  que  üo  invadia^e — reforzado  como  diremos  mas  ade- 
lante— y  pefrdcT  su  resto  en  una  sola  pa<rtida:  porque  su 
derrota  len  la  provincia  de  Buenos  Aires  íes  cla-ro  que  tendría 
por  Tcsultaído  iimnediato  da  salvación  de  «esta  república  y  la 
destrucción  ddl  ejérci'to  que  la  ocupa,  por  d  influjo  directo 
de  aqu'cd  aeontecimiiento,  cuyos  efectos  materiades  y  morad-es 
son  f'ácili^  de  cadcula/r. 

Ta^mbien  es  de  pT'Cf\'epr  que  los  5,000  a<rgpntinas  que  eva- 
cuasen leste  pais  iparn  ir  á  reforzar  a  Ra^íis,  no  podrían  llegar 
á  su  deistino  por  los  grandes  obstáculos  que  enicontrarian  en 


324  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

la  noohíe  de  ti'&mpos  no  irmiy  pemotos,  en  fu'entes  ignopaídas, 
que  paran  ya  en  poder  d»e  Goibi'emos  teBtnangeoxxs,  ya  len  ibi- 
iblioteaais  die  partácaulíaipes,  ya  en  nouestros  mismos  airehivos, 
odlociados  sin  órd'en  ni  índice  quie  iitaiga  canooer  en  'existentcia. 
A  ieílk)s,  pues,  «está  eníoomjenídajda  'lia  obaia. 

Edilos,  algún  día,  da^nán  á  la  juvtentud  leitemenix)»  ipara 
liaoer  nn  estudio,  no  ya  de  ia  filosofía  de  tía  liistxwiía,  sino  áe 
dos  liombreís  y  los  hechos:  y,  'recien  entoneles,  con.  lia  guia  de 
n)ta)estros  leompateniíes,  de  peoosadores  profumdos  que  hayaoi 
giastado  su  W'da  ten  di  íestiiddo  *espeeiiajl  de  noiiestra  patria  y  los 
sucesos  qoiie  lia  oonstituyeron  len  oania  Naciion;  iriociien  'OutoniceB 
dtecMnos,  podrá  la  posteridad  formar  un  juieio  imparcial  so- 
ibre  il>os  Ji'eohos  quie  nos  dieixm  nnia  patria  independiente,  y  so- 
bne  dos  hombres  que  nos  Aegaron,  con  su  nombre,  lia  heríenjcia 
de  sus  virtutdes  y  siis  g^loritíis ;  ó  ila  deshonra  de  sus  ambieiooies 
y  deflití». 

Esperemos,  pues ;  no  precipitemos  los  ftiem'pos,  y  dejemos 
que,  producdóndose  lias  cosas  'por  la  (natural  (rotación  de  sus 
oaaisas,  llegue  ¡ese  dia  «en  que,  con  los  materiaLes  -históriooB 
aún  ignorados,  podamos  imprimir  á  cada  «noeso  ain  sello  qu^ 
4o  espliqaie;  á  oada  hombre  un  adjetivo  qnie  le  oaüifiqne. 

Cindi'enta  años  len  la  rida  de  ama  Nación,  que  'está  desti- 
nada á  ver  díísaparecer  g^eneraicion  tras  generación,  hasta  Ia 
oansu'macion  de  los  sig'los,  son  apenas  nn  igrano  de  la  arena 
que  en  el  reloj  de  los  tiempos  niaTca  la  existencia  del  mundo. 
'Cincuenta  años  qaie  nos  sepairan  de  los  hom'bres  y  los  hecihoe 
<iue  produjeron  esta  patria,  que  tantos  dolores  y  tanta  sangre 
cu/esta  á  sus  hijos,  no  íps  un  tiemipo  bastante  para  que  un 
historiíidor  pueda  serimparciall,  separándose  deil  'espíritu  de 
la.s  paisiones  y  los  círculos. 

Aún  no  híí  pasado  la  existenci'a  de  lesa  generación  que 
formia  la  teííe  de  la  Historia  propia  del  Rio  de  la  Plata ;  aliai 
no  han  bajíido  al  «epulcro  O  os  hombres  sobre  quienes  tiene 
que  formarse  un  juicio  histórico,  y  pu-ede,  sin  m-entira,  die- 
cirse,  (pie  escribir  lioy  la  historia  de  los  hechos  y  los  hom* 


BECUEEDOS  HISTÓRICOS.  325 

bres  que  contirifbu<y'ero(ii  á  la  iudiepend'eneiía  de  las  colonias 
espiacDodas,  es  'escaróibi'r  la  IniatorLa  oantemporáiDsea. 

Los  ihombres  mas  icoiiiipeteivtes  y  qoío  obas  se  Imn  oou* 
podo  ide  lestujdiiar  (ntuestna  historia,  aam  mo  imn.  podido  «uveiá- 
guiaír  á  pxmtor  fijo,  eual  fué  da  verdadera  idea  iieivoluicioDiaria 
de  'los  ipatriotas ;  y  si  se  (busaam  ren  üia  vi^dia  pública  de  estos, 
las  cianisas  qaio  preipaaiairon  y  prodiDg^roíu  la  revoiLiucáon,  ce- 
coüiiinamos  quoe  ilia  idea  leconómitca,  oías  que  la  politiioa,  fué  la 
quie  los  'ILevó  á  la  iiid^epeoideaicia. 


Es  fueirta  d<e  duda  qu<e  la  iodepiaDdeaicia  argieoitiaia  era  el 
pensaanienlx)  fijo  de  ios  autores  ó  instigadoipes  de  la  pe^xfl'u- 
«áioín  de  ^Sayo  de  1810:  pero,  como  la  ^revoluoion  Francesa 
(puedte  suponierse  qiaie  -existía  desde  la  «reimiaii  de  'los  Estados 
Gcmcnales,  y  «en  la  Oonveoicioii  de  1789,  así,  ImxáAen,  po- 
áeiDios,  y  ccm  foKDidafliiíeaifto,  encontrafr  los  piinnieaYis  trabaijos 
TiefvolíUcdoaDa'rios  cm  lestas  cwanaipoas,  desde  qiue  Bel-graaio  «ai- 
itraiba  á  formaíT  pairte  diel  Ckmsulado  de  Baienos  Aines,  y  desde 
<|uc  Vieytes,  len  el  Semanario,  trata'ba  lias  cueationies  eeouómi- 
oas  de  Oas  oolooiias;  y  buscar  ailli  lias  oanisas  *de  esos  tralba- 
jos.  La  idea  qoie  anas  p^peocupó.á  niuestros  poxxhomibpes  fué 
siieaupre,  y  espeoiíaíLmieinte  lal  principió,  la  de  la  libertad  in- 
diustrial  y  comercial;  y  duirainte  mucho  tiempo,  mirapoin  la 
g«ipain<tía  de  sus  dierechos  civiles,  con  preferenoia  á  la  de  los 
^derechos  políticos,  que  en  el  estado  y  régim<en  del  Vipreynato 
DO  etran  los  mtas  imiportantes. 

La  libertad  dtdl  comercio,  que  tanto  feívorecia  á  los  na- 
<tivos,  y  que  xno  podían  conseguir,  era  la  principal  franqoíícda 
qu»a  aanbi'oionaban ;  y  aun  después  de  preso  Femando  VII,  en 
1810,  en  los  .escriitos  de  Belgrano,  len  el  Diario  del  Comercio, 
íen  'eso  que  él  'mismo  'llamó  mas  tairde  en  su  Auto  Biografía 
*'  oina  acusación  oonitra  el  gobierno  español,  "  Üs.  idea  qnie  se 
populairizaba,  eran  los  sanos  principios  de  la  economia  polí- 
tica, tan  atrozmente  ultrajiados  por  «la  marcha  de  los  gobiieQr- 
nos  del  Viirreynato. 

Y  la  nevolucion  se  hacia  jyor  la  propaganda  de  esas 


326  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlBES 

ádaais;  por  dta  neoesÁdad  que  se  demOi9trayba  •práeticanueiti'tey  «n 
la  'premsa  y  etn  los  correos,  d<e  fnainqiLLoiías  «icoDJÓm'iciats. 

Es  iiDdud<ajbl'e  qu)e  <lia  idea  polítikm  se  li^ó,  luad  /tard^e, 
oon  día  eoouómica ;  porqojie  toda  revoliiucioai  qqi/e  aspina  á  müa  ' 
dibeiptad,  coQüluyie  por  laispiínaT  á  todas;  pero,  si  los  liástork- 
dones  «urgaotíiDOS  y  «estnam^roe,  •qoiie  <hiaa  lestudiíado  üa  revo- 
lueíoQ,  oo  testáin  lanm  oonformies  leía  <al  punto  primoidiail,  en  ^l 
jpiuiilx)  ide  (pa<rtiida  de  iimiestirai  historiia  isacioaail,  len  Itas  causas 
die  osa  iiev'olujeion ;  y  esa  drsooidaoi'em  (uaioe  de  'la  Mta  die  ele- 
(men^tos  «paina  formiajr  un  oanvencimienito  invariable  é  indu- 
dable ¿quíe  podomos  haoer  nosotros,  (á  quienets  'Mta,  fuera 
de  osos  lelenDentoiá,  el  criterio  liistocri-co  y  'lia  intuición  práe- 
tó'Cia, )  «al  íeocjontrarnos  -eoi  nn-edio  de  «sa  «revioíluicion,  cuyas  cau- 
sas, iná  día  tnaidiei'on  ni  'lia  historia,  .pucdein  lesplica/rnos  claina  y 
dástin  ta'niíem'te  ? 

Eistainios  recríen  len  «el  prim/er  tercio  de  la  A'ida,  y  no  he- 
mos tenido  a/ún  lel  tieiiiipo,  'indispenisaible,  paira  »0l  estudio  de  los 
hechos  y  Jos  hombres  de  'esos  tiempos,  y  no  podemos,  ni  que- 
rermos  qu'e  nuestra  inesperiencia,  tras  de  laoarreafmos  sinsa- 
.borles  (person)a!les,  pupia  iinuprimijr  un  juicio  oficial  lequivooa- 
do  a  «eaa  revx)ilucion  gllorio?»  ono  m,n,s?  ^\A  imi^  -patria. 

Porque  lesto  es  lo  que  significa  di  torneo  á  que  se  ha  cita- 
do á  lia  juventud. 

El  premio  vá  á  decidir  de  la  opinión  of ici-a»!  que  el  jura- 
do se  liíaya  formiaido  sobre  la  'revolución,  y  nosotros  no  nos  sen- 
timos con  la  fuerza  bastante  para  ser  asesores  de  ese  j'urado. 

Noiestro  trabajo,  pu»es,  «es  purairatente  fiílosóf ico  histórico. 

No  «estudiíaimos  üos  heelios  ni  'los  hombres;  solo  medimos 
•la  latLtuira  de  los  (pensamientos  de  'estos,  y  las  cx>n«ecuiencias  na- 
tuípallies  de  aquellos. 

No  leseróbimos,  puies,  la  historia  ¡militaír  de  la  República 
Argentina,  aporque  no  somos  capaces  de  'hacerlo,  y  serían 
testiieoihos  los  límites  de  un  trabajo  de  esta  clase.  El  nombre 
solo  d'el  «gioneral  «don  José  de  San  Ma>rtin,  bastaría  para  He- 
nar de  'giloría  los  fastos  militares  de  cualquier  Nación. 

No  esoríbimos,   tampoco,  la  historia  civil,  económica  y 


BECÜERDOS  mSTOEICOS.  327 

d'\na  dial  Kio  <de  la  Plata.  E^te  ^,  preeisajinentey 
.^  puavto  mías  osoiüro  úe  (¡meairs,  vidsa,  d<eapU6s  de  ila  índepen- 
dieneia,  y  (no  (seri^aiinos  *uoe30tras  los  ctii>e  (pu'iikT^iimos  lanzar 
jaohre  él,  lel  rayo  de  'luz  <que  lie  iiluiniíiai^. 

Cuando  se  estudie  á  Bied^ano,  no  -el  gení^raü,  sino  el 
piolítiíX),  «d  ecojionwsta  y  «ed  oiaidadano ;  cuando  se  pienso  en 
Moreno,  «1  autor  inestim-abio  d«e  a^queil  docu/iuituito  célebre 
qiue  lía  pasado  á  día  hiistoriía  í*on  lel  nombro  de  lie  presentación 
de  los  Hacendados,  se  en-eointrará  en  listos  lioinbivs,  y  en  los 
ftTchivos  didl  Coniguílajílio  óq  Ikvenos  Aires,  'las  priin/eras  semi- 
lllas  d'e  vfim,  revolnit'ion  ciua»,  'mías  tarde,  produjeron  otras  ca/usas. 

No  haioenios,  .puies,  sino  'nit(*íHr  los  regu»ltatdo8  de  »lo8  hechos, 
y  'lia  ■iinportan'tn'a  de  tas  idu^ius  dt»  'los  hombres  qu'e  descu-eílian 
en  la  inclia  de  nuieatra  i'n'd<openK.lenj(ri«. 

Si  mu'estro  trabajo  no  «e  ciñe  estriictamente  ad  prograwna 
quede,  «íl  'menos,  constatado,  que  no  «es  voilimtad  de  haaeiilo 
lo  qnje  nos  fiadíta ;  sino  "viailor  y  ¡eiliemiraitos  para  tratar  un  punto, 
sobre  e-l  qoie  'aún  pasará  laJlgim  tiiempo  sin  que  la  historia  ini- 
pajTciail  pufL^dia  pironuneiairse. 


RECUERDOS     HISTÓRICOS 


Pa<ra  lescribir  ííobre  la  historiía  d'e  ila  «eolosail  epopeya 
que,  conmoviendo  tal  contin'ente,  legó  á  la  posteridad  nna 
patria  propila  de  los  amierieanos,  cmiancipadia  úeil  taitelaje  y 
!a  dominíKÚon  ouTopea,  íes  necíesairio,  como  triibuto  de  verdad 
y  de  -gratitud',  bui9c«ir  el  origen  de  la  idea  revolucianíariB,  en 
«•1  principio  y  la  contininacion  díe  la  época  cristiíania. 

Tres  grandes  hechos,  colocados  á  l^argae  distan<rias,  en 
el  camino  de  los  siglos,  luán  sido  puede  deeirsrp,  la  liaf&e,  so- 
bre qiic  íhian  l¡e\ianftaído,  lafs  genieracionefi  sucesivas,  eíl  templo 
ouigusto  de  la  üibortiad  liuimama ;  esa  liibertad  queridia,  qme  solo 
se  encuentra  en  las  soeiedades  constituidas  bajo  la  teoría  de 
la  iguialllad. 


328  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlRE-^i. 

t 

i 

Ei906  tnes  hecihos,  son  rtres  irevohiiCQioaiies. 

La  (Pef\x)il'ucii<m  crifirtíianía  j  (la  ineviol'iMrioiii  irefowmiistei;  la  (re* 
voftanedon  «imierioaiDa. 

lias  imcioines  de  la  tiiema  babi^un  «pesie^ixuado  d/a<miLte 
cuiajueoita  sigilos,  len  tuq  oammoi  jmcQiertx),  diodUde  el  poidier  mJMtair 
era  id  dieireícho :  óomiáe  \A  asesiniatx)  era  (La  lesoaiLa  qiDe  ililtev«i^ba  á 
HoB  empeoiaidores  lal  poder :  dKxadie  lél  esoáondiaílo,  hssba,  él  inees- 
vo,  er<.vji  los  ¡mjedios  d3e  cooi'tá'a'uiar  tem  los  puestos  oisuirpa/dos. 

Unía  gram  reív<d'aiC30(ii  era  meciesaíria  (pancea  oaanlbkur  lél  arden 
poilitáeo  de  esas  Na^eiooies,  cuya  (histOTia  eiím  hay  •mJBm.o  nos 
asomibra. 

Un  ihombre  'apareeió  en  la  Ju'deía,  y  ese  homibre  era  el  fa- 
moso trevoHuciooiJairio  qoe  'habiían  lannuneiado  dos  profetas. 

Jesfus  pnedi'aa'bá  iHua  reli-gioii,  cfuyo  significado  gr^ande 
han  comprendido  los  ipnieblos  qne  hoy  «la  sigoiea. 

De  los  labios  inspáirados  de  aqmel  sá'bio  broitairon  las  teo- 
ritas  de  nnia  gran  iwlítiea ;  Oías  teoriías  de  la  República  Univer- 
sail,  encerrada  en  soOk)  Itcs  palLabras :  Igual-dad,  Libertad,  Fra- 
ternidad, 

Y  estes  doctrimas,  sail^vairon  tal  moindo  que  corriía  «1  des- 
quicio, Á  mayor  desquicio  que  el  existen/te  era  posdible. 

M  fomoso  re^^lucionjairio  que  estas  ideas  predicáa^a,  piagó 
con  su  ^'iída  iia  otbra  que  legaba  «H  munido ;  pero  su  sangre  de 
mártir,  "derramaba  sobre  Qja  cumbre  del  Gólgota,  iregó  el  ca- 
mino que  ha  conducido  á  los  pueblos  de  la  tíeira  á  la  gran  con- 
quista de  su  libertad. 

Itiez  y  nueve  siglos  va  á  ma-reaír  ya  e'l  reloj  del  tiempo 
diesde  ese  día,  y,  dnirante  «ellos,  Qa  hunianidad  ha  traibajiado  in- 
cesantemente  por  (Ulegar  á  ia  meta,  Idevando  en  una  miaño  la 
enseña  sagrada  de  la  ciraz,  y  en  la  otra,  el  gorro  f  ri^o  de  la 
libertad  de  los  pueblos. 

Hubo  un  tiempo,  en  que  (las  lamibiciones  de  un  monarca, 
ifiomentando  ias  pfreteosiones  de  algunos  hom'bres,  ienoen)di6 
üos  d¿stu'r*bios  de  Qta)  Alemianga,  y  conmovió  el  sueüo  de  üa  In- 
glaterra, tiñiendo  con  la  samgie  de  ingleses  é  irlanaeses  las 


EECUERDOS  HISTÓRICOS.  329 

aguas  d-al  estrecho  d-e  Twite.  Las  dootiinias  <iel  Cristo,  cons- 
títuidías  por  un  faoiatisino  fatal,  «en  un  aro  de  fierro  para  ama- 
rrar Jas  crctem'ci'as,  levtaiatairon  á  Inrtoro  y  á  Caüvino,  produ- 
ciieDido  iLa  revoliieiooi  iiefonmstia,  qvte  samciomó  ]a  libertad  de 
>la  oofDcieoeiía,  desligando  tal  hanubre  dd  carro  á  que  'Le  ha- 
bían uncido  Qas  preocupacioaues  die  aügimos  siglos. 

Bl  drama  d-el  (M^airio  cooisiderado,  hasta  «ntonoes,  solo 
como  el  baaili'smo  sagrado  de  la  tierra  por  la  sangre  del  hijo 
de  Dios;  habia  ahogaido  las  sublimes  teorías  poilíticas.  que. 
feeutndwdas  por  da  saTÍa  del  mártir,  procilam!a<bain  ¿  los  pue- 
Mes  Qa  igualdad  de  deberes  ootn  igualdia^d  de  dereehos ;  ia  Be- 
fpúbliea.  democrátioa  en  ila  anas  purisiima  espresion.  Lulero  y 
Oad'vino,  emancipando  Oa  caneáencia,  con  el  apoyo  de  Enri- 
que VIII,  rompieron  esa  «tradieion ;  y  «la  Inglaterra,  protestan- 
te ya,  oon  OromweU  á  ía  caibeaa,  fué  'la  cuoia  de  la  libertad 
moderna,  en  los  oasmípos  de  ^lareton  Moor  y  Nasseby. 

Uai  cervecero  de  HumtLngdom,  que  deponía,  en  Londres, 
á  un  monarca  como  Carlos  I,  y  quie  p>re9en>ta<ba  al  mundo  la 
oabeza  de  un  rey,  paia  enseñar  á  ¡Las  naciones,  como  debian 
traítarse  los  xx)denes  abscOutos,  era  dar  un  gran  paso  en  el  sen- 
dero de  la  libertad  humana  y  de  üa  igualdad  de  razas. 

Oromwelil  haibia  probado  que  la  sangre  d-ei  cervecero,  era 
tan  pura  y  tan  roja  como  la  deH  monarca. 

No  pretendemos  justificar  el  regicidio;  porque  odiamos 
la  mmerte  de  todo  hombre,  megando  «A  derecho  á  'la  sociedad 
para  cometerla;  pero,  ciudiadanos  de  una  Bepublica  demo- 
crática, con  las  ideas  quie  las  madres  argentinas  legan  á  sus 
hijas  con  su  «leche,  y  los  pad<res  á  sus  hijos  con  su  espada,  sos- 
t<-Bomo8,  sí,  que  la  «muerte  de  un  monaroa  es  igual  á  la  de  ^\n 
«Bcla'vo. 

Cristo,  pues,  proolamo  una  gran  teoría :  Libertad,  Igual- 

DAD,  FRATERNn>AD. 

Lutero  y  Cad^vino,  comenzaron  á  cumplir  esa  teoría,  ha- 
cíenido  pnnáetica  íb  libertad  de  la  conciencia. 

OixwnwelH,  aobre  «él  cadalao  de  Carlos  I,  procliamó  la  igual- 
dad de  razas. 


;i  M;  la  JtfSVÍHTA  VK  BUENOS  AIRES. 

l*'iu\\n\m  m*lo  (j>iHMilaifU^r  la  frottcrnidad  de  los  pueblos, 
*imm  <|N««  'f\  pvimin'iiiii  jHjiKtiiM)  lM  ('ri.^tx>ííie  cumpliera,  y  W<a6- 
Jii lidien,  ii\  ) NI  1.1 1 'M  <lif  liM  úimuH'.mckiH  HimTioauas,  f'ué  el  pri- 
«ii'iM'o  m  Aititrt'ir}!,  qti^s  i<(ti  1776,  iinúló  (sa  4o3  ciMnpos  d-e  bata- 
illii  r'*i\  fralnniiiail,  in>it(nu>d\nnm\o  vni  uim  4«o»Ia  (n«iei'0'n<a<li<l<ad  dos 
i|Mi<i*l4n.<n  i|(iio  r(MMM';ii).tn  liH  r(ylouk(s  iug'KsavS  <im  'La  América  d^el 
Nni  \i\  ,\  i|ih«'l)u,v  o.<vli*n>tan  ai  muiulo,  1*01110  sSui>1k>1o  de&$u  unión, 
%%\  ^Uvito^o  piUk'lldu  iwtn^hkU),  i'^i  iH>iD¡jU4'a<eioin  qu'e  sirve  d« 

lixo^  tiVM  luvluw,  i^l  Cristiaau'íim),  'la  Reforma,  y  J.i  líe- 
nmIuoiou  Aíu.^i  hvwi^i,  liuMvlos  |v>r  vsa  iMvk'JKi  misteriosa  que 
i\  U\  hu^íi  w\w  \mí  ^iMuJivs  i,ls  js  para  ^i\ukIv^s  projxVsitos,  han 
\»^hiio  i\  l\»ríiru*  la  )mv,»    i,»  la   Kopú^liv^a  viemvvrálivvi.     mo- 

\  \»  KuSui>Uv^N  ^K'  hakK'IkuUk  aun  hku>:  si  sianü.^ndo 
V\  is  <'  \  luvtr  ui''!o  vio  !a  t'ixÍAU  vio  «íiío  *a^  :n;>aia<  oausas  pn>- 
lUuv  n  lvv>  uuxiunVn  o'VvU^v  ap'iM^vMU^  las  i.Iaís  previa  uiadiis 
|s\^-  v^ww  uoxío'»  u^vX'i  jísiía  l.M.  <  ít  la  pri  n.^r  n.^w'.;K*íon  suJ- 
H  ^^  '  V'iM  v><í -.'*'*!**.**"-*  *'»x^  ^.i  ^*v^.:  'V'\i  ar'i:.*n.i.^  el  hntzo 
^i  •  \\\  ■»•',  VvVi  ív'^'i,  ^'»N  .^v  a  V  :  .a.  v  v  :^  ::..:>  a. k>i  ixv  el  va- 
i  v^\",o  V  ,  v*v'   V  »\*'^i    o'  '   i<'*\*  vi  ^\^v:    :í*e  ^v  \><  l:"í,t&5^  qu-* 

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BECÜERDOS  HISTOBICOS.  331 

partiría,  anostnó  quie  el  grito  die  ii'bertad  tenia  uia  éoo  sonoro  odl 
él  iXfrazaa  iamie(r¡peiaiDio. 

Y  8i  Ita  Mta  die  cabeza,  el  ilidjiífeneatíaino  cMilpabk  de  >los 
nativos,  y  qvAzk  4»a  confíaiíaa  mismia  diel  «oaudildo,  hieieron  pere- 
oei*  €sa  Tevoluciioai  iCJitre  ia  daingne,  «La  nwma  y  la  deva-sta-cnoii 
éfei  Imperio  de  lU»  locas;  la  i'dea  ya  habia  voiado;  en  las 
wÁrgfemtñ  del  Pdafta  «e  reoooiocda  corno  nina  gloria  oKin^eriuaiDia, 
y  qii<ed&ha  'atnruigiada  -en  lell  snéb  feeuoifdo  *d>e  la  Aimórioa,  re- 
gada por  al  'baotisrao  sagrado  úe  ila  sa^ngre  de  im  mártir ;  de 
la  saiDgre  de  Tupac-AraiaTO,  cuyo  nvaTtirio,  fué  a«in  niuis  bar- 
Itairo  Cfuie  el  de  l^mn-equilda,  á  peispar  de  da  diferencia  de  loa 

Las  ideas  de  üilíertad  é  inilopend-encia,  se  estiendieron 
por  -01  annoKlo,  y  el  recuierdo  d«e  los  heclios  gloriosos  del  siglo 
di^ez  y  eois  en  HoLa-ndia  y  dos  Paitjes  Riajos  volvió  ¿  la  nuente 
odvidadijsa  die  los  pueblos. 

Esas  ideas,  'Huevadas  á  Prain«eia  por  Laffayete,  qn«e  (las 
€8tudi<)  en  la  esoniela  práetioa  de  «los  suieesos  de  1776,  tenien  • 
do  á  Washington  por  maio^tro,  prodn.jiepo'n  d«a  revolmíion  de 
1793,  ia  revohicfioin  gigante  quie  d^^siluímbró  al  siglo  «eon  su  fia 
niosa  declaración  d-e  los  derechos  del  hombre,  y  qu-t*  murió 
whogiaidia  en  l<a  :tóiiigpe  <le  reyes,  de  «imi  jeres  y  patriota»,  derra- 
raadia  sim  con'CÍ*in«c'i'a,  ni  imetlidia,  en  medio  del  furor  revolu- 
ciomario,  torcido  en  su  ol>,>eto,  por  am'ííi'cion'es  encontradas. 

Esas  ideas,  admiradas  d'esde  lí'jos,  ioiflamabain  el  corazón 
die  'los  nativos  de  toda  la  Amérim,  preparando  el  camino  que 
labia  conducir  sus  patrias  á  la  imitación  del  ejemplo  que 
Washington,  ofreciera  en  los  Estados-Uni'dos. 

La  revolución;  pues,  qane  dio  por  resuiltado  Ja  indepen- 
ckencia  de  il«s  Provincias  Uiúdias  del  Rio  de  «la  Plata,  no  em- 
pezó, como  se  «upone,  el  25  de  mayo  de  1810.  La  primera 
«lañaiía  del  Cristiamismo  fué  su  cuma.  El  4  de  jiülio  de  1776, 
fué  ia  aii'rora  de  'la  emaa>cipacfon  americana,  porque  Was- 
iiinton  rcpresental>a  en  esc  mom'Bnto  á  la  Aniériea  toda,  levan- 
tándoííe  potente,  para  recobrar  su  íibcrtad  querida;  esa  liber- 
tad ^le  el  derecho  de  la  fuerza,  habia  encadenado  con  la  con- 


332  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

quiísta,  y  «cuyias  oadienas,  tai  corpea:  ód  tá»e«npo,  fujepon  troocha- 
días  por  üa  fuerza  del  derecho.  La  Tievolaicioai  de  Tupiajc-Aima- 
pu,  filé  al  priimer  'esfuerzo  ele  das  Coíloniafi  Eopiañolas  potna  con- 
quistarlas. 

El  grito  refV'odíU'cdoinario  d<e  1810,  mo  lengendra/ba  en  leil  al- 
nuia  die  ilois  patriotas  uam  utopia  quie  redieoí  (majcia,  y  é  ia  quie  ki 
falta  diel  adipe,  d«e  «Lemientos  y  oabeza,  pudiiera  dar  nraierte  «n 
en  cuna.  No ;  la  oiiañaiía  dHBÜ  25  d^e  Mayo  no  era  sino  Üia  obra 
d«ei  tie-mpo  j  era  'el  daitádo  ÚA  carazon  de  Washingtoiii  Teperofa- 
láendo  «eoi  'd  oomzon  de  iMoneno  y  d-e  BeHigrano,  led  alma  y  €»! 
ibrazo  die  la  T»evolucio(ii  apgiemtina,  <?pa  la  ¡eapada  d/e  Laffiay'ete 
templando  lel  aoero  <le  San  Miarían ;  ese  ^to  inevokioioiMLrio 
era  'la  eanseííni'eaiííia  'lógica  dfei  convenci'inietn'to  qoie  lél  pueblo 
h'abia  ad^iaiirido  «en  1806  d»e  su  pujanza;  «eo^a  lel  opimo  fruto 
qu'e  ofrecía  ia  semilla  ®era»brBda  ^en  la  R<e<?0(n)qu3Ísta  y  la  De- 
fensa. 

Esse  dia,  -espinalm  un  óixlen  político  deispótioo  quie  esdluia 
deü  Gobierno  y  ia  cosa  piibíliea  á,  ios  qiiie  habían  mjawido  «n 
América,  y  tomaba  forma  un  peaisamitento  que  hacia  táiempo 
callentaban  en  3U  meníte  ios  homibres  únicos  capaces  did  ülevwr 
¿  caibo  la  obra  grand«e  de  consti'tuir  nacionalidades  importaai- 
tcs,  con  J'as  colonias  que,  durante  cerca  die  ^tres  sigilos,  habían 
KÍdo  líos  itias  d'Uci'eai'tas  floromies  de  'la  corona  EspañoíLa. 

¡San  ^lartin,  Balgrano,  Moreno,  Saa\iedíra,  Castolii,  Passo, 
y  tantos  oti*os  fuo-ron  la  herencia  f[ue  ail  morir  el  virreynato 
l^ega-ba  á  la  Rc^pública  naciente;  la  libertad  y  la  Independen- 
cia de  las  colonias,  era  la  obra  <fine  «el  porv^^^ir  exigía  de  esos 
homibres. 

El  pueblo  tenia  ya  la  conciencia  ide  su  poder,  y  e*l  con* 
vencimiento  de  sus  diereohos.  Los  nati\xxs  habiain  ilnchaido 
en  litas  cailles  d^e  Has  ciudades  contra  los  invasores  estrangeros ; 
los  csclaívos  testaban  en  las  filas  al  lado  de  sus  aimos ;  las  nua- 
•tronas  y  las  vírgenes  habían  sentiido  »en  sus  \^*enas  él  oaílor  de 
da  sangre  que  amiaba  ¡el  suielo  «en  qu-e  se  niieció  en  cuna,  y  to- 
dos, hombres  y  mujeres,  ancianos  y  niños,  habían  pTonuncia- 


HECUERDÜS  HISTÓRICOS.  333 

do  la  palltabra  patria,  y  -eaa  patria  no  la  teniaiu,  porque  "eran 
Bstpamgieros  -eiu  l<a  imajiim  tk-trna  quíe  les  vio  nac^r. 

Pári<a8  (poLitieois,  dos  Bativois  lam^ericauos  eran  oomleoia- 
dos  á  vivir  leoí  América  sin  d-eneolios  ni  guraaitiiafi  piropiüs,  coa 
goi>i«(nno8  y  autoridíudes  «eatraogieiias.  Tamta  opre&íioin  debía 
ücxncluir  por  i-oinipor  los  vínomlos  «qoie  ili^gabiaín  al  niaÜTo  y  ail 
español,  y  así  \Tem08  <&a  1809,  que  Saíav-eiira,  Viaiuont;  Chi- 
clanu,  Balcsafnee,  Koí.lrig'U'ez,  y  'totlos  los  ofí-ekilies  noítivois,  eai  la 
ípevoiui?ion  die  l.o  d»e  teoero  iinoetraron,  «al  sostemor  á  Liniers, 
contna  los  eapañodies^  que  lestabam  resuieltos  á  sao  «aceptar  'por 
iDias  tiemipo  -d.  tuteilage  fiminsto,  de  honi'bres  que  no  teñirán  de- 
recho ailgiiuo  á  iiiix>ODerIe.  El  estandarte  de  'la  eonqitista 
üíPPoMado  en  la  primera  luebal  en-tre  los  eapañoLos  y  los  nati- 
vos, fué  "tíl  heraldo  (lue  amunció  á  los  pueblos  la  \aproxiiiLacion 
djel  dia  en  que,  roto  el  yugo  de  España,  las  eolomiais  dieta'ra«u 
y  soátu'vierain  las  leyes  <i'ue  debían  rc^girlas. 

Tres  veees  los  amieriiciainos  habian  'lIjevTado  h&  armias,  eu 
los  mornientos  di  fiedles  para  lel  «pads  len  cjue  lies  ntegaban  los  de- 
rechos xKJilíticos :  en  las  iai\Tasioaies  inglesáis  y  la  revolución  de 
1.0  de  eniero  de  1809 — Ein  las  idixs  primeras,  toda  la  gloria, 
todo  el  renombre  de  la  vietoria  fué  para  ellos ;  en  lii  última, 
adquirieron  'la  fuerza,  desarmando  á  los  cuerpos  e^spañoles  y 
moetranido  con  su  vialor  y  su  firmeza,  su  superioridaid. 

Estos  hechos  estaban  destinados  á  producir  grau'dies  re- 
suiltaidos. 

Cuamido  ios  poieblos  adíiuioren  lia  certeza  de  lo  que  pue- 
den y  quiíoren  ser  lo  que  ileben,  las  antecu^dentes  .tte  sus  armas 
vail'on  mucho.  lia  e:'*euiela  «de  los  eom-bates  y  'l-as  revohiciímes 
educa  é  las  onasas  beHc'Osas,  y  dá  forma  á  la  idi?a  de  los  iiora- 
bres  peaiísw'dopes. 

Biienos  Airas  dc^Svle  1806  hasta  1809  habia  tenido  por 
maiestros  la  inv^asion,  la  reconquista,  la  -dorensa,  la  revol-n- 
eion  y  te  ki-e-lias  entre  k«  i^pañolc^s  y  americanos.     El  cami 
ttio  de  ki  emancipación  esfeilm  delineado;  la  ^^jluntaid  de  re- 
coiTerlo  manifestada ;  solo  faltaba,  como  Saavedra  decia,  qoie 


334  LA  BBVI9TA  DE  BUENOS  AIRES 

MtegATtt  ied  mormiezito. 

Y  ^eao  momíeot»  íil*egó. 

N^apodteon  Boniapaipbey  «d  iafartuniaidD  gnieroraro  dpd  sigio, 
(recorriieiDido  su  caoTera.  die  coiDqmtJtas,  acatbaba  Kfe  leoftanr  en 
Espaila ;  sus  Le^giiames  venoedonGUB  lan  todas  ptairtes,  ¡do  «eueontrvi- 
(ban  obfiítáoulos  en  su  paso.  El  jnoDiainm  «spañcd,  EeimaDdo 
YII,  leira  su  {prisioneipo,  y  Días  codoniias  espiañolloB  (hiabian  perdi- 
do con  él,  su  rey,  d<el  otro  (lado  die  üos  imaireB. 

Los  (patriotas  ureciesitabaai  vsn  pretesrto,  y  lo  enoontnairoii. 

LUIS  V.  VAHELA. 

((.'om' luirá). 


LITERATURA 


RASGOS    BIOGRÁFICOS 

DEL  CORONEL  QUINTÍN  QURVEDO. 

Enviado  ExtraordUumo  y  Ministro  Pl-enipotenciario  de  Boli- 
Vía  en  el  Imperio  d^il  Brasil  y  Repúblicas  del  Plata. 

(Continuación)     (1) 

X. 

La  TOffiUPoh'a  «qoiie  »el  Giobiiennio  <le  dieiíembpe  einip<rieiidió 
hácíta  dos  Departamieintjos  «del  Sud,  iinini6d'Í!a;tiaim»ein'te  idespuies 
de  ia  toma  de  ila  Piaz,  ddó  ooaaian  á  Usa  pme'bliadia  del  25  ,de 
mayo  -eai  dicha  ciudad,  KAaraanidio  venganza  ipor  üa  miu'eirte  de 
Belzu.     Este  movimi'enfto,  mirado  con  desden  por  aqonel,  á 
cansa  dJe  su  in!Siignifi)can<ria  y  ■m-ezq'uinidiad,  fué,  sin  embargo 
la  chiigpa  qn»e  ennidió  por  toda  Qa  Riepnblica,  pw)idn<ri»endo  la 
rievollticion  mas  ooliosaíl  y  iproilongtaida  que  haya  BU<fpi<lo  Bolivia. 
Los  pairtidos,  largo  ti>emipo  compriimiiílos,  aiproveohando  "la 
ocasáon,  se  'lanzaron  frémetáeos  á  la  Incha,  annqixce  sin  gefe, 
sin  ^ia  y  sin  tim.on  qii^e  ios  dirijiera.     Cada  depairtamtento, 
cada  cíndad,  prodnjo  nn  ciaAidi'l'lo,  con  pTet)enBÍoneB  á  la 
pnimiera  majóstpatora,  porque  la  pmxdaicion  no  contaba  con 
una  caibeza  sola,  sino  oon  mas  de  'las  que  omenta  la  hidra  de 
la  mitoüojjía.     El  alto  despiiecio  »en  tque  tendan  al  ex-Pnesi- 
dente  oonstítucional,  derrocado  el  28  de  dicá-emibre,  contras- 
taba ieon  id  menládo  iprincipio  qne  invoeaiban,  pni€s  para  ser 

1.    Véase  la  pág. 


036  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

eonsecuiGQi'teis  con  la  Caüstát/ueion  del  61  d<3)bd'dji  haber  acatado 
(La  Titorádad  de  fliquiel  leonnio  su  •lejítiimo  irepreseoitaaite.  Pero 
no  íes  lestraña  «stia  iii/coiisecai»eíncia.  Ijos  ptartidos,  ípara  smbiT 
ad  poder,  casi  souempine  se  lacojofa  á  wa.  primeipio  sagrado  para 
atrtaeatsíe  td  mira,  popular  y  coinseguir  su  iateaito.  Así,  víose  en 
esta  ooatsion  á  la  iiusauta  juix'^ai'tud  correr  «antusiíasta  á  poner- 
se  cámidiidiameute  'bajo  las  óríleaies  de  muchos  qufe  en  mas  d© 
unia  vez  habían  pisoteado  esa  misma  Constitución. 

En  momentos  tan  aciagos,  cuando  la  Bepúbliea  se  ha* 

Maba  oonturbailía  por  todas  ipairtes,  arribó  -el  coroníd  Queve- 

do  á  la  ciudad  de  Cochabamba.  ¿Que  partido  debia  tornar! 
¿Se  plegaria  al  bando  hipócrita  llamado  ConstitucionaUsta, 
ó  engrosaría  las  filas  del  j-eneral  Melgarejo  para  sofrenar  la 
anarquía  que  amenazaba  hundir  la  Patria  en  su  total  ruina  7 
La  situación  era  solemne  y  decisiva — no  cabia  término  medio. 
Oigamos  la  confesión  política  que,  como  hombre  de  corazón, 
hace  en  las  siguientes  palabras  que  resumen  el  cuadro  de 
aquel  gran  acontecimiento.  , 

**De  la  atmósfera  embolsada  del  Oriente,  en  el  Depar- 
tamento del  Bení,  donde  las  pasiones  políticas  no  tienen  eco, 
he  llegado  á  la  bella  Capital  de  Cochabamba,  en  circunstan- 
cias azarosas  y  en  donde  como  nunca,  he  visto  la  fiebre  revo- 
lucionaria abrasar  la  sociedad  entera,  derramando  sus  frutos 
de  enconos  y  de  desconfianzas.  Triste  situación  que  se  cono- 
ce, se  lamenta  y  no  se  sabe  como  pudiera  mejor  remediarse- 
No  me  compete  ahora  calificar  los  sucesos  que  se  han  atra- 
vesado en  el  pais,  y  que  desde  el  Norte  de  la  República  han 
cundido  hasta  las  estremidades  de  Taríja.  El  tiempo,  pues, 
míis  soogado  é  inexoT>al)ilie,  i-es  lia  de  iIíiít  svl  va.lor,  y  á  los 

actores  de  los  sucesos  los  ha  de  calificar  con  sus  colores. 
Entre  tanto,  arrastrado  yo  en  -el  carro  de  la  política  por  lo» 
compromisos  de  una  condición  pública,  antes  de  desplegar  mi 
acción  directa  en  el  drama  que  so  representa,  debo  á  mi 
propia  dignidad,  debo  á  mi  conciencia  y  á  mis  principio», 
una  declaración  que  en  cualquiera  desenlace  me  sirva  de 
escudo  ante  la  calumnia,  ó  de  Juez  ante  la  opinión.    Puedo 


CORONKL  QUKVRDO.  Xi7 

muy  bien  equivocarme  en  mis  apreciaciones,  puedo  andar 
errado  en  mÍ8  cálculos;  mas  de  cualquiera  manera  debo  ase- 
gurar y  protesto,  que  el  amor  de  la  patria  y  el  sentimiento 

de  la  (iigniílaul  so'U  las  ^ixlos  qiw»  .tu'ix'Hxnidnc'vni. 

**  El  gobierno  creado  por  los  acontecimientos  de  dici-em- 
bre,  en  los  cortos  meses  de  vida  que  lleva  y  en  fii>erza  de  la 
fiolne  '{Malítica  y  íM  '(^ii1u<í-:isiiik>,  luí  *^il»ii><tí  lo  sobre  Twsistein- 

cias  (icNaeordcs  hasta  nuestra  actualidad  de  inconsecuencias 
y  de  decepciones.  En  el  Norte,  en  el  Sud  y  a(juí  en  Cocha- 
bamba,  bajo  l(»s  aluc¡n}i7it«'s  ])ret<\«t<>s  d»*  Jeptimidad  y  de 
(•onstitucion;  se  hrfn  verificado  ^revoluciones  imprudeotieí 
que  comprometen  inminentemente  Ja  nacionalidad  Bolivia- 
na.... Dejando  á  un  lado  y  para  mas  sosesrado  lugar,  el 
desarrollo  de  otras  razouí's  ♦^n  r*str»  respecto,  esta  sola  hace 
saltar  el  corazón  con  sentimiento  y  con  zozobra. . . .  Ella  sola 
también  me  basta  para  mi  resolución  personal. 

**  El  Norte  con  sus  dos  coiorrs  irreconciliables,  el  Sud 
con  sus  mismos  color(\s  y  con  otras  ter(*eras  entidades  que 
todos  conocemos,  pretenden  la  caida  del  actual  Gobierno 
Provisorii),  que  enaltecieron  y  acef)taron  ántt»^».  sin  pensar 
bastante  que  el  [o^vo  de  sus  tiues  baria  hundir  la  Patria  en 
la  mas  horrenda  ananjuia,  si  es  que  no  nos  condujera  á  la 
dislocación  social....  Mil  veces  antes  la  uuierte  que  con- 
currir á  ace])tar  imí)asible  semejante  alt-i^rnativa. ...  y  para 
rechazarla  en  mi  esfera  ó  pn>t<»star  de  ella  mas  debidamen- 
te, me  ci»n'ii'.l\«i*o  en  el  ca«íO  'de  ag^reg<ar  mi  nuiiu»ro  'Uno  á  la 
lista  de  los  amantes  dei  orden. 

**Si  la  Constitución  fuera  posible  y  no  estuviera  mil  v*o- 
ees  es(*arnecidH  por  sus  mismos  ]>rocl amadores,  habria  dete- 
nido mi  n'soluí  i(m  j)ara  tomar  mi  partido  y  proclamar  mi 
bandera..,.  ]>ero,  en  la  bipócrita  actualidad  y  ante  los 
f4U.cics<is  y  kis  (l.v.i'i>cion'(N  íIh»! 'di-a.  Tía, la  m-e  fa'lt^a  para  re>íolv<»r- 

me  y  decir  con  íé,  y  c«>n  coneiencÍH  que — por  mi  amor  á  la 
Patria,  por  mi  deber  de  boliviano  y  por  mis  principios,  deb«» 
y  voy  á  lucbar  al  lado  del  valiente  y  jeneroso  soldado  quc 
ciñó  la  banda  -el  dia  mismo  en  (jue  el  poder  era  una  merc*- 
deria  á  la  puja;  y  en  que  los  llamados  constitucionales  iban 


338  LA  EEVI8TA  DE  BUENOS  AIRE?. 

á  quemar  en  sus  cartuchos,  los  jirones  de  su  código  farsa»  y 
que  seguro  como  estoy  de  los  sentimientos  de  mi  caudillo  el 
jesoeiTad  Aleligiariejo,  diespuíes  die  paieifíieedo  d  "pais,  be  de  temer 

el  placer  de  paaar  como  ciudadano  á  los  comicios  populares 
para  la  mas  justa  y  libre  resolución  de  los  destinos  de  la 
Patria. . .  Haga  el  cielo  entre  tanto,  que  para  tan  halagüeño 
resultado  no  tengamos  muchas  lágrimas  que  derra- 
mar...." (11) 

Tales  fueron  sus  palabras  y  su  resolución. 

En  aquel  caos  y  perversioin  de  ideas,  en  aquella  amal- 
gama de  partidos,  cuyos  intereses  y  pasiones  eran  diametral- 
mente  opuestos,  no  podia  ciertamente  cobijarse  con  pureza 
el  código  sagrado  de  los  pueblos.  Al  través  de  los  pUeguea 
d)6  01^  ropaje  de8ou>hrí'aBe  oltaraoneinte  el  veordiadeipo  móvil  que 

los  guiaba.  Por  eso,  el  coronel  Quevedo  y  los  que  como  él, 
conocian  perfectamente  á  los  principales  actores  de  aquel 
gran  drama,  no  podian  dejar  de  plegarse  cofn  todo  su  entu- 
siasmo á  las  banderas  del  jeneral  Melgarejo  que  tenia  en  su 
favor  sus  prestigios,  su  valor,  su  generosidad  y  la  sanción 
tácita  de  los  pueblos  para  el  ejercicio  de  su  autoridad. 

Mientras  el  jeneral  Melgarejo,  á  la  cabeza  de  la  pri- 
mera División  del  ejército  nacional,  marchaba  á  pasos  pre- 
cipitados, en  pos  de  los  sublevados  de  Cochabamba  que  iban 
á  buscar  refugio  em  Sucre  y  Potosí,  el  coronel  se  incorporó 
á  la  2.a  División  que  habia  quedado  en  Oruro,  jaqueando 
á  los  voluntarios  de  la  Paz. 

En  clase  de  ayudante  jeneral  del  E.  M.  J.  y  á  la  cabeza 
de  una  ooduiim'a,  prestó  eer^^cios  importamtes  'en  esta  com- 
paña, ya  dispersando  en  Toledo  al  caudillejo  doctor  Tito 
Andrade  (Gobernador  de  Carangas)  como  protejiendo  con  su 
vigiflianeiía  y  «etiviidiad  la  (retiriadia  que  eimprendió  esta  fueraa 

sobre  Cochabamba,  de  cuya  defección  se  temia. 

Cuando  el  general  Melgarejo,  después  de  pacificar  el  sud 
con  la  victoria  de  la  Cantería,  alcanzada  el  7  de  setiembre 


11.     "Una   Declaración'* — ipor   Q.   Quevedo — Cochabamba,   agos- 
to 20  de  1865 — Tipografla  de  Ghítierrez.  (hoja  s^uelta.) 


CORONEL  QÜEVEDO.  339 

de  1865,  ordenó  que  la  2.a  División  se  le  incorporase  en 
Potosí  para  emprender  la  compaña  del  Norte,  el  coronel 
Quevedo  quedó  encargado  de  la  Prefectura  y  Comandancia 
giea3)6i«il  áA  Deptamtam^eotx)  de  Ooohiaibaimíba  piaira  eoiiBev-var 
el  orden  por  ese  lado.  Con  una  pequeña  columna  que  logró 
organizar  en  pocos  dias,  impuso  sil-encio  á  los  demagogos, 
sin  necesidad  de  medidas  represivas,  hasta  que,  atacado  en 
Mamata  (29  de  octubre  de  1865)  por  fuerzas  superiores  que 
se  destacaron  á  ese  objeto  desd<e  La  Paz,  tuvo  la  mala  suert*^ 
d-e  perder  la  acción,  entregándose  prisionero  bajo  las  garan- 
tías personal-es  que  le  prestó  el  coronel  Prudencio  Barrientos, 
las  cuales  no  habiendo  sido  aprobadas  por  el  jeneral  en  jefe 
de  las  fuerzas  espedicionarias,  lo  desligaron  de  sus  compro- 
misos de  honor,  después  de  una  intimación  formal  á  dicha 
coronel.  Esta  ocurrencia,  lo  puso  en  aptitud  de  marchar 
ocultamente  hasta  el  campamento  'del  jeneral  ÍMJelgarejo, 
quien  le  conñó  el  mando  del  batallón  2.o  de  infantería,  á  la 
cabeza  del  cual  peleó  con  bravura  en  los  campos  de  las  **  Leta- 
nías'' último  baluarte  de  los  revoluciomarios,  donde  fueron 
completamente  dispersados  el  24  de  enero  de  1866. 

Sobre  <d  campo  die  ibatal'la,  dd-ctó  «el  jenjcn^  MeílgaíPejo, 

en  cumplimiento  de  sus  promesas,  el  decreto  de  convocatc- 
ria  para  la  elección  de  presidente  y  de  los  diputados  que  de- 
bian  revisar  el  código  fundamental  de  la  República,  dando 
al  pípopáo  tíeíDspo  giaran^tía  á  Ijodios  sus  íeniemiígos  x>o>lítáco8.  Así 
tenraimó  esta  'liuicíha  fratriicida  quie  empapó  len:  fiíaaigirie  iel  swelo 
boliviano  y  paralizó  por  ocho  meses  la  vida  y  el  movimiento 
Comercial  é  industrial  del  pais,  agotando  sus  rentas  y  rts- 
cursos. 

XI. 

Poco  después  de  pacificada  la  República,  el  coronel  Que- 
vedo fué  nombrado  prefecto  y  comandante  general  del  De- 
partamento Litoral  de  Cobija,  donde,  por  quince  meses,  ha 
ejercido  su  autoridad  paternal  y  conciliadora,  captándose 
la  voluntad  y  respeto  de  los  vecinos  de  aquel  puerto.  Su 
administración  política  no  solo  ha  sido  allí  imparcial  y  jn»- 


340  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

tieiera,  sino  una  de  las  mas  lalioriosas,  pues  ha  dejado  me- 
joras positivas,  eoiiio  un  pozo  artesiano  y  la  elegante  escuela 
de  niñas.     Los  Cobíjanos  siempre  lo  recordarán  con  gratitud. 

Abandonó  este  destino  en  3  de  julio  de  1867  para  de- 
sempeñar una  misión  diplomática  de  primera  clase  en  la 
<*órtt»  "do  Rio  d^.^  Ja.m  iro,  Humos  Aipi\s,  Mont^»vidt'o  y  Asun- 
ción, con  el  carácter  de  Enviado  Extraordinario  y  Ministro 
Plenipotenciario. 

Anudadas  las  relaciones  de  Holivia  y  el  Brasil  por  el  tra- 
tado de  amistad,  límites,  navefjracion,  comerífio  y  extradición 
de  27  de  marzo  del  67,  el  gobierno  Boliviano  creyó  necesa- 
rio constituir  en  el  Imperio  y  en  las  Repúblicas  del  IMata  un 
Ministro  que  represente  los  intereses  bolivianos  ante  estas 
naciones  y  estreclie  los  vínculos  de  amistad,  comercio  y  na- 
vegacion  (pie  deben  mantener  entre  sí.  Cúpole  al  señor 
Quevedo  la  satisfacion  ib'  s»t  elejido  para  tan  elevado  puesto 

Emptro,  antes  de  llegar  á  su  destino,  estando  en  Lima 
de  paso  para  (»1  Imperio,  por  la  via  l*aiiamA,  recibió  ór- 
d-encü  de  ir  á  México  con  una  misión  especial. 

El  triunfo  de  los  republicanos  de  a(piella  nación  herma- 
im  v  la  •exa'ltaí'iím  ÚA  ínf.lito  Juan*/,  el  eauliilh)  de  la  demo- 
cracia,  sobre  los  restos  tlel  destrozado  Impelió;  exijia  del 
gobierno  de  Bolivia  una  maniH  staci(m  entusiasta  y  sincera  do 
los  sentimientos  fraternales  y  patriótieos  (pie  los  bolivianos 
abrigal)an  por  sus  bermanos  del  suelo  de  Anabuac: — i^xijia 
una  felicitación  cordial  á  ese  lieróico  pueblo,  descendiente 
de  los  Aztecas,  por  las  inmarcesibli  s  glorias  (|ue  babia  con- 
quistado [ideando  con  bravura  y  lu'roismo  contra  las  hues- 
tes e.stranjeras  y  los  ilusos  monar(|uistas,  basta  alcanzar  su 
Sí^gunda  independem  ¡a.  probando  cnii  su  noble  ejemplo  de 
cuanto  es  caj)az  el  patiioíisnio  y  el  amor  á  la  libertad 

Tan  bonorííi<'a  inisicui,  (pie  encierra  el  pensamiento  al- 
tamente americano  de  la  unión  y  confraternidad  de  las  R(^- 
púbhcas  latinas  del  nuindo  de  Colon,  fué  dignamente  cuai- 
plida  por  el  II.  señor  Queví'do,  (piien  supo  interpretar  íiei- 
intMiv*»  'los  >'.  ntimii  utos  ili'  su  gi.biiiMio  y  de  <u  compatrio- 
tas.    En  la  franipu'za  é  hidalguía  de  los  heroicos  Mexicano» 


rORONKL  (^UKVEDO.  :JU 

encontró  la  nuus  simpática  y  cordial  acojida,  quienes  supie 
ron  (ompn  iidcr  en  todo  su  valor  esta  prueba  de  estiraaciou 
y  fraternidad  <le  una  nación  hermana.  El  nombre  de  Bo- 
íl via  y  de  su  dijíiio  Presidente  ha  quedado  grabado  con  el  re- 
cuerdo de  tan  bdla  acción.  Estos  antecedentes,  son  la  si 
miente  (|Ue  nuís  tarde  debe  producir  el  árbol  fecundante  de 
la  unión  ajiiericana,  bajo  cuya  som])ra  se  cobijen  poderosas 
y  filiéis  las  Repúblicas  del  (Continente. 

Despiu^s  de  un  mes  y  ocho  di  as  de  residencia  en  el  sue- 
lo mejicano  (del  l.o  de  0(*tubre  al  8  de  noviembre  de  1867) 
el  coronel  Qucvcdo  tuvo  el  sentimiento  do  retirarse  pam 
venir  á  limar  la  misión  í|ue  le  está  encomendada  en  el 
Brasil  y  lasj|Pepú])Ii(as  del  Plata,  adonde  lo  llamaba  el 
cu'm{vliiiiií»nt!()  -d;"]  d'(*])er  y  los  uidtos  iiití-nisK^s  'de  lia  'p<a¡t»ri'a. 

Actualmente  se  halla  en  Rio  de  Janeiro  negociando  va- 
rios tratados  c(mipIementarios  del  de  27  de  marzo,  para  de- 
jar mas  estn*chadas  las  relaeicmes  del  Brasil  y  de  Bolivia. 
El  st»ñor  Qnevedo  tiene  en  mira  la  canalización  de  las  ca- 
chuflas  (pequeñas  cataratas)  del  Madera,  para  dejar  espedí ta 
la  navegación  á  vapor  de  t^ste  rio  y  sus  cabeceras  bolivianao 
y  brasileras,  y  no  dudamos  (jue  en  el  gabinete  Imperial  ha  de 
«neontrar  la  mas  decidida  cooperación. 

Terminados  estos  importantes  negociados,  pasará  á  las 
Repúblicas  ya  mencionadas,  para  trabajar  en  el  sentido  de 
'loií  iiitr-r'<^<'('S  'cnnniiiirs  ':le  KiUas  -con  BfHliviía,  ipie  'por  su  vecin- 
dad y  los  mu<*hos  puntos  de  similitud,  están  llamadas  á  la 
unión  y  armonia  social,  (*omo  también  al  desarrollo  de  su 
comercio  y  navegación  prestándose  recíprocas  franquicias. 
Es  de  es])erar  (jue  la  misión  del  señor  Quevedo  sea  fecunda 
«n  provech(»sos  resultados  y  que  c(m  ella  la  República  de  Bo- 
livia asumiendo  el  rol  qn-e  le  corr(*spond3  como  nación  rib»í- 
reña  tcmie  su  asii^nto  en  todas  las  deliberaciones  de  los  nego- 
cios del  Plata. 

XII. 

En  el  descolorido  boceto  que  acabamos  de  hacer  de  la 
vida  pública  del  coronel  Quevedo,  descúbrese  á  primer  golpe 
de  vista  el  móvil  que  siempre  le  guió  para  tomar  cartas  en  la 


343  LA  BEVISTA  DE  BU£(^OS  AIBGS. 

política.  No  el  interés  personal,  ni  el  espíritu  de  bandería, 
sino  el  amor  á  la  Patria  y  el  deseo  de  verla  sosegada  y  pn>- 

gresiisrtia  marclüamidio  «poir  el  eendero  de  Oía  ley  y  de  tlsa  justicia^ 

fueron  su  única  guia  para  sus  resoluciones  personales.  Una 
vez  tomado  un  partido,  se  le  vio  seguir  firme  y  leal  por  to- 
dos los  azares  de  la  fortuna,  sin  Jamás  manchar  su  conducta 
con  inconsecuencias  ni  veleidades,  tan  frecuentes  en  nues- 
tros dias;  por  lo  cual  mereció  la  mas  completa  confianza  de 
los  gobiernos  é  quienes  sirvió.  Si  á  esta  cualidad,  muy  re- 
comendable se  agregan  los  conocimientos  que  posee  en  va- 
rios ramos  del  saber  humano,  su  valor  como  militar,  su 
hidalguia  como  caballero,  su  framco  y  noble  proceder  para 
con  el  amigo,  la  enerjía  de  su  carácter  y  los  principios  li- 
berales que  profesa;  tendremos  la  clave  que  nos  esplique  su 
rápida  carrera  y  los  méritos  que  lo  han  elevAo  á  la  alta  ca- 
tegoría de  ministro  diplomático  que  hoy  inviste. 

El  señor  Quevedo  es  todavía  joven.  Cuenta  á  la  fecha 
44  Años  Kie  ledtad.  Su  pasado  «s  honiroso— «u  porveaidr  brilliaBOi- 
te.  En  mi  Pa^tria  ooaipan'á  siiempre  «un  üugeir  dJBtífmgtuido 
como  hombre  de  talento,  de  noble  corazón  y  como  valiente 
militar. 

Antes  de  concluir,  réstanos  agregar  dos  palabras. 

Hemos  dicho  que  el  señor  Quevedo  posee  también  el 
privilejiado  favor  de  la  forma  y  en  nuestro  concepto  con 
fortuna  y  distinción.  Las  composiciones  que  para  adorno 
de  esta  biografia,  publicamos  á  continuación  y  que  hemos 
estíojido  de  la  colección  que  el  autor  tuvo  la  bondad  de  fran- 
c)utei2vmo8,  Jvairáín  fommiar  su  jaidieio  aü  lector.  En  éSoA  cam- 
pea la  belleza  y  elegancia  de  las  ideas,  con  la  mas  correcta 
y  ñiiiáfi  versifi<?«odoin,  é  íla  jpaa*  de  una  Aimajimaeian  lanlieoite. 

Son  notables»  las  tituladas:  El  lUimani  y  el  lUampu,  El 
Peregrino  y  A  Ja  Ciudad  de  Belén,  por  la  grandeza  y  melanco- 
lía con  que  están  escritas  y  los  Recuerdos  de  la  Patria  por 
eleN'aeian  de  klesB  y  piaitriotismo.  Bll^  creemos,  ie  mere- 
cerán justamente  el  título  de  poeta. 

Rio  «ie  Janeiro,  abril  7  de  1868. 

JUAN  FRANCISCO  VELARDE. 


EL  ILLIMANI  Y  EL  ILLAMPU.     (1) 
(Fragmento) 


Contemplación. 

Dos  crestas  8on,  que  el  e&minante  mira 
Como  jigantes  dominando  altivos, 

Y  que  erguidos  levaoitan  hasta  el  cielo 
Sus  albos  cuellos,  sobre  blanca  sierra: 
Son  dos  iQiasas  lenoTimieB,  que  natora 
Baireoe  hia  lOoHooado  en  dos  leststeanios 

Y  cuyo  espacio,  de  apiñadas  nieves, 
Anuda  un  eslabón  largo  y  estenso. 
La  vista,  tadlí  (oaoitemipilia  Bidiaociosp 

Sus  blancas  moles,  que  en  eternas  nieves 
Dibujan  la  montaña  sobre  el  cielo. 
Alli,  se  ven  las  liquidas  columnas, 
Que  jugueteando  en  el  espacio  corren. 
Se  ven  venir  y  recostarse  humildes 
Para  alzarse,  después,  ennegrecidas: 
De  alli  sale  benéfica  la  lluvia 
Que  fertiliza  el  valle  y  las  colinas; 
De  alli  la  densa  nube  que  se  estiende 

Y  en  terrible  tormenta  se  desata. 
Allí  nacen  los  ríos  qi     ye  esparoen 
En  millares  de  leguas  y  que  llegan 
Por  el  grande  Amazonas  al  Atlántico. 
lUampu!  Illimanil  entre  el  silencio, 

1.  Son  las  dos  montañas  mntas  elevadas  de  la  América,  situada» 
en  el  Bepartamento  de  La  Paz,  Re^yúblka  de  Bolivia  y  anudan  1% 
rama  de  los  Andes  á  cuyo  pié  está  situada. la  ciudad  de  ese  nombre. 


344 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlUES. 


Ku  vuestra  inmóvil  y  eternal  postura, 
Doniiiiíiis  á  la  tierra  y  al  owauo 
¿Y  DO  sabéis  sentir?  Vuestro  tloniinio 
Ks  una  ley  tan  solo  de  natura V 
Km*  t'ut^o  que  dais  á  la  tormenta 

Y  (|uv  pnjdn.M»  el  niyo  nit.ilant«\ 

Esparciendo  A  t(M*ror  por  donvh»  pasa. 

No  es  vuestro  enojo,  que  revienta  fiero? 
.La  frc^.-a  hnsa,  qiii»  al  arli.«nt,'  vailh» 

Prodijfíds,  el  arroyo  eristalino, 
QuK»  enviiii  vuiistn)  seno  y  tí-rtiliz/iu 

¿Son  también  leyes  de  la  tierra  sola? 
Vuestras  liondas  entrañas,  donde  ereoe 
El  oro  y  los  metales,  sin  nunlida, 

Y  (juenlan  -al  avaí^)  su  ritiu»  /aí 

Y  al  nnindo  su  funesto  desvarío; 

;  Son  s(f1()  i] as  .susla'Ui'iatS  «pie  vrj.-tnn 

Por  la  ley  natural,  en  tí,  materia? 
Sí,  (pie  vuestro  rejK)so  lo  ])r<'<rona, 
Que  así  lo  esplioa  vuestio  eterno  hielo. 


La  Pnz— ls."»l. 


KL  PKKKíiHINO. 


*• 


Navegando 
En  mi  canoa, 
(\m  la  proa, 

A'l  setciilriori, 

Voi  sipruiendo 
Del  Madera 
La  carrera 

Sin  timón. 


I  CORONEL  QUEVEDO.  345 

Y  SUS  turbias 
A^as  corren 

Y  recorren, 
Sin  <esnr. 
Montes  vírjenes 
Que    ])<*san 

Y  atraviesan 
Hasta  í'l  mar. 

>  En  su  orijen 

Sus  raudaKs 
Son  eauílaliis 

Qu'p  ílcjé. 
Donde  t'n  suaves 
Frescas   brisas 
^iil  sonrisns 
Disíruté. 

• 
A^uas  son 
De  CaJa-Caía:  (1) 
Lujo  V  ífala 
De    verdor. 
Do  emhriafrado 
Tantas  A'eecs, 
Vi  las  heees 
Del   amor. 

Aífuas  son 
De  Mifff urina 
De  Puiiua. 
Que  yo  vi 
Ser  pintean  do 
Por  los  prados 
Matizados 
De  alelí. 

(1)     Paseo    rodeado   do    preciosas   quintas   y   mui   frecuentado   á 
las  inmediaciones  de  Cochabamba. 


346  LA  BBYI8TA  DE  BUENOS  AIBES. 

¡Cuantas  gotas 
De  este  seno. 
Que  hoi  ajeno 
Siento  ondear, 
Han  rozado 
Las  riberas 
T  praderas 
De  mi  hogar  I 

¡iOimnítas  die  éisas 
Han  mojado 
Rostro  amado 
Al  corazón, 

Y  han  bebido 
De  su  llanto! 
Caudal  santo 
De  aflicción. 

Ellas  corren 
Escondidas 
Confundidas 
En  un  mar, 
Donde  amargo 
Mi  destino 
Cruel  camino 
Me  hace  hollar. 

Yo  las  busco 

Y  no  las  veo, 
Mi  dieseo 
Muere  así, 
En  recuerdos 

Y  memorias 
De  las  glorias 

Quep«Tidí. 

Y  pues  nada 


COBONHai  QUEVBDO.  347 

■ 

YsL  me  queda 
Que  ahora  pueda 
Darme  amor, 
Calle  y  siga 
El  Peregrino 
Su  camino 
De  dolor. 

En  las  cachuelas  del  Madera — 1861. 


A  LA  CIUDAD  DE  BELÉN". 


Tierra  de  aromas  y  flores, 
Bella  Belén  encantada, 
Don  juegan  los  amores 
Con  halagos  seductores 
Y  con  brisa  regalada. 

Dama  jentil,  voluptuosa, 
Qallarda,  elegante  y  pura, 
Que  con  tu  matiz  de  rosa, 
Sobre  la  playa  graciosa 
Ostentas  tu  donosura. 

Virgen  y  casta  doncella 
De  exubetante  riqueza, 
Tierra  predilecta  y  bella, 
Que  como  luciente  estrella 
Te  lall'Uimibró  niatu<railies3a. 

Hada  que  en  suave  corriente 
El  rei  Amazonas  toca: 
Moja  tu  púdit-a  frente 


348  LA  EEVISTA  DE  BUENOi¿  AIRES 

y  fecunda,  dilijeiite, 
Los  corales  de  tu  boca. 

Yo,  pros. a-i t o  y  «trrido, 
Marchito  y  a^^onizaute, 
De   luengas   tierras    vrnido, 
He   Ih^í^ado   estreuicrido 
A  tu  orilla   íVcundaiitf. 

Y  al  contemplar  tus  «Tistales, 

Y  al  mirar  tu  playa  Ih^rinosa, 
Olvido   los  duros  niab's 

Y  los  recuerdos  Tatíil^'s 
De  nú  vida  l)orras(M)sa. 

Víctima  de  nn  <leslino, 
l^or  mann  adversa  ;irr<\iado 
Sobre  un  iiruóto  cumino, 
1I(»   lle«j:ad()   ])('!•«  irrino 
A  tu  suelo  ri'irabulo. 

Y  l'ati<j:ado  de  mal«w. 
Por  la  conjrnja  alȒiiiilo, 
lie  llegado  á   tus  umbrales, 
Donde  encuentro  bis  señales 
De  un  descanso  apetecido. 

Belén  del  Parú— 1^<U. 


KKd'KHDos    1)f:   la    PXTKIA. 

■(  Fr.itrilUMltlK) 


I 


Lujoso  suelo  de  azahar, 
Verde  alfondira  de  mis  sueños, 


CORONKL   C^ÜRVKDO.  349 

Donde  con  locos  empeños 
Un  tiempo  supe  gozar. . . 

Tierra  bella 
De  mi  amor, 
¿Domh*  c.íiíH  tu  puro  aroma? 
Donde  tu  suave  frescura? 
Donde  esa  helleza  pura 
De  la  i)intada  paloma 

Que  se  eleva 
Sin  rubor? 

Yo  te  dejé  refuljente 
De  brillo  y  di*  lozania. 
Como  el  alba  cada  dia 
Mira  el  devoto  ferviente 

Con  tranquilo 
Corazón. 

Y  ahora,  mustia,  abatida, 
Tornan  á  verte  mis  ojos. 
Ahora  enciu'ntro  los  enojos 
En  tu  faz  ennegrecida 

Que  revela 
La  pasión .... 

Pobre  tierra,  tan.  querida. 
De  mi  amor  y  de  mi  anhelo, 
¿Donde  está  tu  hermoso  cielo? 
Donde  tu  tranquila  vida 

De    inocencia, 
De  placer? 

I  Que  Se  him  hvAio  tuis  -(laiitíires. 
Tus  alegres  serenatas? 
Donde  las  horas  tan  gratas 

Qu'e  yo  goz^iil^q.  -r^n  m'^  [tires 

En   continuo 
Suceder  ? 


350  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

i  Será  que  el  soplo  del  mal 
La  eorrupcion  ha  estampado 
En  tu  rostro  delicado 
Su  (traapsurente  semA, 

Con  infamia, 
Con  doblez. . .  ? 

i  Será  que  un  jénio  enemigo 
Te  ha  arrojado  su  veneno 
En  él  bañando  tu  seño, 
CoQi  finjimiento  de  amigo, 

Y  esplotó 

Tu  sencillez? 
Pobre  tierra !  Patria  amada ! 
No  ocultes  tu  faz  querida, 
Que  no  es  tu  alma  corrompida 
Aunque  se  encuentre  fie  nada 

Por  la  mano 

De  un  traidor. 
En  medio  de  tu  delito, 
Junto  á  tu  falta  postrera, 
Hai  una  verdad  severa 
Que  los  hechos  han  escrito 

Señalando 

Al  corruptor. 
Yo  te  miro,  silenciosa. 
De  tu  falta  avergonzada, 
Como  la  flor  azotada 
Por  la  tormenta  rabiosa 

Que  deshoja 

Su  matiz; 
Pero  en  tu  mal  sim  ventura 
Se  revela  tu  inocencia, 
Como  la  sola  escelencia 
Que  Dios  dio  á  la  desventura, 

Consuelo 

Del  infeliz. . . 
Tacna— 1S49. 


EL  DOCTOR  DON  FLORENTINO  GONZÁLEZ. 

(Conclusión.)     (1) 

No  cumple  á  nuestro  propósito  continuar  en  la  relación 
die  (lo  quie  eígruáó  á  leae  lacto  ¡de  ímcoiQíCiebiMe  dmiquiiidBid ;  7  lo 

que  hemos  dicho  se  hacia  necesario  porque,  de^raciadamen* 
te,  Moirentiino  Gonzatez  /tuvo  parte  «aotivia  en  «sa  conjumaciion. 

Pero  él  era  muy  joven,  se  hallaba  imbuido  en  las  falsas 
ideas  que  desd<e  niño  se  le  habian  inculcado :  el  fanatismo  lo 
arrastraba.  Mas  tarde,  obrando  sien^)re  franca  y  lealmen- 
(te,  hia  aiefprobaxio  laquiel  ¡atenljado,  oaldíioátnidoilo  cuati  ee  (mere- 
ce; bien  al  contrario  de  lo  que  han  hecho  los  principales 
hombres  del  partido  á  que  pertenecía,  quienes  no  solo  reivin- 
dican como  blasón  esa  infamia,  sino  que  profesan  la  detes- 
table doctrina  de  que  el  puñal  y  las  emboscadas  son  lícitos 
sóiempiie  qiee  se  trtate  de  d>efiem)harazar9e  d)e  nun  taidvieraario 
políticio,  por  miuy  d/histite  quie  sea,  y  á  canisa  die  «esa  mjam« 
ilustración:  siguiendo  tan  infernal  sistema  han  asesinado  ¿ 
Sucre,  a  Juan  N.  Neira,  a  Jumo  Arboleda,  etc,  etc. 

Lo  repetimos:  González  figuró  en  esa  conspiración;  pero 
dice  muy  en  alto  que  reniega  de  ese  hecho  de  su  juventud, 
que  lo  condena  con  todo  el  lleno  de  sus  fuerzas,  i  Puede  exigir- 
se mas  de  un  hombre  ?  Esta  manera  de  obrar  está  de  acuerdo 
con  'todios  los  ax;tos  die  eu  vidia,  pues  n<eánxyro  hia  marchado 

desplegando  una  bandera  conocida,  combatiendo  á  cara  d^es- 
cubierta,  luchando  con  valor,  perdonando  á  sus  enemigos  y 

1.    Véase  la  pág.  252. 


3ü2  LA  BE  VISTA  DE  BUENOS  AI  BES 

no  dando  lii^ar  en  su  corazón  á  la  ruin  pasión  de  la  ven- 
ganza. 

En  esa  misma  noche  del  25  de  setiembre,  González  im- 
pidió  que  sus  compañeros  ultrajasen  á  una  señora  á  quien 
Bolívar  cortejaba.  P^sta  conducta,  así  como  su  juventud, 
hicieron  (jue  se  le  tratase  c(m  menos  rigor  q\ie  á  otros,  y 
fué  condenado  á  la  detención  solitaria  en  los  castillos  de 
l^ocachica,  donde  permaneció  diez  y  ocho  meses,  hasta  que 
el  mismo  Bolívar  le  hizo  poner  en  libertad. 

A  la  sazón,  Venezuela  habia  roto  el  lazo  (jue  1(»  unia  á 
Colombia.  Para  esa  tierra  liospitalaria  se  dirigió  González. 
Al  llegar  á  (.arácas,  el  gobierno  le  confió  la  redacción  de  la 
Gaceta  oficial.  Durante  su  permanencia  en  Venezuela,  Gon- 
zález luchó  contra  h»s  que,  acaudillados  por  Monagas,  que 
rian  'cchar  abajo  el  orden  e*<tabK(  ido. 

IV. 

Cuando  el  hcroe  latino-americaní)  nnirió  solo  y  aban- 
donadlo en  las  ardientes  playas  de  Santa  ^larta;  cuando  cayó 
en  Bogotá  la  dii-taduní  cfíjiic^ra  ilrl  jí.'iumm'I  Haf;i(^l  l'rdineta 
(y  corria  el  año  IS'^O),  ^lonzalez  regresó  á  su  patria,  y  llegó 
á  Bogotá  iii  nioiiuntos  lU  i[\w  s.»  reuniu  la  ('(mvoneion  <»<>ns- 
tituyente.  Nombrado  secretario  de  esa  aucrusta  corporación, 
(ronzaili'z  dotado  de  una  iniMiioria  prodigiosa,  (i)o:lia  reda/tar 
to'dos  los  diseiirvos  promineiados,   al    {¡'vantar-e   rada    ^-^sion 

Kn  seguida  fué  redador  de  la  (¡anta  de  la  Nueva  Grana- 
(Ja,  tarea  (|iie  dtseinpeñó  durante  un  año  (1832). 

Ka  1S:{:J  fué  e'lrixilo  >1i'i>iit:i  lo  ail  Congn  so,  no  hi!vbi<^ndo 
sido  enviado  como  re])resentanle  á  la  Convención,  por  no 
tener  la  edad  (juc  entonees  se  necesitaba  para  entrar  en  los 
cuerpos  legisladores.  De  1833  á  1S40  sirvió  en  la  universidad 
de  Bogotá  las  i-la-es  il.«  d>re'lu>  -.Mín-tiln.'ional,  ciencia  admi- 
nistrativa y  derecho  internacional. 

Poco  después  fué  nombrado  oMcial  mayor  de  la  scoreta- 
ri'.i  d.»  Tía -inida.     En  isr)!)  p.t-.'»  ccn  il  misino  caráetiT  á  la 

secretaria  del  ínteiior  y  I\ela«ion(s  csteriores,  á  petición  del 
ministro  don  Lino  de  Pondjo. 


DON  FU)RKNTINO  GONZALKZ.  a.-).-? 

En  1836  las  Cámaras  inii)robaron  el  fuD^^sto  tratado  de 
la  división  de  la  deuda  colombiana  (que  mas  tarde  fué  apro- 
bado). El  niinistorio  hizo  de  ello  una  cuestión  de  §rabinete. 
y  preseníó  su  duíúsion  que  fué  aceptada.  Entonces  Florenti- 
no González  fué  llamado  por  el  presidente  Santander  como 
gcfe  del  dej)artamento  del  Interior  y  Relaciones  esteriores. 

Ti  es  mtses  mas  tarde,  el  señor  Pombo  volvió  á  ser  lla- 
mado á  ese  ministerio,  y  González  se  encargó  de  la  cartera  de 
Hacienda,  en  reemplazo  tld  señor  St)to. 

Poco  tiempo  después  fué  nombrado  go])eruador  de  Bo- 
got:u  y  í'U   m\  m'^Ov-io  en   (|uv  '(ist:ib:iji  •mcA-'hüvlos  los  Hcnti- 

niientos  religiosos  de  la  población,  y  que  llej^ó  á  tomar  un 
eíiirá(4,(»r  lalariivante,  Vuyn/Ahk'Z  ohn')  con  tal  tino  y  «i'i'lix'i'dad 

que  evitó  un  sangriento  conflicto. 

Luego  figuró  como  diputado  provincial  de  Bogotá  y  per- 
sonen) de  la  provincia.  Por  aquella  época  redactó  El  Coné^ 
iifiuJonaí  en  colaboración  con  los  sefiores  Rufino  Cuervo  y 
Alejandro  Velez. 

Elevado  á  la  i)rcsidenciai  un  personaje;  que  representaba 
una  política  contraria  á  la  del  general  Santander,  quien  ha- 
bía pretendido  darse  un  siicesor  en  el  funesto  guerrillero 
Obrin.  h),  (íon/.il;'Z  Iliaco  -una  oj)(>--i<*¡<>n  vií,'ltMita  al  gobierno 
civil  del  doctor  José  T.  de  Már(|uez.  Por  esa  énoca  redactó  El 
Cachavo,  in  unión  con  el  doctor  Lorenzo  M.  Lleras,  y  la 
Bandfra  XariffuaK  en  colaboración  con  el  mismo  señor  Tjle- 
ras  y  el  general  Santander. 

En  IH.'ií),  el  go])i;rno  había  ereido  político  y  necesario 
suprinn'r  ci(»rtos  conventos  menores  en  la  provincia  de  Pas- 
to. Los  partidarios  de  Obando,  escitados  por  ese  fatítMeo  cau- 
dillo, alzaron  la  bandera  de  la  insurrección,  en  nombre 
del  fanatismo  reliuioso.  A  González  tocó  ocupar  nn  puesto 
en  la  Cámara  de  diputados,  y  j)reseníó  un  proyecto  d*»  ley 
de  amnistia,  juzganílo  (jue  ese  seria  el  medio  mas  eficaz  part% 
poner  término  á  la  lucha. 

En  IS'U)  y  1840  redactó  El  Corren.  E.se  periódico,  escri- 
to c(.n  ^'UMi.i.  li;ibi.'i  ]:il,  yr^-:!  >aiía  los  sniios  ])riní'ini;>-<  {^*onó- 
mieos  y  algunas  euesticmes  di»  interés  gi-neral ;  x>í*r^  también 


354  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

haeia  una  violeinta  y  apasionada  opoáidoin  «aJ  gotriierino  del 
Beñor  Márquez,  cuya  política  podia  ser  un  tanto  retrógrada^ 
á  pesar  del  talento  de  ese  ciudadano;  pero  que  nunca  s& 
desvió  de  la  Ccmstitueion  ni  de  las  prescripciones  legales.  Eji 
innegable  que  esa  publicación,  á  pesar  de  las  rectas  intencio- 
nes de  su  redactor  principal,  atizó  el  fuego  de  la  discordia 
y  contribuyó  á  ese  dilatada  guerra  civil  que  de  1839  á  1845 
asoló  las  ricas  provincias  de  la  Nueva  Granada. 

El  señor  González  fué  uno  de  los  que,  por  primera  vez, 
sostuvieron  en  esa  república,  y  esto  en  las  columnas  de  El 
Correo,  la  justa  y  racional  idea  de  separar  completamente  la 
Iglesia  del  Estado ;  idea  que  mas  tarde  defendimos  y  que  al 
fin  triunfó,  en  fuerza  de  las  circunstancias,  á  pesar  de  la  opo- 
sición de  conservadores  y  liberales.  Toda  idea  justa,  útil  y 
f^í?un»da,  se  abre  paso  y  ta<oatba  ipor  triam-far  «con  e)l  «apoyo  de  ÍIjos 

mismos  que  la  combatieron.  Desgraciadamente,  bajo  la  ti- 
ranía del  dictador  Mosquera,  en  1862,  desapareció  en  Nueva 
Granada  la  libertad  religiosa  y  la  tolerancia  de  cultos. 

En  1839,  González  rfiué  iele^do  neotor  de  üia  uoiávemdiad ; 

pero  el  señor  presidente  Márquez  declaró  que  ese  emp'ier» 
era  incompatible  cor  el  de  diputado,  á  pesar  de  quie  en  e^^ 
época  no  existía  en  la  Nueva  Granada  la  sabia  ley  sobre  in- 
compatibilidades parlamentarias. 

Poco  después  se  acusó  á  González  de  complicidad  en  }% 
¡povolucion.     Ci'erto  >eina  quie  com  sus  vehemeaites  pufblicamh 

nes  habia  hecho  nacer  la  agitación  en  el  pais ;  pero  él  no  ha- 
bia  tomado  parte  alguna,  ni  aconsejado  las  vias  de  h-echo 
Por  el  contrario,  al  censurar  los  actos  del  gobierno,  desapro- 
baba la  insurrección.  En  medio  de  las  pasiones  que  nacen  y 
se  desarrollam  en  épocas  de  guerra  civil,  González  fué  reduci- 
do á  prisión  como  conspirador.  Dos  meses  estuvo  en.  la  cár- 
loeil,  y  no  emcontránidose  prueba  lalgumia  conftwi  él,  fué  piQiesto- 

en  libertad.  ^  | 

Pocas  horas  mas  tarde,  se  le  quiso  reducir  de  nuevo  á 
prisión ;  pero  él  estaba  asilado  en  la  legación  norte-americana, 
y  en  febrero  de  1841  salió  de  Bogotá  con  dirección  al  viejo 
mundo^  ^ 


DOX  FLORENTINO  GONZÁLEZ.  355 

V. 

González  permaneció  en  Europa  hasta  el  año  de  1846, 
recorriendo  las  principales  ciudades  y  dándose  al  estudio  de 

das  eíjeinicáias  poflítiioa  y  lecornómiea. 

Al  regresar  á  Bogotá  en  1846,  Gh)nzalez  halló  en  el  pod«r 
á  su  antiguo  adversario  el  general  Tomás  C.  Mosquera,  quien 
■eotonoes  dbnBiba  bvecn  y  mo  hiaibiía  d^ido  <ni  iligeros  íiDddcios  dte 

que  un  dia  llegaría  á  ser  lo  que  ha  sido  desde  1857 — el  azotd 
de  la  Nueva  Granada  y  el  tirano  llamado  á  eclipsar  la  triste 
celebridad  de  Rosas. 

Mosci'uera  noirtbro  á  Floneoftiiio  Gonaailez  como  geífe  del 

departamento  de  la  hacienda,  y  ayudado  de  sugetos  tan  enten- 
didos como  José  E.  Caro,  Ignacio  Gutiérrez  y  José  M.  Franco 
Pinzón  organizó  un  nuevo  sistema  de  Hacienda,  &mortiz«> 
la  miailia  imotneda  quie  serviía  die  lagenite  die  caan'bio,  fundó  <ed 
sistema  decimal,  mejoró  la  renta  de  tabacos,  reformó  la  tari- 
fa haciendo  desaparecer  todo  derecho  diferencial,  estableció 
la  navegación  por  vapor  en  el  rio  Magdalena,  hizo  que  se 
echasen  abajo  laa  principales  trabas  que  se  oponian  á  la 
producción,  como  la  remta  de  diezmos,  las  primicias,  etc. 
pilaníteó  u(n  ies^ceiliente  sdstemia  dte  <X)intaibilidiad  y  'basó  ¡La  forma- 
ción die  (Los  pirie9ii(pu)esto6  eobre  ¡Los  anjodedos  f  ramoeiseB. 

En  1848,  el  ministro  del  Interior  sostuvo  en  las  Cáma- 
ras ideas  contrarias  á  las  del  gobierno,  en  materias  religio- 
sas. González  juzgó  necesario  dar  su  dimisión,  puesto  que 
se  cambiaba  el  programa  del  gabinete,  puesto  que  se  defen- 
dia  la  existencia  de  ciertas  corporaciones  religiosas  con  ca> 
rácter  público.    La  dimisión  fué  aceptada. 

El  presidente  nombró  entonces  á  González  como  repre-« 
sentante  del  gobierno  neo-granadino  cerca  de  la  República 
francesa,  y  en  calidad  de  encargado  de  negocios  permaneció 
en  París  hasta  1850,  época  en  que  López  le  envió  sus  letras 
de  retiro. 

González  se  encaminó  á  Panamá,  y  alli  ejerció  algim 
tiempo  la  abogaicia.     En  1851    fué  á  Bogotá  á  soüieitar  un 

privilegio  para  la  apertura  de  un  canal  que  pusiera  en  comu- 


ííi'í  LA  BBVIHTA  DE  BUENOS  AIRES 

nu'M/'ion  loM  (líiH  marcM  por  la  provincia  del  Choco,  privile- 
1(10  i\\iv  |i*  t'iK'  otorgado. 

VéU  IH.M,  Mo^'olá,  corno  Iuh  provincias  del  Sur,  estaban 
i'iitrcK'idiiH  olli'iiiliiii'iiti'  H  loH  desórdenes  mas  espantosos,  que 
Mil  lUMniJ,  i4  \H\  MíuhimI  IX)1oi>w  Cmnaclio,  ha  pintado  con 
riiw^fiiH  i'liM'iiriitcM  en  un  e('l(4)re  folleto,  González  promovi'3 
imiiiu  n.««.iH  intttiiH/s  en  <la  eapilail,  á  fin  de  toimiT  «las  níec^ 
NMín  H  MI  'IhlMuS  pa<pa  ^Uiv  p.ix>tKV''ion  á  te  •pe-i'son'as  y  á  las 
priipii'dadeM;  y  desili»  esa  feeha.  sus  ideas  políticas  empc- 
/.aiMíH  a  niodiliear^íe  profinulanuMite,  al  contemplar  los  estra- 
iroN  que  luie'a  la  tÍiMua^;oiíia.  la  "ual  anulaba  la  secruridad  y 
la  liherlail,  ui\t>ean«lo  la  licencia. 

tlal»i(*ndo  revrn^sailo  á  Kuropa.  se  Jisoció  en  Londres  con 
Hir  Ch.iiK's  l'ox.  \  juntos  onrani/aron  la  iomisiim  esplorado- 
ra  Ipil*  In  o  h^s  pi  micros  estudios  di'l  />(p/<  a. 

l'n  |s^.»".*  fue  i  It'^ido  VI  u.idor.  al  n\isnu>  tiempo  que  uni 
compiíuia  de  l.oudies  le  niHubraba  eo!uo  aírente  en  Xue^'a 
iJ^auada  para  hacer  la  adquisición  ile  alirunas  minas  de  oro 
*^n  Au:.*spna  IV  >.  **.pv  m.IvÍ  »  ota  rv^u;  >ion  á  contentamiento 
de  !v\N  uUxíwidvw^  ^;ii:»rNv»  a!  SvV.a.i»^  cu  Iv'^'k  y  fué  uno  de 
\^>»  V  ;,'  í.kíx  v\^  ;:^\'».;\ .  on  a  ^^;v^  n.-;  «r.ar.i  \i  1*  ■:i-::t.i -ion 
^l,^  ax;.;.'»  a'o    ^í  le  .x^v.!v.  a  c!   c 'r**>  :\    i»-  las  r-t'^rií^as  que 

k  \  k  k  «  • 

>   •        ^    '  V  V      ,v,    *         ' .    •*  **  ^*  ^  •  ■  .^  •  r* 'kr.  r-^  el 

•    v'     V  ..  V  V     X       --^    ,  *'i  a 

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V  >.  V  >.  X.  *  X.      •♦     ^  X.  «  -.  . 


♦  ■* 


DON  FLORENTINO  GONZÁLEZ.  3Ó7 

habla  hecho  una  revolución  para  proclamarse  dictador;  I*u- 
b¡:i  si  vio  vt'iiv'iiJo;  s;»  ile  hnhm  mnisíniio  ante  'A  Congreso,  y  las 
Cáiivaras  k»  liabian  dapiuesto  so'lanKmte  ile  sus  funciones.  A 
Giynxiúvz  touó  a'.'^u*irlo  lau'te  üa  Kuipneina  co<i*<te  ile  Justit^a. 

Ejerció  las  funciones  de  Procurador  general  hasta  1858, 

y  t-opriiQinnílt)  su  ptirioilo  ik^all  fué  n'Oin'brado  Procuirador  ecspc- 

cial  para  defend'or  el  pleito  que  sostenia  el  Pisco  contra  la 
compañía  del  ferrocarril  de  Panamá,  el  cual  ganó  en  todas 
las  instancias. 

Estando  de  Procurador  general  dj  la  nación,  González 
tuvo  la  desventurada  idea  de  proponer  la  anexión  de  la  Re- 
pública á  los  Estados  Unidos  de  la  America  anglosajona.  Co- 
mo digimos  entonces,  el  proyecto  seria  bueno  si  solo  se  tra- 
tara del  progreso  material  de  la  tierra,  del  impulso  que  se 
diera  a  la  esplotacion  de  sus  riquezas,  sin  tener  en  cuenta 
esas  grandes  ideas  que  son  la  gloria  y  el  patrimonio  de  todo 
pueblo — la.  existencia  de  la  raza,  la  conservación  de  la  so- 
beranía absoluta,  las  tradiciones,  la  aspiración  hacia  uu 
porvenir  mejor  bajo  el  espíritu  de  la  propia  nacionalidad  y 
de  las  antiguas  costumbres. 

En  1859,  González  fué  nombrado  ministro  plenipoten- 
ciario cerca  del  gobierno  del  Perú  para  mediar  en  las  dife- 
rencias que  existían  entre  aquel  y  el  del  Ecuador  y  para  some- 
ter al  juicio  arbitral  del  gobierno  de  Chile  las  reclamaciones 
que  hacia  la  Nueva  Granada  al  Ecuador. 

Habiendo  pasado  á  Chile,  González  ejerció  sus  funcionefl 
diplomáticas  ha.sta  1861,  y  5»e  ha  radicado  en  Valparaíso, 
donde  ejerce  con  brillo  y  fruto  la  abogacía. 

Vil. 

'*  Entre   los  dos  medios  que  hay,  segum   Sainte-Beuve, 
de  empezar  la  vida,  y  sobre  todo  la  vida  pública,  el  prime- 
ro •(  s  'pívr  la  csnvncia,  ia  pasión,  ifl  a^íoeso,  por  eil  asalto  que 
se  da  á  las  «cosas  como  lo  hacen  -los  aniiantí^,  los  poetas,  los 

entusiastas  y  sistemáticos  de  todo  género."  Asi  se  estreno 
González.  La  pasión,  el  entusiasmo,  ma.s  que  el  entusias- 
mo— el  fanatismo  ¡o  guiaba.    Para  él  no  había  mas  Dios  que 


358  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIBBS 

la  libertaJd,  y  todo  an'eKÜo  le  piarecda  l>a«aio  y  aioeptatole  se 
tendía  á  la  defensa  y  conservación  de  esa  libertad  absoluta  y 
sin  restricción,  aun  contrariando  el  derecho  ageno,  que  vie- 
n€  á  parar  en  la  grandísima  inconsecuencia  de  destruir  la 
libertad,  pues  no  hay  derecho  contra  derecho. 

Siguiendo  tal  sistema,  escribió  diarios,  redactó  obras, 
dio  lecciomes  en  la  universidad,  tomó  parte  en  la  administra- 
ción de  la  cosa  pública. 

La  esperiencia,  las  decepciones,  la  edad  fueron  poco  a 
poco  imodiifiícaindo  lias  dd-eas  dte  lese  'espíritu  tan  constante  en  el 

estudio  como  tenaz  en  la  lucha.  El  partidario  de  la  liber- 
tad absoluta  y  del  principio  utilitarista  empezó  á  predicar  el 
deber  como  base  de  la  moral  y  móvil  de  las  acciones  huma- 
nas, y  á  -enseñar  que  la  libertad  no  puede  andar  reñida  con  la 
autoridad.  Como  liossi  empezó  á  reconocer  *'que  el  Estado 
no  es  una  pura  abstracción,  sino  una  persona  moral,  cuya 
vida,  aun  cuando  comunicada  por  los  individuos,  no  es 
por  eso  menos  distinta  de  la  de  cada  uno  de  ellos.  Que  «el 
Estado  es,  hasta  cierto  punto,  un  ser  organizado,  cuya  mis;on 
consiste  en  ayudar  al  desenvolvimiento  de  las  fuerzas  so- 
ciales, a  pon'er  la  fT.i'er2ia  coteeti'Ana  al  ®erv-i<?io  de  los  leisfuerzos 

individuales  en  el  caso  de  que  fueran  impotentes  esos  esfuer- 
zos entregados  á  ellos  solos." 

Como  Rossi,  citado  por  Baudrillart,  González  admitía 
la  distimcion  entre  ^'Estados  compactos,  6  que  suprimen  y 
absorben  toda  la  actividad,  sin  admitir  espontaneidad  ni  va- 
rieidad.  Estados  activos,  ó  s&b.  los  que  ayuídian  al  desen- 
volvimiento individual.  Estados  defensivos,  6  sea  los  qub 
Be  dimitan,  'poco  mas  ó  menos,  á  dar  seguridad. '*  Hasta 
1840,  González  prefería  flos  Estados  defensivos.  En  1846  ya 
era  partidapio  de  los  Estados  Activos.  En  1857,  viendo  ios 
males  que  la  demagogia  habia  acarreado  á  la  sociedad,  por 
un  cambio  rápido,  se  decidió,  si  no  por  los  Estados  comvactos, 
si  por  una  organización  política  que  escluya  la  soberanía  po- 
pular y  dé  mucho  tono  al  principio  de  autoridad. 

Es  Condorcet  que  se  cambia  en  Maistre.    Pero  no;  de- 


DOX  FliOREXTIXO  GONZÁLEZ.  359 

cimos  mal:  si  González  ha  modiñcado  tan  sensi})lemente  sus 
principios  políticos,  siempre  es  partidario  de  los  mas  bellos 
principios  de  la  ciencia  oconómica,  pues  es  un  admirable 
economista,  y  quien  conserva  la  fé  en  esta  ciencia,  conserva 
la  fé  en  la  libertad. 

No  fuimos  partidarios  de  las  teorias  políticas  y  filosó- 
ficas que  González  profesó  hasta  1840.  No  k)  somos  de  sus 
nuevas  teorias  de  conservantismo  oligárquico.  Pero  siempre 
reconoceremos  en  él  sinceridad,  buena  fé,  un  espíritu  eleva- 
do, un  corazón  ageno  al  odio  y  á  la  venganza,  suma  ilustra- 
ción y  santo  ardor  en  el  descubrimiento  de  la  verdad. 

González,  hombre  cuyo  distintivo  es  la  franqueza,  dice 
•muy  •€©  ailíto  que  el  estu'ilio  y  ila,  espeírien'ciíi  han  «modificado  pro- 

fundamente  sus  ideas.  También  obraron  asi  Royer-Collard, 
Ghateauíbriand,  Rossi,  etc. 

**Lo  que  mas  se  usa  en  nosotros  es  la  voluntad."  Pero 
•en  Gonzakz  no  se  usa:  liberal  exagerado, — ^tribuno  demagó- 
gico,— liberal  de  orden, — conservador, — siempre  es  el  mis- 
mo :  amigo  de  la  discusión,  razonador,  pronto  á  entrar  en  liza, 
desdeñando  en  todas  ocasiones  los  ataques  personales  y  yendo 
a1  fondo  de  las  cuestiones;  a  veces  dogmático,  pero  siempre 
luminoso  y  culto  hasta  en  sus  arranqu-es  de  pasión. 

El  estudio  y  la  esperiencia  le  han  hecho  modificar  sus 
ideas,  y  en  esta  cla^e  de  cambios,  cualquiera  que  sea  la  nue- 
va bandera  que  se  siga,  siempre  es  de  respetarse  la  sinceri- 
dad de  convicciones,  la  lealtad  y  la  buena  fé,  asi  como  e:> 
despreciable  el  que  por  medros  personales  toma  alternativa- 
mente todas  las  cucardas,  viste  todos  los  trajes  y  entona  el 
hosana  á  todos  los  partidos, — ó  el  que  pasa  de  un  campo  á 
otro  estimulado  por  la  venganza  ó  el  interés. 

M.  de  Girardin  ha  dicho  con  suma  razón  y  alto  sentido 
político:  ^^VÁ  hombre  <|uic*  por  aniedo  abamd'ona  su  opinión. 

es  un  cobarde;  el  que  la  reniega  por  interés,  es  un  bellaco; 
el  que  no  admite  como  exacta  otra  opinión  que  la  suya,  en 
un  idiota.  El  hombre  que  contesta  que  la  opinión  sea  va- 
riable por  esencia,  es  un  ciego  que  no  vé  lo  que  pasa  delante 
de  sus  ojos.    La  prueba  de  que  la  opinión  del  hombre  es 


1 

I 


360  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AlBES 

esencialmente  variable,  está  en  que  ella  no  varia  únicamen- 
te según  el  grado  de  estudio  que  se  hace,  sino  que  varia  se- 
gún el  grado  de  claridad  que  pueden  suministrar  los  estudios 
que  se  hagan. '* 

A  González  se  le  puede  aplicar  la  última  parte  de  la  lu- 
aninoíja  i^spociiciom  de  .^I  de  Girar. lin. 

Hemos  dicho  que  el  eminente  Rossi  también  cambió  de 
ideas  filosóficas  y  políticas.  Ya  hemos  hablado  de  sus  modi- 
ficaciones en  la  apreciación  de  las  tcorias  gubernamentales, 
y  todos  saben  que  cuando  residia  en  Ginebra  era  ardiente 
partidario  del  principio  utilitarista,  que  después  combatió 
con  suma  eloiuencia.  En  esto  la  analogía  es  grande  entre 
Rossi  y  González. 

Puesto  (|ue  González  es  neo-granadino,  y  que  su  cambio 
de  creencias  ha  venido  al  ver  los  malos  inmensos  que  á  su 
patria  ha  acarreado  la  demagojria,  de  que  un  tiempo  él  fué  el 
supremo  director,  es  preciso  decir,  que  no  es  á  la  libertad 
á  la  que  se  debe  acusar,  sino  á  sus  falsos  apóstoles.  Que  la 
libertad  sea  bastarda,  anulada  por  los  demagogos  ó  lofi  abso- 
lutistas, su  esencia  siempre  es  la  misma  y  es  la  única  deidad 
á  que  el  hombre  debe  tri))utar  culto  desf)ues  de  Dios,  porque 
siejido  la  Justicia,  es  la  hgitiina  emana  «ion  d»  la  liviniJad. 
En  Nue\m  Granaula  las  ins^titucioni^s  lian  si. lo  li Inórales  pero 
los  hombrías  no  las  haai  practi/ad\>,  ó  las  lian  íJoiu.ti.lo  á  la« 

inspiraciímes  de  sus  intereses  particulares  y  de  sus  pasione». 
En  aqU"t41a  Ri»públi:*a,  como  -lo  <1  •'mostró  A  ilustre  Caro,  lo 

que  debe  defendcrsi*  ante  todo  es  la  cuestión  moral,  íQu4 
importa  á  los  neo-«?ranadinos  tener  una  ley  que  garantiza  la 
libertad  absoluta  de  la  prensa,  de  reunión,  de  petición,  la 
separación  de  la  T<r]«'sia  y  del  Estado,  etc.,  etc.,  si  el  primer 
caudillo  (|ue  st»  prochnua  dietador,  ó  (pie  ejerce  la  dictadura 
sin  asumir  ese  título,  da  un  decreto  suspendiendo  el  ejercicio 
•de  las  garantías  iuKliviidnal.'s,  si  fucila  á  los  ;mu  liulinos  ino- 
centes, si  confisca  las  propiedades?  Xo  es  la  libertad  la  que 
ha  hecho  atravesar  á  la  Nueva  Granada  por  bus  mas  ruda» 
pruebas,  sion  que  es  al  contrario  la  carencia  de  toda  libertad. 


DON  FLORENTINO  GONZÁLEZ.  361 

Hoy  González  dice  como  -en  otro  tiempo  decia  Cicerón: 
**La  virtud  y  la  elocuencia  se  han  dado  al  hombre  como  dos 
armas  divinas  para  entrar  en  la  gran  lucha  que  está  abierta 
entre  los  hombres  de  bien  y  los  malvados,  entre  la  república 
y  la  tiranía,  entre  la  anarquía  de  los  demagogos  y  la  libertad 
de  los  buenos  ciudadanos." 

González  es  hoy  espiritualista  en  cuanto  á  su  escuela 
filosófica,  tolerante  en  política  y  en  religión;  y  en  cuanto  á 
formas  de  gobierno  creemos  que  ha  empezado  a  reñirse  con 
la  forma  republicana.  Pero  el  economista  guiará  al  político. 
La  ciencia  de  la  P^conomia  política  será  para  él  la  antorcha 
que  le  dirigirá  siempre  en  el  camino  de  los  liberales  sinceros, 
y  ^en  coia^nto  á  da  ideQnocíra:í''ia,  cuando  ed  auiismo  vi";*jo  mundo 

camina  mpiJaiineiite  hacia  ella,  Gon^Milez  no  du^jará  de  ácrvir- 
l>a  y  d»e  propender  .por  sus  legítimos  desairroHos.  Hablaanos 
de  la  democracia  que  eleva  al  nivel  social,  que  abre  el  campo 
á  todas  las  inteligencias  y  á  todas  las  virtudes:  no  de  ese 
sistema  inventado  por  las  nulidades  envidiosas  que  se  es- 
fuerzan por  hacer  descender  el  nivel  social,  dando  tan  mons- 
truosa idea  como  la  última  forma  del  progreso. 

Como  Stuart  Mili,  González  sabrá  sostener  la  alianza  de 
una  gran  libertad  con  una  autoridad  fuerte,  aunque  bien 
simplificada  y  definida.  Este  será  el  credo  político  del  por- 
venir, 

VIIT. 

Los  escritos  de  F.  González  llevan  el  sello  de  un  método 
científico:  en  ellos  siempro  se  hallan  un  plan,  orden  lógico 
en  la  ilación  de  las  ideas,  estilo  preciso  y  vigoroso.  Ese  escri- 
tor siempre  va  á  los  hechos  y  trata  las  cuestiones  bajo  todos 
los  puntos  de  vista.  La  deducciím  y  la  observación  le  sirveu 
de  guia.  Es  á  la  vez  especulativo  y  esperimental.  Es  de  sen- 
tirse que  el  jurisconsulto,  el  político  y  el  economista  no  sea 
un  poco  mas  literato.  Sus  producciones  ganarían  á  veces  si 
tuvieren  un  barniz  mas  literario. 

González  ha  escrito  mucho,  y  si  reuniera  sus  esrcitos  po- 
dría formar  varios  volúmenes.  Ademas  de  los  diarios  que  en 
otra  parte  hemos  citado  como  redactados  por  él  es  preciso 


362  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKES 

mencionar  que  en  1859  colaboró  en  el  Porvenir  de  Bogotá, 
que  en  1862  se  hizo  cargo  de  la  redacción  del  Tiempo  üc 
Valparaiso.  "^  ;  .    ? 

En  1840  dio  á  la  estampa  dos  tomos  que  comprendían 
un  curso  completo  de  ciencia  administrativa. 

En  Chile  ha  dado  á  luz  algunos  trabajos  de  alto  interés, 
tatles  «como  uma  disar-taeion  isobne  te  «man-era  como  se  debe 

entender  el  uii  possidctis  de  1810,  al  aplicarlo  á  las  cuestiones 
de  límites  territoriales  que  surjan  entre  los  diversos  Estados 
de  la  América  latina.  Este  escrito,  tan  apreciado  en  América 
y  elogiado  en  Europa,  es  de  una  notable  originalidad  y  revela 
en  -el*  autor  vastos  conocimientos  como  jurisconsulto  y  como 
diplomático.  A  propósito  de  esa  cuestión,  González  haco 
una  sabia  y  oportuna  diferencia  entre  lo  que  se  debe  conside- 
rar como  disposiciones  de  derecho  civil  y  para  usos  civiles, 
y  lo  que  pertenece  esclusivamente  á  las  relaciones  entre  Esta- 
dos independientes. 

Ohi'Le  tema  ya  am  e^eelentie  código  ci\^il,'  obra  del  saUo 
venezdlano  señor  Bello  El  neo-granadino  señor  González 
ha  querido  pagar  ia  hospitínlidad  que  le  dispensa  la  Repúbli- 
ca «oli'il-ena  liaeiéndole  «el  preseote  die  U'U  Código  de  Enjuicia- 
miento civiii,  pa-pte  adjetiva  de  la  jairisprudtencia  qoie  debia 
comipletar  ol  trabajo  dd  miigo  cdvil  sustaoitiivo. 

Esa  obra  es,  eomo  decia  el  Araucano  de  Santiago,  'M-a 
esppeision  de  la  <?0P:lupa  del  juriseon'sulto  y  de  kt  esperi-eneia 
diel  jaiez.'*  Aun  cuaindo  conti<eaie  útiles  iln'no^^-aleionle8,  es  «n 
ir-e«ú'nien  d^e  las  mejores  disposi'oiones  de  ila  «l-ejislacdoin  fran- 
cesa, ingilesa,  española,  etc. 

El  (mismo  diario  citanJo  de^ia :  **EI  señor  Gonzaliez  há  are- 
corrido  todo  el  vasto  campo  que  comprende  la  jurispruden- 
cia civil  é  internacional.  Al  estudio  añadió  las  funciones 
quie  leoprigen  las  ideas  «abstraictas  y  que  dan  «1  espíritu  las 

nociones  positivas,  el  tino  de  la  aplicación,  la  oportunidad 
y  la  utilidad.  El  profesor  ha  tenido  la  esperiencia  del  abo- 
gado, del  juez,  del  ministro,  en  la  lejislacion  civil;  y  la  espe- 


DOX  FLOREXTINO  GONZÁLEZ.  363 

Tiencia  todavía  mas  preciosa  del  diplomático  en  la  lejislacion 
internacionaL" 

El  señor  Slontt,  qu-e  a  la  sazón  estaba  de  presidente  de 
Chile,  dirigió  una  carta  al  señor  González,  en  que  lo  felicita- 
ba calurosamente  por  su  hermoso  y  sabio  trabajo. 

Vina  obra  de  este  género  no  se  analiza  en  pocas  linean, 
sino  que  merece  un  estudio  detenido;  y  esto  se  saldría  del 
cuadro  qu-e  conviene  á  este  pequeño  trabajo  biográñco  y  bi- 
bliográfico. 

Y  no  satisfecho  con  tal  obra,  el  señor  González  ha  ob- 
sequiado á  Chile  con  otra  que  no  es  menos  importante:  Un 
Diccionario  del  derecho  civil  chileno, 

Bl  Instituto  'hií?tóri<»o  dio  Praorioia  ha  peí'i'lvido  con  aprecio 
«n  ípstuiclio  muy  iuminoto  y  (li^ieoiido  qu«e  ri  símar  Oo-nzalez  ha 
hecho  del  código  civil  de  Chile. 

Las  obras  de  González  no  son  de  las  que  pueden  estrac- 
tarse,  para  dar  muestra  de  su  estilo  y  de  su  ciencia.  Se 
estudian  para  instruirse  y  para  aprovecharse  del  estudio  y 
de  la  esperiencia  agena.  No  hay  cuestión  alguna  de  organi- 
zación ipolítioa,  fiooi-al  ó  económica  que  Gxynaalez  'haya  dejado 

de  diiscutiir,  y  esto  con  swrao  acierto,  estido  preráso,  lógica 
implacable.  La  argumentación  de  González  es  irrefutable, 
y  cuando  entra  en  polémica,  ya  sea  en  una  cámara,  ora  en  un 
diario,  hace  girar  ^n  todo  sentido  al  adversario,  se  apodera 
uno  por  uno  de  los  argumentos  aducidos,  los  analiza,  los 
(refuta,  Ixmía  caierpo  é  cai«erpo  lall  üdiador,  lo  unge,  «lo  estre- 
cha, le  cierra  todas  las  salidas;  y  cuando  lo  ha  vencido  en  el 
campo  de  la  discusión,  le  lanza  alguna  picante  ironia  y  luego 
le  mira  con  una  sonrisa  de  compasión,  para  dejarle  libre  en 
su  derrota. 

En  los  últimos  meses  cuando  redactaba  el  Tiempo  de 
Valparaíso,  escribió  sólidos  artículos  que  han  sido  muy  aplau- 
diidos  por  los  economistas  de  Paris,  co(mbati*pndo  los  proyectos 

sobre  Bancos  nacionales,  el  sistema  protector,  el  del  papel- 
moneada,  el  de  m-arina  nacional,  etc,  cuestiones  todas  de  un 


364  LA  BE  VISTA  DE. BUENOS  AIRES 

interés  práctico,   pu-esto  que  andaban  discutiéndose  en  los 
diarios  y  en  las  Cámaras. 

Pero  uno  de  los  trabajos  mas  serios  y  útiles  que  Gonzá- 
lez ha  publicado  en  estos  últimos  tiempos  es  el  que  lleva  por 
título  **Lajs  Reipúblicas  his'pano-aiueriiíanító  y  «bl  uti  possidttis 
ale  1810",  de^janroHo  y  <íOinplemento  d-e  las  Notas  (jue  sobre 
«1  íiuismo  aisuauto  dirigió  tal  gobierno  neo-graniadáno.  El  au- 
tor rompe  con  las  iileas  sostenidas  por  oin  conveneionali-amo 

rutinero;  pone  de  manifiesto  la  inmensa  diferencia  que  exis- 
te -entre  un  acto  de  derecho  administrativo  y  civil  interno 
icomo  es  iüI  interdicto  idiil  uti  poasiihtír  y  un  a'cto  intem-aeional 

com)o  t4  que  debe  reglar  ilos  )límiti\s  «entre  dos  Estados  inde- 
pendí i'cntes.  lios  'límiftt^s  no  «o  fijan  j.amás  'por  intercli-ctos,  y  en 

los  tratados  so  tienen  en  cuenta  la  voluntad  de  las  poblacio- 
nes, la  homogeneidad  de  intereses,  las  necesidades  apremian- 
Íes,  »en  el  presente  y  <m  «el  ipor venir,  d'e  ira'dia  Estado.     'Rae 

trabajo,  que  revela  nuicho  estudio  y  profunda  meditación, 
deben  tenerlo  si(»mpre  presente  los  estadistas  y  diplomáticos 
latino-aimoricanas.  T-enenios  ejitendido  (}\w  una  .revista  acre- 
ditada de  Paris  se  ocupará  en  el  examen  de  tan  lumino- 
so escrito. 

El  señor  González  pertenece  á  varias  sociedades  cien- 
tíficas de  Europa,  y  entre  ellas  á  la  Economía  política  ds 
Paris  y  el  Instituto  histórico  de  Francia. 

(lonzíilez  está  «en  la  fuerza  de  'la  edad,  y  como  nunc*a  deja 
de  mano  los  libros  y  sigue  con  solícita  diligencia  el  desarro- 
llo de  las  ideas  y  las  conquistas  que  hace  el  espíritu  humano 
en  todos  los  ramos  de  las  ciencias,  está  llamado  aun  á  pres- 
tar grandes  servicios  á  la  causa  de  la  civilización  en  los  pue- 
blos del  Nuevo  ^lundo. 

Rico  de  luces  y  de  esperieneia,  con  un  espíritu  elevado  y 
una  alma  que  ha  lh»gado  á  las  ri^giones  serenas  de  la  obser- 
vación científica  y  de  la  meditación  provechosa,  después  de 
haber  atravesaido  ilas  lK>rra>se(>sos  mareas  de  la  i>olítii^a  mili- 

tant'C  y  de  las  ardientes  poléimcas  de  los  partidos,  el  señor 


TK)X  FEDKRÍCO  BRANÜSEIí.  305 

González  puede  dejar  tras  de  sí  huellas  luminosas  á  la  juven- 
tud amerieana.     Ya  lo  ha  dicho  el  poeta  Lucrecio: 

Ei  quasi  rursorcSf  vifai,  lampada  iradunt. 
Paris  1803. 

J.  M.  TORRES  CAICEDO. 


-•■^^-•- 


EL    (JEN  10    DEL    MAL 


(ARTA  INTRODUCCIOX 

Mi  osiinuiilo  amiiiro: 

t'oii  motivo  do  haberle  ol>se<|iuado  alirunas  producciones 
literarias  ilel  eubano  don  Pedro  Santaeilia^  ha  querido  usted 
\o  ev^MUini  jue  ih»tKM.is  de  él,  y  aun<|iie  no  las  poseo  detaUaJtts^ 

le  Mnninistn>  las  siiruieiites. 

K¡  s^ñor  Santietlia  iiaoi,K>  ^ni  la  Ilalvuia  en  18«Í0 — des- 
de su  temprana  e^iad  fué  atieionailo  á  las  Musas,  y  i  los  14 
anos,  díS'H^so  de  **enMir  el  srusto  por  las  cosas  puramente 
et»'<j'«i>\  ensiuando  un  j enero  de  escritos,  casi  desconocido, 
entoiu  t  s  rn  la  isla,  á  ]>esar  de  sus  hernK>sas  tradiciones  bis- 
tvTuas"— tsrribit»  una  leveiula  en  prosa  iH>n  el  título  de  **La 
01.1  va  ^i.v  In  i:o*\  o:i\\>  pro^vi^>  «  inrery^uite. 

La  otn<:;ra  de  Ouba  pn^hibió  se  imprimiese  en  lS4t,  k 
t;\\\sA  de  v'itrtas  alusiones  politi^'as. 

Mas  Tar.u\  tn:m^s.«  las  filas  de  h^  llVrales  Tlabaiieros 
<^r.e  ai.>ialan  la  r'r.,«:u  pao'on  de  la  Kla.  y  tanto  p*>r  estov 
t^v'A^  -jV\r  ^.i'^^r  .v.trj  :o  en  ar^r.oni.is^u;  ^Ktn.f.ts  la  siUiacioD 

dfV'.x«r,r:\e  d-   su  diSirra.iada  t^orra,  sf  le  candujo  á  Iss  eá^- 

t  1:  s  *lt  ".,;  F- '*  r.<';'a  vivn.ír  vvmru?^^  uro  de  sus  mejores  tía* 

,  ,^  >v :  Ms^  >ir  la  n^r.^oríví^'^n  Ot\  wr^^  y  2o  prvfuiido  de 

í  s  \:»  :.?v     Fs.;  i.^v-x\s:,  \*n  e^ni  cv:  vju  .;;  rv:.is  de 


.    E  LGENIO  DEL  MAL.  .         '¿ii7 

I\>r  «lia  eo!nmÍ9eír£ücion  dfe  Isaibel  II,  (£aé  poueato  en  dibertaid, 
pero  eandemado  ail  estrañamiento  perpetuo  úel  imtimy  9uelo. 

Em  su  >vmje  perdió  (Los  banrtaKloiies  idie  umsi  ^umgmíikía.  Le- 
yeaiidid',  aailviaiiido  úntioainieiite  lia  óintixxlTiioeioii  que  corne  impueBa. 

Comió  Hjordílita,  caoitó  ÍLéjos  ide  su  ptatrdta,  (Ujevanido  ikt  idtaa 

descondoiladopa  die  no  vierla  (mtas Eiiüupero,  Ins  iii<evie6  d-el 

Norte  no  <enírd'aron  «1  fu'ego  die  su  inspApaeion  y  desde  su  d-es- 
tóienix)  mialLdigo  tk  {Diaeion  q^ie  su'byu^  a/un  ¿  su  tenoantadora 
Coiba. 

Ein  leü  mies  de  tenfetro  die  1855  se  •enoontiiTaba  en  Nnievia  Or- 
'leíans.  AlMí  /tottadugó  y  anotó  ¡el  ^aimoso  /f  oLkfto  die  José  Mazzini 
— **E1  Plaipa  en  lel  Siígllo  diez  y  niuefvte'' — del  auad  se  hiei«ePon 
dos  letüfcionofs. 

En  la  icm«daid  de  Nne^ia  York,  dio  á  luz  la  colección  d»e  sus 
poesi-as,  <?on  lel  epígrafe  d^  ''El  Arpa  del  Proscripto/'  notables 
por  su  flnidez  y  elevajcion  de  pensamientos. 

EstaibíLeitíido  en  Méjico,  oonitrajo  miatrimonio  oon  la  «hija 
iniayor  del  iloistrie  Ju'a)r«ez,  Presidiente  d»e  esA  Repúb&a  (dje 
quien  íes  hoy  seoretaiitio  priiviaido,)  y  en  1861 — 62  oscribió  el 
fantástiicío  *  ajenio  del  Í^Iiar'  y  Has  ^'observa^cioneB  al  disouirso 
deil  temibajador  español  don  Joaquín  F.  Paxjbeoo." 

Du'i^anste  mi  residienieia  en  aqai'clla  "cáaiidaJ,  tu've  la  satiis- 
faocdon  do  oonocter  personalanjemte  lad  señor  Santacilia  y  en- 
contré en  él,  no  solo  ail  trovador  de  al^ta  inspáinaoion,  sino  tam- 
bién al  RepuJblicano  de  sinceras  oonfvicieion»& 

Es  lastimoso  oiortanDente  contemplaT  á  la  sedutora  Ma  de 
CuJba,  perla  oodi<ñada  del  arohipiélago  de  las  Antillas  y  cama 
do  jénios  oorao  Qa  Avielilanieidia,  Mendivie,  Milano,  Yoyes,  Be- 
tancou^rt,  Briñas,  ToOon,  Alfonso,  LarateeS;  íV>rnaT»is,  Renté  y 
otros  infinjitos  toloraír  »el  dieRpotismo  de  ia  doraónaieion  ostran- 
jera. 
^  Pero  no  oh'dd'emos  para  honor  de  la  misma,  que  aqu-efllos 

die  sus  'hijos  qiio  han  pnertJendddo  Qibortairla,  mmeren  como  ol 
inmortal  oantor  dieil  Niág»a(ra  len  id  ostracismo,  como  ol  dul- 
eisñmo  Mulato  de  Matanzas  en  él  patíbulo,  6  cual  Santacilia 
j  tantos  mas,  mtendiígan  ani^ustiaxios  <el  pen  «amaírgo  del  pros- 


:»68  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

ori])to,  '(U^snvaya»fla  (|uizá  la  ('spi  ranza  ele  volver  á  ver  un  dia  -A 
aníHeiite  >ol  del  tri'üpieo  (¡ue  alu'iiihn)  su  eiina  y  entibia  e\  se- 
•pulcro  'iK»  >nis  innyons. . . .     C^invlo  iK*  ustml  «ete. 


Secrotaria  do  la  Legación  de  HoliviaJ 
Jiuenas  Aires,  4  de  julio  de   1S()S.         ^ 


JULIO  QUKVEDO. 


E  L     (J  É  X  1  o     ü  E  L     M  A  L  . 

1. 

Era  un  ilia  lúgubre  y  triste. 

C'iinKnas  nubes  euliria^n  ol  liorizonte;  til  sol  habia  voLido 
«u  lux  lesph  luloicsí,  y  unii  .iensíi  niebla  Lli^naba  por  tí.i:iás 
]K,rtestla  inniensivlai.l  iLl  <  -'v^  ••  ^ 

El  |?ónio  (le  'LikS  tinieblas  liabia  estemlivlo  sus  negras  alas 
N<;bie  t4  universo,  y  'las  sombras  ib»  la  noelie  t^nlu tabau  ila  su- 
•|>i^rriiiie  ale  la  tiorra. 

(Xsinin»  y  sin  rt^splaanlort^s  el  eielo,  ipe<"a'ba  e^jino  una  btWtí- 
<(la  lie  'plomo  >x)bre  'la  <^ivaeion. 

Vn  4iire  t'rio  y  gla.*ia'l  eoiuD  ol  balito  de  la  muerte,  mi^a 
•ilóbi'hui'Qitie  lias  ydtíis  in>pas  ilv  K>s  ái'bjKs,  ri/aiuK)  apiiKus  \x 
<|uieta  planieii*  ile  las  a^fiias. 

EnmudenKkis 'las  aves,  pleg'alian  sus  torna  silladas  plumas, 
y  huian  á  oeulta^rse  on  la  espesura  del  bosque. 

Stílo  el  pájaro  a^oKro  batia  sus  parJas  alas,  lan/^indo  al 
oru/Mir  su  t'atídi.o  trni/uivlo,  pré^a^>  ile  .b)lor. 

Las  t'lures  (lik]»l;íl>an   niú>»tias  sus  eon>l:is  e:u balsa: na vLis. 
y  Uis .pinta  los  in-v  -Iik  no  ^usuria'\m  a'  \irrt^s  .uti«'  .'^UÑ  ¡>«'taios 
temMa.JM-es. 

l>t»  Ve/  ^-n  euuKÍo,  e<vUe!iá'M-e  á  lo  1  \j  x  <]  e-¡>ant05io 
rug;  lt>  del  tig'iv  en  la  iw/uri.h;  I  iK*  las  cavernas. 

El   m;r  muiria  M>rJ;mhutv\  '-airaban   los  r  lá'npaatH  el* 
lirurriíH-nti^;  y  v'l  e-íía'upi.lo  )i-»!**Ímmv»  A  A  tru-no,  ha  -i'^n  lo  n^- 
t  "ubl  'r  el  rr.  -1  v>  'uiin-h).  pir.  ''.a   '.>íKn«n- 'i'.»  ru  sus   •i'ui  nt.>:<. 

K\  \  un   lia  i!  ^   lu.\v». 


£L  GENIO  DEL  MAL.  3G9 

La  xmtU'nuil'e^aa  antiera  gieiuia  bajo  «al  influjo  maléfico  <lel 

<ÍÉN]!0  DhOL  MAL. 

l\)k]io  ae'uucdtaiba  qai<e  lallgo  idie  lespaíiitodo  iba  á  suoeder  á  La 
iiU'Ui}ainid>aid. 

IVxlo  'pra^a<g-i}»ba  que  mi  suceso  terráfaie  i'ba  á  temer  lugair 
•en  lod  AualLes  deil  orbe. 

¿  Cjiíé  sm^eKÜa  icm  «aquiél  i<ust]aai1)e  i 

¿Ouáil  laeontiecmid^eiito  prodiiicia  esa  trasf ormacion  ? 

OM,  lodid,  j 

II. 

Sobne  'uai  trono  úe  hienro  sailpiciido  de  sangre  y  (rod-eado 
<l>e  un  inar  de  lágrimas,  en  ios  oscuros  «uitros  dd.  Averno,  se 
encontraba  senüidio  *A  genio  del  mal. 

Su  frente  pianecia  abrunuadia  bajo  él  peso  de  un'penaa- 
tmi-ento  diesgaorrador. 

Tenia  los  ojos  'bajos,  fdja  en  «el  suelo  Qia  f-eroz  mÍTiadia,  y 
•utna  lesprBsioai  indiefi'Diiblte  de  «D^stíia  y  diesesperaoion  m  ipdn- 
tai})a  len  su  isemblan^e,  baici'endo  laoim  mías  territble  él  BBpecto  de 
íni  rostro  infeírníail. 

Todo  -se  halia'ba  eai  si'lieneio. 

Kl  GÉNK)  DEL  MAL  p«recia  «abstraído  "eomptetaíniente  en 
la  iiifedibaieioin. 

Üe  vez  «en  'cufáindo  sus  faoeiones  se  Kíontraíam,  temblaban 
sus  labios,  eri59ali«!ni9e  sus  oa-beillos. 

El  GENIO  DEL  MAL  sufim  y  ludiaba  por  «noontrar  una 
idea. 

Así  permauíeeió  largo  «tiempo. 

Duramitie  me  ti*eirnpo,  la  •erea^íion  entema  •p»rKH.*ia  laguiairdar 
su.spen'sa  <A  r(«nltado  de  aqaRil'la  mMíditaeion. 

De  <r(^ptinte,  icomo  suiefl/e  iLa  irojdza  üaíz  del  oiélámpiaigo 
«ilaim!l>naír  iniomentáneainDcoite  la  lobneguiez  del  leapacio  eoi  la 
Oíw*u  ri'díid  de  la  itoniüenüi,  nim  Inz  sináiestra  panieció  diaiipar 
■díe  íproiito  la  narl>e  tétriíoa  <Iq  ansiiediaKl  qaic  osoinreem  la  frente 
maildita  deil  aÉNio  infemiail. 

Una  sonfrisa  fatídica  agito  sus  laibios  icomiprimádos  lisasta 


370  LA  BJfiViaXA  D£  BUBKOfiS  AJBm 

^íkíamom  (por  la  uoaeditaieúocí ;  qhii^pcttirogí  sus  ojoB  «ajihikado& 
por  *uai&  ai];()giria  sailvaje,  y  vbosl  >(;l)a<riid«Kl  ííosíóx^k»  M'iMmiró  rá- 
pkiauQoíeiKte  eos  áitíháíioB  kM  Advéralo. 

El  oÉNK)  DEL  MAL  eBt»/ba  satififecho. 

lliftbiía  tm<oon'tjr«ick>  su  idem. 

AqiiéíkL  klca  hiniiliít  en  su  ee>rebro,  ooopiaba  su  pensaink*!!- 
t»,  'IfleDiaibái  su  i'nmgiiD'aekm. 

fiottonaeB «1  nmindD  ae  leaninaviió  len  sus  <3Jied,  y  'la  hu- 

iiiaaikktd  liamzt)  tioi  giriitx^  de  xkilor. 

Porqoíe  ^é.  genio  del  mal  >l>aibita  •emíontraido  su  idea. 

¿  Y  cuál  era  lesa  icha  f 

Oíd,  aid. 

III. 

W  QÉNio  i'>KL  MAL  •etft^^odk)  SU  Qiaiy),  y  tle  tloi»  profundos 
antros  del  Aveipno  se  IcvaíDíteroai  rnnúnigro»  iJantasraas,  ijue 
<«>nK>  soniiynaa  aéR'sis  ae  pipoyec^tarooi  en  >>aA  ^Fnúeb^Las,  y  ere- 
ciieroai;  y  onei^iieiFOiD  h4«ta  tofíiyanr  proporcioDes  -ccdosHíles  y  di- 
an4f<nsáoaaie8  gágiarntesons  laíl  aioeroan^  á  su  señor. 

íipan  '1«S  M  ALAS  PASIONES. 

Las  MALAS  PASIONES,  maicáidias  y  ooB»eff"v«)das  ^^n  ol  Inñer- 
oo,  farmaiKiai  l-a  corte  'dkA  genio  del  mal. 

Tioclas  cs»e  a«proxiimi«ro(n  <ail  tromo  y  esperaron 

Así  (pc'/rniianfeci'eTon  ind^uiíios  iaD»ta<n1)eB. 

Bl  GENIO  DEL  MAL  paseó  í3u  luáraidia  trifunf«ai>t»e  sobre  aque- 
•)1«  'leJMMQ  torrífioa  (tel  orimen,  y  sus  ojos  <íhisp«mm  nueva- 
miieai'tJe,  y  otra  vez  sus  'labios  í50ínírk"pon  y  t'ombló  de  nuevo  la 
Círeaxrioai,  y  volvió  á  geiiuir  t«pantflKla  4a  ImirajaniKlad. 

Pcvrcfise  'd  genio  del  mal  !aioa»nk?ií)^ha  -en  d  peíisaimi'eai.to  Ijí 
Adiquásicáon  (U  su  idea. 

Por  Mtímo,  (tesp^neb  <le  «im  raoraienlx)  de  p(au<9a,  «el  g^ic^ 
dsl  MAL  haW). 

SanDeiflAte  >aíl  (€«!bruiffliick>  «t«rrador  q\w  pncxluce  «•!  «r- 
dienlie  erétor  d»e(l  'mkoasi  «i  'vooürtiar  ocxd  Ímpetu  la  <ef»e>endHÉt 
ftavA  qnie  bulüie  y  feranenta  «a  ed  fofnob  eoloíaiaido  die  uta  masía- 
ña ;  asi  fué  ikomlAe  y  «ilponadiar  «ei  eslruieodo  que  <re0(M]¿  en 


EL  GENIO  DEL  MAL.  37 1 

el  Averno  si  ahrdir  ai  boca  «d  fwtkfóco  genio  para  ilasi^ar  las 
ptil^ibnafi  <]Fue  bncptatran  en  su  peeho. 

— **Aií«ix3iaas" — íHjo  ookii  hoifriHoaia  voz — y  ka  Sapirtia» 

— *  *  ílsc«ue]i«id ' ' — agFegó — y  im  Esfpmánxé  esouehitran. 
¿Qué  les  dijo  <el  qénk)  del  mal? 
Ok},  oíd. 

IV. 

Habló  -ni  GENIO  DEL  MAL  y  así  «se  eapli-có : 

— **IIay  iwi  Dios — <tíjo — foroió  m1  -manido  die  la  nad'a  y 
SJWN)  ddl  Kíaos  la  ereíaeroin. 

**E»ese  Dios,  pod'enoQo  y  grande,  dirije  «los  djestínos  del 
'^i*%c.  'ilÍK])Oiie  Ja  ína.rcha  úe  las  estainoiD'eá  y  preskl'e  la  wla 
dei  généi'o  himiano. 

**Eíl  arregJó  el  orden  d>e  los  ti-einpos,  inRainó  con  ím^i  nii- 
padia  tí!  benéfico  fwigo  <lé.  solí,  y  eubrió  de  fl»iníg»epa8  =e»tpe- 
Uas  'la  lesplííndorosa  <bó\'íeda  del  ciedlo. 

Eií  "dirigie  Ja  'nuarclm  de  ilos  astros  que  vagan  en  el  espa- 
cio; aüriiventa  1o*í  insaeftos  qivve  se  <iiia*ltíiipl>kiaai  e«n  la  tierra  y  fe- 
cúndela his  plajitas  q'U'e  creceai  en  ila  campiña. 

**Sn  a'li-ento  pierfaima  la  enettvi'dkla  <íorola  <le  'lia  fla^  r 
maxlura  é\  gireuno  «en  la,  doradla  espií^'a  <iuip  nieee  el  viien^to. 

**Por  EL  n«eiieron  kis  a^ves  qnie  viven  eji  e>l  airíe,  loe  pe- 
ees  qvfe  haibitan  la  profimídsdaxl  d^el  octano  y  los  reiptiles  qvte 
«e  aflbergían  ^vitre  'las  hirmediats  maíliewis. 

**E(1  ít^-wntó  lias  montañas  qaie  se  pierdien  entre  la»  mi- 
bes  y  eBteoidtió  (kis  llaflra«rafi  epue  se  rKlifttiR<n  ha»l)a  el)  horizonte. 

*E1  encainina  «aa  loe  earoipofl  left  mia.jest«iW9o  curso  «de  Um 
rio» ;  «u  jel!a  «en  las  pAayae  «A  impetiu  de  Qos  mAi^  y  gOKirda  en 
el  seno  de  la  nu'be  las  sotsts  papí?mniaK  «deil  roció. 

'  *  E«3e  DIOS  justo,  potrleroso  y  ^nm-ie,  es  el  Padre  de  Id 

*'Corao  paidiTie  amoroso,  qoiaene  solo  y  ain»lwila  ia  felieidad 
4e  sus  hijos,  í  quienes  cneó  para  que  ftwscín  diichooos  y  rÍTie- 
coint3entos  <en  Ja  poser^oo  piaciiiiíea  kM  inundo. 


3í  2  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIBES 


n 


Por  -eso  )íi»o  el  iikumdo  tan  bello;  porque  el  «inumio  <1¿ 
bia  ser  lia  morada  <le  su  mi'merooa  prole:  -el  lalbergxte  de  la 
gríui  familia  que  compone  la  humanidad, 

*Pi?T  üso  iiizo  dd  hombre  un  ser  ¡yriviligiado  á  ¿m  ima- 
gen y  semejanza,  proelaimándole  rey  die  día  ore^ixsioai  y  tentr-- 
gÁiDdiolie  por  «entepo  <-!  'dominio  de  'lo  creado. 

'^Queri-endo  que  fiíesen  felices  sus  hijo$  y  diohosos,  qui- 
so también  naturailinuente,  que  amos  á  otros  se  audtpaseoí  y  quisie- 
sen como  hermanos, 

**Por  eá90  ereó  e*l  amor;  para  que  viv"ie^^n  siem'pre  uni- 
dos, y  se  aatóiiliason  en  sus  iiieoosidailes,  y  w  «yudíUsren  mútuci- 
mente  («j  sus  tratwjos,  eomio  miemibros  de  una  familia  única 
y  niU'niferooa. 

Por  e-^o  Qos  hizo  iguales,  y  los  hizo  libr(S,  y  no  dde^ó  en 
ninguno  él  derecho  de  iimindar. 

**Por  dáo  ore(3  también  La  inlelig'-ncio ;  p»ra  que  ei^t'udia- 
sen  eünsUiínteinen«te  y  S(;  ilusfraiicn  con  el  estudio,  y  apren- 
di'(*san  á  Wv'ir  y  á  gobernarse  sin  amos,  ptvilizaTido  'iwi  Ja  xiávL 
práetioa  ditil  an-undo,  eü  dog^ma  s¡agrai(lo  de  k  fmternitULíl. 

**POr  eso  les  coinv;eJió  el  libre  albedrio  y  :k«$  dejó  «el  dere- 
cho, de  obraiT,  y  (no  les  inupuso  debeax*s  <iue  coartasen  en  na- 
da su  li}>ertad. 

*'Hiao  nvas:  paira  etótT»L<chia.r  en  lo  posible  e»e  liuflo  de 
unión,  d'isiiniiáo  con  sábila  previsión,  <iue  «los  houibpes  depen- 
diesen los  unos  de  'las  otros  y  tuviesen  neck^iLlvud  de  Iniéicaínáe 
mutuamente  pura  vivir, 

*'Por  eso  )á-^ó  á  'los  paisas  de  'la  zona  templada  los  frutos 
qme  erec«en  en  x^asta  «profu-jon  en  la  tórrida  jooma;  y  eoloe;'* 

en  las  inip'tHvimeion'i's  di*l  ^{Wtlo,  productos  valiosos  que  no  con- 

« 

sintitj  j'amás  en  das  cen'anias  d^l  Eeua-dor. 

**E?ia  separación  de  put-blos,  e.s.a  diferencia  de  elirmis,  esa 
vaanedad  d<e  prod^vc'/iont^s,  qu-e  forman  el  carácter  aspecial 
<te  eada  üooaili'dad ;  fueron  Jíáblanicinte  í^niaídas  por  el  Eterno, 
paTa  que  'los  hombres  necesita ndosc»  míitua/mente,  se  bufiK»aséii 
unos  á  otras  á  travez  de  la  distancia  y  cambia^íen  mis  produe- 


EL  GENIO  DEL  MAL.  373 

tos,  «estrKHíJua-üdf)  oadci  vi?z  luias  y  mas,  él  vídkíuíIo  del  parentes- 
co qüíe  ««ta«bl<ece  eotre  dios  el  origen  común. 

*  *  Todo  ftié  dóisrpaiesto  asi  oon  a^oierto  piaira  que  los  honubres 
f uieseoí  fdfees ;  para  qxue  \nfuinica  los  dividiese  la  discordia  y  vi- 
viesen eteniía'miíiilie  e-n  coammidad. 

**Paie8  bien — añadió  con  ajctento  ciada  \^z  imas  sonibrio 
al  maléfico  genio— +es  preciso  qu<e  eso  no  sucedía:  es  necesario 
que  'los  hombres  «no  sean  felii^es;  y  que  airrastreai  por  el  con- 
trairjo  uma  vida  núseriable  abruiinsados  por  la  opresión. 

**Es  preciso  desfunóirlos  y  separairios  creando  entre  cilios 
rivailidades,  y  cnráliaí^,  y  aboprecdira-ientos,  y  recelas,  lias-ta 
cooívertirlos  «en  enemigos  itínwaimdaaíclos  'lo6  unos  de  los  otiros. 

**Es  necieaipio.  sustituir  al  amor  el  odio,  á  Ja  confianza 
le  duda  y  da  alarma  á  La  tranquilidüd. 

**Es  ippeci.-x)  qne  ctfi»:la  pueblo  ir-iré  con  ^leseonfianza  al 
pneMo  vecino ;  que  cada  familia  neceáe  de  ^lias  otras;  quie  cada 
individuo  sospexibe  de  líos  dennas,  y  que  deaafparezoa  de  una 
vez  paira  siempre,  aihogado  en  un  mar  iie  sangire,  el  senti- 
mienito  de  unión,  «ega  ley  de  aiuor  que  sirve  de  baoe  á  la  /ra- 
ternif'Od. 

**  Vosotros — a^Tíegó  eíl  génk)  dirigiéndose  á  üos  ílspíritus 
que  il)e  lesouohaban — ^vosotros  seréis  el  instru-mento  de  que  m** 
vaAga  para  satisfiaoer  mis  deseos :  el  arma  ide  que  ine  sirva  pa- 
ra destruir  eompflí0ba»miente  ó  inailea«r  por  'lo  in«einos  e^l  pensa- 
miento de  Dios. ' ' 

Qniardó  silencio  por  aílgnnos  in-stantes  y  luego  continuó. 

Oid,  oid. 

V.  •  •  ••  •     ^ 


i  i  1^. 


lis  neeesa.rio — diijo-^ue  ilos  hom/bres  no  sean  Mi- 
ces: ahora  voy  á  'manifasta.ros  como  póK.lremoB  contrariar  la 
vohi'nítad  del  Señor:  escuiobad. 

**  Descendiereis  sobre  ed  mundo,  recorreréis  das  naciou'es, 
entnwreis  en  los  pue^blos,  os  inlirodaiciireis  en  el  ííienio  mismo 
de  las  familias,  penolTareis  en  el  corazón  y  (hasta  en  da  oon- 
cienraa  de  los  hombres,  y  dueños  ide  su  voílainitad,  y  dominan- 


374  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

> 

«ki  mm  {>ai9iciiie;^  üoh  guiérneis  xK>r  ^  camisDO  úé.  una*!  l^asta  oon- 
dutjiíilos  á  su  ]>ewlidLoin. 

* '  Todías  iréis,  ttxycbus ;  porque  todas  ttiiítti®  ima  niiskm  que 
«m'Uipiir  en  «efl  lírabajo  ^jut»  \Taai09  á  lemprender  €01  contra  <Je 
día  JuiTuiani^Jiaicl. 

**La  Ambición,  el  Odio,  4a  Arar/ría,  \^  Inioixrancia,  Ia 
Envidia,  'lia  Intemperancia,  ila  Soberbia,  da  Venganza,  toám 
en  fm,  penetnareis  mniidas  -efli  t4  maMMio,  y  tomareis  diversos 
disfwuiíeií,  y  oaimbita'Peis  de  forrabas,  y  vaarórieLs  de  «Kwnhr^es,  y 
os  preaentaneis  «n  tocias  piairteis  Inapta  diammaír  etti'toparttent^ 
la  sociedad,  Kioimni'iiiándolia  <3on  «istufiia  y  e-ng-año  por  'la  sen- 
<Ib  dcd  Atraiso  hasta  ilein»a«rla  mn  piedaid  «n  el  abisuio  <te  la 

*^¿Y  salneiií  eonio  ^íonstigiiifremos  oim^stro  ppojKicjrto?  Es- 

**P(5nsniiaídirtdjs  a  ioR  .hoindmes  qu^e  aívcíi  i^ino  homijanoe» 
ide  ifivo  es  njcie?«WTo  par»  loonsorvar  eíl  orden  y  «a^^npaír  la 
traimi'uriilkliad,  oírt.abfeieier  y  ne^^ix-tar  lUia  twsa  (fue  í»e  Iteirta  Oo- 
Memo. 

**  Despulas  iIob  oonveiuffiMvLs  de  (fu'e  U  'inejor  forma  de  go- 
Memo  es  ]» <fiie  tiene  jwr  objeto  'la  »u)l»daid  eompJeta  del  cuer- 
po «ociíai,  irn^v>eaitareÍ8  ila  Monarquía, 

**Y  (-pflÉWVMíi  Beyes,  y  Emperadores,  y  Príncipes,  <rnie  se 
rán  em  lh>  »w«wi\X)  los  anios  y  'los  opr<í3oiies  tlíe  los  paeMos. 

'*  Y  vi^?.tii\n«  (le  púrpura,  y  ouibpi'rei«  «con  oro  á  esos  «mos 
eorívwHidtOis,  y  íIos  'a>B,iaireÍH  «del  trato  de  'km  hombres,  y  los  >ais- 
Inn^is  im  sus  pail'aciios,  y  los  rtxl'ea'reis  de  g»uardi«8  TMiinwosac? 
pmu  ifükt  aulqiuieram  <?aii  la  dintamcdia  «el  prestigio  dieil  anisteírio 
y  íni4m%§ji*Mi  ^uwis  taieílnneuito  á  lias  imasais  qT»e  viw^u  i«n  la  ig- 
ü^opaíiMfin  y  no  tirvieron  jertMB  flia»  «inroeipemieTa  de  su  "vrfer. 

'*IIiwr(iis  íjrtie  los  Reife.<i,  y  ám  Emperadores,  y  «loe  Prínci- 
f>/'.s\  tcingii.n  eoinlo  esatinre;  faimál»c*08,  ejércitos  permanentfjt,  eaa 
-el  pn^eííto  íV  graraíitir  1«  integridad  nacional  y  pe^nimir  la 
anarquía. 

*  *  üittiformwneis  SRia  oiienpoe  con  la  librea  del  deapotismo 
V  sus  sentí  nri>e!Tt08  -ei^n  9  a  mlhesiotn  sÁ  potfer;  y  íílanwKwés  al 


«Go^víliflinK)  fidelidad,  y  iBípelilkiliaaien  disciplina  á  4a  opvdbiotí, 
V  uombamneÍB  honor  á  lia  d/egmadaoioti. 

"  Fraic*ADrar\3ÍB  akkuüafi>  sambrar  la  divi^oai  en/ta^e  lo«  hom^ 
broH,  H  íi'U  (Iv  (¡.ine  üo  «oan  fmertiea  por  ía  lütiioii  y  por  la  iidhenti- 

4 

* '  Pkama  xdlo  creaireis  c^^t^t^A.-  pfivikgiaiias  die  liomhtHis  qtie 
se  tl'l'amon  X obles,  y  itieii-gam  tíitivlos  y  distiaieiattes^  y  tnanopo- 
die»eu  len  ppoveclio  propio  y  dt»l  lirono  ílos  diestiiiaB  úA  gobier- 
no y  líos  ipiikiüf^i'os  .pw^tos  die  la  'smeian, 

**  Y  hainBÍ«  ifi»e  Jo»  uletmas  hotiiihneB  «e  íl'Lniuion  Plebeyos  y 
ios  i.'04ikl«e»iiiarieÍ8  «im  in'i>\  riieorulm  á  l^as  daifras  íatenas  del  tra- 
bajo c-oino  á  :hi5sti<as  tk*  oairgía,  m>n.  diereclios  y  sin  dd'gni<tad. 

*  *  ImA^cartiaireis  lia  Propic^lad  para  <iiie  8e  sulbdi'vidan  auoi 
VLm%  k«  <*1q«<b8  y  «e  afU'nDeaitiB  (Ici;  «epiaii^ai3ÍnaL 

**Ha'brA  por  <"OhJ»<^iieiitie,  Eico^  y  Pobres,  Propietarios 
y  Jornaleros,  y  Pililos  tmbajorán  erin  cltíst^misio  para  tfU'e  vivan 
<yt.nKs,  y  ilos  <iiití  tnalia;>ain  teoidráai  apeoiffius  d«e  qaie  vivir. 

*  *  E(nitüai>(»iBS  el  poderoso  dotninará  y  •e^íla'viaaipá  al  debiL 
I>ariiiie  el  débil  njecifsibaírá  para  suK^stir  la  oaja  <M  poderosa 
<[\ve  pomlrá  precio  a  Ja  vida  úel  trabajador. 

'*Y  los  pobres  pei-^ck-ráii  mx  imletpiniíderic'm  y  «e  degrafda- 
ráin  iiewjjttUMaíii'Pii'tc  Imijo  <4  (látigo  di^-l  señor, 

'*Y  ].alMrá  «m»i®eme,  y  hainiil>ix«,  y  partee,  y  dosgraína^,  y 
iodo  pt^Aírá  miype  la  mi<*rte  aM  ipobn^j  ^iVe  no  tiotrwlirá  defiew- 
sorps,  nd  dePi^^eilios,  ni  libwrtaíd. 

' '  Evd«tairv»is  q^»e  dos  hombrtHS  «e  voítti,  y  «e  oomliuaiikiuen,  3'* 
«e  traton,  a  t*i»n  ule  qiw^  jamás,  ínuai««h  piiieitk  foniuatTse  ^Hutre 
leflilos  ima  alianza  c«iupa<5ta  qxxe  dje»tniiya,  Ha  prepondenaneia 
-H^A  poder. 

'*Pa.ra  iriHo  ílKíVTamtaíPtíis  ^^n  Has  fitMjrtjeraa  cantillos  y  forta- 
lezas erimúm  'dio  <ctano(ne<s  <ii«e  yiiTpddiafti  ^  .tnato  y  'la  oomniini* 
ORH'ion  d<ü  los  pni(<))ioH  irnos  con  otros,  dicitsntdo  que  «sas  má« 
qu'ina'S  de  g^uorra  aae^umaoi  la  imdnpamiaiKáa  óe  da  tnaekm. 

**rwiaíneis  Aduanas  qfute  'eunbairaiaRai  la  ciiraiiilaí(9im  d^e  la 
spifjiH^aa ;  «e»talbl<y!«prri«  odinoos  monop^io^  y  eBCiribireifl  ademas 
^f*a7irr?/rír  y  Tarifas  que  rechacen  las  mnau/ocfurit^  y  lo« 


376  LA  REVISTA  Dí:  BUENOS  Allí  ES. 

frutos,  «segiimaDido  qiie  esas  nuadiHlos  sou  iimliespeoisaMes  pora 
protejer  da  ioKlustria  ded  país. 

Estableceréis  ce^isuras,  y  tribunales,  y  reglamentos,  y 
iíeyes  qxae  pt^rsigan  la  Imprenta,  y  ninAnm  «ll  na<!K)r  \»  vida  del 

pensamiento,  evitando  asi  la  libre  emisión  de  las  ideas,  qu& 
forman  el  derecho  de  la  inteligencia  y  son  el  patrimonio  sa- 
grado de  la  razón. 

^'Aun  podemos  hacer  mas:  escuchad:" 

Y  EL  GENIO  DEL  MAL  COntinUÓ. 

T  los  Espíritus  malignos  siguieron  escuchando. 
Oíd,  oid. 

VI. 

— **Hay  una  cosa  sagrada — dijo — que  respetan  los  hom* 
bres,  que  los  pueblos  veneran  y  que  es  la  base  sólida  en  que- 
descansa  la  moralidad  en  todo  cuerpo  sociaL 

**EeMi  í?()5ía  «5  la  Religión. 

**R8  profMso,  pw*s,  qaip  vosotros  (w  aiiK>dk>Teis  de  ia  BcU' 
gion  y  la  utili(H*is  como  u-n  arma  pc^KM^OJía  en  contra  de  la 
humanidad. 

*'¿Y  sabéis  como! — Escuchad: 

'^Exist-e  un  libro  venerando  que  lleva  consigo  el  prestí 
gio  de  la  aiitigüeKltad,  que  **md<ea^ra  la  birttoria  pr¿»ini'tiva  del 
género  humano  y  contiene  en  sus  páginas  divinas  el  gérmeií 
de  la  civilización. 

**Etf*cí  ili'}>ro  siiigníwlo,  mirado  <*<0'mo  tMivrtnai(»ion  ÚA  cielo  y 
escrito  por  el  dedo  mismo  d-e  Dios,  es  el  faro  de  luz  que- 
aliHnbra  en  el  desierto  de  la  vida  la  marcha  de  la  hwma,' 
nidad. 

*'Lo8  preceptos  de  la  moral,  las  teorías  de  la  legislación^ 
el  derecho  de  los  pueblos,  las  tradiciones  de  los  siglos,  todí^ 
se  encu-entra  en  ese  libro  valioso  que  respetan  y  acatan  las^ 
na<»'ioniffi  ouíltas  del  g^ioho  em  toda  la  eneaoion. 

**Ese  libro  se  llama. ...  la  biblia. 

**Es  necesario,  pues,  que  os  apoderéis  de  la  biblia  y  os? 
encarguéis  de  traducirla,  y  adulteréis  su  testo,  y  lo  comentei» 


EL  GENIO  DEL  MAL.  '¿77 

como  mas  convenga  al  ñn.  que  no«  proponemos,  tergiver- 
sando el  sentido  de  las  palabras  y  omitiendo  cuantas  senten- 
cias tiemkm  á  favorecer  «el  desarroHo  djed  pensaimiiento  y  el 
bienestar  general. 

*  *  Es  verdad  -que  para  e-lflo  neoesitaiMíis  títolos  qu«e  os  au- 
toricen, ó  que  justifiquen  cuando  menos  á  los  ojos  del  pue- 
blo, (ka  anisioin  qufc  os  arrogáis  die  esplioar  <el  siígnifi-cado  ^áa 
las  escrituras  santas,  pero  esto  es  muy  sencillo  y  lo  conse- 
guiréis fácilmente. 

**  Estableceréis  un  cuerpo,  una,  clase  especial  de  hombres 
con  diversas  categorías  y  atribuciones  distintas,  que  unidos 
estrechamente  unos  con  otros,  impongan  á  las  masas  sus 
creencias  y  se  erijan  -en  mediadores  entre  el  cielo  y  la  so- 
ríí0d«d. 

**Para  eonsegnirlo  no  «eiucontrareis  olíStá-cnlos  die  nimgu- 
n<a  eepíeeíe,  porqoífe  d  pueMo  'es  !noítiuraH«meaKte  •crédoiilo  y  can- 
<M»(}0'  y  acepta  como  el  niño,  sin  examen,  cuanto  se  le  dic<* 
si  te  hiaiblím  die  modo  quie  no  ptuedia  corapi^endíer. 

'  *  Hiaireis  quie  '(!^oé  hoiñibries,  organizados  lasí  en  cruzada 
fairsáflioa,  «dopten  coirió  'base  ind'ispenssaible  die  su  prepondc- 
ranjcia,  y  como  -míedio  seguro  die  annuenitar  su  influienoia 
inonaíl,  lel  emíbinii1)ecimiie(iitó  y  la  degratclaícáon  áe  Jos  puieblos 
á  dos  «ouQUies  fflajmíairán  Rebaños,  eneargáadoae  de  ser  «elilos  es- 
elnjsi'vamien'tie  sus  Pastores  y  sos  guardáiamies. 

* ' Escogeixíls  d«eapu»es  entre  el'los,  vno  qiDe  será  »el  jefe  de 
los  ot.ros,  y  le  lll»m«ffieds  papa,  y  ilie  rodeaireis  oomo  é  ios  reyes, 
d)e  iraáfiterio  y  de  «príestágio,  poina  aibrumaír  con  ^el  «aipairalo  de 
ias  fónmnllias  y  ílias  cenemonáas  diel  serváflásmo  te  creduJidiad 
popuíl«fr. 

**EstJableo3refe  d^espuies  giejies  subafttíernos,  siubordionaído» 
cora»ptet«aimienfbe  al  jefe  o  tanitarídiad  ípritntedpaíl,  pama  qu?e  se 
^sspairaan  /por  todos  üos  üngiaDies  prediioando  ilta  ajbyieocion,  y 
exTgífendo  fé  ciega  «en  sos  {padiabras,  <!Omo  nieoeíaariía  para  ob- 
ten<0r  «n  él  eiieüo  (la  salvación. 

m 

*  *  Y  le  3i«imí3iiieis  á  lesos  j«íf  es  ó  tiraniHeloB  secaindarios,  Ar- 
zobispos,  y  Obispos,  y  Patriarcas,  y  Cardenales,  y  serán  otras 


378  LA  BRVIBTA  DE  BUENOS  AIRES 


fuadw  «mccvrgiadM  de  funcionar  en  te  ffrsui  máquina 
tMMitétwi  que  tnaihigflrá  «n  nksrMwo  par  engAñar,  y  aeáiivir 
y  maieM*  4a  oonciencia  de  Ib  imiHittid. 

''Y  faaretfii  qiiv  e-w^s  tiraouiilos  Tt^^ini^nklen  (1a  Aumi/- 
4Í«r/,  y  preí!it|ii«n,  y  ex-ijmi,  y  «.pltiinVaTi  la  de^radaeion  que 
«avikwe  «fl  iwpírihi  y  «iN'jbfM'.k  t»l  ámitio,  miinitma  «Uos  ro- 
dt^adoK  ik>  grcimlK'za  y  ha4)itaaido  niBgiiffk*os  ptdficios,  se  dis- 
putarAia  «ti  f4  reino  hw  íli-MlmciCHK^s,  *?rigiéiKlose  •an  diefecno- 
re«  di*  l'H  tiran iu  y  <»n  eorLsí'jeros  de  los  tiramos. 

**IItírv¡s  quie  escjw  hombres  sancioiK  n  oon  su  aprobación 
ii  iUrccho  (l<  mandar  i\\w  retonozca'n  tm  'los  Príncipes,  y  los 
71  n jan  <fOino  vícgiíUtH  dr  Dios,  bu^sfaniílo  i^n  Ja  Divii>id»d  miisiua 
el  oriijcn  '(kí  mi  podíV. 

^*l)Kspui>i  t»rHí«wi"<,  jKH-ra  que  pt^w^tum  en  »tíl  hogar  do- 
lí i«*t'Lí;<j  iti»  l«ii*  fa/ii)iili'a«,  y  tv  ititrodiizcaai  bHsta  en  el  sagravl> 
ríi(iintü  iIh»  i«iii  i'oncienviaSf  amci  fftlaíije  n'U>imiití»íía  de  íit:i\»i> 
vendido»  ul  }iaJer  <mtí  ^'  Uaimaráti  cícrigos,  y  euiílamn  de 
gí^m'^t^rmr  m  la«  wnsmw  y  difundir  <cíi  la  í*(K-k\i«d  «las  máxi- 
irwiM  'lw»rít'kw«  de  sua  «(k'tsMihaadicw  H4no^ 

**lla}yrá  caUnt»  ívíiís  el  (figos  tailgwnoH,  unuehos  tal  vez,  de 
veriladem  iihistraeion,  que  donniiadaí  por  4?l  ardíante  (?ele 
<1(»  "<a«r¡'ii«td  y  justieiía,  pirwUquen  siu  teuior  ila  AXMvlad,  y  sean 
dÍKiHH  )aip()Kit()ík\s  dd  ei(Mo  y  misionierofi  dignos  de  Dios.  Cuan- 
do (HSíto  «UKiiida  y  iuvya  sm^erdotc^  (luie  «aflí  eonipretídaEi  sus 
Na^'iviukM  i(k4M>>THv«  y  'd>e  tail  uiaine^rH  honaH'oi  y  onialteaean  la 
virl'U'd;  'prominn^s  iimli«|K>nor  iconina  ol'Jos  l<a  >autoridiad  y 
lHii4!*<H/iv'á)4  tm  l^aa  jvallailu^tis  de  lasos  niinÍ5itix)íi,  y  liiaiatia  en  su 
tiiíkimh  vkkv  (i>ri'Va»dia  y  -en  ki  n>enor  tW  sus  <a»c<!don'es,  un  piHi- 
Iwto  «"uwkiuiH^íiM  (paira  ntHku*inlofi  á  la  impotí^U'Cía  y  candfínar- 
■los  A  iki  ianHkH^on. 

**^^a'In^m'n  .linlirá  fikworo»  pwwadora»,  y  ieescritoiieii  inte- 

HffímtHiü.  y  jóvww»  íppnoroeíoB,  qw  caino  lenoK  digw»  moepAo- 

t4*s,  ifuetnrán  iki^trar  á  las  masas,  y  reformar,  y  oorregari  y 

Imrrar  las  fas  faltaa  di»  la  «oeledad.  Para  <^sos  invontareis  destie^ 

rroíf,  y  pnsuHos,  y  cadalsos,  y  proscripciones. 


EL  OEKIO  DEL  MA.L.  379 

'*E1  clérigo  que  del>e«8  formwr,  chil»  perteoeoeroB  por 
<H>nipd>6fto,  y  trabajar  «eon  moeotroB  aiii  dtesmiBo,  á  (tock»  hon» 

T  en  toiks  parteas,  por  lljevwr  é  oal»  1«  obwi  de  ideBtru<ooioii 
qiui  ^mi>iieiiicÍ!enioi8  en  ooantra  íie  ia  humanidad. 

* '  EntrBgtRitlo  cusí  á  miit^ijtinRfi  niirauB  y  cotivortido  en  ínstni- 
«m^to  VJ<egD  il'e  mivestros  'Üíhsbob,  haréis  qa»e  se  anouientre  en 
tocios  Joá  »l«giarieR,  <p.\tí  txydjo  io  "viea,  i\\ve  iodo  «lo  i^Hpa»  qtie 
toílo  lio  otxgervie  y  -íiu^  ntunoa  se  aieje  Klain^smck)  d-e  «u  rebaño 
á  fin  lie  (lue  lestte  no  1111)611)1)6  jtarniás  emeinicifi>»nse  d^e  su  jKxler. 

* '  ( "orno  «el  tigre  sobre  *a  presa,  ^\  oUrigo  debe  caer  sobre 
til  honiline  y  apo<l«emír8e  de  ^  iteede  il<i  cmtia,  y  «uwiui|p<añarie 
<ion»1i:i<nt«iuik>si'tie  tasintiéndoiie  si  se  ccusa;  v<6Íáai'ilioi)e  si  se 
fHfMun,  y  aio  «alwoidoná/ml'Oil'e  «iiq  fío,  «no  i>íw^a  dtojtfiirte  «en 
nos  die»!  8epu44ure«)  ó  en  poikir  ded  vei^ikigro,  segim  qiie  el 
hoínbw?  'ílft^sc^iK'míia  '^íl  sepukrro  lannastrado  jKir  iks  dol(?n<3¡ias.. 
ó  suba  a:l  <*a<iÍ!a.lí40  (tin'Jv^níKlo  por  das  l-eyes  bárbaros  dfe  lii  SD- 
oioikid. 

*  *  Hw-reis  qivií  «es'os  'iniíserabfc»  icUstinaimdos  de  clérigos  s^ 
re/xíjan  <foino  representantes  y  delegados  *iel  Beñor,  ofríaeieBido 
perdonar  las  culpas,  (xm  sodo  lel  'mág^ico  poder  de  sus  pfBl<abras, 
pi-oiH'eti'eaido  hendiciones  y  proiMigttiindo  indulgencias  «qu-e  csíu- 
trw^n  'l-a  «tejioion  de  il«  amuílKedainiiíbpe  y  xtífuaulan  «eil  fanatismo 
en  l'fus  datsc«  toiks  desprovástas  die  eíkicaoion. 

**Por  «mpu^wto  fin  jileéis  milagros  estupendos  y  revda" 
^'ioms  sorprmntfent^^,  y  suríi(m  inistieriosas,  y  apariciones  nxm- 
ravi'llofias,  qiie  <»oint>arpifi  ípon  énfiasis  'pora  sorprenltlw  «nwi  mas 
3\  ilos  iaif-aantos;  rrine  aK^^eptaai  sin  comíbwtáir  y  oreeoa  «m  mecMiar. 
**ronden/ajnei«  í^hko  1be«néti<«o  ^\  razonamiento,  y  exiji- 
rm%  '(11  nonn-bípe  de^l  cieílo  iioa  /^  ciega  paím  «err(í(n*  todo  a^iu-eino 
ffinp  mo  s«a  posible  mi  «mví^náieaitp  esplicar. 

'*  Hipeas  tam'birtí  que  ¡osos  instim'miwi'tos  de  'te  opriesion 
«?a  niiüiieiía  e^pirituall  etmcifltrg'aidB,  de  m'atíw  nm  Wl  mtMido  te  v¡- 
<te  dp»!  pOTisaimiento,  se  mibclávida  m-  clases  y  »ctep1eti  disfcrate» 
<dpiioTDÍinffteiones  ptara  'ationadnir  <miis  y  mus  ¿  ite  miiíltiitnid. 

*'ü<n;os  se  ddsfnaaajrán  díe  Monjes  y  dte  Frailes,  y  vtvMh 


380  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

retnadda»  del  trsiAx>  so>ci<aíl,  y  maidiie  pieanetrará  jamxás  en  <el  in~ 
terior  ide  sos  celdas,  y  nioiguiio  haibrá  qvoe  9ep«i  loe  misterios 
<|ae  {pasan  ten  su6  osoi]ax)s  y  cíemeudoe  convenios, 

''Otros  se  «corteupán  ei  oabeflUo  y  dejairén  creoer  sus  bar- 
bas, y  edg^unos  ha/bná  que  aiDjdeai  d'escuailzos  y  deseulbiefrta  la 
cabezia,  /ptaom  'etagtañao'  nvejocr  á  dos  /pueblos  eo>n  esa  apariancia 
íaüsa  de  hipócrita  beaititud. 

' '  TajinJbiieai  (estobliecepeis  asocianíioii^ís  de  anugeiPes  con  el 
nombre  de  religiosas,  proeuraaido  que  «etae  tom^n  á  su  -cui- 
dsadia  la  educación  de  las  niTuis,  á  fin  de  que,  domima-dias  por 
el  faonatismo,  no  puedan  mas  tairde  dar  hijos  útiles  >afl  país. 

''H'aíPeis  que  los  el  trigos,  ííoh  •el  carácter  de  confesores  y 
peip»et.ren  €ai  el  santuario  de  las  víi^enes,  y  praouTen  for- 
omiairies  ei  ieocnazon,  jyara  que  sean  mías  tarde,  em  el  seno  de  la 
familia,  in^trunuentos  serviles  del  despotismo,  cuyo  poder  se- 
ria iiuposible  sin  la  degradación  de  la  sociedad. 

'  *  Si  esto  liaceis  y  eu'iiíplis  f idl  y  puntuiadmieinte  lo  que  os 
^dáígo,  eíl  triunfo  nos  pertenece,  y  taT»de  ó  temiprano,  hoy  (> 
iralañsaDa,  aihora  ó  luego,  lograremos  al  fin  destrudir  la  felici- 
dad diel  hoiabre,  eontrariando  así  -d  pensamiento  de  Dios :  id» 
puies." — 

Dijo — y  las  Míalas  Pasionies  desaipareeieron. 

VII. 

DesaiparecTcinan  del]  Averno  diais  ipaaiones  mallignas,  y 
cayeron  so*bre  ^\  mundo,  y  se  estendieaxxn  por  (las  naeiones,  y 
entraron  en  los  puíeblos,  y  pienetraron  en  las  famiüas  y  se 
anidación  en  »e!l  corazón  de  los  Jiombres  para  conspirar  contra 
ia  Micidsad  de  los  mortales. 

Y  hu'bo  desde  entonees  Papas,  y  Beyes,  y  Príncipes,  y 
Obispos,  y  Frailes,  y  Soldados,  y  Monjes,  y  Ricos,  y  Pobres^ 
y  Amos,  y  Esclavos,  y  miseria,  y  degradiueion, 

Y  huibo  t8,rabien  Guerras,  y  Conquistas,  y  Proscripciones^ 
y  Cadalsos,  y  Asesinos,  y  Espias,  y  Propie<lad>  y  Pauperismo^ 
y  «lágrimas,  y  doftor. 


EL  GENIO  DEL  MAL.  381 

Y  Imlvo  Fronteras,  y  Aduanas,  y  Cárceles,  y  Presidios,  y 
Verdugos,  y  Autoridades,  y  hambre,  y  degradación. 

Y  TODO  fué  obra  »d)e  las  Malas  Poqíohcs  que  trabajaron 
sin  <fe9paii«o  por  contnaíriftr  el  pen«araiein<to  de  Dios. 

Por(iu»c  ta»!  ñié  la  idea  del  genio  del  mal. 

■ 

PEDRO  SANTACILTA. 


IMPRESIONES    DEL    2    DE    MAYO 


liiijo  (il  iíhnk)  A^xw  tnu'whK^zai  4*^*ítas  ilím^'as,  lia  señora  doña 
fliHiitiH  M'^imiHilifi  (torriti  ikw  ivniiU*  í\í*'í:\í^  Liiiva  .k  pu'h!Tf«K*iaa 
(fUi»  hi/o  A7  Xarional  de  a-íiudla  K-aípital.  y  uo8  «JCíril^e  la  si- 

Lima,  21  de  mayo  de  ISG^í. 

**  lUu\*  dos  iiKWtvs  qm»  iliKno  hi  vkla  de  oii1VriiKM\i  y  (jm^ 
luvbi'to  ontiiv  iiniorU>s  y  morilnniídos,  víctimas  di»  ki  hoiTihle- 
rii^htx'  anwiri'l'Ui  i\\\v  i'istá  a.^olaiido  Lima,  doink»  no  se  oye  iiia^ 
que  «liaiiito  y  lújrtibniís  plátii-ais,  iiiterru impidas  i5i>lo  por  el 
p;ií«>  «íle  Uks  eaprU'.i^T'-s  trui\»>l>iv^  <iue  á  tx^i-a  hon\  í*ruzau  Isis 
^•»fll<s.  Muiltitikl  de  U^las  jóvein^s  y  de  lítmibrt*  útiles  al 
]>inH,  han  dtwaparivido,  l>arriiK>s  ¡km*  tv-^ta  i^^Kiiitocía  eiifenu'e- 
HKnd.  1/a  eiu  latí»  ;witi\s  tan  aloiriv,  tioih'  el  ;M]»A-to  dv*  iiu  v-e- 
imeut>i«n4),  ee.<u  sus  ■(VilK's  piutavla^  dtíl  lilan:M>  y  neirn>  de  «la  i-al 
y  A  iú\\\út\\tí\.  \A^  onvrá  iistivl,  amijro  mió?  Este  diK'»lo  que 
Ke  <4oiiie  solir-*  ti^Kis  U>s  oUjeti)ts,  era  la  atmóst\»r:i  que  ikv^'- 
sttalw  mi  íikiuh*.  TeiisTi)  rtMiordiinix»nto  }H*r  la  f^stnma  Siii\»- 
«nfcíivl  qm*  í**»  ha  a^HvItMvii  U>  dv  ella,  en  t^uito  <|Uv»  A  vK^lor  Jo 
<invm*lve  Hnlo  en  torno  miv>.  íf^iu  eniSariro,  airuja.  lápi^HW. 
^lunui.  t*Klo  yact'  aÍ>aihlonado  jxira  iw^istir  á  l«v<  ezií\'rim«. 

Hl  ojúlo^>  lie  Trt  «íw#*  fíi  ('»ri7'*r/íi«i.  no  eini 'luiU^  Uxl»- 
via,  me  impide  envía rK*  á  ustt^^  tv4t-<>  n»!aío.  que  ir¿  ooq  Ir 
si>ruH^nN*  \virt;L  por  <ü  pn»\iuK>  vai^^r. 

HaKki  t**TÍt^>  ]V4ni  Ln  Rtri<ta  tU  BntHos  Ains  ee2i8  tn- 
l^nvKUKis  qu^  le  iKljunt3i>.  y  í^4o  nio  faltalvii  oopiarlaa  del 


1MPB£^10N£S  D£L  2  BE  MAYO.  38^ 

boiumtdior.  Piuro,  >hé  aquí,  onis  «nuágo^i  «jue  \i'aiMjai  en  ttnvto 
qine  yo  «dta«ba  fuera  ouiíJaimlo  «iDsferinoa;  abren  mi  tmi^ta» 
ooiiM)  ti*en«in  die  eostu'tnbne  para  (div^ertinvie  con  ims  bonvodo- 
i«H,  iwtirainbótíofiíoneiyie  «Südrátos  isa  toda  fimert^iie  trocálio^ 
«le  pap^l ;  ae  iaa(5UK9itraii  oon  «iniia  impresianes,  y  oonno  «ae  dm 
«•ra  el  l.o  diA  <30iriiea3ít^,  liaa  y  iMcucuauaeostie  se  (UievaTaii  iil 
borranka:  dsejooido  ó  perdiieudo  «iJ^iiaaoii  ifrogmentos. 

£1  2  die  mayo  e»taba  en  GboiiriMoB;  donde  se  hadiltHiban 
•11^  «efpdKl&iiiiía^dos,  cmiHoido  veo  *i  Eh  Nacional — Impresione:^ 
del  2  de  Ma\^.  Todo  lo  taclávinís  y  pi^iitloné  su  Hjvrie»i  á  es- 
toa  «QihalUiesx»;  peono  no  q<ue  iiue  hu'bkinan  hedió  volar  <al9UffU)A 
pienaainiáeaKtos  (fue  no  ike  podáilo  ooknraor  ipoar  no  haberlos  «n- 
o(N»li«doy  ná  «n  te  oanptfta  m  «n  aiú  ineiuioria. 

Espiono  leil  pevmiso  de  iiBted  pora  en^wrlo  par  parias  la 
)iáogir»fÍA  d«e  Helsa. 

El  Naciofial  pxtblhsó  kioh  f?ra<nKÍe  aplaudo  la  htiniiofi»  bio- 
gnafia  kM  arti^tia  Aíoii-t«ero.  Qiié  ínuad/ros  itan  ^áñi-os  y  be- 
ílos  'ttontiíeiue !  Rl  irijo  die  ie»te  «effcor  hia  inaoiado  TOffa.pinje  (|ue 
<^jfpr0#e  á  ust^l  \i\e  su  .pafrte  -e»!  miaa  profuiudo  iigrade-eiiniento 
-jHír  lose  i'iiiportiaínte  trabajo  destmado  á  baívr  <íoiKKn^r  y  hon- 
v:w  k  esii  panlirí». 

El  tnasitorao  qiiie  te  epMérmíia  ba  ooaftioDaido  teoí  Has  faimi- 
lim  'Tne  ha  í-mpodido  hasta  .ahora  reiiirar  las  piibHciaeiion'es  que 
iiKted  nito  pidte.  Sus  aiitoros  atnfdiaaa  dispersos  harvendo  dd 
Jiorri'bl'O  tejeilo ;  otros  ee  huJllan  postrados  en  <5amiía  y  á  riesgo 
df^  luoriT.  Vtfíirios  tirabajos  h-e  reiinii^lo  ya;  peiro  míe  failta 
oomiplietairlos :  lo  luaré  hmgo  que  «esto  paíío,  qaie  se  pip(n^  sea 
•(in  «el  «íisitk'no  'de  diívieTOo/' 

« 

JUANA  MANUELA  GOBBITI. 


IMPRESIONES    DEL    2    DE    MAYO. 


Ena  ^  27  de  aibrü,  «no  de  loa  «Qtiiaaoa  ide  ia  temporada 


ysi  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

d-e  ChorriJilos.  Niumtoa,  ilia  villa  de  los  palacios  hsUm,  teoiido 
tanto  Iméspetdes;  íttiiitte'a  su  dedicioso  ])año  estuvo  tan  concu- 
rrido. 

Felic^es  y  dtesgrajC'kidoSy  todos  gozan  en  ese  hugsar  bendi- 
to, doDjdie  nos  lileva  sii^iuipre  uma  esperanza:  .e^eranza  de 
diclua;  es'peraTiza  d^e  ailivio;  pero  róempre  la  'esperanza,  esa 
única  felicid«d  verdad-era. 

La  vida  í^ae  eje  tiene  -en  dliorrillos  es  fantástica  oamo 
un  cuento  de  hadas.  El  individuo  se  centuplica,  porque  se 
está  á  la  vez  en  todas  partes:  en  el  malecón,  en  el  baño,  en 
la  plaza,  en  el  hotel,  en  el  templo.  Se  caza,  se  pesca,  se  or- 
g^anizan  bri)M<ant<M3  partidas  de  caimjpo  en  los  oasis  del  con- 
torno. Las  niñas  cantan,  bailan,  rien,  triscan;  las  madrea 
se  estasian  con  esos  cantos,  con  esas  danzas,  esos  juegos, 
esas  risas;  mientras  que  sentadas  en  cuarto  al  rededor  de 
unía  'mesa,  se  entregan  á  las  variadas  comibinaciones  del  ro- 

cambor. 

Yo  'mdsina,  <!on  una  mortal  aimeimza  suspendida  sobre  el 
corazón,  y  agonizando  en  el  alma  la  esperanza,  tenia  ese  dia 
las  eartas  en  la  mano  y  decía — Juego ! 

—Mas ! 

— Bien. 

— Solo  de  espadas;  esplendente,  imperdible! 

— ^Un  momento — dijo  de  pronto  el  cesante  asentando  la 
baceta — que  esta  mano  sea  un  oráculo.  La  escuadra  espa- 
ñola se  íiproxima;  vá  é  ataieaimos.  De  qaiien  será  'la  victo- 
ria! España!  Chile!  Perú!— dijo  señalándonos,  al  jugador, 
á  mi  compañera  y  á  mí. 

— Roba  tú — me  dijo  este,  en  vez  del  van  sacramental — 
yo  tengo  miedo  á  las  espadas. 

— Yo  las  amo.  Son  las  armas  de  mi  familia...  Peiv 
ay!  aquitllos  que  las  lleviab^an  han  cíaido  todos,  unos  por  la 
mano  de  Dios,  otros  por  la  de  los  hombres ! 

Y  robé.  Robé  la  espada,  dos  chicos  y  tres  caballos;  con 
los  que  di  al  esplendente  solo,  un  esplendente  codillo. 

— ^Viva  Perú!  clamamos  á  una  voz  los  tres  ganan«io- 


IMPRESIONES  DEL  2  DE  MAYO.  ÍS3 

«íKw.  El  »dd  8olo,  •a'UUíi'iie  pern¿mo  y  ardieiile  imtriata  g^uaiKlá 
«il'HiK-io.  Tau  L'i'erto  es  (|ai<e  el  aiiHor  ppcvpio  se  sienta  sobrv  tollos 
los  amores. 

Eu  ese  momento  sonó  á  lo  lejos  la  detonación  de  un 
icañoina^x),  rt^pi^tiJo  ívm  vt^ms  ¡K>r  «el  étío  de  los  carros. 

— E.S»»  oañoii  no  •(«  ni  del  í-astilHo  ni  die  la  bahía:  es  de 
íaf'ii(*ra  dijo  v\  d'^rrotado  jiig-aidor,  qaie  como  viejo  luairino, 
wit't^iiHlia  óe  i*\\o.  Y  aña»d'ió  «levaintáindose  y  toamiido  sn  ^m- 
ihrcix):  señoias,  ópíltL''m\s  jíam  el  rallao.  Tja  tisiciiiaidpá  -es- 
pañola ha  llegado. 

En  efecto,  pocos  instantes  después,  dos,  diez,  veinte 
personas  vinieron  á  darnos  el  mismo  aviso  que  acababa  de 
traer  un  tren  extraordinario. 

Imposible  seria  describir  el  mágico  efecto  que  produjo 
^sta  noticia,  cayendo  de  repente  sobre  aquel  nido  de  molicie. 
Dos  horas  después,  los  hombres,  jóvenes,  viejos  y  mños  ha- 
))ian  desaparecido,  y  se  hallaban  en  el  Callao,  pidiendo  sitio 
en  las  baterías.  Las  madres  desoladas,  corrían  en  pos  de 
sus  hijos,  para  abrazarlos  todavia  una  vez  antes  del  'combate ; 
'  las  niñas,  palpitantes  á  la  vez  de  zozobra  y  de  entusiasm*) 
se  ai)resuraban  á  llegar  á  Lima  ansiosas  de  ver  á  sus  novit).s 
^n  el  brillante  uniforme  de  }>omberos. 

En  fin,  al  anochecer'  do  ese  dia,  Chorrillos  estaba  so- 
litario, y  por  sus  calles  desiertas  vagaban  solo  cuadrillas  do 
perros,  disputándose  los  restos  de  los  interrumpidos  festi- 
nes. 

Líina  <^ra  ahora  A  tVwH)  de  una  inmensa  «ajitainon.     En  ios 

colegios  y  en  los  conventos  se  limpiaban  y  forjaban  armas;' 
los  salones  se  habian  convertido  en  boticas,  donde  las  ma- 
nos más  bellas  ])reparaban  hilas  y  remedios,  mientrjus  tras- 
foT'íirabnn  <Mi'.-a'r.'ijis  pam  «los  conubatieutpis. 

El  ministerio  de  la  guerra  estaba  sitiado  por  una  multi-* 
tnd  de  individuos  que  solicitaban  Imletos  de  pasaje  para  la? 
baterías  del  (^«llao;  y  los  trenes  que  partían  cada  UK^dia 
hora,  no  bastubnn  a  la  muehedumbre  de  voluntarios,  que  s<i 
preeipitaban  apiñándose  -en  los  wagones. 
•    '  Eritre  ellos  primen t(Kse  un  an(*iano  llevando  consigo  -Uina 


'^      3Hl>  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIKBS 

hoja  de  servieios  que  aoreditaba  una  edad  de  108  años  y  svt 
preseneia  y  cooperación  en  las  principales  batallas  de  la  inde* 
pendencia. 

El  coronel  Espinosa  escribió  de  su  puño  esa  boleta,  re- 
comendando en  ella  al  benemérito  soldado,  con  espresioneS' 
propias  de  aquel  entusiasta  y  noble  corazón. 

Entre  ft«intJO,  el  pk»)  tsí^ñ^ailado  tm  .la  'intiiiwiL'iom  ile  Mt^n- 

dez  Nuñez,  tocó  á  su  término;  y  el  anhelado  l.o  de  ma^'^o^ 
envió  flfii  hiz. 

El  alba  encontró  á  Lima  entero  de  pié  y  rebulliéndose 
en  todos  sentidos.  Unos  se  dirijian  á  laa  alturas,  otros  á  los^ 
templos ;  los  mas  á  la  estación  del  Callao. 

Yo  seguía  el  impulso  de  este  mar  de  vivientes,  protejidü 
por  la  sMn  die  mi  -tniñanlo  que  venidlo  ion  ic'ainisi-Oín,  rt^-gresjaílía 

á  su  batería.  Una  oleada  de  pueblo  nos  separó.  Por  dicha 
divisé  el  grupo  de  sombreros  blancos  de  las  hermanas  de  ca- 

ridad,  «on  qui'e»ne«  djebia  ir  ail  Cailiao ;  iiiíe  reuiní  á  elilsas,  y  oiru- 

pamos  solas  un  wagón,  entre  los  bomberos  franceses  y  los 
italianos.  *  Las  brillantes  cimeras  de  los  unos  repordaban  Ios- 
compañeros  de  Oodofredo;  el  perfil  académcio  de  los  otros  á 
los  de  César. 

En  d.  lufonieriíto  d)e  ipaíntór,  uea  bella  joven  se  eaió  á  la 

portezt»ela  de  nuestro  wagón,  suplicando  con  voz  angustiosa 
que  le  dieran  un  asiento.  Las  hermanas  se  compadecieron  de 
«eW»  y  lia  hicjáieron  enftraír.  Era  ia  essposa  <Ih1  eapitaoi  Salcedo, 
que  mandaba  un  cañón  en  la  torre  de  la  Merced. 

La  pobre  niña  iba  cargada  de  dulces  y  fiambres,  para  re- 
galar á  su  marido;  y  su  gracioso  rostro  brilló  de  contento  a% 
tomar  asiento  á  nuestro  lado. 

En  fin,  la  campana  tocó  los  seis  tañidos  de  march». 
TTna  aclamación  inmensa  ahogó  el  silbido  del  pito;  y  el  peca- 
do equipaje  se  deslizó  magestuoso  entre  dos  muros  compac- 
tos de  los  que  nos  saludaban  con  gozo  y  envidia. 

Y  el  camino  huía  detras  de  nosotros,  con  las  casas  y  li  * 
huertos;  y  Baquijano  con  su  cementerio  pasaron  como  una 
visión ;  y  el  Callao  con  m  bahía,  y  mas  allá  la  escuadra  eae- 
»íga,  nos  aparecieron  acercándose  eon  pasmosa  rapidez;  j 


1MPBESIONB8  DEL  2  DE  MAYO.  387 

á  su  vi(»t«a  una  prolongiaKia  aoliamuciiocí  panrtíó  ulel  «U-rgo  coQiv(vr. 

De  súbito  el  tren  queda  irimóvil  eufrMte  de  BellavisnM 
— ¿Qué  sucede 9 

— Báijémios — ireipandnó  úctn  voz  bneivie,  lia  mi»peiriom  <ie 
Santa  Ana. 

— l^iies  qué,  ¿no  vamos  á  servir  al  hospital  de  sangre  efi 
el  Callao  f 

— Él  hospital  de  sangre  está  aquí.  Seria  peligroso  para 
los  heridos  ser  asistidos  en  un  lugar  barrido  por  la  metralla 
y  amenazado  de  incendio. 

Y  la  buena  religiosa  que  debia  ser  entendida  en  el  asun- 
to, pues  se  encontró  en  la  toma  de  Sebastopol,  atravesó  con 
las  otras  hermanas  el  polvoroso  médano  que  nos  separaba 
de  las  primeras  casas  del  pueblo. 

Ir  yo  las  seguí  silenciosa  y  triste.  ¿Por  qué,  no  iba  & 
asistir  á  los  heridos?  ¿Qué  importaba  que  fuera  en  el  Callao 
6  aJlí !  i  Ah !  quizá  en  el  fondo  del  alma,  donde  se  ocultan  los 
sentimientos  que  no  queremos  confesar  ni  á  nosotros  mis- 
mos, esperaba  que  una  bala  benéfica  me  librara  de  la  horri- 
ble desgracia  que  veia  en  lontananza. 

Perdóneseme,  en  gracia  de  que  escribo  mis  impresio- 
nes, esta    ddlorosa  TemáoMíJeienoiía  ú^l  leonazon  ni-ez^l-ada  á  4os 

gloriosos  hechos  de  ese  gran  dia. 

íomada  posesión  del  hospital,  la  superiora  me  destinó  á 
ayudar  á  la  hermama  boticaria  en  la  confección  de  vendas  y 
apositos.  Arreglamos  para  ello  un  gran  salón  pavimentado 
con  madera,  y  nos  entregamos  á  esa  triste  ocupación,  no  sin 
dolorosas  reflexiones,  que  la  una  ocultaba,  obedeciendo  &  la 
regla;  k  Oítra  «1  laaigo  hábito  de  sufrir. 

No  de  eMí  á  jmoiciho,  lüiegó  aira;  gran  refaierix)  de  eolabona- 

doras.  Las  señoritas  B y  Hortensia,  la  linda  hija  del  ma- 
logrado artista  D se  presentaron  en  nuestra  improvisa- 
da encina,  y  apoderándose  de  telas  y  ungüentos,  en  uu  mí»- 
mentó  dieron  cima  á  la  obra,  dejando  alineados  tendales  dt 
emplastos,  de  vendas  y  de  compresas. 

Pf^paraáo^  los  socorros  de  la  ciencia»  la  keriaaaa  boti- 


;^^S  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AI5Eá. 

caria  pensó  en  los  del  cielo.  Fué  á  buscar  una  caja  de  me- 
dallas de  la  Vir^em,  y  me  ordenó  enlazarlas,  para  ser  rapar* 
tidas  entre  los  combatientes. 

Entregada  estaba  a  esa  ocupación,  cuando  los  bomberos 
d-e  Lima,   (lut*  <\m  .los  otros  dos  ou-enpos  habían  tístado  en 

ejercicio,  invadieron  «el  salón  señalado  por  error  para  alo- 

r 

jarlos. 

Aunque  admirados  de  encontrar  en  su  vivac  aquella 
mezcla  de  i)ócima8,  de  monjas  y  seglares,  no  se  desconcerta- 
ron  por  ello.  Echaron  abajo  sus  sacos  de  noche,  de  donde  en 
vez  de  sábanas  comenzaron  á  salir  pollos,  jamones  y  toda 
suerte  de  fiambres,  acompañados  de  ricos  frascos  de  Bohemia 
llenos  tic  un  Italia  mas  rico  todavía.  Y  aquellos  apuestos 
jóv«cncs,  la  flor  de  Lima,  se  dieron  á  contentar  su  apetito,  do 
veinte  años,  sazonando  aciuel  almuerzo  con  entusiastas  brin- 
<l¡s,  en  los  (jiic  revelaban  el  propósito,  llevado  á  cabo  por 
muclios,  (le  tomar  doble  acción  en  el  combate:   como  bom- 

beros  y  .soldados. 

Acabado  '(^1  desayuno,  vinrcn>n  á  i)c.lir  kA  saí^mdo  talis- 
mán, que  recibieron  doblada  la  rodilla,  y  {guardando  un  re- 
cogimiento qu'c  contrastaba,  singularmente  con  su   bulliciosa 

alegría. 

LX(>sput\s  d'C  «ellos  lU'gaixm  muchos  otros,  artilvciros  y  pal- 
sainos,  al  servicio  de  las  baterias.  que  de  paso  á  sus  puestos, 
recordando  las  tradiciones  de  la  (*una.  (|ucrian  llevar  consigo 

esa  ¡) renda  de  su  l'c. 
■       Entre  taiíto  el  dia  d'e;din{íba  y  h\  (^i'uaíira  es]>auola  yacia 

inmóvil  y  silenciosa,  con  gran  impaci(*ncia  de  nuestros  de- 
fensons  (jue  an.>ia]>an  1=1   inoiuento  de  enviar  mortales  aiwla- 

nadas  á  los  inccndiadores  de  Valj)araiso. 

Sin  embargo  la  jornada  pasó  en  la  enojosa  inacción  d<í 
la  espcctativa. 

En  fin,  al  aca))ar  una  noclie  (pie  á  todos  pareció  eterna, 
uYi   rumor  cstraño,  semejante  al   (jue  haría   el  mar   saliendo* 
de  su  profunda  cuenca,  se  dejó  oír.  priinero  lejano,  eon^^uso, 
zund)ante,  atronador.      -  '  > 

-     Era  un  pueblo  inmenso  que  afluía  de  todas  partas  y  se 


IMPBESIONKS  DEL  2  DE  MAYO. 

piecipitalm  eu  oleadas,  llenan^lo  el  espacio  que  media  entre 
Bellavista  y  el  Callao ;  que  se  apoderal)a  de.  las  alturas,  >? 
eBanbaloindo  ^Tsftiamdiarteíi  aitTOiwíiha.  d  aire  aom  h(?lieo»fis .  a^^la • 

maciones. 

lia  fbriisa  -íM  a-Mía,  disipando  las  vaporea  dií>  'la  iiOH.*h<»  d(*s- 

cubrió -la  bahía,  que  presentaba  un  espectáculo  > imponente; 

hsLS  naves  españolas,  oon,  sii9  flámulas  y  ^gallardetes  al 
fiiri^.y  arriba  su  gente^  habían  tomado,  posición  delante  del 
pu-erto,  impasible  á  los  movipiíentos  provocativos  de  nuestro^ 
atrevidos  buquesillos. . 

Los  buques  estrangeros,  abandonando  su  fond-eadero  y 
agrupados  á  distancia,  guardaban  la  actitud  de  testigos  ea 
aquel  for>miícliaibl>e  doi-elo. 

Nubes  blancas  interceptaban  á  treclios  -el  aaul  del  cielo, 
y  sus,s(mibras  nióviles  ,dal)an  á  aquel  cufidro  un  aspecto  fan- 
tástico. .  . 

Era  ya  la  mitaca  del  dia,  y  la  ansiedad  habia  llegado  /i  su 
colimK).     Teolio^,  paredor^fes,  ']nia<^ais,  totlo  estaba  H-eno  úc.  esr 

pect^dpres,  que,  en  diversa3  actitudes,  tenían  todo$  la  vista 
fija  en  un  mismQ  pujato.  El  campanario  del  pueblo  era  el 
mejor  sitio  de  observación.  A  favor  de  un  larga  vista  color 
caído  a'ltlí,  se  vt^ía  perf^cta'ini(*nt<^  (manto  paí^alm  á  bordo  de 

los  buque?  españoles.  .   . 

De  repente,  el  flanco  de  la  Numancia  arrojó  una  llama- 
rada segnida  de  un  trueno.  La  batería  de  Santa  Rosa  envió 
al  momento  igual  respuesta;  y  una  tromba  d-e  hierro,  razan- 
do el  agua,  fué  á  hundirse  en  su  seno  rompiendo ,  la  coraza 
de  acero  que  la  cubria. 

El  combate  se  empeñó  entonces,  crudo,  terrible.  La3 
grajeadas  se  elevaron,  en  todas  direcciones,  describiendo  hu- 
meantes parábolas  venian  á  caer  sobre  la  muchedumbre,  que^ 
lejos  d.e  huir  se  arrojaba  sobre  ellas  y  las  desarmaba. 

— En  nombre  del  cielo,  señoras,  bajen  ustedes  de  es» 
torre.— -esclamaba  el  gobernadoi;. 

,  — Los   enemigos   tienen   cañones   d'C   mucho   alcance,   y 
puede  llegarles  una  bala. 

T^Evíenos  usted  mas  bien  la  bandera  de  la  gobernación, 


:í9  )  LA  BEVISTA  I>E  BUENOS  AIBES. 

para  hacerla  flamear  en  esta  altura^  y  que  nos  miren  los  gu^ 
dos — respondió  la  señorita  Juana  B. 

lima  salva  de  aclamaciones  estallo  en  ese  momento,  aho- 
gando el  ruido  del  combate,  ^ué  la  motivaba? 

Una  de  las  naves  españolas  yacia  de  costado  y  mojaba 
sus  mástiles  en  el  agua.  Vino  otra  á  ocupar  su  lugar;  y  el 
f u-ego  conÉKBuyó  áe,  iwtA  y  otna  piawte,  matrióo  y  'mortífero. 

En  lo  mas  encarnizado  del  combate,  viose  de  repente 
surgir  un  hombre  pegado  al  asta  de  una  bandera  de  las 
baterías,  arrollada  por  el  viento,  elevarse  can  la  ajilidad  d»^ 
un  acróbata,  llegar  á  lo  alto,  dar  al  aire  el  pabellón  nacio- 
nal, y  dieftc»Hn)(li*r  k^^tia'iniwit'e,  cleí^afiaindo  Jíís  halas  í\m<'  Movian 

sobre  él. 

Habríamos  dado  un  mundo  por  reconocerlo;  pero  ei 
alean(*e  del  largavista  no  llegaba  á  tanto.  Sin  embargo,  per- 
«litíaímiOB  ver  los  <^optihs  bo<iu>etia;  abiiertos  por  nu/crátras  ha 

las  en  las  naves  enemigas,  y  el  estrago  y  la  consternación 
<leirrafiii«a<lo8  en  mi  gef«f».     Oaufe  «nKlanadia  d-p  miw^tras  batcarós 

rebotando  en  la  superficie  del  agua,  les  llevaba  la  muerte, 
envuelta  en  de»  elementos.  Ah!  sin  el  funesto  acontecimiento 
<iue  arrebató  al  ilustre  Galvez,  y  con  él  á  tantos  valientes, 
])rivándonos  de  la  única  bateria  que  podia  llevar  este  nombre, 
ninguno  de  esos  fanfarrones  i ncondi adores  de  ciudades  iner- 
mes habría  vuelto  á  su  península,  para  aumentar  el  oprobio 
de  su  derrota  con  los  honores  del  triunfo. 

— Señoras,  los  heridos  llegan:  es  hora  de  ir  al  hospital 
— gritaron  de  aliajo,  muelios  (pre  anhela'lwui  nqn^]  puesto. 

Al  llegar  á  Ja  primera  sala,  donde  estaban  ya  acostando 
á  los  heridos,  para  hai^erles  la  primera  cura,  sentimos  una 
estraña  denotaí*ion  (pie  hizo  temblar  la  tierra,  y  rompió  los 
vidrios  de  algunas  ventanas. 

FA   luiumo  íám«»tro  ¿pejisaim vento  at.rav(*j?()  la  miente  de 

todos:  pero  nadit*  tuvo  valor  de  comunicarlo. 

♦Sin  embargo,  muy  luego,  palpamos  la  fatal  evidencia. 
Aíiuella  hermosa  bateria  de  donde  Oalvez  dirijia  el  combate, 
habia  volado  sembrando  en  torno  los  mutilados  cuerpos  de 
sus  defensores.  Vímoslos  llegar  conducidos  por  el  pueblo  que 


IMPRESIONE»  DEIi  2  DE  MAYO.  391 

en  €«ta  ocasión  se  excedió  á  si  nusmo,  en  valor  y  abnega- 
ción. 

Cada  uno  de  nosotros  ternia  encontrar  á  los  suyos  en 
<aquellas  formas  desfiguradas,  por  el  polvo,  el  fuego  y  la 
sangre.  A  vista  de  esos  mutilados  restos,  pensé,  con  dolor, 
en  aquella  hermosa  joven  ta^n  gozosa  que  vino  con  nosotros 
la  víspera  para  reunirse  á  su  marido,  y  que  á  esa  hora  era 
ya  una  viuda  llorosa  y  desolada. 

Ijaia  aailiHfi  ded  hospital,  KMMii]>a»ikiiS  jxjir  los  ^m fíennos  traí- 
dos el  dia  anterior  del  Callao,  no  bastaron  para  recibir  .i 
•Jos  heriklos;  y  se  resolvió  orgiaiilaar  otro  eai  el  -c+^inienterio  «¿«e 

Baqiiijano. 

Allí  nos  enviaron  con  tres  hermanas,  que  instalaron  ft 
los  heridos  en  el  pórtico  y  las  viviendas  de  la  capellania 

A'pe5*a»p  di',  miie-*t»r«o  anili'eaitH»  diaseo  de  haíHorlo  todo  para 

aquellos  desdichados,  la  actividad  de  las  hermanas  do  caridad 
nos  uáuirj^a/^xa  la  anayor  p«>rt'e  «te  nuiestna  tanea  con  gra«n  peaar 

nuestro.  La  bella  Jacinta  B.,  los  ojos  llenos  de  lágrimas  y  sus 
blancaáí  manos  manchadas  de  sangre,  corría  á  recibir  á  los 
nioinlmndos,  los  ípí^lioialía  en  su  seno,  imojaifia  í?ih  tó'bios  con 

bebidas  refrigerantes  y  les  dirijía  palabras  de  consu-elo. 

Vn  giiuete  .montíaKlo  en  un  «alMiillo  hTiaínco,  i?*e  aibrió  pa- 

jio  entre  la  multitud.  Traia  consigo  dos  heridos:  uno  en 
brazos,  otro  á  la  grupa.  Recostado  sobre  su  espalda,  el 
-3noribain)do  liabia  em'papado  »eoi  sangre,  los  hom'bros,  los  ves- 
tidos y  hasta  hxs  bigotes  canos  de  su  conductor. 

Este,  dejó  al  uno  en  los  muchos  brazos  que  se  alargaron 
para  recibirlo;  se  inclinó  hasta  el  suelo  para  que  tomaran  el 
otro  sin  causarle  daño,  y  partió  a  carrera  tendida,  volvien- 
<lo  nmchas  veces  con  la  misma  carga.  Sin  embargo,  en  cada 
amo  ide  orios  'viajícts,  a'tra'vesafba  ú^  sut  á  norte  la  üínjea  de  ba- 

terias,  con  los  espacios  desabrigábalos  que  los  separaban,  bar- 
rillos á  «csaida  minuto  por  liuracaoi'ws  die  irwítrall'a.     Pero'iqué 

mucho,  si  ese  hombre  se  llamaba  Alvarado-Ortiz! 

Entre  tanto  las  detonaeiones  del  cañón  empezaban  i 
«er  menos  frecuentes,  sucediendo  á  ellas  una  tempestad  de 
aclamaciones,  que  se  elevaba,  estendiéndose  desde  el  Callan 


3»2  LA  BBVJSTA  DE  BUENOS  AlTiE-S. 

h^sta  lias  torres  *áe  JAnm,  á  vistia  ide  la  ^lerrot^.tia  *:v<9eii'ad«itt^ 
que,  mohína,  maltrecha  y  acosada  por  los  brutales  adioae» 
del  Monitor  y  del  Tumbes^  se  retiraba  al  fondeadero  que  na 
debia  abandonar,  si  no  para  ir  á  ocultar  su  vergüenza  en  las- 
lejanas,  aguas  de  Filipinas. 

La  noclie  había  oscurecido,  y  al  gozo  del  triunfo  eo- 
jnen^aban  á  mezclarse  mortales  inquietudes.  Los  gemidos- 
de  los  moribundos  nos  recordaron  con  terror  los  deudos  y 
amigos  que  hablan  ido  al  combate,  y  que  á  esa  hora  se  ha 
Harían  quizá  tendidos  en  tierra,  muertos  ó  «espirando  sin  so- 
corro alguno. 

— Al  Callao!  al  Callao! — clamaron  muchas  voces  Y 
ijina  larga  carabana  de  mujeres  partió  de  Baquijano'. 

Caminábamos,  costeando  la  banda  derecha  áei  ^smino^ 
para  «evitar  el  choque  de  los  grupos  de  gente  quí  lo  llena- 
ban yendo  y  viniendo,  envueltos  en  la  sombra-  e)rriendo^ 
deteniéndose,  llamando,  interrogando  y  prorfrnipien«lo  en 
gritos  de  alegría  ó  de  dolor. 

— Guillermo  f — clamaba  una  voz. 

— Mamá!  , 

— Hijo  <le\  allana  !  l^^ndito  íí{^h  Dios  mío  i\\w  lo  dovuí^lvi'sr 

Y  besos  mezclados  de  sollozos,  resonaron  en  las  tinie- 

t)la8.. 

—Cómo!  este  niño,  que  no  tendrá  aun  doce  años,  estaba 
en  las  baterías — ¿quién  ti^vo  la  crueldad  de  enviarlo  allí? 

— Soy  i)or  dicha,  alumno  del  colejio  militar:  es  decir 
que,  aunque  escalando  los  muros  del  ostabl<H»imiento,  me- 
pm^i^nté  <iú  conilwitc  en  corporaK^iím.  Mas  lu-^go  nos  -dise- 
minamos en  diferentes  ])ateria8.     Yo  elejí  la  de  Chacabuco. 

—Entonces  conoció  usted  al  joven  A]>^\  Galindez? 

— Murió  en  la  esplosion  de  la  torre  de  la  MeríMKl. 

— Abel!  hermano  mioü! — Vn  grito  terminó  -esta  dolo- 
Tosa  es(*lamacion. 

lia  n^gra  silu-etia  dv  un  gi.n<4'e  í|Ute  paV)  á  miu-stix)  lailo^ 

fué,  por  todas  nosotras  reconocida. 
— Felipe! 
— P^^Iipe! 


IMI^ÍÍKSIONKS  DKL  2  DE  MAX©.  39.7 

,       1     ■    '         ■ 

— Felipe! 

— rVBsente!     Qiie  'iine   quiepe   Bsta  proof^siooi  do   fantia^- 

mas? é , Ah ! señoras  mias,  cómo  imaginar  que 

eso?  delicados  pies  transitaríin  "por  estos  andurriales  ¥ 
*  — Notáiciais!  noticias!  notajcias! 

— <iu?e  «es  de  ipi  hájo?  »lo  \m  visto  oísted  Ftelipe? 

— Ha  combí^tido  como  un  diablo  en,  la,. batería  de.Cha- 
eabi^co.     Acabo  de  hablar  con  él.  '  . 

T— Y  mi  hermano?  Entre  los  muertos  oí  un  nombre  qu» 
es  el  suyo.  , 

—Está  con  el  general  La  Gotera.  Esto  importa  decir 
<|ue  ha  ganado  mucha  gloría. 

— Y  mi  padre,  Ffelipe,  mi  padre? 

—Valiente  como  en  Ayacucho,  como  en  Junin  y  como 
siempre. 

—Y  mi  marido?  por  Dios!  hábleme  usted  de  mi  marido! 

— Ay !  compadézcalo  usted ! . . . 

—Dios  mió ! ha  muerto !  ' 

— Peor  que  eso  amigd  querida. ...  No  le  ftíé  dado  tomar 
parte  en  el  combate  !Ah!  no  pueden  ustedes  calcular  cuanto 
dolor  encerraría  para  siempre  esta  frase ;  no  pude  asistir  al 
combate  del  2  de  Mayo. 

Sí!  porque  desde  el  priüiero  al  último,  todos  los  quo 
han  tenido  acción  en  esta  jornada  han  conquistado  una  glo- 
ria inmortal.  Van  ustedes  al  Callao  ?  Pues  ahora  verán  qu^ 
fortificaciones  defendían  á  los  que  Hoy  han  reportado  tan  es- 
tpléndido  triimfo. 

Algunos  sacos  de  tierra  fueron  el  úni^o  material  emplea- 
do eoa  ia  constniíoeioai  de  <»as  baitierías,  qm^e  hoy  híin  dip-stro- 

zado  y  hecho  huir  á  una  escuadra  entera. 

— ^Y  usted,  Felipe,  ¿  qué  rol  l>a  tenido  usted  en  los  episo- 
dios de  este  hermoso  dia? 

-r-El  mejor  que  podiá  desear:  he  estado  en  todas  partes^ 
como  ayudante,  •llev^ando  <>rd'en«es  á  his  baterd'as.     En  la  de 

Ayacucho,  vi  al  anciano  coronel  Barrenechea,  subido  sobre 

•       .  '  '  ■ 

un  canon,  descubierto  el  cuerpo,  y  hecho  blanco  de  las  balas 


394  LA  BBVI8TA  DE  BUENOS  A  IBES. 

enemigas,  ppeciá'aaii'do  las  pimtftrias,  ocm  <la  la^Iidad  y  él  ar 
rojo  de  los  veinte  años. 

AI  pa&ar  delante  de  la  puerta  del  Castillo,  una  bombH 
pasó  por  encima  de  raí,  y  colándose  dentro,  estalló,  sobre  lá 
cabeza  del  centinela,  que  impasible,  echó  el  arma  al  hombro, 
esclamando  con  voz  vibrante — '*Viva  el  Perú." 

En  esíB  momento' una  detonación  espantosa  estremeció 
la  tierra  y  una  columna  de  humo  mezclada  de  eetraSo  obje* 
to  se  elevó  en  los  aires.  Era  la  torre  de  la  Merced  que  de«- 
aparecia,  arrebatando  á  los  héroes  que  la  defendían. 

Ouiaid<)o  llegué  al  oitáo  de  la  oatiftiftirof'e,  encontré  en  él 

al  coronel  Espinosa.  El  viejo  soldado  de  los  Andes,  inclina- 
do sobre  los  esco(mil>roB,  ooiupAbase  en   roeoj'er   los  carboni- 

za'ílos  iM^tm  úe¡  itos  YÍfti'iuHS,  eátt  cuivlaime  de  'las  ibalas  que 
<^aian  en  torno.  Su  alta  estatura,  su  ceño  adusto^  su^  pobla- 
rlas cejas,  sus  bigotes  humeantes,  y  aquellos  ojos  de  á^^ilu, 
le  daban  un  aspecto  sobre  m^erft  imponente.  Halló  «al 
4imigo  que  buscaba  f  Lo  i^^noro.  h^  vorágine  de  fuego  que 
vi  elevAiviB  en  el  aire  fué  horrible,  y  debió  devorarlo  todo. 

^in  embargo,  vi  la  m^uo  fraternal  de  un  compatriotn 
desenterrar  á  dos  vftlitintes  colombianos  sepultados  en  aque 
lias  abrasadas  ruinas. 

Hecordé  entonces  que  aquella  niañana  vi  llegar  dos  he- 
ridos saludado»  ^on  entusiasmo  por  los  espectadores,  que  re- 
pptian  los  nond>ro8  de  lacros  y  Suviria.  Recordé  también 
i[\\e  al  lado  de  la  camilla  que  conducia  a  uno  de  ellos,  mar- 
vJiaim  im  joven  qin'  no  quería  separairse  d-e  éíl. 

Pensando,  y  platicando  asi,  habiamos  llegado  á  las  pri- 
meras casas  del  Callao.  Felipe  nos  dejó  para  tornar  á  Lima 
y  nosotras  nos  empeñamos  en  aquellas  calles  que  conservaban 
todavia  el  olor  de  la  pólvora. 

Llenábalas  un  ruido  tumultuoso,  que  nos  atemorizó.  Era 
el  gozo  del  triunfo,  que  tanto  se  parece  al  furor. 

Quien  noa  vio  aqi^el  dia  tan  valientes,  desafiando  las 
bonn'lws  rc^Monas  de  rntet^ralla,  ino  habría  podido  rtv,onocieT«nos 
á  esa  hora,  silenciosas,  palpitantes,  asidas  de  las  pianos,  tem- 
blando como  la  hoja  en  el  árbol. 


1MPRF:810XES  DRL  3  DE  MAVO.  m* 

Una  de  nosotras  tropezó  de  repente  con  un  objeto  blan- 
do, pero  resistente.    Era  un  muerto. 

A  esa  vista,  la  banda  toda  volvió  caras  y  echó  á  correr. 
Vun  «ola  prosá^udó  mi  oannmo,  y  se  interiK)  en  ia  ciudad  cru- 

2ada  solo  por  patrullas  ó  pandillas  de  ebrios.  Era  aquella 
•qu«e  il)a  en  busca  de  su  hijo.  ¡Amor  de  madre!  ¡amor  de 
iirailn» !  ttí  'h«fi  d-e  íK>br»evivir  é  las  n^uas  itlei  iininklo  ¡ 

Uegamios  á  I)iaiq|i>ij«2io,  muy  perenediiclns  d<e  q>ue  sedo 
servíamos  para  barchilonas,  y  para  comadrear  nimiedades 
en  los  divanes  de  un  salón. 

Dividimonos  en  dos  partes,  una  se  quedó  en  Baquijano, 
é  »en'ir  «a  los  Jim'ci'os  <ltiie  win  (fu-Bdehein  «raí  Bc^Ut^vista,  la  otra 
regresó  á  Jjima. 

siempre,  como  el  dia  anterior,  llenas  de  pueblo,  qu'e  victo- 
reaba, ebrio  de  toda  suerte  de  embriaguez.  Pero  entre  em 
piuie*blo  ie»t»]>an  m-e^'íl'aidafl  las  anas  dáetánguivlias  señoras  dte  Li- 
ana,  lU'WinKio  f^nsrigo  íhi.io»H8  caíuá'lltas  .pam  üevaroe  4  íQB  he- 
ridos cuyo  cuidado  se  disputaban  con  celo  fraternal  y  santo. 
Presencié  uuí^  de  esas  escenas  que  tuvo  lugar  en  li^  Estacioii. 

— Señora,  voy  4  llevar  coninigo  este  herido. 

— Señorita,  eso  no  puede  ser,  pues  lo  he  traslt^dado  $ 
esta  cama. 

— Si  usted  lo  penuite  en  ella  me  lo  llevaré. 

— Com  qué  derecho? 

— Soy  su  hermana. 

— Oh !  qué  lántiina !  Vamos  á  buscar  otro  que  sea  solo  en 
•el  mundo. 

Pero  ah!  vosotros  que  habéis  visto  esas  bellas  manifes- 
taciones del  patriotismo  que  anima  el  alma  de  estas  hermo- 
sas hijas  de  la  benevoleucia,  guardad  vuestra  admiración  pa- 
ra otras  mas  meritorias.  Id  á  verlas  ahora,  en  la  mortal 
e¡)idemia  qi^e  está  diezmando  al  pueblo,  id  á  verlas,  desafian- 
<lo  el  oontajio,  arrodill0,das  á  la  cabecera  de  los  enfermos, 
<Milaimisej<a<ble  miiwaKla  kW  ipobre,  donde  su  tafbn'Ogacian  ha  de 
•tlW'íílar 'ignoradla  ;  fonteiiiípl-actlas  alllí,  y  postnaos  y  adoradlas 

JTTAXA    MANt'ELA    GOBRITI. 


DERECHO 


^A^iSTENCIA  DEL  SUPERIOR  TRIBUNAL  DE  JUSTICIA 

Dictada  (H  un  vonfHvio  (h  atribución  cntn  el  Pcxler  admi- 
jmtrativo  y  el  Podrr  judicial  con  motivo  de  la  mensura 
de  una  pro¡ñeda4l  privada  que  incluía  sobrantis  dcf 
í.:.i2ao. 


Entre  nosotros  qae  marchamos  desori-entados  y  á  tien- 
tíus  en  materias  (k*  I>(-re(-lio  wdnnmwtratixx)  y  que  nos  toman 

de  nuevo  y  aun  nos  son  desconocidas  muchas  de  las  cuestio- 
II (*3  á  (\\w  paiicíle  <la.r  hi^iir  eil  alK-amie  n^x^etivo  d<í  las  juris- 

(iieciones  de  los  poderes  públicos  constituidos,  conviene  que 
sean  recojidas  con  interés,  para  salvarlas  d«l  silencio  y  del 
olvklo  á  que  aerian  relef?adas  entre  el  polvo  de  los  autos  en 
que  fueron  dictadas,  las  decisiones  de  nuestros  Tribunal*» 
entre  la  auitori .hwl  adiuiniíitrativa  y  -el  poKW  juKÜi'ial,  siquie- 
ra para  tener  en  ellas  una  guia  que  indique  el  camino  «a 
adelante  en  los  casos  análogos  que  ocurran. 

En  nuestra  desautorizada  opinión,  la  sentencia  que  va- 
mos a  trascribir,  merece  cumplidamente  la  calificación  de^ 
notable,  atento  lo  delicado  y  difícil  de  la  cuestión  resuelta. 

La  (^on'stítu(*ion  í\v!q  nos  rige,  al  dcsliiwlar  la  esfera  de 

acción  de  cada  poder  publico,  los  hace  libres  6  independientes 
y  íjuLítrc  <i'Uie,  coiiio  .los  atjtros  en  «us  órbitas,  girem  siempre  er» 
mi  órduní  arnimi':*o  (fuc  Ici*  prt''«'\»'ri'bo,  sin  (íliotfuts  ni  pcrtur- 
bíW'iom^s  jaanás. 


TRIBUNAL  DE  JüSTRlA;  3i)r 

'  Pero,  este 'deslinde  constitucional  que  se  diseña  en  sus 
rasgos  mas  prominentes,  suele  aparecer  en  la  práctica  con- 
fuso y  no  bastante  explícito,  principalmerlte  en  aqu-ellos  asuii%- 
tos  que,  como  el  de  que  trata  la  sentencia  que  forma  el  tena 
de  nuestro  escrito,  su  naturaleza  hace  aproximar  tanto  1& 
jurisdicción  civil  y  la  administrativa  que  parece  borrada  por 
completo  la  línea  constitucional  de  separación. 

En  tales  casos  la  armonia  se  interrumpe,  el  choque 
tiene  lugar  y  la  lucha  que  se  provoca,  adquiere  un  carácter 
esencialmente  político,  porque  se  trata  en  ellas  del  círculo 
á  que  se  estiende  la  acción  de  los  poderes  públicos  y  de  la 
independencia  mutua  que  deben  tener  en  el  ejercicio  de  sus 
funciones. 

Esta  sola  consideración  hace  ver  la  importancia  social 
de  la  decisión  y  cuan  ardua  y  delicada  es  la  tarea  de  discernir 
en  tales  casos  la  competencia,  sin  lesión  de  las  atribuciones 
del  poder  á  quien  se  le  deniega. 

Aun  sin  e'-to,  ])aístari'a  J-a  noveda-d  del  oaí»,  pu'es  es  el* 

primero  que  se  ha  presentado  ante  nuestros  Tribunales  so- 
bre competencias  en  mensuras  en  que  aparecen  reunidas  la 
propiedad  privida  y  la  fiscal,  para  que  despertase  una  legí 
tima  curiosidad,  cuando  no  interés. 

II. 

Difícilmente  podrá  apreciarse  á  la  simple  lectura  de  la 
Sí^uitt^iic-ra,  l-a  ouestion  (iine  resuelve  tal  cinail  es  en  sí  máünuí, 
sin  iH^eordar  <;iertois  íintpooílentcs  que  la  preserntaoi  ^i  toda 

su  fuerza,  en  toda  su  importancia. 

Vamos  á  acometer  esta  tarea  que  se  nos  facilita,  por 
haber  escrito  otra  vez  sobre  la  misma  cuestión;  {Véase  ''La 
Tribuna*'  del  28  de  mKirzo  de  1866)   así  nos  liiirítaremos  á 

trascribir  lo  conducente  en  los  lugares  oportunos. 

Las  mensuras  de  las  propiedades  privadas  son  del  resor- 
te de  la  justicia  ordinaria,  así  como  las  de  los  terrenos  pú- 
blicos (1)   son  de  la  competencia  del  poder  administrativo. 

7.  Al  'ílo'ir  terreno**  ** públicos''  en  vez  de  terrenos  **ílel  E.-i- 
tado, ''   como  oorresponderia   en   rigor,    no    hacemos    mas   que   confor- 


*t 


98  LA  KEVISTA  DE  BUENOS  AiKES. 


Pero,  cuando  se  mide,  formando  un  solo  cuerpo,  una  pro- 
piedad particular  con  inclusión  de  los  sobrantes  del  Estado 
que  existan  dentro  de  los  limites  que  tenga  «stablecidos  ií 
quien  compete  su  conocimiento?  ¿quien  debe  decidir  las 
cuiestionres  quie  los  profpiietiarios  lindoros  suscitam  súhre  690& 

mismos  limites? 

III. 

Los  terrenos  que  se  llaman  sobrantes,  deben  su  existen- 
cia a  los  defectuosos  instrumentos  con  que  se  ejecutaban  en 
otro  tiempo  las  mensuras  y  al  poco  esmero  y  escrupulosidad 
que  ponian  de  su  parte  los  agrimensores.  Así  es  que,  al 
Tííifítif.iiiíiansie  hoy  esjis  nw^nsuras,  se   (^(•'ueaitra  por  regla   gre 

neral  que  abarcaron  mas  estension  de  la  que  ellos  se  pro- 
]>onian. 

La  propiedad  de  estos  exedentes  respecto  de  la  estension 
que  espresa  cada  título  de  propiedad,  fué  de  práctica  al  prin- 
cipio de  atribuirla  al  Estado  y  mas  tarde  por  una  ley  es- 
presa. 

'*  Cuando  el  Poder  Ejecutivo  que  es  el  encargado  de  la 
distribución  y  enagenacion  de  las  tierras  públicas,^  conce- 
de la  venta  de  un  sobrante,  lo  que  le  importa  saber,  para  la 
liquidación  del  precio,  es  su  estension  superficial  y  á  ese  fia 
ordena  la  mensura.  La  ubicación  especial  dentro  de  \o& 
límites  de  la  propiedad  que  los  contiene,  le  es  indiferente, 

s 

siendo  esto  um  negocio  que  concierne  al  denunciante.  Ei 
conocimiento  de  la  superficie  puede  obtenerse,  midiendo  el 
todo  amojonado  y  comparando  el  área  que  encierra  con  la 
(|ue  indican  los  títulos  y  si  aquella  es  mayor,  la  diferencia 
será  el  sobrante;  ó  bien  se  puede,  ademas  del  conocimiento 
de  su  superficie,  desligarlo  materialmente  de  la  propiedad* 
ubicándolo  y  amojonándolo  con  designación  de  sus  distancias 
lineales,  sus  rumbos,  sus  linderos  y  su  figura  geométrica^ 
todo  lo  que  queda  desconocido  en  el  procedimiento  pri- 
Miero." 

viarnns  al  uso  establecido  entre  nosotras  que  confvndo  ambas  deao- 
aiiBaciüBe«. 


TRIBUNAL  DE  JUSTiaA.  ,      Sr? 

'*  Cuando  el  propietario  del  terreiu)  principal  es  el  oon- 
eeislDaiíairio,   la  primera  aI>effíae¡¡on   ílema  el  objeto   tan   bi^en 

i 

para  él,  como  para  el  gobierno ;  porque  no  necesita  la  linea  de 
separación  entre  dos  terrenos  de  los  cuales  el  uno  le  pertenece 
y  el  otro  vá  á  pertenecerle  y  que  seguirán  formando  un  todo 
como  hasta  entonces." 

He  aquí  la  esplicacion  de  esas  mensuras  de  terrenos  que 
en  parte  son  del  instado  y  en  parte  de  los  particulares. 

'^Por  una  uniformidad  de  ideas  muy  significativas,  en 
los  innumerables  caaos  ocurridos,  y  que  han  llegado  á  su 
térmosio  ipacifioaonlente  y  eim  ninguinia  ooortíeinda  de  joiirísdic- 
-fdooQ,  se  hti  itiarehado  si^npre  par  el  'jndsmo  oafmizK),     co- 

menzando  por  la  via  administrativa  hasta  obtener  la  conce^ 
sinjo  de  vK?iiita  de  los  íjobramites  con  la  órdein  de  prooeder  á  sii 
mie^iBUira;  dieteniéndose  pttra  ttnnar  la  vita  jardúcjiail,  preoisa- 
mente  para  cumplir  esa  orden  de  mensura.'* 

En  esto  por  lo  pronto,  descubriremos  una  razón  de 
conveniencia.  **Si  el  conceiMonario  tramitase  el  eiipedient^ 
^e  meD;9ura  ipcT  affit^e  el  Oobiemo,  y  siiendD  iiDdiapeosable  pam 
^veri^i»r  Tos  sobrantes,  inedir  el  'terretio  total,  habriA  sopor- 
tado  el  costo  de  mía  operación  sin  ocmseguir  la  mensura 
judicial  de  sni  propiedad,  lo  %ue  es  nniy  importante  entre 
nosotros,  por  regir  sin  eseepcion  el  principio  de  que  los 
mojones  se  ponen  por  autoridad  de  la  justáeia  y  el  agrimen- 
sor autorizado  por  el  gobierno  carece  de  f€tcultad  para  esta- 
blecerlos con  valor  judicial  en  aquellos  limites  de  la  pro- 
piedad  particular  que  deslinde  con  otros  terrenos  de  igual 
naturaleza c  su  comisión  se  concretaria  a  amojonar  solo  la» 
lineas  del  sobrante." 

'*Por  el  contrario,  siguiendo  la  via  ordinaria,  al  pro- 
pio tiempo  de  llegarse  al  conocimiento  de  la  estension  de 
los  sobrantes,  con  lo  que  queda  cumplida  la  exigencia  del 
gobierno,  se  opera  la  mensura  judicial  de  la  propiedad. " 

El  gobiienno  aioató  siempre  este  prociediimi'ento  y  aim  lo- 

sancionó  espresamente,  cuando  aprobó  las  instrucciones  par% 
}fm  ogrímieaisores  á  quiemes  se  les  faoulta,  (piara  que  mdviymit 
ÍM  fiobraoftes  qfue  existan  dentro  de  los  limites  reconocido» 


4UÜ  LA  REVISTA' DE  BUENOS  AIRES 

de  la  ])i'0]>ie(lad  que  midan,  si  el  propietario  les  manifiesta 
su  resolución  de  solifitarlas  del  Superior  Gobierno  con  arreglo 
á  la  ley. 

A  llora  bi<en,  no  obstante  esas  razones  de  conveniencia 
t^ara  el  jtropietario  (*oneesionario  de  los  sobrantes,  esa  prác- 
tica generalmente  seguida,  ese  acatamiento  y  esa  sanción 
l)(>r  parte  del  poder  administrativo  al  procedimiento  de  que 
venimos  tratando  uno  vé  distintamente  que,  en  la  venta  do 
iin  sobrante,  no  hay  mas  que  un  negocio  esencialmente  gu- 
benvativo  y  qm^  mío  <k'  los  tráiniitcs  i-ndispi^n-saíbles  á  qaue  se 

llega  ])ara  verificarlo,  es  la  mensura  y  entonces  renace  con 
igual  fuerza  la  duda  de,  ¿quién  es  el  Juez  de  esa  mensura, 
^•uando  los  sobrant-(\s  se  dejan  indivisos  con  la  propiedad 
que  los  contiene? 

S(»gun  la  sentencia  es  el  Ju<iz  Civil:  hela  aquí — 

IV. 

**  Vistos  nuevamente: — Considerando  que  X ....  solicitó 
•^*  ^••ii  »t»tii(Mii'bre  de  186IÍ  A  ún^ealkuk*  ú^*  su«  tt^mnios  aiitt*  irno 
*'  'de  los  Juecí^  d(»  1.a  liistíuxcia  «i  lo  <4^'i'l,  qxve  verificado  esto 
**  el  De])artanH»nto  Topográfico  en  su  informe,  propuso  mu- 
**  dificaciones  á  los  limites  entre  la  propiedad  de  X. .  y  sus 
'*  limletxw  los  hert^doros  <le  Z..»  y  los  cu-aUv  fu^eron  roásti- 

dos  por  el  primero: — que  mientras  aquello  ocurría,  J. . 
como  interesado*  en  la  testamentaria  de  Z...  habia  pedido 
en  oetubre  S  de  USiV,^  al  gobierno  la  compra  de  un  sobrante 
existente  entre  el  terreno  de  la  mencionada  testamentaria 
y  A  de  X.. : — qxu^  otorgada  se  píxHvJió  pnra  su  averíjgiia- 
eion  á  la  mensura  de  ambas  propiedades,  la  cual  fué  pro- 
te-itnd.i  |)or  X..  |M!iv|ue  alteraím  su-í  Hniitt^.  liabitniHli)  itlo 
mas  allá  de  las  nioditicaciones  propuestas  por  el  Departa- 
mento en  los  autos  di»  In  mensura;  que  este  en  su  informe 
"  [i\  la  nuMWura  vle  Z..."^  insiste  en  i^as  im^inas  modáfi<*acio- 
'*  nos  de  (iiie  mas  arriba  se  ha  hecho  referencia: — (pie  como 
*•  s,»  dt'-pi%Mul.»  de  lo  ri']:i<-i<uia.lo.  ha  jíurgi.lo  entn^  X..  y 
*•  los  heredtM-os  de  Z. .  una  c\iestion  sobre  establecimiento 
"**   de  sus  límites:  (pie  tratándose  de  propiedavlos  privadas,  su 


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TRIBUNAL  DE  JUSTICIA.      _  401 

I 

conocimiento  corresponde  iprivativamente  á  ^la  jiistifia< 
civil,  debiendo  ademas  notarse  que  ante  ella  nació  con 
anterioridad  y  que  eí  mismo  J. .  ha  ocurrido  allí  á  gestio- 
nar su  derecho;  que  la  circunstancia  de  haberse  encontra- 
do un  sol)rante,  que  no  se  desconoce  y  cuya  vhioacion  no  se 
ha  rcO'Hza<lo,  7io  confiere  al  Poder  Ejecutivo  jurisdicción 
para  entender  en  la  cuestión  de  Itmiies  y  en  la  que  nece- 
sariamente tendria  que  entrar  á  pronunciarse — sobre  la 
mensura  he(*ha  para  su  descubrimiento,  que  en  semejante 
situación,  dohe  esperarse  á  la  terminación  del  juicio  prin- 
cipal ante  la  justicia  civil  para  que  fijados  los  verdaderos 
deslindes  hoy  controvertidos  y  conocida  la  estension  de 
tierra  perteneciente  á  cada  uno  de  los  contendientes,  que- 
k\\^.  ]i"al>ilitai(lo  -el  Gobiio-mo  para  la  doc-i^sion  <lel  aicces»rio 

que  es  el  relativo  al  sobrante,  lo  cual  es  de  su  competen- 
cia y  por  último  que  como  consecuencia  de  lo  espuesto  es 
arreglado  á  los  principios  legales  la  declinatoria  de  juris- 
dicción deducida  por  X Por  esto  se  reforma  el  auto 

'*   rppíurrido  ote.  *ptc*. — 8  éi^  ju»lio  de  1867.'^ 

Como  se  vé  en  el  caso  particular  á  que  se  refiere  esta 
sentencia,  un  propietario  se  dirijió  al  Juez  civil,  como  cor- 
respondia,  podiéndole  la  mensura  de  su  propiedad,  y  el  otro, 
que  era  concesionario  de  los  sobrantes  que  existian  dentro 
de  los  límites  de  la  suya,  para  dar  cumplimiento  al  mandato 
de  mensura  que  le  impuso  el  Poder  Ejecutivo  y  separándose 
de  la  práctica  uniformemente  seguida,  pidió  ante  el  mismo 
poder  la  autorización  para  proceder  á  ella. 

Verificadas  sucesivamente  ambas  operaciones,  estuvie- 
ron desacordes  en  el  establecimiento  de  la  línea  común  divi- 
soria entre  ambos  terrenos  y  fueron  recíprocamente  pro- 
testadas. 

De  aquí  resultó  que  la  misma  cuestión  fué  llevada  ante 
dos  Jueces  distintos — Declinada  la  jurisdicción  de  uno  de 
ellos,  del  gobierno,  éste  no  hizo  lugar  á  la  declinatoria  y 
d'CfslHtrándo.'íe  <H)inpcitente,  fué  ntecesario  apt^laír  ante  el  Supe- 
rior Tribunal. 


4(»2  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBE». 

LoB  principales  fundamento»  de  la  sentencia  trascrita^ 
los  descubrimos  en  los  considerandos  si^^uientes : 

1.0  Que  no  habiéndose  ubicado  el  sobrante  encontrado 
dentro  de  los  límites  del  terreno  de  los  herederos  de  Z.,.. 
el  límite  contestado  debe  considerarse  divisorio  entre  la* 
propiedades  ])rivadas  de  egtos  y  de  X..  En  efecto,  solo  la 
ubicación  de  los  sobrantes,  si  se  hubiera  hecho  v  corres- 
jKmdido  colocar  los  linderos  al  terreno  de  X..,  como  lo  in* 
<li<'«.lí«  el  (kMMincimite  J. .,  ha-hria  ¡H>irulo  di^nustrar  «i  la 
límea  im  <niwtion,  diAniilin  ■(•tiw.tiAiaüueoite  la  propiesvlad  ilt*  X.. 
úA  sobramt^»  <lc  iK^nt-tnitemcia  píiWi<.«. 

2.0  Que  deben  fijarse  primero  los  verdaderos  d^sl in- 
citas de  la  ])ropied«d  privada,  que  es  lo  í>rincipal,  para  cono- 
cer la  estension  tic  tierra  (jue  perten<M*e  á  c^da  uno  de  lo« 
<HmteiiJ'cnti*s  y  lo  (jue  (pn^la  do  sobrant*^  ^fue  es  lo  acceso- 
rio. Si4»ndo  ItKs  sobrantes  lo  (fiie  qu'CKla  d-espu-es  tle  integra- 
da la  propiedad  privada,  es  necesario  comenzar  por  esta- 
bhMt*r  lo«  líinitcR  <te  ésta  y  rt»«oilver  las  <'íu«estion<«  que  se 

promuevan,  i)ues  sin  esa  seguridad  la  estension  de  los  so- 
brantes no  puede  determinarse  y  aun  su  existencia  pued«? 
ser  incierta. 

V. 

Vamos  á  permitirnos  consignar  aquí  algunos  de  lo& 
fundaníentas  con  que  en  1866,  defendiamos  en  tesis  general 
la  t»ompetcncia  del  Juez  civil  en  las  mensuras  de  propiedades 
privadas  que  incluían  st>brantes  del  Estado;  cuando  no  s? 
l<s  ubicaba. 

— **   Los    niojone^í   establ«»i'idos   de    una    pn^pieilad    que 
contenga  sobrantes  son  llamados  y  tH>nsidcrados  como  limitü 
tivos  tHHi   hus   pra}>it\ladi^  que  la  nxltMji  y  coniserva   como 

lindenxs  legales,  aquellos  que  señala  el  título  y  en  quienes 
fMilaiiKaito  pucvle  rei»oiKKvrse  la  personería  ni\>'saria  para  g»*s- 

tionar  K^  derechos  que  crean  las  relaciones  de  vecindad." 

"Tómese,  sino,  un  límite  cualquiera  de  esa  propiedad 
y  prt^giintese  á  quien  pertenece  y  siempre  se  c<ui testará  qu? 
d*»  luvho  y  de  denM^ho  es  divisorio  y  común  iH)n  la  propiv^a»! 


TRIBUNAL  DE  JUSTICIA.  40$ 

lindeína  que  seríalja  el  tí-tonto  y  eí  aimojo'na'miienjtx)  exÍ3t€ín.t<». 
Dése  vuelta  al  rededor  de  la  propiedad,  investigando  lo  m¡s> 
UK)  en  cada  uno  de  sus  límites  y  siempre  se  hallaráTi  Hucas 
3imi(t«itivas  entre  piroipiodadies  priviatilaB,  de  cuyas  contesta- 
ciones €8  el  Juez  Civil  el  único  competente." 

"'Mientras  los  sobrantes  no  se  desligan  materialmente 
de  la  propiedad  que  los  contiene,  no  adquieren  una  existen- 
cia determinada,  andan  como  flotantes  porque  no  se  les  puede 
esignar  lugaa*  y  los  miejores  -die  la  propdíedwd  con  <íue  apare- 
cen confunididos,  contiinújain  an  La  eterzua  misión  de  fproclaimiar 
para  con  los  linderos :  hic  <iger  meus,  iUe  tuiLs. 

— '*La  competencia  administrativa  en  esta  clase  de  men- 
suras parecería  aceptable  y  con  algún  fundamento,  si  la  ezÍA« 
tencia  de  los  sobrantes  de  que  es  dueño  el  Estado  y  que  no 
son  mas,  permítasenos  la  palabra,  que  los  recortes  de  la 
propierflad,  Jo  ¡lieiena  condomiinio  del  teri^eno  total  que  los. 
cnioieraa;  pero,  no  <es  así: — Cuiaindo  dos  i>eraooiaj3  i^oan^ran 

conjuntamente  una  cosa,  el  todo  es  de  ambos  y  de  cada  una 
de  ellas ;  esto  es  el  condominio ;  mas  en  el  caso  de  los  sobran 
tes,  no  puede  decirse  que  el  dominio  total  es  del  Estado  y  del 
particular: — El  Estado  no  es  mas  que  el  dueño  de  los  so- 
brantes, que  están  sin  dividirse  de  la  propiedad  privada. 
Mientras  permanecen  incorporados,  produciéndose  puede  de- 
cirse, una  especie  particular  de  accesión  artificial,  no  hay 
otro  dueño  del  todo,  que  el  de  lo  principal,  que  es  la  pro- 
(poiediad  privaidia,  liasta  tamto  quie  lio  accesorio  quíe  es  -el  sobraai- 

te  no  sea  separado — En  todas  las  cuestiones  con  los  linderos 
del  todo,  su  personería  es  la  única  admisible  y  legal^  y  no 
podrám  eomaidiaiiarae  samo  como  ¡mieras  duestioin'es  entre  imite- 

reses  privados,  en  cuya  decisión  nada  tiene  que  hacer  el 
Poder  administrativo. 

**  Cuando  el  Juez  civil  aprueba  y  resuelve  las  cuestiones 
de  límiijeB  que  puiede  hjaioer  sui^ir  la  memsura  de  urna  prorpie- 

dad  particular  que  contiene  sobrantes,  no  aprueba  por  e] 
hecho  lia  menjsuira  especial  de  estos,  que  incumbe  hajcerlo  al 

Qobierno  y  por  lo  tanto  no  hay  intromisión  de  un  Poder  ea 
las  atribuciones  propias  del  otro — ^En  efecto,  la  mensura  dd 


404  LA  REVISTA  DE  BÜEXOS  A1RE3. 

un  terreno  es  •ejercicio  práctico  de  la  acción  finium  regun- 
dorupn,  es  la  averiguación  y  arreglo  de  sus  liúiites,  fijaáos 
materialmente  por  ciertos  signos  que  se  llaman  mojones — 
Ahora  bien,  la  averiguación  de  la  superficie  de  los  sobrantes, 
que  es  lo  í(iie  verificía  la  opeauuíion  de  qvae  venimos  tra- 
tando, no  determina  ni  la  ubicación,  ni  las  distancias,  ni  los 
limites  qu<e  le  corresponden  á  la  superficie  hallada;  por  con- 
sigiente  no  hay  mensura  de  sobrantes. 

Si  por  una  mensura  en  las  condiciones  espuestas,  resul- 
ta  que  no  se  opera  la  meoisura  ■especia»!  de  'los  sobrantes, 

entonces  aunque  se  practicase  aquella  operación  por  el  man- 
dato del  Poder  administrativo;  le  faltarla  la  base,  el  hecho 
definido  y  judiciable  eapa^z  de  ejercitar  su  jurisdicción.  Desde 
que  no  existe  la  mensura  de  los  sobrantes,  falta  la  cosa  que 
se  ha  de  juzgar. 

— Para  sostt'iKy*  la  comjx^tH^ncna  adiniimst nativa  en  el  caso 
di*  (iu(*  trata  la  sonti^m'ia  inserta  mas  arriba,  eil  (ioW'emo 
ha(4H  Piftií*  úniíH)  argiim'ento : — 'M>t*«:i(»  q\w  se  confin^sa   que. 

*'ya  sea  una  línea  ú  otra  la  que  subsista,  (habla  de  las  do3 
'*iíii'Kis  'pn  ojpíHii'ifm  (\\w  traza'lwn  aanlwis  nw-nsuras.)   ha>bri 

'*  siempre  sobrantes  en  el  terreno  medido,  el  Gobierno  se  de- 
** clara  competente.*' 

Sin  la  ubicación  particular  de  los  sobrantes,  se  tratará 
f?í)lo  sobre  uiia  líiiiia  divi.s(>m<a   t^'tre  -doK  ]vropi(\lml'0!S.   seirá 

una  lucha  entre  dos  intereses  privados,  sin  que  sea  capaz  a^j 
desnaturalizarlo  la  aparición  como  en  lontananza  de  un  so- 
brante del  Kstado,  que  se  sal)e  que  existe,  pero  que  no  se  Ve 
puede  asignar  lugar. 

— '*No  basta  avlvMíwus,  que  <m  un  negot'io  iaitervcoiga  uu 
interés  fiscal  mas  6  menos  remoto,  presunto  ó  efectivo,  pan^ 
que  le  competa  decidirlo  al  Poder  administrativo,  como  pre- 
t»im'(kí  <^1  aTgiimientx)   niinist.eri'ail,  ]X)r(|Uit*  eaitonoas  su   juris- 

diccion-  al>arcaria  casi  la  universalidad  de  todos  los  asuntu». 
Y  sin  embargo  no  es  así. 

''¿Se  quiere  encontrar  un  caso  en  que  el  fisco  esté  mas' 
directamente  interesado  que,  cuando  en  una  sucesión  inteír 


TRIBUNAL  DE  JUSTICIA.  4ür 

■ 

tada  lel  sclo  que  se  'preseoite  wmo  hereílero,  es. un  parieoite 
colateral  en  quinto  ó  sexto  guadot 

''Sabidas  son  las  disposiciones  encontradas  .de  .nuestras 
leyes  al  determinar  el  derecho  á^  la  herencia  de  esto  ^elase  dd 

(pariienties,  Tioiia  lo  haioe  Hogar  hiasta  el  cuíarto  graido  y  otra 

hasta  el  décimo,  y  np  obstante  su  interés,  el  gobierno  no  se 
abroga  su  conocimiento,  sino  que  espera  pasivo,  el  fallo  de  lo*í 
Tpibim'ales,  con  la  partáou'laíriidad  anuy  dágna  d*e  notarse  qane, 
la»  espefpanzas  fisoailes  ot  casos  análogos,  deben  sfu<frir  el  mías 
ptanoeio  sobresailto,  pues  unía  /v^ez  h^n .  reeibido  el  lualago  do 
oir  proclamar  en  última  instancia  el  cuarto  grado  y  otra 
vez  el  desencanto  de  la  acepción  del  décimo.      # 

**Si  bastase  su  interés  para  hacerlo  competente,  lo  seri^ 
en  toda  herencia  fwr  testamento  en  que  el  Pisco  tuviera 
parte  como  legatario  por  ejemplo,  porque  interviene  en- 
tonces  un  interés  real  y  efectivo  a  su  favor. 

— Eist^s  cai'estioDes  díe  límites  en  qu»e  se  pone  al  fin  ©n 

trasparencia  un  juicio  de  propiedad,  son  por  su  índole  de 
la  competencia  del  poder  judicial.  El  Estado,  los  pueblos, 
las  corporaciones  cuando  son  propietarios,  tienen  la  consi- 
deración de  personas  jurídicas  que  están  subordinadas  al 
imperio  de  la  ley  civil,  en  cuanto  concierne  á  la  estension  del 
derecho  de  prpopdediad,  á  sns  efectos  y  á  l»as  acciones  que  las 

leyes  otorgan  á  ilos  qoie  siemlo  doieños  '\'en  á  otros  ííipoderarse 
de  Jo  que  les  pertenece. 

Delante  de  esta  vendaid  de  prineipios  ineontestaiWe  en  la 
juirisprudeneia  universaíl  ¿sobre  qoie  ba'Se  itívanitaria  el  Po- 
der admíiinisti?ati\'o  su  ju.ri>3Llfi'íieáon  para  proclama pse  juez  dá 
estas  menisiiras,  de  estas  cueí5tionies  ? 

— **Eí3tá  rwonooido  en  «todas  p^artes  que,  las  contesta- 
CTon)es  íiue  ti'onen  por  objeto  la  propiedad  ó  dos  derechos  pea- 
las sobTHí  la  propiedad  raiz,  perteniecen  exíílusivamente  á  los 
tribuffiaJes  ordiwaráos — ^Y  esta  regla  se  apliea  á  todos  los  ca- 
sos; sea  i\\ve  'temgan  lugar  entre  piartiíuiilaj^es  ó  entre  partieu 
lares  y  0I  Estado  6  las  corporaciones. 

Como  consenniieneiías  de  este  principio,  Qos  tawtoiies  niegan 


z  t 


<  i 


4  i 


<  i 


406  LA  BEVÍSTA  DE  BUENOS  AIEBS 

•la  •eoinpeteaKim  <d>el  Podsar  administraftávo  en  ieñ  meskBfurss  de 
tei'^renos  del  Eat^aido  qu>e  liiiíd»aíii  enm  propi-ed-ades  prifv«üdas. 

'^  La  acscion  ide  taimoj<niaai]tkTito  tes  aiplioablie,  fm^Lnieaite 
**  á  las  íh'eT!ed«íd'tí8  ru'r«ad«es  qae  ¡perterneo&a  «•!  Estado,  á  las 
<50iu?uiiiias  y  á  los  ipartiioiillares — Se  esceptóan  loe  objetx»  de- 
iptJDicMieiuttís  did  itoiiiimo  publioo,  eonio  íjalles,  oamiiuos,  p^ki- 
■/üiH  de  guerra,  lete.  Es  á  da  Adftndnistracioai  á  qud-eoa,  corres- 
ipoDiden  fijar  «el  ilímTt»e  de  estos  objetos  ''  Cinraasoiii — ^Ti>ai 
té  d«e8  «actions  posse-ísoires — «páj,  433) — Mt.  Jiaá  di<5^  i^asLnieu- 
jii^eote  i}Wi  por  regüa  gieii*e«r<ail,  .el  taino jonarniento  entre  propie- 
<l»dee  del  Estado  y  d^e  los  partá^eulares,  deibe  ser  operado  por 
los  tpiibii!oa(l'es'  ordinarios,  con  <^xepcion  <le  l-as  dcpendoneia;^. 
<lel  »(lo>nimio  pnlíJico,  <i'iie  aw)  ipiieíl-en  sea*  deliinitadias  sino  por 
hi  a«ut(>nidad  adininiatrativa.  (Traite  du  !bopna»g»e — ^páj.  77.) 
Si,  pu'es,  esta  «es  fia  vierdadera  doetriioa,  tratándose  de 
dividir  ternenos  deQ  Estado  óe  ios  de  pertemen-ciia  pairticular, 
<*on  ma^xiir  razoo  iserá  ¿noonipetientte  el  Poder  administnativo 
paira  c-onoíser  (m  iweinmiraB  de  propiod'ad'es  privadas  qaie  in- 
<*lirye'n  cobrantes,  cuya  ubioaoion  ap(areoe  deBeonocidia. 

Julio  de  1868. 

JUAN  SEGUNDO  FERNANDEZ. 


ADVERTENCIA. 


La  a'}>ii!iiitlia'níc?i«a  <!«  m'at»m«l'es  nos  obliga  á  retirar  de  i*s- 
t.e  núiiwiro  kxs  trabajos  «de  la  radacicáan  y  "varios  otros  de  oola- 
bormiores.  Damos,  ipu-es,  naieva/iiüente  las  Raicitas  á  los  lalíO- 
tíosos  ííast(^n/edor(»s  <lie  La  Rei%sta  de  Buenos  Aires,  qu-e  ten 
■eapontánieamente  nos  fiavoreoeai  con  siis  es^ritOB. 

LOS  DIRECTORES. 


LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


Rlitorla  Americini.  Literatura  y  Derecho 


AftO  VI.  BUENOS  AIRES.  AGOiTO  DE  ,868.  No. 


HISTORIA  AMERICANA. 


S 1  S  T  E  :yi  A     A  S  T  R  O  N  ó  M  ICO 

DE  Los  ANTIGUOS  PERUANOS 
(Conclusión.)     (1) 

Dos  gtnicracwMK^  Imbiaii  pjusanlo  ajx^Kas  iclf?3de  que  Titii- 
YuipaiKiui  se  hai]>wi  «hroga^k)  ol  •clonv.ho  de  los  Aniaulas» 
cuíuikIo  veimxs,  (iiie  a»!  iiuií^iiio  th^upo  (]iie  I\ui'l(ki-l<»ar-Pirlui.i 
8e  «p«agu  mvlanvonte  en  lel  tpo«iio,  Je  siietxle  por  fin  LJoqHc- 
Ticsi'Amanta, 

^FontH^sinos  -dejó  i>afi4a»r  iína;percibido  este  i^iiubio  furnia- 
niekntwd  de  íla  Dinavstía  <le  los  Pirhuas  »por  Ia  -dinastía  t«í(»ei\lo- 
tal  úi'  lo«  Alina  utas;  y  liasta  en  la  nuuiera  de  ecícrihir  el  nom- 
bre tM  «n-utn-o  nKWia«r<**a  mostinS  que  ignora  <*<>inpl<»ta mente  su 
5>rofumlo  «mti'do,  pui«  eseril>e  Lloqur  i  i  Sag  amanta  en  vez 
de  LUHjHC-Ticsi'Anwufa. 

Lix>c,    Llok,   ^*s    mwi    raiz    (jue    (luiere    d»vir    a^sattchr 
(2) :  TicsT  qnu^i^  tK-i^ir  fundador  (3).     Así  es  que  el  nouíbre 
úvi  oaievo  ^Fonan^H  era  AscKxrroN  del  p^'N-dador  Amauta. 

1.     Véase  la   páj.   271. 

L'.     Verbo  *'Lloeani/'-^«;al)ir:    \u\o  Tschiuli.  <'VcKab,  quichua/' 

3.     **Ticsi",  fundamento:   vUle  **Ticsi:''  id. 


:  SISTEMA  ASTROXOMICO  DE  LOS  PERUANOS.  '09 

Par.  III. 

Del  CaUn4<irio, 

Ai'OPduíii'Jo  <!oinO  *eá  justo  miielio  valor  histórico  á  la 
•ipaidkion  q»uie  ineiiéñana  los  g^ramles  heclios  dol  Pirliua  Inti- 
Capac,  idebo  sin  <eiii!bargo  ob¿)iírviaT  que  su  imiportaaieia  reca-e 
sobre  da  histx>ria  d-e  la  raza  y  «de  sus  .ad'dantos  mas  qu-e  sobre 
la  /peraofna  iniíjuia  de  'e¿?e  famoso  'mon>ar<5a.  ln<ti-üapa<í  es  en 
la  dinastía  prriuithTa  de  dos  Pirhoias,  do  quie  Niuíima  para  los 
tiempos  <lie  da  l-c^yieínda  romana,  y  do  c[ue  Charlo- Mwgno  -en  la  le- 
yeaidía  etatxUiea ;  grandes  persooialidacles  qirizás,  en  las  (jai^e  da 
faaitasiia  popular  ha  contoenlirado  poco  á  poioo,  al  pasar  de  las 
genera'Cion'es,  toda  la  acti-vidad,  todos  dos  adtelantx»  de  muchos 
siglos,  aüiiteriores  y  posteriiopes  á  osas  peoisoai'ifi'caicionjes,  falsas 
en  sus  d^etaíldses  al  mismo  titemipo  (íu>e  emínentemtent-e  verdade- 
ras como  tipos  ideales  de  oi-na  «grande  ópoea. 

Esto  sodo  es  ^1  pamto  d<e  vista  «en  qu-e  del>emos  tomar  Ja 
leyenda  die  Infti-Capac ;  y  así,  «es  casi  probable  qute  «se  arreglo 
del  año  eivid  con  365  dias  y  seis  horas  no  fuese  obra  de  si 
tieni'po,  sino  efecto  die  otra  tentotiva  muy  posterior,  com'^ 
vamos  a  v<^r,  qaie  oino  ide  los  ireyes  Ama;u»tias  (h'iao  'fijar 
las  bases  deil  oademdario  en  «el  año  sideral  «aleándolas  del  a^ro 
irapicaly  porqrue  'en  efecto  -el  iprimepo  tiene  365  dias  seis 
horas  con  q'uiná.xm'tos  y  10  seguodos,  mientras  que  el  segundo 
tiene  salo  365  dias,  5  horas,  48  •mdn'utos  y  74  segiuaidos. 

Si  la  tpe forana  que  se  atribuye  á  Intí-Capac  hubiese  dado 
el  año  de  365  dias  y  seis  horas,  las  peirturbaeiones  del  ealen- 
daTio  OJO  se  hai]>riaji  hecho  sentir  ta-n  pTonto  como  a'parece 
de  das  relaciianes  de  los  Amiaoi/tes;  porque  una  diferencia  de 
11  mdmiítos,  13  segundos  solo  idaria  un  dia  de  divergencia  en 
cada  144  años.  Montesiiios  mismo  haJblándonos  de  la  refor- 
ma hecha  en  táomipo  de  Ayay-Manoo,  qiue  según  su  cronolo- 
gía cae  como  1,200  años  después  de  Inti-Cax>ac,  nos  dice 
que  entonces  fué  que  se  agregó  un  dia  para  los  años  bisiestos, 
y  qu)e  se  les  dio  el  nombre  Alla-Cauquiz,  litterafl'mente  escep- 


410  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

dáñales.  Se  deduoe  enrtomoes  quie  la  «reforanía  de  Inti-Capac 
no  tomó  eu«fntia  d«e  la  fracrion  d-e  seis  horas;  (porqfu«e  toman- 
áoha,  'híHhria  visto  ^qae  seis  boinas  Imoen  un  dda  cada  cruutro 
:iños,  y  lrabi«ra  h«eiolio  «ntrar  ios  bisiestos  en  sa  cálcnto.  Si 
no  ios  lid»o  «entraT  es  «evidente  que  tanmipoco  :ppenotü  la  f raoeion 
d>e  horas;  y  qoi-e  «esa  refoiima  se  redujo  á  \Tari»r  el  año  vago 
de  360  dáíis  aj«iista>do  í?abpe  id  ourao  de  la  luoMi,  para  tnas- 
portafrJo  al  d^el  Sol  con  365.  Naturai  era  que  diese^[>efpados 
los  (primei9X)s  astrónomos  con  ia  imposibülddiad  de  ajuatar  el 
año  trópit'O  aJ  civil-lunar,  creyesen  que  ibastaba  trasportar 
el  cáilcuilo  al  curso  óé  scA  para  obtener  u«n  caileind«rio  per- 
ft'dto,  mn  ¡poder  ver  entonces  que  siendo  desigual  el  año  tro- 
piL^al  y  lel  año  sidefral  qiwdaíba  siempre  el  germen  de  las  per- 
turt*b»cáon'es ;  poa'  que,  -eoono  ddce  Mr.  A«rago — ^^'esta  diver- 
gencia ha  compláca.do  miuy  singulaTmente  «el  caleoídario  y  la 
cronología.   " 

Da  'dioastía  de  los  Pirbuas  sujonambió  pues  «bajo  el  peso 
de  las  imperfecciones  del  calendario,  desacreditada  por  las 
desórdenes  y  por  las  calamidades  públicas  que  ellas  ocasio- 
naban esterilizando  las  sementeras  y  arruinando  las  cosechas 
por  la  indecisión  de  las  fechas;  y  los  Amantas  que  le  sucedie- 
ron entraron  en  la  tarea  de  remediar  esos  males  haciendo 
estudios  prolijos  sobre  el  cielo. 

Bastará  una  critica  vulgar  para  comprender  que  esos 
7>rodigios  del  cielo  no  son  invenciones  de  Montesinos  sino 
fragmentos  verdaderos  de  las  leyendas  nacionales.  Monte- 
sions  no  conoeia  ni  menciona  jamás  el  nombre  de  las  Es- 
trellas y  constelaciones  del  cielo  peruano :  hemos  tomado  esos 
nombres  del  Padre  Acosta.  De  modo  que  esa  pariedad  sor- 
prendente de  las  dos  constelaciones  del  solsticio  boreal 
(invierno  sud -americano)  con  los  signos  del  León  y  la  Ser- 
piente que  devoraban  al  sol,  y  que  le  oscurecieron  por  fiuw 
de  veinte  hora^,  es  una  conformidad  de  contesto  que  pone  en 
evidencia  la  exactitud  de  ambos  cronistas.  La  poesía  de  la 
leyenda  ha  sostituido,  por  dos  cometas,  los  dos  signos  del  zo- 
diaco que  mostraban  la  irregularidad  del  calendario  y  el 


SISTEMA   ASTRONOMKX)  DE  LOS  PERUANOS.  411 

dcsjórden  anÓ7nalo  que  el  cielo,  amenazador  y  destructor, 
arrojaba  sobre  la  fertilidad  de  la  tierra  y  sobre  la  vida  de 
las  tribus. 

Para  las  multitudes  que  no  eran  astrónomos  y  que  íffno- 
ral^an  los  misterios  del  cielo,  que  tenían  profundas  y  ciegas 
ipreomiipíajcioMes  oouiio  tieínieín  hoy  «miiismo,  <?1  solo  miraor  dfol 

retardo  de  las  estaciones  era  un  signo  de  que  el  castigo  del 
ci-elo  estaba  sobre  ellos:  la  luz  del  sol  se  alejaba,  su  curso 
«e  retardaba  manifestando  su  voluntad  de  oscurecerse  para 
siempre.  -  ¡  \ 

Elevada  al  poder  la  casta  Amanta  con  una  dinastia  pro- 
pia como  lo  demuestra  el  rasgo  distintivo  con  que  termina- 
ban todos  sus  nombres,  debió  contraer  sus  esmeros  al  calen 
dario.  Ignoramos  sin  embargo  los  primeros  trabajos  quí> 
realizó,  pues  la  tradición  solo  nos  ha  conservado  noticia  de 
los  del  cuarto  monarca  llamado  Manco-Capac  Amanta.  Como 
íistrólogo  que  era  reunió  á  todos  sus  '  correligionarios  del 
Perú  con  el  objeto  de  estudiar  comparativamente  las  diver- 
gencias del  curso  del  sol  y  de  la  luna:  sus  respectivas  dis- 
tancias y  sus  respectivos  volúmenes  (1).  Tjos  quichuas  tra- 
bajaban ya  entonces  sobre  los  problemas  de  la  Mecánirxi  de 
los  ciehs  que  para  nosotros  eran  nuevos  ayer  cuando  nos  lo 
enseñaba  el  genio  de  Laplace ! 

Los  Amantas  romprendierón  ya  entonces  que  cualquieni. 
de  los  puntos  solsticiales  era  mal  punto  de  partida  para  cal- 
cular el  año  tropical,  por  la  diferencia  de  distancias  que 
resultan  del  perigeo  al  apogeo;  hecho  que  debió  comprobar 
esta  Asamblea  fspreítamente  reunida  para  calcular  las  dis- 
iancias.     Así  (S  que  en  vez  kW  año  soílstpcita!!  se  ííonstituyó 

un  año  aquinoxial  ñjándose  sii  principio  en  el  equinoxio  de 
primavera,  que  es  el  31  de  marzo  dice  Montesinos;  Montesi- 
nos quiso  decir  el  21  de  setiembre  (equinoxio  austral)  :  su 
error  procede  de  que  era  tan  poco  versado  en  estos  conoci- 
mientos que  lo  equivoca  todo  ingenuamente:  llega  hasta  de- 

I.     Montesinos  páj. 


412  I,A  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

cir  tamT)ien  que  él  31  de  setiembre  es  el  solsticio  dm  invier- 
no! (1) 

El  resultado  científico  que  diera  esta  grande  Asamblea 
no  debió  ser  satisfactorio  para  el  arreglo  de  estas  singulares 
complicaciones  del  calendario,  que  caracterizan  la  vida  civil 
de  todas  las  tribus  ariaeas  en  cualquier  pajina  primitiva  de 
la  historia  clásica  qu«  las  tomemos.  Porque  al  separarse  sus 
miembros  declararon  que  según  los  astros,  grandes  trastor- 
nos amenazaban  al  Perú;  y  aunque  la  tradición  no  se  esplica 
esplícitament-e  sobre  ellos,  se  siente  en  efecto  debajo  de  la 
niebla  del  olvido  el  sordo  rumor  de  des(3rdenes  reales  aun- 
que vagos  y  sin  nombre  en  la  bistoria.  Entre  estos  límites 
parece  hial>(M>:»e  ro'pra'íeutaido  el  a<*to  fiixa<l  die  la  Diiiastia  de  los 
Ainiautias,  porqmt»  liaihlamlo  ái}  iin  nuevo  uionarca  dice  Mon- 
tesinos— **E1  reino  de  Cao-^Manco,  que  ascendió  al  trono  fué 
m uy  borrascoso, ' ' 

La  nueva  época  se  inicia  por  un  rey  cuyo  nombre  es 
característico.  Montesinos  le  llama  ^farasco  Pacliacuti;  e3 
idexár — ^Fara-Acha  Pacha  CrrcE:  (]  gran  matador  qm  re- 
formó el  caleudano  (2).  E.iiijpie?5a  con  él  unía  serie  de  ivy(»s 
«rdiientí^  «i  re«taura.r  las  aoitiguas  c»ret''ni»i¿i8  y  tradi-eiones. 

Manco  Avie  Topa  Achca  Cutec:  (Espíritu  ungido  d^l  fuego 
muy  reformador)  derogó  el  calendario  de  los  Amantas ^i/<5 
liñcia  comenzar  el  año  ni  el  rquhwxio  de  primavera  (Uasc 
otoño)  y  ordenó  que  en  adrlante  empezase  por  el  solsticio  de, 
invierno,  ó  hien  el  23  de  setiembre  (3)   (iléast»  el  23  de  íli'(*iíe.m 

bre  que  es  el  solsticio  boreal.) 

V\im  vñ'/iñ  coni/piiesta  die  tri'lnLS  eniin^itcineiito  agricultorias 

toras  como  las  del  Perú  antiguo,  debió  comprender  que  el 
verdadero  momento  inicial  y,  religioso  para  la  vida  de  la 
ti»efrr«,  «era  i"!  solsticio  d<e  InviK^pno:  ]X)r(|ut^  riHíupK^raida  en  esta 

1.  Id.  páj.  Q2. 

2.  ^^Mara'^   matador,  rapaz  v.  jj.  ^*.-\lloa  Mari''. 
"A^hca.  achea, ''  asea:   muy,  mucho — ■ 
Pacha:  tiempo,  époioa,  calendario 

Cutini,  reformar,  rehacer. 

3.  Id,    pAj.    92. 


¿SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  413 

tvstai'iun  la  virjinklia'cl  d-e  mi  injatriz,  di^spuea  d'e  Levíinitadias  las 
eoseehas,  la  tierra  vuelve  á  recibir  y  á  haoer  germinar  en  su 
seno  la  semilla — Ese  es  pues,  el  verdadero  principio  del  añ^) 
i*n  c^til.i  rii^oai  m^íiitiva.  (1) 

El  sui^^or  de  aste  Mooiapca,  Mamado  Sinrhi  Apusqui 
viene  con  sus  actos  a  revelarnos  mejor  aun  que  pertenecia  í 
una  dinastía  Pishua,  que  reaccionaba  contra  las  novedades 
úk»   la  ciaiííta  sa/*er>(h)tatl ;   Monítesános   diiv: — * '  Queriiendo   «ství 

**rcy  re«t¡able(í(*r  la  aiiitiíguta  pctligiom,  ordenó,  deíipues  <ie  con- 
^*sultar  los  mas  antiguos  (consejeros,  que  el  gran  Dios  Pirhim 
** fuese  adorado  sobr«  todos  los  otros;  y  como  la  palabra  Pir- 
**/nía  habia  ya  cambiado  de  significación,  mandó  que  se  le 
^''1  lámase  Illatici  ITriRAOOciiA,  lo  cual  quiere  decir  la  luimbre- 

^*ra,  el  abismo  y  fundamento  de  todas  las  cosas;  porque 
^'clla  significa  lumbrera:  fici,  fundamento:  huirá  (corrup- 
*N*ion  d'c  La  palabra  piruo)  ciuierc  d(>:*ir  reunión  de  todas  lias 

^' cosaos,  y  cocha  significa  abismo.'* 

Su  nieto  reunió  de  nuevo  en  el  Cuzco  un  consistorio  de 
A'iuaaita'S  que  proba'blcmiente  portc'n'pcia'n  á  la  fni'ertic  d-e  la 
nu^va  Dinastia,  '*para  trabajar  en  la  reforma  del  Calendario. 
**iyor  que  <\stiaba  olvid;ado;  y  •ontontc^^  «diicip  eil  cronista  p«?pañol 
que  SE  RESTABLECIÓ  el  método  de  calcular  el  tiempo  poíi  el 
MOVIMIENTO  DE  ix>s  AsTROS ;  y  dic*spu'cs  dH3  haibcT  disciitido 
nni'clio,  aealx')  por  d'eMdir  que  no  fa^^  cont'aria  d'^  a'llí  en  a»d«c- 
lante  por  lumus,  sino  ipor  mesi^s  de  trínnta  ¡días  y  semaifías 


n 

'*  de  á  diez  dias.     Lla'iiinpon  semana  chira  á  los  cinco     dáas 
**  que  quedaban  ail  fin  de  calda  año;  y  agregairon  un  dia  ;i 


41 

<  t 


loH  años  bisiestos  y    los  llamaron     Alhicauguis.     Taiubien 
contaban  por  'di^oa'^las  de  años,  y  dec^adas  d?  d-.^caid-as  que 
ha'cian  am  «o-l  ó  <'itcn  años;  A  'Ospa<*io  do  quinientos  años  so 
lla«i)itaba   pavhncuti.     Esta  manera  de  i-^aílciilar  duró  ha-sta 
**  «la  Nogada  d»^  los  Españoles  «1  Peni. 

El  aisoüto  qu'p  tenemos  en  •este  trozo  es  form'al.  Para  lai? 
(pcrsmias  ^witOTudidas  en  «la  miat'eri'.a  tenenios  ítíjuí  la  restaura- 
ción (1(1  año  sideral  y  e»!  abandono  del  año  tropical,  las  diver- 

1.    páj.  92.  ,  -7:—^-^ 


4H  LA  BE  VISTA  DE  BUENOS  AlBES 

gencicLs  que  complicaron  singularmente  el  calendario    de  los 
antiguos,  <%ymo  (íon  tanta  viorulad  ilo  dájo  Mr.  Arago.     Eiapií- 

ña^ílos  len  obbuiiw  im  año  ■ex^ajcto  para  "de-iaostrar  t4  favor  y  la 

« 

pani'üilaid  Jel  C'ietlo  v;ou  la  tierna,  taíqutalios  ipuabdos  vivian  «es- 
tuidiaaidio  siieniprie  los  -¿Vatros,  laaisiosos  (por  rejíodveír  te«je  grau. 
prohltíina  icie  íLa  vida  de  <lia  ti-dra^a  y  de  lia  fortuina  idie  l-a&  >raza:y 
<(^viili¿9a)d)afi  qaiie  la  poblahan.  M  año  tropi'oal  era  corto  para 
trabar  dientro  d>e  siis  Jimit®  un  año  civil  pert'edo:  ^el  año  Si- 
*kíTWJl  lera  lamgo.     Esn  la  esiperaínza  de  resolver  <4  pix)i})l'íMiui 

oan  inn  año  a'nomalistico  tonüaibam  la  base  -die  la  elíptica  -entre 
'los  «ilíxs  isolstiseios ;  /la  abamidoinabaai  por  las  liiv^erg'oneias  dt»  di«- 
taneia  >eí*tre  el  poritg»eo  y  i^l  apog^x).  Reeurrian  «entom^es  al 
'Hnmvo  uie  grandes  '(áiclos,  á  cuyo  término  querían  oneontraj- 

nn  piir:i!k*HsriK>  pertW:to  ¡íiie  <ícmjunjdon'p*s  asti-onsomieas ;  y  da- 
ban i^n  igiwn!-es  ick^T'^pt^ones.  La  luna  r-ejia  «los  niíesíes,  pvn> 
no  tr(*jia  el  año.  El  sol  nejia  ed  año,  /i)ero  no  rejia  los  iiiiiesetü. 
lia  tierra  testaba  i^i  una  irt'íla'íflon  con  lel  ¡sol ;  p-ero  -el  sod  o^tail)» 

<^n  ottra  relaiíii(?n  con  los  astros.  E/1  cielo  no  estaba  jajimae  eir 
rí«lacion  (íon  <^1  hoiiiibre  ni  con  la  titerra. . 

Hé  áíjuí  el  germen  «de  todas  l'as  cxitaeionító  de  aquk^llos. 
tiempos,  y  <le  todas  Las  peripédas  de  atiuella  historia  aiu 
historia. 

Ijos  a«str()k>g(xs  ale  ki  restaairaciooi  Pirhfiia  ee  conjv-enK'iirtron 
<i»e  uai'evo  (iive  .íI  año  fiiidie<ral  lera  una  base  inmanejaíble  para 
4i'rreglar  d  cadeondario :  y  una  nu*eva  serie  de  Amautas  apareóte 
♦  n  (d  trono.  Ama  Uro  Amauta  (la  Senpiente  taeitiwwi 
Amauta)  irestabloí^e  len  otro  ooncailio  «1  año  tropicail  tomawdo 
por  base  los  solstiioios,  y  no  tíos  lequinoxios  como  sus  preidwee- 
»<)«Ris  de  la  ími.-íina  (^^asíta.  Pero  ouat/ro  genjeracionas  'iniaB  "tar- 
"^  otro  >r(^y  v-kme  <ju«e  tdávide  «el  año  -en  cuatro  porcionca  con 
«un  d'ia  ú?,  fiestas  públicas  en  cada  una,  dos  Bolsticiofl  y  dos 
^«l'uánoxios.  Con  «se  método  logiaiba  intercalar  cuatro  dios/ 
y  flirvs  endose  de  un  cielo  de  12  años,  qitte  dÍATidia  «en  tres  tpar* 

1.    Páj.  92. 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PEEUANOS.  41Ó 

i-eSy  in^beroailaba  ci<n<x)  dins  «ipagómenos  <l<e  fiestaiü  .<;axla  <niMio 

AjI  d«amos  t5ueiita  die  asta  pefonma,  Maüteri-no»  no* 
muestpa  «coiiix)  siempipe  su  .propia  iivgenuddsad  por  los  «erro- 
res  .miiSiinos  que  oomiete  -en  los  d'etaüiles.  **Estie  rey  áesda- 
brió  (dice)  los  equimoxios'' '  sin  'COiappend'or  qu-e  «ese  d^eaofu- 
brimáeQ<to  estaba  beoho  desde  algunos  miles  de  años  anta^^ 
se^m  'los  iiuiísmos  bechos  qoie  ba  peliafeado:  ''llamó  al  m<5a 
de  ixmyo  Quiray-T oca-Corea  ó  tniuinoxdo  de  priinuavera"  — 
sin  salber  siquiera  quie  <m  Mayo  no  puade  <3aer  uingum  equi- 
noxio,  'ningún  salstieio,  y  jnuieho  menos  ed  de  prirajaviisra 
(austral) ;  **  y  al  da  Sestiembre  Camay -topa-corea  equinoxio 
de  otoño.  "  Se  conoce  en  todo  esto  que  repetía  mal  lo  que 
en  efecto  hahia  oido  y  no  habiía  oomppenfdido.  Si  él  hubiese 
invseDQ/taido,  «i  bubiíere  for jaldo  ¡los  diatos  de  sus  Meraoritas,  la* 
dienominíaciones  qíuiwbuas  corresponderian  á  sus  id'eaá ;  ail  pa- 
»()  <iue,  como  están  pujestas,  tienen  su  sentido  verdadero,  ¡f 
ese  sentido  ejí  sinembargo  el  contrario  del  que  ¡es  dá  el  histo- 
riador! 

hAi  efK3crtx),  Monteadnos  pone  en  Mayo  digiaonos  auiao^zo,  el 
equinoxio  de  primavera  cuiando  la  paütaíbra  quichua  di<oe  de 
otoño  icoano  legitímente  ilo  es:  Quiray  signiñoa  ramfíol,  oosrt»- 
do:  toca  soartbi»,  oscuoTjdad:  Corta  sección;  dfe  modo  <|ue 
¡temennos  secxian  del  costado  oscuro,  que  «os  ed  otoño  y  no  la 
prómia/vera ;  kt  verdadena  estaicdon  die  m<air23o  piaira  eil  «iDemis- 
ferio  auBtraü.  Camay-toca  Corea  es  pirionavem  y  no  otoño, 
por  que  Coñnay  es  oreadior ;  topa  oakw ;  corea  sección,  es  decrr 
seodan  del  calor  creador.  La  verd'ad  de  la  relaeion  al  «lado  (V 
3a  ignorancia  deil  reteítor  "OS  día  nüayor  prueiha  que  pufeíde  dar- 
se de  da  imgéniua  exiaiotí'tud  de  este. 

£ki]tonoes  fué  también  (|uje  da  Astroloigia  Peruainia,  fíjó^ 
casi  eon  él  miismo  nomibrie  ique  nosotros,  (h>  que  ddiamatmos 
ios  ouia/tro  puntos  cardinales  de  la  edíptioa  ded  año.     Capac- 


4J6  LA  BKVISTA  DE  BUENOS  AIKES. 

Hay  mi  (soM.  aucitml)  Intip-Raymi  (&o»Lst.  boroal)  Sitúa  equki. 
*u>st.}  A-Situa  (1)    (eíjuin.  boreal)    (2). 

Algimos  crítitxxs  lian  ppoterulklo  enoaatrar  una  contra- 
ilá'fLnon  evidente  y  m^va^AÚoríí  entre  -el  sentido  de  estas  :páji-n<is 
d»e  !Man'ti*siiM)t5  que  hemos  trascrito,  y  las  (pie  tk\liv*a  á  «la  re- 
forma »(ie  lotó-üaipae.  Aquí  (3)  nos  dice  que  la  expresión 
quichua  un  sol  'oquiA'íilia  á  cien  artas:  eai  las  otra«,  (4)  pre- 
tencicn  esos  críticos  que  diee  que  la  misma  csh  nsion  eífuivale 
á  mil  años.  % 

La  an-usacion  es  gratuita:  no  se  jii4>tifi<'>a  i-on  ese  testo;  y 
eiS  fiu-il  ver  que  en  una  y  otra  parte  repi\>ducc  una  trailici<ín 
idé4iti«ca  en  -el  fomlo. 

En  la  pkg.  62  establec«e  que  un  sol  es  diverso  término  y 
SLJitiilo  "(lue  grandí  año  <kl  sol;  los  lii'diiw  lílict» — 'acostum- 
l)nan  (Un'ir  twl  i'osa  sucedió  aJiora  í//>.v  sohs;  y  .]K>r  eso  e^s  <iue 
Onid(»gardo  y  otros  han  confundido  i  I  vicio  di  cien  años  con 
i  i  de  mil  al rihu yendo  una  anligindad  di  450  años  á  lo  que  Uh 
Jndios  dan  4500.  Diw^yues  de  ama  asen.* ion  tan  Hvsplíc.ita,  (jik\ 
por  otra  parte,  está  de  ai*uerdo  i*on  su  t-cMiria  de  ha-eer  <ia'tar 
las  Tribus  ]>erua'nas,  «tle  'la  Arnuiiia  y  de  Noé,  no  piuxie 
prv4t-iKkm*4e  <pie  suls  palabras  ijnieden  «tener  -el  sí^ntido  á  nue 
se  k-s  fnrrm.  Íntip-Huatan  era  A  grande  año,  d  gran  pcrio^ 
do  de  la  antigüedavl  clásica:  Cap-Pach-Cata  era  el  eielo  de 
mil  afios:  el  ule  quinientos — Pacha-Cutti :  el  de  ciento — Pacha^ 
ó  Intip-Pilluy  ruit"ida,  auréola,  pi*riodo  del  sel,  y  así  ni  exi.ste 
ni  ha  jKKHdo  existir  la  pret^^idida  e<mtra'ili(vion — ^lontt^inos, 
a  pesar  ile  la  ignoraoicia  de  l-a  lengua  «de  los  Amantas,  no  pi>- 
dia  inc-uirrir  <on  el  error  que  t^m  dirt Hitamente  re^pro(*haba  él 
uii-^mo  á  Ondejrardo. 

Después  de  h-aber  noticiado  <esta  reforma,  Montesinos  se 
contenta  eon  darnos  los  nombras  de  algunos  !Monaírcas  sen- 
tados en  el  p<'>lio  di4  Cuzco,  á  quiem^  atrilmye  un  pocíer    *- 

1.  T.'»s  Quicliiiaís   tenían   la   'Mi"  privativa   ({i-^  lo«  Griegos.     , 

2.  Vónse  la  figura  litografiada  on  la  pAj.  (>r>7. 

4.     Pág.  62. 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PEBÜANOS.         417 

tenso  y  g>enerail  sobre  las  eoimarKías  civiliaaldas  del  Perú,  sin 
iufonniairnos  de  idetaliLe  ailguno  <iu«e  interese  á  lia  Historia  de 
ia  Astronomía  in'díj'íaua.  Todo  ese  (periodo  abraza  una  época 
indetenminaida,  y  «aun  los  nombres  miamos  de  esos  monar- 
cas der<.ÍMj  cHvepsidad  de  familias,  smociones  sil  traba;'.on; 
revoloiicionieía  y  oaonibios  quizás,  por  qu»e  no  poeaa  w  «es  se  les 
hace  sej^iiir  de  Ja  denomina\iion  Viaga  d*i  '[trimcr'»  c»'i.'  iiomhrey 
cuyo  st.-ntido  verdadoro  es  difícil  definir  en  da  boca  á^  los 
A'mmitas,  desde  qaie  tambi^en  signdfioa  -en  quiobuia  primero  de 
la  familia  y  de  la  raza. 

Sobre  uno  de  ellos  Ayar-Manco  (eil  'médiioo,  ol  sanador, 
ó  é]  Salvador)  nos  dice  Montesinos — **No  se  sabe  ni  lia  dura- 
*'  <rion  de  sa  reino  ni  la  odiad  en  <ine  murió" — ^y  pasa  inime 
diaítaimeníte  á  ha.M«amos  de  Y«gua«r-IIuquáz,  otro  primero  del 
"nombre  que  fué  el  que  ejeautó  la  última  reforma  del  ealen- 
dario  de  que  tenemos  notieia. 

Ija  época  en  que  ^lontesinos  coloca  á  este  Rey  es  la  d^ 
e_Tíc?a  de  tres  mil  años  después  del  diluvio,  «mas  6  menos  co- 
mo 250  años  después  de  J.  C.  Yahuar-Huquiz  en  efecto  de- 
bió ser  primero  de  fa/milia ;  porque  su  nom«bre  lo  dice:  Yahuar 
se  compone  de  Ya — ipad»re  y  hua  descendencia,  es  decir — fa- 
milia: y  por  eso  significa  también  sangre;  huquiz  se  compo- 
ne de  Huk  uno  y  de  iz  unidad ;  quiere  decir  ^por  consecuencia 
primero  de  la  sangre  ó  de  ia  familia. 

Este  vey  era  hábii  astrólogo,  y  á  él  se  debe  una  reforma 
del  ealendairio  ditgna  de  atención  por  sus  sinigulaTes  eombi- 
naciones  y  por  otras  circunstancias  que  se  desprenden  de  ella. 

No  habiendo  «encontrado  la  solución  satisfactoria  del 
pro'blenim  del  paralledismo  de  los  movrmien/tos  astrales  **des- 
cxtbrió  (dice  ^lontesinos)  la  neeesiidad  d«e  intercalar  un  dia 
cada  cua/tro  años  ipara  formíair  los  ^bisiestos;  pero  en  vez 
de  esto  imag^inó  el  intercalar  t"N  año  en  cada  cuatro  siglos 
(en  cátela  400  años) :  cákHiilo  que  los  Astnniomos  y  los 
'*  Amauítas  deelara'ron  ser  irreprochable.  " 

Empecemos  por  obseiivar  que  es  imposible  que  nadie, 


^H8  LA  BE  VISTA  DJS  BUENOS  ALBES 

y  iii'uolw)  im-enos  los  Ajmiaaitas  lioübiesieii  creado  ó  «dacílarado  que 
«eiriiejante  cálcoilo  -era  iriHjpraclmble.  En  400  lañots  -coixicarreii 
cien'to  y  seis  dd'as  bisiestjos ;  ile  auodo  q-ue  l-a  adiidooi  de  un  año 
(aun  cuiaodo  hiiígaiuos  el  oóiiupiuto  de  los  48  lainuitos  flotantes) 
dariía  ípor  do  inienos  250  dias  úe  esieeso  en  «(jada  periodo.  El 
error  es  tan  monstruoso  qfue,  a-severado  el  h eolio,  debemos 
temerilo  por  verdadero  en  -el  fondo,  pu'es  'es  iuiiposibk  suiponer- 
-lo  pradu'cádo  par  una  superoheria  tan  crasa;  y  buscar  la 
et|uávoci¿ieion  «en  'los  núm<ei*os,  ^n  lia  ineompeteneia  de  Monte- 
sinos piara  'r»eeordtailos  'Con  exactitud  y  aun  para  tradueir  bien 
'las  foniiiais  lengüisti-cias  «tle  'la  aritmótiea  de  los  Quichuas. 

En  efecto,  lo  (fu-e  es^tos  >le  dijeron  fué  (jue  se  agregaba  un 
año  ai  fin  die  ctida  mü  cuatrocientos  sesenta  años. 

SU  la  superoh-eria  no  procedie  de  ^iuñoz,  su  priuie-r  co- 
pista, como  c3  probable  segiin  Jo  que  veremos  unas  aiLklante, 
v&  «evidente  que  do  que  los  Araaiitas  'le  dijeron  á  Montesinos 
fue  MIL  CUATROCIENTOS  SESENTA  ANOS,  y  no  cuatTOcicntos ;  es 
Klecir  que  Yahuar-Huk^iz  ordenó  que  en  iugaT  del  bisi<esto 
cuvaternario  se  formiase  un  gran  ciólo  de  1460  años  y  que  al 
cabo  de  ctaidia  ciiolo  se  interciadase  un  año  para  atrapar  á 
todos  ¡Los  astros  y  la  ti'erra  en  la  misuna  conjunción  inicial 
<iiel  .primar  año.  Si  Monteisinos  no  ha  sido  failsif  iwado  en  es- 
te testo,  'como  es  probaible,  tendemos  que  suponer  que  al  oír 
á  dos  quiciiuas  Pacha  t 'tahua  Socta  chunca  huaranga  yoo 
líuata,  comprendiera  soio  «el  Pacha  t 'tahua,  cuatro  siglos^ 
cuatrocientos,  y  que  se  olvidare,  y  no  pudiere  pei"cibir  «el  soct.i 
chu/nca  (sesenta),  y 'ed  huaranga  yoc  (mil). 

El  fon/do  de  da  tleyenda  d'el>e  ser  csti  icta ui>ente  ei^erto ;  por 
que  esa  es  una  reforma,  que  tiienie  precedentes  de  una  identi- 
diad  sorprendiente  -en  Egi^pto.  Paira  sad\Tar  las  divergencias 
váKÍbil<íS  died  año  tropical  con  el  año  vago  (el  año  ¡eomipuesto 
de  dias  y  'luuas  uniformes)  los  Amautas  si'guieron  el  imismo 
eispe^ldente  que  halbian  adoptando  dos  Egipcios:  form«tron  un 
«año  civid  reservándose  <la  facud'tad  de  señad-ar  das  testaciones  v 
das  fiestas,  á  medida  que  las  variaciones  se  fueren  demios- 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PEBUANOS.         419 

•tranido  y  pam  neonudiar  ¿  la  cronología  saxí»endotal,  poniendo 
al  cielo  de  acuerdo  con  la  tierra  org«UDÍzaroin  un  grande  ano 
de  1460  años,  y  a)coraod«ron  así  la  «nenowaeion  died  año  civil 
dentro  de  -ese  cklo  ajooinodiaindo  ia»  dflvergeoaKáias  aatnonómi- 
cas  :pairia  qn^  pasasen  intatpeiviibkias.  La  cueotta  q\xe  servia 
de  base  á  esa  operación  -es  dará,  y  sencilla;  basta  dividir 

1460  por  4  pana  obtener  365,  6  bien  u«n  «iño,  qu-e  agreg-ado 
al  fin  del  periodo  debin  darl-es  la  renovaicion  de  todas  il-as  -eon- 
jun-eioneá  •estelaines. 

El  método  iastax>nómi'CO  que  se  'basalm  en  este  ciólo  de 

1461  años  diaita  en  la  nden^iia  clásica  dí^e  los  irnas  remotos 
«tiainiiKJS,  y  s»e  haiia  tpaserito  y  laoalizado,  como  muy  ant-iguo, 
(por  Aristóteles  mismo.  Censorino  nos  idice — **  Eil  año  civil 
**  d»e  dos  Egiiipeios  no  tiene  sino  365  dias  sin  ninigun^a  interoa- 
**  liaeion;  de  modo — que  en  cakla  4  años  cu'entan  nn  dia  «me- 
*'  n«os  (fue  nosotros;  y  las  coincidencl\s  no  se  restablecen 

SINO  á  loe  1461  años.     Este  es  el  «ño  qm  Aristóteles  llama 
perfecto  m«s  bien  «que  grande;  jpues  grande  se  M«nm  el  que 
forman  la  Tevohicdon  ée\  sod,  de  la  flnma  y  de  Jas  caneo  es- 
•treflas  errantes,  cuando  vuelven  todas  juntas  al  punto  ce- 
**  leste  de  que  ha/n  partido  juntas  tamhi4?n,  (1) 

Acfuí  se  vé  paiips  que  üos  númieros,  "ks  idjeas,  Jos  (métodos, 
as  aiplitoacionies,  todo  e'l  m»i/terital  cdenitífico  en  fín,  es  perfeu- 
«tamfenfte  idéntico  en  (I<a  traddeion  de  los  peruanos  y  en  la  tra- 
dición die  los  Egipcios. 

^r»r.  Rodier,  tuno  de  los  sabios  franceses  qne  mejor  ha 
eírtudiado  y  «resuelt»  Jos  problemas  dimiatéricos  de  üa  anti- 
fe'üedad  egil>cia,  nos  revela  este  ^an  pumto  de  identidad  en- 
tre las  tribus  dásicas  dd  Nilo  y  Jjas  tribus  nd  tmienos  cslásAcas 
de  los  Andes.  ''El  año  4286  principíia  -uno  de  los  grandes 
*'  ciclos  egipcios  meneionado  por  ailigunos  .aaitores  griegos 
*'  qme  /lo  tomaron  de  los  «misterios  de  la,  iniciacdon.  lia  dn- 
**  ración  es  de  1460  años.  Estos  anitores  griegos  conforme 
*'  á  Itfi  creencia  de  su  tiempo    establecieron  que  365  di»as  y 

1.     CensoTini  liber  '*de  Die  Natali'^,  ad  Q.  Ccrenium  número  X 
«dit.  de  Mr.  Nisard. 


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420  LA  REVISTA  DE  BUENOrf  AlKli:^. 


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wa.  louiarto  por  'año  ihaíciaai  qoite  1460  años  trópicos  fuiesen 
igoiales  á  1461  años  viagos  (2) ";  es  dieoir,  iii'tepoailiaiban  un 
año  <m  caída  1 460  años,  lo  mismio  que  .los  quiícliuas  para  encon- 
trar -el  papalííliájmo  prá^raitivo  <áe  las  lestaríooi'es. 

El  sabio  francés,  prosigiiienido  sus  «profanídas  ioviestiga- 
eiomes  sobre  la  oouifpa/racioai  relativa  úd  lestado  que  ofrecía 
el  'ci'elo  "en  aqu'eflla  ápooa  y  de  'los  doeoraentos,  djeduoe  que  ed 
estableiei'im'e«nto  del  gran  ci<jilo  de  1460  años,  databa  en  Egipto 
del  a  Tío  cU  14,611  antes  de  J.  C,  y  sin  quie  estos  problemas 
sean  de  iiuá  resoirbe,  diré  sin  embargo  que  (lo  -(juie  es  ev'idente, 
y  pueidie  demostrarse,  «es  que  ese  ei«do  ^  imnieho  mas  antiguo 
que  lo  <i'Uie  apareee  en  el  cstracto  y  acomodamiento  que  Mu- 
ñoz 'Jiizo  id'el  inilanaiscrito  de  ^Monítesinos  que  es  la  ¡forma  «adul- 
terada en  que  nos  lo  da  ia  -coleeoion :  Teman x-Oom^pan. 

En  efecto,  debe  haberse  notado  que  en  ese  trozo  tras- 
crito, ^Montesinos  dice  que  este  monarca  Yahuar-Huk-iz  fué 
el  que  descubrió  la  necesidad  de  intercalar  el  dia  bisiesto, 
adulteración  visible  del  testo  origina!,  pues  que  en  la  fo¿a  9i> 
consta  que  ese  descubrimiento  estaba  ya  hecho  desde  el  tiem- 
po de  Inti-Capae,  conviniendo  en  que  los  dias  intercalados  se 
llamaban  ya  entonces  Alc^-alca  y  Alca-huk^.  Ademas,  allí 
nos  asegura  el  autor  de  un  modo  terminante — ^**que  ese 
arreglo  del  calendario  hecho  en  tiempo  del  Pirhua  Ayay- 
Manco  fué  el  que  duró  y  se  mantuvo  hasta  que  los  españoles 
conquistaron  el  Perúy  Este  aserto  no  es  el  eco  de  una  tradi- 
ción antigua  ó  vaga,  que  haya  venido  a  Montesinos  en  alas  de 
las  leyendas  primitivas:  ese  es  un  hecho  contemporáneo,  que 
por  otra  parte  se  halla  corroborado  por  Acosta  y  Garcilaso 
que  dan  al  año  de  los  Ingas  como  análogo  en  las  bases  e 
an'tereíaia'cion'GS  con  el  año  europeo  (moderno.  Por  consiguien- 
te debemos  convenir,  en  que  si  tal  fué  el  arreglo  del  año 
que  duró  desde  el  Monarca  Ayay-Manco  es  decir  desde  700 
años  antes  de  J.  C,  no  pudo  haber  sido  el  último  el  otro 
arreglo  que  se  atribuye  á  Yahuar-Huk-iz,  sino  que  siendo 
cierto,  como  lo  prueba  su  forma  misma,  tiene  que  ser  tras- 

2.     Ant'iqiiité  des  Races  Humaines  páj.  23, 


SISTE^tA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  421 

ladado  por  una  crítica  irreprochable,  á  una  época  muy  ante* 
rior  á  la  de  Ayay-Manco  y  entrando  asi  entonces  en  el  océano 
sin  fechas  de  las  Leyendas  y  de  las  tradiciones  orales,  solo 
Dios  sabe  hoy  quizás  á  cual  data  corresponde  esa  forma  sin- 
gular y  sorprandientie  del  grande  año  «de  los  Pirhuas. 

Aun  cuando  nos  faltaran  estos  datos,  nos  bastaría  él 

estudio  de  esa  fórmula  en  sí  misma,  para  comprender  que 
esa  reforma  es  primitiva  y  mucho  mas  antigua  que  las  otras 
que  Montesinos  nos  detalla,  después  de  la  que  se  atribuía  á 
Inti-Capac.  Ella  coloca  el  principio  del  año  en  el  equinóxio 
de  oiaño  enteramente  conforme  con  el  primer  año  de  la  crea- 
ciotí  (>de  la  cronología  egipcia :  el  año  de  Thoth ;  porque  los 
Egipcios  profesaban  como  hemos  visto  <in  Censorino  que  el 
mundo  había  sido  creado  en  -el  momento  del  equinóxio  de 
OTOÑO,  cuando  la  línea  ecuatorial  tocó  en  la  estrella  Syrio, 
que  ellos  W-arnalbain  Thothis  ó  Tozis  ()1.  El  nomibne  mismo 
diefl  Mooflroa  .pirhai«aino  y  eil  qai'e  este  dio  ail  puinto  tle  arranque 
de  la  época  inicial — es  decir  al  m^  de  Marzo-Abril,  pruebaa 
que  se  trata  de  una  tradición  primitiva,  y  no  de  un  aconteci- 
miento  casi   ooatem'porámeo.     Yahi:ar-Huk-iz   quiefre   decir, 

el  Antiguo,  el  Primitivo,  el  Primero  de  las  series,  literal- 
mente traducido,  porque  Yahuar,  es  familia,  raza,  sangre  (2) 
(líquidía  de  padre :  h  war-f  ya,  pad-re) .  A  este  nom'l)re  del  mo- 
narca se  agrega  el  nombre  del  año  bisiesto,  y  el  del  mes  de 
Marzo- Abril  con  que  empezaba;  ambas  vienen  á  corroborar 
las  mismas  deducciones. 

En  vez  de  ser  adicional  el  año  bisiesto  fué  Huk-iz  el 
Primitivo;  y  su  mes  inicial  fué  Huar-Huk-iz:  el  primero  de 
la  serie,  el  primero  de  bs  tiempus,  el  primero  de  la  crea- 
ción. 

Veamos  pues  si  no  es  sorprendente  una  analogía  taii 
purfcjííta  con  'l<a  constitución  astron()MICo-politica,  y  oon  las 
formas  íntimas  de  la  vida  social  de  los  Egipcios! 

1.  Censorino,  loco  cit.  y  Mr.  Rodier  páj.  199. 

2.  De  la  acepción  sangre  viene  la  de  ** tigre'',  yagnar:  el  nom- 
bre directo  del  tigre  es  **chinca"  y  **Utturunicn:  "  vide  Markhaa 
verb,  **Yah'uar,  chinea,  atturunna.'^ 


422  LA  BSVISTA  DE  BUENOS  AIBE6 

Cuaado  menos,  tenemos  pues  que  llevar  esta  reforma  4 
dos  siglos  antes  que  la  que  efectuó  Ayay-Manco  (£1  salva- 
dor) (1)  que  equivaldría  según  los  datos  de  Montesinos  para 
la  eronologiía  oomiparaidia  á  uina  data  de  4  á  5  siglos  antes  ái 

J.  C. ;  por  que  esa  reforma  de  Ayay-Manco  fué  la  que  duró 
hasta  el  tiempo  de  la  conquista  de  los  Españoles. 

Pero  notemos  que  entre  las  dinastías  de  los  Incas,  y  las 
d(*  Pirhuas  y  Amautas  que  encabezaron  la  civilización  primi- 
tiva y  general  del  Perú  dándole  también  el  nombre  á  la  tierra 
que  habitaron,  intervino  una  época  en  la  que  esa  civiliza- 
clon  fué  ahogada  por  las  tribus  bárbaras  del  vasto  continent»^ 
f|ue  «la  rodeíaiban :  f?us  rwes  -emigraron,  -el  impí^nio  se  f raci^ionó 
•en  peíiU'eñas  paríí'iailiilaiíles,  las  letras  se  perdieron,  y  como 
so  verá  mas  adelante  (2)  un  fenómeno  de  trasformacion 
que  podría  llomarse  con  toda  propiedad  Edad  Media,  se  rea- 
lizó en  el  Perú  al  mismo  tiempo  en  que  Europa;  ¡cosa  singu 
lar!  V  d-estruvendo  las  bases  teocráticas  del  Imperio  Piriiua- 
>ío  aTmiaiia'l>a  por  Ja  'anarquía  y  'la  gU'orra  lia  prepotenci'a  poli- 
ti<-a  id  el  SfaKvrdoeío,  re^diraK^do  a  los  Am<a<utas  ó  no  ser  otra 
eo5;a  iii  laddante  qu'e  los  servidores  doctos  d'eil  Inga,  como  la 
Iglesia  í friega  á  los  'piés  del  AuínVenatia  áe  Ru»«iia. 

Si  len  Eiiropa  ¡k  Edaid  Moilia  ha  dejado  mi st cirios  im- 
■]>em'«t rebles  sobiv  su  .propia  liistori'a  y  la  de  los  siglos  que  la 
f)i'<e(*e:Íi'(T(Mi,  Jo  'ini'*?ino  debi'ó  suc'oder  en  el  Peni,  hasta  que 
fl:i  ínjiKjiii'i't.a  eí^pañola  vino  á  'destruir  sin  'caspera n»as  iMstA 
dos  iiK^clios  d.e  rpstaiuíratr  la  V'cpdad  de  Jos  aic^nttH'iiiiieíntos;  y 
i'iVAU)  fué  al  trawz  de  •t'staís  tinitelílaíS  (pi'e  Montesinos  «recogió 
el  ('\*o  Adíí-o  íiue  haí^ta  hoy  hayamos  salvaido  «die  esa  granKle 
historia,  la  f-rítdda  debe  eom^prc^nder  y  'aieepta»r  -(íomo  base 
una  11  otra  <»(>n fusión  de  éiyoca'S  y  eoíías  que  era  imdispensa- 
ble,  TTay  que  admirar  c|ue  por  t^  eoiitrariol — «a  simetría  intrln 
Sí'.-a  ([uv  contÍK>ine*n  sus  iiarraieionos,  la  verídica  é  injénua  co- 
rrí* *ipímuleiiei  a  de  SUS  partes  y  de  mi  t-eenieismo  revela-do  hasta 
7)or  siH  e-rror??;  de  (k^taille  y  por  mis  olvidos. 

1.  Páfy.  94—95. 

2.  Véase  el  cap.  **  Dinastías. '* 


SISTEMA   ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  423 

Bn  -el  tiempo  de  ^lontesiiw»  y  sobre  tod-Q  eo  Espilla  na- 
die saliia  las  tnistierios  sin^'laTOT  d<«l  año  «egipek):  eso  estaba 
olvkliaJo  «en  «1  «xiivto  de  los  iniaaiispo)l'€os ;  y  él  lo  inoraba 
anas  <\\ve  nadie.  De  ruis  nii-símos  relatos  aiparecíe  qoie  tampoco 
<'onipn?iidi<a  una  palabra  di»  las  ■eoirbimacion'eLS  aimauias  <iai«e 
r:*í)it(*.;  y  sin  eiiíbargo  ¿no  iw  nn  'milagro  q«uie  prueba  su  "hon 
m  lísiinja  in!ír''niiiil'anl  esa  parieclaid  del  año  egipcio,  estuldiado 
por  .Mr.  lioiior,  «aihoi'a  'rew(*n,  con  el  año  pirhua  oiiyos  d»atos 
nos  traniSL'rihe  A  oronista  sobre  la  fé  de  los  Amiaaiítas? 

K.s»ví  año,  por  su  nombre  y  ipor  sus  acjeiJ'en'U^  debía  re- 
niontar  ^m  <A  IVni  á  las  prim-eros  «iglos  «de  la  Jiistoria,  y 
<|uizás  íes  t^l  inKsmo  (lUi*  se  atribuye  al  gran  mionairea  «mítico 
de  os  otríg(»«n(*s  á  Inti-(\vpac:  (1)  el  Predilecto  del  Sol.  Ob- 
Kcrvt^íiios  <(iine  Mon'tí\sinos  nos  -(iHíe  que  *'oste  ^lomarea  instituyó 
el  año  de  1^65  lüats  <ron  6  hopas:  luego  hatbia  desmibierto  los 
lri-i.\'4tos,  -porq-ue  era  iiijíposábl-e  •cjiue  -(hmi  tanta  ciencia  como 
la  <iue  se  riHiuiiria  para  estudiar  el  curso  id»el  sol  y  ¡para  'Pe- 
lón itar  l'a  cronología,  no  vie.-íe  que  seis  horas  de  mas  en  oada 
.'^65  dias,  h'aívn  iin  alia  en  cada  cuatro  años.  Él  fué  pues  el 
i-RiMEKO  en  c-v  dcs'.-ubriiiii'(»nto;  y  siendo  cil  primero,  era  Iliri^- 
iz  neri^sarianH'nt'e  en  lK>;*a  de  Ja  tradicnan;  y  como  era  Monar- 
ca tHinbien  ei-a  Padre:  <*s  decir — Yahuar-Huk-iz.  La  época 
<|U'.*  así  inií'ti^')  era  tmiíbiim  primera  y  el  prim'OT  mes  equino- 
xinl  íle  esa  éi>(>:ia  fué  mx"t\'^aria«nente  Huar-Huk-iz:  el  príiue 
iro  de  la  serie :  el  principia  di»  los  tiemjj)os  ó  idje  ila  c.\)nologaa. 

Ra^^opdaimas  ademas  que  él  fué  quien  instituyó  un 
GRANDE  ANO  DEL  SOL:  y  aunque  ^lontesinos  dice — **de  mil 
«ños''  no  hay  razón  ningunja  para  rechazar  que  fuere  de 
1460  años,  como  cielo  e'leuwnlia!!  del  de  la  precesión  de  lo^ 
cfjuinoxios.     R(H^uérdese,  como  allí  demostramos,  fjue  el  ci- 

1.  Alíjunos  han  traducido  el  '*Sol  Grande/'  Si  fuera  cierto  Tnti- 
rf<i>ai'  seria  una  'personificación  religiosa  de  la  mitolo^ia  y  no  un  mo- 
narca verdadero.  Sin  negarlo,  por  que  la  historia  de  las  razas  arias 
evtsi  llena  de  estas  crea'Mones,  observaré  que  en  la  lengua  quichua 
todo  atributo  preside  al  sujeto.  <'Así** — para  decir  *'^ol  Orando" 
seria  preciso  decir  '^Capac-lnti." 


424  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlEES 

cío  máximo  d-el  «tieinípo  ide  Inti-Capac  era  el  «de  36,500  años ; 
y  véase  ©oino  baoian  la  opei>acÍK>n. 

El  año  debia  ser  -el  resml-tado  die  la  m'U/lti.pli'tía<íion  de 
las  eemaiDias  d^el  mes  por  sus  dias:  3  semanas  d<e  diez  días 
moiilláipliícados  por  30,  áam.  90;  y  oamo  el  año  ti'ene  cuatro 
«stacioDíes,  nüul'tiipMoaaido  90  ipor  4,  se  obtienen  360  dáas  que 
son  l08  dáas  óel  año  vaigo;  360  divididos  por  30,  ó  bi^en  el 
año  dividido  por  el  mies  da  12  mteses.  I>e  modo  que  la  as- 
tronomía vienia  á  peposar  sobre  tres  feotones  que  eran  tr«íi 
números  santos:  el  3,  id  10  y  id  4 :  el  elemien1:o  d»e  la  semana 
(30:  3)  y  (el  elemieato  del  año  (4)  qaie  eanstiítuye  el  número 
de  sus  estaciones.  Esta  eeuax^ion  debia  ser  iignall  á  la  raiu'lti- 
pilieacion  diegos  días  de  la  semana  por  los  meses  del  año 
(10  X  12=120)  mniMplioado  todo  por  el  nñm<ero  elemen- 
tal de  la  senHana  que  es  3  (120  X  3=360).  Es.ta  es  la  base 
quie  ha  dado  origen  á  «todas  das  oorabinaeiones  y  misterios 
de  da  eronologva  sacerdotal  de  los  pueblos  A'rios  de  Asia  y  de 
Amériea.  C^kxnstituido  así  el  año  vago  de  360  días  con  sus 
divisionies  sacramentales,  quedan  las  agregaciones  "de  los  5 
días  y  horas  epagómenos  qoie  es  preciso  añadir  para  hallar 
las  conjuneioaes  de  la  Luna;  este  resultado  debia  alcanzarse 
miulftiiplieando  los  números  sagrados,  es  decir  Jos  doce  meses 
I)or  los  cinco  dias  epagómenos;  y  como  12  por  ^=60,  era 
preciso  que  el  ciclo  lumar  tu^viese  60  años,  como  en  efecto 
tenia  según  ya  lo  demostramos. 

Pero  como  la  sem«na  era  de  diez  dias,  miuiltiplicada  por 
si  «misma  dá  otro  siglo  de  100  años  y  decian  <jue  para  encon- 
trar la  cmijunci&n  primitiva  de  los  astros  era  preciso  multipli- 
ear  los  dias  del  año  por  el  periodo  de  ila  semana  «mnJtiplicada 
por  si  misma  (10  X  10  =  100;  100  X  365  =  36,500)  ob- 
teniendo así  el  grande  año  del  sol:  Intip-Huatan. 

Llegados  á  esta  fórmula  veamos  ahora  cuan  admirable- 
meu'te  se  ligan  y  se  confunden  ex  una  sola,  estas  dos  tradi- 
ciones  qne  se  atribuyen  á  Inti-Oapak  y  á  lalimiar-Huk-iz  como 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  425 

si  fuesen  dácsüntas;  <miaiDKlo  -en  verdiacl  uo  som  mías  que  dios 
trozos  ó  dos  fonuias  de  una  undisnua  le^^^eudia  pri<initi'y«i. 

Así  como  el  «ño  'tif me  4  e«artja.*ioiiieí;  «el  si^  d)el>e  tam'bien 
tener  4  pairtes,  y  <le  ahí  -el  £actor  25  q'ue  también  entraba 
oomo  elomento  de  «los  c(Mnjp'utoeá  egip^íios  (1),  y  quichuas.  Si 
con  «esta  base,  Jívidimos  (los  36,500  años  del  gnandie  Año  del 
Sol  (Intip-huatan)  por  el  münvero  elemental  de»!  Sigilo  (25) 
(como  dividimos  los  diías  del  año  por  los  d'el  mes  (360:30= 
60)  para  enoontuar  el  oido  elemental  <le  60  años)  tendremos 
quie  (Intip-Huatan)  dividido  por  el  elemento  del  siglo  dwíi- 
T»al  úe  wa.  •cielo  de  mil  cun4 rocié nt os  sesenta  años  (36,500; 
25  ==  ]460)  es  decir,  uoi  siglo  de  cuatro  partes  ó  estaciones 
oomo  el  año,  que  es  el  que  «e  atribuye  á  Yahuar-HuK-iz  ;  y  si 
como  ilii¡ee  Montesinos  se  agregaba  un  año  binesto  en  oada 
.periodo  de  1460,  tememos  una  cuenta  exaxíta;  porque  1460 
años  vagos,  -de  365  días  ca/da  uoo,  contienen  365  dias  bisies- 
tos, que  son  un  año  completo;  de  modo  que  reuniéndolos  al 
fin,  como  suma  de  las  6  horas  flotan-tes  de  cada  »año,  se  cre- 
yó haber  'encontrado  am  onétodo  para  resolver  el  problema; 
y  se  dijo  este  periodo  miiiltiplioado  por  25,  produce  36,500 
años,  (]iuie  «os  lo  másmo  que  imiiltipliioaT  ell  siglo  por  el  año; 
es  decir — es  'lo  mdsmo  que  hacer  un  Año  de  Siglos:  Intip- 
HíTATAN  <)  Ano  del  Sol. 

Así  es  que  la  reforma  que  Monít«esinos  atribuye  al  Pri- 
mitivo de  LAS  SERIES  (laguar-Huk^iz)  oomo  si  fuese  moder- 
na, (2)  es  }a  ?niismla  evidemitemíenrtje  que  'bajo  el  noiübre  del 
IMonairca  Inti-Capac  iia/bia  pn»esto  como  la  primera  de  la  or- 
ganázacion  del  año  y  de  'los  ciclos  de  qtue  dam  noticia  ¿las  tra- 
di (¿ornes.  (3)  Si  las  demostraciomes  de  los  minueros  son  ine- 
xorables paTa  probar  uai  error,  son  por  do  .mismio  ÍTrepro- 
cha'bles  |>a.ra  esteibleeer  una  verdad.  Uai  año  agregado  como 
dice  Momitesiinos  al  eailx)  de  cada  400  años  para  completar  la 

1.  Rodier  pág.  24. 

2.  Pág.  101. 
3      P.  62--63. 


426  h\  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

diitepejail!ai^\i'cm  de  los  bisiestas  es  un  cáhiilo  absurdo,  Eá 
pTeei'SO  restablecer  aquel  venliiclero  cálculo  q\w  segri'n  él  fué 
declaraido  irnprochahJv  ipor  ^os  Ain'iutas,  y  este  cálculo  no 
pudo  ser  otro  'lye  -el  d^e  'aigregar  tn  año  en  oaida  1460  como 
»e  hatcia  en  Rgiptx)  y  en  otras  partes  del  .rmiiido  civilizado 
al  mismo  tiempo.  Esto  prueba  que  el  hecho  tradicional  es 
cierto;  y  que  el  error  procede  solo  de  un  olvido  d-e  los  nú- 
meros que  constituian  el  cómputo  en  cuestión. 

El  conjunto  d-e  todos  estos  «eos  aislados  que  han  ven- 
cido por  sai  propia  A^rtud  la  noeh-e  profunda  de  la  aaitig^ü<ediad 

y  la  barbarie  de  la  conquista  y  del  exterminio  estrangero 
nos  habla  elocuentemente  de  la  sabiduría  original  de  aque- 
lla noble  raza,  que,  como  un  mártir  paciente  sufre  hace  cua^ 
tro  siglos  el  silencio  y  el  terror  qu-e  le  impusiera  la  España 
bárbara  y  fanática  de  la  casa  de  Austria.  Todos  esos  eco» 
de  una  civilización  completa  que  nos  vienen  d-esde  los  hori- 
zontes mas  lejanos  de  la  historia,  forman  una  prueba  conclu- 
yente  de  que  esa  raza  habia  venido  al  Perú  con  una  tradición 
completa  de  \ida  política,  de  hábitos  civiles  y  aptitudes 
agrícolas ;  su  desarrollo  moral  debió  ser  una  consecuencia  at? 
laá  ií^yes  sedieaitairitas  y  fiuiaiisias  que  aqiiefUas  causáis  pnodiKíeu 
en  las-n^dacionies  dd  individ-uo  con  la  fa.milia  y  con  el  Estado ;  y 
en  efecto  los  Quichuas  son  hasta  hoy  un  modelo  de  amor  do- 
méstico, un  dechado  de  obediencia  y  de  orden  para  con  el 
gobierno.  Admirablemente  industriosos,  astutos  como  los 
hebreos  para  comerciar  y  manejar  las  mas  difíciles  complica 
clones  de  monedas,  buenos  y  malos,  viageros,  naturalistas  v 
médicos  por  excelencia,  tan  taciturnos  y  activos  como  las 
hormigas,  cruzan  en  hileras  las  calles  del  Plata,  como  si  no 
viesen  ni  quisiesen  ver  el  mundo  moderno,  y  recorren  hoy 
ni-isflno   en   peífueñas  caravanas   tocias  las   regiones  de   Sud- 

Amériea  vendiendo  drogas  y  específicos  con  que  surten  nues- 
tras farmacias:  resto  de  su  antiguo  saber  en  las  ciencias 
naturales  v  exactas. 


SISTEMA   ASTRONÓMICO  DE  LOS  PERUANOS.  427 

IV. 

Orden  y  arreglo  de  las  Grandes  Fiestas  Solares. 

Era  natural  que  el  orden  de  las  grandes  fiestas  solares 
VHi'i.i-'V  -(ik*  aiinii'ixlo  c<m  la  kn-  i\\w  disfjwne  úA  prin;»iipio  y  di* 

las  dimensiones  del  círculo  solar;  ley  que,  como  acabamos  de 
ver  tuvo  siempre  diversas  formas  de  combinación,  y  cambios 
no  pí)(o  frecuentes.  Esta  circunstancia  ha  instigado  singu- 
larmente á  los  historiadore*^  españoles  siempre  que  han  queri- 
<lo  pomerse  de  ac«u»erdo  para  clasi'fk5aT  y  c^aloe-a/r  líis  fiestas. 

Tomaban  ellos  el  imperio  de  los  Incas  por  una  obra  sin  va- 
riaciones y  sin  formación  gradual  que  saliera  en  un  dia  con 

honi'bnes,  ciaiiilía'di(»s,  kn'í.»»,  c<)L<^tuiinO>reis,  iai'ilu.stri'as.  y  con  eaiiaai 

tos  otros  accidentes  constituyen  la  civilización  de  una  fa- 
milia de  tribus,  de  las  manos  de  un  mito  llamado  Manco  Cá- 
PAc;  y  nunca  refleccionaron  que  si  ese  milagro  hubiese  te- 
nido lugar  en  el  Perú,  y  mereciese  ser  tomado  por  base  de 
la  historia,  signo  de  Dios  habría  sido  poner  á  esa  raza  sobre 
todas  las  otras  del  Globo,  pues  que  la  historia  sagrada  con 
todos  sus  prodijios  no  cuenta  uno  igual.  Montesinos  fué  la 
úni;«a  ese^pcioffi ;  con  "un  jiiidio  críti^co  quie  'l«e  honrará  elíeraiia- 

mente  tomó  las  cosas  peruanas  como  cosas  de  hombres,  y 
(jue  al  través  de  los  relámpagos  de  la  tradición  y  de  la  leyen- 
da, el  lector  encuentra  en  sus  pajinas  las  peripecias,  la  ins- 
tabilidad y  la  lógica  propias  de  los  acontecimientos  his- 
tórieos. 

En  el  Perú  se  solemnizaban,  (en  los  iiltimos  tiempos  al 
menos)  cuatro  fiestas  principales.  La  mas  pomposa,  según 
Montesinos  y  Ondegardo,  tomados  como  testo  por  Mr.  Pres- 
í*ott.  <»ra  la  de  Vm\  Raymi.  ''el  santo  Misterio  del  sol," 
que  otros  llaman  Urna  Baymi  *'la  frente  6  la  cabeza  del  sol'*, 
se  celebraba  en  el  Equinoxio  de  primavera,  es  decir  en  el 
mes  de  Srfifmbrr-Octuhre.  Mr.  Prescott  la  ha  descripto  en 
su  pre(»ioso  libro  sobre  la  historia  del  Perú  con  tal  esplendor 
de  C'^tilo  y  con  tal  colorido  local,  que  hacen  imposible  que  yo 
pu(vla  prt^t'cni:! er  reliacc^r  ó  tooar  -en  ese  iPU<ad'PO  mágico  del 
escritor  norte-americano.     El  es  mas  sublime  aun  que  por 


428  LA  REVISTA  DE  RUEÑOS  AIRES 

los  prestigios  del  lujo  y  de  la  grandeza  imperial,  por  el  se- 
creto y  el  sentido  en  que  todas  sus  formas  y  sus  ceremonias 
demue.stran  las  costumbres  y  las  creencias  de  un  puebla 
•emi-nteinteiu»eaite  tniviiMioaido  sedentario,  tnahajadoír  y  rico;  <:fue 

hacia  reposar  la  base  de  todo  su  desarrollo  intelectual,  co- 
mo Pytagoras  y  Thales,  en  las  ciencias  exactas  y  naturales, 
y  la  base  de  toda  su  vida  civil  y  política  en  la  paternidad 
divina  del  poder,  y  v.\  la  justicia  paternal  de  las  relaciones 
morales;  sin  que  otro  ninguno  halle  en  la  historia  antigua 
que  haya  llegado  como  él  á  la  práctica  perfecta  de  los  proble 
mas  polítii'os  rt^u'eltos  í-n  esí»  sentrdo.     Al  Ic^er  lo  que  Acos- 

ta  escribe  sobre  la  sociabilidad  peruana  el  ideal  del  comunis- 
mo, Owen  y  Fourier  mismos,  tendrían  mucho  que  envidiar  á 
los  pueblos  peruanos  antes  de  la  conquista  (1).  Ese  cuadro 
no  es  nuevo  y  sin  embargo  la  Europa  entera,  ha  persistido 
en  tener  por  Bárbara  la  civilización  y  la  lengua  general  del 
Perú.  ^Ir.  Muller  mismo,  ese  gran  genio  que  forma  una  de 
l^as  gloráíis  de  nw^s■t.^o  siíglo,  atrainlo  u'ma  vez  como  por  la 

mano  de  Dios  á  mirar  del  lado  de  la  América,  ha  sentido 
débil  su  vista  para  tantas  tinieblas ;  y  no  ha  querido  convenir 
en  que  un  pueblo  que  sabia  solemnizar  las  fiestas  que  descri- 
be Prescott,  y  vivir  como  esas  fiestas  lo  revelan,  era  un  pue- 
blo que  necesariamente  poseía  todos  los  elementos  de  una  civi 
Uzacion  completa  en  el  espíritu  antiguo  y  muy  distante  ya  de 
la  barbarie  de  las  Tribus  Turónicas  de  cuyo  estudio  tanto  y 
con  tanta  justicia,  se  preocupa  aquel  sabio.  Si  alguna  de 
nuestras  Repúblicas ,  comprendiendo  al  fin  sus  deberes,  levan- 
tase la  enseñanza  del  Quichua  á  la  altura  de  la  de  las  len- 
guas clásicas,  encontraría  quizás  en  los  labios  del  grande 
profesor  la  sonrisa  del  fino  desden  que  le  mereció  la  de  Gua- 
temala «por  hiail>er  ifiimlaido  la  cátelra  de  Kakdiiquid.  (2)  No 

importa!  no  está  lejos  el  dia  en  que  la  Europa  habrá  de  con- 
venir en  qwe  tiene  q<iie  rozairso  i^m  nu^estra  historia  en  los 

lejanos  horizontes  del  pasado.    Volvamos  á  nuestro  asunto, 

1.  Arosta  Hist.  Nat.  y  Civ.  Lib.  6.o  cap.  XT,  XTT,  XTTT  y  si- 
guientes. 

2.  ** Science  dii  Langagc,  par  Müller"  Lacón  Ter.  páj.  30. 


SISTEMA   ASTRONÓMICO  DE  LOS  TERUAXOS.         4:11) 

La  importancia  y  el  sentido  de  la  fiesta  de  Primavera 
era  evidente  para  'los  súbcHtos  á^  Inesa.  La  niatuipaileza  en- 
tera mostraba  la  restauración  de  sus  fuerzas,  la  madre  comiu*. 
la  tierra,  sentia  sus  senos  turgentes  de  abundancia  para  der- 
ramar «el  alimento  y  la  alegría  entre  sus  hijos  agradecidos; 
el  sol  venia  á  vivificar  la  sangre  de  las  tribus  y  á  iluminar  esa 
tierra  del  Perú,  bendita  por  él  en  el  clima  y  en  el  suelo. 

Entoncí^  em  cuando  se  «cx^l'e'bpaba  la  famosa  fiesta  del 

Huaraka,  que  tenia  una  admirable  semejanza  con  la  que  cele- 
braban los  Romanos  para  distribuir  entre  la  juventud  la  toga 
viril.  Los  alumnos  de  todas  las  Escuelas  que  habian  llenado 
sus  cursos  prestaban  sus  exámenes  de  ciencia,  de  gramática, 
de  guerra,  de  táctica  y  de  gimnasia:  ayunaban,  luchaban  y 
competían  en  la  carrera,  con  mil  otros  egercicios  propios  de 
una  educación  fuerte  y  espartanaj  diremos  asi,  antes  de  poder 
recibir  el  guaraca  que  eran  las  insignias  de  la  virilidad,  y  las 
armas  de  honor  de  los  guerreros.  El  nombre  astronómico  ql 
la  estación  era  sitúa  literalmente  Estación,  Sitio,  situación, 
porque  las  raices  arias  y  quichuas  son  idénticas:  S'ta  en 
Sánscrito,  Sitúa  en  quichua. 

En  la  fiesta  del  Raymi  que  era  la  del  Solsticio  austral, 
las  ceremonias  eran  puramente  religiosas  y  pastoriles.  Se 
trasquilaban  los  ganados :  y  como  el  Padre  Sol  lanzaba  á  plo- 
mo sus  rayos  sobre  las  cabezas  de  sus  hijos,  sentado  á  su  cer- 
cania  en  lo  alto  de  los  ciclos,  (1)  y  rodeado  de  todos  los  es- 
plendores de  su  gloria,  se  le  ofrecian  las  primicias  d-e  las  co 
sechas  y  de  los  ganados.  El  sumo  Sacerdote  recojia  sus  rayos 
en  un  espejo  de  reflexión :  encendia  un  algodón  consagrado ;  y 
tomiafndo  en  él  ol  fuego  divino,  lo  tnasmiitia  á  los  fcemiplos  de 

las  Vestales  por  todo  el  imperio,  donde,  como  en  Roma,  era 
preciso  conservarlo,  so  pena  de  la  vida,  porque  si  se  apagaba 
era  signo  de  algún  crimen  que  habia  provocado  la  ira  del 
cielo,  y  que  reclamaba  un  castigo  tremendo  para  el  Imperio 
La  estación  de  otoño  se  llamaba  A — sitúa,  que  quiere 

1.  El  *' aporreo'*:  el  punto  mas  cercano  en  que  la  tierra  se  pono 
del  Sol,  que  concurre  precisamente  con  el  Solsticio  del  verano  stid 
americano. 


430  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

«tecir  frente  á  Htiia,  ó  al  lado  opuesto  áe  Situta,  por  que  anfi, 
isonvo  «en  grit^go  6  on  latin  cis  lo  qive  tecJtá  delante  á  opuesto  (i-o- 
rao  los  Andes  ó  Antis) y  y  por  que  la  a  es  también  en  quií'hud 
una  prefija  privativa  como  en  todas  las  lenguas  Ariacas.  Esta 
€ra,  diremos  así,  la  fiesta  administrativa:  los  empleados  pú- 
blicos que  en  todo  el  imperio  habian  recogido  ya  los  tributos, 
repartían  conforme  a  las  leyes,  y  á  los  derechos  de  cada  uno, 
las  seuiilld^,  los  alimentos,  las  lanas,  los  tegidos  y  todo  cuanto 
era  necesario  en  fin  para  la  vida  y  para  las  necesidades  deL 
año.  Todo  «ote  muncniso  tralmjo  aiciministrativo,  que  ilurant:» 
todo  vi  vem.no  lua'biía.  OíMipado  á  los  ofi^cnia'lias  públicos,  t termi- 
naba con  las  fiestas  y  las  solemnidades  de  Asitua;  el  Equi- 
noxio  de  Otoño. 

El  solsticio  de  invierno,  Intip-Raymi,  compl-etaba  los 
cuatro  puntos  cardinales  del  circulo  solar;  y  constituia  una 
fiesta  esclusivamente  religiosa,  ó  mas  bien  esclusivamente  sa- 
cerdotal. Se  celebraba  -en  ella  la  parada  del  sol  y  su  re- 
greso hacia  el  hemisferio  del  sur,  por  dramas  y  cantares  líri- 
cos en  que  los  Amautas  reproduoian  las  leyendas  y  las  tradi- 
ciones de  su  estensa  y  vasta  historia.  Y  era  entonces  también 
cuando  proclamaban  las  grandes  divisiones  ó  épocas  climaté- 
ricas, civiles  y  religiosas  del  año  astronómico  que  comenzaba, 
Ija.  familia  real  visitaba  sus  Huacas  que  eran  el  adoratorio 
particular  de  sus  antepasados.  Y  cada  particular  celebraba 
en  el  interior  de  su  hogar  los  ritos  particulares  del  Canopa,  6 
dios  pénate,  bajo  cuyo  patronato  se  habia  puesto  (1). 

El  vulgo  no  tomaba  grande  parte  en  esta  ceremonia  que 
tanto  por  ser  casta  y  de  antepasados,  cuanto  por  ser  de 
oratorios,  quedaba  a  cierta  distancia  relativa  de  sus  recursos. 
El  solsticio  de  invierno  era  para  él  la  promesa  y  el  principio 
idie  (Las  «adegriías  dieil  -año  coimio  Qo  iMliia  múo  en  las  viejas  tradi- 
ciones de  la  raza,  y  le  llamaban  Cisqui-RayM! :  el  solsticio 
á&\  oanítonto,  que  á  su  vez  celebrabaoi  con  fogones,  oon  bailes 

y  con  cantares. 

1.     Vid.  * 'Arreglo"  do  los  *' meses''  eontinnacion. 


SISTKMA  AOTRüNOMICO  DE  LOS  PERUANOS.  431 

Par.  V. 
Arreglo  y  sucesión  de  los  meses. 

Eu  la  denominación  de  los  meses  sucedió  lo  mismo  que 
en  el  orden  de  las  fechas.  Cada  arreglo  nuevo,  ó  reforma, 
del  año,  produjo  necesariamente  una  denominación  distinta 
apropiada  á  la  naturaleza  de  la  serie  reformada.  De  aquí 
vienen  la  confusión  que  los  autores  han  hecho  en  esta  mate-, 
ria;  «en  la  que  lois  nuais  de  ellos,  olvidándose  que  lim  estacio- 
nes pertenecen  á  ángulos  invertidos  en  cada  hemisferio  equi- 
vocan siempre  la  primavera  y  el  verano  del  uno,  con  el  oto- 
ño y  el  invierno  del  otro. 

El  método  en  que  hoy  presento  el  orden  y  sucesión  do 
lo3  miesos  turne  por  base  las  indieaxíionies/  de  íiutopes  -como  M. 

Markhan,  que,  por  ser  naturalistas  de  profesión  se  presume 
que  hayan  puesto  mayor  esmero  en  estas  investigaciones, 
comparándoks  oon  la  forma  'lengüistiea  d<e  e^i'ck  nombre  para 

comprobar  su  exactitud.  Los  meses  se  dividían  en  cuatro 
grupos  comprendiéndose  tres  en  cada  estación  cardinal. 

ESTACIÓN  DE  PRIMAVERA. 

Siiua  (lat.  stare:  sanscrit  s'ta,) 

Esta  situación  y  su  mes  inicial  comenzaba  en  el  dia  mis- 
mo del  equinoxio  austral,  de  modo  que  su  mes  primero  era: 

1.0  Setiembre-Octubre  (30  dias)  su  nombre  era  Umu- 
Raymi  qxve  ijaiieire  decir  mistfrio  divino  del  fuego  (1).  En 
-efecto,  en  ese  dia  el. sol,  por  ese  fenóiineno  ssignado  (iiiie  lo  ata  á 
ia  'líniea  •eqfuiinox'itaíl,  ascendía  en  su  carrera  há»eía  el  sur,  y 
venia  á  desenvolver  en  la  tierra  peruana  como  un  marido 
potente  los  gérmenes  de  la  producción. 

2,0  Octubre-Noviembre-,  Panchin-Toctu :  apertura,  ex- 
pamsion  de  Las  oolmeanas  (véaiísi^  panchini  y  toctu  en  el  dfcc. 

del  fin.) 

3.0    Noviembre-Diciembre :  J.ya-Marca:  literalmente  las 

1.     Vide   "ümu:*'  y  **Raymi''  en   el   Dicción,   del   fin:   y  vide 
Markh  verb.  **UmTi." 


432  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

torres,  ó  la  pirámide  de  los  muertos.  Es  bastante  singular 
que  esta  denominación  fúnebre  sea  idéntica  á  la  que  celebra 
la  Iglesia  Católica  en  este  mismo  mes  con  el  nombre  de  con- 
memoración de  los  difuntos.  Una  coincidencia  tan  sorpren- 
dente haría  creer  quizás  que  es  efecto  de  la  introducción  del 
catolicismo  y  posterior  á  la  conquista  española.  No  es  esta 
sin  embargo,  la  opinión  de  los  autores;  ni  aun  de  aquellos 
que  se  han  mostrado  mas  tímidos  para  caracterizar  los  rasgos 
clásicos  de  la  civilización  peruana. 

Los  señores  Rivero  y  Tschudi,  dicen — **No  se  sabe  & 
'*  puaito  fijo  la  e«tiiimologia  úe  esta  \'oz  (aya-marca).     La  raa- 

**  yor  parte  de  los  historiadores  la  escriben  ayar-mürca,  pero 
**  nosotros  entendemos  que  debe  escribirse  aya-marca,  de 
**  aya,  muerto,  y  marca  levantar  en  los  brazos,  porque  cele 
**  braban  en  este  mes  la  fiesta  solemne  de  la  conmemoración 
**  de  los  difuntos,  con  lamentos,  con  cantos  y  músicas  íúgu- 
*'  bnes.     Tenian  tam'bien  durante  'esa  fit»ta  la  obldgweion  de 

'*  visitar  los  sepulcros  de  los  antepasados,  parientes  y  amigos 
*'  de  la  familia,  poniendo  en  ellos  alimentos  y  bebidas.  Y 
**  es  muy  notable  que  esta  fiesta  tuviera  lugar  entre  los  an- 
*^  TiGUos  PERI7AN0S  en  la  misma  época  y  en  los  mismos  dias 
*'  en  que  la  solemnizan  los  cristianos." 

Debemos  sin  embargo  recordar  á  los  eruditos  que  Ib 
íit'áta  d>e  los  difuntos,  datíaila  eoi  Roiuia  ík^  una  antigüodiad  pe- 
motísima  cuando  la  aceptó  la  Iglesia  Católica. 

SOLSTICIO  DE  VKRANO. 

Capac'fíayyyii  (grande  Solsticio). 

1.0  Dicicmhrc-Eiuro:  fíiik-chuy-Poccoy:  primera  apa- 
rición ó  in'(»hazon  do  hxs  brotas  (del  inaiz)  :  huk-oí5  pr'- 
mer  acto;  chuy,  expulsión  ó  apariencia:  poccoy,  broto. 

2.0  Enr^ro-Fcbnro:  Hafiim-Poccoy:  grandes  brotos,  ma- 
duración del  maiz. 

3.0     »hr(*ro-Marzo:    Parcnri-huatay:   nudo    Je    l:i    luz: 

es  <lKvár  centra  del  sol,  por  qut»  en  of<Hc»to  la  ilíní*>a  eíiuinoxial 
puede  considerarse  como  un  centro  en  el  que  el  sol  tieüe 


SISTEMA  ASTRONÓMICO  DE  LOS  PEEUANOS.  433 

atados  los  dos  estremos  de  su  movimiento  aparente,  ella  es  el 
centro  de  los  dos  solsticios. 

"^  EQUINOXIO  DE  OTOÑO. 

A-situa:  puinto  óputesto  á  sitúa.     Dijiíaos   -  \iq  el  üciud- 

noxio  de  Primavera  se  llamaba  sitiia,  situación  ó  estación 
(stá,  slare.)     Su  pumo  opuiesto  en  el  zadiacío,  es  el  Ltjumoxio 

de  otoño,  y  de  ahí  el  nombre  de  A-situa  por  que  en  quieíuia, 
como  en  griego  y  -eli  samserit,  la  a  .pref ija  es  privativa  como  en 

á-normal. 

l.o  ^larzo- Abril:  Paccary  huamty;  dsperecimiento  (Ima- 

ñu)  de  la  luz  solar,  por  que  en  efecto  al  pasar  la  línea 
equinoxial,  boreal,  el  sol  se  aleja,  y  desciende  há,cia  las  som- 
bras del  invierno  para  los  pueblos  australes. 

2x)  Abril-Mayo:  Ayrihua  ó  Ari-hua.  Ija  primer  for 
ma  la  dá  Mr.  Tschudi,  la  segunda  Mr.  Markhan.  Ayri  sig" 
nifíca  hacha,  azada  y  todo  otro  instrumento  cortante — ^No 
nos  parece  clara  la  aplicación  de  este  sentido  por  que  no  co- 

nooenDos  ninguna  clase  de  tnaibajos  análogos  á  él  ej-ecutafáos 

en  ese  mes. 

La  denominación  de  Mr.  Markhan  Ari-hua  nos  parece 
mas  clara:  Ari  signiñca  holgar^  y  huay,  moverse,  andar:  las 
dos  voces  reunidas  significan  dama,  fiestas  de  descanso,  etc. 
En  este  mes  se  terminaba  la  repartición  que  los  empleados 
imperiales  hacían  entre  todas  las  tribus  de  los  frutos  de  las 
cos-echas  y  ganados;  y  era  un  mes  consagrado  naturalmente 
al  descanso  y  á  la  alegría. 

3.0  Mayo-Junio:  Hayma-Muray:  litieralmente  quiero 
decir — iks  pareiles  del  in-viemo  ó  bi^cm  los  depósitos  del  tw- 
vierno  (sanscr.  Hcema  y  múr).  En  este  mes  se  hacían  las 
troxes,  ó  reservas — cubiertas  con  cañas  y  pajas  en  que  en- 
cerraban los  granos  para  comer  en  invierno,  garantiéndolas 
así  diel  invi-emo  y  de  la  hurnteílad,  es  dwir  emparedaban  las 
provisiones,  que  en  el  sentiido  áA  nombre  indicsado:  muray  mu- 
ro; Hírma,  invierno. 


434  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

SOLSTICIO  DE  INVIERNO. 

InHp-Raymi  (alumbramiento  del* Sol). 

1.0  Jondo- Ju'lio :  Titu:  -el  hijo,  ó  di  prínoiipe  d«el  So!. 
De  aquí  viene  que  un  gran  numero  de  los  príncipes  Pirhuaa 
se  llamaban  siempre  Titu,  hijo  de  la  lu2;  nombre  que  tam- 
'báen  ladniptaibain  los  ¡prinicipes  Incas.  La  paiLabra  «es  griega,  y 
tiene  «el  mismo  senitdfdio  por  que  sigmfioa  dia,  (1)  y  es  homogé- 
nea en  sus  raíces  con  la  palabra  Kitu,  ecuador,  bóveda  del 
cielo  en  griego  y  en  quichua.  (2) 

2.0    JuiLio-Agosto :    ('hiran-Pacha:   revodueion,     regreso, 

círculo  de  la  claridiad;  ipor  que  en  efecto  los  dias  comienzan 
á  alargarse  visiblemente,  y  el  sol  comienza  á  calentar  sobre 
la  tierra. 

3.0  Agosto^SfetSembre :  Anta-Situa:  el  Predecesor  ó 
el  Anunciador  del  Equinoxio  de  Primavera  (Sitúa)  para  el 
hemisferio  austral.  Anta  en  quichua,  como  en  todas  las  len- 
gonas airiíaicias  significa  él  qive  se  halla  delante,  el  qíce  precede, 

y  de  ahí  el  nombre  de  los  Andes  (anta  antis) . 

VICENTE  FIDEL  LÓPEZ. 


1.  TITAB,  aurora,  dice  el  Dice,  de  Mr.  C.  Alexandre,  y. con  él 
todos  los  demás  Lexiicos. 

2.  KUTOS  (Kytos)  firmament,  are  du  ciel,  id. 


ANTECEDENTES  HISTÓRICOS  SOBRE 

BUENOS  AIRES 

(Conclusión)    (1) 

Empedrado  de  calles 

Lia  segunde  obra  de  las  que  d<ejo  propuestas  y  (le  (juie  oa- 
reoe  esta  -ciu'djad  laoinquíe  los  perjoiíieios  qiie  ooasioina  su  f«lta, 
no  son  tsuQ  8ensibl<es  como  los  die  Sia  prómiera,  con  todo  no  ¡es 
inieuos  meoesaria.  Esta  íes  tel  euípeáraóo  die  oaiUes,  y  «n  el  que 
cañaste  «el  (precaver  á  sus  »hiaibiftaiD.tes  d)e  Jos  daños  qu«e 
esperiimienítaai  en  la  salvd,  muebles,  ropas  y  habitaciones. 

Si  lescuehamios  á  «todos  /Jos  moradores  y  á  cada  uno  ea 
partdmiliar,  l«s  oiremos  quejarse ;  que  «ki  &;l<tia  deil  empedrado 
ks  pcri'va  la  «mayor  parte  del  dawiomo  die  mük*  de  sus  oasas, 
separámdolos  de  üa  soeiodad,  y  aam  die  los  aetos  n^recósos  de 
relígioin,  qu^eidiáináose  miuohos  diías  áñ  precepto  y&a  pia;rti<^lar 
'las  imíiigtefres)  sin  oí<r  mdsa,  y  que  si  se  doteiriiniDaoi  a  salir,  es 
pisaoido  baoTO  y  tendiendo  qule  dar  Tirios  rodieos  para  atrave- 
sar !'as  oaüAes;  quie  vuelven  á  sos  casas  con  Qos  cadzados  y  ves- 
tidos  perdidos  con  el  lodo  del  piso,  y  del  que  hacen  salpicar 
•los  caibaüos  y  carretas  que  transitan;  que  el  piso  y  pairedes 
<(e  Jas  'habitaciones,  parecen  estar  á  cieJo  descubierto  s^gun 
la  buimiediad  que  coantienén;  qtne  sus  muebles,  adhajas  y  vesti- 
dos se  ven  de  uoi  dia  á  otro  enfmojecddos  á  pesar  de  ^9R  mayó- 
les precaniciones;  que  los  ooeihies  (que  á  los  qxie  Sos  tienen) 
debian  servirles  en  tiempo  ide  Duvias,  se  ven  privados  de  ellos 

• 

1.    Véase  la  pág.   147. 


4  Í6  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

por  q'ue  ilos  granides  pam-tanos  y  'desi^uialdaicles  l-es  impide  «I 
transitar:  que  continua jíifente  i-es  <es\£i  eaiisscxkáo  «rastos  el 
i^?uiaW  «el  piso  y  numm  permoiin'ece  couiípu'esto.  Qiie  «en  el  ve- 
•rHínio  ^i  ptílvo  imooinoda,  oomo  «en  el  inviomo  ^el  lodo ;  que  sien- 
do estie  tüLpina  tan  molieistado  úe  vi^entos,  lei'los  leviantafi  taks 
pollv«ped'as  d»t»  lo  <fii'e  r^mu-efle  lad  continaio  piso  de  los  caballos, 
qxhe  pírt^H-^n  'las  mas  espesas  .oi^^nilas ;  qxne  este  intpoduciéndoee 
en  kits  (oasas  no  deja  iiada  limpio ;  quie  ten  las  tiendas  y  alralace- 
mes  díp  ropas  os  donde  caiisa  niiayanes  dietriimientos,  dteakustraktído 
los  efec'tos  con  la  precisa  comtimiacíon  de  saciidÍTlos,  siendo 
'también  caaisa  de  <iu>e  la  polilla  se  introduzca,  y  haga  daiíos 
oonsiilera'bles. 

Todos  estas  perjuicios,  (ef'OOtivaanientH?  se  padeeen,  á  que 
yo  añadiré  otros  mas  gravosos  por  encaminarse  derechamen- 
te contra  da  salud,  y  qu«e  solo  conocían  'los  qu^e  lo  reflexionan. 

Ttmiendo  las  calles  die  esta  ciudad  muy  pooa  pemli«ente,  y 
nioidias  d'esigirdídad,  se  qiiedta  detenida  en  eililas  cantidad  de 
agua  cuamdo  .l;lu'e'\'5e ;  o»!  piso  dio  los  oaba'Wos,  y  Innellas  die  las  ea- 
irnetas,  k  conríprten  «en  graiudes  loda^^iles ;  y  contimiaiKlo  fas 
lluíT-as  í^e  d-etiene  ima\'or  porción ;  d<e  moilo,  que  nmclios  años 
no  se  V'en  lenjaitas  -en  todo  el  inviímio. 

Esta  agua  d'et tenida  tainto  tiemij[x>.  »e  corrompe  con  las 
in'mun'(li'(»ia«  kIc  Iíis  ca*Mes,  y  que  arrojan  de  las  casas,  ocasio 
(naffwlo  u<na  tVrmicmt^wñoii  llanosa  á  la  sadud :  •d'cspues  con  el 
caihxr  dol  sai]  »se  va  el  evadido  en  sutilísimos  vaipopos  <fue  se  in- 
troducen en  tolas  las  ha  bit-aciones,  tm  tanta  caintidad  qu»e  so- 
lo 'la  Kfonoceria  ifl  que  haga  la  observación  siguiente.  Si  des 
puiíxs  d'e  \vn  dia  ttemplado  sobivvriinc  una  nocli'e  fria  se  \'x»  que 
las  vidrieras  de  te  casa«  se  <nibren  de  a^ua  por  'la  parte  inte- 
rior eu  tanta  .«opia  que  i'^viv  por  ellas  haista  el  sudo.  Tios 
qur  ig'iioran  la  caarsa  de  íi>t<<^  fen<'>m»tmo  •diseiMTen  que  la  Im- 
mednd  les  A'ino  xle  af'ii<epa,  sin  aiUxirtir  que  auti  cuando  el  vi- 
drio tuvii^se  poros  eapíiccs  paira  qtie  el  a-gua  los  penetrase,  sí 
tsto  vinio!?>e  d»^  afuera  como  suponen,  era  prei'iso  que  estos 
qui  liasen  también  mojados  por  la  parte  esterior  lo  que  no 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES.  437 

suí-'íl^',  hieu'.  líi  }iu.ra?e«Jíid  se  l-es  'Coniiiim<?('>  d;  ndentro:  lo  ¡lue 
espili'CO  ien  esta  forma. 

En^K'rxrado  ^*ii  un  aposento,  aiubJifttite  ir^as  cálid-o  que  de 
la  pairte  'estorior  prooura  ipouerse  en  i^^uaLdiad  con  lei  ODias  friio, 
y  «(Dfoomtivknick)  en  los  víkItíos  poros  suficieivteB  paira  suilir  «el  ca- 
lor, los  vá  'poncttpafndo,  y  escapan  doá^e  ipoco  á  poco ;  pero  «como 
las  partiouilias  oálidias,  cn\'n]}etl'v<ein  en  si  otras  bumedsud^es  no  ha- 
bidudo  para  estas  salidas,  íporqu«e  los  poros  son  «streolios  para 
eUas,  co(DífoTii»e  ven  >]il}eg<ando,  las  eáliidtas  passan  deteniéndose 
las  huaníedádes  «n  ia  pairle  interior  del  vidrio,  hasta  qu*  la 
rauJlftitud,  forma  cinenpo  l>a8tíintc  para  currer  en  gotas  abul- 
taKlas,  como  lo  v^mos  maichias  invañíanas  d<e  ánvi»erno.  Esta 
ohaervaieion  nos  m-aorifiesta  cla-raralente  ila  anuchia  agaia  raidiñ- 
cadia  qiiíe  nadia  en  el  ambiente  de  nai^esítras  iiaibiftaicion'es,  pues 
si  im  ipooo  d»e  calor  que  salle  «por  ios  poros  d-e  los  vidrios  d»e.ia 
tanta  det-enád^a  ^n  tallos,  ¡cnaaita  seria,  la  contienid«a  en  eJ  ain- 
Wenite  del  aposenlo!  La  «myor  pa«rte  die  los  vapores  se  le- 
vanta die  las  ea.Wes,  con  que  ademas  d»e  ser  nocivos  por  su  Ini- 
medad,  do  son  m«8  por  la  fetidez  y  corrupción  que  envuelven  : 
ttcunq'U'e  el  diaño  que  estos  ocasioonaoi  á  la  «aiud,  preciosamente 
ha  de  ser  ^raítude,  ]>ue8  viW'mos  siempre  en<tre  elkis  aun  en  los 
on-as  retiirados  dormiitorios. 

A  el  detrimento  crue  ooasionau  estos  vapores  introdfueién- 
dose  por  ilos  poros  «de  niuestros  cuerpos,  se  «igrega  otro  no  me- 
nos considieraMe.  Séempre  qoite  llueve  «irrchata  fe  eoirriente 
enantas  inraaiindicias  'h*ay  en  las  cad'les  llex'ándialas  «J  rio  ilo 
donde  la  ciudiad  se  surte  para  todo ;  si  las  caillos  se  haiUan  co- 
mo las  he  phiftado,  ¡  cuanto  sieno  corro^mpiído  initrodatciremos 
en  niTestros  cuerpos  en  el  ague  qne  bebemos,  y  cu«antos  da- 
ños ifse^uiran  por  esto  á  la  sa!ki«d !  IjO  cierto  es  quíe  por  raías 
X»rccaaDcioni0S  que  tomen  los  que  paieden,  dejando  asentar  el 
Hgxm  en  tinajas,  nnnca  se  logra  con  fe  transparemioiía  que  le  es 
natuírail,  piies  si<empre  qu^d«a  «tintuírada  de  las  particuilas  le- 
ves que  nunca  se  precipiitan. 

En  el  verano  el  suitMisimo  polvo  i^m*  levantaoi  los  vien- 


43S  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

itos  introduciéndose  ipor  la.  i^spiraicion,  do  puede  menos  que 
ocasiotnaT  daño  ««n  nuestros  .peclhos,  iivayonnueoite  si-endo  tan 
continuos  Kfihe  apeáis  hay  di<a  que  nos  \x^mo6  libros  de  e^ta 
molestia. 

Piaom  iiibentad  á  esta  ciudad  de  tan  visibte  i)er¿uicio,  no 
híuy  otro  i^uDodáo  qim  él  de  emípednar  sus  caiUes;  pues  de 
ei»t(>'  iiuokk)  no  deteniéndose  a^iia  en  elllias,  se  'minorañaoi  oon- 
6kterablem«en!t)e  'las  .humedades  en  in'S'iepno,  y  no  se  'levantaría 
pohx)  en  el  ^'e^aino ;  (pa-na  euyo  efwto  diré  La  idea  qúfe  time  ocu- 
rre iwas  conven  ienite,  menos  costosa  y  que  el  piso  quecte  có- 
<moKÍo  pora  •tratnsitatr. 

lias  oail'les  tienen  de  ancho  oaK'e  varas  y  su  empedrado 
podía  dispooierse  en  >esta  forma,  las  dos  'v^ras  inmediatas  á 
cada  ar.\?m  em'pedradías  de  predna  grande,  lalyrada  la  suiper- 
ficie,  de  inodo  cfiue  tfl  ipíso  q.uie»clía9e  igaial  pero  si<n  cortairias  por 
ias  oriWas,  por  que  esto  sena  «nifuy  costoso:  sí  no  dejámioila« 
en  \a.  figanra  irregular  que  'tuviesen,  colocarlas  de  modo  que 
Jas  iHvas  aJTistein  en  ilas  desigaiaikiades  de  ilas  otras. 

Inmediatas  á  estas  dos  fajas,  otras  dos  de  vara  y  ra«edkL 
de  anirho  cada  una  de  piedra  iredonda  pef^iieña ;  y  las  cuatro 
varas  res^tantes  del  centro,  de  piíedra  graiuie  bruta :  dejánido- 
Qas  solaimíente  con  la  caida  suficiente  paira  que  no  se  «meguen 
líís  casas  cuand'o  l'kieva.  (j) 

Cada  cuadra  tiene  de  largo  ciento  y  cincuenta  varas  in- 
clusas las  calles  de  atraatecda,  ikus  que  miiltipli cadas  por  once 
de  ancho  convponen  mil  seiscien^tas  y  cincuenta  vairas  cuadra- 
das de  iH-so :  con  una  carretada  «de  piedra,  se  empiedran  aI<go 
mas  de  cuatro  varas  cuadra d'as;  con  que,  paa*a  toda  la  cuadra 
se  pu'eden  «regular  cuatrocientas  cairretadas.  Oada  carreta- 
da ten'drá  de  costo  puesta  en  esta  ciudad  dos  peíws,  y  toda  la 
que  ncí^esita  ¡la  eiiaidra  ochoeientos  pesos. 

TJn  picador  de  piedra  podrá  en  un  dia  allanar  la  que 
corresponda  á  una  vara  de  Ja  faja  de  una  acera  de  a  dos  vaoraa 
de  ancho.  Y  siendo  dos  tías  fajas  de  á  cíeii'to  y  cincuenta  va- 
ras cada  nna,  se  necesitan  trescientos  jómalos  que  á  ocJio  Tea- 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES.  43Í 

tles,  importan  tre»ei«eait08  pesos. 

tln  empedrador  con  xm  peón  podrá  empedrar  cada  dta 
HÜez  varas  cuadradlas,  «esto  íes,  diez  varas  d>e  largo  y  una  de 
ianclio :  oon  que,  p»ra  toda  la  euiadra  se  n^esitan  ciento  sesesi- 
ta  y  <^^in<io  jornal^ee  tde  empedrador  y  peón,  qu©  wao  á  oeho  pea- 
O'as  y  lel  otro  á  tres,  «npartian  doaí»iientoB  veinte  y  eeita  pesos 
siete  readis :  y  todo  el  liosto,  como  se  mamiíiesta  en  la  oiionta 
sigoBente. 

(■osto  (Je  empedrar  mía  cuadra  de  150  tmra^  de  largo  y 

11  d^  ancho. 

Pesos 


400  oarretadas  i-e  piedra  á  2  pesos 800 

300  joma^l-es  de  adlanar  '>as  piedras  de  tl«is  fajas  de 

•las  apoeras  á  8  reales .  »300 

165  joraailes  de  un  «emipedratior  y  u«n  pean,  amibos 

en   11   varas   importan 226   7 


Su^ua  total.     ...  $  1.326  7 

Según  el  cálculo  die  esta  ouenta,  importa  el  costo  de  em* 
pedrar  una  cuadra,  aml  .trescientos  veinte  y  seis  pesos  y  siete 
«reailes,  sin  inclaiir  los  costos  <|nie  puiede  tener  el  conduei'r  tieaMTi 
para  igu-aíiaT  las  cia^Hes  q[i<e  'lo  níecesiten,  lo  q-uie  omite  por  lo 
que  diré  diespu^es. 

Siendo  fe  iFtilidad  de  esta  obra  tan  gr«n\le,  deben  com- 
preli*eni(l)err»e  «n  la  constníocion,  á  «toda  díase  de  person-as.  Si 
«em^n tramos  iin  wr'bitrio  -cfue  sujete  á  ricos,  pobres,  glandes 
y  peíiuieños  sin  esehiir  á  ningmno,  y  qn<e  niadie  sienta  la  con- 
tribuieion,  será  el  mlejor;  miayormiemte  ^i  la  Te>eaaid<acion  es  tan 
simple  ffue  no  noee^ite  de  recaudadores,  celadores,  ni  guar- 
das. Kste  lio  tenemos  con  itod«s  'estas  cirounstancias  eii  el 
ramo  de  la  sal ;  y  con  «mas  ía  de  qne  si  á  «d  año  se  atesoran 
treinta  imil  pesos,  no  se  grava  al  público  ni  aun  en  la  -mitad, 
como  ílo  demostrare  brevemente. 


440  LA  B£VISTA  D£  BU£NOS  MBBS. 

Está  entablado  no  íse  ai  por  co^tiunbre  ó  :por  gracia  pia^- 
tiouW  teonoe>dÍKÍa  á  ^&3ii^  ciudoiid,  <el  qiue  aus  vecinos  cada  dos 
4iño6  ó  seg^un  lo  pidie  la  nieoesidad  vay«ui  á  Sadinas  que  están 
en  (las  tárenlas  en  -qoie  habátaoi  (los  Indios  loifíalea,  á  traer  io  que 
»eoe»itaii  'para  surtirse»  convocándose,  y  Ikv^indo  la  eseolt» 
corpe8poUídi»ente  para  luacier  su  cspediciooi,  y  abast>eoer  k  ciu- 
dad. 

Todo  ¡raicioínall  ayudia  á  consumir  -este  »ef  exíto ;  con  que,  m 
BÓbrú  él  se  imponye  la  oantribucíon,  nadie  se  exeptúa  de  ella ; 
ni  pueden  «eotirVa,  pues  ¿que  pu^ede  tocar  en  un  año  á  la  cor- 
ta fporeion  que  coiisume  un  iíndá^vídnio  t 

Ija  pwaudtóon  es  tíi-n  simple  que  no  necesita  sino  un  ad- 
anmistrador,  y  um  «hnacenero  (j-ue  \''ei]ida  «por  mayor  á  los  pul- 
peros, y  &  ftodo  el  que  quiena  cam5)rar,  con  ila  seguritkd  de  qaie 
nadie  podrá  introdaicir  cowtraihftindo,  pwes  no  habiendo  sali- 
nas «üo  t^n  el  paira  je  insmoiado,  y  á  e»te  «nadie  puede  ir  sino 
esoofl tanto,  se  ve  ckraimeffiíte  no  ser  necesarios  guardas  ni  ce- 
«tadores. 

No  se  grava  all  público,  ^éno  en  la  mitad  de  Jo  que  se  ate- 
sore si  se  tom»  la  providencia  que  diré.  Imiiuediato  aJ  puerto 
<le  S«n  Jnri'ian  situado  en  la.  costa  oriental  de  este  eontinentt^ 
y  aJgunas  leguéis  ail  s»r  de  te  deseanbocadura  .(iel  Rio  de  la 
Pinta,  ihay  liiagunas  tan  ahuadiMntes  y  de  tan  buena  sal  como 
la  de  donde  se  trae.  Flétese  nna  eraflwrcsieion  de  huífue  re- 
gular y  -máín'de'íe  á  i^te  paraje  á  traerla.  Esta  puetle  llcA'wr 
peones,  eairretilias,  bueyes,  y  iodos  los  útiles  y  bastimentos 
nei'eaardos  pana  estaiblec^erse  algunos  meses,  esooltnda  de  al- 
gunos poeos  soddados,  p»na  que  fonnando  a.lgu<n  fortin.  estén 
libres  de  algunos  TikIíos  que  pudieran  infinitarlos;  la  embar- 
cación pn!e(ie  hacvr  varios  viajes,  hasta  que  acopie  en  esta  ciu- 
Hla<l  sal  pjina  seis  ó  mas  años,  de  modo  qiie  eiiaiKlo  ila  embaiva- 
cion  l'k'gne  a  a^fuel  puerto,  yn  la  carga  esté  pronta  á  la  oriHa 
de  él.  Con  esta  .provKlencia  se  puede  asegurar  que  no  tendrá 
de  costo  la  fanega  tpun't^a  en  esta  cíiu^kI  nú  aun  dos  pit^^os :  con 
que.  á  se  le  señííla  para  su  venta  el  preeio  -ile  diez  pesos  sien- 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES.  441 

do  lo  pegidar  á  que  se  vieiwie  á  seis  petaos,  solo  •es  d  «scjeso  de 
cuAtro  'pesos  mi  fanega,  y  lia  qiitEidiaKi  ocho  pesos,  duplicada 
ail  gravaoiiiea  qu«  se  impoDie  *ad  púhUco.  (1) 

£1  coxisuimo  d«  «esta  •eíuiíktd  y  sos  agregados,  se  puede 
KX>mp*iitar  >0Q  ouatro  mil  fanegas  al  año;  con  que,  utilizándose 
ocho  pesos  >cin  t^aicla  una,  ^  a>tei9oriaai  1;rieiinta  y  dos  mil  pesos 
cada  año.  (m) 

Por  segomdo  paiino  se  /puiede  imponer  á  los  propi^etarios 
áe  casas  y  sitóos  dos  «pesos  de  cootribucioin  so^re  c«da  varo 
fpent-e  de  las  cjaMjes  qa«  se  ^^yaai  e^apetirando,  cada  cuadra 
tiene  cien^to  y  cuajieaita  vsjcím  xie  edififC«ado  «ó  qa»e  debe  eidifi- 
caii^se;  (xm  qxxe,  pa/gando  dos  pesos  por  cadia  vaira  de  las  do» 
axx?ras  sibm<an  qud<ni'ein1)os  y  sesenta  pesos,  dos  que  servirán  de 
prámíer  fondo  para  haorer  las  ou«enta8  de  das  ouadras  que  po- 
ndrán emipedrarse  en  un  año. 

Bate  rairak)  podrá  tfianer  \la  obj-eoion  d«e  q^^e  muchos  pro- 
'pietorios  de  casas  ó  sitios,  son  pdbres  y  que  l'es  será  pesada 
esta  contriibu'oion ;  (pero  si  aitendemos  á  que  con  esta  provideoi- 
cia  se  'li^bertaai  de  construir  ó  reparar  calzadas,  poiiJer  .postes 
y  pagar  composición  de  calU»ee,  se  v«rá  que  salcm  beneficiados, 
y  con  >6stx)  solo  costean,  todo  cuanto  habian  d'e  gastar  en  ade- 
lamte. 

Los  que  tuviesiein  pied^ras  en  sus  calzadas  ó  rpertenencias, 
i?e  l>es  podrán  recibir  abonándoseles  su  vaJor,  á  cuenta  de  lo 
<[ue  deban  pa^ar. 

Siendo  beneficio  para  los  earretíUeros  de  plaza,  y  para 
<!os  que  coedueiea  materias  pana  las  obras,  se  les  podrá  pensio- 
9»aT  á  que  cada  laes  un  día  tralbajen  de  vaüde,  conducdendo  tie- 
rra para  las  caiUes  que  la  mecesiten ;  otro  dia  si  íuiere  preciso, 
déndolf^»  vm  pes»  para  eosteairse  ooo  lo  que  se  «ihorwiín  esrtos 
costos,  quié  por  esto  los  (he  onvvtido  en  la.  cuieofta  qae  dejo  for- 
mada. 

Esto  tno  es  muy  giravoso  á  dichos  f^rretilleros,  pues  pue- 
den euniiplir  ooai  el  dia  que  Jes  tof^ue  en  cada  mes,  en  el  que 
no  tengan  en  que  ocuparse. 


442  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

Para  peonía,  ípu^en  «iniplearse  presidarios  ó  en  su  de^ 
fect»  indios  tapes  de  las  ímisioo'es  •  que  trail)iajon  por  cuieaota 
de  los  puteblos,  por  jornales  mas  lequitativos  qu-e  los  qu«  regu- 
darmente  se  pa,gñn ;  áo  estos  ó  dt?  los  presidarios  pu'eden  apli- 
carse ailgiimos  H  ennppftlpadores,  y  podriros,  dándales  alguna 
■gratificia-eion  sivbre  sus  jómales,  qu»^  servará  do,  aliorro.  Y 
con  euyas  prev^enedomes  se  piK^d^  fornmr  l«a  oueoita  sigui-ent*? 

Los  glastos  á  qu>e  podrá  asee(nd>er  el  ^tmpedrado  de        P«e90:k 

ama  "CUiíKlra  según  l«a  <ni«n(tia  que  dejo  ostiaimpada    • 

son 1326-7 

La  suflíia  que  di?l>e  produeir  ei  impuesto  Pesos 

sobre  ea^da  vara  de  frente  de  lo  que  se    J 

(tnnipedrame  es •      .  560  '          1326.7 

Lo  que  kíí^Imí  sacarse  de  el  fondo    d-el  I 

•raduo  de  sal  pa:ra  caída  cuadra .      .  766-7 

En  esta  cuont-a  no  incluyo  ios  gastos  (lue  pu^eden  ocasio- 
narse i\e  la  con'huieion  de  alguna  nms  tierra  (fue  para  igua- 
lar los  calles  sea  mnenestcr,  de  ía  que  las  carretillas  podrán 
acarrear  «en  los  di<as  quv  les  toque  trabajar  de  \"ald'e;  pero 
tambi'fín  pongo  por  «entero  todos  los  jornales  que  deben  lle- 
var, oficiíalcs  y  peon^es;  estos  iKiJH.rán  nim^ho  oteervando 
el  método  prevenidlo ;  y  así  el  aumento  que  por  esto  puede  re- 
snJitar  s(*  <»oanp(^nsa  ecn  aquelík  l)aja,  «m  cuya  advertencia  se 
pucícle  d<^4r  que  am  la  gratificación  que  se  del>erá  dar  ál 
maestro  director,  y  iiilgiin  otro  ga.sto  extraordinario,  será  su- 
ficiente (|ue  extraigan  del  fondo  de  J-a  sal  ochocientos  pesos, 
para  cada  cuadra,  y  aseendv(^nido  «este  á  trein'ta  y  dos  mil  pe- 
sos, eomo  se  supone,  pn»e<len  empedrarse  cad^a  año  cuarenta 
cuadras,  y  en  siete  años  doscii(mtas  y  ochenta  que  aleanasaria 
el  empedrado  h-^sta  cérea  de  los  arrabales  de  esta  ic^iudad. 

El  dinero  que  se  consume  en  'esta  obra  ha  de  circular  en 
la  ciiidnd,  y  por  consigirien'te  es  fomiento  para  ella,  y  habrá 
en  que  se  cfluplivn  muchos  que  i>or  no  tcoicr  en  que  trabajar 
cometen  varios  excesos. 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIEES.  ií3 

Nota — Teníéiiídiose  «por  conveiniie(n.tie,  se  podi-a  imiXMíer 
im  p<?eo  imas  sobre  •el  ^pü&do  BemÚ!&áo  á  il<a  fiam^ega  de  sal,  aipUi- 
cánrdolo  &  la  iluminación  de  las  callees,  cseusaoido  de  >este  áno- 
do, los  obotáculas  y  quie jas  qiue  cada  día  se  ofrecen ;  haciendo 
(públi<K)  reaniLte  en  aqu*el  qne  se  obligase  á  «mainteoerla  por  «me- 
nos precno,  y  «plioainKlo  él  nemanentie  para  «el  atunefnto  y  con- 
sen'aríon  die  to-fe  tel'ta. 

El  Muelle. 

La  tercera  y  últí.mia  olyna  qne  inoluyie  este  mi  prnoyecto, 
y  de  que  neoesita  esta  ciiidjaid,  «es  la  construeeion  die  un  moiíelle 
que  sirvi-endo  de  abrigo  á  ías  -emba-pcacdones  qu>e  navegan  «este 
rio,  les  faeilitie  ^«rgar  y  djecicairgwr  con  fencilidad,  y  poder  sa- 
iir  del  poierto  sin  esperar  raiifi  q<ue  aíl  viento  favorable,  consi- 
guiendo de  este  smiodo  lel  oomencio  ^raiarítímo  las  comotlidadis 
de  la  brevedad  y  ahorro  en  el  trasporte  en  todos  sus  viajes  r 
reraipsas  de  efectos. 

Los  atrasos  que  se  espenvmemtan  ipoír  ¡eausa  de  esta  obra 
son  tan  visibles,  que  oraitina  el  ^referirlos  á  no  haberlo  prac 
ticado  con  los  de  las  amteoedentes,  pero  <por  esta  razón  los  to- 
caré en  esta  muy  lijeramente. 

Sieoido  esta  ciudad  el  centro  del  coraiercio  que  se  lia<*e 
efñ  este  vinreinato,  á  alia  se  ham  de  enoanrinar  todos  Jos  efec- 
tos tanto  vmarítimos,  como  terrestres;  por  lo  que  se  hace  pre- 
cisa 'la  f reeuencia  de  viajes  de  las  ilainchas  paira  traer  de  Mon- 
tevideo los  efectos  europeos,  y  llevar  los  aimerioamos ;  y  no  te- 
niendo donde  cargar  m  diesoargar  sino  en  el  Riaobuelo,  se  vé 
daíramente  eoiantas  demioras  y  iperjuiícios  se  orijinarán  por 
esto,  pues  re^ilarraenite  euaíndo  llegan  cargaídas,  tienen  que 
e9p»erar  arnuc^hos  días  en  Balláaas  sin  poder  entna.r  ipoír  falta  de 
Tna^rea ;  y  paira  Sciilir  su-cede  lo  mismo,  -pues  euando  «él  vieorto  es 
favora'ble  Tw  falta  marea,  y  teniíendo  esta,  les  faWa  aquel ;  de 
miodo  que  en  e»tis  demoras  fpi«erd'en  la  mitad  del  tiempo,  atra- 
fiándooe  los  interesados,  y  muiehas  voecs  el  Reail  servicio  en  que 
son  de  toiicIio  precio  ios  instantes. 

En  la  conducción  de  'los  efectos  desde  Barracas  (que  es 


444  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

donde  t?stá  eJ  emlxa<r6adieTO  y  hay  xuna  \'&gu¡a.  é  esta,  ciudad)  y 
•el  llevar  los  que  se  d»eben  ^jnibaireaT,  oeatíionan  niqichos  gajstcs 
á  los  interesados. 

No  suoederia  leato  ad  se  verifieara  la  oonstTPuection  de  un 
^lueMe,  en  cual'essíiudiom  pariaj.e  diel  quie  Itomaraos  bajo;  pu-es 
oeup-andio  el  centax)  áe  «lia  cioidad ;  seriaa  muy  pocos  los  eostos 
d<esdie  él  á  oasa  de  ios  ioitei  'e.i^do8 ;  no  se  demora  riaoi  las  lanchas 
•bn  la  «entrada  y  sallili  ipor  faitea  de  miapea;  dapli<?ari'an  los 
viajes,  y  por  consiguiente  bajaría  él  precio  de  dos  fletes,  esta- 
ria  La  ciaxlad  mas  provista  de  todo  lo  :fu>e  produce  la  otra 
blinda  del  rio,  y  se  lozana  todo  mías  acomodado  y  a'^und^an- 
le. 

A  t-sta  obna  no  «e  le  puede  detiermioiair  painaje,  oaii^a^íi  J*MÍ, 
ni  dc.pas  circunstai  c-ias  qtue  debe  leníH::  pues  para  tratar  esU» 
pu3>to.  se  necesita  haber  ifesuelto  primero  da  «eBnipoiesa,  par4 
deepujes  trataa:  práoticamen«te  donde  y  como  lia  de  ser.  Por 
«esta  ináama  razón  no  se  pxieden  tainx)oco  oaicuiar  los  costos 
que  podrá  temer;  pero  esto  no  imip-ide  ed  señaliaor  da  fuente  á 
que  se  puede  acaidir,  por  todos  los  que  sean  necesarios. 

Toda  contribución  ipara  que  no  sea  senjsible,  debe  exijirse 
de  aqnellos  en  cuyo  beneficio  ha  de  invertirse ;  no  hay  duda 
que  Cíl  que  se  lograría  en  esta  ciu'J'wd,  eon  eil  anoselle,  seria  ge- 
nerad; pero  en  comerciantes  y  lanjcliei'os  se  harían  mas  visi 
hles  las  utilidades;  y  por  lo  mismo,  me  parece  que  debe  ta-m 
bi<en  hacerse  mas  'visible  'la  contriibiicion ;  pnes  'eidos  tendrán 
cuidado  de  sacar  insensibd^mente  djel  públiioo  la  .parte  que  les 
toque,  por  nuédio  de  sus  'venftas  y  fletes.  En  esta  s\iiposdcíon 
voy  á  proponer  los  arbitrios  que  me  parecen  Tnas  arr«^ados 
y  que  soan  snfíci'entes  para  omlprendier  la  obra  con  aquettos 
costos  que  se  quiera. 

l.o  par.  Ilalri endose  juntaido  los,  vieciuios,  y  comerciantes 
de  esta  dutdad  en  e'l  año  pasaido  de  setenta  y  si-ete  en  das  casas 
del  A>Tintaímiento  pa»ra  tratar  de  'esta  misma  obra,  resolvie- 
ron ;  que  -para  dar  prindpio  á  la  condaiocion  de  da  piedra,  ha- 
cían nn  donativo  según  los  i)osrbles  y  estímulos  de  cada  uno : 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AlBES.  44 j 

lo  que  se  aiiotf')  en  los  Libros  «de  AüiRinlo.  Pei\)  no  habién- 
dose •efoL*tu(aido  basta  íihora  la  peeauídaicion,  (podía  ponerse  eax 
prÁcti^a  su  .roeobpo  y  qua  sirviese  -Je  príiu«er  fondo  para  dar 
principio ;  teniemdo  presente,  que  d»e  artfuel  tiempo  á  el  eji  (¿ue 
eetíiín<)¿j,  hay  e'U  la  ciudad  m'uehos  qu)e  puetlen  ííon tribuir  y 
no  está.n  coiiKprelutaiídidos;  á  estos  m  Jos  poiíOtle  solicitar  -por 
medio  de  d'ipnta.dos  ó  del  modo  quie  S(í  tímga  por  conv^ínieiite, 
paia  qiic  imitia'ndo  á  los  ■demás,  eontribuyain  con  do  qu>e  íA  «elo 
por  el  bien  (públioo  les  «estinmle. 

2.0  par.  Un  impuesto  de  veinte  ó  veinte  y  cineo  pesos  por 
eadiH  lifoeiicáa  de  ida  y  vuelta  d»e  cada  tancua  de  ilas  m!ayopes 
y.'á  propooneion  la  d-e  *l*as  aiw^nopes,  pudáe^o  -esta  Tedimdr  la 
coattíT!bu«e»ion,  tnaj'Kíndo  de  retorno  la  piedra  qu^e  se  les  regule 
por  el  valor  de  lo  quie  dobiain  pagiar.     Esta  contribución  en 

nada  a^^raba  á  los  laoueheros,  paíos  'aidemás  díe  poderla  redimir 
dell  modo  dicho,  se  le  sig^U'e  "el  l>encfíeio  d«e  que  no  teniemio 
carga  para  el  retorno  de  ^lontevidieo  ó  ila  colonia,  podrán 
caipgar  de  pLodra  <iue  ^  les  abonará  según  se'cstablcic'ie- 
Te.  (n) 

3.0  par.  A  los  vinos  y  aguardientes  que  vienen  de  Europa 
se  te  pueíde  imponcir  cuatro  reailes  de  coníri'lmcion  á  <*a-da  ba- 
rril, y  á  proporción  a  dos  demás  licores  »emlx>tcl lados,  y  en 
frasquieras.  Este  d<erecho  íes  muy  conveniente,  'pues  con  el  se 
leWta  el  perjuicio  que  los  viecrinos  de  Me(n<do»a  y  San  Juan  .po- 
dían esperiinientar  con  el  qiue  se  les  señada  solxre  sus  bebidas. 

4.0  par.  Otro  sobre  todos  los  diemas  efectos  teairopeos,  el  que 
se  puK^dc  «enliaíblar  en  esta  forma.  Habiémdose  de  cstfa>>k'w»r 
en  -esta  ciudad  da  Real  Aduana  meiliante  el  libre  coiniercio, 
y  -en  eHa  han  de  arreglajrse  dos  derechos  de  S.  M.,  á  i^lxw 
se  podiía  ajumentar  -medio  por  ciento  en  beneficio  de 
esta  obra. 

5.Ó  par.  No  sieoiido  bastiantc  lo  que  produísejan  estos  ramos 
para  seguir  la  obra  con  \iveza,  se  podrán  toimir  á  réditos  los 
caudales  que  vayan  faltando,  satisfaciendo  anualmente  de  low 


44t)  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

miemos  rasuos,  los  réditos  que  se  vayan  <ie\'<engaiMÍo,  con  lo 
qu'e  podrá  seguirse  con  andor  'hcista  3U  conclxiaioii,  qiie  verifi- 
eadía  se  «plietairTxD  asi  testos  raímos  tcamo  el  <de  (la  sal,  á  la  satis- 
íacüioa  del  prindípal. 

l'iaflia  quie  «el  gasto  de  ipeoones  ído  sea  t?»eesi\X)  puede  tx)map9e 
Ja  provid^eioeia  de  traer  dtndios  tapes,  de  das  elisiones,  que  tra- 
Uajen  á  beneficio  de  los  pm>blos;  repartiéndolos  en  la  Colonia, 
Montevideo,  Caleras  y  <n  esta  Ciisdad.  para  qu.e  faciliten  con 
uK'oios  costos,  todos  los  Dvedios  de  ad>él<atnta:nifiento  á  la 
obra. 

No  hay  diid*  qu-e  á  los  prrncipdos  se  esperimieíntará  tá 
grav-íiinen  d^  «estas  íiontribuciones,  sin  el  logro  de  disfrutar  loe 
beneficios.  Pero  debemos  seguir  él  ejemplo  del  tebrador  que 
arroja  el  grano  á  íia  tierra  sim  sen-táraáem/tx)  de  que  se  pierda, 
solo  con  la  esperanza  de  coj-er  é  su  tienipo  el  f  n^to  imíulltipli- 
oado ;  esto  <«  lo  que  debemos  htaeer  todos.  Sembrar  para  co- 
jer  "es  'la  inayor  ventajia. 


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448  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

NOTAS. 

(b)  Siendo  dificultoso  que  todos  los  parajes  en  que 
corresponde  colocarse  Fuerte  sean  á  projpósito  para  ellos,  y 
qipe  los  sit.ios  d^e  miaATor  riiesgo  correspo>n(dja(n  á  «d-Lstánta  situa- 
ción de  los  que  va  señalada  con  esta  consideración,  podrá 
variarse  el  método  según  convenga, 

(c)  Para  levantar  estas  compañias  se  pueden  comisio- 
nar á  los  maestros  de  campo,  y  sargentos  Mayores  para  que 
después  de  admitir  los  voluntarios  que  se  presenten,  saquen 
de  los  partidos  sorteados  ó  como  sea  mas  conveniente,  los 
qute  'Itís  toque  seg^un  el  múni'oro  úe  fre«n.te  6  Vi^niwitario  en  ca- 
da uno.  Asi  mismo  podran  informar  para  el  nombramiento 
de  oficiales,  y  sargentos  y  en  ocurriendo  baja  de  soldados,  ae 
reemplazarán  en  esta  misma  forma  señalándoles  el  tiempo 
que  deben  servir. 

(d)  Para  comandante  de  los  Fuertes,  podian  señalarse 
oficiales  de  las  Asambleas,  mudándolos  de  tiempo  en  tí-empo 
según  se  tuviera  por  conveniente;  y  para  que  tuviesen  ma- 
yor autoridad  y  veneración,  se  les  podia  solicitar  el  grado 
de  capitanes  con  el  mismo  sueldo  que  gozan;  que  con  este,  y 
el  sobre-sueldo,  lo  podían  pasar  bien.  También  seria  con- 
veniente el  destinar  sargentos  veteranos,  para  primeros  de 
las  compañías  y  algunos  artilleros;  á  lo  menos  hasta  que  in- 
trodujesi^n  la  debida  enseñanza. 

(e)  Los  tres  capellanes  es  corto  número  para  atender, 
á  todas  las  necesidades  espirituales  en  el  distrito  que  les 
corresponde,  no  pudiendo  lograr  aquella  guarnición  del  be- 
neficio de  la  misa  los  dias  de  precepto;  por  lo  que  conven- 
dría que  todas  las  religiones  que  tengan  conventos  mas  in- 
mediatos á  la  frontera  destinaran  religiosos  á  los  Fuertes 
<1p  floguaiúlo  orden  para  ([uie  no  carí^fitesen  aípiellos  saklatlos 

del  socorro  espiritual. 

(f)  Tjos  mías  de  l(xs  paraj-as  en  que  í'orpesjxiin'íia  estable- 
cer Faierh«,  <*5  natural  que  -cjaireatían  d«e  leña  y  sneindo  ren- 
glón tan  preciso  este,  se  tond'rá  presente,  para  que  los  gastos 
que  pueda  ocasionar  el  proveerlos,  se  aumenten  á  la  suma 
total. 


LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES.      .  449 

(g)  Los  gobernadores  de  esta  ciudad  han  acostumbra- 
do el  Ikvar  por  la  firma  de  las  licencias  que  conceden  á  loa 
que  viajan,  un  peso ;  el  Exmo  señor  Virrey  actual  por  un  efec- 
to de  su  benignidad  las  ha  concedido  graciosamente  en  todo 
el  tiempo  que  ha  gobernado ;  pero  si  se  hubiera  de  plantificar 
estA  obra  pudiera  su  excelencia  establecer  el  mismo  método, 
aplicando  su  producto  á  la  construcción  de  los  fuertes  que 
necesariamente  han  de  ocasionar  gastos  estraordinarias  «n 
su  primera  formación. 

(h)  En  todo  tiempo  se  ha  procurado  que  las  calles  de  lo 
principal  de  la  ciudad  se  mantengan  transitables;  pero  á  pe- 
sar de  tanta*»  composiciones  que  ocasionan  bastantes  gastos; 
irapa  vez  ipennMan«oiien  coniíputostias  mas  que  hastia  el  próximo 

invierno  como  »e  esperimenta  en  todas  las  que  se  compusie- 
ron el  verano  pasado. 

(i)  Este  presente  año  no  se  han  enjugado  las  calles  dea- 
de  m«d'i'adK>s  de  abril  y  hal'lájnidomtos  ya  -en  seftie-míhne,  pK^rmia- 

neeen  con  tanta  humedad  que  aunque  no  lloviera  en  dos  me- 
ses no  se  verian  enjutas  del  todo. 

(j)  Las  aguas  pueden  repartirse  de  modo  que  desa- 
güen por  varias  partes  al  rio,  disponiendo  al  fin  de  las  calles 
conductos  subterráneos  para  que  no  descompongan  las  baja- 
das, también  se  podrán  (aunque  esto  seria  mas  costoso)  dis- 
poner en  las  líalles  en  que  agolpa  la  mayor  parte  de  laa  aguas, 
subterráneos  de  tres  á  cuatro  varas  de  profundidad,  y  tres 
cuartas  de  ancho  con  losas  cribadas  de  trecho  en  trecho  para 
que  por  ellas  se  introdujese  el  agua  y  no  perjudicase  á  las 
casas  de  aquellas  calles;  ó  de  otros  modos  que  se i pueden 
discurrir. 

(1)  Aunque  cuando  llegan  de  salinas  se  vende  la  sal 
á  menos  de  a  seis  pesos  la  fanega,  á  poco  tiempo  después  sube 
á  los  seis,  aumentándose  el  precio  conforme  vá  escaseando, 
en  el  dia  vale  de  siete  á  oolio  posos,  y  en  eíl  año  de  setenta  y 
seis  Ueg<)  á  valer  á  vein>te  pesos  la  famega. 

(m)  Los  vecinos  de  Montevideo,  los  de  toda  la  otra 
beunidta,  y  los  que  no  están  esta'bleícidos  denftpo  de  esta  ciudad 

podrán  quejarse  de  que  contribuyen  sin  disfrutar  del  bene- 


4.^0 


LA  EEVISTA  DE  BUENOS  A  IBES 


fkno;  pero  qué  oafpital  no  go2ia  ^gnn  prívilegío?  fa^ni  de 

que,  en  concluyendo  esta  obra,  pueden  destinarse  algonos 

íoimIos,   empl^eámlos^e   en   benefício  de   los   (|iie  han  ooortri- 

buido. 

(n)  En  la  misma  conformidad  que  dejo  insinuado  en 
la  nota  (g)  podia  el  Exmo.  señor  virrey  practicar  con  las  li- 
cencias de  los  que  se  embarquen,  aplicando  su  producto  á 
la  obra  del  muelle. 


••  -  líi 


MEMORIA    MILITAR. 


PB0YECT08  DE  OPERACIONES  BÉLICAS  PABA  DERROCAR 

AL  TIRANO  ROSAS. 

(Contiamacion)     (1) 

Desde  luego  es  esta  la  ocasión  de  indicar  que  el  ejército 
de  Oribe  cooiupuiesto  die  Argientimos  y  Oniíentalies,  veria  di<aarí»- 

mente  disminuir  su  número  al  emprender  una  marcha  que 
tuviese  por  objeto  retirarse  de  este  pais:  los  naturales  no  es 
racional  creer  que  se  decidiesen  á  abandonar  sus  hogares  sin 
espieraaiza  biieoí  fumidiada  die  pa^ootx)  y  segmix)  regreso.     Ellos 

han  sido  víctimas  de  crueles  y  repetidos  desengaños:  se  les 
ha  esteido  diesde  muieiho  tiemipo  aniistifieatndo  con  la  qaiimiera 

del  triunfo  definitivo;  pero  el  alucinamiento  ha  cesado,  eí 
tiempo  y  los  sucesos  han  quitado  la  venda  áe  los  ojos  á  los 
mas  crédulos  y  fanatizados;  y  á  esto  se  agrega  el  número 
considerable  de  los  que  sirven  forzados — obligados  por  el 
terror;  el  resto  por  la  esperanza  de  la  recompensa,  y  entre- 
tanto esta  llega  por  el  aliciente  del  piUage,  pocos  son  los 
que  se  mantienen  firmes  por  el  fervor  de  la  política;  así 
es  que  se  ha  hecho  umversalmente  proverbial  que  si  Oribe 
se  retira  del  pais  no  lo  han  de  seguir  la  mayor  parte  de  los 
oiñeB3ftailtes  quie  tieniie  &  sus  óiidleiDies,  porquie  esto  está  len  ia 

naturaleza  de  las  cosas ;  y  que  su  marcha  al  Uruguay  tendría 
toda  la  apariencia  y  los  efectos  positivos  de  un  verdadero 
descalabro.    En  fin,  se  puede  en  vista  de  tan  fundadas  pre 

1.    Yéaae  Ja  pág.  312. 


4r/2  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AíRES. 

visiones,  asegurar  que  los  10.000  hombres  que  actualmente 
tiene  disponibles  el  caudillo  oriental,  quedarían  reducidos  ¿ 
la  mas  simple  espresion,  si  eonseguia  atravesar  el  Uruguay^ 
operación  esta  que  le  ofrecería  todas  las  dificultades  y  peli- 
gros que  ya  hemos  manifestado  en  el  l.er.  caso  supuesto,  y  que 
por  lo  tanto  escusamos  reproducir. 


Pero  aun  suponiendo  que  el  ejército  de  Oribe  logr 
transportarse  al  Entre-Rios,  vamOB  á  examinar  cuales  serian 
itoü  i^on^cuencias  y  efectos  inmediatos  mas  verosimiles  de  il 
tal  movimiento,  y  los  sucesivos  que  racionalmente  debería- 
mos prometernos. 

Ijh  mpii/líli-ea  Orieiitail  stíría  ocmnpl-etianiettte  e\'5a<^u«da, 
é  inmensas  las  ventajas  que  emanarían  para  continuar  la 
guerra  contra  Rosas  con  todas  las  probabilidades  de  un  re- 
sultado de(íisivo  y  final,  por  un  tal  cambio  de  situación— Por 
esto  es  que  nos  limitaremos  á  la  consideración  de  una  sola 
de  sus  consecuencias,  que  es  bajo  el  aspecto  militar  la  mas 
capital:  la  República  Oriental  organizaría  un  ejército  que 
concurriendo  á  la  causa  común  y  como  auxiliar  en  la  Pro- 
vincia de  Entre-Rios,  decidiría  en  nuestro  favor  la  suerte 
de  la  campaña  de  que  iba  á  ser  teatro.  Y  sino  nos  detenemos 
en  hacer  evidentemente  palpables  las  razones  que  militan 
«en  a/poyo  -de  .scwiiejaíntn»  (prospwtx),  -os  ponpw»  alias  son  tan 

obvias  y  perceptibles,  que  temeríamos  ofender  el  buen  sen- 
tido si  entrásemos  en  mas  detalladas  esplica<»iones;  y  porque 
pa^ra  'ppoíilucinkus  no  es  nu*c.esario  ]KW(vr — ^no  di  remos  un  gran 

caudal  de  conocimientos  y  esperienoia  militar — pero  ni  la 
mas  leve  noción  del  arte  de  la  guerra.  Agregando  que,  la 
provincia  de  Corrientes  como  el  beligerante  mas  inmedia- 
tamente interesado  en  la  victoria  por  su  mayor  proximidad 
al  teatro  de  las  operaciones  beJicas,  redoblaría  sus  esfuer- 
zos y  sacrificios  para  obtenerla,  esto  es:  pondría  en  acción 
todas  sus  fuerzas  y  recursos.  Y  de  esto  no  es  permitido 
dudar,  dc^de  que  mas  de  una  vez  hemos  visto  y  admirado  á 
esa  provincia  heroica  marchar  por  el  mismo  camino,  y  esto 
en  circunstancias  difíciles  y  dudosas  que  no  ofrecían,  como 


MEMORIA  MILITAR.  453 

en  la  hipótesis  propuesta,  un  tan  alto  grado  de  seguridad  de 
un  prospero  suceso. 

XVI. 

Es  aquí  la  ocasión  de  observar,  que  vamos  gradual  y  su- 
cesivamente satisfaciendo  nuestro  compromiso  probando  que, 
no  obstante  el  mayor  poder  numérico  de  nuestros  enemigos 
— sumadas  todas  las  fuerzas  de  que  Rosas  dispone  en  la  ao- 
tualidad — cualquiera  que  sea  el  teatro  en  que  los  busquemos 
l>emos  die  m*r  sieiiilpíre  sutperdones  en  níimiero:  al  Tiiieinos  no  se 
ipinenl/e  dmiar  de  esta  verdiad  respecto  ail  Entre-Rios  vista  la 
precedente  demostración ;  y  esto,  sin  hacer  mención  del  ascen- 
diente moral  que  la  hilacion  de  los  acontecimientos,  ha  do 
darnos  con  aumento  progresivo,  y  en  razón  inversa  del  de- 
saliento de  los  adversarios.  También  se  observará  que  han 
de  concurrir  á  tan  probable  resultado  las  bajas  que  los  ene- 
migos deben  sufrir  antes  de  llegar  al  Entre-Rios,  y  las  altas 
consiguientes  que  han  de  aumentar  nuestras  filas  cuando 
haya  llegado  el  momento  de  combatir.  He  ahí  la  razón 
porque  dijimos  que  la  superioridad  de  la  suma  total  de  las 
fuierzais  die*l  Dietaidor — ([ine  según  oi'uiestpo  córaípaito  abultado 

en  el  sentido  de  los  enemigos,  ofrecía  la  diferencia  en  su 
favor  de  8,000  hombres — no  era  un  motivo  para  creer  que 
habiamos  de  pelear  con  desventaja  numérica;  y  si  mucho  no 
nos  equivocamos  nos  lisongeamos  que,  una  vez  puestos  en 
acción,  hemos  demostrado -todo  lo  contrario. 

Pero  ni  podia  ser  de  otro  modo  desde  que,  no  es  solo 

el  influjo  de  las  causas  morales  al  que  se  deberían  tan  al  pa* 
recer  inesperados  efectos: — existe  y  está  en  positiva  y  conti- 
nua acción  un  agente  primero  y  material — nuestras  fuerzas 
navales,  las  que  dominando  los  rios  impiden  que  los  enemi- 
gos se  aproximen  entre  sí,  se  pongan  en  contacto,  se  recon- 
oentren ;  que  los  obliga  á  permanecer  fraccionados  y  aislados, 
separados  por  grandes  distancias  y  con  interposición  de  obs- 
táculos que  todo  el  poder  humano  no  puede  hacer  accesible» 
sin  ser  superior  en  marina.  Tres  caudalosos  rios — el  Uru- 
guay, el  Paraná  y  sobre  todos  ¡el  Plata!     De  ese  agente 


454  _^  KEVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

poderoso  nosotros  disponemos,  y  es  por  esto  que  tenemos  la 
facilidad  de  trasportar  nuestras  masas  al  punto  conveniente, 
para  obrar  un  esfuerzo  simultaneo  y  decisivo  sobre  las  par- 
tes débiles  y  aifi^das  del  enemigo.  T  este  fué  siempre  el 
poderoso  resorte — al  pare<^er  misterioso — de  las  victorias 
que  obtuvieron  los  mas  célebres  capitanes : — ^la  ciencia  del 
Gran  Federico,  del  inmortal  Napoleón  I,  á  la  que  debieron 
sus  mas  espléndidos  y  sorprendentes  triunfos.  Es  un  prin- 
cipio fundamental  y  dogmático  consagrado  por  tan  encum- 
bradas capacidades,  y  por  el  testimonio  irrecusable  de  los 
«uítores  anili'tapes  mas  la'OPedi'taidos  y  reconocidos  como  ma«s* 

tros  del  arte,  ya  sea  que  se  aplique  á  las  maniobras  de  la  gran 
iácñca  en  las  batallas  campales,  ó,  como  en  nuestro  caso,  á 
ilos  movimieai[tx)s  lesfcpatégioos  ¿se  ipodrá  ere<er  que  «desatenda- 
mos ese  principio  salvador?  ¿que  no  saquemos  todo  el  par- 
tido posible  de  tan  ine-stimable  ventaja,  cuando  tenemos  en 
nuestro  favor  la  facilidad  de  practicar  un  proyecto  que  nos* 
aseguraría  la  victoria? 

Persuadidos  como  estamos  de  tan  evidentes  verdades, 
no  desdeñaremos  para  hacer  mas  perceptible  nuestra  con- 
vicción á  este  respecto,  de  emplear  una  frase  vulgar, — ^los 
enemigos  están  encerrados  en  ratoneras^  cercados  en  un  co- 
rral síji  salida,  cuyo  acceso  es  practicable  á  sus  adversarios. 

XVII. 

Continuemos  paso  á  paso  y  analizando  todas  las  hipóte- 
sis posibles — Si  Rosas  se  obstinase  en  conservar  en  esta  re- 
pública todas  las  fuerzas  que  en  estos  momentos  la  ocupan, 
ta»to  'pí^r  /para  él ;  emlxMíioas  el  ejército  de  Corriíeiwbefl  no 

tendría  opción,  su  dirección  quedaba  bien  marcada — ^atra- 
vesar el  Paraná  sin  pérdida  de  tiempo  y  reforzarse  de  todas 
la-s  fuerzas  de  la  coalición,  exeptuando  únicamente  las  nece- 
sarias para  garantir  la  defensa  de  Montevidieo  ¿podría  Rosas 
oponer  una  acción  bastante  eficaz  contra  sus  agresores?  no-. 
sotros  creemos  que  su  caida  seria  infalible  y  pronta,  y  para 
fundar  este  pronóstico  haremos  la  apreciación  de  sus  me- 
'dios  de  resistencia. 


MEMOEIA  MILITAR.  455 

El  ha  llamado  á  las  armas  a  todos  los  hombres  capaces 
ó  no  de  tomarlas,  y  sin  otra  exepcion  que  la  de  los  estrange- 
TOS  que  tieiien  un  agente  oficial  que  los  represente.  Actual- 
mente tiene  en  asamblea  permanente  aprendiendo  los  pri- 
meros rudimentos  del  soldado  5,000  individuos,  niños,  adul- 
tos, a'nciaouos,  cojos  y  mámeos — no  imíporta — él  oree  gue  le 

t5onviene  aparentar  gran  poder  presentando  bultos  la  mayor 
parte  de  hombres  impedidos,  ineptos,  los  que  no  lo  están, 
para  el  servicio  militar:  hombres  que  él  sabe  son  en  su  to- 
talidad sus  mortales  enemigos,  y  que  aun  cuando  le  fuesen 
©dictos,  la  fuierza  quie  ix^presentan  no  equivale  á  la  imtad  de 
la     qiDB  resultariía  si  las  cifras  que  diesigimn  su  númiero  se 

dividi<esen  por  dos.  Apelamos  al  testimonio  de  los  hombVes 
eomn'eaxzuKlQS  que  conooen  di  pueblo  die  Bu«enos  Aires,  y  muy 
especiailraento  á  los  que  di»riiaimeníte  aquí  afluyan  inmigrados 
con  procfidipn'ri'a  <le  aquellía  capitel. 

Rosas  tiene  por  toda  fuerza  de  caballería  5,000  hom- 
bres, de  los  que  3,000  están  acantonados  en  las  márjenes 
del  Paraná  á  las  órdenes  del  general  Mancilla,  y  los  2000 
restantes  en  la  provincia  de  Santa-Fé  á  las  del  coronel  Valk ; 
tiieoe  «n  J-a  ciudad  5,000  infanítes  d-e  liniea  urbanos:  he  ahí 

todo  el  poder  militar,  grande  en  cuanto  al  número,  son 
¡15,000  hombres! 

Hemos  justipreciado  ya  la  calidad  y  valor  de  los  5,000 
guerreros  de  su  ejército  de  reserva:  continuaremos  la  cla- 
srfi'ísaciooi  <le  los  10,000  restantes.  Comotódia  esta  apre- 
ciación se  encontrará  en  resumen  lo  que  con  alguna  propie- 
dad pueden  llamarse,  soldados  disponibles  para  operacion^^ 
activas  en  campaña. 

XVIII. 

De  los  5,000  de  f^ailjallteriía  deilxín  pe»baj«írse  2,000,  que 
no  solamente  sirven  forzados,  sino  que  siendo  de  hábitos 
enteramente  opuestos  á  los  de  la  carrera  militar  cuyas  funcio- 
nos  repugnan,  no  son,  ni  es  fácil  que  sean  en  lo  sucesivo, 

búlenos  soldados:  vecinos  de  Buenos  Aiivs  y  d^  los  ipii^bloei 

de  la  campaña,  hijos  de  familia  halagados  de  un  mas  ó  m-enoft 


456  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIBES 

lísongero  prospecto  de  fortuna  ó  mediano  bien  estar^  siem- 
pre  mas  halagüeño  que  el  que  puede  ofrecerles  la  ingrata 
profesión  marcial,  y  aun  mucho  mas  ingrata  en  una  guerra 
como  la  que  hace  Rosas,  fácil  es  concebir  lo  que  este  puede 
prometerse  de  tan  menguados  agimtes  como  hombres  áe 
guerra;  y  que  por  el  contrario,  él  debe  recelar  que  sus  sol- 
dados—propiamente tales — se  contaminen  por  el  contacto 
de  sus  visónos  y  descontentos  compañeros.  En  una  función 
de  armas,  por  ejemplo,  tiene  mucho  que  temer  del  conato 
á  Jta  fuga  (le  .soklados  de  use  calibixs  ijue  por  priiuera  vez 

son  actores  en  una  escena  de  sangre. 

Este  cuadro  no  es  exagerado,  ni  calculado  para  abun- 
dar en  nuestro  sentido  á  fin  de  arribar  fácilmente  al  resul- 
tado que  dcv^^de  el  princi|)io  nos  hemos  propuesto:  no  son 
discrecionales  y  gratuitas  informaciones,  ni  desfiguradas  por 
afecciones  de  partido  que  pudieran  preocuparnos,  para  que 
lo«  o»l>j'et(>s  s^í   nos   pn^^cnticu  al    tnivtis  dA    ¡>r.isnia   dt*slunn- 

l)rador  y  engañoso  que  fas(Mna  los  sentidos  con  poder  tanto 
mas  irresistible,  cuanto  mayor  es  la  convicción  de  que  el 
porvenir  de  nuestra  patria  y  la  dicha  individual,  eslcusiva- 
üente  dependen  de  que  se  realice  la  ilusión.  Sería  hasta 
ridículo  tratar  de  convencer  con  (|uimeras  y  agradables 
ficciones;  sería  un  arbitrio  vulgar  que  á  nada  conduciría 
cuando  no  se  necesita  emplearlo  para  persuadir,  ni  hay  que 
hacer  grandes  esfuerzos  para  poner  en  evidencia  la  verdad. 
Sabemos  lo  que  todo  el  mundo  saín», — cual  es  en  la  actua- 
liúml  «1  sist'oma  d»e  (mrolaiiiÍHíuto  (*stabl crido  por  Rosas,  obli' 
gado  por  lia  'l(\v  iniporiosa  dto  la  m^cívíádaid ;  jmk^s  nadi^e  ignora 
que  no  tiene  otro  posible,  por  cuanto  en  siete  años  de  una 
guerra  incesante  ha  apurado  la  cosecha  de  hombres,  obli- 
gando al  principio  á  servir  a  los  que  tenían  mas  aptitudes 
para  tomar  las  armas;  y  que  ahora,  en  el  último  periodo  de 
su  arbitraria  conscripción,  no  ten¡f»ndo  ya  donde  escoger, 
está  apurando  las  hec(*s.  Y  para  que  los  colores  del  cuadro 
resalten  aun  mas,  y  se  hagan  mas  patentes  las  dificultades  en 
que  se  encuentra  para  organizar  un  ejército  sobre  bases  re- 
gulares, agregaremos  una  circunstancia  especial  que  también 


MEMORIA  MILITAR.  4Ó7 

pertenece  al  dominio  de  las  verdades  comprobadas,  á  saber: 
que  en  la  lista  de  sus  fielfs  subditos  no  se  registran  muchos 
gefes  organizadores  y  estratégicos,  bajo  cuya  dirección  se 
atreviese  Rosas  á  poner  fuerzas  considerables.  El  general 
Pacliet-o  os  «el  que  mas  «obre^íaile,  y  en  el  quie  dieposita  mas  ili- 
mitada eonñanza.  La  generalidad  de  los  gefes  y  oñciales  de 
Hosas  «m  sus  luechauras — id-íí  ¡m  oreaícion — <?on  imi^"  oonljajdas 

exepciones;  los  menos  idóneos  de  cuantos  cuenta  en  sus 
cuadros  la  República  Argentina.  Para  emplearlos,  Rosas 
atiende  mas  á  su  fidelidad  que  á  su  saber  profesional,  por- 
que su  sistema  trae  aparejada  la  desconfianza.  Tampoco 
tiene  otros  de  quienes  valerse,  porque  cuando  se  creyó  se- 
guro en  sai  /provimíi» — y  sin  rraiaginiar  qxm  algim  «dia  podía 

ser  teatro  de  guerra — mandó  á  sus  ejércitos  de  las  provin- 
cias interiores,  lo  que  tenia  de  mas  selecto  en  clase  de  gefes 
y  oficiales  subalternos. 

Si  ha  'd>e  jnagaree  .por  los  resuJtaítlos  em  la  a<ítual  con- 
tunda, se  puede  aseverar  que  la  superioridad  profesional 
está  del  lado  de  los  enemigos  de  Rosas ;  y  como  garantía  de 
esta  asercdom  tx>do  cujanto  pod«emos  ofrecer  son  los  hechos. 

**E1  Yema'',  ^'Cagancha'',  '^Caagnazú"  **Don  Cristo- 
val'',  fueron  victorias  obtenidas  por  los  libertadores  con  fue/  • 
zas  nrmy  infeonoreB  en  !n!am«e«ro  ^  ...s  d»e  sus  adfversarios.     En 

Santa  Fé  la  ciudad  atrincherada  y  defendida  por  500  hom- 
bres bien  armados  y  siete  piezas  de  artillería,  fué  tomada  por 
asalto  por  700  hombres,  de  los  que  los  dos  tercios  eran  sol- 
dados de  caballería,  y  de  estos  la  mitad  vecinos  de  la  cam- 
paña ;  echaron  pié  á  tierra  y  llenaron  su  deber  como  los  me- 
jores infantes. 

Es  porque  la  bondad  de  la  causa,  el  incesante  anhelo  por 
reconquistar  su  libertad  y  el  hogar  perdido,  son  poderosos 
estímulos  que  inspiran  un  nobk  y  ardoroso  entusiasmo  coxi 
el  que  jamás  pueden  preisentarse  nuestros  adversarios  en  la 
palestra  de  los  combates  para  defender  un  poder  inicuo — ^la 
tiranía.  Ellos  no  pueden  citar  una  sola  aecion  de  armas  en 
la  que  hayan  entonado  la  victoria  peleando  contra  fuerzas 
superiores;  no  hay  un  solo  caso.     Los  triunfos  que  han  ob- 


458  LA  BEVÍ9TA  DE  BUENOS  AIBES 

tenido  en  diferentes  encuentros,  los  han  debido  principal- 
niiente  ¿  su  superioridad  numérica,  y  ¿  la  gran  ventaja  de 
un  armamento  mejor  que  el  de  sus  contrarios. 

XIX. 

En  cuanto  al  ejército  de  la  Provincia  de  Corrientes,  es 
infinitamente  superior  en  calidad  á  las  tropas  que  Bosas  pn^ 
de  oponerle  en  la  de  Buenos  Aires;  y  sin  hacer  mención  de 
una  mas  hábil  dirección,  todos  sus  gefes  y  el  mayor  número 
de  los  oficiales  subalternos  no  han  cesado  de  combatir  desde 
el  principio  de  la  guerra,  y  como  verdaderos  •voluntarios — 
cuando  han  perdido  un  teatro  han  ido  muy  lejos  á  buscar 
otro,  sin  que  las  mares  borrascosos,  los  bosques  intransita- 
bles, los  áridos  desiertos  de  la  zona  tórrida,  ni  los  hielos  eter- 
nos de  1h  mas  elevada  cordillera  del  mundo  hayan  sido  obs- 
tiuMilo  «   la   n^iJizacion  xie  «iis  part-rióti-cos  y  'beli^'OQos  estí 

uuilos.  ^luchos  de  ^Uos  tenían  establecida  su  reputación 
militar  desde  la  jruerra  con  el  Brasil  (182?)  ;  no  pocos  la 
sellan)n  con  su  sangre  durante  la  guerra  de  la  indepen- 
dencia. 

Los  ¿toldados  Cx»rrentino6  son  naturalmente  belicosoa. 
todos,  piHHÍe  asegurarse,  han  pasado  por  el  bautismo  de 
liuiza  y  pólvora,  un  gran  número  por  el  de  sangre;  y  par>i 
que  á  este  respecto  no  se  pueda  abrigar  la  mínima  duda, 
basta  decir  que  el  ejército  Correntino  se  titula  4.o  Liberta 
í/or.  y  esta  denominación  significa  que  tres  mas  lo  han  pre- 
iHHÜdo  dt«de  18.'^9.  Y  sin  que  temamos  incurrir  en  error 
aijregareuuxs  <iue.  desde  la  edad  de  diez  y  ocho  años  las  sie- 
te octavas  part*^  «lo  los  hombres  correntinos  han  asistido 
á  diferentt*s  campí^  de  batalla  dentro  y  fuera  de  su  terri- 
torio, To<li^  los  naturalt»s  t^  las  otras  provincias  arg^aiti- 
nas  alistadla  hi>y  bajo  las  banderas  de  Corrientes,  se  ba- 
ilan en  iguales  condiciones,  porque  si  están  allí  refugiados 
es  por  haber  peleado  contra  la  tiranía. 

XX. 

Los  r>.(>^)  infantes  de  la  guarnición  de  Buenos  Aires 
sí^n  de  la  nrsnia  t^í^tofa  que  los  ó,l>V"^  de  eaballeria,  j  les 


MEMOBIA  MILITAR.  450 

es  igualmente  aplicable  cuanto  de  estos  hemos  dicho  al  cía- 
sifícarlos;  advirtiendo  que  en  aquellos  están  comprendidos 
1000  gíaiLliegH»  llegados  recientemiente  d-e  E«p«aña,  en  virtud 

4 

de  contrata  celebrada  por  Bosas  con  una  casa  de  comercio 
de  Buenos  Aires.  Esos  hombres  forzados  al  servicio  militar 
se  sabe  que  no  están  contentos:  todos  ellos  son  reclutas  que 
aun  no  se  han  fogueado  en  campaña.  Computamos  en  conse- 
cuencia de  todo  lo  espuesto,  que  los  soldados  de  infanteria  á 
«fuieildo  nM  Dictador  no  esííedíen  el  numíepo  de  3000  oaipacJM 

de  desempeñar  sus  funciones;  y  este  cómputo  lo  considera- 
mos bastante  aproximado  si  se  considera,  qu-e  no  es  creible 
que  Rosas  se  resuelva  á  quedar  solo  en  Buenos  Aires^-pues 
que  el  nunca  sale  á  campaña — sin  tener  á  sus  inmediaciones 
hombres  armados  que  custodien  su  persona.,  porque  no  es  á 
los  vecinos  pacíficos  que  ahora  están  en  asamblea  parodiada  y 
que  mucho  lo  det-estnn,  á  quienes  él  ha  de  confiar  tan  in- 
teresante depósito. 

XXI. 

Ija  proviflieia  úe  CVSrdoba  tien»e  taíraibietti  un  (pe(íu»eño 
ejépcSto,  con  caiyo  aoixilio  es  natiira)!  qu«e  Bosas  <3u«einte  sí  Me- 
ga  á  verse  invadido;  pero  él  no  está  muy  seguro  de  la  coo- 
peración de  esas  tropas,  porque  no  puede  ocultársele  que  el 
ejército  Oorrentino  eflioontriando  eco  en  las  provimciiafl  inte- 
riores— como  todo  induce  á  creer  que  sucederá — la  provin- 
cia de  Córdoba  se  ha  de  contraer  con  preferencia  á  impedir 
con  sus  medios  propios  que  el  incendio  la  devore,  antes  que 
acudir  á  apagar  el  de  su  vecino  aun  cuando  lo  vea  entregado 
á  las  llamas.  La  provincia  de  Córdoba  no  es  presumible 
que  se  desentienda  de  la  máirima  umversalmente  observada: 
la  caridad  hien  ordenada  empieza  por  si  mismo.  Esto  no 
obstante,  queremos  suponer  que  á  todo  evento,  en  el  caso 
indicado  reforzase  á  Rosas  en  su  agonia:  este  auxilio  apenas 
asoenderia  á  2000  hombres.  El  ejército  de  Córdoba  se  com- 
pone, según  las  noticias  que  hemos  podido  obtener  de  3,500 
hombres  pésimamente  organizados  y  aun  peor  armados.  No 
es  creible  que  en  ningún  caso  se  desprenda  de  toda  su  fuer- 


460  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AMES 

za,  corriendo  el  riesgo  no  solo  de  provocar  la  insurrección 
de  las  provincias  limítrofes,  sino  de  proporcionar  á  los  ciu- 
dadanos descontentos  la  oportunidad  de  alzar  el  grito  de  li- 
bertad, por  la  esperanza  bien  fundada  de  obtener  sus  fines 
iniípuii'ftni'enite,  no  exisiti-erido  tropjas  ppw$c^n.tes  |>ara  opoai'er  in- 
oi3|(?tliaitia'iriiont«  ressiiS't'eniriía  á  ama  SH/hlevatciom  popu'lar. 

En  cuanto  á  las  provincias  interiores  Rosas  no  puede 
equivocarse,  y  sin  coi: tur  con  qu-e  la  guerra  civil  las  ha  arra- 
sado, ba¿9ta  saber  que  el  sanguinario  Oribe  se  ha  paseado  por 
ellas  con  hordas  esterminadoras,  que  ha  di-ezmado  sus  ha- 
bitantes y  entregado  al  pillage  sus  fortunas,  para  saber  cual 
es  hoy  tlia  eil  Ci^píritu  domdma'n't'e  tl^e  los  qu'C  liam  sobrevivido 

á   tan   bárbara   agresión.     Esas   provincias,   por  otro   lado, 
están  escasas  de  hombres  por  que  Oribe  aumentó  su  ejército 
arrastrándolos   'maniatados   hasta  -el  acampamento   del   Ce 
rrito. 

XXII. 

Nos  parece  haber  suministrado  las  noticias,  los  datos  y 
autcfpiptd'entes  mas  esenciales  para  (lue,  sino  cíon  perfe(*ta  exac- 
titud, con  aproximación  al  menos,  se  conozca  el  monto  áe 
las  fuerzas  y  recursos  de  Rosas  de  una  parte,  y  de  la  otra  la 
de  sus  adversarios  coligados.  Creemos  también  haber  pro- 
ha<to  qiiie  en  la  provindíi  de  Emtre-Rios  seri'ajn  <^os  superio- 
nes  en  nAinero  y  calidad.  Resii'lt-aindo  <le  cuanto  hermos  ex- 
puesto, contrayéndonos  ahora  á  la  provincia  de  Buenos  Aires 
— tomada  como  teatro  de  guerra — que  Rosas  podrá  oponer  tan 
solo  8,000  hombres  útiles  á  las  fuerzas  libertadoras  que  la 
invíidaTi,  y  que  eírtias  operarán  deistiTua-ndo  4,000  hombres  á 
ía  defensa  de  ^^onte video,  eon  11,000  ni»as  ag^ierridos  y  bajo 
más  hábil  dirección  que  aquellas.  De  modo  que,  entendemos 
haber  demostrado  lo  que  ofrecimos,  á  saber:  que  en  cualquier 
teatro  que  los  cuatro  poderes  coligados  hayan  de  combatir 
tendrán — si  se  emplean  con  actividad  y  saber  los  medios 
disponibles — superioridad  numérica.  Por  lo  que,  hasta  pa- 
receria  supérfluo  repetir  que  Rosas  no  ha  de  poder  impedir 
que  la  lucha  sea  para  él  tan  desventajosa,  puesto  que  hemos 


MEMORIA  MILITAR,  461 

abundado  en  la  demostración  de  las  causas  de  tal  imposi- 
bilidad. 

XXUI. 

Se  deduce  de  todo  lo  que  antecede  la  urgente  necesi- 
-dacl  di»  (j'Uíe  sin  pér»d'i<(la  <te  ti-eiinlpo  el  ejérícilo  die  Comentéis 

dé  principio  á  sus  operaciones  abriendo  la  Campaña  sobre 
Entrerios ;  y  que  iniciando  la  ofensiva,  la  conducta  de  los 
>e»eniigos  ha  ele  avisar  tivMle  luego  á  Jo  qiu*e  d«bemos  ate- 
nernos: si  ellos  levantan  el  bloqueo  de  Montevideo  y  mar- 
chan al  Entrerios,  en  esta  provincia  se  dará  la  primera 
batalla;  y  si,  lo  que  no  es  de  esperar,  continuasen  inactivos 
al  frente  de  nuestras  trincheras,  ba^ta  que  estas  se  d-efien- 
dan  como  hasta  aquí. 

Todo  debe  estar  preparado  para  trasportar  el  ejér- 
crt»  d»e  Coppi«8n?teiS  á  la  margen  d«epe<»h'a  del  Píananá.     Si  se 

obtiene  un  solo  triunfo  en  la  provincia  de  Buenos  Aires,  la 
cuestión  está  definitivamente  resuelta,  porque  la  caida  de 
Rosas  seria  infalible  (1) :  todo  lo  demás  es  de  un  orden  se- 
cundario. Y  ha  de  entenderse  cuando  hemos  dicho  que  debe 
trasportarse  el  ejército  de  Corrientes  á  la  provincia  de  Bue- 
nos Aires,  (lue  taru'bieai  se  liam  de  Hevar  todias  ilas  tropas  alia- 
das que  unidas  á  las  de  aquel  ejército,  compondrán  seguii 
nuestro  cómputo  el  número  de  11,000  hombres  sin  distraer  ni 
debilitar  la  defensa  de  Montevideo. 

XXIV. 

Los  puntos  de  desembarco  serán  objeto  de  previo  acuer- 
do, y  este  dependiente  de  una  combinación  especial  de  la  que 
por  aliora  no  nos  ocuparemos:  porque  no  pertenece  al  plan 
que  nos  hemos  propuesto  trazar. 

\o  es  nuestro  ánimo  pretender  que  en  la  enumeración 
de  las  fuerzas  respectivas  no  estemos  equivocados,  pero  si 
la  asignación  no  es  exacta^  las  autoridades  constituidas  están 

1.     El   triunfo  de  Monte  de  Caseros   vino  siete  años  de«pue8  á 

confip.Tiar  este  pronóstico. 


462  LA  EEVISTA  DE  BÍNENOS  AIRES. 

en  el  deber  de  tener  mejores  y  mas  apropiados  conocimien- 
tos :  ellos,  por  lo  tanto^  podían  fácilmente  hacer  las  alteracio* 
nes  correspondientes.  No  seria  este  un  motivo  para  que  temié- 
semos haber  incurrido  en  error  al  hacer  las  deducciones  y  al 
establecer  las  consecuencias:  no  podrían  estas  atenuarse  pues 
que  unas  y  otras  parten  del  conocimiento  práctico  y  ppsitivo 
de  nuestros  medios  propios,  y  de  informaciones  bien  garan- 
tidas de  los  recursos  del  enemigo ;  y  en  fin^  de  causas,  morar 
les  que  ejerciendo  una  acción  constante  y. en  progresión  cre- 
ciente en  nuestro  favor,  y  afectando  por  consiguiente  eu 
invieriso   seoitáido  los   iaiitereaes  óel   eaemigo  oomun,   han   de 

tener  con  exceso  una  parte  mas  eficaz  en  el  desenlace  final  de 
este  drama  sangriento,  que  los  mismos  agentes  materíales. 
Y  sobre  estos — nos  atrevemos  á  asegurar — que  sino  hemos 
sido  geométricamente  exactos  en  el  cómputo  comparativo, 
tenemos  al  menos  la  certidumbre  de  no  diferir  de  la  verdad 
tanto  que,  el  error  pudáera  oondiuieiraos  á  Msos  y  opuieartjos 

sHjSuO'tiados. 

Lo  quie  der«Jie  lu«ego  ha  die  notairse  -es  (jue,  si  nos  litemos 
desviado  ailgun  tsaosto  áe  'la  reailidiari  en  los  guarismos,  es  por  ha- 
•berios  exagerado  al  hajeer  uma  neseña  die  las  fuerzas  diepooi- 
bdes  die  dos  adversarios :  <aJ  paso  quie,  lad  idetatUaír  ku»  propias 
no  solo  hornos  ^mipdeado  «lia  onlas  «eslnncta  «ecooKnnia  en  los  (aú* 
meros,  <peiro  haata  tías  hemos  anren^^uado ;  y  bajo  un  tad  c&stoiAi; 
á  la  viendad,  si  los  resujltados  tno  iuesen  exactaioentte  iguaihes 
á  ios  quie  se  han  oadcudfaido,  se  ha  d*e  conceder  qu<e  la  difereneia 
quie  se  eneontrase  «sstando  «eu  razan  dineeta  con  la  d»  0)os  dia^ 
resspiectrvos,  ha  áe  eer  toda  «aa  coaj4;ra  diel  «poder  raBjgiiáfi<?fiiclo, 
en  favor  úe\  poá&r  prapáo  qxae  «heraos  (neibajado.  No  aeria 
ipuies  justo  tachamos  de  ^aroiélidiaKl  en  provjeoho  ipropio. 

Asi  que,  tal  diferenjcia-^-ai  eWa  existóese — conspimrsa  á 
robueteoer  ios  aaigiwn«e[nit08  que  Ihíemos  empüieado  paira  pfppibftr, 
reajÉmmiáendo,  la  téads  que  propusimos  al  oanfeccionar  eato 
''Memjoria",  es^to  -es:  Que  Rosas  está  'vencádo  si  sus  adYersa* 
ríos  connfhinafli  efiícaz  y  iproin'taimeiKte  ^Sfl»8  (mfedios  de  aceito^,  es*- 
talleciendo  como  ^base  y  puinto  de  partid-a  impreseindíbíle^  que 


MEMORIA  MILITAK.  463 

él  ToaviwáeofU}  hoetiil  diebe  envpezaa*  por  la  af>e(Ftiuira  de  da  cam- 
paña áel  «jéixnto  die  ücnrientes  sobne  ia  pravincia  d<e  Entre- 
tíos. 

XXV. 

i  Podria,  por  ^veaítura  de.  otro  modo  haceree  levajitíir  el 
asedio  áe  Montevideo 7  Trataremos  de  examinarlo;  pero 
antes  y  «con  teste  motivo  declararemios  qiue  ila  •ev)acuia<;ioai  ^le 
esta  i^púMioa  por  ed  lejército  aírge-ntino,  «es  «1  objeoo  im^^:- 
diato  quie  feemios  tenido  -en  vista,  y  que  ^ste  a<x>nte<;iiiM'enlo  .«ílí- 
ria  el  oorakrio  de  la  oaida  de  Rosas.  La  libertad  de  e^^-r.  rt- 
p.ib>*ca  es  en  el  di<a  el  punto  capital,  por  ser  ia  exig«n<na  \yr^- 
íV.is^iite  de  los  poderes  interventones,  y  la  resistencid,  ile  lio- 
sas ¿  satisfaeeria,  ia  q«ive  ha  condoieido  á  esos  dos  ahos  ¿yjde- 
rrs — la  Fraaieia  y  la  Ingilaterra — k  ocurrir  á  las  via^  .le  he- 
cho.   No  se  nos  habría  oomprendido  si  quedase  inapierciibido 

este  bien  marcado  conato,  esplicitamente  indicado  hasta  en 
el  tensa  (fat  encabeza  esta  '*  Memoria "  Al<^n68  paiUubras 
mas  acaibaráoi  de  ponerio  en  efvidencia,  bien  que  «tengamos  la 
eonndieiucia  de  iiabemos  suficienlemente  esplicado. 

Ocupada  cooíúo  está  «toda  la  república  y  una  parte  de  la 
flnargen  izquaierda  dieil  Uruguay,  -por  éí  ejército  invasor;  ha- 
biendo desaparecido  en  los  campos  de  la  *'Indda  Muerta''  ed 
ejéoroito  nacional  que  hasta  esa  desgraciada  jomadia  tu^vo.  en 
jaqoe  aá  enemigo  de  obeerviacjon  á  las  óidenes  deíl  General 
UfrqfuáiKi,  se  Mzo  ded  todo  impracticable  una  combinación  en 
giratúdie  esosda  con  los  poderes  injterven4x)ires,  y  en  la  necesidad 
de  ÉTustraeree  á  una  actitud  estacionaria,  y  por  lo  mismo  mor- 
tífera p«(m  leste  paSs  que  la  ocupaóon  por  los  entemjigos  ani- 
quila dia  á  dia,  forzoso  era  fijarse  en  el  único  elemento  capaz 
de  epierar  um  g^n  esfuerzo  por  tierra,  y  este  elemento  no  po- 
día ser  otro  que  el  ejército  de  Corrientes,  puesto  qu3  toda  In 
atención  de  (miestras  fuerzas  deboa  esclusivamente  contraerse 
á  la  defenea  de  esto  capital.  Por  esto  es  que  elegimiQs  por 
tema  9a  antigua  sentencia:    **Boraa  está  en  Cartago" — pu^es 


464  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlBES 

aiu'estra  sitiiaeion  actual  as  simih» jante,  -aain-iiue  en  raas  redu- 
<,'ifila  oiL-ala,  á  la  dt-l  senatlo  Koiuauo  en  »la  «í^gun-da  ^n(*rra 
2)Uhica. 

Inviiditlo  el  territorio  del  pueblo  ny  por  ol  ejéreito  de  Car- 
lago  mandudo  por  Aníbal,  liaeia  diez  y  seis  años  (lue  etít-e  de- 
vastaba 'las  ciudad (»s  y  las  cain/piñas  d«e  la  Repúí)liea  Romana, 
<.'uy.a  indepenríionoia  e3tu^•x)  en  peligro  inminente  «de  zozobrar 
desde  el  principio  -de  la  invasiun ;  y  como  no  se  vit\>e  el  termi- 
«no  de  aqujc^lLa  guerra  de  esteriitinio,  se  dieeretx)  llevarla  ai  te- 
rritorio de  Oartago  donde  Seipion  deseni'baireó  <*0'n  un  podt^^ro- 
eo  ejérífito.  El  seaiado  Cartaginés  llamó  á  Ani'bal;  esío  eva- 
cuó la  ItiaÜA  con  sus  tropas,  y  Roma  ise  9sA\ó  en  Cartago. 
MonteA'ideo  tíi.mbien  ha  de  salvarse  en  Buenos  Air(^. 

TOMAS  TRIARTE. 
(Continuará). 


RECUERDOS     HISTÓRICOS. 

(OontÍDuacion)     (1) 

IL 

Era  el  año  de  1808 — B^l<gT»ano,  de  tieTnipo  atrás,  tenia 
en  sil  mente  trazado  un  plan  de  cmancipaciirfx  de  las  coloniñs 
del  Gobierno  d^  la  Metrópoli; — Pefm  ya  hn'Wal.T  entonces  de 
hi  ereíM-ion  úe  algim  gobierno  ó  establecimiento  bajo  un  siste- 
rm»  libre;  y  Sanv«idra  (p»n8»ba  len  la  fonnarion  de  una  Espa- 
ña Americana;  en  tanto  <iiie  él  Cabildo  hada  jaii^r  á  íVman 
<to  Vil  <fiie  ^estabia  cautivo,  y  decia  all  puieblo  en  tuna  proelaima, 

que  no  se  reconocerían  relaciones  distintas  de  las  que  le  unian 
á  la  persona  de  aquel  monarca. 

Todos  lestos  «peinsaniientOB  teiwli'ajn  á  *u«n  ík>1o  fin,  aunque 
ean  distintos  obj-etos  y  por  oaanas  diveiraas.  P-atriotas  y  es- 
pañoles veifln  riuie  ta  EspañA  pasaiba  á  mimeintaír  los  <1oin.iiiio4 
<le;!  nwícierno  C^r,  y  no  querían  correr  1«  euert<;  de  la  m-etffó-» 
poli,  uncidos  a'l  caiTTO  de  *la  fortuaMi  de  Femando  VII. 

Belgrano,  dio  forn^i  á  su  idea.  El  queria  un  6obierin# 
Nacional,  pero  con  absoluta  y  eterna  separación  de  la  Coro- 
na Española ;  ;|u^rd«  un  gobierno  propio,  un  goíbierno  sin  su- 
jeción talgun.a,  quieria,  en  una  paikíbna,  la  indiepenidenciía  de  la 
ipat.ri'a.  Vieytií^s,  Caistelld,  l^ieyrroíion,  'los  lierinfinos  Passo. 
Peña  y  nniehos  otros  patriotas,  acseptaron  siu  peaasaraiifeinto,. 

pero  necesitaban  hacer  esta  revolución  sin  que  costase  sangre, 
sin  que  exig^i-a-íe  sacri'fieio  lailgamo.  B»clgrano  iles  espÜKíó  su 
progivuniia.  I^a  infanta  doña  Carlota  Joatinina  dte  Borl>on.  her- 

1.     Véase  la  pág.  323.  { 


466  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIKBS. 

mmvA  de  'F<e>mfl<nido  Vil,  •estaba  en  «1  Brasil;  se  pensó,  pues, 
€tQ  «elila. 

Belgrano  trazaba  su  plan  coronando  á  la  princesa  Car- 
dota  y  forimiaaido  uma  momarquia  >Gonstita<GQO(ii!al,  TnKÍiepe»di«n- 
<te  de  ^  momarqaira  «absolu/ta  «spañoilia. 

Sus  coiTiipañierois  p-ensaron  can  él. 

Belgromo  sosbeinia  ya  came^pondencia  iattnxa.  oofn  lia  prin- 
cesa, y  üia  isu^iba  por  que  »e  trasladiase  al  Plata ;  pero,  sea  por 
<(!!«  -elíla  no  (fuiísieipa  romper  con  ¡la  tradición  icfce  tres  ai^lotí,  du- 
rante los  cuales  las  Colonias  habian  pasado  de  monarca  á  mo- 
81'arcia,^  ii^g-a^íltais  á  la  luer'Oneia  de  da  luonsairquia    «spañoJa ;  sea 

por  que  no  (laiiaiese  taoeptaír  kus  coiidácionbá  que  ios  iaim«rioa- 
«DIOS  le  Tmipani'£UD,ooDdioion!es  qfuie,  como  dáoe  FeñA,  ''siexido 

compatibles  con  la  dignidad  de  la  princesa  y  la  libertad  de  los 

" "  am<eri)cainos,  teaiian  relación  ooai  la  feliz  indiependeiiH^ia  die  ía 

''  patria;''  sea,  en  fin,  por  la  oposición  de  su  esposo,  que  am< 

biic>ion«)ba  ila  montarcjaiia  ta^bsolu^ta  y  no    oonstitniíciontail,    doña 

Carlota  Joaquina  de  Borbon  se  resistió  á  hacer  el  viaje. 
Los  españoiles  ieunopeos  no  desoansa^baoi  en  taovto.  Der- 
rotados, de%apmiados  yi  i-edaieidos  á  la  *imipotemni'a  «en  la  irovo- 
hiieioai  del  l.o  úe  enero  de  1809,  eliev^aron  9U^  Kfuejas  á  lia  Juoca 
üeratnail  die  España,  obteniendo  por  medio  de  dos  tnabajoa  de 
sus  «unisairíos  la  destitución  de  Liniers  y  ■e'l  nomiMnaradonto  dts 

don  Baltazar  Hidalgo   de  Cisneros  para  Virrey  d'6  estas 
í^oionaias. 

Los  patriotas  poclehron  ¿  don  Santitago  Lániers,  y  le  ofre- 
cieron la  fuerza  para  sostenerle,  pero  este  hombre  irresoluto, 
(«baindoruafndo  á  sus  amigos,  huyó  unía  noche  disfuazado,  y  fué 
á  «flioOaiítraír  á  Cisnoros,  quie  ee  hallaba,  ad  frente  die  una  fetoer- 
za  en  la  Colonia,  smponienido  qu»e  Buesnos  Aires,  con  di  Vi<nney 
á  la  cabeza,  resistiese  su  ascensión  al  poder. 

CianiOTOs  se  necibió  ó&\  Virneyínato ;  pero  lias  eoitrañas  de 
da  Aímériioa  ya  iemjpeaall>aai  ¿  oonimov^frae  oorntra  «la  diomjina- 
•ckm  española.  El  30  die  juniio  dte  1809  «entró  en  la  Capital, 
en  ciTyo  seno  Beil<^rano  y  los  patriotas  templaban  <las  amnas 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  467 

quie  un  año  despuies  debian  Mhvc  'lia  mdepeoijdiraieiA    de  la  pa< 
•tria. 

Por  ese  ti-empo,  Chuq>u<i(9aca,  la  Paz  y  Quito,  se  subleva- 
ron contra  las  autoridades  españolas  con  pequeños  intervalos, 
y  la  noticita  d*e  estas  revolwsioDios,  lliegada  sueesáviaiineinte  á 
Boitezios  Aiires,  á  la  vez  que  retem^biaba  el  esfpíritu  de  los  patrio- 
'^,  «intrrnádaba  ¿  los  eusropeos,  que  tonnabaai  toda  clase  de  me- 
dM.a8  para  eviitar  su  Topepcusiooi  en  el  Rio  de  'lia  Füíato. 

Sin  embargo,  ya  no  era  posible  conseguir  detener  el  tó- 
rrenle (Hie  se  desboptiaiba. 

B¡1  somjetimi'ento  tk  los  revohicnomsiTios  de  Ih  I-^z  y  Ohai- 
qui^aca;  las  atrociiclades  de  Gk>yeinie0he,  y  lias  deportaiciones 
ordena)das  por  Nieto,  aaio  bastairon  á  Klestruir  las  eombinaieiones 
que  los  píitriotas  a-rmonizabam  para  producir  su  emiafliieipiajeion 
de  la  'mletropoli. 

La  fortuna  les  sonreía;  Dios  y  el  derecho  estaban  de  su 

paíTte. 

Cdaneros  no  era  el  hombre  apropósito  para  reemplazar  % 
Lilliers,  en  la  difioil  situación  de  Buenos  Airies. 

Rodeado  de  diíiciiiltadies  polítóeas,  con  poderosos  eleraíeffi- 
tas  en  contrario,  con  apuoios  financieros  y  deudas  aipremianAes, 

tenia  que  empezar  su  gobierno  por  concesiones  &  los  nativos, 
paira  poderse  sost-ener.     E(l  monopolio  del  eamiespoio  era  la  rui- 

iDia  de  las  colonias ;  haK^iendo  da  riqueza  de  ^la  mietropoli.     Gis- 

neros  lo  comprendió,  y  pensó  en  la  libertad  del  comercio,  que 
Bdlgrano  había  propuesto  á  su  aoiiteciesor. 

Abiertas  las  puertas  del  Rio  de  la  Pfcuta  a  Has  Tii-eipaade- 
•rias  de  ios  puertos  estran  jeros,  oon  la  ÍTi\naKÍon  del  progreso. 
Tenia  el  aumento  de  la  renta ;  y  la  civilización  se  hacia  por  el 
eoncurso  de  elementos  heterogéneos,  que  congregados  al  ob]c«- 
To  die  ¡esplotar  la  watoraleza  virgen  de  estas  eomaroas,  tenían 
u»nl  interés  vittal  y  direoto  en  el  adelanto  úe  las  colanáas.  Loa 
patriotas  do  coraprendiieroin  y  apoyairoe  el  coraiencio  libre:  los 
(españoles  euinopeos,  veiam  con  él  cerrarse  una  de  >as  arteiríois 
que  alimentaba  el  tráüex)  de  Qa  «tódre  patria,  y  se  oposieroo. 


4fi8  LA  BBVISTA  VE  BUENOS  AIBBS 

Bl  Caíbikio  y  el  Caii«n/k<tk)  íle  Buenos  Aires,  se  insanifes- 
taron  en  contra  de  la  idea. 

(JooneiDíZÓ  «*!  combate. 

I>e  un  ilack)  el  43leiu)euto  ^pañal,  «el  elein^ento  que  pro- 
cuiPBhH  tiyuísa»  las  ve-nt^ajas  fpsaysi  la  Eis^paña,  «eon  perjuicio  di; 
las  coilaiw«« :  -d^A  otro  'lado  -el  leleiiteaito  omaieionia'l,  -el  eiLemonto 
nativo,  ifü^  vu*ki  "Bn  el  mw^o  que  le  «rvió  áe  ou«na  ed  'patrvmonio 
letemo  nk*  sum  hijos. 

I\>r  tífn  tnrumí^iron  los  patriotafi. 

La  e<locn»enci«a  «de  Moreno,  la  coiLst-auiria  de  l^elgrano,  y 
fi  'imiterés  úa  C-isn^nos,  laibrieron  los  ipu/ertos  del  l^lata  4sü  co- 
jnercH)  iiigil^,  y  eete  triunfo  q-Uíe  'Wejnaba  de  oro  las  arcas  ofi- 
eiftk^s,  da'ha  á  loa  patriotas  ]«a  padaibra  d»e  ailiwito  en  su  oibra 
«de  •euvHimiparwe  de  'la  K?í|>aña. 

El  eoiiwMTio  indtpi  ndunte,  <*ra  e*l  p.r:vimsor  del  Oohier- 
BO  independiente. 

Tna^s  'iwta  iiri^ilÍLla  "de  Ciiáiieros,  ([u<»  abria  \*ii  >el  eorazon 
patriota  'los  liorizonitK.^  nuats  ritsueiios,  y  l^as  e^^peraoiuus  'tnas 

fundadas,  vino  otra  no  menos  importante  y  trascedental, 
Ij«s  gramlí«  rie\'olu'(*ion'e3  n-ivesitan  de  grandes  «eleinen-. 

toe,  y  e«as  rtk^iiK^tJOs  piiod'en  solo  oon.gregairvSe  tniaiKlo  la  iíK>a 

i^rrt*,  A'uelta  y  s.e  diila.ta  «hi  ■!««  niiajsafi. 

Pana  eon«i»í*nir  't*sto,  ia  prwiiHa  as  hs  pala.nea  que  todo 
ooaanvueve;  es  el  rayo  <tuie  vibra;  la  luz  que  iuuinina. 

1/H  Í'Ik'ji  s<*  con<*i*be,  -ol  labio  le  da  formci,  y  la  preaisa  es 
eil  m'{*n'.s»ai(^ro  (|U(»  la  lk-v<a  i'inpn^a  á  proilv-rir  sus  ef'ietos  lóji- 
eoK  ein  tod-as  partK«. 

lios  patriotas  U(vt*sital>an  esta  arma,  y  Ohneros    se    las 
•dio. 

El  Virrey  no  pensó  jamás  en  su  importancia. 
Para  hn'blar  del  eoíiveníio,  de  la  imlustria  y,  en  una  p»- 
lahrw.  úv  la  eituíiieion  de  las  <tilonias,  tenia  qu^e  inostrar$ie  i 

los  pueblos,  á  la  España  monopolizándolo  todo,  ahogando  en 
su  <niii!a  el  progn^so  de  estáis  eoin<a«iv^is,  y  desix>tizamlo  á  los 
nativos.  Hol^i^rano,  (p»e  fué  lUii^argailo  de  la  reilaoeion  d'C  iin 
diario»  pro  el  mismo  Virrey,  esgrimió  el  arma,  que  su  enemigro 


REtUERDOS  HISTÓRICOS.  .  .4W 

le  (VDtregabii,  eoii  taoi  doeo^tado  timo,  que,  siía  das  du^r  á  aos- 
ptxíha,  pnepviró  loe  elementos  que  ea  el  icl¿a  nec^íesiario,  eofocM- 
rrdjeraoi  á  la  gran  obra  de  la  revoiloieúm.  Pana  idustraa*  al 
ipuieblo,  escríbia  sobre  el  eooDjdmo  y  las  aiibes,  y  eaa  sum  hábi- 
les artieuiloB)  siemipre  se  vio  tal  lado  de  la  tj^opagiBiDfda  ipro^re- 
flósta  die  la  iciailizsaeioBi,  la  diispa  políti>oa  que  iba  dirljida  á  m- 
fiLaanar  los  cora^oaues  patráotaa 

Belgrano  había  adquirido  entre  sus  amigos,  no  precisa- 
mente una  prefionderaniciia,  pero  si  un  oierto  pirestiifio,  q>ii<e  la 
cambinmcdooi  de  los  9uc«sos  y  su  po^ioion  poditida  le  habvotí 

dado.  Belgrano  y  Moreno,  eran  los  hombres  que  podían  con- 
Skdi8na(rse  dos  gefes  moralieB  die  l<os  patriotas,  como  Baavedm 
4?ra  el  ■eílem'aníto  míaíteriad  iaidíispeiisaible  para  «1  buen  éxito  del 
movimiiento  revoliDeiiomario,  puesto  que  éd  disponía  de  la  hwr- 

za  y  las  voluntades  del  Regimiento  de  Patricios  que  mandaba. 
San  embarrgo,  aiqul  podria  hacerse  unía  preguinta  ¿cual  fue 

«d  ani<tor  de  «la  revoihuoion  «de  «mayo? 

— Totlos  los  paitriotas,  todos,  todos,  sin  noírtbre  propio  algu- 
no ;  y  («to  íes  lo  grande,  lo  suiblimie  de  «ese  estremecí mSiento  po- 
lítico, (fU»e  agiitánídose  en  las  márgenes  deil  Píala,  trasmontó 
los  Anides  y  fué  á  eonmm^er  li^asta  los  americanos  del     tibio  . 
Eeufidor. 

lia  revolución  que  él  25  de  imayo  de  1810  'estalló  en  Bue- 
nos Aires,  era  un  acontecimiento  que  debia  producirse  lógica- 
mente por  ed  órdíen  natural  de  flos  sucesos  oomWnaidos  die  dar- 
go  ti-emipo  atrás. 

Esa  imamifestaieion  espontánea  de  IxkIo  un  pueblo,  de  to- 
do uin  Tn'umdo,  estalba  en  la  conciencia  die  todos,  y  »la  matn 
aproxÍTiiarse  con  el  lento  cutso  que  la  faicrza  de  los  «conteei- 
•míienitos  de  imiprwnda. 

La  situación  difícil  de  la  España ;  la  desaparicioi^  de  Fer^ 
nando  VII  de  la  leaeena  (polítiea ;  la  n«eg»tiva  de  la  Princesa 
doña  Oadoíta  a  '\ienir  ad  Plata ;  el  reinado  die  José  Bonaparte, 
y,  por  fin,  das  noticias  quie  Ifliegaron  en  mayo  <lie  1810  dse  estar 
toda  la  España  ocwpada  por  'los  Craniwíees,  con  esekision  de 


470  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AI2Ed. 

Cádiz  y  la  i-sla  de  León,  nmiduraron  el  peoiisainiiento  que  ha- 
bía ^raimado  on  (l<a  calveza  y  lel  oorazcm  «de  los  patriotias. 

JjH  hora  liabia  aonaxio,  y  wota,  nxBevta  ocxDBtelaeioii  ifbfl  á 
aparecer  en  <el  zodiaco  de  las  naciones  independientes! 

El  18  de  mayo  «el  Virrey  don  Baltazar  Hidalgo  de  Cis- 
neros,  contrariado  con  la  posición  en  que  le  colocaban  los  úl- 
timos sucesos  de  la  metrópoíLi,  aidcudo  eai  medio  áe  l>a  oreciente 
ef  wveceaieift  popuiur,  y  querdanrio  retwridíaír  ^l  estalüido  de  la 

bomba  que,  con  la  mecha  encendida,  tenia  bajo  sus  pies,  pu- 
bMcó  un»  proit»laíina  que  envoivia  4n  promesa  4e  isu  «bdioaeioo, 
euaiKk)  .hui>i»Pfiiñai  oaido,  en  poder  d«i  lafortuíniado  iinvasoir  esh 
tnamgiepo,  (^^áriiz  y  Ijeosij  últimos  liaftaijaírt^  dto  la  imonarquia  es 
peñolia !  I 

Poro  'h\  «(lastriu-jcdoin  d-e  -las  aoitoridmles  twpaño'tes  en  las 
leolonias,  estab.i  Kie^eretada  lia-ína  amicho  itLempo,  por  los  pa- 
triotas. Las  proclamas  del  Virrey  y  sus  promesas  no  bastarau 
á  eonítem'erla.     Heilgipa.no  y  Saiav^edipa  pnocuiratoain  abrir     las 

puertas  de  la  patria  á  los  hijos  del  suelo,  arrojando  de  low 
puestos  públicos  á  los  -españoles.    Los  trabajos  comenzaron  h, 

iIia»t?Hrse  á  la  luz  dd  dia,  porquie  'las  obras  santas,  como  la  eman- 
cipación «de  mi  piie^hlo,  no  se  oeulitain,  eu«aíndo  se  tmne  la  con- 
ciettiieiía  dd  dercvlio  y  de  la  fuerza. 

Ca«telli  y  Rodrig-u-ez,  intini«airon  al  Virrey  su  c^ese  en  el 
írnando  del  VimeTOato,  oomo  diputados  cuA^ad-t»  por  el  pue- 
blo, y  Cism-pos,  sin  ejército,  sin  ^poder  para  resistir,  y  per- 
suadido d«e  su  impotencia,  cedi/i,  aiutorizaiudo  la  oonvoeacion 
•de  mn  (\mgreso  popailar  qu»e  expresase  da  voluntad  y  la  opi- 
nión públiíías. 

El  22  de  mayo  se  reunió  este  en  la  Casa  Consistorial,  y 
da  historia  <pi*e  Iva  •(^oii'serA'ado  inimaciiijlados  ¡los  reoinerdos  de 
•e«c  dia,  mw  dif«e  qu«e  aqu^eHa  pri/niiera  aeaimblea  popirlar  del 
Rio  d»e  Ja  Rla^ta,  .fué  la  cuna  dondje  se  niíeoió  'la  iimlependoncia 
de  las  R^epíibli^^as  qu'e  hoy  se  a^tan  <en  lo  que  'e<n*onc«s  era — 
la  Aimiériea  Esoañdla. 

R]  Congreso  popular  destituyó  al  Virspey ;  y  piiso  la  suma 


BECUEBDOS  HI8TOBICOS.  471 

del  poder  público  en  manos  del  Cabildo  para  que  eete  constí* 
^y^na  Aa  junta  i^berfiativa  quie  diebia  neferapdtazaark. 

El  C/«»há»lido  se  reunió  «II  23,  y  reajocdoiió ;  .lasl  fuierzaB  que 
d  pu«ebilo  l»e  entnegaba  lias  volvió  eomtm  d  pu-eblo  -11)091110,  y 
<iuiso  úv  nue\'o  •levwoítaT  «ul  Virrey  Oiían'oros. 

Ijos  comaín',l«intíe8  patriotas  rie  opusi-ercm,  y  pidieron  qui; 
se  hiíwra  la  píiMica  proclannacion  d«el  i^ese  del  Virrey,  qu>e  «era 

lo  que  pedia  el  pueblo  reunido  en  la  Plaza  Mayor  y  sus  aveni- 
das. 

•  El  ('abJMo  110  píxHa  simó  Kx^áer,  y  ¡por  -la  tiardie  del  ruis- 
ano  23,  un  pregomero  amunciaiba  qme  don  Baltazar  Ilklalgo  díe 
Oisii'KPOs  bahiía  oadíuicflí-'o  «n  su  poder  die  Visrrey  de  d'as  Pro- 
vincias del  Rio  de  la  Plata,  asumiendo  el  Cabildo  el  mando 
dipl  Virpeymartx). 

Sin  <^mb.Hrgo,  este  <nvenpo  volvió  de  maievo  á  hacer  traición 
íl  *l>as  p®p»erafnz:ís  y  la  «confijanza  púibláioas. 

Reunddx)  el  24,  norabró  una  Junta  d«e  Gobierno,  cuya 
pneíiidfenioia  entriegó  a»l  mierao  Oisneroe.  Sajaviedra  y  Oas- 
iteíli  forfiuabam  parte  de  esa  nueva  Jumta,  y  el  pírimiero  creyendo 
de  buiena  fé  los  Tnamejos  d-el  Oaibíldo,  «loeptó  su  nomibnaimtten- 
•to,  rH»í*nTioció  á  Cisn<»ixw  como  Presideryte  y  se  conformó  con 
que  »e  ilá-ese  á  aquel  -eil  inwinido  dje  las  armas. 

Eli  pueMo  no  sa'bia  lo  que  (pasaíba. 

Chiclana  se  encargó  de  hacérselo  saber,  concitando  las 
imrltitudfis  á  'fl<ísco(noc.er  la  Junta. 

Cuando  un  arroyo  se  despeña,  es  imposible  detener  su 
eorriente  en  meilio  de  la  cascada.  Ijo  mismo  siDoede  cuando  se 
desborda  un  puebllo. 

Bu»anos  Aires  haíbjia  fHmreido  ya,  al  dávisar,  en  (lontananza, 
su  imliependieneia ;  sus  pnlmomes  se  habiasi  dülataido  al  aspirar 

la  brisa  pura  de  una  libertad  que  se  daba  por  su  propia  volun- 
tad y  su  propio  -esfuerzo :  no  era,  jyues,  posible  retroceder 

Rerutti,  Frenidh,  Meüiaai,  Las  HeMus  y  ijoda  la  juventud, 
que  oonf  undida  con  las  miasas  ded  poieMo,  se  a^ítarba  len  la  pin- 
za y  en  las  calles,  hicieron  oir  el  ^ito  de  su  protesta  contra 
el  i)U€*vo  nom'bratmii'enito  del  Virrey  y  «sa  agitaieion  benéfica. 


472  LA  BBVIOTA  DE  BUENOS  AIRES 

^  itiurtuU'Uu  M>vdá}  qiK'  i«i  precuriior  de  \<m  ternunnatos,  se  <lej¿ 
Mniiir,  luontramlo  iiwe  i^M  á  «efiítaillar  ki  revohwkm.  Los  euer- 
'  ¡pon  dtí  «nativiM  4XM1  3»u«  ofkriadai  á  k  cubesui  tw  confnndian  en 
ttbra;MM  íratc^raiiaiis  cxm  ^1  puielilo,  (iu€  invadía  sus  cuarteles,  y 
hiúw  ii'ii  nioiiK'uto  tm  ([tbe  bi  revolución  iba  á  resolverse  á  ba- 
La;fi(Ks,  ni  d  tino  'po'lkioo  ile  Mjoix'no,  Iri^ioyen  y  C/lviolam!  no 
con  ti  («K'  i4  nu>viiim'>ntOy  lia  jo  la  proiiitítia  d*e  <fuie  »1  día  sigaieii- 
Ije  0e  )piH5A5ivüairia  una  petición  ikd  pui4>lo  en  q\\^.  se  iitanifesrta- 
8e  mi  voduntaKl. 

Toiiía  iiia  nooliKJ  se  reeogienm  ñriuas. 
Bl  ViriMíy  V  los  dieina«  iniemibros  ele  la  junta  renuneiaron 
instigittiiioN  por  Sai<v>t^lm  y  (/lik'^lami  (]ue  ««ompreodiiían  su  paso 
fakw. 

Por  fin  lució  el  25  de  Mayo  de  1810,  y  á  la  luz  de  su  au- 
iTora,  iloB  i^oinazoiMv  |Mitri<>la«i  üe  siiitierou  int'lainaidos  por  la 
aml)iiei<Mi  di»  su  lilx^rt'id  y  *^\\  iiidopeuvIejK'ia. 

Kra  un  nida  nle  i^oiiypii^ta  revolución. 

I41  Uu'VÍh  i\HÍa  á  tOii'n«iitt(«  sí^hre  v\  pu-eblo,  que  l^  ík?«- 
f>mitÍHibR.     Ijub  KMiKlaKbuK»  arnumlos  de  pistolas,  («toques  y 

eseopetas,  estaban  aKrupados  en  la  plaza  y  en  las  calles,  ae« 
iiveJMivdo  <ni  í«u  Jietiliml,  011  sus  tivijtvs  y  sus  ^rihws,  los  n^vohi- 

n'iodiairptw  fraau'rs<*s  *le  179IÍ,  <Miyo  iv-nií-nlo  -(lAiizá  eni//*  m<»8 

de  una  vez  por  su  memoria. 

Sin  e-nMlw.riro,  ali?o  ¡U*  t'alt;iba  *  h*s  falt,»>liiH  la  divi-^a  que 
^ilU^)^íJiw^iSt»  su  ÍKÍt\*i,  y — 

**Ail  eitMo  ari^>l);itan>n  nuvstpvs  ariif>inti»s  patlrt^s 
Kl  blaneo  y  celeste  de  nuestro  paltellon!  (1) 


<i  V*] 


Kn  Uu\to  A  (\iUildo  st»  Iwbkrt  reunkk>:  H  jm^^Mo  invailió 
«u  reewito,  y  por  Hn  k>^n>  iiuiHUíer  á  a4^u\*l  eufT|io  su  vohm- 
tml,  «wuiKmnd  >5e  i>ua  nue\'ía  •luma  (tiiluMnií^tiva  eoiitpifesta 
tHilt>  de  fwíríotns  i*aiM¥*i«ikw. 

\m  fi^nuahan  S^nw^lra,  B^dírrjwio,  O^astolli.  A»«né«Mga, 
Al^»rti,  liarn^a,  Ah^th^ni,  y  i^inuo  íiw*ix'tarioe  Moreno  y  Paa»o, 

1.     Jl'AN  M,  C.rTlKRRF*Z,— La  ban«ier»  de  Mavo. 


RECUERDOS  HISTÓRICOS.  473 

La  pevolueion  Jiarbia  trimifaido,  poies;  -efl  grito  ile  la  ind-j- 
pien4eucia  y  lia  !il)ertMd  de  la  patria  haí>iia  eneontpajdo  un  eco 
sonoro. 

LUIS  V.  VÁRELA. 
(Continuará). 


w^- 


DIARIO    MILITAR 

DE  LAS  OPKRACIOXES  DEL  E.IERC1T0  LIBERTADOR,  DESDE 

EL  18  DE  AGOSTO  DE  1820.  (1) 


El  rliclu)  <Ha  se  'envlwreapoii  los  regrimi-entoe  iii>m.  7, 
níini.  11,  nvim.  4  y  <?azaiclon«  á  catliaJlJo. 

Diaí  19.  Se  embaivó  la  «artilleria  <ie  Cliile  y  <le  los  An- 
das, oi  nmn.  8  y  giraananl-enos  á  oalxaiWo. 

Y>m  20.     A  •!««  «eaatTX)  dte  la  «tardo  <^mpn»)  á  iraov^eríie  la 

escuadra  y  -el  comboy,  pero  solo  pndieron  salir  las  fragataa 
Santa  Roaa  y  Empedradora. 

T>ia  21.  Al  pou«erso  A  sol,  <^1  resto  d<»  Mi  esoinadra  em- 
pezó á  ^alir  d-el  pirerto,  ipero  r6ío<)É*téndo?o  nwwho  tfobre  lüi  cos- 
ta, lo  qine  Oíta'sidTM)  qiie  al  poco  tiempo  se  ipanditese  de  ráta. 

Dia  22.  Al  aiTn<aai'e(i(ir  (nos  «urontraimoe  sin  nin^n  bii- 
€\\w,  m««  á  .poí»o  «titeriipo  «e  avistflíTon  «la  Independen<:%a  y  eí 
AguiJn,  y  liifígo  d-oí^piios  eil  navio  San  Martin ,  el  qine  nos  aoer- 
•eamas  para  sa'l>er  «al  niníbo  qiw*  debiíamos  se^iir;  nos  ordenó 
que  nos  paii5íi^<»<*inos  «en  fa<*ha,  pero  haibiieniflo  ílue^ado  á  poico 
tiiftiufpo  «l'a  Independencia,  se  nos  'Itíto  te  señiail  d<e  seguir  el  oom- 
boi>%  lo  <|u«e  veriffewimos,  •eneootrwndonos  á  »l«s  trws  de  te  ta-PÍte 
con  ^1  resto  die  los  bi?qu»os.  En  seijpiiiidja  llegó  «el  San  Martin^ 
y  después  de  habernos  mantenido  en  facha  como  media  hora, 

1.  Este  dÍArio  fu^  remitido  A  finos  de  1820  pon  recamendacioB, 
por  don  Bernardo  Vera,  autor  del  himno  nacional  de  Chile,  &  uno  do 
RUS  pariente*  en  la  Provincia  Arjfentina  de  Santa  Fé,  entre  cuyos 
papelea  se  ha  encontrado  el  orig^inal,  cnyo  autor  e«  nn  oficial  del 
Ejército  Libertador. 


DIARIO  MILITAR  4Í5 

hizo  eeñal  que  siguáéseraos  leS  conilboy :  'así  se  -ef e(?taió,  babiemido 
al  anochecer  acortado  de  vela  para  esperar  el  Águila,  la 
O'Higgiiis^  el  Lautaro  y  la  Motezuma  que  se  habían  quedado. 

Dia  23.  Scguiínios  con  lia  •nuamia  vela,  porquie  los  buques 
quic  mite^  c»e  h^ubiaaa  saparado  aoioi  (no  ILeegiaibain ;  p^ro  á  las  8  de 
ia  mííñana  «e  kwíorpomron  la  O'Higgtns,  eL  Lautaro  y  ía  Mo- 
leznmHf  y  ku*go  se  puso  la  señall  ide  echar  toda  vola :  así  sejrud- 
inos  Jia«t«a  pom^e'^^ie  el  sol^  á  louyo  tiempo  nos  ¡eraioontparaoe  ¡on- 
fpeoit'e  áiA  «ierro  q>ive  ilfljnnain  Ijengaia  d«e  VaK»,  en  donide  se 
pii9í()  «^^1  (íomlx)y  en  fa-eha,  y  Lord  Coch-rane  x>aíSü  á  bordo  J«ei 
San  Martin  doin«lie  í*e  Jiíallaba  el  jen-eral  <en  g^efo:  despules  dio 
la  v^i^la  con  dos  buqiiies  unías  eobne  C<>qiui¡fln!bo,  con  «H  objeto  die 
sacar  'de  laíiuk^l  ipinerto  á  la  Mhierva  con  el  regi'iniemrtx)  mmx,  2, 
y  íü  Araxuano  íjue  se  liallaba  en  aqiuid  pamto. 

r>irt  24.  AimaTiiecijniOs  frente  ad  'puerto  de  Coquimbo,  en 
domle  estálnaimos  en  labna;  y  ia  O'Higgins  qoie  había  inar- 
cluiilo  á  aqu<íl  puerto,  se  inajitenia  afuera  haiciettido  señades 
para  <liue  «^ies^^n  los  de  aülí;  lo  qut»  no  efeetuiaron  ipor  fadi» 
die  viento  y  tTivi/niiois  que  inaintenernos  al  frente  del  puerto  eon 
'la  faíl'ta  deil  Lauiaro.  A  las  tres  de  la  tarde  se  a\'istó  nn  bu- 
que y  aJ  ponerse  d  soil  hizo  señal  la  Argentina  de  que  habian 
eneinágoci  á  üia  vista,  por  leuyo  nioti'VTO  el  naivio  San  Martin  poi 
«so  señad  ipara  que  los  buques  dispiersos  deü  comboy  se  iieumie- 
sen,  fonio  se  efectuó,  y  «nos  juainlu víanos  en  faeha. 

Día  25.  La  O'ííiggins  y  la  Motezuma  entraron  en  el 
f.aierto  de  nopilie ;  y  ni  «estas  ni  dos  ideirtas  buques  ¡pudieron  salir 
(ji-or  haberííe  íl]ia.m«ado  el  viíento  haeia  ^ed  Norte.  A  las  naieve  de 
la  'Uiiañan'a  se  aviistó  un  bwiuie  qne  no  era  del  eomiboy,  el  cual 
híftcia  ñierssa  de  vela  pana  tonniaír  el  'puerto,  á  donde  se  •raetáó 
por  fin,  jain  saberse  que  buque  era.  A'l  ponerse  el  sol  se  pre- 
sentó a  la  vista  en  bergantín  que  tampoco  era  del  comboy.  La 
O  'Iliggins  y  'los  denuas  buques  se  íraianteniian  ann  en  el  pwerto 
por  falta  de  viento. 

Dia  26.  Amíaneció  ^on  el  ;rníis?nio  viento  Norte  pero  de- 
mas-iíado  fuerte,  por  cuya  razón  se  diíípersó  algo  el  cómboy,  y 
los  buques  que  (ístaban  en  lel  puerto  perrnanecian  en  él.     A 


Um  ilif/  (le  In  iiiaiMiiNt  m*  i|M>ii<«tMbtó  el  iK'ri^Mitiii  Potrillo  eon  oL 
Ju'Mlirl'i»  ílo  IriiKiuol^»  r^Mo,  y  á  l«i  uiui  íh»  ^^ambh)  i^J  vit?iito  al 
HuhI  y  iNwhwíU»  rih'HH*  |M'Ix>  Iih»  piwiii)  'iKwivrwe  en  tacha  para 
iMMMiir  i«l  «'oiiiilxiy.  A  »l»m  t.iv<  tlt»  1h  ta«i^io  «aJk'ixxn  «tlol  puerto 
Ion  liuquoN  v|uo  i^Ntiibaii  oti  iH  y  dimos  todos  la  vela,  pero  el 
V tonto  imlinó  iiltfo,  por  ouyo  motivo  avanEainos  poco. 

IMh  l!i\  St'iron  ol  vionto  del  Sud  aunque  casi  en  calma» 
♦\  h\m  '<livv  ^MiviMs-H)  a  .  .,s»'iv\Hr,  tjM»n)  vsiaiKK)  muy  ctistant^^  el 
.t.t|»M/«i»  *»o  nunnluvo  ol  ^hhiiU\v  ih>u  it>rt^  vt*l«  hassta  c|iie  «1  fin 
lu  ÍMi/f  ^M  «•/♦  M  1(1  Ui  tomó  a  iNMuolnm\  y  halm^vlo!^^  reunido 
f^  la  oíNiouMi»  Ni»  luA»  >íinwiJ  \W  t\>r^tr  voJa, 

l>)A  'JS  l«^vs  InulUt'ti  del  ihmuíh\v  <*«taban  algo  dispersos. 
y\\\    Mi^vo  íUvOivo  *^t\^  JM\\  ;>i^>  volw"  a  ^^^rtar  iH^  voia  y  >•  ¿ui?» 

la  Hooa  \K^  ísuu'.oo.  \out^>VM*  ^sta;  y  habiendo  arreciado  mu- 
ebo  \\  \w\\\\\  haSíau  \oollo  Uvs  buv|:ie«  á  s<^|v*rarse,  pero  antt^ 
\le  |H*oeí^"  el  s>^í  Nv  h  rv^  otra  »M^al  jvim  ijue  U>s  buques  se  aeer» 
x,w^^  ,^  ;í  \\^ 'w.íu^"**rv\  \  ^;  r.\r\\  'a  !v»i  \r  '¿:ir;vt**íi  sus  r...^- 

'«X>i.    'Xl      ^•'»,t.       -N^iX'      '  -*   N>S'^V      *     ■  •  \i.     'r'*\»>.        'IS^      '*'»   '>*      if 

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DIABLO  MILITAB 


<  é 


falta  'd-e  los  dos  biwf-iirti  ócl  tlia  asttteriotr  y  acteíaas  la  Indepen- 
deueia  qivc  iba  ftiempiv  en  se^kmento  d^l  AguUa,  A  laü 
«kw  ite  ki  tarde  se  -avistó  i«a  Ind^pcudincia,  y  ^al  pon-erste  el 
eol,  li!a>)>i'e»n'clo  refres(*a»ílo  el  ^ní^iito,  se  hizo  »eñal  die  navegar. 

■ 

Dia  2.  Amaneció  con  garúa  y  calma,  faltando  siemprn 
los  buques  del  dia  anterior :  á  las  nueve  aclaró  pero  sin  vien- 
to, y  así  continuó. 

Diia  8.  E-s^t^ulm  nublado  y  len  oalima,  cion  la  falta  d-e  los 
biMfUíes  diicíhos.  A  \?h  onc^*  y  in'í^ia  ai'-law  sin  vi-eoto ;  y  á  las 
fii-et-e  y  tres  cuartas  de  la  noch-e  eaitn')  ujna  ventolina  muy  cor- 
ta, <^n  ki  <íu«  .piKlo  coimoiasar  A  navegar  -e»!  tK)milK>y.  Los 
bu([U(«  que  f-altaban  «aun  no  ba^biían  paneeido. 

Dia  4.  Am«fliiw.ió  «on  vi«e»nto  bastaai'tí»  fresco  y  el  <?on- 
voy  reunido,  mimos  siemippí*  ios  buques  qu4?  ant«s  faJtabeun. 

A  las  once  se  hizo  señal  para  que  el  comboy  navagase  sin  se- 
guir los  iii^viffiíientoH  óe  «los  biKiives  de  guerra,  ios  qu«e  se 
(reunieron,  y  desjyu'íis  forzó  l-a  veLa  la  lude  penitencia  separán- 
dose de  la  Enmadra.     Al  ponerse  el  sol  volvió  á  i«noorporai»e. 

Dia  5.  El  viento  siguió  siempre  bueno,  pero  con  la 
tfailta  «de  los  bu«(iue.s  que  luemos  dicho.  La  Independeficia 
voílvió  á  separarse,  y  á  reiumirse  á  lia  iTLiama  hora  qu)e  el  dia 
«a/nterior. 

I>iia.  6.  El  típimipo  ai«guió  lo  mismo,  pero  á  ¡las  ocho  de 
ia  iniañíana  se  lioviantó  unía  niebla  que  no  dejal>a  pt^x^ibir  los 
buqai'as  .  A  las  'diez  y  nüexláa  se  vio  el  ea'bo  que  llia«m«n  de 
Sbwi  Nicolás  (^xmocido  por  e*!  inon^  ^  Saímia).  A  «las  doí\* 
«»  aoFTieó  la  ¡ndcpvndcnciay  y  dijo  qme  «debiamias  dirigir  el  Pivm- 
ibo  á  Piísco,  que  era  el  lugar  donde  ihaibiaimios  de  tonuar  pu»e^o. 

Ddia  7.  El  tiempo  era  el  mismo,  pero  -bastante  nul>la* 
do  háei'a  la  costa.  A  las  ocho  de  la  mañtfltna  se  avistó  la  pun- 
ta de  Lobos.  En  este  punto  se  hizo  señal  para  qu^e  el  «m- 
AW'  navegare  al  rumbo  que  illevaba,  y  reanniéndose  la  Isabel 
al  San  Martin,  paisó  el  Ijord  Cochíname  á  bordo  d«e  aqoíwíW'a 
A  las  tres  y  cuarto  llegamos  á  la  boca  de  la  entrada  de  P^»- 
co.  donde  se  puso  todo  el  convoy  en  facha,  y  la  Motezuma 
entre')  en  el  puerto  con  bandera  a/merioaíoa.     A  tías  tres  y 


478  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES, 

imeddía  se  hizo  aeña  de  praparairse  para  on^lar :  á  kus  tres  y  tres 
cuartos  se  hizo  otra  para  forzar  de  vela :  á  dos  cinco  y  cuarto 
se  vierooi  en  ei  puerto  tres  huquies,  á  'loe  cuales  se  dirijió  la 
Indopendencia.  A  lias  seis  y  medda  dio  fondo  -el  oooiToy  in- 
jiiteídiLaito  á  una  playa  quie  dista  wano  dos  l^U'as  del  puerto  de 
Pasco. 

Ddia.  8.  Al  ajmaniaoeír  eil  General  San  Martin  con  el 
A  lTTiiipan1>e  y  «el  Gíeíf«e  d«l  Esteudo  mayor  se  dárigienon  á  ila  costa, 
y  desp<u«ea  de  haberla  peeonocido  eaibtapon  á  tierra :  en  segui- 
da lo  verifiearon  el  ném.  11,  d  2,  y  -el  7,  con  50  gnanaderos 
á  eaiballo,  son  sufrir  la  mas  pequeña  oposiciion,  pn^es  cinco 
hombres  que  estaban  á  la  orilla  huyeron.  A  las  diez  se  pre- 
sentó una  partida  enemiga  de  caballería  compuesto  de  80 
homibres  y  se  puso  en  oibeerviajcdion  d^e  las  tropas  quíC  esta- 
ban en  tdiarra;  x>aro  luego  que  nniestra  di  visión  >eini{)<r)endi!: 
su  maa%ha,  qu<e  fué  á  Las  órdíenies  dd.  Gefe  die  Estado  mayor, 
se  rupl-egó  ail  pueíhlo.  A  te»  loinco  se  perdió  die  vista  la  divi- 
sión y  á  «esta  anÁsmla  hora  dáeron  la  veia  -la  0'HiggÍ7is  y  Lau 
taro;  poco  después  enítró  eil  Araíicano  quie  Mtfflba.  La  Inde- 
pendeiicia  tomó  en  el  puierto  dos  bergiantánes  y  un  gaianíero. 

A  las  diez  y  media  de  la  noche  entró  en  el  pueblo  nu^estra  di* 
visión,  habiéndose  retiTado  dos  300  homibres  -enemigos  qiue 
haMan  á  dóstanda  de  seas  lieguas,  después  de  Jiaber  saqiijeado 
el  poseiblo. 

Dáa  9.     A  las  seis  de  la  mañana  se  avistó  por  la  boca 

del  puerto  el  Águila,  y  fué  preciso  enviar  todas  laá  lanchaa 
á  qfuie  üa  enitmasen  á  remioilqute,  iporque  no  había  viiento.  A 
Jas  diez  de  Qa  mañana  se  ddó  orden  para  qne  desemtbarcase  el 
vesto  del  E  jénciito :  á  las  dooe  'lo  hablan  verdfiíeado  el  núm.  8 
y  la  compañia  de  cazadores  del  5;  pero  el  mar  comen^  á 
pjjcaaise  d'e  M  modo,  qne  fué  pxcudso  suspender  el  diesemJbar- 
eo.  A  las  caneo  de  la  -taírde  enuppenddo  su  nwamciha  el  regi- 
mi^enfto  núm.  8  y  tuvo  qnie  eaimipar  á  das  siete  de  la  nocihe 
pott*  la  oscaiTidiad.  Una  partida  del  mí-mero  7  compnesta  do 
un  of iKnal  y  siete  soldados  que  hiaibian  saüido  del  p>nieiblo  fué 
eortada  por  los  enemigos,  i>ero  saliendo  el  Teniente  Corond 


DIARIO  MILITA&  47lJ 

Garrea  con  uva  compañía,  logiró  ri(^>ogier  M  of kial  y  cuatro 
eoMadoB. 

IMft  10.  Al  aaufametíef  coutiinió  «1  número  8,  y  entró 
en  Piaoo  á  Ibis  aietie  <de  la  miajoaíDa.  Ed  i^esto  died  ejército  de* 
BbmbsanA,  (pero  fu<eroin  deüeiDMos  los  regiimiemtos  de  groava* 

deros  y  cazadores  á  caballo,    Al  ponerse  el  sol  llegaron  I09 
ziegiLmíijentos  4,  5,  y  curtóMeriia  de  Cliátbe.     £>!  Oapi^bam  AiLdao 

qnie  cou  50  granaderos  mooitados  ha/bian  salido  á  Tieconoioer 

el  kigiar  dcmde  se  haÜLabam  dos  eniemd^pos,  regresó  á  Ita  noche 

itrayesido  la  notóóa  quie  se  ouianiteDiiían  en  su.  posición,  y  con 

dujo  cooiisigo  50  aaiiiiiiailies  entre  caba^ldos  y  mullías,  800  caíme- 

ros  y  30  viaoais.     Ailgunos  negros  y  paisanos  se  presentaron 

dando  notidia  quie  el  h^oeodado  ^lazo  se  babia  retirado  eon 

la  tmffiuyor  piarte  de  sus  esciLavos,  y  que  el  Conde  de  Monite  Blian- 

eo  haibita  dado  libertad  á  150  entregándolos  al  ejércdi»  ene 

migo.    Al  ponerse  el  sol  llegaron  los  granaderos  y  cazadores 
qxue  iiabijan  quediado  /en  el  desemibaroadero. 

Diía  11.     Sailió  del  ipuierto  el  Araucano  en  busoa  de  la 
fragata  Rosa  que  aoin  M'taiba,  y  la  Motezuma  tomó  tres  mis 
tiioos  quip  'veni^un  de  Limia.  , 

Diía  .12.  Dos  partidlas  de  gramaderos  á  caballo  de  50 
Jioimibres  cada  una  sailieron  eon  diferentes  destinos  piaira  saber 
la  situiaekm  del  enemigo;  unía  regresó  eon  la  notieiía  que  yu 
se  (hiabinn  miaircbado  á  lea,  y  la  otra  se  msunituvo  en  La  hacien* 
da  de  Cameaito.  En  este  diía  'huibieron  muchos  negros  pasa- 
dos y  aligónos  paisaoios. 

Día  13.  El  (regimiento  número  5  eon  treinta  granade- 
ros á  caballo  á  las  órdenes  del  Coronel  mayor  Arenales,  sali:"! 
á  iLas  mueve  de  lia  mañaaia  paira  Oaucato:  tuvimos  este  dia 

algunos  negros  y  familias  pasadas. 

Dia  14.  Saliiepon  las  psrtidias  de  granaderos,  y  regre- 
saron trayendo  consigo  un  ofiiciai  que  eondneia  pliiegos  defl 
Vdtrrey  paira  el  Genier»il  Sian  MaHin,  y  «demias  800  reses,  50 
osíbaOos  y  1,000  eameonos.  A  lia  oiraícion  entró  el  Araucano, 
con  un  mastekro  roto  de  resultas  de  un  combate  que  tuvo  coa 
una  corbeta,  que  se  oree  sea  'la  Zéfiro. 


4SÜ  LA  BEVI8TA  DE  BUENOS  AIRES 

Día  15.  A  las  diez  de  la  aiMikata  &e  despachó  el  parla- 
'in«eíat'ario,  y  las  partidas  de  gnamaideixís  que  saíLeii  todos  los 
diiafi.  A  has  dooe  aívista-raos  dos  bu'qiies  enemigos;  en  el  íno- 
aniemto  salió  la  EseJiuajdra  y  á  las  tres  die  la  tande  estaban  fue- 
ra d-e  la  vi«tia :  á  'las  di-ez  de  la  noeh«  dio  pairte  un  oenrtámela  de 
liaber  oído  eioieo  eañonazoB.  Hubieron  n<egTO»  y  algooios  otros 
ipaisados. 

Dm  16.  A  las  11  die  la.  ini)añiaín'a  se  layistó  la  fraguta 
Basa  quie  fa/ltaba  djei  oonvoy,  y  poo)  despu«e8  la  Esouiadi»  que 
notició  que  los  buíqujes  quie  se  Tiemon  e\  día  aautenñor  or»  la 
friftgajta  Ve'tiganza  y  ia  oarbeta  Sebastian,  Jas  qu«e  á  lia  nieroed 
\áe  'la  oecrurvdiaid  áe  la  nodh^  ipmdáíeaxm  esoaipar.  Las  x>artiídas 
se  anta  vieron  en  sus  destinos,  y  por  un  vecino  de  lea  se  su- 
po que  l«ifi  trapas  luabitan  aibandoiiíado  laquel  pufnto,  y  que  solo 
quedabam  l-as  miliici»as. 

Dia  17.  Las  fpajgwtas  ArgetUina  y  Santa  Rosa  se  airma- 
aron  len  guerra,  y  se  puso  a  muas  umja  ba'tería  para  nesgu-ar- 
dar  el  convoy,  porquíe  lia  Escuiadra  díebiía  salir.  lias  dos 
eompañias  deil  núimero  8,  y  las  de  artMleria  quie  venitan  en  la 
Santa  Rosa  desembarcaron  en  el  másnio  lugiar  quje  lo  hi»bi<an 
veri'fiic4íido  lais  demias  trapas,  y  se  les  dio  orden  de  pormane- 
eer  allí. 

Dia  18.  Hubieron  150  n)egTOS  pasa»do8,  y  muchos  ve- 
cinos í  se  «reci'biió  laviso  de  luaber  sailido  de  LAmia  una  diviwon 
de  350  homlbreci  con  dirección  á  Chincha,  lo  que  dio  motiro 
á  que  á  las  dos  de  la  mañana  se  despachase  un  escuadrón  de 
gramaideíTOS  á  ponjerse  k  las  órdcmes  del  Coronel  mayor  Are- 
nales que  aun  pefpm«ntecia  en  Cíanicaíto 

Dia  19.  El  regimiento  núrtn'ero  11  miaTchó  á  OaiToato 
á  relevar  el  5,  y  el  resto  de  granaderos  lo  verificó  el  mismo 
dia.  A  'lias  doce  salieron  paira  LAma  en  clase  de  Diputados 
para  trataír  con  eíl  Virrey,  efl  primier  ayudante  do  c«wnpo  del 
General,  Coronel  Ouido,  y  el  Secretario  de  gobierno,  G-airci-a, 
<i(m  una  partida,  de  cazaidores  á  caiballo.  Al  ponerse  el  sol 
illegó  d  regimiento  número  5,  que  haWa  «i'do  riflevado  por  el 
11  '    ^ 


DIARIO  MILITAR  481 

Dia  20.  Se  «lecibiió  de  Chiu'cli'a  uiia  í'omuiiicaicion  dt»l 
(Joroüel  Guido,  -en  qu-e  Mioincáabia  haber  litigado  á  aiiU'el 
punto  un  afk-ml  oo»n  ÓRlien  ded  Vinpey  Pieauela  para  íjjne  sus 
pendiesen  sus  tropas  las  hostilidades;  avisaba  también  que 
U'nia  "divitfiioin  de  2,üO0  hooijlbres  ad  iiMndo  del  onarqaiés  de  VaHe 
Uinbixxío  debiía  neforzar  á  l<5a.  A  ¿«aa  mmtro  d»e  i .  i;: nde  todos 
los  líiKiues  de  guerra  diieron  la  vel"a  con  lel  objeto  a*  (*neo(n- 
'tra»r  á  ios  'enieinigos  que  según  notiiii'ais  eot-aibain  sobre  la  v  -:tia : 
ó  das  diez  y  tres  í(?ua-rtos  de  'la  noche  entraran  en  Pjskxí  las 
eoniipañras  del  núan>ero  8,  que  imibian  qu<eidadio  en  ed  d^esem- 
barcadero. 

Dita  21.  A  las  onoe  de  la  nnia.ilia<na,  entró  el  'bergmitin 
Heloia  María,  Hubieran  en  este  diía  noven<tia  megros  /pasa- 
dos; y  á  las  ciinoo  die  <la  tarde  lel  Gefe  de  estado  oma/yor  ptasó 

revista  á  la  artillería  de  Chile,  número  5,  número  3  y  número 
8. 

Dia  22.     El  General  San  JMartia  sadió  para  üliin<eha  eon 

el  objeto  «.Le  arneg^lar  aqned  punto  y  poner  en  iiuoviiinli>ento  las 

tropas  que  estaibam  lallí.     Un  ofioiíail  de  Ksazadores  quie  se  ha- 

iblaba  en  las  inm}ediiaieion>0s  tomó  al  •eneindgo  uinia  cantidad  de 

ganado  lanar  y  vacuno,  algunos  caballos  y  dos  prisioneros. 
Dia  28.     Hubo  un  posado  del  eruemigo,  quien  tiijo  que 

1)odas  las  tropas  que  tenia  Valle  U«ni<broso  eran  miliieias  y  pa- 
triotas, pero  (fue  tenían  ajlgun  i-ecelo  de  pasarse  porqii«e  un 
cíazador  miestro  (i-ue  se  habia  ido  al  enemigo  aspiró  que  no- 
sotros fusilábamos  á  los  que  se  nos  querían  unir. 

IMa  24.  Regresó  el  Generai:  los  granaderos  á  oabadlo 
paf^a^ixín  d'e  CVucaito  á  situarse  ten  Chineiha. 

Dia  25.  Se  repibiesron  iplitegos  del  Virrey.  Al  anoclie- 
e-píT  foniilparon  una  ianeha  K?añoníora  y  la  Hercules  que  eondu- 
oia  ■c-a']>a'llo«  de  Valparaiso. 

Dia  26.  A  la  oración  fou'diw)  el  paylebot  Aranzazu  que 
venía  dv»  Tiinua  cKmdu'ciendo  á  un  oficial  que  lia*bia  sido  remi- 
tido por  el  GcTu^ral  San  ^fartin. 

Dia  27.     En  te  noche  regresó  el  paylebot  Aranzazu. 


< ' '  íM  fc/. '  ;>, :  Ji  i,jc.  Bt Lj»  :^a  a.¿¿^. 

(f  thí  i^,n\foy.     l'i)  r«i(wiii«'i)Ui  iiúfií.  11  tuvo  6i\kai  de  retionaive 

OmIuUi'h  i, o  Hi(  liivo  nolÍNrÍH  (¡xie  «^n  Arequipa  hahim 
lhtlM'4  ii'iMi  ri'voi'iii'toii,  |M«ri>  <fitM«U)Mi  Hofocade  y  pneao  su  au- 
l<M'  (|ii«'  >N>  'ilti«'>ÍH  i^^a  (<l  i^jjYm^il  liiiVMi.  FoDkloó  un  bepgiaaxtíii 
ijiini  i'JMiiil'Mii'ivi.  vlvi4«t'('4i  -(liit  VtfulQiamiMü.     llu4>iiBrü(n  «ilgunaa  fiami 

iHm  'J  Kl  tfiMUMNiil  Han  Muiirtiiu  iiiiareüh)  A  Vmxixuto  y  i^- 
^rr«i  Mil  |iii  iMii("hii«.     \Uu\  jmrtiKIvi  (Im*  Ijím  kIk*  «ifiu^ra  tivijo  ana 

Itnhi  jiuní  ihiiroltiir  A  no^diuíh  órdou:  fué  nombrado  gete  de 

üuh^iUw  M\U\\.    \\^  uum,  2«   UK)  «ciHUundinxu  y  20  uaaMiliu^s 
A  «^lUUIo      Ku  <v«tv  dm  y  \A  «luU'rior  iuiWuMxm  alfi^mas  f^iui- 

l^Ki   I      I  «ti  \H\)vñ»n  *i\io  tM^ia  uKirv'har  jvira  loa^  á  las 

*Ni\>^ucM  \\A  ^sMH^uol  uirtNor  Ar^MunU^  **  formó  en  la  Plan^ 
d\v^>vW   i\x»íVí\x  \UM  K-MuK^wi^   l'u<^  j^i>vVi»:iwivi«   |H^  tini  f^^í,  y 

x.^*u>  vi  íNvstv^  vu^  x.!*-.*uK\\>>íi  s^  vmKhI^v     A  las  7  de  la 


DIARIO  MILITAK  4S3 

« 

señe  ¡ba  órdjesi.     A  lias  dios  <]ie  «la  tarde  se  recibió  'noti<eia  -de 

que  el  señor  coronel  mayor  Arenales  habia  entrado  en  lea 
en  miedáo  de  las  laeiainj&eiofnies  ilel  piueMo;  qiue  los  enemdjgoíi 
h^hiim  saiLklo  imiy  poco  tainteis,  y  eram  pan&iegiid^dots  por  el  coro- 
nel Nocwiabea. 

DwL  8.     Salió  la  fraig^ta  Independencia. 

Ddia  9.  Se  peioiibió  aviso  iM  señor  coronel  mayor  Apé- 
nales de  qu*e  los  cazadores  á  caballo  habían  r^resado,  y  que 
SQgioin  lots  informes  tomaidos,  los  >eniami<gos  se  hahiain  disper- 
sado en  djstdmtas  ddireKxriones,  que  no  los  iperse^iaini  •mías  por 
temer  qxwe  antorar  «n  un  'despobloklo  de  veioilie  y  eimoo  teguas: 
que  ^e  lesicontro  en  loa  giram  caaiüdaid  die  ñisiltes  y  mundek)- 
mes,  y  que  los  vecino»  imiaoiif  databan  la  mejor  di^posieioin.  El 
coixmel  Alvaraik)  <da  «parte  de  quie  'habiendo  maooidaido  un  o£i- 
cíiad  oom  sens  hombi>e8  á  reconocer  los  enemáigoB,  llegó  hasta 
el  Rio  de  Cañete,  en  cuyas  inmediaciones  encontró  una  par- 
tilda  de  catnroe  hombres,  qiue  puso  en  fuga,  tomnándoles  dos 
ñusdtes,  algiinas  casmioBS  y  xnnichos :  que  en  seguidai  se  refor- 
zaoon  oQoi  -veinte  horabnes,  pero  hajbleindo  cargado  loe  nues- 
tros volviepon  á  disponaarse. 


LITERATURA 


L  A  S    ('  O  R  D  I L  LERAS. 


r.N  VIA.IK  AL  TltAVKS  1)K  LOS  ANDES 

I. 

fuaiulo  \in  liijo  lU»  lo»  Andes  ha  pasado  largo  tiempo  en 
h\  Pampa  Arjeutiiia,  dilatando  su  mirada  on  aquellos  horizon- 
tes lejanos,  N4)l)re  his  aguas  clol  Plata  ó  si>l)re  la  grama  de 
la  eampaña,  viendo  salir  el  sol  de  las  ondas  del  rio,  para 
verlo  perderst»  entre  eelaji\s  terrosos  y  opaeos,  allá  en  los 
e(»ntiues  do  la  planirie»  se  eansa  de  a(piella  inmensidad  del 
H."4píhMo  y  HV'ha  iK»  ménois  sus  inontiifuiK. 

Los  miuitaneses  estamos  en  una  relaeion  mas  íntima 
eon  la  mailre  tierra,  que  U\s  pan\pen>s.  Aeá  en  los  Andes 
vstíuuos  iH>deaiUvs  por  el  ahna  de  nuestra  madre,  que  nos  en- 
vía los  suspinis  de  >u  eora/ou  envueltos  en  el  fuego  d?  sus 
voU*aiu\s  t|ue  nos  rejenera  e<m  la  savia  de  sus  entrañas, 
vrrtitla  en  bis  l'uoutes  do  vida  que  manan  en  sus  montes»  y 
q'ío  nos  idioma  oon  ol  espíritu  de  sus  selvas. 

Kl  moni  año/  vive  la  vida  de  sus  moutañjvs.  es  orgulloso 
e\»!'ío  ollas,  tune  su  i:»"aYevl;id  s<'ria  y  risueña,  aína  su  luz  > 
sus  so'uIthí^  V  por  eso  es  ufaíio  de  su  lioiríir. 

Ku  las  paí^ipas  esta  la  iniíu-nsutad,  la  soI^\lad.  el  silen- 
o'v\  !a  a*»ri;'''.uíne  'v:ua\uíd  vio  luirar  y  de  tierr.ix»:  en  las  moa- 
t.i''  is  o*  •:o»»t*»»>^  V.i'la  l*or\*o!i:os  liiv.iUivKxs,  qv.e  hav.v  snyos» 
q,;.^  Ws^  xV.v»  s-  í  u^rau  <u  prv:^\\ía.:;  s^^  s::rt.*  a.\^:n|\&üado 


LAS  CORDILLERAS  4S5 

por  las  colinas  graciosas,  de  pendientes  circulares  y  suaves, . 
por  los  'piíC!Os  rocíaJloeos  y  sal^viajies,  por  lois  bosciajies  aislados 
y  las  míe-íebas  de  vondura;  efaouieDoitpa  'la  amáraiaioiian  bixl'licio«i 
de  la  naturaleza  en  todas  partes,  en  las  voces  del  torrente 
que  se  desata  furioso  entre  las  rocas  de  las  quebradas,  en  los 
ruidos  de  las  auras  que  juguetean  en  las  selvas,  en  los  zumbi- 
dos del  viento  que  se  choca  en  las  cumbres  sinuosas.  Todo 
es  variedad,  lo  bello  al  costado  de  lo  sublime,  lo  apacible  en 
seguida  de  lo  adusto  y  sañudo,  las  sombras  en  medio  de  la 
luz  torrenoial  reflejada  por  las  cimas  nevadas,  el  silencio  del 
bosque  encima  del  bramido  del  torrente  y  debajo  del  hura- 
can  que  silva  en  los  alterosos  picos. 

¿Qué  hay  de  comparable  en  la  naturaleza  con  un  valle 
perdido  entre  las  cadenas  andinas?  Allá,  en  una  ensenada 
que  las  sierras  estrechan  entre  sus  brazos  rocallosos,  hay  un 
pequeño  panaiso  qane  solo  ven  el  sdl  y  la  kima  y  ailiguoios  «stros 

que  han  tenido  la  felicidad  de  colocarse  en  su  zenit.  Un 
arroyuelo  de  plata  serpentea  en  un  lecho  de  arenas  doradas  y 
de  piedrecillas  de  todos  colores,  entre  boscajes  apacibles  y 
al  pié  de  colinas  graciosas  que  apenas  se  elevan,  figurando 
en  sus  formas  redondeadas  los  senos  de  la  madre  Ceres. 
Prados  de  verdura  se  ocultan  entre  ellas  y  los  bosquecillos. 
El  torrente  brama  al  pié  de  la  sierra,  perdidc»  entre  las  bre- 
ñas y  los  boldos  jigantescos.  El  zéfiro  remeda  sonidos  iu 
definibles,  entibiando  la  pradera  con  un  álito  cargado  del 
aroma  de  los  árboles,  entre  cuyas  hojas  juguetea.  El  soi 
inunda  todo  el  valle,  avivando  los  cambiantes  colores  de  la 
víerdiira,  y  pen^eltpa(ndo  ten  las  soraihpaís  dé.  'bosqíue,  cuyas  ho- 
jas movibles  quiebran  en  mil  prismas  los  rayos  de  la  luz,  y 
les  dan  la  apariencia  de  una  lluvia  de  agujas  quebradizas  Ob 
plata  y  oro,  de  rubíes  y  esmeraldas,  de  ópalos  y  brillantes, 
que  ciegan  y  estravian  la  vista.  ¡Oh  encantos  de  la  luz!  | co- 
mo alternáis  con  los  ruidos  armoniosos  de  la  naturaleza,  y 
con  loa  embriagantes  olores  (le  la  vejetacion  en  esos  valles 
encantados  que  guardan  los  Andes  en  sus  senos! 

Ninguna  de  esas  bellezas  se  encuentra  en  la  Pampa,  que 
atravesaba  yo  en  la  primavera  de  1866,  en  dirección  á  loa 


48i  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlHE-S. 

Andea,  y  biiscándoIoB  con  ávida  vista  en  el  horizonte, 
en  Achiras  d<ejábamo8  al  sur  las  estensaa  sábanas,  pues  el 
camino  recorría  un  territorio  accidentado  y  la  vista  descan- 
saba en  los  cerros  del  Morro,  en  los  bosques  de  Rio  Quinto 
y  en  la  Punta  de  Kan  Luis,  al  norte  de  la  cual  se  destacan  á 
larcas  distancias,  como  centinelas  seculares,  algunos  empi- 
nados címos,  qlie  se»  ven  aislados  y  solitarios  en  medio  de  las 
Pampas.    Pero  aun  los  Andes  no  aparecían. 

Una  tarde,  á  la  (*aida  del  sol,  bajábamos  en  la  posta 
del  Desaguadero,  d(»sdc  donde  yo  esperaba  divisar  las  cor- 
dilleras. A  medida  que  el  astro  descendía  en  un  horizonte 
brumoso,  se  diliujaba  allá  4»n  los  cielos  un  domo  inmenso, 
ain  liHinisferio,  (iiie  pan  vía  mas  «liicoi  uuia  iflnsion  ife  iVptácH. 

Era  el  Tupungato  (|ue  estaba  velado  por  la  bruma  de  la  tar- 
de, y  (lue  empinaba  su  cabezp  sobre  el  horizonte  opaco,  co- 
mo si  estuviera  pendiente  del  tirmamerito  y  separado  del 
numdo.  Con  el  crepúsculo  se  <»levaron  nuevos  vaiwres  que 
ocultaron  aquel  portento,  dejándome  una  anhelante  y  rell- 
jiosa  impresión.  jYa  habia  entrevisto  n  mis  queridos  An- 
des ! 

Al  otro  día  hicje  d  <*aanin<)  ím  xnm  <M>n.st«nte  a'usiedftd, 

divisando  por  momentos  algiina,s  <'imas  nevadas,  cuando  los 
árliolKis  ó  el  polvo  .lo  .permitÍMn.  IVpo  *^n  la  itvamsn<a  si- 
gudmite,  <h*íJ(ie  e*!  li-aiiíhUm  á  San  Martin,  ol  ospectáeiik)  em 
impom*nt(».  pues  la  vista  abarraba  una  dilatadísima  estén- 
siou  de  la  cadena  de  los  Andes. 

fQué  (^  la  vista  de  los  Alpes  desde  (Marcus,  en  eompa- 
<rfln'.Í4m  <U*  »la  di»  los  AuííIk^s  h1^vs»i1j(»  la  •desjx^ja'da  icatuipañiH  dj 

Mendoza  ?  Allá  ha  podido  Byrou  lanzar  esta  eselaraacion. 
<iuya  re]iji<HÍ'J:ul  adimira   ^lix'h'íOct:  **Ijo  <iue  a<juí  se  eáíente 

está  mas  alto  que  una  ])asion  individual,  mas  que  todo  amor 
de  este  mundo.  Kl  el  sentimiento  do  lo  frrande,  de  lo  sublime, 
del  Amor  universal.''  A  la  vista  de  los  Andes,  el  alma  en- 
•muüiN'is  la  palahna  no  asoiii«a  á  l<ís  labios,  porí|ue  la  impresión 
<iue  íí(»  siente  tío  tien<»  leiiígnaje. 

T'na  inmensa  cadena  de  brillantes  colosales  cruza  <r'  ho- 
rizonte, á  la  altura  de  los  cielos,  hasta  donde  puede  alcanzar 


LAS  CORDILLERAS  487 

la  vista  del  austro  al  sotontrion.  Las  líneas  t»ireulares  y  stiíí- 
vee  del  cerro  del  Tupnnfato  contrastan  con  los  angulosos 
picos  de  la  sierra  de  las  Vacas,  y  con  la  caprichosa  pühtji 
del  Aooncftft^ia,  <iue  mas  atrevido  que  todos,  se  remonta  á 
la  región  del  éter,  mostl^attdo  el  último  esfuierzo  que  la  tier- 
ra ha  h'ccho  para  alcanzar  4  los  dominios  del  sol.  Por  el 
sud  se  prolongan  hasta  perderse  de  vista,  los  esbeltos  cet^ros, 
los  grupos  de  apilados  picos,  figurando  el  conjunto  de  las 
torres  de  una  ciudad  aérea,  las  curvas  sinuosas  que  ora  se 
remontan,  ora  descienden,  dibujando  de  pista  el  azul  de  la 
atmosfera. 

i  Salve  portentosos  Andes!  Al  fin  vuelvo  á  vuestros  bra- 
zos, á  sentir  el  halago  de  vuestras  brisas!  Salve  jeneradores 
de  la  vida,  que  distribuis  los  climas  y  los  vientos,  el  ealoi*  y 
el  HgiiA,  qaie  fonwaas  «los  •\'«!lli3s  terorplndios  «die  '>aa  mifeseR,  y  las 

ardientes  hoyas  del  café,  del  ananá  y  la  chirimoya!  Sois  la 
imágiíti  del  infinito,  ceitro  de  poesia  y  de  verdad,  qlie  ha- 
béis afrontado  los  siglos  de  una  eteriiidad,  siempre  jóvenes 

V  bellos! 

Ix)  f^nanRlioiSPo  dásniinaiia  á  in^ediidia  qiw  avanzAlwimos.  No 
hay  grandeza  que  no  disminuya  cuando  se  toca.  Los  mon- 
tañeses viven  en  íntima  familiaridad  con  stís  empinadas 
cumbres. 

El  panorama  portentoso  habia  cambiado  en  las  inme- 
diaciones de  la  ciudad.  Las  ásperas  coliñas  dfel  Challado  y 
los  adustos  cerros  del  rio  ocultaban  la  cordillera,  y  solo  se 
veian  «cletras  tlie  'eíWos  las  íomipimiaídwm  y  nevwdiis  t'wl>ezaii  -de  la 
sierra  de  'las  Vaoas.     El  pci[vo  quitaím  a'l  "oajmino  su  aíti^ac^tiro, 

V  la  noticia  de  una  revolución  ocurrida  dos  días  antes  en 
Mendoza,  quitaba  al  espíritu  su  tranquilidad. 

IL 

•Michelet   dice  de  los  Pirineos — **Su  muro  formidable, 
austero,  no  interrumpido,  es  una  barrera  entré  Europa  y  ei 
África,  esa  África  qU'C  se  llama  España.    Divorcio  absoluto, 
tajo  que  ninguna  gradación  prepara.    Los  Alpes  en  su  espe 
sor  hacen  pasar  íácilmente  de  Italia  á  Provenza,   á  Lioli. 


488  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIEES 

Pero  si  partis  de  Tolosa  por  encima  de  los  Pirineos  á  su  rá 
pidta  viertditín/te  dtA  mialioJíia,  ijaieis  en  Zaragoaa,  liabeis  sal- 
vado un  mundo. "  . 

¿Se  puede  decir  lo  mismo  de  los  Andes?  Sus  cuarenta 
leguas  de  espesor  no  son  una  barrera  entre  Chile  3'  la^ 
#ppo\TÍ'nicd«as  de  Cit>'o?  Mendoaa  es  Chik»:  su  poblaK-ion,  su  ve- 
getación, BUS  cultivos,  sus  montañas,  su  suelo,  su  naturaleza 
en  fin,  todo  «s  igual  en  iamlx»  kidos.  ^leindoza  9e  parieee  mas 
á  Cftiiüe  quie  á  su  metropoili. 

Buenos  Aires  se  parece  muy  poco  a  las  poblaciones  del 
Pacífico  y  mucho  menos  á  sus  provincias.  Estas  tienen  co- 
mo aquellas  el  sello  de  decrepitud  en  la  niñez.  Se  ha  dicho 
con  suma  verdad  que  nada  simboliza  mas  fijamente  la  deca- 
dencia de  un  pueblo  que  la  esterilidad.  Por  eso  domina 
Buenos  Aires  á  sus  provincias,  por  su  vigor  de  joven,  tan 
mal  dirijido  y  tan  mal  emi)leado  hasta  ahora,  por  su  prndl- 
jiosa  actividad,  por  su  iniciativa.  Las  provincias  nada  pro- 
ducen: su  pueblo  es  un  yermo  que  solo  se  ajita  con  las  tem- 
pestades. Las  insurrecciones  son  allí,  como  en  el  Perú,  lo^ 
síntomas  de  actividad  social,  pero  de  una  actividad,  estéril, 
infecunda,  que  agota  como  la  de  la  fiebre. 

La  causa  de  este  fenómeno  está  en  los  elementos  viejos 
<|Ue  ooiníStií7U'\'X?in  "cistíis  socnenlad-es.     Buienos  Airt^s  Im  «««novado 

su  civilización,  está  muy  lejos  del  siglo  XVI,  á  mucha  dis 
tancia  de  la  época  colonial,  qiie  vive  todavía  en  sus  provin- 
cias, como  á  ese  lado  de  los  Andes,  con  mas  6  menos  vi- 
gor. ¡El  áfrica  que  se  llama  España  se  asila  en  los  Andes, 
para  vergüenza  de  la  jeneracion  presente  I 

Mendoza  apenas  principia  á  renacer  de  sus  cenizas.  La 
antigua  ciudad  yai^e  como  un  esqueleto  destrozado  en  la  es- 
tension  que  antes  ocupaba,  de  diez  y  nueve  cuadras  de  nor- 
te á  sur  y  de  siete  d(í  anr^ho.  Los  edificios  demolidos  en 
átomos,  sus  grandes  templos  convertidos  en  moles  informes 
de  ladrillos  dispersados  y  .sembrados  donde  antes  .se  eJi*va- 
ba  la  bóveda  que  retumbaba  con  los  cánticos  sagrados;  sus 
largas  calles  apenas  delineadas  por  dos  filas  paralelas  de  es- 
combros; todo  ese  conjunto  de  ruinas,  entre  las  cuales  Man 


LAS  CORDILLERAS  489 

quean  á  trechos  las  calaueras,  sobrecojen  el  corazón  y  ahis- 
man  el  espíritu  en  la  contemplación  de  la  gran  tribuiaei»  u 

del  terremoto  del  20  de  marzo  de  1861 

De  siete  á  ocho  mil  víctimas  agonizantes  quedaron  alLt 
sepultadas  en  pocos  momentos;  y  los  sobrevivientes  ater- 
rados por  el  estruendo  de  la  ruina,  y  envueltos  en  'il  polvo, 
caían  de  rodillas  pidiendo  misericordia  y  abandonando  h  sus 
ideudos  qaue  perecAan  sofooaxios. 

Hoy  mismo  se  siente  el  corazón  anonadado,  al  esparcir 
la  vitsta  sobre  aquellos  trisfces  die^pojos,  que  miuiestpaín  ei  for- 
midable y  ciego  poder  de  la  naturaleza,  puesto  en  acci'»p  por 
las  leyes  físicas,  y  no  por  una  voluntad,  del  Jehová  terrible 
y  vengador  de  los  judios.  Si  hay  algo  en  aquella  espantosa 
conmoción  de  las  entrañas  de  la  tierra  que  rc.i»le  una  vo- 
luntad suprema,  no  es  lo  que  ha  caido  al  suelo,  sino  lo  que 
se  ha  mantenido  en  pié:  en  medio  de  todos  aquello?,  itji^- 
mentos  menudos  de  los  edificios  de  tapiales  y  de  adobes  y  de 
lias  molies  d-e  las  cooistraccQjoaiies  aólMias  die  laidridüos,  hay  al 

costado  oriental  d<e  la  plaza  una  tapia  de  tr«8  cuerpos  en  pié, 
sim  apoyo  algumo  qvMe  la  sostenga,  despíreaaidida  por  uno  y 

otro  costado,  en  su  estension  de  doce  metros,  de  los  ediñ- 
cios  que  la  flanqueaban  y  que  han  sido  derribados.  ¿Cómtr, 
por  qué  se  mantiene  en  pié  ese  trozo  de  pared  tan  débil, 
tan  inconsistente  ?  es  la  pregunta  que  uno  hace,  lleno  de  ad- 
miraíiion. . . .  Alguien  responde  sencillamente — ''¡Contra  esa 

tapia  fueron  fusilados  los  tres  hermanos  Carreras! " 

La  nueva  ciudad  se  construye  en  tres  barrios  estensos, 
que  oomfloiyeai  -en  um  pumito,  pero  que  diejian  separados  ipor 

largas  distancias  á  los  pobladores,  en  lugar  de  concentrarlos 
en  un  paraje  dofnde  didbiía  remiacer  ^MJemdoza.     Es  verdad  que 

la  autoridad  ha  delineado  la  nueva  población  en  una  área,  al 
sudoeste  de  la  ciudad  arruinada;  pero  los  vecinos  se  resis- 
ten á  abandonar  sus  antiguos  lares  y  reconstruyen  los  barrios 
(be  Loreto  y  de  la  Alameda,  estenddéndose  ail  centro  de  la  vie 

ja  iMendoza. 

Esta  provincia  es  una  de  las  mas  vastas  y  ricas  de  la  Re- 
pública Argentina  y  la  mías  «"bundante  de  ajgiias  de  riego  y  de 


490  LA  BEVISTA  DE  BUENOS  AIBBS 

minerales.     Su  área  no  baja  de  11,250  legttas  cuadradas,  t 
según   los   padrones   del   censo  de   1864,   tiene   cultivadas 
58,599  cuadras,  de  las  cuales  hay  destinadas  á  la  vifia  2,237 
y  á  los  cereales  3,866. 

La  población  total  es,  según  el  mismo  censo,  de  57,476 
habitantes,  entre  los  cuales  habia  3.456  chilenos. 

Hu  comercio  de  importación  se  calculaba  en  1864  en 
600,000  pesos,  de  los  cuales  se  importaron  de  Chile  por  la 
cordillera  4000,(K)0.  El  de  esportacion  de  la  provincia  la  fué 
<l'e  830,000  i>e»as,  valor  de  los  gtaiMuloR,  jalwn,  frutas  sei^s, 
»3iv^re:í,  imítales,  latnias  y  inin^ros  esportadi»  para  Chile.  FXe 
inoilo  <|iie  <m  el  coiiierLiio  jeneirail  de  Chile  <•<«  la  RepúMic« 
Argentina,  que  es  de  millón  y  medio  de  pesos,  la  Provincia 
do  Mendoza  concurre  con  la  cantidad  de  1.230,000  pesos, 
pues  do  sus  esportacion  os,  muy  pocas  son  las  que  se  hacen 
por  el  litoral  argentino. 

El  territorio  de  la  Provincia  de  ^Mendoza  se  estiende 
•ai  orriMito  de  lia^  faildois  úe  'los  Andes,  -on  fronto  «de  Ifls  pro- 
vim-iíjls  (Miil-cTTas  ihy  Aeontiagira,  Santiago,  (\>l(»h<ngua  y  Talt*a, 
en  una  ostensión  de  225  leguas  do  largo;  y  tiene  una  sensi- 
ble pendiente  hacia  el  oriento.  Esta  inclinación  se  altera 
en  el  valle  ilo  los  ■a.fhK^ait^'í?  del  TVin'uyatti,  cuyas  a^i<as  corren 

al  norte,  y  on  las  inmediaciones  de  la  ciudad,  donde  á  con- 
.sn^mencia  dv  l<as  altuniis  ilv  Lu'nhTnt«a,  A'lto  Verde  y  A'lto  de 

las  ]\íulas,  ol  rio  Mendoza  so  dirijo  también  al  norte,  hasta 
voorflnir  <»<m  el  Han  Jua'n,  quxí  í-orro  al  sur,  y  ocharse  jamtos 
on  las  lagunas  do  tluantioacho,  Silvorio,  etc.,  on  ol  centro  de 
la  gran  hoya  de  Cuyo,  por  dondo  corre  el  Desaguadero,  que 
salo  de  aquellas  lagunas.  Al  nordeste  de  éstas,  hay  esten- 
sos llanos  sin  inclinación  y  cubiertos  de  sal,  y  todos  los 
ibijios   <M    ñor  tío   fíon   generaluiientie   áridos   y   <ni'bi-ertti8   de 

matorrales. 

Como  á  doce  leguas  del  núcleo  de  la  cordillera  de  los 
Andes,  en  frente  de  la  ciudad,  se  prolonga  paralelamente 
do  norte  á  sur,  on  una  estension  de  cincuenta  leguas,  desde 
los  altos  do  Lunlunta  hasta  el  Diamante,  una  cadena  de  cer- 
ros que  so  llama  el  cordón  de  Capis,  y  que  tiene  una  anehu- 


LAS  COHDTLLERAS  491 

tñ  media  de  cinco  leguas.  El  valle  de  la  ciudad  está  cerrado 
«1  nortíe  por  lo«  /prifíiieros  teontmftiprtra  die  la  corddiWt^a  de 

Villavicencio,  en  la  cual  hay  que  penetrar  para  emprender  el 
viaje  de  los  And^s. 

El  terreno  de  ese  valle  es  caliso  y  en  la  proximidad  de 
aquellas  sierras  está  cubierto  de  matorrales  que  crecen  en- 
tre el  cascajo  y  la  arena. 

III. 

En  una  bella  tarde  de  noviembre,  me  hallaba  cómoda- 
mente repantigado  en  un  coche  que  corria  sin  tropiezo  por 
el  llano  de  los  Hornos  de  cal,  al  norte  de  Mendoza,  el  cual 
estaba  sombreado  en  esos  momentos  por  los  cerros  del  oeste, 
tras  de  cuyas  cumbres  se  ponia  el  sol.  ITabia  pasado  vo- 
lando por  la  ciudad,  desde  los  suburvios  del  sur,  para  no 
"íOíiiun ir^ar  c oai  irAÚ:. ,  ;: Drríju!?  a^tiamido  triinnf aaite  uoifa  rebdion 

üra  necesario  que  el  reprsentante  de  Chile  no  diera  siquiera 
pretestos  á  las  acusaciones  que  la  prensa  oficial  lanzaba  con- 
tra nosotros.  Así  como  así,  con  solo  haber  pasado  corrien- 
do, uno  de  los  diarios  de  Buenos  Aires  aseguraba  después 
que  yo  habia  estado  en  un  banquete  de  los  revolucionarios, 
brindando  por  la  caida  del  Gobierno  Nacional.  Si  hubiera 
<'crii:i':lo  p/nn  á  inaoit^el^s  diemitro  úe  Is.  (niaí(¿»enftie  Mendossa,  me 

habrían  supuesto,  arma  al  bracio,  enrolado  en  las  filas  su- 
blevadas. 

Mas  el  coche  terminó  su  carrera  en  las  sombras  del  cre- 
púsculo y  á  inmediaciones  del  portezuelo,  porque  la  natura- 
leza no  habia  continuado  mas  allá  el  camino  carril:  los  ar- 
gentinos no  hacen  carreteras,  y  dejan  á  la  próvida  natura  que 
les  arregle  sus  vias,  de  modo  que  si  ésta  las  formara  de 
fierro,  ellos  no  se  habrian  molestado  en  construir  las  que 
tienen  en  el  litoral.  Era  necesario  que  el  representante  Ots 
la  República  de  los  líuazos,  montara  á  caballo  para  repre- 
sentar nifjor  a  sus  paisanos. 

Con  efecto,  al  tranco  de  la  l>estia,  por  altos  y  bajos, 
sobre  rocas  y  guijarros,  seguimos  durante  largas  horas  de  la 
noche  una  senda  estrecha,   que  serpenteaba  en  un  bosque 


492  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AlKE?. 

espinoso  y  bajo,  entre  dos  altas  montañas,  llevando  la  luz  en 
el  cielo  y  la  oscuridad  en  la  tierra.  Penetrábamos  en  la  an- 
gostura de  Villavieencio :  la  luna  creciente,  ocultándose  de- 
tras de  la  cadena  del  poniente,  esparcía  su  luz  tenue  en  la 
t)ov<^iiia  awuilaidn     tachooiiadia  d»e  hiii»eros,  y  no  p<?netra'ha  en 

aquella  estrecha  garganta,  que  daba  á  las  sombras  aparien- 
cias •colosaílu^.s  y  ilúgaibrí-s.  Los  pt>»rfi'l»es  sinu-OKCS  d»?  las  sié- 
mais  d'p  ann'lx»  liados  •  iiilni.>al>a¡n  em  el  í*ielo  mientras  que 
los  recodos  de  la  quebrada  estrechaban  nuestro  horizonte  casi 
al  sitio  que  recorríamos,  entre  el  bosque,  subiendo  barrancos 
y  'bajiaiiido  hondos  <lie(4ives.     No  se  s^^ntía  \nm  ruido  que  el  d^?- 

nuestras  cabalgaduras,  y  cada  uno  de  los  que  formábamos 
nuestra  caravana  parecía  abismado  de  terror.  El  seño,  el 
han  libre,  caí  can^aaioio  'm>s  arnanií'íilíaín  d-e  canajido  len  miando  un 

suspiro,  una  esdaraacion,  que  eran  seguidos  de  un  profunau 
silencio. 

Enan  ya  las  omv  de  la  nocíw»,  la,  hvna  se  lua'lyiía  sepivltádo, 

el  frío  de  la  quebrada  nos  tenia  ateridos,  cuando  de  repen- 
te 'los  «agudos  k'dri<l'0s  <lie  uíiia  jauriíi  de  jx'^i^'^  iw^s  re^^la 

que  estábamos  en  las  casas  de  Villavieencio.  ¡Suprema  Ic- 
ii<nd'a)d!  Todos  Imblanios  y  naiu^tras  jyalabnLs  revcílam  -el  con- 
tento. 

— ;Ah    de    ca.sa!    gritamos    á   la    italiana.     ¿Se   puedo 
alojar  ? 

Una  voz  ronca  nos  contestó: — No,  el  patrón  no  está 

«quí  la  c«»a  está  oeírnaidia. 

— ¿  Y  el  corredor  ?  preguntamos. 
— Está  ocupado:  p-ero  put^dit^i  aviarsie  i>or  ahí  no  mas! 

Realmente   todo   el   corredor   estaba   ocupado   por   ugü 
famúília  entt^pa ;  peix)  im  eil  •e>?trK^m)0  haibita  una  ehowi  aibierta. 

Penetré  en  ella  y  advertí  que  los  pasageros  la  habían  dese- 
<*hiatdo  porfjue  no  tenia  tei^ho;  pero  como  .sais  parínles  podían 

reparar  el  vi^^nto,  aunque  dejaban  d^cubierto  el  cielo,  tomó 
posesión  de  ella,  y  alumbrando  sus  antros  con  un  fosforo,  vi 
que  en  uno  de  sus  costados  habia  un  rimero  de  ceniza,  y  que 
su  ífii-olo  senna  <le  cocioita.     Hice  á  um  laido  los  chismes  v  ti 


LAS  CORDILLERAS  49J 

zones,  me  envolví  en  mi  poncho,  y  poniendo  de  cabecera  la 
silla  de  mi  montura,  me  eché  como  en  un  mullido  lecho. 
Nuestras  cargas  venian  muy  atrás  y  no  habia  esperanzas  de 
víveres  ni  de  cama. 

Por  lo  demás;  así  debe  dormir  un  ministro  plenipoten- 
ciario americano,  viajando  en  las  repúblicas  hermanas.  Las 
atenciones  se  quedan  para  los  estraños,  y  que  los  de  casa  se 
acomoden  como  puedan.  Yo  habia  visto  en  Buenos  Aires 
que  se  recibía  poco  menos  que  debajo  de  palio  á  los  repre- 
sentantes d«  Don  PodíTO  H,  y  que  á  ia  d'p.sipK.xiida  «cIp  los  mini« 

tros  europeos,  se  hacia  una  fiesta  oficial:  Mr.  Thormpton, 
ministro  inglés  fué  conducido  por  los  secretarlos  de  Estado, 
en  A  cocine  de  go'l>iii»mo,  Iwista  el  iiuielU*,  dond«e  le  esperaíba 

una  embarcación  de  honor;  un  ministro  español  fué  despe- 
dido mas  ó  menos  lo  mismo;  el  norte  americano,  Mr.  Kirck, 
fué  (conducido  al  muelle  en  procesión,  con  músicas  militares. 
Entre  tanto  el  ministro  de  Chile,  como  el  del  Perú,  habian 
llegado  y  'salido  varias  veces  revueltos  con  bachichas  y  etk 
balleneras  mugrientas  y  llenas  de  inmundicias  y  de  beodos, 
i  Qué  im[)orta  1  Los  hermanos  no  están  obligados  á  hacer  mas 
que  los  padres.  Dos  años  antes  habia  yo  salido  de  mi  patria, 
tomando  el  tren  de  las  siete  en  Santiago,  para  lUaillai,  y  como 
en  él  no  habia  mas  que  caríos  de  tercera  clase,  el  conductor, 
por  atención,  me  dio  lugar  en  el  carro  de  la  Bodega,  que 
llaman,  entre  sartales  de  gallinas  y  pavos,  entre  canastos 
de  verdura  y  de  frutas  y  en  una  atmósfera  mefítica.  ;  Digna 
salida  de  un  representante  de  Chile!  (1) 

La  Rí^pú'bli«ca  no  so  .p'ixMwuijm  de  lia  í*omOvlit(laúl  n-l  dx^  la 

dignidad  de  sus  funcionarios:  eso  sería  parecerse  á  las  mo- 
naríjuías.  El  gobierno  tampoco  quiere  parecerse  á  los  mo- 
narcas, se  entiende  solo  en  esto:  y  cree  que  la  República  es 
una  entidad  moral,  una  persona  jurídica,  que  no  tiene  sen-* 
tiniicntos,  que  no  está  obligada  á  prestar  atenciones,  ni 
tan  siquiera  á  demostrar  gratitud,  como  un  Rey.  i  No  acá- 
])ani()s  de  ver  morir  allá  en  Francia,  en  servicio  ax»tivo,  á 

1.     Da^pues  be  sabido  que  el  conductor  hubo  de  ser  destituido, 
por  haber  ii>a(lo  de  cortesía  con  el  repre*«eutante  de  Chile. 


494  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

Carvallo,  diplomático  de  mas  de  treinta  años  de  carrera  T 
Noit^stro  gübi'erno  reei'bió  lu  noítáciía,  emno  qiá«n  ase  UoT^r, 

y  ha  hecho  como  si  el  muerto  fuera  un  servidor  del  rey 
de  Sia'iu.     Su  políti'ca  á  este  neapeeto  penpecie  teai<er  por  'base 

aquel  refrán  que  dice  que  cada  uno  9e  rasca  con  sus  uñas. 

Yo  estaba  acostumbrado  á  esto,  cuando  temblaba  de 
frió  en  A  duro  suelo  de  la  cocina  de  VillavicencÍQ,  sirviendo 
á  la  patria.  Acababa  de  atravesar  la  Pampa  del  mismo 
modo,  acampando  á  la  garibaldina,  como  dicen  los  italianos, 
ó  á  la  americana,  como  diría  un  soldado  de  nuestra  inde- 
pendencia. Ahí  lo  habia  hecho  dos  años  antes,  y  ya  sabia 
lo  que  era  el  dormir  á  las  estrellas,  con  el  revólver  á  La  ma 
no,  esperando  a  los  indios,  y  medio  sofocado  para  salvarse 
de  Ips  bichos  ó  de  la  tormenta.  La  única  diferencia  estaba 
en  que  ahora  no  nos  presentaba  el  cielo  un  espectáculo,  como 
en  los  primeros  dias  del  año  65. 

Etónces  se  veia  cruzar  en  la  bóveda  celeste  aquel  he^ 
iHOso  íXJralHtia  blaiKíJO,  quie  segaiai  los  g'aiujohos  «anunciaba  piestes 

en  Chile,  porque  se  encaminaba  á  este  paraíso,  flajelado  á  la 
sazón  por  el  tifus  y  la  viruela.  Es  un  espectáculo  indesoríp- 
tible  el  del  firmamento  apoyado  sobre  la  tierra  en  todo  el  con- 
torno del  horizonte,  y  alumbrado  por  la  incierta  lus?  de  las 
estrellas,  que  tililan  en  un  fondo  de  ópalo  y  azul.  Así  se  vé 
el  cielo  en  medio  de  las  pampas,  en  una  noche  serena,  y 
■tm-tonítííes  lu  .preswiit'Ja  de  a<iu»eil  'bliaanco  com'eta  entre  los  lastros 
le  «dt^ba  un  enoaoito  nu0vo,  que  ia/traá<a  lias  md  radas,  hiasta  de 
los  mas  indolentes  campesinos.  La  vaporosa  cauda  abraza- 
ba un  arco  de  20  á  30  grados,  pues  no  tepía  menos  aeguit  las 
observaciones  de  Moesta,  que  cincuenta  y  dos  millones  de 
millas,  dimensión  enorme,  si  se  compara  á  las  dimensiones 
de  todo  nuestro  globo;  y  su  núcleo  era  pequeño,  pues  solo 
media  de  diámetro  2,703  millas.  Aquel  observador  nota 
que  estas  dimensiones  no  son  tan  admirables,  si  se  comparan 
co(n  las  deJ  co»metia  de  1843,  ouiya  oaaidia  «Icamaó  á  159  «mi- 
Uones  de  millas,  y  cuyo  núcleo  tuvo  de  diámetro  5,231 ;  pero 
su  esplendor  desde  la  Pampa  no  era  menos  bello  y  atractivo. 
Yo  lo  miraba  y  seguía  su  curso,  durante  largas  horas,  en  el 


LAS  COBDILLSBAS  49o 

sitebicio  die  anjueliLaB  nouliieB  óe  fotátgia  y  die  soLediaid ;  y  nie  sen- 
tía consolado  con  su  compañía  y  con  la  idea  de  que  se  rea- 
niam  coa  días  mi'aiB  iDtU!chia8  iniia:ttdia8  que  'me  eraun  sámlpátijcfls,  en 
«8e  YÍajetro  erraoite  die  los  espacios. 

Peno  en  ia  coeima  de  VdOikifvíceiiioio  mo  tema  mías  hori- 
zonte que  la  ceniza,  y  en  lugar  de  la  atmósfera  templada  de 
la  Pampa,  tenia  el  vientecillo  sutil  y  frijido  de  la  cordillera, 
que  me  hacia  dar  diente  con  diente  y  sentir  sueño  y  ham* 
bre,  Hun  podiecr  donmsr  m  oomer. 

Al  fin  ef>areciió  lia  lou  éél  dia,  quie  tanto  habia  desoa^lo, 
y  saMé  de  entre  dos  tiaomes,  antes  que  les  ddfusoais  tclesp^ntiaT^aía 
á  aoltar  al  aine  sus  tnncs  emumiosos  y  «licamipasados. 

J.  V.  LASTARRIA. 
(Oontinuará). 


VARIEDADES 


RKVISTA  DEL  ARCHIVO  GENERAL 

I)K  BUENOS  AIRES. 


liíijo  el  títmlo  <|iite  em'aíl>tv.a  -estas  líneas  el  señar  dan 
Alairwi'dl  Rkianlo  Tin^lKs,  g>efe  úrA  Arehi\'«  (General,  vá  á  pu 
lili'rar  un  \x>lúmii^  vaimiial  qmi  ^-ontemlrá  d<Knuiientos  histó- 
rica w,  <H)n  olKS4M*\TaK»¡0!iK<s  y  notas.  El  (íolrierno  de  la  pra- 
vi.ndiía  A  <tuikni  píxjtpiísa  v^tss,  iám,  cóniíppoTwlwí'nKio  el  int-erés  y 
la  ini'jmrtaoK'i'a  de  <íst»íi(s  leompilsicdontes,  lo  h>a  autorizado  p'l'e- 
auiin-íMit*»  ij^tm  qute  iiontraU*  luis  ^HmKikMon-es  <le  la  imprn^sion 

El  seilor  TMh's,  ilal)orioí5K)  imla<gwdor  ú<c  nuestra  his- 
toria aiitiífun  y  eniilito  muy  tlistinguitlo,  <«  muy  <*oinpetente 
jKM'a  niviJizar  el  l-auda'ble  proixjsito  de  ipropop(*ioniar  «1  histo- 
rwuloi»  (^^w  ipnvioe*>s  doni^'intoí  piíra  un  ■estudio  ooni-i'imzudo. 
No  4»s  jHv^ihlo  ex'ijir  á  kis  jkxxís  afieiowados  á  tastos  estudios 
sénior  é  iiupn>íkirtiv<vs  liastíi  ahora.  q\ve  voins^a^refn  su  ti-eui 
]>o  en  1h  (Nvniip\ilsi:í  del  riiiuísinio  AMiivo  (rent^-al,  donxlv  exis- 
ten haeina.h«  y  en  desorden  iinix^rtantísiinos  docirni-eoitos ; 
1^  prestar  un  servioio  .]Hxsitivo  y  rejiJ  ¡nmer  al  aK^a'ne«e  del 
mayor  númoi»  <*stxs  doeunient<^  twpiu^tos  á  jxM^dei'se  eaitre  el 
]M>lvo  y  la  ]H>lilla,  ó  ((ue  perinanozv*an  <pii/A  dt'-^H.moeiilos  ii 
olvivladiw. 

Reunir  y  puhliear  esos  anteet\ientt?s  et>mo  fuente  antén- 
tii'U  para  el  estuilio  de  la  historia,  es  no  solo  una  idea  lauda 
Me  sino  íaiuhien  una  obra  meritoria. 

IV'houtos  á  este  inoansaMe  investiirailor,  preri-'^sos  ante* 
e»'dentes  hÍNt/'riiOs  t[Ue  ha  puMivado  ya  en  FJ  /iNí/Ín/to  Esta- 


REVISTA  DEL  ARCHIVO  GENERAL.  49? 

dístico  de  Buenos  Aires;  pero  como  él  lo  reeonoce.  esa  pu- 
hli'wicioii  diastánmla  á  otiw  Oibjetx»,  do  podia  il-enor  esta 
necesidad. 

La  colección  de  obras  y  documentos  relativos  á  la  historia 
antigua  y  moderna  del  Uio  de  la  Plata  publicada  por  don 
Pedro  de  Angelis,  edición  agotada,  muestra  prácticamente  la 
utilidad  de  esas  compilaciones,  puesto  que  es  consultada  con 
proveclio  por  todos  los  que  se  dedican  á  estos  estudios. 

El  plan  propuesto  por  el  señor  Trelles  lo  consideramos 
acertado  y  el  único  posible  por  ahora,  pues  no  puede  pre- 
tenderse que  se  publiquen  cronolójicamente  los  documentos, 
sino  que  los  que  se  den  á  luz  merezcan  por  su  importancia  los 
honores  de  la  impresión.  Dividirlos  por  materias  y  clasifi- 
carlos cronolójica  y  ordenadamente  exijiria  el  previo  estudio 
de  todo  lo  que  existe  en  el  Archivo  General,  y  este  trabaja 
de  ííinproba  k'lx)(riosi»íiiad  no  puede  emeoiiiieaidiarse  á  urna  sola 
persona,  sino  a  una  comisión  espresamente  consagrada  á  ese 
exámiftn.  ¿Es  eisto  posible  por  lahora?  ConsLderaimos  que 
eso  demanda  un  gasto  crecido. 

El  señor  Trelles  tiene  ya  bastantes  materiales  reunidos, 
y  esos  son  precisamente  con  los  que  cuenta  para  emprender 
la  publicación  de  La  Bevista  del  Archivo  General  de  Buenofí 
Aires,  Ignoramos  si  esos  materiales  se  refieren  únicamente 
á  la  historia  antigua,  ó  si  se  relacionan  con  la  historia  de 
la  independencia;  pero  como  no  se  trata  de  publicar  una 
historia,  sino  documentos  que  sirvan  para  edcribirl^l,  no 
vemos  ningún  inconveniente  en  que  se  adopte  el  plan  pro- 
puesto, prescindiendo  de  la  cronología  y  de  la  clasificación 
de  materias,  y  sin  pretender  la  unidad  que  exije  un  libro 
de  historia. 

Es  evidente  por  otra  parte,  que  el  señor  Trelles  tratará 
de  organizar  en  cada  volumen  materias  análogas,  consultan- 
do el  facilitar  el  estudio  de  los  documentos  publicados;  y 
sobre  tolo,  los  ínidioes  razonados  y  ibiein  cílasifícados,  ob\ia- 
rían  todo  inconveniente. 

Publicaciones  de  esta  clase  no  pueden  tener  la  unidad  y 
el  orden  que  exijen  los  libros;  ni  es  esa  tampoco  su  misión. 


íí*»^  LA  KEVÍ8TA  DE  BUENOS  AIRES 

Hi*  ha  <olo(!H(Jo,  i)iu's,  (*ü  el  vcrda  ItTo  terreno  y  segiu 
la  naturaie/.a  (Ut  la  publicación  f)r()y<»ctada. 

Kl  h'cfior  T  re  11  es  lia  tenidí»  i  a  heiievnj  encía  de  elogiar 
ofl<;ialinente  nuestra  /i'<  vista,  ileclarando  al  jrobierno  que  eu 
ella  se  encuentra  una  |)recií)sa  <*(>!cccion  de  monografias, 

liflK  h'f  ristas  consa^rradas  á  la  historia,  como  la  nues- 
tra, no  pueden  tener  la  unidad  cjue  exi.je  un  libro: 'su  natu- 
raleza cH  diver>»a,  y  no  es  de  la  ín  lole  de  estas  publica? '.míos 
eonHcrvar  el  plan  y  unidad  de  los  libros,  sino  hacer  e*^t^i(ilo3 
Kol)n*  épocas,  sobre  sucest>s  ó  sobre  individuos,  sin  (n^  •  sea 
fMmíble  establecer  en  esos  esludios  el  orden  cronolójieo,  ui  la 
correlación. 

Masta  la  división  por  nuiterias  en  (general,  dejando  á  los 
escritores  completa  libertad  para  tratar  en  cada  sección  el 
l)unto  (pu«  (piieran  ilustrar,  para  dar  á  la  Iif  vista  el  interés 
í|U(»  reípiiere,  sin  di»snatural¡zarla ;  puesto  que  no  se  preten- 
•dí»  |Hil.<l¡'car  un  libro  por  eaitnigas,  sino  'astudios  y  trabajos 

diversos  y  por  distintos  escritores. 

Nuestra  liC vista,  pues,  publicando  esas  monografias,  ma« 
ó  menos  im])ortantes,  ha  llenado  su  o])jeto;  y  el  voto  de 
un  erudito  tan  competente  como  el  señor  Trelles,  nos  con- 
fírnuí  nuis  y  mas  en  lo  acertado  de  nuestro  plan.  Si  preten- 
diésemos escribir  una  historia  con  la  unidad  de  plan  que 
vlla  ex  ¡je,  es  evidente  que  escribiriamos,  si  fuésemos  capa- 
ces, libros;  ])ero  los  libroí^  no  son  las  Revistas,  término 
medio,  como  alguno  ha  reconocido,  entre  el  diario  y  el  libro. 
Kntrauios  en  estas  apreciaciones  para  justificar  nuestro  plan^ 
ya  (pie  /.a  i^rvistn  ha  merecido  los  honores  de  un  elogio 
tíficial. 

Las  compilaciones  de  documentos  tampoco  exijen  la  uni- 
dad de  plan  de  un  libro,  si  bit»n  es  cierto  que  del>en  es- 
tar son\etidas  á  clasitit*acionos  generales  convenientes.  El 
Ni»uor  Tre!l(»s,  si»  («oloea  por  lo  tanto  en  el  terreno  práctico, 
y  el  plan  tpie  pn^]>one  es  el  único  posible. 

lia  constancia  de  t*ste  escritor,  su  infatigíible  <vlo  por  la 
historia  del  país,  ñas  garanten  qiu^  la  **<'(>/'('(•♦<>>*  (fr  r/oeiiMif  «/f/s* 
/Kira  sirvir  á  la  hifítoria  y  á  la  administración  drl  líio  dé  <• 


REVISTA  DKL.  ARCHIVO  GENERAíL.  49» 

Plata' *  tendrá  lar^a  vida,  y  sobre  todo,  estas  pubUcaeionea 
necesitau  st^r  dirijidas  con  lot»  sanos  propósitos  y  las  vistas 
«érías  del  señor  Trelles:  e\  tiempo  y  el  interés  de  los  docu- 
mentos mismos,  harán  lo  demás. 

Ks  sabido  que  loa  documentos  inéditos,  como  diee  Pre»- 
cott  en  su  prefacio  á  la  Historia  de  Felipe  II,  son  las  mejores 
fuentes  para  el  historiador,  y  es  oscurecer  la  historia  pre- 
tender cerrar  las  puertas  de  los  archivos  públicos,  ó  limitar 
su  compulsa  al  favor  ó  á  los  empeños.  Generoso  es  por  ^ 
contrario  no  solo  permitir  que  el  público  visite  y  estudie  en 
esos  archivos,  sino  propender  á  publicar  aquellos  documen- 
tos que  merezcan  por  su  importancia  el  generalizarlos  por 
mieiíUo  dte  su  impirosíon. 

Los  gobiernos  europeos,  dice  el  autor  citado,  inspira- 
dos hoy  poiT  oina  pollí<ti)cia  inias  idustrad'a,  hain  ahiierto  «al  histo- 

riador  sus  archivos  nacionales  y  entre  otros  el  de  Simancas, 
que  durante  siglos  ha  tenido  sellados  los  secretos  de  la  mo- 
narquía española.*' 

Noíwtros  «iuíquijos,  «un  K-utando  no  hemos  temido  cerra'das 
las  puertas  del  Archivo  General,  hemos  sido  muy  parcos  en 
hacer  revelaciones  sobre  los  preciosos  documentos  allí  re- 
unidos. 

Las  Memorias  de  los.Vireyes  merecen  sin  duda  los  ho- 
nores de  la  publicidad,  y  ya  el  Gobierno  del  Perú  nos  dio  el 
ejemplo  haciendo  una  edición,  aunque  incompleta,  de  las  de 
los  Vireyes  de  aquel  Virreynato.  El  señor  Trelles,  que  es 
competente  pa<ra  elejir  entre  esos  inmensos  estantes,  en  esas 
pilas  de  papeles  y  documentos,  prestará  un  servicio  a  la  his- 
toria 'publiioando,  ¡ciliaHifi'Oiaínido  y  «motaindo  lo  q^ue  eneiieaitre 
ddigioo  íkí  fig!ura¡r  en  le  colleíjcáoii  iproyu^ctaJclia. 

No  hace  mucho  tiempo  que  el  señor  Trelles  daba  una 
prueba  de  su  capacidad  y  contracción  con  la  publieaoion  de — 
Cuestión  de  límites  entre  la  RepúbUca  Argentina  y  el  Para 
guay — ^publicación  oficial — ^hecha  por  la  impi^ta  del  **  Co- 
mercio del  Plata  *'.  Esta  memoria  de  96  páf.  en  4.o  vé 
ecompaáada  de  un  vol.  de  310  páj.  en  el  mismo  formato, 


500  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

bajo  el  título — Anexos  á  la  memoria  sobre  cuestión  de  límites 
entre  la  República  Argentina  y  el  Parc^uay. 

Los  lectores  de  la  Revista  de  Buenos  Aires  han  podido 
juzgar  muchas  veces  los  méritos  de  este  escritor  «n  los  varios 
estudios  suyos  qu^e  hemos  publicado,  por  esto  creemos  inoe- 
cesario  insistir  sobre  la  tjompetencia  del  gefe  del  Archivo  Qtt- 
neral  para  la  publicación  qu-e  vá  á  emprender. 

Estamos  ciertos  que  puede  contar  con  una  suscricioH 
particular  que  ayude  á  costear  los  gastos  de  «dicion,  y  es  de 
evidencia  que  -esa  colección  será  siempre  vendible ;  por  cuya 
razón  creemos  que  la  edición  debe  hacerse  cuando  menos  de 
ipil  ejemplares.  Las  colecciones  quie  no  se  vendan  en  el 
momento  pueden  conservarse  en  el  mismo  Archivo,  y  su  ven- 
ta paulatina  servirá  como  de  fondo  permanente  para  la 
misma  edición. 

Reproducimos  en  seguida  la  nota  del  señor  Trelles  y  el 

decreto  gubernativo. 

VICENTE  G.  QUESADA. 

IL 

NOTA. 

Del'Archivero  Generaly  relativa  á  la  publicación  de  docu- 
mentos bajo  el  título  de  ''Revista  del  Archivo  General  de 
Buenos  Aires'^  decreto  recaído  autorizándolo  para  ha- 
cerla. 

Archivo  G*eneral. 

Buenos  Aires,  Diciembre  10  de  1867. 

Al  señor  Ministro  de  Gobierno  doctor  don  Nicolás  Avellaneda^ 
El  que  firma,  desde  que  se  lencuentra  al  frente  de  esta 
repartición,  ha  procurado  llevar  al  dominio  público  todos 
aquellos  documentos  que,  ocupando  un  lugar  en  nuestros 
archivos,  hasta  ahora  sin  utilidad,  son,  sin  embargo,  de  un 
interés  indisputable  para  nuestra  historia  ó  para  nuestra  ad- 
ministración, que,  mas  tarde  6  mas  temprano,  son  llama- 
dos á  resolver  porción  de  problemas  que  permanecen  jBnvuel- 
tos  en  la  oscuridad  por  falta  de  antecedentes  que  los  ilustren, 
permitiendo  hacer  justicia  á  las  épocas  como  á  los  hombz'e8. 


REVISTA  DEL  ARCHIVO  GENERA!..  oCl 

La  neoesidad  urgente  del  estudio  de  nuestra  historia, 
cuando  no  fuese  reconocida  por  todos  los  hombres  ilustra- 
dos, bastaría  para  justifícarla  las  infundadas  ó  falsas  apre- 
ciaciones que  se  han  hecho  y  se  hacen  sobre  los  sucesos,  lle- 
gando las  observaciones  hasta  el  estremo  dé  anatematizti^ 
nuestra  propia  raza  y  la  civilización  que  nos  dio  existencia, 
atribuyéndoles  esclusivannente  ser  la  causa  de  males  que  pro- 
vienen de  muy  diferentes  y  variadas  circunstancias. 

Ese  medio  tan  fácil  como  injusto  de  esplicar  efectos  por 
causas  que  no  han  podido  producirlas,  no  es  ciertamente  el 
resultado  del  estudio  áe  una  historia,  sino  la  espresion  de- 
sesperada de  quienes  no  han  podido  estudiarla  6  no  han  teni- 
do el  valor  de  dedicarse  á  hacerlos  en  sus  verdaderas  pajinas. 

Es,  por  otra  parte,  muy  notorio  que,  por  falta  de  ante- 
cedentes que  han  debido  estar  haoe  mucho  tiempo  por  el  do- 
minio público,  no  se  hace  en  muchos  casos  justicia,  é  se 
alargan  sin  término  cuestiones  que  habrian  sido  resueltas 
ajustadamiente  ó  sin  perjudiciales  demoras,  si  los  datos  nece- 
sarios no  permaneciesen  fuera  del  alcance  de  los  interesados, 
cubiertos  por  el  polvo  y  ocultos  en  el  mÍ8t»erio  de  nuestros 
archivos. 

Los  esfuerzos  del  que  firma  han  tenido  siempre  la  doble 
mira  de  la  historia  y  de  la  administración. 

Pero,  muy  lejos  de  estar  satisfecho  con  los  resultados  en 
general,  sin  dejar  por  eso  dé  estarlo  respecto  de  muchas  cosas 
particulares,  cree, — por  el  contrario,  que  ha  hecho  muy  poco 
en  comparación  de  lo  que  falta  realizar  para  aproximarnos 
siquiera  á  la  verdad  de  nuestra  historia  y  proporcionar  ele- 
mentos indispensables  k  nuestra  administración. 

Así  como  un  distinguido  historiador  contemporámeo  ha 
diíeho,  qaiie  *4os  d*e9Cíu»bri'imieintos  y  oonquiistais  ffiie  en  el  Nui- 
vo  Mundo  continiuflíTOiu  luaciéndoee  despules  de  Cristóbal  Co- 
lon, exijen  pan  ser  'iebidamexite  coaioeidos  y  tipreríiaJos,  no 
ojoa  sino  mii'ohas  lii^tori'as  ipantútííanliaíres " — úá  miííiTic  mod^» 
podemos  decir  nosotros  que,  la  historia  del  Rio  de  la  Plata, 
exijo,  sino  mTiclia^  Instorias  particularas,  al  menos  rauehas 
modiografías,  y,  sobre  toilo,  raiíchísiinos  doeunientos,  sin  ol 


TitiJ  LA  BEVLSTA  DE  BIENOS»  AIRES. 

au.\>íiu  <lp  ItM  cjaM.H  si*ria  iiuposihlt*  Ik^ar  a  la  >vnHi;l    le  lo» 
«II  "r-íOí*,    (IrvvMiü/i.fca   |H>r    taita   tk»   v*^r<lad4»ros   anttvt'JentPá 

hu  la  ** invista  r/í  Bnnws  A%ns*\  qxw  t-on  tanto  ap!au- 
j«».  |>t'ro  i-í/U  tan  t^^'a-^a  protí.vv-ion  r^^-al.  se  pirblii*a  d«*tle  hai-o 
irigun  tií^irijm  tn  <Mta  .  iu.ia:!,  vamos  a.lquirii-n.Io  una  preeioísa 
(íoli"j-ion  ílu-  iii<>nuiriatí.is.  l*iro,  H  iífji.^fro  KstmUstiro  dv 
Buenos  Aires,  en  algunas  (1<*  tniyas  scvciom-s  v\  (pu*  firína  in 
KtTta  do^Miiiirtiitos  rni'slit<M,  ni  por  su  plan,  ni  ¡)or  !i>s  iíiuittw  A 
<pit»  íl»«h»'  huj<-lar>í%  pu.  iv  Aar  <'al>i.la  á  to.i^js  los  (pu*  vs  ntHH*- 
sario  foij./.'<  r  j)íira  I(.s  tiih  s  <  vj)íi'*a  los. 

Si*  ha  •*',  pii -s,  in.li-j)t  U'í'iilílt*  una  ])ul»ii.-a -ion  aparta,  pa- 
ra reunir  rn  illa  to-los  aí|Ut'!ios  nioiuniK^ntos  que  st^  guania^, 
jKit-l.»  <1.'.  ii-.'.  .sin  ol)j'»t;)  in  Im.s  ari-liivos  púKlivos,  y  sin  <|ue 
hi*  .Sí'pa  siquiírra  i[\u*  on  t*Ilo.s  si*  const'TVíin. 

Ivsto  ifs  lo  (pie  vi'i^n»*  á  pro])oner  al  (johi  *rno  A  (pn»  íirnia, 
¡li  lirii  l:>i»*  -SU  proK.'i'H.n  jKira  lU-var  a.lola-nir  c\  pon^allli^•ntu 
y  realizar  hasta  ilon<le  U*  ?yi*a  posil)'l<'  la  obra. 

Fácilmente  ¡>ereil>irá  V.  S.  (pie,  ttnit'UiIo  otras  atenciones, 
1-1  infra^TÍij)to  no  po.lria  (h.Hv'ar  >inó  una  p/ípK'ña  part.»  ie 
su  tií  .u|K>  á  est*  nu»*vo  trabajo.  l\'io,  contanjo  cí:n  l>astjin- 
tcs  iii'.it.  riali  s  }i  unilcis  J.e  aiitiiuano  con  e-a  i- lea,  no  >\»rH  un 
in.•on•v^•nicn1e  •.*l  manife-tailo  para  (pie  la  ol)ra  vaya  aik'la'nte 
í'oii  la  re^ularLIa  I  jm^ibl*». 

Les  me.  1  ios  para  liaícr  t'init'*  á  los  gastos  se  t-ncu(MiT.ran 
•(lí  "lliKin' 1.)  unMi  pailciii'  la  suma  votada  para  mejoras  do  to- 
<la  clasf»  del  Ar'hivo  (íem*rail,  e-ntre  las  (jU'c  Harura  un  rol  muy 
'fH'in.'iíMl  'la  pnbli'a'.'ion  propuesta. 

Klla  jMwlría  intitu'la.rse  "Revista  del  An-hivo  (íenenal 
de  liu'v'iKW  Airrs  (')  colección  'dk»  doMiiniutos  para  servir  íi  la 
liistoria  v  á  la  .idiirini'JtraeiHni  d-.^l  líio  de  la  Plata/* 

Kl  ipl'in  í|Ui  adoptará  el  (|Ue  firma, — ^será  (ti  mas  sencillo 
y  el  único  po^ble.  Publicara  (m  tííinos  anuali»s  un  núm^í^rq 
de  (lorUMiicutos  eoüiiplvtos,  a.-omípañadí)  de  notas  ú  ob'-^erva- 
•ci:'!!'.  s,  á  !.'-  ípie  lis  exijan,  .-orranlí^  «'ala  tomo  (*.>n  su  íníH'íH» 
f()rie-])(.ii  li.  ut\-.  Pr.'ttndvr  m."t(vlizar  d  '  a^gun  mirlo  la  pu- 
lí] i. 'ación  seria  hacerla  iiii]>(>sil)]e,  dí'vde  (pie  m»  están  reuní- 


RFA'IísTA  DKL  ARÍíIITVO  GKXERAL.  503 

<l<)s  tojos  tíos  materkikM,  y  cuauído  nuiehos  d-e  los  ilocwnentos 
<iue  (lebt^  formarla,  i>or  la  diverai'davl  de  apuntos  d-e  (\\xe  se 
Oí-iiiixui,  «iK)  po»lri\aii  .soimítersí*  á  uiva  ^JaiJíifioacion  por  mate- 
rias— IVink^ria,  i>or  otra  'parte,  el  interés  (jiiie  di'c^ptírtará  la 
iiii.-'ma  variediad  de  asuntos  (lue  eoiiiteüdrá  cada  volumen. 

Teriiii'n'aTá'n  iparte  -íie  la  piíblk-aeion  los  ínvli/tvs  <jue  va 
\'an    eom'¡)!etáirdo»'»    ik*    di}'oreu«tit*s   sw^üiones   de  iloinvmentos, 
como  uno  de  los  medio-s  .para  ijue  los  archivos  públicos  vayan 
saliendo  de  la  OM'uriilad  que  los  envu'(4\\*n  y  poiler  saear  de 
<Ilos  todia  la  utilid:^d  á  (|Uie  ^^tám  dastmaidos. 

Si  la  idea  que  el  i n Transe ripto  propone  es  aceptada,  eomo 
lo  i'-pt-ra  del  du^ítrado  gobierno  lU»  la  Pronnóa,  ol  primar 
t<nii()  podrá  ipublinaiv^H'  .n  d  año  próxiino  de  1868. 

Diixs  gi^'^r^t^lt*  á  V.  S.  muelios  años. 

Mannd  Bicnrdo   TrdJcs 


Si^ticmbrc  l.o  do  ISOS. 

Con'tést'-v  al  (í-efe  dv^l  Arehivo  (itmeral,  (jue  el  (íobierno, 
t'omprendicn'do  la  gra-n  inuportaneia  p'a>ni  ía  Historia  y  para 
la  Adiministraí'ion  de  la  pul^lieaeion  qxve  .propon-e,  le  ofrece. 
ii\  efecto,  todo  el  concurso  nvateriatl  que  para  llevar  A  cabo  la 
idea  ncií'-sit't^:  que  <Miando  lo  considere  oportuno,  piuede  pa- 
sar el  (prc'tU)i)uesto  respis* ti vo,  fiueidando  pl-eiia'm'ímte  aijtori- 
zado  i>ara  a  justar  las  conilii  clones  de  la  iuu{)res.ion ;  y,  por  úl- 
timo, (|ue  d  Gobierno  l(»  felicita,  tm  nombre  dt^l  país,  por  la 
idea  feliz  rpre  na  concí^udo  de  reunir.  paiblÍ!*ar  y  anotar  bajo 
•el  título  modesto  du^  fírvisfa  del  Archivo  General  de  Bucno^i 
^líív.s',  los  documentos  (jue  tanto  fser^'irán  a>l^in  dia  para  la 
bi*itona  y  pnr?!  la  A díiiinist ración  del  Rio  d-e  ¡la  Plata.  Pu- 
'blítiucsf»  i^-ítti  re*^oluicion  eon  la  noto  de  su  referencia,  iní»er- 
tándo^c  en  el  "Rejistro  Oficial. 

ALSTNA 

.TOSR  MTOrKÍ.  NrÑF.Z 


COPIA    DEL    TESTAMENTO 

DÉLA 
rimdadora  de  la  Oasa  de  BjerciciOB  de  la  Ciudad  de  Buenos  Aires, 

Precedida  de  un  breve  resumen  de  su  vida.  (1) 


Dotla  Maria  Antonia  de  la  Paz,  nn^nó  en  la  <Mmlad  de 
Saintdügo  del  Estero,  el  año  de  1780,  die  'paalrm  Wen  aiHímo- 
dados.  ¥\\é  adoiviíida  de  -ima  hiermosuíra  é  iiig'enio  mas  (jiie 
pe^ikr  y  óe  un  singiiil«.r  don  paira  el  traito  <ie  gentes.  Dewie 
náña  ftié  imiy  Jada  á  *la  pirtiiad  y  ya  i<m«n,  vistió  por  d-evo- 
cion  iMi  Iválbi'bo  hnnriWe  y  ppoíosó  vid-a  virtaiosa  bajo  k  kivo- 
•cacion  d»e  San  Tgn-ajeio  de  lioyoLa,  y  se  ll-aíinó  Maria  Antoaiía 
de  Sam  José. 

A  iínnitaieion  de  aciuel  Santo  PatriaíPCíi,  se  dediw  á  la  sal- 
vación d>e  las  ailmas,  á  cuyo  efecto,  eehó  allí  los  fuiídaiiven'tos 
de  una  casa  de  ejeroicios. 

Ex(oit6  «el  eelo  de  varios  sacerdotes  en  Silipiva.  Soeon- 
cho  y  Sailahina  donide  fíié  grande  el  niiimepo  d»e  personas  que 
por  nuedio  de  los  e^Vreiieios  om/prendieron  una  vida  virtuosa. 
Pasada  ia  sierra  de  Anaicaste,  bajó  al  valle  de  Oatamarca,  pa- 
so á  la  Rioja,  volvió  á  su  patria,  recorrió  algainas  parroquias 
de  Salta  y  Jujuí  y  en  todas  jyairtes  reamdó  gran  imuehodu'm- 
bre  de  person-as  á  praetáeair  los  santos  ej'orei'ííios. 

VueJlta  á  an  patria  y  dejiadas  las  cosím  de  su  pri'inera  fun- 

1.  Se  nos  ha  pedido  con  empeño  la  reproducción  de  este  escrito, 
referente  á  la  Casa  de  Ejercicios  de  esta  Capital,  que  viene  á  con- 
tinuar los  estudios  que  hemos  publicado  sobre  la  fundación  y  edifi- 
cación de  conventos  é  iglesiaA. 


COPIA  DEL  TESTAMENTO.  505 

ciiaGiom  -en  buen  óxd^n,  se  dirigió,  á  Córdoba  dd  Tueunuin, 
donde  lialló  •emeiuiígos  poderosos,  á  pesar  de  los  cuales,  procu- 
ró los  ejercicios  «I  dearo,  á  las  personias  distinguidas  de  uno  y 
otro  sexo  y  á  los  pobres  de  la  nuayor  p<arte  de  las  parroquifis 
de  la  cannrpaña. 

En  Córdoba  acabó  de  compnender,  que  en  Las  ciudades 
populosas  se  patde  baoer  anias  fruto  y  este  redunda  <imi(l>tipli- 
cad<aíraenite,  por  'lo  qaie  resolvió  venir  á  Buenos  Aifes. 

Bfnionrces  se  vio  en  esta  ciudad  aquel  nuevo  y  tierno  es- 
pectáouilo,  de  una  nvuigeir  de  sus  prendas,  deseaiaa,  con  mna 
cruz  de  palo  en  las  iniaoios,  llena  de  atigrado  y  modestia.  Vi- 
sitó al  piasaír,  la  Parroquia  de  ila  Piedad  y  adií  tuvo  um  secre- 
to presentimiento  de  que  sus  trabajos  semiam  fructuosísimos 
en  esta  ciudad.  Se  presentó  aü  Obiapo  y  después  al  Virrey, 
los  cuatíes  esperionenítaaxxn  um  gjnaoide  impulso  de  veneración  y 
•le  dieron  'la  lieemcia  que  soliici'ta^ba  de  proou'Par  los  ejercicios 
al  pueblo,  auuque  hüego  se  suscitafroin  obstáculos  ^e  retaxda- 
«m  la  ejecución  nueve  meses.  En  este  «tiempo  allquiló  una 
casa  capaz,  l«a  proveyó  de  todo  lo  necesario  y  al  fin  se  dio 
prin'cipio  por  una  data  de  solas  20  persomas  que  siuraíadas  con 
las  que  á  estas  siguieron  en  los  16  años  que  estuvo  en  Buenoíf 
Aires,  componen  l(a  cantidad  de  sesenta  onil. 

De  la  .primera  pasó  á  la  segunda  y  tercera  casa  y  de  allí 
»l  hi<rar  que  hoy  ocupan  los  Ejerciodos,  de  donde  pa.só  á  la 
Colonia  con  eil  mSsmo  in/ternto  de  convocar  el  pueblo  al  santo 
retiro.  En  Montevideo  echó  los  fundannentos  de  esta  santa 
obrtí  que  ha  durado  hsfirta  estos  años  de  Bbertad  y  tolerancia, 
siendo  tres  los  que  aillí  penpaneció. 

Restituida  á  Buenos  Aires,  continuó  su  tarea,  hasta  lo 
liltimo  y  por  su  industria,  se  retiraron  á  ejercicios  varias  oca- 
siones, los  señores  mas  dist¡n>gu4dos  de  la  ciudad,  el  clero^  los 
señores  p-rinicipa'les  y  con  espeeiailidad  los  pobres  de  la  cam- 
paña. Negoció  con  los  jaieees  que  se  diesen  los  ejercicios  h 
los  preaos  de  las  cárceles,  cuya  práctica  quedó  establecida  pa- 
ra todos  los  años  y  se  ftwi'dó  un  legado  al  efecto. 

En  fin,  llena  de  merecimi-entos  faldieció  el  dra  7  de  -mar- 


506  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

zo  de  17í)í)  y  ^\  12  de  ju'lio  5íe  oelebraron  siLs  exe(iuias  con  asis- 
t-eincda  d'e  toda  la  ciiidiad,  en  las  cuales  iprominció  un-a  oraotóo 
fúnehro,    A    R.  P.     Prior    de    Santo    Dominio,    F.  Julián 

PetlrÍ4*l. 

Fué  humilde,  pobre,  niocle^í.u  afnV'li'  y  no  {•(.nf>(i<'>  f»l 
niduxlo.  IjHs  per>MMi«8  (fue  la  trataron  Je  eerca,  tuvieron  de 
<4Ia  uíia  f^r;vnd(»  opinión  y  a^^eguran  hwh(»rse  multiplieado  ma- 
ra»v¡l'lo-'amenÍJ*  l(>s  provisiones  (\n^  ilc  otra  uKUKTa  no  hu-bi-e- 
ran  al^^anzado  al  ^ra^n  número  (1k*  (^ji^reitantes.  Otros  eon- 
sorvaroffi  l«a  uiiomoria  de  >us  pn  1Í(\m(;u.  s  (pu»  al  i-abo  Je  nra- 
ehos  años  viemn  eu«m(pliJas. 

I 'mi  vez  íve  pr(*^ent'(')  en  horís  intt^inpestivas  atl  Virrey  y 
lie  a<í:'ífnró  la  in')e-eneia  ile  un  pn>eeÑaJ;>,  (K»  don  le  n^sultó  a^'v- 
rioruar-e  la  vrr.lad  y  salvar  la  vi'ila. 

Muehas  di»  <us  virtn  I  w  se  nuivlen  col  *irir  del  tt^-'ta-mento 
fpie  otorj?.')  la  víspera    le  su  muerte.     Su  (*aláver  fué  sepu) 
talo  á  la  entra. la  del  ti^nuplo  de  la  l^iedad  y  por  seña»!  se  en- 
terró un  ffra'U  fro/o  d(*  ñandubay  sobre  mu  ^•*'}>ultura. 


JHS. 

KX    KL   XOMIUíK   DK   DIOS   TODO    l»()DKHOSO.     AMKX. 

St-[>an  euaiit<Ks  é>ta  earta  ile  mi  li^ataiiuMito  y  última  vo 
iuntaul  vieren,  eomo  yo  María  Antonia  de  San  lí^sé,  beata 
pr(>!t\^'»a,  natural  de  Sanlia^)  del  Kstero,  obispado  de  Córdc 
ba  d':*l  Tu(-U'man;  luvllándiHue  enferma  en  eaura,  pero  en  mi 
sano  juieio.  nvemioria  y  (»iit'«  ndriiH-ento  n:rtiiral,  eny»endo  y 
pmfe-:nido  eomo  firmemente  en-o  y  eonñ^^iso  (m  -el  inefable 
misterio  de  la  tantísima  Trinidad.  Padre.  Hijo  y  Es*píritu 
Sinto.  tríN  per-Jonas  realmente  di>'tintvis,  y  un  sm)1o  Dios  ver- 
dailero:  v  t(.\los  los  d'Muas  ^Hsterios.  Saerami^nt<vs  y  dosrniPJl 
<pie  reenai-(U'e.  'Ter  y  eonfie^^a  nu  ^^tra  Snuta  Midre  ísrlí'sia  (\v 
tí')li -a  Apostoliza  Romana,  (n  euya  verdadera  t'é  y  ere«*nvia 
he  vivido,  y  vivo   y  prot.**to  vivir  y  morir  eomo  eatóliee.  liel 


COPIA  T>RL  TE8TAMKNTÜ.  507 

crislúuia,  iiivo/airiio  poi*  priiKn.pal  i-ntercnvíorM.  y  proloiíforn 
a  la  S,  n*iií>m'M  Knna  tk»  los  Angi'ts  M'.Jría  Síiiiiísiim:,  ?)  sn 
S.intí'-iiirio  El^'p»'/ -í),  -vñor  San  Jost'»,  a]  Santo  Ang^el  ilo  im 
guarda,  al  de  íiii  nomKn?,  al  erran  PitnvU*í:a  San  Ignacio,  k 
!()•<  lijfpavt^nturailos  San  FraUoisfO  Xavier,  San  Fraíicisco 
li.'  i^or.M,  S.in  ijuis  <ion/ví»r.},  San  Ksjt.'ini-í'hio.  v  San  Oayetano, 
á  ñn  •?•'  (\nv  Mopoti'en  tlj  NiMstio  Señor  J'p.>iK*n''to,  ipie  por 
los  nu'ritos  de  su  i)riH*iosísiuia  vida,  pasión  y  muerte,  me  per- 
•don»*  tMja<  mis  cutpaíS,  y  ini.M'riinMrdiosaini^nte  eoiKluzea  mi 
pv-br*  Ai  i  ahnia  á  la  hii^nave-ntuí auza  eterna,  para  la  cual  fui- 
nR»s  tOvN'S  i'ria.líxs;  t-t'^nirndo  á  la  vista  la  muert-e  tan  n-eee^a- 
ria  á  í  id;:  eri'aitura,  oonw)  incit^rta  su  hora,  eo-n  maduro  acnier- 
-d.),  t'íi  d.  .-cargo  lU^  mi  eonci^^ncdia,  y  para  evitar  erialífuier  trap- 
ío rn  ).  y  coinfu^ion  (pie*  pudiera  originarse,  vlH?pu¿s  de  mi-s 
di:is  or.''t  no 'mi  tí  «itannoiito  v  última  A'^oluntad  <^n  la  maniera 
sigui'^de 

Prini'.naun-nte  cn:'()»Mi'i''n'do  mi  a^lina  á  Dios  (fu-e  la  eri') 
d';»  la  'líi'cki,  y  la  lu'.lrmiú  .n.ii  su  pieL'ios^a  «c^iigre,  y  'uii  cuerpo 
á  la  tic'rr.i  Av  qn.^  \'u''  fji-iri'a'do,  el  eua-l  a/mortajado  iH>n  el  pro 
pió  traje  (\\w  ptihlicanu'^nte  vi*to  de  Heata  profesa,  iiiando  sea 
til í, MT.it lo  tu  el  Campo  Santo  de  la  Ig^lesra  Pairrcxiui^ail  d-e 
Xuestia  Señora  de  la  Piulad  de  6sta  cfiutdad,  -eon  entierro 
'Ui/nnr,  rezarlo  y  «in  el  iiíeiu)r  aparaito  de  .«aí^leinróílad.  Saipli- 
eo.  ni:'g(>  y  piíio  eíiK*air!\*i'dta'nn(^nt'(*  por  amor  :\v  Dios,  á  los  «e- 
ñorr-í  ('U'r:is  re^|>  Motivos  ejend'tím  (>>'ta  obm  lie  t^arid-ad  eon  el 
e'/láviM'  ■:['*  u<na  indigna  p""-atdora  :  en  atewion  á  mi  notoria. 
ij'''>bp!  7.a.  A  cif'n-cMiC'ncia  pilo  (pie  desiie  ésta  ea«a  d^e  ejercí 
eios,  ilonrlie  me  bailo  enferma,  y  dondíe  es  regul'ar  fa'll'^TXfa,  ííe 
leonihizi'ía  umi  <^adáver  en  uma  liona  «id-ene io^^a.  por  eu'aitro  peo- 
T>e«i  de  los  que  a»etualmentte  instan  tra^bajando  en  la  obra. 

ít-i*m  df^ela-ro,  qwp'  eond-uei'da  de  UfU  ardi-e-n'te  d'^^eo  d-e  la 
mrayor  bonra  y  gloria  de  Dií>s,  puerta  en  laf?  'manos  de  la  Pro 
vil«nria.  avi^->nn'lo  mi  eonfianaa,  y  eonsu'lta/rpdo  eon  d  m-ojor 
merlio  de  e-vitar  los  prepdos  q-u-p  «^e  eonvetrn  eontra  la  ]\íag(».f- 
tad  Soberana,  de--! »  un^  pu«e  «H  pié  en  éí^ta  eiudad,  me  he 
df'dii'ilo  eon'*tantrm(*>nte  a  sostener  uno  oava  de  pendtenoia. 


5ü8  LA  BBVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 

eu  doiiKle  se  Ima  diartlo  al  ipúl>li>oo,  y  á  las  persoiias  de  ambo8 
sexos  los  Ej^roiíjiois  E(9pi'ri«tuiad«es  ixu^e  fonmi'lizó  &\  glorioso  Pa- 
triaroa  San  lg»na^o  de  Loyola,  y  a»ppolx)  aoiténtiíoaniente  la 
Igileaita ;  que  coa  lia  idea  de  il<evfl>r  aidelaiu'tie  éste  piador  esfta- 
bleaeiioiettiíto,  cuya  ventajosa  u1:iilidad  \m  he^eho  consteinte  líi 
lexperientíiía ;  me  pmpuíJe  faibrioar  la  oa«3a  qu)e  actualmente 
«rve  para  é^te  fim,  y  ciuo  A  Dios  pido  sea  du^ra/dníro,  (fiie  ésto 
se  h-a  -conseguido,  aui.  >.e  no  con  l«a  ponfeocion  (lue  oorresápon- 
de,  por  luiedio  de  las  limoánias  <íiie  k  piedad  de  los  lióles,  6 
anatí  bien  los  desigmios  de  mi  gvmi  Dios,  íje  ha  dignado  «poner 
4m  mis  inaoios ;  (fue  Jne  eonrstia  (fue  la  intencíion  seria  de  los 
oo»tribuyeiit'es  no  ha  sido  otra  q\w  la  qwd  se  Üen  ejepcicioa 
•todo  ed  año,  sim  -mías  iait^mailos  que  los  que  ditetare  la  pniden- 
oia,  y  i«j  n^etítesidaid  como  -auxiliada  de  Dios  do  lia  praiftitado 
qsÁ  deíbilidiHíd.  A  eonseKj'uenciia  en'i>»rgo  «por  la  samgpe  de  mi 
Re<dien.tor,  sean  »ilmitidos  eomo  io  di»etan  las  leyes  de  ka  eari- 
daíd,  y  pnoféridos  si  <«  poéíi])le  los  pobrwitos  tlel  eamipo.  eiEi 
•«[U'i'eníes  he  ad\iefl^ ixlo  la  <mas  urgen^te  iK^^dad  de  és- 
te a>uxil.io. 

Ítem  iledlaíro,  qu^e  con  conoeípto  á  la  intención  de  los  bien 
!beí^hore8,  d^e  quiencís  tad  vez  f?e  podrán  prest^ntao*  Kiocaimentoí 
*0n  forma  eon  (H)nwpto  igiiailtmentie  radieal,  y  prá'C»t¡'(*o  cono- 
leimd'en'to  cfue  ein  tan  dilatado  tiempo  he  adquirido  y  final- 
monte  en  atención  á  las  serias  combinaciontt^s,  y  particular 
•fjstudáo  qu'e  .he  hi(^eho  en  una  materia  tan  delicaíla,  en  la  que 
Dios,  poír  sus  altos  fines  se  dignó  degir  mi  peqneñez  pa»ra  ins- 
•tru'iii'ento,  jamás  podia  dejar  oon  tramqnilidad  mi  eoncie-ncia, 
sino  decilarána  eom.o  d^ofílaíro  en  la  partie  que  puexlo  y  d»ebo, 
por  nuia,  su'bersiA-a,  é  in1;nisa  eualíiuier  maidanssa,  ó  d«estíaio 
•estraño,  y  qine  tail  vez  alguoias  i<n.ten<**ion<«  haimianas,  6  de  «pá- 
rente uitilidad  in(tt«mtaso(n  seguir  en  lo  siieesívo  sobre  éste  esta- 
hlccímneínto,  quo  eon  Ims  licencias  neí^esariías.  cuyos  instru- 
«lentos  del>en  existir  -eqi  los  respe(>ti<\'OS  ofi^^^ios  públicos  donde 
se  areíhdvarein,  sin  ipoder  'ha<í»er  por  ahora  mención  de  euailes 
Bcm,  be  fabri«ido  para  casa  d«e  Ejercicios,  d<ebicndose  ésta 
mirar  con  el  recmnendable  aspeeto  de  un  recurso  de  la  virtud, 


COPIA  DEL  TESTAMENTO.  5ti> 

y  de  uoi  *aisik>  seguro  en  dorude  se  represen/tien  á  la  considera- 
cian  del  oriistóamo  los  deden^anos  d>e  ésta  vida  mortaA,  por  u<na 
(prá/oti'Ctt  eonstwKnite  de  Jos  refé^pidiots  -ejencátdos  espirituftdíes. 
HiallAndoiuie  próxinia  á  ir  ú  dar  -e-ueíntia  á  l>ios,  recomiendo 
su  9uk«3tencia,  i-on  UxIsl  la  tjerouna  áv.  nú  corazosn,  á  todos  lOvS 
señoi^^s  Juebeá  y  M«agÍ9lri¿iiíios,  die  quÍKjn'es  esporo  la  íp-rotej«an 
oon  su  aaitori'd'.id;  á  da  pdedad  d«l  púiblico  .l«a  sostenga  con  las 
efuáiiones  de  su  oairidaid,  y  á  diiiis  albajoeas  ord'eno  l«a  conserven 
y  auin-euten  oon  ocídüi-a  iaiti^g^ri'diad,  ooiiiio  tan  condu-Cíente  al 
servi'L'io  de  Dios,  y  á  los  intopastís  eternos  diel  ipeeador. 

Ítem  -declaro^  ({ue  del  gobierno  oconóuiúco  se  li«  de  h*i- 
cer  iiargo  uma  muger  (preelísanuentH?.  Eu  iclAusuila  distinta  se 
liará  «u  noiU'braiim»t jnto^S-u  iprin'oipal  objeto  se  dirigitrá  á  la 
vigilíjinciía  -exac-'ta  de  los  sanios  Ejerei'cios  en  lo  -ec^onónriieo  al 
intenés  e¿«piri'tua'l  y  temponal  'de  las  demás  moigienes  (lue  estén 
lá  su  eargo,  á  eaiyo  fin,  y  con  ¡respecto  á  la  necesidad  del  ser- 
vicáo,  he  fa^ri'oado  con  distinción  lüabitaeion-es  separadas  de 
la  princiipail  qaie  ha  ile  servir  para  los  Ejereioios.  Ija  expe 
ritenifna,  y  -el  oonoeimiento  rae  han  su^gerido  esta  detenmina- 
cíion,  cuya  observameia  pido  -no  se  altare,  y  .en  la  pairte  que 
ipn'eda  lo  nuando  oomo  fumdadora,  é  inistitAitriz,  de  ésta  obna 
de  piedad. 

ítem  (mando.)  en-eai^,  ^  imantengan  en  la  ca'sa,  y  sean 
tratadas  con  eapiño,  ^benignidad  y  a»raor  todas  las  que  aiotualr 
•nifente  se  hal'lan  «en  ella,  ppincipal'nuenfte  las  que  -con  conocida 
juiciosidaid  han  deseiiupeñado  sus  deberes  respectivos  en  el 
ser^'ieio:  en  estas,  su  misma  utilidad  y  en  oti\as,  niiotivos  Ar 
oaíridiaíd  m<e  ombligan  á  esta  piadosa  peeoitiíenidajcion,  como  me 
han  obligaid )  si'emtpre  á  tratarlas  oomo  á  hdjas  de  ^md  corazón, 
•en  -el  que  ilas  conseipvo  Jiasta  los  últimos  momentos  de  mi  vi- 
da; esperando  de  su  generosa  gratitud,  míe  encomienden  k 
Dios  inea^an'temen.te,  y  nieguen  (por  mi  ailmla :  yo  lo  haré  por 
ellas,  si  como  espero  de  lia  infinita  piedad  mierezoo  lograr  la 
Rienavenituranza  eterna. 

ítem  declaro,  que  el  finado  limo,  y  Exmo.  señor  don 
Fray  Sebastian  Malbar  y  Pinto,  Caballero  gran  Cruz  de  Car- 


.010  LA  BEVISTA  DK  BÜKNOS  AIKES 

los  tercero,  dignísimo  Obispo  de  «esta  Dióocsis,  y  Arzobispo 
de  Galicia,  tuvo  á  bien  en  ejercicio  de  su  liberalidad,  hacer 
una  donación  en  forma,  cuyo  instrumento  existe  en  autos, 
de  la  cantidad  de  diez  y  ocho  mil  pesos,  que  á  beneficio  de 
esta  casa,  de  la  cual  solo  tengo  recibidos  un  mil  ciento  trein- 
ta pesos,  cuya  distribución  consta  de  los  cuadernos  de  las 
cuentas;  y  creyendo  deberlas  dar  de  lo  restante  el  Canónigo 
Magistral  de  esta  Santa  Iglesia  Catedral  Dr.  D.  Carlos  José 
Montero,  encargado  para  la  reintc^raci(m  de  esta  piadosa  do- 
nación, de  cuyo  puntual  cuiupliiniento  no  he  separado  mi 
atención,  aplicando  puntuales  diligencias,  ya  judiciales  ya 
extrajudiciales  sin  efecto  verdaderamente,  prevengo  no  8* 
<v:iLÍtt;:iin  tui  lo  sui.''("i¡vo  iais  qxn}  <*ori'ii'í|K>nd'ain. 

I'tein  ttecl'aro,  que  Imy  «(Mn  la  <i¿isa  tres  escl'nwvs  viejos,  é 
inútiles  llamados  Simón,  Domingo  y  Maria,  quienes  se  man- 
tendrán en  ella;  igualmente  existe  un  negro  mozo  llamaílo 
Pascual,  á  (piien  por  su  fidelidad,  su  buen  servicio,  y  lo  mu- 
cho que  me  ha  ayudado,  debo  concederle  la  libertad  sin  re- 
imtX),  como  se  l'a  iconcreído  r(»í^peeto  á  (pie  dclw  presunnir  (pie 

la  voluntad  de  los  donantes  qued()  resignada  á  la  mía  en  una 
ú  otra  circunstancia  d'C  eípiidad,  y  de  prudencia ;  pero  esu.i 
deberá  entenderse  con  la  precisa  condición,  y  calidad  de  qu? 
durante  sus  dias  venga  á  servir  en  las  datas  de  Ejercicios»,  en 
aquellos  ministerios  que  a(*ostumbra:  siendo  esta  condición 
tan  e8tre(»ha,  y  solemne;  (pie  sin  su  cuplimiento  no  tendrá 
efecto  la  libertad. 

ítem  declaro,  cpie  de  todos  los  bienes  así  muebles,  como 
rai(M  s,  papeles,  y  de  cuanto  hay  en  casa  se  tome  un  prolijo 
inventario  judicinl,  bajo  el  cual  se  d(»b(»rá  hacer  cargo  la 
persona  nombrada  con  responsabilidad  formal  para  ant-í 
quien   corresponda,    no   siendo    de   mi    ins¡x^cciou   determi 

narlo. 

ítem  declaro,  que  hab¡end(^  vivido  de  la  Providencia 
meramente,  no  tengo  bienes  sobre  que  recaiga  instituciou 
de  heredero,  sin  embargo,  por  un  efecto  de  solemni«l;ul  legal, 
nombro  por  tales  á  las  benditas  ánimas  del  purgatorio;  en 
cuyo  sufragio  y  beneficio  deberá  invertirse  cualquier  dere- 


COPIA  DEL  TESTAMENTO.  511 

cho  qu-e  pudiera  corresponderriM?  como  de  algunas  limosnas, 
se  darán  á  las  Mandas  forzosas,  y  acostumbradas  á  real  cada 
una. 

Ítem  declaro,  que  la  casa  se  halla  grabada  en  algunas 
dependencias  pasivas,  cuyos  acreedores,  y  cantidades  cons- 
tan de  mis  apunt-es :  declarólo  para  que  conste. 

Itt^n  deciltaro,  y  noimbro  por  mi  miiLVc5or¿i  á  doña  Mar- 
garita Melgarejo,  qui«n  cuidará  principalmente  de  solicitar 
un  director,  y  capellanes  que  corran  con  el  gobierno  y  di- 
rección espiritual  de  los  ejercitantes ;  y  en  la  parte  que  pue- 
do prevengo,  que  en  lo  sucesivo  se  trasmita  esta  elección 
en  los  mismos  términos,  rogando  á  todas  las  que  quedan, 
por  la  paz,  tranquilidad,  y  religiosa  unión,  y  principalmente 
por  el  celo  en  «el  servicio  de  Dios,  y  cumplimiento  exacto  de 
los  santos  ñnies  que  las  condujeron  á  esta  casa,  cuyas  puertas 
debe  sellar  el  recato,  la  moderación  y  el  silencio.  Dios 
derrame  sobre  todas  ella3  sus  bendiciones;  y  yo  como  buena 
madre,  y  con  mi  mayor  ternura  les  dispenso  la  mia,  y  me 
despido  de  todas  hasta  la  eternidad. 

ítem,  para  cumplir  lo  que  contiene  este  testamento, 
nombro  por  mis  testamentarios  y  albaceas  á  las  señoras  do- 
ña María  Cabreba,  doña  Florentina  Gómez,  doña  Merei^diís 
CTiUota,  y  dioñía  Mairíia  Josefa  Peipez,  á  ciaidía  uma  vusolidum,  y 
h^  confiero  amplio  poder  para  todos  los  efectos  de  este 
nombramiento,  dándoles  el  año  legal,  ó  el  mas  tiempo  que 
necesitasen,  y  les  prorrogo;  y  por  el  presente  revoco  y  anu- 
lo todos  los  testamentos  que  antes  de  ahora  hubiere  forma- 
lizado, disposiciones,  ó  codieilos  de  palabra,  ó  escrito,  6  ea 
otra  forma,  y  solo  quiero  se  estime  y  tenga  este  por  mi  úl- 
tima voluntad  en  la  vía  y  forma  que  mas  haya  lugar  en  dere- 
cho. Así  lo  otorgo  y  ruego  firme  por  mí  el  señor  doctor 
don  Felipe  Antonio  Iriarte,  que  se  halla  presente,  en  esta 
muy  noble  y  leal  ciudad  de  la  Santísima  Trinidad  Puerto  de 
Santa  María  de  Buenos  Aires,  en  seis  dias  del  mes  de  marzo 
del  año  de  mil  setecientos  noventa  y  nueve. 

A  ru^o  de  la  otorgante,  y  por  ^ 
•iiiiiposibilidiad. 

,  Dr,  Felipe  Antonio  Iriarte. 


bibliografía 


EFEMERIDOGRAFIA  ARGIREPARQUIÓTICA 


O  SEA  DE  LAS 


PROVINCIAS  ARGENTINAS. 


ADVERTENCIA. 

Terminada  la  Efemeridografia  de  Buenos  Aires  y  su  Su- 
plementOf  vamos  á  entrar  en  la  de  las  Provincias,  que  hemos 
dividido  en  Litoral,  Centro,  Cuyo  y  Norte.  La  primera  com- 
prende Santa-Pé,  Entre-Rios  y  Corrientes;  la  segunda,  Cór- 
doba, Rioja  y  Catamarea;  la  tercera,  San  Luis,  San  Juan  y 
Mendoza,  y  la  cuarta,  Santiago  del  Estero,  Tucuman,  Salta  y 
Jujuí. 

El  resumen  que  según  nuestros  datos,  presenta  estft 
Efemeridografia  es  como  sigue : 

Santia    F^    -desílt'    1819  .hasta  febivro  8  d'o  1852,  14  p^niki. 


Entre  Rios, 

>> 

1821 

Corrientes, 

w 

1829 

Córdoba, 

>> 

1823 

Rioja, 

>> 

1826 

Catamarea, 

San  Luis, 

San  Juan, 

99 

1825 

Mendoza, 

99 

1820 

Santiago  del  Estero, 


99 


>> 


»> 


>> 


I  y 


>> 


99 


>> 


99 


>9 

11 

>> 

12 

>> 

35 

>> 

1 

»> 

0 

99 

0 

py 

10 

99 

23 

99 

0 

SANTA 

FE. 

Tueuman, 

>> 

1817 

>> 

>> 

i9 

8 

>» 

Salta, 

M 

1824 

}f 

99 

>> 

4 

>> 

Jujuí, 

9  7 

ff 

0 

>> 

ola 


Total  (le  periódicos  publicados         "  *'  118       *' 

Si  para  nuestro  trabajo  sobre  Buenos  Aires  liomos  an* 
dAdo  coia  ItantüHte  feHiüidíaid,  mo  ipod«(yiij06  vanglori^/iuos  de 

que  haya  sido  lo  mismo  con  respecto  á  este,  sobre  las  de- 
mas  provincias.  Sin  ^mbargo  no  debemos  desanimar  al 
lector  con  la  fundada  suposición  de  que  el  presente  sea  muy 
imperfecto;  no,  tal  cual  es,  nos  atrevemos  á  asegurar  quí^ 

no  son  muc'lios  los  f^un*  'lo  iKíOinri^'.^riain,  pnn'C.i}j>al'nren.tK»  si  íííí 

tiene  en  cuenta  las  numerosas  dificultades  que  nos  fué  preci- 
so vemoer,  (paní  qiue  Hegapa,  em  lo  <p(xsi'líl{%  á  la  modi-^iki  d«p 

nuestro  deseo.  Empero,  con  todo  eso,  no  creemos  haberlo 
conseguido. 

Tanto  mas  sensible  nos  es  confesar  esta  verdad,  cuanu> 
que,  á  la  vez  que  agradecemos  sinceramente  á  los  verdade- 
ros bibliófilos  el  habernos  abierto  las  puertas  de  sus  bibliotecas 
de  par  en  par,  y  sin  reserva  (1)  se  nos  ha  atrevesado  en 
nuestro  camino  uno  que  otro  hihliótafo  que  vos  ha  cerrado 
las  de  la  suya  como  con  candado. 

Para  hacer  una  distinción  de  nuestros  favorecedores  de 
Bos  que  no  'lo  590(n,  vamos  á  eoitrar  en  uma  ib  revé  digre«iion  á 

fin  de  colocar  á  cada  uno  de  ellos  en  su  verdadero  lugar. 
Por  íUQi  gnave  error  eil  bihl-iorinainíaico  su^e^le  eo«fu(n'dir»e  fre- 
4eai!pinitie!niieaiite  con  e-l  'biMóófíHo  y  el  ibi*h1ií(>gra?fo.  Hay  sin 
embargo  una  notable  diferencia  entre  el  primero  y  los  dos 
últimos.  El  bibliófilo  colecciona  para  llegar  á  ser  biblió- 
grafo, cuya  habilidad  consiste  en  tener  un  conocimiento  ma« 
ó  mínnos  perf'e'»*to  de  la  hi'-"itorita  'de  Iok  libros  y  dn*  la  lifter«- 

tura,  6  en  hacer  una  compilación  histórica  de  las  produccio- 
nes literarias,  es  decir,  es  un  verdadero  literato.  En  tal 
categoría  entran  los  señores  general  don  Bartolomé  Mitre, 
actual  presidente  de  la  República ;  don  Andrés  Lamas,  venta- 

1.     Los  Señores  Mitre,  Lamas,  Gutiérrez  y  Carranza. 


514  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

josamente  conocido  en  el  mundo  diplomático  al  mismo  tiem- 
po; doctor  don  Juan  Maria  Gutiérrez,  actual  digno  rector 
de  la  Universidad  de  Buenos  Aires;  doctor  don  Ángel  J.  Car- 
ranza, actual  juez  de  primera  instancia,  y  algún  otro  cuyo 
nombre  no  se  nos  viene  á  la  memoria  en  este  momento. 
Mientras  que  el  bibliomaniaco  es  un  ser  tan  estravagante 
como  avaro,  hasta  cierto  punto.  No  se  sirve  de  sus  libros 
ni  quiere  dejar  que  otros  los  vean  y  esploten.  Teme  á  los 
demás  bibliomaniacos,  poco  escrupulosos  por  lo  general,  en 
cuanto  á  los  medios  de  acrecentar  su  colección.  A  veces  ni 
sabe  lo  que  posee;  de  modo  que  está  espuesto  á  ser  robado, 
sin  poder  decir  siquiera  lo  que  ha  perdido. 

D'Alembert  cita  á  uno  que  tenia  la  mania  de  coleccio- 
nar cuanto  libro  de  astronomía  encontraba:  sin  entender 
jota  de  esta  ciencia.  Luego  que  los  conseguia,  de  cualquier 
modo,  los  encajonaba  sin  mirarlos,  y  por  nada  en  el  mundo 
quería  prestarlos  á  los  astrónomos  contemporáneos,  que  de- 
seaban utilizarlos  en  bien  de  la  comunidad. 

El  hibliótafo,  como  el  bibliomaniaco,  no  solo  deja  de 
producir  algún  fruto  en  beneficio  de  la  sociedad,  sino  que 
tampoco  podría  hacerlo,  aun  saliendo  de  su  esfera;  no:  por 
que  sus  colecciones  están  sin  clasificar,  6  lo  que  es  lo  mismo, 
en  un  completo  desorden.  Nunca  tienen  tiempo  para  orde- 
narlas, pero  siempre  lo  tienen  para  aumentar  el  desorden 
en  eilJias,  com  el  aepeíc^ía'ttfurmenlx)  de  los  volii]n<?in»i\s. 

Si  se  trata  de  dar  ensanche  á  los  conocimientos  bibliográ- 
ficos con  los  elementos  del  hibliótafo,  preciso  es  renunciar  á 
la  empresa;  puesto  que  él  piensa  presentar  un  trabajo  que 
el  público  jamás  llega  á  ver,  por  la  sencillísima  razón  de 
<|ue  nainioa  se  ha  oido  id«eciir  que  el  olmo  ditese  peras.  Mas, 
feiláam»rai'te  el  nurniiepo  de  los  nepresemitantes  de  estía  «alego- 

ria,  entre  nosotros,  es  muy  reducido. 

En  cuanto  á  la  Eferaeridografia  de  la  República  Orien- 
tal del  Uruguay,  abrigamos  la  esperanza  de  que  ella  no  irá 
en  zaga  á  la  de  Buenos  Aires,  gracias  á  la  amabilidad  dol 
señor  don  Andrés  Lamas,  verdadero  protector  de  las  letras, 
y  por  cuyo  intermedio  podremos  contar  con  la  importante 


SANTA  FE.  515 

cooperación — ^á  la  par  de  la  propia — de  la  del  distinguido 
escritor  oriental,  señor  De  María. 

La  Bibliografía  de  la  Imprenta  de  niños  Espositos,  por 
el  doctor  don  Juan  María  Gutiérrez  y  nuestra  Epemeridogra- 
FiA  Abgibometropolitana  han  operado  una  verdadera  revo- 
lhi<3Íioai  1601  1»  juveaituid  porteñía.  Amites  qoie  lestas  apareciieriaaa. 
«D  feona  «osa   vasm  ver  eoil»0cieiion*ei3  itl«e  periMic^os  «aitiguos, 

interesantes  folletos  y  otras  publicaciones  del  pais  en  las  pul- 
perías y  otros  parajes  menos  nobles  aun ;  actualmente  no  so- 
lo se  ha  aumentado  de  un  modo  admirable  el  núnvero  de  co- 
leccionistas, sino  también  se  ha  dado  importancia  á  toda  pu- 
Miioaicion  amiericaam.     I>e  oniaímera  que  y^a  es  dif iioil  eaic^ontjpar 

papeles  antiguos,  y  los  pocos  que  aun  se  pueden  conse- 
guir, no  sin  trabajo,  obtienen  precios  asaz  subidos.  Nues- 
tro libro,  pues,  viene  además  á  prestar  el  servicio  de  una 
guia  imdiflipeinsaible  piaña  ell  oolieoedomista,  á  ].n  tpaír  que  al  bi- 
bliógrafo, al  biógrafo  y  al  historiador. 

Al  dar  fin  ¿  esta  Advertencia,  debemos  manifestar  nues- 
tro mas  cordial  agradecimiento  al  citado  caballero  Lamas, 
por  el  patrocinio  que  se  digna  dispensar  á  nuestro  trabajo, 
ya  con  sus  ricas  cuanto  valiosas  colecciones,  ó  sea  de  otro 
modo. 


PROVINCIAS    DEL    LITORAL. 


SANTA     FE. 


Efemerúhgrafin  de  Santa  Fé. 
Nüm.  Año.  Título. 


I  1819  Gaceta  Federal. 

II  1828  Argentino. 

III  1828  Domingo  4  de  mayo  en  Buenos  Aires. 

IV  ' '  Vete,  portugués,  que  aquí  no  es. 

V  ''  Espíritu  de  la  Fed^^racion  Republicana, 

VI  "  Ven  acá,  portugués,  que  aquí  es. 

VII  ''  Satélite. 

VIII  1829  Buenos  Aires  cautiva  etc. 

IX  ''  Federal. 

X  1830  Federal. 

XI  1840  Ijihertador. 

XII  1848  Voto  Santafesino. 
XIII 1849  Sud-  Americano. 
XIV  1850  Álbum  Santafesino. 


SANTA    FÉ. 

A. 

1.     EL    ARGENTINO— 1828— in   4.o    Imprenta   de   la 


SANTA  FE.  517 

Convención.  Su  nediaotor  fué  el  doctor  tioai  Baldomero  Gar- 
cía, <ti»taai<dio  die  •diipuftaidio  ¿  la  i;oiii<vieDi(5Íon  ipor  la  BaJiida  OnÍ€(a- 
tad. 

La  colección  consta  de  9  núiiiero»  y  un  suplemento  al 
número  7.     Eiupeasó  el  25  d*e  amayo  y  oon>C5kiyió  cd  10  d¡e  Agosto. 

Al  diardo  Liberal  de  limeoios  Aires,  El  Argentino,  «clssifioa 
<ie  '  'mas  perjudiciad  á  la  Heipúbliica,  qvie  los  ^^jércitoe  y  -el  poder 
todo  del  emperador  (del  Brasil)  '\  Deplora  que  *'el  gobierno" 
en  fUj90  áe  su»  msts  ur^eoiiiteB  a^tribucioDiess,  no  (rdpriuua  á  ase 
licencioso  «eíjciritür.  Para  confirmar  la  justicia  de  »u  queja. 
El  Argentino  cita  un  párrafo  de  carta  datada  en  eil  Jaoieiix)  á 
13  díe  «mayo,  (xwwcebido  en  los  términos  aiguionteá;  *'Aquí 
todo6  dieseajinos  «ki  «paz :  eil  in.iniist>erio  obra  con  m<uciha  re^iarva 
9)ero  no  tainta  ifue  no  .podaii]»s  conocer  qu'c  hay  algo.  Srn- 
eim/barrgo  lo  ij-ue  íperjiKlica  á  ese  país  son  sus  ynismos  papeles; 
vemos  qu€  el  inicuo  Liberal  pinta  á  ustedes  como  en  el  últi- 
mo aonflicto  cuando  babomos  'por  otros  condnictos  qaie  es  fial- 
eo.  Yo  r^uerdo  qu<e  «era  la  úditima  ^eraia  de  los  Estados 
Unidos  por  haber  un  periódico  de  Baltimore  hablado  en  fa- 
vor de  los  iin«g>ljeseB  con  quienes  ledtalwwi  -en  guierm,  -el  pueblo 
•en  miaí*a  atacó  la  Iiraprenlia  'wh-aoido  alwijo  la  casa,  sin  (jue  la 
fpoHicia  pintli«ese  contenenlo,  y  hulx)  imi-ertos  y  h-e.ridoe,  que- 
tdando  Í7nípíii<ntp*}  los  <{\w  íiri'pudsaicloB  dol  honor  d^  su  país  diri- 
jiéíTon  tal  siucé.so. '  * 

El  Argentino  ^k^STiMiernte  «1  heclio  aseverado  por  -el  referido 
díacrdo  de  haiber  dos  imijKírdiail'es  celebrado  como  un  triunfo  el 
dewKmso  d'í'il  sx»ñor  RivaKlHvia  por  ser  el  único  hombre  que 
podia  infunddrles  temores.  Y  sawa  por  <ioniedai»io!n  que  si  ese 
het'ího  efl  <'ÍK^rto,  El  Liberal  íVebe  oonfefiíar  fara)(»araent.e  q\ia 
rf  ^^ señor  don  Manuel  Borrego  ha  in fundido  mas  te^mores  a  los 
enemigos  de  la  República,  que  el  señor  don  Bernardino  Riva- 
datóla;  (presidente  de  burlas,  por  que  solo  le  obedecían  dos 
provifiKí.i«s,  la  OTÍie{nit.al  y  TuoiviiKan)." 

Estte  tópi'oo  fué  sobre  el  «cuia/l  se  0(Miip<)  uvas  El  Argentino. 

Lo  mías  notaWe  que  «encoaitraffnos  <m  -este  perimlico  es  lo 
«igiri-eaite  :• 


518  LA  REVISTA  DE  BUEXüS  AiJiES. 

Nota  idel  gobierno  provisom  <le  Entre  Káos  al  generad 
ManHÜIa,  á  la  que  se  adjunta  una  resolución  del  congreso 
•del  Pa^namá,  clt^rog^nKlo  «I  d«?peto  d«e  28  <le  judio  de  1826,  re- 
ia/tivo  H  'Jta  peraoma  ilel  referído  ^en-erad — Oxoíteertacioa  del 
gieuera/1,  oon<^bi'da  i»n  \vn  leoiigaiiaje  iiíuy  calwill'hresco.  {Suple- 
mento ai  núim^ro  7.) 

Inti*rttsant**8  do(*unientos  de  la  es|>edieion  del  norte,  de! 
A'izeomle  «díe  ii«  La^inna  y  del  g^»erall  lür-ena — Pfni»mera  se«on 
•pn-^píinatorm  íI-íí  !«  leonvítfMHoai  Na-ídooMl,  en  Santa  Fé.  {Sn- 
nuero  9  y  rultiino.) 

K«t(*  'pei'WKti'f»  tii^ttne  uma  'lindia  itapresion  y  <kK?t?nte  re- 

(O.  Carranza,  Zinnj)^ 

2     ALHTN  SANTAFESIXO— 1850— en  4.o  mayor 
Suis  n^^l'al(ítí>^í^s  fiw*ix>n  al  iloetor  dxHi  Severo  Gaazia']«z  y 

don  INnlro  Hcília^üe.     Empezó  en  setiembre.     El  número  4. 

único  i[\u*  »e  '\m  teiw'ik)  á  Jh  viistia  •eonn^sipaüde  «1  l.o  die  oi?tuí)re. 

E«te  'íM-rióiiic^  sijpii'ó  «d  Sud' America  no, 

(Muy  raro) 

B. 

3.  HUENOS  AIKES  CAUTIVA  Y  LA  NACIÓN  AR- 
(SENTINA  DEC^VPITADA  A  NOMBRE  Y  POR  ORDEN 
DEL  NUEVO  (^ATILINA  JUAN  LA  VALLE— /AZ  arma/ 
— /rt/  arma!  ciudmianos — 1829 — -iii  folio — Imprenta  de  la  Con- 
Vfnvion.  Su  n'iilwetor  fué  Fnay  Frau'c-iíííH)  úe  Pauln  C^astañe- 
•da. 

St»  pu'bli'iíalwi  «1*1  imércolt*  y  HHlwdo  úc  iiadta  semana,  y  la 
«UHcrijHwn  lie  16  i>Ji>(»<rois  leoista'litfi  <U>s  pe^sos  eai  Santa  Fé  y  3  en 

1Í11«WK)8  Aiix». 

lia  <M>l]Hwi<m  •(•onsta  ih"  11  númion>s.  Empc»»)  el  21  de 
onow  y  <»oiiol"uyó  ed  27  de  mayo. 

Da  prineiípió  (número  l,o^  <»on  una  **Hiogpafía  del  m- 
ÍJTt^uioNO  hi';la.lí?io  Jusm  lia  vadle,  y  otras  unas  que  lee«ra  el  que 
quiera  liH^r  borrones."  Sigrue  un  artículo  crítico  sobre  el 
póri4'i*l'i«eo  El   Tiempo  de  Bu^^noR  Aiws.     Otro,  bajo  el  epl* 


SANTA  FE.  61Ü 

gnaife  **Su'oño  del  Vete,  portugués/'  que  es  una  capeeie  de 
biografía  «(le  doai  Kainon  F-elix  B^eaftidot,  rediaKítor  de  El  De- 
fensor* de  la  Patria  y  de  La  Verdad  sin  roihos.  Otro,  tín<x>- 
oMitóstieo  sobre  Buenos  Aires. 

Todo  do  publiwDdo  en  este  'periódüC'O  tenidía  á  «.ta^oar  la 
«idiui<ná»t'paiC5Ít(m  tk^l  señor  Rivadaiviía,  á  leílogi^ar  !«  <i)el  señor 
DoiTogo  y  á  i)initar  i-Oín  negros  eolores  tell  paao  dado  por  eíl 
general  Lavalle  en  i?l  fusilamiento  de  este  último.. 

Comteiítaín'do  á  La  verdad  sin  rodeos  de  Corrientes,  aoer- 
ea,  de  algimos  asertos  qiVQ  hizo  «dielio  .periádieo  Pel<atrva;mente 
á  liaiienos  Aines  y  iLas  provTOoiías,  lel  redajotor  del  qu«e  nos  0011- 
fpa  íliv"e,  (lite  Biu^noa  Aires  sienupríe  exialltó  á  los  pro\Í2iícd«a(nos 
Jiaatia  -el  eeitremo  de  hr.ber  sido  estos  los  iiiie joras;  (jii'e  el 
priniíor  director  ('piK^iílente  de  l»a  1.a  Jmnita),  don  CoimeJio 
Saavedra,  «era  natural  de  Potosí ;  el  gefe  de  to  (prd'iniena  divi- 
sión que  aiiliió  pana  -el  Pierú,  ovüz  Oeampos,  «era  natural 
•de  te  Rio  ja ;  h1  ipriníer  tgiemeral  de  'la  Bamíla  Orieaital,  don 
Ja^é  Artigas,  natural  de  Mon<te\id(^,  los  gienerales  San  M-ar- 
«tin  y  Alveair  eran  d»e  Misiones ;  Aí-edinía,  "entreriíano ;  el  dootor 
Dia^s  V»elez,  tu-cnuriiiano ;  el  general  Viíannant,  provin<?iaíno;  el 
gem'eral  Lavalil'e,  lohiieno;  el  gen»erall  Baz,  oondobes  etc.  y  qu!e 
teoí  estos  ííiltirnos,  fué  tanta  lU  generosidad  de  Buenos  Aires 
nn  <?onfÍBr  á  los  piDviinioiainos  los  im'ejor^j  d-estinos,  que  por' 
©3a  generosidad  se  '\^a  cautiva,  Agrrega  que,  del  <es1)ado  «eele- 
siásti'io,  Tío  tlvay  qu»e  ba/blar,  puesto  que,  entre  los  poquísHrm>s 
canónigos  de  que  se  ooinponia  el  coro,  el  doctor  Zavaleta  era 
tucnnuano,  el  doetor  Vidal,  ^lontevikleano,  él  doctor  Figuere- 
do,  tamMen  ^loai/tevideano  y  doai  B<artolomé  Dorcyteo  Muñoz, 
í^ii/ropeo.  *; 

E»ete  peráódieo  registra  los  documentos  siguiientes — ^Tn 
vitaicd'oai  del  brigadier  general  de  tas  fuerzas  de  'l^a  provineia 
de  La  Rioj»a  don  Juan  F^ioundo  QuáiPOga,  á  los  eiudad»a(nos  de 
ilas  providifcAas  de  Cuyo,  feolm  l.o  de  enero  de  1829.     (Núme- 
TO  9.) 

Oarta  del  gobernador  de  Corrientes,  don  Ped'ro  Perr? 
<í^% tremosí «simia  m-^n te  eneomiásti<*a  del  Reverendo  Padre  Pray 


520  LA  EEVISTA  DE  BUENOS  AIRES. 


4 


Ppamci.rrf'jo  Ciustañi^cla,  <le  ftN^lm  15  lU-  junio  dr»  1826,  en  Ja 
ciia]  dkje  ([^le  \e  adjuntn  iwm  ('¡arta  dirijiííla  á  Córdoba  prefi 
PÍ<5wdo  vaya  por  conducto  íM  Paídre  (^ajítafKHla,  iHm\o  ina.s 
sogavro.  Ijo  iimduye  al  im-íino  tiiMiipo  los  i»rimeros  impresos 
áe  Ita  Impreaitifi  -de  ('orntentes,  y  diM)]!íra  no  luiya  pt*r<(;ni 
ca,paz  'de  dar  algunos  •periódk'Oá,  para  lo  í-ual  y  pnrR  la  d¡- 
re(9oion  ¡de  una  <?t9cnie<k  de  <iibujo,  (pie  twtaba  fundanvlo,  L> 
invita,  lajunq'U^í  no  direet^míeTite,  por  <x>nvsid(^par  nía??  nt*(ie.sa- 
ria  lia  pirwooi'cnia  d(4  Padre  Ca.staueda  (^n  Santíi  Pé. 

En  efecto,  oreemos  que  su  presencia  en  Santa  Fé  era  no 
solo  n'rti'«('«ari«.  sino  indáspen-ijailjile  para  el  partido  0]>ositor 
<le  lia  revolución  de  l.o  (k»  diciembre,  miuy  (prínciiTahmmt^ 
para  Rosas,  que,  no  dudamos,  babrá  becbo  valer  su  anustad 
con  Oastiawda,  á  fin  dse  íneitiairle  á  fundar  (^tte  p(*riiwlÍK'0. 
»eomo  'lo  bÍ7X),  y  salo  k)  suerpemdió  ouanKlo  <*rey()  (fue  ^1  srenfTial 
Tjavailjl»e  foitrase  en  -aíiiiK^llia  provincia. 

Si  'd  Paklre  Oastañeda  no  -cístiuAX)  á  lia  saaon  en  una  per- 
f(vta  hiteligíinciía  <M>n  Rosas,  tienie  el  mérito  <le  biaiber  aKÜ-vi 
mi'do  sus  infreneion'es.  á  juzgar  por  los  b-endios,  qai«e  ^después  se 
diesarrculkiron  ta<nfco  im  Bu'enos  Aiiies  iiomo  'eai  las  dtenias  pro- 
vincias. 

En  e!  número  91  (Doña  Maria  Jictazos)  de  la  Efcmeri 
dografia  de  Buenos  Aires,  nos  bemos  limitado,  con  respecto 
á  los  periódicos  del  Padre  Castañeda,  á  la  pevolü<.'ion  de  l.j 
de  diciembre  de  1828.  Desde  esta  ftM'lia.  su  contacto  mas 
inmediato  con  Rosas,  le  bizo  variar  completamente;  pues 
ya  no  era  aquel  que  tanto  temia  (*1  veise  rn federado,  como 
el  decía  antes;  ni  aquel  que  biografió  á  Blasito,  Artigas,  Ra- 
mírez, etc.  Advertimos  sin  embargo  que  no  es  nuestra  men- 
te elogiar  ni  vitupear,  sino  simplemente  lia(*er  constar  la 
divergencia  de  opinión  en  un  mismo  individuo,  aunque  no 
el  íini(*o  desgraciadamente,  como  conse<»uencia  de  la  guer- 
ra civil. 

De  todos  modos,  el  Padre  Castañeda  forma  por  sí  solo 
una  época  en  la  literatura  periodística  del  Rio  de  la  Plata,  y 
por  consiguiente  muy  digno  de  ser  conocido. 


SAXTA  FE.  521 

m 

Vamos  pues  á  agrregar  algunas  palabras  respecto  de  este 
personagí*,  las  que  servirán  de  complemento  á  lo  que  digi- 
raos  en  el  número  91,  ya  citado. 

El  Padre  Castañeda  nació  en  Buenos  Aires,  en  donde, 
concluidos  sus  estudios,  tomó  el  hábito  en  la  recolección,  y 
siendo  aun  corista  fué  enviado,  por  sus  prelados,  de  proit^• 
sor  á  la  Universidad  de  Córdoba,  dispensando  para  eso  un 
estatuto.  En  Córdoba  se  ordenó,  y  sin  dejar  el  cargo  de 
la  Cátedra^  se  dedicó  al  ministerio  de  la  predicación.  En 
Buenos  Aires  predicó  no  solo  ante  los  ayuntamientos,  consu- 
lados y  otros  magistrados  inferiores,  sino  también  ant-e  los 
obispos,  vireyes  y  audiencias.  A  él  se  le  encomendó  el  ser- 
món de  la  reconquista,  que  predicó  ante  el  gen-eral  Liniers, 
pontificando  el  obispo.  A  él  se  le  encomendó  también  el 
del  triunfo  contra  el  general  Whitelocke,  que  lo  predicó  en 
la  iglesia  de  las  Capuchinas  con  asistencia  del  obispo,  del  Vi- 
Ti^y  y  de  todos  los  tribunales  generales  del  vireinato.  Pre- 
dicó también  en  la  bendición  de  banderas  d-e  los  vizcaínos, 
en  la  Recoleta,  cuyo  acto  fué  solemnizado  con  la  presencia 
de  los  referidos  altos  personages. 

Por  evitar  repeticiones  fastidiosas,  omitimos  aquí  lo  que 
antes  digimos;  por  consiguiente,  no  debe  estrañarse  que 
saltemos  á  1815.  En  este  año,  ningún  canónigo,  ningún 
cura,  ni  ningún  fraile  de  los  patriotas  quiso  predicar  el  25 
de  mayo,  alegando  por  razón  d«  que  ya  estaba  en  el  trono 
Fernando  VII ;  el  cabildo  acudió  entonces  al  Padre  Castañeda 
y  este  contestó  que  sobre  una  lanza  haria  l^a  púbUca  profesión 
de  su  fe  política.  Este  sermón  corre  impreso  con  una  dedica- 
toria á  Fernando  VII. 

Varias  provincias  habian  solicitado  su  presencia  para 
la  fundación  y  redacción  de  un  periódico.  Entre  ellas,  la 
de  San  Juan,  en  tiempo  del  señor  Carril,  y  la  de  Corrientes, 
en  tiempo  del  ücñor  Ferré  (1826),  como  lo  prueba  el  .P 
Castañeda  con  la  publicación  de  la  carta  d-el  gobernador  de 
la  última  provincia.,  en  el  periódico  que  nos  ocupa  y  de  que 
mas  arriba  hicimos  mención. 

A  fines  de  1822,  y  con  motivo  de  la  acusación  de  su  po- 


522  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

riódico  La  Verdad  desnuda,  el  P.  Castañeda  de8aparecit> 
fugando  para  Slonte video,  en  donde  publicó  el  número  6  de 
dicho  periódico.  Poco  después  pasó  á  Santa  Pé,  en  cuya 
provincia  obtuvo  permiso  del  gobernador  López  para  crear 
fondos,  con  que  fundó  una  iglesia,  pueblo  y  escuela  en  el 
rincón  de  Antón  Martin,  en  el  Chaco,  que  es  el  conocido 
aliora  por  Rincón  de  San  José,  en  el  departamento  del  mismo 
noiu])rc. 

En  mayo  de  1825,  se  propuso  fundar  allí  una  imprenta, 
con  los  restos  de  la  del  general  don  José  Miguel  Carrera,  #a 
(jue  tuvo  la  proligidad  de  ir  recogiendo  en  los  distintos  para- 
ges  en  donde  aquel  gran  caminador  la  iba  dejando.  Para 
el  efecto  pasó  al  gobierno  el  documento  que  á  continuación 
trascribimos,   por  su  importancia  y  por  ser  poco  conocido. 

** Representación  del  R.  P.  Lector  Jubilado  Fray  Fran- 
cisco de  Paula  Castañeda  al  Sr.  Gobernador  de  Santa  Fé. 
**  Señor  Gobernador. 

*'En  mis  cuentas  de  los  años  23  y  24  aprobadas  ya  poi 
V.  S.,  hice  una  prolija  relación  de  los  fondos  creados  por 
mí  para  aumentar  los  del  Estado,  que  seguramente  no  alcan- 
zaban para  la  fundación  de  Iglesia,  pueblo  y  escuela  en  un 
desierto,  cual  es  el  rincón  de  Antón  Martin,  que  ahora  se 
llama  Rincón  de  San  José. 

**Yo  me  lleno  de  complacencia  al  ver  (jue,  en  tan  breve 
tieuijx),  todo  esté  ya  hecho  y  allanado  A  satisfacción  de  V.  S 
y  de  toda  la  provincia;  pero  la  posición  geográfica  en  que 
me  hallo,  me  convida  á  nuevas  empresas,  porque  al  Norte 
tengo  limítrofe  al  gran  Chaco,  cuyas  lagunas  llenas  de  esqui- 
sitas  conchas  y  perlas  finísimas,  me  provocan  á  un  viaje 
científico,  y  creación  consiguiente  de  un  nuevo  fondo. 

*'E1  Entre-Rios  me  está  tan  unido  por  el  Sud,  que  solo 
nos  divide  el  Paraná  patrio;  de  aquí  es  que,  por  interés  de 
Ja  escuela,  me  vienen  á  cada  paso  flotas  llenas  de  ángeles 
para  ejercitarse  en  los  primeros  rudimentos  de  las  letras  y 
de  la  religión;  pero  no  solo  vienen  niños  pequeños  á  educar* 
se,  sino  también  jóvenes  educados  ya  importunándome  & 
que  los  instruya  en  facultades  mayores. 


SANTA  FÉ.  523 

**Don  Salvador  Espekta  fué  el  primero  que  entabló 
esta  solicitud  con  empeño,  al  que  no  pude  negarme  por  ser 
tan  justa  su  demanda.  Este  caballero  ha  costeado  a  sus 
espensas  una  aula  de  gramática,  que  ya  está  concluida,  y 
prontos  sus  tres  preciosos  hijos  para  ser  fundadores  di^  na 
•establecimiento,  donde  junto  con  la  gramática  latina,  se 
enseñará  la  geografía,  el  dibujo,  la  música  científicamente  y 
ademas  el  ejercitarla  en  el  instrumento  de  una  harpa,  que  se 
hará  común  no  solo  á  los  estudiantes,  sino  también  á  losi 
escolares,  pu<^  estoy  convencido,  que  en  el  tiempo  de  la 
primera  educación  se  pueden  aprender  con  facilidad  muchas 
cosas,  que  después  jamás  se  aprenden. 

**Las  artes  mecánicas  también  se  enseñan  en  mi  escuela, 
para  cuyo  efecto  tengo  ya  en  ejercicio  una  carpintería,  una 
herr^n'ía,  una  relojería  y  escuela  de  pintura.  A  largas  dis- 
tancias creerán,  q\:c  miento,  pero  V.  S.  y  toda  la  provin- 
cia sabe  que  me  quedo  corto  en  la  relación,  que  voy  haciendo. 
**Los  indios  del  Chaco  no  me  dejan,  principalmente  los 
guaicurú-es,  ó  mocobíes  y  abipones,  y  no  hay  conferencia, 
que  tenga  con  ellos,  en  la  que  no  consiga  un  triunfo.  Le^ 
he  persuadido  que  voy  á  lk*nar  el  Chaco  de  grandes  (Hinven- 
tos:,  y  que  -el  irse  acabando  los  religiosos  españoles  es  señal 
que  Dios  quiere  trasladar  el  ministerio  apostólico  á  los  in- 
dios; (jue  yo  les  he  de  educar  para  que  sean  donados,  lesros, 
novicios,  coristas  y  sacerdotes,  que  prediquen  la  fé  y  la  ley 
de  Dios  por  todas  partes.  No  hay  como  explicar  la  alegría^ 
jíibilí)  y  exaltación  en  el  Espíritu  Santo,  de  que  s(»  llenan 
transeunttnnente  estos  miserables,  cuando  se  lo  doy  hech:) 
todo,  que  parecí»  que  ya  lo  están  viendo. 

**  Entre  millares  de  pasages,  que  podría  relatar  para 
confirmación  de  esta  verdad,  solo  referiré  uno,  que  por  su 
notoriedad  es  incontestable.  Hablando  yo  con  los  indios 
sobre  estas  cosas,  noté  que  una  guaicurú  se  enternecía,  y 
jsuspendiendo  la  conversación  la  miré,  y  ella  levantándose  y 
arrancando  de  sus  pechos  un  robusto  y  agraciado  garzón 
me  lo  entregó  para  que  lo  despechase  y  educase  para  cura. 
No  me  admiré  di»l  arresto  de  la  india,  sino  de  la  quietud  y 


52Í  I  A  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

.vosugo,  i'on  que  e]  inditfito  permaneció,  y  (lueJó  dorniivlLi 
en  mh  brazos.  Vn  año  ha  qiu^  lo  tengo  eonmigo  y  tendrá 
dos  de  edad,  y  el  es  el  que  reeluta  indieeitos  sin  que  yo  los 
bnsfiiie  ni  los  solicite. 

**Es  el  easo,  quo  como  no  .se  despopja  de  mi  el  ehinito, 
ni  aun  en  mis  repetidos  viag:es,  han  ereido  los  demás  de  su 
^dad,  que  á  ellos  les  asiste  el  mismo  deret'ho,  y  que  á  Felipe 
<*n  órdí'U  á  mi  pers(^'  ■.  y  así  es,  que  importunan  á  sus  m»* 
dres  para  que  vendan  á  la  capilla,  y  con  la  satisfacción  del 
mundo  sin  la  menor  urañez  hacen  coumifífo  los  mismos  es- 
tremos  que  Felipe;  de  modo  que.  para  no  incomodarlos, 
carffo  dos  en  cada  brazo  un  rato,  después  tomo  otros  dos, 
y  ya  se  me  han  rpiedado  cuatro  para  siempre,  dos  mo(íO- 
bíes  y  dos  abipones,  con  fundadas  esperanzas  de  verme  con 
muchos  mas  dentro  de  poco. 

** Escribir  al  ?5ant()  Padre  dánvíolc  parte  de  estas  cosas, 
concibo  yo  que  es  de  prim-era  necesidad,  pero  por  ahorca 
otro  proyecto  es  el  que  aflije,  y  para  el  que  pido  toda  la 
atención  áe  V.  S. 

*'La  imprenta  famosa  del  finado  nren.>ral  Carrera  estaba 
repartida  en  distintos  parajes,  d(mde  la  iba  dejando  aquel 
bomT)re  tan  eaminador.  Yo  he  tenido  la  prolijidad  de  irU 
recoíjiendo  por  v-cr  si  acaso  podia  j)onerla  en  ejercicio,  aun- 
que lo  que  pertenece  á  la  prensa  estaba  ya  en  mi  poder,  per? 
me  faltaban  letras  é  innum-erables  otros  utensilios.  Entre 
tanto  la  Providencia,  cuando  yo  menos  lo  pensaba,  me  deparo 
un  -estranírero  artista  el  mas  cabal  ({ue  he  conocido.  Es  un 
hombre  i nsijrn emente  servicial,  y  que,  además!,  ha  hecáio 
pleno  homenafre  de  ser  mi  esclavo,  y  sc^jruir  mi  suerte.  Na- 
da quiere  recibir,  y  anda  descalzo  (»omo  yo.  Se  llama  don 
Carlos  de  F>.  Félix,  y  es  Suizo  de  nación,  capitán  mayor  que 
fué  del  ejército  de  insrenieros  de  Bonaparte.  Este  señor, 
no  solo  me  ha  arreglado  la  pren.^a  supliendo  los  instrumen- 
tos que  faltaban,  sino  que  también  me  ha  hecho  moldes  y 
armarios  de  madera,  fundido  letras,  y  ha  provisto  cuanta) 
basta  para  una  imprenta  lujosa. 

*'Mi  ánimo  es  redactar  por  ahora  tres  periódicos  titu- 


SANTA  FK.  üL) 


f:«'T 


lados,  el  l.o  Población  y  rápido  engrandecimiento  del  Chaco^ 
el  2.0  El  ISantafcsino  á  las  otras  provincias  de  la  anii^uik 
nnioíi  y  el  3.0  Obras  postumas  de  nueve  sabios,  que  murieron 
de  retención  de  palabras.  Dos  son  mis  objetos,  promover 
en  esta  provincia  el  gusto  de  las  artes  y  hacerme  de  nuevos 
fondos  para  mis  empresas.  Necesito  para  esto,  que  V.  S.  me 
acredite  y  garantice  mi  persona,  que  asegure  á  todos  que  no 
es  el  león  como  lo  pintan,  que  si  alguna  vez  hice  algún  daño, 
fué  provocado,  y  que  al  hombre  no  se  le  han  de  contar  las  pe- 
leas, sino  la  razón  que  tuvo.  Protesto  no  tocar  á  la  Iglesia 
Católica  ni  en  su  doctrina,  ni  en  su  moral,  ni  en  su  disci- 
plina, ni  HU  la  menor  de  sus  (M^renionias  y  ritos;  ponjue 
estoy  convencido,  que  no  es  este  tiempo  oportuno  para  ha- 
cer innovación  alguna  en  estas  materias,  principalmente  sin 
preceder  concordatos  con  la  Silla  Apostólica — Dios  guarac 
á  V.  S.  muchos  años — Santa  Fé  y  mayo  5  de  1825. 

'^Francisco  de  Paula  Castañeda,^* 

El  P.  Castañeda,  que  no  podia  vivir  sin  escribir  y  cuya» 
ideas  germinaban  en  su  cerebro  con  una  inquietud  asom- 
brosa, se  dirigió  a  la  ciudad  del  Paraná,  donde  existia  pari- 
do la  fainova  iiupnnta  ya  referida,  la  qu-e  solicitó  y  obtuvo, 
no  sin  algún  trabajo,  porque  el  gobierno  de  Entre  Rios  no 
quería  aparecer  como  cooperador  en  el  plan  de  Castiñed», 
de  atacar  á  Buenos  Aires. 

Xo  obstante  lo  que  dice  Castañeda,  la  imprenta  no  pua'> 
(empezar  á  funcionar  en  Santa-Pé,  hasta  que  el  coronel  Dor- 
regó,  gobernador,  de  Buenos  Aires,  remitió  otra  completa  k 
cargo  de  un  señor  Cisneros,  que  la  r^enteó.  Este  recibió 
orden  del  gobernador  don  Estanislao  López,  de  no  dar  pu- 
blicidad á  ataques  personales,  y  cuando  Castañeda  quisa 
poner  en  jueso  su  relación  y  amistad  (>on  el  referido  gober- 
nador, con  el  fin  de  desahogarse  por  la  prensa,  en  agravio 
de  uno  de  los  diputados  de  la  Convención,  el  señor  López 
repitió  la  orden  á  Cisneros  de  observarla  invariablemente 
aun  para  con  el  reverendo  padre. 

Este,  antes  de  establecerse  la  imprenta  en  Santa-Fé, 


52(5      .  LA  REVISTA  DE  BUENOS    XlEIvS. 

publicaba  sus  producciones  en  Buenos  Aires  pocas  y  en  Cór- 
doba las  mas. 

(Véase  Derechos  del  hombre  en  la  Efemeridografia  de 
Córd^)ba.) 


(HaTísinMi.) 
(C.  Zinny.) 


D 


4.  EL  DOMINGO  4  DE  MAYO  EN  BUENOS  AIBEb 
— 1828 — en  4.o — Imprenta  de  la  Co7ivevoion.  Su  redactor 
fué  el  doctor  don  Vicente  Anastasio  de  Echevarría,  y  colabo* 
rador  el  doctor  don  José  Francisco  de  Ugartech-e,  diputado  ú 
la  Convención  por  la  provincia  de  Buenos  Aires. 

La  colección  consta  de  5  números.  Empezó  en  junio  y 
eoncluyó  el  27  de  julio. 

(Barísimo.) 
t  . 

5.  EL  ESPÍRITU  DE  LA  FEDERACIÓN  REPU- 
BLICANA, reriódico  político  y  literario  —  1828  — 
in  4.0 — Imprenta  de  la  Convención.  Fueron  sus  redactores 
don  Baldomcro  Garcia  y  don  José  Francisco  de  Ugarteche. 
La  colección  consta  de  2  números.  Empezó  el  23  de  agosto  y 
concluyó  el  27  de  setiembre.  Apareció  nuevamente  el  12 
de  Octubre,  debiendo  publicarse  el  12  y  27  de  cada  mes.  Su 
precio  por  16  pliegos  era,  en  Santa  Fé  y  provincias  del  inte- 
rior 2  pesos  y  en  Buenos  Aires  3. 

Creemos  que  tanto  este  como  los  demás  periódicos  pu- 
blicados en  Santa  Fé  eran  subvencionados  por  el  erario  d« 
la  provincia  de  Buenos  Aires,  y  redactados  por  sus  represen* 
tantes  en  la  Convención.  Por  lo  demás,  cualesquiera  que 
hayan  sido  sus  redactores,  merecen  distinción  por  su  lengua- 
ge  culto,  erudición  é  imparcialidad,  á  juzgar  por  los  números 
que  conocemos. 

(C.  Zinny.) 

Tenemos  á  la  vista,  publicados  por  la  misma  Iniprenía 
de  la  Convención  algunos  documentos,  entre  otros,  loa  mas 
notables  y  de  interés  para  la  historia  son  los  siguientes : 


SANTA  FE.  527 

Documentos  oficiales:  Nota  del  ministro  secretario  del 
gobierno  provisorio  de  Buenos  Aires  al  gobernador  de  Santa 
Fé,  con  fecha  13  de  diciembre  de  1828  (1)  poniendo  en  su 
conocimiento  el  cambio  operado  en  la  administración  tííó 
esta  provincia,  á  consecuencia  del  movimiento  de  l.o  de 
diciembre:  Contestación  (del  gobernador  López  con  fecha 
30  del  mismo  mes  demandándolo  por  la  destitución  j  fusila- 
miento del  gobernador  Dorrego,  haciéndole  fuertes  cargos  y 
exigiendo  satisfacción,  á  nombre  de  la  provincia  de  Santa 
Pé,  sobre  los  motivos  que  lo  impulsaron  á  tal  meditla,  pu(*8 
los  alegados  en  el  manifiesto  del  5  del  referido  mes  eran 
fútiles  los  unos  j  calumniosamente  falsos  los  otros — 4  págs 
en  f  oL 

'' Documento  que  manifiesta  los  importantes  triunfos  que 
los  federales  de  Buenos  Aires  han  reportado  sobre  los  con- 
tumaces unitarios  en  los  dias  18  y  28  de  marzo  de  1829.'' 
£1  primero  de  esos  triunfos  fué  el  ataque  j  toma  de  la  Guar- 
dia del  Monte  y  el  segundo  el  encuentro  que  tuvo  lugar  en  Iw^ 
Viscacheras,  de  que  resultó  según  dicho  documento  la  muer- 
te, de  los  coroneles  Bauch,  y  don  Nicolás  Medina^  dos  coman 
dantes  con  yarios  oficiales  mas  que  no  se  nombran  y  como 
200  hombres  de  tropa,  huyendo  los  coronóles  don  Anacleto 
Medina  y  Acha  á  Buenos  Aires. 

Este  documento  está  fechado  en  el  cuartel  general  en 
el  Saladillo  á  7  de  abril  de  1829  y  suscrito  por  el  genera} 
don  Estanislao  López,  quien  lo  dirijo  á  la  representación 
nacional  de  las  provincias  de  la  Union. 

Ai  «amtejrior  sigiiie  um  oficio  dtel  joiez  de  paz  ád  B^ursuá&ro 
don  Mejo  Mia/taso,  oom  fecha  3  de  aibril,  diirigidD  al  geaioral 
Lavalle  é  interceptado  por  las  fuerzas  enemigas.     La  puntua- 
eion  y  ortografía  de  este  oficio,  copiado,  segnn  s>e  dice,  al  pie 
de  la  letra,  están  muy  lejos  de  merecer  recomendación. 

Siguen  ailgumas  otinas  noticiías  iínsiginTfi«ciain!ties,  ofpeci»on* 
do  al  lUflisnio  tiemípo  "publiKaar  oportunaimíente  fl  «detall  ile  'e^:\n 
vietorilas.     Santa  Pé,  atoril  10  d»e  1829—2  págns.  en  fol. 

1.    El  mismo  dia  del  fusilamiento  del  gobernador  Borrego. 


528  LA  REVISTA  DE  DL'EX(/á  AIRES 

**Xotk'úis  iin]MJi'ta.nt('.>":  Tait^^  ]M.^■:l.^  s  ]>;>r  el  (jintral 
(le  las  fuerzas  (¡<  Bm nos  Aires,  mayor  general  (Id  (jircito  da 
la  Union  don  Ju'aia  Mauu\4  <lv  Ro.sia.s,  ail  ^vm»ral  lu  g.^fe  del 
•lukino  ígérctjto  goborua.lor  cío  SrUiUi  Fé  don  KAt.iiiiaiao  Lo 
(l>tz.  El  priíiitro  tK*  i-^los  ]>arlcá,  diit.Klo  voi  la  '*Eu?ienaála  tic 
BiurDa«g!aii,  dia  de  la  lilxertiad  tLe  la  i{í{»»píi'blk«i  ArgeMlina,"  aús 
i^ritx)  por  d'üai  Joáé  Joa^juin  AraiM,  se  poíitfpo  ai  reacaW  de  IG-l 
iprasKXs,  ííou'd'Uk'idos  par  iíxs  ti  íiakH.-,.n.s  t^i  la  goleóla  Once  de  Ju- 
nio. El  si^irutlo  v'Á  d'A  'Mii'iiio  jw^rsoiij  je,  el  eual,  a  la  vez 
qu»e  pinba  t^l  eist«(lo  de  indig-eiieia  de  los  prf.'sos,  adjiíoiLa  el 
'part<?  qi¥e  s»e  (HiaimíntrA  hii  ei  nú  mero  18  ikil  Boletín  dei  (ro- 
hierno  (U  Buenos  Aires^  <k*  fwlfca  22  de  iimyo  íle  182í),  refe- 
rt^nt-e  á  los  fr»iiw>v^s  piiu^^tos  á  lK>rdo  tlí'l  herírajitiu  liio  liüin- 
ba  H  causa  del  ultras  int-erido  por  estos  al  gobierno  argreiitino. 

A  los  antier iopes  doc^imiK^iitos  «igu-e:  una  -cíirta  inti»nH>ií- 
ta.la  del  gií^'ii'ora'I  don  Miatrtin  Kndrignit^z  al  gH^ie-raiI  Lavadle,  en 
qm»  le  parttk'ipa  ^\  e.-íta'do  lie  alariim  dd  pueblo  y  la  o(*urpo«n 
cía  dí.4  «cunnam'dtMiíte  diO  la  eorhetüi  <lie  guiara  fran4*>e>ia  Ihis:  No- 
tkíias  de  Hu'eno*^  Aí-pí^s  touiadavs  -de  los  j>arties  d(»  ge  los  íU*  di- 
TÍiS-iton  kI(»  Itats  fu'Oi-zas  ck*  (-sa  ■ciu'daxi  reniitkltas  a.i  gnenatl  Ro.wis. 
(•onehive  con  una  manifrstaeion  del  editor  sobn»  el  estado  de 
in(ertidund)re,  en  que  se  eneuentra  la  provineia  de  Santa  Pe 
en  sus  relaiciioTies  <*on  la  ^de  (Y>..NÍol)a,  '(k>«pn'(\s  de  tvsar  -en  ^l 
fin  mu  do  de  e.^t4i  (^1  señor  lí-mstos,  á  (piien  KivetMlm  el  genteral  Paz 
— 4  págs.  eai  fol. 

(C.  Zinny.) 

6.  EL  FEDERAIi— E  iM.rRiBts  vsvu  —  1829— in  fol. 
— ¡niprrnfa  de  la  (Ufnrenrion — Fiu'*  su  redaetor  i^l  (b>etor  don 
Iiaikloiiv:*ro  Oiíireiñ.  La  eoknndon  consta  de  6  números  Em- 
f>ezó  (^1  26  de  i^ii^ro  y  eoni'l-uvV)  ei  19  d-e  m«yo. 

Es-te  periód-iteo  deflaraba  mi  su  |)rospeeto  riu'e  ««u-s  r>fl<sri- 
oiias  no  eoflifitaríaTi  la  guorra  civil,  y  s^i'U  KMubargo  su  solo  tí'tni- 
lo  inanifosta  (^l-iraunrnt-e  la  base  do  polítiiía  que  le  guiaria. 

IjOS  perinddí^ns  di»  Buen:>s  Aii'iS  (>1  Ti<mpo  y  el  Pnmpcrn 
eran     el  blanco     á  que     el  Falcral     dirigía     sus  tiros     en 


íáANTA  FK.  5¿9 

un  leiigi  •!  je  'punzante  y  que  eáUiba  maiy  iejos  die  produeir  la 
unión  6ntre  >as  provimoias  y  **«nig^"r  ¡¡a,  NtaKíion  Argentiina, 
gran'^Le  eoiiilo  su.  nouíbne,  ilustne  oaino  «is  »esfneraos,  dicJiosa 
como  sus  virtudes  merecen  y  constituida  según  sus  votos  "  (1) 

Lo  mías  iK>t¿ible  quie  •euioootiiiauuos  len  este  pi  ri6di*(X)  es  lo 
siguiente: 

Nota  del  geníenad  P<az  ai  qw  lo  'era  len  geíe  df.  Kjéncá/o 
RíjpuWicwflio  Lavvül'ejia,  feJiiaidia  en  Ctarw)  Lao^go  á  16  de  ..^.:5to 
de  1827,  en  la  cual  resalta  el  estado  d'cl  ejército,  cuando  se 
Irizx)  cargo  del  gotóemjo  «I  coronel  IXxrregio,  -on  13  áe  Agosto 
•dol  mismo  año. 

Nota  dtil  gobematdor  de  Oatamiajroa,  don  M^aroos  Aoitoaiio 
l^'^igueiroa,  «al  de  Ita  provincia  áe  íátainta  F^,  «K^usando  rpci'bo  de 
la  i-i'reuilfar  d-e  í«te  aíceroa  d>eil  niK>\Tiiníii^to  die  Ix)  de  dfieiemibre 
— ídem  del  goiberniador  die  Saoitiago  del  Estero,  dou  Fali^ií; 
Iliarm,  al  -miaraio,  referente  «al  (propio  asunto — Prooliaima  del 
genvra.1  íle  Las  f ulereas  de  la  <proYÍnd»a  de  la  lUoja,  don  Juam 
Faíc'un'tk)  Qudroga,  N.  1. 

ilanifiosto  quie  hace  e-l  gobierno  .provisorio  de  Buienos 
Aires  de  los  moti\x)8  qai'e  oartisaron  y  juf^íican  ol  movimieaito 
de  1.0  de  diciembre,  precedido  de  una  ojeada  sobre  él,  por 
El  Federal — Necrología  d«el  doctor  don  Pedro  Aleu,  (español 
que  abrazó  dei^de  el  prioiioipio  la  causa  die  l<a  indiepiendeoieia, 
siini»endD  <effi  su  díase  áe  onédiíx)  y  ci'rujiaaM),  «n  dos  ejércitos 
die  la  Repúljfldcii,  y  niíereció  en  ellos  la  ooüDdeKxxraeiocí  die  be- 
nemérUo  de  la  patria  en  grado  heroico) — Nota  del  goberna- 
dor de  Entre- Ríos  don  León  Sola  al  de  Samta  Fé,  en  cuntes- 
t^'cion  á  la  oircuilar  ele  <est^  sobre  el  movimá'en'to  de  1  .o  de  di- 
ciem'bre,  N.  2. 

Proiilianíva  del  general  don  Juain  Bau'ti'ííta  Bfustos,  á  los 
cordobesas — Nota  del  geaneraü  Quiroga  «il  gobemiaKlor  mtíprino 
de  BiDenos  Airt's,  genera'l  don  Jinaai  Lavailíl'e,  sombre  el  fusil «- 
imiento  diel  gobemia-dor  I>orrego — M,  ddl  gobernador  de  la 
provinn'ita  de  San  Duis  don  José  Samtos  Ortiz,  á  los  dfe  Sa«nta 

1.     Prospecto  de  **E1  Federal." 


£30  LA  BEVI8TA  PE  BUENOS  AIEE3. 

Fé  y  Entre  Rios,  acerca  del  mismo  asunto — Carta  del  doctor 
idon  Jiosé  Mág>ujel  Diaz  Vielez  á  don  Leoai  Spita  y  xx>nt8etaiC30u 
de  este,  N.  3. 

I>OK5iiürniein>to3  del  gobieitno  y  lejó^LatiiTia  de  ia  pvovi(noki 
de  Sam  Laiíb  sobne  sa  j^efpj^es&atmkm  eu  la  Ocowen^oiian,  por 
fiu  diptütadx)  dan  Jooé  Gregorio  G-imeiLez — Sesioaiíes  de  l<a  oon- 
viettwáoai  dieil  16  y  18  de  íebrieax)-^Nata  del  gobermiador  die  la 
.ptxnráloáia  de  Corrientes  don  Ptedro  D.  Oaibinail,  á  los  de  Santa 
Fé  y  Entire-Rios,  sobre  el  lemaio  d'e  sa»  diputodo  á  la  ooimven- 
c-kxn — 'Prodliam»  del  goberanador  de  Samita  Fé,  guameruJ  u'cn  Ks 
tittiislao  Loipiez,  á  los  sanlja-tocáínos,  ail  iponerse  en  luiarcha  oom- 
tra  d  ejéarcito  de  Buienos  Aires — Id.  del  gobernador  de  Entre- 
Ríos,  aja  di  visión  de  taquieUla  provincia,  em  marolna,  N.  -4. 

Docfumenitws  ofiíciiíales  deil  gObeTmador  d)e  la  ipóxmncia  do 
Mendoza  á  los  de  Aas  de  Santal  Fé  y  Entre-Rios,  y  del  die  la 
4e  CJalíamarPA  á  eu  irepa^esenrtiapeiion  pwmDcial — ^Sesioíi  de  la 
eofnívieDiioQioin  dei  9  de  amara) — IntieifieBaiDrte  «arta  de  una  persona 
de  primera  cateyoria,  de  Mieaidoza,  N.  5. 

Ignionamos  el  ooouteiiido  dé!  6jO  y  úüjtimo  tnúmeTO,  porqtr* 

BO  lo  ihieiaios  tenido  á  la  vista. 

(C.  CarranBa,  ZinAy.) 

7.    EL  FODBRAL — ^lbx  populi,  i^bx  dbi — 1830—1831 

in  foil — Imprenta  del  Estado,     Priinicipió  en  (nioviiem.bpe  dt? 

1830.  Solo  oooodeiinoe  hasta  el  aiúmiero  57,  qoie  ooaró^xmde 
al  22  de  inmáo  de  1831. 

Este  periódico  registra  en  sus  primeros  núineros  varios 
artfeulos,  'bajo  e«l  «teuiemrt»  ^epígmafie.  '  *  Solo  él  sistema  de  fe- 
deración puede  garantir  de  un  modo  permanente  la  unión,  la 
iivdependenoia  y  la  libertad  de  las  provincias  argentinas.' \ 

Nota  dieil  gobemflJdor  don  E,  Iiopez  ai  H.  Canigreso  del 
Entne-Riofl,  (neferemte  á  la  inisuirpeíociooi  de  los  fjefes  del  2.o 
departamento  de  dicha  provincia,  y  contestación  del  referido 

■oang'reso. 

Hechos  del  geajiefrai  Paz  y  «geíes  de  ^mi  ejépoito. 

Doauraeníos  ofícialfs  pobre  la  insurrección  de  los  gef es  del 
Entre  Rios  y  (sartas  dmtereaamtes  sobre  lo  loismo. 


SANTA  FE.  531 

Esposiekm  que  haeen  ^aaite  ^el  tribuiBail  de  la  opioiiioai  pú- 
hlmsL  los  g&fe&y  oñciaíes  y  cktdaJdiaDOs  a:*eraí¡;tdK]jOis  de  ila  caipá/tai 
áe  Entre-Rios,  á  la  de  Staoi/ta  Fé,  lem  oaJiídad  de  presos,  por 
ÓTÚm.  died  goberanador  provisorio  <le  aqijjelllia  proviindia. 

KetJpa*o  de  los  decseiníbristas. 

Proclamas  del  general  López,  gefe  del  ejército  auxiliar 
eonif^teriaido,  á  los  pmebloe  de  <la  República,  ^liamiñiesto  de  iu 
comisión  representativa  de  los  gobiernos  de  las  provicnias  lito- 
itades  del  Pao^aná. 

Tratado  díHnitivo  de  alianza  ofemaivia  y  defeufiivia,  oele-p 
brado  entre  il*as  provimeiías  litonaiLes  de  Saata  i^'é,  IkueiivüB  Ai- 
<pe8  y  Entre-Rios. 

Oamicioai  fe^deral. 

Bodeítines  ded  ejército  ausiliar  confeKlerado. 

CoiikUTiiioajeionies  inteirceptadas  por  el  oomand^nte  Reinan 
fé.     ( Btntre  ellas  hiay  adigonias  digonas  de  lartexKnooi.) 

Observaedoines  sobre  el  imérito  é  impórtame  z^at^esidad. 
dri  tratado  de  alianza  antes  nombrado. 

Cart^  de^l  generad  don  Rndecindo  AlvaondiOy  datadla  eci  el 
Rosario,  iniayo  8  de  1831,  y  dirigida  aá  coronel  don  José  íVlli- 
pe  l^rata^ — Contentación  de  este:  (aimbos  son  may  interesan- 
tes, en  'todo  sentido.) 

Ed  toma  de  este  periódieo  erst  enrteireaniente  oonfonne  á 
sa  titulo.  A>1  .'«eñor  Ri^vada^ia  denomániaba  Sapo  del  diluvw 
y  eü  señor  Gonriti,  el  Tupungato  (nombre  de  un  cerno  de 
Mendoza.) 

Sostu'vo  luna  proüonigadia  /poIémi<ia  con  la  Aurora  Nacio- 
nal de  Oóiidoba,  sobre  lias  reü-adones  esteriores  y  soibre  id  tm-" 
tado  de  las  provincias  Jitofraflcs. 

(C.  Ziimy.) 

■  G. 

8  GACETA  FEDERAL— 1819— Jrn^réntó  Federal 
í ambulante)— La  redactó  el  -general  don  José  Miguel  Oame- 
ra  y  duró  basta  que  fué  declaradla  ftxnmialmente  la  guerra  & 


532  LA  CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES. 

BuieDiOis  Aires,  por  .los  goberauadopes  afiliados  <ie  Santa  Fé  y 

EaoÁate  Káos,  López  y  ÜHtumyez, 

Los  ii]KlÍTÍdtiOs  Piap(?h«fp'pe,  J^pagu-mette  y  M^neb-^*,  qu*> 

Im^biían  sido  «procesados  <m)u  los  deBg^^atiÁadios  Robent  y  Labres* 

Be  (1),  iacoiQ)pañaro(Q  á  Carreña  «ein  su  eiopiresa  ad  E/iitre  Rios 

y  %UDíta  Fé ;  peix)  tel  ú-ltimo,  qu«e  prev-em  üa  r^iosa.  áe  escte,  por 

el  caráioter  que  ilxa  tomanido  k  ^erzm,  se  separó  de  él,  y    al 

des[.»^iáinse,  e"!  28  de  setieuíbi^,  le  eíscribió  <en  loe  térainaios  sir 

gíU'itenteá:     **Si  la  lamdstad  y  la  adheírion  qone  os  profeso  míe 

perinitieraoi  daros  adgun  corosejo,  seria  el  de  recoarüeoídianos 

pensaíSíeis  freeaie-níteaneriíte  «en  vuestra  faimáilia,  y  no  añadir  á 

los  inalas  ([ue  la  abruanan  el  inayor  de  todos, — -el  de  peaxle- 

ros."     Pero  Carreína  que  tieaida  sii  vista  fija  -en  \m  punto — 

Chile — no  iüoinprendia  inias  doctrina  que  la  de  go  aJtead,  y 

esta  fué  su  perdiíoion. 

(RarÍ8Í«mioJ 

9  EL  LIBERTADOJ8^184:0— in  folio— /mpre«(a  def 
Estado— -^sm  lel  signieaate  leuía:  ¡Viva  la  Federación!  Muera 
Basas! 

Oreemos  qi>e  fué  redaietado  por  don  J>u<aai  Tlioaupwm  6 
don  Luis  Práas. 

Solo  ten^niios  á  la  vicsta  el  n,o  7,  qme  ooprespoMde  aj  3  de 
iMJV'ieiraibpe  y  regiistra  -doou'naenjtos  y  boilertróes  d(4  E  jéreifto  Li- 
bertador. 

Este  periódioo  no  duró  imas  tieiuipo  que  el  de  la  peiqofi- 

iMoieia  del  general  Lavaile  en  la  Ciudad  de  Santa  Fé. 

(C.  Zinnjr.) 

10  TAj   SATÉLITE— 1828— in   Mío— Imprenta   de   la 

Convención, 

Consta  de  5  niímeros.  Empezó  el  31  de  ootuibre  y  oon- 
dxvyó  eíl  17  de  d»ii(nembre.     Sus  Tedaotores  fu»eron  ^kw  sefiore:? 

].  V.  n.o  1Ó2  (* 'Independiente  del  Sud*')  en  la  * ' Ef emeridosi^ 
Tfia  de  Buenos  Aires." 


¡ 
I 


SANTA  FE.  533 

lUxjtor  doin  Viíj^mite  Anastasio  de  Echevarria  y  don     P>«iro 
Sadvadones. 

El  doctor  Bioherarpia  imurió  en  Bu^eoios  Aire»  el  20  de 
agosto  de  1857,  y  el  señor  Salvadores  él  30  d^l  misino  nies 
ih  1840  ívaé  fusikdo  en  l06  Smiiitos  biigeuies,  deispia^es  de  haber 
pepniBin<e(údo  -estaiq'U'eado  iViirajíte  3  di-as. 

(BarisiimioJ 

11  Eli  SüD  A^IERÍC ANO— PcriódkH)  de  RdigUm, 
Política,  Educación  y  conocimienfos  útiles- — 1849 — 1850 — in 
folio.  Imprenta  del  E atado.  Sii  redaotor  íwé  don  ^farros 
Saistre.  Ean/pe^  e*l  16  de  innio,  piiWicándose  los  sallados, 
comeki^TÓ  el  3  d*e  «agosto  de  1850. 

Este  poriótü^K),  siieesor  de  El  Voto  Saoitiaifocii.no,  registra 
lo  siguiente:  Impresiones  en  el  Rio  Paraná.  Por  Mareos 
Sastre — Notí<5Ías  sud  a«n«erife«inas,  sobre  el  ooronel  Wright, 
odteiwm  dieil  genenasl  Plores  y  di  disrtiinguido  'liftenato  español 
don  Joeé  Joaqiiioi  de  Mora — ^Carta  dei  mjayor  g>ein«erail  Persí 
for  J.  Smitih,  d«e  los  Estados  Unddos,  al  oánsiil  dd  fraásmo  pais 
en  Pafniamá  don  OnidMíermo  Nelson,  sobre  «1  oro  -em  Oalifomda. 
N.  1. 

Decreto  del  gobienno  de  la  provineia  sobre  la  iaidustria 
ruTOJ  y  navail — ]\Iin<as  die  oro  en  Sanito  Tomé,  Mii9Íon.e3  cor- 
•retórnaeí,  N.o  3. 

Decreto  del  gobi«emo  nomibraaido  mátóstro  a;l  doctor  don 
Franioisoo  Joaq-nin  Nifclisoii  (creiemos  q-ue  delie  ser  Nichol- 
fwn)  N.  4. 

Pastoral  del  obispo  de  Buenos  Aires,  mandada  cumplir 
ípor  el  cura  viea/rio  y  dteliegaRio  ecileei'áaptico  de  tía  provincia 
<locítor  don  José  de  Ameíaaliar,  N.  7. 

Bosíquíejo  de  -la  civWizaeioai  y  -buimanidad  <le  las  naicione*i 
europeas  qu'e  pretentd'cn  ciAnli^íaT  y  huimanizaT  á  los  puieiblos. 
del  Plaita,  etc.  N.  9  y  siguitentes. 

Decreto  nombrando  una  eomision  de  censura  sobre  libros 
pinturas  y  'pie;5:'is  que  se  exhiban  en  él  teaítro — ^Resolución  de 


534  LA  BEVI9TA  DE  BUENOS  AIRES 

varios  problemas  sobre  el  estado  aetma»!  d*  Amérioa  y  su  por- 
venir, N.o  10  y  si£^ent66. 

Tabla  de  las  materiíaB  contenidas  en  «ste  períódioo,  has- 
^ta  eil  3  de  inovi«eníi'bre,  por  óndeoí  alf-abétioo,  N.o  21. 

El  último  nmnePQ  qwe  conooettifios  es  el  50  y  corr«eí?panile 
tai  5  die  luiayo  de  1850. 

BL  SUD  AMERICANO  piiblioa  «en  su  Mktm  ó  biblio- 
teca «ampezaiDido  «n  eü  N.o  3  la  obra  títuíltaida  ' '  Medicina  ca- 
SEiLv  o  Manual  de  Salud,  ffUe  enseña  á  pipepanar  y  emplear 
**  las  m.edknoa»s ;  á  cuiraTse  e(m  poco  giasto  y  proal tamente,  d*: 
'*  la  nuayoT  parte  de  las  en^nnediades  cufraMes,  y  procurar 
*  *  se  1^1  «lid  vio  en  las  enifieTiin}e»díadie8  imciDriables  ó  caróníieas  .  Por 
'*  P.  V.  R.\sPAiL.  Tradfuieiida  de  la  XV  edátnoo  fmnwesa.  Se- 
'  *  gumida  edáeáon  argentínia,  en  (fiie  se  dwai  «q>li"(»iadias  toda¿5  'l«s 
**  voí'ets  téciiioaá,  y  se  ha  ireídiwMdo  el  testo  á  la  mayor  K^lari- 
**   dad  y  sencillez.     Santa  Fó.     Imprenta  del  Estado — 1849. 

No  haibieardo  tenido  á  la  vista  una  t^oleív-ion  <»oin5iylet«  de 
este  pea'hMii'O,  nos  t«i  iiínposible  dar  un  íiulioe  perf<M-to  de  su 
contendKk),  pero  si  eoTiFegaiiimios,  como  lo  -esperamos,  algaiiiuis 
notit^átas  sobre  este  y  otros  perimlifos  de  fes  demás  pro\*in- 
ei«s,  promietemos  darlas  en  un  Suplemento. 

Con  respecto  «1  rediactor  de  el  mismo,  roconnemlaimos  el 
tomo  5.0  de  fe  Biblioteca  Americana,  publicado  por  la  Ini* 
prenta  de  Mayo  en  1859,  con  el  título  de  El  Tempe  Argen- 
tino, el  cual  va  pnieodido  de  una  reseña  biogfráfiea,  heoha  por 
el  di'St.ing»iiido  litiorajto  orieaital  don  Allejandro  Magariños 
CerV'antes. 

Esta  fué  rwprodueida  en  1862  en  el  Alhiim  rff  Fotogra- 
/?a.9  de  Emilio  Mangel  du  MesniU  bajo  el  epígirafe  de  "Noto- 
riedades del  Platíi/'  acompañada  d^l  retrato  del  escritor  que 
nos  loc^ipR. 

(C.  Carranza,  Zinny.) 


1^    VETE  PORTUGUÉS.  QIT.  AQUÍ  NO  ES— 1828 


SANTA.  FE.  535 

— im  fol — Imprenta  de  la  Convención.    9u  redactor  fué  él 
K.  P.  Fmy  Ppaiucáseo  de  Paiuiki  Oastoñeda. 

La  ooLeeicioai  loooista  de  19  imTibeix».  iknlpezó  el  l.*o  de  ju- 
nio y  ixmxAmyó  él  17  de  «etiemíbre. 

Este  iperióddoo  «apodo^za  lal  ^eaaiennaí  doai  FmDctuiOBO  Ri-vk?- 
ra  leontra  el  Duende  de  BujeinoB  Aires  (dan  J\ma  Aiijdres  Gke- 
üly)  qu/(j|  lie  atoaba  die  hialberr  «ubcundoioiado  el  sitófo  óe  Mornte- 
video  en  1813  y  segniido  á  Artigas,  a'l  fin  de  <?uyo  wáaiiado  le 
labrtindoaió  y  se  hizo  ipaitriaroa  por  tai  inisnio,  letc.  El  P.  Oas- 
tañoLla  enou^entua  siete  sa-neafimios  qae  él  conuenta  baicieindolóÉí 
loraiar  -eíi  elogios  de  Riveína. 

Dice  el  redactor  de  «este  periódico  que  Rivera  mal  podía 
restar  ein  A  sitio  de  ^íontevideo  desde  qine  entoiDoes  (1813) 
oomo  ftjiora  (1828)  «eataba  íen  Miskmies  eoa  conMisioai  del  geme- 
raíl  Ron'd'eaiu  y  d>e  Artógas  loeroa  «cM  comiatndaaartie  genienaí  de  la 
froffiíteTa  dieil  Partaguiay  don  Vitoento  ^Mahiiid.  Coiíaíndo  volvió, 
al  mos  y  aniedio  ó  dos  nueses,  eniconítrí)  á  Artigias  en  T^acu'a- 
?vniÍK)  Chico,  el  cuiad  l<e  dijo  q-ute  kíI  director  Poaadías,  por  in- 
daií»a(Ct4o!a  de  Alvear  Ii*a)bda  espedido  um  decreto  p«ria.  qu»e  ei 
gienenad  Ronideau  do  sorprendiieepe  y  fusAliase,  y  qoue  él  (Arti- 
gas) en  tátemipo  oportiiino  euipo  qai^e  no  Juabía  duda  de  tal  fera? 
ma,  .por  caiyo  motivo  se  hiaibia  «einairiaido  con  todos  los  orien- 
tfliks,  a  esn'^peion  de  rjavalíl-eja.  Es  vendad  que  Artigias,  de5- 
paies  cfiie  ^  eepan')  del  sitio  de  Mon/tevid«eo,  in'forrnió  á  la  pro- 
vincia orienta*!  sobre  -el  .proy<K?to  de  fusilark,  de  cuyias  re- 
sultas la  provincia  lo  condecoró  y  premió  con  facultades  es- 
i:raoitlin»ajrias. 

El  dÍTK^itor  Posadas  no  sollo  ofreció  5000  pesos  por  l:i 
caíbeza  de  Artigas,  sino  quie  también  procuró  aiaraalar  a  las 
provincias  contiia  61,  por  lo  que  Artig<as  tuvo  quie  llievar  la 
^erra  al  Enitire-Ríos,  deg«ndo  á  Rivera  amplias  fatouiltiad(*s. 
(qaie  Oastañeda  dice  hiaber  visto  originalies,)  pama  qme  en 
caso  de  nnucírte  ó  a;usen<5ia  qnjediase  Rivera  en  su  Ingiar,  h*i«ta 
qii»e  líi  'pro^nncia  orientail  lefligiese  él  que  le  haibia  dse  suceder. 

También  es  verdad  que  Rivera  se  opuso  siempre  á  que 
Artigas  hiciese  la  gntefrra  k  las  provincias  hermanas,  pero  es^ 


:>:m  la  revista  de  buenos  a  ib  es 

Ky¡H)ÑÍ<*ii)n  muirá  lh>gy)  al  griVilo  do  hosstil  ni  porhirtx')  jantós  1« 

liatúio  Artij?«s  i*n  tM   Rntre-Rios  volvW     á   la     Rai^U 
Ori^nitiU»  y  Ui'Vi^pa  piuliomlo  <»ntxnivt*s  lialx^rso  1k\*.1io  patriar 
va  piir  íw  piMij>io  nonifl>r»mk»rtto,  no  lo  hizo,  sino  qii^  dejó  Je 
jfolvmfir  «i  <4  nioimmto  *iu<e  Artigas  se  prt^i^nto  en  <ni^rp,> 
g^MíitJi,    y    ^u    la    níonor    fiu^rasa    <)i>e    antorizjiso    su  per- 

YeaK**klo  Artigas  se  retiró  al  Paragnay,  y  vol\'ieron  á 
4>l>nir»  vH>ii  i>^|>«vti>  á  Rivera»  las  amplias  faenltades  tle  ntan- 
iKir  en  iKíiuUn^  <W  atjueK  i>^»n¥)  siistitiito  scn'O,  hasta  que  la 
pwviih»ia  urientíií  eli^it*^»  pr(*|>W^tario. 

Kn  tvíe  tioMii^x  la  prx>viiK-»a  oritnital  ^  entn^.'»  á     I«>s 

eun  sti  división,  ju/^rimlo  qne  era  im  í»*rvi,MO  á  la  patria  el 
«|Ue  3^*  rs^^a^^rva^»»  alsrin  punto  que  no  •'^tuvi.^se  r5uí!>*to  :♦  ¡ih 
jH^rtusnu^^ 

Kiwra  <*sta\H  ivrsua  l?vk\  i»on  nK^>n.  que  !a  'iv-Hí:»  i  *'^;*- 
t.uía  por  >a  pn^x  »»>*va  ha>>?a  sifV>  vi^^^n*;».  y.  jv>r  •*•»':> "íT. i '**n- 
!e.  pr\>suM>íó  que  ía  \^>lun^^v^  ra.*>>naí  ^k^  !a  prn^:>.  :a  »'!i  i'ie 
vNM^   Krj«*!\u^íi>     n*i**itií**>     Mivnitra^     tuvn^»   fi  :v.^     ^.••'n 

Fu  t^^i  \»v*'i^  n  'a.  rí*>  •^•«ilvi  R:vr»ní  «í»^  !•  *'»i*j!'t'^ 
,\  V>  •vH>»í>'ir>*<>  *^as.\i  ■r>*  f^u*  n>T*í*-.*ír^  i^^"  •^     -^-.Mí      !e 

*»":*<s>Mt   -•*   e*    <!"''*'^^  •^*   K'v-^**.».  •>.*"•%:•»»  ^w»"*:-'^     •    -\    ^   ♦> 

>i"»i  *iV*».*v\  •;»>  V  •  *,*  .^  '«►*''  •'•.•*<   »  :»    ':^  ■*"';r*T>"*   í"" *• 

>!<•  •>«<  '•**.*  p*  *  ^  V  o*''"':v'*  '••!  ji*— •»»<•'  ♦«  ^1— I  •^-»  :n  »".  -,  .•«  -• "» 
»».sv»**<i*  '»  ^<«-o»\  V'  •^•«  ^^-N-í*-"' '  *  V  '^''•n  '*  ^'\-  '-*  ^'  ;*^^n 
*•- A<  ^-N-r  r^í  íT» '  *  ^-«^  '^^  !V:-N.>5  A'*'*^:  r*^-  •*►  -i  --  -^  <-• 
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SANTA  FÉ.  537 

bÍBin  de  prodíitcÍT  ail^ifli  úm  los  treinta  y  tres  Pelayos  En 
esos  cuatro  nieaes  que  estuvo  prisionero  se  relacionó  Rivera 
<50tá  todos  los  gobfenios,  asegairánidolies  que  **ál  -em  el  úni-eo 
que  no  habia;  doblado  «la  ipofdiilla  lamte  el  Moio  'lusitaoo,  y  que 
no  dósespeiraha  de  libertar  á  t*u  «paítria." 

HJalbLamido.  die  te  Gofceta  de  Bonenos  Aáiies,  <íi  podaictor  del 
Vete  portugués  dioe  qooje  iac]'U€iM:a  ^^se  componia  de  unas  cuan 
tas  praclamitas  y  que  todo  lo  ddnas  lo  llenaban  capítulos  en 
teros  de  Juan  Jacobo  Rousseau.^' 

Ed  tápiiíGO  prindipal  díe  «tsrtie  »periódi)eo  fué  la  guierra  con 
el  BinasáH,  üa  reli^góoin  y  La  lootn'vieneaoii. 

(Barísiimto  ) 
(C.  Zinuy.) 

13.  VEN  ACÁ  PORTUGUÉS,  QUE  AQUÍ  ES— 1828 
— in  fol.  Imprenta  de  la  Convención,  EJ  P.  Castañeda  fué 
sy\  rediaotoT.  La  colieec-ioii  consta  de  11  núniíerois,  continuaii- 
do  la  n^mepaciom  id-eíl  «aiíterior.  Eiraqxezó,  «con  el  nónueíro  20, 
el  11  dé  Octubre  y  concluyó  eon  ¿I  30,  el  17  de  diciembre. 

E?l  itópiíoo  pránteipall  de  eert^e  pteriodí»eo  se    redancia  á  im 
•^uigiiiaT  all  Tiempo  y  Pampero  oe  Rueños  Aires. 

El  miisraó  re^stna  lalg'umos  oficios  de  los  diputados  á  iLa 
conveiifcion,  emtre  -eUlos,  .nina  que  diirigiiepon  los  de  Córdoba  á 
todos  loeá  demias  del  ofuenpo  niaicdonail,  fechiado  en  Seiuta  Fé  á 
30  de  Ootu'bre.  Lo  nota-ble  de  este  docfunmeaoito  es  que  hallan- 
<lose  ya  iinstalado  "e^l  cuerpo  luaicdoíniail,  desde  el  dia  25  de  no- 
viembre, los  señores  don  José  MJancos  Castro  y  «doetor  dota  Gle- 
•rt^niano  Saílg>U!ero  die  Cabrera  y  OaJbrera,  dipalwJdoB  ipor  Córr- 
dofba,  paaeron  xnm  cirnAa^r  á  los  die  tes  demos  piioKHknefas  in- 
vá>táiDidio9os  á  ^^prepiairiar  y  neaiHzar  la  inwtgfagqicáop  dteü  cuer- 
po naicSonal  taoi  i9n¡^T»dH;  y  esperan  <ftte  el  9»ior  dJ'pn'tBdo 
cim&mrirA  á  reunrvrse  con  los  de  toldas  las  prováneioDS  que 
existen  en  esta  cindiad  en  sa  Safta  eonsóstotriifll  á  .Ists  10  de  ki 
mañana  del  siguiente  dia  (31  octubre)  al  de  la  feeba."  (1) 

E«a  cirenlaT  anotivo  el  dÍTÍ<gTr  dos  oifíeios  á  los  diputados 

1.  (>fí(^o  que  diri^^ieron  los  dipntaclos  de  Córdoba  á  todos  los 
<lpmafi  d<?l  cuerpo  nacionaJ,  fec-hado  en  Santa  Fé,  30  de  octubre,  y» 
altado. 


538  LA  BBVI9TA  DE  BUENOS  AIBES 

de  Oóixloba,  por  don  Urlmnidio  ide  Irioudio,  «por  Santiago  del 

Estero  imo  y  por  don  José  Elias  Gaíláarteo,  por  Saaita  Pe.  el 

otro.     La  iimp^rtanom  del  <le  este  nos  atu/toriza  á  'traoiaoribiir- 

lo  íntegro  coiao  lo  Imcemos  á  continai-acion. 

Santa  Fé,  octubre  30  de  1828. 

**JíaTnáis  A  que  suííctWk»  creyó  qtie  Ior  DD  de  Cówlolwi 
á  quieníes  í-ontesta,  eoinplieasen  sr  manejo  lall  gnado  qii^ 
hoy  observa  por  mi  nota  «en  que  le  inA'itain  á  J»  rnstailacion 
del  cuerpo  n'acional,  quie  saiben  es  instialiatlo  por  su  eoopera- 
<»Qon,  hol'liando  eon  una  oonjdoiotja  tal  no  «oto  los  pónjeipios 
oonooi'dos  por  dogma  ^en  polítioia  sino  «im  su  fppopio  oarác- 
ter,  y  lo  (pie  í»s  anas  la  digmá'diad  de  k  proAiin-eia,  á  que  per- 
tenecen. 

*^Por  esto  í^  qTie  el  ífue  susciriilx»,  deseando  k  los  señores 
DD.  d»e  Cóaloba  el  a¡(*iferto  á  que  no  han  <podTkio  arrilmr 
por  equivocaciones  desgraciadas,  les  aconsejará,  como  ca- 
mino único,  i\ne  por  el  arribo  de  los  señores  DD.  de  C^ata- 
nuarcja,  y  existontcia  de  los  de  todas  Iíüs  provinedias,  se  imcor- 
poreai  al  cuerpo  naeionail,  ipor  él  orden  de  estilo,  piaTa  dairle 
•eíl  eafrácter  de  qnie  por  6«a  falta  carece,  liHciieaudo  k  su  pro- 
Ainoia  el  honor  áo  qive  le  pri^'iain  y  qn>e  desea  á  los  señores 
DD.  rf  que  suseriUe  al  paso,  que  les  ofrece  ei  .m^ayor  apre- 


cio" 


José  Elias  GalUtieo. 


Los  dipiitidos  do  las  prová'n'cias  oonciirpentes  &  l<a  ooo- 
ve(n)c4on  de  Santa  Fé  haWa/n  teando  vari«8  rouniones  «priva- 
das, con  el  objeíto  de  acordar  los  •nfnedios  quie  acoleivwen  la  i«i- 
takícion  de  aqu»ell  cuei^x).  A  üa  primera  y  segrmlda  de  aqne- 
fllas  loonfarieinicias,  eorueuirrió  d  señor  Oastw),  diputado  por 
Córdoba ;  piero  ni  este,  ni  leíl  señor  Salguero,  dipai-tado  por  la 
rmi(3ni'a  provimcia,  asistieron  á  las  demás. 

La  pri/mera  sesión  prepanvitoria  tuvo  Ingaír  el  31  de  ju- 
lio á  lias  11  de  la  inañama,  á  la  cual  asistió  y  firmó  «el  aicta  el  re- 
f  ífrido  señor  Castro :  y  este,  dos  mieses  d^espu-cs,  es  el  primero 
en  poner  .<9U  nomlire  al  pié  del  documento,  do  qu'o  hablaimos 


SANTA  FE.  639 

raas  «arriba,  a.paree¿eDdio  igiwrair  a^ionelio  á  qu«  él  .mismo  con- 
tribuyó non  su  ppasamcda.  Aid^iértase  «Jcteimas,  qvbe  la  provin- 
cia qii<e,  8806  caballeros  diputaidos  pepi^iesentaíbaoi,  fué  4a  que 
tomó  Jia  iiTÍ»t?iiati"VTa  'paina  incitar  á  las  tlariwis  «de  la  RepiiMica 
**  á  <?oin«e»eQ3rtir«ir  !naoionia.km«iite  su  soberamóia  «en  un  ííongreso 
que  llenase  lohí  deseos,  tantas  veces  frustrados  'en  18  años,  de 
arribar  á  una  organización  constitucional  conforme  á  su  vo- 
dninljaid/'  (1) 

( 'afiá  todo  el  n.o  30  y  último  de  «est-e  periódico  se  odujpó 
«de  inipugnar  las  T^azoines  con  qiie  d  Tiempo  úe  l^noaios  Aires 
trató  die  ppoha.r  l«a  jaii9tá»cd«a  úú  !immimi>eaito  diel  l.o  <le  «diíciíCím- 
hre.  Y  '^no  puidiemdo",  diicje  el  Pampero  de  esta  cimlad,  en 
«u  n-ñm.  8,  ^^contestiar  de  un  nuado  ciaitegóri'co  á  «los  lairguonen 
tos  irr(4>a<tiblp«  qne  este  periódi'co  haioe  en  apo\TO  >de<l  ínucfeso 
del  1.0,  el  tal  Padre  (Castañeda)  apela  á  su  acostumbrada 
chocíarneria,  y  en  ese  sa  eírtilo  grotesco,  sale  ide  los  imayores 
tapuros  con  iin«  bufomadia.  Pero  lo  qiie  últitm'ajmente  dicfe,  y 
do  <\\ve  nos  Jua  oWágiado  á  escribir  teste-  «artículo  es,  qme  mediaa- 
^«e  á  q«é  su  peri'ódáoo  se  sostenía  con  las  suscriptíonies  y  notí- 
cias  d-e  Bn«no8  Aifres,  y  las  leomnmioaiciooes  «están  hoy  inter- 
oeptatd»s,  suspende  sus  trabajos  hasta  qaiie  las  ciiTciinstancáas 
vívrkm." 

(Rarísiiino^) 

14.  EL  VOTO  SANTAFESINO.— 1847— 1849  —  in 
fol.  menor — Imprenta  <M  Estado,  Don  Severo  González  fué 
su  rKljactor.  Emlpezó  á  fines  die  marzo  de  1847  y  oeso  á  finjes 
die  anayo  6  prino^ipios  d)e  jimio  de  1849,  quie  ñié  reemipíazado 
por  el  Sud' Americano, 

Se  puibl]iioa.ha  los  sábados. 

Solo  hemos  tenido  á  la  vista  el  niimiero  55,  correspon 
diente  al  8  de  abril  de  1848,  el  cual  registra  parte  del  mensa- 

3.  Oficio  que  dirigieron  los  diputados  de  Córdoba  ¿  todos  los 
demás  del  cuerpo  nacional,  fechado  en  Santa  Fé,  30  de  octirbre,  y» 
citado. 


540  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

gé  á  la  vigésima  quinta  Legislatura  de  la  provincia  de  Buenos 

Aires  y  la  continuaeion  del  índice  alfabético  de  las  materias 

que  se  enceuntran  en  los  53  núni'eros  del  Voto-Santafesino, 

que  compone  el  primer  año  de  su  publicación. 

(Muy  raro.) 
(C.  Carranza.) 

(Continuará). 

ANTONIO  ZINNY. 


índice  general 


Historia    Ameripona 

Pajinas. 

I.  

Bolivar-San  Martin — Paralelo  (inédito)  por  don  Tomás  Guido.    .       5 

Noticias  biográfica  del  teniente  coronel  don  Gonzalo  de  Doblas, 

(inédito),  por  el  doctor  don  Anjel  J.  Carranza 12 

RefJecciones  @obre  las  circunstancias  en  que  se  halla  en  1807  esta 
ciudad  de  Buenos  Aires,  bloqueada  y  amenazada  de  una  inva- 
sión de  Ingleses,  y  se  proponen  los  imedios  que  pueden  ser 
oportunos  para  su  defensa  (inédito)  por  don  Gonzalo  de  Do- 
blas        19  y  136 

Plano  litografiado  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires  en  1807,  á  que  se 
refiere  la  Memoria  de  Doblas 

Memorial  presentado  en  1771  por  el  Ayuntamiento  de  la  ciudad 
de  Méjico  á  Carlos  IIT,  rey  de  España  é  Indias,  refutando  un 
informe  que  Fe  supone  dado  sobre  las  malas  aptitudes  de  los 
americanos,  (inédito) — ^Precedido  de  una  introducción  por  don 
Rómulo   Avendaño 36  y  169 

Recuerdos  histórii?os  sobre  la  provincia  de  C-uyo — 1821   y  1825 — 

(inédito),  por  don  Damián  Hudson 61  y  302 

Antecedentes  históricos  sobre  Buenos  Airea — Seguridad  de  las 
fronteras — Empedrado — Formación  de  un  muelle — iProyectos 
ff.e  1778  (inélitos)' — Precedidos  de  una  introducción  por  el 
doctor  don  Vicente  G.  Queisada   .      .      .  .      .     147  y  435 

Estudios  biográficos — ^Don  Federico  Brandsen  (inédito,)  por  el  doc- 
tor don  Anjel  J.  Carranza 211 

Memoria  militar — ^Proyectoi?  de  operaciones  bélicas  pnra  derrocar 
al  tirano  Rosas  (inédito),  por  el  general  don  Tomás  Triar- 
te        222,     312   y  451 

Sistema  astronómico  de  los  antiguos  Peruanos,   (inédito)   por  el 

doctor  don  Vicente  Fidel  López 271  y  408 

Litografía — -Zodiaco  Ario-Peruano 543 


542  LA  REVISTA  DE  BUENOS  AIRES 

Recuerdo»  thMtórieoe,  por  don  Luis  V.  Várela  .      .      .      .    r  323  y  465 
Di&rio  imii litar  de  las  operacionee  del  Ejército  Libertador  4^1  Pe- 

jgáj  desde  el  18  de  agosto  de  1820 474 

Literatura 

Heroínas  y  patriotas  ai:ii<eriicanas — La  iliwtre  colojnbiana  Autouia 
Santos — Narración  de  eu  fin  trájico  por  don  Antonio  Paez. 
precedida    de  una  introduc(;i(m<(inédita)por  don  Antonio  ¿^inny     71 

Raegoe  biográficoe  del  coronel  don  Quintin  (juevedo,  enviado  Ex- 
traordinario y  Ministro  Plenipotenciario  de  Bolivia  en  el  Im- 
perio del  Brasil  y  Repúblicas  del  Plata,  (inédito)  por  el  doc- 
tor don  Juan  Francisco  Velarde ¿31  y  335 

Biografías — don  Florentino  üonzsAez — Estudio  sobre  su  vida  y 
obras  por  don  J.  M.  Torres  C-aicedo — 'Introducción  (inédita) 
por  el  doetor  don  Vicente  G.  Quesada 252  y  351 

El  Genio  del  Mal,  por  don  Pedro  i^autacilia — ('arta-introdiiccion 

(inédita)   por  don  Julio  Quevedo 30S 

Impresiones  áei  2  de  mayo  en  el  Callao,  por  la  señora  doña  Jua- 
na Manuela  Gorriti 383 

Las  Copdileras — Un  viaje  á  través  de  los  Andes,  por  don  J.  V. 

Lalitarria  - 484 

Derecho 

Sentencia  del  Superior  Tribunal  de  Justicia  dictada  en  un  cdinilic- 
to  de  atribución  entre  el  Poder  administrativo  y  el  Vodoar  Ju- 
dicial con  motivo  de  la  mensura  de  una  propiedad  privada  que 
ineluia  sobrantes  de  tierras  del  Estado  (inédito),  por  ef  doc- 
tor don  Juan  Segundo  Fernandez ■ .      .   39^ 

Variedades 


» f 


Aniversario  de  la  fundación  de  '*La  Revit^ta  de  Buenos  A^res 

(inédito),  por  el  doctor  don  Vicente  G.  Queeada   ....   110 

Revista  del  Archivo  General  de  Buenos  Aires — Algunas  palabras 
sobre  esta  publicación  (inédito),  por  el  doctor  don  Vicente 
G.     Quesada T     .    , .      .   4^<í 

Copia  del  Testamento  de  la  fundadora  de  la  Casa  de  Ejercicibtí  de     -  , 
la  ciudad  de  Buenos  Aires,  precedida  de  un  breve  resumen  de 
;  eu  vida — «(Publicación  solicitada) 504 

Bil>lio£rraria 

Aditamento  al  Bosquejo  de  la  Revolución  Argentina  (inédito),  por 

don    Antonio   Zinny •      •   H* 

Efemeridografia  argireparquiótica  6  sea  de  las  Provincias  Argén-  ^    . 
tinas  (inédito),  por  don  Antonio  Zinny / .      .512 


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