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Full text of "Las manías : juguete cómico-lírico en un acto y en prosa"

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TEATRO  CÓMICO 


QALiKRIA      LIRIGO-DRAMA  TiGA 


LAS    MANÍAS 


JtGUKTE  COMICO-LIRICO  E\  M  ACTO  Y  E\  PROSV 


ORIGINAL   DE 


C4RL0S  ARNICHES  y  GONZALO  CANTÓ 


MÚSICA    DEL    MAESTRO 


DON  MANUEL  FERNÁNDEZ  CABALLERO 


^X 


^><--^^—  .,f 


MADRID 


ftyiJENTO  ÍL  MIÍLOGO  CE  ESIft  GftLEÉ  DE  1,'  DE  EiERO  DE 


G01sK:E1DXJ^&    y    JDTlJ^ls/LA.& 


i  «e. 


títulos 


Amor,  caretas  y  celos 

El  juguete  nuevo 

El  fruto  prohibido . 

¡El  siete! 

Sol 


ACTOS 


AUTORES 


López  y  Gómez  Arcos. . 

Juan  de  Luz 

Salvador  María  Granes. 

Manuel  Labra 

Hermua  y  Liminiana  . 


Parte 
que 

corresponde     ¡ 

Todo 
Todo 
Todo 
Mitad 
Todo 


zj^tíztj:e:xjJ^& 


4      2 


13 

6 

14 

1 

3 

4 

> 

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» 

3 

2 

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y 

1 

3 

» 

> 

•2 

2 

1 

3 

A  Roma  por  todo 

Con  la  miel  en  los  labios. 

Elg-olpe  de  Gracia 

El  Juicio  de  Fuenterreal. . 

El  país  de  los  insectos 

El  perro  de  Margarita 

El  rey  cte  oros 

Fiíuras  y  Figurones 

Habanos  y  Filipinos 

La  invencible •  — 

La  LoliUa  ba  parecido  . . 

La  Marmota 

La  noche  del  31 

La  villa  de  Madrid 

Las  manías... • 

Las  mañanas  del  Retiro. . 

Los  embusteros 

Los  tíos 

Los  tomadores 

Ni  en  broma 

Procedente  de  empeños. . 

Quien  no  tiene  padrino 

Un  pagaré  álaóraen  .   .. 

Un  pintor  de  historia  . . . . 

La  orgia 

Un  proceso 


D.  Enrique  Sánchez  Seña. . 

ídem 

ídem  y  Sedó 

E.  L.  Marín  y  E.  Ayuso. 
Enrique  F.  Campano. . . . 
López  y  Gómez  Arcos. . . 

C.  Navarro 

López  y  Gómez  Arcos. . . 
Enrique  Sánchez  Seña. . 
L.  Gabaldóny  A.  Molina. 
Enrique  Sánchez  .Seña. . 

\.  Vidal 

ídem.  .. 

Enrique  Sánchez  Sena., 

Arniches  y  Cantó 

Enrique  F.  Camtano.... 

Fiacro  Irayzoz 

Julio  Ruiz 

José  Viera  y  A.  Fañosa, 

Sedó •   •^••■ 

Enrique  Sánchez  Sena. 

ídem 

José  Usúa  

Enrique  F.  Campano.... 

J.  Nombela  (6.'  parte)., 

López  y  Gómez  Arcos.. , 


L. 

L. 

V2  L. 

L. 

L. 

L. 

l! 

L 
L. 

i/o  M. 
i/¡  L. 
1/2  L. 
i/.L. 
L. 
1/.,  L. 

m: 

L. 

M. 

i/.,L. 

L." 

L. 

L. 

L.  y  M. 

L. 


VaM.Í 


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LAS    IV1AINIA.S 


Esta  obra  es  pro{  iedad  de  sus  autores,  y  radie  podrá., 
sin  su  permiso,  reimprimirla  ni  represectarla  en  Espa- 
ña y  sus  posesiones  de  Ultramar,  m  en  los  países  con 
lus  cuales  haja  celebraáis  ó  se  celebren  en  adelante 
contratos  internacionales  de  propiedad  literaria. 

Los  autores  se  reservan  el  derecho  de  traducción. 

Los  comisionados  reí  TEATRO  CÓMICO,  Galería 
lirico-dramatica  de  D.  í^uis  Aruej,  son  los  exclusiva- 
mente encarg-ados  del  cobro  de  los  derechos  de  pro- 
piedad. 

Queda  hecho  el  depósito  que  marca  la  lay. 


LAS  MANÍAS 


JUGUETE  COMICO-LIRlCn  B  UN  ACTO  Y  EN  PROSA 


ORIGINAL  DE 


CARLOS  ARNICHES  y  GONZALO  CANTÓ 


MÚSICA   DEL   MAESTRO 


D.  MANUEL  FERNÁNDEZ  CABALLERO 


Estrenado  en  el  TE  ATE  O  ESLAVA  la  noche  del  45  de 
Noviembre  de  1888 


>^e|^^§^^— 


MADRID 
R.    VELASCO,   IMPRESOR,    RUBIO,    20 

1889 


REPARTO 


FEKSOITAJES  ACTOEES 

DOÑA  CONCHA Sra.    Baeza. 

MARGARITA Srta.  Pino. 

PEPA Parra. 

DON  INOCENTE Sr.      Larra. 

DON  BÁRBARO Carreras. 

MANOLITO Mesejo. 

DON  RAFAEL Lacasa. 


4CT0  ÜNICO 


Sala  modestamente  amueblada  y  con  abigarramiento;  puerta  y  ven- 
tana á  la  derecha,  dos  puertas  á  la  izquierda  y  puerta  al  foro.— 
A  la  izquierda,  y  entre  las  dos  puertas,  un  piano.— Sofá  y  dos  si- 
llas en  primer  término. 


ESCENA    PRIMERA 

DOÑA  CONCHA,    PEPA  y  MARGARITA;  ésta  tararea  estudiando 
al  piano. 

Cc»N.  Bueno,  veinticuatro,  ¿y  qué  másV 

Pepa  Cebolletas,  quince. 

Con.  (contando.)  Treinta  y  nueve,  sigue. 

Pepa  Treinta  y  cinco,  de  tres  huevos... 

Con.  ¡Uy,  qué  escándalo! 

Pepa  ¡Si  los  ponen  en  las  nubes,  señora! 

C«jN.  ¡Qué  nu])es!  Los  ponen  en  los  gallineros. 

Pepa  Dos  onzas  de  carne  por  un  lao,  y  dos  por 

otro  lao... 
Con.  Son  cuatro  onzas  por  todos  lados. 

Pepa  Y  diez  de  huesos. 

Con.  Mira,  mañana  disminu3'e  la  carne,  que  es 

uno  de  los  enemigos  del  alma,  y  aumenta 

los  huesos. 
Pepa  ¿Que aumente  los  huesos?  ¡Señora,  por  Dios, 

que  ayer  dijo  don  Inocente  que  si  seguimos 

quitando  carne  y  añadiendo  huesos,  van  á 

quedar  las  comidas  en  esqueleto!  (Margarita 

hace  escalas  ) 


607315 


o  TEATRO   CÓMICO. — GALERÍA   DRAMÁTICA 

Con.  Hija,  ¿quieres  hacer  el  favor  de  callar,  que 

no  nos  entendemos?  Sigue,  Pepa,  sigue. 

Pe)-a  El  melón,  dos  reales. 

Mar.  (Cantando.)  ¡MÍO  Car  O,  mió  caro! 

Cotí.  Si,  hija.  Muy  caro,  muy  caro. 

Pepa  ¿Caro?  Pus  cómprelo  usté  más  barato. 

Con.  ¡Si  se  refiere  á  Los  Hugonotes!...   Continúa: 

ochenta  y  diez... 

Pepa  Pus  noventa  y  ocho  cabales. 

Con.  Hija,  cuentas  como  un  ministro   de   Ha- 

cienda. ¿Le  has  traído  las  orejas  á  don  Bár- 
baro? 

Pepa  Pus  claro.  ¡Ah!  Lo  que  se  me  ha  olvidao  son 

las  patas  de  ustedes. 

Con.  ¡Mira  que  olvidártese  las  patas!  Buenos  va- 

mos á  andar  con  tu  falta  de  memoria;  anda, 
anda,  ya  sumaremos  luego  la  cuenta,  (vase 
Pepa.) 


ESCENA  II 

doña   concha   y   MARGARITA 

Con.  i  Ay,  Dios  mío!  ¡Qué  harta  estoy  de  esta  vida! 

Todo  se  pone  mal,  todo  encarece,  todo  ha 
subido,  hasta  el  cerdo.  ¡Mira  que  subir  el 
cerdo,  una  cosa  que  siempre  ha  ido  por  lo& 
suelos!...  (pausa.)  Pero,  hija,  ¿qué  haces?  ¿es- 
tás triste?  (Margarita,  que  habrá  estado  pensativa,, 
se  levanta  y  cierra  el  piano.) 

Mar.  Pues,  sí,  estoy  triste. 

Con.  Siempre  será  ese  zoquete  de  Manolito  el  que 

te  preocupa. 

Mar.  Sí,  le  amo,  le  adoro.  Pero  tu  proceder  para 

con  él  ha  sido  horrible,  inhumano,  ¡despe- 
dirle! ¡ün  chico  que  prometía  tanto! 

Con.  Sí;  precisamente  le  he  despedido  porque  no 

hacía  más  que  prometer. 

Mar.  ¡Pero,  mamá!... 

Con.  Nada,  nada,  hija,  no  te  empeñes,  porque  no 

vuelvo  á  recibirle. 

Mar.  .El  me  ayudaba  á  cantar  los  dúos. 


LAS    MAMAS. — ARNICHES    Y    CaNTC» 


Con.  No  importa,  ¿quieres  que  me  arruine  y  no 

pueda  seguir  costeando  tu  educación  artís- 
ticas? Los  tres  huéspedes  que  nos  quedan 
pagan  mal  y  tarde.  Don  Inocente,  ese  músi- 
co compositor  de  tres  al  cuarto,  cada  vez 
que  le  pido  el  dinero,  me  dice:  «Déme  us- 
ted un  compás  de  espera,  señora.»  Yo  creo 
que  son  seis  compases  de  espera  lo  que  me 
debe  ya.  Si  es  los  otros,  hacen  lo  mismo. 
Además,  decidida  como  estoy  á  tomar  ese 
profesor  de  canto  amigo  de  don  Inocente, 
necesito  un  dineral;  conque  ya  ves. 

Mar.  (Al  fin  se  decide,  ¡qué  alegría!)  Es  verdad, 

tienes  razón,  mamá,  soy  una  ingrata,  te 
pago  mal. 

Con.  Como  me  paga  todo  el  mundo,  desde  que 

tengo  casa  de  huéspedes. 

Mar.  Yo  seré  buena,  verás;  yo  estudiaré.   Ya  de- 

seo que  venga  el  profesor. 

Con.  Voy  adentro  á  arreglar  la  casa.   Estudia, 

hija,  estudia,  á  ver  si  acal)as  hoy  con  las 
joyas  de  Fausto,  porque  si  no  vamos  á  aca- 
bar con  las  nuestras.  ¡Ay,  qué  ganas  tengo 
de  verla  de  tiple  aljsolutista  de  una  compa- 
ñía! (Vase  foro  izquierda.) 


ESCENA  III 

MARGARITA  y  luego  PEPA,  foro  derecha. 

Mar.  ¡Pobre  mamá!  ¡Cómo  la  voy  á  engañar!  ¡Pero 

si  le  amo  tanto!...  En  fin.  Dios  nos  saque 
con  fortuna  del  enredo  inocente,  pero  peli- 
groso, que  proyectamos. 

Pepa  ¡Señorita!  (con  misterio.) 

Mar.  ¿Qué,  qué  ocurre? 

Pepa  El  señorito  Manolo  se  ha  quedado  en  la 

calle. 

Mar.  ¡Toma,  ya  lo  sé,  desde  que  le  dejaron  ce- 

sante! 

Pepa  No  es  eso,  digo  que  está  abajo. 

Mar.  ¿Sí? 


TEATRO  CÓMICO. — GALERÍA  DRAMÁTICA 


Pepa  Sí,  señora,  y  me  ha  dado  esto  para  usted. 

Mar.  a  ver,  á  ver.   (Le    entrega    un   papel  en  vez  de  la 

carta. -Leyendo.)  «Servilletas,  tres...»  Mujer, 
esto  es  la  cuenta  de  la  lavandera. 

Pepa  ¡Ah;  pues  me  he  equivocao!  Sí,  justo,  esta 

es,  (Le  entrega  una  carta.)  v  también  me  ha  dao 
un  pellizco. 

Mar.  ¿Para  mí? 

Pepa  No  me  ha  dicho  na. 

Mar.  ¡Qué  suerte  tienes,  hija! 

Pepa  No  tenga  usted  celos;  él  me  ha  pelUzcao  á 

mi,  pues  usted  pellizque  al  carbonero  de  en- 
frente, que  es  mi  novio,  y  en  paz.  (Margarita 

lee  la  carta  en  voz  baja.) 

Mar.  El  pobre  está  impaciente...   ¡Nada,  hay  que 

decidirse!  Vamos  á  mi  cuarto,  le  contestaré 
y  le  bajas  la  carta. 

Pepa  ¡Ah!  Que  sea  más  tierna  que  la  de  ayer. 

Mar,  ¿Por  qué? 

Pepa  Porque  dice  que  son  su  alimento^  y  la  de 

ayer  la  encontró  un  poco  dura. 

Mar.  Bueno,  vamos.  (Vanse  foro  izquierda.) 

ESCENA  IV 

DON    bárbaro,    con   unas  pesas   en  la  mano,  primera  izquierda; 

DON    INOCENTE,  con   papeles  de  música,  primera  derecha,  y  DON 

RAFAEL,  cargado    con  un  pequeño   caballete   con  su  lienzo  y  una 

paleta,  por  la  segunda  izquierda. 

musiea 

Raf.  ¡Felices,  señores! 

Ino.  ¡Querido  pintor! 

Bar.  ¿Cómo  va  ese  cuadro? 

Raf.  No  puede  ir  mejor. 

Ino.  Yo  con  tantas  tusas 

ya  confuso  estoy. 
BAR.  Con  mis  ejercicios 

un  Hércules  soy. 
Los  TRES  Pues  á  callar 

y  á  trabajar 

sin  dilación. 


LAS    manías. — ARNICHICS   Y   CANTO  9 

A  ver  después 
cuál  de  los  tres 
muestra  más  aplicación. 

(Oedícanse  los  tres  á  sus  tareas:  uno  piula,  oiro  com- 
pone música  y  otro  hace  gimnasia.) 

Inu.  Vengan  bemoles 


y  sostenidos. 

BAR. 

Vengan  arrobas. 

Raf. 

Venga  el  pincel. 

Ino. 

Soy  un  Beethoven. 

BAR. 

8oY  un  atleta. 

Raf. 

So}^  un  Murillo 

y  un  Rafael. 

Ino. 

Tres  compases. 

BAR. 

¡Caracoles!  (Levantando  las  pesas.) 

Raf. 

¡Qué  frescura,  qué  color! 

Ino. 

¡Esto  tiene  tres  l^enioles! 
Eso  mismo  digo  yo. 

BAR. 

Raf. 

El  asunto  me  interesa. 

Ino. 

Re,  mi,  re,  la,  re,  mi,  re. 

Raf. 

¡Qué  horizonte! 

BAR 

¡Cómo  pesa! 

Una,  dos  y  tres. 

Raf. 

¡Bravo,  bravo! 

Bar. 

Una,  dos. 

Raf. 

¡Admirable! 

Ino. 

Sol,  do,  la. 

Bar. 

¡A  la  una!... 

Raf. 

¡Cuánta  luz! 

Bar. 

¡A  las  dos!... 

Ino. 

Mi,  re,  do,  si,  la,  sol,  fa. 

Los  tres 

Nuestra  patrona 

nos  tiene  hartos, 

porque  está  siempre 

pidiendo  cuartos. 

Y  esto,  señores. 

no  hay  que  dudar. 

es  un  abuso 

que  hay  que  evitar. 

A  tres  genios  de  este  nombre  y  de  este  vuelo 

cuya   fama  va  elevándose  hasta  el  cielo 
no  es  posible  que  se  atreva  esa  mujer 
á  pedirles  dinero  sin  darles  de  comer. 


iO  TEATRO  CÓMICO. — GALERÍA  DRAMÁTICA 

No; 
no  puede  ser. 

No, 
y  no  será, 
ó  nadie  sabe 
lo  que  aquí  sucederá. 
BAR.  ¡Tengo  una  idea! 

fwl;  I         ¿Q"éideaes? 

BAR.  Una  mu}^  buena 

para  los  tres. 

l^^^-  i         ;Para  los  tres? 

JUr,  Para  los  tres. 

Cuando  venga  la  patrona 
y  repita  la  canción, 
la  cojo  como  á  las  pesas 
y  sale  por  el  balcón. 

Raf  Í  ^'^^^^^^^  venga  la  patrona,  etc. 

BAR.  Y  saldrá, 

sí,  señor; 

¡vaya  si  saldrá! 

se  lo  digo  yo. 
Los  TRES     Guerra  sin  cuartel 
á  esa  vil  mujer 
que  nos  pide  sin  cesar 
lo  que  no  le  hemos  de  dar. 
Hay  que  combatir 
y  hay  que  resistir, 
hasta  hacerla  comprender 

que  sin  pagar, 

que  sin  pagar 
debe  darnos  qué  comer. 

Y  si  persiste 

en  su  opinión, 

sin  compasión 

sin  remisión, 

del)e  salir 

por  el  balcón. 

¡Ay,  qué  alegrón 

voy  á  tener 

si  al  fin  me  libro 

de  esa  mujer! 


LAS   manías.— ARNICHES   Y    CANTÓ 


Hablado 

Ino.  Conque,  señores,  ahora  á  trabajar.  Yo  voy 

al  piano  á  ver  si  termino  este  dúo,  que  es  el 
último  de  mi  zarzuela,  ¡una  obra  maestra! 
Mire  usted:  acto  ]jrimero,  escena  primera, 
decoración  de  selva  con  puertas  á  ambos 
lados. 

Raf.  ¡Hombre,  eso  me  parece  una  atrocidad!  ¿Para 

qué  pone  usted  puertas  en  una  selva? 

Ino.  Para  evitar  que  pase  nada  de  contrabando 

en  escena.  Además,  tengo  un  motivo... 

Raf.  ¿Para  qué,  para  ir  á  presidio? 

Ino.  ¡No,  canastos!  para  la  zarzuela,  que  es  de 

primer  orden. 

BAR.  ¿Y  qué  tal,  qué  tal?  ¿Dónde  se  la  pondrán  á 

usted? 

Ino.  HombrCj  los  amigos  que  la  conocen  la  po- 

nen... 

Raf.  (De  vuelta  y  media.) 

Jno.  Ayer  le  leí  algunos  trozos  al  empresario  de 

Leganés  mientras  comíamos  un  bifteck,  y  le 
gustó  muchísimo. 

IUr.  ¿El  bifteck? 

Ino.  ¡Hombre,  la  obra! 

Raf.  ¿De  modo  que  va  la  zarzuela  á  Leganés? 

Ino.  Sí,  señor,  y  yo  también. 

BAR.  ¡Gracias  á  Dios  que  le  hacen  á  usted  jus- 

ticia! 

Jxü.  Y  mire  usted,  buena  falta  me  hace,  á  ver  si 

pago  á  doña  Concepción. 

Raf.  La  verdad  es  que  la  debe  usted  un  dineral. 

Jno.  Pues  más  la  debe  usted. 

Raf.  ¿Yo? 

Ino.  Sí,  señor;  usted  la  debe  uno  y  yo  medio,  y 

medio  siempre  es  menos  que  uno. 

Raf.  Bueno,  pero  es  que  yo  la  debo  un  mes  y  us- 

ted medio  año. 

Ino.  ¿Y  dejará  de  ser  lo  que  yo  digo?  Medio,  sea 

lo  que  quiera,  sienq^re  es  menos  que  uno. 
Y  si  no,  que  lo  diga  don  Bárljaro,  que  tam- 
poco paga. 


12  TEATRO    CÓMICO. — GALERÍA    DRAMÁTICA 

BAR.  Yo   no   pago,  por  una  cuestión  de  amor 

propio. 
Ino.  ¿Cuál? 

BAR.  ¡Claro!  No  está  bien  que  á  mí  que  tengo 

tanta  fuerza^  me  venza  ningún  mes. 
Ino.  ¡Me  alegro!  porque  así  no  tenemos  nada  que 

echarnos  en  cara. 
BAR.  Yo,  lo  único  que  tengo  que  pueda  echarles 

en  cara  es  una  pesa. 
Kaf.      '      ¡Canastos! 
Ino.  r\o;  gracias,  gracias. 

BAR.  De  todas  maneras,  para  lo  que  se  come... 

Raf.  No,  pues  usted  no  puede  quejarse,  porque... 

Ino.  Con  dos  flexiones  de  esas  nos  deja  sin  sopa. 

BAR.  Señores,  señores...  Miren  ustedes  qué  plan- 

cha Y03^  á  hacer.  ¡A  una...  úúú!...   ¡Canario, 

que  no  puedo!... 
Ino.  ^íe  parece  que  la  plancha  no  sale. 

Bár.  ¿Le  parece  á  usted  poca  plancha  no  poderla 

hacer? 
Kaf.  ¡Pero  si  no  tiene  usted  j)ulso! 

Ino.  Ni  yo  tampoco;  pero  eso  es  de  debilidad. 

(Tocándose  el  pulso.) 

BÁR.  ¿Que  no  tengo  pulso?   ¿Y  mi  desarrollo?... 

Ino.  ¡Desarrollo  y  parece  una  sanguijuela!... 

BÁR.  ¡Sanguijuela!...  ¡Mire  usted  qué  músculos... 

aquí...  5^  aquí!...  Y  la  cabeza  la  tengo  dura... 
como  una  piedra...  ¡Mire  usted  qué  tempo- 
rales!... 

Ino.  Buenos,  buenos... 

BÁR.  ¡Como  que  parecen  dos  ciclones!...  En  fin, 

tengo  que  llevar  el  cerebro  con  impermea- 
ble... de  tan  desarrollados  que  tengo  los 
temporales. 

Ino.  Lo  creo. 

BÁR.  Bueno,. y  todo  eso  no  es  nada  comparado 

con  los  saltos  que  doy.  En  ñn,  miren  uste- 
des si  saltaré,  que  una  vez,  de  un  salto  mor- 
tal, me  descolgué  de  un  piso  tercero... 

Raf.  ¡Hombre,  pero  eso  no  es  salto  mortal! 

BÁR.  Fué  mortal,  porque  reventé  á  un  guardia 

urbano  que  estaba  debajo.  Otra  vez,  hice 
oposiciones  á  una  plaza  de  escribiente  que 


LAS   MANÍAS.— ARNICHES    Y    CANTÓ  i3 


pretendían  cien  iiulividuo.s,  y  salté  por  en- 
cima de  todos. 

Raf.  ¿De  un  salto? 

BAR.  No,  señor,  de  una  recomendaci()n.  Y  en  to- 

das las  casas  de  huéspedes,  he  saltado  yo 
desde  Enero  á  Diciembre  sin  pagar. 

Ino.  Ese  es  un  salto  de.... 

BAR.  De  trampolín. 

Ino.  De  tramposo. 

Bar.  ¿y  equiUlmos?...   ¡Blondín!...   ¡liíase  usted! 

Me  sostengo  en  el  alambre  tirante  y  en  la 
cuerda  floja,  y  voy  de  cabeza... 

Raf.  y  se  mata  usted. 

BAR.  Digo,  que  voy  de  cabeza  por  encima.  Me  he 

sostenido  en  cualquier  parte.  Ya  ve  usted, 
me  sostengo  en  Madrid  sin  un  cuarto. 

Ino.  Entonces  soy  yo  equilibrista  también. 

BAR.  (Coge  un  plumero  y  lo  sostiene  en  la  nariz.)  Miren 

ustedes...  Y  como  fuerza,  he  sido  hombre 
que  ha  levantado  diez  muertos  en  media 
hora,  V  levanto  falsos  testimonios...  y  he  le- 
vantado actas...  y  ahora  verán  ustedes...  (coge 

una  silla  y  no  puede  levantarla.) 

Ino.  Lo  que  es  fuerza...  tiene  una  fuerza... 

Bar.  Si  le  doy  á  usted  un  puñetazo,  le  salto  las 

muelas. 
Ino.  Para  lo  que  me  sirven,  lo  mismo  me  da,  no 

crea  usted,   (non  Bárbaro  le  da  un  empujón.)    ¡^O 

sea  usted  bárbaro!  (¡Qué  bruto  es!)  (se  sienta 

al  piano.) 

BAR.  Y  usted  ¿qué  está  haciendo?  (a  Rafael.) 

Ino.  (Algún  crimen.) 

Raf.  El  asesinato  de  Cesar. 

Ino.  (No  lo  decía  yo...  algún  crimen.) 

Raf.  (Pintando.)  ¿Qué  le  parece  á  usted  esta  herida? 

BAR.  ¡Canario!  Es  mucha  sangre. 

Raf.  Es  que  Cesar  era  muy  robusto. 

Bar.  Parece  que  le  han  dado  una  puñalada  tra- 
pera. 

Bar.  (separándose.)  Una,  dos,  una,  dos,  una,  clos 

tres,  (nace  ejercicios  de  gimnasia.) 
Ino.  (Tarareando   al    piano   y   escribiendo    en    un    papel.) 

¡Maldito  papel,  no  puedo  escribir! 


4  TEATRO   CÓMICO. — GALERÍA    DRAMÁTICA 


KÁR.  ¿Pero  no  hace  usted  el  cluo  en  papel  de  mú- 

sica? 

Ino.  No,  señor;  he  rayado  el  pentagrama  en  el 

papel  en  qne  trae  la  chica  la  pimienta. 

Kaf.  (Pintando.)  Va  á  scr  mi  dúo  picante. 

Tno.  Después  de  todo,  es  como  hay  que  escribir 

hoy  para  que  guste  en  el  teatro.  Sigamos,  á 
ver.  Sol,  re,  fa,  mi,  la...  Abre,  por  Dios,  (can- 
tando.) 

Raf.  ¿Quiere  hacerme  el  favor  un  momento,  Don 

Inocente,  y  que  abra  luego? 

ÍNO.  ¿Le  estorba  á  usted? 

Raf.  Pues  claro,  no  ve  usted  que  si  grita,  el  ase- 

sino de  César  va  á  echar  á  correr. 

In(  ).  ¡  Ah,  1  )ueno!  ¿Y  el  asesino  de  César,  quién  es? 

Raf.  Bruto. 

Ino.  ¡Claro!  Brutos  son  todos  los  asesinos,  (pausa.) 

JBár.  Una,  dos...  ima,  dos...  una,  dos.  (nace  flexiones.) 

Tno.  -Diga  usted,  Don  Bárbaro,  tengo  una  duda. 

¿Cómo  se  las  arreglaría  usted  para  que  la 
tiple  que  está  en  el  balcón,  le  abra  la  puer- 
ta al  bajo  que  quiere  subir?  ¿Qué  haría  us- 
ted si  fuera  el  bajo? 

Bar.  Pues  si  yo  fuera  el  bajo,  renegaría  de  mi  es- 

tatura y  echaba  la  puerta  al  suelo  de  un  pu- 
ñetazo. 

Ino.  (¡Qué  atrocidad!  Este  todo  lo  arregla  á  pu- 

ñetazos.) Hombre,  eso  no  es  teatral,  no  hace 
efecto. 

BAR.  ¿Que  no  hace  efecto?  ¿Quiere  usted  verlo? 

(intenta  darle  un  puñetazo.) 

Iní).  (Y  será  capaz  de  pegarme.) 

Raf.  Señores,  que  viene  el  coco,  (se  coloca  cada  uno 

en  su  sitio.) 


ESCENA  V 

DICHOS  Y  DOÑA  CONCHA   foro  izquierda 

C'ON.  (Ahora  que  están  reunidos  es  la  mía;  prin- 

cipiemos por  el  que  más   debe.)  Don  Ino- 
cente... (se  acerca  á  él.) 


LAS    manías. — ARNICHIiS    Y    CANTÓ  45 

Ino.  Sol,  re,  la,  sol,  mi,  la,  mi,  re,  vete  de  ahí, 

vete  de  ahí,  vetee...  (cantando  y  sin  hacer  caso.) 

Con.  ¿Que  me  vaya?  Hágame  usted  el  favor  do 

atenderme. 
Ino.  Sol,  fa,  re,  sol,  mi,  do. 

Con.  a  ver,  ¿me  va  usted  á  pagar  los  seis  meses 

que  me  debe? 

Ino.  Sí...  sí...  sí...  (Tocando  el  piano.) 

Con.  ¡Gracias  á  Dios,  ya  era  hora! 

Ino.  Do...  do...  do... 

Con.  ¿Cómo  que  no?   Oiga  usted.  (Le  coge  de  un 

brazo.) 

Ino.  Señora,  déjeme  usted,  que  ya  está  abriendo 

la  tiple. 

Con.  ¿y  á  mí  qué  me  importa? 

Raf.  No  nos  moleste  usted,  señora. 

Con.  ¿y  usted,  so...  sin  vergüenza? 

Raf.  Quieta,  así,  por  Dios;  quieta,  así,  no  se  mue- 

va usted.  Se  está  quieta )  ¡Gracias  á  Dios! 

Con.  ¿Pero  qué  es? 

Raf.  Que  me  hacía  falta  un  modelo  para  la  osa 

menor. 

Con.  ¡Basta  de  insultos  y  farsas!  Como  á  la  noche 

no  tenga  el  dinero  de  todos,  á  la  calle.  No 
más  consideraciones.  Estoy  resuelta;  princi- 


pio quieren  las  cosas. 
Ji 


Ino.  Justo,    eso    mismo    digo   yo,   después  del 

cocido. 

Bar.  (corre   hacia    Doña  Concha  con  ademán   de  saltarla.) 

En  fin... 

Con.  ¿y  usted  qué  iba  á  hacer? 

Bar.  Iba  á  saltarla,  pero  no  quiero  (¿ue  diga  us- 

ted que  la  paso  por  alto.  (La  amenaza.) 

Ino.  ¿Para  cuándo  guarda  usted  esos  molinetes? 

Usted  nos  ha  engañado,  porque  nos  dijo 
que  estaríamos  aquí  como  en  familia. 

Raf.  ¡Eso! 

Bar.  ¡Eso! 

Ino.  ¡Eso! 

Con.  ¿y  qué?  ¿Quieren  ustedes  estar  más  en  fa- 

milia? 

Ino.  Sí,  señora;  sin  pagar,  que  es  la  vida  más  fa- 

miliar que  conozco.  Además,  usted  es  muy 


16  TEATRO    CÓMICO. — GALERÍA    DRAMÁTICA 

desconsiderada;  el  otro  día,  porque  tardé  un 
cuarto  de  hora  en  ir  á  comer,  me  puso  usted 
verde. 

i^ÁR.  Sí,  escarola,  me  acuerdo. 

Con.  y  usted  me  insultó  de  tal  manera,  que  me 

dio  un  accidente. 

Jno.  Pues  si  le  dio  á  usted  un  accidente,  la  que 

se  insultó  fué  usted  sola. 

BAR.  Claro,  como  que  le  dio  un  insulto. 

Con.  En  fin,  estoy  tan  harta  de  ustedes,  que  has- 

ta los  dedos  me  parecen  huéspedes. 

BAR.  Pues  á  mí,  hasta  los  dedos  me  parecen  pa- 

tronas. 

Raf.  Señores,  en  esta  casa  no  se  puede  trabajar. 

BAR.  Ni  vivir. 

InO.  Ni  comer.  (Vánse  cada  uno  por  su  lado.) 

Con.  Ni  pagar.  Oigan  ustedes...  No,  pues  como 

hoy  no  me  paguen,  los  enveneno,  (vase.) 


ESCENA  VI 

PEPA 

(Con  la  carta  en  la  mano.)  Aquí  cstá  la  Contesta- 
ción. Pus  lo  que  es  yo  la  leo...  y  no  es  por 
curiosidad...  sino  que  como  una  tiene  mira- 
mientos... ¡claro!  si  dice  algo...  no  está  bien 
que  por  el  conducto  de  una...  le  pase  na  á 
otra.  (Lee.)  «Manos...  litomi...  o  tampoco  yo 
»puedo  resistirde  estar  sepa... rada  deti  pues- 
»to  que  ma...  ma  es...  pera  al  por...  fesor  de 
»canto  ami...  go  de  don  I...  no...  cente  cuyo 
»farso  papel  has  de  hacer...  goy  hablarle 
»para  que  se  ponja  de  escuerdo  contijo  y  os 
»per...  sentéis  ahora  mismo...  Por...  cura 
»que  note...  regó...  nozga  mamá...  y  Dios 
)>nos  por...  teja  quiere  mucho  amar...  garita.» 
¡Vaya  una  ortrogafía  que  tié  la  señorita!  En 
fin  se  la  daré...  y  Dios  nos  por...  teja,  (vase.) 


LAS   MANÍAS. — AlíXICHES   Y   CANTÓ  17 

ESCENA  Vil 

MARGARITA  y  luego  DON   INOCENTE 

Mar,  Pongámonos  de  acuerdo  ahora  con  este,  (se 

aproxima  á  la  primera  puerta  clereeba.)  ¡Doil  Ino- 
cente, don  Inocente!  (Llama)  ¡No  me  oye; 
don  Inocente,  ¡Dor  Dios,  salga  usted! 

Ino.      .       ¡Hija,  si  me  estoy  afeitando!... 

Mar.  Déjese  usted  ahora  la  l^arba. 

Ino.  (Sale   con  la  cara  llena   de  jabón  y  medio  afeitado.) 

¿Que  me  deje  la  baiOoa?  Ya  no  me  queda 
más  que  media,  mire  usted,  (^se  limpia  ei  jabón 

de  la  media  cara  afeitada.) 

Mar.  Es  que  el  caso  es  urgente.  He  recibido  esta 

carta  de  Manolito. 
Ino.  ¿y  qué  dice  INIanolito? 

Mar.  Oiga  usted:  (Lee.)  «Margarita  perfumada, 

»flor...» 
Ino.  Bueno.  Mientras  lee  usted  el  exordio,  voy 

por  los  chismes  para  seguir  afeitándome. 

(Entra  y  sale  con  los  abismes  de  afeitar.)  Estába- 
mos en  flor... 

Mar.  (Leyendo.)  «Flor  dc  mi  vida,  resuélvete;  úni- 

»camente  la  farsa  que  proyectamos  ha  de 
»acercarme  á  tu  madre,  y  ella,  convencida 
»de  que  sólo  ¡ay!...» 

Ino.  ¡Ay! 

]Mar.  ¿Qué  es? 

Ino.  Siga  usted,  que  me  he  cortado. 

Mar.  «Perdonará  cuando  lo  descubra,  un  engaño 

»que  no  puede  durar  mucho  tiempo.  Ponte 
»de  acuerdo  con  nuestro  protector  don  Ino- 
»cente.» 

Ino.  Hay... 

Mar.  ¿Se  ha  cortado  usted  otra  vez? 

Ino.  No,  digo  que  hay  un  inconveniente,  y  es 

que  no  puedo  hacer  nada  por  ustedes,  aun- 
que se  lo  prometí  ayer. 

Mar.  ¡Pero  si  mamá!... 

Ino.  Yo  no  me  meto  hoy  con  ella,  tiene  un  hu- 

mor de  primeros  de  mes,  es  decir,  de  todos 

2 


18  TEATRO   CÓMICO. — GALERÍA   DRAMÁTICA 

los  diablos.  Además,  para  realizar  con  fortu- 
na esto,  era  preciso  que  Manolito  tuviera 
mucho  tacto. 

Mar.  Pues  si  es  por  eso,  hágalo  usted,  porque  tie- 

ne mucho  tacto,  muchísimo,  don  Inocente. 

Ino.  ¿Usted  responde  de  ello? 

Mar.  ¡Ya  lo  creo,  sí,  señor! 

Ino.  Entonces... 

Mar.  ¿Qué? 

Ino.  Que  tampoco  voy,  ea. 

Mar.  Usted  no  me  aprecia. 

Ino.  Sí,  señora;  pero  es  que  mi  estómago  es  muy 

apreciable,  y  si  nos  descubren,  su  mamá  de 
usted  me  limpia  el  comedero. 

Mar.  No  lo  crea  usted;  mamá  no  es  capaz  de  lim- 

piar nada. 

Ino.  Lo  sé,  pero  puede  que  hiciera  una  excep- 

ción. 

Mar.  ¡Ay!... 

Ino.  ¿Se  ha  cortado  usted  también? 

Mar.  ¡Ay,  ijov  Dios,  don  Inocente!  ¡Usted  que  es 

tan  bueno,  yo  le  prometo  á  usted  que... 

Ino.  ¿Qné? 

Mar  Que  si  todo  nos  sale  bien,  no  pagará  usted 

el  hospedaje  ni  un  solo  mes. 

Ino.  Eso  ya  pensaba  hacerlo  yo  sin  exponerme... 

pero,  en  fin,  ¿me  lo  promete? 

Mar.  ¡Sí,  sí;  ya  lo  creo! 

Ino.  En  ese  caso,  accedo. 

Mar.  Pues  ahora  baja  usted,  se  une  á  ManoHto, 

que  le  espera  en  la  esquina,  y  suben  uste- 
des juntos;  lo  demás  á  su  discreción. 

Ino.  Corriente.  Ayer  quedamos  en  que  sería  ita- 

liano. 

Mar.  Cierto. 

Ino.  ¿y  qué  hacemos  si  su  mamá  de  usted  lo 

traduce  del  italiano? 

Mar.  No  hay  cuidado. 

Ino.  Pues  voy  á  ponerme  decente  y  en  seguida 

bajo. 


LAS   MANÍAS. — ARNICHES    Y   CANTÓ  19 


ESCENA  VIII 

DICHOS  y  DOÑA  CONCHA,  foro  derecha. 

Mar.  Mamá. 

€oN.  Déjame  ahora.  ¿Y  don  Inocente? 

Mar.  Disponiéndose  á  ir  en  busca  de  mi  profesor 

de  canto. 

■Con.  Di,  hija  mía,  que  sólo  tu  porvenir  me  de- 

tiene, si.no...  venía  dispuesta  á...  (Transición.) 

¡Conque  dices  va  á  llegar  el  célebre  músico 
que  ha  de  enseñarte! 

"Man.  Sí. 

'Con,  ¿Sí?  ¡Ah!  Pues  entonces  voy  á  aTreglarme  un 

poco  para  recibir  con  decencia  á  ese  caba- 
llero. (¡Si  no  fuera  por  lo  que  me  tira  la  mú- 
sica!...) (Vase.) 

ESCENA  IX 

MARGARITA  y  luego  MANOLITO,  foro  derecha. 

Mar.  Por  fin   van  á  realizarse  nuestros  deseos; 

mamá  confía  en  mí  y  yo  en  Manolito,  y 
Manolito  en  don  Inocente.  ¡Si  yo  pudiera 
hablarle!...  ¡Qué  felicidad! 

Música 

Mar.  «Todo  lo  puede  el  amor» 

ha  dicho  yo  no  sé  quién. 
Ven,  Manolo,  sin  temor, 

ven  por  favor, 

ven  pronto,  ven. 
Si  me  amas  con  frenesí 
ven  pronto  á  calmar  mi  afán, 
porque  desde  que  te  vi 

siento  que  en  mí 

arde  un  volcán. 
Y  aunque  mi  mamá  se  opone 
é,  nuestros  amores  hoy, 
bí  él  el  rapto  me  propone 

¡Dios  me  perdone! 

pero  me  voy. 


20  TEATRO  CÓMICO. — GALERÍA  DRAMÁTICA 

Si  no  triunfamos, 

si  no  podemos 

dichosos  ser, 

nos  escapamos, 

que  ya  sabremos 

después  qué  hacer. 
A  fugarme  con  él  me  decido 

y  á  todo  me  avengo, 

ven,  Manolo,  ven. 
De  pescar  para  siempre  un  marido 

¡ay,  qué  ganas  tengo! 
¡No  lo  saben  ustedes  muy  bien! 
¡Cielos!  ¿Qué  veo?...  ¡No  es  ilusión!. 

(ai  ver  entrar  á  Mauolito.) 

Man.  ¡Mi  Margarita! 

Mar.  ¡Tú  por  aquí! 

¿qué  te  propones? 
Man.  Mirarme  en  tí. 

Mar.  ¡Sal  de  aquí  pronto! 

Man.  No  puede  ser. 

Mar.  ¡Ay,  si  mi  madre 

nos  llega  á  ver! 
Man.  Te  cansa  mi  cariño, 

tú  no  me  quieres, 

déjame  ya. 
Mar.  Te  quiero  más  que  nunca. 

Man.  Pues  no  le  temas 

á  tu  mamá. 

Mar.  ¡Ah!...  (suspirando.) 

Man.  ¡Ah!...  (Bostezando.) 

Mar.  Esos  dulces  suspiros  que  exhalas 

me  están  demostrando 

tu  fidelidad. 
Man.  Pues  te  engañas,  porque  no  suspiro, 

esto  es  que  bostezo 

de  debilidad. 
Mar.  Demostrando  mi  firme  constancia 

te  quiero  dar  pruebas 

de  mi  ardiente  amor. 
Man.  Reñexiona  que  estoy  en  ajrunas,, 

dame  un  chocolate 

que  será  mejor. 
Mar.  Contigo  pan  y  cebolla 


LAS   MANÍAS. — AKNICHES    Y   CANTÓ  21 


SI  es  necesario 
yo  comeré. 
Man,  Contigo  pan  y  chuletas 

por  satisfecho 
yo  me  claré. 
Mar.  ¡Qué  fehcidad! 

Man.  ¡Qué  dehilidacl! 

Mar.  Si  á  casarse  al  fin  se  aviene  (Aparte.) 

¡qué  más  puedo  apetecer! 

Con  marido  que  me  mime 

¡qué  dichosa  voy  á  ser! 
Man.  Si  su  madi-e  nos  mantiene  (Aparte.) 

jqué  más  puedo  apetecer! 

me  daré  por  muy  dichoso 

con  hacerla  mi  mujer. 
Mar.  ]Qué  placer  es  amar! 

Man.  ¡Qué  placer  almorzar! 

Mar.  ¡Qué  delicia  es  querer! 

Man.  ¡Qué  delicia  es  comer! 

Mar.  y  de  día  y  de  noche  soñar  con  tu  amor. 

Man.  Por  las  noches  se  cena  y  el  sueño  es  mejor 

Los  DOS       ¡Ay,  mi  l)ien;  ay,  mi  bien! 

¡Ay,  mi  amor;  ny,  mi  amor!  . 

en  el  mundo  no  existe 

otra  dicha  mayor. 


Hablado 

Mar.  ¿Pero  cómo  te  has  atrevido? 

Man.  Ansiaba  verte,  hal)larte,  adorarte,  y  como 

la  criada  nos  proteje...  ¿Y  don  Inocente?  ^ 

Mar,  En  este  momento  ilja  á  salir  por  tí,  según 

convino. 

Man,  ¡Con  vino!  siempre  está  bebido  ese  hombre; 

bueno,  pues  que  no  salga. 

Mar.  ¿Cómo? 

Man.  Claro,  porque  ya  estoy  aquí  y  no  pienso 

irme.  En  el  bolsillo  traigo  unas  ]:)arbas  pos- 
tizas y  una  peluca,  que  me  desfigurarán  lo 
conveniente,  (se  las  pone.)  ¿Qué  te  i>arece? 

Mar.  ¡Magnífico! 

Man.  ¡Oh,  paredes!  Os  encuentro  como  os  dejé;  un 

año  viví  entre  vosotras  sin  pagar,  ¡qué  íeli- 


22  TEATRO   CÓMICO. — GALERÍA   DRAMÁTICA 

ciclad!  ó  mejor  dicho  ¡qué  timo!  ¿Te  acuer- 
das de  aquellas  chuletas  que  me  asabas  á  la 
parrilla? 

Mar.  ¡y  aquellos  pichones!... 

Man.  ¡Pichona!  No  me  recuerdes  esas  cosas  tan 

tiernas.  ¿Y  aquel  jamón?  ¿Te  acuerdas  de- 
aquel jamón  que  curábamos  al  humo? 

Mar  ¡Ya  lo  creo!  Humo  las  glorias  de  la  vida  sonv 

Man.  ¡Qué  manera  de  curarle!  ¡En  dos  días  le  pu- 

simos bueno! 

Mar.  y  ahora... 

Man.  Ahora,  me  he  quedado...  sin  enfermos. 

Con.  (Dentro.)  ¡Niña! 

Mar.  ¡Mi  madre! 

Man.  ¡Demonio!  ¿Por  dónde  me  voy? 

Mar.  Por  aquí,  huye,  huye  pronto. 

ESCENA  X 

DON  INOCENTE,  que  sale   con    una   palangana,   es    tropezado   poi^ 
MANOLITO  que  va  á  huir  por  la  misma  puerta.  Manolito  del   tro- 
piezo queda  mojado.— MARGARITA  y  luego  PEPA 

Man.  ¡Qué  barbaridad!  ¡Está  usted  ciego! 

Ino.  ¿Pero  cómo  es  que  está  usted  aquí?  Yo  ne- 

cesito una  explicación.  ¿Pero  por  dónde  ha 
subido  usted? 

Man.  Por  la  escalera. 

Mar.  ¡Claro! 

Ino.  Esto  es  una  imprudencia  temeraria. 

Man.  No,  señor;  esto  es  un  cuarto  cuarto  con  en- 

tresuelo. 

Ino.  Pero... 

Mar.  Todo  está  arreglado. 

Ino.  ¿Esas  barbas?... 

Man.  Para  disfrazarme.    ' 

Ino.  Bueno,  }''  quedamos  en  que  es  usted... 

Mar.  Italiano. 

Ino.  ¿Pero  conoce  usted  el  idioma? 

Man.  No,  señor. 

Ino.  Entonces  debía  usted  haber  traído  también 

barbas  para  el  idioma.  ¿Quedamos  en  que- 
usted  se  llamará?... 


LAS    MANÍAS. — ARNICHES    Y    CANTÓ  "1'^ 


Mar.  Cualquier  cosa. 

Ino.  Bueno,  Batutini. 

Man.  ¡Bravo! 

Pepa  (Entrando  por  el  foro.)  ¡La  SCñora  llega!  (Don  Ino- 

cente, azarado,  se  va  á  poner  la  peluca,  luego  se  la 
quiero  poner  a  Margarita.)  (Vase  Pepa.) 

Ino.  ¡Carape,  de  prisa! 

Man.  ¡Estoy  temblando,  canastos! 

Ino.  ¡Miedo!...  digo  ¡valor! 

Mar.  ¡Pronto,  pronto!  (Llaman.) 

Man.  Ya  no  hay  miedo.    (Margarita    sale  a  abrir  y  en- 

tra en  seguida  con  doña  Concha.— La  actitud  de  don 
Inocente  y  Manolito  será  muy  cómica,  y  queda  reco- 
mendada al  talento  de  los  actores.) 


ESCENA  XI 

DON  INOCENTE,  MANOLITO,  MARGARITA  y  DOÑA  CONCHA 
por  el  foro  derecha 

Mar.  Mamá,  estos  señores  acaban  de  llegar  y  ya 

iba  yo  á  avisarte. 

Ino.  Tengo   el  honor   de  presentar  á  usted  al 

maestro  Batutini,  director  de  todos  los  tea- 
tros más  famosos  de  Italia,  músico  eminen- 
te, maestro  ilustre...  (¡Ya  hay  bastante!) 

Con.  Muy  señor  mío. 

Ino.  La  señora  patroni,  la  señorita  Margarita. 

Man.  Io   tengo  un  inmenso   piachere  en   cono- 

cherlas;  mon  ami  Inocentini  ma  dito  que 
vous  siete... 

Ino.  Ocho. 

Man.  Siete,  siete...  grand  dilettanti  ó  molto  afi- 

chionada  al  bel  canto.  ¡Oh!  siete... 

Ino.  Ocho,  ocho. 

Man.  ¿Ocho  qué? 

Ino.  Ocho  barbaridades  van  ya  lo  menos. 

Man.  ¡Oh!  siete  vous  siempre  afichionada  al  l^el 

canto,  signora,  al  bel  canto. 

Con.  ¿Qné  dice,  que  soy  un  encanto?  (¡Qué  fino 

es  este  homl)re!)  Muchas  gracias. 

Man.  (Á  Margarita.)  Yo  sé  quc  VOUS  cántate  com(» 


í24  TEATRO   CÓMICO. — GALERÍA  DRAMÁTICA 

un  angelo  é  que  vons  ayec  voy  hállete  una 

voclie  divina. 
Ino.  ¡Oh,  es  una  notabilidad!  (Pero  este  tío  está 

hablando  en  seis  idiomas,  lo  menos.) 
Man.  ¡Oh,  divina  voche! 

Mar.  Es  favore  que  me  fache  ese  siñori  de  don 

Inocente. 
Con.  La  niña  también  parla  el  italiano  ¿sabe  us- 

ted? lo  estudia  en  el  observatorio  de  música 

y  exclamación. 
Ino.  Como  las  estrellas.   ¡Sem  un  italiano  con 

rabo! 
Man.  ¡Ah,  signorina!  ¿Paiiati  vous  la  mia  lengua? 

Mar.  ¡Un  po,  un  po! 

Con.  No  te  quedes  á  la  mitad,  hija,  di  un  poco, 

un  poco. 
Man.  ¡Oh,  bravo!  ¡Donizetti,  madame;  Bellini,  sig- 

nora;  Mazzantini,  signora!  ¡Oh,  la  música! 
Ino.  No  barbarizate,  mió  caro;  hombre,  por  Dios, 

que  parece  usted  la  torre  de  Babel.  ¡Esto  es 

la  confusión  de  las  lenguas! 
Con.  Pues  yo  quisiera  que  usted  oyera  la  voz  de 

la  chica  ¿sabe  usted?  y  que  se  tome  todo  el 

interés  posible  para  que  aprenda... 
Man.  ¡Oh!  Molto  interesse...  moltisimo,  y  li  ense- 

ñaré tuto,  tuto... 
Ino.  Ya  nos  lo  figuramos. 

Con.  Muchas  gracias.  ¡Ay,  caballeri,  io  en  mi  ju- 

ventuti  cantaba  como  un  jilgueri,  como  que 

llegué  á  dar  el  si  natural;  ahora  con  los 

años... 
Ino.  Claro,  ahora,  con  los  años,  el  sí  ya  no  sería 

natural. 
Con.  Aj^enas  llego  al  sol. 

Ino.  ¿y  le  parece  á  usted  poco? 

Man.  Maravillosi,  benísimi,  bravísimi,  madame. 

Con.  Una  volti,  sendo  io  jó  vene,  hicimos  el  Dino- 

rali  en  un  teatri  de  aficionados,  y  ¿á  que  no 

sabe  usted  de  qué  hice  3^0? 
Man.  ¡Oh,  no,  signora! 

In(,).  Haría  usted  de  la  cabrita. 

Con.  (Hombre,  por  Dios!  ¡Qué  barbaridad!  Hice 

Dinorah,  y  precisamente  cantando  el  vals 


LAS   MANÍAS. — ARNICHES   Y   CANTÓ  25 

de  la  sombra  se  enamoró  de  mí  el  que  lucg(  > 

fué  mi  marido. 
Ino.  ¡Qué  mala  soml)ra  tuvo  el  poln-e ! 

Mar.  Cuando  á  usted  le  parezca,  cantaré  para  qiu' 

me  oiga. 
Man.  (á  Margarita.)  Oui.  Fátcmi  il  piacheri  de  uii;i 

escala. 
Con.  ¿Quiere  usted  una  escalera  para  probarle 

la  voz? 
Ino.  Sí,  señora;  eso  sena  á  ver  si  sube  mucho. 

Con.  (Llamando.)  Pepa,  trae  la  escalera  de  mam». 

Mar.  No,  mamá.  Do,  re,  mí,  fa,  sol,  la,  sí,  do:  do, 

sí,  la,  sol,  fa,  mí,  re,  do. 
Man.  ¡Bravo,  bravísimo! 

Con.  ¿De  qué  tiene  voz? 

Ino.  Pues,  de  mujer;  ¿de  qué  va  á  tenerla? 

Man.  De  soprano  sffogatto. 

Con.  Me  parece  que  ha  dicho  algo  de  gato. 

Man.  Signora,  la  vostra  figlia  es  una  adorable  can- 

tatdche,  una  bella  fanchula. 
Con.  ¿Ha  oído  usted  lo  que  la  dicho?  Chula.  ¿Y 

qué  le  parece,  llegará  la  chica  á  dar  el  sí? 
Ino.  Yo  creo  que  sí,  yo  creo  que  sí. 

Man.  Con  il  vostro  permiso. 

Ino.  Canten  ustedes  el  cuarteto  de  mi  zarzue- 

la, ¿eh? 
Man.  Pero  si  no  le  conozco. 

Ino.  No  importa;  yo  le  apuntaré  á  usted. 

Mar.  Pues,  vamos  allá. 

Ino.  (Dándole  un  papel  á  Mauoiito.)  Manc.s  á  la  obra. 

Les  advierto  á  ustedes  que  es  música  e.'^tilo 

Wagner. 
Con.  a  ver,  á  ver. 

Man.  Bravo,  andiamo.  Allons. 

Ino.  Sí;   ¡pata! 

Slúsica 

Ino.  Yo  dirigiré.  Primero.  Introducción.  Es  de 

noche,  y,  sin  embargo,  la  naturaleza  no  dor- 
mía. Se  oye  la  voz  de  los  animales ,  y  ahora 
entra  usted,  doña  Concha,  haciendo  la  rana... 
cloc...  cloc...  En  la  primera  caja  canta  una  za- 


26  TEATRO   CÓMICO.  —  GALERÍA   DRAMÁTICA 

gala,  que  lleva  un  borrego;  eso  lo  hace  el 
segundo  apunte.  Yo  so}^  el  cuco,  Margarita 
el  ruiseñor,  usted...  usted  es  el  ganso.  (Á  Ma- 
noiito.)  Principia  una  bandada  de  perdices 

que  levanta  el  vuelo...   (Ruido  en  la  orquesta.) 

¿Oyen  ustedes?  (Á  doña  concha.)  Ahora,  cloc... 
cloc...  yo,  cú,  cú;  la  tiple  canta. 
Mar.  Plácida  la  noche 

convida  al  descanso. 

¡Cómo  canta  el  cuco, 

la  rana  y  el  ganso! 

Mi  calma  eres  tú, 

¡oh,  noche  de  amor! 
Ino.  Sale  la  tiple 

de  unos  zarzales, 

y  cesan  en  su  canto 

los  animales. 

Callemos  ahora; 

y  sale  el  tenor, 

que  le  declara  ardiente 

su  inmenso  amor. 
Wagner  puro.  (Ruido  en  la  orquesta.) 

Verán  ustedes.  Prevenida.  (Á  3iargarita.) 
Man.  Por  tí,  bien  mío, 

la  lira  pulso; 

sensibles  fibras 

sus  cuerdas  son. 

Así  las  notas 

dulces  que  vierte 

hieren  directas 

al  corazón. 
Mar.  ¿Qué  de  mí  fuera 

sin  tu  cariño? 

¿Qué  de  la  vida 

sin  fe  ni  amor? 

Campo  sin  flores, 

árbol  sin  hojas, 

noche  sin  luna, 

día  sin  sol. 
Con.  Cloc,  cloc, 

cantaba  la  rana; 
cloc,  cloc, 

debajo  del  agua. 


LAS    MANÍAS. — ARNICHES    Y   CANTÓ  27 

ÍNO.  Y  el  cuco,  que  no  dormía, 

cú,  cú, 
cú,  cú, 
repetía. 


MARGARITA 

¿Qué  de  mí  fuera 
sin  tu  cariño? 
¿Qué  de"  la  vida 
sin  fe  ni  amor? 
Campo  sin  flores, 
árbol  sin  hojas, 
noche  sin  luna, 
día  sin  sol. 


MANOLITO 

¿Quién  de  tu  talle 
no  se  enamora? 
Luz  de  tus  ojos 
recibe  el  sol. 
Tú  eres,  bien  mío, 
cielo  sin  nubes, 
flor  sin  espinas, 
sueño  de  amor. 


HaMado 

Con.  (Aplaudiendo.)  Muy  bien,  divino^  estoy  entu- 

siasmada. Usted  se  queda  con  nosotros,  ca- 
ballero. 

ÍNO.  (Ya  lo  creo,  hace  rato  que  se  está  quedando 

con  nosotros.) 

Con.  ¡Ay,  pero  qué  música  tan  divina  hace  usted! 

(Á  Don  Inocente.) 

Ino.  Ya  lo  creo,  ¿pues  usted  qué  creía?  Y  eso  que 

no  éramos  bastantes  animales  usted  y  yo 

solos.  (Margarita  y  Manolo  hablan  bajo.) 

Con.  (a  Manolo.)  Conque  ¿qué  le  parece  á  usted  mi 

hija? 

Man.  ¡Oh!  Una  voche  hela,  una  hela. 

Ino.  Qué  vela;  ¿para  qué  quiere  usted  una  vela 

siendo  de  día? 

Con.  ¿Será  una  Tamberh,  con  el  tiempo? 

Ino.  No,  señora;  por  mucho  que  estudie...  no  po- 

drá nunca  ser  eso. 

Con.  Usted  se  quedará  en  esta  casa  desde  hoy  en 

adelante. 

Man.  Cuesto  é  il  mió  deseo. 

Mar.  Sí,  mamá,  sí,  y  cuidará  de  mi  voz. 

Con.  Pues  una  idea.  \' oy  á  avisar  á  nuestras  ve- 

cinas, las  chicas  de  Salpullido,  y  le.<  daremos 
un  concierto. 


28  TEATRO   CÓMICO. — GALERÍA    DRAMÁTICA 

Ino.  a  las  de  Salpullido  lo  que  habrá  que  darles 

es  una  untura  de  manteca  lavada. 

Con.  ¡Ay,  qué  bien  está  usted  de  cuco,  Don  Ino- 

cente! Vaya  usted  ¡Dor  su  equipaje. 

Man.  (¡El  equipaje!...  ¡Nos  hemos  caido!...) 

Con.  ¿Vive  usted  muy  lejos? 

Ino.  No,  ahí,  en  el  Gran  hotel...  (de  la...  esquina.) 

Mar.  Pero,  no  hay  necesidad  de  equipaje. 

Ino.  Que  se  quede  con  lo  puesto. 

Con.  ¡Ca!  ¡Por  Dios,  de  ninguna  manera! 

Ino.  (¡La  hemos  hecho!)  Vamos  en  seguida. 

Man.  (¡Qué   compromiso!...)  (Hacen  que  se  van  y  que- 

dan escondidos  tras  la  puerta.) 

Ino.  Vamos. 

Con.  Pues  espera,  hija,  bajo  al  momento,  (saie  foro 

derecha.) 

Mar.  ¡Dios  mío!  ¡Qué  desgracia! 

ESCENA  X9I 

MARGARITA,  DON  INOCENTE  y  MANOLITO  que  salen  presurosos. 

MANOLITO    sale    con    las    patillas  en  la  mano  y  las  deja  sobre  el 

piano 

Ino.  Ya  estamos  aquí;  nos  hemos  escondido  de- 

trás de  la  puerta. 

Mar.  ¿Qué  hacemos?  Tú  no  tienes  equipaje. 

Man.  ¡Qué  apuro! 

Ino.  y  todo  por  una  maleta.  ¡Tantos  maletas  que 

hay  por  ahí! 

Man.  Haga  usted  de  cafre,  digo  de  cofre;  no  sé  lo 

que  me  digo. 

Ino.  Tengo  un  medio  para  el  triunfo. 

Mar.  ¿y  cuál  es?  (Á  Don  inocente.) 

Ino.  Puesto  que  va  á  ser  por  un  instante,  yo  sa- 

caré la  maleta  del  pintor  y  la  sombrerera  de 
Don  Bárbaro. 

Mar.  ¡Feliz  idea,  bien  pensado! 

Man.  Corramos.  Es  usted  un  sabio. 

Ino.  Venga  usted  conmigo. 

Mar.  Yo  voy  á  ver  si  baja  mamá,  (vanse  Margarita 

foro  izquierda  y  Don  Inocente  y  Manolito  foro  de- 
recha.) 


LAS    MANÍAS. — ARiMCHES    Y   CANTÓ  ^1\) 


ESCENA  XIII 

RAFAEL  y  DON  BÁRBARO  salen  de  sus  respectivos  gabinetes 

Raf.  ¡Pero  qué  carreras!  ¡Cuántas  voces! 

Bar.  ¿Q^^é  diablos  pasa  ho}^  en  esta  casa? 

Raf.  Se  conoce  que  piensan  hacérnoslas  pagar 

todas  juntas... 
Bar.  Pero,  como  nosotros  no  pensamos  pagarlas 

ni  juntas  ni  separadas...  ¡Calle!  ¿Qué  es  esto? 

(Repara  en  las  patillas  y  la  peluca,  que  Manolito  habrá 
dejado  encima  del  piano.)  ¿Qué  hay  aquí?  UnaS 

barbas  y  una  peluca;  pero...  ¿de  quién  serán 

estos  pelos?  (Se  las  pone.) 

Raf.  (Con  arrebato.)  Divino,  divino ;  hágame  usted 

de  modelo  un  minuto.  Está  usted  arrebata- 
dor para  hacer  de  Bruto,  dándole  un  palo  á 
Cesar.  ¡Qué  atleta!  Pero,  haga  usted  el  favor 
de  ponerse  las  patillas  bien,  porque  así  pa- 
rece que  vá  usted  á  embestir,  (ai  ver  fiue  se 

las  pone  en  la  cabeza.) 
BAR.  ¿Y  ahora?  (Se  las  pone  bien.) 

Raf.  Eso  es;  póngase  usted  esta  cubierta  encar- 

nada. 
BAR.  ¿Y  qué  hago? 

Raf.  Adopte  usted  la  aptitud  de  dar  un  garrotazo 

á  alguien.  (Le  da  un  bastón.) 

BAR.  ¿Estoy  bien  así? 

Raf.  No,  señor;  así,  ¿vé  usted?  (Finge  el  movimiento.) 

BAR.  Entendido. 

Raf.  Veamos. 

BAR.  A  una.  (ai  ponerse  en  actitud  da  media  vuelta  para 

que  la  postura  sea  natural,  y  con  el  palo  le  da  un 
trastazo  al  caballete  y  lo  tira  atravesando  el  cuadro; 
en  este  mismo  instante  entran  don  Inocente  y  Manolito 
con  la  maleta  y  sombrerera;  aparecen  doña  Concha, 
la  Pepa  y  Margarita  por  el  foro;  todo  esto  muy  rápido. 
-  Don  Inocente  y  Manolito  dejan  caer  la  maleta  y  som- 
brerera, al  ver  la  actitud  de  don  Bárbaro  que  parcco 
amenazarles,  quedando  como  asustados  y  todo  lo  más 
cómico  posible.  Estupefacción  ) 


30  TEATRO   CÓMICO. — GALERÍA  DRAMÁTICA 


ESCENA  XIV 

DICHOS,    DON   INOCENTE,    MANOLITO,    DOÑA  CONCHA, 
MARGARITA  y  luego  PEPA 

(Don  Bárbaro   queda  inmóvil,  fingiendo  dar  el  palo  á 
don  Inocente,  que  queda  encogido  esperando  el  golpe.) 

Raf.  (Furioso.)  ¡Animal! 

Ino.  ¡Cielos! 

Man.  ¡María  santísima! 

Con.  ¿Qué  es  esto?  ¡Qué  veo!  (viendo  á  Manoiito.) 

¿Cómo;  era  usted?  ¡Bribón! 

Ino.  «Creo  en  Dios  padre  todo  poderoso...»  (Apar- 

te, rezando.) 

Mar.  Mamá. 

Con.  Silencio.  Expliqúese  usted. 

Raf.  Estos  señores  han  salido  corriendo  de  ahí, 

de  ese  cuarto. 

Con.  ¡Canalla!  ¡Usted  en  mi  casa! 

Man.  (Hablémosle  al  alma.)  Señora...  el  amor...  el 

hambre... 

Ino.  «La  comunión  de  los  santos  (Rezando.)  y  el 

perdón  de  los  pecados. » 

Mar.  Yo  te  ruego... 

Man.  Me  disfracé  y...   ¡yo  adoro  á  Margarita!   (se 

arrodilla.) 

jMar  .  i  Y  yo  adoro  á  Manoiito!  (se  arrodilla.) 

Ino.  ¡Y  yo  adoro  á  usted!  (se  arrodilla.) 

Con.  ¡Y  se  atreve  usted,  debiéndome  un  año! 

Ino.  Perdónanos  nuestras  deudas. 

Ci'^N.  A  ver.  ¡Pepa!  (Llamando   desde   el  foro.)  llama  á 

una  pareja  de  seguridad. 
Ino.  Pues  ya  no  estamos  seguros,  (pepa  cruza  por  ei 

foro.) 

Mar.  ¡Mamá,  por  Dios! 

Kaf.  Bien  hecho;  así,  así. 

Con.  y  ahora  le  detengo  á  usted  el  equipaje. 

Raf.  Perfectamente,  bravo;  yo  me  incautaré  de  él. 

¡Pero,  demonio,  si  la  maleta  es  mía!  ¡Esto  es 

un  abuso  de  confianza! 
Ino.  No,  perdone  usted,  un  abuso  de  maleta, 

nada  más. 


LAS  MANÍAS. — ARNICHES    Y   CANTÓ  31 

Con.  Detenida.  Y  la  sombrerera,  venga  la  som- 

brerera. 

Bar.  ¡Si  la  sombrerera  es  mía!  ¡Diablo!  ¿Quién  se 

ha  atrevido?  ¡Lo  reviento! 

Ino.  ¡Hombre,  por  Dios,  que  ha  sido  una  equi- 

vocación! El  señor,  en  vez  de  coger  el  som- 
brero ha  cogido  sombrerera  y  todo. 

Con.  Usted,  don  Inocente,  y  ustedes  todos,  ¡á  la 

calle! 

Ino.  ¡Señora,  por  Dios!...  Espere  usted  un  día 

más  hasta  que  encontremos  otra  casa  (don- 
de hacer  lo  mismo.) 

BAR.  Empeñaremos  nuestra  ropa. 

Kaf.  La  pagaremos  á  usted  algo. 

Con.  Basta  de  concesiones.  Usted,  con  su  solfa, 

me  tiene  loca;  usted,  con  sus  cabriolas  me 
destroza  los  muebles,  y  usted,  con  sus  pin- 
turerías... 

Ino.  Señora,  es  que  en  este  mundo  cada  uno  tie- 

ne su  manía,  y  usted  debía  hacerse  cargo... 

Con.  De  que  ustedes  tres  tienen  la  misma  manía: 

no  pagar,  (ai  salir  Pepa,  le  hace  señas  Margarita 
para  que  diga  no  encuentra  la  pareja.) 

Pepa  Señora,  no  hay  ni  una  pareja  en  todo  el 

barrio. 
Ino.  Eso  ya  lo  sabíamos. 

Con.  No  importa;  ahora  mismo  voy  á  dar  cuenta 

al  gobernador.  (Mutis.) 
BAR.  .  Dele  usted  la  mía. 

Ino.  y  mientras  nos  escapamos  todos. 

Todos         Eso,  eso. 
Ino.  Sí,  pero  yo  he  tenido  la  culpa  de  todo  esto, 

y  antes  quiero  pedir  perdón. 
Mar.  Nada  más  justo. 

In(j.  En  secreto,  la  patrona  (ai  público.) 

nos  ha  dicho  hace  unos  días, 

que  nuestras  deudas  perdona 

si  el  público  lo  sanciona 

y  aplaude  nuestras  Manías. 


FIN  DEL  JUGUETE 


PROPIEDAD  EN  MADRID 


Entre  dos  mundos. 

La  grandeza  de  Alarcón. 

Marchar  contra  la  corriente. 

¿Quie'n  es  el  padre? 

Un  noble  de  nuevo  cuño. 


PUNTOS    DE    VENTA 


Librerías  de  los  Sres.  Hijos  de  Cuesta,  calle  de  Carretas,  9;  de 
I).  Fernando  Fe,  Carrera  de  San  Jerónimo,  2;  de  D.  Antonio  San 
Martin,  Puerta  del  Sol,  6;  de  D,  M.Murz7/o,  calle  de  Alcalá,  7;- 
de  D.  Mariuel  Rosado,  calle  de  Esparteros,  11:  de  Gutenberg, 
calle  del  Príncipe,  14;  de  los  Sres.  Simón  y  C/,  calle  de  las  In- 
fantas, 18;  de  D.  Hermenegildo  Valeriano,  calle  del  Horno  de  la 
Mata,  3,  y  de  los  Sres.  Escribano  y  Echevarría,  plaza  del  Án- 
gel, 12. 


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