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Full text of "Las misiones católicas en Colombia; labor de los misioneros en el Caquetá y Putumayo, Magdalena y Arauca; informes, año 1918-1919"

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REPÚBLICA    DE    COLOABIA 


LAS  MISIONES  CÍÍOLICAS  EN  COLOMBIA 


LABOR  DE  LOS  MISIONEROS  EN  EL  CAQUETA,  PÜTÜMAYO, 
LA  GOAJIRA,  MAGDALENA  Y  ARAUCA 


INFORMES  — ANO  I9I8-I9I9 


BOGOTÁ 

IMPEENTA    NACIONAL 

1919 


I 


REPÚBLICA     DE    COLOAVBIA 


LAS  MISIONES  CAIOUCAS  [N  COlOilí 


LABOR  DE  LOS  MISIONEROS  EN  EL  CAQUETA  Y  PÜTÜMAYO. 
MAGDALENA  Y  ARAUCA 


INFORMES— AÑO  1918-1919 


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BOGOTÁ 

IMPRENTA    NACIONAL 
1919 


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Sctnatcc  JCrtteta   ^(¿^tc^pc,  ¿lc^o^>po  dz  ^í^raoCa. 
SuutcL  ¿1  ca II iciccí XI na  f*IacicMaí3¿  fa>  ^lc¿Motw> 

cipc>tóíica>  ¿i¿ct4taca>  per  í>ta  ^KiMÓn* 
PcjT  mándalo  dd  Reverencisnio  Padre  Prefecto  Afcscicc. 


Excelentísimo  señor  don  Marco  Fidel  Suárez,  Presidente  de  la  República. 


PRELIMINAR 


Dos  palabras  vamos  a  permitirnos  por  vía  de  iütro- 
ducción. 

Después  de  reunidos  y  ordenados  los  documentos  y 
datos  que  constituyen  como  el  nervio  central  de  este  In- 
forme, comprendemos  ser  de  necesidad  abrir,  encabezar  sus 
páginas  explicando  el  porqué  de  la  firma  que  las  suscribe, 
y  vamos  a  llenar  este  requisito. 

Con  fecha  de  2  de  enero  del  presente  año  recibimos  la 
siguiente  comunicación  del  Reverendísimo  Padre  Prefecto 
Apostólico: 

"Reverendo  Padre  Benigno  de  Canet  de  Mar,  Secretario  de  la  Prefectura  Apos- 
tólica— Presente . 

"Los  Jefes  de  las  Misiones  hemos  acostumbrado  ren- 
dir anualmente  un  informe  a  los  Excelentísimos  señores 
Presidente  de  la  República,  Nuncio  Apostólico  de  Nuestro 
Santísimo  Padre  y  al  Ilustrísimo  Primado,  sobre  los  traba- 
jos realizados  por  los  Misioneros  en  el  respectivo  territorio. 
Conocida  la  competencia  de  Su  Reverencia  para  esa  clase 
de  trabajo,  lo  comisionamos  para  que  recoja  oportunamen- 
te todos  los  datos  útiles  y  dé  a  conocer  el  estado  de  nuestra 
Prefectura  Apostólica,  para  orientar  a  la  Santa  Sede,  a 
nuestro  católico  Gobierno  y  a  la  Junta  Nacional  de  Misio- 
nes, sobre  las  necesidades  y  porvenir  del  Caquetá  y  Putu- 
mayo. 

"De  su  Reverencia  afectísimo  en  Jesucristo, 

"Fray  Fidel  de  Montclar, 

Prefecto  Apostólico." 

Consecuentes  pues  con  lo  que  se  nos  ordenaba  en  el 
documento  transcrito,  comenzamos  a  recoger  y  seleccionar 
los  datos  y  documentos  que  podían  servir  al  efecto  pro- 
puesto, y  luego,  aprovechando  los  momentos  que   nos  que- 


daban  libres,  nos  dedicamos  a  copiar  unos,  extractar  otros 
y  a  engarzarlos  convenientemente  formando  así  esto  que 
llamaremos  informe. 

He  aquí  pues  indicado  el  porqué  de  la  firma  que  sus- 
cribe estas  páginas  y,  al  mismo  tiempo,  el  cómo  se  ha  es- 
crito. Hemos  optado  por  el  sistema  de  probar,  en  cuanto 
sea  posible,  todas  nuestras  afirmaciones  con  testimonio 
ajeno,  para  evitar  así  el  peligro  de  que  el  cariño  que  por 
todo  lo  que  se  refiera  al  Territorio  sentimos,  nos  indujera, 
contra  nuestra  voluntad,  a  conceder  a  los  hechos  que  ex- 
ponemos mayor  importancia  de  la  que  en  realidad  tengan. 
Creemos  sinceramente  que  esto  será  argumento  poderoso 
para  que  se  nos  absuelva,  dado  caso  que  se  considere  una 
falta  el  haber  incluido  en  estas  páginas  el  número  de  datos 
y  copias  que  en  ellas  se  encuentran. 

Con  estas  breves  aclaraciones  damos  por  terminado 
este  preliminar  y  comienzo  al  informe,  que  ofrecemos  de 
nuevOf  humilde  y  respetuosamente,  a  los  autoridades  a 
quienes  va  dedicado. 


Excelentísima  señor  doctor  don  Enrique. Gasparri, 
Nuncio  Apostólico  en  Colombia. 


CAPITULO    PRIMERO 

CARÁCTER  DE  NUESTRA  LABOR  EN  EL  TERRITORIO 

§  i."  Móviles  que  nos  indujeron  a  emprender  una  labor  mix- 
ta— §  :.°  Cómo  se  implantó  y  desarrolló  nuestro  plan  de 
acción  — §  S."  Labor  religioso-patriótica  de  la  Misión. 

En  los  diferentes  informes  que  ha  rendido  esta  Prefec- 
tura Apostólica,  se  ha  presentado,  más  o  menos  explícita- 
mente, el  asunto  que  indica  el  enunciado  de  este  capítulo. 
Cierto  es  que  se  ha  hecho  de  un  modo  incidental,  pero 
siempre  con  la  suficiente  claridad,  suponiendo  que  en  el 
caso  se  podía  aplicar  sin  reparos  aquello  de  intelligeíiti  pan- 
ca.  Vemos  con  todo  que  tal  suposición  ha  resultado  fallida, 
por  lo  menos  en  lo  que  respecta  a  cierta  clase  de  personas; 
se  ha  tratado  el  asunto  labor  de  la  Misión  del  Caquetá  de 
modo  tan  irreñexivo  y  con  tanta  ligereza,  de  un  modo  tan 
opuesto  a  la  realidad  de  las  cosas,  que  denota  una  absoluta 
incomprensión  de  hechos  o  una  gran  dosis  de  malicia.  Va- 
mos pues  a  comenzar  este  Informe  presentando  de  un 
modo'preciso  y  exacto  cuál  sea  el  carácter  de  nuestra  labor, 
y  las  razones  poderosísimas  que  nos  obligaron  a  empren- 
der las  orientaciones  seguidas. 

Nuestro  propósito,  al  escribir  el  presente  capítulo,  no 
es  convencer  a  los  adversarios  de  la  obra  de  las  Misiones 
de  que  cometen  una  acción  a  todas  luces  injusta  al  dirigir 
toda  la  metralla  de  sus  reservas  contra  una  labor  que,  o 
no  se  han  tomado,  la  molestia  de  aquilatar,  o  no  saben 
comprender;  sólo  pretendemos  fiirigirnos  a  las  personas  de 
sano  criterio  y  acrisolado  amor  a  la  patria  colombiana, 
para  que  vean  la  poca  seriedad  y  mucho  apasionamiento 
con  que  se  trata  un  asunto  de  tan  trascendentales  propor- 
ciones, como  es  el  de  vida  o  muerte  de  un  territorio  como 
el  Caquetá  y  Putumayo. 

Sabe  toda  la  República  que  estas  dos  regiones  están  en 
litigio  con  un  Estado  limítrofe  que  pretende  hacerse  reco- 
nocer derechos  sobre  ellas;  que  a  no  haber  sido  por  la  obra 
eminentemente  patriótica  de  los  misioneros,  Colombia  ve- 


-  8  — 

ría  hoy  en  manos  ajenas  este  hernaoso  y  rico  jirón  de  su 
suelo;  que  si  se  suspende  a  destiempo  todo  auxilio  a  esta 
Prefectura  Apostólica,  es  inminente  el  peligro  de  que  se 
pierda  todo  lo  que  actualmente  posee,  pues  es  sabido  que 
el  único  acto  efectivo  de  dominio  que  esta  República  ha 
hecho  en  el  Putumayo  en  estos  últimos  años,  y  que  ha 
servido  de  dique  para  contener  la  invasión  comenzada  por 
el  país  antes  aludido,  es  la  obra  que  hemos  emprendido  y 
sostenido  con  auxilios  nacionales;  que  de  suspenderse  estos 
auxilios  prematuramente,  y  máxime  en  momentos  como 
los  actuales,  sería  dar  el  golpe  de  gracia  a  todo  lo  es- 
tablecido, y  dejar  el  campo  abandonado  y  a  merced  de 
quien  lo  pretende.  A  pesar  pues  de  que  todo  lo  que  acabamos 
de  resumir  está  como  encarnado  en  la  conciencia  de  todo 
colombiano,  hemos  debido  presenciar  el  lamentable  espec- 
táculo de  ver  el  empeño,  digno  de  mejor  causa,  con  que  se 
ha  procurado  que  se  dejase  este  Territorio  abandonado  a  su 
suerte.  Juzgue  pues  el  lector  sobre  los  móviles  de  una 
campaña  tan  poco  correcta  como  fue  la  que  presenciamos 
el  año  pasado,  mientras  nosotros  damos  principio  a  la  ex- 
posición de  nuestro  cometido. 

§  1.° 
Móviles  que  nos  indujeron  a  emprender  una   labor  mixta. 

La  acción  del  misionero  ha  de  acomodarse  a  las  necesidades  de  la  Misión  — Lo 
que  fue  en  los  siglos  xvi  y  xvii  esta  Misión -Idiosincrasia  del  salvaje. 
Necesidad  de  relacionarlos  con  los  blancos — Resultados. 

Para  poder  juzgar  sobre  el  acierto  o  desacierto  en  lo  que 
respecta  a  las  orientaciones  seguidas,  precisa  tener  en  cuen- 
ta la  índole  del  territorio  en  que  se  ha  realizado.  Tratar  el 
asunto  sin  estos  antecedentes  es  lo  mismo  que  formular 
un  juicio  poseyendo  un  sól^  término  de  comparación:  un 
despropósito.  Es  una  verdad  evidentemente  cierta  que  se- 
gún sea  el  carácter  de  las  diferentes  misiones,  hay  que  aco- 
modar la  labor  del  misionero;  nadie  supondrá  que  deba  ser 
fundido  en  los  mismos  moldes  el  plan  que  deben  seguir  los 
misioneros  en  lugares  en  que  exista  alguna  civilización, 
como  en  Japón,  China,  Turquía,  etc.,  y  el  que  debe  adop- 
tarse en  donde  han  de  comenzar  a  conocer  hasta  los  rudi- 
mentos de  la  misma,  como  son  los  de  salvajes  en  general: 
en  uno  y  otro  caso  la  labor  del  misionero  debe  acomodarse 


Ilustrísimo  y  Reverendísimo  señor  doctor  don  Bernardo 

Herrera  Restrepo,  Arzobispo  de   Bogotá,    Primado    de 

Colombia,    Presidente  de  la    Junta  Arquidiocesana  de 

Misiones. 


a  seguir  orientaciones  totalmente  distintas;  en  el  primer 
caso  debe  concretarse  a  catequizar,  y  en  el  segundo  hasta 
a  civilizar. 

Fijándonos,  por  lo  que  a  nuestro  propósito  atañe,  a  la 
acción  del  misionero  en  tierras  salvajes,  es  indiscutible  que 
si  bien  en  sustancia  se  sigue  el  mismo  plan  o  método  en 
todas  partes —catequizarlos  y  civilizarlos,  —  para  lograr  este 
fin  primordial  de  modo  que  ofrezca  garantías  de  firme  es 
tabilidad,  y  obtenerlo  de  forma  más  o  menos  perfecta,  al 
aplicarlo  en  los  diferentes  lugares  debe  variar  en  las  for- 
mas accidentales,  según  sea  el  carácter  de  los  salvajes,  si- 
tuación topográfica  del  territorio,  etc  ;  todo  esto  debe  m- 
ñuír  y  ser  tenido  muy  en  cuenta  por  el  obrero  evangélico, 
a  fin  de  no  exponerse  a  inutilizar  muchas  energías  y  aun, 
tal  vez,  fracasar  en  la  empresa. 

Apliquemos  pues  lo  que  antecede  a  nuestro  objeto. 

Al  tomar  los  capuchinos,  representados  por  el  actual 
Prelado,  bajo  nuestra  responsabilidad  la  dirección  de  esta 
Prefectura  Apostólica,  y  una  vez  estudiado  detenidamente 
el  campo  que  debíamos  regar  con  nuestros  sudores,  e  inten 
tar  transformarlo  radicalmente,  mediante  una  labor  inin- 
terrumpida y  sujeta  a  un  bien  meditado  plan  de  acción 
que  se  iba  a  Comenzar,  nos  convencimos  plenamente  deque 
aquella  debía  ser  mixta.  Veamos  las  razones. 


Es  muy  natural  que  al  comenzar  una  obra  de  tanta 
trascendencia,  y  cuya  importancia  no  hay  necesidad  de 
encarecer,  como  es  la  cristianización  de  los  salvajes  y  su  ci 
vilización,  se  procurara  adoptar  el  medio  más  a  propósito 
para  que  esta  labor  fuera  profundamente  transformativa 
del  modo  de  ser  de  éstos,  y  al  propio  tiempo  que  ofreciese 
garantías  de  firme  estabilidad.  Procurando  ambas  cosas' 
se  llenaría  debidamente  el  objeto  que  se  propone  la  Iglesia 
al  mandar  a  este  Territorio  a  sus  legítimos  representantes, 
los  misioneros;  este  objeto  no  es  hacer  obra  circunstancial, 
obra  que  pueda  desvanecerse  al  primer  soplo  de  la  adver- 
sidad, corno  el  humo  desaparece  al  primer  empuje  del  ven- 
daval, sino  obra  profunda  y  duradera,  que  .penetre  hasta 
la  medula  de  estas  sociedades  insipientes.  Con  esto  pues 
se  obtendrían  a  la  vez  grandes  ventajas  en  favor  de  la  ca- 
tólica Colombia  y,  por  fin,  el  deseo,  muy  laudable  por  cier 


—  10  — 

to,  que  nosotros  sentíamos  de  que  una   empre^^a  que   pre 
veíamos  nos  costaría  tantos  sacrificios,  y  para  cuya  conse- 
cución tantos  sudores  y  desvelos  deberíamos   prodigar,  no 
se  malograra  con  el  tiempo. 

Uno  de  los  medios  más  eficaces  que  vimos  para  lograr 
nuestro  objeto,  era  poner  en  contacto  inmediato  los  indios 
con  los  civilizados.  Eso  sería  una  lección  práctica  y  cons- 
tante que  corroboraría  las  enseñanzas  del  misionero;  un 
instrumento  insustituible  que  minaría  de  un  modo  lento, 
pero  seguro,  el  tradicional  edificio  en  que  vivían  encasti- 
llados los  indígenas,  sin  aspiraciones  de  abandonarlo,  sa- 
liéndose de  los  límites  férreos  señalados  por  sus  costum 
bres  que  les  merecían  supersticioso  respeto.  Tanlo  más 
veíamos  en  esta  medida  el  único  medio  de  lograr  la  civili- 
zación cristiana  de  estos  indios,  cuanto  que,  según  consta 
en  documentos  de  indiscutible  autoridad  existentes  en  los 
archivos  de  franciscanos  de  Popayán  y  Quito,  estas  regio- 
nes habían  sido  evangelizadas  con  fruto  muy  notable  des 
de  los  siglos  XVI  y  xvii  por  los  hijos  del  Seráfico  Patriarca; 
llegaron  a  existir  en  aquellos  tiempos  gran  número  de  pue- 
blos de  indios  cristianos  que  constituían  una  Misión  flore 
cíente;  pero  ¿qué  es  lo  que  nos  queda  de  toda  aquella  mag 
na  obra  que  nos  dé  siquiera  indicios  por  los  que  se  pueda 
rastrear  algo  de  lo  que  fue?  Nada.  ¿En  dónde  estaban  ubi- 
cados tantos  pueblos  como  se  mencionan  en  las  crónicas 
de  aquel  tiempo,  establecidos  en  el  Territorio  del  Caquetá  y 
Putumayo,  en  que  regentaron  estas  Misiones  los  hijos  de 
San  Francisco?  Ni  siquiera  indicios  seguros  tenemos.  Todo 
desapareció,  todo  se  malogró  al  retirarse  el  misionero. 

■  s  porque  el  salvaje  para  salirde  su  lamenta  ble  estado, 
que  es  sin  dada  alguna  el  ínfimo  grado  a  que  puede  llegar 
el  hombre  en  la  escala  de  la  sociedad,  necesita  no  sólo  del 
impulso  vigoroso  que  lo  levanta  de  su  abyección  por  algún 
tiempo,  sino  ser  sostenido,  hasta  tal  vez  durante  algunas 
generaciones,  en  el  nuevo  lugar  en  que  ha  sido  colocado. 

"Tan  honda  es  la  degradación  del  salvaje— dicen  Luis 
y  Martín  Restrepo  Mejía, — tan  arraigada  y  debilitante, 
que  el  salvaje  que  ha  sido  elevado  a  la  civilización  ne- 
cesita ser  sostenido  en  ella  de  continuo,  y  si  se  le  aban- 
dona vuelve  pronto,  como  arrastrad(>  por  su  propio  peso,  a 
la  salvajez:  es  un   enfermo  que  convalece." 

Para  asegurar  de  un  modo  definitivo  la  eficacia  re- 
generadí^ra  de   la   Iglesia   y,   por  ende,   de  la  civilización 


—  11  — 

entre  los  salvajes,  se  requiere  adoptar  los  medios  ne- 
cesarios para  destruir  los  gérmenes  morbosos  llamados 
la  costumbre,  y  el  fundamento  de  ésta,  el  hábito  de 
salvajez,  herencia  terrible  legada  a  ellos  por  sus  mayores. 
Como  se  ve,  estos  hábitos  de  salvajez,  que  los  tienen  suje- 
tos a  su  estado  lamentable  y  que  constituyen  en  ellos  como 
una  segunda  naturaleza,  no  pueden  ser  sustituidos  por  los 
de  una  civilización  permanente  sin  que  practiquen  una  se- 
rie indefinida  de  actos,  realizados  de  un  modo  constante; 
es  una  verdad  elemental  que  es  mucho  más  difícil  adquirir 
un  hábito  contrario  al  que  se  posee  que  uno  nuevo.  De 
aqui  pues  que  la  florescencia  incipiente,  e  indicada  antes, 
en  que  se  halló  esta  Misión,  no  fuera  permanente:  no  hubo 
ningún  factor  adecuado  que  sustituyese,  aunque  no  fuera 
sino  en  parte,  la  acción  del  misionero,  y  de  consiguiente,  al 
faltar  éste,  el  indio  volvió  a  caer,  cual  cuerpo  inerte,  a  lo 
que  parece  ser  su  centro  de  gravedad:  el  salvajismo. 

Para  evitar  esto  creímos  de  necesidad,  como  se  ha  di- 
cho antes,  poner  en  inmediato  contacto  el  iu'lio  cun  el 
blanco;  crear  en  aquél  poco  a  poco,  a  la  vez  que  hábitos 
civilizados,  la  necesidad  de  tratar  negociar  y  convivir  con 
el  segundo,  y  lográndose  esto  se  logra  indefectiblemente 
evitar  su  retroceso,  siquiera  en  el  orden  civil. 

Que  este  medio  era  apt.>  y  seguro,  ya  no  puede  caber 
duda  alguna;  prueba  de  ello  es  el  estado  actual  de  los  in- 
dios del  valle  de  Sibundoy,  los  máí-5  terribles  por  su  siste- 
mática oposición  a  todo  lo  que  fuera  o  significara  refor- 
mar sus  costumbres,  y  que  actualmente  su  reducción  a  la 
vida  civilizada  va  acentuándose  de  un  modo  muy  conso- 
lador. 

Sus  continuas  relaciones  con  los  blancos  han  dado  ya  el 
apetecido  y  excelente  resultado  de  despertarlos  de  la  mo- 
dorra en  que  vivían,  e  infundirles  alguna  ambición.  En 
efecto,  los  que  antes  holgaban  en  una  eterna  pereza  y  no 
concedían  ningún  aprecio  a  la  propiedad,  cediendo  fácil- 
mente sus  tierras  por  cualquier  cosa  que  se  les  diese,  que 
ninguna  aspiración  demostraban  para  dejar  su  rutinario 
modo  de  vivir,  en  la  actualidad,  vista  la  inmensa  codicia  de 
los  blancos  para  posesionarse  de  sus  sementeras  y  el  lucro 
que  de  ellas  sacaban,  se  han  determinado  a  dejar  de  lado 
aquella  modorra  obligados  por  la  imperiosa  necesidad  de 
la  propia  defensa.  Para  eso  han  debido  trabajar;  el  trabajo 
les  ha  producido  algunos  rendimientos  que  los  entusiasma- 
ron y  produjeron  un  arranque  vigoroso  de  energía,  que  ha 


—  12  — 

cristalizado  ea  saludable  actividad  y  que  los  ha  impulsado 
a  proseguir  constantes  en  sus  labores;  los  frutos  de  sus 
trabajos  les  han  permitido  concederse  algunas  comodida- 
des, éstas  han  creado  en  su  vida  nuevas  necesidades  que 
les  es  preciso  satisfacer  y  de  las  que  ya  les  es  difícil  pres- 
cindir, lo  cual  les  obliga  a  dedicarse  al  trabajo  para  obte- 
ner lo  necesario  a  su  nueva  vida,  todo  lo  cual  está  propor- 
cionándoles a  la  vez,  por  sus  pasos  contados  y  sin  que  se 
den  cuenta  de  ello,  su  entrada  segura  y  a  pie  firme  en  la 
civilización. 

Podemos  decir,  en  resumen:  nuestra  labor  mixta,  o 
sea  entender  primariamente  en  lo  espiritual  y  secundaria- 
mente en  lo  material,  en  cuanto  fuera  de  conveniencia 
para  alcanzar  de  un  modo  seguro  y  con  mayor  solidez  lo 
primero,  nos  determinó  a  poner  el  indio  en  contacto  con 
el  blanco;  la  codicia  5'  rapacidad  de  éste,  a  la  vez  que  su 
laborioso  ejemplo,  ha  sido  la  chispa  que  ha  prendido  el  fue- 
go de  una  saludable  actividad  y  amor  al  trabajo  en  los 
aborígenes  de  este  Territorio,  fuego  que  a  la  vez  que  los 
purifica  de  la  escoria  del  salvajismo,  va  acrisolándolos  y 
aquilatándolos  cada  día  con  mayor  fuerza  en  favor  de  su 
civilización  cristiana. 

Al  terminar  este  parágrafo  y  para  probar  lo  que  aca- 
bamos de  decir,  vamos  a  cerrarlo  con  la  llave  de  oro  que 
nos  facilita  un  testigo  ocular  de  excepcional  importancia,  el 
doctor  don  Eduardo  Rodríguez  Piñeres,  quien  al  hablar  de 
esta  Misión  dice: 

"La  obra  de  redacción  de  los  indios  a  la  vida  civiliza- 
da es  verdaderamente  sorprendente,  de  manera  que  puede 
considerarse  ya  la  fruta  madura  También  le  va  adqui- 
riendo el  indio  apego  a  la  riqueza.  Ya  hay  muchos  que 
tienen  hasta  veinte  reses  y  cinco  caballos,  y  se  calcula  que 
cada  ano  duplican  sus  sementeras.  Ese  apego  se  lo  predi- 
can los  Misioneros  para  civilizarlos,  y  alguno  de  ellos  me 
observaba  con  mucha  gracia  que  en  esta  materia  el  predica- 
dor tenía  que  observar  conducta  distinta  según  el  audito- 
rio: que  así  como  en  los  centros  poblados  y  en  que  existe  la 
riqueza  es  preciso  predicar  el  desprendimiento  del  dinero, 
a  los  indios,  para  hacerles  entrar  en  la  vida  civilizada,  para 
que  cobren  amor  ai  trabajo,  para  que  no  se  dejen  explotar 
por  los  blancos,  es  preciso  hacerles  querer  la  misma  riqueza, 
cuyo  desprendimimiento  es  un  don  precioso  en  otras  per- 
sonas, aconsejado  por  el  Salvador." 


IJ  — 


§2° 
Cómo  se  implantó  y  desarrolló  nuestro  plan  de  acción. 

Dificultades  por  vencer — Cómo  se  entraba  al  Territorio—  El  temible  Bordoncillo 
y  la  Carnicería — Inténtase  abrir  camino — Comienzo  de  los  trabajos — Ra- 
pidez con  que  se  llevaron  Entran  multitud  de  colonos — Distribución  de 
colonias  al  lado  de  los  indios — Resultados. 

La  primera  dificultad  que  se  debía  vencer  era  cortar 
el  aislamiento  casi  absoluto  en  que  estaban  los  habitantes 
de  estos  lugares  por  estarlo  la  región  misma.  Sin  esto  era 
inútil  que  nos  propusiéramos  emprender  una  obra  de  las 
proporciones  y  carácter  arriba  descritos;  quedábamos  siem- 
pre incomunicados  con  el  mundo  civilizado,  merced  a  las 
especiales  condiciones  toj)ográficas  del  Territorio,  y  como 
recluidos  al  lado  de  unos  indios  que  rechazaban  con  toda 
la  salvaje  energía  de  su  condición,  lo  que  tendiese  a  modi- 
ficar su  tradicional  modo  de  vivir  y  adoptar  algo  de  las 
costumbres  del  blanco,  a  quien  aborrecían  con  un  odio  de 
muerte.  Debíamos  comenzar  nuestros  trabajos  luchando 
con  un  formidable  obstáculo  que  se  nos  presentaba  y  que 
convenía  vencer  a  todo  trance,  si  no  queríamos  que  fraca- 
sara completamente  nuestra  labor  en  el  Caquetá  y  Patu- 
mayo,  obstáculo  cuya  existencia  se  manifestó  ya  en  1911 
con  toda  la  crudeza  de  una  triste  realidad,  en  un  documen- 
to mandado  aun  alto  personaje,  del  cual  entresacamos  los 
siguientes  conceptos: 

''Una  infranqueable  barrera  de  altísimas  montañas 
separaba  del  resto  de  Colombia  el  vasto  Territorio  del  Ca- 
quetá. Si  algún  aventurero  o  celoso  misionero  se  resolvía 
a  salvar  los  obstáculos  que  la  naturaleza  le  oponía,  no  lo 
lograba  sino  con  grandes  sacrificios  y  exponiendo  con  fre- 
cuencia la  propia  vida.  La  senda  que  comunicaba  aquel 
mundo  salvaje  con  el  mundo  civilizado  era  lo  más  original 
y  horroroso  que  pueda  uno  imaginarse;  diríase  que  algún 
espíritu  maléfico  se  había  entretenido  en  acumular  preci- 
picios y  despeñaderos  para  impedir  la  entrada  en  aquellas 
soledades,  donde  el  salvajismo  vegetaba  a  sus  anchas. 

''El  camino  para  llegar  a  Mocoa  era  ni  más  ni  menos 
que  una  serie  de  rocas,  por  las  que  había  que  trepar,  aga- 
rrándose de  las  raíces  de  los  árboles  y  afianzando  la  punta 
de  los  pies  en  las  hendiduras  de  las  peñas,  con  peligro  a 
cada  momento  de  rodar  al  abismo,  sobre  todo  en  el  lugar 


llamado  Carnicería  por  las  muchas  desgracias  allá  acaeci- 
das: lo  dicho  sin  tener  en  cuenta  el  temible  páramo  del 
Bordoncillo,  a  cuatro  mil  metros,  por  donde  había  que  pa- 
sar forzosamente,  al  través  de  una  ciénaga  con  agua  hasta 
la  rodilla  y  una  temperatura  glacial.  Aquí  fuertes  buraca 
nes  mezclados  con  agua  azotaban  violentamente  el  rostro 
del  viajero,  hacierido  en  extremo  dificultosa  su  marcha;  en 
estos  lagares  perecían  todos  los  años  víctimas  de  su  arrojo 
algunos  atrevidos  caminantes. 

*'Los  esfuerzos  de  los  misioneros  que  en  épocas  distin- 
tas habían  intentado  llevar  la  luz  del  Evangelio  a  las  tri- 
bus salvajes  del  Caquetá,  se  estrellaron  contra  tamañas  di- 
ficultades. El  ministro  del  Evangelio  que  una  vez  había 
penetrado  en  aquellas  selvas,  se  hallaba  completamente 
aislado;  y  aunque  le  devorase  el  celo  de  los  apóstoles,  tenía 
que  retroceder  desprovisto  de  todo  medio  humano.  Si  a 
fuerza  de  paciencia  y  constancia  lograba  instruir  algunas 
tribus  e  iniciarlas  en  la  civilización  cristiana,  todo  su  tra- 
bajo desvanecíase  cuando  por  algún  incidente  tenía  que 
abandonar  su  pequeña  grey. 

"La  primera  idea  que  asaltó  nuestro  ánimo  al  encar 
garnos  de  la  Prefectura  Apostólica,  fue  comunicar  el  Ca- 
quetá con  los  pueblos  civilizados  de  Colombia,  por  medio 
de  un  camino.  Comprendimos  que  por  más  que  trabajá- 
semos los  Misioneros  en  la  evangelización  de  aquellos  indí- 
genas, nuestros  esfuerzos  y  sacrificios  se-  desvanecerían 
como  un  soplo  el  día  que  por  cualquier  trastorno  civil,  nos 
viésemos  obligados  a  dejar  el  campo  que  se  nos  había  confia- 
do. Juzgamos  que  para  conseguir  el  fin  que  se  habían  pro 
puesto  la  Santa  Sede  y  el  Gobierno  iNacional  en  la  creación 
de  la  Prefectura  Apostólica,  era  necesario  establecer  bases 
sólidas  sobre  las  que  estribase  la  catequización  permanente 
y  metódica  de  los  indios.  Varios  proyectos  acariciaron  núes 
tra  alma;  pero  ¿qué  podía  hacer  ía  Misión  si  apenas  tenía 
lo  necesario  para  alimentar  unos  cuantos  religiosos?  Trans- 
currido algún  tiempo,  creímos  que  el  Gobierno  iba  a  llevar 
a  cabo  una  empresa  de  tanta  im;  ortancia,  pues  envió  en 
tres  ocasiones  ingenieros  y  contratistas  con  el  fin  de  estu- 
diar el  terreno,  levantar  planos,  etc ;  pero  después  de  haber 
gastado  treinta  mil  pesos  oro  desistió  de  la  empresa  por 
causas  que  ignoramos.  Viendo  desvanecidas  nuestras  es 
peranzas,  resolvimos  los  Misioneros,  confiados  en  la  Divina 
Providencia,  abrir  esa  vía,  bien  que  en  un  principio  causó 


hilaridad  a  no  pocos  nuestra  pretensión,  lo  que  natural- 
mente, según  la  prudencia  humana,  parecía  una  verdade- 
ra utopía. 

"Al  principio  no  contamos  sino  con  el  trabajo  volunta- 
rio y  subsidiario  de  algunos  pueblos  vecinos  de  Pasto  y  de 
los  indios  del  valle  de  Sibundoy.  Con  tan  escasos  elemen- 
tos nos  lanzamos  a  una  obra  capaz  de  acobardar  el  ánimo 
más  esforzado.  Los  Misioneros  al  frente  de  los  indios  abrían 
trochas  en  las  selvas,  dormían  en  los  páramos,  aguantaban 
las  incleníencias  del  tiempo,  y  resueltos  a  abrir  camino 
arrostraban  las  consecuencias. 

"Más  tarde  ensayamos  una  suscripción  nacional  con 
el  objeto  de  recolectar  fondos  y  pagar  trabajadores;  pero 
no  produjo  sino  doscientos  pesos  plata,  que  los  invertimos 
en  comprar  herramienta.  Se  acudió  también  al  señor  Mi- 
nistro de  Obras  Públicas  de  aquel  tiempo  para  que  nos 
ayudase,  pero  nos  reprendió  severamente  por  el  atrevi- 
miento en  querer  abrir  un  camino  nacional  con  limosnas. 
No  desmayamos  por  esos  desaires;  proseguimos  los  Misio- 
neros nuestra  labor  a  paso  de  tortuga,  esperando  en  que 
Dios  vendría  en  nuestro  auxilio. ..." 

En  efecto,  el  Señor  no  nos  abandonó,  y  debido  a  una 
peligrosa  cuestión  internacional,  que  ha  dejado  huella  im- 
perecedera en  la  memoria  de  todo  colombiano,  el  Gobierno 
nos  facilitó  los  recur.-os  necesarios  para  seguir  con  toda 
rapidez  esta  vía,  y  con  ellos  la  abrimos,  dejándola  a  los  po- 
cos meses  en  disposición  de  servir  a  lo  que  se  deseaba. 

Quedó  vencida  la  primera  y  más  temible  dificultad 
que  impedía  el  desarrollo  de  este  Territorio  en  todo  sentido, 
y  que  nos  obstruía  el  paso  al  intentar  introducir  algún 
adelanto  que  pudiera  redundar  en  beneficio  de  los  aboríge- 
nes. Abierto  el  camino,  ya  no  era  cuestión  más  que  de 
tiempo  el  que  se  determinara  unacorriente  de  inmigración 
procedente  del  vecino  Departamento  de  Nariño;  entonces 
podríamos  comenzar  nuestra  obra  con   toda   intensidad. 

Así  fue.  Comenzaron  a  entrar  familias  a  establecerse 
en  esta  rica  y  fértil  región,  que  hasta  entonces  sólo  era  co- 
nocida por  las  relaciones  que  a  su  gusto  daba  alguno  que 
otro  atrevido  aventurero  que  se  había  arriesgado  a  salvar 
las  dificultades  señaladas.  Esto  contribuía  a  que  unos  supu 
sieran  el  Caquetá  un  país  encantado,  envuelto  en  misteriosa 
bruma,  o  que  aquellas  montañas  que  a  la  vista  tenían,  es- 
cudaban toda  clase  de  horrores  v  crímenes;  otros  creían  a 
pie  juntillas  que  era  un  país  de  Jauja,  con   todas  las  bien 


—  16  - 

andanzas  del  caso,  o  un  fiel  traslado  a  la  realidad  de  un 
cuento  de  las  Mil  y  una  Noches.  En  resumen:  el  Territorio 
era  un  indescifrado  enigma  para  la  generalidad.  Natural- 
mente pues  que  al  ser  terminado  el  camino,  después  que 
pudieron  cerciorarse  de  que  el  Caquetá  era  una  región 
inexplotada  que  ofrecía  a  manos  llenas  sus  riquezas  y  re- 
compensar abundantemente  el  trabajo,  numerosas  familias 
se  encaminaron  hacia  el  Territorio  aspirando  a  procurarse 
un  modesto  porvenir,  fruto  de  sus  laboriosas  y  honradas 
fatigas. 

Poco  después,  con  el  fin  de  impulsar  el  movimiento 
colonizador,  procuramos  la  inmigración  intensiva,  fundan- 
do en  diferentes  tiempos  las  colonias  de  Paerto  Asís,  Al- 
vernia  y  Sacre.  Todos  estos  centros  están  en  lugares  a 
propósito  para  que  sus  habitantes  con  los  hábitos  de  tra- 
bajo y  forma  de  vida  sirvan  de  estímulo  a  los  naturales  y 
los  familiaricen  con  la  civilización.  Alvernia  e^tá  fundada 
en  dirección  al  Caquetá  y  cerca  de  los  pueblos  de  indios  de 
Condagua  y  Yunguillo;  Paerto  Asís  está  en  las  riberas  del 
Putumayo,  y  desde  allá  extiende  su  benéfica  inñuencia  en- 
tre las  numerosas  tribus  de  indios  existentes  en  dicho  río; 
Sucre,  por  fin,  está  en  medio  de  los  tres  pueblos  de  indíge- 
nas que  existen  en  el  valle  de  Sibundoy. 

Hé  aquí  pues  señalada  a  grandes  rasgos  nuestra  obra 
comenzada  y  seguida  en  beneficio  de  los  salvajes,  y  cuyos 
resultados  procuraremos  dar  a  conocer  en  su  lugar  corres- 
pondiente; pues  a  ella  es  debido  el  incremento  sorprenden- 
te, el-  gallardo  empuje  con  que  este  Territorio  se  levanta, 
emprende  una  vida  nueva  y  fecunda.  A  la  labor  del  mi- 
sionero, ejecatada  siguiendo  las  orientaciones  descritas,  res- 
ponde el  resurgimiento  y  dignificación  de  una  raza  que 
comienza  a  entrar  de  un  modo  franco  y  seguro  al  redil  de 
la  sociedad,  invocando  al  Dios  que  ya  conoce  y  ama,  y  co- 
bijándose entre  los  pliegues  de  la  gloriosa  bandera  tricolor, 
símbolo  de  su  patria,  a  la  que  venera  ya  como  a  una  se- 
gunda madre. 

Tenemos  hoy  que  este  Territorio,  que  antes  contaba 
casi  exclusivamente  con  anas  tribus  de  indios  en  el  estado 
que  es  de  suponer,  incomunicado  con  el  resto  de  la  Repú- 
blica y  que  ninguna  utilidad  reportaba  a  la  Nación,  cuenta 
con  numerosos  pueblos  y  reducciones  de  indios,  con  varios 
centros  colonizadores  y  multitud  de  familias  blancas  que 
viven  escalonadas  en  toda  la  parte  conocida  y  transitada. 
Tenemos  que  los  indios  van   acostumbrándose  a  convivir 


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—  17  — 

con  los  civilizados  y  adquiriendo  con  este  roce  continuado, 
aunque  poco  a  poco,  sus  hábitos,  y  como  es  natural,  van 
dejando  algo  de  sus  costumbres,  por  lo  que  creemos  que, 
con  respecto  al  salvajismo  de  estos  indios,  estamos  ya  al 
principio  del  fin.        .  . 

§  3.° 

Labor  religioso-patriótica  de  la  Misión. 

Servicios  en  favor  de  Colombia — Cuestión  de  honra — Entregóse  ei  Territorio  al 
comercio — Posesión  de  hecho. 

De  todo  lo  que  se  ha  dicho  en  los  parágrafos  anterio- 
res se  habrá  deducido  una  conclusión  que  salta  a  la  vista 
y  cae  por  su  propio  peso  una  vez  sentadas  las  premisas: 
mediante  la  labor  seguida  no  sólo  se  está  favoreciendo  a 
los  indios,  sino  que  a  la  vez  se  está  prestando  un  positi- 
vo servicio  a  Colombia. 

En  verdad,  aunque  no  se  concediera  a  la  obra  de  los 
misioneros  otro  mérito  que  el  de  la  cristiana  civilización 
de  los  indígenas  de  este  Territorio,  creemos  que  sería  muy 
digno  de  aprecio. 

Es  cuestión  de  honra  y  causa  de  legítimo  orgullo  para 
las  naciones  civilizadas  que  cuentan  dentro  de  sus  fronte- 
ras con  regiones  sujetas  aún  al  yugo  del  salvajismo,  hacer 
que  éste  vaya  retrocediendo  cada  día  más  y  abandonando 
el  campo  en  favor  de  los  intereses  de  la  sociedad  civilizada ; 
pero  nó  sirviéndose  para  ello  de  medios  reprobados  hasta 
por  los  más  elementales  sentimientos  de  humanidad,  como 
es  la  criminal  aniquilación  de  estos  seres  infelices,  cuya 
desgracia  estriba  precisamente  en  haber  nacido  y  crecido 
dentro  de  las  selvas ;  sino,  al  contrario,  hacer  que  vaya 
desapareciendo  el  salvajismo  por  medios  que  aconsejan 
de  consuno  la  religión  cristiana  y  los  más  sagrados  senti- 
mientos de  caridad.  Es  cuestión  de  honra  y  causa  de  legí- 
timo orgullo,  repetimos,  para  un  Estado  digno  y  progre- 
sista, poder  mostrar  ante  la  sociedad  cómo  las  barreras, 
detrás  de  las  cuales  vivían  estos  seres  primitivos,  están  ca- 
yendo destrozadas  merced,  no  a  una  lluvia  de  metralla  u 
otros  procediáiientos  bárbaros,  sino  al  rasgo  más  noble  y 
digno  que  puede  ejecutar  en  estos  casos  una  nación :  levan- 
tar y  dignificar  al  salvaje,  perfeccionándolo  y  haciéndolo 
participante  de  las  ventajas  que  reporta  la  vida  civili- 
zada. 

Misiones  católicas— 2 


—  18  - 

Si  esto  es  noble  y  digno,  como  en  realidad  lo  es,  j-íguese 
que  la  obra  de  los  misioneros  ha  reportado  y  está  facili- 
tando un  positivo  servicio  a  Colombia.  En  efecto,  esta  Re- 
pública ha  procurado  con  esmerado  interés  y  un  empeño 
muy  digno  de  su  hidalguía,  levantar  de  la  nada  a  los  mi- 
llares de  salvajes  nacidos  dentro  del  sagrado  de  sus  límites, 
transformándolos  en  miembros  útiles  a  la  sociedad,  lo  que 
será  una  de  sus  glorias  más  preciadas.  Este  servicio  le  está 
prestando  la  Misión ;  ésta  le  está  reduciendo  las  tribus 
de  indígenas  de  estos  lugares,  las  que  viviendo  en  su  estado 
primitivo  eran,  cuando  menos,  inútiles  para  todo  lo  que 
significara  ventaja  o  utilidad  para  su  patria,  y  los  está 
reuniendo  en  pueblos,  formando  de  sus  habitantes,  miem- 
bros dignos  de  la  misma. 

Positivo  servicio  a  Colombia  es,  además,  el  que  se  haya 
principiado  a  explotar  estas  regiones  inmensas,  cuyas  ri- 
quezas naturales  van  a  la  par  con  la  extensión  territorial. 
Mediante  la  labor  indicada  antes  y  realizada  por  la  Iglesia» 
han  entrado  a  centenares  los  habitantes  de  los  vecinos  De- 
partamentos a  establecerse  en  estos  lugares.  Esta  afluen- 
cia colonizadora  se  ha  condensado  primero  y  cristalizado 
después  formando  pueblos  que  con  su  laboriosidad  y  el  fe- 
cundo trabajo  de  sus  manos  están  arrancando  de  la  tierra 
frutos  y  bienes  en  abundancia  qUe  les  permiten  vivir  con 
holgura. 

Que  esto  es  un  positivo  servicio  a  Colombia,  no  cabe- 
duda,  pues  este  Territorio  que  hasta  hace  poco  había  per- 
manecido relegado  a  un,  se  puede  decir,  completo  olvido, 
que  ha  pasado  siglos  en  estado  completamente  salvaje 
sin  rendir  utilidad  alguna,  ahora  comienza  ya  a  ser  entre 
gado  al  tráfico,  produce  algo,  y  es  evidente  que  esta  pro- 
ducción se  intensificará  cada  día  más,  ya  por  el  aumento 
que  diariamente  se  nota  en  Jos  trabajos  agrícolas  y  pecua- 
rios, debido  a  la  afluencia  de  inmigrantes,  ya  porque  los 
que  están  establecidos  ensanchan  más  y  más  el  campo  de 
sus  labores. 

Todo  lo  dicho,  por  fin,  ofrece  el  óptimo  resultado  en 
favor  de  esta  República  de  posesionarla  del  Territorio.  Este 
acto  efectivo  de  dominio,  y  precisamente  en  la  forma  que 
se  ha  realizado,  al  que  parece  que  algunos  colombianos  no 
quieren  conceder  importancia  alguna,  tal  vez  por  haberse 
llevado  a  efecto  bajo  el  impulso  director  de  la  Iglesia,  esta 
posesión,  decimos,  ha  abierto  los  ojos  a  las  vecinas  Repú- 
blicas, según  se  podrá  ver  más  adelante  en  donde  se  trata 
de  la  labor  colonizadora. 


—  19  — 

Que  esto  es  un  bien  muy  apreciable  para  Colombia,  es 
obvio.  Esta  República  tiene  ya.  como  consecuencia  de  los 
trabajos  indicados,  una  considerable  representación  en  el 
Territorio ;  efecto  do  esto  son  los  grandes  trabajos  e  intere- 
ses creados  en  él  por  subditos  que  con  eso  dan  a  la  vez 
testimonio  de  la  presencia  de  su  patria,  y  estos  hechos  ge- 
neralmente merecen  el  respecto  aun  en  casos  de  derecho 
controvertible.  Asegura  pues  la  obra  de  la  Misión  la  sobe- 
ranía nacional  en  el  Territorio  del  Putumayo  y  Caquetá, 
por  lo  menos  hasta  donde  actualmente  se  i  osee. 

Ahora,  en  efecto,  este  núcleo  de  subditos  colombianos 
existentes  en  estas  regiones,  estando  reunidos  en  pueblos 
con  sus  respectivas  autoridades  al  frente,  son  una  garan- 
tía para  defender  la  integridad  territorial.  Es  cierto  que 
antes  de  entrar  los  misioneros  existía  buen  número  de 
individuos  colombianos  dedicados  unos  al  comercio  del 
caucho  y  otros  al  de  las  quinas,  los  que  tenían  establecidos 
sus  trabajos  en  varios  puntos  de  la  región,  pero  se  vio  que 
éstos  ni  siquiera  sus  intereses  personales  pudieron  defen- 
der, cuanto  menos  los  de  su  patria,  cuando  el  conflicto  con 
el  Perú  tomó  las  proporciones  conocidas,  debido  precisa- 
mente a  que  eran  sujetos  aislados  y  sin  cohesión  alguna- 

Tiene  además  Colombia  camino  expedito  para  llegar 
con  facilidad  al  Putumayo  y  trasladar  a  él  las  fuerzas  mi 
litares  y  material  que  sea  necesario  siempre  que  convenga, 
cosa  que  antes  era  casi  imposible.  ¿  Quién  dudará  de  que 
si  estas  facilidades  hubiesen  existido  tiempos  atrás  cuando 
el  Gobierno  de  Reyes  mandó  al  General  Monroy  con  unos 
pocos  hombres  armados  al  Putumayo  para  defender  los 
derechos  nacionales,  no  hubieran  tenido  que  retirarse  de 
un  modo  tan  lamentable?  Considérese  la  forma  en  que  se 
sostuvo  la  mencionada  empresa;  cómo  se  trasladaron  las 
fuerzas,  dificultad  o  imposibilidad  del  aprovisionamiento, 
etc.,  y  se  podrá  apreciar  la  justicia  y  exactitud  de  nuestra 
afirmación.  Si  además  de  esto  tenemos  en  cuenta  que  esta 
ventaja  es  exclusiva  de  Colombia,  puesto  que  las  naciones 
vecinas  no  pueden  comunicarse  con  el  Putumayo  sino  por 
medio  de  senderos  o  trochas  de  difícil  tránsito,  o  bien  por 
vías  fluviales  navegables  solamente  en  balsa  o  canoa,  se 
podrá  apreciar  mejor  el  servicio  que  la  Misión  ha  pres 
tado  a  la  República  con  la  apertura  del  referido  cami' 
no,  que  facilitando  el  acceso  al  Territorio,  pone  a  ésta 
en  condiciones  de  hacer  respetar  sus  derechos  sobre  el 
mismo. 


20 


CAPITULO  II 

EFICACIA  DE  LA  LABOR    EMPRENDIDA 

§  IP  Lo  que  eran  los  indios  de  este  Territorio— §  2.°  Lo  que 
son  los  indios  para  con  la  Iglesia— %  3^  Lo  que  sotí 
respecto  a  su  patria. 

Lo  que  eran  los  indios  de  este  Territorio. 

Cómo  se  trataba  a  los  indios — Las  cuentas  del  Gran  Capitán  —Sujeción  de  los 
indios  a  los  comerciantes— Protección  que  les  han  dado  los  Misioneros. 
Un  testimonio  autorizado — Cómo  se  expropiaba  a  los  indios  del  valle  de 
Sibundoy. 

Interminables  nos  haríamos  si  nos  propusiéramos 
describir  minuciosamente  el  estado  en  que  vivían  los 
indios  del  Territorio,  antes  de  que  los  misioneros  entrára- 
mos a  evangelizarlos  de  un  modo  permanente  ;  con  la 
sola  enumeración  de  los  crímenes  cometidos  en  el  Bajo 
Putumayo  por  compañías  y  sujetos  sin  conciencia,  críme 
nes  que  motivaron  la  memorable  Encíclica  Lacrimahili 
statu  del  Papa  Pío  x,  de  santa  memoria,  y  con  esa  Encícli- 
ca el  anatema  universal,  podríamos  llenar  volúmenes  en- 
teros. ,  No  es  pues  nuestro  intento  describir  aquellos  abo- 
minables hechos  presentados  al  público  en  revistas  y  folle- 
tos propagados  con  profusión  ;  nos  proponemos  esbozar  la 
relación  de  una  clase  de  esclavitud  en  que  se  tenía  a  los 
indígenas  de  estas  regiones  del  Caquetá  y  Putumayo. 

Véase  al  efecto  lo  que  en  1893  escribía  un  misionero 
capuchino,  mandado  a  recorrer  estas  regiones  a  petición 
del  Ilustrísimo  señor  Cayzedo,  entonces  Obispo  de  Pasto. 
Copiamos: 

"Pocos  conocen  la  triste  condición  de  los  indios  core- 
guajes  y  tamas.  Verdaderos  esclavos  de  los  comerciantes, 
no  tienen  libertad  ni  para  trabajar  sus  chagras  (semente- 
ras); continuamente  andan  bogando  por  sus  amos ;  y  si 


-21- 

quieren  descansar,  los  obligan  a  sacar  caucho  para  pagar 
alguna  ropa  o  friolera  que  recibieron  del  comerciante.  El 
indio  no  sabe  lo  que  gana,  ni  lo  que  tiene  ni  lo  que  debe. 
En  confirmación  de  esto  voy  a  referir  el  siguiente  caso : 
un  comerciante  había  entregado  a  un  indio  varios  objetos 
que  los  tasó  como  valor  de  14  arrobas  de  caucho.  Al  cabo 
de  algún  tiempo  se  presentó  el  indio  con  cierta  cantidad 
de  caucho  que,  pesada  por  el  comerciante,  con  su  propia 
romana,  dio  16  arrobas;  entonces  el  comerciante  dijo  al 
indio : 

" — Me  debías  14  arrobas;  me  entregas  16,  quedas  de- 
biéndome 18. 

"El  pobre  indio,  sin  replicar,  se  separó  para  volver  al 
monte  a  sacar  las  18  arrobas  que  \e  faltaban.  Este  caso  nos 
lo  refirieron  en  dos  lugares  distintos  personas  que  merecen 
crédito  y  habían  conocido  al  comerciante. 

"Por  los  mismos  indios  supimos  el  precio  de  algunos 
objetos  que  reciben.  Un  sombrero  que  llevaba  nuestro  boga 
le  importaba  3  arrobas  de  caucho,  que  a  15  fuertes,  suman 
45  ($  22-50  oro)  Una  escopeta  costó  10  arrobas,  o  sean  150 
fuertes  ($  75  oro).  Un  machete,  una  arroba,  y  a  este  tenor 
van  los  demás  objetos. 

"Es  paes  cierto  que  los  indios  coreguajes  y  tamas  en 
el  Caquetá  son  verdaderos*  esclavos  de  ios  comerciantes, 
quienes  para  no  reñir  entre  sí  se  los  han  repartido.  Como 
los  indios  no  entienden  de  números,  se  atienen  a  todo  lo 
que  el  comerciante  les  dice,  y  resulta  que  el  indio  nunca 
acaba  de  pagar  lo  que  debe,  quedando  siempre  obligado  a 
sacar  caucho  para  su  acreedor. 


"Esta  esclavitud  de  los  indios  fue  el  obstáculo  princi- 
pal que  nos  impidió  administrar  los  sacramentos. a  los 
coreguajes  y  tamas. 

"No  podemos  conformarnos  en  manera  alguna  con  la 
conducta  que  los  comerciantes  observan  con  los  pobres  in- 
dios. Si  alguno  de  éstos  muere  sin  pagar  lo  que  debía  al 
comerciante,  éste  lo  exige  a  otros  indios,  cobrándoles  pre- 
cio excesivo . . . . " 

Esto  que  acabamos  de  transcribir  era  la  cosa  más  co- 
mún y  corriente  en  estas  selvas,  de  modo  que  ya  nadie  se 
tomaba  la  molestia  de  fijarse  en  semejantes  menudencias, 
ni  había  autoridades  que  hicieran  respetar  el  derc  cho  del 
más  débil,  amparándolo.  Habían  llegado  a  tal  extremo  los 
abusos  de  la   naturaleza  de   los  descritos,   que  existieron 


-  22  - 

familias  enteras  que  vivían  como  esclavos,  descontando 
con  trabajo  lo  poco  que  habían  recibido  del  comerciante ; 
ni  fueron  pocos  los  casos  en  que  la  obligación  de  seguir 
trabajando  pasase  de  padres  a  hijos  y  hasta  a  los  nietos, 
sin  que  llegase  el  día  de  verse  libres. 

Como  es  natural,  al  llegar  a  establecernos  los  misio- 
neros al  Territorio,  nos  vimos  en  la  necesidad  de  amparar 
a  aquellos  infelices  contra  las  arbitrariedades  de  los  comer- 
ciantes sin  conciencia  que  de  tal  modo  los  explotaban,  pues 
a  ello  estábamos  obligados  en  virtud  de  nuestro  oficio,  si 
no.  queríamos  que  resultara  estéril  toda  nuestra  labor 
apostólica  y,  con  ella,  la  que  de  nuestros  esfuerzos  espera- 
ba Colombia  en  favor  de  estas  regiones,  puesto  que  una  y 
otra  estaban  íntimamente  unidas.  Merced  pues  a  la  con- 
tinua protección  que  se  ha  dispensado  a  aquéllos  se  han 
cortado  dentro  de  nuestro  radio  de  acción  tamaños  abusos. 

Creemos  oportuno  aducir  el  testimonio  de  un  testigo 
ocular,  el  doctor  Garzón  Nieto,  quien  con  la  nobleza  que  le 
caracteriza,  se  expresa  del  modo  siguiente  : 

"Muchos  blancos  (cometen  abusos  contra  los  indios 
del  Putumayo)  y  desgraciadamente  muchos  colombianos. 
Quieren  reinar  en  medio  de  ellos  por  medio  del  terror,  y 
así  sólo  logran  que  los  teman  :  colombianos  hubo  que  con 
su  propia  mano  corta^^on  la  cabeza  de  los  indios  que  no  les 
seguían.  Hoy  ellos  se  quejan  a  los  misioneros,  de  los  blan- 
cos que  quieren  usufructuarlos,  y  ellos  ponen  pronto  y 
eficaz  remedio." 

Los  indios  del  valle  de  Sihundoy. 

Si  ahora  nos  detenemos  a  considerar  lo  que  pasaba  con 
estos  indios,  veremos  que  en  realidad  muy  poco  se  diferen- 
ciaba su  estado  del  que  hemos  descrito  referente  a  los  de- 
más del  Territorio. 

"En  efecto  -se  dijo  en  uno  de  los  informes  anteriores, — 
era  un  verdadero  horror  el  modo  como  se  trataban  blancos 
e  indios  en  el  valle  de  Sibundoy :  eran  como  dos  razas 
antagónicas  que  se  perseguían  con  un  odio  de  muerte.  Los 
blancos  trataban  a  los  indios  como  esclavos :  se  servían  de 
ellos  para  todo  y  del  modo  mejor  que  les  parecía ;  les  ro- 
baban lo  poco  que  estos  infelices  poseían ;  les  obligaban  al 
trabajo  de  sus  tierras  sin  recompensa  de  ninguna  clase,  y 
por  lo  tanto,  a  la  fuerza ;  si  a  alguno  se  le  antojaba  despo- 
jar a  un  indio  del  poco  o  mucho  terreno  que  había  des- 


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SANTIAGO  (PUTUMAYO. 
Niñas  de  primera  comunión. 


IMAGEN  DE  LA  DIVINA  PASTORA 

Padres  Misioneros  de  Santiag'o  y  niños  indígenas  de  primera  comunión 

(Putumayo). 


—  23  — 

montado  para  establecer  en  él  sus  sementeras,  ningún  re- 
paro tenían  en  ponerlo  a  la  práctica. ..." 

Esto  que  sucedió  antes  de  la  apertura  del  camino  na- 
cional que  comunica  el  Territorio  con  el  Departamento  d0 
Nariño,  o  sea  en  aquellos  tiempos  en  que  pocos,  poquísi- 
mos, eran  los  que  entraban  a  la  región,  debido  a  las  gran- 
des dificultades  que  había  que  vencer  para  llegar  al  valle, 
aumentó  de  un  modo  extraordinario  desde  el  momento  en 
que  se  allanaron  aquellos  peligros,  merced  a  la  nueva  vía. 
Entonces  fue  cuando  muchos  llegaron  al  referido  valle 
poseídos  de  una  ambición  inmensa  que  los  indujo  a  come- 
ter los  más  detestables  atropellos  contra  los  indígenas; 
tanto  es  así  que  hubo  sujeto  que  en  su  afán  de  poseer  tie- 
rras comenzó  a  despojar  a  los  indios  que  tenían  sus  semen- 
teras lindantes  con  lo  poco  que  él  había  trabajado:  a  unos 
les  rompió,  las  cercas  que  resguardaban  su  propiedad,  y 
soltando  el  ganado  en  los  sembrados,  se  los  dejaba  arrasa- 
dos, condenando  así  al  indio  a  la  más  espantosa  miseria, 
puesto  que,  como  es  sabido,  éste  no  posee  otros  bienes  ni 
vive  casi  de  otra  cosa  que  de  lo  poco  que  cosecha  en  sus 
sementeras.  A  otros  se  les  presentaba  a  la  choza,  y  con 
amenazas,  y  en  último  término  apelando  a  la  violencia, 
les  obligaba  a  vender  su  terreno  por  precios  irrisorios;  si 
alguna  vez  el  indio  se  resistía  negándose  a  abandonarle  su 
propiedad,  le  arrojaba  tres  o  cuatro  pesos  al  suelo,  con  lo 
que  le  forzaba  a  abandonarla. 

'  Otro  blanco  hubo  que  para  evitar  posibles  complica- 
ciones, compró  unas  20  hectáreas  de  terreno  a  un  indio, 
por  $  150  oro  Se  hizo  la  escritura  delante  de  notario  y  con 
todas  las  formalidades  legales,  y  en  el  acto  recibió  el  indio 
el  valor  convenido;  pero  hé  aquí  que  al  regresar  éste  y 
y  cuando  más  descuidado  ibj,  se  le  presenta  el  sujeto  com- 
prador y  a  viva  fuerza  le  quita  el  precio  de  la  venta,  le 
deja  solamente  dos  pesos,  y . . .  se  queda  tan  tranquilo  con 
terreno  y  dinero 

Esto  que  acabamos  de  manifestar,  y  otros  abusos  por 
el  estilo  que  podríamos  seguir  enumerando  hasta  la  socie- 
dad, demuestran  palpablemente  que  de  no  haber  sido  la 
Misión  la  que  se  impuso  como  un  deber  la  defensa  de  los 
indios,  hoy  serían  unos  esclavos,  o  por  lo  menos  simples 
peones  de  unos  cuantos  entes  sin  conciencia  que  se  habrían 
posesionado  de  todo  el  valle,  dejándolos  a  ellos  sin  un  palmo 
de  terreno,  a  no  ser  que  hubiesen  optado  por  huir,  lo  que 
es  más  probable. 


-  24  - 

Sobre  las  gestiones  que  se  hicieron  para  evitar  seme- 
jantes abusos,  se  informó  ya  larga  y  detenidamente  en  el 
año  de  1917,  así  que  a  dicho  informe  nos  remitimos.  Como 
se  ve,  no  han  sido  los  misioneros  los  que  han  tratado  de 
esclavizar  a  los  indios,  mientras  que  podemos  denunciar 
ante  la  Nación  a  quienes  instigaron  y  promovieron  con 
falsas  informaciones  el  poco  edificante  debate  que  se  sos- 
tuvo contra  la  Misión  el  año  pasado.  Uno  de  éstos  fue 
precisamente  el  sujeto  que  más  se  distinguió  por  sus  atro- 
pellos contra  los  indios,  arrasándoles  las  cercas,  soltando 
el  ganado  en  las  sementeras  y  obligándolos  a  vender  el 
terreno  por  precios  irrisorios.  En  pocas  palabras :  es  el 
mismo  sujeto  de  que  se  habla  en  el  informe  del  año  de  1917, 
páginas  15  y  siguientes. 

Para  que  se  vea  si  los  misioneros  esclavizan  a  los  in- 
dios, les  roban  terrenos,  etc.,  es  conveniente  hacer  notar 
que  para  asegurárselos,  poniéndoselos  bajo  la  protección 
de  las  leyes  de  la  República,  la  Misión  se  ha  desvelado  sin 
perdonar  dihgencias  para  que  se  les  señalasen  resguar- 
dos. Actualmente  los  tres  pueblos  de  indios  del  valle  de 
Sibundoy  tienen  sus  tierras  defendidas  en  esta  forma  in- 
dicada. 

Respecto  al  estado  moral  de  los  indios,  nos  referimos 
a  los  informes  anteriores,  para  no  repetir  conceptos. 

§2P 

Lo  que  so7i  los  indios  con  relación  a  la  Iglesia. 

Comprenden  y  practican — Rasgo  elocuente. 

Naturalmente  que,  al  tratar  de  desarrollar  el  enuncia- 
do que  precede,  hay  que  distinguir  de  un  modo  muy  mar- 
cado entre  los  indios  jóvenes  que  desde  su  más  tierna 
edad  han  recibido  la  influencia  del  misionero,  y  los  que  ya 
por  una  causa  o  por  otra  la  acción  de  éste  ha  sido  más  li- 
mitada, y  a  la  vez  que  más  limitada  sumamente  difícil, 
debido  a  las  preocupaciones  y  desvarios  con  que  desfigura- 
ban lo  poco  que  sabían  del  cristianismo.  Como  se  compren- 
derá, los  primeros,  por  lo  mismo  que  la  semilla  evangélica 
ha  encontrado  en  ellos  una  tierra  virgen  y  bien  dispuesta 
a  favorecer  su  germinación  y  desarrollo,  se  han  penetrado 
muchísimo  mejor  que  los  demás  de  las  verdades  y  deberes 
que  impone  y  enseña  la  Iglesia. 


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E 

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3 

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—  25  - 

Con  todo,  mucho  es  lo  que  se  ha  logrado  en  el  sentido 
de  cristianizarlos— a  los  ancianos, — en  la  acepción  de  que 
no  sean  miembros  de  la  Iglesia  por  el  solo  hecho  de  haber 
recibido  el  bautismo,  y  sin  que  en  su  vida  práctica  se  dis- 
tingan de  los  que  no  han  sido  regenerados  por  las  aguas 
salvadoras;  se  ha  procurado  para  ello,  y  con  diligente  es- 
mero, cultivar  esas  rudas  inteligencias  para  que  vayan  en- 
trando en  la  región  de  la  luz  que  irradian  las  verdades  de 
nuestra  Religión  sacrosanta,  a  fin  de  que  iluminados  por 
ella  y  convencidos  de  su  celestial  origen  no  titubeen  en  se- 
guirlas, aun  quesea  sacrificándose.  Que  entre  ellos  no  ha 
resultado  estéril  la  constante  labor  del  misionero,  díganlo 
las  obras  que,  como  frutos  primerizos,  comienzan  ya  a  re- 
cogerse, procedentes  del  desarrollo  que  han  alcanzado  las 
semillas  sembradas  y  cultivadas  por  el  ministro  de  Jesu- 
cristo. 

Como  prueba  de  lo  que  antecede  podemos  aducir  el 
hecho,  muy  significativo  por  cierto,  y  que,  tratándose  de 
indios  semisalvajes  como  son  los  de  Sibundoy,  reviste  ex- 
cepcional importancia.  Presentóse  a  principios  de  este  año 
la  epidemia  que  tantos  estragos  ha  causado  en  el  mundo, 
la  gripe.  Debido  a  ella,  pues,  enfermó  la  casi  totalidad 
de  blancos  e  indígenas,  pero  estos  últimos  recibieron  con 
mayor  violencia  los  terribles  latigazos  de  aquel  azote;  cuan- 
do hé  aquí  que  al  cabo  de  unos  días  el  misionero  encar- 
gado del  pueblo  se  ve  sorprendido  por  el  Cabildo  de  in- 
dígenas que,  acompañados  de  un  buen  número  de  indivi- 
duos de  la  población,  fueron  a  suplirle  que  se  hiciesen  tres 
días  de  solemnes  rogativas,  para  que  el  Señor  se  apiadase 
de  ellos  e  hiciese  que.  desapareciera  la  epidemia. 

Esto  que  a  primera  vista  nada  de  particular  ofrece, 
tiene  un  gran  significado  para  quien  conozca  a  fondo  el 
modo  de  ser  de  estos  indios;  tiene  un  valor  masque  de 
regular  importancia  para  quien  va  siguiendo  con  escruta- 
dora mirada  la  evolución  lenta  pero  segura  que  se  está 
operando  en  estos  seres  primitivos.  Sin  temor  de  extrali- 
mitarnos podemos  decir  que  comienzan  a  posesionarse  de 
las  verdades  del  catolicismo;  que  comienza  a  evolucio 
nar  de  un  modo  muy  pronunciado  su  mentalidad,  en  lo 
que  se  refiere  a  lo  sobrenatural,  puesto  que  si  de  la  percep- 
ción clara  y  distinta  de  unos  efectos  constantemente  repe- 
tidos se  deduce  racionalmente  la  causa  o  principio,  pode- 
mos nosotros  afirmar  con  pleno  fundamento  lo  que  acaba- 
mos de  exponer.  Así  pues,  teniendo  en  cuenta  la  asiduidad 


-  26  - 

de  éstos  en  lo  tocante  a  la  asistencia  a  la  misa  los  días  fes 
tivos;  su  voluntario  cumplimiento  del  precepto  pascual;  el 
número  de  comuniones  que  se  les  distribuyen  en  las  prin- 
cipales festividades  del  año;  la  reforma  que  se  nota  en  sus 
costumbres,  de  las  que  van  eliminando  mucho  de  lo  que 
desdice  o  va  contra  la  moral  evangélica;  el  gran  cuidado 
que  ponen  en  llamar  al  sacerdote  así  que  alguno  enferma. 
a  fin  de  que  no  muera  sin  los  sacramentos  y  auxilios  es 
pirituales,  todo  eso,  decimos,  nos  da  la  certeza  moral  de 
que  ya  no  todo  son  tinieblas  y  confusiones  en  lo  que  se  re 
fiere  a  religión:  ya  comienzan  a  percibir  y  practicar. 

§39 
Lo  que  son  los  indios  para  con  su  patria. 

Estado  de  su  civilización — Los  jóvenes  desean  vestir  como  los  blancos — Indios 
en  el  jurado  de  la  mesa  electoral — Un  indio  secretario — Los  indios  aptos 
para  el  servicio  militar — Se  les  hace  amar  a  su  patria  — Conceptos  de  dos 
testigos. 

»  "  La  obra  de  reducción  de  los  indios  a  la  vida  civiliza- 
da—dice el  doctor  Rodríguez  Piñeres  en  su  obra  Por  Tie 
?ras  Hermanas — es  verdaderamente  sorprendente,  de  ma- 
nera que  puede  considerarse  ya  la  fruta  madura.  Conser- 
va todavía  el  indio,  es  verdad,  ciertas  costumbres  que  no 
se  le  han  podido  qaitar,  como  la  celebración  de  licenciosos 
carnavales ;  el  uso  de  vestidos  indecentes  y  antihigiénicos, 
y  la  mala  coastrucción  de  sus  habitaciones. ..." 

Cierto  es  que  podemos  creer  muy  fundadamente  que 
los  indios  del  valle  de  Sibundoy  están  del  todo  asegurados 
a  la  vida  civilizada.  No  es  que  pretendamos  dar  a  enten- 
der que  todo  esté  hecho  ya  en  ese  sentido,  nó;  pues  indios 
que  todavía  está  tan  aferrados  a  las  ridiculas  tradiciones 
prescritas  por  la  veneranda  costombre,  recibida  de  sus  ma- 
yores y  conservada,  particularmente  por  los  ancianos, 
como  un  depósito  sagrado,  y  de  un  modo  especial  en  todo 
aquello  que  tiende  a  perpetuar  externamente  el  sello  espe- 
cial de  la  raza:  a  indios  como  éstos,  decimos,  no  puede 
dárseles  la  patente  de  civilizados,  sino  solamente  de  ini- 
ciados en  la  civilización.  Desde  luego,  empero,  que  los 
gérmenes  que  han  recibido  y  que  comienzan  a  fructificar, 
serán  ya  un  obstáculo  que  impedirá  que  vuelvan  a  la  vida 
selvática,  puesto  que  la  tendencia  general  es  de  irse  des- 


SANTIAGO  (PUTUMAYO) 
Mesa  electoral  formada  por  un  blanco  y  dos  indios. 


SAN  ANDRÉS  (PUTUMAYO) 
El  Gobernador  rodeado  de  los  mayorales  del  pueblo. 


—  27  — 

prendiendo  de  las  asperezas  inherentes  a  ella,  a  la  vez  que 
van  adoptando  las  costumbres  de  los  civilizados,  y  en  esta 
acepción  es  en  la  que  decíamos  que  están  del  todo  asegu- 
rados. 

Es  conveniente  añadir  aquí  que  el  gran  obstáculo  que 
impide  una  pronta  evolución  entre  estos  indios  es  el  de 
los  ancianos  de  los  pueblos.  Hay  que  ver  la  tremenda  resis- 
tencia que  oponen  a  cualquier  novedad  que  intente  intro- 
ducirse en  el  pueblo,  y  de  un  modo  particular  contra  todo 
lo  que  de  un  modo  o  de  otro  tiend^  a  semejarlos  a  los 
blancos,  como  es  el  de  vestido,  construcción  de  casas,  etc. 
A  quien  esto  escribe  le  decía  un  indio  joven  :  "Nosotros — los 
jóvenes — todos  estamos  deseando  vestirnos  como  los  blan 
eos,  pero  por  ahora  no  podemos  porque  los  viejos  se  oponen 
a  ello."  Y  así  es,  todos  los  que  han  recibido  educación  en 
las  escuelas  abominan  de  este  modo  de  vestir  tan  indecente 
como  antihigiénico,  y  sobre  todo  por  la  razón  poderosa  de 
que  muchos  de  ellos  ya  se  avergüenzan  de  que  se  les  tenga 
y  trate  como  a  semisalvajes,  cosa  que  comprenden  ser  im- 
posible editar  mientras  no  se  quiten  esos  vestidos,  que  son 
como  la  marca  de  su  inferioridad. 

Poco  antes  de  salir  del  Territorio  el  Reverendísimo  Pa- 
dre Prefecto  Apostólico,  se  le  presentó  un  indio  vestido  de 
blanco  que  acababa  de  llegar  del  cuartel  de  Pasto,  en  don- 
de cumplió  el  servicio  militar,  suplicándole  que  intercedie- 
ra con  los  padres  de  su  esposa  para  que  la  dejaseo  vivir 
con  él.  Al  serle  preguntado  el  porqué  se  negaban  a  que  su 
esposa  viviera  con  él,  respondió  que   no  querían  hasta  que 

se  quitase  el  vestido  de  blanco,  y no  tuvo  más   remedio 

que  ponerse  de  nuevo  cusma  y  capisayo  .si  quiso  vivir  con 
su  mujer. 

Hemos  dicho  que  el  elemento  joven,  por  lo  mismo  que 
se  ha  educado  en  las  escuelas  y  ha  convivido  con  los  blan- 
cos, desea  salir,  mejor  aún,  romper  esos  moldes  en  que 
lo  tieaen  sujeto;  y  ahora  podemos  añadir  que  algunos 
indios,  si  bien  es  cierto  que  no  más  que  algunos,  pueden 
alternar  con  lucimiento  entre  los  blancos  del  Territorio  y 
fuera  de  él,  y  aun  superar  a  muchos  que  pretenden  pasar 
por  instruidos,  y  como  prueba  vaya  la  siguiente  muestra : 

Con  ocasión  de  las  elecciones  para  Diputados  Departa- 
mentales y  Representantes  al  Congreso  Nacional  verifica- 
das este  año,  el  Juzgado  Electoral  del  Distrito  respectivo  no 
tuvo  reparo  alguno  en  poner  de  Jurado  en  la  mesa  de  San- 


—  28  — 

tiago  a  dos  indios  presididos  por  un  blanco.  En  esa  mesa 
votaron  los  blancos  del  pueblo  de  Sucre  y  aun  el  mismo 
Comisario  Especial. 

Si  a  esto  se  agrega  ahora  que  el  Corregidor  de  Santia- 
go, después  de  haber  tenido  como  Secretarios  del  Corregi- 
miento a  varios  blancos,  últimamente  prefirió  quedarse  con 
un  indio,  por  ser  mucho  más  apto  para  el  desempeño  de  ese 
cargo  que  cualquiera  de  los  otros,  se  comprenderá  que  esos 
jóvenes  indios  distan  mucho  de  parecerse  a  lo  que  fueron 
y  son  los  ancianos. 

Dejamos  indicadt)  antes  que  el  año  pasado  cumplie- 
ron el  servicio  militar  en  Pasto  varios  indígenas,  y  así  es. 
Para  comenzar  y  probar  si  sería  ocasión  ya  de  servirse  de 
ellos  para  prestar  este  importante  concurso  a  la  patria,  se 
sortearon  solamente  doce;  y  han  dado  tan  buena  cuenta 
de  sí,  que,  según  noticias  que  tenemos,  se  ha  determinado 
aumentar  el  número  para  el  sorteo  de  este  año. 

Comienza  pues  Colombia  a  reportar  los  frutos  de  los 
sacrificios  que  se  ha  impuesto  auxiliando  con  tánio  cariño 
como  constancia  la  labor  de  los  misioneros  entre  estos  in- 
dígenas. Doce  años  atrás  tenía  la  República  una  porción 
de  hijos  en  este  Territorio  con  los  que  para  nada  podía  con- 
tar: eran  seres  totalmente  inútiles  a  su  patria  ;  pero  ahora, 
merced  a  los  esfuerzos  que  se  han  hecho  para  levantarlos 
de  su  mísero  estado,  empiezan  a  ser  miembros  utilizables 
y  subditos  que  conocen  y  aman  la  bandera  que  los  cobija 
bajo  sus  amplios  pliegues. 

Una  de  las  tareas  a  que  se  dedica  atención  preferente 
es  enseñarles,  junto  con  el  conocimiento  y  amor  a  Dios, 
amar  a  su  patria,  puesto  que  este  amor  es  uno  de  los  sen- 
timientos que  más  ennoblecen  y  dignifican  al  hombre. 
Debido  a  este  solícito  cuidado  es  como  el  doctor  Garzón 
Nieto  pudo  decir: 

"En  todas  mis  excursiones,  desde  la  primera,  he  teni- 
do una  viva  satisfacción  después  de  días  enteros  soportan- 
do todas  las  fatigas  del  viaje:  al  llegar  a  ellas  (poblaciones 
o  ca,seríos  de  indios  cercanos  a  Puerto  Asís),  grupos  nume- 
rosísimos de  niños  han  salido  a  recibir  a  los  que  llegan, 
entonando  con  toda  claridad  el  himno  nacional." 

Y  el  doctor  Rodríguez  Piñeres  : 

"  En  aquélla  (en  la  escuela)  se  les  da  una  instrucción 
primaria  suficiente  para  ellos  y  se  les  hace  amara  la  patria. 
Muy  grato  me  fue  oír  cantar  el  himno  nacional  por  los  ni- 
ños de  las  escuelas  . .     ..." 


—  29  - 

i  A  qué  obedece  sino  es  a  lo  que  venimos  diciendo, 
el  empeño  de  todos  los  indios  que  viven  en  la  frontera 
de  esta  República  con  el  Ecuador,  que  van  pasando 
todos  a  este  lado  y  aquí  se  establecen  ?  A  que  el  mi- 
sionero, junto  con  el  catecismo,  les  ensena,  infiltra  en  sus 
almas  los  deberes  que  tienen  para  con  su  segunda  madre, 
la  patria;  y  es  evidente  que  recibiendo  y  aceptando  la  doc- 
trina religiosa,  y  a  la  par  que  ésta  la  patriótica,  se  acostum- 
bran a  llevarlas  ambas  en  su  corazón,  y  no  pueden  des- 
prenderse de  una  sin  abandonar  la  otra,  con  lo  que  se  les 
asegura  para  Colombia. 

Es  pues  muy  cierto  lo  que  dijo  el  tantas  veces  citado 
doctor  Garzón  Nieto : 

"  Los  misioneros  son  guardianes  celosos  del  Territorio, 
y  siempre  se  han  piKíocupado  principalmente  de  inculcar 
en  los  habitantes  (del  Caquetá  y  Putumayo)  el  amor  a  la 
patria,  pues  iodos  los  misioneros  son  colombianos  de  cora- 
zón y  algunos  colombianos  de  nacionalidad." 

Vamos  a  poner  fin  a  este  capítulo  transcribiendo  al- 
gunos párrafos  del  discurso  con  que  el  doctor  Darío  Rozo, 
miembro  de  la  Comisión  de  Límites  con  el  Ecuador,  con- 
testó a  la  fiesta  que,  en  obsequio  a  la  referida  Comisión, 
dio  la  colonia  de  Puerto  Asís.  Dice  : 

"Queréis  honrarnos  al  doctor  Pérez  y  a  mí,  copao  a  los 
terminadores  de  la  demarcación  de  la  frontera,  y  con  ello 
festejáis  muy  acertadamente  el  abrazo  fraternal  de  núes 
tras  patrias.  Hemos  puesto,  en  efecto,  el  último  mojón  de 
la  línea  que  no  separa  sino  que  une  al  Ecuador  y  a  Colom- 
bia, para  que  vayan  juntos  ai  egregio  porvenir  que  les 
espera.  Pero  si  nosotros  hemos  puesto  el  último  mojón  de 
esta  línea,  vosotros,  religiosos  y  religiosas  esmerados,  que 
repartís  los  dos  panes  prodigiosos  y  divinos  de  la  fe  y  de  la 
ciencia ;  vosotros,  bravos  colonos  que  abatías  la  selva,  vos- 
otras, abnegadas  mujeres;  vosotros,  niños  y  niñas,  que  sois 
simiente  de  progreso,  vosotros — repito — habéis  puesto  el 
primer  mojón  de  esta  otra  línea  que  tampoco  separa  sino 
que  une  esta  olvidada  comarca  con  la  bendecida  civiliza- 
ción. ¡  Y  qué  obra  tan  espléndida  hacéis,  religiosos  y  reli- 
giosas, al  educar  estos  corazones  inocentes  de  los  niños  de 
la  selva  ! ;  vais  infiltrando  en  sus  almas  un  hilo  sutil  de 
fraternidad  y  de  confianza  que  los  enhebrará  a  los  pue- 
blos de  la  unidad  colombiana,  a  la  manera  del  hilo  que 
une  las  perlas  de  un  collar ;  y  esos  pueblos  unidos  y  vallen- 


—  so- 
tes serán  el  collar  que  tarde  o  temprano  adornará  la  gar- 
ganta de  la  América  del  Sur. 

"  De  hoy  en  adelante  mi  voz  agradecida  publicará  la 
excelencia  de  vuestra  obra,  la  necesidad  de  ella  para  la 
prosperidad  nacional.  En  nombre  de  mi  abnegado  compa- 
ñero de  labores  y  en  el  mío  propio,  manifiesto  efusivos 
agradecimientos,  elogio  la  civilizadora  labor  que  lleváis  a 
cabo  en  estas  apartadas  comarcas,  y  plena  el  alma  de  pa- 
triótico y  justísimo  orgullo,  clamaré  con  alegría  :  ¡  Viva  la 
civilizadora  colonia  de  Puerto  Asís  y  sus  dignísimos  con- 
ductores ! " 


31  — 


CAPITULO  III 

EFICACIA  DE  LA  LABOR  EMPRENDIDA 
(Continuación). 

§  i9  Nuestra  labor  colonizadora— %  2^  Colonias  de  A  Ivernia 

y  Sucre. 

Nuestra  labor  colonizadora. 

Territorio  casi  deshabitado — El  Perú  trata  de  colonizar  el  Bajo  Putumayo. 
Conveniencia  de  impulsar  colonización  colombiana — Puerto  Asís  perecerá 
si  no   se   le  atiende — Reducción  de  gastos  y  salida  de  algunas  familias. 

Una  de  las  empresas  que  más  nos  ha  preocupado  y  en 
la  que  más  energías  y  recursos  hemos  debido  invertir,  es 
la  colonización  del  Territorio.  Es  éste  indudablemente  uno 
de  los  problemas  de  capital  importancia  para  estas  regio- 
nes, de  cuya  favorable  solución  pende  el  adelanto  del  Ca- 
quetá  y  Putumayo,  así  en  lo  que  ^e  refiere  al  bien  de  los 
indígenas  como  a  la  vida  y  seguridad  de  estos  lugares. 

La  región  que  tiene  aquí  Colombia,  confiada  a  nuestro 
cuidado,  es  realmente  inmensa— casi  ia  cuarta  parte  de 
la  República, —  pero  la  encontramos  con  tan  pocos  mora 
dores  que  puede  decirse  deshabitada.  Pues  aunque  en  ella 
se  cuenten  existentes  unos  30,000  indios,  son  como  una 
gota  de  agua  perdida  en  el  Océano.  Para  que  Colombia 
percibiera  alguna  utilidad  efectiva  de  este  Territorio  pre- 
cisaba impulsar  una  corriente  de  inmigración  intensa  que 
llevando  la  vida  y  movimiento  a  él,  explotándolo,  diera  al 
mismo  tiempo  el  tan  deseable  resultado  de  aumentar  el 
número  de  sus  habitantes,  y  despertar  a  los  indios  de  su 
letargo,  infundiéndoles  aspiraciones  nuevas  que,  desarrolla- 
das, fueran  causa  de  que  prestasen  su  concurso  a  este  fin. 

Algo  se  ha  conseguido  al  respecto  desde  que  se  funda- 
ron las  tres  colonias  de  blancos:   Puerto   Asís,  Alvernia  y 


-  32  — 

Sucre,  creadas  por  iniciativa  y  bajo  la  dirección  de  esta 
Prefectura  Apostólica.  Pero  si  bien  es  algo  lo  que  se  ha 
conseguido,  no  hay  que  perder  de  vista  que  para  lograr 
todo  lo  que  Colombia  espera  del  Territorio  precisa  hacer 
mucho  más;  conviene  seguir  adelante  en  el  empeño  de  pro- 
pulsar el  movimiento  colonizador,  pues  hay  que  tener  muy 
presente  qae  a  él  va  vinculado  el  dominio  de  hecho  sobre  el 
Territorio  en  favor  de  esta  República,  y  esta  posesión  es  la 
que  conviene  intensificar,  por  lo  menos  hasta  que  se  le  reco- 
nozca la  de  derecho. 

Toda  vez  que  se  trata  este  asunto  es  conveniente  que 
se  tenga  en  cuenta  un  peligro  que  se  comienza  a  divisar. 

Es  sabido  que  el  movimento  colonizador  del  Territorio 
infundió  respeto  a  las  vecinas  Repúblicas.  Colombia  desde 
entonces  quiso  conceder  decidida  atención  a  la  empresa 
comenzada  de  poblar  estos  lugares,  puesto  que  vio,  mejor 
aún,  palpó,  los  resultados  de  esta  salvadora  medida;  pudo 
comprender,  aleccionada  por  la  experiencia,  que  este  era  el 
medio  más  eficaz  para  hacer  respetar  sus  derechos  sobré 
estas  regiones.  De  modo  pues  que  en  virtud  de  sus  desve- 
los en  favor  de  esta  parte  de  su  suelo  obtuvo  muchas  y 
muy  apreciables  ventajas  sobre  sus  contendientes :  mien- 
tras que  ésos  no  tenían  ni  siquiera  un  caserío  de  importan- 
cia en  toda  la  zona  dei  río — )ii  lo  tienen  al  presente,— en  la 
que  sólo  contaban  y  cuentan  con  las  casas  para  alojar  al 
elemento  militar  que  sus  Gobiernos  proveen  a  fuerza  de 
oro,  Colombia  tenía  ya  formados  varios  núcleos  de  pobla- 
ción. Si  bien  es  cierto  que  el  sostenerlos  ha  exigido  al  Es- 
tado algunos  sacrificios  pecuniarios,  mucho  menores  son 
éstos  dé  lo  que  hubiera  importado  el  permanecer  en  donde 
actualmente  está  por  la  fuerza  de  las  armas ;  y  sube  de 
punto  la  importancia  de  lo  que  venimos  diciendo  si  se  con- 
sidera el  valor  de  las  vidas  humanas  que  en  acciones  sos- 
tenidas por  la  fuerza  armada  necesariamente  han  de  expo- 
nerse. 

Esta  superioridad  de  Colombia  en  el  Territorio  ha  sido 
considerada  y  estudiada  por  las  vecinas  Repúblicas,  y  el 
resultado  de  ello  se  manifiesta  ya ;  pues  vemos  que  comien- 
zan a  tomar  con  empeño  la  obra  de  colonizar  los  respecti- 
vos territorios.  Citaremos,  por  ejemplo,  e]  Perú.  Esa  na- 
ción posee  el  llamado  Departamento  de  Loreto,  que  queda 
integrado  por  toda  la  zona  del  Bajo  Putumayo  que  actual- 
mente está  en  su  poder  y  que  años  atrás  estaba  en  el  de 
Colombia.  Deseando  conseguir  colonos  para  aquellos  luga- 


—  33  — 

res— y  hemos  tenido  oportunidad  de  leerlo  en  periódicos 
de  aquella  nacionalidad, — se  está  iniciando  una  fogosa  cam- 
paña, ofreciéndose  buenas  garantías  a  las  familias  que 
vayan  a  establecerse  allá. 

Comienza  pues  entre  ambas  naciones  una  especie  de 
rivalidad,  que  podría  ser  desventajosa  para  Colombia; 
mientras  que  aquélla  copia  el  procedimiento  de  posesión 
pacífica  que  se  le  ha  enseñado,  procedimiento  que  es  muy 
peligroso  que  se  proponga  explotar  intensamente,  esta  Re- 
pública se  ha  visto  precisada,  por  la  fuerza  de  las  circuns- 
tancias, a  dejar  de  lado  y  a  su  propia  fuerte  las  colonias 
establecidas,  que  todavía  necesitan  las  atenciones  constan- 
tes con  que  se  las  auxilió,  si  se  quiere  que  queden  defini- 
tivamente radicadas.  Creemos  pues,  y  así  lo  exponemos 
con  todo  respeto  a  quien  corresponda,  que  es  necesario 
que  Colombia  dedique  atención  preferente  a  la  coloniza- 
ción del  Putumayo,  ya  sea  sosteniendo  y  asegurando  la 
existente,  ya  fomentando  la  entrada  de  nuevas  familias. 
Bien  comprendemos  que  eso  ha  de  importar  un  sacrificio  en 
ningún  caso  despreciable ;  pero  si  se  considera  que  se  trata 
precisamente  de  asegurar  la  soberanía  nacional  en  estas 
regiones,  estamos  convencidos  que  no  se  vacilará  un  mo- 
mento en  aceptarlo. 

Especificando,  o  particularizando  más  nuestro  razo- 
namiento, y  concretándolo  a  Puerto  Asís,  que  bien  puede 
llamársele  dique  de  contención  y  muro  protector,  diremos 
que  si  no  se  presta  pronto  y  eficaz  auxilio  a  aquella  colonia, 
irremisiblemente  caerá  por  inanición.  Antes  tenía  allá  el  Go- 
bierno un  número  regular  de  soldados,  quienes,  además  de 
prestar  el  importante  servicio  de  guardar  las  fronteras, 
daban  vida  y  movimiento  a  la  colonia:  nos  ayudaban  a  so- 
portar algo  de  la  carga  que  sobre  nosotros  pesaba;  pero 
debido  a  las  difíciles  circunstancias  en  que  se  hallaba  el 
Erario  Público,  fue  suprimida  la  fuerza  armada  del  Te- 
rritorio, y  entonces  proseguimos  solos  soportando  con  tra- 
bajos y  esfuerzos  inauditos  el  sostenimiento  de  aquella 
población,  si  bien  con  vida  migrada  y  pobre;  mas  ahora  los 
auxilios  que  recibíamos  han  sido  reducidos  en  un  cincuen- 
ta por  ciento,  de  lo  que  resulta  que  nos  es  imposible  aten- 
derla tal  como  se  necesita,  siquiera  para  seguir  subsistien- 
do: hemos  debido  reducir  a  la  mitad  el  auxilio  con  que  se  la 
sostenía,  y  si  éste  era  ya  insuficiente,  puede  comprenderse 
cómo  estará  ahora. 

Misiones  católicas — 3 


-    34  — 

Consecuencia  de  todo  eso  es  que  dicha  colonia,  cuya 
vida  tanto  importa  fomentar,  ha  disminuido  mucho.  Des- 
de el  momento  en  que  la  Misión  se  ha  visto  obligada  a  re- 
ducir los  gastos  y  auxilios  que  en  ella  invertía,  ha  cesa- 
do la  posibilidad  de  que  algunas  familias  permanecieran 
viviendo  allá.  Siendo  imposible  a  ésas  sacar  a  ningún  mer- 
cado el  fruto  de  sus  trabajos,  toda  vez  que  quedan  muy 
lejos  los  centros  civilizados,  y  por  no  estar  todavía  termi- 
nado el  camino  nacional  que  los  ha  de  comunicar  con  ellos, 
en  faltándoles  el  apoyo  pecuniario  de  la  Misión  no  pueden 
continuar  viviendo  en  aquel  centro.  Ojalá  que  se  atienda 
de  un  modo  o  de  otro  a  estas  necesidades,  para  que  no 
nos  veamos  en  la  triste  necesidad  de  estar  contemplando, 
atados  de  pies  y  manos,  cómo  va  desmoronándose  con  pe- 
ligro de  pei'derse  del  todo  una  obra  que  tanto  nos  ha  costa- 
do, y  en  la  que  Colombia  tantas  esperanzas  puede   fundar. 

§  2.» 
Colonias  de  Alvernia  y  Sucre. 

Inquietud  en  la  colonia  de  Alvernia — ¿Quien  subleva  a  los  colonos?— Campa- 
ña contra  la  Misión — Garantías  que  se  dieron  a  los  colonos  y  su  cumpli- 
miento— Arma  de  combate — Sucre — Gran  incremento  de  esa  colonia — Ha- 
blan dos  testigos  oculares — Adjudicación  de  120  fotes. 

Alvernia — Año  de  tremenda  crisis  ha  sido  para  esa  co- 
lonia el  que  estamos  pasando.  Muchos  contratiempos  había 
soportado  hasta  ahora,  pero  nunca  sufrió  una  borrasca 
como  la  a  que  nos  referimos:  casi  la  ha  hecho  zozobrar.  No 
sabemos  el  porqué  algunos  sujetos  de  fuera  del  T  erritorio 
han  tomado  como  asunto  de  honra,  y  con  un  empeño  dig- 
no de  mejor  causa,  hacerla  fracasar.  Han  estado  inquie- 
tando constantemente  a  esos  pobres  infelices  soliviantán- 
dolos contra  la  Misión;  consiguieron  que  muchos  abando 
naran  la  colonia  en  donde  tenían  sus  sementeras,  y  con 
ellas  un  modesto  porvenir,  y  que  se  trasladasen  a  Pasto, 
de  donde  varios  han  debido  regresar  medio  consumidos 
por  el  hambre:  se  vieron  engañados  por  los  mismos  que  los 
azuzaron  contra  quienes  los  han  estado  protegiendo. 

Llegaron  momentos  en  que  estuvo  tan  desorganizada 
esa  colonia,  que  creímos  había  llegado  el  momento  en  que 
desaparecerían  casi  todos  los  habitantes  traídos  a  costa  de 
tantos  esfuerzos. 


—  35   - 

\ 
Por  ese  mismo  tiempo  se  emprendió  contra  la  Misión 
una  campaña  difamatoria  espantosa,  sostenida  en  Nariño 
por  el  único  periódico  liberal  que  allá  se  publica.  Ese  pe- 
riódico, haciéndose  eco  de  las  diatribas  lanzadas  en  plena 
Cámara  de  Representantes,  o  mejor  aún,  obedeciendo  a 
una  misma  consigna,  nos  atacó  rudamente,  presentándo- 
nos como  esclavizadores  de  los  kntioqueños,  asegurando 
que  no  habíamos  cumplido  lo  que  se  les  ofreció  en  el  Pros- 
pecto de  la  Junta  de  Inmigración,  y  que  mediante  extor- 
siones, o  cosa  así,  les  habíamos  obligado  a  salir  del  Terri- 
torio. 

Para  publicar  estos  artículos  y  darles  alguna  sombra 
de  autoridad  (?),  llamaron  a  varios  antioqueños  en  los 
momentos  en  que  más  exaltados  los  tenían  con  sus  conti- 
nuas instigaciones  y  les  propusieron  firmar  el  escrito.  De 
entre  los  muchos  a  que  acudieron  sólo  encontraron  tres 
que  se  prestasen  a  s  me  jan  te  maniobra,  y  los  tres  son 
precisamente  de  los  que  asaltaron  hace  algún  tiempo  la 
casa-misión  de  Alvernia,  robando  lo  que  en  ella  había,  que 
profanaron  la  iglesia,  ornamentos  y  vasos  sagrados,  que 
fir^naron  el  famoso  telegrama  que  fue  dirigido  al  Congreso 
hace  dos  años,  y  que  fueron  declarados  calumniadores  por 
la  autoridad  competente,  que  entendió  en  el  asunto  por 
orden  del  Senado. 

Veamos  el  ningún  fundamento  que  tienen  las  aseve- 
raciones lanzadas  contra  nosotros. 

Se  dijo  que  no  se  cumplieron  los  compromisos  y  prome- 
sas que  se  les  hicieron  antes  de  salir  para  el  Putumayo.  Estos 
compromisos  y  promesas  las  copiamos  textualmente  del 
Prospecto  de  colonización  de  la  Junta  respectiva,  y  son: 

"1.**  Se  les  dará  la  alimentación  para  ellos  y  para  la 
familia  que  lleven,  durante  todo  el  viaje  y  hasta  llegar  al 
lugar  de  su  destino. 

"2.°  Se  les  facilitarán  muías  para  el  viaje,  una  para 
cada  cuatro  individuos. 

"8.°  Llegados  al  lugar  en  donde  se  establezca  la  colonia, 
se  señalará  a  cada  familia  el  terreno  que  pueda  cultivar, 
según  el  número  de  sus  individuos,  y  se  les  darán  herra- 
mientas, semillas  y  víveres  durants  seis  meses. 

"4°  Deben  permanecer  dos  años  en  la  colonia  para 
que  adquieran  derecho  de  propiedad  a  lo  que  han  trabaja- 
do y  otro  tanto  más. 


—  36  — 

"5."  Se  dará  a  cada  familia  casa  hecha,  según  lo  permi 
tan  las  circunstancias  del  lugar,  o  cincuenta  pesos  oro 
para  que  ella  se  la  construya." 

Respecto  al  primero  y  segundo  puntos  no  sabemos  que 
se  hayan  quejado.  En  cuanto  al  tercero,  dicen  que  no  se  les 
dieron  semillas  y  víveres  durante  seis  meses,  como  estaba 
convenido.  Para  que  se  vea  el  ningún  fundamento  de  tal 
especie  lanzada  con  tan  aparente  serenidad,  copiamos  del 
informe  que  el  señor  Gobernador  de  Pasto,  después  de  in- 
vestigar los  hechos,  rindió  al  Senado  de  hace  dos  años: 

"...  Aplicando  crítica  imparcial  a  las  declaraciones 
rendidas,  se  observa  que  ninguno  de  los  exponentes  ha  po 
dido  justificar  tales  aseveraciones.  Algunos  aducen  el  mo- 
tivo de  no  habérseles  suministrado  alimentación  en  los 
términos  del  Prospecto  de  colonización  que  está  vigente,  lo 
cual  es  inexacto,  porque  consta  que  a  los  primeros  pobla- 
dores de  Alvernia  se  les  duplicó  el  plazo  de  alimentación 
gratuita  (se  les  dio  durante  un  año  en  vez  de  seis  meses), 
y  a  los  últimos  (los  de  la  segunda  expedición)  se  les  dieron 
alimentos  hasta  expirar  el  término  primitivo  (durante  seis 
meses),  que  no  pudo  prorrogarse  igualmente  que  a  los 
otros  por  ser  escasa  la  suma  apropiada  en  el  Presupuesto 
Nacional  para  auxiliar  esta  colonización. 

"Dicen  otros  que  no  se  les  dieron  semillas  conforme  al 
Prospecto;  y  esto  también  carece  de  fundamento,  porque 
consta  que  aún  se  deben  varias  cuentas  de  los  primeros 
colonos  por  valor  de  semillas  suministradas  para  los  últi- 
mos (colonos),  cuentas  que  no  han  podido  pagarse  todavía 
por  la  razón  antericr." 

Aunque  sea  abundando  en  la  materia,  copiamos  de 
un  artículo  publicado  en  el  Correo  de  Nariño  los  siguientes 
datos  referentes  al  asunto  que  tratamos: 

"Respecto  a  lo  segundo,  o  sea  que  no  se  pagaron  las 
casas  construidas  y  las  semillas  vendidas  (por  los  colonos 
de  la  primera  expedición  a  los  de  la  segunda),  puede  asi- 
mismo ver  Orientación  Liberal  en  los  muchos  recibos  fir- 
mados por  varios  antioqueños,  y  que  reposan  en  la  Tesore- 
ría de  la  Junta  de  Inmigración  y  en  poder  del  Proveedor, 
las  siguientes  sumas  :  por  construcción  de  casas,  tres  mil 
seis  pesos  con  ochenta  y  ocho  centavos  ($  3,006-88).  Por 
semillas,  tres  mil  doscientos  treinta  y  dos  pesos  con  cua- 
renta centavos  ($  3,232-40)." 


—  37  — 

Hé  aquí  pues  la  verdad,  toda  la  verdad,  que  hay  sobre 
los  hechos  de  que  se  nos  ha  acusado  tan  acerbamente. 
Como  se  ha  visto,  no  hemos  querido  tomar  por  nuestra 
cuenta  el  defendernos  :  hemos  cedido  el  puesto  a  quien  está 
autorizado  para  hablar  con  pleno  conocimiento  de  causa, 
pues  todo  lo  que  se  ha  hecho  y  gastado  en  esa  colonia  ha 
sido  bajo  la  vigilancia  de  la  Junta  de  Inmigración,  radi- 
cada en  Pasto,  y  de  la  que  es  Presidente  el  Gobernador  del 
Departamento. 

Y  ahora  podríamos  preguntar :  ¿  porqué  es  que  con 
tanta  ligereza  se  ha  dado  crédito  a  lo  que  algunos  malcon- 
tentos y  de  peores  antecedentes  han  querido  propalar  con- 
tra la  Misión,  sin  tener  en  cuenta  que  con   ello  no  sólO' 
herían  a  los  misioneros  sino,  y  principalmente,  a  la  Junta 
que  entiende  en  esos  asuntos?  ¿Porqué  en  vez  de  incul- 
parnos, ensartando  tal  número  y  cantidad  de  ofensas,   no- 
determinaron  mvestigar  imparcialmente  los  hechos  recu- 
rriendo a  la  mencionada  Junta?   Podemos  equivocarnos, 
pero  tenemos  derecho  a  creer  que  no  se  hizo  porque  se  te- 
nía noticia  de  que  allá,  en  el  archivo  de  esa  Junta,  reposan 
comprobantes  y  documentos  autorizados   en   que  consta 
que  la  Misión,  en  vez  de  defraudar  a  los  colonos,  ha  des- 
embolsado sumas  respetables  para  que  nada  les  faltase ; 
porque  tal  vez  se  tenía  conocimiento  de  que  en   poder 
del  Proveedor  hay  comprobantes  que  acreditan  que  hemos 
gastado   más  de  treinta   mil  pesos  con  el  solo  objeto  de 
favorecer  aquella  colonia ;  y  esto  aparte  de  lo  que  se  ha 
gastado  para  auxiliar  a  varios  individuos  de  la  misma, 
siempre  que  se  ha  presentado  el  caso,  que  si  a  contar  eso 
fuéramos,  entonces  tendríamos  que  multiplicar  la  suma 
indicada.  Tenemos  derecho  a  creer  que  no  se  hizo  la  inves- 
tigación, porque  de  seguir  esa  vía,  en  vez  de  esgrimir  con 
ello  UQ  arma  contra  la  Misión,  se  habrían  visto  precisa- 
dos a  elogiarla,  y  esto  no  era  lo  que  convenía  ;  importaba, 
por  el  contrario,  convertir  eso  en  caballo  de  combate  para 
desacreditar  a  los  misioneros,  haciéndoles  pagar  así  el  no 
haberse  constituido  en  encubridores,  el  haber  defendido  al 
débil  contra  la  rapacidad   del  más  fuerte.   De  haber  sido 
culpable  de  algo  la  Misión,  si  sus  detractores  hubiesen  te- 
nido la  más  mínima   probabilidad  de  que  eran  fundadas 
sus  acusaciones,  do  hubieran  seguido  esa  táctica,  sino  otra 
más  expedita;  pero  como  todo  lo  que  por  esta  vía   legal  se 
hiciera  debía  resultar  en  su  contra,  de  aquí  que  se  abstu- 
viesen. 


—  38  — 

Debido  a  ese  malestar  que  reflejan  las  acusaciones  a 
que  hemos  hecho  referencia,  y  a  las  instigaciones  de  algu- 
nos sujetos  de  fuera  del  Territorio,  ese  centro  ha  disminuí- 
do  algo,  pero  no  han  logrado  destruirlo,  como  han  preten- 
dido. Pero  aunque  consiguiesen  hacer  salir  a  todos  los 
antioqueños,  no  por  eso  se  perdería  la  colonia,  puesto  que 
hay  muchos  habitantes  de  los  pueblos  de  La  Cruz,  La  Mesa, 
etc.,  que  están  deseosos  de  entrar  allá,  y  si  no  lo  han  hecho 
es  por  temores  que,  debido  al  carácter  de  aquellos  antio- 
queños, han  concebido. 

Sucre — El  estado  floreciente  de  ese  centro  es  causa  de 
que  al  comenzar  a  escribir  algo  sobre  él  experimentemos 
una  viva  satisfacción  ;  pues  si  lo  que  mucho  cuesta  bien 
se  aprecia,  calcúlese  el  cariño  que  nos  merecerá  ese  pueblo 
que  ha  sido  radicado  a  fuerza  de  sufrimientos  morales,  y 
después  de  sostener  una  guerra  a  muerte,  sin  tregua  ni 
descanso  hasta  el  presente,  que  la  Misión  ha  debido  sopor- 
tar en  todo  su  peso.  Muchas  veces,  al  recordar  la  lucha 
tremenda  que  se  suscitó  al  ser  creado,  por  parte  de  algu- 
nos sujetos  de  fuera  del  Territorio,  que  intentaban  apro- 
piarse los  terrenos  que  integran  actualmente  esa  colonia, 
nos  maravillamos  nosotros  mismos  y  no  acabamos  de  dar- 
nos cuenta  de  cómo  fue  posible  salir  con  el  intento.  Pero 
habiéndose  expuesto  algo  de  esas  luchas  y  contrariedades 
en  el  de  1917,  dejamos  este  asunto  para  informar  sobre 
el  estado  actual  de  esta  población. 

Nos  place  ceder  aquí  el  puesto  a  dos  testigos  oculares, 
y  de  cuya  imparcialidad  nadie  dudará,  quienes  han  podido 
apreciar  detalladamente  la  magnitud  de  la  obra  realizada 
en  el  reducido  espacio  de  dos  años :  nos  referimos  a  los 
señores  doctores  Garzón  Nieto  y  Rodríguez  Piñeres.  Dice 
el  primero  en  su  reportaje  publicado  en  El  Nuevo  Tiempo: 

" Un  detalle  que. le  cuento  le  hará  comprender  la 

importancia  de  las  Misiones  (del  Caquetá  y  Putumayo)  : 
hace  dos  años,  en  mi  primer  viaje,  pasaba  por  algún  lugar, 
cuando  encontré  un  padre  capuchino,  en  medio  de  la  sole- 
dad de  la  montaña,  con  lodo  hasta  la  rodilla,  trabando  una 
población.  Nos  prestó  algunos  instrumentos  geográficos, 
y  sólo  había  allí  una  casita  de  madera  donde  nos  ofreció 
alguna  bebida  caliente.  Pues  hoy,  al  pasar  por  allí  en  mi 
último  viaje,  encontré  una  población  llamada  Sucre,  que 
tiene  doscientas  y  pico  de  casas  y  más  de  dos  mil  habitan- 
tes. Estas  son  las  obras  de  los  Padres." 

Y  el  s-»gundo,  en  su  mencionado  libro  : 


—  39  — 

" Queda  Sucre  a  seis  kilómetros  de  Santiago.   Es 

una  población  de  blancos  procedentes  del  Departamento 
de  Nariño,  a  cada  uno  de  los  cuales  se  le  han  adjudicado 
33  metros  cuadrados  para  su  casa  en  el  área  de  población 
y  10  hectáreas  de  terreno  en  los  alrededores  para  su  culti- 
vo. Hace  un  año  que  no  existía  de  Sucre  sino  el  proyecto 
con  un  plano  que  tiene  52  manzanas,  con  5  plazas,  aveni- 
das de  40  metros  y  calles  de  20,  en  que  todo  se  ha  calcula- 
do: iglesia,  casa  de  gobierno,  plaza  de  mercado,  etc.  Hoy 
tiene  Sucre  200  casas  y  2,000  habitantes,  y  se  palpa  su  cre- 
ciente prosperidad.  Será  ella  el.  centro  principal  del  valle  y 
allí  se  va  a  trasladar  ahora  la  Comisaría  del  Putumayo. 
Como  se  ha  formado  recientemente,  en  el  reducido  lapso 
de  un  año,  la  población  infantil  es  reducida,  y  no  obstan- 
te esto,  concurren  a  una  escuela  alternada  90  alumnos  en- 
tre niños  y  niñas." 

Para  concluir  añadamos  que  la  Junta  de  Baldíos  del 
valle  de  Sibundoy  ha  adjudicado  120  lotes  con  sus  respec- 
tivos solares  en  favor  de  igual  número  de  solicitantes,  quie- 
nes están  edificando  sus  casas,  desmontando  los  lotes  que 
les  han  tocado  en  suerte,  y,  en  una  palabra,  disponiéndose 
a  quedar  radicados  en  aquella  colonia.  De  continuar  au- 
mentando ese  centro  con  la  rapidez  que  lo  ha  venido  ha- 
ciendo hasta  ahora,  pronto  tendrá  allá  Colombia  una  po- 
blación importante,  que  impedirá  el  retroceso  de  los  indios 
establecidos  en  el  valle  de  Sibundoy,  a  la  vez  que  ha  de 
explotar  aquellos  terrenos  que  hasta  ahora  fueron  selva 
virgen. 


—  40  — 


CAPITULO  IV 

LA  NAVEGACIÓN  A  VAPOR  POR  EL  RÍO  PUTUMAYO 

§  i."  Antecedentes  y  trabajos  preliminares— §  2P  Viaje  del 
Padre  Gaspar  y  el  doctor  Tomás  Márquez —%  3°  Oran 
importancia  de  esta  navegación  para  Nariño  y  Huila- 
§  4.0  La  navegación  es  el  único  medio  de  prosperidad 
para  el  Territorio. 

Antecedentes  y  trabajos  preliminares. 

La  navegación  a  vapor  por  el  Putumayo  dará  vida  propia  al  Territorio — Ca- 
cao, algodón,  azúcar,  tabaco,  vainilla,  etc.,  para  exportar — El  Putumayo 
es  la  vía  para  salir  al  Atlántico — Información — Primer  viaje  de  Puerto 
Asís  a  Manaos. 

Ha  sido  como  una  obsesión  en  nosotros  el  asunto  que 
indica  el  enunciado  de  este  capítulo.  Veíamos  la  necesidad 
de  que  el  Territorio  disfrutara  vida  independiente  y  vigo- 
rosa ;  de  que  cesara  ese  estado  triste  y  alarmante  de  tener 
que  sostenerse  a  fuerza  de  constantes  inyecciones  de  plata, 
que  suponen  una  cadena  ininterrumpida  de  sacrificios  para 
la  Nación  y  para  los  misioneros ;  de  que  llegara  el  término 
de  esa  vida  anémica,  artificial,  con  que  ha  estado  soste- 
niéndose ;  de  que  dejados  los  panales  con  que  se  nos  lo  en- 
tregó envuelto,  entre  con  toda  la  fuerza  de  una  juventud 
sana  y  robusta  a  una  vida  independiente  y  útil,  para  los 
que  la  han  asistido  y  acompañado  con  tanto  cariño,  hasta 
que  haya  podido  valerse  a  sí  mismo.  La  necesidad  de  que 
este  Territorio  pueda  vivir  merced  asus  propias  fuerzas, 
es  obvia,  pues,  como  hemos  indicado  en  varias  ocasiones, 
el  día  que  se  suspendieran  los  recursos  con  que  se  le  está 
auxiliando,  se  sufriría  el  triste  desencanto  de  ver  cómo  se 
desmorona  todo  lo  existente,  por  falta  de  sólidos  cimientos 
que  lo  sostengan. 

Nos  explicaremos.  Hasta  el  presente,  siguiendo  nuestro 
plan  de  procurar  la  emancipación  de  este  Territorio,  o  sea. 
que  pueda  vivir  sin  necesidad  de  que  se  continúen  invirtien 


Tipo»  indígenas  del    Fuluiiia3o. 


MISIÓN  DEL  CAQUETA 

Lancha  Yaquirana.  Buque  que  inaguraba  la  naveg-ación  colombiana  por  el 
Putumayo  y  Amazonas.  Las  autoridades  peruanas  lo  oblig-aron 
a  regresar  al  Brasil. 


—  41  — 

do  las  sumas  que  hasta  ahora  se  requieren  para  sostenerlo, 
hemos  procurado  fomentar  su  riqueza,  alentando  a  unos  y 
a  otros  para  que  en  él  se  desarrollasen  varias  industrias  con 
la  mayor  intensidad.  Facilitamos  al  efecto  las  mejores  cla- 
ses de  pastos  a  todos  los  que  quisieron  secundar  nuestros  de 
seos;  introdújose  ganado  de  las  mejores  razas  extranjeras,etc. 
Excitamos  luego  a  los  colonos  para  que  hicieran  planta- 
ciones de  café,  caña  de  azúcar,  cacao,  algodón,  etc.,  y  pro- 
porcionamos, singularmente  a  los  colonos  de  Puerto  Asís, 
toda  la  semilla  de  cacao  que  quisieron  sembrar.  Hicimos 
últimamente  un  buen  pedido  de  semilla  de  algodón  de  una 
especie  propia  para  ios  terrenos  del  Putumayo,  y  se  la  faci- 
litó gratuitamente  3  todos  los  colonos  de  Puerto  Asís,  Mo- 
coa,  etc  ,  que  se  prestaron  a  sembrarla.  Para  desarrollar  el 
cultivo  del  café  ofrecimos  recompensas  pecuniarias  a  los 
que  cultivasen  cierto  número  de  plantas,  recompensas  que 
han  ganado  ya  varios.  En  fin,  que  se  ha  procurado  inten- 
sificar la  producción  en  el  Territorio,  con  las  bien  precisas 
miras  de  crear  los  indispensables  cimientos  sobre  los  que 
debe  estribar  la  vida  económica  de  éste,  que  es  lo  mismo 
que  decir  su  permanencia  en  la  vida  civilizada,  única  que 
ha  de  ser  de  positiva  fecundidad  para  la  Iglesia  y  para  la 
Patria. 

Hemos  logrado  nuestro  intento  de  crear  medios  de 
vida  para  el  Territorio,  pero  se  comprenderá  que  esto  no  es 
suficiente;  los  artículos  que  se  producen,  aunque  intrínse-. 
camente  tengan  su  valor,  no  obstante,  debido  al  aislamien- 
to en  que  está  el  Territorio,  desmerecen,  o  lo  pierden  total- 
mente: no  hay  mercado  consumidor,  puesto  que  los  medios 
de  transporte  y  las  vías  de  comunicación  para  sacarlos  a 
él  resultan  excesivamente  costosos,  hasta  el  punto  que  los 
fletes  absorben  todas  las  utilidades  que  podrían  obtenerse  de 
los  artículos.  Nos  hallamos  en  situación  comparable  a  la  de 
un  río  represado  por  un  formidable  dique  que  hace  que 
aquél  se  desparrame  sin  producir  ninguna  utilidad,  cuando 
no  ocasiona  perjuicios;  pero  rómpase  ese  dique,  encaúcense 
las  aguas,  y  saldrán  presurosas  a  seguir  su  curso  na- 
tural, y  ello  restablecerá  la  normalidad  y  el  bienestar.  Se 
halla  el  Territorio  del  Caquetá  y  Putumayo  con  artícu- 
los suficientes  para  su  desarrollo  económico,  que  es  el  en- 
carne de  su  fuerza  vital;  pero  si  se  quiere  que  éstos  produz- 
can su  efecto,  es  necesario  abrir  a  toda  costa  una  vía  que 
facilite  su  exportación.  Esta  ha  de  ser  forzosamente  por  el 
Putumayo,  como  se  verá  más  adelante. 


-  42  — 

Consecuentes  con  nuestro  empeño  de  procurar  el  bien 
de  estas  regiones,  y  alentados  por  la  claridad  meridiana 
con  que  veíamos  que  este  era  el  único  medio  para  lograr 
nuestros  propósitos,  hace  unos  cuatro  años  que  se  comen- 
zó a  trabajar  sobre  el  asunto,  y  al  efecto  el  Reverendísimo 
Padre  Prefecto  Apostólico  se  dirigió  a  los  señores  Ministros 
de  Relaciones  Exteriores  y  de  Agricultura  y  Comercio,  en 
correspondencia  que  se  publicó  en  el  Informe  del  año  de 
1917,  páginas  120  a  126.  Se  pidieron  luego  los  informes 
que  se  juzgaron  convenientes  para  comenzar  la  empresa, 
al  liustrísimo  señor  Obispo  de  Manaes,  al  Superior  de  Ca- 
puchinos y  al  Cónsul  colombiano  en  la  misma  ciudad;  y  el 
resultado  fue  afianzarnos  más  y  más  en  la  creencia  de  que 
por  el  Putumayo  ha  de  asegurarse  el  Territorio,  a  la  vez 
que  beneficiar  grandemente  los  Departamentos  de  Nariño 
y  Huila.  Es  este  río  la  vía  obligada  para  salir  al  Atlántico, 
puesto  que  el  Caquetá  tiene  los  saltos  del  Araracuare,  que 
impiden  el  paso  a  las  embarcaciones,  y  es  asimismo  la  úni 
ca  puerta  por  la  que  los  pueblos  de  la  sierra  han  de  salir 
por  este  lado  al  exterior,  salida  que  su  misma  posición 
geográfica  exige  como  la  más  natural  y  adecuada  a  sus 
intereses. 

Comenzáronse  pues  los  trabajos  para  conseguir  rea- 
lizar la  apertura  de  esta  vía,  y  una  vez  en  posesión  de 
todos  los  datos  necesarios  para  interesar  al  comercio  dé 
Nariño  en  favor  de  la  empresa,  se  determinó  tomarla  por 
cuenta  de  la  Misión,  siquiera  para  demostrar  lo  practica- 
ble del  intento.  Acaeció  que  entonces  el  doctor  Tomás 
Márquez  entró  al  Territorio  en  ejercicio  de  su  cargo  de 
Visitador  Fiscal,  y  aprovechando  tan  excelente  oportuni- 
dad, se  le  instó  vivamente  para  que  acompañase  al  Pa- 
dre Misionero  que  debía  emprender  viaje  a  Manaos,  para 
gestionar  allá  la  subida  de  un  vaporcito  hasta  el  puerto 
colombiano  de  Asís.  Comprendió  al  momento  ese  excelen- 
te patriota  la  gran  importancia  que  revestía  la  empresa, 
precisamente  por  la  magnitud  incalculable  de  consecuen- 
cias favorables  que  traería  para  el  sur  de  Cí^ombia;  vio 
que  en  ello  estaba  la  clave  que  debía  abrir  una  era  de  pro. 
greso  y  prosperidad  para  el  Territorio  y  vecinos  Departa- 
mentos, y  al  momento  se  prestó  para  acompañar  al  misio- 
nero que  debía  gestionar  esta  empresa,  prometiéndose  se 
guir  con  él  las  vicisitudes  de  ese  arriesgado  viaje,  siempre 
que  el  Gobierno  lo  autorizase  debidamente. 

Recibida  la  favorable  contestación  del  Gobierno,  ya  no 
se  pensó  más  que  en  activar  los  preparativos  para  la  mar- 


—  43  — 

cha;  nos  pusimos  de  acuerdo  con  alguna  casa  comercial  de 
Pasto  para  los  efectos  de  remisión  de  fondos  a  Manaos, 
etc.,  y  quedó  todo  dispuesto  para  el  3  de  abril,  día  en  que 
se  emprendió  efectivamente  la  marcha  a  Manaos. 

Viaje  del  Padre  Gaspar  y  el  doctor  Márquez. 

Llegada  a  Manaos — Gestiones  para  conseguir  lancha — Tómanse  datos  sobre  la 
plaza — Flete  de  la  Yaquirana  y  salida  para  Puerto  Asís — Regreso  del  bu- 
que a  Manaos — Entusiasmo  en  Pasto  y  Manaos — Cargamento  que  se  ha- 
bía reunido  en  Puerto  Asís. 

Copiamos  de  una  carta-informe  que  el  Padre  Gaspar 
d^  Piíiell  mandó  al  Reverendísimo  Padre  Prefecto  Apostó- 
lico desde  Manaos: 

"Tal  vez  extrañará  a  Su  Reverendísima  que  no  le  haya 
escrito  antes;  no  lo  hice  porque  creí  llegar  primero  que  la 
carta,  pero  ahora,  visto  el  sesgo  que  han  tomado  los  asun- 
tos, estoy  convencido  de  que  llegarán  antes  mis  cartas  que 
yo ;  así  que  voy  a  relatarle  brevemente  las  peripecias  de 
este  famoso  viaje. 

"Le  escribí  mi  última  desde  Güepí,  dándole  cueuta  de 
los  trabajos  apostólicos  y  al  propio  tiempo  de  los  realizados 
en  compañía  del  doctor  Márquez,  como  son  levantar  el 
padroncillo  de  indios  existentes  en  aquel  lugar,  nombrar- 
les autoridades,  escoger  sitio  a  propósito  para  la  fundación 
del  pueblo,  etc.,  etc.  De  este  punto  seguímos  en  la  misma-^ 
canoa  con  que  salimos  de  Puerto  Asís,  y  sin  incidente 
que  merezca  particular  referencia  continuamos  hasta  lle- 
gar a  la  frontera  de  Brasil.  Al  llegar  allá,  el  agente  encar- 
gado del  puerto  fiscal  nos  ofreció  la  lanchita  del  Gobierno 
para  que  así  efectuáramos  el  viaje  que  nos  faltaba,  de  un 
modo  más  cómodo.  En  la  bocana  del  Putumayo,  o  sea  en 
su  desembocadura  al  Amazonas,  tomamos  uno  de  los  va 
pores  de  la  Compañía  ^ma^Oíi  River.  inglesa,  pero  nacio- 
nalizada en  el  Brasil,  que  hace  mensual  mente  sus  viajes  a 
Iquitos.  En  cuatro  días  nos  pusimos  a  Manaos,  adonde 
llegamos  el  31  de  marzo 

"Una  vez  en  ésta  empezamos  las  gestiones  del  asunto 
que  nos  trajo.  iNuestro  primer  intento  al  llegar  fue  adqui- 
rir, comprándolo,  un  buquecito,  pero  resulta  que  hay  una 
ley  en  el  Brasil  que  prohibe  la  venta  de  toda  clase  de  em- 
barcaciones al  extranjero  mientras  dure  la  guerra  ;  por  otro 


—  44  — 

lado  vimos  que  nos  salía  mucho  mejor  fletar  una  lancha 
brasilera,  por  cuanto  era  conveniente  navegar  con  pabe- 
llón de  esta  nacionalidad,  puesto  que  entre  ésta  y  el  Perú 
existe  tratado  de  libre  comercio  por  sus  ríos,  cosa  que  no- 
hay  entre  esta  última  y  Colombia. 

"  Mientras  tanto  estudiamos  detenidamente  las  condi- 
ciones de  este  mercado,  nos  informamos  con  precisión  de 
la  procedencia  de  la  gran  mayoría  de  artículos  que  pue- 
den consumirse  en  el  Territorio  y  Departamentos  vecinos,, 
de  su  precio  actual  y  del  de  antes  de  la  guerra;  averigua- 
mos bien  los  precios  y  procedencia  de  los  artículos  que 
producen  Nariño  y  el  Caquetá  y  Putumayo,  y  nos  conven- 
cimos plenamente,  por  la  fuerza  de  datos  y  números,  que 
esta  vía  ha  de  producir  bienes  ni  siquiera  sospechados,  al 
sur  de  Colombia.  Para  demostrar,  al  presentarse  ocasión, 
las  ventajas  que  ofrece  esta  vía  y  el  porvenir  que  promete, 
procuramos  un  muestrario  completo  de  artículos  y  pre- 
cios. 

"Fletamos  últimamente  una  lancha  de  45  toneladas, 
la  cargamos  con  herramienta,  maquinaria,  telas,  etc.  etc.; 
nos  pusimos  en  inteligencia  con  algunas  casas  comerciales 
para  futuras  operaciones,  y,  después  de  despachada  la  do- 
cumentación por  los  Cónsules  del  Perú  y  Colombia,  empren- 
dimos viaje  para  Puerto  Asís.  Pero  hé  aquí  que  al  llegar 
al  Encanto  nos  detuvo  una  fuerza  peruana  y,  ya  sea  por 
mala  inteligencia  o  por  lo  que  fuere,  se  nos  obligó  a  retro- 
ceder, y  tuvimos  que  regí^esar  a  Manaos,  desde  donde  le 
escribo  estas  líneas,  y  ya  en  vigilias  de  subir  en  canoa  ha- 
cia el  Territorio.  Espero  poderle  hablar  largamente  sobre  - 
el  asunto  en  cuanto  llegue  a  la  Misión . . . . " 

Al  llegar  este  Padre  a  la  Prefectura  informó  de  modo 
minucioso  sobre  el  percance  sufrido,  pero  como  fue  publi- 
cado de  un  modo  muy  conciso  y  exacto  por  la  Gazeta 
da  Tarde  de  Manaos,  el  día  3  de  septiembre  del  año  pasado, 
vamos  a  relatarlo,  concretándonos  a  traducir  y  copiar. 

"Con  destino  a  San  Fraiicisco  de  Asís,  en  el  Alto  Iza, 
puerto  colombiano,  zarpó  de  nuestro  puerto  el  día  28  de 
julio  último  la  lancha  Yaquirana,  bajo  el  mando  del  señor 
Augusto  Vieira,  y  de  consignación  de  la  Casa  J.  V.  de 
Oliveira  de  esta  plaza.  La  referida  embarcación,  que  lleva- 
ba gran  cargamento,  fue  legalmente  despachada  en  las  re- 
particiones estaduales,  federales  y  en  los  respectivos  Con- 
sulados del  Perú  y  Colombia. 


—  45  — 

"Después  de  salir  de  este  puerto  siguió  viaje  sin  el  me- 
nor contratiempo  hasta  Tarapacá,  lugar  en  donde  se  halla 
instalado  un  puesto  peruano.  La  respectiva  autoridad  re- 
visó los  papeles  de  la  Yaquirana,  y  viendo  que  estaban  le- 
galizados, despachó  la  lancha,  dejando  que  siguiera  en  paz 
su  camino.  Dos  días  después,  todavía  en  aguas  peruanas, 
fue  la  Yaquirana  sorprendida  por  el  encuentro  de  la  lancha 
peruana  Callao,  armada,  trayendo  a  bordo  una  fuerza  de 
soldados  peruanos  bajo  el  mando  del  Capitán  Curiel,  Co- 
misario del  Putumayo  peruano. 

"Intimado  el  Comandante  de  la  Yaquirana  a  parar,  la 
fuerza  peruana  invadió  la  lancha,  y  después  de  revisar  los 
papeles  pasó  revista  a  toda  la  embarcación,  inclusive  en  las 
bodegas,  a  pesar  de  las  protestas  del  Comandante  de  la  Ya- 
quirana. El  Capitán  Curiel  intimó  al  Comandante  Augus- 
to Vieira  a  seguir  con  su  embarcación  hasta  el  lugar  pe- 
ruano del  Encanto,  punto  muy  desviado  de  la  ruta  o  ca- 
mino que  debía  seguir  la  Yaquirana. 

"Preguntado  por  el  referido  Comandante  cuál  era  el 
motivo  de  tamaño  absurdo,  el  Capitán  respondió  que  si 
la  lancha  procediese  de  Iquitos,  podría  seguir  sin  dificul- 
tad, pero  como  era  del  Brasil,  tenía  orden  de  no  dejarla 
pasar. 

"En  estas  condiciones  la  lancha  siguió  hasta  el  En- 
canto, donde  estuvo  detenida  por  espacio  de  cinco  días, 
a  pesar  de  las  constantes  reclamaciones  del  Comandante, 
quien  mostró  todos  los  documentos  sellados  y  legalizados. 
Visto  esto,  el  Comandante  extendió  su  protesia,  en  la  cual 
hacía  responsable  al  Grobierno  peruano  de  los  perjuicios 
que  con  ello  causaba.  Embarcóse  de  nuevo  para  Manaos, 
adonde  1  legó  hoj^  El  Comandante  notificó  lo  ocurrido  a  las 
autoridades  competentes,  y  mañana  ratificará  su  protesta 
ante  el  Juez  Federal. 

"Eran  pasajeros  déla  Yaquirana  el- ilustre  Tomás 
Márquez,  colombiano,  y  el  Reverendo  Padre  Gaspar  de 
Pinell.  Esta  noticia  fue  recogida  en  la  Casa  consignataria 
de  la  referida  lancha,  y  confirmada  por  el  digno  doctor 
Márquez,  con  quien  tuvimos  el  placer  de  hablar.'' 

i  Obedeció  en  realidad  ia  detención  del  buque  al  motivo 
alegado  por  el  Capitán  Curiel?  Oigamos  al  Reverendísimo 
Padre  Prefecto  Apostólico,  quien,  envista  de  los  documentos 
y  datos  que  trajo  el  Padre  Gaspar  de  Pinell,  dio  en  un  largo 
artículo  publicado  en  Pasto,  las  siguientes  aclaraciones : 


-  46  — 

"...  Quizás  no  todos  los  lectores  de  esta  hoja  sepan 
que  el  Brasil  ocupa  la  desembocadura  del  Puturuayo  hasta 
280  millas  más  arriba,  siguiendo  el  curso  de  este  río,  o 
sea  hasta  Cotué,  y  que  de  este  punto  hasta  Yuvineto 
está  el  Putumayo  ocupado  por  los  peruanos.  Ahora  bien 
a  fin  de  evitar  la  molestia  y  gastos  que  supone  tener  qu^ 
ir  a  Iquitos  para  hacer  registrar  sus  papeles  las  embarca- 
ciones brasileras  que  se  dirigea  al  Putumayo  peruano,  y 
con  el  ñn  de  evitar  que  tuviesen  que  ir  a  Manaos  con  el 
mismo  fin  las  embarcaciones  peruanas  que  se  dirigían  al 
Putumayo  brasilaro,  convinieron  Brasil  y  Perú  en  poner 
puestos  fiscales  en  Cotué  y  Tarapacá.  El  Brasil  cumplió  lo 
dispuesto  en  el  Tratado,  puso  aduana  con  las  respectivas 
autoridades  civiles,  y  allí  se  registran  los  despachos  de  las 
embarcaciones  peruanas. 

"El  Perú,  seguramente  para  evitarse  gastos,  hizo  caso 
omiso  de  lo  estipulado,  y  no  puso  aduana  en  el  lugar  con- 
venido ;  pero  las  autoridades  militares  de  Tarapacá  suplían 
en  cada  caso  particular  esa  deficiencia  sin  observación 
alguna.  Eso,  ni  más  ni  menos,  sucedió  con  la  lancha  Ya- 
quirana:  hizo  ésta  registrar  sus  papeles  en  Manaos  por  el 
Cónsul  peruano,  quien  estaba  tan  convencido  de  que  no 
era  necesario  ir  a  Iquitos,  que  nada  observó  sobre  el  parti- 
cular; advirtió  únicamente  la  necesidad  de  admitir  un 
guarda  a  bordo  en  el  tránsito  por  el  territorio  ocupado  por 
el  Perú,  según  se  acostumbra  en  casos  análogos.  Las  auto- 
ridades militares  de  Tarapacá,  según  hemos  dicho  antes, 
también  estaban  convencidas  de  que  no  había  necesidad 
alguna  de  ir  a  Iquitos,  y  por  eso  dejaron  pasar  la  lancha, 
ya  que  tenía  los  papeles  registrados,  como  se  había  hecho 
y  practicado  en  otros  viajes  que  había  verificado  la  misma 
lancha  Faquir  ana . . . . " 

Hé  aquí  pues  lo  ocurrido  en  ese  primer  viaje  que 
intentó  la  Misión  con  objeto  de  inaugurar  esta  vía  flu- 
vial. > 

Durante  ese  espacio  de  tiempo  transcurrido  desde  el  re- 
cibo del  cablegrama  que  anunciaba  la  subida  del  buque  a 
Puerto  Asís,  se  había  procurado  excitar  al  comercio  de 
Pasto  a  fin  de  que  concurriese  con  productos  de  Nariño 
para  cargar  el  referido  buque,  para  darlos  a  conocer  al 
mercado  de  Manaos  y  entablar  así  de  un  modo  seguro  re- 
laciones con  aquella  plaza.  El  resultado  fue  que  se  reunie- 
ron en  Puerto  Asís  gran  número  de  bultos  de  víveres  que 
mandaron  algunas  casas  de  Pasto  y  la   Misión.   Varias  de 


—  47  — 

« 
aquéllas  estaban  dispuestas  a  mandar  comisionados  pro- 
pios a  Manaos  para  estudiar  la  plaza  y  dejar  establecidas 
en  ella  relaciones  con  el  objeto  de  facilitar  futuros  nego- 
cios. 

En  fin,  que  fue  grande  el  entusiasmo  que  despertó  en 
Pasto  la  noticia  de  que  subía  la  lancha  a  Puerto  Asís,  pues 
en  ello  veían  un  nuevo  horizonte  abierto  que  había  de  ser 
un  factor  importantísimo  para  la  prosperidad  del  Departa- 
mento. 

Si  grande  fue  el  entusiasmo  de  Pasto,  hasta  el  punto 
de  que,  según  se  nos  dijo,  se  estaban  preparando  festejos  para 
ruando  recibiesen  la  noticia  de  haber  llegado  el  buque,  no 
fue  menor  el  del  comercio  de  Manaos.  En  esa  ciudad  pro- 
dujo una  satisfacción  indescriptible  el  proyecto  de  apertu- 
ra de  esta  vía  comercial,  por  la  que  podrían  aprovisionarse 
con  facilidad  de  productos  de  tierra  fría,  y  ya  estaban  dis- 
puestos a  subir  tres  buques  más,  detrás  de  la  Yaquirana, 
así  que  recibieran  aviso  de  que  ésta  había  llegado  al  puer- 
to colombiano  sin  contratiempos.  Pero  todo  se  malogró  al 
ser  detenida  y  tener  que  regresarse  la  lancha. 

Ha  fracasado  pues  la  primera  tentativa  de  navegación 
a  vapor  por  el  Putumayo,  pero  no  las  esperanzas  de  lograr 
que  se  realice  pronto  este  ideal  [twa  acariciado  y  por  el  que 
se  ha  estado  trabajando  sin  descanso  durante  estos  últimos 
afíos,  e  invertido  una  muy  respetable  suma  que,  como  se 
comprenderá,  importó  el  alquiler  del  buque,  compra  de 
artículos,  viajes  del  misionero,  etc.,  etc.  Nó,  no  han  muerto 
nuestras  esperanzas  de  ver  llegar  buques  a  Puerto  Asís, 
porque  es  este  proyecto  uno  de  aquellos  que  por  lo  mismo 
que  nada  tiene  de  utópico  y  sí  mucho  de  factible  y  ventajoso;, 
por  ser  uno  de  aquellos  proyectos  que  una  vez  estudiados 
y  lanzados  a  la  publicidad,  sobre  todo  si  van  acompañados 
de  números  y  datos,  argumento  ante  el  cual  hay  que  bajar 
la  cabeza  y  asentir,  van  calando  poco  a  poco  en  todas  las 
esferas,  y  llega  el  momento  en  que  por  su  mismo  peso  se 
imponen.  Este  ha  de  ser  necesariamente  uno  de  los  tales  ; 
representa  tantos  y  tan  ingentes  intereses  en  favor  del 
Estado,  cuyo  principal  objeto  sobre  estas  regiones  está  en 
verlas  florecientes  y  ricas,  hasta  el  punto  de  poder  formar 
con  lucimiento  al  lado  de  sus  vecinos  Departamentos,  lo 
que  se  conseguirá  desde  el  punto  que  se  establezca  el  tráfi- 
co fluvial ;  son  tantos  y  de  tal  significación  los  intereses 
que  representa  esta  empresa  para  los  Departamentos 
mencionados,  que  una  vez  se  han  dado  cuenta  de  ellos  y 


—  48  - 

teniendo  presente  el  espíritu  progresista  que  los  anima, 
estamos  ciertos  de  que  no  han  de  dejarla  olvidada.  Perma- 
necen sí  rauy  firmes  nuestras  esperanzas  por  lo  que  acaba- 
mos de  decir,  y,  sobre  todo,  porque  estamos  segurísimos 
de  que  el  Gobierno  actual  ha  de  resolver  dentro  de  breve 
todas  las  dificultades  que  haya  podido  presentar  la  Nación 
hermana,  y  por  lo  mismo  estamos  en  la  creencia  de  que, 
a  no  tardar,  todos  los  trabajos  hechos  por  la  Misión  en 
este  sentido  han  de  producir  el  apetecido,  el  tan  deseado 
efecto  ;  de  modo  que  el  viaje  que  se  emprendió  por  cuenta 
de  la  Prefectura  Apostólica,  aunque  frustrado,  sin  duda 
habrá  de  considerarse  como  el  iniciador  de  esta  magna 
empresa. 

§  3^ 
Gran  importancia  de  esta  navegación  para  Nariñoy  Huila. 

Autorizados  conceptos — Datos  apreciables — Ventajas  para  Nariño  y  Huila — La 
navegación  y  la  defensa  de  fronteras — Más  datos  — Consecuencias  y  ven- 
tajas. 

Nos  ceñiremos  a  transcribir  t^l  autorizado  dictamen 
que  sobre  el  particular  han  emitido  los  competentes  y  au- 
torizados doctores  Rodríguez  Piñeres  y  Tomás  Márquez, 
el  primero  en  su  obra  ya  citada,  y  el  segundo  en  una  infor- 
mación que  mandó  al  señor  Ministro  de  Relaciones  Exte- 
riores, publicada  en  El  Nuevo  Tiempo,  el  16  de  mayo  del 
presente  año.  Dice  este  último: 

"...  Por  una  casualidad,  adversa  en  ciertos  modos, 
pero  feliz  en  otros,  me  encuentro  ahora  en  esta  preciosa 
ciudad  (Río  de  Janeiro),  en  vez  de  regresar  a  Colombia, 
como  tenía  calculado,  por  los  territorios  amazónicos,  es 
decir,  por  el  río  Putumayo  o  por  el  Caquetá. 

"En  cuanto  a  la  navegación  del  río  Iza  o  Putumayo, 
no  creo  que  estén  completamente  perdidos  los  esfuerzos 
hechos  por  el  suscrito,  como  particular,  para  obtenerla.  Si 
las  autoridades  peruanas  del  Encanto  cometieron  un  atro- 
pello incomprensible  con  la  primera  nave  de  vapor  brasi- 
leña que  quiso  ir  desde  el  Amazonas  hasta  nuestro  puer- 
to colombiano  de  Asís,  me  parece  evidente  que  estas  vio- 
lencias no  pueden  repetirse  en  lo  sucesivo.  Tenemos  dere- 
cho a  creer  que  el  Gobierno  del  Perú  es  un  Gobierno  civi- 


—  49  — 

lizado  que  no  consentirá  a  sus  funcionarios  la  violación  del 
Derecho  de  Gentes  y  de  las  reglas  más  sustanciosas  de  la 
cortesía  internacional. 

*'En  fin,  señor  Ministro,  no  debe  nuestro  país  cejar  en 
los  sacrificios  necesarios  hasta  obtener  que  se  desarrolle  el 
comercio  de  Colombia  con  sus  vecinos  por  la  vía  del  Puta- 
mayo. 

'Es  nuestra  agricultura  quien  ganará  principalmente 
con  ello.  Es  la  producción  del  rico  Departamento  de  Nari- 
ño  ]a  que  se  beneficiará  con  este  intercambio  posible. 

"Por  otra  parte,  no  cabe  la  menor  duda  en  que  sería 
más  barato,  más  rápido  y  más  cómodo  para  Pasto  introdu- 
cir las  mercancías  por  Puerto  Asís,  en  vez  de  hacerlo  por 
Tu  maco  y  Barbacoas. 

"Efectivamente,  en  el  año  pasado,  cuando  visité  nues- 
tra costa  del  Pacífico,  pude  saber  que  el  transporte  de  una 
tonelada  de  mercancías  cuesta  por  término  medio  $  85  oro 
colombiano,  desde  Nueva  York  hasta  Tu  maco.  De  este  últi- 
mo puerto  al  de  Barbacoas  costaba  entonces  algo  así  como 
$  37.  En  total  no  valía  menos  de  $  120  el  transporte  de 
Nueva  York  a  Barbacoas,  por  cada  tonelada  común.  De 
Barbacoas  a  Pasto  hay  cinco  días  en  muía,  o  seis,  y  se  pa- 
gan generalmente  $  5  por  cada  carga  de  100  kilos. 

"Pues  bien,  señor  Ministro,  estos  precios  son  inverosí- 
miles, basto  el  punto  de  que  el  viajero  estudioso  no  se  los 
explica.  O  las  compañías  de  navegación  realizan  allí  una 
ganancia  desproporcionada  a  expensas  del  laborioso  co- 
mercio de  Nariño,  o  debemos  admitir  que  en  el  Pacífico  los 
navios  viajan  en  balde. 

"Cualquiera  puede  tomar  un  mapa  de  América  y  ver 
las  distancias  que  hay  de  Nueva  York  a  Tumaco  En  se- 
guida obsérvese  la  que  hay  de  Nueva  York  al  río  Amazo- 
nas. Inmediatamente  se  nota  que  esta  última  es  mucho 
mayoi'.  Sin  embargo,  el  transporte  de  una  tonelada  de 
mercancías  de  Nueva  York  a  Manaos  costaba  por  término 
medio  $  30  oro  colombiano  en  el  año  pasado,  es  decir,  eo  el 
mismo  año  en  que  de  Nueva  York  a  Tumaco  se  paga- 
ban $  85. 

'  'A  causa  de  la  guerra  submarina,  las  circunstancias 
comerciales  se  han  modificado  considerablemente  de  1917 
hasta  hoy.  Pero  con  todo,  no  se  pagan  ahora  más  de  45  dó- 
lares por  tonelada  de  mercancías  comunes  desde  Nueva 
York  hasta  el  puerto  de  Manaos.  De  Manaos  a  Puerto  Asís 

Misiones  católicas — 4 


—  50  — 

cobrarían  las  lanchas  o  pequeños  buques  fluviales  de  va- 
por $  85  por  tonelada,  según  me  manifestaron  en  días  pa- 
sados algunas  casas  propietarias  de  embarcaciones. 

''En  resumen,  tenemos  que  costaría  el  transporte  de 
Nueva  York  a  Puerto  Asís  $  90  de  nuestra  moneda  nacio- 
nal . . 

"Entretanto,  de  Nueva  York  a  Barbacos  vale  ^  122,  su- 
puesto que  no  hayan  subido  los  precios  en  los  últimos 
meses. 

"¿Cómo  se  comprende  esta  diferencia  de  más  de  $  30 
en  cada  tonelada,  si  la  distancia  es  incomparablemente 
superior  por  la  vía  del  Amazonas? 

"Es  lo  cierto  que  la  compañía  Amazon  River  obtie,n^ 
subvención  del  Gobierno  del  Brasil.  Pero  guo  está  subven 
clonada  también  la  navegación  del  Pacífico? 

"Por  lo  demás,  tengo  bien  medido  el  trayecto  de  Puer- 
to Asís  a  Pasto,  como  que  el  Gobierno  Nacional  me  comi- 
sionó para  recibir  ese  camino  a  fines  de  1917,  y  puedo  ase- 
gurar que  no  hay  más  de  200  kilómetros.  Poco  más  o  me- 
nos como  de  Barbacoas  a  Pasto.  Las  muías  pueden  reco- 
rrer esa  distancia  filosóficamente,  descansadamente,  cual 
ellas  saben,  en  cinco  días. 

"¿Ve  Su  Señoría  la  importancia  extraordinaria  que  ten- 
dría para  la  agricultura  de  Nariño  esa  nueva  vía  inespe- 
rada, ese  camino  nunca  soñado  tal  vez,  en  buques  de  va- 
por, sóbrelas  lentas  aguas  bondadosas  del  Putumayoy  del 
Amazonas? 

"A  Manaos  y  a  Iquitos  se  pueden  llevar  de  Nariño  pa- 
pas, cebada,  harina  de  trigo,  quesos,  manteca,  carne  seca  y 
muchos  otros  géneros  alimenticios.  Las  papas  se  compran 
ahora  en  Manaos  a  1,500  reis  el  kilo,  es  decir,  a  $  0-36  de 
nuestra  moneda.  Cebada  no  hay  en  todo  el  Amazonas,  y  la 
que  viniese  podría  ser  vendida  a  $  0-50  el  kilo. 

"Y  así  otros  productos. 

"El  Amazonas,  tan  rico  en  maderas,  en  gomas  f  en 
pescado,  es  uno  de  los  territorios  más  pobres  del  mundo 
en  punto  a  agricultura.  Nadie  allí  pensó  jamás  en  sem- 
brar, porque  antes  de  la  guerra  todo  se  traía  cómodamen- 
te de  Europa  y  Estados  Unidos.  Hoy  mismo  no  se  siem- 
bra. Además,  la  tierra  deja  algo  qué  desear  para  la  pro- 
ducción de  algunas  especies  vegetales.  Los  ensayos  hechos 
con  semillas  de  papa,  de  cebolla  y  otras  gramíneas,  no  han 
sido  muy  dichosos. 


—  51  — 

**Todo  esto  conviene  que  nuestro  país  lo  sepa,  y  que, 
sabiéndolo,  aproveche  del  mejor  modo  posible.  La  carestía 
de  los  víveres  en  el  Amazonas  subsistirá  mucho  tiempo, 
por  causas  naturales  inevitables. 

"También  es  conveniente  saber  que  en  las  orillas  del 
Putumayo  y  San  Miguel  se  pueden  obtener  muy  buenas 
plantas  de  cacao  y  un  excelente  algodón.  Este  algodón  se 
podría  vender  en  Manaos  al  mismo  precio  de  152  libras 
esterlinas  cada  tonelada,  en  caso  de  que  no  se  exportase 
directamente. 

"Estos  son  números,  señor  Ministro.  Estos  son  datos, 
y  muestran  que  la  región  amazónica,  aunque  continuase 
muchos  años  el  bajo  precio  del  caucho,  siempre  es  digna 
de  atención  por  otros  aspectos  comerciales . . . . " 

Escribe  el  doctor  Rodríguez  Piñeres: 

" Hasta  ahora  no  se  ha  hecho  el  comercio  de 

Nariño  sino  pe  r  l.i  vía  de  Tumaco  y  Barbacoas,  que  recar- 
ga considerablemente  el  transporte  por  los  considerables 
transbordos  que  sufre  la  mercancía,  y  sólo  se  le  han  pre- 
sentado al  Departamento  dos  soluciones:  la  de  un  ferroca- 
rril al  Pacífico,  sumamente  costoso  y  que  no  suprimiría 
muchos  inconvenientes,  o  la  más  que  problemática  prolon- 
gación del  ferrocarril  de  Cali  a  Popayán  hasta  Pasto. 
Pues  bien,  existe  otra  vía  que  presenta  ventajas  considera- 
bles y  cuya  escogencia  se  impondrá  cuando  se  le  conozca, 
con  el  establecimiento  permanente  de  la  navegación  del  Pu- 
tumayo, felizmente  iniciada  por  los  Misioneros  Capuchi- 
nos y  secundada  por  el  Gobierno  con  la  inteligente  y  acti- 
va cooperación  del  Visitador  Fiscal   don  Tomás  Márquez. 

"En  efecto,  aun  con  el  camino  de  herradura  de  Pasto 
a  Umbría,  la  mercancía  traída  por  la  vía  del  Amazonas 
costaría  mucho  menos  que  la  importada  por  la  de  Tuma- 
co y  Barbacoas,  como  puede  comprobarse  por  los  datos  si- 
guientes: en  la  actualidad  se  calcula  que  el  precio  ordina- 
rio del  transporte  de  una  tonelada  de  mercancías  de  Nue- 
va York  a  Barbacoas  es  de  $  128  con  sus  transbordos  en 
Colón,  Panamá  y  Tumaco,  pues  a  este  puerto  no  llegan 
los  buques  que  atraviesan  el  Canal;  en  cambio  el  precio  de 
una  tonelada  de  Nueva  York  a  Manaos  sólo  alcanza  has- 
ta $  26,  que  agregados  a  $  60  que  sería  el  costo  máximo  de 
Manaos  a  Puerto  Asís,  suma  $  86.  Ahora  bien,  de  Puerto 
Asís  a  Pasto  puede  calcularse  que  el  costo  del  transporte 
es  igual  al  de  Barbacoas  a  esa  misma  capital. 


—  52  — 

"Más  aÚD,  para  el  propio  comercio  del  sur  del  Depar 
tamento  del  Cauca  y  del  interior  de  la  República,  se  po- 
dría aprovechar,  con  positivas  ventajas,  la  vía  del  Amazo-. 
ñas.  Basta  considerar  que  el  Caquetá  es  navegable  en  una 
inmensa  extensión  de  .su  curso,  y  que  más  arriba  de  unos 
rápidos,  al  comunicarlo  con  el  Pu  tu  mayo  en  el  punto  de- 
nominado La  Tagua,  por  medio  de  un  camino  que  no  ten- 
drá en  su  desarrollo  más  de  25  kilómetros,  podría  ser  sur- 
cado por  vapores  desde  dicho  punto  para  arriba  hasta  la 
boca  del  río  Fragua,  por  donde  podría  introducirse  la  mer 
cancía  al  Cauca  a  menor  costo  que  por  Ja  vía  de  Buena- 
ventura. El  Departamento  del  Huila,  por  su  parte,  podría 
servirse  con  provecho  del  Orteguasa,  caudaloso  afluente 
del  Caquetá,  que  es  también  navegable  por  vapor  hasta  la 
boca  del  Pescado,  muy  cerca  de  Florencia,  población  hasta 
donde  hay  un  camino  nacional.  Además,  si  .se  une  Pitalito 
hasta  donde  hay  camino,  con  Alvernia,  que  está  ya  comu- 
nicada con  Mocoa,  la  distancia  de  Bogotá  a  Pasto  sería 
ba.stante  reducida " 


^  4.° 

Ln  navegación  es  el  único  medio  de  prosperidad  para  el  Te- 
rritorio. 

Grandes  compañías  al  Territorio — Ingreso  de  capitalistas — Denuncios  y  adqui- 
sición de  baldíos — Productos  de  gran  valor  para  la  exportación — Facili- 
dades para  exportar. 

Esto  es  evidente.  La  apertura  de  esta  vía  fluvial  en- 
traña la  prosperidad  del  Territorio  desde  el  momento  que 
incluye,  indudablemente,  la  colonización  y  ésta  el  movi- 
miento productor,  que  es  alma  del  intercambio  comercial 
y  fundamento  de  riqueza.  Veamos  pues  cómo  este  engra 
naje  es  inminente  en  el  Territorio  desde  (jue  se  pueda  na- 
vegar a  vapor  por  el  Putumayo. 

Hasta  ahora  sólo  han  entrado  como  colonizadores  in- 
dividuos y  familias  de  modesta  fortuna  o  pobres,  con  el 
ñn  de  labrarse  un  modesto  porvenir  que  les  asegure  el 
bienestar  para  sí  y  para  sus  hijos.  De  aquí  han  resultado 
pequeños  núcleos  de  producción  que  en  conjunto  comien- 
zan a  dar  un  contingente  respetable.  Pero  un  territorio  de 
las  proporciones  del  nuestro  requiere  algo  más:  que  entren 
grandes  compañías  a   explotarlo  estableciendo  en  él  sus 


Muestras  de  caña  y  frutos  en  Puerto  Así-i 


—  53  — 

centros  productores,  pues  a  ello  se  presta  maravillosamen- 
te este  suelo;  que  entren  capitalistas  a  beneficiarlo,  y  en- 
tonces tendremos  que  al  amparo  de  esos  capitalistas  y  con 
la  confianza  que  inspiren  esas  compañías,  se  determinará 
por  otro  lado  una  corriente  de  inmigración  de  familias  de 
modesta  fortuna,  y  dará  el  resultado  de  intensificar  entre 
unos  y  otros  la  riqueza  productora  y,  sobre  todo,  el  de  po- 
blar el  Territorio. 

Confesamos  francamente  que  en  las  circunstancias 
actuales  no  es  posible  la  entrada  de  capitalistas;  no  hay 
vías  de  comunicación  que  garanticen  el  producto  del  capi- 
tal que  se  invirtiese,  pero  este  inconveniente  cesará,  des- 
aparecerá, desde  el  momento  en  que  se  pueda  navegar  por 
el  Putumayo:  entonces  todos  los  artículos  tendrán  venta- 
josa salida  al  Exterior,  en  donde  se  pagan  a  precios  muy 
respetables,  y  con  el  cebo  del  lucro  que  prometen  es  indu- 
dable que  se  invertirán  capitales  de  consideración  que  de 
paso  beneficiarán  el  Territorio. 

En  efecto,  entonces  éste  será  elegido  y  buscado,  tanto 
como  hasia  ahora  ha  sido  mirado  con  indiferencia.  Siendo 
esta  vía  del  Putumayo  la  que,  por  sus  excepcionales  condi- 
ciones, se  impone  para  extraer  los  frutos  del  Territorio  y 
gran  parte  de  los  que  producen  los  vecinos  Departamen- 
tos, al  propio  tiempo  que  para  importar  los  artículos  nece- 
sarios del  exterior,  se  ve  que  la  misma  circunstancia  ha  de 
impeler  a  muchos  negociantes  a  procurarse  grandes  fincas 
en  estos  lugares,  toda  vez  que  siempre  es  una  ventaja 
muy  apreciable  tener  el  centro  productor  a  la  vera  del 
puerto  que  ha  de' dar  salida  a  los  frutos. 

Además,  al  establecerse  la  navegación  de  un  modo  de- 
finitivo, no  cabe  duda  de  que  los  terrenos  se  valorizarán 
mucho,  y  siendo  casi  todos  los  de  estas  regiones  baldíos, 
entrarán  capitales  a  transformarlo  y  colonizarlo. 

Recordamos  a  este  respecto  lo  que  sucedió  cuando 
abrimos  el  camino  de  Pasto  a  Umbría.  Así  que  esta  puer- 
ta de  ingreso  al  Territorio  quedó  franca,  ofreciendo  las 
riquezas  de  estas  tierras  a  la  codicia  de  algunos  acomoda- 
dos, inmediatamente  entraron  multitud  de  ellos  para 
establecer  aquí  enormes  haciendas:  fue  entonces  cuan- 
do se  denunciaron  millares  de  hectáreas  de  baldíos,  e  inme- 
diatamente se  vieron  cuadrillas  de  trabajadores  que  ma- 
chete en  mano  y  a  las  órdenes  de  algunos  poderosos, 
comenzaron  a  abrir  dehesas.  Aquello  era  una  fiebre,  un 
delirio  para  posesionarse  de  estos  terrenos,  pero  cuando  se 


—  54  — 

dieron  cuenta  de  que  existían  muchas  dificultades  para 
sacar  al  mercado  los  frutos  que  cosecharían,  fue  disminu- 
yendo el  entusiasmo  hasta  desvanecerse  como  un  poco  do 
humo. 

Pero  si  hasta  ahora  han  existido  estas  dificultades, 
cesarán  desde  el  día  que  lleguen  buques  a  Puerto  Asís,  y 
entonces  estos  terrenos  han  de  ser  tan  apreciados,  o  más, 
que  muchos  de  los  Departamentos  vecinos.  Por  de  pronto  es 
una  región  abundantísima  en  agua,  y  en  la  que  el  verano 
apenas  sí  se  deja  sentir ;  de  modo  que  mientras  fuera  del  Te- 
rritorio los  ardores  del  sol  y  la  escasez  de  lluvias  lo  secan  todo 
hasta  el  punto  de  que  en  muchas  partes  el  ganado  muere 
por  falta  de  pastos,  aquí  éstos  son  abundantísimos  e  in- 
mejorables en  todo  tiempo ;  así  que  para  la  ganadería 
es  este  Territorio  uno  de  los  más  a  propósito  de  Colombia. 

"  El  ganado  que  se  cría  en  esta  región— dijo  elllustrísi- 
mo  señor  Medina — es  admirable  por  lo  sano  y  hermoso.  Los 
potreros  (de  Puerto  Asís)  están  formados  de  muy  buena 
calidad  de  pasto,  entre  otros,  pax  paliim,  que  han  importa 
do,  propio  para  climas  tropicales;  es  tierno  y  muy  nutri- 
tivo y  gusta  mucha  al  ganado.  Nos  llamó  la  atención  al 
buen  estado  de  éste :  los  bueyes  qtie  vimos  salir  del  traba- 
jo parecían  que  fueran  cebados,  propios  para  llevar  a  el 
carnicería,  pues  según  los  conocedores  les  calculaban  mu- 
chas arrobas  de  carne  y  de  dos  a  tres  de  grasa." 

Es  sabido  además  que  estos  terrenos  reúnen  condicio- 
nes excepcionales  para  el  cultivo  de  café,  tabaco,  cafia  de 
azúcar,  cacao,  algodón,  vainilla,  zarzaparrilla,  caucho,  ba- 
lata,  etc. ,  y  éstos  son  artículos  cuyo  valor  en  el  mercado 
extranjero  es  bien  conocido.  Se  prestan  sobre  todo  para 
establecer  grandes  ingenios  para  elaborar  azúcar,  pues  los 
resultados  que  se  han  obtenido  en  Puerto  Asís  son  sobre 
manera  halagadores,  así  por  la  cantidad  como  por  la  cali- 
dad del  que  da  aquella  caña,  y  este  artículo  puede  vender- 
se a  muy  buen  precio,  y  en  las  cantidades  que  se  quiera, 
en  el  Amazonas. 

Que  el  cacao  y  el  algodón  son  unos  productos  que 
rinden  grandes  utilidades,  es  cosa  trivial  por  lo  sabida ; 
baste  indicar  aquí  que  el  primero^  es  una  de  las  fuentes 
de  riqueza  de  la  República  del  Ecuador,  quizás  la  princi- 
pal. Es  éste  un  producto  que  siempre  garantizará  buenos 
rendimientos  a  los  emoresarios,  puesto  que  su  consumo  es 
mundial  y  cada  año  tiende  a  aumentar  más,  mientras  que 
la  zona  de  producción  es  limitada  ;  los  repetidos  ensayos 


t:    ^ 


—  55  — 

hechos  para  aclimatar  esta  planta  en  distintas  latitudes 
no  han  dado  el  resultado  que  el  caucho :  han  sido  inútiles. 

Respecto  al  algodón,  es  un  elemento  que  bien  puede 
decirse  que  no  le  va  en  zaga  al  cacao,  así  por  su  precio 
como  por  la  facilidad  con  que  se  produce,  que  es  mucho 
mayor  que  la  que  ofrece  éste.  En  los  ríos  Ñapo  y  Agua- 
rico  hay  considerables  plantaciones,  y  sus  cosechas  son 
compradas  por  comisionados  de  algunas  casas  norte- 
americanas, mucho  antes  de  que  esté   madura  la  fibra. 


Acabamos  de  ver  ligeramente  que  este  Territorio  se 
presta  para  que  en  él  entren  compañías  explotadoras  y 
capitalistas  deseosos  de  hacer  producir  sus  haberes,  puesto 
que  son  tierras  baldías  la  casi  totalidad  y  de  condiciones 
inmejorables  para  la  implantación  de  lucrativas  industrias 
Veamos  ahora  las  facilidades  que  para  exportar  presenta 
esta  vía  fluvial  del  Putumayo. 

Nos  concretaremos  a  reproducir  unos  párrafos  del 
artículo  publicado  en  Correo  de  Nariño  por  el  Reverendí- 
simo Padre  Prefecto  Apostólico,  al  llegar  de  Manaos  el 
Padre  Gaspar  de  Pinell,  artículo  al  que  ya  antes  nos 
hemos  referido.  Copiamos : 

"  El  Reverendo  Padre  (raspar  de  Pinell,  Viceprefecto 
Apostólico,  y  el  mencionado  doctor  (don  Tomás  Márquez) 
salieron  de  Puerto  Asís  el  3  de  abril,  y  después  de  estudiar 
detenidamente  las  condiciones  del  río  en  todo  su  curso, 
medir  la  distancia  que  separa  el  Putumayo  del  Gaquetá  y 
recoger  otros  preciosos  datos,  llegaron  al  Amazonas,  donde 
embarcaron  en  lancha  hasta  Manaos.  En  esa  ciudad 
permanecieron  dos  meses  No  perdieron  ciertamente  el 
tiempo.  Hé  aquí  los  datos  que  recogieron,  datos  que 
orientarán  definitivamente  el  comercio  de  Nariño.  Llegan 
a  Manaos  vapores  transatlánticos  procedentes  de  Nueva 
York  y  Europa;  en  la  travesía  gastan  quince  días.  El  va- 
lor del  flete  de  una  tonelada  de  mercancías  era  antes  de  la 
guerra  tan  exiguo  que  no  pasaba  de  veinte  dólares.  Duran- 
te la  guerra  subió  mucho,  como  es  natural,  pero  así  y  todo, 
en  este  año  de  1918  no  costaba  el  flete  de  una  tonelada 
sino  cuarenta  y  cinco  dólares.  En  Manaos  se  pueden  con- 
seguir fácilmente  lanchas  que  surquen  hasta  Puerto  Asís. 
Suponiendo  que  hay  carga  para  la  ida  y  vuelta  de  Puerto 
Asís,  el  valor  del  flete  por  tonelada  no  excede  de  treinta  dó- 


—    T-b    — 

lares.  Total  pues  del  valor  del  flete  de  una  tonelada  de  Eu- 
ropa o  Nueva  York  a  Puerto  Asís,  es  de  setenta  y  cinco 
dólares.  Si  se  contratase  directamente  la  mercancía  de 
Europa  o  Nueva  York  a  la  bocana  del  Putumayo,  se  dis- 
minuye algo  el  flete,  pues  hasta  dicho  punto  cuesta  la  to- 
nelada cincuenta  dólares,  o  sea  diez  dólares  menos.  La  lan- 
cha que  alquilaron  el  Padre  Gaspar  y  el  doctor  Márquez  en 
Manaos  tenía  cuarenta  y  cinco  toneladas  de  capacidad,  y 
debía  hacer  viaje  redondo,  o  sea  subir  y  bajar  y  detenerse 
quince  días  en  Puerto  Asís.  Debía  asimismo  llevar  doce 
pasajeros,  cinco  en  primera  clase  y  siete  en  tercera,  y  al 
regreso  debía  conducir  tres,  corriendo  la  alimentación  de 
cuenta  del  dueño  de  la  lancha.  Pues  su  alquiler  costó  sola- 
mente dos  mil  seiscientos  veinticinco  pesos  oro.  En  la  boca 
del  Putumayo  puede  conseguirse  fácilmente  una  lancha  de 
cincuenta  toneladas  que  suba  a  Puerto  Asís  y  baje  al  mis- 
mo punto,  por  mil  quinientos  pesos  oro.  Con  esos  datos 
cualquiera  puede  comprobar  los  valores  por  flete  de  tone- 
lada que  antes  hemos  indicado. 

"En  Manaos  hay  casas  respetables  que  se  encargan  de 
recibir  y  despachar  al  Exterior  los  artículos  que  se  les  con- 
fían, y  todo  con  una  exigua  comisión,  o  sea  al  uno  por  cien- 
to. Además,  gran  parte  de  los  artículos  alimenticios  que 
puede  exportar  Nariño  se  venden  ventajosamente  en  el 
mismo  Manaos  y  lugares  vecinos. ..." 

Es  bueno  advertir  aquí  que  las  mercancías  que  llegan 
a  Manaos  con  destino  a  otras  naciones,  no  sufren  ningún 
recargo  de  aduanas,  con  tal  que  estén  debidamente  mani- 
festadas; al  detenerse  allá  sólo  pagan  un  gravamen  por  el 
almacenaje,  el  cual  gravamen  es  insignificante. 

Resulta  pues  de  todos  los  datos  y  razones  aducidas,  que 
el  Caquetá  y  Putumayo  han  de  transformarse  rápidamen- 
te desde  el  momento  en  que  se  establezca  esta  tan  deseada 
navegación,  la  que  ha  de  reportar  grandes  servicios  y  ma- 
yores utilidades  a  los  vecinos  Departamentos. 

Nos  creemos  dispensados  de  insistir  más  sobre  el  par- 
ticular, puesto  que  en  el  informe  rendido  en  el  año  pasado 
se  trate  con  alguna  extensión,  así  que.  para  lo  que  pueda 
faltar,  a  dicho  informe  nos  remitimos. 


tfJVI/Jt  ■"■.»» 


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—  57 


CAPITULO  V 

vías  de  comunicación  en  el  territorio 

§  1.*^   Camino  de  Pasto  a  Puerto  Asis—^  2*?  Vki  Mocoa^ 

Pitalito  a  Bogotá. 

^  1." 
Camino  de  Pasto  a  Nuerto  Asís. 

El  camino  al  Putumayo  intransitable — Celébrase  un  contrato  para  su  repara- 
ción— Dificultades — Contestación  al  Gobernador  de  Nariño — Conceptos 
de  un  viajero. 

En  el  informe  del  año  pasado  se  dio  cuenta  de  los  tra- 
bajos y  gestiones  hechos  para  conservar  y  terminar  el  ca- 
mino de  Pasto  a  Puerto  Asís.  Este  camino  ha  estado  com- 
pletamente abandonado  desde  que  se  rescindió  el  contrato 
Micolta;  y  antes,  o  sea  desde  que  la  Misión  lo  entregó  al 
Gobierno,  poco  se  había  hecho:  se  encascotaron  unos  cuan- 
tos kilómetros  de  vía,  y  se  hicieron  algunas  pequeñas  repa- 
raciones cuando  sin  ellas  se  hubiera  imposibilitado  el  trá- 
fico, y nada  más.  Debido  a  esto  el  camino  ha  seguido 

desmereciendo  de  año  en  año,  hasta  que  en  este  último  ya 
apenas  si  era  transitable.  Viendo  que  si  no  se  le  atendía  con. 
urgencia  nos  íbamos  a  quedar  incomunicados,  y  que  su 
estado  era  tal  que  los  arrieros  ya  se  negaban  a  fletar  bes- 
tias para  trasladar  carga,  o  si  lo  hacían  era  pidiendo  sumas 
considerables,  aduciendo  la  razón,  poderosa  y  fundada  por 
cierto,  de  que  se  exponían  a  perder  las  bestias:  visto  esto, 
decimos,  el  Reverendísimo  Padre  Prefecto  Apostólico  de- 
terminó salir  a  Pasto,  para  ver  si  se  lograba  activar  las 
gestiones  para  que  cuanto  antes  se  emprendieran  las  indis- 
pensables obras  de  reparación.  El  señor  Gobernador,  don 
Julián  Bucheli,  cuyo  interés  y  extraordinario  cariño  en 
favor  del  Territorio  nunca  podremos  ponderar  hasta  don- 
de merece,  tuvo  a  bien  intervenir  en  el  asunto,  y  de  todas 
las  gestiones  que  se  hicieron  de  consuno  resultó  la  facul- 
tad que  el  Gobierno  Nacional  dio  al  Gobernador  de  Nariño, 


—  58  - 

para  que  celebrase  un  contrato  con  la  Misión,  para  que 
ésta  se  encargase  de  recomponer  el  camino  al  Putumayo. 
Celebróse  el  contrato,  y  luego  fue  remitido  al  Minis- 
terio de  Obras  Públicas  para  que  allá  lo  aprobasen,  si  no  se 
hallaba  obstáculo  que  lo  impidiese  ;  después  de  algún  tiem- 
po, el  Gobernador  del  citado  Departamento  comunicó  ofi- 
cialmente algunos  reparos  que  en  Bogotá  se  habían  for- 
mulado sobre  el  contrato  en  referencia,  a  los  que  el  Reve- 
rendísimo Padre  Prefecto  Apostólico  contestó  con  el 
siguiente  oficio,  que  extractamos  y  transcribimos  : 

".....  Tengo  el  honor  de  acusar  recibo  de  la  copia  au- 
tenticada del  oficio  27131,  de  fecha  5  de  abril  último,  pro 
cedente  del  Ministerio  de  Obras  Públicas,  relativo  al  con- 
trato celebrado  entre  el  .señor  Director  de  Obras  Públicas 
de  ésa  y  el  que  suscribe,  sobre  la  conservación  del  camino 
de  Pasto  a  Puerto  Asís,  desde  el  río  Encano  hasta  Umbría. 

"Recordará  Usía  que  no  partió  del  que  suscribe  la 
iniciativa  de  tomar  otra  vez  a  su  cargo  el  camino,  y  que 
únicamente  movido  de  la  necesidad  imperiosa  de  atender 
urgentemente  una  obra  a  la  que  está  vinculada  la  vida  de 
este  Territorio  me  resigné  a  ello.  La  construcción  y  conser 
vación  del  camino  ha  sido  una  positiva  carga  para  la  Mi- 
sión y  le  ba  causado  indecibles  molestias 

"En  la  Administración  del  señor  General  don  Ramón 
González  Valencia,  y  durante  parte  de  la  del  señor  doctor 
don  Carlos  E.  Restrepo,  abrimos  los  misioneros  el  ca  mino, 
no  por  contrato,  sino  como  encargados  del  Gobierno.  En  la 
misma  forma  se  la  encomendó  después  a  varios  individuos, 
aunque  entonces  con  muy  escaso  resultado.  En  vista  de  la 
nulidad  de  los  diferentes  ensayos  que  se  habían  practicado, 
y  siendo  evidente  que  el  camino  no  había  adelantado  nada 
del  punto  en  que  lo  dejamos  los  misioneros,  el  doctor  Con- 
cha me  rogó  personalmente  y  con  insistencia  lo  tomase  de 
nuevo.  Pero  ofreciéndose  el  General  don  Vicente  Micolta  a 
tomarlo  y  conservarlo  por  contrato,  aconsejé  al  señor  Mi- 
nistro de  Obras  Públicas  de  aquel  tiempo,  que  se  dignó 
consultarme  el  asunto,  adoptase  ese  sistema,  como  así  sé* 
verificó. 

"  La  nueva  forma  tampoco  hizo  prosperar  la  obra, 
hasta  que  se  rescindió  el  contrato,  quedando  desde  enton- 
ces totalmente  abandonado  un  camino  que  tiene  una  im- 
portancia excepcional  para  la   integridad  de  Colombia. 

"Los  repetidos  fracasos  que  ha  sufrido  esta  obra,  des- 
pués que  la  dejamos  los  misioneros,   han  convencido  a 


—  59  — 

• 

todos,  hasta  a  nuestros  más  encarnizados  enemigos,  que  la 
Misión  es  la  única  que  puede  conservarla  y  terminarla. 
Abundando  el  que  suscribe  en  el  mismo  sentir,  convino 
en  celebrar  el  contrato  del  31  de  enero  último.  Pero  en 
vista  de  los  reparos  que  se  han  puesto,  creo  que  lo  más 
expedito  sería  que  la  Misión  se  encargase  otra  vez  del 
camino  por  administración,  en  la  forma  que  se  hizo  al 
principio  Por  si  acaso  el  Gobierno  quiere  tenerlo  en  cuen- 
ta, me  permito  transcribir  la  Resolución  del  Ministerio  de 
Obras  Obras  Públicas,  del  23  de  septiembre  de  1909 : 

'1.  Comisiónase  al  señor  Gobernador  del  Departamen- 
to de  Pasto  para  establecer  inmediatamente,  por  adminis- 
tración directa,  trabajos  de  construcción  del  camino  de 
Pasto  a  Mocoa  por  los  valles  de  la  Cocha  y  Sibundoy,  y 
siguiendo  la  misma  ruta  adoptada  por  los  misioneros 
capuchinos,  en  la  parte  de  vía  que  se  ha  abierto.  Tales 
trabajos  deben  organizarse  con  la  mayor  actividad  y  eco- 
nomía, procurando,  hasta  donde  sea  posible,  que  la  suma 
destinada  a  ello  se  consuma  totalmente  en  el  pago  de 
trabajadores,  sin  establecer  remuneraciones  de  personal 
superior.  .  . .  2.  Tendrá  la  inspección  superior  de  la  obra 
el  Reverendo  Padre  Fidel  de  Montclar,  Prefecto  Apostólico 
del  Caquetá,  o  quien  lo  reemplace,  cuyas  indicaciones 
deberán  ser  atendidas  por  el  empleado  a  quien  se  encargue 
la  dirección  técnica  y  administrativa  de  esos  trabajos,  a 
efecto  de  aprovechar  en  su  beneficio  la  eficaz  colaboración 
de  los  misioneros,   a  cuyo  esfuerzo  se  debe   la   porción  de 

obra  ya  hecha 3.  Se  destina  la  suma  de  cuarenta 

mil  pesos  ($  40,000)  para  la  terminación  del  proyectado 
camino  comprendido  de  Pasto  a  la  población  de  San 
Francisco  en  el  valle  de  Sibundoy,  y  para  la  construcción 
del  trayecto  de  San  Francisco  a  Mocoa.  Esta  suma  será 
puesta  por  el  Gobierno  ^Nacional  a  la  orden  del  señor  Go- 
bernador del  Departamento  de  Pasto,  en  contados  men 
suales  de  dos  mil  pesos  ($  2,000). 

'Comuniqúese  y  publíquese. 

'Dada  en  Bogotá,  etc.' 

''  Era  entonces  Usía  también  Gobernador  de  Nariño, 
y  estableció  inmediatamente  los  trabajos  respectivos,  con- 
fiando totalmente  la  obra  a  la  Misión,  sin  intervención  de 
ningún  ingeniero  ni  empleado  extraño.  Es  sabido  el  empe- 
ño con  que  emprendimos  la  obra  que  se  nos  confiaba  ;  a 


— ♦  60  — 

ella  sacrificamos  nuestro  reposo  y  salud,  y  su  consecución 
fue  el  ideal  de  esta  Prefectura  Apostólica,  porque  estába- 
mos convencidos  de  que  sin  camino  no  podíamos  conseguir 
la  catequización  cristiana  de  este  Territorio 

"  Muy  apenado  dirijo  este  oñcio  a  Usía,  pues  veo  des- 
aparecer rápidamente  una  obra  que  nos  costó  tantos ,  sa- 
crificios y  sudores,  y  en  la  que  ha  invertido  la  Nación 
respetables  sumas  de  dinero.  En  algunos  trayectos  no  se 
puede  pasar  a  caballo  porque  han  caído  los  puentes ;  en 
otros,  los  derrumbes  obstruyen  la  mesa  del  camino,  y  en 
otros,  la  maleza  araña  la  cara  de  los  transeúntes,  y  se 
producen  enormes  lodazales  porque  el  aire  y  el  sol  no 
pueden  secar  el  piso. 

"  Creo  esas  razones  poderosas  para  considerar  de  ur- 
gencia evidente  el  atender  la  obra  que  nos  ocupa.  Si  se  la 
descuida  un  poco  más  de  tiempo  se  la  perderá  totalmente 
y  habrá  necesidad  de  gastar  mucho  para  repararla. 

"Terminaré  permitiéndome  repetir  lo  que  he  dicho  en 
diferentes  ocasiones :  la  Misión  no  tiene  deseo  alguno  de 
encargarse  otra  vez  del  camino,  pero  lamenta  grandemente 
y  deplora  mucho  que  se  deje  perder  una  vía  sin  la  cual  serán 
punto  menos  que  inútiles  todos  los  esfuerzos  que  hagan  la 
Iglesia  y  la  Nación  para  sacar  de  la  barbarie  a  estos  indí- 
genas, colonizar  el  Putumayo  y  asegurar  la  soberanía  de 
Colombia  en  este  rico  Territorio. ..." 

Después  de  esto  quedamos  esperando  la  respuesta  del 
Gobierno,  confiados  en  que  decidirá  pronto,  en  una  forma 
o  en  otra,  el  comienzo  de  los  trabajos  de  reparación  del 
camino  construido,  y  los  necesarios  para  prolongarlo  hasta 
Puerto  Asís ;  nos  consta,  por  pruebas  evidentes  que  po- 
seemos, que  el  Gobierno  mira  con  particular  interés  lo 
referente  a  esta  vía,  que  si  no  ha  sido  atendida  con  la  ur- 
gencia que  era  de  desear  es  debido,  en  primer  lugar,  al 
penosísimo  estado  del  Tesoro  Nacional,  y  luego  a  los  repa- 
ros que,  como  hemos  dicho,  se  formularon  sobre  el  con- 
trato celebrado,  pero  que  creemos  serán  fáciles  de  obviar. 
Al  escribir  estas  líneas  tenemos  noticia  de  que  el  respec- 
tivo Ministerio  está  gestionando  lo  conveniente  para  orillar 
todos  los  obstáculos  y  dejar  el  asunto  en  la  forma  requeri- 
da, para  comenzar  cuanto  antes  los  trabajos. 

Es  de  desear  que  esto  sea  pronto  un  hecho,  pues  últi- 
mamente hemos  recibido  aviso  de  que  el  riguroso  invierno, 


—  61  — 

con  sus  Uiivias  torrenciales,  ha  dejado  es"  camino  inser- 
vible, hasta  el  punto  deque  para  el  transporte  de  cargas  ya 
no  pueden  utilizarse  las  bestias  :  precisa  contratar  indios 
como  cargueros,  del  mismo  modo  que  se  hacía  antes  de  la 
apertura  de  la  vía.  Desde  luego  que,  teniendo  presente  el 
estado  de  dicho  camino  antes  de  que  comenzase  el  invier- 
no, no  nos  ha  sorprendido  la  noticia  que  se  ha  apuntado, 
pues  ya  entonces  eran  muchos  los  peligros  que  presentaba 
y  que  casi  paralizaron  el  tráfico. 

Véanse  al  efecto  los  conceptos  que  vamos  a  trans- 
cribir. 

A  últimos  de  abril  del  presente  año  pasó  por  Sibun- 
doy  el  señor  Ricardo  E.  López  G.,  nombrado  por  el  Gobier- 
no del  Ecuador  Intendente  del  Aguarico  y  Ñapo.  Este 
señor  se  dirigía  a  tomar  posesión  de  su  cargo,  y  para  ello 
optó  pasar  por  el  camino  del  Putumayo,  pues  de  haber 
emprendido  viaje  por  el  interior  de  su  nación,  el  Ecuador, 
hubiera  tropezado  con  mil  dificultades  ;  aquella  República 
no  tiene  por  este  lado  ningún  camino,  y  por  consiguiente 
hay  que  atravesar  la  espesa  selva  para  salir  a  la  región 
lindante  con  el  Putumayo.  Ese  señor,  antes  de  abandonar  a 
Puerto  Asís  para  ir  a  su  destino,  escribió  una  carta  al  Re 
verendísimo  Padre  Prefecto,  con  fecha  6  de  mayo,  de  la 
que  copiamos  los  siguientes  párrafos  : 

"...  Antes  de  dejar  las  riberas  colombianas  para  irme 
a  posesionar  del  cargo  que  me  discernió  mi  Gobierno, 
quiero  por  medio  de  ésta  dejar  constancia  déla  intnejisa 
labor  que  han  ejecutado  tanto  los  frailes  como  las  monjas 
capuchinas  en  los  territorios  colombianos  del  Putumayo... 
Desgraciadamente  el  camino  nacional  del  Putumayo  se 
halla  en  completo  abandono,  y  éste  vuélvese  cada  día  más 
intransitable  por  la  destrucción  de  puentes,  acueductos  y 
cunetas,  por  una  parte,  y  por  otra,  debido  a  la  exuberante 
vegetación  que  trata  sin  cesar  de  recobrar  sus  derechos, 
de  modo  que  va  perdiéndose  hasta  la  huella  de  lo  que  ha 
sido  antes  el  camino.  Por  patriotismo  a  esta  su  segunda  pa- 
tria, en  la  que  ha  formado  pueblos  que  comienzan  a  ver  la 
luz  de  la  civilización  y  del  cristianismo,  sería  bueno  se 
interesase  con  el  Gobierno  de  Bogotá  para  que  se  asigne 
una  regular  suma  para  la  refección,  mejora  y  conclusión 
del  camino  hasta  Puerto  Asís  ;  no  es  conveniente  por  nin- 
gún concepto  ni  bajo  ningún  pretexto  descuide  Colombia 
esta  magna  obra,  a  la  que  está  ligada  íntimamente  su  in- 
tegridad nacional 


—  62  — 

"Autorizólo,  Iveverendísimo  Padre,  para  que  haga  el 
uso  que  le  convenga  de  estos  mis  hunaildes  conceptos,  tra- 
tados someramente . . .  , '' 

Teniendo  pues  en  cuenta  todo  lo  dicho,  y  particular- 
mente que  la  importancia  de  este  camino  no  sólo  está  en 
ser  una  vía  más  para  Colombia  que  la  comunica  con  este 
Territorio,  en  el  que  antes  era  empresa  de  héroes  entrar, 
sino  y  principalmente  por  ser  una  vía  estratégica  que 
asegura  su  soberanía  en  estas  regiones,  esperamos  que,  ade- 
más de  conservar  lo  existente,  el  Congreso  ha  de  facilitar 
las  sumas  necesarias  para  terminarlo  hasta  Puerto  Asís. 

Camino  Mocoa-Pitalito- Bogotá. 

Condiciones  de  esa  vía — Documento  importante — Distancias  desde  Pitalito  a 
Mocoa — No  hay  dificultades  de  consideración — Gran  importancia  de  esa 
vía — Esa  vía  deberá  seguir  el  ferrocarril  llamado  del  Caquetá — Distancias. 
Ahorro  de  un  millón  doscientos  sesenta  mil  pesos  oro — El  objeto  del 
ferrocarril  exige  que  sea  por  Mocoa  a  Puerto  Asís — Ventajas  que  ofrece 
por  esa  vía. 

En  los  últimos  informes  anuales  que  se  han  rendido  a 
las  autoridades  eclesiásticas  y  civiles  de  la  Nación  se  ha 
tratado  de  la  apertura  de  ese  camino  y  desmostrado  las 
ventajas  que  de  él  se  reportarían.  Hacía  algún  tiempo,  desde 
que  se  estableció  la  colonia  antioqueña  en  el  lugar  llamado 
Alvernia,  que  se  venía  acariciando  la  idea  de  unirla  "al 
Departamento  del  Huila,  poniéndola  en  comunicación  con 
Pitalito.  Desde  entonces  se  ha  procurado  adquirir  por  di- 
versos conductos  todos  los  datos  posibles  sobre  las  venta- 
jas e  inconvenientes  que  pudiera  ofrecer  la  naturaleza  del 
terreno,  distancias,  etc.,  para  la  apertura  y  condiciones  de 
ese  camino,  y  por  fin  hemos  venido  a  dar  en  la  conclusión 
cierta  e  indudable  de  que  es  fácil  ejecutar  esa  obra,  al  pro- 
pio tiempo  que  sería  de  resultados  prácticos  sumamente 
importantes. 

Vamos  a  copiar  los  siguientes  conceptos,  que  han  sido 
transmitidos  al  Reverendísimo  Padre  Prefecto  Apostólico 
por  persona  competente,  a  quien  se  dirigió  pidiendo  le  fa- 
cilitase todos  los  datos  más  fundados  que  hubiese  podido 
recoger  respecto  al  asunto. 

Helos  aquí : 


—  63  — 

'•,..-  Tengo  mucho  gusto  en  proporcionarle  todos  los 
datos  que  tengo  sobre  el  proyectado  camino  de  Pitalito  a 
Mocoa  ;  datos  que  sirvieron  para  la  aprobación  del  mismo 
que  Su  Reverencia  podrá  leer  en  una  ley  expedida  por  el 
Congreso  de  1916,  publicada  en  el  Diario  de  Sesiones  del 
propio  ano,  creo  que  a  mediados  de  diciembre. 

"Debido  a  mis  gestiones  un  Representante  presentó  y 
logró  fuera  aprobada  esa  Ley,  aunque  después  de  muchos 
trabajos  y  al  fin  de  aquella  legislatura,  que  votó  $  30,000 
oro  para  ese  camino  y  reparación  del  de  San  Vicente.  Cla- 
ro que  esa  cantidad  era  in  spe;  así  que,  dada  la  situación 
de  los  fondos  nacionales,  creí  inútil  tratar  más  el  asunto 
'hasta  que  pasara  la  guerra  y  con  ella  este  estado  de  es- 
casez. 

"Los  datos  son  tomados  de  varios  sujetos  de  Pitalito 
que  han  pasado  algunas  veces  de  ésta  a  Mocoa,  con  peso 
de  tres  arrobas  a  la  espalda  y  han  ido  cazando  y  abriendo 
muchas  veces  el  camino,  pues  es  muy  poco  frecuentado, 
y  han  caminado  casi  por  instinto.  De  donde  deduzco  que 
trazando  el  camino  un  ingeniero,  y  quedando  como  el  que 
los  misioneros  abrieron  de  Pasto  a  Umbría,  podría  irse  de 
Mocoa  a  Pitalito  en  dos  y  medio  días. 

"El  viaje  en  las  condiciones  antedichas  lo  han  hecho 
en  cuatro  días,  así :  primera  jornada,  desde  Cabeceras  (ve- 
reda a  dos  horas  del  pueblo  de  Pitalito)  a  un  punto  deno- 
minado el  Playón;  segunda  jornada,  de  Playón  al  Cajón: 
tercera  jornada,  del  Cajón  a  Yunguillo,  y  cuarta  jornada, 
de  Yunguillo  a  Mocoa.  Hay  que  atravesar  los  ríos  siguien- 
tes: Los  Cauchos,  el  Cajón,  el  Verdeyaco  (necesita  puente), 
el  Caquetá,  (que  también  necesita  puente),  el  Ticuanayoy 
y  el  Mocoa,  que  tiene  puente  ya,  construido  por  la  Misión. 

"El  camino  es  llano  hasta  la  cordillera,  que  por  tener 
una  gran  depresión  en  ese  punto  no  hay  que  subir  apenas: 
se  pasa  en  media  hora. 

"Es,  el  camino,  fácil  de  hacer  porque  se  va  faldeando 
b1  Villalobos,  lo  que  a  la  vez  da  la  ventaja  de  que  en  todo 
el  trayecto  se  ^encuentra  cascote.  Por  todo  lo  dicho  creo 
que  si  algún  díase  hace  el  ferrocarril  de  Huila  a  Pasto, 
será  precisamente  por  Pitalito  y  Mocoa  .     " 

Agreguemos  ahora  a  lo  que  antecede  que  el  único 
puente  de  consideración  que  necesitará  ese  camino  es  el 
del  río  Caquetá;  pero  es  sumamente  fácil  tenderlo,  puesto 
que,  si  bien  es  cierto  que  se  explaya  mucho  el  río  en  casi 
todo  su  curso,  hay  un  punto  cerca  de  Condagua,  llamado 


•  •  64  — 

Angostura,  que  se  presta  para  sostener  uno  sólido  y  segu- 
ro a  muy  poco  costo;  en  dicho  lugar  el  río  pasa  por  entre 
dos  enormes  peñas,  y  de  una  a  otra  se  calculan  a  lo  sumo 
25  metros.  Esa  angostura  queda  a  poca  distancia  de  Alver 
nia.  Además,  desde  aquella  colonia  a  Mocoa  la  Misión 
abrió  el  camino  que  las  comunica,  y  tendió  también  un 
puente  notable  sobre  el  río  Mocoa,  por  lo  que  sólo  falta 
prolongar  la  vía  hasta  Pitalito. 

Grande  importancia  tiene  ese  camino  bajo  distintos 
puntos  de  vista,  y  particularmente  para  lo  que  respecta  a 
los  vecinos  Departamentos  de  Nariño  y  Huila.  Al  efecto 
recordaremos  aquí  lo  que  se  ha  dicho  en  varios  informes 
publicados:  esta  vía  de  Pitalito  a  Mocoa  representa  un  be- 
neficio muy  grande  para  Pasto.  En  la  actualidad  para 
trasladarse  un  viajero  de  la  capital  de  Nariño  a  Bogotá 
necesita  por  lo  menos  de  diez  y  ocho  a  veinte  días.  Ahora 
bien,  abriendo  la  vía  en  cuestión  tendríamos  que  de  Pasto 
a  Bogotá  se  emplearían  sólo  trece  días.  Hé  aquí  las  distan- 
cias : 

De  Pasto  a  Alvernia 3    días. 

De  Al vernia  a  Pitalito. .. .    2^    — 

De  Pitalito  a  Garzón I5     — 

De  Garzón  a  Neiva 2      — 

De  Neiva  a  Girardot . .    ■ 3      — 

De  Girardot  a  Bogotá i     día. 

Total 13    días. 


Se  ve  por  lo  tanto  la  ventaja  que  esta  nueva  vía  re 
presenta  para  el  Departamento  de  Nariño,  tan  distanciado 
de  la  capital  de  la  República;  pero  queda  mucho  más  be- 
neficiado el  Huila,  pues  contando  con  que  la  navegación 
por  el  Putumayo  no  tardará  en  ser  un  hecho,  y  de  esto  es- 
tamos firmemente  convencidos,  entonces  esa  vía  será  de 
grande  importancia  para  el  mencionado  Departamento.  En 
efecto,  llegando  buques  a  Puerto^Asís,  puede  proveerse,  y 
de  seguro  que  con  utilidades,  de  los  artículos  que  necesite 
del  exterior  aquella  región  en  la  parte  cercana  al  Territo- 
rio. Además,  éste  será  el  camino  indicado  para  la  misma, 
siempre  que  trate  de  exportar  sus  productos,  lo  que  se  po- 
drá verificar  con  suma  facilidad.  En  fin,  que  este  camino, 
por  sus  condiciones  y  utilidad,  se  impone. 

Esta  vía  deberá  seguir  el  ferrocarril   llamado  del  Ca- 
quetá.  Veamos  las  razones  en  que  fundamos  tal  aserto. 


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—  65   - 

Hemos  leído  atentamente  algo  de  lo  que  se  ha  publi- 
cado sobre  el  llamado  ferrocarril  del  Caquetá,  y  decimos 
algo,  porque  en  verdad  poco  es  lo  que  referente  a  este 
asunto  ha  llegado  a  nuestras  manos  De  su  lectura  se  de- 
duce que  una  de  las  razones  primordiales  que  aconseja  la 
creación  de  esa  vía  es  la  conveniencia  de  proveer  de  un 
modo  eficaz  al  fomento  del  comercio.  Siendo  esto  avSÍ,  cree- 
mos poder  demostrar  que  para  conseguir  el  mencionado 
fin  se  impone  que  el  ferrocarril  pase  por  Garzón,  Pitalito, 
Mocoa  y  Puerto  Asís. 

Hé  aquí  las  razones  en  que  nos  fundamos. 

1.  Las  distancias— No  hay  duda  de  que  éstas  deben 
tenerse  muy  en  cuenta  tratándose  de  obras  de  la  natura- 
leza de  la  que  nos  ocupa  ;  suponiendo  cierta  la  opinión  de 
varios  ingenieros,  importará  $  10,000  oro  cada  kilómetro 
de  vía.  Así  pues,  bien  merece  la  pena  de  que  nos  fijemos 
en  este  dato  importante  y  veamos  por  dónde  resultará 
más  corta,  y  al  mismo  tiempo  si  por  ésta  se  consigue  el 
fin  propuesto. 

Via  Espinal,  Neiva,    Caquetá. 

De  Espinal  a  Florencia  (Caquetá) ...  397  kilómetros. 
De   Florencia   a  Tre^esquinas    (con- 
fluencia del  río  Orteguasa  con  el  Caquetá)  2á0         — 

Total 637  kilómetros. 


Via  Espinal,  Garzón,  Pitalito,  Puerto  Asís. 

De  Espinal  a  Garzón 261  kilómetros. 

D-)  Garzón  a  Pitalito  .    ...     60         — 

De  Pitalito  a  Mocoa 100         — 

De  Mocoa  a  Puerto  Asís     90         — 


Total 511  kilómetros. 

Hay,  por  consiguiente,  en  favor  de  la  vía  Garzón- 
Puerto  Asís  una  diferencia  de  126  kilómetros.  Suponiendo 
que  el  gasto  para  la  construcción  de  cada  kilómetro  es  de 
$  10,000  oro,  tendremos  que  por  esta  última  se  ahorra  la 
friolera  de  un  millón  doscientos  sesenta  mil  pesos  oro 
($  1.260,000). 

Misiones  católicas — 5 


—  66  — 

Debemos  ahora  aclarar  algo  sobre  las  distancias  indi- 
cadas. Sobre  las  que  se  han  señalado  hasta  Puerto  Asís, 
sólo  hay  la  de  Pitalito  a  Alvernia,  que  no  esté  medida  con 
exactitud;  las  demás  son  muy  conocidas ;  pero  si  se  tiene 
en  cuenta  lo  dicho  antes  sobre  esta  vía,  se  comprenderá  que 
no  hay  exageración  en  los  números,  antes,  tal  vez,  resulta- 
rá menor  la  distancia  cuando  se  abra  el  camino.  La  otra 
distancia,  que  no  es  conocida  exactamente,  es  de  Florencia  a 
Tresesquinas,  pero  ha  sido  deducida  del  modo  siguiente  : 
sabemos  por  experiencia  que  bajando  el  río  en  canoa  y  apro- 
vechando bien  el  día,  lo  menos  que  se  recorren  son  12 
leguas ;  ahora  bien,  de  Florencia  a  Tresesquinas,  o  sea  a  la 
confluencia  del  Orteguasa  con  el  Caquetá,  se  emplean 
cuatro  días,  lo  que  nos  da  un  total  de  48  leguas,  o  sean  240 
kilómetros. 

Resultando,  pues,  que  la  distancia  es  mucho  mayor  por 
Florencia  que  por  Pitalito  para  llegar  a  un  punto  que  per- 
mita fomentar  el  comercio  con  el  exterior. 

2.  Además,  el  objeto  del  ferrocarril  exige  que  sea  por 
Puerto  Asís.  Se  pretende  que  esta  vía  sirva  para  el  fomen- 
to del  comercio.  Veamos  los  inconvenientes  que  ofrece  por 
Florencia  o  por  Puerto  Asís. 

En  cualquier  supuesto  que  se  formule,  se  impone  la 
consecuencia  de  que  dado  el  caso  que  se  construya  el  ferro- 
carril en  cuestión  y  haciéndolo  pasar  por  Florencia,  se 
debería  prolongar  hasta  el  Putumayo  para  llenar  su  ob- 
jeto. En  este  supuesto  debe  llegar  necesariamente  hasta 
Tresesquinas,  que  es  la  confluencia  del  Orteguasa  con  el 
Caquetá ;  el  primero  no  es  navegable  sino  por  lanchitas  y 
sólo  durante  el  invierno,  y  el  Caquetá,  si  bien  es  verdad 
que  pueden  surcarlo  buques  de  mayor  tonelaje  desde  Tres- 
esquinas  para  abajo,  hay  el  inconveniente  de  que  no  se 
puede  salir  al  Amazonas  por  impedirlo  el  salto  de  Arara- 
cuare.  No  quedaría  otro  recurso  que  pasar  al  Putumayo 
por  La  Tagua,  lugar  en  donde  se  acercan  mucho  los  dos 
ríos.  Así  que  la  vía  por  Florencia  impone  dificultades  sobre  . 
dificultades  para  el  objeto  propuesto. 

Además  de  lo  indicado  añadamos  ahora  que  para  im- 
portar y  exportar  mercancías  por  esta  vía,  exigiría  tres 
molestos  transbordos :  el  del  ferrocarril  al  buque,  del  bu- 
que a  La  Tagua  para  ser  trasladadas  por  tierra  al  Putuma- 
yo, y  luego  ser  otra  vez  embarcadas  en  este  río.  Estas  difi- 
cultades solamente  se  obviarían  prolongando  el  ferrocarril 
muchos  kilómetros  más  abajo  de  Tresesquinas,  o  sea  has-  * 


—  67  — 

ta  frente  a  La  Tagua,  lo  que  es  punto  menos  que  imposi- 
ble, dadas  las  condiciones  del  terreno  anegadizo. 

Las  ventajas  que  se  obtienen  por  Pitalito  -  Puerto 
Asís  son  muy  apreciables  ;  vamos  a  enumerarlas:  1/,  se 
ahorra  la  construcción  de  unos  126  kilómetros  de  vía,  y 
un  millón  doscientos  sesenta  mil  pesos  oro  ($  1.260,000) ; 
2.",  al  establecerse  el  tráfico  ñu  vial  con  el  exterior  la 
colonia  de  Puerto  Asís  será  el  puerto  colombiano  del  Pu- 
tumayo,  y  por  consiguiente  se  podrán.^  trasladar  directa- 
mente las  mercancías  del  buque  al  ferrocarril,  o  viceversa ; 
3.',  con  ser  esta  vía  rnás  corta,  ofrece  a  la  vez  menores 
dificultades  para  su  construcción  ;  casi  no  tiene  que  atra- 
vesar cordillera  alguna,  como  puede  comprobarse  por  lo 
que  dijimos  antes  al  hablar  del  camino  de  Pitalito  a 
Mocoa  ;  á.^  se  faciljta  en  gran  manera  la  construcción  de 
puentes;  el  único  que  podría  presentar  serias  dificultades 
es  el  que  debe  tenderse  sobre  el  río  Caquetá,  y,  según 
hemos  expuesto  antes,  la  Providencia  ha  deparado  un 
lugar  donde  es  sumamente  fácil  tenderlo  sobre  aquel  río; 
5.',  pasando  por  Garzón  y  Pitalito  uniría  varios  pueblos, 
pues  además  de  los  que  encontraría  en  el  Huila,  pasaría 
por  Condagua,  Alvernia,  Mocoa  y  Umbría,  mientras  que 
por  el  Caquetá  no  hay  sino  Florencia ;  6.*,  llevando  el 
ferrocarril  por  Mocoa  se  facilita  grandemente  su  prolon- 
gación hasta  Pasto,  pues  dista  sólo  120  kilómetros  de 
ésta. 

Nos  parece  que  lo  expuesto  no  puede  dejar  lugar  a 
dudas  ni  se  presta  a  vacilaciones ;  son  tantas  las  ventajas 
de  la  vía  por  Pitalito-Mocoa,  que  creemos  llevarán  la 
convicción  al  ánimo  de  los  autores  del  proyecto  del  ferro- 
carril a  Florencia,  quienes,  tal  vez  con  la  mejor  intención 
y  sin  conocer  el  terreno,  han  impulsado  la  apertura  de 
aquella  vía. 


68 


CAPITULO  VI 


LABORES  APOSTÓLICAS 


Auxilios  espirituales  a  tribus  dispersas — Veintidós  excursiones  apostólicas. 
Relato  de  una  excursión  apostólica  al  Caguán — Excursión  por  el  San 
Miguel — Entran  indios  a  Colombia  en  estado  lastimoso — Un  colombiano 
impedíales  el  paso. 

Desde  que  se  aumentó  el  personal  de  esta  Misión,  hace 
dos  años,  con  un  contingente  de  ocho  religiosos,  una  de  las 
principales  atenciones  ha  sido  proveer  del  suficiente  nú- 
mero de  sacerdotes  a  los  centros  que  tienen  a  su  cuidado 
la  administración  espiritual  de  extensas  porciones  de  la 
Prefectura,  en  donde  viven  diseminadas  familias  de  blan- 
cos, restos  de  los  antiguos  caucheros,  o  bien  tribus  de 
indios  más  o  menos  numerosas.  Así  pues,  en  Puerto  Asís 
existen  tres  sacerdotes  y  un  hermano  lego,  y  los  tres  pri- 
meros están  constantemente  consagrados  al  desempeño  de 
las  funciones  y  trabajos  inherentes  al  sagrado  ministerio, 
en  favor  de  los  habitantes,  indios  y  blancos,  que  moran  en 
aquellos  lugares.  A  Florencia  se  le  han  destinado  cinco 
sacerdotes  y  un  hermano  lego,  con  el  objeto  de  que  se  pue- 
dan atender  con  relativa  comodidad  las  necesidades  espi- 
rituales de  los  habitantes  de  aquella  región  ;  de  lo  contra- 
rio era  imposible  que  se  les  pudiese  visitar  con  la  frecuen- 
cia necesaria. 

Durante  este  año  (1918-19  i  9)  se  ha  desplegado  una 
actividad  constante  en  el  servicio  espiritual  en  favor  de 
los  mencionados  habitantes  diseminados  por  estas  inmen- 
sidades, y  el  fruto  recogido  en  esas  apostólicas  tareas  ha 
sido  realmente  consolador,  por  lo  abundante.  Los  misione- 
ros no  se  han  dado  punto  de  reposo  y  han  cumplido  con 
un  celo  digno  de  todo  encomio  las  delicadas  y  penosas, 
pero  consoladoras,  tareas  de  apostolado  que  les  han  sido 
confiadas. 

Las  excursiones  ministeriales  han   sido  las  siguientes: 

Desde  Florencia:  dos  por  el  río  Orteguasa  y  Caquetá, 
tres  hasta  el  nuevo  pueblo  de  Solano,  cuatro  hasta  Belén  del 
Andaquí,  una  hasta  San  Vicente  del  Caguán,  y  otras  de 
menor  significación.  Total,  diez. 


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—  69  — 

Desde  Puerto  Asís:  dos  hasta  Güepí,  tres  hasta  el  Gua- 
mués  y  río  San  Miguel.  Total,  cinco. 

Desde  Mocoa:  una  hasta  Solano  y  seis  hasta  Limón  y 
San  Bernardo. 

Excursión  a  San  Vicente  del  Caguán — En  la  imposibi- 
lidad de  detallar  todas  las  excursiones  indicadas,  nos  con- 
cretaremos a  transcribir  la  relación  que  mandó  el  Padre 
Ignacio  de  Barcelona  sobre  la  que  hizo  a  San  Vicente  del 
Caguán.  Dice  este  Padre  en  su  carta-informe  del  12  de 
marzo  del  presento  año: 

"'  ...  Paso  a  hacerle  una  relación  detallada  (al  Reve- 
rendísimo Padre  Prefecto)  de  mi  última  y  reciente  corre- 
ría por  las  rfgiones  del  río  Guaya  y  Caguán,  y  por  la  de 
la  Estrella  (Guacamaya). 

"A  fin  de  evitar  la  vuelta  enorme  que  uno  tiene  que 
dar  si  quiere  ir  a  San  Vicente  del  Caguán  pasando  por 
Garzón  y  Campoalegre,  y  con  objeto  de  poderme  dar  cuen- 
ta de  lo  que  es  la  trocha  de  exploración  que  unos  indivi- 
duos abrieron,  para  poder  comunicar  Puerto  Rico  con  el 
Orteguasa  y  Florencia,  resolví  hacer  el  viaje  aprovechan- 
do aquella  raya  o  pún  (trocha). 

"Así  pues,  el  sábado  30  de  noviembre  último  salí  de 
ésta  (Florencia)  para  Canelos,  cuya  escuela  visité.  El  do 
mingo  celebré  misa  en  dicho  lugar,  y  administré  el  sacra- 
mento de  la  confirmación  a  unos  cinco  niños.  Después  de 
almuerzo  tomé  canoa  hasta  la  bocana  del  río  San  Pedro, 
en  cuyo  punto  me  detuve  con  el  fin  de  visitar  la  tribu  huí- 
tota,  y  en  la  que  pasamos  aquella  noche.  Al  otro  día,  des- 
pués de  la  misa  y  de  administrar  los  sacramentos  a  todos 
los  que  quisieron  recibirlos,  confirmar  a  siete  niños  de  dicha 
tribu,  etc. ,  hechos  los  preparativos  y  organizado  todo  para 
un  largo  viaje  a  pie  y  por  selvas  solitarias  y  salvajes,  en 
donde  no  debíamos  encontrar  otros  auxilios  que  los  que  no 
nos  negaría  la  Divina  Providencia,  nos  internamos  en  la 
trocha. 

'Siete  días  consecutivos  estuvimos  caminando  por 
dentro  de  la  selva  virgen,  sin  ver  más  sol  ni  divisar  otro 
horizonte  que  el  que  alcanzábamos  a  disfrutar  en  los  pasos 
de  los  riachuelos  y  quebradas;  el  resto  del  día  lo  pasába- 
mos caminando  en  la  semioscuridad  producida  por  la  som- 
bra de  un  bosque  secular. 

"Todos  aquellos  días  tuve  que  hacer  el  viaje  a  pie, 
pues  como  aquella  trocha  fue  abierta  sólo  por  vía  de  ex- 
ploración, no  había  forma  de  penetrar  por  ella  si  no  era 


—  To- 
cón el  vehículo  de  nuestro  Padre  San  Francisco:  a  pie; 
además,  que  ni  las  pendientes  o  cuestas,  ni  las  ciénagas 
permitían  pasar  de  otro  modo.  Durante  este  trayecto,  once 
fueron  las  quebradas  y  riachuelos  que  tuvimos  que  pasar 
echándonos  al  agua,  y  todos  bastante  regulares,  en  parti- 
cular la  quebrada  Esmeraldas,  que  no  bajará  de  unos  80 
metros  de  ancho. 

^Durante  estos  siete  días  enfermaron  de  paludismo 
dos  peones;  yo,  gracias  a  la  bondad  de  Dios,  no  sentí  ni  la 
más  leve  novedad. 

"Por  fin,  después  de  siete  días  llegamos  a  descubrir  un 
extenso  horizonte,  y  al  poco  rato  entramos  en  las  semen- 
teras de  Puerto  Rico,  y  luego  al  caserío  mismo  que  se  halla 
disperso  a  la  orilla  del  río  Guaya. 

''Esta  región,  que  está  habitada  por  descendientes  de 
caucheros,  se  encuentra  en  completa  desolación  y  ruina, 
debido  al  aislamiento  en  que  viven;  de  modo  que  si  no  se 
abre  una  trocha  en  debida  forma  que  los  comunique  con 
el  Orteguasa,  a  ñn  de  que  puedan  mejorar  de  situación  y 
buscarse  medios  para  vivir  de  su  trabajo,  es  bien  probable 
que  no  haya  necesidad  de  volverlas  a  visitar,  pues  bien 
pronto  emigrarán  a  otra  parte.  Con  excepción  de  unas  dos 
familias,  me  dijeron  que  estaban  resueltos  a  trasladarse  a 
otra  parte.  En  ésa  hay  dos  propietarios  acomodados,  Fer- 
nando Jara  y  Ricardo  López.  El  primero  posee  una  finca 
de  unas  100  hectáreas;  aburrido  al  verse  en  aquel  lugar 
rodeado  de  montañas,  y  sin  facilidades  para  realizar  nin- 
gún negocio  con  los  productos  de  su  finca,  resolvió  abrir 
otra  en  San  Vicente,  y  tiene  ya  como  unas  80  hectáreas 
casi  todas  empradizadas.  Este  me  dijo  que  en  julio  del  pre- 
sente año  se  trasladaba  definitivamente  a  dicho  lugar,  de- 
jando sólo  un  cuidador  en  su  propiedad  de  Puerto  Rico,  lo 
que  equivale  a  decir  que  la  abandona. 

"Lo  propio  me  dijo  Ricardo  López  que  iba  a  hacer  con 
su  finca,  pero  éste  se  quiere  pasar  a  Florencia.  Tuvo  una 
gran  pérdida  con  una  plantación  de  cacao;  se  le  secaron 
unos  5,000  árboles. 

"Como  que  en  Puerto  Rico  casi  no  hay  gente,  fue  tam- 
'bién  poco  mi  trabajo  ministerial  en  ese  lugar;  fuera  de  las 
confesiones  de  gente  grande  y  chica,  sólo  hubo  entre  bau- 
tismosy  suplir  ceremonias,  16;  confirinaciones,  17,  y  un  ma- 
trimonio. 

"De  Puerto  Rico  pasé  a  San  Vicente,  nuevamente  por 
trocha,  y  por  consiguiente  por  dentro  de   la  selva,  aunque 


—  71  - 

ya  de  un  modo  un  poco  distinto,  pues  como  se  han  inverti- 
do algunas  sumas  en  su  apertura,  está  algo  mejor  que  la 
del  Orteguasa. 

''El  sábado  21  de  noviembre  llegué  a  San  Vicente  del 
Caguán.  La  primera  impresión  que  me  produjo  fue  que 
tenía  delante  un  pueblo  en  ruina,  que  valió  antes  alguna 
cosa  y  ahora  casi  nada.  La  situación  de  sus  habitantes  es 
más  halagüeña  que  la  de  los  de  Puerto  Rico;  no  obstante, 
me  dijeron  que  estaban  un  poco  desanimados,  pero  que  la 
falta  de  medios  para  trasladarse  a  otra  parte  los  rete- 
nía allí. 

"La  población  de  San  Vicente,  con  el  caserío  de  La 
Estrella  que  está  agregado  a  dicho  Corregimiento,  lo  mis- 
mo que  la  estación  telegráfica  y  casas  vecinas,  según  el  úl- 
timo censo  da  un  total  de  700  habitantes.  Como  toda  esa 
gente  vive  tan  separada,  y  el  misionero  no  puede  atender- 
los sino  alguna  que  otra  vez  en  el  año,  resulta  que  aquello 
es  un  foco  de  inmoralidad  y  un  centro  de  inmundicia. 

''Para  que  se  convenza  de  lo  mal  que  está  aquello  le 
diré  que  sólo  de  solteros  de  quienes  se  me  avisó  que  vivían 
mal,  o  que  tenían  tratos  indebidos,  saqué  una  lista  de  19, 
además  de  anos  dos  o  tres  de  los  que  nada  cierto  pudieron 
decirme.  Me  avisaron  asimismo  de  que  unos  trece  casados 
vivían  en  mal  estado  o  tenían  tratos  ilícitos.  Ya  puede  su- 
poner el  trabajo  que  me  costarían  esos  asuntos,  pero  algo 
se  logró,  auxiliado  por  la  protección  de  Dios;  algunos  se 
arreglaron  como  Dios  manda,  y  otros  se  separaron. 

"Así  pues,  durante  mi  permanencia  en  San  Vicente  ya 
puede  suponer  Su  Reverendísima  que  no  tendría  poco  que 
hp^cer;  siendo  visitado  sólo  alguna  que  otra  vez  por  el  mi- 
sionero, y  contaftdo  con  la  inmoralidad  de  que  he  hecho 
mención,  la  cosa  estaría  un  poco  atrasada.  Debido  a  todo 
esto  tuve  como  unos  diez  días  de  trabajo  incesante:  mu- 
chos de  ellos  me  acosté  a  las  dos  de  la  madrugada,  para 
levantarme  a  las  cinco  y  continuar  la  interrumpida  tarea. 
En  estos  días  administré  104  bautismos,  105  confirmacio- 
nes, y  presencié  14  matrimonios. 

"De  San  Vicente  salí  para  el  lugar  llamado  i^a  Cucha, 
un  poco  distante  de  aquel  pueblo.  En  dicho  punto  existe 
una  tribu  huitota  recién  llegada  y  que  se  presentó  en  el 
más  lastimoso  estado.  Creó  que  son  fugitivos  del  Carapa- 
raná,  o  sea  de  la  región  que  actualmente  poseen  los  perua- 
nos. Estos  indios  llegaron  completamente  desnudos.  Tuve 
que  catequizar  a  toda  la  tribu,   bautizarla  íntegra,  confir- 


—  72  — 

marla  y  casar  cinco  parejas.  Fueron  en  total  43  los  indíge- 
nas de  ambos  sexos  que  fueron  bautizados.  Les  di  lo  que 
pude  para  su  uso,  y  después  de  dejar  arreglado  con  un  in- 
dio amigo  de  la  tribu  para  que  pasasen  a  establecerse  en 
lugar  más  cerca  de  Florencia,  a  fin  de  que  se  les  pueda 
atender  mejor,  emprendí  viaje  para  Guacamaya  y  La  Es- 
trella. 

"En  este  punto  presencié  cuatro  matrimonios,  bauticé 
diez  y  seis  niños  y  confirmé  a  veinte. 

"Por  fin,  después  de  dos  meses  y  veinte  días  de  haber 
salido  de  Florencia,  tuve  la  satisfacción  de  regresar,  dan- 
do gracias  a  Dios  por  el  bien  que  me  había  permitido  sem- 
brar y  los  frutos  que  pude  recoger,  así  como  por  la  visible 
protección  que  me  dispensó  durante  toda  la  apostólica  co- 
rrería, en  la  que  ni  siquiera  sentí  el  más  leve  dolor  de  ca- 
beza   " 


Excursión  por  el  río  San  Miguel — Para  terminar  este 
capítulo  nos  permitimos  copiar  de  una  carta  informe  que, 
con  fecha  12  de  mayo  de  este  año,  escribió  el  Padre  Narciso 
de  Batet  al  Reverendísimo  Padre  Prefecto  Apostólico,  re- 
latando su  excursión  por  el  río  San  Miguel.  Dice: 

" Salí  de  Puerto  Asís  el  6  de  febrero  con  objeto  de 

visitar  todos  los  indios  de  San  Miguel,  Santa  Rosa  y  Gua- 
mués,  y  hacer  que  recibieran  los  santos  sacramentos.  Voy 
pues  a  indicar  brevemente  los  frutos  recogidos  durante 
esta  correría  apostólica. 

"Al  llegar  a  San  Miguel  hice  llamar  a  todos  los  indios, 
que  como  sabe  Su  Reverendísima  viven  la  mayor  parte  fue- 
ra del  Pueblito,  pues  acostumbran  tener  sus  chozas  dentro 
de  las  sementeras.  Cuando  llegaron  comencé  a  prepararlos, 
para  lo  cual  les  di  una  especie  de  ejercicios  de  seis  días ; 
al  fin  de  ellos,  todos  se  confesaron  y  comulgaron.  Los 
indiecitos  de  la  escuela  y  varios  jóvenes  comulgaron  casi 
todos  los  días  por  iniciativa  propia,  lo  que  me  causó  una 
gran  satisfacción,  como  podrá  suponer  Su  Reverendísima, 
pues  una  vez  examinados  detenidamente,  pude  comprobar 
que  estaban  suficientemente  instruidos  para  podérseles 
permitir  que  comulgasen  las  veces  que  quisiesen. 

"Durante  mi  permanencia  en  ese  lugar  administré 
cinco   bautismos  y  presencié  dos  matrimonios. 

"Acaeció  entonces  que  el  esposo  de  la  maestra  de  es- 
cuela de  ese  pueblito  enfermó  gravemente,  así  que  siéndole 


Ifetl^ 


Grupo  de  indíg^enas  mayores  de  las  cercanías  de  Puerto  Así 


.-*l-^«;;5^~írf«J-^-^.JÍ**''^ 

m^^gmamásm '^^ 

W^^  -^¿^ 

IMÉL.A  .. 

Pl^'ilIHiii 

-,       ■■•-?  t;  -""^W"  w 

Escuela  alternada  de  niños  y  niñas  indígenas  del  pueblo  de  Comlagua 
y  algunos  habitantes  de  dicho  pueblo.  (Alto  Caquetá;. 


—  73  — 

imposible  dirigir  ese  plantel,  determiné  quedarme  a  susti- 
tuirla hasta  el  restablecimiento  de  dicho  señor;  de  este 
modo  se  evitaba  que  los  indiecitos  tuvieran  que  suspender 
las  clases,  cosa  que  en  ningún  caso  convenía,  pues  sabemos 
de  sobra  lo  que  cuesta  reun irlos  después  de  algÚQ  tiempo 
de  vacaciones.  Aprovechando  pues  mi  permanencia  casi 
obligada  en  ese  pueblito,  y  habiendo  comenzado  la  cuares- 
ma, invité  a  todos  los  indios  para  que  asistieran  al  ejercicio 
del  víacrucis  que  se  practicaría  todos  los  viernes.  Así  se 
hizo,  con  asistencia  de  casi  todo  el  pueblo,  que  demostró 
estar  poseído  del  significado  que  nos  recuerda  este  piadoso 
ejercicio. 

"Deseando  administrar  los  sacramentos  a  los  indios 
que  hasta  ahora  habían  pertenecido  a  esta  Prefectura, 
pero  que  en  la  actualidad  quedan  del  lado  del  Ecuador, 
mandé  llamarlos,  y  a  los  diez  días  llegaron  unos  treinta. 
Eran  henos  Se  presentaron  en  el  más  lastimoso  estado  r 
casi  completamente  desnudos,  de  modo  que  quise  despren- 
derme de  las  sábanas,  camisas,  etc.,  para  que  pudieran 
vestirse  algunos.  Los  indios  de  San  Miguel  los  recibieron 
con  un  cariño  que  me  admiró.  Les  dieron  comida,  y  los 
que  tenían  más  de  una  cusma  se  desprendieron  generosa- 
mente de  ella  para  que  los  recién  llegados  se  vistieran. 
Como  tienen  intención  de  quedarse  definitivamente  en 
territorio  colombiano,  los  naturales  de  ese  pueblo  de  San 
Miguel  y  los  de  San  Diego  y  San  José  se  los  estaban  dis- 
putando ;  cada  uno  quería  que  se  pasasen  a  su  pueblo,  y, 
para  evitar  disgustos,  les  dije  que  los  dejaran  para  que 
ellos  mismos  escojan  el  lugar  que  más  les  guste.  Me  dije- 
ron estos  indios  que  del  otro  lado  de  la  frontera  quedan 
muy  pocos,  tal  vez  unos  veinticinco,  y  que  están  dispuestos 
a  pasarse  a  Colombia 

"He  sabido  por  ellcs  mismos  que  hace  tiempo  que  es- 
taban viniendo,  pero  que  ese  blanco  J.  P.  los  hizo  regresar, 
y  que  ahora  mismo  intentó  impedir  que  entrasen.  Parece 
imposible  que  un  colombiano,  y  que  se  llama  católico,  pre- 
tenda que  estos  infelices  continúen  perdidos  en  aquellas 
selvas,  sin  asistencia  espiritual  alguna,  puesto  que  nosotros 
no  podemos  ejercer  el  sagrado  ministerio  allá,  con  la  adi- 
ción de  que  no  hay  más  sacerdotes  por  esos  lugares,  ¡y  todo 
para  explotarlos  a  mansalva ! 

"Luego  que  estos  indios  pasaron  a  Puerto  Asís  pude 
seguir  mi  correría  y  pasé  a  Santa  Rosa,  en  donde  confesa- 
ron todos,  menos  un  blanco  que  no  quiso  hacer  caso.  Allá 


—  74  — 

presencié  dos  matrimonios.  Antes  de  salir  quise  conocer 
la  mina  de  carbón,  que  está  a  medio  día  de  distancia  del 
Pueblito.  Me  pareció  bastante  importante,  pues  se  extiende 
el  yacimiento  de  ese  mineral  a  lugares  bastante  distancia- 
dos. Pero  de  esto  está  ya  informado  Su  Reverendísima. 

"He  regresado  por  fin  hace  poco,  después  de  unos  tres 
meses  de  haber  salido  de  esta  colonia " 

Con  esta  relación  damos  fin  a  este  capítulo,  pues  si 
fuéramos  a  relatar  o  copiar  detalladamente  las  demás 
excursiones,  nos  haríamos  interminables. 


SIBUNDOY  (PUTUMAYO) 
Escuela  de  niñas  a  cargo  de  las  Reverendas  Madres  Franciscanas. 


Labores  de  mano  en  la  Escuela  de  niñas  de  Sibundoy  a  cargo  de  las  Reverendas 
Madres  Franciscanas.  Misiones  de  Padres  Capuchinos.   (Putumayo). 


75  — 


CAPITULO  VII 

LA  INSTRUCCIÓN  PÚBLICA  EN  EL"  TERRITORIO 

Informe — Lamentable  estado  de  ¡os  maestros  de  escuela — Varias  renuncias. 
Establécense  dos  escuelas  por  cuenta  de  la  Misión — Escuela  nocturna  en 
Puerto  Asís — La  instrucción  pública,  medio  importantísimo  de  civiliza- 
ción— Cómo  empieza  la  regeneración  de  una  tribu. 

Vamos  a  comenzar  este  capítulo  transcribiendo  el  in- 
forme que,  en  cumplimiento  del  cargo  de  Inspector  del 
ramo  en  el  Territorio  de  la  Misión,  mandó  el  Reverendísimo 
Padre  Prefecto  Apostólico  al  respectivo  Ministerio,  el  4  de 
abril  del  presente  año.  En  él,  como  se  podrá  ver,  se  respira 
alguna  amargura:  es  porque  fue  escrito  en  días  en  que  se  esta- 
ba trabajando  lo  indecible  para  impedir  que  se  desorgarni- 
zara  completamente  la  instrucción  primaria  del  Territorio. 
Debido  a  que  hacía  once  meses  que  no  se  pagaban  los 
sueldos  de  los  maestros  de  escuela,  éstos  comenzaron  a 
escribir  por  cada  correo,  manifestando  su  lamentable  estado, 
que,  por  otra  parte,  bien  conocido  teníamos,  puesto  que 
todos  ellos  necesitan  del  sueldo  para  vivir.  Al  ver  que  sólo 
se  les  podían  dar  esperanzas  y  que  en  cambio  su  situación 
era  más  difícil  de  día  en  día,  comenzaron  a  llegar  algunas 
renuncias  que  acabaron  de  alarmarnos,  puesto  que  detrás 
de  éstas  preveíanse  varias  otras.  Bajo  esa  pesadumbre, 
pues,  se  escribió  el  informe  anual  al  Ministerio  de  Instruc- 
ción Pública,  y  se  juzgó  conveniente  presentar  a  la  autori- 
dad istiperior  el  lamentable  estado  del  ramo  en  esta  Inspec- 
ción, lo  que  hasta  era  un  deber. 

Hé  aquí  pues  el  documento  aludido : 

". . . .  Tengo  el  honor  de  dirigirme  a  Su  Señoría  con  el 
objeto  de  rendir  a  ese  Ministerio  de  su  digna  dirección  la 
memoria  correspondiente  al  presente  año  escolar. 

"No  se  ocultará  a  Su  Señoría  que,  debido  precisamente 
a  la  penosa  situación  en  que  se  hallaba  el  Erario  Público, 
lo  que  ha  impedido  que  se  puedan  pagar  con  la  regularidad 
requerida  los  sueldos  de  los  maestros  de  escuela,  la  instruc- 
ción primaria  de  ésta  ha  sufrido  mucho  durante  el  presente 
año,  y  aun  puede  decirse  con  toda  verdad  que  ha  pasado  y 
está  pasando  una  peligrosa  crisis.  En  efecto,   se  ha  demo- 


—  76  — 

rado  once  meses  el  pago  de  los  sueldos  de  estos  beneméritos- 
servidores  de  la  Patria,  los  maestros  de  escuela,  y  siendo 
todos  ellos  de  clase  humilde,  y  tanto  que  necesitan  absolu- 
tamente todos  del  sueldo  para  poder  vivir,  han  llegado 
casi  a  la  desesperación,  a  pesar  de  su  buena  voluntad. 
Varios  de  ellos  me  han  presentado  la  renuncia ;, estando 
ocupados  en  la  dirección  de  las  escuelas,  les  es  imposible, 
como  es  obvio,  dedicarse  a  otros  trabajos  cuyo  producto 
les  permita  procurarse  lo  necesario  :  todos  se  han  visto 
precisados  a  endeudarse  para  subvenir  a  sus  necesidades 
más  apremiantes,  con  la  esperanza  de  poder  satisfacer  esas 
deudas  en  cuanto  el  Gobierno  les  pagase,  pero  como  se  han 
visto  obligados  a  recibir  sus  sueldos  en  bonos,  muchos  de 
ellos  se  encontraron  al6anzados  y  sin  saber  cómo  salir  de 
sus  apuros. 

"Naturalmente  que  todo  eso,  y  como  de  rechazo,  ha  in- 
fluido en  una  especie  de  relajación  que  se  nota  en  la  dis- 
ciplina entre  parte  del  personal  docente,  pues  estando  en 
situación  tan  lastimosa  no  se  ha  podido  ser  muy  exigente 
con  él.  A  pesar  de  todo,  empero,  me  es  grato  informar  que 
la  gran  mayoría  ha  proseguido  sus  labores  escolares  con 
mucho  celo  y  abnegación,  como  pude  comprobar  en  la  visi- 
ta que  practiqué  últimamente.  Es  porque,  como  decía  en  el 
informe  del  año  pasado,  dirigido  a  ese  Ministerio,  se  ha 
procurado  seleccionar  con  el  mayor  empeño  el  personal,  a 
fin  de  que,  compenetrado  del  gran  valor  rehgioso  y  patrió- 
tico que  representa  la  instrucción  primaria  entre  los  indí- 
genas de  este  Territorio,  ejerza  sus  funciones  educativas 
con  interés  y  sacrificio.  Creo,  no  obstante,  señor  Ministro, 
y  no  solamente  lo  creo  sino  que  estcy  firmemente  persua- 
dido de  ello,  que  se  corre  el  inminente  peligro  de  una  des- 
organización completa  en  lo  referente  al  ramo  instruccio- 
nista  de  esta  Inspección;  a  pesar  de  la  buena  voluntad  que 
deoauastra  la  mayor  parte  del  personal,  hay  que  tener  en 
cuenta  que  no  se  le  puede  exigir  un  sacrificio  tal  como  es 
el  de  permanecer  en  la  miseria. 

"Sería  verdaderamente  lamentable  que  después  de  que 
tanto  ha  costado  organizar  la  instrucción  primaria,  des- 
pués de  que  tantos  desvelos  se  han  debido  desplegar  para 
procurar  un  personal  lo  más  escogido  y  competente  que  se 
pueda  pretender  para  unos  lugares  como  los  de  la  casi  to- 
talidad de  esta  Inspección,  tuviéramos  que  vernos  en  la 
necesidad  de  comenzar  de  nuevo,  con  grave  detrimento 
para  la  civilización   cristiana   de  estos  hijos  de  la  selva.. 


—  n  — 

Gran  parte  de  este  personal,  como  supondrá  fácilmente  Su 
Señoría,  debe  vivir  en  medio  de  estos  bosques,  en  constante 
contacto  con  unos  indios  seroisalvajes,  muchas  veces  casi 
incomunicados  con  la  porción  más  civilizada  del  Territorio, 
sufriendo  mil  y  mil  privaciones  que  en  otras  partes  no  co- 
nocerían tal  vez,  todo  lo  cual  los  hace  muy  dignos  de  que 
la  Nación  los  recompense  atendiéndolos  con  solicitud.  Per- 
mítome  pues  rogar  muy  encarecidamente  a  Su  Señoría  se 
digne  favorecer  en  lo  que  sea  posible  a  estos  beneméritos 
servidores  de  la  Patria  y  firmes  auxiliares  del  misionero 
para  la  regeneración  de  esta  raza. 

''La  Misión,  por  su  parte,  no  ha  perdonado  desvelos 
para  sostener  el  ánimo  de  unos  y  otros.  Estamos  tan  firme- 
mente persuadidos  de  la  excepcional  importancia  que  revis- 
te la  instrucción  primaria  para  estos  indígenas,  que  no 
hemos  titubeado  en  imponernos  los  sacrificios  necesarios 
para  sostenerla  y  fomentarla.  Considerada  desde  todos  los 
puntos  de  vista  es  realmente  insustituible,  para  conseguir 
el  fin  que  se  proponen  la  Iglesia  y  el  Estado  de  consuno  en 
relación  con  estos  indígenas:  facilita  la  acción  del  ministro 
de  Dios  disponiendo  la  inteligencia  y  el  corazón  de  estos 
semisal^ajes  para  recibir  las  salvadoras  verdades  del  Evan- 
gelio; reforma  el  modo  de  ser  de  estas  sociedades  incipientes, 
infiltrándolas  insensiblemente,  pero  de  un  modo  seguro  y 
eficaz,  miras  más  elevadas  y  aspiraciones  nuevas,  que  los 
van  separando  de  la  rutina  y  añejas  preocupaciones  que 
los  tenían  como  atascados  en  el  cieno  del  salvajismo,  y 
por  fin,  va  modelando  las  futuras  generaciones  tallándolas 
de  modo  que,  a  no  tardar,  encajen  debidamente  en  el  armó- 
nico conjunto  llamado  sociedad  civilizada.  La  instrucción 
primaria,  en  resumen,  es  la  sólida  base  en  que  debe  cimen- 
tarse la  cristiana  civilización  de  estos  indígenas,  y  el  medio 
más  a  propósito  para  lograrlo  con  relativa  rapidez. 

"Consecuentes  con  lo  que  dejamos  expuesto  y  con 
nuestros  más  ardientes  deseos  de  obtener  las  mayores  ven- 
tajas posibles  en  bien  de  la  Iglesia  y  de  la  Nación,  hemos 
determinado  fundar  dos  escuelas  privadas  de  exclusiva 
cuenta  de  la  Prefectura  Apostólica.  Una  de  ellas  funciona 
en  el  pueblo  de  reciente  fundación,  llamado  Santa  Rosa 
de  San  Miguel,  situado  en  la  frontera  entre  Colombia  y 
Ecuador.  Se  ha  fundado  esta  escuela  con  objeto  de  atraerá 
los  blancos  e  indios  que  quedaron  dentro  de  los  límites  de 
la  vecina  República  después  del  Tratado,  y  con  el  de  ir  ci- 
vilizando a  aquellos  indios,  quienes  hasta  hace  poco  anda- 
ban dispersos  por  aquellas  selvas. 


—  78  — 

"La  segunda  escuela  se  ha  establecido  en  Güepí,  en 
donde  existen  familias  de  indios  y  blancos  que  van  re- 
uniéndose poco  a  poco.  En  este  lugar— fronterizo  con  el 
Perú  y  avanzada  colombiana  del  Putumayo — la  Comisaría 
Especial  de  esta  región  estableció  un  corregimiento,  y  para 
que  los  habitantes  de  aqueüos  contornos  tengan  cómo  edu- 
car a  sus  hijos,  y  a  petición  de  los  padres  de  familia,  se 
fundó  esa  escuela. 

''En  Puerto  Asís  funciona  con  mucha  regularidad 
una  escuela  nocturna,  dirigida  por  el  Padre  Misionero,  a 
la  que  asisten,  por  término  medio,  unos  treinta  jóvenes  ha- 
bitantes en  aquella  colonia. 

"En  cuanto  al  funcionamiento  de  los  planteles  entre 
los  indios,  es  cada  día  más  regular:  asisten  ya  con  la  ma- 
yor buena  voluntad.  Para  probar  tal  aserto  permítome 
transcribir  un  párrafo  de  un  testigo  ocular,  el  doctor  Ro- 
dríguez Piñeres,  quien  dice: 

'Por  los  datos  atrás  suministrados  puede  verse  que  no 
existe  población  alguna  en  la  República,  ni  en  el  Departa- 
mento de  Caldas,  que  mantenga  proporción  más  alta  entre 
los  niños  asistentes  a  las  escuelas  y  la  totalidad  de  la  po- 
blación, que  las  Misiones  capuchinas  en  el  Putumayo.  Es 
de  verse  el  celo  de  los  padres  por  que  ningún  niño  dej^^  de 
ir  a  la  escuela,  hasta  el  punto  que  nadie  se  les  escape  . . . 
Por  supuesto  ya  hoy  se  obtiene  que  los  indios  manden  a 
la  escuela  espontáneamente  a  su  prole  . . . ' 

"Ciertamente  hoy  el  misionero  ya  no  debe  luchar  con- 
tra la  resisteijcia  de  los  padres  de  familia;  no  abrigan  pre- 
vención alguna  contra  la  escuelas,  pues  han  visto  que  ésta 
es  para  ellos  una  verdadera  providencia.  Si  con  algo  se 
debe  luchar  es  más  bien  contra  la  apatía  de  los  indios  que 
contra  resistencia  de  ninguna  clase. 

"Pláceme  por  fin  informar  a  ese  digno  Ministerio  que 
los  exámenes  del  año  pasado  resultaron  verdaderamente 
sorprendentes  en  las  escuelas  del  valle  de  Subundoy  y 
Puerto  Asís:  dejaron  plenamente  satisfechos  a  todos  los 
asistentes,  y  hubieran  lucido  en  cualquier  población  de 
blancos  de  alguna  importancia.  En  las  demás  escuelas,  a 
las  que  no  me  fue  posible  asistir  personalmente,  comuni- 
caron los  misioneros  comisionados  para  presidirlos,  que 
fueron  excelentes. 

"El  estado  pues  de  la  instrucción  primaria  en  esta  Ins- 
pección es  bastante  satisfactorio  en  algunas  partes  y  exce- 
lente en  otras,  por  lo  mismo  que  el  personal  es  escogido,  y 


—  79  — 

precisamente  para  poderlo  conservar  es  por  lo  que  me  per 
mití  suplicar  a  Sa  Señoría  se  dignase  favorecerlo  en  cuanto 
fuese  posible,  particularmente  en  la  regularidad  de  pagos, 
sin  lo  cual  no  les  sería  posible  a  muchos  seguir  en  la  direc- 
ción de  los  planteles. 

"Soy  de  Su  Señoría,  etc " 

Hemos  dicho  antes  que  la  instrucción  es  un  auxiliar 
de  primer  orden  para  transformar  radicalmente  esta  raza, 
y  es  muy  cierto.  En  efecto,  el  objetivo  que  se  persigue  en 
favor  de  esos  seres  infelices  es  levantarlos  de  su  estado  pri- 
mitivo y  salvaje,  en  el  que  viven  muy  a  su  gusto,  puesto 
que  en  aquellas  inteligencias  no  hay  ninguna  idea  que  los 
impulse  a  recorrer  otra  vía  que  la  que  sus  antepasados  les 
han  señalado.  Para  alcanzar  esa  regeneración,  ordinaria- 
mente— aunque  bien  podríamos  decir  siempre— hay  que 
comenzar  formando  a  la  niñez:  los  mayores  yuncíanos  se 
encuentran  como  atados  de  pies  y  manos  por  los  hábitos 
contraídos,  por  la  terrible  y  desesperante  costombre,  por  el 
peso  de  la  herencia,  etc.;  así  que  de  ésos  a  lo  sumo  se  pue- 
de esperar,  y  esto  después  de  un  trabajo  ímprobo,  que  sua- 
vicen un  poco  las  asperezas  de  sus  selváticas  contumbres 
y  abracen  con  más  o  menos  entusiasmo  la  práctica  de  la 
Religión  Cristiana.  Resta,  por  consiguiente,  un  campo  in- 
menso que  recj)rrer  antes  de  conseguir  una  transformación 
tal  como  se  desea  y  persigue. 

El  medio  muy  adecuado  para  lograr  esta  metamorfo- 
sis es  la  instrucción  de  la  niñez  en  las  escuelas.  En  éstas  se 
tiene  reunidos  a  los  niños  desde  su  más  tierna  edad  hasta 
que  ya  son  jóvenes  formados;  así  que  estando  sometidos 
constantemente  al  influjo  bienhechor  de  la  disciplina  esco- 
lar, insensiblemente  pero  de  un  modo  eficaz  van  modelán- 
dose esas  generaciones,  que  otro  día  han  de  imponerse  y 
dominar:  al  salir  de  la  escuela  se  encuentran  extraños  en  el 
ambiente  en  que  viven  los  mayores. 

Es  indudable  que  para  lograr  esa  transformación  de 
que  hablamos  y  obtenerla  de  un  modo  perfecto,  han  de 
pasar  varias  generaciones;  es  preciso  considerar  que  del 
salvajismo  más  lastimoso  a  la  civilización  no  se  pasa 
de  un  salto:  se  va  gradualmente  y  por  pasos  contados. 
Hemos  podido  comprobar  nosotros  esta  gradación,  y  de 
un  modo  muy  marcado,  en  los  indios  de  esta  Prefectura 
Apostólica:  los  que  primero  pasaron  por  la  escuela  se  dife- 
rencian de  un  modo  muy  notable  de  los  que  no  recibieron 


—  so- 
la influencia  de  la  instrucción,  así  por  sus  naodales  como 
por  la  forma  de  raciocinar  y  expresarse.  Los  que  inmedia- 
tamente siguieron,  mejoraron  la  condición  de  los  anterio- 
res :  apropiáronse  las  ventajas  que  sobre  los  ancianos  ha- 
bían obtenido  los  que  les  precedieron,  y  además  enrique- 
cieron ese  caudal  regenerador  con  las  que  ellos  mismos 
alcanzaron,  merced  al  propio  esfuerzo,  y  así  de  unos  a  otros 
ha  continuado  mejorando  progresivamente  el  modo  de  ser 
de  esas  tribus  por  los  que  han  seguido  sucedióndose.  Este 
encadenamiento  nos  da  el  favorable  resultado  de  ir  sepa- 
rando a  las  generaciones  que  van  subiendo,  de  los  hábitos 
y  costumbres  que  predominan  a  los  ancianos;  cada  una  de 
las  mencionadas  generaciones  que  va  pasando  por  las  es- 
cuelas representa  un  nuevo  eslabón  añadido  a  esa  cadena 
que  los  va  alejando  del  salvajismo,  y  una  grada  más  que 
los  va  acercando  a  la  civilización. 

Sí,  lo  repetimos,  es  indudable  que  para  lograr  un  cam- 
bio radical  en  el  modo  de  ser  de  estos  indios  han  de  pasar 
varias  generaciones:  se  ha  de  comenzar  con  paciencia  y 
constancia  a  conducirlos  de  la  mano  al  camino  que  los  ha 
de  llevar,  mediante  la  instrucción,  a  formar  parte  de  la 
sociedad  civilizada.  Para  que  se  vea  el  modo  como  han 
comenzado  a  salir  de  su  caos  estos  indios,  que  han  mereci- 
do que  un  testigo  ocular  dijera  que  su  reducción  a  la  vida 
civilizada  podía  considerarse  ya  un  hecho,  vamos  a  copiar 
algunos  párrafos  de  una  carta  remitida  por  el  Padre  Igna- 
cio de  Barcelona,  con  fecha  13  de  septiembre  del  año  pasa- 
do. Dice  este  Padre: 

" Salí  de  Florencia  el  22  de  julio  con  el  ñn  de  visi- 
tar las  escuelas  y  presenciar  exámenes.  El  24=  llegué  al 
pueblo  de  San  José  de  Bodoquero,  de  indios  coreguajes, 
que  tiene  escuela  desde  hace  un  año,  pues  se  abrió  por 
primera  vez  en  octubre  del  pasado  (1917).  Los  exáme- 
nes resultaron  buenos  y  mucho  mejores  de  lo  que  yo  espe 
raba  de  aquellos  indios,  que  por  no  entenderlos  ni  entender 
ellos  a  la  maestra  al  comenzar  el  curso,  parecían  medio 
tontos. 

"No  obstante,  los  niños  han  resultado  muy  inteligen- 
tes, y  en  sólo  este  año  de  escuela  han  ganado  el  ciento  por 
ciento,  pues  a  diferencia  de  los  viejos  que  no  entienden  lo 
que  se  les  dice  cuando  se  les  habla  en  castellano,  ellos  com- 
prenden perfectamente  lo  que  se  les  dice,  pues  al  mandar- 
les alguna  cosa  la  ejecutan  sin  rodeos,  lo  qv  i  prueba  que 
©I  castellano  les  va  entrando.  Estoy  bien  persuadido  de  que 


Escuela  de  niñas  ile  San  Andrés  tlel   t'utLim.iyo  a  car<rt)  d^^  ¡o>  Htiinaiios 
Maristas.  Misión  de  Padres  Capuchinos.  (Putumayo) 


Escuela  de  niños  de  Sibundoy  a  carg-o  de  los  Hermanos  Maristas. 
Misión  de  Padres  Capuchinos.  (Putumayo) 


—  si- 
en otros  exámenes  hablarán  ya  nuestro  idioma  y  no  ten- 
drán necesidad  de  emplear  para  expresarse  el  empalagoso 

jú,  jú,  júúú tan  característico  de  los  coreguajes  cuando 

contestan  a  lo  que  se  les  pregunta. 

"Las  materias  en  que  se  examinaron  fueron:  Catecis- 
mo y  oraciones  principales;  lectura  de  Baquero;  contar 
hasta  quinientos,  y  escritura  de  algo  que  me  dijeron  era 
el  abecedario,  pero  que  en  realidad  más  tenía  de  garabatos 
que  de  letras.  Terminó  el  acto  con  el  canto  del  himno 
nacional . .     " 

Hé  aquí  pues  señalado  en  pocas  palabras  el  comien- 
zo de  todas  las  escuelas  de  indios  de  este  Territorio.  Con 
esto  queda  iniciado  el  resurgir  de  la  tribu,  que  andando  el 
tiempo  ha  de  hacer  que  esos  indios  sean  miembros  dignos 
de  la  Iglesia  y  de  Colombia.  Hé  aquí  los  beneficios  de  la 
instrucción  primaria. 


MUiones  católicas — 6 


—  82  — 


CAPITULO  VIII 

ACUSACIONES  CONTRA  LA  MISIÓN 

§  1."  Explosión  de  las  reservas  ofensivas—^  2.^  Rendición 

de  cuentas. 

§  1.° 

Explosión  de  las  reservas  ofensivas. 

Esclavitud  de  los  indios — Las  extorsiones  contra  la  colonia  antioqueña — Céle- 
bre contrabando  de  aguardiente. 

Aunque  algo  llevamos  expuesto  sobre  la  tan  zaran- 
deada esclavitud  a  que  los  misioneros  del  Putumayo  y  Ca- 
quetá  hemos  reducido  a  los  indios,  pues  algo  adelantamos 
ya  en  el  capítulo  ii,  parágrafo  1.",  no  obstante  vamos  a  in- 
sistir sobre  ello.  Para  que  se  vea  si  son  los  misioneros 
quienes  cometen  tamaños  abusos,  y  si  toleran  siquiera  la 
más  insignificante  vejación  contra  estos  seres  infelices,  su- 
plicamos y  nos  tomamos  la  libertad  de  copiar,  por  última 
vez,  unos  párrafos  de  la  tantas  veces  citada  obra  del  doc- 
tor Rodríguez  Piñeres,  quien  en  la  página  142  dice: 

"Propietarios  de  esa  clase  como  los  ricos  que  engañan 
a  los  indios  comprándoles  los  terrenos  por  precios  irriso- 
rios, cuando  los  Padres  se  descuidan  un  momento  en  su 
labor  de  protección  a  esos  seres  inferiores;  otros,  que  quie- 
ren especular  con  la  adjudicación  de  baldíos,  que  no  han 
de  cultivar  en  mucho  tiempo  y  que  los  Padres  logran  que 
queden  como  resguardos  en  favor  de  los  indios  para  que 
no  los  puedan  vender;  esas  personas,  junto  con  los  que  tie- 
nen intereses  de  otra  clase,  amén  de  quienes  siempre  abri- 
gan el  pesar  del  bien  ajeno,  o  instintiva  aversión  a  sota- 
nas y  camándulas,  han  formado  un  coro  en  contra  de  los 
misioneros,  cuyas  voces  han  llegado  hasta  la  capital  de  la 
República,  con  el  adicional  condimento  de  pretendidos  co- 
lonos expoliados,  etc.;  pero  yo,  con  toda  la  imparcialidad 
de  que  me  siento  animado,  sin  pasión  de  ninguna  clase, 
por  propia  observación  personal,  me  creo  en  el  deber  de 
poner  de  manifiesto  ante  mis  conciudadanos  la  magnitud 


-  83  — 

de  la  obra  de  colonización  realizada  por  las  Misiones,  y 
que  no  habría  podido  llevarse  a  cabo,  ni  en  mínima  parte, 
con  un  personal  laico,  y  que  no  podría  continuarse  con 
provecho  sino  por  los  religiosos  que  siguen  una  obra  que 
para  ellos  constituye  el  cumplimiento  de  un  altísimo  de- 
ber de  su  ministerio,  y  que  requiere  una  unidad  de  pensa- 
miento y  acción  que  jamás  podrá  obtenerse  por  medio  de 
empleados  públicos. 

'*Por  eso  soy  yo  de  los  primeros  en  aplaudir  a  los  Congre- 
sos conservadores  por  el  decidido  empeño  que  han  mostra- 
do en  votar  fuertes  sumasen  los  Presupuestos  Nacionales, 
destinadas  al  sostenimiento  de  las  Misiones  establecidas 
en  el  Caquetá  y  Putumayo,  así  como  soy  de  los  primeros 
en  no  acompañar  a  algunos  de  mis  amigos  políticos  que 
han  pretendido  que  se  reduzcan  esas  sumas.  Grande  es 
la  labor  civilizadora  que  los  misioneros  han  hecho.  Sin 
contar  la  cantidad  de  escuelas  que  han  abierto,  el  número 
de  indios  que  han  reducido  a  la  vida  civilizada,  el  desarro- 
llo que  le  han  dado  a  la  agricultura  de  la  región,  el  pro- 
greso que  a  ésta  le  han  llevado  con  la  importación  de  co- 
lonos antioqueños,  hay  que  abonarles  a  los  misioneros, 
cuya  obra  desde  luego  no  es  perfecta,  la  protección  que 
dispensan  al  indio  infeliz  contra  la  rapacidad  del  blanco,  lo 
que  irrita  a  éste  y  lo  convierte  en  corista  de  los  que  en 
Bogotá  creen  combatirlos  eficazmente  combatiendo 

la  obra  de  las  Misiones  y  pretendiendo  que  se  reduzcan  las 
sumas  a  ellas  destinadas." 

He  aquí  pues  los  abusos  que  los  misioneros  cometen 
contra  los  indios. 

Esclavizamos  ciertamente  a  los  indígenas,  si  se  en- 
tiende por  esclavitud  el  haberles  coartado  la  libertad  para 
vender  imprudentemente  sus  terrenos,  lo  que  iba  a  ser 
causa  de  que  pronto  todos  ellos  estuviesen  en  el  estado 
más  lastimoso;  los  esclavizamos,  pues,  procurando  que  sus 
propiedades  sean  declaradas  resguardos,  de  conformidad 
con  las  leyes  de  la  Nación-  Esta  sí,  ésta  y  no  otra  es  la  es- 
clavitud que  han  podido  encontrar  entre  esos  indios  algu- 
nos blancos  que,  poseídos  por  la  fiebre  de  una  ambición 
desmedida,  habían  echado  sus  cálculos  sobre  lo  que  poseen 
estos  pobres  infelices,  y  como  la  Misión  se  les  puso  delante, 
escudando  esos  terrenos  al  amparo  de  la  ley,  han  creído 
que  por  este  hecho  éramos  muy  dignos  de  ser  señalados 
con  su  anatema.  Hay  anatemas  que,  como  éste,  en  el  fon- 
do resultan  honrosas  alabanzas. 


—  84  — 

Y  ¿qué  dii-emos  ahora  sobre  las  atrocidades  cometidas 
por  la  Misión  contra  los  colonos  antioqueñosí 

.  Haciéndose  eco  un  periódico  liberal  de  lo  que  se  dijo  a 
este  respecto  en  pública  Cámara  de  Representantes,  nos 
atacó  a  los  misioneros  tan  rudamente  que  el  Reverendísi- 
mo Padre  Prefecto  se  vio  en  la  necesidad  de  contestar,  lo 
que  hizo  por  medio  de  un  artículo  publicado  en  Pasto,  y 
del  cual  entresacamos  los  siguientes  párrafos: 

"...  Desde  que  entramos  al  Territorio,  nuestro  cons- 
tante afán,  como  le  consta  a  la  Nación  entera,  ha  sido  sal- 
var esta  hermosa  porción  de  Colombia,  nuestra  patria 
adoptiva.  Para  lograrlo  no  hemos  perdonado  sacrificios  de 
ninguna  especie;  nos  hicimos  ingenieros,  y  abrimos  el  ca- 
mino que  debía  comunicar  esta  región  con  i  a  parte  civili- 
zada de  Colombia;  nos  hicimos  agricultores  y  comenza- 
mos con  grandes  alientos  a  descuajar  selva,  establecer  se- 
menteras y  poner  cría  de  ganado,  a  fin  de  que  el  Territo- 
rio tuviese  medios  de  subsistencia;  nos  hicimos  colonizado- 
res con  el  objeto  de  que  se  poblara  esta  rica  y  extensa  re- 
gión y  pudiera  así  Colombia  alegar  posesión  cuando  llega- 
ra el  caso.  A  esto  último,  como  es  natural,  le  dimos  espe- 
cial importancia  y  echamos  mano  de  cuantos  medios  nos 
-sugirió  nuestro  empeño  de  poblar  el  Territorio  y  sembrar- 
lo de  centros  cuyos  habitantes,  con  su  labor  e  industria,  le 
dieran  vida,  y  con  su  ejemplo  y  hábitos  civilizados  nos 
ayudaran  a  sacar  de  su  ser  estacionario  a  las  tribus  que 
moran  en  él. 

"Después  de  muchos  ensayos  con  resultado  vario,  se 
nos  ocurrió  traer  antioquenos,  cuya  fama  de  trabajadores 
es  proverbial  en  toda  la  República. 

"Recorrimos  buena  parte  de  Antioquia,  y  con  la  ayuda 
de  un  joven  antioqueño,  José  María  Arango,  logramos 
reunir  un  número  regular  de  familias  como  colonos  del 
Putumayo.  En  los  cincuenta  días  de  viaje,  hasta  llegar  al 
Territorio,  nos  dimos  ya  cuenta  de  que  no  estaban  despro- 
vistas de  fundamento  las  advertencias  que  nos  hicieron 
algunos  amigos  de  Pasto  y  Bogotá. 

"Sufrimos  lo  que  sólo  Dios  sabe,  y  en  aquel  penoso 
viaje  tuvimos  que  aguantar  toda  suerte  de  impertinencias. 
Nunca  estaban  contentos  aquellos  sujetos:  los  favores 
los  hacían  más  exigentes.  Llegamos  por  fin  a  Mocoa,  y 
como  varios  de  los  antioquenos,  que  tal  vez  se  habían  figu- 
rado que  se  les  darían  en  el  Putumayo  haciendas  con  ga- 


—  85  — 

nado  y  todo,  vieron  que  tenían  que  trabajar  para  lograr 
todo  aquello,  comenzaron  a  desbandarse  y  tomar  diferen- 
tes rumbos.  (De  algunos  de  éstos,  que  regresaron  a  Antio- 
quia,  se  dijo  que  se  fueron  en  estado  de  miseria).  Con  los  que 
quedaron  fundamos  la  colonia  de  Alvernia  en  el  lugar  más 
sano  de  todos  los  que  existen  en  los  contornos  de  Mocoa,  a 
tres  leguas  y  media  de  esa  población  y  a  mil  metros  sobre 
el  nivel  del  mar ;  lugar  que  por  su  salubridad  había  sido 
ocupado  ya  en  tiempo  de  las  quinas  por  una  poderosa 
compañía. 

"Se  construyeron  las  viviendas  necesarias  para  todos 
los  colonos,  se  les  facilitaron  herramientas,  semillas,  medi- 
cinas y  víveres  durante  seis  meses,  plazo  que  después  se 
prorrogó  por  espacio  de  un  año;  se  abrió  un  camino  de 
herradura  para  comunicarse  con  Mocoa,  y  con  este  mismo 
fin  se  construyó  el  mejor  puente  que  existe  en  el  territorio 
y  que  luciría  en  cualquier  parte. 

"Como  todo  lo  expuesto  demandó  grandes  desembol- 
sos de  dinero,  y  por  otra  parte]  veíamos  que  los  antioque- 
ños  que  quedaren  trabajan  bastante,  a  ñn  de  que  aquélla 
no  pereciese  por  inanición,  ya  que  decían  sus  moradores 
que  lo  único  que  los  desalentaba  era  su  corto  número,  pro- 
pusimos a  la  Junta  de  Inmigración  ensayar  otra  expedi- 
ción a  Antioquia,  tomando  todas  las  precauciones  del  caso, 
para  que  &e  trajeran  solamente  familias  escogidas,  que 
no  dieran  tanto  que  hacer  como  las  primeras.  Se  celebró 
un  contrato  con  don  José  María  Arango,  que  nos  había 
acompañado  en  nuestra  correría  por  Antioquia,  y  se  le 
insistió  mucho  para  que  escogiera  el  personal.  En  el  infor- 
me que  rindió  dice  que  había  cumplido  estrictamente  todas 
las  instrucciones  de  la  Junta  y  que  había  logrado  alistar 
un  buen  número  de  familias  de  toda  confianza,  pero  que, 
en  víspera  de  emprender  viaje,  algunos  malévolos  propa- 
laron cuántas  noticias  adversas  les  fue  posible  pam  hacer- 
las desistir  del  viaje. 

''En  consecuencia  no  tuvo  otro  arbitrio  que  reunir  ios 
individuos  y  familias  que  pudo,  pues  iba  a  expirar  el  plazo 
que  la  Junta  de  Inmigración  le  había  fijado  para  dar  cum- 
plimiento al  contrato.  Todo  lo  que  dejamos  expuesto  consta 
en  documentos  que  reposan  en  el  archivo  de  la  mencionada 
Junta. 

''Si  en  la  primera  expedición  hubo  mucha  cizaña, 
abundó  tanto  en  la  segunda  que  casi  ahogó  por  completo 
la  buena  semilla. 


—  86  — 

"Varios  de  esos  colonos  recibían  su  ración  de  carne  y 
víveres  que  se  les  había  señalado,  y  en  vez  de  ir  a  trabajar 
se  quedaban  toda  la  semana  en  el  pueblo,  alegando  mil 
fútiles  pretextos  y  diciendo  que  luego  harían  su  finca.  Se 
les  amonestó  repetidas  veces  para  que  trabajasen,  y  en  lugar 
de  atender  a  los  paternales  consejos  del  misionero,  amena- 
zaban e  insultaban  groseramente  a  los  encargados  de  re- 
partir los  víveres. 

"Cuando  por  fin  se  les  hizo  presente  que  si  no  comen- 
zaban los  trabajos  de  sus  fincas  se  les  retiraría  todo  auxi- 
lio, hicieron  la  pantomima  de  salir  del  pueblo  y  hacer  como 
que  iban  al  trabajo,  pero  se  quedaban  en  el  monte  ju- 
gando a  los  naipes,  comiendo  y  durmiendo  hasta  que  lie 
gaba  el  sábado,  día  de  la  repartición  de  víveres.  Como  los 
días  pasan  y  al  tiempo  no  s^  le  puede  detener,  expiró  el 
plazo  fijado  en  los  acuerdos  de  la  Junta  para  suministrar 
víveres  a  los  colonos.  ¡  Aquí  fue  Troya  !  Se  encontraron 
como  los  pecadores  en  la  hora  de  la  muerte,  con  las  manos 
vacías.  Como  estaban  acostumbrados  a  comer  sin  trabajar, 
asaltaron  la  casa  de  la  Misión  y  robaron  lo  que  tenía  el 
misionero,  y  pasando  de  un  exceso  al  otro,  profanaron  la 
capilla,  se  pusieron  los  ornamentos  sagrados  e  hicieron 
mofa  de  nuestra  santa  Religión 


"Para  que  tuvieran  mediq  de  ganar  algún  dinero,  de- 
terminamos abrir  una  finca  por  cuenta  de  la  Iglesia,  en 
donde  pudiesen  trabajar  a  jornal  los  que  quisiesen,  los  días 
que  no  estuviesen  ocupados  en  los  trabajos  de  sus  propias 
tierras. 

"A  algunas  familias  más  pobres  y  numerosas  se  les 
facilitaron  vacas  de  leche,  y  para  que  pudiesen  conseguir 
más  fácilmente  con  qué  vestirse,  se  desprendió  la  Misión 
de  un  depósito  de  ropa  que  teníamos  para  nuestro  uso,  y 
que  habíamos  hecho  venir  de  Europa  antes  de  la  guerra. 
Todo  se  les  dio  a  precio  de  costo,  siendo  así  que  en  Pasto 
los  mencionados  artículos  valían  más  del  doble.  En  fin, 
no  parece  sino  que  hubiese  habido  una  incesante  contienda 
entre  los  antioqueños  y  la  Misión:  ésta  empeñada  en  ha- 
cerles favores  y  aquéllos  en  corresponder  con  ingratitudes. 
Si  llegara  a  fracasar  por  completo  aquella  colonia,  nos 
quedaría  la  satisfacción  de  haber  extremado  todos  los  me- 
dios para  sostenerla,  y  la  culpa  no  será  nuestra,  ni,  quizás, 
tanto  de  aquellas  pobres  gentes  como  de  los  que  constante- 


—  87  -- 

mente  los  azuzan  para  que  abandonen  la  colonia  y  arro 
jen  inmundo  cieno  al  rostro  de  sus  bienhechores " 

Añádase  ahora  a  lo  que  acabamos  de  transcribir  lo 
que  al  tratar  de  esa  colonia  llevamos  dicho  en  el  capítulo 
ni,  parágrafo  2°,  y  se  tendrá  un  índice  bastante  completo 
sobreesté  asunto. 


Réstanos  decir  algo  sobre  el  célebre  contrabando  de 
aguardiente  de  que  se  nos  acusó ;  pero  como  es  este  un 
asunto  que  por  lo  ridículo  no  merece  los  honores  de  ser 
tomado  en  serio,  pues  es  sabida  la  guerra  a  muerte  que 
hacemos  al  alcohol  en  el  Territorio,  creemos  que  esta  es 
razón  suficientemente  poderosa  para  que  se  nos  dispense 
por  un  momento  la  seriedad  que  se  debe  a  un  informe  como 
el  que  estamos  escribiendo,  y  se  nos  permita  copiar  el  re- 
lato seriojocoso,  pero  absolutamente  verídico,  que  del  hecho 
en  cuestión  publicó  el  Reverendísimo  Padre  Prefecto  en  el 
artículto  antes  citado. 

Copiamos : 

"Nos  resta  decir  algo  del  famoso  contrabando  que  el 
simpático  L.  F.  M.  cogió  a  los  capuchinos  el  10  de  enero  de 
1914,  contrabando  que  han  conjugado  por  activa  y  por  pa- 
siva nuestros  adversarios,  y  cuyo  matraqueo  ha  durado 
hasta  el  presente,  llegando  su  ruido  hasta  la  Cámara  de 
Representantes.  Si  don  Quijote  de  la  Mancha  volviese  a 
este  mundo,  estaría  envidioso  de  la  singular  proeza  llevada 
a  cabo  por  nuestro  famoso  héroe  don  L.  F.  M.  en  los  cam- 
pos de  Sibundoy.  Vamos  pues  a  narrar  aquella  aventura 
del  moderno  caballero  de  la  T.  F.  Era  una  hermosa  ma- 
ñana del  10  de  enero  del  año  del  Señor  de  1914,  y  cuando  el 
sol  con  sus  dorados  rayos  alegraba  las  campiñas  y  derra- 
maba torrentes  de  luz  por  todo  el  universo  mundo,  se  pre- 
sentó delante  de  nuestro  convento  pajizo  de  Sibundoy  don 
L.  F.  M.  con  un  brillante  y  lujoso  séquito  y  rodeado 
de  las  autoridades  de  San  Fracisco.  El  Reverendo  Padre 
Lorenzo  de  Pupiales  lo  recibió  con  todas  las  atenciones 
del  caso  y  les  preguntó  a  qué  debía  el  honor  de  verse 
visitado  con  tanta  pompa  y  solemnidad.  El  jefe  de  la 
cuadrilla,  poniéndose  muy  orondo,  le  dijo  que  venía  a  co- 
ger un  contrabando  que  según  le  habían  informado,  tenía 
en  el  convento. — Le  habrán  informado  a  usted  mal,  le  con 
testó  con  toda  calma  el  buen  Padre.   Aquí  no  sabemos  de 


—  88- 

esas  cosas,  propias  de  gente  baja  y  ruin;  el  aguardiente  que 
tenemos  y  que  conseguímos  con  el  Reverendo  Hermano 
Manuel,  Marista  suizo,  es  para  hacer  alcohol  y  alimentar 
la  lámpara  de  proyecciones  con  que,  mediante  cuadros 
escogidos,  explicamos  todos  los  domingos  la  doctrina  a  los 
indios,  como  se  estila  en  Europa.  Ese  aguardiente,  prosi- 
guió el  Padre,  lo  compramos  a  los  señores  Manuel  Silva  y 
Gabriel  Perafán  en  tiempos  que  ellos  eran  rematadores. 
— Pues  eso  es  contrabando,  dijo  L.  F.  M.,  y  aquellos  señores 
no  podían  venderlo.— Pues  pídales  a  ellos  cuenta,  contestó 
el  Padre  Lorenzo,  y  no  a  nosotros,  que  lo  compramos  de  un 
modo  legal— Que  eso  es  contrabando,  y  por  lo  mismo  me 
pertenece,  insistió  M.,  y  diciendo  y  haciendo  cogió  el  aguar- 
diente, haciendo  con  él  una  alharaca  fenomenal,  y  embo- 
rrachando a  los  indios  y  a  los  blancos  que  pudo  reunir 
para  que  fuesen  testigos  de  tan  portentosa  hazaña " 

Hé  aquí  pues  en  qué  consistió  el  tan  célebre  contra- 
bando, suceso  en  sí  tan  simple  que  causaría  risa  si  no  se 
viera  la  gran  dosis  de  malicia  que  ha  impulsado  a  quien 
pretendió  hacer  de  esto  un  arma  contra  la  Misión. 


Bendición  de  cuentas — Habla  la  Junta  de  Misiones. 

Para  aclarar  ese  punto  y  demostrar  que  se  han  rendi- 
do cuentas  legal  mente  comprobadas,  la  Junta  Arquidioce- 
sana  Nacional  de  Misiones  publicó  en  El  Nuevo  Tiempo^  de 
11  de  octubre  del  año  pasado,  una  bien  documentada  in- 
formación, en  la  que  se  pueden  ver  todos  los  trámites 
seguidos  hasta  que  la  Corte  de  Cuentas  acordó  declararse 
incompetente  para  entender  en  las  que  presentaba  la  refe- 
rida Junta.  Como  nada  nuevo  podemos  añadir  a  lo  expues- 
to en  el  escrito  mencionado,  y  al  propio  tiempo,  conse- 
cuentes con  nuestro  método  de  probar  y  demostrar  lo  que 
nos  proponemos,  con  testimonio  ajeno,  en  cuanto  es  posible 
nos  ceñiremos  a  reproducirlo ;  con  esto  quedará  probado 
que  no  hemos  omitido  el  requisito  de  rendir  cuentas,  y  que 
si  no  se  ha  repetido  es  porque  era  inútil,  toda  vez  que 
quien  debía  tomarlas  se  declaró  incompetente. 

Copiamos : 


89 


''Junta  Nacional  de  Misiones— Autos — Corte  de  Cuentas. 
Sala  de  Acuerdo — Número  S— Bogotá,  febrero  ^2  de 
1915. 

*'El  señor  Magistrado  de  la  Sección  10^  dirigió  a  la 
Presidencia  esta  comunicación: 

'Señor  Presidente  de  la  Corte  de  Cuentas — En  su  Despacho. 

'Por  Decreto  de  esa  Presidencia,  número  11  de  9  del 
presente,  se  asignó  a  esta  Sección  él  examen  de  las  cuen- 
tas de  la  Junta  Nacional  de  Misiones. 

'Estudiados  los  antecedentes  de  esas  cuentas,  el  infras- 
crito Magistrado  se  permite  hacer  la  siguiente  exposición 
y  deducir  la  consecuencia  de  que  se  hace  mérito. 

'El  Congreso  de  1912  expidió  la  Ley  T4  del  mismo 
año,  con  el  fin  de  auxiliar  la  Junta  A rquidiocesana  Nacio- 
nal de  las  Misiones  en  Colombia  con  la  suma  de  $  100,000 
oro  anuales,  que  deben  pagarse  por  duodécimas  partes  al  fin 
de  cada  mes,  a  contar  desde  el  de  enero  de  1913  en  ade- 
lante. Dispone,  además,  que  todos  los  años  se  tome  tal  can- 
tidad de  las  rentas  comunes,  de  preferencia  a  cualquier  otra 
destinada  a  las  obras  de  fomento,  y  ordena  incluirla  en  los 
Presupuestos  de  gastos  respectivos.  Como  única  condición 
de  este  auxilio  exigió  el  legislador  que  cada  seis  meses  rinda 
el  Presidente  de  dicha  Junta  al  Gobierno  un  informe  deta- 
llado sobre  la  marcha  y  estado  de  los  trabajos  en  las  obras 
a  que  dicha  Ley  se  refiere.  Y  en  obedecimiento  de  ella  se  han 
venido  pagando  a  la  Jjanta  las  cuotas  mensuales  asig- 
nadas. 

'La  Junta  Arquidiocesana  se  compone  del  Ilustrísimo 
señor  Arzobispo,  quien  la  preside  ordinariamente;  de  los 
señores  Francisco  J.  Zaldúa,  Celso  Forero  Nieto,  y  tiene 
por  Tesorero  al  señor  José  María  Mejía.  La  Junta  así  com- 
puesta estudia  las  peticiones  de  las  Misiones  que  tienen  a 
su  cargo  las  obras  de  evangelización  en  distintos  puntos 
del  territorio  nacional,  y  señala  la  partida  que  según  las 
necesidades  de  cada  Misión  deben  suministrársele. 

'Hecho  el  envío  de  los  fondos  el  Superior  de  la  Misión, 
determina  la  manera  de  invertirlos,  es  decir,  los  objetos  en 
que  deben  emplearse,  como  más  eficaces  al  noble  fin  enco- 
mendado a  la  Misión. 


—  90  — 

'FuDcionan  éstas  en  lejanas  y  desiertas  regiones,  en 
donde  no  hay  más  autoridad  que  los  mismos  misioneros, 
y  los  fondos  se  gastan  en  atraer  con  dádivas  a  los  indíge- 
nas, en  proporcionarles  artículos  necesarios  a  la  subsisten- 
cia. En  estas  condiciones  es  imposible,  de  toda  imposibili- 
dad, cumplir,  en  materia  de  cuentas,  las  formalidades  de 
redención  y  comprobación  que  exigen  las  disposiciones 
legales  y  reglamentarias.  Las  cuentas  formadas  sin  aque- 
llos requisitos,  no  pueden  someterse  en  su  examen  a  las 
disposiciones  que  regulan  las  oficinas  públicas  que  funcio- 
nan en  centros  civilizados ;  y  como  ni  la  ley  ni  el  Gobierno 
han  reglamentado  la  manera  de  comprobar  la  inversión  de 
los  dineros  con  que  se  auxilian  esas  obras,  es  manifiestamen- 
te claro  que  la  Junta  no  está  en  el  deber  legal  de  rendirlas 
cuentas  de  esa  inversión,  y  que  si  las  rinde  de  motu  proprio,  la 
Corte  no  tiene  disposiciones  legales  ni  ejecutivas  que  aplicar- 
les. Además,  no  puede  considerarse  a  los  miembros  de  que 
se  compone  la  Junta  como  responsables  del  Erario,  pues  al 
considerarlos  investidos  de  tal  carácter  habría  que  exigir- 
les la  prestación  de  fianza  legal,  y  es  notorio  el  absurdo  de 
tal  exigencia  en  el  presente  caso. 

'En  tales  condiciones  el  iofrascrito  es  de  concepto  que 
no  pudiéndose  examinar  las  cuentas  en  referencia  a  la  luz 
de  las  disposiciones  que  reglamentan  la  materia,  ni  tenien- 
do otras  de  especial  aplicación  para  ellas,  y  gozando  el 
Presidente  de  la  Junta,  Ilustrísimo  señor  Arzobispo  Pri- 
mado de  Colombia,  de  la  absoluta  confianza  de  la  Nación 
entera,  no  tiene  intervención  la  Corte  en  el  manejo  de  los 
fondos  con  que  el  Congreso  auxilia  la  obra  de  las  Misiones, 
altamente  benéfica  y  de  patriótico  interés,  más  si  se  atiende 
a  que  la  ley  especial  que  contiene  el  auxilio,  no  establece 
control  alguno  respecto  de  la  inversión  de  los  fondos  que 
dicha  Junta  maneja,  y  solamente  exige  el  informe  a  que 
se  refiere  el  artículo  3.°  de  la  citada  Ley  14  de  1912.- 

'Como  consecuencia  de  lo  expuesto  me  permito  soli- 
citar de  esa  Presidencia  se  sirva  resolver,  si  lo  juzgare  de 
su  incumbencia,  o  que  tales  cuentas  sean  examinadas,  o 
si,  como  lo  cree  el  infrascrito  Magistrado,  deben  devolverse 
a  quien  las  remitió,  por  no  tener  esta  Corte  funciones  qué 
ejercer  respecto  a  ellas.  Si  el  señor  Presidente  no  se  con- 
siderare competente  para  resolver  el  punto,  pido  muy  res- 
petuosamente sea  sometido  a  la  decisión  de  la  Sala. 

'De  usted  atento  y  seguro  servidor, 

*Abel  Paúl* 


—  91  — 

"Estimó  el  señor  Presidente  que  correspondía  a  la 
Sala  resolver  la  consulta,  en  virtud  del  artículo  23  del  Re- 
glamento, y  pasó  el  oficio  en  comisión  de  turno  a  la  Sec- 
ción 6.' 

"Los  conceptos  expresados  por  el  señor  Magistrado 
autor  de  la  consulta  en  el  sentido  de  que  esta  Corte  no 
debe  intervenir  en  la  fiscalización  de  los  dineros  del  Tesoro 
Nacional  que  se  destinan  al  auxilio  de  las  Misiones,  merecen 
tenerse  en  consideración,  aunque  no  constituyen  funda- 
mento suficiente  de  orden  legal  para  que  la  Corte  decida 
abstenerse  de  verificar  el  examen  de  las  respectivas  cuen- 
tas. Para  resolver  la  abstención  existen  razones  de  mayor 
peso,  que  era  necesario  consignar  en  la  consulta,  pero  que 
la  Sala  debe  tener  presente  al  dictar  su  decisión,  adicio- 
nando así  las  opiniones  emitidas  en  el  oficio  transcrito,  en 
las  cuales  aparece  el  laudable  propósito  de  encomiar  la 
obra  de  las  Misiones,  y  dar  testimonio  de  la  indiscutible 
honorabilidad  del  personal  que  forma  la  Junta  Arquidio- 
cesana  Nacional  de  las  Misiones,  y  de  la  confianza  ilimita- 
da a  que  dicha  Junta  es  acreedora. 

"Es  necesario,  pues,  estudiar  el  punto  en  sus  antece- 
dentes y  sus  distintas  fases. 

"Al  efecto  se  observa  : 

"Por  Ley  del  año  1842  el  Cuerpo  Legislativo  autori- 
zó al  Grobierno  para  contratar  la  venida  de  misioneros 
extranjeros,  autorización  que  dio  por  resultado  la  vuelta 
al  país  de  la  Compañía  de  Jesús,  cuya  labor  fue  reconocida 
y  elocuentemente  encomiada  en  1850  en  la  Memoria  que 
el  Secretario  de  Gobierno  presentó  al  Coogreso. 

"No  obstante,  en  ese  mismo  año  se  decretó  una  nueva 
expulsión  del  Territorio  de  la  República  de  aquellos  abne- 
gados religiosos  que  venían  luchando  por  el  progreso  y  cris- 
tiana civilización  de  la  Nueva  Granada. 

"Después  de  aquella  Ley  sólo  en  1888  se  halla  constan- 
cia de  que  las  Misiones  volvieran  a  ser  objeto  de  atención 
oficial. 

"En  dicho  año  aprobó  el  Consejo  Nacional  Legislativo, 
por  Ley  número  35  de  27  de  febrero,  y  promulgó  el  Ejecu- 
tivo por  Decreto  número  86  de  21  de  septiembre,  el  Con- 
cordato o  Convenio  entre  la  Santa  Sede  y  la  República  de 
Colombia,  suscrito  en  Roma  el  31  de  diciembre  de  1887. 
En  dicho  Convenio  se  obligó  la  Santa  Sede  a  prestar  su 
apoyo  y  cooperación  al  Gobierno  para  que  se  establecieran 
en  Colombia  institutos  religiosos  que  se  dedicaran  con  pre- 


—  92  — 

ferencia  a  las  misiones  (artículo  11).  El  Gobierno,  por  su 
parte,  se  obligó  en  cambio  de  las  condonaciones  de  los 
cuantiosos  valores  de  propiedad  de  la  Iglesia,  pormenori- 
zados en  el  artículo  2é,  sl  asignar  a  perpetuidad  una  suma 
anual  líquida  que  entonces  se  fijó  en  $  100,000  y  que  el 
Gobierno  se  compronietió  a  aumentar  cuando  la  situación 
del  Tesoro  lo  permitiera,  dineros  que  se  destinarían  en  la 
proporción  y  términos  que  se  conviniera  entre  las  dos  su- 
premas partes  contratantes,  al  auxilio  de  diócesis,  cabildos, 
seminarios,  misiones  y  otras  obras  propias  de  la  acción 
civilizadora  de  la  Iglesia  (artículo  25).  Se  estipuló  además 
que  los  convenios  que  se  celebraren  entre  la  Santa  Sede  y 
el  Gobierno  de  Colombia,  para  el  fomento  de  las  Misiones 
Católicas  en  las  tribus  bárbaras,  no  requerían  ulterior 
aprobación  del  Congreso  (artículo  31). 

"  Con  fecha  del  2  de  octubre  del  mismo  año  de  1888 
fue  aprobado  por  el  Ejecutivo  el  Convenio  de  24  de  sep- 
tiembre del  año  citado  (Diario  Oficial  7563),  sobre  cumpli- 
miento del  citado  artículo  25  del  Concordato.  En  la  distri- 
bución que  allí  se  acordó  se  le  asignaron  $  25,000  a  las 
Misiones,  y  en  el  artículo  10  de  aquel  Convenio  se  estable- 
ció lo  siguiente : 

'Los  Prelados  darán  cada  año  al  Representante  ponti- 
ficio en  Bogotá,  cuenta  detallada  de  la  suma  por  ellos  reci- 
bida e  invertida  en  los  institutos  u  obras,  a  que  las  cuotas 
correspondientes  se  hayan  destinado  en  su  respectiva  Dió- 
cesis ;  cuenta  que,  en  ausencia  del  Representante  pontifi- 
cio, será  elevada  al  Metropolitano  de  Bogotá,  quienes  ele- 
varán esos  informes,  todos  reunidos,  al  conocimiento  de  la 
Santa  Sede  y  del  Gobierno  de  la  República.' 

"Más  tarde  la  Ley  lOB  de  1890  facultó  al  Gobierno  para 
organizar,  de  acuerdo  con  la  autoridad  eclesiástica,  misio 
nes  para  reducir  a  la  vida  civilizada  a  las  tribus  salvajes 
de  las  regiones  colombianas  bañadas  por  los  ríos  Putuma- 
yo  y  Caquetá  y  sus  afluentes,  y  para  establecer  en  esta 
ciudad  una  casa  para  misioneros,  y  destinó  la  suma  de 
$  50,000  con  tal  fin  y  para  el  servicio  de  policía  de  la  mis- 
ma región.  Nada  se  estableció  en  esta  Ley  respecto  de 
cuentas.  ^ 

"La  Ley  76  de  1892  reformó  la  103  de  1890  en  el  senti- 
do de  autorizar  al  Gobierno  para  destinar,  de  la  cantidad 
votada  en  aquélla,  $  8,000  para  auxiliar  las  misiones  baña- 
das por  los  ríos  Atrato  y  San  Juan.  Y  en  cuanto  a  la  in- 
versión de  esta  cantidad,  dispuso  que  se  haría  previo 


—  93  — 

acuerdo  entre  el  ilustrísimo  señor  Arzobispo  de  Popayán, 
el  Gobernador  del  Cauca  y  los  superiores  de  las  dichas  Mi- 
siones. En  esa  misma  Ley  se  votó  la  suma  de  $  5,000  para 
si  envío  de  una  Comisión  que  debía  estudiar  en  el  Caquetá 
la  manera  de  establecer  misiones  en  aquel  Territorio,  en- 
vío que  sólo  requería  el  acuerdo  del  Ilustrísimo  señor 
Obispo  de  Pasto  y  el  Gobernador  del  Cauca. 

"Por  Ley  61  de  1894  se  destinaron  en  cumplimiento 
del  artículo  25  del  Concordato,  $  12,000  para  auxiliar  las 
nuevas  Diócesis  de  Santander  y  Tolima. 

"La  Ley  164  de  1896  elevó  a  $  2,000  anuales  el  auxilo  a 
la  Misión  capuchina  de  La  Goajira.  Pero  tampoco  en  esta 
Ley,  ni  en  las  citadas,  se  dispuso  nada  relativo  a  cuentas. 

"Vino  luego  la  Convención  de  4  de  agosto  de  1898  {Dia- 
rio Oficial  10731),  que  versa  sobre  la  eji&cución  del  artículo 
25  del  Concordato.  Se  hace  allí  la  distribución  entre  diferen- 
tes obras,  de  los  $  112,000  votados  por  las  Leyes  35  de  1888 
y  61  de  1894,  y  se  asignó  a  cada  Diócesis  de"^  la  República 
la  porción  conveniente  de  dicho  total.  A  la  obra  de  las  mi- 
siones le  correspondió  la  cantidad  de  $  25,000.  En  ese  docu- 
mento ratificó  el  Gobierno  su  propósito  de  destinar,  en 
cuanto  le  fuera  posible,  nuevas  cantidades  a  las  Misiones, 
y  dio  testimonio  de  que  reconocía  el  deber  de  cooperar 
a  la  reducción  y  civilización  de  las  tribus  salvajes.  En  la 
misma  Convención  se  dispone  que  por  las  Administracio- 
nes de  Hacienda  se  hagan  a  los  Prelados  respectivos,  o  a 
sus  apoderados,  los  pagos  de  las  cantidades  asignadas  a  las 
Diócesis.  Y  en  cuanto  a  la  inversión  de  estos  dineros,  se 
reprodujo  en  el  artículo  9.^  lo  consignado  en  el  artículo  10 
ya  transcrito  del  Convenio  de  24  de  septiembre  de  1888. 

"Para  dar  cumplimiento,  en  parte,  a  la  aludida  Con- 
vención, en  el  Presupuesto  de  la  vigencia  de  1899  a  1900 
se  incluyeron  $  31,00ü. 

'Tor  Decreto  legislativo  número  728  de  1902  se  au- 
mentó el  auxilio  de  la  Misión  capuchina  de  L<a  Goajira,  y  se 
mandó  pagar  $  10,034-40  que  se  le  debían  al  Reverendo  Pa- 
dre Superior  de  ella  por  auxilios  atrasados. 

"Más  tarde,  y  en  vista  de  la  nota  de  la  Santa  Sede,  de 
fecha  20  de  noviembre  de  1902,  concedió  el  Gobierno  por 
medio  del  Decreto  legislativo  número  1776  de  5  de  diciem- 
bre dei  mismo  año,  un  auxilio  extraordinario  de  $  8,000 
oro  para  atender  a  los  gastos  de  traslación  y  primeras  ins- 
talaciones de  personal  de  las  Misiones  de  que  trata  el  Con- 
venio de  fecha  29  de  diciembre  de  1902,  celebrado  entre  la 
Santa  Sede  y  el  Gobierno  de  Colombia.  En  este  documento, 


—  94  — 

que  corre  publicado  en  el  Diario   Oficial  número   11798, 
dijo  el  Gobierno : 

'Artículo  V.  El  Gobierno  de  la  República,  en  justa 
compensación  del  sacrificio  que  hacen  los  misioneros  para 
evangelizar  a  los  indios  de  los  Territorios  Nacionales,  con- 
trae la  obligación  solemne  de  proveer,  de  manera  invaria- 
ble y  sin  interrupción,  a  las  Misiones  expresadas,  de  los 
medios  necesarios  para  su  vida  y  crecimiento,  a  medida 
que  los  recursos  fiscales  del  país  lo  vayan  consintiendo.' 

"Y  por  el  artículo  vi  se  confirmó  el  destino  de  la  can- 
tidad de  $  75,000  anuales  como  auxilio  para  las  Misiones  a 
que  se  refiere  el  Convenio  de  4  de  agosto  de  1898  y  la  Ley 
103  de  1890,  y  se  hizo  distribución  de  la  expresada  cantidad 
entre  las  diversas  entidades  que  se  ocupaban  en  las  Misio- 
nes, teniendo  para  el  efecto  en  cuenta  los  informes  de  los 
respectivos  Prelados  diocesanos. 

"En  este  Convenio  la  única  estipulación  relativa  a 
cuentas  es  la  contenida  en  el  artículo  xi,  que  dice  : 

'El  Jefe  de  la  respectiva  Misión  presentará  cada  afio 
al  Representante  Pontificio,  o  en  ausencia  de  éste,  al  Me- 
tropolitano más  inmediato,  un  informe  sobre  el  estado  de 
la  Misión  y  el  modo  como  se  hayan  invertido  las  sumas 
de  dinero  recibidas  del  Gobierno.  Los  informes  y  cuentas 
serán  sometidos  inmediatamente  al  conocimiento  de  la 
Santa  Sede  y  del  Gobierno  de  la  República.' 

"En  cumplimiento  de  este  pacto  apropió  el  Gobierno 
la  partida  de  $  150,000  en  el  Presupuesto  de  gastos  de  1903 
a  1904  (Decreto  legislativo  número  470  de  21  de  abril  de 
1903).  Y  posteriormente,  en  los  Presupuestos  de  1905,  1906, 
1907,  1909,  incluyó  pequeñas  partidas  para  pagar  algunos 
de  éstos  auxilios. 

''En  todo  este  tiempo,  pero  de  manera  especial  desde 
el  año  1908,  la  Delegación  Apostólica  en  Colombia,  a  cargo 
entonces  del  Excelentísimo  señor  Ragonesi,  así  como  el 
Episcopado  colombiano,  se  ocuparon  con  interés  digno  de 
imperecedera  gratitud  en  el  desarrollo  de  esta  obra;  y  uno 
de  los  resultados  de  sus  labores  fue  la  instalación  de  una 
Junta  Arquidiocesana  de  las  Misiones,  que  goza  de  perso- 
nería jurídica  por  Resolución  del  Poder  Ejecutivo,  de  3  de 
agosto  de  1912. 

"Fundada  e  instalada  dicha  Junta,  cuyo  único  objeto 
es  la  dirección  superior  de  la  obra  de  las  Misiones  en  Co- 
lombia, el  Congreso  de  19 1 1  expidió  la  Ley  número  52,  que 
dice : 


—  95  — 

'Artículo  1."  Auxiliase  con  la  suma  de  veinte  mil  pe- 
sos ($  20,000)  la  Junta  Arquidiocesana  de  las  Misiones  en 
Colombia. 

'Artículo  2."  El  Gobierno  reglamentará  el  pago  de 
aquella  cantidad  en  cuotas  proporcionales,  en  armonía 
con  los  trabajos  de  colonización  de  la  Junta,  lo  mismo  que 
la  rendición  de  cuentas  y  la  comprobación  de  la  inversión 
que  se  les  dé  a  los  fondos  provenientes  del  Tesoro  Público. 

'Artículo  3.°  La  partida  a  que  se  refiere  la  presente 
Ley  se  incorporará  al  Presupuesto  de  gastos  para  la  vigen- 
cia económica  de  1912.' 

"Por  Decreto  número  207  de  12  de  febrero  de  1912 
cumplió  el  Gobierno  el  artículo  3.'',  adicionando  el  Presu- 
puesto de  ese  año  co)i  la  cantidad  votada  por  la  ley;  pero 
ni  entonces  ni  después  reglamentó  la  rendición  de  cuentas 
ni  la  comprobación  de  la  inversión  de  esos  dineros. 

"Los  términos  de  dicho  artículo  fueron  sin  duda  el 
fundamento  que  tuvo  el  señor  Presidente  de  esta  corpora- 
ción para  incluir  en  el  informe  al  Congreso  de  1913,  a  la 
Junta  Arquidiocesana  de  Misiones  en  Colombia,  por  la 
inversión  de  $  20,000,  entre  las  Oficinas  que  debían  rendir 
cuentas. 

•'Con  el  título  de  Las  Misiones  en  Colombia,  la  Junta 
publicó  en  1912  varios  y  muy  interesantes  documentos 
relativos  al  fomento  y  desarrollo  admirables  que  ha  tenido 
la  obra  de  colonización  y  evangelización  de  las  regiones 
del  Caquetá  y  Putumayo,  y  entre  aquellos  documentos 
figura  el  luminoso  informe  que  sobre  el  proyecto  de  ley 
presentado  al  Congreso,  con  el  fin  de  darle  por  parte  del 
Gobierno  mayor  apoyo  a  aquella  obra  de  civilización,  de 
defensa  y  de  engrandecimiento  de  Colombia,  rindió  la  Co- 
misión déla  Cámara  de  Representantes  que  lo  estudió  para 
segundo  debate. 

"Este  proyecto,  elevado  a  ley,  es  la  número  14  de  1912, 
que  dice : 

'Artículo  1.°  Auxiliase  a  la  Junta  Arquidiocesana  Na- 
cional de  las  Misiones  en  Colombia  con  la  suma  de  cien 
mil  pesos  ($  100,000)  oro  anuales,  que  se  pagarán  por  duo- 
décimas partes  al  fin  de  cada  mes,  a  contar  desde  el  mes 
de  enero  próximo  (1913). 

'Artículo  2.**  La  suma  a  que  se  refiere  el  artículo  ante- 
rior se  tomará  todos  los  anos  de  las  rentas  comunes,  de 
preferencia  a  cualquier  otra  destinada  a  las  obras  de  fo- 
mento, y  se  declara  incluida  en  los  Presupuestos  de  gastos. 


—  %  — 

•Artículo  3.°  Cada  seis  meses  el  Presidente  de  la  Junta 
Arquidiocesana  Nacional  de  las  Misiones  rendirá  al  Gobier- 
no un  informe  detallado  sobre  la  marcha  y  el  estado  de  los 
trabajos  en  las  obras  a  que  la  presente  Ley  se  refiere,  que 
se  publicará  preferentemente  en  el  Diario  OficiaV 

"En  cumplimiento  de  esta  Ley,  el  Gobierno  incluyó 
la  cantidad  de  cien  mil  pesos  {$  100,000)  en  los  Presupues- 
tos de  gastos  de  1913  a  1914,  y  ha  hecho  a  la  Tesorería  de 
la  Junta,  por  mensualidades,   los  pagos  correspondientes. 

"La  Junta  Arquidiocesana  ha  remitido  a  esta  Corte, 
creyéndolo  deber  suyo,  las  cuentas  de  inversión  desde  oc- 
tubre de  1913  hasta  marzo  de  1914.  La  Prefectura  Apostó- 
lica del  Caquetá  y  Putamayo  rindió  el  importantísimo 
informe,  publicado  en  edicióü  oficial,  en  el  folleto  de  1913 
titulado  Misiones  CatóUcas  del  Putumayo. 

"En  las  Memorias  presentadas  en  1913  y  1914  por  el 
Ministerio  de  Gobierno  al  Cuerpo  Legislativo,  se  encuen- 
tra, en  la  parte  relativa  a  las  Intendencias  y  Comisarías, 
la  información  que,  respecto  a  las  obras  de  las  Misiones, 
ha  obtenido  el  Gobierno  de  sus  agentes  oficiales,  en  las 
regiones  donde  los  religiosos  ejercitan  su  labor  de  civiliza- 
ción y  evangelización. 

•'Además,  es  de  suponer  que  la  Junta  Arquidiocesana 
haya  presentado  al  Gobierno  el  informe  de  que  trata  el 
artículo  3.°  de  la  Ley  14. 

"La  precedente  reseña  da  lugar  a  las  siguientes  con- 
clusiones : 

"Que  las  erogaciones  que  ha  hecho,  hace  y  continuará 
efectuando  la  República  con  destino  a  las  Misiones  Cató 
licas  en  Colombia,  tienen  por  causa  un  deber  de  justicia 
y  de  reparación  nacional,  y  están  decretadas  a  título  de 
indemnización  a  la  Iglesia,  de  conformidad  con  lo  que  ha 
reconocido  y  declarado  la  >< ación  en  las  Convenciones  ce- 
lebradas con  la  Santa  Sede,  especialmente  en  el  Concorda- 
to de  1887. 

"Que  en  tal  virtud  y  en  acatamiento  del  precepto  cons 
titucional,  el  Gobierno  no  puede  imponer  a  la  Iglesia, 
representada  en  el  caso  por  la  Junta  Arquidiocesana,  la 
obligación  de  rendir  cruentas  de  los  dineros  destinados  a 
las  Misiones.  La  Ley  52  de  1911,  reconociendo  implícita- 
mente que  la  Junta  Arquidiocesana  Nacional  no  podía  estar 
sometida  a  los  requisitos  establecidos  para  los  empleados 
de  manejo,  dispuso  que  el  Gobierno  reglamentara  la  ren- 
dición y  comprobación  de  las  cuentas  referentes  a  los  vein- 
t-e  mil  pesos  ($  20,000)  que  esa  misma  Ley  destinó  para 


—  97  — 

auxiliar  a  la  Junta  ;  pero  el  Gobierno  no  efectuó  la  regla- 
mentación, ni  podía  efectuarla,  a  no  ser  que  el  reglamento 
consistiera  en  ordenar  simplemente  que  se  informara  al 
Gobierno  de  la  República  sobre  la  inversión  de  los  fondos, 
como  quedó  estatuido  en  el  artículo  10  del  Convenio  de  24 
de  septiembre  de  1888.  Por  otra  parte,  los  auxilios  a  las 
Misiones  constituyen,  como  queda  dicho,  el  pago  de  una 
deuda  que  la  Nación  ha  reconocido  y  ha  tomado  a  su  car- 
go satisfacer. 

"Que  aun  en  el  caso  que  en  las  convenciones  no  se  hu- 
biera establecido,  como  se  estableció,  lo  relativo  a  projjeden- 
cia  de  los  pagos  y  a  la  inversión  de  los  fondos,  y  de  que  en 
la  Ley  14  de  1912  no  se  hubiera  todavía  precisado  más 
cuál  era,  en  armonía  con  los  mandatos  constitucionales,  el 
deber  de  la  Junta  al  respecto,  no  podría  exigírsele  a  esta 
entidad  que  rindiera  cuentas  a  la  Corte,  pues  de  conformi- 
dad con  la  legislación  fiscal  del  país,  la  Junta  Arquidioce- 
sana  Nacional  de  Misiones  no  puede  bajo  ningún  aspecto 
considerarse  como  empleado  de  manejo,  o  responsable  al 
Erario.  Los  dineros  que  eroga  la  Nación  con  destino  a  las 
Misiones,  aparte  de  su  carácter  peculiar  de  indemnización 
a  la  Iglesia,  los  ha  decretado  el  Cuerpo  Legislativo,  como 
uno  de  los  auxilios  que  él  puede  conceder,  en  uso  de  la 
atribución  18^  del  articulo  76  de  la  Constitución,  y  es  bien 
sabido  que  los  auxilios  no  implican  para  la  entidad  que  los 
recibe  deber  de  rendir  cuentas  de  su  inversión  a  la  Corte 
del  ramo. 

"Habiéndose  solicitado  del  señor  Magistrado  de  la  Sec- 
ción 10.',  para  completar  este  estudio,  una  de  las  cuentas 
remitidas  por  la  Junta,  fue  suministrada  la  del  mes  de 
6nero  de  1914,  de  la  cual  se  han  tomado  los  siguientes 
datos: 

"La  cuenta  pertenece  a  la  colonización  del  Putumayo, 
y  la  rinde  el  Reverendo  Padre  Fray  Fidel  de  Montclar,  en 
su  carácter  de  Prefecto  Apostólico  del  Caquetá  y  Putuma- 
yo, y  ha  sido  remitida  a  la  Corte  por  el  señor  J.  M.  Mejía, 
Tesorero  de  la  Junta  Arquidiocesana  Nacional. 

"Estas  cuentas  esián  llevadas  por  el  sistema  de  cargo 
y  data,  en  la  forma  establecida  para  cuentas  de  caminos 
por  el  Decreto  1431  de  1907  {Diario  Oficial  número  13136). 

"La  cuenta  de  enero  se  compone  dellibro  respectivo  de 
movimiento  de  caudales,  de  cinco  legajos  de  comprobantes 
y  de  un  estado  de  caja  el  día  último  de  mes.    Todos  estos 

Misiones  católicas — 7 


—  98  — 

documentos  se  hallan  esmerada  y  correctamente  acondicio- 
nados, y  la  comprobación  de  las  erogaciones  es  legal  y 

completa.  ,.  ,  , 

"El  movimiento  de  la  cuenta  en  dicho  mes  de  enero 

fue  el  siguiente,  en  plata  de  0'835. 

•^Existencia  que  viene  del  31  de  ««ooe  a/? 

diciembre  de  1913 $  37,325  06 

"Salidas— Pagado  a  diversos  in- 
dividuos por  servicios  y  materiales 
que  en  la  cuenta  figuran  detallados,  y 
con  los  correspondientes  recibos  y  que 
pueden  capitularse  así: 

"Desmontes;  amotonar  y  quemar 
malezas,  siembras  y  cultivo  de  café, 
cana,  plátano,  algodón,  pastos,  etc, 
deshierbes;  construcción  de  chambas  y 
de  una  acequia;  arreglo  de  potreros  y 
cercas  de  alambre  en  varios  trayectos 
de  éstos;  composición  de  caminos; 
aserrar  y  suministrar  maderas;  cons 
trucción  y  refección  de  casas  para  es- 
cuelas, etc.,  aseo  y  mejora  de  la  loca- 
lidad; compra  y  transporte  de  víveres 
y  otras  cargas;  servicio  de  policía,  de 
postas  a  los  trabajos  de  coloiiizaf/ión; 
alimentación  de  algunos  individuos 
enfermos,  etc.,  sueldos  del  mayordo 
mo  de  la  finca  de  la  Misión,  del  agen- 
te de  víveres,  del  almacenista  de  mer- 
cancías, del  escrilíiente  del  archivo, 
del  copista  de  las  ciienta'i;  servicios 
técnicos  en  la  construcción  y  direc- 
ción de  un  puente  sobre  el  río  Mocoa; 
servicios  médicos  y  medicinas;  algu- 
nas mercancías  para  el  vestido  de  los 
padres;  auxilios    para    los   trabajos  ' 

apostólicos  de  las  regiones  de  Floren- 
cia, Orteguasa,  Caguán,  Pescado, 
Yunguillo,  Condagua,  Dencanse,  etc., 
6  invertido  en  bonos  para  denuncio 
de  tierras  baldías 7,785  02 

^'Factura  de  Luis   A,   Rivas   por 
mercancías  para  tíb  equiar  a  l(  s  in- 

Pasan $    7,785  02    37,325  06 


—  99  — 

Vienen  $    7,785  02    37,325  06 

dios  del  Putumayo  (esta  es  la  única 
partida  por  valor  de  objetos  para  re 
galar  a  los  indios,  que  figura  en  la 
cuenta  examinada  del  naes  de  enero).         73  80 

*  Jornales  en  la  construcción  del 
puente  sobre  el  río  Mocoa;  la  cons- 
trucción de  otro  sobre  el  Quinchoa; 
construcción  de  casa  para  los  colonos 
de  Sibundoy;  reparaciones  a  otras; 
instalación  de  una  máquina  hidráu- 
lica de  aserrar  en  Santiago  de  Putu- 
mayo, y  en  sembrar  y  cosechar  fru 
tos  de  la  agricultura 3,232  . . 

''Materiales  y  herramientas  di- 
versas para  los  trabajos 1,121  95 

"Fletes  y  transportes  varios 80  45 

"Gastos  varios:  ganados,  útiles  de 
escritorio,  telegramas,  portes  de  co- 
rreos, comisiones,  bogas,  alumbrado, 
pólvora ...        765  01     13,058  23 

"Existencia  para  el  mes  siguiente $   24,266  83 

''En  resumen,  las  cuentas  traídas  a  la  Corte  están 
bien  llevadas  y  comprobadas,  a  juzgar  por  la  que  se  ha  exa- 
minado, y  su  estudio  puede  corresponder  a  la  Junta  Ar 
quidiocesana  Nacional  u  a  otra  entidad  perteneciente  a  la 
Iglesia;  pero  en  ningún  caso  corresponde  a  la  Corte,  pues  a 
esta  corporación  no  le  está  ad-crito  por  el  artículo  327  del 
Código  Fiscal  ni  por  otra  ley  alguna. 

"En  mérito  de  lo  expuesto,  la  Sala 

"acuerda: 

"La  Junta  Arquidiocesana  Nacional  de  las  Misiones 
en  Colombia  no  está  obligada  a  rendir  a  esta  Corte  las 
cuentas  de  inversión  de  los  $  100,000  anuales  que  recibe  en 
virtud  de  la  Ley  14  de  1912. 

"En  consecuencia  devuélvanse  las  que  han  remitido. 

"Copíese,  notifíquese  y  publíquese. 

"El  Presidente,  Pedro  Rivera — El  Vicepresidente,  Je- 
remías (JÁRDENAS — Belisario  Ayala — José  Villegas— Gra- 
ctliano  Acebedo— J.  J/.  Vesga  y  Avila — Eugenio  Andrade. 
QuiVermo  Bernal  O. — Juan  A.  Zuleta — Abel  Paúl " 


—  100 


CONCLUSIÓN 


Vamos  a  terminar  este  informe. 

Como  puede  verse  por  lo  que  a  grandes  rasgos  hemos 
anotado,  la  labor  de  la  Misión  no  cesa  un  momento.  Quien 
quiera  que  haya  seguido  pacientemente  leyendo  los  infor 
mes  y  documentos  que  se  han  publicado  en  distintos  tiem- 
pos sobre  esta  Prefectura  Apostólica,  habrá  podido  apreciar 
la  labor  intensa  que  se  ha  seguido  en  todos  sentidos,  y  cuyo 
resultado  está  a  la  vista.  Es  cierto  que  el  sostenimiento  de  las 
obras  emprendidas  y  dirigidas  por  los  misioneros  han  costa- 
do algunas  erogaciones  al  Estado,  pero  podemos  preguntar: 
si  las  sumas  que  se  han  facilitado  a  la  Misión  para  impul- 
sar esta  obra,  que  bien  podemos  llamar  gigantesca,  se 
hubieran  puesto  en  manos  de  alguna  compañía,  o  simple 
mente  de  agentes  civiles,  ¿se  hubiera  logrado  un  resultado 
semejante?  Está  en  la  conciencia  de  todo  el  mundo  que  nó; 
con  iguales  recursos  y  contando  con  las  mismas  dificulta 
des  que  hemos  debido  vencer  los  misioneros,  o  no  se  habría 
hecho  nada,  o  sería  cosa  de  ninguna  significación.  Es  que 
para  lograr  lo  existente  se  ha  debido  Irchar  casi  desespe- 
radamente con  toda  suerte  de  obstáculos  que  se  han  pre- 
sentado, muy  capaces  la  mayoría  de  ellos  de  hacer  desistir 
de  la  empresa  a  la  voluntad  más  bien  templada;  si  nos 
otros  hemos  seguido  adelante  ha  sido,  bien  podemos  decirlo, 
por  los  auxilios  rüuy  especiales  que  Dios  se  ha  dignado 
concedernos,  y  porque  en  la  realización  del  conjunto  de 
obras  impulsadas  y  dirigidas,  veíamos  vinculado  un  altí- 
simo y  sagrado  deber  de  nuestro  ministerio.  Así,  y  sola- 
mente así,  es  como  hemos  podido  resistir  y  seguir  adelante 
en  nuestro  empeño. 

Esta  obra,  pues,  tal  cual  es — y  es  tal  como  la  han 
presentado  en  diversas  ocasiones  todos  los  que  la  han  visi- 
tado sin  preocupaciones  y  han  informado  con  imparciali- 
dad,— la  ofrecemos  a  la  Iglesia,  en  cuyo  nombre  la  estamos 
cultivando  y  regando  con  nuestros  sudores,  y  a  Colombia 
que  la  ha  protegido  con  tanta  constancia  y  con  un  carino, 
a  toda  prueba. 

Fray  Benigno  de  Canet  de  Mar 

Secretario  de  la  Prefectura  Apostólica  del  Caquetá. 

Sibundoy,  15  de  mayo  de  1919. 


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índice 


Preliminar  . . . 


Págs. 
5 


CAPITULO    I— CARÁCTER   DE   NUESTRA   LABOR   EN   EL  TERRITORIO 

§  I — Móviles  que  nos  indujeron  a  emprender  una  labof  mixta. 

La  acción  del  misionero  debe  acomodarse  a  las  necesidades  de  la  Mi- 
sión— Lo  que  fue  en  los  siglos  xvi  y  xvii  esta  Misión — Idiosin- 
crasia del  salvaje — Necesidad  de  relacionarlos  con  los  blancos. 
Resultados 

§  2 — Cómo  se  implantó  y  desarrolló  nuestro  plan  de  acción. 

Dificultades  por  vencer — Cómo  se  entraba  al  Territorio — El  temible  bor- 
doncillo y  la  carnicería — Inténtase  abrir  camino — Comienzo  de 
los  trabajos — Rapidez  con  que  se  llevaron— Entran  multitud  de 
colonos — Distribución  de  colonias  al  lado  de  los  indios — Resul- 
tados   

§  3 — hahof  f  eligioso — patriótica  de  la  Misión. 


n 


Servicios  en  favor  de  Colombia — Cuestión  de  honra  — Entregóse  el  Terri- 
torio al  comercio — Posesión  de  hecho 17 

CAPÍTULO   II — EFICACIA    DE   LA   LABOR   EMPRENDIDA 

§  I — Lo  que  eran  los  indios  de  este  Territorio. 

Cómo  se  trataba  a  los  indios — Las  cuentas  del  Gran  Capitán — Sujeción 
de  los  indios  a  los  comerciantes — Protección  que  les  han  dado 
los  misioneros — Un  testimonio  autorizado — Cómo  se  expropiaba 
a  los  indios  del  Valle  de  Sibundoy 20 

§  2 — Lo  que  son  los  indios  con  relación  a  la  Iglesia. 

Comprenden  y  practican — Rasgo  e'ocuente 24 

§  3 — Lo  que  son  estos  indios  pata  con  su  patria. 

Estado  de  su  civilización — Los  jóvenes  desean  vestir  como  los  blancos. 
Indios  en  el  Jurado  Electoral — Un  indio  Secretario — Los  indios 
aptos  para  el  servicio  militar — Se  les  hace  amar  a  su  patria — Con- 
ceptos de  dos  testigos 26 


-  112  — 

Págs, 

CAPÍTULO  III — EFICACIA  DE  NUESTA  LABOR  (Continuación). 

§  I — Nuestra  labor  colonizadora. 

Territorio  casi  deshabitado — El  Perú  trata  de  colonizar  el  Bajo  Putu- 
mayo — Conveniencia  de  impulsar  colonización  colombiana — Puer- 
to Asís  perecerá  si  no"se  le  atiende— Reducción  de  gastos  y  sa- 
lida de  algunas  familias 31 

§  2 — Colonias  de  Aivemiay  Sucre. 

Inquietud  en  la  colonia  de  Alvernia— ¿Quién  subleva  a  los  colonos? 
Campaña  contra  la  Misión — Garantías  que  se  dieron  a  los  colo- 
nos y  su  cumplimiento — Arma  de  combate — Sucre — Gran  incre- 
mento de  esa  colonia — Hablan  testigos  oculares — Adjudicación 
de  120  lotes 34 

CAPÍTULO  IV  —LA  NAVEGACIÓN  A  VAPOR  POR  EL  RIO  PUTUMAYO 

§  I — Antecedentes  y  trabajos  preliminares. 

La  navegación  a  vapor  por  el  Putumayo  dará  vida  al  Territorio — Cacao, 
algodón,  azúcar,  tabaco,  vainilla,  etc.,  para  exportar — El  Putu- 
mayo es  la  vía  para  salir  al  Atlántico — Información — Primer 
viaje  a  Puerto  Asís  y  Manaos 40 

§  2 —  Viaje  del  Padre  Gaspat  y  del  doctor  Márquez. 

Llegada  a  Manaos — Gestiones  para  conseguir  lancha — -Tómanse  datos 
sobre  la  plaza — Flete  de  la  Yaqtiirana — Salida  para  Puerto  Asís. 
Regreso  del  buque  a  Manaos — Entusiasmo  en  Pasto  y  Ma- 
naos— Cargamento  que  se  había  reunido  en  Puerto  Asís! 43 

§  3 — Gran  importancia  de  esta  fiavegación  pata  Nariño y  Huila. 

Autorizados  conceptos — Datos  apreciables — Ventajas  para  'Nariño  y 
Huila  -  La  navegación  y  la  defensa  de  fronteras — Más  datos. 
Consecuencias  y  ventajas 48 

§  4 — La  tiavegación,  ü?itco  medio  de  prospetiáad  para  el  Territorio. 

Grandes  compañías  al  Territorio — Ingreso  de  capitalistas — Denuncios  y 
adquisición  de  baldíos — Productos  de  gran  valor  para  la  expor- 
tación— Facilidades  para  exportar 52 

CAPÍTULO  V — VÍAS  DE  COMUNICACIÓN  EN  EL   TERRITORIO 

§  I — Camino  de  Pasto  a  Puerta  Asís. 

El  camino  al  Putumayo  intransitable — Celébrase  un  contrato  para  su 
reparación — Dificultades — Contestación  al  Gobernador  de  Nari- 
ño— Conceptos  de  un  viajero 75 


113 


§  2 — Camino  Mocoa- Pitalito- Bogotá . 


Pág-s 


Condiciones  de  esa  vía — Documento  importante — Distancias  desde  Pi- 
talito a  Mocoa — No  hay  dificultades  de  consideración — Gran 
importancia  de  esa  vía — El  camino  Pitalito-Mocoa  es  estratégico. 
Esa  vía  deberá  seguir  el  ferrocarril  llamado  del  Caquetá — Dis- 
tancias.— Ahorro  de  un  millón  doscientos  sesenta  mil  pesos  oro. 
El  objeto  del  ferrocarril  exige  que  sea  por  Mocoa  y  Puerto  Asís. 
Ventajas  que  ofrece  esta  vía 62 

CAPÍTULO   VI— LABORES    APOSTÓLICAS 

Auxilios  espirituales  a  tribus  dispersas — Veintidós  excursiones  apostóli- 
cas— Relato  de  una  excursión  apostólica  al  Caguán — Excursión 
por  el  San  Miguel — Entran  indios  a  Colombia  en  estado  lastimo- 
so— Un  colombiano  impedíales  el  paso 68 

CAPÍTULO  VII — LA  INSTRUCCIÓN  PÚBLICA  EN  EL  TERRITORIO 

Informe— ^Lamentable  estado  délos  maestros  de  escueb — Varias  renun- 
cias— Establécense  dos  escuelas  por  cuenta  de  la  Misión — Escue- 
la nocturna  en  Puerto  Asís — La  instrucción  pública,  medio  im- 
portantísimo de  civilización — Cómo  empieza  la  regeneración  de 
una  tribu. 75 

CAPÍTULO  VI 11 — ACUSACIONES  CONTRA   LA  MISIÓN 

§  I — Explosión  de  reservas  ofensivas. 

Esclavitud  de  los  indios — Las  extorsiones  contra  la  colonia    antioqueña. 

Célebre  contrabando  de  aguardiente « 82 

§  2 — Rendición  de  cuentas. 

Habla  la  Junta  de  Misiones 88 

Conclusión ...» 100 

Cuadros  estadísticos ~ loi 


Misiones  católicas— 8 


INFORME 


QUE  EL  SUSCRITO  VICARIO  APOSTÓLICO  DE  LA  GOAJIRA 
RINDE  AL  ILUSTRISIMO  Y  REVERENDÍSIMO  SEÑOR  DOCTOR  DON 

BERNARDO  HERRERA  RESTREPO 

ARZOBISPO  DE  BOGOTÁ,  PRIMADO  DE  COLOMBIA 
PRESIDENTE  HONORARIO  DE  LA  JUNTA   NACIONAL   ARQUIDIOCESANA  DE  MISIONES 

SOBRE  LOS  TRABAJOS  DE  LOS  REVERENDOS  PADRES  CAPUCHINOS 

MISIONEROS  DE  LA  GUAJIRA,  SIERRA  NEVADA  Y  MOTILONES 
DURANTE  EL  AÑO  DE  1918—1919 


Ilustrísimo  y  Reverendísimo  señor: 

Nada  para  mí  tan  grato  como  rendir  a  Vuestra  Seño- 
ría Ilustrísima  el  presente  informe,  relativo  a  los  trabajos 
realizados  por  los  Reverendos  Padres  Misioneros  Capuchi- 
nos en  los  pueblos  civilizados  y  territorios  de  indígenas, 
que  forman  el  Vicariato  Apostólico  de  La  Goajira,  a  mi 
cargo,  durante  el  año  de  1918  y  parte  del  que  cursa. 

Digo  que  nada  para  mí  tan  grato,  porque  aprecia- 
dos en  su  justo  valor  los  modestos  desvelos  de  nuestros 
Padres  Misioneros,  por  Vuestra  Señoría  Ilustrísima,  uni- 
dos a  los  constantes  trabajos  y  santas  abnegaciones  de 
aquellos  otros  Misioneros  que,  como  nosotros  en  distintas 
regiones  del  país,  laboran  heroicamente  en  la  gran  obra  de 
reducción  de  salvajes,  serán  materia  para  que  Vuestra 
Señoría  Ilustrísima,  con  el  honroso  carácter  que  le  distin- 
gue de  Presidente  de  la  Junta  Arquidiocesana  Nacional  de 
Misiones  en  Colombia,  pueda  presentar  el  cuadro  de  las 
labores  de  los  Misioneros  en  territorio  de  infieles,  llevados 
a  efecto  en  el  año  de  1918,  al  Excelentísimo  señor  don  En- 
rique Gasparri,  dignísimo  Nuncio  de  Su  Santidad,  al  Exce- 
lentísimo señor  doctor  don  Marco  Fidel  Suárez,  preclarísi- 
mo Presidente  de  la  República  y  al  Supremo  Cuerpo  Legis- 
lativo de  la  Nación,  a  fin  de  que,  entidades  tan  respetables, 
vean  clara  y  concretamente  el  esfuerzo  constante  de  los 
Misioneros  por  atraer  almas  a  Cristo,  dar  hijos  a  la  Iglesia 
y  ciudadanos  a  la  Patria. 

DIVISIÓN  DE  ESTE  INFORME 

Para  su  mayor  claridad  e  inteligencia  dividiré  el  pre- 
sente informe  en  cuatro  partes :  en  la  primera  hablaré  del 
personal  del  Vicariato;  en  la  segunda,  de  sus  trabajos  es- 
pirituales en  los  pueblos  civilizados  que  lo  integran;  en  la 
tercera,  del  movimiento  y  estado  de  la  Misión  entre  indíge- 
nas, y  en  la  cuarta,  de  las  excursiones  de  los  Misioneros  y 
adelantos  de  la  nueva  Misión,  entre  indios  motilones. 


Ilustrísimo  señor  fray  Atanasio  M.  Vicente  Soler  y  Ko5'0, 
Vicario  Apostólico  de  La  Goajira. 


&. 


PRIMERA  PARTE 


PERSONAL  DEL  VICARIATO 


El  personal  encargado  de  la  administración  espiritual 
de  los  pueblos  civilizados  y  territorios  de  indígenas  que 
forman  el  Vicariato  Apostólico  de  La  Goajira,  se  ve  casi 
todo  en  el  grupo  que  acompaño,  sacado  precisamente  este 
año  en  Ríohacha,  después  que  hubieron  terminado  los  san- 
tos Ejercicios  Espirituales. 

Éste  personal  trabaja  en  un  territorio  de  más  de  nove- 
cientos miriámetros  cuadrados,  en  el  cual  se  hallan  las 
Provincias  de  Padilla  y  Valledupar  y  las  regiones  de  La 
Goajira,  Sierra  Nevada  y  Motilones. 

Como  pueblos  importantes  de  la  Provincia  de  Padilla 
se  cuentan  Ríohacha,  Fonseca,  Barrancas  y  Villanueva,  ad- 
ministrados por  los  Padres  Misioneros;  San  Juan  de  César 
y  El  Molino,  por  sacerdotes  seculares;  de  la  Provincia  de 
Valledupar  se  enumeran  Valledupar,  Chiriguaná,  Chimi- 
chagua  y  otros  de  menos  importancia,  administrados  tam- 
bién por  Padres  Misioneros  y  por  los  sacerdotes  seculares. 

En  todo  el  Vicariato  se  cuentan  80,000  habitantes  cris- 
tianos y  civilizados. 

Extienden  su  acción  apostólica,  como  he  indicado  an- 
tes, los  Padres  Misioneros  al  Territorio  de  La  Goajira,  que 
comprende  las  poblaciones  civilizadas  del  Pájaro,  San 
Antonio,  Bahíahonda,  Laguna  de  Tucacas,  Castilletes, 
Carraipía  y  los  caseríos  de  Sabaneta,  Carrizal  y  Manaure; 
al  de  la  Sierra  Nevada,  que  abárcalas  poblaciones  de  Dibu- 
lla, La  Punta,  Las  Flores,  Patillal,  Atanques,  La  Palma, 
Pueblo  viejo  y  Marcease;  y  al  de  Motilones,  que  comprende 
las  poblaciones  de  Codazzi,  La  Jagua,  Becerril,  Palmira  y 
el  Jobo. 

La  Goajira  puede  tener  dos  mil  habitantes  civilizados, 
entre  colombianos  y  venezolanos,  que  comercian  con  los 
peninsulares  goajiros. 


—  120  — 

Los  Padres  Misioneros  ejercen  su  ministerio  de  cristia- 
nización de  indígenas  en  las  regiones  de  La  Goajira,  Sierra 
Nevada  y  Motilones,  principalmente  por  medio  de  la  insti- 
tución de  Orfelinatos,  como  tendré  el  gusto  de  informar  a 
Vuestra  Señoría  Ilustrísima  más  adelante. 

EL  PADRE  ANTONIO  DE  VALENCIA,  DECANO  DE  LA  MISIÓN 

Por  tener  que  atender  a  los  Orfelinatos  no  pudieron 
asistir  a  los  Ejercicios  en  este  año  los  Padres  Misioneros: 
Antonio  de  Valencia,  Salvador  de  Pinarejo  y  Domingo  de 
Ríohacha,  como  tampoco  fray  Crispín  de  Palma  y  fray 
Modesto  de  Onteniente.  Como  sé  que  será  del  agrado  de 
Vuestra  Señoría  Ilustrísima,  quiero  hacer  mención  espe- 
cial, en  esta  relación,  del  benemérito  Padre  Antonio  de 
Valencia,  Provicario  Apostólico  y  Director  del  Orfelinato 
de  Nazaret. 

Parece  que  el  Padre  Antonio,  después  de  trabajar  como 
un  verdadero  apóstol,  desde  su  juventud  hasta  los  años  de 
1896,  en  las  Misiones  de  la  Oceanía,  no  debiera  ya  gozar  de 
salud  y  fuerzas  para  dedicarse  a  tan  laboriosa  tarea;  sin 
embargo,  los  Superiores  de  la  Provincia  de  Valencia,  en  el 
año  de  1898  lo  mandaron  de  Custodio  Provincial  a  estas 
Misiones  de  La  Goajira,  y  su  trabajo  desde  aquellos  días 
hasta  el  presente,  nos  tiene  admirados  a  todos  los  Misio- 
neros. 

El  Padre  Antonio  tiene  más  de  sesenta  y  cinco  años,  y 
a  pesar  de  ello  hace  poco  que  ha  levantado  ei  Orfelinato  de 
Nazaret;  ha  fabricado  la  iglesia;  ha  hecho  las  hermosas 
imágenes  de  la  Sagrada  Familia  que  están  allí,  en  el  altar 
mayor;  ha  pintado  bellos  cuadros;  ha  fundado  un  pueblo 
verdaderamente  cristiano  y  civilizado,  con  jóvenes  del  mis- 
mo Orfelinato,  y  mil  cosas  más  que  sería  prolijo  enumerar. 
El  Padre  Antonio  es  un  perfecto  Misionero  que  nos  sirve 
de  ejemplo  a  todos. 

NUESTRAS    AUXILIADORAS 

La  mujer  ha  mediado  en  la  ejecución  y  desenvolvi- 
miento de  todos  los  acontecimientos  sociales,  morales,  reli- 
giosos y  políticos  que  registra  la  historia  de  la  humanidad, 
dignificándolos  con  su  virtud  o  pervirtiéndolos  si  ha  sido 
mala.  Cuando  el  llamamiento  divino  la  hiere  y  al  santo 
servicio  de  Dios  se  consagra,  es  un  verdadero  portento:  así 


Muy  Reverendo  Padre  Antonio  de  Valencia, 

Misionero  y  Provicario  Apostólico  de 

La  Goajira. 


—  121  — 

ha  sucedido  en  nuestra  Misión  desde  el  momento  feliz  que 
llegaron  a  Ríohacha  las  primeras  religiosas  misioneras  de 
la  Congregación  de  Religiosas  Tercfarias  Capuchinas  de  la 
Sagrada  Familia. 

Sólo  llegaron  cinco  religiosas  de  España;  pero  en  pocos 
años  ha  sido  tan  exuberante  el  fruto  del  noviciado,  que 
hoy  tienen  siete  casas,  con  más  de  cincuenta  religiosas.  El 
grupo  que  acompaño  está  formado  por  la  mayor  parte  de 
religiosas  que  tienen  a  su  cargo  el  Colegio  de  niñas  de  Río- 
hacha  y  las  Casas  Orfelinatos  de  la  Misión. 

NUESTROS  COOPERADORES 

Llamo  cooperadores  nuestros  a  los  Padres  Capuchi- 
nos que  se  hallan  en  esta  capital,  en  Barranquilla  y  Santa 
Marta.  Con  admirable  acierto  nuestros  Superiores  Gene- 
rales fundaron  Casas-Misión  en  las  ciudades  dichas,  ben- 
decidas y  aprobadas  por  las  señores  Obispos. 

Dada  la  organización  de  nuestras  Misiones  y  los  car- 
gos que  en  ellas  desempeñamos,  los  que  estamos  al  frente 
de  su  gobierno  necesitamos,  con  harta  frecuencia,  comu- 
nicarnos con  las  autoridades  civiles  y  eclesiásticas  de  esta 
capital,  lo  que  no  podríamos  hacer  en  muchos  casos  sin  la 
intervención  del  personal  de  esta  Casa.  Además,  por  ser 
centros  comerciales  y  de  tránsito  para  la  Misióo  las  ciuda- 
des de  Barranquilla  y  de  Santa  Marta,  nos  son  de  gran 
provecho  y  hasta  de  necesidad  aquellas  casas,  como  la  de 
Bogotá,  para  la  reposición  de  los  Padres  que  trabajan  en 
las  Misiones  entre  infieles. 

Por  esto  el  corazón  de  los  Religiosos  Capuchinos  abri- 
gará siempre  sentimientos  de  profunda  gratitud  a  Vuestra 
Señoría  Ilustrísima,  por  la  merced  que  les  ha^  otorgado 
dándoles  para  el  culto  las  iglesias  de  la  Concepción  y  Nues- 
tra Señora  de  la  Peña. 


122  — 


SEGUNDA  PARTE 


ADMINISTRACIÓN  ESPIRITUAL 

Como  he  indicado  antes,  los  Misioneros  Capuchinos 
administran  algunas  parroquias  del  Vicariato,  las  cuales 
no  han  podido  confiarse  a  sacerdotes  seculares  por  falta  de 
personal,  primero,  y  después,  por  estar  confiado  el  Vicaria- 
to a  la  Orden  de  Religiosos  Capuchinos. 

Los  Misioneros,  como  en  años  anteriores,  han  trabaja- 
do sin  descanso  en  todo  el  radio  de  su  administración  es- 
piritual y  cargo  de  cura  de  almas  que  se  les  ha  confiado; 
así,  se  han  esforzado: 

a)  En  la  predicación  de  la  palabra  divina,  no  dejando 
ni  un  solo  domingo  y  día  festivo  sin  explicar  el  santo  evan- 
gelio o  hablar  del  misterio  o  festividad  que  se  haya  celebra- 
do, como  también  en  la  santa  cuaresma  se  han  dedicado 
muy  particularmente  a  la  predicación  en  las  ferias  iv  y  vi; 

b)  En  la  enseñanza  de  la  doctrina  cristiana,  los  domin- 
gos por  la  tarde,  a  los  niños,  y  en  preparar  primeras  comu- 
niones en  los  días  más  solemnes; 

c)  En  la  asistencia  al  confesonario,  bien  hayan  sido 
o  nó  llamadas  por  los  fieles,  y  en  acudir  a  los  enfermos  en 
la  hora  que  han  sido  llamados,  cualquiera  que  haya  sido  la 
enfermedad; 

d)  En  la  celebración  de  la  santa  misa  los  días  festivos 
y  todos  los  demás,  aun  habiendo  estado  de  viaje  se  han 
dispuesto  a  celebrar  para  no  dejar  a  los  fieles  sin  ella; 

e)  En  administrar  la  santa  comunión  y  propender, 
con  sus  instrucciones,  a  que  ésta  fuese  lo  más  frecuente 
posible,  esmerándose  en  que  los  enfermos  no  murieran  sin 
recibir  el  santo  Viático; 

/)  En  dar  sepultura  eclesiástica  a  los  cristianos  difun- 
tos, aun  a  los  que,  por  ¡su  pobreza,  no  han  podido  satisfa- 
cer los  derechos,  y  en  cuidar  de  la  decencia  y  arreglo  de 
los  cementerios; 

g)  En  establecer  congregaciones  y  asociaciones  reli- 
giosas para  fomento  de  la  piedad  y  culto  y  sostenerlas  con 
su  predicación  y  ejercicios  espirituales,  y  en  una  palabra, 
los  Padres  Misioneros  han  atendido  con  suma  escrupulosi- 
dad a  todo  lo  que  ha  sido  de  su  cargo  y  obligación  en  la 
administración  parroquial. 


< 
o 


123 


REPARACIÓN  DE  IGLESIAS 


Muy  pobres  son  los  pueblos  del  Vicariato;  a  pesar  de 
esto,  los  Padres  Misioneros  se  han  industriado  de  mil  mo- 
dos para  reparar  las  iglesias  que  administran,  y  cuando  no 
han  tenido  lo  bastante  con  las  limosnas  que  han  recogido 
de  los  fieles,  no  han  reparado  en  contribuir  a  su  reparación 
con  sus  propios  emolumentos,  como  ha  sucedido  y  está 
sucediendo  en  las  iglesias  de  Villanueva,  Atanques,  Dibu- 
lla, Yailedupar,  Barrancas,  San  Juan,  Ríohacha  y  otras, 
en  las  cuales  está  patente  el  celo  de  los  Padres  Misioneros 
que  los  administran. 

La  iglesia  de  Villanueva,  que,  como  le  manifesté  a 
Vuestra  Señoría  Ilustrísima  en  el  informe  del  año  pasado, 
sufrió  total  derrumbe,  merced  al  celo  parroquial  que  dis- 
tinguía a  su  Cura  propio  don  Silvestre  L.  Daza,  cuya  muer- 
te, acaecida  poco  há,  ha  sido  tan  justamente  llorada  por 
todos  los  fieles  de  aquella  población,  y  debido  al  interés 
que  por  su  edificación  se  han  tomado  los  sacerdotes  don 
Manuel  A.  Dávila,  Cura  de  San  Juan  de  César,  y  el  Reve- 
rendo Padre  Carlos  de  Cuevas,  Cura  del  mismo  pueblo,  creo 
que  muy  pronto  esté  apta  para  el  culto. 

ORNAMENTOS  SAGRADOS 

Si  los  pueblos  del  Vicariato,  por  su  pobreza  difícilmen- 
te pueden  atender  a  la  reparación  de  sus  iglesias,  mucho 
menos  pueden  contribuir  a  los  gastos  que  demandan  los 
ornamentos  necesarios  para  el  culto;  sin  embal-go,  la  fe 
puede  mucho,  y  los  pueblos  de  Ríohacha,  San  Juan  de 
César,  Fonseca  y  Barrancas  han  hecho  esfuerzos  para  que 
no  les  falte  lo  necesario  para  el  culto,  siendo,  por  consi- 
guiente, los  pueblos  mejor  dotados  de  ornamentos.  En  los 
demás,  apenas  se  encuentra  lo  necesario  para  la  celebra- 
ción. Por  esto,  Ilustrísimo  señor,  ya  que  tan  oportuna  es  la 
ocasión  presente,  me  atrevo  a  suplicar  a  Vuestra  Señoría 
Ilustrísima  y  a  esperar  de  su  magnánimo  corazón  que  al 
presentársele  ocasión  propicia  de  distribuir  entre  iglesias 
pobres  algunos  ornamentos,  tenga  muy  presentes  las  igle- 
sias necesitadas  del  Vicariato  de  La  Goajira. 


—  124 


MASONERÍA  Y  PROTESTANTISMO 

Hoy  que  la  masonería  y  el  protestantismo  luchan  te- 
naz y  desesperadamente  por  extenderse  y  arraigar  en  los 
lugares  más  apartados  del  país,  parece  que  deseen  invadir 
también  por  medio  de  sus  corifeos  los  pueblos  del  Vicaria- 
to; pero  los  Padres  Misioneros  y  los  sacerdotes  seculares, 
que  tanto  celo  tienen  por  sus  feligreses,  ponen  en  juego  to- 
das sus  habilidades  e  influencias  para  que  estas  sectas  no 
invadan  sus  parroquias,  y  gracias  a  Dios,  lo  están  consi- 
guiendo. 

No  han  faltado  quienes  clandestinamente  han  intro- 
ducido libros  de  propaganda  herética  en  aquellos  pueblos, 
y  hasta  quienes  los  retengan,  como  también  escritos  masó- 
nicos; pero  no  pasa  de  ser  propaganda  muy  aislada,  y  no 
alcanza,  felizmente,  las  proporciones  de  otros  lugares. 

Los  medios  adoptados  por  los  sacerdotes  y  Padres  Mi- 
sioneros son  por  lo  general  indirectos:  valiéndose  ora  de 
su  familia  y  parientes,  los  primeros,  de  sus  amistades  los 
segundos;  ora  de  sus  generosos  trabajos  en  favor  del  pue- 
blo, unos  y  otros,  para  ridiculizar  las  pretensiones  de  los 
apóstoles  del  mal  y  echar  por  tierra  sus  fementidas  pro- 
mesas. 

CONCUBINATO    PÚBLICO 

Los  Padres  Misioneros  y  sacerdotes,  curas  de  almas,  se 
esmeran  grandemente  en  predicar  al  pueblo  la  santidad 
del  matrimonio  cristiano  y  las  ventajas  civiles  y  morales 
que  reporta  a  la  familia  y  a  la  sociedad.  A  la  vez,  en  sus 
visitas  a  los  caseríos  y  aun  en  los  mismos  pueblos,  aprove- 
chan cuantas  ocasiones  tienen  de  contacto  con  los  fieles 
para  invitarlos,  en  conversación  particular  y  privada,  a 
que  se  aparten  del  mal  estado  en  que  viven;  y  si  por  casua- 
lidad, las  gentes  campesinas,  ponen  como  excusa  el  que  no 
tienen  cómo  pagar  los  derechos,  los  señores  Curas  y  Padres 
Misioneros  se  ofrecen  espontáneamente  a  casarlos^  sin  que 
a  aquéllos  les  cause  gasto  alguno. 

Con  esta  conducta  han  logrado,  en  el  presente  año, 
presenciar  muchos  matrimonios  entre  gentes  que  vivían 
en  concubinato  público,  enalteciendo,  de  esta  manera,  el 
sentido  moral  del  pueblo  y  consolidando  el  hogar. 


cu 

< 


3 

a 
O 


Clase  superior  del  Orfelinato  de  Nazaret. 


—  125  — 


OBSTÁCULOS  A  LA  LABOR  APOSTÓLICA 

Indudablemente  que  la  piedad  y  el  culto  estarían  más 
florecientes  en  el  Vicariato,  si  no  se  tropezara  con  tantos 
obstáculos,  difíciles  de  remediar  en  un  pronto.  El  mayor 
de  todos,  por  lo  que  he  podido  notar,  es  la  ignorancia  reli- 
giosa; de  ahí  dimanan,  como  de  fuente  natural,  la  indife- 
rencia, la  dejadez  espiritual,  la  diseminación  de  novelas 
malas,  que  pervierten  las  costumbres  y  borran  el  sentido 
religioso  de  aquellos  pueblos. 

INSTRUCCIÓN  RELIGIOSA 

Los  Padres  Misioneros,  para  hacer  frente  a  los  obstá- 
culos que  se  oponen  a  la  propagación  y  sostenimiento  déla 
fe  y  piedad  en  los  pueblos  que  se  les  han  confiado,  se  es 
fuerzan  en  instruir  al  pueblo,  exponiéndole  con  sencillez 
las  verdades  de  nuestra  religión  y  ventajas  de  seguirlas,  y 
no  sólo  en  la  iglesia,  sino  también  en  conversación  parti- 
cular, cuando  su  ministerio  los  lleva  a  reuniones  o  visitas. 

Otro  medio  que  los  sacerdotes  y  Padres  Misioneros 
emplean  para  instruir  al  pueblo,  es  la  frecuente  visita  a 
las  escuelas  primarias,  en  donde  les  dan  a  los  niños  expli- 
caciones claras  del  Catecismo  y  estimulan,  a  la  vez,  a  los 
maestros  para  que  velen  por  la  buena  conducta  de  los 
alumnos. 

A  pesar  de  que  alguien  ha  pretendido  fundar  colegios 
laicos,  gracias  al  sentimiento  religioso  de  los  padres  de  fa- 
milia fracasaron  aquellas  instituciones  que  tan  de  cerca 
amenazaban  la  piedad  y  moral  de  aquellos  pueblos. 

ESCUELAS  PRIMARIAS 

Además  de  las  escuelas  primarias  que  el  Gobierno  De- 
partamental tiene  creadas  en  algunos  pueblos  del  Vicaria 
to,  el  Gobierno  Nacional  tiene  establecidas  diez  y  seis  es- 
cuelas urbanas,  según  la  Ley  46  de  1915,  las  cuales  están 
bajo  mi  inspección,  de  acuerdo  con  las  facultades  que  con- 
cede a  los  Jefes  de  Misión,  entre  indígenas,  la  Ley  39  de 
1903,  artículo  30. 

Estas  escuelas  urbanas  funcionan  generalmente  en  los 
pueblos  incluidos  en  los  Territorios  Nacionales  de  La  Goa- 
jira,  Sierra  Nevada  y  Motilones. 


—  126  — 

Muy  aflictivo  y  casi  desesperante  ha  sido  el  estado  fis- 
cal de  la  Nación  para  los  maestros,  quienes  han  estado  gran 
parte  del  año  sin  cobrar  su  correspondiente  sueldo;  empero, 
a  pesar  de  tan  espantosa  situación,  no  han  dejado  sus  la- 
bores instruccionistas  en  ningún  mes  del  año,  y  han  per- 
manecido fieles  en  su  puesto  hasta  coronar  sus  desvelos, 
con  muy  brillantes  exámenes,  como  se  desprende  y  se  ve 
en  las  actas  que  han  mandado  a  la  Inspección. 

A  estos  adelantos  de  las  escuelas  y  consagración  de  los 
maestros  ha  contribuido,  en  gran  manera,  la  visita  cons- 
tante que  a  las  escuelas,  por  orden  de  la  Inspección,  han 
hecho  los  Padres  Misioneros,  quienes  al  par  que  han  vigi- 
lado su  marcha,  han  alentado  con  sus  instrucciones  y  con- 
sejos a  los  maestros  para  que  no  desfallecieran  en  su  tarea. 

COLEGIO  DE  ENSEÑANZA  ELEMENTAL  SUPERIOR 

En  el  Vicariato  existen  cuatro  colegios  de  enseñanza 
elemental  superior:  uno  para  varones,  en  Villanueva;  otro 
en  Valledupar;  el  tercero  en  Ríohacha,  y  el  cuarto  para 
niñas,  en  la  misma  ciudad.  Los  de  Villanueva  y  Valledu- 
par están  a  cargo  de  maestros  seglares  católicos  y  muy 
competentes;  los  de  Ríohacha  están  bajo  la  dirección  de  los 
Padres  Misioneros  y  religiosas,  respectivamente. 

COLEGIO  DE  NIÑOS  DE  RÍOHACHA 

En  atención  a  la  imperiosa  necesidad  de  tener  en  Río- 
hacha  un  colegio,  en  donde  los  niños  pudieran  prepararse 
convenientemente  para  pasar  a  estudios  de  segunda  ense- 
ñanza en  esta  ciudad,  Santa  Marta  o  Barranquilla,  me 
resolví,  hace  tres  años,  .a  pedir  al  digno  Visitador  de  los 
Hermanos  Cristianos  que  me  diera  tres  Hermanos  para  que 
se  hicieran  cargo  de  dicho  Colegio.  No  pudiéndolo  consegir, 
por  escasez  de  personal,  puse  dos  Religiosos  Misioneros  al 
frente  del  Colegio. 

El  Colegio  fue  levantado  con  esfuerzos  personales  de 
los  Padres  Misioneros;  es  de  cemento  armado  y  tiene  plan- 
ta baja  y  piso  principal,  bastante  desahogados  para  alum- 
nos internos;  está  situado  en  la  plaza  principal  (le  la  ciudad, 
a  la  cual  le  da  un  bonito  aspecto. 

La  enseñanza  es  gratuita,  y  desde  su  fundación  ha 
tenido  una  matrícula  de  más  de  ciento  cincuenta  niños. 


—  127  — 

Son  dignos  de  alabanza  los  esfuerzas  de  los  Padres^ 
Misioneros  en  favor  de  la  instrucción,  y  el  celo  que  tienen 
por  los  niños  confiados  a  su  cuidado.  Sirve  de  gran  estímu- 
lo a  las  demás  escuelas  departamentales  el  ver  a  los  niños 
de  nuestro  Colegio  salir  de  la  clase  en  correcta  formación- 
asistir  en  comunidad  todos  los  domingos  y  días  festivos  a 
la  misa  parroquial,  presididos  por  el  pabellón  nacional;  ce- 
lebrar con  grande  entusiasmo  patriótico  las  fiestas  y  días 
de  la  Patria,  pronunciando  en  ellos  discursos  y  poesías  en 
honor  de  sus  proceres. 

COLEGIO  DE  NIÑAS  DE  RÍOHACHA 

Otro  punto  luminoso,  puedo  decir,  que  se  destaca  en  el 
cuadro  de  preocupaciones,  negocios  y  asuntos  comerciales 
que  presenta  Ríohacha,  en  su  vida  ordinaria,  es  el  Colegio 
de  la  Sagrada  Familia,  para  niñas,  dirigido  por  las  Religio- 
sas Terciarias  Capuchinas.  Este  Colegio,  desde  su  funda- 
ción, ha  hecho  un  bien  inconmensurable  a  la  ciudad ;  ha 
llevado  a  ella  la  instrucción,  la  cultura  y  el  sentimiento 
cristiano  de  manera  potente. 

El  Colegio  tiene  locales  amplios  y  ventilados,  y  en  un 
todo  conformes  con  las  prescripciones  de  la  más  rigurosa 
higiene.  Cuenta  con  internado  y  externado,  y  por  él  han 
pasado  multitud  de  niñas  que  hoy  son  el  adorno  de  la  so- 
ciedad, ora  en  su  casa,  ora  en  el  hogar  cristiano  que  han 
formado. 

El  Colegio  está  dotado  de  un  personal  competentísimo, 
compuesto  de  una  Directora  y  tres  profesores,  que  además 
de  la  enseñanza  primaria,  dan  enseñanza  superior  y  asig- 
naturas de  adorno,  como  son  bordados,  en  todas  sus  for- 
mas, corte,  ñores,  pintura  y  música. 

No  hay  festividad  rehgiosa  en  la  cual  no  figure  el  Co- 
legio, ni  días  en  los  cuales  se  celebre  algún  acontecimiento 
patriótico,  en  el  que  no  tome  parte  muy  principal,  con  fun- 
ciones dramáticas  y  literarias,  con  discursos  y  poesías. 

En  este  año  los  dos  Colegios,  con  las  veladas  literarias 
que  han  celebrado,  han  traspasado  los  límites  de  los  centros 
de  su  índole,  y  tanto  los  directores  como  los  alumnos  han 
hecho  ostentación  del  genio  artístico  que  les  distingue,  cris- 
talizando con  esto,  una  vez  más,  la  importancia  que  tiene 
en  orden  a  la  civilización  y  cultura. 


128  — 


ACCIÓN  SOCIAL  CATÓLICA 


Inspirado  en  las  sabias  intrucciones  de  las  conferencias 
episcopales  habidas  hasta  el  presente,  he  tratado  de  promo- 
ver de  varias  formas  y  modos  la  benéfica  y  saludable  Ac 
cióN  Social  Católica  en  los  pueblos  civilizados  que  perte- 
necen al  Vicariato. 

Como  la  Obra  de  Acción  Social  es  enteramente  desco- 
nocida, y  tiende  principalmente  a  la  reforma  del  obrero  en 
su  vida  moral,  religiosa,  de  trabajo  y  económica,  en  el  cual 
no  hay  hábito  alguno,  han  fracasado  todos  los  ensayos  que 
he  hecho  en  años  anteriores.  Pero  como  a  pesar  de  esto 
no  he  desistido  en  mi  empeño,  pude  lograr  establecer  la 
primera  Obra  Social  de  Acción  Católica  entre  los  niños  de 
la  escuela  que  tienen  a  su  cargo  los  Padres  Misioneros  en 
la  ciudad  de  Ríohacha.  Más  tarde  he^  podido  fundar  dos 
instituciones  de  este  mismo  carácter  en  la  dicha  ciudad;  de 
éstas  voy  a  informar  por  separado. 

CAJA  escolar  de  NIÑOS 

Valiéndome  de  los  bien  estudiados  reglamentos  de 
las  Cajas  Escolares  que  el  erudito  sociólogo  Ilustrísimo 
señor  Perdomo,  Obispo  de  Ibagué;  ha  adaptado  para  los 
niños  de  las  escuelas  de  su  Diócesis,  fundé,  como  he  dicho 
antes,  la  primera  Caja  Escolar  en  julio  del   año  de  1917. 

Esta  Caja  ha  marchado  progresivamente  desde  su 
fundación  hasta  el  presente,  con  resultados  sumamente 
laudatorios  y  de  positivo  provecho  para  los  niños,  ense- 
ñándoles, en  tan  corta  edad,  el  ahorro  y  la  economía,  be- 
neficios enteramente  desconocidos  para  ellos,  con  la  supre- 
ma ventaja  de  haber  aumentado  el  número  de  niños, 
siendo  mayor  su  aplicación,  mejor  su  comportamiento  y 
más  puntual  su  asistencia.  La  Caja  tiene  hoy  un  capital 
de  quinientos  pesos  oro  (S  500)  y  ha  abierto  operaciones  de 
préstamo,  cuyos  libros  los  llevan  los  mismos  niños  socios, 
amaestrados  por  el  Reverendo  Padre  Director. 

SINDICATO  INDUSTRIAL  AGRÍCOLA 

Así  como  de  las  hojas  se  va  al  tallo  y  de  éste  a  la 
raíz,  de  la  misma  manera  e  insensiblemente  he  podido 
ir  de  la  Caja  Escolar  a  la  fundación  de  una  sociedad  para 
hombres  llamada  Sindicato  Industrial  Agrícola. 


—  129  — 

A  la  fundación  del  Sindicato  precedieron  algunas 
<ionferencias  que  dispuse  dar  a  los  obreros  sobre  trabajo, 
ahorro,  economía,  moralidad  y  religión,  en  la  iglesia  pa- 
rroquial; logré  encontrar  algunos  jóvenes  en  cuyos  ánimos 
caló  la  idea  y  ventajas  de  economía  y  asociación ;  hice  des- 
pués una  reunión  general,  leí  el  reglamento,  lo  aceptaron 
los  asistentes  y  procedí  al  nombramiento  de  dignatarios, 
quedando  así  fundada  la  sociedad,  bajo  la  protección  y 
patrocinio  de  la  Santísima  Virgen  de  los  Remedios,  patro- 
na  de  la  ciudad. 

El  Sindicato  ha  marchado  perfectamente  bien,  y  hoy 
disfruta  de  un  gran  crédito  en  la  ciudad,  con  un  capital 
de  mil  pesos  oro  ($  1,000),  que  está  en  movimiento  con 
préstamos,  bien  asegurados,  hechos  a  los  mismos  so- 
cios. Esta  obra  presenta  un  aspecto  admirable  en  orden  a 
la  religión,  trabajo,  economía,  honradez  y  buena  conducta 
del  obrero. 

CAJA    DOTAL  PARA    SEÑORITAS    HIJAS    DE  MARÍA 

Otra  institución  de  gran  porvenir  para  Ríobacha  y  de 
carácter  eminentemente  religioso  y  social,  es  la  Caja  Dotal 
para  señoritas  hijas  de  María,  que  hace  un   año  se  fundó. 

Esta  obra,  como  las  anteriores,  cuenta  con  sus  esta " 
tutos  y  reglamento  propios,  por  los  cuales  se  rige  y  gobier- 
na, cuya  Junta  Directiva  la  componen  las  mismas  hijas 
de  María,  a  quienes  el  Director  ha  tenido  y  tiene  el  cuida- 
do de  instruir  minuciosamente  en  las  materias,  que  a  ellas 
puedan  incumbir,  de  acción  social. 

Muy  bien  va  la  Caja  Dotal,  y  las  señoritas  hijas  de  Ma- 
ría la  llevan  con  una  escrupulosidad  y  corrección  impon- 
derables. La  Caja  cuenta  hoy  con  más  de  quinientos  pesos 
oro  ($  500),  con  los  cuales  hanse  comenzado  a  hacer  prés- 
tamos a  las  mismas  asociadas,  con  resultados  muy  prác 
ticos  en  orden  al  bienestar  de  las  mismas. 

Estas  tres  obras  sociales.  Sindicato,  Caja  Dotal  y  Caja 
Escolar,  están  llamadas  a  reformar  las  costumbres  de  la 
población,  a  sostener  su  fe  y  religión  y  a  llevarla,  sin  vio- 
lencia, por  las  vías  del  orden,  de  la  justicia,  del  trabajo  y 
de  la  economía. 

Es  tal  su  florecimiento  actual,  que  en  las  fiestas  que 
han  tenido  lugar  en  la  ciudad  con  motivo  del  Congreso 

Misiones  católicas— 9 


—  130  — 

Mariano,  han  celebrado  una  Asamblea  Social,  en  la  cual 
han  tomado  parte  las  tres  entidades,  con  aplauso  de  toda 
la  población. 

PRENSA  CATÓLICA 

Muy  poco  es  lo  que  se  puede  hacer  en  el  Vicariato  en 
este  sentido,  por  falta  de  elementos;  sin  embargo,  con  al 
gún  esfuerzo  se  han  podido  publicar,  por  espacio  de  diez 
años  consecutivos,  los  Ecos  de  la  Misión,  órgano  de  los 
intereses  generales  del  Vicariato.  Además  publicóse  por 
algún  tiempo  en  Ríohacha  un  diario  llamado  La  Voz  de 
Riohacha,  de  carácter  católico. 

En  Villanueva  vio  la  luz  pública  un  semanario  que  se 
titulaba  Sierra  Negra,  bajo  la  dirección  de  unos  jóvenes  ' 
católicos ;  pero  con  la  muerte  del  Cura  propio,  doctor  Sil- 
vestre L.  Daza,  se  suspendió  la  publicación.  En  diferentes 
ocasiones  se  han  publicado  en  las  ciudades  de  Ríohocha, 
Valledupar  y  San  Juan  de  César,  algunos  otros  diarios  de 
carácter  político  más  o  menos  católicos ;  mas  ninguno  de 
ellos  enteramente  hostil  a  la  religión. 

Hoy  se  publican  los  Ecos  de  la  Misión,  bajo  la  direc- 
ción de  los  Padres  Misioneros,  y  la  Hojita  Parroquial  en 
Ríohacha ;  otra  Hojita  Parroquial  en  San  Juan  de  César, 
bajo  la  competente  dirección  del  señor  Cura  don  Manuel 
A.  Dávila,  y  La  Lucha,  a  cargo  del  señor  Juan  Parodi. 


131 


TERCERA  PARTE 


MISIONES  ENTRE  INFIELES 

Con  lo  dicho  queda  sucintamente  indicada  la  esfera 
de  acción  y  brevemente  detallados  los  trabajos  apostólicos 
de  los  Padres  Misioneros  en  los  pueblos  civilizados  que 
forman  parte  muy  principal  del  Vicariato  de  La  Goajira. 
Ahora,  en  esta  tercera  parte,  paso  a  informar  a  Vuestra 
Señoría  Ilustrísima  y  a  los  honorables  miembros  de  la 
Junta  Arquidiocesana  de  Misiones,  sobre  la  labor  de  los 
mismos  Misioneros  en  los  territorios  de  infieles. 

Todos  los  principales  trabajos  de  los  Padres  Misioneros, 
entre  infieles,  giran  alrededor  del  gran  eje  de  la  institución 
de  orfelinatos,  clave  de  verdadera  civilización  e  indestruc- 
tible soporte  de  toda  su  acción  evangélica. 

Como  he  tenido  el  gusto  de  manifestar  a  Vuestra  Se- 
ñoría Ilastrísima  en  las  relaciones  de  los  años  anteriores, 
la  Misión  tiene  a  su  cargo  cuatro  Orfelinatos  para  niños 
indígenas  de  ambos  sexos  :  dos  en  la  Península  Goajira  y 
dos  en  la  Sierra  Nevada.  Aunque  se  puede  afirmar  que  es 
común  a  todos  lo  que  del  progreso  y  buena  marcha  de  uno 
de  ellos  se  diga,  por  ciertas  fases  diferentes  que  presenta 
cada  uno,  que  los  hace  muy  necesarios,  voy  a  particula- 
rizar. 

ORFELINATO  DE  SAN  ANTONIO  . 

Comienzo  por  el  Orfelinato  de  San  Antonio,  que  es 
el  más  antiguo  y  cuya  fotografía  adjunto.  La  perspectiva 
que  presenta  es  sugestiva  y  llama  poderosamente  la  aten- 
ción, no  sólo  de  los  civilizados,  sino  también  de  los  mismos 
indios  que  transitan  junto  a  él.  Cuenta  con  amplios  salo- 
nes de  dormitorio,  completamente  separados  ;  con  salas  de 
escuela,  adornadas  de  cuadros  murales  de  Historia  Natu- 
ral e  Historia  Patria;  espaciosos  corredores  que  ponen  en 
comunicación  todo  el  edificio  para  la  mayor  vigilancia ; 
con  servicios  de  cocina  y  despensa  ventilados  e  higiénicos; 
oon  grandes  patios  de  recreo  y  juego  para  ambos  sexos, 
todo  independiente,   menos  la  capilla,  que  es  común.   A 


--  132  — 

pesar  de  esto,  el  edificio  es  insuficiente  para  el  número  de 
niños,  cuyas  necesidades  aumentan  cada  día,  a  medida  que 
progresan  en  la  vida  civilizada. 

En  este  mismo  año  se  han  reformado  la  cocina,  des- 
pensa y  salones  de  los  niños,  en  todo  lo  cual  se  han  gastado 
más  de  mil  pesos  oro  ($  1,000). 

El  personal  docente  de  este  establecimiento,  como  el 
de  los  demás,  está  compuesto  de  un  Director  y  dos  profe- 
sores para  la  sección  de  niños,  y  una  Directora  y  dos  pro- 
fesoras para  la  sección  de  niñas.  Este  personal  es  poco 
para  sostener  el  movimiento  instruccionista  de  la  casa  ;  y 
si  no  fuese  porque  además  de  la  Directora  y  de  las  dos 
profesoras  hay  dos  religiosas  más  en  cada  uno  de  los  esta- 
blecimientos, o  por  lo  menos  una,  imposible  que  se  pudiera 
atender  a  su  gobierno  y  buena  marcha. 

Bien  sabe  Vuestra  Señoría  Ilustrísima  cómo  y  de  qué 
manera  se  mueven  en  los  establecimientos  de  enseñanza 
los  religiosos  que  están  a  cargo  de  ellos;  pues  de  igual 
manera  pasa  en  nuestros  Orfelinatos.  Muchas  veces  los  he 
visitado,  y  ni  siquiera  el  rato  de  descanso  que  natural- 
mente se  da  a  los  profesores  y  maestros  en  los  colegios,  he 
visto  que  se  toman  los  que  los  dirigen  :  sobre  todo  las  reli- 
giosas, quienes  no  tienen  ni  un  momento  de  solaz,  ocupan- 
do los  ratos  que  podemos  decir  de  recreo,  en  faenas  propias 
o  de  la  casa. 

PENSUM  ESCOLAR 

No  son  ya  las  primeras  letras  y  algunos  rudimentos 
de  instrucción  religiosa,  como  materia  acomodada  a  unos 
niños  que  acaban  de  salir  del  salvajismo,  lo  que  sólo  se 
enseña  a  los  educandos  de  nuestros  Orfelinatos  ;.  es  todo 
un  pensum  escolar,  en  sus  diferentes  grados  de  materias 
y  secciones  ínfima,  media  y  elemental,  el  plan  de  estudios 
de  estas  casas. 

INSTRUCCIÓN  INTELECTUAL 

Organizada  la  enseñanza  como  en  las  escuelas  urba- 
nas nacionales,  los  niños  goajiros  aprenden  allí  Caligrafía 
en  sus  diferentes  formas  ;  Gramática  en  todas  sus  partes  : 
declinación  del  artículo,  conjugación  del  verbo  y  análisis 
de  oraciones ;  Aritmética,  con  sus  cuatro  operaciones  de 
enteros,  decimales  y  quebrados ;  Geografía  Universal,  con 
conocimiento  de  casi  toda  Europa;  Geografía  de  Colombia, 


—  133  — 

con  sus  Departamentos,  mares,  cordilleras,  lagos,  puertos, 
etc.,  etc. ;  Catecismo  entero  de  Astete,  Antiguo  y  Nuevo 
Testamento  y  Religión,  con  la  explicación  de  los  misterios 
de  nuestra  sacrosanta  Iglesia ;  Historia  Patria,  con  todas 
sus  épocas  principales,  conocimiento  de  los  hechos  más 
notables  en  cada  una  de  ellas  :  Independencia  y  sus  heroi- 
cos proceres  ;  Instrucción  cívica,  con  los  deberes  y  derechos 
que  como  ciudadanos  tienen  ;  cuál  es  su  patria,  Gobierno 
y  en  cuántas  clases  se  divide ;  cómo  es  su  bandera  y  qué 
significa  ;  cómo  deben  defenderla  y  a  qué  les  obliga  el 
nombre  de  colombianos. 

OPINIÓN  AUTORIZADA 

El  continuo  e  intenso  trabajo  del  personal  docente  en 
lo  referente  a  la  enseñanza  de  los  niños  es  tal  que,  sin 
pecar  de  exagerado,  puedo  decir  de  todos  los  Orfelinatos 
lo  que  el  doctor  Santiago  Lleras,  Visitador  Fiscal  del 
Departamento  del  Magdalena,  dijo  al  presenciar  este  año 
los  exámenes  de  ñn  de  curso  en  San  Antonio: 

"No  admiro  el  adelanto  de  los  niños  ni  que  respondan 
con  tanta  precisión  a  las  preguntas  que  se  les  están  ha- 
ciendo ;  lo  que  más  me  asombra,  pues  he  sido  institutor, 
es  el  trabajo  constante  y  consagración  continua  de  los 
maestresala  enseñanza;  este  adelanto  supone,  de  parte 
del  elemento  docente,  un  trabajo  fuera  de  toda  pondera- 


ción." 


ORFELINATO  DE  NAZARET 


En  la  importante  comarca  de  La  Goajira,  llamada  Ma- 
cuira,  está  fundado  este  Orfelinato,  cuya  acción  civiliza- 
dora se  extiende  hasta  Castilletes  (pueblo  civilizado),  línea 
divisoria  entre  Colombia  y  Venezuela,  por  la  parte  oriental 
de  la  misma  península. 

El  edificio  es  bellísimo,  en  lo  que  cabe,  como  se  deja 
ver  en  el  fondo  de  la  fotografía,  trazado  y  levantado  bajo 
la  competente  dirección  del  muy  Reverendo  Padre  An- 
tonio de  Valencia,  Director  del  establecimiento.  En  el 
centro  se  destaca  la  iglesia,'  de  artístico  frente,  que  da 
a  la  plaza  y  mide  16,20  x  11,20.  Las  naves  laterales 
tienen  4  metros  dé  altura  y  la  central  6.  La  construcción 
de  la  capilla  es  mixta:  zócalos  de  piedra  y  cemento, 
paredes  de  madera ;  el   pavimento  es  de  piedra  y  cemento; 


—  134  — 

la  torre  mide  12  metros,  la  cual  sirve  de  guía  y  orientación 
a  los  viajeros  de  aquellas  pampas. 

La  sección  de  niños  tiene  dos  hermosos  salones  de  20 
y  21  metros  de  largo,  respectivamente,  los  cuales,  conve- 
nientemente divididos,  sirven  para  dormitorio,  escuela  y 
habitación  de  los  profesores.  La  construcción  es  de  baha- 
reque  y  el  techo  de  cinc. 

La  sección  de  niñas  consta  asimismo  de  dos  grandes 
salones  que  miden  20  y  29  metros  cada  uno,  los  cuales  sir- 
ven para  dormitorio  de  niñas,  Hermanas,  comedores,  boti- 
ca y  sala  de  labor.  Tanto  la  parte  del  edificio  destinada 
para  niñas  como  la  destinada  para  niños  tienen  galerías 
interiores  que  miden  15,50x3,50  que  son  de  grande  pro- 
vecho. 

Junto  a  los  grandes  salones  dichos  de  la  sección  de 
niñas,  encuéntranse  varias  piezas  que  sirven  para  el  servi- 
cio de  cocina,  despensa,  etc.,  etc. 

En  el   Orfelinato  existe  un  departamento  destinado 
exclusivamente  para  niños  rescatados,  con  sala,  dormitorio 
y  sala  de  estudio,  que  mide  12,20x4,50,   ccn  el  correspon-  - 
diente  patio  de  recreo. 

Las  enfermerías  están  algo  separadas  del  cuerpo  del 
edificio  principal,  y  consisten  en  dos  casas  que  miden,  cada 
una  de  ellas,  10  x  5  metros. 

El  Reverendo  Padre  Director  tiene  una  casa  de  11,20 
x4,20,  construida  de  bahareque  y  techo  de  paja. 

Para  recreo  de  los  niños  cuenta  el  edificio  con  tres 
grandes  patios  completemente  separados,  que  miden,  el 
primero,  25x  13  ;  el  segundo,  30x  25,  y  el  tercero,  50  X  21; 
todos  ellos  cercados  por  tapia  de  estantillos  de  madera  y 
barro. 

Todo  este  edificio,  comprendiendo  la  iglesia,  tiene  35 
puertas  y  65  ventanas  grandes. 

MARCHA   PROGRESIVA  DEL  ORFELINATO 

Los  interesantes  grupos  que  acompaño  demuestran  y 
patentizan  el  progreso  de  este  Orfelinato,  que  se  deja  sen- 
tir por  toda  la  región  de  la  Macuira,  habitada  por  más  de 
veinte  mil  indios,  quienes  directa  o  indirectamente  parti- 
cipan de  la  influencia  bienhechora  de  esta  casa  de  ense- 
ñanza y  educación. 

Para  que  se  viera  mejor  la  enorme  diferencia  que, 
existe  entre  los  niños  educados  y  los  que  aún  ostentan  los 


Una  niña  goajira  pronunciando  un^discurso. 


Orfelinato  de  San  Antonio  (Goajira). 


—  135  — 

andrajos  del  salvajismo,  no  me  sería  difícil  presentar  dos 
-grupos  diferentes ;  pero  me  abstengo  de  ello  porque  Vues- 
tra Señoría  Ilustrísima,  penetrando  al  través  del  grupo  que 
le  presento,  verá  cómo  al  calor  de  la  instrucción  va  des- 
apareciendo la  rudeza  natural  del  salvaje  y  formándose 
en  los  niños  un  carácter  apacible,  dulce  y  muy  conforme 
con  las  reglas  de  la  buena  educación. 

INSTRUCCIÓN  RELiaiOSA 

Base  y  fundamento  de  todo  progreso  y  civilización  es 
la  instrucción  religiosa,  el  conocimiento  del  verdadero  Dios 
y  el  culto  que  se  le  debe,  por  ser  Creador  y  Señor  do  todo. 
Mayormente  sucede  esto  hablando  de  la  catequización  de 
salvajes;  de  ahí  que  los  Padres  Misioneros,  como  sólido 
sostén  de  todos  sus  planes  y  esfuerzos  en  favor  de  la  raza 
indígena,  hayan  puesto  la  instrucción  religiosa. 

Y  en  reahdad,  nunca  más  acertado,  puesto  que  la  in- 
dómita soberbia  del  goajiro  sólo  puede  aquietarse  ante  el 
conocimiento  de  un  Dios  que  lo  ha  de  juzgar;  sus  instintos 
de  sangre  y  venganza  no  se  apagan  sino  ante  el  conoci- 
miento de  un  Jesús  Redentor,  que  con  la  muerte  supo  per- 
donar ;  la  aspereza  y  tosquedad  de  sus  costumbres  no  se 
cambian,  sino  ante  las  dulces  prácticas  de  nuestra  religión; 
sus  malos  e  inveterados  hábitos  no  se  sofocan,  sino  ante 
las  virtudes  de  pureza  y  santidad  de  nuestro  Código 
Santo. 

PRÁCTICAS  PIADOSAS 

Traída  a  la  práctica  la  enseñanza  religiosa  que  en  los 
Orfelinatos  se  da  a  los  niños,  éstos,  conscientes  de  lo  que 
hacen,  apenas  despiertan  invocan  a  Dios;  van  a  la  iglesia 
en  comunidad;  y  con  gran  fervor  rezan  las  oraciones  del 
cristiano ;  oyen  con  devoción  la  santa  misa,  y  con  gran 
piedad  reciben  frecuentemente  la  santa  Comunión;  an- 
tes y  después  de  la  comida  rezan  sus  preces ;  por  la  tar- 
de el  santo  rosario,  y  antes  de  entregarse  al  sueño  elevan 
al  cielo  su  última  plegaria. 

FIESTAS  DE  LA  IGLESIA 

Las  fiestas  del  ciclo  eclesiástico  anual  aparecen  ante 
los  educandos  con  el  esplendor  y  grandeza  que  son  pecu- 
liares de  cada  una  de  ellas :  la  Natividad  de  Nuestro  Señor 


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y  la  fiesta  de  Reyes  las  celebran  con  graciosos  cantos  ai 
Niño  Dios ;  la  Semana  Santa,  con  el  recogimiento,  devo- 
ción y  seriedad  propios  de  los  santos  misterios  que  en  tan 
solemnes  días  se  conmemoran ;  Resurrección  y  Corpus 
Christi,  con  cantos  de  alegría,  y  las  festividades  de  la 
Santísima  Virgen,  con  aromosas  flores  de  prácticas  de  gran 
amor  y  ternura. 

La  instrucción  religiosa,  las  prácticas  de  piedad  y  la 
celebración  de  las  fiestas  de  la  Iglesia,  han  alcanzado  tales 
proporciones  en  estos  establecimientos,  que  poco  tienen  que 
envidiar  sus  educandos  a  los  que  se  instruyen  en  los  otro& 
centros  de  enseñanza  de  la  Nación. 

ASOCIACIONES 

No  se  limita  el  movimiento  religioso  a  lo  que  acabo  de- 
decir, sino  que,  para  tjsegurar  las  prácticas  de  piedad  y 
para  estíraulo  de  los  niños  de  ambos  sexos,  al  igual  de  otros 
Colegios,  sin  gran  esfuerzo  los  Reverendos  Padres  Misio- 
neros han  fundado  en  sus  respectivas  casas,  asociaciones, 
tales  como  la  Congregación  de  Hijas  de  María  para  las 
niñas  más  piadosas  que  han  hecho  la  primera  comunión ; 
la  Congregación  de  San  Luis  Gon zaga,  para  jóvenes;  el 
Rebaño  de  la  Divina  Pastora,  para  los  menores,  y  la  Cru- 
zada de  María,  contra  el  pecado  mortal,  para  todos. 

Se  ve  pues  en  los  Orfelinatos,  gracias  a  Dios,  un  gran 
movimiento  religioso ;  la  acción  benéfica  de  las  enseñan- 
zas de  la  Iglesia  en  el  corazón  de  los  niños,  el  reinado  á& 
Cristo  Jesús  en  sus  almas,  la  caridad  formando  una  mis- 
ma familia,  el  evangelio  catequizando  y  transformando  el 
carácter  del  niño  salvaje,  llenándolo  de  honradez  y  hacién- 
dolo bueno  para  las  patrias  temporal  y  eterna 

INFLUENCIA  NACIONAL 

De  lo  expuesto,  como  lógica  consecuencia  se  deduce 
la  poderosa  influencia  que  en  el  ánimo  de  los  niños  ejerce 
la  educación,  nacionalizándolos  y  sembrando  en  su  cora- 
zón las  fecundas  semillas  del  patriotismo,  lo  cual  se  ve 
palpablemente  en  el  Orfelinato  de  Nazaret,  por  sus  condi- 
ciones fronterizas.  Este  Orfelinato  está  situado  a  ocho 
horas  de  la  línea  divisoria  entre  Colombia  y  Venezuela ; 
pero  de  tal  manera  liega  hasta  aquella  región  la  influencia 
comercial  de  Venezuela,  que  si  no  fuese  por  el  Orfelinato,, 
más  bien  parecería  venezolana  que  colombiana. 


O 

a 
< 


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Por  toda  la  región  oriental  circula  la  moneda  venezo- 
lana, con  desprecio  de  la  nuestra ;  el  comercio,  compra  y 
venta  de  artículos,  comestibles,    herramientas,  muebles,, 
etc.,  eic ,  todo  es  venezolano. 

Los  indios  venden  sus  reses,  cueros,  queso,  dividivi 
y  otros  productos  a  Venezuela,  pareciendo  que  aquella 
gran  porción  de  territorio  sea  venezolano  más  bien  que 
colombiano,  como  es  en  realidad  y  de  derecho. 

El  Orfelinato  es  pues  la  entidad  que  sostiene  allí  la 
nacionalidad  colombiana,  inspirando  en  ella  a  los  nifios 
que  en  él  se  educan,  ensenándoles  sus  leyes,  su  Constitu- 
ción y  su  Gobierno ;  y  en  los  actos  públicos  y  veladas,  se 
esfuerza  en  hacer  renacer  en  ellos  el  espíritu  patrio,  el 
amor  a  Colombia,  por  medio  de  discursos,  poesías  y  cantos. 

FUNDACIÓN  DE  NUEVOS  PUEBLOS  COLOMBIANOS 

No  se  limita  la  labor  patriótica  de  los  Misioneros  a  lo 
que  acabo  de  relatar,  sino  que  se  ha  intensificado  de  modo 
prodigioso  con  la  fundación  de  nuevos  pueblos  colombia- 
nos, en  su  constitución,  forma  y  comercio,  formados  por 
jóvenes  educados  en  la  casa. 

Ha  comenzado  ya  el  nuevo  pueblo  de  Nazaret,  bajo 
muy  buenos  auspicios,  con  seis  matrimonios  ejemplares 
a  quienes  se  les  han  construido  casas,  todas  iguales,  que 
miden  9x4,50,  con  división  interior,  tres  puertas  y  cuatro 
ventanas.  Pero  la  materialidad  del  pueblo  no  es  nada,  si 
se  estudia  y  tiene  en  cuenta  la  trascendencia  social  que 
supone  el  estar  constituido  por  seis  familias  honradas,  con 
vida  propia,  por  su  aplicación  al  trabajo  y  comercio,  y  por 
el  grado  de  civilización  que  las  dota  y  caracteriza. 

Los  jóvenes  casados  trabajan  en  la  Granja  Agrícola 
del  Orfelinato,  se  les  dan  cincuenta  centavos  diarios,  y  a  la 
vez  una  porción  de  terreno  para  que  la  trabajen  por  su 
cuenta,  y  dispongan  libremente  del  fruto  de  sus  fatigas. 
Al  mismo  tiempo,  a  los  que  lo  desean  y  tienen  aptitud 
para  ello^fse  les  deja  completamente  libres  para  que  nego- 
cien en  compra  y  venta  de  artículos  que  la  misma  Misión 
les  proporciona,  a  precio  de  factura  y  con  dinero  colom- 
biano. 


—  138 


COOPERATIVA  DE  CONSUMO 


La  actividad  asombrosa  del  muy  Reverendo  Padre 
Antonio  de  Valencia  le  ha  hecho  idear  la  fundación  de  una 
Cooperativa  de  Consumo,  con  artículos  colombianos,  a  car- 
go de  uno  de  los  jóvenes  más  instruidos,  en  la  cual  se  ten- 
gan todas  las  cosas  necesarias  para  la  vida  y  el  comercio, 
dadas  a  un  precio  módico  y  al  contado,  con  dinero  o  bonos 
que  daría  el  mismo  Padre,  respaldados  por  lo  que  cada  uno 
tuviese  en  Ja  Caja  de  Ahorros  o  que  se  le  debiera  por  su 
trabajo.  Esta  idea  es  excelente,  pues  con  esta  Cooperativa 
de  Consumo,  que  algún  día  puede  elevarse  a  una  casa 
comercial,  se  sentaría  el  dominio  colombiano  allí,  y  los 
indios  perderían  la  idea  de  que  son  venezolanos. 

RESCATE  DE  NIÑOS  INDÍGENAS 

Mucho  es   lo  que  podría  decir  sobre  este  asunto,  pero, 
por  la  claridad  y  precisión  con  que  lo  expone,  dejo  en  ma- 
nos del   muy   Reverendo   Padre  Antonio  de  Valencia,  y 
traslado  aquí  íntegro  el  informe  que  dicho  padre  se  ha  ser 
vido  mandarme.  Dice  así: 

"TRATA  DE   INDIOS  GOAJIROS 

"La  trata  de  indios  goajiros  viene,  desde  tiempo  inme- 
morial, efectuándose  en  varios  puertos  de  la  sosta  goajira, 
principalmente  en  Castilletes,  pueblo  dividido  por  la  línea 
que  marca  los  límites  de  Colombia  con  Venezuela,  en  la 
parte  oriental  de  La  Goajira,  puerto  de  mar  adonde  llegan 
constantemente  embarcaciones  venezolanas.  Ha  sido  siem 
pre  causa  principal  de  este  inicuo  negocio  el  hambre  que 
en  los  fuertes  veranos  y  en  tiempo  de  sequía  ha  atormen 
tado  a  los  moradores  de  la  península. 

''Los  mismos  padres  de  los  niños,  otras  veces  los  tíos, 
son  los  que  venden,  a  cualquier  pre<ño,  esta  triste  mercan- 
cía, por  menos  valor,  muchas  veces,  que  lo  que  piden  por 
un  par  de  ovejas.  Pero  lo  más  ordinario,  cuando  el  ham- 
bre es  mucha,  es  que  salgan  comisionados  por  La  Goajira, 
con  maíz,  panela  y  ron,  a  comprar  niños,  como  saldrían  a 
comprar  reses  y  queso.  Estos  traficantes,  que  más  suelen 
ser  indias  goajiras  que  conocen  ya  el  terreno,  buscan  y, 
en  realidad,  consiguen  niños,  que  unas  veces  los  pagan  en 


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la  misma  ranchería,  y  otras,  que  son  las  más,  conducen  a 
Castilletes  las  familias  y  niños  comprados,  y  allí  son  pa- 
gados por  los  que  tienen  este  negocio. 

"Esta  forma  y  manera  de  venta,  diríamos  voluntaria, 
causada  por  la  penuria  y  escasez,  es  de  suyo  tristísima  y 
lastima  a  toda  persona  que  conserve  algo  de  corazón  y 
sentimientos  de  humanidad;  pero  es  muchísimo  más  triste 
y  aflictivo  cuando  esos  pobres  niños  son  arrancados  vio- 
lentamente del  lado  de  sus  padres  y  llevados  a  vender. 

^'Los  indios  o  parcialidades  más  fuertes  se  vengan  de 
agravios  recibidos,  se  compensan  de  robos  de  animales  o 
deudas — claro,  más  o  menos  reales, — quitándoles  uno  o 
más  hijos,  a  su  antojo,  a  los  débiles  y  de  poca  importan- 
cia, con  la  agravante  de  caer,  víctimas  de  este  despojo,  jó- 
venes de  quince  y  veinte  años,  las  cuales  no  gozan  de  se- 
guridad alguna  ni  consideración,  en  manos  de  sus  rapto- 
res. Por  lo  general,  cuando  esto  sucede,  los  indios  más 
ricps  se  quedan  con  esta  parte  de  botín  en  calidad  de  es- 
clavos o  los  venden  a  cualquier  precio,  o,  lo  que  es  peor, 
los  matan  por  cualquier  sospecha  o  capricho. 

"ESCLAVITUD  DE  CONTRATO 

"Existe  otra  manera  o  forma  de  trata  o  venta  disfra- 
zada con  el  nombre  de  contratado  para  el  trabajo.  Estos  in- 
dios son  ya  hombres  que.  impelidos  por  el  hambre,  llegan 
con  frecuencia  <\  Castilletes,  solos  o  en  grupo,  y  se  contra- 
tan para  trabajar  en  Venezuela.  Allí  mismo,  antes  de 
partir,  reciben  maíz  y  panela  a  cuenta  de  su  trabajo:  ar- 
tículos que  entregan  a  algunos  de  su  familia  y  se  embar- 
can. Una  vez  en  el  punto  al  cual  han  sido  destinados,  no 
siempre  consiguen  su  libertad;  antes,  al  contrario,  se  les 
trata  como  esclavos,  sin  dejarles  ver  ya  nunca  su  tierra 
ni  su  familia. 

"Está  sucediendo  el  caso  en  la  actualidad,  y  así  mu- 
chos más,  de  uqos  indios  goajiros  que  se  contrataron  hace 
algunos  años  para  trabajar  en  una  de  las  fincas  venezola- 
nas, quienes  de  mil  formas  y  maneras  piden  volver  a  su 
tierra,  y  los  dueños  que  los  tienen  a  su  cargo  no  los  dejan. 

"obra  de  rescate  de  niños  goajiros 

"Después  de  lo  que  llevo  dicho,  aunque  de  modo  bre- 
ve y  compendioso,  paso  a  dar  una  idea  de  nuestra  obra  de 
rescate  de  niños  indígenas  en  este  Orfelinato. 


—  140  — 

"Nunca  acabaré  de  lamentar  el  tiempo  que  tardó  en 
fundarse  esta  casa  y  los  meses  que  después  se  pasaron 
antes  de  dar  principio  a  la  salvadora  obra  de  rescate  de 
niños.  £s  verdad  que  al  tratar  de  desviar  la  corriente  de 
niños  vendidos,  y  que  las  goletas  trasladaban  semanal- 
mente  a  Venezuela,  no  hubiéramos  tenido  habitación  ni 
siquiera  simples  techos  para  tantos  rescatados;  hubiera 
tenido  que  fabricar  todo  un  pueblo  para  ellos  y  disponer 
de  una  cuarta  parte  del  Tesoro  Público  para  sustentar  y 
vestir  a  tantos  niños  como  se  hubiesen  reunido. 

'*En  los  días  en  que  se  fundó  este  Orfelinato  y  Su  Se- 
ñoría Ilustrísima  estaba  gestinando  en  Bogotá  el  asunta 
de  rescate  de  indígenas,  hallábase  en  todo  su  apogeo  este 
cruel  comercio.  E)i  cuatro  meses  ~m.e  escribió  en  aquellos 
días  una  señora  de  Maracsiibo  —  habían  llegado  a  aquella 
plaza  cerca  de  ochocientos  goajiros,  entre  niños  vendidos  ¡/ 
jóvenes  contratados  para  trabajar. 

"Esto  nos  arrancaba  el  alma,  y  no  sabíamos  qué  hacer 
para  impedir  tan  horroroso  tráfico.  Acudíamos  a  las  auto- 
ridades civiles  colombianas  que  se  encontraban  en  Casti- 
lletes, y  nos  decían  que  a  la  vista  de  ellos  no  se  hacían  esas 
compras;  imponíase  de  ello  al  Comisario  Especial,  tomaba 
éste  alguna  providencia,  pero  se  estrellaba  ante  la  perspi- 
cacia y  maldad  de  los  traficantes,  que  se  ocultaban  para 
hacer  este  negocio. 

"Así  las  cosas,  nos  esforzamos  en  comenzar  el  rescate 
por  nuestra  cuenta,  con  dos  niñas,  cuya  historia  voy  a  re- 
latar. 

"LAS  DOS   PRIMERAS  NIÑAS   RESCATADAS 

"La  primera  tenía  trece  años,  hermana  de  un  niño- 
que  teníamos  en  la  casa,  la  cual  hacía  mucho  tiempo  en- 
contrábase en  poder  de  una  familia  rica  indígena,  por  deu 
das  antiguas.  Grande  era  el  peligro  que  esta  joven  corría; 
fui  a  la  ranchería  en  donde  se  hallaba;  intenté  su  rescate,  y 
después  de  mil  vueltas  y  revueltas  pude  libertarla  y  con- 
ducirla al  Orfelinato.  La  segunda  tenía  diez  años  :  ésta  se 
encontraba  en  calidad  de  libre  en  nuestra  casa  ;  pero  suce- 
dió que  estando  esta  niña  en  su  ranchería,  adonde  había 
ido  para  ver  a  su  madre  enferma,  hubo  una  muerte  en 
estos  lugares,  y  sólo  por  ser  el  matador  de  la  casta  de  esta 
joven,  fueron  los  ofendidos  y  lleváronse  a  la  madre  y  dos 
hijas.  A  la  madre  la  vendieron,  y  a  las  dos  hijas  las  entre- 


'  '-•!»: 


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—  141  — 

garon  a  la  familia  del  muerto,  la  cual  vendió  una-  Impues- 
to de  este  suceso,  fui  e  intenté  el  rescate  de  la  que  quedaba, 
lo  que,  gracias  a  Dios,  pude  conseguir. 

"A  pesar  de  ser  esta  obra  redentora,  no  dejaba  de  tener 
mis  miedos,  debido  a  las  Encíclicas  de  los  Sumos  Pontífi- 
ces prohibiendo  esas  ventas  y  vejaciones  de  los  indios.  Yo 
me  decía  a  mí  mismo  :  esto  que  nosotros  hacemos  no  es 
negocio,  no  es  vejamen,  ni  maltrato;  nosotros  deseamos  a 
«stos  niños  para  hacerlos  cristianos,  para  darles  libertad, 
para  hacerlos  ciudadanos  conscientes  de  sus  derechos  y  de- 
beres ;  antes  es  un  bien  para  la  patria  no  dejando  salir  de 
allá  a  estos  niños.  En  estas  dudas  andaba,  cuando  se  me 
ocurrió  buscar  algo  sobre  el  particular  en  la  obra  :  Collec- 
tanea  S.  Congregationis  de  Progaganda  Fide.  Y,  efectiva 
mente,  en  la  consulta  número  593  encontré  lo  que  traduz- 
co y  copio  literalmente  : 

'Pero  como  muchos  de  los  niños  son  vendidos  en  públi- 
cos mercados  por  los  padres  y  parientes,  harán  muy  him 
los  Misioneros  si  compran  de  esos  los  que  puedan,  y  después 
de  hechos  cristianos  procuran  educarlos  en  los  orfeHnatos.' 

''Con  esto  me  animé  a  rescatar  los  niños  que  pudiera 
siempre  que  fueran  presentados  por  sus  padres  o  parientes. 

"SIGUE  EL  RESCATE  DE  NIÑOS  GOAJIROS 

"Estando  yo  en  el  camino  que  cruza  por  frente  ai 
edificio,  el  12  de  marzo  de  1915,  vi  llegar  una  india  monta- 
da en  un  burro,  con  dos  niños  de  dos  años  de  edad.  Un 
fuerte  aguacero  que  en  aquellos  momentos  se  nos  vino  en- 
cima la  obligó  a  desmontarse  y  buscar  refugio  a  la  sombra 
de  un  árbol ;  yo  hice  lo  mismo.  Después  de  hacerle  algunas 
preguntas,  espontáneamente  me  dijo  : 

'' — Cómprame  este  niño,  señalando  al  más  raquítico 
y  acabado. 

'* — Tú  no  eres  su  madre,  le  contesté  sin  vacilar. 

" — No  soy  su  madre,  pero  mañana  vengo  con  ella  y  te 
lo  vendemos. 

"Y  así  sucedió :  presentáronse  las  dos,  y  con  la  mayor 
frescura,  sin  dificultad  alguna,  me  entregaron  y  se  despi- 
dieron de  la  pobre  criatura  sin  mirarla  más  y  aun  riéndo- 
-se  de  los  agasajos  que  prodigué  al  niño.  Pidiéronme  el  mu- 
griento trapo  que  cubría  las  carnes  del  pobre  niño,  como  si 
pidieran  el  hico  con  que  amarran  la  cabra  que  van  a  ven- 
der, y  desaparecieron  de  nuestra  vista. 


~  142  — 

"Confieso  que  esta  escena  me  impresionó  muchísimo- 
y  me  hizo  daño.  Esta  iba -a  ser  la  triste  historia,  poco  más 
o  menos,  de  todos  los  niños  que  de  allí  en  adelante  nos 
fueran  presentados. 

"Cargué  con  aquel  macilento  niño  y  lo  llevé  a  las  Her- 
manas que,  dichosas,  a  la  par  que  compasivas,  le  cortaron 
el  pelo,  lo  enjabonaron,  lo  lavaron  de  pies  a  cabeza  y  lo- 
vistieron. 

"Al  darle  una  taza  de  mazamorra,  no  la  separó  de  la 
boca  hasta  quedar  desmayado  y  medio  privado;  ¡tanta  era 
la  debilidad  y  hambre  que  tenía  !  Y  este  era  otro  triste  y 
desconsolador  aspecto  que  iban  a  presentar  cuantos  nifios^ 
después  de  arreglado  el  rescate  y  dados  a  las  Hermanas, 
.  albergaríanse  en  la  casa. 

''Desde  el  memorable  día  que  acabo  de  indicar,  esta- 
blecióse el  rescate  en  este  Orfelinato.  Pero  no  vaya  a  creer- 
se que  venían  aquí  todos  :  a  esta  casa  nos  traían  los  más 
pequeños,  quienes,  con  rarísimas  excepciones,  eran  de  dos 
a  cinco  años.  Los  mayores  eran  conducidos  a  Castilletes 
px)r  indias  comisionadas,  como  dije  antes,  sin  que  nosotros,. 
a  pesar  de  nuestros  reclamos  y  protestas,  lo  pudiéramos 
evitar 

"Los  rescatados  por  nosotros  desde  el  año  1915  hasta, 
últimos  de  1918  han  llegado  al  número  de  cincuenta  y 
nueve  (59),  que  se  descomponen  así : 

"Varones , 22 

"De  ocho  años 4 

"De  cinco  años 6 

"De  tres  años 8 

"De  dos  años 3 

"De  seis  meses .. .    ..   i      22 

"Niñas  37 

"De  diez  y  siete  años  ...    1 

"De  doce  años 6 

"De  ocho  años 8 

"De  cuatro  años 8 

"De  dos  años     11 

"De  un  año 2 

"Deseis  meses ..  i      37 

"Estos  niños,  como  he   indicado  anteriormente,   con 
raras  excepcioDes,  venían  en  el  último  grado  de  consun- 


—  143  — 

ción  y  enflaquecimiento,  por  el  hambre  atroz  que  habían 
sufrido.  Para  nosotros  era  sumamente  atormentador  ver 
el  estado  tristísimo  en  que  llegaban  a  nuestras  manos  es- 
tos pobres  seres;  pero  sentíamos  un  gran  consuelo  cada 
vez  que  librábamos  a  uno  de  estos  infelices  de  las  garras 
de  la  miseria  y  muerte,  y  lo  regenerábamos  con  las  aguas 
bautismales. 

"  Muchísimo  se  esmeraban  estas  buenas  Hermanas 
Misioneras  en  cuidar,  con  solicitud  especial,  y  reanimar 
a  sus  niños  rescatados;  pero  ¡  hay  !  había  algunos  que  era 
imposible  librarlos  de  la  extenuación  en  que  se  hallaban. 
De  ahí  que,  al  comenzar  el  rescate,  también  el  vuelo  al 
cielo  de  algunas  de  estas  criaturitas.  ¡Eran  como  blanquí- 
simas palomas  que  abandonaban  este  lugar  de  destierro 
para  subir  a  las  alturas  de  la  gloria ;  eran  un  rico  manojo 
de  hermosísimas  y  tiernas  espigas,  tronchadas  por  el  ven- 
daval del  hambre  y  la  miseria;  presentadas  al  Divino  Sal- 
vador como  primicias  de  este  campo  evangélico  ;  eran  las 
primeras  flores  que  de  esta  región  presentaban  los  ángeles 
a  la  Reina  de  los  Cielos  en  su  hermoso  mes  de  mayo!  Y 
desde  aquellos  días  hemos  visto  desaparecer,  uno  tras  otro, 
diez  y  nueve  angelitos  que  nos  llenaban  de  pena  y  amar- 
gura, por  lo  mucho  que  los  queríamos.  Allá  en  el  Cielo 
están  rogando  por  sus  hermanitos  y  por   todos  nosotros." 

Lo  que  dice  el  muy  Reverendo  Padre  Antonio  de  la 
parte  oriental  de  La  Goajira,  de  donde  continuamente  se 
sacan  niños  para  Venezuela,  se  puede  decir  de  la  parte^ 
occidental,  de  donde  también  han  salido  miles  de  niños, 
que  encuentra nse  esparcidos  por  los  pueblos  de  Ríohacha,. 
Barrancas,  Fonseca,  San  Juan  de  César,  Valledupar,  Santa 
Marta,  Barranquilla  y  Cartagena.  En  estos  pueblos  se  ha 
mirado  la  venta  de  indios  pequeños  muy  natural  y  aun 
provechosa  para  los  mismos,  porque  dicen  que  así  se  mejora 
su  situación  pasando  del  estado  salvaje  al  de  civilizado, 
por  el  mero  hecho  de  estar  en  una  casa  de  civilizados. 

En  realidad,  es  una  cosa  clara  y  patente  que  muchos 
niños  mejoran,  si  es  que  tienen  la  suerte  de  caer  en  manos 
de  buenas  familias  que  les  tengan  muchas  consideraciones 
y  se  esfuercen  en  darles  alguna  educación;  pero  esto  no  es 
lo  general,  por  desgracia,  pues  se  ve  que  muchos  niños  son 
tratados  como  esclavos,  por  los  castigos  que  se  les  da  y 
malos  tratos.  Y  aunque  algunas  familias  pueden  decir  que 
los  tienen  en  calidad  de  sirvientes,  es  tan  ominosa  esta  ser- 
vidumbre, sin  que  dichos  niños  disfruten  de  los  derechos 


—  144  — 

de  ciudadano  nunca  jamás,  que  hay  que  eliminar  este 
comercio,  en  cualquier  forma  que  se  haga  y  colorido  que 
se  le  quiera  dar. 

Los  Padres  Misioneros  hacen  cuantos  esfuerzos  están 
a  su  alcance  para  evitar  este  tráfico  inhumano;  pero  se 
estrellan  ante  la  malicia  de  los  que  se  dedican  a  este  nego- 
cio, quienes  tienen  gran  cuidado  en  ocultarse  a  su  vista  y 
a  la  de  las  autoridades,  cuando  éstas  son  celosas  de  la 
libertad  y  prerrogativas  del  ciudadano. 

Considerado  todo  lo  expuesto, ^creo  que  sería  de  gran- 
des resultados  una  comunicación  de  la  honorable  Junta  de 
Misiones  al  Gobierno,  pidiéndole  que  urja  a  las  autorida- 
des civiles,  tanto  del  Territorio  de  La  Goajira  como  de  los 
Departamentos  del  Magdalena,  Atlántico  y  Bolívar,  para 
que  de  cualquier  modo  vigilen  y  eviten  la  compra  y  venta 
de  niños  goajiros.  Sobre  todo,  donde  las  autoridades  deben 
tener  más  vigilancia  es  en  Ríohacha,  Santa  Marta,  Barran- 
ca y  Fonseca. 

ORFELINATO  DE  LA  8IERRITA 

Voy  a  referirme  ahora  al  Orfelinato  de  la  Sierrita. 
Este  Orfelinato  está  situado  en  la  Sierra  Nevada,  en  un 
4)ueblo  que,  en  su  principio,  fue  de  indios  arhuacos,  redu- 
cidos y  cristianizados  más  tarde,  y  hoy  está  compuesto  de 
familias  cristianas  y  laboriosas. 

El  edificio  consta  de  grandes  salones,  cuyo  frente  mira 
a  la  plaza  principal  de  la  población,  dándole  un  bello  as- 
pecto. Estos  salones  están  divididos  y  forman  por  separa- 
do las  habitaciones  destinadas  a  los  niños  y  niñas.  Direc- 
tores y  profesores.  En  el  fondo  del  edificio  se  hallan  las 
piezas  de  servicio :  cocina,  despensa,  etc.,  etc.  El  río  César 
pasa  por  junto  al  edificio,  de  cuyas  aguas  se  sirve  la  casa. 

El  personal  docente  está  completo  :  un  Padre  Director 
y  dos  profesores ;  una  Directora  y  dos  profesoras. 

ARTES  MANUALES 

De  acuerdo  con  la  Ley  39  de  1903,  sobre  catequización 
de  indígenas,  han  unido  los  Padres  Misioneros  a  la  instruc- 
ción intelectual  y  formación  religiosa  de  los  educandos,  la 
enseñanza  de  algunas  industrias  y  artes  manuales,  la  cual 
forma  insensiblemente  en  los  niños  el  hábito  de  trabajo,  y 
les  proporciona  la  manera  de  más  tarde  ganarse  el  pan 
diario. 


—  145  — 

Todos  los  niños,  en  general,  son  muy  industriosos  y 
les  gustan  los  trabajos  manuales.  Así  que  fácilmente  se 
han  podido  establecer  en  San  Antonio,  por  ejemplo,  talle- 
res de  tejidos ;  en  Nazaret,  la  confección  de  sombreros,  y 
en  San  Sebastián  y  La  Sierrita,  la  industria  de  mochilas 
de  fique.  En  estos  trabajos  se  ocupan  indistintamente 
niños  y  niñas.  Los  primeros  suelen  preparar  las  materias, 
y  las  segundas  tejen  mochilas,  sobre  todo  las  que  están  en 
el  Orfelinato  de  San  Sebastián  y  La  Sierrita.  Es  ya  tan 
perfecto  este  trabajo  que  la  Misión  se  surte  de  las  mochilas 
que  en  los  Orfelinatos  se  tejen. 

OFICIOS  DOMÉSTICOS 

í-  El  plan  de  instrucción  y* educación  en  los  Orfelinatos 

se  extiende  a  enseñar  a  las  niñas  todo  aquello  que  un  día 
deben  hacer  como  mujeres  hacendosas.  Así,  junto  con 
la  lectura  y  escritura  se  las  adiestra  en  el  aseo  de  la 
casa,  el  arreglo  de  las  habitaciones  y  dormitorios;  el 
lavado,  planchado  y  servicio  de  la  mesa;  se  las  instruye 
en  cortar,  coser  y  remendar  la  ropa ;  en  bordar,  tejer  y 
hacer  encaje.  Y  esto  es  en  todas  las  cosas,  hasta  el  punto 
de  que  hoy,  tomada  al  azar  una  de  las  niñas,  lo  mismo 
oorta  un  vestido  que  hace  una  comida ;  lo  mismo  labora 
un  encaje  que  remienda  una  falda  ;  lo  mismo  borda  fina- 
mente que  lava  los  platos  y  ollas  de  la  cocina. 

Las  niñas  pues  de  nuestros  Orfelinatos,  salen  de  ellos 
bien  instruidas  y  aptas  para  cualquier  oficio,  y  hasta  para 
constituir  hogar  y  hacerlo  feliz. 

SE  CONFIRMA  LO  DICHO 

No  creo  que  sea  exagerado  lo  que  dejo  dicho  sobre  la 
perfección  con  que  trabajan  las  niñas  goajiras  y  arhuacas 
los  bordados,  calados  y  encajes  ;  pero  por  si  acaso,  precisa- 
mente en  la  exposición  de  labores  que  se  ha  hecho  con 
motivo  del  Congreso  Mariano,  por  la  honorable  Junta  de 
la  Acción  de  Gracias,  se  encuentran  unos  trabajos  hechos 
por  indiecitas  de  los  Orfelinatos,  los  cuales  indudable- 
mente, según  tengo  entendido,  merecerán  por  la  Junta 
Calificadora  algún  título  honorífico. 

Misiones  católicas — 10 


—  146  — 


SEÑALADO  CONTRASTE 


Existe  gran  número,  multitud  de  niñas  que  por  in- 
dolencia de  sus  padres,  por  falsas  preocupaciones  y  erró- 
neas ideas,  no  han  entrado  en  nuestras  casas  de  educación; 
lo  que  hace  que  entre  éstas  y  las  educadas  se  vea  gran 
diferencia  y  señalado  contraste  aun  a  la  vista  de  los  mis- 
mos indios  mayores,  que  se  encuentran  aferrados  a  sus 
perniciosas  costumbres  e  intransigentes  con  todo  lo  que 
diga  civilización  y  progreso. 

Los  mismos  indios  tratan  a  una  joven  educada  en  los 
Orfelinatos  de  diferente  modo  que  a  las  demás.  La  con- 
sideran Y  respetan,  como  suelen  considerar  y  respetar  a 
las  jóvenes  civilizadas ;  convienen  en  sus  formas  y  maneras 
y  en  su  vestido,  aseo  y  costumbres,  adquiridos  en  nues- 
tros centros  de  educación.  La  miran  como  el  oráculo  de  la 
familia  y  la  consultan  en  todos  los  asuntos,  muy  princi- 
palmente en  aquellos  que  tienen  relación  con  los  civili- 
zados. 

CONSOLADOR  CONCEPTO  MORAL  DE  LA  MUJER 

La  consideración  que  los  indios  goajiros  tienen  a  una 
joven  salida  de  nuestras  casas,  y  que  se  ha  ido  a  vivir  con 
sus  padres,  es  digna  de  especial  mención  y  revela  el  gran 
concepto  moral  que  de  ella  tienen  formado.  No  se  limitan 
a  convenir  en  las  costumbres  que  ha  adquirido,  virtudes 
que  la  adornan  y  civilización  que  la  enaltece,  sino  que  es 
tan  grande  el  concepto  que  forman  de  la  libertad  que  la 
educación  le  ha  otorgado,  que  la  exceptúan,  cosa  muy  rara, 
de  la  inexorable  ley  de  venta,  dejando  a  su  voluntad  y  gus- 
to casarse  o  no  casarse,  sin  dejar  de  gozar  de  las  prerrogati- 
vas de  la  familia  y  distinciones  de  la  raza,  lo  cual  sería  im 
posible,. a  no  mediarla  educación  cristiana  que  ha  recibido. 

ORFELINATO  DE  SAN  SEBASTIÁN  DE  RÁBAGO 

Recuerdo  haber  informado  minuciosamente  a  Vues 
tra  Señoría  Ilustrísima  de  este  Orfelinato  en  el  informe 
del  año  pasado;  pero  su  incremento  ha  sido  tal,  y  tan  fe 
cunda  la  acción  de  los  Padres  Misioneros  en  el  presente 
año,  que  merece  ser  mencionado  muy  singularmente  en 
esta  relación. 


a 
o 

o 
be 
ti 


—  147  — 

En  todos,  pero  aquí  más  que  en  los  otros  Orfelinatos 
se  puede  decir  que  está  visible  y  patente  la  mano  protec- 
tora de  la  Providencia.  De  mucho  tiempo  necesitaría  para 
poder  bosquejar  y  presentar  a  Vuestra  Señoría  Ilustrísima 
el  cúmulo  de  dificultades  que  se  han  visto  en  esta  funda- 
ción, y  la  multitud  de  obstáculos  que  la  férrea  voluntad 
de  los  Padres  Misioneros  han  tenido  que  allanar  para  po- 
der llevarla  adelante.  Sin  embargo,  cosa  prodigiosa,  es  el 
Orfelinato  que  tiene  mayor  número  de  niños  y  en  el  cual 
se  han  cosechado,  en  menos  tiempo,  más  abundantes  fru- 
tos de  civilización.  Para  mí,  Ilustrísirao  Señor,  es  tan  pro- 
digioso esto,  que  sólo  me  lo  explico,  habiendo  mediado  la 
protección  de  la  Santísima  Virgen,  bajo  cuyo  amparóse 
ha  puesto  el  establecimiento. 

PODER  DE  LOS  MAMAS 

La  civilización,  con  todo  el  arreo  de  sus  principios  de 
progreso,  adelanto  y  cultura,  ha  encallado,  en  todo  tiempo, 
ante  el  soberano  poder  de  los  mamas,  númenes  de  la  raza 
arhuaca  y  ciegos  sostenedores  de  las  bastardas  tradiciones 
que  las  rigen,  envuelta  en  mil  supersticiones. , 

Para  los  mamas  arhuacos  la  civilización  es  retroceso 
y  degradación,  hasta  el  punto  de  que  cuando  un  indio  en- 
tra entre  ellos,  después  de  haber  adquirido  algún  tinte  de 
civilización,  lo  persiguen  hasta  quemarle  sus  viviendas  y 
desterrarlo  de  la  tribu.  A  los  mamas  hay  que  consultarlo 
todo:  desde  que  el  niño  nace  hasta  que  se  hace  hombre, 
desde  el  primer  acto  de  vida  entre  sus  semejantes  hasta 
el  último.  Hay  que  hacerlo  todo  bajo  la  despótica  y  dia- 
bólica dirección  del  mama.  Si  un  niño  se  ha  de  bautizar, 
si  más  tarde  ha  de  ir  a  la  escuela,  si  luego  ha  de  contraer 
matrimonio,  si  en  su  enfermedad  se  le  han  de  aplicar  tales 
o  cuales  remedios,  si  alguno  de  ellos  ha  de  emprender  un 
viaje,  si  se  ha  de  hacer  una  compra,  etc.,  etc.,  todo,  todo  ha 
de  hacerse  con  el  consejo  del  mama. 

CONFIRMACIÓN  DE  LO  DICHO 

Varios  hechos  podría  aducir  aquí  para  comprobar  la 
verdad  de  lo  que  dejo  expuesto,  pero  valga  uno  por  todos. 
Cuando  dispuse  entrar  en  la  región  de  Motilones,  aconse- 
jado por  algunos  señores  de  Valledupar,  interesados  en  la 
obra,  llamé  a  los  indios  principales  de  San  Sebastián  para 


—  148  — 

que  nos  acompañaran;  respondieron  a  la  cita,  les  gustó  el 
proyecto,  porque  se  les  pagaban  sus  trabajos;  pero  me  di- 
jeron que  tenían  que  consultarlo  con  los  mamas.  De  esta 
consulta  resultó  que  ninguno  me  quiso  acompañar,' por- 
que los  mamas  les  habían  dicho  que  la  expedición  a  los 
Motilones  era  una  temeridad,  y  que  ninguno  de  los  que  en- 
tráramos saldría  salvo. 

PRODIGIOSO  ESFUERZO 

Lo  relatado  deja  comprender  cuan  prodigioso  sea  el 
esfuerzo  que  los  Padres  Misioneros  han  hecho  para  con- 
seguir el  crecido  número  de  niños  que  hoy  existen  en  San 
Sebastián  de  Rábago.  Y  estos  esfuerzos  no  son  de  un  día, 
sino  de  todos  los  momentos,  de  toda  hora,  de  todos  los  días, 
en  todas  las  circunstancias. 

Los  indios  arhuacos,  una  vez  que  pusieron  sus.niños 
en  el  Orfelinato,  mediante  el  voluntario  compromiso  que 
contrajeron,  cuando  una  respetable  comisión  de  ellos  vino 
a  esta  capital,  no  han  perdonado  medio  ni  manera  a  fin 
de  sacarlos  de  la  casa,  influenciados,  naturalmente,  por  los 
mamas.  Hoy  es  un  pretexto,  mañana  es  otro ;  hoy  alegan 
que  algún  miembro  de  la  familia  está  enfermo,  mañana 
que  es  necesario  darles  un  paseo,  por  sus  propias  casas; 
después,  qae  están  enfermos,  y  el  mama  quiere  que  los 
saquen  para  darles  medicamentos.  Y  cuando  otra  cosa  no, 
inventan  que  en  el  Orfelinato  los  tratan  mal,  los  hacen 
trabajar,  no  les  dan  comida,  como  desgraciadamente  su- 
cede en  la  actualidad,  con  la  agravante  de  que  algunos  ci 
vilizados  se  hacen  eco  de  estas  aseveraciones  falsas  y  pro- 
pagan el  descrédito  del  Orfelinato. 

No  es  difícil  que  estas  acusaciones  lleguen  hasta  el 
Cuerpo  Legislativo,  hoy  reunido,  lo  que  siento  en  gran 
manera,  por  cuanto  quizá  alguno  de  los  señores  infor- 
mantes ha  podido  llegar  hasta  el  mismo  San  Sebastián,  y 
personalmente  convencerse  de  la  falsedad  de  cuantas  cosas 
han  podido  decirle  de  la  marcha,  y  trato  que  los  Padres 
Misioneros  dan  a  los  niños,  es  que  rio  lo  hayan  hecho. 

Cosa  cierta  y  real  es  que  no  ha  pasado  un  sólo  día, 
desde  la  fundación  de  este  Orfelinato,  sin  que  hubiesen 
mil  demandas  y  quejas,  con  el  malvado  propósito  de  apar- 
tar a  los  niños,  dignos  de  mejor  suerte,  del  establecimiento 
civilizador  que  en  San  Sebastián  se  ha  fundado. 


-  149  — 

,Los  Misioneros  y  las  Hermanas  que  trabajan  en  aque- 
lla solitaria  región,  privados  de  toda  comodidad,  agotan 
toda  su  paciencia,  inventan  cuantos  recursos  la  caridad 
ofrece,  se  arrastran  y  humillan  ante  los  salvajes,  con  sú- 
plicas y  ruegos,  a  fin  de  recabar  de  ellos  que  dejen  a  sus 
niños  en  la  casa,  lo  que  en  realidad  consiguen;  pero  a  las 
pocas  horas  el  mama  ha  influido  tan  poderosamente  en  el 
corazón  de  sus  adeptos,  que  no  tardan  en  a<^ercarse  al  Or- 
felinato pidiendo  sus  niños.  ¡Cuántos  sufrimientos!  ¡Cuánto 
hay  que  disimular  por  la  causa  de  Dios  y  por  el  engrande- 
cimiento de  la  Patria!  Es  verdad  que  esto  sucede  en  casi 
todos  los  Orfelinatos;  mas  en  ninguno  de  ellos  como  en 
los  de  la  Sierra  Nevada,  por  la  perniciosa  influencia  de  los 
mamúas. 

QUEJAS  A  LAS   AUTORIDADES   CIVILES 

Los  indios  arhuacos,  mal  dirigidos  por  algunos  civili- 
zados que  solapadamente  hacen  la  guerra  a  la  Misión  y 
sus  instituciones,  han  acudido  algunas  veces  a  las  autori- 
dades civiles  del  Valledupar  para  que  éstas  los  apoyen  en 
sus  demandas  y  hagan  valer  sus  derechos  constitucionales. 
Hay  que  tener  presente  que  los  derechos  constitucionales 
que  estos  indios  reclaman  es  vivir  salvajemente,  a  su  mo- 
do, sin  ley  civil  que  los  gobierne,  sin  deberes  que  cumplir, 
sin  penas  que  castiguen  sus  delitos  ;  y  esta  misma  vida  la 
quieren  para  sus  hijos:  de  ahí  su  horror  a  Ja  instrucción. 
Algunos  de  ellos  han  dicho  que  primero  se  matan  que 
entrar  por  las  vías  de  la  civilización. 

Si  el  hombre  está  formado  naturalmente  para  vivir 
en  sociedad  con  sus  semejantes,  hay  que  proporcionarle 
todos  los  medios  que  necesita  para  el  desarrollo  de  aque- 
llas facultades  que  lo  han  de  hacer  verdaderamente  social 
y  poder  disfrutar  así  de  sus  derechos;  pero  mientras  el 
hombre  esté  en  el  salvajismo,  huelgan  para  él  las  garan- 
tías sociales  e  individuales,  porque  no  se  halla  en  aptitud 
de  recibirlas  ni  de  gozar  de  sus  propios  derechos.  Hay  que 
instruirlo  primero,  educarlo  y  acomodarlo  al  goce  de  sus 
derechos  y  al  cumplimiento  de  sus  deberes  para  con  sus 
semejantes,  sociedad  y  pueblo,  de  los  cuales  forma  parte. 
Creo,  pues,  que  cumplan  un  gran  deber  de  humanidad, 
civilización,  religión  y  patriotismo  todos  aquellos  que  se 
valen  de  cuantos  medios  están  a  su  alcance  para  educar  a 
los  niños  indígenas  ;  y  no  lesionan  en  manera  alguna  sus 
derechos,  antes,  al  contrario,  con  la  educación  los  hacen 
aptos  para  gozarlos. 


—  150  — 

Se  dice  que  los  Padres  Misioneros  se  valen  de  ciertos 
castigos  para  obligar  a  los  niños  a  la  asistencia  a  la  es- 
cuela. 

Creo  que  esto  es  muy  raro,  y  si  alguna  vez  sucede  es 
por  obligante  necesidad,  lo  cual  queda  justificado  por  el 
oficio  que  ellos  desonpeñan  en  los  Orfelinatos.  ¿Cuál  es  el 
padre  de  familia  que  teniendo  necesidad  de  usar  de  algún 
pequeño  castigo  para  enderezar  sus  hijos  no  lo  haga,  des- 
pués de  haber  agotado  otros  medios  que  el  cariño  y  la  pru- 
dencia enseñan?  Pues  en  este  caso  se  encuentran  los  Pa- 
dres Misioneros  cuando  llegan,  muy  a  su  pesar,  a  castigar 
a  algún  niño  :  ellos  hacen  el  oficio  de  verdaderos  padres, 
pudiendo  asegurar  que  no  son  más  amados  los  niños  por 
sus  padres  naturales  que  por  los  Misioneros,  que  tanto  se 
empeñan  ea  su  formación  y  educación  completa. 

POR  LA  JUSTICIA 

En  confirmación  de  lo  que  estoy  relatando  sobre  el  es- 
tado de  los  Orfelinatos  y  sacrificios  que  están  haciendo  los 
Padres  Misioneros,  por  su  buena  marcha,  acabo  de  ver  en 
un  periódico  que  se  publica  en  San  Juan  de  César  un  ar- 
tículo con  el  mote  que  lleva  el  título  de  este  párrafo,  en  el 
cual  se  hace  referencia  a  la  obra  de  catequización  de  los 
Padres  Misioneros  de  La  Goajira,  y  que,  por  ser  de  un  tes- 
tigo presencial,  voy  a  reproducir  en  su  mayor   parte. 

"Hemos  leído  en  El  Nuevo  Tiempo  la  entrevista  de  uno 
de  sus  Directores  con  el  Ilustrísimo  y  Reverendísimo  señor 
fray  Atanasio  Vicente  Soler  y  Royo,  Vicario  Apostólico  de 
La  Goajira.  Es  este  un  documento  importante  que  publica 
uno  de  los  diarios  mejor  servidos  de  la  capital  y  que  de- 
berían leer  atentamente  algunos  pesimistas  que  no  quieren 
ver  ni  reconocer  los  benéficos  resultados  de  las  Misiones  de 
la  Goajira,  Sierra  Nevada  y  Motilones.  Refiriéndonos  al 
Orfelinato  más  inmediato  (a  San  Juan  de  César),  el  de  La 
Sierrita,  podemos  asegurar,  con  verdadera  honradez  y  con 
satisfacción  de  católicos,  que  está  allí  levantándose  un  nú- 
mero considerable  de  niños  de  ambos  sexos,  que  serán  muy 
pronto  ciudadanos  aptos,  trabajadores  honrados,  útiles  a  la 
patria.  Personas  de  reconocida  honorabilidad  y  que  tienen 
porqué  saberlo,  nos  han  informado  satisfactoriamente 
acerca  de  los  Orfelinatos  de  San  Sebastián,  Nazaret  y  San 
Antonio. 

"Es  innegable  la  abnegación,  tenacidad  y  celo  con  que 
los  Reverendos  Padres  Capuchinos  trabajan  por  la  civiliza- 


Personal  del  Orfelinato  de  la  Sierrita. 


Y'mW 


í^:.y.^, 


Un  grupo  de  niñas  arhuacas  recogiendo  manzanilla. 


—  151  ~ 

ción  de  los  infelices  indígenas,  sometiéndose  a  duras  priva- 
ciones y  exponiendo  su  vida  por  llevarles  la  luz  del  Evan- 
gelio." (La  Lucha  número  3,  del  i.°  de  julio  de  1919,  San 
Juan  de  César). 

CAMPOS  Y  GRANJAS  AGRÍCOLAS 

Es  muy  cierto  que  el  hombre  se  completa  y  perfeccio- 
na por  medio  del  trabajo  5  y  si  en  el  estudio  encuentra  el 
alimento,  fuerza  y  vigor  de  su  inteligencia,  en  el  fértil 
campo  que  la  Providencia  le  regalara  encuentra,  con  su 
trabajo  material,  el  alimento  necesario  para  la  vida,  el 
desarrollo  de  sus  fuerzas  físicas  y  la  nutrición  y  vigor  de 
sus  músculos  y  demás  partes  de  su  organismo.  Por  esto  en 
los  Orfelinatos  se  auna  al  fin  principal  que  ellos  persiguen, 
que  es  la  instrucción  religiosa  y  formación  intelectual  y 
moral  de  los  niños,  la  enseñanza  teórica  y  práctica  de  las 
labores  de  la  tierra,  fuente  de  prosperidad,  venero  de  ri- 
queza, manantial  de  virtud  y  escuela  de  honradez. 

En  los  Orfelinatos,  Ilustrísimo  señor,  se  tiende  a  for- 
mar al  niño  bueno,  y  como  debe  ser  para  Dios,  para  el  pró- 
jimo y  para  sí  mismo;  se  le  da  energía  por  medio  de  la 
piedad,  la  religión  y  prácticas  del  culto;  tiene  en  continua 
actividad  su  inteligencia,  voluntad,  memoria  e  imaginación, 
por  medio  de  los  libros,  en  las  clases;  y  se  desenvuelve  físi- 
ca y  materialmente,  por  medio  del  trabajo.  Por  esto,  en 
todos  los  establecimientos  se  destinan  tres  horas  diarias  al 
trabajo  de  agricultura,  y  en  formación  como  si  fueran  a 
cualquier  acto  de  comunidad,  salen  al  campo  los  niños,  en 
donde  bajo  la  dirección  del  profesor  de  agricultura  comien- 
zan ordinariamente  sus  labores,  consistentes  en  la  prepara 
ción  de  la  tierra  para  la  siembra,  en  la  misma  siembra,  en 
la  limpia,  en  la  recolección  de  frutos,  etc.,  etc. 

En  el  presente  año  se  han  multiplicado  los  trabajos  de 
manera  extraordinaria,  pues  la  mala  situación  ha  contri- 
buido y  ha  servido  de  poderoso  acicate  para  los  niños,  quie- 
nes llegaron  a  creer  que  si  no  trabajaban  podían  quedarse 
sin  el  sustento  diario. 

PROGRESOS  AGRÍCOLAS 

Así  es  como  hoy  se  ven  en  el  Orfelinato  de  Nazaret 
cien  hectáreas  de  tierra,  cercadas  y  abiertas  a  los  cultivos 
de  algodón,  maíz  y  frisóles;  en  el  Orfelinato  de  San  Antonio, 
unas  cincuenta,  sembradas  de  algodón;  en  La  Sierrita,  va- 


--  152  — 

rios  campos  roturados  por  los  niños,  en  aquellas  abruptas 
montañas,  en  las  cuales  cosechan  abundante  yuca,  arra- 
cacha, ñame,  maíz,  etc. ;  en  el  Orfelinato  de  San  Sebastián, 
huertas  de  papa,  cebolla,  maíz,  alverjas  y  trigo.  Todo  lo 
cual  ha  servido  poderosamente  para  sostener  la  situación 
aflictiva  en  que  se  han  hallado  este  año  los  Orfelinatos^ 
por  falta  de  pagos  a  su  tiempo. 

SAN  SEBASTIÁN  DE  RÁBAGO 

Al  haÍJlar  de  agricultura  y  sus  progresos  deseo  hacer 
especial  mención  de  su  implantación  y  desarrollo  en  San 
Sebastián  de  Rábago,  por  la  trascendencia  que  ello  tiene. 

En  carta  del  10  de  diciembre  último  me  dice  el  Reve- 
rendo Padre  Director : 

"Estamos  sembrando  aprisa.  Tenemos  ya  bien  sem- 
bradas y  cultivadas  cinco  hectáreas  de  tierra.  Para  la  Pas- 
cua pienso  tendremos  sembradas  siete." 

En  carta  del  24  de  abril  me  dice : 

''Estaraos  dedicados  cada  día  más  a  la  agricultura. 
Tenemos  trabajando  todos  los  días  cuatro  bueyes  con  el 
arado  rastrillo  etc.,  etc." 

Ein  carta  del  14  de  junio  dice  así : 

"  La  agricultura  va  viento  en  popa.  Ya  lo  verá  cuan- 
do venga.  Se  pesaron  los  frisóles  de  una  sola  mata,  y 
dieron  una  libra.  La  huerta  de  Valencia,  bien  cultivada  y 
abonada,  va  a  dar  la  mitad  de  la  comida  que  se  necesita. 
Ojalá  no  se  olvide  Vuestra  Señoría  del  molino  para  hacer 
harinas  de  trigo  y  de  maíz.  El  trigo  que  hemos  sembrado 
está  hermosísimo,  y  el  maíz  que  nos  mandaron  de  Bogotá, 
lo  mismo." 

Y  ahora,  en  carta  del  24  de  julio  me  dice: 

"Hemos  cosechado  este  año  25  quintales  de  papas,  y 
estamos  sembrando  unos  ocho,  de  los  que  esperamos  cose- 
cha de  doscientos  cincuenta.  Para  agosto  tendremos,  Dios 
mediante,  unos  veinte  quintales  de  garbanzos,  más  de  dos 
y  media  hectáreas  de  maíz  de  cosecha,  trigo,  habas,  gui- 
santes, etc.  Hemos  tenido  una  buena  cosecha  de  frísol, 
procedente  de  unos  50  frisolitos  que  vinieron  de  España, 
hace  dos  años,  los  cuales  rinden  mucho  y  pronto.  Los  in- 
dios nos  arrebatan  esta  clase  de  semilla. 


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—  153  — 

"Estos  trabajos  de  agricultura  contribuyen  a  que  los 
niños  insensiblemente  se  aficionen  a  la  casa,  quienes,  a 
todo  pasto,  comen  col,  frisóles,  habas,  guisantes,  papas, 
etc.,  etc.,  para  que  se  le  quite  la  idea,  a  algunos,  de  que 
aquí  comen  mal  los  niños.  Cuando  venga  Vuestra  Señoría 
se  convencerá  de  lo  que  le  digo'' 

La  importancia  de  todos  áSbs  trabajos  emprendidos 
por  los  Padres  Misioneros  está  en  que,  antes  de  abrir  la 
casa  de  San  Sebastián,  en  el  mismo  pueblo,  no  había  cul- 
tivos de  ninguna  clase;  los  indios  sí  cultivaban,  pero  era 
fuera  de  la  población.  De  modo  que  los  Padres  Misioneros, 
además  de  la  instrucción,  han  abierto  una  fuente  de  ri- 
queza y  bienestar  para  los  naturales,  que  antes  no  se  co- 
nocía. 

GRANJA  DE  SAN  FRANCISCO 

Como  le  manifesté  a  Vuestra  Señoría  Ilustrísima  en 
el  informe  del  año  pasado,  en  atención  al  privilegio  que 
el  Convenio  del  Gobierno  con  la  Santa  Sede  concede  a  los 
Jefes  de  Misión,  entre  infieles,  comencé  a  fomentar  una 
granja  agrícola  en  la  región  de  Motilones,  con  plantacio- 
nes de  arroz,  plátanos,  maíz  y  cacao.  Esta  Granja,  según 
noticia  que  tengo  de  los  Padres  Misioneros,  está  en  buen 
pie  y  ha  dado  ya  más  de  cien  quintales  de  arroz,  los  cuales 
han  servido  para  ayudar  al  sostenimiento  de  los  niños  del 
Orfelinato  de  San  Sebastián,  librándome  así  de  comprar 
arroz  extranjero. 

FOMENTO  DE  LA  RIQUEZA  NACIONAL 

Como  fácilmente  se  desprende  de  lo  que  dejo  expues- 
to, el  trabajo  agrícola  y  sus  rendimientos  en  los  Orfelina- 
tos no  sólo  son  alivio  para  ellos,  y  esto  sería  lo  de  menos, 
porque  con  los  auxilios  del  Gobierno  podríase  comprar 
alimentos  del  Exterior,  sino  lo  que  es  más,  se  fomenta  así 
la  riqueza  nacional.  De  manera  que,  a  mi  modo  de  enten- 
der, los  Orfelinatos  comienzan  a  ser  para  la  Nación  una 
gran  caja  de  préstamos,  cuyo  capital  les  presta  el  Tesoro, 
y  aquéllos  van  distribuyendo  en  pequeñas  cantidades  que 
se  emplean  en  trabajo  que  comienza  a  rendir,  como  parte 
del  interés  del  capital;  pero  que  un  día,  no  muy  lejano, 
devolverán  el  capital  con  la  fundación  de  pueblos  de  hon- 
rados ciudadanos,  que  contribuirán  a  levantar  las  cargas 
de  la  Nación. 


.  -  154  — 

El  hecho  que  explico  es  evidente.  Además  del  arroz 
que  se  ha  cosechado  en  Codazzi,  los  campos  de  algodón  de 
Nazaret  y  de  San  Antonio  han  producido  200  quintales  de 
este  textil,  que  se  ha  vendido  en  Barranquilla,  y  cuyo  di- 
nero se  ha  invertido  en  nuevos  trabajos  en  campos  nacio- 
nales, i  Qué  bellas  perspectivas  presentan,  Ilustrísimo  se- 
ñor, los  Orfelinatos  para  el  fomento  de  la  riqueza  na- 
cional! 

LABOR  PATRIÓTICA  DEL  CONGRESO  NACIONAL 

Sin  miras  apasionadas  de  ninguna  clase,  yo  creo 
que  los  Congresos  Nacionales,  por  propio  egoísmo,  por 
amor  a  la  patria  que  representan,  no  debieran  escatimar 
los  pequeños  auxilios  que  prodigan  a  estas  instituciones, 
llamadas,  por  su  origen  y  fin  que  persiguen,  a  aumentar 
la  población  civilizada  y  a  abrirles  positivas  fuentes  de 
engrandecimiento  y  prosperidad. 


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—  1.55  — 


CUAPvTA  PAKTE 


MISIÓN  DE  INDIOS  MOTILONES 

Esta  importante  Misión,  bajo  muy  halagadores  auspi- 
cios, comenzada  el  año  de  1914,  ha  seguido  próspera,  bri- 
llante y  fecunda,  como  nunca  cupo  en  mi  imaginación. 

Los  Reverendos  Padres  Tomás  de  Orihuela,  Salvador 
de  Pinarejo,  Bernardo  de  Torrijas,  y  los  Hermanos  fray  Car- 
los de  Benisa,  fray  Crispín  de  Palma,  y  hoy  el  Reverendo 
Padre  Camilo  de  Ibi,  han  recorrido  aquellos  parajes  de- 
siertos y  solitarios,  atrayendo,  con  grandes  sacrificios  y 
penalidades,  hasta  enfermar,  a  aquellos  indómitos  salvajes 
que  la  bondad  de  Dios  y  la  intercesión  de  la  Santísima 
Virgen,  Pastora  de  nuestras  almas,  quisieron  poner  en 
manos  de  la  Patria,  en  la  memorable  fecha  del  7  de  sep- 
tiembre de  1914. 

ERA    DE    PAZ  Y  PROGRESO 

Desde  entonces,  Ilustrísimo  Señor,  para  los  habitantes 
de  Codazzi,  La  Paz,  San  Diego,  Becerril  y  La  Jagua  ha 
comenzado  una  era  de  paz,  sosiego,  bienestar  y  progreso 
indescriptibles.  Desde  aquella  fecha  transitan  los  morado- 
res de  aquella  región  por  los  caminos,  sin  sobresaltos  ni 
recelos,  y  desde  entonces  es  cuando  están  talando  el  bosque 
y  sembrando  los  campos. 

Otro  beneficio  que  han  recibido  es  el  fomento  de  la 
cría  de  ganado,  antes  nula,  por  el  pavor  que  les  infundía 
la  sola  presencia  de  un  indio  motilón.  Hoy  se  cuentan  más 
de  20,000  cabezas  de  ganado  que  tranquilamente  se  apa- 
cientan y  engordan  en  aquellas  envidiables  sabanas,  que 
se  asemejan  a  mares  de  verdor.  Se  puede  decir  que  aun- 
que estos  terrenos  eran  nacionales,  estaban  en  manos  de 
extranjeros,  porque  extranjeros  se  pueden  decir  aquellos 
que  por  su  salvajismo  tienen  el  dominio  completo  de  una 
comarca,  sin  que  civilizado  alguno  pueda  penetrar,  sin 
exponerse  a  una  muerte  casi  segura. 


156  — 


LA  MISIÓN  DE  MOTILONES  AVANZA 

La  obra  comenzada  por  los  Padres  Misioneros  y  coad- 
yuvada con  los  desinteresados  esfuerzos  de  un  regular  pu- 
ñado de  patriotas  civiles,  como  fueron,  entre  otros,  los  se- 
ñores Isazas,  Lafaurie,  Barros,  Londoño,  Montecristos, 
Maestres,  Avilas,  Quinteros,  Ibarra  y  Alarcón,  debía  se- 
guir, porque  era  obra  de  Dios,  y  en  realidad  ha  seguido 
rebosante  de  prosperidad,  bajo  el  marcado  celo  que  por  su 
adelanto  han  desplegado  los  Reverendos  Padres  Misione- 
ros Camilo  de  Ibi  y  Gabriel  de  Barranquilla,  con  la  coope- 
ración eficaz  de  los  maestros  seglares  que  hoy  actúan  en 
aquel  territorio. 

En  confirmación  de  lo  que  dejo  escrito,  aduzco  el  testi- 
monio del  Padre  Camilo,  quien,  sobre  los  trabajos  del  año, 
me  dice  así : 

"Amansados  los  indios  motilones  de  Espíritu  Santo, 
Fernambuco,  Sicarare,  Casacará  y  Maraca,  que  forman 
una  población  de  400  habitantes,  a  cuatro  días  de  Codazzi, 
al  sureste  de  la  Sierra,  encontraron  los  señores  Monte- 
cristo  una  ranchería  llamada  por  los  indios  Troca -Tayé, 
compuesta  de  veintidós  casas  de  ocho  metros  cada  una,  fa- 
bricadas de  estantillos  y  de  paja,  que  llaman  ellos  sapuse. 
Esta  ranchería  puede  tener  alrededor  de  doscientos  indios 
que  se  ocupan  en  las  siembras  de  caña,  yuca,  malanga, 
plátanos,  maíz,  etc.  Su  clima  es  templado,  y  cosechan  el 
algodón,  que  ellos  mismos  aprovechan  para  tejer  sus 
mantas. 

"Estos  indios  jamás  han  estado  en  pueblo  civilizado ; 
debido  a  las  reiteradas  súplicas  de  los  señores  Montecristo, 
obedeciendo  a  mi  plan,  consiguieron  que  bajaran  diez  a 
esta  mi  residencia,  en  donde  permanecieron  solamente 
veinticuatro  horas.  Les  atendí  lo  mejor  que  pude,  les  di 
buena  alimentación,  les  doté  de  hachas  y  machetes,  cau- 
sando en  ellos  todo  esto  muy  buena  impresión.  Dijéronnos 
que  nos  llevarían  a  otras  rancherías,  bastante  numerosas, 
entre  las  que  enumeraron  Sicacau  y  Manastara,  manifes. 
tándonos,  además,  que  en  esta  última  ranchería  los  yucus 
(indios)  vestían  a  la  usanza  de  los  civilizados." 


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157 


LABOR   CIVILIZADORA 


Que  la  labor  de  los  Padres  Misioneros  sea  altamente 
civilizadora,  se  desprende  de  un  segundo  informe  que  el 
citado  Padre  Camilo  me  da,  fecha  del  1.°  de  noviembre  de 
1918,  que  dice  de  la  siguiente  manera: 

«Señor  Inspector  Nacional    de   Instrucción    Pública  de  La  Goajira,  Sierra  Ne- 
vada y  Motilones — Ríohacha, 

"En  contestación  a  la  nota  número  489  de  Su  Señoría 
Ilustrísima,  en  la  cual  me  ordena  le  informe  acerca  de  los 
indígenas  de  Sitiomanso,  el  Rosario  y  Avemaria,  me  es 
muy  grato  y  honroso  manifestarle  lo  que  a  continuación 
leerá. 

"A  los  indios  de  Sitiomanso  y  el  Rosario  les  visita  su 
maestro,  señor  Lázaro  Montecristo,  por  lo  menos  cada 
quince  o  veinte  días :  este  señor  trabaja  todo  cuanto  puede 
por  unir  esas  dos  parcialidades  con  las  del  Espíritu  Santo, 
Fernambuco,  Sicarare  y  Casacará,  para  que,  en  primer 
lugar,  se  amen  como  verdaderos  hermanos,  y  de  este  modo 
desaparezcan  tantas  muertes  como  entre  ellos  se  cometen  ; 
y  en  segundo  lugar,  para  que,  cuando  llegue  la  hora  de 
fundar  el  Orfelinato,  no  tengan  inconveniente  esas  parcia- 
lidades en  llevar  sus  hijos  a  dicho  Orfelinato,  aunque  estén 
en  él  los  hijos  de  las  parcialidades  que  fueron  enemigas. 

"Esto  lo  he  considerado  siempre  de  mucha  importan- 
cia, tanto  que,  desde  el  día  que  Su  Señoría  Ilustrísima  me 
honró  con  el  nombramiento  de  Superior  de  esta  casa,  no  he 
cesado  de  encargárselo  a  los  respectivos  maestros  de  Sitio 
manso  y  Avemaria,  y  hasta  yo  mismo  he  trabajado  en 
este  sentido  cuanto  me  ha  sido  posible.  Gracias  a  Dios 
algo  se  va  consiguiendo,  pues  cuando  en  el  Avemaria  o  en* 
cualquier  otro  lugar  se  han  encontrado  dos  parcialidades 
que  antes  se  odiaban  de  muerte,  ahora  nada  ha  sucedido 
entre  ellas;  antes,  al  contrario,  se  han  tratado  con  bastante 
cordialidad,  como  yo  mismo  he  podido  observar. 

"Además,  su  maestro,  durante  los  días  que  entre  ellos 
permanece,  les  enseña  a  pronunciar  bien  el  castellano,  cosa 
para  ellos  bastante  difícil,  pero  a  fuerza  de  repeticiones 
algo  se  les  va  quedando. 


—  158  — 

"A  los  indígenas  que  tenemos  en  esta  casa  y  en  la 
casa  del  Avemaria,  con  los  cuales  siempre  hay  un  Padre  o 
un  Hermano,  además  de  todo  cuanto  acabo  de  referir,  se 
les  enseña  a  deletrear  y  sobre  todo  la  doctrina  cristiana, 
como  ya  he  manifestado  a  Su  Señoría  en  carta  particular; 
y  aunque  todos  estos  indios,  especialmente  los  mayores, 
peco  aprenden,  por  lo  mucho  que  les  cuesta  pronunciar 
nuestra  lengua,  a  los  menores  algo  se  les  queda,  pues  éstos 
pronuncian  nuestra  habla  castellana  con  mucha  más  faci- 
lidad. 

"A  todos  estos  indios  se  les  atiende  lo  mejor  posible, 
tanto  que,  cuando  bajan  a  la  Granja  por  bastimento,  se  les 
deja  en  completa  libertad  para  que  cojan  lo  que  deseen,  y 
he  dado  orden  al  señor  Administrador  de  la  finca  para 
que  nada,  absolutamente  nada  les  diga  cuando  en  ella  los 
vea.  Debido  a  esto,  es  grande  el  cariño  que  nos  tienen,  y 
están  deseando,  como  me  informó  el  señor  maestro  de  Si- 
tiomanso,  que  fundemos  algunas  casas  a  la  falda  de  sus 
sierras  para  ellos  bajarse  a  vivir  entre  nosotros. 

"Y  como  estoy  plenamente  convencido  de  que  los  Or- 
felinatos son  el  medio  más  propio  y  adecuado  para  la  civi- 
lización y  cristianización  de  todos  los  indígenas,  muy  en- 
carecidamente he  encargado  a  los  maestros  de  Sitioman- 
so  y  Avemaria  que  inculquen  esta  idea  entre  los  indios 
padres,  y  que  me  digan  si  podríamos  reunir  algunos  nifíi- 
tos  indígenas  y  con  ellos  hacer  un  ensayo  de  orfelinato.  El 
señor  Lázaro  Montecristo  me  ha  dicho  que  él  se  compro- 
mete a  bajarnos  treinta  niños  y  colocarlos  en  el  Orfelina- 
to o  en  la  casa  que  tenga  tal  carácter,  el  día  que  Su  Seño- 
ría Ilustrísima  lo  crea  conveniente.  Por  este  motivo  yo 
soy  de  parecer  que,  siquiera  por  ahora,  fundásemos  cerca 
de  la  Granja  una  casita  y  en  ella  recogiésemos  a  esos  pe- 
queños indígenas,  y  ensayar  para  saber  el  resultado  que 
nos  dan.  Y  me  atrevo  a  proponerle  esto,  porque  sé  que  el 
señor  Lázaro  Montecristo  no  se  equivoca,  pues  conoce 
muy  bien  el  carácter  y  costumbres  de  todos  estos  indí- 
genas. 

*'Es  cuanto  puede,  por  ahora,  informarle  este  su  afec- 
tísimo subdito  que  humildemente  le  pide  su  paternal  ben- 
dición, 

"Fray  Camilo  de  Ibi, 

"Misionero  Apostólico." 


Dos  Misioneros  preparando  la  clase  de  horticultura  (Goajira)." 


Una  fiesta  pati  iótica  en  el  Orfelinato  de  San  Antonio  (Goajira) 


—  159  — 


NUEVAS  CONQUISTAS  Y  LABOU  NACIONAL 

Nuevas  conquistas  y  de  gran  resonancia  nacional  son, 
sin  duda  alguna,  los  tesoneros  y  constantes  trabajo^  reali- 
zados por  el  Padre  Camilo  de  Ibi  y  sus  abnegados  compa- 
ñeros, en  los  últimos  días  del  año.  Así  se  deduce  del  si- 
guiente informe  que  copio  íntegro: 


Codazzi,  30  de  diciembre  de  19 18 

«Ilustrísimo  y  Reverendísimo  señor  Obispo  de  Citarizo  y  Vicario  Apostólico  de 
La  Goajira,  Sierra  Nevada  y  Motilones — Ríohacha. 

"Habiendo  sido  el  suscrito,  por  nuestro  católico  Go- 
bierno, el  designado  para  presentar  Comisarios  con  el  obje- 
to de  que  éstos  levantasen  el  censo  de  la  tribu  motilona, 
presenté  a  los  señores  Lázaro  Montecristo,  Rómulo  Mon- 
tecristo  y  José  de  Jesús  Quintero.  Tan  pronto  como  estos 
señores  recibieron  el  nombramiento,  salieron  de  esta  po 
blación  con  dirección  a  la  sierra  llamada  de  Maraca,  y 
después  de  empadronar  a  los  indios  de  las  rancherías  de 
San  Jenaro  y  de  la  Divina  Pastora,  regresaron  a  este  pue- 
blo acompañados  de  33  indígenas,  llegando  el  día  9  del 
corriente. 

"Grande,  muy  grande,  fue  mi  alegría  al  verles  entrar 
por  las  puertas  de  nuestra  Oasa-Misión;  en  ella  permane- 
cieron tres  días,  durante  los  cuales  los  obsequié  todo  cuan- 
to pude.  A  todos  y  a  cada  uno  de  ellos  les  regalé  una 
manta,  a  los  varones  una  hacha,  les  maté  una  res,  les  di 
varios  collares  y  todo  cuanto  desearon.  Su  alegría  fue  in- 
mensa al  verse  tan  obsequiados;  tanto,  que  se  marcharon 
diciendo  que  pasadas  tres  lunas  (tres  meses)  regresarían 
de  nuevo.  Marcháronse  el  día  12 ;  pero  yo  deseaba  conocer 
a  los  indígenas  que  se  quedaron,  y  al  mismo  tiempo  ver 
si  me  era  posible  descubrir  nuevas  rancherías,  y  determiné 
acompañarles. 

"En  efecto,  marché  con  eilos  y  con  los  señores  arriba 
nombrados.  Empleamos  en  el  viaje  cuatro  días  penosísi- 
mos, subiendo  y  bajando  cuestas,  al  fin  de  las  cuales  lle- 
gamos a  Maraca.  Esta  región  se  encuentra  hacia  el  Este 
y  está  a  1,700  metros  sobre  el  nivel  del  mar.  Sus  tierras 
son  inmejorables  y  con  aguas  abundantísimas;  podrían  allí 
alimentarse,  dada  la  paja  costera  que  se  cría,  por  lo  menos 


—  160  — 

1,500  reses.  Los  ir  dios  cultivan  maíz,  caña  dulce,  yuca, 
ñame,  auyama  y  frisóles.  En  aquella  hermosísima  saba- 
na existen  tres  rancherías  indígenas  ;  unimos  a  las  dos 
últimas,  por  encontrarse  como  medio  kilómetro  la  una  de 
la  otra,  y  la  pusimos  el  nombre  de  Divina  Pastora;  a  la 
primera  bautizamos  con  el  nombre  de  San  Jenaro,  por 
llevar  ese  nombre  el  jefe  de  dicha  ranchería.  A  tres  kiló- 
metros de  la  Divina  Pastora  existe  otra  a  la  cual  impusi- 
mos el  nombre  de  San  José. 

"San  Jenaro  está  habitado  por  34  indios,  incluyendo 
a  los  niños,  y  25  indias,  incluyendo  a  las  niñas.  En  la  Di- 
vina Pastora  viven  89  indios,  incluyendo  a  los  niños,  y  109 
indias,  incluyendo  a  las  niñas.  En  San  José  36  indios,  in- 
cluyendo a  los  niños,  y  39  indias,  incluyendo  a  las  niñas. 
En  estas  tre^  rancherías  existen  pues : 

"San  Jenaro,  indios  e  indias 59 

"Divina  Pastora,  indios  e  indias 198 

"San  José,  indios  e  indias 75 

"Total 332 


"  Estas  tres  rancherías  las  visitamos  varias  veces,  a 
noté  que  estos  indios  son  dóciles  y  trabajadores,  pues  y 
nada  se  niegan  de  lo  que  se  les  manda,  y  casi  todos  tienen 
su  rocita,  en  donde  cultivan  todo  cuanto  para  su  alirnento 
necesitan.  Además  de  trabajar  la  tierra  trabajan  también 
la  palma,  con  la  cual  confeccionan  catabres,  petaquillas, 
esteras  y  otras  cosas  por  el  estilo.  Las  indias  hilan  el  al- 
godón muy  finamente  y  con  él  tejen  sus  mantas,  que,  por 
cierto,  son  muy  primorosas,  como  tuve  ocasión  de  ver. 
Viven  debajo  de  enramadas  regularmente  hechas  y  a  cuyo 
techo  guindan  a  sus  difuntos,  a  los  cuales  envuelven  en 
sus  propias  mantas  y  una  estera,  y  allí,  guindados,  los  tie- 
nen años  y  más  años. 

"Como  el  fin  déla  expedición  que  organicé  no  sólo 
era,  como  al  principio  de  este  informe  digo  a  Su  Señoría 
Ilustrísima,  visitar  estos  indios,  sino  ver  si  podía  también 
dar  nuevos  hijos  a  la  Patria,  tanto  yo  como  los  expedicio- 
narios que  me  acompañaban  comenzamos  a  preguntar  si 
más  allá  había  otros  indios.  A  los  que  preguntamos  esto, 
nos  contestaron  en  sentido  negativo,  pues  como  eran  ene- 
migos, temían  que  aquéllos  se  enterasen  dé  que  ellos  los 
habían  descubierto  y  los  matasen;  pero  asegurados  de  que 


—  161  — 

nada  malo  les  había  de  suceder  si  nos  lo  decían,  empeza- 
ron a  darnos  los  nombres  de  los  indios  de  la  ranchería  más 
cercana.  Entonces  emprendimos  la  marcha  hacia  aquella 
ranchería.  Salimos  a  las  cinco  y  media  de  la  mañana  an- 
dando, subiendo  y  bajando  cuestas  o  sierras,  y  a  las  diez 
de  la  misma  mañana  llegamos  a  la  mencionada  ranchería. 
Excuso  decir  a  Su  Señoría  la  impresión  que  estos  indios 
recibieron  al  vernos  llegar  a  su  morada,  pues  jamás  habían 
visto  civilizados ;  sufrimos  lo  indecible  para  poder  llegar 
allí;  pero  gracias  a  Dios,  esos  sufrimientos  los  dimos  por 
bien  empleados,  pues  comenzábamos  a  recoger  el  fruto 
de  nuestros  sudores.  Estos  indios  nos  recibieron  muy  bien, 
aunque  con  algún  temor;  mas  ese  temor  pronto  desapare- 
ció al  notar  que  los  tratábamos  con  el  cariño  y  amor  de 
verdaderos  hermanos.  Nos  obsequiaron  todo  lo  mejor  que 
pudieron,  dándonos  para  comer  lo  que  tenían,  que  fue 
maíz  y  auyama.  A  esta  nueva  ranchería  le  impusimos 
el  nombre  de  Aguas  Muertas,  por  lo  hediondas  que  esta- 
ban. No  sé,  Ilustrísimo  Señor,  cómo  aquellos  indios  podían 
beber  aquellas  aguas  sin  enfermar. 

"Nuestra  intención  sólo  era  llegar  a  esta  ranchería  y 
regresar;  por  lo  mismo,  no  nos  llevamos  las  hamacas,  ni 
las  mantas  ni  comida;  pero  una  vez  allí,  preguntamos  a 
aquéllos  si  más  halla  había  otras  rancherías.  Al  principio 
se  negaron  por  las  mismas  razones  de  los  anteriores;  mas, 
convencidos  de  que  nada  malo  les  había  de  suceder  si  nos 
lo  decían  y  acompañaban,  empezaron  a  decirnos  los  nom- 
bres de  la  ranchería  más  próxima,  y  resolvieron  acompa- 
ñarnos. Sin  pérdida  de  tiempo  emprendimos  de  nuevo  la 
marcha  con  dirección  al  Noreste,  llegando  a  subir  a  una 
altura  de  2,300  metros  sobre  el  nivel  del  mar.  Llegamos  a 
esa  altura  a  las  cinco  y  media  de  la  tarde:  allí  nos  encontra- 
mos con  una  bajada  de  unos  dos  kilómetros  y  casi  vertical; 
nos  costó  descenderla  cerca  de  dos  horas.  Pero  ¡qué  cuadro, 
Ilustrísimo  Señor  Obispo,  qué  cuadro  se  presentó  ante 
nuestros  ojos !  Como  por  los  gritos  que  les  dimos  desde  lo 
más  alto  de  la  sierra,  ya  sabían  que  los  íbamos  a  visitar, 
salieron  a  la  falda  de  la  cuesta  como  unos  veinte  indios, 
todos  con  la  cara  tostada  y  pintada  de  encarnado;  con  las 
fechas  y  arcos  en  sus  manos,  los  varones,  y  las  indias  con 
unos  catabres  que  al  momento  nos  entregaron  en  señal  de 
paz  y  amistad.  Después  que  abrazamos  a  todos  los  indios 
y  saludamos  a  las  indias,  nos  llevaron  a  una  de  sus  enra- 

Misiones  católicas — 11 


—  162  — 

madas,  y  allí  nos  dieron  maíz  y  unas  yuquitas  que  fue  toda 
nuestro  alimento  aquella  noche.  Descansamos  sobre  una 
estera,  aunque  no  pudimos  dormir  por  la  dureza  del  lecho, 
por  estar  toda  la  noche  hablando  y  comiendo  los  indios  y 
por  el  intensísimo  frío  que  hacía.  Al  siguiente  día,  como  a 
las  ocho  de  la  mañana,  emprendimos  el  regreso;  pero  aque- 
llos pobrecitos  indios  no  querían  que  nos  fuésemos,  y  para 
darnos  una  prueba  de  su  amistad  y  cariño,  la  mayor  parte 
de  ellos  nos  acompañaron  hasta  la  cima  de  la  cuesta.  A 
esta  ranchería,  por  encontrarse  en  aquella  profundidad,  le 
impusimos  el  nombre  de  La  Hondonada.  Tampoco  estos 
indios  conocían  ni  habían  sido  visitados  por  los  civilizados. 
"En  la  ranchería  de  Aguas  Muertas  viven  17  indios, 
incluyendo  a  los  niños,  y  15  indias,  incluyendo  a  las  niñas; 
y  en  La  Hondonada  existen  61  indios,  incluyendo  a  los  ni- 
ños, y  47  indias,  incluyendo  a  las  niñas.  En  esta  expedición, 
pues,  hemos  dado  a  la  Patria  : 

"En  Aguas  Muertas,  entre  indios  e  indias...      32 
"En  La  Hondonada,  entre  indios  e  indias. .     108 


''Total 140  hijos. 


"A  más  de  lo  expuesto,  hemos  conseguido  que  todos 
estos  indígenas  se  reconciliasen  los  unos  con  los  otros,  pues 
vivían  enemistados  y  con  frecuencia  luchaban  y  se  ma- 
taban. 

"Ahora  bien,  Ilustrísimo  señor:  yo  opino,  y  conmigo 
los  señores  expedicionarios  que  me  acompañaron,  que  por 
aquellos  lados  existen  todavía  más  rancherías,  y  estoy  dis- 
puesto dentro  de  un  mes,  poco  más  o  menos,  a  organizar 
otra  expedición,  y  al  frente  de  ella  marcharme  en  busca 
de  esos  indígenas,  y  dar  con  esto  a  la  Patria,  a  esos  hijos 
que  la  desconocen;  pero  esto,  como  Su  Séíioría  Ilustrísima 
sabe,  implica  muchos  gastos,  y  sería,  por  lo  mismo,  muy 
conveniente  que  Su  Señoría  Ilustrísima  suplicase  a  nues- 
tro católico  Gobierno  nos  facilitase  algunos  auxilios.  Yo  me 
encuentro  en  tales  disposiciones,  que  estoy  dispuesto  a  sa- 
crificar mi  vida  por  engrandecer  a  la  Patria,  dándole  nue- 
vos hijos,  y  por  salvar  las  almas  de  aquellos  infelices  y 
conducirlas  al  verdadero  redil  de  la  Iglesia. 

"Más  aún:  dadas  las  inmejorables  condiciones  de  aque- 
llas tierras  y  el  carácter  dócil,  obediente,  sencillo  y  traba- 
jador de  aquellos  indios,  debiera  Su  Señoría  Ilustrísima, 


—  163  — 

cuanto  antes,  fundar  en  aquellos  parajes  un  Orfelinato, 
pues  tenemos  allí  76  niños  y  87  niñas  dispuestos  a  ingre- 
sar en  él.  Es  verdad  que  esto  no  puede  hacerse  en  seguida, 
pues  propiamente  dicho,  no  hay  allí  camino  para  conducir 
las  mil  y  mil  cosas  que  para  tal  efecto  son  necesarias; 
pero  yo  me  comprometo,  en  un  espacio  muy  corto  de  tiem- 
po, abrir  un  camino  por  donde  puedan  transitar  muías  y 
toda  clase  de  caballerías.  Para  esto  tengo  ya  a  mi  disposi- 
ción tres  hombres  que,  con  un  sueldo  muy  reducido,  se 
pondrían  al  frente  de  otras  tantas  cuadrillas  de  indios  que, 
como  le  acabo  de  decir,  en  muy  poco  tiempo  abrirían  dicho 
camino.  Y  como  quiero  que  Su  Señoría  Ilustrísima  conozca 
las  disposiciones  de  mi  ánimo,  le  diré  también  que  aunque 
las  galas  de  la  ancianidad  adornan  ya  mi  barba,  me 
pondré  al  frente  de  otra  cuadrilla  y  con  eso  terminará  más 
pronto  ese  trabajo;  pero  para  todo  esto  es  preciso  que  a  la 
mayor  brevedad  me  mande  las  herramientas  que  le  tengo 
pedidas. 

"Dios  guarde  a  Su  Señoría  Ilustrísima  muchos  años- 

"Fray  Camilo  de  Ibi, 

Misionero  apostólico." 

El  mismo  Misionero  ha  mandado  últimamente  un  in- 
forme que  por  la  importancia  que  reviste,  así  como  por  lo 
muy  atractivo  que  es,  no  puedo  resistir  al  deseo  de  co- 
piarlo textualmente.  Dice: 

"INFORME 

I  «San  Jenaro  (Maraca),  6  de  julio  de  1919 

«Ilustrísimo  y  Reverendísimo   Señor   Obispo  de   Citarizo  y  Vicario  Apostólico 
de  La  Goajira,  Sierra  Nevada  y  Motilones — Bogotá. 

"Con  la  paternal  bendición  de  Su  Señoría  Ilustrísima 
salí  de  Codazzi  el  día  9  de  marzo  del  corriente  año,  en  di- 
rección a  esta  tierra,  para  trabajar,  de  una  manera  espe- 
cial, en  la  evangelización  y  civilización  de  estos  indígenas 
motilones,  reducidos  por  Su  Señoría  en  el  año  de  1914. 

"Además  de  los  trabajos  llevados  a  cabo  por  nuestra 
Misión  a  fines  del  pasado  año  y  a  principios  del  que  cursa, 
de  los  cuales  he  informado  ya  a  Vuestra  Señoría,  deseo 


—  164  — 

ahora  exponer  algo  sobre  lOvS  realizados  desde  el  raencio- 
nado  día  9  de  marzo  hasta  el  presente.  Y  para  que  este 
trabajo  resulte  más  claro  y  ordenado  lo  dividiré  en  los 
puntos  siguientes:  construcción  de  caminos,  casas,  clima, 
agricultura,  ríos  que  bañan  esta  región,  carácter  de  los 
indios,  número,  laboriosidad  de  los  mismos,  costumbres, 
entierro  de  los  muertos,  comidas  raras,  necesidad  de  leyes 
especiales,  religión,  medios  para  conseguir  su  civilización, 
expediciones  y  gastos  de  las  mismas. 

"CONSTRUCCIÓN  DE  CAMINOS 

''Esta  región  de  Maraca  dista  de  Becerril,  primer  pue- 
blo de  civilizados,  y  en  dirección  al  Este,  unas  ocho  leguas, 
aproximadamente.  El  camino  era  malísimo ;  pero  debido 
a  nuestros  trabajos  es  hoy  regular,  tanto  que,  exceptuan- 
do dos  trozos  de  media  legua  escasa  cada  uno,  se  puede  ir 
montado.  Para  conseguir  esto  empleamos  a  nuestra  ve- 
nida cuatro  días  completos,  trabajando  seis  hombres  sin 
descanso.  A  los  dos  días  de  nuestra  llegada  mandé  a  un 
hombre,  acompañado  de  diez  indígenas,  a  sacar  nuevo  ca- 
mino por  unas  cuestas  de  difícil  acceso.  En  este  trabajo 
emplearon  ocho  días,  j  como  no  quedó  terminado,  quince 
días  más  tarde  los  volví  a  mandar,  y  estuvieron  trabajando 
doce  días.  Y  si  no  ha  quedado  el  eamino  como  hubiera 
sido  mi  gusto,  ha  sido,  más  que  nada,  por  carencia  de  ade- 
cuadas herramientas.  El  día  que  consiga  éstas  terminaré 
l^erfectísi  mámente  este  camino  y,  además,  sacaré  otro 
nuevo  por  la  izquierda  del  río  Maraca,  a  fin  de  evitar  las 
nueve  veces  que  hay  que  vadearlo.  Hemos  pues  cons- 
truido 25  kilómetros  de  camino  y  hemos  arreglado  todos 
los  demás. 

"casas 

"Como  estos  indígenas  propiamente  no  saben  cons- 
truir casas,  al  llegar  aquí,  y  para  poder  soportar  en  parte 
las  inclemencias  del  tiempo,  me  vi  precisado  a  levantar 
una  casa  en  este  lugar  llamado  San  Jenaro.  Esta  casa 
mide  20  metros  de  longitud,  5  de  latitud  y  5  de  elevación; 
tiene,  además,  un  corredor  de  la  misma  longitud  por  2| 
de  latitud.  Es  de  bahareque  con  techo  de  paja.  En  la  ac- 
tualidad se  está  embarrando,  y  espero  que  pronto  quedará 
terminada.  Conseguido  esto,  servirá  de  habitación  para  el 


—  165  — 

Padre  Misionero  y  de  escuela  para  los  hijos  e  hijas  de  estos 
mis  amados  indígenas.  Más  tarde,  cuando  se  funde  el  Or- 
felinato, podrá  servir  de  enfermería:  por  esto  la  he  cons- 
truido grandecita  y  a  unos  100  metros  de  distancia  del 
lugar  que  escogido  tengo  para  el  Orfelinato.  Una  vez  ter- 
minado, según  el  señor  Víctor  Avila,  muy  perito  en  esta 
clase  de  construcciones,  valdrá  pesos  setecientos  oro  legal. 

"CLIMA 

"Según  marca  el  aneroide,  esta  hermosa  región  está 
situada  a  1,200  metros  sobre  el  nivel  del  mar,  y  por  consi- 
guiente, el  clima  es  benigno:  opino  que  el  termómetro  no 
debe  subir  a  más  de  20  grados.  Durante  el  día,  pues,  ni  se 
siente  frío  ni  calor;  sólo  por  las  noches,  como  a  las  tres  de 
la  madrugada,  se  siente  la  temperatura  bastante  fresca; 
pero  esta  frescura  desaparece  de  las  seis  a  la  siete  déla 
mañana.  Debido  a  esto,  no  existe  plaga  de  ninguna  especie, 
pudiendo,  por  tanto,  servir  este  lugar  para  toda  clase  de 
cría. 

"AGRICULTURA 

"Como  consecuencia  de  este  inmejorable  clima,  pué- 
dese cultivar  aquí  toda  clase  de  granos  y  legumbres.  En 
el  mes  de  abril  los  indígenas  me  desmontaron  una  hectá- 
rea de  terreno  y  en  él  hice  algunas  pruebas  de  granos  y 
hortalizas:  sembré  trigo,  cebada,  maíz,  guisantes,  frisóles, 
habas,  lechugas,  cebollas  y  melones,  y  todo  me  dio  muy 
buenos  resultados,  tanto,  que  me  he  convencido  que  en  esta 
región  se  puede  cosechar  todo  cuanto  se  cosecha  en  el  inte- 
rior y  en  Europa.  Además,  he  plantado  25  sarmientos  de 
riparia,  esto  es,  sarmientos  de  uva  silvestre,  y  la  mayor 
parte  están  con  sus  correspondientes  brotes.  Estos  sarmien- 
tos pienso  injertarlos  el  año  próximo,  y  espero  que  han  de 
producir  excelente  uva.  Lo  que  actualmente  cosechan  los 
indígenas  es  guineo,  maíz,  caña  dulce,  frisóles  y  auya- 
mas. La  sabana  que  ocupan  estos  indios  medirá  unos 
10  kilómetros  de  longitud  por  unos  á  de  latitud,  y  toda 
ella  está  cubierta  de  paja  costera  y  otras  variedades  de 
pajas ;  en  las  sierras  que  al  Norte  y  Sur  tiene  abundan 
igualmente  ésas,  hasta  unos  400  metros  de  altura.  Por  lo 
mismo,  cuantos  han  visto  esta  sabana  dicen  que  hay  pasto 
para  alimentar  de  1,900  a  2,000  reses,  y  añaden  que  aquí  se 
podría  poner  una  cría  caballar  que  daría,  sin  duda,  impor- 
tantísimos resultados. 


—  166 


'RÍOS 


"Los  que  bañan  y  riegan  esta  privilegiada  región  son 
el  Maraca  y  Yujea,  denominados  así  por  estos  indígenas : 
los  dos  de  perennes  aguas;  ambos  corren  de  Oriente  a  Po- 
niente, desembocando  el  segundo  en  el  primero,  dividido 
en  dos  ramales,  en  el  lugar  llamado  Fuertonuevo.  El  May  a- 
ca  tiene  su  manantial  en  la  sierra  Tocore,  nombre  indíge- 
na. Como  en  la  expedición  que  acabo  de  hacer  fui  faldeando 
dicha  sierra,  llegué  a  contar  catorce  afluentes,  dos  de  ellos 
abundantísimos  y  todos  de  fresquísimas  y  cristalinas  aguas. 
El  Yiijea  tiene  su  fuente  en  la  sierra  llamada  por  estos 
indios  Socorpa.  Se  divide,  como  acabo  de  decir,  en  dos  ra- 
males :  el  primero  toma  dirección  noreste,  pasando  por  la 
ranchería  Hondonada,  a  un  kilómetro  de  distancia :  el  se- 
gundo toma  dirección  sudeste,  pasando  por  la  ranchería 
San  José,  a  medio  kilómetro  de  distancia,  y  ambos  desem- 
bocan, como  he  dicho  a  Su  Señoría,  más  arriba,  en  el  Ma- 
raca. Tiene  además  esta  región  varios  arroyos  perennes 
que  desembocan  en  el  Yujea:  uno  de  ellos  nace  a  medio 
Kilómetro  de  esta  y  pasa  a  20  kilómetros  del  lugar  en  donde 
hemos  levantado  la  casa;  sus  aguas  son  puras  y  fresquísi- 
mas. El  Yujea  corre  paralelo  al  Maraca,  y  por  el  lugar 
más  separado,  sf  se  me  permite  la  expresión,  dista  unos  10 
o  12  kilómetros.  Este  río  Maraca  es  abundantísimo  en  pes- 
cado, y  a  él  bajan  estos  indígenas  a  pescar,  especialmente 
en  los  meses  de  febrero  y  marzo. 

/  "CARÁCTER  DE  ESTOS  INDIOS 

"Como  estos  indígenas  han  tenido  poco  trato  y  poca 
amistad  con  los  civilizados,  aun  después  de  ser  por  Su  Se- 
ñoría Ilustrísima  pacificados,  conservan  su  peculiar  carác- 
ter de  salvajes ;  pero  no  son  aferrados  a  sus  costumbres; 
antes,  al  contrario,  son  fáciles  en  dejar  aquellas  que  se  les 
reprueban  y  afean :  por  esta  razón  se  consigue  de  ellos 
cuanto  se  quiere.  Cuando  llegamos  aquí  nos  miraban  con 
cierto  recelo  y  temor,  tanto  que,  sobre  todo,  en  cuestión  de 
comida,  rechazaban  y  despreciaban  cuanto  les  dábamos ; 
hoy  ya  no  sucede  esto  :  todo  cuanto  les  damos  se  lo  comen 
sin  miedo  ni  recelo.  En  los  disgustos  y  riñas  que  entre  ellos 
de  vez  en  cuando  se  suscitan,  son  dóciles  y  obedientes  a 
nuestra  vo^  Allá  va  una  prueba.  Entre  los  de  esta  ranche- 


—  167  — 

ría  y  los  de  la  Divina  Pastora  hubo  no  há  mucho  un  dis- 
gusto que,  a  no  haber  intervenido  nosotros,  hubiera  tenido 
fatales  consecuencias.  Bastó  que  afeásemos  su  acción,  que 
se  les  dijera  que  era  malo  el  matarse,  que  PapacM  Dios 
los  castigaría,  que  se  sentasen,  que  dejasen  sus  arcos  y 
flechas  y  que  se  callasen,  para  que  inmediatamente  obe- 
deciesen (y  eso  que  estaban  bastante  embriagados  del  gua- 
rapo fermentado  que  habían  tomado).  Su  docilidad  ha 
llegado  hasta  tal  punto,  que  ha  bastado  les  dijera  que  me 
diesen  a  sus  hijos  para  instruirlos  y  que  una  vez  instruí- 
dos  se  los  devolvería,  para  que  al  momento  me  los  entrega- 
sen. En  fe  de  lo  que  puedo  decir  a  Su  Señoría  que  actual- 
mente tenemos  diez  y  ocho  niños  (niñas  no  quiero  recibir) 
que  comen,  duermen  bajo  nuestro  techo,  se  instruyen  y 
trabajan  bajo  nuestra  dirección ;  y  están  contentos  en 
nuestra  compañía,  que  cuando  alguno  desobedece  o  come- 
te alguna  travesurilla  propia  de  niños,  basta  decirle  que 
a  N.  sáyatopo,  lo  vamos  a  echar  de  la  casa,  para  que  al 
momento  obedezca  o  se  corrija.  Es  éste,  por  cierto,  un 
dato  muy,  consolador  para  todo  misionero. 

"LABORIOSIDAD  DE  ESTOS   INDIOS 

"Como  de  todo  debo  informar  a  Su  Señoría,  pura  y 
llanamente  diré  que  los  indígenas  de  más  de  cuarenta 
años  son  poco  trabajadores;  sin  embargo,  la  mayor  parte 
de  ellos  tienen  su  rocita,  más  o  menos  grande,  la  cual  tra- 
bajan todo  lo  necesario  para  vivir ;  lo  que  principalmente 
cosechan  es  maíz,  guineo,  frisóles  y  algo  de  yuca.  Cuando 
escasean  de  todo  esto  se  van  a  pescar,  a  cazar  o  a  recoger 
guáimaro.  No  son  así,  afortunadamente,  los  indígenas  jó- 
venes :  éstos  son  más  trabajadorcitos ;  tanto  es  así,  que 
ellos  han  sido  los  que  nos  han  ayudado  a  construir  y  arre- 
glar el  camino;  ellos  los  que  nos  ayudan  a  edificar  la  casa ; 
ellos  los  que  nos  han  desmontado  la  hectárea  de  terreno 
y  los  que  la  han  sembrado;  y  ellos,  finalmente,  son  ios  que 
están  dispuestos  a  ocuparse  en  el  trabajo  que  se  les  mande. 
Claro  está  que  para  que  laboren  con  más  gusto  les  he  dado 
y  sigo  dándoles  algunas  recompensas,  como  hachas,  ma- 
chetes, mantas,  sombreros,  etc.  Esta  nueva  generación  de 
,  indios  es  una  gran  esperanza,  y  de  ello  se  convencerá  Su 
Señoría  cuando  suba  a  estas  sierras  y  con  sus  propios  ojos 
vea  cuanto  le  acabo  de  exponer. 


~  168  — 

"Además  de  lo  dicho,  estos  indígenas  hilan  y  tejen  al- 
godón, con  el  cual  confeccionan  mantas,  muy  finas  por 
cierto.  También  hacen  catebres,  esteras  y  abanicos  de  pal- 
ma :  los  catebres  y  abanicos  sueleii  hacerlos  los  indios,  las 
mantas  de  algodón  y  las  esteras,  las  indias.  Ahora  mismo 
estoy  viendo  hacer  a  una  india  una  pisoba  mevo  (som- 
brero de  algodón)  muy  bien  hecho  y  fino,  para  regalar  a 
un  indio. 

"CONSTUMBRES  INDÍGENAS 

'*  Acerca  de  este  punto  muchísimo  podría  decir  a  Su 
Señoría,  pero  me  restringiré  a  lo  más  esencial.  Gran  parte 
de  estos  indios  tienen  dos  y  hasta  tres  mujeres;  pero  cosa 
rara,  no  se  nota  entre  ellos  que  tengan  preferencia  por 
alguna  de  ellas.  Esto,  claro  está,  hay  que  eliminarlo  poco 
a  poco  y  dejarles  con  una  sola.  Y  si  esto,  como  acabo  de 
decir,  hay  que  hacerlo  desaparecer,  se  debe  procurar,  con 
más  razón,  en  lo  que  respecta  a  otra  costumbre  que  es 
mucho  peor  que  esa.  Todavía  no  han  llegado  las  indiecitas 
a  la  pubertad,  más  aún,  cuando  apenas  cuentan  diez  años, 
ya  las  entregan  a  un  indio,  sea  o  no  sea  joven:  de  las  niñas 
parece  disponen  las  madres,  y  éstas  son,  por  consiguiente,, 
las  que  las  entregan  a  los  indios.  Desde  este  mismo  lugar 
en  donde  escribiendo  estoy  estas  líneas,  veo  tres  niñas,  la 
mayor  de  diez  años  a  lo  sumo,  que  ya  están  entregadas  en 
la  forma  indicada;  es  más:  los  padres  de  estos  niños  y  niñas 
no  se  fijan  en  el  parentesco  de  los  que  tratan  de  unir;  por 
esto  soy  de  parecer  que  estos  indígenas  son  tan  enclenques 
y  raquíticos. 

'^También  existe  entre  éstos  una  costumbre  muy  rara 
y  que  en  varios  casos  puede  ser  muy  perjudicial  para  los 
niños,  y  es  que  las  indias  madres  lo  mismo  dan  su  pecho 
a  sus  hijos  que  a  los  que  no  lo  son.  Yo  mismo  he  visto  a 
muchas  indígenas  dar  su  pecho  a  niños  y  niñas  que  no 
eran  suyos  y  una  de  ellas  bastante  enferma.  ¿No  es  cierto 
que  es  muy  fácil  que  esos  pequeños  adquieren  las  enfer- 
medades de  aquellas  madres  que  les  dan  su  pecho  ? 

"La  carne,  lo  mismo  que  el  pescado,  no  la  salan  sino 
que  la  ahuman  para  comerla;  es  más  :  a  aquella  la  solean, 
y  cuando  ya  empieza  a  corromperse  y  a  agusanarse,  en- 
tonces es  cuando  la  ahuman  ;  de  aquí  procede  que  con 
frecuencia  enferman  deí  estómago,  y  los  niños  de  pecho 
contraen  enfermedades  peligrosas.  Los  días  20  de  junia 


—  169  — 

y  siguientes  tuvimos  que  curar  a  un  nifiito  cuya  enferme 
dad  era  efecto  de  la  carne  podrida  que  su  madre  había 
comido :  prohibimos  a  dicha  madre  comer  de  ella,  y  a  es- 
tas horas  el  niño  se  encuentra  completamente  restable- 
cido. 

"Como  estos  indígenas  (de  Maraca  se  entiende)  han 
tenido  poco  o  ningún  trato  con  los  civilizados,  como  ya 
tengo  dicho  a  Su  Señoría,  y  según  parece,  ni  con  nuestros 
antiguos  Misioneros  que  fundaron  el  pueblo  de  Codazzi  y 
otros,  resulta  que  entre  tantos  sólo  encontré  áo^  que  lle- 
varan nombres  de  santos:  los  demás,  o  no  tenían  nombre 
o  eran  nombres  rarísimos  por  ellos  impuestos.  Hoy,  a 
medida  que  los  vamos  tratando,  les  vamos  imponiendo 
nombres  de  santos,  a  los  cuales  contestan  y  por  los  cuales 
se  llaman  unos  a  otros. 

"entierro  de  los  muertos 

"A  sus  muertos  no  los  entierran  en  el  sentido  propio 
de  la  palabra.  Cuando  un  indígena  muere,  lo  encogen  has- 
ta tocar  las  rodillas  a  la  barba  y  lo  envuelven  en  una  o 
dos  esterillas  de  palma,  debajo  de  las  cuales  le  colocan  las 
mantas  que  a  su  muerte  tenía;  luego  hacen  de  varas  del- 
gadas una  especie  de  jaula  y  lo  meten  en  ella,  y  última- 
mente lo  colocan  dentro  de  un  gran  embudo  de  paja  que 
hacen.  Así  dispuesto,  levantan  una  enramada  a  udos  cien 
o  doscientos  metros  de  distancia  del  lugar  en  donde  viven, 
y  debajo  de  ella  lo  colocan,  teniéndolo  allí  como  unos  dos  o 
tres  meses.  Transcurrido  ese  tiempo  lo  sacan  de  allí,  le  qui- 
tan las  esterillas  y  mantas,  exceptuando  la  que  está  junto 
á  los  restos,  lo  envuelven  de  nuevo  con  otras  mantas  y  es- 
teras y  lo  trasladan  a  su  rancho  o  enramada,  en  la  cual  lo 
cuelgan.  Este  traslado  lo  hacen  con  mucha  solemnidad. 
Dispuesto  todo,  como  acabo  de  decir  a  Su  Señoría,  se  lo 
carga  uno  a  la  espalda,  y  al  son  de  unos  pitos  de  laueso, 
que  para  el  caso  tienen,  y  de  los  gritos  desaforados  y  gol- 
pes que  con  sus  arcos  dan  al  aire  y  al  suelo,  lo  llevan  a  su 
ranchería.  Llegados  a  ella  lo  pasean  por  la  plazuela,  ro- 
deándole las  mujeres  que  andan  lloriqueando,  es  decir,  fin^ 
giendo  llorar ;  mientras  tanto  unos  cuantos  indios  e  indias 
van  repartiendo  a  todos  los  demás  sendas  totumas  de  gua- 
rapo o  chicha  fermentada ;  con  ésa  se  embriagan,  a  más 
no  poder,  tanto  ellos  como  ellas,  pues  el  paseo  del  muerto 
dura  el  tiempo  que  dura  dicha  bebida;  ordinariamente  es 


~  170  — 

un  día  y  una  noche;  terminada  la  chicha,  la  familia  lo 
cuelga  en  su  enramada,  y  allí  lo  tienen  más  o  menos 
meses. 

'Todo  esto  que  le  acabo  de  referir  lo  vi  yo  en  el  mes 
de  marzo  de  este  año.  Pasados  esos  meses  lo  llevan,  según 
me  han  informado,  a  una  especie  de  cementerio  que  tie- 
nen, y  allí  lo  depositan  entre  piedras,  o  cuevas  que  de  las 
mismas  piedras  hacen. 

"COMIDAS  RARAS 

''Casi  todo  cuanto  llega  a  sus  manos  se  lo  comen:  yo 
les  he  visto  comer  las  plumas  de  ave  (también  yo  lo  he 
hecho),  las  avispas  o  crías  de  ios  avisperos,  las  ratas,  cierta 
clase  de  gusanos  blancos  que  sólo  al  verlos  producen  asco, 
las  liormigas  grandes,  a  las'cuales  llaman  ellos  cayavo,  las 
monas,  marimondas,  etc.  Preparan  esta  clase  de  animales 
sin  pelarlos  ni  destriparlos;  una  vez  muertos  los  echan  en 
la  candela  y  así  que  están  algo  tostados  los  descuartizan  y 
los  conservan  para  ir  comiéndoselos,  bien  como  los  han  sa- 
cado del  fuego,  bien  hervidos  sin  sal.  El  maíz  tostado  no  lo 
han  probado  hasta  ahora  que  los  hemos  sacado  del  error 
en  que  estaban,  pues  creían  a  pies  juntillas  que  les  quitaba 
la  vista  y  el  oído;  al  ver  que  nosotros  lo  comíamos  y  que 
nada  de  eso  nos  sucedía,  empezaron  a  imitarnos  y  actual- 
mente se  alimentan  con  ello  sin  temor  y  sin  miedo. 

"NECESIDAD  DE  LEYES  ESPECIALES  PARA  ESTOS  INDÍGENAS 

"Costumbres  y  rarezas  como  estas  podría  referirle 
muchas  más,  si  no  temiese  alargar  demasiado  este  infor- 
me. Sin  embargo,  todas  ellas  es  muy  fácil  quitárselas,  como 
ya  lo  hemos  hecho  con  algunas.  Afirmo  tan  rotundamente 
esto,  porque  es  mucho  lo  que  les  gusta  la  vida  del  civiliza- 
do, tanto  que  ya  muchos  ,de  ellos  me  han  pedido  ropa 
para  vestirse  de  tales,  y  cuando  nos  ven  hacer  alguna 
cosa  de  las  que  ellos  no  conocen,  exclaman:  ¡patume,  pa- 
turne!  que  quiere  decir:  ¡bien,  muy  bien!  Esto  se  debe  a  que 
todo  cuanto  hasta  el  presente  han  visto  en  los  civiliza- 
dos ha  sido  bueno  y  edificante,  y  sería  un  dolor  que  el  día 
de  mañana  viniesen  a  este  lugar  civilizados  de  mala  con- 
ducta y  en  ellos  viesen  cosas  que  los  desedificasen  y  los  sa- 
casen de  la  inocencia,   digámoslo  así,  en  que  viven.  Por 


—  171  ~ 

eso  soy  de  parecer  que,  a  fin  de  conservar  a  estos  indíge- 
nas en  ese  estado  de  candidez  que  les  caracteriza,  debiera 
Su  Señoría  conseguir  de  nuestro  católico  Grobierno  un  de- 
creto que  prohibiese  establecerse  en  esta  región  a  todo  civi- 
lizado, exceptuando  a  los  que  la  Misión  se  lo  consintiese. 

"Mas  todavía,  en  ese  decreto  debiera  prohibirse  hasta 
el  pernoctar  sin  permiso  m  scriptis  del  Padre  Capuchino 
que  dirigiese  esta  Misión  y  cuyo  permiso  debiera  conse- 
guir por  lo  menos  tres  días  antes  de  su  llegada  a  este  lu- 
gar. Opino  así,  porque  he  sabido  de  fuente  fidedigna  que 
algunos  civilizados  quieren  establecer  caballerizas  o  crías 
de  caballos  en  este  lugar;  si  esto  llegase  a  suceder,  ven- 
dría aquí  toda  clase  de  gentes,  y  no  hay  duda  que  en  poco 
tiempo  estos  mis  queridísimos  indígenas  perderían  su  sen- 
cillez y  la  confianza  sin  límites  que  en  nosotros  han  depo  • 
sitado. 

"Y  para  que  Su  Señoría  se  convenza  de  la  sencillez  de 
estos  indios,  le  referiré  en  pocas  palabras  lo  que  sucedió 
no  hace  más  de  veinte  días.  Un  indio  hirió  a  su  india  en 
un  brazo;  al  enterarme  de  ello  fui  en  busca  del  indio  y  le 
afee  su  acción  y  mal  proceder;  después  encargué  a  mis 
compañeros  que,  con  su  conducta  para  con  dicho  indio,  le 
hiciesen  comprender  su  mala  obra;  así  lo  hicieron,  y  suce- 
dió que  al  notar  ése  la  frialdad  e  indiferencia  con  que  to- 
dos lo  mirábamos,  vino  al  siguiente  día  a  buscarme,  y  hu- 
millándose me  dijo:  PapacM  eraos  guamque  tumaca  subó- 
tapo  mónita.  Padre,  yo  ya  no  le  pegaré  más  a  mi  mujer. 
?:No  es  verdad,  señor  Obispo,  que  esto  es  muy  consolador? 
•  Pues  todo  esto  y  mucho  más  se  perdería  si  se  estableciesen 
en  este  lugar  civihzados  de  mala  conducta.  Como  com- 
prenderá, pues,  urge  y  es  necesario  que  el  Gobierno  expida 
dicho  decreto. 

"RELIGIÓN 

"Muy  poco  podré  decir  a  Su  Señoría  Ilustrísima  res- 
pecto de  este  punto.  Que  estos  indígenas  creen  en  algo,  no 
cabe  duda  alguna.  gQué  idea  tienen  de  Dios? 

"Hasta  la  hora  presente  nada  he  podido,  ni  hemos  po- 
dido notar.  Sólo  he  notado  que  creen  en  una  vida  futura. 
Prueba  de  ello  es  que  a  sus  muertos  cuando  los  envuelven 
les  colocan  en  la  parte  de  afuera  bollos,  pescado,  carne, 
etc.,  y  según  dicen,  todo  esto  se  lo  colocan  allí  para  que 
coma  durante  el  viaje  que  ha  emprendido,  y  esas  cosas  se 


—  172  — 

las  colocan  durante  muchísimo  tiempo,  como  yo  mismo  lo 
he  visto.  ¿No  prueba  también  esto  la  creencia  en  la  inmor- 
talidad del  alma,  aunque  de  ello  no  se  den  cuenta?  No  sé 
si  tendrán  otras  creencias;  si  tienen  otras  y  las  descubro 
se  las  manifestaré  a  Su  Señoría. 

"fundación  de  un  orfelinato 

''Dado  el  número  de  indígenas  de  esta  región,  es  decir, 
el  número  de  niños  y  niñas  que  existen,  el  cual  no  baja 
de  200,  y,  sobre  todo,  dado  el  amor  que  a  la  vida  civilizada 
tienen  estos  indígenas,  urge  la  creación  o  fundación  de  un 
Orfelinato.  Los  padres  indios  lo  están  deseando,  como  cla- 
ramente me  lo  han  manifestado  cuando  de  ello  les  he  ha- 
blado. Lo  prueba  el  hecho  de  haberme  entregado  a  algu- 
nos de  sus  hijos,  como  anteriormente  he  dicho  a  Su  Seño- 
ría. Este  Orfelinato  ha  de  ser,  en  parte,  diferente  a  los 
demás;  quiero  decir  que  así  como  en  los  demás  Orfelinatos  . 
sólo  se  educa  a  niños  y  niñas  solteros  y  sólo  a  éstos  se 
reciben,  en  éste  hay  que  educar  y  recibir,  además  de  los 
solteros,  a  aquellos  y  a  aquellas  que,  aunque  jovencitos,  ya 
estén  desposados;  éstos  pueden  vivir  durante  el  día  en  el 
Orfelinato,  aunque  por  las  noches  se  vayan  a  sus  ranchitos; 
pero  esto  sólo  durará  mientras  se  les  quite  la  costumbre 
de  casarse  tan  jóvenes.  ' 

"Por  parte  de  los  niños  y  niñas,  puedo  decir  a  Su  Se- 
ñoría Ilustrísima,  con  gran  satisfacción,  que  son  muchos 
los  deseos  que  tienen  de  aprender.  Ouando  por  las  noches 
tengo  algunos  a  mi  alrededor,  como  jugando  empiezo  a 
enseñarles  a  contar  y  a  pronunciar  bien  las  letras.  Tan 
pronto  como  los  demás  oyen  esto  se  vienen  corriendo  a 
aprender,  y  de  mi  lado  no  se  van  hasta  que  los  mando  a 
acostarse.  Así  pues  jugando  y  cantando  les  voy  enseñando 
alguna  cosita;  algunos  saben  contar  hasta  veinte  y  pro- 
nunciar bien  las  letras,  sobre  todo  la  Z,  la  II  y  la  /,  que  les 
es  muy  difícil;  y  sucede  que  después  que  se  han  acostado, 
todavía  siguen  ellos  contando  y  pronunciando  el  alfabeto. 
A  más  de  lo  dicho,  se  nota  en  la  mayor  parte  de  estos  pe- 
queños una  inteligencia  bastante  despejada.  No  conviene 
pues  perder  tiempo,  hay  que  aprovechar  tan  bellas  y  exce- 
lentes cualidades  y  disposiciones,  y  desde  luego  conviene 
que  Su  Señoría  interese  al  Congreso  Nacional  para  que 
nos  conceda  el  permiso  y  los  fondos  necesarios  a  fin  de 
proceder  al   levantamiento  del  Orfelinato.  Para  el  efecto 


—  173  — 

me  tomo  la  libertad  de  mandarle  el  plano  del  edificio  que 
se  podría  edificar.  Según  la  experiencia  que  de  esas  casas 
civilizadoras  tengo  adquirida,  me  parece  que  está  comple- 
to; sin  embargo,  queda  al  arbitrio  de  Su  Señoría  Ilustrísi- 
ma  modificar  o  hacer  otro  nuevo.  E¡  presupuesto  que  debe 
hacerse  para  su  levantamiento  y  terminación  lo  dejo  al 
recto  juicio  de  Vuestra  Señoría,  pues  no  me  cabe  duda 
que,  en  esta  clase  de  obras,  tiene  más  experiencia  que  yo. 

"ÚLTIMA  EXPEDICIÓN 

"Fue  gloriosísima.  Salimos  de  San  Jenaro  (Maraca)  en 
dirección  a  Sicacau  el  día  24  de  junio  del  próximo  pasado 
mes,  a  las  seis  y  media  de  la  mañana.  La  componíamos 
los  señores  Lázaro  Montecristo,  Víctor  Avila,  Lucas  Es- 
trada, Buenaventura  Navarro,  José  Concepción  Vidal, 
Dionisio  Díaz,  José  Manuel  Iguarán,  el  que  suscribe  y 
veintisiete  indígenas  de  estas  rancherías.  Después  de  ha- 
ber celebrado  la  santa  misa,  que  oyeron  todos  los  expedi- 
cionarios con  singular  devoción,  de  rezar  tres  Avemarias 
a  la  Virgen,  de  un  disparo  de  escopeta  y  de  un  ¡viva  a 
Colombia!  que  fue  contestado  con  indecible  entusiasmo, 
abrí  la  marcha.  A  medida  que  íbamos  pasando  por  las  cer- 
canas Y  lejanas  rancherías  de  esta  región,  se  iban  agre- 
gando indígenas,  hasta  completar  el  número  arriba  indi- 
cado. 

"primera  jornada 

"Fue  de  seis  leguas  largas,  hasta  llegar  a  La  Hondo- 
nada, ranchería  y  lugar  ya  conocido  por  Su  Señoría  por 
mis  anteriores  informes.  Aquí  pasamos  la  noche  y  el  día 
siguiente:  primero  para  descansar  de  la  malísima  jornada 
del  día  anterior;  segundo  para  aliviarnos  algo  del  fuerte 
resfriado  que  algunos  padecíamos,  y  tercero  para  compla- 
cer a  aquellos  indígenas  que  así  nos  lo  pidieron.  Compla- 
cidos éstos  y  conseguido  algo  de  lo  que  se  deseaba,  el  día 
26,  a  las  siete  de  la  mañana,  emprendimos  felizmente  y 
con  alegría  la 

"SEGUNDA  JORNADA 

"Fue  ésta  de  las  mismas  leguas  que  la  anterior,  poco 
más  o  menos.  Anduvimos  por  sabanas  inmensas,  cerros  y 
sierras  llamadas  por  los  indígenas  sudsu,  hasta  llegar  a 
una  cuesta  de  cerca  de  2  kilómetros  de  larga,  casi  perpen- 


—  174  — 

dicular,  la  cual  bajamos  con  gran  dificultad.  Conseguido 
esto,  nos  internamos  en  el  monte  y  a  la  falda  de  la  sierra 
llamada  por  los  indios  Tocare,  y  a  la  orilla  de  un  arroyo 
que  lleva  el  mismo  nombre  hicimos  alto.  Cuando  todavía 
no  nos  habíamos  sentado,  empezó  a  llover  torrencial  mente. 
Masque  de  prisa  y  corriendo,  levantamos  unas  chozas  y 
'enramadas  con  varas  y  hojas  anchas,  y  allí  pasamos  la  no- 
che del  26.  Apenas  pudimos  cerrar  los  ojos.  • 

"tercera  jornada 

"Amaneció  el  día  27:  tomamos  alimentos,  y  a  las 
nueve  de  la  mañana  empezamos  a  subir  y  bajar  sierras 
hasta  llegar  al  primer  arroyo  afluyente  del  río  Maraca.  Se- 
guímos su  curso;  unas  veces  por  la  derecha,  otras  por  la 
izquierda,  y  otras  por  su  mismo  cauce ;  así  anduvimos 
como  dos  leguas,  al  terminar  las  cuales  subimos  a  una  sa- 
bana para  allí  descansar  y  pernoctar.  La  noche  la  pasa- 
mos, sí,  pero  no  descansamos,  porque  fue  tanto  lo  que  llo- 
vió y  tan  intenso  el  frío  que  nos  hizo,  que  ni  las  chozas  de 
paja  que  levantamos  ni  las  mantas  que  llevábamos  nos 
defendieron  de  él.  Al  señor  Lucas  Estrada  se  le  quedaron 
paralizados  los  brazos, y  las  piernas. 

"cuarta  jornada 

"Muchísimo  sufrimos  en  ella.  Ya  no  paramos  de  subir 
hasta  llegar  a  la  cima  de  la  Cordillera  de  los  Andes.  ¡  Her- 
mosísimo panorama  se  descubre  desde  allí !  Extensísimas 
sabanas,  caprichosas  colinas,  espesísimos  bosques,  deleito- 
so murmurio  de  las  aguas  que  corren  por  ríos  y  arroyuelos, 

frondosidad  de  la  tierra  Empezamos  a  caminar  por 

aquellos  encantadores  parajes,  y  cuando  no  habíamos  an- 
dado legua  y  media,  un  indio  exclamó:  ¡PapacM,  papacMy 
casa  yuco!  En  efecto:  con  el  auxilio  de  los  gemelos  divisé  le- 
jos, muy  lejos  y  en  medio  de  una  verde  sabanita,  una  en- 
ramada de  los  indios  de  Sicacau.  No  pude  contener  el  entu- 
siasmo y  exclamé:  ¡Viva  Colombia!  Fue  aquel  un  momento 
indecriptible:  contestado  ese  viva,  siguieron  otros  y  otros,  da- 
dos por  los  expedicionarios.  Aún  no  había  decaído  nuestro 
entusiasmo  cuando  otro  mayor  se  apoderó  de  nuestros 
espíritus.  Sucedió  que  unos  indígenas  que  vivían  en  la  par- 
te norte,  al  oír  nuestros  vivas,  subiéronse  a  una  colina  altí- 


—  175  — 

sima,  y  desde  allí  empezaron  a  dar  desaforados  gritos.  ¡Im- 
posible describir  esta  emocionante  escena!  Se  me  formó  un 
nudo  en  la  garganta  que  me  impedía  dar  vivas  y  gritar; 
las  lágrimas  de  alegría  rodearon  nuestros  ojos;  nos  parecía 
mentira  lo  que  estábamos  viendo;  aquel  gritar  de  los  indíge- 
nas desde  aquella  altura;  aquel  levantar  y  bajar  los  arcos 
y  flechas;  aquel  correr  de  un  lado  para  otro  nos  parecía 
una  cosa  fantástica.  ¡Y  era  la  verdad!  Después  de  permane- 
cer así  como  media  hora,  seguímos  andando  pero  sin  cesar 
de  dar  gritos  y  llamando  a  los  indios  para  que  bajaran  de 
aquellas  alturas.  De  este  modo  descendimos  y  llegamos  a 
un  arroyo  llamado  por  los  indios  Quirimosa,  y  allí  acam- 
pamos. 

"quinta  y  última  jornada 

*'A  las  cinco  de  la  mañana  del  día  27  celebré  la  santa 
misa,  y  en  ella  pedímos  todos  los  expedicionarios  a  Dios  el 
feliz  éxito  de  la  expedición.  El  Señor  escuchó  nuestras 
oraciones.  A  las  seis  en  punto  empezamos  a  subir  aquella 
altísima  colina,  sobre  la  cual  se  hallaban  de  nuevo  los  in- 
dígenas. Habría  como  unos  cincuenta,  los  cuales,  a  nues- 
tras promesas  de  paz,  iban  poco  a  poco  descendiendo  y 
aproximándose.  Ouatilla  manso,  les  decíamos,  sícaro  man- 
so, yuca  Maraca  manso,  tuara  manso.  Tinca  petama  un  ca- 
ché oisémaye;  amos  sustútupo  cosicha,  machete,  etc.,  todo  la 
cual  quiere  decir:  los  civilizados  e  indios  que  os  van  a  visi- 
tar estamos  mansos,  todos  mansos;  salid  a  nuestro  encuen- 
tro y  os  daremos  mantas,  machetes,  etc.  Ellos,  a  su  vez, 
nos  decían  también  gritando:  venid,  que  estamos  mansos, 
nada  os  haremos,  hasta  que,  a  las  nueve  menos  cuarto, 
llegó  el 

"SOLEMNE  ENCUENTRO 

"Abrazos,  entrega  de  cuchillos,  machetes,  sombreros, 
mantas,  cambio  de  flechas  y  arcos  por  los  indios . . .  hasta 
el  santo  crucifijo  y  el  santo  hábito  me  pidieron  o  me  que- 
rían cambiar  por  los  collares  que  llevaban  puestos.  Hubo 
expedicionario  que  se  quedó  sin  sombrero,  otros  sin  ma- 
chete y  otros  sin  mochila.  Y  así,  entre  estos  actos  emocio- 
nantes llegamos  a  su  ranchería  a  las  nueve  y  cuarto  de  la 
mañana.  Desde  entonces  ya  no  nos  dejaron  ni  un  memen- 
to, y  cuando  se  enteraron  de  que  se  nos  había  acabado  la 
comida  y  que  teníamos  mucha  hambre,  inmediatamente 


—  176  — 

nos  dieroa  maíz  y  nos  ofrecieron  chicha  y  bollos  del  mis- 
mo maíz.  Otros  se  fueron  al  momento  en  busca  de  pláta- 
nos, guineos  y  malanga.  Todo  nos  lo  dieron  en  señal  de 
paz  y  como  recompensa  de  lo  que  les  habíamos  dado. 

"NÚMERO  Y  CARÁCTER  DE  ESTOS  INDIOS 

"Según  el  número  que  nos  visitaron  y  las  rancherías 
que  desde  aquel  lugar  divisamos,  calculamos  habrá  unos 
300  o  400.  Sólo  en  la  ranchería  donde  nos  hospedamos 
conté  62.  Su  carácter  es  afable  y  cariñoso.  Si  no  temiese 
extenderme  demasiado,  referiría  a  Su  Señoría  algunos 
casos  que  confirmarían  esta  verdad.  Todos  ellos  son  ro- 
bustos, altos  y  de  facciones  muy  bellas;  ninguno  tiene 
rostro  de  indígena:  nariz  perfilada,  ojos  grandes  y  expre 
sivos,  frente  despejada,  labios  sonrosados,  pero  todos  im- 
berbes; son  blancos,  aunque  el  sol  ha  tostado  sus  carnes. 
Salvo  raras  excepciones,  ninguno  había  tenido  trato  con 
los  civilizados,  y  los  odiaban  a  muerte;  estaban  pues  bravos, 
como  solemos  decir. 

"CAUSA  DE  ESTA  BRAVURA 

"Estos  indígenas,  según  alcanzamos  a  comprender, 
nunca  han  llegado  a  salir  de  su  región  Sicacau,  pero  sí 
han  tenido  trato  y  comunicación  con  otros  indígenas  que 
habitan  cerca  o  dentro  de  los  límites  de  Venezuela.  Estos 
indios  venezolanos  han  contado  a  esos  pocos  que  de  Sicacau 
han  salido,  las  luchas  y  las  muertes  que  los  civilizados 
venezolanos  les  han  hecho.  En  la  ranchería  en  donde  nos 
hospedamos  hay  una  viejecita  (que  por  lo  menos  tendrá 
ciento  veinte  años)  que  su  juventud  la  pasó  con  los  indios 
de  Venezuela,  la  cual  nos  contó  que  los  civilizados  vene- 
zolanos le  mataron  dos  hijos.  De  aquí  procede  el  que  los 
indígenas  de  Sicacau  estuvieran  bravos  a  nuestra  llegada. 
Hoy  se  acabó  esa  bravura,  y  los  indios  de  Sicacau  han 
quedado  mansos  como  corderitos.  No  puede  decirse  lo  mis- 
mo de  los 

* 'indios  VENEZOLANOS 

"Dada  la  distancia  en  que  éstos  viven  de  Sicacau,  no 
sé  como  se  enteraron  de  nuestra  llegada  a  esta  región.  Lo 
cierto  es  que  se  enteraron,  y  hasta  uno  de  ellos  estuvo 
hablando  con  nosotros,  y  recibió  varios  regalos  que  le  hici- 


Tejiendo  hamacas  en  el  Orfelinato  de  Nazaret  (Goajira)t 


Grupo  de  indios  motilones,  con  el  señor  Vicario  Apostólico,  que  se  están 
educando  en  el  Orfelinato  de  San  Antonio. 


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Vista  del  Orfelinato  de  Nazaret  (Goajira). 


—  177  - 

mos  la  víspera  de  nuestro  regreso.  No  obstante  eso,  antes 
de  marcharse  dejó  dicho  que  había  mandado  llamar  a  los 
suyos  y  que  se  iba  a  emboscar  para  matar  a  todos  los  ci- 
vilizados, especialmente  a  PapacM  y  a  Uásaro.  En  efecto, 
así  lo  hizo;  y  la  víspera  por  la  noche  de  nuestra  salida  nos 
dijeron  los  indios  de  nuestra  ranchería  que  no  nos  fuése- 
mos por  el  camino  que  habíamos  venido,  pues  varios  in- 
dios anipape  panapo  que  vivían  lejos  de  allí  se  habían 
escondido  quüle,  allá  (y  nos  señalaron  el  lugar  donde  se 
habían  emboscado),  para  matarnos.  Seguímos  su  consejo, 
y  tomando  otra  vía  que  abrimos,  fuimos  a  parar  al  mismo 
camino,  pero  dejando  a  los  emboscados  más  de  legua  y 
media  atrás.  Gracias  pues  a  Dios,  a  la  Virgen,  cuya  fiesta 
de  su  Visitación  celebramos  ese  día,  y  a  los  indios  que 
amansados  dejamos,  salimos  ilesos  y  salvos  de  la  embos- 
cada. 

"laboriosidad  de  los  indios  de  sicacau 


"Durante  los  dos  días  y  medio  que  allí  permanecimos, 
pude  notar  que  aquellos  indígenas  son  trabajadores;  pero 
no  tienen  herramientas.  Cultivan  y  cosechan  en  abundan- 
cia, maíz,  plátanos,  guineos,  frisóles,  malanga,  etc.  Nos  ex- 
trañó a  todos  muchíbimo  que,  dada  la  fría  temperatura  de 
aquel  lugar,  se  cosechase  el  plátano  y  el  guineo.  También 
se  dedican  a  la  elaboración  de  catabres,  esterillas,  abanicos 
y  mantas  de  algodón;  pero  todos  esos  trabajos  son  muy  or- 
dinarios y  muy  inferiores  a  los  que  elaboran  estos  indios 
de  Maraca;  hasta  sus  arcos  y  ñechas  están  muy  mal  traba- 
jados y  bastos. 

"LUGAR   QUE  OCUPA  SICACAU 

"Esta  región  se  encuentra  en  la  parte  oriental  de  Co- 
lombia. Para  llegar  allí  desde  Becerril,  primer  pueblo  de  ci- 
vilizados, se  emplean  lo  menos  seis  jornadas  de  a  siete  le- 
guas cada  una.  Podría  el  viaje  hacerse  en  menos  tiempo  si 
hubiera  caminos;  pero  se  carece  de  éstos,  tanto  que,  para 
llegar  nosotros,  tuvimos  que  ir  limpiando  el  lugar  por 
donde  andábamos,  abriendo  trochas,  vadeando  ríos  y  sal 
tando  arroyos. 

Misiones  católicas— 12 


—  178 


"gastos  de  la  expedición 

"Como  nuestra  situación  monetaria  está  tan  mal,  pro- 
curé, con  muchas  privaciones  y  sacrificios,  hacer  los  me- 
nos gastos  posibles,  como  verá  Su  Señoría  por  las  cuentas 
siguientes: 

"Mantas  para  los  indios  de  Sicacau  $  4,200 

"Cuchillos  para  los  mismos 1,575 

"Carne  para  el  viaje 900 

"Cuatro  expedicionarios  cargueros. . .    , 4,400 

"Queso 325 

"Arroz 300 

"Collares  de  cuentas  de  colores 150 

"Café  y  panela  —  , 93 

"Total  $     11,943 


"Es  cuanto  por  ahora  tiene  que  informar  a  Su  Señoría 
Ilustrísima  su  afectísimo  hijo  en  el  Señor  y  subdito  que  le 
pide  su  apostólica  paternal  Ibendición, 

"Fray  Camilo  de  Ibi, 

"Misionero  Apostólico  Capuchino." 


TRASCENDENCIA  DE  LA  MISIÓN  DE  MOTILONES 

Cuando  comenzamos  la  obra  de  reducción  de  motilo 
nes,  ávidos  y  sedientos  de  nuevas  almas  para  Dios  y  ciu- 
dadanos para  la  patria,  creímos  poder  transmontar  la  cordi- 
llera y  acercarnos  a  las  riberas  del  Catatumbo  y  de  sus 
afluentes,  en  donde,  según  datos,  se  halla  el  mayor  núcleo 
de  esos  indios;  pero  imposible:  ni  el  tiempo,  ni  los  recursos, 
ni  las  series  de  montañas,  casi  inaccesibles,  que  habíamos 
de  pasar  permitiéronnos,  a  los  expedicionarios,  coronar 
nuestros  sueños.  Mas  ahora  que  los  Padres  Misioneros, 
como  habrá  notado  Vuestra  Señoría  Ilustrísima  en  esta 
relación,  van  reduciendo  una  ranchería  tras  otra,  no  es  te- 
merario optimismo  aquel  deseo,  que  puede  ser  en  breve 
tiempo  una  realidad. 

Presiento  la  completa  reducción  de  indios  motilones. 
Creo  que  el  gran  pueblo  motilón  que  se  extiende  desde  la 
Sierra  Negra,  al  norte  del  Magdalena,  hasta  Teorama,  San 


y 


—  179 


Pedro  y  San  Calixto  al  Sur,  en  el  Departamento  de  San- 
tander, y  que  es  dueño  absoluto  de  todo  aquel  territorio, 
puede  ser  reducido  sin  violencias  ni  coacciones,  sin  muer- 
tes ni  asesinatos.  Dado  el  buen  deseo  que  anima  a  los  Pa- 
dres Misioneros,  sólo  falta  que  el  Supremo  Cuerpo  Legisla- 
tivo tenga  fe  en  esta  obra,  y  considerándola  como  nacio- 
nal, la  auxilie  con  recursos  eficaces. 

ESTADO  ECONÓMICO 

"El  estado  económico  de  la  Misión  ha  sido  de  todo  pun- 
to alarmante.  En  más  de  una  ocasión  temí  una  completa 
disolución,  por  falta  de  pagos;  y  a  no  haber  mediado  una 
visible  protección  del  Cielo,  no  quedarían  en  ella  Orfelinatos 
ni  personal. 

El  año  de  1918  fue  aflictivísimo:  llegué  a  deber  cerca 
de  veinte  mil  pesos  oro,  sin  tener  de  dónde  pagar  y  casi 
sin  crédito. 

En  los  primeros  meses  del  presente  año  el  Gobierno 
dispuso  pagar  a  la  Misión  en  vales  del  Tesoro  y  en  bonos 
de  deuda  interna  todo  lo  que  se  debía  de  la  vigencia  pa- 
sada. Con  esto  y  con  los  cinco  mil  pesos  oro,  en  vales  del 
Tesoro,  que  Vuestra  Señoría  Ilustrísima  se  dignó  darme, 
de  la  Junta  Arquidiocesana  de  Misiones,  pude  saldar  mis 
deudas  y  quedar  con  algún  desahogo. 

El  pago  efectuado  por  el  Gobierno  en  vales  y  bonos,  al 
reducirlos  a  moneda  legal,  tuvieron  "un  descuento  extraor- 
dinario, que  ha  disminuido  el  total  de  la  cantidad  que  está 
en  el  Presupuesto  para  la  Misión  de  La  Goajira,  en  más 
de  diez  mil  pesos  ($  10,000). 

El  Gobierno  ha  pagado  en  el  presente  año,  pertene- 
ciente a  la  vigencia  en  curso,  los  meses  de  marzo  y  abril  y 
parte  de  mayo;  pero  esto  no  me  alcanza,  en  la  actualidad, 
para  cubrir  los  gastos  presentes,  por  tener  que  estar  pa- 
gando deudas  anteriores,  con  estas  sumas,  y  que  aún  no 
he  acabado  de  pagar.  Así,  estoy  debiendo  ahora  mismo  lo 
siguiente: 

Al  Banco  de  Colombia $  4,000  . .  oro. 

A  la  Casa  Pacini  y  Puccini 2,442  81  — 

A  la  Casa  Anitua 1,100  . .  — 

A  la  Fábrica  Tejidos  Obregón 500  . .  — 

A  la  Fábrica  Tejidos  Olivares 1,000  . .  — 

Total .- . .  $   9,042  81  oro. 


~  180  — 

Esto  sin  contar  otras  cuentas  pequeñas  y  gastos  que 
demanda  la  marcha  de  las  casas  de  la  Misión,  que  no  se 
pueden  suspender. 

Tengo  ocho  mil  pesos  ($  8,000)  en  bonos  de  la  deuda, 
pero  los  tengo  en  el  Banco  de  Colombia  como  garantía  de 
los  $  4,000  que  pedí  prestados;  por  lo  tanto  no  sé  cómo  ha- 
cer para  cubrir  la  cantidad  de  $  9,042-81  que  debo,  sin  tan 
grande  pérdida,  como  supone  la  venta  de  esos  bonos,  y 
que,  después  de  todo,  no  me  alcanzarían  para  el  saldo 
total. 

Lo  que  está  designado  en  el  Presupuesto,  cuando  se 
cobra  todo,  asciende  a  la  suma  de  $  51,988  oro ;  pero  los 
gastos  de  la  Misión  son  mayores,  y  si  no  fuese  por  la  suma 
de  tres  mil  pesos  que  el  Excelentísimo  señor  Nuncio  da 
por  el  Convenio,  por  lo  que  me  suele  dar  Vuestra  Señoría 
Ilustrísima,  según  las  necesidades  más  perentorias,  por 
algunas  limosnas  que  suelo  recibir  de  la  Sagrada  Congre- 
gación de  Propaganda  Fide  y  de  la  Propagación  de  la  Fe 
de  Lyón,  por  algunas  limosnas  qne  vienen  de  España,  no 
sería  posible  atender  a  todos  los  gastos  que  su  actual  mar- 
cha pide. 

Hay  que  tener  presente  que  de  la  suma  antes  indicada 
en  el  Presupuesto,  $  5,760  oro  van  casi  todos  a  manos  de 
maestros  seglares,  quienes  tienen  a  su  cargo  las  escuelas 
nacionales  del  Territorio. 

Podría  muy  bien,  Ilustrísimo  Señor,  con  los  debidos 
comprobantes,  presentarle  a  Vuestra  Señoría  Ilustrísima 
detalladamente,  en  esta  relación,  los  gastos  de  este  año, 
para  que  viera  manifiesta  la  verdad  de  lo  que  digo ;  pero 
como  esto  lo  hago  ante  el  Excelentísimo  señor  Nuncio 
Apostólico,  por  disposición  del  Convenio  del  Gobierno  con 
la  Santa  Sede,  sobre  Misiones  entre  infieles,  sólo  me  limito 
a  darle  un  dato  general  de  los  gastos,  así  como  se  lo  he 
dado  de  lo  que  está  asignado  en  el  Presupuesto  de  la  Na- 
ción. Los  gastos  hechos  en  la  Misión  durante  la  vigencia 
de  1918  a  1919  ascienden  a  la  suma  de  sesenta  y  dos  mil 
pesos  oro  ($62,000). 

Y  no  puede  ser  de  otra  manera,  dado  el  gran  número 
de  niños  que  se  mantienen  en  los  Orfelinatos  y  la  carestía 
de  los  víveres,  que  han  subido  más  de  un  doble  a  como 
estaban  en  los  años  anteriores. 


181 


OBRAS  NUEVAS 


Dado  este  estado  de  cosas,  ¿cómo  atreverme  a  comenzar 
nuevas  obras?  Sin  embargo,  como  le  manifesté  a  Vuestra 
Señoría  Ilustrísima,  en  nota  del  mes  pasado,  son  ya  de 
imprescindible  necesidad  dos  obras :  el  Hospital  de  Río- 
hacha  y  el  Orfelinato  de  San  Sebastián  de  Rábago;  ambas 
inaplazables. 

HOSPITAL  DE  RÍOHACHA 

Tanto  yo  como  mis  compañeros  y  cooperadores  en  la 
Misión  de  La  Goajira  hemos  visto  por  espacio  de  muchos 
años,  con  muchísima  pena  y  sumo  quebranto,  transitar 
por  las  calles  de  Ríohacha  y  llegar  a  nuestra  Casa-  Misión 
a  muchos  pobres,  muchos  enfermos  y  desvalidos,  sin  tener 
un  abrigo  que  los  amparara  en  tanta  desgracia  y  tanto 
abandono.  Y  no  sólo  riohacheros,  padillenses  y  valledupa- 
renses,  sino  extranjeros  que  a  cada  momento  llegan  des- 
amparados a  aquellas  playas,  y  muchos  indios  goajiros. 
Con  frecuencia  los  sentimientos  de  caridad  y  hospitalidad 
de  los  hijos  de  Ríohacha  extienden  sus  alas  de  protección  a 
muchos  desgraciados;  pero  les  es  imposible  prestar  socorro 
a  tantos  necesitados  y  enfermos,  como  se  hace  en  un  hos- 
pital. Hé  ahí  lo  que,  a  pesar  de  la  mala  situación  en  que 
me  hallaba,  me  hizo  resolver  a  comenzar  la  obra  de  un 
hospital  en  la  ciudad. 

Para  comenzar  la  obra  dicha  reuní  a  los  vecinos 
principales  de  la  ciudad,  les  expuse  la  idea,  y  aunque  vimos 
todos  la  imposibiUdad  en  que  nos  hallábamos  de  comenzar 
una  obra  de  esta  índole,  urgidos  por  la  necesidad  y  con- 
fiando en  la  caridad  de  las  buenas  almas,  en  la  protección 
de  Vuestra  Señoría  Ilustrísima  y,  sobre  todo,  en  la  largue- 
za que  ha  manifestado  el  Congreso  Nacional  en  proteger 
estas  obras  de  necesidad  pública,  dimos  comienzo  a  la  obra 
el  día  de  San  José,  colocando  la  primera  piedra  con  gran 
solemnidad  y  con  aplauso  general  de  todos  los  hijos  de 
Ríohacha,  de  la  Asamblea  Departamental  y  del  señor 
Gobernador  del  Magdalena. 

La  fe  y  esperanza  cristianas  nos  animan,  Ilustrísimo 
señor,  en  estas  obras,  las  cuales  muy  pronto  han  sido  pre- 
miadas por  la  honorable  Junta  de  Misiones,  dignamente 
presidida  por  Vuestra  Señoría  Ilustrísima,  concediéndonos 


-  182  -  j 

un  auxilio  de  cinco  mil  pesos  oro  {%  5,000)  que  en  bonos 
de  la  deuda  interna  he  tenido  el  gusto  de  recibir  del  señor 
don  José  María  Mejía,  Tesorero  de  dicha  Junta. 

Según  el  plano  que  se  ha  dignado  obsequiarnps  el 
señor  don  Zoilo  Cuéllar,  revisado  por  personas  competen- 
tes, y  el  presupuesto  que  el  mismo  señor  ha  hecho,  la  obra 
costará  cuarenta  mil  pesos  oro  ($  40,000). 

El  Congreso  Nacional  vio  en  años  anteriores  la  nece- 
sidad de  crear  estaciones  sanitarias  en  los  puertos  de  Car- 
tagena, Barranquilla,  Santa  Marta,  etc.,  etc.,  y  en  realidad 
se  han  creado.  Pues  no  es  menos  necesaria  una  estación 
sanitaria,  que  yo  llamaría  hospital,  en  la  ciudad  de  Río  ' 
hacha,  por  ser  puerto  de  mar,  adonde  llegan  goletas  de 
Curazao  y  de  otras  naciones,  y,  como  he  dicho  antes,  fran- 
ceses, italianos,  españoles,  holandeses,  belgas,  austríacos, 
etc.,  etc.,  pidiendo  socorro  y  hospitalidad  la  mayor  parte  de 
las  veces. 

Si  llega  a  Ríohacha  algún  apestado  de  enfermedad 
contagiosa,  doloroso  es  decirlo,  pero  no  hay  ni  una  pobre 
casa  en  donde  aislarlo  ni  atenderlo ;  de  ahí  los  casos  de 
muerte  y  contagio  que  cada  momento  se  ven  en  la  ciudad. 
Es  pues  de  urgencia,  y  de  urgencia  suma,  atender  a  la 
construcción  del  hospital  que  tengo  proyectado,  en  cuya 
obra,  dadas  las  razones  apuntadas,  no  creo  que  me  deje 
solo  el  patriotismo  que  inspira  los  actos  del  Congreso 
Nacional. 

CAMBIO  DE  VIVIENDA 

A  la  vista  están,  en  la  fotografía  que  acompaño,  las 
pobres  casas  que  sirven  de  vivienda  a  los  ciento  cincuenta 
niños  (150)  y  personal  docente  que  tiene  el  Orfelinato  de 
San  Sebastián  de  Rábago,  del  cual  he  tenido  el  gusto  de 
hablar  muy  detenidamente  en  este  informe. 

Es  acongojante  ver  tanto  niño  vivir  en  t^abitaciones 
tan  reducidas.  En-  mi  última  visita  admiré  uoa  vez  más  el 
heroísmo  de  los  Padres  Misioneros  y  de  las  Religiosas,  re- 
ducidos a  tanta  estrechez. 

"Me  admira  la  labor  de  ustedes,  les  dije,  y  carezco  de 
palabras  para  enaltecerla  como  es  debido;  me  confunde  el 
verles  vivir  de  este  modo.  Quisiera  en  un  abrir  y  cerrar  de 
ojos  levantarles  una  casa  acomodada  a  su  misión  y  traba- 
jo; mas  ya  que  esto  no  es  concedido  al  hombre  sino  por 
vía  de  milagro,  les  prometo  al  llegar  a  Bogotá  interesar  al 


183  — 


Ilustrísitno  y  Reverendísimo  señor  Arzobispo  Primado,  a 
fin  de  que  la  Junta  de  Misiones  nos  proteja  en  algo  para 


comenzar  una  nueva  casa.'' 


Así  ha  sucedido:  he  expuesto  a  Vuestra  Señoría  Ilus- 
trísima,  por  medio  de  una  nota,  esta  necesidad,  y  Vuestra 
Señoría  Ilustrísima  y  los  dignos  miembros  de  la  Junta, 
haciéndose  cargo  de  ella,  se  han  dignado  favorecer  la 
obra  del  Orfelinato  de  San  Sebastián  de  Rabágo  con  la 
suma  de  cinco  mil  pesos  oro  ($  5,000)  que,  como  la  ante- 
rior, he  tenido  el  gusto  de  recibir  en  bonos,  del  señor  Teso- 
rero de  la  Junta.    > 

El  plano  del  Orfelinato  ha  sido  obsequio  de  los  señores 
Jalvo  y  Orta,  ingenieros  españoles,  y  su  desarrollo  costará, 
el  mínimum,  cincuenta  mil  pesos  oro  ($  50,000). 

El  Congreso  Nacional  nos  dio,  en  un  principio,  tres 
mil  pesos  oro  ($  3,000)  para  edificios,  y  nos  hemos  gastado 
más  de  veinte  mil.  Yo  creo  pues  que  considerada  la  im- 
portancia del  Orfelinato  de  San  Sebastián,  comienzo  de 
positiva  civilización  de  la  raza  arhuaca,  no  tendrá  incon- 
veniente esta  corporación  legislativa  en  ayudarnos  a  levan- 
tar el  nuevo  edificio. 

OBSTÁCULOS  E  INCONVENIENTES 

Estoy  convencido,  Ilustrísimo  señor,  que  el  Cielo  ha 
bendecido  con  mano  pródiga  nuestra  Misión,  en  el  presente 
año,  haciéndola  prosperar  de  modo  extraordinario  y  dando 
incremento  a  los  sacrificios  que  se  han  impuesto  los  Padres 
Misioneros,  por  su  desarrollo  y  buena  marcha;  pero  se  ha 
tropezado  con  los  obstáculos  e  inconvenientes  de  siempre, 
sin  los  cuales  su  florecimiento  sería  envidiable. 

Estos  obstáculos  son  de  varios  órdenes,  siendo  el  prin- 
cipal la  falta  de  personal  para  atender  a  tanta  extensión 
de  terreno  y  a  tantos  habitantes  civilizados  e  indígenas 
como  tiene  la  Misión,  o  sea  el  Vicariato  Apostólico  de  La 
Goajira.  En  segundo  lugar  hay  que  luchar  con  la  rudeza 
del  clima,  que  no  se  presta  a  un  trabajo  intenso  y  conti- 
nuo, porque  muy  pronto  hace  desfallecer  y  enferma  a  los 
más  valientes  y  esforzados  Misioneros,  inhabilitándolos, 
aun  a  los  muy  jóvenes,  para  proseguir  el  trabajo  de  cate- 
quización.  En  tercer  término :  entre  civilizados,  hay  que 
contar  con  la  pobreza  material,  decaimiento  de  espíritu, 
costumbres  poco  sanas,   frialdad  en  la  fe  y   poca  piedad; 


—  184  — 

entre  indígenas,  con  sus  supersticiones,  prejuicios  y  cos- 
tumbres paganas  que  los  envuelven;  y  finalmente,  en  lo 
referente  a  la  Misión,  con  la  falta  de  mayores  auxilios  para 
atender  como  es  debido  a  la  gran  obra  de  civilización,  que 
demanda  el  número  crecido  de  indígenas  que  pueblan  los 
territorios  del  Vicariato. 

REMEDIOS  INDISPENSABLES 

Entre  otros  varios,  dos  son  los  medios  principales  que 
hay  que  poner  para  remediar  los  inconvenientes  dichos  y 
salvar  los  obstáculos,  en  parte,  con  los  cuales  tropieza  la 
catequización  de  indígenas  de  La  Goajira:  primero,  la  veni- 
da de  nuevo  personal;  al  efecto,  he  escrito  a  los  superiores 
para  que  sin  demora  manden  nuevos  Misioneros,  lo  que 
creo  poder  conseguir  este  mismo  año;  el  segundo,  auxilios 
y  buenas  autoridades  civiles  que  coadyuven  con  eficacia  a 
llevar  adelante  la  obra  de  catequización,  que  es  verdadera 
obra  nacional  y  cristiana. 

CAJAS  DE  PREVISIÓN  Y  AHORROS 

Con  el  deseo  de  estimular  a  los  niños  al  trabajo  ma- 
nual y  de  agricultura,  con  premios  y  otras  dádivas,  resol- 
ví, hace  dos  años,  recompensarles  con  algunas  sumas  en 
metálico,  según  su  trabajo  y  aplicación,  las  cuales  se  colo- 
can en  una  caja  llamada  Caja  de  Previsión  y  Ahorro.  De 
esta  Caja  los  jóvenes  no  sacan  dinero  sino  cuando  lo  nece- 
sitan para  cosas  muy  necesarias,  que  están  fuera  de  la 
alimentación  y  vestido  común :  se  guarda  para  cuando 
sean  mayores  y  deseen  tomar  estado  o,  después  de  instruí- 
dos,  salgan  a  vivir  con  sus  padres. 

Ejemplo  de  esto  es  el  dinero  que  se  ha  entregado  ya  a 
los  jóvenes,  que  en  Nazaret  forman  el  pueblo,  quienes  lo 
han  empleado  en  negocio  y  compra  de  mercancías,  con  po- 
sitivo provecho. 

DATOS  ESTADÍSTICOS 

Creo  muy  conveniente,  al  finaUzar  este  informe,  darle 
a  Vuestra  Señoría  Ilustrísima  algunos  datos  estadísticos 
que  ponen  en  claro  el  estado  de  la  Misión,  y  son  como 
siffue : 


—  185  — 

Orfelinatos 4 

Casas  residencia 5 

Colegios  propios. . .       . '¿ 

Parroquias  a  su  cargo -—-  5 

Personal. 

Padres  Misioneros. 13 

Hermanos  Misioneros 11 

Religiosas  Misioneras 21 


Niños  en  los  Orfelinatos, 

Orfelinato  de  San  Antonio 88 

Orfelinato  de  Nazaret  ...     . .  ■ .  120 

Orfelinato  de  La  Sierrita 64 

Orfelinato  de  San  Sebastián 150 

Total 422 

Escuelas  urbanas 16 

Maestros  seglares  14 

Maestros  Misioneros 2 

Alumnos , 800 

Granjas  agrícolas 4 

Campos  de  agricultura  en  los  Orfelinatos 5 

Fábricas  de  ladrillo  para  servicio  de  la  Misión 2 

Nota — Los  datos  que  doy  del  número  de  niños  de  los 
Orfelinatos  son  de  los  que  me  han  suministrado  los  Padres 
últimamente,  y  los  de  los  niños  en  las  escuelas  son  toma- 
dos del  fin  del  año  escolar  de  1918. 

FINAL  DEL  INFORME 

Al  poner  ñn  a  este  informe  que  rindo  a  Vuestra  Se- 
ñoría Ilustrísima,  sería  faltar  a  un  deber  elemental  y  de 
justicia,  si  no  dejara  constancia  en  él,  como  lo  hago  con  el 
mayor  placer,  de  los  más  expresivos  agradecimientos  que 
brotan  de  mi  corazón,  a  los  ilustres  campeones  de  la  Pa- 
tria que,  en  los  Congresos  pasados,  han  hecho  vibrar  su 
elocuente  palabra  en  defensa  del  trabajo,  desinterés  mate- 
rial y  abnegación  de  los  que  les  ha  tocado  en  suerte  ejer- 


—  186  — 

cer  su  apostolado  y  extender  el  reino  de  Cristo  y  los  domi- 
nios patrios  en  tierra  de  infieles;  al  Excelentísimo  señor 
Presidente  de  la  República,  doctor  don  Marco  Fidel  Suárez, 
que,  haciéndose  eco  de  la  opinión  nacional  y  cumpliendo 
un  deber  de  recto  y  probo  mandatario,  sostiene  y  fomenta 
las  Misiones,  con  suprema  decisión  y  noble  espíritu  cris- 
tiano. 

En  los  quebrantos  y  adversidades  propios  del  ministe- 
rio apostólico  entre  indígenas;  en  los  desasosiegos  y  decai- 
miento que  parecen  apoderarse  del  ánimo  de  los  Misione- 
ros, cuando  las  turbulentas  aguas  de  la  maledicencia  han 
querido  envolverlos,  han  tenido  el  consuelo  de  oír  el  acento 
suave  y  la  voz  de  aliento  del  egregio  Nuncio  Apostólico, 
Excelentísimo  señor  doctor  don  Enrique  Gasparri,  quien, 
en  nombre  del  Padre  Santo,  los  ha  animado  a  seguir  ade- 
lante, sin  desfallecer,  la  empresa  de  cristiana  civilización; 
ha  llegado  hasta  ellos  la  voz  cariñosa  de  Vuestra  Señoría 
Ilustrísima,  que  impregnada  de  piedad,  de  amor  a  la  Igle- 
sia y  de  sincero  patriotismo,  los  ha  exhortado  a  sufrir 
con  valor  y  a  perdonar  sin  odio,  a  tener  paciencia  y  cari- 
dad, virtudes  características  de  los  santos  y  de  los  apósto- 
les de  Cristo.  Por  esto,  también  para  el  Excelentísimo  se- 
ñor Nuncio  Apostólico  y  para  Vuestra  Señoría  Ilustrísima 
mi  más  acendrada  gratitud  por  la  solicitud  paternal  que 
han  dispensado  a  los  Misioneros. 

Con  las  oraciones  y  votos  de  todo  el  personal  docente 
y  educativo  de  la  Misión  de  La  Goajira,  a  los  cuales  uno  los 
míos,  por  la  mayor  exaltación  de  la  Iglesia,  por  la  salud 
del  Padre  Santo  y  su  digno  representante  en  esta  Nación; 
por  la  conservación  de  la  existencia  del  preclaro  Presidente 
de  la  República ;  por  la  felicidad  personal  y  bienestar  de 
Vuestra  Señoría  Ilustrísima  y  muy  respetables  miembros 
de  la  Junta  Arquidiocesana  de  Misiones;  por  el  feliz  acier- 
to del  Congreso  Nacional  en  todas  sus  labores,  me  es  muy 
grato,  con  sentimientos  de  profunda  estima,  repetirme  de 
Vuestra  Señoría  Ilustrísima  adictísimo  hermano  en  Cristo, 

*  Fray  Atanasio  Vicente, 

Obispo   titular  de  Citarizo  y  Vicario   Apostólico 
de  La  Goajira. 

Bogotá,  25  de  agosto  de  1919. 


Barranquilla,  junio  i."  de  1919 

Muy  ilustre  señor  Canónigo  doctor  don  Celso  Forero   Nieto,   Secretario  de,Ia 
Junta  de  Misiones — Bogotá. 

Muy  ilustre  señor: 

Tengo  el  honor  de  remitir  adjunto  a  Usía  el  Informe 
sobre  la  Misión  del  rio  Magdalena,  que  ofrecí  enviar  a  esa 
honorable  Junta,  antes  de  la  reunión  del  Congreso. 

Nos  sería  muy  grato  que  tanto  su  digno  Presidente,  el 
Ilustrísimo  y  Reverendísimo  señor  Arzobispo  Primado, 
como  Usía  y  el  muy  ilustre  señor  doctor  don  Francisco 
Javier  Zaldúa,  que  la  integran,  encontrasen  satisfactorio 
dicho  informe. 

Aprovecho  la  oportunidad  para  reiterar  a  la  honora- 
ble Junta  nuestro  reconocimiento  por  el  interés  que  siem- 
pre ha  manifestado  por  esta  Misión. 

De  Usía  afectísimo  siervo  en  Cristo, 

Luis  J.  Muñoz,  S.  J. 


INFORME 
sobre  la  Misión  del  rio  Magdalena- 


Encargada  hoy  la  Compañía  de  Jesús  de  la  Misión  del 
río  Magdalena,  es  grato  recordar  que  las  riberas  del  gran 
río  fueron  el  primer  teatro  de  los  trabajos  apostólicos  de 
los  jesuítas,  en  la  segunda  época  de  su  existencia  en  Co- 
lombia. El  año  de  1842  el  Congreso  de  la  Nueva  Granada 
expidió  una  ley  que  autorizaba  al  Gobierno  para  llamar 
Misioneros  que  evangelizaran  las  tribus  salvajes  existen- 
tes en  la  República.  El  3  de  mayo  del  mismo  año  el  Go- 
bierno designaba  a  los  jesuítas  para  dicha  obra,  teniendo 
asimismo  en  mira  confiarles  la  educación  de  la  juventud 
en  las  principales  ciudades  de  la  Nueva  Granada. 

El  26  de  febrero  de  1844  desembarcaron  los  primeros  Mi- 
siones y  Profesores  en  Santa  Marta;  y,  después  de  dar  mi- 
siones en  dicho  puerto  y  en  Ciénaga,  emprendieron  la  subida 
del  río  Magdalena,  que  fue  una  misión  continuada  hasta 
Honda,  adonde  llegaron  a  principios  de  janio,  enfermos  la 
mayor  parte,  de  fiebres  contraídas  en  el  río,  pero  satisfe- 
chos de  la  cosecha  de  almas  que  habían  logrado  en  aquella 
larga  y  penosa  navegación;  sólo  en  la  isla  de  Mompós  lle- 
garon a  ocho  mil  las  personas  que  se  acercaron  a  los  sa- 
cramentos. Uno  de  los  Misioneros,  el  Padre  José  Téllez, 
joven  de  extraordinarias  dotes,  ofreció  a  Dios  su  vida  por 
el  éxito  de  los  trabajos  de  la  Compañía  en  este  nuevo  tea- 
tro de  su  celo.  El  Señor  aceptó  el  sacrificio,  y  antes  de  lle- 
gar al  término  de  su  viaje  murió  en  Honda  el  6  de  junio. 

No  se  pensó  por  entonces  en  establecer  una  misión 
permanente  en  el  río  Magdalena;  ni  el  corto  número  de 
sujetos,  obligados  a  atender  a  otras  necesidades,  habría 
permitido  iniciar  esta  empresa.  Breve  fue,  por  otra  parte, 
la  permanencia  de  la  Compañía  en  la  Nueva  Granada, 
pues  el  21  de  mayo  de  1850  decretó  su  expulsión  el  Gene- 
ral José  Hilario  López. 

Más  efímera  fue  la  existencia  de  la  Compañía  a  su 
vuelta  en  1858,  y  que  sólo  duró  hasta  julio  de  1861,  en  que 
fue  desterrada  de  nuevo  por  el  General  Mosquera. 


—  190  — 

Keanudadas  las  labores  de  los  jesuítas  en  Colombia, 
veintitrés  años  después,  y  asegurada  la  estabilidad  de  sus 
empresas,  comenzó  a  pensarse  seriamente  en  establecer 
una  misión  constante  que  atendiera  a  los  habitantes  de 
las  orillas  del  río  Magdalena,  y  se  acariciaba  la  idea  de  un 
buque  capilla,  en  el  que  podrían  recorrer  los  Misioneros 
esas  orillas,  en  donde  viven  diseminados  no  pocos  millares 
de  hombres  destituidos  de  auxilios  espirituales  y  alejados 
de  las  ventajas  de  la  vida  civil.  Pero  se  tropezaba  con  el 
inconveniente  de  que  los  trabajos  que  se  había  visto  obli- 
gada a  tomar  a  su  cargo  la  Compañía  de  Jesús  (como  los 
colegios  y  las  misiones  que  sin  cesar  pedían  para  sus 
pueblos  los  señores  párrocos,  y  aun  para  diócesis  enteras 
los  Prelados)  no  dejaban  lugar  a  nuevos  compromisos. 

Así,  entre  planes  y  esperanzas  iba  trascurriendo  el 
tiempo,  sin  dejar  por  eso  de  hacer  lo  que  por  de  pronto  era 
posible,  como  recorrer  ya  una,  ya  otra  parte  del  río  en 
excursiones  apostólicas. 

A  raíz  de  la  vuelta  de  los  jesuítas  y  casi  durante  todo 
el  tiempo,  que  duró  la  guerra  civil  en  1885,  el  Padre  Lo- 
renzo Azurmendi  trabajó  con  mucha  constancia  en  los 
pueblos  de  la  isla  de  Mompós  y  sus  cercanías. 

En  1891  los  Padres  Zoilo  Arjona  y  Tomás  Figuera, 
que  residían  en  Medellín,  evangelizaron  muchas  poblacio- 
nes y  caseríos  del  río  y  de  la  Costa  Atlántica. 

En  1893  hicieron  otro  tanto  el  mismo  Padre  Arjona 
con  el  Padre  Nicolás  Cáceres. 

En  1897  el  Padre  Nicolás  Rodríguez,  que  después  de 
haber  trabajado  varios  años  en  África  y  en  Portugal  pidió 
a  los  Superiores  venir  a  pasar  sus  últimos  años  en  el  tea- 
tro apostólico  recorrido  por  San  Pedro  Claver,  dio  varias 
misiones  y  recorrió  las  playas  del  Magdalena,  acompañado 
el  año  siguiente  del  Padre  Nicolás  Soberón.  Desde  enton- 
ces hasta  1915  misionaron  diversas  regiones  bañadas  por 
el  río  Magdalena  los  Padres  Rufino  Beristain,  Benito  Pé- 
rez, Antonio  Arias  y  Enrique  Albela,  Daniel  Ramos  y  Ig- 
nacio García  López    ^ 

n 

En  1909  Monseñor  Carlos  Valiente,  viendo  los  progre- 
sos que  hacían  en  la  Costa  Atlántica,  y  señaladamente  en 
Barranquilla,  la  obra  de  las  logias  masónicas  y  el  protes- 
tantismo, reiteró  las  gestiones,  que  repetidas  veces  había 


~  191  — 

hecho,  para  obtener  se  estableciera  en  esta  ciudad  una 
casa  de  la  Compañía.  Monseñor  Ragonesi,  a  quien  se  diri- 
gió para  ver  realizados  por  fin  sus  deseos,  acogió  con  en- 
tusiasmo la  idea,  completándola  con  el  plan  de  evangeli 
zación  de  las  riberas  del  río,  que  tantas  veces  se  había 
proyectado:  de  modo  que  la  casa  que  había  de  fundarse  en 
Barranquilla  fuera  como  el  centro  de  esa  Misión.  En  este 
sentido,  y  con  el  apoyo  del  Ilustrísimo  señor  Arzobispo 
Primado  y  del  Ilustrísimo  señor  Arzobispo  de  Cartagena, 
solicitó,  como  Delegado  Apostólico  de  la  Santa  Sede,  obtu- 
viera de]  Padre  General  de  la  Compañía  de  Jesús  la  acep- 
tación de  la  Misión  del  río  Magdalena. 

Obediente  el  Padre  General  a  los  deseos  del  Sumo 
Pontífice,  aceptó  la  Misión,  para  cuya  instalación  y  soste- 
nimiento ofrecía  el  señor  Delegado  en  Colombia,  de  acuer- 
do con  los  Ilustrísimos  Prelados  de  Bogotá  y  Cartagena, 
los  recursos  necesarios,  a  saber:  en  Barranquilla  una  Casa 
Misión  e  iglesia  que  sirviera  de  residencia  a  los  que  debían 
trabajar  en  dicha  ciudad;  y  a  los  Misioneros  del  río,  cuando 
hubieran  de  recogerse  a  reparar  sus  fuerzas;  y  después 
auxilios  para  el  sostenimiento  de  la  Misión.  Además,  los 
fondos  necesarios  para  la  adquisición  de  un  buque  peque- 
ño, que  fuera  como  la  casa  flotante  de  los  Misioneros. 

Salta  a^la  vista  cuan  bien  combinado  estaba  este  plan;, 
pues  en  lo  que  se  refiere  a  la  ciudad  de  Barranquilla,  su 
sorprendente  crecimiento  en  lo  material  y  la  importancia 
comercial  que  ha  adquirido  en  poco  tiempo,  exigían  que  se 
procurase  creciera  á  la  par  el  espíritu  religioso,  aun  mi- 
rando las  cosas  sólo  por  el  lado  humano;  pues  el  protes- 
tantismo trabaja  activamente  por  atraer  adeptos,  quienes 
no  es  de  esperar  conserven  el  amor  a  su  patria,  desde  que 
reniegan  de  la  religión  que  ella  profesa.  Existe  un  colegio 
protestante  bien  regentado  y  numeroso,  con  su  capilla,  a 
la  que  asiste  número  considerable  de  gente  del  pueblo; 
han  fundado  en  los  últimos  años  varias  escuelas  disemi- 
nadas por  los  barrios,  y  en  muchas  casas  particulares  de 
éstos  tienen  culto,  como  ellos  dicen,  o  sea,  prácticas  reli- 
giosas y  explicación  de  las  doctrinas  contrarias  a  la  verdad 
católica.  Ño  contentos  contesto,  tratan  de  extenderse  por 
los  pueblos  cercanos  a  esta  ciudad,  adonde  con  frecuencia 
van  naisioneros  del  error. 

De  la  constante  labor  de  zapa  que  hace  la  naasonería, 
no  es  necesario  hablar;  pues  sabido  es  que,  aun  estando 
proscritas  las  logias  en  el  resto  de  la  República,  quedaron 


—  192  — 

siempre  en  pie  en  estas  costas.  Hoy  cuenta  Barranquilla 
con  tres  logias;  y  como  algunas  empresas  poderosas  están 
bajo  el  influjo  de  ellas,  no  les  faltan  adeptos,  sobre  todo 
entre  los  jóvenes  que  empiezan  a  trabajar,  pues  no  ignoran 
que  el  estar  añilados  a  la  secta  es  buena  recomendación 
para  obtener  empleos  y  destinos  lucrativos.  Sabido  es  tam 
bien  que  las  logias  de  estas  costas  no  son  sino  una  ramifi- 
cación de  organizaciones  poderosas  de  los  Estados  Uni- 
dos   

En  cambio,  a  esta  acción  eficaz  del  protestantismo  y 
de  la  masonería  no  puede  oponerse  aquí,  como  en  otras 
partes,  la  acción  vigorosa  de  los  católicos;  pues  si  bien  los 
hay  y  muy  beneméritos  de  la  religión,  éstos  son  pocos;  y 
predomina  más  bien  cierto  indiferentismo  que  no  se  alar- 
ma por  los  progresos  del  mal,  o  subordina  a  los  intereses 
materiales  los  del  orden  religioso. 

Urgente  es  pues  que  se  trabaje  con  actividad  para 
oponer  una  valla  de  resistencia.  No  han  sido,  ciertamente, 
los  Padres  de  la  Compañía  de  Jesús  los  primeros  en  opo- 
nerse al  avance  del  error  y  de  las  sectas.  Ya  de  largo  tiem- 
po, el  por  muchos  títulos  benemérito  Monseñor  Valiente, 
luchó  sólo,  puede  decirse,  o  con  algún  otro  colaborador, 
como  el  doctor  Rebollo,  para  atajar  el  mal;  y  al  efecto 
trabajó  en  fundar  colegios  de  niñas,  confiados  a  las 
Hermanas  de  la  Presentación,  en  que  se  salvaran  las  jó- 
venes del  contagio  y  fueran  más  tarde  madres  cristianas. 
Por  empeños  suyos  vinieron  después  los  Hermanos  de  Jas 
Escuelas  Cristianas,  que  tienen  hoy  un  floreciente  colegio; 
y  los  Padres  Agustinos,  encargados  de  la  parroquia  de  San 
Nicolás;  los  Padres  Capuchinos,  de  la  del  Rosario,  y  los 
Padres  Salesianos,  de  la  de  San  Roque. 

Pero  para  una  población  de  sesenta  a  setenta  mil  ha- 
bitantes, en  constante  crecimiento  y  en  las  circunstancias 
que  quedan  indicadas,  no  bastaría  doble  número  de  sacer 
dotes,  si  su  labor  ha  de  ser  eficaz  y  provechosa. 

Muy  puesto  en  razón  era,  por  consiguiente,  que  la 
Misión  del  río  Magdalena,  confiada  a  la  Compañía  de  Je- 
sús, tuviera  su  centro  en  Barranquilla,  y  comenzara  a  tra- 
bajar en  esta  ciudad,  estableciéndose  sólidamente  en  ella, 
con  su  Casa  Misión  y  con  iglesia  que  le  permitiera  ejercitar 
sus  ministerios.  Así  lo  entendieron  los  fundadores  de  esta 
Misión,  nombre  que  bien  merecen  el  hoy  Eminentísimo 
Cardenal  Ragonesi,  los  Ilustrísimos  y  Reverendísimos  Ar- 
zobispos de  Bogotá  y  Cartagena,  Monseñor  Valiente  y  el 


—  193  — 

Padre  Leza,  entonces  Superior  de  la  Compañía  en  Colom- 
bia, quienes  pusieron  grande  empeño,  como  consta  de  su 
correspondencia,  en  que  se  atendiese  intensamente  ai  bien 
de  la  ciudad,  que  es,  sin  duda,  el  punto  principal  de  la  Mi- 
sión del  río  Magdalena. 

No  se  ocultaba  a  su  penetración  que  Barranquilla  es 
como  el  cerebro  y  el  corazón  del  río;  y  que  el  espíritu  que 
reine  en  la  capital  del  Atlántico  se  propagará  en  todas  las 
orillas  del  río  Magdalena,  de  sus  afluentes  y  caños,  por  la 
incesante  comunicación  que  hay,  en  millares  de  embarca- 
ciones grandes  y  pequeñas,  que  sostienen  el  intercambio 
de  los  productos  de  la  gran  arteria  nacional,  por  las  mer- 
cancías que  los  barcos  de  mar  depositan  en  este  emporio 
del  comercio. 

Penetrados  de  estas  ideas  los  Padres  enviados  a  fun- 
dar la  Casa-Misión  de  Barranquilla,  mientras  llegaba  la 
hora  de  emprender  con  fruto  las  correrías  apostólicas  por 
el  río,  se  dedicaron  desde  su  llegada  (diciembre  de  1911)  a 
fomentar  el  espíritu  cristiano  en  la  ciudad,  valiéndose  ante 
todo  de  una  constante  predicación  catequística,  ya  en  una 
pequeña  capilla  al  principio,  ya  en  la  parte  de  la  iglesia 
que  pudo  habilitarse  al  culto,  en  diciembre  de  1914;  ya 
también  en  los  hospitales  y  cárceles,  en  los  centros  de  edu- 
cación y  aun  en  las  calles  de  los  suburbios,  en  donde  a  son 
de  campanilla  se  reúnen  los  niños  para  enseñarles  la  doc- 
trina cristiana. 

Se  han  establecido  varias  congregaciones,  entre  las 
cuales  ha  producido  excelentes  frutos  la  de  Madres  Cató- 
licas, compuesta  de  más  de  doscientas  señoras  de  la  buena 
sociedad.  Esta  congregación,  además  del  cultivo  espiritual 
de  sus  socias,  ejercita  la  caridad  con  los  necesitados;  recoge 
limosnas  que  de  buen  grado  le  dan  hasta  los  menos  afec- 
tos a  la  religión,  y  con  ese  fondo  socorre  mensualmen- 
te  a  unas  cincuenta  familias  vergonzantes;  construyó,  con 
limosnas  y  donativos,  un  manicomio  para  locas  pobres, 
y  sostiene  allí  unas  diez  y  seis  asiladas  con  su  respectivo 
servicio. 

Del  fruto  espiritual  que  se  ha  recogido  por  los  traba- 
jos de  los  Padres  establecidos  en  esta*  Casa- Misión,  otros 
darán  testimonio.  Sólo  apuntaré  un  dato  por  el  cual  puede 
deducirse  lo  demás.  En  1912,  primer  año  de  nuestra  estancia 
en  Barranquilla,  llegaron  a  unas  7,000  las  comuniones  dis- 
tribuidas en  la  capilla  de  San  José;  en  1918  pasaron  de 
40,000. 

Misiones  católicas — 13 


—  194  — 

Todos  los  ministerios  es  preciso  ejercitarlos  gratuita- 
mente; y  por  eso  no  han  exigido  ni  pedido  nada  los  Padres, 
ni  a  título  de  limosna,  por  su  constante  asistencia  espiri- 
tual (por  más  de  siete  años)  al  Hospital  de  Caridad,  al 
Asilo  de  San  Antonio,  al  Orfelinato  y  a  los  Colegios  de  las 
Hermanas  de  la  Presentación  y  al  Colegio  de  los  Herma- 
nos de  las  Escuelas  Cristianas. 

Atienden  además  los  Padres  de  la  Casa  Misión  de  Ba- 
Tranquilla,  desde  mayo  de  1918,  al  cultivo  espiritual  de  las 
poblaciones  que  se  encuentran  en  la  línea  del  ferrocarril : 
la  Playa,  Salgar  y  Puerto  Colombia,  confiadas  antes  a  los 
Reverendos  Padres  Capuchinos,  quienes,  por  su  corto  nú- 
mero y  atenciones  parroquiales,  pidieron  al  Ilustrísimo 
sefíor  Arzobispo  la  exoneración  de  esta  carga,  que  reci- 
bieron como  una  extensión  de  la  Misión  del  río  los  Padres 
de  la  Compañía.  De  estos  lugares  sólo  Salgar  poseía  una 
mala  capilla  de  madera:  hoy  ya  tienen  los  otros  dos  pueblos 
sus  capillas  provisionales,  mientras  se  puede  levantar,  en 
Puerto  Colombia  por  lo  menos,  una  buena  iglesia,  lo  cual 
es  de  imperiosa  necesidad,  ya  por  el  aumento  de  población 
en  dicho  lugar,  ya  por  decoro  nacional,  pues  es  inexplica- 
ble que  el  primer  puerto  en  importancia  comercial  de  una 
República  católica,  carezca  de  un  templo,  ya  que  no  sun- 
tuoso, como  correspondería  a  la  fe  de  Colombia,  a  lo  menos 
decente  y  digno.  No  una  sino  muchas  veces  hemos  oído  a 
extranjeros  católicos,  que  vienen  por  primera  vez  a  Colom 
bia,  expresar  su  admiración  y  extrañeza  en  este  particu- 
lar, sin  acertar  a  explicarse  el  hecho.  Los  Padres  Capuchi- 
nos trabajaron  mucho  por  levantar  una  iglesia,  y  lograron 
comenzarla;  desgraciadamente  el  sitio  escogido  no  resultó 
a  propósito,  y  según  juicio  de  peritos,  no  podrá  continuar 
el  trabajo ;  y  aunque  por  este  lado  no  hubiera  habido  tro- 
piezo, lo  había  por  la  falta  absoluta  de  fondos,  pues  la  gente 
del  puerto  es  casi  toda  pobre,  estibadores  en  su  mayor 
parte,  que  en  estos  últimos  años,  sobre  todo,  han  sufrido 
mucho  a  causa  de  la  disminución  de  tráfico  por  la  guerra. 

A  pesar  de  todo,  se  trabaja  para  levantar  entre  ellos 
el  espíritu  religioso,  y  con  tanto  mayor  empeño  cuanto  es 
uno  de  los  puntos  escogidos  por  al  protestantismo  para  su 
propaganda  sectaria. 

En  cuanto  a  la  parte  material,  cuando  el  Eminentísi- 
mo señor  Ragonesi  preguntó  a  Monseñor  Valiente  si  había 
casa  e  iglesia  qué  ofrecer  para  el  establecimiento  de  la 
Misión,  hubo  de  contestar  que,  siendo  una  población  nue- 
va, no  existían  iglesias  ni  conventos  antiguos  de  qué  poder 


—  195  - 

echar  mano,  pero  que  podía  utilizarse  el  terreno  en  que 
había  estado  el  cementerio  católico,  cerrado  desde  más 
de  cuarenta  años  atrás,  y  devuelto  a  la  autoridad  ecle- 
siástica en  virtud  del  Concordato  de  1896.  Suponía,  no 
sin  fundamento,  Monseñor  Valiente  que  el  llustrísimo  se- 
ñor Arzobispo  de  Cartagena  cedería  gustoso  dicho  terreno, 
como  en  efecto  lo  hizo.,  debidamente  autorizado  por  la 
Santa  Sede.  Puesta  esta  base,  quedaba  por  resolver  la  cues 
tión  de  fondos  para  edificar  casa  e  iglesia;  y  la  resolvieron 
de  común  acuerdo  el  señor  Ragonesi  y  el  señor  Arzobispo 
Primado,  dándose  principio  a  las  obras  el  19  de  marzo  de 
1910. 

En  diciembre  de  1911  pudo  estrenarse  una  parte  de  la 
casa;  pero  la  iglesia,  de  la  que  sólo  se  hicieron  al  principio 
algunos  cimientos,  no  se  comenzó  en  forma  hasta  1913. 
Desde  su  instalación,  en  1912,  no  se  ha  continuado  la  fabri- 
cación de  la  casa;  sólo  se  han  hecho  pequeños  trabajos  de 
adaptación.  Es  de  de  notar  que  para  ayudar  a  la  obra  de 
la  iglesia  los  Padres  de  la  Compañía  han  procurado  limos 
ñas  y  donativos  dentro  y  fuera  de  la  República,  y  las  su- 
mas así  obtenidas,  que  pasan  de  $  10,000  oro,  se  han  gas- 
tado íntegramente  en  la  construcción  del  templo.  Cuenta 
ya  éste  con  variedad  de  imágenes  de  talla,  costeadas 
todas  por  las  congregaciones  establecidas  en  la  iglesia  y 
por  limosnas  particulares,  menos  la  última  y  hermosa 
estatua  del  Corazón  de  Jesús,  que  es  regalo  del  Superior 
de  la  Compañía  de  Jesús  en  la  Provincia  de  Castilla.  Dí- 
gase lo  mismo  de  los  ornamentos,  cálices  y  demás  alhajas, 
que  son  en  parte  regalos  y  en  parte  costeados  con  donati- 
vos de  personas  piadosas.  A  uno  de  éstos,  y  bien  exiguo  en 
sí  mismo,  pues  era  un  quinto  de  la  lotería  de  Bolívar,  que 
valía  sólo  veinte  centavos,  se  debe  el  decorado  de  la  cúpula 
de  la  iglesia,  pues  se  convirtió,  por  haber  sido  premiado, 
en  $  500  oro. 

III 

Tanto  el  Excelentísimo  señor  Ragonesi  como  los  demás 
iniciadores  de  la  Misión,  convenían  en  que  no  debían  em- 
prenderse los  trabajos  del  río  hasta  no  tener  una  embar- 
cación a  propósito  para  que  los  Misioneros  recorrieran  el 
Magdalena,  sus  múltiples  brazos  y  caños  y  aun  penetraran 
algo  en  los  ríos  tributarios.  Fundábase  esta  resolución, 
entre  otras  razones  poderosas,  en  que  siendo  tan  malsanos 
los  climas  de  las  orillas,  no  era  justo  ni  conveniente  expo- 
ner la  salud  y  aun  la  vida  de  los  Misioneros,  sometiéndolos 


—  196  — 

a  andar  por  el  río  en  canoas  y  a  habitar  en  playas  insalu- 
bres. Al  efecto  se  destinó  una  suma  suficiente,  y  se  encar- 
gó en  1913  una  lancha  apropiada  al  caso,  que  debía 
ponerse  al  servicio  a  más  tardar  en  febrero  de  1914  Pero 
llegada  esta  fecha,  los  constructores  no  cumplieron  su 
compromiso,  y  pidieron  un  plazo  de  algunos  meses,  y  des- 
pués otro,  hasta  el  momento  de  estallar  la  guerra  europea. 
Y  como  se  había  encargado  la  construcción  a  una  casa 
francesa,  desde  aquel  momento  fue  imposible,  auncjue  se 
hicieron  muchas  gestiones  al  efecto,  sacar  la  lancha  de  los 
astilleros  del  Sena,  en  donde  no  hemos  podido  averiguar 
que  suerte  habrá  corrido. 

Era  creencia  general  que  la  guerra  duraría  poco  tiem- 
po; y  por  esta  persuasión  se  creyó  prudente  esperar  y  no 
hacer  un  nuevo  gasto  encargando  otra,  o  construyéndola 
en  esta  ciudad.  Pero  la  guerra  fue  prolongándose,  y  enton- 
ces, en  1916,  se  comenzó  a  tratar  de  suplir  la  emljarcación 
detenida  con  otra  que  a  lo  menos  supliera  algún  tiempo  su 
falta;  pero  ya  era  tarde,  pues  el  único  país  de  donde  podía 
venir  dicha  embarcación,  o  los  materiales  para  construir- 
la, eran  los  Estados  Unidos.  Mas  allí  habían  subido  fabu- 
losamente los  precios,  y  no  tardó  en  prohibirse  la  extrac- 
ción de  algunos  de  los  elementos  que  se  necesitaban  para 
construir  aquí  la  lancha. 

A  pesar  de  esto  se  resolvió  dar  principio  a  la  misión, 
aun  arrostrando  los  peligros  que  pudieran  correr  los  Mi 
sioneros  sin  el  auxilio  de  la  embarcación  proyectada.  Al 
efecto,  en  noviembre  de  1917  comenzaron  con  una  excur- 
sión, como  de  ensayo,  los  Padres  Ef raím  Fernández  y  Fer- 
nando Arango,  quienes  hicieron  varias  correrías  hasta 
abril  de  1918. 

Habiendo  enfermado  entonces  el  Padre  Arango,  que- 
dó solo  el  Padre  Fernández,  y  hubo  de  acompañarle  el  Her 
mano  Robustiano  Altube  en  una  serie  de  misiones  que  dio 
casi  todas  en  la  isla  de  Mompós.  Cincuenta  y  ocho  matri- 
monios de  gente  que  vivía  mal  unida  y  treinta  bautismos 
y  unas  mil  quinientas  comuniones  fueron  el  fruto  espiri- 
tual de  esta  expedición,  por  siete  pueblos  o  caseríos. 

A  la  segunda  correría  salieron  los  Padres  Ef  raím  Fer- 
nández y  Daniel  Ramos,  en  la  segunda  mitad  del  afío  de 
1918:  recorrieron  unos  veinte  pueblos  o  aldeas,  de  los  cua- 
les los  más  notables  fueron  Santa  Ana,  Pigifio,  San  Fer- 
nando, Carare,  Barrancabermeja,  San  Pablo,  Canaletal  y 
Paturia. 


—  197  — 

Cosecha  de  confesiones  y  comuniones,  unas  tres  mil 
quinientas;  matrimonios,  ciento  cuarenta;  bautismos,  cien- 
to sesenta.  Navegaron  los  Misioneros  cosa  de  sesenta  le- 
guas en  canoa,  sufriendo  así  unas  veces  los  ardores  del  sol 
abrasador,  otras  las  lluvias  torrenciales,  contra  las  cuales 
son  débil  defensa  los  paraguas  y  las  capas  impermeables. 
Después  de  la  misión  del  pueblo  de  Carare  (de  la  que  que- 
daron muy  satisfechos  por  la  buena  acogida  que  hicieron 
los  habitantes  a  su  labor  moralizadora),  se  internaron  por 
el  río  Carare  para  explorar  sus  orillas,  secundando  así  los 
deseos  del  Excelentísimo  señor  Nuncio,  Monseñor  Enrique 
Gasparri,  quien  los  había  manifestado  de  que  se  explora- 
se el  famoso  río  a  cuyas  márgenes  se  creía  habitaban  nu- 
merosas tribus  salvajes,  crueles  enemigos  de  los  blancos. 
Siguieron  los  Misioneros  el  curso  del  río  por  unas  treinta 
leguas  de  vueltas  y  revueltas,  como  lo  indican  los  nom- 
bres con  que  las  designan  los  de  aquella  región:  Vuelta  del 
Clavo,  Vuelta  de  San  Juan,  del  Torno,  del  Virrey,  de  la 
Presidenta,  etc.,  etc. 

Aunque  avanzaron  bastante,  no  pudieron  ver  indios, 
a  no  ser  algunos  jóvenes,  retenidos  hacía  tiempo  por  los 
vecinos  del  pueblo  de  Carare,  a  quienes  instruyeron  y  bau- 
tizaron. De  Jas  noticias  que  les  dieron  los  conocedores  del 
río,  dedujeron  que  las  tribus  de  los  carares,  muy  merma- 
das ya  por  la  crueldad  de  los  opones,  se  han  retirado  hacia 
las  cabeceras  del  Sogamoso,  ya  por  huir  de  estos  enemigos 
que  con  frecuencia  los  atacaban,  ya  amedrentados  con  las 
detonaciones  de  los  tacos  de  dinamita  que  hacen  retumbar 
aquellas  selvas,  desde  la  región  en  que  se  descubrieron  las 
fuentes  de  petróleo  de  La  Colorada. 

Afirmaba  el  patrón  Julio  Núñez,  viejo  boga  del  río  y 
conocedor  desde  hace  muchos  años  de  sus  orillas,  que  los 
indios  carares  serían  unos  ochocientos,  y  que  habían  aban- 
donado hacía  tiempo  aquellos  sitios. 

Si  no  pudieron  hacer  nada  los  Misioneros  con  estos 
pobres  salvajes,  tuvieron  el  consuelo  de  prestar  sus  auxi- 
lios espirituales  a  muchos  blancos  que  en  busca  de  la  vida 
se  han  establecido,  diseminados  por  aquellas  orillas  de 
asombrosa  fertilidad. 

Allí  se  dan  fácilmente  el  café,  el  cacao,  el  arroz,  la 
caña,  el  maíz  (que  rinde  hasta  cuatro  cosechas  al  año);  y 
abundan  la  caoba,  el  cedro  y  otras  maderas  preciosas.  De 
una  de  éstas,  tenida  por  incorruptible,  hicieron  fabricar 
los  Padres  una  gran  cruz  el  día  14  de  septiembre;  y  des- 
pués de  celebrar  la  santa  misa  en  un  lugar  algo  elevado 


—  198  — 

de  la  Vuelta  del  Virrey,  la  clavaron  allí,  en  medio  de  la 
alegría  de  aquellas  pobres  gentes,  que  en  sus  canoas  ha- 
bían acudido  en  gran  número. 

"Al  ver  esa  hermosa  cruz,  erguida  a  las  orillas  del  Ta- 
rare, se  llenó  nuestra  alma  de  consuelo— nos  decía  uno 
de  los  Misioneros, — y  dimos  por  bien  empleados  los  soles  y 
las  lluvias  y  todos  los  sufrimientos  inevitables  en  esta  cla- 
se de  misiones." 

La  tercera  correría  comenzó  por  Bocas  del  Rosario, 
puerto  que  va  tomando  importancia,  por  haber  llegado  a 
ser  el  depósito  obligado  de  la  carga  de  los  puntos  más  me- 
ridionales del  río,  en  tiempo  de  sequía.  Vapores  de  poco  ca 
lado  la  transportan  a  Bocas  del  Rosario,  y  de  allí  la  toman 
otros  barcos  más  grandes  para  traerla  a  Barranquilla  o  a 
Cartagena.  Tiene  en  su  contra  que,  por  ser  el  terreno  muy 
bajo,  se  inunda  fácilmente  en  las  crecientes  del  río. 

Por  esto  no  es  difícil  le  aventaje  pronto  otro  caserío  que 
queda  tres  leguas  más  abajo,  llamado  Bijagual  y  que  em- 
pieza a  formarse  en  un  terreno  bastante  elevado  para  li- 
brarse de  las  inundaciones,  y  con  campos  fértiles,  en  los 
cuales  comienza  a  cosecharse  el  maíz  en  gran  cantidad, 
caña  de  azúcar,  cacao,  arroz  y  algodón. 

Badillo,  población  antigua  y  que  en  otro  tiempo  debió 
estar  floreciente,  sostenida  hoy  apenas  por  ser  vía  para  el 
comercio  de  Simití;  Morales,  a  unas  doce  leguas  abajo, 
que  está  edificada  en  una  de  las  laderas  más  hermosas  y 
fértiles  del  Magdalena,  pero  en  decadencia  por  el  aisla 
miento  en  que  va  quedando  a  causa  del  desvío  de  las 
aguas  que  van  dejando  sin  fondo  el  brazo  de  Morales;  El 
DiquBy  que  va,  por  el  contrario,  creciendo  por  su  fácil  co  - 
municación  con  Gamarra  y  otros  puertos  frecuentados 
por  los  vapores;  Arenal,  junto  a  la  ciénaga  de  Morrocoy, 
cuyos  habitantes,  casi  todos  de  raza  negra,  están  muy 
bien  dispuestos  al  cultivo  espiritual  e  intelectual,  aunque 
algo  inficionados  todavía  por  las  patrañas  del  famoso  en- 
viado que  hace  veinte  años  explotó  su  credulidad;  Norosiy 
Las  Palmas,  Riovíejo  (de  unos  dos  mil  habitantes  esta 
última),  fueron  las  últimas  poblaciones  visitadas  por  los 
Misioneros  en  su  tercera  correría.  En  total  fueron  trece 
los  pueblos  visitados,  que  encierran  en  conjunto  unos  seis 
mil  habitantes,  sin  contar  las  viviendas  aisladas  adonde 
también  encaminaron  sus  pasos  los  Padres  en  busca  de 
gente  que  viviera  en  las  orillas,  lejos  del  trato  y  comuni- 
cación con  el  mundo,  y  cuyos  horizontes  se  reducen  al  pe- 


—  199  — 

dazo  de  playa  en  que  pescan,  a  algunas  cuadras  de  terreno 
en  que  siembran  los  cereales  o  tubérculos  que  consumen  y 
donde  vagan  algunos  animales  domésticos  que  comple- 
tan el  cuadro.  De  vez  en  cuando  una  canoa  que  pasa,  se 
cambia  algún  salado  si  es  de  gente  conocida,  o  se  compran 
sal,  telas  o  baratijas,  si  es  de  algún  mercader  ambulante. 
Así  viven,  y  envejecen,  y  mueren.  La  llegada  de  los  Misio- 
neros les  sorprende,  y  como  son  almas  sanas,  por  lo  gene- 
ral reciben  bien  sus  consejos  y  enseñanzas,  legitiman  sin 
gran  dificultad  sus  uniones,  piden  el  bautismo  para  sus 
hijos  y  asisten  por  la  primera  vez,  en  no  pocas  ocasio- 
nes, a  los  divinos  misterios  y  participan  de  los  sacramen- 
tos. Es  de  ver  la  alegría  con  que  colocan  en  sus  humildes 
viviendas  la  imagen  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  que 
con  profusión  se  les  reparte,  para  que  cumpla  en  esas  sole- 
dades la  promesa  de  bendecir  las  casas  en  que  se  guarde 
con  veneración.  En  tres  meses  de  labor  constante  recogie- 
ron los  Misioneros  mil  seiscientas  confesiones,  dos  mil  co- 
muniones, primeras  muchas  de  ellas,  ciento  treinta  bau- 
tismos y  doscientos  matrimonios. 

Ni  se  limitaron  a  promover  la  regeneración  espiritual 
de  estas  gentes.  Como  en  general  son  muy  pobres,  llevan 
provisión  de  telas,  que  son  el  mejor  premio  para  los  niños 
y  niñas  que  acuden  a  la  doctrina,  y  para  los  mayores  un 
socorro  muy  valioso.  Se  procura  asimismo  iniciarles  en 
ideas  para  ellos  nuevas,  sobre  agricultura,  cultivos,  gana- 
dería, y  aunque  muy  en  pequeño  todavía,  ya  se  van  ani- 
mando en  algunos  puntos  a  dejar  la  rutina  del  maíz,  plá- 
tano, yuca,  en  que  se  encerraban  sus  horizontes  agrícolas, 
y  ensayar  otros  cultivos  cuyos  productos  puedan  llevar  a 
los  mercados,  como  el  arroz,  el  cacao,  el  algodón,  pues  a 
todo  se  presta  la  mayor  parte  de  las  riberas  del  gran  río. 

En  vista  de  que  no  parece  pueda  rescatarse  pronto  la 
lancha,  que  estaba  casi  concluida  en  Francia,  se  ha  decidi- 
do encargar  a  los  Estados  Unidos  un  bote  sencillo,  pero 
suficiente  para  transportar  los  Misioneros,  sin  exponer 
tanto  su  salud  y  su  vida,  como  sucede  en  las  canoas;  y 
esperamos  que  estará  en  servicio  antes  de  terminar  el  pre- 
sente año. 

IV 

No  puede  formarse  todavía  un  plan  bien  definido  para 
organizar  la  Misión  del  río  Magdalena,  pues  ante  todo 
hay  que  tener  en  cuenta  que  es  una  misión  sui  generis. 
No  tiene  por  campo  regiones  habitadas  por  tribus  salvajes 


--  200  — 

que  hayan  de  reducirse  a  vida  cristiana  y  civilizada,  pero 
sí  son  su  teatro  playas  incultas  en  que  millares  de  seres 
humanos  participan  muy  escasamente  de  los  beneficios  de 
la  religión  y  de  la  cultura  civil.  Esa  multitud  está  dise- 
minada en  una  extensión  vastísima,  pues  sólo  el  curso 
navegable  por  vapores  grandes  se  prolonga  a  más  de  200 
leguas;  y  como  la  Misión  ha  de  recorrer  muchos  brazos  y 
caños,  ciénagas  y  aun  la  desembocadura  de  algunos  de  los 
afluentes  del  Magdalena,  no  parece  exagerado  duplicar 
este  número  de  leguas. 

i  Deberá  ceñirse  la  labor  de  los  Misioneros  a  recorrer 
una  y  otra  vez  las  orillas,  o  habrá  de  procurarse  la  forma- 
ción de  poblaciones  donde  se  reúnan  varios  caseríos?  ¿Su 
campo  de  acción  ha  de  limitarse  a  las  riberas  o  habrán  de 
internarse  a  buscar  habitantes  de  aquellas  llanuras,  cauce 
prehistórico  probablemente  del  río,  y  cuánto  deberá  ser  el 
límite  de  esta  penetración  ?  i  A  qué  se  ha  de  reducir  su 
ministerio  espiritual,  y  por  consiguiente,  hasta  dónde  se 
extenderán  sus  atribuciones  y  facultades,  para  poder  ejer- 
citar libremente  aquel  ministerio?  Si  se  tratara  de  una  re- 
gión salvaje,  fácil  sería  la  respuesta  a  estas  preguntas;  pero 
se  trata  de  territorios  ya  demarcados  en  parroquias.  Para 
aquellos  pueblos  donde  reside  o  a  los  cuales  va  con  relati- 
va frecuencia  el  párroco,  tampoco  habría  dificultad  en  re- 
solver el  punto  ;  pero,  ¿qué  decir  de  aquellos  caseríos  y  aun 
pueblos  numerosos,  adonde  no  va  el  párroco  sino  una  vez 
al  año,  y  esto  para  la  fiesta  patronal,  es  decir,  en  el  tiempo 
menos  a  propósito  para  hacer  algún  bien  en  las  almas,  por 
la  manera  con  que  suelen  celebrarse  dichas  fiestas  ?  i  Qué 
deberá  establecerse  ? 


Querer  resolver  estos  y  otros  problemas  análogos,  a 
priorí,  era  exponerse  casi  con  seguridad  a  cometer  graves 
errores,  pues  sólo  la  experiencia  podrá  dar  datos  para  acer- 
tar en  la  solución  de  ellos.  Y  por  esto  las  primeras  corre- 
rías, sin  dejar  de  producir  buenos  frutos  espirituales,  como 
queda  indicado,  servirán  apenas  de  exploración  y  estudio 
de  lo  que  más  tarde  llegará  a  ser  la  Misión  del  río  Magdale 
na.  mediante  el  favor  de  Dios  ante  todo,  y  contando,  como 
medios  humanos,  con  la  protección  de  la  honorable  Junta 
de  Misiones  y  el  apoyo  del  Gobierno  católico  de  Colombia. 


INFORME 
sobre  la  Prefectura  Apostólica  de  Arauca. 

Chita,  mayo  23  de  1919 
Ilustrísimo  señor  don  Bernardo  Herrera,  Primado  de  Colombia — Bogotá. 

Ilustrísimo  y  Reverendísimo  señor  : 

Me  es  grato  enviar  a  Su  Señoría  Ilustrísima  mi  res- 
petuoso saludo,  y  remitirle  las  cuentas  de  esta  Prefectura 
de  Arauca. 

Me  había  propuesto  visitar,  en  diciembre  pasado,  las 
tribus  de  los  tunebos  que  viven  en  la  cordillera  de  Chita, 
pero  tuve  que  demorar  mi  viaje  hasta  el  próximo  verano. 
El  invierno  este  año  se  prolongó  más  que  de  costumbre, 
y  me  hubiera  impedido  pasar  los  nevados;  y  de  otra  parte, 
la  epidemia  de  gripe  no  me  permitió  hacerme  acompañar 
de  uno  de  los  Misioneros,  toda  vez  que  era  de  urgente  ne- 
cesidad atender  a  los  enfermos  de  esta  parroquia;  de  me- 
diados de  noviembre  a  fines  de  diciembre  tuvimos  unas 
doscientas  treinta  (230)  defunciones,  y  de  ellas  unas  dos- 
cientas (200)  de  gripe.  Gracias  a  Dios,  todos  los  enfermos 
pudieron  recibir  los  auxilios  de  nuestra  santa  religión. 

En  febrero  acompañé  dos  Hermanas  de  la  Caridad 
hasta  Arauca;  me  vi  en  la  obligación  de  aumentar  el  per- 
sonal para  atender  mejor  a  las  escuelas  y  a  los  enfermos. 
Aproveché  mi  presencia  en  esa  región  para  hacer  la  visita 
de  las  poblaciones  del  norte  de  la  Prefectura,  y  alcancé 
hasta  El  Viento  y  la  laguna  del  Término.  Y  a  mi  paso 
por  Venezuela,  después  de  haber  pedido  las  licencias  del 
caso  a  los  señores  Obispos  de  Calabozo  y  Mérida,  adminis- 
tré los  sacramentos  de  bautismo  y  confirmación  en  las 
parroquias  de  Gaasdualito  y  la  Trinidad,  como  también  en 
varios  hatos  que  encontré  en  el  camino.  En  todas  partes 
nos  recibieron  con  mucha  simpatía,  y  pudimos  legitimar 

Misiones  católicas— 14 


-  202  - 

algunos  matrimonios.  El  invierno,  que  en  este  año  princi- 
pió muy  temprano,  no  me  permitió  ir  a  Gravo  Norte  y  a 
Camoruco,  pero  uno  de  los  Misioneros  que  acaba  de  hacer 
la  visita  en  esas  poblaciones,  me  comunica  que  en  Cravo 
están  construyendo  una  capilla  bastante  espaciosa  y  una 
casa  cural.  * 

Hasta  ahora  el  Colegio  de  niñas  de  Arauca  no  se  ha- 
bía podido  establecer  de  una  manera  formal,  por  falta  de 
local  adecuado.  Dentro  de  pocos  meses,  Dios  mediante,  se 
podrá  atender  a  las  numerosas  peticiones  de  los  padres  de 
familia  de  Colombia  y  de  Venezuela.  La  casa  nueva  que 
se  está  construyendo  mide  unos  cien  (100)  metros  y  nos 
permitirá  poner  en  locales  decentes  y  apropiados  las  es- 
cuelas y  los  dormitorios.  La  casa  se  está  edificando  con  el 
producto  de  las  limosnas  que  recogen  los  Misioneros;  hasta 
ahora  se  han  gastado  unos  %  3,500  oro,  y  abrigamos  la  es- 
peranza de  que  este  año  se  haya  concluido  la  obra.  No  he 
querido  emplear  en  esa  obra  los  fondos  que  la  honorable 
Junta  de  Misiones  puso  a  mi  disposición,  porque  la  casa 
se  edificó  en  un  terreno  que  el  Concejo  Municipal  pretende 
ser  suyo,  aunque  en  otros  tiempos  fuera  propiedad  de  la 
Misión.  ^Me  pareció  más  prudente  emplear  una  parte  de 
esos  fonclos  en  la  construcción  de  la  casa  que  en  Tame  se 
destina  a  las  Hermanas.  Por  escritura  pública  el  Concejo 
Municipal  nos  entregó  un  lote  de  terreno  que  es  propie- 
dad de  la  Misión.  La  casa  mide  unos  cincuenta  y  cuatro 
(54)  metros,  y  creo  que  se  podrá  inaugurar  el  año  entran- 
te. Los  habitantes  de  Tame,  aunque  pobres,  han  ayudado 
en  la  medida  de  sus  recursos,  y  han  colectado  hasta  ahora 
$  630  oro.  Los  demás  gastos  van  a  cuenta  de  la  Junta  de 
Misiones. 

Durante  dos  años  pudimos  conservar  intactas  las  bes- 
tias del  servicio  de  la  Misión,  a  pesar  de  la  gran  mortandad 
que  se  verifica  cada  año,  pero  en  el  verano  pasado  perdi- 
mos las  tres  muías  del  servicio  de  los  Misioneros  de  Arau- 
ca, y  para  reemplazarlas  tuve  que  comprar  una  y  llevar 
otra  que  tenía  en  reserva  en  Chita. 

Al  agradecer  a  Su  Señoría  Ilustrísima  todo  el  interés 
que  ha  manifestado  a  esta  Prefectura,  me  repito  de  Su  Se- 
ñoría Ilustrísima  atento  servidor  en  Nuestro  Señor, 

Emilio  Larquer, 

Prefecto  Apostólico. 


University  of 
Connecticut 

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