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Full text of "Las vidas paralelas de Plutarco"

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MAMUEU  F.  BARRANCO 


V,  Z. 


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0¿/»'>/'rí.Ad      i     J3{.-*'-^7 


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MANÜEU  F.  BARRANCO 


PLUTARCO 

VTOAS  DE  LOS  HOMBRES  ILUSTRES. 


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MANUtlj.F.  lARRANCd 
LAS  VIDAS  PARALELAS 

^,  ,  DE  PLUTARCO, 

TRADUCIDAS  DE  SÜ  OEIGmAI<  GRIEGO 

BN  LENI^XTA  CASrrLtANA 


POR  EL  Sm.  D.  ANTONIO  RANZ  ROMANILLOS^ 

niDjurimao  de  vomso  dz  zas  jCADSiáAS  Msfaíola  y  dm 

LA  msTORJA%  r  COJBFStLtAMJO  DK  LA  VM  MBLMS  AJBTtS 
DÉ  SAJT  nMITAirDO  &C* 


TOMO  n. 


c-V^^abna.:^ 


EN  LA  IMPRENTA  REAÜ 

AKO  PE    1 83o. 


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4»M..  X£;¿vax  AND 


"'-mjoÉK 


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CONTIEHE   ESTE   TOMO   LAS  VIDAS 

DB 

AtCIBtADBS  T 

COmOLAKO. 

TIMOLBOV  T 

PAI7LO  EMILIO. 

PBLOPIDAS  T 

MARCELO. 

ARISTIDBS  T 

CATÓN  EL  MAYOR. 

FILOPEMBN  Y 

TITO  QTJIKTO  FLAMINIO. 

PIRRO  Y 

CAYO  MARIO. 


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PARALELOS  DE  PLUTARCO, 
ó 

VIDAS  COMPABADAS. 


Ei 


ALCIBIADES. 


Á  linage  de  Alcibiades  sube  hasta  Eurnsaces  el  de 
Ayax ,  que  pwxce  cootarse  como  sií  primer  abuelo. 
Por  parte  de  madre  era  Alcmeonida ,  hijo  de  Deis- 
Qoro.^qa  la  de  Megacles,  Su  padre  Qinias  peleo  glo^ 
riosamente  en  el  combate  d^  Artemisio  en  nave  ar^ 
mada  á  sus  expensas ;  y  murió  después  peleando  con 
los  Beocios  junto  i  Coronea.  Fueron  tutores  de  Al- 
.cibiades  Feríeles  y  Arifron,  hijos  de  Jantipo,  que 
tenían  con  ¿1  deudo  de  parentesco.  Dícese »  no  sin 
fundamento,  que  la  ÍQclin^ton  y  amistad  que  le 
profeso  Sócrates  contribuyó,  mucho  para  su  gloria, 
puesio^que  de.Nicias  y  Demóstenes,  Lamaco,  For* 
mi<?n, 'Y  aun  de  T^a^íbulo  y  Teramenes,  ni  siquie- 
ra sesaoe  cónjLQ  se  .Uan)Aron^^us  madres;  cuando  de 
^Alcibiades  sabemos. quién. fup  su  ama  de  leche,  que 
la  fue<tjna  Lacedemonla  llamada  .Amidas,  y  que 
fu^  ^  ^yo:  ZopirO'i  dándonos  de  lo  uno  razón  An- 
tístenes^  y  4^  lo  otro  j^la^oa» ,  Acerca  de  la  belleza 
de  Alcibiadi^  no  hay -mas  que  decir,  sino  que  flo« 
-recIendo(ia  xle  su  s^pibl^nte  /sí^  toda  edad  y  tiempo, 
de  rviño,  de.  jovencito  y  de  varón ,  le  hizo  siempre 
aijiable  y  gracioso:  pues  loque  dijo  Eurípides ,  que 
en^  todos  lofqiieson(hernK>soses  también  hermoso  el 
otoño,  upes  asi,  y  solo  en  Alcibiades  y  otrps  po- 
icos se  yjerifiqópor  la  finura,  y  buena  conformación  de 
su  rostro.  A  su  voz  dioea  que  le  díó  cierto  atractivo 
.el  ser^  cecfoso>  y  que  á  su  habla  este  mismo  t^rta*- 


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8     .  .  .  A.LCJBIADBS. 

mudear  la  hacía  muy  grados^.*  Mace  mencióa  ISrís^ 
tófanes  de  su  tartamudeo  ^en  aquellos  versos  en  que 
zahiere  á  Teoro :  '.  > 

Con  tartamudo  acento  Alcibiades 

Me  dijo  láégó  9  ¿vistes ;£  Teólo i ; 

Yo  cabeza  de  cuelbo  le  apellido. 

Ceceó  asi  Alcibiades  belfamente. 
Y  Arquipo ,  haciendo  también  escarnio  del  hijo  de 
Alcibiades,  tiene^  dice,  el  andat'de  hombre  afemi- 
nado j  con  la  ropa,  arrastrando ,  y  pftra  que,  se .  {e 
tenga  por  nías  parecido  ál  padre « 

£1  euélló  tuerce ,  y  háWa  ceceoso.  "  •'  {]■ 
Sus"  costumbres  con  el  tiempo,  coma  no- p6diii 
mecos  de  ser  en  tan  extraordinarios  acontecimiento* 
y  en  tan  tai  vicisitudes  de  la'  fortuna,  tuvieron  grffá- 
'des  contrariedades  y  mudaózas;  mas  estando  por 
su  índol?  sujeto  á  muchas  y  agrandes  pasiones,  las 
que  mas  sobresalían  erab  te  sooervia  y  laambicioa, 
como  lo  Convencen  sus  líechos  pueriles  de  que  hay 
memoria.  Luchaba  en  üni  oc&sfón ,  y  viéndose  nítíy 
-estrediado  pór'el.coritraifTé',  al'fiempoque  hacia  esH 
fuerzos  para  no- Caer,  levantólos  brazos  deteste  que 
le  opriniian ,  y  pareciáque  iba  á  comérsele  las'ma-^ 
nos.  Soltó  entonces  el  contrario ,  y  diciéndóle  muer- 
des, ó  Alcibiades,  cohio  te§  inugeres;  no  áfe  mia» 
le  replicó,  sino  como  los  íeonesi  Siendo  todavía  pe- 
queño jugaba  a  los  dados  en  un  sitio' estrecho }  y 
cuando  le  tcicó  tirar  venía  por  álli  un  carn6  cargado; 
gritó  al  instante  al  carretero  que  detuvierael  ^anado^ 
porque  iban  á  caer  los  dados  en  el  pasá^l  carro; 

}r  como  por  rusticidad  66"  hiciese  caso,' y  fuese  ide- 
ante, los  demás  muéhhchbs -sé  apartaron 5  pero  Al- 
cibiades ,  arrojándose  boca  abftjo  delante  del  gaiñafdo 
y  tendiéndose  á  la  Iftrga*  y  le  gritaba  que  'pasaíé  en- 
tonces si  quería;  de  modo  qtie  el  cartetertíHfémeroso 
hubo  de  hacer  cejar ;  y  los  que  presenta  «é  halla- 
i>an,  espantados  prorumpíeron  en  ;gritos^  y  corrie- 


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ron  hacift  él.  Ciiándó  y  tí  se  dedfeé  i  tas  honeeus 
disciplinas ,  oía  cqn  pUoer  á  todos  los  demás  maes- 
ti^s;  p^ro  itoéüt  \2[  flauta  se  resistía,  diciendo  que 
iera  ejercicio  feo  é  linptopio  de  honubres  libres;  y 
qw  el  liso  del  plectro  y  de  la  lira  en  nada  alteraht 
la  figura  y  semolanteii  qne  anunciao  un  hombre  in«* 
genuoj 'cuando  fá-cáraíte  t)n  hombre  que  hindie 
Con  sú  boca  las  iáutas  y  apenas  pueden  seconocerk 
sus  mayores  amtgo^;  y  ademas»  que  b  lira  resoens 
y  acompaña  en  ¿t  canto 'al  que  la  cafíe;  mm  la  flan* 
Ta  cierra  la  bocay  y  obscruye  la  vos*  y  el  habla  del 

3ñe  la  usa.  Ta&an  pues  la  flauta ,  decíanlos  bifoi 
e  los  Tebanos^  pues'ique  no  saben*^ conversar:  mu 
^Ka^otros  los  Ateúien»es^,^modittf»hiiestros  padres; 
•«aramos  á  Minerva  cómo  iiutitivi  soberana  i   y  i 
Apolo  como  nuestro  conípatriom;  yes  bien  samdó 
qfue  aí^lk  ti^  toltamá,  y  que  este  hisd  desoUmr 
ai  que  la  tocaba;  Con  '  tales  burliis  *  y  tales-  veras  se 
aparté  Alcibtádes  á  si  mismo ,  y '  aparto '  i  f  los  otroa 
^át  aquel  estudto  i-  pbtj^ue  luego  corrtd  ia  voz  entre  loa 
jóvenes  de  qae  hacia  muy  bien  Alcibiades  en  des* 
acreditar  aquella  habilidad  9  y  en  borlarse  de  los  que 
la  aprendían'^  ad'  enteramente  fue  ridiculizada  la 
'flauta  y  de^terra^ar  del  número  de  las  ocupacionep 
ingenuas*       -';  *  '  .••.!.'' 

Sn  el  libro  de  invectivas  de  Antifo{»  ^  refiere^ 
"^ue  siendo  mtichádio  abapdonó  se  casa,  y  se  fue  i 
ía  de  Democrates  y  uno  de  sus  amantes.  Quería  Ari^ 
fron  hacerle  pregonar  ;|  pero  Perícle!?no  se'lo  permi- 
tió, porque  si  había  mí uerto ,  solo  se  ganaría  con  el 
-pregón  que  sedfcsfcubfíese  un  diá' 'antes ;  y  si  estahá 
«salvo )  era  preelijo  tenerle  por  perdido  para  toda  h 
▼ida.  Dícese  alli  ademas^  que  en  la  palestra  de  SU 
burtio  mato  á  uno  de  sus  criados ,  sacudiéndole  con 
-un  palo.  Mas  no-es  cosa  de  dar  crédito  á  tales  espe« 
Cies^,  que  él  mismo  qué  por  zaherir  usa  de  ellas^ 
fecQuoce  ser  movido  a  divulgarlas  pon  enemistad.  > 


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Desde  luego  tie  dedicaron.muchos  di^  los  prjarr 
eipales  á  seguirla  y  obseqpjeíJ^;  .pero  ^ra  bien  claro 
qne  lá  máyót ,  piíf  te  de  ellos  fiO;.9dmlrál^n  o¿  balart 
gabán  atta  rcosa '  qne  lo » l^llo  ,de  su .  figura  :>  solo  el 
amor  de  Sócrates  nos  da  uji  in4u4dl>le  t^stiunoüio.  á^ 
su  virtud  y'  de*  su  índole  genierp^^r.Advertia  <que.es^ 
taf  se  ihanifestabft y  resplaodecia.en  sa semblante.)  .jr 
temiendo  k  su  riqufza<|  :al  eu>kind<^  de  s^^odg^y •  J 
á  iamíschéduaihfe,  de  cittdaaafi<>$ri)&Jbrfi9tQf06^!; j 
de aliadesque.uatabaa  deiapoderaarse.  de.éljiéon.sas 
lisonjas  ^  su»;  obs^qDios  ^  /se.  ^prpppso  defenderte  y 
no'desainpas^irls  »i(:ofl90  i|tia  pltñt^^ue  ea  :fl^  jm 
á:  perder.  yr.Tlcíafi  ^'.nativo:  ifculo»  Pprque  éñ  nada  Ja 
fortuna  le . fueirtan  ^viurableL^»  le.  pertrechó  tfutfo 
exteríorment^  eoiif  j  Ig^^  {que  ..Uama«)o^;  bienes  y  ^cptftp 
toálhabea^lj  faechqrppr:  medio  de-jl^  ^losofia  iayiíjtf dr 
xabie  j1  tmphsiblo  é  losdichQSMmofdjK:^  y  qáiistici^ 
«senté  libres.de  tai^tos:oomo  de$de^<jl¡  principia  .^ 
propusi^rón^eox^omperle^  y  ,r^raepkí;d^óii:  i  sua0>o« 
séstador  \y  maestro;  y  asi  esque/á.^pe^ar  de;jtodat 
por  la  bondad-de ^u  índole  hizo.cí^níícímtemp  cóii 
fiócrates  >  y  se  estrejcho  coftiál ,.  ápprííifldoidejsLá  los 
ricos  y  distinguidos  amadores.  Enlt&ó  pMesf,muy  lu^e- 
go  en  suíconñkneit,;  y  oyendo'Iaul^Qv^de  ttn  amador» 
que  no  andaba  á  caza  de  placeres  indignos.,  oi^  soli- 
citaba indecentes  caricias.,  sino.qiife  le,ediabat  en  ca- 
ra los  vicios  dejsnalma.^  y  teprl)»itf  .su  yano  y  necio 
orgullo,      ■  .  .  :r  •  r  ..  '       , <>  .    I 

Gomo  •g^Uo.tepcIdo  en,  la  pelea  j 
i.      Dejdicaer  acobardado  el;,ala.    .  ,'  r 

Veía  en  esto  k  obra  de  Sócrates;  pero  en  la  realip 
dad  la  reputaba  ministerio  de  los  Dioses  en  beneficio 
y  Salvación  de  los  jóvenes,  Desconfiándose  pues-  de 
ai  mismo;  mirando  á  aquel,  con  admiración ;  apre^ 
•ciando  su-  benevoioncia ,  Viacatandosu  virtud,  ior 
sensiblemente  abraesó  el  ídolo  delamor ,  ó  según  ex- 
presión ^  Platocí ,  el  contiramor » o  amor  correspoar 


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¿ida  Manrvitlibaiise  todos  por  unto  de  verle  oéncr 
con  Sócrates,  y  ejerciurse  y  habitar  coa  4i^  mien-» 
tras  que  se  mostraba  con  los  demás  amadores^  iapem 
y  desabrido;  y  aun  á  alrainos  los  trataba» con  abaf 
ntría^  como  á  Anito  el  oe  Antenúon.  Amaba  este  í 
Aícibiades,  y  teniendo  á  ceoar  á  unos  haéq)edes  k 
convidó  al'banquete:  rebosó ^1  d  convite  $  pero  hm^ 
biendoea  casa bebiiio largamenee  con  otros aiúgOK^ 
fuese  á  casa  de  Anito  para  darle  un  cbasoot  ^púsMé 
i  la' puerta  del  comedor,  y  viendo  las  mesas  llenas 
de  fuentes  de  plata  y  pro,  dio  orden  á  los  criados 
de  que  núnaran  la  mitad  de  todo  aquello,  y-se-  Ii| 
llevaran  á  casa:  esto  sin  •  pasar  de  allí , '  y  antes  <  ás 
retiró  con  los  criados.  Pporumpieron  los  huéspedes 
en  quejas,  didendo  que  Alcibiades  se  habiá  pisrta^ 
do  injuriosa  6  indecorosamente  con  Anito ;  mas  eses 
respondió  I  ao'sino  con  mucha  equidad  y  modera- 
ción, pues  qñe  habiendo  sido  dueño  de  Uevirseb 
todo,  aun  nos  ha  dejado  parte» 

Asi  trataba  á  los  demás  amadores;  sofauípients 'Í 
ano  de  la  campiña,  hombre  según  dicen ide'pooos 
haberes,  y  que  todos  los  iba  enajenando >  como*  lo 
que  le  quedaba ,  que  montarla  á  cien  pesos,',  lo  pre^ 
,  sentara  á  Alcibiades,  y  le  rogara  que  lo  rextsibieset 
echándose  á  reír,  y  celebrando  el  caso,  lo  convidó  á 
cenar.  En  ellnnquete,  mostrándosele  benigno^  levóla 
vio  su  dinero ,  y  le  mandó  que  al  dia  siguiente  exce- 
diera en  la  postura  á  los  arrendadores  de  los  tributos 
públicos ,  pujándoles  las  que  hiciesen :  resistíase  el  aU 
aeano,  porque  el  arriendo,  decia,  era  dé  muchos 
talentos;  ma^  le  amenazó  que  le  haria  dar  nna  pali^ 
za  si  así  no  lo  ejecutaba^;  y  es  que  entonces  tenía 
pleito  con  los  asentistas  en  reclamación  de  algunos 
intereses  propios.  Fuese  el  aldeano  de  madrugada  i 

I  I    El  ésUterpitfpy  que  jro  Traduzco  /fx^,  valia 

poc<)  meaos  qa^^tiuestro  peso  sencillo.  _ 


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Xt  ALCIBIADBSr 

h  piaz»  f  j  añadió  á  la  postura  un  talento.  VolvU^ 
ronsel  mirarle  los  asentistas ,  é  indignados  con  él 
Je  n^andaron  que  diese  fiador ,  dando  por  supuesto 
que  no  Je  sncontraria;  y  efectivamente  íl  se  quedo 
cortado /é  iba  á  retirarse;  pero  Alcibiade3^  que  sq 
hallaba  á  alguna  distancia ,  gritó  á  los  n^a^strados, 
esQribase  ipi  nombre »  porque.es  mi  amigo,  y  yo  le 
fy}0  M  :QÍ£  esto  Igs^asentistas  no  sabiaa  qué.  apartido 
tornar^  estando  acostumbrados  á  pagar  los  prime*- 
lot  asientos  con  los  ^roduc^os  de  los  .siegundos:  asi 
niíigUAa  salida  le  vmh  á  aquel  negocio.  Trataron 
pueS'Con  .al  aldeana  de  qjue  se  aj^rtaia^  o&eciéndole 
dinero,  mas  Alcibiades  no  le  dejó  que  se  contentara 
con  m^nds  de  un  talento.  Diéronsele.aqiieliosy  y  él 
le  miando  que  lo.  tomara  y  se  volviera  á- su  casa: 
de^ániloie socorrida pOTieste  medio.  . 
-  í/.cEste  amor  de  Sócrates  tenia  muchosí  que  le  hi- 
cieran oposición;  mas  lograba  sin  embargo  dominar 
á  Alcibiades  por  este  buen  natural;  fijándose  en  vi 
ánimo  los  discursos  de  aquel,  convirtiendo  su  cora- 
ron, y  arrancándole  lágrimas:  aunque  habia ocasio^ 
néS'.en  que  cediendo  á  los  aduladores  que  le  llsongea*? 
ban  con  placeres,  se  le  deslizaba  á  Sócrates^  y  ca-!- 
ino-  fugitivo  tenia  que  cazarle :  pues  solo  respecto 
de  él  se:  avergonzaba ,  y  á  él  solo  le  :tenia  algua 
temor  ^  no  dándosele  nada  de  los  demás.  Decía  pues 
Cleantes  que  este  tal  amado  era  por  los  oídos  por 
donde  de  Sócrates  habla  d&  ser  cogido>;  cuándo  á  los 
<^tros ^amadores  les  presentaba^  muchos . anderos,  i 
^ué  aquel  no  podia  echar- mano:  queriendo  indicar^ 
el  vientre ,  la  lascivia  y  la  gula ,  porque  realmente 
Alcibiades  era  muy  inclinado  á  los  deleites :  dando 
de  esto  bastante  indicio  el  que  Tucídidés  llama  des- 
concierto suyo  en  el  régimen  ordinario  de.  la  vida. 
Mas  los  que  trataban  de  pervertirle,  de  loqueprin- 
dpalmente  se  valieron  fqe  de  su  ambicipn  i  y  de  sa 
orgullo ,  para  hajcerle  antes  de  tiempo,  tomar  parte  ea 


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AtCIBIADES.  t) 

k»  negocios  péblicos,  persuadiéndole  Kjpt  lo  miaño 
seria  entrar  en  ellos ,  no  solamente  eclipsaría  á  los 
demás  generales  j  oradores;  sino  qne  al  mismo  Pe** 
ríeles  se  aveatajaria  en  gloria  y  poder  entre  los  Grie* 
gos.  G>mo  el  yerro  pues  ablandado  por  el  fiíego, 
después  con  el  firio  welve  á  comprimirse ,  y  sus  par* 
tes  se  aprietan  entre  sí ,  de  la  misma  manera  cuantas 
veces  Alcibiades  disipado  por  el  lujo  y  la  vanidad 
volvia  á  las  manos  de  Sócrates  j  conteniéndole  este  y 
refrenándole  con  sus  razones^  le  hacia  sumiso  y 
moderado,  reconociendo  que- estaba  todavía 'niiiy 
íklto  y  atcasado  para  la  virtud. 

Salido  ya  de  la  edad  pueril  fue  á  la  cscoebí  de 
un  maestro  de  primeras  letras ,  y  le  pidid  algua  It-* 
bro  de  Homero;  mas  como  respondiese  que  nada  de 
Homero  tenia,  le  did  una  puñada ,  y  se  «urduS»  Ya 
otro  maestro  le  dijo  que  tenia  un  Homero  enmenda»» 
da  por  él ;  y  entonces  le  repuso  t  ;  cómo  «nseñiu  lu 
primeras  letras?  ¿Siendo  capaz  de  enmendar  i  Ho« 
mero,  por  qué  no  educas  a  los  jóvenes?  Quiso,  ca 
una  ocasion.vitttar  á  Feríeles,  y  llamó  á  su  puerta; 
mas  se  le  informó  que  no  se  hallaba  desocupado,  si* 
no  que  estaba  viendo  cómo  dar  cuentas  i  los  Ate-^ 
ntenses;  y  entonces  se  retiró  diciendo,  {pues  M 
seria  mejor  ocuparse én  ver  c&nono dadas?  Siendo 
todavía  muy  jovencito ,  militó  en  el  ejército  enviado 
contra  Potidea,  en  el  cual  tuvo  á  Sócrates  por  car  ' 
marada,  y  en  los  combates  peleó  i  sii  ladol  Hábo 
una  fuerte  batalla ,  enj  la  que  los  xlos  sohnesalieroo 
en  valor;  y  como  Alcibiades  Inzbiese  catdo  de.ima 
herida,  Sócrates  se  puso  por:  delante  y  le  defendió; 
haciéndose  visible  con  esto 'que  ie  sacó. salvo  y  con 
sus  armas;  y  qué  por  toda  rason  debia  el  prez  ser 
de  Sócrates*  Con  todo  cuando  se  advirtió  que  los 
Generales,  movidos  del  esplendor  de  Alcibiades  esta- 
ban empeñados  ea  atribuirle  aquella  gloria  Sócrates 
para  encender  masen  él  el  deseo  de  sobresalid  en  ac- 


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%6  ALCIBlAX)yB& 

en  losxjDidbates'le  abxiafi.  aaoha  puerta  pac*  I^ro-^ 
ducirse  en  el  gobierilo ,  mayormente  teniendo .  mu-! 
dios  amigos;  pero  con  tpdo  $\i  mayor  deseó  era 
g^nar  el  ascendiente  sobre  la.  nmchedumbre  con  la 
gracia  .en  el  decir;  y  de  que  sobresalia  en  esta  dote 
líos  dan  testimonio  los  poetas  cómicos,  y  tambiea 
el  mas  vehemente  de  los  oradores,  diciendo^  en  m 
oración  contra  Midias,  que  Alcibiades,  entre  otras 
IBQcbas:dotes ,  tenia  la  de  la  elocuencia.  Y  si  hemos 
de  dar  cr¿dita.á  Teoftasto  ^  el  hombre  mas  investi- 
gado^ ^  y  de. mas  notician  eoítre  los  filósofos ,  Alcí*  * 
biades  sobresalta  mucho  en  la  invención  y  en  el  ^órr 
siocímiento  dé  lo  que  en  cada  a^ntp  convenia;  ma$ 
tomo/iKi.solo  examinase  que  era  lo  mas  oportuno; 
$ino  también: de  qué  manera  se  diria  con  las  voce$ 
j  las  frases  mas  adecuadas ,  carecia  de  facilidad, 
Y  asi  tfopéeaba  á  menudo ^  y- en  medio  del.  periodo 
callaba;y  se  deienia »  para  vet  cómo  babia  de  con- 
tinuar. ...  V 

Hizbse.nmr  célebte  por  los  caballos  que  manu- 
tenía,; y.  por  el  numero  de  sus  carrozas;  porque ;ea 
Olimpia  qt  particular  ni  rey  a%uno  presentó  jaHias 
siete  f  sino  él  solo ;  y  el  haber  sido  á  un.  tiempo 
^vencedor:  isn-rprimero ,  seguúdo  y  cuarto  lugar  ,  según 
Toeídidcs ,  y  aun  en  tercero,  según  Eurípides ,  ext 
cede  en  brillantez  y  en  gloria  á  cuanto  puede  con- 
seguirse eh  este  género  de  ambición.  Eurípides  en.  sa 
4^lncibn  dice  asi :  A  tí  te  cantarera  6  hijo  de  Ctínim: 
'ielHsima,  cosa  es  la  victoria  j  fero  tnas^k^llo^  lo 
-que  ninguno  de.  las  Griegos. alcanzó  jamas  ^  gatear 
cm  carroza  el  ptimerQ^^  segunda  y  $ercer  fr^aj 
jf  marchar  coronado  d^  oUva  dos  veces  sin  trabar 
ja^alguml^  fregfmado  vencedor  for  el  heraldo.  ,. 
•    A  >este:  brillante  vencimiento  Íq  hizo  todavía  .mí«s 


I    Otras  dos  veces  se  adjiídicá  el  premiosa  canozaa 
aviadas  poFA(c¡b¡ades¿  sin  conctmirélmiimo.     *  -i 


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ALCIttADCS.  Ij 

glorioso  el  empeíio  de  los  contendores  en  bónrane» 
porque  los  de  £feso  le  armaron  una  tienda  guarne- 
cida riquísimamente ;  la  capital  de  Quio  di6  la  pro- 
misión para  los  caballos  y  gran  número  de  Turti- 
jaas,  y  los  de  Lesbos  el  vino  y  demás  prevenciones 

fara  un  suntuoso  banquete  de  muchos  convidados, 
iambien  una  calumnia  ó  perversidad,  divulgiida  so- 
bre esta  mfsma  magnificencia ,  dio  mucho  que  hablar 
por  entonces:  porque  se  cuenta  que  halliodose  en 
Atenas  un  tai  Diomedes ,  hombre  de  bien,  y  amigo 
de  AlcilMades  y  y  deseando  alcanzar  la  victoria  en 
los  juegos  Olímpicos,  noticioso  de  que  en  Argos 
había  un  excelente  carro  perteneciente  al  público ,  y 
de  que  Aldbiades  gozaba  en  Argos  de  gran  poder, 
y  tenia  muchos  amigos ,  le  rogo  se  lo  comprase;  pe- 
ro que  habiéndolo  comprado ,  lo  hizo  pasar  por  su- 
yo ,  y  dejó  á  un  lado  á  Diomedes ,  que  lo  sintid^ 
en  eran  manera ,  y  se  quejó  del  hecho  a  los  Dioses 
y  a  los  hombres.  Parece  que  sobre  él  se  movió 
pleito;  y  hay  una  oradon  de  Isócrates  Jel  par  de 
cabaUos ,  escrita  á  nombre  del  hijo  de  Alcibiades, 
en  la  que  es  Tisías,  y  no  Diomedes ,  el  demandante. 
Era  aun  muy  joven  cuando  se  dio  á  los  negocios 
del  gobierno  ;  y  aunque  al  punto  oscureció  á  todos 
los  demás  concurrentes,  tuvo  que  contender  con 
Feaces  el  de  Erasistrato,  y  con  Nicias  el  de  Nice- 
rato;  de  los  cuales  este  le  precedía  en  edad ,  y  tenia 
opinión  de  buen  General ;  y  Feaces,  que  procedía 
de  padres  ilustres,  y  como  él  empezaba  á  tener  ade- 
lantamientos ,  le  era  inferior  entre  otras  calidades  en 
la  de  la  elocuencia:  porque  parcela  mas  propio  pa- 
ra conciliar  y  persuadir  en  el  trato  privado,  que 
para  sostener  los  debates  en  las  juntas:  siendo,  co- 
mo dice  Eupolisj 

Diestro  en  parlar ;  mas  en  decir  muy  torpe. 
Corre  asimismo  una  oración  escrita  contra  Alci(sía-< 
des  y;  Feaces,  eu  la  que  se  dice  entre  otras  cosas, 

TOMO  lí.  B 


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X8  AIGIBÍADBS. 

que  teniendo  la  ciudad  muchas  tasas  de  oro  7  pla-^ 
ta,  Alcibiades  usaba  de  todas -ellas  como  propias  jüi 
su  mesa  diaria.  Vivía  entonces  también  un  tal  Hi- 
pérbolo  de  Periteo ,  el  cual ,  ademas  de  que  Tucí— 
'  dideshace  mención  de  él  como  de  un  hombre  n^loy. 
dio  materia  á  tcklos  los  poetas  cómicos  para  záhe^ 
rirle;  pero  ^1  era  inmoble  ¿  inalterable  á  los.  dicte- 
rios y  a  las^ sátiras  ^  ppr  un  abandono  de  ^u  opinión/ 
que  siendo  en  realidad  desvergüenza  y  tontería  1  al- 
gunos le  graduaban  de  intrepidei:  y  fortaleza;  y. 
este  era  de  quien  se  valia  el  pueblo  cuando  quena 
desacreditar  y  calumniar  á  los  qui^  estaban  en  altu- 
ra. Movido  pues  entonces  por  este  mismo  iba  á  usar 
^  del  ostracismo,  que  es  el  medio  que  emplean  siem- 

£re  para  enviar  á  destierro  al  ciudadano  que  se  ade^ 
mta  en  gloria  y  en  poder  >  desahogando  asi  su  en- 
vidia ,  mas  bien  que  su  temor.  Era  claro  que  las 
conchas  caerian  sobre  uno  de  los  tres;  y  por  tanta 
Alcibiades,  reuniendo  los  partidos  para  t&tt  objeto^ 
habló  á  Nicias ,  é  hizo  que  el  ostracismo  se  convir- 
tiera contra  Hipérbolo*  Otros  dicen  que  no  fue  con 
Nicias,  sino  con  Feaces  con<  quien  Alcibiades  ^ 
confabuló^  y  que  por  medio  <fe  la  facción  de  este 
consiguió  desterrar  á  Hipérbolo,  que  estaba  de  ello 
bien  ageno :  porque  ningún  hombre  ruin  y  obscuro 
habia  hasta  entonces  incurrido  en  este  género  de  pe- 
na, como  haciendo  mención  del  mismo  Hipérbolo 
Ip  dijo  asi  Platón  el  Cómico: 

Fue  á  sus  costumbres  merecida  pena ; 

Mas  por  su  calidad  de  ella  era  indigno : 

Porque  no  se  inventó  seguramente 

Contra  tan  vil  canalla  el  ostracismo. 
Pero  en  este  punto  hemos  dicho  en  otra  parte  eoaa- 
to  es  digno  de  saberse. 

Mas  no  por  festo  dejó  Nicias  de  ser  un  objeto 
de  fortificación  para  Alcibiades ,  viéndole  admirado 
de  los. enemigos,  y  honrado  de  los  ciudadanos;  por- 


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^peera  AiriMartes público  hupadtador  de'loi Imo^ 
deiñoaioSf  ybabiá  obsequiada  de  cUos  á  lof.^oé 
habían  sido  caoriTados  «a  d  eilciiaiim>  de  Piio$  v 
con  todo5  pdroiiepiiiiotpaliii^nt^  habiab  coooegitidp 
por  medio  ^  Nidas  que  se  Üieiése  la  pas  ^  y.M  1¿ 
f esmuyeaea  'los  caiítirás,  tenían,  i  '¿Mit,  m  mayor 
estimacioaty.entre;io$  Griegesuomia  Iavo2'de:qw 
si  Pericles  ios^  había ;  hottiUzado  9  Niciás  había  :des«> 
yanecido  la>  guerra^  y  los  mas  &  esta  pas  ia  Uamap^ 
baa  Nioea:  por  tanto  enfadado  Alcibiades  sobre  mar 
aera  y  ^iudo  de  oividia ,  íormó  la  rcsoludatt  de 
xomper  el  tratado.  Y  en  pcimer'lugar  aotieioso  de 
que  los  Aravos,  por  odio  y  niiedo  de  los  B$mrdm^ 
tas ,  buscaban. como  aepaiarst.  de  ellos 9  .les  dié  te^ 
servadamentresperuifii  de  que*  los  Atenienses  serian 
en  su  auxilio ,  y  los  alentó ,  enviando  á  decir  i  los 

rincipales  del  poeblo  que  no  temiesen  ni  cedieran 
los  Lacedemenios ,  sino  que  se  pasaran  i  los  Ate-* 
menses ,  y  aguardaran  lo  poco  que  faltaba  para  que 
estos  muddran.  de  proposito  y  y<  rompieran  lapa^i 
Como  en  esse  tiempo  los^Eaeedembnios  hubssen 
hedió  aliatlaa^conios  Beodos:,  y.  hubiesea  restituid 
do  á  los  Atesaenses  lardad  de  Penacto  \  noven.pie 
como  debían )  sino  habiéndola- anse» deruido,  hallan* 
do  con  este  motivo  indignados  iá> 'los  Atenielises>;  los 
iriritá  todavía^mas.  Molestaba  per  otra  partera  <.Ni*<^ 
^s,  y  le  calumniaba  y  acusaba  coa  aparieociayilé 
qu0  estando'  con  mando ,  no  iquisb  cautivar  ^pcxr  sí 
«nistno  á  afelios  de  los  enemsgosique  habían  «ijikU 
«dado  en  fisfaoteiía {  y  habiendasido  cautivádo^por 
otros  y  los  habiadejado  ir  ^y  entvegidolos,  hadaai 
do  este  obsequio  á  los  Lapedemeaips^  y. también 
^  que  siendo  tan  amigo  norécdxSrdé  estos/que  io 
ae  Itgasencón'  tos- Beocios' y)Gbrintio9,ly<fée>»0 
-esloiiiáran^u^  'denlos  pueblos: ifiiri^fos  se*  aikse''é 
liidese  adii$fa4  con  los  Acemieiisea  él '^e  quisiese^ 
si  á  l&$jLk(stí3kaÍ0tÁos^ri^ 

B  2 

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ao  AEdBIADBlb 

do  asi  traía  áíDtslv traer. á'  Niciai,  jdtfipüsá  la  sueri^ 
(e  ique  yinieseo  eriibajador es  de  Xaoeaeaipma , .  .ha«9 
(ijendo  por  sí  proposiciones  cquhatiTa»/  y  diciendd 

t be  traían  plenos' poderes*  para' todp  lo  que  fuera 
e  una  justa  odnGtkaáioa^  HabialoS'  bido  ti  cons^ 
jOf'  yraí  dia  isi^uienté.ae  habia^  de  congrejpr  el  pue^ 
blo^:^.entoncss temeroso; Alcibiades,: manejo  que  los 
embajadores  JiaUasen. con  él ;  }r. luego,  que  se  avísn 
taron.^  I  qué  habéis  hecho ,  les  dijo ,  4  £$parcIatas^ 
¿^podeis  ignorar  que  él  consejo  trata  ^  siempre  cod 
moderiacion  y  humanidad  á  los^ue  se  le  presentan; 
pero  qiie  ei^pueblóies  altanero^fy  tkoe  desmedidas 
pretensiones?  Si  decii  que  Tenis  autorizados  para 
icxio^  exigirá, y. querrá  obligaros  á  lo. que  no.  sea 
de  racon:  vaya  {>ttes,  deponed  esaiiimia  bondad  y  y, 
si  queréis  encontrar  en  los  Atenienses  njoderacion ,  .y 
no  ser  precisados -á  lo<}uenp  es  de  vuestro  dicta^ 
meií,  proponed: lo  que  os  parezca  justo »  sinqueen«« 
tiepdan  que  venís  ^on. plenos  poderes ;:iCoa  lo  que 
nortendreis  de  vuestra' parte »  por  haeer. obsequio. ¿ 
lQsXácedemonios«JDdcIío  esto,  se  les  obligó  con  ju-^ 
rámemoy  y  enterameote  los  .apartó  .de,  Isicias,  po-^ 
lúendoen  ébsii  confianza ,  y  admirando. su  penetra;-*- 
cí&n  y  juicio  ^  que 'tto  era ,  deoan  9  de  un  hombre 
srülgar^  Cóngi^^doial-  dia  siguiente  el  pueblo  se  preh- 
séataron  los  embajadores ,  y  preguntados  por  Alci-i- 
tiades  con  la  mayor  afabilidad!  conque,  faculfadea 
Js^emanj  respondiarfwque.no.  venían  con  plenos  pp^ 
deires;  y  ai  puntarse  volvió  contra.,  ellos  con  griui 
irehemencia  el  misana  Alcibiades>  <;orao  si  fuese  .ei 
burlado ,  y  no  quien  burlaba^ Jta^áodolios  de  falsíps 
y  ¡enredadores ,  que  no  podiaa  h^r  venido  i  hacer 
ni  dedr  cosa  buena.  Irritóse,  támbiea  contra  ellos  el 
«enado;  el  pueblo  Semostróijgualn^eni^epfeadido;  y 
'Nicias  quedó  admirado  y  confundido  con  la  mu^ 
danza  que  violen  los  embajadloQes  i  por ' ignorar d 
engaño  y  dolo  en  ^ue  se  les. había  h^hp.  caer. .  :V  i' 


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^  •'  I>e^tt<IeiÍescmioertados.asi  los  Lnedemomorf 
sombrado  Aldbiiides  General  y  foinediattmeote  Uiq 
á  los  de  Argos,  de  Mantíoea  y  de  Elea  aliados  dé 
los  Ateniepscs;  7  aunque  nadir  akbaba  el  modoy 
se  oeld>rabá  lo  mas  maravilloso,  de  smhaaafia;  vto^ 
do  muy  grande  la  de  haber  separado  y  conmovido 
cad  piie(&  débirse  á  todo  el  Pcioponeso,  y  ofntesto 
msmtx  dia  junto  íMantinea  tantas  tropas  i  los  Lih 
cedemonfos^^ybaberfes  ido  i  llevare!  combate  y  el 
?ieQg!ȇ  tan  iprande  distancia  de  Atenas^  que  oom  b 
victoria  nada  ganaron ,  y  si  kobiesen  sido,  vencidos^ 
erit  dificH  qne  Ldcedemonia  hiiUera  Tuelto  en  si^ 
Después  de  esta  batalla  intentaron  los  Qutliarcos'^^dci 
Ar^  disolverla  democracia,  y  sojuzgar  laciudad^ 
y  laun  los'«LapedemoBÍos  que  acadiems  contrftmii» 
ytfcn  í  k  eíecodoa  de  aqod  dérigmo-vperotomait» 
do  Jas  arnuB  áarnmdiedumbre!;;!  recofaiBÓ  la  simrio*^ 
rídad ,  y  sc^neüniendo  Alcibiísdes  -f  ademas  de  ha«4 
ceár  masáegum''lá^vfDiiekriadd'^p^  persua<Sx$'á 

este  querdilatéra  te -gran  muHaUav  y  qñe  poniéndose 
eñcontaotOidiaBiefcimdr ,  acercar»  entev^mien  tsr  su;  cÜi» 
dad  ai  poder  híc'  los  Atenienses;  óFTa]o:asinrisnioidf 
Atenas  atqmié0te»iy  canterosr»  lirieles  mostrtfidel 
todo  inteixsado ^jMDT  ellos,  ganando  «de  «stemodo 
favor  y  podfcf  y^no  menos  panr^sí  mismo  qué  para 
su  paiÉéia.  d^eiesüadté  de  la  propia  manera  á  h»id6 
Patrás  que  cot^Lmutallas  pmongádas'arrimat^n  su 
ciudad  a  Unmatt.y'éomo  alguno  dijeto  i  los  Kitren- 
ses:*  losfAteniensevi»  os  ttagarán*:  "puede  ser,  tepu- 
tfyAlábM!9$i  mas'sefiá  pocoá  pfx:b^  y  por  losjpie^ 
perb  io¿  Looedbmoiiitos  por  la  catsíza,  y  deunavéb 
Acsmsejaba^albpnipio  tiempo*  ál  los  Atenienses  qiie 
«Uos  se  pegaran t-ma»  á  la  tíernii-  exhortándolos*  á 

X    Magistrados  de  Arcos ,  ^e  en  la  guerra  mandaban 
á  mil  faomMs;:^!    ; :    :       :    ^'  ^'  ;     *  ^ '  »         * 

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12  jaJCTBtXnEÜp  ' 

coafiaanfflff  cojíTabf ak  ch  jarametrtü''qh©í  en'  i^gi€hlo* 
prtítan  lost  ;6v«nds;.  ly-  h^^querf  j«íial/^$,  rxjdeida 
fioatera del  Akibaiserí  paffiellM cfctrigDcjAac&badai: 
las  .v^iñaáy^lbs'oUvosiíaanda  iientfndes^ne  teádmii 
poD'^ippía.piíiiGÍpáliDeQib  la  tierra  cultivada:  yímo^ 

rj' Biíest:op''estos'|c6iáaflo6>  y^éstosidücirfsois^;  boa 
e$ti  pnldénd^v^j  «ttacfaabtüdad'^a  manejar  dos  né»» 
^c^os V 'icHniáüniT'adfesan^égladci'^jDjb^^^  wmétctda 
Héf*rida:^reít'cljitebár  cyircn  ídesérdéi^dos  ámofes; 
mfaderfésolúeioirpiij'rj  mucha  .afeminaciditreii'tragcf 
de  d¡i^ei;s6s  coioféi<|'íqné  afedtadaiiefitp  snfastr^ 

^bc¿imufiile8}i3a;h8  ^^'asr-paraidiDmiiír.  4nK>regQh^ 
4atÍM0te^  ]ic¿ipdb«tDS  9obnr&  las  toblas^'^slnorxoigado; 
dcn£ifB&v7r;i|n^ésqiidb  ^»e)9e  hiaoBeoo^o^ñ  eHf^e 

R¡i9fas0^,  >rinoLtiQs€I^iiyÍQ\axqrá  M  ver 

f^sfsffibcoaasy  jfisItBti^dJsúioéiiiiaárcHhmgi^dDB^ 
]9Ba¿!&ía^nii;»ria^r^  ^Herarias^sr»!  f  /temían  su^  osía^ 
día. .  jir.m  íiiogttfi  'mkraffiient»  camÓDtksntcos  v  •  dis-^ 
fíardtad<is<)<!per0rifoix?ri'Tpud)b  8QÍ:ed!aÍDq[iie  AJi¿)> 
lidía^t£^'£xprek¿bbeHamen te  en  etteeitéeáápm :      ^  ^  •> 
obcraAoim  tibmjfcri  k;  d[;^sea  y.  iQtilponiiece;:^  *  r; '       > '  ^ 
I/; sq  Ma|s  ofm'todó^ecntteDerle  se  ;iR)ip{xiáee;         w  •  t 
%B|ds  beibii»]tertisKÍc\ria'en^mVali]SHtíi  á^h';  -'r 
i>>    iNo  criar  «Ibloñr^lir  mejor  fueraijoo  ^"¡     »     :i 
-¿s-iiiHas-k({i]Btqüe'eni junarle tkiie:gnsfiof^^  :  ;        •-> 
-.rj-;:.F^crEa''«5üqperánsii^:co«ufiibr5r«éria3<í^       >^í 
jorque  siisrflq[n^tx3Km  ^^^nsgáatos'Mitd&rcDros;'  sQf 
o£ffeqmx)sa  ia  ^kidaii^  sdperbresór  todb  poiiderácioh{ 
ebrcsplendor  tlfe  sai  iHiage,  el  póder;dé'  sH'dócüenA^ 
€ia  v^  laMbelldsBjd^  to;Íier&6na  ^nirsuscfnensas'  eorpb^ 
rales  juntas  con  su  experiencia  en  las  cosas  de  la  guer- 
ra, y  su  decidido  valor ,  hacián  que  los  Atenienses 
rió..h'     :     ^-rnj  v  ■■:  w:   .y   •'.^  'J.  .;.Kvf?í!  - ','      í 
z    Era  00  bosque  sagrado  cerca  dcJuMiaf ¿    ^- 


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AlCIBIADEI.  33 

fberan  conél  iadolgentes^en  todo  k>  demás ,  y  se 
lo  llevaran  en  paciencia,  dando  siempre  á  sos  extra- 
víos Jos  nombres  benimiñmos  de  juegos  y  mucha- 
chadas. Fue  uno  de  ellos  haber  puesto  preso  al  pin- 
tor Agatarco,  y  remunerarlo  después  con  dones, 
porque  le  pinto  la  casa :  otro  dar  de  bofetadas  á  Tau- 
reas^  so  contendor  en  un  coro,  porque  le  disputó 
la  victoria ;  y  otro  asimismo  haberse  tomado  de  en- 
&e  los  cautivos  á  una  muger  de  Melia,  y  ayuntan* 
dose  á  ella  criar  un  niño  tenido  en  la  misma ;  porque 
también  esto  lo  calificaban  de  bondad ;  y  todo,  me- 
nos el  que  tuvo  gran  parte  de  culpa  en  que  se  diese 
indistintamente  muerte  á  todos  los  Mellos ,  defen- 
diendo el  decreto.  Cuando  Aristofonte  pintó  á  Ne-^ 
anea'  teniendo  á  Alcibiades  sentado  en  su  regaao^ 
k>  miraban ,  y  salían  muy  gustosos  los  Atenienses; 
pero  los  ancianos  también  esto  lo  veían  de  mal  ojo, 
como  tiránico  y  violento.  Parecía  por  tanto  que  no 
había  andado  errado  Arquestrato  en  decir ,  que  la 
Grecia. no  podria  llevar  dos  Alcibiades.  Y  cuando 
Timón  el  Misántropo ,  encontrándose  con  Alcibia- 
cksá  tiempo  que  se  retiraba  de  la  junta  pública  muy 
aplaudido  y  con  un  brillante  acompañamiento ,  no 
jiascS  de  largo ,  ni  se  retiró ,  como  solía  hacerlo  con 
todos  los  d»nas,  sino  que  acercándose  y  tomándo- 
le la  mano;  Brava ^  muy  bun  haces \  le  dijo,  6io^ 
ven  en  irtt  acreditando  j  porque  acrecientas  un 
gran  mai  para  todos  estos ;  unos  se  echaron  á  reir, 
otros  lo  miraron  como  una  blasfemia;  y  en  algunos 
pit€KÍnio«qüel  dicho  una  completa  aversión:  ¡tan  di« 
íiciltera:£^7mar  opinión  de  semejante  hombre  por 
la9  costrariedades  de  su  caricter ! 
'.    Tencha  va  la  Sicilia,  aun  en  vida  de  Feríeles, 
b  codicia  de  los  Ateniense;s ,  que  después  de  su  muer^ 
te  habían  dado  algunos  pasos  hacia  ella;  y  con 

-  I    Era  utta  cortesana  dq  gran  &oia  sn  aquel  tiempo. 

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24  ALCIBIADBS. 

enviar. por  todas  partes  lo  que  ilsáiabajei  socorros  y 
auxilios  á  los  agraviados  por  los  Siracusanos ,  ibait 
poniendo  escalones  para  una  grande  expedición*  Mas 
el  que  inflamaba  basta  el  último  punto  este  deseó, 
y  les  persuadía  á  que  no  por  partes  y  pooo  á  pocoj 
sino  con  poderosas  fuerzas  acometieran  á  la.  iski  era 
Aleibiades,  dando  al  pueblo  grandes  espcraoaas,:.  y 
formando  él  mismo  mayores  designios  ;  porque,  mi»» 
raba  en  la  Sicilia  el  principio,  y  no  el  término  co-» 
mo  los  demás,  de  las  operaciones  militares  que  ea 
su  ánimo  meditaba.  Con  todo  Nícias,  reputando 
difícil  empresa  la  de  tomar,  á  Siracusa ,  retraía  con 
sus  persuasiones  al  pueblo  ;.pero  Alcibtados,  «que  lo 
entretenía  con  los  sueños  de  Cartago  y  del .  Africa,> 
y  que  en  conse<»iencia  de  esto  tenia  ya  cómo  en. la 
mano  la  Italia  y  el  Peloponeso,  faltaba,  poco  pam 
que  viese  eá  la  Sicilia  un  viático  para  aqueila.g<ierra. 
Y  lo  que  es  los^  jóvenes  espontáneamente  se  le  uoie-^^ 
ron,  acalorados  con  tan  lisongeras  esperanzas;  pues 
ademas  oiaaá  los  ancianos  decuicir  maravillosas  con- 
secuencias de  aquella  exposición ;  tanto  que  mudio$ 
se  ponían  en  las  palestras  y  en  tes  corrillos  á  diba- 
jar la  fígura  de  la  isla,  y  la  situación  del  África  y 
de  Cartago.  Mas  dícese  del  filósofo  Sócrates,  y  del; 
astrólogo  Meton,  que  ni  uno'ni  otro  esperaron  nuo**. 
ca  nada  provechoso  á  la  ciudad  de  semejante  prb« 
yecto:  aquel  por  apareqérselej  como,  es  de  creer^ 
su  genio  familiar  y  predecírsela^y  Meton ,  porque 
rezeló  por  su  propio  discurso  lo  que  iba  á  suceder, 
ó  porque  usó  para  ello  de  alguna  adiviujicion:  de 
forma  que  fingió  haberse  vueito  loco,  y  tomando  üa 
tizón  encendido  iba  á  pegar  fuego  á  su  propia  c»f 
sa:  aunque  algunos  dicen  que  no  hubo  oblparte  de  ' 
Meton  tal  ficcion.de  locura,  sino, que  dio  efectiva-*, 
mente  fuego  á  su  casa  por  la  noche ,  y  á  la  mañana  se 
presentó  á  pedir  y  suplicar  que  por  aquella  desgra- 
cia le  dejaran  al  nijo  libre  por.  esitonces  de  ia  iniU- 


y  Google 


stgaió  loqaemi^a.:.  '   '  .      «c. 

Fu^df^mhm%oínomAxado  Gepeml^NfDias  ooor 
ttsá  $tt:9«oIiiiHkLvoiepagnando  nooneiM»  «limando 
qtfe.eLecJegfcqiie;ne«le  drfiat  pof^^-  jucgarpn  iof 
Ateoienaerqiie  ^Mícondqokfli  mefor  «qnem;  goerray 
ood^addo  absolqtiká  tAkibiádes»>  su»,  nesclandv 
CKÉi  sa-eisadia'Iar.cirainpéocion  efe  Micaaa^  porque 
«i:tefter  Genefal'lAiiiacby^aiiiiqiie:  honAre  de  mat 
edtíá  i  s(  Jbabi^  wUd  eo  aigimos  combates ,  que  no  oe*^ 
dm'iá  At^báada;  ca  aiddr!}reQ"am^4ios  ^Itgfos^ 
Qiando  deliberaban  sobre  la  cantidad  y  modo  de 
lQ$.:prepaf!atitoe^fvo4fkiá  intentar Nicitrcl -•poner- 
se '7  peoilizar  4a  {;pefra*^iDas  ooncrádíjoie  AUbiades;; 
y l^fód  consoimeoto ^«escribiendo ¿t  orador  De*^ 
9>0stiatOi  y  ^ersuftüdndo  qoe  conveflíia  haoec  á  loa 
Genatate  a^bitfds^^  lor  pveparamw  y  de^la  sumar 
df  tia «aoecra;  lorqÉBaáisil fue  oecreéado  pov el  puebb.' 
ífiWK«¿^yz  todo  díépnésto  pata  dar  ^' rola,  no  se 
prcseniaron  favoiiables  ni  aun  loa  «nspíaios  de  las  fes^ 
tisridAdea;^  póo^or  ca^jwon  en  aqueUos  días  las  de 
Adonis^. en  W-t{fiaiés  fe$<mugeres  ponían  en  mucho» 
pár^esiníág^c^  scbícfantes  a  los  miier^s  q¿e  se  lieV 
van  a  jCiiterrar  ^  y  cépresetáaban  exequias ,  lastimando^ 
^'9-  y  e9K>nandd'J¿nemaciones«  Ademxsla  mütila<<^- 
cion  heiiía  en  lina:  solavnodie  de  tódtDa  lbs>fiermes% 
que^nianacieron  coo^iodasr  las  partes  pronribentes  del 
rostro  coradas,  caasó  gran  turbación  9un.'á<  muchos 
decios  iwe. no  haeen^alte^  tales-  cosaaj  D^ose  que 
lo$  de  Gorínto  por  aooor  de  los  SrraciisiiniMív  que  era 
nm  colonia  sx^a » .  obn  la*  esperanza  "dr 'qué  aqueli 

Epdígio  había  de  contenerá  los  Atenienses  ^  7  hacer*: 
.  »  desistir  de',  la  guerra ,  finron  i«siAtotes  mi  ¿ten-v 
t^.  Mas  con.  t¿do  í  «na  gran  paste  m>  ka  hicif^ 

. j(   ..Ei»eátqas  de  Mercurio  que  había  í¿UQhas  eá'  ios  si- 
tios públicos  de  las,  ciudades  y  en  los  caminos. 


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26  AüCOUBIAínB»^ 

cian  que  nada  «siniestro  babia  en.'.áq<riell0$:'pDirtetitos^ 
y  <}ue  nd'érifir^mftS'qüe  uha^idecf^vsUt»  trafebras 
q«e  saelú  llcaracramsigo'kJmoijenci^i^e'ia^^gaate  p^ 
veÉ ,'  'propei^sa)^dbs9iaes  dQ»bn>ibaii^piae'á:>ukpd¡es^ 
ordénes ;'. ))firgae i  un  tiompbi^e^jmimonoyx^  Ite^ 
BUtxm  de  rtecffdt  <;oii  ló'Mdedkiay!otrii>uytfti4telk>'>á 
algmia  confórádoor  fragiuutevxmt^asJdes  mcras^  H^ 
cíense:  por^  tkntoi  pesquisas ,  ngnrausl  Bobre  ^^culqitié» 
sospecha  ]K>r  .detonado «eijbkepettdas'  )iifitflÍ5)'  y^^^ 
^l  puehkyr,  teñafténdose  »tambim  es  póoos^  cM&  wú^ 

días  ^ecesj'    l.-.h-^í.-v.  :.•    v-*  ^    ri?.«'i.;-:.-'i:vb    ol.  '  ■     > 

;  .En  tsh>  {sóréseáitó'  Atidr6dé$v>«Qd'de'  lm:¡i€tm^ 

ciWadesy  á^sto  attKÍg<xi:dftjotfa&  ototilacionasxfé «s-f 
tatúas  ^'  y,:  den  liabcr  en:;bi  oémbrioguez  iremedido'  lot$ 
nisteriiQsi  [$li^iefidó>  qeei  «u^  tadlTiodcMo  liabiá  fat^to^ 
fisúclpnei  do^Tprbdamador/Pcklatianrlasf  de  ftm»^ 
antorcha  9.  el:¿tsaíorAkihiade8;iáb  déflienofama^'y' 
que  los  denmamigos  habían  stdbMos'coneur#eiyte$>T 
Y  participado  idfi  bs  misterta6;y.Uaniindoseri«l¿fM»/«<$r 
iniciados  9  asi  estajba  escrito  «A  k'^^deladio»,^  $l6fidá 
'  Tésalo  el  de  Cmtm  qoien.  delataba  4l  Alcibidd^^ 
quie  era  impío:  contra  las  Diosaa?;:  Irri$ánd«f$e  cMi' 
esto  el  puéolo,  y  iBstandojmiy  indispuesto' «on;Al^' 
cibtades;todám' le  exasperaba  masAndrockS';  que> 
era  uno.de:sus^;mayoi|es  enemigos^  por  l5<qud'-al^ 
principio  Alcibíadés  no  pudo  méneyrde  abatiitse  ttímii 
advirtieiidó  laego.  quetodoe  los  marineros  ^e^Ha^-i^ 
hian  de;  ir>á  Sicilia  le  érah  nmy  aficionados^  y  te' 
mismo  U'tropa^  yi.quelos.UeAj-gos'y  Mantineaíen» 
núniefo'de':miL  deóian'  abteitamenté  qne  solo  p<>rr 
Alcibiadi^  se  ofireeián  á  aquella  ^marítima  '^  lefana* 
expedickaá ,  y  quis^  )i  alguno  le  agraciaba  desettarkiHy  ^ 

•'i    iOeres  y  Prosérpinapcuyos  imstertos  hkbla  ft^^ 
medado.    ..'    '.'»''/.*     ^  :-   :  :•  .  •     .'i' 


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AUaMAúMt  tj 

eatonces  cobTií  inimo  ^  y  se  9prt>Véoh($'de^aqiielUi 
opormoídad  p^2  ctefenderse:  de  mtecca  <pie  -  {)ór-  If  ' 
iaversa  susencSmigos  desmayaron »  y  empeztroBi  i^ttt 
XMT  oa  Alera,  que  «I  pucibla  se  mostrara  bUodo  con 
41  enei  jijícú^v  por  la  caosiderfifeion  de  habtolojne^ 
nesren  MaqiHMiVOQ  por  tanto  que  de  loa  pradoreí 
los -que  00  ^raiiv  conocidamente  coemigos' de;  Alct4 
bíades^-  aooque  en  .sH  oocaaeon  oo  le  aborreoieniQ'aie^ 
Dosque  sgs  cónti^ios  declarados,  se  levantaran' en 
la  jun^fty'y  dfkftr^Q.f  que  era  may  fuera  de  razoné 
un  general  iio;nbr9do  con  -plenos  poderes  para  mant 
fiar  tantas  fiíereas^  en.ei  mcmcniSo  de  tener  rennido 
el  ejérpitp  y  lotf  auxiliares »  icansárle  detención  con 
el  sorteo.dc^jyeces  y  medida  del  agua',  haciémfeie 
perder  la ,  apDrituil»dad:''dej  obrar  s  navegne  pnes.  en 
boen  horÁ»ryi  comparezca:  concluida  la  «ierra  á  dt^ 
feodersQ.c^nfprfne^  4  las  «iñsma»  leyes.  Na  dej<$  Al«^ 
cíbiad^s  de;  percibir  Ja  matígiíidad  que  encertabá  esta 
dilación;^  jd^i  replicó  tomaiido-k.  palabra  y  qué  era 
cosa  t^rrjbk  ^d^ jando  pendientes  tal  cansa  y  tales 
calumnias  9  partir  adornado  de  tan  brillante  autocidad^ 
y  que  lo  jysto'era,  á  momsioo.  disipaba  la  acusa- 
ción; ó  efi.c£^p.<le  desvanecerla,  marchar  contra  los 
enemigos  siú  miedo  de  calumniadores. 

Mas.no  babiendo  logrado  c^ivencerlos »  tf^  inti* 
mándesete  ^Ue  partiese,  dio  la  riela  con  suscolegas» 
llevando  muy  pocas  menos  de  ciento  y  cuoreilta  ga- 
leras; cUico-nuJ  y  cien. r infantes;  entre  ticádores  de 
at^^  hooder^oi.y  demasttopá  ligera  unos  mH  y 
trescientos,  y  todas  las'prevenciones  correspondien^ 
tet.  Navegando  la  vuelta  dcL  Italia  toniaron'  á  Riák 
gio,  y^ialliip^Qpü^  á  deliberación  el  modo.que-há*»- 
bia  dt't^i^&3%^^  WerJagueirra*. Opúsose; Nicias  í 
sa  diiccámeat  p^^  habiendo  cxmyenido  con  el  Iíá4 

1    Al  aptisadór  j  al  reo  se-  Ids  sefialaba  tiempo  para 
Jiablár>  el  qup  sc!  media  coa  relojes  üs  agua. .  « 


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a6  Ancom^sm^ 

fcmiyenaJlEii -éter  wz.,m  das  irflsEiMín  de  Iteque  dé-^ 
cian  que  nada  «siniestro  había  en!.áqriell0$:'pDirtentos^ 
y  que :  nó^^rifir^mftS'^üe  uteiiáecmottUt»  tráf^iuras 
que  €ueld  lleHr8t:€i>DsigO'laiiii$od¡eaci^Jeia^«gente  fsh^ 
vté ,'  'ppQpeifsaj^dbspoes  ¿é^bibíbon^piae'á  :>bkk^'d^ 
ocdenes ;'.  ))firqtie  á  ún  tSempfa'fWi/iwitwon  oyt«érltel 
BUtxm  de.rtecffDt  <;oii  lóiMdedkia^<!otrli)uy¿ti4^k>'>á 
atgtina  confñradoír  fr^gaadvvxm-gvazídes  rntras^  H^ 
ctanse  por^tiintol  pesquisas ,  rigurasási  sobre»  ^ciulqitiét 
sospecha:  ]K>r  el<kenado.ei)ukepetblw'  júdt¿)'  y^ipó^ 
el'  puebk)^  ieunSéndoas  »t^biéa  es  pócds^  cM&  itmi^ 
chas  ^ecess'   í...hí:fír-  ^■•   --.^  ^  r\í.(\*i'."¡ljl  o!-. ''- 

.  En  tsfeo  (¿resaltó:  Atidrixdés v  >«QO'  de^  los*  ^fetntt^ 
gogosy  9Í^i)69jeidayQs>y^  Ai*- 

eibkdes. y  d^sts  atógóiidft jottak  otatilaciooes  iSé  es^. 
tBtüás  f'^  y,:  der: babero  enlibiüémbirlagttez  «remedidd  lotf 
«isteriiQss  fdieieiuió*  que)  «u^  tadiTiodcKo  habia  ffeel^y 
fiuk:U>nes.  derrprbdamador^'PcklatifnKias'  de  poi^fl^ 
antorcha  9.  ehihisoiorAieibiadesiiáb  déHieri&faiittt^'y 
que  los  demaskmigos  habiaii'StdbMos'Goneuf^me$>7 
j  partidpadokki  )osBñsteria5;/iIaniindos&i«í¿fMK^'''^^ 
iniciados  3  asi  e&tejba  escrito  «A  laf  vdetadicmi,t  siendo 
'  Tésalo  el  de  CtfMfB  qoieniieiatabaá  Alcibiaítte^'deí 
que  era -impío  contra  las  Dtosas^u  Irritándole  oM' 
esto  el  puéDlo,  y lestando^miy  indispuesfo 'eon  ;AI^ 
cibiades^  todáina;  le  exasperaba  masAndrockS';  que> 
era  unovdé:susr;mayoi)es  enemigos^  por  ld>qiie-al> 
principio  Alcibíadésno  pudo  ménorde  abariitse  vtifíisi 
advirtiei^dó  iBego.  quetodoe  los  morberos  ^eHa^ 
bian  de;  ii^  ^Siciliá  'le  érah  vanaj  Gífkioíiados^  y  )0' 
riúsmo  U' tropa  ^  y»que;los-He'Aj-go$'y  Mártitinea  rett» 
námero'deomitfdeóian  abíeftamenté  que  solo  'p€»f  r 
Alctbiadds  se  ofreeíáñ  á  aeq^ellu  ^marítima  'y  lefana^ 
expedickm ,  y  que^  -^i  alguno  le  agraciaba  deset tarian^ ^ 

'*  I    iOeres  y  Prosérpinap  cuyos*  ¿Áster tos  hkhia  «e- 


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AICXBXADIS»  »9 

pío ,  condud^odo  y  encerrando  eo  la  cárcel  i  ctiaU 
quiera  que  era  denunciado. 

Uno  de  los  presos  y  encarcelados  por  aq«eUi 
causa  fiíe  el  orador  Andócides ,  á  quien  H^UtniC»^ 
e^ritor  contemporáneo ,  hace  entroncar  con  los<ks^ 
cendíentes  de  Ulises.  Era  reputado  Andócides  pot 
desafecto  ai  pueblo  y  apasionado  de  la  oligarquía^ 

Í  sobre  todo  en  el  crimen  de  la  irreverencia  le  ba-r 
ia  hecho  somchoso  el  grande  Hermes,  ofcenda.quQ 
la  tribu  Egeioe  habia  consagrado  junto  á  su  casa ;  por^ 

aue  de  los  pocos  que  había  sobresalientes  entre  loa 
iemasj  este  solo  habia  ouedado  sano:  asi  aun  ahora 
se  denomina  de  Andóciaes,  y  asi  le  llaman.  todos# 
no  obsunte  que  la  inscripción  lo  repugna,  QcurriiS 
asimismo  que  entre  los  muchos  que  por  aquel  delito 
se  halU^xm  en  la  cárcel ,  trabo  Andócides  amistad 
é  intimidad  con  otro  preso,  llamado  Timeo»  que 
^no  le  igualaba  en  la  fama  y  opinión ,  le  aventajaba 
en  penetración  y  osadía,  l^ersuadió  este  á  And<$ci- 
des  que  se  delatase  á  si  mismo  y  á  algunos  otros  ea 
corto  número :  porque  al  que  coqfesase  se  habia  ofre^ 
cido  la  impunidad,  y  si  para  tpdos  era  incierto  el 
éxito  del  juicio^f  para  los  que  tenían  opinión  d^  por 
der  era  muy  temible :  por  tanto  que  era  mejor  nieiir 
tir  para  salvarse,  que  morir  con  infamia  porrel  mis^ 
mo  delito ;  y  aun  atendiendo  al  bien  común  valia 
mas  con  perder  á  unos  pocos  de  dudosa  conducta» 
salvar  al  mayor  número  y  á  los  hombres  de  bien  d^ 
la  ira  del  pueblo.  Con  estos  consejos  y  exhortado- 
nes  co;ivenció  Timeo  por  fin  á  Andócides  \  y  ha-r 
ciíndose  denunciador  de  si  mismo  y  de  otros,  con- 
siguió para  sí  la  inmunidad  conforme  al  decreto  i  y» 
ro  los  que  por  él  fueron  denunciados,  á-excepcioa 
de  los. que  pudieron  huir,  todos  niurieronj  y  pacf 

!ranarse  mas  crédito  comprendió  Andócides  en  la  de.t 
ación  á  sus  propios  esclavos.  M.as  no  con  esto  d^s-*- 
fogó  el  pueblo  toda  su  rabia ;  antes  libre:  ya,  d^ 


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^0  AtCÍBMM*. 

los  irreverentes^ i  Mercorio,  conk)  cóií  una  irá  que 
hábia  quedado  ociosa  9  se  convirtió  todo  contra  Al-« 
c&iirtles/ültimamé&Ce  envió  en  su  busca  lá  nave  de  Sa- 
lámina  I  bien  que  encargando  no  sm  gran  cautela, 
que  no  se  le  hiciese  violencia ;  ni  se  tocase  á  sú  per- 
íofiia /sino  que  se  le  bablafa  Uandaóieííte'^  dándole 
0rden  d.e*ir'á  Atenas  para  ser  juzgado  y  satisfacer 
alf- pueblo;  porque  temían  un  tumulto  jr  una  sjedi- 
Citfn'del  ejército  en  tierrá-ettraña:  cosa  que  Alcibia- 
desi  á  líaber  querido,  le  hubiera  sido  muy  fácil- de 
ejecutar;  pues  con  su  ausencia  desmayo  líiucho  aquel^ 
temiendo  que  en  tos  manosl  de  Nielas  iriá  larga  la 
guerra ,  y  experinfielifaria  dilaciones  festídiós^s ,  fal- 
tsíndó  el  aguijón  que  todo  lo  moyia:  por  cuanto  aun- 
que Ltfnfiaco  era  belicoso  y  valiente,  careicia  de  díg- 
niddil  y  respeto  por  su  pobreza. 

'  Embarcándose  pues  inmediatametíte  Alcibiades, 
les  quitó  á  los  Atenienses  á  Mesana  d^  entre  las  ma- 
nos ;  porque  estando  prontos  los  que  habían  de  en- 
tregar la  dudad,  él  que  estaba  bien  enterado- de  to- 
do, ló  reveló  á  los  amigos  de  los  Siracús^os  j  y  des- 
tila la  negociación.  Llegado  á.Turiés  bajo  de  la  ga-^ 
terá,  y  ocultándose  >  pudo  frustraría  diligencia  de 
ios  que  le  buscaban.  Hubo  alguno  que  lé  conoció ,  y 
le  dijo:  ¿note  fias,  ó  Alcibiades ,  en  ía  patria?  y  él 
le  respondió:  en 'todo  lo  demás  sí;  pero  cuaridó  se 
trata  de  mi  vida  ni  en  mi  madre;  no  fuera  que  por 
equivocación  echase  el  cálculo  negro'  (m  lugar  del 
blanco.  Oyendo  después  que  la  ciudad -le. había  con- 
denado á  muerte  :  pufes  yo,  repuso  ,  les  haré  ver  que 
vivo.  Consérvase  Memoria  de  que  la  delación  esta- 
^  (Concebida  en  estos  términos:  Tésalo  dé  Cimon 
«Lasi'ade  denuncia  á  Alcibiades  de  Clintás ,  Escambo- 
íiide,' dé.  haber  ofendido  á  las  Diosas  Ceres  y  su 
bija ,  remedando  los  misterios  y  divulgándolos  á  sm 
timigos  en  su  casa,  habiéndose  puesto  el  ornamen- 
'to  que  lleva  el  Hierofaiita  cuándo  celebra  los  miste- 


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rio$  (  toBiando  él  mismo  ú  nombre  dé  Hicfofimtt, 
dando  á  Foludon  d  de  porta-antorcha»  y  i  Teodo* 
ro  Fegés  el  de  prociamador ,  y  llamando  4  sos  amigos 
iniciados  y  adeptos »  contra  lo  jnsto  y  lo  establecido 
por  los  Eumolpidas*,  los  proclamadores  y  los  sacer- 
dotes de  Eleiisis*  Condenáronle  en  rebeloía, yconfis-^ 
carón  sus  bienes,  y  mandaron  ademas  que  todos  los 
sacerdotes  y  sacerdotisas  lemaldigesen;  á  la  cual  re* 
solución  solamente  se  opuso ,  según  es  fama,  Teano 
la  de  Menon  d^  Agraulo ,  diciendo  que  era  saoerd<H 
tisa  para  bendecir ,  no  para  maldecir  i  nadie* 

Cuando  estos  decretos  y  estas  condenaciones  se 

Sronnnciaron  estaba  detenido  en  Argos ,  porque  al 
igarse  de  Turios  lo  primero  que  hizo  fiíe  irse  al 
Feloponeso ;  pero  temiendo  i  sus  enemigos ,  y  rennn«* 
ciando  del  todo  á  su  patria,  escribid  á  E^arta ,  fi-* 
diendo  que  se  le  ofreciese  la  impunidad ,  y  dando 
palabra  de  que  les  hacia  favores  y  servicios  que  ex- 
cedieran con  mucho  á  los  daños  que  antes  les  haUa 
causado.  Concediéronseto  los  Esparciatas,  y  recibía 
do  benignamente  de  ellos,  luego  que  paso  allá,  el 
primer  servicio  que  al  punto  les  hizo  fue  que  an- 
dando en  consultas  y  dilaciones  sobre  dar  auxilio  i 
los  SiracQsanos ,  los  movió  y  acaloró  á  que  enviasen 
por  General  á  Gilipo,  y  qud>rantasen  las  fuerzas 
que  alU  tenían  los  Atetiienses ;  fue  el  segundo  hacer 
que  ellos  mismos  por  si  moviesen  i  estos,  guerra;  y 
el  tercero  y  mas  granado  hacerles  murar  á  Decelea^ 
que  fue  lo  que  mas  perjudicó  y  contribuyó  á  la  rui-^ 
na  de  Ateiias.  Estimado  pues  por  sus  hechos  publi^ 
eos,  y  no  menos  aditnirado  por  su  conducta  priva-* 
da,  atraía  y  adulabaillá -muchedumbre  con  vtvii^ 
enteramente  á  la  Espartana:  pues  viéndole  con  el  c»*' 
bdlo  cortado  á  raíz,  bañarse  en  agtfó¿fria,,. comee 
puches,  y  gustar  del  caldo  negro;  como  que  no 
creían,  y  aDtes  dudabAa'&ertemedte  d«  íquebubie^ 
se  tenido  nunca  cocinero ,  ni  hubiese  usado  de  ua-^ 


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32  AI.CIB1A0ES;     : 

güentos^  ni  hbbtes¿  tocado  su  cudrpo  la  ropa'dd!^' 
cada  de  Mileto^  Porque  entre  las  muchas  habilida* 
des  que  tenia  era  coma  ¿nica^  y  como  ui^  artificio 
para  cazar  los  ánimos  ^  Ja  de  asemejarse  ¿  identifi- 
carse en  sus  afectos. con  toda  especie  de  insti tocio-, 
nes  y  costumbres ,  siendo  enmudar  formas  mas  pron-^ 
to  que  el  camaleón ;  y  con  la  diferencia  de  que  es- 
te, según  se  dice,  hay  un  color,  que  es  el  blanco, 
al  que  no  puede  conformarse ;  pero  para  Álcibiades 
ni .enibien;nl,en  mal  nada  había  que  igualmente  ^o 
copiase. é  imitase :  asi  en  Esparta  era  dado  á  los  ejer- 
cicios del  gimnasio,  sobrio  y  severp;  en  la  Tonia 
Voluptuoso.,  jovial  y  sosegacu);en  la  Tracia  bebe- 
dor, y*  buen  ginéte;  y  al  lado  del  Sátrapa  Tisafer- 
mes.  excedía  su  lujo  y  opulencia  á<  la  pompa  Per- 
siana: .no  porque  le  fuera  tan  fácil  como  parece  pa-^ 
tar  de  un  método  de  vida  áotro^  y  admitir  toda? 
suerte  dé  mudansa ;  sino  ponqué  conociendo  que  si 
usaba  de  su  inclinación  natural,  desagradaría  á  aque« 
líos  con  quienes  tenia  que-  vivir ,  continuamente  se 
acomodaba  y  amoldaba  á  la  forma  y  manera  que> 
estos  preferiaa.£n  Lacedemoniapuesen  cuanto  á  su 
porte  exterior  podia  muy  bien  decirse:  No  es  este- 
el  hijo  de  Aquües^  sino  el  mismo  que  pudiera  ha-- 
bet  formado  Licurgo;  mas  en  lá  realidad  cualquie* 
ra ,  según .  sus  afectos  y  sus  obras ,  hubiera  podid'o> 
gritarle:  esta  es^siempre  la  mugerde  antaño  .  Por-» 
que  á  Timea,  muger  de  Agis,  mientras  este  estaba 
ausente  en  el  ejército,  de  tai  manera  las^có  de  jui- 
cio, q/ue  de  su  trato  se  hizo  embarazada,  sin  negar^, 
lo ;  y  como  hubiese  sido  varoii  el  que  dio  á  luz ,  pa- 
131  los  de  a&era.seilamaba  Leutuquidas;  pero  el  nom- 
bre que  ai  oido  se  le  daba  en  casa  |por  la  madre  en-> 
tre  las  amigas  y  los  confidentes,  era  el  de  Alcibia- 

-  I    Esta  frase  y  ia  de  arriba  aran  preverbios  entre  I09 

Gtieg».     .    :.  :  .  ....  i. 


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des :  {tiiii  diegí  de  tmor  estiba  la  tal  mmít  I  y  él 
ciHk  desvemienza  solía  dedr  que  no  la  faabia  sedu- 
cido por  hacer  agravio,  ni  tampoco  aüngado  del 
deleite ,  sino  para  que  descendientes  suyos  reinasen 
sobre  los  Lacedemonios.  Hubo  muchos  que  denun- 
ciaron ÍL  Agis  estos  hechos;  pero  ¿1  principalmente 
se  atuTo  al  tiempo;  porque  habiendo  habido  un  ter- 
remoto,  él  de  miedo  w¡f6  del  lecho  7  dd  bido  de 
so  Juager,  y  después  en  diez  meses  no  se  ayuntó  á 
ella;  y  como  después  de  .este  tiempo  hubiese  nacido 
LeutuquidaSy  no  le  reoonoció  por  nijo  suyo;  y  por 
esta  causa  fue  después  Leutuquidas  privado  de  su- 
ceder e&  el  reino* 

Después  de  los  desgraciados  sucesos  de  los  Ate- 
i^enses  en  Sicilia ,  enviaron  á  un  tiempo  embajado- 
res á  Esparta  los  de  Quio  y  Lesbos »  y  también  los 
de  Cidcp  ,  para  tratar  de  su  detección.  Los  Beocios 
hablaba  por  los  de  Lesbos»  y  Farnabazo  por  los 
deCicicoí  pero  á  persuasión  de  Aldbiades  preíi  fie- 
ma auxiliar  á  los  de  Quio  antes  de  todo;  y  yendo 
él  mismo  en  aquel  viage ,  hizo  que  se  separase  de 
loes  Atenienses  casi  paédé  decirse  toda  la  Jonia;  y 
con  estar  al  lado  de  los  Generales  Lacedemonios  fue 
muy  grande  el  daño  que  les  causó.  Con  todo  Agís 
era  siempre  su  enemigo ,  á  causa  de  la  muger  por  la 
afreata  recibida ,  y  ademas  le  incomodaba  también 
su  gloria:  porque  se.  babia  difundido  la  voa  de  que 
todo  se  bada  por  Alcibiades»  y  á  él  e^a  á  quien  se 
tenia  consideración.  Sufríanle  asimismo  de  mala  ga- 
9a  los  de  mas  poder  y  dignidad  entre  ]os  Esparcía* 
las  por '  la-jenvidia  que  les  causaba.  Tuvieron  pues 
mano,  y  ncgociacon  con  los  que  en  casa  quedaron 
con  Atando,  qu^  enviasen  á  Joma  quien  le  diese  muer- 
te» Lleg<(  i  entenderlo  reservadamente  ^  y  vivía  con 
rezelo;  por  lo  que  en. todos  los  negocios  públicos 
promovioL.  los  intereses  de  los  Lacedemonios ,  pero 
wyá  d^  646r  en  sus. manos ;  y  habiéndose  entreg^dg 

TOMO  II.  "  C 


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34  AICTBIADBS» 

^or  SU  seguridad  á  Tisafernes»  Sátrapa  dfel  Rey,  «1 
punto  fue  para  con  él  la  persona  primera  y  de  iini«* 
yor  poder;  porque  aquella  suma  destreza  suya  efi 
plegarse  y  acomodarse  aun  al  bárbaro  y  que  no  era 
nombre  sencillo ,  sino  perverso  y  de  malísima  iocli^ 
nación ,  le  causó  gran  maravilla  i  y  á  sus  graolas  en 
los  entretenimientos  cotidiano»! y  en  el  trato  famw 
liar  no  habia  costumbres  >que  resistiesen  y  ni  genio 
que  no  se  dejase  conquistar:  tanto  que  aua  los  que 
le  temian  ó  tenian  envidia ,. en  tratarle  y  coi^ersar 
con  él  experimentaban  placer.  Portante  con  serTi-> 
safernes  entre  los  Persas  un4>  de-  los  enenri^s  mas 
declarados  de  los  Griegos,  de  tal  modo  sé  rindió  á 
los  halagos  de  Alcíbiaoes,  que  llegó  á  excederle  en 
sus  recíprocas  adulaciones:  asi  de  los  paraísos  ó  jar^ 
diñes  que  tenia ,  el  mas  delicioso  á  cansa  de  suis 
aguas  y  praderías  saludables,  y  en  el  que^abiaade^ 
mas  mansiones  y  retraimientos  di^estos  regia  y 
ostentosamente,  ordenó  que  se  llamase  Alcibiades^ 
y  este  fue^el  nombre  y  apelación  con  que  en  ade^ 
lante  le  llamaron  todos.    •      * 

Abandonando  pues  Aicibiades  el  partido  de  los 
Lacedemonios  por  si^  in^deiidad,  y  teniéndoles  ya 
miedo,  comenzó  á  desacreditar  y  poner  ecr^maKá 
Agís  con  Jisaferiies,  no  consintiendo  ni  qu^  los  au- 
xiliase decididamente,  ni  que  rompiese  del  todo  con 
los  Atenienses;  sino  que  -prestándose  penosamente  á 
fus  demandas,  los  fuese  quebrantando  y  aniqmiando 
con  lentitud ,  y  por  este  medio  pusiese  á  ambos  pue- 
blos bajo  el  |>(KÍer  del  Rey,>debU}tados  los  unos  por 
los  otros.  Dejóse  este  persuadir  fáeiimente  y  viéndose 
bien  á  las  claras  que  le  amaba  y  tenia  en  miQcbo:*  de 
modo  que  de  una  yjQitrá  parte  tenían-  los  Grfegós 
puestos  tos  ojos  en  jficibiades  ^  arrepentidos  y 9,  los 
Atenienses  con  sus  malos  sucesos  de  la  determinación 
tomada  contra  ¿1;  7  él  mismo  estaba  incomodado 
por  lo  hecho,  y  temia  no  fuera  que  destruida  del 


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4tCIBEABSl;  ^; 

todo  la  ctteiad^  riatera  á  caer  ea  las  manos  de  los 
Lacédcinofiios»  de  quienes  era  aborrecido.  £n  Samoa 
Tenía  á  esfar  entonces  la  suma  de  los  intereses  de  los 
AreniensiíS ;./  partiendo  desde  allt  aon  sos  fueraas 
cávales,  recobraban  á  unos  aliados ^  7  coniervabaa 
á  ptroSf  pdr  ser  en  el  mar  soperioits  á  sos  enemigos; 
pero  tecátan.á' Tisafernes  y  sos  galeras  Fenicias^ 
qiK  se  dscfano  «star  lejos»  y  eran  ea  número  do 
ciento  y  dncoenta ,  porqoe  ü  acertaban  á  llegar ,  tio 
le  quedaba  esperanza  alguna  de  .salixl  á  la  dudad. 
Kcn  coni^acido  de  esto  Alcibiades,  envid  reserva^' 
demente  á  los  principales  de  los  Atenienses ,  quieo 
les  diese  coofianca.de  qoe  les  yolveria  amigo  á  Tisa-< 
íemes,  no  pc^ complacer  i  la  muchedombre  ,.ni  es^ 
perafido  naca  de  ella »  sino  en  obsequio  de  loa  prin-^ 

Xles  ciodadanoa  ^  si  determioindose  á  ser  bosubrea 
rzados^  y  á  contener  la.  insolencia  de  la.  plebe, 
tomoboB  por  ad  cuenta  ellos^lmismos  salvar  la  repú«4 
blica  y  sos  intereses».  Todos  los  demás  apoyaron <cón 
empeño  laprófx»icK>n  dé.Alcibiádes^  pero  uno  de 
los  Generateii,  £rl6¡oo  Diradiote-,  sospechando  lo 
qne  era,  í:áb^:j  'que  á  Alcibiadés  lo  mismo  leim«i 
portaba  IkJdemocraciaqoela  oligarquía,  y  que  pro^ 
curando  ser.  rehabilitado  de  ia,  calumnia  que  le  nbsd 
contraria  la  muchedumbre,  con  esta  mira  lisonjea-* 
ba  y  alha^ba-á.'los  principales,  le  hizo  aontradiccioo¿ 
Quedd '  cencido  fox  los  demás  rotos ;  y  hecho  ya 
enemigo  descubierto  de  Alcibiades,  lo  denundáse* 
cretamente  d  Astuoco,  almirante  de  los  enemigos^ 
previniéndole  qoe  ^  guardara  y  precaviera  de  Alci-- 
Uades ,  como  de  hombre  que  queria  estar  con  unos  y 
con  otros ;  mas  no  sabia  que  el  asunto  iba  de  traidbü 
á  traidor :  porque  haciendo  Astuoco  la  corte  í  Tisa-* 
iernes  y  viendo  que  para  con  él  era  ^  todo  Alcibia^ 
des ,  manifestó  á  este  lo  que  Frinico  le  habia^comu'^ 
nicado.  Alcibiades  mando  al  punto  á  Samos  acusado-» 
res  contra  Frinico ;  con  lo  que  todos  se  indignaron  y 

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MANUEU  F.  BARRANCO 


V.  Z 


40  ÁtGIBtADlCr. 

do  estaban  ya  desconfiados ,  dio  k  orden  y  y  pirrfe^ 
ron.  De  álli  á  poco  la  oscuridad  se  disipo  y  y  se  di» 
visaron  las  naves  de  los  Peloponenses,  que  estaban 
ancladas  delante  del  puerto  de  Cicico.  Temeroso 
pues  Alcibiades  de  que  viendo  antes  de  tiempo  lo 

frande  de  sus  fuerzas  se  retiraran  á  tierra ,  dio  ordeti 
los  otros  Generales  de  que!  navegaran  lentamente  y 
se  fueran  atrasando  ^  y  el  se  presento  no  teniendo 
consigo  mas  de  cuarenta  naves,  y  provocó  á  los  ene-* 
migos.  Cayeron  estos  en  el  lazo,  y  mirando  cotí 
desprecio  el  que  viniesen  contra  tantas ,  al  punto  se 
fueron  para  los  contrarios ,  y  trabaron  combate ;  pe- 
ro cuando  sobrevinieron  las  demás  naves ,  empezada 
ya  la  acción ,  dieron  á  huir  aterrados.  Alcibiades 
entonces  con  veinte  de  las  mejores  galeras  se  metió 
por  medio  y  encaminó  á  tierra;  y  saltando  á  ella, 
acometió  á  los  que  se  retiraban  de  las  naves ,  dando 
muerte  á  muchos*  Venció  a  Mindaro  y  Farnabazo 
que  se  adelantaron  en  defensade  estos,  dando  muer- 
te á  Mindaro ,  que  peleó  salerosamente :  mas  Far-»- 
nabazó  logró  fugarse.  Fue  grande  el  número  de  muer-* 
tos,  y  el  de  las  armas  de  que  se  a^deraron ;  toma-* 
ron  todas  las  naves ;  se  hicieron  asimismo  dueños  de 
Cicico;  y  huido  Farnabazo  y  destrozados  los  Pelo- 
ponenses,  no  solamente  quedaron  en  segura  posesión 
del  Helesponto ,  sino  que  alejaron  á  viva  fuerza  de 
aquellos  mares  á  los  Lacedemonios.  Cogiéronse  has-' 
ta  las  cartas  en  que  lacónicamente  participaban  á  los 
Eforos  aquella  derrota,  w  Nuestras  cosas  están  per- 
ff  didas.  Mindaro  muerto.  Z^a  gente  hambrienta.  No 
f»  sabemos  qué  hacer.*' 

Fue  tan  srande  coa  esto  el  engreimiento*  de  los 
soldados  de  Alcibiades ,  y  salieron  tanto  de  sí ,  que 
tenian  á  menos  el  reunirse  con  los  demás  soldaoos:^ 
¡con  los  que  muchas  veces  han  sido  vencidos,  decían^ 
ios  que  son  invictos  todavía !  Poroue  no  mucha  aín-» 
tes  hgbia  sucedido  que  derrotado  Trasílo  ea  l»s  in-« 


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JXCIBUDBS.  4f 

meduiciaiies  de  Efeso»  se  había  erigido  por  los  Efe« 
sk»  un  trofeo  de  hronoe  ea  oprobio  de  10$  Atenien* 
ses.  Con  estas  cosas  daban  en  car»  los  de  Alcibiadea 
4  I09  de  Trasilo»  ensalzándose  á  lí  niísnKis  y  i  so 
Geoeral  #  y  no  queriendo  alternar  con  ios  otros  ni 
eo  gimnasios  ni  en  campamentos.  Mas  coando  Far* 
0áb¿:o  vino  laego  sobre  estos  á  tiempo  que  baciaa 
í^corñon  en  las  tierras  de  Abido »  trayendo  mocha 
caballería  é  infantería,  Aldbiadesootriendo  pronta^ 
üiente  en  su  ¿oxilio,  puso  en  fuga  i  Farnabazo ,  y  le 
siguió  el  alcance  juntamente  con  Trasilo  hasu  en* 
trada  la  noche.  Uniéronse  ya  entonces ,  y  gloriosot 
y  ^legres  tornaron  al  campamento ;  y  levantando  al 
dia  siguiente  un  trofeo»  talaron  la  región  de  Farna«* 
bazo »  sin  que  nadie  se  atreviera  á  resistirles.  Cautivd 
en  aquella  acción  algunos  sacerdotes  y  sacerdotisas; 
pero  los  dejó  ir  libres  sin  rescate*  Disponíase  á  sojoi 
tar  por  armas  á  los  de  Calcedonia  que  se  babian  {e«« 
beladoi  y  hablan  recibido  guarnición  y  comandan*^ 
te  de  mano  de  los  Laeedemonios ;  pero  habiendo 
entendido  que  hablan  recogido  cuanto  podia  ser  ob« 
jeto  de  botin ,  y  lo  hablan  llevado  en  deoósito  á  loa 
Bitinios sus  amigos,  pasó  á  los  términos  de  estos  coa 
su  ejército ,  y  les  mandó  un  heraldo  con  esta  queja; 
mas  ellos  concibieron  miedo ,  y  ademas  de  entregar-* 
le  el  botin  le  pactaron  amistaa. 

Barreada  Calcedonia  de  mar  á  mar ,  vino  Far-» 
nabazo  para  hacer  levantar  el  cerco » é  Hipócrates  el 
gobernador,  sacando  también  de  la  dudad  sus  fiíer-^ 
»ts ,  acometió  á  los  Atenienses ;  mas  Alcibiades  for* 
mando  contra  ambos  su  ejército,  dbligó  á  Farnaba- 
zo á  huir  cobardemente ,  y  á  Hipócrates  y  muchos: 
de  ios  suyos  los  destrozó  enteramente ,  alcanzando 
de  ellos  una  señalada  victoria.  Navegó  en  seguida 
al  Helesponto,  donde  anduvo  recogiendo  contribu*» 
dones,  y,  tomó.  áS^limbria,  aventurando  su  oerso*' 
na  sin  ccnsida:acioat:  porque  los  que  habían  ae  en»*- 


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4>  ArCIBIADES^ 

iregárleestaxhiáad  habían  cotwtmdo  en  que  le^^to^- 
tarian  ooa  teda  i  la  media  noche;  pero  se  vieron 
{Mrecisados  6  mostrarla  antes  de  bofa,  por  temor  de 
sno  ás  los  doojinradosy  que  de  repente  se  les  había 
vuelto*  LevantflKia.pues  la  teda  cuando  la  tropa  no 
iestaba  todaiaa  á  "punto»  tomando  consigo  como  unosr 
fréiata,  marcho  corriendo  i  la  muralla ,  defandó^ 
orden  de  que  los  demás  le  siguiesen  prontamente. 
Abriéronle  la  puerta  cuando  á  ios  treinta  se  habían 
reunido  rümc  feitastas,  6  armados  de  rodela,  y 
entrando  sin  detención,  percibíé  que  los  Selimbrios 
venían  de  frente  hacia  él  armados.  De  estarse  quieto 
conoció  que  no  habsa  para  él  recurso ;  y  el  huir ,  ha¥ 
biendo  sido  invicto' siempre  hasta  aquel  dia,  no  lo 
tuvo  por  -de  su  carácter  r  hizo  pues  seña  al  trompeta* 
deque  inrausiera  silencio ,  y  á  uno  de  los  que  coa 
A  se  hallaban  le  ordenó  que  gritase:  Atenienses ,  no 
hagáis  anhas  contra  tos  Selímbrios»  Esta  intimacionf 
hizo  en  unos  el^  efecto  de  ser  mas  remisos  en  el  pe- 
lear,  pareciéndoles  que  estaban  dentro  todos  los  ene-^ 
mígos;  y  en.  otros  el  de  formar  mas  lisonjeras  espe- 
ranzas de  favorable- concierto.  Mientras  que  entre  «í 
conferenciaban  sobre  lo  hacedero ,  le  llegaron  á  Al— * 
cibiades  todas  las  tropas ,   y  conjeturando  que  las 
intenciones  de  los  Selimbrios  eran  jpacífícas ,  temió 
que  habían  de  saquear  la  ciudad  los  Traces ,  tos  cua-^ 
íes  eran  en  gran  námero,  y  por  inclinación  y  ahior^ 
á  Alcibiades  habían  tomado  las  armas  con  la  nías 
pronta  voluntad.  Hízotes  pa^t  á  todos  salir  de  la: 
población  y  y  en  nada  ofendió  á  los  Selimbrios  que- 
estaban  rezelosós^' sino  que  con  haber  recocido  un- 
impuesto,  y  haber  dejado' cuanrfcioh ,  se  retiró.  • 

Los  Generales  que  mandaban  eí  sitio  de  Calcedo*- 
niá  convinieron  con  Fárnabazo  por  un  tratado  en^ 
que  recogerían  una  contribndon^  los  Calcedonios' 
volverían  á  ia  <á«diencia  de  los  Atenienses ,  y  estoS' 
no  harian  ningún  (iano  en  la  Satrapaa4&Farn^bazo;« 


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ébtigindose''es<e  S  dar  i  los  embajadores  de  los  Ate^ 
nienses  esooha  coo  toda  s^ridao»  Cono  i  la  Tuelm 
de  Aldhiades  desease  Farnabaza  qne  él  también  ¡a« 
ipara  el  tratado,  fespoodíd  qneoo  loejecntaria  ancas 
de  liafaer  /urado  ellos.  Prestados  qoefióeron  los  jgr»^ 
mentes ,  mardió  contra  los  Bixanrinos  qoe  se  hablan 
rebelado »  y  cfromnFakí  la  ciodad«  Ofreciéndole,  ba« 
jo  la  condicioa  de  sahar  esta,  Anaxilao,  Lsamo 
y  algunos  otros  qoe  la  entrevarían,  biao  correr  la 
voz  de  que  le  llamaban  ñiera  de  allí  novedades  ocor» 
ridas  en  la  Jonia,  y  por  el  día  salid  con  toda  fu  es-^ 
cuadra;  pero  vohnendo  á  la  noche ,  sahd  en  tierrt 
con  la  intantería,  y  resguardindose  con  las  mnrallasi 
se  estuvo  alli  quedo ;  pero  las  naves  vinieron  sobte  el 
puerto ,  7  acometienoo  impetuosamente  con  arande 
gritería ,  alboroto  y  estruendo ,  asombraron  í  Us  do* 
mas  Bizantinos  por  lo  iné^erado  del  caso ;  y  i  los 
adictos  i  los  Atenienses  les  proporcionaron  el  reci-* 
bir á  Aldhiades  sobre  la  pactada sefioridad ,  yel  en«. 
oontrar  auxilio  ea  el  puerto  y  en  bs  naves.  Mas  con 
todo  no  fiíe  este'  jomada  éxenm.de  riesgo,  porque 
los  Feloponenses,  Beocios  y  Megirenses  que  alli  se 
hallaban,  á  los  ^ue.descendfenm  .de  hs  naves  los 
rechazaron  y  obli^on  á  reembarcar;  y  llegando  St 
entender  que  hsbta ,  Ateniense^  dentro ,  formándose 
en  batalla ,  ■  masóharon  juptoís^cfliitra  ellos.  Trabado 
on  reñido  combate ,  los  vcnéiií;  Alcibiadesy  mandan*¿ 
do  él  el  ala  derecha  y  TemmeiKS  la  izipii^rda ;  y 
de  los  enemigos  qiie  les  TÍnieronÜ  las  manos  toma<^ 
ron  vivos  unos  trescientos^  De  los  .de  Bizancio  des-«' 
pues  del  combate  ni  se  did  mperteni  se  desterró^ 
DÍnsuno ,  porque  con  esta  coodidon  se  entr^  *  Iff 
ciudad;  y  tam^ísncon  la.de  que ánada  que' fuese 
de  ellos^e  había  de  toqir.'.For  esta::taeon  defendían^ 
dose  Anaxilab  de  Ja.  cansa  sobre  traición  que  se  lé 
movió  en  Lacedetnoma^  tiíio  ver  en  su  discurso  que 
no  tenia  .por  q^é'^vergo^izarae  de  lo  hecho :  poiu 


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44  ALCIBIAcl>S9. 

quei'difó  dbevfio  siendo  Laoedembnia;  siAO  Bizantr*^ 
üo;:  Yiendo  en  peligñ»,  ao  á  Espattay^^Ina  á  Bizan^ 
ciq;  hallándose  .sir  ciudad  cercada  de  mahfera  qae 
sadte  podia  entrar ,  y  consumiendo  los  Pddponen^ 
se9  y  &Qodostodo;^ki&  vÍTeresque  había  ^n  la  ciu- 
dadj  mientras  que  los -Bizantinos  failédan  de  ham-*» 
bre  con  sus  mugeres  .y  sus  hijos ,  na  ie  pareció  qne 
conaetía  traición  coa  la  entr^a,  sino  qué  lediaúar  á 
au  ciudad  dé  la  guerra-  y  de  loa. males  que  padeci% 
imitando  en  esto  á  ios'  mas  ilustres  de. la jLa^démo-* 
oia»  para,  quienes  sdlo^es  honesto  y  justa. lor^oe  es 
en  provecho  de«  hipaünriau  jLos  Ladedemonios  a  este 
poí^xosmioato  cedieron  con  tespetg ,  y  absolvieron 
SJos  .acusadois. "   '  ( 

"  Alcibiades,  teniendo  ya  deseo  de  volver, á/ver  á 
Atenas ,  y  mas.todai^ía  de  ser  visto<  de  los  dudada^* 
9c^  de$pues  de  haber  vencido  tanta^  veces  á  los  ene^ 
nligosrdió  la  vela  con  esta  dirección  >  yendo  las 
galeras  Áticas  adornadas  en  derredor  coinmüebos  es«- 
podo% .  y .  despojos  v  ^Uevando  á  renndco .  muchas  na- 
ves tomaxlas,  yiistentando  en  mayoc  número  toda-* 
vía  las  banderas  :(^>liás'jque  liabian^sido.vc;ncidas  y 
eishadas  i  pique,  porque  entre  un?s  y^bttasno  baja^ 
|Ran-de<k>scie4taSi*:Ma6  lo  que  añade  le&to  Duris 
de  Samos  y  que  «erdla  por  descendieoDcf  de  Aleibiades^ 
didendo  qué  Tecmunpo,  coronstdor  en, bis  juegos 
píticos  les,  llevaba  iá.cadendaá  los  iiemeros  con  la 
%Uta ;  que  daba  bisocdenés  Gali^ides^  atítot  de  tra<r 
^edia^y  ^adornado  deion  rico  vestido  y  pón  el  manto 
xeai  y  todo  eltdemás  aparato  de:teatro;  y  que  la 
capitana  entnáleiliel  puerto  ^on  una:  vela  de  púrpu** 
f^ y. como  si  viniera  de  uti  coiwite  baca;nal9  no  lo 
feñerén  ni  Teopompo  y  ni£foro ,  ni  Jenofonte ;  ade-» 
ma^  de  que  no.es :,de  creer  aue  se  presentara  á.  los 
Atenienses  con  tan  insólente  lujo,  volviendo  de  desa- 
tierro i  y  habiendo  pasado  tantos  trabajos;  Antes  en» 
tro  eemecosQ»  y  estando  ya  en  el  puerto.,  no  .saleó 


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tn  tielrrt»  teta  qne  hiH^ndo»?  sobfecnbiertav^ió* 
que  iba  i  presentártele  m. primo  Eonipboleaio  Y 
muchos  de  sos  amigos  y  deoaos^.qae  jeado  i  tecí^ 
bírfe ,  le  ésttdbea  llamando*  Luego  qat  cstinra  eiK 
tierra  V  cuantos  le  iban  al  ieacuentro  ni  slqukrr 
parece  que  «TeiaD  i  los  otros  Gcneíaiet^  ano  qa0 
ipttestaüa'^sia  en  él,  k ' «clamaban,,  le  saludibaní 
fe  aoompaáahan,  y.acercándoarie  le  ponían  coro^v 
ñas:  los  que  no  podían  .llegarse  i  el  lé  mifabao^ 
éel^fos^  Y:  bs-atocidaor  se  ia  mostraban  i  los.jó- 
Tenes.  Con  aq«d  gom  de  Ig  dudad  se  mezclaron! 
también  oÉicliasJi^mas,  7  ia  memoria,  en  tán«' 
ta  prosperidad  ide  las  pasadaa  deigrsdasi  haciendo 
cuenta -de  ^•ni'^ habrían  dejaÁo^  tomar  k'^icíHa^i 
ni  les  faabtiá  salido  mal  nada  cte^  Ib  que  se  promeñan» 
ñ  hoUeran  dejado  i  AlcSbmdcf;  él  mandó  ensaque**: 
lias  «mprcsasty^  sobré  aquetbs  fueeáas;  pudsqueaim: 
ahora  tomaadft'i  su  cargola.dlKiad  dsspdieida  casi» 
dd  tododekimdt  ^  y  dtie&i.  en  h  tierra  llenar  de: 
aus  armbi4»9  dkidiaa  ademas^  y  sublevada  contra  <í= 
misma,  faánmtándoia  de  tan úábüts  y  apo¿adasfui«*: 
nas,  no  solionente  le  habia  rfestitqido  el  imperio  deL 
mar,  sinoqui&hacta  'vec  quertambifin  por  itierra  do> 
quiera  ¡habia  voiddo  i  su»  eiKm¡flo&. 

Sanciónete  priineramefite  d  ¿árcto  de  su  vuelta, 
i  pcopuesbrde  Grietas  de  Caüijsero,  como^él  mismo: 
kr  escribió  ^ea  su^  elegías ,  j^eodrdaddo  asi  -é  Akibia* 
desate  favor:  • 

Yo  eL*deéreto 'escribí;  para  tu  vuelta  ^ 
Y  en^^ottta  le~  propuse  :nobra'  fué  mía* 
Mi.  letigoa ibera  quien  k  impuso  el  sello. 
ReuniéndoseeatcxDoes el  pnebloen  junta,  se  presen*' 
tó  Alcibiadeis:  quejóse  y  lamentóse  de  sus  desgracias, 
ain  hacer  masque  culpar'  ligera  y  blandamente'  al 
pueblo ,  atribuyéndolo  todo  &  su  mala  suerte  y  k 
algún  genio  envidioso  y  y  concluyendo  coa  darles 
grandes  esperfneas  contra  los  enemigos,  é  inspirarlea» 


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46.  ÜEdfiliáDB^ 

»lÍ9títcry'cbnñünÍB$ :  le  coronaron  coirtminas'de'dfo^ 
y  lenom^roÁ  Generalísimo  sin  restricción  junta-* 
Rieme^de  tierra,  y  der  mar.  Decretóse  asimismo  que 
arle  Téstituv^en  sos  bienes»  y  que.ios  £umol{¿das 
}r  heraldos  levantasen  lais.  imprecaciones' ^ue  -habiatt 
pronunciado  de  orden  xiei. pueblo.  I^evantarpnias  lof 
qemas;  perp  el  liiérofanta  Teodoro-  respondió:  jra 
fmtgmta  imprecaciaui hice  centra  íl^^my^K-'^udcí 
koii^endido  á  la  ciudad*  r  ..;  clo   .1     ^ 

--^'Annque  procedian  con  tan  britlamis  pfosperida4 
k&  cosas  de  Alcibiadesi,  £  algunos  lesiisuisó  inaoie^ 
tsd.  el  tiempo  de  la  vuflta-:  porque/eiiuelr'dia:^  de  ni 
ajnribó  se  haqian  ias;  pctrific0ciime3b6i>kbiiatcdibs''en 
l^onor  xieí  la  Diosa.  Celebran  Ms  sacrifiNfantes  estas» 
01^^  arcanas  en^  el  dia  Vetntit  7  cinco^dd  'xnes  Tar«2 
gd^iiquitandoitddodidmaco  yoóbriéndo.Iá  iniap-^ 
geai^porloijue  iósAteciiefises  ciieatan  este  dia  de 
desacióñ  de  todo  trabajo  entre  los  maa  i^iagos.  ^a^ 
xccia  poesque  lá  Diosa  no  recibia  coBvmór  y^benij^ 
nidad:  á  Alcibiades ,  sino  que  se  ie-eoei|^r!a  y  io 
apartaba  de  sí.  Sin  embíirgo  j  habiéndolersaoedido  tó«^ 
do:s0^n  su  deseo.»  y  hectro  equipar. idén  ^aleras^ 
que  maná  salir  otranesc  al  mar»  J0<a£iltd  en  esto 
una  cierta  ambicion^^neresa »  y  le  detuvo  iiasta  el 
tiempo  de  los  misterios,  por  cuantq  desde  que  se 
muro  á  Decelea»  y  los  enemigos  stf  apodentírcm  de 
los  caminos  de  £leasine>  Qingun  aparato  liabia  te-» 
nido  la  iniciación »  siendo  preciso  ir  por  mar ;  y  asi 
los  sacrificios ,  losjooros  ;y  Imuchas.  de  las  ceremo- 
nias propias  del  camixxo- cuando  se'  invopa  á  Ya^o» 
se  habían  omitido  ponr  necesidad.  Pái^ecróle  pdé  tan- 
tOfá  Akibtades  que  ganaHan  en  piedad  respecto  de  lá 
Diosa  f  y  en  gloria  respecto  de  los  hombres »  dando 
á  la  solemnidad  la  forma  antigua » acompañando  pof 
tierra  la  pompa  de  la  iniciación » y  pasando  las  ofren<' 
das  por  entre  los  enemigos :  porque  6  baria,  estarse 
enteraniente  quieto  á  Agis»  pasando  por  esta  hu-^ 


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mitlacion:»  6  pefetrian  ana  gierní  tagnda  y  aoepw 
i  los  Dioses  por  lÉS'Oosd»  mas  santas  y  mas  grandes 
ala  visu  de  la  patria  ^teotendó  á  todos  los  cuida«* 
danospor  testigos  de  ta  vaion  Luego'  que  se  deci- 
did poi)  está  idca^  j  <fió  parte  de  eík  i  los  Eumol-» 
pidas  y  ¿.¡os^henddos^  puso  cemioeias  en  las  altu^' 
n»,.  Y'  desde  eíaHÍaoeGer  envid  algunos  correos.  To-^ 
mando  después 'Oolisigo&  los  sacerdotes,  i  los  ini'« 
ciados  y.  i  los  provectos,  y  oenltáadoíos  con  la» 
ármaselos  coodqjocon  aparato  y  ftrt ruido;  dando 
ea'áta  especie  de  expedición  unemctácalo  angustof 
y  religioso,  al  qüc daban  ios  nombres  dé  piocesio» 
sagra<£i5  psopia  deJbsr  mntoS'nisterioa,:iosqQe  es^ 
tahan.>oxen«x>s  de  eturidia^  Ninguno  tigios<  enemigo» 
osó' oponerse^  y  jiabieodor  hecho  b  vnf^ka  con  igual 
segotidad,  él  mismo  se  engrio  en  su  ámmo;  y  llenó 
de  tanto  orgullo:  airejénclto^  que  se  miraba  Como  in--» 
contrastabbé  isrencibie  bajo  tal  caudillo*  A  los  jor-^ 
naferos  y  á  los  pobres4e  los  atrajo  de  numera  que> 
concibieren  un  nriolento  deseo  de  que  dominara  solo^ 
diciéndoseb  asir.atguné»,  y  acercándose  ár  61  para» 
exboztaiíle  íl  que  ^despreciando  la  eqvidia,'  se  sobre^- 
pusiera  i  los  decretos,. i  las  leyes  y  í.  los  embeie-» 
cadorés  que penüaiv  U  dudad,  pac^  poder  obrar  y 
mancfár  ios  negocios  domo  le  pareciese,  sin  temor' 
de  calumniadores.  ^ 

Cuál  hubiese)  sido  su  modo  de  pensar  acerca  dr 
esta  propuesta,  de  tiranía  no  puede  saberse;  pero^^ 
habiendo  ios  principales  ciudaaanoS' concebido  mie^ 
dó,  dieron  caloi'  á  que  se  embarcara  cuanto  antes,' 
concediéndole  todo  lo  demás,  y  los coiegasque  qui-»^ 
so..Partfendo  pues  con  las  cien  galeras,  y  tocando 
en  ^ndros ,.  venció  si  en  batalla  á  los  habitantes  y 
á  .cuantos  Xacedeiuonios  alli  habia,^  pero  no  tomo 
ia  ciudad ;  y  este  fue  el  primero  de  k>s  cargos  de. 
que  se  valieron  contra  él  sus  enemigos.  Y  en  verdad' 
que.  parece  haber  sido  Alcibiades  mas  que  otro  algu-^ 


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48  AlCIBIÁBtiS; 

ao  víctima  de  sa^pcopia  gloria  y:  refíatacSon :  porqm 
siendo  muy  grande  y  muy  acreditado  de  valor  y 
prudencia  por  tantos  prósperos' sucesos,  lo  j que  no 
conseguía ,  lo  hacia  sospechoso  de  que  no  ponía,  efili» 
caicia,  ño  queriendo  creer  que  era  ^. haber  podidói 
pues  qué  con  la  diligencia  nadaliafaia:de  dessradái!* 
seie:  por:  tanto  esperaban  la  noticia  dé  que  bfUMa^sa-* 
jeftado  á  los  de  Quio  y  todala  |onia,  y  sb  i¿dig$^ 
fiaban  desque  no  se  les  diese  tech)  concluido  con  I9 
presteza  y  celeridad  que  apetecían ;  no  parándose  lí 
i^nsiderar  su.  falta  de  fondos ,  ú  cansa  de  ia  cual, 
babiendo.de  hacer.  Ja  .gnerra:á  hombres  que  tenían  ai 
Rey  por  su.máyordomo,  se  veía  muchas  veces  pie«^ 
Qisado  á  navegar  :y  abandonar  eljejérdto  para.asis-¿ 
tírle  con  ks  pagas  y  los  víveres :  /porque  el  .Mdltimo 
cargo  dimano  de  la  siguiente  causa*  Enviado  Lisan-* 
dro  por  losLacedemoniosconéLiitando  de^kanna-* 
da  9  y  dando  de  paga  á  loi  marineros  cuatfa  «bolos 
en  lugar  de  tres  del  dinero  qucL  tóouS  de  Giro;  Al<¿ 
cibiades  y  que  ya  penosamente  ieslacndia  coa  k¿  tres 
óbolos,  tuvo  que  marchar  á^Gairia^árTecoíger  alguna 
suma.  Antiocoy'que  fue  el  que -qúbd^ con tel mando 
de  las  naves,,  era  buen  marino,  pero  necia  por  1q 
demás  y  de  ninmn  provecho  $  y  aunque  Alcibiades 
le  dejó  prevenido  que  de  .ningún  modo:  combatiese 
aun  cuando  le  buscasen  los  enemigos ,  de  tal  modo 
se'insolentó  y  ituvo  én  poco  aqueik  arden ,  que  equi- 
pando su  galera  y  una  de  otro  Capitán,  se  fue  la 
vuelta  de  £feso  ,.y  haciendo  y  dldendo  mil  sande^ 
ees  é  insultos,  se  metió  por  entre  las  proas  de  las 
naves  enemigas.  .Al  principio  Lbaadro ,  yéndose  á  él,« 
se  puso  á  perseguirle  con  pocas  naves;  pero  cuando 
vinieron  en  auxilio  de  aquel  los  Atenienses  con  to^ 
das  las  suyas ,  pasando  adelante ,  deshizo  al  mismo 
Antioco,  le  tomó  muchas  naves  y  gente ,  y  levantó 
un  trofeo.  Luego  que  Alcibiades  oyó  lo  sucedido^ 
volviendo  á  Samos,  marchó  coo'tocks  sus  fuerzas  y 


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A&ClBTADBSi  49 

ptOTOcabt'á  JÜÉadxo;  perbeste»  ooDteolo'ooa  ss 
victoria  I  no  quiso  hacerle  frente. 

Siendo  entre  los  que  en  el*  e¡ército  miraban  mal 
¿. Alcibiaiks  el  major  enemigo- sayo Trasibulo  el  de 
Trason,  marchó  i  Atenas  para  acusarle ;  y  acaloran- 
do á  los  que  alli  tenia,  hizo  entender  al  pueblo  que 
iklcibiades  habia  desgraciado  los  negocios  de  la  re- 
pública y  perdido  las  naves  por  abusar  de  la  autori- 
dad ,  dando,  la  comandancia  ¿  hombres  que  con  firan*^ 
cáchelas  y  con  las  fanfarronadas  propias  de  los  ma^i* 
finos  j  grangqdmn  todo  su  favor,  para  que  él ,  an-^ 
.dando  ae.nna  parte  á  otra,*  pudiera  enriquecerse  y 
entregarse  á  sus  desordenes  en  el  beber,  y  i  livian- 
dables  con  sus  amigas  Abidenas  y  Jonias ,  sin  embar-* 
go  de  navegar  bien  cerca  los  enemigos.  Culpábanle 
asimismo  de  la  prevención  de  la  muralla  que  habtao 
hecho  construir  en  Tracia  i  la  parte  de  Bisante ,  pa- 
ra refttcio  suyo,  por  no  poder  ó  no  querer  vivir  en 
la  patna.  Arrastrados  de  estas  inculpaciones  los  Ate- 
nienses, eligieron  otros  Generales,  poniendo  de  ma« 
nifiesto  su  encono  y  malignas  ideas  contra  Alcibia^ 
des;  el  cual  luego  qué  lo  entendió,  por  temor  se  re«« 
tiro  en  un  todo  del  ejército ;  y  haciendo  recluta  de 
extrangeros ,  se  dedicó  á  hacer  la  guerra  por  su'cuen- 
ta  á  los  Traces,  que  no  reoonocian  Rey ,  y  allegó 
mocho  caudal  de  los  que  sojuzgó ,  poniendo  al  mis- 
mo tiempo  í  los  Griegos  estabieddos  por  aquellos 
contornos  en  plena  seguridad  de  partt  oe  los  barba-* 
ros.  Con  todo ,  mas  adelante  cuando  los  Genérale! 
Tideo,  Ménandro  y  Adimanto,  que  con  todas  lai 
naves  que  les  hablan  quedado,  á  los  Atenienses- esta-» 
ban  en  el  puerto  de  Égos-potamós ,  solían  ir  todas 
9  las  manadas  nmy  temprano  en  busca  de  Ltsandro^ 
surto  con  las  naves  de  los  Lacedemonids  en  Lamsa- 
¿6  para  provocarle ,  y  volviéndose  después  al  mismo 
puesto,  pasaban  el  dia  desordenada  y  descuidada^ 
mente  como  despreciando  i  estos:  Alcibiades,  que 

TOMO  II*  O 


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fd  ÍCLCIBTADB9. 

ae  hallaba  cercayna  lo  miró  con  indiferencia  y  aban^ 
dono  y  sino  que  montando  á  caballo  advictió  á  los 
Generales,  oue  estaban  mal  apostados  en  un  país 
que  carecia  de  puertos  y  de  ciudades,  habiendo  de 
proveerse  de  Sesto  que  les  caía  muy  lejos,  y  tenien^ 
do  en  tanto  abandonada  la  tripulación  en  tierra ,  yén^ 
dose  cada  uno  y  esparciéndose  por  donde  le  daba  la 
gana;  cuando  tenian  al  frente  la  escuadra  enemigas- 
acostumbrada  á  ejecutar  sih  rebullirse  cuanto  manda 
un  hombre  solo.     .    . 

Hízoselo  asi  presente  Alclblades,  y  les  persuá<i> 
dio  que  trasladaran  sus  fvierzas  á  Sesto;  pero  los  Ge**, 
neraies  no  le  dieron  oidos ,  y  aun  Tideo  le  ordena 
con  expresiones  injuriosas  que  se  reticase ,  porqiie 
.  no  era  él,  sino  los  mismos  quienes  tenian  el  mando| 
con  lo  que  se  retiró  Alcibiades ,  no  sin  formar  de 
ellos  alguna  sospecha  de  traición,  y  diciendo  á  los 
que  le  acompañaban  desde  el  campamento  por  ser 
sus  conocidos,  que  á  no  haber  sido  tan  ignominio«* 
sámente  despedido  por  los  Generales ,  en  breves  dias 
hubiera  puesto  á  los  Xacedemonios  en  la  precisión 
de  combatir  contra  su  voluntad^  ó  de  abandonar  las 
naves.  Algunos  lo  graduaron  dé  jactancia ;  mas  í 
otros  les  pareció  que  iba  muy  fundado ,  si  su  ánimo 
era  llevar  por  tierra  muchos  de  los  soldados  Traces 
tiradores  y  de  acaballo ,  y  acometer  y  poner  con 
ellos  en  desorden  él  campo  enemigo.  Por  decontado 
que  adivinó  y  predijo  acertadamente  .los  errores  de 
los  Atenienses,  bien  pronto  lo  acreditó  el  suceso; 
porque  viniendo  sobre  ellos  repentina  é  iiiesperada*^ 
mente  Lisandro,  solas  ocho  naves  se  salvaron  con 
Conon  i  todas  las  demás ,  que  eran  muy  cerca  de  dos- 
cientas, cayeron  en  poder  de  los  enemigos;  y  de 
las  tropas  á  unos  tres  mil  hombres  que  Lisandro  to- 
mó vivos,  á  todos  los  pasó  al  filo  de  la  espada.  To- 
mó también  á  Atenas  de  allí  á  poco ,  incendió  suf 
naves,  y  destruyó  la  llamada  larga  muralla.  En  vista 


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4(?:et^  lefmoido  Alcibia4es  á  losLaoBdcmafiíos  qoc 
^ominaban  por  tierra  j*  por  mar  ^  se  traslado  4  &« 
tiaia»  haciendo  conducir^  y  ílevando  consigo  ¡meo* 
aa  riooezai  y  dejando  todavía  mucha  mas  en  Ja  ció- 
dad  deso.residencia.  Perdió  también  después  en  Bi- 
tinía  gran  parte  de  .sus  bienes-,  robado  de  Ips  Traces 
de  aquella  parte  ^  por  lo  que  determinó  ir  á  ponerse 
^n  manos  de  ArtagergeSj  .pensando  que  si  llegaba  el 
caso  baria  al  Rey  servicios  no  inferiores  en  si.  i  Iqi 
^e  Xemí^tocks »  y  mas  repomendables  en  su  objeto: 
{jorqué  no  se  emplearia»  .como  aquel ,  contra  sus 
paoadanos;  siqp  que  en  favor  de  la  patria  y  contra 
|i|8  «nemigos  trabajaría  .¿  implorarla  el  poder  del 
K«y.  Juzgando  empero.que  por  medio  de  Farnaba- 
zo  s^rjia  mas  seguro  su  viaje,  se  encamino  hacia  ¿1  i 
la  Frigia.,  donde  en  su  compañía  se  detuvo  obse« 
quiándole,  y  siendo  de  ¿1  honrado. 

£ra  muy  sensible  i  los  Atenienses  verse  despo- 

5'ados  dej  imperio  y.  superioridad ;  pero  después  que 
.isandro  los  privo  ademas  de  la  libertad ,  poniendo 
la  ciudad  en  manos  de  los  treinta  tiranos,  aquellas 
reflexiones ,  que  no  les  ocurrieron  cuando  les  habriaa 
cérvido  para  su  salud,,  las  hicieron  entonces  cuando 
todo  estaba  perdido  coa  lamentaciones^y  quejas ,  trar 
yendo  á  la  memoria  sus  errores  y  desaciertos,  y 
teniendo  ipor  el  mayor  este  segundo  €sy:qpo  que  bar 
bian  c<>iicebido  contra  Alcibiades^  porque/ue  dcr 
pililo  del  mando  cruapdo  él  mismoen  nada  habiá 
faltado  ^  y  solo  porque;  se  hablan  incopíodado  co^ 
un  subalterno  que  ignoiiumosamente  habia^  perdido 
unas  cuantas  naves,  con  mayor  isnomjiiia  hablad 
priyado  á  la  ciudad  del  mas  esforzado  y  experimen* 
tado  de  sus  Generales.  Coi;i  todo  agn  en .  ^^dio  d^ 
las  Calamidades  que.  los  rodeaban  entreveían  un^  som<i- 
bra  de  esperanza  de  que  del  todo  no  .caería  la  repú- 
blica mientras  Alcibiades  existiese :  porque  si  antea 
cuando  fue  desterrado  no  pudo  sufrir  el.  vivir  en  el 

D2 


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■j2     .  HtCTBlADES; 

ocio  y  en  ti  reposo;  tampoco  ahora  I  á  ho^sttr  dei 
todo  imposibilitado  y  llevar iá  éñ  paciencia  <|ué  loé 
Lacedemonios  les  hicieraú  agravios ,  y  que-los  triün-' 
ta  los  trataran  con  vilipenidió.  Ni  era  entraño  ^üe  & 
estos  sueños  se  entregaran  los  demás ,  cuando  ios  mis-* 
mos  treitita  no  se  aquietaban  sih  pensar  é  inquirir 
sobre  él,  y  sin  mover  frecuente  conversación  de  lo 

Íue  hacia  y  de  lo  que  pensaba»  Últimamente  Cricial 
izo  entender  á  Lisandro  que  no  viviendo  en  demo^ 
Gracia  los  Atenienses,  pCKlía  tenerse  por  seguro  el 
imperio  de  los  Lacedemonios  sobre  la  Grecia;  pero 

?ue  por  mas  sumisos  y  obedientes  que  se  móstraseil 
la  oligarquía ,  mientras  Alcibiades  viviese^  no  los 
dejaría  permanecer  quietos  en  el  orden  establecido» 
Sin  embargo >  para  que  Lisimdro  accediese  á  estas 
sugestiones  I  fue  al  ña  preciso  que  viniera  de  Espaf-^ 
ta  una  orden ,  por  la  que  se  le  mandaba  qne  se  quir^ 
tara  á  Alcibiades  del  medio;  bien  fuera  porque  te- 
miesen su  actividad  y  grandeva  de  alma,  6  bien  pbr¿ 
que  quisieran  complacer  á:A^s« 

Oíando  Lisandro  envi<SáFarhabazo  ladrden  pa-^ 
ra  lá  ejecución ,  y  este  la  cometúS  á  su  hermano  Ma<^ 
gazo  y  á  su  tio  Susamitres,  hizo  la  casualidad  qu4 
Alcibiades  se  hallaba  en  cierta  aldea  de  Frigia ,  te- 
siendo  en' su  cahipañia  á  Tiriíandra,  que  era  mía  dé 
ws  amigas;  Habia  tenido  entre  sueños  esta  visión: 
parecióle  que  se  habia  adornado  con  los  vestidos  dé 
su  amiga,  y  que  esta,  reclinando  ¿1  la  cabeza  en  su 
regazo ,  le  adobaba  el  rostro  como  el  de  una'  mugér  j 
pintándolo  y  alcoholándolo.  Otros  dicen  que  vio  tú 
sueños  á  Magazo  y  los  de  su  facción  que  le  corta- 
ban la  cabeza,  y  que  era  quemado  su  cuerpo;  mas 
^odos  convienen  en  que  tuvo  la  una  6  la  otra'visiotl 
poco  antes  de  i\x  muerte.  Los.  que  fueron  enviado^ 
contra  él  no  se  atrevieron  á  entrar  en  la  casa ,  y  lo 
que  hicieron  fue ,  apartándose  al  rededor  de  ella ,  pe^ 
garle  fuego.  Sintiólo  Alcibiades,  y  recogiendo  mu-« 


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chos  vestidos  y  otrts  roots  loi  ech<$  en  el  fuego ,  v 
rodeáfidose~4.^  nuiper  ]^mierda  so  manto,  con  ía 
<liestra  desenvainó  la  espada ,  y  pasando  con  la  ma- 

Er  intrepidez  oor  enci^na  ddí  fnego  antes  que  se  ha- 
sen  encendido  las  ropai,  ^n  solo  presentarse  dis« 
persó  á  los  bárbaros »  porqne  ninguno  de  ellos  tuvo 
valor  para  aguardarle  ni  lidiar  con  ¿1 ;  sino  qne  de^ 
de  lejos  le  lanzaban  saetas  y  dardos.  Traspasado  de 
de  ellos  cayó  finalmente  muerto ;  y  después  qne  loa 
bárbaros  le  marcharofi,  TimanddL  recogió  el  cada- 
ver,  y  envolviéndole  en  sus  ropas  de  ella,  le  hizo 
ti  &Qeral  y  honrosas  exeouias  que  las  drcunstanciaa 

Ermitian.  Pícese  que  fiíe  nija  de  esu  la  célebre  Lais» 
mada  Corintia,  tomada  cautiva  en  Hícaros,  alr 
des^  de  la  Sicilia.  Otros  escritores  haV  que  refieren 
de  diferente  modo  el  acontecimiento  de  la  muerte  de 
Aliíibiades ,;  didendo  que.  no  tuvieron  la  culoa  da 
día  ni  Farnabazo,  ni  Lisandro,  ni  los  Laceaemo* 
nios ;  sino  que  habiendo  el  mismo  Alcibtades  sedu- 
cido una  mozuela  de  una  familia  conocida  suya ,  y 
^reteniéndola  consigo,  los  hermanos  que  sentian  vt«* 
vamente  esta  afrenta,  dieron  por  la  noche,  fuego  i 
U  cas4  en  que  vivía  Alcibiades ,  y  que  le  asaetearon, 
como  se  ha  dicho  ^  cu^do  salía  por  medio  de  laa 
llamas. 


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''  '  •  MÁRCIO  CATO  COmOlAKO. 

-  Muchos  Varones  ilustres  dío' á  Roma  la  lamUíí 
patrieíá  dé -los  Marcios  ,*  déí  cu^^o  numero  fue  Cayo 
Marcio/  nieto  de  Nutíiá  por  sú  madre  j  y  elegi- 
do Rey  después  de  Tulo  Hbstilío.  Eran '  asimismo' 
Marcios,  Pubíia  y  Qiiiiito  que  trajeron  á  Rbthá  la 
mejory  tnas  copiosa  aguá;^  y  Censorino  á  quién  dos 
veces  nombro  censor  el  pueblo ,  y\  i  cuya  pefsüasiori 
después  propuso  y  estableció  ley ,  para  qué  a.  nin-^ 
guno  le  Tdefa-  permirido  obtéttér  dos  veces  esta  !ha^ 
«istratura.  El  Cayo  Maréib  dé  qiáen  vamoi  á  ¿scrK 
Dir,  educado  por  la  madre,  á  causa  de  ha\5ér  que- 
dado huérfano  de  padre  ¿"liízo  ver  ^ue  si  bien  la  or-* 
fandad  trae  otros  maíes,Vnó  estorba  empero  qu¿ 
|)ueda  algiírío  '•  hacerse  hombre  virtuoso  •  y  ^  aventaja- 
do á  los  ,d€n;i,as;,  aunque  por-.ótra*  parte 'dé  "motivo 
dé  queja  y  reprensión  Cónftá  ella  á  los  viciosos  \  co-^ 
mp  que  es  quien  por  el  djescuidb'  los  edia  á  pérderi 
Acreditó  también  este'  Márcio  qtie  aun  eñ  aquellos 
de  un 'ñatíifáí  excelente  7  pot?^^5  generoso  y  bieii 
iñcliüado .  que  este  sea ,  si  le  falta-  la  instraccion^,  al 
kdc^^  dé  las  bueñas  calidades  produce  otras-  míalas^ 
como  en  la  agricultura  un  fértil  terreno  que  se  dfeja 
sin  cultivo.  Porque  aquella  resolución  y  entereza  de 
ánimo  para  todo  produjo  grandes  y  muy  activos  co- 
natos; pero  el  ser  por  otra  parte  vehemente  é  ir- 
reducible en  la  ira,  le  hizo  desabrido  y  poco  avenible 
en  el  trato  con  los  demás  hombres :  por  tanto  al  mis- 
mo tiempo  que  admiraban  en  él  su  impasibilidad  res- 
pecto de  los  placeres,  de  los  trabajos  y  del  atrae* 
tivo  de  las  riquezas ,  á  la  cual  le  daban  los  nombres 
de  templanza,  justicia  y  fortaleza;  teníanle  para  las 
conferencias  políticas  por  altanero ,  molesto  y  mal 
sufrido :  porque  el  mejor  fruto  que  los  hombres  sa- 
can del  trato  con  las  musas  es  el  que  por  medio  de 


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^XtAHeXO  CATO  OOntOLAHa  ff 

ia  elocuencia  y  U  doctrina  se  suaviza  la  natural  in-* 
dolé,  redaciéodola  en  todo^l  Ja  justa  medianía ,  y 
desarraigando  lo  superfino.  £n  Roína  en  aquella  épo« 
ca  prindpalmente  era  ensalzada  la  virtud  quesobresa^ 
k  en  los  hechos  de  armas  y  de  la  milicia ;  lo  que  se 
convence  de  que  á  toda  virtod  no  le  dieron  sino  so» 
Ja  ia  denominación  de  la  fortaleza,  haciendo  nombre 
eomun  del  género^  el  ^le  ala  fortaleza  le  era  pro^ 
pió  y  peoniar. 

Dotainába  entre  las  densas  pasiones  de  Marcio 
la  de  la  guerra,  y  asi  desde  níiño  empez6  á  manejar . 
Us  armas ;  y  juzgando  que.  de  nada  les  sirven  las 
^rmas  de  afuera  á  los  que  no  tienen  bien  adiesti'ada 
y  dispuesta  el  arma  inataé  ingéniu,  que  es  el  cuer<^ 
po ,  de  tal  modo  ejercito  el  ^uyo  para  toda  especie 
de  lid ,  que  en  el  correr  era  sumamente  ligero ,  y  para 
tenerse  firme  en  la  lucha  y  e&:.Ios  combates  casi  in* 
yencibje:  por  tanto  los  qa&  contendían  con  ¿1  en 
fortaleza  y  virtud ,  siéndole  en  ellas  inferiores,  echa- 
ban la  culpa  á  la  robustez  de*  su  cuerpo ,  que  era  in» 
coatrastabte«,>  é  incapaz  de  doblarse  con  trabajo 
alguno.  ,  **• 

Militó  por  la  primera  Ves -hiendo  todavía  joven- 
cito,  cuando  Tarquino el Rby de  Roma,  desposeído  - 
ya  del  tritio,  después  de  muchas  batallas  y  derro^ 
tas  echo  >  se pqede -decir ,  el  resto,  y  vinieron  en  su 
auxilio ,  liaoiendo  causa  comua- contra  Roma  los  mas 
de  los  Latióos  y  muchos- de  los  otros  pueblos  de  Im« 
Ka,  no  ménós.en  obsequio' de' aquel ,  que  jpor  envi-^ 
diá  y  deseo  deicoñtetier  losrprogcesosde  la  grandeza 
romana.  £a aquella  batalla, «que  poruña  y otn[  par- 
te estuvamuy  Varia  é  incierta,  peleaba  Marcio. con 
gran  denuedo  Á  ia^^ista  det  Dictsedor ,  y  viendo  caer 
á  su!  lado  11  un  Raonnano  no  le  abandono,  sino  que  se  * 
posó  delante  de  él )  y  acoinekieBdoal  enemigó*  qu^  lo 
acosaba ,  le  dio  muerte.  Luego  que  el  General  hubo 
ganado  laL^alia  ,::üQa  dfi  sül  ^rímera^  atenciDnes  fue 


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56  MAHeiO  CkrO  CORlOtAVOi» 

eoroá»ie  con  una  corooa  :de  encina:,  por^eestá-  filé 
H  QQTOSÜL  que  señaló  la^iey  al  (juesalvaba  ün  ciada** 
deno :  bien  fuera  poa|ue  tuviesen  en  Vénérasion  la  en- 
cina i  causa  de  los  Axcades ,  denominados'  comedor fs 
de  bellotas  por  un  oráculo  del  Dios;  bien  porque 
sientpre  y  en  todas  partes  tienen  los  que  iniUtan  co^ 
piá  de  encinas ;  ó  bien  porque  siendo  de  encina  la  co^ 
roña  de  Júpiter  sociáU.  creyesen  que  esta  bra  la  que 
mas  propiamente  debía  darse  por  la  salvación  de  ún 
ciudadano.  Es  adonas  la  encina  el  árbol  de  mas  co- 
pioso fruto  entre  los  silvestres,  y  el , de  madera  maé 
sólida  entre  los  cultivados.  Era  tambieír  alimento  lá 
bellota  que  de  ella  proviene,  y  bebida  el  melício'; 
y.  daba  ademas  carne  de  fieras  y  de  aves,  proveyen^, 
do  de  ua  instrumento  para  la  caza ,  qw  6sr  la  lig8« 
Dícese  que  en  esta  b^üaüa  se  aparecieran:  los  DIós-^ 
coros ,  y  que  después  de\ella  se  les  vio  con  los  caba- 
llos goteado  de  sudor ,  dar  la  noticia  en  la  plaza,' 
en  el  sitio  juntof  á  lá  fuente  donde  está-  edificado  sil 
templos  de  donde  proviene  qué  en  el  mes;de  Julicl 
el  día  de  los  idus ,  que  esÜesta  triuníal^oestá  conso* 
grado  á  los  Dióscuros. 

Lá  nbmbradia  y  los  honores  dispensados  i  los 
jóvenes,  en  los  que  son  dé' índole  ligeramente  ambí«« 
ciosa  ^  vienen  á  ser  ^  á  lo  que.  pare<ce,  una  cosa  tem^ 
praoa  que  apaga  su  espíritu,  y  llena  pronto  sü  sed, 
dejándola  fácilmente,  satísíecha;  pero,  á, tos  de  ánima 
altivo  y  resuelto  los  jhoi&ores  lo$  elevan>y:enc¡enden^ 
impeliéndolos , ,  á.:manerar  del  viento  ,c  á  iok  que  lea 
parece  .honesto ,  ^  porque  no  los  reciben  tíomo  salario;, 
sino  que  mas  bien  son  «una  nueva  prenda:  :que  dan^ 
de  que  se  avergonzarán  dé  f rusticar)  j  Ja  esperanza  que 
deselléis  se  tienen  y.dé'ád  hacerlaccirrer.coo'  iguales 
*bechos  i  los  anteriores.  Siendo  de  este  carácter  Mar-^ 
eiay^ola  trataba  de  emúkrse  á  sí  inismbcnel  val<»ry' 


X    Qrchata  <  de  bellotas  hecha,  con  mtél; 


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MÉldO  CATO  OOmiOtAIIO»  57 

ftspurtiidoi  mostrarse  cada  dit  noevo  en  sos  proezas» 
•i  floereoer  premios  sobre  premios,  y  ganar  despojos 
sobre  despojos':  yendo  á  competencia  en  cuanto  á 
boorarle  los  últimos  Generales  con  los  primeros ,  y 
queriendo  excederlos  en  sus  demostraciones,  asi  es 
qoe  de  tantas  guerras  y  lides  como  las  que  entonces 
tuvieron,  que  sostener  los  Romanos ,  de  ninguna  vol- 
vió sin  corona  y  sin  premio.  Para  los  demás  era  la 
gloria  el  fin  de  ^u  virtud ;  pero  pata  este  el  fin  por- 
que aspiraba  á  la- gloria  era  porque  su  madre  tuvie* 
ip  de  Que  regocijarse:  por  cuanto  el  que  esu  oyese 
sus  alabanatts »  el  que  fe  viera  volver  coronado  y  el 
abrazarla  cuando  vertia  lágrimas  de  gozo,  le  parecía 
que  acrecentaba  sus  honores  y  su  felicidad.  £stos 
fiismos  sentimientos  se  dice  por  su  confesión  propia 
hdber  sido  los  de  Epaminondas , .  que  tuvo  por  la 
mayor  de  sus  satisfacciones ,  el  que  su  padre  y  sd 
madre  hubiesen,  visto  en  vida  su  generalato  y  su  vic- 
toria en  la  jornada  de  Leuctns;  sino  que  este  dis- 
firutó  el  placer  de  ver  á  padre  ]r  madre  alegrarse  y 
congratularse  juntos ;  pero  Marcio  creyendo  que  de- 
bía á  su  madre  ima  gratitud  doblada ,  no  se  aquiet<S 
con  r^odjarla  y  honrarla ,  sino  que  tomó  muger  en*^ 
teramente  á  su  gusto,  y  habitd  siempre,  aun  tenien- 
do ya  hijos,  en  la  misma  casa  con  la  madre. 

"Era  ya  grande  por  su  virtud  la  fama  y  el  podefl 
de  Marcio  cuando  ocurrió  que  el  Senado ,  favore*^ 
ciendo  á  los  ricoi^,  puso  en  estado  de  sedición  á  la 
plebe  9  que  se  quejaba  de  los  muchos  é  insufribles 
agravios  que  los  logreros  le  irrosabad:  porque  á  los 
medianamente  acomodados  los  desaojaban  de  cuanta 
tenian,  gomándoles  prendas  y  vendiéndolas;  y  xes^ 
pecto  de  los  enteramente  pobres ,  se  apoderaban  de 
Us  persoms.,apn&eadiendosus>  cuerpos  cubiertos  de 
4icatri<;es  de  las  "heridas  y  colpe^.ifccimdósen  losen- 
<aieQtros  y  batallas  sostenidos  por  la  patria.  Lajulti- 
i^adejEfttasbitíaisídocon  loaSabinosi  paralacuat 


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^8  uxMSío'CkYo  c<miotA«a^ 

lo6  ricofs  hábian -ofrecido  ser  en  adeiahíe  im»  modé-^ 
rados,  y  el  Senado  había  dj^signadoial  Cónsul  Marca 
Valerio  por  fiador  de  esta  promesa.  Mas  como<ies^ 
pues  de  haber  peleado  denodadraaénie  en  e^ta  ba-^ 
talla  y  y  haber  vencido  á  los  enemigos ,  en  f¿ida  ha-' 
liasen  mas  equitativos  í  los  logreros ,  ni  el  Senado 
diese  muestras  d&  acordarse  de  lo  que*  estaba  <íórive- 
nido ,  sino  que  antes  viese  con  indiferencia 'qUe  loif 
atrepellaban  y  encadenaban ,  suscitáronse  án  la  tíu-» 
dad  grandes  y  temibles  alborotos.  Vertida  á  notíci» 
de  los  enemigos  esta  .-inquietud  de  la  pkbe^  no-  se 
descuidaron  en  invadir  á  yerro  y  fuego  la  comarca;' 
y  aunque  los  Confutes  dieron  la  orden  de  tomar  lú^ 
armas  á  todos  los  que  seiíaltaban  «n  :  fa  edad  desigv 
Bada  )  nadie  la  obedecid.  Dividiéronse  con  esto  otrs 
vez.  los  pareceres  de  ios  que  servían  kts  magisti'atu-^ 
ias/ siendo  un^s  d&  dictamen  de  ^[oese  condescen-^ 
diera  coa  ios  pobres ,  y  se  rela)araí  eínimio  rigor  d^ 
k&ieyes^  y  opinaodó*otros  liiuy^aÜcontrario,  de  cu- 
yo numero  era.  Mardo^,  el  cual  t)o>  daba  por  cierta 
gran  valor  á  los  intereses;  perodamaba  porque  se 
contuviera  y  apagara  aquel  principio  y  terftátiva  de^ 
insulto  y  osadía  de  una  imichedunibre  insubordina— 
dailas4eyes.     :   .'.    *  * 

Celebráronse  sobre  esto  frecuentes  Senados ,  y  c&^ 
mo  en  ellos  nada  sé  conduyese ,  sublevándose  de  re; 
pcnte  los  pobres ,  y- excitándose  unos  i  otros ,  abaií^ 
donaron  la  ciudad,  y  %e  petiraron^nüonte-que  aho-^ 
Tá  se  llama  Sacro,  íi)ándose  junta  al. rio  >An{ene;  sinc^ 
cometer  acto  alguno  de  violencia  óisedicíon,  y  gri- 
tando solamente  ser  antiguo  en  los -rióos  el-  cmrioíí 
arrojando  de  la  ciudad  y  y  que  para  el  aire;  el  aguir 
y  algunos  pies  de  tierra  en  que  sepultarse,  esto  poí 
todas  partes  se  lo  suministraria  la  Xtaiia«,  que  era  lé 
Aíico  que  disfrutaban  con  habitat  :fen..Roin¡a',  -  fueti* 
del*  recibir  heridas  y'  fa  muerte  peleando' á  favor  dé> 
los  ricos*  Llead  estb  ocurrencia  d¿  rezMo  al  Senado^  i 


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qie^pior  tanto  les  inaiKk$  en  embftfada  á  los  mas  mo* 
derados  y  populares  Mtre  los  Seiuidores.  Llevaba  !• 
roa  Menenio  Agripa ,  que  á  la  ves  us6  de  ruegos 
eon  Ja  plebe,  7  a  la  vex  habló  francamente  sobre  la 
conducta  del  Senado,  viniendo  á  concluir  con  ana 
especie  de  ^ula  sn  exhortación  7  amonestamiento* 
Porque  les  refirió  que  en  cierta  ocasión  los  miem- 
bros todos  del  cnerpo  humanóse  revelaron  contra 
el  vientre ,  7  le  acosaron  de  que  estándose  él  solo 
ocioso  y  sin  contribuir  en  nada  con  los  demás ,  to- 
dos trabajaban  7  desempeñaban  sus  respectivos  mi- 
nisterios, precisamente  por  contentarle  7  satisfacer 
sus  apetitos;  7  que  el  vientre  se  habia  reido  de  sa 
simpleza,  porque  no  echaban  de  ver  que  si  tomaba 
para  sí  todo  ei  alimento ,  era  para  distribuirlo  des- 
pués ,  7  dar  nutrición  á  los  demás.  Pues  de  esta  mis- 
Ría  manera,  continuó,  se  conduce  con  vosotros  6 
ciudadanos-,  el  S^ado:  porque  á  vosotros  refiera 
euantps  consejos  7  negocios  se  ofrecen ,  7  con  voso* 
tros  reparte  cnanto  ha7  de  útil  y  provechoso. 

Reconciliáronse  con  esto ,  pidiendo  al  Senado, 
y  concediéndoseles  que  se  eligiesen  cinco  ciudada- 
nos en  defensores  SU70S  >  que  son  los  que  ahora  se 
Uaman  tribunos^  de  la  plebe.  Fueron  nombrados  los 
primeros  los  que  ios  habían  acaudillado  en  el  ]evan<¿ 
tami^nto ,  Junio  Bruro  7  Sicinio  Beluto.  Luego  que 
la  dudad  volvió  á  no  ser  mas  que  un  cuerpo,  al 
punto  acudió  á  las  ¿rrmas  la  muchedumbre,  7  se  pre- 
sentó á  los  Gefes  'hiu7  presta  7  dét:idtdia  á  marchat 
á:Ja  guerra.  No  estawa  contento  Marcík>con  el  ven- 
tajoso partido  que  habla  Sacado  la  plebe  9  habiendo 
•tenido  que  ceder  láratiistocracia,  7cJ>servaba  que  co- 
mo él  sentían  nstíchos  dé  los  patricios:  e^citábalof 
por  tanto  á  no  qiaedar  inferiores  á  les  plebeyos  en 
ías  lides  que  peleaban  por  la  patria^  sino  hacer  ver 
que  en  h  virtud,  mas  bien  que  en  el  poder,  les  ha- 
cían ^ciítaja»  .    :  .  ^1 1  >     . 


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$9  MAUOIO  nao  iMlWtXVOk 

En  k  nádoá  dé  los  Volscos ,  que  era  oonfartr  k 
CKie  tenkn  la  guerra,  la  ciudad  de.  Corlólos  gozosa 
de  la  mayor  nombradia ;  dirigiéüidose  pues  contra 
ella  el  Cónsul  Cominio ,  se  álarmarcMi  los  demás  Volv 
eos 9  y  corrieron  de  todos  lados  ea.su  auxilio,  con 
la  mira  de  pelear  en  defensa  de  la  ciudad ,  y  de  lla^ 
mar  4  dos  partes  ia  ateodon^de  los  enemigps.  Tavo 
Cominio  que  dividir  sus  fuerzas,  y  como  marchase 
en  persona  centra  los  Volscos  que  le  cargaban  en 
campo  abierto ,  dejando  para  mantener  el  cetco!  í 
Tito  Larcio,  varón  muy  principal  entre  los  Roma- 
nos ,  tuvieron  los  Coriolanos  en  poco  las  fuerzas  que 
quedaban ;  por  lo  que  haciendo  una  salida  y  traban- 
do combate,  al  principio  lograron  ventajas,  y  per^ 
siguieron  á  los  Romanos  hasta  su  campamentów  Oes^ 
de,  él  acudió  M^rde  con  bien  poca  gente ,  y  arro- 
llando i  los  que  mas  se  le  cepillan ,  y  haciendo  con- 
tenerse á  losque  venián  en  .p6s^ de  ellos,  llamaba  i 
erandes  vooes  á  los  Romanos;  porque  era  un  solda- 
do tal  cual  lo  dese¿>a  Catón,  no  solo  por  la  mano 
y  por  el  golpe,  sino  también  por  el  tono  de  lavoz 
y  la  fiereza^  del  rostro  temible  en  di  encuentro  y  ater- 
rador del  enemigo*  Reuniéronsele  ya  muchos  y  pu- 
siéronse á  su  hooy  con  lo  que  Acobardados  los  ene- 
migos volvieron  la  espalda;  y  él  lentoncesf  no  se. dio 
por  contento,  sino  que  los  persiguió  y  atropello^ 
llevándolos;  en- desorden  hasta  las  ¿puertas.  Puesto  ya 
alU,  aunque  Vio  á  muchos  de  los*  suyos  c.e$ar  -en  la 
üersecucion  por,  la 'copia  de  dardos  que  lan;taban  de 
las  murallas,,  no  cabiéndole  anadie  en  ki  imagitía?? 
^ion  el  pe^nsámiento  de  meterse  envueltos  con  los 
enemigos  en  una  ciudad  llena  de  hombres  aguei'ridos 
^  que  estaban  sojbre  las  árnias;  ésto t  no  obstatite  él 
insistía  y  ios  atedtaba  /  gritando  que  U  fortuna  mas 
bien  habia  abierto  la  entrada  djS:  It^  ciudad  á  los  per* 
seguidores.que  á  Ips  j)ersegu54pft.  ^SJguiéroDle  muy 
pocos ,  con  los  que  se  arrojó  á  las  puertas  i  y  se  me^ 


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óópQf  entre  los  enemigos  i  no  habiendo  por  lo  pron» 
to  ornen  osase  resistirle^  ni  sostener  su  ímpetn.  Cuan* 
do  luego  echó  dentro  de  ^er  cuan  en  corto  número 
eran  los  qoc  habian  de  auxiliarle  y  combatir  á  su  !&• 
do  9  y  mezclados  confusamente  amigos  y  enemlgoif 
dícese  ^jue  sostuvo,  de  acuchillar  y  nerir,  deacudif 
prestamente  á  todas  parces,  y  de  mostrar  el  ánimo 
inas  arrojado,  una  increible  pelea  en  la  ciudad;  y 
que  venciendo  á  cuantos  acometía ,  con  ahuyentar  i 
unos  i  los  últimos  extremos,  y  hacer  á  otros  arroja? 
las  armas,  dio  oportunidad  á  Lardo  para  venir  coo 
los  Romanos  aue  habian  quedado  á  la  parte  de  afuera.; 
"    Tomada  de  esta  numera  la  ciudad,  los  mas  se 
entr^aron  á  la  tapiña  y  al  saqueo  de  las  casas:  sen-» 
tíalo  AÚrcio  y  los  reprendia ,  pareciéhdole  cosa  in« 
tolerable  que  mientras  el  Cónsul  y  los  ciudadanos 
que  con  él  se  hallabín ,  quizá  venian  i  las  manos  y 
combatían  con  los  enemigos,  ellos  por  codida  los 
abandonasen,  6  bajo  la  especie  de  enriquecerse  so 
Büstrujesen  al  peligro.  Fueron  en  corto  número  los 
que  te  .dieron  oidos;  y  él,  tomando  consigo  á  los 
que  quisieron  seguirle ,  marchó  por  el  camino  que 
eñteiáió  habia  llevado  el  ejército»  inflamando  una» 
veces  á.  sus  soldados  y  exhortándolos  i  no  aba^ 
tirse;  y.  haciendo  otras  veces  plegarias  á  los  Diosea 
para  que  no  le  ^ivasen  de  la  gloria  de  hallarse  en 
la  batalla,  y  antes  le  concediesen  llegar  eñ  la  opor-^ 
tunidad  de  coml^tir  y  partir  los  riesgos  con  sus 
conciiidadanos,  Tenían  entonces  la  costumbre  los  Ro- 
manos, al  formarse  para  entrar  en  acción,  de  em- 
brazar los  escudos,  ceñirse  la  toga,  y  hacer  testa-» 
inentos  no  escritos,  nombrando  ante  tres  ó  cuatro 
camaradas  su  heredero ;  y  cuando  en  esta  disposi- 
ción se  hallaban  los  soldados ,  teniendo  ya  á  la  vis-* 
ta  los  enemigos,  entonces  es  cuando  Marcio  sobre* 
vino»  Y  ío  que  es  al  printípio  dio  que  temer  á  al- 
gunos ,  presentándose  con  unos  pocos  cubiertos  de 


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62  UASCaiO^  CATa  COUÚJtAXfOi 

sangre  y  ét  sudor;  pero  4espiies  que  prestamente* yt 
con  semblante. alegre  se  fué  hacia  ef  Cónsul  alárgám 
dolé  la  diestra,  y  que  le  dio  cuenta  de  cómo  había 
tomado  la  ciudad ;  Cominio  le  echó  los  brazos»  y  lo 
saludó  con  ósculo;  y  de  los  demás»  á  los  que  se  en^ 
tararon  del  suceso  les  inspiró  x:onñstnxsi ;  y  aliento  á 
los  que  solo  la  conjeturaron;-  por  loque  gritaron  to^ 
dos  que  se  le^  llevara  á  los  enemigos  y  se  trabara  ia  ba« 
taila.  Preguntó  entonces  Mardo  á  Cominio,  con  qué 
j^rden  esm>an  dispuestas  las  diferentes  armas  de  los 
enemigos ,  y  dónde  hablan  colocado  las  tropas  esco^ 
gidas.  Dijole.  este  que  en  su  entender  ocupaban  el 
centro  los  tercios  de  los  de  Ancio ,  gente  muy  aguer- 
rida y  que  á  nadie  cedia  en  valor^  Kuégote  pues,*  le 
contestó  Marcfo  ,  y  encarecidamente  te  suplicó,-  ^ue 
nos  colerines  en  .contraposidoa  á  esos;  y  el  Cónsul 
se  lo  concedió  admirado  de  semejante  decisión.  Ap€^«> 
ñas  comenzaron  á  herirse  con  las  lanzas ,  se  adelantó 
contra  los  enemigos  Marcio,  7  I0&  Volscos  que  es«^ 
taban  á  su  frente  no  podiecon  resistirle ,  sino  que:  la 
falange ,  por  la  parte  por  donde  ¿I  acometió »  fue  al 
punto  rota.  Mas  como  entonces  los  de  uno  y  otro 
costado  hiciesen  ima  conversión  y  dejasen  á  Marcio 
cerrado  entre  sus  armas ,  lleno  de  cuidado  el  Cónsul 
mandó  á  los  mas  esforzados  en  su  auxilio;  ytraba-»- 
da  en  rededor  de  Marcio  una  recia  pelea,  en  la  que 
en  .breve  fueron  muchos  los  nuiei^tos ,  cargando  aque- 
llos con  ímpetu  y  fuerza  rechazaron  á  los  enemigos» 
en  cuya  persecución  se  pusieroü  luego ,  rogando  4 
Marcio,  ^1  que.veian  rendido  de  cansancio  y^de  ho« 
ridas ,  que  se  retirase  al  campamento ;  pero  respon-^ 
diéndoles  que  nunca  se  cansa  el .  que  vence ;  careó 
también  sobre  los  fugitivos.  Todo  lo  restante  del 
ejército  fue  igualmente  deshecho ,  siendo  grande  asi 
el  número  de  muertos  como  el  de  prisioneros. 

AI  dia  siguiente,  habiéndose  presentado  Marcio 
y  concurrido  gran  muchedumbre  ante  el  Cónsul  1  so^ 


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JiJOCIO  CATO  OOMMUOíOé  () 

bioe^c  i  lá  trsbuda;  y  hedbs  dejos  Dioses  fa^lebi- 
4a  conmüemoratíoR  por  tamañas  prosperidades  ^votvid 
ya  á  Marcio  su  discurso*  Hizo  de  él  en  primer  lugar 
iin  magaíÍTCo  ebgio»  habiendo  iido  espectador  de 
mochas  .de  sos  acciones  en' la  batalla ,  y  haUéndose 
íníbrniado  del  tntsmo  Marcio  en  cuanto  i  las  deoias;^ 
y  luego  itabtep<hi  sido  muy  grande  la  presa  en  tU 
queza»  en  orisattos  y  en  hoimves,  le  mó  orden  de 
que  tomase  de  cada  especie  de:  cosas  diez,  antes  de 
hacerse  la  dístribocion  á  los  demás,  y  separadamci^ 
te  por  prez  dd  valor  le  regaló  ña  caballo  enfaezadoé 
Aprobáronb  los^Romanos;  pero  Marcio  haciéndose 
adelante  respondió»  .que  el  cabalte  lo  tedbia,  y  le 
eran  mny  gratos'  los  elogios  del  General  ;•  pero  en 
Planto  a  las  demás  cosas,  mirándolas  mas  bien  co*^ 
sno  salario  que  como  honor ,  las  renunciaba,  con* 
rento  con  entraur  como  uno  dé  tantos  al  reparto:  cod 
todo^  que  uhaisola  gracia  especial  pedia,  y  les  roga^ 
ba  se  la  otoj^aseo»  Tenia ,  dijo,  entre  los  Volscos 
un  huésped  y  amigo,  hombre  de  probidad  ynio« 
deracion :  este  ha  sido  ahora  hecho  prisionero,  y  da 
rico  y  feliz  qtie* antes  era,,  ha  venido  á  se^  esclavo; 
<nas  entre  tantos  males  como  le  agovian ,  de  uno  solo 
es  menester  aliviarle,  que  es  de  ser  vendido  en  la  aU 
moneda*  Al  oir  tal  propuesta  todavía  fue  mayor  la 
gritería  de  todos  en  loor  de  Marcio ,  y  muchos  los 
que  admiracoQ  i^as  su  despxeodimiento  en  punto  Á 
intereses ,  que  su  ardimiento  en  los  combates :  de  ma- 
nera que  aun  á  aquellos  eu  quienes  habia  algo.de  emu- 
lación y  envidia  por  los  distinguidos  honores  que  se 
le  tributaban,  les  pareció  dieno  de  los  mayores  pre- 
mios ,  por  el  mismo  hecho  de  rehusarlos ;  y  en  riías 
tenían  la  virtud  con  que   los.  despreciaba ,  que  no 
aquella  con  que  los  habia^ganado ,  porque  es  mas  lau- 
dable saber  usar  bien  de  Tas  riquezas  que  de  las. ar- 
mas ;  yes  mas  glorioso  que  el  usar  bien  de  aquelhis, 
el  no  desearlas  ni  haberlas  menester* 


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$4  UAWat^  CATO  GomoiAUd^ 

Luego  que  entse  la  muchedumbre  cesd  erftiboro* 
to  y  la  gritem,  volvió  i  tomar  la  palabra  Cominio 
y  dijo:  en  cuanto  á  esos  otros  dones  ^  ó  camaradas,. 
Qo  hay  como  precisar  á  Marcio,  sino  los  admite  d 
sehusa  recibirlos:  obsequiémosle  pues  con «quel  que 
concedido  no  pueda  desecharle ,  y  reservamos  qué 
tome  el  nombre  de  Goriolanoy  si  té  que  ya  su  mis^ 
ma  hazaña  no  se.  le  dio;  y  desde^entonces  tuvo  el 
de  Cortolano  por  el  tercero  de  sus  notí&bres :  con  lo 
que  se  pone  mas  ás  manifiesto  que  entre  estos  Gayo 
era  el  nombre  propio ,  y  que  el  segundo  era  el  de 
la  casa  y  famiha,  esto  es ,  el  de  Mardo^  £1  me  usa 
ya  en  adelante  fue  el  tercero,  qué  se  anadia  por 
una  acción,  por  un  acaso ^  por  la  figura,  ó  por 
alguna  Virtud:,  al  modo  que  los  Griegos  por  una 
haeaña  imponían  el  sobrenomboe  deSotero'  y  de 
Cailnico ';  por  la  figura  el  de  Fuscon '  y  Gripo  ^; 

rr  ja  virtud  el  de  Euereetcs^  y  Fíladelfo^  y  pot 
dicha  el  de  Eudemon^al  segundo  de  los  Óatos. 
En  algunos  de  los  Reyes  los  motes  mismos  pasaron 
i  ser  nombres ,  por  los  que  fuesen  conocidos ,  co-* 
mo  en  Antígono  el  de  Doson',  y  en  Tblomeo  el 
de  Lamuro^.  Tojdayia  fue  mas  común  i  los-  Roma-» 
nos  usar  de  esteí  género  de  sobrenombres,  Uanum^ 
do  Diademado  á  uno  de  los  Metebs ,  porque  ba-^ 
biendo  tenido  por  largo  tiempo  una  llaga ,  salia  á 
la  calle  con  una  venda,  en  la  frente ;  y  á  otro  Cele-* 


1  Sotero  es  Salvador. 

2  Calinico ,  el  señalado  vencedor. 
5  Fuscon  ,  es  panzudo. 

4  Gripo  9  el  de  nariz  aguilena. 

5  Euergetes ,  bienhechor. 

6  Fiiádelfo,  amante  de  sus  hermanos. 

7  Eudemon  ,  feliz ,  bienhadado. 

8  Doson ,  es  el  vano  prometedor. 

9  Lamuro ,  el  chocarrero. 


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UAMCSO  CATO  OMIOtAXa-  Cf 

S9  6  TítfMOf  porque  dispuso  cq  muy  pooos  días 
el  dar  sdemnes  juegos,  en  el  funerti  de  su  diíbiito 
padse;  manifestando. la  admiración  que  les  cansó  far 
prontitud  y  ligereza  de  aquellos  preparativos,  A  al« 
ganos  por  el  acaso  ocurrido  en  su  nacimiento  loi 
llaman  aun  hoy ,  Proclo  al  que  naoe  esMndo  su  pa«^ 
dre  ausente;  r<Sstumo  cuando  el  padre  ka  muerto; 
tr  al  que  Inbiendo  nacido  melg^iso  se  le  muere  el 
Iiermano  Vopisco.  Por  los  motes  y  apodos  no  solo 
dan  Jos  scdbrenombres  de  Silas  y  Nigros »  sino  tam« 
bien  los  de  Cecos  y  Claudios:  acostumbrando  muy 
joiciosam^te  á  no  tener  por  tacha  ó  afrenta  la  ce-» 

fiera  ó  alguna  otra  desgracia  y  falta  corporal,  sino 
ponerlas  por  nombre  propio  del  que  las  sufre.  Mas 
esto  pertenece  á  tratado  diierente. 

Terminada  la  guerra  volvieron  los  Tribunos  á  sus^ 
citar  otra  vez  la  pedición  >  no  porque  tuviesen  nut^ 
va  causa  ó  motivo  justo  de  queja ,  sino  haciendo 
que  le  sirvieran  de  pretexto  contra  los  patricios  los 
males  que  necesariamente  dd>ieron  seguirse  á  sus 
primeras  inquietudes  y  disensiones ;  porque  la  ma^ 
yor  parte  del  terreno  se  quedó  por  sembrar  i  Incul^ 
to;  y  no  hubo  oportunidad  con  motivo  de  la  guer-» 
ra  para  hacer  prevención  de  trigo  forastero.  Sobre«* 
vino  por  tanto  una  suma  carestía ;  y  viendo  los  Tri- 
builoís  que  la  plebe  absolutamente  carecía  de  abastos^ 
y  que  aun  cuando  los  hubiese  de  venta  no  tenia 
^^oa  qué  comprarlos ,  echaron  la  calumniosa  voz  con-» 
trn  los  ricos  de  que  por  pora  malignidad  les  hablan 
atraído  aquella  hamore.  £ntre  tanto  vino  embajada 
de  Ios-de  y eletri,.  ofreciendo  entregar  la  ciudad,  y 
pidiendo,  se  enviasen  allá  colonos ,  porque  una  en* 
fermedad  pestilente  que  los  babta  afligido  habia  he-* 
iixq  >tal  ruina  y  destrozo  de  hombres ,  qtpe  apenas 
le  habría  quedado  la  décima  parte  de  su  población*. 
Parecióles  á  los  hombres  de  juicio  que  habia  venido 
muy  oportuna  ysaaeQoadamente  esta  demanda  de  loa 

TOMO   II.  .  B 


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66  MAUCTO  CAYO  CORIOIAKO. 

Velitranos  en  ocasioiv  en  que  necesitando  por  la  escd-' 
sez  de  algún  alivio,  coñcebian  la  esperanza  de  cal^ 
mar  la  sedición:  con  limpiar  la  ciudaa  de  lo  mas  re- 
vuelto y  mas  acalorado  de  los  Tribunos.,  como  det 
una  superfluidad  nociva  é  incómodaw  Escogiendo  pues 
á  estos  los  Cónsules ,  de  ello$  formaron  la  colonia  y 
la  enviaron  ;  y  á  los  demás  les  intimaron  la  necesi- 
dad de  militar  contra  los  Volscosi ;  preparando  asi 
una  distracción  de  las  turbaciones  civiles,  y  pensan*» 
do  que  reunidos  con  las  armas  en  el  campathento 

Ír  en  los  comunes  combates  los  ricos  juntamente  con 
os  pobres,  y  los  plebeyos coiv los  patricios,  se  mi^ 
rarian  reciprocamente  entre  sí  con  mayor  mansedum^ 
brc  y  dulzura.    .. 

Oponíanse  principalfhente'  los  Tribunos  Sicinio 
y  Bruto ,  diciendo  á  gritos  que  se  quería  disfrazar 
la  cosa  mas  inhumana  con  uno  de  iosnond3res  más 
benignos ,  pues  era  como  echar  al  Tártaro  á  los  po-^ 
bres ,  hacerles  marchar  á  una  ciudad  llena  de  Mti  aire 
enfermizo  y  de  cadáveres  insepultos ,  y  enviarlos  á 
la  mansión  de  un  Genio  extrangero  y  maléfico;  y 
como  si  esto  no  fuer^  bastante ,  que  á  unos  cio4adiEir 
nos  Querían  los  acabase  el  hambre ,  á  otros  los  aban-' 
donaoan  á  la  peste,  y  ademas  les  suscitaban  una  gqer-*^ 
ra  del  todo  voluntaria,  para  que  no  hubiera  calami-* 
dad  que  á  la  ciudad  no  alcanzase',  porque  no  se  pres-^ 
taba  á  vivir  en  la  esclavitud  de  los  ricos.  No  circu^^ 
lando  pues  entre  la  plebe  otros  que  estos' discQrsos^ 
no  se  presentaba  á  la  revista  de  los  Q^nsules,  y  des- 
acreditaba la  resolución  de  enviar  la  colonia,  veíasd 
en  perplejidad  el  Senado;  pero  Marcio ,  que  ya  es- 
taba lleno  de  orgullo  y  tenra  la  reputación  dé  altivo; 
haciéndose  admirar  por  esta  calidad,  era  entr^  los 
poderosos  el.  que  mas  abiertamente  hacia  frente  á  los 
inribunos*  Enviaron  pues  la  colonia,  precisando  á  sa- 
lir con  graves  penas  á  los  sorteados;  y  por  lo  que 
iiace  á  la  milicia,  como  entet^mente  se  negasen  á 


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liá9CU>  CAYO  .QOmJMMn^^  tf 

ella ,  residiQdo  el  «lismo  Marcio  ios  Qliceiitei»y  m^f 
^  quienes  pudo  pei^nadir ,  corrió  vodo  d  ppis  dct  JOi 
de  Accio  ;  y  ^bioidQ  eocoatrado  mucho  grona^  |r 
becbo  grw  bocio  de  ganados,  y  esdavos»  nada  .to^ 
ipó  para  SÍ.J  y  vokió  á  Roma  con  sus  soldadós-i  Af» 
O^aa  7  condactao  mucha  hacienda}  de  maoaciique 
ios  deoutf»  pe<af^toa  7a  ^  envidiosoí  de  los  que  se 
habían  enriquecido»  se  irriiabaii^ion  Jifarcio,  ymin 
laban  !»Hi  jbalos  ofot  su  gloria  y  so  poder,  loomo 
^qe  ^jecia9,en'daóo  de  la  plebe-  - 

*  Presentóse  de  alli  á  poco  tiempo  Marcio  picVeih 
do  el  consulado)  7  la  ma70f*  pam  condesqendia» 
{H^upando  4  lé  pkbe  cierta  ^ei^aaa  para  no  de»ím 
xar  ni  f^ider^  un  varón,  qne.iQbresaíiendo  á  todos 
en  línag&,7  en  valor,  había  alcaoaado  tantos  7  tan 
señalados  triüDSfos;  porque  emoostumbre  que  los  que 
pedían  el  oontalado  hablaran  y  alargaran  la  díesti» 
a  los  ciudadanos ,  presentándose  con  sola  la.  toga  y 
sin  túnica  e»  bplaaa;  bien  fuera  pai;a  mostrar  ma-t 
yor  sumisión  en  sus  ruegos,  á  bien ,  psra  poner  de 
manifiesto  los /que  tepian  cicatrices,  aquellos  honro^ 
sos  testimonios  de  su  valor  7  fotrtaleaa;  pues  no  erA 
por  sospecha  de.  disiribu^oñ  de  dinero,  ó  de  presea* 
tes  el  obligar. i  que  el  peticiooario.se.  i>refientara  i 
$U$  conciudadanos  desceoldo  y  sm  turnea ;  por<jue 
tarde  7  muy  íargcr  (fcmpo  después  fue  cuando  se  mi 
trodu}p  la  corrupción  7  la  ventar,  .7  cuando,  el  din 
sero  se  mezcló  en  las  votaciones  de  l^s  Comicios ;  y 

Í^  desde  entonces  el  ^soborna  ha^e^do  coni;^mínac¡o 
>s  tribunales  7  los  ejércitos,  iiupeU($.vla  isiudiid  hi^^ 
cia  el  despoti^no,  qautivai^do  las'jirmas  al  dineros 
pudiéndose  ase^irar  que  tuvo' mucha  razopel  quft 
dijo ,  que  el  pximero  que  cfiteltíó  la  repáblica,  toe 
el  que  <lió. banquetes,  e  hiao  distribución  de^dinero 
al  pueblo.  Mas  este  daño  parece  que  se  fue  des^izao^ 
do  á  escondidas,,  y  poco  a  ihxJq,  7  que  no  se  ma- 
liifest<$  de  pronto  en  Roma^.  puesto  <jue  no  sabemos 

E2 

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6d  MÁkcm  CATO  COíMtA^óC 

quién  fudd  <|üe  prhnero  Inzo  enfaqaeUadiidaddo^ 
fii^hros  á  tos  tribnnfties  ó  alp^Io;  cuando  Cft 
Atenas  se  dice  haber  sido  el  pritnefo  ^ue  dio  dinero 
i  toi^  Jueoes  Anito  el  de  Antemióciy  M}U$ado  dé 
trakién  acerca  de  Pilo  y  ya  hacia  el  fin  de  la  guerra 
del  Peloponeao )  tiempo  en  qne  toidatía  en  Roaui 
dominaba  en  la  plaza  pública  un  linagfi  verdadera* 
meatt  áureo  6  incorrupto.  i .      : 

<  Mostraba  Mardo:  mtidias  dcttrices  de  eran  nú-^ 
mero  de  combates  en  qtie  habia  sido  herido  en  locr 
diess  y  siete  año^  íegaidos  que  había- militado $.  lo 
qtié  hacia  mirar  con  respeto  sn  vajor  f  y  linos  á  otro^ 
Sé  h^ian  dado  palabra  de  designarle^  Mas  venidp  el 
dia  en  que  habiade  hati^rse  laV^tádon;  ¿oBio  Mar^' 
tío  se  hubiese  presentado  en  la-piaaa  péblica  acóm- 
Imanándote  pomposamente  el  Secado,  y  pugnando^ 
todos^  los  patk-icios  por  povársck  al  ^raiedor ,  demos-^ 
traciph  qáe  jamas  habían  hecho- c^n  iiadléy  al  punlto 
k  muchedumbre  desusó  la  inclinaci^  ^tte  letenia;- 

Cando  á  mirarle  con  encono  y  ojeriza;  á  los  cua^ 
afectos  se  ijiantabá  ademas  el  temor  de  que  uiy 
hombre  tan  taristooritico  heclio)  dueña  del  manck>y: 
y^teniendo  tanto  ascendiente  con  los  patricios,  pu- 
dieirapritrar  enteramente  al  pueblo  oe  su  libertad;^ 
fpm^stks  ideas  desairaron  en  la  votadon  á  Marcio.- 
Luego  que  se  vid  sef  otros  los -Cónsules  :que  se  ^ü-^ 
Uicaron,  el  Sen^do^lo  iántid  profundamente,  ere*-' 
yendo  qued  fáscátO'  mas  que  contra  Marcio  era' 
Ooütrá  él  mismo;  pero  aquel  no  Uev^S  ^n^  modera-, 
eioh  ni  con  sosiego  lo^ sucedido.,  estai^l^por  loco- 
sÉrtrn  acostumbrada  á  usar  de  aquella  pafl^  de  so  ca-» 
facter  que  era  Ifacufvda  y  rencillosa;  sin  que  lod<$-f 
cU  y  suave  que  principalmente  debe,  sobresalir  étk 
bs  virtudes 'políticas  se  le  hubiese  en  iuihgun  modo 
iflsfHrado  por  eUdiscurso  y  la  educación ;  y  sin  que 
supiese  que,  como  dice  Platón  i  al  que  ha  de. tomar 
parte  en  los  negocios  públicos  y-conversar  sobre  ellos 


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Ifitíicio  CATO  comMustOé  69 

con  ófr^s  liombrea  le  oosvieoe  $nte  todo  Iniir  1m 
arrogflocia,  conpftfiera  inéeptrable  de  k  f«iu  de 
trsto,  y  «brasar  la  paciencia  9  que  suele  de  alguno! 
ser  escarnecida.  Asi  es ,  que  siendo  hombre  sencillo 
é  inifleicible »  creído  de  que  el  vencer  y  salUie  con 
todo  era  obrar  con  fortalece ,  mas  no  de  que  el  enr* 
tr^rse  á  la  c<$iera  proviene  de  debilidad  y  flaqueza 

r>r  lo  que  sufre  y  padece  el  espirito  >  del  que  viene 
ser  como  un  tumor  la  ira ;  se  retiró  de  la  pUum 
lleno  de  incomodidad  y  despecho  contra  el  pueblo. 
txx  jóvenes  patricios ,  que  eran  en  la  ciudad  por  lo 
distinguido  de  sm  origen  lo  mas  oiano  y  floredente^ 
siempre  se  le  habían  mostrado  sumamente  afectos ,  y 
entonces  presentándosele  y  poniéndosele  al  lado  9  no 
para  bien ,  con  irritarse  y  dolerse  con  él ,  exaspe* 
raron  todavía  m^s  su  cóíeraé  indignación;  porque 
era  coandoestaha^de  faedon  su ; guia  y  su  maes* 
tro  en  las  cosas  de  la  guerra  9  y  en  el  hacer  que  los 

3ue  se  gloriaban  de  hazañas  ilustres  excitaran  en  los 
emas ,  no  envidia » sino  una  honrosa  emulación*  . 
Vino  en  esta  sazón  trigo  i  Roma»  en  gran  par* 
te  comprado  en  Italia »  y  ea  no  pnequeña  regatado 
por  los  Siracusanos ,  enviandolo  el  tirano  Gelon ;  con 
lo  que  muchísimos  concibieron  lisongeras  esperanzas 
de  que  á  un  mismo  tiempo  iba  la  ciudad  á  verse  lie- 
bre de  escasez  y  de  disensiones.  Reunido  pues  el 
Senado ,  se  derfamó  incontinente  por  las  inmedifl^ 
cienes  el  paebl9 »  cercando  por  la  parte  de  afuera 
la  Curia ,  en  la  esperanza  de  ^ue  tendria  grano  eo 
^cha<:onven¡oncia »  y  qiie  lo  regalado  se  distribuí* 
ria  de  bal4e  |cy  Min  adentro  habia.  quien  á  esto  misr 
mo  excit^^e  alj  Senado.  Mas  levantóse  en  este  punto 
iMarcio  y  contradijo  .acaloradamente  i  los  que  pen* 
saban  len  haberse  ^niguamente  con  la  mQchedum^» 
bre,  tratándolos  de  populares  y  de  traidores  de  la 
pobleTa^.  qoe  fomentaban  contra  sí  mismos;  las  ser 
millas  I  ya  prendidas,  de  osadía  é  insoUnc;^^  U|9 


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^uehcíbierasido' bueno  no  haber  xlespreciááb' ^uíiti^ 
ao  se  esparcian  ai  principio  ^  y  tfp-frs^ser' dejado  i 
lá  plebe  hacerse- poderosa  con  tail:eicéesÍTa  potestadt 
que  7a  basta  temible  se  les  hada  con  querer  qué 
en  t(»lo  se  cediera  i  sn  voluntad , >y  á  naaá  pudiera 

Írecisárseles  contra  etla ,  no  guaraándo  obediencia 
los  Cónsules ,  y  viviendo  en  anar^ciuía  éon  'tener 
por  caudillos  á  los  que  «e  denóminabiEin  magistrado^ 
suyos:  que  con.  el  presente  y  distribución' del  granOj 
que  al  modo  de  te$  Griegos  <le  mejor  ordenada^  ré- 
.públiiC:as  decretaban  algunos ,  rno  6e  hariá  otí'a  cosa 
que  dár-^irea  su  desobediencia  en  ráitta  del-  estado; 
pues  n5  puedeq  reconocer  qué  ^éa  uña  recompensa 
^p  la  milicia ,  de  que  desertaron ;  por  las'^escísio- 
nésconque  abandóaaroa  la  patria  yo  por  las  calum- 
nias qtoe  abrigan  contra  el  Senado ;  ^ino  ijue  en  la 
inteligencia  de  que  cediendo  y  tísonjeáhdólos  dé 
miedo  les  hacemos  semejante  distributít* ,  y  con  lá 
esperanza  de  salíne  con  todo  no  pondrán  a  su  des*^ 
obediencia  término  alkafto,  ñJ  habírá  como  conte-¿ 
Tíérlos  de  que  armen  disensiones  y  alborotos:  asi  que 
tsto,  decia^  me  parece  «na  locura.  Por  tatito  si  he* 
*ios-dé  obrar  con  prudencia  ^  arranqüémosles  el  tri-í- 
l3unado^  que  es  un  girón  de  la  autoridad  consular, 
y  un  rasgón  de  la  república,  no  tina  ya  como  antes, 
%irio  dé  fal  manera  partida  en  trozos,  que  ya  no  ha 
tie  poder  en  adelante  «fiífse,  ni  tener  concordia,  ni 
tíejarnbsoiros  dé  estar  adiacfosos  y  en  cixitinüos  alf 
t3iOrt)ft^%nos  coii  otros.  *  .  ;  ,r  -;' 
•  '  -  Diciendo'  Mkrtío  mtttíhas  cosas  por  éste  terminó 
éiifusiasrti6  extraordinarlahiente  á  todos  fé^  jóvenes, 
y  puso  de  su  parte  á  casi  todos  lo§  ricífe ;  tftíe  decían 
á  gritos  no  te.nia  lá  ciudad  otro  liombté'ííinexible ,  6 
incapaz  de  condeseenderícias ,  sino  ár^l  solo.  Hacían- 
íes  con  todo opósicten  algunos  de  los  ancianos,  pre- 
viendo ló  que  iba  á  suceder;  pero  hada  dé  provecho 
"fiídekñtarófí :  poiqué  los  tribunos  que  se  baHaoan  pre^ 


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UAtBCXO  eATO  COHIOLAUQ.:  71 

«entes '1  luego  ^oe  vicroa  que  preraiecía  el  dt^hunen 
dé  Mardo ,  corrieron  con  'gritería  hacia  la  oiuche* 
datnbre  exhortándola  á  que  se  les  ttaiese»  7  les  die* 
se  aQxilio.  Reunido  tumukoariamente  el  pueblo  en 
funtsíj  y  referidas  las  expresiones  en  que  había  pro^ 
fompido  Marcio  estuvo  en  muy  poco  el  que  lleva* 
da,  la  plebe  de  la  ira,  no  se  arrojase  sobre  el  Senado; 
pero  los  tribunos »  atribuyéndolo  todo  i  Marcio ,  lo 
enviaron  á  llamar  para  que  se  defendiese.  Mas  como 
con  desprecio  hubiese  desechado  á  los  ministros  que 
se  le  eoviaron »  los  mismos  tribunos  se  presentaron 
trayebdo  con  lo(  prefectos  á  Marcio  por  fuerza ,  ha*^ 
blindóle  echado*  mano.  Concurrieron  entonces  los 
Patricios  y  6  hicieron  retirar  á  los  tribunos ,  y  á  los 
prefectos  aon  les  dieron  algunos  golpes;  pero  sobre- 
vino la  tarde  f  y  disolvió  aquel  alboroto.  A  la  ma- 
ñana temprano  viendo  los  Cónsules  al  pueblo  sum»«- 
meñte  inquieto  9  y  que  por  todas  partes  corria  hacia 
h  plaza  publica »  temieron  por  la  ciudad ;  y  con- 
gregando el  Senado ,  exhortaban  á  que:  mirase  como 
con  palabras  suaves,  y  con  proposiciones  ventajosas 
se  podria  apaciguar  y  sosegar  á  la  muchedumbre, 
pues  no  eran  momentos  aquellos  de  pretensiones,  ni 
d^  contender  por  la  autoridad,  si  tenian  algo  de 
juicio;  sino  mas  bien  tiempo  delicado > y  de  urgen* 
cia  ai)e  pedia  un  manejo  ae  mucha  mansedumbre  y 
imi<^,humanidad.  Convinieron  los  mas»  y  dirigién- 
dose los  Cdnsuiesá  la  muchedumbre  le  hablaron  con 
mucha  blaadura^  y  procuraron  templarla ,  disipan^** 
do  con  agtado  las  calumnias  y  absteniéndose  lo  po« 
sible  de  quejas  y  reconvenciones ;  y  en  cuanto  al  pre-* 
cío  del  .grano  comprado  dijeron  que  fácilmente  se 
entenderían  entre  sí.. 

Cuando  la  mayo?  parte  de.  la  plebe  se  hubo  cal- 
mado, y  sé  echó  dcirer  en  el  escuchar  con  orden 
y  sosiego  (jue  se  había  dejado  convencer  y  ablandar, 
lomanw;  la  palabra  ios  Jxibunos,  ofrecieron  qué  la 


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plebe  ^cómp^iría  en  tnocleraoíoñ  y  pruderictá  coif 
el  Senada  mientras  asi  se  'la  tratase;  mas  «al  mismo 
tiempo  ordenarla  que^Marcio  se  justiñcase  de  haber 
tratado  de  inflamar  al  Senado  paifa  trastornar  el  go- 
bierno y  /disolver  la  república ;  de  haber  sido  re-* 
beldé  á  la. citación  de  los  mismos;  y  finalmente  de 
haber  dado  de  golpes  é  insultado  en  la  plaza  públi- 
ca.á  los  prefectos ,  promoviendo  en  cuanto  estuvo  de 
su  parte  la  guerra  civil,  y  armando  á  los  dudada^ 
nos  unos  contra  otros.  Hacían  esta  propuesta  con  la 
intención ,  ó  de  humillar  á  Mardo  si  contra  suca*^ 
racter  deponia  la  altivez,  ó  de  encender  mas  la  irá 
contra  él  si  usaba  de  su  genio;  que  era  lo  que  mds 
esperaban,  y  en  lo  que  ciertamente  no  se  exigañatom 
porque  se  presentó  como  para  defenderse,  y  la  ple- 
oe  le  prestó  una  reposada  atención ;  mas  luego  que 
ante  unos  hombres  que  aguardaban  un  lenguage  su-* 
miso  empezó ,  no  solo  i  usar  de  un  desenUdo  cho-» 
cante ,  y  de  una  acusación  más  chocante  todavía  qué 
el  desenfado ;  sino  que  aun  en  el  tono  de  la  voz ,  y 
en  todo  su  continente  dio  muestras  de  un  desahogo, 
que  no  distaba  mucho  del  desden  y  del  desprecio; 
la  plebe  se  incomodó ,  y  se  veía  que  le  era  muy  mo«- 
lesto  aquel  discurso;  y  de  los  tribunos,  Sidnio,*  que 
era  el  más. pronto  y  arrebatado ^: habiendo  confereui- 
ciado  brevemente  con  sus  colegas  ,  y  publicando  que 
Marcio  era  condenado  tá  muerte  por  los  tribuncísí 
ordenó  á  los  prefectos  qué  llevándole  á  la  roca  Tar«> 
peya ,  le.  arrojasen  inmediatamente  al  barranco  que 
está  al  pie  de  ella.  Al  ir  los  prefectos  á  echarle  mano 
auna  los  mas  de  los  plebeyos  les  pareció* aquelb 
suihamenté  duro  y  mal  meditado;  y  los  patricios, 
levantándose  y  acudiendo  de  todas  partes,  pugnabáii 
con  gritería  por  darle  socorro;  y  unos  apartaban  á 
empellones  á  los  que  leasian,  cogiendo  á  Marcio 
en  medio  de  ellos ;  y  otros,  levantando  las  manos 
haciap  plegarias  á  íá  muchedambreM)e  nada  servlaA 


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If  AttdO'  OJITO  TSORtOtAIIOi    .  73 

tos  discórA»  ni  las  vooes  en  semejante  tmiroho  7 
confusión;  conferenciando  por  tanto  entte  sí  ios 
amigos  y  familiaies  de  los  Tribunos  sobre  que  seria 
imposible,  sin  gran  mortandad  de  los  patricios,  sa-» 
car  de  álli  y  castigar  á  Marcio ,  lograron  persuadir 
á  aqoellos  que  desistieran  de  lo  estrafio  j  repoonan-^ 
tsá^  aquel  modo  de  castigo,  qoitáadok  la  vi<£i  por 
violencia,  sin  ser  jazgado;  yantes  permitieran  al 
pueblo  dar  su  voto*  De  sus  resultas  preguntó  Sioleio 
a  ios  patriaos:  ¿qué  era  lo  que  intoitaban  con  sos^ 
traer  a  Marcio  de  manos  de  la  ^ebe  que  queria  cas-^ 
tigarie  ?  Y  como  aquellos  le  repreauotasen  a  su  vea: 
<  y  qué  resolución  y  presundon  es  la  vuestra  de  con- 
ducir asi  á  uno  de  los  primeros  ciudadanos  Roman- 
óos á  un  castigo  tan  atroz  é  ilegal  í  No  hagáis  pues» 
contestó  Sicimo,  que  esto  sirva  de  pretexto  para 
una  disenmon  y  sublevación  contra  la  plebe;  pues  se 
os  concede  lo  que  apetecéis,  que  es  qae  sea*  juzgados 
y  a  tí,  ó  Marcio,  cominué,  te  asignamos  el  plazo  da 
tres  ferias  para  que  comparezcas ;  y  si  es  que  no  has 
delinquido  lo  hagas  manifiesto  á  tus  conciudadanosi 
que  con  sus  votos  han  dé  juzgarte. 

Por  entonces  contentó  mucho  í  los  patricios  esta 
desenlace^  y  se  retiraron  con  Marcio  sumamente  go« 
zosos.  En  el  plazo  de  las  tres  ferias ,  porque  haceq 
los  Romanos  sus  ferias  de  nueve  en  nueve  dias ,  dán<« 
doles.el  nombre  de  nundhtas  ^  les  dio  esperanza  d^ 
buen  éxito  el  tener  que  levantar  ejérdto  contra  ios 
de  Ancio,  pensando  que  iría  largo  y  ocuparía  tiem<^ 
po ,  con  el  que  la  pleoe  se  haría  mas  dócil,  debili- 
tándose.el  enojo  concebido ,  ó  borrándose  del  todo 
con  la  ocupación  y  la  guerra.  Mas  como  terminada 
prontamente  la  querella  hubiesen  dado  muy  hiego 
la  vuelta,  eran  frecuentes  las  juntas  de  los  patricios, 
temerosos  y  solícitos  por  no  abandonar  á  Mardo ,  n} 
dar  otra  veza  los  Tribunos  motivo  para  conmover  la 
plebe.  Tenia  opinión  A^ho  Claudia  de.  ser  uno.  dtf 


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74  -     liAlLCI0-CAT<rCOmiOtAl!lO¿ 

los  m>s 'Opuestos  á  esta;  y  oo  la  desmintió  eñ  esta 
ocasión ,.  jdicien<io  que  el  Senado,  seria  quien  acabase 
con  los  pauicioS)  y  quien  .disolviese  la  república  ^  si 
dabanlttgacá  qiie.  la  plebe  taviera  voto  contra  los  - 
patrictosr;  peto  por  el  contrario  los  mas  ancianos  y 
mas  popuiares  eran  de  dietamea  de  -que  la  tnishia  aut< 
toridad  ^  en  Vez;  de  mas  áspera  y  mas  insolente »  baria 
i&  la  plebe  mas  dulce  y  mas  hsisñaita;  porque  para 
aouellay  que  mas  bien  que  despreciar  al  Senado ,  es^ 
t|l>a  en  jnteiigeacsa  de  ser  de  él  tenida  eñ  poce ,  sit^ 
m  de-gcan^honor  y  consuelo-  esta  faculuul  de.  juz^ 
gar.V'de  manera  que  en  A  acto  mismo  de  tomar  las 
tablas  ya  habrían  depuesto:  la  ira, 
^.  Echando  devét  Maxció-  que  el  Senado  por  amor 
á  él ,  y  por  miedo  á  la  plebe ,  estaba  en  la  nuyoc 
duda  y  perplejidad,  preguntó  i  los.  Tribunos ,  ¿  qué 
era  de  lo  que  k  acusaban ,  y  sobté  i^é  crimen  1er  lie^ 
yaban  á  ser  juagado.ponel  puebb?  Respondiéndole 
^tos  que 'la  acusación  :era  de  tiranía  ^  y  Ic  probarían 
i^ue  tiran^ar  habh:sido  su  intento;  ,se  levantó  pren-* 
fameñte  y  de  ese  modo ,  dijo ,  abona  mismo  voy  an-? 
te  el  pueblo  á  defenderme,,  y  no.rehuso  ningún  mo- 
do de:  juicio^  fli  si  4oy  vencido.,  ningún  géi^ro  de 
pena,  con  tal  qué  sobre  esto  solo  sea  nri  acusacton,' 
y  no  engañéis  al  Senado;  y<  convenidos  en  ello,  se«* 
gun  lo  tratado;  se  entablo  el  psicio.  Congregado  el 
pueblo ,  ya  desde  luego  hubo  la  novedad  de  que  se 
obtuyo  á  fuerza  que  la  votación  se  hiciese ,  no  por 
curias ,  sino  por  tribus ,  consiguiendo  con  esto  que 
sobre  los  hombres  acomodados ,  coAocidos  y  com-< 
pañeros  de.Marcioea  el  ejército,  r  prevaleciera  .en 
sufragios  una  muchedumbre  pobre,  jornalera,  y  po- 
co cuidadosa  del  deboro.  Después  de  esto,  abando- 
nando el  jnicid  de  tiranía ,  para  el  que  no  tenían 
pruebas ,  tra)eQ9tt  á  discusión  d  discurso  de  Marcio 
en  el  Senado  f  cuando  se-  opuso  al  presero  cómodo  del 
^^o )  y  ^  empeñó  en  que  te  íqükara  i  la. plebe  el 


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éribuiuído.  Acosáronle  tsmbien  de  otro  nuevo  crU 
men  j  qoe  ffae  ia  distribodon  del  botín  que  hito  ttk 
la  coiiiaicf  de  Ando»  no  habiéndolo  presentado  al 
público,  jliabiéndolo  repartido  á  losone  militaron 
con  £í ',  que  se  dice  haber  producido  en  Marcio  gran» 
de  trastorno  ^  porque  de  ningon  modo  lo  esperabal 
así  cogido  de  repente  no  ie  ocarrieron  razones  bas<^ 
tsmte  persojeivas  para  hablar  i  la  mnchednmbrey  j 
antes  con  hacer  el  ebgb  de  los  qoe  fueron  de  la  ex^ 
pedidon  tndisposo  contra  sí  i  los  que  no  se  balk'- 
ron  en  día ,  que  eran  en  mocho  mayor  número.  YU 
oalmente  didas  las  tablas  i  las  Tribus,  excedieron 
en  tres  fas  qoe  le  condenaban ;  siendo  la  pena  des-^ 
fierro  perpecno.  luego  qoe  esto  se  aminci6  al  ptie-t 
blo  saU6  de-  ta  placa  con  un  gozo  y  una  sathfitc«» 
don,  cual  no  babia  manifestado  nunca,  después  de 
haber  vencido  ásos  enemigos:'  Por  el  contrario,  del 
Senado  se  apodera  una  gran  pesadumbre  y  abati- 
ndento,  arrepfntiéndose  y  llevando  muy  á  mal  el 
no  haberse  expuetfco  i  fódp,  antes  que  consentir  qué 
la  plebe 'los  maltratase,  autorizada  con  tan  exor-» 
hitante  facultad:  de  manera  que  para  distiilgoirlos 
no  habia  entonces  necesidad"  de  atender  al  vestido  á 
otras  insignias,  sino  que  al  instante  se  echaba  de 
ver  que  el  que  esmba  contento  era  plebeyo ,  y  pa- 
tricio el  que  sé  mostraba  incomodado» 

Solamente' el  mismo  Mardo  se  mostraba  sereno 
é  imperturbable  en  su  continente,  en  sus  pasos  y  eii. 
su  semblante;  y  mientras  los  demás  sufrían,  él  9OI0 
se  ostentaba  impasible ;  no  por  reflexión  ó  apacibi^ 
lidad,  ni  porque  estuviese  resignado  á  lo  que  ie  \a^ 
cedia ,  sino  mas  bien  agitado  de  ira- y  de  impacíenr 
€ia ;  lo  que  engaña  á  muchos ,  no  entendiendo  que 
aquello  es  otra  forma  de  pesar;  Porqué  cuando  es- 
te se  convierte  «n  saña,  como. si  diera  calenturáí 
entonces  pierde  el  abatlmienfb  y  la  inmovilidad  ,  y 
el  imcundo  aparece  esforzado  I  al  modo  que  fogoso 


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7^  KARdO.  .CAICO  :CORf  OLAKO, 

el  calentnneato;  como  si  el  afana  estnriese  ilierada^ 
tirs^te  y  conmoíirida.  Aá  es  que  muy  lu^  dio  mués*- 
tras  Marcio  de  esta  disposición;  porque  entrando 
eo.9U  (¿asa  se  despidió  de  w  madre  y  sn  mugér,  á 
las  que  encontró  muy  afligidas  v  iiorcans ;  y  ^exhor* 
tánoolas  á  llevar  con  talor  aquel  trabajo » marchó  sin 
detenerse  9  y  se  encaminó  á  las  puertas  ds  lá  ciudad. 
De  alli  y  adonde  le  hablan  acompañado  todos  los  pa-« 
tricios  ^  sin  tomar  nada  ni  hacer  algu4i  ericargo  j  se 
imso.en  camino.,  ño  Uevanda  copsigo  sino  tres  ó 
cuatro  de  sus  cBemes.  Por  unos  cujmtos.diás  estuvo 
^n  una  de  sus  posesiones ,  révolvieíido  en  su  ánimo 
diferentes  ideas,  cuales  et enojo  te  las  sugería;  y  no 
^en^ando  nunca  oosa  buena  ó  conveniente,  sino 
cómo  baria  á  los  Romanos  arrepentirse ,  resolvió  pot 
^  ver  elmodo  ,de^  si£K»tarles  una  guerra  cpeligrosa 
y.cerciana*  Encanunose  pues  aQtes>que  a  otra  parte 
a  tentar  á  ios  Volscos  y-  sabedor  de  que  estaban  flo* 
recicnte3.en  gente  y  en  dinero,  y  i5eniendo;por  ciér-f 
to  que  con  las  derrotas  poco  antea  suírkías  no/se 
había  disminuido  tanto  su  poder ,:  -como:  se-  hablan 
alimentado  su  emulación  y  su  encono.    ..,: 

Habla  en  AuéUk  un  ciudadano  quepoc  sü  rique* 
vfi,  por  su  valor  y  por  lo  ilustre  oe  su  linage,  te^ 
nia  una  espille; (fe  autoridad  ieg^;entre:  todos  los 
Volscos ,  y  era  súiiombre  Tulo  Aufidio,,  Sabia  Mae- 
ció  que  este  le. aborreció  mas  qvfá  á, ninguno  otro  de 
los  Romanos.,  poique  muchas  veces  en  los  cooiba'tés 
se  habían  hecho  ^imenazas  y  provocaciones ,  usando 
de  jactancias  en  tos  encuentros,  como' es  propio  de 
la  vanagloria  y  la  emulación  entre  enemigo  j  jóvenes; 
y  asi  á  la  enemiüTad  eoitíun  hablan  añadido  el  odio 
particular  del^  unO: al  otro.  Mas  con  todo,  conde- 
ciendo también  en  Tulo  cierta  grandeza  de  ánimo, 
Lqqe  mas  que  ninguno^  entre  los  Volsc<)s ,  deseaba 
cer  da&o  por  su  parte  á  los  Romanos  si  daban  oca* 
s|pn  4  ello,  confirmó  U  sentencU  del  que  dijo: 


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ITAlbCIO  GATO  COMOUlKOk  ^J 

"BkfQgnar  i  la  ira  «s  trdoo  empeñot  * 
Cóaiprasecon  k  vida  loqaeanhebu  '  . 
Porque  tomando  nn  ^testído  y  trage » tu  el  ^e  ano* 
que  le/neran  napudiersrscr  conocido,  í  la' manera- 
de  Ulises  <  ' 

Ea  k  ctodád  se  entnS  de  hoaibres  centrarioa. 
JEra  tahofa  de  anochecer ,  y  aunque  tropead!  coa 
muchos^  no  fue  conocido  de  nadie.  Dirigióse  pnea 
á  la  casa  de  Tula,  y  entrándose  repentinamente  al> 
kogar^  se  senaá  sin  hablar  paldira;  y  cubriéndose 
la  cabeza  se  estuvo  quedó.  Adaiiráronse  los  ^ue  allí 
se  halkhan ;  pero  ninguno  se.  atrerió  i  oponértele^' 
porque  había  dena  dignidad  en  su  continente  y  enr 
su  silencio;  loque  sí  iiicieroii  fue  refeiiti  á  Tulo,' 
que  estaba  cenando,  lo  eiscraordinario  de  aquél  caso; 

?T  este  ^  levantándose  de  la  n^a,  se  vino  para  él ,:  y; 
e  preguntó,  jquiái  etkfT  cuál  el  objetoKDde  su  Ve«i 
BÍda?^tonces  Mardo,  descnbriéndose  r  páriiido- 
se  nn.poco,  si  aun  no  me  tconboes,  o  Ttílo,  dijo,! 
sino  que^  con  estar  viéndome  todávia  xbdás^  8erí> 
predso  que  yo  me  hagaíaosádor;  de  mi  nmnio;^Soy) 
Cayo  Marcio  que  he  causada  é  Ipa  Volscas  moches.: 
daños ,  y.  tiero  án  nombre  qué  no  me  pernmicia  -n^j 
gario,,  llamándome  Ccmliasio;  poes^  de  tsodoa  ^mtai 
trabajos  y  peligros  no  poseo  otro  prendo  mmüsm* 
ilustre  nbmixe,,.  distinttvó  de  mi  enemisfiia  contra^ 
vosotros ;  V  esto  es  lo  ánko  ^lé  no  se^  me:  ha  qoittH^ 
do:  de  todos  los  demas^ bienes^  por  enyi<Ua,é  inso^. 
lehcia  de  la.  piébe,  y  por  flojedad  y  abandono  de: 
los  que  están  en  los  altos  puestos,  que  son  mis  igu»^^ 
ks ,  de  una  vezóme  he  visto.4espo¡aao*  MehanbdMk-^ 
do  á  un  destierro,  y  me  hcacogido  á  tu  hopat.tcp^' 
rao  suplkante^  no  de  'mi  «inmunidad  y  segundad,' 
porque  {¿qué. habk  de. venir ^aqni  si  tsmkiiarmoM* 
rír  ?  sino  en  soKcitud  de  tomar  venganza ,  la  que  y*" 
tomo  .en  algnna'ny  ñera  de.  ks  que  me  han^  desecha-* . 
do,  hadéúdoté  (tteñaidemí»  Sot  tant6  si  anhelas: 


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7^  MARGIO^CATOr  C01tI0]U.fKt^ 

dominar  á  tus  enemigos ,  aprovéchate ,  ó  faofiíl^e  ge- 
neroso, y  saca  partida  de  mis  desgracias,,  ¿adiendo 
qor  ser  convierta  en  dicha  vuestra  eí  infortunio  dé 
un  hombxle  que  tamo,  mejor  pelearán  en  vuestra  de- 
fensa que  contra  vosotros;  cuánto  hacen  loejor  la 
giKrra:lo9  que  oonócefa  las  t;osas:.de  los  enemigos, 
qíoe  los  que  las  ignoTa|i..Ma9r$i  has  dBsistídQ.kie-  ábueí 
mteato>  ni  yo  quiero  vivir»  m  i  tLte  estaña  bien 
einsahrará  un  hombre  que  te  es  de :  antiguo  €ODtra<-« 
rio  y  enemigo,  y  «hora  rnutll  y  de  alagun'  prove-^ 
cho.  Al  oír  esto  Tulo  recibió  grandíáma:  contento^ 
y.áíerganifio  la  diestra ,  aliéntate,:  Ie.d^'Q^;d:Mardo 
y  jconfia::  porque  nos  tistes 'un'  gran ;  bien  eiitsegán** 
dote  á  tí  mismo;  y.esperaJbdavía^ajI^oresxQsasde 
IpsiVóUo».  Di6^  entonces  ub  bánqueteiáMotcck)  coa 
grap::xegoci}o,  y  en  los  dias  siguientes;  «atuvieron 
ocaafiriendo^^  juntos  eatre  sí  sobre  la  guerra*     •; , 
-  '  £h.  Rpma  la.o jerii^á  de  los  patrldos^contraüá  pié«« 
fae^ .  aci^Gentada  con  Ia>  condenación  jdé  Marctor,  cau«-^ 
so  grande  alteración;  ^además-  los:ago0eros.^  ios  sa^ 
cerobtei  7  los  particabres  referían  muchos;  prodi-* 
gbsjqoe  debían  inspirar  cuidado.  Cu]ént3se.riino  de 
ellos  .en  ésta  formas  hdhia  na  Tito  ¿atinó,  hombre 
poco  conocido ,  no  deia  clase  joriulédrá^  sino  me-* 
dianame^ te  acomodado )  libi^e  de  toda  superstición» 
y  mas  todavía  de  ostsntadon  y  jactancia.  Este  puea 
tifró  na  sueño,  en  el  que  ^  le  apared<í  Júpiter ,  y 
le  mandd  dijese  al  Senado  que  habia  sido  un  daa-^ 
ssante  poco  diestro  j;ptocp  agradable  el  que  había 
pievenido  fpára  que<  fuese,  delante  dc:£]]::.procesioiu 
Gaando  tuvo  este  leosnéño^Idijo  que  a  la  pvimeni 
vez  no  hizo  caso;  yque  Cuando  ^egnoda  [y  tercera 
lo  desprecio  tambie|i,ie  vino  lá- nuev^i-  de  la  muerte 
de  un  .hijo  muy  apreciable ,.  y  de  repente  se  le  bal«< 
dd' el.  cuerpo  sin  poderse  valer  de^el:  de  todo  lo 
que,  habiéndose  hecho  llevar  en  hombros^  dio  cuen- 
ta ai  Sanado;  y  seguñ  dicen  no  bien  lo  hiabó  e^ca-^ 


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MAKGIO  CATOr  CORIOUMO;  7^ 

todo,  osafido  siadó  fortalecido  sa coesfi*^  y  le  re- 
dro andando  por  m  {ne«  Quedáronse  los  Scoadoret 
atonías  .é  hicieron  muides  pesquisas  sobre  este  sooe* 
so ;  el  que.  se  halkS  haber  pasado  asi :  oa  «no  entre«» 
gó  en  manos  de  los-obos  a  uno  de  sus  esclafot  con 
ordéfl  de  que  lo  llevaran,  por  la  plazavdándole  azo- 
tet;^  j  despoea  leqokaraa  la  yiétu  £a  poi  de  elioi 
cuándo  asi.  lo  cumplían  jrhostigffban  al  eacburo,  qo^ 
cop  el'dolor  daba  niili>weka$»  y  hacia  nmcbes  nxw 
vimieatos  y  coatováoeea  pooo  graciosas.^  acertó  po¿ 
casualidad  á  ir  la  rogativa  de  Júpiter;  ei  oi^a^  vista 
caudios.de  los  que  flti  se  hallaron  sintieron  inco^ 
modidad,  viendo  un  espeotScnb  tan  csis^»  y  aque-» 
Uas^  odióos  contoi9iooqs  9  mas  ninguna  se  inwpusoí 
y  soto  so  arntentuNMi  con:  decir  denuestos' é  impre^ 
caciones  contra  ei  que. tan.ásperaoieatfc  castigaba^ 
Porque  trataban  entonceai  i  los  esclavos  con  mucha 
equidad  j  por  trujar  i  salado,  ypoeqne  vxvieado 
|u0to^  usaban  con  «líos  de  gran  dtibnira  y  &milia> 
rkfad :  asi  et  mayo^  castigo  de  un  esolavó  descuida** 
do'  era  hacerle  que  «ofliando  el  palo  del  carro  en  que 
^se  soitiei^  el  tínicyi«»^. saliese  asi  por  la  vjeciodadt 
porque  el  que  le  sufría ,  y  era  vbto  de  ios  conocidos 
Y  veciiM»  qúedaba^sa  siempre  desacreditado;  y 
á  este  tal  le  deciair  pOF  apodo  jFurqifer ,  llevador  oe 
la  horquilla,  portee  llamídsan  horquilla  Iqs  Roma-^ 
nos  á  lo  que  los  Ot^ic^  apoyo  6  sostén,  r  ^ 

'Luego que  Latfna lesc refirió  su  ensueño»  dudán-i* 
dó  qui^  podría -ser  el  poco  diestro  y<  ^^  V^^^ 
dan2ante  que  habia  precedido  i  la  i)ogat>vá  de  Ji)-^ 
piter,  hicieron  alg|unos  memoria,  porla  estrañeza  del 
castigo ,  de  aquel  esdavo  que  azotado'  hiüa^idocon^ 
ducido  por  la  plaza ,  y  después  se  lelsáb'¡a<2ado^miier« 
te»;£n  consecuencia  yót  dictamen' tutífoTine  de  los 
sacerdotes,  et  señor :del  esclavo  fue  castigado,  y  de 
jiuevo  sehícferon  -en  honor  del  Dicte 'la -rogativa  y 
dos  juegos..  £a  otras^nuchas^cosasiefieoba  dp  ver  que 


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9o  KAM3I0  Q^TO  CORIOIAKO» 

Nimia  foe. un  excelente  oüdenador  de  Uscosas  sa— 

fradas;  pero  sd^resale  princimlmente  lo  que  esta-* 
kcio  para  liÉoer  religiosos  á  ios  Romanos.;  porque 
cuando  <  ios  inaglstrados  y  sao^rdot^s  se  ocupan  .ea 
ks  cosas  divinas  preoede.  im  Iieraldo,  que.exclams 
en  alta  voz , ,Aoc  ^e :  expresión  que.  significa»  Jiaz 
lo  .qué.  bailes,  prescribiendo  á.  \a&  sacerdotes  que 
prestan  atención  y  no  interpongan  ninguna  otraLobra 
d  espade  de.  ocupación »  ¿orno*  dando  á  entender  que 
las  mas  ^e  las  cosas  humanas  se  liacen  por  una  cier- 
ta necesidad,  ;sin  intención  del  que  las  hace.  Por  lo 
que  toca  i  iois  sacrificios ,  las  procesiones  y  losies? 
pectácqlosy  suelen  los  Romanos  repetirlos,  no  soló 
por  una  causa  tamaña,  sino  por  otras  mas  pequeñas: 
pues  con.  que:  tropezase  uno  de  los  caballos  que  iconr 
duciañ  las  llamadas  criadas^  ó  con  que  un  carretero 
tomase  iasLriendás  con  la; mano  izquierda ,  decreta-» 
ban  que  de  nuevo  se  hiciese  la  relativa;  y  aun  ea 
tiempos  posteriores  se  hizo  hasta  treinta  veces  el 
mismo  sacrificio,  porque  sien^re*  pareció  que  babia 
habido  alguna.falta  ó  se  habia  atravesado  algún  .es-* 
torbo^  ¡tai  ecaen  estas  cosas, divinas  la  fiiedad  de 
los  Romanos!  '  i. 

Marcio  y  Tub  entre  tanto:  trataban,  en  Ancio 
reservadamente  cpn  los  de  mayor  poder  ^  y  los  exhor- 
taban i  promover  la  guerra^  mi^tras  los  Romanos 
estaban  en. disensiones  unos  coa  otros;  y  cqaado 
trabajaban  en  persuadirlos  ^  porque  les  oponiaín  la 
atregua  y  ai^mis^cio  de  dos  a&os  convienido  entre  los 
dos  pueblos ,  los  Romanos  mismos  les  dieron  oca-» 
$ion  y  pretexto,  con  haber  ;hecho  publicar  p¡or  prer 
gon  ,  4  cauíte  de  cierta  sospechado  mas  bien. €;alüm-r 
xüa ,  que  los  Volscos  que  aslstie^^n  á  los  espectácu^ 
los  y  juegos  debieran  salir  de  lá.ciudad  antes  de.  po« 
derse  el  sol.  Hay  quien, diga* que  esto  se  biza  por 
amaño.yr  dolo  de  Marcio,  qüe«enyÍQ  áRbmaquien 
falsamente  acuMe  á  los/Yolscpsáe  tener  meditado 


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lif AAdro  CAtO  COklOlAKÓ.  .    St 

sorprender  á  los  Romanos  en  sus  espeotácnlos,  é  jn<- 
cendiar  la  ciudad:  ello  es  que  aouei  pregón  i  todot 
los  enemistó  mas  y  mas  con  los  Romanos.  Acalora-» 
bales  ademas  Tulo,  é  insdgábalos  de  continuo  hasta 
que  logró  persuadirles  qne  enviasen  i  Roma  á  inti- 
mar la  xestitudon  de  las  tierras  y  las  ciadades  que 
en  la  guerra  se  habían  tomado  á  los  Volscos.  Mas 
los  Romanos, oida  lá  embajada ,  se  llenaron  de  indtg* 
nación  y  dieron  por  respuesta ,  que  los  Volscos  se-^ 
rian  los  primeros  á  tomar  las  armas ;  pero  los  Roma* 
tos  seriftn  los  últimos  á  deponerlas.  Gm  esto  con- 
gregando Tulo  al  pueblo  en  junta  general  í  luego 
qiie  hubieron  decretado  la  guerra,  les  aconsejó  que 
se  Uanaase  á  Marcio,  no  conservando  memoria  algu- 
na de  los  males  antiguos,  sino  teniendo  por  cierta 
que  de  auxiliar  les  haria  mas  bien ,  que  mal  les  ha« 
oía  hecho  siendo  enemigo» 

Presentóse  al  llamamiento  Marcio,  y  habiendo 
hablado  á  la  mucheduqibre ,  pomo  no  menos  que  por 
las  armas  se  hubiese  mostrado  por  su  elocuencia  hom- 
bre denodado  y  guerrero,  y  aun  estraordinario  en 
sus  pensamientos  y  su  osadía,  se  le  declaró  junta- 
mente con  Tulo  el  absoluto  mando  para  aquella  guer- 
ra. Mas  temeroso  de  que  el  tiempo  que  los  Volscos 
habían  de  gastar  eñ  sus  preparativos ,  que  podia  ser 
largo  f  le  arrebatase  la  oportunidad  de  obrar ,  encar« 
gó  á  los  principales  y  á  los  magistrados  que  activa- 
sen  y  pusiesen  en  orden  todas  ws  cosas , '  y  'á  per- 
suadiendo á  los  mas  decididos  á  que  voluntariamen* 
te  le  siguiesen  sin  alistamiento,  repentinamente  in- 
vadió el  pais  de  los  Romahos ,  cuando  meño§  lo  es« 
peraban.  Asi  es  quefccogiÓ  tan  inmenso  botín ,  que 
los  Volscos  tuvieron  para  retener,  oara  llevar,  y 
para  consumir  en  el  ejército,  hasta  fastidiarse.  Era 
con  todo  la  menor  mira  de  aquella  expedidqn  el  pro- 
curarse provisiones,  y  el  talar  y  devastar  lá  comar- 
ca: el  <M)jeto  principal  era  acrecentar  la' discordia 

TOMO  11.  F 


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^a  MA2VCX0  CAYO  CpRlOtAMÓ* 

entre  Iqs*  patricios  y  la  pleb<e.;  para  lo  que  Rfifasaa-»-^ 
do  y  destruyendo  todo  lo  demás,  en  los  campas  de 
los, patricios  no  permitió  que  se  hiciera  el  mas  leve 
daño  y  ni.que  nadie  tomara  de  ellos  cosa  alguna.  Coa. 
efecto  por,  esta  causa  fue  mayor  la  disensión  y  con- 
tienda entre  ellos,  acusando  á  la, plebe  los  patricios 
de  haber  d^$t^rado  injustamente  a  un  varón  de  taa 
grande  importancia ;  y  culpando  á  estos  la  plebe  de 
jaaber  ll^tm^do  por  encono  í  Marcio ;  á  lo  que  ana- 
dia, que  después  le  dejarían  ¿  ella  la  guerra,  que- 
dándose tranquilos  espectadores,  por  cuanto  tenian 
á  la  parte  cíe  afuera  por  gus^ríia  de  su  hacieuda  y  de 
sus  bienes  á  la  n>isma  guerra.  Hecho  esto ,  con  lo  que 
Aíarciq  i^spirp  á  los  vqIscqs  mucho  aliento  y  cqa-f 
fianza ,  s^  retiró  con  la  mayor  seguridad.. 

Cuando  estuvieroiuy a  reunidas  todas  la$  fuerzas 
de  los  Volscos,  como  se  haílase  ser  muchas,  deter- 
ininaroa 'dejar ..Uña' pacte,  ení  las  ¡ciudades  para  su 
guarnición,;  jrqon  la. otra  marcear  contra  los  Ro- 
manos: y  en.  esta  ocasiói;!  Marcio  dio  á  escoger  á 
julo  entre^  los  dos  mandos.  Mas  contestó  Tulo  que 
conocía  bien  que  Marcio  rio  le  cedía  en  valor ,  y  que 
en  fortuna  le  había  visto  ser  muy  favorecido  de  ella 
en  todof  Ips:  hechos  de  arnias ;  a^i  que  tuviera  el  naan- 
do  de  Iqs  que  habían  dt  salir  i  campaña;  quedán- 
dose él  miwcío  á  defender  las  ciudades,  y  á  facilir 
tar.á.lokdel  ejército  cqanto  fuera  menester.  Cobran- 
do Qoií. esto  Marcio  nuevo  ánimo,  volvió. en  prin;^r 
lugar,  ¿bnftíi  í^  ciudad  de  Circeyps,  colonia  que  era 
de  los  Romianos :  mas  como  e$|a,  s(p  le  entrase  es- 
pontáneamente í  ningún  daño  1^  hizo.  Desde  ella  pa-r 
só  á  talar  j^\  pais  de  los  ^-atino^,  esperando  <;on  esto 
que  los  Romanos  vendrían  á  empeñar  acción  en  de- 
fensa de  los  Latinos,  por  ser  sus  alíadp^,  y  pprque 
muchas  veces,  los  habían  llamadOi.  Mas  la  muche- 
dumbre Jiabia  decaído  de  ánimo,  y  quedándoles  á 
los  Cónsules  muy  poca  tiempo  de  mando  en  el  que 


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00  f|ueci«ipi  exponerse ,  por  estas  causas  d^satendie-^. 
i(QQ  á  los  Idtinosj  j  entonces  Marcio  marchó  coa«- 
tE^  las  ciudades  misivas,  7  sojuzgando  por  la  foer-*' 
za  á  los Tolerinos ,  Vicanos  y  Pedanos ,  y  aun  á  los 
Solaiu^  que  le  hicieron  resistencia ,  se  apoderó  1  al  ro^ 
qoger  la  presa ,  desdas  personas,  y  distrionyó  &^s  bie^ 
ses.  A  Iqs  que  T;olu^tariamente  se  le  entregaron  lo« 
protegió  con  ^$01^0,  para  que  sin  quererlo  ¿1  no 
recibiesen  daño  alguno,  auQque  estuviera  lejos  coq 
el  ejército  y  distante  del  país. 

En  seguida,  tomando  por  asalto  á  Bolas ,  ciudad 

3u6  no  disod^a  de  Roma  mas  de  cien  estadios ,  se  hizo 
seño  de  gran  riqueza ,  y  pasó  á  cuchillo  casi  á  todos 
•  gsantos  podian  por;Ia  edaci  llevar  armas.  De  ios  Vols- 
cos  aun  aquellos  á  quienes  habia  tocado  quedarse  m 
las  ciudades  no  teoian  paciencia ,  sino  que  se  p^sa-r 
ban  con  sus  arm^f  á  Marcio,  diciendo  que  á  él  solo 
1^  reconocían  por  General  y  por  caudillo.  Era  por 
toda  la  Italia  muy  sonado  s¿  nombre ,  y  ^ande^la 
opínioa  de  su  v^lor ;  pues  que  con  la  mudanza  d< 
qna  sola  persona  tan  extraordinairip  cambio  se.  habla 
tipcho  en  todos  los  negoc¡os.-£p  k>^  de  los  Roma-? 
906  ningún  concierto  habia,  desalentados  como  es* 
taban  para  salir  á  campaña  >^  y  no  ocupándose  dia«* 
riamente  mas  que  en  sus  altercados ,  y  en  expresión 
nes  de  discordia,  de  unos  á  ptrps ,  hasta  que  k§  llc^ 
gp  la  nueva  de  estar  sitiada  por  los  enemigos  la  ciu- 
dad de  Lavinia,  donde  los  Romanos  tenían  los  tem»* 
píos  de  los  Dioses  patrios ,.  y  que  era  la  cuna  y  j)r¡nr. 
cipio  de  su  linage ,  por  háb^r  sido  la^primera  4®  que 
Eneas  habia  tomado  posesión.  Entonces  ya  una  ad-i 
inirable  y  comuq  mudanza  de  modo  de  pensar.  s# 
apoderó  de  la  plebe ,  y  otra  extraña  tarpbien  ent^ra-r 
mente,  y  fuera  de  razón  trastc>rrvo  á  los  patiicips* 
Porque  í^  .pl^be  se  decidió  á  abolíf  la  condena  4? 
Marcio  y  á  restituirle  á  la  ciudad  ;  y  el  Senado,  re- 
unido á;delil?ejrar  sobre  aquella  deterrninacion  ^  rece- 

F  2 


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84  MARCKy  fcAYÓ  COMÓtÁVO.' 

di6  de  ella  y  la  contradija,  ó  porque  ch  todo  te  Hu- 
biese propuesto,  repugnar  á  los  deseos  de  la  plebe;  o 
porque  no  qmsiese  que  Marcto  debiera  al  favor  de 
esta  su  restitución ;  o  porque  ya  se  hubiese  irritado 
con  este  y  porque  á  toaos  hacia  daño  sin  haber  sido 
de  todos  ofendido,  habiéndose  declarado  enemigo' 
de  la  patria ,  en  la  que  la  parte  principal  y  de  mas 
poder  sabia  que  habia  tenido  que  padecer,  y  habin 
sido  agraviada  juntamente  con  ¿1.  Participada  esta 
resolución  á  la  muchedumbre ,  la  plebe  no  tenia  ar«^ 
bitrio  para  decretar  ninguna  cosa  con  sus  sufragios 
y  establecerla  como  ley ,  sin  que  precediera  la  au- 
toridad del  Senado. 

Llególo  á  entender  Marcio,  é  irritado  de  nuevo 
levantó  él  sitio  /  y  lleno  de  enojo  marcho  contra  la 
ciudad,  poniendo  sus  reales  en  el  sitio  llamado  las 
Fosas  Clelias ,  distante  de  aquella  solamente  cuaren- 
ta estadios*.  Viéronlé,  bízoseles  temible,  y  causan- 
do en  todos  gran  turbación ,  calmo  por  entonces 
las  disensiones:  pues  nadie  se  atrevió  ya  á  contrade- 
cir á  la  muchedqmbre,  ni  magistrados,  ni  Senador, 
acerca  de  restituir  á  Marcio ,  sino  que  viendo  cor- 
rer por  la  ciudad  á  las  mugeres;  en  los  templos  las 
plegarias  y  el  llanto , .  y  los  ruegos  de  los  ancianos^ 
y  en  todos  la  falta  de  osadía  y  de  consejos  saluda- 
bles, convinieron  en  que  la  plebe  habia  pensado  sa«^ 
biamente  acerca  de  que  se  reconciliaran  con  Marcio;. 
y  el  Senado  habia  cometido  grande  error,  empe- 
zando á  manifestar  enojo  y  enemiga ,  cuando  conve-! 
nia  poner  fin  á  estas  pasiones.  Determinaron  pues* 
de  común  acuerdo  enyiar  á  Marcio  mensajeros  que 
fe  ofrecieran  la  vuelta  á  la  patria,  y  le  pidieran  pu- 
siese término  á  la  guerra.  Los  que  envió  el  Senado 
eran  de  los  amigos  de  Marcio ,  y  esperaban  encon- 
trar á  su  llegada  la  mas  benigna  acogida  en  un  ami- 

I     El  estadio  era  de  cien  pasos»  áseisciento-ptcs. 

Digitized  by  VjOOQ IC 


lOltCTO  CATO  COmMAVO.  tf 

29  y  comoAñero  suyo ;  mas  nada  de  e$to  bobo ,  sino 
que  llevados  por  medio  del  campamento  de  los  ene* 
migos ,  le  hallaron  sentado  entre  una  gran  comitiva 
con  intolerable  severidad.  Teniendo  paes  á  su  lado 
á  los  principales  de  los  Volscos ,  les  dio  orden  de 
fjpe  dijesen  qnd  era  lo  que  tenian  que  pedir.  Habla- 
ron palabras  moderadas  y  humanas  f  convenientes  á 
su  presente  situación ;  y  concluido  que  hubieron ,  lea 
les^ndió  ásperamente  y  con  enfado  por  lo  tocante 
¿  SI ,  y  á  lo  que  se  le  había  hecho  sufrir ;  y  después 
como  General  I  por  lo  tocante  á  los  Volscos,  les 
puso  por  condición  la  restitución  de  las  ciudades»  y 
de  todo  el  territorio  que  hablan  ocuoado  por  la  guer- 
ra; y  que  hablan  de  declarar  á  los  Volscos  una  igual"* 
dad  absoluta  de  derechos ,  como  la  disfrutaban  los 
Xatinos:  pues  no  podia  haber  otra  reconciliación  se- 
gura que  la  que  se  fundase  en  igualdad  y  justicia;  y 
para  ^liberar  les  concedid  el  plazo  de  treinta  dias; 
con  lo  que  despedidos  los  embajadores ,  al  punto  se 
retiró  de  aquella  comarca. 

Este  fue  el  primer  motivo  de  queja  que  hicieron 
.valer  contra  iél  aquellos  de  entre-  los  Volscos  que  ya 
antes  miraban  mal.  y  con  envidia  su  grande  autori- 
dad ,  de  cuyo  número  era  Tulo;  no  porque  en  su 
.persona  hubiese  sido  en  ninguna  manera  ofendido, 
sino  por  lo  que  es  la  miseria  de  nuestra  condición: 
porque  no  podía  sufrir  ver  del  todo  obscurecida  m 
gloria  y  y  ^e  ningún  caso  hacían  ya  de  él  los  Vols- 
cos, en  cuya  opinión  solo  Mardo  lo  era  todo,  de^ 
biendo  contentarse  los  demás  con  la  parte  de  poder 
y  mando  de  que  este  quisiera  hacerlos  participantes* 
I)e  aqui  tomaron  origen  los  primeros  cargos  que  sor- 
damente circulaban ;  6  incomodados  murmuraban 
entre  sí ,  dándola  aquella  retirada^ el  nombre  de  trai- 
ción :  porque  si  no  lo  era  de  muros  6  de  armas ;  lo 
era  sin  embargo  de  la  ocasión  y  oportunidad,  con 
ja  que  estas  cosas  suelen  6  gafarse  o  perderse ,  con- 


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%6  MÁRdf6  IcfÁYa  dókíOLÁlíO. 

cediendo  un  plazo  dé  treinta  dia^,  mas  ^ué  sobraclo 
para  que  pudieran  sobrevenir  iasniáyorés  mudanzas; 
Y  no  porque  Marcio  págase  ocioso  este  tiempo:  por-^ 
que  durante  él  hizo  marchas  con  que'  desbarata  3^ 
disipo  á  los  aliadosf  de  los  enemigo^,  y  les  tdmq  sie- 
te ciudades  grandes'y  péjkilosas. ' Ma^  Jos  Róniandi 
no  se  atrevieron  á  auxiliarle*;  sino  ^tié  ^vt$  ámiüdí 
estaban  poseídos  del  desaliento',  y  ea  ciianto  á  Icé 
í>eHgros  de  la  guerra ,  se  parecían  á  Ids  cuerpos  so-*' 
ñolientos  y  paralizados*  Pasado  que  fué  et  plazo  ^  tío** 
mo  se  presentase  otra  vez  Marcio  ^oh  todds  sus  fuer-* 
«as,  enviáronle  segunda  legación ,  rogándole  qué  de-* 
pusiese  el  enojo ,  y  retíYando  á'los  Volséoídel  ter-* 
ritorto  Romano  y  ñióiérk  f  prof>tlsíei'a  lo  qué  juégase 
convendría  mas  á-  aíhbós  pueblos':  en  él  concepto  dé 
que  por  miedo  en  nada  cedéríaií  ioS' Ronianós ;  mai 
si  entendía  que  en  algutta  cosa  pudiera  tenerse  coh-¿ 
descendencia  cóA  los  Volscos,  todo  se  les  otorgaría 
deponiendo •  las  áí"ihías.  A  esto  contesta  Marcio,  qué 
nada  les  respondía  como  'Géttérál  de  los  VolscóSj 
pero  conío  Ciudadano  qué  todavía  era  de  Roma,  les 
aconsejaba  y  exhortaba  que  módératido  aquellos  or- 
gullosos' pensanliérftos  volviesen  de-alli  a  tres  díasi 
trayendo  decretado  lo  qUé  se  les '  había  propuestoi 
pues  si  fuese  otra  la  respuesta,  no  teñían  que  contar 
con  la  inviolabilidad  para  tornar  con  palabras  vanas  á 
su  campo. 

Vueltos  los  Embajadores ,  y  óidó  por  el  Senado 
lo  que  traían ,  como  eu  una  grande  tormenta  y  bor- 
rasca de*  la  república,  echó  este  por  fin  el  áncora  sá- 
fráda ;  porque  á  cuantos  Sacerdotes '  había  de  los 
Hoses,  o  ministros  y  custodios  de  los  misterios,  o 
que  poseían  de  tiém^  antiguo  la  adivinación  patria 
délos  sueños,  á  todos  s0  les  ordenó  que  se  enea -i 
minasen  á  Marció,  cada  uno  con  los  ornamentos  dé 
que  por  ley  debía  usar  en  sus  ceremonias,  y  que  lé 
hablasen  y  esiibrtasen  á  que  dando  de  mano  á  b 


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HíARCIO  CATÓ  COltTótAKdp  8^7 

guerra,  ba;p  esta  condición,  trarara  después  de  los 
Volscos^con  sus  conciudadanos. '  Recibiofos  si  en 
el  campamento^  pero,  en  nada  condescendió-^  y  nada 
hizo  ó  dijo  en  qae  mostrase  mayor  dulzura ;  sino 
que  insistid  en  que  coii  l^s  condiciones  propuestas 
admitiesen  la  paz^  6  se  decidieran  á  U  guerra.  Con 
este  regreso  de  los  sacerdotes  resolvieron  por  lo  pron- 
to defender  en  gran  fuerza  los  muros  de  la  ciudad ,  y 
lanzarse  del  mismo  modo  sobre  los  enemigos ,  po- 
Hiendo  'principaltticnte  su  esperanza  en  gj  tiempo  y 
^  los  caprichos  de  la. fortuna;  mas  desengañáronse 
luego  de  que  ningún  salvamento  les  quedaba  por 
mas  que  hiciesen;  y  la  turbación,  el  caimiento  y 
las  ideas  mas  desconsoladas  se  apoderarpn  ya  de  la 
ciudad;  hasta  que  tuvo  lugar  un  suceso  muy  pa- 
tecidó  i  aquellos  de  que  frecuentemente  habla  Ho- 
mero, aunque  no  ^tisfaga  á  la  niayor,  parte:  por- 
que diciendo  este,  y  exclamando  en  las  grandes  y 
extraordinarias  ocasiones : 

la  garza  Palas  púsole  en  las  mientes ; 
y  también 

Cambióle  un  inmortal  el  pensamiento ; 

El  que  eíi  un  solo  acalorado  pechó 
^  Del  pueblo  puso  la' gloriosa  suerte; 
y  en  otra  parte:       . 

O  por  sí  lo  pensó  i  ó  es  que  alguiíntimen 

Le  sugirió  ta  provechosa  Idea;  '  .  -  \ 
le  vituperan  cohió  qué  con  cosas 'líiípósJHes  y  con 
increíbles  patraft^s  trata  de  quitar  al' jo Ibfb'de  cada 
"Dno  el  mérito  dé  la  determinaron  prppia;  cuando 
Homero  no  hace  seitiéjañte  cosa, '^ sino  (Jué  los  suce- 
sos ordinarios  y  comunes*  que  se'gobíériíari  con  ra- 
zón los  pone  a  cuenta  de  lo  que  está  én  nuestro  po^ 
der:  áá  que  dice  muchas  veces :    • 

Yo  lo' deterniiné  con  grande  alimentó; 
y  asimismo: 

Apenas  díjó  ,•  congojóse  Aqiiiles , 


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.88  JARCIO  :,CA)YP  CORlOt^KO* 

Y  ^Yfilvió,  taa  inquietante  pena  » 
Una  vez  y  jotra  jen  su  alentado,  pecho.;  ; 
y  en  otra  parte  ;..,•:.- 
Mas  mover  ñío  logró,  i  Belérefonte, 
Guierriero  cauto  que  con  grande  acierto 
I.QS  mas.  prudentes  nxedios  discurría ; 
y  en  las  .ocasiones  imprevistas^,  y  arriesgadas  que  pi-« 
den  cierto  ímpetu  y  entuslasína  no  pinta  al  nuinea 
como  que  nos  arreoata ,  sino  como  que  mueve  y  di^ 
jrige  nuestra  determinación;  ni  como  que  produce 
por  sí  lp;s  cpn^tQs  y  esfuerzos,  sino  ciertas  aparieur 
.cias  ocasionales  de. ellos;  con  las  cuales  no  hace  laao* 
cion  involuntaria,  sino  que  da  un. principio  á  lo  vor 
juntarlo  con  infundir  aliento  y  esperanza:  pues  uní 
de  dos,,  o  hemps  de  desechar  enteramente  el  auxilio 
divino  de  todas,  las  acciones  que  llamamos  y  son 
nuestras;  6  si  no  ¿de  qué  otro  modo  auxiliarán  lof 
Dioses  á  los  hombres  y  cooperarán  qon  ellos?  np  cierr 
tamente  amoldando  nuestro  cuerpo,  ni  aplicando 
ellos  mismos  nuestras  manos  y  iiuestros  p¡es^  sino  des-  ^ 
per tando' con  ciertos  principios^,  conciertas  aparien- 
cias 6  inspiraciones  lasarte  activa  y  electiva  de  núes* 
tra  alma',  6  ^t  contrario  desviándola  d  conteniéndola* 
En  Roma  á  la  sazón  las.mugeres  hacían  sus  ple- 
garias, unas  en  unos  templos,  y  otras  en  otros ;  pe*- 
ro  la$  mas  .jr  las.de  mayor  lustre,  ante  el  :^a  dé 
Júpiter  Capitolino.  Entre  estas  había  una  hermana 
fiel  graa  Pcblicola,  que  taíí  señalados  servicios  hiaeo 
i  Roma  en  guerra,  y  en  paz,,  llamada  Valeria.  Po- 
)>lícoIa, h^bia  qiuerto  antes,  com^o  lo  referimos  al  es* 
cribir  sus  hechos  ^  y  Valeria  tuyo  en  la  ciudad  gran- 
de honra  y  reputación,  porque  en  su  conducta  np 
i;Iesdecia  de  su  linage*  Sintiendo  pues  repentinamente 
un  afecto  de  los  que  he  dicho,  acertando  no  sin  ins- 
piración divina  en  lo  que  era  conveniente,  levantóse 
de  pronto',  y  haciendo  levantará  todas  las  demás» 
se  encaminó  á  casa  de  Volumnia ,  madre  de  Marcló; 


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IfA&GIO  CATO  GQQBLIOIAKO.  8^ 

Batra»  liállala  sentada  con  la  nuera ,  y  teniendo  i 
los  hijos  de  Marcio  en  su  regazo ;  hipese  cercar  de 
las  demás  matronas ,  y  9»  nosotras »  dice,  6  VoIum<* 
»  nia  y  tú,  ó  Vírgilia,  venimos  unas  mugeres  en 
?>  basca  de  otras  mugeres,  no  por  decreto  del  Sena* 
»  do  ni  por  mandamiento  del  GSnsul ;  sino  que  ha- 
n  hiendo  Júpiter ,  á  lo  ^ue  parece ,  oido  compasivo 
»» nuestros  ruegos,  nos  infundió  este  impulso  de  ve- 
9>  nir  acá  en  vuestra  busca  á  proponeros  para  nosotrat 
»  y  para  los  demás  ciudadanos  el  remedio  y  la  salud; 
f»  y  p^ra  vosotras ,  si  os  dejais  mover ,  una  gloria 
^mas  brillante  todavía  que  la  que  alcanzaron  m  hi-* 
n  Jas  de  los  Sabinos  con  haber  traido  de  la  guerra  i 
n  la  amistad  y  la  paz  i  sus  padres  y  i  sus  esposos, 
91  Ea ,  venid  con  nosotras  donde  está  Marcio ,  em- 
9»  plead  vuestros  ruegos ,  y  dad  á  la  patria  el  ver- 
9tdadero  y  justo  testimonio  de  que  con  haber  sido 
99 tan  maltratada^  ningion  daño  os  na  hecho,  ni  niof 
99  guna  determinación  ha  tomado  contra  vosotras  en 
9» su  enojo,  sino  que  os  entrega  en  sus  manos,  aun 
99 cuando  no  haya  de  recabar  ninguna  condición 
99  equitativa/*  Dicho  esto  por  Valeria ,  aplaudieron 
las  demás  matronas,  y  contestó  Volumnia:  99 en  los 
99  comunes  males ,  ó  matronas ,  nos  toca  á  nosotras  la 
99  parte  que  á  todos  ;  y  én  particular  tenemos  la  de»« 
99  gracia  de  haber  perdido  la  gloria  y  la  virtud  de 
99  Marcio ,  considerando  su  persona  defendida  bajo 
99  las,  armas  de  los  enemigps ;.  pero  no  salva.  Mas  con 
99  todo  nuestro  mayor  desconsuelo  es  qy^  las  cosas  de 
.  99  la  patria  hayan  venido  á  tan  triste  estado  que  haya 
99  tenido  que  poner  en  no|sotras  su  esperanza:  pues  no 
r  sé  si  mi  hijo  hará  algún  caso  de  nosotras,  ó  si  no 
9>  le  hará  tamj>oco  de  la  patria ,  que  él  anteponía  á 
» la  madre ,  a  la  mi^r  y,  á  los  hijos.  Con  todo  va- 
wleos  de  nosotras,  y  conducidnos  á  su  presencia,  i 
n  lo  menos  cuando  no  sea  otra  cosa ,  para  poder  mo^ 
»  ílr  intercediendo  por  la  patria."     .  ,  . 


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9¿  MÁáéíÓ   CAYO  CORlOiANÓ. 

Dicfió  tiio  j  haciendo  levantarse  á  Vír^Iía  con 
los  hJjós  y  las  demás  matronas,  ife'  encamina  hácí^ 
el  campamento  dé  los  Vdftseps,.  siendo  aquel  uni 
lastimoso  esf)c*ctáctilo ,  que  5  ios  mismos  cnemlgoá 
les  causó  confusión  é  impuso  silencio.  Hallábase  ca^ 
-snatmente  Márcio  sentado  en,  el  tribunal  con.U^s 
demás  cáüdillps;  y  luego  qtífe  vio  venir  aqnell^ií 
mugeres ,  sé  ^uedó  suspenso  j  n^as^  babténdo  cotio^ 
tido  á  sn'éi^ósa,  <Júe  Venia  lá^rimera,  determinó 
én  su  áiHmb  mantenerse  inmoble  é  inexorable  cA 
%n  anterior  proposito;  jtero'  Vencido  al  fin  At  sus 
afectos ,  y  trastornado  don  ^riiejáhtfe'  vi^a ,  no  pudo 
«guantar  que  lé  cogieran  serítádo ,'  sino  qué  bajando 
mas  que  dé  paso,'  y  sáIíéii<K>'á  recibirlas,  -primero 
y  por  largo  tiempo  saluda  á  la  madre,  y  después  á 
la  muger  y  á  loS'htJos;  nÓ  conteniéndose  en  el  llanto 
iii  en  las  cafrícíás,  sinoitoa^  bien, dejándose  córiio  dé 
Bn  ,íotreñté  aíírástrát  de  sus  afectos. 

Cdaiidó  ya  sé  hubo  desahogado  cumplidamente, 
com©  advirtiese  que  su  madre  iba  á  dirigiHe  la  pa- 
labra, lianíando  la  atención  dé ,  los  Vol.scos  mas 
principales ,  «pféstó  oídos  á  Volumnia ,  qué*  hablo 
de  esta  maiaer'a :  ♦>  Puedes  ébhár  de  ver ,  ó  nr}o ,  aun 
«cuando  nosotras  no  lo  digamos ,  coligiéndolo  del 
» vestido  y  de  los  semblárit^s,  á  qué  pqrifo  de  re- 
tí tiro  y  soledad  nos  ha'tírafdó  tu  destierro:  refiéxícH- 
nf  na  después  como  somos  entre  todas  las  mügérés 
n  las  más  desventuradas ,  puesto  que  nuestra  mala 
» suerte  ha  hecho  que  él  encuentro ,  par^  ptras  lijas 
^delicioso,  sea  para  nosotras  el  'mas  terrible/;  para 
»  mí  viendo  á  un  hijo ,  y  para  esta  viesndo  S  uii-  ma- 
»rido  que  amenaza  coh  destrucción  á  los  nnirps  dé 
n  lá  patria ;  y  que  lo  que  es  para  los  demás. un  con- 
» suelo  en  todos  sus  infortunios  y  desgracias,  qué. 
»es  el  orar7á-Ios  Dioses,- sea  para  nosotras- objeto 
»  de  mucha  duda:  porque  no  tíos  es  posible  pedir 
»á  un  mismo  tiempo  que  la  patria  venza,  y  qiíé 


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JftAAClÓ  éÁY6  éomÓLANO.  Ot 

9»  t6  qoedtfs  Salvo ,  sino  que  nuestros  Totós  ie  na¿ 
M  de  parecer  á  lo  que  por  intMitíon  podiera  desear*- 
9»  nos  nuestro  iMyor  enéniigo :  pues  es  forzoso  qué 
9»  6  de  la  patria  6  de  tí  vengan  á  quedar  privados  tü 
y»  iriuger  y  tus  hijos.  Por  k>  que  á  mi  toca  la  desven- 
ta tura  qoé  haya  de  traer  está  guerra  no  me  cogerS 
*f  viva*  pttes  si  no  pudiere  persuadirte  á  que  rcsta-^ 
>»  blecSendo  la  amistad  y  la  concordia ,  seas  antes  el 
M  biétiheéhór  dé  ambos  pueblos  que  la  ruina  de  uno 
•^de  étlds^  t^  éñtendicio  yestá  preparado  i  qué  nó 
^  podrás  ioercarte  á  combatir  la  patria  sin  que  pri- 
99  mero  paséd  por  encima  del  cadáver  de  ht  que  té 
«did  ct  sert  puesto  que  no  ddbó  aguardar  aquel 
»» d!a  éñ  él  qiúe  véá ,  qué  6  tfluh&n  de  mi  hijo  lós  ciu- 
9»dadfiáios,  ó  él  triunfa  dé  la  patria.  Y  si  yo  te  pro- 
»  pusiera  qne  salvaras  í  éitá  con  fnina  de  los  Vols- 
91  eos  ^  la  prueba  seria  para  tí ,  6  hijo  mió  ,  ardua 
^y  dificit;  porque  el  destruir  á  tus  conciudadano^ 
tooo  es  honroso,  y  el  hacer  traición  á  los  que  de 
Mtí  se  han  confiado  es  injusticia;  mas  ahora  la  paz 
9)  que  te  pedimos  es  saludable  á  todos ,  y  mas  no- 
9>  nésta  y  gloriosa  todavía  para  los  Vofscos ,  pues 
99 apareciendo  superiores,  se  entenderá  que  son  los 
91  que  cóínteden'  tan  grandes  bienes,  no  entrando  ellos 
9»  menos  por  éso'á  participar  de  la  paz  y  de  la  amis- 
9»  tadj,  de  las  cuáles  seras-  tú  el  principal  autor  si  se 
9»  consiguen;  y  si  no  st  córitígtíieren ,  á  tí  solo  te 
9»  echarán  la  culpa  unos  y  otros.  Y  en  fin  siendo 
99  la  guerra  incierta ,  esto  nay  de  acierto  desde  luc- 
9>  go ,  que  Sí  rences ,  te  está  preparado  el  ser  la  abo- 
Mminación  de  tu  patria,  y  ii*  eres  vencido,  has  de 
9>  tener  la  opinión  de  quíepor  tus  resentimientos  has 
»>  hecho  venir  sobre  tus  ániígos  y  bienbechorfe^  las  ma- 
9»  y  ores  calamidades." 

Escuchó  Marcio  este  razonamiento  de  Volumnia 
sin  responder  cosa  alguna-;  y  como  aun  después  de 
haber  concluido  se  mantuviese  en  silencio'  por  bas* 


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9^  KAacK>~OAyo  cork>lano» 

tante.rato:  >»<por  qué  callase,  hijo»cootU^dtCfenr* 
fido?  <Será  cosa  honesta  concederlo  todo  al  enojo  y 
^á  la  venganza,  y  luv  lo  será  hacer  merced  á  una 
ff  madre  que  tan  racionalmente  pide?  ¿O  le  está  bien 
9»  al  hombre  grande  conservan  la  memoria  de- los  ma-» 
p»  les  que  ha  sufrido ;  y  el  honrar  y  reverenciar  los 
w  beneficios  que  ios  ^  hijos  reciben  de  las  madres  no 
fserá  propio  de  uo  hombre  grande  y  esforzado?  y 
99  en  verdad  que  el  ^nostrar  reconocimiento  á  nadie 
9»  le  estaría  mejor  que  á  tí ,  que  tan  ásperamente  te 
9»  declaras  contra  la  ingratitud ,  pues  de  la  patria  bien 
9» costosa  satisfaccion^tíenps tomada;  mas  á  tu  madre 
9»  no  hay  cosa  en  que  la  hayas  atendido  >  cuando  na- 
9t  da  debía  ser  tan  sagrado  como  el  que  yo  alcanzara 
.99  de  tí.  sin  premia  las  C9.sastan  honestas  y  justas  que 
99  te  pido;  mas  pues  que  no  acierto  á  moverte,  <por 
y» qué  no  acudo  á  la  última  esperanza?**  Y  diciendo 
estas  palabras  se  arroba  á  sus  pies  juntamente  con  k 
muger  y  los  hijos.  Ei^tonces  Marcio  exclama :  en  qué 
punto  me  habéis  contenido,  <5  madre ;  y  alzándola 
del  suelo,  y  apretándole  fuertemente  la  mano:  ven- 
ciste,^ le  dice,  alcanzando  una  victoria  tan  feliz  para 
la  patria  como  desventa jpsa  á  mí,  queme  retiro 
vencido  de  tí  sola.  Dicho  esto  habló  aparte  por  bre^ 
ve  tiempo  coa  la  madre  y  la  muger ,  y.á  su  ru^o  las 
volvió  á  mandar  á  JEloma.  Pasada  la  noche ,  se  retiró 
con  los  Volscos ,  que  no  todos  pensaban  de  él ,  ó  le 
miraban  de  una  misma  manera :  pues  unos  estaban  mal 
con  él  mismo  y  con. esta  acción,  y  otrps  ni  con  lo 
uno  ni  con  lo  otro ,  teniendo  mas  dispuesto  su  ánimo 
i  la  concordia  y  á  la  paz.  Algunos  habia  que  á  pesar 
de  estar  disgustados  con  lo  ocurrido  j  no  culpaban 
con  todo  áMarcio  ^  sino  que  le  creian  excusable ,  por 
cuanto  hi^ia  sido  combatido  de  afectos  tan  podero- 
sos. Mas  nadie  le  contradijo  ¿  sino  que  todos  le  si- 
guieron, mas  arrastrados  de  su  virtud  que  de  su 
autoridad!. 


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lIAmClO  CATO  COmiOlAMO.  93 

lEl'  imeblo  Romano  cuanto  fue  d  miedo  y  el 
^ligro  mientras  le  amenazó  la  guerra ,  otro  tanto 
sintió  de  regodeo  cuando  la  vio  disipada.  Pues  apenai 
los  que  estaban  en  la  muralla  Vieron  retirarse  á  los 
Volscos  I  al  punto  concurrieron  i  todos  los  temidos 
llevando  coronas  como  en  una  victoria ,  y  disponien- 
do sacrificios.  Señalábase  prindpalmeote  la  alegría 
de  la  ciudad  en  los  honores  y  obsequios  á  las  muge* 
res  9  del  Senado  y  de  la  muchedumbre ,  que  reccmo- 
oan  y  orofesaban  haber  sido  estas  la  causa  cierta  de 
su  salud.  Decretó  pues  el  Senado  que  lo  que  ellas 
mismas  propusieran  en  reconocimiento  y  gloria  suya 
aquello  ejecutaran  ks  autoridades;  mas  ninguna  otra. 
cosa  pidieron  sino  que  se  construyei^a  un  templo  á  la 
fortuna  femenil  ^  haciendo  ellas  el  gasto » y  no  ponien- ' 
do  la  ciudad  mas  que  lo  relativo  á  las  víctimas  y 
cuko  que  convinieran  i  los  Dioses.  El  Senado,  aun*» 
i¡Qt  aplaudió  su  zeloj  labró  el  templo  y  la  efigie  á' 
expensas  del  público;  pero  no  por  eso  dejaron  aque-' 
Has  de  recoger  dinero,  é  hicieron  otra  segunda  esta-* 
tua,  de  la  que  refieren  los  Romanos  que  colocada  eo- 
el  templo,  articuló  estas  ó  semejantes  palabras:  con 
fiadosa  determinacum  me  dedkásteis  las  mugeret. 

Corre  la  fábula  de  qué  por  dos  v^ces  se  oyó  esta 
voz ,  queriéndonos  hacer  creer  cosas  tan  monstruo* 
sas  y  difíciles :  pues  aunque  no  es  imposible  parezca 
á  la  vista  que  las  estatuas  sudan  y  derraman  lágrimas, 
supuesto  que  las  maderas  y  las  piedras  á  veces  con- 
traen cierta  suciedad  que  despioe  humor,  y  ademas; 
descubren  colores  y  reciben  tinturas  del  mismo  un- 
biente ,  con  las  que  puede  muy  bien  indicársenos ' 
algún  prodigio;  y  aunque  es  también  posible  que' 
las  estatuas  hagan  cierto  niido  semejante  al  rechina- 
miento ó  ál  suspiro,  proviniendo  aquel  de  una  fuerte 
rotura  ó  despegamiento  interior  de  las  partes;  con 
todo  es  enteramente  incomprensible  que  en  una  cosa 
sin  vida  se  forme  voz  articulada  y  una  habla  tan 


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94^  MABCIO  <^p  GOElOILAIf 0f 

ciprta^y'tan  determinada  y  tan  distinta:  cuando  ni 
:il  atma  ni  al  mismo  Dios  es  dado  articular  7  hablai^ 
sin  un  cuerpo  orgánico  y  dotado  de  las  partes  apro- 
piadas al  efecto.  Asi  cfuando  la  historia  nos  ^estrecbn 
con  muchos  y  fidedignos  testigos ,  e^  <]jue  seh^  /ejecutar 
4o  en  la  parte  imaginativa  del  9l¿ia4iina,cosa9sme)aQ?- 
te  á  la  sensación ,  y  ^ue  f^  tiene,  por  ^1 1  ú  modo  qae 
en  el  sueño  nos  parece  oír  Jo  que  no  oiqíos ,  y  ver  ío 

3ue  no  vemos;  sino  qne  (l  lof  $9pe|rs;(i(áQsa<Qente  pia«^ 
osos  y  religiosos  para  coa  los  pioles  j  yoneno  ^ 
atreven  á  desechar  o  repiigi^arnadade  taíef  hUtona^j 
lo  maravilloso  mismo  les  es  de  gran  peso  para  creer^ 
y.  la  idea  que  tieoen.4el  poder  de  JDios  muy  f uperr^ 
rior^l  nuestro.  Foirque.  en  nada  se  mfde  Qon  la  coQr-; 
dicion  humana  i^i  eii  la  naturaleza  i  ni  en  la  ínt^Urr 
gencla,  ni  en  la  fuer^;  ni  debe  t^^rse  por^xtraña 
que  haga  lo  que  á  nosotros  nos  es  ne^o  haqpíf  o 
que  venga  al  ^cabo  de  ^pbrfis  cqn  que  nosotros  no  po- 
demos salir;  sino  que  aventajándpnps  en  todo,  en  las 
obras  es  en  lo  que.  menos  $e  nos  )^  de  ^emejaf ,  y  en 
lo  que  menos  hemos  de  poder  serle  cpmpai:ados.  Mas,^ 
como  decia  Heraclito ,  en  las  cosas  divinas  la  descon- 
fianza es  la  que  mas  nos  estorba  el  conocerlas^ 

£n  cuanto  á  Marcip  no  bi^  hubo  4a4o  á  Ancio 
h  vuelta,  cuando  Talo,  que  por  miisdo  le  aborreció 
y  no  le  podia  sufrir ,  se  propuso  quitarle  prontamen- 
te del  medio ,  porque  si  ahora  escapaba^  i)o  volvería 
otra  vez  á  dar  asidero.  Concitó  y.  sublevó  cpntra  él 
á  otros  muchos,  y  le  intimó  que  diera  cuentas  á  Io$ 
Volscps ,  deponiendo  el  mando.  Mas  aquel,  temien- 
do quedarse  de  particular  bajo  la  autoridad  de  Julo,* 
que  siempre  conservaba  gran  poder  centre  sus  pon- 
ciudadanos  ,  respondió  que  entregap^i  el  mando  á  los. 
Volscos  si  se  lo  ordenasen ,  y  las  cuentas  las  presen- 
taría á  cuantos  de  estos  quisieran  pedirlas.  Congreñ 
góse  pues  el  pueblo ,  y  los  agitadores  que  se  tenían 
prevenidos  andaban ; acalorando  ^  la.piachedumbre]^ 


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IfAKCia  CATO  COHIOLAKOr  9f 

Ipas  como  luego  ^ue  Marcio  se  puso  en  pie  hubtesen 
por  respeto  cedido  los  alborotadores  y  dándola  lugar 
para  haoíar  con  tranquilidad ,  y  se  viese  bien  i  las 
<:lara$  que  los  principales  entre  los  Anciaf^,  con- 
tentos coa  la  paz ,  iban  á  oírle  con  benignidad  y 
á  juzgarle  en  |Qsticia ,  se  dio  Tulo  por  vencido  si 
aquel  se  defendía.  Porque  era  hombre  que  sobresalía 
en  el  don  de  la  palabra ,  y  sus  anteriores  servicios 
pesaban  mas  que  la  querella  presente ,  siendo  esta  mis- 
ma la  mayor  prueba  de  cuanto  era  lo  oue  se  le  de- 
bía: porque  no  hubiera  llegado  el  caso  oe  tenerse  por 
agraviados  en  que  no  hubiese  tomado  á  Roma  tenien- 
dola  en  la  mano,  si  no  se  debiera  al  mismo  Marcio 
el  haber  estado  tan  cerca  de  tomarla.  No  juzgaron 
por  tanto  conveniente  el  detenerse  y  contar  con  la 
muchedumbre  I  sino  que  alzando  gritería  los  mas  de- 
terminados de  los  conspiradores,  diciendo  que  no 
habla  para  que  escuchar  o  atender  á  un  traidor  que  los 
tiranizaba,  y  que  se  obstinaba  en  no  dejar  el  mando, 
se  arrojaron  en  gran  número  sobre  él  y  le  acabaron, 
sin  que  ninguno  de  los  presentes  le  socorriese.  Mas 
que  esto  se  ejecutó  contra  el  voto  de  la  mayor  parte, 
lo  manifestaron  bien  pronto,  concurriendo  de  las 
ciudades  á  recoger  el  cuerpo  y  darle  sepultura ,  ador- 
nando con  armas  y  despojos  su  sepulcro  oor  prez 
de  su  valor  y  de  la  dignidad  de  General.  Sabida  por 
los  Romanos  su  muerte ,  nincuna  demostración  hi- 
cieron ni  de  honor  ni  de  enojo  con  él ;  solamente  á 
petición  de  las  matronas  les  concedieron  que  le  hi- 
cieran duelo,  por  diez  meses ,  como  era  costumbre 
hiciese  duelo  cada  una  en  la  muerte  del  padre,. del 
hijo  ó  del  hermano:  porque  este  era  el  termino  del 
luto  mas  largo ,  señalado  y  prescrito  por  Numa  Pom- 
pflio,  como  en  la  relación  de  su  vida  lo  manifesta- 
mos. Entre  los  Volscos  muy  luego  el  estado  de  sus 
cosas  hizo  ver  la  falta  que  Marcio  les  hacia :  porque 
primero  indisponiéndose  por  el  mando  con  los  Ecuos 


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96         ,        MAÁCIÓ  CAYO  CORlOtANO; 

SUS  aliados  y  amigos  y  llegó  á  haber  entre  ellos  herí--* 
das  y  muertes ;  y  después  vencidos  en  batalla  por 
los  Romanos,  en  la  que  murió  Tulo,  y  perdieron 
lo  mas  florido  de  sus  tropas ,  tuvieron  que  sokneter* 
se  con  condiciones  vergonzosas  I  prestándose  á  hacer 
lo  que  se  les  ordenase. 


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97 

.    COMPARACIÓN  DE  ALCIBIA]»S  T  CORIOtANO. 

,  Re&ridos  de  estos  dos  varones  aquellos  hechos 
que  oos  han  parecido  dignos  de  expresarse  y  recor*»* 
darse;  en  los  militares  nada  se  descubre  que  pueda 
inclinar  la  balanza  ni  á  uno  ni  á  otro  lado;  porque 
ambos  en  esta  parte  dieron  con  mucha  igualdad  eo 
sus  mandos  repetidas  prud>as  ^e  valor  y  denuedo, 
de  industria  6  inteligencia  en  las  artes  de  la  goerra; 
ano  que  alguno  quiera,  á  causa  de  que  Alcibiades 
en  tierra  y  en  mar  salió  vencedor  y  triunfante  en  ' 
muchas  batallas ,  declararle  por  mas  consumado  ca«- 
pitan»  Por  lo  demás  el  haber  manifiestamente  mqo- 
rado  las  cosas  domáticas  mientras  estuvieron  presen* 
tes  y  mandaron;  y  el  haber  estas  decaído,  mas  co- 
nocidamente  todavía ,  cuando  se  pasaron  á  otra  par- 
te, fue  cosa  que  se  verificó  en  entrambos.  En  cuanto 
i  'gobierno ,. en  el  de  Alcibiades  los  hombres  de  jui^ 
cío  reprendían  la  poca  formalidad ,  y  no  estar  exen« 
to  de  adulación  y  bajeasa  en  sus  obsequios  i  la  mu- 
chedumbre ;  y  el  de  Marcio  enteramente  desabrido, 
orgulloso  y  exclusivo  incurrió  en  el  odio  del  pue- 
i>Io  Romano.  Asi  ni  uno  ni  otro  manejo  es  para  ser 
alabado;  pero  el'  de  quien  se  abate  á  adular  al  pue^ 
blo  es  menos  vituperable  que  el  de  aquellos,  quepof 
DO  parecer  demagogos  ,>  insultan  á  la  muchedumbre: 
porque  el  lisonjear  á  la  plebe  por  mandar  es  cosa 
indecente ;  pero  el  dominar  haciéndose  temible,  ve- 
jalado   y  oprimiendo  >  sobie  indecente  cís  ademas 

Íl^}UStO. 

Pues  que  Marcio  era  sencillo  y  francoen  su  con- 
ducta, y  Alcibiades  solapado  y  falso  en  tratar  los 
iiegocios  póblicos ,.  nadie  hay  que  lo  ignore ;  pero  en 
este  lo  que  sobre  todo  se  acusa  es  la  malignidad  y 
dolo  conque  engañando, como  Tucidides  refiere,  á 
ios  embajadores  de  :£sparta  desvaneció  la  paz ;  mas 
fOMÓ  ií.  '  ■  -  o 


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9$^     COMPAItAG.   DB    AlCIBIAD.  Y  GORIOL. 

aunque  ¿ste  paso  precipitó  otra  vez  en  la  guerra  á  la 
ciudad  f  hizola  mas  poderosa  y  roas  temible  con  la 
alianza  de  los  de  Mantinea  y  ios  de  Argos,  que  el 
mismo  Alcibiades  negoció,  x  que  también  Marcio 
suscitó  con  dolo  la  euerra  entre  los  Romanos  y  Vols-; 
cos^  calumniando  a  los  que  contorrian  á  los  espec- 
táculos» nos  lo  dejó  escrito  Dionisio;  y  por  ia  cau- 
sa vino  á  ser  su  acción  mas  reparable,  pues  no  por 
emulación ,  y  por  contienda  y  disputa  de  manda 
como  aquel,  sinopor  solo  ceder  i  la  ira,  coa  la  que 

Xn  sentencia  de  Dion  nadie  se  hizo  jamas am^le, 
rotó  mucha  parte  de  la  Italia ;  y  por  solo  el 
encono  contra  su  patria  arruinó  niuchas  ciudades, 
contra  las  que  no  podia  haber  queja  alguna*  Tam- 
bién Alcibiades  fue  por  puro  encono  causa  de  mu- 
chos males  á  sus  conciudadanos;  pero  en  el  momen^ 
to  que  los  vio  arrepentidos,  ya  los  perdonó :  y  ar- 
rojado segunda  vez  de  la  patria  f  no  cedió  á  los  Gene- 
rales que  tomaban  una  errada  determinación ,  ni  se 
mostró  indolente  al  ver  su  mal  acuerdo  y  su  peligró,^ 
sino  qué,  como  Arístides  es  celebrado  por  lo  que 
hizo  con  Temistccles ,  esto  mismo  fue  lo  que  ejecu- 
tó ,  avistándose  con  los  que  entonces  tenian  el  man- 
do, sin  embargp  deque  no  eran  sus  amigos,  é  in- 
formándolos é  instruyéndolos 'de  loque  convenía; 
cuando  Marcio  hacia  daño  en  primer  lugar  á  la  ciu- 
dad toda,  no  habiendo  sido  agraviado  de  toda  ella, 
sino  antes  habiendo  sido  injuriada  y  ofendida  con 
él  la  parte  mas-  principal  'V  poderosa;  y  ademas  de 
esto  con  no. haberse  ablandado  y  cedido  á  repetidas 
embajadas  que  conjuraban  su  ira  y  $u  enfurecimien- 
to, manifestó  bien  á  las  claras  que  no'^  era  su*  ánimo 
recobrar  la  patria  y  procurar  su  vuelta ,  sino  que 
para  destruirla  y  arrasarla  le  movió  una  guerra  cruel 
é  irreconciliable.  En  esto  fanibien  dirá  cualquiera 
haberse  diferenciado ,  que  Alcibiades  per^guid^'  y 
acechado  por  los  Esparciatas ,  Üe  miedo  y  ódk>  sa 


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GQlCBik&ACc  IXHr  ñlGtKAak   T:  GOEIOl. 

fáióit  los  Atemeoses;  jr  en  Mircio  no  estuvo 
el  dejtr  á  loa  Volscos  qoe  en  toda  k  tovieron  oon- 
sídetáck»;  pocqiie  le  Dombnuroo  su  Genend ,  y  go»$ 
entre  ellos  de  grmn  oonfitnsa  y  graa  poder ;  no  co<* 
jBo  di  primero  I  ^uejduisftndo  mas  bien  que  usando 
de  él  los  Ijcedeoionios^.  entretenido  en  la  ciudad^ 
y  maltratado  de  noeTo^enel  eíército,  por  ultimo 
tmro^oe  arrojacse  en  manos  dsTisafemes:  i  no  que 
se.d^  que  aadaba  contemplando .á  Atenas,  para 
que  no*foese  del  todo  destruida^  por  el  deseo  que 
aiampie  le  quedaba  de  Tohrer. 

¿a.  coamo  al  dinero »  de  Alctbiades  se  cuenta 
baberle  tomado  con  nota  mnchai  veces  de  los  que 
•uerian  regalarle»,  y  haberlo  malgastado  en  lujo  y  en 
oisoiiiciones ;  coandó  dándosele  á  Mardo  con  honor 
los  Generales  9  no  pudieron  convencerle ;  y  por  esto 
mismo  se  hizo  mas  odioso  á  la  muchedumbre  en  los 
altercados  que  sobre  las.  usuras  ocurrieron  con  la 
plebe,  como  que  no  por. utilidad  propia ,  sino  por 
enemiga  y  desprecio  era.contrario  a. los  pobres.  An- 
iipatro  en  uaa. carta  que  escribió  sobre  la  muerte  d^i 
filosofo  Arbtdieles  dice  entré  of ras  cosas:  tuvo  este 
gran  varón  hasta  el  don  de  llevarse  tras  si  las  gentes; 
y  ea Maroioel faltarle  esta  gracia  hizo  sus  acciones 
y  sus.  virtudes^poco  aceptas  á  los  miknos  que  eran 
de  éli>eneficiados ,' no  pudiendo  agpaniar  su  altane^ 
mv  y  aquel  amor  propio  que  en  lensir  de  Pkton 
va  síentpre  coq  el  poco  trato.  Mas.  .por  qL  contrario, 
ea' AlcibiadeS'^que  sabia  sacar  partido  de  cuantos  se 
le  acercaban  ^  nada  eictrano  era  quie  sus  felices  he** 
ehosrtiicanzasen.'UBa.  briliante  gloria  acompañada  de 
benetoienciai.y.i^honov;  ovando  no  pocas  veces  aU 
guoós  de. SUS  yernos. encontraron  ¡gracia,  y.  aplañsor. 
i>e>  aqui  es  -qae  dsc^,  cof  haber  causado .  no  pocos 
daños  ni  ^  iiWiÁ  cosas á  la  ciudad,  sin  embargo 
muchas  veces  fiternombcado caudillo  y. .General;  y 
aquel. coa  pedia: una  .magistratura  qnny  oorrespon«> 

6  2 


59k^íG9B 


loo     COMPARAiC.  0B  ALCIBIAD^  T  C6llIÓt. 

diente  á  sus  sobresalientes  hechos  y  virtudes ,  sevié: 
desairado:  asi  di  uno- ni  ana  ctnoulo  recibían  daño* 
podían  aborrecerle  sus  conctadadano^;'  y  ai  otro* 
aun  cuando  le  admiraban  no  podían  amarle. 
. .  Marcio  pueé  encada  fue  útil  ¿  su -ciudad  re-*, 
vestido  de  mando,'  sino  mas' bita  ¿los  enemigos^ 
contra  su  propia  patria;  cuando  táon  ÁlcibiadeSf-^ 
ya  yendo  al  mando  de  otros^  y  ya:  mandando  ¿1^- 
.tuvieron  ventaja  los  Atenienses;  y  lo. que  es  mien^ 
tras  se  halló  presente,  doiaiioó  cómo  quiso  á  ais 
enemigos,  no  prevaleciendo  las  calumnias,  smo  «» 
su  ausencia.  Fero  Marcio'.presente  íiie  condenado 
por  los  Romanos ,  y  préseme  Je  acsri>aron  los  Vols^ 
eos:  verdad  es  que  fue  injusta,  y  abominablemente; 
mas  él  mismo  les  .dio  armas  con^que  defenderse, 
por  cuantp  no  habiesdo  admitido  Uí  paz  propuesta 
publicamente,  cedió  á  particulares  ruegos  de  unas 
mugeres,  no*  deponiendo- la^enemistad,  sino  malo- 
grando y  deistruyendo  la  sazón  oportuna  de  la  guer^ 
ra  que  quedo. ^pendiente, :.pues  hubiera  sido  razoa 
ique  se  hubiese: puesto  de  acuerdo: con  los  que  de  ¿1 
se  fiaron ,  si  de>  la.  justicia  que  les  era  debida  hu*^ 
biese  hecho  alguna  .cuenta. 

Mas  si  en  la  suya  no  .-entraron  pañi  nada  los 
jVoIscos^  y  solo  con  el  deseo  de  sadar  su  cólera  acá** 
loro  primero  Ja  gjuerrá  y  después,  la  entibió,  no.  es*^ 
tuvo  bien  que.poor  la  madre  perdcmase  á.  la  patria, 
^íno  con  esta,  también  á  la  madre;*  poestoqué  esta 
y  la  esposa- eran  una  parte  de  la  ciudad  que' sitiaba* 
-rúes  el  haberse  habido  inhumanamente  con  los  me^ 

S9  y  suplicas*  de  los  embajadores  y :con  kstipeccés 
los  sacerdotes,  I  y  luego  pMioeder;á,i.Ia.maOTe:da 
jeetirada ;  esto  no*  fue  honor  de  la^ina^re  ^¿sinó  afiren^^ 
ta^e  la  patria-,  rescatada  pcnr  pl  «duelo  y  eliademáá 
de  una  soiá  mugér,'comó  sLno  fmera  por  sí  misma 
dígita  de.que^ela  salvase:  gracia  ^e  debió  ser' mal 
vista,  y  que  fue  en  ^verdad  cruel  y  sid'agradednüea^ 


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COMT^ABAC.  OB  AtÚIlIADi   T  OO&IOL.    XOl 

to»  no  habtéiidose  hedió  reconeiidable  ni  i  los  uno» 
ni  á  los  otros;  pues  que  se  retiró  sin  tener  conde»* 
beodendá  cooú^Ios  combatidos »  y.  sin  Ja  aprobacioi^ 
de  los  que  con  él  oombátían ;  de  todo  lo  cual  fue 
causa  lo  intratable  y  demasiado  arrogante  y  sober- 
bio de  su  condición ;  pues  siendo  ya  esto  por  sí  mis- 
ino muy  incómodo  i  la  niuchedumbrey  si  se  junta 
con  la  ambición  I  se  hace  enteramente  desabrido  6 
Intolerable :  porque  los  tales  no  tiran  i  congraciarse 
con  la  muchedumbre,  haciendo  que  no  aspiran  i  los 
honores;  y  después  se  ponen  desesperados  cuando 
no  los  alcanzan.  También  tuvieron  esta  partida  de 
no  ser  obsequiosos  y  amigos  de  adular  á  la  muche- 
dumbre Mételo,  Arísti(£es  y  Epaminondas;  pero 
porque  de  veras  no  seles  daba  nada  de  aquellas  co-« 
sas  que  la  plebe  es  arbitra  de  darlas  ó  de  quitarlas, 
desterrados  muchas  veces,  desatendidos  y  condena- 
dos ,  no  se  enojaron  con  sus  condudadanos  poco  re- 
conocidos; y  después  cuando  los  vieron  mudados, 
se  mostraron  contentos,  y  se  reconciliaron  con  los 

aue  los  fueron  á  buscar :  porque  el  que  menos  tiene 
e  condescendiente  con  la  muchedumbre ,  menos  de* 
be  mostrarse  ofendido  de  ella;  pues  el  incomodarse 
mas  de  no  alcanzar  los  honores,  nace  predsamen^ 
te  de  haberlos  apetecido  con  mas  ansia. 

Alcibiades  pues  no  negaba  que  le  era  muy  sa- 
tisfactorio verse  honrado,  y  que  sentía  ser  desaten- 
dido; y  por  tanto  procuraba  ser  afable  y  halagüeño 
con  cuantos  se  le  presentaban ;  pero  i  AÍarcio  su  or- 
gullo no  le  permitió  hacer  obsequios  á  los  que  po- 
dían honrarle  y  adelantarle ;  y  al  mismo  tiempo  la 
ambición  le  hizo  irritarse  y  enfadarse  cuando  le  des- 
atendieron. Y  esto  es  lo  único  que  puede  mirarse 
como  culpable  en  tan  esclarecido  varón ,  habiendo 
sido  todos  los  demás  hechos  suyos  sumamente  bri- 
llantes ;  y  en  cuanto  á  la  templanza  y  desprendi- 
miento del  dinero  era  digno  de  que  se  le  comparara 

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It)l'  COUPARAC.  ilE'  AI^CJBXAI».  X'<SO1t|01.¿ 

con  los  mas  excelentes  y  mas  iñt^os^e  los  grie- 
gos ^  y  no  con '<A:lcibÍ8des's!imameftte  rolado  en  estos 
pantos ,  y  que  bada  muy  pocacoentaíide  la  virtud* 


,  <>'■  ",  '' 


V   ; 


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£ste  ert  el  ettado  de  loi  SiracBStooi  «ates  de 
^ne  Tinioleon  fbese  enviado  á  Sictlit.  Dion  había 
conseguido  arrojar  de  Sicilia  á  Dionisio  el  tirano; 
pero  muerto  él  mismo  con  una  alevosía »  entf6  k 
división  entie  los  qne  oon  Dion  habían  libertado  i 
los  Siracnsanos;  y  la  ciudad »  pasando  sin  intermi^ 
ñon  del  dominio  de  uno  al  de  otro  tirano »  estuvo 
en  muy  poco  qqe  no  sé  despoblase.  En  lo  restante 
<fe  la  Sidlia  una  parte  habia  mudado  de  forma  y 
quedado  sin  ^pueblos  i  cansa  de  las  guerras ,  y  elma«- 
yor  ntimero  de  las  ciudades  estaban  en  poder  de 
soldados  colecticios  y  aventureros,  abandonándolas 
fácilmente  los  que  en  ellas  mandabui.  Al  año  décT*- 
mo ,  reuniendo  Dionisio  algunos  extrangeros »  y  lan- 
zando al  tirano  Neseo  que  estaba  entonces  apodera- 
do de  Siracnsa,  volvió  de  niKvo  á  ponerse  al  frente 
de  los  negocios;  y  si  estraño  había  sido  que  con 
muy  pocas  fuerzas  se  le  hubiese  hecho  perder  la  ma«- 
yor  de  las  dominaciones  que  entonces  existían ;  mas 
estraño  fiíe  todavía  que  de  desterrado  y  abatido  hu- 
biese vuelto  á'  hacerse  dueño  de  los  que  le  desecha- 
ron. De  los  Siracusanos  pues  los  ^ue  se  mantu- 
vieron en  la  ciudad  quedaron  esclavizados. á  un  ti- 
nno,  qué  no  siendo  de  súyt>  nada  benigno ,  tenia. 
ademas  exulcerado  entonces  su  ánimo  con  las  des- 
gradas; y  los  principales  y  mas  distinguidos,  aco- 
giéndose á  Iquetes ,  sobresaliente  en  autoridad  entrb 
k>s  Leominos,  se  pusieron  enteramente  en  sus  ma- 
nos, y  le  eligieron  caudillo  para  la  guerra «  en  me- 
dio de  que  no  era  mejor  que  los  que  abiertamente 
se  decían  tiranos ;  sino  que  no  tenían  otro  recurso ,  y 
prefirieron  dar  su  confianza  á  un  Siracusano  de  ori- 
gen,  que  reunía  una  fuerza  proporcionada  contra  el 
tirana 


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X04'  TIMOLBOV. 

Como  en  aquella  misma  sazón  TÍníesen  contra  la 
Sicilia  coa  una  fuerte.armada  los  Cartagineses » enso- 
berbecidos con-  su  buena  suerte ,  temerosos  los  Sici- 
lianos resolvieron  enviar  embajadores  á  la  Grecia,  6 
implorar  el  auxilio  de  los  de  Corinto ,  no  solamente 
por  el  deudo  de  un  mismo  origsn^  y  porque  mochas 
veces  habian  sido  de  ellos  favorecidos  en  iguales  ca- 
sos ,  sino  por  saber  que  generalmente  aqudla  ciudad 
habla  sido  siempre  tan  amiga  de  la  libertad,  como 
enemiga  de  los  tiranos ;  y  ^e  la  mayor  parte  tfe 
sus  peligrosas  guerras  las  babia  sostenido ,  no  por 
ideseo  y  ambición  de  mando ,  sino  por  la  libertad 
de  lo»  Griegos*  Iquetes  f  cuya  mira  en  el  mando  era 
'la  tiranía,. y  no  la  libertad  de  los  Siracusanos,  yü 
entonces  tenia. relaciones  secre^s  con  los  Cartaginés 
^s ,  aunque  en  público  hablaba  en  favor  deios  Siracu- 
•sanos ,.  y  habia  enviado  también  embajadores  al  Pelo^ 
poneso:  no  porque  quisiera  que  viniera  auxilio  de 
aquella  parte,  sino  con  la  esperanza  de  que  si  los  de 
Corinto  no  se  movían  ¿  dar  este- socorro,  como  era 
natural,  por  las  disensiones  y  contiendas  de  los  Grie- 
gos ,  podría  mas  fácilmente  hacer  dueños  dé  los  ne- 
gocios á  los  Cartagineses,  y  tenerlos  por  aliados  y 
auxiliares  contra  los  Siraoosanos  >  ó  contra  el  tirano: 
4uinqae  estas  cosas  se  descubrieron  un .  poco  mas 
•adelante. 

Al  arribo  de  los  embajadores  los  Corintios  >  ^cos-^ 
tumbrados  siempre  á  ser  rogados  de  sus  x^oionias ,  y 
especialmente  de  la  de  los  -  ^racusanos ,  como  áfer- 
tunadamente  no  hubiese  antonces  entre  los.Griegos 
nadie  que  los  incomoduse  i  hallándose  enLplena  paz 
-y  sosiego  í^  decretaron  socorrerlos  con  todo  empeño. 
Meditaban  sobre  el  General  que  enviarian ;  y  escri- 
biendo y  proponiendo  los  magistrados  á  aquellos 
que  mas  se  esiorzaban  por  sobresalir  en  la  ciudad, 
levantóse  uno  entre  ellos ,  é  indicó  á  Timoíeon  el  de 
Timodemo ,  no  porque  todavía  manejase  los  negocios 


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nvcMLBov.  105 

piUioos,  ¿  jndierftcoocelñrse  en  él  tal  esperania  y 
tal  desea,  vím:^  qoe  fue  ium  casual  ocuffenda,  ins* 
pirada  q&ízá  poralgon  Dios:  ¡tal  fue  la  buena suer^» 
fe  que.  para  ia  elaccíoa  siguió  al  punto  á  esta  pro* 
puesta^  7  tanta  la^  gracia  que  brilfó  después  en  sus 
4K?GÍoiiesy  dando  grande  realce  á-  sü  virtud !  £1  era 
iUstra  en  la  ctnmd  por  sus  padKs  Timodemo  y 
Démazisia;  anuate  oe  la patriai  y  muy  dulce  de 
xxMdicioo,  solamente  enemigo  irrecondüable  de  los 
sítanos  y  de  los  malos.  Para  las  cosas  de  la  guerra 
leicibíó  de  la  natutakza  una  tan  bien  templada  dis^ 
•posición ,  que  sietodo  jóyen^  manifestó  mucho  juicio, 

L declinando  ya  la  edad,  no  fue  menor  su  valor  en 
í  ocasiones*  Tuvo  un  hermano  mayor  llamado  Ti* 
mofanes,  que  en  vez  de  serle  parecido,  era  temera- 
rio,  y  « lud>ia  dejado  alucinar  del  deseo  de  la  monar- 
jqfÁz  por  malos  amigos  y  por  soldados  extrangeros, 
^ue  tenía  siempre  consigo;  siendo  por  otra  parte, 
sc^gutt  parecía,  intrépido  y  despredador  de  los  peli- 
gros en  la  milicia  f  que  era  por  lo  que  habiendo  ga*> 
nado  entre  los  ciudadanos  fama  de  b<Mi¿re  activo  y  . 
i>uen  militar,  se  habia  bedio  nombrar  para  el  man- 
áo.  Aun  en  esto  leserviade  mucho  Timoleon ,  ocuU 
iaoda  riempre  sos  yerros ,  6  haciéndolos  parecer  roe-*  \ 
llores»  y  dando  brillantez é  incremento  á  las  buenas 
xalidades  aue  redbió.de  la  naturaleza. 
-  En  la  oatallaque  los  Corintios  tuvieron  con  los 
Argivos  y  Cleoiieos ,  á  Timoleon  le  cupo  pelear  con 
la  mfanteria,  y  á  su  hermano,  que  mandaba  la  ca«r 
.fcallería,  le  soorevino  un  repentino  pelíero;  porque 
le  derribó  el  caballo,  cayendo  herido  a  la  ixirte  de. 
los  enemigos ;  y  de  sus  camaradas  usos  se  aispersa- 
jron  al  punto  sobrecogidos  de  miedo,  y  otros,  aunque 
IK>  abandonaron  el  puesto,  peleando  pocos  contra 
jnucfaos,  con  dificultad  se  defendían.  Timoleon  pues 
luego  que  entendió  lo  sucedido  corrió  en  su  auxilio, 
^.  oponiendo  el  escudo  del  rendido  Timofanes,  aco-^ 


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io6  tiMouoac 

fado  con  los  dallos  y  con  lo%  agolpes  que  ^e  cerca 
se  dirigían  contra  su  cuerpo  y  oontija  las  armas ,  ahn- 
yento,  no  sin  gran  trabajo ,  á  loa  enemigos^  y  sahró 
al  hermano.  A  poco  los  de  CorintOy  temerosos  no  les 
sucediese  lo  ^ue  antes  de  parte  dé  sus  aiiadosy  qoe 
íbe  perder  la  ciudad  y  decretaron  mantener  cuatro- 
cientos  eictrangeros,  y  nombraron  caudillot>de  ellos 
á  Timofiínes ;  mas  este ,  olirídado  á^  toda;  hoóestidad 
y  justicia » inmediatamente  emp0z<$>á  trabaftr  pof  y^^ 
ducir  la  ciudad  á  su  dothí nación ;  y  qoit^ndd  déf 
medio  sin  forma  ninguna  de  juroic»  á:  muchos  de  !o^ 
ciudadanos  mas  "principales»  y  $e  erigid  abiertamente 
en  tirano.  Sentíalo  extraordinariamente  Timoleon,  y 
mirando  como'sur: mayor  desgracia  la  perversidad 
-del  hermano,  procuro  hablarie*  y  exhortarle  á  que 
■desistiendo  de  la  locura^  infelicidad  de  semejante 
proyecto,  yieiia  el  modo  de  enmendar  el  yerra  co- 
metido contra'^sus  conciudadanos.  Oyóle  aqoel  con 
indignación  y  desprecio;  y  él  efttonces,  tc^mandó 
<:onsigo  de  los  de  ú  fdmilia  i  Es^jiíílo,  que  era  heir- 
tnano  de  la  muger  de  Timofanes^  y  de  los  amigos  á 
iin  agorero,  que  Teoponipo  'dice  íér- su  nombre  Sá- 
tiro, y  Eforoy  Tímeo  Ortágorasi  después  de  ha-^ 
ber  pasado  algunos  dias ,  subió  de^mievo  i  ver  al  her^ 
mano^  y  rodeándole  los  tres ,  le  rojgaban,  y  con  t^ 
zones  le  persuadían -á  que  se  arrepintiera  de  su  pré^ 
pasito;  mas  como  Timofanes  al  principio  les  res- 
|>ondiese  con  mofai,  y  después  se  irrítase  y  enfa- 
dase con  ellos,  Tímoleon  $e  retiróla  un  lado,  y 
cubriéndose  con  su -ropa,  lloraba  su  desgracia;  pero 
.'los  otros,  desenvainando  las  espadas,  dieron  muy 
pronto  cuenta  de  él. 

Divulgase  el.  hecho ,  y  los  Corintios  de  mas  jui- 
cio celebraban  ¿n  Timoleon  su  aversión  á  lo  malo  y 
«u  grandeza  de  alma,  por  cuanto  siendo  hombre  bue^ 
no  y  recto ,  antepuso  la  patria  á  su  casa ,  y  lo  ho- 
nesto.y  lo  justo  á  lo  átil,  salvando  al  hermano  mienr 


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tras  se  £stingBÍ¿  enddeasi  de  la  Mtrla,)r  ooncur* 
riendo  á  súiBiierte  cuando  traté  oe  oprimirla  y  es«- 
claviauria;  pero  los  que  no  pueden  vÍTÍr  en  la  demo* 
cractaraooscombradosá  estar  pendientes  del  sem* 
biante  de  lea-soderosos,  al  paso  que  fingían  haberse 
alegrado  con  la  muerte  del  tirano,  desacreditaban  i 
Timoleoñ  como  autor  de  un  Kécbo  impío  y  at roc$ 
coa  lo  que  lé  hicieron  caer  en  desaliento.  Supo  lue«- 

fo  qne  la  madre  también  se  halña  indignado »  y  ha^ 
ia  prommpido  contra  ét  en  execraaones  terribles 
y  espanto^;  y  como  yendo  á'  aplacarla  i  no-  hubie*- 
se  aquella  consentido  ni  siquiera  verle,  y  antes  hu- 
biese mandado. cerrarle  la  puerta,  contristado  en^ 
toncesrhasu  lo  «sumo,  y  saliendo  de  juicio^  resolví^ 
quitarse  la  vida  con  pehusar  toniar  alimento ;  pero 
no  perdiéndole  de  vista  los  ami^s,  y  agotando  con 
él  todo  mego  y  todo  medio  de  contenerle ,  deter* 
miod  Tivir  retirado  huyendo  d^l  bollicio ,  y  enterad- 
mente  se  apartó  del  gobierno,  tanto,  que  en  los 
primaros  tiempos  ni  siquiera  venia  á  la  ciudad,  9Í<*- 
flo  que  pasaba  una  vida  infelia  tf  inquieta  en  las  mas 
desiertas  soledades. 

De  esta  mañera  los  jotcios ,  si  no  dominan  á  las 
acciones ,  tomando  seguridad  y  fuerza  de  la  razoA 
j  de  la  filosofía ,  fluctúan ,  y  son  fácilmente  trastor*- 
nados  por  cualesquiera  alabanzas  á  reprensiones ,  desf 
tiruidosdel  fundamento  del  discurso  propio;  por* 
que  no  basta  que  la  acción  sea  honesta  y  justa ,  sino 
que  es  menester  que  el  dictamen ,  según  el  cual  se 
emprende,  seafitme  ¿incontrastable,  para  que  obre- 
nos  con  meditada  resolución ;  y  no  suceda  que  asi 
^x>mo  los  glotones  se  abalanzan  con  repentino  apeti^ 
to  á  los  manjares  que  tienen  á  la  vista ,  fastidiándo- 
los luego  que  se  han  hartado ;  de  la  misma  manera 
nosotros,  ejecufbdas  tas  acciones^  nos  desalentamos 
por  debilidad,  marchitada  ya  entonces  la  opii>ion 
y  apariencia  de  la  viiPtud*  Porqué  el  arrepen^imien- 


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So8  .TIMOZ.BOKS 

to.  hace  indecoroso  lo  mas  faonestameiite  ejecutado; 
cuaodo  la  determinación  apoyada  «n  la  ciencia  y  el 
ntcicícimo  nunca  se-nuida,  aunque.iofi  efectos  no 
correspondan.  Por  .eso  Foción  el  Ateiñensey.qaese 
{labia  opuesto  á  los  proyectos.de  Leottcnes»  cuando 
apareció  que  este,  kabia  «salido  conellds,  y  vio  á  los 
Atenienses  que  hactah. sacrificios »  y  estaban  muy 
hinchados  con  la  victoria»  dijo  qiiei  iuen  quisiera 
que  por  él  se  hicieran  aquellas  d^mostmcáones;  pe- 
lo que  no  mudaba  de  conse)o.:  siendo 'aun  mas  de- 
cisivo lo  ocurrido  con  Aristides  Locrio»  tino  de  los 
JUnigQS  de  Platón ;  el  cual ,  habiéndole  pedida  Dio- 
nisio el  mayor  á  una  de  sus. hijas  por  ntuger»  res- 
pondió |.  mas  quisiera  ver  muerta  á  mi  'hijay  que  ca- 
cada Qon  un  tirano  f  y  después ,  habiendo  hecho  Dio- 
nisio al  cabo  de  .poce»  tiempo  dar  muerte  á  sus 
hijos  y  y  preguntándole  por  insulto  si  esti^  toda- 
vía en. el  mismo  propósito  en  cuanto  á^la. concesión 
de  la  hija,  .le  contestó  que  aunque-  sentia  mucho 
lo  sucedido ,  no  se  arrepentía  de  su  anterior  respues- 
^:  mus  estos  rasaos  quizá  son  de  unárvirtud  mas  ele- 
vada y  mas  perfecta. 

Timoleoñ  de  résujtas  de  -lo  Sucedido  con  el  her- 
mano, bien  fuese  de  pesar  por  su.rekuerte»  ó  bien 
de  rubor  á  causa  de  la  madre »  quedó  tan  qu@bran« 
íadp  y  decaído  de  ánimo»  que  en^unos  veinte  anos 
no  tomd  parte  en  negocio  ninguno  público  ó  de  al-^ 
/'guna  consecuencia;  fnas  Ueaado  el  11a90r.de  ser  pro- 
puesto y  de  reoibiriobjen  el  pueblo  é^interponer  su 
autoridad ,  TelecUdes »  que  entonces  sobresalta  en  la 
ciudad  en  poder  y  tiomm'adía ,  se  levantó  en  la  jun- 
ta y  exhortó  á  Timoleoñ  á  mostrar»  varón  recto  y 
generoso  en  sus  acciones:  porque  si  tepónduces  bien^ 
le  dijo,  juzgareiíiQ^  que  fue  á  un  tirano  á  auien  con<^ 
curriste  á  dar  la  muerte;  pero  si  te  conduces  maU 
á  tu, hermano.  Odiábase  Timoleoñ  en, disponer  el 
embarque  y  reunir  tropas,  cuando,  llegaron  á  los 


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Tnioivoif*  Y09 

Cotíhúos  cartel  de  Iquetes  que  daban  indicios  de  sa 
mudanza  7  su  traición ,  pues  apenas  envió  ios  emba- 
jadores y  cuando  trató  abiertamente  con  los  Carta- 
ginesesyconnniendo  coaeilos  en  que  arrojarían  á  Dio- 
nisiade  Siracnsa  >  y  él  quedaría  de  tirano ;  y  temien- 
do no  ínera  que  si  libasen  antes  las  tr<^as  y  d  «<- 
neral  de  Corinto  descompusieran  sus  planes ,  diri- 
sio  á  los  de  Corinto  una  carta ,  en  que  les  decia  no 
B¿XT. necesidad  de  ^ue  se  incomodaran  é  hideran 
^tos  nav^ando  á  Sicilia  y  oorrieado  peligros :  pue^ 
to  que  los  Oiru^eses  se  oponían  y  harían  resisten- 
cia i  sus  fuerzas  con  ^an  número  de  naves;  y  él 
por  su  taidanza  se  habu  visto  en  la  precisión  de  ha- 
cer con  aquellos  alianza  contra  el  tirano.  Leida  esta 
carta 9. si  antes  había  habido  entre  los  Corintios  al- 
gunos que  mirasen  con  frialdad  la  expedición ,  en- 
tonces el  enc^o  contra  Iquetes  los  acaloró  á  todoa» 
de  numera  que  con  el  mayor  empeño  faabiBtaron  á 
Timoleon,  y  le  ayudaron  á  realizar  el  embarque. 

'  Prontas  ya  las  naves  y  provistos  los  soldados 
de  cuanto  necesitaban ,  paredóles  á  las  sacerdotisas 
de  ProserjHoa  haber  visto  entre  sueños  que  las  iMo- 
sais  se  disponían  para  una  romería »  y  haberles  oido 
dedr  que  se  proponían  acompañar  á  Timoleon  i  Si- 
ciiia^  por  lo  cual ,  aparejando  los  Corintios  una  na- 
.w  ¿agrada,  la  llamaron  ki  de  las  dos  Diosas.  Mas 
Tkaoleon  pasó  á  Delfos,  donde  hizo  sacrificio  al 
'I>ios  y  y  cuando  bajaba  .al  ■  lugar  de '  los  oráculos 
ocurrió  un  prodigio:  porque  desprendiéndose  y 
irolandosc  de  entie  .las:presentallas  que4ilü  estaban 
aospendidas  una  venda  y  en  que  había  bordadas  co- 
ronas y. victorias >  vino  á- caer  sobre  b. cabeza  de 
Ximoleon ,  como  dando>  4  entender-  qile  xra  enviado 
á  la  expedición  coronado jpor  la  mano  del  ']>íos.  Te« 
siendo  pues  siete  naves  (Joriotias,  dos  de  Corfú ,  y 
dando  iosLeocadios  la  décinu  nave ,.  con  elias  dio 
la  vela  ^Ky-^hallándose  i  la  noche  en  -alta  qarikva^ 


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XfOr  TIMOtBOXr. 

do  de  iaVórable  viento ,  parecid  que  de  repente  se- 
rasgó  el  cielo ,  enviando  sobre  la  nave  oaa^an  co* 
kimna  de  fuego  resplandeciente  $  y  que  .alzada  en 
alto  una  antorcha  seotqante  4  las  de  los  misterios^ 
y  siguiendo  el  mismo  curso  ^  vino  á  fijarse  eo  el 
punto  de  Italia  hacia  el  que  dirijan  ^  rumbo  los 
tiipon^ros:  diciettée  Idiadiiunos  que  aquella  visión 
concordaba  con  los  sueños  de  lassacecdotists ;  y  que 
el  fuego  del  cielo  significaba  que  las  Di<»as  prote-^ 
gian  la  expedición:  por  cuanto  la  Sicilia esudia  con- 
sagrada á  Proserpina  ^ateniéndose  por  cierto  que  allí 
se  hübja  e^utado  el  rapto ,  y  que  aquel&  LJa  se  le 
habiadadó  en  dote  al  tiempo  de  sus  bodas*' 

Xo  qiie  es  de  parte  de  los  Dioses  in^Mjraroa  es-* 
tas  cosas  grande  conáansá  á  la  expedición  i  por  lo 
que  xiav-égiando  presurosamente  apcnrtaroa  á.  xtaüaj 
ma^  las  noticias  que  vinieron.de  Sicilia ^.pusiexoa  á 
Timoleoñ'  en  grávese  dudas,  y  causaron  desaliento 
en  iosüoldados.  Porque  Iquetes ,  habiendo  vencido 
en  batalla  sL:Dionisio  9  y  tomado  la  mayor  parce  de 
los  püesms  de  los  Sir acúsanos ,  tenia  suiiado  y  eir^ 
cuhValado  á  »aquél>  halñéndolé  obligadoi  i  refugiarse 
al'  álcaaar  y :  á  lo  que.  ¡hméisai  ia  Isla.;  iy  á  los  Car-^ 
ta^iie9es.Ii^rhíd)ia  ordenado  que  estuviorsn  á;  la  mira 
de  queLTimoiéon  no  iaportará  i  Sicilia ,  •  Spuestp  que 
red^^ados  eítbS)  podriah  con  sumo  tepb^o  repartirse 
entre  'SÍ'  la  Isla.  Lc^  Gartagiñesi^  pues|  enviarocí  i 
Regio  veintd  g^teras^  en  la^/quf  ibaiiembajadorea  dé 
Iquet^  á  TimoJeon  con  propuestas  acomodadas  A  lo 
sucedido. :::poes  que.vsnian-á  ser  arterias:,  y  aparieo^» 
cias  muy  bied  disimuladas  con  dkñados  intentos,  pres^ 
tándoseá:  admitir  al  mismo  Timoleoii ,  sL'queria  pa* 
sar  cerca  deliquetes,. y. tener  parte  con  él  eo  todos 
los'consejós  y  cátodos^  los  negocios;  maicpo,.4acon«» 
di  clon  <  d¿  que  las  naves  y  les  soldados  Jos '  había  de 
despadiar  á.<¡]arintx>y  icomo:qné  jde  una  apante  faha'* 
ba  miay;?pooa :  para  que:  la  guerra  estuviese  .acabada» 


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T21ÍOUOH.  1 1 1 

y  de  U  Qtfs  m  bailaban  los  Cartaginesa  en  ánimo 
de  impedir  el  desembarco,  y  pelear  contra  los  que 
hiciesea  resistencia»  Los  Corintios  pues  cuando  lle- 
gados á  Regio  se  hallaron  con  semejante  embajada ,  y 
TÍeron  que  los  Fenicios  estaban  surtos  por  aquellas 
inmediaciones»  se  indignaron  de  ser  escarnecidos;  y 
en  todos  se  suscitó  enofo  contra  Iquetes,  v  miedo 
por  los  infelices  Siracusanos,  conociendo  bien  que 
se  1¿8  reducía  i  ser  galardón  y  premia,  para  Iquetes 
de  su  traición,  y  para  ios  Cartaeineses  de  su  tiranía. 
PareciiAes  sin  embargo  no  ser  factible  vencer  á  las 
iMves  de  lo&  bárbaros  ancladas  alli  cerca ,  que  eran 
en  dobk  námero,  y  á  las  tropas  de  Iquetes,  con  las 
que  contaban  haber  hedió  en  unión  la  guerra. 

No  obstame  todo  esto  presentándose  Timoleon  i 
los  embajadores ,  y  á  los  caudillos  de  los  Cartagineses, 
les  contestó  sosegadamente  que  se  prestarla  á  lo  que 
ienian  acordado;  (¿ni  qué  hubiera  adelantado  con 
oponerse?)  Pero  que  qoeria  que  se  trataran  estas  co- 
sas por  demandas  y  respuestas  ante  una  ciudad  grie-* 
g^  amiga  de  onos  y  otros,  como  era  Regio,  y  des« 
pues  se  retiraría ;  lo  cual  le  convenia  á  éTmucno  pa- 
ta sa seguridad^  y  á  ellos  les  daria  ma3ror  ñrmexa 
en  lo  que  proponían  acerca  de  los  Siracusanos,  te- 
niendo á  todo  un  pueblo  por  testigo  del  convenio*  Es-»^ 
ta  fu^  ana  añagaaa  que  les  preparó  para  el  desem« 
barco;  y  en  ella  le  auxiliaban  todos  los  generales  de* 
los  Riegtnenses,  con  deseo  de  que  los  Corintios  do- 
minaranen  la  Sicilia,  y  con  temor  detener  por  ven- 
cióos á  los  bárbaros.  Congregáronse*  por  tanto  ea 
jnnta. pública  y  cerraron  las  puertas /coAio^  para  im-> 
pedir  que  los  ciudadanos  se  distragpsen-á  otros  nego-^* 
cíos;  y  como  paragaóisr  á  lamuchedunibrevemplea* 
ron  discursos  muy  lavgüs,  tratando  uño  después  de 
otro  el  mismo  asunto ,  no  con  mas  objetoUpe  et  de  dar 
'  tiempo  á  qrue  anclasen  las  naves  de  lócjCffñntios,  y 
detener  en  1»  juma<;  sin  cattsarle«:«05pecbas^'iá  loa 


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Cartagineses;  y  mas  que  hallándose  presente  Titáo-^' 
león  y  les  dio  idea  de  que  se  levantaria  y  hablaría  en 
ella.  Mas  como  en  esto  llegase  uno  que  le  anunció 
estar  ya  ancladas  todas  las  demás  galeras  ^  y  que 
sola  la  suya  quedaba  esperándole,  penetrancío  por 
entre  la  muchedumbre,  y  haciéndole  espaldas  ios 
Regtnenses  que  estaban  cerca  de  la  tribuna,  se  enca-^ 
mino  al  mar ,  y  desembarcando  con  gran  prestezii 
tomardn  la  via  de  Taurominio  de  Sicilia ,  recibi¿n-« 
dolos ,  y  aun  teniéndolos  llamados  dt  antemano  con 
la  mejor  voluntad ,  Andcomaco ,.  á  quien  estaba  en- 
comendada la  ciudad,  y  que  tenia  en  ella  el  mayor 
poder.  Era  este  padre  de  Timeo  el  historiador ;  y- 
con  haber  alcanzado  en  aquella  sazón  mayor  auto^ 
rídad  que  cuantos  dominaban  en  la  Sicilia,  á  sus  ciu- 
dadanos ^os  gobernaba  en  ley  y  justicia ;  y  á  jos  tí- 
ranos era  notorio  que  los  miraoa  con  aversión  y  des- 
agrado: asi  es  que  entonces  ofreció  su  ciudad  como 
refugio  á  Timoleon,  y  á  sus  ciudadanos  lo^  persuadió' 
á  que  hicieran  causa  común  con  los  de;  Corinto,  y 
juntos  dieron  la  libertad  á  la  Sicilia*         ' 

Los  Cartagineses  que  quedaron  en  Regio ,  visto 
<|ue  se  habla  retirado  Timoleon  y  se  habla  disuelto  la  ^ 
junta ,  estaban  muy  sentidos  de  que  con  otra  estráta-» 
gema  se  hubiesen  burlado  las  suyds ;  con  lo  que  dieroa 
ocasión  á  que  los  Re^inenses  los.  insultaran  un  poco, 
diciéndoles:  ¿corno  siendo  Fenicios  se  incomooabaa 
de  lo  que  se  hacia  con  engaño  2  Enviaron  pues  á  Tan* 
rominio  un  embajador  en  una  de  sus  galeras,  :ei.cuai^ 
habiendo  hablado  largamente  con  Andromaco.,  estén* 
diéndpse  acalorada  y  groseramente  sobre  quesera  pro- 
ciso  despidiese  sin  la  menoc  detención  á  los  Corin- 
tios ;  por  ültkno  mostrándole  Ja  mano  primero;  fot 
k  pak^a,-y  después  por  el  otro  lado » le  amenazó  que 
siendo  su  ciudad  de  esta  manera,  la  volverla  de. la x)tra«* 
Andromaco,,  echándose  á  rdr ,  nada  absoktamentcJe 
irespondió^  sino  que  estendtebdo..como..éi  ia  uEtanoi 


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ariHOLEoic  113 

prionero  iposMpdsúA  y  luego  f>or.  la  otra  ptrte »  la 
latUnó  que  se  fuera  cuanto  antes,  si  00  oueria  que 
sieodo  su  n&we  de  esta  manera  la  pusiese  de  la  otra. 
M^s  Iquetes;  luego  que  sudo  el ,  ¿sembarco  de  Ti- 
mpleoQ,  cobrp  miedo,  y  llamd  cerca  de  sí  muchas 
de  las  galeras  (d&  los  O^rtagineses^  con  lo  que  suce- 
dió que  los.  Stracusalios  desconfiaron  completamente 
de  su  saluda  hiendo  á  los  Cartagineses  apoderados 
del  .puerto,  á  Iqüetes  dueño  de  la  ciudad,  á  Dioni- 
sio, «defendido,  en.  el  alcázar,  y  qUe  Timoleon  cuan^ 
to  tocaba  á  la  Sicilia  por  medio  de  un  hilo  xielgado, 

3ue  era  el  puebkseuelQ  de  los  Taucominios,  con  muy 
¿bil  esperanza  y  muy  escasas  fuerzas ,  pues  fuera 
ide  mil  soldados  y^Jos  víveres  precisos  para  ellos ,  na- 
ds^  ma&  tenia.  Ni  las  ciudades  se  connaban  tampoco 
^s^aodo  agoyiada§  de. males,  é  irritadas  contra  todos 
los^g^nersüés  de  ejiírcito ,  prindpalinente  por  la  in- 
fidelidad de  CalipQ  y  Faraces;  de  los  cuales  el  uno 
era  Ateniense  y  el  otro  Laoedemonio;  y  diciendo 
ambos  que  veman  á  trabajar  en  su  libertaa,  y  á  des- 
trmrá  los  monarcas,  hicieron  verá  la  Sicilia  que' 
eran  oro  los  trabajos  que  hablan. padecido  en  la  tira- 
nía ,  y  que  <j^an  ser  tenidos,  por  mas  dichosos  los 
que  hablan  muerto  en  la  esclavitud  ,.que  los  que  al* 
capzaron  la;Independencia« 

M>esconfiand6  pu«  de  que  el  Corintio  fuese  me^ 
jqr  que  .ellos ,  sino,  qué  les  vendría  también  con  los 
mismos  sofismas  y  ios  mismos  ¡atractivos ,  Iisong9Íir>- 
dolos  con  buelnas  esperanzas  ^con  proposiciones  lle^ 
Has  de  humanidad ,  para  incliparlos  á  la  mudanza  díe 
jiaey o, 4neno,: .empezaron  á  sospechar,  y  á  esto)?bar 
el  fruto  de  las  exlu:)rtaciones  de  los.  Corintios ;  á  esr- 
cepcion  úd<99meilit&  di$  k>s  Adrianitas^  q«e  habitaor- 
4o una ^ciudajá/iaunquepequena,  consagrada á  Adrar 
no  y  cierto  Diosrmuy  venerado  en  toda  la  Sicilia, 
discordaron  entre  sí,  implorando  unos  á  Iquetes  y 
los  Cartagtnpse$ ,  y  llamando. otros  á  Timoleon.  Sur- 

*TOMO   II.  *  H 


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ii2|.  timoleom; 

cedió  pues  por  para  casualidad  one  -ftcelar^dose  ésae 
y  aquellos ,  en  un  inismo  punto  de  tiempo  concurrie- 
ron al  llamamiento -unos  y  otros:  trayendo  Iquetes 
cinco  mil  hombres,  y  no  teniendo  Timoleon  entre 
todos  mas  que  unos  mil  y  dosdencos ,  con  los  cua- 
jes salió  de  Taurominib  para  Adratio ,  que  disiaba 
unos  trescientos  ycuarenta  estiutios;  Y'  en  el  primer 
dia ,  habiendo  andado  poca  parte  del  camino ,  hizo 
alto;  mas  al  siguiente  marchando  sin  reposo  y  ven-^ 
ciendo  pasos  escabrosos  y  difíciles ,  cuando  comen- 
taba á  declinar  el  diá  oyó  qoe  Iquetes  acababa  de 
llegar  á  la  ciudad ,  y  se  habia  acampado  en  las  in- 
mediaciones. Los  gefes  y  capitanas  de  los  cuerpos 
empezaban  á  acampar  también  á  los  4]^ue  llegaroa 
primero,  pareciéndoles  que  pelearian  con  mas  ardor 
después  de  haber  tomado  alimento  y  haber  desean* 
-sado ;  mas  sobrevini^do  Timofeon  ,  Íes  hizo  presen- 
<te  no  egecutasen  semejante  cosa,  sino  que  guiaran 
prontamente  y  cuy  eran  sobre  los- enemigos,  que  an- 
darían desordenados,  como  era  regular  sucediese,  es^ 
tando  descansando  de  una  marcha ,  y  descuidados  ea 
las  tiendas  y  en  los  ranchos;  y  dicho  esto,  embraísan- 
db  el  escudo  gtuió  el  primero  tomo  á  una  victoria  cte^ 
ta.  Siguiéronle denoaadamente  los  demás,  hallándose 
de  4os enemigos  á  menos  de  treinta  estadios,  los  que 
-  anduvieron  muy  luego ,  y  dieron  sobre  estos ,  que  se 
desordenaron'  y  huyeron  á  la  primera;  nc»ticia  que  tu* 
Tiéron  de  sn  yénida :  asi  es  que  solo  mataron  sobr¿ 
unos  trescientos,  y  fueron  mas  que  doblados  los  que 
cautivaron,  tomándoles  también  el  campamento.  Loí 
Adrianitas ,  abriendo  las  puertas  de  la  ciudad ,  se  unie- 
ron con  Timolebíi,  r^firi^ftlole  con' asombro  y  sustd 
qne  no  bien  se  habia  empezádo-el  combate  cuando 
-por  sí  mismas  se  habían  abierto  las  puertas  sagradas 
¿el  templo,  yhabianadvertidoquela  lanza  del  Diol 
se  blandió  por  la  punta ,  y  su  semblante  estaba  bá* 
nado  de  copioso  sudor.  Tales  prodigios ,  á  lo  que  pa- 


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rece,  no  significsron  solamente  esta  Victoria»  sino 
taoibien  los  posteriores  sucesos  de  que  aquel  com<»- 
bate  fue  un  feliz  preludio*  Porque  las  ciudades  en* 
viaodo  embajadores,  inmediatamente  se  unieron  á 
Timoleon;  y  Mamerco,  tirano xie  Catana»  hombre 
guerrero  y  sobrado  de  medios ,  le  ofreció  su  alianza. 
Mas  lo  mayor  de  todo  fue  que  el  mismo  Dionisio 
perdida  ya  toda  esperanza»  y  esundo  á  punto  de 
tener  qoe  rendirse ,  mirando  con  desprecio  á  Ique- 
tes  que  se  habia  dejado  vencer  cobardemente »  y  ad-* 
mirando  á  Timoleon  ,  envió  á  tratar  con  este  y  con 
los  Corintuss»  poniéndose  en  sus  manos ,  y  entregán- 
doles el  alcázar.  No  despreciando  Timoleon  tan  in^^» 
esperada  dicha»  mandó  inmediatamente  al  alcázar  á 
los   ciudadanos  Corintios  Euclides  y  Telemaco »  y 
ademas  uescientos.  soldados »  no  todos  juntos  ni  Je 
modoque  se  conociera »  porque  era  imposible  estando 
acantonados  los  enemigos »  sino  disimuladamente  di- 
vididos en  piquetes.  Tomaron  pues  los,  soldados  el  al«- 
cazar  y  los  palacios  con  todas  las  provisiones  y  efec- 
tos de  ^erra ;  porque  habia  no  pocos,  caballos » to<- 
da  especie  de  máquinas »  y  gran  copia  de  dardos:  d» 
armas  habia  unas  setenta  mil  depc^itadas  de  largo 
tiempo;  y  tenia  consigo  Dionisio  unos  dos-mil  soU 
dados » /que  puso  con  todo  lo  demás  i  disposición  de 
Timoleon.  £1  mismo  Dionisio » tomando  su. caudal  y 
no.  muchos  de  sos  amigos »  hizo  la  travesía  sin  ser 
notado  de  Iquetes;  y  llevado  al  campamento  de  Ti- 
nsoleon»  entonces  por.  primera  vctz.se. le  vio  reduci- 
do y  hóipilladoLái la. condición  de  particular;  y  se 
difuso  fuese  llevado  á  Corinto  en  una.  sola  nave  con 
poca  parte  dé  su  hacienda:  habiendo  sido  nacido  y 
criado  en  la  tiranía  mas  afamada  y  poderosa  de  to« 
das»  la  que  conservó: diez  anos»  habiendo  pasado 
los  dctce  restantes  después  de  la  evf dicion  de  Dion 
en  continuas  guerras  y  combates ;  peto  á  lo  que  hi- 
zo, ea  la  tirania.>  escedió  en  muclnj  lo  que  padeció 

H  2 


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Il6  Tll^OLEON. 

arrojado  de  ella:  porque  vio  las  muertes  de  sus  hijos 
ya  crecidos,  y  los  estupros  de  sus  hijas  doúcellas;  y 
á  la  que  era  su  hermana  y  muger  í  un  tiempo^  su-»' 
frir  todavía  viva  en  su  cuerpo  ios  mas  torpes  insul* 
tos  de  sus  enemigos ,  y  que  después  le  dieron. -viofen»-' 
tamente  muerte  juntamente  con  sus  hijos, y  ia  arro 
jaron  al  mar.  Mas  de  estas  cosas  hemos  dado  razoa 
mas  circunstanciada  en  la  vida  de  Dion.  ^ 

Llegado  Dionisio  á  Gorinto  no  habia  griego  nin- 
guno que  no  deseara  verle  y/liablarle,  con  la<iife.ren'^ 
cía  de  que  unos,  alegrándose  de  sus  desgracias,  pbr 
odio  se  llegaban  á  él  comeatob  cómo  para  cóocuican 
al  que  habia  derribado  la  fortuna ,  y  otros  aplacados 
ya  con  la  mudanza ,  y  compadeciéndole  en  m  frag^ 
lidad  manifiesta  de  las  cosas  huinanas^  veian  el  gran 
poder  de  otras  causas  ocultas  y  divinas :  pues  aquella 
edad  no  ostentó  prodigio  iñngunb4e  la  naturaleza 
ó  del  arte- igual  a  aquella  obra  de^soia  la  fortuna; 
viendo  al  que  poco  antes  era  tirano  de  JaSiciUa,  re- 
ducido á  habitar  en  Corínto  en  caái  de  una  bpdego^ 
ñera ;  ó  sentado  en  el  moistrador  de  un  perfumador, 
bebiendo  la  zopia  de  ios  taberneros,  o  altercando 
con  mugerzüetasque  haciafi  tráfico  de  su  belleza  y  ó 
enseñando  á  las  cantoras  sus  cantinelas,  moviendo 
con  ellas  disputas  sobre  la-^irmoníadel  canto*  Unos 
creian  que  Dionisio  tenia' está  ¿ondiicta,  porque  de«> 
n^as  de  ser  de- aquellos  que  fácilmente  se  exaltan^  era 
por  naturaleza  ^luelle  y  disoluto;  mas  otros  józga^ 
tan  que  para  que -no  se  hicierar  atención  en  ¿1^  y  uo 
inspirar  miedo  i  los  Corintios,  hi  dar  sospechas  de 
que  llevaba  mal  lá  mudanza  de  vida'  y.  eí  na  tener 
parte  en  los  negocios ,  de  intento  se  esforzábala  mos<^ 
transe  fuera  de  su  naturaleza  extx^-^'agante/y  oiedia 
simple  en  el  modo  de  consumir  su  ocio       >  ( '    . 

fi^ñérense  taybien  de  él  algunos  dichos  de.  los 
que  se  puede  inferir  que  no  dejaba  de  acomodarse 
con  dignidad  á  las  cosas  presentes*  Como  pos  qem^ 


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TIMOtEOK.  117 

pío:  liabiendd  pasado  á  Leucadc»  dudad  fundada 
por  los  Corintios  igualmente  que  la  dé  Siracusa ,  dijo 
le  sucedía  lo  ndsmo  ^e  á^  aquellos  jóvenes  que  han 
caído  en  faltas;  porque  al^^modo  que  estos  se  acogen 
gustosos  í  los  hermano^,  y  de  verguenea  hoyen  de 
caita  dte  los  padres »  de  la  misma  manera  avetgozán- 
dose  ¿I  de  residirán  la  metrópoli,  habitaba  allí  con» 
tentó  con  los  LeiK:adtos«  Otro  ejemplo  treconvinién-) 
4ole  pn  Gorinto  un  forastero  con  groserías  sobre  sns 
conferencias  con  tos  filósofos ,  en  las  que  parecía  com«* 
placerse  cuando  reinaba »  y  pr^uñtándole  éltima- 
mente  ¿de  qué  le  había  servido  la  sabiduría  de  Pla- 
tón? ¿te  parece,  le  dijo,  que  no,  nos  sirvió  Platón 
de  liada,  cuando  ves  cómo  llevamos  esta  mudanza 
de  Ibrruna  ?  Al  músico  Aristoxeno  y  algunos  otros 
cjue  le  preguntaron  cuál  era  y  dtf  diside  provenía  li| 
querella  que  había  tenido  con  Platón ,  les  respondió 
que  estando  la  tiranía  rodeada  siempre  de  grandísi-* 
mos  males ,  ningmio  era  comparable  con  el  de  ná 
atreversi^á  hablarle  claro  los  que  se  venden  por  ami-; 
go$,  Y  que  estos  eran  los  que  le  baMan  privado  del 
aprecio  de  Platón.  Queriendo  hacer  «mooel  gracioso 
y  zaherir  á  Dionisio ,  sacudió  la  capa  al  tiempo  de 
entrar  á  verle ,  como -para  notarle  de  tirano ,  y  este 
volviéndole  la  burla  ríe  dijo,  seria  mejor  lo  hiciese 
al  tiempo  de  salir.de  su  casa  para  no  llevarse  nada 
de  lo  que  había  éxi  ella/  Dejándose  caer  Filipo  el  de 
Macedonia  en  ua  concite  ciertas  expresiones  irónicas 
acerca  de  las  poesías  y  tragedias  que  Dionisio  el  ma* 
jror  dejó  escritas. ,  h3<^i^nd^  como  que  dudaba  en  qué 
tiempo  pudo  tener  vagar  para  estas  tareas ,  le  saliá 
oportunamente  al  encuentro  Dionisio ,  diciendo- 
le ,  en  aquel  que  tú,  yo  y  los  demás  que  pasamos 
por  felices,  gastamos  en  ftadcachelas*  Platón  no  aU 
canzó.á  ver  a  Dioóisíó  m  G>rínto ,  porque  ya  ha- 
fcia  muerto;  pero  Diógencs  de Sinopé  la^primera  vez» 
que. sje  acerco  á .  él: .  indignamente  vive*., .  le  dijo ,  ó 


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Ti8  TiiroiíEOir; 

Dionisio  ;•  y-  repooiéndole  este ,  te  agradéacó ,  ó  Dfe>-i 
genes-,  quete^  compadezcas  de  mi  ihfbrtanio :  ¿  como, 
replico  Piógenes ,  piensas  que  me  compadezco,  cuan-*- 
do  mas  bien  me  ir:ritb  de  que  siendo  tm  tan  vil  es-* 
clavo,  d%oo  de. morir  dé  viejo  como  tu  padre  en  la 
tiranía,- veo 'que!«stas  áqai  divirtiéndote  y  scdazáíi-» 
dpte  cott  Híósotros?  De  manera  qnc  cuando  comparo 
con  estás  respae^fps  las  exdámacioaes  míe  Fiiisto  éiti- 

fiea ,  compadeciendo  á  laS  hi|as  de  Xeptihes ,  por 
aber  descendido  de  los  grundes' bienes  efe  la  tiranta 
á  un  pasar  B!5tíecho  y  miserable ,  gradúo  á  estas  por 
lam(5ntaclones:de  una  mugerzriela^  qücecham  menos 
los  alabastros ,  la  púrpura  »y  el  oro.  Creemos  qtle 
estas  cosas  no  entran  mal  en  esta  clase  de  escritos, 
y  que  no  sph  inútiles  para  lectores  que  no  estén  de 
prisa  nr  escasos  de  tiempo. 

Pues- si  la  desdicha  de  Díotítsio  debió  parecer  ex- 
traña y  no  fióe  tnenos  de  admirar  la  dicha  de  TI  mor 
león ,  porque  á  los  cincuenta  dias  de*  haber  desem- 
barcado en  Sicilia ,  tomó  el  alcázar  de  los  Siracusa^ 
6os  j  y  despachó  á  Dionisio  ál  '^Peloponeso.  Alenta- 
dos con  estos  sucesos  los  Corintios  envíanle  dos  mit 
infantes  y  doscientos  caballos  i  los  cuales  llegados  i 
Turios,NCons5derando  arriesgada  aquella  travesía  por 
tener  los  Cíirtagírteses  obstruido  di  mar  con  muchas 
naves ,  precisados  i  detenerse  allí  esperando  oportu- 
nidad^ sacarcAí  al  fín  parttdo'deaqtielodo  paraima 
acción  provechosa.  Porque  dé  tes  Turios  los  que  ha- 
bían peleado  contra  los  Brucios ,  tomando  esta  ciu- 
dad,  y  téríiéndolsi  como  patria,'  la  guardaron  coa 
kal  y  fiel  custodia;  Iquete^que,  como  se  ha  visto, 
tenia  sitiado  el  'alcázar  de  Sir«ciisa^  impedia  qne  á 
los  Corintios  les  llegasen  vívtfes;!  y  respecto  de  Ti- 
moleon ,  habiendo  sobornado  á  dos  éxtrangeros  parcl 
que  á  traición  le  diesen  muerte v  los  envió  á  Adrano; 
donde' adénjas  de  que  aquel' no  solía'  usar' de  guardia 
alguna  para^su  persona  confiado  en- el  DIoS|  se  entre- 


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7nCOLBOH¿  119 

tenia  todavía  con  menos  cuidado  7  reseto  en  medio 
de  los  AdritoitH.  Supieron  por  casoolidad  los  sobor* 
Qli4os  que  iba  4  hacer  un  sacrificio,  y  dirigiéndose 
al  templo  ooq  poóales  encubiertos  debajo  de  laropa, 
se  metieron  entre  los  que  estaban  junto  al  ara»  y 
poco  á  poco  sa  le  fiíeron  acercando  mas.  No  faltaba 
ya  otra  cosa  sino  que  se  diera  la  toz  para  la  acome- 
tida ,  cuando  nao  de  los  circunstantes  hiere  con  el 
puñal  en  la  cabeza  ¿.uno  de  los  dos»  onecayó  muer-^* 
to ;  y  entoQoest  ai  se.detnvo  d  ^ue  ai<$  el  golpe»  ni 
el  que  habiaido  con  el  herido»  stno  que  aquel  de  la 
misma  maaera  como  estaba  con  el  puñal  en  la  mano 
díóá  huir»  y  sesiá>i<i  auna  piedra  muy  alta;  y  este 
otro»  asiénwae  del  ara»  pedia  á  Timoleon  que  le 
indultase  bajo  k  coodidon  de  descubrirlo  todo.  Con«* 
cedtósele»  y  reveló  contra  sí  y  contra  el  muerto  que 
habian  sido  enviados  para  asesinarles  En  esto  ya  otros 
traian  al  de  la  piedra »  que  venia  gritando  no  haber 
cometido  delito  alguno»  sino  que  con  justicia  habia 
dado  muerte  á  aquel  hombre »  para  vengar  la  de  so 
padre  9  á  quien  antes  la  habia  «do  aquel  en  Leon-<- 
cio.  Hubo  entre  los  presentes  algunos  que  lo  atesti* 
gnaron ;  maravillándiMe  al  mismo  tiempo  de  la  des^ 
treza  con  que  la  fortuna  mueve  unas  cosas  oor  me**' 
dio  de  otras ;  y  reuniéndolas  y  combinándolas  todas 
desde  lejos»  se  sirve  de  las  que  parece  estar  mas  dis^ 
tantes »  y  no  tener  nada  de  común  entre  sí »  hacien-r 
do  que  el  fin  de  las  unas  sea  el  principio  de  las  otras. 
Los  Corintios  prelniaron  á  este  hombre  con  diez  mi- 
nas »  porque  parece  presto  una  iiidignacion  justa  al 
Genio  que  velaba  sobre  Timoleon ;  y  aquella  ira  que 
tanto  tiempo  hacia  ri>rigaba  en  su  pecho  no  la  gas«* 
to  antes ,  sinoque  con  el  motivo  de  su  particular  en-» 
(^no  la  reservó  integra  para  salud  de  aquel  por  dis-^ 
posición  de  la  fortuna.  Sirvióles  este  &vor  presente 
de  la  suerte  nára  formar  esperanzas  sobre  lo  futuro» 
viendo  que  oebiaA' respetar  y  conservar  i  Timoleon 


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t2«  wwole^k: 

eomo  á  un  hombre  sagrada,  Tenido  par» ser,  jiifíiñ^ 
mente  con  su  Dios,  el^ngadór  dfe  íft^Sitília. 

Iquetes  cuando  tío  que  había  etrádo'el  golpe,  y 
que  eran  mochos  los*  que  se  pasaban  á  Timoíeon,  se 
reprendió  á  ií  mismo  ae  que  sietidotdfitas  las  ñiéfzas 
de  los  Cartagineses,  parecia  que  íib4iabia  avergonzar 
do 'de  usar  ae  ellas  /  y  sólo  como'i''escóndidas  y  ¿ 
hurtadillas  se  habia  valido  de  so'afnsilio;  Envió  pues 
á  ilamar  á  Mágon  sii  general  Cón  r^ó-^l  cfiérpo  dé 
sus  tropas;  el  cual  por  lo  próntd  imposo  miedo  p^e«* 
sentándose ;  y  tomando  el  puerto ,'  con  ciento  y  cln-^ 
cuenta  naves ,  y  conduciendo  sesenta-lniHnfañtes  qué 
hizo  acampar  dentro  de  la  ciudad  de  Sil'acusá:  de  ma- 
nera que  todos  breian  ser  ya  venido  «obre  la  Siciliü 
aquel  barbarismo  tan  decantado  y  espetado  de  ante^ 
mano ,  por  cuanto  nunca  antes  >  faábiafl  logrado  los 
CSartagincses,  con  haber  peleado  mil  veces  en  la  Sici- 
lia ',  tomar  á  Siracusa;  cuando  entoficeft  admitiéndolo^ 
Iqúetes,  y  entregándosela ,  habiaVenidbaqoella  ciu- 
dad á  ser  un  campai^iento  de  k>sM)i)árós.  En  tanto 
los.  Corintios  que  ocbpaban  el  alcásar^no  se  sostenían 
sino  con  gran  dificultad  y  tr^b^jó^  no  recibiendo 
todavía  víveres  suficientes,. antes  escaseándoles  pdr 
estar  bien  guardados  los  puertos,  y  teniendo  que  es- 
tar en  continuos  combates  y  peleas,  ya  defendiendo 
las  murallas ,  y  ya  teniendo  repartida  su  atención  en 
las  máquinas ,  y  en  todos  los  medios  6  instrumento^ 
de  un  sitio. 

Con  todo ,  Timoíeon  no  se  olridaba^-de  socorrer- 
los, enviándoles  de  Catana  víveres  en  barquillos  dé 
pescadores  y  en  pequeños  trasportes,  que  princi- 
palmente' en  los  momentos  de  tormenta  se  escabullian 
entre  laif galeras  de  los  Mrbaros,  miepttas  á.  estas  las . 
tenían  separadas  el  oleage  y  la  b&rrasca.  Echándolo 
de  ver  Magon  é  Iquetes ,  aetermiiiarén  tomar  á  Ca-' 
tana,  de  donde  los  sitiados  se stirttan  de' lo  necesario; 
y  reuniendo  la  parte  mas  aguerrid»<de  sus  fuereas/ 


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dieron  la  vebde  Siracusa.  Mas  el  Corintio  Neon^ 
porque  este  era  el  nombre  del  qoe  mandaba  á  los  ri-» 
tíados  f  observando  desde  *  el  alcázar  que  los  que 
habiaa  quedado  de  los  enemieos  estaban  con  poca 
vígíiancía  f  cuidado,  carga  improvisamente  sobre 
ellos  en  ocasiíMi  de  bailarse  desunidos,  y  dando 
muerte  á  u6os>  y  obligando  á  otros  á  retirarse ,  tomó 
y  ocupé  el  punto  llamad«f  Acradina,  parte  la  mas 
ñierte  de  la  ciudad  de  Siracasa,  quepreoeen  algontf 
manera  compuesta  y  formada  de  mucnas  poblaciones. 
Provisto  ptfes  de  víveres  y  de  dinero,  no  abandona 
aquel  sitio,  ni  se  acogió  de  nuevo  al  alcásnir^  sino 
^ue  fortificando  la  circunferencia  de  la  Acradiaa,  y 
juntándola  por  medio  de  obras  avanzadas  con  aque- 
lla ciudadeui,  la  tuvo  en  custodia.  Alcanzó  en  esto 
un  soldado  de  á  caballo  de  los  de  Siracusa  i  Magon 
é  Iquetes  que  ya  estaban  cerca  dé  Catana ,  j  les  re^ 
ñrío^  la  perdiiía  de  la  Acradiaa.  Aturdiéronse  coa 
semejantes  nuevas,  y  se  retiraron  predpitadaitientey 
sin  tomar  la  ciudad  á  que  se  encaminaban^'  y  sin 
conservar  la  que  poseían. 

Todavía  estos  sucesos  dan  i  la  prudencia  y  á  la 
virtud  algún  asidero  para  contender  con  la  fortuna^ 
mas  los  que  después  sobrevinieron  parece  que  ente- 
ramente fueron  obra  de  la  buena  dicha;  porque  los 
soldados  Corintios  detenidos  en  Turios,  temiendo 
por  una  parte  á  las  galeras  de  los  Cartagineses  que 
les  estaban  en  acecho  bajo  el  mando  dé  Anón  ,  y 
viendo  por  otra  que  el  mar*  estaba  agitado  de^  viento 
hacia  machos  días,  tomaron  la  determinación  de  ha- 
cer á  pie  su  marcha  por  el  pa»  de  los  Breciaik>s;  y 
cfa  mando  dé  persuasión ,  y  Ora  de  fuerza  con  aque- 
llos bárbaros,  arribaron  á  Ke^o,  cuando  todavía  el 
mar  permanecía  alborotado^.  En  tanto  al  ^efe  de  la 
escuadra  Cartaginesa  que  no.  aguardaba  4  los  Corin- 
tios, creyéndolos  muy  de  asiento,  le  vino  hi  ocur- 
rencia de  que  era  preciso  que  discurriese  algún  en- 


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I2Z  TIMOLBOH. 

gaoo^^  la  fflaoora  de  Jos  generales  sabios  yia^totos: 
n^andó  pues  con  esta  idea  á  sus  marineros  ponerse 
coronas;  ^adornándolas  galeras  coo  escudos  grie^ 
gos.y  fenicios  y  marcha  la  vuelta  de  Siracusa;  y  mo« 
viendo  graqde  alboroto  pasa  con  algazara  y  risa  por 
delan^  de  la  cindadela,  gritando  que  veoia  de  ha«* 
ber  .vencido  y  cautivado  i  los  Corintios ,  á  los  que 
había  sorprendido  en  el  mar,  á  fin  de  infundir  con 
esto  desatiento  á  los. sitiados.  Mas  cuando  él  usaba 
de  estas  baladronadas  y  «mbelecos^ ,  los  Corintios 
que  por  los  Brecianos  hablan  bajado  basta  Regio, 
como  no  los  observase  dadie^  y  el  viento  calmado 
couora  toda  esperanaa  les  proporcionase  una  trave* 
sia  tranquila  y  apacible»  embarcándose  sin  deten-» 
cion  en  los  trasportes  y  barcos  que  tuvieron  á  mano, 
bogaron  y  se  dirigieron. 4  la  Sicilia » tan  seguramen-* 
te  y  con  tal  serenidad,  que  llevaban  los  caballos  del 
4¡estro  nadando  en  par  oe  las  embarcaciones*. 

Hecha  la  travesía,  y  reunidos  con  Tiqnoleon « to^ 
ipó  este; inmediatamente  á  Mesina  ;  y  ordenado  su 
ejército  partió  para  Siracqsa»  mas  confiado  en  so 
bu$ia muerte  y  favorables  suoesos ,  que  en  sus  fuerzas: 
poraué  las  que  tenia  consigo  no  pasaban  de. cuatro 
mil  hombres.  Noticiado  á  Magon  su  arribo,  no  dejó 
de  concebir  inquietud, y  temor,  y  ademas  entró  en 
sospechas  con  el  motivo  guíente.  En  las  charcas 
Inmediatas  á  la  ciudad  ^  donde  se  recoge  mucha  agua 
potable  de  fuentes,  y  mucha  también  de  los  lagos 
y  rios  qu<e  corren  al  mar ,  se  cria  abundancia  de  an- 
guilas;,  y  siempre  los  que  lo  intenten  pueden  hacer 
co{Ho6a  peica:  asi  los  asalariados  de  uno.  y  otro  ejér- 
cito,.estando  en  ocio  y  tregua,  se  dedicaban  á  este 
epeccielo.  Eran  todos  Griegos^  y^  no  teniendo  entre 
.  si;  motivo  particular  de  enemiga,  aunque  en  lo^  com- 
bates peleaban  denodadamente,  en  fel  tiempo  de  tregua 
se  reunían  y  conferenciaban  unos  con  otros ;  y  enton- 
ces entreteniéndose  en  la  común  ocupación  de .  la  pes-« 


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TTHOLMK.  133 

ca/trálxdxin conversación,  pondenndor'biifMtoibiU- 
dad  del  mar  y  la  belleza  de  aquellos  eonfornos.  En 
una  de  estas  ocasiones  dijo  uno  de  lo9  que  núlittban 
con  los  Corintios:  ¿^es  posible  oueuna  cindad  oomoe»*' 
tantán  grande  y  tan  abastada  de  bienes, habefe de  que- 
rer barbarizarla  vosotros  siendo  Grlegot^  y  establecer 
cerca  de  nosotros  á  esos  malvados  ¿  inhunmnos  Car- 
tagineses y  respecto  de  los  cuales  hablatnoy  efe  desear 
que  mediaran  muchas- Sicilias  entre  ellos  y  la  Grecia? 
¿ó  acaso  Imagináis  que  habiendo  movido  su'  efércittf 
desde  las  columnas  de  Hércules  y  el  mtfr  Atlántico; 
no  faan  de  haber  venido  aqui  sihoá  exponersrpara  el 
establecimiento  de  Iquetes?  El  cual  si  pensara  como 
buen  general ,  no  desecharía  á  los  de  su  metrópoli, 
ni  atraerla  solMre  la  patvia  á  los  que  no  pueden  me- 
nos de  sep  sus  enemigos  ;  sino  que  alcanzarla  cuanto 
honor  y  poder  le  esttivíese  bien ,  haciéndose. reco* 
mendabie  á  los  Corintio»  y  á  Timoleon.  Difiíndieron 
los  soldados  estas  e^des  en  el  camjpamento ,  y  con 
ellas  hicieron  conc^ir  sospechas  á  Magon  de  que  se 
trataba  de  venderle ,  cabalmente  cuando  hacia  tiem- 

Kque  buscaba  pretextos^  asi  fue  que  por  mas  que 
^uetes  le  rog<5  se  detuviese ,  y  le  hizo  ver  cuan  su- 
periores eran  á  los  enemigos ,  reputando  allá  dentro  de 
si  que  era  mas  lo  que  en  virtud  y  fortvM  le  dventaiaba 
Timoleon,  que  lo  que  él  le  excediaen  fuerzas*,  lev<S 
repentinamente  áncora«',  y  navegó  al  África ,  dejando 
ue  se  le  fuese  de  entre  ¡as  manos  la  Sicilia  de  un  mo«* 
10  vergonzoso  y  contrario  á'  toda  humana  prudencia. 
Presentóse  al  dia  siguiente  Timoleon  en  orden 
de  batalla  ;  y  habiendo  los  Siracusanos  entetídido  la 
fuga  ,  al  ver  el  puerto  desamparado,  les  causó  risa  la 
cobardía  de  Magon ,  y  discurriendo  por  la  ciudad 
hadan  pregonar  premios  para  el  que  dijese  donde 
se  les  había  ido  la  escuadra  Cartaginesa.  Con  todo 
Iquetesf  todavía  se  obstinaba  en  pelear  ,  y  no  abando* 
naba  la  presa  de  I9  ciudad^  sino  que  se  rehacía  en 


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I 


124  Tiicoxsoír» 

los  pUQte«  t^-conseryaba^oue  eran  fuerte^  y/.difír* 
cíles  de  tomar :  |K>r  tanto ,  dividiendo  Timoleon  sus 
faetiíÁS'f  élfmsmo  acometió  por  donde  corre  el  Ana- 

r>  9  que  era  la  parte  de  mayor  .resistencia;  á  otPos> 
quienes  mandaba  Isias  de  Gorinto » les  ordena  hi- 
ciesen una  salida  de.  la  Acradina;  y  á  la  bercera  di-» 
visión  la  dirigieron  contra  ^  ponto  llaniado  Epipolas 
Dinarco  y  Demareto,  que  nabian  venido  con  los 
éltimos  socorros  de  Corínto.  Hecha  pues  esta  aco« 
laietidá  ¿  un  itiempo  por.  todas  partes ,  y  volviendo 
la  espalda  en  precipitada  fuga  las  tropas  de  Iqui^tes, 
el  que  s^  tomara:  la.  ciudad  con  ti  alcázar ,.  quedimdo 
todo  prontamente  sujeto  con  la  filga  de  los  enemigos, 
justo  es  que  se  atribuya  saLn^alor.oe  los  combatientes 
y  á  la  pericia  del  general;,  -pero  el  que  no  muriera, 
ni  aun  siquiera  fuese  herido  nins^no  cte  los  Corintios, 
obra  fue  pr^isamente  de  la  fortuna  de  Timodeon, 
como  si jesta  .contendiera  con-  su  virtud ,  para  que 
los  que  lo, entendiesen  ad^mrártn  mas  su  dicha  que 
sus  loables  prendas:  pues  la  fama  no  solamente  cor- 
rió al  punto  por  toda  la  Sicilia  y  por  toda  la  Italia, 
sino  que  eri  breves  dias  se  difundió  el  eco  por  la 
Grecia  de,  este  admirable  triunfo :  de  manera  que 
cuando  en  Corínto  se  dudaba  ^i  la  armada  había  apor- 
tado, á  un  tiempo  recibieron  la  noticia  del  arribo  y 
de  la  victoria :  ¡  tan  prósperamente  corrieron  lo^  su- 
cesos,y  tanto  se  complació  la  fortuna  en  añadir  la 
presteza  á  lá  brillantez  de  aquellas  hazañasl       .        . 
Apoderado  de  la  cindadela,,  no  le  sucedió  lo  que 
á  Dion ,  ni  guardó  respeto  á  aquel  sitio  por  su  be- 
lleza y  por  Jó  costoso  de  sus  edificios ;  sino  que  evi^ 
tando  la  sospecha  con  que  primero  se  calumnió  á 
aquel,, y  después  se  le  perdió,  hizo  echar  pcegon  de 
que  aquel  de  los  Siracusanos  que  quisiera  se  presentara 
con  su  piqueta,  y  tomara  parte.en  la  destrucfcion  de 
aquellos  baluartes  de  la  tiranía.  Como  todoS;  hubie-. 
sen  concuñado^  tomando  como  principio  seguro  de 


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TlUótVOV.  125 

k  libertad  el  ^ttffm  aquel  y  aqnel  día-,  n»  solo  el 
«Icizar  y  sino  qae  destruyeron  y  derriboion  también 
las  casas  y  monumentos  de  los  timnos.  En  seguida 
hizo  limpiar  ¿  igualar  el  suelo,  y  edificó  allí  los  tri- 
bunales,  congraciándose  así  mas  con  losciodadanoSf 
y  sobreponiendo  la  democracia  al  despotismo.  Ad« 
virtió  luego  de  tomada  la  ciudad »  qoe  carecía  da 
ciudadanos^  faciendo  perecido  nnosen  las  guerras 
y  tumultos,  y  habiendo  hnidd  otros  de  las  socesiiraa 
tiranías:  asi  la  plaza  pública  de  Sincosa  habla  cria- 
do por  falta  de  concorrencia  tanu  y  tan  espesa  m»* 
leza»  que  se  apacentaban  en  ella  los  caballos  9  tenien- 
do la  yerba  por  cama  los  palafreneros.  Las  demás  cio- 
dades,  á  excepción  de  muy  pocas,  se  hablan  hecho 
refugio  de  cierros  y  jabalíes ;  y  en  las  ina^diado- 
nesal  pie  mismo  de  las  murallas  caaaban  mochas  ven- 
ces los  dados  á  este  ejerdcio ;  y  los  que  faabitabaa 
en  los  fuertes  y  presicúos  ninguno  acndia  i  los  lla- 
mamientos, ni  bajaba  ala  ciudad,  sino  que  todos 
miraban  con  horror  y  odio  la  plaza,  el  gobierno  y 
tribuna ,  de  donde  íes  habían  brotado  los  mas  de  m 
tiranos.  Determinaron  pues  Timoleoo  y  los  de  Sira« 
cusa  escr%ir  á  los  Corintios  para  que  de  la  Grecia 
enviaran  habitantes  i  aquella  ciudad  ,  puesto  qoe  sa 
país  no  temia  ser  perturbado,  y  1  ellos  de  parte  del 
África  les  amenazaW  una  cruda  guerra ,  habiendo  en«- 
tendido  que  los  Carta^'neses  luibían  pnesto  en  ona 
cruz  el  cadáver  de  Magon,  que  se  había  dado.  muer« 
te  á  sí  mismo,  en  odio  de  su  n^al  gobierno,,  y  qae 
venían  con  grandes  fuerzas  para  pasar  á  Sicilia  en 
aquel  verano. 

Llevadas  estascartasde  partedeTimcrieoD,  y  lie» 
gando  también  cfmbajadores  de  los  fracásanos  ^  ^ne 
les  rogaban  atendieran  á  aquella  colonia ,  y  se  hicie- 
ran de  nuevo  sus  fundadores ,  no  se  valieron  los  Co- 
rintios de  esta  ocasión  para  saciar  su  codicia,  ni  se 
apropiaron  aüquella  cíudad<y  smoque  en  ptttner  lugar 

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126  TIMOUBOKv 

$e  dirig¡erDa'i'ld&  juegos  s^gr^dos  de  IsK  Oréela  y  4 
las  grandes.  cof>cÚrrenc¡aS|  ftnti^ciaQdo  p<>r  pregoa 
que  lo^  Corintios  9  :que  en  Siracusá  habían  destruido 
^  tiranía  y  bábiaii  lanzado  4«  allí  al  t|rani>^  llama- 
|>an  á  los  Sira^^usanos  y  á-Jl^s  cieíná»  de  Sicilia  que 
c(uisieran  habitar  én  aquella  ciiudad »  para  que  (¿orno 
líbrese  iadependlentes  se  repartiera  por  suertes  el 
pais  con  igualdad  y  con  justicia!;  y  después  enviaron 
mensagerosi  al  'Aria  y  á  las  islas  ,'4onde  sabian  haber- 
se establecido,  m^í^bos  de  los  desterrados  9  invitándo- 
los, á  todos  á  pasar  i  Corlnto,  donde  tomarían  á  su 
cargo  enviarlos  con 'escolta,  con  buques  y  generales 
á  sus  propias  expensas  á  Siracusá.  Con  semejantes 
pregones  se  gano  Corinto  la  mas  justa  y  apreciable 
alabanza  >  y  Ja  envidia  de  otros  .pueblo^  f  por  haber 
libertado  j&  tiranos,  haber  salvado  de  los  bárbaros, 
y  haber  entregado  á  sus  propios  ciudadanos  aquella 
región.  No  considerándose  eii  bastante  número  los 
que  concurrieron  á  Corintü,.  hicieron  diligencias.  pa« 
ra  que  se  le^  agregaran  más  cdonos  del  mismo  Co- 
f ínto  y  del  resío  de  la  Grecia ;  y  cuando  ya  fueron 
como  vonos  diez  mil ,  se  embarcaron  para; Siracusá» 
Ya  también  de  la  Italia  y  de  Sicilia  se  habían  re^ 
unido  ntischos  á  Timoleoii,  llegando  según  r^efíere  Ata« 
nes  á  seseata  mil;,  á  los  cuales  les  repartió  el  terxeno. 

Lies  vendió  las  .casas  en  mil'^Ientosr,  haciendo  á 
antiguos  Siracusanos.  la  gr^ia.de  que  pudieran 
comprar  las  suya^,  y  proporcionando  al  mismo  tiem-r 

SabujDdanciá  de  u>ndos  al  pueblo ,  tan  gastado  con 
;  demaá  males  y  con  la. guerra,  que  fue  preciso 
vender  las  estatuas,  yotándose  sobre  cada  una  y  en-? 
hablándose  un  juicio,  como  cuando  á  los  empleados 
se  les  piden  cuentas;  en  tales  términos  que  se  refie- 
re hamr  conservado  los'Siracusanos,  cuando  daban 
sentencia  contra  las  otras  estatuas ,  la  del  tirano  Ge- 
Ion  el  mayor,  guardándole  este  honor  y  respeto 
por  la  victoria  que  en  Himera  g^nó  á  los  Cartagineses. 


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YllfOLBOK.  127 

Entiqíieciibi  v  repoblada  la  ciadad  de  esta  ma<- 
nera  por  acadir  a  ella  ciudadanos  de  todas  partes; 
queriendo  Timoleon  poner  en  libertad  á  las  deroas 
ciudades,  j  acabar  enteramente  con  las  tiranias  de  1« ' 
Sicilia  marchando  con  las  tropas  á  sus  capitales,  re- 
dujo á  fuetes  á  la  necesidad  de  separarse  de  los  Car*- 
tagioéses ,  y  de  convenir  por  un  tratado  en  destruir  las 
ciudadelas  y  Tivir  como  particular  en  Leoncio ;  y  i 
Leptines  que  tenia  tiranizada  á  Apolonia  y  otros 
muchos  pueblos ,  y  que  cuando  se  vio  en  peligro  de 
ser  hecho  prisionero  si  entraba  en  lid ,  se  le  rindió  &  • 
discreción ,  lo  trató  con  indulgencia,  y  lo  hizo  con- 
ducir á  Corinto,  teniendo  por  cosa  gloriosa  para  I« 
metrópoli  el  que  los  Griegos  vieran  á  los  tiranos  de 
la  Sicilia  vivir  en  el  destierro  y  la  humillación»  Que* 
riendo  por  otra  parte  que  los  estipendiarios  vivieran 
de  la  miUcia,  y  no  estuvieran  oaosos,  aunque  él  se 
restituyó  á  Siracusa  para  atender  al  establecimiento 
del  goi>iernd,  ayudándose  para  lo  mas  principal  y 
delicado  de  estas  tareas.de  Céfab  y  Dionisio ,  legis- 
ladores que  hablan  venido  de  G>rinto,  envió  contra 
las  pose»ones  de  los  Cartagineses  á  Dinarco  y  De*^ 
xnareto;  los  cuales,  sacando  machas  ciudades  <k1  po* 
der  de  los  bárbaros,  no  solo  consiguieron  vivir  en  la 
abundancia,  sino  que  con  el  botin  recogieron  fondos 
para  la  guerra. 

Dirígese  en  tanto  la  armada  de  los  Cartagineses  al 
Xilibeo,  conduciendo  sesenta  mil  hombres  ae  tropa, 
doscientas  galeras  y  mil  barcos,  que  tratan  ¿  bordo 
tnáqtiinas  y  carros  con  víveres  abundantes  y  todas 
las  demás  provisiones ,.  no  yapara  hacer  parcialmen- 
te la  guerra ,  sino  para  arrojar  á  los  Griegos  de  toda 
la  Sicilia:  siendo  aquella  fuerza  suficiente  para  so{uz- 

Sar  á  los  Sicilfanos,  aun  cuando  flfo  estuvierari  de- . 
¡litados    y  gastados  con  sus  mutuas  contiendas;  y 
cuando    entendieron  que  su  territorio  habiá^  sido 
devastado,  encendiérofñse  en  ira  contra  los  Corintios^ 


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^12?  tuáoi.iaoísf. 

sínodo  SiUScáadiltos.Ásdrnbal  y  Atókm -JÁ^VLáa 
esta  nueva  velozmente  á.  Siracusa,  de  tal  manera  se 
acobardaron  los  Siracus>inQsá^a  vista  de  tan  desme- 
didas fuerzas,  que  de  tan  gran  número :4e  .ciudada- 
nos apenas  tres  mil  tuvieron  ánimo^.paií^'.itomjar  las 
armas  y  juntarse  con  Tii^pleon.  XO^s^-estipondíarios 
eran*  cuatro  mil ,  y  aun  de  e^;os  unos  mil  desataron 
de>m''¿do  en  la  marcha^  dándose  á  entender  que  Ti* 
pioleon  no  estaba  en  su  acuerdo  ^sioo  que  deliraba 

EQt  la  edad ,  yendo  con  cinco  mil  infantes^y  mil  car 
altos  contra  sefónta  mil  enemigos,  y  desviando  sus 
fuerzas  de  Siracusa  el  camino  de  ocho  dias;  con  lo 
^e  ni  los  que  huyesen  tendrían  salvamento,  ni  ios 
que  muriesen  sepulcro.  Mas  Timoleon  reputó  á  ga- 
nancia el  que  estos  se  hubiesen  manifestaao  antes  de 
la  ocasión ,  y  alentando  á  los  otros  los  condujo  a 
marchas  forzadas  al  rio  Crimeso,  adonde  oyó  ha- 
berse dirigido  también  los  Cartagineses. 

Iba  suoiendo  á  un  collado,  vencido  el  cual  ha- 
bían de  descubrirse  el  ejército  y  todas  las  fuerzas  de 
los  enemigos,  cuando  llegaron  á  ellos  anas  acémilas 
cargadas  de  apios;  y  á  los  soldados. les  ocurrió  que 
era  mala  señal ,  porque,  tenemos  1^  costumbre  de  co-< 
roñar  por  piedad  con  apio  los  monumentos  de  los* 
muertos ;, y  de  aqui*  nació  el  proverbio  que  dice  res- 
pecto del  que  se  halla  peligrosamente  enfermo ,  que 
aquel  esta  ya  pidiendo  apio.  Queriendo  pues  apar- 
tarlos de  semejantp  superstición,  y  disipar  su  descon- 
Üanza ,.  parando  la  marcha ,  les  hablo  Timoleon  en 
los  términos  que  el  caso  pedia ,  y  les  dijo:  «Que  an- 
» tes.de  la  victoria  la  corana  por  sí  misniá  se  les  ve- 
trnia  á  I9  mano:  porqne  los  G>rintios  ^coronan  con 
»apip  á  los  que  vencen  en  los  juegos  IstniLcos ,  te- 
»n¡eudo  á  esta  «planta^por  una  insignia  sagrada  y 
M  propia  de  su  pais."  Pues  ya  entonces  er^  de  apio 
la  corona  de  los  juegos  ístmicos ,  como  lo  es  ahora 
d^i^.l^eineos ,  y  no  mi^bo.  antes  habia  sido  de^pino. 


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HáUando  pires  Hmokúni  los  soldádes  en  laferu 
Ría  que  hemos  dicho,  y  tomando  unas  kojm  de  apid 
se.  coronó  el  primero;  después  de  él  ios  gefes,  y 
luego  la  tiopa.  Dtvisaion  entonces!  ios  adivinos  dos 
ágoilas^  qoe  por  alU  pasaban ,  de  >l8S..coiiIea  Ja  unú 
llegaba  nn  dragob^de^^^dasado  entre  |as^rras ,  y  la 
etñ  ea'  sa  vuelo  daba  grandes  y  descompasados  cbi- 
llbkfst  mostráronlas  poes  i  los  soldados',  y  todos  se 
moraron  á  hacer  votos  y  plegarias  i.  los\D]oses. 
.  £ia  entonces  lar.  estación  del  verano  á  fines  de) 
BKS.Targeiion,  cuando  ya  el  tiempo  tocaba  en  el 
scdsticto;  y  formando  el  rio  una  densa  niebla,  al  prin- 
cipio cafam  con  sa  oscuridad  la  ribera,  y  nada  poditf 
aersé  de  lo  que. badán  lós.enemigés:.  solamente  lie- 
g^>a al  collado  anaco  indeterminado  y  confosoj  caU'* 
sado  á  lo  lejos  por  nn  ejército  tan  numeroso.  Ma^ 
Mí^^o  qne  los  Corintios  aodxiron  de-  allanar  el  cotla-i 
éo^y  que  dejando  los  escudos  empezaron  á  tomaii 
aHemo,  levantándose  ya*  el  sol  y  alzando  del  «oelo^ 
los  Vapores ,  espesado  y  condensado  el  aire  en  la  par-^ 
le  superior ,  cnorióJas  alturas ;  y  quedando  libres  I09 
terrenos  bajos,  se  descubrió  el  CrimesoV  y  se  vio  quo 
le  estaban  pasando  Ic^  enemigos ,  primero  con  los  car-^ 
ros  ordenados  en  batalla  de  un  modo*  Terrible,  y  ea 
pos,  de  ellos  con  diez  mil  infantes  cnyes  escudos  eran 
UsoKbs.  Conjeturóse*  que  estos  eran  Cartagineses  pot 
la  Jbrillanter  de  sus  arreos,  y  por  -el  aptáamiento  y 
ord6a  de  su  marcha.  Agcdoábanse  hiego  todas  las  de^ 
mas  Babones,  y  emprencuan  el  paso  en  descmien  t» 
confustoh;  lo.  qite  aavertido  par.Timoleon  •  ooaoció 
al  punto  que  el  rio  le  proporcionaba  tomar  de  lamu-^ 
ahodumbre  de  los  enemigos  aquellos  con  quienes 
quisiera  pelear.  Ordáió.  pues  á  sus  soldados,  que  mi-< 
xaran  la  falange  de  los  enemigos  dividida  por  la  cor^ 
rieote  habíoioo  pasado  unos  y  estando  otros  por  pa-« 
s»r;  y  mandó  á  Demareto  que  con  la  cabañería  acó* 
metiese  á  los  «Cartagineses ,  y  que  desordenara  su  for«* 

TOMO  II.  I 


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macÍQli  flfite6.'4]eVerifiGarse«Baj^ entonces  «IQanb,  y 
dio  á  otros  Scilianos  i  mandarrias  dos  alas,'pomeii«* 
do  en  cada  una  de  ellas  unos  cuantos -extrañaros:  en 
el  centro  fofiíaaído  ¿1  misma  á  los  Siracusands  y  lo 
inas  €fScog¡da>de  los  estipeiidiark>s,  se  paró  por  uñ 
breve  i«siai»te  ^ra  notar  las  opeíacíones  de  laóaba-^ 
Ueria;  mas  Viendo  que  los  carresf  4^^  discunkn  de-r 
lante  de  las^fib»  áo  la  dejaban  reñir  á  las  manos  con 
ios  Cartagineses*^  sino  qm  nmdms/veces  t>ára  no  de&«« 
ordenarse. la-precisaSaná.  Hacer todeos  y  á:daúr  en 
esta  forma  frecuentes  acometidas  y  embrazándaél  es--< 
CQdo  y  gritando  á  los  infantes  «que  le  signiíssén  con 
denuedo »  paredó  que  so  TÓr  foe  mucho  más  fuerte 
y  penetrante  que;  lo  ordinario ;  bien  fuese  porque  en 
aquel  conflicto  y  con  aquel  Calor  se  acrecentase  efec- 
tivamente la  voz  ^  ,<5  porqueaigua^fenio,  según  en- 
tonces lo' creyeron  muchos,  le  ayudase  á  gritar  y 
gritase  con  él.  <3oniestándo  aquellos  inmediatamente 
al  grito»  ypidí¿ndole.qué  losguiaseiy  no  se  ddtuvie« 
se»  hito  s¿al  avia  caballería  para  que  acometiese 
por  fuera  de  la  línea  de  bs  carros,  y  cargara  por  ^ 
ala  á  los  ^enygos ;  y  ¿1  cerrahdo  la  vanguardia ,  que 
se  cubrid  ionios  escudos»  y  dando  orden  de  tocar 
i  los  trompetas  ,  tnárchó  para  los  Cartagineses. 

Sostuvieron  «estos  con  valor,  d  primer  encuentro» 
y  con  tener  .defendido  el  cuerpo  con  corazas  de  hiet^ 
ro  y  morriones  de  bronce  y  oponer  unos  anchos  és^ 
cudos»  pudieron  .«squivár  los  .golpes  de  lanza»  Ji^ 
cuando  la  j>elea  vino  á  las  espanas'»  obra  ya  no  meno^ 
de  la  destceza  qile  de  la 'pujanza»  repentinamente 
empezaron  á  desúrenderse  de  los  'montes  terribles^ 
truenos  y  encendidos  relámpagos;  y  descendiendo 
allugar  derla  contienda  la  nube  desde  lós:colládoa 

r  alturas.,  trayendo  consigo  lluvia ,  viento  y  griaaizo» 
los  Griegos  les  daba  por  detras  y  á  la  espalda ;  mas 
á  los  bárbaros  heríales  en  la  cara  y  deslumlnril^ales 
la  vista,  siendo  continua  k  llui^ia  borrascosa  y  las 


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7IMOUOV.  l^% 

llamaradas  qj»  partían  de  las  niibei :  co«a  ^oe  de 
pul  maneras  aflíeiao,  especialmente  i  los.hiSQfioi. 
Incomodaba  tambicn  no  menos,  que  I09  truenos  el 
roído  de  las  armas,  heridas  de  la^espcsa  lluvia  y  los 
granizos,  por  cuanto  impedia  que  se  oyesen  las  <5r« 
denes  de  los  caudillos.  Ademas  yendo  los  Qirtagíne- 
aes  nada  ligeros  en  cuanto  al  armamento ,  sino  de 
sobra  defendidos  como  hemos  dicho  ^  estoifaábales  el 
barro;  y  loé  senos  de  las  tánicas  llenos  de. agua  les 
impedían  manejarse  con  presteza  en  el  combate, cuan-» 
do  los  Griegos  estaban  mify  listos  para  ofenderlosi 
y  si  calan  9  les  era  absolutamente  imposible  levantar-» 
ae  del  Iodo  i  causa  de  las  armas.  £1  Crimeso  tam« 
Inen ,  desbordado  ya  con  los  que  pasaban ,  se  habia 
aumentado  con  las  lluvias ;  y  la  Üanura  inmediata, 
teniendo  machas  desigualdades  y  hoyos ,  estaba  lle- 
na de  arroynelos  que  corrían  fuera  de  cauce »  coa 
Jos  qne  detenidos  los  Cartagineses  con  dificultad  po*** 
dian  salvarse.  Por  "último  continuando  la  tormenta, 
y  habiendo  los  Griegos  deshecho  la  primera  linea, 
qne  era  de  nnos  cuatrocientos  hombres,  todo  el  ejér- 
cito se  entregp  á  la  huida.  Muchos,  alcanzados  to«- 
davía  en  la  llanur^i ,  alli  perecieron ;  á  otra  gran 
parte,  tropezando  con  los  que  todavía  se  hallaban 
pasando  el  río  ,  los  arrebato  y  destruyó  su  corriente; 
y  i  los  mas,  que  se  encaminaban  á  las  alturas ,  los 
persifi^iieron  y  deshicieron  las  tropas  ligeras.  Dícesé 
que  de  diez  mil  muertos,  tres  mil  eran  Cartagineses: 
^ande  luto  .para  aquella  ciudad ,  porgue  ningunos 
otros  Jes  hacían  ventaja ,  ni  en  origen ,  ni  en  riquezas, 
^i  en  reputación,  y  no  habia  memoria  de  que  en  una 
aola  acción  hubieran  muerto  ¡amas  tantos  Cartacine- 
wSes:  pues  que  echando  comunmente  mano  de  Airica- 
sos,  de  Españoles  y  Numidas,  la  pérdida  en  sus 
derrotas  era  siempre  a^ena. 

Advirtieron  también  los  Gríegps  en  los  despojos 
^b  distinción  de  los  vencidos,  deteniéndose  poco  los 

*I3 


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13  a  TIMOLEOK. 

2ue  ios  despojaban  en  el  bronce  y  el  hierro :  ¡  taa 
bundtnte  andaba  la  plata ,  y  en  tanta  copia  era  el 
oro!  porque  pasando  el  rio  cogieron  el  campamen^ 
to  con  todas  las  brigadas.  Muchos  de  los  cautivos 
fueron  ocultados  por  los  soldados ;  pero  aun  presen* 
taron  al  todo,  hasta  cinco  mil ,  y  también  se  cogieron 
doscientos  carros.  Mas  lo  que  hacia  una  hermosa  y 
magnífica  vista  era  la  tienda  de  Timoleon ;  al  rede- 
dor de  la  cual  estaban  amontonados  despojos  de  to- 
da especie ,  entre  ellos  mil  corazas  primorosas  por 
la  materia  y  por  la  obra ,  y  diez  mil  escudos.  Siendo 
pocos  para  despojar  á  muchos,  y  hallándose  con  ricas 
presas,  apenas  al  tercero  dia  después  de  la  batalla 
pudo  erigirse  el  trofeo.  Con  la  noticia  de  la  victoria 
envió  Timoleon  á  Corinto  las  mas  hermosas  arn\a* 
duras  de  las  del  botin ,  queriendo  que  su  patria  ex- 
citase en  todos  los  hombres  una  gloriosa  emulación 
al  ver  en  sola  aquella  ciudad  de  la  Grecia  los  mas 
magníficos  templos,  no  adornados  con  despojos  grie-» 
gos ,  ni  enriquecidos  con  indecorosos  monumentos  de 

¡presentallas  que  hubiesen  sido  fruto  de  la  muerte  de 
os  de  un  mismo  origen  y  una  misma  familia,  sino 
con  presas  hechas  á  k>s  bárbaros,  cuyas  inscripcio- 
nes acreditaban  á  un  tiempo  el  valor  y  la  justicia 
át  los  vencedores,  diciendo  que  los  Corintios  y  Ti- 
moleon su  general,  haciendo  libres  de  los  Cartagine- 
ses á  los  Griegos  que  habitaban  en  la  Sicilia,  habían 
hecho  á  los  Dioses  aquella  ofrenda. 

Dejando  en  seguida  en  el  ejército  á  los  estipen- 
diarios para  correr  y  molestar  la  provincia  de  los 
Cartagineses ,  se  encamino  á  Siracusa ,  y  á  aquellos 
mil  estipendiarios  que  le  abandonaron  antes  de  la 
batalla,  les  mandó  por  pregón  salir  de  Sicilia,  obli- 
gándolos á  estar  fuera  de  Siracusa  antes  de  ponerse  el 
sol.  Navegaron  pues  á  Italia,  donde  perecieron  á  ma- 
no de  los  Brecios  contra  la  fe  de  los  tratados ;  impo- 
niéndoles asi  atgun  Genio  la  justa  pena  de  su  traición. 


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TfVOLEOK.  133 

Mamerco,  tifanocfe  Catana  6  Iquetcs  >  fuese  por  en* 
¥idia  de  las  victorias  de  Timoleon ,  ó  por  temerle  co- 
mo hombre  de  quien  nada  debían  esperar ,  y  qtie 
ningún  trato  quería  tener  con  los  tiranos ,  bicieron 
alianza  con  los  Cartagineses ,  y  les  enviaron  á  dcdr 
mandaran  fuerzas  y  un  General ,  si  no  querian  ser  ab* 
solutaniente  arrojados  de  la  Sicilia.  Vino  puesGiscon 
trayendo  sesenta  galeras  y  soldados  Griegos  estipen- 
diarios ,  siendo  añ  que  nunca  antes  los  Cartagineses 
habian  echado  mano  de  los  Griegos;  mas  entonoes  te- 
nían de  ellos  la  mas  alta  opinión ,  juzgándolos  por  los 
mas  invencibles  y  valientes  de  todos  los  hombres.  Re* 
unidos  de  común  acuerdo  en  la  Mésenla ,  dieron  muer- 
te á  cuatrocientos  de  los  estipendiarios  de  Timoleon 
que  habian  sido  enviados  en  su  auxilio:  y  en  la  pro- 
vincia de  los  Cartagineses,  habiéndose  armado  ase- 
chanzas cerca  del  pueblo  llamado  Hieras  á  los  esti- 
pendiarios mandados  por  Eutimio  de  Leucadia,  todos 
perecieron  ;  con  lo  que  la  dicha  de  Timoleon  adqui- 
liio  aun  mayor  nombradía:  porque  habian  sido  de  los 
que  con  Filodemo  de  Focea  y.  con  Onamarco  ha- 
bian tomado  á  Dclfos,  haciéndose  participantes  de 
sa  sacrilegio.  Aborrecidos  por  tanto  y  abominados 
de  todos ,  andando  errantes  por  el  Peloponeso ,  fue- 
ron acogidos  por  Timoleon  i  falta  de  otros  soldados; 
y  venidos  con  ¿1  á  Sicilia ,  en  todas  las  batallas  en 
que  á  su  lado  se  hallaron  hubieron  la  victoria;  mas 
luego  que  tuvieron  fin  aquellos  grandes  y  reñidos 
combates  y  enviados  á  dar  auxilio  á  diferentes  puntos» 
murieron  ó  cayeron  en  cautiverio,  no  todos  á  la  vez, 
sino  por  partes:  atestiguando  este  modo  de  su  cas- 
tigo que  en  ét  intervenía  la  buena  suerte  de  Timo- 
leon ,  para  que  del  castigo  de  los  malos  ningún  daño 
¡resultase  á  los^  buenos.  Deesta  manera  vino  ^  suceder 
que  no  ipeups  resplandeció  la  benevolencia  de  los 
•Dioses  paraxon  Timoleon  en  las  cosas  que  pareció 
serle  adversas ,  que  en  aquellas  en  que  salió  triunfante. 


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134  TIMÓWOK. 

Los  mas  de  lóS  Siracasanos  estaban  incomodadí- 
simos de  Verse  á  cada  momento  denostados  por  lof 
tiranos.  Especialmente  Mamerco ,  muy  ufano  con  qae 
componía  poemas  y  tragedias,  y  engreído  con  ha- 
ber vencido  á  los  estipendiarios,  al  hacera  los  Dio^ 
ses  la  consagración  de  los  escudos  habia  puesto  por^ 
inscripción  ün  distico  elegiaco  muy  afrentoso  dees-^ 
te  tenor: 

'  Estas  rodelas  ^üe  íreltímbran  tanto 

Con  ptírpurá,  marfil,  electro  y  oro, 
;'  Con  escudos  de  á  palmo  las  tomamos» 
Pespues  de  estos  sucesos  habiendo  Timoleon  pasa-* 
do  con  sus  fuerzas  á  la  Calabria ,  invadió  Iquetes  i 
Sirácúsa  i  donde  tómd  uñ  ricO  botin ,  haciendo  gran- 
des danos  y  ofensas;  y  en  seguida  Se  encaminó  tam- 
bién á  la  Calabria  ,  nO  haciendo  Cuenta  de  Timoleon, 
que  tenia  poca  gente.  Dejóle  este  adelantarse,  y  lue- 
go se  puso  en  su  persecución  con  la  caballería  y  lai 
tropásiigeras.  Entendiólo  Iquetes;  y  habiendo  pa- 
sado el  rioDamuria,  se  paró  al  otro  lado  en  ati-¿ 
tud  de  defenderse,  cOntribifyendo  á  darle  osadía  la 
dificultad  del  paso  y  lo  escarpado  del  terreno  por  la 
bna  y  otra  orilla.  Detuvo  la  batalla  una  disputa  y 
contienda  extraña  entre  los  capitanes  de  Timoleon,- 
porque  ninguno  quéria  ser  el  último  en  acometer  á 
los  enemigos ,  sino  que  cada  tino  aspiraba  á  ser  el 
primero :  asi  el  pasó  se  hizo  en  desorden ,  empujan^ 
dose  y  atropellándose  unos  á  otros.  Quiso  Timoleon 
que  echarán  suertes,  para  l6  que  tomó  un  anillo  de 
cada  uno,  echólos  todOs  en  una  punta  dé  su  manto; 
y^  habiéndolos  revuelto  j  ^e  hajló  qne  el  primero^  te- 
nia grabado  poi'  sello  uñ  trofeo;  y  luego  que  loi 
jóvenes  lo  observaton ,  alzando  con  aquel  gozo  gran- 
de gritería,  ya  no  esperaron  otra  suerte,  sino  qué 
pasando  precipitadamente  el  rio  por  el  orden  en  qiie 
estaban ,  cayeron  con  ímpetu  sobre  los  enemigos;  Io« 
cuales  no  sostuvieron  el  choque,  siqo  que  dieron 'á 


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Inuf  9  dbiiiclottiido  todos  las  armü;  7  en  el  alcance 
msrieroa  como  000$  mil  de  eUo$.  . 

Marchando  de  alUá  poco  con  sa  ejército  Timo-» 
leoa  al  territorio  de  los  Leominos,  tomó  vivo  á 
Iqoetts  f  i  so  hijo  Enpoleoto  y  al  geúeral  de  la  caba» 
Uem  &tuBo  y  que  fueron  aprehendidos  por  los  sol^ 
dkdos  7  condecidos  i  sa  presencia ;  7loquees  Iqm^ 
aes  70!  hijo  sofrieron  la  muerte  que  teman  merecida 
como  tiranos  7  traidores.  EntimOf  lioencilNirgo  de  ser 
hombre  de  valor  para  los  combates  7  distingnido 
{K>c  sn  arrf^o^  no  alcanzó  compasión  por  juia  cspre<? 
$ion  in jnriosa  contra  los  Corintios ,  de  b  que  era  acu» 
sado:  pocqne  se  referia  que  cnaodo  los  Corintios 
wafittoú  contra  ellos,  arengando  á  los  Leontinos,  les 
bi^ia  dkho  que  nada  habia  qne  debiera  cansar  mie^ 
do.  o  espanto  en  ^oe 

Hubieran  las  iniu[eres  4e  Corinlo 
Salido  ó  no  salido  dt  sos  casas. 
Asi  es  fie  los  mas  snfriqíos  peor  las  matas  palabras 
qne  las  malas  obras:  po^Que  es  mas  dificil  de  Uerar 
Á  ¿«precio:  qne  la  férdid^ ;  7  el  nesgarse  con  obras 
ae  permite  como  necesario  á  los  enemigos;  pero  los 
dichos  injuriosos  ^ece  que  nacen  de  aobndo  ren«* 
por  y  sobrada  mahcü* 

vuelto  Timoleoii»  los  Stracnsaaos,  formados  en 
joEte  pública  para  este  juicio,  condenaron  á  muerto 
á  la  ninger  é  hijas  de  Iquetes ;  siendo  este  de  todos 
los  hechos  de  Tlmoleon  el  que  menos  favor  le  hac^ 
pues  parece  que  si  lo  iMbiera  querido  impedir,  no 
ae  habria  impuesto  tal  mm  á  aquellas  mageies.  Mas 
ae  cree  qué  no, se  memo  en  ello,  abandosiándólas  al 
«lieono  de- tos  ciod^défkoa  ,qne  tomaban  en  ellas  ven^ 
flanea  por  Dion  el -que  eipeli6  á  Dionísiór  posquo 
Ute  Iqoetes^l  que  arrojo  vivos  al  mar  árk  muger  dc^ 
Sioñ  Arela,  á  su  hermana  Aristomaca  y  4  su  hiyn^ 
todavía  pequeño ;  de  lo  quer  heñios  hablado  en  la  vi*^. 
da  de  Dion* 


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t}6  tmtíisMi¥ñ 

MarbhftndD  ^espues^  áe  tsH>  a¿oti  su  ^járclto^'  f 
Catana  contra  Mamercefqulsk  agttardó  ea  orden  de 
batalla  junto  el  rarroyo  Abplo,  le  ▼ciicíd  y  derroto 
con  muerte  deiinois  dos  mil;  dé  los  cuales  eras  no 
pequeña  parte  105  Fenicios  enriados  de  auxilio  pot 
Giscon*  De  resulta  dé  esto  le  pidieron  losOirtagmei* 
ses  la  paz,  y  se  vino  en  ella  cen-  las  condiciones  de 
quedar  á  Siracusa  todo  el  terreno  dentro  del  rio.Li-* 
co;  oue  serian  rlifores  todos  los  que  t  quisiesen  de4p 
i  establecerse  á  '^rscusa,  entregándoseles  sus:  Wencsí 
y  famiHás:,  y*  que  se  apartarían  de  la  alianza  ^  con 
ios  tiranos.  Manierco,  desalentado  yaen  susespérao*- 
zas )  navegaba  á  Italia  pinra  concitar  á  los  de  Laca 
contra  Timoleon  y  los  Siracu$anos<  Mas  habiendo 
cambiado  de  ruinbo  con  sus  naves  los  que  iban,  cea 
¿1,  y  dirigídose  á  Sicilia,  donde  hiderotí  á  Ttmo^* 
león  entrega  de  Catana ,  se  vio  ea  la  precisión  de 
acogerse  á  .Mesatia ,  buscando  el  amparo  de  Hipon, 
tirano  de  acuella  ciudad.  Viuox:o«itra  ellos  Tíiño* 
león ,  y  les  puso  sitio  por  tierra  y  por  mar ,  é  Hipotí 
quiso  huirse  en  un  buque ;  pero  fue  apresado  y  pues^ 
toen  maiiios  de  los  Mesemos,  convocando  estos  á 
los  muchachos  de  las  escuelas  paira  que  vieran  onno 
el  mas  agradable  espectáculo  ei  castigo  de  un  tirano; 
kr condujeron  al  teatro,  y  alli  le  azotaron  Hasta 
quitarle  ki:  vida.  Mamerco  se  entregó  á  TimotRm 
para  ser ^ju2^do  por  los -Si^at úsanos,  bajo  la"Con«¿ 
dicioh  de  )<|ue  Timoleon  íio' le  acusase.  Coadocido 
¿  Siíacúsa^  se  presentó  at  puel^  $  ií  íaten|x5:p<^niiffl^f 
un  discurso  que  tienia  compuesto>de  antemano-;*  pero 
siendo  interxumpSdo',  y  ob¿rt:ando  que  de>Ja«íimtaí 
no .^odia; esperar  nada'  favoiüabie ^arrojando  b'-cof» 
en  mediq  del  teatro,  dio  á  cornBr,>y.coil  aqoel  ím-i- 
peen  ítoer  á^estrellarse  de  cabeza  en  nao  de  Jos  asien-^ 
tos:  patfa  quicanK^  la  viida^;  masrno-icoaisiguidqiie  ñieseí 
aqueitai^n-inuerté,-  sino  kpie^se^le-álc^nzd  KKiftvíd  con 
yi Ja ,  y  se  le  hizo  sufrir  la  pena  de  los  sakeadwesv 


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TUfOLSOir.  11^ 

Desarrsdgó^et  TimoJeon  las  úntí^^y  dio  fin 
á  las  «erras  del  abkkIo  qué  se  ha  refarido«£a  cuan* 
to  á.  la  isla  toda,  que  la  encontré  irrittda  om  sus 
tóales^  7  nürada  con  tedio  de  sns  habitantes ,  de  tal 
manera  la  aplacó  é  hiao  apetecible ,  qne  TÍnieroa 
otros  habitantes  á  un  ponto  del  que  antes  se  habían 
jüetírado  ;sas  propio»  dodadanos:  porqne  entonces  st 
repoUatoii  Agrigento  y  Geh ,  ciada(¿s  grandes  qoe 
hicieron  los  Ourtagineses  abandoiyr  con  nu>t¡vo  de 
la  guerra  Ática ;  viniendo  á  habitar  la  una  Meg^b 
y^isto  desde  £lea ,  y  la  otra  Gorgo  desde  Quio, 
trayendo  consigo  i  los  antiguos  dodadanos.  Asi  pro* 
aneando  no  solamente  seguridad  y  reposo  después 
de  tales,  agiuciooes  á  los  aue  en  ellas  se  establedaní 
sino  proporcionándoles  tooavía  otras  muchas  cosas, 
y  dándoles  aliento ,  fue  de  sus  du^jadanos  mirado  y 
venerado  como  fundador.  Los  mis^^fir'eran  los  sen- 
timientos de  todos  los  demás  hacia  ¿1 ,  y  ni  en  la 
termínadon  de  una  guerra ,  ni  en  la  formadon  de 
una  lejf  ni  en  el  esiabledmiento  de  una  colonial  ni 
én  el  arreglo  de  un  gobierno,  parecía  haberse  acerta- 
do ^i  él  no  intervenía  i  y  si  como  perfecdonador  da 
iaobra  no  contribuía á  exornarla,  añadiéndole  cier* 
ta  grada  sobresaliente  y  como  divina* 

jMucfaos  Griegos  había  habido  antes  de  él  que  se 
habían  hecho  ilustres  y  que  habían  ejecutado  grandes 
cosas,. de  cuyoniámeró  son  Timoteo,  Agesilao, Fe-*, 
lopldas,  y  aqud  á  quien  mas  se  propuso  imitar  Ti- 
moIiMWi ,  Épaminonw  ;nia8  las  hazañas  de  estos  pre? 
senitan  lo  brillante  .nonfoncUdo'con  derta  videncia  y 
^fiaeiao  i  tanto  q^KL^én  algunas  tuvo  liigsr  la  repreo-* 
$ÍQn  y.  ej  arrepéntimienito;  cuando  en  todos  los  he-* 
chos  de  Tiiiioleon,  si  ponemos  fuera  de  cuenta  el 
estrecho  en  que  se  vio  reispocto  del  hermano,  mnguno 
l^fM  que  no  le  oMiyenga ,  como  dice  Timeo ,  aque- 
Uamd^adon  deSáfoefes:  .  .  .  ^ 
¿-  .'.íQM  Venus iSqiié  «nspres ,  sacrost  Dioses ,    .  ^ 


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138  rruoímom 

Han  .(«ie9toitt]ai  su  poderbscintno?     • 
Ft>rque  asi  como  ta  poestsuki  Antiniaco  y  los  enadroi 
de  Dioniúo»  ambos  Colofonios,  «a  que  hay  faensa 
y  valentía^  tienen  el  aire  dé:  oosas  hedías  con  tís&icag^ 
%Qf  y  muy  trabajadas;  y  en  ká  pintaras  de  Niooma* 
co  y  en  los  versos  de  Homero  si  vigor  y  gracia  se 
^rega  el  parecer  que  están  hechqs  con  ^an  soltimí 
y  facilidad :  de  la  misma  manera  comparadlos  l^ 
generalatos  dC'  E^aminondas  y  Ag^ilao,  sorvidoa 
con  difiiniltad  y  grande  esfuerzo  ^  con  el  generalato 
de  Timóleoq  >  en  el  que  hubo  tanta  fadlidild  como 
esplendor^  al  que  bien  lo  advierta  no  le  parecerá 
este^obra  de  la  fortuna  ^dno  de  nna  virtud  «afertU'-' 
pada*  Con  todo  ¿1  atribuyo  siempre  á  la  fortuna  sos 
bínenos  sucesos ,  y  tanto  escribiendo  á  sus  amigos  de 
Cprinto,  como  arengandaá  los  Siracusanos,^  dijo 
muchas  veces,  daba  gracits-i  Dios,  porque  teniendo 
determinado  salvar,  á  la  Sicilia  ^  habia  s(R)rg)uesto  sa 
nombre  de  él  en  este  decreto**  Edificó  a^iinistnó  al 
lado  de  su  casa  templo  al  Acaso^  en  que  hizo  sacri- 
ficio 9  y  la  casa  niisma  la  consagra  al  sagrado  Genio. 
Era  esta  la  que  los  Siracusanos  le  habían  r^alado 
por  premio.de  su  acertado  mando  1  juntamente  con 
un  terreno  de  lo  mas  agradable  y:delicioso,^iel  que 
se  recreaba  la  mayor  partie  del  tiempo,  habiendo  he- 
cho venir  de  Corinto  á  su.muget  y  .ais  hijos;  pues 
£a  no  volvió  aUá,>ni.^.nsue2clooen  ksturbaciones^e 
i  Gcecia»'  ni  tampoco  quiso  inpuarrir  en  la  envidia 
Kr  gobernar ,  en.  que  ^suelen:  eslrfdhurse  los  mi»  de 
generales »  por  la  insadable  ansia  de  honores  y 
mando;  sino  que  paso  alli  én  árida ^,.  gozando  de  Io9 
bienes  que  ¿1  mismo  hafeia  jiurópdrcbnado,  de  lós 
Cuales  era  el  mayor  ver  tantas  ciudades  y  tantos  mi^ 
llares  de  hombres  que  por  <aí  eran  dichosos;        •     - 
Mas  como'  i  la^cogujada  no  ^pttede  faltarle  asoioy 
sesun  Simonides,  ni  tampoco 'al  gobiernoí  popi^br 
calumniador  y  tonrai^on  pos  ^cuenta  á  Xípi^leoa 


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estos  dos  dborótidons  Ltfisrio  7  Bémeneto.  Pecíia 
LiAsüo  que  diese  fiaazasea  cierta  causa ;  y  él  no  per« 
mítió  i  losdadtdanos  míese  alborotaran  y  se  lo  Im* 
pidieran,  dicieado  qnenabia  lleudo  con  aasto  tan« 
tos  trabajos  y  peligros  para  poner  á  los  Siracnsanoa 
en  estado  de  qne  el  que  qnisiera  podieira  osar  de  las 
leyes.  Demeneto  le  acasaba  en  la  jonta  piíblica  d< 
mnchoa  capícnlos  por  cosas  de  sn  mando;  mas  nada 
k  contcatOy  y  solsanente  di'io,  qne  estala  oiny  re-> 
conocido  i  los  Dioses  por  Ter  i  los  Siracnsanos  en 
posesión  de  la  Ubertad  qne  tanto  les  habia  deseado. 
Obró  poes  m  contradicción  mas  grandes  é  ilostres 
lasañas  qne  niogono  de  los  Grifos  antes  de  él  t  no 
bnbo  qnicn  le  avoitajase  en  aq^oefias  acciones  i  coya 
pr&ctica  suelen  los  sofistas  excitar  en  sus  panegíricos 
i  los  Griegos:  de  los  males  qne  en  lo  antiguo  SSisIe*^. 
ron  á  la  Greda »  debi6  á  su  fortuna  el  que  le  hubie^ 
se  sacado  puro  y  sin  mancha :  i  los  bárbaros  y  á  los 
tiranos  les  hizo  experimentar  su  valor  y  sn  pericia^ 
como  á  los  Griegos,  y  á  todos  sas  amigos  su  justida 
y  su  mansedumbre :  erigi6  á  sus  riudadanos  muchos 
trofeos  de  otros  tantos  combates ,  que  no  les  costa-* 
ron  lágrimas  ni  lloros ;  y  en  ocho  años  aun  no  caba^ 
les  entrega  la  Sidlia  á  sus  habitantes ,  libre  de  sus 
envejeddos  y  como  nativos  males.  Entonces  ya  sien- 
do anciano  empez6  i  decaer  de  la  vista  que  del  todo 
perdió  de  aüi  á  poco ;  no  porque  hubiese  dado  cau-* 
sa  á  ello  «nbriag^  con  su  fortuna,  sino,  i  lo  que 
parece ,  por  una  enftrmedad  de  familia  >  que  con  Uí 
edad  concurrió  i  este  accidente:  poes  se  dice  ^qua 
00  pocos  der:lo5  que  eran  sos  deudos  por  Image  per-' 
dieron  del  mismo  modo  la  vista ,  acortándose^  por  la 
vejex»  Atañes  refiere  qne  fue  en  el  campamento  du^ 
rante  la  guerra  contra  Hipon  y  Mamerco  en  Mile, 
donde  empeaó  í  acortársele  la  vista,  no  dudándose 
ya  de  que  iba  á  perderla ;  mas  que  con  todo  no  por 
eso. alzó  el  si^^  úao^ue  cotitniu<í  la  guerra  has^; 


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f4o  Tncouov. 

ta  apoderafse  dé'los  tiranos;  y  qne  luego  qtfe  vol- 
vió á  Siracusat  depnso  inmediatamente  el  mandO)' 
pidiendo  la  relevación  á  los  ciudadanos,  en  vista  de 
que  ya  los  negodos  habiañ  sido  llevados  al  mas  feliz 
término* 

El^oe  hubiese  llevado  sin  pesadumbre  este  infor- 
tunio no  será  quizá  de  grande  admiración ;  mas  lo  que 
sí  debe  causarla  es  el  honor  y  veneración  que  estando 
ya  ciego  le  manifestaron  los  Siracusanos^  haciéndole 
írecuenies  visitas ^  y  llevando  á  su  casa  y  á  su  propie- 
dad á  los  viajantes  forasteros  para  que  vieran  á  su 
bienhechor,  contándoles  con  reconocionento  el  que 
hubiese  preferido  quedarse  con  ellos  á  pasar  susdiasi 
no  haciendo  caso  de  la  gloriosa  vuelta  á  la  Greciai 
que  sus  admirables  sucesos  le  hablan  preparado.  Hi- 
cieron y  determinaron  en  su  honor  muchas  y  muy 
señaladas  demostraciones,  entre  las  que  no  cede  á 
ninguna  la  de  haber  decretado  que  el  pueblo  Siracu- 
sano ,  siempre  que  se  le  ofreciere  guerra  contra  esuan- 
geros,  hubiera  de  valerse  de  general  Corintio.  Tam- 
bién era  cosa  digna  de  verse  lo  cpie ,  cuándo  concur- 
ría á  las  juntas  públicas  ^  se  hacia  en  su  honor :  por- 
que las  cosas  pequeñas  las  determinaban  por  sí;  mas 
para- los' negocios  de  importancia  le. llamaban:. venia 
pues  en  carroza,  y  por  la  plaza  se  dirigía  al  teatro,  é 
Kitroducido  su  carruaee  en  el  que  iba  sentado ,  el  pue- 
blo le  saludaba ,  nombrándole  todos  á  üná  vqz.  Cor- 
respondíales ,  y  dando  algún  tiempo  i  los  obsequios 
y  a  las  alabanzas,  inquiría  lue¿o  qué  era  de  lo  que 
se  trataba  y  manifestaba  su  dictamen*  Sancionado 

aue  era^  los  ministros  sacaban  otra  vez  la  carroza 
el  teatro,  y  los  ciudadanos,  despidiéndole  con  vo- 
ces de  júbilo  y  alegría ,  despachaban  después  por  sí 
lo  que  restaba  de  fos  negocios  públicos* 

Envejeciendo  pues  en  medio  de  unto  honor  y 
benevolencia  como  padre  común  de  todds ,  con  muy 
pequeña  ocasión  f  que  agravó  su  edad  i  vino  por  fin  i 


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TüíOlBOV*  X4t 

fallecet.  Blérome  algunos  dias  á  los  Stracnsaoos  para 
disponer  so  entierro ,  y  á  lot  circunvecinos  y  foras- 
teros para  concurrir  á  el.  Dispusiéronse  coros  brillan* 
tss ,  y  jóvenes^  señalados  de  antemsmo  por  un  decre- 
to ,  llevaron  el  féretro  ricamente  adornado,  pasimio* 
lo  por  los  alcázares  titánicos  de  los  Dionisios ,  entcMi- 
ces  asolados.  Acompañáronle  millares  de  millares  de 
bombres  y  mugeres  que  hadan  una  perspectiva  muy 
decorosa ,  como  en  mía  solemnidad ,  llevando  todos 
coronas  y  vestidos  de  fiesta;  mas  los  gritos  y  lágrt» 
mas 9  mezclados  con  los  elo^os  del  muerto^  lo  que 
demostraban  era ,  no.  un  oficio  de  honor  ni  unas  eze-* 
qtzias  ordenadas  de  antemano  ^  sino  un  dplor  justo ,  y 
el  reconocimiento  que  inspira  un  amor  verdadero. 
Últimamente  puesto  el  féretro  en  la  pira  y  Demetrio, 
que  era  de  los  heraldos  el  que  tenia  mas  voaf,  publi-* 
c6  este  pregón  que  llevaba  escrito:  £1  pueblo  de.  los 
Siracusauos  ofrece  doscientas  minas  para  el  entierro 
de  Timokon  el  de  Timodemo  ,  natural  de  Corinto» 
y  decreta  honrarle  perpetuamente  con  combates  m¿« 
sicos,  ecuestres  y  gimnásticos,  porque,  habiendo 
deshecho  á  los  tiranos,  vencido  á  los  turbaros  y  re-* 
poblado  muchas  ciudades  desiertas ,  dio  leyes  á  los 
sicilianos.  Púsose  su  monumento  en  la  plaza ,  y  cer<-> 
candóle  mas  adelante  con  pórticos  y  edificando  pa^ 
lestras ,  formaron  para  los  jóvenes  un  gimnasio  que 
llamaron  Timoleoncio;  y  ellos,  disfrutando  del  gor 
bierno  y  leyes  que  les  estableció ,  por  largo  tiempo 
vivieron  prósperos  y  felices. 


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*4» 

tAtJLO  ÉMIUO. 

Guando  me  dediqué  en  un  principio  i  esetibir 
por  este  método  les  vidas  tare  en  consideración  a 
otros ;  pero  en  la  prosecudcm  y  contrnuádon  be  mi* 
rado  también  á  mi  mismo ,  procurando  con  la  histo- 
ria ,  como  con  un  espejo ,  adornar  y  aseihejar  mi  vi- 
da i  las  virtudes  de  aquellos  varones:  pues  b  pasa« 
do  se  parece  msB  que  a  ninguna  o^a  cosa  á  la  coexis- 
tencia en  un  tiempo  y  en  un  lugar ;  cuando  recibien* 
do  y  tomando  de  laiiistoria  á  cada  uno  de  ellos  se^ 
paradamente ,  como  si  vinieran  de  una  peregrina- 
ción ,  vamos  considerando  cuáles  y  cuan  grandes  eran; 
haciendo  examen  para  nuestro  proveyó  de  las  mas 
principales  y  señaladas  de  »is  acciones.  Y  á Jfe  mia 
¡qué  medio  mzi  poderoso  que  este  podemos  elegir 
para  la  reforma  de  las  costumbres?  Pocque  con  sen- 
tar Demdcrito  ^e  lo  que  debíamos  desear  era  que 
kssuerte  nos  proporcionara  imanes  bellas ,  y  que 
mas  bien  nos  vinieran  de  lo  que  nos  rodea  las  conve- 
nientes y  provechosas^  que  no  las  malas  y  siniestras^ 
introdu|o  eñ  la  filosofía  un  axioma  falso,  capaz  de 
eonducir  á  interminables  supersticiones :  cuando  no-» 
aotros  con  ocuparnos  en  la  historia  y  acostumbrar- 
nos á  ésta  clase  de  escritura,  teniendo  siempre  pre- 
sentes en  nuestrois  ánimos  los  monumentos  que  nos 
dejaron  los  varones  mas  virtuosos  y  aprobados^  nos 
proveemos  de  medios  con  que  deshacer  y  borrar  lo 
malo  y  vicioso  que  de  la  necesaria  comunicación  de 
los  hombres  pueda  pegársenos ,  convirtiendo  nuestra 
mente  tranquila  y  sosegada  á  los  ejemplos  mas  vir- 
tuosos. Continuando  pues  en  este  propósito ,  te  po- 
nemos ahora  en  la  mano  la  vida  de  Timoleon  de  Co- 
rinto  y  de  Emilio  Paulo :  varones  que  no  solo  se  pa* 
recieron  en  sus  inclinaciones ,  sino  también  en  ha* 
berles  sido  próspera  la  fortuna,  dando  motivo  á  qoo 


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nvxjo  nouoé  143 

le  dilde  H  tuvo*  mas  parte  en  sus  triw|íbs  la  buena 
sa^te  cpie  la  prudeacíaL 

Coasrieoen  bs  xnas.delos  historiadores  en  que  en 
Roma  la  casa  de  ios  Emitios  era  de  las  pamcias  y 
de  las  mals  antiguas ;  pero  en  cuanto  á  que  d  prim»» 
ro  4e  ellos,  qué  dejo  á  la  &milia  este  apellido»  ho«< 
biese  sido  Mamerco ,  hijo  del  sabio  Pitágoras ,  dáu^ 
dpsil^  el  nombre  die  Emilio  por  su  eienncia  y  gra« 
cia  en  el  decir ,  esto  solo  lo  refieren  ahufios  de  loa 
que  atribuyen  iPitá2>ras  laeducacitoh  del  Rey  Nu«- 
laa.  Los  individuos  de  esta  casa  que  alcanaaron  urto 
lenombre»  que  fueron  mndios»  (febieron  sa  glona  y 
¡NTosperidad  á  lavirtud^  por  la  que  siempre  trabaja* 
-  rox^;  y  aun  la  desveñtum  de  Lucio  Baelo  en  la  jor«» 
nada  de  Canas  acredito  su  prudencia  y  su  valor ;  por- 
que  cuando  vio  que  no  podia  reducir  k  su  colega  i 
que  BQ  diese  la  batalla^  aunque  contra  su  voluntad, 
entro  á  participar  con  ¿1  del  combate;  mas-  so  par- 
ticipó de  ia  fuga,  sino  que ,  abandon¿id6  el  peligro 
«^uel  que  le  provocó,  ¿1  firme  y  peleando' oon  los 
enonlgós,  acabó  su  vida.. La  hija  de  este,  Emilia, 
ca$ó  con  Esdpioa  el  mayor ;  y  su  hijo ,  Paulo  £mi«»  • 
lio  ^  cuya  vida  escribimos,  habiendo  óacidoen  una 
^poaa  brillante  pot  la  gloria  y  la  virtud  de  los  bom- 
bines, mas  ilustres  y  excelentes ,  sobresalió  sin  embar- 
§Pl^  qoíi  todo  de  no  emular  ios  egercidos  de  los  jó- 
venes/enlonces  mas  acreditados,  ni  seguir  desde  ú 
prsncSpio'ia  misma  senda ;  por<}ue.no  eierdtó  la  elo«* 
cüeaclá  en  ks  causas,  y  se  dejó  enteramente  de  las 
iab2t»:¡ones,  de  los. halagos,  y  de  los  cumplimien- 
tos á  que  se  dedicabaa'  los  mas  distinguidos  de  ellos 
pajra  ggoar.  popularidad ,  hadéndo&e  serviciales  y  ob- 
sequiosos ^  i|o  obstante  que  no  le  faltaba  para  todo 
ésto,  habilidad ;  sino  qm  prefirió  cobu>  mas  apreciable 
la  gloria  que  acompaña  al  valor ,  á  la  justicia  y  á^  la 
le»tad  9  virtudes  en  que  muy  pronto  se  aventajó  á 
todos  los  de  su  tiempo. 


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X44  Ba01O  SKXLXCn 

'     £1  cargo  primero  que  fiúi4f  <ie  Io$  tnsB  4vs&i^ 

Sidos  en  la  república  fue  el  de  Edil ,  para  el  qu« 
*  preferido  á  doce  concurrentes^  que  todbs  se  dice 
haber  sido  después  Consales.  Creado  para  el  sacer- 
docio de  los  llamados  Augure^  i  ¿  los  cuales  tieneu 
los  Romanos  por  inspectores  y  zeladores  de  la  adi- 
vinación por  las  aves  y  los  prodigios,  de  <tal  modo 
observó  las  cosmmbres  patrias,  .y.^muló  la  piedad  de 
los  antiguos  en  las  cosas  de  lareligion ,  que  este  sa* 
cerdocio.y  que  hasta  entonces  iR>  habia  parecido  mas 
^ue  un  honor  9  apetecido  precisamente  por  cierta  gb^ 
ria  y  opinión »  oomparecío  entonces  como  una  de  las 
artes  mas  perfectas;  viniendo  á  coincidir ^bn  el  sea« 
tir  de  aquellos  filósofos  que  hablan  definido  la  jñe^ 
dad ,  ciencia  del  culto  de  los  Dioses:  porque  todo  lo 
hizo  con  ensayo  y  con  esmero  ,Tno  ocupándose  en 
otra  cosa,  cuando  de  estas  se  trataba >  ni  onüiiendo  ó 
innovando  nada ,  sino  conferenciando  siempre^  é  ins« 
fruyendo,  á  sus  colegas  hasta  en-  las  cosas  mas  peque* 
ñas;  de  manera  que  si  alguno  podía  tener  por  leve  .y 
muy  disculpable  el  falcar  en  estos  objetos'  religiosos; 
él  hacia  ver  que  era  peligrosa  para  la  ciudad  Ta  re- 
misión y  negligencia  en  ellos.  Porque  ninguno  em* 
pieza  de  pronto  á  trastornar  el  gobierno  con  un  gránf 
crimen ;  sino  que  abren  camino  para  destruirla  guar- 
da de  las  cosas  mayores,  los  que  descuidan-  dei^zeto, 
y  esmero  en  las  pequeñas.  Por  el  mismo  término  se 
ostentó  maestro  y  zelador  de  las  costumbres  milita- 
res, no  con  hacerse  popular  en  el  mando,:  Jii  aspi^* 
rando  como  muchos .  entonces  á  los  segundos  grados 
con  hacerse  obsequioso  y  blando  á  los  subditos,  sino 
con  observar  las  costumbres  de  la  milicia  'como-  aa 
sacerdote  las  ceremonias  mas  tremendas;  y  hacién-- 
dose  temible  á  los  desobedientes  y  transgresores :  asi^ 
es  como  hizo  prosperar  á  la  patria ,  teniendo  casi  por 
secundario  el.vdQcer  á  los  enemigos  respecto  del  uis« 
truir  á  sus  ciudadanos* 


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Tenían  que  sostener  entonces  los  Romanot  la  gner^ 
ra  suscitada  con  Antioco  el  jgrwade ;  y  mientras  mar« 
chaban  contra* él  los  Generales  mtis  acreditados,  se 
movió  otra  nceva  guerra  en  el  occidente  por  los  grana- 
das alborotos  ocurridos  en  España.-  Bnvidse  á  ella  á 
Emilio  con  el  cargo  de  pretor ,  el  cual  no  se  mostró 
con  solas  seis  fasces^  que  era  el  número  concedido  á 
los  pretores  y  sino  que  tomó  otras  tantas;  de  manera 
qne  su  mando  en  la  dignidad  se  hÍ2o  consular.  Ven- 
ció pues  dos  veces  en  batalla  campal  á  los  bárbaros  ^ 
exterminando  hasta  treinta  mil ;  y  esta  victoria  pa-¿ 
rece  que  fiíe  puramente  obra  del  General ,  por  haber 
sabido  el^'r  los  puestos»  7  haberla  hecho  tacil  á  loa 
soldiKlos  con*  el  pasó  de  cierto  rió.  .Tomó  en  conse-^' 
euencia  posesión  de  doscientas  y.cincuenta  ciudades 
que  voluntariamente  le  abrieron  las.puertas;  y  de«* 
jando  en  paz  y  concordia  la  provincia^se  restituyó  á 
Roma:  no  habiéndose  hecho  mas  rico  con  este  man- 
dó ni  en  un  maravedí*  Porque  generalmente  era  poco 
cuidadoso  de  su  hacienda,  y  nada- escaso  en  el  gasto 
con  proporción  á  lo  que  tenia ,  que  no  era  mucho; 
porque  debiéndose  p^ar  después  de  su.  muerte  la  do* 
te  de  su  muger ,  apenas  hubo  .lo  preciso. 

Casóse  con  Papiria»  hija  de  Masón,  varón  con^ 
sular ;  y  después  de  haber  vivido  en  su  compañía  lar-¿ 
go  tiempo  y  disolvió  aquel  matrimonio;  no  obstante 
haber  tenido  de  ella  una  ilustre  sucerion;  pues  que 
dio.  i  lu?  al  célebre  Espipion  .y  á  Fabio  Máximo. 
Causa  escrita  de  este  repudio  no  ha  llegado  á  nueS'^ 
tra  edad;  maS' quizá  fue  uno  de  aquellos  oue  hicie- 
ron cierta  una  especie  que  corre  acerca  del  divorcio. 
Había  un  Romano  repudiado  á  su  muger ,  y  lé  haciañ 
cargo  susamigbs,  preguntándole,  ¿no  es  honesta?  ¿no 
es  hermosa  2  { no  es  fecunda  ?  y  él ,  mostrando  el  zapa-^ 
tro,. al  que  lo%  Romanos  llaman  calceo  ^  les  dijo :  ¿na 
»ie. viene  bien?  ¿no  está  nuevo?-  pueí  no  habría  en- 
^re  vosotlí^s  ninguno  :^e  acertase  en  qué  parte  del 
TOMO  II.  K 


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X46  IfAULO  SMILIO* 

pie  me  aprietii.  Y  en  verdad  que  pot  grandes  y'co- 
socklos  yerros  se  separaron  algunos  de  sus  mugeresi 
pero  los  tropiezos,  aanque  pequeños,  continuos  de 
genio  y  diferencia  de  costumbres ,  estos  se  ocultan  á 
los  de  afuera ,  y  engendran  sin  embargo  con  el  tiem* 
po  en  lof  que  viven  ¡untos  desazones  in9ufrible$«  Se- 
parado por  este  término  Emilio  de  Papiria  casóse  con 
Otra;  y  Itabiendo  tenido  en  «lia  dos  hijos  varones^  á 
estos  los  mantuvo  i  su  lado ,  y  á  los  otros  los  Intro- 
dujo en  las  primeras  casas  y  en  los  linages  mas  ilus^ 
tres ;  al  mayor  en  la  de  Eabio  Máximo ,  que  fue  cin^ 
co  veces.  Cónsul;  y  al  menor  le  adoptó  el  hijo  de 
£$cipion  Africano,  de  quien  era  primo,  prestándole 
su  nombre  de  Esctpton.  De  las  bijas  de  Emilio  con 
la  una  casó  el  hijo  de  Catón,  y  con  la  otra  Elio  Tu- 
beron ,  varón  de  singular  probidad,  y  que  de  todos 
los  Romanos  fue  el  que  manifestó  mayor  decoro  esi 
la  pobreza.  Porque  eran  diez  y  m$  de  un  origen, 
£iios  todos;  y  en^re  tantos  no  teman  sino  una  casi- 
ta sumamente  pequeñir,  y  un  campo  quie  proveía  á 
todos  y  no  manteniendo. mas  que  uu.solo  bo^ar ,  coir 
machos  hijos  y  muchas  muger^.  Entre  estas  se  con- 
taba la  bija  de  Emilio ,  que  fue  dos  veces  Cónsul,  y 
triunfó  otras  dos ,  sin  que  se  avergonzase  de  la  pobre- 
sa  de  su  marido,  sino  que  mas  bien  veneraba  su  ^r** 
tud ,  por  la  que  era  pobre.  Ahora  los  hermanos  y  de- 
mas  de  un  origen  si  al  repartir  lo  que  era  común  no 
lo  separan  con  regioiies  enteras ,  con  rjob  y  coa  ele<e- 
vadas  cercas,  y  sino  ponen  en  medio .entlPe  «nos  y 
otros  un  dilatado  terreno  ^  no  cesan  de  altercan  Esr» 
tas  cosas  las  conserva  la  historia ,  para  que  los  que 
quieran  sacar  provecho  las  consideren  y  examinen. 

Emilio,  designado  Cónsul,  marchó  con  ejército 
contra  los  Ligures  del  pie  de  ios  Alpes,  í  la$  que 
algunos  llaman  Ligustinos,  gente  belicosa  y  sooerbia, 
que  coa  el  ejercicio. habla  aprendido  dk  los  Roma- 
nos á  hacer  la  £uerca  ¿leausade  Ja  yedndad.  Porqua 


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MITLO  ElffUO.  14  j 

ociiptii  la  líUtioit  exuemidad  de  la  Italif  eolazadaí 
con  Ibs  Alpes,  7  aun  aquella  parte  de  estos  montes 
que  baña  el  mar  Tirreno,  y  está  opoesta  al  África, 
mezclados  coo  los  Galos  y  con  los  £spaftoIes  de  las 
costas*  Habíanse  dado  también  entonces  al  mar  con 
barcos  de  pira:tas,.eon  toi  qae  estorbaban  y  despo- 
jaban ai  comercio ,  extendiendo  so  navegación  hastn 
hs  columnas  de  Hercúlea.  Cuando  se  dirigid  contra 
ellos  Emilio  reuniéronse  h^sfa  cuarenta  mii  en  náme-* 
ro  para,  hacerle  frente.  No  tenía  este  mas  que  ocho 
mil,  y  con  ser  ellos  cinco  veces  doblados,  trabd 
combate.  Desbaratólos ,  y  cerrándolos  dentro,  de  los 
maros,  lea  hizo  propoúciones  humanas  y  sidmisibles, 
por  cnanto  no  entraba  ea  las  miras  de  l^s  Romanos 
acabar  con  la  gente  de  los  Ligures,  que  era  .como 
un  vallado  y  antemural  puesto  para  coatener  los  mo-> 
vimientos  de  los  Oalos ,  que  amenazaban  siempre  caer 
sobre  la  Italia.  Fiánd<9se  pues  de  Emilio  pusieron  1 
su  dísposicioo. las  nav^  y  las  ciudades;  y  él,  no 
ofendiendo  en  nada  á  estas,  se  Ia9  volvió,  con  solo 
arruinar  las  murallas;  nías  por  lo  qne  hace  á  las  na- 
ves se  apoderó  de  todas,  y  no  les  dejd  ni  aun  una 
lancha  que  fuera  de  mas  de  tres  remos.  Los  cautivos, 
aprisionados  por  tierra  y  por  mar,  los  restituyó  sal- 
ros,  habiendo  hallado  entre  ellos  muchos  forasteros 
y  Romanos.  Y  estos  son  los  hechos  señalados  que 
tuvo  este  consulado.  Después  se  presentó  muchas  ve^ 
ees  queriendo  volver  á  ser  elegido ,  y  aun  se  mostró 
can<udato;  pero  viéndose  desairado  y  desatendido 
se  mantuvo  en  el  retiro,  ocupado  solameote  en  lo  re-* 
lativo  á  su  sacerdocio ,  y  atendiendo  á  1$  edncaeioa 
de  sus  hijos,  dándoles  la- del  país ,  y  que  podia  mi- 
rarse como  patria,  del  modo  que  el  la  había  reci-« 
bido ;  pero  poniendo  m$ts  empeñó  en  la  educación 

};rie^ :  porque  no  solamente  puso  al  lado  de  aque-^ 
los  jóvenes  giramáticos,  sofistas  y  oradores,  sino 
también  escultores,  pintores ,  adiestradores  de  caba* 


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T48'  fÁxn.0  ÉMitro.»' 

líos  y  de  perros,  y  maestros  de  cazar;  y'el  padrr 
sino  habia  cosa  pública  que  se  lo  impidiese  presen- 
ciaba siempre  sas  estudios  y  sus  ejercicios,  «ostrán^ 
dose  entre  los  Romanos  el  padre  toas  amante  de  sus 
hijos. 

Era  4qüelíá  en  punto  á  los  tieeocios  públicos  la 
época  en  que  haciendo  la  guerra  a  Perseo,  Rey  de 
los  Macedonios,.  habían  sido  acusados  los  Generales 
de  que  por  impericia  y  cobardía  se  habian  conduci- 
do mal  y  vergonzosamente ,  siendo  mas  que  el  daño\ 
hecho  i  los  enemigos  ,  ei  qM  ellos  habian  recibido;- 

Íes  que  habiendo  poco  antes  echado  mas  allá  dd 
auro  á  Antígono  llamado  el  grande,  hatíéndoltí 
abandonar  todo  lo  demás  del  Asia,  y  encerrándole^ 
en  la  Siria ,  de  manera  que  se  dio  por  muy  contento 
con  obtener  la  paz  á  costa  de  quince  mil  talentos ;  y 
habiendo  de  alli  á  breve  tiempo  deshecho  á  Felipoy 
libertando  á  los  Griegos  del  poder  de  los  Macedo- 
nios,  y  vedcido  á  Annibal,  con  el  que  ningún  Rey 
era  comparable  ni  en  arrojo  nien  poder, 'no  podían- 
llevar  en  paciencia  el  cómbátitsin  sacar  ventajas,  60*^ 
mo  con  uá  rival  de  Roma^'  con  Perseo,  que  hacia 
ya  mucho  tiempo  qua-  les  hacia  la  guerra  con  las  re- 
liquias de  las  derrotas  de  su  padre.  Olvidábanse  para* 
esto  de  que  habiendo  visto;  FiUpo' mucho  mas  qaebran^ 
fado  todavía  el  poder  de  lós'Macedonios ,  lo  faabia  he-: 
chó  mas  fuerte  y  belicoso ;  <fe  lo  cual  habré  de  dar  t^ 
zon  brevemente ,  tomando  la  narración  de  mas  arriba*' 
Antígono,.  que  entre  todos  los  sucesores  y  Gene- 
rales de  Alejandro  fue  el  que  alcanzó  mayor  poder,' 
adquiri(>  pata  sí  y  para  su  familia  el  título  'de  Rey, 
y  tuvo  por  hifo  á  Demetrio;-  de  quien  lo  fue  Antí-» 
gono  por  sobrenombre  Gonátás;  y  de  este  otro  De- 
metrio, qué  habiendo  reinado  no  largo  tiempo  fa- 
lleció, dejando  un  hijo  todavía  niño  llamado  Filipo. 
Temerosos  de  ia  anarquía  los  proceres  Macedonios, 
dieron  lá  autoridad  á  Antígono ,  primo  del  difunto ,  y 


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Tanto  ;bmiiio«  149 

umen^D  con  él  en  matrimonio  á  la  ntaVke  de  Eili* 
po  y  primero  le  llamaron  tutor  y  general ,  y  después 
Babiendole-hallado  benigno  y  zeloso  del  bien  comun^ 
le  dieron  el  ttcnio  de  lUy,  apellidándole  por  sobre- 

*  QOQibre  Doson ,  confo  muy  prometedor  y  poco  cum- 
plidor de  sus  promesas,  l^ino  después  de  este  Fili- 
po,  recomendándote  como  el  que  mas  de  los  Reyes 
con  ser  todavía  mancebo;  y  ya  se  le  atribula  la  glo- 
ria de  que  restablecería  á  la  Macedonia  en  su  anti- 
gua digpídad  9  y  que  seria  él  solo  quien  contuviese 
el  poder  romano  que  amenazaba  á  todos  -^  mas  ven- 
cido en  una  gran  p^talla  cerca  de  Escotusa  por  Tito 
Flaminio ,  entonces  bajo  la  cabeza»  £  hizo  entrega  de 
todo'  cuanto  tel^a  i  los  Romanos ,  dándose  por  muy 
conti^Pto  con  que  no  se  le.  exigiera  mas.  Hallóse  lue- 
go mal  con  este  estado ,  y  creyendo  que  el  reinar  por 
merced  de  los  Romanos  mas  era  propio  de  un  esck"- 
vo  atento  solo  al  vientre ,  que  no  de  un  hombre  ador- 

*  cado  de  prudencia  y  de  pundonor ,  volvió  su  con- 
sideración á  la  guerra »  y  empezó  á  disponerla  en- 
cubiertamente y  con  gran  destreza.  Porque  desaten- 
diendo y  dejando  debilitarse  y  yermarse  laiS  ciuda- 
de  de  carretera  y  las  inmediatas  al  mar»  como  si  las 
tuviese  en  poco  precio ,  fue  congregando  muchas  feer- 
2as;  yUe^ando  las  aldeas,  k^  fortalezas  y  las  ciu- 
dades mediterráneas  de  armas,  de  provisiones  y  de 
hombres  robustos  ^  preparaba  asi  la  guerra  9.  y  la  te- 
nia-coma encerrada;  y  encubierta:  pues  de  armas  en 
bua[i  estado  haj)ia  jtreimai$nil':  de  trigo  entrojado  en 
casa  ocbociei^t^s  mH  &oegas  $  y  un  acopio  de  provi- 
siones, bastante  (ámai^teper  diez  mil  estipendiarios 
por  diez  años  para^dffende^  el  pais*  Mas  no  llegó  el 
e^so  de^  que.  este  p40i|ioyi$jF>  y  adelantara  la  guerra» 
por  hdberse  dejadft  morirr^:.p$sar'  y  abát.iipje;it09*  á 
ca»s^  de  que  desci^rió  que  bíibia  hecho  morir  injus- 
tamente á  sü  otro  hijO:  Pemetrlo  9  por  una  calumnia 
^l  que  valia  menfKSK'^fií  ^  le  sobrevivió ,  llamado 


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rfó  9ÁVJLÓ  BMiLta; 

Ferseo,  hettdó  con  el  reino  el  odio  á  loS  Róitifiao», 
aunqoe  no  era  capaz  de  hacerles  frente  por  su  bajeza 
de  alma  y  la  perversidad  de  sas  cosmmb^rte;  en  las 
que  no  obstante  que  entraban  diferentes  pask>áes  y 
malos  afecto^ ,  dominaba  sin  embargo  la  avaricia ,  y 
aun  se  decia  que  ni  siquiera  era  legítimo »  sino  que 
ta  mucer  de  FiKpo  lo  recogió  recien  nacido,  habién- 
dolo dado  á  luz  una  costurera  de  Argos  llamada  Na-» 
tainia ,  y  ocultamente  se  lo  di¿  á  aquel  por  hijo.  Y 
ésta  se  cree  haber  sido  la  principal  causa ,  por  la  qtie 
de  miedo  hizo  dar  muerte  á  Demetrio ,  no  fuese  que 
teniendo  la  casa  heredero  legítimo,  viniese  ai  cabo  á 
descubrirse  su  bastardía. 

Mas  con  todo  de  ser  deddioso  y  de  bajo  espirito^ 
arrastrado  del  ímpetu  de  los  mismos  negocios ,  se  de- 
cidió á  la  guerrft,  y  contendió  largo  tiempo,  h^ünen-^ 
do  derrotado  á.  Generales  de  los  Romanos  que  ha- 
blan sido  Cónsules ,  y  grandes  y  poderosos  ejércitos; 
Íaun  de  algunos  alcanzó  victoria.  Porque  á  Pubtib 
ioinio,  cuando  iba  á  invadir  la  Macedonia,  lo  re— 
qhazó  con  su  caballería  con  muerte  de  dos  mil  y  qái- 
nienfos  hombres  escocidos ,  haciendo  á  otros  tantos 
prisioneros ;  y  hallándose  la  escuadra  Romana  ancla- 
aa  cerca  de  Oreo,  marchó'  inesperadamente  contra 
ella,  y  tomó  veinte  galeras  con  sus  cargamentos, 
echando  á  pique  las  demás  que  contenían  provisio- 
nes. Apoderóse  también -de  cuatro  naves  de  cinco  ót-^ 
denesdé  remos,  y  ganó  segunda  batalla,  en  que  bu— 
tnilló  á  Hostillo,  también  consular,  obligándole  a 
retirarse  por  Elimiá;  y  provocándole  á  tHitalla  ci^ü-* 
do  marchaba  sin  querer  «eí  sentido  por  la  Tesalia^ 
logró  ahuyentarle.  Miró  dífcspues  corabtina  distracción 
de  tó  guerra  el  marchar  contra  I<»  Dárdanos,  haciendb 
que  desdeñaba  á  los  Romanó^  y  tbs  dejaba  descádh^ 
sar;  y  destrozó  á  diez  mil  át  atjcfellos  bárbaros ,  tó- 
fttando  grandes  despojos.  Acometió  también  á  los  Ga-^ 
k>s  establecidos'  cerca  ú^  Istró^  conocidos  coa  el 


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TAXJVO  EHIUO*.  151 

nonbre  deBastsraas»  nscion  poderosa  en  caballería, 
y  ejercitada  en  k  gaerra.  Excitó  asimismo  á  los  Ili- 
rios,  por  medio  de  sa  Rey  Gentío,  á  que  le  auxi- 
liaran ea  la  guerra ;  y  hay  fama  de  .que  ganados  pof 
él  estos  bárbaros  con  la  soldada,  cayeron  sobre  la 
Italia  pof  Ja  parte  del  Adriático* 

Sabidos  estos  sncesoa  de  los  Romanos,  parectdlea 
seria  bueoo  dejarse  en  la  designación  de  generales  del 
faror  y  la  condescendencia,  y  llamar  al  mando  á  un 
hombre  de  juicio  que  supiera  conducirse  ep  los  ne« 
gocios  arduos.  Este  era  Pf  uio  Emilio ,  adelantado  lí 
en. edad,  pues  tenia  unos  sesenta  años;  pero  fuerte 
todavía  y  robusto,  y  de  gran  influjo  oor  sus  clientes^ 
sus  hijos  jóvenes ,  y  el  gran  mimero  oe  amigos  y  pa- 
rientes poderosos  en  la  república ,  los  cuale^r  todos 
le  inclinabaa  áque  se  prestase  á  los  votos  del  pueblo 
que  le  llamaba  al  consulado.  Al  principio  recibió  mal 
¿  la  muchedumbre ,  y  desdeñó  su  zelo  y  su  ansia  de 
honrarle ,  como  que  no  necesitaba  de  tal  mando ;  maa 
presentándosele  todos  los  días  á  sus  puertas  rogán-^ 
dolé  que  concurriese  á  la  placa*,  y  adamándole,  se 
dejó  por  fia  couiraicer ;  y  mostrándose  entre  Ibs  que 
pedían  el  co¿sulado ,  oareció  no  que  iba  á  recibir  el 
mandó,  sino  i^ue  llevín»  ya  la  victoria  y  el  triunfo 
de  la  guerra,  y  que  daba  facultad  á  los  ciudadanoa 
para  celebrar  ios  comicios:  ¡tanta  fue  la  esperanza  y 
seguridad  que  inspiró  á  todos!  Nombráronle  pues  se* 
gonda  vez  Cónsul,  no  dejando  que  se  echaran  suer- 
tes sobre  el  mandO'  de  las  provincias,  como  era  de( 
costumbre,  -sino  decretándole  desde ^ luego  el  mando 
dé  la  guerra  macedónica.  Cuéntase  que  retirándose 
í  su  casa  con  brillante  acompañamiento ,  luego  que 
fué  proclamado  O^nsUl  por  todo  el  pueblo ,  encon-* 
ttó  ipuy  llorosa  i  una  «niña  suya,  todavía  muv  pe«- 
que^a',  y  ques^udándola  le.pr^ntó  qué  era  lo  que 
ik'^afligta ;-.  y  eyá  tarando ,  y  echándosele  al  cuello, 
l^x»spoiidióv^ipaes.tio^8Áeis,  ó  padre^  que  se  me 


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I 


If3  BAÜIX>  EMILIO/ 

ha  muerto  Perseo?  dici¿odolo.  por  un  perrillo' q«e 
había  criado  y  tenia  eiste  nombre;  y  que  el  padre  le 
dijo  I  en  buen  hora  hija,  y  admito  el  agüero.  Re- 
fiere este  suceso  Cicerón  el  orador  en  sus  lilaos  de 
adivinación. 

Era  costumbre  qué  los  eliegidos  Cónsules  para 
manifestar  su  asradecimtento^  saludaran  al  pueblo 
ton  semblante  risueño  desde  la  tribuna;  mas  Emilio, 
congregando  en  junta  i  los  ciudadanos ,  les  dijo  que 
¿1  habia  pedido  el  primer  consulado  apeteciendo  el 
mando;  y  el  segundo  porque  ellos  bu&oban  un  ge* 
neral:  por  tanto  que  ninguna  gratitud  les  debía ,  y 
ue  si  pensaban  qiie  otro  conducirla  mejor  las  cosas 
le  la  guerra  se  desistía. del  mando;  mas  si  confia* 
ban  en  él ,  que  enguada  -se  mezclaran  ni  anduvieran 
alborotando ,  sino  que  con  silencio  le  ayudaran  á  pre* 
parar  lo  necesario  para  la  expedición ,  pues  si  que- 
rían mandar  al  que  los  mandaba  ^  se  harían  mas  ri- 
dículos de  lo  que  eran  en  las  cosas  de  la  guerra.  Con 
este  discurso  causo  gran  vergüenza  á  los  ciudadanos; 
pero  les  inspiró  gran,  confianza  del  éxito  restando  to- 
dos muy  contentos  con  no  haber  hecho  caso  de  los 
aduladores ,  y  haber  elegido  un  general  de  tanta  fran- 
queza y  prudencia*  ¡  Hasta  este  punto  se  sacrificaba 
el  pueblo  Romano  por  la  virtud  y  la  honestidad, 
cuando  se  trataba  de  dominar  y  ser  el  primero  de 
todos ! 

El  que  Emilio  Paulo ,  marchando  á  aquella  cann 
paña  9  hubiera  llegado  al  ejército  con  mudba  pronti- 
tud y  seguridad  9  haciendo  su  navegación  .felizmente 
y  sin  tropiezo,  téagoto  d^sde  luego  por  cosa  prodi- 
giosa ;  y  por  lo  que  hace  á  la  guerra  misma,  y  los  su- 
cesos de  ella »  parte  atribuyo  á  lo  pronto  de  su  deci- 
sión ,  parte  á  su  buen  ccmsejo,  y  parte  también  á  Is 
diligencia  de  sus  amigos;. mas  al  ver  ^ue  todo  se  hi- 
zo en  virtud  de  intrepidez, en  los  4)eIigrov  y  de  gran 
firmeza  en  las  determinaciones^  pb»  tan  si^akda  y 


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glbncsa  eMio  eiUi  no  coa$idero  qút  deb»  ttribusrí- 
se ,  como  respecto  de  otros  gftierdes ,  í  la  buena  di- 
cha de  este  insigne  varón;  á  no  ser  qne  se  opiera  lla« 
mar  buena  dicha  de  Emilio  la  avaricia  de  Perseo,  la 
cual ,  temiendo  por  el  dinero ,  echó  por  tierra  y  ani» 
quilo  ias  grandes  y  brillantes  esperanzas,  «pe  en  aque- 
lla guerra  teman  fundadas  los  Macedonios.  Porque 
i  su  ru^a  acudieron  á  ¿1  los  Bastarnas»  dies  mil  da 
á  caballo  y  diez  mil  de  relevo ,  todos  á  sueldo ,  hom^ 
bres  que  no  entendían  de  labrar  la  tierra »  ni  de  na«* 
vegar,  ni  de  vivir  pastoreando  g^ado;  sino  que  ea« 
taban  dados  á  una  sola  obra  y  á  un  solo  arte  i  que 
era  el.  de  becer  siempre  la  guerra ,  y  vencer  á  sus  oon« 
tendores.  Luego  pues  que  Uegisron  á  acamparse  cer« 
ca  de  Medica )  meaclados  con  los  soldados  del  Rey 
aquellos  hombres  altos  en  su  estatura ,  ágiles  en  los 
ejercicios  del  cuerpo ,  altivos  y  vanagloriosos  en  sus 
amenazas  contra  los  enemigos ,  infundieron  á  los  Mat? 
cedoñios  la  ojMoión  y  confianza  de  que  los  Roma- 
nos do  los  fardarían,  sino  que  se  asustarían  al  ver 
sus  semblantes  y  moviqíientos  extraños  y  espantosos» 
I>espue$que  Perseo  habia  dispuesto  asi  los  ánimos ,  y 
llenándolos  de, tamañas  esperanzas,  cuando  le  pidie- 
i:on  mil  áureos  por  cada  uno  de  los  capitanes ,  ir-- 
resoluto  y  fuera  de  tino  con  la  demaiida  de  tanto  di« 
ñero  f  por  codicia  desechó  y  abandonó  el  socorro  que 
se  le  ofrecía,  como  si  fuera  mayordomo,  y  no  ene« 
xnigo  de,  los  Romanos ;  y  como  si  hubiera  oe  dar  una 
cuenta  ^acta  de  los  gastos  de  la  guerra  á  aquellos 
con  quienes  .conJaatia;  cuando  estos  le  mosUsban  lo^ 
que  habia  de  hacer  con  tener ,  como  lenian ,  sobi^e  todo 
el  demás  repuesto ,  cien  mil  hombres  reunidos.y  proi^ 
tos  paralo  que  fuera  menester;  mas  él ,  teniendo- que 
crontrarestar  tales  fuerzas  y  tal  guerra,  en  la  que  era; 
ipmenso  lo  que  habia  de  expeo<&r^ ,  andaba  midien^' 
4o  y  escaseando  el  dinero  j  tendiendo  tocarle  .como^ 
si.fuese.^eno^.y  ^to  lo  hacia.no  unpqQ^.V^má  .de) 


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1^4  mn.0  BMiLTo; 

los  ¿{(Hof  6  de  loB  Fenicios,  sin^  una  me  femedábi 
por  el  linage  la  virtud  de  Alejandra  y  de  Filipo ;  los 
coales  €00  pensar  que  los  sacesos  se  habían  de  com- 
prar con  el  dinero»  y  no^el  diaero  con  los  sucesos, 
alcanzaron  coamo  se  propusieron;  pues  se  decia  que 
fio  era  Filipo  quien  tomiroa  las  ciudades  de  los  Grie^ 

S$f  sino  el  oro  de  FiKpoi  y  Alejandro  al  empreñ-» 
r  la  ^pedición  de  la  India,  hiendo  que  los  Ma- 
«doinio$  arrastr«i)an  con  trabafo  el  gran  botín  ^ué 
tomaron  á- los  Pei^^»  lo  primero  qne  hizo  fue  po-* 
Ber  fuego  á  sus  carros,  y  ^pues  persuadió  á  los  de- 
más que  hicieran  otro  tanto,  para  msnrciiar  áeiles  á  la 
guerra,  como  desembarazados  de  un  estorbo.  Mas 
Perseo,  anteponiendo  el  oro  á  sí  mísno,  í  -sus  hijos 
y  al  reino,  no  quiso «alvai^e  á  costa  de  un  poco  de 
dinero ,  sino  ir  cautivo  cotí  otros  nmchos  como  un^ 
rico  esclavo ,  á  hacer  ver  á  los  Romanos  cuanta  era 
k  riqueza  que  avaro  y-  escaso  les  habíai  reservado. 
-  Pues  no  solamente  despidió  á  los  Galos  con  em- 
bustes ,  sino  que  habiendo  solevantado  á  Gentío  et 
Rey  de  Itiría ,  ofreciéndole  trescientos  talentos  para 

3U9  leauxiliaraeii  la  guerra,  bien  llegó  á  contarles  el 
inero  í  los  que> vinieron  de  su  parte,  y  se  lo  pre- 
sentó para  que  lo  sellaran ;,  mas  luego ,  Como  Gentio' 
en  Ja  inteligencia  de  tener  seguro  lo  que  había  pedi- 
do bubiese  ejecutado  una  acción  imp¿i  y  execrable, 
que  fue  prender  y  póiser  en  cadena?  i  bs  embajado--^ 
fes  que  le  enviaron  los  Romanos ,  etnonces  ^  echanda 
ya.  ctfóflta  Farseo  con  que  no  era  necesario  el  alargar 
dinero  para  que  Gelítío  hiciese  la  guerra,  pues  había 
dado  pruebas  bieh  seguras ~de  enemistad,  y  por  sí 
mismo  ¥e  habia  empeñado  en  ella  cotí  asemejante  in- 
justicia ,  privó  á  aquel  infeliz  de  ios  tresciientos  ta- 
lentos ,  y  miró  con  Indiferencia  que  en  pocos  días 
hubiera  ñdo  con  lá  mu^r  y  los  hijos  arrojado  del 
reino ,  como  de  un  nido ,  por  el  pretor  Lucio  Anicio^ 
qóe  hitíft  sido  enviado  con  tropas^  contra  41«  ¡Este 


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era  el  coütririo  costra  qoien  maxAám  Emilio!  «i 
&  éJL  le  dé^preciabft ;  pero  sos  prepemtiros  y  sos  focr<« 
jsas  DO  dejaron  de  sorprenderle;  porqiie  los  de  á  oh 
bailo  eran  cuatro  mil,  y  poco  menos  de  cuarenta  mil 
los  infantes  que  formaban  la  falange.  Retiróse  con  este 
aparato  á  las  orillas  del  mar  9  por  las  faldas  dd  Olimpo» 
á  sirios  qne  no  tenian  entraaa,  y  <pie  ademas  habían 
sido  defendidos  por  él  con  fosos  y  con  Tallados  de  ma- 
dera; pcHT  lo  que  estaba  sin  sobresalto»  creyendo  que 
eon  el  tiempo  y  los  excesivos  gastos  arruinaría  i  £mi» 
ilo.  Este  en  su  ánimo  no  estaba  ocioso,  sino  que  re» 
▼olvia  en  ¿I  toda  especie  de  ideas  y  tentativas;  y  como 
ríe^  que  los  sddados  con  la  anterior  indisciplina 
llevd>an  mal  la  inacción ,  y  se  propasaban  á  indicav 
cosas  impraaicaUes,  los  reprendió  sobre  ello,  y  le» 
intimo  que  no  se  metieran  ni  pensaran  en  otra  cosa 
qne  en  ver  cómo  cada  uno  se  prepararla  i  si  mismo 
y  sus  armas  para  el  tiempo  ael  combate ,  y  cómo 
usaría  de  la  espada  al  modo  Romano;  que  la  opor« 
tunidad  el  general  la  indicarla :  mandando  tanibiem 
que  las  guardias  de  noche  las  hicieran  sin  lanza ,  pa« 
ra  esfór  mas  atentos  y  defenderse  mejor  del  sueño, 
mientras  no  se  defenaian  de  unos  enemigos  que  no 
se  les  acercaban.    . 

Por  lo  que  los  soldados  andaban  mas  alborota- 
dos era  por  la  falta  xie  asua ,  pues  era  poca  y  mala 
la  que  tenian,  manando  á  la  orilla  del  mismo  mar. 
Reparó  entonces  Emilio  que  el  monte  Olimpo  tan* 
elevado  estiba  pQÍ)lado  de  árboles;  y  conjeturando 
por  el  verdor  de  ellos- que  ño  podia  menos  de  coo-^ 
tener  raudales  que  correrán  á  la  parte  baja,  les  hito 
abrir^r^piraderos  y  poeos  en  la  misma  &lda.  Lle^ 
náronser  estos  al  punto  dé  agua  clara ,  que  corría  por 
su  pesa^  ímpetu  del  terreno  que  la  estrechaba  y  co-*; 
xno  exprimia  al  sitt<^  vacío.  Con  todo  no  falta  quien, 
sostenga  que  hay  foentes  de  agua  ya  formada  y  es- 
condida en  los- lucres  4e  4onde  aquellas  amanan j. y 


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1^6  ¿Atrio  sKtto* 

óoe  sn  áiidfl  fió  €s  ni  desciibrimieoto  ñi  fútnra,  «íqi» 
K>ritnaciony  Dninion.en  aquel  punto  de  inatérm  que 
se  lií^utda;  y  quecstp  sucm  porque,  con  la  agióme^ 
ráciou  y  él  frió  se  liquida  elirapor  húmedo »  cuando 
comprimido  á  la  parte  mas  l>ája  fluye  y  se  hace  cor*- 
rtente ;  pues  tampocx)  los  pechos  de  las  mugeies  se 
han  de  considerar  como>  odres  que  .estén  llenos  de  le- 
che ya  formada »  sino  que  trasformando  dentro  de 
si  la  comida^  elaboran  y  cuelan  la  lechettde  esta,  mis- 
ma manera  los. logares  fríos  y  abundantes  en  fuen- 
tes no  contienen  agua  oculta ,  ni  $on  reservatotios 
que  arrojen  de  si  los  grandes  raudales  de  los  cauda- 
losos rios,  como  de  un  pruioipio  pronto  y  permá* 
senté ;  sino  que  .comprimieqdo  el  vietiio  y  el  aire  con 
el  apretarlo  y  espesarlo  lo^uelven  en  agua;  y  lasex^ 
eayaciones  que  se  hacen  en  aquellos  ti^rrenos  cbndu*^ 
cen  y  contribujren.mudio  piuraestav especie  de  com- 
prensión, liquidando  y  hadendo  fipidos  los  vapores, 
como  los  pechos  de  las  mugeres  para  la  lactancia;  y 
fK)r  el  contraria  aquellos  teri^exiosque  están  muy  apre- 
tados no  son  á  proposito  para  la./ol:macion  del  agua, 
porque  no  tienen  el  móvimientox}UB  Ja  elabora.  Mas 
los  que  tales  cosas  profieren ,  como  que.  se  complacía 
en  acertijos,  pues  dicen  también  que  .los  animales. no 
tienen  $an^  dentjpo'del^cuerpid.;  s^nío-que  se  forma 
al  5er  heridos  de  un  cierto  dré^  .ó  coa  la  mudanza 
de  las  carnes ,  que  es  la  qu^  obra  su-;9alida  y;  su  li- 
cuación. Pero  á:estos  .los  fefutáfUr  los.rios  que.se  di- 
vigen  a  lo  masvptQfundode^los.lúga^s  Subterráneos 

Íde  las  minas,  no  formándose^ poco  á  poco,  como 
abia  de  suceder. si  tomiaraq  su  origen  de  un  repen- 
tino movimiento  de  la  tierra-,  sino  ^«íendo  ya  en  sí 
abundantes  y  caudalosos;  -asijyejwpsrt^mbien  que  des* 
ajándose  una  piedra  corre  uq  gi|an  .caudal  de  agua, 
y  después  se  para;  mas  baste  de  estas  cosas* 
-  EstuTo.Eiijilio  en  .reposó  por  algunos  dias;  y  «e 
dice  que  iia;Ilátidose  :al^re9t^:9A0.4e  otrov^rcitos 


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^    MÜtO  EMILIO*  i  $7 

tan  poderosos»  famas-se  vio  una  quietud  semejante; 
mas  empezó  luego  á  hacer  tentativas  y  esfuerzos  por 
todas  partes ;  y  como  üe^se  á  entender  que-,  un  solo 

Íunto  se  había  quedado  sin  íbrtifiair  por  la  parte  de 
errebetf,  hacia  et  templo  de  Apolo  y  la  Roca,  tra*^ 
tó  ¿ste  negocio  ex)  ^nsejo,- dándole  mayor  esperan^ 
20  el  no  estar  defendida  flfquel  sitio ,  que  temor  su 
«^rexa  y  fragosidad ,.q^e era  por  lasque  lo  habían* 
dejado  sin  custodiar.  Entre  los  que  so  halfoban  pre«^ 
sentes' Escipion  ;*  llamado  Nasica ,  yerno  de  Esct- 
pión  Africano,  y  que  mt$  adelanté  tovo'muHia  aii*^ 
torídad  en  el  S^ado,'  fiíe  el  primero  que  se  ofreció 
á  tomsn  el  mando  para  encaminarse  al  punta  desig-^ 
fiado,  y  después 4e  'étse  .presentó  con  ^ande  ardi<- 
mi^to  Fabio  Máximo^'  el  hijo  mayor-  de  Emilio^ 
q^e"  todavía  era  muy  'mo2o.  Contemo  púes^.  Emilia 
^  dio  no  tantas^  jfuerzas  ¿orno  refiere "Folábío  ,  sino* 
ks  que  el  mismo  Nasioadice  haber  llevado  consiga 
en  cavta*  escrita  á  on  Rey  sobrer  estos  sucesos.  Los 
italianos,  que  no  eran  de  la  tropa  de  línea,'  aibian  k 
tres  mil,  y  el  ala  izqtmrda  á  cinco  mil^y  tomando^ 
eoR  éstoi^  Nasica  ciento  y  veinte  cabáilos  y  doscien*' 
los  hombres  de  lo^Tmoios  y  Cretenses,  que  mezcla^- 
dos  estalNm  á  las  órdenes  de  Harpaló  ;•  marchó  por  el 
camino  jOue  conduda  al  mar ,  y  se  acampó  cerca  del< 
temf^o^  Hércules,  como  si  hubiera  de  embarcarse 
<n  las  naves,  y  cercar  el  ejérckode  los  enemigos*  Mas 
Itsi^aque  los  soldados  comieron  el  rancho  y  sobrevi- 
nieron tas  tinieblas  ,>de5Cubriendo  á  los  capitanes  el  ver-* 
dadero  intento ,  caminó  de  noche  en  dirección  opues-* 
ta  ál  mar ;  y  haciendo  alto ,  dio  descanso  á  la  tropa 
bajo  el  templo  de  Apolo.  Bor  esta  pam  1»  altura  ael 
Olimpo  pasa  de  diez  estadios;  lo  que  se  acredita  coa 
una inscrípcionj acerca  del  'que  la  midió,  que  dice  asi:: 

Desde  el  templo  de  Apolo  hasta  la  cuníbre 
t     EsídelexcelsoiQlImpcí.  la  medida 
(Perpendícularmente  fue  tomada) 


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158  tAXTLO  EMaiO^ 

De  estadios  una  década^  y  sobre  ella 
Un.peletro^  al  qne  pies  le  faltaa  cuatro. 
Fue  ei  medidor  Genágoras  de  Eumelo: 
Salve^  ó  Rey,  7  feliz  suceso  tengas. 
Es  opinioú  de  los  geiSmetras  c^  m  la  altura  de  los 
Biontes  ni  la  profundidad. d^  mar  pasaü  de  diez  es- 
tadios; pero  Genágoras  parece  que  hizo  esta  medí-r 
eion,  no  á  la  ligera,  sino. por.  íeglits  y  coa  k»  ídjb^ 
Smmentos  convenientes. 

Pasó  alli  Nasica  la  nocbe;  y  cuando  Perseo^que 
veia  á  Hnrilio  ai: frente^  scuna  quietud ,  esldba  dis^ 
tame  de  pensar  lo  que  sucedía.^  le  U^ó  un  trasfb-* 
ga  Cretense,  que  vino  coryiendo  á  noticiarle  lámar* 
cha  de  los  Romanos.  Sobresiátose  con  esta  nmeva:^  y. 
aunque  no  movió  el  .ejército,  poniendo  [i  las  órde**: 
ses  de  Milon  tUez  mil  extrangeros  estipendiarios  y 
dos  mil  Maoedonios ,  le  envió  á  que  sin  dilación  ocu** 
pase  los  pasos.'  Polá^io  dice  que  los  RomsuiQS  sor-¿ 
prendieron  á  estas  tropjis  estando  todavía  doxmldas; 
pero  Nasica  refiere  que  en  la»  alturas  hubo  .un  rem-^ 
do  encuentro  V  y  qué  él  mistíio  díó  la  muerte  á  ua 
Tracio  ^ue  le  vmo  á  las  manos,  hiriéndole  ^  el  per- 
cho con  la  lanza ,  qne  ciaron  conjesto  losenemigok;y 
como  Milon  hubiese  dado  i  huir  vergonzosarntente  en 
túnica  y  sin  armas,  siguió  et  aUáince  con  seguridad, 
y  conduja  á  lo  llano  sus  soldados.  Con  esios  SBce-- 
sos  levantó  Perseo  á  toda  prisa -el  campo  ^  y  buba 
dé  retirarse  sobrecogido  ya  de  miedo  y  muy  decai-^ 
do  de  sus  espbmnzas.  Eriale  sin  embargo  iodispen-- 
sable  ó  aguardar  delante  de  Pidna,  y  aventurar  una 
batalla,  ó  recibir  al  enemigo  con  un  ejército  dis- 

rrsado  por  las  ciudades:  pues  una  vez  descendido 
lo  llano,  no.podia  serarrofado  sino  con  gran  mor-^ 
tandad  y  cacnicería;  cuando  alli  sus  fuec^zas  eraa 

I    Peletro  6  pletro»  medida  de  cien  pies^  sexm  parte 
del  estadio. 


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grandety  y'.feltrdor  de  iossialdados  no  poÜit-nieno» 
de  aumentsne  peleando  pot  Ja  defensa  de.  sus  b^o% 
y  sos  jnugeresy  á  presenca  del^Rey »  y  tomando  es*-» 
te  parte  :en  íos  pelígcos^^qoe  fue  con  lo  que  dieron» 
ánimo  á  Persea  sos  amigtxk.  Formó  pae$  su  ef&cito^* 
y  se  apercibióla  la  pelea,  teoonociendo  los  sitios  yt 
distribuyendo  k>s  mandos  ^  ^^omopaca  salir  de  sor«^ 
pnesa  ^enáientro  i  lo9  Rruiíanos  en  sa  roSsma  mar^ 
dba.  £1  sitioitenia  nna  lianura  acomodada  á  la-  Cbr^ 
macion  de.  la  falange  (pe  neoésitaba  de  testeno  igBal^. 
y  babia  alados  se&uidps»  que  finíoredan  lasacoosM^ 
tidas  y  retinadas  de  los  eaaadoas  y  tropaa  l%eras«i 
Corrían  en  medb  los  rios  Aison.y  Leocot-qne  aim--' 
que  no  mny  caudalosos  entonces  por  ser  dfiís  de£ 
verano  I  parecía  sin  embargo  qué  oponi^  &  loe  Rch» 
manos  al^Qniobstácnio*  ».  r*     .  . 

Reimtiíse  en. esto  Bmüiq  oon  bifásica  í-  y  descen^f 
dio  en  ocden^coatra  los  enemigos;  inasiiiegD  qno 
vio  sa  formación  y  su  húmero ,  suspendid  macavif» 
Hado  iá  marcha  9  como  parabaoer  entre  sí  algúnaa 
consideraciones.  Ardian  poor  'venlt  á  la&J  manos  loa 
caudillos  jóvenes ,  y  cercándole  le  rogaban  qué!  na 
se  detuviese;  sobre  todo  Nasica»  queJiabia  adqm-H 
rido  Confianza  por  lo  bien  que  lé  hfli^ta  salido  su  ex^r 
pedición  dd  Olimpo.  Sonridsele  Emilio  >  y  le  dijo& 
muy  bien  si  yo  tuvkra-td  edad;  pero  las'muchaS' 
victorias  que  me  han  hecho  conocer  losi  yerros  dé 
Jos  veocidps;,  me  impiden  el  que  en  la  marchactra** 
be  batalla  contra  una  falange  ordenada  y  descansada.) 
£n  seguida  dio  orden  pjara  que  las  prin^taa  tropas< 
que  estaban  á  la  vista  :de  los  enemigos^  Quedando! 
en  escoadras»  presentaran  el  aire  de  imaifotmarion; 
y  que  los  de  la  retaguardia ,. mudando  de  posidon,i 
pusieran  el  Valladar  para  acamparse :.  de  esta,maae-*t/ 
ra  yéndose  quedando  por'^^órden  los  que  estaban  de- 
lante para  los  últimos ,  no  se  advirtió  que  habla  des<-> 
hecho  la  foráiacion^  y  qué  todos  $&  hablan  colocado 


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too  TÁXJtO  BlfXLlCh 

án  dflsorden  en  los  reales.  Ái  hacerse  4e  noche « y 
cuando  después  del  rancho  se  iban  á  dormir  y  des-» 
cansar»  la  lana»  que  estaba  en  so  lleno  j  ^^^  <1^* 
cubierta»  empráo  de  pronto  á  ennegrecerse;  y  des- 
falleciendo su  luz » habiendo  cambiado  diferentes  co« 
lores»  desapareció.  Los  Romanos»  conio  es  de  cere- 
monia, la  imploraban  para  que  les  solviese  su  loz^ 
con  el  ruido  de  los  metales»  y  alzando  mi  cielo  mu- 
chas luces  '.con  tizones- y. faadhas;  mas  los  Macedo— 
Qios  i  nada  se  moyleron»  sino  que  el  terror  y  es-^ 
pamo  se  i^poderó  del  campo^  y  entre  mfichos  cor-* 
üó  secretafoente  la  tvoz  .de  que  aquel  prodiaio  signi-* 
ficaba  la^destrucion  de  su  Rey.  No  era  £miiio  hom- 
bre enteramente  nuevo  y  peregrino  en  las:4momalias 
que  los  eclipses  prodooea;  los  cuales  á  tiempos  deter-' 
minados  hacen  entrar  la  luna  en  la  sombra  de  la  tierra^ 
y  la  ocohan»  hasta  qiie  pasando  de  la  sombra  vuelve 
otra  vez  i  resplandecer  con  él  sol.  Mascón  todo  sien- 
dd  mny  dado  á  las  cosas  religiosas  6  inclinado:  á  lor 
sacrificios^  y  á  la  divinacion^  apenas  vio  á  la  luna 
enteramente  libre»  le  sacrificó  oncetoros;  y  no  bien 
ae  hizo  dedia  cuando  ofreció  nuevo  sacrifida  de  la 
misma  especie  á  Hércules »  no  parando  hasta  veinte; 
y  al  primero  )r  al  vicésimo  se  observaron  prodigios» 

3ue  dijo  adjudicaban  la  victo'ria  á  los  que  se  defen- 
iesen*  Hizo  pues  .voto,  al  mismo  Dios  de  otros  cien 
bueyes  y  de  fuegos  sagrados  ^  mandando  á  los  cau- 
dillos, ordenar  el  ejército  |>ara  la  batalla-;  mas  aguar- 
dó con  todo  á  la  iacUnacion  y  desvió  del  respían-^ 
dor^  para  que  el  sol  desde  el  oriente  no  los  de$him<» 
brara  en  la  pelea  dándoles  de  cara;  por  lo  que  estu- 
vo dando  tiempo,  sentado  en  su  tienda,  laque  te-^ 
nia  abierta  por  la  parte  dé  la  llanura,  y  del  campo 
de  los  enemigos. 

Hacia  la  entrada  dé  la-  tarde  dicen  algunos  que 
con  designio  de  preparar  Emilio  qué  fiíese  de  los  ene- 
migos ia acometida»  dio  orden  de  que  los  Romanor 


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sottantn  tpcír  aquella  parte  un  csdxilb^n  fireoo,  y 
que  yendo'  en  sa  persecución  este  fue  el  principio 
de  la  pelea;  mas  otros  sostienen  que  retirándose  con 
forrage  los  bagages  de  los  Romanos,  los  acometie- 
ron los  Tracios  mandaos  por  Alejandro ;  que  en  de« 
íensa  de  aquellos  salieron  corri^do  setecientos  Li-* 
gores  y  Y  que  acudiendo  muchos  al  socorro  de  unos 
y  otros ,  asi  Fue  como  de  ambas  partes  se  trabó  la 
pelea.  Emilio  conjeturando  como  un  buen  piloto^ 
pét  el  repentino  ímpetu  y  movimiento  de  los  ejér- 
citos y  lo  arriesgado  de  aquella  lucha,  salió  de  la  tien* 
da,  y  recorrió  lasíilas  de  la  infantería  infundiéndoles 
aliento;  y  Násica,  que  se  habia dirigido  á  las  tropas 
ligeras ,  reparó  en  que  faltaba  muy  poco  para  que 
estuviese  ya  trabado  el  combate  con  todas  las  fuerzas 
enemigas.  Venían  los  primeros  los  Tracios,  cuyo 
aspecto  sedice  ser  muy  fiero,  hombres  de  procerosa 
estatura,  con  escudos  olancos  y  relucientes  y  botas 
de  armadura,  vestidos  de  túnicas  negras,  llevando 
pendientes  del  hombro  derecho  espadas  largas  de 
grave  peso.  Seguían  á  los  Tracios  los  estipendiarios 
con  armas  muy  diversas,  y  con  ellos  venian  mez- 
clados los  de  la  Feonia.  El  tercer  orden  era  de  las 
txopas  escogidas  de  los  Macedonios,  lo  mas  sobre- 
saliente en  rd^ustez  y  edad ,  deslumhrando  con  ar- 
mas de  oro  y.  con  ropas  de  púrpura.  Colocados  es- 
tos^ en  formadon ,  sobrevinieron  del  campamento  las 
falanges  con  bronceados  escudos,  llenanao  el  campo 
del  resplandor  del  hierro  y  de  la  brillantes  del  metal; 
y  haciendo  resonar  por  los  montes  la  vocería  y  con- 
fusión de  ios  que  mutuamente  ^animaban;  habién«^ 
dose  hecho-  con  tal  arrojo  y  prontitud  esta  embestida, 
que  los  primeros  cadáveres  cayeron  á  dos  estadios 
del  camp^ientp  de  los  Romanos. 

Trabada  la  pelea ,  se  presentó  Emilio ,  y  llegó  á 
tiempo  en  que  ya  los  primeros  Macedonios ,  enris- 
tradas la&Janzas,  herian  en  los  escudos  de  los  Ro- 

TOMO  II.  t 


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1.63  PAULO   EMfUOk 

manos  I  ^ue  ño  ^ian  ofenderles  en  lo  vito  oon  sus 
espadas.  Mas  cuando  después ,  desprendiendo  del 
hombro  los  demás  Maoedonios  las  adarga»  y  recibien- 
do también  á  una  sola  señal  con  las  lao^tas  én  ristre 
á  los  legionarios  Romanos,  rió  lá  fortaleza  de  la  for- 
nmcion  y  la  presteza  del  ata<)ue  ^  no  d^ó  4e  so? prea- 
derse  y  concebir  temor  f  por  no  haber  irtsto  nunca 
un  espectáculo  tan  terrible  {  asi  es  que  hacia  mención 
frecuente  de  aquella  sensación  y  de  aquel  espectácu- 
lo. Ostentóse  entonces  á  sus  combatientes  coa  tostco  , 
sereno  y  placentero  >  íe^Corriendo  á  caballo  las  filas 
sin  yelmo  y  sin  coraza»  Mas  el  rey  de  los  Macedo- 
nios  llenó  de  miedo ,  tegun  dice  Polibio,  luego  que 
se  comenzó  la  batalla  9  hinyó  á  caballo  á  la  ciudad^ 
pretestando  que  iba  á  sacrificar  á  Hércules ,  que  no 
recibe  sacrificios  tímidos  de  los  cobardea  ni  acepta 
voto>  injustos;  pues  no  es  justo  en  ninguna  manera 
que  el  que  no  tira  al  blanco  llevé  el  premio ,  ni  que 
venza  el  que  np  resiste  ^  ni  que  salga  bien  el  que  na- 
da hace,  ni  finalmente  que  tenga  buena  suerte  el 
hombre  malo.  Pdr  el  contrario  á  los  ritOs  de  Emilio 
se  prestó  grato  el  Dios^  pues  rogaba  peleando  la 
victoria  y  buen  ¿xito.de  la  guerra,  y  comlj^tiendo 
llamaba  al  Dios  en  sa  auxilio.  Con  todo  un  escritor 
llamado  Posidonio ,  que  ^se  dice  haber  Coincidido  en 
aquellos  tiempos  y  en  jeiquellos  sucesos,  el  cual  com- 
puso la  historia  de  Perséo  en  muchos  libros ,  dice 
que  no  se  retiró  por  miedo  ni  á  causa  del  sacrificb; 
sino  que  en  el  principio  de  la  batalla  le' sucedió  ya 
que  un  caballo  le  dio  una  coz  en  un  musb ;  y  ea  la 
J^atalla  misma,  ño  obstante  que  se  hallaba  muy  in- 
comodado, y  que  lo  contenían  los  amigos,  hxzo^ue 
del  bagage  le  trajeran  .un  caballo ;  que  montando  en 
él  sé  colocó  en  la  falaogie  sin  coraza;  y. que  tirán- 
dose de  una  y  otra  parte  muchas  anmas  arrobadi- 
zas ,  le  alcanzó  un  dardo^  todo  de  hierro ,  el  cual 
no  le  dio  de  punta,  sino  que  el  golpe  se  corrió  por 


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cü  oostsáo  Izquierdo ;  mas  con  todo  con  el  ímpetu  áe 
la  inarcha  se  le  abrió  la  túnica ,  y  se  vio  |»  carne  en* 
Tojedda  con  una  gran  contusión  'qne'por  inucho 
tiem^  foosertó  h  señal  del  golpe :  asi  er  como  Po* 
sidonio  hace  la  apología  de  Perseo»         .  . 

No  pudiendo  los  fiomanos  romper  ia-Ahmae 
cuando  plegaron  á  embestirla»  Salió  i  comándame  de 
los  Pellgtios,  echó  mano  á  ia  insignia  de  sus  stdda-» 
dos,  y  la  arrojó  contra  tos  enemigos ;  por  lo  qne.  cor-^ 
riendo  los  PeÚcnos  hacia  aquel  sitio  ^  pues  ño  es  n* 
cito  ni  aprd>aao  entre  los  Italianos  el  abandonar  It 
iosagnia » se  vieron  hedios  y  sucesos  terribles  en* aquel 
encuentro  de  una  y-  otra  parte.  Porque  los  unos  pro^ 
curaban  con  sus  espadas  apartar  las  lanzas ,  defen-^ 
derse'de ellas  con  los  escudos,  ó  retirarlas  cogiéirdolas 
eohla  mano ,  y  los'otros  as^urando  el  golpeicon  en^ 
trambasy  apartando  conhismistnas  aiinus  á.tos'qtie  lo$ 
acometían,  como  no  bastasen  ni  el  escudo  lurla-coMasa 
para  contener  la  violenciar^de  ht  lanza ,  derribaban  de 
cabeza  los  cuerpos  de  los  Pelignos  y  Marrucinosvque 
desatentados  corrían  encoleriíados  como  fieras  á  los 
golpes ^contrarios,'  y  á  una  muerte  cierta.'  Míetirraá 
asi  eráb  molestados  los  de  la  vanguardia,  no  se' con«« 
tuvieron  en  su  lugar  los  que  forma|>an  en  pos  de 
ellos  y  sin  que  esto  fuese  una  fuga ,  sino  und-retirada 
al  monte  llamado  Olocrottfe  manera  que  Emilio  ras* 
gp ,  según  dice  Pósídonio ,  ^  vestiduras  a(  .vev  qiie 
estos  cedían  f  y  ^ue^  Ujs  demás  Romanos  evitaban  la 
falange^ 'en  la  que:;iiof  podran  hacer  melhy^mcfi€fB» 
con  la  espesura  de  láylimzas,  como  cón::iinb(ralládo; 
se  les  presentaba  pQr>4Soda¿  partes  invencible.  Mas 
como  por^ser.  luego  el^'tefnrenpfdesigual,  y  xío-poder 
la  fiú  niai)tener  firtnfrlaf  reunión  de  ios  ésosdos,^  ad^ 
virtiese  que^lft  ^knge'de» losMacedonios  empcaaba 
á  tener  mucbaí  int^rupelone^  y  mu¿ho$  claros.^  co^ 
moesf  preciso  que  p]oédar»ealo^e}¿rcitoí»  graoides  y 
en  los  encueniSm  4ikxetstsí  de  los  que  pel^  j  dete-« 


Xi2 


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l64  JPAtHLO   BiniiQ* 

fuéndose  é&'  noas  partes  y  adelantáñdosls  éx  otras, 
recocrid  r^ntinamente  y  dividió  sus  escuadrones^ 
dándoiei^irdea  deque  metiéndose  por  ios  claros  y 
vacíos:  de  Jos  enemigos,  .y  trabándose  con  ellos,  no 
lidiaran  una  sola  batalla  contra  todos,  sino,  muchas 
£  iniieiípQladar  por  partes.  Luego  que  Emilio  .entero 
de  esta  ák»  óefes,  y  los  Gefes  á  los  soldados,  di-- 
vídiiíndDse  lestos  y  metiéndose  dentro  de  la  forma*^ 
cipn.>  acofiietierpn  á  ynos  por  los  costados  que  no 
tenían  defensa,,  y  cayeron <:on  ímpetu  sobré  otrois, 
pues  yáf  o^  lá  &Iange^  su  fuerza  y  su  acción  unida 
entenamente  se  había  desvanecido;  y  como  en  estos 
combates  stngulares.y  contra  pocos  los  Macedoqíos 
hirÍ£3en,con.süs  cortos. alfanges  en  unos  escudos  iir- 
iues.y  jQuy  anchos » y  resistiesen  mal  con  sus,  endebles 
adargas  Jrials  espadas  de  aqueUos  9)que  por  su.pesadez 
¡^Jaürmeízá  dé  bs^olpes  pásdbaa  por  entre^oda  ar- 
madiuraJiasta  la  carnés  je.  entregaron  á  la  fuga. 

Ghatíde>^a  la  coofienda'xontra  estos;  y  en  ella 
Marco  el  bijo  <&  Catón  \  yernb  de  Em¡JÍQ,t}ue  había 
dado  pruébas^  del  mayor  valor ,' pe^rdió  k.  espada, 
Como"efa  propio  de  un  J0vea  ins^uldo  en  , muchas 
ciencias,  y  .queá  su  gran  padreéra  deudor  de  hechos 
cof  respondientes  á  uiía  gran  virtud ,'  teniendo  :por  la 
inayoc  ¡a&^ta  que  viifb  r^élf  quedara  una  preilda  su* 
yaeo 'poder  de  losenenugos,  cotie  h  Uxiea  $  .ydoii^ 
de  ve  algan  am^  ó  dcMqoyle'ifefiere  to,  qoft  le.ha 
sucedido  ^  le  pide  auxilie!  Réunensel^  m)l<dbos  de 
los^mafircsfoorjíajaos,  y  irom^qdsncon  ímpetu  pirren^ 
tce.  Idt  demás  bajo  la  g^^ia  ddinuimb  Marf^:^  sé  aD^ 
rojdn  isbÜre.  los  contrarios.  RetirfindQlo&  cpii»  la.faias 
acalorada  porfía ,  'ConrgmQvmtetan^  iyjS>c>»>ipttchas 
héricias;^  y  dejando  d^skioideiieiito.y  de$pe;edd,  se 
dedican  á  buscar  la  espada. 'Aunque  ctín. (gran  difi-f 
cultaji.  halláronla  por  án  fjfaqonBidia  ba}o  moníones 
deartaas-y  de  cadáveres  jíoootlo  quíii|üegíca-y  triun- 
fantes ^aíTgan  fonx  mayob  dem^dOtísoj^rea^ieUps ene^* 


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ifAmx^  mnttük  165 

sdgO&Tqne  todavía  rtubtian.  linalmeQte^.ioatfesini) 
«acogidos  f  manteoieikl»  sv  paesto ,  y  pehafldo-  siem- 

Ere  9  todos  faetón  écAóótMi  hísose  en  los  demis  aue 
uiaiiy  terrible  carnkeria;  tanto  qae  ti  ^Mef  la  m<i> 
dade  losinontes4|aedaToávtleiio8  deoadivem,  y  los 
Romaaos al  pasar^A  otro^di» de  labatal^sebrío an^ 
c&j,  vieron  sus  aguas  teiUdas  todavía  en*3ai»re«  Di** 
cesé  ^oe  murieron  más  dcveinte  y  cfcicofmíi;  y  do 
los  Romanos  perecieron » tegnn  £ce  Posidoi^o ;  cieiw 
to,:T según Nastca^odícma.  •  \'*  ';;  r  -^  t 
'  Tuvo  esta  graa:lNitaUa  una  detsmUiíacipn.inuy 

Eonia,  porque  habiéndose  Gomenziri^í vía  hoveí» 
ra,. antes  de  ladéoioÉa  babian  y^'irioánaado'lavici 
toria.  Lo  que  restaba  del  dia  lo  cínplearósreb  se^ir 
d  alcance ,  persi^éndolos  basta  biefaiDíjr  aeinte  es- 
tadios; xle  manera  que  ytpsc  tetirásdnLémbBdá  ta  íh^ 
ohew  Saliérottlos  i  fec3>ir  bs  criados  ani  amorchas«^ 
jr  con  gran  regbbijoT  «Igaaara  lof  cdodajeton  á  iai 
tiendas  que  estaban  iíomuiadas  y  adoniadaaioon  co«^ 
Tonas  de  yedra  V  laurel  ^^  mas  el  Geimái  ioatió  un« 
aerrible  pesadumoie,  |x>rque  miUtBodoasisiteiárdio 
<Í0s  éer  sus  hijos  no  parecia  por  n^gona^part^  e)  ma* 
pmen  ét  ellos ,  <pie  era  al  que  mas  amaba*,  t  al  qmi 
^eia  sobresalir  por  su  natnral  iñclinadOR*  1  hi  virtud^ 
#isire  sus  hermanos.  Siendo  de  un  ánimo*  aojado  ^ 
pundonoroso,  y  todavía,  de  edad  muy  lierúa  ,  tema 
por  cierta  su  pérdida,  creyendo  iquepov  hr  inexpe-t 
Ti'encia  se  habría  metklQ  entre  ios  enemigbs  en  lo  reb 
cía  de.  la  pelea.  Contesta  iocertldombre  ^daba  estreú 
nadas  muestras  de^Ior-;  lo  que<  sentido  por  tod^ 
^.ejérdto  se  pusieron  en  moviqúema  depndó  lod 
ranchos ,  y  enipeeardn  á  marchar  con: hice&tmos-  á  iH 
tienda  de  Emilio  yotilosá  buscarle  delanie  .del  cim^r 
pamento  entre  los  priúierois  cadiveteá:  iFao'sumodl> 
4hgusto  del  ejércitd  y  ,el  ruida'<|Be^séomavió'  poír 
aquella  Uanura  Uamatidq  todos  á*  Esoiplour;!  porquo 
á  todos  les  pareció  desde  el  principio  ¿.:propásiió^ 


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l66  FAITIO :  BiOCTOs 

parael.tBrtdo:}rxl  gob9euio:7:aiiodera«lo:en^s«bs'af 
tombreti  tinto  como  el  m»  bus  dq  sus  deudos.  £r» 
ya  jna^^bRk »  y  casi  se  había  ^erdki»  coda  éspecan- 
%tf  cuaod^sekvió  retirarte' fiéli  alcancé  con.dos  6 
tres  dQ  aoftjuisi^os^^  lleno todairk  desangre  deióscon-» 
trarios^  .pooqtie.como  cadiorrcr»  dei  gnierosa:  nast  sé 
habla  ádpt. muy ;.adeUnte^^ciituttasniado  deemédida-^ 
mente  cbfiiel  gozo,  de  lá  vietork.'  Este  ea  aqnql  &-» 
cípioQ  :qiie  JíiaCadelattt»  4e^tro}e¿é  CSiirttgpíy^ 
mancia ,  y  fue  con  muclur/m«e|a;cl  fÑimefp^r.sQ 
Tiititd'}hxhilsrmayor  poder  .fflti»  los  Ibn^  de 
su  edad»*D3aa¿iei:£inUio  la.fbtaina  para  otro  tíeoí^ 
po  el  acíbar  dec^te  triunfo, «dáñdéle'énloaoea llena* 
mente  ^>aabr08faF?|ilacdr  de  Ia>ictoria, 

.  Pecseo  mareho  Jiuyendo  déPiáná  á  Pela  t  hid3iéa«*^ 
dose  sal:Mórider7fairJbatalla  casi  todos  los  de  á  caballo; 
ipas  comer,  hyrakaozase  la  iafantcpía^  'empézdlos  í 
deúostar|xir  «cobardes  y  traidores^  derribándolos  de 
los  caballos  .y  dájaídoles  de  golpes ;  por  lo  tjue  ternero-^ 
so  de  a^oel  alboroto ,  sacó  el.  cabalb  del  camino ,  y 

Saltándose  «ia  rbpa;  díe  párpur^  para  no  ser  conocí- 
o  f  la  pusQ[  eni  lajfrupa »  y  la  diaésma  la  tomoén  ias 
manos;  y ^habíenído  hablado  á  su$  amigos  sin  parar 
ée  aildar  ^.eoho  pie  á  tierra^. y  tomó  el  caballo  det 
diesti».  Da  aqnellos  nno  empezó  i  fingir  que  se  ase- 
guraba ei-zápato/quese  le  habla  desartado;^  otro  qacr 
«aba  de.  belber  al.  caballo;  otro  que  tenia,  sed  9. y  vén-» 
dolé  dejando*  deesta  manera^  a  toda  priesa  loaban*^ 
donaron ,  no  tantolpor  temor  de  loé  enemigos ,  como 
d¿  sn  cnieldad*' Agitado  con  tantos  males  procuitt-¿ 
be  lechar  i  todos  ^  apartándola  de  sí ,  la  culpa  de  a^ne-* 
Uá  derrota.  Sntró  ya  llegada  la  noche  en  Pda ;  y 
porqué  al  recifaible'Encto  y  Endayo,  que  eran  loisr 
dncargados  del  teséro^  le  hicieron  algunas  reconw 
iieni:i6hesr{soba'e%lo  sucedido-,  y  le.  hablaron  y  dieron 
Qons^QS  tafiLÍránca  como  inoportunamente,  montan-^ 
do  en  coijem  dio  por  sí  mismo,  muerte  á  ambos  con- 


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sá  espádt ;  con  lo  que  nadie  quedó  i  su  lado  fuera  de 
Eirandro  de  Greta ,  Arquidamo  de  lá  EtoHa  y  Neonon 
de  Be9cia.  De  ios  soldados  siguiéronle  los  Cretenses, 
no  tanto  por  afición  como  por  golosina  de  sus  rique- 
zas, al  modo  que  las  abejas  á  los  panales.  Porque  era 
jiindio  lo  que  llevaba ,  y  lo  que  presentó  á  la  codi- 
cia>de  los  Cretenses  para  robarlo ,  en  irasos,  fuentes, 
y  demás  vajilla  de  plata  y  oro  hasta  la  suma  de  cin-- 
cuenta  talentos:  rasó  primero  á  Anfípolis,  y  d« 
alli  después  i  Galepso ;  y  como  se  le  hubiese  desha- 
ncado un  poco  el  miedo,  recayó  nuevamente  en  el 
mas  antiguo  de  sus  vicios ,  que  era  la  avaricia ;  quejóse 
pues  con  sus  amigos  de  que  neciamente  habia  aban- 
donado á  los  Cretenses  algunas  de  las  brillantes  aU 
bajas  de  Alejandra  el  Grande  ,  exhortaado  i  los  que 
las  tenían  ,  no  sin  ruegos  y  lágrimas,  á  que  las  cam- 
biaran por  dinero»  Los  que  leconocianbien,no  du- 
daron que  aquello  era  cretizar  con  los  Cretenses;  mas 
ellos  cayeron  en  el  lazo,  y  entregándolas,  se  que- 
daron sin  nada,  porque  no  les  dio  el  dinero;  y  aun 
tomó  prestados  de  los  amigos  treinta  talentos ,  los 
mismos  que  de  alli  á  poco  hablan  de  ocuparlos  ene- 
siúgos,  y  con  aquellos  navegó  á  Samotracia ,  donde 
fugitivo  se  acogió  al  templo  de  ios  Dioscuros. 

Habían  tenido  siempre  üinía  los  Macedonios  de 
ser  amantes  de  sus  reyes;  pero¡ emonces  abatidos  to- 
dos como  cuando  de  pronto  falta  el  aporro,  se  en- 
-nvgaron  á  Emilio,  al  que  ep  dos  dias  hicieron  due- 
$0  de  toda  la  Macedonia;  lo  cual  parece  conciliar 
mayor  crédito  á  los  que  atribuyen  todos  estos  su-* 
cesos  á  un  especial  tavor  de  la  ibrtuna.  Pero  aun 
ms  mas  maravilloso  lo  que  acaeció  en  el  sacriíiciot 
pues  sacrificando  Emilio  en  Anfipolis^  en  el  acto 
mismo  cayó  un  rayo  en  el'  ara,  el  que  abrasó  las 
TÍctimas  y  perfeccionó  la  ceremonia.  Con  todo  aun 
wbe  de  punto  sobre  este  prodigio  y  sobre  la  di- 
cha de  EmUio  la  rapidez  de  U  ^^^  9  P^^^  ^^  ^^ 


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1 68  PAULO    EMILIO. 

coarto  de  haber  alcaosado  de.Perséo  t%tz  victorls 
de  PÍdna,  estando  ea  Roma  el  pueblo  viendo  unas 
carreras  de  caballos  reoentinamente  dorfió  la  voz  en 
los  primeros  asientos  ael  teatro  de  jque  Emilio  ba-* 
bieodo  vencido  á  Perseo  en  una  gran  i»atalla ,  había 
subyugado  toda  la  Macedoniai  y  de  alli  se  difoodió 
luego  la  misma  voz  por  toda  la  concurrencia;  ooq 
lo  que  en  aquel  dia  fue  grande-  el  gossó  que  con  al-^ 
gazara  y  regocijo  fie  apoderó  de  la  ciudad.  Atas  co- 
mo luego  se  viese  que  aquel  rumor  vago  no  teñía 
apoyo  ú  origen- seguro  t  por  estonces  se  desvaneció 
y  disipó ;  pero  tenida  á  pocos  -dias  h  noticia  positi- 
va I  se  pasmaron  todos  de  aqutl  anticipado  anuncio, 
que  pareciendo  £also,  dijo  la  verdad;  ? 

Dícese  qiAe  de  la  batalla  de  lo&  Italianos  junto  al 
rio  Sagra  se  tuvp  noticia  en  eimisiiio  dia  en  el  Pe- 
loponeso,  asi  como  en  Platea  de  la  de  Micale  contra 
los  Medos;  y  cuando  los  Romanos  vemiieron  á  los 
Tarquinos  y  á  los  del  Lacio  sus  auxiliadores ,  de  allí 
á  muy  poco  llegaron  dos  mensajeros,  varones  de  grao 
belleza  y  estatura,  que  trajeron  el  aviso,  y  se  con*- 
jeturó  que  eran  los  bioscuros.  El  primero  que  tro- 
pezó co^  ellos  en  la  plaza,  cuando  junto á  la  fuente 
estaban  dando  de  beber  á  sus  caballos  cubiertos  de 
sudor,  se  quedó  pfasiÉKido  con.  el' anuncio  de  esta  vic- 
toria: ellos  después .  se  dice  que  le  cogieron  con  la- 
mano  la  barba  sonriéndosele  blandamente ;  y  coma 
al  punto  la  barba  de  negra  se  le  volviese  roja^  este 
suceso  concilio  crédito  á  la  noticia,  y. á aquel  Iiom«- 
bre  el  apellido  de  Ainobarbo ,  que  viene  á  ser  el  de 
la  barba  bronceada.  También  ha  ganado  crédito  á  to<* 
das  estas  relaciones  lo  sucedido  en  nuestros  dias,  por- 
que cuando  Antonio  se  rebeló  contra  Domiciano,  se 
esperaba  encMiada  guerra  de  parte  de  Ja  Germania; 
y  siendo  grande  la  turbacionen  Roma,  de  repente 
y  por  sí  mismo  difundió  el  pueblo  la  fama  de  una 
yictoria,  corriendo  por  toda  Roma.ia  voz  de  que  et 


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imsmo*  JLutdiíiá  liabia  sido  muerto,  yde.tf^  dernw 
taáo  sa  ejercito ,  ni  señal  hahia  quedado  de  él:  ad-¿ 
quiriendo  esta  voz  tal  certeza  y  s^oridad,  que  mar 
chos  de  los  principales  ofrecieron  sacrificios.  Inqaí«* 
lióse  kego  sobre  el  primero  que  lo  refirid,  7  contó 
no  aparecía  nadie,  sino  que  el  rumor  corriendo  do 
años- en  otros  se  desvaneció^  viniendo  á  lotáltimo  á 
parar  en  nada  arrojado  en  una  muchedumbre  Gon<¿* 
tusa  .corno;  en  nn  piélago  inmenso ,  sin  que  se  le  die-r 
se  ot%en  ninguno  cierto ,  aquella  fama  se  borró  del 
todo  en  la  ciodad.  Mas  cnando  ya  Domicilio  habiá 
maschadq  con  su  ejército  á  la  guerra^  leenoontrá 
en  el  camino  la  noticia  y  cartas  en  que  se  le  dabí 
cuenta  de  la  victoria;  y  se  halló  que  el  día  de  la  ía«* 
ma  fue  el  inismo  que  el  del  suceso ,  habiendo  de  d¡^ 
tanda  de  un  punto  á  otro  mas  de  veinte  mil  estadios: 
cosa  que  de.  los  de  nuestra  edad  no  ignora  nadie. 

Neyo  Cetario  1  colega  de  Emilio  en  el  mando, 
que  aportó  á  Samotracia ,  respeto  para  con  Perseo  ei 
asilo  en  honor  de  los  Dioses;,  pero  le  cerró  la^ salida 
y  la*  fuga  por  el  mar:  con  todo  pudo  á  escondidas 
ganar  á  un  tal  Oroandes^  de  Creta ,  que  tenia  on  bar- 
qulchoelo ,  para  que  le  admitiese  en  él  con  sos  rique« 
zas;  mas  este,  usando  de  las  artes  cretenses^  tomó 
de  noche  todo  su  caudal,  y  diciéndole  que  á  la* si- 
guiente fuesr  al  puerto  Demetrio  con  los  hijoi  y  1» 
&milia  precisa,  se  hiao  á  la^  vela  al  mismo  anoche- 
cer^ PasD  ett  esta  ocasión  Fex^eo  por  angustias  bien^ 
miser^Ies ,.  habiendo  tenido  que  salvar  la  miirali« 
por  runa  estrecha  tronera  él,'  sus.  hijos  y.  su  mugerj* 
no  escando  todavía  hecho  arriesgos  y.  tratáfos  t  asi 
lanaó  Un  lamratable  suspiro  >  cuando  andando  per- 
dido en  la  playa  se  Hago  á  él  uno,  y  le  dijo  haber 
Tista  qoe  O^oandes  habia  batido  apresuradamente  al 
man  Poüque  clareaba  ya  el  alba,  y  destituido  de 
tjoda  esperanza,  se  retiró  corriepdo  hacia  la  muralla 
no  sin  ser  de  los  Romanos  observado;  mas  con  todo. 


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3 


t^  VámO   EUILTO* 

logrd-flckfanáine  á^  ellos  coa  sa  mi]^r/Lot.lii)Oft  tb« 
mandólos «  por  It  maño  los  había  ^entresado  á  Ion; 
y  este ,  que  antes  había  sido  ei  favortio  de^P^rseo ,  sa 
convirtió  entonces  en  traidor ;  lo  que  Mincipabncn-i' 
te  con^ibnyó  á  que  aquel  <fesgracianb,  como  fiera 
ne  ha  perdido  sos  cachoros>,  se  viera  ea  hi  j>redsiofi 
je  dejarse  prender  y  entregar  so  persbna  a  los  qáa 
de  aquellos  estaban  ya  apoderados.  Tenia  so  piinci* 
pal  confianza  en  Nasica ,'  y  por  este  preguntaba;  mas 
como  no  pareciese ,  lamentando  sasnertsyysi^dm^ 
dose  á  la  necesidad ,  sé  puso  como  cantivoen  manos 
de  Neyo ;.  manifestando  cien  á  las  ckias  y  que  en  en 
él  un  vicio  mas  ríiin  que  el  de  la  avaricia  el  de  la 
cobardía  y  apego  á  la  vid»,  por  el  cual  »  privó  del 
único  bien  que  la  fortuna  aó  puede  arrebatar  ¿  los 
caídos ,  que  t$  la  compasión.  Porque  habiendo  rc^a^ 
do  que  le  Uevaran  á  la  presencia  de  Emilio »  este^ 
como  debiarhacerse  con  un  hombre  de  tanta  autori- 
dad sobre  quien  hal»a  venido  uaa  mina  tan  terrible 
y  des^kciada,  levantándose  de  un  .asiento  salió  í 
recibirle  con  sus  amigos ,  derramando  lágrimas;  yél^ 
poniendo  el  rostro  en  el  suelo,  que  era  un  vergonao* 
soespectácnb,  y  abraisándole  las  rodilhs  ^rornm^ 
pió  en  exclamaciones  y  ruegos  indecentes  ^  que  Emi- 
lio no  pudo  escuchar  con  paciencia ;  sino  que  mtrán<^' 
dolé  con  rostro  enojado  y  seyeR> :  «tlS^lseruile ,  le  di« 
n  jo  fi  por  qué  libras  á  la  Fortana  de  uno  de  sus  ma- 
n  yores  cargos ,  haciendo  cosai  por.  las  que  se  ve  que 
«•si  eres  desgraciado  lo  tienes  merecido,  y  que  na 
ti  es  de  ahora  ^  sino  de  sienipre  haber  sido  indigno  de 
f»  ser  dichoso  ?  i  por  qué  ediás  á  perder  mi  victoria  y 
M  apocas  mí  triunfo ,  naciendo  ver  que  no  eras -un  ene- 
9»  migo  noble  y  digno  de  los  Romanos  ?  La  virtud  al«-» 
9»  canza  para:  ios  desgraciadas  gran  parte  de  reverencia 
Hauü  entre  Ips  enemigos ;  pero  la  cobardía,  aun  cuan* 
99  do  sea  afortunada  f  es  para  los  Romanos  la  cosa  mas 
i>dJespreciabIe¿" 


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vávto  iainj9^  171 

Caá  (Me  'f  hmntáaáoh.j  dáodok  k  tliestrt » lo 
encomendó  á  Taberon ;  y  reoniendo  de^xues  fíiem 
^  Ig  ^epd^  4  S9S  h^  7  Tóanos ,  7  á  los  mas  jéve- 
41^^  4^  W  que  tenían  imMo,  estuvo  largo  rato  pen** 
$9r¡iio  ^tue  sí  coQ  gran.sBencto ,  tanto  qué  todos  es^ 
tal^n  adffrimdos ;  mas  ec^enzando  luego .  á  disertaií 
so^§  hi^T^fíM  7;io9.  sucesos  humanost  s»¿habri 
f»b^^^6^^  eMlftliid,>qiieen  Já  |ircsente. prosperidad 
^^refif^mt:  ht  es  dado  engreírse  y  envanecerse  » de  que 
9)19  s<pi|y:^ado  ona  nadon,  ona  ciudad  ó  nn  reino! 
»'La  formoa  pontéfidoiios  á  la  vista  esta  mudanaa  co«p 
«tnio  nn  ejemplo,  en  el  que  todo  conqoistador  con« 
^temple  la  común  flaqueza ,  nos  amonesta  que  nada 
^^j^ieos  considerar  como  estable  y  segura,  porque 
o  ¿cuál  será  el  tiempo  en  qi»  pueda  «I  hombre  vivis 
I» confiado,  ctíando  el  dominar  á  los  otros  obHga  í 
n.estar  ,mas  temeroso  de  la  fortuna;  y  la  idea  de  que 
nia«i(»rfe  revuelve  y  acarrea  por  veces  iguales  de-» 
M  rastros ,  ifthora.á  unos  y  luego  á  otros,  debe  infun- 
Iludir  r^zHos  al  que  ^  huelga  como  mas  fávotecido^ 
tt ¿acaso  vkndo  que  la  herencia  de  Alejandró ,  cuyo 
n  podet  y  dominación  Jleg<5  al  grado  mas  alto  que 
vs^ksi  ?Q00ocido ,  en  menos  de  una  hora  la  fai^is  hu-^ 
nmüháo  bajo  vuestros  pies;  y  que  unos  reyes ,  que 
ii^poco  ha  imperdiatt  íl  tantas  keíones  de  infantería 
»  y  á>timtos  escuadrone»  de  caballería ,  reciben  ahora 
•►ln  gemida;  7  bc^k  diaria  de  manos  de  losene- 
vmigo$:,,-pOKkis  pensar  que  vuestras  cosas  han  de  te-^ 
9  oer  una  Consistencia  que  pueda  prevalecer  contra  et 
n  ti^ilpo?  I  Na  será  mas  razón  que  dando  de  mano 
fi  ese  Orgullo  y  á  esa  vanidad  de  la  victoria  fepri- 
M  maisr  vuestros  ánimos ,  estando  siempre  atentos  alo 
»  futm^o ,  ^  t>ara  ver  qué  ün  prepara  el  hadó*  í  cada 
9  uno'^e  vosotros  en  contrapeso  de  tamaña  felici- 
atdad  ?"  Pronunciadas  estas  y  otras  semejantes  razo--^ 
nessedioéque  despidió £nri lio  á  aquellos  jávenes, 
y  que  los  xtejó  muy  corregidos  de:  su  vanagloria  7 


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I 


altanería  V  o&ntisiiiéndolpi  como  con  im  fieiso^-^a 
aquella  alocaicioii.  ;  \ 

DI6  después  de  esto  desquiso  al  ejército;  y  para 
sí  tom¿  por  tarea  y  porfaonioflo  V  lianHida  recreo 
al  visitar  la  Grecia;  .porque,  recorriendo  y  toniando 
bajo]su  amparólos  pueblos ,  confirma  su  gdbieirno ,  y 
les  hizo  doaatii^os ,  a  unos  dé  granos  y  á  otros  de  acei- 
te;  pues  se  Cuenta  haber  sido  tan  grande  el  repuesto 
[ue  se  encoatt6>  que  antesfaltó  áquien  darlo  y  quien 
o  pidiese  y  que  agotarse  lo  que  se  tenia  prevenido. 
Habiendo  visto  en  Delficts  un  gráa^destal  constñii«*' 
do  de  {ñedras  blancas ,  sobré  el  que  había  de  coló-^' 
carse  una  estatua  de  oro  de  Perseo,  mandó  qué  ea 
vez  de  aquella  se  pusiese  ría  suya,  pu^  era  razoa 
que  los  vencidos  cediesen  sU'  puesto  á  los  vencedor' 
res;  y  en  Olimpia  se  refiere  qué  profirió  aquel  dicha' 
tan  celebrado:  que  Fidias  ndbia  esculpido  el  J^-^ 
fiter  de  Homero.  Llegáronle  de  Roma  diez  mensa- 
geros ,  y  restituyó  á  los  Macedonios  su  tierra  y  sus 
ciudades  Ubres  6  independientes;  mas  con  el  tributo 
á  favor  de  Roma  de  cien  talentos ,  menos  que  la  mi- 
tad de  aquello  con  que  contribuían  á  los  Reyes ,  or- 
denó "e^Jectácnlos  y  juegos  de  todas  especies  y  sa- 
crificios á  los  Dioses ;  y  i^ó  cenas  y  banquetes ,  gas- 
tando con  profusión  .de  la  despensa  real;  pero  en  el 
orden  y  aparato^  en  las  salutaciones  y  demás  cum* 
plídosv  y  en  la  distriboeíoa  del.iugar  y  hi^mt  que  á 
cada  uno  £e:era  debido,  manifestó  un  conOGimtentor^ 
tan  diligente  y  cuidadoso  ^  que  se  maravillattin  ios 
Griegos  de  que  para  talles  desahogos  no  le  faltase 
atención,  sino  que  con  ejecutar  tan  grandes  hazañas 
aun  las  cosas  pequeñas  las  puaese  tan  ert  su  pQnto.' 
Estaba .  también  muy  complacido  por  a^vertfe  que 
entre  tanta  prevención  y  tanto  brillo  él  *erá  el  mas 
dulce  rccreó.y  espectáculo  para  los  que  con  él  asís-- 
tian.  A  los. que  mostraban  maravillarse  de  su  desve- 
lo respondía  que  á  un  mismo  ingenio  pertenecía  dis- 


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^  TÁWM  mtXUlX  173 

pónete bién  mt'  ej^tdto  y  un  baaquete:  aqneí  paní 
hacerle  el  mas  terrible  á  los  eiieimgos,.7  estp  el  mas 
grato  á  los  oonyickdosJ  Ni  era  meaos  celebrada  de 
todos  su  liberalidad  7  graadeza  de  áaioio  y  pues  con 
lidber  encontrado  amoatonado  omcho  two  y  mucha 
plata  ea  los  tesoros  del  Rey ,  nisiqmera  quiso  verlo^ 
^flo  que  lo  puso  á  disposicioff^de  los  cuestores  para 
:ei  erario.  Solamente  :¿  aquellos  de  sus  hijos  que  eran 
.4adojl  áJas  letras:  les  permitió  escoger  entre  los  li«* 
bros  del  rey ;  y  al  distribuir  los  premios  del  valor^ 
éiÁí  Elio  Tttbexpn  su'  yerno  una  átepolla  de  peso 
de,  cinco  libras.  Este.es  aquél  Tuberon  de  quien  di« 
jimos  que  vivia  con -once  parientes  suyos  en  una 
misma  casa,  manteniéndose  todos. con  el  producto 
de  un  campo  muy  pequeño.  Y  se  dice  que  esta  fue 
la  primera  plata  que  entró  en  la  casa  de  los.Elios 
gibada  .con  la/viitixiy  el  valor ;,  y  que.  fuera  de  esti| 
alhaja,  nunca  ni  eIlos:ni  sus  mugeres,  usaron  cosa  de 
mo  6  plata. 

-  Halñendo  ordenado  convenientemente  todos  sus 
negodos,  se  despidió  de  Jos  Grifos,  y. exhortando 
á.los.Macedonios  ¿^  qoertuvieran  en  memcma  la  li-« 
bertad  recibida  deJk»  RomanpSi.<yá>.que  la'coiiser^ 
vasen  con  lasbuenas  leye^  y  la  CQncesdia:,:se  retiró 
á.Epiroy  por  l^aber  leeifaido  uñidecretodel  Senado^' 
^n  el  que  se  le  p ceambta  que  de  aüosllas  }ciudade9 
tomara  con  que  socorrer  á  los  soldados  -que»  .baj0  aua 
^  ordénes  hablan,  peleado  en  la  bateUa  .oonfta  FerseoJ 
*  propasóse  qué  se  ^cay^er^i  sobré  tcídosnepeotínamento 
y  cuando  nadie  lo'especasei  pacaHor^ueihizo  cotn^ 
pacecer  á  diez  hombres  de.  los  prineipalest  de  cada 
dudad,  y  les  dio:  ósdemde  que  cuania  plaita.y  oro 
J^ilxleséien  lascasas  y  en  los  teitif^^' :1a  recogiesen 
^ara  el  d» señalado;  y  á  cada  diputación ^  como^i 
luerápara  aquel  nbieto  ♦  1  le  dio jescdltt.  de  soldados 
y  un  caudillo ,  el  que  había  de  aparentar  que  bus- 
cabay  recogí*:tíc4wro.,IiegMa.cl45ai  4  una  y  en 


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17*  ttüLO-^ 

un  mitaiaiiUMiieiito  sé  eotregaisaiL  tbdosá  lá  'p«Mn 
cucion  y  saqueo  de  ioseacáiigos;  de  maneía  queea 
tola  iioa  hora  hideroa  cautivos  á  ciento  dinciientai 
mil  bombees^  j  aírasaitti  setenta  dudades^;  ^  con 
haber  sido  tal  k  destnicdony^raioa, no  Tino  á  fe<^ 
Cibir  cada  soldado  en  donativo  arriba  de  onoe  drac*^ 
mas ' :  horrorizando  á  todos  el  fin  de  esta  goerra') 
Tiendo  que  tan  poca  era.  la  utilidad  y  ganaada  qiíe 
á  cada  qbo  hid>ia  resultado  del  destrozo  de  toda  una 
Ilación.'. 

Eoülio  se  vi6  en  la  precisión  de  ordenarlo  xsxiy 
contra  s^^  naturaleza ,  que  era  benigna  v  apacible;  v 
ejecutado  bajó  á  Qrico,  dé  donde  hecha  la  travesía 
para  la  Italia  con  sus  tropas,  subió  luego  por  el  rio 
Tiber  en  un^  galera  real  de  dier  y  sds  remos ,  táin^ 
nada  con  armas  de  ks  cogidis  á  los  enemigos  y  con  ro- 
pages  de  grana  y  de;  púrpura  v  de  modo  qoe  los  Ro^ 
manos  que  .por  las  orilias  concurkká  como  á  un  es-^ 
pectácnio  triunfal,  gozaron  anticipadamente  de  sft. 
pompa ,  llesando  bien  adelante  'por cuanto  la  cortíen- 
ee  apenas  oabapasoálaembdrgadom  R<q>áraron  en^ 
tonces  los  soldados  en  el  imneiiK>' botín;  y  como  no 
les  habia  tocado  lo  que  deseaban,  iñcomodiroiM 
dentro  de.ambmoa' por  esta  úausa^  quedando  muy 
irritados  ¡contra  Emilio;  jpéró  en  eí  pública  se  que- 
jaron de  que  los  habia  'tratado  dunif y  despóticamente» 
Y  con  este  pf«testo  no  hicieron  gran  empeño  para 
que  se  le  decfetara  el  triunfa  Llególo  á  entender  Ser-' 
gio  Gaiba  enemigo  de  Emilioi  que  hiA>ia  sido -tribuno 
bajo  susótdenes,  yise  presentó  á  sostener  deddida  y 
manifiestamente  que  no  debía  concedérsele.  Levan^ 
tándole  pues^ntre  la  turba  militar  muchas  calom-* 
nias ,  y  atizando  el  encono' con  qoe  -ya  le  mifabio-, 
pidió  á  los  tribunos  de  la  plebe  otro  dia,  porque 
aquel  no  podia  bastar  para  la  acusación,  no  quedan- 

I    Venia  i  vakf  k  d^acm  dos  veaks  die  velI^nSí  ''- 


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FAtriD.KHIUOi  17) 

¿6  ya  Sino  dbatfo  horas.  Mas  los  tribiiim  fe  fte^cn** 
bieton  que  dijese  loque  tuviera  auedecir^  y  él  em« 
pezando  de  muy  lejos  ^  y  hadeooo  un  discurso  lleno 
de  toda  espede  de  dicterios » :oonsumi¿  todo  el  tiem«« 
po ;  y. como  por  haberse  hecho  de  noche ,  los  tribii^ 
nosoisolviesen  la  junta  ^  los  soldados  se  unieroa  á 
Gaitsá»  tonandovcoo  este  bríos;  y  animándose  anos 
á  otros  se  volvieron  á  pcesentar  muy  de  mañana  tu 
^1  Capitdio:  porque  allí  habían  de  tener  lostribuaoi 
la  nueva  junta. 

Hízose  la  volición  luego  que  fiíe  de  dia  ^  y  la  pri^M 
Inerá  trünivotd contra. el  triunfo';  mas  difundida  la 
voz  por  toda  la  ciudad  11^6  hasta  el  Senado.  La  ple^ 
.  be  veiá  con  disgusto  el  que  se  afrentase  á  Emilio^* 
^  sobre  lo  que  pvonimpia  en  inútiles  quejas;  pero  lof 
principales  ddSenado  dideodoá  gritos  que  era  in^ 
sufrible  lo  que  pasaba  » se  indtabon  uñosa  otros  pa<<^ 
ra  hacer  frente  al  desacato  y  temeridad  de  lo^  sóida** 
dos  f  que  sino  se  le  opusiese  cesbtencia ,  se  propasa^ 
tía  i  todo  desorden  y  violencia,  saliéndose  con  pri-' 
vor  á  Emilio  de  los  honores  de  U  victoria.  Penetra-^ 
ron  pues  por  entre  la  muchedumbre ,  y  subiendo  efl[ 
groa  n&nero,  intimaron  á  los  tribunos  que  suspen-^ 
diesen  la  votadon  hasta  que  manif^tasen  al  puebla 
cuáles  eran  sus  deseos.  Contuviéronse  todos,  é  im^ 
puesto  silencio,  se  levantó  Marco  Servilio^  varón  con-» 
sular ,  que  en  desafio.habia  muerto  i  veinte  y  tre» 
enemigos :  y  n  ahora  conozco ,  di  jo^  cuan  grande  Ge**' 
i>  neral  es  faulo  Emilio,  viendo  que  con  un  ejercí-^ 
••  tó>  en  que  no  se  advierte  sino  indisciplina  y  ^^*^ 
m  dad,  ha  podido  ejecutar  tan  grandes  y  tan  siñgu-^ 
n  lares  hazañas ;  y  me  maravillo  de  que  el  padbtoi' 
t»que  tanto  se  honra  con  los  triunfos  alcanzados  de 
wlosllirios  y  de  los  Ligares,  no  quiera  hacer  de-*: 
o  mostmdon  por  haberse  tomado  vivo  con  Jas  airma¿ 
9>  Romanas  al  Rey  de  los  Macedoníos ,  y  haber  sido' 
ft  traída  en  cautiverio  la  ^ria  de  Alejandro  y  de^ 


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176  nxsto  fiHiuo; 

Mpilipo.  P<Mrqtie  ¿no  seri  cosa escrtfirel  qnése  di* 
wga,  que «  á  la  primera  voz  todavia  incierta  de  esta 
9  victoría  esparcida  por  la  cindad  ,  sacrificasteis  á  ios 
»  Dioses  9  haciendo  votos  por  ver  cuanto  antes  cum- 
«» piído  aquel  rumor,  -v  que  cuando  el  General  vie- 
9ae  con  la  certeza  de  ia  victoria  prlvcís  ¿  los  Dio- 
I» sea  de  su  debido  honor,  y  á  vosotros  mismos  del 
•  regocijo  que  es  propio,  como  si  temieseis  que  se 
«manifestase  la  grandeza  dé  tan  admirable^  sucesos, 
»  6  como  si  tuvieseis  miramiento  con  el  Rey  cautivo? 
m%  eti  caso;  menos  m^o  seria  qüed  triunfo  se  ne- 
it  gase  por  compasión  á  este ,  que  no  por  envidia  al 
a»  General.  Pero  iamaHghidad  ha  tomada  tanto  üs^ 
ascendiente  entre  vosotros,  que  un. hombre  ileso  y 
9» de  cuerpo  garbo»)  y  adamado,  como  criado  á  la 
»  sómhra ,  se  atreve  en  materia  de  mando  militar  y 
«de  triunfo  á  llevar'  la  voz  ante  vosotros  mismos, 
«amaestrados  con  tantas  heridas  i  discernir  entre  la 
«virtud  y  la  inutilidad  de  los  Generales;-'  y  al  de-- 
clt  esto ,  desabrochándose  la  ropilla ,  niostró  en  el 
pecho  una  multitud  increíble  de  cicatrices:  pasó  des- 
pués á  descubrir,  dertas  partes  del  cuerpo  que  no  pa-. 
Miccr decente  desnudar  ante  el  pueblo,  y  volviéndo- 
^. 4. Galba :  n  Tu  sin  duda ,  le  dijo  ^  te  burlas  de  es^ 
».t^  señales;  mas  yo  las  ostento  con  vanidad  á  mis 
«concíttdadaiK>s^  pues  por  ellos ,  no  bajando  del  ca- 
«Jballo  niide  día  oii  de  noche,  las  he  recibido;  pero 
«yáínos,  llévalos^á  votar,  que-yoJ»jaré  y  los  se- 
«gnii^  á: todos,  y -con  esto  conoceré  quiénes  son 
«los.  matesy. desagradecidos,  y  los  que  en  la.  guer-^ 
«.ra  quieren  mas.  alboorotar  que  obedecer  y  guardar 
a|-,discipliiia.**    .    . 

'^f  Dícese  que  de  tal  modo  quebrantxS  y  sorprendió 
4Ji  gente  de  guerra  este  discurso,  que  después  por 
ks't)ftraa. tribus  le  fue  á  Emilio  decretado  el  triunfo* 
Ordenóse,  luego ,  isegun  la  memoria  que  4ia  quedado, 
dteita manera:  el  pueblo,  habiéndose  levantado  ta;-* 


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fSQtO  B1III20.  tf  y 

Uadosen  US'tdfttrof  para  laácarréras^da  loaoibBUM 
^e  se  UaiMfl  ciroos»  y  en  las  inmediadones  de  Ja 
plaza  ^  7  eá  todos  los  parages  por  donde  habirdé 
pasar  la  pompa ,  la  tío  desdeellos ,  yendo  toda  la 
gente  vestida'aiay  de  limpió  ;fi6s  templos  todos  ea^ 
tában  abiertos  y  llenos  de  coranas  y  perfumes ;  niH» 
-chos  algnarciles  y  maceres ,  ap^tada  á  los  qa»  in^ 
discretamente  corrían  y  se  ponian  eñ  medio  ^  dcja« 
han  libre  y  desembarazada  U  cañera»  La  ceremonia 
toda  se  repartió  ell  tres  dias,  dbilos  caales  en/éi  fMri« 
mero,  ^el'afsbñas  alcanzd  paraeLbodn  de  las  esta-- 
titas,  de  ks  pinturas  y  de  los^ colosos,  tirado  todo 
por  doscientas:  3rontas,  esto  mismo  fne  lo  quélndbo 
qne  ver.  -Al  dia  siguiente  -  pasorcHi  én  muchos  cams 
las  armas  más  Uerinosas  y  agabida&de  los  Maóedoí- 
-ntos,  brilfoniat*~C0Q  él  bronce  4*  ^^'  xcero  rccieh  acir 
calfido.  La  colocación  dispuesta  c6n  .artificio  y  or«> 
4lea  paiecia^  £^rtuita ,  y  como  hecha  por  sí  .misma; 
los  yelmos-sobre' los  escudos;  ks.oorazas  junto^álas 
canilleras  $•  las  adargas  cretenses^  las  rodelas  d^  Jrá»- 
da ,  las  aljabas  mexcladas  con  los  íxwos  de  los  céy9^ 
líos,  i  su  lado  espadas  desnuctos ,  y  junto  á  estas  las 
lanzas  macedonias;  habiéndose  dejado*  hueobtpn»- 
porcionadoa  ^tre  todas  estas  arma84*con  lo  ^ne  en 
la  marcha,  dando  unas  coñiótras,  íbrm^an.nh'eqo 
áspero  y  ddapacible,  que  auooon  provenir  rdét:  ale- 
mas vencida^ -hacía  que^sn  vista  inspirase  miedo; ".En 
pos  de  esios^  e&rros  de  las  aamas  marchaban  tres  rail 
nombres,  ^onduciepdo  la  moneda  de  plata  én,se;^ 
eientas  y  cincuenta  esportülaa  de  á  tr^  talentos,  v 
á  cada  uoo'ide  estos  le  acompañaban. otros  cuatros  Sé* 
guian  luego otrosr,  que  condttciaosalHilas, vasos '^  jav- 
ros  y  tazas  de  plata ,  muy  4)&n  eokt^das  todas  cata^ 
piezas  para  que  pudieran  verse  ^  yprimorosas^te  si, 
y  poT  k)  grandes  y  dobles  que  apascciam  'f 

En  el>  dia  tercero,  niuy'de  ásanana ,  abrieron  la 
pompa  trompeteros  I  que.  tocaban.,  no  ui^  marcUa 

TONOn.  M 


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%l9  nxao  BvitiOi 

mtapiutdt^y'ptopia  jdel  caso,  sbo «ip^  om  qué 
se  iocksa  ¿s Rmnanoft  así  miniu»  en  floedio  de  la 
faauUii;  y  en  ¿eguidaeran  conducido^: ciento  veinte 
Jbueycs'  cebones,  á  íos^  se  les  habian.dorado  los 
caernos  ^  y  que  habtan.-sido  adornados  .coa  cintas.y  co- 
«onasp  Los  jóvenes  que. los  llevaban^  oeoidos  con  fajas 
«ráy. vistosas,. lois  guidban  ali^ríficloj-  y  coa  ellos 
otitis  inas  mocitos  cba><yirros  de  plata  y  oro  para  las 
dibociones.  Venian  luego  los  que  condftioiao  la  aio^ 
•neda  de  oro,  repelida  ea  esportillas  de . Altes. talenf- 
•soscomo  la  de  plata»  y  estas  eran  ai  Jx^o.  setenta  y 
<siete.'.Tras  estos  seguían  los  que jconducian  el  án&n 
«sitada',  que. Emilio  Ittbia  hecho\gMartteesr  .con  pe- 
learía de  hastafdiea  .talentos ,  y  los  qu^.  iban  ense^ 
alando  las  Antigonidas ,  las  Seleaddas ,  ios  Tericleofi 
-y.  fioda  la  baplk  de  que  usaba  Fetsoo«a&  sos  bauqae^ 
4ca  En  pos  iba  (el  .carsodeiPerseo  y  sus  armas,  y  la 
jdtadema  puesta  sobiie  Jas^rmas* ;  De^uesf ison  algua 
íinteraraioeran.Qooducidos  como  escIav<to'los .bijas  del 
>&ey ,  y  con  ellos!  una  turba,  de  cacoarero9 ,  de  naao* 
-esbrosry  de  ayos  y  bañados  en  lágrimas,'  y  «que  teñ- 
sdiaarlás  manos  ilos.espectadores,  adiestrando  á  los 
iiíñc>&£pedip  y  supifion.  Eran  fstds.dQS  varones  y 
'Una  hembra,:  poco  atentos  á  lamagoUvdde  sus  des- 
^gracias:á.causade,k  edad;  y  por  lomismojésta  lim- 
-pliddad  suya  ^n  semejante  mudanza  Jos  l^cia  mas 
idigncis  de  compasión^  de  'manera.queíes(uv»o  en  muy 
.poco  el  que  Perseo  se  .les  pásaselo  ser  vt^to:  ¡tan 
íija  teman  los  Romanos  da  vista  por  comp^ioa  sobre 
aqueltos  inocentes  !t  á  muchos  les  ^cedió  cátaseles  las 
«iágrimas;  y  entre  todos  no.  hubo  ninguno. para  quien 
en  aquel  especticulo' na  esmviese  mezclado  el  pesar 
¿ctm  dígozo  hasta  que  .fes  tunos  hubieron  ^pasadow 

No  venia  mjuy  dhtante  de  los  hijos  y  de.  su  ser- 
vidumbre el  mismo  Petwo,  envuelto  en  una  mezqui- 
:ha'CBpa;'calaado  al  esltilo'de  su  patria,  y  como  em- 
Jx>hado  yemoñtecidoxoniel  ei^SQ  de  susmales:  se- 


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FAirL0*^EiaX.10i  IfVp 

galátde  iomediátainefite  machos  ami^  y.-deooot^ 
«negados  sus  rostros  en  Iknto,  7  maniftstmido  á  los 
espectadores  con  mirar  inoesantemente.  á  Perseo,  j 
llorar^  ^ue  era  la  suerte  de  aquel  poc  la  ooe  se  do«^ 
4x811^  teniendo  en  mxxy  poco  la  propia  acsventunii 
Habíase  dirigido  ant«sá  Emilio  pidiéodok  que  n« 
]e  íierasea  en  la  pompa ,  y  que  le  exeasam  el  trinn^ 
fe;  toBS  este  escarneciéndole,  i  lo. que  parece,  por 
«u  oobíardia  y  apego  á  Ia> tida ,  n  pues  esto,  respoa^ 
9f  dio,  efl'  su  mano  ha  estado,  y  lo  esti.  aodavia  si 
«L quiere:'"  dando  á  entender  que  pues  por  cobardía 
no  babia  tenido  valor  para  sufrir  la  muerte  antes  que 
Já  afrenta,  seduddo  oanlisóngetas  esperanaas^  esto 
era  io  que  habia  hecho  que  &era  cornado  entre  sus 
despojos*  Venian  en  pos  inmediatamente  ruatro*- 
•cientas  coronas  de  oro.,  que  las  ciudades  habían  en^ 
.^iado  con  embajadas  á  Emilio  por  ft^  de  la  victos 
<YÍa.  Finalmente  venia  éi  mismo  ^  conducido  en  un 
¡carro  magníficamente  adornado ;  varón  que,  aun  sin 
-tanta  autoridad ,  se  atraia  las  miradas  de  todos.  Ver- 
tía un  ropage  de  diversos  colores ,  bordado  de  oro^ 
y  coa  la  diestra  alargaba  sn  iramo  de  iauíiel.  Iguales 
ramos  llevaba  el.ejér<áix>  que  iba  en.. pos  del  carro 
del  General ,  formado  por  compañías  y  batallones, 
cantando  ya  canciones  p^ióticas ,  serias  y  jocosa^, 
y  ya  himnos  de  victoria  y  alabanzas  de. ios  sucesos, 
encaminadas  principalmente  á  Emilio ,  minado  y  aca^- 
tado  de  todos,  y  sin  dar  envidia  i  ninguaso  de' los 
hombres  de  bien ;  sino  que  «debe  de  haber  algún  *  mal 
Genio  que  tenga  por  oficip' apocar  las  grandes  y  so» 
bresilientes  felicidades  r  y  aguar  la  vida  de  los  hon> 
bres,  para  que  ninguno  k  tenga  exenta  y  pura  de 
shales,  sino  que  parezca  ept  aquel  sale  Uon  librado, 
según  la  sentencia  de  Homero,  en  cuyos  sucesos  al«- 
térnaftivamjBnte  use  de  sus  müdaatas  ¡la  fortuna^ 

*   Asi  es,  que  teniendo  Emilio  cuatro  hijos ,  dos  tra»* 
iadados  á  otras  iami^ias^  como  ya  digimos,  á  sabei^ 

M2 


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1 8o  PAULO    BMILId« 

Escipíóa  y  Fabio ,  y  dos  en  la  edad  de  la  pnencla) 
que  los  mantenia  en  casa»  nacidos  de  la  segunda  mu<- 
ger  f  de  estos  el  uno  falleció  cinco  dias  antes.de  triua- 
tar  el  padre  en  la  edad  de  catorce  años;  y  el  otro 
murió  de  doce»  tres  dias  después  de  la  misma  cereino«- 
oía ;  de  manera  que  no  hubo  Romano  á  quien  no  at 
canzase- aquella  pesadumbre:  y  antes  todos  se  faor'- 
torizaron  de  tal  crueldad  de  la  fortuna ,  que  no  tu^ 
vo  reparo  en  derramar  tanto  luto  sobre  una  casa  id>as?- 
tada  de  respeto,  de  júbilo  y  de  ñestas,  mezclando 
ios  lamentos  y  las  lágrimas  coa  los  himnos  de  vic<« 
ioría  y  los  triunfos. 

Por  lo  que  hace  á  Emilio  >  teniendo  bien  consi- 
derado que  los  hombres  iian  menester  valerse  de  la 
fortaleza  y  osadia ,  no  solo  contra  las  arnuis  y  las 
Janzas,  sino  también  contra  todos  los  cases  de.for** 
tuna,  se  preparó  y  dispuso  de  tal  manera  para  esta 
mezcla  de  sucesos ,  que  compensándose  lo  adverso 
con  lo. próspero 9  y  lo  doméstico  con  lo  público ,  ea 
nada  se  apocó  la  grandeza ,  ó  se  oscureció  el  es^  * 
plendor  de  su  victoria.  Por  tanto  Juego  que  dio  se^- 
puitura  ai  primero  de  sus  hijos  celebró  el  triunfa 
como  hemos  dicho ;  y  muerta  el  segundo  después  de 
aquella. solemnidad  I  congr^ando  á  los  Romanos  en 
junta  pública ,  les  dirigió  un  razonamiento  propio, 
no  de  un  hombre  que  necesitaba  consuelo,  sino  de 
quien  se  proponía  consolar  á  sus  conciudadanos  añi^ 
gidos  con  sus  propios  infortunios.  ^  Nunca  temí  na*-' 
f» da,  les  dijo ,  en  las  cosas  humanas ;  mas  en  las  su<- 
ftperiores,  rezelando  siempre  de  la  fortuna  como  de 
s»  Ja  cosa  mas  instable  y  varia ,  al  ver  que^mas  priu* 
99 cipalmente  en  esta  guerra,  como  un  viento  favora« 
9>ble,  había  precedido  ámis  negocios,  no  dejé  de 
ti  esperar  alguna  mudanza  y  contrariedad.  Porque 
M  atravesando  desde  Brindis  el  mar  Jonia,  en  un  dia 
9  aporté  >¿  Corñi ;  y  estando  desde  alli  al  séptimo  en 
f»Delfos  sacrificando  a. Apolo ^  en.  otros  cíaco.me 


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YkVLO    EMILIO»  lít 

«•teOn!  con  el  ejercito;  y  hecha  la  ceremonia  de  su 
9»  purí/icacion  segon  costumbre ,  dando  principio  i 
t»  fas  operaciones  de  la  guerra ,  en  otros  mioce  dias 
f»ie  di  el  complemento  mas  glorioso.  Desconfiado 
»paes  de  la  fortuna  por  el  curso  tan  prospo^o  de  los 
9» secesos,  pnes  que  fue  grande  la  seguridad,  y  nin-« 
a»guno  el  peligrd  de  parte  de  los  :enemigos,  enton*» 
n  ees  mas  particularmente  empecé  á  temer  para  la  na-< 
n  vegacton  la  mudanza  de  algún  Genio ;  habiendo  Ten*» 
9>  cido  con  feliz  suerte  tan  numeroso  ejército ,  y  tra*« 
«yendo  despojos  y  Reyes  cautivos.  Llegué  con  to-- 
»  do  salvo  entre  vosotros ,  y  encMtrando  la  ciudad 
n rebosando  en  júbilo,  en  aplausos  y  en  fiestas,  to^ 
»» davía  ño  dejé  de  sospechar  de  la  fortuna ,  sabiendo 
»  que  no  lisongea  en  las  cosas,  gandes  á  los  hombres 
»con  nada  que  sea  cierto  y  sm  desquite  ^  y  nunca 
n  mi  alma  depuso  este  miedo ,  agitada  siempre  y  en 
9>  observación  de  lo  futuro^  hasta  que  me  hirió  en  mi 
9» casa  con  tamaña  desventura,  teniendo  que  cele- 
n  brar  unos  en  pos  de  qtros ,  en  los  dias  mas  festi- 
»>  vos  y  solemnes ,  los  funerales  de  los  dos  mas  ama-» 
»bles  hijos  que'habla  reservado  para  que  fuesen  mis 
«•herederos.  Consideróme  pues  ahora  fuera  de  todo 
» grave  peligro ,  y  aun  conjeturo  y  pienso  que  para 
»» mí  mismo  ha  díe  permanecer  ya  la  fortuna  inocen* 
9»  te  y  segura ;  pues  parece  que  se  hd  valido  para  mí 
9»  castigo  de  males  tan  grandes  como  han  sido  mis 
99 prosperidades:  no  siendo  menos  evidente  el  ejemplo 
9»  que  da  de  la  humana  miseria  en  el  triunfador  que 
9»  en  el  conducido  en  triunfo ;  y  aun  cotí  la  dife- 
9»  rencia,  de  que  Persco  vencido  consecra  ais  hijos,  y 
»el  vencedor  Emilio  ha  perdido  lo&>  suyos." 

Este  fue  el  magnífico  y  noble  razonamiento  que 
con  sencilla  y  verdadera  prudencia  se  dice  haber  di- 
rigido Emilio  al  pueblo  en  aquella  sazón.  En  cuanto 
á  Perseo,  aunque  aquel  tuvo  ininíó  de  manifestar 
compasión  por  la  mudanza  de  su  suerte  «y  prestarle 


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auxilios  9  nadt:  mas  se  sabe  sino  que  f&e  trasladados 
de  la  que  los  Romanos  llaman  ciroel  i  un  logar  ma» 
decente,  en  el  qne  se  le  trató  con  mas  humanidad; 
pero  custodiado  siempre  en  él»  según  la  ojliuron  det 
Biayor  número,  de  escritores ,  se  quitó  á  sí  mismo  I9 
vida,  negándose  á  tomar  alimento.  Mas  con  todo 
kay  algunos  que  señrian  otra  causa  particular  y  ex^ 
traña  de  su  muer it ;  pues  dicen  que  estando  inco^ 
HKvbdos  é  trtttadctt  ton  él  los  soldados  encargadM 
de  custodiarle,  eomio  no  pudiesen  ofenderle  jii  mo-^ 
kstarle  en  otra  cosa ,  le  despertaban  del  sueáo ,  estan- 
Ao  siempre  atentos  á  que  no  se  durmiese ,  y  i  des^ 
velarle  por.  tod<9s  medios,  hasta  tanto  que  con  ests 
especie  de  tnOTtfficadbn  acabó  sus  días.  Murieron 
también  dos  de  sus  hiios ;  y  del  tercero ,  llamado  Ale*» 
landre,  se  dice  que  fue  primoroso  y  de  grande  in« 

fenio  en  el  cincelar  y  tornear;  y  que  habien- 
o  aprendido  las  letras  y  la  lengua  romana,  fue 
amanuense  de  los  primeros  Magistrados ,  por  haberse 
visto  que  era  muy  diestro  y  elegante  en  este  ejer-^ 
eicio« 

Entr^  estos  brillan^  sucesos  de  la  guerra  Mace^ 
dónfca  Jo  que  concilló  i  Emilio  mayor  aprecio  en- 
tre todos  fue  haber  puesto  en  el  erario  tal  cantidad 
de  dinero ,  que  no  hubo  necesidad  de  que  contribu* 
ycra  el  pueblo  hasta  los  tiempos  de  Hircioy^  Pansa; 
que  fueron  Cónsules  hacia  la  primera  guerra  de  An^ 
tonio  y  César ;  pero  lo  mas  particular  y  admirable 
en  Emilio  fue  -que  con  ser  muy  venerado  y  honrado 
del  pueblo,  se  mantuvo  siempre  sin  embargo  en- el 
partido  artstocrátioo  9  no  diciendo  ni  haciendo  nunca 
nada  por  complacar  á  la  mudiedúmbre ,  sino  uniin-^ 
dose  slenipreTen  las  cosas  de  gobierno  qon  los  mas  dis- 
tinguidos y  principales  de  la  repüblica,  que  fue  coft 
lo  que  mas  sdelante  reconvino  Apio  áEscipion  Afri* 
cano.  Porque  siendo  ambos  entonces  dé  los  mas  prin* 
cipales  en.la  <siodad,  pidieron  á  aatiempo  la  dignt-^ 


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KHOTO    EHIUOX  itj 

daA  cénsor¡t:ré^ári ,  teniendo  de  su  lítrte  il  Sensddr 
y 4  los  m»  princtpsksy  manejo gae^jilosApia^f» 
Aereditarío;'3nieste9  aunque  gnddeiirpot  si ,  fftve^ 
recido  síeinfiré  jooo  elr^elo  y  anor  de  la  i|iocfaedum^ 
bré.  Focs  x:oaio  alémrar  en  It  plaza  Gsdpidn ,  le* 9Ít{» 
se  ^pio  lie? ar  4  su  lado  á  hombrér  ruines  y  de  O0B»f 
dición  servil  y  pikeens  y  propios  pata  concitar  la  ama 
chedunibre  j'violeatarM  t9oaacon  atropellamieiito¡  y 
gritería  >  aiaais^  la  voa ,  «  d  Paulo  l^lto ,  dijo^  aaft 
t»  pora  débÍEElo^'<fe  tietra^  llegando  á  entender  qoe^pro«t 
Minuevcn  á  la  cenísufa  á  tu  bijo  Emilio  d  pre^nM 
Mío  y  Licinio^Filoneico/'  As»  Escrpiob, favoreció 
do  al  pueblo  se  gánii  su  benevolenoiA ;  y  EmiÜo  ;  teoif 
serjdd  parttdominocrático»  nó^foe  por  eso  menos 
amado  dé  la  inúdiedunibre  que  d  que  pudiera  pare^ 
cer  mas  deoéagbgó  7  mas  dedicado  &  lisongeat  al:pi» 
blo.  Viese  esto  en  qub  lo  tuTiesen  por  di^ode  tsám 
^aj^os,  y  del  de  la-inismácéniuri  fqqs.es  el  mas4a^ 
grado  de  todos  y  jd  de. mayor 'autoridad  para  :otnís 
cosas  y  para;  ^eicamen  dd  fiíodo  de  -vivir  de  «idsf 
imo.  Porque ttefien  ios  oeniorés<  imitad  para  iexoluif 
del  Senado  al  qbervivé  desarregladamente ;  para  nom>« 
brar  al. de  mayor  probidad,  y  panr'T:asagarl::do| 
jf5yeiies,'Coh  privar  déla  digni«d ecuestre  al  quer.é» 
disipadoc¿7T¿caIes.tamb!en  el  investigar;  la  hadanéá 
de  pada  uno^  y:x»Iébiar  el  lustro  y  ^  ^n  su  tiempo 
^  .^16  iser  d^ceíaso  de  Roma  trescieototf  trntítz^y 
aídte.mSl  cnairoeientos'  y  cincoet^a'fty^or^htmJbfiesü 
Dio.k^iffiisifaftd^inler  Ingsoren  dr&dad^^  ár/Manj¿ 
£^Iio  Léfwkri  qné^yá  ciíatrecjvebésrEábia -obtealdl» 
esm  -preíbfemiia^  t  expdióode  :d':á'^resiiSoiadbres!.da 
los  át  mefao^  'iiéitAtfevy  XMútriéY^msuhK^mrsoL  «d^ 
}ega<^rcft> .  ]pUípo  osé 'bondi4^rott  cbn?  nm^ha  in^ 
d^riicioQ:  enlidí  i»mieA'  det  iest-  escritoiloen  ,A  •  tadep, 
ecfifistre.^i:  ':c->.:s  r-^-x::  '-'-•7;  c^^-^'b  '•■^'r/:;  ^'  '  *  .^'"*í> 
*! . ..  ? Llévadoa  jpi.cáboD iludios  y  gbandesaiegociosif ¡iú^ 
ftfi^neiida':d^ainaDqifi^         pdi^osarab  prinC^I^ 


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lt4  PAOtO    TMlLltK 

pero  de^pDts  stnriesga  aunque  trabfafosi  y  óc  de^ 
anpcnKia  curación.'  Pérsnadiéranlt  Jos  ^ñédicos^quQ 
pasase  .á   Elea  de  Italia,  donde  .permaneció  largo 
«empo  en  países  1¡  tócales ,  en  que  goeaba^de  la  mayor 
quietud;  pero  los  Romanos  deseaban  verle.,  y  en  los 
teatros  se  habían  dejado  oir  muchas  voces  que  indi- 
cdban  este  deseo;  por. lo  que  comofue^  preciso  un 
splcmne  sacrificio.,  y  se.sintiesexoa  alivio,  regreso  á 
Kon\a*  Celebró  pues  el  indicado  ¿acrificicuéon  los  de^ 
Bia9:Saoerdotes,  concurriendo  mucho  pueblo^  y  ma-^^ 
nt&stindose  niuy  Contento ;  y  al  dia  siguiente  sacci-* 
ficó  ¿I  mismo  á  tos  Dioses  otra  ves  por(  su  salud.  Cum-- 
plida  esta  segunda  ceremonia  válvió  á  su  Casa,  y  sis 
acostó;  y  sin  adv)ertir;d conocerse  novedad,  cayen-^ 
do  eo  un  accidente  que  lepriv^ode  toda  ¡sentido,  mu-» 
riiy^al  tercero  dia  ^  sin  que  ea  vida  hubiese  podido 
echar  de  menos  nada  de  cuánto  los  hombres  creeii 
oue  conduce  para  ia::feUcidad.  Hasta  lá  solemnidad 
de  su  enterramiento.iue  de  gran  aparato  y  digpa  de 
vbrse,  correspondiendo  á  la  .virtud  de  tal  varón  .sus 
magníficos  y  concurridos  funerales*  Nose  echaban  de 
verjenrestoa  el  oro,'  ni  e!  marfil,  xii  IpS' «squisitos  y 
preciosos  adornorde.tal  pompa,  sino  la  benevolen«¿ 
cia;:el  respetO':y:eIa]hori  no  solamente  de  parte  de 
U»  ciudadanos,  mas. wn  dt  losenemigois:: pues  cuan-* 
10^ 'Se' hallaron  presentes  de  los  Españoles,  losLigu-^ 
i^es.y  los  Macc^oaios,  si  eran  jóvenes '  y  robustos^ 
echaban  mafao  al  aterro  y  y  le- conducían  sobre  sus 
Itombros;  y  los-,  mas  ^ancianos  iba»  ;en' rededor  de  61, 
^aclamando  á  Emiliopor bieidiecfanr  yialñuior  de:sa 
respectiva  patria.  Porque  no  solamente  ib&^trató  á:to^ 
dos  blanda  y  Ixurnanamente  mientras?  fax  gobernó  ^  s¡« 
no  que:  por  toda  la*  vida  les  hiao  cuanto  bien'^udo^ 
y  cuidó  de  ellos  como  si  fueran  sus-  familiares  y  deu^ 
oos.  Su  hacienda  dicen  que  apenas  ascendió  á  tm^ 
iCfeatos^y  setenta  mii  denaños/ de!laque  dejó  por 
Jbi^rederos  á  ^us  faíjos^  perorEsdpioa  .el  menor  ¿tjá 


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YAüLO  Bunio.  iVf 

que  toda  la  llevase  sa  hermano ,  habiendo  él  pasado 
por  acjopdon  4iiaa  caía  muy  rica^  como  lo  era  la ' 
de  Africano.  Tal  se  dice  haber  sido  d  tenor  de  vida 
de  Paaio  JSiailio. 


. »      .  . '  ) 


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r:    ^:^'\r^--  .  .   .   > ;"   ■'     '"  ^- ; 

r-        COICPARAGIOU  ÜX  TIMOlIttfN  Y  «ICIUOl 

4.-.-  .iv  :^:.:  -^  .^i!.  i-J..-::  ^--^  ^::  .    '    . 

Habiendo  sido  tales,  según  la  histottt^  eslé«  de»' 
varones,  es  claro  que  el  cotejo  no  ha  de  encontrar 
muchas  diferencias  y  desigualdades;  porque  Jas  guer- 
ras en'  que  mandaron  ambos,  fueron  contra  los  mas 
ilustres  enemigos;  la  del  uno  contra  los  Macedonios, 
y  la  del  otro  contra  los  Cartagineses ;  y  sus  victo- 
rias fueron  asimismo  sumamente  celebradas^  habien- 
do tomado  el  uno  la  Macedonia,  y  extinguido  la 
sucesión  de  Antígono  en  el  séptimo  Rey ;  y  habien- 
do  el  otro  arrancado  todas  las  tiranías  de  la  Sicilia, 
y  dado  á  esta  isla  la  libertad  é  independencia:  como 
no  quiera  alguno  alegar  en  favor  de  Emilio  que  vino 
á  las  manos  con  Perseo  cuando  estaba  en  su  mayor 
poder ,  y  acababa  de  vencer  á  los  Romanos ;  siendo 
asi  que  Timoleon  acometió  á  Dionisio  cuando  ya  es- 
taba desalentado  y  quebrantado  del  todo ;  y  á  la  in- 
versa en  favor  de  Timoleon  que  venció  á  muchos  tira- 
nos, y  las  poderosas  fuerzas  de  los  Cartagineses ,  con 
,  el  ejército  que  á  suerte  pudo  recoger :  no  como  Emi- 
lio con  hombres  egercitados  en  la  guerra,  y  prontos 
á  obedecer;  sino  con  soldados  mercenarios  sin  disci- 
plina ,  y  acostumbrados  á  no  oir  otra  voz  que  la  de 
su  voluntad:  asi  es  que  se  da  la  gloria  á  uno  y  otro 
general  de  haber  conseguido  iguales  triunfos  con  me- 
dios desiguale^. 

Fueron  uno  y  otro  íntegros  y  justos  en  el  mane- 
Jo  de  los  negocios ;  pero  Emilio  parece  que  como  na- 
turalmente se  formo  de  esta  manera  en  virtud  de  las 
leyes  patrias ;  cuando  Timoleon  lo  debió  todo  á  sí 
mismo:  siendo  la  prueba  de  esto  que  los  Romanos 
en  aquel  tiempo  todos  sabian  igualmente  la  táctica, 
estaban  acostumbrados  á  obedecer ,  y  respetaban  las 
leyes  y  la  opinión  de  sus  ciudadanos;  y  de  los  Grie- 
gos no  hubo  Capitán  ó  caudillo  alguno  ea  la  misma 


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cN>H^Mucxoif  teTSMocnirrBiciuo;  187 

^>oai  ^oe  no  hubiese  dtdo  mía  idea  de  si  en  k  Si-* 
cilia ,  foeía  de  Dióo ;  jraim  de.  est&  machos  Ufaron 
á  sospechar  qoe  aspiraba  4  fai  inmarqñía ,  y  4pie  traía 
eii  la  jmagífladofi  iin  cierto  reinado  i  la  "Espartana^ 
Timeo  retiene  qtst  los  ^iracusanos  despidieron  igno«« 
sniniosa  7  afrentosamente  i  GHipo,  por  abonünar  da 
se  codicia  í  k^aciabilidad  durante  el  mando}  y  ma«> 
efaos  iain  eserfto  de  las  injusticias  y  tropelías  ou« 
Farage  el  Esparciata  y  Oalipo  el  Ateniense  poste* 
vmiwt  obra,  aspirando  á  dominar  en  Sicilia^  ¡y 
qué  nombres  etán  estos  j  6  cuáles  sos  haaañas  para . 
tales  esperanzas ,  cuando  el  uno  habia  adulado  á  Dio- 
nisio ya  en  su  decadencia  ,  y  Calipo  era  uno  de  los 
extrangeros  asalariados  por  Dion?  Mas  Timoleon, 
enviado  por  General  á  los  Siracusanos  que  le  habiaa 
pedido  y  suplicado ,  y  que  no  buscaba  mando ,  sino 
que  le  era  debido  el  que  admitió  de  los  que  volun- 
tariamente lo  pusieron  en. sus  manos,  con  la  destruc-  • 
cion  de  déspotas  injustos  puso  término  y  fin  á  su  ge* 
neralato  y  autoridad.  Lo  que  en  Emilio  hay  de  mas 
admirable  es  que  con  haber  destruido  un  reino  tan 
poderoso ,  no  hizo  ma^or  su  hacienda  ni  en  una 
dragma ,  y  ni  siquiera  vi6  ni  tocó  unos  caudales  de 
los  que  dio  é  hizo  presentes  á  otros.  No  digo  con  to- 
do que  Timoleon  merezca  nota  por  haber  admitido 
una  casa  y  tierras,  porque  el  admitir  en  tales  oca- 
siones no  es  indecoroso ;  pero  es  mejor  e!  no  recibir 
nada ;  y  es  el  colmo  de  la  virtud  cuando  se  puede 
manifestar  que  de  nada  se  necesita.  Ademas,  como 
en  el  cuerpo  que  puede  aguantar  el  frió  y  el  calor 
se  reconoce  su  mejor  constitución  en  estar  bien  dis- 
puesto para  ambas  mudanzas;  de  la  misma  manera  se 
manifiesta  en  el  alma  el  vigor  y  fortaleza,  cuando  ni 
la  prosperidad  la  conmueve  y  saca  de  quicio  con  el 
orgullo,  ni  las  desgracias  la  abaten;  y  en  esto  apa- 
rece mas  perfecto  Emilio,  porque  en  la  adversa  for- 
tuna y  en  la  gran  pesadumbre  que  le  ocasionaron  los 


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hijos,  no  se  le  vio  con  mtyor  caimiento  o  meoos^ 
dignidad  que  tn  medio  de  sus  prosperidades.  Ño  asi 
Timokoo  >  que  habiéndose  portado  dignamente  cuan- 
do lo  del  hermano ,  ya  después  su  razón  no  se  sos-* 
tuvo  contra  la  pesadumbre, ^sino  que  abatido  con 
el  arrepentimiento  y  la  pena,  en  veinte  años  no  pu- 
do vencerse  á  ver  la  trionna  d  la  plaza  pliblíca;  7 
si  es  bien  que  se  huya  y  se  tema  lo  que  ^  indeco- 
roso, el  ceder  fácilmente  á  toda  especie  de  nota  po« 
drá  muy  bien  ser  de  un  varón  rectoy.senciUo,  mais 
de  no  de  un  ánimo  grande  y  ele?ado. 


-r 


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Catoo  el  majTODOomo  (ftlgoiMs  cekferttsea  desme^ 
didameitte  á  ud  Isookbre  de  arrojado  yatrerido  ea 
las  cosas  de  la  guerra ,  les  advirtió:  c|iie  h^ia  gran 
diíereacia-entre  -«snereaiBiidio  la^Tirtüd^y  tener  en 
poco  el  vivir:  ^rfectisimamente  á  ini  entender.  Mi«»* 
litaba  con  Anugenó  -un  varoñ  mny  ñsnelto ,  pero 
ícndéhle^y  ílapo  decuíorp^:  pregoicitóle  traes  el  Rey 
la  cansa  de  estar  'descotorido >  y  le  tooieso  qne  pa* 
decía  una  ei^emedad  oculta;  El  Rey  manifestando^ 
le  su  aprecio  didorden  á*  los  médicos. para  que  no 
omifiesea  nada  eaisu  a^tencia  y  remedio;'  pero  ca- 
rado por  esu  diligencia  aquel  vaKettte»  ya  no  era 
airofaoo  ni  proteto  en  los -conoces/  tanto  que  An^ 
tígono  se  lo  echó  ¿n  cava  j  admirándose  de  semqan-* 
te  mudanza.;  y  iéfc  no  le  negó  la  causa,'  diciéndole: 
ntú  9  ó  Rey,  eres;  qaien  me  has  hedió  menos  deter* 
«imkiado.  librándome  de.aquellos  males  por  los  que 
f)  menosprecia»  la.  vida.  "A  este  mismo:  propósito 
iüjo  un<Sibarita  hablando  de  los  Esparciatas,  que  no 
hacían  mucho  en  morir  en  la  guerra  para  salir  de 
•tanto*trabajo  yideitan  mal  trato  como  se  daban.  Mas 
«i  entre  los  Sibaritas,  enmollecidos^ oon  el  regalo  y 
«1  deleite,  de  los  que  por  zelo  y  .amor  de  la  virtud 
jio.  temían  la  muerte^  podía  decíne  con  razón  que 
aborrecían  la  vida;  para  los  Lacedemoníos  era  acto 
de  virtud  el  vivir!  y  d  morir  con ániíno  alegre,  se^ 
gun  aquel  epicedio!  '  1    . 

Porgue,  según- se  dice,  mueren  estos 
<  No  reputando. un  bien  la  vida  ó  muerte; 
Sino  el  que  la  virtud  presida  á  entrambas: 
-pues  ni  el  evitar  la  muerte  es  Reprensible',  cuando 
no  se  quiere  vivir  afiremosamente ,  ni  elesponerse  á 
elia  es  laudable,  si  se  hace  por  tener  en  poco  el 
vivir.  Asi  Homero  á  los  varones  josados  y  t¿licosob 


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(Xpp  ntOPIDAS. 

los  hace  siempre  salir  bien  armados  y  defendidos  í 
los  combates ;  y  los  Jcgislfbloff s  de  los  Griegos  cas- 
tigan al  que  pierde  el  escudo ,  7  no  al  ^ue  arroja  la 
aspada  y  la  límsa  x  «nae&aiido  onr  esto  que  piQbero 
íes  no  recibir  áxóoy  que  oaasatlfti  loa  enamtgos;  y 
ique  esttt  a  lo  querida  uno  debe  tener  presenüs;  p&r 
dro  en  especial  el/qiie  oDuoda  en  una  ciudad  d  en  un 
^ército». 

(  Pocqoesi  como  diacDnia  liicrates  lasnsopBsli* 
^ras  dicen  semejanza  congas:. manos 9  la  caballería 
con  los  piesy  el  fraeso  del  e|dseit0-oonL  di  pecho  y 
€\  torso  todo ,  j  eFXjreñeml  cad  la  cabeza  ^'  arderán*' 
idose  estateipenaiáiMnte^  nofabreeeiriaqoe  seolixda- 
hz  de  st{  ottsina  aolameotet  tino  de  todos  ,  qae  tienen 
len  él  librada:  sajisádnd^  y  .ai  contrarios  Asi  Caliera*- 
4ides,  aunque  h^oanbre  grande  len «todo  b  demás,  no 
4U¥0  raaonenla  nsspuesta  que  dio  ai  Agorero  |  por- 
gue rogándole. este' que  se^goardara- de  k' muerte 
^ue  le  denunciaban:  las  vintimásí'le  a>n testó  que  no 
«pendia  E^arta  de  uno  sxrfo.:  pnesopeleando,  navo- 
^ndo  yr  siendo  mandado,  Uriieratide^ nevera  mas 
«que  uno;  pero  de  General  )tdmkado  sobre  si  Is 
auerte  de  todos»  ya  no  era  unonaolo^aqueioon quien 
lan  grandes  intereses  iban  á  perdevse.  Mejor  lo  hizo 
Anticono  el. mayor  cuando  al  trabarse  ¿1  conbate 
naval  cerca  de  Ándros ,  dici^ndc^  uno  que  eran  mu- 
chas mas  laa  naves  de  los  jenemigos^  l  pues  ^é  j  le 
eepiicó,  né  te  haces  cargo  qqe  .-yo.vai^o  por  mu« 
€faas?,.¿Graflde'.ofinaniento  del.  mando  quien  coa 
destreza  y  virtud  hace  lo  que  se^ba  promiesto,  j 
cuya  ateneion  primera  es  salv»r  al  que  nade  sai- 
vario  :todo :!  Por  atante  )nicio6anu»ite  Timoteo ,  co- 
mo Gvte  mostrase  un  diaá  ios  Atenienses  algunas 
cicatrices  en  supierpo-  y  el  esdudo  pasado^  de  una 
laucada^  pues. ya,  les  dijo,  estoy  muy  avergonzad- 
ido  der  que  cuando  tenia  Isitiada  á  Samos  me  hi^* 
¿ÍBse  caído  muy  cerca  un  dardo  ^  porque  me  oon^ 


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Áx^  íñ9í:}ixytmlmcntt¿e  lo  4aé  odrues^MidUá  i 
^xi  Otaieral  que  tenia. á:sa  mando  tantas  tropas* 
Porqoe  cuando,  va.  11a  grandeiinteres  cñ  que  se  me^ 
oriesgue  el  Geoeral^  emoncei«fitá.aitty  biep  qae  tra» 
|>aje  7  lo  cpOBga  todo  en  el  tablero  sin  niognnmini?» 
mieato.»  enviando  aóramria  Á  los  qoe  le  vengan  cbo 
iCl  fcfttti.  de  que  el  laienJQesiemi  debe  morirse,  de 
.vejea,  ó  á  lo  meóos  morir  viejo ;  pero  onando  es.de 
jK>ca  importancia  lo  qoe  se  ha  de  sacar  del  venció 
•miento,  y  todo  se  pierde. steLGeneral  cae,  entontes 
nadie  debe  tpedk  de  cste.nnarhaaáaa  peligrosa»  qne 
seria  mas  bien  de  un:  soldado  raso«  Me  ha  parecido 
oportuQo  empaaar  por.estas  adtertencias  coando  voy 
á  escribirlas  vsdas  de ^Felópidar  y  Maccdo,  iwro-» 
nes  enñttentes ,.  peco  que.  perecieron  por  inconsidera^ 
^ont  pues  con  ser  ambos  mny  denodados  en  el  pe»> 
lear ,  ornamentó  nño  y  otxo  dec  su  patria  por  sos 
r  brillantes  9saodos>  y  opuestos  á  los  mas  terrttiles  con^ 
tenderes;  siendo  este,  $egiinsedice,el  primero  que 
.quebrantóá; Aníbal;  y  habiendo:  aquel  vencido  en 
batalla.campal  á  Jos  Lacedenlonios  tjue  dominjdian 
en  tierra  y  CT>niar;  por  po  haber  tenido  de  sí  mis-^ 
:mos  lá  debida  cuenta  9  expusieron  su  vida  con  ternes 
-4rark>  arrojo,  precisamente  en  el  momento  en  que  mas 
necesidad  balMa  de.  su  conservación  y  de  su  mando; 
que.  es  por  lo  que  9  llevados  de: esta  semejanza,  he<r 
;mos  puesto  en:  cotejo  las  tidas  de  ambos. 

La  familia  de  Felópidas  el  de  Hipoclo.era ,  oo^^ 
Lmo  la  de  Epanúnondas ,  de  las  mas  ilustres  de  Tebas* 
Crióse  co][i  las  mayores  ^conveniencias;  yientrándo 
rtodavia  joven  en  la  administracfotvde  una  casaopu* 
lenta,  se  dedicó  desde  luego.i  dar  socorros' á  loshe^ 
cesitadosqoe  contemplaba  dignos,  para  ser  verdad 
deramente  dueño  y  no  esclavo 'de  las  riquecaa;  pues 
la  mayor  parte  de  los  hombres,  como  dice  Aristóteles^ 
6  no  usan  de  las  riquezas  por  avaricia ,  ó  abusan  por 
-desarregb.;  y  asi  Qotfxo  estps.se  ve  .que  sonesdaj^os 


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S9t  noAfmAM, 

del  ngáfyy  los  delrites;  aquellos  lo  soa  déla  vig[« 
lauda  y  el  cuidado.  Los  socorridos  poes  se  valieron 
eon  iecoiK>cimiento  de  la  liberalidad  /  humanidad 
eue  eu  Peldpidas  enooatraban;  solo  de  Epaminon- 
das^o  podo  recabar  que  disfrutase  de  su  *  riqueza; 
aiuaquei  la  inversa  el  participó  de  la  escasez  de 
este  en  lo  pobre  del  yestido,  en  la  frugalidad  de  ia 
mesa,  y  en  la  tolerancia  de  los  trabojos,  com^iia- 
ciéndose  enrsu  propia  senciliez  al  frente  del  eiiSrcito, 
á  la*  manera  del  Capaneo  de  Eurípides  ,  que  con  te- 
ner muehos  bienes  norihacta  alarde  dé  m  opulencia; 
sino  que  se  hubiera  avergonzado  de  dar  iadicíos  de 

5[ne  para  su  persona  hacia  mas  gasto  que  el  menos 
avorecido  de  la  fortuna  entre  los  Tdxinos.  Pues  con 
serle  ya  á  Epaminondas  familiar -y  iieredítaria  la 
pobreza ,  hízola  todavía  mas  tolerable  y  ligera ,  en- 
tregándose á  la  filc^bfia ,  y  eligiendo  desde  luego  el 
estado  de  célibe;  y  Pelópidas,  aunque  faabia  hecho 
tma  boda  brillante  y  tema  hijos,  no' por  eso  dejó  de 
distraerse  del  cuidado  de  su  hacienda;  con  lo  que, 
y  con  ocupar  todo  el  tiempo  en  fai  causa  pública, 
disminuyó  su  patrimonio;  y  como  ios  amigos  se  lo 
reprendiesen ,  diciéndole  que  hacia  mal  en  mirar  con 
nbandono  una  cosa  tan  precisa  como  el  tener  cau- 
dal ;  sí  á  fe  mia,  les  respondió,  para  aquel  infeliz  de 
Nicodemo ,  mostrándoles  á  uno  que  era  cojo  y  ciego. 
Eran  formados  de  un  mismo  modo  para  toda 
especie  de  virtud,  sino  que  Pelópidas^  era  mas  dado 
á  los  ejercicios  de  la  palestra ,  y  Epaminondas  á  los 
de  la  doctrina:  asi  en  los  ratos  de  ocio  aquel  se  em- 
pleaba en  la  lucha  y  en  la  caza;  y  este  en  oir  á  los 
sabios,  y  formarse  para  serlo*  Mas  entre  tantos  títu- 
los para  la  gloria  como  concurrieron  en  ambos ,  nin- 
Sino  reputan  los'  hombres  de  juicio  por  tan  admira- 
e  como  el  que  en  medio  de  tantos  combates,  de 
tantas  expediciones  y  de  tantos  negocios  de  repúbli«- 
ca,  su  amistad  desde  el  principio  hasta  el  fiu  se  hu- 


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He^  conterrado  rstempre  sin  dsuM>n  y  sia  ^uiebrti 
Porqpe  jsi  SQ  fija  U  vista  en  el  gohiefao  de,  Arístides 
y  Temistodes  9  de  Cimon  y  !E|ericle$,  de  Nicias  y 
^ldbia4e»9  <fi^  siempre-  adolecía  de  jenembudesy 
disfíprdiBS  y  zela9.de iioo$  con  otros;  y  se  atiende 
despaes.al  amor  y  respeto  eon  que  miso  Pel^ápidas 
á  JSpamiaooda^yVCOQrasoGí  y  justicia  se  tendrá  a  es^ 
tos  por  verdaderos,  colegas  en  el  ¡gobierno  y  en  la 
miliqiil,  en  coSoipaf^on  4e  aqueltos  «pietoda  lavl*- 
da  ^dtendierpn.mfts.entci.sí  que  coa  los  enemigos; 
y  U  canoa  cierta: de  es^a  Qliion  fue  la  virtud ,  por  la 
cual  no  buscaban  con  sus  hechos  aplausos  6  rique- 
s^i^.cosasá  lasquepc^  natúraleza:e;s  inherente  una 
porfiada  y  rencUl0sa  envidifi;  sino  que  amándose  re- 
cipt d^afiEiente  desde  el  ^ncipto  con  »a  amor  sagra* 
ilp9. dirigían  de,  com^, acuerdo  sus: conatos  y  sus 
triunfos  al  placer, 4e,  ver  á  su  patria  elevada  por  am- 
bp6Í:4a  mayor  grandeza  y;  esplendor.  Aunque  alói* 
posropiítan  qiie  edta  amistad  tan  intima  tuvo  prin-^ 
cipiQ  j^d  la  expedíaion  d^.Mantiñeft ,  en  la  que  mili«- 
taron  goA  los.  tacedemoflios  que  .todavía  *les  eran 
amigos  y  aliados.,  con  motivo  de  haber,  la.  ciudad  de 
Tebas  enviádoles  socq»pos.  Porque  .colocados  juntos 
fil^eja  infantería ^  y p^leahdo  coni¡ra  los  Arcades, 
jCU^.dQ  dQ  el  ala  4^re»)ade  los  lAcedemonios  que^ 
íes  estaba  opuesta ,  y  se  desbandó  la  may'or^  parte, 
fórmanifc  ellps'  gaíáfSago.,  hicieron  r&ente.i  cuantos 
Jos  embistieron.  Al  cabo  de  poco  P^lopidas ,  jque  ha«- 
l>ia  recibida  cara  á  cara  siete  heridas «  vinoá  cao: 
entre  multitud  de  cadáveres  de  amigos  yenemigos; 
y  entonces  Epaminondas  >  no  obstaíite  t^n^le  por 
muQTto,  para  pr.otégftí  surpersona' y-  sos  armas  si«^ 
guió  la  pelea  y  el  rie^.,'.^lo  contra  muchos,  te-  . 
viendo,  por  mejor  .moni?  .en  la  demanda  que*  abando*- 
nar  á  Pelópidas  caído :  hasta  que ,  hallándose  ya  ¿1 
mismo  en  el  peor  estado^  hetido  de  una  lanzada  en 
el  pecho,  y  de  una  estocada  en  un  brazo,  vino  en 


TOMO  11. 


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194  nzénbA:^ 

so  auxilia  de  la  otra  ala  Ageslpofis ,  rey  de  oíos  Ei* 
parciatás,  7  contra  tdda  esperanáa  los  recobró  i 
entrambos* 

Dealli  i  algon  tiánpo  aonqae  los  Esparciatas 
todavía  afectaban  ser  amigos  y  aliados  de  ic»  Teba- 
nos  y  etv'la  realidad  miraran  ya;  con  cefio  sa  ultives 
y  su  poder;  y  sobre  t^do:  no «ftaban  bien  con- el 
partido  de  Ismenias  y  Aiid;r¿clid^,  al  ^ne  pertene^ 
cia  FehSpidas,  por  parecarles  demasiado  liberal  y  de^ 
roocrático.  En  esta  situación  At^oias,  Leontidas  y 
f  ilipo,  oUgárquistas  y  ricos»  que  aspiraban  á  mant- 
ear,  pe«suadIerofi  al  Esparciata  ^ebkfas  quecayen^ 
do  repentinamente  con  su-ejé'ri^t^^  apodéfáfa  dd 
dcáiar  CadmeOf  y  arrojando  de  lá  ciuaad  á  los'^^^ 
«e  opasienm ,  arregkim  ún  gobierno  dé  pocos  ^  al ü&o^ 
do  del  d&  los  Laoedemonloa ,  y  dispendlente  deiil«  £ti^ 
tr6  aquel  en  e(  plan,  y^érfmndiendoi  los  TebcH 
eos,  bien  agetios  de  tai  intento  y  «sii^tral  aelAld^ 
ban  las  Tesmofótias  k^  se  hiíO^dueílEo  de  la  cindadela; 
Eq  cuanto  4  isBiMias,  hiciáronle  preso,  y  llevada  i 
Esparta,  á  poco' tiempo  tequitáfOn  lávida:  Pelo-^ 
pidas,  Feraníco  y  Andr6clídes  huyeron  y  fiíerot)  pr6^ 
<;riros ;  mas  Epaminondas  {M^rtuanecio  tranqul  lo  y 
olvidado  en  el  pdis,  ten¡én<K)Ie.potr  poco  inquieto  i 
causa  deso  filosofiá,  y  por  de 'ningún  poder  á  causa 
de  su  pobrtaa,  :  ^ 

Los  Lacedemonios  blen'prltraroii  á  Fe^di^  del 
•mando^  y  le  multaron  enríen  mil  dracmas;^ro  ño 
por  eso  defason  de  conservar  ^  «u*  poder  la  ciuda^ 
pela:  detei^niílift^oion  de  cuya  incó^ecuencia  se  ad^ 
mi;raron  todoe  Ic^  Griegos  j  pue^que  casHg&ban  al 
autor  y  confirmaban  lo  mal  hecho.  En  tanto  á  lób 
Tebanos,  que  habian  perdido  isu  propio  go¡bietii<>, 
quedando  esclavizados  á'AiiquiaK  y  Leontidas,  ni 

I     Fiestas  de  Atenas  en  honor  de  Ceres  su  kgísladoraj 
adoptadas. por  otros  pueblos. 


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siqtikra  les  eni  dado  esperar  algon  término  de*  ana 
tiranía  que  habia  sido  introducida  por  la  fuerjsa  mi* 
Ihar  de  los  Esparciatas ,  y  no  podia  desatarse  sí  no 
había  quien  -arrancase  á  estos  so .  superioridad  ¿  im-i> 

Eerio  por  mar  y  ^or  tierra;  y  sin  embargo ,  sabedor 
eontídas  de  qae  los  desterrados  se  bailaban  en  Ate^ 
nas  amados  de  la  muchedumbre ,  y  honrados  de  los 
¿ombres  virtuosos  y  veetos,  trató  de  armarles  eaocm*» 
didas  asechartaas  ,  para  lo  cual  se  valió  de  unos  honw 
bres  desconocidos ,  que  con  engaños  dieron  mneYte 
á  AndrócIideS'y  librándose  de  sus.  manos  los  dethas* 
£nviáronse  también  cartas  por  los  Lacedemonios  á 
los  Atenienses^  en  qae  kes  ordenaban  que  no  rcacv» 
biesen  ni  anxflkseü  en  sq&  intentos  á  los  desterradoa, 
sino  que  tos  hiciesen  salir  como  pre^nados  por  eae^- 
migos  püblicos  de  toda  la  federación.  Mas  los  Ate- 
nienses, en  quienes  parece  ingénito  el  ser  humanos^ 
correspondiendo  á' los  de  Tebat^  que-  fueron  la  prih«- 
cípal  causa  de  que  volviesen  á  sa  patria ,  y  qoejd¡¿- 
rón  jun  décféio  |íara  ijue  si  algoa  Ateniense  llevase 
arm^s  contra  los  tiranos  por  la  Beooia^  núigda  :oa<^ 
iural  de  ella  hiciese  demostración  de  que  lo  veia  6 
lo  entendía;  ni  en  lo  mas  minimp  ofendieron  i  los 
Tebanos.   /-  - 

pelópidffg,  aunque  todavía  muy  Joven ,  foe  de 
uno  en  uno  alentando  á  los  desterrados;  y  aun  en 
común  les  manifestó  en  nn  discurso,  que  no  era  ju»- 
to  ni  puesto* en  ntzoñ  dejar  á  la  patria  efa  esclavitud 
y  €on  guarnición  extrangera,  y  no  pensar  ellos  en 
otra  cosa  que  en  vivir  y  conservarse  pendientes  de 
ios  decretos  de  los  Atenienses,  y  haciendo  obsequio» 
á.los' que  eran  diestros  en  el  decir,  y  manejaban  á 
ía  muchedumbre  segn'n  su  arbitrio;  sino  que  debian 
arriscarse  á  las  mayores  empresas,  proponiéndose 
por  ejemplo  ia  virtud  y  rcsototíon  de  Trasíbulo: 
para  que  asi  oomoeste^  partiendo  de  Tebas,  destfu-' 
yó  m  Atenas  á  los  tiranos,,  de  la  misiva  manera 

N  2 


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Z96  niéPlDAO. 

ellos,  volviendo  desde  Atenas  restituyesen  á  Tebás 
la  Kbértad.  Persuadióles  con  estas  razones ,  é  inmedia- 
tamente  enviaron  á  Tebas  con  la  conveniente  reser* 
ya  aoien  manifestara  i  ios  amigos  que  alli  liabian 
queaado ,  lo  que  tenían  resuelto.  Convinieron  estos 
•n  ello ;  y  Carón ,  sin  embargo  de  ser  muy  principal, 
se  prestó  á  ofrecer  su  casa,  y  Filidas  vio  modo  de 
hacerse  secretario  de  Arquias  y  Filipo  que  eran  Po- 
lemarcos.  Epaminondas  ya  muy  de  antemano  tenia 
inéamados  i  los  jóvenes ,  porque  en  los  gimnasios 
les  hacia  que  asiesen  de  los  Lacedemonios  y  luchasen 
con  ellos ;  y  luego  viéndolos  muy  ufanos  de  que  los 
veocian  y  qnedaban  encima ,  les  hada  cargo  de  que 
era  una  vergüenza  que  por  cobardía  estuvieran  sojeH> 
tos  ^  aquellos  á  quienes  tanto  aventajaban  en  esfuerzo. 
Señalóse  dia  para  la  empresa,  y  convinieron  los 
desterrados  en  que  Ferénico,  tomando  bajo  sus  ór*^ 
■denes  á  la  mayor  parte ,  aguardaría  en  la  aldea  de 
Triasio,  y. unos  cuantos  de  los  mas  jóvenes  toma* 
rian  sobre  sí  el  peligro  de  adelantarse  á  la  ciudad, 
bajo  el  concierto  de  que  si  estos  diesen  en  manos  de 
los  enemigos,  los  restantes  se  encargarían  de  que  ni 
sus  hijos  ni  sus  padres  carecieten  de  lo  necesario. 
Suscribióse  el  primero  para  este  hecho  Pelópidas,  y 
en  pos  de  él  Melón,  Damócltdes  y  Teopompo ,  to- 
dos de  las  principales  casas ,  y  para  lo  demás  unidos 
en  fiel  amistad  entre  si ;  pero  en  cuanto  á  gloria  y 
Valor  acérrimos  competidores.  Eran  entre  todos  nnos 
doce,  y  saludando  á  los  ^ue  se  quedaban,  lo  pri-- 
«ñero  que  hideron  fue  enviar  un  mensagero  á  Garon^ 
siguiendo  después  ellos  con  ropage  dorto,  y  llevan* 
do  perros  y  bastón  de  caza ,  para  que  aun  cuando 
alguno  los  encontrase  en  el  camino  no  cayera  en 
sospecha ,  y  antes  se  creyera  que  ocupados  en  bien 
diferente  cosa,  dicurrian  por  el  campo  cazando. 
Cuando  el  mensagero  enviado  á  Carón  se  avistó  coa 
él  le  dijo  que  ya  estaban  en  óumao;  este  sinembar-* 


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mÓFIDAS»  197 

go  de  ver  tan  cerca  el  trance»  en  nada  mtid($  de  pro« 
pósito,  sino  que  como  hombre  de  probidad  ofrecid 
ael  mismo  modo  su  casa.  Uno  llamado  Hipostenidas, 
que  no  era  de  mal  proceder ,  y  antes  bien  amaba  á  ím 
patria,  y  estaba  en:  buena  correspondencia  con  los 
desterrados;  mas  á  quien  faltaba  aquella  resolacioQ 
que  la  oportunidad  y  la  proyectada  hazaña  requ»- 
rian ,  como  que  desmayó  al  ver  el  tamafto  de  la  c6d* 
tienda  en  que  se  habían  metido  >  sin  que  cupiese  en 
iu  imaginación  c6mo  pRKÜan  agitar  en  sus  ánimos  el 
pensamiento  de  trastornar  en  cierta  manera  el  impe* 
rio  de  los  Laoedemonios,  y  destruir  el  poder  que 
alli  tenían  y  fiados  únicamente  en  esperanzas  inciertas 
y  propias  de  hombres  desterrados.  Por  tanto ,  reti* 
rándose  á  su  casa  sin  decir  palabra,  envió  uno  desús 
amigos  á  Mek>n  y  Pelopidas ,  advirtiéndoles  que  lo 
dilataran  por  entonces ,  esperando  mejor  ocasión ,  y 
que  otra  vez  se  solvieran  á  Atenas.  Llamábase  Ch-* 
4o0  este  de  quien  se  valió,  el  cual  se  dirigió  con  to« 
da.diligenciá  á  su  casa,  y  sacando  el  caballo  anda» 
ba. buscando  el  freno.  No  saUa  qué  hacerse  lamo* 

Sr ,  porque  no  le  tenia  en  casa ;  mas-  al  fin  dijo ,  que 
habia  dado  á  uno  de  sus  conocidos ;  por  lo  que 
primero  eá)pezaron  á  altercar,  y  después  pasaron  á 
laa jnalas  paLdbras ;  tanto  que  la  muger  llego  á  echarle 
maldiciones  sobre  el  viage  á  ¿1  y  á  los  que  le.envía-»* 
lian :  viniendo  i-  parar  en  que  Clidon  perdió  gran 
parte >del  diá  con. esta  riña,  y  adrando  mal  adeudas 
con-  motivo  de  k>  sucedido ,  dejo  eqteramente  el  via* 
ge,  y.  se  puso  á  hacer  otra  cosa.  ¡  En  tan  poco  estuvo 
el  qqe  las  mas  grandes  y  excelentes  hazañas  se  hu-^ 
biesen  desgraciado  en  su  principio,  malográndose  la 
oportunidad!  .   • 

>  Pelopidas  y  los  que  con. él  veoian  se  disfrazaron 
■luego  con  ropos  de  labradores ,  y  separados  unos  de 
Qtfos,  entraroft.unos  por  una  parte  y  otros  por  otra 
CU  la  ciudad  ^  aleado  aun  de  dia.  Nevaba  ademas  coa 


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198  9BC6m>'Jé% 

Tcntlsca,  habiendo  empezado  á  etfipeonfscel  tiempo, 
con  lo  que  fue  mas  ocalta  sú  tetuda,  kibiéadose  re* 
tirado  casi  todos  á  mi  casa  por  el  firioi.  Los  qae  esta- 
ban encargados  de  atender  a  lo  ^e '  se  tenia  tratado 
enidaron  de  bascar  i  los  recien  llegado^^  y  condn-» 
cirios  á  casa  de  Carón»  Con  los;  desterrados  &m  es^ 
tosr^al  todo  caarenca  y*ocho.  Vamos  ahora  á  lo  qua 
pasaba  con  los^ifanos.  Filidas  él  secro^rio  concor-*' 
ría  ,  como  hemos  dicho ,  á  la  ejecúcioa  «k  todo ,  e$* 
lando  de  acuerdo  con  los  d<^enrado$ ;  y.  para  aquel 
diar  habia' dispuesto  de  antemano  para  ib'quias  y  los 
suyos  una  reunión  con  merienda  y  concurso  de  mu-- 
geres,  preparándolos  aii  á  que  reíaiadoscon  los  pla« 
eeres  y  bien  l)d3Ídos  fueran  mas  fácil  presa  de  los 
que  contra  ellos  venias.  Cuando  ya  nobles  faltaba 
mudio.p^ra  estar  beodos,  les  vmojona  denuncia 
contra  los  desterrados ,  no  falsa  en  verdad»  pero  da- 
dosa  y'singran  certeea  de  que ' estaban  ocultosven 
la  ciudad.  Procuró  Filidas  desvanecer  el  aviso;  más 
con  todo  envió  Arquias  á  uno  de 'los  ministros  á  ca-*> 
sa  de  Carón  con  orden  de  que  comj^ecieni  alli  al 
punto.  Era  entrada  ia  noche,  y  Pelópidas  y  demás 
confederados  estaban  adentro  disponiéndose  pueistas 
ya  las  armaduras  y.tomadaslai  espadas.  Llamóse' de 
rqtonte  á  la  puerta;  y  corriendo  uno  de  los  de  casa 
le  enteró  el'  ministro  de  que  Carón  era  Itamado-de 
parte  de  los  ^PóIema»ros ,  lo  q^e^nuabid  á  los  dé 
adentro  con  sobresalí to.  Todos  jcondbiépon  que  d 
tiebocioestabadescubierto,  y  que  iban. á  perecer sia 
jiabef  he<:ho^nada  dl^no  de  los  hombres  virtiwsci^ 
Con  todo  tuvieron  por  conveniente '(^uei  Carón  db^L 
Jeciese,  y  quitara  toda  sospetfhaá  los  magistrados; 
y  ¿1,  aunque  era  de  suyo  varonil  y  firme  len:»^ 
riesgds,  entonces  se  quedó  confuso^  y  apesadumbra- 
do, iío  se  lévaíK3:se  contra  él  alguna  scspechñ  de  ttalL 
cíon^  pereciendo  á  un  tiempoí^tantofs'y  tan  ilustres 
"Ciudadanos^  Mas  teniendo  al  fin  que  partir,  tomo  em 


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U  ké>immt^  Im  mugeres  á  su  hi^o,  que  todavís 
cr%  iQuy  ;aveocit0  ^.  )r  'W  la-belloaa  y  irobustea^  sobren 
«alta  entfe^  lo$  de  jsu  ^dftd  ^  y  k  entregd  á  Pciófñdas^ 
panuque  si  llegasen  i  entender  de  £.  algua.  engaño 
ó  trai(:io0,Je  trataban  como  á  enemigo^  sia  oonmis&« 
ración  alguna.  A  michos  de  ellos  se.  tes  caderón  las 
lágcimts  con  semejante  escena  y  semeiaote  t esoludon^ 
y  todos,  ^e  mostraron  ofendidos  de  que  se-  cceyera 
qae.fK^idit  Itaber  entre  ellos  alguno  tan  tímido  q  tan 

Enmrba^  con  aquellos  acontecimientos  que  concia 
tx^  la  menor  sospecha » ó  produjese  la  mas  leve  qu&t 
ja 9  rogándole  que  no  pusiera  entre  ellos  al  hijo,  y 
intes  lo  reservase  de  lo  que.  oodia  ocurrir  para  que 
efi  ü  ereciera  el  vengador  de  I4  ciudad  y  de  susami'^ 
gos  ti  calvándose  y  sustrayéod]6>se  al  rigor  de  los  ti-^ 
ranos..jMas  Caroo&o  condescendió  en  qué  su  hlío  se 
Iibert»e  ^  dieiendo  que  no  podía  haber  para  él  vida 
0  saíod  mas  gloriosa qte morir  libre  deafreota  coi| 
10  padre  y  con  tales  «amigos»  Haciendo  púés  plega-* 
ruis  á  Jos,  Dioses^  .y  abrazando  y  ^afori^odo  á  tó-^ 
dcs>>  majciobó  con  el  eoidadode^pompouer  el  |emblan« 
te.  y  él  tono  de  lá  voiz ,.  de  mnera  que  no  apareciese 
indicio  de  loque  pensaba «ejcbutar. .  > 
%  Libido  que  buho  «áli  puerta,  le- sftlieroa  al  en-^ 
ci^ntró  Arquias.y  FiHpo.,  dici^ndple  áquelí  he  oido^ 
áC^£®Q;,i}ue  han  v«niqo  algunos  que  enan  ocultos 
en  la  ciudad , .  y -^ue  json  [auxiliados  por  algunos  de 
fes -lebidadaeos^iFufbáse-: Carón  al  t)rinc¡pio;.jnas 
pr^ai;^«ído  ¿quiéo^  éraa  .los  que  babian:.  venidp> 
y  .cpiiéoes-  los  que  * J:<^  Wftian  ocultos  I  Como .  viese 
que  Atqmasno  K^spoódi^'Cosa  cierta,  «omprendienjf 
4^  que  U  deamicla  0€í%¿>ift  sido  hecha  polr  ajp^no 
de  I06  quéiest{y!>aé^feliSqGbetD»  mirad,  iesd1j09.no 
sea  qac*íilgutt  ruteíK-taacnos  canse,  sobresalta:  coa 
todo  yoi  iaqulrif  á;  pQfi(|ue;ett^sta  materia  nada  de*» 
be  d^spretíarse/Sa<i^s^í*í^ue(tambien  se  haitaha  pre^r 
sentejiledficSaquflBteaif  «afam;  y  coaesatose  llevó 


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too  rai^iDAs. 

á  At(pivgSj  y  pricüTÓ  ^iie  se  desmandara  mas  en  li 
bdñda  y  haciéndosete  mas  regocijada  con  la$  esperan* 
zas  que  ie  daba  de  qué  yendriao'las  mugeres*  Luego 
que  Carón  yolvi6  á  casa,  y  que  los- halló  premhidosi 
no  como  hombres  qoe  esperasen  una- victoria  6  sa  pro-» 
piá  saluda  9ÍAO  como  resueltos  á  morir  gloriosamenftf 
y  con  gran  mortandad  de  sus  enemigos,  lo  que  ha-* 
bia  de  cierto  en  el  negocio  no  lo  descubrid  sino  á 
Pelopidas;  á  lo&  demás  les  ocultó  k  verdad ,  dicienw 
dó  que  Arquias.  le  había  hablado  de  otros  asuntos; 
Mas  ^nas  se  habia  disipado  esta  tempestad ,"  la  fer« 
tuna  sustituyó  inmediatameute  otra;  poirque  víap 
ono  de  Atenas  de  parte  de  Arquias  el  Hierofantá  á 
Arquias  sa  tocayo,  que  era  tamben  su  huésped  y 
su  amigo  ^  trayéidole  una  carta  en  la  que  yia  tío  se 
daba  noticia  vana  ó  fraguada,  sino  que  se  referian 
exactamente  todas  las  cosas  concerttádás,  segmi  des- 
pués se  supo.  Llecóse  pues«á  Arquias ,  que  ya  eméya 
beodo ,  el  portador  de  la  carta,  yí  al  entregársela  le 
dijo :  etique  me  la  dio  me  encargó  mucho  que  se  ie^.' 
yera  al  punto ,  porque  trata  de  un  negocio  suma-' 
mente-urgente;  á  lo  que  soQri^ndose  contestó  Ar- 
quias ,  pues  los  negocios  ui^entes  para  mañana :'  y 
tomando  la  carta  la  puso  debajo  de  h  almohada',  y 
continuó  con  Fiitdas  la  conversacUm  que  traiam  La 
respuesta  aquella ,  puesta  en  forma  de  proverbio ,  du^ 
ra  todavía  como  tal  entre  los-Osi^os.  - .  »  > 
Pat^ciéndoleé  pues'|qiíe^se  Je«t££)a  en-l^*  ocaaioá 
oportuna  de  la.  empr^,  setieeidieron  á  dito^  refiar- 
tiéndese  dé  fcste  modo^iPdopitias  y  Oamóclidasj^^ 
contra  Leontidas  ¿  Hipie^^'^que'rvfeidn  onñ^i^uno  d^ 
otro ;  y  Oixoú^yMÚówéattaw  AmEtm^  y  Filipo,^ 
ajustándose  poc  disfraz  .t^opsissiii^gañiW  sobre  las  co^ 
razas ,  y  *  poniéndose  coronaaoje  ornato  y  pino  qu^  les 
oscurecían  elrostro«  Paiárotfse^álki  puerta  del  ban- 
quete, é^  hicieron  ruido  3fibuUa';;bob  lo  que  se  podd^ 
creer  serian  laemuge^inirias.qáiPtm^habia^^^ 


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dftbstti*  Mas  como  hiego  hubiesen  recorrido  con  I« 
vista  ciiidadosaiaente  todo  el  banquete  >  haciéndose 
car^  con  atención  de  cada  uno  ele  loscdovidadoSf 
y  hubiesen  echado  mano  á  las  espadas,  arrojándose 
por  entré  las  mesas  i  Arquias  y  Filipo,  se  ví6  en- 
tonces á  Jas  daros  quiénes  eran.  A  algnnos  de  los 
coocimentes  pudo  contenerlos  Filidasi  dicféndolés 
qize  se  esüQviesen  quedos:  los  demás  se  levantaron  pa<* 
ra:  defender  á  ios  Bolemarcos ;  pero  en  el  estado  de 
embriaguez  en  que- se  hallaban  fue  fácil  acabar-  con 
ellos*  Mas  arduo  fue  el  desempeño  para  Pd<$pidas,  y 
los  qne  le  Mguleron;  porque  también  las  hubieron  de 
haber  con  Leontinas  hombre  cuerdo  y  muy  denoda-» 
do.  Hallaron  ademas  cerrada  la  puerta ,  porque  ya 
se  habia  recogido;  y  habiendo  ñamado  hurgo  rato» 
nadie  les  respondía^  Sintiólos  ya  tarde  un  esclavo^ 
que  salió  de  adentro,  y  descorrió  el  oerrojo,  y  en  el 
momentO' mismo  de  nuioverse  y  ceder  hs  puertas,  se 
arrojaron  de  tropel,  y  pasando  por  encima  del  es^ 
clavo  corrieron  al^darmhdrio.  Leóntidas  por  el  rui*' 
do. y  el  modo  de  correr  conjeturó  kr  que  era ,  y  le« 
vantindose  tomó  b  espada;  mas  no  le  ocotríó  apa-* 
gar  las  Inoes^,  con  loque  e¿  las  tinieblas  se  habrían 
batido-  naos  con  otros:  así  estando  tbdo. iluminado 
fiíe  de  ellos  vistor  Adelántase  hacia  la  jpnerta  xiel  dor-^ 
mítorb ,  y  á  Quefisodóro ,  que  fue  a*  entrar  el  pri-. 
mero,  lo  deja  eneisirio^.  Caido  este  traba  pelea  coa 
el  ^uado,  que  era-Felópidas:  siendo  estaembara^ 
2osa  por  k  angóstuira<ie  la  jnierta  y  por  el  cadáver 
de  Quefisodóro,'  que  también  estprvabá,  vence-  at 
fin  Pelópldas;.  y  habiendo  dado  aientai  4e;Leonti«. 
das ,  marcha  corriendo  con  los  suyos  en  buscacde  Hi-^ 
pates.  Trataron  dé  introducirse  del  mismo  'modo  en 
su  casa;  pero  lo  sintió,  y  .dio  al  punto  á  correr  hári 
cia  las  casas  vecinas:  siguiéronle  sin  xlétencio¿.,-yí 
alcanzándole,  también  le  dieroamaertel  *  *  ; 
Hechas  estas  cosas ,  y  Ixennidos^^ooli  Molonl  y  súA' 


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asociados;  etmaroa  al  Ática  i  Uámtf  tqHeUbs-déi^ 
terrados  qce.alH  quedaron';  y  ea.ta  ciudad  excstabaa 
i  la  libectadá.  los.  habí tasifis^  armasKio  á  los  que  en-» 
contradi  para  lo  que  quit^has:  de  los  pórticos  las 
armas  traídas  eii  triunfo  y  y  se  imstian  por  los  obra- 
dores de  Ins  lanceros  y  espaderos  que  par  allí  Imbia* 
Vinieron  asimismo  con  armas  en  su  auxilio  Eptaai-* 
sondas  yOolquidasy  que.liahíánryaMuniifeno  po^ 
eos  ^avenes  ^  y  de  los  aacÍ8nos'/los.de.  mayqir.feputa-T 
cion.  Ya  to&  la  ciudad  escab»- conmovida,  f  era 
gr^de  el  alboroto;  seTeiaalücesién  todas^las  casas, 
y  se  coi^ria  deUnas  á  otcas;-;sin  ;embárg6  todaría  h 
mudiedumbre  so  hacia  pie,  siibo.qúe  estaban  atur- 
didos 000:  los'sucesps,  y  aq  sabiendo  nadaide  posi^ 
tivo,  aguardaban  A  dta« -Dé  aqi4  nació  el  hacerse 
cargo  á  los  LácedemonioiB:  que^. tenían  alli  el  mando^ 
de^,no  haberse  adelantado  ácoipbatirlos,  siendo  .asi 
que  la  guarnicionera  da  mil. y  ijuinientos.,'  y  que 
muchos  se  les  pasaban ;  pearo  oopliemdos  <2on  el  mie^ 
do  que  causaban  9I  ruido ,  las. fucos;, y ia  nauch^dam*^ 
bre  que  rodaba  por  todts  partes,  «e  estuvieron  qae^ 
dos.,  cooteotándose  con  gaixd^^  alcázar^ Al.iayar 
el  día  sóhreviáieroo.  los  éesisriAdbsrreo  estado- .tiam- 
bien  de  péleá,  y  el  pueble  concusrio  en  incDensoim-* 
mero  ¿  la  joflta  {tíiblicsL  .^Intriidújároa  en  esta  £pa<- 
minondas,  yt/Gocquidas^á^.iyjápid^s  y  los  suyos, 
rodeados  de. los: Sacerdote^ ^  qéeldbpresentlaban  ooro«^ 
ñas ,  y  «xWtabaft  a  los>  ciudadanas  ¿venic-ea  auxi-^ 
lia  de. la  fkatria  y  derlo^  Dlosbs^  La.  junta  lk>da;ár.e»^ 
te  espectáoddwse'puso.alf^unta.en  pie  con  algfizatá» 
y  regocijo  ^  refábiáidolds  como  &iu9  tpteláres.  y  li«^. 

oiartadoíes*'  '  .  .  ;    -  .    .•  •.:  ,:,,,  vriu: .'•  •  ^  .   . 

:  Fuei  desde  luego  Pelópidas.  elegido  Beotarca  jwx^ 
tameníe: con. Melón  y  CaiK)n,.ylo.primerff:q;ue  hizo, 
fue. circunvalar  la  ciudadel^,  y  empe/ar.  ár-coniba* 
tfrla  por  todas  ;:pactes;,  dindoae  priesa  á  arro^r  de 
ella  á  los  Láüedemonios:  y/dejar  la  Hbre,  anuesj^e  de 


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Es^ili  fnditfin  reñir  tropas^  "SxL  lo  ^tffe  seadclan-^ 
tó  tsm  -í  punta j^  dejándolos  salit.en  virtod  de  cápi-p 
tüiacioñ ,  queaHIe^r  áJMegará  los  alcanzó  yadeom- 
broto  .^  que  yenia  sobre  Tebas  coa  grandesfueraas.  Los 
EspaDciatas^  de  tres  qQeeran  los  prefi^rtos  que  hdna 
en  Tebás^.á  Herípidas  y  ¿  Orsipo  les  hicieron  caQ^ 
sa,  y  lQ9jn>ndenarQn  amierte;  y  al  teroecó^  qtit 
era  Óusaoondas ,  xomo'  lo  mi^lt^en  en  uña  ccectda 
suma,  él  miúiifli  se  dastetró  del  Peloponesb.  Tan  bri^ 
liante  empresa ,  que  en  el  valor  de  los  que  •  la  ejeco^ 
taroui  y.eQ;él  buen  suceso  con  que  la  coronó  la.for* 
tuna,  y  se  :díd  la  mano  con  la  de  TrasíbuIo>  fae  de 
hermana  de  esta  calificada  entre  los  Griegos ,  poesno 
es  fádl  designar  otros .  que  sojiKsgando  con  soú  la  osa^ 
día' y  afcojo  los  pocos  á  ios  mndMM,  y  bs  desvalió 
dos  á  los;poderosos  I  hubiesen  sido  cansa  para  su  re»* . 
pecti^a  patria  de  mayores  bienes-:  auaqiie  á::csta.ie 
concilio  mayorrgbria  ei  extraordinario  cambio^iqiie 
produ)o  en  los^megocios  de  latGréóia :  pepr  enanco  It 
guerra  que  acabo  con  ta  grandeza  de  Esparta  ^  y  'á 
los  Ladédemónids  los  privé  de.  su  superioridad  y^áo^ 
miniapór:mar  y  por  tierta>  pnéde  decirse  que  «avá 
principio  en -aque^ah^he y  eú:que  Pelópidas/no 
con  tomar  nna^ibctalez^^'uná  pl39Ea;ó  sna  cindadela^ 
sino  solo  con  sep  uno  dé.'tos-.do^  ^e  .vohríeron ,  de^ 
ato  y  cortó  y  «i  nos  es  pí^fmitido  usar  desuna  nktá- 
fora  f .  los  Jasos  de  k  dominación  Lacedtmmtia  y  te«i 
nidoslpor.indisobWésé'ináéstnictihles.  :  '  -  '•  •- 
Vinieron  con  esta  ocasión;  los  Xacsdemonios  con 
grandes  ibetzas  contra  la  Sabaia,  é  intimidados- Jofe 
Aicra'íiisesdBsauciaron  dé 'todo  auxilio  á:  lok  Tieba^ 
•úosj  j  Á.has  xffezbeaíizal7atty{iesto  e$j:  s^  mostrad 
ban  siiS' partidarios)  /del jltáiisfedos^al  tribabal ,  a  unos 
los  ccmcjenaron  á  miaerte^  áo^rósilosatesterraroiav  yá 
otros  iesjmpüsieron  crecidas  mábias,  parecíeñdo.q'üa 
las  cosas .  de  W  Tebanos  ibap  analamente^  *  t»  4líP 
bieodo  nadie  qiie  les  diese  socorro.  Pnes-como  Quitó 


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S04  ntonbxt: 

ftsí  {Msase^  Pelopidas  y  Gorquidaí ,  tfoéobtíét  enl 
Ut  sazón  Beotarca,  armaron  una  zelada,  y  para  in- 
disponer de  nnevo  4  tos  Atenienses  con  los  Lacede* 
montos,  recurrieron  á  este  artificio.  Ei  Esparciata  £s« 
fodrias»  hombre  apreciabie:y  de  reputacton  en  las 
cosas  de  la  guerra,  pero  casquivano  y  henchido  de 
ambición  y  de  necias  en>eranzas »  había  quedado  con 
algunas  fuerzas  en  Teipias  para  recibir  y  psoteger  á 
los  que  se  hablan  rebelado  á  bs  Tebanos»  Hizo  poes 
Pelopidas  que  con  reserva  «e  dirigiese  á  él  un  mor* 
cader  amigo  suyo,  al  que  proveyó  de  dineros  y  con- 
cq'os,  aunque  cm  estos  fue  con  losqueprincipal- 
mente  lo  persuadió  i  para  «que  le  hiciese  entender  que 
debía  emprender  <:osa&  grandes,  y  tomar  el  Fireo, 
cayendo  de  improviso  sooie  los  Atenienses  que  esta- 
.  ban  descuidados  en.su  guarda :.  pues  nada  podía  ser 
mas  .-grato  á  los  Laoedemonios  oue  ocupar  á  Atenas; 

J^'mas.qiK  los  Tebanoa  que  estaban  mal  con  ellos,  y 
os  tenían  por  traidoi^s^  efe  nincun  modo  los  auxi- 
liarianu  Por  fin  Esfbdrias  se  dejo  vencer;  y  tomando 
sus  tropas,  se  metió  de  noche  por  el  Ática ,  llegando 
bastíi  Éleusis.  AÜi  les  ¡spidados  empezaron  i  rezelar, 
y  hubo'  de  descubrirse ;  chn>  lo  que,  y  cchi  llegar  i 
prever  que suscitafaaá; lias::Espatciatás.una  gu^rape- 
l^rosa.y  dificil,  se  lotbdbtra  vez  á  Tespias. 

Con  este,  motivo  los'  Atenienses'  volvieron  con 
nuevo  ardor  á  su  alianza  con. los  Tebanoa;,  sáli^endo 
al  mar,  y  recotriendovlós  pueblos.de  la  Grecia  con 
ü^n  desamparar  álds;  que- daban  .muestran  de  de- 
fección* Con  esto  los  Tebanos  habiéndolas  i  solas 
ceñios  Lacedemonios ,  y  rinéndo  cimibates ,  no  gran- 
des en -sí  y  pero  que. eran,  causa  de. gran  atención  y 
ejexcicloj  iban  elevanda  sus  ánimos  y  endureciencio 
sus  .cuerpos^  adquiriendo  juntamente  esperiencia  y 
aUento\Qon  la  conrlnuacldo  de  aquellas  Hdes.  Por 
esto  m  fama  que  el  Esparciata. Antaleidas  dijo  á  Age* 
silaO'en  ocftsioá  de.retifarse  herido,  ¡mira  qué  pre^ 


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mio  te  dan  los Tebaaos  por  haberlos  enteSido.á  lU 
díar  y  pelear  contra  su  voluntad !  Y  sa  maestro  en 
verdad  no  era  Agesilao:»  sino  los .  que  oportunamente 
y  con  mucha  cuenta  lanzaban  á  los  Tebanóacomo 
unos  cachorros  contra  los  enemigos ,.  para  acostun** 
brarlos  y  hacerles  gastar  y  tener  placer  con  victo-* 
rías  no  muy  arriesgadas;  de/ lo  que  Pelopidas  se  Ik^ 
vó  la  principal  gloria:  pues  desde  la  vez  primmque 
lo  eligieron  General  todos  los  anos  le  conferían  el 
mando  supremo ,  y  ó  bien  como  caudillo  de  la  cobor* 
te  sagrada ,  ó  bien  como  Beotarcaf » presidió  siempre  á 
los  negocio^  hasta  su  muerte.  Asi  en  Platea  y  en  Te»;* 
pías  sufrieron  por  él  los  Lacedemonios  sus  derrotas 
y  sus  retiradas,  en  una  de  las  que  falleció  Febidas, 
aquel  que  se  apoderó  de  la  cindadela  Cadmea;  y  en 
Tanagrai  habiendo  hecho  huir  áimucbos^  dio  muer-* 
te  al  prefecto  PantoideS:  qombates  que  «  bien  á  los 
vencedores  les  inspiraban  aliento  y  osadía  ,  todavía 
no  al9an2aban  á  deprimir  el,  ánimo  de  los  vencidos* 
Porque  no  hubo  una  batalla  campal  ni  un  oombate 
ordenado  y  de  cierto  aparato^  sino  que  con  hacct 
correrías ;  retiradas  y  alcances  á  tiempo ,  en  esta  cas- 
ta de  lides  fue  en  las  que  salieron  vencedores. 

Ma&>el  combate  de  Tegira  fue  ya  como  ensayo 
de  la  batalla  de  Leuctras,  y  contribuyó  mucho  para 
la  gloria  de  Pelopidas,  üq  dejando  en' cuanto  á  la 
victoria  duda  entre  él  y  los  dcinas  Qefes»  ni  pretex- 
to alguno  á  los  enemisos  en  cuanto  al  ivencinúento* 
Hacia  tiempo  que  estaba  en  dbservaeion  de  la  ciudad 
de  los  Orcomenios ,  qu$  había  abrazado  el  pactida  de 
los  Esparciatas,  y  había  admitido  dos  batallones  do 
estos  por  seguridad ;  y  no  agi^afdaba  mas  que  la  óca- 
sion.  Habiendo  pues  oído  que  aquella  guarnición  ha- 
cia una  expedición  á  laLpcrida,  con  laesperanaa  de 
tom,ar  á  Orcomeno  desmantelada,  marcl^.  allá,  lle- 
vando consigo  la  cohorte  sagrada  y  algunos  caballos. 
Cuando  ya  estaba  pafa.  llegar  á  la  ci^ad»  se  halld 


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2ó6  ntéPtDAS. 

Mn/qné  habla  lleudo  de  Esparta  ef  rele^  de  lá  goar- 
nkion,  yhúbo  de  retroceder  con  su  tropa  nüeva- 
mefste  porTegira,  qae  eta  por  donde'iííiicafiíenteha- 
kb  caainoy  rodeando;  la  falda  del  mó&te:  pues  todo 
el  demás  terreno^st  mediaba  lo  baciaf  intt^ansitable 
el  rio  Melás  ^  q^ie  imaedíaiaitiente  y  en  su  mi^mo  ori- 
gen se  reparte  en  balsa»  y  lagos  navegabies.  Poca  mas 
abafo  de  esips  lagos  hay  na  limpio  dé  Apdio,  Tegí- 
teo,  y  un  oráculo  de  pocoacial^nd^fiado^  peto  que 
estuvo  en  gran  crédito:  bdsta  lá  guerra ^e  lo»  Medos, 
siendo  £quecrates  el  qvd  ddba<  las  respuestas.  L^  íí^ 
bula  dice  que  alli  fué  donde  el  Dios  nació,  y.  lo  que 
es  el  monte  que  está'  alli  cerca,  se  Ibima  Délos,  y 
junto  á  él  terminan  ial  divisiones  del  rio  Mélas.  A 
la  espalda  del  templo  naoeft'dos  fuentes  de  aguas  ad- 
micaUes  por  su  áeundánda')  su  dulzura  y -su  frlal- 
dstíi^  de  las  cuates  á  lauiía  la  llaman  Palma  y  y  i 
la  otra: O&tii?  hasta  el  dia  de  hoy:  dedüciihdoe^  que 
la  Diosa  tuvo  tu  parto,  no  entre  dos  árboles»  sino 
entré  dos  arroyos.  También  está  cerca  el  P^toon ,  don- 
desdicen  que  se  asustó  por  haberse  apareeido  de  re- 
pente el  macho  de  cabrío;  y  por  lo  que  hace  á  la 
serpiente  Piion  y  á  Ticio,  tapbien  los  lugares  con- 
cunen á*  af e^iguar  el  nacimiento  del  DIOs ;  sino^  que 
dejamos  ya  á  parte^üsdos  Ibs^  demás  indicios  ^  por 
cuaftto^^ias  relaciones  del  país  ño  colocan  i  este  Dios 
entre  los  héroes,  que  de  mortales  por  muddnaa  hu- 
Iñesen  pasado  á  ser  iítmorfóles,  como  Héreutes  y  Sa- 
co, que  conestaespecie  dé  cambio  perdieron  por  su 
virtud  lo'»iortal  y  pasivo^  síl^ó  que  es  tíno  de  los 
sérntátemos  y  no  nacidos^:  si  por  lo  qué^  han  referi- 
do íofi  mas  sansatos  y  mas<^)íni{guos,  bemo¿  d^  for- 
mar «tgttñ  jttitio  sobre  e^tas^osas. 

Ai  llegát  pues  los  Tebánbs  á  Tegifá  volviendo  de 
la  Orcoiftenía,  al  mismo  tiempo  sobreviíiieron  los 
Lacedemonios  por  la  parte  opuesta ,  por  haber  par- 
tido-de lalk>crida.  Apopas  les  dieron  vista  los  que 


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raLépiDAf.  207 

cm|>et:&ban  i  pasar  br  gargantas ,  eanxiáo  eofriendc^ 
«ino  hacía  Pelóplda»  te  dijo  9  hemos  dado  en  los  ene^ 
migoí;  y  replicando ^l:  {pues  por  qwé  do  estos  ecr   • 
nosotros?  mandó  á  la  caballería  que  pasara  de  la  re-^ 
tagoárdia  como  para  adelantarse  i  embestir;  y  for*-' 
mo  muy  apiñados:  álos  infantes  ^  qné  eran^^pocos»* 
con  la  esjieranza  de  cottaír  mejor  por  ^nde  aoomé^ 
tiesen  i  los  enemigos,  q ne  le  excedían  en  námero; 
£rsni  los  Lacedemóníos  dos  de  sus  moras  6  bá'talld^ 
nes;  y  Eforo  dice  que  cada  mora  era  de  ^itiiento^ 
l«oflnLbres,  Calisteneis  de^ setecientos  ^Jr  otros  de  no--; 
vecientos ,  entre  ellos  PoHblo.  Los"  Comandantes  dé 
los^'^^fj^rciatas  G'drgofemí  y  Teopompo  marcharon 
con  giran  confianza  contra  los  Tebanos;  V  trabadíl 
ptincipábnente  la  refriega  entre  los  caudillos^»  eos 
gran  cákía  y  vivienda  de  tina  y  otra  parte  y  muy 
luego  n^fiefon  Io«  Comandantes  d¿  bs  JLacdlemo-: 
nfdS)  baftitf ndos^  con  Pelopidas;  y  heridos  y  ifiuer-' 
tos  d€%|>tl^$  los  qtze  estaban  junto  á  ellos,  cayl5  grail 
üHeéo  ^oblfé  toda  la  tropa;  y  Pelópidas  la  partió  en 
fiot  tro^s,  icoMD  si  qttbiese  que  I0&  Tebanos  fuesen 
ti'dJdtóte  y  pasasen  por  allij  mas  coaiffdo  eistüvieroit 
Isnini^té  t^  ineí.t<i  contra  los  enemigos,  qué  se  es- 
taban parados,  y  los  acosó  con  gt&n  tíiórtanjad;  dé 
manera  que  luego  ditiron  todos  a  huir  en  desorden. 
No  se  les  persiguió  <íon  tod:o  por  hlrgo  tiempo ,  á 
cidsá''iáei|fle  k>s  TebdAois  temian  á  los  Orcoitienios; 

3^eítíA>«l  feerca,  y  también  al  relevo  de  los  lace- 
Üffloniefe.  Mas  lo  cierta  fue  que  vencieron  de- poder 
ii  p^cs^déf;  y  qué  por  fberza  se  abrieron  paso  por  en 
lAtdlo  dé^todaía  tropisi  vifcníeida.  Erigieron  pues  un 
«róféb,  y- despojando  i  los  muertos,' 'fce^  retiraron  i 
^íksa'  muy  ufónos ;  pues^  1  lo  que  parece  éfi't aptas  guer- 
ras sostenidas  entre  Griegos  y  con  los  bárbaros  nun- 
ca antes  los  Lacedemonios,.  siendo  mas^eo  numero, 
fiíeron  vencidos  por  loíqiíe.éraa  menc^  ,ijíííeun  cuanr 
do  en  batalla  se  hablan  batido  con  ígjuales^^  fuerzas. 


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2o8  ratántDAs* 

A$i  htst9  edtonces  fue  intolerable  su  álteoérís,  y 
con  su  gloria  acobardaban  í  sus  contrarios  ^  de  modo 

Si  ellos  misólos  no  se  creian  capaces  de  competir  con 
Esparciatas  coa  iguales  fiieczas ,  y  rehusaban  venir 
con  ellos  á  ks'ooanos.  Pero  estt  batalla  foe  la  primera 
que  ense&<5  á  los  demás  Griegos  que  no  era  el  :Eu-f 
iotas  9  ni  el  sitio  entre  Batuca  y  Cnacion^  ^  el  que 

Eroducia  hombtes  valieptes  y,guefrerosi  sino  que  sí 
>$  jóvenes  se  avergüenzan  de-  ló  indecoroso-»  tiejaea 
resolución  p^a  Jo  bueno ,  y  huyen  mas  ^  la.  re- 

Írension  qué  de.  los  riesgos»  estos  donde  quiera  se 
UCen  temibles,  á  sus  enelnigos. 
La  cohorte  sagrada  se  dice  haber  sido  Gorguidas  el 
primero  que  la  fot mó  áú  tr^^ientos  hombres  escogió 
dos,  á  los  qne.  la  ciudad  les  daba  cuartel  y  ilación 'en 
la  c¡u4adela ,  por  lo  que.sellamaba  asimismoia  cohpr- 
té  cívica;  pues  á  lo  que  parece  los  de  aquel  tiempo 
dabaui  también  el  nombre  de  ciudades  á  los  alcáza- 
res. Algunos  son  de  opinión  quQ  este  cuerpo  se  com- 
puso de  amadores  y  de  amados ,  conservándose  en 
memoria  pierto  chiste  de.Pamenes:  porque  deci»  que 
el  Néstor  de  Homero  no  se  había  acreditado  de  tác- 
tico cuando  ordenó  que  los  Griegos  formasen  por 
tribus-  y  por  curias  '     .       ' 

A  su  Cidria  s0  agregue  cada  curia  I 
Y  con  su  tribu  se  una  cada  tribu » 
pues  lo  que  se  debia  mandar  era  que  el  amante  to- 
mase formación  junto  al  amado :  porqué  en  los  ries- 
gos los  de  la  misma  curia  ó  tribu  no  hac^n  mocha 
cuenta  unos  de  otros ;  cuando  la  unión  esr^ablecida 

Eor  las  relaciones  de  amor  es  indisoluble  ¿  indivisi- 
le,  pues  temiendo  la  afrenta  los  amantes  por  los 
smadosy  y  estos  por  aquellos»  aá  perseveran  en  lo$ 

I  Sahwaexi  el  puente- sobre  el,  Eurotasy  y  Vnactan 
un  riachtialcí^l  poniente  de  la  ciudad  de  Esparta*  Vida 
de  LicxagOm* 


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PEX^PIDAS.  209 

peligros  los  unos  por  los  otros.  No  ddbe  tenerse  esto 
por  extraño  9  cuando  se  teme  nDas  la  afrenta  que  pue^ 
de  venir  de  los  amantes  no  presentes ,  que  la  de  cua« 
lesquiera  otros  testigos ,  como  se  vio  en  aquel  que 
estando  caido ,  y  para  recibir  el  último  golpe  de  su 
contrario ,  le  rogo  que  le  pasara  la  espada  por  el  pe* 
cho  y  para  que  si  su  amado  le  veía  muerto ,  no  tuvie* 
xa  motivo  de  avergonzarse,  creyéndole  herido  por  la 
espalda.  Refiérese  asimismo  que  siendo  Yolao  amado 
de  Hércules  participó  también  de  sus  trabajos ,  y  le 
asistió  en  ellos;  y  Aristóteles  dice  que  en  su  tiempo 
todavía  haclauf  sobre  el  sepulcro  de  Yolao  sus  mu- 
tuas promesas  los  amados  y  los  amadores*  Era  razón 
pues  que.  la  cohorte  se  llamara  sagrada,  cuando  Platón 
llama  al  amante  amigo  divino.  Dicesé  ademas  que  es^ 
ta  cohorte  permaneció  invicta  hasta  la  batalla  dé  Che- 
ronea;  después  de  la  c.aal ,  reconociendo  Filipo  los  ca- 
dáveres, se  parden  el  sitio  donde  habían  caido  lo« 
trescientos  que  frente  á  frente  se  hablan  opuesto  en 
parage  estrecho  á  las  armas  enemigas ;  y  hallólos  amon- 
tonados entre  sí ,  lo  que  le  causó  estrañeza,  y  cuando 
supo  que  aquella  era  la  cohorte  de  los  amadores  y  los 
amados,  se  echó  á  llorar,  y  exclamó:  vayan  nora^ 
mala  los  que  hayan  podido  pensar  que  entre  seme- 
jantes hombres  haya  podido  haber  nada  reprensible; 
Por  fin  á  esta  intimidad  de  los  amantes  no  dio 
origen  entre  los  Tebanós,  como  lo  dicen  los  poetas, 
el  ^sgraciado  suceso  de  Layo ,  sino  los  legisladores; 
los  cuales,  queriendo- mitigar  y  suavizar  desde  la  ju- 
ven^d  Jo  que  habia  en  su  carácter  de  altivo  é  indó- 
cil, en  toda  ocupación  y  juego  quisieron , que  inter- 
viniese la  flauta,  cónciliando  á  la  música  honor  y 
consideración ;  y  en  las  palestras  procuraron  mante- 
ner este  amor  tan  provechoso ,  para  templar  con  él 
las.  costumbres  de  los  jóvenes.  Por  lo  mismo  como 
que  concedieron  con  razón  el  derecho  de  cmdad  á 
aquella  Diosa  ^  que  se  finge  nacida  de  Marte  y  Vé- 

TOMO  11.  o 


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2IO  FBtÓPlDAS. 

ñus  9  para  que  lo  peodencidro  y  belicoso  se  uniese 
con  lo  que  participa  mas  especialmente  de  la  persoa- 
slony  de  las  gracias,  y  resultase  un  gobierno  que 
fuese  el  mas  solícito  y  mas  arreglado ,  arreglándolo 
todo  la  armonía.  Esta  cohorte  sagrada  Gorquidas  la 
repartió  en  la  primera  ñla,  y  la  distribuyó  por  toda 
la  falange  entre  la  infantería,  con  lo  que  oscureció 
la  virtud  de  aquellos  varones ,  y  no  empleó  su  fuerza 

Sara  que  obrase  en  común ,  pues  que  estaba  como 
isiíelta,  y  confundida, con  los  que  eran  inferiores) 
mas  Pelópidas ,  luego  que  resplandeció  la  virtud  de 
aquellos  en  Tegtra ,  habiéndolos  visto  combatir  de^ 
sodadamente  á  su  lado ,  ya  no  la  dividió  ó  disemi-^ 
Ik5  ,  sino  que  empleando  el  cuerpo  reanido ,  lo  poso 
delante  en  los  mas  arrie^ados  combates.  Pues  asi  co- 
mo los  caballos  corren  con  mayor  velocidad  eti  Íos 
carruages  que  solos ;  no  poique  én  mayor  numero 
rompan  mas  fácilmente  el  aire^  sino  porque. enarde- 
ce su  aliento  la  reunión  y  la  competencia  de  anos 
con  otros :  creía  que  de  la  misma  manera  los  hom- 
bres valerosos ,  tomando  entre  sí  emulación  para  ks 
acciones  brillante,  se  hacían  inas  útiles  y  mas  ar-* 
dientes  para  lo  que  tenían  que  hacer  en  común. 

Ajustaron,  paces  los  Lacedeiponios  después  de  es-^ 
tos  sucesos  con  todos  los  Griegos  >  y  activaron  la  gncr- 
xá  contra  solos  los  Tebanos  ,  invadiendo  el  Rey 
Cleombroto  la  Beécia  con  diez  mil  infantes  y  mil 
caballos*  Ya  el  riesgo  de  estos  era  mucho  mayor  que 
antes:  oíanse  ya  las  amenazas  de  los  contrarios,  y 
las  noticias  de  estar  decretada  la  trasplantacbn ;  y 
el  miedo  era  cual  nunca  le  había  tenido  la  Bsodac 
de  modo  que  al  salir  Pelópidas  de  su  casa  y  despe*- 
dirle  la  muger ,  le  rogó  esta  con  encarecimiento  y 
.con  lágrimas  que  procurara  salvarse;  á  lo  que  con- 
testó: eso,  muger  mía,  está  muy  bien  ene^gar- 
lo  á  los  particulares;  á  los  que  mandan  debe  encar- 
-gárseles  que  salven  á  los  demas«  Marcha  piies  al  ejér-» 


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^tO)  en  él  que  como  hubiese  diversidad  ¿b  opiniones 
entre  los  Beotarcas ,  fue  el  primero  en  adherirse  al 
dictamen  de  Epaminondas,  que  habia  votado  se  mar- 
«bóra  á  dar  batalla  á  los  enemisos;  y  Mn  embargo 
€Íe  que  no  se  halld^a  nombrado  Beourca ,  aunque  sí 
Comandante  de  la  cohorte  saetada ,  los  atrajo  á  su  pa- 
recer \  consideración  debida  i  nn  hombre  que  tantas 
prendas  habia  dado  para  la  libertad.  Después  de  re- 
suelto el  dar  batalla »  y  que  en  ba  inmediaciones  de 
Ijeuctras  se  pusieron  los  reales  en  oposición  á  los  de 
losLacedemonioSy  tuvo  Pelópidas  entre  sueños  una 
▼fsion ,  que  le  puso  en  grande  sobresalto.  Es  de  te- 
nerse pnesente  que  en  el  territorio  de  Leuctras  exis-^^ 
te  el  sepulcro  de  las  hijas  de  Esquedaso ,  á  las  que 
llaman  las  Leuctridas ,  por  ratón  ael  sitio :  por  cnan- 
to habiendo  üido  violentadas  por  unos  forasteros  Es- 
parciatas, se  les  dio  alli  sepultura.  De.  resulta  de  es- 
ta terrible  é  injusta  acción ,  el  padre ,  como  no  hu- 
biese alcanzado  en  Lácedemonia  condigno  castigo^ 
hizo  contra  los  Esparciatas  las  mas  horribles  impre- 
caciones, y  lueeo  se  dio  &  sí  mismo  la  muerte  so- 
bre el  sepulcro  de  las  doncellas.  Tuvieron  los  Espar- 
ciatas- frecuentemente  oráculos  y  respuestas  sobre  que 
se  precavieran  y  guardaran  del  castigo  Leuctrico;  si- 
so que  muchos  no  lo  entendían^  y  se  quedaban  con- 
fusos acerca  del  sitio ,  por  cuanto  hay  también  una 
aldea  de  la  Laconia  á  la  parte  del  mar  llamada  Leuc- 
tron ;  y  en  las  cercanías  de  Megalópolis  de  Arcadia 
hay  también  otro  sitio  del  mismo  nombre:  bien  que 
el  suceso  de  arriba  era  mas  antiguo  que  estas  Leuctr^ 
Durmiendo  pues  Pelópidas  ^n  el  campamente  le 
pareció  estar  viendo  i  aquellas*  jóvenes  uorar  sobre 
sus  sepulcros,  y  hacer  imprecaciones  contra  los  Es- 
parciatas ;  y  que  Esquedaso  le  prevenía  que  sacrifi- 
x:ase  alü  en  honor  de  sus  hijas- una  virgen  rubia,  si 
qoeria  alcanzar  victoria  de  sus  enemigos.  Por  mas 
que  él  mandato  le  pareció  duro  <,  injusto ,  se  levantó 

o  2 

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ai2  (Bi^pibAs. 

y  fue  á  proponerlo  á  los  agoreros  y  á  los  taadillos^ 
unos  decían  que  no  era  cosa  de  despredarlo  ó  de 
no  creerlo ,  produciendo-  los  ejemplares  de  Monedeo 
el  de  Creon ;  de  Macarla  la  de  liércules ;  mas  ade* 
lante  el  de  Ferecides  el  sabio ,  á  quien  ios  Laoede- 
monics  dieron  muerte ,  y  cuya  piel,  según  cierto 
vaticinio,  estaba  confiada  á  la  custodia  desús  reyes; 
el  de  Leónidas,  que  cumpliendo  con  el  oráculo  se 
ofreció  en  cierta  manera  en  sacrificio  por  la  salud  de 
la  Gr-ecia ;  y  también  el  de  los  que  fueron  inmola- 
dos por  Temístocles  á  Baco  Ome$ta  a  el  terrible, 
antes  de  darse  el  combate  naval  de  Salamuia ;  de  to^ 
dos  los  cuales  dan  testimonio  las  mismas  víctimas. 
Por  el  otro  extremo,  habiendo  pedido  ia  Diosa  á 
Agesiiao ,  al  modo  que  á  Agamenón  cubndo  hacia 
la  guerra  en  los  misinos  lugares  que  este  y  contra 
Jos  mismos  enemigos ,  que  le  ofreciese  jen  víctima  sa 
hija ,  visión  que  tuvo  eh  Aulide  entre  rueños ;  co- 
^o  por  ternura  no. hubiese  hecho  semejante  ofren- 
da, tuvo  que  disolver  el  ejército,  retirándose  sin 
f  loria  ni  utilidad.  Otros  al  contrario  sostenían  que 
la  naturaleza  excelente  y  superior  ^á  nosotros  no 
podia  serle  agradable  tan  bárbaro  é  injusto  sacrificio; 

Íues  que  no  estamos  sujetos  al  imperio  de  aquellos 
itanes  ó  aquellos  Gigantes ,  sino  ai  del  padre  de  uh 
dos  los  Dioses  y  los  .hombres ;  y  el  creer  que  hay 
Genios  maléficos  que  se  complacen  en  la  carnicería 
«y  la  sangre  de  los  hombres ,  debe  probablemente  te- 
nerse por  absurdo;  más  cuando  tos  haya,  debemos 
>K>  Jbacer  caso  dereUos ,  como  que  nada  pueden :  pues 
j^ua  la  impotencia,  y  la  perversidad  de  áninm  van 
ri^aturalmente  unidas,  á  los  irracionales  y  malignos 
.deseos.  •  '    í  -•....•....•..    . 

jEstando  los  priníápales  en  esta  conferencia,  y 
Pelopidas  suniaiue£)it&  dudoso ,  de  pronto  una  yegua 
nuevecita.  se  escapo  de  la  manada  corriendo  por  en-»- 
tte.ias  armas,  y'Ueg^udo  dónete  aquellos  estaban  se 


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nLOFXBAS»  213 

paré.  A  todos  dio  que  observar  el  color  de  la  clin 
resplandeciente  como  el  fuego  ,  su  ufanía  y  la  suavi- 
dad y  apacibílidad  de  su  relincho ;  pero  el  agorero 
Teocrito,  habiendo  reflexionado  un  poco^  dirigió  la 
voz  á  Pelópidas,  y  exclamó:  la  víctimas  ó  bienha- 
dado ,  te  se  ha  venido  á  la  mano:  no  esperemos  ya 
otra  virgen ,  valte  de  aquella  que  Dios  te  ha  presen- 
tado. Echaron  entonces  maño  á  la  yegua ,  la  lleva* 
ron  á  la  sepultura  de  las  doncellas  ,  donde  haciendo 
plegaria!s  y  poniéndole  coronas ,  la  degollaron  ale- 
gres, hacienao  correr  por  el  ejército  la  voz  del  en- 
sueño de  Pelópidas ,  y  del  sacrificio. 

£n  la  batalla  Epaminondas  marchó  oblicuamen- 
te con  la  infantería  y  fue  dilatando  su  ala  izquierda^ 
para  llevar  lo  mas  lejos  posible  de  los  demás  Grieeos 
la  derecha  de  los  Esparciatas ,  y  para  rechazar  con  im< 

E'stu  y  á  viva  fuerza  á  Cleómbroto  que  la  mandaba, 
os  enemigos  advirtieron  loque  pasaba,  y  empezaron 
á  hacer  mudanza  en  su  formación,  estendiendo  y  en* 
corvando  la  derecha,  como  para  envolver  y  encerrar 
á  Epaminondas  con  su  muchedumbre.  En  estoTeló- 
pidas  acelerando  el  paso ,  y  haciendo  una  conversión 
con  sus  trescientos ,  se  aaeianta  corriendo  antes  que 
Cleómbroto  desplegue  su  ala^  ó  que  la  vuelva  á  su  es« 
tado  cerrando  la  formación  ,  y  cae  sobre  los  Lacede- 
monios  cuando  no  estaban  á  pie  firme ,  sino  en  cierta 
confusión  y  desorden.  Es  el  caso  que  siendo  los  Es^ 

!arciat^s:ios  mas  aventajados  artífices  y  maestros  en 
is  cosas  de  la  guerra  ^  en  nada  ponían  nías  Cuidado 
ni  se  ejercitaban  mas  que. en  no  separarse  ni  confun- 
dir ó  desordenar  la  formación ,  y  antes  hacer  todos 
de  tribunos  y  cabos ,  para  poder  dónde  los  cogiese 
Ja  pelea  y  el  riesgo  cargar  y  combatir  con  mayor 
unión ;  pero  entonces  la  dirección  de  Epaminondas 
con  la  falange  contra  aquellos  solos ,  pasando  de  largo 
por  los  demás ,  y  el  haber  sobrevenido  Pelópidas  con 
uicreihlc  rapidez  y  ardiiniento,  de  tal  manera  des- 


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214  PBL^nDASé 

concerté  sos  planes  y  toda  su  cienda ,  que  Hubo  de 

Crte  de  los  Esparciatas,  una  fuga  y  una  matanza  cmn 
;  nunca  se  habían  visto.  Asi  sucedió  que  igual  parte 
de  gloria  «Jüe  á  Epaminondas  Beotarca  y  general  de 
tooas  las  tropas ,  cupo  por  victoria  y  triunfo  tan  se- 
áaiados  al  que  no  era  Beotarca ,  ni  mandaba  sino  á 
muy  pocos. 

Invadieron  ambos  Beotarcas  el  Feloponeso,  y 
atrajeron  á  su  partido  la  mayor  parte  de  los  pueblos, 
separándolos  aei  de  los  Lacedemonios:  á  EIis»  Ai- 
gos  ,  toda  la  Arcadia  y  aun  la  mayor  parte  de  la  La- 
conia.  Sucedió  esto  en  el  mumo  trópico  del  hibierno 
al  acabarse  ya  el  último  mes ,  del  que  faltaban  muy 
pocos  días  I  y  era  preciso  que  otros  magistrados  to- 
maran el  mando  al  entrar  ef  primer  mes,  ó  sufrir  pe- 
na de  muerte  los  que  no  lo  depusiesen*  Los  otros 
Beotarcas  por  temor  de  esta  ley,  y  por  guardarse  de 
la  mala  estación,  solían  apresurarse  á  volver  en  ella 
el  ejército  á  casa ;  mas  entonces  Pelópidas  fue  el  pri- 
mero que  adhiriéndose  ai  voto  de  Epaminondas,  y 
acalorando  á  los  ciudadanos,  guió  para  Esparta;  y 
pasando  el  Eurotas,  les  tomó  muchas  ciudades,  y  ta- 
ló el  pais  hasta  el  mar,  acaudillando  setenta  mil  sol- 
dados Griegos ,  de  los  que  no  eran  los  Tebanos  ni 
una  duodécima  parte ;  sino  que  la  gloria  de  tales  va- 
rones, aun  prescindiendo  de  la  opinión  y  resolución 
común ,  hacia  que  siguiesen  tranquilamente  los  alia- 
dos cuando  estos  los  mandaban ;  porque  la  primera 
y  mas  poderosa  ley  de  todas  da  el  mando  sobre  ú 
que  tiene  necesidaa  de  salud,  al  q\ie  puede  salvarlo: 
á  la  manera  que  los  navegantes  núentras  hay  serení- 
dad  ,  6  caminan  por  la  costa ,  tratan  con  desden  y 
aun  con  altanería  á  los  pilotos;  pero  luego  que  apa^^ 
rece  la  tormenta  y  el  peligro ,  á  estos  vuehcn  los  ojoi 
y  eri  ellos  ponen  toda  sux:onfianza.  Asi  es,  que  los 
Argivos  ,  los  Eleatas  y  los  Arcádes  que  en  los  con- 
gresos contendían  y  altercaban  con  los  Tebanos  por 


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nuoTTDASi  21  y 

el  mando,  en  los  combates  y  en  los  apnros  espon-> 
flacamente  se  sometían ,  sujetándose  al  mando  de  ^s 
Oenerales.  En  aquella  expedición  redujeron  i  un  so« 
lo  imperio  toda  la  Arcadia ;  y  ocupando  la  provin- 
cia de  Mesenia ,  de  la  que  estaban  en  posesión  los 
Esparciatas,  llamaron  y  restituyeron  á  ella  á  los  an- 
tiguos Mesenips ,  volviendo  á  poblar  á  Itomes.  Al  re- 
tirarse á  casa  por  Cencrea ,  vencieron  á  los  Atenien- 
ses ,  que  trataron  de  oponérseles  en  las  gargantas ,  é 
Impedirles  el  paso. 

Con  tales  nechos  todos  estaban  tan  complacidos 
¿^  su  virtud  como  admirados  de  su  buena  suerte ;  pe- 
ro la  envidia ,  inseparable  de  las  ciudades  capitales^ 
V  que  crece  en  proporción  de  la  gloria  de  los  hom- 
ores  grandes,  no  les  tenia  dispuesto  el  mejor  ni  e! 
mas  correspondiente  recibimiento ;  pues  ambos  i  su 
vuelta  tuvieron  que  defenderse  eñ  causa  capital ,  por- 

Jue  previniendo  la  ley  que  en  el  primer  mes ,  al  que 
an  el  nombre  de  Bucacion,  entregasen  á  otros  k  Beo^ 
tarquia,  la  habían  retenido  por  otros  cuatro  meses 
íntegros ,  que  fue  en  los  que  no  dejaron  de  la  mano 
las  empresv  de  Mese;ia ,  de  la  Arcadia  y  la  Laconia. 
£1  primero .Jlaáiado  á. juicio  fue  Pelopidas;  y  por 
lo  mismo  fue  también  el  que  estuvo  mas  expuesto; 
aunque  al  cabo  ambos-  fueron  absueltos.  En  la  injus- 
ta prueba  de  esta  acusación  Epaminondas  mostró 
mucha  serenidad  ^  sableado  que  en  las  cosas  políti- 
cas la  paciencia  es  una  gran  parte  de  la  fortaleza  y 
de  la  magnanimidad;  mas  Pelopidas  que  de  suyo  era- 
menos  sufrido ,  y  ademas  se  veia  incitado  áclosami^ 
gos  á  que  por  aquella  persecución  se  vengase  de  sus 
contrarios,  no  omitió  aprovechar  la  siguien^té  ocasión. 
Meneclidas  el  orador  había,  sido  uno  de  tos  que  con 
Pelopidas  y  Melón  se  hablan  reunido  en  casa  de  Ca- 
rón ;  mas  porqué  no.  habían  hecho  los  Tebanos  tanto 
caso  de  él ,  á  causa^  de  que  si  bien  no  podia  negárscíe 
sp  habilidad  en  el  decir ,  era  por  otra  parte  desarr^la- 


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Il6  PELADAS. 

do  y  de  mala  conducta ;  empleaba  sn  talento  en  sus- 
citar toda  especie  de  acusaciones  y  calumnias  á  los  mas 
distinguidos ,  no  dándose  por  vencido  aun  después  de 
la  mencionada  causa.  Y  á  Épaminondas  logro  excluir- 
lo de  la  Beotarqula  ^  y  por  largo  tiempo  lo  tuvo  fuera 
de  los  negocios ;  á  Pel6pidas  no  pudo  desconceptuar- 
lo con  el  ¡pueblo ;  mas  á  falta  de  esto  procuró  indis- 
ponerle con  Carón :  y  es  que  como  todos  los  envi- 
diosos hallan  consuelo  ^  ya  que  ellos  no  puedan  ga- 
narse mas  aprecio ,  en  hacer  que  se  rebaje  el  de  los 
Otros,  ponia  gran  conato  en  ensalzar  ante  el  pueblo 
las  hazañas  de  Carón,  y  en  celebrar  sus  expediciones 
y  sus  victorias.  Con  esta  mira  trató  de  que  de  la  ex- 
pedición de  Platea  ,  en  la  que  los  Tebanos  antes  de 
la  jornada  de  Leuctras  alcanzaron  alguna  ventaja  yen- 
do Carón  de  caudillo ,  se  fijara  un  público  monu— 
mentó  por  este  término.  Androcides  de  Cicico  había 
recibido  de  la  ciudad  el  encargo  de  pintar  en   un 
cuadro  otra  distinta  batalla ,  y  estaba  en  Tebas  mismo 
trabajando  en  él ;  mas  como  luego  hubiese  ocurrido 
aquella  rebelión,  y  sobrevenido  la  guerra  cuando  ya 
estaba  muy  cerca  de  concluirse,  los  Tebanos  se  que- 
daron con  el  cuadro.  .Pues  este  era  el  que  Menecli- 
d^s  trataba  de  que  se  consagrase  á  la  memoria  de 
Carón ,  haciendo  poner  en  él  su  nombre  para  mar- 
chitar la '  gloria  de  Pelópidas  y  Épaminondas.  Etst 
empeño  muy  nebio  con  batallas  y  triunfos  tan  sena- 
lados  querer  poner  en  contienda  ^un^  oscuro  encuen- 
tro y  dar  valor  á  una  victoria ,  en  la  que  fuera  de 
la  muerte  de  un  Geradas ,  de  poco  nombre  entre  los 
Esparciatas,  y  las  de  otros  cuarenta,  no  hay  me- 
gloria  de  qué  se  hubiese  hecho  cosa  que  mereciese 
a^tencion.  Pe lópidas  salió  al  enfcuentro  de  este  pro- 
yecto de  decreto ,  y  lo  «otó  de  injusto ,  apoyando-' 
se  en  que  entre  los  Tebanos  lío  estaba  recibido  que 
el  honor  sé:,  atribuyera  priva^daihente  á  un  hombre 
solo,  sino  que  el  nombre  .y  ^í  honor  de  la  victoHa 


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VELÓPIDAS.  217 

gnedase  íntegro  para  la  patria.  Y  lo  qne  es  i  Carón 
i  elogio  constante  y  proñisaínente  en  su  discurso; 
pero  hacieado  ver  el  desarreglo  7  la  malignidad  de 
Meneclidas ,  preguntó  si  creían  que  no  hacia  hecho 
fiada  en  servicio  de  la  ciudad?  Con  lo  que  consiguió 
que  i  Meneclidas  se  le  multase  en  una  suma  muy 
crecida;  y  como  no  pudiese  pagarla»  últimamente 
intentó  alterar  ó  trastornar  el  gobierno*  Esto  tambiea 
pertenece  al  examen  de  estas  vidas  que  escribimos» 
Hacia  á  la  sazón  la  guerra  Alejandro ,  tirano  de 
Feres,  á  las  claras  á,  muchos  de  los  Tesalianos ;  pero 
en  la  intención  y  con  asechanzas  á.  todos ;  por  lo  que 
las  ciudades  enviaron  mensageros  á  Tebas,  pidiendo 
BU  Graeral  y  tropas ;  y  como  Pelóptdas  viese  á  Epa*- 
minoiidas  ocupado  en  proseguir  las  empresas  del  re«- 
loponesó ,  se  escogió  á  sí  mismo  y  y  como  que  se  re-* 
partió ,  para  el  auxilio  de  los  Tesalianos ;  no  sufrien^ 
do  por  una  parte  tener  ociosos  sus  conocimientos  y  sus 
fuerzas;  y  no  creyendo  por  otra  que  donde  estaba 
Epaminondas  hicies^falta  otro  GeneraL  Apenas  se  eih' 
caminó  á  la  Tesalia  con  algunas  fuerzas,  tomó  in- 
mediatamente á  Larisa;  y  como  Alejandro  viniese 
á  él  con  ruegos,  trató  de  trasformarle ,  ^  de  tira- 
no convertirle  en  un  Monarca  benigno  y  justo  para 
los  Tesalianos.  Mas  él  era  insufrible  y  feroz  ,^  y  ade-' 
mas  se  le  atribuía  mucha  crueldad ,  mucha  insolen^ 
cia  y  avaricia;  por  lo  que ,  como  Peiópidas  se  irri- 
tase é  incomodase  con  él ,  «e  retiró  á  toda  priesa  con? 
los  de  su  guardia.  Pfelópidas,  habiendo  propqrciona-K 
do  á  los  Tesalianos  gran  seguridad  de  parte  del  tira- 
íJo»  y  gi^án  unión  y  concordia  entre  sí  mismos,  par- 
tió para  la  Macedonia ,  por  cuanto  haciendo  la  guer- 
ra Tolomeo  á  Alejandro ,  que  reinaba  sobfc  los  Ma-; 
cedonios,  ambos  le  llamaban  para  que  entre  ellos 
fuese  ún  arbitro  y  un  jaez,  y  un  aliado  y  auxiliar 
del  que  pareciese  había  sufrido  injusticia.  Llegado^ 
^lá^  compuso  sus  diferencias,  y  restittEyendo i  los 


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ai8  PSLónDAs.     . 

desterrados  I  recibid  en  rdienes  á  FiltM»  liermano 
del  Rey »  y  i  otros  treinta  jóvenes  de  tos  mts  prin- 
cipales»  los  que  condujo  á  Tebas»  haciendo  ver  á 
los  Griegos -á  qué  grado  de  consideración  habiaa  sa- 
bido las  cosas  de  los  Tebanos  por  li^  opinioa  de  «t 
poder,  y  por  la  confianza  en  su  jnstida^  Este  es  el 
mismo  Filipo  que  después  hizo  la  guerra  i  los  Grie- 
gos contra  sn  libertad ;  el  cual  todavía,  joven  enton- 
ces pasó  en  Tebas  su  vida  ea  casa  de  Panraeb  Ya 
desde  aquella  ¿poca  parece  que  se  hizo  imitador  de 
EpaminondaSi  llegando  quizá  á  alcanzar  so  activi- 
dad en  las  cosas  de  la  guerra  y  en  las  caulpañas ,  que 
ara  la  parte  menos  principal  de  las^  virtudes  de  este 
héroe ;  pero  de  su  tolerancia ,  de  su  justicia >  sa  mag*-» 
«animidad  y  su  mansedumbe  f  «n  las  que  era  ver- 
daderamente grande,  no  pudo  Fllipo  participar  na- 
da I  ni  por  naturaleza ,  ni  por  Imitación. 

Como  dé  allí  á  poco  volviesen  los  Tesaliaoos  á  que» 
jarse  de  que  Alejando  de  Feres  v^aba  á  las  ciudades, 
fue  Pelópidas  enviado  por  mensi^ro  juntamente  con 
Ismenias ,  y  se'  pre^ntó  sin  llevar  tropas  de  Tdns, 
y  sin  ir  apercibido  para  la  guerra,  siéndole,  preciso 
valerse  de  los.  mismos  Tesalianos  para  lo  que  pudie-> 
ra  ofrecerse.  Turbáronse  también  otra  vn  ácsteoiis- 
mo  tiempo  las  cosas  de  Macedo^iá.,  porque  Tolo- 
meo  dio  muerte  al  Rey ,  apoderándole  de  la  autori- 
dad, y  los  amigos  de  este,  UaaÑroná  Pelópidas, el 
cual  quéria  intervenir  en  aquellos  negocios;  más  no 
teniendo  tropas  propias ,  tohió  allí  mismo  algqnos 
estipendiarios ,  y  con  estos  marchó  sin  detenerse  con- 
tra Tolomeo.  Luego  que  estuvieron  cerca  unojde  otro, 
Tolomeo  corrompió  con  algunas  »imas  á  estos  esti- 
pendiarios, logrando  que  se  le  pasasen ;  pero  al  mis- 
mo tiempo  temiendo  la  gloria  y  el  nombre  de  Peló- 
pidas ,  le  salió  al  encuentro  como  á  superior ,  le  dio 
la  diestra ,  y  le  hizo  ruegos ,  conviniendo  en  que  con- 
servarla la  autoridad  real  á  los  hermanos  del  muerto, 


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y  ^n  qne  coA  ks  Tcbanos  tendrk  i  nnof  mitmos 
por  amigos  y  ^reacmigos,  entregando  en  rehenes 
para  el<nimplimieoto  á  su  hijo  Fiioxeno  y  cincuen* 
ta  de  ^s  amigos.  Envió  á  estos  Pelopidas  á  Tebas, 
y  conservando  el  resentimiento  por  la  traición  de  loa 
estipendiarios ,  como  supusiese  que  la  mayor  parte 
de  sus  riquezas,  sus  hijos  y  sus  mugeres  los  tenían 
en  Farsaloi  de  manera  que  con  apoderarse  de  estos 
tomaría  bastante  satisfacción  ^le  su  ultraje;  reunid  aU 

fnosTesálianos,  y  marchó  con  ellos  á  Farsalo;  mas 
poco  de  haber  llegado  se  presentó  Alejandro  el 
tirano  con  sus  tropas  Pensó  relópidas  que  venia  i 
darle  escusas:  asi  no  tuvo  inconveniente  en  dirigirse 
á  élf  pues  aunque  era  cruel  y  asesino,  por  respeto 
á  Tebas  y  i  su  misma  autoridad  y  gloria,  no  temía 
qoe  nada  malo  pudiera  sucederle.  Mas  este,  viendo* 
que  iba  solo  y  sin  armas ,  al  punto  le  echó  mano ,  y 
se  apoderó  de  Farsalo.  Infundió  esto  sumo  terror  t 
susto  á  los  ^uc^  le  obedecían,  como  que  después  de 
semejante  injusticia  y  arrojo ,  ya  á  nadie  perdom^- 
ria,  sino  que.  según  ías  ocurrencias  se  portarla  en  los 
negocios  y  con  los  hombres  como  quien  por  de* 
sesperacion  había  echado  enteramente  el  pecho  al 
^ua. 

Irritáronse  los  Tebanos  con  estas  nuevas ,  y  al 
punto  decretaron  la  formación  de  un  ejército;  pero 
por  cierto  enfado  con  Epaminondas  nombraron  otrotf 
Generales.  £1  tirano  en.  tanto  hizo  conducir  á  Feres 
á  Pelopidas,  permitiendo  al  principio  que  le  hab^-*: 
ran  los  que  quisieran,  creyendo  que  los  trabajos  le 
harian  apacible  y  doblarían  su  ánimo ;  'pero  comO' 
Pelopidas  exhortase  á  los  Tesalianos  que  lamentaban' 
su  suerte,  á  que  no  desconfiasen,  piles  entonces  era 
mas  cierto  que  el  tirano  tendría  su  merecido ,  y  í 
este  mismo  le  enviase á  decir,  era  cosa  muy  extraña 
que  continuamente  estuviese  dando  tormentos  y  la 
muerte  á  miserables  ciudadanos  que  en  nada  le  ofen* 


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aio  ^  fbl6fidas« 

dian,  7  qae  á  él  le  dejase,coando  debía  conocer  qoe 
habia  de  ser  el  primero  á  castígarleí  li  tenia  medio 
de  huir :  maravillado  de  semejante  entereza  é  impa« 
videz:  »>¿por  qué,  exclamó)  se  empeña  PelcSpidas 
9»  en  apresurar  su  muerte?"  y'lu¿>iiéndolo  este  enten- 
dido ,  respondió :  i»  para  ^e  tú  perezcas  mas  pronto 
y.  mas  en  la  ira  de  los  Dioses."  Con  este  motiYO. 
prohibió  que  nadie  de  los  de  fuera  de  casa  pudiera 
Hablarle,  leba,  hija  de  Jason  y  muger  de  Alejandro, 
sabedora  por  los  que  custodiaban  i  Pelópidas  de  su 
firmeza  y  de  la  elevación  de  sus  sentimientos ,  deseó 
conocerle  y  trabar  con  él  conversación.  Fue  pues  á 
verle ;  y  como  muger ,  no  advirtió  al  primer  aspec- 
to la  entereza  que  conservaba  en  medio  de  su  triste 
estado ;  y  antes  considerando  por  el  de^seo  de  su 
cabello  y  barba ,  por  su  gastada  ropa,  y  por  el  modo 
con  que  se  le  trataba ,  que  se  le  hacia  pasar  por  lo 
que  no  correspondía  á  la  autoridad  de^su  persona^ 
se  echó  á  llorar.  A  Pelópidas,  que  no  sabia  quien 
fuese  aquella  muger ,  le  causó  admiración ;  mas  lue- 
go que  lo  supo,  ia^ludó  por  su  nombre  de  familia, 
por  ser  amigo  íntimo  de  Jason ;  y  como  aquella  le 
dijese:  »j  cuanto  compadezco  á  vui^tra  muger!  Yo 
w también  á  vos,  le  respondió,  porque  estando  sin 
trprisipnes,  yantáis á  Alejandro."*  Por  este  término 
se  insinuó  en  el  ánimo  de  Teba ,  que  no  podia  efec- 
tivamente sufrir  la  crueldad  y  las>  maldades  del  ti- 
i^no ;  el  ciial  habia  llegado  en  ells^  hasta  el  extre- 
mo ¿6  haber  hecho  suuir  la  última  afrenta  al  mas 
mocito  de'  los  hermano^  de  la  misma  Teba.  Asi  es 
que  frecuentemente  visitaba  á  Pelópidas ,  y  fran- 
queándose con  él  sobre  lo  que  padecía ,  su  ánimo 
se  llenó  de  ira,  de  encono  y  de  despecho  con  tía 
Alejandro.  .     i    . 

Los  Generales  Tcbanos,  habiendo  invadido  la 
Tesalia,  por  impericia  y  algún  casual  descalabro  se 
retiraron  sin  haber  contribuido  en  nada  al  objeto  de 


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PELÓPIDÁS.  21X 

la  expedición;  7 la  ciudad,  después  de'  haber  mol- 
tado  á  cada  uno  de  ellos  en  diez  mil  dracmas ,  con- 
fió á  £paininondas  el  mando  del  ejército*  Al  punto 
pues  hubo  grandes  alteracioaes  entre  los  Tesábanos, 
alentados  cpa  la  fama  del  General ;  y  las  cosas  det 
tirano  se  pusieron  en  estado  de  no  ser  necesario  gran 
poder  para  echarlas  por  tierra:  ¡tal  fue  el  miedo  que 
sobrecogió  á  sus  Generales  y  sus  amigos!  ¡tai  el 
ansia  que  nació  en  sus  súbdit<»s..de  abandonarle !  y 
i'tal  el  gozo  por  lo.  qué  esperaban!  pareciéndoles  es- 
tar ya  en  el  momento  de  ver  al  tirano  expiar  sus  crí- 
menes. Pero  Epamlnondas ,  prefiriendo  a  su  propia 
gloria  el  sal?ar  á  Pelópidas ,  y  temiendo  no  fuera 
que  si  ks  cosas  se  revolvían ,  Alejandro  en  un  ac- 
ceso de  desespmicion  se  convirtiese,  á  la  manera  de 
las  fieras ,  contra  aquel  ^  iba  conllevando  la  guerra^ 
y  como  tomando  rodeos ;  asi  con  las  disposiciones^ 
y  la  vigilancia  hizo  tahibten  qué  el  tirano  ^  {>re- 
parara  y  estuviese  en  inquietua ;  mas  de  manera  que 
no  se. debilitara  su  confianza  y  engreimiento,  ni  se 
inñamara  su  cólera  y  aspereza.  Porque  sabia  llegar  á 
tanto  su  crueldad  y  su  desprecio  de  lo  honesto  y  .de 
lo  justo,  que  i  unos  hombres  los  hacia  enterrar  vi*-' 
vos,  y  á'oaos  los  cubma  conl  pieles  de.javalies  y  de 
osos  9  y  azuzaba  contra  ellos  perros  de  caza'para  que 
los  despedazasen ;  ó  les  lanzaba  dardos ,  entretenién- 
dose conista  diversión.  En  las  ciudades  de  Melibea 
y  Escotusa ,  amigas  y  protegidas'  por  tratados ,  cer- 
cándolas en  el  acto  de  celebrar,  sus  juntas  ptíblicas, 
dio  muerte  i  todos  los  habitantes;  y  la  laiiza  coit 
que  traspasó  4  su  tio  Polifron  la*  consagró  y  coronó, 
y  le  hizo  sacrificios  como  á  un  Dios  llamándole  Ti-^ 
con.  ^  Habiendo  visto  en  cierta  ocasión  á  un  cómico 
representar  las  Troyanas  de  Eurípides,  se  salió  á 

I.    Es  voz  que  viene  de  TÚp^,  <}ue  significa  fortuna ,  y 
por  esta  causa  k  vino  ¿  hacer  d  Dios  Ticon. 


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212  ntiflDAS. 

toda  priesa  del  teatro,  y  envió  i  decir  alr^Hresea- 
tante  que  estuviese  con  tranquilidad  y  nada  malo 
sospechase  de  aquel  hecho:  pues  oo  se  bd>ia  retira- 
do por  hacerle  desprecio,  sino  por  no.  sufrir  ante 
los  ciudadanos  la  vergüenza  de  que  no  habiendo  mos- 
trado compasión  por  ninguno  de  tantos  como  faabia 
hecho  matar ,  le  vieran  llorar  por  los  infortunios  de 
He(iuba  y  Andrómaca.  Mas  con  todo  sobrecogido 
con'  la  gloria  y  el  nombre  de  Epaminondas  y  oon 
todo  el  aparato  de  su  expedición  , 

Dobló  este  galló  como  esclavo  el  ala , 

L envió  bien  pronto  quien  con  aquel  le  pusiese  en 
en  lugar.  Epaminondas  no  condescendió  con  que 
por  parte  de  los  Tebanos  se  hiciese  paz  y  amisud 
con  un  hombre  semejante :  solamente  pactó  treguas 
de  treinta  días ,  y  recobrando  á  Pelópidas  6  Ismenias, 
hizo  su  retirada* 

Noticiosos  los  Tebanos  de  que  los  Lacedemonios 
y  los  Atenienses  habiao  enviado  embajadores  al  gran 
Rey  para  negociar  una  alianza,  mandaron  también 
por  su  parte  á  Pelópidas ,  con  muv  buen  consejo  á 
causa  de  su  gran  nombradía.  Yá  desde  el  prindpio 
al  pasar  portas  provincias  del  Rey,  fue  muy*  con- 
siderado 6  hizo  gran  ruido: '-porque no  cundió  tibia- 
mente ,  ó  como  rumor  vago  por  el  Asia  la  fama  de 
los  encuentros  sostenidos  contra  los  Lacedemonios, 
sino  que  iapenas  se  divulgó  la  voz  de  la  batalla  de 
Leuctras,  aumentada  6  impelida  cada  dia  con  alguñ 
nuevo  triunfo ,  se  extendió  hjista  los  paises  mas  re-- 
motos.  Asi  cuando  llegó  al  palacio ,  apenas  le  vieron 
los  Sátrapas,  los  déla  guardia  y  los  Generales,  co- 
menzaron con  admiración  á  decirse :  este  es  el  que 
derribó  el  imperio  de  la  tierra  y  del  mar ,  de  que 
estaban  apoderados  los  Lacedemonios ,-  y  el  que  con* 
tuvo  entre  el  Taígeto  y  el  Eurotas  aquella  esparta, 
que  poco  antes  había  hecho  la  guerra  al  gran  Rey 
y  á  u>s Persas,  llevándola  hasta Suza  y  Ecbatana  por 


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rBLénbAs.  323 

m^lo  dé  A^ilao.  A  Artager  jes  lé  habiati  úáo  de 
eran  placer  estos  sacesos:  asi  mostró  admirar  i  Fe- 
iopidas  aoa  mas  allá  de  su  fama ;  y  quiso  hacer  os- 
tentacioQ  de  que  le  honraba  y  obsequiaba  sobre  cuan^ 
fes  habían  merecido  su  esamacion.  Tuvolé  todavía 
€n  mas  láégo  que  v¡<$  su  figura ,  y  que  oyó  sus  razo* 
flámientosy  mas  enérgitos  que  los  de  los  Ateniensesi' 
y  mas  sendllos  que  los  de  los  Lacedemonios ;  y 'go- 
bio sucede  ordinariamente  i  los  Reyes,  no  disimuló 
su  apreda  hacia  tan  singular  varón ,  ni  se  ocultó  i 
los  otros  enibajadores  que  le  tratabí  con  mayor  dis-* 
tinckm.  Entre  todos  los  Griegos  carece  hd>er  sido  el 
Lacedemqnio  Antalcidas  quien  oe  él  habia  recibido 
mas  señalado  honor,  cual  fue  el  de  haberle  enviado 
bañada  en  esencias  la  corona  que  mientras  bebia  or-* 
naba  su  cabeza.  A  Pelópidas  no  le  hÍ2x>  un  regalo 
igual;  pero  le  envió  presentes  ricos  y  del  mayor  va-¿ 
lor  9  y  condescendió  con  sus  proposiaon^:»  que  fíie- 
f»  sea  independiemlte  todos  los  Griegos ,  y  se  repo*- 
ffblase^  llesena;  y  que  los  Tebanos  fuesen  tenidos 
ffpor  amigos  hereditarios  del  Rey/*  Recibida  esta 
respuesta ,  y  de  los  dones  solos  los  que  pudieran  ser 
una  muestra  de  aprecio  y  benevolencia ,  se  restituyó 
á  su  patrid;  con  lo  que  todavía  quedaron  mas  des- 
acreditados los  otros  embajadores.  Asi  los  Atenien- 
ees 9  puesto 'en  juicio  Timágoras ,  le  condenaron  á 
muerte: > si  fue  por  €!l  exceso  de  los  dones,  juistísima- 
mente;  pues  no  solo  admitió  oro  y  plata,  sino  un 
lecho  de  grandísimo  precio,  y  esclavos  que  lo  prer 
parasen^  como  si  los  Griegos  no  supiesen  este  mi- 
nisterio; y  ademas  de  esto  ochenta  vacas  con  sus  va* 
queros,  porque  necesitaba  tomar  la  leche  para  cierta 
enfermedad.  Finalmente  fue  conducido  en  silla  de 
manos  ha^a  el  mar,  siendo  el  Rey  quién  pagó  á  los 
mozos  el  jornal.  Mas  no  parece  haber  sido  este  so- 
borno lo  que  principalmente  irritó  á  los  Atenienses; 
pues  que  a  Epícrates  el  Cosario ,  que  no  negfiba  ha- 


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214  VELÓnDAS. 

ber  recibido  fc^alós  del  Rey  ^  y  que  se  atreño  í  pt^ 
sentar  un  proyecto  de  decreto  para  qae  cada  año  en 
lu^r  de  los  nueve  Arcontes  se  nombrasen  nueve  em- 
bajadores cerca  del  Rey,  tomados  entre  los  plebe* 
vos  y  pobres.,  á  fin  deque  volvieran  ricos ,  el  pue- 
blo se  lo  tomó  á  risa:  por  tanto  su^rincipal  enqo- 
'po  fue  porque  todo  se  hizo  en  consideración  á  Jos 
Xebanos/sm  reflexionar  qoe  la  gloria  de  Pelopídas 
era  de  mas  influjo  que  los  discursos  y  las  palabre- 
rías* para  con  un  hombre  que  siempre  se.|>onia  efe 
parte  de  los  que  en  las  armas  eran  superiores. 

Ck>ncilió  esta  embajada  no  pequeña  consideradoa 
á  Felópidas  en  su  vuelta ,  tanto  por  la  repoblación 
de  Mesena»  como  por  la  independencia  de  Codas  las 
ciudades  Griegas.  Én  tanto  Alejandro  de  Feres  ha^ 
bia  descubierto,  otra  vez  su  carácter ,  destruyendo  no 
pocas  ciudades  de  las  de  Tesalia,  y  poniendo  goar- 
niciones  en  la  Ptiotide ,  en  la  Acaya ,  y  por  toda^  la 


Magnesia ;  y  noticiosas  las  demás  ciudades  del  re- 

freso  de  Peldpidas ,  enviaron  al  punto  'embajadores 
Tebas,  pidiendo  tropas,  y  á- este  por  caudillo*  De- 
cretóse asi  sin  tardanza,  y  hechos  prontamente  to- 
dos ios  preparativos,  cuando  el  General  estaba  para 
partir  hubo  un  eclipse  de  sol ,  y  en  medio  del  dia  que- 
do la  ciudad  en  tinieblas^  Pelopídas ,  viéndolos  á  todos 
consternados  con  este  accidente ,  creyó  que  no  con- 
venía violentarlos  en  su  terror  y  desaliento ,  -ni  tam- 
poco aveoturar  en  la  empresa  Jas  vidas  de  siete  mil 
GÍudadanos>:  asi  ofrecl^ndoise  por  sí  solo  á  los  Tesa- 
lianos,   y  tomando  únicamente  consigo  trescientos 
estrangeros  de  á  caballo  que  voluntariamente  le  si- 
guieron, partió  contra  la  opinión  de  los  agoreros  y 
el  deseo  de  los  demás  ciudadanos^  por  paTeoerlesjque 
aquella  señal  del  cielo  no  se  hacia  sino  por  un  varón 
ilustre.  £1  por  otra  parte  estaba  muy  acalorado  con- 
tra Alejandro  por  las  ofensas  que  le  habia  hecho,  j 
esperaba  también  encontrar  su  misma  casa  indispues- 


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taV  ^enconada  cootra  ¿I  por  las  aowfrirsaciotiei  qu« 
habla. temidaucimTTeba.  Mas  laque  sobre  todo  b 
atraía  era  lo- brillante  4e  4a  aécuMt;  pides  coando'l^s 
Ijiceckmonios  habi^  eaviad^i  fiioaísio,  d::titinú 
de  Skilia^.^eneral^s  y  Gobemadores,  y  cuBáéo  Ibé 
AtenieQsesLrecthiaaisuel^o.deL  imsoio  Alejaodm^  y 
l&habiaQ  puesto  i^n^  estatua  d&bix>ooe  como  i  bieQ¿ 
bochor^  eotoapes'imsino  se  afi|naÍ3réiv  y  aspiraba  al 
honor  de  iiaoer  ver  i  ios  Gfiégós^que  joloslos  deT«s^ 
bás  badao  gfl&st».ÍLtÍos  úráxxoa.y  y-^qüebraiitabaa^ep 
la  Greqa  los  poderíos:  7Íolénto&  i  iájuétos.  >  ^  (« 
:  Luega que! -Mego  á  .Farsald  reuiricí'jsus  tropas,  -^ 
ffiarcbosinjdtlAcicffl'COfitra Alejandro;  el.  cual,  vien-^ 
do  poeoS'TXebanosr^al  lado  4&'I^el6pidas,  y  qüe'^I 
teoia  aias!jqae>doble  iaíantecía.dh  TesaUanosy  ttt  sa^ 
lio  al  ehcittiitio  jupto  al  tcnipfarde  Xetis ;  y  como 
4iIgttno  k  díjeife  i  i  £eiópidas  .qoé*  el  tiraao  venia  'cod 
'SKHjcha  gento  imejor ,  resjpóndjo  y  con  eso  serán  mas  lo« 
fque  vjenzBouoej  Sxtiéndenis&háctaiehniedio  de  lá^  lla-^ 
4iiadaa  QÚDaoéfalás.Tarios  cáDl£ado&idé 'bastante 'iticH-» 
nación  yatoirar^.y  unos  yotrosseídirigieroni  ocu- 
'  parios  coa  ría  infantería; :  y  *.al  ^ffóbio  tiempo  iPek5« 

Sidas  mando  á  los  suyos  idíod  cabauo,  queetanmüi 
bios  y  .pedentes  ».que  se^  batiesen  con  la  cabatieríg 
eoemlgar^Vencíecon  estos  ^  y  bajaron  á  la  llanura 'eq 
persecusloii  de.  los  £ugbivo8.;¿mas  se  \ió  que^rAle-^ 
jaodroliabia  tomado  las  alturas,  y  que  acometiendo 
4  la  infanteTsaXesáliana ,  que^ehabia' rezagado-^  y  se 
encaminaba' á'  ios.  puntos  mas  fuertes  y  elevados  ,"di<S 
muerte  á  los  primeros,  y  lo$  demas;^  siendo  ofendió» 
dos,  nada:bacbn  por  su  narte.  Advertido  puej^  uiú 
por  Pelopidas,  llamó  á  Wdf  á  caballo,  yílesidSá 
orden  de  que  corriesen  codtrajoimas- apiñado  de  io$ 
-enemigos,  y  él  mismo, enibrazandó el  escudo, ■mar'^ 
chd  de  carrera  á  unirse  con  los.  que  peleabacreii  los 
jcollados;.  y  penetrando  por  la  retaguardia  hasta  :los 
primeros,  infundió  en  todos  tal  .valor , y  aliento:, :que 

TOMO   II.  P 


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226  wBuénhMi 

«lo  á  los  misMOS  enemigos  les'.^andfiser  aqneUtl 
otro5  hcMnbres  en  el  cuerpo  7  enrel:^^pintu;  y:i 
bkn  estos  TediMzaxtfaLJÍas-6  ucsxhtíquis;  al  ver  ooe 
todavía  volviair  coíi  ka^tUrj  qiiei  U^oaballería  de« 
Iftbar^jilcancef  oedievon  por  fine,  7  je  rátiraroa.  Pé» 
lapidas  desde  lo  eminencia  viendo  tod^ia-faneste  de 
los  enemigos  ^  no  puesta  en  fiígavpero  síf  yaed  girad 
ionfástón  y  desorden  i-'se  detnvó  un  poco  i  mma^ 
en;lnisca  del  mhüio- Alejandro;;  y  ciumdbjobservd 

?ae:  estaba  eú  el,aiá  denchá  animaada;  jr  ordeoándd 
snsestipendianoby'  ao:hÍ2o  nsO'deila7sartn  para  ret 
frenarla  ira ,  «ihb^^e  inflamado  c^^uvi^  y  aban- 
donando á  larpiera  sq>()^8ona>j'  elisBWckty  seade^^ 
lantdá  todos  idsdeifttesvcbmanffe'nriltíiñtnda  i^ti* 
tos  al  tirano ,  el  diall  estovo  bien  jdistante  de  sostener 
el  ímpetu  y  dedguakibr,  sino^  au^  jdandaá  ¿omir 
háci^üosestipendlariofs  ^^  e^cmÁiduYúlbs'frííneri» 
deeatosy  que hicievoaoi^bsiQon , ibispon cortados  por 
Felóntdas ,  y  aoiiialeanbs.  liefidós  y  oraertos ;  fea> 
los.aemas,  níiSéiida&dié  lejos  con. íaa lianzas v  acaban 
roncen'  él>  niiébtnspaüe*  los  Tei^lranosrsiéniín  á  caf^ 
rera  desde  los  colladpi.'«n  su  auxilia»' Cilando  ya  hsf^ 
bia^muerto  lacudiíeroft  iaiñbien  ios  dé  iocabatio,  y 
pusieron  eñ  huida  todoi  el  ejercita,  .persiguiéndole 
gcan/toechoy  :y  ilcnaroii  ^qoelia  llanura  de^cadáve» 
resf.tanto  que  fueron^miae  de  teses  mili»  los'^ne  dief 

lOn  ráuerte.        .     ,-   .-:;;'?>i:.  •   •   :•.     'Á¿ 

Que  los  Tefaáñósf'.psesentes  áih  stíuérte  de  Pel<$í- 
juidasy  cayesen,  en*  ^-imayor  desconáielo^  llaman» 
dble  padre,  saJTedot  y^lmaestro de>  los  éiayores  y 
mas  apreciablesimáes^inxda  trenip  dé^xtri&o;  .per^ 
¿r .que: los  TesaHanos  pbsasen  coniáís.deciraos  la  nrf- 
ya  de  cuanto  honor  .^uede  dispensarse 'á  ia  humana 
virtud,  ésto  fué  lo  qiKL  péríncipalzñente  manifestó  en 
sui  demostraciones  rcbajjwdo  y  guatitud  con  que  Te 
miraban;  Porque  se  di  ce  que  cuantos,  concurrieron  i 
aquella  batalla^  ni  st  i^iiiar€n  ia  ccuasa^'  ni  désén* 


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^ELÓPIDAS.  227. 

^lllaroh  los  caballos  ^  ni  se  curaron  tas*  heridos  luegb 
que  llego  á  su  noticia  aquel  infausto  suceso ,.  sino  que 
corriendo  como  se  hallaban  adonde  estaba  el  cadá-^ 
urer  ,  como  si  hubiera  de  sentirlo  9  pusieron  al  rede-» 
«iorde  su  cuerpo  en  montón  los  despojos  de  los  ener 
ipigos;- cortaron  las  clines  á  los  caballos,  y  se  cor^- 
taroii  también  el  cabello ,  y  que  muchos  yendo  des*^ 
pues  á  las  tiendas^  ni  encendieron  fuego  nt  se  senta-^ 
ron  á  comer ,  sino  que  el  silencio  y  la  pesadumbre  sé 
difqndió  por  todo  el  campamento  j  como  si  no  hu-^ 
bieran  alcanzado  la  mayor  y  mas  completa  victoria^ 
sino  que  mas  bien  hubiesen  si4o  vencíaos  y  esclavi- 
zados por  el  tirano.. De  las  ciudades,  luego  que  cor-^ 
rió  la  nueva,  vinieron  las  a^utoridades ,  y  con  ellai 
ios  mancebos  I  los  muchachos  y  los  Sacerdotes ,  para 
xedbir  el  cuerpo ,  trayendo  para  adornarle  trofeos-, 
coronas. yarmaduras  de prOr  Llegado  el  momento  de 
haberse  de  conducir  el  cadáver,  adelantándose  los 
Tesalianos  de  mas  provecta  edad ,  pidieron  á  los  Te- 
baños  que  les  permitieran  darle  sepultura ;  y  uno  de 
eUós  habkS  de  esta  manera:  os  pedimos,  6  aliados 
nuestr<¿^  una  gracia  que  nos  ha  de  servir  de  honor 
y.  de  consuelo :  pues  no  hacen  la  corte  los  Tesalia- 
nos  á  PeMpidas ,  todavía  vivo ,  ni  en  tiempo  que  pue- 
da'^sentirlo  le  retribuyen  los  correspondientes  ho- 
nores y^io  que  con  sernos  permitido  tocar  su  cadá- 
V»,  h^erle  las  debidas  exequias,  y  sepultar  su  cuer- 
po ,  pareciera  que  debe  creérsenos  si  decimos  que  es- 
ta calamidad  es  mayor  para  nosotros  que  para  loi^ 
Tebanos' :  pues  que  vosotros  solo  habéis  perdido  un 
exceiente'vienerali  cuando  nosotros,  ademas  de  esta 
pérdidar;*  hemos  sido  privados  de  la  libertad.  ¿  Y  co* 
mb  yá.  nos  atreveremos  á  pediros  otro  General,  no 
resHtuyétrdoós  á  Pelopidas  ?  Condescendieron  pues 
los  Tebanos  con  sus  ruegos. 

Ciertamente  que  no  habrá  habido  exequias  mas 
magnificas  que  estas,  á  juicio  délos  que  no  colocando 

p  2 


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228  JPELÓPIDA9. 

Jo  magnífico  en  el  marfil ,  en  el  oro  y  en  la  ^úrpura^ 
se  distinguen  de  Filisp,  que  canto  y  engrandeció  el 
enterramiento  de  Dionisio ,  haciéndolo  el  desenlace 
teatral  de  su  tiranía ,  como  si  fuera  el  de  una  gran 
tragedia.    También   Alejandro  el  Grande,   muerto 
Efestion ,  no  solo  esquiló  las  clines  de  los  caballos  y 
jde  las  acémilas ,  sino  que  quitó  las  almenas  de  los 
muros ,  para  dar  á  entender  que  las  ciudades  llora* 
¿an ,  haciendo  tomado  aquel  aspecto  lúgubre  y  hu- 
milde en  liigar  de  su  antigua  belleza.  Mas  todos  e^ 
tos  no  son  slao  preceptos  de  tiranos ,  impuestos  por 
necesidad ,  para  envíala  de  aquellos  en  favor  de  quié' 
ees  se  expiaen,  y  en  mas  odio  de  los  que  para  ellos 
emplean  la  fuerza;  y  le}os  de  ser  expresiones  de  gra- 
titud y  honor ,  no  lo  son  sino  de  un  fasto  bárbaro  y 
de  ostentación ,  y  molicie  de  hombres  que  gastan  su 
caudal  en  cosas  vanas  indignas  de  imitarse.  Por  d 
contrario ,  el  que  un  hombre  popular ,  muerto  en  tier- 
ra extraña ,  sin  hallarse  presentes  su  muger ,  sus  hi- 
jos ó  sus  deudos,  sin  que  nadie  lo  exija  y  menos  lo 
mande ,  se^  honrado  en  sus  exequias  por  tantas  ciu- 
dades y  pueblos  reunidos,  que  llevan  y  coronan  su 
féretro;  esto  debe  con  justa. razón  parecer  el  comple- 
mento de  la  felicidad:  pbrque  no  es  la  mas  triste ,  co*- 
mo  Esopo  dijo,  la  muerte  del  hombre  dichoso,  sino 
antes  la  mas  bienaventurada,  por  haber  puesto, ya  en 
lugar  seguro  sus  buenas  acríoaes,  y  haberse  quitado 
del  alcance  de  las  mudanzas  de  fortuna.  Por  tanto 
mejor  lo  entendió  aquel  Lacedemonio,  que  á  Diágo- 
ras,  triunfador  en  Olimpia,  que  alcanzó  áver  á  sus 
hijos  coronados  en  los  juegos ,  y  nietos  de  hijos  é  hi* 
jas ,  le  saludó  diciéndole :  muérete ,  ó  Di^goras ,  pues 
que  no  has  de  subir  á  otro  Olimpo.  Pues  todas  las 
victorias  Olímpicas  y  Píticas  juntas  no  creo  que  hu- 
biese quien  las  comparase  con  uno  de  losrcombate^ 
de  Pelópidas ;  el  cual  habiendo  reñido  muchas  Kdes, 
vencedor  en  todas ;  y  habiendo  pasado  la  mayor  par- 


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raiíFiDAS*  229 

te  de  so  vida  en  el  hdnor  y  la  gloria  ^tiltímamente 
en  so  decimatercia  B^etairquiai  d»piies  de  haber  al- 
eanzado  el  prez  del  valor  sobre  muerte  de  un  tirano, 
dio  sn  vida  por  la  libertad  de  la  Tesalia. 
y.  Si  (ni  muerte  cansó  sumo  pesar  i  los  aliados,  to-» 
davía  les  fue  de  mayor  provecho ,  ^rqne  los  Teba- 
BÓs  keco  que  tuvieron  notícia  dei  fallecimiento  de 
Pielópídas,  no  poniendo  dilación  ninguna  en  el  cas«* 
tigo,  dispusieron  inmediatamente  una  expedición  de 
sietdmU  infantes  y  ochocientos  caballos,  al  mando 
deMtflqnitesy  Diogitoh,  los  cuales  llegando  á  tiem- 
po en  que  Alejandro  todavía  estaba  escaso  y  debili-* 
tado  de  fuerzas  ^^  le  obligaron  á  que  restituyese  á  los 
Tesalianos  las  ciudades  que  les  nabia  tomado ;  á  que 
dejase  en  paz  á  los  de  Magnesia,  de  la  Ptiotide  y  de 
k  Ácaya,  retirando  las  guarniciones ,  y  á  que  pac- 
tase .Con  ellos  ^n. un  tratado,  que  adonde  quiera  que 
los  Tebanos  ^e  condujesen  ó  mandasen,  allá  los  se- 
guiría; siendo  esto  con  lo  que  los  Tebanos  se  dieron 
por  satisfechos*  Ahora  referiremos  cuál  fue  la  ven- 
^nza  que  los  Dioses  tomaron  de  Alejandró,  á  causa 
de  Pelopídas.  Ya  este  había  antes  enseñada  á  Teba, 
como:  arriba  digimos,  á  no  mirar  con  miedo  la  bri- 
llantez y  aparata  exterior  de  la  tiranía ,  que  interior- 
mente se  sostenía  solo  con  algunas  armas  y  algunos 
transfugas:  ademas  rezelosa  siempre  de  su  infideli- 
dad ,  é  indignada  de  su  fiereza ,  trató  y  convino  con 
sus  hermanos ,  que  eran  tres ,  Tisifono ,  Pitolao  y  Li- 
cofron,  el  deshacerse  de  él  de  esta  manera.  Todo  el 
resto  de  la  casa  estaba  al  cuidado  de  aquellos  guar- 
dias á  quienes  tocaba  custodiarle  por  la  noche ;  pero 
del  dormitorio  en  que  solia  acostarse ,  que  estaba  en 
alto ,  era  único  centinela ,  puesto  delante  de  él ,  un 
perro  atado,  temible  á  toaos,  sino  á  ellos  dos,  y  al 
que  le  daba  de  comer.  Al  tiempo  concertado  para  el 
hecho ,  Teba  desde  antes  de  la  noche  tienia  ocultos  á 
los  hermanos  en  una  casa  vecina:  entró  sola,  como 


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la  tenia  de  costambre^  ai  ciiafto  de  Alejandro  /  'que 
ya  estaba  dormido:  salió  dealU  á  poco,  y  manda 
^1  esclavo  que  se  llevara  áfueia  el  perro »  porque  es-* 
te  queria  reposar  con  el  mayor  sosiego :  i]|me(^atar-. 
mente  para  precaver  que  la  escalera*  hiciese  ruido  al 
subir  los  hermanos,  tendió  lana  por  toda  ella:  traj^ 
hiego  á  los  hermanos  armados,  y  dejándolos  i  Is 
puerta,  entró  al  dormitorio,  y  sacó  la  espeda  que 
Alejandro  tenia  colgada  sobre  el  lecho,  sienddesía  la 
seña  que  se  tenían'  da(k  para  entender  que  este  dot- 
mia ,  y  que  era  el  momento  de  sorprenderle.  Como 
entonces  se  acobardasen  aquellos  jóvenes  y  se<  detu- 
viesen ,  empezó  á  motejarlos ,  y  á  amenazarlos  don 
que  despertaría  á  Alejandro ,  y  le  descubriría  el  desig- 
nio; y  entonces  entre  avergonzados ;  y  medrosos,  los 
introdujo ,  y  los  colocó  al  rededor  del  lecho ,  llevan* 
do  luz.  Sujetóle  el  uno  por  Jos  pies,  el  otro  le  tomó 
la  cabeza  por  los  cabellos,  y  el  tercero  le  pa^ó  con 
la  espada;  muriendo,  atendida  la  celeridad  del  he-* 
cho,  quizá  mas  pronto  de  lo  que  fuera  ra^on ;  y  so- 
lo en  haber  sido  el  primer  tirano  muetto  por  .su  mo- 
ger ,  y  en  la  afrenta  que  sufrió  su  cadáver ,  siendo  ar- 
rojado al  suelo,  y  Iwllado  por  Josde  Feres,  .puede 
decirse  que  tuvo  el  fin  debido  á  su9  maldades. 


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i3« 

r. '»    >            .>•',....               .  ■        .• 

-' '.MAttC]5L0» ..     '  .   . 

^  &  o^9ki  que  Msfoo  Glainjio^^l  que  fuetea 
|Lo9^  cjifíiOfb  ^oeco«  G6n$ul»  eraibijo  de  otro  Marco; 
w  qne  «Pire  10$  de  su  casa/ empezaron  á  Uanarlt 
Adl^ücelo,  loque  se  interpreta.  Mardal ,  ségon  nel 
¿¡sjá  escrita  Sosidoaió ;  porqtie  realmente  era  guer* 
xero  ea  el  ejeicá^  y  los  conoeimíciiitos ;  en  su  caec* 
,pa.,r/8biini>Vei}  k$;9t«nos,  áj^U  y  eniu  índolemoy 
^«íipado  i  la^gerlnr;.  y  si  bien  en  .I99  combates  se 
smy^^^ Awépldo  -y  fiero,  ea  todo  lo  demás  era 
prudente  y,  humano.  7  aüdonado  á  la  literatura  .7 
escritos  de  los  Grie^s ,  hasta  ilpi^ciar  y  admirar  i 
Jps^ue  ea  fqpeUa  sobresalían  t  ^utiíque  |K>r  sus  ocu^ 
floriones  QO: fe  fueidedo  aprender  y  ejercitarse  en elln 
^gun  su^, desoís.  Parque  ú  Dios  á  algunos  hombcea^ 
<(;om0  dice  Hetfanero »,         ,  ^      ) 

.  De. ju^MCnd. hasta  la.  edad  cansada 
.  Les  concedió  acabar  sangrientas  Ikks; 
cstp  se  ve/i^pó  jt^mbiencon  k>s  jprindpaies  Roma-i^ 
XMs  de^qpeU;a.eda4;.  los  cuales  de  jóvenes  hicieron 
h  guerra:  á  Us^.Oirtagineses  ea  Síciia^en  la  edad 
9raipnil  i  lói^  Gajo^  f«ir  defender  la  Itaíia  v  7  en  I|i 
vej^  atr2^veiK.á  A^njb^l  y  los  Cai^tagineset^  00  pOr» 
Riendo  te»ef  >  -iUmorjotscs ,  reposo  en,  sos  iltinras 
años ;  sin0  ^emk>  Uao^ado^  pontimian^te  á  U>s  ejér^ 
citps.  yá  los  i^andos,  según  su  gpaei|osa  índole  y 
su'virtud*  M  /       ..xnr,.^..  . 

£n  toáóifgSím^  de  UderarM4t«eele<díe$tre  y  ^ry 
£iudp5  vfyifietí  kü^  4peli:>s  y^dieseAfH  p^reee  que  ana 
#e  excedía  4  {tí:i»iímí!t,«si  no  hubo?  desafio- que.  no 
aceptase ,  y  eocijtHi^piídeiéd^  daíNVuette  á  nts^^K^flh- 
trarios.  En  Si$iUA)saÍTétá  ii^^  hetmaóor  Oiáeilii»  qne 
<emba,par^'  perwjr i  íptot^ífadcrfe  c0fi) «n  esicu4€í ,  7 
dando.ntjoi^rgiéilqs*^  le.  habS^n,* abosado -^  ^c0}oft 
|)or  la:q«^9  siiifid(D:(ftdtivÍ8Lm»iP<#iioblMode  ioa^^ 


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3¿1  MAKCELO. 

nerales  coronas  y  premios.  Como  hubiese  adelantado 
ea  la  pública  estimación  ^  elpfieblo  le  nombró  Edil, 
una  de  las  mas  brillantes  dignidades ,  y  los  sacerdo- 
tes aA;gorerOj  i^ue'és  una  espeae  dp  tacerd^ocio,  al 
que  lá  ley  concedid  la  investigación  y  consenrackíñ 
de  la^  adivinación  porgas  aves.  Siendo^^  se  vfó  en 
la  necesidad'  de  seguir  una  cansa  iiltiy  i^pngnátí^; 
-porque  tenia  un  hijo'<ie  su  misnK>  nombre,  dotadd 
de  "Singular*  belleza,  y  al  misma  tiempOinuy  estima^ 
do.iie  los  ciüdtfdanosi'pór  su  nsodestia  é  rnstrucdoni 
y  Gopitolino ,  colega  de  Marcelo  i  hombre  vicioso 
y  disoluto ,  le  ra^tii>ii6  de  amores*  El  fóvén  al  prin- 
cipio guardó  dentro  de  «u  pecho  aquel'ñíal  Intento; 
mas. como  aquel  faqbiese  repetido,  y  éí  lo  hubiese 
revelado  á  su  padre*,  indignado  Marc^lo'ji  acusó- á  su 
xx)lega  ante  el  Senacb.  Puso  el  denunciado  t>ort)bra 
lodaespecied^  subterfugios  yenredds,  piaiendo  la 
intercesión  de  los  Tribunos;  yCOHXé  se- étceusásea 
de  prestarla  ^  'se  defendía  con'^  h  negativa'.  Ño  podía 
producirse  testigo  ninguno  de  la  seducción,  por  lo 
qor  se  resolvió  1iac3er  comparecer  al«jóvciñ  en  el  Se- 
nado: y  traído  que  fue ,  con  ver  su  rubor  y  sus  lá- 
grimas^ y- que  en^sü' aspecto  con  la'^érgüenza  res- 
plandecia  una  ardiente  ira ,  n^  iiectsítirdn  >  de  mas 
conjeturas  para  condenar  á  CsipUoUño  y  multarle 
en  una  crecida  soma.;  con  la- que  Máscelo  hizo  la-^ 
brar  un lebrilio-de' plata,  tfi^x»iká^'&  lo^Dió^. 
■'^  Sucedió:  qcíefen«eida  la  púmé9§íi^ÚTifk  VúÉict 
al  año  vigésimo  segundo,  amenazaron  á  Roníá  ^rin- 
€Íptos  de  nueW  d$$en$iénes  ^¿tí'ñ'l^^los:  porque 
m  Insubres,  habitantes  de*^!^  [tertedeltdlid  ^ue  es-^» 
táal  pie  de  losAlpes  (poeblííitanlbfetf  Galo),  yá 
^^an-  poder  |íoí  «í  mism^Jfttlte^bísift  Otrai  fuer-í- 
%j0 ,  cbñvócandi»  á  los  que  ^e>  1¿^  (Siildé^'Sirven  <í  sol^ 
Idada  ,  Ic^s  cuefted  ^é^llaif^o^satas^^  fa^tM>!hdo  sido 
«cosa  prodigiosa »y' dé' granidfCitla^pára  Rbma  que  es- 
ta guerra  osteica  no'JsrTOÍesecofituÁíitó''  c^pláafVi* 


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ITARCiBCOi  »33 

caiía';  ^o  qoé  los  Galos ,  como  sí  etitruna  de  sus- 
titutos ,  no  se  hobierao  movido  mientras  duraba' aque« 
lia  cont ieoda ,  y  después  tratasen  de  acometer  á  loi 
vencedores,  y  de  provocarlos  cuando  ya  estaban  ocio^ 
sos.  No  dejo  con  todo  el  país  mismo  de  ser  grao 
parte  para  que  viniese  temor  en  los  Romanos ,  con- 
movidos  conia  idea  de  ana  guerra  de  la^misma  re^ 
giou ,  ya'  por' la  vecindad»  y  ya  también  por  eV  aii*^ 
tigoo  renombre  de  los  Galos ;  los  cuales  se  ve  haber 
sido  muy  formidables  á  los  Romanos  y  que  por  eUof 
fueron  desposeídos  de  su  dudad;  pues  que  de  resuU 
ta  deteste  suceso  establecieron  por  ley»  que  los  sa-^ 
cerdotes  fuesen  exentos  de  la  milicia,  á  no  qoe  so-» 
breviskra  otra-  guerra  con  los  Galos.  Daban  tambiea 
indicios  de  este  miedo  Us  mismos  preparativos  (por¿ 
que  se  pusieron  sobre  las  armas  tantos  millares  de 
bombres  cuantos  nunca  se  vieron  á  la  vez  ni  antes 
ni  después ) ,  y  las  novedades  que  se  hicieron  en  or* 
den  í  los  saorifidos:  pnes^do  asi  que  nada  ad-^ 
mitian  d&^4o&  bárbaros  íii  de  lo»  extrangeros»  úaú 
que  siguiendo' "principalmente  las  opiniones  de  los 
Griegos  eran  pios  y  humanos  en  las  cosas  de  la  re* 
Jlgíon;  emono^s  al  estar  yá  iproxima  hi:  guerra  se 
vieron  en  la  necesidad  de  obedecer  á  unof  oráculos 
délas  Sibila^  irysegtííD  ellos  |  i  eftterrat  vivos  «tai  la 
plaza>qbeikímajnde  los  Bueyes  á  dosGriegos^  vaiNHi 
y  hembra,  y  del  mismo  modo  i  dos  Galos:  por  los 
cuales  Griegas  y  Galos  hacen  añii  hoy  en  el  mes  dé 
Novlembr<e  ciertas  atcanas^  iíDrisiblesc^remoniass. 
.  Le^  primeras  comt$aSiS«ahértítfi?on  entre  victorlaf 
y  descalabros , -sin  que  ooUfé^'osen  á  un  t^rmipo:^- 
gUfo ;  y  miétitpas los CónsuliwFlaminio  y Turio ha- 
cían la  guerra  coa  poderbsoS'ejércítos  á  los  Insabres^ 
«e  viá  que  ¿1  rio  oue  «tniviesar- la  campiña  Picená 
coirria  teíUdo  en  saíígreryise^dljíi?  asimismo  que  há^ 
cia-Aifiídteioíiabían  a|>arecidó''«^s'  luodsv  Adeínái 
loiB  saoífddtex,  qué  titüeap^á  suxargo  obstar  l#s  aveii 


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ti4  itmesxK 

anondarm  qoe  los  agüeros  de  eMs  al  ttem^  A^  W^ 
Comicios  consulares  oablan  sido  contraírios  á-los  C<íii<* 
sulés:  por  todo  lo  cual  al  punto  se  eamcol>i<»riias 
al  6)ércitó,  citando  y  Uamando  á  estos  pamiple  res- 
tituidos á  Roma  abdieacan  cuanto  amesj  y  nada  se 
apresurarao  á  hacer  como  Cónsules  coii:tra  los  ene- 
migos. Recibi<5  las'cartas  Fkmimo«  y'Ao  quiso -abrir- 
las sin  4i^er  antes  entrado  en  acción  cm^  los  b^rba* 
fos^i  los  que  puso  en  fuga  y  les  corrió  la  ti^ia«  Re-** 
gveso  luego  á  Koma  con  muchos  despojos ;  pero  el 
pueblo  no  salió  í  recibielé;  y  por  no  beber,  cumpll- 
(k>  así  que  fue  llamado^  'ol! haberse  mostrado  obe- 
diente a  las  cartaSt  estuvo ei>  muy  poco  que  no  per- 
diese la. votación  del  triunfo;  por  tanto,  n»  bien 
acabada  la  solemnidad  de  esSe^  le  redujo  i  ^la  clase 
de  particukF)  precisándole  i  fcnunciareljconaulaáe 
juntemente  con  su  colega ;  \  tanta  era  la  piedad  dé 
loft  Romanos  en  referirlo  todo  á.  los  Diosetl  Asi  as 
que  aun  presentando  en  cambto  los  mas  poroiperos 
acontecimientos ,. noépfobabaa el  desdend^ioragüe* 
ros  recibidos » creyendo  que;  para  la  salbd-ée  la  ^-^ 
trj^  conduela  mas  el  qoe-loimagiscrf^ofLCevor^cia- 
^n  las. cosas  de  la  ret^on^rque  él  ^^y^nc^an  í 
lo$  enemigos*  ...t  ..:   r-. 

,  .  Sor  este  téraaino  hailáiidose  Cóa$u{  Tiberio  Sem^ 
proniq,  varón- que  pCHr  so.^aI<ir.y  p^ofádad^erade 
Jofc  Romeóos  tenido:  eri;  et  mayor  jipxeiüpy  declaró 
jpr  sus  aicesores  á^^^^ipioá  iíasica^j  y  Oi^OeMar- 
cÍq;  y  ctamdo  ya«stabaa  e«tos  «rií  sus  respectivas 

Írovincias^.  registrando  los.  apuntes  isobre.  mÁücia, 
allá  por  casualidad;  m}^*^  le.  habia. pasado  unade 
las  prevenciones  trásníH^idas*;  por  los^  mayores » .que 
^iiÍ9tai  cuando* .diQeo^r^f^ara  tomaf  los  agüeros 
fuera  jdo^M  pobladoügri^ciifMiJsa  casa  ó  l:ieiida  árren- 
dad^v  y  láespues.por  icaso?t^ia  que  volver-iá*  laciu- 
liad  sin  haber  obteoidó/senaks  Ciertas,  era.  preciso 
SQ^4eí^caaqucíUa9KaosÍQajafijceodjidafj  y. tomara  otra 


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KAB!CSLt>.  13  f 

Mra  cmpejsar  eo  tUz  1a  ceremoaia  diesde  el  principio. 
£sto  lera  ju^meote  lo  que  Tiberio  habia  ignorado, 
y  tomo  dos  veces  los  agüeros  en  un  mismo  punto 
para  declarar  Cónsules  á  los  que  dejamos  dicho.  Ad-¿ 
vlrtió.pof  fin  su  error»  y  lo  hizo  presente  al  Senado; 
el  ciial  ño  mird  con  desprecio  esta  falta»  aunque  pe<^ 
^uega ;  sino  que  escril»o  i  los  GSdsuIes^  y.  estos  de«« 
}ando  las  provincias,  se  apresuraron  á  volver  á  Ro^ 
ma  #•  é  hicieron  dimisión  &  su  dignidad :  sino  que  es-^» 
to  :sucedi6  más  adelanten  Mas  por  aqnelks  mismos 
tiempos  i  dos  sacerdotes  de  lo  mas  disringmdo  se 
les  privo  del  sacerdocio:  á  Cornelio Cetego »  por  no 
haber  distribuido  por  el  orden  prescrito  las  entrañas 
de  las  victimas;  y  á  Quinto  Sulpicio,  porque  en  el 
acto  de  estar  sacriibauído  se  le  cayo  de  la  cabeza 
di  velo  que  llevan  lor  llamados  Flamines.  También 
escando  el  Dictador  Minucio  nombrando  por  Maes^ 
tro  de  la  caballería  i.  Cayo  Flamink) »  porque  en  el 
acto  se  oyó  el  rechinamiemo  de  un  iaton ,  al  que 
llaman  Sarice^  retiraron  sus  votos  á. entrambos,  y 
nombraron  otros.  Maá  aun^e  tanta  exactitud  ponían 
en  estasíCosas  que'pareoen  pequeñas,  no  por  eso  te** 
nUt  parte  superstición  ninguna  en  na  alierar  ni  omi« 
tir  nada  de  las  prácticas  heredadas. 

Hecha^a  abdicación  por  Flaminío  y.suxoieffa, 
fuQ  designado  Gonsui  MárcelD  por  los  que  llaman  m^ 
tereyes;.y  luego  que  se  entregó  de  la  autoridad >  le 
dieron  por  col^a  á  Neyo  jComelio^  Dioeaeqiie.cow 
mo  los  Galos  diesen  >mudhtas  pasos  hacia  la  réoonci- 
liacloísi  y  y  también  él  Senado  se  inc&iase:  á  .la  ^Zf 
Marcídoirritóal  pueblo^  pata  xjue  apeteciese  la  guer- 
ra;. y  aon  sin  embargó  dé  que  llego  á  hacerse  la  paz^ 
los  Galosixmsmos  ponece^  qiij8  obligaron  ¿  la  guerra,^ 
pasando  los  Alpes  y  alborotando  á.  los  InsüBres :  por<i 
que  siendo  uno&  treinta  niil  ,2  wuntefoitáresms,  qué 
les^ekoedian  mucho  en^nóméro^  y  llenos  de  altane^ 
m^maDcbaxx>n;sin  jdetéñcian  conlra.  Acerras  ^  ciudad^ 


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2^6  MASCBLO/ 

&Ddadá  á  las  'orillas  del  Po ;  y  dé^sMi  el  R^de  los 
Gesatas  Viridoiíiaro  saliá  con  irnos  diez  mil  bDiabftSi 

Í  talaba  todo  el  pais  por  donde  discurre  este  río. 
uego  4iue  'esto  llego  á  los  oidos  de  Marcelo ,  dejan- 
do á  su  colega  por  la  parte  de  Acerra  con  toda  la 
infantería ,  toda  la  tropa  de  línea  y  el  tercio  de  I^ 
de  á  caballo^  y  tomando  x:ons^o  lo  restante  dt  la 
caballería  y  de  las  tropas  mas  ligeras  hasta  unos  seis-» 
cientos[  hombres ,  movió  sus  reales^  y  aceleró  lámar- 
cha,  Án  a&ojar  ni  de  dia  ni'  de  noche ,  hasta  que 
alcanzó  á  los  diez  mil  Gesatas  hicia  el  pueblo  lla- 
mado píastidio  Caserío }  otro  tiempo  de  los  Oftios^ 
Ítqne  hacia  |»o€o  habia  entrado  en  la  obediencia  dé 
^s  Romanos,  üo  le  fue  dado  ^rehacerse  y  dar  algihi 
reposo  á  su  tropa ,  porque^  luc^o  tuvieron  íes  bároa- 
ros  antecedentes  de  su  irenida,  y  la  miraron -' con 
desprecio,  por  ser  muy  poca  su  infantería,  y  so  dar 
los  Celtas  a  su  caballería  impoirtancia  ninguna ;  pues 
sobre  ser  tenidos  por  diestrísimos  y  sobresaliente»^ 
este  modo  de  combatir ,  con  mucho  excedikn  tam- 
bién en  ei:0Ómero  á  Mairelo*  Por' tanto,  como  paro 
llevársele  de  calles ,  marcharon:  sin  diladon  ^contra 
¿t.conrgraniífapetu  y  terribles  amenazas ,  precedién- 
doles el  Rey.  Marcelo,  para  que  no  se  le  adelanta- 
ran y  .le  renwlvíeraa  viéndple  con  tan  pocos,  llevo 
con  prontitud  á  bastante  distancia  sus  escuadrona 
de  caballería:^  y  adelgazando  sn^da ,  la  extendió  mu-¿ 
cho,  hasta  qué  se  puso  cerca  dt  los  enemicos.  En  él 
acto  mismo  de  lanzarse  contra  estos,  sucedió  que  su 
cabalb,  irapiietado  con  los.reGnchos  de  la  caoalk-^ 
xía  contraría,  volvió  grnpa:  para  llevar  hacia. atrás  á 
lyfarcelo.  El  entonces,  temieodo  que  esté  accidente 
4|ese.motivd  á<  alguna  sopersticioii  en  los. Romanos, 
hizo  uso  del  :fi£no ,  y  volvió  repentinamente  el  caba^ 
lio  frenteüárlos.exiemigoSe adorando  al  sol;  como  que 
no  por  abaso:,:^ino  deántemQiycbn  aquel  mismo 
ctȒeta  h^biftthedio^i.sD  cabailcodar  vuelta, i.porqae 


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glt^do*en  torn^  e^domo  ios  Romanos: aeofitomlmn 
adorar  á^J68'l>ÍQ$esI|^.  y  <^  tiempo  de  enib^tir.  i  los 
eoem^o^. se- diQe.Jia{>»  hecho  votorá  *Jáfmt  Fcre-> 
trio^'dfóiiaonsagrasleí  tas  ola^  horiMSts  armaa  de.  los 
eiiefl|ig0&  .  '  .  ,  i.  .'  :- f: 
<.  ..  £á  e^^  le  edu5íde*jrár  el  Rey  de  los  Gesattff ,  y 
iponji^tiiiafido  porlt&víosignias  que  aqtel  era!  el  G¿^ 
n^ly^ó  á;  su  cdbaUo»:y  se  addáiitiS  j&Qcho  á  los 
demas'y  firovQcán&)k2á*  grandes  togcs  ^  *y  bltadieado 
suJ)ifnft.rsiendo;jB^rior.i)los  demás  Galos),  y  so<» 
btesa&itdo  entre  illas  ^por  ¡su  talla  y  por  toda  su  arv 
madurav  »  qu¿  br^ir^bad^el  oro  ,U  pfatta  y  1»  varie^ 
dad  de  los  colores^  ison:  lo  qne  venia»  a  ser.  como  rayo 
de: jns  entre  núbe8;:i.levaba  Mar{;eh>'fu^ifita7por  to- 
darla  hueste  epenúga ,  y  tomo  al  descubrir .  aquellas 
arn»s  le  paredeseh  Jas  m9$  humosas  de  todas ,  y  se 
leVfcéokse.que  (convelías  liabia  de  compUe  su  voto^ 
afrteoiBftíendorcoikrasii  dueño ,  l)eat]*aYeaó*jCon  la  lan-» 
za  la.CQcaza,  y  .doa.el  encuentro  del  .caballo  le  hizo 
perder  la  sUIa:y;caec'al  suelo  todavía  con  vida;'  pe- 
ro repitiéndole,  segbndo. y  tercer  golpe  acabó  luego 
Q9fii 'élr.c^l^eose^eñ' seguida  >  y  Inego-.que  tomó  en  la 
«mano  las  amiaé  deLcaido,  alzando  los  ojos  al  cielo^ 
«jicjamái  p  ¡Ot  Jd^ritct  íeretrio.,  tu  qile  registras  los 
ipf  designios  y  las  grades  hazañas  de  ios  Generales  en 
»las  guerras  y  éá  las  batallas,  tú  eres  testigo  deque 
f».cdn  mi  propia^maho  he  traspalado  y  dado  muerte 
W:$íeste  enemigo  9  siendo  General :á  otro  General,  y 
1»  siendo'  Cónsul  á  un  Rey  i  consagróte  pues  estos  pri* 
Mineros  y  excelentísimos  despojos;  tu:  concédeme  pa- 
»  ra  lo  que  resta  iiná  ventura  igual  áícstos  principios!*^ 
En  estOí  acometió,  la  caballería ,  p^leatido?,.no  con  la 
xsaballería  separada,  sino  también 'COB:  la  infantería 
-que  alli  se  agolpó;  y  akí^nzó  un^  especial,  glorioso^ 
4  incomparable  triunfo^  pues  no  hfiy  memoria  de  que 
tan  pocos  de  á  ¿aballo. hubiesen  vencido  .jamas  á  tan- 
ta caballería  6  ín&ñtería  )üñus.  Dióse  muerte  á  un 


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$38  HAlMtO^ 

gran  núttmofyíoí^endó  mucfaat  arfMs  yd^épe^tñ^ 
Folvió  á  unirse  con  el  colega  ^qnecoti^Cfa  desven- 
•tajosamente  con  los  Celtatv  jumera  la  chidad  major 
y  mas  popaloia  de  los  Gfttos.  Llámase  Mitán-,  y  ios 
Celtas  la  reconocen  por  metrópoli ;  por  lo  cual'^  pe^ 
leajido  con  particular  denuedo^én  sü  defensa  ^  habían 
conseguido  sidar  al  sitiador  Córoelio.  VolyiendOMssi 
esta  sazóajMánselo»  los  Gesataa  Ibego  qué  emeiidie^ 
roo  la  derrota  y  muerte  de  so  Rey^  se  fietírtt4*oii| 
Milán  fue  tomada ,  y  los  Celtas  espontáneamemebti-* 
tregarori  las  demás  ciudades»  y' se-sometfa^wscoH 
todas  stis  cosas  á  los  Romanos »  qu^  le$  conce«fí¿«Di] 
la  paz  con  equitarivas  condiciones.  -  -     .         > 

Decretado  por  el  Senado- el  itcixmfo'  solamente  i 
Marcelo  9  apareció  este  en  la  ppmpa  y  si  se  hiende  i 
la  briJIameí^  fijeza  y  copia  de  los  despojos  ^  yal 
número  de  los  cautivos,  magnifiao.y  admiraíble  €o^ 
Bio  los  que- mas*;  pero- el  espectáculo  4nis"^agia(faibte 
y  nuevo  eraver  que  él  mismo  ccód^icia^al  tempU  de 
Júpiter  la  armadura  del  bárbaro  f'^para  lo  cual  babia 
hecho  cortar  el  tronco  de  una  bondosa  éncipa ,  y 
disponiéndolo  como  trofeo  y  puso' ligadas  y  |)e]ádien^ 
tes  de  él  todas  las  piezas ,  acoinodábdolas  coil  cienü^ 
orden  y  gracia;  y  al  marchar  el  acompañamiento 
púsose  al  homtnro  el  tronco ,  subié  i  la  carroza,'  y 
como  estatua  de  ú  mismo,  adornada  con  el -mas  vis* 
toso  de  los  trofeos,  asi  atravieso  la  ciudad*  Seguia  el 
qército  con  todentés  armas  >  entonando  odasc  him« 
Bos  triunfales  en -loor  del  Dios  y  del  GeneraW-De  ts^ 
ta  maúera  continuó  la  pompa ,  y  llegada  al  templo 
de  Júpiter  Feretrlo,  suoió  a  él,  é  hií:o  la  cpnsagra- 
cion,  siendo  el  terciero  y  último  hasta  nuestra  edad: 
porque  el  primero  que  trajo  iguales  despojos  fue  Ró^ 
mulo  de  Acron ,  Rey  de  los  Ceninetes;  el  segundo 
Cornelio  Coso  de  Tolumnio  ,Etrusco ;  y  después  de  es- 
tos Marcelo  de  Viridómard ,  Rey  de  los  Galos ,  y  des- 
pués de  Marcelo  nadie.  D^se  al  Dios  á  quien  se  hizb 


y  Google    . 


ÚAKCBLOU  939 

1»  ofrendar ¿lIiKMiibre  de JápherJB'eQetrib)  fegon  unoi 
por  el.l»cbaanísmo  deihaséfsele  Ikorado  ei  trafeo^ 
como  dértTsído  :de  la  leogiia  gvlega'  muj:  «terciada 
€Qtonoes  coi^  la  latina ;  segpin  t)teos  esta  «s^denomiM 
flacion  propi^  de  Júbiiier  Fokmiante  v  porqiíe  :fli  ^g^ 
rk  ó  UHar  ixsi^íitmo^ikK:^^^ 
aálmeñte'jlioenr^qae  sc)  t^mdicl  arombre  del  sottmo 
golpe  ó  acto  ¿eiberlr  eni  la  guerra  ^  porque  eo  las  bo^ 
tallas  oiiaiidor'persigiien:á:ík9L;cnemigor^  re pi tiende 
h::paÍab»qiñf^^.se.ezckan.niioa.á/0€ros^<^Al  botla 
0(»iuiaiiicme^le>HaiiiaffidBi¿pojos)!péro  á  Jds  «dé  eim 

claüe  'kd  dioea  ^on  espédal  .d¿]ioiiHnacioni:4^^'^^  y 
se  refiere  qiie:ea  tos.coineiltark>s.i%  iNomarPoQripiiió 
ee  hace  ínencfeqi^  de  .¿pimósí  fprimerqs»  segiibdiCKs  'y 
iefceroa^ünaDdaadoquefldS'inñaBaros  qiieise  moit^ 
•baaí  seioomafrsbeQ'á  JáÁitcr  Jebctrio)  los^sb¿oitd¿s 
á.JM[ahe)^  icRS; terceros  i:  Qui9ilió^  y  que-^por^pret 
idd  sralbc  xecibíafl  el  primeib^  tre9dentDs/ases;Jdtl&«- 
<5entosaelse^ndby  deafo  ei^tercero;  aeeir¿a  "de*  l|s 
<aiaies  oobasrpreyaieceademfilS'ia  (y^iníon  <fe  queiSR^* 
treaqüeUos'solotson  honoríficos  los.qae  se  iamxs^i^ 

Írimeros^nibacaitacanipai,  dando  muerte  el  uñGe»* 
eral  al'otto; 'mas  baste  y9í  de  este  pu^tol  rLos  JSio*> 
enanos  tuvieiciMí' en  tanto  esta  victorta  yxl  modoxoa 
^ue  se  t9rmiñ<i'esta  guerm ,  ^que  .de  los-  rescatéis  'fetif 
Maffon jen  ofrenda- á  Apdo  Pitio  una  salvUia^de^oro^ 
^  de  los  despojos^  ademas  de  pwtir  largamente  con 
¿is  ^adades  ;<son&deradas  >  /regalaron  asimismo  xwi^ 
siderable  porción  á  Hieron,  tirano  de  Siracusá,  q«e 
'•ra?  uuiibiín  asiiigd  y  aliado. 

>CiAiuli>  Aníbal  invadió  la  Italia  habiá  sido  Mar^ 
celo  envjado  ái Sicilia  con  una  armada*  SuoedkS  lue«*' 
go  la  calanaidad  de  Canas^  muriendo  mudbos  mitla*- 
ces  de  Romanos^  en  aquella  batalla  >  7  retiirándose  á 

I    4opÍA»  Hgnlfica  llevar,  7  probablemente  se  tomó  de 
%qui  el /rrrf  de  4m  laiíaos*         ...  « 


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C^nisio  a^QeHi»  pobos  que  habían  podido^  'sabrátse; 
Cerno  se  temiese  qne  Aníbal  acudiría:  al  panto,  i  to- 
iiiar  á  Roma  cpn  la  facilidad  conquebabiadi^becho 
lo  mas  tobistadesuirtropasy  Marcelo;  fiíexl  príoie- 
SQ.qóe  desde  las  naras. envía  í  Roma,  para  su  guar- 
nición mil  y  setecientos  homibres.  Comiinióosde  loer 
goiuna  oxiden  del  Senado ,  y  pasando,  en  su  i  vmnd  á 
Canisío^  jTCogió  los  que  allí  se  habían  refugiado,  y 
te'saoó  fuera  de.nairoa'^  para.QO  deÍ9r'á.:di6creciaa 
et'pflis.  De  los  Romanos  iosiyarones  .propioa  para  el 
mando.)  y  de  opinión  en  las  cosas  de>la  gaecra,.los 
mas  habían  muerto «ea  las  acciones;  y  en^Fabtó  Mar 
admoy  que  era  elquegosabademajoc  autoridad  por 
fo  justificación  y  su.prudeoíciay  culpaban^lei  deteai-^ 
miento  m  Jas  detesounficicines ,  para*  ¿o  arrj^esgasse  á 
jdes^ajabresy  notándofe  de  inacnvo  é  ícnesolntOi  Jnz- 
^tüdo  |mes  que  si-  bien  estt.  era  cual  les  ¿(mv^enia  para 
xmisuitar..á  su  ségofidad,  todavía  no'era^él  General 
que.  también  necesitaban,  para  ofendier  Asb  brez  ,  .val- 
vieron  los  o)OS  á  Martelo;  y  contrapcxnieBdocy  como 
mezclando  su  osadía  y  arrojo  con  la  i  moderación  y 
^revifiioD  de  aquel  ^  \css  fueron.nombrafrdoy  ora  Con- 
«ules  á  ambos,  y  ora  Cónsul  al  una  y.  £rócónsul  al 
otrob  Refiere  Posidonio  á  este  proposito,  queiá  Fahío 
Je -llamaban  escudb,  y  á. Marcelo  espada  ;•  y  el  mis- 
mo Ahibál  eolia  decir  que  á  Fabio:  le  temía  xomo  á 
ayo  i  y  á  Marcelo  como  á  antagonista ;  porque  de  aquel 
era  contonido  para  que  no  hiciese  daño,  y,  de  este  lo 
recibía.  .  . 

En  primer  lugar  como  en  el  ejército  por'ias  mio- 
mas, victorias  dé  Aoibal  se  hubiese  inttoducido  mu- 
cha, iñsubordinaoion  é  indisciplina,  á  los  soldados  se-» 
parados  de  los  reales qm  corrían  el  pais. los  destro- 
c^d>a,  debilitando  por  este  medio  sus.  fuerzas.  Des-r 
üues  yendo  en  auxilio  de  Ñapóles  y  de  Ñola ,  á  los 
NíJpolit^os, los  fíenlo  y  confirmó,  porque  de  suyo 
eran  amigos  seguros  de  Koma  \  y  entraiido  en  Mola 


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kftjetiCDDtT<$  ea  SQtücion,  porque  elSentfdo  ncTpodia 
reducir  oi  gobernar  ál  |Áeblo  que  ambalizaba  ó  se- 
mostraba  del  partido;  dt.AttiiaI;y  e&jqoeubabia  en 
amella,  ciudad  un  hombre  de  ios  principaies  en^  lina-* 
gt.9  7 muy, ilustre  por  so  valor,  Ilamaw  Sandio,  el 
Gotá  en  Ornas  hábia  peleado  con  extraordinario  va« 
lofiy  habiendo  dado  muerte  á- muchos  Caxta%iat'* 
w&iZ  Ja.postrd  se;le  habta  escoatrado  entte  los  ca*- 
dáveres  traq>a$ado  su. cuerpo  de;  muchos  dardos;  de 
lo.qne  admirado  Anibal,  no  solo  le  dejo  ir  Ubre  sin 
xesMte 9  sino  qa& .  le  dio  dádivas,  y  .le  hizo  su  atni- 
go  y  Jftuesped.  Gonespoqdiendo  .pues  Baodio  agra- 
decido á  este  íkvor ,  era  uno  de  ios,  (^e  anibah'zaban 
coa  mas  ardor;  y  como  tenia,.  inñu)o*  incitaba  al 

Sueblo  á  la  deserción.  No  tenia  Marcelo  por  justo.* 
eshaoerse  de  un  hombre  á  quien  la  fortuna  había 
disiíngaido  tanto ,  y  que  habia  tenido  parte  con  los 
Romanos  en  sus  mas  memorables  batallas ;  y  como 
ademas  fuese  p^  su  carácter  dulce  y  humano  en  el 
tr^Of  é  inclinado  á  excitar  en  los*  hombres  sentí-* 
mientes  de  honor,  habiéndole  en  unía  ogasion  salu- 
dado Bandio ,  le  preguntó  quién  era ;  no  porque  no 
le  conociese  mucho  tiempo  habia,  sino  para  buscar 
algún  principio  y  motivo  de  entrar  en  conversación. 
Guando  le.  respondió  soy  Lucio  BandiO  >  mostrando 
alegrarse  y  maravillarse:  ¿cómo,  le  respondió,  tu 
eres  aquel  Bandio  de. quien  tanto  se  ha  hablado  en 
Roma,  con  motivo  de  la  batalla  de  Canas,  dicién- 
dose haber  sido  ^ul^  único  que  no  abandonó  al  Cón- 
sn}  Paulo  Emilio,  sino  que  aun  esperaste  y  recibiste 
en  tu  propio  cuerpo  los  dardos  que  contra  aquel  se 
lanzaban  ?  Contestándolo  Bandio ,  y  mostriindo  ade- 
mas algunas  de  sus  heridas;  pues  teniendo,  continuó 
Marcelo,  tales  señas  de  amistad  hacia  nosotros ,  ¿  por 
qué  no  te  has  presentado  al  instante 2  ¿ó  crees  que 
no  sabemos  recompensar  la  virtud  de  vtnps  amigos  que 
vemos  acatados  de  nuestros  contrarios?  Ademas  de 


TOMO   II. 


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242  UXKCKLOr 

halagarle  y  atniorle  de  esta  omoera,  le  regaló  ita  c» 
hallo  hecho  á  la  guerra  9  y  ^isientas  dracmas. 

Desde  eotoaces  Bandio  nie  para  Marcelo  el  com- 
pañero y  auxilur  de  mayor  confianza  ^  y  el  mas  te* 
mible  denunciador  y  acusador  de  los  qae  eran  de 
contrario  partido;  que  habia  muchos ^  y  tenian  oie^ 
ditadoy  cuando  los  Romanos  saliesen  contra  loseue-* 
migos  9  robarles  el  bagage.  Por  tanto  Marcelo ,  for-- 
mando  sus^tropas  dentro  de  la  cindad^  coloca  .jontO' 
á  las  puertas  todo  el  carruage  y  é  intimó  á  los  Nola^ 
nos  que  no  se  aproximasen  á  las  rntarailas :  notábanse 
estas  desiertas  de  defensores ,  y 'esto  indujo  á  Aníbal 
á  marchar  con  poco  orden  9  paitciéndole  que  k»  de 
la  ciudad  estaban  tumultuadosw  Entonces  Marcdo,» 
dando  orden  de  abrir  la  puerta  que  tenia  próxima^ 
hizo  una  salida,  llevando  í  sos  órdoies  lo  mas  bri-' 
liante  de  la  caballería ,  y  did  ds  firentesobre  los  ene*; 
micos :  á  poco  salieron  por  otra  puerta  los  deinfan-^ 
tena  con  larnto  y^  algazara ;  y  después  de  estos,* 
mientras  Anibaíl  dividia  sus  fuerzas ,  se  abrió  la  ter- 
cera puerta  9  y  por  día  salieron  los  restantes,  y  poi^ 
todas  partes  -hostigaron  á  unos  hombres  sobrecogidos 
con  lo  inesperado  del  caso ,  y  que  se  defendian  mal 
de  los  que  ya  teniünentre  manos,  por  los  que  lahi- 
mámente  habian  sobrevenido.  Y  ésta  fue  la  primeral 
ocasión  en  que  las  tropas  de  Anibal  cedieron  á  los 
Romanos ,  acosadas  de  estos  con  gran  mortandad  y 
muchas  heridas  ha^asu  catñpamento:  pues  se  dice 

3ue  perecieron  sobre  cinco  mil^  no  habiendo  muerto 
e  ios  Romanos  mas  de  quinientos*  Livio  no  confir- 
ma el  que  hubiese  sido  tan  graiide  la  derrota  ni  tkn-i 
ta  la  mortandad  de  los  enemigos;  pero  sí  conviene  en 
que  de  resultas  de  esta  acción  adquirió  Marcelo  gran 
renombre ,  y  á  los  Romanos  se  les  infundió  mucho 
aliento,  como  que  no  peleaban  contra  un  enemigo 
invicto  ó  irresistible ,  sino  contra  uno  que  ya ,  de- 
cían ,  estaba  sujeto  á  descalabros. 


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IfARCELO.  S43 

Por  está  causa  ^  habiendo  maerto  uáo  de  los  Cón- 
sules, llamo  el  pueblo  para  que  le  sucediese  á  Mar- 
éelo que  se  hallaba  ausente ,  dilatando  la  elección  con- 
tJüa  la  voluntad  de  ios  demás  magistrados  hasta  que 
i;egFesd  del  ejército.  Fue  pues  nombrado  GSnsul  por 
todos  los  votos ;  pero  ál  celebrarse  los  comicios  hubo 
truenos ,  y  los  sacerdotes  no  tuvieron  por  faustos  los 
ftgüeros  I  sino  que  no  se  atrevieron  á  disolver  la  junta 
por  temor  del  pueblo  y  ui^  él  mismo  hizo  dimisión 
de  su  dignidad.  Con  todo  no  por  esto  rehusó  el  man- 
do del  ejército,  sino  que  con  el  nombramiento  de 
Procónsul  volvió  otra  vez  al  campamento  de  Ñola, 
donde  causó  graves  daños  á  los  que  hablan  tomado 
el  partido  del  Cartaginés.  Sobrevino  este  repentina-» 
mente  contra  él,  y  como  le  provócase  á  batalla  cam-* 
pal,  no  tuvo  entonces  por  conveniente  el  empeñarla, 
con  lo  que  aquel  destinó  á  merodear  la  mayor  parte 
de  su  ejército ;  y  cuando  menos  pensaba  en  batalla, 
se  la  presentó  Marcelo^  que  habia  dado  á  su  infan-* 
tería  lanzas  largas,  como  las  que  usaban  en  los  com- 
bates navales,  y:  la' habia  enseñado  á  herir  de  lejos  á 
los  Cartagineses,  que  no  eran  tiradores,  y  solo  usa- 
ban de  dardos  qortos  con  los  que  herian  á  la  mano* 
Ahí  en  aquella  ocasión  volvieron  la  espalda  á  los  Ro- 
manos cuantos  concurrieron,  y  se  entregaron  á  una 
no  disimulada  fuga  con  pérdida  de  uqos  cinco  mil 
hombres  muertos ,  y  kíuatro  elefantes  muertos  asimis- 
mo, y  otros  dos  que  se  cogieron  vivos.  Pero  lo  mas 
singular  de  todo  fue  que  al  tercer  <li«  después  de  la 
batalla  se  le  pasaron  de  los  Iberos  y  Numidas  de  i 
caballo  mas  de  trescientos ,  cosa  nunca  antes  suce-^' 
dída  á  Anibal',  que  con  tener  un  ejército  compuesto 
de  varias  y  diversas  gentes ,  por  mucho  tiempo  lo 
faabia  conservado  en  una  misma  voluntad ;  y  estos 
después  periharnederon  siempre  fieles  á  Marcelo  y  á 
los  generales  que  le  sucedieron. 

Nombrado  Marcelo  Cónsul  por  tercera  vez,  se 

Q2 


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244  líARCBLO. 

embarca  para  la  Sicilia ,  á  causa  de  qne  los  próspe- 
ros  sucesos  de  Aníbal  líabian  vuelto  á  despertar  en 
los  Cartagineses  el  deseo  de  recobrar  aquella  isla,*  con 
la  oportunidad  tambkn  de  andar  alborotados  los  de 
Siracusa  después  de  la  muerte  de  Gerónimo  su  tiram^ 
y  por  los  mismos  motivos  haUan  también  los  Roaíia— 
oos  enviado  antes  algunas  fuerzas  al  mando  de  Apia 
Al  entregarse  de  ellas  Marcelo  ,  se  le  presentaron  mu-i 
chos  Romanos ,  que  se  hallaban  en  la  aflicción  siguieo-' 
te:  de  los  que  en  Canas  pelearon  contra  Anibal  unos 
huyeron,  y  otros  fueron  cautivados, <en  tal  número, 
que  pareció  no  haber  quedado  á  los  Romanos  quien 
pudiera  defender  las  murallas;  y  con  todo  conservad- 
ron  tal  entereza  y  magnanimidad ,  que  restituyendo^ 
les  Anibal  los  cautivos  por  muy  corto  rescate,  no 
los  quisieron  recilúr,  sino  que  anteis  ios  desecharon, 
no  naciendo  caso  de  que  a  unos  les  dieran  muerte, 
y  á  otros  los  vendieran  fuera  de  la  Italia;  y  á  los  que 
volvieron  de  su  fuga ,  que  fueron  muchos ,  los  hicie- 
ron marchar  á  la  Sicilia ,  bajo  la  condición  de  no  vol- 
ver á  Italia  mientras  se  peieaae  contra  Aníbal.  Estos 
pues  se  presentaron  en  gran  tnúmero  á  Marcelo ,  y 
echándoífe  por  tierra ,  le  pedian  con  gritería  y  lágri- 
mas que  los  admitiese  en  el  ejército ,  prometiéndole 
que  harian  ver  con  obras  haber  sufrido  aquella  der- 
rota ,  mas  por  desgracia  que  no  por  cobardía.  Com- 
padecido Marcelo  escribió  al  Senado ,  pidiéndole  el 
permiso  para  completar  con  ellos  las  bajas  del  ejérci- 
to. Disputóse  sobre  ello  en  el  Senado,  y  su  dictamen 
fue  que  los  Romanos  para  las  cosas  de  la  república 
ninguna  necesidad  tenían  de  hombres, cobardes;  con 
todo ,  que  si  Marcelo  quería  servirse  de  ellos  >  á  nin-^ 
guno  se  hablan  de  dar  las  coronas  y  premios  que  los 
generales  conceden  al  valor.  Bsta  resolución  fue  muy 
sensible  á  Marcelo ;  y  cuando  ^lespues  de  la  guerra 
de  Sicilia  volvió  á  Roma ,  se  qiiejó  al  Senado  de 
que  en  recompensa  de  sus  grandes  ^ecvicios  no  le  hu- 


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KARCBLO*  345 

biese  Mrmltido  mejorar  la  mala  suerte  de  tantos 
ciudadanos. 

En  Sicilia  lo  primero  que  entonces  le  ocurrió  fue' 
haber  sido  calumniado  por  Hipócrates ,  gobernador 
de  los  Siracusanos ,  que  á  fin  de  congraciarse  con  los 
Cartagineses  y  y  también  para  negociar  en  su  favor  la 
tiranía  de  aquel  pueblo »  habia  hecho  perecer  á  mu- 
chos Romanos  cerca  de  Leoncio.  Tomó  pues  Mar- 
celo esta  ciudad  á  viva  fuerza;  y  lo  que  es  á  loa 
Leontinos  en  nada  los  ofendió;  pero  á  todos  los  pa- 
sados que  pudo  haber  á  la  mano  los  hizo  azotar  y 
quitarles-  la  vida.  En  consecuencia  de  esto  la  primera 
noticia  que  Hipócrates  hizo  llegar  á  Siracusa  fue  que 
Marcelo  hacia  degollar  sin  compasión  á  todos  los 
Leontinos ,  y  cuando  por  esta  causa  estaban  en  la  ma- 
yor agitación ,  vino  sobre  la  ciudad  y  se  apoderó  de 
ella.  Marcelo  con  esta  ocasión  se  puso  en  marcha  coa 
todo  su  ejercito,  con  dirección  á  Siracusa;  y  sen- 
tando alli  cerca  sus  reales ,  envió  mensageros  que  pu- 
sieran en  claro  lo  ocurrido  con  los  Leontinos ;  mas  no 
habiendo  adelantado  nada,  ni  logrado  desengañar  á 
los  Siracusanos,  porque  el  partido  de  Hipócrates  era 
el  que  dominaba,  acometió  á  la  ciudad  por  tierra  y 
|>or  mará  un  tiempo,  mandando  Apio  el  ejército  y 
mandando  él  mismo  por  si  sesenta  galeras  de  cin- 
co órdenes,  llenas  de  toda  especie  de  armas,  manuales 
y  arrojadizas.  Habia  formado  un  gran  puente  sobre 
ocho  barcas  ligadas  unas  con  otras ;  y  llevando  sobre 
él  una  máquina,  se  dirigía  contra  los  muros,  muy 
confiado  en  la  muchedumbre  y  excelencia  de  tales 
preparativos  ^  en  la  gloria  que  tenia  adquirida ;  de 
todo  lo  cual  hs^cian  muy  poca  cuenta  Arquimedes  y 
sus  inventos.  No  se  habia  dedicado  á  ellos  Arquime- 
des exprofeso ,  smo  que  le  entretenían ,  y  eran  como 
juegos  de  la  geometría,  á  que  era  dado.  En  el  princi- 
pio fue  el  tirano  Hieron  quien  estimuló  hacia  ellos 
su  ambición ,  persuadiéndole  que  convirtiese  alguna 


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ll¡ 


246  MARCfitO. 

parte  de  aquella  ciencia,  de  las  cósar  intelectuales^ 
á  las  sensibles ,  y  que  aplicando  sus  conocimientos  á 
los  usos  de  la  vida  ^  hiciese  que  le  entrasen  por  los 
ojos  á  la  muchedumbre.  Fueron ,  es  cierto  Eüdoxo 
y  Arquitas  los  que  empezaron  á  poner  en  movimien- 
to el  arte  tan  apreciado  y  tan  aplaudido  de  la  ma- 
quinaria, exornando  con  cierta  elegancia  la  geoibe- 
tría,  y  confirmando  por  medio  de  ejemplos  senáWeiS 
y  mecánicos  ciertos  problemas  que  no  admitían  tk 
demostración  lógica  y  conveniente:  como  por  ejem- 
plo ,  el  problema  no  sujeto  á  demostísádotí  de  las  dc^ 
Jneas  medias ,  principio  y  elementó  riecesario  para 
gran  número  de  figuras ,  que  llevaron  uno  y  otro  á 
una  material  inspección  por  medio  de  líneas  Interme- 
dias colocadas  entre  liileas  Curvas  y  segmentos.  Mas 
después  que  Platón  se  indispuso  é  indignó  contra 
ellos,  porque  degradaban  y  echaban  á  perder  lo  mas 
excelente  de  la  geometría-con  trasladarla  de  l6  incor- 
póreo 6  intelectual  á  ló  sensible ,  y  emplearla  en  los 
cuerpos  que  son  objeto  de  oficios  toscos  y  ministeria- 
les ,  decayó  la  Mecánica  separada  de  la  Gfeómetría  y 
desdeñada  dé  los  filósofos ,  viniendo  i  ^r  por  lo  tan- 
to una  de  las  artes  militares.  Arqnimedés  pues,  pa- 
ciente y  amigo  de  Hieíon,  le  escribió  ^ue  Con  üné 
potencia  dada  se  puede  mover  un  pesó  igualmente 
dado;  y  jugando,  como  suele  decirse ,  con  la  fuei'zá 
de  la  demostraron ,  le  aseguró  que  si  le  dieran  otra 
tierra ,  movería  esta ,  y  k  arrojaría  sobré  aquella.  Ma- 
ravillado Híeron,  y  pidiéndole  que  vérífitiara  coA 
obras  este  problema , é hiciese osténsiblécóiAó se  mo- 
vía alguna  gran  mole  con  una  pot^néia  pequeña ,  com- 
pró para  ello  utí  gran  trasporte  del  |arscnál  del  Rey, 
que  fue  sacado  á  tierra  con  mucho' frábafó  y  á  fuer- 
za de  un  gran  numero  de  brazos ;  ¿árgóle  de  gentei 
y  del  peso  que  solia  echársele ,  y  sentado  lejos  dé  él 
sin  esfuerzo  alguno  y  qon  solo  mover  con  h  mano  el 
cabo  de  un  ingenio  de  gran  ¡fuerza  atractiva ,  lo  Ile- 


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IfARCELO»  247 

^asj  déredio  7  sin  detención ,  como  si  cómese  por 
«el  hiar.  Pasmóse  el  Rey,  y  convencido  del  poder 
4elarte,  encargó  á  Arqaimedes  qae  le  construyese 
4oda  especie  dé  máquinas  de  sitio,  bien  fuese  part 
•defenderse  ó  bien  para  atacar;  de  las  cuales  él  no 
•hizo  uso  9  habiendo  pasado  la  mayor  parte  de  su  ví- 
ala exento  de  guerra  y  en  la  mayor  comodidad;  pero 
entonces  tuvieron  los  Siracusanos  prontos  para  aquel 
metiester  las  máijuinas  y  al  artífice. 

Al  acometer  pues  los  Romanos  por  dos  partes  fue 

Eande  el  sobresalto  de  los  Siracusanos  y  su  inmovi«- 
l^d  á  czausa  del  miedo ,  creyendo  que  nada  habia 
^e  oponer  á  tal  ímpetu  y  á  tantas  fuerzas;  pero  po- 
joiendo  en  juego  Arquímedes  sus  máquinas,  ocurrió 
•á  un  mismo  tiempo  al  ejército  y  la  armada  de  aqu&- 
41oSk  Ab  ejército,  con  armas  arrojadizas  de  todo  gé- 
«úsro,  y  con  piedras  de  una  mole  inmensa,  despe*^ 
didas  con  increíble  violencia  y  celeridad ;  hs  cuales, 
•00  habiendo  nada  que  resistiese  á  su  peso ,  obligaban 
á  muchos  á  la  fuga,  y  rompían ^la  formación.  En 
•cuanto  á  las  naves ,.  á  unas  las  asían  por  medio  de 
grandes  maderos  con  punta ,  que  repentinamente  aptf- 
drecieiian  en  el^iresaiiendo  desde  ia  muralla,  y  al- 
•dándolas  en  alto  con  unos  contrapesos,  las  hacían 
-luego  "sumirse  en  el  mar ,  y  á  otras  levantándolas  rec- 
itas por  :1a  proa  con  garfios  de  hierro  semejantes  al  p^ 
co  de  las  gmltas,  las  hacían  caer  en  el  agua  por  la. 
^opa ;  6  atrayéndolas  y  arrastrándolas:  con  máquinas 
que  calaban  adentro ,  las  estrellaban  en  las  rocas  y  ei^- 
collos  que  abundaban  bajo  la  muralla ,  con  gran  rui- 
iia  de  la  tripulación.  A  veces  hubo  nave  que  suspen^ 
dida  en  alto  dentro  del  mismo. mar,  y  arrojada  en 
él,  y  vuelta  á^Ievaniúr,  fue  un  espectaculoterrible, 
•hasta  que  estrdlados^  ó^.espelidos  los  marineros ,  vino 
á  caer  vacía  sobre  los  muros,  ose  deslizó  por  soltar- 
le el  garfio  que  la rasia^Llaniábáse/sambúca  lainá(jui- 
na  que  Marcelo  traía  sobre  el  puente ,  por  la  semejan^ 


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248  MAUCtLO. 

za  de  sil  forma  con  aquel  instrumento  nx6sico;  tXM 
coando  todavía  estaba  bien  lejos  de  la  muralla  se  lan- 
zó contra  ella  una  piedra  de  peso  de  diez  talen- 
tos',  y  luego  segnnda  y  tercera  >  de  las  cuales  algn* 
ñas ,  cayendo  sobre  la  misma  máquina  con  gran  es- 
truendo y  conmoción,  destruyeron  el  piso^  rompk- 
•ron  su  enlace,  y  ia  desquiciaron  del  puente;  con  lo 
que  confundido  y  dudoso  Márcelo  se  retiró  á  toda 
prisa  con  las  "naves ,  y  dio  orden  para  que  también 
se  retirasen  las  tropas.  Tuvieron  consejo,  y  les  pa- 
reció probar  si  podrian  aproximarse  á  los  muros  por 
la  noche ,  poraue  siendo  de  gran  fuerza  las  miquis 
ñas  de  que  usaoa  Arquimedes ,  no  jpodian  menos  de 
hacer  largos  sus  tiros,  y  puestos  ellos  alli  serian  del 
todo  vanos,  por  no  tener  la  proyección  bastante  es- 
pacio. Mas  á  k>  que  parece ,  aquel  se  habia  preveni- 
do de  antemano  con  instrumentos  que  tenían  mivi-^ 
mientos  proporcionados  á  toda  distancia,  con  dar-- 
dos  cortos,  y  no  largas  lanzas,  teniendo  ademas  pron- 
tos escorpiones,  que  por  muchas  y  espesas  trone- 
ras pudiesen  herir  de  cerca  sin  ser  vistos  de  los  ene- 
migos. 

Acercáronse  pues  pensando  no  ser  vistos;  pero 
al  punto  dieron  otra  vez  con  los  dardos ,  y  eran  he*- 
ricfes  con  piedras  que  les  caian  sobre  la  cabeza  per- 
pendicuiarmente;  y  como  del  muro  también  tirasen 
.  por  todas  partes  contra  ellos,  hubieron  de  retroce- 
oer;  y  aun  cuando  estaban  á  distancia  llovían  los 
dardos  y  los  alcanzaban  en  la  retirada ,  causándoles 
gran  pérdida,  y  un  continuo  choque  en  las  naves 
unas  con  otras,  sin  que  en  nada  pudiesen  ofender  á 
los  enemigos,  porque  Arqúiinedesi  había  puesto  Ic 
,niayor  paite  desús  máquina$  al.  abrigo  de.  la  muralla* 
^Parecía  por  tanto  que  ios  Homanos;  repetían  Ja  guer- 

c  ^  I    Cada  talento  venia  á  pesar  sesenta  jr  dps  Ubras  y  me- 
dia castellanas.    ..  *  ^   .     -.■ 


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m  á  los  Di09es.,  segna  repentinamente  hablan  ^nido 
sobre  ellos  millares  de  plagas. 

Marcelo  pudo  retirarse ,  y  motejando  i  los  Sira- 
acusados  de  menestrales  y  maquinistas :  tt  No  penséis^ 
f>  \t&  décia  ^  que  hemos  de  abandonar  el  hacer  la  guer- 
9»  ra  á  ese  Briareo ,  que  entre  el  vino  y  la  burla  ha  ar* 
^  rojado  al  mar  nuestras  naves,  7  todavía  se  aventaja 
^á  los  fabulosos  centimanos,  lanzando  contra  noso« 
»>.  tros  tal  copia  de  dardos.**  Y  en  realidad  todos  los 
Siracosanos  .venían  á  ser  como  el  cuerpo  de  las  má«» 
quinas  de  Arquimedes,  y  una  sola  alma  la  que  todo 
lo  agitaba  y  ponía  en  movimiento:  no  empleándose 
para  nada  las  demás  armas ,  y  haciendo  la  ciudad  uso 
de  solos  aquellos  para  ofender  y  defenderse.  Piñal- 
mente ,  echando  de  yet  Marcelo  que  los  Romanos  ha-^- 
bian  cobrado  tal  horror,  que  lo  mismo  era  ponerse 
mano  sobre  la  muralla  en  una  cuerda  ó. en  un  made- 
ro empezaban  á  gritar  qne  Arquimedes  ponia  en  )ue* 
go'una  máquina  contra  ellos  ,  y  volviiui  en  fuga  lá 
espalda,  tuvo  que  cesar  en  toda  invasión  y  ataque, 
remitiendo  á  solo  el  tiempo. el  término  feliz  del  ase- 
dio. En  cuanto  á  Arquimedes  fue  tanto  su  juicio, 
.tan  grandeisu  ingenio,  y, tal  su  riqueza  en  teoremas, 

Íne  sobre  aquellos  objetos  que  le  habían  dado  el  nom- 
re  y  gloria  de  una  inteligencia  sobrebuiáana ,  no 
j)ennit¡6  dejar  nada  escrito;. y  es  que  tenia  por  ín- 
.noble  y  ministerial  toda  ocupación  en  lá  mecánica, 
y  todo  arte  aplicado  á  nuestros  usos^^;  poniendo  úni- 
camente su  deseo  dé  sobresalir  en  aquellas  cosas  que 
llevan  consigo  lo. bello  y  excelente,  sin  mezcla  de 
nada  servil,  diversas  y  separadas  de  las  demás;  pero 
que  hacen  que  se  entable  contienda  entre  la  demos- 
tración y  la  materia;  de  parte  de  la  um  por  lo  gran- 
de y  lo  bello ,  y  de  jparíe  de  la  otra  por  la  exacti- 
tud y  por  el  maravilloso  poder ;  pues  en  toda  la  geo- 
metría no  sé  encontrarán:  ííuestiones  mas  difíciles  y 
jcnredosas.,  cxplicadas^  con  .elementos  mas  sencillos  ni 


Digitized  by  VjÓOQIC 


a50  MA&OEUI. 

mas  oomproislbles ;  lo  cual  unos  creen  que  éshé  atñ^ 
huirse  á  la  sublimidad  de  su  ingenio,  y  otros  á  un 
excesivo  trabajo ,  siendp  asi  que  cada  cosa  parec&des- 
pues  de  hecha  que  no  debió  costar  trabajo  ni  dificul- 
tad. Porque  si  se  tratara  de  inventarlas ,  no  seria  dado 
á  cualquiera  acertar  por  si  solo  con  la  demostración; 

}r  en  i^nrendiéndolas^  al  punto  nace  en  cada  uno 
a  opinión  de  que  las  babria  hallado:  ¡tanta  es  lo 
que  facilitan  y  abrevian  él  camino  para  la^demostra- 
cion !  Asi  no  hay  como  no  dar  cr&iitp  á  lo  que  se 
refiere  y  de  que  milagado  y  entretenido  de  continuo 
por  una  sirena  doméstica  y  £aimiliar  se  olvidaba  del 
alimento ,  y  no  cuidaba  de  sn  persona ;  y  que  lleva- 
do por  fuerza  í  ungirse  y  bañarse,  formaba  ¿guras 
geométricas  eo  el  misma  hogar.,  y  después  de  liñu- 
do tiraba  líneas  con  el  dedo,  estando  verdaderamen* 
te  ibera  de  sí ,  y  como  poseído  de  las  musas,  por  el 
sumo  placer  que  en  estas  ocupaciones  hallaba.  Ha- 
biendo pues  sido  autor  de  muchos  y  muy  excelen- 
tes inventos ,  dlcese  haber  enuargado  á  sus'  amigos  y 
parientes  que  después  de  su  muerte  colocasen  sobre 
su  sepulcro. un  rcUindro  con  una  esfera  circuAscrita 
en  él ,  poniendo  por  inscripción,  la  razón  del  exceso 
que  hubiese  entre  el  sólido  continente  y  el  contenido. 
Siendo 'pues  Arquímedes  tal  cual  nemos  manifes- 
tado ,  se  conservó  invencible  á  sí-  mismo ,  6  hizo  in- 
vencible á  la  dudad  e^i  cuadto:  estuvo  de  su  parte. 
Marcelo  durante  el  sitio  tomó  áMegaras,  una  de  las 
ciudades  mas  antiguas  de  los  Sicilianos,  y  se  apode- 
ró cerca  de  Acribas  del  campamento  de  Hipócrates, 
con  muerte-de  mas  de  ocho  mil  hombres,-  sorpren- 
diéndolos en  el  acto  de  poner  el  valladar*  Corrió 
ademas  la  mayor  parte  de  la  Sicilia,  separando  las 
ciudades:  del  partido  de  los  Cartagineses ,  y  venció 
en  batalla  á  todos  cuantos  se  atrevieron  á  hacerle 
frente.  Sucedió:en  el  progresó:del  sitio  haber  hecho 
cautivo  á  un  Esparciata  Ibamado  Damasipo ,  que  sa^* 


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MARCELO.  351 

116  por  inár  deSurácDsa;  y  como' tos  Siracasanos  de* 
seasen  recobrarle  por  rescate,  y  con  este  motivo  sé 
hubiesen  tenido  diferentes  conferencias ,  poso  en  muí 
de  estas  ocasiones  la  vista  en  una  torre  "que.  estaba 
mal  consen^da  y  defendida,  en  la  que  podría  intro« 
ducir  soldados  ocultamente ,  siendo  ademas  el  muro 
de  fádl  subida  por  aquella  parte.  Habíase  becho  cargo 
con  exactitud  de  la  altura  de  este  en  sus  frecuentes  idas 
y  venidas  á  conferenciar  por  la  parte  de  la  torre,  y 
tenia  ya  prevenidas  las  escalas ;  viendo  pues  que  los 
Siracusanos  con  motivo  de  celebrar  una  nesta  de  Dia* 
na  estaban  entregados  al  vino  y  á  la  diversión ,  no 
solamente  tomó  la  tprre  3in  ser  sentido ,  sino  que  an-i' 
tes  d¿  hacerse  de  dia  había  coronado  de  gente  armada 
toda  la  muralla,  y  Quebrantando  el  hexapilo'.  Cuan* 
do  los  Siracusanos  llegaron  i  entenderlo ,  todo  fue 
confusión  y  desorden ;  y  como  Marcelo  mandase  ha^ 
cer  señal  con  todas  las  trompetas  á  un  tiempo ,  die-^ 
ron  á  huir  sobrecogidos  de  miedo ,  creyendo  que  nah- 
da  les  quedaba  por  tomar  á  los  enemigos,  j^altaba 
sinembargo  la  parte  mas  bella ,  de  mas  resistencia  y 
extensión,  que  se  llama  la  Acradina,  porque  su  mu**» 
ralla  separa  la  ciudad  de  afuera;  de  la  'cuai  á  una 
parte  dan. el  nombre  de  ciudad  nueva,  y  á  otra  el 
de  Tuca. 

Tomadas  también  estas ,  al  mismo  amanecer  mar¿ 
chd  Marcelo  por  el  hexapilo ,  dándole  el  parabién 
todos  tos  caudillos  que  estaban  á  sus  órdenes ;  mas 
de  él  mismo  se  dice  que  al  ver  y  registrar  desde  lo 
alto  la  grandeza  y  hermosura  de  semejante  ciudad^ 
derramo  muchas  lágrimas^  compadeciéndose  de  16 
que  Iba  á  suceder:  por  ofrecerse  á  su  imaginación 
¡qué  cambio  ib^  á  tener  de  alli  á  poco  en  su  forma 
y  aspecto  saqueada  por  el  ejército!  porque  ninguno 

•     I    Sitio  eminente  y  fortificado.  Véase  la  sinonimia 
geográfica  de  Abraham  Ortclio»   • 


y  Google 


9  52  MARCBLO. 

de  los  gefés  se  atrevía  á  oponerse  á  lois  soldados»  qté 
hablan  pedido  se  les  concediese  el  saqueo,  y  aun 
xnachos  clamaban  porque  se  le  diese  fnego  y  se  la 
asolase,  fin  nada  de  todo  esto  convino  Marcelo,  y 
solo  por  fuerza  y  con  repugnancia  condescendió  ea 
que  se  aprovecharan  de  los  bienes  y  de  los  esclavos, 
6in  que  ni  siquiera  tocaran  á  las  personal  libres;  y 
expresamente  mandó  que  no  se  diese  muerte,  ni  se 
hiciese  violencia,  ni  se  esclavizase  á  ninguno  de  los 
Siracnsanos.  Pues  con  todo  de  dar  órdenes  tan  mo- 
deradas concibió  lo  que  iba  á  padecer  aquella  ciu- 
dad ;  y  en  medio  de  tan  grande  satisfacción ,  se  echó 
de  ver  lo  que  padeda  su  alma ,  aljCon^derar  que  den- 
tro de  breves  momentos  iba  i  desaparecer  la  brillan- 
te prosperidad  de  aquel  pueblo:  diciéndose  que  no 
se  recogió,  menos  riqueza  en  aquel  saqueo  que  la  que 
«e  ¿llegó  después  en  el  de  Cartazo;  porque  habiéndo- 
se tomado  por  traición  de  alli  a  poco  tiempo  las  de- 
mas  partes  de  laciudad^,todo  lo  saquearon,  á  excep- 
ción de  la  riqueza  de  los  palacios  del  tirano ,  la  cual 
fue  adjudicada  al  erario  público.  Mas  lo  que  prin- 
cipalmente afligió  á  Marcelo  fue  lo  que  ocurrió  con 
Arquimedes;  porque  casualmente  se  nallaba  entrega- 
do al  examen  de  cierta  figura  matemática ,  y  fijos  ea 
ella  su  ánimo  y  su  vista ,  no  sintió  la  invasión  de  los 
Romanos  ni  la  toma  de  la  ciudad.  Presentósele  re- 
pentinamente un  soldado ,  dándole  orden  de  que  le 
siguiese  á  casa  de  Marcelo;  pero  él  no  quiso  antes  de 
perfeccionar  el  problema ,  y  llevarlo  hasta  la  demos- 
tración; con  loique  irritado  el  soldado,  desenvainó 
la  espada,  y  le  dio  muerte.  Otros  dicen  que  ya  el 
Romano  se  le  presentó  con  la  espada  desnuda  en  acti- 
tud de  matarle  y  y  que  al  verle  le  rogó  y  suplicó  se 

I  La  toma  de  la  Acradina  y  de  la  Isleta  ofreció  mu* 
^bas  dificultades;  de  las  que  rlutarco  :no  hace  mérito. 
Véase  á  Livio'  lib.  xxv. 


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líAROBLO*  25,J 

espetaba  Qfi  peco,  pora  nód^r  imperfecto  y  oscu** 
ro  lo  .^e  estaba  investiflanclQ;.  de  lo  que  el  soldado 
no  bizo  caso^  y  le  paso  con  la  espada.  TodaTÍa  ^hzy 
acerca  de  esto  otra  relación ,  diciéndose  que  Arqni- 
medes  llevaba  á  Marcelo  algunos  instrumentos  mate- 
máticos,  como  cuadrantes ^  esferas  y  ángulos,  con 
los  que  manifestaba  á  la  vism  la  magnitud  deLsol;  y. 
que  dando  coa  él  los  soldados,  como  creyesen  que 
dentro  llevaba  oro ,  le  mataron.  Como  quiera ,  lo 
que  no  puede  dudarse  :es  que  Marcelo  Iq  sirítuS  tnu-^ 
cho;  queialsoldado  qne  le  mato  de  su  propia. ma-- 
no  le  mandó' retirarse  de  30  presencia  como  abomi- 
nable ;  y  que  habiendo  hedho-buscar  á  sus  deudos, 
los  trató  con  el  mayor  aprecio  y  distinción..  . 

Para  los.de  afuera  teniao  sí  opinión  los  Roma** 
nos  de  ser  terribles  en  la  guerra,  y  cuando  se  venia 
á  las  puf\adas;  pero  nobaj&lan  dado  nunca  ^jempbs. 
de  ífiquIgeDcia,  de  humanidad  y  de  las  .demás  virtud- 
des  f  políticas;  y  entonces  por  la  primerai  vez  hizo 
Marcelo  ver  á  los  Griegos  que  eran  mas  justos  los 
Romanos.  Porque  se  {H>rto  de  modo  con  los  .que 
tuvieron  que  entender  con  él,  é  hizo^t^nto  .bien  á 
las  ciudades ,  que  si  con  los  de  £na ,  los  Megaren- 
ses  ó  los  Siracusanos,  intervino  algon  he(£o  de 
inmoderación ,  mas  deberá  .echarse  la  colpa  á  los 
que^  lo  padecieron ,  que  á  lo^^  que  se  vi«k)n  en  la  pre-* 
cisión  de.ejecutarlo.  Haremos. mención  entre  muchos 
de  uno  solo  de  sus  actos.de  bondad.  Hay*  en  Sicilia 
una' ciudad  llamada  Enguion ,,  aunque  pequeña,.,  muy 
antigua  y  celebrada  por  la  aparición  de  las  IXosas, 
á  las  que  dicen  las  madreé ,  habiendo  tradición  de 
que  el  templo  fue  obra  de  los  Cretenses;;  y  en  ^1  en- 
señan ciertas  lanzas  y.  ciertos  yelmos  de  bronce  con 
inscr>pc¡ones  unos  de  Merion  y  otros  de  Ulises ,  con* 
sagrado  todo  en  hoooi^  de  las  Diosas.  Era  esta  ciudad 
de  las  mas  decididas  por.,  ios  Cartagineses ;  y  Nícias, 
imQ  de.  los  ciudadaops  ma$  pringipal^^  intentaba 


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a$4  vAmcELO* 

traerla  al  'partido  de  los  Romanos ,  hablándoles  con 
la  mayor  clafidad  en  las  jmitas»  y  tratando  con  as- 
pereza á  los  que  le  contradecían ;  pero  estos ,  que  t^ 
miaa-so  opinión  7  su  inñujo^  concibieron  el  deág- 
BÍo  de  echarle  mano  y  entregarle  á  los  Cartagineses. 
Llególo  á  entender  Nidas^  y  se  resguardó  andando 
con  ieautela ;  pero  sin  resenra  hizo  correr  <^iniones 
pofo  fpiadosas  acerca  de  las  madres  t  /  egecntd  cosas 
que.  daban  á  entender  que  no  creia  y  se  boriaba  de 
la  aparición  \  con  lo  que  se  pusieron  muy  contentos 
siis'cnismgos  I  pareciéndoles  ^ne  esto  era  dar  armas 
contra  sí  mismo  para  lo  que  tenían  meditado;  Cuan^ 
do  iban  á  ponerlo  por  oDra  habia  junta  públka  de 
los  ciudadanos:  en  ella  Nidas  empezó  a  hablar  y 
persuadir,  al  pueblo »  y  en  medio  deesto  repentina- 
mente se  tiro  al  suelp)  estando  >un  poco  como  des- 
mayado; sucedió  á  esto:,  como  era  natural,  un  gran 
silencfoy  admiración,  y  entonces  levantando  y  mo- 
viendo la  cabeza  con  voz  trémufa  y  profunda  empe- 
zó á  articular,  aumentando  por  grados  el  eco»  Cuan- 
do vio  que  todo  el  pueblo  estaba  poseído  de  un  mu- 
do terror,  arrojando  el  manto  y  rasgando  la  túnica, 
<üó  á  correr  medio  desnudo  hacia  la  salida-de  la  pla- 
za, gritando  que  las  madres  lo  arrebataban.  Nadie 
osaba  acercársele,  y  menos  detenerle  por  un  temor  su- 
persticioso, sino  que  apites  se  apartaban^  y  asi  pudo 
encaminarse  á  todo  correr  hacia  las  puertas ,  sin  omi- 
tir ninguno  de  los  gritoif  y  contorsiones  que  son  pro- 
pios'de  los  endemoniados  y  poseídos.  La  muger  que 
estaba  en  d  secreto ,  y  entraoa  %  la  parte  en  esta  ma- 
quinación ,  tomando  por  la  mano  á  sus  hijos ,  empe- 
zó por  postrarse  delante  del  templo  de  las  Diosas ,  y 
después  haciendo  como  que  iba  en  busca  de  su  ma- 
rido perdido -y  desesperado,  se  marchó  del  pueblo 
sin  que  nadie  se  lo  estorbase  y-xxm  toda  seguridad; 
dirigiéndose  ambos  salvos  por  este  medio  á  Siracusa 
á  presentarse^  Marcelo.  Este,  que  habia  recibido  mu- 


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chas  ofensas  7  agravios  de  los  Enguyédses,  marchó 
allá ,  é  hiso-encaaeüarlos  á  todo»  para  tomar  vengan- 
za; .mas  entonces  Nidasacodió  á  él »  7  empleando 
ks  tuegos  y  las  lágriatias  v  asiéndole  <k  ías  manos  y 
las  rodillas,  le  pidió  por  sus  conciudadanos  empezan« 
do  pqr  SQS  enemigos;  y  ^iadado  Marcelo  los^  dejó 
libres  á  todos,  sin  babear. causado  á  la  andad la< me-* 
nor  :ce|adon  ,  7  á  Nicias  le  hizo  concesTon^  de  ma-* 
cha  terreno ,  7  le  dio  grandes  presentes.  Éste  hecho 
es  Posidbnio  el  filósofo  quien  nos  le  dejó  escrito. 

Por  llamamiento  de  >£» 'Romanos' v%>kió  Marcelo- 
á  la-gserca  prolongada  7  doméstica,  tTlii7endala  ma« 
70c.  7tmas  irica  parte  uk  las,  ofrendad  votivas  de  los 
Siracasanos,  para  qne  sirviesen  de  recreo  á. su  vista- 
en  el  triunfe  7  i  la  ciudad  de  ornato ;!  porqne  an- 
tes 00  había  ni  se  conocía  en  ella  objeto  ext^uisito  7 
]>rimorQso,  ni  se  veianada  que  pudiera  decirse  gracio- 
so, polido  7  delicado  t  estando  llena  de  armas  die  los 
bárbaros  7  de  despojos  sangrientos,  que  no  hackn  una 
vista  alegre  7  exenta  de  temor  7  miedo  propia  dfe  es- 
pectadores criados  ¿00  regalo;  sino  que  y  asi  como 
Epaminondas  llamaba  orquesta  de  Marte  al  territo-* 
rio -de  la  Beocia^  7  Genofbnte  á  Efeso*  maestranza 
de  la  guerra  t  de  la  misma^  manera  parece  que  cual* 
qniéra  daria  á  Roma,  ^segun  e|  lenguage -de  Pindaro, 
la  /denominación  de  campo  consagrado  al  belicoso 
Marte.  Por  esta  causa  Marceld,  que  adornó  la  ciu-* 
dad  con  objetos  vistosos  7  agradables,  en  que  se  des- 
cubria  la  gracia  7  elegancia  griega » se -ganó  labsne-' 
volencia  dd:  pueblo ;  pero  rabio  Máitimo  la  de  los 
ancianos^  porque  no  reco^  esta  clase  de  objetos,  ni 
los  traslacló' de  Tarento  cuando  la  tomó  ,r  sino  que 
los  otros  bienes  7  las  otras  riquezas  los  extrajo ;  pero  se 
dejó  las  estatuas ,  pronunciando  aquella  sentencia  tan 
conocida:  *ik dejemos  á  los  Tarentinos  sus  Dioses  ir- 
ritados." Reprendían  pues  á  Marcelo,  lo  primero 
porque  habia  concitado  odio  y  envidia  -ala  ciudad, 


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2j6  MA^CBLt>£ 

nevando  jen  triunfo  no  solo  hombres,  sino  IXoaes 
anittTos;  y  lo  segando  porqneal  pueblo  acostum- 
brado i  pelear  y.labrar,  Qtstaidexlel  regalo  y  ^4iol- 
fizaneria ,  j  que  era  á  sem^anza  del  Hércules  de 
urípides, 

Nada  artero  en  el  mal,  para  el  tMen^reoto^ 
le  llenó  de  odo  y  de  parlancnineria  sobre  las  artes  y 
los  artistas  y  haciéndose  placero ,  y  consumi^ido-en  es- 
to'la  mayor  parte  del  aia«  Con  todo  él  hacia  gala  aun 
entre  los  Grlegos.de  haber  enseñado  á  los  Romanos 
á  apreciar  y. tener  en  admiración  las  preciosidades 
y  primores  tie.  la  Grecia  que  antes  no  .conocían. 
Oponíanse  los  enemigos  de  Marcelo  á  que  se  le 
decretase  el^triiinfo,  porque  todavía  .^e  ^bia  queda** 
do  algo  por  hacer  en  Sicilia^  y  porque  concitaba  en-- 
vidia  el  tercer  triunfo;  masijoonvínose  coh  ellos  en 
que  el  triunfo  grande  .y.per&cto  le  tendría  .fíiera, 
yendo  la  tropa  al  monte  Albano;  y  en  la  ciudad 
tendría  elmenor ,  al  que  llaman,  aclamación  losGrie* 
gos  y  ovación  los  Romanos.  £a  este  el  que  triunfa 
no  va  en^  carroza  de  cuatro  caballos  ^liiseJe  corona 
de  laurel,  ni  se  le  tañen  trompas,  sino  que  marcha 
á  pie.  con  cateado  llano,  acompaña4o  de  flautistas  en 
gran.námero  y  coronado  de  mirto,  como  para  mos- 
trarse pacífico  y  beni^Qo  ,..mas  bien  que  formidable; 
lo  qiie  pata  mi  es  la  señal  mas.  cierta  de  que  enio  an- 
tiguo ,  no  tanto  se  distinguían  entre  sí  amboKS  triun- 
fos por  la  grandeza  de  la»  acciones  como  por  su  cali- 
dad; porque  los  que  en  batalla  vencían  de  poder  á 
po^er  á_Jos  enemigos  gozaban  á  lo  qué  pamce  de 
aquel  triuiifo  marcial ,  y  digámoslo  asi ,  imponedor 
de  jníedo ,,  coronando .  pronisamente  con  laurel  las 
armas  y  los  soIdados^,  como  se  acostumbmba  en  las 
lustrgdones  de  los  ejércitos ;  y  á  los  Generales  que 
sin  nececeisidad  de  guerra  con  las  conferencias  y  la 
persuasión  terminaban  felizmente  las  contíendas ,  les 
concedía  la.Jey  esta  otraacbíimícion  y  pompa  pacífi* 


y  Google 


oa  y  a>i¿iUadora^  Poraue  hi  flaatacs'iRstnniiéntodé 
paz,  y  d  mirto  et el  árbol  de  Vénust,  láína^abomi-I 
jnadora  de  la  vioiencia  ydp  la  guerra' entré  rodo^  lo$ 
doses.  La  ovación  no^se  llama  asi  cqibó  muchos  opi^ 
xHin  de  la  voz  griega^^t^^  ^  qtie  significa  fftíz  canté 
ó^aclamaciofiy  pses'^tie  también  el  acompañamiento 
^1  otro  triunfo  davvoces-de  aplauso,  y  entona  cán-t 
Clones;  sino  que^ehnombre  viene  de  háberlaaplicadd 
ios  Griegos  á  sus  •  m08:y^cieyendoiqiie  bn^ello  habiál 
algon  particular  cnItoá'BajCO,  al  que-lI»namos  tam« 
bien  Euió  y  Tríambá.  Mas  aun  ¡no  es  de  aqui  dtf 
dondeenverdadsé  deriva-,  sino  dé  ipiqen-el  triunfo 
grande;  ios  Genefates^sabri&aban  bueyes  segua  el  ritd 
patrio;  y  en  este  saCfiñoaban  una: re&  lañará  la  qui 
los  Romanos  llaman  óvejaiv  7  de  aqui  ¿  e^te  tri<iiifb 
se  le  d]>o  ovación.  Será  bpeno  asimismo  ekaminar  cd¿ 
mo  el  legislador  de  los. Lacedemonios 'ordena  los  sa-i 
crificios  i  la  inversa  del  ^gislador-Romand:'  porque 
en  Esparta  el  Generab  que  con  >es>tr¿ta^mas  y  iú 
persuasión  logra  su;  intento^  sacrifica^  un<4b«iey  $  y  ei 
que  batenido  que  venir,  á  las  oíanos  ^  sacrifica  un  ga-^ 
lio;  y  es  que  con  todo  ufe  ser  los  mayores  guerreros; 
creen  que  al  hoinbre  le  ená  mejor  alca;nsax  lo  que  se 
propone  por  medio  del  juicio  y  la  ptndencia,  que 
no  por  la  fuerza  y^el  valor ;  quédese  pues  «sto  toda* 
vía  indeciso*  ;   .  'v  *  > 

Habia  sido  Marcelo  creado  cuarta  vez  Cdnsuf  j 
y  'sus  enemigos  ganaron  i  los  Siracusanos  para  que  se 
presentaran  á  abusarle  y^desacreditark  ame. eíSena^^ 
do,* por  haberlos  trataao  con  dureisa  con^á  el  ten(^ 
de  los  pactos.  Hallábase  casualmente  Marcelo  ocupan 
do  en  1^  solemnidad'  de  lUi  sacriñeío'en  el  C^pi'tolicQ 
y  acudiendo  los  Siracusanos^  ouvndd  todavía  estaba 
congregado  el  Séiadoy  ápedir^^e: se' ies  admitiera 
¿  alegar  y  entablar  el  Juicio ,  el  colega  los  tózo.saliVj 
indignándose xon  ellos  portal  iiíténto , hp thallándoáfe 
Marpelo  presente;- Mas -este  i  ^  habr^n^olo  entendido^ 

TOMO  II.  R 


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258  l(AKQBL<H      ^    ^ 

▼ino  al  fsMo'ylo  primejQj({iie1iúso>  se^táodbseok 
la  silla  cujmly  «fue  despachar  io  que  como  Cónsul  W 
correspondía;  y  después  que  lo. hubo  terminado  ,  ^- 
}6  de  su  asiento,  y  en  pie  se  puso  como  un  par  tica-- 
lar  en  el  sitio  destinado  á  los:que  vana  ser  juzgados, 
dando  lug^r  ¿  que  los  Sif acúsanos  entablaran  su  pe-» 
ticion..Sobteoogiéronse«atios:sobte  manera  cotí  iaaa^ 
toridad  y  confianza  de  tan  ilustre  varón ;  y  al  que 
fn  las  armas  hallan  mirado  como  inexorable,  toda- 
vía en  la  toga  le  tuvibron  p<>r  mas  terrible  y  mas,gr9* 
ve.  Pero  en  fio  animados  por  loscoiitrarios  de  Mat-^ 
eelo,  dieron  principio  á  la  .Acusación,  pronunciando 
un  discuno  en  que  con  la  declamación  propia  del 
acto  I  iban  mezclados  los  lamentos»  Reducíase  en  su-- 
ina  á  que,  no  obstante  ser  amigos  y  aliados  de  los 
Romanos ,.  habian  sufrido.  Jigravios  de  que  otros  Ge*- 
neralei  se  ábsiienén  aun  tnxitna  ios  enemigos*  A,  esto 
respondió  Marcelo-,  que  á  ^e^ax  de  las  muchas  ofen- 
sas y  daños  que  habian  hecno  4  lo&Romanos i  no  ha-f 
bian  padecido^  con  haber  «¡dortonuida  la  ciudad  á  vi-> 
va  fuerza^  maS'  que  aquello  ique  .es;  imposible  evitar 
pn  tales  qasos^  y^quese  hablan  vkux  en  tal  conflicto 
por  culpa  ^ropia.^  no  habiendo  queñdo  escuchar. sus 
amonestaciones:  porque  no<  habiaü  sido  violentados 
á  pelear  en/defente  de  sus  tiranos;  sino  que  ellos 
eran  los  que  habian  acalorado  á  estos  paca  el  cooiba- 
^é.  Cbn^cluidos loadisdirsos  dieron  los  Siracusanos, 
^omo  es  de  costumbre ,  de  la  curia  ^y  con  ellos  ssúró 
Marcelo ,.  teniéndose,  el  S&nadoi  h^io  la  pr^ideocia 
de  sn  a)legaM  Detúvose  i  la  puerta  del  tribunal,,  sia 
alterar  su  natural  porté,  ni. por  miedo. al  juicio,  m 
por  indignación' cotitra  los  Siracusanqs,  esperando 
i^n  mansedqmbte.YiCon  modestia  a  ^que  se  |íroniin- 
iSna^e.  la  sentencian  JLuego  qué  dados  los  votos  se  aDii&* 
pío  que  había  venícido ,  los  Sírácusanos  se  arrojaron 
á  sus  pies ). pidiéndole  con.  lagrimas. -que  aplacase^ su 
jir^  contra  eUo!^^  y  se  co^pad^cierade  la  ciudad ,  qu^ 


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JíARGELpi  359 

tenia  preseidttes^y  agradecía  sus  bcnefieios;  teotplado 
pues  Marcelp  ae  reconcilió  con  aqueUo$  mismos  ,  y 
á  Ids  demás  Siracusanos  les  hizo  siempre  todo  el  biea 
que  pudo;  coofirmaúdo  el  Senado  la  liberud»  las  le« 

^es>  y  aquella  parfQ  de  bienes  que  Marcelo  les  \at* 
¡a  concedido;  «p  xecompesa  de  lo  cual ,  recibió  tam-^ 
bien  de  los  Siracusanos  honores  muy  singplares ,  y 
entre  otros  el  de  haber  hecho  una  ley  »  para  que »  si 
Marcelo  ó  alguno  de  sus  descendientes  aportase  i  Si«r 
cilia>  los  Siracusanos  tomasen  coronan  y  con  ellas 
sacrificasen  á  los  Dioses.  De  alli  partió  contra  Ani** 
bal ;  y  siendo  asi  quie  después  de  la  batalla  de  Canas 
casi  todos  los  Cónsules  y  Generales^  no..tnvieron  otro 
modo  de  contrarestarle  que  el  de  huirle  el  cuerpo^ 
no  atreviéndose  ninguno  a  esperarle  y  pelear  en  for^ 
macion;  él  tomó  el  tpedio  enteramente  o|>uesto;  ere* 
yendo  que  sí  con  el  tiempo  %t  quebrantaba  á  Aníbal» 
mas  pronto  quedaba  con  él  quebrantada  la  Italia ;  y 
juzgando  que.Fabio^  con  atenerse  siempre  á  ía  segu«r 
ridad,  no  curab»a,  por^l  modo  conveniente  ladolen^ 
cia  de  la  patria  >  pareciéndose ,  en  el  esperar  i  que 
debilitado  el  contrario  se  apagase  la  guerra,  á  aque<- 
líos  médicos  irr^olutos  y  tímidos  en  la  curación  de 
las  enfermedades.^  que  aguardan  á  ver  si  se  debilita 
la  fuerza  del  mak  Tomó  en  primer  lugar  las  princi- 
pales ciudades  de  los  Samnites  que  se  habían  rebela- 
do; y  en  consecuencia  de  ello  gran  cantidad  de  tri- 
go que  alli  había  9  mucha  riqueza  y  y  los  soldados  de 
Aníbal  que  las  guarnecían »  que:  ^t%ví  unos  tres  mü*  A 
poco,  como  Aníbal  hubiese  dadomoerte  tu  la  Apu^- 
lia  al  Procón^ttlJChFoyo*  Fulvio  con  once  tribunos  mas 
y  hubiese  deístco^ado  la  máyof  parte  del  ejército, 
envió  Márcelo  Qtrus  i  Roma  ^«  exhortando  á  los  ciu- 
dadanos á  que  no  desmayaran ,  porque  se  ponia  en 
naarcha  para  desvaniscer  el  gozo  de  Aníbal.  Acerca  de 
lo  cual  dice  livio ,  que  leídas  estas  cartas  9  no  se  dii- 
sípó  la  pesadumbre  \  sino  que  se  acrecentó  con  el 

'  R  2 


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a6o  xtAucfiLo; 

miedo:  ^r  «ér  tatito  mayor  que  lá  pérdida  ya  siice^ 
dida  el  temor  de  lo  que  recelaban  ^  cuánto  Marcelo 
ae  aventajaba  i  Fulvio,  Aquel  al  punto ,  como  lo  ha- 
bía escrito  5  marchó  á  la  Locania  en  persecución  de 
Aníbal ,  y  alcanzándote  eñ  las  cercanías  de  k  ciudad 
de' Numistio,  dónde  habla  tomado  posición  en  unos 
ooUados  bastante  fuertes,  ¿I  puso  su  campo  en  la  lla-^ 
nura.' Al  día  siguiente  se  anticipo  á  poner  en  orden 
€u'  ejército ,  y  bajando  Aníbal»  se  trabó  una  bata//a 
que  no  tuvo  éxito  cíefto  ó  que  fuese  de  importancia: 
con  todo  deque  habiendo  empezado  á  las  nueve  de  la 
mañana  ^  con  dificultad  cesaron  después  de  haber  oscu- 
recido. Al  amanecer  estuvo  otra  vez  pontocón  su  ejcr- 
pito ,  formando  entre  los  cadáveres ,  desdé  donde  pro- 
vocaba á  Aníbal  á  la  batalla;  mas  como  este  se  reti- 
rase ,  despojando  los  cadáveres  de  los  contrarios  ^  dan- 
do sepultura  á  los  de  los  amigos ,  se  puso  de  nuevo 
á  perseguirle,  y  habiéndose  librado  dé  las  muchas 
asechanzas  que  aquel  le  iba  armando  9in  dar  eñ  nin- 
guna,'superior  siempre  en  las.  escaramuzas  de  la  re- 
tirada^ se  atrajo  una  grande  admiración.  Llegábase 
el  tiempo  de  los  comicios  consulares;  y  el  Senado 
tuvo  por  mas  conveniente  hacer  venir  de  Sicilia  al 
jotró  Cónsul,  que  mover  de  su  puesto  á  Marcelo  en 
Jocha  continua  con  Aníbal.  Luego  q;úe-  llegó ,  le  dio 
orden  para  que  publicase  por  Dictador  á  Quinto 
Fulvio :  porque  el  que  ejerce  esta  dignidad  no  es 
elegido  ni  por  él- pueblo,  ni  por  d  Senado;  sino 
4ne  presentándose  -ante  la  muchedumbre  uno  de 
los  Cónsules  ó  de  los  Pretores ,  nombta  Dictador  á 
-aquel  que  te  parece:  y  por  este  idicho  ó  nombra- 
miento se  llama  dictador  eldesignudo,^  porque  al 
hablar  ó  pronunciar  le  llaman  los  Romanos  aióere: 
aunque  á  otros  les  parede ,  que  el  dictador  se  llama 
asi ,  porque  sin  necesidad  de  votos  ó  de  autorización 
de  otros  -para  nada,  él  p5r  sí  mismo  dicta  lo  que 
cree. conveniente:  jorque  también  losllom^nos  á  ia$ 


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determinactoifl^.de^loft  ArcoQties  que  llaman  ios  Grie^ 
gps  ordeaai)2»»,  tes  dan  el  .oof^bre- dje  edictos. 

Cuasdo  tíoo  de  Sicilia  d  colega  de  Marcelo^ 
quería  que -se  ptockoiase  á  otro  por  dictador;  co- 
mo fuese  mujr  ageno  de  s«  carácter  el  ser  violen- 
tado en  6&opÍQÍon,  se  hixó>de9oíche  á  la  vela  pa«- 
ra  Sicilia;  y  de  este  modo  el  pu^lo  nombró  dicta- 
dor á  Quinto.  Falvto:  con  todp  et  Senado  escribió  i 
Marcelo  para*  <]iie  lo'designase  él  misino ;  y  mostrán-» 
dose  obediente  >  lo  ejecutó  asi,  suscribiendo  á  los  de- 
seos del  pueblo;  7  él  fue  otra  vez  designado  para 
continuar  en  el  mando  con  la  dignidad  de  Procónsul. 
Convino  con  Fabio  Máximo  en  que  este  se  dirigirla 
contra  Talento,  y  que  ¿I,  viniendo  á  las  monos  y 
distrayendo  á  Anibal,  le  estorbarla  que  pudiera  íif 
eD  socorrd  de  los  Tarentinós;  en  consecuencia  de  16 
cual  le  acometió  cerca  deCanusio,  y  auoque  este 
mudaba  He  posiciones  y  andaba  retirándose»  se  le 
a()arec¡a  por  todas  partes.. Finalmente,  estando  para 
fijar  los  reales,  lo  provocó  con  escaramuzas ;  y  cuan-» 
do  iban  á  trabar  la  batalla  ;  sobrevino  la  noche  y  los 
separó.  Mas^al  dia  siguiente  se^  halló  ya  Anibal  coa 
que  tenia^u^qército  sobre  las  vmiis:  de  manera  que 
Uegó  á  incomodarse ,  y  reuniendo  á  los  CartagÁneses, 
les  logó.  que  en  reñir-  aquella  batalla  excedieran  i 
cuanto  hai^ian  hecho  en  las  anteriores :  n  porque  ya 
^ veis.,  les' dijo,  que  no  nos  es  dado  reposar  después 
^de  tantas  .victorias,  ni  tener  holganza  siendo  losí 
»vencj^ores,,  si  no  e8()aotamos  á  este.hombre;"  yj 
^n  estor.;se  comenzó  la  hatalla.  .Parece  que  en  ella 
quer¡end<i,Marcek>:tísar  de'  unji  estratagema  qu<í  ,$0 
vio  ser  intempestiva ,  cometió  un  yerro :  porque ,  pa- 
deciendo el  ala  derechla,  dio  orden  para  que  avaui 
zara  tttKl  -de  las;  legiones ;  y  como  este  movimiento 
hubie^  ii^ucido  turbaeipn^en  los^que  peleaban ,  puso 
Cí5»n  e$fQ  la  victoria  en  manos  de  los  enemigos;  ha- 
biendo muerto  de.  losRSo^aups  dos  mil  y  setecientos 


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2¿a  l^AltCSLO.' 

hombres.  Retirase  Marcelo  á  su  eam{>ftiaMDto  >  y  re- 
uaiendo  el  eiército ,  les  di  jo ;  que  lo  que  em  armas  y 
cuerpos  de  Romanos,  veía  muchos;  peiro  RomatiOoo 
veía  ninguno.  Pidiérotile  perdón ,  y  les  resp<mdi<$  qoe 
no  podía  darlo  á  los  tenodos,  y  solo  lo  concedería  $i 
▼enciesen ,  pues  al  día  seguiente  habían  de  volrer  á 
la  batalla ,  para  qoe  sus  ciudadanos  oyesen  antes  sii 
victoria  que  su  fuga;  y  dicho  esto,  mandó  que  i  las 
escuadras  vencidas  se  les  repartiese  cebada  en  vez  de 
trigo ;  con  lo  que ,  sinembargo  de  que  muchos  se  ha^ 
liaban  grave  y  peligrosamente  heridos^  se  dice  que 
ninguno  sintió  tanto  en  aquella  ocasión  sus  males, 
como  estas  palabras  de  Marcelo. 

Al  amanecer  ya  ke  vio  puesta  semín  la  costum- 
bre la  túnica  de  púrpura ,  que  era  el  signo  de  que 
se  iba  á  dar  batalla ,  y  pidiendo  las  escuadras  vencí* 
das  formar  las  primeras ,  les  fue  concedido :  sacaron 
luego  los  tribunos  las  demás  tropas ;  y  anunciado 
que  le  fue  á  Aníbal:  npor  Júpiter,  exclamó,  ¿qué 
n  partido  puede  tomar  nadie  con  un  liombre  que  no 
9» sabe  llevar  ni  la  mala  ni  la  buena  suerte?  rorque 
f»  solo  él  no  da  reposo  cuando  vence ,  ni  le  toma  cuan- 
#1  do  es  vencido ;  sino  que  siempre ,  á  lo  que  se  ve ,  ten- 
9»  dremos  que  estar  en  pelea  con  un  General,  que  pa- 
9»  ra  ser  denodado  y  resuelto ,  ora  salga  bien  /ora  sal- 
9»  ga  mal ,  halla  siempre  motivo  en  tenerse  por  afren- 
9»tado/'  Trabáronse  con  esto  tas  haces,  y  como  de 
hombres  á  hombres  se  pelease  de  una  y  t^tra  parte 
Con  igualdad,  dio  orden  Aníbal  para  que^  ¿©locan- 
do en  la  primera  fila  los  elefantes,  los  opusieran  á  la 
infantería  RoAiana.  Produjo  al  punto  esta* -medida 
gran  turbación  y  desofdcii.en  los  que  iban  los  pri- 
meros ,  y  entonces  tomando  la  insignia  uno-de  los 
tribunos  llamado  Fabio,  se  puso  delante,  é  hiriendo 
Con  el  hierro  de  la  lanza  ai  primero  dé  los  elefantes 
le  hizo  retroceder.  Pfegó  este  con  el  que  tenia  á  la 
espalda  y  le  auyeiató  con  todos  los  demás  que  le  se- 


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gídsfib.  Apenas  I0  obaenró  Marcelo  dio  cfréea  á  la 
c:aballeria.pBra  qoecoa  violencia  cargara  á  los  que 
estaban,  yaieñ  desorden^ 'jr  acabara  de  desconcertar 
V  pcxneren  hnídaá  los  enemigos»  Acometieron  aque«* 
Uos  con  denuedo  y  siguieron  acochiliando  álósCar'* 
tagíneses  hasta  su  mismo  campamento ;  y  también  los 
elefantes ,  tanto  los  que  itorian ,  como  los  heridos^ 
causaron  gran  daño,  •poi'qQe^  dice  qae  los  muertos 
fhérofi  mas  de  ocho  miL  De>  los  Romanos  murieron 
HQoSvtxBs  mil;  pero- heridos  lo  fueron  casi  todos;  y 
esto  día  á' Aníbal  Ja  facilidad  de  levantar  comoda<4 
mente  el  campo  y  retirarse  lejos  de  Marcelo :  porqoe 
no  estaba r- en  estado  de  perseguirle  por  k»  muchos 
heridos;  sino  que  con  reposo  se  encaminó  í  ia  Cam« 
pania^  y^mó  el  verana  en  Shmesa/ para,  que- se  re-« 

pusieran  los  soldados^  

AnihaL luego  que  respiró  de  Marcelo ,  amsideran'^ 
do  su  eféreito  como: Ubre,  de  toda  atadura ,  corrió  to4 
da  ia:ItaUa>  poméndota:en  combustión ;  de  .resultas 
de  loruai.era  en  Roiü^  desacreditado  Marceb.  Sus 
enemigos:  pues  acaloraron^  para  que  le  acusase  |  áPu* 
blicio  Bibolo  ,'tmo  denlos  tribunos^  la  plebe ,  hom^ 
bre  violenta  y 'que  poseía  el  arte  de  la  palabra;  el 
cual  opngreganch)  mudias  Veces  al  pueblov  consiguió 
persuadirle -que  dievael  mando  á  otro  Oenexal,  por* 
que  Mánteb  dijo^^ habiéndose  egercitado-im  pocoeii 
k  guerra  V  ^e'ha  retirado  ya  como  de  la  palestra  á  los 
baños  caliemes,  jnra  puldat  de  su  persona*  LlegcSlo 
á  entender  Marceb  y  7  de  jandoiencargaBo  el  ejército 
i  los  b^os,  mareiió  á  Roma  á  vinUicarse  de;aque«^ 
Uascduttiiiits;  sofafte  bs  cuales  encontró  que  se  le  ha-^ 
bia  ferimadocausáJ  éfcñalóse  dia ,  7  reuníob  d  puebb 
«n  el  ChcD  •Flaóí*tó  ^*^^se:":I«ivantó  Bibutct  i'fiaccr  su 
aeasaoionj;  -y  Maifeeb  ^sen^fendióy  diciendo  por  sí 
niismo  pócásr  7  0017  seneijfisKiTazonea;.  pero-  de  los 
primeros  7'  mas^señsladosícándidarios»' tomaron  va- 
rios. conc^ÍAtrepidee.3}cenér^á  sn  causa  i-  advirtiendo 


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254  IfAttOBi/Q/ 

i  los  ¿dng$  qtuB  m>  se  mostrasen  meóos-  sredbs  foéax 
que  elnúsmo  enemigo^  condenando  por  cobardía  i 
Marcelo »  cuando  era  el  úoioaCieneral  de  qoiea  a^oeé 
huía  I  tieniehdo  tan  resttékoiiQ  pelear  con  este ,  co- 
mo pelear  cónio&demas.  Oídos  estos  discursos  que- 
do ei.acnsador;  tan  fmstzado.  en  sus  esfseratizas ,  que 
po  solamente  fue  Marcelo  absueltade  los  cargos ,  sino 
que  ;se  ;le,  nombró  jpor  q«ñnta  ve^s  Cónsul.  - 

r.  ..Encargado  del'nuiTOOi  lo  primero  que  hizo  fue 
apaciguar  en  la  Btruriá  un  gran'  movimiento  que  pa^ 
ra  la.  rebelión  se  había  suscitado.,  visitando,  por  st 
misnAo  las  ciudades*  Qtiso 'después,  dedicar,  un  tem- 
pló que  eoh  Jos  despojos  de  lá  Sicilia  babiacánstrui- 
doi  á  laGloriá.y  á  la  Ytrtuii;  j  como  en  la  .empresa 
le  detusdesen  rfes,  sacerdotes  á  causa  cíe  oor  tener  por 
conforme  que  un  solo  templo  contuviera  .dósrdivini-* 
dades,  comenzó-  dé  nuevo  *á  edificar,  otro;,,  goa  tanto 

rr  no  .lleya(,  bien  aquella  oposición ,  como  ppF  tener- 
á  anal  agüero*  Porque  concurrieron  a  sobmsakárie 
diferentes  prodigios ,  comb  hab^r  «ido  tocador  del 
jrayo  algunos. templos 9 r}r  haber  róido  lorrratones  d 
oro  del  templo  de.  Juprter.-' Diñóse  también  que  lid 
buey  habi|  ahickilado  v6z  ^hinof^na ,  qu^haBa  naci-* 
do  un  mño'^áán'  cabeza;ée  eÜfante-;  por  lo  que  los 
agore|'ór^;dificultMido'Sbb€e:las  übácion^  y  loscon-» 
juros:»  leridetuvjeron  en-  Ronata^.á*  pesar  de  sirin^uie-^ 
tud:y^:ardiiideatoi  puesrivo/hubo:  jamas- hombre  infla-^ 
mhdo!de  mas'^v«li|emen€e  deiséo.^  qtte>eLqi»  tékna  Mar-» 
celo,  de  terniinari.ta^gueinra:  con^  .^iiibaL.£n-éstnr  ao^ 
naba  por  iandefae;  deBe&tc^iCOJÍi^saba  ,eohnsuá  ami^ 
go$:  y!  coIcgíK  ;  y.  so  unite;  voas  pata,  cwi  i  W.Bio^e^ 
era  que  k  diesen  cautil^  eá.  Aníbal ;  y  sr  hnbma  «ia 
do  posible  (^e  lo¿  dosi^elárcitqsciÉjlMB^n  estado  en-# 
cerrados  t}e]iti«6  de  uncmSfimo  «abucoió  de  un  mism^ 
eampamentQ , ;  me  parece»  k^ueisu  mayor  pbcer  habría 
sido  lDi]ffbar<(ix>itr¿l::.^de'j&aiHHbtí(tte.  ano  hallarle' tan 
colmád^/detglotiay  diab^adoTtaalas  j^ucbas^de  ser 


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un* General  jutdósay  prudente,  pódna* acaso  decir-<i> 
«e  que  en  este  negocio  Jiabía  sido  arrebatado  de  uq 
ardor  mas  javentl  que  el  que  á  suedadcóovenia:  por^ 
quev  era  ya  de  mas  de. sesenta  años  cuando  obtuvo 
el  quinto  consulado. 

Hechos  que  fueron  todos  los  sacrificios  y  purifi-* 
caciones  que  los. agoreros  denunciaron,  partió  con 
su  colega  á  la  guerra ;  y  puesto  entre  las  ciudades  de 
Bancia  y  Venusia.  provocó  por  bastante  tiempo  i 
Aiiibal,:el  cual  no  bajó  á  presentar  batalla;  pero  ha« 
hiendo  entendido  que  aquellos  hablan  enviado  tropa» 
i  los  Loaros  £pioefirios  %  armándoles  una  celada  al 
pie  de  la  montaña- de  Petelía ,  les  mató  dos  mil  y  qui- 
fiitofos  hombres.  Enardeció  mas  esto  á  Marcelo  para 
Ja  batalla,  y  asi  acercó  todavía  mucho  mas  sus  fue'r^ 
zaa.  £n  medio  de  los  dos  campos  había  un  collado, 
que  ofrecía  bastante  defensa,  aunque  poblado  de  mu^ 
$:hbs  arbustos ;  ej  cual  ademas  tenia  cañadas,  y  conca^ 
vídades  á  una  y  otra  falda ,  abundando  también  en 
fuentes  que  despedían  raudales  de  agua«  Maravillaron^ 
•e  pues  los  Romanos  de  Aníbal  que,  habiendo  sido 
el  primero  á  tomar  posición ,  no  habia  ocupado  aquel 
lugar  f  sino  que  lo  habla  dejado  á-  los  enemigos ;  y 
es  que  no  obstante  haberle  parecido  ápropósito  para 
acamftar ,  le  juzgó  mas  propio  para.ponier  celadas ;  y 
prefiriendo  el  destinarle  í  este  objeto ,  sembró  de  ti** 
radores  y  lanceros  la  espesura  y  las  cañadas ,  persua^^ 
dido  de  qvte  la  disposición  del  terreno  átraheria  á  los 
Romanos :  esperanza  que  no  le  salió  vana :  porque  al 
mcMnento  se  movió  en  el  ejército  Romano  la  conver*^ 
sadoii'  de  que'  era  preciso  ocupar  aquel  puesto ;  y 
echándola  :de  generales  anunciaban  que  serian  mu^r 
superiores  á  los  enemigos  fijando  alli  su  campo,  ó 
fortificando  aquella  altqra. . Tüvose^por  Conveniqrito 
que  Marcelo  se  adelántase  con.  algunos  caballos  á  ha^ 

"/  .1,  Qaa  babitabaiLlunto  al  pconioatorio  Ccfirio*       ; 

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a66  UÁMBBLO.' 

eer  un  reconocí  miento;,  mas  antes»  ténknáo  conlij^ 
en  agorero,  quiso  sacrificar:  y  muerta  la  prímett 
víctima ,  le  mostró  el  agorero  el  hígado  que  careas 
de  asidero^  sacrificada  luego  la  segunda »  apareció  oa 
asidero  de  estraordinaria  magnitud »  y  todo  se  mani* 
festó  sumamente  fausto^  oon  lo  que  se  creyó  desva<- 
neddo  el  primer  susto;  con  todo  los  agoreros  insis-<' 
tian  en  que  todavía  aquello  indiuda  mayor  miedo  y 
terror ,  porque  la  mezcla  de  lo  próspero  coa  b  ad-« 
verso  d«>ia  hacer  sospechar  mudanza.  Mascóme  de* 
cía  Píndaroi 

AI  hado  matuido  no  le  atajan 
Ni  fuego  ardiente ,  ni  acerado  muro. 
Marcho  pues  llevando  consigo  á  su  colega  Cris- 
pino,  y  á  su  hijo,  que  era  tribimo,  coa  unos  dos* 
cientos  y  veinte  de  i  caballo,  entre  los  cuales  no  ha* 
bia  ningún  Romano  ,  smo  que  los  mas  eran  Etruseos^ 
y  como  cuarenta  Fregelianos ,  qise  siempre  se  habían 
mostrado  obedientes  y  fieles  á  Marcelo.  Como  el  co- 
llado era,  según  se  lu  dicho,  poblado  de  espesura  y 
sombrío,  un  hombre  sentado  en  ia  eminencia  esraba 
en  observación  de  los  enemigos,  registrando, isTn  ser 
visto  ,  el  ejército  de  los  Romanos :  y  dando  aviso  d& 
lo  que  jpasaba.á  los  lanceros ,  dejaron  estos  que  Mar« 
celo,  que  se  adelantaba  en  su  reconocimiento,  Ikgs^ 
se  cerca,  y  levantándose  de  pronto,  le  cercaron  á 
un  tiempo  por  todas  partes,  y  empezaron  A  tirar 
dardos,  a* herir  y  á  periseguir  á  los  fugitivos,  traban- 
do pelea  pon  los  que  hacían  frente:,  que  eran  solos 
los  cuarenta  Fregelianos ;  pues  ios  Etruscos  fueron 
auyentados  desde  el  principio «  y  estos,  dando  taca- 
ra se  defendían  protegiendo  á  los  Cónsules ;  faasta.que 
Crispino  herido  con  dos  dardos ,  dióá  huir  con  su 
caballo,  y  Marcelo  fue  traspasado  por  un  .costado 
con  un  hierro. ancho,  al  que.JQS:.Romanos  llaman 
lanza.  Entonces  los  pocos  Fregelianos  que  estaban 
presentes,.  le  abandonaron  viéndolo  ya  en  tierra,  y 


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MAMSIO.  .  267 

SLtrebanmdo  a!  hVjó  qué  tambiefi  se  hallaba  herido, 
ae  retiraron  al  campamento.  Los  muertos  fueron  poco 
mas  de  aumenta ,  quedando  cautivos  de  los  lictores 
cinco,  y  de  los  át  i  caballo  diez  y  ocho.  Murió  tam^- 
bien  Crispíno  de  sus  heridas,  habiendo  sobrevivido 
muy  pocos  días ;  y  entonces  por  la  primera  ve2  su- 
frieron los  Romanos  un  descalabro  nunca  antes  visto, 
que  fue  morir  los  dos  Cónsules  en  un  mismo  combate. 
De  todos  tos  demás  hizo  Anibal  muy  poca  cuen- 
ta; pero  al  oir  que  Marcelo  había  muerto,  marchó 
inmediatamente  al  sitio ,  y  parándose  ante  el  cadá- 
ver, estuvo  mucho  tiempo  considerando  la  robustez* 
y  belleza  de  su  persona ,  sin  proferir  espresiop  uin- 
ffuna  de  vanagloria,  ni  manifestar  regocijo  en  su  sem-- 
blante ,  cbmo  otro  qui¿á  lo  hubiera  hecha,  al  ver 
muerto  tan  grave  y  poderoso  enemigo ;  sino  que  ad« 
mirado  de  Jo  estraño  del  casó  ,  le  quitó  si  el  anillo; 
pero  adornando  y  componiendo  el  Cuerpo  con  el  con- 
veniente decoro ,  lo  hizo  quemar ,  y  recogiendo  las 
cenizas  en  una  urna  de  plata  que  ciño  con  corona  dé 
oro,  las  envió  al  hijo.  Algunos  Numidas  asaltai'on 
í  los  que  las  conducían ,  y  se  arrojaron  á  quitarles 
la  urna,  y  como  los  otros  trataran  de  recobrarla,  en 
la  lucha  y  contienda  arrojaron  por  el  suelo  las  ceni- 
zas. Súpolo  Anibal  y  prorumpio  ante  los  que  con  él 
estaban,  en  la  espresion  de. que  es  imposible  hacer 
jDada  contra  la  voluntad  divina ;  y  aunque  castigó  á 
los  Numidas ,  ya  no  volvió  á  pensar  en  recoger  y  en- 
viar los  huesos,  como  dando  por  supuesto  que  por 
alguna  particular  disposición  de  Dios  habia  sucedido 
por  un  modo  estraño  la  muerte  de  Marcelo ,  y  el  que 
quedase  insepulto.  Asi  es  como  lo  refieren  Cornelio 
Nepote  y  Valerio  Máximb ;  pero  Livio  y  Cesar  Au- 
gusto afirman  que  la  urna  fue  llevada  á  poder  del  hi- 
jo, y  que  se  le  dio  honrosa  sepultura.  Sin  contar  las 
dedicaciones  de  Roma,  consagró  Marcelo  un  gimna- 
sio en  Catana  de  Sicilia ,  y  estatuas  y  cuadros  de  los 


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4e  Siractua  qoe  coloco  eo  Samotracuileliel  templó  á& 
los  Diobes  que  llamao  Catnrios,'  y  en  el  templo  át 
Mipesm  junto  á  Lindo.  En  este,  según  dice Posido« 
nioi  se  habla  puesto  á  su  estatua  esta  inscf^>cion: 
(      £1  astro  claro  de  ia  patria  Roma» 
Descendiente  de  ilustres  genitor^ 
Marcelo  Claudio  es,  huésped ,  e)  ^ue  miras. 
La  dignidad  4c  Cónsul  siete  veces 
Regentó  en  la  ciudad  del  fiero  Marte  ^ 
Siendo  de  sus  contrarios  grande  estrago. 
£or  lo  que  se  echa  de  ver  que  el  quQ  hizo  la  inscripción 
añadió  á  los  cinco  consulados  los  dos  proconsulados 
qMe  obtuvo  también  Marcelo.  Su  linage  permaneció 
siempre  ilustre  hasta  Marcelo  el,  sobrino  de  Cosar, 
que  era  hijo  de  Octavia  hermana  de  este,  tenido  de 
Cayo  Marcelo.  Eierciendo  la  dienidad  de  Edil  de  los 
Romanos  murió  r^en  casado  9  habieBdo  gozado  muy 
poco  tieppo  de  la  compañía  de  la  bija  de  Cesar.  En 
su  honor  y  memoria  su  madre  Octavia  le  dedicó  una 
biblioteca^  y  Cesar  un  teatro  quese  llamó-de  Marcelo. 


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COMPARACIÓN  DB  FBl6p1DA8  Y  MARCELO. 

Lo  qae.se  dejt  dicho  es  cuanto  nos  ba  parecido 
digno  de  referirse  acerca  de  Marcelo  y  de  Pdópida^ 
mas  entre  las  cosas  que  les  foeron  comunes  por  na-* 
turaleza  y  por  hábito  y  siendo  "por  ellas  justamente 
contrapaestos ,  pues  atnbos  fileron  valientes ,  sofri^^^ 
dos  9  -fogosos  y  de  grandes  aHéntOs,  parece  que  solo 
se  encuentra  diferencia  en  que  Marcelo  hizo  der- 
ramar sangre  en  muchas  de  las  ciudades  ^ue  subyu«¿ 
go;  cuando  Epaminondas  y  Petópidas  á  nadie  oie- 
ron  muerte  después  de  vencedores ,  ni  esclavizaron 
las  ciudades^  y  aun  de  los  Tebanos  se  dice  que  no 
habrian  tratado  asi  á  los  Orccmienios ,  si  estos  hu-^ 
hieran  estado  piresente^;  Entre  las  hazañas  de  Márce- 
lo las  mas^ admirables  y  señaladas  tuvieron  lugar  con- 
tra los  Galos ,  y  fueron  haber  auyentado  tan  inmen- 
*  sa  nmchedumbre  de  infantería  y  caballería  con  los 
pocos  caballos  que  maridaba;  lo  que  no  se  dirá>  fá-» 
cilmente  de  ninguno  otro  General,  y  haber  dado 
muerte  por  su  mano  al  caudillo  de  los  enemigos ;  y 
en  igual  caso  Pélópidas  no  salid  con  so  intento;  sino 
que  fue  cautivado  por  el  tirano»  recibiendo  daño  en 
lugar  de  Causarle.  Con  todo  á  aquellas  proezas  pue- 
den muy  bien'  oponerse  lás  batallas  de  Leuctras  y 
Tegira ,  sumamente  ilustres  y  celebradas.  Por  lo  que 
hace  á  viccopa  conseguidar  por  medios  ocultos  4  in- 
sidiosos ,  no  tenemos  de  Marcelo  ninguna  que  sea 
comparablelcon  la  alcanzada  por  Pelópidas  j  cuando 
después  de  su  vuelta  del  destierro  dio  en  Tebsis  muer- 
te á  los  tiraos:  hazaña  que  sobresalió  mucho  entre 
cuantas  sé  han  ejecutado  en  tinid>las  y  con  asechan- 
zas. Anibal ,  enemigo  terrible ,  iatigaoa  á  los  Roma- 
nos,  al  modo  que  á  los  Tebanos  los  Lscedemonios; 
y  es  cosa  bien  cierta  que  Pelopidas  los  venció  y  pu- 
so ea  fuga  en  Tegira  y  en  Leuctras ;  pero  Marcela  ni 


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ayo     COMPARAC.  DE  PBLOPIDAS  T  MARCELO. 

una  sola  vez  venció  á  Aníbal ,  según  dice  Polibio ;  sino 
que  este  ptreoe  haberse  conservado  invencible  hasta 
Éscipion.  Sínembargo  nosotros  damos  mas  crédito  á 
JLivio,  Cesar  y  Nepofe,  y  de  los  Griegos  al  Rey 
Juba,  que  refieren  haber  Marcelo  der optado  y  pues- 
to en  fuga  algunas  veces  i  las  tropas  de  Ánibal ;  bien 
gue  e^tos  descalabros  np  tuvieron  nunca  gran  conse- 
cuencia ;  pareciendo  que  era  una  falsa  caída  Ja  que 
experimentó  elAfri^fio  en  estos  encuentros.  Fue 
ciertamente,  admirable  «mas  de  loque  alcanza  i  una-* 
ginaise,  aquel  que  después  de  tantas  derrotas  de  ejér- 
citos ,  de  tantas  muertes .  de  Generales ,  y  de  haber 
estado  titubeslndo  todo  el  poder  de  Roina,  infundió 
ánimo  en  los  soldados  para  hs^er  frente*  Y  este ,  que 
al  ^tiguo  tniedo  y  terror  sustituyó  en  el  ejército  el 
valor  7  la  emulación »  basta  no  ceder  fácilmente  sin 
la  victoria  I  y  antes  disputarla  y  sostenerse  con  alien-» 
to  y  <;o9k  brio »  no  fue  otro  que  Marcelo ;  porque 
acostumbcados  antes  á  fuerza  de  desgradas  i  darse  por 
bien  librados,  si  ^on^  1^  fuga  escapaban  de  Aníbal; 
]o$  enseñó  á  tenerse  por  afrentados,  sí  sobrevivían  al 
vencimianio,  á  avergonzarse  si  un  pumo  se  movian 
de  su  puesto;  y  a  apesadumbrarse  si  ño  salían  ven-* 
redores,  \,  ■ 

Pelópidfts  no  fue  vencido  en  ninguna  batalla  en 
que  tuvo  el  mando ,  y  Marcelo  venció  muchas ,  man- 
dando á  los  Romanos:  por  tanto  parece  que  con  lo 
invicto  del  uno ,  podrán  poúerse  á  la  par  lo  .dificil 
de  ser  vencido  del  otro,  y  el  gran  numero  de  sus 
tripnfbs.  Marcelo  tomó  á  Siracusa,  y  Pelópidas  no 
pudo  apoderarse  de  la. capital  de  los  Lacedemonios; 
pero  con  todo  ^engo  por.  de  mas  mérito  que  el  tomar 
i  Sicilia  el  haberse  acercado  á.  Esparta ,  y  haber  sido 
el  primer  hombre  que  en  guerra  pasó  el  Eurotas :  i 
no  que  <;»ponga  alguno  que  esto  se  debe  mas  atribuir 
á  Epaminondas  qué,  á  Pelópidas ,  igualmente  que  la 
jprnada  dé  I^uctras ;  cuando  Marcelo  on  sus  grandes 


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OOMPARAC.  XXB  niÓfVDAS  Y  MAROBLO.     27! 

bodbós  no  tuvo  que  partir  su  glork  con  fiadie.  Por- 
que él^olo  tomo  á  Síraciisa ,  y  sin  concnrreúcia  de 
otro  algüoo  derroto  i-  ios  Galos;  y  contra  Aníbal^ 
cuando  nadie  se  sosteoia »  y>  antes  todos  se  retiraban, 
4\  solo  hÍ20  frente ,  y  mudando  el  aspecto  de  la  guer- 
fA,  fue  el  primero  que  estableció  el  valox. 
..   y  Ni  de  uno  ni  die  .otro  de  estos  ilustres  varones 
puedo  alabar  la  muerte;,  antes  me  aflijo  7  disgusto 
con  lo  extratk>  de  su  fallecimiento:  causándome  sor-« 
presa* el  ^que  Anibal  en  tantas  batallas». que  apena» 
puede»  cantarse ,  ni  una  Yes  fuese  herido;  asi  como 
adtoiro  1  Crisante  f  que ,.  sc^n  se  dice  ea  la  Cirope^ 
día,  teniendo  ya  lerantada  la  espada,  y  estando  pa-« 
xa  descargar  el  golpe. sobre  el  enemigo  >  como  oyese 
eo  aquel  momento  que  la  trompeta  tocaba  á  retira** 
d»9  dejándole  ileso ,  se  retiro  con  el  mayor  reposo 
y  mansedumbre.  Con  todo  á  Pelópidas  lé  disculpa 
el  qt;ie  en  el  acto  mismo,  de  la  baulla  y  con  ei  calor 
de  ella; le  arrebató  la  ira  á  que  convenientemente  se 
vengase:  porque  lo  mas  laudable  es  que  el  General 
quede  salvo  después  de  la  victoria;  y«si  no  pudiere 
evitar  la  muerte,  que  con  virtud  salga  de  la  vida,  se- 
gún expresión  de  Eurípides :  pues  entonces  el  morir, 
que  ordinariamente  consiste  en  padecer ,  se  convier- 
te en  una  acción  gloriosa.  Ademas  de  la  ira  concur^»^ 
ria  también  el  fin  de  la  victoria ,  que  era  á  los  ojos 
de  Pelópidas  la  muerte  del  Tirano ,  para  no  graduar 
enteramente  de  temerario  su  arrojo:  pues  es  difícil 
encontrar  para  aquel  acto  de  valor  otro  designio ,  ni 
mas  brillante  ni  mas  decoroso.  Mas  Marcelo,  sin  que 
pudiera  proponerse  una  gran  ventaja ,  y  sin  que  el 
ardor  de  la  pelea  le  arrebatase  y  sacase  de  tino ,  im- 
prudentemente se  arrojó  al  peligro,  corriendo  á  una 
muerte  no  propia  de  un  General ,  sino  de  un  bati- 
dor ó  de  un  centinela ,  y  poniendo  á  los  píes  de  los 
^beros  y  Numldas ,  que  hacian  la  vanguardia  de  los 
Cartagineses,  sus  cinco  consulados,  sus  tres  triunfos. 


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2^1     GOM? ^KAC.  DB  FBLOPIDAS  T  MARCEtO/ 

y  los  despojos  y  tirofeos  que  de  Reyes  habia  alcan- 
zado. Asi  es  que  ellos  mismos  miraron  con  pena  tai 
suceso  y  y  el  que  un  varón  tan  señalado  en  virtud  ea«* 
tre  los  Romanos ,  tan  grande  w  poder  ^  y  en  gloria 
tan  esclarecido ,  se  malograra  de -aquel  modo  entre 
los  descubsidores  Fregeliános.  No  quisiera  que  estas 
cosas. se  tomaran  {)or  acusación  de  tan  excelentes  va- 
rones ;  sino  mas  bien  por  un.  enfado  y  desahogo  con 
ellos  mismos  ^  y  con  su  valor ,  al  que  sacrificaron  sus 
otras  virtudes ,  no  teniendo»  la  debida  cuenta  con  sus 
vidas  y^us  personas ,  como  si  solo  murieran  para  si, 
y  no  mas  bien  para  su  patria,  sus  amigos  y  sos  alia^ 
dos.  Después  de  muertos ,  del  entierro  de  Pelópidas 
cuidaron  aquellos  por  quienes  murió ,  y  del  de  Mar- 
celo los  enemigos  que  le  dieron  muerte ;  y  aunque  lo 
£  rimero*  es  apetecible  y  glorioso ,  excede  todavía  i 
i  gratitud  que  paga  beneficios,  ¡z  enemistad  que  rin- 
de homenage  á  ta  misma  virtud  que  la  ofende:  por* 
que  en  .esto  no  sobresajie' mas  que  el  honor;-  y  ea 
aquello  lo  que*  se  descubre  es  el.  provecho  y  atilidad> 
que  se  reportó  de  la  virtud. 


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^73 

▲aisTIDES. 

Arístides  el  de  Llsimaco  era  de  la  tribu  Ántio*. 
qjoide  y. de  la  Curia  Abpecense.  Acerca  de  sa  patri- 
monio corren  diferentes  opiniones,  diciendo  algu«> 
nos  que  pasó. su  irida  en  continua  pobreza »  y  que  i 
su  muerte  dejo  dos  hijas ,  que  estuvieron  mucho  tiem« 
po  sin  casar,  por  .la  estrechez  de  su  fortuna.  Mas 
contra  esta  opinión  sostenida  por  muchos ,  tomo  par* 
tido  Demetrio  Falereo  en  su  Sócrates^  refiriendo  que 
en  Falera  conociiS  cierto  territorio ,  que  se  decia  de 
Arístides,  en  el.que  habia  sido  sepultado.  Hay  ade«* 
mas  algunos  indicios  de  que  su  casa  era  acomodada, 
de  los  cuáles  es  uno  el  haber  obtenido  por  suerte  la 
dignidad  de  Eponimo^^  que  no  se  sorteaba,  sino  en« 
tre  los.que.eran.de  las  familias  que  poseían  el  mayor 
censo,  á  lost}ue  llamaban  quinienteños.  Otro  indi- 
cio es  el  ostracismo ,  porque  no  le  sufria  ninguno  de 
los  pobres^  sino  los  que  eran  de  casas  grandes,  suje- 
tos á  la  envidia  por  la  vanidad  del  linaee.  Tercero 
y  últinu) ,  hab^t  dejado  en  el  templo  de  Baco  por 
ofrenda  de  la  victoria  obtenida  con  un  cOro ,  unos 
trípodas,  que  todavía  se  muestran  hoy ,  conservan- 
do esta  inscripción ;  la  tribu  Antioquide  venció ;  conr- 
ducia  el  coro  Arístides ;  y  Arquestrato  fue  el  qué  en- 
sayó el  coro.  Pero  este ,  que  parece  el  mas  fuerte ,  es 
snoiainente  débil:  porque  también  Epaminondas, 
que  nadie  ignora  haberse  criado  y  haber  vivido  en 
suma  pobreza ,  y  Platón  el  filósofo ,  dieron  unos  co- 
ros que  merecieron  aprecio ,  el  uno  de  flautistas ,  y 
el  otro  de  jóvenes  llamados  ciclios ,  suministrando  á 
este  para  el  gasto  Dion  de  Siracusa ,  y  á  Epaminon- 

r-  4Sponimo  se  llamaba  aquel  Árcente  de  quien  toma* 
ba  denominaciDñ  el  año,  como  en  los  Fastos  Romanos 
4a  tomaba  ide  los  Cónsules.  '^  - 

XOMO  11.  S 


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274  ARiSTIDBS. 

das  Pei6pidas:  no  estando  los  hombres  de  bien  reñi* 
dos  en  implacable  é  irreconciliable  guerra  con  las  dá« 
divas  de  los  amigos;  sino  que  teniendo  por  indeco- 
rosas 7  bajas  lasque  se  reciben  por  avaricia,  no  des- 
echan aquellas  que  no  se  toman  por  lucro ,  sino  para 
cosas  de  honor  y  liK:imiento;  j  Panecio  inaniDesta 
que  en  cuanto  al  Trípode  se  dep  engañar  Demetrio 
de  la  semejanza  de  los  nombres.  Porque  desde  la  gaer^ 
n  pérsica  hasta  el  fin  de  la  del  Pelopoheso  solo  se 
halla  haber  vencido  con  coro  dos  Ar»tides  j  de  los 
cuales  ninguno  era  este  hijo  de  Lisimaco  y  sino  que 
el  padre  del  uno  fue  Genófilo ,  y  «1  otro  fue  mocho 
mas  moderno:  como  lo  convencen  el  modo  de  la  es* 
critura  que  es  de  tiempo  posterior  á  Euclides;  y  el 
hablarse  de  Arquestrato»  de  quien  en  el  tiempo  de 
la  guerra  pérsica  ninguno  dice  que  fuese  maestro  de 
coros ,  cuando  en  el  tiempo  de  la  del  Peloponeso  son 
muchos  los  que  lo  atestiguan;  mas  esto  de  Paaecio 
necesita  de  mayor  examen.  Por  lo  que  hace  al  ostra*» 
cismo  incurría  en  él  todo  el  que  parecía  sobresalir 
entre  los  demás  por  su  fama,  por  su  liñage  ó  por  su 
facundia  en  el  decir ;  asi  es  que  Damon,  maestro  de 
Pericles,  sufrip  el  ostracismo  por  parecer  que  era 
aventajado  en  prudencia ;  é  Idomeneo  dice  que  Arís* 
-tides  fue  Arconte,  no  por  suerte,  sino  por  elección 
de  tos  Atenienses;  y  si  fue  llamado  al  mando  des-» 
pues  de  la  batalla  de  Platea,  como  el  mismo  Deme- 
trio dice,  es  muy  probable  que  en  tanta  gloria,  y 
después  de  tales  hazañas,  se  le  contemplase  por  so 
virtud  digno  de  aquella  autoridad,  que  otros  alean- 
zabaa^  por  sus  riquezas.  De  otra  parte  es  bien  sabido 
que  Demetrio  no' solo  en  cuanto  á  Arístides,  ÚM 
cambien  en  cuanjto  á  Sócrates,  toma  el  empeño. de 
eximirle  de  la  pobreza  como  de  un  gran  mal;  por- 
gue dice  que  este  no  solo  tenia  una  (iasa,;¡iino  setenta 
minas  puestas  á  logro  en  casa  de  G^tcHié  - 

Arístides  trabó  amistad  con  Clistenes^  el  que  te^ 


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taUetió  el  gobierno  después  de  la  «xfilulsion  dé  los 
Tiranos;  y  mirando  especialmente  con  emulación  y 
inombro  entre  todos  los  dados  á  la  politioa  á  Licur*- 
go»  legislador  de  los  Lacedemonios »  se  inclinó  al 
gobierno  aristocrático ;  pero  tuvo  por  rival  para  coa 
el.pueblo  á  Temistocles  el  de  Neocles*  Algunos  re-» 
/¡eren  que  siendo  ambos  mochadlos  >  y  educados  )un-* 
tos  de^e  el  principio  >  siempre  disintieron  el  uno 
del  otro,  tanto«en  las  cosas  de  algún  cuidado,  como 
en  las  de  recreo  y  divenion ;  y  que  al  punto  se  ma« 
nifestaron  sus  caracteres  por  esta  especie  de  contra- 
riedad: siendo  el  del.  oao  blando,  manejable  y  ver- 
satll ,  prestándose  á  todo  con  facilidad  y  prontitud; 
y  el  del  otro  firme  en  im  proposito ,  inflexible  en 
coaoto  á  lo  justo^,  y  enemigo  de  la  mentira,  de  las 
chanzasv  del  engaño ,  aun  en  las  cosas  de  iuego.  Aris<« 
ton  de  Quio  dice  que  la  enemistad  de. ambos  dima- 
nó de  ciertos  amores,  hasta  llegar  al  óUsmo  punto: 
porque  enamorados  de  Bstesileo,  natural  de  Quio, 
sumamente  gracioso  en  la^  forma  y  figura,  de  au  cuer- 
po. Iteraron  tan  mal  la  competencia,  que  aoñ  des- 
pués de  mardiitada  la.  hermosura  de  aquel  joven  no 
cesaron  en  su  .oposición;  sino  que  cpnko  si  se  bubie-'^ 
ran  ensayado  en  aquel  objeto,  con  el  mismo  afecto 
pasaron  al  gobierno ,  acalorados  y  etxrontrados  el  uno 
con  el  otro.  Y  Tenústocles ,  dándose  á  cultivar  amis- 
tades, alcanzó  un  i  Aflujo  y  poder  de  ningnn  modo 
despreciable;  asi  es  c|ue  á  uno  que  le  propuso  que  el 
modo  de  gobernar  bien  i  los  Ateniense»  seria,  el  que 
se  mostrase  igual  ó  imparcial  á  todos::  no  querría,  le 
respondió,  sentarme. en  una  silla,  en  la  qsie  no  al^ 
cansaran  jmasdední  losamigpsque  los  extraños;  mas 
Afístides,  manteniéndose  solo  4  siguió  en. el  gobier^ 
no  otro  pamino  particular*.  k>  psimíero  .porque  ni 
quería  tener  condescendesKias  instas. con  sus  ami^ 
gos,  ni  tampoco  disgustanlos^  no  haciéndoles  favo-^ 
res;  y  lo  segundo  aporque  veia.  qae'.elpodfix  de  los 


s  2 


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376  ARÍ^IMS» 

amigos  alentaba:  i  muchos  para  «er  Itijostos;  y  éi  en- 
tendía que  el  buen  ciudadano':itt>  debía  poner  so  con- 
fianza sinoen'liacer  y  de^U  cosas  justas  y  honestas; 
Promovía  Temístoclesmuehas  cosas  arriesgadas, 
y  en  todo  lo  «elafivo  á  cobi^rno  ie  contradecía  y  esr 
torbaba;  por  -loque  se  vio  Arístides  precisado  á  opo^ 
nerse  á  muchos  de  los  intentos  de-a^xiel;  unas  vec^i 
para  defenderse  ^  y  otras  para  ccMitener  su  poder, 
acrecentado  con  el  favor  ^del  poeblo  c  tenienoo  por 
menos  malo  privar-á  la  ciudad  de  alguna  cosa  bene- 
ficiosa y*  que  no  d  que  aquel  se  envalentonase  salién- 
dose con  todo.  De  modo  qiie  en  lina  ocasión ,  habien- 
do Temístodes*  propuesto  una  cosa.Jcónveníeate,  fa 
resistió  sinembarga,  y  repugnó-,  aunque  no  pudo  es- 
torbarIa;-y  al  retiiiarse  de  la  jimta  -pública  prorum- 
pió  en  la  expresión ,  de  que  no  podrta  salvarse  la  re- 
pública de  Atenas  ^  si  á  Temístócles  y  á  él  no  los  ar- 
rojs^n  en'UcÁ.  sima.  En  otra  ocasion'propuso.al  pue^ 
blo  un  pflpoyecto^de  decreto ,  y  aunque  fue  muy  con^ 
tf adlcho- y  ultep^tádo ,  conoció  que  iba  á  prevalecer; 
y  cuando  ya  ¡se;  estaba  para  recogev  dos  votos  de  «or-. 
doi  delvAi^oo|tte,'desengafiado»^ork  conferencia  de 
Jo  q0e'conveola','  retiro  su  proposición,  Muchas^ve- 
ces  hizo  SQs< propuestas  por  medio  de^otros ,  á  fin^de 
evitar:  que  su  contraposición 'coa  (Femístocles  sirvie- 
se de  impedimento  para  lo  4^06  m  de  bien  páblico. 
Mas  lo  qpe:  «ctoe;  todo  ^{>mdió'  maravilloso  fue  su 
igualdad  en  la^  niudanxas^á^  qu^  expone  el  mando; 
no ' engriéndose  congos •hbaores'j  y. manteniéndose 
siempre  •tranquiioi:y  sosegado*. eir.  Jas  adversidades, 
por  estaren  láhiteligéncta:de:qaer exigía  el  bien  de 
la  patria^uetefi' servida  sr<'fliM»ét«ise  .desinteresado, 
Bo  solo  ¿ots^tespeab  i  la  riqueza j.  sino  cop  respec-* 
ío  también  í  la  •  gloria. :  Dé^  < aquí  :^pro vino  '  sin  d uda 
que  represen  tándicne-^en  el  «eatocr  estos  yambos  de  Es- 
quilo, relatiiosi' Anfiaraovi'-''i  ■' 
Quide  pó  paofcerv  síno-.serju«to:.  ^ 


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AltisxiDBS.  ^77 

En  so  alma  eLsabep  echadas^  tiene' 
,    '   Hojidas  raices ,'  y  copioso  froto 
De-  excelentes  y  otiles  consejos ,. ; 
todos  ^  yoIvicDon  a.  mirar  á  ArístideSi  como  qoe  de 
'  fi  era  propia  aquella  virtod. 

No  solo  contra  la  benevolencia  y  el  «grado ,  sino 
^smhián  contra  la  ira  y.  enemistad  era  bastante  pode*^ 
rosO'  á  resistir  por- sostener  lo  josto*  -Dicise  poes  qoo 
pej^jsiguiendo  una  ocasión  á  on  enenugo  en  el  tribu- 
Q^^»  Qoizio  no:qoisiesealos  joecesi  después  de  laacu-* 
^cioí} ,  oir  al  ;tratado  como  reo  f  sino  que  pidiesen 
¿^.p^sar  á  votar  contra  ¿i  >  se  puso  Aristldes  a  su  U'- 
dp^i-pídir  también  que :8e. le  diese  audiencia,  y  fuese 
tratacio  conforme  á  las  leyes.  Juzgaba  otra  vez  i  dos 

Eirtieulares,  y  diciebdo  el  uño  que  su  contrario  ha- 
.  a  hecho  muchas  cosas  en  ofensa  de  Arístides ,  le 
conte&tó,  no. amigo,  tírdí  si  te  ha  hecho  á  tí  algoáa 
ofensa,  porque,  no -soy  yo  sino  tú  el  ,que  has  de 
ser  juzgado.  Eligiéronle  orocurador  de: las  rentas  pú- 
blicas, y  no  solo  descuorió  que  habian  smtrahido 
caudaks  los  Arcoñtes  de  su  tiempo,  ^Inojambien  los 
que. le- hablan  precedido,  y  mas  esp^i^lmente  Te- 
místocles,  .,.:.. 

I  ,  .  Que  era  largo  de  manos ,  aunque  .saUo. 
Por. esta  causa  sui^citó  este  á  muchos  gontra  Arístides^ 
y  persiguiéndole  al  dar  sus  cuentas ,  hí¿o  que  se  le 
iprmase  causa  y  condenase  por  oculjtacjion ,  segunda 
9a  Idomeneo ;  pera  como  por  ellose  hubiesen  disgus- 
tado los  primeros,  y  mas  autorizados  *:de  la  ciudad, 
no  solo  salió  libre. de  todo  cargo  y  multa,  sino  que 
de  nuevo  volvieron  á  elegirle  para  la  misma  magis-^ 
tratura*  Hizo  como  que  estaba  arrepentido  dd  su  pri- 
mer método ,  manifestándose  mas  benigno ;  con  lo 
quetyvo  gratos  á  los  usurpadores  de  los  caudales  púr? 
olicos,  porque  no  se  lo  echaba  en  cara,  ni  llevaba 


sus 


cosas  con  rigor* ;  de  manera  que  engrosados  coii 
rapiñas* colmaban  de  alabanzas  á  Arístides,  é  in- 

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278  ARfermáí. 

tercedian  ansiosos  con  el  pueblo  parí  que  todavía 
le  eligieran  otra  vez.;  mas  cuando  ya  iban  á  votarle, 
increpo  á  los  Atenienses  diciéndoles:  con  que  cuando 
me  conduje  bien  y  fielmente^* me  maltratasteis;  y 
{cuando  he  dejado  abandonados  crecidos  caudales  en 
manos  rapaces »  me  teneisjpor  el  mt jor  ciudadano !  Pues 
mas  me  aver^enso  del  honor. que  ahora  me  haceiX 
que  de  la  injusticia  pasada;  y  me  indigno  conrm 
vosotros )  para  quienes  parece  mas  0lorioso  ei  fkvo-t 
recer  á  l6s  malos » que  poner  cchvo  en  los  intereses  de 
la  repóblica.  Dicho  esto  descubrid  las  nuilversaciones; 
con  lo  que  hizo  callar  i  sus  panegiristas  y  encomia-' 
dores  9  y  recibió  de  los  hombres  de  bien  una  verdade- 
ra y  justa  alabanza.        .      .    .    ^  . 

Cuando  Datis  9  enviadopor  Darío  >  en  la  aparien- 
cia á  tomar  venganza  de  los  Atenienses  por  haber 
incendiado  á  Sardis,  pero  en  realidad  á  subyugar  á 
los  Griegos  I  se  apoderó  deMaratoo,  y  arrasó  la  co- 
marca :  entre  los  Generales  nombrados  por  los  Ate* 
nienses  paira  aquella  guerra  tenia  el  mayor  crédito  Mit 
ciades ;  pero  en  gloria  6  influjo  era  ArístideSel  segun-^ 
do ;  y  habiéndose  adherido  entonces  en  cuanto  á  la 
batalla  al  dictamen  de  Milciades ,  no  fue  quien  Ine- 
nos  le  hiso  prevalecer.  Alternaban  lú¿  Generales  en 
el  mando  por  días,  y  cuando  le  llegó  su  tui^no,  lo 
pasó  á  Milciades»  enseñando  asS'  á  sus  colegas  que  el 
obedecer  y  sujetarse  i  los  mas  entendidos  no  solo  no 
es  un  desdoto ,  sino  mas  4>ien  laudable  y  provechoso» 
Calmando  por  este  término  la  emulación ,  y  hacleo-^ 
do  entender  í  todos  cuanto  convenia  gobernarse  por 
h  inteligencia  y  disposiciones  de  uno  solo,  dio  ma-» 
yor  aliento  á  Milciades ,  asegurándole  en  sus  proyec- 
tos con  DO  tener  que  alternar  en  la  autoridad :  por- 
que no  haciendo  ya  cuenta  con  mandar  cada  uno  ea 
su  dia ,  le  quedó  á  aquel  indivisa.  £n  la  batalla ,  ha- 
biendo sido^l  centro  de  ios  Atenienses  el  mas  com- 
batido^ por  haber  cargado  los  bárbaros  con  el  mayor 


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AltfsTlDES^  «79 

encariiizámimta  contra  las  tribus  Leontide  7  Antio-' 
quide,  pelearon  valerosamente  Tcmístocles  y  Arísti- 
des»  que  fprniaban  muy  cerca  el  uno  del  otro,  por 
^r  de  la  Lecmtide  aquel,  y  de.  la  Antioquíde  este» 
Como  después  de  haber  puesto  en  retirada  á  los  bár«- 
haros,  y  haberse  embarcado  estos  ^  observasen  los  Ate^ 
níenses  que  no  hacían  rumbo  hacia  las  islas »  sino  que 
el  yitalo  y  el  mar  los  impelían  hacia  fuera  con  direc- 
ción al  Ática  y  temiendo  no  se  hallase  la  ciudad  falta 
de  defensores,  se  encaminaron  solícitos  hacia  ella  con 
las  suelve  tribus ;  y  en  el  mismo  dia  ccmclpyeron  su 
niarcha.  Quedo  en  Maratón  Aristid^scon  su  tribupara 
custodia  de  los  cautivos  y  de  los  despojos,  y  nofrus^ 
tro  la  opinión  que  de  él  se  tenia,  sino  que  habiendo 
copia  de  oro  y  plata,  de  ropas  de  todos  géneros  y  de 
toda  suerte  de  efectos  en  número  increíble  en  las  tien- 
das y  en  los  buques  apresados,  ni  ¿I  mismo  tocó  i 
nada »  ni  permitió  que  tocase  ninguno  otro,  á  noque 
algunos  ocultamente  tomasen  alguna  cosa;  de  cuyo 
número  fue  Caílas  el  daduco  6  asistente  ' :  porque  á 
lo  que  parece  á  este  fue^á  presentársele  uno  de  los  bár-^ 
baros ,  creyendo  por  la  cabellera  y  por  el  turbante 
que  era  el  Key ;  y  saludándole  y  tomándole  la  diestra 
le  itumifesto  que  había  mucho  oro  ei^terrado  en  cierto 
hoyp;  y  Calías ,  hombre  el  mas  cruel  y  el  mas  in¡us«* 
to,  fue  y  recogió  el  oro ,  y  al  bárbaro ,  para  que  no 
lo  revelara  á  otros ,  le  quitó  la  vida.  De  aquí  dicen 
que  viene  el  que  los  cómicos  llamen  á  los  de  su  paren-* 
Xthí  ricos  dé  nwo  ^Qoví  alusión  al  lugar  en  que  Calias 
encontró  aquel  oro.  Dióse  inmediatamente  después  á 
ArÍHides  la  dignidad  de  Eponimo;  aunque  Demetrio 
Falereo  es  dé  opinión  qi^  la  obtuvo  poco  antes  de 

1     El  daduco  era  ministro  de  los  sacrificios ,  inmediato 
en  dignidad  al  Sacerdote  máximo»  al  que  precedía  en  las 
-  ceremonias  llevando  una  hacha  encendida,  de  la  que  tomó 
la  denominación. 


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aSo  AltíSTIDBS. 

SU  maerte  después  de  la  batalla  de  Platea*  Con  td^ 
en  los  fastos  después  de  Jantípides^  eti  cuyo  año  toe 
vencido  Mardonio  en  Platea,  en  muchos  años  no  se 
encuentra  ninguno  denominado  Aristides;  y  despo» 
de  Fanipo ,  en  cuyo  tiempo  se  alcanzó  la  victoria'  dé 
Macaton »  en  seguida  está  escrito  el  nombre  del  Ar« 
conté  Aristides. 

Entre  todas  sus  virtudes  la  que  mas  se  dio  i  co« 
•  nocer  al  púdolo  fue  la  justicia ,  porque  su  utilidad  es 
mas  continua  y  comprende  á  todos :  asi  ün  borabre 
pobre  y  plebeyo  alcanzo  el  mas  excelente  y  divino  re- 
nombre ,  llamándole  todos  el  justo :  renombre  á  que  oo 
aspiró  nunca  ninguno  de  los  Reyes  ni  de  los  tiranos, 
queriendo  mas  algunos  de  ellos  apellidarse  sitiadores, 
fnlminadores ,  vencedores,  y  aun<algunos  águilas  y 
gabiianes:  prefiriéndola  loque  parece,  la  gloría  que 
dan  la  fuerza  y  el  poder  á  la  que  proviene  de  la,  vir- 
tud. Y  si  lo  admirable  y  divino ,  en  coya  posesión  y 
goce  tanto  manifiestan  complacerse ,  se  díistingue  prín« 
cipalmente  por  estas  tres  calidades  indestructibili- 
dad ,  poder  y  virtud ,  de  ellas  esta  es  la  mas  reispe- 
table  y  divina:  porque  lo  indestructible  conviene 
también  al  vacío  y  á  los  elementos;  y  poder  le  tíe^ 
nen  grande  los  terremotos,  los  rayos,  los  remolióos 
de  viento  y  las  inundaciones  de  los  torrentes ;  pero 
de  lo  Justo  y  del  derecho  nada  hay  que  participe  si** 
no  siguiendo  los  dictámenes  de  la  razón  y  de  la  pru- 
dencia. Por  tanto,  siendo  asimismo  tres  los  afectos 
que  en  los  mas  de  los  hombres  excita  lo  divino^  í 
saber ,  deseo ,  miedo  y  respeto ,  aspiran ,  como  que 
en  ello  consiste  su  felicidad,  por  lo  indestructible  y 
eterno ;  temen  y  se  sobresaltan  con  la^  dominación  y 
el  poder ;  pero  aman ,  acatan  y  veneran  á  la  justicia, 
y  con  ser  esto  asi ,  ansian  por  la  iqmprtalidad  que 
nuestra  caduca  naturaleza  no  admite ,  y  por  el  po^ 
der  que  en  Ja  mayor  parte  depende  de  la  fortuna; 
poniendo  en  el  ultimo  lugar  á  la  virtud  ^  de  todos 


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c^tbs  Inenesiqfiícf  npiitamost  dirmdr;  et  Mco'qne  «^ 
tá  en  me^tror^albedb'io^  len  Id  que*  Tan  mu;^  enflifia- 
dos ,  oo  refleacioimndo  que  á  la  vida  pasada  eo  el  po* 
der  Y  la  formna »  la  justicia  la  hace  digna  de  los  Dio^ 
9t%\  y  la  ihJQStlcia  prepia  de  las  fieras. 

Aunque á  Aristídesal  pr indpio  le fbd moy  Hsoh-* 
filero  a^iel  aobrenombie  ,*  últimamente  vino  i  CDnct- 
HarlcKenvidia  ,  principalmerite  por  el  cuidado  que  po- 
so Teiníst0cie5.en  sembrar  el  rumor  entre  la  mndie* 
dumbre  de  ^ue  Arístides  y  haciendo  inútiles  loi  tribu- 
nales con  xíicterse  i  juzgarlo  y  decidirlo  todo ,  aspim^ 
ba  sordamente  i  prepararse  sm  armas  una  monarquía. ' 
Ademas  de.esto ,  ei^retdo  él  pueblo  con  la  nctoria^  y 
creído  de  que  dé  todo  era  por  sí  capaz,  no  podu 
aguantar  i;  los  que  tenían  un  nombre  y  una  fama  que 
oscufecian  á  los  demasi.  Concurriendo  pues  á  latíu-« 
dad  de  todas- partes^  destierran  á  Arístides  por  me- 
dio del  ostracismo  9  apellidando  miedo  de  laitiranía 
lo  que  era  envidia  de  su  gbria.  Porque^el  ostracismo 
no  era  pena  de'  alguna  mala  acción,  sino  que  por 
cierta  delicadeza  se  le  llamaba  humiliadion  y  castigo 
del  orgullo^  y  de  un  poder  inaguantable;  cuando  en 
realidad  qo  era  mas  qué  un  sua;re  consuelo  de  la  en- 
vidia', que  no  usaba  medios  insufribles  y  sino  que  se 
libraba  con  una  mudanza  de  pais  por  diez  anos,  de 
una  incómoda  molestia  ;*  y  porque  después  algunos 
empezaron  á  sujetar  á  esta  especie  de  destierro  á  nom« 
bres  bajos  y  conocidamente  malos ,  de  los  cuales  el 
éitimo  fue  Hipérbolo ,  hubieron  de  abandonarla.  Dí«- 
cese  que  pora  sujetar  i  Hipérbob  al  ostracismo  su- 
cedió lo  siguiente :  desacordaban  entre  sí  Aldbiades 
y  Nicias ,  que  eran  los  de  mayor  influjo  tu,  la  dudad; 
y  cuando  el  pueblo  ibaá  echar  la  concha,  sabiendo 
los  unos  de  los  otros  á- quien  iban  á  escribir  en  ella, 
se  confabularon  por  fin  ambos  partidos, /jr  de  cóníun 
convenio  trataron-  de.  desterrar  á  Hipérbolo,  Refle-i 
^iooó  luego  el  pueblo,  y  creyendo  desacreditado  y 


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s8i  Á&IsSlMf. 

ttfreBtadQ«|üet  meáiQ  polkieo » lo  dty6:j  «licdid  f^ 
siempre  Explicaremos  eii  ipocas  palabras  lo. que  en 
este  medio:  teioaba  cadauno.de  loS'CiHdadanos  vm 
CQódia>  y:e9crit)iendo*  encUá  el  nombre  del  que  qnt- 
ria  saliese  desterrado ,  la  Uevabe  á  cierto'  liigár  de  la 
plazBcemdo  con  berfaa^  Cantaban  luego  it»  Arcon- 
téstprimero  el  número  de  todas  las  coBchas  ^^le  aUi 
bafaía,  porqne  si  no  Hegaban  á  seis  rn^l  los  vomnteSf 
no  habla  ostradsmo»  De^Miesiban  separando  los  nom- 
bres, y  aqaél,  cnyo  nainbr&  habia  sidio  ^crm  en 
mas  conchas.,  era  publicado  como  descercado  por  diez 
'náosf  dejándosele  disponer  de  sus  cosas.  Entendíase 
eniosra  opecadon  de  esoribit  las  conchas,  y  ser  dice 
que  unhoipbre  del  campo,  qne  no  sabia  escrimr  y  4lan-- 
oo  la  cóncbaá  Arístides ,  á  quien  casuahneote  tenia  á 
snano,  le  encargó  qiie  .escribiese  á.  Arístide»;  y^^omo 
este  se  sorprendiese,  y  le  preguntase  ^^i^lé  hah¡9  he- 
cho, álgnn  agravio?  Ninguno,  respondió,  ni  ¿quiera 
le  conozco  ,^sino  qué  ya  estoy  fastidládo.deolr  t:on<- 
tinuamente  que  le  llaman  el  jvtsto;  y.q^  Arístides, 
oidoesto,  nada  le  contestó,  y  escribiendo  su  nom- 
bre tn  la  xonicha ,  se  la  volrió^  Desterrado  de  la  ciu- 
dad ,  levantando  las  manos  al  cielo ,  hizo  una  plega- 
ria enteramente  contraria  á  'la^de  Aquiies ,  pidiendo 
á  Iqs  Dioses 'que  no  llegara  tiempo  en  que  los  Ate- 
nienses: toyi^ran  que  aeQrdacselde  Arístides* 

Al  tabo  de  tres  años^  cuando  Gerjes  ^por  la  Te- 
salia y  k  rBéocia  se  encaminaba  contra  el  Ática ,  abo- 
lieron la  iey ,  y  permitieron  á  todos  los  desterrados 
la  Yueha:  p>r  temor  p.rincljíal«nente  de  que  Arísti- 
des, uniéndose  con  los 'enemigos,  sedujese  y  atrajese 
á  muchos'  de  los  ciudadanos  al  partido  del.  bárbaro; 
eo  lo  que  manifestaron  ño  conocer  bien  áeste  insig- 
ne niaron ,  que  antes  dé  aqpielk:  providencia  estaba  ya 
trabajando  .en  acalorará  los  Griegos  rara  defender 
su  libertad ;'y  después  de  ella,  siendo  Temístocles  el 
que  tenia  el  mando  absoktPx  nada  d^yS  por  hacer 


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ÁMÉmbÉi.  a83 

de  dbtm  ó  Ae  consejo  pare  aae  conf  lá  sthradon  de 
todos  ftlcanztra  so  enemigóla  mejor  glorie*  Porqae 
teniendo £oríbiidifs« retuehoabefldoun  i  Selemina^ 
como  las  galeras  de  los  bárbaros,  dando  por  la  noche 
la  vela  y  naTesaodo  en  drcolo,  hubiesen  •  tomado 
el  pasb  7  Jas  islas ,  sin  que  nadie  tnidese  cebodmien^ 
to  de  este  bloqueo ,  Amtides  irino  apresorademente 
de  Egtfi^)  pasando  «pdr  entre  les  nai«s^nemiges;^y 
presentándose  asimismo  por  la  noche  en  la  cimam 
de  Temistodes ,  le  IIam6  á  faera  á  ¿I  ^o ,  y  le  h»-» 
bl6  de  esta  manerat  ^^Nbsotros,  <$  TemístócieS)  si  es 
nifoc  tenetnos  inicio ^  nos- olvidaremos  de  nuestra 
n  Tafia  y-  pivenil  discofdia ,  y  entablaremos  otra  con-* 
atienda  mas  saludable  y  digna  de  loor,  disputando 
a  entre  los  dos  sobre  sabor  á  la  <^recta^  tú  como  eau-^ 
»diUo  y  General,  y  va  como  sddado  y  consejeros 
»Xmest6'que  sé  que  til.  solo  hts  tomado- la  aaefar  re^ 
«solución,  ordenanife  que  se  trabe  cond¡»ate  cnanto 
a  antes  en  este  estrecho;  ;y  cuando  noestros  aliados 
Mte  se  oponían ,  parece  qué  tos  enemigos  se  han  'puesto 
» de  tu  parte*  Forque  el  nar  al  fieme ,  y  todo  al 
•»  rededor  está  ya  ocupada  por  naves  enenúgas,  da 
amanera  qpie  aun  loi  que  lo  rehusaban  se  ven  en  la 
aprensión  de  mostmrTclor  y  entrar  en  combate^ 
apoír  fad^erse  cortado  todo  camino  i  lá  tetrada.  ^ 
RespondiiSte  á  esto  Temístocks:  a  No  oeiimirii^é,  6 
n  Árísrides,  que  en  esta  ocasión  meexceoas  en  vittudí 
»» sino  que,  contendiendo  ^n'^tu  glorioso  mop6sito, 
a.proeurai^avenujarméen  to  cd^ras;**  y  oicfaoesto, 
le  dtscxhrió  el  engaño  y  estratagema  de  qoe  se  había 
valido  am  el  bárbaro  ^  exhortándole  á  qtie  persua-» 
diera  á  Earibiades,  y  le  hidera  ver  que  .no  habia 
arbxtrb  para  salvarse  sin- e^^mbetir;  porque  á  él  le 
creería  inejor.  Asi  es  qnc  en  la  conferencia  de  los  Ge- 
nerales, diciendo  CleocritodeCorinto  á  Temístdclcs, 
que  ni  Arístides  aprobaba  su  dictamen ,  pues  que  ha-* 
Uándose  presente  oJlab»;  replicó  Arístides*.  noca« 


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¿84  AidHfriMs. 

Uaria^yo  <ie>nt¿galia  maneíA^'^i  TeintstO€3ei>]io'pr»^ 
pusiese  lo*<ntepr ;  mas^  ^rs  gnacdo  silencia^-  tiopór- 
que  le  teoga  consideración ,  sino  ptorque  ^y  de  su 
parecer.  •■■>':*••  •'        .'".''.•'  j      ■'■:.:  ■-. 

Eítt)  fueJó  güe  paso  cntrn  loé, caudillos  deja  a» 
mada  de  les  Griegos ;  i«as  lAariafídes ,  sabedor  de.  qtt 
Pfiitaltr,  .que  es  uda  isla^tieqii^a,  situada  junto  al  e^ 
trecho  de'Sakniiaa)  haoia  stdf>' ocupada  por  gráa 
número  de  tnexáigos,  lomi^da'Cbntígo  en^^idas.ian'* 
cbasá  iIqs'  ciadádanosbíináiscdecididQs  y.alentádo^ 
aportp>á  krisJeta;  y  trabaaito  Qoinbttte  cour  k>s  hk^ 
baros^ 'JeSiidió. muerte' ár» todos,  á  excejpcion-tle  snoa 
cuantos  •de>^ÍM^mks  distinguidos  ^tre  elbos ,  quc^loo 
tomó  caiitív^  ^Eatre  .t^tosvhiÁía!  tres  btíoa  de  muí 
heemaoaNlelTRiejy  llamada: &indauca,  los  cuaksire-^ 
mUíiS  aUn^tame:  á  Temistodesy  y  se  dloevqoeride 
nmidtto  deí  ^rero  Eofraiuides  fueron  safvifioadosy 
seguQ  .cierto  «Maculo  y  á;Bficp<Omesta.  Ea  «^»3day 
distribuyendo  Arísrides  aol^dos  de  in&nt^ria  |k>c 
toda  rJ^'friá  píos  tuvo  e»  .celada  contra  los,  que  apor- 
tasonoiieUa ;  -mas  de  modo  que  en  nada  ofendiesea  á 
los  amtgJ9¿,.oi  dejasen  k,  salvfts'á  los  enemigos  :')yiies 
parece^ietl  príndpál-<x>iioutsO'de las  naves,  y  lo 
mas  veeio  de  lar.batalla  visbiá  isar  báeia  aquel pnnto; 

Er  loque  kvanto  trofeo bn.Bs!talia.I>espueé  de  l« 
talla,  queriendo  TelntsiQcle^  probar  i'Arktides^ 
le dífo  que^si  bien  era^iiiiqy ^ande  laobra  q^e  faa-^ 
bian  faeeho  f  todavía  les.fwaba  lo  mejor ,  que  era  to- 
imr  el  ¿ak  en  la  Europa ,  navegando  velozmeate  al 
Hele$pontO)  v  cortanií»  elpu^ite;  más  ^nio  le  re- 
plícale'Apístides ,  que  debfa  ¿abandonarse  aquel  péá-- 
«ámtónto,  y.yer.  cómfr  hadan  que  el  Medo, saliese 
cuánto  antes  de  la  Grecia,  fto  fuese  que  encerrado 
por  falta  de  salida,  la  necesidad  le  obligase  á  defen- 
derse coo  tan  inmensas  fucreas;.  con  esto  Temtsto- 
cles  despach<p  al  eunuco.  Arnacei ,  que  era  uno  de  los 
cautivos  I  para  que  dijese  al  Rey  en  secreto  que  A 


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faabia  -disuadido  á  loi  Griegos  del  ¡nteilti^de  ¡r  á  cor«  . 
tar  Jos  ftientesi  coa  ef  objeto  de  que  el  Rey  se  pu* 
siese'en*€alvo. 

Cobró  Geqes  miedo  con  esta  noticiar  J  ^i  i 
toda  priesa  se  encaminó  •  ai  Heiespontof  pero  qoedd 
MardoDío,  que  teniar  consigo  lo  mas.  aguerrido  del 
ejército  9  en  número  «nos  trescientos  mil  hombres: 
fuerza  con  que  seiíacia  temible »  ponienda  principal- 
mente sa  esperanza  en  la  infantería ,  y.  con  la  que 
amenizaba  a  los  Griegos,  i- quienes- escribió  en  estos 
términos:  'vencisteis  coo-maritimos  leaos  á  unos  hom-* 
bres  de  tiorra  adentro^  poco  diestros  en  manejar  el 
remo^  pero  ahora  la  tierra  de  los  Tesalianos  es  llana, 
y  los  campos  de  los  Beocioe  muy  i  ptopódto  para 
combatir  con  caballería  ¿.infantería.  A  los  Atenien- 
ses les  escribió  aparte  á  nombre  delBjey,  oróme-» 
tiéndoies  que  levantaria  de- nuevo  su  ciudad,  los  coU 
maria  de  bienes,  y  les  dariael  dominio  sobre  los  de- 
mas  Griegos^  con  tal  que  se  apartasen  de  ia  .guerra*- 
Entendiéronlo»  los  LacedemMtos ,  y  concibiendo  te- 
mor, enviaron  á  Atenas-' mensageros  con  la  pn>pues» 
ta.  de  que4nandaran;:i  Jisparta  sus  mi^eres.y  sus  hi-- 
jos ,  y  que  para  siis  ancianos  tomasen  de  los  mismos 
Lac^demonios  el  sustentó  necesario:  .porque  era  ex- 
trema la  miseria  dé  los  Atenienses,' habiendo  perdi- 
do sus  campiñas  y  su^' ciudad»  Oidos  los  men£^eros 
les  dieron,  siendaArístides  quien  propuso  eLdecre- 
to,  una  admirable  respüe$t;ít;  diciéndoles  que  á  los 
enemigos  les  perdonaban  el-quecreyesea  que  todo  se 
compraba  con  el  diadro,  y  las  riqoezas,  pues  que  no 
conocían  cosas  demascptecio;  peto  no  ^>diaa  llevar 
en  paciencia  que  los  Lacedemonips  solo  .pusiesen  la 
vista  en  la  pobreza  y  n)iseriaqne  afiigia  á  los  Ate- 
nienses'y  olvkiándose  de  la  virtud  y  del  honor,  para 
proponerles  que  por  ekpfecio  del  alimento  comba«^ 
tíeraníen  defensa  dé  la  Grecia^  Asi  lo  escribió  Arís- 
tidcs ;  y  convocando^  ¿«nos  y  .á  otrps  embajadores 


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286  A&ifr»xs« 

á  ia  ionte  ptibHca»  i  los  de  los  Lacedemonios  Inñ^ 
cargó  dijesen  ademas  que  no  babia  bastante  oro,¿ 
sobre  ia  tierra  ^  ni  debajo  de  ella  que  igualara  en  cár- 
ter para  los  Atenienses  á  la  libertad  de  los  Griegos; 
y  vuelto  á  los  ik  Mardofit6,  señalando  al  sol :  mien- 
tras este  astro»  les  dijo»  ande  su  carrera,  harán  los 
Atenienses  la  guerra  i  los  Persas  por  sus  campos  aso- 
lados, y  poit  sus  templos  profanados  y  entr^ados  á 
las  Ibunas*  Propuso  también  que  los  Sacerdote  ¿1- 
cierin  imprecaciones  contra  el  que  mandara  embaja- 
das i  bs  Medosy  ó  se  apartara  de  U  alianza  de  los 
Grifos»  En  esto  invadid  Mardonio  segunda  vez  el 
Ática,  por  lo  que  ellos  se  retiraron  como  antes  con 
sus  naves  á  Salamina;  pero  pasando  Aristides  con 
l^cicMi  á  Lacedemonia » les  echd  en  cara  su  tardan- 
za y  su  indiferencia,  con  la  que  de  nuevo  abando- 
nalMín  á  Atenas  á  la  ira  del  bárbaro ;  mas  les  rogó 
que  los  auxiliasen  en  favor  de  lo  que  aim  quedaba 
salvo  en  la  Grecia»  Oido.que  esto  fue  por  los  £fo- 
ros,  de  dia  afectaron  entretenerse  y  divertirse ,  co« 
mo  es  propio  de  las  fiestas,. porque  celelprabaa  la  de 
Jacinto;  pero'p^  la  noche  juntaron  un  e}érdto  de 
cinco  mil  £spar<Áatas,  cada  uno  de  los  cuales  lleva- 
ba consigo  siete  failotes,  7  lo  hicieron  marchar,  sin 
que  dt  ello  se  ¡apercibiesen  ks  Atenienses.  Volvió 
Aristides.  á  reconvenirlos  al  dia: siguiente 9  y  como 
ellos  con  risa  le  contestasen. que  debia  de  estar  lelo 
6  dormido,  paes  ya  el  ejércitp  estaría  en  el  templo 
de  Orestes  marchanda  contra  los  huéspedes ,  nom- 
bre que  daban  á  los  Persas:,no  les  ñempo  este  de 
chanzas,  les  repuso  Aristid^ ^.queriendo  vosotros 
mas  bien  engañar  á  los  amigos  que  á  los  enemigos* 
Asi  lo  escribió  Idomeneo;  pero  en  el  proyecto  de 
decreto  de  Aristides  no  está  escrito  por  embajador  £1 
mismo,  sino  Cimon  ,  Jantipo  yMironides. 

Elegido  General  con  .mandó  independiente  para 
aquella^  batalla  ^  tomo  á  sus  órdenes  ocho  mil  infsn- 


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JOdsTIDBS.  287 

teald^Atenu»  y  marc&ó  para  Platea ,  donde  se  le 
reuoióíFausaoias ;  General  de  todas  las  tropas  Grie-* 
gas  »  que  tenia  consigo  á'los  Esparciatas ,  concarrien* 
do  BMcibediinibre  de  todos  los  demás  Griegos.  El 
ejército  de  los  bárbaros ;  que  estaba  formado  junto 
al  xiotAsopOí^.no  tenia  icérn^o ;  y  en  derredor  del 
bag^e.y  provisiones  se  hafam  corrido  un^  maro  coa* 
drado!,  de  cutos^  lados  tenia  cada  uno  la  longitud  da 
dies  estadios.'  A  Pausania&.poes  y  en  coiaiin  4  to- 
dos k>fr  Griegos  Jes  profetizo  y  predijo  la  fktoria 
Tisameno  de  Elea  ^  si  sé  estaban  á  la  defensiva  ^  y  no 
eraü  los  prímenos  en  acometer.  Mas  Aristides  énvid 
á  ooosultar  á  Delfos^  y  el  Dios  díd  por  respuesta 
que  los  Atenienses  preTaleceriaa  sobre  los  contrarios^ 
si  hadan  votos  á  Júpiter ,  i  Jano  Gteroma,  i  Pan 
y  í  las  Ninfas  Esfragítid^ ;  si  sacrificaban  á  ios  hé^ 
roes  Andrdcrates I  Leucon»'  Pisandro,  Daonocrate^, 
Ipsion  9  Acteon  y  PóUdes;.y.8Í  trababan  la  contien-i> 
da^n  suptopia  tierna ,.  y  en  Ja  región  deCeres  Eleu- 
aina^y  de  su  hi^.  Venido  qaeiue  este  oráculo  dtd 
imuchor  en  <|ae  pensar  í  Aristides ;  porque  en:priinev 
logar  los  héroes,  á  quienes  mandaba  sacrificar^  ei^an 
los  patriarcas- de  las  familias  de  los  Plateenses,  y  la 
cueva  de  las  ninfas  Esfragitides  está  en  una  de  las 
cumbres  del  Citeron ,  vuelta  al  poniente  de  veranoi 
y  en  ella  habia  antes,  según  dicen,  un  oráculo,  deí 

Í[ue  eran  poseídos  muchos  de  aquellos  naturales ,  á 
os  que  llamaban  Ninfoleptas ' ;  y  de  otra  parte  la 
f egioQ  de  Ceres  Eleusina ,  y  el  concederse  la  victo* 
ria  á  los  Atenienses,  si  peleaban  en  su  propia  tier- 
xa ,  pareda  que  era  revocar  y  trasladar  la  guerra  al 
Ática.  En  esto  parecióle  á  Arimnesto,  General  de 
los  Plateenses ,  que  entre  sueños  era  pregontado  de 
Júpiter  Sefvator,  qué  era  lo  que  pensaban  hacer  los 

r    Significa  lo  mismo  que  acaba  de  decirse -.'poseídos 
•de las  Mtnfas,        •  <   •  t  '  .  .   .^ 


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l88  AHÍSTIDSS. 

Griegos,  yxfpe  él  fe  respondió :  mañana,  s^br,\b 
varemos  el  e|ército  í  ElenstSt  y  combatiremos  .atfii 
los  bárbaros,  conforme  ^á  un  oráculo  de  ia  Fifia;  i 
lo  que  el  IKos  le  había:  replicado  que  estaban  eagi« 
fiados  del  todo ,  porque  alli  en  la  región  Plataica  se 
T«)rificaba  el  oráculo ,  y  que  si  lo  investigasen ,  s»  con- 
vencerían» Representáronsele  estas  cosas  vivamente  á 
Arimnesto,  y  levantándose  sin  dilación ,  hÍ2o  Uamar 
á  Ips  ciudadanos  de  mas  edad  y  de  nayor  ezperieo* 
cU,  y  conferenciando  sus  dudas  con  ellos  >  encentro 
que  ceroi  de  los  Hisios  al  pie  del  Giteron  hay  un 
templo  auíy  antiguo  que  se  llama  de  Ceres  Ckusi* 
nía  y  de  rroserpina.  Llamando  pues  á  Axistídes  ie 
Uei^o  á  ua  sitio  sumamente  á  proposito,  para  qoe 
foi'masen  en  él  sus  batallones  los  que  no  eran  fuertes 
en  caballería,  á  causa  de  que  las  faldas  del  Citeroit 
bacian  inaccesibles  para  los  caballos  las  cañadas  con* 
tigoas  al  templo,  i   alli  estaba  también  el  templete 
de  Androcfates  cercado  de  una  selva  de  espesos  y 

Xios  árboles;  y  para  que  nada  le  faltase  al  ora-» 
enrcuanto  á  la  esperanza  de  la  victoria ,  pareció 
á  losl^lateénses,  á  propuesta  de  Arímnesto^  retirar 
los  términos  de  Platea  nácia  el  Ática,  y  donar  ^aque* 
lia  legion  á  los  Atenienses,  para  que,  según  el  orá- 
culo, pelearan  en  sia  propia  tierra  en  defensa  de  la 
Grecia*  Llegó  á  tener  tanta  fama  esta  gloriosa  deci- 
$iop  de  los  Plateenses ,  que  Alejandro  (ominando  ya 
el  Asia,  muchos  años' después  levantó  los  muros  de 
PJatea ,  é  hizo  pregonar  en  los  juegos  Olíaipicos  que 
de  este  modo  recompensaba  el  Rey  á  los  Plateenses 
su  fó^aleza  y  su  magnanimidad ,  por  haber  dado,  en 
la. guerra  médica  á  los  Griegos  aquel  territorio,  mos- 
trándose sumamente  atentados  y  valerosos. 

Disputaban  los  Ttgeatas  con.los  Atenienses  sobre 
el  lugar  que  tendrían  en  el  ejército,  pretendiendo 
gqe  pues  los  Lace4em.p^ios  tenian  el  ala  derecha ,  se 
les  diera  el  ala  izquierda ,  haciendo  pani/esioi  gilau- 


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ABLümm:  289 

des  dogplos  <fe  SD9>ntepasado$!.  Ofendíanle  mocho  de 
semejante  contienda  los  Atenienses;  pero  salióles  al 
encnentro  Aristides  y  dijo;  no  es  propio  de  estaoca** 
sica  el  que  alterquemos  con  los  Tegeatas  sobre  li-» 
aage  y  sobre  proezas;. mas  á  Tósotros;^  ó  Lacedemo-- 
moSf  y  i  todos  los  demás  Griegos  os  hacemos'  pre^ 
senté  que  el  lugar  no  quita  ni  da  valor:  cualquier» 
que  sea  el  que  nos  diereis  procuraremos ;  conserván- 
dole y  honrándole ,  no  hacernos  indignos  de  la  glo-»> 
ria  adquirida  en.  las  guerras  anteriores:,  porque  so 
hemos  venido  á  Indisponernos  con  los  aliados ,  sina 
á  pelear  con  los  enemigos ;  ni  á  ensalzar  á  nuestros 
padres,  sino  á  acreditarnos  con  la  Grecia  de  hom-; 
ores  esforzados:  asi  este  combate  hará  ver  en  cuan- 
to debe  ser  tenido  de  los  Griegos  cada  uno ,  ciudad,: 
General  ó  soldado.  Oido  esto  por.  los  del  consejo  jr 
por  los  Generales:^  aprobaron  el  discurso  de  los  Ate-. 
nienses ,  y  les  dieron  á  mandar  la  otra  ala  del  ejército^ 
Gomo  estuviete  en  gran  coíiflicto  la  Grecia,  y  sem- 
bré, todo  se  hallasen,  en  malísimo  esjtadp  las  cosas  de 
los  Atenienses,  algunds  de  las  familiHs  mas  princi« 
pales  y  mas  ricas->  que  por  causa  de  la , guerra  ha-, 
bian.caido  en  pobreza,  y  juntamente  con  los  bienes 
habiaipi  perdido  todo  su  esplendor  y  su  influjo ,  vién- 
dose reducidos  á  este  extremo  de  abatimiento  mien«^ 
tras  otros  brillaban  y  mandaban ,  se  reunieron  clan- 
destinamente, en  una  casa  de  Platea ,  y  se  conjuraroa 
para  disolver  la  república  ;>  ó  sino  sallan  con  so  in-i 
tentó ,  para  estragáis  los  negpcios  de  ella  poniéndo- 
los en  manos  de  los  bárbaros.  Mientras  ¡esto  se  eje^ 
cataba  en  el  campan^ento,  siendo  ya  mucUbs  los 
pervertidos,  llegó  á  entenderlo  Aristides,  y  hacién- 
aose  cargo'  de  lo  arriesgado  de  la  ocasión  ,  determi- 
nó, ni  «jandonar  del  todo  y  dejar  correr  semejante 
acontecimiento ,  ni  descubrirlo  tampoco  enteramen- 
te, »ya  por  no  Conocer  realmente  cuántos  serian  los 
inculcados ,  y  ya  también  porque  creyó  que  len  aquel 
Tomo  ii.  t 


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2^0  ARÍSTI0B?. 

€aso  valia  mas  hacer  callar  la  justicia  qne  la  cob 
veniencia  pública.  Arresta  pues  á  solos  ocho  emn 
tantos;  y  de  ellos  dos,  contra  quienes  habia  forma- 
do la  causa  ,  y  que  eran  los  motores  principales ,  JEs- 
quines  Lampreide  y  Agesias  Acarnaide,  Ic^aron^  fú^ 

erse  del  campamento:  á  los  otros  con  esto  los  dejó  Jí* 
es ,  dando  lugar  á  que  respirasen  y  se  arrepintiesen^ 
en  inteligencia  de  que  no  habian  sido  descubiertos»  di- 
ciendo solamente ,  que  la  guerra  seria  el  mejor  tri^ 
batial  j  donde  desvaneciesen  las  sospechas  y  cargos, 
esmerándose  en  mirar  por  la  patns. 

Después  de  esto  Mardonio. ensayó  el  hacer  car-^ 
gar  con  fuerza  considerable  de  caballería,  que  era 
en  lo  que  principalmente  se  aventajaba  á  los  Grie- 
gos, á  las  tropas  de  estos  acampadas  al  pie  del  Ci- 
leron  en  posicio^s  fuertes  y  pedregosas,  á  exoep^ 
cion  de  las  de  Megara.  Estas,  que  cDnshtian  en  unos 
tres  mil  hombres  i  jiabian  puesto  ^jjs  reales  en  ter- 
reno mas  llano :  asi  es  que  padecieron  mocho  por 
h  caballería  que  caia  sobre  ellas,  y  las  acometía  por 
todas  partes.  Enviaron  pues  á  toda  priesa  un  aviso 
á  Pausanias,  pidiéndole  auxilio.,  pues  por  sí  no  po- 
dían sostenerse  co&tra  la  muchedumbre  de  los  bár- 
baros. Pausanias,  ademas  de  necibir  este  aviso,  vda 
que  el  campo  de  los  Megarenses  se  cubría  de  sae- 
tas y  dardos,  y  que  estos  se  habian  recogido  i  un 
fmnto  muy  estrecho ;  mas  con»  no.  tuviese  arbi- 
trio para  defenderlos  contra  los  caballos  con  la  in- 
fentería  peisadamente  armada  de  los  Esparciatas,  ex- 
citó entre  los  demás  Generales  y  caudillos  de-  los 
Griegis  que  le  rodeaban,  una  contienda  y  emula-» 
cíón  de  virtud  y  gloria,  proponiéndoles  si  habría 
algunos  que  voluntariamente  se  ofreciesen  á  auxiliar 
y  socorrer  á  los  de  M^ara.  Excasáronse  los  demasj 
pero  ArísrideS  tomó  este  negocio  á  cargo  de  los  Ate- 
nienses, y  envió  con  este  designio  á  Olimpiodoro, 
A  mas  alentado  de  los  tribunos,  que  llevó  cobsigó 


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,      ARfsTIDES:  29f 

trescien^s hoitnbi'es  escogídbs,  y  mezclado^  con  ellos 
alguno^  tiradores.  Previniéronse  estos  sin  dilación ,  y 
marcharon  á  carrera;  mas  cói^o  lo  advirtiese  Masis- 
tio ;  General  de  la  caballería  de  los  bárbaros ,  va- 
fon  muy  denodado ,  y  de  maravillosa  estatura  y  be- 
Heza,  volviendo  su  caballo, se  dirigió  contra  ellos. 
Sostuviéronse  y  trabaron  cómbale,  el  que  se  hizo 
muy  porfiado ,  teniéndolo  por  prueba  dé  lo  ^ue  po- 
dría esperarse  en  adelante!  En  esto  herido  de  un 
dardo  el  caballo,  derribó  á  Maslstio;  el  cual  caido 
apenas  podia  moverse  por  él  peso  de  las  armas ;  pero 
al  mlsiñ'o  tiempo  habia  gran  dificultad 'para  que  fue- 
íe  ofendido  de  los  Atenienses,  que'ío  tenian  cerca- 
do, y  procuraban  herirlo,  por  cuanto  no  solo  lleva- 
ba defendidos  el  pecho  y  lá  cabeza ,  sino  todo  el  res- 
to del  cuerpo  con  pieizas  dé  oro  y  plata.  Con  todo 
hirióle  uúo  con  la  punta,  del  dardo  en  la  parte  del 
casco  por  donde  se  descubría  un  ojo,  quitándole  la' 
Tída;  y  Icís  demás  Peísas,' abandonando  él  cadáver, 
dieron  a  huir.  Echóse  de  ver  la  grandeza  de  esta  vic- 
toria, ñb  €n  la  muchedumbre  de  los  muertos,  por- 
que eran  en  corto"  número  ,  sino  en  el  llanto  dé  los 
bárbaros ;  porque  por  la  falta  de  Masistio'  sé  torta- 
ron  el  cabello  á  sí  mismos  y  á  los  caballos  if  acé- 
ñiilas ,  y  llenaron  todo  el,  contorno  de .  suspiros  y 
sollozos,  ¿n  señal 'de  que  hablan  perdido  ün  hom- 
bre eíl  primero  en  valor  y  poder  después  de  Mar-' 
donío.  .  -  .  r  . 

Después  de  este  encuentro  de  la'cabaltería  esto-' 
vieron  xinos  y  otros  sin  combatir  largo  tiempo,  por- 
que los'  agoreros  por  la  inspección  de  las  víctimas 
ofrecían  k  victoria  á  los  que  se  defendiesen ,  tanto  á 
los  Persas  como  á  los  Griegos^  y  la  derrota  á  los  que 
acometieran.  Mas  como  viese  Mardonio  que  tenía 
provisiones  para  pocos  días,  y  que  los  Griegos  con- 
tinuamente se  aumentaban,  porque  sin  cesar  se  les 
incorporaban  algunos,  no  pudo  contenerse,  y  resol-' 

T  2 


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^  A  2  ARÍSTIDES* 

vio  no  aguantar  mas  » sino  pasar  al  otro  ^a  ál  amk- 
necer  el  Asopo ,  y  caer  sobre  los  Griepjos ,  cuando 
ellos  menos  pensaban ,  para  Ip.que  dio  en  aquella 
tarde  las  ordenes  á  los  óefes;  pero-exactamente  á  la 
media  noche  llegó  un  hombre  á  caballo  al  campo  de 
ios  Griegos ,  y  al  llegar  á  las  guardias  dijo  qae  Je 
llamaran  á  Arístides  el  Ateniense.  Presentóse  inme- 
diatamente este/á  quien' dijo:  soy  Alejandro,  Rey 
de  losMacedonios,.y  por  medio  de  grandes  peh'gros 
vengo  movido  del  amor  que  os  tengo  á  preveniros, 
no  sea  que  fó  repentino  jdel  acometuniento  .p&  haga 
combatir  con  desventaja;  porque  Mardonío  os  pre- 
sentará mañana  batalla,  no  porque  tenga  ninguna  es- 
peranza ,  ni  esté  confiado ,  sino  por  el  apuro  en  que 
se  halla;  pues  antes  los  agoreros  con  sacrificios  le 
apartan  de  combatir ,  y  el  ejército  está  poseído  de 
asombro  y  desaliento ;  pero  se  ve  cin  la  precisión ,  ó 
de  tentar  fortuna ,  ó  de  sufrir  la  mayor  escasez  si. .per- 
maneciese tranquilo.  Dicho  esto ,'  rosaba  Alejandro  á 
Arístides  que  si  bien  convenia  que  él  lo  supiese  y  lo. 
tuviese  presente ,  no  lo  comunicase  con  ninguno  oi:ro.. 
Mas  aquel  expuso ,  que  no  ppdia  ser  ocultarlo  á  Fau- 
sanias»  que  tenia  el  mandó,  y  que  lo  callarla  á  los 
demás  antes  de  la  batalla ;  pero  que  si  la  Greqa  ven^ 
ciese,  nadie  deberla  ignorar  el  zelo  y  la  virtud  de 
Alejandro.  Tenida  esta  entrevista,  el  Rey  de  los Ma- 
cedohios  se  volvió  otra  vez  por  su  camino,  y  Arísti- 
des, pasando  á  la  tienda  dé  Pausanias,  le  did  cuenta 
de  lo  que  babia  pasado ;  con  lo  que  fueron  llamados 
los  denias  Generales,  y  se  les  dio  la  orden  d^  que, 
tuvieran  á  punto  el  ejército,  como  para  recibir  baiiaUa. . 
En  0Stp,  según  refiere  Herodoto,  hizo  Pausanias. 
á  Arístjdes  la  proposición  de  que  lojs  Atenienses  tooiá* 
ran  el  ala  derecha  formando  contra  los  Persas ;  porque 
era  mejor  que  pelearan  contra  ellos  los  que  ya  esta- 
ban aguerridos,  y  habian  adquirido  osadía  ton  ante- 
riores triunfos;  y  que  á  él  se  le  diera  el  ala  izquierda 


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AHÍSTIDES,        .  293 

contra  la  qae  habían  de  combatir  aquellos  Griegos 
que  se  habían  hecho  partidarios  de  los  Medbs.  Teman 
los  demás  caudillos  ae  los  Atenienses  por  inconside- 
rado é  injusto  á  Fausanias ,  por  cuanto  no  haciendo 
novedad  en  el  resto  del  ejército ,  á  solos  ellos  los  traia 
arriba  y  abajo  como  hilotes,  exponiéndolos  á  los 
mayores  peligros;  pero  Arístides  les  hizo  presente 
que  iban  errados  del  todo,  pues  que  antes  habian  al- 
tercado con  los  Tegeatas  p9r  tener  el  ala  izquierda ,  y 
estaban  ufanos  con  haberlo  conseguido ;  y  ahora  cuan- 
do losLacedemonios  se  desistían  voluntariamente  del 
ala  derecha,  y  en  algún  modo,  les  entregaban  el  man- 
do, no  tenían  en  preció  esta  gloria,  ni  se  hacían  car- 
go dé  lo  que  ganaban  en  no  tener  que  pelear  con  su$ 
compatriotas  y  deudos,  sino  con  los  bárbaros  sus 
naturales  enemigos.  En  consecuencia  de  esto  hicieron 
ya  los  Ateniense^  de  muy  buena  voluntad  con  los 
Esparciatas  el  cambio  propuesto ;  siendo  muchas  las 
Conversaciones  que  entre  si  tenían ,  de  que  los  ene- 
misos  tii  traían  mejores  armas ,  ni  ánimos  mas  esfor- 
zados que  los  de  Maratón,,  sino  ios  mismos  arcos,  los 
mismos  vestidos  ricos  „  y  |os  mismos  adornos  de  oro 
en  cuerpos  muelles  y  en. almas  cobardes;  cuando 
nosotros  teríémoS  también  las  mismas  arihas  y  los  ' 
mismos  cuerpos  j  pero  mayor  aliento  con  nuestras 
victorias';  y  de  que  1á  Coiitienda  no  era  solo  por  su 
país  y  por  su  ciudad  j  coñio.  entonces  sucedió,  sino 
por  los  trofeos  dfe  XÍkrátóa  y  de  Saíamina ,  para  que 
se  viese  que  hablan'  ¿idt)',;bo  de  Alcibiadés  y  de  la 
fortuna ,  siVró  de  lo¿^At^nÍehses.  Estaban  pues  ya  muy 
solícitos  en.  la  mudanza  dé  puestos;  pero  háSiéndo-' 
lo  entendido  los  Tebáñpsí  por  relación  de  algunos 
tránsfugas ,  lo  partitiparóh  á  Mardoníio  ;  y  este  al  pun- 
to, bien  fuese  ¿or  teíner'  á  lói  Atenienses,  ó  bien 
poriaue  desease  cM^ná^icoti  los  I^cédemoníoá,  tras-;^ 
fedo-los  Persas^  'sü ^a, derechjá /  daildo  .orden  de 
^ue  lo^  Griegos  que  esiábaá  con  ¿1  quedaran  forma- 


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294  ARÍSTIDES. 

dos  contrd  los  Atenienses.  Túvose  noticia  de  esta  m^ 
danza  |  y  Pausanias  volvió  otra  vez  á  tomar  el  ala  de- 
recha, y  Mardonio  tomó  inmediatamente  la  izquier- 
da 9  quedando  colocado  contra  los  Lacedemonios.  £n 
esto  el  día  se  pasó  sin  hacer  nada ;  y  formando  los 
Griegos  consejo,  determinaron  ir  á  acampar  á  bastan- 
te distancia  ,  ocupando  terreno  provisto  de  agua  ,  j3or- 
3ue  los  arroyos  que  habia  en  las  cercanías  habían  si* 
o  enturbiados  y  ensuciados  por  la  numerosa  caba- 
llería de  los  bárbaros. 

Entrada  la  noche  conducían  los  Gefes  sus  re^)ec- 
tivas  tropas  al  sitio  designado  para  acamparse ;  pero 
mostraban  poca  disposición  en  seguir  y  en  permane- 
cer unidas ,  sino  que  en  la  forma  en  que  habían  levan- 
tado los  primeros  reales  se  dirigían  hacia  la  ciudad 
de  Platea  desbandados  ya,  y  en  notable  conñisioa 
y  desorden :  resultando  haberse  quedado  solos  los  La- 
cedemonios contra,  sq  voluntad ;  y  fue  que  Amonfa- 
reto,  hombre  altivo  y  arrojado  j  que  tiempo  habia  pro- 
vocaba á  la  batalla  y  llevaba  á  mal  tanta  dilación  y 
solicitud ,  entonces  apellidando  de  fuga  y  de  deserción 
aquella  mudanza,  se  obstinó  en  no  querer  dejar  el 
puesto  I  diciendo  que  allí  con  los  de  su  hueste  habia 
de  esperar  y  hacer  frente  á  Mardpnió.  Fuese  á  él 
Pausanias,  haciéndole  presente  que. aquello  se  hacia 
por  consejo  y  resolución  de  'lp5  oViégos ;  y  él  enton- 
ces, levantando  con  ambas  i^aáos  tina, gran  piedra, 
la  arrojó  á  los  piési  d^  Paj^;^aniaSf  ^icléndole  que  el 
voto  que  él  daba  sobre  1?  batalla  era- aquel,  sin  hacer 
ningún  caso  de  las  disposiciones'  }^j¡esoIuc¡oues  tími- 
das de  los  demás.  Quedó' confuso'^ í;ausanias  con  se- 
mejante suceso,  y  envío  á  decir á  los  Atenienses,  que 
ya  estaban  en  cansino,. que  Je  as^^^  para,  mar- 

char juntos,  llevando  CQn^íooía. dornas  tropa  hacia. 
Platea,  á  vejc  si  con  eso  movía. a  Amonfareto.  Vino^ 
el  día ,  y  M^rdónio^,  a  c   * 


en  esto  el  día ,  v^M^rdónio ,  a  quien  no  se  ocultaba? 
^uc  los.GriegosJqí¿lJiaa.aba^(4pflaJo  eí campo,  te^ien- 


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jkRísrniBS.  295 

ifcá  psmtú  sa  ejercito ,  se  dirigió  contra  los  Lacede* 
anonios  coa  gian  rumor  y  algazara  de  los  bárbaros, 
.ifD&isifl  que  interviniese  batalla  contaban  con  des- 
trozará los  Griegos  y  alcanzándolos  en  su  fuga;  y  en 
'^verdad  que  estuvo  en  muy  poco  el  que  asi  no  suce- 
diese. Porque ,  cbservancto  Pánsanias  lo  que  pasaba, 
-es  derto  que  hizo  alto,  y  mandó  que  cada  nnoocu^ 
para  su  puesto  de  batalla;  pero  ó  por  el  enfado  con 
ilmonfareto^  ó  por  la  prontitud  conque  le  sorpren- 
dieron los  enemigos,  se  le  olvidó  dar  la  señal  á  los 
^tros  Griegos;  por  lo  cual  ni  se  reunieron  pronto 
ni  muchos  a  la  vez,  sino  con  tardanza  y  en  partidas, 
^cuando  ya  el  riesgo  estaba  encima.  Hizo  sacrificio, 
.y  como  no  se  anunciase  fausto,  mandó  á  tos  Lacede- 
XDooios  que  poniendo  á  los  pies  los  escudos ,  se  estu- 
vieran quedes  atendiendo  á  él ,  sin  hacer  oposición 
4  ninguno  de  los  enemigos.  Volvió  á  sacrificar ,  y  car- 
y  ó  smre  ellos  la  caballería ,  de  manera^  que  ya  losal- 
icanzó  algún  dardo,  y  fue  herido  aleono  de  los  E$- 
^rciatas.  £h  esto  sucedió  que  Caiicrates,  que  se 
^ecia  ser  el.  hombre  de  mas  hermosa  y  gallarda  per- 
•sooa  de  cuantos  Griegos  habia  en  aquel  ejército,  fue 
«simismo  herido  de  muerte ;  y  al  x:aer  exclamó  que 
no  sentía  d  morir  ^  pues  que  habia  salido  de  su  .cala 
<oñ  la  resoindbn  de  perecer ,  si  era  necesario ,  por 
Ja  salud  de  :1a  Grecia,  sino  el  morir  sin  haberse  va- 
lido de  sos  manos»  Era  pues  terrible  la  situación  de 
.aquellos  h<Mnbres  y  admirable  su  paciencia,  pues 
-que  no  hadendo  reñstencia  á  los  enemigos  que  ks 
acometían ,  esperaban  que  los  Dioses  y  el  General  les 
señalasen  la  4iota ,  sufriendo  en  tanto  el  ser  heridos 
.y  muertos  jen  &éí  filas;  y  aun:  algunos  aseguran  que 
«estando- rPadsáfiias  sacrificando  y  haciendo  plegarias 
já'^ocadÁs^ctade'laformadon,  llegaron  de  repen- 
«e^aigBnosÍ4dkaosonel  objeto  de  arrebatar  las  ofren- 
das^ y  nó-tenjendo  armas  Pausanias  y  los  que  ie  asis- 
itiaa ,  ;ios.  iiatila(SK3ttzado  con  vanus  y  con  látigos ;  y 


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agS  ARÍSTIDSb 

que  aun  ahora  en  imitación  de  aquélla' acometida  st 
repiten  cada  año  los  golpes  y  azotes  que  se  dan  á  loe 
jóvenes  sobre  el  ara^  y  la  pompa  y  ptocedon  de  ios 
Lidios* 

Disgustado  Fansamas  de  aquel  estado ,  viendo 
,que  el  agorero  continuamense  reprobaba  las  víctimas^ 
volvióse  hacia  el  templo  de  Juno  ^  cayéndosele  las 
lágrimas ,  y  levantando  las  manos  pedia  á  Juno  Ci^ 
teronia  y  a  los  demás  Dioses  que  presidian  i  aqoe/la 
comarca ,  que  sino  estaba  destinado  á.  los  Griegos  el 
que  venciesen,  se  les  diera  á  lo  menos  el  sufrir  ha*- 
.ciendo  algo ,  y  mostrando  con  obras  á  los  enemim^ 
que  contendían  con  hombres  de  valor  y  adiestrados 
en  la  guerra.  Hecha  esta  invocación  por  Fausanias, 
•  en  el  mismo  momento  se  mostró  fausto  el  sacrificio, 
y  los  agoreros  anunciaron  la  victoria.  Bióse  á  todos 
xa  señal  de  rechazar  á  los  enemigos ,  y  de  repente  to- 
do el  ejército  tomó  el  aspecto  de  una  fiera ,  que  es- 
tremeciéndose se  prepara  á  hacer  uso  de  su  fuerza. 
Convenciéronse  también  entonces  los  bárbaros  de  qtie 
las  hablan  con  unos  hombres  que  pelearían  hasta  la 
muerte  i  por  lo  que  embrazando  las  adargas  empe- 
zaron á  lanzar  dardos  contra  los  Ladedemonios ;  los 
cuales )  manteniendo  unidos  sus  escudos ,  acometie- 
ron también  9  y  llegando  cerca »  reticahan  las  adar- 
>gas  f  é  hiriendo  con  las  lanzas  á:  W  Fersias  en  el  rostro 
y  en  el  pecho ,  dieron  muerte  á  muchos  de  ellos  que 
no  se  estuvieron  quedos  ó  se  mostraron  cobardes :  pues 
también  ellos  agarrando  las  lanzas  oon  Jas  imanos  desnu- 
das ,  les  rompieron  muchas ;  y  necurríeiBia  á  ks  armas 
cortas  9  no  sin  diligencia,  hicieron  uso  ide  lashachetas 
y  de  los  puñales ;  y  uniendo  y  entrelazando  asimismo 
sus  adargas^  resistieron  largo  tieynpo/ Habíanse  estado 
hasta  entonces  inmobles  los  Atesnienses, fardando  á 
ver  qué  determinarían  losLacedcmpniós;  mas  adver- 
tidos por  el  ruido  de  los  que  combatían,,  y. llegándoles 
también  aviso  de  parte  de  Fausanlas:y\sé  apresuraron 


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ARisnBBS.  397 

á  ir  eo  SD  socorro;  7  cnando  llesrados  de  la  Toceris 
avaazabaii  por  la  llanura,  vinieron  contra  ellos  los  Grie- 
gos del  partido  enemigo.  Arístides  no  bien  los  hnbó 
visto 9  cuando  adelantándose  gran  trecho,  les  empezó 
á  gritar ,  invocando  los  Dioses  de  la  Grecia ,  que  se  re- 
tiraran del  combate »  y  no  impidieran  ni  retardaran. i 
los  que  peleaban  por  la  defensa  de  $u  pfopia  tierra; 
mas  cuando  vio.  que  no  le  atendían ,  y  que  se  dispo* 
nian  á  la  batalla ,  hubo  de  desistir  del  comenzado  au-^ 
xilio  y  entrar  en  lid  con  estos  9  que  eran  eincuenta 
mil  en  número;  pero  la  mayor  parte  cedió  luego » jr 
se  retiró  >  por  haberse  también  retirado  los  bárbaros; 
Dícese  que  lo  mas  encarnizado  del  combate  fue  con«* 
tra  los  Tebanos ,  que  eran  los  primeros  y  de  mayor 
poder  de  los  que  entonces  hicieron  c^usa  común  coa 
los  Medos :  aunque  la  muchedumbre  no  habia  abra- 
zado aquel  partido  por  su  voluntad ,  sino  arrastrada 
por  unos  pocos. 

Viniendo  asi  á  ser  dos  los  combates,  losLacede«« 
monios  fueron  los  primeros  que  rechazaron  á  los  Per- 
sas, habiendo  un  Esparciata  llamado  Diamnesto  dado 
muerte  á  Mardonio ,  de  una  pedrada  que  le  disparó  á 
la  cabeza ,  como  se  lo  h^ia  predichoun  oráculo  de  An^ 
fiarao.  Porque  habia  enviado  á  este  oráculo  á  un  Li- 
dio ,  y  al  oráculo  de  Trofenio  á  uno  de  Carian  y  la 
respuesta  que  á  este  dio  e!  profeta  fue  en  lengua  ca- 
rica;, al  Lidio,  habiéndose  dormido  en  él  templo  de 
Anfiarao ,  se  le  figuró  que  se  le  habia  presentado  un 
niinistro  del  Dios,  y  le  habia  mandado  que  saliera; 
y  como  no  quisiese,  le  habia  tirado  á  la  cabeza  una. 
gran  piedra ,  jpareciéndole  que  del  golpe  habia  finuer-^ 
to:  esto  es  lo  -que  se  dice  haber  pasado.  Puestos 
ya  en  fuga  los  Persas,  los  persiguieron  hasta  hacer •• 
los  encerrar  dentro  de  sus  minro&  de  madera*  De  alli 
^  poco  rechazaron  igualmente  loa  Atenienses  4  los 
TebaQos, /dando. muerte  eri  la  misma  batalla  á  unos 
^esci^Qtos  de  los.masd¡síingniflo5  y  principales;  y 


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298  AR^TTOBS. 

00  bien  se  había  yerificado  esto  >  CQfttK!t>  les  Vitt 
orden  de  qoe  fueran  á  sitiar. el  ejército  de  los  bú- 
barost  encerrado  dentro  de  sus  muros.  Por  esta  ra- 
sen >  dejando  que  los  Griegos  se  fueran  Ubres ,  max' 
charon  á  dar  el  socorro  donde  se  Jes  pedia ;  y  ponién- 
dose al  lado  de  los  Lace^monios,  ignorantes  é  inex- 
pertos  en  el  modo  de  conducir  un  sitio ,  tomaron  el 
campamento  con  mucha  mortandad  de  los  eaemígos: 
poes  se  dice  que  de  los  trescientos  mil  'Solo  huyeron 
con  ArubasEO  unos  cuarenta  mil.  De  los^^jrieg^s^  que 
iqpmbatieron  por  la  salud  dé  esta  región,  muñeron 
al  todo  unos  mil  trescientos  y  sesenta:  de  estos  erstn 
Atenienses  unos  cincuenta  y  dos^  todos  de  la  tribu 
Aj^ntide,  según  escribe  Cleidemo,  por  haber  sido 
la  que  mas  denodadamente  peleó ;  y  por  esta  causa 
los  Ayántidas  hicieron  por  e^ca  victoria  á  las  ninfas 
Esfragitides  el  sacrificio  prescrito  por  la  Pitia ,  cos- 
teándolo de  los  fondos  públicos;  Lacedemonios  no- 
venta y  uno,  y  Tegeatas  once.  Es  pues  muy  repara- 
ble que  Herodoto  diga  haber  sido  estos  jToIos  los  que 
Tinkron  á  las  manos  con  los  enemigos ,  y  ninguno  otro 
de  los  demás  Griegos:  parque  el  número  de  muertos 
y  io¿  monumentos  del  tiempo  atestiguan  que  la  Vic- 
toíia  fue  de  todos  ry  si  solas  tres  ciudades  hubieran 
combatido^,  sin  tsner  partte  las  demás,  no  podria  el 
ara  llevar  ^esta  inscripción : 

Los  Griegos  por  el  triunfo  que  obtuvieron 
En  eLcrudó  ejercicio  dql  Dios:  Marte 
Ahuyentando  á.  los  Persas  j  esta  ara 
Por  común  voto  de  la  Grecia  libije 
Allibertador  Jove  dedicaron. 
•   Diose  esta  batalla  el  catorce  del  mes  boedromíon, 
según  la  cuenta  dé  los  Atenienses;  y  según  ía^cueo- 
ia^e  los  Beócios  el  'veinte'  y  cuatro  áel  mes  gane- 
mo:  día  eri  que  mú  hoy  sé  ¡unta  en  Platea  el  con- 
dlro  Griego,  y  en  qué  los  Plateenses  sacrifican  por 
estavlctoria  á  Jove  Libertadora  nosiendad^  esitíSh' 


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Arístxdes»  299 

ñ^t  qnehaya  esta  diferencia  en  la  ciqefitt  de  losdia^ 
cuando  aun  ahora  ^  después  de  tanto  coñio  ^e  ha  ade- 
lantado en  la  astronomía  9  no  convienen  los  diferen-» 
tes  pueblos  en  los  principios  y  fines  de  los  meses* 
Después  de  estos  sucesos  no  convenían  los  Ate^* 
pienses  en  conceder  el  pre^:  del  valor  ¿  ios  Lacedemo* 
nios,  ni  les  permitían  levantar  trofeo ,  habiendo  esta-» 
do  en  muy  poco  el  que  de  pronto  se  arruinase  toda 
aquella  dicha  de  los  Griegos ,  estando  como  estaban 
sobre  las  armas ;  á  no  haber  sido  que  Aristides  exhor* 
tando  y  persuadiendo  á  sus  colegas ,  y  especial-* 
mente  á  Leócrates  y  Mirónides,  alcanzo  y  obtuvo 
de  elJos  que  se  dejara  la  decisión  á  los  otros  Griegos. 
Deliberando  pues  estos ,  propuso  Tcogiton  de  Me* 
gara  que  el  prez  había  de  darse  á  otra  ciudad,  sino 
querían  que  se  encendiese  una  guerra  civil;  y  como 
á  esta  propuesta  se  hubiese  puesto  en  pieCleocrito 
de  Corínto,  por  lo  pronto  hizo  creer  que  iba  á  pe^ 
dlr  aquel  premio  para  los  Corintios ,  porque  despnes 
de  Esparta  y  Atenas  era  Corinto  uña  de  las  €Índa<« 
des  de  mas  fama ;  pero  hiiso  i  favor  de  los  de  Platea 
una  admirable  propuesta  que  agrado  á  todos ,  porque 
aconsejo  qpe  para  quitar  toda  contienda  se  diera  el 

frezi  lo&FIateenses,  por 'cuya  preferencia  nadie  ha-» 
ía  de  inpomodarse :  asi-  fue  que  al  pronto  ^otorgó 
Aristides  por  los  At^nlensea^  y  en  seguida  Pausaniai 
por  los  LacedemonÍQS«  Reconciliados  de  este  .modo, 
siepararon  del  botin  ochenta  talentos  p^  los  de  Pía- 
tea'j  con  los  cuales  reedificaron  el  íempte  de  Miner-. 
ya,  labraron  su  estatua,  y  «adornaron  el  templo  con 

Íinturas,  que  aiin^I  día:  de.  hoy  se  conserlran  frescas. 
,evantaron  trofeos  separadamente,  de  ^na  parte  lo4 
Lacedemonios ,  y  de  otra  los  Atenienses;  pero  eit 
cuanto  á  sacrificios,  habiendo  consultado  a  Apolo 
Pitío*,  les  dio  por  respuesta  que  construyesen  el  am 
de  Júpiter  Libertador ,  y  que.  se  ab^uviesen  de  sa-» 
criácar  (lasta  que  apagado «1  fuego.de  todo  el  paiá 


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como  contairfnido  por  los  bárbatos ,  le  enoendieset 
puro  en  el  altar  cotnun  de  Delfos.  Los  magistrados 
pixes  de  los  Griegos  enviaron  de  pueblo  tn  pueblo  i 
que  en  todas  las  casas  se  apagase  el  fuego ;  y  en  Pla- 
tea ,  habiendo  ofrecido  Euquidas  que  iria  en  toda 
diligencia  á  tomar  y  traerles  el  fuego  del  Dios ,  mar- 
cho para  Delfos*  Lasóse  alli  el  cuerpo,  hízose  aspersio- 
nes, coronóse  de  laurel ;  y  tomando  del  ara  el  nie- 
go, se  volvió* corriendo  á  Platea,  y  llego  antes  de 
Sonerse  el  sol ,  habiendo  andado  aquel  dia  mil  esta- 
ios.  Saludó  á  sus  conciudadanos ,  é  inmediatamente 
cayó  en  «1  suelo ,  y  espiró  de  alli  á  poco.  Recogie- 
ron los  de  Platea  su  cadáver ,  y  lo  sepultaron  en  el 
templo-  de  Diana  Euclia ,  poniéndole  por  inscripción 
este  tetrámetro : 

t  De  sol  á  sol  Euquidas  coi'riendo , 
*  Fue  y  vino  á  Dielfos  en  el  mismo  dia ; 
y  el  sobrenombre  de  Euclia  se  lo  dan  muchos  á  Día- 
aa ;  pero  algunos  dicen  que  Euclia  fue  hija  de  Hér- 
cules y  Mirtis^  hija  de  Menecio,  y  hermana  de  Pa- 
troclo ; .  y  que  habiendo  muerto  doncella  es  tenida 
en  venerado»  «por  los  Beodos  y  los  Locros;  porque 
au  ara  y  sit  estatua  se  ven  colocadas  en  todas  las  pla- 
yas, y>ie  hacen  sacrfíiciosMas  novias  y  los  novios. 

Celebróse  Jdnta  pública  y  común  de  todos  los 
Griegos^  y  escribió  Arísfides  un  proyecto  de  decre- 
to ,  para<  que  cada  año  concurrieran  á  Platea  lega- 
dos y  pro&ombres  de  la  Greda;  ^e  celebraran  jue- 
gos Qlñnqueóales  en  memoria  de  la  libertad ,  y  se  hi- 
ciera etitre  tos  (diegos  una  contribución  para  la  guerra 
contra  Jos  bárbaros  de  dieis  mil  hombres  de  infante- 
ría, mil  tie  c^Uería  y  clea  naves  >  quedaildo  exen- 
tos k>s^de  Platea,  consagrados  al  Dios  para  hacer 
sacrificios  porla  talud  de  la  Greda.  Sancionado  este 
decreto ,  tomaron  á  su  cargo  los  Plateenses  el  hacer 
exequias  cada  año  por  los  Griegos  que  murieron  y 
disttcaáaan  alU  y  lo  .que  hasta  el  jli^  de  hoy  ejecutan 


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ABÍSTTDB&  JOT 

de  e$ta'manera::'«n  ú  dia  diez  y  seis  de!  mes  Mai-. 
níacterion ,  que  parft  los  B^ocios  es  Akomeáio ,  for*» 
0iaa  uüa  procesión ,  i  la  que  desde  el  amaneoer  pce^- 
cede  un  trompeta ,  que  toca  un  aire,  marcial,  yendor 
en  pos  carros  llenos  de  ramojs  de  mino  y  de  coro-» 
nas,  y  un  toro  bl^ocp:  lleva  nse  despqes.ea  ánforas, 
libaciones  de  vino  y  leche ,  y  jóvenes  iogenoos  con-j 
ducen  cántaros  de  aceite  y  ungüento;  porque, á  nin«j 
gun  es9layo  se  le  permite  poner  mdno  en  iiqnelriii-*» 
nisterioy  A  causa  de  que  Iqs  varonts^  en  quyo-honos* 
s|e  hace  la  ceremoqia ,  murieron  oor  la  libertad.  -Vie^» 
ne  por  fin  el  Arponte  de  los  Platéense» »  y  >con  no. 
serle  lícito  en  ningún  otro  tiempo  tocar  elyerio,  ni: 
usar  de  vestidura  que  no  sea  blanca ,  entices  se  vis»* 
te  túnica  -de  purpura',  y  ten&ando  del'  aparador  una 
ánfpr^,  ya  hacia  los  sepulcros  por  medio;  de  la  ciii-  . 
dad  cpn  espada  desenvainada.  Llegado  ab sitio. toma> 
agua  de  la  fuente,  hace  aspersión  sóbrelas' pirámi-^: 
des  9  coli^mnas ,  ^>  las  UQg^  con  ungüeíktoi:  m¿ta  des-*, 
pues  el  toro  sobre  la  hoguera,  é  inviQ^íándo  áijupi-- 
ter  y  á  Mercurio  infernal  convida!  lois  íexaálelites' 
varones  que  murieron  por  la  Grecia  á  gustar  de  aquel 
l)anquete  y  de  aquella  sangre:  echando  luego  vino. en. 
uiía  taza,  y  vaciát^lolo ,  pronuncia  estas  palabras: 
^ea  ^^  /lonor  de  las  varones  que  murietQU  por  la* 
libertad.de  los  Griegos:  ceremonias. cort  ique  toda** 
vía  cumplen  el  dia  de  hoy  los  Plateenaes.;    - 

Restituidos  á  la  dudadlos  Atenienses^  observó 
Aristides  que  mostraban  desi&os  de  restablecer  ]»  per-* 
ffcta  dentiocracia;  y  como  por  una  ^rte  cdnsidera- 
se 4  aquel  pueblo  muy  digno  de  consideratíoa,  y  por, 
otra^np  juzgase  fácil  el  oponérsele  siendo  poderoso, 
en  armas,  y  hallándose  ensoberbecido^ con  sus  vic** 
torios :  escribid  decreto  para  que  el  gobierOiP  fuese 
común  é  igual  á  todps,  y  los  Arcpntes  se  eligiesen 
de  entre  todos  los  Atenienses.  Anunció.  Temístocles 
al  pueblo  que  habia  concedo  un  pr^yeoto^q^ie  no 


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JO»  AKÍSTÍOTS; 

podía  revelara;  pero  sumamente  útil  y  saludálifex 
la  ciudad:  acordaron  vot  tanto  que  á  nadie  se  dije- 
se f  sino  á  solo  Aristicies ,  y  él  solo  lo  aprobase.  Ke- 
wló  poes  á  este  que  tenia  pensado  poner  fuego  á  la 
armada  de  los  Griegos »  porque  con  esto  serian  los 
Atenienses  los  mas  poderosos  y  arbitros  de  la  suerte 
de  los  demás;  y  entonces  Arístides  presentándose  ai 
paeblo,  le  dio  parte  de  quií  et  proyecto  que  Temís- 
tecles  tenia*  meditado  no  pedia  ser  ni  mas  órií  ni 
mas  iniusto ;  oido  lo  cual  resolvieron  los  Atenienses 
qoe  Temteocles  abandonara  su  pensamiento:  \taní 
amante  era  entonces  aquel  pueblo  dé  la  justicia!  ¡y 
tanta  era  la  confianza  y  seguridad  que  le  inspiraba  un 
hombre  solo*! 

Nómbresele  General  para  la  guerra  juntamente 

.  con  Cimon ;  y  notando  que  Paiisanias  y  los  demás 
caudillos  de  los  Esparciatas  eran  orgullosos  é  ín- 

iaguantid>les  con  los  aliados  ^  tratándolos  él  con  blan- 
djira  y:  humanidad ,  y  haciendo  que  Cimon  se  les 
mostrara  también  afable  y  p<>pular  en  el  mando  ,  no 
advirtieron  los  Lacedemonids  que  iba  á  arrebatarles 
la  supet ioridad  y  el  imperio ,  no  á  fuerza  de  armas, 
de  caballos  d  de  naves,  sino  con  la  benevolencia  y 
la  dulauíra:  pues  que  con  ser  los  Atenienses  bien 

Juistos  á  los  demás  Griegos  por  la  justificación  de 
irístidcs  y  la  bondad  de  Cimon ,  todavía  les  hacían 
desear  mas  su  mando  la  codicia  y  el  mal  modo  de 
Pausanias ;  porque  siempre  trataba  con  desabrimien- 
to y  aspereza  á  los  caudillos  de  los  aliados;  á  ios 
soldados  los  castigaba  coU  azotes;  o  echándoles  en* 
cima  una  ancla  de  hierro,  los  obligaba  á  permane* 
oer  en  esta  disposición  todo  et  dia.  Nadie  debía  ir 
á  aprovecharse  de  ramage,  6  á  tomar  agua  de  la 
fuente  antes  que  los  Esparciatas ,  porque  tenia  lie- 
tores  apostados ,  que  á  latigazos  hácian  retirar  á  los 
que  se  acercaban;  y  queriendo  en  cierta  ocasión 
Aristidest  hacerle  alguna  amonestación  y  advertencia! 


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arrugando  Pinsaniás  el  semblante,  le  respbndio  que 
no  .estaba  de  ^gar^  y  no  le  dio  oídos*  Por  tanto, 
yendo  los  Gefes  de  armada  y  los  Generales  desloa 
Griegos.^  y  especialmente  ios  de  Quio,  de  Samos  y 
de  Lesbos  en  busca  de  Arfetides,  le  propusieron  que 
tomara  el  mando ,  y  se  pusiera  al  frente  de  los  alia- 
dos,  que  deseaban  nacía  tiempo  salir  d^  las  manos 
de  los  Esparciatas,  y  gestar  ba^  el  mando  de  bs  Ate* 
nienses ;  y  como  les  respondiese  que  bien  veta  Is 
necesidad  yi.justicü.qiie  contenta {u  propuesta;  pera 
que  para  mayar  seguridad  ^e  hacia  precisa  algún» 
obra  qiseilespoeyde  ejecutada  no  dejase  á  lamucfae-*. 
dumbce  Iug^.:al  arrepentimiento;  Uliades  de  Samos 
y  Antágocas-de  Quio ,  couTemdos  entre.sí  con  jura- 
menta,. aiK>metieron  cerca  de  Bisando  á  la  galera  de 
Pausaniás,  4üe  les  precedía  «co^éndola  en'  medio. 
Luego  jjuft neste  lo  vio,  sa  puse  en  pie,  y  am  graa 
cólera  ]¿&  amenazó  de  que  en  breve  les  baria  ver  •^jue 
no  se  habían  insolentado  contra  su  nave ,  sino  con* 
tra  su  propia  patria ;  mas  ellos  le  dieron  por  contes- 
tacicm'  que) se  fu^a  en  paz,  y  agradeciera  álla:  buena 
suerte  que  con  ellos  había  tenido  en  Platea:  pues  so% 
lo  por  este  miramiento  no  tomaban  de  61  la  'Conve- 
niente satisiáccion;  y  por  último  se  pasaron  á '  los 
Atenienses.  Mas  en  esto  lo  que  hay  de  mas  admira- 
ble, es  la  prudencia  que. manifestó  Esparta;  porque 
luegí»  que^  advirtió  que  la  grandeza  del  poder  habla 
corrompido  á  sus  Generales  <  se  desistieron  volunta- 
riamente del  mando ,  y  de  dar  Generales  para  la  guer- 
ra, queriendo  mas  tenes  ciudadanos  modestos  y  ob- 
sorv^ores  de  las  costumbres  patrias ,  que  conservar 
la  su|)eriorid8d  sobre  toda  la  Grecia. 

Aun  en  el  tiempo  en  que  los  Lacedemonios  tenían 
el  mando  pagaban  los  Griegos  cierto  tributo  para  la 
guerra;  mas queriendotiatonces  quelaexaccion.se  hi- 
ciese por  ciudades  couLrgqaldad ,  pidieron  á  los  Ate- 
nienses que  Arístides  fpese  el  encargado ;  el  cual,  exa- 


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304  JOLirnum*  • 

minando  1«  extensión  del  territorio  y  las  réntsstt 
cada  una,   determinase  lo  que  según  su  dignidad  1 
posibilidad  ie  correspondiera  pagar.  Dueño  paes  it 
un  considerable  autoridad ,  7  teniendo  en  cierta  nuh 
ñera  él  solo  en  su  mano  k>s  intereses  de  la  Gracia, 
si  pobre  salió  áegercer  este  encargo,  volvió  mas  po- 
bre todavía  y  habienda  hecho  U  descripción  de  Iss  ri* 
qnezas ,'  no  solo  con.  pureza  y  justicia ,  sino  á  la  sa- 
tisfaocion  y  gusto  de  todos.  Por  tanto  >  asi  como  Jos 
ant^uos  celebrabaq  ia  vida  del  reinado  de  Saturno, 
de  la  misma  jnanera  los  Griegos  tenian  en  memoria  y 
loor  el  repartimiento  de  Aristides,  y  mas  cuando  al 
cabo  de  poco  tiempo  se  les  duplicó  y  triplicó  el  tri« 
buto:  porque  el  que  les  impuso  Arístides- solo  ascen- 
dia  á  la  suma  dé  cuatrocientos  y  sesenta  talentos;  y 
á  ella  añadió  Pericles  muy  cenca  de  un  tercio:  pees 
dice  Tnddides  que  al  principio  de  la  guerra  del  Pe- 
loponeso  percibían  los  Atenienses  de  los  aliados  seis- 
cielitos  talentos^  Muerto  Pericles  1  los  Demagogos 
fueron  extendiendo  pocoá  poco  esta  cantidad  hasta 
la  suma  de  mil  y  trescientos  talentos »  no.  tanto  por- 
que la  ducadon  y  los  varios  sucesos  de  la  guerra  oca- 
sionaban crecidos  gastos ,  como  porque  metieron  al 
pueblo  en  hacer  distribuciones  en  dinero ,  en  dar  pa- 
ra los  espectáculos,  y  en  acumular  estatuas  y  edifi- 
car templos.  Siendo  pues  grande  y  admirable  la.  fa- 
ma de  Arístfdes  por  el  repartimiento  de  los  tribu  tos, 
se  cuenta  de  Temístocles  que  se  burlaba  de  ella  ^  di- 
ciendo que  semejante  alabanza  mas  que  de  un  hom- 
bre era  propia  de  un  talego  de  guardar  dinero:  ven- 
fgándose  de  este  modo,  aunque  por  diferente  térmi- 
no y  de  cierta  picante  respuesta  de  Arístides ,  porque 
diciendo  en  una  ocasión  Temístocles  que  la  dote  ma- 
yor de  un  General  era  el  prevenir  y  antever  los  de- 
signios de  los  enemigos,  le  contestó:  bien  es  nece* 
tario  esto,  6  Temístocles;  pero  lo  mas  esencial  y 
mas  loable  en  el  que  manda.es  poner  ley  á  las  manos. 


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AJtisTIDBS.  A05 

Sujetó  Aristides  con  jurameato  á  los  demás  Crie- 

fes ,  y  él  mismo  juró  por  los  Atenienses ,  apagando 
ierros  candentes  en  el  mar  en.seeuida  de  las  impre* 
caciones;  mas  al  fin,  obligando  el  estado  de  los  ne-« 
gocios ,  según  parece ,  á  mandar  con  mayor  risori 
propuso  á  los  Atenienses  que  cargaran  sobre  ef  el 
perjurio,  y  consultaran  en  las  cosas  públicas  á  U.^ti-r 
iidad;  y  Teofrasto,  hablando  con  generalidad ,  dice 
que  este  hombre  que,  como  particular  y  para  coa 
sus  ciudadanos  era  estrechísimamente  justo,  en  los 
negocios  públicos  se  acomodó  muchas  veces  á  la  si- 
tuacion  de  la  patria,  que  le  prepisp  á  mas  de un% in- 
justicia :  porque  tratándose  á  .propuesta  de  los  de 
Samos  de  traer  á  Atenas  las  riquezas  de  Délos  con- 
tra lo  estipulado  en  los  tratados ,  se  dice  haber  esprer 
sado  Aristides  que  ello  no  era  justo,  pero  que  conye* 
nia.  Mas  por  fin  con  haber  alcanzado  que  Atenas  impe* 
rase  sobre  tantos  pueblos ,  no  por  eso  dejó  de  ser  ,po« 
bre  y  de  honrarse  tanto  con  la  gloria  de  su  pobreza» 
Como  con  la  de  sus  trofeos ;  y  la  prueba  es  esta.  Calías 
el  Daduco  era  pariente  suyo:  seguíanle  sus  enemigos 
causa  capital ,  y  después  que  hablaron  lo  que  era  pro- 
pio sobre  los  objetos  de  la  acusación ,  saliéndose  fue-* 
ra  de  ella  dirigieron  la  palabra  á  los  jueces  para  tra-* 
tar  de  Aristides,  diciéndoles:  ya  conocéis  á  este  hijo 
de  Lisimaco ,  y  cuan  grande  opinión  goza  entre  los 
Griegos:  pues  ¿como  pensáis  que  lo  pasará  en  su  ca^ 
sa ,  cuanao  veis  que  con  aquella  túnica  se  presenta 
en  el  tribunal?  Porque  ¿no  es  indispensable  que  el 
•que  en  público  tiene  que  tiritar  de  frió ,  en  su  casa 
esté  miserable  y  falto  aun  de  las  cosas  mas  precisase 
iVes  Calias^er  mas  rico  de  los. Atenienses,  con  ser 
iu  primo,  no  hace  ca^  ningunp  dp  un  hombre  como 
este ,  abandonándole  en  la  mis^r^  con  muger  é  h\]os^ 
sinembargo  d^  que  no  ha  dejado:de  valerse  de  él,  y 
que  mas  de:una  vez  ha  disfrutado  de  su  influjo.  Vio 
Callas  que  esta  especie  habia  hecho  grande  impresión 
Tomo  ii.  v 


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306  ARÍSTtDBS. 

sobre  los  jaeces,  y  los  había  indísptiestp  contra^ 
por  lo  que  pidió  se  le  llamase  á  Árístides ,  para  qut 
testificara  ante  los  jueces  que ,  habiéndole  ofrecido 
intereses  repetidas  veces,  y  rogádole  los  aceptara, 
nnnca  había  condescendido,  respondiendo  que  mas 
ufano  debia  estar  él  con  sn  pobreza  que  Calías  con 
todos  sus  haberes :  porque  cada  dia  se  estaba  viendo 
i  machos  usar  unos  bien  y  otros  mal  de  las  riquezas, 
cuando  no  era  fScil  encontrar  quien  llevara  la  pobre- 
za con  ánimo  alegre;  y  que  de  la  pobreza  se  aver- 
gonzaban los  que  no  estaban  bien  con  ser  pobres*  Con- 
vino Arístides  en  qae  Calias  decía  bien ,  y  no  salid 
de  alli  ninguno  que  no  quisiera  mas  ser  pobre  como 
Arístides ,  que  rico  como  Calias.  Asi  nos  lo  dejó  es- 
crito Esquines  el  discípulo  de  Sócrates.  Platón,  te<* 
Hiendo  por  grandes  y  dignos  de  nombradla  á  muchos 
Atetiienses,  este  solo  dice  que  es  digno  de  memoria: 
porque  Temístocles,  Cimon  y  Péneles  llenaron  ia 
ciudad  de  pórticos ,  de  riquezas  y  de  muchas  super- 
fluidades, y  solo  Arístides  la  inclinó  con  su  gobierno 
á  la  virtud.  Aun  con  el  mismo  Temístocles  dio  gran- 
des, muestras  de  su  equidad  y  moderación ;  porque 
con  haberle  tenido  por  enemigo  en  todo  el  tiempo 
de  su  gobierno,  hasta  ser  desterrado  por  él,  cuando 
Temístocles  le  dio  ocasión  de  desquitarse  puesto  en 
Juicio  ante  el  pueblo,  nada  hizo  en  su  daño;  sino 
que  persiguiéndole  y  acusándole  Alcmon ,  Cimon  y 
otros  muchos,  solo  Arístides  no  hizo  ni  dijo  cosa 
que  le  fuese  contraria,  ni  se  holgó  de  ver  en  la  des- 
gracia á  su  enemigo ,.  asi  como  antes  no'  le  había  en^ 
vidiado  su  dicha.     -  \    - 

En  cuanto  al  lugar  donde  murió'.Arístides  anos 
dicen  que  fue  en  el  mar  yendo  embarcado  á  desem- 
peñar negocios  de  la  república;  pero  otros  dicen  que 
murió  en  Atenas  de  vejez,  honrado  y  admirado  de 
sus'  conciudadanos ;  y  Cratero  de  Mácédonía  hizo  de 
está  manera  la  relación  de  su  fallecimiento.  Porque 


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ARfSTTOES*  J07 

des^uesnM  destierro  de  Temistocles^  dice,  estando 
^l  pueblo'  lleno  de  orgollo^  se  levanta  un  tropel  de 
calumniadores  9  que^  persiguiendo  á  los  hombres  de 
-mis  probidad  y  poder  los  expusieron  á  la  envidia 
y  «coao  de  la  macbédnií^e ;  i  la  que-  habian  en- 
greído f  como  se  dc^a  dicho ,  los  buenos  sucesos  y  la 
extensión  de  su  imperiO::  y  que  entre  estos  hicieron 
condenar  á  Aristides  por  soborno  /  acusándole  Dio* 
fanto  de.  la  tribu  Aniitrópide  de  haber  redbido  pre- 
sentes de  los  Jonios  cuando  tuvo  el  encargo  de  re- 
partir Ws  contribuciones^  y  como  no  tuviese  con  qué 
pagar  la^  multa  1  que  era  de  cincuentas  minas ,  se  reti- 
ro por  tnar  á  b  Jonia,  y  alli  murió.  Mas  de  ninguna 
de  estaS' cosas  produce  prueba  alguna  Cratcro,  ui  ei 
tanto  de*  la  acusación,  ni  el  decreto;  siendo  asi  que 
suele  ser  muy  puntual  en  dar  razón  de  estas  cosas, 
citando^  á  los  que  antes  de  él  las  refirieron.  De  to- 
dos ios  demás  I  para  decirlo  de  una  vez,  que  pusie- 
ron su  atención  en  describir  los  malos  tratamientos 
del  pueblo  para  con  sus  Generales  ^  refieren  sí  y  pon- 
deran el  destierro  de  Temi^tocles ,  la  prisión  de  Mil- 
ciades^  la.  multa  de  Pericles ,  la  muerte  de  Paquetes 
en  el  tribunal,  dándosela  él  mismo  en  la  triouna, 
cuando  vio  que  se  daba  sentencia  contra  él ,  y  otras 
mudias  cosas  á  este  tenor;  pero  respecto  de  Aristides, 
aunque^Bo  omiten  su  destierro  por  el  ostracismo ,  nin- 
guna memoria  hacen  de  esta  otra  condenación. 

Xo  cierto,  es  que  se  muestra  en  Falero-su  sepul- 
cro labrado  de  orden  de  la  ciudad ,  porque  m  siquie- 
ra dejd  con  qué  enterrarse.  Díceseque  las  bijas  salie- 
ron del  Pritaneo  para  ser  entregadas  á  sus  maridos, 
habiéndose  costeado  de  los  fondos  públicos  los  gastos 
de  la  boda ,  y  dádose  por  decreto  en  dote  á  cada 
una  tres  mil  dracmas.  A  su  hijo  Lisimaco  dio  asimis- 
mo el  pubblo  cien  minas  de  plata ,  y  otras  tantas  yu- 
gadas de  tierca  plantada  de  árboles,  y  ademas  otras 
cuatro  dracmas  al  dia^  habiendo  sido  Alcibiades  quien 

V  2 


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508  AIL<STI1>ES. 

presentó  el  proyecto.  Aun  más  todavía:  camo  Ii¿- 
maco  hubiese  dejado  una  hiía  Ibunada  Polucfíta  ,  k 
señaló  a  está  el  pueblo ,  según  dloe  Calistenes^  la  mis* 
ma  ración  que  a  los  vencedores  de  Olimpia ;  y  JDe- 
metrio  Fálereo,  GeronisnoRódio,  Aristodemo  d 
músico  y  Aristóteles,  si  «s:que.el  libro  de  la  noble- 
za se  hade  colocar  entre  los  genoioos  de  este  filósofo, 
j'cfieren  que  con  Mirto ,  nieta  de  Arístides ,  se  casó  el 
sabio  Sócrates ,  pues  aunque  tenia  otra  mugcr  reco- 
gió en  su  casa  i  esta,  poriy.«fl«  viuda  y  falta  de  todo 
medio  de  subsistir;  mas  estaí^espccies  las  CQ<itrad\)o 
convenientemente  Panecio  en  sus  libros  acerca  de  Só- 
crates. Demetrio  Falereo  en  pi  Sócrates  dice  que  se 
acuerda  de  un  nieto  de  Arínides  ,  sumamente  pobre, 
llamado  Lisimaco,  que  sentado  jijnto  al  Yaqueo,  « 
;nanten¡d  de  decir  la  buenaventura  con  cierta  tabbc 
divinatoria ;  y  qwe  formando  él  mismo  el  proyecto 
de  decreto  ,  obtuvo  que  el  pueblo  señalara  á  la  madre 
de  este  y  á  una  hermana  de  ia  misma  tres  óbolos  por 
dia;  y  añade  el  propio  .Demetrio  que  siendo  nomo- 
teta  ,  mandó  que  se  extendiera  á  una  dracma  el  do- 
tiativo  de. estas  mugeres.  Ni  es  extraño  que. asi  cui- 
dara este  pueblo  de  personas  que  estaban  dentro  de 
la  ciudad ,  cuando  habiendo  sabido  que  en  Lemnos  se 
hallaba  una  nieta  de  Aristogiton ,  y  que  no  se  había 
casado  por  su  pobreza ,  la  hizo  traer  á  Atenas  ;  «y  ca- 
sándola con  uno  de  los  mas  ilustres  ,  le  dio  «n.  dote 
4ina  porción  de  terreno  i  la  parte  del  rio :  y  atín  en 
4)uestro6  dias  se  hace  admirar  este  mismo  pu^lo  por 
^u  humanidad  y  beneficencia  con  repetidos  ejemplar 
res  dignos  de  imitación. 


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I 


309 

lí Asteo  CATÓN. 

Díceseqtie  Marco  Catón  fue  por  su  lináge  oriuii« 
do  de  Tnscalo ,  y  qtie  residió  y  vivió  antes  de  tener 
parte  en  el  Gobierno  en  campos  propios  de  su  fami- 
lia en  la  región  Sabina;  y  no  obstante  tenerse  la  idea 
de  que  sus  progenitores  fueron  desconocidos,  el  mis^ 
mo  Caten  alaba  á  su  padre  como  hombre  de  valor 
r  ejercitado  en  la  milicia;  y  refiere  de  su-  visabue- 
io  c^ue  muchas  veces  alcanzó  el  prez  del  valor ;  y  que 
habiendo  perdido  en  diferentes  batallas  cinco  caDaflos 
ejercitados  en  la  guerra ,  fue  del  pueblo  honrado  por 
su  valor  y  fortaleza.  Acostumbraban  los  Romanos  í 
dar  la  denominación  de  hombres  nuevos  á  los  que 
no  tenían  fama  por  su  liñage ,  sino  que  eran  ellos 
mismos  los  que  empezaban  á  darse  á  conocer ;  y  co«^ 
mo   llamaban  tamoien  nuevo  á  Catón,   decía  que 
bien  era  nuevo  para  el  mando  y  para  la  gloria;  pero 
que  por  las  obras  y  virtudes  de  sus  antepasados  era 
Sien  antiguo.  Al  principio  no  tuvo  por  tercer  nom-^ 
bre  el  de  Catón ,  sino  el  de  Prisco ;  pero  luego  por 
aquella  dote  en  que  sobresalía  obtuvo  el  apellido  de 
Catón:  porque  llaman  Catón  los  Romanos  al  hom- 
bre precavicio.  Era  en  su  figura  rubio  y  de  ojos  azu- 
les ,  como  lo  dio  á  entender ,  no  mostrándosele  muy 
aficionado ,  el  que  hizo  este  epigrama : 
A-itsQ  rubio,  mordaz, -de  ojos  azules; 
A  Porcio ,  aun  muerto ,  estoy  que  en  el  infierno 
No  le  ha  de  recibir  la  hija  cíe  Ceres. 
La  constitución  de  su  cuerpo  con  el  ejercicio,  con 
la  parsimonia ,  y  con  acostumbrarse  en  el  ejército  des- 
de el  principio  á;  portarse  como  soldado,  se  hizo  muy 
robusta ;  habiendo  adquirido  á  un  tiempo  fuerza  y 
buena  salud.  Cultivó  también  la  facultad  de  decir, 
como  otro  segundo  cuerpo ,  y  como  un  instrumento, 
no  solamente  útil  >  sino  necesario ,  para  quien  no  que- 


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JIO  MARCÓ  CATÓN. 

ría  vivir  oscuro  y  en  inacción :  ejercitóla  pues  en  las 
alquerías  y  pueblos. inmediatos,  prestándose á  defen* 
der  en  los  juicios  á  los  que  se  lo  rogaban ;  y  ai  prin- 
cipio se  echó  de  ver  que  era  un  defensor  fogoso ;  pe« 
ro  luego  se  acreditó  ademas  de  orador  vehemente: 
descubriendo  en  él  los  que  se  valían  de  sus  talentos 
una  gravedad  y  juicio  que  eran  propios  para  los  gran- 
des negocios  y  para  el  mando  político.  Porgue  do 
solo  se  conservó  puro  en  cuanto  a  recibir  salario  por 
sus  dictámenes  y  defensas,  sino  que  aun  desdeñaba 
la  gloria  que  de  esta  clase  de  contiendas  podría  re- 
sultarle. Deseando  pues  señalarse  principalmente  en 
los  combates  contra  los  enem^os  y  en  acciones  de 
cuerra ,  siendo  todavía  joven  tuvo  ya  su  cuerpo  cu- 
bierto de  heridas,  recibidas  de  frente:  diciendo  el 
mismo  que  á  los  diez  y  siete  años  hizo  su  primera 
campaña ,  al  tiempo  que  Anibal  victorioso  puso  en 
comDustton  toda  la  Italia.  En  las  batallas  mostróse 
de  mano  pronta  para  acuchillar  ,  de  pies  firmes  é  in- 
mobles y  de  semblante  fiero ;  y  aun  acostumbraba  á 
usar  de  amenazas  y  de  gritos  penetrantes  contra  los 
enemigos:  creyenao  ¿1  mismo,  y  enseñando  á  los 
demás  que  estas  cosas  suelen  contribuir  mas  que  el 
mismo  acero  para  atemorizar  á  los  contrarios.  En  las 
marchas  caminaba  á  pie ,  llevando  sus  armas ,  y  solo 
le  seguía  un  sirviente ,  que  llevaba  lo  que  habian  de 
comer;  con  el  cual  no  se  incomodó  nunca,  ni  le  ri- 
ñó por  el  modo  de  disponerle  la  comida  ó  la  cena, 
sino  que  á  veces  échate  también  níano ,  y  le  ayu- 
daba en  estos  ministerios  después  de  fenecidos  los 
de  la  milicia.  En  el  ejérqito  no  bebía  sino  agua,  ó  á 
lo  mas  cuando  tenia  una  sed  muy  ardiente  pedia 
vinagre;  y  si  se  sentía  desfallecido  tomaba  un  poco 
de  vino. 

Estaba  á  corta  distancia  de  sus  posesiones  la  casa 
de  campo  en  que  residía  Marcio  Curio ,  el  que  había 
triunfado  tres  veces.  Iba  frecuentemente  a  ella,  y 


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UATLCfy  CATON«  31 1 

Viendo  lo  redacido  del  terreno  y  la  sencillez  de  to* 
da  su  casa ,  no  pudo  menos  de  meditar  sobre  la  cón-« 
ducta  de  an  varón  tan  singular,  que  con  ser  el  mas 
excelente  entre  los  Romanos,  con  haber  sojuzgado 
los  pueblos  mas  belicosos ,  y  haber  arrojado  á  Krpo 
de  Italia ,  ¿1  mismo  labraba  aquel  campo,  y  vivía  en 
aquella  casita  después  de  tres  triunfos.  Allí  mismo  k 
bailaron  sentado  al  fuego ,  cociendo  unos  rábanos.,  los 
embajadores  de  los  Samnites,  y  le  ofrecieron  eanti-» 
dad  de  oro;  mas  él  ios  despidió,  diciendo  que  esta- 
ba de  sobra  el  oro  para  quien  se  contentaba  conaque^ 
lia  comida  ;  y  qu^  para  ¿1  era  mas  apreciable  que  te- 
ner oro  el  vencer  a  los  que  lo  tenian.  Catón  al  re- 
tirarse de  alli  reflexionaba  sobre  estas  cosas,  y  vol- 
viendo la  consideración  á  su  propia  casa ,  sus  campos» 
sus  esclavos  y  su  gasto,  se  aplicó  mas  al  trabajo,  y 
cercenó  superfluidades.  Tomo  Fabio  Máximo  la  ciu- 
dad de  los  Tarentinos ,  y  en  aquella  empresa  se  halló 
Caten  ,  militando  bajo  sus  órdenes ,  cuando  todavía 
era  muy  joven.  Cúpole  por  huésped  un  pitagórico 
llamado  Nearco ,  y  procuró  instruirse  en  sus  dogmas; 
y  como  escQchase  de  su  boca  las  mismas  máximas  de 
que  también  hacia  uso  Platón ,  llaniando  al  deleite  di 
mayor  cebo  para  el  mal ;  al  cuerpo  el  primer  tor^ 
mentó  del  alma,  y  remedio  y  purificación  á  aquellas 
reflexiones,  en  virtud  de  las  cuales  el  alma  se  separa 
y  aparta  cuanto  le  es  posible  de  los  afectos  del  cuer- 
po, todavía  se  apasionó  mas  de  la  sencillez  y  de  la 
templanza;  Por.  lo  demás  se  dice  haber  aprendido 
taroe  las  letras  griegas ;  y  que  habiendo  tomado  tú 
las  manos  los  libros  griegos  cuando  ya  estaba  muy 
entrado  en  edad,  Tucídides  le  fue  de  alguna  utili- 
dad para  la  elocuencia ,  para  la  que  sobre  todo  le 
aprovechó  Demóstenes.  Sus  escritos  los  exornó  opor- 
tunamente con  máximas é  historias  griegas;  y  en  sus 
apotegmas   y  sus  sentencias  se  encuentran  muchas 
cosas  traducidas  del  griego  á  la  letra* 


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JIJ  IfA^CO  CÁTOUr. 

Vivía  á  la  sazón  un  hombre  muy  palírfota  y  tms\ 
poderoso  entre  los  Romanos,  gran  conocedor  de  \k 
virtud  nativa ,  y  muy  dispuesto  á  alimentarla  y  á 
inflamarla  á  la  gloria ,  llamado  Valerio  Flaco.  Te- 
nia campos  linderos  á  los  de  Catón ;  y  enterado  del 
desprendimiento  y  economía  de  este  por  medio  de 
sus  esclavos,  los  cuales  le  referian  que  de  madmga* 
da  iba  á  la  plaza ,  se  surtia  de  lo  ^ue  había  ineoes- 
ter,  y  vuelto  al  campo.,  si  era  invierno,  poniendo* 
se  una  especie  de  anguarina,  y  horro  de  ropa,  si  era 
verano,  trabajaba  con  sus  esclavos,  sentándose á  co- 
mer con  ellos  del  mismo  pan ,  y  bebiendo  del  mis- 
mo vino:  admirado  en  gran  manera  asi  de  esto,  co- 
mo de  oirles  hablar  de  su  moderación ,  de  su  modes- 
tia ,  y  de  algunos  dichos  sentenciosos  suyos ,  dio  or- 
den' para  que  le  convidaran  á  cenar  á  su  casa.  Desde 
entonces  le  trató  familiarmente ;  y  observando  que 
era  de  carácter  suave  y  urbano  ^  que  á  manera  de 
de  planta  solo  pedia  otro  cultivo  y  otro  aire  mas 
libre  y  abierto ,  lo  inclinó  y  persuadió  á  que  trasla- 
d.indose  á  Roma  tomara  parte  en  el  gobierno.  Tras- 
ladado á  aquella  capital ,  en  breve  con  lá  defensa  de 
las  causas  se  adquirió  admiradores  y  amigos ;  y 
como  Valerio  le  proporcionase  ademas  grande  opi- 
nión'y  poder,  alcanzó,  que  primero  le  nombrasen 
Tribuno,  y  después  Cuestor.  Logró  ya  entonces  ser 
mas  señalado  y  conocido^  y  aspiró  con  el  mismo 
Valerio  á  las  primeras  magistraturas,  habiendo  sido 
con  este  Cónsul ,  y  después  Censor.  ProCuró  tam- 
bién arrimarse  á  Fabio  Máximo  por  su  grande  fama 
y  su  grande  autoridad ;  pero  mas  principalmente 
porque  se  proponía  la  conducta  y  método  de  vida 
de  este  como  el  mejor  modelo  y  ejemplar ;  y  aun 
por  lo  mismo  no  pudo  menos  de  ponerse  en  oposi- 
ción con  Escipion  el  mayor ,  que  no  obstante  ser  jo- 
ven todavía,  hacia  ^(Mitraresto  á  Fabio  ^  y  como  que 
se  le  mostraba  envidioso.  Hubo  también  otro  motivo^ 


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MARCO  CA¥OK.  3 13 

y  fíie  qne  yébdó  de  Cuestor  con  Escipion  á  la  e;üer- 
ra  de  Afriqa,  como  advirtiese  qae  este  usaba  de  su- 
acostumbrada  prófusioo ,  y  permitía  que  tñ  el  ejército 
se  gastara  sin  medida ,  le  hskló  francamente  y  dicién- 
dole  que  lo  dc'tíienos  era  el  gasto,  y  el  mal j^rioci- 
palmente  estaba  en  que  estragaise  la  antigua  frugali*» 
dad  del  soldado',  acostumbrándole  para  en  adelante 
al  regalo  y  á  los  deleites ;  y  como  Éscipion  le  con-' 
testase  que  no  necesitaba  un  Cuestor  tan  severo, 
cuando  ponía  toda  la  atención  en  desempeñar  cum* 
pUdamente  su  deber  con  respecto  á  la  guerra,  por- 
que de  lo  que  habla  de  dar  cuenta  á  la  ciudad  era  de 
sus  acciones  y  no  del  dinero ,  se  retiró  de  Sicilia; 
Hablaba  frecuentemente  en  el  Senado  con  Fabio  de 
la  inmensa  cantidad  de  dinero  que  gastaba  Escipion> 
y  desacreditaba  en  los  circos  y  en  los  teatros  su 
porte  fastuoso,  como  si  hubiera  ido  á  celebrar  fies«» 
tas,  y  no  á  mandar  un  ejército;  tanto  que  obligó  á 
que  se  enviaran  cerca  de  este  Tribunos  de  la  plebe 
para  que  le  hicieran  venir  á  Roma^  si  estas  acusacio- 
nes eran  ciertas.  Mas  Escipion ,  habiendo  hecho  ver 
que  la  victoria  estaba  en  los  preparativos  de  ja  guer- 
ra y  y  convencido  á  los  Tribunos  de  que  si  usaba  de 
humanidad  y  condescendencia  en  los  gastos  esto  en' 
nada  perjudicaba  á  la  diligencia  y  á  las  demás  gran- 
des prenda?  militares ,  partió  de  Sicilia  para  la  guerra. 
Aunque  era  grande  el  poder  que  Catón  se  había: 
con  su  elocuencia  granjeado ,  tanto  que  generalhien- 
te  se  le  apellidaba  Demóstenes  Romano ,  era  todavía 
roayor  la  fama  y  celebridad  que  le  daba  su  particu- 
lar método  de  vida.  Porque  su  destreza  en  el  decir 
fue  desde  luego  para  los  jóvenes  un  ejemplar  común 
y  de  gran  solicitud;  pero  el  conservar  la  frugalidad 
antigua, contentarse  con  cenas  sencillas ,  comidas  fiam- 
bres, vestidos  lisos,  y  una  casa  como  las  del  común 
de  ciudadanos ,  y  hacerse  admirar  mas  por  no  nece-* 
sitar  de  superfluidades  que  por  poseerlas;  estotra 


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314  ICARCO  CATÓN. 

ya  muy  raro  eú  un  tiempo  eu  que  k  autoridad  tft 
se  conservaba  pura  por  su  misma  grandeza ,  sino  qoft 
con  tener  superioridad  sobre  muchos  negocios  y  mo- 
chos hombres,  había  dado  «ntrada  á  diversas  costum- 
bres, y  se  veían  ejemplos  de  portes,  y  medios  de 
vivir  muy  diferentes.  Con  razón  pues  miraban  todos 
á  Catón  como  un  prodigio ,  al  ver  qup  los  demás,  de- 
bilitados por  los  placeres,  no  eran  para  aguantar  nin- 
Eun  trabado,  y  que  este  en  ambas  cósase  se  conserv»^ 
a  invicto  f  no  solo  de  joven  y  cuando  aspiraba  á. 
los  honores,  sino  anciano  ya  y  canoso  después  del 
consulado  y  triunfo,  como  un  atteta  constantemeore 
vencedor ,  que  se  mantiene  siempre  igual  en  la  iucha 
basta  h  muerte.  Porque  se  dice  que  nunca  llevó  ves- 
tido que  valiese  mas  de  cien  dracmas;  que  de  Ge«> 
neral  y  de  Cónsul  bebió  siempre  del  mismo  vino  que 
sus  trabajadores;  que  las  provisiones  para  la  comida 
las  tomó  siempre  de  la  plaza  sin  gastar  mas  de  trein- 
ta cuartos,  y  esto  por  causa  de  la  república  á  fin  de 
robustecer  el  cuerpo  para  la  guerra;  que  habiéndole 
tocado  de  botin  un  paño  babilonio,  al  punto  lo 
vendió;  que  jamas  tuvo  casa  ninguna  de  campo  re- 
vocada de  cal,  y  que  nunca  compró  esclavo  que  le 
costase  arriba  de  mil  y  quinientas  dracmas,  como 
que  no  los  buscaba  delicados  ó  de  hermosa  presen- 
cia, sino' trabajadores  y  robustos,  propios  para  ser. 
gayaúes  y  vaqueros ;  y  aun  de  estos ,  cuando  ya 
eran  viejos ,  opinaba  que  era  preciso  deshacerse  para 
no  mantener  gente  inútil.  En  una  palabra,  era  de 
dictamen  que  no  debía  tenerse  hada  superfkio;  y  que 
aun  en  un  cuarto  es  caro  aquello  que  no  se  necesi- 
ta. Y  en  cuanto  á  campos  quería  poseer  los  de  la- 
bor y  pasto,  no  verjeles  ó  jardines. 

Atribuían  algunos  á  mezquindad  esta  tan  rigu- 
rosa economía ;  pero  otros  veían  en  ella  el  esmero 
y  la  rígida  templanza  dé  un  hombre  que  se  estre- 
<;haba  y  reprímia  á  sí  mismo ,  para  corregir  y  nao- 


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KARCa  CATOK/  3Tf 

derar  á  los  demás.  Solameote  aquello  de  raerse  de; 
los  esclavos  como  de  acémilas,  y  deshacerse  luego. 
de  ellos  y  vendcrios  á  la  vejez,  para  mí  no  pueder 
ser  sino  de  un  hombre  cruel ,  y  que  no  se  cree  en- 
lazado i  otro  hombre  sino  con  el  vínculo  de  la  uti- 
lidad. Pues  en  verdad  que  la  humanidad  y  la  dul- 
zura tienen  todavía  mas  latitud  que  la  justicia ;  pues 
de  la  ley  y  de  la  justicia  solo  podemos  usar  con  losr 
otros  hombres;  pero  la  beneficencia  y  la  gratitud  sc' 
emplean  aun  con  los  animales  irracionales;  dimanan* 
do  de  la  bondad  como  de  una  fuente  copiosa,  por- 
que es  propio  del  hombre  de  probidad  no  dejar  sin 
alimento  al  caballo  desfallecido  y^  por  los  años ,  y* 
el  mantener  y  cuidar  los  perros  ,  no  solo  de  cachor*" 
ritos ,  sino  aun  cuando  se  han  hecho  viejos.  El  pue- 
blo de  Atenas,  cuando  se  construyó  el  Hecatómpe- 
do',  á  cuantas  acémilas  llegó  á  entender  haber  con- 
currido constantemente  á  los  trabajos  de  la  obra ,  á* 
todas  las  echó  á  pacer  libres  y  sueltas;  y  aun  se  re- 
fiere de  una  de  ellas  que  por  si  misma  se  bajaba  al 
lugar  de  la  obra ,  y  agrégán4ose  á  lasyuntas  que  su- 
bían los  carros  al  alcázar ,  las  ayudaba  yendo  delan^ 
te ,  como  si  las  animara  y  alentara ;  por  lo  que  se 
decretó  que  hasta  que  muriese  se  proveyera  de  Ios- 
fondos  públicos  para  su  manutención.  Los  sepulcros 
de  las  yeguas  con  que  Cimon  venció  tres  vckres  en 
Olimpia  están  inmediatos  á  los  monumentos  que  á 
este  se  erigieron*  Muchos  cuidaron  de  sepultar  á  los 
perros  que  se  les  hablan  hecho  como  comensales  y 
amigos;  y  entre  ellos  Jantipo  el  mayor  al  perro» 
que  nadando  junto  á  su  galera  le  siguió  á  Salamina, 
cuando  el  pueblo  abandonó  la  ciudad ,  le  hizo  sepul- 
tar en  un  promontorio ,  que  todavía  se  llama  la  se-^ 

I  Haspocracion  es  el  autor  por  quién  sabemos  que  se 
dio  también  este  nombre  de  Hecatómpedo  al  Partenon  ó 
templo  de  Minerva.  : 


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5l6  MARCO  CATOKW 

pultnrt  dd  perro ;  pues  no  hemos  de  usar  de  oa9& 
que  tienen  vida  y  alma  como  de  los  zapatos  c5  délos 
muebles ,  ediándo¡os  i  un  rincón  cuando  ya  están 
rotos  y  gastados ;  sino  que  es  razón  que  en  cuanto 
á  aquellas  nos  mostremos  cuidadosos  y  benignos  ^  aun- 
que no  sea  mas  que  por  excitar  á  la  humanidad*  Por 
tanto  yo  ni  siquiera  á  un  buey  de  labor  lo  vendería 
por  viejo,  y  mucho  menos  á  un  hombre  anciano, 
».  desterrándolo  como  de  su  patria  de  una  tierra  y  de 
una  mansión  á  que  estaba  ya  habituado ,  en  cambio 
de  una  friolera  que  podrían  da^  por  él ;  pues  qae 
siendo  inútil  al  que  lo  vendia,  lo  seria  también  al 
comprador ;  cuandp  de  Catón ,  que  parece  hacía  ga- 
la de  estas  cosas,  sc^  cuenta  haberse  dejado  en  £spa~ 
ña  el  caballo  que  siendo  Cónsul  le  sirvió  en  la  guer— 
ra ,  por  no  poner  en  cuenta  i  la  república  el  gasto 
de  su  flete.  Cada  uno  pues  juzgará  dentro  de  sí  se~ 
gun  su  modo  de  ver ,  si  cosas  llevadas  tan  al  extre- 
mo se  han  de  atribuir  á  magnanimidad  ó  á  sórdida 
codicia. 

Por  lo  demás  su  moderación  fue  verdaderamente 
maravillosa,  pues  siendo  General,  de  trigo  no  tomó 
,  para  sí  y  stis  asistentes  mas  que  tres  fanegas  áticas 
al  mes ;  y  de  cebada  al  dia  para  las  bestias  todavía 
menos  de  tres  medias.  Cúpole  en  suerte  la  provin» 
cia  de  Cerdeña;  y  habiendo  sido  costumbre  de  los 
Pretores  que  le  precedieron ,  tomar  del  público  los 
muebles,  las  camas  y  las  ropas,  gravando  á  los  ha- 
bitantes con  precisarles  á  mantener  numerosa  servi- 
dumbre, y  grande  acompañamiento  de  amigos  para 
Ips  banquetes ,  hizo  advertir  en  esto  una  increíble  di- 
ferencia, no  permitiendo  jamas  que  de  los  fondos 
públicos  se  hieiera  gasto  alguno.  Hizo  la  visita  de 
las  ciudades  á  pie ;  y  solo  le  seguía  un  ministro  pú- 
blico, que  llevaba  su  ropa,  y  el  vaso  que  le  servia 
en  las  $agradas  libaciones.  Mas  slnembargo  á  este  des- 
prendimiento y  ahorro  I  usado  con  los  que  estaban 


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.MARCO  CATÓN*  317 

ba)0  sn  mando  acompañaba  uaa  stuna-cifCDocpeocion 
y  gravedad ,  siendo  inexorable  en  lo  justo ,  y  recto 
y  severo  en  hacer  cumplir  las  ordenes  que  daba;  de 
manera  que  nunca  el  mando  de  los  Romaoos  les  fot 
á  aquellos  naturales  ni  mas  temible  ni  mas  grato.    • 
Por  este  misnoo'tértiiino  parece  qñe  era  también 
.el  lenguage  de  este. hombre  singular;  porque  era  sra^ 
cioso  y  vehemente,  dulce  y  penetrante,  adornado  y 
grave,  sentencioso  y  polémico:  al  modo  que  Platón 
pinta  i  Sócrates,  al  parecer  hombre  vulgar,  satírico 
y-  acre  para  los  qiie.por  primera  vez  Contrataban ;  pe-^ 
ra  por  dentro. lleno  de  solicitud  y  pensamientos  úti« 
les ,  que  arrancaban  lágrimas  á  los  qyentes ,  y  con- 
veftian  su  corazón:  de  manera  que  no  sé  en  qué  pu-- 
dieran  .fundarse  los  que; dijeron  que  el  estilo  de  Ca^ 
ton  era  parecido* al  de  Lisias;  pero.de  esto  juzga-* 
rán  los  que  se  hallen  mas  en  estado  de  conocer  la 
lengua  romana:  por  lo  que  á  mí  hace,- me  conten* 
taré  con  referir  algunas  de  sus  máximas,  estando  co- 
mo estoy  en  la  opinión  de  que  mas  se  ven  en  ellas, 
que.no  en  el  rostro,  las  costumbres  .de  cada  uno«    ^ 
Propúsose  en  una  ocasión  retraer  al  pueblo  Ro- 
mano del  intento  á  que  le  veia  decidido  de  que  se 
hiciera  distribución  y  repartimiento  de  trigo ;  y  pa*^- 
ra  ello  empezó  su  discurso  de  esta  manera  t  ardua 
cosa  es,  6  ciudadanos,  quererse  hacer  entender  del 
vientre  que  no  tiene  oidos.  Censuraba  otra  vezei 
lujo;  y  dijo,  que  era  muy  dificil  se  salvase  una 
ciudad  en  la  que  se  vendía  mas  caro  un  pescado  que 
un  buey.  Comparaba  los  Romanos  4  las  ovejas  ,  por- 
que decía  que  á  estas  una  á  una  ^e  las  lleva  muy 
mal,  y  juntas  sieuen  fácilmente  unas. tras  otras  1  los 
conductores ;  y  de  la  misma  manera  vosotros ,  aüadid» 
de  hombres  de  quienes  cada  uno  en  particular  no  se 
valdría  para  tomar  consejo  ^  sois  seducidos  y  atraídos 
cuando  os  veis  juntos  y  congregados. encuno.  Hablan- 
do del  poder  é  iofiujo  que  las  mugere^  tenían  ^  los 


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•318  MARCO  CATOK» 

idemas  hombres ,  dijo^  mandan  i  las  mngeres;  ^0 
nosotros  á  todos  los  hombres,  y  las  mugeres  á  nosa- 
tros ;  lo  qoe  viene  á  ser  uno  de  los  apotegmas  que  se 
cuentan  da  Temístocles ;  porque  este  como  recabase 
de  él  muchas  cosas  su  hijo  por  medio  de  la  madreí 
mira  muger/  le  dijo,  los  Atenienses  mandan  á  los 
Griegos,  yo  i  los  .Atenienses;  tú  ámí ,  y  átí  etbijoz 
por  tanto  vetéala  mano  en  tu  autoridad,  por  la  que 
aquel,  con  nio^tsner  el  mayor  juicio,  manda  sobre 
todos  los  Griegos.  Decia  que  el  pueblo  Romano  no 
«olo  ponía  precio  á  la  púrpura,  sino  también  á  las 
ocupaciones:  porque  asi  como  los  tintoreros  tioen 
«tas  ropas  de  aquel  color  que  ven  estar  mas  en  mo— 
4stf  del  mismo  modo  los  jóvenes. á  aquello  se  aplican 
Y  dedican  inas.  que  vemen  mayor  estimación  y  ala- 
banza. Exort^)aÍos  á;que  si  sé  liid>ian  hecho  grandes 
ioon  la  virtud  y  la  moderación ,  no  empezaran  á  asar 
ik  peores  medios ;  y  si  se  hablan  engrandecido  con 
Ja  destemplanza  y  la  maldad ,  se  convirtieran  á  lo  me- 
jor ,  pues  que  ya  con  aquellas  se  hablan  hecho  bastan*- 
te  grandes.*  De^  los  que  solicitaban  repetidas  veces  las 
-magistraturas  deoia ,  que  como  sino  supieran  el  ca- 
snino  buscaban  el  ir  siempre  con  lictores  para  no 
perderse.  Reprendía  á  los  ciudadanos  de  que  eligie- 
sen muchas. «veces  los  mismos  magistrados:  porque 
dais  á  entender ,  decía ,  que  no  tenéis  en  mucho  la 
autoridad ,  ó  que  eréis  ser  pocos  los  que  son  dignos 
de  ella.  Pareciéndole  que  unovde-sus  enemigos  lleva- 
ba una  vida  torpe  é  ignominiosa,  la  madre  de  este 
dijo,  no  hace  la  debida  plegaria  á  los  Dioses,  si  les 
pide  que  le  sobreviva.  Mostrando  á  uno  que  había 
vendido  ciertos  campos  hereditarios,  situados  en  la 
playa,  hizo  como  que  le  tenia  en  mucho  por  juzgar- 
le, decia,  de  mas  poder  que  elmar ,  pues  lo  que  el 
mar  no  hada  mas  que  tocar  suavemente^ ,  él  se  lo  ha- 
bla sorbido.  Cuando  el  Rey  Eumenes  estuvo  de  pa- 
so en  Roma^  el  Senado  le  hizo  un  magnifico  recibi- 


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MARCO  GAfOK.  319 

mleüto ,  Y  fae  grande  la  concurrencia  y  obseqaio  de 
los  principales;  pero  en  Catón  se  echaoa  bien  de  ver 
que  no  hacia  ningún  caso  de  él  ^  y  antes  se  apartaba; 
y  como  hubiese  quien  le  dijera  que  era  hombre  bue-* 
tío  y  apasionado  de  los  Romanos ,  en  buena  hora, 
dijo;  pero  este  animal  llamado  Rey  es  carníboro 
por  naturaleza ;  y  ninguno  de  los  Reyes  mas  celebra- 
dos puede  '  s^F  comparado  con  Epaminondas ,  con 
Pericles ,  cóá  Temístoclcs,  con  Mannio  Curio  6  con 
Amilcar ,  por  sobrenombre  Barcas.  Decía  ser  de  sus 
enemigos  tachado ,  porque  se  levantaba  de  noche  para 
ocuparse  en  lo$  negocios  públicos^  abandonando  tos 
suyos  propios;  pero  que  mas  quería  que  obrando  bien 
le  faltase  el  agradecimiento ,  que  evitar  el  castigo  si 
en  algo  faltase;  y  que  fácilmente  perdonaba  todos 
los  yerros,  á  excepción  de  los» suyos. 

Eligieron  los  Romanos  para  la  Bitinia  tres  em- 
bajadores, de  los  cuales  el  uno  padecía  de  gota  ,  al 
otro  se  le  había  hecho  en  la  cabeza  la  operación  del 
trépano ,  y  el  tercero  era  tenido  por  no  muy  avisado; 
y  sonriéndose  Catón ,  dijo  que  los  Romanos  man-- 
daban  una  embajada  que  no  tenia  ni  píes ,  ni  cabeza 
ni  corazón.  Hablóle  Escipion  por  medio  de  PoKbio 
de  los  desterrados  de  la  Acaya ;  y  cómo  en  el  Sena- 
do se  gastase  mucho  tiempo ,  concediéndoles  unos  la 
vuelta,  y  resistiéndola  otros,  se  levantó  Catón ,  y 
como  sino  tuviéramos  otra  cosa  que  hacer ,  les  dijo, " 
nos  estamos  aqui  sentados  todo  el  día  ocupados  en 
examinar  si  unos  cuantos  Griegos  ya  ancianos  han 
de  ser  llevados  á  enterrar  por  nuestros  sepultureros, 
6  por  los  dé  Acaya.  Concedtóátíles  la  vuelta;  y  de- 
jando Polibio  pasar  unos  cuantos  días ,  intento  pre- 
sentarse otra  vez  en  el  Senada,  con  el  objeto  de  que 
los  desterrados  recobraran  los  honores  que  antes  tenían 
en  la  Acaya ,  para  lo  que  procuraba  tantear  el  niodo 
de  pensar  de  Catón ;  y  este,  echándose  á  reír,  dijo: 
que  Polibio  no  era  como  Ulises,  pues  quería  entrar  otra 


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5aO  MARCO  CATOH. 

^fcz  en  Ifl  coe^a  del.Cílope  por  haberse  dejado  & 
olvidados  el  gorro  y  el  ceñidor.  Decía  que  los  üt- 
cios  eran  de  mas  provecho  á  los  prudentes ,  que  es- 
tos á  aauellos:  porque  los  prudentes  procuraban  evi- 
tar las  faltas  de  los  necios;  cuando  con  los  aciertos 
de  aqnellos  nunca  estos  se  corregían.  De  los  joveoes 
decia  qae  le  gustaban  los  que  se  ponian.  colorados, 
ao  los  que  se  ponian  pálidos ;  y  que  de  los  militares 
lio. quería  á  los  que  en  la  Aiarcha  movian  1^  manos 
y  en  la  pelea  los  pies ,-  ni  á  los  que  roncaban  mas 
alio  que  gritaban  contra  los  enemigos.  Para  afren- 
tar á  un  hombre  gor^to  decía:  ¿cómo  puede  ser  de 
}>royeGho  á  la  repwUca  un  cuerpo »  en  el  que  desde 
a  garganta  á  la  cintura  todo  es  vientre?  Descartán- 
dose d^  un  vuluptuoso  que  queria  ganar  su  amistad, 
no  puede  ser  f  decia ,.  .que  yo  viva  coa  un  hombre 
mas  delicado  de  paladar  que  de  corazón.  Decia  que 
^  alma  del  amante  vivía  en  un  cuerpo  «geno  ;  y  que 
en  toda  su  vida  de  tr^s..  cosas  solamente  habla  tenido 
que  arrepentirse:  primera,  de  haber  conñado  un  se- 
creto á  su  muger :  segunda ,  de  haberse  embarcado 
para  un  viage  que  pudiera  haber  hecho  por  tierra; 
y  tercera  9  de  haber  pasado  un  dia  sin  hacer  nada.  A 
un.  viejo  maligno,  hombre ,  le  dijo  ,  cuando  la  vejez 
trae,  consigo  tantas  cosas  desagradables »  no  le  añadas 
la  afrenta  de  la  perversidad.  A  un  Tribuno  á  quien  se 
atribuía  un  envenenamiento ,  y  que  haÚa  propuesto 
una  ley  per  judicial,,  empeñado  en  hacerla  pasar :  jo- 
ven ,  le  aij<5 ,  no  sé  cual  seria  peor,  si  beber  lo  que  pre- 
Saras,  6  sancionar  Ip  que  escribes.  Denostándole  un 
ombre  notado  de  mah^  conducta :  no  puede  soste- 
nerse ,  h  dijo ,  una  contienda  cpmo  esta  entre  noso«* . 
tros  dos,  porque  tú. oyes  los  oprobios. cpn  serenidad, 
y  los  dices  sin  reparo;  cuando  á  mí  se.  me  resiste  el 
decirlos,  y  no  estoy  acostumbrado  á  aguantarlos.  Por 
este  término  venían  á  ser  sus  apotegmas. 

Designado  Cónsul  con  Valerio  Flaco  su  amigo 


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UjaCGO  CATÓN.  32X 

y  ásúáÓLfM  toaS.por  aoerte  la  provÍBcia  <f¡ñ  llaman 
lo$  Romanos  España  citmor.  Mientras  allí  vencía  á 
ujQOs.  pueblos  con  las  armas  9  y  atraía  á  otros  con  la 
persuasión  y  vino  coiotra  él  ua  ejército  de  bárbaros 
tannliitieroso  qne  corrió  peligro  de  iser  vergonzosa- 
siente  átropell»lo ;  .por  lo  cual  imploró  el  auxilio  de 
los  Celtíberos  que  estaban  cercanos.  PidiéronJie  estos 
porprecio  de  su  alianza  doscientos  talentos ;  y  tenien* 
do  todos  los  demaa  por  cosa  intolerable  que  los  Ro- 
manos ^  reconocieran  obligados  á  pagar  i  los  bárba- 
ros aq^u^l  precio  de. su  auxilio,  le$  replicó  Catón, 
que  nada  habiaen.ello  de  malo,  pues  que  si  vencian, 
serian  Jos  enemigos  quienes  lo  pagasen »  y  si  eran  ven- 
cidos,, no  exlstirtto  ni  los  que  lo  habían  de  pagar, 
ni  los- que  lo  habían  d&  pedir*  Salió  por  ün  vencedor 
en  batalla  campal^  y  todo  le  sucedió  prósperamente: 
dicieodo  Polibio  que  á  su  orden  todas  las  ciudades 
deja,  parte  acá  del  rio  Bétis  en  un  mismo  día  demo- 
lieron sus  murallas,  00  obstante  sec.en  gran  numero, 
7  estar  pobladas  de  hombres  guerrero^,  £1  mismo  Ca- 
tón dice  haber  sido  mas  las  ciudades  que)  tomó  que 
los  digsí  q^e  estuyo  en  España.;  y  no  e$  upa  exagera-- 
clon  suya,  ú  es  cierto  que  llegaron  á  trescientas.  Fue 
mucho  lo  que  los  soldados  ganaron  en  aquella  expe- 
dición ,  y  sin  embargo  repartió  adamas  á  cada  uno  una 
libra  de  plata,  diciendo  q^e  era  mejor  v(^viesen  mu- 
chos con  plata  aue  poCQ3  cqxí  01:0;  pero  de  tanto 
como  se  <^gió  dice  no  haber  tomado^  para  sí  mas 
quejo  necesario,  para  comer  y  beber.. No es^sto  que 
yo  acuse,  decía,  á  los  que  procuran a^rcM^echarse  de 
estas  cosas,  sino  que^^uj^fo  mas.cotitender  en  virtud 
conjgs  buenos,  4Bfteci..r¡que«aco;ílps!mas  ricos,  ó 
en  codicia  con  los.  iQa&^iaoaudaUdos..  Ni  solamente  él 
mismo  se  conservó  .puro ,  siú  haber  tomado  lífida ,  si- 
no que  hizo  se  conservaran  también  puros  los  que  te- 
nia .^oqsigo  en  aqg$Ulli  ^Xp^dicion ,  que  no  eran  mas 
que  cinco  esclavos.  Uno  de  estos  llamado  Fanco  coru- 
Tomo  n*  x 


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r; 


322  MARCO  CATOir* 

ro  de  entre  los  cautivos  tres  mosaelos»  yhalxéiik^ 
io  llegado  á  entender  Catón,  hizo  que  lo  ahogása 
antes  que  se  le  pusiese  delante  5  y  vendiendo  los  tres 
máznelos ,  hizo  poner  el  precio  en  el  erario* 

Permanecía  todavía  en  España  cuando  Escipioa  el 
mayor ,  que  era  su  rival  9  y  quería  pober  térnuno  á  sos 
glorias,  se  propuso  pasar  á  encargarse  de  las  cosas  de 
España,  é  nizo  que  se  le  nombrara  sucesor  xk Catón; 
Apresuróse  á  llegar  pronto  para;  que  tuviera  cuanto 
antes  fin  el  mando  de  este ;  el  cual ,  tomando  para 
salir  á  recibirle  á  cinco  cohortes  de  infantería  y  cju v- 
nientos  caballos,  derrotó  á  los  Lacetanos,  y  en- 
tregado de  seiscientos  tránsfugas  que  había  entreeüos^ 
los  pasó  á  cuchillo;  Llevólo  Escipion  á  mal /y  coa-- 
testó  Catón  con  ironía,  que  asi' era  como  Roiiia  seria 
mayor,  si  los  hombres  grandes  ¿  ilustres  no  daban 
lugar  á  qué  los  osturos  entraran  á  la  parte  coa  ellos 
en  lo  sumo  de»  ia  virtud  ;>  y-  si  los  pkbeyos>  como 
él  i  se  empeñaban  en  competít  en  i^irtnd  con  los 
que  les  aventajaban  en  gloria  ytn  linage.  Con  todo 
habiendo  decretado  el  Senado  que  bada  se  mudara 
ó  alterara  de  lo  dispuesto  por  Catón ,  se  le  paso  en 
blanco  á  Hlscipidn  sü  mando  en  la  -inacción  y  el  dcto, 
mas  bien  con  mefigua  de  su  gloria  que  de  la  de  aquel. 
Después  de  haber  triunfado-,  lío  hizo' lo  que  suelen 
la  mayor  parte  denlos  hombres,  que  no  aspípando  á 
la  virtud  sino  á  la  gloria,;  luego  que^  han  subido  á 
lossupremo$  honótes,  yqtíe  han  conseguido  los  con- 
sulados y  los  trítínJrós,s6pf!opoSS3nr  pasar  el  resto  de 
su  vida  eñ  el  plaeér  y  el  dc^ansíov  dando  de-  mano 
á  los  negocios  públicos;  ni  coipo  ejtos  relajó  ó  aftoj6 
en  nada  su  virtud, -sino  quésá-roodo  de  los  que  em- 
piezan á  tomar'  parre  étí'el  gébtWfto  sedientos  de  ho- 
nor y  de  fama,-  como  si  deJltaíé^o-dÓHlénzara,  estu- 
vo pronto  á  que  los  amigos  y  los  ciudadanos  se  va- 
lieran de  él ,  sin  excusarse  de^  jas  deesas  de  las  cau- 
sas ni  de  ia  milicia*  1  ,    J  . . 


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MARCO  CAT0K.  313 

Acompaflo  de  Legado  eo  la  adtmmstrácian  de  It 
provincia  á  Tiberio  Scmpronioii  procónsul  de  la  Tra«- 
cia  Y  del  Danubio ;,  y  fue  &  Ja.  Grecia  de  Tribuno  de 
legión  con  Manió  Acitio  contna  Amioco  el  Grande^ 
qne  inspird/miedo  á  Jos  Rooiaoos  después  de  Ani-^ 
bal  mas  que:  otra  alguno;  porqi^  habiendo  ocupado 
desde  luego  casi  toda  el  Asia  en  la  extensión  en  que 
la  habla  dominado  Seleuco  Nicanor,  y  sujetado,  á 
anuchas  naciones  barbarás,  habla  resuelto  acometer  á 
los  Brómanos  como  los  únicos  que  podían  ser  sus 
dignos  enemigos»  Basco  para-  la  guerra  un  motivo 
plausible,  que  fue  eL  de  libertara  los: Griegos,  sin 
embargo  de  que*  no  lo  habían  aienester,  porque  ha^- 
cia  poco  habían  sido  hechos  libres  é  independientes 
del  poder  de  Filipo  y  los  Macedonios  por  beneñ-^ 
ció  de  los  Romanos;. y  con  este  objeto  marchó  allá 
con  un  ejército ,  con  lo  que  se  conmovió  al  punto 
la  Grecia ,  y  quedo  como  en  suspensión ,  excitada  i 
•grandes  esperanzas  por  los  demagogos.  Envió  puqs 
Manió  mensageros  á  las  diferentes  ciudades;  y  á  la 
mayor  parte  de  los  perturbadores  los  aquietó  y  so- 
^gó  Tito  Flaminio  sin  la  menor  disensión ,  como  lo 
decimos  en  su  vida ;  y  Catón  apaciguó  también  á  los 
de  Corinto,  de  Pátras  y  de  Egas;  pero  donde  se  de- 
tuvo por  mas  tiempo  fue  en  Atenas.  Dícese  que  cor-^  < 
re  im  discurso  qne  en  griego  hizo  á  aquel  pueblo^  ma^ 
ni&stándole  su  veneración  á  la  virtud  de  los  antiguos 
Atenienses,  y  el  placer  que  había  tenido  en  haber 
visto  aquella  ciudad,  célebre  por  sü  hermosura  y  su 
grandeza;  mas  esto  no  es  cierto^  pues  habló  á  los 
Atenienses  por  medio  de  intérprete,  no  obstante  que 
podía  haberlo  hecho  por  si ;  sino  que  quiso  acomo^- 
clarse  á  lasxx)Stumhres<patr'a$.,  y  zaherir  á  los  necios 
admiíadores  de  las  cosas  griegas.  Asi  as  qne  á  Yx)^^ 
turnio  Albino ,  que  escribió  en  griego  una  historia  ,  y 
pidió  se  le  disculpase,  le  satirizó  diciendo  qyp  s^  le 
cpncedefia  la  disculpa  si  para  emprender  aqudlaobxa 

X2 


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324  VAACO  GATOV. 

habkra  sido  obligado  por  ap  decreto  de  los  Anfic- 
tuones»  Se coQserva'eninendriaqae  los  Atenienses  se 
snaoivillaron  de  su  ptontittid ,  y  de  la  concisión  de  sa 
lensuage;  porque* lo  qne  él  decia  brevemente,  no  lo 
traducia  el  intérprete  smo  con  pesadezi  y  empleando 
muchas  palabras;  y  que  en  fio  les  habla  parecido  qne 
á  bs  Griegos  les  salían  las  voces  de  los  Udíos,  y  í  los 
Romanos  del  corazón. 

Cerro  Antioco  las  gargantas  de  las  Tennopíías 
con  su  ejército  ,  y  á  las  natoraies-. defensas  del  si- 
tio añadió  fosos  y  trincheras ,  pensando  que  asi  tenia 
cercada  á  su  arbitrio  la  guerra ;  y  en  verdad  que  los 
Romanos  desconfiaron  de  poder  romper  por  el  fren- 
te; pero  revolviendo.  Catón 'en  sa  ánimo  aquellos 
«crincheramieotofrly  aquel  cerco ,  marchó  por  la  no- 
che á  hacer  un  reconoamiento ,  llevando  consigo  una 
parte'  del  ejército*  Llegado  á  la  cumbre ,  como  el  guia, 
que  era  un  esclavo ,  desconociese  el  camino ,  se  vio 
|>erdido  en  aquellas  asperezas  y  derrumbaderos  >  cau- 
sando esto  en  los  soldados  gran  miedo  y  desaliento* 
Advirtiendo  pues  el  .peligro  9  mandó  á  todos  los  de* 
'masque  no  s^e  movieran  y  aguardaran  alli;  y  toman- 
do consigo  á  Lucio  Malio,  hombre  hecho'  á  caminar 
por  las  montañas ,  discurrió  con  gran  fatiga  y  riesgo 
en  una- noche  oscura  y  ya  adelantada  por  entre  ace- 
bnches y  peñascos  ^  dando  rodeos ,  y  sin  saber  don- 
'de  poma  el  pie,  hasta  que  llegando  á  un  camino 
abierto,  que  se  dirigía  hacia  abajo,  y  les  pareció  iria 
al  campamento  de  los  enemigos ,  pusieron  señales  ea 
unas  eminencias  muy  altas /^  que  descollaban  sobre 
el  Calidromo^  Retrocedieron  desde  aquel  punto; 
reuniéronse  con  las  tropas ,  y  encaminándose  á  las 
señales  ,  puestos  otra  vez  en^el' camino,  cocnenzaron 
á  marchar  con  seguridad;  peto  á  poco  'que  ánduvie- 

I     Llamábase  Calidromo  la  cresta  ^mas  eiñ^inada  dé} 
monte  Octa¿ 


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ITARCO   CilTC1f«  125 

ton  les  faltóla  senda >  encontrándose  con  un  bar-^ 
jranco  ;  por  lo  qué  les  sobrevino  otra  vez  la  incerti- 
dumbre  y  d  ndedo ,  no  sabiendo  q¡  advirtíendo  que 
ya  se  habiao-paéstomuy  cerca  de  los  enemigos.  Cia«4 
reaba  el  día  cuando  les  pareció  qtíe  oian  cierto,  mar-' 
mullo»  y  dé  repente  vieron  mi  campamiento  griego, 
y  la  «tardía  pnestá  al  pie  de  la  roca*  Haciendo  pue» 
alli  alto  CaCODCon  sos  tropas,  dio  orden  de  que  se 
le  presentasen  solos  los  Firmiahoai  que  eran  los  que 
siempre  se  le  habían  mostrado  mas  fieles  y  dispuestos* 
Co'mo  acadiesen  estos  al  punto  j  le  cercasen  en  tro- 
pel, deseo  y  Íes. di  jo,  que  seco)a  vivo  á  uno  de  los 
enemigos^  y  se  sepa  de  ¿I  qué  guardia  es  aquella ,.  cuál 
so  numero,  y  cuál  el  orden ,  formación  y  disposición 
en  que  fiosi^^ardan.  Este  rebato  debe  ser  obra  de 
prontitud  y  arrojo,  que  es  en  el  que  confiados,  los 
kones  se  íani^n  sin  armas  sd»re  los  otros  tinridns 
animales*  Dfeho  ésto  partíeroa'^de.alli  con  celeridad 
los  Firmianosidelinodo  qué  se  bailaban,  y  corfien«« 
do  por  aquellos  montes  se  dirigieron  contra  la^uar«4 
dia :  cogiéndola  desprevenida  1  todos  se  sobresaltaróa 
y  dispersaron;  pero  pudieron  .qoger  á  uno  armada 
como  esti^  \  y  lo  pusieron  en  manos  de  Caton^  Su-^ 
po  por  este  que  la  principal  fuerza  estaba  apostada 
en  la  garganta  con  el  Rey ;  y  que  los  que  le  guardan 
ban  las  avenidas,  eran  unos  seiscientos  jStolios .  esco?i 
jgidos;  y  mirando  con  deprecio  asi  .el  corto'  númecq 
como  la  nimia  confianza,  márchd  contra  ellos  alto* 
quede  trompetas  y  con  grande  gritería^  siendo  ie^ 

!>rimero  á  desenvainar  la  esoada;  pero  los  enemigos 
uego  que  los  rieron  descenoer  de  las  alturas  1  dando 
á  huir  hacia  el  cuerpo  del  ejárcito,  lo  pusieroa^tbdó 
en  gran  confusión.  J^    .  ^ 

Al  mismotiempo  trato  Manto  de  forzar  las<:trin4 
cberas  por  d  pie  de  b  montaña ,  acometiendo  ^ 
les  gargantas  ooó  todas  sus  fuerzas ;  y  herido  Antio4 
coea  la  boca*  de  una  pedrada  |  que  k  quitó  los  die^n 


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^76  MARCO  CATÓN.' 

tes,  volvió  para  ¿tras  su  caballo  movlcTo 'del  dolor, 
con  lo  que  ninguna  parte  de  su  ejército  hizo  ya  fren- 
te á  los  Romanos ,  sino  que  sin  embargo  de  tener  que 
hacer  la  fuga  por  sitios  intransitabl»^  y  peligrosos, 
porque  las  caldas  hablan  de  ser  á  lagos  profundos 
ó  piedras  peladas  j  impelidos  hacia  estos  lugares  des- 
de los  desfiladeros  y  y  atrepellándose  unos  á  otros, 
dios  mismos  se  destruyeron  por  el  miedo  de  Ists  he^ 
ridas  y  del  hierro  de  los  enemigos.  Catón  parece  que 
nunca  habia  sido  niDyiConteiHdoíy  párootn  sus  pro- 
pias' alabanzas,  y  antes,  por  et  contrario  no  nabia 
evitado  la  opinión  d^  jactancioso,  teniendo  el  serlo 
por  consecuencia  de  los  gr^andesiiechoS';  pero  en  esta 
ocastton  todaviai  ponderó  mas  susí  'hazaáas ;  pues  di-^ 
ce  que  los  que  le  vieron*  entonces  perse^ír  y  herir  á 
les  enemigos,  convihieron-  con  ¿1  en-  que  no  quedaba 
Cátbn  en  tanta  deuda  respecto  del  pueblo,  como 
¿sie  .respecto  de  (Datoa;  y  que  el  mismo  05nsül  Ma^ 
Bro/«en  el  calor  todavía  de  la  victorias  le  echo  los 
brazps,  y  teniéndole  lai^go  rato  abrazado  prorum— 
pióeñifiíeraa  del  goseo  en  la  expretíon  de  que  ni  él 
mismo  •  ni  todo  el  pueblo  pf^g^ria  cumplidamente  á 
Caiíoxi  aquellbs^  tenefídosi  Desp^chósete  =  inmediata- 
níertte  después  de  la  bafbalía  á  ser  él  mismo  el  men- 
sflgero'  de  aquellos  sucesos ,  é  hizo  su  navegación  con 
mucha  felicidad  hasta:  ^Indis;  de^dondeen  un  diá 
pas¿  á  Tarenta^'y  caminando  otros  cuatro  desde  el 
mar  estuvo  al  quinto^  dia  en  Roma ,  logrando  ser  el 
primero  que  anuncié*  fai  victoria ;  con  la  cual  la  cín- 
oad  se  lleno  de  regocijo  y  de  fiestas,  y  de  orgullo 
el  pueblo,  Cómo  que  ya  nada  le  impediria  hacerse 
dueña  de  toda  la  tierra  y  el  mar. 

I>e  las  acciones  de  guerra  de  Gaton  estas  fueron 
te -mas  celebradas';  y  en  cuánto^  á  las  cosas  de  gobier- 
Bo;  la  parte' reUítiva  áia  acusacionr-y  corrección  de 
losr  malos  parece  Jiaber  sido  la  que  le  mereció  mayor 
atención;  pórqucí  persiguió  por  sí  á  muchos,  i  otros 


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MARCO  CATÓN.  327 

l^s  ayiid¿  en  este  publico  ejercicio ^  y  í  alj^unos  les 
dio  el  trabajo  hecho  para  ¿1,  como  á  Petilio  contra 
H$cip¡oo;  y  en  cuanto  á  este,  que  logró  poner,  bajo 
sus  pies  los  cargos  por  ser  de  una  ilustre  familia  y 
de  un  .ánimo  verdaoeramente  crande  f  hubo  de  reti«> 
rarse ,  viendo  que  no  podia  .conducirle  al  suplicio ;  pe- 
ro á  Lucio  su  hermano ,  poniéndose  al  lado  de  Jos 
que  Id  acusaban  y  lo  envolvió  en  la  condenacion.de 
una  gran  multa  para  el  erario;  y  como  no  tuviese 
con  que  pagar ,  y  por  ello  estuviera  para  ser  puesto 
en  prisión  >  con  gran  diñcultad  se  desenredó  por  la 
intercesión  de  los  Tribunos.  Dicese  también  que  á 
un  joven  que  habia  conseguido  se  notase  de  infamia 
aj  enemigo  de  su  padre ,  viéndole  ir  por  la  plaza  des^ 
pues  de  la  sentencia ,  le  salió  al  encuentro  Catón ,  y 
alargándole  la  mano ,  le  dijo  que  de  aquel  modo  se 
debia  hacer  ofrenda  á  los  manes  de  los  padres,  no 
con  corderos  ó  cabritos » -sino  con  las  lágrimas  y  las 
«condeoaciones  de  los  enemigos.  Mas  tampoco  él  salió 
siempre  de  los  negocios  libre  y  exento ,  sino  que  al 
menor  asidero  que  daba  á  sus  enemigos  y  era  también 
puesto  en  juicio^  y  corría  su  riesgo :  porque  se  dice 
que  tuvo  que  defenderse  .en  pocas  menos  de  cincuenta 
causa^i  la  última  de  ellas  cuando  ya  tenia  ochenta 
y  seist  aüQ^;  en  la  cual  dijo  aquella  célebre  sentencia: 
que  es  cosa  muy  dura  haber  vivido  con  unos  hom* 
ores,  y  tener  que  hacer  so  apología  con  otros '.  &f  as.sin 
emlMirgo^o  fue  aquella  con  la  que  puso  término  á 
esta  espacie  de  contiendas;  porque  pasados  otros  cua- 
tro años  acusó  á  Sergio  Galba  cuando  ya  era  de  ño- 
venta:  faltando  poco  para  que  le  sucediese  lo  que  i 
Ne&toc:,  que  con  >  su  vida  y  sus  hechos  alcanzo  .tres 
guifr^fones;  pues  que  habiendo  tenido,  como^  he* 
mos  dldio ,  diferentes  (boques  en  asuntos  de  gobierno 

i    Aludió  en  esta  á  que  habiendo  vivido  tantos  afios, 
teiúa  que  justificarse  ante  una  .generación  nueva.    * 


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3^8  MAUco  CATdir; 

eoD  Esdpion  d  mayor ,  Ue|o  hasta  los  ttempc»  & 
Escipion  el  joven ,  que  era  faijo  de  aquel  por^  stdop^ 
cíon^  y  natural  de  Paulo,  el  que  subyugo  á  Pttseo 
y  los  Macedonios. 

A  los  diez  años  después  del  Consulado  se  pre- 
sentó Catón  á  pedir  la  censtnra.  Viene  á  ser  esta  dig- 
nidad el  colmo  de  todos  los  honores,  y  como  el 
complemento*  del  gobierno ,  teniendo  ademas  de  otms 
facultades  la  del  examen  de  la  vida  y  costumbres: 
porque  no  hay  acto  alguno  de  importancia^  m  el 
casamiento ,  ni  la  procreación  de  los  hijos ,  ni  el  mé- 
todo ordinario  de  la  vida,  ni  ios  banquetes,  que  se 
crea  debe  quedar  libre  de  examen  y  corrección ,  pa- 
ra que  cada  uno  se  haya  en  ellos  según  so  deseo  6 
su  capricho.  Asi  es  que  teniendo  por  cierto  que  eo 
estos  nedhos  mas  que  en  los  públicos  y  en  los  rela- 
tivos al  gobierno  se  da  á  conocer  la  índole  y  ca- 
rácter de  los  hombres ,  para  que  hubiera  quien  ob- 
servara ,  zelara  é  impidiera  el  que  nadie  se  abando- 
nase ájos  deleites,  y  alterase  el  modo  de  vivir  re- 
cibido y  acostumbrado,  elegían  uno  de  los  llama- 
dos Patricios,  y  otro  de  los  Plebeyos.  El  nombre 
de  estos  era  el  de  Censores,  y.  tenían  facultad  para 

grivar  de  la  dignidad  ecuestre,  y  para  remover  del 
;nado  al  que  vivia  relajada  y  disolutamente.  Toca- 
ba también  á  estos  tomar  conocimiento  é  inspeccio- 
nar el  valor  de  las  haciendas,  y  discernir  las  fami- 
lias y  ocupaciones  por  medio  de  la  descripción  o 
censo,  y  aun  tenia  otras  muchas  facultades  esta  i^- 
gistratura.  Por  esta  causa  luego  que  Catón  se  pre- 
sentó á  pedirla  le  salieron  ¡al  encuentro,  oponiéndo- 
se casi  todos  los  mas  principales  y  distinguidos  de 
los  Senadores ;  porque  los  nobles  se  consúmiaín  de 
envidia,  creyendo  que  su  clase  se  vilipendiaba  con 
que  hombres  oscuros  en  su  origen,  se  sublimaraa 
por  fuerza  á  la  primera  dignidad  y  poder;  y  por 
otra  parte  aquellos  á  quienes  remordia  Ja  conciencia 


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pf^T  tcftñlAac^ñAwctsti  y  por  el  otrida  de  to  cos-^^ 
tumbrés  patrias ,  wmianmatík)  Uaiistédbdad  deLdqiiel; 
popsaber  oae  sena  medbfffábl^  y  dtiro'ea  el  ejef ciclo  de 
la  aotoridad:  coií>%8id  objeto  ptties^  pi^pamdes  y 
conVeoidos-entre-iSíippfeseataroii  siete  como  contra^ 
nos  y  tivteles  de  Oitoi»  en  la  petteioh,  lisonjeando 
á  la  mvcbediunbreco&'ludagaefias  esperansas,  en  el 
concepto  •  d¿  que  *erói  querría  ser  mandada  blanda* 
mente  y  á  su  plao^i  Mas  Catón  por.  eL  contrario  no 
dio  miiestnrde  ní^ginúi  indulgencia^  sino  que  al  re- 
vés y  amenasandb  'ú'  .ios  malos  desdé  la :  tribnna ,    y 
gritando  qat  la  ciudad  necesitaba  una  gran  limpia, 
pedia  que  si  queriap  acortar ,  de  los 'médicos*  no  es- 
cogieran ^  mas  blando,  sino  at  mas  determinado; 
y  goe  estm  era  ¿1  inl^sio  /  y  de  los  Piatricios  solo  Va-» 
lerío^Ftaco;  porqde  solo  oto  estexreia  poder  extir- 
par el  regalo  y  la  motide^,  cortando  y  quemando 
como  la  cabeza  dé  lárhidrai  cuando  >e1a  que  cada 
uno 'de  los  o^os  pteéisaménte  había  de  mandar  mal^ 
puerto  que  temiaú  á  los  que  mandarían  bien.  Y  el 
pueblo  Ríomano  era  entonces  tan  graftida  y  tan  dig«^ 
no  de  grfindes  magistrados,  que  no  temió  la  seve- 
ridad y  aspereza^  Catón;  sino  quemas  bien  des- 
cartáodosede  aquellos  hoítibres  suaves^  y  dispues- 
tos £  complacerle  en  ^odo ,  lo  eligiá  con  Valerio 
Blaco,  cómo  si  .hubiese  oído,  no  a  uno  que  pedia 
h  dignidad,  sino  á'qúi^  ya  Itt  tenia ,  y  estaba 
íttandando. 

liscorporé  pues  Catta  en  el  Senado  á  sti  Colega 
y  aníígo  Lucio  Vaférió  Flaco ;  y  removió  de  él  á 
mudios,  entre  ellos  á  Lucio  Quinció ,  Cónsul  que 
habia  ^do  siete  añd<  antes;  y  lo  que  era  de  mucha 
Consideración,  después  del  honor  consular,  hermano 
dé  Tito  Flaminióy  el  que  venció  á  Sitípo.  Y  la  cau- 
sa que  tuvo  para  esta  remoción  fue  la  siguiente:  ha- 
bía puesto  su  amoi' Lucio  en  uíi  mocito  desde  que 
este  era  niño;  y  teniáidole  desde*  entonces  siempre 


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350  HJkM^  cA^mn/ 

coBsigK^i  ldb<Ki$?«li  sus  4iíerfnfes  mandos  taots  piv- 
yanzft  y^ntoAá^t  cúnatela» ¡fdtíiMÓ  Qunoa  níngus» 
de  sus  mayores,  amtgps.  jr  <iíendtt9>i  HaUábtse  eii  uit 
provii»»¡a  de.Pro€xSnsul,i}^  estM^OrCQ  uu  «í^tía  nen- 
iado áju  lfldo»,c€fmo  e»ii40co$hiiiibre^  esteinocho, 
entre. otros  hala^q^e^boed^  ¿Lutío^.fácilde  ser 
seducido  con  ellos  en  el  e!KCéso:dei  vt9o#:.fe:.^ja  ser 
tal  el  c^tmno  con  \^ue  !k  aindbaj»  que  jiahieodor  en 
3tt  ctsa  el  t${teQtikplQ  de.<m!4uet»  de  g}{u£atores^  á 
que  iiUDca.8títtS7asbtksar,r:hafaía-p^feri4ot!Conser  á 
su  compañía  ^:  sol  embái^gorde  ijue  deseaba:  vet  á  nn 
boio^bfi  eaef  4nueit(>  ;d^  lierUuati  ^replicóle  Lucio, 
correspondieado3¿!su^  cmfá»$^  «p^üSüfx^r  eso  no  te 
foe  angustieSiy 4{iie  yo  lore^iedMlé;  j  dajodo  orden 
de  oue'tx>aíeséia(«}'LmUnio  tapóle  á  uno  deloa.que 
esCaDanriíe^$^od9d^.á  pem  capital  v.  y  de  que  entrar- 
te uno  :de.  los  t^yo3,  armóte  i3f>m  una  hac^ ,  vol-* 
vio  á  pr^;uniar.al  joven  ^  ^ si 'qiierí a  ver  cóipo!  leuda- 
ban el  gpfpeí?  xespondid  e$|i»iqii6  síj  y  entonces  man- 
dó que  Je  eoi*i^en  la  <^e?a;  Son  !|?i^hos  Jos  que 
refieren. este. ca$o 9  y  Cicerón  úufoduce  al  mismo 
Catón  jÉontándole  en  sq  diálogo,  de  la  vejez«  Mas 
Livio  dioe  q«ejel  degollado: jíye  «tu rtránsfogá  délos 
Galps,  .yqye.nófue  muerta  pteír::un  esclavo,  sino 
por  maño  del  iifu^tno  Lu(H<>y  lo  queasi  se  bailaba  es* 
críto  en  el^bcijrso  de  Catonj^f  ^lípelido  Lucio  del 
Senado,  lorJlevó  muy  á  mal  el.heifnano;  y  apelan-^ 
do  al  pueblo,  se  mandó  que  Catón  diera  la  causa  en 
que  se  habjia  >fun4ado:  díjola,  y  refiriendo  io  ocor- 
Tido  en  el  banquete ,  Lucio'  ijitentó  negarlo;  pero 
proponiendo . Cíbton  que  jurare,  desistió  de  aquel 
propósito;  y  co©  ^sto  hubo;  de  declararse  que  en 
lo  hecho  no  habiarlleyado  sino,  ÍApif$f$cido.  Mas  de  alH 
á  poco  se  celebraron,espeotáicí?lqs  éjn  él  teatro;  y  lia- 
bilndose  pasado  del  sitio  de  los  -Consulares,  yén- 
dose á  sentar  en  otro  puesto  ihuy<  lejos  de  alii ,  se 
movió  á  grande;  ^ompasioit  el .  pueblo ,  y  con  sus 


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(roces' le  :oblígi$^  que  volviese  >flrl  eítm  logar,  Mnen«» 
dando  y  cofrícieiído  por  este  medio  lo  antes  sude* 
dido.  Removió  tflmbien:del  Secado  á  Manilo^  vacoil 
que  todos  consideraban  acreedor  al  Consolado v  con 
motivo  de  que  beso  de  dia  á  su  nioger  á  vista  deona 
hija  ^  porque  decia  qoeá  él  nunca  le  abrazaba  su  viii» 
ger ,  sino  coahdo  haoia  gran  torínenta  de  troenos;  y 
por  lo  mismo  sciia  usar  del  ddste  de  que  era  falis 
cnando  Júpiter  tronaba^ 

Concilla  también  á  Gitoa  alguna  envidia  el  her* 
mano  de  Esctpion ,  LociO)  varón  condecorada  con 
el  triunfo ,  y  á  quien  aquet  privó  de  la^  dignidad 
ecuestre  ;  pues  pareció  haberlo  hecho  con  la  mira  de 
incomodar  áEscipIon  Africano/  Mas  lo  que  Itiá^ 
dispuso  con  ios  mas  fiíe'su  empeño  en'ccnrtarel  Ivfoi 
porque  si  bien  el,  oponérsele  de  frente  era  imposible^ 
estando  la  mzyor  partíé  viciada- y  corrompida^  tomó 

Kra  ello  un  rodeo  >  hadendo'dar  i  Jos  vesttdoa»  i 
^  carrüagíeS)  á  los  objetos  de  tocador,  á  las  vaji^* 
Has  y  aparato  de  mesa,  cada  uñar  de  las.  cuales  to^ 
sas  pasaba  en  si  de  mil  y  quinientas  dracmas ,  on  va^ 
lor  décuplo ;  para  que  siendo  mayores  las  tasaciones 

Í'  los  precios ,  fuesen  mayores  las  contribuciones* 
mpuso  pues  un  tres  al  millar ,-  para  que  gravadas 
los  lujosos '  con  el  aumento  se  moderaran ,  viendo 
que  los  frugales  y  parcos ,  á  iguales  bienes,  contri** 
büian  menos:  al  erario.  Odiábanle  pues  los  qué  por 
^l  lujo  águantabaíi  mayores  impuestos;  y  por: el 
contrario  tamUen  los  que  renunciaban  á  él  por  np 
pagarlos.  Penque  para  muchos  es  como  quitarles  á 
riqueza  el  no  dejar  que  lo  lusscan  Con  ella;  y  co^ 
nio  se  luce  es  con  lo  superfino  y  nó  neccsartcú  Asi 
dicen  que  de  16  que  mas  se  -^miraba  Aristón  él 
filósofo  era  de  que  fuesen  teniilos:  por  mas  felices 
los  que  poseían  cosas  superfinas  que  los  que  abnuf^ 
daban  en  las  necesarias  y  ótíles ;  y  Escopas  el  Te- 
saliano,  como  le  pidiese  uno  de  sus  amigos  una  cosa 


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3ja  UAUCO  CATÜW. 

2Qe  almilsnid  ipt  la  ^iá  no  era  de  gt^á  milidadi 
hiciese  presente  á  este  que  no  le  paHa:;nada  que 
fficae'ó'de>níecesidad::6  de  provecho ;.pi]es  cones- 
tís., cosas ,  le  replicó ,  soy  yo  dichoso ;  y  ríco  con 
ks  inútiles  y  sdp^nas.  Asi  el  aprecio  y  admira- 
ckm  de  la  riqoeza^  sin*  tener  apoyó  en  ningnn  afec- 
to ;ó  neoesidad  de  la  naturaleza ,  séintroidnce  por 
«na.  opinión  enteramientfc  eacterna  y  vulgar. 

Hacia  Catón  tan  poca  cuenta  de  los  que  por  es— 
taaj¿Qsas  le  zaherian  9  qtie  todavía  procnr^a  apretar 
mas:,  corttndo  los.  acneduétos  que ^los. particulares 
hablan  feoniado  pararlfierarel  agua  del  publico  á  sus 
cbsasy  }iúrdifies;  reeb^endo  y  reduciendo  los  vola— 
di8os;uie.h>sediíidos"6obr6  la  callé,  pública;  mino- 
fakidd  -los;  predtDSitie'iQS  dfesta}os^  acentos  de  las 
obcásy  y*  haciendo- subir  hasta  lo  suino  en  las  subas- 
^tas:ios  Téhdimtentos'  de  ló&  tributos;  Con  iodo  Tito 
y  los!^  su  pártidov ha¿i¿ndote  oposición,  lograrotí 
^MC'  en  él  Senado  ^se  rescindieran ,  como  hechos  con 
desventaja,  los  asientos  y  contratas  parala  xonstruc*- 
cioiK  'de  los  edificios  sagrados  y  ptSilicDsv  y  acalora- 
ron i  ios  mas  ardientes  de  los  Tribunos: dé  la  plebe 
para.que  le  denunciaran  al  pueblo^  é.  hicieran  se  le 
inaltase  en  dos  taleqtos.  Contrariaron  también  con 
grande  esfuerzo  1»  construcción  de  la  basílica  que 
con  los  caudales  públicos  edificó  Catón  en  la  plaza 
debajo- del  consejo  tí  curia ,  y  á  la  que  puso  el  nom- 
bre de  la  hasÜicarPorciat  mas  él' pueblo  parece 
^ae«e;nkostró  muy  contento  del  modo  con  que  ejer- 
ció'lá  censura;  pues  que  habiéndole  consagrado  una 
estatqa  en  el  templo  tie' la  ^alud,  no  anoto  en  la  ins- 
cripción ique  Caton/mando  efércitos,  ni  ^ue  triunfó, 
sinoyisegtin  la  insccipdon  ¿ébt  traducirse,  que  he- 
cho Censot  restituyó  á  su  antigua  gravedad  con  ótí- 
ks  reglamentos  y  sabias  máximas  é  instituciones  el 
gobierno  de  los  Romanos  ya  décademe  y  muy  in- 
clinado á  ia  corrupción.  ^Y  él  antes  se  habia  burlado 


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UARca  eATOH*  «33 

le  los  que  se  cómplacianen  semejantes  dtstificíoiicsi 
licienda  ocoltárseles,  que  mientras  ellas  cstabair*en«* 
^reídos  con  las  obras  de  los  escultores  y  lot  .piñto«« 
res,  los.  ciudadanos  y  lo  que  eia.para  ¿1  de  mas.lioÍB- 
ra  f  llevaban  su  imagen  en  los  corazones.  MaJraviUán<* 
iose  algunos  4e  que  habiéndose  pnesto  estatnásá  ma^ 
zhos  hombres- sin  opinión ,  él. no  ta viese  ninguna  f  les 
respondió:  .mas  quiero  .que  se.  pregunte  por  qué.  na 
se  me  {Kuie^  ^ue  por  qué  se:  me  ha  puesto ;  y  en  fin 
ni  siquiera  le  era  grato  que  se  le  aIdDara'dejcoii8er<^ 
irarse  un  virtuoso  ciudadano- sino  había:  jde  redima 
dar  en  bien  dé  la  república.  Mas  su.  mame  alaban» 
resulta  de  Uis  siguientes  observaciones:  ios  Ique  eli«al«« 

Í;uaa  cosa,  fadtabín ,  si. por  ella e^an  reprendidos  /  so* 
ian  respoodev  que  se  les  culpaba  sin-  raaoé^  '^iuiqíie 
al  cabo  no  eran  Catones;  á.lósrqQe  quectañ' imitar 
algunos  de  sus  hediosy  y  no  mostraban .^tfieéinte^ 
Ügencia^  se  Íes  llamaba  Carnes  á  zurdas;  el  Sanado 
en  tos  tiempos  peligrosos  y  difitifes  ponía  e0(  «él  los 
ojos,  comaen^ia  tormenta  1  sé  «ponen  en^el  p}lof0;.siis^ 
pendiéndose  muchas  veces  pojc:no  hallarse  |iresente 
los  negódos  de  importancia  ;.y  ^odos  á  unsiTos  coof* 
vienen  en' que  por  susrcostumbies;  pot  sis^elociien-- 
cía,  y  por  sabíanos  g<»:ó  en  la  república ide una- gran- 
dísima autorida'd.  -  /     ? 

Fue  también  buen  padre,  bueri  marii^y  y^en  el 
aumento  de -su'  hacienda  .maes  que  medianamente  so- 
lícito ;  echándose  bien  de  ver.que  no  atendiai  ella 
de  paso  como' á.  cosa  pequeña  y  de  poca  mpoCa:  |>a<-*  > 
réceme  pues  >oportund  naUar  asimismo,  de* su  míen 
porte  en  el  desempeño  de  estoá^  olidos.  Calóse  con 
nna  muger  mas  noble  que  fioa>' haciéndose  cargo  de 
que  por  lo  uno  y  por  lo^tro  suelen  tener  rvamdad 
y  orgullo ;  pero  que.  ks  ilustres  por  el  temor <de  la 
vergüenza  son.para  las. cosas  Jionestas  mas  obedientes 
á  sus  maridos;  De  los.qae>cai6ti^n  á  las^m^gpres  ó 
los  hijos  f  decia  que  ponian . mimos  en  -  las.  eosas  toas 


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336  KA&OO  GAT<»f.    ^ 

lo  sabían ;  j  sa  deseo  era,  ó  que  hiciesen  algo^  6^ 
durmiesen;  gustando  ma$  Catón  de  los  que  dormua 
mucho»  i  causa  de  que  los  tenia  por  de  mejor  con- 
dición, que  los  muy  despiertos;  7  porque  para  todo 
son  m^s  útltes  los  bien  aormidos  que  los  que  están 
fiíltos  de  soeno.  Conociendo  que  los  esclavos  la  ma- 
yor parte  de  las  maldades  las  cometen  por  él  incen- 
tivo de  la  lascivia,  tenia,  dispuesto  que  por  cierto  di- 
aero se  ayuntasen  con -las ^esclavas»  sin  mezcktírs^ 
nunca  ninguno  de  ellos  con  otra  mnger.AI  principia 
cuando. todavía  estaba  escaso  de  UeneSi  y  setvU  en 
la  milicia ,  no  se  incomodaba  nunca  por  las  cosas  de 
comer ,  y  antes  decia  que  era  uda  vergüenza  altercar 
por  el  vientre  c^n  los  esclavos;  pero  mas  adelante 
estando  ^a  en  otra  opulencia ,  cuando  daba  de  comer 
i  los  amigos  y  colegas ,  castigaba  inmediatamente  des- 
pués del  (Convite  con  un  cordel  á  los  que  se  haUaa 
descuidado  en  preparar  ó  servir  la  comida.  Buscaba 
medios  para  que  siempre  los  esplavos  tuvieran  quime- 
ras y  rencillas  entre  sí »  por  sospechar  y  temer  mu- 
cho de  su  concordia.  Cuando  algunos  ejequtat^aa  ac- 
ción que  se  tuviese  por  digna  de. muerte,  si  p6c  tal 
la  juzgaban^  todos  los  demás  esclavos,  determinaba 
que  muriesen^  Aplicado  luego  á  mas  crecida  ganan- 
cia ,  miraba  la  agríicultura  mas  bfen  como  eutnetení- 
miento  que  como  granj,ería;  .y  .poniendo  o^u  ,9Qlki- 
tud  en  negocios  seguros  y  ciertos,  procuró  adquirir 
estanques ,  aguas  termales^  lugares,  a  proposito  para 
lavaderos  y  terreno  de  buena  labpr ,  que  diese  de  su- 
yo pastos  y.  arbolados,  de  lo. que  leresultab^^miicha 
utilidad ,  sm  que  ni  de  Júpiter ,  como  él  decia  ,  piidie- 
xa  venirle,  daño.  Dióse  tambienal  logro ,  y  ¡justamente 
al  mas  desacreditado  de  todos;  que  es  el  marítimo  en 
esta  forma»  Trato  de  que  mudios  logreros  formaren 
compañía ,.  y  habiéndc^se  reunido  cincuenta  con  otros 
tan  tos,  barcos,  ¿1  tomo. una  parte  por  medio  de  Quin** 
tioíi  stt  liberto,  que  cooperaba^y  n£(vegabaconlosde< 


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MARCO   CATOIT,  337 

xnas':  aslcl  peligro  no  era  por  ei  todo^  sino  por  uns 
parte  pequeña ,  y.  k  ganancia  era  grande.  Solía  asi- 
«lísmo  aar  dinero  á  los  esclavos  que  le  pedían;  y 
estos  compraban  mcaruelós ,  á  los  que  ejercitaban  y 
«maesfraban  á  expensas  de  Catón ,  volTiéndólos  á  ven* 
d^tdX  cabo  de  un  añor  Quedábase  él  mismo  Catom 
con  nmchos  de  ettos,  haciendo  la  cuenta  por  el  pre- 
cio mayor  que  cualquSera  ¿tro  había  ofrecido  en  la 
subásfa.  Para  inclinar  al  hfjo  á  estas  grungérías  te  de- 
cía que  no  era  de  hombre,  sino  de  una  pobre  viuda, 
ei  déjat  que  la  hacienda  tuviese  merióscabo.  Otra  cosa 
hay  todavía  mas  dura  del  mismo  Catón ;  y  es  habet 
llegado  á'  decir  que  era  hombre  admirable  y  divino 
en  cuánto  á  la  fama  aquel  que  dejaba  en  isus  gaberas 
mas  dinero  puesto  por  él  que  el  que  recibió. 

Estaba  ya  muy  adelantado  en  ia  edad  Catón  cuan- 
do de  Atenas. vinieron-  á  Roma  de  embajadores  Car- 
fieades  el  Académico  y  Diogenes  el  Estoico  á  recla- 
irtar  cierta  condenación:  del  ptíeblo  de  Atenas,  im-, 
]Hí^ta$ln  su  audiencia,  siendo  demandantes  los  de 
Oropo,  y  Jueces  que  la  pronunciaron  los  dé  Sicione, 
yTQgulada  en  la  suma  de  quinientos  talentos.  Al  pun- 
to pues  pasaron  á  visitar  a  estos  personages  los  jóve- 
nes mas  aficionados  á  la  literatura,  y  dieron  tú  fre- 
cuentar sus  casas  oyéndolos  y  admirándolos.  Princi- 
palmente la  gracia  de  Carneades,  á  la  que  no  le  fal- 
taba poder,  ni  la  fama  que  á  este  poder  es  consiguien- 
te, logró  atraerse  los  mas  ilustres  y  mas  benignos 
oyentes  \  siendo  Como  un  viento  impetuoso  que  llenó 
la  ciudad  de  la  gloria  de  su  nombre ;  tares  corrió  la 
voz  de  que  un  varón  Griego ,  admirable  hástá  el  asoí^- 
iwoj  agitándolo  y  conmoviéndolo  todo,  había  inspi- 
xado  á  los  jóvenes  uti  ardor  extraordinario  ^  qoe  apar-^ 
tándolós  de  todaá  las  demás  ocupaciones  y  placeres 
los  habia  entusiasmado  por  la  filqsbfí ai  Estos  sucesos 
fueron  agradables  á  los  de^nas  Romanos ,  que  veían 
«on  gusto  que  los  jóvenes  se  aplicasen  á  la  instruc* 

TOMO   II.  V 


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33?  MARCO  CATÓN. 

cioii  griega,  y  cornuoicasea  con  tan  admirables  vas^ 
nes;  pero  Catón,  ¿  quien  desde  el  principio  había á- 
do  poco  grato  el  que  fuese  cundiendo  en  la  ciudad 
la  admiración  de  la  elocuencia ,  por  temor  de  que  los 
jóvenes,  con  virtiendo  a  ella.su  ¿ficion,  preñriesen  Ib 
gloria  de  hablar  bien  á  la  de  las  obras  y  hechos  mi- 
litares ;  cuando  llegó  á  tan  alto  punto  en  la  ciudad 
la  fama  de  aquellos  filósofos,  y  se  enteró  de  sus  prl- 
imeros  discursos,  que  á  solicitud  é  instancia  suya 
tradujo  ante  el  &nado  Cayo  Aci)¡o,  varón  muy  res- 
petable, tomó  ya  la  resolución  de  hacer  que  con  de- 
coro fueran  todos  los  filósofos  despedidos  de  la  ciu- 
dad«  Presentándose  pues  al  Senado,  reconvino  i  Jos 
Cónsules  sobre  que  estaba  detenida  sin  hacer  riada 
una  embajada  compuesta  de  hombres  á  quienes  era 
muy  fácil  persuadir  lo. que  quisi^en:  por  tanto  que 
sin  dilación  se  tomara  conodmiento ,  y  determinara 
acerca  de  la  embajada,  pa^a  que  estos  volviendo  á 
sus  escuelas ,  instruyesen  4  los  hijos  de  los  Griegos, 

2  los  jóvenes  Romanos  solo  oyesen,  como  antes  á  las 
yes  y  á  los  magistrados. 
No  lo  hizo  esto ,  como  algunos  han  creído ,  por- 
,  que  estuviese  mal  individualmente  con  Carneades, 
sino  por  ser  opuesto  en  general  á  la  filosofía,  y  por 
desdeñar  con  orgullo  y  soberbia  toda  instrucción  y 
.enseñanza  griega :  asi  es  que  aun  de  Sócrates  se  atre^ 
ve  á  decir  que  aquel  hombre  hablador  y  violento 
intentó  del^modo  que  le  era  posible  tiranizar  á.  su 
patria  ,  alterando,  las  costumbres.,  y  llamando  é  im- 
peliendo á  los  ciudadanos  á  opiniones  contrarias  á  las 
leyes.  Satirizando  la  ocupacipn^y  enseñanza  de  Isó- 
arates ,  decía  que  los,  discípulos  envejecían  en  su  es- 
i^uela  para  ir  a  usar  de  su  arr^  y  perorar  causas  eo 
el  infiemp.  Para  índisponex:  al  hijo  con  las  cosas  de 
los  Griegos  eippleó  una  voz.  mas  entera  que  lo  que 
su  vejez  permitía ,  y  como  profetizando  y  vaticinan- 
do dijo:. que  los  Romanos  arruinarían  la  república* 


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MARCO   CATOir.  3^9 

cnando  por  todas  partes  se  introdujesen  las  letras 
griegas;  pero  el  tiempo  acreditó  de  vana  esta  disfa- 
macion,  pnesijue  luego  creció  la  prosperidad  de  la 
república  y  y  admitió  beoigname^te  las  ciencias  y  toda 
especie  de  enseñanza  gri^a.  Ni  se  limitaba  su  displi- 
cencia á  los  Griegos  dados  á  la  filosofía ,  sino  que 
también  á  los  .médicos  ios  miraba  con  ceño ;  y  ha- 
biéndo  oido  un  dicho,  según  parece ,  de  Hipócrates, 
que  siendo  llamado  por  un  Rey  con  la  oferta  de  mu- 
chos talentos ,  había  respondido  que  por  nada  en  el 
mundo  asistiría  á  los  bárbaros ,  enemigos  de  los  Grie- 
gos; decía  que.  este  era  un  juramento  común  de  to- 
dos los  médicos ,  y  encargaba  al  hijo  que  se  guarda- 
ra de  ellos :  porque  él  tenia  escrito  para  si  y  para 
todos  los  que  eñ  su  casa  asistían  á  los  enfermos  este 
precepto:  que  nunca  había  de  guardar  ninguno  dieta^ 
y  se  les  hablan  de  dar  á  comer  legumbres  y  carnes 
tiernas,  de  ánade,  de  pichón  ó  liebre ;  por  cuanto  es- 
te alimento  era  ligero  y  provechoso  á  los  delicados, 
con  solo  el  inconveniente  de  que  en  los  que  usaban 
de  ¿1  producía  vigilias ,  y  que  con  está  medicina  y 
este- método  goz^  de  salud  él  mismo,  y  mantenía 
sanos  á  todos  los  de  su  familia* 

Mas  parece  que  en  esta  parte  recibió  de  los  Dio- 
ses algún  castigo,  pues  que  perdió  á  la  muger  y  al 
hijo.  £n  su  persona  era  de  una  complexión  suma- 
mente fuerte  y  robusta,  con  lo  que  pudo  aguantar 
mucho;  de  manera 'que  aun  siendo  ya  bastante  an- 
ciano usaba  frecnentemente  de  las  mugares ,  y  con- 
trajo nn  matrimonio  muy  desigual  en  cuanto  á  la 
edad^  con  esta  ocasión:  perdido  que  hubo  la  muger, 

froporcioíió  al  hijo  para  su  matrimonio  la  hija  de 
aulo  y  hermana  de  Éstipion  ;  y  él ,  permaneciendo 
viudo ,  se  enredó  con  una  mozuela  que  iba  á  escon- 
didas á  verle ;  pero  en  una  casa  pequeña,  en  que  ha- 
bla señora ,  no  pudo  dejar  de  traslucirse  aquel  trato; 
y  pareciendo  que  un  dia  habla  atravesado  la  mozue- 

Y  2 


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340  MARCO   CATOK. 

la  con  mucho  desenfado,  el  hijo  no  la  dijo  nada; 
pero  habiéndola  mirado  de  mal  ojo ,  y  vuéltole  lá 
espalda  9  luego  llega  á  noticia  del  padre.*  Enterado 
pues  de  que  la  cosa  se  miraba  mal  por  los  jovenesi 
sin  echarles  nada  en  cara,  ni  darles  ninguna  repren- 
sión ,  salió  de  casa ,  bajo  con  los  amigos  como  lo 
tenia  de  costumbre  hacia  la  plaza ,  y  saludando  en 
voz  altaá  uno  llamado  Salonino ,  amanuense  que  ha« 
bia  sido  suyo ,  y  uno  de  los  que  le  acompañaban, 
le  pregunto :  ¿  si  habia  colocado  ya  á  su  hija  con  al- 
gún novio  ?  Respondióle  este  que  ni  siquiera  pensaría 
en  ello  sin  darle  parte ;  á  lo  que  ie  replicó ,  pues  yo 
te  he  encontrado  un  pretendiente  muy  proporciona- 
do ,  como  no  haya  inconveniente  por  la  edad ,  pues 
por  lo  demás  no  hay  otra  tacha  sino  que  es  muy 
viejo.  Rogándole  Salonino  que  lo  tomara  á  $u  cuida- 
do ,  y  diera  la  doncella  á  quien  se  habia  propuesto, 
por  cuanto  siendo  su  cliente  necesitaba  de  que  la 

f>rotegiese ,  ya  entonces  Catón  no  se  detuvo  mas ,  y 
e  dijo  abiertamente  que  era  para  si  para  quien  la 
pedia.  Quedóse  al  principio  sorprendido  Salonino 
con  semejante  propuesta ,  como  era  natural ,  creyen* 
do  á  Catón  muy  lejos  de  casarse ,  y  mas  lejos  toda- 
vía á  sí  mismo  de  una  familia  consular,  y  de  la  peti- 
ción de  un  triunfador ;  mas  viéndole  todavía  solicito, 
recibió  la  demanda  con  alegría ;  y  acabando  de  bajar 
ala  plaza,  hicieron  al  punto  los  esponsales.  Celebró- 
se el  casamiento,  y  el  hijo  de.  Catón  presentándose 
con  algunos  de  los  deudos  preguntó  al  padre ,  sí  era 
porque  le  hubiese  ofendido  ó.  disgustado  en  algo  el 
haber  pensado  en  darle  una  madrastra ;  mas  Catón, 
ten  mejores  ideas  hijo ,  le  contestó  con  esforzada  voz, 
porque  tu  conducta  para  conmigo  no  puede  mejo- 
rarse, ni  tengo  la  menor  queja:  solamente  me  he 
propuesto  dejar  para  mi  consuelo  muchos  hijos,  y 
para  el  de  la  patria  muchos  ciudadanos  que  se  pa- 
rezcan á  tí.  Dícese  que  esta  máxima  sentenciosa  fue 


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MARCO   CATOK.  34I 

proferida  antes  por  Fisistrato,  tirano  de  Atenas ,  el 
cual ,  teniendo  ya  hijos  crecidos ,  caso  en  segundas 
nu|>cias  con  Timonasa  de  Argos ,  de  la  que  hubo  en 
hijos  á  lofante  y  á  Tésalo.  De  este  matrimonio  na- 
ció á  Catón  ñn  hijo ,  que  del  nombre  de  la  madre  re^ 
cibió  el  de  Salonio.  El  hijo  mayor  murió  siendo  Pre- 
tor ;  y  hace  mención  de  él  muchas  veces  Catón  en 
sus  libros ,  como  de  un  hombre  que  se  habia  hecho 
muy  recomendable.  Dícese  que  llevó  esta  pérdida 
jcqn  moderación  y  con  filosofía,  sin  que  por  ella  aflo- 
jase en  las  cosas  de  gobierno ;  pues  no  abandonó  á 
causa  de  la  vejez  los  negocios  públicos ,  teniendo  el 
desempeñarlos  por  una  carga ,  como  antes  lo  hablan 
hecho  Lucio  Luculo  y  Mételo  Pió ,  ó  como  después 
£scipion  el  Africano ,  que  incomodado  de  la  envi- 
dia que  excitó  su  gloria,  abandonó  la  república,  y 
con  extraña  mudanza  el  último  tercio  de  su  vida  lo 
pasó  en  la  inacción;  sino  que  al  modo  que  hubo 
^uien  persuadió  á  Dionisio  que  la  tiranía  era  el  me- 
pr  sepulcro;  de  la  misma  manera,  mirando  él  el 
gobierno  como  el  mejor  modo  de  envejecer ,  aun  tu- 
vo por  reposo  y  por  diversión  en  los  ratos  de  va- 
gar el  componer  libros,  y  entender  en  las  labores 
del  campow 

r  Escribió  pues  libros  de  diferentes  materias  y  de 
1;iistoria.  A  la. agricultura  dio  su  atención  siendo  to- 
davía joven  para  su  uso ;  porque  dice  que  solo  em- 
pleó dos  medios  de  granjeria,  el  cultivar  la  tierra 
y» el  ahorrar;  y  entonces  la  observación  de  lo  que 
sucedía  en  su  campo  le  suministró  á  un  tiempo  di- 
versión y  conocimientos.  Asi  ordenó  un  libro  de 
agricultura^  en  el  que  trató  hasta  .del  modo  de  pre- 
parar las  pastas  y  de  conservar  las  manzanas :  aspi- 
rando en  todo  á  ser  nimio,  y  no  parecido  á  otro. 
Su$  comidas  en  el  campo  eran  mas  abundantes  ,  por- 
gue solia  congregar  á  sus  conocidos  de  los  campos 
v^ecinos  y  comarcanos ,  holgándose  con  ellos ,  y  pro- 


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342  MARCO  CATÓN.  ^ 

curando  hacerse  afable  y  congraciarse  no  soló  coH 
los  de  su  edad  ,  sino  también  con  (os  jóvenes  ^  para 
lo  que  tenia  los  medios  de  hallarse  con  mny  yarjos 
conocimientos ,  y  haber  presenciado  muchos  nego«- 
cios  y  casos  dignos.de  referirse.  Reputaba  ademas  la 
mesa  por  muy  propia  para  ganaf  amigos,  y  en  ella 
cuidaba  de  introducir  tanto  el  elogio  de  los  buenos 
y  honrados  ciudadanos ,  como  el  olvido  de  los  vitu- 
perables y  malos:  no  dando  nunca  Cáton  margen  en 
sus  convites ,  ni  para  la  reprensión ,  ni  para  la  ala- 
banza de  estos. 

Su  último  acto  político  se  cree  haber  sido  la  des- 
trucción de  Cartagp ,  dando  fin  i  la  obra  Escipion  el 
menor ;  pero  habiéndose  movido  la  guerra  por  dic- 
tamen y  consejo  de  Catón  con  este  motivo.  Fue  en- 
viado Catón  cerca  de  los  Cartagineses  y  de  Masi-- 
nisa  el  Numida^  que  tenían  guerra  entre  si »  á  inves« 
tigar  las  causas  de  su  desavenencia ;  porque  este  era 
desde  el  principio  amigo  del  pueblo  Romano,  y  aque- 
llos ,  después  de  la  victoria  que  de  ellos  alcaozó  Es- 
cipion, y  de  haber  sido  castigados  con  la  pérdida 
del  imperio  del  mar  y  con  un  grande  tributo  en  di- 
nero, ¿e  hablan  obligado  á  serlo  con  solemnes  tratados. 
Como  encontrase  pues  aquella  ciudad  no  maltratada 

Í  empobrecida  como  se  figuraban  los  Romanos,  sino 
rulante  en  juventud  ^  abastecida  de  grandes  riquezas, 
llena  de  toda  especie  de  armas  y  municiones  de  guer- 
ra, y  que  acerca  de  estas  cosas  no  pensaba  con  aba- 
timiento ,  parecióle  que  no  era  sazón  aquella  de  que 
los  Romanos  se  cuidaran  de  arreglar  los  negocios  y 
la  recíproca  correspondencia  de  los  Numídas  y  Ma- 
sinisa  ,  sino  mas  bien  de  pensar  en  que  sino  toma- 
ban una  ciudad  antigua  enemiga,  á  la  que  tenían 
grandemente  irritada,  y  que  se  había  aumentado  de 
un  modo  increíble ,  volverían  pronto  á  verse  en  los' 
mismos  peligros.  Regresando  pues  sin  tardanza ,  hi- 
zo entender  al  Senado  que  las  anteriores  derrotas  y 


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MARCO  CATOlSrl  343 

descalabros  de  los  Cartagineses  no  habrían  dismi- 
nuido.tanto  su  poder  como  su  inadvertencia ;  y  era 
de  temer  que  no  los  hubiesen  hecho  mas  débiles ,  si-» 
no  antes  mas  inteligentes  en  las  cosas  de  la  guerra; 
pudiéndose  mirar  los  combates  con  los  Numidas  co- 
mo preludios  de  los  que  meditaban  contra  los  Roma^' 
nos ;  y  por  fin  que  la  píaz  y  los  tratados  eran  un  nom-f 
bre  que  encubría  sus  disposiciones  de  guerra ,  mien- 
tras esperaban  la  oportunidad. 

Después  de  esto  dícese  que  Catón  arrojó  de  in- 
tento en  el  Senado  higos  de  África ,  desplegando  la 
'^^g^í  y  como  se  maravillasen  de  la  hermosura  y  ta- 
maño de  ellos ,  dijo  que  la  tierra  que  los  producía 
no  distaba  de  Roma  mas  que  tre$  días  de  navega- 
ción. Refiérese  todavía  otra  cosa  mas  fuerte ,  y  es  que 
siempre  que  daba  dictamen  en  el  Senado  sobre  cual- 
quier negocio  que  fuese,  concluía  diciendo:  este  es 
mi  parecer,  y  que  no  debe  existir  Cartago.  Por  el 
contrarío  Publio  Escipion ,  llamado  Nasica ,  conti- 
nuamente decía  y  votaba  que  debía  existir  Cartago: 
y  es  que  á  mi  entender  viendo  á  la  plebe  que  por  el 
engreimiento  vivía  descuidada ,  y  por  la  prosperidad 
y  altanería  era  menos  obediente  al  Senado ,  y  á  la 
ciudad  toda  se  la  llevaba  tras  sí  adonde  quiera  que  se 
inclinase ,  le  pnrecía  que  este  miedo  era  como  un  fre- 
no que  moderaba  el  arrojo  de  la  muchedumbre :  cs- 
tanao  en  la  inteligencia  de  que  el  poder  de  los  Car- 
tagineses no  era  tan  grande  que  hubiera  de  subyugar 
á  los  Romanos ,  ni  tan  pequeño  que  hubieran  de  ser 
mirados  con  desprecio.  Mas  á  Catón  esto  mismo  le 
parecía  peligroso,  á  saber,  el  que  el  pueblo  indócil, 
y  precipitado  por  un  gran  poder ,  estuviera  como 
amenazado  de  una  ciudad  siempre  grande.,  y  ahora 
atenta  é  irritada  por  lo  que  había  sufrido ,  y  el  que 
no  se  quitara  enteramente  el  miedo  de  una  domina- 
ción extrangera,  para  respirar  y  poder  pensar,  en  el 
remedio  de  Tos  males  interiores.  De  este  modo  se  dice 


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344  MARCO  CATOIJÍ. 

que  Catón  fue  el  autor  de  la  tercera  y  tSltima  met- 
Tú  contra  los  Cartagineses.  Mas  al  principio  de  las 
hostilidades  falleció ,  profetizando  acerca  del  varón 
que  había  de  dar  íin  á  aquella  guerra,  el  cual  era  en* 
tonces  joven-,  tribuno ,  y  bajo  el  mando  de  otro; 

Sro  daba  ya  insignes  muestras  de  prudencia  y  va- 
:  en  los  combates ;  y  cuando  estas  nuevas  se  tra- 
jeron á  Roma,  oyéndolas  Catón ,  se  refiere  que  dijo: 
De  prudencia  este  solo  está  asistido: 
Sombras  son  los  demás  que  lleva  el  viento : 
profecía  que  en  breve  confirmó  Escipioa  con  sus 
obras.  La  descendencia  que  dejo  Catón  fue  un  hijo 
del  segundo  matrimonio ,  al  que  hemos  dicho  haber-- 
$ele  dado  el  nombre  de  Salonio,  por  razón  de  lama-- 
dre ,  y  un  nieto  del  otro  hijo  difunto.  Salonio  mu* 
rió  siendo  Pretor ;  Marco  que  nació  de  él ,  llegó  á 
ser  Cónsul ;  y  del  mismo  fue  nieto  Catón  el  filósofo, 
varón  en  virtud  y  en  gloria  el  mas  ilustre  de  su 
tiempo. 


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34S 

COMPARACIOlí  DE  ARÍSTIDBS  Y  CATÓN. 

Hemos  escrito  de  ambos  lo  qae  nos  ha  parecido 
digno  de  memoria;  y  la  vida  de  este,  puesta  al  fren- 
te de  la  de  aquel ,  co  ofrece  uua  diferencia  tan  mar^ 
cada  que  no  quede  obscurecida  con  muchas  y  muy 
grandes  semejanzas.  Mas  si  por  fin  hemos  de  exami- 
nar por  partes 9  como  un  poema  d  una  pintura^  á 
uno  y  á  otro  I  el  haber  llegado  al  gobierno  y  i  la 
gloria  sin  anterior  apoyo,  por  sola  la  virtud  y  las 
propias  fuerzas ,  esto  es  común  á  entrambos.  Parece 
con  todo  que  Arístides  se  hizo  ilustre  cuando  toda- 
vía Atenas  no  era  muy  poderosa;  y  compitiendo  con 
Generales  y  hombres  públicos,  que  en  bienes  de  for-- 
tuna  gozaban  solo  de  cierta  mediania  y  eran  entre  si 
iguales ;  porque  el  mayor  catastro  era  entonces  de 
quinientas  fanegas ;  el  segundo ,  que  era  el  de  los 
que  mantenían  caballo  9  de  trescientas ;  y  el  tercero 
y  ultimo,  de  los  que  tenían  yunta,,  d.e  doscientas.' 
Mas  Catón,  saliendo  de  una  pequeña  aldea,  y  de 
una  vida  que  parecia  de  labrador ,  como  á  un  piéla- 
go inmenso ,  se  lanzo  al  gobierno  de  Roma ,  cuando 
ya  esta  no  era  regida  por  unos  magistrados  como  los 
Curios ,  los  Fabncios  y  los  Hostilios ,  ni  admitia  á 
los. Cónsules  y  Oradores  desde  el  arado  y  la  azada; 
sino  cuaqdo  acostumbrada  á  poner  los  ojos  en  li*-» 
nages  esclarecidos,  en  la  riqueza,  los  repartimien- 
tos y  los  obsequios ,  por  el  engreii9Íe.nto  y  el  po- 
der se  mostraba  insolente  con  los  que  aspiraban  á 
niandar.  Asi  qu^  no  era  lo  mismo  tener  por  rival  á 
Temistocíes ,  no  ilustre  en  linage,  y  medianamente 
acomodado,  pues  se  dice  que  su  hacienda  seria  de 
pineo  ó  tres  talentos  cuando  se  le  dio  el  primer  man- 
do,  que .  contender  por  los  primeros  pvestos  con  los 
Escípiones  Africanos ,  los  Sergios  Galbas  y  los  Q^jio-, 
tos  Flamíníos,  sin  tener  otro  arrimo  qije  una  voi 
franca  y  libre  para  sostener  lo  justo.  ^ .    .     ■ 


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346     COMPARAC.   DB  AllfsTlDBS  T  CATOK. 

Ademas  Arístides  en  Maratón  y  en  Platea  no  cft 
sino  el  décimo  General ;  y  Catón  fue  elegido  segan- 
do QSnsui ,  siendo  muchos  los  competidores;  y  se- 
gundo Censor  logrando  ser  preferido  á  siete  rívates 
K>s  mas  poderosos  é  ilustres.  Arístides  no  fue  nunca 
el  primero  en  aquellas  victorias,  sino  que  en  Mara- 
tón llevó  la  primacía  Milbiades ;  y  en  Platea  dice 
Herodoto  que  fue  Pausanias  quien  mas  se  distinguió 
y  sobresalió.  Aun  el  segundo  lugar  se  le  disputaron 
á  Arístides  los  Sofanes ,  los  Aminias  \  los  Calimacos 
y  los  Cinegiros  9  que  se  hicieron  señalados  por  su  va- 
lor en  aquellos  combates.  Mas  Catón  no  sólo  siendo        | 
Cónsul  tuvo  la  primacia  por  la  mano  y  por  el  con-        | 
se  jo  en  la  giKrra  de  España,  sino  que  no  siendo  mas        { 
que  Tribuno  <n  Termopilas,  bajo  el  mando  de  otro        | 
Cónsul,  tuvo  el  prez  de  la  victoria,  abriendo  á  los        | 
Romanos  ancha  entrada  contra  Antíoco ,  y  ponién-        | 
doíe  á  este  la  guerra  á  la  espalda ,  cuando  no  mira-        ' 
ba  sino  adelante:  porque  aquella  victoria,  que  fue        ' 
k  mas  brillante  hazaña  de  Catón ,  lanzó  al  Asia  de        I 
la  Grecia ,  y  se  la  ilió  allanada  después  á  Escipion.        I 
En  la  guerra  pues  ambos  fueron  invictos;  pero  en 
el  gobierno  Arístides  fue  suplantado ,  siendo  envia- 
,  do  á  destierro  y  vencido  por  el  partido  de  Temís- 
tocles;  cuando  Catón,  teniendo  por  rivales  puede 
decirse  que  á  todos  cuantos  gozaban  en  Rema  del 
mayor  poder  y  autoridad ,  luchando  como  atleta 
hasta  la  te jez ,  se  sostuvo  siempre  ñrme  é  inmoble; 
y  habiéndosele  puesto  é  intentado  él  mismo  dife- 
rentes causas  públicas,  en  muchas  de  estas  venció, 
y  de  todas  aquellas  salió  libre ,  siendo  su  escudo ,  sir 
tenor  de  vida,  y  su  arma  para  obrar,  la  elocuencia, 
á  la  que  debe  atribuirse ,  mas  que  á  la  fortuna  ó  al 
buen  genio  de  este  esclarecido  varón ,  el  no  haber 
tenido  que  sufrir  con  injusticia;  pues  tam1>ien  dijo 
Antripatro,. escribiendo  de  Aristóteles  después  de  su 
muerte  I  haberle  sido  aquella  de  gran  auxilia,  por- 


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COMTARAC.  DE  AUlSTIDES  Y  CATOW.      34f 

qtse  entre  otras  brillantes  dotes  tuvo  la  de  la  per- 
suasión. 

Es  cosa  en  que  todos  convienen  qne  no  hty  para 
el  hombre  virtud  mas  perfecta  qne  la  social  6  polí- 
tica; pues  de  esta  es  entre  muchos  reconocida  ¡como 
parte  muy  principal  la  económica:  porque  la  ciudadT 
qne  no  es  mas  que  la  reunión  y  ja  cabeza  de  mu- 
chas casas ,  se  fortalece  para  las  cosas  ptibllcas  con 
que  prosperen  los  ciudadanos.  Por  tanto  Licurgo^ 
echando  tuera  de  casa  en  Esparta  la  plata  y  el  oro, 
y  dándoles  una  moneda  de  hierro  echado  i  per- 
der al  fuego,  no  quiso  apartar  á  sus  conciudada- 
nos  de   la  economía ;  sino  que  con  quitarles'  los  re-> 
galos,   lo  superfino j  y  lo  abotagado  y  enfermizo^* 
pensó  con  mas  prudencia  que  otro  legislador  algu^ 
no  en  que  todos  abundasen  en  las  cosas  necesarias  y 
otiles :  temiendo  mas  para  la  comunión  de  gobierno 
al  miserable,  al  vagabundo  y  al  pobre,  que  al  ri- 
co y   al  opulento*  Parece  pues  que  Catón  no  fue 
peor  gobernador  de  su  casa  que  de  la  ciudad ;  por-^ 

Jne  aumenté  sus  bienes,  y  se  constituyó  para  los 
emas  maestro  de  economía  y  de  agricultura ,  há-' 
hiendo  recogido  muchas  y  muy  importantes  cosas 
sobre  estos  objetos.  Mas  Afístides  con  su  pobreza' 
desacredito  eft  cierta  manera  á  la  justicia,  ponién- 
dole la  tacha  de  perdedora  de  las  casas,,  y  produc- 
tora de   mendigos;  provechosa  á  todos,  menos  af 
que  la  posee ,  siendo  asi  que  Hesiodo  usó  de  mu- 
chas razonen  para  acortarnos  á  la  justicia  y  á  la' 
economía  juntamente;  y -Homero  cantó  con  acierto: 
No  encontraba  placer  en  él  trabajo. 
Ni  de  casa  y  hacienda  en  el  cuidado, 
Que  á  los  Rimados  hijos  tanto  importa ; 
Sino  que  mi  deleite  eran  las  naves 
De  remos  guarnecidas ,  los  combates  j        '     '  ; 
Y. los  lucientes  arcds  y  saetas:  -^      • 

como  para  dar  á  entender  .que  de  unos  njismos'era' 


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14^     G^MPARAC.  DB  A&ÍSTIDES  T  CATOK. 

el  descuidar  la  hacienda ,  y  el  vivir  anchamente  iít 
la  injusticia.  Pues  no  asi  como  dicen  los  médicos^ 
^ue  el  aceite  es  muy  saludable  á  los  cuerpos  por  fae- 
ra»  y  muy  dañoso  por  dentro,  de  la  misma  manera 
el  justo  es  útil  á  los  otros,  é  inútil  á  si  y  á  los  sa- 
yos. Paréceme  por  tanto  que  la  virtud  política  de 
Arístides  fue  detectuosa  y  manca  en  esta  parte,  pues 
que  en  la  opinión  masr  común ,  descuidd  de  dejar 
^on  que  dotar  las  hija3  f  y  con  que  hacer  ios  gastos 
de  su  entierro.  De  aqui  es  que  la  familia  de  Catón 
di6  á  Roma  hasta  la  generación  cuarta  Pretores  y 
Cónsules,  habiendo  ^rvido  las  primeras  magistratu- 
ras sus  nietos  y  los  hijos  de  estos ;  cuando  la  gran 
pobreza  y.  miseria  de,  la  descendencia  de  Arístides, 
que  tuvo  tan  preferente  lugar  entre  los  Grifos,  á 
unos  los  obligo  á  escribirse  entre  los  embelecadores, 
y  á  otros  á  alargar  la  mí(no  para  recibir  del,  público 
una  limosna;  sin  que  á  ninguno  le  fuese  dado  pensar 
en  algún  hecho  ilustre.,  ó  en  cosa  que  fuese  digna  de 
aquel  varen  esclarecido. 

Mas  esto  todavía  pide  ilustración ,  porque  la  po- 
breza  no  es  afrentosa  por.  sí ,  sino  cuando  proviene 
de  flojedad,  de  disipación,  de  vanidad  y  de  aban- 
dono; pero  en  el  varón  prudei^te^  laborioso,  justo, 
esforzado  y  entregado  á  los  negocios  de  la  repúbli- 
ca, unida  á  todas  las  virtudes,  es  señal  de  magnani- 
midad y  de  una  elevada  prudencia :  porque  no  pue- 
de ejecutar  cosas  grandes  el  que  tiene  su  atención 
en  las  pequeñas ,  ni  auxiliar  á  muchos  que  piden ,  el 
que  mucho,  desea.  Asi  para  haberse  bien  en  el  go- 
bierno es  ya  un  admirable  principio ,  no  la  rique- 
za, sino  el  desprendimiento;  el  cufil,  no  apete- 
teciendo  para  sí  nada  superfluo ,  ningún  tiempo  ro- 
ba á  los  negocios  póblicos  t;  porque  el  que  absoluta- 
mente de  pada  necesita. es  sol0  Dios;  y  en  la  virtud 
humana  el  que  mas  estrecha  sus  necesidades,  aquel 
es  el  mas':  perfecto ,  y  «I  que  mas  se  acerca  á  la  divi^ 


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COMPAKAC.    DB  ÁRÍSTIOTS  Y  CATÓN.      345^ 

nida4^  Pues  asi  como  el  cuerpo  que  está  biea  cpm-^ 
plexionado,  no  necesitia  ni  ciee:xcesiva  ropa,  ni  de 
excesivo  alimento ;  de  la  misma  manera  una  vida  j 
una  casa  bien  arregladas ,  con  las  cosas  .:com)3nes  se 
dan  por  contentas;  y  en  estas  io  regular  es-  que  el 
gasto  7  la  hacienda  guarden  proporción.  Porque  éi 
que  allega  mucho  y  gasta  pooo>  ya  no  es  despren- 
dido; pues  ó  se  afana  por  recojger  lo  que  no  apere-  ^ 
ce,  y  ^^  ^^^^  ^^  ^^  necio;  ó  por  reóogef  lo  que 
apetece,  y  de  lo  que  no  se  atreve  í  hacer  oso  por 
avaricia',  y  en  este  caso  es  infelk.  Por  tanto  3^  pre- 
guntaría al  mismo  Catón  si-  la  riqueza  ^r  para  go-> 
zarse,  ¿por  qué  se  jacta  de  que  poseyendo  mucho 
se  daba  por  contento  con  una  mediania?  y  sí  eslau^ 
dable  y  glcnrioso ,  como  lo  es  ciertamente,  comier  el 
pan  que  comunmente  se  vende ,  beber  el  mismo  v\^ 
no  que  los  trabajadores  V  los  esclavos,  y  no  nece- 
sitar ni  de  púrpura  ni  de  casas  blanqueadas;  nada 
dejaron  por  hacer  de  lo  que  debian ,  ni  Arístides, 
ni  Epaminondas,  ni  Manió  Curio,  ni  Cayo  Fabri-* 
ció,  con  no  afanarse  por  la  posesión  de  unas  cosas 
cuyo  uso.  reprobaban.  Porque  á  quien  tenia  por  sa- 
broso alimento  los  rábanos ,  y  ^los  cocia  por  si  mis- 
mo >  mientras  la  muger  amasaba  la  harina,  no  te  era 
necesario  mover  disputas  sobre  un  cuarto  ¿  ni  escri- 
bir con  qué  granjeria  podria  uno  hacerse  mas  pres- 
to rico*,  asi  que  es  muy  laudable  el  contentarse  coa 
Ip  que  se  tiepe  á  la  mano ,  y  ser  desprendido ,  por- 

3ue  aparta  el  ánimo  á  un  *m¡smo  tiempo  del  deseo  y 
el  cuidudo  de  las  cosas  superfluas;  y  por  esta  ra- 
zón 2  respondió  muy  bien  Arístides  en  la  causa  deCa« 
lias,  que  de  la  pobreza  debian  a^ergoneaírse  los  que 
sé  veian  en  ella  contra  su  voluntad;  y  al  revés  glo-^ 
ríarse ,  como  él ,  lo$  que  voluntariamente  la  llevaban; 
y  ciertamente  seria  cosa  ridicula  atribuir  á  desidia  la 
pobreza  de  Arístides,  cuando  le  hubiera  sido  fá- 
cil, sin  hac^r  nada  que  pudiera  notarse,  y  con  solo 


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350      COMFAIUC.  DB   ARÍSTIDES  Y  CATOK. 

despojar  á  un  bárbaro  ú  ocupar  un  pabellón,  fi- 
Mr  al  estado  de  rico:  mas  baste  lo  dicho  ea  esa 
materia. 

Por  lo  que  hace  i  mandos  militares»  los  de  Ca- 
tón ,  aunque  en  cosas  grandes  |  no  decidiercui  de  gran- 
des intereses;  pero  coa  respecto  á  los  de  Arístides 
las  mas  brillantes  y  aloriosas  hazañas  de  los  Griegos 
son  Maratón  y  Salamina  y  Platea ;  ni  es  razón  se  pon* 
gao  en  paralelo  Antíoco  con  Gerges,  ó  los  derriba^ 
dos  muros  de  algunas  ciudades  de  España ,  con  tantos 
millares  de  hombres*deshecfaos  por  tierra  y  por  mar; 
en  los  cuales  sucesos,  por  lo  que  hace  á  trabajo  y 
diligencia»  nada  le  falto  i  Arístides,  si  le  faltaron  la 
fama  y  las  coronas;  en  las  que»  como  en  los  bienes 
y  en  la  riqueza »  cedió  fácilmente  á  los  que  las  soli- 
citaban con  mas  ansia ,  por  ser  superior  á  todas  es- 
tas cosas*  No  reprendo  en  Catón  sus  continuas  jac- 
tancias 9  y  el  que  se  diese  por  el  primero  de  todos» 
sin  embargo  de  que  él  mismo  dice  en  uno  de  sus  li- 
bros sbr  muy  impropio  que , el  hombre  se  alabe  ó  se 
culpe  á  sí  mismo :  oon  todo  para  la  virtud  me  pare- 
ce mas  perfecto  que  el  que  trecuentemente  se  alaba 
á  sí  mismo  el  que  sabe  pasarse  sin  la  alabanza  pro- 
pia y  sin  la  agena.  Porque  el  no  ser  ambicioso  es  un 
excelente  preparativo  para  la  afabilidad  social;  asi 
como  por  el  contrario  la  ambición  es  áspera  y  muy 
propia  para  engendrar  envidia »  de  la  que  el  uno  es- 
tuvo absolutamente  exento »  y  el  otro  participó  de- 
masiado de  ella.  Asi  Arístides »  cooperando  con  Te- 
místocles  en  las  cosas  mas  importantes,  y  haciéndo- 
se en  cierta  manera  Su  Ayudante  de  Campo,  puso 
en  pie  á  Atenas;  y  Catón ,  por  sus  rencillas  con  Es- 
cípion ,  estuvo  en  muy  poco  el  que  no  desgraciase  la 
expedición  de  este  contra  los  Cartagineses  que  des- 
truyó á. Aníbal,  hasta  entonces  invicto ;  y  por  fin 
excitando  siempre  sospechas  y  calumnias  á  este,  le 
apartó  de  los  negocios  de  la  república»  y  al  herma- 


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COMPARAC.   DB  ARÍSTIDES  Y  CATÓN.      «5X 

no  le  atrajo  una  condenación  infamante  por  el  ckli'to 
de  peculado. 

Catón  hizo,  es  verdad,  continuos  elogios  de  la 
t^planza;  pero  Arístides  la  consefvp' pura  y  sin 
mancilla;  y  aquel  matrimonio  de  Catón;  tan  des*' 
^^gual  en  la  calidad  y  en  los  años ,  no  pudo  menos  de 
ceder  en  su  descrédito:  porque  siendo  ya  tan.ancia*« 
no,. y  teniendo  un  hijo  ^n  la  flor  de  fa  edadreciea 
ca^ao  j  pasar  á  segundas  nupcias  con  una  mocita ,  hi- 
ja de  un  ministro  y  asalariado  público ,  no  fue  cosa 
iQué  .pudiese  parecer  bien ;  p^ies  que  ora  Ip  hiciese  por 
deleite  9  oU  por  enojo  para  mortificar  gl  hí)p,  á  can- 
.sa  de  lo  sucedido  con  la  amiga,  sien^pre  hay  fealdad 
en  el  h^cho  y  en  el  motivo.  Y  la  respuesta  que  coa 
ironía  dio. al  hijo  no  era  sencilla  y  verdadera:  por- 
que si  queria  tener  hijos  virtuosos  que  se  le  parecie--' 
sen,  4^ÍA  contraer  un  matrimonio  decente^  toncer- 
^ndolo  con  tiempo;  y  no  que  mientras  estuvo  ocuk 
to  su  trato  con  una  mpzuela  soltera  y  publica,  se 
dio  por  contento ;  y  cuando  ya  se  echó  de  ver »  hi* 
%o su  suegro  á  un  hombre  á  qiíten  podia  mandar;  no 
con  qqi^n  pudiera  tener  deudo  honradamente. 


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35» 

FILOFEM£K« 

Casandro  era  en  Mantinea  de  la  primera  familia, 
y  uno  de  los  de  mas  poder  entre  sus  conciudadanos; 
pero  por  cierto  infortunio  tuvo  que  abandonar  sa 
patria,  y  se  reftigióá  Megalopilis,  confiado  en  Cra- 
sis padre  de  Filopemen,  varón  por  todos  respetos 
apreciáble  y  que  lé  miraba  con  particular  inclrazcion. 
Asi  es  que  durante  la  vida  de  este  nada  le  faltó ;  y 
íl  su  muerte ,  pagándole  agr&decidó  el  hospedage ,  se 
encargó  dé  educar  á  su  hijo  huérfano ,  i  la  manera 
que  dióe  Homero  haber  sido  por  Fénix  educado  Aquí- 
les,  haciendo  que  su  índole  y  sus  costumbres"  toma- 
ran desde  el^priíicipio  cierta  forma  y  elevación  regla 
y  generosa.  Luego  que  llegó  á  la  adolescencia  le  to- 
maron bajo  su  enseñanza  los  Megalopolitanos  Ecde- 
mo  y  Demofanes,  que  en  lá  academia  habian  estado 
en  familiaridad  con  Arcesilao ,  y  habian  trasladado  la 
fílosofía  sobre  todos  los  de  su  tiempo  al  gobierno  y 
á  ios  negocios  públicos.  Estos  mismos  libertaron  á  su 
patria.de  la  tiranía ,  tratando  secretamente  con  los 
que  dieron  muerte  á  Aristodemo ;  con  Aratd  expelie- 
ron á  Nicocles  tirano  de  Sicione;  y  á  ruego  de  los  de 
Cirene ,  cuyo  gobierno  adolecía  de  vicios  y  defectos, 
pasando  alia  por  mar ,  les  dieron  buenas  leyes ,  y  orga- 
nizaron perfectamente  su  república.  Pues  estos,  entre 
sus  demás  hechos  laudables,  dieron  crianza  6  instruc- 
ción á  Filopemen ,  cultivando  su  ánimo  con  la  filoso- 
fía para  bien  común  de  la  Grecia ;  la  cual  parece  ha- 
berle ya  dado  á  luz  tarde  y  én  su  última  ve^ez ,  infiin- 
diéndole  las  virtudes  de  todos  los  generales  antiguos; 
por  lo  que  le  apreció  sobre  manera ,  y  le  elevó  al  ma* 

Íor  poder  y  gloria.  Por  tanto  uno  de  los  Romanos, 
aciendo  su  elogio,  le  llamó  el  último  de  los  Grie- 
gos ,  como  que  después  de  él  ya  la  Grecia  no  produjo 
ixinguQo  otro  hombre  grande  y  digno  de  tal  patria. 


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FitoFBMSK*  35 j  ^ 

De  presencia  no  era  feo,  como'  han  juzgado  al- 
gunos ;  |>orque  todavía  vemos  un  retrato  suyo  que  se 
conserva  en  Delfos.  Y  el  desconocimiento  de  la  hués^ 
peda  de  Megara  dicen  haber  dimanado  de  sa-  natu** 
ralidad  y  sencillez :  porque  sabiendo  que  habia  de 
llegar  á  su  casa  el  General  de  los  Aqueos ,  se  azorcS 
para  disponer  la  comida ,  no  hallándose. accidental- 
ntiente  en  casa  el  marido.  Entro  en  esto  Filopemea 
con  un: manto»  nada  sobresaliente ,  '7  creyendo  que 
fuese  algún  correo  ó  algún  criado,  le  pidió  que  echa-* 
ra  también  mano  á  los  preparativos  :,quit($se  inmedia- 
tamente el  manto  y  se  puso  á  partir  leña:  llegó  en 
esto  el  huésped,  y: diciendo:  ¿quées  estoFilopemen? 
le  respondió  en  lenguage  dórico:  <que  ha  de  ser? 

?agar  yo  la  pena  de  mi  mala  figura.  Burlándosele 
lio  por  la  extraña  construcción  de  su  cuerpo,  lo 
dijo:  ó  Filopemen,  tienes  buenas  manos  y  buenas 
piernas,  pero  no  tienes  vientre,  j2Pf que  era  delgado 
de  cuerpo;  pero  en  realidad  aquel  dicterio  mas  que 
á  su  cuerpo  se  dirigió  á  la  especie  de  su  poder:  pues 
teniendo  infantería  y  caballería  j  en  la  hacienda  solia 
estar  escaso :  y  estas  son  las  particularidades  que  de 
iFilopemen  se  refieren  en  las  trasnochadas. 

£n  la  parte  moral  su  deseo  de  gloria  no  estaba 
del  todo  exento  de  obstinación ,  ni  libre  de  ira;  sino 
que  con  querer  mostrarse  principalmente  émulo  de 
Epaminondas,  imitaba  muy  bien  su' actividad,  su 
constancia  y  su  desprendimiento  de  las  riquezas ;  pe- 
JO  no  pudiendo  mantenerse  entre  las  diisensiones  po- 
líticas dentro  de  los  limites  de  la  mansedumbre ,  de 
la  circunspección  y  de  la  humanidad ;  por  la  ira  y 
la  propensión  á  mi  disputas,  parecía  que  era  mas 
propio  para  las  virtudes  militares  que  para  las  civiles: 
asi  es  que  desde  niño  se  mostró  aficionado  á  la  guer- 
ra j  y  tomaba  con  .gusto  las  lecciones  que  á  eísto  se  en- 
catninaban,  como  el  manejar  las  armas  y  montar  i 
caballo.  Tenia  también  buena  disíppsícion  para  la  lu^? 
TOMO  u.  '       2 


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^54  FILOFBMBK'i 

cha ,  7  algbnos'de  sus  amigos  y  maestros  le  ¡ncHn- 
ban  á  que  se  hiciese  atleta  ;  pero  les  preguntó  si  de  e$i 
enseñaoaa  resultaría  algún  inconvemente  para  la  pro- 
fesión militar ;  y  como  le  respondiesen  lo  que  baUi 
en  realidad:  á  saber ,  que  debía  haber  gran  diferencit 
en  el  cuidado  del  cuerpo  y  en  el  género  de  vida  en« 
tre  el  atleta  y  el  soldado;  y  que  principalmeflte  la 
dieta  y  el  ejercicio ,  en  el  uno  por  el  macho  sueño, 
por  la  continua  hartura,  por  el  movimiento  y  el  re-- 
poso  á  tiempos  determinados  t>ara  aumentar  y  con-» 
servar  las  carnes ,  no  podían  sm  riesgo  admitir  mu- 
danza; cuando  el  otro  debía  estar  habituado  á  to* 
da  variación  y  desigualdad ,  y  en  especial  á  sufrir 
fácilmente  el  hambre  i  y  fádünente  la  falta  de  sue-* 
ño:  enterado  de  ello  rilopemen,  no  solo  se  apartó 
de  aquel  género  de  ocupación ,  y  le  tuvo  por  ridiculo, 
5Íno  que  después,  siendo  General,  hizo  desapareceri 
en  cuanto  estuvo  de  su  parte,  toda  la  enseñanza  atlér 
tica  con  la  afrenta  y  los  dicterios,  como  que  bacía 
inútiles  para  los  combates  necesarios,  los  cuerpos  mas 
útiles  y  á  propósito. 

Suelto  ya  de  los  maestros  y  caradores,  en  las 
excursiones  cívicas  que  ¿olian  hacer  á  la  Laconia ,  con 
el  fin  de  merodear  y  recoger  botín ,  se  acostumbró  á 
marchar  siempre  el  primero  en  la  invasión  y  el  últi"* 
mo  en  la  vuelta.  Cuando  no  tenia  otra  ocupación 
ejercitaba  el  cuerpo  con  la  caza  ó  con  la  labranza, 
para  formarle  ágil  y  robusto ,  por4ue  tenia  una  ex^ 
célente  posesión  á  veinte  estadios  de  la  ciudad.  To« 
dos  los  días  iba  á  ella  después  de  la  comida  ó  de  la 
cena ,  y  acostándose  sobre  el  primer  mullido  que  se 
presentaba ,  como  cualquiera  de  los  traba jadores ,  alli 
dormía :  á  la  mañana  se  levantaba  temprano ,  y  to- 
mando parte  en  el  trabajo  de  ios  que  cultivaban  ó  las 
viñas  ó  los  campos ,  se  volvía  luego  á  la  ciudad ,  y  con 
lai  amigos  y  los  magistrados  conversaba  sobre  los 
negocios  públicos.  Lo  que  de  las  expediciones  le  to« 


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FU.OFBMBK»  35^ 

caba,  lo  empleaba  en  la  compra  de  caballos»  en  la 
adquisición  de  armas  y  en  la.  redención  de  cautivos, 
Y  procuraba  aumentar  su  patrimonio  con  la  agricul- 
tura j  la  mas  inocente  de  todas  las  granjerias.  Ni  es- 
to lo  hacia  como  fortuitamente  y  sin  intención ,  sino 
con  el  convencimiento  de  que  es  preciso  tenga  hacien- 
da propia  el  que  se  ha  de  i&stener  de  la  agena.  Oia 
no  todos  los  discursos ,  y  leia  no  todos  los  libros  de 
los  filósofos ,  sino  aquellos  de  que  le  parecía  habia  de 
sacar  provecho  para  la  virtud ;  y  en  las  poesías  de  Ho- 
mero daba  la  preferencia  á  las  que  juzgaba  propias 
para  despertar  6  inflamar  la  imaginación  hacia  los 
necfaos  de  valor*  De  todas  las  demás  leyendas  se  apli- 
caba con  mayor  esmero  á  los  libros  de  táctica  de 
£uangelo  y  y  procuraba  instruirse  en  la  historia  de 
iVlejandroy  persuadido  de  que  lo  que  se  aprende  de- 
be aprovechar  para  los  negocios ,  á  no  que  se  gaste 
en  ello  el  tiempo  por  ociosidad  y  para  inútiles  ha- 
bladurías. Porque  también  en  los  teoremas  de  táctica, 
dejando  á  un  lado  las  demostraciones  de  la  pizarra, 
procuraba  tomar  conocimiento  y  cómo  ensayarse  eñ 
los  mismos  lugares ,  eiiaminando  por  sí  mismo  en  los 
viages ,  y  comunicando  á  los  que  le  acompañaban ,  las 
observaciones  que  hacia  sobre  el  declive  de  los  ter- 
renos ,  las  cortaduras  de  los  llanos ,  y  todo  cuanto  con 
los  torrentes,  las  acequias  y  las  gargantas  ocasiona 
dificultades, y  obliga  á  diferentes  posiciones  en  el  ejér- 
cito, ya  teniendo  que  dividirle ,  y  ya  volviéndolo 
á  reunir.  Porque  á  lo  que  se  ve ,  su  aíicion  i  las  cosas 
de  la  milicia  la  llevó  mucho  mas  alia  de  los  términos 
de  la  necesidad ;  y  miró  la  guerra  como  un  ejercicio 
sumamente  variado  de  virtud ,  despreciando  entera*^ 
mente  á  los  que  no  entendían  de  ella ,  como  que  no 
servían  para  nada. 

Tema  treinta  años  cuando  Cleomedes ,  Rey  de  los 
Lacedemonios ,  cayendo  repentinamente  de  noche  so- 
bre Megalópolis,  y  atrópcUando  las  guardias ,  ^e  in** 

.Z2 


Digitized  by  VjOOQ IC 


356  PILOPEMEN. 

trodujo  en  ella,  y  ocupó  la  plaza*  Acadíp  pronto  is 
defensa  Filopemen ,  y  no  pudo  reduizar  á  los  eoenn* 
gos,  aunque  peleó  con  extraordiniirio  valor  y  arrojo; 
pero  en  alguna  manera  dio  puerta  franca  á  los  ciu- 
dadanos, combatiendo  con  ios  que  los  perseguían,  y 
atrayendo  á  sí  i  Cleomenes,  en  términos  qué  con 
gran  dificultad  pudo  retirarse  el  último ,   perdiendo 
el  caballo,  ysauendo  herido  de  la  refriega.  fnFÍólos 
después  á  llamar  Cleomenes  de  Mesena,  adonde  se 
hablan  retirado  ofreciendo  restituirles  la  ciudad  y  sus 
términos:  proposición  que  los  ciudadanos  admitían 
con  gran  contento ,  apresurándose  á  volver ;  pero  Fi- 
lopemen se  opuso,  y  los  detuvo  con  sus  persuasiones^ 
haciéndoles  ver  que  no  les  restituía  la  ciudad  Cleo- 
menes,  sino  que  lo  que  quena  era  hacerse  también 
dueño  de  los  ciudadanos ,  por  ser  este  el   modo  de 
tener  mas  secura  la  población ;  pues  no  habia  venido 
¿  estarse  alli  de  asiento  guardando  las  casas  y  los 
muros  vacíos;  por  tanto  que  tendria  que  abandonarlos 
si  permanecían  desiertos.  Con  este  discurso  retrajo  á 
los  ciudadanos  de  su  proposito;  pero  á  Cleomenes 
le  dio  pretexto  por  destrozar  y  arruinar  mucha  parte 
de  la  ciudad ,  y  para  retirarse  con  muy  ricos  despojos. 
Cuando  el  Rey  Antigono,  en  auxilio  de  ios 
.  Aqueos ,  partió  contra  Cleomenes ,  y  habiendo  toma- 
do las  alturas  y  gargantas  inmediatas  á  Selasia ,  orde* 
no  sus  tropas  con  ánimo  de  tomar  la  ofensiva  y  aco- 
meter ;  estaba  formado  Filopemen  con  sus  ciudada- 
nos entre  la  caballería ,  teniendo  en  su  defensa  í  ios 
Ilirios,  gente  aguerrida  y  en  bastante  número,  que 
próJtegían  los  extremos  de  la  batalla.  Habíaseles  da- 
do la  orden  de  que  permanecieran  sin  moverse  hasta 
que  desde  la  otra  ala  hiciera  el  Rey  que  se  levan- 
tara un  paño  de  púrpura  puesto  sobre  una  lanza. 
Intentaron  los  Gefes  arrollar  con  los  Ilirios  á  los  La- 
cedemonios,  y  los  Aqueos  guardaban  tranquilos  su 
formación  como  les  estaba  mandado*,  pero  enterado 


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IflLOPBMBK.  Jj^ 

^adidas,  herináno  de  Cleomenes,  de  lá  desuníoQ 
que  esta  operacioa  produjo  en  las  fuerzas  enemigas» 
envió  sin  dilación  á  los  mas  decididos  de  sus  tropas 
ligeras ,  con  orden  de  que  cargasen  por  la  espalda  á 
los  Iliriosy  y  los  contuvieran  por  este  medio  mientras 
estaban  abandonados  de  la  caballería.  Hecho  asi,  las 
tropas  ligeras  acometieron  y  desordenaron  á  los  Ili«- 
xios ;  y  viendo  Filopemen  que  nada  era  tan  fácil  co- 
mo caer  sobre  ellas,  y. que  antes  la  ocasión  les  csta- 
h^  brindando,  lo  primero  que  hizo  fue  proponerlo 
á  ios  Gefes  del  ejército  Real ;  pero  como  estos  no 
li&  diesen  oídos,  y  antes  le  despreciasen,  teniéndole 
j)or  loco  .y  por  persona  poco  conocida  y  acreditada 
para  semejante  maniobra ,  la  tomdde  su  cuenta ,  aco- 
metiendo y  llevándose  tras  sí  á  sus  conciudadanos.  Can- 
^  desde  Juego  desorden  y  después  la  fuga  con  gran 
mortandad  en  las. tropas  ligeras;  pero  queriendo  dar 
aun  mas  impulso  alas  tropasdel  Rey ,  y  venir  cuanto 
antes  á  las  manos'  con  los  enemigos,  que  ya  empesta- 
ban  á  desordenarse,  se  apeó  del  caballo,  y  entrando 
en  el  combate:  en  un  terreno  áspero  y  cortado  con 
arroyos  y  barrancos,  á  pie,  con  la  coraza  y  arma- 
dura pesada  de  caballería ,  no  sin  grandísima  dificul-' 
tad  y  trabajo ,  tuvo  la  fatalidad  de  que  un  dardo 
con  su  cuerda  le  atravesase  lateralmente  entrambos 
muslos,  pasándolos  de  parte  á  parte,  y  causándole 
un  herida  gravísima ,  aunque  no  mortal.  Quedó  al 
principio  inmoble  como  si  le  hubieran  trabado  con 
lazos,  y  sin  saber  qué  partido  tornar ,  porque  la  cuer- 
da del  dardo  hacia  peligrosa  la  extracción  de  este, 
habiendo  de  salir  por  todo  lo  largo  dé  la  herida:  asi 
los  que  estaban  con  él  rehusaban  intentarlo ;  pero  es- 
tándose entonces  en  lo  mas  recio  de  la  batalla ,  Heno 
de  ambición  y  de  ira ,  forcejó  con  los  pies  para  -no 
faltar  de  ella ,  y  con  la  alternativa  de  subir  y  bájai? 
los  muslos  rompió  el  dardo  por  ínedib ,  y  asi  pudie-' 
ron  sacarse  con  separación  entrambos  pedazos.  Libre 


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358  irlLOFEMCN. 

ya  y  expedito )  desenvainó  la  espada,  y  corri<S  pon 
medio  de  las  filas  en  busca  de  los  enemigos,  infun- 
diendo aliento  y  emulación  á  los  demás  combatien- 
tes. Venció  por  fin  Antígono ,  y  queriendo  probar  í 
los  Macedonios  les  preguntó :  ¿por  quése b^rbia  mo- 
vido, la  caballería  sin  -su  orden?  y  como  para  excu* 
sarse  respondiesen  que  habían  venido  i  las  manos  con 
los  enemigos ,  precisados  por  un  mozuelo  Megalopo- 
Utano  que  acometió  primero*^  les  d!)o  sonriéndose,; 
pues  ese  mosuelo  ha  tomado  una  disposidon  propia 
de  un  gran  General. 

Adquirió  Filopemen  la  fama  que  le  era  debida, 
y  Antígono  le  hizo  grandes  instancias  para  que  en-^ 
trase  á  su  servicio ,  ofreciéndole  un  mando  y  gran- 
des intereses ;  pero  él  se  excusó  principalmente  por 
tener  conocida  su  índole  muy  indinada  á  mandar 
con  violencia  y  aspereza.  Mas  noaueriendo  perma« 
secer  ocioso  y  desocupado ,  se  embarcó  para  Crera 
con  objeto  de  seguir  alli  la  milicia;  y  habiéndose 
ejercitado  en  ella  por  láreo  tiempo  al  lado  de  varo- 
nes amaestrados  é  instruidos  en  todos  los  ramos  de  la 
guerra,  y  ademas  moderados  y  sobrios  en  su  método 
dé  vida ,  volvió  con  tan  erande  reputación  á  la  liga 
de  los  Aqueos,  que  inmediatamente  le  nombraron  Ge« 
iier;él  de  la  caballería.  Halló  que  los  soldados  cuando 
se  ofrecía  alguna  expedición  se  servian  de  jacos  des- 
preciables ,  los  primeros  que  se  les  presentaban ,  y  que 
ordinariamente  se  excusaban  de  la  milicia  con  poner 
otros  en  su  lugar ,  siendo  muy  grande  su  falta  dedis«< 
ciplina  y  valor.  T<rierábanselo  siempre  los  magistra- 
dos por  el  mucho  poder  de  los  de  caballería  entre  los 
Aweos ,  y  principalmente  porque  eran  los  arbitros 
del  premio  y  del  castigo.  Mas  él  no  condescendió 
ni  lo  aguantó;  sino  que  recorriendo  las  ciudades,  con 
exciur  de  uno  en  uno  la  ambición  én  todos  los  jó- 
venes; con  castigar  á  los  que  era  preciso,  y  con  usar 
de  e jereicios ,  alardes  y  combates  de  unos  con  otros, 


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FILOFEMEK.  3f9 

cuando  In^ia  de  Iiaber  muchos  ^pectadorés »  en  po« 
co  tiempo  les  inspird.  á  todos  on  aliento  y  valor  ad« 
rairable;  y  lo  <|ue  para  la  milicia  es  todavía  mas  im« 
portante 9  los  hizo  tan  ágiles  y  prontos,  y  los  adies- 
tro de  manera  á  maniobrar  juntos  y  á  volver  y  revol- 
ver cada  uno  su  caballo ,  que  por  la  prontitud  en  las 
evoluciones  la  formación  tenia  no  parecía  sino  un  cuer* 
po  solo  que  se  movía  por  impulso  espontáneo.  Sobreví- 
sioks  la  batalla  del  rio  Lariso  cfontra  los  Etolios  y  los 
£jeos,  y  el  General  de  la  caballería  de  los  Eleos  EÍa« 
tnofanto ,  saliéndose  de  la  formación,  se  dirigid  con- 
tra Filraemen:  admitid  este  la  provocación ,  y  mar« 
chando  á  ¿1 ,  se  anticipo  á  herirle  derribándole  con 
on  bote  de  lanza  del  caballo.  Apenas  vino  al  suelo^ 
huyeron  los  enemigos:  y  se  acrecentó  la  gloria  de  Fi« 
lopemen ,  por  verse  claro  que  ni  en  pujanza  era  infe- 
rior á  ninguno  de  los  jóvenes ,  ni  en  prudencia  á  nin« 
guno  de  los  ancianos ,  sino  que  era  tan  i  propósito 
para  combatir  como  para  mandar. 

La  liga  de  los  Aqueos  empezó  á  gozar  de  alguna 
consideración  y  poder  á  esfuerzos  de  Arato  que  le 
dtó  omsistencia ,  reuniendo  las  ciudades  antes  dividid 
das,  y  estableciendo  en  ella  un  Gobierno  propiamen« 
té  grieffo  y  humano*  Después ,  al  modo  que  en  el 
foiMo  del  agua  empiezan  a  aposarse  algunos  cuerpos 
pequeños  y  en  corto  número  al  principio ,  y  luego 
cayendo  otros  sobre  los  primeros  y  trabándose  con 
ellos,  forman  entre  si  una  materia-  compacta  y  firme; 
déla  misma  manera  á  la  Grecia^  débil  todavía  y  fa^ 
cil  de  ser  disuelta,  tomadas  con  separación  lasciuda* 
des,  los  Aqueos  laeinpezáron  á  afirmar  tomando  por 
cu  cuenta  auxiliar  á  unas  de  las  ciudades  comarcana!^ 
libertar  á  otras  de  la  tiranía  que  sufrian  »  y  enlazar^ 
las  á  todas  entre  sí  por  medio  de  un  gobierno  unifor*^ 
íncj  y  por  este  medio*  se  propusieron  constituir  tm 
«olo  cuerpo  y  un  solo  estado  del  Pelopone$o.  Pero  en 
vida  de  Arato  todavía  en  las  mas  de  ií^  cosas  tenían 


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Mas  después. que  Filopemen  ll¿gó á  tener  el  primer 
lugar  f  considerándose  con  bastante  poder  pdra  hacer 
frente  aun  á  los  mas  poderosos»  se  dispensaron  de  la 
necesidad  de  tener  tutores  extrangeros.  Porque  Ar9tOj 
tei»do  por  poco  aficionado  á  las  contiendas  bélícaSf 
los  mas  de  los  negocios  procuraba  transigirlos  con 
4as  conferencias ,  con  la  blandura  y  con  sus  relado~ 
nes  con  los  Reyes ,  según  que  en  su  vida  lo  deba- 
mos escrito ;  pero  Filopemen ,  que  era  belicoso ,  fuer* 
te  en  las  armas,  y  feliz  y  virtuoso  desde  el  princi- 
pio en  cuantas  batallas  se  le  ofrecieron ,  juntamente 
con  elpoder  aumentó  la  representación  de  los  Aqueos, 
acostumbrados  i  vencer  con  ¿1,  y  atener  la  mas -di- 
chosa suerte  en  los  combates.     .  . 

Lo  primero  que.  hizo  fue  hacer  novedad  ea  h 
formación  y  armamento  de  los  Aqueos ,  que  no  eran 
como  le  parecía  convenir ;.  porque  usaban  de  unas 
Todelas  fáciles  de  manejar  por  su  delgadez,  pero  de- 
masiado angostas  para  resguardar  el  cuerpo ;  y  de  unas 
azconas  mucfao^  mas  conas  que  las  lanzas ;.  por  Ao 
que,  si  biea  de  lejos  eran  ágiles  y  diestros  en  herir 
:por  la  misma  ligereza  de  las  armas ,  en  el  encuentro 
'Con  los  enemigos  eran  á  estos  inferiores*  No  es^ba 
entre  ellos  recibida  la  formadion  y  disposición  de 
las  tropas  en  espiral ,  sino  que  formando  una  bata- 
lla que  no  tenia  defensa  ni  protección  con  los  escu» 
^os,  como  la  de  ios  Macedonios,  fácilmente  se  des- 
ordenaban y  dispersaban*  Para  poner  pues  orden  en 
estas  cosas  ^  les  persuadió  que  en  lugar  de  la  rodela 
y  la  azcona  tomaran  el  escudo  y  la  lanza  ^  y  que 
•defendidos  con  yelmos,  con  corazas,  y  con  canille- 
ras se  egercitaran  en  un  modo  de. pelear  seguro  y 
.-firme  j  dejando  el  de  algarada  y  correría.  Habiencío 
.'Convencido  -para'.que  asi  se  armasen  á  los  que  eran 


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«áe.cáadipiroporcfDBadft,  ftimero' 1m  Bleató  é  hizo 
confiar ,  pareciéadoles  que  se  babian  liecho  invenci* 
bles  ;  y/despoes  sicáde  su  lujo  y  ostenteocionun  ven* 
.tajoso  partido ;  ya.qtie  no  era  posible  extii|)ar  eaté- 
ramente  la  necia  vanidad  en  hombres  xtdados  de  an- 
tigik>>  que  gastábanle  vestidos  costosos,  d^  colga- 
duras de  diversos  coldres  jrde  los  festejos  de  las  me^ 
saa  y  l^anquetes.  Empezó  pues  por  aparur  su  incli-* 
siaoioli  ai  lujo  de  las  cosas*  vanas  y  soperflnas,  con* 
virtiéndola  á  las  útiles  y  laudaUes;  con  lo  que  alcan« 
zó  de  dllos  que  cortando  los  gastos  qne  diariameme 
hacían  en  otras  galas  y  preseas,  se  complaciesen  en 

f>rasentarse  adornados  y  elegantes  con  loé  anreos  mi- 
itares;  Veíanse  pues  los  talleres  llenos  de  cálices  y 
copas  rotas ,  de  corazas  doradas ,  y  de  escudos  y  fre-* 
nos  plateados;  asi  como  loa  estadios* de  pot^psque  se 
estaban  domando ,  y  de  jóvenes  qne  se  adiestraban  en 
las  armas;  y  en  las  manos  de  las  mugeres  yelmos  y 
penachos  dados  de  colores,  mantillas  de  cabalíos  y 
sobreropás  bellamente  guarnecidas:  espectáculo  que 
acrecentaba  el  .valor,  é  inspirando  nuevo  aliento  y  los 
hacia  intrépidos  y  osados  para  arrojarse  á  los  peligros. 
Porque  el  lujo  en  otros  objetos  infunde,  vanidad ,  y  en 
Jos  qiie  le  usan  engendra  delicadeza,  como  si  aquella 
sensación  halagase  y  recrease  el  ánimo ;  pero  el  lujo 
de  >Ksfas  otras  cosas  mas  bien  le  fortalece  y  eleva*  Por 
esQ  Homero  nos  pintó  á  Aquiles  inflado  y  enardeció* 
do  con  solo  habérsete  puesto  ante  los  ojos  unas  armas 
nuevas,  para  querer  hacer  prueba  de  ellas.  AI  pro^ 
pip  tiempo  que  adornaba. asi  á  los  jóvenes,  los  eger« 
citaba  y  adiestraba,  haciéndoles  egecmar  las  evoIu«- 
ciontó  con  gusto  y  con  emulación ;  .porque  les  habi$ 
agradado  sobremanera  aquella  formación ,  parecién-* 
doles  haber  tomado  coneUa  un  apiñamiento  al  abrigo 
de  las  heridas.  Las  armas  ademas  con  el  ejercicio  se 
les  hablan  hecho  manejables  y. ligeras,  poniéndoselas 
y  llevándolas  con.  pla(%r  por  su  brillantez  .y  hermo^ 


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362  FltOlBMBK* 

Sara ,  y  andando  |>or  Yexse  e&iot  eoashsác^  para  ft^ 
barias  con  los  enemigos. 

Hacían  entonces  la  guem  los  Aqaeos  ¿Macana 
das,  tirano  de  ios  Laceoemonios,  qne  con  grande  y 
poderoso  ejéccito  se  proponía  sujetará  todos  los  del 
Feloponeso»  Luego  que  se  anunció  iiaberseenic^oEiina** 
do  á  Mantinea »  salió  contra  él:  Filopemen  .con  sos 
tropas.  Acamparon  muy  cerca  de  la  ciudad,  tenien- 
do ano  y  otro  muchos- auxiliares ,  y  trayendo  ca-* 
da  anO'Consigocasi  todas  la^  fitenzas  de  sus  réspec- 
tÍTos  po^los«  Guando  ya  se  ti^abo  la  batalla ,  liaUen«> 
do  Ma¿anidas  itchazado  con  sus -auxiliares  i  Ja  van^ 

Stiardia  de  los  Aqueos »  ccHopuesta  de  ios  tiradores  y 
e  los  ^dt  Tacento,  en  lugar  de  caer  inmediatamen* 
te  sobre  la  hueste ,  y  romper  su  formación ,  se  entre** 
gó  á  la  persecución  de  los  vencidos,  y  se  fue  mas  alli 
del  cuerpo  del  ejército  de  los  Aqueos ,  que  guardaba 
su  puesto.  Filopemen ,  sucedida  semejante  dorrota  ea 
el  principio ,  por  la  que  todo  parecía  enterámeJite 
perdido,  disimulaba  y  hacia  como  que  no  ló  adver* 
tia ,  y  que  nada  de  malo  habiá  en  ello ;  mas  al  refle-^ 
xionar  el  grande  error  que  con  la  perseoicton  hablan 
cometido  los  enemigos^  desamparando  el  cuerpo  de 
su  ejército,  y  dejándole  el  campo  libre,  no  fue  en  su 
busca ,  ni  se  les  opuso  en  su  mardia  contra  los  qne  buian, 
sino  que  did  lugar  á  que  se  alejaran ,  y  cuando  ya  vid 
que  la  separación  era  grande,  cargó  repentinamente 
i  la  infantería  de  los  Lacedemonios ,  porque  su  bata*- 
lia  habia  quedado  sin  defensa.  Acometióla  pues  por 
el  flanco  á  tiempo  que  ni  tenían  General ,  ni  estaban 
aparejados  para  combatír,  porque  en  vista  de  que 
Macanidasrsegnta  el  alcance ,  se  creían  ya  vencedores, 
y  que  todo  lo  habían  sojuzgado.  Rechazólos  pues  á  su 
vez  con  gran  mortandad,  porque  se  dice  haber  pere^ 
cido  mas  de  cuatro  mil ;  y  en  seguida  marchó  contra 
Macanidas,  que  volvia  ya  del  alcance  con  sus  auxilio^ 
res.  Hábia  en  medio  una  acequia  ancha  y.  profua* 


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da  9  y  Kacfauíi  esfuerzos  de  una  porte  y  oti^a  ^  el  una 
por  pasar  y  huir ,  y  el  otro  por  estorbárselo:  presen* 
tando  el  aspecto  no  de  unos  Generales  que  peleaban, 
sino  de  unas  fieras  que  por  la  necesidad  hacian  uso 
de  toda  su  fortaleza ,  acosadas'  del  fiero  cazador  Fi<^ 
lopemen*  £n  esto  el  caballo  4el  tirano,  que  era  po-^ 
deroso  y  de  bríos »  y  ademas  se  sentía  aguijado  con 
ambas  espuelas ,  se  arrojó  á  pasar ,  y  dando  de  pechos 
en  fai  acequia  >  pugnaba  con  las  manos  por  echarse 
ftiera;  y  entonces  Simias  y  Pelieno,  que  siempre  es 
los  combates  estaban  al  lado  de  Fllopemen,  y  lo  pro« 
tegian  con  sus  escudos,  los  dos  corrieron  í  un  tiem-^ 
po ,  presentaadacíe  frente  las  lanzas ;  pero  se  les  ade-^^ 
kntó  Fiiopemen  dirigiéndose  contra  Macaaidas;  y  co^ 
mo  viese  que  el  caballo  de  este,  levantando  lacabez» 
le  cubría  el  cuerpo,  volvió  el  suyo  un  poco,  y.em* 
brazando  la  lanza ,  le  hirió  con  tal  violencia  que  le 
saco  de  la  silla,  y  le  derribó  al  suelo.  En  esta  actitud 
le  pusieron  los  Aqueos  una  estatúa  en  Delibs,  admi-^ 
rados  en  eran  manera  de  este  hecho  y  de  toda  aque«' 
Ha  jornaoa. 

Dícese  que  habiendo  ocurrido  la  celebridad  de  los 
juegos  Ñemeos,  cuando  por  segunda  vez  se  hallaba 
de  General  Fiiopemen ,  haciendo  muy  poco  tiempo 
^ue  habla  alcanzado  la  victoria  de  Mantinea,  como 
no  tuviese  -entonces  que  atender  mas  que  á  la  soiem* 
nidad  de  la  fiesta,  hizo  por. primera  vez  alarde  dé 
su  ejercitó  ante  los  Griegos ,  presentándole  nmy  ador-' 
nado,  y  haciéndole  evolucionar  como  de  "costumbre 
al  son  de  la  mtísica  militar  con  aire  y  con  agilidad; 
y  que  después  habiendo  contienda  de  tañedores  de 
cítara,  pasó  al  teatro,  llevando  á  los  jóvenes  coi» 
Jnantos  militares  y  con  ropillas  de  púrpura ;  y  bsten^ 
tando  estos  gallardos  cuerpos  y  edades  entre  sí  igua-^ 
les ,  al  mismo  tiempo  que  mostraban  grande  vetiera-» 
cien  á  su  General ,  y  un  ardimiento  juvenil  por  sus 
muchos  y  gloriosos  combates.  No  bien  hablan- entra^ 


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3^4  FItOPEUEN. 

do,  cíuando  el  citarista  Pilades,  que  por  caso  cants,* 
bajos  Persar  de  Timoteo^  empezó  de  esta  manera: 
.- .    Dfe  libertad  honor* y  prez  glorioso 

Este  para  la  Grecia  4»  conseguido.  ^ 

Concurriendo  con  la  belleza  de  la  voz  la  sublimidad 
de  la  poesía ,  todos  volvieron  inmediatamente  la  vista 
á  Filopemen;.  levantándose  con  el  gozo  mucha  grite- 
ría,  por.C0ncd>ir  los  Griegos  en  sus  ánimos,  grandes 
esperanzas  de  su  antigua  gloria,  7  considerarse  ya 
con  la  Qonfíanza  muy  cerca  de  aquella  elevación. 

£n  Las  batallas  7  combates ,  asi  como  \os  potros 
echan  nenos  á  los  qner^soeleni  montaries,7si  llevan  á 
otro  se  .'espantan  7  lo -extrañan,  de  la  misma  manera 
el  ejército  de  los  Aqueos  bajo  otros  Generales  decaía 
de  ánimo V  volviendo,  siempre  los  ojos  á  Filopemen; 
7<;on-  solo  verlo,  al  punto  se  rehacía,  7  recobraba 
confiado  fea  anterior  brío  7  actividad:  pudierido  ob- 
$ervai:$e  que  aun^^los.mismos.  enemigos.á  este-  solo  en- 
tre todos  los  Generales  miraban  con  malos  ojos^  ases- 
tados con  su  gloria'  7. con  su  nombre.;  Jo  que  sq  ve 
claro  en  lo  mismo  que  egecutaron.  Porque  Fitipo,  Rey 
delosMacedonios,  conceptuando  que  si  lograba  des- 
hacerse de  Filopemen,  de  nueyo  se  íe  someterían  los 
AqueQs,^enviá  reservadamente' á  Argos  quien  le  diese 
muerte;  pero  descubiertas  sus  asechanzas,- incurrió 
en  odio  7  en  descrédito  entre  los  Griegos.  Los  Beo- 
cios  sitiaban  á  Megara ,  esperando  tomarla  mu7  en 
breve;  pero: habiéndose  esparcido  repentinamente  la 
voz ,  que  no  era  cierta ,  de  que  Filopemen  que  ve- 
nia en  k>corro  de  los  sitiados  se  hallaba  cerca ,  de- 
jando las  escalas  que  ya  tenían  arrimadas  al  muro, 
dieron  á  huir  precipitadamente.  ApodercSse  por  sor- 
^r^fa-deMesena  Nabis,q/oe  tiranizo  á  los  Lacede- 
xiip^ósc  d^pues  de  Macanidas ,  justamente  á  tiempo 
en  que  Filopemen  to  tenia  mas  carácter  que  el  de 
particular,  sin  mando  alguno;  7  como  no  pudiese 
.  inove^,  para  que  auxiliase  á  los  Mesemos,  á  Lisipoy 


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fiiophmek;  %&¡ 

General  entonces  de  los  Aqueos ,  qnien  respondió  que 
la  ciudad  estaba  enteramente  perdida ,  hallándose  ya 
los  enemigos  dentro ;  ^1  mismo  tomó  á  su  cargo  aque- 
lla demanda ,  y  marchó  con  solos  sus  conciudadanos» 
qué  no  esperaron  ni  ley  ni  investidura  alcona ,  sino 
que  vohintariamente  se  fueron  en  pos  de  el ,  atraídos 
por  naturaleza  al  mando  del  mas  sobresaliente.  To-* 
dairía  estaba  á' alguna  distancia  cuando  Nabis.  enten- 
dió su  Tenida ,  y  con  todo  no  le  aguardó ;  sino  que 
con  estar  acampado  dentro  de  la  ciudad  y-  se  retiró 
por  otra  puerta ,  é  inmediatamente  recodó  sos  tro^ 

t>as  j  teniéndose  por  muy  bien  librado  si  se  Je  daba 
ugar  para  huir:  huyó,  y  Mesena  quedo  libre. 

Estas  son  las  hazañas  gloriosas  de  Filopemen ;  poi^ 
qué  su  vuelta  á  Creta,  llamado  de  losGortinios,  pa-^ 
ra  tenerle  por  General  en  la  guerra  que  se  les  haciai 
no  carece  de  reprensión,  á  causa  de  que  molestando 
con  guerra  Nabis  á  su  patria,  ó  huyó  el  cuerpo  á 
ella,  ó  prefirió  intempestivamente  el  honor  de  apro«* 
vechar  a  otros.  Y  justamente  fue  tan  cruda  la  guerra 
que  en  aquella  ocasión  se  hizo  á  los  Megalopolitanos, 
que  tenian  que  estarse  resguardados  de  las  murallas» 
y  que  sembrar  las  calles ,  porque  los  enemigos  les 
talaban  los  términos ,  y  casi  estaban  acampados  en 
las  mismas  puertas ;  y  como  él  entre  tanto  hubiese 
pasado  á  Ultramar  á  acaudillar  á  los  Cretenses ,  dio 
con  esto  ocasión  á  sus  enemigos  para  que  le  acusasen 
de  que  se  habia  ido  huyendo  dé  la' guerra  doméstica; 
mas  otros  decían  que  hd>iendo  elegido  los  Aqueós 
otros  Gefes,  Filopemen,  que  había  quedado  eii  la 
clase  de  particular,  habia  hecho  entr^ade  su  repo** 
soá  los  Gortinios  que  le  habían  peaido  para*  Ge- 
neral. Porque  no  sabia  estar  ocioso,  queriendo  como 
si  fuera  otra  cualquiera  arte  ó  profesión ,  traer  siem-^ 
pre  entre  manos  y  eñ  continuo  egercicio  su  habrli-» 
dad  y  disposición  para  las  cosas  de  la  guerra;  lo  que 
se  echa  de.  ver  %n  lo  que  dijo  en  cierta  ^ocasión  del 


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366  FICOHCMEtr» 

Rey  Toiomeo:  porque  como  algunos  le  celetmisení 
este  y  á  causa  de  que  egercitaba  sus  tropas  contiáDa- 
mente  j  y  él  mismo  trabajaba,  sin  cesar  oprimiendo 
su  cuerpo  b^jo  las  armas ^  y  ¿ quién,  respondió ,  ahu 
baria  á  un  Rey  que  en  una  ed::d  como  la  suya  no 
diese  estas  muestras ,  sino  que  gastase  el  tiempo  en 
deliberar?  Incomodados  pues  Ips  Megalopoiitanos 
con  él  por  este  motivo  ^  y  teniéndolo  i  traición ,  in- 
tentaron proscribirle ;  pero  se  opusieron  los  Aqoeos, 
enviando  á  Aristeneto  de  General  á  MegakSpolis  ;  el 
cual  f  no  obstante  disentir  de  Filopemen  en  las  cosas 
de  gobierno ,  110  permitió  que  se  Ifevara  í  cabo  aqne-» 
Ha  condenación*  Desde  entonces  mal  qoi&to  Filope- 
men con  sus  ciudadanos,  separó  de  su  obediencia  i 
muchas  de  las  aldeas  del  contorno,  diciéndoles  res- 
pondiesen que  no  les  eran  tributarias,  ni  habían  per« 
tcaecido  á  su  ciudad  desde  el  principio;  y  cuando 
bubieron  dado  esta  respuesta ,  abiertamente  defendió 
su  causa,  é  indispuso  a  la  ciudad  con  los  Aqueos; 
pero  esto  fue  mas  adelante.  En  Creta  hizo  la  guerra 
con  los  Gortinios,  no  como  un  hombre  del  Pdopo- 
Ileso  y  de  la  Arcadia  franca  y  generosamente,  sino 
revistiéndose  de  las  costumbres  de  Creta ;  y  con  usar 
contra  ellos  mismos  de.  sus  correrías  y  asechanzas, 
ks  hizo  ver  que  eran  unos  niños  que  empleaban  ar- 
terias despreciables  y  vanas  en  lugar  de  la  verdadera 
disciplina. 

Admirado  y  celebrado  por  las  proezas  que  allá 
hizo,  regresó  otra  vez  al  Peloponeso,  y  halló  que 
Filipo  habia  ya  sido  vencido  por  Tito  Flaminio ,  y 
que  á  Nabis  le  perseguían  con  suerra  los  Aqueos  y 
los  Romanos;  y  siendo  inmecHatamente  nombrado 
General  contra  él ,  como  probase  la  suerte  de  un  com« 
bate  naval,  le  sucedió  lo  que  á  fpaniinondas ,  qne 
fue  perder  de  su  valor  y  gloria,  nabiendo  peleado 
muy  desventajosamente  en  el  mar;  aunque  de  £pa«- 
minoadas  dicen  algunps  que  no  pareciéndole  oleo 


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irrLOFEii£iir«  367 

^ue*  sus  ciudadanos  gustasen  de  las  utilidades  que  I» 
navegación  produce,  no  fuese  que  insensiblemente 
de  infantes  inmobles,  segon  la  espresion  de  Platoni 
$e  los  hallase  trocados  en  marineros  y  hoiúbres  per-;» 
didos,.  dispuso  muy  de  intento  que  del  Asia  y  de  las 
islas  se. volviesen  sin  haber  Ivcho  cosa  alguna.  Mas 
Filopemen ,  muy  persuadido  de  que  la  ciencia  que 
tenia  en  las  ^osas  de  k  tierra  le  había  de  servir  tam-« 
bien  para  las  del  mar ,  muy  luego  se  desengañó  de  lo 
mucho  que  el  egercicio  conduce  para  el  logro  de  las 
empresas,  y  cuan  grande  es  para  todo  el  poder  de 
la  costumbre:  porque  no  solo  llevó  lo  peor  en  el  com* 
bate  naval  por  su  impericia,  sino  que  escogió  una  nave¿ 
antigua  sí,  y  célebre^  por  cuarenta  años ;  pero  que  no 
bastaba  á  suirir  la  carga  que  le  impuso ,  é  hizo,  con  esto 
que  corrieran  gran  riesgo  los  ciudadanos^  Observando 
después  que  en  consecoenciade  este  suceso  le  miraban 
con  desden  los  eneoñgos,  por  parectrtes^e  habia  de-« 
sertado  del  marj  y  heneado  estos  puesto  shio  con 
almnecía  á  Gicio ,  navegó  al  punto  contra  ellos ,  cuan** 
do  iK>  le  esperaban ,  descuidados  con  la  victoria ;  y. 
desembarcando  de  noche  los  soldados ,  les  ordenó  que 
tomasen  fuego ,  y  aplicándolo  á  las  tiendas ,  les  abra<« 
só  el  campamento ,  haciendo  perecer  á  muchos.  De 
alli  á  pocos  días  repentinamente  le  sobrecogió  Na- 
bis  en  la  marcha ,  atemorizando  á  sos  Aqueos,  que 
tenian  por  imposible  salvarse  en  un  sitio  muy  áspe^ 
ro  y  muy  conocido  de  los  enemigos;  mas  él,  parán- 
dose un  poco,  y  dando  una  ojeada  al  terreno,  hizo 
ver  que  la  táctica  es  lo  sumo  del  arte  de  la  guerra: 
porque  moviendo  un  poco  su  batalla,  y  dándotela 
formación  que  el  lugar  exigía,  fácil  y  spsegadamen-* 
te  se  hizo  dueño  del  paso,  y  cargando. á  los  enemi-!» 
gos ,  los  desordenó  completamente.  Mas  como  advir*** 
tiese  que  no  huian  hacia  }a  ciudad ,  sino  que  se  ha- 
blan dispersado  acá  y  allá  por  el  pais,  que  sobre  ser 
montuoso  y  cubierto  de  maleza,  6ra  inaccesible  á  la 


dbyGoOglé 


368  FiLomásnr* 

caballerk  por  las  muchas  acequias  y  torrentes,  u&« 
pidió  que  se  siguiera  el  alctance^  y  se  acampo  toda^ 
vía  con  lúa;  pero  conjeturando  que  los  enemigos  se 
▼aldrian  de  las  tinieblas  para  recogerse  á  la  ciudad 
de  uno  en  ano,  y  de  dos  en  dos,  colocó  en  celada  ea 
los  barrancos  y  collados  á  muchos  soldados  Agueos  ar« 
mados  de  puñales ;  con  el  cual  medio  perecieron  la  ma« 
yor  parte  de  los  de  Nabis;  porque  no  haciendo  la  re-* 
tirada  en  unión,  sino  como  casualmente  hablan  huidó^ 

r precian  en  las  inmediaciones  de  la  ciudad,  cayendo 
lá  manera  de  las  aves  en  manos  de  los  enemigos* 
Fue  por  estos  sucesos  sumamente  celebrado  y  hon- 
rado por  los  Griegos  en  sus  teatros ;  lo  que  stn  cul- 
pa de  nadie  ofendió  la  ambición  de  Tito  Flaminio; 
porque  como  Cónsul  de  los  Romanos  quería  se  le 
aplaudiese  mas  que  i  un  particular  de  la  Arcadia;  y 
en  puhto  i  ben^ios  creia  que  le  excedía  en  mucho, 
por  cuanto  con  solo  un  pregón  habia  dado  la  líber* 
tad  á  toda  la  Grecia^  que  antes^  servia  á  Filipo/ 
los  Macedonios.  De  alli  á  poco  hace  Tito  paces  coa 
Nabis,  y  muere  este  de  resulta  de  asechanzas  que  le 
pusieron  los  Etolios ;  y  como  con  este  motivo  se  ex-» 
citasen  sediciones  en  Esparta,  aprovechando  Filo- 
pemen  esta  oportunidad,  marcha  allá  coa  tropas,  y 
ganando  por  fuerza  á  linos,  y  con  la  persuasión  á 
otros,  atrae  aquella  ciudad  á  la  liga  de  los  Aqueos: 
empresa  que  le  hizo  todavía  mucho  mas  recomenda-^ 
ble  á  estos,  adquiriéndoles  la  gloria  y  el  poder  de 
una  ciudad  tan  ilustre ;  y  en  verdad  que  no  era  po- 
co haber  venido  Lacedemonía  á  ser  una  parte  de  la 
Acaya*  Concillóse  también  los  ánimos  de  los  princi* 

Eales  entre  Jos  Lacedemonios ,  por  esperar  que  ha- 
lan de  tener  en  él  un  defensor  de  su  libertad.  Por 
tanto ,  habiendo  reducido  á  dinero  la  casa  y  bienes 
de  Nabis ,  que  importaron  ciento  y  veinte  talentos, 
decretaron  hacerle  presente  de  esta  suma ,  enviándole 
al  efecto  una  embajada;^  pero  entonces -resplandeció 


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b  Integridad  de  este  hombre  1  que  no  solo  parecia 
justo,  sino^que  lobera:  porque  ya  desde  luego  nin- 
guno de  los  Esparciatas  se  atrevió  á  liacer  á  un  va^ 
xon  como  aquel  la  propuesta  del  regalo;  sino  que  te«-  « 
merosos  y  encogidos  se  valieron  de  un  huésped  del  . 
mismo  Filopemen,  llamado  Timolao,  y,  después  es- 
te,  habiendo  pasado  á  Migalopolis,  y:  sido  convida-*, 
do  á  comer  por  Filopemen,  como  de  su  gravedad 
en  el  trato,  de  la  sencillez  de  su  método  de  vida,  y 
de  sus  costumbres  observadas  de  cerca  hubiese  com- 

E rendido  que  en  ninguna  manera  era  hombre  accesi- 
le  á:las  riquezas  ó  á  quien  se  ganase  con  ellas ,  tam« 
poco  habló  palabra  del  presente;  y  aparentando  otro  . 
motivo  de  su  viage,  se  remiró  á  casa:  sucedíéndole  :, 
otro  tanto  la  segunda  vez  que  fue  mandado.  Coa 
dificultad  pudo  resolverse  ala  tercera;  pero  al  fin  en 
ella  le  manifestó  Jos  deseos  de  la  ciudad.  Oyóle  Fi« 
lopemen  apaciblemente;  y  pasando  á  Lacedemonia, 
les  dio  el  consejo  de  que  no  sobornasen  á  sus  ami- 
gos hombres  de  bien,  pues  que  podian  de  balde  sa« 
car  partido  de  su  virtud ;  sino  que  mas  bien  com- 
prasen y  corrompiesen  á  los  malos ,  que  en  las  jun- 
tas sacaban  de  quicio  á  la  ciudad ,  para  que  tapán- 
doles la  boca  con  lo  que  recibiesen ,  los  dejasen  en 
püz;  pues  que  valia  mas  sofocar  la  osada  claridad  de 
los  enemigos  que  la  de  los  amigos :  ¡  hasta  este  pun- 
to llegaba  su  integridad  en  cuanto  á  intereses!  .  > 
•  Llegó  á,  entender  al  cabb  de  algún  tiempo  el 
General  de  los  Aqueos  Diófanes ,  que  los  Lacede- 
monios  intentaban  novedades ,  pot  lo  que  pensaba 
en  castigarlos ;  y  ellos,  disponiéndose  1  la  guerra^ 
traian  revuelto  et  Peloponeso;  mas  en  tan^o  Filo- 

B^men  trataba  de  reprimir  y  apaciguar  el  enojo  de 
iofanes,  mostrándole  que  la  ocasión  en  que  el  Rey 
Antioco  y  los  Romanos  amenazaban  á  los  Griegos 
con  tan  grandes  fuerzas  ppnia  al  General  en  la  ne- 
cesidad, de  fípr  allí  su  atención  |.no  .tocando  los  ne* 

'  XOMO  !!•  .  ,    AA        . 


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370  FILOPBlfBK* 

gocios  de  casa ,  y  haciendo  como  que  bo  se  vetan » u 
se  oian  los  errores  de  los  propios*  No  le  dio  oidoi 
Didfanes,  sino  que  con  Tito  Flaminio  entró  por  la 
Laconia ;  y  como  se  encaminasen  hacia  la  capitali 
irritado  Filopemen ,  se  determino  i  un  arrojo ,  no 
muy  seguro ,  ni  del  todo  conforme  con  las  reglas  de 
fusticia,  pero  grande  y  propio  de  un  ánimo  elevado» 
óual  fue  el  de  pasar  á  Lacedemonia ;  y  al  General  de 
los  Aqueos  y  al  GSnsul  de  los  Romanos,  con  no  ser 
mas  que  un  particular ,  les  dio  con  las  puertas  en  los 
o¡os;  calmó  los  alborotos  de  la  ciudad»  y  volvió  i 
incorporar  á  los  Lacedemonios  en  la  liga  como  es* 
taban  antes.  Mas  adelante  siendo  General  Fílone* 
men  tuvo  motivos  de  disgusto  con  los  Lacedemonios, 
y  á  los  desterrados  los  restituyó  á  la  ciudad ,  dando 
muerte  á  ochenta  Esparciatas,  según  dice  Pollbio; 
pero  según  Arístócrates  á  trescientos  y  cincuenta* 
Derribo  las  murallas;  y  haciendo  suertes  del  ter^ 
ritorio,  lo  repartió  á  los  Megalopolitanos.  A  todos 
cuantos  hablan  de  los  tiranos  recibido  el  derecho  de 
ciudad  ios  trasplantó ,  llevándolos  á  la  Acaya ,  á  ex- 
cepción de  tres  mil :  á  estos ,  que  se  obstinaron  en 
no  querer  salir  de  la  Lacedemonia,  los  hizo  vender; 
y  después  para  mayor  mortificación  edificó  con  es- 
te dinero  un  pórtico  en  Megalopolis.  Indignado  bas« 
ta  lo  sumo,  con  los  Lacedemonios ,  y  cebándose  mai 
en  los  que  hábian  sido  tratados  tan  indignamente, 
consumó  por  fin  el  hecho  en  política  mas  duro  y. mas 
injusto ,  que  fue  el  de  arrancar  y  destruir  la  institu-* 
clon  de  Licurgo ,  obligando  á  los  niños  y  á  los  jó'^ 
venes  á  cambiar  su  educación  patria  por  la  de  loi 
Aqueos ,  por  cuanto  nunca  pensarían  bajamente  mau'* 
teniéndose  en  las  leyes  de  aquel  legislador.  Y  enton- 
ces, domados  con  tan  grandes  trabajos,  puestos  co- 
mo cera  eo  las  manos  de  Filopemen,  se  hicieron  dó- 
ciles y  sumisos;  pero  mas  adelante,  habiendo  im- 
plorado el  favor  de  los  Romanos,  salieron  del  go* 


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FtLOPEMBN.  J7I 

biernó  de  los  AqDeoSi  y  recobraron  7  restablecie- 
ron el  suyo  propio  en  cuanto  fae  posible  después 
d«^  tales  calamidades  y  trabajos. 

Sobrevino  en  esto  la  guerra  de  los  Romanos  con- 
tra Antioco  en  la  Grecia ,  á  tiempo  que  Fitopemen 
no  egercia  ningún  cargo ;  y  como  viese  que  Antioco 
se  entretenía  en  Calcis^  muy  fuera  de  sazón ,  con  bo* 
das  y  con  amores  de  doncellas ,  y  que  los  Sirios  va- 
gaban y  se  divertían  por  las  ciudades  sin  Gefcs  y  en 
el  mayor  desorden »  se  lamentaba  de  no  tener  man- 
do,  y  envidiaba  9  como  solía  esplicarse,  á  los  Ro- 
manos 1^  victoria:  porque  si  yo  fuera  General ,  de- 
cía ,  con  todos  estos  acabaría  en  las  tabernas.  Ven- 
cieron después  los  Romanos  á  Antioco  9  6  internán- 
dose ya  mas  en  los  negocios  de  los  Griegos ,  iban 
cercando  con  sus  tropas  á  los  Aqueos,  ayudados  de 
los  demagogos  que  estaban  de  su  parte ;  y  su  gran 
poder  prosperaba  con  el  favor  de  su  Genio  tutelar, 
estando  próximos  á  la  cumbre  adonde  había  de  ele- 
varlos la  fortuna.  Entonces  Filopemen ,  fortificándose 
como  buen  piloto  contra  las  olas ,  en  algunas  cosas  se 
veía  precisado  á  ceder  y  contemporizar ;'  pero  en  las 
mas  se  oponía ,  y  i  los  que  en  el  decir  y  hacer  tenían 
mas  influjo ,  procuraba  atraerlos  al  partido  de  la  li- 
bertad. Aristeneto  MegalopoHtano ,  que  era  el  de  ma- 
yor poder  entre  los  Aqueos^  no  cesaba  de  obsequiar 
á  los  Romanos  >  persuadido  de  que  aquellos  no  de- 
bían oponérseles ,  ni  desagradarlos  en  las  juntas ;  y 
se  dice  que  Filopemen  lo  oía  en  silencio;  pero  lo 
llevaba  muy  á  mal ;  y  qué  por  fin  no  pudiéndose  ya 
contener  en  su  enojo,  le  di)o  á  Aristeneto:  m hom- 
bre, ¡á  qué  afanarte  tanto  por  ver  cumplido  el  hado 
de  lá  Grecia!*'  Mamo ,  Cónsul  de  los  Romanos ,  que 
venció  á  Antbco,  solicitaba  de  los  Aqueos  que  per- 
mitieran la  vuelta  á  los  desterrados  de  los  Lacede- 
monios,  y  también  Tito  Flaminio  instaba  á  Manió 
sobre  este  punto;  pero  se  opuso  Filopemen,  no  por 

AA  2 


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372  FILOPEMEN.  ^ 

odio  contra  los  desterrados,  sino. porque  quería  que 
aquello  se  hiciese  por  él  mismo  y  por  los  Aqueos, 
y  no  por  Tito,  ni  en  obsequio  de  los  Romanos;  y 
sombrado  Generjil  al  aáo  siguiente,  él  mismo  los 
restituyó  á  su  patria:  j tanto  era  su  espíritu  para 
tenerse  firme,  y  contender  con  los  poderosos] 

Hallándose  ya  en  los  retenta  años  de  su  edad ,  y 
nombrado  octava  vez  General  de  los  Aqueos ,  conci-^ 
bió  la  esperanza  de  que  no  solo  pasaría,  aquella  ma-    . 
gistratura  en  paz ,  sino  que  el  estado  de  los  nego- 
cios le  permitiría  vivir  sosegado  lo  que  le  restaba 
de  vida;  porque  asi  como  las  enfermedades  son  mas 
remisas  según  \\n  faltando  las  fuerzas  del  cuerpo, 
de  la  misma  manera  yendo  de  vencida  el  poder  en 
las  ciudades  griegas ,  se  extinguía ,  y  apagalxi  en  ellas 
el  ardor  de  contender ;  sino  que  parece  que  aJguna 
furia ,  como  atleta  aventajado  en  el  correr ,  lo  llevó 
precipitadamente  al  término  de  la  vida.  Porque  se 
dice  que  en  una  conversación.,  celebrando  los  que  se 
hallaban  presentes  á  uno  de  que  era  hombre  sobre- 
saliente para  el  mando  de  un  ejército,  contestó  Fi- 
lopemen :  m  ¿cómo  ha  de  merecer  ese  elogio  un  hom- 
»bre  que  vivo  se  dejó  cautivar  por  los  enemigos?" 
Pues  de  alli  á  pocos  dias  Dinocratesde  Mesena,  que 
particularmente  estaba  mal  con  Filopemen,  y  ade- 
mas se  hacia  insufrible  á  todos  por  su  perversidad  y 
sus  vicios ,  separó  á  Mesena  de  la  liga  Aquea ,  y  se 
dirigió  contra  una  aldea  llamada  Colonide  con  in- 
tento de  tomarla*  Hizo  la  casualidad  que  Filopemen 
se  hallase  á  la  sazón  en  Argos  con  calentura;  pero  , 
recibida  la  noticia,  al  punto  marchó  á  Megalópolis, 
andando  en  un  dia  mas  de  cuatrocientos  estadios ;  y 
de  alli  partió  al  punto  en  auxilio  de  la  aldea,  llevan- 
do consigo  á  los  de  á  caballo,  que  aunque  eran  los 
mas  principales  y  muy  jóvenes ,  gustosos  entraron  en 
ia  expedición  por.  zelo  y  por.  amor  á  Filopemen.  ^En- 
camináronse á  Mesena,  y  encontrándose  junto  al  co- 


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Hado  Euaneon  DinDcrates^que  también  iba  en  bus- 
ca'de  ellos,  á  este  lograron  rechazarle;  pero  como 
sdbrevinibsen  de  pronto  unos  quinrentos  que  habían 
quedado  en  custodia  del  pais  de  Mesena ,  y  tomasen 
los  vencidos  las  alturas  luego  que  los  vierpn,  temien- 
do í**ilópenien  ser  envuelto,  y  mirando  también  por 
sus  tropas ,  dispuso  su  retiraaa  por  lugares  ásperos, 
poniéndose  á  retaguardia,  haciendo  muchas  veces 
cara  á' los  enemigos,  y  atrayéndolos  hacia  si;  los 
cuales  sin  embargo* no  se  atrevian  á  embestirle,  sino 
que  solo  correspondían  con  gritería  y  carreras  desde 
lejos.  Separábase  frecuentemente  por  causa  de  aque- 
llos jóvenes,  acompañándolos  de  uno  en  uno,  y  con 
ésto  no  advirtió  que  habia  llegado  i-  quedarse  solo 
entre  gran  numero  de  enemigos;  jr  lo  que  es  á  venir 
á  las  manos  con  él  nadie  se  atrevía ;  pero  de  lejos  le 
impelian  y  arrastraban  á  sitios  pedregosos  y  cerca- 
dos de  precipicios ;  de  manera  que  con  dificultad  go^ 
bernaba  y  aguijaba  el  caballo.  La  vejez  por  la  vida 
egercitada  qué  habia  tenido  le  era  ligera ,  y  en  na- 
da le  estorixiba  para  salvarse;  pero  entonces,  falto 
de  fuerzas  por  la '  debilidad  del  cuerpo ,  y  fatigado 
con  tanto  caminar ,  se  habia  puesto  pesado  y  torpe, 
y  tropezando  el  caballo  lo  derribó  al  suelo.  La  caída 
fue  terrible,  y  habiendo  recibido  el  golpe  en  la  ca- 
beza, quedó  por  largo  rato  sin  sentido:  tanto  que 
los  enemigos,  teniéndole  por  muerto ,  intentaron  vol- 
ver el  cuerpo  y  despojarle ;  mas  como  levantando  la 
cabeza  se  hubiese  puesto  á  mirartes ,  aciidiendo  en 
gran  nómefo,  le  cenaron  las  manos  á  la  espalda,  y 
atándole  se  le  llevaron ,  usando  de  mil  improperios 
é  insultos  con  un  hombre  que  ni  por  sueño  podite 
haber  temido  semejante  cosa  de  Dinocrates. 

En  la  ciudad ,  llegada  la  noticia ,  se  pusieron  muy 
ufanos,  y  corrieron  en  tropel  á  las  puertas-;  pero 
cuando  vieron  que  traían  áFilopemen  de  uamodo 
tan  poi:o  correspondiente  á  su  gloria  y  sus  amerio- 


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374  FllOPBMBN. 

res  hazañas  y  trofeos,  los  mas  se  oompaáecteron  y 
consternaron ,  hasta  el  punto  de  llorar  y  de  despre- 
dar  el  poder  humano ,  teniéndole  por  incierto  7  por 
nada.  Asi  al  punto  corrió  entre  los  mas  la  voz  &vo« 
rabie  de  que  era  preciso  tener  presentes  sus  antiguos 
beneficios,  y  la  libertad  que  les  había  dado,  redi** 
miéndolos  del  tirano  Nabis ;  pero  unos  cuantos ,  que* 
riendo  congraciarse  con  D¿ocrates ,  profK>nian  que 
se  le  diese  tormento  y  se  le  quitase  la  vida,  como 
enemigo  poderoso  y  difícil  de  aplacar ,  y  mucho  mas 
temible  para  Dinocrates  si  lograba  salvarse  después 
que  este  le  había  maltratado  y  hecho  prisionero.  Mas 
lo  que  por  entonces  hicieron  fue  llevarle  al  que  lla- 
maban tesoro,  que  era  un  edificio  subtertineo,  al 
que  no  penetraban  de  afuera  ni  el  aire  ni  la  luz,  y 
que  no  (tenia  puertas,  sino  que  lo  cerraban  con  una 
gran  piedra  que  ponían  á  la  entrada:  encerrándole 
pues  en  ¿U  y  arrimando  la  piedra ,  colocaron  al  re-- 
dedor^  centinelas  armados.  Los  soldados  Aqueos,  lue- 
go que  se  rehicieron  un  poco  de  la  fuga ,  echaron  me^ 
nos  á  Filopemen  sospechándole  muerto,  y  estuvie-r. 
ron  mucho  .tiempo  llamándole ,  y  tratando  entre  sí 
sobre  cuan  vergonzosa  é  injustamente  se  salvarían, 
habiendo  abandonado  á^los  enemigos  un  GeneraH 
que  tanto  había  expuesto  su  vida  por  ellos:  fueron 
pues  mas  adelante  con  gran  diligencia,  y  ya  tuvie- 
ron noticia  de  cómo  había  sido  cautivado ;  la  qae 
anunciaron  á  las  ciud^ades  de  los  Aqueos.-  Fue  esta 
para  todos  de  grandísima  pesadumbre ,  y  determinaf* 
fon  reclamar  de  los  Mésenlos  á  su  General,  envían-^ 
do  al  intento  una  embajada,  y  entre  tanto  se  prepa^- 
raban  para  la  guerra. 

£sto  fue  lo  que  hicieron  los  Aqueos;  mas  Dinor 
crateS)  temiendo  en  gran  manera  que  en  el  tiempo 
mismo  hallase  su  salvamento  Filopemen  ^  y  desean-r 
do  prevenir  las  disposiciones  d¿  los  Aqueos^,  luego 
que  fue  de  noche ,  y  que  la  mucbed^umbre  de  los  Mer 


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<eniM  fie  retiñí ,  ibriendo  el  calabozo  htzo  entrar  eo 
él  ai  snsnistro  público,  y  que  llevaiído  un  veneno 
se  le  propinara ,  sin  apartarse  de  alli  hasta  que  lo 
hubiese  bebido.  Estaba  echado  sobre  su  manto  sin 
dormir,  entregado  al  pesar  y  sobresalto;  y  cuando 
vio  luz  j  y  cerca  de  sí  aquel  hombre  que  tenia  en  lá 
mano  la  taza  de  veneno ,  incorporándose  con  mucho 
trabajo  á  causa  de  su  debilidad ,  se  sentó ,  y  tomando 
la  tasa ,  le  pregontó  ¿si  tenia  alguna  noticia  de  sus 
soldados,  y  especialmente  de  Ltcorta?  Respondióte 
el  ministro  que  los  mas  hablan  logrado  salvarse;  dio 
con  la  cabeza  señal  de  aprobación ,  y  mirándole  be«* 
nignamente ,  buena  noticia  me  das^  le  dijo ,  pues  que 
no  todo  lo  hicimos  desgraciadamente ;  y  sin  decir  n( 
articular  mas  palabra,  bebió,  y  volvió  otra  vez  i 
acostarse.  El  veneno  no  encontró  obstáculo  para  pro^ 
ducir  su  efecto,  pues  estando  tan  débil,  lo  acabó 
muy  pronto. 

Luego  que  la  noticia  de  su  muerte  se  difundió 
entre  los  Aqueos ,  las  ciudades  todas  cayeron  en  la 
añiccion  y  desconsuelo ,  y  concurriendo  á  Megaló-^ 
polis  toda  la  juventud  con  los  principales  no  qui- 
sieron poner  dilación  ninguna  en  el  castigo ,  sino  que 
eligiendo  por  General  á  Licorta  se  entraron  por  la 
Mesenia ,  talando  y  molestando  el  pais ,  hasta  que; 
llamados   á  mejor  acuerdo,  dieron  entrada  á  los 
Aqueos.  Y  Dinocrates  se  apresuró  por  si  mismo  i 
quitarse  la  vida :  de  los  demás  cuantos  dieron  con- 
sejo de  deshacerse  de  Filopemen  también  se  dieron 
por  si  mismos  la  muerte;  y  á  los  que  aconsejaron 
que  se  le  atormentase,  los  hizo  atormentar  Licorta. 
Quemaron  luego  **el  cuerpo  de  Filopemen  ,  y  reco- 
giendo en  una-  urna   los  despojos ,  dispusieron  su 
conducción ,  no  en  desorden  y  sin  concierto ,  sino 
veuniendo  con  las  exequias  una  pompa  triunfal:  por- 
que á  un  mismo  tiempo  se  les  veiace&ir  coronas  y 
derramar  lágrimas ;  y  juntamente  con  los  enemigos 


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37^  FILOPBMBK*  , —  t 

cautivos  y  aTierrojados  se  vela  la  orna  tan  cubierta 
^  de  cintas  y  coronas ,  que  apenas  podía  descabf irse. 
Llevábala  Poiibio ,  hijo  del  General  de  los  Aqueos,  j 
á  su  lado  los  principales  de  estos.  Los  soldados-  ar- 
mados y  con  ios  caballos  vistosamente  enfae^^dos 
seguían  la  pompa »  ni  tan  tristes  como  en  tan  lamen- 
table caso>  ni  tan  alegres  como  en  una  victoria^  De 
las  ciudades  y  pueblos  del  tránsito  salian  al  encuen- 
tro como  para  recibirle  cuando  volvía  del  ejército: 
acercábanse  á  la  urna»  y  concurrían  á  llevarla áMe- 
galópolis.  Cuando  ya  pudieron  incorporárseles  los 
ancianos  con  las  mugeres  y  los  niños  y  el  llanto  dd 
ejército  discurrió  por  toda  la  ciudad,  afligida  y  des- 
consolada con  tal  pérdida,  previendo  que  decaía  al 
mismo  tiempo  de  la  gloria  de  teher  el  primer  lugar 
entre  los  Aq^eos.  Didsele  pues  hoiirosa  sepultura 
como  correspondía,  y  en  las  inmediaciones  de  su  se- 
pulcro fueron  apedreados  los  cautivos  de  los  Me%- 
nios.  Siendo  mudias  sus  estatuas  y  muchos  lo$  ho- 
nores que  las  ciudsdes  le  decretaron ,  hubo  un  Ro- 
mano que  en  los  infortunios  que  la  Grecia  experimen- 
tó en  Corinto,  propaso  que  sí  destruyeran  tedas, 
para  perseguirle  después  de.  muerto^  en  manifesta- 
ción de  que  en  vida  había  sido  contrario  y  enemigo 
de  los  Rpmanos.  Se  trató  este  osunto,  y  se  bicieroQ 
discursos  en  él ,  respondiendo  Polibío  al  calumnia- 
dor, y  ni  Mumio  ni  los  legados  consintieron  en  que 
se  quitasen  los  monumentos  de  tan- insigne  varón, 
sin  embargo  de  la  contradicción  que  en  él  habían  ex- 
perimentado Tito  y  Manió ;  y  es  que  aquellos  su- 
pieron preferir,  según  parece,  la  virtud  á. la  con- 
veniencia, y  lo  honesto  á  lo  útil:  juzgando  recta  y 
racionalmente  que  á  los  bienhechores  se  les  debe  el 
premio  V  el  agradecimiento  por  los  que  recibieron 
el  beneficio;  pero  que  i  Jos  ho;nbres  virtuosos  \e^. 
debe^ser  tributado  honor  por  todos  los  buenos.  Y 
esto  baste  de  Filopemen, 


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37? 


TITO  QÜIKCIO  FLAMINIO. 


Oial  hubiese  sido  el  semblante  de  Tito  Quilncio 
Fíaminio ,  qae  comparamos  á  Filopemen ,  paeden- ver- 
lo los  que  gusten  en  un  busto  suyo  de  bronce ,  que  con 
una  inscripción  en  caracteres  Griegos  se  conserva  en 
Roma  junto  ai  Apolo  grande  traido  de  Cartagp  enfren- 
te del  circo :  en  cuanto  i  sus  costumbres  dicese  qué  fue 
de  genio  pronto  para  la  ira  y  para  los  favores ;  aunque 
no  del  mismo  modo,  pues  siendo  ligero  y  no  renco-^ 
roso  en  el  castigar,  los  beneficios  los  llevaba  hasta  el 
extremo,  mirando  constantemente  con  amor  é  inclina- 
ción á  aquellos  á  quienes  habia  favorecido,  cotno  si 
hubieran  sido  sus  bienhechores ,  teniéndolos  por  la 
mejor  posesión:  asi  los  conservo  siempre  en  su  amistad, 
y  se  intecesd  por  ellos.  Siendo  por  carácter  muy  aman* 
te  de  honores  y  codicioso  de  gloria ,  aspiraba  á  hacer 
por  sí  acciones  generosas  é  ilustres,  y  se  complacía 
mas  en  hacer  bien  á  los  que  á  él  acudían  que  en  ga- 
narse la  voluntad  de  los  poderosos ,  considerando  á 
aquellos  como  objeto  de  su  virtud;  y  á  estos  como 
ribales  de  su  gloría.  Educado  en  la  crianza  propia  de 
las  costumbres  militares ,  por  haber  tenido  en  aquella 
época  Roma  muchas  y  porfiadas  guerras,  y  ser  este 
el  arte  que  aprendiap  los  jóvenes  ante  todas  cosas, 
primero  fue  Tribuno  en  la  guerra  contra  Aníbal  á  las 
órdenes  de  Marcelo  entonces^ónsuK  Muerto  Marcelo 
en  aquella  zelada,  fue  Tito  nombrado  Prefecto  de  la 
región  Tarentína,  y  luego  del  mi$mo  Tareftto  des- 
pués de  recobrado ,  donde  se  acreditó  en  gran  mane* 
ra,  no  menos  por  su  justicia  que  por  sus  disposi- 
ciones militares ;  por  lo  cual,  habiéndose  enviado  co- 
lonias á  dos  ciudades,  á  Narnia  y  Cosa ,  fue  para  su 
establecimiento  nombrado  presidente  y  fundador. 

Díóle  esto  grande  confianza,  saltando  por  encima 
del  tribunado  de  la  plebe,  de  la  pretura  y  de  laedi- 


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378  TITO  QÜIVCIO  FtAMTVIO. 

lidad  9  magistraturas  intermedias  y  propias  de  los  jó- 
venes^  para  aspirar  desde  luego  al  Consulado,  en  lo 
que  tenia  muy  de  su  parte  á  los  de  las  colonias ;  pe* 
ro  habiéndole  hecho  oposición  los  tribunos  de  láí  ple- 
be Fulbto  y  Manió  9  por  decir  ser  cosa  muy  dura  que 
un  joven  se  arrojara  contra  las  leyes  i  la  magistra* 
tura  mas  elevada  9  sin' estar  todavía  iniciado  en  los 
primeros  ritos  y  misterios  del  Gobierno  9  el  Senado 
dej<i  la  decisión  al  pueblo ,  y  este  le  designó  Consol 
con  Sexto  £Ito ,  sin  embargo  de  que  aun  no  había 
cumplido  treinta  años.  Cúpole  por  suerte  la  guerra 
contra  Filipo  y  los  Macedonios:  siendo  grande  la 
dicha  de  los  Romanos  en  que  este  fuese  asi  destinado 
.  i  entender  en  negodos,  y  con  personas  que  en  ves 
de  necesitar  un  General  que  todo  lo  hiciese  por  fuer- 
za y  con  armas,  debian  mas  bien  ser  conducidos  con 
la  persuasión  y  con  la  afabilidad  del  trato*  Porque 
Filipo  en  su  reino  de  Maoedonia  tenia  el  funda** 
mentó  suficiente  para  la  guerra ;  pero  la  fuerza  pna<- 
cipal  para  dilatarla ,  ^1  auxilio  ^  refugio  é  instrumento 
de  su  ejército  consistía  sobre  todo  en  el  poder  délos 
Griegos;  y  sin  que  estos  se  separasen  de  Filipo,  la 

fuerra  contra  él  no  era  obra  dé  una  sola  campaña, 
lasta  alli  la  Grecia  hábia  tenido  poco  contacto  coa 
los  Romanos ;  y  empezando  entonces  i  tomar  estos 
parte  en  lo<  negocios  9  si  el  General  no  hubiese  sido 
de  buena  índole ,  valiéndose  mas  de  las  palabras  que 
de  las  armas,  tratando  con  afabilidad  y  dulzura  á 
cuantos  se  le  acercaban ,  y  manifestando  mucha  en- 
tereza en  las  cosas  de  justicia,  no  hubiera  sido  tan 
fácil  que  en  lugar  del  gobierno  á  que  estaban  acos- 
tumbrados admitiesen  el  imperto extrangero ;  loque 
se  manifestará  todavía  mejor  por  la  serie  desús  hechos» 
Enterado  Tito  de  que  los  Generales  que  le  habían 
precedido ,  Sulpicio  y  Publio ,  pasando  tarde  á  la 
Macedonia,  y  tomando  la  guerra  con  flojedad,  ha- 
bian  gastado  sus  fuerzas  en  combates  de  puestos^y  ea 


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TITO  017IKCI0  F1.AMIKIO.  179 

contender  con  Fiiipo  en  eocoentros  parciales  sobre  el 
paso  y  sobre  las  provisiones^  se  propuso  no  imitar  á 
aquellos  que  peroian  nn  año  en  casa  en  los  honores 
y  negocios  políticos,  y  á  lo  último  pensaban  en  la 
guerra ,  ejecutando  él  lo  mismo  de  ganfr  á  su  mando 
nn  año  para  los  honores  y  los  negocios ,  haciendo  de 
Cónsul  en  el  uno  y  de  General  en  el  otro;  sino  de* 
dicar  con  empeño  á  la  guerra  todo  el  tiemoo  en  que 
ejerciese  su  autoridad ,  no  haciendo  cuenta  oe  los  no* 
ñores  y  prerogativas  que  en  la  ciudad  le  correspon-» 
derian.  ridi6  pues  al  Senado  que  le  diera  á  su  her« 
mano  Lucio  para  que  á.  sus  <5rdenes  mandase  la  arma-*» 
da ;  y  tomando  de  las  tropas  que  con  Eicipion  ha-> 
bian  vencido  á  Asdrnbal  en  España ,  y  en  África  al 
mismo  Anibal,  lo  mas  florido  y  arriscado*  para  sa 
principal  apoyo,  viniendo  á  ser  unos  tres  mil  hom* 
ores ,  dio  vela  A  Epiro  con  la  mayor  confianza.  Co^^^ 
mo  Fublío,  tenienco  establecido  su  campo  en  con-^ 
traposicion  del  de  FiHpo,  que  hacia  mucho  tiempo 
guardaba  los  desfiladeros  y^gargantas  del  rio  Apso, 
no  pudiese  adelantar  un  paso  por  lo  inexpugnable  del 
terreno »  luego  oue  lo  observó ,  fe  encargo  del  mando, 
y  despidiendo  a  Publto,  se  dedicó  i  reconocer  toda 
la  comarca.  Sotí  aquellos  lugares  no  menos  fuertes 
que  los  del  valle  de  Tempe ;  pero  no  presentan  aquella 
oelleza  de  árboles »  aquella  frescura  de  los  bosque^, 
aí  aquellos  prados  y  sitios  amenos.  Lós  montes  gran^ 
des  y  elevados  d^  una  y  otra  parte  van  á  parar  i  un 
barranco  dilatado  y  profundó,  por  el  que  discurre  ei 
Apso,  queén  su  aspecto  y  rapidez  se  parece  al  Pe- 
neo;  pero  cubriendo  toda  la  falda  solo  deja  un  cami^ 
no  cortado  muy  pendiente  y  estrecho  junto  i  la  mis- 
ma corriente :  paso  muy  dificultoso  para  un  ejército, 
y  si  hay  quien  le  defienda,  inaccesible. . 

Había  quien  proponía  á  Tito  que  fuese  á  dar  la 
vuelta  por  la  Dasaretide  junto  al  Luco,  tomando  asi 
un  camino  transitable  y  fácil ;  pero  temió  no  fuera 


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3S0  TITO   QUIKCIO  FLAMINIO^ 

que  interoándose  por  lugares  ásperos  y  de  escasas  co- 
sechas, Y  acosáadole  Filipo  sm  presentarle  hsx^ 
!e  faltasen  los  víveres,  y  reducido. otra  vez  á  la  inhac- 
cioo',  como  su  predecesor,  tuviera  que  retroceder 
hacia  el  mar ;  por  lo  que  determinó  marchar  con  to- 
do su  ejército  por  las  alturas ,  y  abrirse  paso  á  vi\i 
fuerza.  Ocupaba  Filipo  las  montañas  con  so  infante- 
ría ;  y  lloviendo  por  todas  partes  sobre  los  Roma- 
nos dardos  y  flechas  tirados  oblicuamente,  tenían  he- 
ridos 4  se  trababan  reñidos  combates,  y  hubia  muer- 
tos de  unos  y  otros;  pero  de  ninguna  manera  apare- 
cía cual  seria  el  término  de  aquella  guerra.  En  este 
estado  se  presentaron  unos  pastores  de  ios  de  aquellos 
contornos ,  manifestando  que  habla  cierto  rodeo  igno- 
rado délos  enemigos ,  y  ofreciendo  que  por  él  con- 
decirían el  ejército,  y  al  tercer  día  le  darían  puesto 
sobre  las  eminencias;  de  lo  que  daban  por  fiador, 
haciéndose  todo  con  su  conocimiento ,  á  Carope  el 
de  Macata ,  muy  principal  entre  los  Epirotas  y  apa- 
sionado de  los  Romanos ;  á  los  que  sin  embargo  no 
auxiliaba  «no  con  reserva,  por  miedo  de  Filipo.  Cre- 
yólos Tito ,  y  destaco  á  un  Tribuno  con  cuatro  mil  in- 
lantes  y  trescientos  caballos,  yendo  de  guias  los  pas- 
tores, á^  los  que  llevaban  atados.  Repossban  por  el 
dia  procuranao  ocultarse  entre  rocas  y  matorrales,  7 
hacían  su  camino  de  noche  á  la  tuz  de  la  luna  que 
estaba  en*  su  lleno.  Enviado  que  hubo  Tito  este  desta* 
camento ,  no  emprendió  nada  en  aquellos  dias  sino  lo 
preciso  para  que  no  cesaran  los  enemigos  en  sus  es- 
caramuzas de  lejos;  pero  en  el  que  debían  aparecer 
ya  sobre  las  eminencias  los  de  la  marcha,  al  amanecer 
puso  en  movimiento  sus  tropas  de  todas  armas,  J 
naciendo  tres  divisiones ,  por  sí  mismo  dirigió  su  hues- 
te por  el  camino  recto  hacia  la  garganta  por  d^ode 
discurre  el  rio  acosado  de  los  Maced^^nios ,  y  tenien- 
do que  lidiar  con  cuanto  se  le  oponía  en  aquellos  ma- 
los pasos.  Los  otros;  procuraban  combatir  de  900  y 


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TITO  qÚiNCIO   FLAMINIO.     •'  381 

Otro  lado,  trepando  denodadamente  por  los  desfila* 
deros  ,  á  tiempo  que  ya  se  dejó  ver  el  sol  y  á  lo  le* 

{'os  un  humo  no  muy  espeso ,  sino  á  manera  de  ne- 
>l¡na  de  los  montes ,  yéndose  mostrando  poco  á  poco; 
el  cual  no  fue  advenido  de  los  enemigos;  porque 
les  caia  á  la  espalda ,  como  lo  estaban  la^  eminencias 
ocupadas.  Los  Romanos  en  tanto  estaoan  inciertos 
con  aflicción  y  trabajo,  aunque  tfnian  la  esperanza 
en  lo  que  deseaban ;  mas  cuando  el  humo  tomó  ya 
mas  cuerpo , '  oscureciendo  el  aire ,  y  difundiéndose 
por  arriba ,  y  entre  él  apareció  que  las  lumbradas  • 
eran  ainigas ,  los  unos  acometieron  vigorosamente  con  - 
algazara ,  arrojando  á  los  enemigos  hacia  los  derrum* 
baderos,  y  los  de  la  espalda  correspondieron  también 
con  gritería  desde  ías  alturas. 

Por  tanto  todos  se  entregaron  á  una  precipitada 
fuga  ;  mas  no  murieron  sino  como  dos  mil  ó  menos,    • 
porque  lol  malos  pasos  impidieron  que  se  les  persi^ 
guiese.  Tomaron  los  Romanos  mucha  riqueza ,  tien- 
das y  esclavos  9  y  haciéndose  dueños  de  todas  las 
gargantas,  discurrian  por  el  Epiro  con  tanto  sosiego 
y  predominio ,  que  con  tener  á  mucha  distancia  las 
embarcaciones  y  el  mar ,  y  no  distribuírseles  las  ra- 
ciones mensuales  por  faltar  los  acopios ,  no  .tuvieron 
inconveniente  en  apartarse  de-  un  pais  que  les  ofrecía 
grandes  recursos.  Porque  habida  noticia  de  que  lili- 
po  atravesaba  la  Tesalia  á  manera  de  fugitivo ,  en  - 
términos  de  hacer  á  los  hombres  retirarse  á  las  mon- 
tañas, de  incendiar  las  ciudades,  y  de  entregar  al  sa- 
queo y  al  pillage  lo  que  no  podia  llevarse ,  como  si 
hiciera  ya  cesión  del  pais  á  los  Romanos,  Tito  tomó    n 
á  punto  de  honra  el  encargar  á  los  soldados  que 
marcharan  por  él  con  el  mismo  cuidado  que  si  fuera 
terreno  propio,  del  que  se  les  abandonaba  la  posesión. 
Y  bien  pronto  pudieron  conocer  cuan  útil  les  habia 
sido  este  modo  de  portarse:  porque  las  ciudades  se 
pasaban  á  su  partido  apena$  tocaron  en  la  Tesalia;  t 


y  Google 


3^a  Mfo  QüiNcro  flámii^io. 

y  los  Griegos  que  están  dentro  de  las   Xermopbs 
suspiraban  por  Tito »  y  le  deseaban  Con  vehemenc^ 
Los  Aqu,«0Sy  separándose  de  la  albnza  deFilipo ,  de- 
terminaron hacerle  la  guerra  con  los  Romanos;  /los 
Opnncios^  %o  obstante  que  siendo  los  Etolios  decidi- 
dos auxiliares  de  los  Romanos  deseaban  tooiary  coo- 
servar  su  ciudad ,  no  les  dieron  oidos,  sino  que  lla- 
mando ellos  mismos  i  Tito  se  pusieron  .en  su  man0| 
y  se  le  entregaron^  á  discreción.  Refiérese  de  Pirro 
que  la  primera  vez  que  desde  una  atalaya  pudo  ver 
un  ejército  romano  puesto  en  orden ,  exclamó  que 
no  le  parecía  barbárica  la  formación  de  aquellos  bár- 
baros ;  pues  los  que  tuvieron  ocasión  de  conocer  á 
Tico  casi  hubieron  de  prorumpir  en  las  mismas  pa* 
labras :  porque  como  los  Macedonios  les  hubiesen  in- 
formado de  que  se  encaminaba  á  su  pais  ei  Oeneral 
de  un  ejército  Mrbaro,  que  todo  lo  trastornaba  y  es- 
clavizaba con  las  armas;  cuando  después  se  hallaban 
con  un  hombre  joven,  afable  en  su  semblante,  gr/e- 

§o  en  la  voz  y  en  el  idioma ,  y  ambicioso  del  verda- 
ero  honor,  es  increible  cómo  se  tranquilizaban,  y 
la  benevolencia  y  amor  que  le  concillaban  por  las 
ciudades,  que  no  tenían  entonces  un  General  intere- 
sado en  su  libertad.  Pero  luego  que  por  haberse  mos- 
trado Filipo  dispuesto  á  negociar ,  pasó  á  tratar  con 
él ,  ofreciéndole  paz  y  amistad  con  la  condición  de 
dejar  independientes  á  los  Griegos ,  y  retirar  las  guar- 
niciones, y  este  no  quiso  convenir  en  ello;  conocie- 
ron ya  todos,  aun  los  que  mas  obsequiaban  á  Filipo, 
Íue  los  Romanos  no  venían  á  hacer  la  guerra  á  los 
rriegos ,  sino  por  aqior  de  los  Griegos  á  los  Macedo- 
nios.  rasábansele  pues  todos  los  pueblos  sin  oposición; 
y  habiendo  entrado  en  la  Beocia  sin  aparato  de  guer- 
ra,  se  le  presentaron  los  primeros  ciudadanos  de  Te- 
bas ,  siendo  en  su  ánimo  ael  partido  del  Rey  de  Ma- 
cedonia  á  causa  de  Barcilo;  pero  agasajándole  y  hon- 
rándole como  si  tuviesen  igual  amistad  con  ambos. 


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TITO  QUmciO  FLAMINXO.  383 

Recibiólos  Tito  con  la  mayor  afabilidad ,  y  d^ado- 
les  la  mano,  continuó  pausadamente  su  camino  ^ha* 
ciéndoles  preguntas ,  tomando  noticias  y  conversando 
con  ellos  y  y  deteniéndolos  de  intento  hasta  que  los 
soldados  se  repusiesen  de  la  marcha.  De  este  modo 
llegó  á  la  capital ,  y  entró  en  ella  juntaeiente  con  los 
Tebanos,  que  aunque  no  eran  gustosos  de  ello ,  no 
se  atrevieron  á  estorbárselo ,  por  ler  bastante  el  nú- 
mero de  tropas  que  le  seguían*  fiotró  pues  Tito  ea 
la  ciudad ,  sin  que  esta  fuese  de  su  partido ;  pero  pro- 
curó  atraerla  á  él  ayudado  del  Rey  Átalo,  que  tam« 
bien  exortaba  á  los  Tebanes;  mas  esforzándose  Átalo 
por  mostrarse  á  Tito  un.,  orador  mas  vehemente  de 
lo  que  su  vejez  permitía,  q  le  dio  un  vértigo,  ó  se 
le  atravesó  una  nema ,  á  lo  que  parece ,  pues  de  re« 
pente  cayó  sin  seotido ,  y  conducido  en  sus  naves  al 
Asia,  al  cabo  de  pocos  dias  murió;  y  los  Tebanos 
abrazaros  efectivamente  la  causa  de  Roma. 

Epvfó  Filipo  embajadores  á  Roma ,  y  también  en- 
vió Tito  quien  negociase,  que  el  Senado  le  prorogara 
el  tiempo,  si  había  de  continuarse  la  guerra,  o  le 
concediera  qué  él  fuese  quien  ajustara  la  paz;  pues 
estando  poseído  de  un  ardiente  deseo  de  gloria  >  te- 
mía que  $e  la  arrebatara  de  las  manos  el  nuevo  Ge- 
neral que  se  nombrase  para  la  guerra.  Proporcioná- 
ronle sus  amigos  que  Filipo  no  saliera  con  su  propó- 
sito, y  que  se  le  conservara  el  mando ;  y  luego  que 
recibió  el  decreto ,  alentado  con  grandes  esperanzas, 
se  encaminó  al  punto  hacía  la  Tesalia  para  continuar 
la  guerra  contra  Filipo  ,  teniendo  á  sus  órdenes  so- 
bre veinte  y  seis  mil  hombres ;  para  cuyo  número  ha- 
bían dado  los  EtoHos  seis  mil  infantes  y  cuatrocien- 
tos caballos.  El  ejército  de  Filipo  en  el  número  ve-» 
nía  á  ser  casi  igual.  Partieron  en  busca  unos  de  otros; 

}r  habiendo  llegado  i  Escotusa ,  donde  pensaban  dar 
a  batalla,  no  concibieron  los  Generales  aquel  temor 
regular  por  verse  tan  cerca,  sino  que  al  revés  fue  ma* 


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384  TITO  QUINCIO  FLAMINIO.      . 

yor  en  unos  y  en  otros  el  ardor  y  la  confianza;  co 
ios  Romanos  por  esperar  vencer  á  los  Macedonio^ 
cuyo  noinbre  por  Alejandro  iba  acompañado  de  ú 
idea  del  valor  y  del  poder ;  y  en  los  Maoedonios, 
porque  aventajándose  los  Romanos  á  los  Persas ,  de 
quedar  superiores  á  aquellos »  se  seguiría  que  Fiiípo 
sobrepujase  en  gloria  al  mismo  Alejandro.  Por  tanto 
Tito  exhortaba  á  si^  soldados  á  que  se  mostrasen  es- 
forzados y  valientes ,  teniendo  que  lidiar  en  el  mas 
brillante  teatro ,  que  era  la  Grecia »  contra  los  con- 
tendores de  mas  fama.  Filipo ,  bien  fuese  por  su  ma« 
la  suetre,  6  bien*  por  un  apresuramiento  intempes- 
tivo y  como  estuviese  cerca  qn  cementerio  algo  eleva- 
do, subiéndose  á  él,  empezd.á  tratar  y  disponer  lo 
Gue  suele  preceder  á  una  batalla;  pero  sobrecogl- 
co  de  un  gran  desaliento  de  resulta  de  la  observación 
dejas  aves,  no  se  determino  por  aquel  día. 

Al  siguiente  al  amanecer  después  de  una  noche 
bú^neda  y  lluviosa,  degenerando  las  nubes  en  niebia, 
ocupo  toda  la  llanura  una  oscuridad  profunda ,  y  des- 
cendiendo de  las  alturas  un  aire  espeso  por  entre  los 
ejércitos  desde  el  punto  de  rayar  el  dia  ocultaba  las 
posiciones.  Los  enviados  de  una  y  otra  parte  en  guer- 
rillas y  en  descubierta ,  encontrándose  repentinamen^ 
te,  trababan  pelea  en  las  llamadas  Cinocéfalas,  que 
siendo  las  cumbres  agudas  de  unos  collados  espesos 
y  paralelos,  de  la  semejanza  de  su  figura  tomaron 
aquel  nombre'.  Alternaban,  como  era  natural  en 
aquellos. lugares  ásperos,  las  vicisitudes  de  perseguir 
y  ser  perseguidos,  y  unos  y  otros  enviaban  refuer- 
zos desde  los  ejércitos  á  los  que  peleaban ,  y  se  reti- 
raban, hasta  que  despejado  ya  el  aire,  viendo  loque 
f  asaba ,  acometieron  con  todas  sus  fuerzas.  Cargaba 
illpo  con  su  ala  derecha,  impeliendo  sobre  los  Ro- 
manos desde  lugares  elevados  lo  mas  fuerte  de  sus 

I    K(^p;((f9eAx,  significa  caUza  de  perro* 


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TITO  OinKCIÓ  tUMitUtXtf.  3*J. 

tropas ,  de  manera  que  aun  los  mas  esforzados  de 
aquellos  DO  pódian  sostener  lo  pesado  de  su  apiña- 
miento y  la  violencia  de  la  acometida.  £1  ala  izquier* 
da  por  el  estorbo  de  los  collados  tenia  claros  y  des- 
uniones, y  Tito  no  curando  de  los  que  iban  de  ven- 
cida, se  dirigió  con  iittpetu  por  esta  o^a  parte  con- 
tra los  Macedonios ,  que  no  po(tian  traer  á  forma- 
ción 7  estrechar  las  filas ,  en  lo  qiál  consistía  la  prin- 
cipal fuerza  de  su  falange,  á  CtfUCi  de  la  desiguaida<i 
y  aspereza  del  terreno ;  y  qiie  para  los  combaten  ^fn- 
galares  tenían  armas  muy  pesadas  y  difíciles  de  ma- 
nejar :  porque  la  falange  iñ  su  fortaleza  se  parece  á 
un  animal  invencible  miftitras-es  un  solo  cuerpo ,  y 
conserva  su  apiñamienta^n  un  solo  orden;  pero  dei- 
unida  pierde  cada  uTio^de  los  que  pelean  de  su  fuer- 
za ;  ya  por  la  (á^^t  de  la  armadura,  y  ya  porque  no 
tanto  viene  su  pujanza  del  mismo,  como  de  la  re- 
unión dé  todos.  Desbaratados  estos,  tinos  se  dieron 
á  perseguir  á  los  que  huían,  y  otros  corriendo  4  lá 
otra  parte,  herian  y  acosaban  por  los  costados  áloi 
Macedonios  mientras  combatían  de  frente;  de  rnatíe-^ 
ra  que  muy  en  breve  también  los  vencedores  se  dfes-^ 
ordenaron  y  dieron  á  huir  arrojando  las  armas.  Mu-* 
rieron  por  lo  m^nosocho  mil ,  y  unos  cinco  mil  que^^ 
darpn  cautivos*;  y  «i  Filipo  podo  salvarse  con  segu-^ 
rídisid,  la  culpa '^e  de  los  Etolios,  que  mientras  loa 
Romanos  seguían , todavía  el  alcance ,  se  entregaron 
al  pillage  y  saqt^eo  del  campamento ,  en  términos  q;tf6 
coando  aquell^i  volvíer<Hi  ya  nada  encontraron.  •'^•'í 
Indispusiéronse  por  esto,  y  empegaron  á  decirse 
denuestos  unos  á  otros;  pero  loquea  Tito  mas^Í9 
incomodaba  enaque  los  ¿tollos  ^*se  aárfbuian  la  viioU 
toria ,  apresurándose  á  hacer  correr  esta  voz  entre  lo^ 
Griegos:  tanto  que  los  poetas  y  los  particulares,  cé^ 
lebrando  esta  jornada,  Jos  esctíbieron  y  cantaron  á 
ellos  los  primeros;  siendo  el  cantar  mas.  común  este 
epigrama:     *,  ,     •  • '-?     ..,...:./ 

TOMO  H.  BB 


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i%$  TITO  QUIÜTCIO  FI.AMtKia> 

Treinta  mil  de  Tesalia,  6  peregrino , 
Sin  ffloria  y  sin  sepulcro  aqui  yacemos^ 
De  bs  Etoiios  en  sangrienta  guerra 
Domados,  y. también  d<e  los  Latinos 
Que  Tito  trajo  de  la  hermosa  Italia. 
.Huyó  ¡  i^ísera  Ematia !  en  veloz  curso 
De  Filipo  el  espíritu  arrogante, 
Mas  que  los  d^ervos  tímido  y  ligero. 
Hizo  e>te  epígramlLAiceo  en  injuria  y  afrenta  de  F¡« 
lipo ;  y  para  ello  exagero  falsamente  el  número  de 
los  muertos;  pero  cantáncjose  por  todas  partes^  y  pot 
todos ,  mas  mortificación  üpausaba  á  Titp  que  á  Fili- 
po; el  cual  zahiriendo  á  su  vez  á  Alceo,  añadió  lo 
siguiente:  ....        "H. 

Lábrase  en  este  monte,  <S  p^egrino> 
De  infeliz  leño  sin  corteza  ^^una 
.   Hxcelsa  cruz  al  detestable  Alceo^ 
.  .  A  Tito  pues,  que  aspiraba  á  adquirir  gloria  en- 
tre Jos  Griegos,  causaban  estas  cosas. sumo  di^usra; 
p0r  lo  que  todo  lo  qué  restaba  lo  ejecutó  porj^  solo 
sin.  hacer  cuenta  de  los  Etoiios.  Irritaban^  estosi  y 
como  Tito  admities^e  las  proposiciones  y  emba)%da 
de  Filipo  acerca  de  la  paz ,  corrían  aquellos  las.  cia- 
dades  exclamando  que  se  vendia  lapazá  Filipo  » jcuan- 
do^se  podia  cortar  la  guerra  de  raia,  y. destruir  aquel 

Cder  que  fue  el,  primero  en  esclavizar  la  Grecia» 
ientras  los  Etoiios  se  afanaban  .por:  difundir. estas 
voces  y  conmover  i. á.  I09  aliados,  .pi:esentándose  el 
mismo  Filipo  á. negociar,  quitó  toda  sospecha  en- 
tregando á  Tito  y.  a  ios  Romanos  ctianto  le  perte- 
oecia.  De  este  modo. terminó, Tí to^ aquella  guerra;  y 
del  reino  de  Macedonia  hizo  donación  jal  mismo  Fi- 
iU>o;  pero  le  intimó  que  habia  de. retirarse  de  la 
Xracia;  lemulr^  eií  mil  talentos ,.  ie  quitó  todas  las 
naves,  á  excepción  de  diez;  y  tomando  en  rehenes 
i  Demetrio ,  iino:desus  hijos ,  le  envió  i  Roma ,  apro- 
vechando excelentemente  la  ocasión ,  y  consultando 


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XTTO  QinKGXO  FLAMIÑIO.  387 

00  máior  priideoda  á  lo  venidero*  Justamente 
entonces  el  africano  Anibal^  grande  enemigo  de  los 
Romanos,  7  que  andaba  desterrada,  se  habia  acogido 
ya  al  Rey  Autioco ,  y  le  excitaba  á  qué  e^ase  el  re^ 
to  á  su  fortuna,  cuandoel  poder  se  le  iba  viniendo  á  las 
oíanos  por  los  ilustres  hechos  que  tenfa  ejecutados,  ^ 
que  le  nabian  granjeado  el  sobreoembre  de  grande; 
.animábale  por  tanto  á  que  exten/áiera  sus  miras  al 
mando  universal ;  y  sobre  todo  te  acaloraba  contra 
los  Romanos.  Si  Tito  pues  n¿  hubiera  con  admirable 
pruéenda  admitido  las  preposiciones ,  sino  que  con 
la  guerra  de  Filipo  se  hubfcra  juntado  en  la  Grecia 
la  de  Antioco ,  y  por  cansas  que  les  eran  comunes 
se  hubieran  coligado  ^ntra  Roma  los  dos  mayores 
y  mas  poderosos  Reyes  de  aquella  era ,  se  habrta  vis- 
to de  nuevo  en  «embates  y  peligros  en  nada  inferior- 
res  á  los  de  Aníbal ;  pero  añora  interponiendo  Tito 
oportunamente  la  paz  entre  ambas  guerras;,  y  cortan- 
do, la  presente  antes  de  que  tuviese  principio  la  que 
amenazaba ,  á  aquella  le  quitó  la  última  esperanza  y 
4  estala  primera. 

•Envió  el  Senado  con  esta  ocasión  á  Tito  diez  le^ 
gados^  y  estos  eran  de  sentir  que  se  diera  la  libertad 
á  los  demás  Griegos;  pero  quedando  con  guarnicio- 
nes Gorinto>  la  Calcide  y  la  Demetriade  para  ma- 
?ror  seguridad  en  la  guerra  con  Antioco;  y  entonces 
os  Etolios,  hábiles  en  acriminaciones,  sublevaban 
con  mayor  calor  las  ciudades,  requiriendo  por  una 


parte  á  Tito  para  que  le  quitara  á  la  Grecia  los  grillos 
(porque  este  era  el  nombre  que  solia  dar  Filipo  á  es- 
tas ciudades) ,  v  preguntando  por  otra  á  los  Griegos 
¿si  llevando  añora  uila  cadena  mas  pesada,  aunque 
roas  bellamente  forjada  que  la  de  antes ,  se  hallaban 
contentos  y  celebraban  á  Tito  como  á  su  bienhechor, 
porque  habiendo  desatado  á  la  Grecia  por  los  pies, 
la  habia  ligado  por  el  cuello?  Desazonábase  Tito  con 
estos  manejos ,  sintiéndolos  vivamente;  y  por  fin  á 

BB2 


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TITO  aumcio  flaminid. 
fuersa  de  rqegos  en  la  janta  consiguió  de  esta  fie 
también  se' cuitaran  las  guarniciones  de  las  mención 
nadas  ciodades,  para  que  asi  el  reconocimiento  ie 
Jos  Griego^,  hacia  ¿1  tuese.  cpmpteto.  Celebrábaiise 
los  juego3  ístmicos,  y  habia  gran  concurso,  en  d 
estadio  para  ver  los  combates: como  era  natural» 
cuando  la  Grecí^  reposaba  de  una  guerra  becha 
por  largo  tiepíip&con  la  esperanza  de  la  libertad, 
y  se  reuaia  en  medíp  de  una  paz  segura.  Hízose 
con  la  trompeta  la  setal  de  silencio,  y  presentán- 
dose en  ^nedio  el  pregonero ,  anunció  que  d  Senado 
de  los  Romanos  y  el  CcJiúul  Tito  Qulncio  su  Gene- 
ral ,  después  de  haber  venteío  al  Rey  Fiüpo  y  i  los 
IMUcedonios ,  declaraban  licnv^de  tener  guarniciones^ 
exentos  de  todo  tributo,  y  ndifiijetos  á  otras  leyes 
que  las  propias  de  cada  pueblo,  SnÍos  Corintios,  Lo- 
beros ,  Focenses ,  Eubeos,  Aqueos^  Tiotas ,  Magnesio^ 
Tesalianos  y  Perrebeos*  Al  principio  no  lo  entendieron 
todos  ni  lo.oyeron  bien ;  por  lo  que  se  txcító  en  el 
estadio  un  moyimieqto  extraño,  y  una  grande  mquie— 
tud ,  adniirándose  unos ,  preguntando  otros^y  pUieiv 
do  que  volviera  á  repetirse.  -  Hízose  pues  silencio  de 
nuevo,  y  después  que  habiendo  esforzado  el  prego-^ 
ñero  ia  voz ,  todos  oyeron  y  pomprendieron  el  pre- 
gón ,  fue  grande  la  gritería  qsie  con  el.  gozo  se  movió, 
difundiéndose  hasta  el  mar;  pusiéronse  en  pie  todos 
los  del  teatro,  y  ya  nadie  dio  la  mefnor  atención  á 
.los  combatientes ,.  sino  que  todos  corrieron  á  arrojarse 
á  los  pies  y  tomar  la  diestra  del  q«e  saludaban  como 
salvador  y;  libertador  de  Ja  Grecia.  Vióse  entonces 
lo  que  muchas  veces  se  hadidio  por  hipérbole  acerca 
de  la  gran  fuerza  de  la  voz  humana:  porque  unos 
cuervos  que  por  casualidad  volaban  por  alli  caye- 
ron al  estadio.  La  causa  fue  sin  duda  haberse  cortado 
el  aire :  pojrque  cuando  suben  muchos  gritos  altos  y 
reunidos ,  dividido  el  aire  por  ellos ,  no  sostiene  á  las 
aves  que  vuelan,  sino  que  hay  cierto  huecO|  conao  m-^ 


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TITO  QtriKCIO  FlAinKlO.  589 

cede  arlos  que  dan  an  p^so  en  vago:  i  no  que  sea 
que  reciban  golpe  como  si  les  alcanzara  un  tiro ,  y  con 
él  caigan  y  mueran.  También  puede  acontecer  que 
se  formen  torbelliaos  en  el  aire,  á  manera  de  los  re-» 
molinos  del  mar,  que  toman  ímpetu  vertiginoso  de  la 
magnitud  del  mismo  piélago. 

Por  lo  que  hace  á  Tito ,  si  lue|o  que  se  oonclu-* 
yo  la  celebridad  no  hubiera  evitado  con  previsión 
el -concurso  y  atropellamiento  de  la  muchedumbre, 
no  se  alcanza  cómo  habria  salido  de  él ,  siendo  tan- 
tos los  que  por  todas  pártesele  rodeaban.  Cuando  ya 
se  fatigaron  de  victorearte  delante  de  su  pabellón, 
siendo,  ya  de  nodie,  si^dañdo  y  abrazando  á  los 
amigos  ó  á  los  ciudadanos  que  encontraban ,  se  los 
llevaban  á  comer  y  beber  en  recíprocos  convites.  Allí 
principalmente  regocijados,  se  movia  entre  ellos,  co^ 
mo  era  natural ,  la  conversación  de  la  Grecia ,  dicién- 
dose que  de  tantas  guerras  como  había  sostenido  por 
su  libertad ,  nunca  defendiéndola  otros  habla  alcan- 
zado un  premio  tan  cierto,  tan  dulce  y  tan  glorioso, 
como  aquel  con  que  ahora  le  lisonjeaDa  la  fortuna,' 
casi  sin  sangre  y  sin  lásrimas  de  su  parte.  Eran  ra- 
ras entre  los  hombres  lá  lortaleza  y  la  prudencia ;  pe- 
ro el  mas  raro  de  esta  clase  de  bienes  era  la  justicia: 
porque  los  Agesilaos ,  los  Lisandros,  los  Nicias  y 
los  Alcibiades ,  cuando  tenian  mando ,  sabían  muy 
bien  disponer  la  guerra  y  vencer  á  sus  contrarios  por 
tierra  y  por  mar ;  pero  no  entraba  en  sus  ideas  el 
usar  de  la  victoria  para  fines  rectos  y  en  beneficio  de 
los  que  tenian  i  sus  órdenes ;  sino  que  si  sacamos  de 
esta  cuenta  la  jomada  de  Maratón ,  el  combate  naval 
de  Salamina,  á  Platea ,  las  Termopilas  jv  las  hazañas 
de  Ciihon  juntó  al  Eurimedonte  y  en  Chipre ,  todas 
las  demás  batallas  las  dtó  la  Grecia  contra  si  misma 

?r  para  $u  esclavitud ;  y  todos  los  trofeos  que  erigió 
ueron  para  ella  padrones  de  aflicción  y  oprobio ,  sien- 
do causa^  de  esto  por  lo.  común  la  maldad  y  las  di- 


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390  mo  otjmcio  niiMXKio. 

scnsiones  de  sus  generales  r  cuando  honores  de  otni 
Daciones,  que  solo  parecían  conservar  un  cak>r  remis» 
y  débiles  vestígios  del  común  origen  >  y  de  qoienei 
aeria  mucho  esperar  que  de  palabra  y  con  el  oonsefe 
prestasen  algún  auxilio  i  la  Grecia;  estos  habían 
sido  los  que  i  costa  de  grandes  peligros  y  trabajos, 
arrojando  de  elia^  los  que  duramente  la  dominaban 
y  tiranizaban ,  le^^abian  restituido  la  libertad. 

Corrian  estas  plácticas  por  la  Grecia ,  y  juntameñ" 
te  obras  que  guardaban' tonsonáncia  con  los  precooes: 
porque  al  mi$mo  tiempo  envió  Tito  á  Lentulo  al  Asia 
para  restituir  la  libertad  á  los  Bargelietises  * ;  y  á  Ti  ti- 
fio á  la  Tracia  con  el  fin  dia^etirar  de  las  ciudades  é 
islas  de  aquella  parte  las  guafai^nes  puestas  por  Fi- 
Kpo.  Publio  Ovillo  mardiaba/^Hr  mar  á  tratar  con 
Antioco  de  la  libertad  de  los  Griegos  que  pertenecían 
i  su  reino ;  y  el  mismo  Tito ,  pasando  á  la  Calcide, 
y  después  embarcándose  para  Magnesia ,  qmtó  las 

Sarniciones »  y  restituyo  á  cada  pueblo  su  Mbíemo. 
ombrado  en  Argos  presidente  de  los  juegos  jkemeos, 
tomó  acertadas  disposiciones  para  la  reunión ,  y  a\Ú 
otra  vez  confirmó  a  los  Griegos  la  libertad  con  nuevo 

Eregon.  Visitando  en  seguida  hs  ciudades »  les  dio 
nenas  ordenanzas  y  recta  justicia,  y  la  concordia  y 
paz  de  unos  con  otros ;  sosegando  las  sediciones ,  res^ 
tituyendo  Ips  desterrados,  y  teniendo  en  uñir  y  re* 
conciliar  á  los  Griegos  no  menor  placer  que  en  naber 
vencido  á  los  Macedoniost  de  manera  que  ya  la  li- 
bertad les  párecia  el  menor  de  sus  beneficios.  Refiére- 
se que  el  filósofo  Xenocrates,  cuando  Licurgo  dora- 
dor le  libertó  de  la  prisión  adonde  le  llevaban  ios 
publícanos ,  i  introdujo  ademas  contra  estos  la  acción 
de  injurias ,  encontrándose  con  los  hijos  de  Licurgo 
les  dijo:  ¡á  fe  mia  que  he  pagado  bien  á  vuestro  pa- 
dre! porque  todos  celebran  lo  qué  conmigo  ha  ejeca* 

I    Pueblo  de  la  Caria  ea  el  Asia  menor» 


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mo  Qtrnrcio  nxuvno^  391 

fado:  pon  i  Tito  7  á  k>s  Romanos  la  gratitud  por 
los  grandes  Iñenes  dispensados  á  la  Grecia»  no  solo 
les  proporciono  elogios ,  sino  confianza  y  poder  en- 
tre todos  loe  hombres:  porque  no  contentándose  con  ' 
admitir  sos  Generales ,  los  enviaban  á  buscar,  y  los 
llamaban  para  entregárseles.  Asi  él  mismo  estaba  su- 
mamente satisfecho  con  haber  proeurado  la  libertad  de 
la  Greda ;  y  consagrando  en  I>elÁ>s  unos  paveses  dé 
plata  y  su  propio  escudo ,  puso  esta  inscripción: 

lot  DidscoroSy  prole  ^1  gran  Jove 

Al  placer  dados  de  á|^les  caballos: 

lo  ¡hijos  de  Tindar»)  que  Reyes 

Fuisteis  de  Esparm^;  esta  sublime  ofrenda 

En  vuestras  aras^ef  Romano  Tito 

Ledo  consagra;  por  haber  labrado 

La  Iib«rfaé  de  ta  oprimida  Grecia. 
Dedicó  también  á  Apolo  ttna  corona  de  oro  coa  es» 
tos  verses: 

Descanse  esta  ccMrooa,  indito  Febo, 

Sobre  tu  rubia  y  crespa  caballera. 

De  los  Romanos  el  caudillo  ilustre 

A  tí  la  ofrece ;  pero  da  tú  en  premio 

Gloria  y  honor  al  invencible  Tito. 
Ocurrió  dos  veces  este  mismo  suceso  en  la  ciudad  de 
Corinto:  porque  hallándose  en  ella  Tito,  y  después 
igualmente  Nerón  en  nuestra  edad ,  á  la  sazón  de  cé- 
Mrarse  los  juegos  ístmicos »  declararon  á  los  Griegosí 
libres  6  independientes:  aquel  por  medio  de  |>rego- 
aero,  como  dejamos  dicho;  masL Nerón  por  sí  mis-^ 
SBo ,  hablando  en  la  plaza  al  concurso  desde  la  tribu- 
na y  lo  que ,  como  se  ve ,  fue  mucho  mas  adelante. 

Emprendió  después  Tito  la  mas  debida  y  justa 
«erra  contra  Nabis,  el  mas  insolente  é  injusto  de 
los  tiranos  de  Lacedémonia ;  pero  al  fin  frustró  en 
cuanto  á  ella  las  esperanzas  de  la  Grecia ,  pues  pu- 
diendo  acabar  con  aquel ,  desistió  del  intento,  entran- 
do en  tratados  y  abandonando  á  Esparta  en  su  igno- 


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tf2    ^  Tiro  QÜIVCXO  WtkUUSUO^ 

sniniosa  $ervidumbre ;  de  lo  que  pudo  ^er  cansa  ó  á 
%tmoT  de  que  dilatándose  la  guerra  viuiera  de  Roma 
^tro  General  que  le  usurpara  su  gloriado  cierta  ema- 
lacioQ  y  secreta  envidia  por  los  honores  de  Fílope- 
imen:  pues  siendo  un  varón  sobresaliente  entre  los 
Oríegos,  que  tn  otras  guerras  y  en  aquella  misma 
bsdbia  dado  maravillosas  muestras  de  valor  é  inteligen* 
da ,  como  le  celebrasen  los  Aqueos  al  par  de  Tito, 
y  aplaudiesen  en  los  i«atros ;  mortificaba  á  este  el  que 
á  un  hombre  Arcade ,  caudillo  de  guerras  insignifi- 
cantes, hechas  dentro  de  su  propio  pais,  le  igualaran 
en  los  honores  con  un  Cómul  de  los  Romanos],  liber- 
tador (de  la  Grecia.  Aun  s^defendio  Tito  de  este 
cargo ,  diciendo  que  suspena|p  la  guerra  luego  que 
advirtió  que  uose  podia  acabar  cójael  tirano  sin  cau- 
sar gravísimos  males  á  los  demás  Espavciiuas.  Fueron 
gratines  los  honores  que  también  los  Aqueos  decretií*- 
ron  á  Tito :  y  aunque  parecia  que  ninguno  podia  m6* 
dirse  con  sus  beneficios ,  hubo  uno  que  llenó  entera- 
mente sus  deseos,  y  fue  el  siguiente.  De  los  iníUices 
vencidos  en  la  guerra  de  Anibal ,  muchos  hablan  ú- 
do  vendidps ,  y  se  hallaban  en  esclavitud  en  diferentes 
partes.  £n  la  Grecia  venia  á  haber  unos  mil  y  dos- 
cientos, muy  difinos  siempre  de  compasión  por  su  es^ 
tado;.pero  mucno  mas  entonces  que  unos  se*encon- 
tjr^ban  con  sus  hijos ,  otros  con  sus  hermanos«d  deu- 
dos., esclavos  con  libres  y  cautivos  con  vencedores. 
No.se  atrevía  Tito  á  sacarlos  del  poder  de  sus  due« 
Qos,  sin  embargo  de  que  le  afligía  mucho  su  suerte; 
pero  los  Aqueos  los  rescataron  á  razón  de  cinco  mi- 
nas,por  cada  uno,  y  formándolos  en  un  cuerpo,  bi-* 
cieron  entrega  de  eflos  á  Tito,  cuando  ya  estaba  para 
¿acerse  á  la  vela ;  con  lo  que  emprendió  su  navega- 
ción sumamente  contento,  viendo  que  sus  gloriosas 
hazañas  habían  tenido  gloriosas  recompensas  dignas 
de  un  varón  ¡lustre  y  amante  de  sus  conciudadanos; 
lo  que  fue  también  lo  mas  brillante  y  esclarecido  de 

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TITO  QUIHCTO  FLAMIKTO»  y^y 

sa-^ triunfe,  porque  aquellos  rescatados ,  iietidp  eos- 
tambre  de  los  esclavos  cuando  se  les  da  libertad  cor« 
tarse  el  cabello  y  ponerse  gorros ,  practicaron  esto 
mismo  9  y  en  esta  forma  seguían  en  su  triunfo  á  Tito. 

Hacíanle  también  vistoso  los  despojos  llevados  ea 
la  pompa:  yelmos  Griegos^  rodelas  ^lanzas  Mace- 
dónicas; y  la  cantidad  de  dinero  no  era  tampoco 
pequeña ,  habiendo  dejado  escrito!  Itano  .que  de  oró 
en  barras  se  llevaron  en  triunfo  tres  mil  setecien- 
tas y  treinta  libras;  de  plat»  treinta  y  tres  mil  dos^- 
cientas  y  setenta;  filipos ,  «ueera  una  moneda-de  oro, 
trece  mil  quinientos  y  qinoTet ;  y  ademas  de  todo 
esto  los  mil  talentos  qiai'  debia  pagar  Filipo ;  pero 
de  estos  mas  adelantóle  indultaron  los  Romanos  Si 
persuasión  de  Tit^,  recibiéndole  por  aliado,  y  1^1 
hijo  le  dejaroft'4«mbien  libre  de  su  íiaduría. 

Cuando  Antioco ,  pasandp  í  la  Grecia  con  grande 
armada  y  numeroso  ejército ,  inquietó  y  trajo  á  su 
partido  diferentes  ciudades ,  tuvo  en  su  auxilio  á  los 
Etoltos,  que  hacia  tiempo  se  mostraban  contrarios* 
y  enemigos  del  pueblo  Romano ;  y  estos  le  sugirie- 
ren para  la  guerra  el  pretexto  de  que  venia  á  dar  li- 
bertad á  los  Griegos ,  que  ninguna  necesidad  tenían 
para  esto  de  su  poder ,  pues  que  eran  libres ;  sino  que 
a  falta  de  una  causa  decente,  les  enseñaron  á  valerse 
del  mas  recomendable  de  todos  los  nombres*  Temie- 
ron en  gran  manera  los  Romanos  esta  sublevación  y 
h  opinión  del  poder  de  Antioco;  y  aunque  enviaron 
por  General  de  esta  guerra  á  Manió  Acilio,  nombra- 
ron á  Tito  su  legado  militar^,  en  consideración  á  las 
rjslaciones  que  tenia  con  los  Griegos :  asi  es  que  á 
muchos  con  sola  su  presencia  al  punto  los  aseguró  en 

I  Estos  legados  iban  como  consejeros  del  General ,  y 
por  lo  común  los  elegía  este  con  probación  del  Senado; 
mas  Tito ,  según  parece ,  fíie  nombrado  por  el  Senado 
mttmo. 


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394  TITO  <>UINCK)  FLAMINIO. 

SU  fidelidad;  y  á  otros  que  ya  empezaban  i  flaqoesr» 
usando  en  tiempo  con  ellos,  como  de  una  fuedicinai 
de  su  benevolencia  y  afabilidad  ^  los  contuvo  y  les 
impidió  que  del  todo  errasen.  Muy  pocos  fueron  los 
que  le  faltaron  á  causa  de  estar  de  antemano  preocu- 
pados y  seducidos  por  los  Etolios ;  y  aunque  justa- 
mente eno}adoé  irntado  contra  estos,  con  todo  des- 
pués de  la  batalla  m  protegió.  Porque  vencido  An- 
tioco  en  las  Termopilas,  al  punto  nuyó  y  se  retiró 
con  su  armada  al  Asta ;  f  entonces  el  Cónsul  Manió, 
yendo  contra  los  Etolios  ,íá  unos  les  puso  sitio;  y 
en  cuanto  á  otros,  dio  al  9^y  Filipo  la  comisión  de 
que  los  redujese.  Habiendo1|pltratado  y  .vejado  el 
M|icedon¡o  de  una  parte  á  loSuDolopes  y  Magnetes, 
yíde  otra  á  los  Atamanes  y  ApeK|iites;  y  el  mismo 
Cónsul  talado  á  Heraclea,  y  puesto^cerco  á  Naupac- 
to,  que  estaba  por  los  Etolios ,  movido  Tito^  compa- 
sión de  los  Griegos,  partió  desde  el  Peloponcso  ea 
busca  del  Cónsul.  Hizole  cargo  ante  todas  cosas  de 
que  habiendo  sido  él'  el  vencedor ,  dejaba  que  FUí-* 
po  cogiese  el  premio  de  la  guerra ,  y  de  que  malgas- 
tando el  tiempo  por  encono  ante  una  sola  ciudad, 
subyugasen  en  tanto  los  Macedonios  reinos  y  nacio- 
nes enteras.  Después ,  coftio  los  sitiados  llegasen  á  ver- 
le, empezaron  a  llamarle  desde  la  muralla,  tendien- 
do á  él  las  manos  y  suplicándole;  y  por  lo  pronto 
nada  dijo  ,  sino  que  volvió  el  rostro  y  se  retiró  llo- 
rando; mas  luego  trató  con  ManJo,  y  aplacando  su 
enojo ,  obtuvo  iqué  se  concedieran  treguas-á  los  Eto-' 
liós ,  y  el  tiempo  necesario  para  que  enviando  emba- 
jadores á  Roma,  pudieran  alcanzar  condiciones  mas 
tolerables.  * 

Los  ruegos  y  sópUcas  en  que  mas  tuvo  que  con- 
tender y  trabajar  con  Manió  fueron  los  de  los  Cal- 
cidenses ,  que  le  tenían  muy  jrrítodo  con  motivo  del 
matrimonio  que  entre  ellos  contrajo  Antioco ,  movida 
ya  la  guerra  i  matrimonio  desigual  y  fuera  de  tiem« 


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TTTó  Qvivae  FLAMIíaO.  39$ 

.  po  por  haberse  enamorado  an  viejo  de  una  mocita; 
la  cual  era  hija  de  Cleoptolemo^y  se  tenia  por  la  mas 
hermosa  de  las  doncellas  de  aquella  era*  Este  hizo 
que  los  Calcídenses  abrazasen  con  ardor  el  partido 
del  Rey ,  j  que  para  la  guerra  fuese  aquella  ciudad 
$u  principal  apoyo;  y  tamUen  coafidb después  de  la 
batalla  se  abandono  á  una  precipitada  fuga ,  en  Cal- 
éis fue  donde  toco,  y  tomándola  mugfer,  el  caudal 
y  los  amigos ,  se  embarcó  para  el  Asia.  Tito ,  cuan- 
do Manió  marcho  irritado  contra  losCalcidenses^se 
fiíe  en  pos  de  él,  y  lo  |blandó  y  dulcifico,  y  por 
éhimo  le  persuadió  y  soregó  completamente  á  fuerza 
de  séplicas  con  él  mispio  y  con  los  demás  gefes  de 
los  Romanos.  Por  lar  tanto  salvos  los  Calcídenses  á 
SQ  intercesión,  coiísagraron  á  Tito  los  mas  bellos  y 
grandiosos  monumentos  que  pudieron,  de  los  cuales 
todavía  se  leen  hoy  las  inscripciones  siguientes:  El 
fuebh^Á  Tito  y  d  Hércules  este  Gimnasio  \  y  en 
otra  parte  en  la  misma  forma:  El  pueblo  d  Tito  y  d 
Afolo  el.  Delfinio.  También  en  esta  edad  se  elige  y 
consagra  un  Sacerdote  de  Tito ;  á  quien  ofrecen  sa- 
crificio ,  y  hechas  las  libaciones ,  cantan  un  pean  ó  him« 
no  de  victoria  ea  verso;  del  cual^  dejando  lo  demás 
por  ser  demasiado  difuso,  trascribimos  lo  que  can- 
tan al  fin  del  himno : 

Objetó  es  de  este  culto 

La  fe  de  los  Romanos , 

Aquella  fe  sincera 

Q¿e  guardarles  juramos. 

Cantad ,  festivas  ninfas , 

A  Jove  soberano , 

Y  en  pos  de  Roma  y  Tito 

La  fe  de  los  Romanos. 

lo  pean  ó  Tito , 
'  O  Tito  nuestro  amparo. 
A  todos  los  Griegos  les  mereció  las  mayores  honras, 
y  sobretodo  lo  que  hace  verdaderos  los  honores,,  que 


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596  TfTO:  QUnfCTO  FI.AMIW10. 

es  una  admirable  benevolencia  por  la  suavidad  de  sa 
carácter:  pues  sí  con  algunos,  por  razón  de  los  ne- 
gocios ó  por  amor  propio ,  tuvo  algún  encuentro ,  co- 
no con  Filopemen  y  después  con  Diófanes ,  que  tasn- 
bien  foe  General  de  los  Aqueos,  su  enojo  no  era  pro- 
fundo ni  se  ettendia  á  obras ,  sino  que  se  quedaba 
en  palabras],  con  las  que  manifestaba  su  sentir  ,  y  aun 
esto  de  una  manera  brbana :  asi  con  nadie  fue  áspero, 
aunque  pata  algunos"  fuese  pronto  y  pareciese  ligero 

Íor  su  índole:  por  lo  demás  tenia  calidades  que  le 
acian  amable  a  todos ;  y  f  n  el  decir  no  le  faltaba 
soltura  y  gracia.  Poraue  á'l^  Aqueos, que  trataban 
de  adquirir  para  si  la  fsla  delEacinto ,  para  retraer- 
los les  dijo  que  sé  exponían  artle^o  de  las  tortugas, 
Íueriendo  alargar  la  cabeza  mas  al%del  Peloponeso. 
ilipo ,  la  primera  vez  que  se  reunieron  para  hablar 
de  tratados  y  de  paz,  le  dijo  que  el  mismo  Tito  ha- 
bia  traido  muchos  consigo ,  cuando  él  habia  venido 
solo;  y  replicando  aquel  al  punto,  eso  es,  le  di/o 
porque  tú  mismo  te  has  reducido  á  soledad ,  habiecH 
do  dado  muerte  á  tus  amigos  y  parientes.  Dinocrates 
de  Mesena^  habiéndose  alegrado  entre  los  brindis  es- 
tando éa  Roma,  se  puso  á  danzar  con  un  trage  de 
muger,  y  como  al  día  siguiente  se  presentase  á  Tito 
pidiéndole  le  auxiliara  en  el  proyectó  que  tenia  de 
separar  á  Mesena  de  la  liga  de  los  Aqueos:  veremos, 
le  dijo;  pero  me  maravillo  de  que  trayendo  tales 
negocios  entre  manos,  puedas  cantar  y  bailar  en  un 
festin.  A  los  Aqueos,  con  ocasión  de  referirles  los 
embajadores  de  Antioco  la  muchedumbre  de  las  tro- 
pas de  este,  y  de  contarles,  sus  diversas  denominacio- 
nes, les  dijo,  que  cenando  él- mismo  una  vez  en  casa 
de  un  huésped  se  quej6  á  este  del  gran  número  de  pla- 
tos ,  mostrando  maravillarse  de  que  hubiese  habido 
mercado  tan  abundante  para  proveerse  de  aquel  mo- 
do; y  que  el  huésped  le  habia  respondido  que  todos 
se  reducian  á  carne  de  puerco,  diferenciándose  solo 


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TITO  QÜINCIO  FLAMIMia.  ¡397 

«tt  el  género  de  cuiso  y  en  las  salsas :  pu^s  del  mis* 
>mo  modo  y  añadió,,  no  os  maravilléis  vosotros,  <S 
g^queos,  de. las  grandes  fuerzas  de  Antioco^  al  oir 
lanceros^  azconeros,  fjezetairos  ^ :  porqué-todos  estos 
no  son  mas  que  Sirios,  y  solo  en  las  armadurillai 
se  distinguen.  .y-  : 

Después  de  todos  estos  sucesos  de  Grecia  y  de 
la  guerra  de  Antioco  se  le  nom|ró  Censor ,  que  es 
la  mayor  de  las  magistraturas  ^.^  en  cierta  manera  la 
perfección  del  Gobierno ,  y  tuvo  por  colega  at  hijo 
de  aquel  Marcelo  que  fue  cinco  veces  Cónsul  Remo-* 
vieron  del  Senado  á  cuaQ^o  que  no  eran  de  los  de  mas 
nombre,  y  admitieroQí^por  ciudadanos  á  todos  los 
que  se  hablan  inscfjit<r  en  el  censo ,  con  tal  que  fue* 
sen  hijos  de  padbreí  libres ,  precisados  á  ello  por  el 
tribuno  de  lapkbe  Terencio  Culeon,  que  por  éneo* 
mistad  con  los  inclinados  ala  aristocracia  persuadió 
al  pueUo.  á  qoe  asi  b  mandase.  De  los  varones  prin-* 
cipales  de  su  tiempo  estaban  entre'  sí  inal  avenidos 
E¿QÍpion  Africano  y,  Marco  Catón ,  y. de  estos  escri- 
bió a  aquel  el  primero  en. la  lista  del  aenado ,  tenién- 
dole por  sobresaliente  y  aventajado  en  todo.  Su  ene* 
mistad  con  Catón  txxsm  origen  en  este  desagradable  su- 
ceso: era  hermano  de-Tito  Lucio  Flamtnio,  de  muy 
diversa  índole  que  aquel :  sobre  todo  en  punto  á  de- 
ley  tes  era  abominable,  sin  respeto  ninguno  á  lo  opi- 
nión pública  y  á  la  decencia^  Tenia  este  consigo  un 
mozuelo  á  quien  amaba-,  y  el  que  le  siguió  at  ejército 
en  sus  expediciones  y  también  á  la  provincia  mientras 
mandó  en  ella.  Este,  adulando  á  Lucio  en  un  banque^ 
te ,  le  dijo  ser  tanto  el  exceso  con  que  le  amaba ,  que 
habia  dejado  de  ver  él  duelo  de  unos  gladiatores ,  sin- 
embargo  de  que  nunca  h^ia  visto  matar  á  un  hombre; 
antepoiiiendo  el  gusto  de  acompañarle  al  de  aquel  es< 

I     Soldados  distinguidos  entre  los  Siriod  y  Mácedonios, 
que  venían,  á  constituir  Ja  mas  inmediata  guardia  del  Rey. 


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398  rno  qoincto  plaminio. 

pecticDlo.  CompÍBiáó  en  esto  mocho  á  Lucio '» el  cnA 
It  contestó  que  nada  había  perdido,  aporque  yo 
n$Bt¡»fiUPé,  Je  añadió ,  ese  ta  deseo" ;  y  haciendo  que 
Je  m;esea  de  la  cárcel  á  uso  de  los  sentenciados,  lla- 
nca i  uno  de'^s  esclavos^  y  le  mandó  que  alii  mismo 
en  el  banquete^];  cortase  á  aquel  la  cabeza.  Valerio 
de  Áncio  dice  que  Lucio  ejecutó  lo  que  se  deja  dicho, 
no  en  obsequio  de|in  mozuelo,  sino  de  una  amiga; 
mas  Livio  refiere  hatier  escrito  Catón  en  su  discurso, 
que  habiendo  llegado  i  s«s  puertas  un  Galo  trasfuga 
con  sos  hijos  y  su  muger,  admitiéndole  Lució  al  ban-^- 
quete,  le  babia  dado  muer^  con' su  propia  mano  en 
obsequio  del  mozuelo  amad^^  No  seria  extraño  que 
Catoo  se  hubiera  esplicado  aS^pára  dar  á  la  acusa-* 
clon  mayor  odiosidad;  pero  que  el.que  sufrió  aque- 
lla bárbara  ejecución  no  fue  trasfu^«.  ciño  preso  y 
ya  sentenciado ,  ademas  de  otros  muchos  lo -dijo  Ci* 
cerón  el  orador  en  su  libro  de  la  vejez,  poniendo  las 
palabras  en  boca  del  mismo  Catón. 

Fue  este  al  cabo  de  poco  nombrado  Censoi^»  y 
haciendo  el  recuento  del  Senado ,  removió  de  él  á 
Lucio ^  sin  embargo  de  ser  de  los  Consulares,  en  la 
cual  afrenta  se  tuvo  el  Jiermano  por  comprendido. 
Por  tanto  i  presentándose  ambos  al  pueblo  aoatidos  y 
llorosos,  pareció  á  los  ciudadanos  que  pretendian 
una  cosa  justa  en  pedir  que  Catón  diera  la  cansa 
que  habia  tenido  para  haber  constituido  en  semejan- 
te afrenta  á  una  casa  ilustre.  No  se  detuvo  Catón, 
sino  que  compareció  .al  momento  con  su  colega,  y 
preguntó  á  Tito  ¿si  tenia  presente  lo  del  banquete! 
Como  este  lo  negase,  hizo  Cáton  la  explicación,  y 
provocó  á  Lucio  á  que  jurase  si  podía  decir  que  no 
era  verdad  algo  de  lo  que  habia  expuesto.  Redújose 
entonces  al  silenció,  y  el  pueblo  se  convenció  de 
haber  sido  justa  la  nota  que  se  le  impusp  y  acom« 
panoli  Catón  con  grandes  demostracioíies  desde  la 
tribuna*  Pero  Tito ,  llevando  siempre  en  su  ánimo  el 


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TITO  QUt^CIO  FLAMIMIOi  399 

informnio  del  hermano,  se  reunió  con  todos  jos  que 
de  antiguo  eran  enemigos  de  Catón ;  y  como  tuviese 
el  maypr  ascendiente  sobre  el  Senado »  revoco  y  anu^ 
16  todos  los  arriendos  j  asientos  y  ventas  que  este  ha*^ 
bia  hecho  de.jps  ramos  de  rentas  públicas ;  y  le  sus- 
citó una  infinidad  de  causas  graves  ,  09  sé.  si  condur 
ciéndose  honesta  y  politicamente  en  mostrar  por  upa 

Eersona  propia ,  pero  indigna  y  ^ut  justamente  ha- 
la sido  castigada^  tan  irrecoiK^able  enemistad  con- 
tra un  varón  justo  y  un  excelente  ciudadano.  Mat 
en  este  tiempo  tuvo  el  pueblo  Romano  un  espectá- 
culo en  el  teatro,  para  el^ue  el  Senado  se  colocó  en 
lugar  distinguido  según  Qostumbte;  y  como  viesen  á 
Lucio  sentado  en  los  u^mots  asientos  humilde  y  abar 
tidoy  movió  á  compasión,  taato  que  no  pudiendo 
sufrir  la  m.ached]^ibre  verle  en  tal  estado,  empezó 
á  gritar  4i<^i¿ndole  que  pasase  al  otro  sitio ,  hasta 
que  asi  lo  ejecutó,  haciéndole,  lugar  los  Consulares* 
Estúvole  muy  bien  á  Tito  aquel  carácter  ambi- 
cioso y  acMvo,  mientras  tuyo  competente  materia 
para  ejerjQitarle  ,  ocupado  en  las  guerras  que  hemos-re* 
ii)rido;  porque. aun  después  del  Consulado  vplvió  á. 
aer  tribuno  Ji^eeionar lo  sin  que:  nadie  le  precisase* 
MsL^i  retirado  del  mando,  siendo  ya  bastante  anciano» 
en  la  vida  exenta  de  negocios  dió  harto  que  notar 
con  su  inquieta  ansia  de  gloria,  en  la  que  no  oodia 
contenerse  I  y  llevado  de  cuyo  ímpetu  parece,  naber 
ejecutado  k>  relativo  á  Anibal;  con  que  incurrió  en 
el  odio  de  muchos*  Anibal,  huyendo  de  Cartago  m 
patria,  se.  había  unido  con  Antioco;  pero  ciando 
este  desppe^4e  la  batalla  de  Frigia  se  halló  muy  con- 
tento con.  haber  hecho  la  paz ,  tuvo  Anibal  que  huir 
de  nuevo ;  andando  errante  por  diferentes  países,  hasta 
que  por  fin  se  (¡jó  en  Bitinia ,  haciendo  la  corte  á  Pru- 
sias,  sin  que  ninguno  dé  los  Romanos  lo  ignorase,  y 
antes  disimulando  todos  por  su  falta  de  poder  y  su 
vejez ,  mirándole  como  arrinconado  de  la  fortuna. 


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400  TITO  QUHrcIO   FLAMIKIO.' 

"ExívU^é^  Tito  de  embajador  á  Frusias  de  parte  iA 
Senadi^  para  otros  negocios ,  viendo  allí  detenido  i 
Aníbal »  se  incomodó  de  que  todavía  viviese  ,  jr  pot 
mas  que  Frosias  le  rogó  y  pidió  por  un  tiombre  mi- 
serable que  eta  su  amigo ,  nada  pudo  alcanzar.  Había 
nn  oráculo  ant^uo ,  según  parece ,  acerca  de  la  muerte 
de  Aníbal ,  concebido  en  estos  términos; 

De  Aníbal  iof^  despojos 

Serán  cubierto!  de  libisa  tierra : 
pensaba  pues  Aníbal  en  el  África ,  y  en  que  alli  serta 
^u  sepulcro,  porque  alli  acabaría  sus  días ;  pero  hay 
en  Bitinia  un  sitio  elevadi^á  la  orilla  del  mar ,  y  jnn- 
to  á  él  una  ald^a  no  muy  glande,  que  se  llama  Líbisa. 
Hacia  la  casualidad  que  alliW  donde  residía  Ani-* 
bal ;  pero  como  desconfiase  siéni^e  de  Frusias  por 
su  deoilidad  ,  y  temiese  á  los  RonJ^o$,  había  abier- 
to desde  su  casa  siete  salidas  subterráneas  ^  en  tal  dis- 
posición que  partiendo  de  su  cuarto  la  mina  hasta  un 
cierto  punto ,  luego  las  salidas  iban  de  alli  müf  lejos 
sin  que  se  supiese  dónde.  Habiendo  entendido-; jNies 
la  solicitud  de  Tito  y  se  propuso  huir  por  las  miaas; 
pero  habiendo  dado  con  las  guardias  del  Rey ,  detét- 
minó  quitarse  la  vida.  Algunos  dicen  que  rodeándose 
el  manto  al  cuello  9  y  mandando  á  un  esclavo  que 
apretando  con  la  rodilla  en  la  cintura  tirase  con  fuer- 
za y  haciéndolo  este  aísi  9  le  detuvo  el  aliento  y  le 
ahogó ;  pero  otros  son  de  sentir  que  imitando  á  Te» 
místocles  y  á  Midas  bebió  sangre  de  toro.  Livio  re- 
fiere que  llevando  consigo  un  veneno , '  Id  deslio  y  y 
que  al  tomar  la  taza  prorumpió  en  estas  pahbras :  so- 
seguemos el  nimio  cuidado  de  los  Romanos ,  que  han 
tenido  por  pesado  ¿  insufrible  el  esperar  ta- muerte  de 
un  viejo  desgraciado.  Y  á  fe  que  no  podl^  hacer  Tito- 
le  sea  por  nadie  envidiada  una  victoria  tan  poco  digna 
de  serlo,  y  en  la  que  tanto  degeneró  de  sus  mayores» 
que  áFírroy  que  les  hacia  la  guerra  y  los  había  ven- 
cido 9  le  dieron  aviso  de  que  iba  á  ser  envenenadoi 


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two  onnrdio  FiAifftKTo;  4ot 

r  I.- DenMte  modo  se  dice  haber  muerto  Aníbal;  mas 
dada  ta:  noticia  ar Senado ,  no  pocos  se  declararon  coi^ 
tara)  Tito  j  graduándole  de  nimiamente  cuidadoso  y 
cruel  ven  haber  hecho  morir  á  Aníbal  (que  pedia 
tmraírBe^como  una  ave,sia  alas  y  sin  plumas  á  causa 
de  roveje¿,  á  la  que  de  compasión  se  deja  vivir  )^ 
cuando  nadie  le  itn^ia  á  ello ,  y  por  solo  el  deseo 
de  glofia  para  tomar  inómbre  de  aquella  muerte;  lo 
que  todavía  causaba  más  maravilla,' contraponiendo 
hí  mansedumbre  y  magnanimidad  de  Esclpion  Afri-^ 
cáoD^  el  cual^  habiendo  derrotado  á  Ambal  cuando 
todavía  pasaba  por  invicto  y  por  temible;  no  hik.o 
qiieüe 'desterraran  ,  ni  le  reclamó  de  sos  ciudadanos^ 
suio.que  antes  de  la  batalla  conferenció  convidándole 
1^  mano ;  y  después  de  elfat-  entró  en  tratados  y  sin  ha^ 
bei^  intentado  nada  contra  él  mismo ,  ni  haber  insulta^ 
do  á  su  fortuna.  Dícese  queotrasvez  se  hablan  encon-^ 
tcado  en  Efeso  ^  y  qué  al  principio  estándose  pasean-^ 
do  f  Anibal  tomo  el  lugar  de  mayor  dignidad  ,  y  Esr 
cipion  lo  sufrió,  y  continuó  en  el  pasfo  con  la  mayor 
naturalidad;  y  que' luego  haciéndose  conversación  dé 
los  grandes  capitanes,  y  pronunciando  Anibal  que 
el  mayor  capitán  habia  sido  Alejandro ,  después  Pirró 
y  el  tercero  él  mismo ,  sonriéndose  tranquilamente 
£scipion  le  replicó:  J y  si  yo  te  venciese?  á  laque 
Anibal  le  habia  contestado :  entonces ,  ó  Escipion  ,  no 
flíie  pondré  yo  el  tercero ,  sino  que  á  ti  te  declararé 
dkijprimero  entre  todos.  Ensalzaban  muchos  estas  par- 
f tcttlaridades  de  E^ipipn ,  y  de.  aquí  tomaban  moti- 
vo para  difamar  á  Tito,  como  que  habia  dado-  gra0 
lanzada  á  hombre  muerto.  Mas  habia  algunos  que 
alababan  lo  hecho ,  mirando  í  Anibal ,  mientras  vi- 
viese, como  un  fuego  que  convenia  apagar:  porque 
ni  aun  cuando  estaba  en  su  vigor,  eran  su  cuerpo  6 
sus  manos  lo  que  á  los  Romanos  se  hacia  temible, 
sino  su  talento  y  su  habilidad,  juntamente  con  su 
odio  ingénito  y  su  desafecto;  de  las  cuales  cosas  na- 
íóMo  II.  ce 


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40t  TITO  QVIVQIO)  FLAMIKIO. 

^da  disminuye  la  vejez  >  sino  que  el  carácter  ^tiei& 
coa  las  costumbres,  y  solo  e$  la  fortuna  la  que  no  per- 
manece la  misma ;  y  aunque  decaiga»  siempr/e  exd» 
á  nuevas  empresas  con  la. esperanza  á  los.qu^  soq 
movidos  deL  odio  á  hacer  k  guerra.  £n  lo  ctiai^^ 
sucesos  estuvieran  después  de  parte  de  Tito :  ya  en 
Aristóaicof  el  hijo  del  guitarí^ero ,  que  4  causa  :de  la 
gloria  de  Eumene3  Heno  elAsáa  toda  de  sediciones 
y  de  guerras;- y  ya  en  Mitridates.»  que  después. de 
dila  y  Fimbria  y  de  grandes  pérdidas  de  ejércitos  y 
caudillos»  volvió  i  levantarse  terrible  pox  tierca  y 
por  mar  contra  Luculo.  Ni  podia  reputarse  Aníbal 
ynas  decaído  que  Cayo  Mario»  pues  á  aquel  todavía 
}e  quedaban, un  Rey  por  amigo ». algunos  medlos.,ria^ 
milia»  y  el  ocuparse  en  naves,  en  caballos  y. en  la 
disciplina  de^  los  soldados  $  cuando  haciendo  Jos*  Ro- 
manos boi*lii  de  la  fortuna  de  Mario»  cautivo  y^men^ 
digo  en  el  África »  al  cabo  de  bien-  poco  prosodtos 

Í'  azotados  por  él  tenian  que  venerarle.  Asi  nada 
ay  grande  ni  pequeño  en  las  cosasr  presentes  respec* 
to  de  lo  futuro;^ sino  que  uno  niisn^  es  el  fin  de  las 
mudanzas  *y  el  de  la  existencia.  Por  esto  dicen  algu- 
nos Gue  no  eiecutó  Tito  aquel  hecho  por  si  mismo»  y 
^ue  tue  enviado  embajador  con  Lucio  Escipton »  sin 

3ue  su  embajada  tuviese  otro  objeto  que  la  muerte 
e  AnibaL  Y  pues  que  mas  adelante  no  tenemos  no- 
ticia que  hubiese  otro  suceso  relativo  á  Tito  ^  ni  ci- 
vil ni  militar^  habiéndole cáíbido  una^muerte  pacifica 
y  sosegada»-  tiempo  >es  ya  de  que  pasemos  á  lá  com- 
paracioni 


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COMPARACIÓN   1>£  FILOPBMEK;  Y    TITO   QUIKGIO* 
FZ¿AMUIIQ..     . 

En  la  grandeza  de  los  beneficios  hechos  í  los  Griet 
gos  no  es  posible  comparar  con  Tito  á  Fiiopemen^ 
nt  á  otros  muchos  todavía  mas:  escelentes  que  Filo^ 
pemen:  porque  con  ser:£stos  Griegos,  fueron  contra 
Oriegos  sus  guerras ;  y  las  de  Tito^  que  no  lo  era ,  en 
favor  de  los  Griegos ;  y  cuando ,  desconfiando  Filo-i- 
pemen  de  poder  defender  á  sus  ciudadanos  combatid 
dos,  se  encamino  á  Creta;  entonces  venciendo  Tito 
ea  medio  de  la  Grecia  á  Fiiipo.  dio  la  libertad  á  to- 
das las  naciones  y  á  todas  las  ciudades.  Si  alguno  se 
pusiera  á  hacer  el  examen  de  las  batallas  de  uno  y 
otro,  á  mas  Griegos  dio  muerte  Filopemen  siendo 
General  de  los  Aqueos ,  que  á  Macedonios  Tito  au-p 
xiliando  á  los  Griegos.  En  cuanto  á  los  errores ,  na^ 
cieron  de  ambición  los  del  uno ,  de  obstinación  los 
-del  otro ;  y  para  el  enojo  y  la  ira  el  uno  era  pronto  v  el 
otro  inexorable:  asi  Titoá  Filipo  le  conservó  ladigr 
tildad  del  Reino,  y  al  cabo  se  compadeció  de  los 
£tolios;  pero  Fik^emen  á  su  misma  patria  la  privó 
por  enojo  de  los  tributos  de  sus  aldeas.  £1  uno  jamáis 
{altaba  á  quienes  habia  hecho  bkn ;  y  el  otro  por 
«nCado  estaba  aempre  pronto  i  borrar  el  reconocír- 
miento ;  porque  haDiendo  sido  en  un  principio  bien^ 
hechor  de  los  Lacedemonios ,  después  les  derribó  l&s 
murallas,  les  taló  los  campos,,  y'f^ñn  ks  mudó  y 
trastornó  el  gobierno ;  y  aun  pareíie  que  por  enojo 
y  obstinación  expuso  y  perdió  .lavvida,.  entrándose 
en  la  Mesenia  fuera  de  tiempo ,  y^con  menos  reflexión 
de  lo  que  convenía,  no  siendo  oomo  Tito»  que  en 
el  mando  calculaba  mucho  y  cpnskiltaba  sobre  todb 
á  la  seguridad.  >  úív-^,-^ 

.    Por  la  muchedumbre  de  jgucítas  y  trofeos,  h 
ciencia  miliur  de  Filopemen  fuemuchoimas  acrjedit- 

CC2 


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A04      C0M7.  DB  FIL.  T  TITO  QVIVG.  FLAM* 

Uda  :  porque  aquel  la  guerra  contra  Filipo  la  termi- 
nó en  dos  combates ;  pero  este^  hai)ieiidó  salido  vea- 
cedor  en  mil  batallas^  ningún  asidero  dejó  á  la  for* 
tuna  para  que  contendiese  con  su  pericia.  Por  otra 
parte  aquel  tuvo  á  su  disposición  el  jpoder  Romano 
puando  estaba  en  su  mayor  auge ;  y  este  adquirió 
gloria  con  las  débiles  fuerzas  de  la  Grecia  cuando 
estaban  en  su  declinación :  asi  los  triunfos  del  uno 
fueron  peculiares  6  individuales  suyos;  mientras  que 
los  del  otro  deben  decirse  propiamente  públicos  :  por 
cuanto  aquel  mandaba  valientes ,  y  este  los  formó  cotí 
'  su  mando.  Ademas  ios  combates  de  Filopemen  fue- 
ron con  Griegos ;  lo  que  si  fue  una  mala  suerte ,  fue 
una  irrefragable  prueba  de  virtud ;  porque  entre  aque- 
llos que  en  todo  lo  dexnas  son  iguafíes ,  el  que  se  aven- 
taja, es  á  la  virtud  á  quien  debe  el  vencimiento:  asi 
peleando  con  los  mas  aguerridos  de  los  Griegos ,  los 
Cretenses  y  Lacedemonips^  de  los  mas  astutos  triunfó 
con  estratagemas ,  y  de  los  mas  fuertes  coa  valor* 
fuera  de  esto  Tito  venció  con  lo  que  ya  existía ,  em- 
pleando las  armas  y  la  táctica  que-.encontrd  ;  y  Fi- 
lopemen y  introduciendo  un  nuevo  orden  en  estas  co- 
sas en  cambio  del  que.habia:  de  manera  que  el  uno 
inventó  los  medios  de  la  victoria ,  y  d  otro  le  sirvie- 
ron los^qüe  existían.  En  cuanto  á  hechos  propios  y 
-personales  de  g^rrá,  de  Filopemen  hubo  muchos  y 
muy  señalados ;  de  Tito  ninguno:  asi  es  que  uno  de 
los  Etolios,  Arqoedamo ,  le  motejó  de  que  mientras 
^l  corría  con  la  aspada  desenvainada  contra  los  Ma- 
cedonios  que  se  le  loponian ,  Tito  se  estaba  parado 
con  las  manos  levantadas  al  cielo  haciendo  plegarias^ 
:      Tito  teniendo  autoridad,  ó-  siendo  mandado  de 
^embajador  ^  todo  io  hizo  bien  yv prósperamente;  y 
^filopemen  y  siendo  particular ,  no  fiíe  menos  átil  ó 
menos  activo  para  los  Aqueos  que  cuando  fue  su  Ge- 
neral :  porque  siéndolo ,  arrojó  á  Nábis  de  la  Mese- 
^ua,  y  restituya á ios  Meseoios la  libertad;  y  de  par- 


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coiíp.  DB  Fit,  T  rrro  qüinc.  tlaji.  ifof 
ticolar  cerró  al  General  Diófanes  y  á  Tito  las  puer- 
tas de  Esparta  cuando  iban  cdntra  ella ,  y  salvó  á  los 
lioeedemoniof.  Era  tan  nacido  para  ser  caudillo, "que 
no^  solo  imperaba  según  las  leyes ,  sino  que  sabia  man*- 
dar  á  las  leyes  mismas  para  hacer  lo  que  convenía:^ 
asi  no  necesitaba  recibir  el  mando  de  los  que  podiaa 
oooferirlo;  sino  que  se  valia  dé  eil6s  cuando  la  tea^ 
sien  lo  exigía:  creyendo  que  mas  bien  era  su  candi- 
Uo  el  que  pensaba  en  sus  ventajas  y -provecho,  que  no 
el  que  era  por.  ellos  elegido.  Y.  si  deben  ser  teiiidas 

¥^r  ilustres  y  cenerosas  la  equidad  y  humanidad  dé* 
ito  para  con  los  Griegos  i  mas  generosos  fueron  to*» 
davía  el  valor  y  amor  de  la  independencia  manifes*- 
tados  por  Filopemen  contra,  tos  Romanos :  poroue 
mas  fácil  esliacer  favor  á  los  oue  lo  piden, que  resi&-: 
tir  con  tesón  á  los  poderosos,  examinadas  pues  todas 
ks  cosas  9  ya  que  no  sea  muy  clara  k  preferencia/ 
si  dijéremos  que  al  Griego  debe  adjudicarse  la  coro*; 
na  de  la  pericia  militar »  y  al  Romano  la  de  la  jusdcia 
y  la  probidad  >  parecerá  que  hemos  acertado  con  la 
que  los  distingue» 


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.4°^  •   '■     .    - 

.-..  PIRRO.  .  ... 

Refiérese  qne  después  del  diluvio  fué  Fa«toQ  ef 
primero  que-  reinó  sobre  los  Tesprotds  y  Molosos, 
siendo  uno  de  los  que  con  Pelasgo  vinieron  al  Epíro; 
pero  otros  afirman  que  Deiicaiion  y  Pirra ,  edifican- 
do el  .templo  de-Dodona,  habitaron  allí  entre  los 
MoUdsos*  MasadelaiyteNeoptolemo,  el hi)o de  Aqni- 
lee  f  trasladándose  i  aq^oella  parte  con  su  pueblo ,  se 
apoderó  del  país, y  dejó  una  sucesión  de  reyes  que 
dé  éi. provienen  ^  llamados  losPirridas,  porqne  de 
niño- se  le  dio  el  sobrenombre  de  Pirro;  y  á  uno  de 
loshijos  legítimos  que  tuvo  de  Lanasa ,  la  de  Cleo- 
dio,  que  fue  hijo'de  Hite,  le  puso  también  estenonn 
bre ;  y^ desde-eritonc»  se tributafon enetEpiro hono- 
res divinos  á  Aquiles^  apellidándole  Aspiro ,  6  inimi- 
table con  una  voz  {>fopia  de  la  lengua  del  pais.  Los 
reyesintermediós ,  después  de  los  primeros,  cayeron 
en  la'  barbarie ,  y  ningona  memoria  quedó  de  su  po- 
d^r  ;y  sus  hechos  hasta  Tarruta ,  que  se  Hice  haber  si- 
do el  primero  que  civilizando  las  ciudades  con  las  cos- 
tumbres y  letras  griegajs,  y  con  leyes  benéficas.,  ad- 
quirió cierto  renombre.  De  Tarrutá  fue  hijo  Alcetas, 
de  Alcetas  Arubas ,  y  de  Arubas  y  Troade  Eacidas. 
Casó  este  con  Ftia ,  hija  de  Menon  el  Tesaliano,  varón 
que  se  ganó  gran  reputación  con  motivo  de  la  guerra 
Lamiaca ,  y  tuvo ,  según  refiere  Leostenes ,  la  mayor 
autoridad  entre  los  aliados.  DeFtía  tuvo  Eacidas  dos 
hijas,  Dudamia  y  Troya,  y  un  hijo,  que  fue  Pirro. 
Subleváronse  los  Melosos ,  y  arrojaron  del  tro- 
no á  Eacidas,  llamando  á  él  á  los  hijos  de  Neopto- 
lemo.  Muchos  de  los  amigos  de  Eacidas  perecieron 
en  la  insurrección ;  pero  Andróclides  y  Angelo ,  ocul- 
tando á  Pirro,  todavía  muy  niño,  a  quien  con  an- 
sia buscaban  los  enemigos,  pudieron  evadirse,  lle- 
vando por  fuerza  en  su  compañía  á  algunos  esclavos 
y  á  las  mugeres  que  servían  á  aquel  de  amas.  La  fu- 


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g  por  esta  c«asa  era  dtñGultosa  y  tardía,  y  como 
eaen  alcanzados ,  eotreglirGín  el  niño  á  Androcleon, 
Hipias  j  Neandro ,  jaénes  de  confianza  y  valor, 
cflcavgáodoles  que  huyeran  á  toda  prisa  hasta  entrar 
en  Megara  de  Macedonía.  Ellos  en  tanto  ,^  ora  con 
na^os  y  «ora  peleando,  lograron  contener  á  lós  qué 
los  perseguían  hasta  bien^  entrada  la  tardé ;  y  des-^ 
pnes'qtíeá  tanta  costa  los  hubieron  rechazado,  fue-' 
ron  á  {untarse  con  los  que  llevaban  á  Pirro.  Cuandb' 
puesto  el  sol  se  creían  en  el  término  de  su  esperan-J 
3Ba,  decayeron  repentinamente  de  ella  arribando  at 
rio  qoe  pasa  por  junto  á  la  ciudad ,  hallándole  ame-* 
cazador  y  sobervio ,  y  que  de  ninguna  manera  daba 
paso  á  )os  que  lo  intentaban :  por  cuanto  llevaba  gran 
caudal  de  aguas,  y  estas  ifiuy  turbias  con  motivo  de 
haber  llovido  mueho;  y  ademas  las  tinieblas  todo  l6 
hacían  mas  temible.  Desconfiaron  pues  de  poder  ellos 
solos  salvar  al  niño  y  i  las  mugeres  que  le  criaban; 
mas  habiendo  sentido  qtie  al  otro  lado  habla  algunas 
gentes  del  pais ,  les  pedían  auxilio  para  pasar ,  mos-» 
tráiidoles  á  Pirro ,  y  clamando'  y  suplicando.  Los 
©tresnada  oían  |>or  la  rapidez  y  ruido  del  rio,  per- 
diéndose el  tiempo  mientras  los  unos  gritaban ,  y  los 
otros  no  entendían;  hasta  que  parándose  uno  á  me- 
ditar le  ocurrió  separar  la  corteza  interior  de  una  en» 
dna,  y  escribir  en  ella  con  el  clavo  de  una  evilla 
letras  que  refiriesen  el  apuro  en  que  se  hallaban ,  y 
la  suerte  *de  aquel  niño.  Rodéala  después  á  una  pie- 
dra, para  goe  con  esta  se  diese  impulso  al  tiro,  V 
ari  la  puso  al  otro  lado:  aunque  otros  dicen  que  la 
tiró  rodeada  al  cuento  de  una  lanza.  Luego  que  le- 
yeron lo  escrito,  y  se  enteraron  de  laufgeticia,  cor-¿ 
taron  algunos  troncos ,  y  juntándolos  entre  sí  pasa- 
ron á  la  otra  driíla,  é  hizo  la  casualidad  que  el  pri- 
mero que»  pasó  >  llamado  Aquiles,  fue  el- que  tomó  el 
niño :  los^  demás  pasaron  asimismo  &  los  que  se  les 
presentaron. 


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4oft  naRo« 

HaUéodose  salvado  y  evitado  la  perseoocimi^  de 
esta  manera,,  se  dirigieroQ. «1  Hirió  á  casa,  del  Rey 
Glauquias,  y  hallándqlo  en  ella  sentado  con  su  tniH 

{er,  pusjet0n  el  niño  en  el  suelo  en  medio  de-  elloj^ 
empezó  él  Rey  á  concebir  temor  de  Casandro  ,.)]iie 
era  enemigo  de  Bacidas «  y  asi  estuvo  largo  rato  en 
silencio  consultando  entre  Á\  en  esto  Pirro,  yéoAo^. 
se  á  ¿1  i  gatas  por  impulso  propio»  le  coció^l  man* 
lo  con  la^  manos ,  y  levantándose  arrimaoo  i  las  ro^ 
dulas  del  mispao  Glauquias ,  primero  se  echó,  á  retr, 
y  después  puso  un  semblante  triste ,  como  de  ^iea 
ruega  y  se  halla  en  aflicción ,  prorumpiendo  eli  llon 
ro.  Algunos  dicen  que  no  se  echo  á  los  pies  deGlas-í 
quias  >  sino  que  se  arriado  al  ara  de  los  Dioses,  y 
que  se  puso  en  pie  asido  de  ella  con  las  manos ,  lo 
que  Glauquias  habla  tenido  á  gran  prodigio*  líizó 
pues  entrega  de  Pirro  á  su  muger ,  encargándok  le 
criara  con  sus  hijos ;  y  reclamándole  de  alli  á  poco 
los  enemigos  no  le  entrego,  aunque  Casandro  le  ofre* 
cia  doscientos  talentos ;  sino  que  ciando  ya  fuvodo* 
ce  años  le  acompañó  al  Epiro  con  tropas ,  y  le  hizo 
reconocer  por  Rey.  Resplandecía  en  el  semblante  de 
Pirro  la  dignidad  regia ;  sobresaliendo  mas  sinembar* 
go  lo  temible  que  lo  mag^stuoso.  No  teniael  nume-^ 
ro  de  dientes  que  los  demás;  sino  que  arriba'  tenia 
un  solo  hueso  seguido,  en  el  que  como  con  líneas 
delgadas  estaban  aquellos  designados.  Dícese  que  te-» 
nia  vlrtqd  para  curar  á  los  que  padecían  del  bazo, 
sacrificando  un  gallo  blanco,  y  fricando  en  tanto  con 
ti  pie  derecho  el  bazo  del  doliente ,  que  debia  estar 
tendido  boca  arriba ;  y  ninguno  era  tan  po1>re  ni  taa 
desvalido  queno  participara  dees^  gracia,  si  se  pre- 
sentaba á  pedirla.  Tomaba  en  premio  un  gallo  des- 
pués del  sacrificio^  y  lo  estimaba  en  mucho.  Díce- 
se asimismo  que  el  dedo  grueso  del  pie  tenia  igual- 
mente una  virtpd  divina ;  de  manera  que  quema- 
do  el  cuerpo  después  de  sü  muerte,  el  dedo  se  en« 


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nuiOt  409 

contara*  ilese  é  iiMcto  del  fuego;  más  de  esto  des- 
pués, 

A  la  edtd  de  diez  y  siete  años ,  creyéodose  bas* 
tante  asegurado  en  el  reioo ,  se  le  ofreao  un  viage^ 
con  aioti?o  de  haber  de  casarse  uno  de  los  hijos  de 
Giaoqciias  con  quienes  se  había  criado;  y  subleYán-^ 
dose  otra  vez  los  Molosos»  desterraron  á  sus  ami- 
gos ^  se  apoderaron  de  sus  bienes»  y  se  pusieron  eo 
«naaoa  de  Neoptolemo.  Pirro ,  despojado  asi  del  rei« 
no  9  ^  falto  al^lttainente  de  todo »  se  acogió  á  De-» 
metno  >  hijo  de  Antígono »  casado  con  su  hermana 
Deidamia,  la  cual»  siendo  todavía  muy  joven ^  es- 
tovo destinada  para  muger  de  Alejandro»  hijo  de 
Rojana;  pero  como  este  hubiese  caido  en  infortu*^ 
nio »  liallaiidose  ya  en  edad » se  casó  con  ella  Deme- 
trio. En  la  gran  batalla  de  Ipso ,  en  que  combatie-^ 
ron  todos  tos  Reyes  del  pais »  tuvo  también  parte 
Pirro  en  auxilio  oe  Demetrio  >  siendo  todavía  muy 
mo^o;  y  habiendo  rechazado  á  los  que.se  le  opusie-» 
yon ,  se  distinguid  gloriosamente  entre  los  comba*^ 
tientes.  Vencido  Demetrio »  00  le  abandonó »  sino 
que  le  mantuvo  fieles  las  ciudades  ^e  tenia  en  Gre-« 
cía ;  y  como  ajustasen  tratados  con  Tolomeo ,  él  mis- 
mo se  dio  en  rehenes,  partiendo  con  esta  calidad  pa-« 
ra  Egipto.  Dióle  alli  á  Tolomeo  en  la  caza  y  en  los 
egercidos  de  la  palestra  brillantes  muestras  de  ro*» 
bustez  y  sufrimiento;  y  observando  q^ne  Berenice 
trz  la  que  tenia .  mas  peder »  y  la  que  en  virtud  }p 
prudencia  se  aventajaba  á  las  demás  mugeres  de  este^ 
se  dedicó  á  obsequiarla  con  particularidad.  Sabia  con 
oportunidad»  y  cuando  el  caso  lo  pedia»  ceder  á  la> 
voluntad  de  los  poderosos  ^  asi  como  desdeñaba  á  los 
inferiores ;  y  siendo  por  otra  parte  arreciado  y  mo- 
derado en  su  conducta»  entre  muchos  jóvenes  de  los 
principales  fue  escosido  para  casarse,  con  Antígona» 
una  de  las  hijas  de  Serenice  ^  tenida  de  Fiiipo  antes, 
de  enlazarse  con  Tolomeo. 


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4to  rruRo; 

Goa^indo  ée  mayor  repütadMr  todavía  después 
de  este  matrimonio ,  y  viviendo  al  lado  de  su  miiger 
Antigona,  á  quieií  amaba  /  negocio  que  se  le  «envia- 
ra al  Epiro  con  tropas  y  caudales  i  recuperar  «1  ref- 
oo.  Fue  su  llegada  á  gusto  de  mudios,  por  lo  mal 
visto  que  esta&'Neoptolemo'á  causa  de  su  joíüsto 
y  tiránico  gobierno;  mas  con  todo  por  miedo  de 

Sae  Neoptolemo  se  ligará  ton  algunos  de  los  otros 
^eyes,  ajustó  con  él  paz  y  amistad-,  conviniendo  ea 
feinar  juncos.  Andando  el  tiempo fcabiaquien  ocul- 
tamente trataba  de  indisponerlosvsuscitando  sospe- 
chas de  uno  á  otro;  pero  la  causa  que  mas  priüci-* 
pálmeme  movi^4Tirro  se  dice  íialíer  dimanado  <h 
lo  siguiente.  Tenían  por  costumbre  los  Reyes ,  sacri- 
ficando al  Dios  Marte  en  Paisaron,  que  era  ufi  ter- 
ritorio de  la  Molotide,  prometer  á  los  £piro«as  bajo 
juramento  qué  reinarían  según  las  leyes ,  y  estos  á  su 
vez  que  según  las  mismas  guardarían  el  reino.  -  Con^ 
eurrieroi^  al  acto  los  dos  Reyes,  asistidos  cada  uoo , 
de  sus  amigos,  dando  y  recibiendo  recíprocamente 
muchos  presentes.  Gelon  pues,  uno  de  los/ partida- 
rios mas  zelosos  de  Neoptolemo,-  saludando  á  Pirró 
con  la  mayor  fineza,  le  hizo  el  regalo  de  doí  jointas 
de  bueyes  de  laboTf4  Mirtilo,  imo  de  los  coperos  dé 
Pirro,  que  se  hallaba  presente^  los  pidió  4  este,  que 
no  vino  en  dárselos  á  él  sino  á  otro;  y  habiéndolo 
sentido  vivatíiente-,  no  se  le  ocultó  á  Gelon  esta  cir- 
cunstancia. Convidóle  i  comer ,  y  aun  según  algu- 
nos refieren ,  siendo  un  joven  de  buena  figura ,  abusó 
de  él  entre  los  brindis,  y  moviéndole  conversación 
del  suceso,'  4e -exhortó  á  que  abrazase  el  partido  de 
Neoptolemo ,  y  quitase  la  vida  á  Pirro  con  un  ve- 
neno. Mirtilo  afectó  prestarse  á  la  tentación ,  aplau- 
diendo y  mostrándose  persuadidla  í  pero  dio  de  ello 
parte  á 'Pirro;  y  de  orden  de  este  presentó  al  Gefe 
de  los  cóperoB'Aíexicrates,  ante  el  mismo  Gelon, 
como  que  habia  de  auxiliarles  en  el  hecho ;  y  es  que 


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Pirro  qneria  ^ne  fuesen  muchos  los  que  pudieran  ser« 
▼ir  ai  coaTencimiento  de  aquella  maldad.  Engañado 
Gelon  de  esta  manera »  fue  todavía  mas  engajado 
>íeoptolemo:  el  cual,  dando  por  supuesto  que  la  ase-* 
chanza  iba  adelante ,  ño  pudo  contenerse  con  el  pía-* 
ccr,  y  lo  divulgo  entre  los  amigos.  Ademas,  co- 
tnienao  unaive2  en  casa  de  su  hermana  Cadmia,*  se 
le  fue  sobre  ello  la  lengua ,  creyendo  que  nadie  lo 
escuchaba,'  porque  ninguno  otro  estaba  cerca  sino 
Fenareta ,  muget  de  Samon ,  mayoral  de  los  rebaños 
y  vacadakdé'^Neóptolemo;  y  esta,  que  se  hallaba 
echada  en  la  cama  detras  de  un  tabique  intermedio, 
les  pareckS  que-  dormía.  Enteróse  de  todo,  sin  que 
pudieran  conocerlo,  y  á  la  mañana  se  fue  %  dar  coit 
Antígomi','omger  de  Pirro,  á  quien  refirió  todo  lo 
que  Neoptolemo  habia  dicho  á  la  hermana.  Sabedor 
de  ello  Pirto,"por  entonces  nada  hizo;  pero  en  un 
sacrificio,  habiendo  convidado  ál  banquete  á  Neop-' 
tolemo,  le  quito  la  vida ;  asegurado  ya  de  que  im 
principales  de  los  Epircítas  estaban  de  su  parte,  y 
aun  le  excitaban  i  que  se  deshiciese  de  Neoptolemo ,  y 
oo  se  contentara  con  tener  una  pequeña  parte  del  reí*' 
no,  sino  qué  hiciera  uso  de  su  índole,  emprendiendo 
cosas  grandes;  y  que  pues  habia  ya  aquella  sospecha 
se  adelantara  á  Neoptolemo ,  quitándolo  de  en  medio. 
Teniendo  siempre  en  memoria  á  Berenice  y 
Tolomeo ,  á  un  niño  que  tuvo  de  Ai^tígona ,  le  im- 
puso este  nombre;  y  habiendo  edificado  una  ciudad 
en  la  pení^su^á  del  Epiro ,  la  llamó  Barenicida.  Des- 
pués ae  esto,  trayendo  y  revolviendo  en  su  ánimo 
muchas  y  grandes  ideas ,  y  autí  teniendo  concebidas 
de  antemano  esperanzas  sobre  los  pueblos  inmedia- 
tos ,  encontró  para  ingerirse  en  los  negocios  de  Ma- 
cedonia  ¿I  pretexto  de  haber  Antipatro ,  hijo  mayor 
de  Casandro,  dado  muerte  á  ^u  madre  Tesalónica, 
y  hecho  huir  á  su  hermano  Alejandro ;  el  cual  envió 
¿suplicar  á  Demetrio  que  le  socorriese,  llamando 


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41 1  »mito« 

taiobíen  én  sü  auxilio  á  Pirro.  Detefií^se  Demetrio 
por  otras  atenciones;  y  presentándose  Pirro  ,  le  pi- 
dió por  premio  de  su  aiienza  la  Ninfea,  .y  ^>  parte 
litoral  de  la  Macedoma ,  y  de  los  pueblos  asre^doc 
i  Ambracia,  Acarnania  y  Aofiloquia.  Gedioselo  to^ 
do  aquel  ¡oven,  y  él  \o  ocupó,  poniendo  guarnicio- 
nes i  y  adquirió  para  Alejandro  todo  lo  demás  de 
qqe  pudo  desposeer  á  Antipatro.  £1  Rey  Lisimaco^ 
aunque  no  le  faltaba  en  que  entender»  deseaba  ar- 
dientemente venir  en  auxilio  de  este,  y  estando  der-* 
to'de  que  Pirro  en  nada  desagradarla,  ni  negaría  na- 
da'ji  TolQmeo,  le  remitió  una  carta  sepuesta  á  oom-* 
l)re,de  este,  en  que  le  prevenía  se  retirase  de  la  ex- 
pedición por  trescientos  talientos  que  recibiría  de  An^* 
tipatro«  Abrió  Pirro  la  carta ,  y  al  pnato  conoció  el 
engaño  i  porque  la  cortesía  no  era  la  acostombradar 
el  padre  al  hijo  s^dud;  sino  v/  Rey  Tolomeo  al 
Re/  Pirro  ealud.  No  dejó  .pues  de  reconvenir  i  Li- 
simaco;  mas  sinembargo convino  en  la  paz,  y  se  ba- 
bian  reunido,  como  si  sacrificando  yíetimas  fueran 
i  confirmar  los  tratador  con  jaramento.  Habíanse 
traído  un  macho  de  cabrio,  un  toro,  y  un  carnero;;^ 
y  como  este  se  muriese  por  sí ,  á  todos^  los  demás  les 
causó  risa  aquel  suce^;  pero  el  agorero  Teodoro 
prohibió  á Pirro  que. jurase,  diciendo, que  aquel  pro- 
digio anunciaba  la  muerte  de  uno  de  los  tres  Reyes; 
asi  Pirro  se  apartó  de  la  paz  por  esta  causa.  Cuando 
ya  los  negocios  de  Alejandro  tomabaci'  consistencia, 
acudió  E^metrio ;  y  como  se  presentaba  á  asistir  al* 
que  no  lo  habia  menester,  desde  luego  dio  que  re- 
zelar ;  pero  á  bien  pocos  días  de  haberse  reunido ,  por 
mutua  desconfianza  se  armaron  asechanzas  uno  á  otro. 
Espió  la  oportunidad  Demetrio,  y  adelantándose  al 
joven,  le  quitó  la  vida,  declaránoose  Rey  de  Mace- 
donia.  Tenia  ya  antes  de  aquella  época  quejas  contra 
Pirro,  y  habia  hechojncursiones  en  la  Tesalia; i  lo 
que  se  agregaba  la  natural  enfermedad  de  los  pode- 


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piRRa        ^  .4^3 

rosos,  ífot  és  h  ambición  desmedida ,  p(^ 'la  cual 
había  venidd  i  ser  entre  eilos  la  vecindad  mny  rece- 
losa y  desconfiada ,  especialmente  después  de  la  muer^ 
te  de  Deidamia;  mas  cuando  ya  ambos  poseyeron  la 
M^cedonia^'  y  vinieron  á  coincidir  en  un  mismo  pun- 
to  dex:odicia^  teniendo  la  discordia  mas  visibles  cau- 
sas,  acometió  Demetrio  á  los  Etoiios:  venciólos ,  y 
dejando  allt  á  Pantauco  cpn  bastantes  fuerzas^  mar- 
chó él  mismo  contra  Pirro  ^  y  Pirro  contra  él  ape- 
nas lo  llegó  á  entender.  Hubo  equivocación  en  el  ca- 
mino, ^y  te  desviaron  el  uno  del  otro;  y  Demetrio^ 
penetrando  en  el  Epiro ,  lo  asolaba ;  pero  Pirro ,  ca- 
yendo sobre  Pantauco,  se  dispuso  á  presentarle  ba- 
talla* Trabada  esta,  era  terrible  el  combate  entre  los 
soldados ,  y  mudio  mas  entre'  los  Gefes :  porque  Pan- 
tauco, que  en  valor,  en  firmeza  de  brazo ,  y  en  ro- 
bustez de  cuerpo  era  sin  disputa  el  primero  entre  los 
<::aud¡llos  de  Demetrio,  sobrándole  ademas  el  arrojo 
y  altivez,  provocaba  á  Pirro  á  singular  combate;  y 
este,  qne en  fortaleza  y  reputación  no  cedia  á  nin- 
guno de  los  Reyes ,  y  que  aspiraba  á  acreditar  que 
la  gloria  de  Aquiles  no  tanto  le  era  propia  por  11- 
nage  como  por  virtud,  corría  por  medio  de  los  ene- 
migos en  busca  de  Pantauco.  Combatiéronse  primero 
con  las  lanzas;  pero  viniendo  después  á  las  manos^ 
bicieron  uso  con  maña  y  con  fuerza  de  las  espadas; 
y  recibiendo  Pirro  una  herida,  y  dando  dos,  una 
en  un  muslo  y  otra  en  el  cuello,  rechazó: y  derribó 
á  Pantauco;  aunque  no  le  acabó  de  matar,  porque 
sus  amigos  le  retiraron.  Alentados  los  Epirotas  cofi 
la  victoria  de  su  Rey ,  y  admirados  de  su  valor, 
rompieron  y  desbarataron  la  falange  de  los  Macedo- 
nios:    siguéronles  el  alcance  en  la  fuga,  y  dieron 
muerte  á  muchos ,  tomando  vivos  á  cinco  mil. 

Este:  combate  no  produjo  en  los  Macedonios  tan-* 
to  odio  y  encono  contra  Pirro  por  lo  que  en  él  su- 
frieron ,  como  gloria  y  admiración  de  su  virtud ;  daa- 


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4o  ocasión  de  hablar  de  ella  í  los  que  Tienm  sos  hh 
zanas ,  y  á  los  que  le  trataron  después  de  la  bataUt. 
Porque  les  parecía  que  su  aspecto,  su  pronutod  y 
SQS  movimientos  eran  los  mismos  que  los  de  Alejan- 
dro; que  veían  en  este  sombras  é  imitaciones  de  aquel 
ímpetu  y  aquella  violencia  en  los  combates  ;   y  que 
si  los  demás  Reyes  remedaban  á  Alejandro  en  la  pur- 
pura, en  las  guardias »  en  llevar  torcido  el  cuello,  y 
en  hablar  alto,  sob  Pirro  lo  representaba  en  las  ar- 
mas y  en  el  esfuerzo.  De  su  pericia  y  habilidad  en  la 
táctica  y  en  la  estrategia  pueden  verse  probas  en  los 
comentarios  que  sobre  estos  objetos  nos  de^ó  escritos. 
Dícese  ademas  que  preguntado  Antígono' quién  era 
el  mejor  capitán ,  habia  respondido ,  Pirro  en  siendo 
mas  viejo:  bien  que  no  habió,  sino  de  los  de  saedad; 
pero  Aníbal,  hablando  en  general  de  todos  los  ca- 
pí t.anes>  en  pericia  y  destreja  puso  el  primero  á  Pir- 
ro, el  segundo  á  Escipion ,  y  el  tercero  á  sí  mismo, 
como  dijimos  en  la  vida  de  £scipion.  Finalmente  Pir- 
ro  en  esto  fue  en  lo  que  se  ocupo  siempre ,  y  á  esto 
dedicó  su  atención ,  como  á  la  doctrina  mas  propia 
de  los*  Reyes ,  no  dando  ningún  precio  á  las  demás 
artes  y  habilidades.  Asi  se  refiere  que  preguntado  en 
un  festín  cuál  era  mejor  fliiutista,  si  Pitón  ó  Cansía, 
contestó:  Polipercon  eé  el  mejor  capitán:  como  sí 
esto  soló  fuera  lo  que  le  estaba*  bien  inquirir  y  saber 
á  un  .Rey.  Era  sinembargo  para  los  que  le.  trataban 
afable:,  y  nada  fácil  á  irritarse;  asi  como  activo  y 
vehemente  para  la  gratitud  y  reconocimiento.  De 
aquí  es  que  habiendo  muerto  Eropo ,  se  mostró  muy 
pesaroso,  diciendo  que  este  habia  sucumbido  á  la 
mortalidad;  pero  él  quedaba  con  el  disgusto,  y  se 
reprendía  á  sí  mismo,  de  que  pensándolo  y  difirién- 
dolo siempre  no  habia  pagado  sus  servicios :  porque 
los  réditos  pueden  pagarse  á  los  herederos  dé  los  que 
dieron  prestado ;  pero  el  retorno  de  los  favores ,  sino 
se  hace  á  los  que  pueden  sentirlo  y  apreciarlo,  se 


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tam^-vn  ifliccioo;  del  hombre  recto  y  fustoi,  -PropO'» 
aiftple  enrAmbrada  dguno&que  desterrase  á  ur>  bom-- 
br«¿.desyergonzado..y  «Daldiciente  contra  ¿1  ;..pero  les 
cespdftdió ^i  nada  de  eso^  mejor  es  que  sejquede.aqui» 
fxirque  vale  mas  que.  me  difame  entre  nosotros  que 
somos  pocos  ^  que  no  que  yendo  por  ese  mundo ,  me 
desacredite  con  todos  los  hombres.  Reprendiendo  á 
anos  j6:venés  que  eai  uú  festin  ie  habian..iasuItado| 
lQ9r  preg^tó:  ¿si  era  cierto  que  habiaa  «proferido 
dquéllas  injurias  ^  y  como  uno  de  ellos-  respondiese, 
esa^' mismas  9  ó  Rey.^  y  aun  habríamos  jpro&rido  mas» 
si bubi^ramos  tenido :mas  vino,  echáodose  á  reir,  los 
dejó  ir  libres.  •      - 

.  .  Casóse,  por  miras  deL adelantar  sus  negocios  y  su 
poder^con  muchas'inugeres  después  de.la  muerte  de 
Antísona:  porque  se  enmzó  con  la  hija  de  Auto  león- 
te,  Key  de  la  Peonía ;t con  Bircena,  hija  de  Bardi-» 
lest  Rey  de  los  lUrto^*;  y  con  Lanasa.,  :hlja  de  Aga<* 
toóles,  Rey  de  Siracusa,.que  le  lleva ;en dote  la  ciu- 
dad de  Corfti ,  tomada  por  Agatocles.  De  Antígona 
tuvo-  en  hi|o  á  Tolomn);  de  Lanasa  á  Alejandro ;  y 
i  Helemo,el  mas  joven  entre  los  hermanos,  de  Bir- 
cena.  A  todos  los  formó  excelentes  en  las  arma^  y 
sumamente  fogosos,  excitados  á  esto  por  ¿1  apenaf 
nacidos.  Asi  se  dice  que  preguntado  por  uno  de  ellos, 
todavía  muchacho,  que  á  quien  dejaría  el  ftino,  le 
respondió,  i  aquel  de  vosotros  que  tenga  mas  afilada 
la  espada;  lo  que  en  nada  se  diferencia  de  aquella 
maldición  trásica  dirigida  á  unos  hermanos : 

:   Birtais  Ja  hacienda  con  el  yerro  agudo ;    ^ 
¡tan  antisociales  y  feroces  son  los  designios  de  la 
ambición!  . 

Restituido  Pirro  í  su  reino  celebró  la  anterior 
batalla  con  grande  regocijo,  volviendo  lleno  de  glo- 
ria y  de  engreimiento;  y  dándole  los  Epirotas  el 
nombre  de  águila,  por  vosotros,  les  dijo,  soy  águi- 
la; ^y  cómo  no  lo  seré  elevado  en  alto,  como  con 


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4T6  9I111LO. 

«las  vor  wimir»  armas?  De  allí  i  poco  tiempo,  «^ 
btenao  que  Demetrio  se  hallaba  peliarosameiite  ea* 
fermoi  invadió  repentinameiue  la  MAcedoaia  como 
para  hacer  correrías  y  talar  el  pais ;  y  estovo  ét  po« 
co  el  que  se  apoderase  de  todo,  y  ocupase  sin  coQr 
tradicdon  el  reino ,  llegando  hasta  Edesa^sia  que  na-» 
die  le  resistiese ,  y  antes  reunténdosele  muchos ,  y 
peleando  á  sus^  órdenes.  Dio  el  peligro  &  Demetrio 
un  aliento  superior  á  sus  fuerzas ,  y  con^r^ando  sos 
amigos  y  generales  gran  copia  de  gente  en  poco  tiem* 
po,  se  fueron  resuelta  y  denodadamente  oontraPir^ 
ro.  Este,  que  habia  venido  para  recoger  botín  ^  mas 
que  para  otra  cosa  y  no  los  aguardó ,  sino  que  se  pa« 
io  en  retirada »  en  la  que  perdió  barte  de  sus  tropas^ 
persiguiéndole  los  Macedonios*  i  aunque  no  por  ha^ 
berle  tan  fíkil  y  prontamente  arrojado  de  su  pth 
se  descuidó  ya  Demetrio;  con  todo  teniendo  resueW 
to  emprender  grandes  cosas ,  y  recuperar  el  imperio 
paterno  con  aen  mil  hombres  y  quinientas  navesi 
no  creyó  conveniente  enredarse  con  Pirro,  ni  dejar 
á  los  Macedonios  un  vecino  activo  y  peligroso :  por 
lo  que  no  pudiendo  detenerse  á  hacerle  la  guerra» 
determinó  afustar  paz  con  él ,  para  marchar  contra 
los  otros  reyes.  Hechos  los  tratados,  y  descubierta  la 
idea  de  Demetrio  por  los  mismos  preparativos  ,  te- 
merosos^Ios  Reyes  enviaron  embajadores  y  cartas  í 
Pirro,  diciéndote  extrañaban  mucho  que  abandonan* 
do  la  oportunidad  que  tenida  en  la  mano ,  esperase  la 
de  Demetrio  para  hacerle  iá  guerra ,  y  que  pudien*» 
do  arrojarle  de  la  Macedonia,  mientras  causaba  sus- 
tos y  los  recibía,  aguardara  á  tener  que  contender 
con  él ,  desembarazado  ya  y  con  mayor  poder ,  en 
defensa  de  los  templos  y  sepulcros  de  los  Molosos; 

?^  esto  cuando  poco  antes  le  habia  arrebatado  á  Cor« 
u  juntamente  con  la  n;iuger :  porque  Lanasa  ,  dis- 
gustada con  Pirro,  porque  mostraba  mas  añcion  i 
Ms.mugeres  bárbaras ,  se  habia  retirado. á  Corfú ,  y 


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TIRRO.  417' 

Éspimdoá  Otro  matrimonio  regio  hábia  llamado  í 
Demetrio,  sabedora  de  que  ^ra  nías  inclinado  que 
lóS  otros  Reyes  á  enlazarse  con  muchas  mugeres ;  y 
él ,  acudiendo  al  llamamiento ,  se  habia  enlazado  coa 
Lanasáy  y  habia  dejado  guarnición  en  la  ciudad. 
-  Al  mismo  tiempo  que  los  Reyes  escribian  asi  i 
Pifro ,  "trataban  por  sí  de  molestar  á  Demetrio ,  ocu- 
pado todavía  en  sus  preparativos :  para  ello  Tolo- 
meo,  embarcándose  con  grandes  fuerzas,  hi¿o  que 
se  le  rebelaran  las  ciudades  griegas;  y  Lisimaco, 
entrando  por  la  Tracia,  talaba  la  Macedonia  supe- 
rior. Con  esto,  puesto  también  Pirro  en  movimien- 
to, marchó  contra  Berea  con  esperanza,  como  suce- 
dió, de  que  Demetrio ,  yendo  á  oponerse  á  Lísima- 
co,  dejaria  desamparada  la  región  inferior.  Pareció- 
le aquella  noche  que  habia  sido  llamado  entre  sueños 
rr  Alejandro  el  Grande ;  y  que  habiendo  acudido, 
había  visto  enfermo  en  cama;  pero  le  habia  habla- 
do'cort  amor  y  aprecio,  prometiendo  auxiliarle  efi-^ 
Cemente;  y  que  habiéndose  atrevido  i  preguntarle/ 
¿y/pomo,  ó  Rey  ^  podras  auxiliarme  estando  enfer- 
mo? le  habia  contestadp ,  con  mi  nombre ;  y  cabal- 
gancfo  sobre  el  caballo  Niseo  habia  marchado  de- 
lante de  iíl.  Alentóse  mucho  con  esta  visión,  y  sin 
petder  íñomento^,  ni  detenerse  en  el  camino,  tomó 
á  Berea;  y  acuartelando  alli  lamajror  parte  del  ejér- 
cito, sujetó  lo  restante  de  la  región  por  medio  de 
sus  generales.  Demetrio,  luego  que  tuvo  de  ello  no-f 
ticia,  y  observó  que  en  el  campamento  de  los  Ma- 
cedonios  se  movía  una  sedición  de  mal  carácter ,  tc- 
mió  ir  mas  adelante ,  ho  fuese  ^ue  estos ,  teniendo 
cerca  á  un  Rey  que  era  Macedonío ,  y  gozaba  de  re- 
J)Utacion ,  se  pasasen  á  él ;  por  lo  cual ,  mudando  de 
dirección,  níarchó  contra  Pirro,  que  era  forastero, 
y  á  quien  aborrecían  los  Macedonios.  Mas  después 
que  se  acampó  alli  cerca,  pasando  á  los  reales  mu- 
chos de  Berea,  celebraban  á  Pirro  como  varón  in- 

TOMO  II.  DP 


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41 8  PIRRO, 

vencible,  y  muy  aventajado  en  las  armas ;  y  corn^ 
muy  benigno  y  humano  p5^ra  con  los  cautivos.  Ha- 
bía también  algunos,  enviados  insidiosamente  por 
Pirro,  que  fingiéndose  Macedonlós,  esparcían  voces 
de  que  aquel  era  el  tiempo  de  abandonar  á  Deme- 
trio ,  hombre  intratable ,  y  pasarse  á  Pirro ,  que  era 
popular ,  y  muy  amante  del  soldado.  Alborotóse' coa 
esto  la  mayor  parte  del  ejército,  y  hacian  diii¿en« 
cias  por  ver  «á  Pirro.  Justamente  cuando  esto  suce- 
dió tenia  quitado  el  morrión ;  pero  dando  en  lo  que 
aquello  era ,  se  le  puso ,  y  fue  qonocído  ea  el  pe- 
íiacho  sobresaliente  y  en  la  cimera,  que  eran  unas 
astas  de  macho  cabrío ;  con  lo  qué  hubo  Macedo* 
nios  que  corrieron  i  él  pidiéndole  la  seña ;  y  algu- 
nos se  coronaron*  coq  ramas  I  de  encina,  porque  asi 
hubian  visto  coronados  á  los  que  se  hallaban  con 
Pirro;  y  aun  hubo  quienea  se  atrevieron  á  proponer 
al  mismo  Oemetrio  que  lo  mejor  que  podría  hacer  se^ 
ría  ceder  y  abandonar  el  puesto.  Advirtiendo  que  con 
•esta  proposición  conformaba  el  movimiento  del  ejér- 
cito, entró  en  temor,  y  se  marchó  ocultamente,  dis* 
frazándose  con  un  vil  sombrero  y  una  mala  capa.  En- 
tonces Pirro,  dirigiéndose  al  campamento,  le  tomó 
sin  oposición ,  y  fue  aclamado  Rey  de  los  Macedooios. 
Preséntesele  en  esto  Lisímaco ,  y  como  le  cxpu-r 
siese  que  habla  sido  obra  de  auibos  la  ruina  de  De- 
metrio, y  manifestase  de$eo  de  que  .dividiesen  el  reír 
no;  Pirro,  que  rió  tenia  todavía  gran  confianza  en  la 
lealtad  de.  los  Macedonios ,  sino  que  mas  bien  estaba 
rezeloso  de  ellos,  admitió  la  proposición  de  Lísima^ 
co,  y  se  repartieron  entre  sí  todo  el  territorio  y  las 
ciudades.  Llenó  esto  en  aquellos  momentos  los  deseos, 
y  puso  término  entre  ellos  á  la  guerra;  pero  al  .cabo 
de  bien  poco  conocieron  que  lo  que  habían  creído 
fin  de  la  enemistad ,  no  era  sino  principio  de  quejas 
y  de  discordia:  porque  aquellos,  á  cuya  ambición, 
ni  el  mar,  ni  los  montes,  ni  los  desiertos  son  sufi- 


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HltKOi  419 

^Qte  tdrmiod'i  y  ¿  aúya.codkta  no  ponen  coto  ios 
iímites  que  ieparan  la  £uropa.  dd  Asiai  no  puede 
jCQDoehirse.iCoinQ. estarán  en  quietud  ^t  rozándose  j 
.trocándose  continoamente ;  sino  que  esprecisoiqnese 
baglaa  síemprfe  la  gaerra,  siéndoles  ingétiíto  el  ;ar-i- 
marse  ásecfaimzáis  y.  y  tenerse  enrldta.  Asi  es  que  de, 
«stosdos  aoínbreS)  giierca  y  paz^,  hacen  uso  eoiño 
.de  la  moneda:^  para  io  que  les  es  útil,  no  para  io 
jjusiso ;  y  debe,  considerarse  que  son  mejores  cuiíndo 
abierta  y  francamente  hacen  la  guerra  9. que  no  caan^ 
do  al  abstenerse  y  hacer  pausas  en  la  violencia  le 
dan  los  nombres  de  justicia  y  amistad.  Vióse  esto 
«bien  claro  en  Pirro ;  qiiien  para  oponerse  de  nuevo 
al  aumento  de  Demetrio ,  y  reprimir  su  poder /qué 
como  de  una  grave  enfermedad  iba  Convaleciendo^ 
dió.auxilio  á  los  Griegos,  pasando  para  dio  á  Ate^  * 
nas«  Subió  pues  al  alcázar ,  é  hizo  sacriñcio  á  la  Di€>* 
aa;y  bajando.en.el  mismo  ¿ia^Jes.'dí jo  estar  muy 
satisfecho  del  amor  y  benevoleneia  del  pueblo  ;  pero 
que  si  tenían  :.juicio  no  volverían  nunca  á  permitir 
á  ningún  Rey  el  entrar  en  la  ciudskl ,  ni  le  abririan 
las  puertas.  Asenté  luego  paces  con  Demetrio ;  y  co- 
mo de  alii  á  poco  tiempo  pasase  este  al  Asia,  inci- 
tado, de  nuevo!  por  Lisimaco,  te  sublevó  la  Tesalia^ 
^'hizo  la  guerra  i  las  guarniciones  griegas,  ya  por>^ 
^ue  ie  iba  mejpr  con  los  Macedonios^  cuando  ios 
tenia  egercitados  en  h  milicia ,  que  cirando  estaban 
fociosos;  y  ya  sobre  todo  porque  no  era  su  genio  de 
«starse  nunca  quieto*.  .Bor  último  vencido  Demetrio 
0a  Ir-Siría^  üomo  Lisimaco  quedase  libre  de  miedo 
-y  4^  otras  atenciones,  al  punto  marchó  contra  Pir^ 
TO.  Hallábase  este  acuartplado  en  Bdesa^,  y  echando^ 
ise  sobre  las  p«ovhíones  que  le  llevabanr,  con  inter- 
ceptátselas  le  pufo  ya  en  grande:apuro:  después  por 
escrito  )*  de  palabra  enfpezó  ásohnrnarle.á  los  prini- 
'típales  de  los  Miacedonios,  echándoles  en  cara  que 
"hubiesen  escogido  pptseñor  á  un  e^trangero,  deseen^ 

DD  2 


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4*0  FTRItOi 

diente  de  k>s  que  siempre  habiffli  servido  á  los  Ms^ 
cedoniosy  y  arrofátoa  de  esta  región  á  los  amigos  y 
deadosde  Ai^)aa4iro<>Como  foeseír  ya  muchos  los 
seducidos ^entrtS.ei^» temor  Pirpo/yisencetiró  con  las 
«rop&s  del  Egiib  y. dé  los  aliados  >  perdiendo  la  Ma- 
-cedoniadel  mismo  modo  que  la  habla  adquirido.  No 
«tienen  pues  los  Reyes  que  quejarse  de  los  pueblos  si 
je  mudan  y  buscan  su  conveni^cia-,  porque  en  esto 
«no. hacen  mas  que  imitarlos,  siendo  ellos  mismos  sos 
maestros  dexleslealtad  y  trúcion,  y  quienes  les  en* 
s6ñah  >  que  eL  que  mas  gana  es  el  que  menos  consl* 
dencion  tiene  á  la  justicia,  i 
>  •  Retirado  entonces  Pirro  al  Epiro ,  abandonando  ya 
la.Macedonia,  le  ofreció  la  fortuna  el. poder  gozar 
de,  lo  presente  sin  inquietudes ,  y  vivir  en  paz  gober- 
nando su  propio  reyno ;  pero  para  él  el  no  causar 
daño  á  otros  ni  recibirle  de  ellos  á  su  vez  era  un  tor- 
sión to;  y  en  cuanto  al  reposo  le  sucedía  como  i 
fAqiiiles,  .    . 

Que  en  él  su  corazón  se  consumía 
r.4  ahí  encerrado;  y  todo  su  deseo. 
•  t..  Eran  las  huestes  y  la  cruda  guerra. 
Aspirando  pues  á  ella,  tuvo  para  entraren  nuevas 
apresas  la  ocasión  siguiente.  Hacían  los  Romanos  la 
guecra  á  los  Tarentinos;  y  estos  no  pudiendo  ni  ha- 
cer frente  á  ella  ni  ponerle  término»  por  el  acalora- 
miento y  malignidad  de  sus  cfemagogos,  acordaroa 
nombrar  por.su  general ,  y  hacer  tomar  parte  en  esta 
•guerra,  á  Pirro,  el  menos  distraído  entonces  entre  los 
Jleyes,  y  el  mas  aguerrido  de  tódós  Jos  Capitanes.  De 
4os  ancianos  y  los  hombres  de  juicio  algunos  se  opu- 
-síeron  á  esta  rescílucíon;  ^leco  tuvieron  que  óoJer 
i  la:gritería  y  alboroto  de  Ifi  mocheduoibre ;  y  otros 
len  vista  de  esto  desertaron- de  las  ^mitas.  Había  un 
.  -hombre  moderado  Ikmado  Meton,iy  este»  llegado  el 
^  :diia  en  que  había  de.  confirmarse  el  aecreto,  cuando 


I 


-ya  el  pueblo  estaba  congregado^  .tomando  una  córo^       i 

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.nade  la:  nc^hmt^ríór  y  un  farol  ;coilio  si  estavi»-' 
se  beodo^se  dirigió  acompañado. de  una  tañedond 
de  flauta  á  1»  j«mta  del  pueoio.  AUt  como  sucede  en 
takfi  jontaflí  |v>pjalatí9$  9  no  babieodo'Ottlea  alguno  9  loá 
liaos  al  verle  empezaron  i  dar.^  gritos ,  los  otros  iset 
relajo ,  y  nadie  te>  oponia  estorbo ^' y  antes. biea  atgo^ 
DOS  decían.  <}ue  la  moger  tocaÍseí>9.y  que  él  pásanda 
adelante  cantase )' lo  qtíe  paredaibá i  ejecutar:  ihi-p>: 
pqesto  pues^sUenotoe  TareQt|noa>  les  dijo;  bacciif< 
my^  bienea.diiverttros  y  en^r^laros  n\ientras  o6  es* 
per|ttitido>  lin^onepob&tácnlQsrá^uien  de  ello  guste:: 
por  tanto  siitc^ei;  jiiScio  gozaftis.riioVa  de  vuestra; 
libertad ,  como  que:otros  negocios ,. otra  vida  y  otra; 
dieta  OS'  esperan  .luego  que  Firro  ^egiie.'  á  la  ciudad^ 
Logró  con  e$tas  «osas  persuadir  i  la'  mayor  parte  d^* 
lo&Ta£entii^9^:y:p9k'  toda  lajünta -corrió  el  maiw 
amilo  de  que  decía  muy  bien>;  pero,  lo»  que  temían: 
4  los  RouvaoQSf  y  el  ser  entregaoosi  elfos  si  sthíici» 
la  paz»  afrentaban  al  pueblo  porque  6e dejaba  barlap 
y- escarnecer  tan  vergonzosatttente,rcoo  loquebideSI 
r.on  salir  de^  aUi  á  Miston.  Confirmádolde  estamane-^ 
ra  el  decreto 9. enviaron  embíijadtore?  al:Epiro>  que 
llevaron  presentes  á  Pirro,  no.solodeisu  partera  síhó: ' 
db}  lo$  den^s  de  Italia »  y  manifesláfon  <^ue  lo  <{^ene«^ 
oesjtaban  ^ra  un  <5cncral  experto  y  acreditado.  Teniatt 
ademas  arandes'fueraasdel  paisas  losLucanos,  hlfim 
i^pios  y  Samantes  /  y  Tarentlnos:  basta  veinte  mil  .ea^^ 
ballos,  y  de  infantes  en  todo  «trescientos  y  cinonea^j 
ta  mil  hofubires :  cosa^  que  no  !$blo  inflamaron  á^Pirro,: 
sino  que  á'los  mismos  Epirofa^  le»  iiis]^irarón'/kseDS 
y  empeño  ipor  ser  de  la  expe^íícion-,  .Vivia  en  aquella: 
4poca  un  Tesaliano  llamado  Cineas  y  hombre  de  bps**. 
taiite  prudencia  y > juicio,  queibab}a.sido  discípulof 
de  Demósícnifis  el  orador ,  y  que  splp-entre  los  oradb+f! 
res  de  su  tiempo  representaba  como'.en  imagen  A  los' 
que  le  oran  la  fuerzsa  y  veheftiencia  de  este.  Estaba  > 
en  conipaáía  de  Pirro»  y  enY»do  por  él  i  lasóuda^ 


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des,  Gonfarnubt  «I  dicho  <lc  Eiivfpiémie'fiie  I»  psl^ 
hn' lo  vence  todo» 

E  igoala  en  fuerza  al  enemigo  aoeroJ 
Asi  $olia  decsc  Pirró  que  masf  ci«idades  hahit,  mécp»*' 
rido  por  los  di^corspsde  Cineas  qae  pot  tus  nmnas; 
y  Mempre  le  honraba  9  y  se  ralia  de  ^1  eon^  preferea^ 
<ák entre  los  demás.. Cineas  pnescomo  viese á  Pirro 
acalorado  concia  klea  de  marchar  á  la  itaMai  en  oca- 
sToQ  de  hallarle. desóCQpado  le  mc^io^estl  conv'ersa-^* 
don:  dícese  16  Piriro,  que  los  Romanos  sdo  giiene^ 
tmyé  imperaqá  modias naciones belij^osast  por  tañ«-^' 
tRsi  Í>fos  nos  'coBcediese  sujetarlos  ^  l  qüé^firiito  saóá-'' 
namosfde  esta  victoria?  Y  que  Plrfo  te  tespoíidi^ 
preguntas  9  d  Cineáis ,  una  cosa  bien  manütestat  por* 
que  vencicbs  tos  Romanos,  ya  nonos  queda  alli  dti-^ 
dad  ninguna,  ni  bárliara  ni  Griega  que  f^eda  opo« 
nérsenos;  sino>  que  inmediatamente  seremos  dueflos 
dé  teda  la  Italia  -,  cuya  extendón  ,  foevsa  y  poder 
menos  püedoit  ocultárr^ete  á  t(  que  í  ningún  otro. 
Deitdiiose  un' poco,  Cineas ,  y  luego  eontiauó:  bien, 
¿•y.  tomada  b  Italia',  ó  Rey ,  que  haremos?  y  Pirro, 
qu^  todavía  wj  ediala  de  ve?  adonde. iba  a  parar; 
alli  cerca',  le^'dijo^''nos  alarga  las  manopla  Sicilia, 
iskirioa,  muy^  poÚada  y  fácil  de  tomar:  porque  to-' 
du^'^n  ella  es  sedldoQ,  anarquía  de  las  ciudades,. é 
ififipádeticia  de  tosí  déma^gos  desde  que  fítlto  Agáto^ 
olea,  lü'iene  bastante  probabilidad  lo  qW'péopones, 
oeoitesiRD  Qneád j  ¿peió  leráf  ya  eI't¿rmino  de  nues- 
tisa  expedición' tomar'  1á  Sidlía?  Díos^  neis  dé  vencer 
y  tritinfar  j  dijo  Pirrd  ,^e  tendreftids  mtjcho  adelan- 
tado-para  mayores:  empresas :  porque  *  ^''qui^n  podría 
no.pé»sar  después  esrel  África  y  en  Cát'ttígo,  que  no 
oflnaq&daficultadí,  pdes^qiie  A gatoctes,  hiendo  ünfií- 
gtt&o'  de  SiraCúscrf  7* habiéndose  dfrigidoá  ella  ocul- 
tadieiita  con 'mtt5^'^pQQasinaves,  estuvo  Cási  én  nada 
eii^ue!a  tomase)?  yjdüeíios  de  todo  lo'refertdo,  i  po^ 
dfá.bábe(  a^iinadudi^b  que  nadie  no^  opondrá  re* 


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TltL'ELO.  413 

ifstenciflde  los  enemigos  que  ahora  noslnsoltan?  oin-v 
gana,  replicó  Citieas;  sino  qne  es  muy  claro  que  con 
facilidad  se  recobrará  la  Macedonia ,  y  se  dará  la  ley 
£  la  Grecia  con  semejantes  fuerzas ;  pero  después  que 
todo  nos  esté  sujeto  ¿qué  haremos?  Entonces  Pirro, 
echándose á  reir,  descansaremos  largamente ,  le  dijo, 
y  pasando  la  vida  en  continuos  festmes  y  en  mutuos 
Coloquios  nos  holgaremos.  Después  que  Cineas  trajo 
i  Pirro  á  este  punto  de  la  conversación ,  ¿  pues  quién 
Qós  estorba,  le  dijo,  si  queremos  el  que  desde  ahora 
gocemos  de  esos  festines  y  coloquios ,  supuesto  que 
fiemos  sin  afán  esas  mismas  cosas  á  que  habremos 
de  llegar  entre  sangre  y  entre  muchos  y  grandes  tra- 
bajos y  peligros,  haciendo  y  padeciendo  innumerables 
mabs?  Pero  Cineas  con  este  discurso  mas  bien  mor- 
tificó que  corrígió  á  Pirro;  pues  aunque  entró  eii 
Cuenta  del  gran  sosiego  que  gozaba ,  no  fue  dueño  de 
renunciar  á  la  esperanza  de  los  proyectos  y  empre- 
sas á  que  estaba  decidido. 

Empezó  pues  por  enviar  en  auxilio  de  los  Taren- 
tinos  á  Cineas,  que  llevó  consigo  tres  mil  soldados: 
después  traidos  de  Tarento  muchos  transportes  para 
caballos,  naves  armadas  y  toda  especie  de  buques,' 
embarcó  veinte  elefantes,  tres  mil  caballos,  veinte 
ñiil  infantes ,  dos  mil  arqueros,  y  honderos  quinientos. 
Cuando  todo  estuvo  á  punto ,  se  hizo  á  Tá  vela ;  y 
hallándose  ya  en  medio  del  mar  Jonio ,  foe  arreba- 
tada violentamente  la  escuadra  de  uñ  recio  Bóreas  oué 
á  deshora  se  levantó;- y  16  que  es  él'  mismo  piido, 
aunque  no  stn  dificultad  y  trabajo ,  ser  llevado  á  la 
orilla  y  arrimado  á  tierra  por  la  industria  y  cuidado' 
de  los  pilotó^  y  níarinérós;-  pero  la  escuadra  se  sepa- 
ró y  dispersó;  y  unas  naves  desviadas  de  la  Italia 
corrieron  por  los  m^res  Líbico  y  Siciliano ,  y  á  otras^ 
que  no  pudieron  doblar  el  promotor io  Yapigio,  las' 
sorprendió  la  noche,  y  arrojándolas  la  marejada  á 
playas  inaccesibles  y  desconocidas ,  las  destruyó  to- 


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das  I  excopcion  de  la  del  Rey*  Esta ,  mientras,  fue  so-, 
lo  contrastada  del  olcage ,  pudo  .sostenerse  y  resistit 
por  su  porte  y  firmeza  á  loe  embates  del  mar ;  pero 
cuando  ya  empezó  á  soplar  y  rodearla  el  viento  de 
tierra  dándole  por  la  proa,  corrió  gran  riesgo  de,abrir-« 
se  y  despedazarse :  asi  el  mas  terrible  de  los  males 
^ue  se  tenían  presentes  era  el  entrarse  de  naeico  a 
iin  mar  irritacfo,  y  á  un  viento  que  por  puntos  varia- 
ba ;  y  con  todo  levando  áncoras  Pirro  ,  se  lanzó  miar 
adentro  >  siendo  grande  la  porfia  y  empeño  de  sos 
amigos  y  sus  guaraias  en  estar  á  su  <  lado.  Mas  la  no- 
che y  las  olas  con  fuerte  bramido  y.  violente  torbelli- 
no estorbaban  que  pudieran  socorrerse :  de  manera, 
que  con  dificultad  al  dia  siguiente  9  aplacado  ya  el 
viento,  pudo  saltar  en  tierra ,  quebrantado  v-sinj^ 
derse  valer  de  su  cuerpo.;  pero  contrastancío  por  la 
energía  y  fuerza  de  su.  alma  con  tamaño  contratiem- 
po» Entonces  los  Mesapios-,  á  cuya  tierra  aportó »  se 
apresuraron  con  la  mejor  voluntad  á  darle  los  auxilias 
que  podían,  procurando  recoger  las  pocas  naves  que 
se  habían  salvado ,  en  las  que  existían  solo  unoscuan^ 
tos  hombres  de  los  de  á  cabjallo ,  míenos  de .  dos  mil 
de  infantería  y  dos  elefantes. 

Recogido  esto  poco,  marchó  Pirro  á  Tarento,  y 

Ícndo  á  encontrarle  Cineas ,  luego  que  supo  su  llega- 
a  con  los  soldados  que  á  su  venida  trajo,  entró  a5Í  en 
la  ciudad ;. en  la  que  nada  hizo  por  fuerza  Jii  contra 
la  voluntad  de  los  Tarentinos ,  h^sta  que  se  salvaron 
del  mar  las  otras  naves,  y  llegó  Ja  mayor  parte  de 
las  restantes  tropas.  Entonces'  como  viese  que  la  mu- 
chedumbre ni  estaba  en  disposición  de  salvarse,  ni 
de  salvar  á  otros  sin  una. gran  violencia,  coligi4ndose 
ser  su  ánimo  que  el  mismo  Pirro  se  pusiese  delante, 
mientras  ellos  permanecían  quietos  en  casa  entreteni- 
dos en  sus  baños  y  convites,  cerró  los  gimoasios  y. 
los  paseos,  que  era  donde  íiablaban  de  negocios  y 
donde  hacían  la  guerra  de  palabra;  apartándolos  adc- 


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r^m  ^ád^  ^|;  ba^qi^etes  j.  jresodjos  iot^t^sti vo$«  Lia* 
máb^íi^  i,  las.  arinas  ^  .siendo  doro  ¿4anexible  en  Ío$ 
^lUniftilüe^tos  de.:los{qae  habían  át  servir;  tanto  que 
ixxuchps.^sev salieron  de  la  ciudad,  np  cabiendo  sufric 
el  seit  masdados ,  y  llamando  esclavitud  al  no  vivir, 
á  piaper*  Cuando:  se  le  anunció  que  el  Cónsul  de  los 
Romanos jLevino.niovia. contra  él  con  crandes  fuer- 
zas^ talaiulo  al  paso  la^Lucania,  todavía  lo$.  aliados 
po  h^iap  ,parecido ;.  y  con  todo ,  creyendo  envileqer-< 
se  cpqI^  detención  y  con  desentenderse.de  qne  tenia 
t^o^ cerca  jos  enemigos ,  salió  con  sus. tropas,  aunque 
envlandq  un  iperisagerp  á  los  Romanos  proponiendo-. 
íe$.,  que  si  gustal)an ,.  podrían  antes  dfi  disputar  coq^ 
fas  ,ai:^as  obtener,  resjftrcimiento  de  perjuicios  de,  lo|. 
Ítjaii9nps.3  siendo  ¿1  eí  juez  y  mediador,  l^espondióle 
Invino  que  ni  los  .Romanosi  le  nombraban  arbitro  ni 
le, temiao' enemigo,  y  adelantándose  todavía  mas,  puso, 
su  cf^mpo.,en  el  terreno  que  mediaba  entre  las  ciuda- 
áes  .^ ,  Pandosía  y  Heraclea.  Noticioso  de  que  loS 
IloiQjano&  se  habían  acercado  mas  y  y  que  tenían  su. 
qan^  aí^otro  Iqdo  del  rio  Siris,  dirigiéndose  á  ca- 
ballo; J^ia  este*  precisamente  para  observar»  como. 
\íe$t  su  disposición,  sps  guardias,  el  orden  del  cam* 
pan^ento.y.  todc»  el  arreglo  del  ejército,  quedándose 
SQirprendicfo,  dirigió  la  palabra  á  aquel  de  sus  amigos 
que  tenia  mas  próximo,  diciéndole:  este  campo  de 
bárbaros,  ó  Megaclés ,  no  es  bárbaro:  veremos  los  he- 
chos; y  pensando  ya  en  lo  que  podría  suceder ,  de- 
terminó aguardar  á  los  aliados.  Por  si  ios  Romanos  trg- 
tatúan  de  adelantarse  y  pasar ,  colocó  junto  al  rio  una 
gHardia  que  los  detuviese  ^  mas  estos  por  lo  mismo 
qq^  él  determinó  esperar  quisieronjidelantarse ,  é  in-» 
tensaron  el  paso ;  la  inf^nte^ría  por  un  vado.,  y  los  de 
caballería  haciendo  el, tránsito  por  diferentes  puntos, 
de  modo  que  los  Griegps  tuvieron. que  retirarse;  y 
Pirro,  sobresaltado  con  la  'noticia^  dio  orden  á  los 
gefes  de  la  infantería  para  que  al  pnnto  la  formasen 


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4íé  .     pin*o- 

tse  nanturi^h  sobre  Ids  armas  ry  ¿I  mismo  se  aK- 
nt6  con  los  dcíS  caballo',  quieran  ónps  tref^  ttiíl ,  es- 
perando sorprender  en  el  pasó -¿r los  Rom"ari6»  dtépcr- 
íos  y  desordenados.  Cuando  vía  muchos  ésctidb^  so- 
bre el  río ,  y  á  la  cabállérííi  'qne  avanzaba  éñ  orden, 
«te  rehízo  v  acometía  el  primero,  * hacténdbsé ' notar 
pof  la  brillantez  y  sobresaliente  órhátb  de  las  armas, 
y  mostrando  en  sos  hechos  lin  valor  que  nof 'desdecía 
de  su  fama;  el  que  se  ecíhó  kna^*  de  ver  cñ  que  nó 
óbsfante  aventurar  su'  cuerpo  en  ¿1  combate ,  jr  defen- 
derse vigorosamente  de  los  que  leacometíañ  ^  íio^é  fal- 
tó la  presencia  de  ánimo ,  ni  deja  de  estar  eo  todo; 
sino  que  como  bí  se  conservara  «ereno  fuera  de  actíon» 
«si  dirigíala  guerra ,  recoVrféndotó  todo  y  dáhdo  so- 
Corro  á  los  qué  parecía  que  aflojaban.  En  esto  líri  Ma- 
ccJdonio  Hamádo  Leohato  óbsétvahdo  que  tin  ItaKa-* 
no  se  dirigía  contra  Pirro,  enderezando  í  él  el  caba- 
llo ,  y  siguiendo  siempre  sus  pasos  y  móvimi&itos, 
¿ves,  Te  dijo,  <5  Rey  ,  aquel  bárbaro  qué  viene  en 
ún  caballo  negro  coii  cabos  blancos?  pues  Oáréttfme 
á  mí  que  trae  algún  grande  y  dañoso  desígtiió  ^"  por- 
que puso  en  tí  la  vista,  y  contra-tísediHee  llfeno  dé 
arrojo  y  de  cólera,- sin  hacer  cuefit^  de  los  demás;' 
asi  guárdate  de  él;  al  que  contesto  Pirró :  es Impósi-- 
ble,  6  Leonato,  que  el  hombre  evite  su  hado;  pero 
yo  te  aseguro  que  ni  este  ni  ningún  otro  Italiaiio  sé 
irá  riendo  dé  haberlas  conmigo.  Cuándo  estaban  en 
este  razonamiento ,  eóhando  el  Italiano  mano  á  la 
lanza  y  revolviendo  el  caballo,  acometió  á  Pirro;  y 
á  un  mismo  tiempo  hiere  ¿1  con  la  lanza  el  caballo' 
del  Rey ,  y  acudiendo  Leonato  le  hiere  el  suyo :  ca- 
yeron muertos  ambos  caballos ;  y  sacando  libre  sus 
amigos  á  Pirro,  diefon  muerte  al  Ití^Hano,  aunque 
no  dejó  de  defenderse.  Era  de  origen  Ferentano ,  gefc 
de  esdo^ron  ,  y  se  llamaba  Opiaco, 

Con  esto  aprendió  Pirro  á  guardarse  con  mas 
oiidádó;  y  viendo  qué  ciaba  ia  caballería,   manda 


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*r€fi}r  It  liQttteí  y  It  poso  en  or^etl ;  jdrtdb  énton*^* 
<^es  60  manto  y  sos  armas  á  Megacies »  otad  dé  suti 
amigo»  9  dísfrasándose  en  cierta  manera  cob  las  d^ 
este,  acomtti^  i  los  Romanos»  Recibieron  estos  el 
choque  y  acometieron  también ,  habiéndose  ihantehi*^ 
do  la' batalla' indecisa  porníucho  tiempo  i  pues  se  di* 
ce  que  aftefntfd^ametotese  retinaron ,  y  se  per^igut^. 
ron  hasta  lílete  yeces  ;•  f  el  oáiñbio  de  las  armas  qae 
sirvió  oportunamente  para  salviaírse  el  Rey ,  estuvo  en 
Akuy  poco  que' no  ecba$e  á  perder  sus  ventajas »  y  lar 
arrebátase  la  victoria.  Porque  cargando  muchos  só-^ 
bre  Megacles,  eP  principal  qué  le  derribo-  y  acab($. 
con  él ,  llamado  Dexoo  ^  quitándole  el  morrión  y  el* 
manto%  Conrid  hacia  Levino  mostrando  aqtiellas  f>)rtú^ 
das  5  y  ^ríttfqd^  oue  habia  hioerto  á  Pitro.  Cirasdse' 

E íes  eü  ambos  ej^citot*  con  este  motivo,  eti  el  dé 
s  RomaMS  tegocijo  con  grande  algazara ,  y  en  el 
dp  l6S^  Griego^  desaliento  y  asombro ;  hasta  que  en- 
terado Ptrfo  de  lo  que  pasaba  V  corrió  las  filas  con 
k  cara  desCíú^^rta,  alargánde^  te  mano  á  los  qué  pe-, 
leabatí ,  y  dándose  i  coaoóer  con  la  voz.  Finalmente 
acosando  sobre  1t>do  á  los  Romanos  los  elefimtes ,  por*~ 
que  los  cabáll!os>  a^es  de  acercarse  i  dios  no  podían 
tolerar  su  asjf)ecto  y  déi^ribabáh  á  los  ginétes ,  hizo- 
Pirro  avanzará  la  caballerfaTésaliana»  y  acabo  de: 
derrotarlos  con  gran  mortandad.  Dionisio  irefiere  que 
de  los  Romanos  murieron  muy  pocos  menos  de  qiiinóe 
liiilhombrcs,  y  Gerónimo  que  solo  siete  mil;  y  del' 
ejército  de  Pirro  Dionisio  que  trece  mil ,  y  Gerónir* 
mo  qué  nó  ílegTfM  á  cuatro  mil.  Eran  estos  que  álii 
perdió  los  mus' aWntajados^ená'e  sus  amigos  y  c$ú^ 
diüító ,  y^;dé*qtfi€nes  Pirío  hada  mas  cuenta  y  se  fia- 
ba más;.  Tomó  también  él  campamento  de  los  Roma- 
nos habiéndole  estos  abanddoado ;  retrajo  á  muchas 
de  las  <iiudad«^  que  les  eran  aliadas ;  taló  gran  parte 
del. territorio ,. y  se  adelantó  hasta  no  distar  de  Ro- 
i^a  mas  que^ésdentos  éstadioi.  Reuniéronsele  des- 


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♦1»  ,  P»R<?^ 

pues  de  UbitsUa  mtfebosde  los  Lu.q^nof  y  Smuilte^ 
y  auoquc  los  reprendió  ppr^u  tardanza ,  se  echo  biea 
ct^tíT  qp^.  estaba  coaieoto  y  ufano  de  que  con  solo 
el  auxilio  de  los  Tacentinos  venció  un  poderoso  C)¿t^ 
dto  de  los  Romanos. 

..  No  de«titnyerp9  los  Romanos  á  Levino  del  man- 
do» .sinembi^go  de  que  es, fama  haber  dicho  Cayo 
Fabricto.,  que  no  habían  sido  los  Epirotas.  ios  que 
hablan  vencido  á  los  Romanos ,  sino  rirro^  á  Íjcvíbo, 
dando  i  entender  que  ^í.vencii^o  no  había  sido  el 
ejército 9  sipo  el  General.  Completaroa  pues  las  le<- 

t iones  y  alistaron  con  prontitud  nuevos  soldados;  y 
^ ablanoQ  dfi  la .guerra^^ngada  y  decid'Kkmeote  de- 
].aron.á  Pir/o  sorprendido. -Dietetminó  ppjr  tanto  en- 
viar, quien  tantease  si  se  hallaban  con  disposiciones  de 
(>fz:;  haciendo  la  cuesta  de  que  el  tomar  ¿Roma,  y 
ense&ocearse  de  ella  del  todo  >  no  era  negocio  hace- 
dero y.  menos  para  la  fuecza  con  que  se  hallaba;  y 
qiiéja.paz^y  los  trata^ips  después  dci  Uvícu>i;ia  con- 
tribuirían.^ gran  ma&eca  para  su  opinión  y  fama» 
Fue  el  embajador  Cineas ,  quien  proó|ró  acocarse  á 
los  ,  mas  principales  ,.;Üpy^|i4o  regalos ;,  de  parte  del 
Rey  p^ra  todos  ellos  y.  para  sus  nwgeres.  Mas  na- 
die losjr^djj^ió,  sino  que  todos  y  todas..mpondieron 
3ue  hechos  los  tratado^  cqn  la  autoridad  publica  i  de 
los  bijetnesde  cada  uno  podria  disponer  el  Rey  á  su 
vojiuntad,  dándose  encello  por  servidos»  G>n  el^na- 
do  uso  C^eas  de  un  jiJ^pg^age  muy; conciliador  y 
hpmaoQ ;  y  sinembargo ,  no  -fie  mosjtrarpí^  contentos, 
m  dieron^  señales,  de..  adtiútijT  las  propo^iones ,  por 
mas  que  ks  dijo  que  Pirro  jvolveria  sin  rescate  los 
que  babiaivsido  hechosxauti v;os  en  la  guerra^  y  les  ayu« 
daría  á. sujetar  la  ítalia:,.^in  pedir  ;pQf:tDdo  esto  otra 
cosa  que  paz  V  amistad  p^a,-  sí ,  y  seguridad  para  los 
Tarentinos*  Habla  manifiestos  indicios  deque  los  mas 
cedían  y  se  inclinaban  á  la. paz  por,  haner  sufrido 
ya  una  gran  derrota,. y  temer  otra  de  fuieraas  mucbo 


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k 


mayores ,  después  de  incorpoírados  con  Pirro  los  Ita- 
lianos. A  esto  Apio  Claudio ,  vacon'miiy  distinguido; 
pero  que  por  la  vejez  j  la  prÍTacion  de  la  vista  se 
habla  retirado  del  gobierno  í  como  corriese  la  V02  de 
las  posposiciones  hechas  por  el  Rey ,  y  prevaleciese 
la  opinión  de  que  el  Senado  iba  á  admitir  la  paz ,  no 
pudo  sufrirlo  en  paciencia,  sino  que  itiandando  á  ^iia 
esclavos  que  tomándole  en  brazos  le  pésiesen  en  la 
litera ;  de  este  modo  se  hizo  llevar  al  Senado  pasan- 
do por  la  plaza.  Cuando  estuvo  á  la  puerta  recibié- 
ronle y  cercáronle  sus  hijos  y  sus  yernos  y  le  entra* 
ron  adentro  9  quedando  el  Senado  en  silencio  por  ve- 
oeracibn  y  respeto  á  persona  de  tanta  autoriaad. 

Habiendo  ocupado  su  lugar:  t» Antes , dijo ,  me 
y»  era  molesto  y  ó  Romanos ,  el  infortunio  de  haber 
9» perdido  la  vista;  pero  ahoirá  me  es  sensible,  como 
9t soy  ciego  no  ser  también  sordo,  para  no  oír  vues- 
Mtros  vergonzosos  decretos  y  resoiucioneír,  coa  que 
»  echáis  por  tierra  la  gloria  de  Roma.  Porque  ¿don- 
•>  de  está  ahora  aquella  expresión  vuestra ,  cel^rad^ 
f» siempre  en  la  memoria  dé  todos  los  hombres,  de 
fique  si  hubiera  venido' á-ItaUa-el  mismo  Alejandro 
9»  el  grande  j  y  hubiera  entrado  en  lid  con  vosotros, 
M  todavía  jóvenes,  6  <DOii  vuestros  padres  que  estaban 
«>eñ']ofu(9rte  de  la  edad-,  no  se  le  apellicfaria  ahora 
99  invicto ,  sino  que  coii  la  fuga  ó  con  la  muerte  ha- 
itbria  dado  á  Roma  n(ayor.f«ina  2  Estáis  dando  prue* 
nbas  de  queaquello  no  fue  manque  utia  vana  jactan- 
91  cía  y  fanfarronada ,  ieihiebdo  a  los  Caonios  y  Mo- 
99  losos ,  presa  siempre  de  los  Macedonios*;  y  temblan- 
9»  do  de  Pirro  que  nunca  ha  hecho  otra  cosa  que  se- 
'  99guir  y  obsequiar  á  uno  de  los  satélites  deAlejan- 
M  dro ,  y  en  vez  de  auxiliar  alia:  á  .losGriegos ,  por  huir 
99  de  aquellos  enemigos ,  anda  errante  por  la  Italia, 
9»  prometiéndonos  el  mando  de  ella  con  unas  fuerzas 
99  que  no  bastaron  en  sus  fliaiK>s  para  conservar  una 
99 pequeña  parte  d«  la  Macedonia.-  Ni  creáis. que  lo 


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«o      ^  FfltltO* 

j»aiejaft!s  biciéndole  vuestro  aliado ,  sítío  qoe^tirtei 
p  provocareis  i  los  que  os  miraran  con  desprecia ,  co- 
#illo  fácil  conquista  de  cualquiera,  si|3ermitis  que 
«f  Pirro  ae  vaya  sin  pagar  la  pena  de  los.  insultos,  que 
«» 0s  ha  hecho ;  y  antes  Heve  premio  de  que  se  quedes 
#»<rieiMlpde  vosotros  Ij»i  Tarenttnos  y  Samnites.  *' Di^ 
:cho  esto  por  Apio  decídense  todos  por  la  guemt ,  y 
iiespiden  á  Cineas ,  imimándole  que  salga  Pirro  de  la 
Italia;  y  entonces,  si  lo  apetece,  podrá  tratarse  de 
amistad  7  aüansa ;  pero  que  mientras  se  mantenga 
ooñ  las  armas  en  la  mano  le  harán  los  Romanos  la 
guerra  i  todo  trimce ,  aun  cuando  venciere  á .  diez 
mil  LeviQos  en  campaña.  Dicese  que  Cineas  mientras 
eiQtaba  en  la  negociación  dando  pasos  y  haciendo  so- 
licitudes, se  dio  á  observar  el  método  de  vida,  y  á 
conocer  el  vigor  del  gobierno,  entrando  en  conferen- 
cias con  los  principales;  de  todo  lo  que  dio  cuenta 
i  Pirra;  y  qué  le  añadió  que  el  Senado  le.  habiá  pa- 
crecido  m  consejo  dé  muchos  Reyes ;  y  en  cuanto  á 
la  mucfaedjumbre  temía  que  iban  á  pelear  coa  otra 
hidra. Lernea, 'porque  el  número  de  soldados  reuni- 
dos al  Cónsul  era  ya  doble  que  antes,  y  este  podía 
multiplicarse  mudias  veces  con  los  que  todavía  que- 
daban, ra  Roma  capaces  de  llevar  las  armas. 

Después  de  esto  enviáronse:  legados  á  Pirro  á  tra- 
tar de  los  cautivos^  sieñxlo  uno  de  aquellos  Cayo 
Pabocio,  de  quien  Cineas  habia  hecho  larga  men- 
ción 'f  como  de  un  hombre  justo  y  gran  guerrero^ 
peri)  sumamente  pobrci  Tratóle  Pirro  con  la  mayor 
consideración ,  y  procuró  atraerle  á  que  tomase  una 
cantidad  de  oro ,  laque.iío  se  le  daba  por  ninguna 
condescendencia  meaos  honesta ,  sino  con  el  nombre 
de  prenda  de  alianza  y  hospitalidad.  Rehusóla  Fa- 
bricib ,  y  P^rro  por  entonces  se  desentendió ;  mas  al 
dia  siguiente,  queriendo  jdar:  un  susto  á  Fabricio, 
que  no  habia  visto  nunca  un  elefante ,  did  orden  de 
que  cuando  estuvieran. los  dos  ea  conversación  hi- 


igitized  by  VjOOQ IC 


f¿eí$n  q«e  de  repente  se  apareciera  por  la  espalda  ül 

joiayorde  ellos,  corriendo  la  cortina.  Hízose..asiy.y 
dada  U señal,  se  corrió  la  qortina;  y  el  elefante,  lerr 
vantando  la  trompa  |  la  llevó  encima  de  la  cabeza  4íl 
^abrrcio.,'  dando  una  especie  de  alarido  agudo  y  ter- 
rible^ Volvióse  este  con  spsiego ,  y  sonriéndQse,  di* 
^  í  ^\txq :  ni  ayer  me  movió  tu  oro ,  ni  hoy  ;u  ele^ 
fante.  ^Hablóse  en  el  banquete  de  diferentes  asuntos» 
y  có^.  especialidad  de  la  Grecia  y  de  los  filósofos  i 
y  Qneas^sacó  la.  con  versación  de  Epicuro,  refirien-* 
¡da  lo  que  dicen  Íot  de  su  escuela  acerca  de  los  Dio- 
ses, del  gobierno  y  del  ñn  supremo,  poniendo  este 
en  ^1  placer ,  huyendo  de  los  empleos  como  de  mi 
menoscabp  y  alteración  de  1^  bienav^turanza «  yco^ 
locando  á  los  Dioses  íejps  de  todo  zpi^t.  y  odio ,  y 
de  providencia  alguna  por  nosotros,  en  upa  vida  desr 
cansada  y  llena  de  delicias*  Todavía  no  habia  con- 
cluido, cuando  exclamó  Fabricio:  ¡por  Júpiter,  esl- 
ías sean  las  opiniones  de  Pirro  y  oq  .los  Saspnitesi 
mientras  mantienen  guerra  con. nosotros!  Maravilla- 
do cada  vez  mas  Pirro  ^e  la  prudencia  y  de  la  pro- 
bidad de  Fabricto  ,  Ifge  tan^biei)  mayor  su  deseo  de 
hacer  pprsu  medio,  amistad  con  Roma'  en  lugar  de 
contijUgar  la  guerra;  exhortábale  pues  en  sus. parti- 
culares conferencias  á  que  se  hiciera  el  tratado,  y 
después  le  siguiese  y  viviese  en  su  compa&ia ,  en  la 
que  tendrja  el  primar  lugar  entre  sus  amigos  y  Ge- 
neralef. ;  4  l<^  ^"^  ^>  ^^^^  haberle  contestado  sps^a- 
damente:  pues  eso,  ó  Rey,  á  tí  no^ puede  <^tarté 
bien ;  porque  íos  mismos  que  ahora  te  y^fjeraa  y  Wr. 
ven.,  si  llegaran  á  conocerme,,  querrían  más  ser  por 
mí  que  por  tí  gobernados :  ¡  tal  er^  el. carácter  4e Fa* 
brido!  rúes  Pirro  oyó  estaí  respuesta  no  como  tirn- 
no,  con  enojo,  sino  que  dio  idea  á  sus  anvlgo$  jde  la 
elevación  de  ánimo  .de  Fabricio,  y  á-éjsi^lo  I^tcon- 
jfió  los.  cautivos ,^  para  que  ú  el  Senadp.nQ  4e<sr^ba 
la  paz  j»  .después  de^ h«$er  ,saludadp.  á  ^  ^Sr.  deu^s ,  y 


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43^  FIRUÓ. 

celebrado  las  fiestas  Saturnales »  volviesen  otra  rez  A 
cautiverio;  y  volvieron  efectivamente  después  de  la 
celebridad  ^  habiendo  establecido  el  Senado  la  pena 
de  muerte  contra  el  que  se  quedase. 

Fufe  conferido  después  el  mando  á  Fabticío  ,  y 
Vino  en  su  busca  un  hombre  al  campamento ,  trayén* 
dolé  una  carta  escrita  por  el  médico  del  Rey ,  en  iá 
que  le  oftecia  quitar  de  en  medio  á  Pirro  con  yer- 
bas, si  por  el  mérito  de  hacer  cesar  la  guerra  sin  pe- 
ligro alguno  se  le  promecia  on  agradecimiento  cor- 
resDondiente.   No  pudo  Fabricio  sufrir  semejante 
maldad  I  y  haciendo  entrar  en  los' mismos  sentimien- 
tos i  su  colega ,  escribió  sin  dilación  una  carta  á  Pir- 
ro, previniéndole  que  se  guardara  de  aqbel  riesgo* 
Estatsa  la  carta  concebida  en  estos  términos:  nCayo 
«Fabricio  y  Quinto  Emilio,  Cónsules  de  los  Ro-« 
n  manos ,  al  Rey  Pirro  felicidad.  Parece  que  no  eres 
«muy  diestro  en. juzgar  de  los  amigos,  y  de  los  ene- 
fi  migos.  Leida  la  carta  adjunta  que  se  nos  ha  remi^ 
n  tido^  verás  que  haces  la  guerra  á  hombres  rectos  y 
M  justos,  y  qué  te  fias  de  inicuos  y  malvados.  Da- 
M  moste  este  aviso ,  no  por  hacerte  favor,  sino  para 
9»  que  caalqui^a  mal  suceso  tuyo  no  nos  ocasione 
9>  una  calumnia ;  y  parezca  que  tratamos  de  dar  fin 
n  á  la  guerra  con  malas  artes,  ya  que  no'  podemos 
•I  con  el  valor:"  Cuando  Pirro  se  halló  con  esta  car- 
ta, y  se- enteró  de  las  asechanzas,  castigó  al  médico, 
y  en  agradeciilílénto  envió  á  Fabricio  los  cautivos 
sin  rescate ;  haciendo  de  nuevo  pasar  á  Cineas  á  ne- 
gociar la  paz;  Mas  los  Romanos ,  desdeñándose  de 
recibir  de  grada  los  cautivos ,  bien  fuese  la  remesa 
fa<ror-de  ün  ^emigo ,  ó  recompensa  de  no' haber  si-     I 
do  injustos,- eiíviaron  asimismo  á  Pirro  otros  tantos     j 
Tarentinos  y  Samnites ;  pero  acerca  de  la  amistad  y     I 
I>a2  no  permitieron  que  se  entrase  en  coñferentía,     I 
sin  qire  antes  retírase  de  la  I-taHa^süs  armas  Jr-sii  éjér-     j 
ó¡to ,  uñándose  al  Epiro  eñ  ks  mismas  naves  en  que 


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vine.  !Pne  pues  precisó  disponerse  á  otra  batalla ;  para 
Jo  que  poniendo'  en  movimiento  su  ejército ,  y  al-' 
oanzando  á  los  Romanos  junto  á  la  ciudad  de  Ascu- 
lo  i  fue  <k  estos  impelido  a  lugares  inaccesibles  á  la  ^ 
cd(baHerk/-y  á  ua  sitio  muy  pendiente  y  poblado 
de  matorrales  9  que  quitaba  toda  facitidad  para  qué 
los  defames  se  unieran  con  la  hueste ;  y  habiendo  te-' 
nido  mcfchos  muertos  f  iieridos ,  solo  la  noche  puso 
fin  al  combate.  Pensó  entonceü  como  al  dia  siguien* 
te  haria  la  guerra  en  lugar  llano ,  en  el  que  los  ele« 
fantes  pudieran  oponerse  á  los  enemigos;  y  como 
palia  éltc  ocupase  con  unagra^  guardíg  los  matos  pa<* 
sos,  y  colocase  entre  los  elefantes  multitud  de  azco- 
seros  y  saeteros,  acómeti<5  con  gran  ímpetu  y  fuer- 
za,  Iteyañdo  su  hueste  miiy  espesa  y  apiñada.  Los 
Romanos ,  ño  siendo  duefíos  como  antes  d^  los  des- 
filaderos y  puestos  ventajosos,  acometieron  también 
de  frente  en  la  llanura ;  y  procurando  rechazar  á  los 
pesadamente  armados  antes  que  sobreviniesen  los  ele- 
fantes ,.  tuvieron  con  las  espadas  un  terrible  combate 
cotítra  las  lianzas,  no  curando  de  sí  en  ningtína  ma- 
nera, ni  atendiendo  á  otra  cosa  que  á  herir  y  tras- 
tornar >  sitl  tener  én  nada  ló  que  padedan.  Al  cabo 
de' mucho  tiempo  dfcese  que  la  retirada  tuvo  princi- 
pio eñ  el  punto  donde  se  hallaba  Pirro,  que  acoso 
estraordinariamente  á  los  que  tenia  al  frente  ;  mas  el 
principal  daño  provino  dei  ímpetu  y  -fuerza  de  los 
elefantes ,  no  pudiendo  los  Romanos  u$ar  de  sil  va- 
lor en  la  batalla;  por  ló'cual,  como  ú  utra  ola  6  un- 
terremoto  los  estrechase ,  creyeron  quedebiaii  ceder, 
y  noeiper^stf  á  morir  con  las  manos  ociosas^  pade-* 
oiendo)  sin  poder  ser  de  Bingün  provecho,  los  males 
mas  terribles.  Y  sinembargode  no  hafeersido  larga 
la  retirada  al  campamento,  dice  Gerónimo  que  mu- 
rieron'seis  mil  de  los  Romanos,  y  de  Ja  parte  de 
Pirro  se- refirió  en  sus  comentarios  haber  muerto  tres 
mil  quinientos  y  cinco ',  pero  Dionisio  bí  dice  que 
TOMO  n.  fifi 

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4U  ?IRKO. 

bubie^  habido  do$  batallas  ¡unto  á  Asento  ^  ni  que 
ciertamente  hubiesen  sido  vencidos  ios  Roaumos;  si- 
no que  habiendt>  pcleadouna  sola  ve^ ,  apenas  cesa- 
ron de  la  contienda  después  de  puesto  el  sol ,  siendo 
Pirro  herido  en  un  brazp  con  ua  golpe  de  lanza ,  y 
habiendo  los  Samnites  saqqeidasu  bagage;  y  que  del 
ejército  de  Pirro  y  del  d^  los  Romanos  murieron 
sobr^  quince  mil  hombres:  de  una  7  otra  P^rte.  Am- 
bos se  retiraron ;  y  se  cuenta  haber  dicho  rirro  á  nno 
Íue  le  daba  el  parabién ,  si  vencemos  todavía  á  ios 
Lómanos  etí  una  sola  batalla ,  perecemos  sin  recUirsa 
Pprque  habia  perdido  gran  porte  de  la  trppa  que 
trajo;  y  de  los  amigos  y  caudillos  todos,  á  ^iSiCti^-' 
cion  de  muy  pocos ,  no  siéndole  posible  reemplazar- 
los coa  otees  f  y  á  los  aliados,  que  allí  tenia  los  Qpta- 
ba  muy  tibios;  cuando  los  Romanos  completaban 
con  fiíciiidad  y  prontitud  su  ejército,  como  si  en  ca- 
sa tuvieran  una.  fuente  petene;  y  nunca  con  las  der- 
rotas perdían  lá  confianza  ,^  sino  que  mas  bien  la  có- 
lera les  daba  nuevo  vigor  y  empeño  para  la  gu^ra. 
Constituido  en  este  otoñicto,  se  entregó  otra  vez 
á  vanas/es(>eranaas  por. negocios  que  llamaban  á  dos 
distintas,  partes  la  atenoion:  porque  á  ufi  mismo 
tiempo  llegaron  qiensageros  de  Sicilia,  poniendo  en 
sus  manos  á  Agrigento,  Sirácusay  Leoncio,  con  ca- 
lidad :de  que  expeliese  á  los  Cartagineses,  y  dejara 
la  isla  libre  .de.airanos;  y  de  la  Grecia  le  trajeron 
la  noticia  de  que  Tolomeo  Querauno '  habia  muerto 
en  ocasión  de  librar  batalla  á  los.  Galos  con  so  ejér- 
Qitd :  asi  qiie  llegarla  entonces  tntiy  á  tiempo^  cuan- 
do los  Macedonios  habían  quedado  sin  Rey.  Quejó- 
se amargamente  de  la  fortuna-  por  haber  acumulado 
en  un  mismo. liaomento  las  ocasiones  y  motivos  de 
grandes. hazañas;  y  reconociendo ijue reunidos  am- 
bos objetos  era  preciso  renunciar  á  uno ,  estuvo  flac« 

^:'!  JE     Quiere' decir  el  sayo» 

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F«Ro;  435 

tttáodo  en  la  incertidumbre  largo-  tiempo;  pero  des^ 
piíéS)  paredéndole  que  los  negocios  de  Sicilia  eran 
lo&de  mayor  jentidad,  presentándose  cerca  el  Aíri« 
6a  f  decidido  por  dios  j  envió  inmediatamente  á  Ci-' 
jneas ,  como  lo  tenia  de  costumbre ,  para  que  pevi- 
oíese'  á  !a»  ciudades ;.  y  por  Iq  que  i  él  tocaba ,  como 
los  Tarentinos  se  mostrasen  disgustados,  les  puso 
¿uanücion*  P^diaiile  estos  qué  ó  íes  cumpliera  aque- 
llo, para  que  era  venido  combatiendo  con  los  Ro-^ 
manos  9  o  se  desistiera  de  su  territorio,  dejándoles 
la  biudad  comcí  la  habia  encontrado;  mas  la  res- 
puesta fue  desabrida ,  y  mandándoles  que  se  estu- 
viesen quietos  I  y  esperaran  que  les  llegara  su  mo-* 
mentó  favorable,  en  tanto  se  hizo  á  la  vela.  Ape- 
nas tocó  en  la  Sicilia ,  cuando  previno  su  gusto  lo 
que  habia  esperado ,  entregándosele  las  ciudades  *  áfi 
muy  buena  voluntad.  Y  por  entonces  ninguna  opo- 
sición experimento  de  las  que  exigen  contienda  y 
violencia;  sino  que  recorriendo  la  isla  con  treinta 
mil.  infantes,  dos  míly  quinientos  caballos,  y  dos- 
cientas naves  i  expelió  á  los  Cartagineses»  y  trastor- 
nó sil  dominación.  Siendo  el  distrito  de  Brix  el  mas 
fuerte  de  todos,  y  el  que  contenta  mas  comba-» 
,  tientes ,  determinó  encerrarlos  dentro  de  los  muros; 
y  poniendo  el  ejército  á  punto,  armado  de  todas 
armas  emprendió  su  marcha 9  ofreciendo  á  Hércules 
tener  juegos  y  sacrificios  de  victoria  ante  los  Griegos 
qué  ^habitaban  la  Sicilia,  si  le  hacia  comparecer  un 
guerrero  digno  de  su  linage,  y  de  los  niedios  que 
tenia.  Dada  la  señal  con  la  trompeta  después  que 
con  los  dardos  hubo  retirado  á  los  bárbaros ,  hizo 
arrimar  las  «calas,  y  fue  el  primero  en  subir  al  mu- 
xo*  Eran  muchos  los  que  le  oponían  resistencia ;  pe-^ 
ro  áunos  los  apartó  y  derribó  de  la  muralla  á  en- 
trambas partes ,  y  de  muchos ,  valiéndose  de  la  espa**- 
da,  hizo  un  montón  de  muertos.  No  recibió sinembar-- 
go  lesión  alguna ,  y  antes  con  su  vista  infundió  ter- 

££  2 

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436  PIRRO. 

for  á  los  enemigos  9  acreditando  que  Homero  tubk 
hablado  en  rázon  y  con  experiencia,  cuando  dijO| 
que  de  todas  las  virtudes  sola  la  fortaleza  tenia  mu- 
chas veces  ímpetus  furiosos,  y  en  cierta  manera  so- 
brenaturales. Tomada  la  ciudad  sacrifico  al  Dios  mag- 
níficamente,  y  dio  espectáculos  de  toda  especie  de 
combates» 

Los  bárbaros  de  Mesena ,  á  los  que  se  daba  el 
nombre  de  Mamertinos,  vejaban  en  gran  manera  á 
los  Griegos,  y  aun  á  algunos  los  habían  sujetado  á 
pagarles  tributos,  por  ser  ellos  muchos  y  gente  be- 
licosa ,  apellidados  pot  tanto  los  marciales  en  lengua 
btina :  cogió  pues  a  los  recaudadores  y  les  dio  muer- 
te; y  venciéndolos  i. ellos  en  batalla,  asoló  muchas 
de  sus  fortalezas.  A  los  Cartagineses ,  que  se  mos- 
traban inclinados  á  la  paz,  estando  dispuestos  á  con- 
tribuir con  dinero,   y  despachar  la  escuadra,  sí  se 
ajustaba  la  alianza,   les  respondió,  codiciando  to- 
davía mas,  que  no  habia  amistad  y  alianza  para 
ellos  ,  sino  dejaban  toda  la  Sicilia^  y  ponian  el  mar 
Líbico  por  término  respecto  de  los  Griegos:  en- 
ereido  para  ello  con  la  prosperidad  y  curso  favora- 
ble de  sus  negocios , .  y  llevando  adelante  las  espe- 
ranzas con  que  se  embarcó  desde  el  principio,  pues- 
to principalmente  en  la  África  su  deseo.  Hallábase 
con  bastante  número  de  naves ,  faltándole  las  tri- 
pulaciones; mas  después  que  se  proveyó  de  reme- 
ros ,  ya  no  trataba  blanda  y  suavemente  á  las  ciu- 
dades, sino  con  despotismo   y  con  dureza,  impo- 
niendo castigos;  cuando  al  principio  no. habia  sido 
asi,  sino  mas  dispuesto  todavía  que  todos  los  demás 
á  la  afabilidad ,  y  á  hacer  favores ;  á  mostrar  con- 
fianza, y  á  no  ser  molesto  á  nadie;- pero  entonces, 
habiéndose  convertido  de  popularen  tirano,  con  la 
aspereza  de  la  ingratitud  y  de  la  desconfianza,  obs- 
cureció su  gloria,  Y  aun  esto,  como  necesario,  lo 
aguantaban  9  aunque  de  mala  ^ana;  pero  sucedió  des* 


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pnes  qae  habiendo  sido  Teñon  y  Sostrato,  Genera- 
les de  SiracusS)  los  primeros  que  le  excitaron  á  pa- 
sar á  Sicilia;  los  que  cuando  estuvo  alli  le  entrega- 
ron la  ciudad »  y  de  quienes  se  valió  para  la  mayor 
parte  de  las  cosas  ^  los  tuvo  después  por  sospecho- 
sos»  no  queriendo  ni  llevarlos  consigo  ni  dejarlos^ 
por  lo  cual  Sostrato ,  entiendo  en  rezelos  y  temo- 
res, se  ausentó;  pero  á  Tenon,  achacándole  igual 
intento  y  le  quitó  la  vida«  Con  esto,  no  ya  poco  i 
poco  ó  por  grados,  se  le  mudaron  los  ánimos;  sino 
que  concibiendo  contra  él  las  ciudadeis  un  violento 
odio ,  unas,  se  pasaron  á  los  Cartagineses ,  y  otras 
llamaron  á  los  iCta^sertinos.  Cuando  por  todas  par- 
tes no  veta  mas  que  defecciones,  novedades  y.  una 
terrible  sedición  contra  su  persona ,  recibió  cartas  de 
los  Samnites-y  Tarentinos,  en  que  manifestaban  que 
apenas  podían  sostener  la  guerra  dentro  de  las  ciu- 
dades >  arrobados  ya  de  tooo  el  pais ,  y  le  pedían  que 
fuese  en  su  socorro.  Este  fue  un  pretexto  decente 
para  que  no  se  dijese  que  su  partida  era  una  fuga,  ó 
un  abandono  de  sus  anteriores  proyectos;  mas  lo 
cierto  fue  que  no  pudiendo  sujetar  la  Sicilia  como 
nave  en  borrasca ,  buscando  como  salir  del  paso,  dio 
consigo  de  nuevo  en  la  Italia.  Díceseque  retirado  yá 
del  puerto,  volviéndose  ¿mirar  la  isla,  dijo  á  los 
que  tenia  cerca  de  si:  ¡qué  palestra  dejamos,  ó  ami- 
gos, á  los  Cartagineses  y  Romanos!  lo  que  alcabode 
poco  tiempo  se  cumplió ,.  como  lo  habia  conjeturado. 
Conmovidos  contra  él  los  bárbaros  cuando  ya  es- 
taba en  la  msíTy  peleando  en  la  travesía  con  los  Car^^^ 
tagineses  perdió  muchas  de  las  naves  ,  y  con  las  res- 
tantes huyó  á  la  Italia. .  Los  Mamertinos  le  antece-^ 
dieren  enieí  paso  con  diez  mil  hombres  á  lo  menos, 
y  aiiñque  temteron.presentársele  en  batalla,  colocados 
en  si tiosi  ásperos,  y  sorprendiéndole  desde  ellos,  des-< 
ordenaron  iodo  el  ejército,  le  mataron  dos  elefantes, 
y  murieron*  muchos  de  la  retaguardia.  Pasando  el  allá 


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43&  Fimio. 

desde  U  vanguardia ,  les  hizo  oposición  /  y  peIe<S  con 
aquellos  hombres  aguerridos  y  corajudos.  Como  hi> 
biese  recibido  una  cuchillada  en  la  cabeza,  y  hubiese 
quedado  un  poco  separado  del  comísate  ^  cobraron 
con  esto  mas  arrojo  los  enemigos;  y  uno  de  ellos 
de  grande  estatura  y  brillantes  armas,  adelantándose 
i  afreta  á  los  demás , .  en  alta  voz  comenzó  á  pro- 
vocarle diciéndole  que  viniera  á  él  si  aun  estaba  vivo. 
Irritóse  Pirro  ^  y  revolviendo  ooa  sus  asistentes  lleno 
de  ira  bañado  en  sánete,  con  un  semblante  que  im- 
ponía miedo»  penetro  por  entre  los qbe iialló  al  pa- 
so, y  se  adelantó  á  herir  con  la  espada  al  báii>aro  en 
la  cabeza »  dándole  tal  cachillada  que  ya  por  ta  fuerza 
del  brazo  y  ya  por  el  temple  del  acero  desoéndiiS  bien 
abajo  t  viéndose  caer  en  un  momento  á  uno  y  otto 
lado  las  partes  del  cuerpo  dividido  en  dos.  Esto  de- 
tuvo á  los  bárbaros  para  que  volvieran  á  acercársele 
aisombrados  de  Pirro  >  á  quien  miraron  como  un  ser 
supetion  Pudo  Con  esto  continuar  sín  tropiezo  el  ca- 
mino que  le  quedaba,  y  llegó  á  Tarento  con  diez 
mil  infantes  y  tres  mil  caballos.  Incorporó  con  estos 
los  mas  alentados,  de  los  Taréntiuos^  y  movió  inme-* 
diataniente  contra  los  Romanos,  acampados  en  la 
Samáitide  ó  tierra  de  Samttio. 

Hallábanse  en  itnal  estado  los  negocios  de  los  Sam- 
nites;  y  estol  hábtan  decaído  niucho  de  ánimo  por 
las  frecuentes  derrotas  que  les  habiah  causado  los  Ko^ 
mánós;  á  lo  qué.  sé  agregaba  cierto  encono:  que  teníaii 
á-Pifro  por  su  viage  á  Sicilia;  asi  es^ que  no  fueron 
muchos  los  que  á  él  acudieron*  Hizo  de.  todos  dos 
divisiones ,  enviando  unos  á  la  Lucania  Í  oponerse  a! 
otro  Cónsul  paía  qué  bo  diese  socorro ;  y  comiuden**' 
do  ¿1  mismo  á  los  otros  contra  Manió  Cirio-  acaar^^ 
telado  en  Benevento^  donde  con  la  mayor  confianza 
aguardaba  el  auxilio  de  la  Lucania  x  conourriendb  isde« 
imas  para  estarse  sosegado,  el  que  los  bgiieros  yk» 
Victimas  le  retraían  de  pelear*  Apresurándose  por  tan« 


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itó  Pfrió  i  caer  sobre  estos  antes  qat  los  oriros  vi- 
[tiiesen ,  tomo  consigo  á  los  soldados  de  mas  aliento 
i  y   de  los  elefantes  los  mas  hechos  i  la  guerra,  y 
de  noche  se  dirigió  contra  el  campamento.  Habien- 
do tenido  que  andaif  un  camino  largo  y  embarazado 
con  arbustos ,  no  aguantaron  las  luces ,  y  anduvieron 
pefdSdos,  y  dispersos  los  soldados;  con  la  cual  de- 
tención faltó  ya  la  noche ,  y  desde  el  amanecer  per- 
cibieron los  enemigos  su  venida  desde  las  atalayas; 
de  manera  que  desde  aquel  punto  se  pusieron  en  in- 
quietud y  movimiento.  Hizo  sacrificio  Manió;  y  co- 
mo tan^ien  el  tiempo sq  presentase  oportuno,  salien- 
do con  sus  t^'opas ,  acometió  á  los  primeros ,  y  hacién-r 
dolos  retirar ,  inspiró  ya  miedo  á  todos ,  habiendo 
muerto  muchos  y  aun  habiéndose  cogido  algunos  ele- 
fantes. La  misma  victoria  condujo  á  Mamo  á  tener 
qoe '  pelear  en  la  llanura ;  y  trabada  alli  de  poder  á 
poder  la  batalla ,  por  una  parte  desbarató  á  los  ene- 
migos ;  pero  por  otra  fue  acosado  de  los  elefantes ,  y 
como  le  llevasen  en  retirada  hasta  cerca  del  campa- 
mento, llamó  á  los  de  la  guardia  que  en  gran  ntSme- 
ro  estaban  sobre  las  armas  y  se  hallaban  descansados. 
Acndiendo  estos  i  hiriendo  desde  puestos  ventajosos 
á  los  ele&ntes,  los  hicieron  retirar,  y  dando  á  huir 
por  entre  los  propios  j  causaron  gran  turbación  y  des- 
orden ^  lo  cual  no  solamente  dio  á  los  Roihanbs  aque- 
lla victoria,  sino  la  seguridad  del  mando.  Porque 
habieilftlo  adquirido  de  recitas  de  aquel  valor  y  de 
aquellos  combates,  osadia,  poder  y  ía  fama  de  in- 
vencibles ,  de  la  Itattalse  ápddetaroú  inmediatamente, 
y  de  lá  «dlia  de  a'lH  á  poco.  ' 

< '  De  esté  niodo  se  jé  desvanecieron  á  Pirro  las  es- 
peraifótas  que  acerea  déla  Italia  y  la  Sicilia  había  con- 
cebido perdiendo  séi^añ^  én  estas  expedlcfones ;  en 
lasq^iesi  en  los  intereses  salió' menoscabado /el  valor 
lo  conservó  invencible  en  medio  de  las  derrotas.  Asi 
tmro  la  reputación  dé  ser  el  j>fÍmero  entre  los  Reyes 


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440  HRRO» 

de  su  tiempo  eo  la  pericia  militar»  en  (a  pujmn&i  de 
brazo ,  en  la  osadía ;  sino  que  lo  que  adquiría  con 
sus  li^zañas,  lo  perdía  por  nuevas  esperanzas ,  y  no 
sabia  salvar  lo  presente  sego|i  convenía  por  la  <xkü- 
cia  de  lo  ausente  y  venidero.  Por  tanto  Ántígono  so- 
lia  compararle  á  un  jugador  que  juega  y  gana  mucho, 
pero  que  no  sabe  sacar  partido  de  sus  ganancias.  VoU 
viendo  pues  al  Epiro  con  ocho  mil  infantes  y  qui- 
nientos caballos,  y  hallándose  falto  de  medios^  so- 
licitaba una  guerra  en  que  ocupase  su  ejército ;  y  co- 
mo se  le  uniesen  algunos  Galos  ^  hizo  incursión  en 
la  Macedonia,  reinando  Ántígono  hi jo  de  Denietrio, 
precisamente  con  el  objeto  de  saquear  y  hacer  botín. 
Avínole  el  tomar  varias  ciudades,  y  que  se  le  pasa- 
sen dos  mil  soldados ;  con  lo  que  ya  extendió  sus 
esperanzas  y  se  encaminó  contra  Ántígono.  Spbreco- 
gióle  en  unos  desfiladeros ,  y  pusp  en  desorden  todo 
su  ejército.  Los  Galos  que'  se  hallaban  á  la  retaguar- 
dia de  Ántígono  muchos  cq  número  se  sostuvieron 
vigorosamente ;  y  trabada  con  este  motivo  oná  reñi- 
da batalla,  perecieron  en  ella  la  mayor  parte.de  es- 
tos ;•  y  cogidos  los  que  póndujpian  los  elefantes^  se 
rindieron  á  ellos  mismos  y -en  fregaron  todas  aquellas 
bestias.  Fortalecido  Pirro  cpn  estos  sucesos,  contan- 
do m^s  con  ^  Tortunafq^e^sQn  lo  que  podia  dictar 
la  razón ,  fcpftietió  á  ia  falange  de  los  Macedooios, 
turbada  y  ^acobardada: cop  el  vencimiento:  asi  es  que 
no  palearon  .Qontra.  él  «i  «le^  hici§rpn  resístenda:  ex- 
tendía pj^jij^s.  su  dereelay?.,:  y  lla^m^do  por  sus  nombres 
átodos;l<5ís  generales  :y:geÉbs,  logró  que  la  infante- 
na  abandonase  á  Ántígono.  jR^etiróse  f ste  por  ja  par- 
tp  del  ngi^ry  al  paso  recobra  a|g^nas  de  las  ciudades 
litorales;  y  Pirro ,  teni^ci^ppsrfíl  mayor  para  su  glo- 
ria en  estos  |>róf5peros  ace^nteí^mie^tos  el  de  haber  ven- 
cido á  los  Galos,  consagró  U^mas  brillanje  y  pre«^ 
cioso ,de^  los  despojos  en  el, templo  de  Minerva  Itó- 
aide  con  la.  siguiente  inscópciogjen  versos  ekgiacos.* 


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PXRROk  44c 

A'Itónttk  Minerva  en  don  ooásftgca  < 
t     Estos  escudos  el  Moloso  Pirro, 

A  ios  feroces  Galos  arrancados     .    , 

Cuando  triunfó  de  Antígoóo  y  su  hueste. 

{Qué  hay  que  maravillar  si  ahora  y  antes 

Los  Eacidas  fueron  invencibles? 
Después  de  la  batalla  inmediatamenie  recobró  las  ciu« 
dades ;  y  habiendo  vencido  á  los  Egeos  ^  los  trat¿ 
mal  en  diferentes  maneras,  y  ademas  les  dejo  guarni-*- 
cion  de  los  Galos  que? militaban  en  su  ejército.  S09 
estos  Galos  gente  de  insaciable  codioin,  y  se  dieroQ  i 
abrir  los  sepulcros  de  los  Reyes  que  alli  estaban  entera 
rados,  robaron  la  riqueza  en  ellos  depositada -/y  los 
huesos  los  tirarpn  con  insulto.  Pareció  que  Pirro  ha^? 
bia  tomado  este  mal  hecho  con  tibies^  y  desprecio; 
jbien  fuese  que  no  atendió  á  él  por  sus  ocupadones» 
ó.  bien-  que  hubo  de  disimular  por  no  atreverse  á  cas^ 
tigar  á  los  bárbaros;  cosa  que  reprendieron  mucho eá 
él  los  Macedonios ;  y  cuando  todavía  so:  imperio  no 
estaba  seguro  ni  había  tomado  firme  consistencia,  ya 
su.  ánimo  se  habiaHi6amado  con  otras  efip0ranzasi 
A  Anttgono  le  Uáinaba  hombre  sin  yergüenaa,  poi^ 
que  debiendo  yá  tomar. la  capa,  aüa  usaba  la  púr^f 
pura.  Vino  á  él  en  este  tiem'po  Ckonumo  de  Espar*^ 
ta,  y  llamándole  contra  la.Lacedemoaiar  se.  püe-» 
H^to  muy  contentor  Era  Cleosomo  4«  tíni^  real> 
pero  mostrándose,  hombre  violento  y  despótico  no 
inspiró  amor  ni. confianza;  y  asL  fue:  Arto,  el  qué 
reittó^  siendo  aquella  nota  en  él  muy. antigua  y  pó^ 
blica  entre  sus  ciudadanos.  Estando  en  edad  se  daiso 
Con.Quelidonis  la  de  Lcptuquidas,  inuger'hermosai 
y  también  de  regio  origen ;  pero  esta  lar^aba  pery 
dida  por  Acrotato  hijo  de  Areo,  mozo  de  brillante 
íigura^  lo  que  para  Cleonumo  >que  la  amaba,  hijiíQ 
aquel  matrimofliodesabyido.á  un  tiempo  yafrentóso^ 
pot  cuanto  no  babie- Esparciata  alguno  4  quien  se 
ocultase  que  era  de$preci^o  de  su^uger*  J^eüniéron-» 


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441  mcsLp. 

se  de  este  mtídi^  l0S  disgustos  de  cusa  con  los  de  h 
república :  por  ica  y  por  despique  atrajo  contra  Espar- 
ta á  Pirro,  que  >tenia  á  sus  órdenes  veinte  y  cinco 
mil  infantes*,  dos  mil  cabalbs  y  veinte  y  tres  eléfan* 
tes ;  de  manera  qtie  ál  punto  se  echó  de  ver  en  la  su- 
perioridad de  sus  fueriAs  que  no  iba  á  ganar  á  Es-- 
Cirra  para  Gleonyino,  sino  á  adquirir  para  sí  el  Pe-^^ 
poneso ;.  sin  embargo  de  que  en  iás  palabjras  aparen-* 
tó  otra  cosa ,  aun  con  los  mismos  Lacedemonios  que 
fueron  á  ¿I  de  embajadores  í  Megalópolis.  Porque 
les  dijo  ser  su  venida  á  libertar  las  ciudades  sujetas  & 
Aatígono^  y  también  á  enviar  á  Esparta  sus  hijos  de 
corta  edad,  sino  babia- inconveniente,  á  fin  de  que 
educados  en  tas  co^ttimbfes  lacónicas ,  tuvieran  aque- 
llo de  ventaja  sobre  los  demás  R^es.  Engañándolos 
de  este  modo,  y  usando  también  de  simulación  con 
cuantos  trató  en  el  camino ,  apenas  puso  el  pie  en'  l;a 
Laconia  empezó  á  saquearlos  y  despojai'los.  Recon- 
viniéndole- li>s  embajadores^  con  que  para  entrar  así  eíi 
su  pais  no  les  faabta  denunciado  I^  guerra ;  bien  sabe- 
mos ,  les  fflspdfidiójígtie  tampoco  vosotros  los  Lacede- 
monios avisáis  á  los  otros  de  lo  que  intentáis  hacer ;  y 
uno  de  los  que  alK  se  hallaban^  llamado  MandriquMa, 
usando  del  ^dialecto  lacónico,  ie  repuso:  si  eres  un 
Dios ,  no-nofr harás  mal ,  porque  nó  te  hemos  ofendió 
do ;  si  hom1>re^  no^  faltara  otro  que  valga  masque  tá. 
Bajó  Juego; á' Esparta,  y  Gkonumo  quería  que 
la  invadiera  sin  detención 5  pero  Pirro,  temeroso, 
aegun  se  dice  y  de  que  los  soldador  saqueasen  la  ciu- 
dad si  entraban  d&<^noclie,  le  contuvo  diciendo  que 
ya  seharia  al  dia  siguientef  porque  ellos  eran  pocos, 

Slos  cogían  desprevenidos  i  causa- de  la  prontitud; 
acia  ademas  la  casualidad  que' Areo  no  se  hallase 
slli  sino  '%n  Creta  au:^il¡ando  á  los  Gortmios  que 
tenian  guerra;  y  esto  fue  lo  que  principalmente 
s^lvó  á  la  ciudad  mirada  con  desprecio  por  su  solé* 
dad  y  flaqueza:  p<^s  Pirra,  pevsoádido  de  que  no 


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teadrir  que  combttir  con  nadie^  se  acampé ¿  coaogo 
los  amigos  é  hitoties'de  Cleonumo^tenian  la  casa  prev^ 
nida  y  dispuesta  para  que  Pirro  foese  festejado  en  eUa« 
Mas  Tenida  la  noche ,  como  losLacedemoDios*  em-^ 
pezasea  á  deliberar  soí>re  mandar  las  mugerts  á  Qft^ 
ta ,  estas  se  opfi^teron  á  ello-,  y  aun  Arqnidamia  st 

£  resentí  ante  el  Senado  con  una  espada  en  la  mano^ 
adendo  cargo  á  los  hombres  de  qne  creyesen  qué 
ellas  deiearian  vivir  después  dé  pnrdida  Esparta^  ]te«^ 
soMeron  después  «brir  una  zan|a  paralela  al  campa* 
mentó  de  lo»  enemigos,  y  poner  carros  á  uno  y  otro 
extremo  enternvddo^las  ruedas  hast^  los  cubos ,  para 

?ue  teniendo  un  asiento  firme  sirvieran  de  estorbo 
los  elefantes.  Cuando  en  esto  entendían  Itegarott 
adonde  estaban  ks  doncellas  y  casadas  las  unas  coa 
los  mantos  arremangados  sobre  ku  tánicas ,  y  las  ótt as 
con  las  ttinicÉs  solas  á  ayudar  en  la  obra  á  los^ancia^^ 
nos.  A  los  que  habian  de  pelear  les  decían  quedescan^ü 
«asen ,  y  tomando  la  plantilla  y  hicieron  por  tí  solas  la 
tercera  partea  de  la  zanja,  la  cual  tenia  de  aiidio  seta 
codos^  9  de  profundidad  cuatro,  y  de  longitud  ocho  ^le« 
tros  6  yugadas ,  según  dice  Fikrco  ,  y  menos  segtiii 
Gerónimo*  Movieron  al  mismo  punto  de  amaneced 
los  enemigos ,  y  ellas ,  alargando  á  los  jóvenes'  la$  aH 
mas  y  encargándoles  la  zanja,  los  exhortaban  á  de4 
feoderla'  y  guardarla ,  porque  si  era  dulce  el  vencer 
ante  los  ojos  de  la  patria,  también  era  gloriosa <«t 
morir  en* los  bi^azos  de  las  madres  |y  de  tasies{J0sa«^ 
pereciendo  de  un  modo  digno  de^  Esparta»  (^elido^ 
nis,  retirada  en  su  casa^  se  habia  echado  un  lazo  at 
cuello ,  para  «no  venir  al  poder  de  Gleonunnyj  si  Es^ 
parta  se  toníaba. 

£ra  Pirr#^  tttrafdo  de  frente  C5fi  su  ínfíinierfa  *& 
los  espesos^éscádós  de  los  Éspáreiiitas  que  le  estabáii 
contrapuestos,  y  á  la  zanja  que  no  podía  pasarse,  ni* 
permitía  hacer  píe  firme  por  el  lodo.  Mas  su  hijo  To- 
lomeo  ,queteniá  á  sus  órdenes  dos  mil  Gabs*  y  lasr 


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444  pjwao* 

trppttsesdepdfs.de  los  Caoaios/ haciendo  ni»  ero- 
Iticioii  sobre  la  zanja,  procuraba  pesar  por  éncíina 
de  los  carros;  pero  esbos  por  estar /profundos,  j  muy 
capesos.'íko  solamente  le  hadan  dificii  á  él  et  paso, 
sipo  también  á  los  Lacedemonios  la  defensa;  £n  esto 
como  cdilsiguiesen  los  Galos  levantar  las  ruedas ,  y 
aoiontofiar  los  carros:  en  el  rio,  advirtiendo  él  joven 
ÁProtato  el  peligro^, y  corriendo  la  éiudad  con  tres- 
cieotos* hombres ,  envolvió  á  Tolomeo  sin  ser  de  él  vis- 
to por  ciertas  desigualdades  del  terreno.,  hasta  que  acó 
metió  á  los  últimos ,  y  los  precisó  á  que  volviesen  á 
pelear  cod  él ,  iínpeliéndose  unos  i  otiroSf  y  cayendo 
ed  la  zanja  y  entre  •  los  carros ;  de  manera  que  con 
trabajo  y  no  sin  gran  'mortandad  pudieron  retirarse. 
Los  ancianos  y  gran  número  de  las  mugeres  fueron 
tipectadores  de  las  proezas  de  Acrotato:  asi  cuatkdo 
dfiSp^S' vt)lv¡p  por  medio  de  la  ciudad  á  tomar  su 
formación ,  bañado  en  sangre , pero  ufano,  y  engreído 
en  la  victoria,  todavía»  les  pareció  mas  alto  y  mas 
bello  á  lí^  Espartanas  que.  miraban  conzelos  el  amor 
4^  Qtíelídonis ;  y  algunos  de  ios  ancianos  le  segnian 
gritando  V  (bravQ  'A<;i!tit4to!  sigue  ea  tus  ¿mores  con 
Quelidonis ,  sote  con.  que  des.  excelentes  hijos  á  Es- 
parta* Siendo  muy  \  reñida-  la  batalla  \que  se  sostenía 
p<^  la  parte  donde^se  I^allaba  Pirra,  otros  muchos  ha- 
ll/^ qpe  :'peleabán  detK>dadamente ;  pera  Filio,  resis* 
tiendo  fnMcho  ;iemi>o  y  dando  la  muerte  á  muchos  de 
los  que  le. combatían»,  cuando  por  el -gran  numero  de 
si^l^cidas  jponoció  que  iba  á  fallecer ,  cediendo  supues* 
tp  4  wo  de  los  que  $enia  cerca ,  <:a]¿ó  entre  sus  ñias  pa* 
taque  íio.^se  apoderaran  de  su  cadáver  los  enemigos. 
Solo  con  la  noche  cesó  la  batalla.,  y  recogido  á 
dormir. Pirro ,.  tnv-o,esta  visión :  parecióle  que  arroja- 
^,  rayos  sobre  Esparta,  abrasándola  toda,  y  que  él 
^stabd'  muy  <K>titeotQ4  Despertóse  c<^n^4a  misma  alegría 
yrdíindQÍ^Jed  a. lo§^ (Jefes, para  qt|e, tuviesen  .á.|MintD 
fl  iejércitp>  jreferia.á  1^  amigos  su  ensueño,  contan- 


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do  con'qne  tbáá  tornar^  por  arbias  It  cíodad.  Gon« 
nenian  to^ps  Je»  demas!  en  eüoy  y  solo  á  Lisimaoa 
]áo  le  pareció -bien  aquella  visión ;  antes  le-  dijo  one 
lezelaba  oo  fílese  que  asi  como  los  logares  tocados 
del  rayóse  tienen  por  inaccesibles ,  de  la  misma. má-i^ 
nera  le  sigoiñdise  aqbel  prodigio  que  no  fe  serír'da^^ 
do  entrar  en.  la  ciudad.  Mas  réspoodi^que  aqnetio 
era  babtaduria  de  mentidero  sin  certeza  nirs^guridad 
alguna ,  dei>iendo  repetir  los  que  tenian  las  armas  en 
la  mano^ 

El  agüéro' mejor  pelear  por  Pirro; 
con  lo  que. se  levantó  ^  y  al  rayar  el  dia  mo^i6  él 
ejército.  Defendíanse  los  Lacedémonios  con  un  ardor 
y  fortaleza 'superior  á  su  húmero  á  presencia  de  las 
mugercs,  que  aUrgaban  dardos ,  comestibles: y  bebida 
á  los  que  lo  pedian ,  y  cuidaban-de  retirar  los  keri«< 
dos.  Intentaron  los  Macedónios  cegar  la  aarija'^  tra«-' 
yendo  para-ello  mucha  fagina,  con  la  que  cobrieroa 
las:  armas  y  ios  cadáveres  que  allí  habian-icñdo^íy 
acudiendo  al  punto  los  Lacedetñonios »  se  vio  al  otro 
lado  de-  la  zanja  y  los  carros  i.  Pirro  á  caballo:,  que 
con  el  mayor  ímpetu  se  dirigía  á  tomar  la  cimlad«' 
Levantase  en  esto  gran  gritería  xie  los  que  se*  kallab^a 
en  aquel  punto  con  carperas  y  lamentos  de  las  muge-* 
res ;  y  cuando  yar  Pirro  iba  adeíante,  abriéndose. pa« 
so  por  entre  los- que  tenia  al  frente ,  herido  con  una 
saeta  Cretense  su  caballo,  cayo  de  pechof  y.cóa  las 
ansias  de  la  muerte ,  derribó  íu  Pirro  en  .un  sitio  res- 
baladizo y  pendiente.  Como  con  .este  suceso  se  tur- 
basen sus  aniigos,  acudieron  .corriendo  loi  Esparoia** 
tas,  y  tirándoles  dardos,  les  hicieron  huir  á, todos* 
A  este  tiempo  hizo  Pirro  qiíe  por  todas  partesxesase 
el  combate,.,  pensando  qup  los  Lácedemontos  depairian 
debrios,  hallándose  casi  todos  heridos,. y  habiendo 
muerto  muchos.  Pero  )el  bueti  Genio  de  bsta  ciudad, 
bien  ñiese  que  se  hubiera  propoe^o  poner  :á.  prueba 
la  fortaleza  de  aqueilosMEatones,  6  bienoque:  hubiese 


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44<S  PtRROi 

imeridd  húetírea  aqad:  apuro  demostiicióii  delr  gcw- 
eoft/de  su  ^fodcs  qaáodo  estabaa  ea  ei  j^eor  estado 
1»  esperanzas  de  Iqs  Lácbdcmonios^  hizo  que  dcCo^ 
'  fimo  lIcgBse  ensuaíi»liacoo  tropas  exúsuigeras^Ami- 
Aias  I  'naniral  de  Focea  j.  uno  de  los  Genérales  de  An- 
tígÓQo;  y  aun  no  tneasc  había  hecho  el  zodhíiniento 
de:  estos  cnando  afíibó  de  Greta  el  Ruy  Asco  tra-* 
^ndó  con  sigo  dos  rafl-  hombres.  Con  esto  las  hmge-' 
fes  íse*  retiraron  á  sus. casas  sin  volver'  i  inexdarse 
en  las  cosas  de  la  goerra;  y  los  hombres,  haciendo 
que  dejaran  las  armas  los  qtir  por  necesidad  lias  ha- 
bían tomado  eaa^nel  eokiflicto ,  se  piéviaieroa  y  or- 
dcaaron  paca  la  batallé*.     *' 

Iñspiráie  todavía  á  Pirro  mayor  vO^dtdá  y  em^ 
pefió  de  tomar  la  ciudad  e&ta  venida.  de-aoxr(kre^ 
mas  ¿uando  vio  quenada  adelantaba^  habiendo  sa« 
lido  mal  parado  I  desistid  y  se  edtcegQ  á  talar  el 
país  t  haciendo  ánimo  dS'  invernar  alli;;  pero  no  podía 
evitar'  su  hado.  Había  en  Argos  divisioa  entre  Aris- 
teas y Aristipo ,  y  teméndosepor cierto q^ Antígono 
estariade  parte  de  este>.adelantóse  Aristeas  y  llamó' 
á  Pirra  i  Argos;  y  este  que  sin  cesar  pasaba  dé  unas 
esperanzas  á  otras  \  que  de  una  prosperidad  tomaba 
ocasión  para  otras  varias ,  y  que  si  caia  quería  repa-* 
rar  la  caída  con  nuevas  empresas,  y  ni  por' victorias 
ni  por  derrotas  hack  pausa  en  mortíficarise  y  ser  mor- 
tificado ,  al  punto  levanto  el  cahipo  y  marcho  á  Argos. 
Púsole  Areo  asecbaoza&én  diversos  ouotos ,  y  tomando 
los  m^  matos  pasos  del  camino  ,  derroto  á  los  Galof 
y  álos  Molosos  que  cubrían,  la  retaguardia.  Habíasde 
anunciado  á  Pirro  poi'  el  agorero  con  motivo  de  ha-> 
berse  encontrado  las  víctiniassio  alguno  de  los  extre- 
mos I  que  le  amenazai)á  ia  .pérdida^  de  alguno  de  sus 
deudos  ;^pero  habiéndosele  con  la  priesa  y  el  rebato 
bbri'ado  de  la  memórik  la  predicción ,  dio  orden  á  sa 
hi}o  Tolomoo  de  queícon  sus  amigos  fuese  en  auxilio 
de  ios  que  combatían;  yéi  en  tanto  condujo^!  ejér- 


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BJIUU>«  447 

alto  ipxodansxdoisat^xlo  apriesa  de  1a^  gargantas.  Tra^ 
bada  con  Tolomoo.  una  recia  contienda  9  y  peleando» 
contra  los  suyos  las  tropas  mas  escogidas  áo  los  Lace^ 
demonios»  acaudilladas  por  Eualca,  un  Cretense  do 
Áptera»  llamado  Oroicoi  gran  acuchillador  y  muy  ii^^ 
g^o  de  pies»  corxió'de  costado»  y  cuando  Tolomeó» 

eleaba.  con  el  mayor. valor ,  le  hicid  y  quito  la  vida«. 
uerto  Tolomeo  y  desordenada  si^  gente»,  los  Lace«« 
demonios  la  persiguieron  y  vencieron.;  pero  sin  peff-» 
cibíplo  se  pasaron  á  la  tierra  llana»  y.quedai'on  des^ 
amparados  de  su  infatkoría^  entonces  cirro  qae  acá* 
baba  dp  oir  la  muertedel.  hijo »  y  tenía  eldolor  jsecien*^ 
ter»  cargó  contra  ellos xon  la  caballería,  de  los  Molo^ 
^s;  y  sendo  él  elprimero  en  acometer ,  llenó  dé  mor- 
tandad el  campo  ;  y  si  siempre  se  había  mostrado  in* 
victo  y  terrible  en  las  armas »  entonces  en  osadía  y  víom 
lencia  d^jó  muy  atrás  los  denias  combates.  Arremetió 
después  contra  Bualco  con  su  caballo.»  y  haciéndose  es«( 
te  á  un  lado »  estuvo  en  muy  poco  el  que  no  cortaser 
á  f  irro  con  la  espada  la  mano  de  las  riendas »  pero 
dáodp  él  golpe  en  las  riendas  mismas ».  las  corto.  Pirrot 
al  mismo  tiempo  que  él.d^ba  este^olpe ».  le  pasó  coa 
laiaoza;  mas  vino  al  sq^Io  del  caballo»  y  quedanda 
í  pie»  dio  muerte  á  todos  los  escogidos  que  peleaban» 
al  Igdode  Eualco.»  habiendo  tenido  Esparta  esta  gran 
pírdídaen  una  guerra  que  tocaba  á  su  fin,  ^recisa^. 
mente  por.  el  demasiado  ardor  de  sus  Generales. 
:' .  Fltro»  como  sí  hubiera  asi  cumplido  con  las  exe-< 
quiasdel  hijo,  y  peleado  un  briUartte  combate  fú- 
nebre», dejando  desabogad»  gran  parte  del  dolor  jen 
la. iira  contra  los  enemigos»  continuó  su  marcha  i 
Argos  ^y  enterado  desque  Antígonp  se  habia  ya  es- 
tablecido sobre  las  montañas  que  dominaban  la  Ha-: 
nura  >  puso  su  campo,  ¡unto  á  Naplía.  Al  dia.siguicn--' 
te  «nvio  un  heraldo  á  Antígono ,  llamándole  peste^' 
y  provocándolo  á  que  bajando  á  la  llanura  disputa-* 
xan  alii  el  reino;  mas  este  Je  responda »  que.  ¿1  no 


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448  PIRRO/ 

solo  era  Genenl  ¿e  las  armas ,  sido  también  de  la 
aaason  y  oportunidad ;  y  que  si  Pirco  tenia  priesa  de 
dejar  de  vítít,  le  .estaban  abiertas  muchas  puert^is 
para  la  muerte.  A  uno  y  á  otro  pasaron  embajado-* 
Mi  de  Argos,  pidiéndoles  que  se  reconciliaran ,  y 
d^aran  que  su  ciudad  no  fuera  de  ninguno ,  sino 
amiga  de  ambos;  y  lo  que  es  Antigono  vino  en  eilo^ 
•ntregandO'  su  hijo  en  rehenes  á  los  Argivos ;  pero 
Pirro  9  aunque  prometia  reconciliarse ,  como  no  die-* 
se  prenda  de  ello  $  se  hacia  por  lo  tanto  mas  sospe*- 
ehnso.  Tuyo  éste  ademas  una  señal  terrible :  porque 
habiéndose  sacrificado  unos  bue jes ,  se  vio  que  las 
«obpzas ,  después  de.  separadas  de  los  cuerpos »  saca-*- 
ron  la  lengua  y  se  relamieron  ^  su  propia  muerta 
y  ademas  en  la  ciudad  de  Argos  la  profetisa  de  Apo«« 
lo  Liciovdió  á  correr ,  gritando  haoer  visto  la  ciu«- 
dad  llena'de  mortandad  y  de  cadáveres;  y  que  una 
águila  que  volaba  al  combate  |  después  se  habia  des*, 
vanecido; 

'  Aproicimóse  Pirro  á  las  murallas  en  medio  de  las 
mayores  tinieblas »  y  estando  abierta  por  diligencia 
de  Aristeas  la  puerta  que  llaman  Diamperes/  logró 
xo  ser  sentido  hasta  incorporársele  los  Galos  que  te« 
oía  en  su  ejército ,  y  haber  entrado  en  la  plaza;  pe* 
zo  como  los  elefantes  no  cupiesen  por  la  puerta ,  y 
fuese  preciso  quitarles  las  torres,  y  volvérselas  á  po-; 
ner  en  la  obscuridad  y  con  ruido,  esto  ocasionó  de^ 
tenciones ,  y  que  los  Argivos  llegasen  á  percibirlo; 
por  lo  que  se  retiraron  á  la  fortaleza ,  dicha  Escudo^ 
y  i  otros  lugares  defendidos,  enviando  á  llamar  á 
Antigono.  Dedicóse  este  por'  sí  á  armar  asechanzas 
en  las  cercanías;  pero  envió  con  ^poderoso  socorro  á 
sus  Generales  y  á  su  hijo.  Sobrevino  también  Areo* 
trayendo  mil  Cretenses  y  las  tropas  mas  ligeras  de 
los  Esparciatas;  y  acometiendo  todos  á  jin  úempa 
á  los  óalos ,  los  pusieron  en  confusión  y  desorden. 
Entró  á  este  tiempo^  Pirro  con  algazara  y  gritería: 


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PIRRO*  449 

por  el  CHarabis*,  y  luego  que  los  Galos  correspon- 
dieron á  sus  voces ,  conjeturó  que  aquella  especie  de 
f;rito  no  era  fausto  y  confiado ,  sino  de  quien  se  ha-  , 
la  en  consternación :  marchó  pues  con  nías  celeri- 
da4  9  penetrando  por  entre  su  caballeria  y  que  no  sin 
dificultad  y  con  gran  peligro  andaba  por  fas  alcan- 
tarillas ,  de  que  está  llena  aquella  ciudad*  Era  suma 
la  inseguridad  de  los  que  ejecutaban  y  de  los  que 
mandaban  en  un  combate  nocturno ;  y  habia  extra-- 
víos  y  dispersiones  en  los  pasos  estrechos,  sin  aue 
la  pericia  militar  sirviera  de  nada  por  las  tinieblas, 
por  los  gritos  confusos ,  y  la  estrechez  del  sitio :  poc 
tanto  casi  nada  hacían ,  esperando  unos  y  otros  la 
mañana.  Apenas  empezó  á  aclarar,  sorprendió  ya  á 
Pirro  ver  que  el  escudo  estaba  lleno  de  armas  enemi- 
gas; y  sobre  todo  se  asustó  cuando  notando  en  la 
plaza  diferentes  monumentos^  descubrió  entre  ellos  un 
tobó  y  un  toro  de  bronce  en  actitud  de  combatir  uno 
con  otro ;  porque  esto  le  traj'o  á  la  memoria  un  orá- 
culo antiguo ,  por  el  que  se  le  habia  predicho  que 
moriría  cuando  viese  un  lobo  que  peleaba  con  un  to- 
ro. Dicen  los  Argivos  que  esta  ofrenda  es  para  ellos 
recuerdo  de  un  suceso  antiguo;  porque  á  Danao ,  cuaa- 
do  puso  primero  el  pie  en  aquella  reglón ,  junto  á 
los  piramios  de  la  Tircátide  *  se  le  ofreció  el  espec- 
táculo de  un  lobo  que  peleaba  con  nn  toro.  Supuso 
allá  dentro  de  sí  que  el  lobo  le  representaba  ( por 
cuanto   siendo  extrangero  acecha   á  los  naturales, 
como  á  él  le  pasaba) ,  y  con  esta  idea  se  paró  á  mi- 
rar la  lucha :  venció  el  lobo ;  y  habiendo  necho  voto 

1  El  Cilarabis  era  un  Gimnasio:  dícelo  Pau$anias>  y 
también  porque  se  le  dio  este  nombre, 

2  La  Tircátide  era  un  territorio  confinante  con  la  La» 
cenia  9  por  el  que  hubo  muchas  disensiones  entre  Argi- 
vos y  Lacedemonios ;  y  los  Piramios  un  término  ó  pago 
de  este  territorio. 

TOMO  II,  FP 


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4fO  PIRRO* 

i  Apolo  Licio  f  acometió  á  la  ciudati  y  quedo  vk- 
torioso  j  siendo  por  una  sedición  arrojado  Gelanor, 
que  era  el  que  entonces  reinaba ;  y  esto  es  lo  qae 
se  refiere  acerca  de  aquel  monumento* 

Con  este  encuentro  i  y  viendo  que  nada  adelan- 
taba en  lo  que  habia  sido  objeto  de  su  esperanza, 
pensó  Pirro  en  retirarse ;  oero  temiendo  ia  estreches 
de  las  puertas ,  envió  en  busca  de  su  hijo  Heleno, 
que  habia  quedado  á  la  parte  i  fuera  con  fuerzas  con* 
siderables »  dándole  orden  de  que  aportillara  el  mu- 
ro, y  amparara  á  los  que  saliesen,  si  eran  perseguid- 
dos  de  los  enemigos.  Mas  por  la  misma  priesa  y 
turbación  del  mensagero,  que  no  acertó  á  expresar 
bien  su  encargo  ^  y  por  extravio  que  ademas  se  pa- 
deció ,  perdió  aquel  joven  los  elefantes  que  todavía 
le  restaban  y  los  mejores  de  sus  soldados,  y  se  en- 
tró por  las  puertas  para  dar  auxilio  á  su  padre.  Re- 
tirábase ya  Pirro ;  y  mientras  la  jplaza  le  dio  terreno 
para  retirarse  y  pelear ,  rechazó  a  los  que  le  acosa- 
can ;  pero  impelido  de  la  plaza  á  un  callejón  que 
conduela  á  la  puerta,  se  encontró  alli  con  sus  auxi- 
liares ,  que  venian  de  la  parte  opuesta ;  y  por  mas 
que  les  gritaba  que  retrocediesen ,  no  le  oian ;  y  aun 
a  los  que  estaban  prontos  á  ejecutarlo ,  los  atrope* 
Uaban  en  sentido  contrario  los  que  de  frente  conti- 
nuaban entrando  por  la  puerta.  Agregábase  que  el 
mayor  de  los  elefantes,  atravesado  y  rugiendo  en  es- 
ta, era  nuevo  estorbo  para  los  que  querían  salir;  y 
otro  de  los  que  habían  entrado,  al  que  se  habia  da- 
do el  nombre  de  Nicon ,  procuranao  recoger  á  su 
conductor,  á  quien  las  heridas  recibidas  habian  he- 
cho caer ,  volvía  también  atrás  >  contrapuesto  á  los 
que  buscaban  salida ,  y  con  su  atropellamiento  mez- 
cló  y  Confundió  á  amigos  y  enemigos,  chocando 
unos  con  otros.  Después  cuando  hallándole  muerto, 
le  alzó  con  la  trompa ,  y  le  aseguró  con  los  colmi- 
llos ,  al  volver  trastornó  de  nuevo  ,  y  destrozó  co- 


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muto.  4)  I 

ma  furioso  á  caantos  encontró  al  paso.  Apretados  y 
estrechados  de  esta  manera  entre  sí ,  ninguno  podia 
valerse ,  ni  aun  á  sí  mismo ;  sino  que  como  si  se  hu- 
bieran pegado  en  un  solo  cuerpo  y  asi  toda  aquella 
muchedumbre  sufría  infinidad  de  impresiones  y  mur 
danzas  por  ambos  extremos :  pocos  eran  pues  los  com- 
bates, que  podia  haber  con  los  enemigos  ^  bien  estu* 
vieran^l  frente  ó  bien  á  la  espalda ,  y  los  propios  de 
anos  á  otros  se  causaban  mucho  daño ;  porque  si  al- 
guno desenvainaba  la  espada  6  inclinaba  la  lanza, 
no  habia  modo  de  retirarla  ó  envainarla  otra  vez^ 
uno  que  ofendía  á  quien  se  presentaba ,  y  heridos 
unos  de  otros  recibían  la  muerte. 

Pirro ,  en  vista  de  semejante  borrasca  y  tempes-» 
tad,  quitándose  la  corona  con  que  estaba  adornado  su 
yelmo ,  la  entregó  á  uno  de  sus  amigos ;  y  fiado  de> 
su  caballo ,  arremetió  á  los  enemigos  que  le  perse- 

Sian;  y  habiendo  sido  lastimado  en  el  pecho  de  una 
izada,  aunque  la  herida  no  fue  grave  ni  de  cuida- 
do, revolvió  contra  el  autor  de  ella  que  era  Argi- 
vo,  no  de  los  principales,  sino  hijo  de  una  muger 
anciana  y  pobre.  Era  esta  espectadora  del  combate, 
como  las  demás  mujeres ,  desde  un  tejado ,  y  cuan- 
do advirtió  que  su  hijo  las  habia  con  Pirro,  conmo* 
vida  coQ  el  peligro,  tomando  una  teja  con  entram- 
bas manos  la  dejó  caer  sobre  Pirro.  Dióle  en  la  ca- 
beza sobre  el  yelmo;  pero  habiéndole  roto  las  vér- 
tebras por  junto  á  la  base  del  cuello,  eclipsóle  la  luz 
de  los  ojos ,  y  las  manos  abandonaron  las  riendas. 
Lleváronle  al  monumento  de  Licinio ,  y  allí  se  cayó 
en  el  suelo ,  no  siendo  conocido  de  los  mas ;  pero  un 
tal  Zopiro  de  los  que  militaban  con  Antigonp  y  otros 
dos  ó  tres ,  corriendo  adonde  estaba ,  le  reconocie- 
ron ,  y  le  introdujeron  en  un  portal ,  á  tiempo  que 
empezaba  á  volver  en  sí  del  golpe.  Desenvainando 
Zopiro  una  espada  ilírica  para  cortarle  la  cabeza ,  se 
volvió  á  mirarle  con  indignación ,  tanto  que  Zopiro 

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45^  PIRRO. 

k  tuvo  miedo;  y  ya  temblándole  las  manos ,  ya  vol- 
viendo al  intento,  lleno  de  turbación  y  sobresalto, 
no  al  recto ,  sino  por  la  boca  y  la  baroa ,  tarda  y 
diíicilmente  se  la  cortó  por  último*  A  este  tiempo 
ya  el  suceso  era  notorio  á  los  mas ,  y  acudiendo  Al- 
cineo  pidió  la  cabeza,  como  para  reconocerla;  y  to- 
mándola en  la  mano ,  aguijó  con  el  caballo  adonde 
el  padre  estaba  sentado  con  sus  amigos ,  y  se  la  ar- 
rojó delante.  Miróla ,  y  conocióla  Antigono ,  y  con 
el  cetro  apartó  de  sí  al  hijo ,  llamándole  cruel  y  bár- 
baro; y  llevándose  el  manto  á  los  ojos  se  echó  á  llo- 
rar, acordándose  de  su  abuelo  Antigono  y  de  De- 
metrio su  padre ,  ejemplos  para  él  domésticos  de  las 
mudanzas  de  la  fortuna.  A  la  cabeza  y  al  cuerpo  los 
hizo  adornar  convenientemente ,  y  los  quemó  en  la 

{>ira.  Después,  habiendo  Alcioneo  descubierto  á  He- 
eno  abatido  y  envuelto  en  una  ropa  pobre ,  le  tra- 
tó humanamente,  y  le  condujo  ante  el  padre;  quien 
en  vista  de  esto  le  dijo :  mejor  lo  has  hecho  ahora, 
hijo  mió,  que  antes;  pero  aun  ahora  no  del  todo  á 
mi  gusto ,  no  habiéndole  quitado  ese  vestido  que  mas 
que  á  él  nos  afrenta *á  nosotros  que  tenemos  el  nom* 
bre  de  vencedqres.  Mirando  pues  á  Hdeno  con  la 
mayor  consideración»,  le  hizo  acompañar  al  Epiro; 

^á  los  amigos  de  Pirro  los  trató  también  con  afab- 
ilidad, hédho  dueño  de  su  campo  y  de  todo  su 
ejército* 


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453 

CATO  MARIO. 

No  podemos  decir  cual  fue  el  tercer  nombre  de 
Cayo  Mario ,  al  modo  que  no  se  sabe  tampoco  el  de 
Quinto  Sertorio ,  que  mandó  en  España ;  ni  el  de 
Lucio  Mumio  que  tomó  á  Corinto ,  porque  el  de  Acal- 
co fue  sobrenombre  que  le  vino  de  sus  hechos,  como 
el  de  Africano  á  Escipion ,  y  el  de  Macedonio  á  Mé- 
telo. Por  esta  razón  principalmente  parece  que  repren- 
de Fosidonio  á  los  que  creen  que  el  tercer  nombre 
era  el  propio  de  cada  uno  de  los  Romanos ,  como 
Camilo,  Marcelo  y  Catón,  porque  quedarían  sin 
nombre,  decia,  los  que  solo  llevasen  dos.  Mas  no 
advierte  que  con  este  modo  de  discurrir  deja  sin  nom- 
bre á  las  mugeres ,  pues  á  ninguna  se  le  pone  el  pri- 
mero de  los  nombres,  que  es  el  que  Fosidonio  tiene 
por  nombre  propio  para  los  Romanos.  De  los  otros 
uno  era  común  por  el  Uñase  como  losFompeyos,  los 
Manilos ,  los  Cornelios ,  al  modo  que  si  uno  >de  no- 
sotros digera,  los  Heráclidas  y  los  Felópidas;  y  otro 
era  sobrenombre  de  un  adietivo  que  indicaba  la  índo-^ 
le ,  los  hechos ,  la  figura  del  cuerpo  ó  sus  defectos ,  co- 
mo Macrino,  Torcuato  y  Sila:  á  la  manera  que  en- 
tre nosotros  Mnemon,  Gripo  y  Calinico.  En  esta 
materia  pues  la  anomalia  de  la  costumbre  da  pcasioa 
á  muchas  disputas. 

Del  semblante  de  Mario  hemos  visto  un  retrato 
en  piedra  qué  se  conserva  en  Ravena  de  la  Galia,  y 
dice  muy  bien  con  la  aspereza,  y  desabrimiento  de 
carácter  que  se  le  atribuye.  Porque  siendo  por  índo- 
le valeroso  y  guerrero,  y  habiéndole  instruido  mas 
en  la  ciencia  militar  que  en  la  política ,  en  sus  man- 
dos se  abandonó  siempre  á  una  iracundia  que  no  po- 
día-contener.  Dícese  que  ni  siquiera  aprendió,  las  le- 
tras griegas ,  ni  usó  nunca  de  la  lengua  griega  en  co*^ 
sas  de  algún  cuida.do ,  teniendo  por  ridículo  aprender 


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454  GATO  MARIO* 

unas  letras  cayos  maestros  eran  esclavos  de  los  de- 
más; y  que  después  del  segundo  triunfo ,  habiendo 
dado  espeaáculos  i  la  griega  con  motivo  de  la  dedi- 
cación de  un  templo ,  no  hizo  mas  que  entrar  y  sen- 
tarse en  el  teatro  saliéndose  al  punto.  AI  modo  pues 
que  Platón  solía  muchas  veces  decir  al  filosofo  Ge^ 
nocrates ,  que  parece  era  también  de  costumbres  áspe- 
ras»  ó  Genocrates,  sacrifica  á  las  Gracias:  si  alguno 
de  la  misma  manera  hubiera  persuadido  á  Mario  que 
sacrificase  á  las  musas  griegas  y  i  las  Gracias ,  no  hu- 
biera este  coronado  tan  feamente  sus  decorosos  man- 
dos y  gobiernos ,  pasando  por  una  iracundia  y  am- 
bición indecente  ^  y  por  una  avaricia  insaciable  i  una 
vejez  cruel  y  feroz ;  lo  que  bien  pronto  aparecerá 
de  sus  hechos. 

Nacido  de  padres  enteramente  oscuros,  pobres  y 
jornaleros  I  de  los  cuales  el  padre  tenia-  su  mismo 
nombre  9  y  la  madre  se  llamaba  Fnlctnia,  tardó  en 
venir  á  la  ciudad ,  y  en  gustar  de  las  ocupaciones  de 
ella  9  habiendo  tenido  su  residencia  por  toao  el  tiem- 

So  anterior  en  Cerneto,  aldea  de  la  región  Arpiña^ 
onde  su  tenor  de  vida  fue  grosero ,  comparado  con 
el  civil  y  culto  de  la  ciudad ;  pero  moderado  y  sobrio 
y  muy  conforme  con  aquel  en  que  antiguamente  se 
criaban  los  Romanos.  Habiendo  hecho  sus  primeras 
armas  contra  los  Celtíberos  >  cuando  Esdpion  Afri- 
cano sitió  á  Numancia ,  no  se  le  ocultó  á  este  Gene- 
ral que  en  valor  se  aventajaba  á  los  demás  jóvenes, 
y  que  se  prestaba  sin  dificultad  á  la  mudanza  que  tu* 
vo  que  introducir  en  la  disciplina »  á  causa  de  haber 
encontrado  el  ejército  estragado  y  perdido  por  el  lujo 
y  los  placeres.  Dícese  que  peleando  con  un  enemigo, 
le  quitó  la  vida  á  presencia  del  General ;  por  lo  que, 
ademas  de  otros  honores  que  este  le  dispensó  >  mo- 
viéndose en  cierta  ¿caslon  plática  entre  cena  acerca 
de  los  Generales ,  como  preguntase  uno  de  los  pfe-« 
sentes,  bien  fuera  porque  realmente  dudase ,  ó  por- 


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CATO  MAIIIO.  4^5 

que  hiciese  por  gusto  aquella  pregunta  á  Escipion, 
cual  seria  el  General  y  primer  caudillo  que  después 
de  ¿I  tendria  el  pueblo  Romano,  hallándose  Mario 
sentado  á  su  lado  9  le  pasó  suavemente  la  mano  por 
la  espalda,  y  respondió,  quizá  este:  ¡tal  era  la  dis- 
posición que  desde  pequeño  presentaba  el  uno  para 
llegar  á  ser  grande ,  y  tal  también  la  del  otro  para  del 
principio  conjeturar  el  fin. 

Dícese  que  Mario  inflamado  en  sus  esperanzas  con 
esta  expresión ,  como  con  un  fausto  agüero ,  aspiró 
á  tomar  parte  en  el  gobierno ,  y  que  le  cupo  en  suer- 
te el  tribunado  de  la  plebe,  siendo  su  solicitador 
Cecilio  Mételo,  cuya  casa  obsequió  desde  el  prin- 
cipio, por  si  y  por  su  padre.  En  su  tribunado  es- 
cribió sobre  el  modo  de  votar  una  ley,  que  parece 
quitaba  á  los  poderosos  su  grande  influjo  en  los  jui- 
cios, á  la  cual  se  opuso  el  Cónsul  Cota,  logrando 
persuadir  al  Senado  que  contradigese  la  ley  y  que 
se  hiciese  comparecer  a  Mario  á  dar  razón  de  su  pro- 
puesta. Escribióse  este  decreto;  y  entrando  Mario, 
no  se  portó  como  un  hombre  nuevo  á  quien  ninguno 
de  algún  lustre  habia  precedido,  sino  que  tomando 
de  sí  mismo  el  mostrarse  tal,  cual  le  acreditaron  des*- 
pues  sus  hechos,  amenazó  á  Cota  con  que  lo  llevaría 
a  la  cárcel  sino  abrogaba  su  resolución.  Volviéndose 
este  entonces  á  Mételo,  le  preguntó  cual  era  su  dic- 
tamen; y  levantándose  Mételo ,  apoyaba  al  Cónsul; 
pero,  Mario,  llamando  al  lictor  que  estaba  fuera,  le 
dio  orden  de  que  llevara  á  la  cárcel  al  mismo  Mételo. 
Imploraba  este  el  auxilio  de  los  demás  tribunos ,  y 
como  ninguno  se  le  presentase,  cedió  el  Senado,  y 
desistió  de  su  decreto.  Saliendo  entonces  ufano  Ma« 
rio  adonde  estaba  la  muchedumbre ,  hizo  sancionar 
la  ley,  ganando  opinión  de  ser  intrépido  contra  el 
miedo ;  imperturbable  por  rubor ,  y  fuerte  para  opo- 
nerse al  Senado  en  obsequio  de  la  plebe.  Mas  de  alli 
á  poco  hizo  que  se  cambiara  esta  opinión  con  moti- 


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456  CAYO   MARIO* 

▼O  de  Otro  acto  de  gobierno;  porque  habiéndose  pro- 
puesto ley  para  hacer  una  distribución  de  trigo  ^   se 
opuso  obstinadamente  á  los  ciudadanos  ;  -y  saliendo 
con  su  intento ,  adquirió  igual  concepto  entre  ambos 
partidos ,  de  que  nunca  por  obsequio  cederia  en   lo 
que  no  fuera  conveniente',  ni  á  los  unos  ni  á  los  otros. 
Después  del  tribunado  se  presento  á  pedir  la  Edí- 
lidad  mayor :  porque  hay  dos  órdenes  de  Ediles :  el 
uno  que  toma  el  nombre  de  las  sillas  con  pies  corvos, 
en  que  estos  magistrados  se  sientan  para  despachar; 
y  el  otro  interior  que  se  llama  plebeyo.  Nómbranse 
primero  los  de  mayor  dignidad,  y  después  se  pasa  á 
votar   los  otros.  Todo  daba  á  entender  que  Mario 
quedarla  para  este  segundo ;  pero  él ,  presentándose 
sm  dilación  en  medio,  pidió  el  otro;  mas  acreditan^ 
dose  pbr  lo  mismo  de  osado  y  orgulloso ,  fue  des- 
atendido; y  con  haber  sufrido  dos  desaires  en   un 
mismo  dia ,  cosa  nunca  sucedida  á  otro  lalguno ,  no 
por  eso  bajó  nada  de  sú  arrogancia ;  antes  de  allí  á 
poco  volvió  á  pedir  la  Pretura ,  y  casi  nada  faltó  pa- 
ra que  llevara  también  repulsa;  mas  fue  por  fin  elegi- 
do el  último ,  y  se  le  formó  causa  de  cohecho.  Dio  el 
principal  motivo  para  sospechar  un  esclavo  de  Casió 
Sabacon,  por  habérsele  visto  dentro  de  los  canceles 
mezclado  con  los  que  iban  á  votar ,  y  ser  Sabacon  uno 
de  los  mayores  amigos  de  Mario.  Preguntado  aquel 
por  los  Jueces  sobre  este  particular ,  respondió  que 
teniendo  mucha  sed  á  causa  del  calor ,  pidió  agua 
fria ,  y  como  aquel  su  esclavo  tuviese  un  vaso  de  ella, 
había  entrado  a  alargárselo,  marchándose  inmediata- 
mente después  que  bebia.  Ello  es  que  Sabacon  fue 
por  los  Censores  que  entraron  en  ejercicio  después 
w  este  suceso ,  removido  del  Senado ;  pareciendo  á 
todos  que  no  dejaba  «de  merecerlo ,  bien  fuese  por  el 
falso  testimonio,  ó  bien  por  su  mala  conducta.  Fué 
citado  también  como  testigo  contra  Mario  CayoHe- 
renío ,  y  contestó  no  ser  conforme  á  las  costumbres 


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CAYO   MARIO.        ^  .     ^^y 

patrias  que  atestiguase  contra  un  cliente,  sinq  que 
antes  las  leyes  eximían  de  esta  obligación  á  los  patro- 
nos ( que  es  el  nombre  que  dan  los-  Romanos  á  los 
defensores  y  abogados);  y  que  de  la  casa  de  losHe- 
jrenios  habian  sido  clientes  de  antiguo  los  progenitores 
dé  Mario,  y  aun  Mario  mismo*  Admitían  los  jueces 
la  excusa;  pero  el  mismo  Mario  hizo  oposición  á  He« 
renio,  diciendo  que  luego  que  entró  en  las  magistra- 
turas se  libertó  dfe  la  calidad  de  cliente ,  lo  que  no 
era'  enteramente  cierto ;  pues  no  toda  magistratura 
exime  á  los  clientes  y  á  su  posteridad  de  la  obliga- 
ción de  alimentar  al  patrono,  sino  solamente  aquella 
á  laque  la  ley  concede  silla  curul.  Y  en  los  primeros 
días  del  juicio  la  suerte  no  se  presentaba  favorable  á 
Mario,  ni  estaban  de  su  parte  los  jueces;  pero  en  el 
ultimo  salió  oo  sin  maravilla  absuelto ,  por  haberse 
empatado  los  votos. 

Nada  hizo  en  la  Pretura  digno  de  particular  ala- 
banza ;  pero  habiéndole  cabido  en  suerte  después  de 
ella  la  España  ulterior,  se  dice  que  limpió  de  saltea- 
dores la  provincia  ,  áspera  todavía  y  feroz  en  sus  cos- 
tumbres :  no  habiendo  dejado  los  Españoles  de  tener 
el  robar  por  una  hazaña.  Constituido  en  el  gobierno, 
no  le  asistían  ni  la  riqueza  ni  la  elocuencia ,  que  eran 
los  medios  con  que  los  principales  manejaban  en 
aquella  época  al  pueblo;  pero  sinembargo,  dando 
los  ciudadanos  cierto  valor  á  la  entereza  de  su  carác- 
ter ,  á  su  tolerancia  *del  trabajo ,  y  á  su  porte  en  to- 
do popular,  logró  ir  adelantando  en  honores  y  en 
Íoder;  tanto  que  hizo  un  matrimonio  ventajoso  con 
ulia  de  la  familia  ilustre  de  los  Césares,  de  la  cual 
era  sobrino  César ,  el  que  mas  adelante  vino  á  ser  el 
mayor  de  los  Romanos,  proponiéndose  en  alguna 
manera  por  modelo  á  este  su  deudo  ^  como  en  su 
"^.vida  lo  hemos,  escrito.  Conceden  todos  á  Mario  la 
templanza  y  la  paciencia ;  habiendo  dado  de  esta  un 
grande  ejemplo  con  el  motivo  de  cierta  operación  de 


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458  CATO  MARIO* 

cirugía*  Tenia  entrambas  piernas  muy  varicosas,  (fo- 
sándole esta  especie  de  hinchazón  una  deformidad 
que  le  disgustaba,  por  lo  que  resolvió  ponerse  en 
manos  del  cirujano.  Presentóle  pues  la  una  pierna;  y 
sin  que  le  tuviesen ,  sufrió  los  violentos  dolores  de 
las  incisiones  sin  moverse ,  y  sin  lanzar  un  suspiro, 
en  silencio  y  con  inalterable  co^tfro;  pero  pasando  i 
la  otra  el  cirujano ,  ya  no  quiso  alargarla ,  diciendo, 
no  veo  que  la  curación  de  este  defecto  sea  digna  de 
un  dolor  semejante. 

Cuando  el  CkSnsul  Cecilio  Mételo  fue  enviado  de 
General  al  África  para  la  guerra  contra  Yugurta, 
nombró  por  legado  á  Mario ;  el  cual ,  aprovechando 
aquella  ocasión  de  hechos  señalados  é  ilustres ,  de/ó 
á  un  lado  el  cuidar  de  los  aumentos  de  Mételo,  y 
el  ponerlo  todo  á  su  cuenta,  como  solian  hacerlo  los 
demás.  No  teniendo  pues  en  tanto  el  haber  sido  nom- 
brado legado  por  Mételo ,  como  el  que  la  fortuna  le 
ofreciese  tan  lavorable  oportunidad ,  y  le  introdu- 
jese en  tan  magnífico  teatro ,  se  esforzó  á  dar  prue- 
oas  de  toda  virtud;  y  llevando  consigo  la  guerra 
mil  incomodida4es ,  ni  rehusó  ningún  trabajo  por 
grande  que  fuese  ^  ni  desdeñó  tampoco  los  pequeños. 
Con  esto ,  con  aventajarse  á  sus  iguales  en  el  conse- 
jo, y  la  previsión  de  lo  que  convenia ,  y  con  igua- 
larse á  los  soldados  en  la  sobriedad,  y  el  sufri- 
miento, se  ganó  enteramente  su  amor  y  benevolen- 
cia :  porque  en  general  parece  que  le  da  consuelo  al 
que  tiene  que  trabajar  que  haya  quien  voluntaria- 
mente trabaje  con  él ;  pues  con  esto  como  que  á  él 
también  se  le  quita  la  necesidad.  Er^  ademas  espec- 
táculo muy  agradable  al  soldado  Romano  un  Ge- 
neral que  no  se  desdeñaba  de  comer  públicamente  el 
mismo  pan ,  de  tomar  el  mismo  sueño  sobre  cual- 
quiera mullido ,  y  de  echar  mano  á  la  obra  cuando 
había  que  abrir  fosos.,  ó  que  establecer  los  realess 
pues  no  tanto  admirgn  í  los  que  distribuyen  los  ho« 


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CAYO   MARIO*  459 

cores  y  los  bienes,  comoá  los  que  toman  parte  en 
los  peligros  y  en  la  fatiga ;  y  en  mas  que  á  los  que 
les  consienten  el  ocio,  tienen  á  los  que  quieren  acom* 
pañarlos  en  los  trabajos*  Conduciéndose  pues  Mario 
crí'todo  de  esta  manera,  y  haciéndose  popular  jpor 
este  término  con  los  soldados,  en  breve  lleno  el 
África ,  y  en  breve  á  k  misma  Roma  de  su  fama  y 
de  su  nombre  ,  por  medio  de  los  que  desde  el  ejér- 
cito escribían  á  los  suyos,  que  no  se  leveria  el  tér- 
mino y  fin  á  aquella  guerra  mientras  no  eligiesen 
Cónsul  á  Mario. 

Claro  es  que  por  lo  mismo  había  de  estar  inco- 
modado con  él  Mételo ;  pero  lo  oue  mas  le  indispu- 
so fue  lo  ocurrido  con  Turpilio.  Era  este  huésped  de 
Mételo,  ya  de  tiempo  de  su  padre;  y  entonces  te- 
nia en  aquella  guerra  la  dirección  de  los  trabajos. 
Habíasele  encargado  la  guardia  de  Bagá ,  ciudad  po- 
pulosa ;  y  él ,  confiado  én  no  causar  ninguna  vejación 
á  los  habitantes ,  sino  mas  bien  tratarlos  benigna  y 
humanamente,  no  atendía  á  precaverse  de  venir  á 
manos  de  los  enemigos.  Mas  estos  dieron  entrada  i 
Yugurta,  aunque  á  Turpilio  en  nada  le  ofendieron, 
y  antes  se  interesaron  para  que  se  le  dejara  ir  salvo, 
íormósele  pues  causa  de  traición ;  y  siendo  Mario 
uno  de  los  ael  consejo  de  guerra ,  no  solo  se  mostró 
por  sí  inexorable ,  sino  que  acaloró  á  la  mayor  par- 
te; de  manera  que  Met;elo  se  vio  precisado  muy  con- 
tra su  voluntad  á  tener  que  condenarle  á  muerte. 
Descubrióse  á  poco  la  falsedad  de  la  acusación ,  y 
todos  los  den\as  daban  muestras  de  pesar  á  Mételo, 
que  estaba  inconsolable ;  pero  Mario  se  mantenia  ale- 
gre, y  se  jactaba  de  ser  autor  de  lo  ejecutado,  sin 
avergonzarse  de  decir  entre  sus  amigos  que  él  era 
quien  había  hecho  que  á  Mételo  le  persiguiese  la  ven- 
gadora sombra  de  su  huésped.  Con  este  motiva  era 
todavía  mas  manifiesta  la  enemistad ;  y  aun  se  refiere 
que  en  cierta  ocasión  le  dijo  Mételo ,  como  reconvi- 


y  Google 


460  CATO  MAltlO. 

niéndole :  i  cómo ,  y  piensas  tú ,  hombre  singular, 
marchar  ahora  á  Roma  á  pedir  el  Consulado?  ¿pues 
no  te  estaría  muy  bien  el  ser  Cónsul  con  este  hijo 
mió  ?  Es  de  notar  que  tenia  consigo  Mételo  un  hijo 
todavía  en  la  infancia*  En  tanto  Mario  instaba  p7ra 
que  se  le  diera  licencia ;  pero  se  la  dilató  con  varios 

E retextos ;  y  por  fin  se  la  coi^cedió  cuando  no  falA- 
sn  mas  que  doce  dias  para  la  designación  de  los 
Cónsules.  Mario  anduvo  el  largo  camino  que  habla 
del  campamento  á  Utica  sobre  el  mar  en  dos  dias 
y  una  noche ;  y  antes  de  embarcarse  hizo  un  sacrifi- 
cio. Dícese  haberle  anunciado  el  agorero  que  los  Dio- 
ses le  pronosticaban  hechos  y  sucesos  muy  superio- 
res á  toda  esperanza 9  con  lo  que  partió  sumamente 
engreído.  Hizo  en  cuatro  dias  la  travesía  t:on  viento 
en  popa,  y  apareciéndose  de  súbito  ante  el  pueblo, 

Íne  le  recibió  con  deseo ,  presentado  por  uno  de  los 
'ribunos  en  ía  ¡unta,  hizo  diferentes  recriminacio- 
nes á  Mételo ,  y  se  mostró  pretendiente  del  Consu- 
lado ,  con  promesa  de  que  muerto  ó  vivo  habia  de 
tener  en  su  poder  á  Yugurta.  Habiendo  sido  nombra- 
do con  grande  aceptación ,  se  dedicó  al  punto  á  re- 
clutar  ejército,  admitiendo  en  él,  con  desprecio  de 
las  leyes  y  costumbres ,  á  mucha  gente  jornalera  y 
esclava :  siendo  asi  que  los  Generales  antiguos  no  les 
daban  á  estos  entrada,  sino  que  mirando  como  un 
honor  el  ejercicio  de  las  armas ,  solo  las  ponían  en 
manos  beneméritas ,  teniendo  como  por  fianza  la  ha- 
cienda de  cada  uno.  Con  todo  no.  fue  esto  lo  que 
mas  desacreditó  á  Mario,  sino  sus  expresiones  ar- 
rogantes ,  que  ofendían  á  los  principales  por  el  aja- 
miento é  injuria  que  contenían :  gritando  continua- 
mente aquel ,  que  su  Consulado  era  un  despojo  to- 
mado á  la  molicie  de  los  nobles  y  de  los  ricos,  y 
que  él  se  recomendaba  al  pueblo  con  sus  heridas  pro- 
pias ,  no  con  memorias  de  muertos ,  ni  con  imáge- 
nes agenas.  Muchas  veces  nombrando  á  los  Genera- 


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«  CATO   MARIO*  461 

les  que  habían  peleado  desgraciadamente  en  el  Afri* 
csLf  como  Bestia  y  Albino,  varones  ilustres  en  lina- 
ge  ,  pero  poco  guerreros ,  y  que  por  su  impericia  se 
perdieron ,  solia  preguntar  á  los  que  se  hallaban  pre- 
sentes» ¿si  no  creían  que  los  antepasados  de  estos  ha- 
brían querido  mas  dejar  descendientes  que  le  fuesen 
á  <1  semejantes?  puesto  que  ellos  mismos  no  se  ha- 
blan hecho  célebres  por  su  noble  origen,  sino  por 
su  virtud  y  sus  hazañas.  Y  esto  no  lo  decia  precisa^ 
mente  por  vanidad  y  jactancia ,  ni  solo  porque  qui- 
siese indisponerse  con  los  poderosos ;  sino  porque  el 
pueblo ,  complaciéndose  en  la  mortificación  del  Sena- 
do ,  solia  medir  la  grandeza  de  ánimo  por  la  ar- 
rogancia de  las  expresiones ;  y  asi  ¿1  era  quien  le  im- 
pelía á  humillar  á  los  ciudadanos  mas  sobresalientes 
para  complacer  á  la  muchedumbre. 

Luego  que  pasó  al  África ,  no  pudiendo  Mételo 
soportar  la  envidia ,  é  incomodado  sobremanera  de 
que  teniendo  ya  concluida  la  guerra^  sin  restar  otra 
cosa  que  la  materialidad  de  apoderarse  de  la  persona 
de  Yugurta,  viniese  Mario  á  recoger  la  corona  y  el 
triunfo,  debiendo  estos  adelantamientos  á  sola  su  in- 
gratitud, np  aguardó  á  que  llegara  donde  él  estaba, 
sino  que  partió  del  ejército ,  y  fue  Rutilio  quien  hi- 
zo la  entrega  de  él  á  Mario,  hallándose  de  legado  de 
Mételo.  Pero  persiguió  también  á  Mario  un  malhado 
en  la  conclusión  de  este  negocio:  porque  le  arrebató 
Sila  la  gloria  del  verícimiento ,  como  él  la  habia  ar- 
rebatado á  Mételo.  £1  modo  como  esto  sucedió  lo 
referiré  muy  por  encima ,  por  cuanto  la  narración 
circunstanciada  de  estos  sucesos  pertenece  mas  á  la 
vida  de  Sila.  Boco ,  Rey  de  los  Numidas  superiores, 
era  yerno  de  Yugurta ,  y  mientras  duró  la  guerra  no 
pareció  tomar  gran  parte  en  ella ,  recelando  de  su 
perñdia ,  y  temiendo  que  aumentase  su  poder;  mas 
después  que  reducido  a  la  fuga ,  y  andando  errante 
había  puesto  en  Boco  su  ultima  esperanza ,  y  mar- 


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462  CATO  MARIO. 

diaba  en  sn  bnsca ,  recibiéadole  este  en  tal  situación 
de  desvalido  mas  por  vergüenza  que  por  afecto, 
cuando  k  tuvo  í  su  disposición ,  á  las  claras  y  en 
público  intercedía  por  él  con  Mario  ^  escribiéndole 
que  de  ningún  modo  le  entregaría ;  pero  en  secreto 
meditaba  hacerle  traición,  enviando  á  llamar  á  Lu- 
cio Sila,  cuestor  de  Mario,  que  habia  hecho  favores 
i  fioco  durante  aquella  expedición.  Luego  que  Sila 
paso  á  verse  con  el ,  ya  hubo  alguna  mudanza  y  ar- 
repentimiento en  aquel  bárbaro ;  de  manera  que  estu- 
vo bastantes  dias  sin  resolverse  entre  sí  entregaría  á 
Yugurta  6  retendría  á  Sita.  Prevaleció  por  ñn  la  pri- 
mera traición  ^  y  puso  á  Yugurta  vivo  en  maños  de 
Sila:  siendo  esu  la  primera  semilla  de  aquella  disen- 
sión cruel  é  irreconciliable,  que  estuvo  en  muy  poco 
perdiese  á  Roma.  Porque  muchos  por  aversión  i  Ma- 
rio daban  por  cierto  que  aquello  nabia  sido  obra  de 
Sila;  y  este  mismo ^  habiendo  labrado  un  sello,  pu- 
so en  él  un  grabado,  en  que  estaba  la  imagen  de  Bo- 
co  en  actitud  de  entregarle  á  Yugurta:  sello  de  que 
usaba  siempre,  irritando,  con  esto  á  Mario  ,  hombre 
ambicioso ,  obstinado  y  enemigo  de  repartir  su  glo- 
ria con  nadie ;  á  lo  que  contribuían  también  en  gran 
manera  los  enemigos  de  este ,  atribuyendo  á  Mételo 
el  buen  principio  y  progreso  de  aquella  guerra,  y 
su  conclusión  á  Sila,  con  la  mira  de  hacer  que  el 
pueblo  dejara  de  admirar  y  apreciar  á  Mario  sobre 
todos. 

Mas  bien  presto  disipo  esta  envidia ,  estos  odios, 
y  estas  acriminaciones  contra  Mario  el  peligro  que 
de  la  parte  del  poniente  amenazó  á  la  Italia ,  reco- 
nociéndose por  todos  la  necesidad  de  un  gran  Gene- 
ral ,  y  examinando  cuidadosamente  la  ciudad  quién 
seria  el  ^loto  de  quien  se  valiese  en  semejante  tor- 
menta :  así  es  que  no  hallándose  con  fuerzas  ninguno 
de  las  familias  nobles  ó  ricas  para  tal  empresa ,  pro- 
cediendo á  los  Comicios  consulares ,  eligieron  á  Ma- 


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CAYO  MAKIO.  463 

rio  qu^  se  hallaba  ausente.  Paes  apenas  recibida  la 
noticia  de  la  prisión  de  Yugurta,  se  difundieron  las 
voces  de  los  Teutones  y  Cimbros ,  increíbles  al  prin- 
cipio en  cuanto  al  número  y  valor  de  las  tropas  que 
venian »  pues  se  halló  que  en  verdad  eran  mucnas  me* 
210S  de  lo  que  se  decia.  Con  todo  eran  trescientos 
mil  hombres  armados  los  que  estaban  en  marcha ;  y 
ademas  venia  en  su  seguimieuto  infinidad  de  muge- 
res  y  niños  en  busca  de  una  región  que  alimentase 
tanta  gente ,  y  de  ciudades  en  que  pudieran  estable^* 
cerse ,  al  modo  que  antes  de  ellos  sabian  haber  ocu* 
pado  los  Celtas  un  pais  excelente  en  Italia  expelten- 
00  á  los  Tirrenos ;  pues  por  lo  demás ,  su  ninguna  co- 
municación con  otros  pueblos ,  y  la  distancia  del  pais 
de  donde  venían  eran  causa  de  que  se  ignorase  qué  gen» 
tes  eran »  ni  de  donde  hablan  partido  para  caer  como 
una  nube  sobre  la  Galia  y  la  Italia.  Conjeturábase 
sin  embargo  que  eran  naciones  germánicas  de  las  que 
habitan  á  la  parte  del  Océano  boreal ,  por  la  grande 
estatura  de  sus  cuerpos,  por  tener  los  ojos  azules,  y 
también  porque  los  de  Germania  á  los  ladrones  les 
llaman  Cimbros.  Hay  también  quien  diga  que  la  gen- 
te Céltica ,  por  la  grande  extensión  del  pais  y  su  gran 
muchedumbre,  llega  desde  el  mar  exterior  y  los 
climas  septentrionales  hasta  el  oriente ,  yendo  á  to- 
car por  la  laguna  Meotis  en  la  Escitia  Pontica ,  y 
5[ue  de  alli  provenia  esta  mezcla  de  naciones,  las  cua- 
es  no  abandonaban  sus  asientos  de  una  yez  ^  ni  á  la 
continua ,  sino  que  yendo  siempre  hacia  adelante  ca« 
da  año  en  la  primavera ,  asi  iban  llevando  la  guerra 
por  todo  el  continente ;  y  que  aunque  tienen  dife- 
rentes denominaciones  según  los  paisas,  al  ejército 
en  general  le  dan  la  de  Celtoescitas.  Otros  refieren 

?ue  la  gente  Cimeria ,  conocida  en  lo  antiguo  por  los 
rriegos,  no  fue  mas  qué  una  parte  mínima,  que  es- 
trechada de  los  Escitas,  ó  por  sedición  entre  si,  ó 
por  destierro,  de  estos  >  se  vio  precisada  á  pasar  al 


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464  CAYO   MARIO. 

Asta  desde  la  laguna  Meotls ,  acaudillándola  Ligda« 
mis;  pero  que  el  grueso  de  ellos  y  lo  mas  belicoso 
se  hallaba  establecido  en  los  últimos  términos ,  á  la 
parte  del  mar  exterior.  Dícese  que  estos  ocupaban  un 
pais  sombrío,  frondoso  y  poco  alumbrado  del  soi, 
por  la  muchedumbre  y  espesura  de  sus  bosques,  que 
se  extienden  hasta  dentro  de  la  Selva, Hercinía;  ha- 
biéndoles cabido  en  suerte  estar  bajo  un  cielo,  que 
parece  deja  poco  lugar  para  la  habitación,  situados 
cerca  del  zenit  en  la  parte  donde  toma  elevación  el 
polo  por  la  inclinación  de  los  paralelos ;  y  donde 
Iguales  los  dias  en  lo  cortos ,  y  en  lo  largos  con  las 
noches ,  dividen  el  año ;  que  fue  lo  que  dio  ocasión 
á  Homero  para  su  fábula  del  infierno.  Pues  de  alli  se 
dice  hablan  partido  estos  bárbaros  para  la  Italia ,  di- 
chos al  principio  Cimerios ;  y  Cimbros,  después  por 
alteración ,  no  á  causa  de  su  género  de  vida:  aunque 
esto  mas  es  una  conjetura  que  cosa  que  pueda  tener- 
se por  asegurada  y  cierta.  En  cuanto  á  su  número 
aun  hay  algunos  que  afirman  haber  sido  mayor  que 
el  que  se  deja  dicho.  En  el  ánimo  y  osadía  eran  ter- 
ribles ,  pareciéndose  al  fuego  en  la  presteza  y  vio- 
lencia para  los  hechos  de  armas ;  no  habiendo  quien 
pudiera  resistir  á  su  ímpetu ,  sino  que  indefectible- 
mente fueron  presa  suya  todos  aquellois  á  cuyo  pais 
llegaron ;  y  cíe  los  Generales  y  ejércitos  Romanos 
cuantos  se  íes  presentaron  por  la  parte  de  la  Galia 
transalpina ,  todos  fueron  ignominiosamente  desbara- 
tados: asi  con  haber  peleado  desgraciadamente,  es^ 
tos  mismos  los  atrajeron  contra  Roma ;  pues  vence^» 
dores  de  cuanto  encontraron ,  y  enriquecidos  con 
opimos  despojos ,  hablan  resuelto  no  hacer  parada  en 
.  ninguna  parte  antes  de  destruir  á  Roma  y  asolar  la 
Italia. 

Oídas  semejantes  nuevas ,  como  el  grito  común 
de  los  Romanos  llamase  al  mando  á  Mario ,  fue  nom- 
brado segunda  vez  Cónsul ,  contra  la  ley  que  no  per-^ 


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CATO  MARIO.  46  f 

vñú^  dégir  aoseotes,  y  contra  la  que  tampoco. con-* 
sentía  que. fuese  alguno  reelegido,  sin  que  se  guardan 
se  el  hueco  prefijado:  no  dando  el  pueoio  oidos  á  los 
que ^ se' oponían  y  por  cuanto  juzgaba  que  ni  era  aque- 
lla.1«  iiess  primera  en  que  la  ley  callaot  ante  la  uti- 
lidad pública ,  ni  de  menor  valor  la  gausa  que  á  ello 
enU)aces  obligaba  1  que  la  que  hubo  para  nombrar 
CkSnsul  á  Escipion  contra  las  mismas  leyes ,  en  oca- 
sión en  que  no  temiaa  perder  su  propia  ciudad ,  si- 
no que  trataban  de  destruir  la  de  Cartago:  asi  pues 
se  determino.  Llego  Mario  de  África  con  su  ejército 
en  las  mismas  calendas  de  Enero ,  que  es  el  dia  en 
^que  los  Romanos  comienzan  su  ano;  y  en  ¿1  tomó 
posesión  del  Consulado,  y  celebró  su  triunfo,  dan- 
do á  los  Romanos  el  increible  espectáculo  de  condu" 
cir  cautivo  á  Yugurta ,  pues  nadie  esperaba  que  vivo 
4i  pudiera  su  ejército  ser  vencido:  ¡de  tal  manera 
sabia  doblarse  á  todas  las  mudanzas  de  fortuna ,  y 
t/in  diestro  era  en  mezclar  la  astucia  con  la  fortaleza! 
Adas  llevado  en  la  pompa  salió,  según  dicen,  de  jui-» 
ció ;  y  puesto  en  la  cárcel  después  del  triunfo  y  mien- 
tras unos  le  despojaban  por  fuerza  de  la  túnica ,  y 
otrps  procuraban  quitarle  las  arracadas  de  oro,  jun«« 
tañante  con  ellas  le  arrancaron  el  lóbulo  de  la  ore- 
}a«  Luego  que  le  dejaron  desnudo ,  le  arrojaron  á  un 
calabozo,  donde  desesperado^é  inquieto;  jpor  Júpi- 
ter,.  exclamó ,  que  esta  muy  frío  vuestro  baño!  Allí 
mismo ,  luchando  por  seis  dias  coú  el  hambre ,  y 
susiplrando  hasta  la  última  hora  por  alargar  la  vida, 
pagó  la  pena  que  merecían  sus  impiedades.  Cuéntase 
que  se  trajeron  á  este  triunfo  y  fueron  llevadas  en 
¿1  tres  mil  y  siete  libras  de  oro;  de  plata  no  acuña- 
da c.inco  mil  setecientas  setenta  y  cinco ,. y  en  dine« 
ro  diez  y  siete  mil  y  veinte  y  ocho  dracmas.  Re- 
unió Mario  el  5enado  después  del  triunfo  en  el  Ca- 
pitolio, entrando  en  él ,  ó  por  olvido ,  Ó. por  hacer 
QrguUoSa  ostentación  de  su  fortuna ,  con  las  ropas 

TOMO    lí.  06 


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I 


466  CATO  HAKIO. 

triunfales ;  pero  percibiendo  al  panto  que  el  Senado 
no  lo  llevaba  á  bien,  se  levantó ,  y  quitándose  la 
purpura  y  volvió  á  ocupar.isu  puesto. 

En  la  marcba  hacia  de  camino  trabajar  á  la  tro- 
pa, ejercitándola  en  toda  especie  de  correrías  y  en 
jornadas  largas  y^  y  precisando  á  los  soldrdos  á  llevar 
^  preparar  por  si  mismos  lo  que  diariamente  ha- 
k  de  servirles;  de  donde  dicen  proviene  el  que  des- 
de entonces  á  ios  aficionados  ai  trabajo ,  j  que  con 
presteza  ejecutan  lo  que  se  Íes  manda,  se  les  llame 
mulos  Marianos;  aunque  otros' dan  á  esta  expresión 
diferente  origen.  Porque  queriendo  Escipion,  cuan- 
do sitiaba  á  Numancia,  pasar  revista  no  solo  de  ar- 
mas y  caballos,  sino  también  de  acémilas  y  carros^ 
para  ver  en  qu¿  estado  tenia  cada  uno  estas  cosas  y  se 
dice  que  Mario  presentó  iin  caballo  perfectamente 
cuidado  y  mantenido  por  ¿1  mismo ,  y  ademas  un 
mulo  sobres,  líente  entre  todos  en  gordura,  en  ñian- 
sedumbre  y  en  fuerza ;  por  lo  que  no  solamente  se 
mostró  contento  £scipion  con  esta  especie  de  cuida- 
do de  IV{ai;io ,  sino  que  hacia  frecuentemente  men-> 
don  de  ella ;  y  de  aqui  nació  el  que  los  que  querían 
por  vejamen  alabar  á  alg'-no  de  puntual,  de  sufrido 
y  de  trabajador ,  le  llamaban  machito^dé  Mario. 

Púsose  en  esta  ocasión  la  fortuna  de  parte  de  Ma* 
Jio;  porque  los  bárbi^ros,  como  ¿i  quisieran  tomar 
carrera  para  la  irrupción  que  meditaban,  pasaron 
primero  á  España;  con  lo  que  aquel  tuvo  tiemfo  pa- 
ra.ejercitar  el  cuerpo  del  soldado;  para  dará  su  áni-- 
mo  aliento  y  confianza ;  y  lo  que  es  mas  importante 
todavía  ,  para  hacer  que  conociese  bien  el  carácter  de 
su  general.  Porque  su  dureza  en  el  mando  y  su  infle- 
xibilidad  en  los  castigos  parecían  calidades  justas  y 
saludables  á  los  que  tenirn  ya  el  hábito  dé  no  de- 
linquir ni  faltar;  y  su  escandecí  miento  en  la  ira,  lo 
penetrante  de  la  voz  y  lo  adusto  del  semblante,  acos- 
tumbrados asi  poco  á  poco^  no  tanto  les  era-á  ellos  ter- 


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CAYO  MARÍO.  467 

Tibfe,  cóitio''crdáo  había  de  seilo  á  los  enemigos.  So- 
bre todo  era  muy  del  gusto  dé  los  soldados  so  rie¿ti- 
tud  en  los  juicios  /  de  la  que  se  refiere'  este  ejenl^Io. 
Cayo  Lusioy  sobrino  suyo,  que  teitU empleo  de'^o- 
maádante  en  él  ejército,  era  hombf  e  éñ  todo  lo  de- 
más 00  reprensible ;  pero  en  el  an^or  de  los  }<$yenes 
DO  podl^i  irse  á  la  mano.  Andaba  i  tin  joven  que  mi- 
litaba bajo  sus  ordenes  ,■  llamado  Trebonio ;  y  aunque 
mtibhas  veces  lo  habia  solicitado,  nunca  hábiar  sfdo 
bien  ofdó ;  'túAi  en  íin  una  noche  envió  por  -medio 
de  un  esclavona  llamar  á  Trebonio ;  vino'este ,  porque 
no  era  lídtO  no  acudir  al  llamamiento ;  pero  como 
habiendo  entrado  en  su  tienda  quisiese  hacerle  violen- 
cia, desenvainando  U  espada  le  quitó  hi  vida.  Acae- 
ció esto  á  tiempo  que  Mario  estaba  ausente ;  pero  á 
su  vuelta  puso  inmediatamente  en  juicio  á  Trebonio; 
y  como  fuesen  muchos  los'  que  le  acusaban ,'  sin  que 
ningulK)  tomase  su  defensa ,  compareciendo  él  mis- 
mo, refirió  resueltamente  el  suceso  j  y  tuvo  testigos 
de  qiic  muchas  veces  se  resistió  á  Lusio,  y  que  con 
hacerle  grandes  oféítas  jamas  condescendió  porn^a- 
da  á  sus  deseos.  Maravillado  Mario  y  complacido  al 
ttíismo  tiempo,  mandó  que  le  trajesen  la  coroila  coa 
que  por  costumbre  patria  stí  recompensaban  los  ilus- 
tres hechos,  y  tomándola  en  la  mano,  él  mismo 
coronó  á  Tréoonio,  por  haber  dado  un  excelente 
ejemplo  eii  tiempo  en  que  tanta  necesidad  habia  de 
ellos.  Llegó  la  noticia  á  Roma ,  y  no  fue  la  qué  me- 
jftos  contribuyó  para  que  se  le  confiriera  el  tercer 
Godsfilado ;  a  lo  qué  se  agregaba  que  acercándose  la 
primavera.,  miraban  como  próxima  la  llegada  de  los 
bártlaroí,  y  flo  querían  qué  ninguno  otro  General  hi- 
eiése^^queíla  gúcirrá:  Mas  no  llegaron  tan  pronto  co- 
two  'se  creia,  y  tkmbien'se  le  pasó  á  Mario  él  tiempo 
de  este  consuládb.  Acercábanse  íáS' elecciones ,  y  co- 
Mo  hubiese  itíüertó  el  colega  ^  dejando  Mario  eacar- 
gadO  «delejérelto'i  Manió  Aquí UoV  paírtió  para  Ro- 
go 2 


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468  PATO   MARIO* 

ma.  Eran  muchos  y  mny  principales  los  que  pe^líén 
el  Consalado ;  y  Lacio  saturnino ,  que  era  de  ios 
Tribunos  el  que  mas  influía  sobre  la  muchedumbre, 
obsequiado  por\Marip,  hablaba  ai  ^ueblp,  y  le  mo- 
vía á  que  le  nombrase  Cónsul.  Hada  Mario  el  des- 
deñoso rehusando  aquella  magistratura ».  y  didendo 
39e  no  le  convenia ;  sobre  lo  que  Saturniao  lo  acusaba 
e  traidor  á  la*  patria^  por  rehusar  el  ntiando  en  me- 
dio de  tan  gran  peligro.  Estaba  bien  claro  que  bar- 
cia este  papel  por  servir  á  Mario;  pero  los  mas  ea 
vista  de  su  pericia  y  de  su  fortuna , .  le  decretaroa 
el  cuarto  Consulado »  dándole  por  colega  i  Lutacio 
Catulo ,  varón  muy  respetado  de  los  primeros  per* 
soaagesy  y  no  desafecto  á  la*  mucheduqnbre. 

¿struidoMario.de  que  los  enemigo»  se  h^illaban 
cerca,  pas<$  apresuradamente  los  Alpes ,  y  fortifi<- 
cando  su  campamento  sobre  el  rio  Ródano ,  condujo 
á  él  abundantes  provisiones  i  para  no  ser  nunca  pre- 
cisado á  pelear ,  mientras  no  le  pareciese  poderlo 
ejecutar  con  ventaja ,  por  falta  de  las  cosas  precisas. 
La  conducción  por  mar  de  lo  que  el  ejército  habi« 
menester,  que  antes  era  larga  y  costosa,  la  hÍ3:o 
fácil  y  breve.  Porque  tomando  las  bocas  del  Roda- 
no  ^oneLoleage  del  mar  gran  copia  de-  tierra  y  mu«- 
pha  arena  mellada  con  cieno ,. la nav^acion  era  tra* 
bajosa  y  tardía  para  los  abastecedores.  Empleando 
pues  en  aquel  punto  el  ejército ,  mi^eotras  no  tenia 
otra  ocupación^  abrió  un  dilatado  canal,  y  haden-^ 
do  pasar  á  él  gran  parte  del  rio,, lo  condujo  poruaa 
libera  cómoda  con.  bastante  caudal  j>ara  sostener  bu- 
ques gfjindes }  y  con  una  entrada  al  mar  fádl  y  no 
expuesta  á  cegarse;  y  e$t&<p^nai  todavía  conserva  el 
nombre  que  de  él  tomó.  Hicieron  los  bárbaros  dos 
fiivisiones  de  sos  tropas  z  tpcándoles  i.Wbs  Cimbros 
marchar  contra  Catuio  por  las  al  tufas  de  <tos.  Alpes 
Noricos  para  ven^ser  aquel  paso;  y  á  Iqs  Teutones  y 
Ambrones  el  ilirígirse  contra  Mario  por  la  Liguria 


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CATO  MARIO.  469 

y  lá  costa  del  imir.  Fiieles  preciso  á  los  Cimbros  pre- 
Mrarse^  y  <letenerse  mas ;  pero  los  Teutones  y  Am-' 
DrOnes  partieiifido  aceieradameate,  y  atravesando  et 
pais  que  mediaba ,  se  presentaron* inmensos  en  numero; 
faroces  en  tos  setnblantes ,  yen  la  grileria  y  alboroto 
no  parecidba^i  ningunos  otros.  Ocuparon  gran  parte 
de  la  Itanor»)  y^  acampándose »  provocaban  á  Mario 
á  labatalh;/ 

*  No  hada  Mario  cuenta  de  estas  baladrofiada$, 
sino  que  oomenia  á  los  soldados  dentro  de  los  reales, 
castigando  ^pérataíente  á  los  atrevidos ;  y  á  los  que  se 
presentaban  xx>n  ánimo  de  pelear  pomo  poder*  con-» 
tener  la  Ira ,  \t%  decia  que  eran  traidores  á  la  patria; 
porque  la  cobtlenda  con  aquellas  gentes  no  era  para 
alcanzar  triunfos '  6  para  erigir  trofeos ,  sino  paraí 
apartar  léfos  lamejante  tormenta  y  tempestad  í  salvan-* 
do  de  este  modo  la  Italia.  Asi  seex|>licaba  en  confian- 
za con  los  otros  Gefes  y  caudillos ;  pero  á  los  solda- 
dos y  m«ftaniéndose  en  el  vaHadar ,  les  haicia  por  tro^ 
sos  que  miraran  á  los  enemigos  /acostumbra  ndolbs  á 
ver  aquello»  semblantes ,  á  oir  aquella  voz  enteramen- 
te extraña 'y  fiera  y  á  enterarse  dé  sus  arreos  y  stK 
láctica  >  para  que  con  el  tiempo  la  vista  de  aquellos 
objetos  espantosos  se  los  hiciera  llevaderos;  porque 
creia  que  lá  novedad  acrecienta  un  terror  falso  alas 
cosas  propias  de  suyo  para  inspirar  miedo;  y  que  la 
costumbre  quita  la  admiracioh  y  asombro  aun  deaqucT- 
llos  objetos  naturalmente  terribles. -Y  aquí  no  solo  lá 
vista  iba  quitando  continuamente  algo  del  asombro, 
sino  que  con  las  amenazas  y  la  insufrible  altanería  de 
los  bárbaros  la  ira  les  encendia  y  abrasaba  Ios-ánimos, 
por  cuanto  los  enemigos  no  contentos  con  atrppeltar 
y  asolar  cuanto  habia  al  rededor ,  acometían  á  veces  el 
campamento  con  gtande  arrojo  y  desvergüenza:  tanto 
que  se  dio  i  Mario  cuenta  de  estas  voces  y  quejas  de 
los  soldados:  «¿por  qué  cc^rdía nuestra  nos  castiga 
W'Marto  prohibiéndonos  con '  llaves  y  porteros  como 


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470    .  CA^TO   MARI«.  . 

w  á  unas  mugeres  el  «venir  á  las  manod  Oqq  los  ene*» 
fimigos?  £a  pues  echámiolade  hornbre^.  libres»  prcr- 
figunt¿mosle,si  es  <|ue- espera  otros  que  vengan  á 
f»  pelear  por  la  Italia «.  y  de  nosotros  picosa  valerse 
«siempre  como  de  usos  criados  caanda  haya  qw 
n  abrir  canales  i  que  qiuitar  barro ,  y  quQ.mudar  el  pur*- 
•»6o  de  algún  rio;  pues  parece  qixe  par^  estas  cosas 
nnos  ejercita  con  continuas  fatigas^  y  que  estas  soa 
irlas  obras  consulares  /de  que  pieusa^baqéc  á  su  vuei-» 
f»  ta  ostentación  ante  los  jciudadanosu  {Tieme  por  veji«- 
•t  tunólos  desgraciados,casos  de  Carbón  y  Cepsoo ,  que 
M  fueron  vencidos  de  ios  enemigos  por  ser.eJIos  muy» 
m  inferiores  á  Mario  en  virtud  y  en  gwria  ^  y  por  ix^uvr 
I»  dar  un  ejercito  que  estaba  muy. distante  d^.yalerio 
•  que  este  ?  y  en  no  de  más  .honor  en  siifrkalgRin  dcs^ 
f»  catabro )  haciendo  algOj  que  ser  iraaq]»UQS.  especia?» 
9  dores  de  la  ruina  de  nuestros  aliados.** 

.  Cuando  Mario  oyó  estas  cosas»  $irvÍ!^r.onle  de 
placer^  y  trató  de  sosegar  á  los  soldadl^vdici¿ndo«% 
les  qge  deninguq  fuod<^  .desconfiaba  de^'-eUcs»  sino 
que  guiado  de  cierto%  oráculos  agoardabAj^/tiempe 
y  lugar  oportunos  para  la  victoria.  Porqiie4]evaba  ea 
su  compañía  en: litara. cop.  cierto  re$peto' á <  una  mu- 
ger/de- Siria  liamada  Marta ,  que  se  dieciaei^i  profis-r 
tisa»  y  de  su  orden  b^la  cierros  sacrificios,. leíala 
antes  amenazado  el  Senado  porque  $e  lue^claba  en 
estas  cosas  y  en  querer  predecir  lo  futuro^^péro  des* 
fnieS)  como  acogiéndole  á  las  mugeres  hubiese  dado 
algunas  pruebas ^  y  mas  particularmente  á  la, de  Ma« 
rio )  porque  puesta  á  sus  pies  habia;C^ualmente  adi*-» 
viñado  entré  Unos  gl4di4tores  quién  aeria  el  qíie  veo^ 
ciese ^,  la  mandó . esta  adotide  estaba  Mario»  que  la 
tniró  con  admiración »  y  por  lo  comáis  k  hacia  llevar 
en  litera*  Adornábase  oara-  los  Sacrificios  con  do-r 
ble  purpura  >  y  usaba  de  Una  lansa  toda:  en  rededot 
^  cefiida.  de  cintas  y  coronas.  Tenia  esta  farsa  en  inn 
cerildumbre  á  la  mayojr  parte  de  las  gentes»  no  ^«« 


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OA'TO   MARTOft  4yt 

l>?endc^-9}  d  ¿nr:9^í  &í  espectáculo  i  aquella  muger 
saciii  de  que  Mirío  lo  creyese  de  veras  >  ó  de  que^  lo 
fingt0:y  aparentaba.  Pues  el  maravilloso  prodigio  de 
las  buitres  refiérelo  Alejandro  Mindio;  yes  que  an** 
tess.del  vencimiento  se  apareciao  siempre  dos  en  der* 
r^or  de  la  hueste^  y  la  seguían  sin  desampararla» 
si#ndo:  coooctdos  por  sus  collares  de  bronce:  pues  los 
soldados  lograron  cogerlos,  y  puestos  los  collares» 
Jos  soltaron.  Desde  entonces  reconociendo  á  los  sol- 
dados» les  bacian  agasajos;  y  en  viéndolos  estos  en 
Us  maf ch|is »  se  regocijaban  »  esperando  algún  buen 
auceso.  Mostráronse  por  aquel  tiempo  diferentes  se- 
dales,  bis  que  tenian  en  general  un  carácter  común; 
pero,  de  Ameria  y  Tuderto  se  refirió  qoe.se  velan  de 
oocbe  eñ  el  cielo  espadas  y  escudos  de  fuego,  que 
al  principio  se  notaban  separados ;  mas  después  cho- 
caban unos  con  otros  en  la  forma  y  con  los  movi- 
mientos que  lo  ejecutan-  los  hombres  que  pelean;  y 
por  fin  cediendo  unos  y  siguiendo  los  otros  ,  todos 
veniüU  á  caer  hacia  occidente.  Por  el  propio  tiempo 
fóndbieo  vtno  de  Fesiounte  Batabaces»  facerdote  de 
la  gram  madre  »  anunciando  que-  la  Diosa  le  hnbia  ha-*- 
biado»» desde  su  tabernáculo»  diciendo  que  iban  los 
l^fpalioa  á  disfrutar  de  la  victoria  y  triunfo  mas  se- 
ñalados. Dióle  asenso,  el  Senado,  y  decretó  edificar  á 
Ja' Diosa 'UiCi  templo  en; señal  de  victoria;  y  cuando 
Bat^baces, estaba  para  comparecer  ante  el  pueblo  con 
el  desfgüjo  de  anunciarlo »  se  lo  estorbó  el  Tribuno  de 
la-  pjebe  AvAo  Pompeyo ,  llamándole  impostor »  y 
echándole  i  empellones  de  la  tribuna;  lo  que  solo 
sirvió  para  conciliar  mayor  crédito  á  su  narraciont 
porque  fio  bien  se  puso  Aulo  eií  camino  para  su  casa» 
disutlta  la  junta»  cuasdose  le  encendió  una  tan  fuer« 
te  calentura »  que  se  hizo  cosa  muy  notoria  y  públi- 
ca entre  todos  haber  muerto  de  ella  dentro  del  sép-» 
timo  día.    : 

Infirmaron,  los  Teutones»  viendo  el  sosiego  de 


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; 


47 1  CAYO  MAAIO: 

Mario,  poner  cerco  al  campamento*;,  péré-ttttíábyt^  - 
ctbidos  con  dardos  que  les  disparaba  desde  el  valla- 
dar, y  perdiendo  alguna  gente  ^  determinaron  ir  ¿de^ 
ktnte,  dando  por  supuesto  que  podían  pasar  ^n  re^es* 
lo  los  Alpes.  Tomando  el  bi^ge ,  se  pusieron  sil  orto 
lado  del  campo  de  los  Romanos ;  y  endoaces  se  vi^ 

Erincipalmente  su  gran  número  por  la  tardanza  y  di^ 
kcion  del  tránsito :  porque  se  alce  que  gastaron  sei^ 
dias  en  pasar  por  el  valladar  de  Mario  andando  sin  / 

S>arar.  Iban  siempre  muy  cerca  preguntando  por  m<^  ' 

a  á  los  Romanos  si  mandaban  algo  para«us  mogeresi  \ 

porque  pronto  estarían  á  la  vista  de  ellas.  Giandd 
ya  hubieron  pasado  los  bárbaros,  y  estabnn  á alguna 
jdistancía ,  levanto  él  también  su  campó ,  y  los  seguía 
ác  cerca,  acampando  siempre  .á  su  inmediación  en  \ 

puestos  fuertes  y  y  ocupándolos  sitios  mas  ventajosos  i 

para  pernoctar  con  descanso.  Marchando  de  esta  ma« 
fiera ,  llegaron  al  lugar  que  se  ilama  las  Aguas^  sex^ 
tías ,  desde  donde  con  poco  que  anduviesen  sehaila^ 
Tian  en  los  Alpes.  Por  lo  mismo  se  preparaba  Mario 
¿  dar  alli  la  batalla ,  escogiendo  para  su  campameoto 
4iná  posición  fuerte ,  pero  que  escaseaba  de' agua;  que* 
riendo ,  según  decía ,  aguijonear  con  esto  i  los*  sóida* 
•dos :  asi  es  que  quejándose  muchc;  y  haciéndole  pré-- 
asente  que  tenian  sed ,  les  dijbv>  señalándoos  con  la 
«nano  un  rio  que  corría  ál  lado  del  vaUadar  de  Itis 
bárbaros,  que  alii  tenían  bebida f que  se^eompraba  i 
'  precio  de  sangre.  ¿Pues  por  qué  le  respondieron  no 
nos  guias  ahora  mismo  Contra  ellos  mientras  tenemos 
Ja  sangre  fresca?  y  él  ¿on  voa:  blanda  les  contestó^ 
antes  tenemos  que  fortificar  el  campamento. 
,  Obedecieron,  aúnele  de' mala  ^na,  los  soldados; 
pero,  la  muchedumbre  dé  los  bagageros  y  asistentes 
no  teniendo  que  beber  para  sí ,  ni  para  las  acémilas, 
bajaron  jen  gran  número  al  rio,  llevandouunos  asneó- 
las, otros  segures ,  y  algunos  espadas  y  lanzas,  jnn^ 
támente  con  los  cántarps*,'  pensando  que  no  podrían 


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tatuar  siginK  díi  'pteoUmstiéronles  ffl  {iriffeipib  pocoj^ 
<ie !  ios*  enemigos  ^'■á'caiBa  de  que  lá  mayor  parte  esta-t 
batí  coariendd  después  del  baño ,  y  otros  se  bañaban} 
pdr^enaee&aUixtóplosos  raudales  de  agua  caliemei 
▼"4iM  Rmnafios  torfnrendieron  á  bastante  número  djt 
m  UrhKos-,  epk  teuniéot  celebndiaa  oon  placer  f 
adniradofi  las  deUcia»  de  aquel  sitio.  Aeudian  muchos 
áítos  gritos  i  pues  por  anapartelé  era.  repugnante  i 
Mario  €OofeQer:ár' tos  isoidádos  que  tebii^n^  por  sus 
dodféstftos;  y:  por  ocra  1»  gente  oias  b^beósa  de  I6i 
eneoiigo;  i  féX  ^ienes  j  antes .  habtáii' '  sido  vencido) 
ixH  Rdffiano9  con  Manlkr.  yCepion  (llamábanse  ks^, 
«es  Aaíbrones;  'y^eHos  ^os^-pi^baa^dd  nártiero  d^ 
treinta  niil) ,  excitados  también  con  el  alboroto  cor-* 
lian*  ir  las  armas  (' si 'pesados  en  los  cuerpos  pdr  íá 
hártxxn,  ligeros  éiv  eháaimo ,  y  acafaorados  con  el  vi^ 
9o.HÍíSU  correr^era'<^sordeoado5COffi^  el  de  unos 
furiosos,  6  su  gritería  desconcertada  ,•  sinbcque  ma^ 
aerando  las  armas cbtf'ctefto*  cottipab  y'y  Helado  una 
iDareha>  igoalr  todm  4  tm  tiempo  repetían  muchas 
veces  el  nombre  coa  4que  eran  conocidos  ^  gritando 
ios  Amtt<mes\  ó  para  llamarse  por -este  medio  unos 
á^otsosv  ó  pararii»on4ir  terror  con "aquélla  voz  á  sus 
enemigds;  De  toa  Italianos  los  primeros  que  bajaron 
contra  ellos  foerob  lóS'i^igures  ,  los  cuales  luego  que 
oyeron'  y  percibieron  aquel  grito,  exclamaron  que 
aquel  era  su  fiombre  patrio;  porqneá -causa  de  stf 
er^n-se  llamaban  imibrones  a  sí  mismos  los  Ligu^ 
reSé  Resonaba  pues  alternado  uti  mismo-  ^ito  antei 
de  venir  á  las  manos,  Y  ^^  caudHtós  de  una  y  otra 

Crte  lo  repetían  con'esniérzo ,  yendo'á  porfía  en  quien 
bia  de  levantar  mas  la  voz;  con  lo  que  aquella  gri-^ 
tería  aviv¿  y  acaloro  mas  la  ira.  A  lo^'Ambrones  los 
desunió  el  rio ,  porque  no  se  dieron  priesa  á  pasar  y 
formarse;  y  cayendo  tes  Ligures  sobre-  los  primeros 
con  grande  ímpetu ,  ya  estaba  trabad^  la  batalla.  Co- 
mo acudiesen  los  Romanos  en  atixiUo  de  los  Ligures, 


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474  CATO  ICAATO* 

eorriendo  de  k  parte  superior  eos trp  lot  bárbtros^ 
fueron  estos  forisados  á  ceder ,  y  mucbos  inpeitdos.há« 
ciael  rio  se  herían  en  el  desiórden  uiiosi  otrot^  He-r 
nando  su  corriente  de  sangre  y  de.cadáireres.  An  \m 

2ue  lograron  volver  á  pasar »  con^ctiio  <se<« atuviesen 
hacer  frente  y  ríes  dieron  masttt^íoi^  Roméaos  «ü 
la  fuga,  que  coxitinuaron  hasta 9iir|Mopio  campantoníto 
y  su  bagage.  AUi  las  mogorea  saH^adolts  al  enco^^ 
tro  con  Qspadas  y  segures  ^  y  dandorjespantoiffs  y  acH- 
iñudos  gritón,  herían  indisvititaatente? á.-  bs::fi^ít?vc» 
y  á  sus  perseguidores,  como  traidoj&esA^prrmetnos^ 
y  i  los  otros  como  enemigoa^  iñ&tíétfdoae  lentileS  loi 
que  peleaban,  asiendo  conla.tnaoo^^estiudarjW^  «e^ 
cudos  de  los  Romanos  ;  cogiéndoles  las  espadas^  y 
sufriendo  sus  heridas  y  goipea,^ih>  spl;tar  los  escirdos 
basta  caer  moertaa.  Asi  esta  bátaUar:del  rio,  ^ualaa 
relaciones  9  nías  .^  se  verificó  por  caeualidad  que  ao 
por  disposición  dct General.     .    -jhi  ; 

Después  qa^  los  Ron^añosiibutíenon  dadb<  muerte 
de  esta  manera  á' un  nán^eroxrecMo  de  los  Ambro^ 
nes,  sobreviniendo  la  noche  se  ffetir%iK>n;  pero  ílxs* 
ta  retirada  no  se  siguieron  los  eantós  de  yictiorik  <|oé 
i  tan  señalados  triunfos  aconripañiuii,  .nt  conyiteseiea 
las  tiendas  y  ni  regocijos  en  Jos  ba^qviíet?s,  nitámpo^^ 
co  lo  que  es  mas  dulce  á  los  moldados,  después  de/ba^ 
ber.  peleado  con  suerte  próspépa,iiun  ^ueño  sosegado 
y  plácido;  sino  que  aquella  npohe  la  pagaron  en  la 
mayor  inquietud  y  sobresalto ,  j^orque  tenianelcam-» 
pamento  sin  valladar  y  sin  fbftLAcacion  alguna  ,qu&t 
dando  de  Jos  bárbaros  muchos  .millares  de  hombres 
todavía  intactos ;  y  de  los  AmbroiKíS.rGuantos  se.  ha-* 
bian  salvado  ^  .nabian  reunido  con  estos:, asi  por 
la  noche  se  sentia  un  bullicio  eií  nada  parecido  á  los 
lamentos  ó  i  los. sollozos ;  sino  que  otas  bien  un  aullido 
feroz  y  un  crujir  de.  dientes  mezclado  con  anoenazat 
V  lloros  enviado  por  tan  inmensas  gentes,  resona** 
ba  por  tod.QS.los  montes  de  al  xededoc  y  por  las  coii- 


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CATO  MAl^I^^r  471 

cavidades  del  «o.  Apoder<5se  pues  de  todo  el  contocí-^ 
no  un  eco  espantoso;  de  los  Romanos  el  miedo;  y 
aun  del  mismo  Mario  cierta  inquietud  y  «sombro^ 

Et  temer  todo  el  desorden  y.  la.  confusión,  de  vtxoL 
talla  nocturna.  Con  todo  oi  acometieroneti  aquella 
noche  9  oi  eo,el  dia  siguiente ,  ^iao  ^ue  pasaron  el 
tiempo  en  qrdebarse  y  prie¥e^k!;e*.En  tanto  Marios 
como  bubiese  iíobre  el  campo  de  los  birbariM  algunos 
valles  angostos,  y  algunos  barrancos  pobUdoí^de  en* 
cinasv.  mandó  alia,  á  Claudio  Marcelo  con  tres- itiU 
infantes^  dándole  orden  de  -quiise  pusiese  en  zelada^ 
y  sobrecogíjese,i  los  enemigos  por  la  espalda.  A  los 
demas^  después  de  haber!  tomaoo  el  alimento  y  sueño 
conveniente»  los  formd  al  mi&mo.-amanecery.colocán^' 
ddips  delante  del  campamento»  y  enviando  la  caba-»- 
llería.á  recorreré!  terrebob  Lnegoique  los  Teutones 
los  vieron»,  no  tuvieron' pabieácta  para  aguardar  á 
que  bajando  los  Romanos  pudieran. pelear  eo  terreno 
Igual ;.  sino  que  armados  apriesa:  en>  el  furor  de  la  iia^» 
se  arrojaron,  al  collado.  Jáario  enviando  sus  ayudas 
út  campo  por  una  y  otra  ala  i  tes  pré^^enia  qtíe  se 
jnantuvieran  firmes  é  inmoblesl; .  y  que  cuando  ya 
«estuvieran  al  alcance » les  arrojaran. dardos»  y  d^spuei 
Jisaran  de  las  espadas»  impeliendo  con  los. escudos 
i  los  que  viniesen  de  frente »  porque  siendo  para  ellos 
«1  terreno  poco  seguro»  ni  sussolpes  tendrían  fueesa^ 
ni  podrían,  protegerse  con  sus  broqueles»  puesto  qué 
la  desigualdad  del  suelo  les  quitarla  toda  firmeza  y 
consistencia.  Cuando  asi  exhortaba »  él  era.  el  primor 
ro en  obrar»  porque  ninguno  tenia  ua  cuerpo  mas 
ejercitado»  y  a  todos  hacia  graii<  ventaja  en  el  valora 
Cuando  ya  los  Romanos  se  decidieron  á  hacer-; 
les^ frente »  y^  cargando  sobrehilos»  Jos  rechazaron  eii 
el  acto  de  subir»  jdesordenados  algún  tanto»  se  diri-* 
gian  á  lo  llano »  y  los  primeros  empezaban  á  tomar 
íormacion  en  él;  pero  a  este  tiempo  sobrevino  grite-t 
-ría  y  desorded  etí  los  últimos^  pc^!!9^^  Marcelo  estu^ 


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4j6  CXro  MARtO. 

vo  «acento  i  «|»royediiif  la  oportunidad »  y  Inego  qae 
el  rumor  se  sintió  en  Its  .alturas ,  inflamando  á  los 
que  tenia  á  sas  órdenes,  cargó  por  la  e^alda,  cau- 
Modo  en  los  últimos  gran  destrozo;  y  estos ,  impe- 
liendo á  los  que  tenitfn  delante,  en  breve  llenaron  de 
turbación  ¡todo  el ejéroi^:  ni  sufrieróa  tampoco  por 
mucho  tiempo  el  ser  heridos  por  do«  parres ,  sino 
que  dieron  á  huir  eu  completo  desorikn.  Siguieron- 
ierJos  Romanos  et  álcatice,  y  á  dosdemos  mil  de 
¿Itos  ó  los  cautivaron',  ó  les  dieron  muerte ;  y  apode- 
rándose de  tiendas,'  de  ;carros  y  de  otros  oespojos, 
cuando  no  fue  saqueado,  decretaron  quedase  en  be- 
neficio de  Mario;  y  con  haberle  cedido  un  presente 
tan  rico,. no  se  creyó* que  se  le  habia  dado  una  cosa 
correspondiente  á  so  niíírito  en  aquel  mando  por  lo 
extraordinario  del  peligro;  Algfunos^  hay  que  no  con- 
vienen enia  cesion^defWin,  ni  en  la  rauchedum- 
Inre  de  los  que  perecieron.  1>  los  de  Marsella  se  coeu' 
tar.qGe  con  los  huesos  cercaron  sus  viñas  ,  y  que  la 
tierra  con  los  cadáveres  qiíe  atli  cayeron,  y  con  laí 
copiosas  linvias  del  invierno,  se  abonden  tales  tér- 
minos, penetrando  hasta  muy  adentro  la  podredum- 
bre,' que  rindió  una  pingüe  cosecha,  haciendo  cierto 
«L dicho' de  Arquíkxx),  de  que  contal  abono  se  fer« 
tilitsof  los  camípos.  No  sin  causa  á  las  grandes  bata«- 
llas  sd  -siguen,'  en  opinión'  de  algunos,  abundantes 
lluvias ,  ya  sea  porque  algún  Genio  tome  por  su  cuen- 
ta lavar  y  purificar  la  tierra  con  agua  limpia  del  cie- 
lo, ó  ya  porque  la  mortandad  y  la  podredumbre  le^ 
veintén  vapores  húmedos  y  pesados  que  alteren  el  ai- 
re^ fácil  a  recibir  gvaodes  níutaciones  de  pequeños 
principios. 

•  Después  de  la  batalla  eligió  Mario  entre  las  ar- 
mas y  despojos  de  los  bárbaros  de  cada  especie  lo 
mas  elegante ,  y  que  pudiera  presentar  mas  brillante 
aspecto  en  el  triunfo ;  y  amontonando  todo  lo  de- 
mas  ^obre  uña  hoguera)  se  preparó  á  hacer  un  mag* 


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GAYO  MAftlO.  477 

i^ífico  sacrificio.  Estaba  todo  el  ej^cito  ocrirooado  y 
puesto  sobre  las  armas;  y  el  Cónsul,  ceñido  .como 
es  de  costumbre ,  se  adornó  de  purpura;  tomó,  una* 
antorcha  encendida»  y  levamáikiola  con  entrambas 
manos  al  cielo  iba  á  aplicarla  :á  la  hoguera.  Mas  1 
este  tiempo  se  vio  repentinamente  que  unos  amigos* 
venida  á.  caballo  corriendo  hacia  él^  lo  que  produjo 
en  todos  gran  silencio  y  expectación.  Cuando  ya  estu- 
vieron á  su  lado. echaron  pie  á. tierra ,  y  tomando  á 
Mario  la  diestra,  le  anunciaron  con  parabienes  el 
quinto  Consolado  9  entregándole  cartas  en  está  razón. 
Acrecentóse  con  esto  el  regocijo  de  los  cánticos  de 
victoria,  y  aclamando  lel  ejercito  lleno  de  gozo  con 
cierto  ruiao  compasada  de  ks  armas ,  volvieron  los 
Gefes  á  poner  sobre  la  frente  de  Mario  una  corona 
de  laurel,  y  este  encendió  la  hoguera  y  perfeccionó 
el  sacrificio- 
Mas  ó  la  fortuna,  ó  el  gienio  del  mal ,.  ó  la  na- 
turaleza misma  d^  las  cosas,  que  no  consiente  que 
aun  eo,  las  mayores  prosperidades  haya  un  gozo  pu- 
ro y  sin  mezcla,  sino  que  parece  complacerse  en 
traer  agitada  la  vida  de  los  hombres  con  la  continua 
alternativa  de  bienes  y  de.  males ,  afligió  á  pocos  diais 
á  Mario  con  malas  nuevas  de  su.  colega  Catub,  las 
que,  como  nube  que  sobrecoge- en  medio  dé  lasere«- 
nidad  y  bonan;;a,  hacian  correr  á  Roma  nuevos  pe- 
ligros Y  tormentas.  Contrapuesto  Catulo  á  los  Cim- 
bros ,  desconfió  de  poder  guardajr  las  alturas  de  los  Al- 
pes, porque  tendría  que  debilitarse,  habiendo,  de 
desmembrar  su  tropa  en  mucbas>  divisiones.  Bajando 
pues  sin  detenerse  hacia  la  Italia ,  y  poniendo  ante 
si  al  rio  Atison,  lo  fortificó  con  fuertes  trincheras  por 
una  y  otra  orilla,  echando  puente  en  medio ,•  para 
dar  auxilio  á  los  de  la  otra  parte,  si  los  bárbaros, 
venciendo  las  gargantas,  los  obligaban  á.  encerrarle  en  > 
sus  fortificaciones.  Pero  á. estos  ios  animaba  tal  alta^ 
nería  y  arrojo.contra  sus.  enemigos,  fí^^fQt  solo  dar 


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47*  Í^ATO   MAIKIO^ 

nuestras  de  so  pujanza  y  acrecimiento/ mas tdefi  qué 

Ccque  condujese  á  nada ,  cuanda  nevaba  se  presenia- 
n  desnudas»  y  poc  los  hielos  y  lc»s  balagueros  pro- 
fondos  de  niere  trepaban  á  las  cumbres  \  desde  cuya 
altura  I  poniendo  el  cuerpo  sobre  unos  escudos  lianosi 
se  deslizaban  por  entre  peñascos  que  tenían  inmensos 
▼actos  y  profundidades*  Como  luego  <}tte  acamparan 
eerca  y  examinaron  el  paso  del  rióse  prdpu$ieseii<:é-' 
garle  I  y  desgarrando  los  collados  de  alrededor,  como 
otros  gigantes  arrastrasen  al  rio  árboles  arrancados  de 
cuajo»  grandes  peñascales  y  montes  de  tierra,  coa  los 
qoe  corrabaa  la  corriente ;  y  contra  los  pies  derechos 
en  que  se  sostenia  la  obra  arrojasen  pesadas  mo^s ,  que 
se  amontonaban  también  en  el  rio ,  y  con  el  golpe 
conmovían  el  puente,  poseídos  del  miedo  los  mas  de 
los  soldados ,  abandonaron  el  principal  campamento, 
y  se  retiraron.  Mostróse  tal  Cátulo  en  esta  ocasión, 
eual  conviene  que  sea  el  perfecto  y  consumado  Ge- 
neral ,  que  debe  anteponer  á  su  gloria  propia  la  de 
sus  ciuaadanos;  pues  luego  que  vio  que  con  la  per- 
suasión no  podia  contener  á  ios  soldados;^  y  que  es« 
tos,  sobrecogidos,  se  apresmaban  á  marcW,  man- 
dando levantar  el  águila,  se  dirigió  corriendo  á  po- 
nerse-al  frente  de  l<fó  que  estaban  en  marcha  para 
ser  el  primero  que  guiase,  queriendo  que  la  ver- 
güenza recayese  sobre  él  y  no  sobre  la  patria.,  y  qiie 
pareciese  no  que  huian  los  soldados,  sino  que  se  re- 
tiraban siguiendo  á  sn  caudillo*  Los  bárbaros  enton- 
ces/acometiendo  á- la  fortaleza  del  otro  lado  del 
rio  la  tomaron,  y  i  los  Romanos  que  la  defendían 
hombres  esforzados,  y  que  se  hicieron  admirar  por 
el  valor  digno  de  la  patria  con  que  pelearon,  los  de« 
jarotí  ir  libres  bajo  palabra  de  honor ,  jurando  por 
H  toro  de  bronce \  el  cual,  tomado  después  en  ba- 
talla, dicen  haber  sido  llevado  ácasa  de  Cátulo,  co- 
mo primicia  de  la  victoria.  Hallándose  con  esto  el 
parís  destituido  de  toda  defensa ,  le  talaban  en  partidas* 


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GAXO  Jf  iCRIO*  479 

'^  '  Fue  á  este  riempa  Mario  liamado  lila ciodad ;  y. 
pasaiulio  á  ella,  todos  creiaa  que  triunfaría;  lo  que 
el  Sen.  do  decretó  con  la  mejor  voluntad ;  pero  él  no 
lo  tuvo  á  bien,  ó  por  no  querer  privar  á  sus  sóida* 
dos  y  cooperadores  de  aquel  honor  >  ó  por  dar  alien-* 
to  en  las  cosas  presentes  i  cediendo  á  la  fortuna  de 
Roma  la  gloria  de  so  primer  vencimiento ,  para  que 
esta  apareciera  mas  brillante  en  el  segundo.  Por  tan* 
tacón. haber  hecho  preí^entc  lo  que  el  caso  pedia, 
marchó  en  busca  de  Cátulo;  inspiróle  xonfianza,  é 
hͣo  venir  de  la  Galia  sus  propios  soldados.  Llega- 
dos que  fueron,  paso  el  Po,  y  se  propuso  arrojar  i 
los  bárbaros  que  se  bailaban  deatro  de  la  Italia;  pe<« 
ro  estos  bacian  por  diferir  la  ba;taUa  i  con  ocasión  de 
esperar  á  los  Teutones,  admirándose  de  su  tardan- 
za; ó  porque  realmente  ignorasen-  su  derrota^  ó  por- 
queaparenrasen  que  no  la  cruan:  asi  es  que  á  los  que 
se  la  anunciaron  los  trataron  cruelmente,  y  enviaron 
mei^sageros  á  Macio  á  pedirle  tierra  y  ciudades  su- 
ficientes para  sí  y  para  sus  hermanos.  Preguntóles 
Mario  por  los  hermanos,. y  habiendo  nombrado  í 
los  Teutones,  todos  los  demás  se  echaron  á  reir ;  pe- 
ra Mario  les  dijo  por  mofa ,  dejaos  ahora  de  vues- 
tros hermanos ,  que  ellos  ya  tienen  .tierra,  y  la  ten- 
drán p^ra  «siempre,  habiéndosela  dado  nosotros.  Los 
embajadores  entonces' conociendo  la  ironía,  se  le  bur- 
laron también ,  dictándole  que  ya  llevaría  su  merc- 
ado ,  de  los  Cimbros  inmediatamente ,  y  de  los  Teu^* 
tones  cuando  viniesen.  Pues  estañ  presentes,  contes- 
tó Mario ,  y  no  seria  razón  partieseis  de  aqui  sin  ha-" 
ber  saludado  á  vuesuos  hermanos;  y  al  decir  esto 
mandó  que  trajesen  atados  á  los  Reyes  de  los  Teu^ 
tones,  porque  en  la  ft^a  habian  sido  tomados  cauti- 
vos en  los  Alpes  por  los  Secuanos. 

Apenas  se  dioxuenta  álos  Cimbros  del  mensage 
cuando  al  punto  marcharon  contra  Mario,  que  sose- 
gadamente atendía  á.ia  defensa  de  sü  campo*  Para 


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48o  CATO  lUAsaúm 

esta  bátallt'dtceá  que  fue  para  It  qne  Mario  hizD 
aqnella  novedad  de  los  astiles  de  las  picas;  porque 
antes  la  parte  de  la  madera  qne  entraba  en  el  hierro, 
estaba  asegurada  con  dos  puntas  asimismo  de  hierro; 
y  entonces. Mario t  dejando  la  una  como  estaba^  en 
logar  de  la  otra  poso  una  estaquilla  de  madera  'íacii 
de  romperse  9  proporcionando  asi  qoe  al  dar  el  astil 
en  el  escudo  oel  enemigo,  no  quedase  recto ,  ^aa 
que  rompiéndose  la  estaquilla  se  doblase ,  y  la  pica 
permaneciese  clavada,  por  el  mismo  hecho  de  haber* 
se  endorvado  la  punta.  Boyorix  pues,  Rey  de  loa 
Cimbros,  marchó  á  caballo  con  poca  comitiva  al  cam- 
pamento, y  provocaba  á  Mario  á  qoe  señalando  día 
Y  logar  se  presentara  á  combatir  por  el  territorio; 
y  este  te  respondió  que  sin  embargo  de  qoe  no  so-> 
lian  los  Romanos  tomar  para  la  batalla  consejo  dá- 
sus  enemigos,  en  gracia  de  los  Cimbros  en  cuanto  á 
dta  señalaba  el  tercero  después  de  aquel ;  y  en  cuan- 
to á  lugar  la  comarca  y  llanura  de  Vercelis,  don- 
de podria  obrar  la  caballería  Romana,  y  desplegar 
cómodamente  la  muchedumbre  de  ellos;  y  guardan- 
do fielmente  el  tiempo  convenido ,  formaron  al  fren- 
te unos  de  otros.  lenia  Cátulo  veinte  mil  y  tres* 
cientos  hombres,  y  siendo  los  de  Mario  treinta  y 
dos  mil,  cogieron  en  medio  á  los. de  Cátulpf  distri-* 
buidos  en  las  dos  alas  ^  según  lo  refiere  Sila ,  que  se 
encontró  en  aquella  batalla»  Dice  que  Mariq,  espe-t 
rando  cargar  al  ejército  eneihrgo,  principalmente  por 
los  extremos  y  por  ks  alas ,  para  que  la  victoria  fue* 
se  propia  de  sus  soldados,  no  teniendo  parte  Cátalo 
en  el  combate  ^  ni  viniendo  á  las  manos  con  los  ene- 
migos por  .cuanto  los  de  en  medip  formarian  seno, 
como  ardinariamente  sucede,  ta  lo^  frentes  muy  ex- 
tendidos; con  esta  mira  distribuyó  de  aquella  ma- 
nera las  fuerzas.  También  se  refiere  que  por  el  mis- 
mo estild  se  defendió  Cátulo  sobre  este  punto.,  cul- 
pi^do  mudio  la  mala  intención  de  Mario  contra  él* 


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CAYÓ  HAHIO.  .       .481 

1.a  infantería  de  los  Cimbros  marchaba  desde  el  cam- 
pamento con  gran  re;poso  y  siendo  su  fondo  igual  al 
lirente;  porque  cada  uno  de  los  lados  de  la  batalla 
ocupaba  treinta  estadios.  Los  de.  caballería  ^  que  eran 
unos  quince  mil  hombres ,  se  presentaron  Jbríllantes, 
con  morriones  que  representaban  las  bocas  y  rostros 
de' las  mas  terribles  fieras,  7  encima ,  á  fin  de  pare- 
cer mayores,  penachos  y  plumages ,  y  con  corazas  de 
yerro  y  con  escudos  blancos  oue  relumbraban.  Sus 
armas  arrojadizas  eran  dardos  de  dos  puntas ,  y  pa- 
ra de  cerca  usaban  de  espadas  largas  y  pesadas. 

No  acometieron  entonces  de  frente  á  los  Roma- 
nos ,  sino  que  marcharon  indinándose  sobre  la  dere- 
cha de  estos  para  envolverlos  entre  ellos  mismos ,  y 
la  parte  de  su  infantería  colocada  á  ta  izquierda ;  y 
aunque  los  Generales  Romanos  conocieron  el  inten- 
to j  no  tuvieron  tiempo  para  contener  á  los  soldados, 
pues  habiendo  gritado  uno  que  los  enemigos  huian, 
todos  se  arrojaron  á  perseguirlos.  En  tanto  la  infan- 
tería de  los  bárbaros  acometía  también  ,  como  si  un 
piélago  inmenso  se  moviese.  Mario  entonces ,  laván^ 
cose  las  manos  y  alzándolas  al  c^elo,  hizo  plegarias 
á  los  Dioses  con  el  voto  de  una  hecatombe :  oro  tam- 
bién Catulo ,  levantando  igualmente  las  manos ,  y 
ofreciendo  consagrar  la  fortuna  de  aqiiel  dia.  Dícese 
que  sacrificando  Mario,  como  se  le  pusiesen  delante 
las  victimas ,  esclamó  con  una  gran  voz ,  diciendo: 
'  mia-es  la  victoria;  y  Sila  ademas  refiere^  que  al  dair 
lá  acometida  como  por  venganza  divina ,  le  sucedió 
A  Mario  lo  contrario  de  lo  que  habia  ideado ;  por- 
qué* habiéndose  levantado,  como  era  nattiral ,  infini- 
to pólro,  que  encubrió  los  ejércitos,  como  este  hu- 
biese dispuesto  de  su  propia  fuerza  en  el  momento 
que  se  decidió  á  perseguir  á  los  enemigos;  no  encon- 
tró en  la  obscuridad  con  ellos,  sino  que  se  fue  lefos 
.de  su  hueste,  andando  largo  tiempo  por  la  llanura; 
y  en  tanto  los  enemigos  dieron  casualmente  con  Ca- 
TOMO  lu  HH 

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482         *  CATO  MARIO» 

tulo  9  Siendo  lo  mas  recio  del  combate  contra  este  y 
contra  sus  soldados  ,  entre  los  que  estaba  forjinado  el 
mismo  Sila ;  quien  añade  que  pelearon  en  favor  de 
los  Romanos  el  calor  y  el  sol,  que  daba  en  los  ojos 
á  los  Cimjpros.*  Porque  siendo  fuertes  pari^  sufrir  la 
intemperie,  criados^  según  hemos  dicho ,  en  lugares 
tenebrosos  y  frios,  se  sofocaban  con  el  calor;  y  cu- 
biertos de  sudor ,  fuera  de  aliento  se  ponían  los  es- 
cudos delante  del  rostro ,  mayormente  dándose  esta 
batalla  despoes  del  solsticio  del  verano,  cuya  fiesta 
se  celebra  en  Roma  tres  dias  antes  de  empezar  el  aies 
que  ahora  dicen  Agosto,  y  entonces  sextiJ.  También 
el  polvo  contribuyó  á  aumentar  en  los  Romanos  el 
arrojo,  por  cnanto  ocultándoles  los  enemigos,  no 
veian  su  excesivo  número ,  sino  que  corriendo  cada 
uno  contra  los  que  tropezaban,  asi  lidiaban  con  ellos^ 
sin  haber  concebido  antes  temor  con  su  vista.  Y  es- 
taban tan  metidos  en  fatiga  y  tan  hechos  á  ella ,  que 
nadie  vi6  i  ninguno  de  los  Romanps.ni  sudar  ni  con 
sobrealiento ,  con  haberse  sostenido  este  combate  en 
medio  del  mayor  ardor  del  verano ,  y  á  costa  de  un 
continuo  correr,  como  dicen  haberlo  escrito  el  mis- 
mo Catulo  gelebrando  á  sus  soldados. 
'     Pereció  alli  la  mayor  y  mas  esforzada  parte  de 
los  enemisosi  porque  para  no  desordenarse  en  la.for- 
macion ,  los  primeros  de  línea  estaban  enlazados  unos 
4  otros  con  largas  cadenas  prendidas  á  los  ceñidores. 
Los  que  perseguidos  se  retiraban  hacia  su  campo,  to- 
davía encontraban  peor  suerte;  porque  las  mugeres 
puestas  de  negro  sobre  los  carros  daban  la  muerte  á 
los  que  asi  huían,  unas  á  sus  maridos,  ottas  á  sus  her-r 
manos ,  otras  á  su$  padres ;  y  de  sus  hijos ,  á  los  ni- 
jios  pequeños  ahogándolos  con  sus  propias  manos 
los  arrojaban  debajo  de  las  ruedas  y  de  los  pies  de 
las  bestias^  y  después  se  quitabaq  ellas  la  vida.  Cuén- 
tase de  una  que  habiéndose  ahorcado  del  timón  de 
un  carro,  tenia  4  sjtis. hijos  colgados  de  sus  pie^  con 


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CAYÓ  MARIO.  483 

eordeies  á  uno  y  otro  lado.  Los  hombres  á  falta  de 
-  árboles'  se  ahorcaban  de  las  astas  de  los  bueyes  ;  y 
otros,  ponienda  atado  el  cuello  á  las  patas  de  estos» 
,  después  los  picaban  con  aguijones ,  p^ra  que  echan- 
do i  andar  los  arrastrasen  7  pisasen/ Y  con  todo  de 
"quitarse  tan  espantosamente  la  vida,  aun  cautivaron 
k»  Romanos  á  sesenta  mil ,  habiendo  sido  otro$  tan^ 
tos,  según  se  dice,  los  que  murieron.  £1  bagage  le 
8aqoeait)A  los  soldados  de  Mario ;  pero  los  despojos^ 
las  insignias  y  la|  trompetas  se  dice  que  fueron  lle- 
vados al  campamento  de  Catulo ,  que  era  el  mas  fuerte 
argumento  de  que  este  se  valia  para  probar  que  había 
sidb  suya  la  victoria.  Como  la  contienda  pasase  hasta 
los  soldados ,  fueron  tomados  por  arbitros  los  embaja- 
dcMres  de  Parma  que  se  hallaban  presentes ;  y  los  de  Ca« 
mío.  los  llevaban  por  entre  los  enemigos  muertos ,  ha- 
ciéndoles ver  que  habían  sido  traspasados  con  sus  pi- 
cas; que  eran  conocidas  por  las  letras  con  que  en  el 
astil. tenían  grabado  el  nombre  de  Catulo.  Sin  emr 
bargo  la  primera  victoria  y  el  primer  lugar  en  el 
mando  dicen  bien  á  las  claras  que  todo  fue  obra  de 
Mario.  Asi  los  mas  le  apellidaban  tercer  fundador  de 
Roma,  por  no  haber  sido  este  peligro ^  vencido  aho^ 
ira  ,  inferior  en  nada  al  de  los  Galos ;  y  «acrifigandó 
en  sus  casas  con  sus  mugeres  y  sus  hijos  ^  offecian 
las  primicias  del  banquete  y  de  la  libación  á  los  Dio- 
ses y: Mario  á  tm  mismo  tiempo,  juzgajndo  que  á  él 
solo  debían  decretarle  uno  y  otro  triunfo*  Mas  no 
triunfó  de  estatmanera,  sino  juntamente  con  Catu- 
ib,  queriendo  mostrarse  .moderado  en  tanta  prospé^ 
vidadi  aunque "ptdo  también  ser  miedo  á  los  solda- 
do^ que  se  ballalAn  formados ,  con  ánimo ,  si  Catu- 
lo era  privado"  de- «ste  Bonor ,  de  no»  permitir  que 
aquel  tampocoitriürtfase;  > 

Obtuvo  pueset  quinto  consulado,  y  aspir<$'ill 
sexto  como  nadie  antes- de  él:  y  en  todo  cedía  á  la 
muchedumbre  ,  ^uerkndo  parecer  blanílo- y  popu- 

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484  CATO  líAElO. 

Iftr,  no  solo  fuera  de  la  gtavedad  y  del  decoro  pro-» 
pío  de  aquella  maglstratota  ^  sino  muy  fuera  tam- 
píen  de  su  carácter  poco  atíamodado  para  dio.  Era 
pues,  según  se  dice,  muy  irresoluto  por  su  mis--  , 
ma  ambición  len,  las  cosas  de  gobierno,  cuando  se 
manifestaban,  agitaciones  populares;  y  aquella  im-* 
perturbabilidad  y  firmeza  en  las  batallas  le  abando- 
naban en  las  juntas  públicas ,  saliendo  fuera  de  sí 
pon  cualquiera  alabanza  6  reprensión.  Con  todo  se 
refiere  que  habiendo  peleado  en  la  guerra  con  el  ma- 
yor  vafor  unos  mil  Óamerinos,  les  concedió  el  dere- 
cho de  ciudadanos;  y  como  esto  pareciese  contra  la 
Ityj  y  aun  algunos  se  lo  objetasen,  respondió  que 
Qon  el  ruido  de  las  armas  no  habia  podido  oir  la  ley. 
Mas  lo  que  parece  le  acobardaba  é  intimidaba  sobre 
todo  era  la  gritería  en  las  juntas.  Ello  es  que  en  las 
armas  llegó  á  gran  poder  y  dignidad,  porque  le  ha- 
bían menester ;  pero  en  las  cosas  de  gobierno ,  no  te- 
niendo calidades  para  sobresalir ,  se  acogió  á  la  gra- 
cia y  al  favor  de  la  muchedumbre,  haciendo  pocaí 
cuenta  de  ser  bueno ,  como  fuese  grande.  Estaba  por 
tanto  mal  con  todos  los  principales;  pero  temía  mas 
especialmente  á  Mételo  con  quien  t»bia  sido  ingra-> 
to,  porque  naturalmente  era  hombre  que  tenia  de- 
clarada guerra  á  los  que  contra  lo  recto  y  bueno 
condescendian  don  la  muchedumbre ,  y  gobernaban 
á  su  placer:  asi  espiaba  el  modo  de  echarle  de  'la  ciu- 
dad. Para  esto  procuró  hacer  suyos  á  Glauqnias  y 
Saturnino,  hombres  audacísimos >(  que  tenían  ^  su 
disposición  toda  la  gente  pobre  yrnevohosa,  y  de 
jdlos  se  valia  para  publicar  ieyj».  Acrecentó  también 
el  influjo,  de  la  gente  de  gueiafa,  habiendo  que  in- 
tervinieran en  las  juntas  pi^Upi^,/ y* formando  con 
ella  partido  contra  Mételo ;  y^  aun'segun  refiere  Ra- 
itílio ,  hombre  ún  lo  demás  de  probidad  y  de  ver- 
dad ,  pero  ptarticularmente  d^sa^^cco  ,á  Mario ,  para 
alcanzar  esie  sexto  Consulado  derxamó-mucho  dinero 


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CATO  MARIO.  4^f 

en  las'  corlas,  comprándolas  i  predo  de^^,  á  fía- 

'  de  que  fuera  excluijcío  Mételo »  y  de  que  se  le  diera 
i  Valerio  Flaco ,  mas  bien  por  depehdíente  que  pot' 

.  ool^  en  el  Consulado.  Y  antes  de  él  á  ninguno 
Qtra,  fuera  de  Vakrio  Corvino,  decreta  el  pueblo- 

^btros :  tantos  Consulados;,  pero  respecto  de  aquel^; 
desde  el  primero  bastar  el  último  se  pasaron  treinta* 
y^^iiicd  años;  -f  á  Mario  después  del  primero ,  por 
If>s[.ofto»  cinco  le  llevo  corriendo»  su  extraordinaria 
íbrtuna.  '  .  •   ' 

~  Poeel  último  ptifKripalmente  era  ya  mal  visto, 
i  Oauaa  de  las  malas  oóndescendenctas  que  tenia  con 
Saturnio;  de  las  cuales  fue  una  la-muerte  de  Nonio,' 
á. quien  la  dio  Saturoino»' porque  era  su  competidor 
en  el  Tribunado  de  la  plebe»  Después  de-  creado  Tri- 
buno introdujo  la  ley  de  división  de  terrenos,  en  la* 
que  paéD  pomo  uno  de  los  artículos  que  el  Senado  ha-- 
Din  oe  presentarse:  á,  )urar ,  que  guardarla  lo  decretado! 
por  el  pueblo,  y  á  nada  baria  contradicción.  Fingió' 
lAsiXio  en  el  Senado  Oponerse  á  esta  parte  de  la  ley ,  di- 
ciendo que  ^o  jurarla ,  ni  creía  que  jurase ,  quien  estu- 
viese eij  su  juicio :  pprque  no  siendo  la  ley  per  judicial, 

era .^Ufia  especie  de  insuko 'que  al  Senadq  se  le  hiciese 

Iirrestar,se  por  fuerza,  y  no  por  persuasión  y  propia  vo- 
untad.  Habló  de  este  modo' no  porque  pensase  asi,- 
slao  po^  armar  á  Mételo  un  lazo  del  que  no  pudie- 
se ^escap^r^  pues  que  él  por  sí,  teniendo  por  vir-- 
tud  y  =pbr  gracia  el  contradecirse  y  el  mentir,  nin-- 
gua  oaSo  baria  de  io  que  bubiese  asegurado  en  el  Se* 
Dado ;  pero  sabiendo,  bien  que  Mételo ,  hombre  ente- 
ro, tenia  i  la  verdad  por  el  mejor  principio  de  una- 
gran  virtud ,  según  expresión  de  Pindaro,  queria  an-^ 
tecogerlo  con  que  se  negase. á. jurar  en  el  Senado,  pa-* 
ra  que  cayera  después  con  el  pueblo  en  una  irrecon-^* 
ciliable enemistad,  como efisctivameute sucedió:  por- 
quíí,^  diciendo  Metelaque  no  jurarla  ^  con -esto  se  di- 
solvió el  Senado.  Masdespues de  pocos  días ,  ilanuui^ 


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486  GATO  MAKIQ«> 

do  Saturiund.  í  h.  tribuna  á  ios  seaadores ,  ynAAli^tí^ 
4olos  á  proQUSciár  «1  jutaméntoy  pareció  Mario;  y^  ^ 
hecho  silencio  9  fijándose  los  ojos  de  todos  en  él,  e!h-^ 
vio  muy  noramala  todo  cnanto  iaroolt  y  rectamente' 
había  dicho  en  el  Senado»  y  eii  vez  de  ello  tfxpretó,*  ^ 
que  no  tenia  el  cuello  bastante  ancho  para  ser  fel  frí^ 
mero  que  se  pronunciase  en  negocio  ae  tanta  grave-^ ' 
dad:  asi  que  juraría  y  obedeoeria  &  la  ley » st>  acascy 
era  ley:  añadiendo  estáfiabta  piiecáncion  pata  dar 
algún  color  á  tamaña  desver^enza*  Y  el  püd^lo»- tt*^^ 
llorando  muebo;  que'  jurdse  ,*  ^tifoted  ¿  'hlscnicla- 
maciones ;  pero  en  los  prinolpales  ctn^d  ia  n»dyoi<iti-^ 
dignación  y  odio  estainconisedimeia  de  Mari¿.  Ju-' 
raron  todos  después  en  seguida  :por' temor  del  puado 
hasta  llegar  1  Mételo;  peiJoeste,  i tpesar  desque ^us 
anillos,  le  persuadbn  y  rogaban  qiie  jurase  ,-y  hó  te' 
atra)ese  las  insufribles  penas  que* «Saturnino  habtaprOM* 
puesto  contra  los  que  no  jururaiv  ^  -  no  •  se  apatto^*  db ' 
su  propQ&ito».  ni  juro  ^  sino  que'se  manmv^;  ¿nsu' 
severidad  de  costumbres;  y.  resuelio  4  ^r^'todiaí 
clase  de  males  por  no  cedec  h  nada  que  fues^  ínjús--^ 
tóf  sé  retiró  de  1¿  plaza  páblica  y  diciendo  4*  los -que' 
le  acompañaban )  i^ue  el  haeet^  una  trosá  infosra^era' 
malo:  el  hacer  lo justor  cisafidao^na.^ay  peligro  cosa^' 
ipuy  corotm; 'pfi^  lo  prfapro  'dcí^uri' hombfe  refcto- 

?r  bueno  ^era  el  hacer  Ip  justoíi  pesarde  toíio  pe^ 
igro.  £n  eegtttdar  propuso  Saturnino  que  ^d^ciñeta-- 
sen  los  'Cónsules  'Vedar  á  Mételo  ¿r uso  dé.  ftíe-^ 
go>  del  agua  y  del  cubierto^- y  <paíecia  qtie  te^  líiías' 
despreciable  de.  lit  muchedumbre  énaba  dispuesto  á 
quitarle  lávid^';- pero  mostrán^<¿e  afligidos  los  prin- 
cipales ciudadanos/ y.  pasando  4  hablarle,  no  dió  lu- 
gar a  que  por  su  causa  Imbíese  «na  sedición ,  sino' 
que  sallo  deilá  ciudad  háoiecido  este  juiciosísimo  ra- 
ciocinio:, ó  las  rásas  méjoÜaránv -y  se  arrepentirá  el 
pueblo»  éujel  .cuál  caso  voheréollamadé ;'  ó  pérAiane*-' 
ceran  del  mismo  modo»  y  jentcxnces lo  mejor  és  eitaf 


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CAVO  MARIO.  487 

fuer».  Mas  de  ctiánto  aprecio  y  honor  goz<5  Mételo 
^S{)ues  de  su  destierro,  y  cómo  pas6  su  vida  en  Rol- 
das ^dado  á  la  filosofía,  lo  diremos  mas  oportuna-^ 
mente  Cuando  tratemos  de  ¿I. 
;  Precisado  Mario  con  estos  servicios  á  disimular 
éü  Saturnino  gné  se  propasara  á  toda  ciase  de  abusos, 
nd^tehó  de  ver  que^  no  era  un  mal  pequeño  el  que 
catf^ba ,  ^iñó  td  y  tan  grande,  que  por  medio  d¿ 
armas  y  dcíntaertes  iba  á  parar  en  la  tiranía  y  en 
tl'trástorno  del^  gobierno.  Y  con  humillar  á  los  prin-* 
cípóles  y  agasajar' a  la  muchedumbre  tuvo  finalmen- 
^  que  abatirse  á  un  hecho  sumamente  bajo  y  vergon- 
a«»óf,  porque  habiendo  ido  á  su  casa,  de  noche  los 
zafones  principales  á  hablarle  cpntra  Saturnino ,' re* 
tíhtó  á  este  por  otra  puerta  sin  nóticia^de  aquellos; 
7  temando  ^or  pretexto  para  con.miós^y  con  otros 
tína' descomposición  de  vientre,  ya  ^^'taba  en  tni 
psrte  ya  en  otra,  cota  lo  que  solo  consiguió  indispo- 
nerlos é  irritarlos  mas  entre  sf.  Y  áué  todavía  paso 
ifms  adelante  i  porqué  inquietados  y  "sublevados  él 
Senado  y  los  caballeros,  introdujo  anüasren  la  plaza; 
y. habiéndolos  perseguido  hasta  el  Capitolio ,  lóis  to- 
mó ^por  sed  ,  cortandb  los  acueductos.  Kérónsé! 'pifes 
er  vencidos,  y  le.  enviaron  á  llamar,  entregándosete 
)h  la  que  se  Ikina/épublica;  y  aunq(ue  se  desvi- 
vió por  salvarlosV  esto  no  sirvió  de  bada,  porque 
ai  bajar  á  la  plaza  fueron  asesinados.  Eéte  suceso  le 
indispuso  ya  "con  los  poderosos  y  con  el  pueblo ;  por 
lo  que  vacando^  la  censura  no  se  atrevió  i  pedir |a  Í 
pesar  de  su  grande  autoridad;  sino  qtíe  por  miedo 
de  la  réptíUá  &ó  lugar  á  que  otros"  íheno'scaracteriza-J 
dos  que  él  fuesen  elegidos:  bien  qué' ptetestaba  qui¿ 
no  quériá  ganarse  por  enemigos  í  tíiucfios ,  teniendcjí 
que  notar  severamente  su  vida  y  sus  cpstumbres. 
'  Hízose  d¿dréto  para  restituir  .á  Mételo  del  des- 
tierro;  y  éi  d¿  palabra  y  de  ot^rá  16  impugnó  coii^ 
Tetttñlenoia ;  .pero  tn  vano  teniendo  pot"'  ultimo  que* 


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488  CATO  MÁvao. 

ceder.  Stnclonóle  pues  el  pueblo  con  may  decidida 
voluntad ;  y  haciéndosele  insufrible  el  presenciar  la 
vuelta  de  Mécelo  t  se  embarco  para  la  Capadocia  y  U 
Galacia  9  aparentando  que  era  para  cumplir  á  la  ala- 
dre de  los  Dioses  el  voto  que  le  habia  oecho;  pero 
teniendo  en  realidad  otra  causa  para  aquel  viage.  ig'< 
norada  de  los  demás;  y  era  que,  no  habiendo  red- 
bido  de  la  naturaleza  las  dotes  de  la  paz  y  del  go- 
bierno,  y  debiendo  su  ensalzamiento  i  la  guerra» >co« 
mo  creyese  que  poco  á  poco  se  iban  marcnitando.ea 
el  ocio  y  el  reposo  su  gloria  y  su. poder,  se  propu- 
so buscar  nuevos  motivos  de  desazones  y  contie^ias»: 
porque  esperaba  que  si  inquietaba  á  Jos  reyes ,  y  pro- 
vocs^  y  excitaba  á  la  guerra,  á  Mltridates ,  el  mar 
poderoso  y  de  mas  fama,  al  punto  se  le  nombraría 
general  contra  ¿1 ,  y  tendría  ocasión  de  adornar  la  cin- 
dad  con  nuevos  triunfos,  y  de  llenar  su  casa  con  los 
despojos  del  Ponto  y  con  tas  riquezas  de  su  Rey.  Por 
esta  razón  aunque  Mitridates  le  trató  con  los  mayo*, 
íres  miramientos  y  el  mayor  respeto,  no  por  eso  se 
ablandó  ni  se  mostró. apacible,  sino  que  le  dijo;  ó. 
hazte,  ó  Rey^  m^s  poderoso  que  los  Romanos,  6 
ejecuta  sin  rebullir  lo  que  te  ^  mande:  dejándole 
asombrado  t  no  el  nombre  Romano  de  que  habia  oido 
hablar  mucns^  veces,  sino  aqu^j  descaro  de  que  en* 
tonces' por  la  primera  vez  tenía»  idea. 

Vuelto  á  Koj;na  edificó  casa  junto  á  la  plaza ;  ó^. 
cómo  él  decia^  por  no  incomodar  a  sus  clientes  te- 
niendo que  1^  lejos ;  6  por  creer  que  esta  era  la  cau- 
sa de  ser  menos  obsequiado  con  visitas  que  otros ;  lo 
que  no  era  asi »  sino  que  no  igualándtoiós  ni  en  el  tra- 
to ni  en  las  relacione$^  y  usos  políticos,  como  de  ins- 
truhiento  de  goerrá » no  se  hacia  caso  de  él  en  la  píaa¿. 
Y  lo  que  es  respecto  de  otros  axm  llevaba  menos, 
mal  que  se  le  desatendiese ;  pero  le  mortificaba  sobre 
manera  la  preferencia  de  Sila,  que  habia  sido  fomen- 
tado contra  éj.por  envidia  de  los  principales;  yp^*». 


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CATO  MAAIp.  ^        48^ 

rt  qaian  laS'di£s^encias  co»  el  mismo  Miarlo  habían 
sido  priocipiode  fortuna.  Sucedió  luego  .que  Boco 
el  Numida ,  recibido  pof  aliadp  de  los  Romanos ,  co- 
locó en  el  Gipitolio  um$  victorias  portadoras  de  triim**. 
fos ,  y  entre  ellas  en  efigie  de  oro  á  Yugurta ,  entrega- 
do á  Sila  por  el  mismo  Boco;  y  esto  sacó  á  Mario 
fuera  de  sí  de  ira  y  de  sober^fl»  por  cuanto  |)atecia 
Gue  Sila  se.  atribuía  aquel  hecho:  asi  «e  ptoponía 
destniir  por  la  fuerza  aquellos  votos,  y  por  el  con- 
trajÍ9  Siladefeí^derlos;  pei:o  0$ta  contienda  yqiíe  fai* 
taba  muy  poco  para  que  saliese  al  publico,  Ifi  cor- 
tó la. guerra  social,  que  r^íentinamentie  ^tl^vo  sobre 
sí  la  ciudad.  Porque  las  naciones  mas  belicosas  y  de 
mayor  población  de  la'lmlíji  se  sublevaron  contra 
Romft,  y  est^ayo  en  muy  poco  el  que  la  hiciesen  de- 
caer del  imperio,  no  solo  fuerteSren  armas  y  en  va« 
roñes,  sino  asistidas  de  C8udiUp$,  que  en  el  valor  y. 
en  la  pericia  en^  admiiablcsi  y  competían  con  los 
de  ésta»  ;  .        . 

Bsta  guortá,  varia  en  .los  efectos,  y  mas  varia- 
que  ninguna dtra  en  los  sucesos,  cuanto  a^irecentó  en 
glpria  y  ea|k)der  á  Sila,  otro  tanto  menguó ^  Ma-= 
rio ;  pojíque  fue  teñido  por  tardo  en  el  acometer^  y 
nimiamente  «^dadoso  y  menudo.en  todo ;  deLÍnanéni^ 
que  biea  fuese  porque  la:  vejez  hubiese  apagado. Jaá 
¿1  la  üntigua  ractívidad  y  ardor  ^  pues  pasaba  ya  en-, 
ronces  de;sesenta  y  cinco  años;  ó  bien  porque i:a)tno 
él  decía,  padeciendo  de  fos  écrvíos,  y  fnítándole  jaagi-' 
lidadldel  Cuerpo ,  por  pundonor  se  hubiese  etufienado: 
en  aqotíia. guerra  a  masde  lo  que  podía.  Con  todo 
salto  vencedor  en  una  gran  batalla  con  muerte  de  seis- 
mil  enemigos;  y  nunca  dio  lugar  á  estos  paraqiie  sa- 
casen, lal  menor  ventaja ;  y  sin  eáibargo  de  que  le  cer- 
caroujen  sos: tilicheras ,  y  le  insultaron  y  provocaron, 
no  pudieroií  irritarle  ;  y  aun  se  refiere  que  habiéndole 
diíjho  Pop^dio  Silon  ,^uci<jfa  entre  ellos  el  de  inayor 
autoridad  y  poder:  »»si  eres  gran  General, . ó  Mariot  - 


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49?    .  ,  OAYO  14AW0.* 

sflnijc  y'í>eleft;  le  respondió :  paes  té, ^  eres  gfsfi 
«Generat,  f«n  y  preeísameá  pelear  aonqne  no  quie- 
bra.*' En  otra  oeasiott;  habiendo  dado  los  enemigos 
oportunidad  para  veúir  á  las  manos » tremo  ios  Ro« 
mooos' hubiesen  mostrado  temor  ,  Inego  que  uifos  y 
otros  se  retiraron ,  convocó  á  junta  á  ¡¿soldados  ;  y 
no  sé;  les  dijo  y  si  tendré  por  mas  eobardes  á  los  ene- 
migos 6  i  Tosotf os ;  pof que  ni  aqueltds  han  podido 
▼er  vuestra  espalda,  ni  nosotros  su  colodrillo.  Por 
fin  dejó  «I  mando  del  ejército » imposibilitado  á  con- 
tinuar por  sn  debilidad. 

Estando  ya  entonces  muy  al  cabo  esta  goerra  dé 
Italia  f  ha^ia  muchos  ^u¿  excitados  por  los  demago- 
gos solicitaban  la  guerra  de-Mitridates;  y  para-  ella 
fiiara  de  toda  esperanza  presentó  á  Mario  el  Tribuno 
de  lapldbe  Sulpido  ^  hombre  sumamente  atrevido, 
nombrándole  General  contra  Mí  tridates,  con  la  cali- 
dad de  ProcohsUh  Mas  el  pueblo  se  dividió ,  to- 
mando unos  el  partido  de  Mario,  y  otros  proponien-' 
dó  á  Siia,  y  didenÜo  que  »Mario  se  fuera  á  Bayas  i 
tomar  baños^  termales  y  curarse  de  sas*tblencias>  te- 
nieado  el  cuerpo  debilitado  f  como  él  decía ,  con  la 
vejer'y  con^  reuma.  Porque  tenia  Maiíío  aili,  cerca 
délos  de  Mesinav  una^jnagníñca  casa  cdo  mas  como- 
didades y  regalos  mugeriles  de  lo  que-  correspondía 
á  untaron  que  tales-  guerras  y  expediciones  había 
aaabado;  Dicese <que  esta  cásala  compró  CorneKa  en 
sesenta  y  cinco  rail  dénariosí ;  y  que  de  alli  4  muy 
poco  tiempo'  la  voltio  á  comprar  Lucio  Lüotilo  en 
quinientos  mil  y  dosoientoi:  '[tanta  fue  la  cdcridad 
conquese  precipitó  ellufol.f  y  tanto  el  aumento  que 
tuvieivii ^el  .regalo  y  ia  níoHcie!  Mario,  queriendo 
con  tanta  ansia  como  impropiedad,  disimular  la  vejez  * 
y  los  achaques ,  bajaba  todos  los  dias  al  campo  j  y  ejer- 

t     El  deaario  venia  á  takr  des  reales  y  medio  de  nucs- 
tramoneds.  -.  ,.j  :    ^  .  .  , .,  . 


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CATO  UATClOé  491  ' 

éitábdose  con*  los  jévcnes ,  hacia  ostentabioü  de*  uá 
cuerpo  ágil  para  las  armas  y  eitpedito  para  montar^  anñ- 
que.  en:' realidad  con  los  años  sa  cuerpo  por.  laraiole^e 
kabia  hecho  poco  manejable  ^  haílánoose  sobrecargado^ 
de  gonlura  y  carne*  Alfiíunoshablaáquienes^atlsFácia; 
con. esto;  y  bajando  asimismo > al  campó ^veián  con; 
^Qsto 'SOS  ejerdcios  y t ocupaciones^  peno  lós'jqpse  me^^- 
jor  lo  examinaban )  miraoan  con  desdefosa*  compa- 
sión su  acaricia  y'sa  sobefvia;  paes  habiendo;  llega-* 
do  á'scr  de  pobre  muy  rico  •,  y  de  peqneSIÍ  muy  gran^ 
de :^  nd  discernía  el  terminote  lai  fetífcídad-fym  es- 
taba, comento  con  ser  admürüdó ,'  ni^cMba^ tranquilo 
de  SQ  dicha  presente;  sino <fas  cornil rs(;;tbdb* le  hl'^ 
tase^  Isaaando  de  los  tritmfosy  dé'lá-  ^oria  una  ve-* 
jcz  tan  :ad;elantada ,  ihsL-  i  arrastrar  lar  i)  -liy  ^Ca^docia 
y '.al  Pomo  Eoxino:^paraf  combatir  omiArquHKlao  y 
Neoptoiemo,  Sátrapas  ¡deMitridates;  Lastxctrs^s  que' 
sobre  esto  daba  Mario  eran  del  todo  ridí(»i)ása  por-^ 
que  decia  ser  sn  ánimo'  que  so  hijo*  i  su ;  pi!eseiic¡a  se' 
ejercitase  en  la  milicia.         ^  /:  '    '  ^^' 

r  Manifestaron  estlM  c^sas-  la  ocuka-^nf^f^f^áad  def 
que  largo  tiempo  h&biá  adolecía  Roií»a ;  hfi*>iéfi^o  en-' 
contrado  Mario  el  Instrumento  mas  ápi^opósHb  para 
la  ruina  común  en  la  osadía' de  Sulpido^  ¿I  Cual,  ad-* 
mirando  y  emulando  por  lo  demas^  las  >ttiáías  artes^ 
de-> Saturnino,  aun  ponía  la  tacha  de'  irresolución  y> 
terdanea  á  sus  disposiciories.  Mas  él  por  nad)á  se  áco-^ 
bardaba  >  teniendo  para  todo  á  sus  órdenes^Séiscien-: 
toil  homares  de  caballería;  C6mo  si  futran  >sus  ¡guardias,' 
á  los  que  llamaba  ^\  cMtf^smado.  Mftrch(>  pnes  <^n^ 
armas  contra  los  Consoles  á  tiempo  de  hallarse  en 
jnntáip^ica ;  y  habiendo  podido  el  uno  huir  de  la 
plazav  alcanzando  &^^  hijo  «ayo,  le  quitó  la  vida.' 
Síla ,  huyendo  por  delante  de  la  casa  de  Mario ,  con- 
trol tqd^Uo  que  podia.  esperarse  se  entró  en  ella  sin 
qH^loiadyirtiesénJoi  que  le*persegüian,  que  se  pasa- 
^  ron  de  largo;  y  se  dice  qne  habiéndole  dado  el  mismo 


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49*  CATO  MARIO. 

Mario  salida  smira  por  otra  paerta,'  se  marché  al 
ejército;  pero  el  mismo  Siia  en  $ds  comentarios  no 
oice  oue  se  acogió  i  casa  de  Mario,  sino  que  íbe  Ho- 
rado a  ella  para  deliberar  sobre  ios  objetos  que  Sul*- 
picio  le  precisaba  i  decretar  contra  so  yoiuntad  »  te- 
niéndcde  rodeado  de  gentes  con  armas  desnudas ,  y 
arrastrándide  i  casa  de  Mario  >  hasta  que  pasando  de 
alH  á  la  plasa^  como  ellos  lo  deseaban ,  alzó  el  entre- 
dicho. ^  En  elte  estado  arbitro  ya  Snlpicio  de  todo 
confirió  4  Mario  el  mando;  y«ste,  preparándose'  4 
salir  9  envió  i  dos  Tribnnos  á  entregarse  del  ejército 
de  Sila.  Mas.  inflamando  ^la  i  sus  soldados,  que  eran* 
treinta  mil  infantes  y  unos  cinco  mil  de  caballería, 
guió  para  la  dudad»  Mario  en  tanto  daba  en  Roma 
muerte  á  muchos  de  los  amigos  de  Stla,  y  publicó 
libertad  para  ios  esclavos  que  se  alistasen;  pero^se 
dijo  que  solo-se  presentaron  tres*  Hizo  alguna  resis* 
teucía  ¿Sila i  su  llegada ;  pero  como  en  breve  fuese 
vencidí»^  hoyó*  Los  que  estaban  á  su  lado,  apenas 
salió  de  la  ciudad ,  se  disper$a]K)D  siendo  de  noche; 
y  él  séaeogió  á  una  de  sus  quintas  llamada  Salonia; 
desde  donde  envió  á  su  hijo  á  los  campos  de  Mocio 
su  yerno,  qUjt^no  estaba  lejos ^  á^ proveerse  de  lo  ne<- 
cesario',  y  bajando  á  Ostia, :<pnio  un  amigo  suyo 
llamado  Ñumerio  le  hubiese  aparejado  un  barco ,  sin 
esperar  al  hijo  se  embarcó ,  llevando  consigo  á  Gra- 
mo su  entenado.  £1  joven,  luego  que  llegó  a  loscam«» 
pos  de  Mudo,  tomó  y  previno  algunas  cossas;  pero 
cogiéndole  el  dia  no  pudo  ocultarse  del  todo,  á:  los 
enemiflos,.  pues  que  se  dirigía  á  aquel  sitio  senté  de 
i  caballo  corriendo,  sin  duda  por  sospecha.  Habiéndo- 
los visto  con  tiempo  el  graojero  ocultó  i  Mario  en 
un  carrp  cargado  de  habasi  y  und^do  los  bueyes  se 

I  Los  dos  Cónsules  hüibian  mandado  que  nada  se  hi- 
ciese en  aquella  junta  timu|ltUariat  levantó  pues  Sila  ato 
mandato*  .       . 


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CATO  MARIO.  49} 

fue  hiela  los  de  á  caballo,  condudendó  á  Roma  $o 
carfo.  Llevado  de.  este  modo  Mario  á . ia  casa  de  su 
mQger ,  «e  hizo  de  ias  cosas  que  necesitaba  i^  y  por  la 
noche  se  encaminó  al  mar,  montó  en  na  barco  que 
pasaba  ai  África » é  hizo  en  él  esta  travesía. 

£1  viejo  Mario  luego  que  dio  la  vela  tuvo  vien- 
to favorable,  con  el  que  se  puso  mas  allá  de  la  Ita-» 
lia;  pero  temiendo  á  un  tal  Geminio,  persona  pode- 
rosa en  Terracina,  que  era  su  eBemigo>  previno  á  los 
marineros  se  apartasen  de  aquel  puerto.  Ellos  bien  que» 
rian  complacerle  ;>  pero  habiéndose  levantado  viento 
del  mar  ^  que  causaba  gran  marejada ,  como  parecie- 
se que  el  barco  no  podia  resistir  á.sus  embates,  y 
Mario  se  hallase  sumamente  indisjpuesto  con  el  mareo, 
tuvieron  que  acercarse  i  tierra ,  y  se  acercaron  no 
sin  dificultad  en  Ja^pltyade  Circeo.  Gomo  se  arrecia* 
se  la  tempestad  y  les  faltasen  los  víveres,  hubieron 
de  saltar  en  tierra,  y  se  echaron  á  andar  sin  mira 
cierta,  experimentando  lo  que  sucede  en  los  grandes 
apuros,  que  es  huir  de  lo  presente  como  mas  in- 
tolerable, y  tener  la  espereza  en  lo  que  no.  se  ve; 
pues  que  les  era  enemiga  la  tierra,  enemigo  el  mar^ 
terrible  el  tropezar  con  hombres ,  y  terrible  también 
el  no  tropezar,  estaodo  desprovistos  de  todo.  Por 
fin  ya  tarde  se  encontraron  con  unos  vaqueros ,  que 
múque  no  tenian  nada  que  darles ,  conociendo  á  Ma- 
rio le  advirtieron  de  que  era  preciso  se  retirase  á 
toda  priesa.,  porque  poco  antes  se  habían  aparecido 
alli  muchos  nombres  de  á  caballo  corriendo  eo  sa 
busca»  Constituido  con  esto  en  la  mayor  consterna- 
-cion ,  tanto  mas  que  los.  que  le  acompasaban  estaban 
ya  desfallecidos  de, hambre,  por  entonces  se  desvió 
del  camino,  y  emboscándose  en  una  selva  espesaj 
alli  pasó  la  noche  con.  el  mayor  trabajo.  Al  dia  si- 
guiente, estrechada.de  la  necesidad,  y  queriendo 
dar  algún  movimieíito  á  su  cuerpo  antes  que  del  to*^ 
do  se  entorpeciese  ^:enipezQ  á  discurrir  por  la  ribera, 


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494  CATO  MAHrO; 

tkntaodo  i  'Km  que  le  «eguian,  y  pidiéndoles  qné 
DO  destnijrcsett  con  desmajar  antes  de  tiempo  so  ál- 
tima  esperanza,  pora  la  que  se  guardaba  cofifiado 
en4]n4uitigpio  «giiearo.  Porque  siendo  todam  muy 
muchacho^  y  pagando  por.  el  campo,  recibió  en  su 
mantoel  nido  de  una  aouila  arrojado  por  el  viento, 
en  el  cual  habla  siete  po41ueios.  Viéndolo  sus  padres, 
Y  teni6ideEto  i. maravilla)  consultaron  á  los  agoré-* 
xo&fj  estDS' respondieron  qne  vendría  á  set  el  mas 
ilastre  entre  los  nombres,  y  no  podría  menos  de  ejer- 
cer siete  veces  ei  principal  mando  y  mj^istratura. 
Unos  dicen  que  efectivamente  le  sucedió  esto  á  Ma- 
no ;  pero  otros  sostienen  que  {os  que  se  lo  oyeron 
en  aquella  fuga ,  y  le  dieron  crédito ,  escribieron  una 
oarradoadel  todo  fabulosa,  porque  el  águila  no  po* 
ne  mas  de  dos  huevos :  por  tanto  que  también  se  en- 
gañó Museo  en  decir  de  esta  ave : 

Pone  tres^  saca  dos,  y  el  uno  cria. 
Mas  todos  convienen  en  que  en  la  fuga  y  en  todos 
sus  grandes  conflictos  se  le  oyó  decir  mochas- veces  á 
Mario  que  habia  de  llegar  ai  séptimo  Consulado. 

Estando  ya  como  ái  unos  veinte  estadios  de  Min- 
turnas,  ciudad  de  la  Italia, ^  ven  una  partida  de  ca- 
balleria  que  se  dirtgia  hacia  eltos,  y  casualmente  dos 
barcos  que  pasabati:*  Dan  pues  á  correr  hacia  el  mar, 
según  á  cada  uno  le  ayudaban  sus  pies  y  sus  fuerzas; 
y  faadendo  cuanto  pueden,  se  acercan  á  las  naves, 
de  las  cuales- toma  unaKjrranio^  y  pasa  á  la  isla  que 
estaba  en  frente  llamada  Enaria.  A  Mario ,  pesado 
de  cuerpo  y  difícil  de  manejar ,  le  llevaban  4os  es- 
clavos, no  sin  gran  dificultad  y  trfibajo,'  y  asi  lle- 
garon hasta  el  mar ,  y  je  p:QsÍerbn  en  la  otra  nave ,  á 
ticRi^po  que  ya  los  soldado8>estaBan  encima ,  é  inti- 
maban desde  tierra  á  los  marineros*  que  atracasen  ó 
les  entregas^n^á  Marío,  yendo^' adonde  bien  visto 
U^  fuese.  Rogábales  Mario  coa  ligdmas  ^  y  ios  due- 
ños de  la  nave^  como  sucede  ea  tal  estrecho,  te- 


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CAYO  itf Alllp.  .      491 

fxiap  mil  varios  peosamieotos  spbre  lo  qot  harian ;  por 
fia  respondiei^on  que  no.  entregarían  á  Abrios.  lEnfu-* 
leddos  aquellos  $e  iparobaroQ,  y  ellos»;  mudando 
otra  vez  de  parecer.,  se  eoc9iiú|)aron  á  tierfa ;  y  jun-- 
ío  4  U  embocadura  del  rio  Liris ,  dondi^.  forma,  una 
ensenada  pantanosa ^  %1U  echaron  áncoras., •propo'- 
niéiwiDÍe  que  bajase  4, tierra. á  tomar,  alimenta,  yrc;- 
parar  l^  fuerzas  que  jtenia  decaídas  h^sta  que  hubie^ 
se  viento:  quele  babia  á  la  bora  acostumbrada,  cal- 
mándose el  mar,  y  soplando  de  la  laguna  una  brisa 
suave.,  I^  qu^  era  suüciente.  Pers^uadido;. Mario  se 
.prestd  áeiecutarlo^,. y: sacándole  los  marineros  á.tierw 
xa  reclinado  sobre  la  yerba ,  estaba  bien  distante  de 
lo  que  le  iba  á  suceder;  porque  .vueltos  aquellos  ala 
nave,  y  levantando  ancoras  huyeron^  ore^esvio  que 
ni  era  cosa  honesta  el  entregar  á  Mario  ^  ni  segura,  el 
salvarle.  Ealto  asi  de  tpdq  auxilio  hupiano  jpermane-»- 
ci(5  largo  tiempo  inmoÚe  tendido  en  la  xibera^;-  mas 
al  fin  recobiáiuiose  con  suma  dificultad»  enipé^d^en 
medio  de  su  aflicción  á  dar. algunos  pa^os  stn.camir- 
no,  y  pasando  por  pantanos  profundos  y  por  zan- 
jas llenas  de. agua  y  cieno,  arribo  á  Jia  cabana  de  un 
anciano  encargado  de  la  laguna.  Arrobóse  i  sus  pies, 
y  le  rogaba  que  se  hiciese  el  protector  y  salvador 
de  nn  hombre  j  que  si  evitaba,  la  calamidlid  pre<iente^ 
podría  recompensarle  mas  all^  de  sus  .^speranaa^.  Ci 
anciano,  vó  porque  ya  le  conociese,  ót.oorqiKi'isa 
vista  concibiese  idea  de  que  era  un  hojt^bre  extraoip* 
diñarlo,  k  dijo  que  para  tomar  reposo  podí^bas-* 
tar.su  chociUa:;  pero  quo  si  andaba  errante  por  huir 
de  algunos,  él  le  ocultaria  en  lugar  en  que  pudiese 
(pstfr  con  la.itiayor  tranquilidad.  Rogdle.Mariarque 
asi  lo  hiciese ,  y.  lleváiidole  á  la  laguna ,  mándele  que 
se  tendiese  en  una  profundidad  próxima  al  rio^  y  le 
echíS^<fifiíns^  muchas  caitas  y.ramage dp.  las  demás 
plaptí^sr», todo-ligero  y  y  puesto  de  inanertquejio  pu-* 
idiera  of^nd^rtü*, . :    :  -. ..  -.1  - :  :¿ 


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49^  CATO  MARIO. 

No  se  había  {Misado  largo  rato  cuando  sietite  mi- 
do 7  alboroto  que  venia  de  la  choza ;  y  era  que  Ge- 
minió  faabia  enviado  macha  gente  en  su  persecución^ 
de  la  coal  algunos  hd>ian  llegado  alli  por  casuali* 
dad,  y  atemorizaban  y  reñian  al  anciano ,  haciéndo- 
le cargo  de  haber  amparado  y  haber  ocultado  á  un 
enemigp  de  los  Romanos.  Levantándose*  pues  Mario, 
y  desnudándose  se  metió  en  la  lasnna  qué  no  tenia 
ñas  que  agua  sucia  y  cenagosa:  asi  no  pudo  ocultar- 
se á  los  que  le  busc¿an,  sino  que  le  sacaron  desnu- 
do V  cubierto  de  cieno  como  estaba ,  y  llevándole 
á  Minturnas,  le  entregaron  á  los  magistrados;  por* 
que  se  había  pregonado  por  toda  la  ciudad  un  eaic«» 
to  acerca  de  Mario,  en  que  se  prevenía  que  públi- 
camente se  le  persiguiese  y  matase.  Creyeron  con  to- 
do los  magistrados  que  debían  tomarse  algún  tiempo 
para  deliberar,  y  depositaron  á  Mario  en  casa  de 
una  muger  llamada  Fanía ,  que  parecía  no  estar  bien 
con  éi  por  causa  anterior.  Estaba  casada  Fanía  con 
Tinio,  y  separada  de  ¿1  pedia  su  dote,  i^ue  era 
cuantiosa:  acusábala  este  de  adulterio,  y  fue  juez  en 
esta  causa  Mario  en  su  sexto  Consulado.  Celebrando 
el  juicio  se  halló  que  Fanía  era  de  mala  conducta; 
pero  que  el  marido  se  casó  con  ella  sabiéndolo ,  y 
nabian  vivido  mucho  tiempo  juntos ;  por  lo  que  Ma-^ 
rio  miró  mal  á  ambos,  y  al  marido  le  mandó  que 
volviese  la  dote ,  y  á  ella  para  afrenta  la  condenó 
•n  la  multa  de  cuatro  ases,  ^ues  con  todo  Fania  no 
se  portó  como  muger  á  quien  se  hubiese  hecho  una 
injusticia,  sino  que  luego  que  vio  á  Mario,  muy 
distante  de  hacerle  el  menor  mal ,  no  miró  sino  á  su 
situados,  y  le  dio  ánimo.  Celebróla  Mario,  y  díjole 
que  estaba  confiado ,  porque  habia  visto  una  buena 
seóaU  que  era  la  siguiente.  Cuando  le  llevaban  i  ca- 
sa de' Fanía,  ^al  estar  junto  á  ella,  abiertás-Ias  puer- 
tas^ salió  de  adentro  un  borrico,  cotjriendo  para  ir  á 
beber  de  una  fuente  que  estaba  v inmediato:  miró  á 


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CATO   MARIO.  497 

Mano  blanda  y  suavemente,  parase  nn  poco  deten- 
te de  él ,  dió  un  gran  rebuzno ,  y  retozó  á  su  lado 
con  cierto  engreimiento.  Reuniendo  estos  hechos  de- 
cía Mario  que  el  prodigio  indicaba  haberle  de  venir 
la  «salud,  mas  bien  del  mar  que  de  la  tierra,  pues  que 
el  borrico,  no  haciendo  cuenta  de  la  comida  que  te* 
nia  en  el  pesebre,  la  habia  dejado,  y  se  habia  ido  i 
buscar  el  agua.  Dicho  esto  se  fue  á  recoger  solo ,  dan- 
do orden  de  que  le  cerraran  la  puerta  del  cuarto. 

Reunidos  á  deliberar  los   magistrados  y  pro- 
hombres Minturneses ,  resolvieron  que  sin  mas  de- 
tención se  le  diera  muerte,  y  de  los  ciudadanos  nin- 
guno quiso  encargarse  de  la  ejecución ;  pero  un  sol- 
dado de  á  caballo,  Galo  ó  Cimbro,  pues  se  ha  dicho 
uno  y  otro',  tomando  una  espada  marchó  en  su  bus- 
ca. La  parte  del  cuarto  en  que  dormia  Mario  no 
tenia  muy  clara  luz ,  sino  que  mas  bien  estaba  casi 
del  todo  obscura,  y  se  dice  haberle  parecido  al  sol- 
dado que  los'  ojos  de  Mario  arrojaban  mucha  ham- 
bre ,  y  que  de  la  obscuridad  habla  salido  una  gran 
voz  que  deda:  ¿y  tú  hombre ,  te  atreves  á  dar  muer- 
te á  Cayo  Mario?  por  lo  que  habia  salido  huyendo, 
y  arrojando  la  espada ,  se  marchó  de  la  casa ,  sin  que 
se  le  oy^sé  otra  cosa  sino,  yo  no  puedoí  matar  á  Ma- 
rio. Cayó  sobre  todos  grande  admiración ,  y  á  poco 
compasión  y  arrepentimiento  del  parecer  que  habían 
adoptado ,  reprendiéndose  á  si  mismos  de  una  deter- 
minacion  injusta  é  ingrata  al  mismo  tiempo  con  un 
hombre  que  habia  salvado' la  Italia,  respecto  del  que 
aun  era  cosa  abominable  no  darle  favor.  Huya  pues 
adonde  le  convenga  para  cumplir  en  otra  parte  su 
hado;  y  rogúemos  nosotros  á  los  Dioses  no  nós  cas- 
tiguen de  echar  de  nuestra  ciudad  á  Mario  t)obre  y 
desntido.  Diicurrienda  de  este  modo  encainmanse  en 
tropel  adoiade  estaba,  rodeándole  todos,  y  toman 
por  su  cuenta  cotiducif  le  hasta  el  mar ;  pero  mien- 
tras uno  le  regala  una  cosa  y  otro  otra , ;  afanándose 

TOMO  II.  n 

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498  CAYO  MARIO. 

todos  por  él  9  se  da  ocasión  á  haber  de  perderá  tietñ^ 
.po ;  porque  el  bosque  llamadp  Marico.,  al  que  tienen 
CQ  veneración,  guardándole  con  cuidado,  sin  extraer 
jamas  de  ¿I  nada  que  st  hulnese  Introducido,  era  un 
estorbo  para  el  camino  del  mar ,  siendo  preciso  ha- 
cer un  rodeo ;  hasta  que  un  anciano  exclapó  que  no 
habia  camiqo  ninguno  -inaocesible  ó  intransitabie 
cuando  se  pensaba  en  salvar  á  Mario ;  y  siendo  el 
primero  á  tomar  alguna  cosa  de  las  que  hablan  de 
lUvarse  á  la  nave,  marchó  por  el  bosque* 

Ademas  de  haberle  socorrido  con  tanta  largueza, 
un  tal  Belco  le  proveyó  de  barco,  y  escribiejEÍdo  en 
una  tabla  .la  sene  de  estos  sucesos,  la  colocó  en  .el 
templo;  desde  donde  montando  Mario  en. la  nave, 
dio  vela  cpn  próspero  viento.  Casualmente  aportó  á 
la  isla  Enaria»  donde  encontró  á.Granio  y  los  de- 
mas  amigos ,  y  con  ellos  navegó  para  el  África.  Fal* 
toles  la  aguada,  y  les  fue  preciso  tocar  en  {a  Sicilia 
cerca  de  Ericina,  y  hallándose  por  casualidad  guar- 
neciendo aquellos  pun|o$  un  Cuestor  Romano,  estu- 
vo en  muy  poco  el  que  diese  muerte  á  Mario  al  sal- 
%síT  en  tierra:  la  dio  sin  embargo  á  unos  diez  y  seis 
de  los  que  salieron  á  tomar  agua.  Zarpando  cíe  alli 
Mario  a  toda  priesa ,  y  atravesando  el  mar  por  la  is- 
la Meninge,  alli  fue  doiide  primero  tuvo  noticia  de 
3ue  el  hijo  se^habia  salvado  cpn  Cetego,  y  se  había 
irisido  á  Yamsai,  .Rey  de  losNúmidas,  en  deinan-N 
da  de  socorro.  Respirando  con  estas  nuevas,  se  alen- 
tó para  pasar.de  la  isla  á  Cartago.  Mandaba  á  la  ^- 
zon  Us  armas  en  el  África  Sextilio,  vsuron  Romano, 
que  no  habia  recibido  .de  Mario  ni  injuria  ni  benefi- 
cio; pero  de  quien  este  esperaba  algún  favor  por  pu- 
-ra  pQmpasion.  Ma9,  apenas  halóla  bajado  á  tierra  con 
^nos  cuanto^,  le  salie  al. encuentro  unlictor,  y  pa-< 
rándosele  delante . le  dífo  de  este  modo:  te  in tipia, 
ó  Mario ,  el  pretor  Sextilio  ;que  no  pongas  el  .j>ie  en 
el  África,  y  que  de  lo  contrario  sostendrá  los  de-- 


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CA70   MARIO.  499 

érelos  del  Senado ,  tratándote  como  eneftiigo  de  los 
Romanos.  Al  oirlo  Mario  se  quedó  de  añicctoñ  y 
congoja  sin  palabras,  y  estuvo  largo  rato  inmoble; 
mirando  con  indignación  al  lictor.  Preguntóle  este, 
¿qué. decía,  y  qué  contestaba  al  General?  entonces 
dando  un  profundo  suspiro,  dile,  le  respondió,  que 
has  visto  á  Mario  fugitivo  sentado  sobre  las  ruinas  de 
Cartago :  poniendo  con  razón  en  paralelo  la  suerte 
de  esta  ciudad  y  la  mudanza  de  su  fortuna  para  que 
sirvieran  de  ejemplo*  En  tanto  Yamsal ,  Rey  de  loS 
Númidas,  estando  en  sus  resoluciones  á  dos  haces, 
trato  con  consideración  al  joven  Mario;  pero  qué-^ 
riendo  marchar ,  le  detenia  siempre  con  algún  pre-=- 
texto;  y  desde  luego  podiá  discurrirse  que  no  había 
mi  buen  fin  para  esta  detención.  Con  todo  por  uno  de 
aquellos  sucesos  que  no  son  raros ,  pudo  salvarse :  por- 
que siendo  este  mozo  d^  muy  recomendable  figura, 
oná  de  las  amigas  del  Rey  sentía  mucho  verle  pa- 
deced'sin  motivo:  y  esta  compasión  era  un  principio 
y  pretexto  de  amor.  Mario  en  los  primeros  mohién-^ 
tos  la. desairó;  pero  cuando  ya  vio  que  su  suerte  no 
tenia  otra  salida ,  /  que  aquella  •  muger  obraba  masí 
de  veras  que  lo  que  correspondía  á  un  mal  deseo  pa- 
sadero, condescendió  con  su  buena  voluntad,  y  fa- 
cilitándole ella  la  evasión ,  y  huyendo  con  sus  ami^- 
Es ,  se  encaminó  al  punto  donde  su  padre  se  halla- 
.  Luego  que  réciprbcamente  se  saludaron ,  cami- 
nando ppr  la  orilla  del  mar ,  se  ofrecieron  á  su  vista 
ttnoi^  esicorpiones  que  entre  sí  peleábáá ,  lo  que  á  Ma- 
rio pareció  mala  señal :  subiendo  pu^s  eft  un  barco 
de  pescador  hicieron  vlage  á  Ceix:ina,  isla  que  no 
dism  mucho  del  contincaite;  habiendo*  sido  tan  poco 
lo  que  se  adelantaron  y  quecuaridó  daban  la  vela  vie- 
ron venfr  soldados  de  á  caballo  dfe  los  del  Rey ,  cor- 
rieiidd'al  mismo' sitio  donde  se  embarcaron  3  por  íp 
quelle  paredó  á  Mario  haberse  Hbíado  de  un  peligro 
qpz&'éck  nada  era  inferior  á  los  ottos.  '  : 


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(OO  CATO  MARIO» 

Decíase  en  Roma  que  Stia  hacia  la  gnetrá  en  la 
Beocia  á  loe  Geoerales  de  Mitrídates ;  mas  ^i  tantOt 
desavenidos  los  Cónsules,  cprrian  á  las  armas »  y  il« 
brandóse  batalla ,  Octavio,  que  quedó  vencedor^  des- 
terró á  Ciña ,  que  quería  eg^rcer  un  imperio  tirániw 
co,  nombrando  Cónsul  en  su  lugar  á  Cornelio  Afe- 
rula;  pero  Ciña,  reuniendo  tropas  del  resto  de  In 
Italia ,  se  declaraba  en  guerra  contra  ellos.  Llegando 
Mario  á  entender  estas  cosas,  parecióle  que  debías 
embarcarse  cuanto  antes;  y  tomando  algunos  bom-p 
bres  de  á  caballo  de  los  moros  de  África,  7  algunos 
otros  de  los  que  se  habian  pasado  de  la  Italia ,   que 
entre  unos  y  otros  no  excedían  de  mil ,  con  ellos  se 
hizo  al  mar«  Arribó  á  Telamón  de  Etrurla,  y  sal-* 
tando  en  tierra ,  ofreció  por  público  pregón  la  liber^ 
tad  á  los  esclavos ;  y  como  de  los  labradores  y  pas- 
tores libres  de  la  comarca  acudiesen  muchos  al  puer- 
to, traídos  de  su  fama,  ganando  á  los  que  yió  mas 
esforzados ,,  en  pocos  días  unió  una  (considerable  fuer- 
za de  tierra,  y  tripuló  cuarenta,  gaüeras.  Como  su- 
piese que  Octavio  era  hombre  f (*cto ,  que  no  quería 
mandar  sino  de  un  modo  }usto,  y  que  por  el  contra-, 
rio  Ciña ,  ademas  de  ser  sospechoso  á  Sila ,  se  habia 
declarado  contra  el  gobierno  existente ,  determinó 
unirse  á  este  con  todas  sus  fuerzas:  envióle  pues á de- 
cir que  reconociéndole  por  Cónsul  haría  cuanto  le 
ordenase..  Admitió  el   partido  Ciña,  y  le  nombró 
Procónsul ,  remitiéndole  las  fasces  y  todas  las.  demás 
Insignias  del  mando ;  pero  respondió  que  no  deda 
bien  el  adorno. con  su  presenre  fortuna:  asi  e»  que 
4^sde  el  día  de  su  destierro  en  la  edad  ya  de:  mas  de 
setenta  años  no  trata  sino  ropas  desaliñadas,  con  el 
Cabello  crecido,  .andando  siempre  muy  despacio  pa* 
ta^  excitar  compasión ;  pero  con  e^te  aparato  misera- 
ble iba  siempre,  mezclado  el  ceño  natural  de  su  ter- 
rible semblantej.  y  la  clase  de  su  abatimiento  des- 
cubría bien  que  su  sobervla  no  s$  habia  humüladoi 


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GATO  HAltIO*  fot 

diio  mftsbien  ¡rrit^o  con  las  mud^iizt^  dt  sq  suerte* 
Después  que  saludo  á  Ciña »  y  se  preseaté  á  los 
soldados,  puso  al  punto  manos  á  la  obra,  y  causo 
una  gran  mudanza, en. el  estado  de  las  cosas:  porque 
en  primer  lugar,  interceptando  con  las  naves  losv¡ve« 
íes,  y  robando  á  los  comercian  tes,  se  hizo  dueño  de 
la  provisión ;  luego  recorriendo  l^s  ciudades  de  la  cos- 
ta, las  hizo  rebelarse;  y  finalmente,  tomapdo  por 
traición  í  Ostia ,  saqueo  las  casas,  y  iió  muerte  á 
gran  nátnero  de  los  habitantes ;  y  ademáis  echando  un 
puente  sobre  el  rio,- enteramente  cortó  á  los  enemi- 
gos la  posibilidad  de  proveerse  por  mar.  Moviendo 
después  con  el  ejército ,  marchó  contra  Roma,  y  tO"- 
mó  el  monte  llamado  Yaniculo:  contribuyendo  mu- 
cho Octavio  al  mal  éxito  de  los  negocios ,  no  tanto 
por  impericia  como  por  su  nimia  escrupulosidad  acer- 
ca de  lo  justo ,  la  que  con  daño  'publicó  le  impedia 
valerse  de  los  recursos  provechosos ;  asi  es  que  pro^. 
poniéndole  muchos  que  llamara  á  lá  libertad  á  los 
esclavos ,  respondió ,  que  no  concedería  á  los  escla- 
vo» h  ciudad,,  quieíi  expelía  de  ella  ¿Mario  para 
so^ener  las  leye$.  Vino  a  esta  sazón  á  Roma  Mete*, 
lo ,  hijo  del  otro  Mételo  que  mandó  en  África ,  y  que 
fiíe  desterrado  por  Mario,  y  como  fuese  tenido  por 
^lejdr  General  que  Octavio,  abandonando  á  este  los> 
^Idados,  ^corrieron  á  aquel  pidiéndole  que  toma- 
se el  mando  y  salvase  la  patria,  porque; cqmbatiriañ 
denodadamente ,  y  sin  duda  vencerían  con  lin  Gene- 
ral experto. y  activo ;  pero  recibiéndolos  mal  Mételo, 
y. mandándoles  que  volviesenül  Cónsul,. se  pasaron 
a  los  enemigos;'  y  al  cabo  se  marchó, d  mismo' Mé- 
telo, daado  por  perdida; la  cáudad.  En  el  ánimo  de 
Octavio  influyeron  unos  Caldeos  y  alga¡<ios  agoreros 
y  sibílistas'  para  que  permaneciese  en  Roma  ^  por- 

-  I     Intérpretes  de  los  Oráculos  de  las  Sibilas  ,  de  los 
^ueckda  utio  deducía  lo  qut  le<  venia  mas  á  cuento*^  * 


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fOS  CATO  MARIO. 

qoe  todo  saldrit  bien.  Era  Octavio  por  lo  densas  aca^ 
so  el  hombre  de  mejor  modo  de  pensar  entre  los  Ro^ 
manos,  y  el  qoe  mas  conservaba  fuera  de  adulación 
lamagestad  consular  conforma  á  las  costumbres  y  le^ 
yes  patrias )  como  si  estas  foeran  otras  tantas  forma-* 
hs  inalterables ;  pero  sujeto  á  esta  miseria ,  por  la  qoe 
mas  tiempo  gastaba  con  embaidores  y  adivinos  qu^^ 
con  los  que  lé  pudieran  dirigir  en  el  gobierno  y  en 
la  guerra.  Estepues antes  qne  entrase  Mario ,  fue ar* 
raneado  de  b Tribuna »  y  mfuerto  por  un  piquete  qUe 
le  precedió ;  y  se  dice  que  i  su  muerte  se  le  halló  ea 
el  seno  una  nómina  caldea :  siendo  cosa  extrafta  qné 
de  estos  dos  hombres  ilustres  ^  á  Mario  le  diese  podef 
el  no  despreciar  losagSeros,  y  á  Octavióle  perdiese. 
Hallándose  las  cosas  en  esta  situación ,  juntóse  él 
Senado ,  y  envió  mensageros  á  Gina  y  Mario ,  pidi¿n<* 
dóles  qoe  entrasen  en  la  ciudad  y  tuviesen  considera-* 
cion  con  los  ciudadanos.  Ciña  como  Cónsul  los  oyó 
sentado  en  la  silla  Curul  y  les  dio  muy  humana  res- 
puesta ;  pero  M^rio  estaba  separado  de  la  silla  sin 
responder  palabra;  mas  se  echaba  claramente  de  ver 
en  el  ceño  de  su  semblante  y  en  la  fiere¿a  de  su  vis- 
ta que  iba  bien  presto  á  llenar  la  ciudad  de  carnice- 
ría y  de  muertes.  Cuando  ya  se  resolvieron  i  marchar» 
Ciña  entraba  acompañado  de  su  guardia;  poro  Mario 

Suedándose  á  la  puerta  decia  como  por  ironía  lleno 
e  corage»  que  él  era  un  desterrado  arrojado  de  la 
patria  conforme  á  una  ley ;  y  que  si  ahora  hallándose 

5 resemé  hubiera  quien  hiciese  proposición ,  con  otro 
ecretb.  se  dentaria  el  que  le  desterraba ;  coñao  sí  él 
fuese  hombre  i' quien  hicieran  fuerza  las  leyes,  y  co- 
mo si  entrase  en- una  ciudad  libre.  Convocaba  pues 
al  pueblo  áia  plaza,  y  antes  que  tres  ó  cuatro  Cu- 
rias hubiesen  dado  sus  sufragios,  dejando  aquella  si« 
mulacion  y  aquellas  buenas  palabras  de  desterrado, 
comenzó  á  marchar  acompañado  deona  guardia  com- 
puesta de  los  que  habiaescpgtdo  entcr. los.  ^davcS' 


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CATO  MARIO*  503 

Se  se:  le 'presentaron  9  á  los  que  daba  el  nombre  de 
^riifj9S^  E$tf>^í  su  otdQn^  unas  veces,  comunicada 
en  voz  y  otr^s  por  se^Sas,  daba^  ]DE>uiprt€^  á  muchos^ 
Jlegasido  la  cesa  i  punto  que  á  Anoino  ,%varon  conr 
5uiar  y  gefe  de  la  milicia», porque  habiéndose encon.- 
trado  con  Mano:i:ry  saludáaole  ^  esf^  na  le  volvió  el 
jsaludo,  le  quuar<Hi.Ía  vida  á  su  visia. pasándole  con 
ias  espadas ;  y  ya^desde  entonces  cnandQ  saludando 
algnnos  4  M»ry9íni>i  \o^  nombra!^  este;» ó  no  les  coi^ 
jre$pondia\,.aqueUo^ífti señal  de:^aba;?'cpa  ellos  ea 
iamisnia  c^le:  de^aAeraxjue  aun,  sus  mismos  aml* 
Sps estaban  enl^.i^yiot  dgonía  y  sufijo  cuando  se  acer* 
cab^n ¿saludar :irMario.  Siendot ;ya: oppchc». los  qué 
habían  perecido  9'  Ciña  se  mostra^^rans^o  y  fasti-^ 
diadQ  con  tanta  muerte  }^  pero  >Mario«<  renovándose 
efi  Vi  cad^  día.  líjlay  la  sed  ájaisangre^  no  dejaba 
ywxt,Á,  ningaoo  dQ  i^ua^ntos  se  le  hftOian  sospechosos: 
asi-t^das  las  c^ltiy  t<>da  la  ciudad  estaban  llenas  de 
p^r^^gi^idores  y  idCiJcaisadorjBS^  d^tpdps  lo^  que  huiaH 
o.se.pcultaban,  y  era  tenida  por  cj?ímen  la  fe  de  la 
bi^spitaiidad  ry  de  la  amistad,  sin  que  ya  ofreciese 
K^rjdad  algms^ ,  porque  eran  muy  pocos  los  que 
no  hi/:ieronKtrajcion  á  los  que  á  ellos  se  hablan  aco-< 
gidix  Por  tanto  d^ben  ser  tenidos  en  macho  y  mira^ 
dos  cpn  admlf4^^'  \o^  criados  de  Cotnoto ,  que  oculr 
lando  á  su  amo,; en  casa  suspeiKlieron  por  el  cuello 
á  uno  de  tantos  muertos;  y  poniéndole  un  anillo  en 
el- dedo  I  lo  mostraron  á  los  de  la  guardia  de  Mario; 
y  después  eny.elyiéndole  como  si  fuera  aquel ,  le  die-** 
ron  sepultura«.Ñadiell(egóá  entenderlo;  y  habiéndose 
salvado  Cornuto,por  este  medio ,  por  los  mismos  cria- 
dos fue  secretamente  Jlevado  á  la  Galia. 

Capole  también  la  suerte  de  un  amigo  honrado 
á  Marco  Antonio  el  orador»  y  sin  embargo  fue  des- 
graciado I  porque,  siendo  aquel  un  hombre  pobre  y 
plebeyo»  que  hospedaba  en  su  casa  al  primero  de  los 
Romanos  ^  quiso  pottarse  como  el  caso  ió  exigía »'  y 


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504  CATO   MARIO. 

envió  á  on  éscUmy  para  traer  vino  á  casa  de  uno  de 
los  taberneros  qne  vivian  cerca.  £1'  esclavo  io  tomd 
con  cuidado,  y  dijo  que  le  diera' de  lo  mejor;  con 
lo  que  le  preguntó 'el  tabernero,  qué  novedad  había 
para  no  tomarlo  de  lo  nuevo  y  común  como  acos- 
tumbraba, sino  de  lo  mejor  y  de  mas  precio;  y  re$<- 
pondiéndole  aquel  con  sencillez, ^cottno  á  un  hombre 
conocido  y  fAfflüiar,  que  su  amo  tenia  á  córner  á 
Marco  Antonio  al  que  ocultaba  en*  su  casa,  d  taber- 
nero que  era  hombre  cruel  y  malvado ,  no  Úen  habia 
salido  el  eiclavof,  cuando  mafchd  i  casa  de  Mario 
quó  ya  estaba-  cottiieodo ,  é  introducido  adonde  se 
hajlabá ,  le  ofreció  poner  en  sus  manos  i  Antonio ;  oí- 
do lo  cual  por  MatriO)  se  dice  que  k>  celebró  mucho^ 
dando  palofladas  de  gozo,  y  que  estuvo  en  muy  po^ 
co  el  que  por  sí  mismo  no  se  trasladase  á  la  casa;  si- 
no que  conteniéndole  los  amigos  y  envió  á  Anio  con 
algunos  soldados ,  dándole  orden  de  que  sin  dilación 
le  trajese  la  cabeza  de  Antonio.  Llegados  á  la  casa^ 
Anio  se  quedó  á  la  puerta ,  y  los  soldados ,  tomando 
la  escalera,  subieron  al  cuarto,  y  i'  la;. vista  de  An- 
touio,  ninguno  quería  ejecutar  el  mal  hecho,  sino 
que  unos  á  otros  se  incitaban  ymóvia^'á  él;  y  de- 
bía de  ser  tal  el  encanto  y  gracia  de  4a$  palabras  dé 
este  hombre  insigne,  que  habiendo  empezado  á  ha-' 
blarles ,  rogándoles  6o  te  matasen ,'  ninguno  se  atrevió 
á  acercarse  á  él ,  ni  aun  á  mh'arle ,  sino  que  bajando 
los  ojos ,  se  echaron  á  llorar.  Vista  la  tardanza ,  su- 
bió Anio  ,  y  hallando  que  Antonio  estaba  perorando 
y  los  soldados  asombrados  y  compadecidos,  repren- 
diendo á  estos,  se  aproximó  él  mismo  y  le  cortó  la 
cabeza.  Lucrecio  Cátalo,  colega  de  Mario,  y  que 
triunfó  con  él  de  los  Cimbros ,  cuando  supo  que  este 
á  los  que  intercedieron  y  rogaron  por  él  no  les  res- 
pondió otra  cosa,  sino  es  preciso  que  muera,  se  cer- 
ró en  su  cuarto ,  y  encendiendo  mucho  carbón ,  mu- 
rió sofocado.  Arrojados  los  cadáveres  $in  cabeza  y 


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pitados  por  las  calles ,  ya  pp  ei:a  compasicoi  U'  que 
excitaban )  $iao  sus^p  j  terror  en  tod^s  con  semejante 
vista;  pero  lo  qne  sobre  todo  indignó, al  pueblo ^r  fuit 
la  brutalidad  de  los  llamados, Bard^<  P^rquie  después 
de  dar  muerte  en.  sus. casas  i  .los_a¥np)5ft:.8ebQrI^^ 
de  los  hijos  y  violentaban  á^  Ws  mugere^,  sia  que 
hubiera  quien  los  cpntuviese  ep  los  nwos  y  n»atan4 
zas ,  hasta qneviqieía^Q  á.me)pjr  acuecdo  Cina  y  Ser<n 
torio  y  los  sorpreodi^rQn  durmiendo  enelcampamsdtft 
y  á  todos  Iqs  pasai^on  por  las  armas. 

£n  esto ,  como  en  una  alternación  de  viento»^  Íle«* 
garon  por  todas  partes  noticias^de  que  Sila ,  habiendo, 
dado  fin  4  la  guerrade  Mitridat^  y  tomado  las  pro^ 
vinciasy  se  t^abia  embarcado. con  muchas  fuerzan; '  y 
^sto  produjo  ya  una  breve  intermisioii  y  corta  pausa 
de  tan  indecibles  males  ^  por  cre^r  qqe  la  guerra  ve- 
nia sobre  ellos.  Fue, pues  nombrado  Mario  séptima 
vez  Cónsul, \ y  tomando  posesjlon  en  las  mismas  ca-. 
lendas  de  Eoero ,  en  que  principia  el  año.»  hi^o  pre^ 
cipitar  i  vin  tal.Se^to  Licinio,  lo  que  pareció  á.todoa 
presagio  de  nuevos  males*  Pera  Mano,  desalentado 
y^  con  los  trabajos ,  y  agotadas  en  cierta  ufanera,  coa 
tantos  cuidados,  las  fuerzas  de  su  espíritu » al  que  agor 
bardaba  la.  experiencia  de  los  infortunios  pasados.,  ji^ 
pudo  sufrir. la  idea  de  una  nueva  guerra  y.nqevoa 
combates  y  temores:  porque  reflexionaba  que  la coor 
tienda  no  habia  de  ser  coa.pd^avip  ó  iconrMerulaj^ 
q^^  solo  mandaron  á  una  gente  col^tu^ia,  y.é;Pni( 
mii^hedupibi^e  sediiciosa ,  siuQ.qi)^  el  qi^  ahora  le-amchr 
s^a^fiba  era  aquel  fuismo  3iU  que  ya  ant€|s  lo  habia  arn 
Ko^do  de  la  patria ,  y  en  aquQlpiínto  agabfib^'de.^Q-* 
fiuar  en  el  Ponto  Eiucii^o  á  Macridates.  .Qñebranx^da 
con  estos  pensamientos,  y.  teniendo  fija  la  vista, en  s» 
kfga  peregrinación,  ei^^sus  destierros. y ^n tantos p^ 
Ugiros  con^o  Jb^bia  corrido  por  mar  y  .p9r  t¡erjM>toJirr 
tigaban  cru^^s.d«das,|  texr<>^sj|pcti^rjngs  y  w^m^  k»* 
quietos,  pareciéndole  oir  siempre  una  voz  que  le.4^ft% 

TOMO  II.  XK 

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5€^  CATO  UA^lbi 

/  T(?r!4Me  áél  león  e^  la  guarida      '  - 
Ai]n  para  quien'  la  ve  cuando  está- ausente. 
No  pudiendo  s(x>re  todo  llevar  U'  falta  de  soeño>  se 
entregó  á  francachelas  y  embrtagé'ces'  muy  fuera  de 
aftaon  j  de  suiedad,  procnrando  por  jnedios  extra-' 
¿os-  conciliar  el'saeño  con  refugio  de'  los  cuidados. 
Finalmente  y  habiendo  llegado  noticias  recientes  del 
mar ,  y-sobrevéáidóle  con  eltas  nuevos  cuidados ,  par- 
te de*niiedo  de  lo  futuro  y  y  parte  por.  el  peso  y  cá^ 
mulo  de  los  cuidados  presentes ,  con  muy  ligero  mo^ 
tivo  ^Oe  se  agregase ,  contrajo  uno-  pleuresía  según 
Infiere  ei  filósofo  Posidonio ;  quien  dice  que  £1  mis- 
mo-ent^ó  á  verle  cuando  ya  estaba  enfermo  y  qne  le^ 
habló  sobre  los  objetos  de  su  embajada.  Pero  el  his-^ 
toriador  Cayó  Pisón  refiere ,  qué  paseándose  Mario 
con  sus  amigos  después  de  comer.'i  movió  la  conver- 
saci<>n'de  sus  sucesos^  tomándola  de  lejos,  y  después 
de  haber  referido  las  muchas  mudanzas  de  su  suerte, 
habia  concluida  con  qtíe  no  era  de  hombre  de  juicio 
tí  volver  otra  vez  á  ponerse  en  manos  de  la  fortuna; 
y  que  en  seguida ,  saludando  á  los  que  alli  se  halla^ 
ban ,  se  habia  puesto  ^en  cama^  y  manteniéndose  eií. 
elia  siete  dias  seguidos^  habia  muerto.  Alanos  dicen 
queden  la  eúfi^rmedad  se  manifestó  del  todo  su  ambi-^ 
eioQ  f  pot  él  dellti'o  entraño  que  tuvo.  Figurábasele 
qáe  se  hallaba  de  General  en  la  guerra  dé  Mitridates, 
y  tomaba  todas  las  posturas  y  movinuémos  del  cuer- 
po que 'son  dé  cosrambre  en  los  combates ,  dando  los 
nlismos  gritos  y.ias  mismas  exhortaciones  á  los  sol- 
dados:' ¡tan  fucfrte  y*  fijo  era  en  él  el  amor  á  esta 
t^ptcidb;  por  la  emulación  y  por  el  deseo  de  mandárf- 
"Bét-  ésta  cáu^a  <ib^  iiábér  vivido  setenta  «nos  y  haber 
síMo-el-priníere  detodois  qué  fue* siete 'vecesiiombra-; 
dé  C^iily'pós^éhdó  casa  y^denda  ikstákite  para 
mtíchos^eyesy  iann  se 'lamentaba  de  m  fortuna ,  co- 
mo que 'morra'  antes  de  sason  útí  haber'satisfecho  sos 


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CATO  MAHIÓ»  ^07 

Ptaton'  estando  ya  próximo  á  morir  se  muestra 
agradecido  á  sa  buen  genio  y  á  la  fortuna  de  haberle 
hecho  hombre  y  ademas  Griego  y  no  bárbaro  ni  an!« 
mal  por  naturaleza  privado  desrazon;  y  finalmente 
de  haber  concurrido  su  nacimiento  con  el  tiempo  de 
Sócrates.  Dícese  igualmente  que  Antipatro  de  Tarso 
estando  asimismo  para  morir  ^  hizo  la  enumeración 
de  los  buenos  sucesos  que  le  hablan  cabido  en  suerte, 
y  no  dejó  de  poner  en  la  cuenta  el  haber  tenido  una 
navegación  feliz  desde  su  patria  á  Atenas,  como  hom- 
bre que  reconocía  á  su  buena  fortuna  todos  los  pre- 
sentes que  le  había  hecho  y  que  hasta  el  fin  los  con- 
servaba en  la  memoria ;  que  es  el  mas  seguro  tesoro 
para  el  hombre.  Al  contrario  á  los  desmemoriados  y 
necios  se  les  desvanecen  los  sucesos  con  el  tiempo; 
por  lo  que  no  guardando  ni  conservando  nada ,  va- 
cíos siempre  de  bienes  y  llenos  de  esperanzas,  tienen 
la  vista  en  lo  futuro,  no  haciendo  caso  de  lo  presente: 
y  aquello  puede  arrebatárselo  la  fortuna,  cuando  es- 
to es  inamisible ;  y  con  todo  desechan  esto  en  que 
nada  puede  la  fortuna ,  soñando  con  lo  que  es  incierto^ 
y  estándoles  muy  bien  lo  que  luego  les  sucede:  por- 
que antes  que  puedan  dar  asiento  y  solidez  á  los  oie- 
nes  externos  con  el  buen  uso  de  la  razón  y  de  la  doc- 
trina, se  dan  á  acumularlos  y  amontonarlos,  sin  po- 
der llenar  los  insaciables  senos  de  la  ambición.  Falle* 
ció  pues  Mario  á  los  diez  y  siete  dias  de  su  séptimo 
Consulado;  y  por  lo  pronto  fue  grande  el  gozo  y  la 
esperanza  que  ocupó  á  Roma ,  por  haberse  librado 
de  una  dura  tiranía;  pero  dentro  de  bien  breves  dias 
conocieron  que  no  hablan  hecho  mas  que  cambiar 
un  dueño  viejo,  por  otro  joven  y  en  la  flor  de  la  edad: 
I  tanta  fue  la  crueldad  y  aspereza  de  que  dio  pruebas 
su  hijo  Mario,  haciendo  asesinar  á  muchos  de  los 
mejores  y  mas  distinguidos  ciudadanos !  Túvosele  por 
valiente  y  arriscado ,  por  lo  que  al  principio  se  le  lla- 
mó hijo  de  Marte ;  pero  bien  pronto ,  vituperado  por 


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#o8                             CATO  MARIO. 
'.      •  __  •-  jf ' i.,.^«  J^  «, 


8DS  obras,  $c  le  dió  en  lugar  de  aquel  el  nombre  de 
hito  de  Venus.  Al  fin  encerrado  por  Sila  en  Prcnes- 
te ,  y  haciendo  en  vano  mil  diligencias  por  alargar 
la  Vida »  cuando  tió  que  no  le  quedaba  remedio  per- 
dida la  cittdadi  se  dió  á  sí  mismo  la  muerte* 


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