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LAURELES Y ROSAS
O. González Velasco
- e
AURELES
OSAS
EL 17 DE ENERO DE 1908
EN LA FORTALEZA DE SAN CARLOS
MARACAIBO
IMPRENTA AMERICANA
1908
Al Gral. <Jorge0 Antonio Bello
GUERRERO HEROICO Y PALADÍN GLORIOSO 1
SUMARIO
Del acto literario González Velasco
Del Sarao Ismael Urdaneta
PROCfRAMA
EL 17 DE ENERO
Para la cronología de los anales pa-
trios, el // de enero de igoj sólo repre-
senta la fecha en que formidables naves
de guerra de una temible Armada, la del
Imperio germánico, retrocedieron ante la
Fortaleza de San Carlos, que les prohibió,
con la voz imperativa de sus cañones,
forzar la entrada del Coquivacoa ; mas,
para la psicología de nuestra historia, ese
día no es únicamente una fecha : es un
acontecimiento solemne, pero de máxima
solemnidad ; es una protesta altiva, pero
de heroica altivez, es una enseñanza be-
néfica, pero de beneficios múltiples ; es
una epopeya gloriosa, pero de gloria in-
marcesible. Ante el análisis de la histo-
ria, ese día encarna la resolución de un
problema, no venezolano sino continental,
— xi —
LAURELES Y ROSAS
de gravísima trascendencia ; porque Jorge
Antonio Bello -ese soldado valeroso y
modesto que en medio de una guerra civil
cosechó frescos laureles no manchados de
sangre hermana - cuando cerró el paso á
la « Pantera » marina lanzada sobre nues-
tras costas, con apetito voraz, por la Po-
tencia tudesca, no solamente clavó en la
cima fulgurante del heroísmo la bandera
gualda, azul y roja soñada por Miranda y
consagrada por la Independencia ; no so-
lamente defendió con épico arrojo y éxito
afortunado nuestra integridad nacional ;
no solamente demostró á propios y extra-
ños que en la Venezuela nueva, restaura-
da por Cipriano Castro, arde la llama del
patriotismo heroico como en la Venezuela
antigua creada por el Libertador ; sino
que dijo á la codicia europea, en el idioma
tronitante y mortífero de la pólvora y de
las balas, que la América Latina no es
presa fácil de conquistadores ; arraigó en
el alma de los pueblos latino-americanos
la convicción de que reunidas en un solo
haz todas sus energías dispersas se escu-
darían sus nacionalidades en una defensa
sólida y respetada ; y mostró por último,
XII
LAURELES Y ROSAS
al porvenir de Sur-América, la urgencia
de la unión, el deber de la solidaridad.
Por eso el 17 de enero de 1903 es un
acontecimiento solemne, de máxima so-
lemnidad ; una protesta altiva, de heroica
altivez ; una enseñanza benéfica, de bene-
ficios múltiples ; una epopeya gloriosa, de
gloria inmarcesible ; y considerándolo así
la Junta Directiva constituida en San Car-
los para la celebración del quinto aniver-
sario de tan memorable día, formula el
siguiente
programa:
d i a 1 6
A las 12 m. — La Banda «Castro y
Gómez», en medio de fuegos de artificio
recorrerá las calles de esta población, las
que vistosamente engalanadas dejarán
lucir el hermoso iris de nuestro Pabellón
Nacional.
A las 5 p. m. — La Banda ejecutará
en el kiosco del «Boulevard 23 de Mayo»
selectas piezas de su escogido repertorio
y solemnizará el acto tributándole los
honores al Pabellón Nacional en el mo-
mento de ser arreado en la Fortaleza.
XIII
LAURELES Y ROSAS
A las 7 p. m. — Regia iluminación del
pueblo, retreta y profusión de fuegos de
artificio.
DÍA 17
Al lucir la aurora de este día que tan
alto habla en favor del patriotismo, los
entusiastas vivas de la ciudadanía, las
dulces vibraciones de la música y el es-
tampido del cañón, saludarán el surgi-
miento de esta gloriosa fecha.
De 8 á 9 a. m. — Tedeum en acción
de gracia al Todopoderoso por la divina
inspiración, hija del patriotismo que sur-
gió en el noble corazón de nuestro Jefe al
defender con heroísmo el lábaro glorioso
de la Patria. Este acto será solemnizado
con la presencia del Comandante en Jefe
de la Fortaleza, empleados de su depen-
dencia y «Batallón Barcelona».
Terminado el Tedeum la concurren-
cia se dirigirá á la casa del general Jorge
A. Bello, en la que le serán presentados
á este esforzado defensor de la integridad
nacional, los tributos de admiración que
ha sabido conquistar con el valor y pren-
das cívicas que le adornan, interpretando
— xiv —
LAURELES Y ROSAS
fielmente los sublimes ideales de su Jefe
invicto.
Colocación de la primera piedra del
Acueducto de San Carlos por el general
Jorge A. Bello.
En este acto llevará la palabra de or-
den el doctor Pedro Quintero.
A las ii a. m. — Obsequio á los habi-
tantes del pueblo con exquisita ternera á
la llanera.
De 12 m. á 3 p. m. — Reñidas luchas
de gallos por las cuerdas de San Rafael,
Isla de Toas, Sabaneta y San Carlos.
De 3 á 4 p. m. — Regatas verificadas
por los botes «Restauración», «Virginia»,
«23 de Mayo», «San Carlos», «17 de Ene-
ro» y «Libertador», con honoríficos pre-
mios para los marinos que resulten vic-
toriosos.
A las 5 p. m. — Corrida de cintas y
divertida cucaña con premio de Bs. 80
para aquel que poseyendo mayor habili-
dad tome posesión de la bandera que cons-
tituye la gratificación indicada.
Durante las primeras hora de la noche
se llevará á efecto la retreta en la « Plaza
— xv —
LAURELES Y ROSAS
Restauración »; habrá derroche de fuegos
artificiales, y un globo de colosales di-
mensiones efectuará su ascenso iluminado
por fuegos pirotécnicos.
A las 9 p. m. — La Junta, á nombre
de los Jefes y oficiales de la Fortaleza,
obsequiará al noble patriota genetal Jorge
A. Bello con un suntuoso sarao, donde
lucirán sus gracias espirituales damas
zulianas, finalizando así este festival con-
sagrado á conmemorar una fecha histórica
que por las glorias que encierra y recuer-
dos patrióticos que legara á las generacio-
nes venideras, es legítimo orgullo de la
familia venezolana.
San Carlos : 10 de Enero de 1908.
M. Romay AñEz.
Presidente.
César A. León.
Vicepresidente.
Fernando Troconis.
Tesorero.
Guillermo E. Carías C.
Secretario.
XVI —
DEL ACTO LITERARIO
17 DE ENERO DE 1908
La aurora de este día fue saluda-
da con una salva de cañones !
La salva vibrante, las notas de
nuestro Himno Nacional, ilustre y
sonoro, y el arribo del muy digno y
discreto Magistrado del Zulia, Gene-
ral José Ignacio Lares, formaron la
entusiasta explosión de aquel amane-
cer glorioso.
El « Batallón Barcelona », riguro-
samente uniformado y en línea de
batalla, ejecutó la gran parada mili-
tar frente al suntuoso edificio de la
Comandancia de Armas.
XIX
LAURELES Y ROSAS
Y llegó la hora del Tedeum:
El acto revistió el carácter auste-
ro de toda una solemnidad.
A él concurrieron un escogido
grupo de damas y matronas de la
alta sociedad zuliana y todo el dis-
tinguido personal de aquella Coman-
dancia, presididos por los Generales
José Ignacio Lares y Jorge Antonio
Bello, culto anfitrión del luciente
festival.
c
ACTO LITERARIO
Bajo un hermoso kiosco, flotante
y leve, que se une á los amplios co-
rredores de la Comandancia, la Junta
Directiva dio principio al acto, por
órgano de su Presidente, el valeroso
General Martín Romay Añez, quien
en unos de los párrafos de su bien
inspirado discurso, que le mereció
justos y nutridos aplausos, se pro-
dujo así :
— XX —
LAURELES Y ROSAS
Esta gloriosa efeméride vivirá eterna-
mente grabada con caracteres indelebles
en nuestra memoria, porque fue entonces
cuando se puso de manifiesto el decidido
valor é indómito arrojo de las fuerzas
acantonadas en esta Fortaleza, y la peri-
cia, táctica y patriotismo de tan brillante
y denodada oficialidad.
Cuando mayor era el peligro, cuando
nuestros hermanos de Puerto Cabello
veían arrasados por la metralla extranjera,
los muros del bastión Libertador, el puña-
do de patriotas con que contaba San Car-
los presentó con arrogancia sus pechos
cual valla insalvable á las audaces acome-
tidas del presuntuoso «Panther)), aquel
mismo «Panther», que en aguas dominica-
nas se acababa de cebar sobre las pavesas
incendiadas del Créte á Pierrot ;
IQn medio del fragor de los cañones
y de las lamentaciones de los heridos, el
general Bello, á la cabeza de sus valientes
oficiales, y al pie del glorioso pabellón
de Miranda, el mismo que portaron las
manos victoriosas de Bolívar, desde la
boca del Orinoco hasta las nevadas cum-
— xxi —
LAURELES Y ROSAS
bres del Perú, retó al invasor, que venía
como seguro de su triunfo, contando con
su potencia abrumadora ; y entonces, los
manes de José Padilla se estremecieron
de patriótica emoción, al eco victorioso de
los ¡vivas! lanzados á los cuatro vientos
por los defensores de San Carlos, que
veían retroceder en precipitada fuga á la
nave de guerra alemana, la Pantera de
Santo Domingo !
Dr. Pedro Quintero.
A seguida, se destacó en la tribu-
na la simpática figura del ilustrado
Doctor Pedro Quintero - orador de
orden.
De su galana disertación, propia
del talento que le distingue, copiamos
este bello fragmento:
La aurora de boy que incendia con
llamarada gloriosa los borizontes patrios,
é inflama de ardiente patriotismo el cora-
zón venezolano, rememora una tragedia,
recuenta un atentado y simboliza un
— xxii —
LAURELES Y ROSAS
triunfo de sublime heroísmo para el de-
coro nacional y una garantía de estabili-
dad para su libertad é independencia.
Yá el patriotismo no era sentimiento
que hiciera vibrar las fibras del corazón
para muchos de los venezolanos ; de aquí
el motivo para que tres de las más pode-
rosas naciones del orbe se coaliguen, y,
con propósitos siniestros, envíen sus po-
tentes naves de guerra á nuestras doradas
y bellas costas, bordadas de niveas espu-
mas por el mar caribe, donde el ardiente
sol tropical bulle su cabellera de oro iri-
descente con matices de regia pedrería.
Si creen fácil, por las circunstancias,
los ensoberbecidos sajones profanar con
sus tacones insolentes un suelo que ha
sido consagrado con todos los atributos
de una independencia soberana, y que vio
tras las altas cumbres de sus egregios
montes nacer el esplendente sol de la
libertad suramericana, no saben ellos
que nada más glorioso para un venezolano
que exhalar el último suspiro por la pa-
tria, cayendo envuelto en los pliegues del
hermoso iris de nuestra redención política.
Así lo concibió Castro desde el Capi-
— xxiii —
»
LAURELES Y ROSAS
tolio Federal ; así lo interpretó Bello so-
bre las almenas de ese Castillo : Aquél,
con su genio portentoso, se impone á los
acontecimientos, y sobre el puño de su
espada, vencedora siempre para salvar el
honor nacional, gravemente amenazado ;
éste, y un puñado de valientes que le
acompañan, se constituyen en baluarte de
nuestra soberanía, y ratifican con su san-
gre noble y generosa, sobre los muros de
esa Fortaleza, una epopeya grandiosa de
heroísmo, que es pedestal de gloria para
nuestra nacionalidad.
Los sucesos del 17 de Enero de 1903,
dieron margen á la Causa de la Restaura-
ción Liberal para inscribir con legítima
gloria en el Código de sus restauraciones,
el prólogo de sus grandes conquistas con
el juramento de su fe política, que es:
salvar la Patria !
César A. León.
Es ahora el que escala la tribuna,
y, como quien trepa la escarpada
cumbre del Himalaya, ahoga su voz
XXIV —
LAURELES Y ROSAS
la emoción del patriota ; y en el giro
audaz de sus concepciones, su musa
tiene magestuosos vuelos de águila:
Fue una acción heroica y sublime, tal
día como hoy el 17 de Enero de 1903 ; un
sol esplendente proyectó su disco fulgu-
rante en las almenas de esta Fortaleza,
envolviendo en resplandor de gloria el
emblema tricolor de nuestra Independen-
cia ; y luego pudo verse : el choque for-
midable de dos razas en duelo á muerte ; el
gesto digno de un puñado de valientes
repeliendo la fuerza en lucha desigual ; el
esfuerzo heroico del derecho por salvar
sus principios de soberanía ; la abnegación
del sacrificio contrarrestando la preponde-
rancia del más fuerte, para levantar incó-
lume : la magestad de la integridad na-
cional ; el honor de nuestra bandera y la
dignidad, el orgullo y altivez de la raza
Latino-americana. Tal es en síntesis el
conjunto de la notable jornada del 17 de
Enero, cuyo triunfo glorifica y enaltece
esta apoteosis del sentimiento patrio.
Vosotros conocéis yá los memorables
detalles de aquella escena épica, en que el
— xxv —
LAURELES Y ROSAS
« Panther » orgulloso por lo formidable de
sus baterías, midió sus fuerzas con las de
este Fuerte en la confianza de humillarlo
y abatirlo. Así lo pensó y creyó conse-
guir por lo casi indefensa que se halla-
ba esta Fortaleza, no contando que en el
magestuoso Fuerte se levantaba arrogan-
te el pendón de nuestras glorias, y que su
manto cubría un puñado de héroes, que
juraban morir primero antes que ver hu-
millado el lábaro sagrado de la Patria.
Fue así como el general Jorge Anto-
nio Bello, héroe de esa jornada, valiente
y abnegado patriota, á la cabeza de un
número exiguo de compañeros, cumplió
su juramento y la promesa hecha á su
invicto Jefe general Cipriano Castro, de
vencer ó morir antes que arrear el hermo-
so iris de nuestra enseña tricolor !
U. A. Pérez.
El brillante poeta de los poemas
indianos, el poeta de las rimas mul-
ticoloras, del verso pentélico y radio-
so, aparece tonante.
— XXVI —
LAURELES Y ROSAS
Oíd al poeta :
GLORIA
Al General Jorge Antonio Bello.
Ardiendo en ira, de patriota á fuero,
aquí, de cara al mar, sobre este islote,
te alzas á resistir, nuevo Quijote,
la insolente agresión del extranjero.
¿ Qué á ti la fuerza del germano artero
ni que la muerte de sus barcos brote ?
¿ Qué á ti que el rojo proyectil rebote
y restalle á tus pies, bajo tu acero?
Tu acento vibra enérgico y seguro ;
truena el cañón en el maltrecho muro ;
el « Panther » cía, el invasor se espanta.
Te admira Castro, la Nación te loa,
te saluda el gentil Coquibacoa,
y el mar Caribe tus proezas canta.
Párrafos de González Ve/asco.
Resplandores de noguera iluminaban
los Horizontes de la patria.
XXVII —
LAURELES Y ROSAS
Sombras de buitres cruzaban el es-
pacio . . .
Las águilas triunfales del Capitolio
conserváronse potentes ; y los reptiles
que se arrastraban en el fango de la pros-
titución política, en vano trataron de es-
calar la altura !
La epopeya fue sangrienta ... Y hu-
bo héroes dignos de la Ilíada de Homero,
heroicidades espartanas como las de un
Jorge Bello, capaz de describir en el Fortín
la gigantesca parábola de San Mateo !
Una generación de héroes se levan-
ta en la contienda ; y, como del vientre de
una nueva madre de Macabeos, fecundo
para la gloria, surgen los Romay, los
Ontiveros y Quevedo, quienes ofrendan
su sangre generosa por la causa santa.
El duelo fue desigual ; mas, como era
de esperarse, erróse el cálculo agresivo;
pues no siempre por ley ineludible de la
fuerza ha de triunfar el fuerte, que fuerte
es todo aquel que lleva una alma altiva,
propicia al sacrificio, y que sintiendo la
nostalgia de la cumbre, ni se abate ni
vacila.
Esas las almas viriles en que se en-
— XXVIII —
LAURELES Y ROSAS
carna la raza ; almas irreductibles, forja-
das en el yunque de los grandes infortu-
nios, aquilatadas en el campo de las rebe-
liones y nacidas para cabalgar sobre las
tormentas ! . . .
La Historia no puede pasar ante esos
hombres que se levantan sobre las ruinas,
sin saludarlos como á los últimos troadas
abrazados á los derruidos muros de Troya ;
como á los paganos, que mientras los
bárbaros celebraban sus primeras fiestas
cristianas, entre las catacumbas del Foro
y del Capitolio, tendían sus brazos supli-
cantes, vestidos con sus antiguas tá-
nicas, coronados de Mirto y de Verbena,
á los vencidos dioses de su raza y de su
patria ! . . .
Ismael Urtfaneta.
El bardo de la undosa melena y
los versos juveniles, el poeta de la
musa eternamente primaveral, cantó
la gloria del héroe en estas estrofas :
XXIX
LAURELES Y ROSAS
A BELLO
La gloria pone en las heroicas frentes
el laurel ; en el libro de la Historia
se graba en signos de oro refulgentes
el nombre sacro que pulió la gloria.
Huésped aquí de tu ribera, quiero
que mi verso en tu honor, magno guerrero,
sea un vibrante toque de clarines;
y aclamo la jornada luminosa
que dio el mirto á tu bravos paladines
é hizo tu frente olímpica y gloriosa.
Jorge Schmidtke.
Del soñador melancólico, cuya al-
ma se esfuma como la tarde, es este
soneto, rama de mirto para la frente
de los adalides :
EN HONOR DEL 17 DE ENERO
Y DEL ILUSTRE JORGE ANTONIO BELLO
Fecha gloriosa que el Futuro mides,
y en el presente hidalgo conmemoras
al héroe indócil que forjó sus lides
como una clara sucesión de auroras.
— xxx —
LAURELES Y ROSAS
Mármoles, bronces y laureles pides
con la riente alegría de tus horas,
para los victoriosos adalides
que amedrentaron enemigas proras
Eres digna del triunfo de esta tierra
que en el rojo calvario de la guerra
glorifica sus hijos para amarlos !
Salve, fecha ! Mi alma se arrodilla
ante el fulgor con que en la historia brilla
la epopeya de oro de San Carlos !
J. M. Galindez.
Musa fácil, de ardorosa inspira-
ción, poeta que ensaya el vuelo; mo-
desto é ingenuo, porta la cimitarra
del luchador, y, como todo luchador,
escalará la cumbre :
SALVE, 17 DE ENERO!
Gloria de las glorias de la Patria mía,
paladín heroico, bravo entre los bravos,
te inspiró el arrojo y el valor de Eguía
y fuiste la estrella de muchos esclavos.
Palmas inmortales merece tu frente ;
embriagada el alma por el patriotismo,
nos legaste gloria de brillo fulgente
cuando á Venezuela le acechó el abismo.
— XXXI —
LAURELES Y ROSAS
Oh! mi patria libre ! Oh! heroico destello !
L,a lira de oro, la estrofa sonora,
la epopeya cantan del invicto Bello.
Héroe de este día : la fama levanta
palmas á tu vida fuerte y triunfadora,
y tu nombre maguo la Historia agiganta !
J. J. Gragirena.
Dejó oír su palabra como soplo
inspirado; como un raudal potente.
Fue una protesta enérgica y viril :
Señores :
Nada más heroico en la historia de la
Causa Liberal Restauradora que la glo-
riosa fecha que hoy rememoramos.
El Benemérito Jefe del Poder en su
insólita Proclama de fecha 9 de diciembre
de 1902 anunciaba al País que la planta
insolente del extranjero había profanado
el sagrado suelo de la patria ; y el Bene-
mérito Jefe de la Fortaleza de San Carlos,
el célebre 17 de enero de 1903, es decir,
38 días más tarde, hacía huir en vergon-
zosa fuga, á uno de los barcos de guerra
— xxxii —
LAURELES Y ROSAS
de las coaligadas naciones del viejo mun-
do, para en tan magna epopeya de heroís-
mo envolverse en los sublimes resplando-
res de la gloria.
Vedle allí ! En esa humilde pero sim-
pática figura, tenéis al defensor garrido
de la República, sobre su frente descanza
hermosa corona de frescos laureles reco-
gidos en el fragor de la batalla ; y sobre
sus presillas de General que con orgullo
lleva sobre sus hombros, encontraréis aún
fragmentos del mortífero plomo y vesti-
gios de la mortal metralla que vomitaban
las bocas de los cañones enemigos.
El bombardeo se generaliza ; pero el
héroe no tiembla. La sangre legendaria
que heredara de sus antepasados hierve
en sus venas, y el honor le señala el cum-
plimiento del sagrado deber que él se
apresta á cumplir, para salvar á Vene-
zuela de la vergüenza y la ignominia.
General Bello, vuestro nombre como
el de Páez en las gloriosas Queseras del
Medio, como el de Ricaurte en San Ma-
teo, como el de Sucre en Ayacucho, que-
dará grabado en la historia con letras de
oro, como el heroico defensor del honor
— XXXIII —
LAURELES Y ROSAS
nacional y del sagrado suelo de la Patria,
para enseñanza de las generaciones ve-
nideras !
He dicho.
Guillermo E. Carias C.
Entusiasta admirador de las glo-
rias patrias, pundonoroso militar que
siente sobre sus hombros el orgullo
de sus presillas, se expresó así :
Señores :
Hay fechas gloriosas que la historia
de los anales patrios lleva guardadas con
caracteres diamantinos ; fechas imperece-
deras, que marcan eras de patriotismo : á
ésas corresponde la del 17 de Enero de
1903 que hoy se conmemora.
Con heroica resistencia de la fortaleza
de Sao Carlos, llevada á efecto por el no-
ble patriota general Jorge A. Bello y su
digna oficialidad, en momentos en que la
patria agonizaba viendo empapado el sue-
lo por la sangre de sus hijos y su cielo
siempre azul obscurecido por el fatídico
cuervo que en el batía sus tenebrosas alas,
— xxxiv —
LAURELES Y ROSAS
tratando con sus garras de convertir en
girones el lábaro glorioso de la patria que
Bolívar conquistó, habla muy alto del
patriotismo venezolano y da una gráfica
manifestación á las coaligadas potencias
extranjeras que aun no se ha extinguido
en nuestros corazones el fuego del patrio-
tismo y que sentimos en nuestras venas
la llama del heroísmo que nuestros ante-
pasados nos legaron.
Justo, muy justo es el regocijo que
experimentamos en este día, que, si se
quiere, es una de las# etapas más gloriosas
que registra nuestra Historia, como que
involucra la salvación del decoro nacional
encarnado en el portentoso cerebro de
Castro y fielmente secundado por el noble
patriota de la gloriosa epopeya del 17
de Enero : General Jorge A. Bello.
Dr. G. Briceño Giménez.
Habló en representación del ge-
neral Bello, como intérprete generoso
de los sentimientos nobles de aquél.
— xxxv —
LAURELES Y ROSAS
Inteligente y sincero, su palabra
cautivó por su expresión galana y
culta :
Voy á llenar, mejor dicho, á esforzar-
me en satisfacer la enaltecedora misión
que el Benemérito Comandante en Jefe de
la Fortaleza de San Carlos ha tenido á
bien confiar, con su genial benevolencia,
á mis humildes aptitudes. Y quiero ha-
cerlo en primer término, porque esa mi-
sión no es otra que la de significar la gra-
titud del General Bello por el homenaje
de admiración y de cariño que le tributáis
en este día.
Esa gratitud, señores, no es el simple
reconocimiento de un ser humano ante
una acción benéfica ó halagadora para él :
no ! El General Bello no ve ni un bene-
ficio ni una lisonja en esta espléndida
manifestación espontánea del pueblo de
San Carlos, de ese pueblo laborioso y sen-
cillo, siempre sincero, y siempre amante
de todo lo que es bueno, de todo lo que es
grande, de todo lo que es glorioso ! Esa
gratitud está formada de diversos elemen-
— xxxvi —
LAURELES ¥ ROSAS
tos psíquicos, de sentimientos múltiples,
iguales por la intensidad con que fluyen
del alma en donde son generados. Y esos
sentimientos se llaman : emoción del pa-
triota que recuerda el sublime día en que
la nacionalidad venezolana mostró al de-
recho de la fuerza, la fuerza de su dere-
cho; emoción del soldado que, bajo este
sol de Enero que alumbra con la alegría
de sus fulgores la alegría de una fiesta
pública, evoca otro sol de Enero que ilu-
minó con la bravura de su rayo la bravura
de un combate homérico ; emoción del
Jefe que rememora complacido la decisión
con que en las horas del conflicto se vio
rodeado por un grupo de compañeros, un
grupo reducido por el número, pero gran-
de, señores, por la lealtad y el heroísmo ;
emoción, en fin, del hombre que en los
días placenteros de la paz, y en medio del
entusiasmo jubiloso con que le aclaman
sus conciudadanos, pasea su pensamiento
por aquella tragedia en que, sobre la cima
del deber, culminaron el valor y la cons-
tancia, la abnegación y el sacrificio !
Esa es, señores, la gratitud que os
ofrece el General Bello y que la presenta
— xxxvii —
LAURELES Y ROSAS
de manera muy especial al digno Presi-
dente Constitucional del Estado y á sus
honorables acompañantes, por haber rea-
lizado con su presencia el festival que se
celebra. Recibidla ingenua y cordial, co-
mo surge del noble pecho que la tributa.
Señor General Bello :
He procurado como veis, cumplir del
mejor modo, en la medida de mis fuerzas,
el hermoso cargo que me habéis discerni-
do. Permitidme ahora que por cuenta
propia os dirija algunas breves palabras.
Sabéis que si de <algo puedo enorgu-
llecerme es de profesar en grado sumo la
sinceridad y la franqueza. Pues bien :
franco y sincero como mi carácter, es el
aplauso que en el día de vuestra gloria os
consagra mi admiración.
Br. Venancio Delgado.
A nombre del Distrito Páez y de
su modesto y progresista magistrado
General J. Rosario Lozano, pronun-
ció una corta y laudatoria disertación.
— XXXVIII —
LAURELES Y ROSAS
Hela aquí:
Yo os felicito, señor General, con toda
la efusión del patriotismo, á nombre del
Distrito Páez, en el 5? aniversario de
vuestros triunfos, los triunfos alcanzados
por el salvajismo civilizado contra la civi-
lización salvaje!
Y como homenaje de la Banda
« Castro y Gómez », presentó al Hé-
roe una bella pieza musical ricamen-
te impresa, de la cual es autor el re-
putado artista Adaúlfo Guerrero, Di-
rector de dicha Banda.
Nota simpática.
El niño Alfredo Escalante, como
un broche diamantino, cerró aquel
acto con su palabra infantil llena de
músicas ingenuas.
Sobre su cabecita rubia se posa-
ron muchos besos, y hubo muchas
palmas para su franca y dulce pala-
bra primaveral.
— XXXIX
II
ACUEDUCTO
Momentos después de haberse
terminado el acto literario, la concu-
rrencia dirigióse al^sitio donde debía
ser colocada la primera piedra del
Acueducto, progreso innegable que
adeuda el pueblo de San Carlos al
General Bello, el de la fuerte hazaña,
á quien aquel pedazo de tierra legen-
daria dio laureles, que él retribuye
en obras de público bienestar, y que,
como la del Telégrafo, lleva en on-
das alígeras la palabra cosmopolita
á través de los pueblos.
En este acto, la frase prestigiosa
del Doctor Quintero fue la que anun-
— xt —
LAURELES Y ROSAS
ció el advenimiento de aquella obra
de útil trascendencia.
Y luego el inteligente Bachiller
José Millano pronunció un hermoso
y corto discurso.
Desde la tribuna, su palabra per-
suasiva dio pinceladas elocuentes á
aquel cuadro, bajo la arcada de pal-
meras que sombreaba el muro del
viejo y blanco Castillo, silencioso
testigo que ve hoy abrir un surco en
la tierra al progreso triunfante, don-
de ayer la extranjera codicia invaso-
ra puso brecha de exterminio ! . . .
Palabras del Br. José Millano.
Señores :
En estos sublimes momentos, en esta
apoteosis del memorable 17 de enero de
1903, acabáis de presenciar un acto de la
mayor solemnidad, acabáis de presenciar
al salvador del decoro nacional, con su
corazón rebozado de júbilo y de patriotis-
— xi¿ —
LAURELES Y ROSAS
mo y su frente altiva coronada de frescos
laureles, firmar el acta para le colocación
de esa piedra que veis allí, y que es un
gaje de su espíritu progresista y una glo-
ria más á su nombre de Restaurador.
Es ese el primer cimiento que merced
al incansable interés del General Bello se
levanta para la construcción del Acueducto
de este histórico pueblo, y es allí donde
en breves días saltará el plumaje de agua
cristalina que en su incesante correr can-
tará con su murmurio himco de gloria á
su esforzado iniciador, y que junto con
esos inmutables muros que aun repercu-
ten el eco de su voz en el más grande
conflicto de la patria, señalarán al libro
sagrado de nuestra historia el puesto
de honor que en su primera página le
corresponde.
— xui —
III
DEL BANQUETE
BRINDIS
Brindo por Castro, el inmortal Caudillo
que en inmensa parábola de gloria,
recorre como un sol de intenso brillo
los dilatados cielos de la Historia.
Brindo por Bello, corazón sencillo,
firme y leal, de limpia ejecutoria,
que en los muros colgó de ese castillo
la palma y el laurel de la victoria.
Brindo por los altivos compañeros
del heroico Guardián ; por sus clarines
triunfales y sus ínclitos aceros.
Y brindo por el Iris sacrosanto
que cobija los bravos paladines
con la inviolada sombra de su manto.
U. A. PíSRBz.
— xun —
LAURELES Y ROSAS
BRINDIS
En este pueblo donde todo es gloria,
todo es rosa y canción y gentileza,
de San Carlos cantaron la proeza
los poetas con rima laudatoria.
Mi laúd juvenil se ha perfumado
con flores de alegría en este día
que los hijos del Zulia han consagrado
con sus versos y su galantería.
Velasco el noble y Urdaneta el fino,
Jorge Schmidtke y Udón, como un divino
cristal lleno de música muy suave . . .
han dicho de lo grande de esta fiesta,
que parece una lírica floresta
en donde canta del honor el ave !
J. M. Galindez.
FLORILEGIO
A Valentina Guerra
Por la blanca Valentina,
mi verso es un arrebol
que sueña con la divina
luz de sus ojos de sol.
— XLIV —
LAURELES Y ROSAS
A la señora Dorila Montiel de Bantlin
Hada de algún noble cuento,
gloria de los serafines :
se va tu nombre en el viento
aromando los jardines.
A María Gragirena
Garrida, blanca y gentil,
pasas con aire triunfal,
como una brisa de abril
en huerto primaveral.
Y tu cuello de marfil,
pulido, terso y» ducal,
triunfa como flor de abril
y es blanco y primaveral.
Pides la rima gentil,
versos de plata y cristal.
Salve ! gardenia de abril !
Salve ! olor primaveral !
A Ana Aminta Troconis
Grata misiva, Ana Aminta,
que me aprisione en antojos,
escríbeme con la tinta
negra de tus negros ojos !
ISMAEL URDANETA.
— XLV —
LAURELES Y ROSAS
BOUQUET.DE LA TARDE
Como una lírica esquila
de cristal, á sotto-voce
sobre mi alma intranquila,
suena la voz de Dorila-
la princesa de la noche.
Y mágicamente suena,
la risa diáfana y fina
de María Gragirena :
la romántica, la buena,
la pomposa, la divina.
***
L,a señora de Granes,
es un fragante pensil
donde florecen las tres
Gracias, bajo el noble Abril
de su término cortés.
Elena, Isabel, Aminta
y Ana Teresa Troconis,
son un manojo de adonis
atado con una cinta.
Y la leve Valentina,
es una esencia menina
que tortura el corazón ;
es una rosa en botón
que perfuma con su espina.
— xlvi —
LAURELES Y ROSAS
***
Sara, la del mirlo inquieto
en la jaula de cristal
de su mórbida garganta,
le confidencia el secreto
de su lira espiritual,
y el ave cautiva, canta.
Como el lejano candor
de la tarde que se ausenta,
la nostálgica Vicenta
parece un naranjo en flor,
y como una flor se ostenta.
%**
Damas : vuestra despedida,
es una rosa que pierdo
de las rosas de mi vida ;
pero llevaré prendida
esta rosa de recuerdo
sobre el rosal de la Vida.
Jorge Schmidtke.
— XI, vii —
LAURELES Y ROSAS
A Sara González Velasco
Sara tu belleza rara
es una flor de belleza.
Es una rosa preclara
de juvenil gentileza.
Tu risa nerviosa y clara
acaricia mi tristeza
honda, cual una terneza
vaga y recóndita, Sara.
Y tu beldad se abrillanta
con un donaire latino.
Y tienes en la garganta
un surtidor argentino,
un harmonioso y divino
trino, que canta y encanta.
L,o ver a Vinarra.
— XLVIII
DEL SARAO
IV
DEL SARAO
Cuando la noche abrió su divino
cáliz de oro, en la iluminación de
una gran luna de ,Enero, las parejas
se aprestaron al encanto del baile.
Entonces fue la música más grata é
inquieta. La emoción del vals dio
á los rostros femeniles el hechizo de
la sonrisa y á cada caballero la flor
de la galantería.
Como un hermoso y florido ma-
nojo aromado, las damas lucían sus
garbos, sus gentilezas de hadas. Allí
Ana Teresa - la triunfal - vestida de
azul como un cielo de abril, con el
color de los lagos de Suiza; Valenti-
— u —
LAURELES Y ROSAS
na -la fina -trajeada de rosa-pálido
como las ricas porcelanas chinescas
ó como los caracoles marinos; Sara
y María- hermanas de las rosas bien
olientes -de trajes policromos como
alas de mariposa ; Aminta - esa gala-
nura de rosal - con su vestido per-
la-puro ; Elena é Isabel, garridas y
hermosas, con sus trajes de amari-
llo crisantemo y de lila radiante ;
Vicenta - que se ostenta como una
rosa, al decir del poeta - con su ama-
rillo de plenilunio, y María Gragire-
na - « la pomposa, la divina » - de es-
meralda clara como sus pupilas de
leyenda, evocadoras de los mil cuen-
tos narrados a Chabriar en noches de
ensueño . . .
Y entre las señoras : Fidelia,
garrida y blanca, y dulce como una
fermata, la Primavera misma, con
un vaporoso azul de turquesa, y Do-
rila - aristocrática como la flor de
lys - Antígona de negra veste, negra
LII
LAURELES Y ROSAS
como las pupilas andaluzas ó como
la noche !
Y entre las matronas : la señora
de Gragirena, á quien el respeto
afectuoso le regala la perla del cari-
ño ; Cira de Montiel - honorable y
amable -encarnación de la bondad
culta, y la señora de Briceño - pia-
dosa y generosa - y á quien puede
llamarse sinceramente : Santa Isa-
bel de Hungría.
No menos selecto el grupo de
caballeros : Granes y Quintero, Po-
veda, Briceño y Rodríguez Tortole-
ro, Romay Añez, Gragirena, Loza-
no y Acero, y Don Gorgonio Troco-
nis - noble y caballeroso - todos con
su exquisita cortesanía culta, con-
tribuyeron al esplendor de la galante
fiesta nocturna.
El general Bello es un refinado
razettista : sus embriagueces son del
— un —
LAURELES Y ROSAS
vino de la melodía : el baile es todo
su entusiasmo ! Propicio al verbo
y al ritmo, sin ser minero del ritmo
y el verbo, ama el oro pulido y lu-
minoso del talento.
Su caballerosidad fue flor que
perfumó con ebriedad gratísima los
corazones ; su caballerosidad fue ra-
yo de luz en el recuerdo de aque-
lla fiesta.
El general Bello -como los an-
tiguos romanos - es heroico y fiero
ante la amenaza, y cortesano discre-
to y pulcro ante la sonrisa de una
dama.
#
El sarao se prolongó casi hasta
el alba. Bajo aquella noche de luna
espléndida, el champán brotó su es-
puma dorada en las copas de cristal.
La música sonaba á algo romántico.
Sara González - en cuya garganta
trina un surtidor - así cantó el poe-
LIV
LAURELES Y ROSAS
ta-dejó oír la musical canción, que
en sus labios se hace más armonio-
sa, la musical canción en hermandad
con la risa del piano.
Oh ! encanto de aquella noche
inolvidable ! Noche de fiesta, no-
che de violines y sonrisas : en tu
prestigio hubo mucho del encanto
de esas cosas amadas y gustadas
entre ensueños de mujer y alegría
de champán luminoso.
LV
V
LOS OTROS DÍAS
Los otros días corrieron con el
mismo alegre fervor y también lle-
nos de música. La hospitalaria be-
nevolencia del general Bello retenía
en su mansión á los invitados, go-
zosos en aquellas horas inolvida-
bles. Los banquetes se sucedían ;
los banquetes, en donde el verso
vibró, ya patrióticamente - en ho-
nor del noble anfitrión - ya galan-
temente, en homenaje á las damas,
jardines de aquellas horas entusiastas.
Ninguna nota disonante hubo
que turbara la calma armoniosa.
Nada que fuera adverso recuerdo.
En la cordialidad más expansiva,
— LVI —
LAURELES Y ROSAS
los huéspedes, más que amigos, se
diría eran una sola y larga familia
de fiesta.
En Venezuela no hay una leve
idea de cómo son de amenos y fran-
cos esos días recordadores de una
epopeya, que se deslizan en libre aga-
sajo como los buenos días del tiem-
po escolar.
De allí el que ofrendemos al
general Bello, como en retribución
pálida á su ingenua hospitalidad,
espléndida como la de un oriental,
la resena de esos días que le evocan
sus altos raureles y nos recuerdan
momentos felices.
Nada hemos omitido ; nada de lo
que fue luz, aroma ó riente recuerdo.
i Días imborrables, que se llega-
ron al jardín de nuestros corazones
como fugados pájaros trinadores y
nos dejaron el amor de sus trinos
rotundos y la maravilla de sus can-
ciones primaverales !
— r.vn —
ÍNDICE
Pág.
Programa ix
Del Acto Literario:
17 de Enero de 1908 xix
Acto Literario xx
Acueducto xi.
Del Banquete xun
Del Sarao Li
I<os otros días i,vi
6QZ8 1*28000
tiih nadVHO ±v on do AiistBMNn