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THE LIBRARY OF THE
UNIVERSITY OF
NORTH CAROLINA
ENDOWED BY THE
DIALECTIC AND PHILANTHROPIC
SOCIETIES
BX4705
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G.3
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in 2012 with funding from
University of North Carolina at Chapel Hill
http://archive.org/details/lavueltadelproscOOcara
JLA VUELTA
DEL
PROSCRITO
RECEPCIÓN
9
• HECHA POR E PUEBLO- DE CARACAS
AL ILUSTEISIMO Y EÍT^KENDISIMO
SEÑOfi DOCTOR SILVESTRE GUEVARA Y LIRA.
ANTIGUO ARZOBISPO 1)E VENEZUELA.
día 8 DE AGOSTO DE 1877.
CARACAS.
IMPRENTA DE " LA TRIBUNA LIBERAL."
1877.'
rac»'^
• UNIVERSITY IIBRARY.
UNIVERSITY OF NORII I CAROLINA
ATCHAPELHILL
Jé
LA VUELTA
DEL
PROSCKITO.
RECEPCIÓN
HECHA POR EL PUEBLO BE CARACAS
AL ILUSTEÍSIMO Y REVERENDÍSIMO
ANTIGUO AEZOBISPO DE VENEZUELA.
EL día 8 DE AGOSTO DE 1877
CARACAS.
Imprenta de La Tribuna Liberal.
<& DE
V.M.OVALLES'^^
.Cr73
C 5
, 1
AL LECTOR.
Desde que por disposición del Gobierno na
cional presidido por el Gran Demócrata General
Francisco Linares Alcántara, se abrieron las
puertas de la patria para los venezolanos que en
estranjera tierra permanecían proscritos, la ciu-
dad de Caracas pensó en la manera de recibir
dignamente á uno de esos compatriotas, al^ man-
sísimo pastor á quien habia amado en la silla
apostólica que honrara con su autoridad y sus
virtudes, y por quien habia derramado lágrimas
sin cuento, cuando sobre su santa frente se des-
cargaron las tempestades de la desgracia y le
^ 4 —
arrojaron fuera de su suelo, fuera del cariño y
veneración de su grei, á soportar el más duro de
ios martirios, que no cesó para su noble corazón,
ni con la grande y sublime acción de un despren-
dimiento admirable.
Al punto se organizó una Sociedad, en toda la
Arquidiócesis que rijió el Ilustrísimo y Reveren-
<i£simo Señor Doctor Silvestre Guevara y Lira,
<ion el objeto de solicitar fondos para comprar y
ofrecer al Ilustre Proscrito un hogar propio en
esta capital, estableciéndose con tal fin en ella
una Comisión Directiva, que ha sido y está sien-
do el centro de la gran Sociedad.
Próxima después la venida del amado Pastor,
esta misma Comisión se constituyó en junta di-
rectiva de los preparativos de recepción, para la
€ual el pueblo de Caracas se manifestó lleno de
an entusiasmo incalculable, prometiendo de ante-
mano el mas grande y espléndido acto de cuan-
tos han realizado en este país el amor y la espon-
taneidad.
El primer trabajo de la Junta fué la elabora-
ción del programa de esa recepción, que es
también la primera pieza de este opúsculo ;
programa en que nada se prescribió que no
fuese sencillo é ingenuo; desde elinocente color
de las banderas que debian adornar la ciudad
entera, hasta la exclusión de esos recursos-
estrepitosos con que en casos semejantes se suple
la grandeza de ellos con el ruido de los fuegos y
las armonías de la música.
Cómo fué cumplido el programa, cómo fueroo
excedidas las esperanzas de la Junta, cómo
correspondió el pueblo de Caracas á este home-
naje santo de su amor, de su íé y de su patriotis-
mo, se verá en las pajinas de este folleto, que con
tal fin se publica y se divulga en toda la Repú-
blica, por disposición de la misma Junta qoe
presidió los obsequios populares á su Pastor
eminente; gloria de la Iglesia, y dechado de
todas las grandes virtudes del ciudadano.
Bien merece que queden para la Historia,
recojidos y compilados, los magníficos episodios
de esa ovación, única en los anales de Venezue-
la, así como han sido singulares la virtud y el
martirio del preclaro Varón á quien se ha tribn-
tado.
C&rácas, Agosto de 1877.
PROGRAMA
FORMULADO POR LA JUNTA DIRECTIVA
PARA LA RECEPCIÓN
DEIIIÜSTRISIMOSR. DR, SILVESTRE GUEVARA Y IIRA,
Dignísimo antiguo Arzobispo de Venezuela.
Artículo 19
Se excita á todos los habitantes de la capital
que tan gratos recuerdos conserva del Digno
Pastor, á que tan pronto como se sepa el arribo
del lUmo. señor Gruevara, al puerto de La Guaira
adornen los frentes de sus casas con banderas
blancas sobrepuestas de un gallardete con los
tres colores nacionales.
Artículo 2?
Se excita igualmente á la población, para que
ilumine el frente de sus habitaciones del mejor
modo que le sea posible y por el mayor número
de noches que le sea dado.
Artículos?
Se excita á los gremios ó corporaciones cien-
tíficas, industriales, artísticas, políticas y perio-
dísticas y á todas las demás, á nombrar una
comisión de cinco de sus miembros, para que
vayan á recibir al venerable amigo, en el dia de
su regreso á esta capit^.
Artículo 4?
Por la prensa periódica y por carteles, se
avisará oportunamente al público, así su arribo
á La Guaira, como su marcha á Caracas y la
hora en que ha de entrar.
Artículo 5?
La Junta Directiva en cuerpo, los represen-
tantes de todos los gremios, el pueblo que quiera
hacerlo y al cual se excita en tal sentido, forma-
rán el cortejo que ha de acompañar al Ilustre
Proscrito, hasta la morada donde haya de hos-
pedarse.
Artículo 6?
La Junta Directiva ofrecerá un coche decente
y cómodo al lUmo. señor Guevara, á fin de que
en él haga su entrada á la capital.
Artículo 79
El punto de reunión de la comitiva que vaya
á recibir al señor Doctor Guevara, será en Oa-
— 9 —
tía y en la casa de habitación del señor Edu^r--
do Marquiz, que al efecto la ha ofrecido.
Artículo 89
Hahrá dos individuos que en nombre de la
Arquidiócesis de Vene/.uela, saluden á Monse-
ñor Guevara, uno en Catia, otro en la casa don-
de llegará. Esos dos individuos serán los seño-
res general Domingo Santos Ramos y Doctor
Arbonio Pérez.
Artículo 99
La noche del arribo del Illmo. Antiguo Arzo-
bispo de Venezuela, se cantarán en la morada-
de éste, himnos religiosos por los profesores y
aficionados que quieran tomar parte en esta fies-
ta, y cuya dirección está á cargo del artista se-
ñor José María Velásquez,
Artículo 10.
La carrera de la procesión será del camino
nuevo á la Casa Amarilla, de aquí á la Palma y
de ésta á San Pablo, casa de la señora Luisa
Oriach, viuda del Ilustre Procer general José
Tadeo Monágas, donde vaá hospedarse el Illmo.
Monseñor Guevara.
Espera la "Junta Directiva" de la recepción
de Monseñor Guevara, que todo habrá de estar
á la altura del noble sentimiento que inspira
estos actos, el de la gratitud hacia aquel que
-^ 10 —
siempre dio á la sociedad ejemplos de modera-
ción, de cordura, de templazay de unción evan-
gélica.
Caracas debe vestir sus más preciosas galas y
<lar espansion á sus más elevados sentimientos
el dia en que se cumpla la justicia nacional, jus-
ticia que ha devuelto á la Patria los hijos que
en orfandad inmerecida, apuraban el acíbar del
destierro, y cumian pan amasado con lágrimas ;
justicia que con su mano severa ha traído á sus
lares al peregrino de la caridad y del amor cris-
tiano, apoyado siempre en el báculo de sus ex-
celsas virtudes.
Caracas, Julio 30 de 1877.
El Presidente, Barrtolomé hiendo.
El Vicepresidente, 3uan de D. Méndez.
El segnndo Vicepresidente, Jesús María Goya.
El Tesorero, José Talavera.
El primer Secretario, H. Fanger hijo.
El segundo Secretario, Víctor Antonio Zerpa.
__ 11 _
liA VUELTA DEL PROSCRITO.
* (Editorial de La Tribuxa Liberal)
Esta mañana llegó á La Guaira el Ilustrísimo
señor Dr. Silvestre Guevara, nuestro antiguo
Ar'/obispo.
Desde que en Caracas se recibió tan grata
noticia, la ciudad entera se mostró poseída de
«n grande júbilo ; todas las habitaciones tueron
decoradas con h bandera blanca, emblema de la
paz y al propio tiempo de la candorosa alma
<lel Pastor mártir. Fuegos artificiales y otras
demostraciones de contento y entusiasmo pro-
pagaron en el acto como con chispa eléctrica, la
fausta nueva de un extremo á otro de la pobla-
ción ; y al punto dieron á agitarse las comisio-
nes preparatorias para la solemne recepción que
Oaráeas ha de ofrecer á su venerable amigo y
Padre.
La Guaira ha correspondido á lo que de ella
se aguardaba. Allí han tenidp la dicha sus mo-
radores de ser los primeros que recibieron en
los brazos al Ilustre Proscrito y los primeros en
ser bendecidos por su mano evangélica.
— 12 —
Los telegramas que en seguida publicamos
darán una idea de la recepción que ha tenido en
La Gruaira; habiendo sido una de las palabras
que primeramente arrullaran su oido con los
acentos del amor venezolano, la de nuestro
agente en aquel puerto, señor Francisco Grarcía,
de lo cual se da los parabienes La Tribuna
LlBEEAL.
Caracas aguarda, prendida ya de sus inocen-
tes galas ; aguarda impaciente la llegada de ese
ansiado amigo, de ese santo varón que hallará
en nuestro suelo alfombra de flores regadas por
castas manos, para curar las heridas que el abro-
jo del martirio le causara en la peregrinación
del ostracismo.
Mañana en la tarde hará Monseñor Guevara
su entrada en la capital.
Caracas, 7 de Agosto de 1877.
á las 10 y 35 a. m.
Ihisírísimo señor Docto?' Silvestre Guevara y Lira, An-
tiguó Arzobispo de Caracas y Venezuela.
La Tribuna Libéralos envia su cordial saludo
en el momento en que pisáis las playas de la Patria
tras largo pero sublime martirio, en el cual ha ate-
sorado vuestra alma más grandes y más nobles mé-
ritos, que realzan la santidad de vuestra conducta de
Pastor, y la grandeza de vuestro amor de patriota.
— 13 —
Sed bien venido, Patriarca Venerable, sacudid para
siempre vuestras sandalias de peregrino, y poned ya
firme vuestro pié en la tierra que os aguarda como
una devolución que le debia la Providencia, después
de la devolución de sus libertades.
Nicanor Bolet Peraza.
Telégrafo eléctrico de Venezuela. — De La Gruaira á
Caracas, el 7 de agosto de 1877, á las 7 hs. 30'
a. m.
Señor general Bolet Peraza.
Llegó el vapor ingles de Trinidad. Monseñor está
á bordo todavía. La comisión se prepara para traerlo
á tierra.
El corresponsal, F. García.
Telégrafo eléctrico de Venezuela. — De La Guaira á
Caracas, el 7 ie agosto de 1877, á las 7 hs. 25'
a. m.
Señor general iSicanor Bolet Peraza.
Llegó Monseñor Gruevara y treinta pasajeros más.
J. Iradi Rívas.
Telégrafo eléctrico de Venezuela. — De La Gruaira á
Caracas, el 7 de agosto de 1877, á las 7 hs. 30' a. m.
Señor general Bolet Peraza.
Monseñor Guevara á bordo. Mucha gente en el
muelle y gran entusiasmo. Felicitaciones mil.
H. Fanger, hijo.
-— 14 —
Telégrafo eléctrico de Venezuela. — Agosto 7 de 1S77,
á las 7 hs, 50' a. ni.
Señor general N. Bolet Feraza.
Monseñor Guevara á bordo del vapor. Grran gen-
tío en el muelle.
Su amigo, J. B.\Aharez^
Telégrafo eléctrico de Venezuela. — De La Guaira á
Caracas, el 7 de agosto de 1877, á las 8 hs. a. m.
Señor general N. Bolet Peraza.
Los pasajeros del vapor Dee son : Monseñor Gue-
vara, general W. Navarro, Pablo Giusseppi, Dr. Ami-
tesarove, J. M. Perdomo, N. Machado, Pérez, señori-
tas Amitesarove, señoritas Ustáriz, señorita Padrón^
M. Aristeiguieta, E. F, Marcano, señorita Martínez y
otros. El vapor francés no ha llegado. El muelle
cargado de familias y de numerosa concurrencia.
El corresponsal, Francisco García.
Telégrafo eléctrico de Venezuela, — De La Guaira á
Caracas, el 7 de agosto de 1877, á las 9 hs. a. m^
Señor Dr Bartolomé Liendo, Fresidente de la Junta
Directiva.
Llegó el Illmo. señor Guevara ! Aún está á bordo.
Mucha gente en el muelle y en las calles. Gran en-
tusiasmo en la población.
El secretario, H. Fanger, hijo.
' Agosto 7, á las 10 y 30' a. m.
Señor general Bolet Feraza.
Le trasmito los telegramas que ha dirigido el señor
Arzobispo. "El antiguo Arzobispo de Caracas pre-
— 15 —
senta sus respetos y saluda al Gean Demócrata Pre-
sidente de Venezuela."
"El antiguo Arzobispo de Caracas tiene el honor
de saludar al señor Doctor Laureano Villanueva y
colegas."
El agente corresponsal,
F. García.
A las 10 a. m.
Señor general Nieanor Bolet Peraza.
Monseñor fué conducido en procesión hasta la Igle-
sia parroquial por una concurrencia numerosísima^
donde estuvo algún tiempo elevando sus preces al
Cielo. Al salir de allí, el pueblo de La Gruaira exi-
gió al Doctor Samper tomase la palabra, para lo cual
lo subieron al atrio de la Iglesia. El orador estuvo
feliz como siempre, más luego diré el dia y hora en
que parte para esa. Es indescriptible el gran en-
tusiasmo.
Iradi Rívas,
A las 7 hs. 11 ra.
Señor general Bolet Peraza.
Recibí su telegrama. En cuenta. Es necesario
que U. haga constar en su popular diario que el señor
Chataing se ha mostrado digno del huésped que hoi
abrazamos. Monseñor ha llegado y reposa en la casa
de aquel ciudadano donde ha sido objeto de las más
finas felicitaciones. Se prepara una ovación para esta
noche con música y con la natural alegría que reina-
en todo el pueblo guaireño.
— 16 —
El Doctor Samper pronunció un famoso discurso
•eo el atrio de la Iglesia ante Monseñor. El pueblo
vio aplaudió frenéticamente.
Fué una procesión entusiasta y arrebatadora la que
oíKS<3«jo á Monseñor del muelle al templo. Una mu-
.diedtimbre contenta iba dándole Víctores como tam-
hí&n al Gkan Demócrata,
El agente corresponsal,
F. García,
A las 11 hs. 40 minutos.
Eeñor general N. Bolet Peraza,
El Illmo. Monseñor Guevara ha invitado á comer
.^ta tarde al eminente orador señor Doctor Samper.
H. Funger, hijo.
A la 1.
:Señor general Nicanor Bolet Perazn.
Después de haberse oido al Dr. Samper que se
í&allaba de pié sobre el atrio de la iglesia, electrizando
ks corazones con la magia de su palabra, se dirijió
Jíotaseñor á la casa que le ofreciera el señor Chataiiig,
;8egMido del innumerable concurso que le acompañaba
•desde el muelle. La mansión del Ilustre Proscrito
.^8 invadida de continuo por la multitud. Los discur-
sos se suceden los unos á los otros. Para esta tarde
411® -ofreció decirme la hora de su partida pues se
iiace dudosa porque quieren dejaile dos .ims más.
J. Iradi Rivas.
~ 17 —
A la i y 20 p. m.
Señor general Nicanor Bolet Peraza.
Después de haber pronunciado un breve pero elo-
cuente discurso el señor Jerman Riechekoff en el mue-
lle, habló el doctor Samper en la plazoleta de la
iglesia. Bello estuvo el discurso. Monseñor Guevara
se halla en la casa del señor Teodoro Chataing.
Mucha animación en toda la Guaira.
Su amigo,
.]. B. Atvarez.
A las 12 y 2-5 p. m.
Señor general Bolet Peraza.
Monseñor saldrá por la mañana, almorzará en el
camino ; de modo que estará mañana en esa.
García.
A las 12 y 25 p. m.
Señor general Nicanor Bolet Peraza.
Definitivamente partirá Monseñor Guevara mañana
á las 6 a. m. y almorzará en Guaracarumbo.
Esta noche á las 7 pondrá la Junta én manos de Su
Señoría el Álbum precioso con que la diócesis de
Caracas significa su amor y respeto por las excelsas
virtudes del Santo Pastor.
Iradi Rívas.
A las 2 p. m.
Señor general Nicanor Bolet Peraza. *.
Le trasmito estos telegramas para su conoci-
miento.
2
— 18 —
" Señor Proviso?', Vieario general y Gobernador dd
Arzóbis]pad9.
''Hemos cumplido vuestra eomision. Monseñor
Guevara ha llegado sin novedad y me encarga decir á
US. que agradece y corresponde las finas atenciones
del Ilustrísimo señor Arzobispo, y saluda afectuosa-
mente á US. ofreciéndose á su disposición. — Román
Lovera. — Arcediano."
F. García.
*' De Caracas á La Guaira el 7 de agosto de 1877. — A
las 10 hs. 50 ms. a. m.
Al Antiguo Arzobispo de Caracas.
El Presidente de la República estima el saludo que
se ha servido dirijirle el Antiguo Arzobispo de Caracas,
y tiene el honor de retornárselo considerando á tan
importante compatriota como un obrero esforzado de
la paz nacional, que es !a suprema aspiración del
pais."
" De Caracas á La Guaira el 7 de agosto de 1877. — A
las 10 hs. 50 ms. a. m.
Al Antiguo Arzobispo de Caracas.
El infraescrito en su nombre y en el de sus colegas,
estima cordial mente el saludo que les dirijo el Antiguo
Arzobispo de Caracas, cuyo regreso al seno de la
Patria será sin duda un elemento poderoso para la
paz pública."' -
L. Villanueva.
— 19 —
... . ,-4^,,;w>
" De Caracas 1 La Guaira el 7 de agosto de 1877. — A'
las 10 hs. 40 ms. a. m.
llustrísimo Señor Arzobispo.
Saludo y abrazo al amigo y compadre cuyo regreso
á la patria celebro con toda satisfacción."
T. Célis Avila.
" De Caracas á La Guaira el 7 de agosto de 1877.— A
las 3 bs. p. m.
Los infraescritos saludan respetuosamente al llus-
trísimo y Rererendísimo señor Doctor Silvestre Gue-
vara y Lira, y le suplican se digne participarles hoi
cuando sale para esta."
B. S. M.
Bartolomé Liendo.-^Jiia?i de D. Méndez. — J. M.
Goya. — Víctor A. Zerpa.
De Caracas á La Guaira el 7 de agosto de 1877. — A
las 10 hs. 40 ms. a, m.
limo. Señor Arzobispo,
Salud y bienvenida para el Ilustre Proscrito que
pisa hoi la patria libre, tras largos años de ostracismo
que no han podido nada sobre su carácter manso de
Pastor ni sobre su corazón ardiente de patriota.
Pablo Giuseppi Monagas.
Telégrafo eléctrico nacional. — De La Guaira á Cara-
cas el 7 de agosto de 1877.
El Antiguo Arzobispo de Caracas saluda á su primo
y amigo el señor general Nicanor Bolet Peraza, y
pide al cielo bendiciones para él, ahijada y familia.
— 20 -—
Telégrafo eléctrico nacional. — De Caracas á La Guai-
ra el 7 de agosto de 1877. — A las 2 hs. 25 ms. p- m-
Monseñor Silvestre Guevara y Lira.
Saludo á U. filial y respetuosamente. ¿ Cuándo es
su venida ?
JE. Scanlan.
De Caracas á La Guaira el 7 de agosto de 1877. — A
las 5 hs. 25 ms. p. m.
Monseñor Guevara.
Respetado Ilustrísimo. Felicito á U. de corazón.
Caracas todo sabrá corresponder á las grandes virtudes
de Monseñor.
Su afectísimo amigo,
Celso M. Guevara.
De Petare á La Guaira el 7 de agosto de 1877. — A
las 5 hs. 15 ms. p. m.
Monseñor Guevara.
Tiene el gusto de saludar al antiguo y querido-
prelado.
Su antiguo y agradecido subdito.
Rosendo Orta.
De Caracas á La Guaira el 7 de agosto de 3 877. — A
las 7 hs. 50 ms. p. m.
Ilustrísimo señor Silvestre Guevara y Lira,
Le saludamos respetuosamente á Su Señoría Ilus-
trísima.
Sus amigos afectísimos,
D. G. Guanches y señora.^
— 21 —
De Puerto Cabello á Caracas el 8 de agosto de 1877.
A las 2 lis. 10 ins. p. m.
Al llustrísimo Monseñor Silvestre Guevara y Lira,
Le felicito por su arribo y envío un estrecho abrazo.
J. M. Pirela Sutil.
De Valencia á Caracas el 9 de agosto de 1877.^ — A
las 4 p. m.
llustrísimo Señor Doctor Silvestre Guevara y Liraj
Antiguo Arzobispo de Caráeas y Venezuela asistente
al sacro solio Pontificio.
Vuestro regreso al país es motivo de júbilo para
vuestros hijos, que os veneran. Os felicitarnos con la
-efusión de nuestro filial afecto.
Pro. Sanña^o Delgado. — Pro. Francisco Pérez, —
Pro. Manuel A. Michelena. — Pro. Tomas Lorenzo, —
Pro. H. Alexandre. — Pro. José G. F. Cordero. — Pro,
Braulio Fontaines. — Pro. M. Pinero Olivero.
De Valencia á Caracas el 9 de agosto de 1877. — ^A
las 4 hs. p. m.
llviStrisimo señor Doctor Silvestre Guevara y Lira.
** Mis felicitaciones por su regreso al seno de la
Patria.
J. M. Maduro.
2g
LA TUEILTA ®EIi FI£®¡§CRIT€Í.
(Editorial de La Tribuna Liberal)
Ayer á las cinco de la tarde hizo su entrada á
esta capital el Illmo, señor Dr. Silvestre Guevara
y Lira, Antiguo Arzobispo de Caracas y Vene-
zuela, á quien el Presidente de la Re^úblicíi,
General Alcántara, abrió las puertas de la affia-
da Patria, en el momento en que ésta ábfia
también su seno á la libertad.
Intentar una descripción de ese acto que ayer
ha presenciado un pueblo entero, y en que ha
sido actor cuanto encierra de noble y virtuoso
esta ciudad histórica, seria vana empresa de
nuestra parte, que no conocemos el secreto de
traducir en frases escritas las grandes cosas
que sabe hacer el amqr de los pueblos, en honor
de aquellos que son objeto de su verdadero cari-
ño y gratitud ; ni sabemos que haya lenguaje
bastante elocuente para comprender las variadas
emociones que hinchen el pecho de las multitu-
— 23 —
des cuando las posee ese entusiasmo nobilísimo',
incontenible, exaltación sujyreina del alma, mez-
'cla de aíiior y culto, especie de oración pronun-
ciada en alto en honor ai Dios de las justician
inmortales, con que saludan y reciben á los hé-
roes de la humildad, á ios mártires de la forta-
leza; así cuando la visible mano del Señor los
levantaba ilesos de los circos sangrientos, como
cuando ahora los devuelve á la Patria la mano
de los hombres, movida por el soplo providente
de los cielos.
Nuestros ojos, acostumbrados ya, en la larga
jornada que hemos hecho por entre las miserias
de la vanidad, por entre las ostentaciones de los
que se hacen grandes á íuer/a de pequeneces,
y atan á los pueblos al carro de sus triunfos y
al séquito de sus fugaces inmortalidades, no ha-
bían visto jamas tan solemne (iemostracion de la
espontaneidad, tan ínagnífií-o tributo de los co-
razones.
¿Quién era, eu efecto, e! que provocaba seme-
jante ovación á que concurria todo el hogar, con
sus ancianos venerables, con sus castas mujeres,
con sus mancebos altivos, con sus niños inocepi-
tes, los ángeles de la alegría y el candor!
I Es acaso el guerrero vencedor de legiones
que trae á su patria en una mano los trofeos de
la victoria, y en la otra la espada convertida en
cetro 1 ¡ Hace tanto tiempo que la humanidad
— 24 ■—
•no tiene palmas ni flores, víctores y clamor de
júbilo sino para los héroes del éxito!
I Cómo es que ahora todo el mundo corre á
encontrar al hijo humilde de nuestros altares, al
manso, antiguo pastor de este rebaño cristiano,
al que ha padecido, al que ha suírido, al que ha
luchado y ha vencido por la mansedumbre del
carácter y por la firmeza del espíritu ; al que
trae los pies lacerados de caminar por playas
que no le vieron nacer, el pecho convertido en
campó de batalla en donde se libró y se ganó por
su abnegación la grande y sublime de la unidad
de su iglesia; pobre soldado de Cristo que ya
pedia á la tierra extraña la limosna de un hueco
para su cuerpo, próximo á abandonarlo el alma
sin esperanza?
Es que .no son héroes solamente los que ven-
cen formidables ejércitos y debelan extraordina-
rios peligros para la patria ; hai también héroes
de sí mismos, vencedores por la abnegación, que
salvan las grandes causas con nobles arranques
del alma, y que con la fé y la humildad de Isaac,
saben que les aguarda el sacrificio, y llevan so-
bre sus espaldas el haz de leña para consumar
aquel en el ara del Señor.
Y cuando los hombres han salido de la escla-
vitud; cuando han puesto entre la libertad y sus
tiranos las aguas del Mar Rojo y han visto pere-
cer en ella la iniquidad de Faraón, su primer
— 25 —
movimiento es el cántico de gratitud, su primer
acento es puro, su primer entusiasmo el de la
rehabilitación.
He ahí, pues, á ese pueblo libre, dando espan-
sion al alma, rindiendo culto á la virtud, regando
flores al martirio, f exaltando hasta la apoteosis
la santidad del proceder. Grlorioso homenaje,
envidiables merecimientos !
Al hacer el relato de esta entrada triunfal del
amado Pastor á la que fué su grei adorada, debe-
mos comenzarlo desde la llegada á la G-uaira, cu-
yos habitantes tuviéronla dicha de ser los prime-
ros en abrir las ovaciones y en ofrendar al Proscri-
to las primeras palabras de amor filial, que después
harecojido como lluvia prodigiosa, de los labios
de todos sus antiguos hijos ; himno sublime de
alabanzas en que para que sea más digno y más
grato, solo interrumpe uno que otro rugido de
la maldad vencida, atada al poste de la impeni-
tencia.
Al desembarcar Monseñor á la Guaira, no
tocó el suelo patrio con sus pies ; sino que cayó
en los brazos de una multitud que se disputaba
el calor de aquel pecho generoso, y la primera
lágrima de sus ojos ; cansados de buscar por
tantos años los horizontes de la nativa tierra.
Del muelle á la iglesia y de la iglesia al aloja-
miento que se le tenia preparado fué una proce-
sión, en que aquel pueblo cristiano se enloquecía
— ^6 —
de eniusiasmo. En el atrio del templo se dejé
oír la voz del elocuentísimo Doctor Samper,
aquella vo'/. que suena bronca y ruda en los oí-
dos rebeldes á la palabra de libertad, á los qoe
no gustan sino de lo melifluo de la cortesana
adulación ; pero siempre varoeil, siempre grata
para los que tienen un eco simpático para ei
acento de la independencia, cuando á más de s«
prestigio natural, habla con el de la elocuencia
sublime, como es la que brota de los labios pn-
vilegiados del orador colombiano.
Monsefior se conmovió visiblemente ante
aquel tributo de un hijo de América, de un her-
mano nuestro, que lleva en la frente, húmeda
aún, el ósculo cariñoso de esta sociedad q,ue le
tuvo orgullosa en su regazo. Luego que el Ilus-
tre Proscrito dio gracias al Todopoderosa en eli
primer altar venezolano, se dirigió á la mansií>ií
preparada al efecto, y allí le siguió el pueblo cd-
tusiasta, victoreándole y aclamando sus virtudes.
Recibió en seguida las respetables visitas de
cuanto tiene de valioso é importante aquel puer-
to, y fuéronle llegando por el hilo telegráfico
multitud de felicitaciones de las cuales publica-
mos hoi algunas, comenzando por la del Presi-
dente de la República.
Wna comisión del señor Provisor compuesta
del señor Arcediano, el Pro. M. Gámey, cura áe
la Guaira y el Pro, Dr. Castro, cura de Maiqae-
— 27 —
tía, presentó las congratulaciones de la autoridad '
eclesiástica; otra comisión de la Junta Directiva
de su recepción le ofreció las del pueblo de Ca-
racas, su antigua grey. Gomponian esta comi-
sión los señores Ledo. Lorenzo Taraayo, Juan
Bautista Alvarez, Francisco Alcalá, M. A. Ta-
basca y Eloi Sosa.
Una comisión especial puso en manos de Mon-
señor el Álbum de gratitud que ha formado la
ciudad de Caracas con 25 mil firmas. El señor
general Amando Barazarte, de paso en aquel
puerto, le dirigió un discurso elocuente, apasio-
nado, lleno de amor ingenuo, el cual publicamos
en seguida de esta crónica, con las demás piezas
oratorias de esta espléndida recepción.
A las seis de la mañana partió Monseñor con
dirección á esta capital, seguido de nunaerosa
comitiva. Por todo el camino salian á encon-
trarle los inocentes haBitadores de aquellos cam-
pos, regando con flores la via, disparando cohetes
y haciendo retumbar en el eco de las montañas
vecinas, las descargas de sus armas cazadoras,
como en los dias de la aleluya en aquellas mis-
mas comarcas. Los honrados conductores de
carros se ponian de hinojos al pasar su antiguo
Pastor, y se descubrían en señal de reverencia á
su Tenerable virtud,
En Gruaracarumbo se le sirvió un espléndida
aílmuerzo. Allí hablaroa el Dr. A. Ponce, y los
— 28 —
seSores Eloi Sosa, Francisco Alcalá y Juan Bau-
tista Alvarez, todos con esa elocuencia que mana
del corazón y que será siempre el tormento del
arte, que no puede suplirla con ningún recurso
de la dicción ni del talento. En las Trincheras
fué obsequiado por el señor J. Serrana, con un
esquisito lunch ; después del cual volvió á em-
prender camino para no detenerse sino en Cátia,
en donde le aguardaba inmenso gentío, la Junta
Directiva que en cuerpo había salido á recibirle
y las comisiones diputadas por los diversos gre-
mios, habiendo sido el primero en felicitarle á
nombre del Presidente de la República, el señor
Pro. Dr. M. F. Estéves, cura de la iglesia Ca-
tedral.
En Cátia se desmontó Monseñor y reposó por
algunos instantes en la casa del señor Marquis,
preparada debidamente para tan honroso hués-
ped- La ciudad se desgafaba ya hacia ese sitio ;
á los pocos momentos el gentío era compacto,
los coches y calesas ocupados por familias se
sucedían en interminable afán. La señal de par-
tida fué dada, y difícil fué arrancar á Monseñor
de entre los brazos de un pueblo amado, de en-
tre el delirante alborozo de las respetables ma-
tronas que hasta allí fueron á encontrar al Bien-
hechor proscrito, de entre la sencilla admiración
de los niños, ansiosos de conocer aquel varón
ilustre cuyas virtudes y beneficios, cuya santi-
™ 29 --
dad y martirio oían dia y noche mezclar como
grato recuerda en sus oraciones á las madres
amorosas. ,
L El pueblo, poseído de una exaltación indefi-
nible no consintió que sn antiguo Pastor fuese
llevado por la pareja de hermosos caballos que
con espléndida carretela le habia destinado la
Junta Directiva ; y desunciendo los nobles bru-
tos, arrastró el carruaje con sus propias manos,
en medio del más formidable hurra de entusias-
mo provocado por aquella resolución, digna de
este gran pueblo que reservaba á la virtud tan
singular tributo.
Junto con Monseñor iba en la carretela el se-
ñor Pablo Griuseppi, respetable propietario de
la Isla de Trinidad, su protector asiduo, su ami-
go afectísimo y abnegado, que más de una vez
enjugó las lágrimas del Proscrito y serenó su
espíritu con el sublime calmante de la amistad.
Aquel respetable caballero no representaba á su
lado tan solo al amigo, sino que también repre-
sentaba á la generosa Antilla, que supo agasajar
como gloria suya, aquella gloria nuestra sin
patria y sin hogar, y que cuidó los preciosos
dias del Pastor venezolano, con la bondad de su
clima, con la generosidad de su índole, con el
amor de sus hijos, con el calor de su Iglesia,
para devolvérnoslo en el momento en que tuvié-
semos una Patria libre y digna donde recibirlo.
— so —
Delante de la carretela iba el pueblo llevando
palmas y regando flores ; una comitiva de á
caballo y otra de carruajes que llenaban todo el
camino, formaban con el gentío de á pié, como
nu inmenso mar de olas humanas. Magnífico
espectáculo que doraba con sus rayos un sol
radiante como la faz de todo aquel concurso.
AV llegar á la entrada déla ciudad se hizo im-
posible la locomoción. La multitud era inmensa.
Gon ella se hablan incorporado millares de per-
sonas que coronaban las colinas inmediatas, y
todos cuantos de la ciudad salían á encontrar al
Ilustre proscrito. Eran dos masas humanas;
una que le llevaba en triunfo y otra que le iba
á recibir. Estas atenciones inevitables eran
aprovechadas por las angelicales hijas de Cara-
cas para derramar profusas flores, coronas y
emblemas sobre el augusto Pastor, y para sacar
á los balcones y ventanas, decorados con banderas
y palmas, braseros en que humeaban olorosas
resinas que perfumaban con sus espirales aquella
escena grandiosa.
Monseñor saludaba al paso á todas aquellas
familias avaras de una demostración de su cari-
ñoso recuerdo, y bendecía á los que de hinojos
le pedían de lejos la gracia de su mano evan-
jélica.
jksí llegó aquel concurso jamás visto, trente á
k Casa Amarilla, en donde Monseñor penetró á
— 31 —
saludar á la digna esposa del Grenerai Alcántara,
j á confiar á tan noble conducto las congratula-
<ííones que su corazón agradecido debia á aquel
Majistrado generoso, que le habia devuelto su
afnada patria después de ilustrarla por su virtud
republicana. Ausente en ese instante el Gene-
ral Alcántara, Monseñor Gruevara cumplió de
aquella manera el primer deber de su corazón.
En seguida se mostró al balcón principal de la
mansión presidencial, y dirigióndose al pueblo,
que llenaba la calle y la plaza toda, habló con su
ingénita dulzura y unción en estos términos.
Señores ;
'*A1 pisar de nuevo el suelo querido de la
Patria, la primera necesidad de mi alma es ben-
decir esa adorable Providencia que gobierna
•con sabiduría y bondad el Universo todo; y que
brilla con no menos magestad en el gobierno de
[os individuos como en el de las naciones, y que
si algunas veces nos somete á darás pruebas, es
para enseñarnos á estimar mejor sus beneficios.
Munca la salud es tan preciosa como después de
aguda enfermedad, ni la libertad tan cara como
después de haber sentido el pesado yugo del
despotismo, ni los horizontes de la patria más
bellos que después de haber estado nuestros
ojos privados de su luz encantadora.
"Bendigamos, pues, á Dios que ha cumplido
una vez más con nosotros su palabra de ciernen-
•— 32 —
cía consignada en este oráculo bíblico: "des-
pués de la noche del llanto vendrá la aurora de
la alegría." Aurora tan espléndida ésta, alegría
tan intensa que nos bace olvidar esa larga noche
con todos sus horrores. Esa noche ya pasó
como pasa todo en este mundo instable, porque
la perpetuidad no es palabra que el hombre pue-
de usurpar en su mezquino lenguaje. Ya pasó. . .
y en los alborozos del regreso no hai cabida
para los tristes recuerdos de la ausencia.
"Natural y justo es señores, que después de
Dios, vuelva mi corazón al órgano que El ha
escojido para esa obra insigne de clemencia que
ha enjugado tantas lágrimas; al Magistrado po-
pular que inspirándose en los principios del cris
tianismo, ha desdeñado la fuerza como medio de
gobierno, desacreditado ya por la experiencia, y
se apoya en Dios, en la justicia y el derecho.
"El Gran Demócrata, General Francisco Li-
nares Alcántara, se ha erigido él mismo al princi-
pio de su Administración un arco espléndido de
triunfo, no adornado con trofeos que cuestan lá-
grimas y sangre, sino con flores y coronas que la
gratitud pública le discierne. Ese monumento es
el inmortal Decreto de 24 de mayo; acto de justi-
cia quje repara, de sabia política que asienta sobre
base de granito la paz pública ; que arranca
aplauso é impone reconocimiento. El Gran De-
mócrata, naerece bendiciones, y yo me hago un
— 33 —
deber de servir de eco á las que se elevan de
todos los pechos agraciados. Que el Cielo siga
inspirando su gobierno, y que cuando regrese al
hogar, no oiga otras voces que himnos y alaban-
zas de la Patria agradecida.
**Esta ovación no es para mí sino para el Ge-
neral Alcántara, pero todo obsequio al bienhe»
chor es para mí, como para todos los que tenemos
que agradecerle tanto.
"Réstame solo saludar con efusión del alma á
mis compatriotas todos, especialmente á los que
fueron mi grei amada. Sin distinción alguna
doi á los presentes y envió á los ausentes el
cordial saludo de la partenidad cristiana; que la
paz sea con vosotros, la paz de Dios, la paz de
la buena conciencia, la paz de la concordia mu-
tua. He venido solo para deciros : os he amado,
os amo, os amaré mientras el corazón lata en mi
pecho."
Repetidos y frenéticos aplausos interrumpie-
ron la palabra del Ilustre Proscrito, y Víctores
fervientes que repetían á una, mas de diez mil
voces, aclamaron al Gran Demócrata y al an-
tiguo Pastor de nuestra grei. En seguida Mon-
señor Guevara bendijo á sus hijos en el Señor
allí en innumerable multitud, la cual escuchó las
palabras y recibió la bendición * que le enviaba,
descubriéndose reverálifce para uno y otra acto.
3
— 34 —
El sefioF general Domingo Santos Ramos»
orador nombrado por la comisión directiva para
llevar por ella y por la ciudad de Caracas la pa-
labra en aquel momento de la ovación, subió á
la tribuna improvisada en un carruaje, y desde
allí, con su acostumbrada elocuencia, pronunció
el discurso que nuestros lectores verán al termi-
nar esta crónica. Fué aplaudido con furor el
señor general Ramos ; y no podía ser menos.
Su discurso correspondía á la solemnidad del
acto y á la espectativa de los ánimos.
En seguida el señor general Manuel Salvador
Bricefio leyó unos apasionados versos dedicados
á Monseñor, los cuales también publicamos, y
fueron acogidos con unánimes aplausos por el
auditorio, y con muestras de agradecimiento por
el personaje á quien iban dedicados.
Pidió luego el concurso, por repetidas veces,
que hablase el Redactor de La Tribuna Libe-
bal, que en su calesa marchaba inmediatamente
después de la carretela de Monseñor, y no pu-
diendo rehuir tan imponente exijencia, hubimos
de emitir, en descompuesta, pero sentida impro-
visación, las ideas que en aquel momento se agol-
paban á nuestra mente y los sentimientos que
borbotaban en nuestro corazón, por más de un
títujo comprometido en aqtf^la demostración del
amor y del patriotismo.
No es posible que recordemos ahora palabras
— 35 —
y conceptos que brotaron espontáneos por la
fuerza de impresiones del momento; ni habrian
tampoco de servir á la gala que este relato nece-
sita. Bastante es, para nuestra modesta aspira-
ción, el aplauso generoso del pueblo y el cordialí-
simo apretón de manos con que completó nues-
tro honor el virtuoso Pastor y amigo, á quien nos
dirijimos en nombre de la justicia.
Pidió también e' au-ütorio que hablase el
señor general Eduardo Scanlan, lo que hizo este
talentoso joven coi» brillantes conceptos y fran-
cas ideas, que le luerecieron un aplauso constante
del concurso.
Púsose luego en marcha el numerosísimo sé-
quito, y, al llegar á la esquina de Pajaritos, el
joven Teodoro del Olio, desde los andamios de
la fábrica del establecimiento del señor Sturup,
único sitio propicio al efecto, dirijió la palabra á
Monseñor, en los términos que nuestros lectores
verán en el discurso que hemos logrado obtener
y que publicamos también en seguida.
El auditorio aplaudió y victoreó con caluroso
entusiasmo, excitado por la voz de aquel gallardo
mancebo ; y se dirijió luego la comitiva á la casa
de la señora viuda del Ilustre Procer General
José Tadeo Monágas, en la que se debia alojar
Monseñor.
La plaza de San Pablo estaba henchida por
un gentío extraordinario, que al juntarse con el
— 36 — í
que acompañaba la ovación, se hizo inpenetra- i
ble. Imposible habría sido que descendiese \
Monseñor de la carretela, y no hubo mas medio \
que entrar en ella hasta los corredores de la caiaít, .
en donde le recibió la digna matrona que ha |
sobrevivido á la gloria de una larga familia dé \
Proceres, para presenciar todavía las grandezas |
de la Patría después de sus dolorosas humiílá^^ ,
cienes. Todos los deudos de la señora Oriach ¡
de Monágas, rodearon á su grande y noble amigo
y le colmaron de agasajos ; los primeros de la
familia que recibiera después de tantos años de j
ostracismo. |
El señor Dr. Arbonio Pérez, orador designa- \
do para hablar en aquel acto, lo hizo en elocuén- ;
te discurso que hoi publicamos, y que arrebatas i
al auditorio, lo conmovió y lo satisfizo, «orñóíí
sucede siempre cuando habla el talento en alian-^ 'i
za con el corazón.
Recogido luego Monseñor en su habitación :
de descanso, el pueblo continuó en los espacio- i
sos corredores y patio de la casa, hasta tarde de i
la noche, en tanto que una orquesta ejecutaba j
piezas escogidas y aumentaba con las armonías '\
de la música el encanto y el alborozo de aquella ;j
escena. •
Volvieron á hablar por exigencia del pueblo :^
el Redactor de La Tribuna Liberal y el de La '-\
Independencia, general Domingo S. Ramos ; y \
— 37 —
por último, ya avanzada la hora, dejó el numero
so concurso entregado el Ilustre Proscrito, al
sueño apacible de la primera noche del hogar,
durante el cual habrá soñado con aquella luz di
vina de té, que le alentó en el destierro y forti-
ficó su alma en el martirio.
Caracas debe estar orgullosa de la manifesta
cion de ayer. Esa es la más elocuente prueba
que puede dar este gran pueblo, de que no han
muerto en él las grandes virtudes que en su co-
razón sembraron nuestros mayores, y de que si
la reciente autocracia quiso pulverizar hasta las
raices de los nobles sentimientos, todavía queda
vivo el principio santo de la religión y del honor,
como elemento para recuperar el carácter y
rehacer la Patria.
DISCURSO
PEONUNCIADO
POR EL GENERAL DOMINGO S. RAMOS
FEENTE A LA CASA AMARILLA.
Venerable y digno Prelado.
Ya estáis aquí entre vuestros compatriotas
oyendo los latidos de todos estos corazones, sin-
tiendo los impulsos de todas estas almas, aspi-
— 38 —
rando este ambiente de amor, de entusiasmo y
de gratitud ; viendo, por decirlo así, el espirita
de este gran pueblo venezolano que aoia toda-
vía la justicia, la honradez, la virtud.
Larg'a ha sido vuestra peregrinación para el
anhelo de vuestros conciudadanos: corta para la
injusticia. Al fin volvéis, volvéis al hogar de
vuestros afectos, al cariño de vuestros herma-
nos.
Ved, Señor, ese pueblo que os rodea. ¿ Quién
le ha congregado aquí 1 i Ha recibido acaso
orden de nadie!
No : él viene á saludar al proscrito del amor
cristiano que regresa tras dilatada é injusta pe-
regrinación, traído por la mano de la Justicia
Nacional, de esa justicia que no se hace cargo
de las pasiones humanas, sino de las desgracias,
de los estravíos, de las lágrimas, de los dolores,
para derramar bálsamos de noble consuelo sobre
todas las heridas, sobre todos los errores que
forman el triste patrimonio de esta flaca huma-
nidad.
El camino de vuestro destierro fué una verda-
dera vía dolorosa: el de vuestro regreso á la
patria es un verdadero triunfo.
Sí ; un verdadero triunfo, no de esos triunfos
amasados con lágrimas, acompañados del ruido
monótono, tardo y siniestro de las cadenas que
impone el vencedor ; no de esos triunfos para
— 39 —
los cuales levantan arcos, trofeos y templete;^
los entusiasmos del interés, y entonan him-
nos de alabanza los labios lisonjeros de los corte-
sanos.
Es el triunfo de la justicia, de la verdad, de
la virtud, trinidad sublime que Dios puso en
nuestras almas, como la más pura y divina ema*
nación suya, porque la justicia, la verdad y la
virtud, no pueden perecer, á menos que perecie-
ra la idea de üios, y porque veladas hoi por la
nube sombría de las pasiones, reciamente azo-
tadas por las tempestades del corazón, al fin
tornan á lucir, serenas y tranquilas, señoreando
e! mundo moral, á la manera que el sol domina
el mundo tísico, después de sombría y borras-
cosa noche, ajilada por la furia del vendabal y el
rujir de los elementos desenfrenados-
Aquí está este inmenso pueblo que os ama,
que os venera. Este inmenso pueblo que se ha
formado del mismo modo que los grandes rauda-
les de esta nuestra pomposa zona tropical, es
decir, que desde la cabana del labriego, desde el
tugurio del trabajador pasó á la ciudad, se entré
por las calles y plazas y vino á formar este apa-
cible y dilatadísimo lago de amor, de veneración
y entusiasmo que os rodea.
No de otro modo pudiera ser.
Se os admira y se os venera, señor, no ya sola-
mente porque sois un digno sacerdote de Aquel
— 40 —
' cuya trájica pasión brilla con todos los resplan-
dores de la gloria que alcanzó en el Gólgota ; si
que también porque sois un hombre de corazón,
un buen ciudadano y un digno patriota; no ya
solamente porque tenéis la humildad y la man-
sedumbre de un Vicente de Paúl, la caridad de
un Francisco de Asis, la prudencia, la energía
y la circunspección de un Crisóstomo, sino por-
que, por sobre todo, amáis á vuestra patria, la
servís con desinterés, y buscáis para ella la unión,
la paz, el progreso, deidades todas dignas de
ser veneradas por los hombres de alma superior.
La Patria, la Justicia, la Libertad, Dios ; he
allí las ideas sublimes ante las cuales ¡deben cul-
to y adoración los hombres que tienen á su cargo
dirijirlas naciones, enseñar los pueblos y buscar
la felicidad desús conciudadanos. ^
Todo lo demás es pequeño, accesorio, subor-
dinado á las humanas catástrofes.
Las pasiones del corazón se disipan al frió
glacial de la muerte, los intereses de momento
se estrellan y rompen como frágiles vidrios ante
otras ambiciones; las grandezas del poder son
nube de una hora que barre el aquilón furente
de los cataclismos populares ; solo la justicia y
la virtud no perecen ; " solo Dios es grande,"
como dijo el elocuente Masillon en su oración
fúnebre al altivo rei Luis XIV.
Heme aquí, escaso de merecimientos, débil de
»_ 41 —
íiutoridad, todavía en la mitad del áspero camino'
de la vida, llevando la voz en nombre de esta
sociedad que os admira. A mí, que no sé por
cual bondad de mis amigos, <5 por cual capricho
de las circunstancias, se me encarga de una
misión superior en mucho á mi escasa riqueza
intelectual, pero no á mi corazón, palpitante siem-
pre á impulsos de toda idea generosa, de toda idea
úe perdón, de toda idea de fraternidad.
Heme aquí, señor, intérprete pálido y débil
de este altísimo sentimiento de veneración que
vuestras excelsas virtudes inspiran á venezola-
nos y extranjeros, y que, no encontrando una
forma adoptable á mi pensamiento, que traduzca
lo que bulle aquí en el alma, compararía á ese
agasajo perpetuo que el aura, la flor, el ave, tri-
butan diariamente, al oido atento del hombre,
á la mano que la cultiva, al maestro que le guia.
Venid, señor, á tomar asiento en la Patria ;
ella os necesita ; necesita oir la voz de vuestro
consejo que enseña, el ejemplo de vuestra mo-
deración que consuela, la unción de vuestra pa-
labra que guia á la virtud : necesita de vuestra
cordura, de vuestra mansedumbre, de vuestra
abnegación, para enseñar á las gentes que la
verdad no perece, que el error es humo y que
la virtud, hija del Cielo, bañará con resplando-
res inmortales, así la cabana del humilde como
el alcázar del poderoso.
«K
— 4:2 —
Venid á contribuir á la paz dé que tanto ne-
cesita esta patria de nuestros padres, esta patria
de nosotros, esta patria de nuestros hijos ; venid
á unir todos los corazones en los dominios del
bien, del amor y de la fraternidad.
Venid á esparcir con vuestra mano benéfica la
simiente fecunda del amor cristiano, de la cari-
dad que no reconoce iinages, ni privilegios, ni
grandezas, porque ora vela solícita en el humilde
lecho del moribundo campesino, ora en el lecho
dorado del alcázar de los Reyes.
Oh ! noble misión la vuestra, digna de ser en-
vidiada por todas las almas que aspiran al bien !
Una última palabra. La justicia humana co-
mo la justicia divina tiene su criterio, su san-
ción y su dia prefijado. Ese dia es este para
vos, dia en que los venezolanos todos abren
sus brazos para recibir en ellos al amigo, al
pastor, al patriota ; sus pechos para dar espan»
sion á todos los nobles sentimientos. Recibid,
peregrino del amor cristiano, recibid ; en nom-
bre de Venezuela, el saludo fraternal que os
envía, á vos, venerable anciano, que volvéis hoi
á la patria traído por la mano de la justicia na-
cional y apoyado en la base inquebrantable de
vuestras excelsas virtudes cristianas y de vues-
tras nobles prendas de patriota.
— 43 —
LA 7ÜELTA DEL PROSCRITO.
AL ILÜSTRISIMO Y REVER ''líDISIlO
SEÑOR DR. SILVESTRE GUEVARA Y MEA
DE CARACAS Y VENEZUEJ.A.
(Versos leídos por su autor en la recepción de Monsém^^
Ven ! ven ! manso Prelado,
Dignísimo Pastor,
La grei que bahías mandada
Te brinda con su amor !
Que siempre fuiste en ella
Un tipo de bondad
Cual es, tu alma bella
Mansión de caridad !
Ven ! ven ! que en este suelo
Cesó la tempestad,
Y brilla en nuestro cíelo
El Sol de Libertad !
AI Dios Omnipotente
¡ Sapremo bien y amor !
£1 pueblo fiel» creyente,
Lo adora sin temor !
^
— 44 —
El Clero y Eeligion
Se encuentran venerados,
Los templos son sagrados
Asilos de oración !
Tu injusto extrañamiento
¡ Oh Mártir abnegado !
Tu heroico sufrimiento,
Tu gran valor probado ;
Tu fé tan admirable.
En fin, tu adversidad,
Te dan el envidiable
Honor de Santidad !
Por dar ejemplo augusto
De Paz y de obediencia,
Te obliga la prudencia
Sin pena y sin disgusto,
Dejar tu grei amada,
Tu Sede renunciar.
Sin cuenta para nada
Que habrías de mendigar ! . . . .
Mas.. ¡ Santa Providencia !
No te haces esperar,
Hoi, premio, tu clemencia
Al Justo quiere dar !
La puerta ayer cerrada
La Patria te abre en par.
Te brinda en ella hogar
Y vida sosegada !
— 45 —
El Pueblo así obtendrá
Tas santas bendiciones,
Y en cambio te dará
Por Sede corazones ! ! !
Caracas, Agosto 8 de 1877.
Manuel S. Bricbño.
IMPROVISACIÓN
Del sEítOR Teodobo del Ollo a MonsbSor GuevASA,
Monseñor :
Oís ese murmurio \ Veis esas miradas tiernas,
amantes y cariñosas, que mujeres, niños, jóvenes
y ancianos os prodigan ?
Veis esa ale^^ría, ese alborozo y esa dicha que
se agitan á vuestro alrededor lleno de gozo y
entusiasmo ?
Es el pueblo de Caracas, que recibe con los
brazos abiertos á su querido é inolvidable pastor.
Es el pueblo que, henchido de alegría, viene á
recibir ai austero y respetable sacerdote, que
supo guardar incólume la religión del Cristo.
Es el pueblo que viene en tropel á recibir al
virtuoso sacerdote, que prefirió soportar la palma
del martirio antes que menoscabar los sagrados^
derechos de la Iglesia.
^ -_ 46 —
Es el pueblo, que viene á daros el abrazo de
Itíetivenida, á vos, que con vuestra ejemplar
Srmeza, supisteis darle fuerza y vigor para
perseverar en la religión de nuestros primeros
v|8adres.
Es Venezuela entera que llena de las fruicio-
aes^el amwr, por causa de vuestro feliz arribo,
^s<|iiiere tributar un homenaje digno de vuestras
ejemplares virtudes, quemando en el pebetero
Je su alma candorosa, la mirra de la gratitud y
«! inciensajjel cariño, para que suban en espira-
fes basta Dios.
j j ¡ Viva mi padrino ! ! !
BISCUBSO DEL DOCTOR ARBONIO PÉREZ.
EN LA
RECEPCIÓN DE MONtíEÍÍOR GUEVARA.
Wj autok lo dedica al seííor albjahdeo león.
Bmora$, Señoritas^ Caballeros.
EJejido por la Junta Directiva para llevar la
¡glabra en esta espléndida ovación, que la Arqui-
¿tóicesis de Venezuela ofrece á tan dignísimo
pf^lado por su feliz ambo á las nativas playas,
jr conjuntivamente ai digno ciudadano Presidente
— 47 —
de la República, que en momentos de sublime
inspiración ordenara el retorno al país de los
hermanos que vagaban en extranjero suelo, yo
no puedo dejar de deferir á ese espontáneo lla-
mamiento que me colma de honor y distinción
aunque para ello no sea poseedor de los arran-
ques oratorios que son indispensables para llenar
tan elevado cometido ; pero confío en que esa
dualidad del poder temporal y el poder espiri-
tual, le dará caudal inmenso á las inspiraciones
de mi alma.
Ante todo, pues, permitidme que os rinda mis
más cumplidas gracias por el honorífico encargo
que me habéis encomendado, y que confíe en
que vuestra benevolencia servirá de velo á mis
débiles ideas.
Monseñor !
Vos que llegáis á esta tierra de delicias, ras-
gado el hábito por las espinas del suelo siempre
árido del ostracismo, que traéis los pies ensan-
grentados por los abrojos punzadores de la exó-
tica ribera ; que encontráis, no un pueblo, sino
agrupaciones de pueblos que os abren los brazos
y os acojen con amor y con cariño j vos, Mon-
señor, sed bienvenido á esta tierra y á esta Ca-
pital, que hace gala desque hayáis sido su pastor.
Buscad con interés en todos j cada uno de los
semblantes de los que hemos venido á recibiros
alguna cosa que os parezca indiferente, y, seguro
— 48 —
•r^stoi, que no la encontrareis; porque hoi os
acojemos como al ilustre proscrito que trae á sus
sienes ajustada la inmarcesible diadema de los
sufrimientos; diadema con que siempre, y en
todas ocasiones, hemos visto enaltecidos y honra-
dos á los dignos apóstoles del Cristo.
Bienvenido seáis, reverendísimo señor : reco-
jed todas las auras perfumadas que se os brin-
dan ; todas las sinceras salutaciones que por
doquiera se os dirijen ; todos los fervores de los
espíritus cristianos, y tochas las palpitaciones de
los senos de las honradísimas matronas y de las
candorosas vírgenes que saludan vuestro arribo.
Bienvenido seáis !
Yo, hijo de la parte occidental de la Repúbli-
ca, de esa tierra tan espléndida como magnífica,
en donde á Dios le plugo no esquivar al hom-
bre ninguna de sus dotes, y decir á la naturaleza
que le prestara todos sus dones y sus galas : hijo
de allá, en donde el relámpago siempre centellea,
donde se ve chispear en el oleaje del Coquivacoa *
la luz de las estrellas ; á cuyas márgenes rever-
decen los corpulentos árboles de la zona tropi-
cal y en cuyas costas se contempla exhuberante
la mano del Creador : hijo de allá, no solo de la
azul laguna, sino también del caudaloso Motatan,
del impetuoso Chama y del apacible Torbes, yo
os saludo.
Para ser eco sincero del aprecio que tiene
=-- 49 -—
esta culta sociedad por vuestras virtudes ejein^
piares, preclara inteligencia y elevada ilustración,
confieso, con toda la franqueza que me es ingé-
nita, que me falta la palabra. — Vos sois.como el
sacerdote de las escrituras: aquel que corno
Melquisedec se prosterna compungido ante el
arca salvadora de la Alianza, y que como Samuel,
ha sabido prescindir de su propia personalidad,
para rendir culto á los divinos secretos de lo
Alto. Vos habéis sido un poco más ; y aquí
vuestra gloria y nuestra gloria; habéis sido hu-
milde; por eso se cumple en vos en estos mo-
mentos de deleite lo preceptuado por la máxima
sagrada: "Los que se exalten serán hmillados ;
los que se humillen serán exaltados."
Monseñor: no es solo el vivificante rocío de
la Cordillera, ni el ambiente embalsamado del
Apure y Portuguesa, ni las aspiraciones de las
otras poblaciones de Occidente, ni el* brillante
reflejo de mi hermoso lago, ni las verduras de
nuestras pampas dilatadas lo que tengo hoi el
encargo de ofreceros ; nó : es también el suspiro
del oriente de la patria con sus emociones de
placer: la aurífera Guayana, que demora arru-
llada por las olas del majestuoso Orinoco; la
Nueva Esparta, que con su nombre resuelve su
historia y su inmortalidad; Cumaná, Barcelona
y Maturin, cunas de celebérrimos varones, vienen
4
— 50 —
'también á tomar parte en el armonioso concierto
de Caracas, en dia y en momentos tan solemnes.
Y ya que tantas guirnaldas se, os disciernen,,
tanto incienso se os ofrenda y tanto merecido
elogio se os tributa ; no miréis la mano que os
ofrece ese incienso y esa mirra, sino el corazón
de los venezolanos, que es el búcaro de amor en
que se queman.
Al gran pontífice de Venezuela, ella le saluda ■
eordialmente, en este dia de reparación que
refresca los recuerdos del inmortal decreto,
fechado en 24 de Mayo del presente, por el
digno magistrado á quien están encomendados
los destinos del pais=
Bienvenido, ya que se encuentran allanadas
las desavenencias habidas entre el gobierno de
la Iglesia y el popular de la República ; salva-
das asimismo las vallas que pudieron. conducir-
nos á un cisma ridículo como impopular, y
zanjados, por otra parte,- los' obstáculos que im-
pedían la buena marcha que debe existir siempre
entre ambas potestades.
Bienvenido ; porque todo ello se debe á vues-
tra austeridad siempre ensalzada y á vuestras
virtudes ejemplares.
Por ello es justo, pues, que todos veneremos
esos sublimes rasgos de abnegación y patriotis-
mo, como lejítimos hijos de las doctrinas predi-
cadas y puestas en práctica por el Cristo, que
— 51 — '
sobre el duro terraplén del Gólgota derramara
su sangre divinal por redimir la especie humana.
Es justo sí; que todos propendamos á estre-
char más y chas los vínculos de alianza respecti-
va, entre los directores de la ciencia que emana
de los cielos, y los encargados de garantizar la
ciencia de la organización social.
Es justo sí; que los venezolanos todos, cató-
licos sin ser fanáticos y demócratas por convic-
ciones, nos esforzemos porque jamás llegue
el caso desgraciado de presenciar desavenencia
alguna entre los pastores de las almas y los di-
rectores de la honra, vida é intereses de los hijos
de Bolívar.
Yo tengo la evidente certidumbre de que no
se verá tamaño escándalo durante el presente
período constitucional, en que el Greneral Ciuda-
dano Encargado de la Administración pública
ha sabido dar " á Dios lo que es de Dios y á
César lo que es de César," Y no creáis, seño-
res, que sea esto hijo de la adulapion ó de pasio-
nes banderizas, nó : El ciudadano Presidente lo
deja comprobado con sus decretos y resoluciones
inmortales: veamos si es verdad:
¿ No es él quien por el órgano del Ministerio
de Relaciones Interiores dispusiera que se amue-
blara decentemente el palacio arzobispal, ha-
ciendo las erogaciones indispensables para el
caso 1 i No es él, quien ordenara el pago de
- 52 —
las erogaciones hechas á las venerables madres
exclaustradas de los conventos de esta capital y
4el Estado Mérida, y de varias del Beaterío de
Valencia? i No es él, quien ha permitido el
culto público de esa divina religión que nos re-
velaron nuestras madres, y por la cual levanta-
mos nuestro espíritu hasta Dios, en medio de
las personas que, como débil tributo, damos al
Ser increado y al Hijo de la flor de Nazaret?
Eso basta por sí solo para corroborar nuestros
asertos, y para garantirla armónica indestructi-
bilidad que existe entre el pontificado y el go-
bierno actual de nuestra Patria; siendo una de
las prendas de esa unión, y uno de los anillos
que forman esa cadena del cuerpo y del espíritu,
vuestras incoiQparables virtudes, ilustrísimo se-
ñor Bien venido en nombre del pueblo de
Caracas y de la República entera, que os acoje
con gozo indefinible.
Aquí debiera terminar ; pero antes de des-
cender de esta tribuna, levantada por el desin-
teresado afecto de mis compatriotas, séame per-
mitido agregar un pensamiento, que, estoi cierto,
aplaudiréis con el entusiasmo que yo lo he
concebido.
Helo aquí:
¡ Quiera el Cielo que nuestro digno Presidente
siga transitando el camino del deber y el sende-
ro de la lei que se ha trazado !
— 53 —
Si así lo hiciere, entonces verá que los pue-
blos de Venezaela le erijen estatuas de gratitud
en el fondo de su corazón, que son las únicas
nobles y magnánimas.
Gracias á la Junta directiva y al pueblo de
Caracas.
IDISOTJIEIBO
PEONUNCIADO
fflLA.GÜAM POR IL SEPR GMERAL AMANDO BARAXlRfB.
Ilustrísimo Señor.
La justiñcacion de la Gasta Susana, por los
labios de una criatura aún envuelta en los abri-
gos de la cuna: el ministerio evangélico confia-
do al rústico decir de los pecadores de Galilea
el apostolado de las Naciones ejercido por Pa-
blo, él mas irapacable enemigo de las doctrinas
de Jesús; el hombre-Dios ungido sin profana-
ción por Magdalena; esos y~ mil más hechos
históricos del mismo carácter, demuestran incon-
trovertiblemente que Dios, para la consumación
de sus más altos designios, se ha valido constan-
temente de los más humildes órganos de la na-
turaleza, y esplica cómo y por qué á mí, el más
desautorizado por la palabra, el más indigno por
condición social, y el más incopetente para el
— 54 -^
conocimiento de vuestras virtudes y sacrificios^
le ha sido confiada la altísima y honrosa comi-
sión de llevar la palabra en esta solemne ocasión,
á nombre de la comisión encargada de presenta-
ros la preciosa ofrenda que se ha consignado en
vuestras manos.
En efecto, Monseñor, es un contraste que solo
se explica por medio de los inescrutables desig-
nios del Altísimo, que un hombre que solo puede
modelar su acento en el feroz rugido del ja-
guar, en el mugido del altivo toro de nuestras
pampas, en el terrible bramar de los vientos
que agitan las seculares selvas de mi país, sea
el que dulcifique su voz para elevar himnos al
Dios de las misericordias, por vuestro feliz re-
greso á esta Patria, que se pretendió dejar huér-
fana de vuestra paternal benevolencia, deshe-
redada de vuestros caros y santos afectos. Es
te es un sacrificio para mi pobre intelecto, pero
sacrificio necesario y por demás pequeño ante
los méritos de aquel que todo lo merece por sus
evangélicas virtudes.
Ocupóme, pues, de hablaros de la ofrenda, ob-
jeto capital de la Junta que viene á felicitaros
por vuertro regreso.
Esa ofrenda, Monseñor, es una azucena purí-
sima de fragantes emanaciones, nacida en el
abonado campo de cristianas conciencias, que
viene á ser depositada á los pies de aquel que,
— 55 ^
digno discípulo del hijo de María, fiel imitador
de la abnegación y mansedumbre de.su maestro,
ha consagrado su vida entera al bien de la hu-
manidad, al servicio espiritual de la católica Ve-
nezuela. Aceptadla, señor, para que ocupe el
puesto de aquella corona de espinas que ciñó
sobre vuestra frente la injusticia : aceptadla de
manos de ese pueblo, que se ha inspirado en
vuestra mansa alma para perdonar ; que ha de-
puesto sus iras al oir de vuestros edificantes la-
bios ese sublime concepto: "Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen."
Dignaos, Monseñor, deteneros en que 22,000
firmas autorizan esa ofrenda ; numerosa signatu-
ra que representa á 22,000 familias de donde se
elevan millares y millares de oraciones, unas
por vuestro regreso, otras en acción de gracias
por ese feliz acontecimiento que llena de júbilo
al católico pueblo venezolano, y significa la per-
sonificación en vos de todas las virtudes que
encierra el divino culto que profesamos.
Me permito también observaros que en este
culto festival es porte de alto mérito la concu-
rrencia del bello sexo ; preciosa mitad del géne-
ro humano que en actos como este solo se inspira
en la idea religiosa, y su tributo tan puro como
desinteresado es el más elocuente testimonio de
que su contingente solo y tan solo es ofrecido á
inmaculadas virtudes cristianas.
— §6 —
Termino, Monseñor, suplicándoos que, ya que
mis indignos brazos no pueden posarse sobre
vuestros venerables hombros, os digneis conce-
der para la piadosa Caracas, para la culta Ve-
nezuela, para el que la palabra os dirije, vues-
tra paternal bendición. (En este acto todo el
auditorio se puso de rodillas y fué hendecido por
Monseñor.)
CARTA DE MONSEÑOR GUEVARA
A MONSEI^OR GONIN.
Y KESPUESTA DE ESTE A DICHA CARTA.
(Traducción.)
San José, 30 de Julio de 1877.
Monseñor :
Sabéis ya que después de un ostracismo de
siete años, la Divina Providencia se ha dignado
al fin concederme el insigne favor de volver de
nuevo á mi patria, y aunque mi posición en ella
haya cambiado mucho, i designios inescrutables
de ese Dios á quien adoro y bendigo! creo no
obstante de mi deber, regresar á aquella, á satis-
facer los deseos de mi antigua grei, y á tratar de
— 57 —
cicatrizar en lo posible y en los límites de mi*
nueva situación, las profundas heridas que ha
recibido la Iglesia venezolana.
Séame dado, antes de partir, llenar para con
vos, un deber que me es bien caro, y satisfacer
una necesidad imperiosa de mi corazón, espre-
sándoos todo el agradecimiento que os debo por
los servicios tan constantes, y los caritativos fa-
vores con que no habéis cesado de agobiarnos, á
mí y á los sacerdotes que han compartido conmi-
go el destierro.
El celeste Kemunerador, os reserva, Monse-
ñor, la recompensa que tiene prometida á los
que tienden la mano del socorro al necesitado, á
los que enjugan las lágrimas del infortunio, á
aquellos cuyo corazón sabe sufrir con los sufri-
mientos de sus hermanos ; pero quiero aquí
protestaros, que no habéis sembrado en tierra
ingrata, que los títulos con que os habéis hecho
acreedor á nuestra gratitud son imperecederos
y que siempre, al dirigir preces al cielo por nues-
tros bienhechores, será vuestro nombre el prime-
ro que pronunciarán nuestros labios agrade-,
cidos.
Permitidme que en esta espresion de nuestros
sentimientos de afectos reconocidos, una á vos,
como ya lo está en vuestra administración, á
Monseñor O' Carroll, así como á todo vuestro
digno y virtuoso clero, y mui especialmente á
— - 58 —
todos los R. R. P. P. Dominicanos, celosos coope-
radores vuestros, quienes incesantemente han
hecho todo su posible para aliviar, para dulcificar
nuestras penas, y cuyo recuerdo no se borrará
jamás de nuestro corazón.
Donde quiera que me encuentre hallareis
todos en mí un servidor y amigo afectuosos.
t Silvestre.
Antiguo Arzobispo de Caracas.
A su Señoría, Monseñor el Arzobispo de Puerto
España,
Trinidad, Julio 31 de 1877.
Monseñor :
Me apresuro á daros cordialmente mis más
espresivas gracias por los sentimientos generosos
que habéis tenido á bien expresar en carta de 30
de Julio, referente á vuestro próximo regreso á
Venezuela, en obsequio mió, de Monseñor O'
Carrol, así como en el de mi clero y especial-
mente en el de los Reverendos Padres Domini-
canos. Acojiéndoos en Trinidad á vos y á vues
tros dignos sacerdotes, lo mejor que nos ha sido
dado, no hemos hecho sino cumplir un mui
sencillo deber de hospitalidad fraternal.
Acabáis de ofrendar á Dios un mui grande
sacrificio, y en él, tengo la íntima convicción,
habéis reservado para vos la mejor parte, y El
— 59 —
OS recompensa ya con los votos multiplicados
que por vuestro regreso os dirigen de Caracas
y más aún, no lo dudo, con esas alegrías íntimas
de la conciencia que acompañan siempre toda
inmolación seria de sí mismo, que se haga por el
amor de Dios.
Espero que tendréis el consuelo de verá la
iglesia de Venezuela, rehacerse poco á poco de
las persecuciones que acaba de sufrir. En cuan-
to á nosotros, conservaremos con agradecimiento
el recuerdo de la edificación, de que habéis sido
ejemplo durante vuestra mansión entre nosotros,
j el de los servicios desinteresados que vuestros
excelentes sacerdotes han prestado en las dife-
rentes parroquias de la Diócesis donde fueron
llamados para ejercer su zelo.
Me recomiendo así como la Diócesis de Puer-
to España, á vuestras buenas oraciones y os re-
Quevo Monseñor las protestas de respeto y afecto
en Nuestro Señor.
t F. JOACHIN LOUIS.
Arzobispo de Puerto España.
.A su Señoría Monseñor Silvestre Guevara, Anti-
guo Arzobispo de Caracas.
_ 60 ~
EDITORIAL DE "UN PE MÓDICO"
DE VALENCíA.
EEPAEACIOÍT.
Ayer en la tarde debe haber hecho su entrar
da en Caracas el Ilustrísimo señor Doctor Sil-
vestre Guevara y Lira, Dignísimo Antiguo
Arzobispo de Venezuela.
Por el telegrama que publicamos ayer, habrán
quedado impuestos nuestros lectores de que en
la capital de la Kepública reinaba un gran entu-
siasmo, con motivo del regreso de este ilustre
prelado de la Iglesia.
Y no podia suceder de otra manera : la hora
de la reparación ha sonado : y el pueblo de
Caracas, que presenció la horrible escena pro-
movida y realizada por un ministro constituido
en instrumento de la impiedad, debia apresurar-
se ahora, como lo ha verificado, á protestar
solemnemente contra una violencia cometida
en nombre de la República, no siendo otra cosa
que la manifestación ruidosa de un sentimiento
de rastrera venganza.
Está, pues, otra vez en el seno de la patria el
Apóstol de la firmeza y de la abnegación, que
sufrió por siete años consecutivos, con inimi--
— 61 — -
table mansedumbre, la triste suerte del pros-
crito.
Cuando por una inconsecuencia inesplicable,
el pueblo de Venezuela puso sus destinos en las
manos de un hombre animado de los sentimien-
tos más antipatrióticos, necesitándose una vícti-
ma para iniciar las arbitrariedades con que el
nuevo gobierno habia de marcar los actos de su
administración, fué elejido para el sacrificio el
Ilustrísimo seño/Doctor Guevara.
Por siete años seguidos sufre este ínclito
varón 'los golpes que una mano impía descarga
sobre él ; pero como su firmeza nace de la con-
ciencia de un deber cumplido, ninguna penalidad
alcanza á hacerle apartar del camino que le seña-
lara la honra de la Iglesia de Jesús.
El pueblo de Caracas, libre ya de la opresora
mano, é inspirado en el noble sentimiento de la
justicia, se adelanta hoi lleno de júbilo á reiterar
las protestas de su amor á la inocente víctima,
y á recibir la influencia saludable de su paternal
bendición.
La ovación que Monseñor Guevara debe haber
recibido del pueblo de Caracas, debe llenarle de
una santa satisfacción, porque ella es el testimonio
más elocuente de la fidelidad de ese pueblo que
él por tanto tiempo nutrió con los ejemplos de la
más severa virtud.
El Gobierno del General Alcántara ha empe-
— 62 --
fiado una vez más la gratitud del pueblo de-
Venezuela, por ese acto de espléndida reparación
que hoi tiene lugar en la capital de la Eepá-
blica.
Los partidarios del personalismo autócratico
inventaron no ha |muclio, un medio de estorbar
el regreso de Monseñor Guevara : pronunciaroB
la palabra cisma! como para hacer retroceder
al pueblo en el camino de la justa reparación
que preparaba.
¡Mostrarse celosos de la unidad de la Iglesia,.,
los mismos que ayer pedian el desconocimiento
de la autoridad del Papa! Mostrarse celosos
de la unidad de la Iglesia, los mismos que ayer
fraguaban en diabólicos conciliábulos el plan de
hacer á Venezuela protestante !
Seria irrogar una grande ofensa á nuestro
actual Arzobispo y á Monseñor Gruevara, el su-
poner que el regreso de este último pueda dar
margen á disensiones religiosas; porque bieu
conocido es el espíritu que anima á estos apósto-
les del Evangelio.
El amor que el pueblo de Venezuela ha pro-
fesado á Monseñor Guevara, aumentado hoi, más
y más por el recuerdo de su noble y heroico
sacrificio, en nada se opone al que también pro-
fesa al Ilustrísimo señor Doctor Ponte. Por el
contrario, todosf creemos, como lo ha dicho el
xnismo señor Doctor Ponte, que la vuelta de!<
■ - 63 —
Ilustre proscrito será una prenda más de segu-
ridad para la paz de nuestra Iglesia.
El parte telegráfico que publicamos ayer
mantiene á Valencia en la mayor alegría, y
unida en sentimientos al pueblo caraqueño, hace
votos por la felicidad del Óptimo Prelado, como
le llamó Pió IX, y le presenta una vez más las
protestas de su amor y de su sincera adhe-
sión.
Al llegar aquí, hemos recibido el telegrama
que á continuación insertamos :
Telégrafo Eléctrico de Venezuela.— De Caracas
á Valencia el 9 de agosto de 1877.— 10 hs.
a. m.
Señoi' Redactor de Un Periódico,
Ayer entró Monseñor Guevara.
La recepción que le hizo Caracas fiíé esplén-
dida. El entusiasmo del pueblo fué locura.
Víctor Ai Zekpa.
^ <• 1^1 t» ^^
EDITORIAL DE LA " PRENSA UBRE."
ARZOBISPO GUEVARA.
Caracas, la gentil capital, la piadosa cuna de
los Avilas, Espinosas, Escalonas y Quinteros^
— 64 —
varones ilustres en ciencia y santidad ; Caracas
la hermosa joya del catolicismo, vestida de luto
y con lágrimas en sus ojos, por sus templos de-
rruidos, por sus altares profanados, por sus vírge-
nes insultadas, por sus prendas y vasos sagrados
desposeídos y robados, por los ministros del
santuario perseguidos ; en esta actitud triste y
melancólica, recibe como un bálsamo celestial
el retorno á la patria de su antiguo Pastor, del
justo mártir por su inmensa caridad, del Óptimo
^Prelado, según la feliz calificación del gran
Pió IX.
Sí; Caracas, anegada en lágrimas de placer
abraza y se postra á los pies del humildísimo
Arzobispo, para recibir sus bendiciones ; bendi-
ciones que tienen algo déla virtud ysantidad
de los Flavianos, Ambrosios y Crisóstomos. Un
torrente inmenso de ideas se agrupan en todas
las cabezas, al recuerdo de los infinitos males
que ha sufrido la Iglesia de Jesucristo. No hai
quien no tenga presente las injurias al Santo
Padre, la amenaza del cisma, separando á Vene-
zuela de la unidad católica, el proyecto vigente
de libertad de cultos, negándolo á los católicos
las gerarquías canónicas como medios indirectos
¿e coacción contra el Ilustrísimo señor Guevara
^ para obligarlo á renunciar su mitra- y cuantos
* desafueros pudo inventar la malevolencia y odio-
:sidad de un enemigo de Dios y de su Iglesia.—
— 65 —
Pero nó; el mal no se perpetúa : la justicia divi-
na otorga á Venezuela su paz en las conciencias,
la seguridad en su fé y el consuelo de tener una
reparación hermosa y digna. Un Magistrado
honrado y justo, sucediendo en el mando como
Nervá á Oalígula, es el instrumento de que se ha
valido el cielo para nuestro bien: y por sus pro-
videncias tan cristianas como políticas tenemos
el gozo inefable de estrechar en nuestros pechos
al Padre amoroso, al antiguo Jefe de la Iglesia
de Venezuela, al virtuosísimo señor Doctor Sil-
vestre Guevara y Lira.
Caracas está de plácemes y enhorabuenas,
por este suceso ; y nosotros aunque distantes
accidentalmente, estamos unidos en espíritu y
afectos á nuestros conciudadanos de aquella
capital para presentar á nuestro respetable amigo
y compañero de infortunio el testimonio mas
espresivo de nuestra constante deferencia, de
nuestras simpatías naturales hacia su persona,
y nuestras congratulaciones sinceras por su feliz
retorno á la patria.
¡ Quiera el cielo prolongar sus dias, llenos de
paz y felicidad !
* * %
.— 66 —
DEL TKECE DE AGOSTO.
LA PAZ ©E BIOS,
Al pié de estas líneas tenemos el honor de
publicar la carta que á su llegada á Caracas
escribió Monseñor Guevara á Monseñor Ponte,
y la contestación que el Ilustrísimo señor Arzo-
bispo dio á <iicha misiva.
Inútiles nos parecen los comentarios á que se
prestan estos dos hermosos documentos, que
vienen á sellar todas las esperanzas de cuantos
aman la paz y quieren la armonía y la unidad de
nuestra Iglesia.
Ya los enemigos de esa paz y de esa Iglesia
no tienen pretesto para levantar sus pérfidas
insidias ; ya los que recibieron al Ilustre Pros-
crito con una puñalada alevosa á su reputación
y á su virtud tendrán que avergonzarse, si es
que pueden, de su innoble y cobarde proceder.
Ya no hai pasto para el diente de la calumnia,
ya no es posible seguir viviendo á costa de la
sangre de este noble pueblo, dividido siempre
para esplotarlo.
■— 67 —
\ Cuan grandes se muestran esos dos Ministros
del Señor ! ¡ cuan cristianamente inspirados en
el sentimiento de la fraternidad y de la concor-
dia!
Hé aquí las cartas :
Caracas, agosto 9 de 1877.
ILUSTRISIMO Y RETEMNDISIMO SR. DR.
JOSÉ ANTONIO PONTE.
DIGNÍSIMO ARZOBISPO DE CARACAS Y VENEZUELA.
Estimado hermano y amigo.
Al fin me encuentro'ya en la Patria por uno
de esos decretos siempre adorables de la Divina
Providencia. Ayer á las cinco y media de la
tarde era saludado con religioso entusiasmo por
los hijos de Caracas, diocesanos de VS. Ilustrí-
sima, con los testimonios más explícitos de un
amor que siempre ambicioné como vínculo de
caridad, y que quizás no he sabido merecer su-
ficientemente. Aquí me tiene, pues, VS. Illma.
á sus órdenes.
Satisfecho de tales demostraciones de afecto,
algo me faltaba, sin embargo ; yo sentia un gran
Yació en mi corazón : era que no estaba en Cara-
cas mi antiguo amigo Monseñor Ponte. Para
— 68 —
VS. Illtna. habría sido mi primer abrazo : yo
habría ido inmediatamente á visitarle en su Pa-
lacio en testimonio de que acato y venero, como
debo, la autoridad de que VS. lUma. se halla
canónicamente investido. Pero ya que Nuestro
Señor lo ha dispuesto de otro modo, yo quiero
dar alguna espansion á mi alma, y es por esto
que le dirijo la presente carta. ,
Yo le saludo, Ilustrísimo Señor, mui cordial-
mente, con toda la sinceridad del verdadero ami-
go: yo vengo á poner á su disposición mi pe-
queño valimiento, á ofrecerle mi cooperación
por los intereses de las almas, que son los inte-
reses déla Religión : vengo á poner mi pequeño
contingente en las aras de la reconciliación y
concordia de todos mis compatriotas, propen-
diendo de consuno con VS. Illma. en cuanto de
mí dependa, al bien de la Iglesia y á la paz de
la República, sin aspiraciones personales de nin-
gún linaje. De esto puede VS. Illma, estar se-
guro. Me bastaría para ello el simple título de
Obispo católico. Aún no tengo ya, ni puedo,
ni pretendo tener jamás ninguna parte dé la
jurisdicción que he renunciado, y que VS. Illma.
ejerce en toda su plenitud ; no por esto me creo
exento de cumplir estos deberes siempre anexos
á la Dignidad episcopal.
, Cumplo así el grato deber dé ponerme enií
comunicación con VS. I. manifestándole cuales<|
-— 69 —
son mis propósitos y sentimientos. Cuando
VS. I. regrese á la capital, yo me apresuraré á
visitarle personalmente. Mientras tanto me
pongo á la disposición de VS. I., deseándole
buena salud y opimos frutos de bendición en sus
tareas pontificales. Yo me complazco, Monse-
ñor, en suscribirme, de YS. Illma. afectísimo
amigo, obediente servidor y hermano en Jesu-
cristo.
t Silvestre,
Antiguo Arzobispo de Caracas y Venezuela.
SILYESTRE GUEVARA.
ANTIGUO ARZOBISPO DE CARACAS.
Carrizal, -agosto 12 de 1877.
Muí venerado señor y querido amigo y her-
mano en J. C.
Con particular satisfacción he leido la respe-
table é interesante carta de su Señoría fecha 9 del
corriente, que recibí ayer de mano del señor
Arcediano Dr. Lovera. En ella me comunica
V. S. Ilustrísima su feliz llegada á esa ciudad,
el entusiasmo con que ha sido recibido por sus
antiguos hijos, su pena afectuosa por no haberme
— 70 —
encontrado en Caracas, sus sentimientos bené-
volos y apostólicos respecto á la unión 'que desea
conservar conmigo, y su voluntad de continuar
prestando á la Iglesia sus servicios importan-
tes.
Ya comprenderá V. S, Ilustrísima que todos
esos conceptos no pueden menos que conmover
vivamente de gozo mi corazón. Yo me congra-
tulo con su Señoría por el término feliz de su
dichoso viage, por los testimonios de amor que
le ha tributado esa ciudad, por la salud de que
disfruta y que le permite consagrar nuevas y
santas tareas á la mística viña del Señor. Ben-
digo su misericordia por tantos dones, y le pido
en mis humildes ruegos continúe prodigándolas
á manos llenas sobre la persona de su Se-
ñoría.
Satisfactorio igualmente me habria sido recibir
á su Señoría en el palacio arzobispal y sentir el
abrazo fraternal que me traia, y que me ofrece
para mi regreso ; pero comprometido para estar
en Cura y la Victoria en las fiestas del Carmen,
y practicar en ambos pueblos la visita para se-
guirla en los Altos, no pude esperar á su Seño-
ría sino hasta el 12 del pasado, para cuya fecha
tampoco era segura su venida en el paquete de
agosto. La tardanza, sinembargo, aunque larga
para el afecto rio ib será realmente para ef tiem-
po. A fines de este mes, si Dios no se opone,
— 71 — *
volveré á Caracas y tendré el placer de salu-
darle y de estrecharle en la efusión de mi cristia-
no afecto.
Su Señoría encuentra en su patria la novedad
de que la mitra se halle colocada en la persona
mas indigna de los que componían su antiguo
clero ; pero que poseído siempre de los senti-
mientos de amor y de respeto que profesó á su
Señoría como su Prelado, los conserva aún
como que los formó y mantiene vivos la ca-
ridad.
En la Diócesis de ese antiguo hijo puede por
tanto su Señoría ejercer todas las funciones epis-
copales y la jurisdicción que desee, lo cual lejos
de mortificarme en nada, me será especialmente
grato. En la Diócesis haí trabajo hasta para
tres Obispos, y los pueblos ganarían mucho con
el pasto espiritual apostólico aumentado consi-
derablemente. Su Señaría sabe muí bien que
en Venezuela tanto ó mas que en Judea hai
lugar de esclamar penosamente con el Divino
Eedentor ; Messis quidevíi multa oyerari autem
pauci.
Doi las gracias á Su Señoría por las demás
protestas que me hace de adhesión á mi autori-
dad y de voluntad de ayudarme en el difícil de-
sempeño de mi Arzobispado. Su Señoría como
el clero de la Arquidiócesis prescinde entera-
mente de la indignidad de la persona para fijarse
— 72 —
en la unción santa que cayó sobre mi insuficien-
te cabeza. Esta es la lei de la Iglesia ; pero
reconozco la humildad de los que la cumplen
levantando su consideración, á objetos mas ele-
vados que mi pobre individualidad.
Acepto Monseñor, con todo reconocimiento
su valioso contingente para los altos fines que
me indica. La paz de la República, la obedien-
cia á las autoridades, el bien de las almas, el
progreso de la Iglesia, la unión de nuestros con-
ciudadanos. Quiera el Señor bendecir nuestras
intenciones y facilitarnos los medios de cumplir
su Santa voluntad.
Mientras tanto, deseo que los aires de la pa-
tria le sean tan saludables como gratos al cora-
zón; que nada perturbe el contento de su re-
greso al país, y que siga adornando su anciana
cabeza con el ejercicio de sus virtudes apostó-
licas-
Me suscribo de su Señoría íUma. con toda
consideración y respeto, afectísimo amigo, ser-
vidor y hermano.
Q.B.S. M.
José A, — Arzobispo de Caracas,
— 73 —
SILVESTRE GUEVARA ¥ LIRA-
ANTIGUO ARZOBISPO DE CARACAS Y VENEZUELA.
Los que suscribimos, vecinos de Los Teques,
cabecera del Distrito Guaicaipuro, no podemos
callar ante el impulso de nuestros corazones de
hijos agradecidos, en el momento en que regoci-
jada toda la República por vuestro feliz arribo
al seno de vuestra antigua grei, después de lar-
go y penoso martirio que por el acendrado amor
que profesabais á vuestros hijos, sufristeis con
la humildad y resignación de un mártir siguien-
do el ejemplo que en el Gólgota nos dio el Dios
hombre al inmolarse por nosotros.
Recibid, pues, Illmo. señor, las felicitaciones
que por vuestro- regreso al seno de la Patria, os
dirije esta partQ de vuestros hijos ; y creed que
en nuestros corazones habéis ocupado y ocupa-
reis siempre un lugar distinguido.
Esperando con la mayor humildad vuestra^
evangélica bendición nos suscribimos de vuestra
Señoría Ilustrísima vuestros amantes y respe^
tuosos hijos.
^ — 74 —
Los Teques, Agosto 12 de 1877,
José R. Pinto, I. A. Guerrero, Juan D. Pinto,
Rafael L. Acosta Toisen, Marcos Matute, Oami-
lo Gómez, Pedro Pérez, Nicanor Pérez Crespo,
Pedro Diaz, Fernando Pérez Crespo, Pedro
Quintana, J. del Carmen Tortosa Hidalgo, J.
de B. León, Zoilo Rodríguez, P. Tobias Cam-
posano, Jesús María Graterol, Pedro Trujillo,
Eliseo Reveron, José María Alvarez, Blas Flo-
res, Antonio José Guerrero, Evaristo Reveron,
* José Justo Crespo, J. Zoilo Reveron, Francisco
R.Pinto, Julián Yánez, Alejandro Figler, To-
mas Galindez, José de los A. Cedeño, Pedro
Hernández^ José Tomas Ledesma, J. Manuel
Alvarez, Francisco A. Diaz, Rosalio Fernández.
MONSEÑOR GUEVARA.
Ilustrísimo Señor.
Al pisar las playas de Venezuela, habéis' eoü-
movido de gozo todos los corazones.
El Dios de la justicia no podia permitir que
fuese estéril el martirio que aceptasteis con
tanta valentía, en defensa de la Iglesia y de<la
Patria misma.
— 75 —
Vuestra rehabilitación ha sido espléndida : á
la altura de los horrores del Calvario, donde se
puso en evidencia vuestra fé, sin las vacilaciones
del temor. A medida que crecia la tempestad,
permanecíais mas dueño de vos mismo y mas
se animaba esa Divina llama que os fortaleció
para todas las pruebas. En ese corazón Pa-
ternal, se refugió la Iglesia de Jesús, y allí per-
manecía mas adorada de vos, mientras mayores
eran los golpes que se renovaban para destruir-
la. En medio de tantos reveses, vos aguarda-
bais impasible el dia de la victoria.
Habéis llenado la historia de vuestro Ponti-
ficado con el semillero de todas las virtudes
cristianas, sobresaliendo entre ellas, como es-
pléndidas diademas, la de la abnegación, la de
la mansedumbre y la de la caridad, Vuestro
nombre se ha popularizado por el amor, y hai
dulzura en el acento de cualquier idioma en que
se pronuncia. Habéis leido en la fisonomía de
la Patria, que ella os ama y venera con la ter-
nura de un corazón agradecido ; y que tendrá
siempre nuevos afectos que explotar de sus
ricas minas, para ensanchar el vuestro. Por-
que el corazón avaro del amor sublime, se di-
lata sin diques, ni horizontes que lo gobier-
tíéíiV'
Al fin ya estáis entre nosotros: hecho el pri-
sionero del amor : tenéis que soportar abruma-
— 76 —
do, todos los afectos, todas las bendiciones, todas
las nobles aspiraciones del espíritu. Vuestro
regreso al seno de la Patria es el símbolo mas
significativo de la Paz, de que habéis sido siem-
pre su primer obrero. Se sentia un vacío que
nada podia llenar sino el Ilustre Proscrito, Por
eso, el Gran Demócrata, Dignísimo Presidente
de la República, interpretando el sentimiento
nacional, y dando á la vez generoso vuelo á los
nobles impulsos de su alma, os abrió sin reser-
vas, el hogar de la Patria, hoi libre y feliz. Alia*
do formidable del Poder y de la Iglesia, seréis
involuntariamente la columna mas firme del
orden y de la paz pública, y la Iglesia á la vista
de vuestro santo ejemplo, reposará defendida
en el santuario de la oración y de la concien-
cia.
Recibid, Venerable anciano, la mas cordial
felicitación que os dirijo por vuestro regreso al
pais : por la digna acogida que habéis* recibido
de este pueblo cristiano, que ha querido haceros
olvidar el espinoso camino del destierro, junto
con las amargas lágrimas que derramasteis en
la tenebrosa noche del infortunio. ¡ Quiera el
cielo estender su Misericordia sobre este pueblo,
digno de compasión por sus desgracias ! y que
ella descienda abundante, por el esfuerzo de
vuestras súplicas las mas puras, las mas ferva-,
rosas, á fin de que el don precioso de la Paz
— 77 —
que hoi disfrutamos, emanado del orden y de
la libertad, se consolide perdurable, agasajada
' y sostenida por esa Santa Religión que os ele-
vó al Martirio y que hoi veis restablecida en
las conciencias y adorada del Hombre Provi-
dencial que encamina los destinos de nuestra
Patria.
Jesús María de los Ríos.
Caracas, agosto 15 de 1877.
^ H ♦ M»
AL ILUSTRISIMO ¥ IÍE\^ERENDISIMO SR.
SILVESTRE aUEVARJL Y LIRA.
APITIGUO ARZOBISPO DE CARACAS.
Monseñor !
El Club de Amigos dé Carúpano, compuesto
de jóvenes amantes del progreso y admiradores
sinceros de las glorias de Venezuela, tiene el
honor de saludaros, en el momento en que des-
pués de siete años de ostracismo regresáis á la
Patria, trayendo sobre vuestras sienes, mas res-
plandeciente que nunca, la corona de vuestros
altos merecimientos.
Dejais en el extrangero, desde donde habéis
lamentado durante ese tiempo nuestras pasadas
desgracias, una auréola brillante que irradia so-
-- 78 —
bre el Clero virtuoso de la República y la cono-
cida piedad del pueblo venezolano.
Recibid las felicitaciones del Club de Amigos,
que se honra en ser hoi mas que otras veces,
intérprete de los caru paneros.
Carúpano, agosto de 1877.
Pedro Luis Medina, J. B. Lyon, José Manuel
Suniaga, Antonio J. Font, Juan Antonio Orsini,
Crispin Marcano, Bernardo Olivier^ Aurelio
Lyon, Feliciano Requena, Antonio José Lyon,
José Lyon^ hijo, V. A. Montes de Oca, José María
Marcano, Ramón Méndez, José Pablo Pérez^
Ezequiel Rodríguez, Francisco A. Carrera, Mjo,
Domingo Font, Antonio Dincentelli Orsini, Luis
Molinar, Juan Paran S.
IDISOTJT^SO
PRONUNCIADO
POR DAVID VILLAS MIL
M U lElICITACM QUE HIZO LA JUVENTUD
A MONSEÑOR GUEVAEA
El 15 de Agosto. ^
Bustrísimo Señor.
Ved aquí á la juventud venezolana, que se
reúne hoi con la espontaneidad de su dignio
~ 79 — -
carácter, y se acerca triunfadora á este hogar tan
dulce de vuestros recuerdos, para presentaros el
homenaje de sus respetos; y ofrendar en vuestra
honor en los altares de la gratitud la víctima de
su ternura.
" La juventud es el porvenir" y esta ovación
espléndida que se os tributa y en que figuran á la
par las inefables fruiciones del corazón y los
arranques espontáneos del entusiasmo, os dice
mui bien ; que vos seréis siempre nuestro único
padre, nuestro caro pastor — y no os alarmeis-?r-
por el corazón.
Lejos está de mí, venir á recordar hoi los
terríficos episodios de ese escandaloso atentado
por el cual se os arrojó con crueldad feroz del
seno de vuestros hijos.
Yo no vengo á execrar á los verdugos, ni á
compadecer á la víctima. •
¿ Y á que renovar esos tristes recuerdos que
ya pertenecen al dominio impasible de la histo-
ria, de ese gran libro en donde la juventud que
ve con la mirada inocente de los primeros años,
sin sombras, sin manchas, los hechos que se con-
suman, tiene un derecho mas estricto, á escribir
en él una letra, una palabra, una página de sus
reminiscencias 1
- 1 A qué volveros á la memoria esos hechos,
si habéis salido del deshecho temporal coa mas
gloria de la que efitrásteis: si lo habéis soporta»
— 80 —
4o con la sonrisa del justo en los labios, y la
'dignidad del varón de Dios en el corazón 1 . . . .
Bien sé, que sois un hombre justo, y las almas
templadas en la santidad y la justicia no tienen
para los estravíos del prójimo sino una palabra
"de perdón, una palabra de raridad.
Semejantes al Divino Maestro, los varones
justos solo bendicen a sus verdugos y claman al
^Padre Celestial los perdone por que no saben lo
que hacen.
Permitidme, sí, evocar á la memoria los pri-
meros albores de mi vida juvenil que se relacio-
nan tan directamente con vuestro pontificado,
esos brazos siempre abiertos para recibirme, ese
corazón siempre dispuesto á bendecirme, esos
consejos paternales, e^as insinuaciones tan llenas
de caridad y prudencia que me han servido de
poderoso talismán contra las miserias de la vida
y las que á despecho del tiempo y la distancia
ian hecho exhalar de mi alma atribulada y con-
fiar á los favonios tutelares muchas palabras
de bendición, muchos suspiros de ternura.
La juventud de Caracas os íelicita por vuestro
felix regreso á esta capital que os recibe no ya
simplemente como un obispo católico sino como
un Apóstol de la Iglesia y un Mártir de la cris-
tiandad.
° Nos habéis hecho recordar aquellos festivales
espléndidos con que la ciu<iaá <ie Alejandro reci-
— 81 —
bia de vuelta del ostracismo á su santo patriarca,
y que solo son comparables á aquellos triunfos
solemnes de la antigua Roma.
Para terminar pido á nombre de mis compa-
ñeros que nos permitáis besar llenos de admira-
ción vuestra mano justa y consagrada por el
martirio, y nos concedáis vuestra paternal
bendición que será como lus que llenará de
vividos fulgores los horizontes de nuestro por-
venir.
¡Jóvenes compañeros : yo os imploro á que
nos postremos de hinojos para recibir la bendi.
cion del Santo patriarca !. . . .
DISCURSO
PRONUNCIADO
M EL MISMO ACTO.
Ilustrísimo Señor ^
Ante el verbo poderoso del compañero que
acaba de precederme en la palabra ¿ qué podría
deciros \ Mas cuando el corazón palpita lleno
5
— 82 —
de amor y el pecho se ensancha á irapulsosdel
entusiasmo, es imposible callar.
Hubo un campo, señor, pequeño pero bellí-
simo, sombreado por corpulenta encina, donde
pastaban multitud de ovejillas ; todo era con-
tento. Pero llegó un dia, en que unas fieras
dispersaron el manso rebaño, el rayo destruye
la encina y todo se tornó en luto y en ceniza.
Ese campo, era la " Escuela del Niño Jesús ;"
el árbol, erais vos ; las ovejas, los jóvenes que
iban á buscar allí la ciencia y la virtud que el
mundo con mezquindad nos niega, y yo, señor,
soi uno de los proscritos de ése Edén, que viene
hoi, lanzado por la mano del destino, á rendir
á los pies de su amoroso padre el homenaje de
su gratitud.
Sopló sobre nuestra patria el desencadenado
huracán de las discordias civiles, y, Venesíuela
se conmovió en sus bases; resultando de esa
terrible conmoción, que sentara sus reales en
ella un poder absoluto, despótico, odioso, y que
fueran lanzados de su seno los seres más queri-
dos, y una de ellos fuisteis vos. Se nos casti-
gaba, señor ! Pero la mano de Dios, que siem-
pre se nos muestra, detuvo el rayo de su justicia,
dejó lucir la luz de su clemencia, echó por
tierra el monstruo de la tiranía, y sepultó en el
polvo sus leyes, su poder y sus mentidas glorias.
En medio de nuestros dolores, hablábamos de
— 83 —
tos; llorábamos con vuestro lloro; reíamos con
vuestra risa, porque estábamos seguros, que
siempre nos bendecíais, que siempre confia-
bais alas verdi-negras olas del turbulento mar
«n suspiro de amor para vuestros hijos.
Esta felicitación que os presenta la juventud,
no tiene nada que pueda tacharse, nada que la
manche, señor, pues esa juventud es la misma
que un dia, de triste recordación, victoreó vues-
tro nombre, grito fué ese, señor, salido del fondo
del alma, lazada misteriosa conque el cielo ataba
el Pastor á sus ovejas ; sí, esa es la juventud de
alma templada por el heroísmo ; la de conciencia
recta, que jamas se ha doblegado ante el despo-
tismo, sino que por el contrario, se baña siempre
en los esplendores de la libertad ; la misma, en
fin, que está orgullosa de haberse cubierto con
el polvo que levantaban los cascos de los ven-
turosos corceles que condujeron el carro de
vuestro triunfo. Kecibid, pues, esta 'manifes-
tación de su entusiasmo y de su gratitud.
Formad, señor, en vuestro corazón un nido,
donde esta juveutud vaya, como tiernas avecillas
á reposar y á aprender de vos, cuánto vale ia en-
tereza de alma ante el infortunio ; y cuánto pue-
de la virtud en lucha con el vicio.
Y vosotros, jóvenes, permitidme que descorra
el velo del porvenir, y asegure á este mártir su-'
blime, que su heroísmo y sus virtudes pasarán
— 84 —
incólumes de generación en generación, y que su
nombre ofrecerá páginas infinitas á todas las
epopeyas de nuestra historia patria.
He concluido.
AIITÍGULO PÍIBUGABfl
ENTUSIASMO.
Grande ha sido el que ha reinado en la capital
con motivo de la llegada del mui digno pas-
tor Monseñor Silvestre Guevara y Lira, Ar-
zobispo que fué de Caracas, y boi Obispo de
Amasia.
Su Señoría Ilustrísima entró á esta capital en
medio de los víctores y aclamaciones de alegría.
No de una mentida alegría, sino un regocijo
salido del corazón; de un regocijo franco- y
puro.
Todos los ánimos estaban vivos, despiertos,
¿y cómo no regocijarse al ver de nuevo al manso
cordero, que si fué expulsado del seno de Cara-
cas, fué porque se excedió, porque cumplió de-
masiado bien sus deberes 1
. No podemos menos que creer en la proteo-
~ 85 —
cion de Dios hacia el «ctual Presidente de la
Kepública.
La venida del Ilustrísimo Prelado viene á
acabar de hacer feliz al Gran Demócrata, al
eminente ciudadano que ocupa la presidencia de
la República. - '
Y si acaso hai algunos que amarguen su re-
greso, con sus ignominiosas calumnias, no hai
que dar oido á ellas, pues la honra y dignidad
de un Prelado que, como Monseflt)r, es un ver-
dadero representante de Jesucristo, no son
ajadas por las conversaciones de hombres sin
conciencia, ni juicio de razón.
Así pues, deseamos al magnánimo Prelado
dias de goces y felicidades en el seno de sus
antiguos y verdaderos amigos ; pues este es el
gran placer que podemos tener.
Caracas, agosto 9. de 1877.
Rafael Emigdio Villanueva.
RAFAEL CARABAÑO
FELICITA A
MONSEÑOR G-UEVARA 7 LIRA,
ANfIGÜO ARZOBISPO DE CARACAS \ VEfflüELA.
POE SU REG-RESO A LA PATRIA ; _
Y tiene el honor h ofrecerle sus respetos y consideraciones,
Ortiz, agosto 20 de 1877.
— 8G —
Una deseada y feliz recepción, dá origen á los
siguientes conceptos.
Si los antiguos creyentes de la primeía igle
sia saludaban con indecible placer á los Santos
Apóstoles, no menos saludaban con la mayor
cordialidad y sumisión de fé los feligreses de la
Federación Venezolana al mui dignísimo y re-
verendísimo 'Señor Doctor Silvestre Gruevara y
Lira, antiguo Arzobispo que fué de Caracas y
Venezuela.
Después de las tenebrosas nubes que oscure-
cian el horizonte de nuestra querida patria, como
por encanto sublime se han visto desplegar los
negros nubarrones, y ese mismo cielo interrum-
pido, tornarse en blanco trasparente, símbolo
sin duda de bonanza y serenidad.
Vuestro regreso después de la dura perma-
nencia en tierra estraña donde os redujo la
suerte ppr la más cruel imposición, ha sido, Señor,
para el país de tan halagüeña esperanza, que
todo corazón cristiano salta de contento, por
ver cesantes las distintas peripecias por que
estaba pasando la Eépública, debido al desam-
paro que sufria la Iglesia Católica ; sí : esa
Iglesia militante de todos los tiempos. Vos
— 87 —
Ilustrísimo Señor, como predestinado, habéis
venido á satisfacer todas las necesidades, por
una de esas celestiales disposiciones" de la Divi-
na Providencia. Rociad Serenísimo Señor con
tu santa bendición vuestra grei, que con ella
queda borrado uno de tantos pecados que pesan
contra la afligida' humanidad, cuya bendición
recibiremos postrados de rodillas sobrecogidos
con fervoroso júbilo ; y que vuestros pasos de
peregrinación, allá en lejanas playas, hayan sido
fructíferos y del mejor beneplácito ; imitando
aquellos célebres varones del Evangelio, imitan-
do la resignación y heroísmo de Flavio Cle-
mente de Antioquía, imitando, la humildad y
sacrificio de Zénovio, Arzobispo de la capital
del mundo cristiano, imitando por último, en lo
posible, lo que fué en Jerusalen el Justo Naza-
reno.
En fin, de vuestra indulgencia señor, espero
disculpéis los errores que naturalmente tendrá
esta mi espontánea manifestación; pero si ca-
rece de estilo, solo veréis en ella, solo, la franca
espansion de mi alma, y el deseo de hacer oír
mi desautorizada voz y mi eterna gratitud, y
mientras tanto repito nos echáis vuestra episcopal
bendición.
Caucagua, agosto 10 de 1877.
Eusebia Lorente.
EDITORIAL DE " LA TRIBUNA IIBIRAL " DEL 4 ñ SETIBIBRi
Ayer en la tarde recibió Monseñor Guevara
en su casa de habitación la visita de un grupo
de niñitas. La señorita Teresa de Jesús, de
edad de siete años, hija del señor Jesús Ma-
ría de los Ríos, con acento decidido y cando-
rosa gracia pronuncióla felicitación que á conti-
nuación publicamos. Feliz el venerable Prela-
do, cuyas virtudes y santidad penetran y levantan
himnos de alabanza y veneración, hasta en el
corazón délos seres que solo respiran inocencia
y sentimientos' angelicales,
llustrísimo Señor,
Habéis tornado al seno de la Patria, después
de largo y doloroso martirio.
El paternal Gobierno que hoi nos rige des-
truyó las barreras que os cerraban la entrada,
y sobre la cumbre del árbol de la Paz, que
estiende sus magestuosos brazos para albergar
al Ilustre Proscrito, que la patria lloraba en la
soledad de sus ruinas, flamea victoriosa la bande-
ra de la fraternidad. Estáis al abrigo del amor
— 89 -^'
que habéis sabido conquistar por vuestros nobles
hechos, y los mudos aplausos de la conciencia
cristiana ¡ cautiva tantos años ! resuenan en
esta brillante época magnificados por los acentos
de la libertad. Habéis sabido conservar la
verdadera grandeza, enseñando á los débiles" y á
los desertores de la Fé, cómo se ha de defender
el depósito de nuestra santa religión cuando se
ha recibido del cielo.
Bajo el dulce arrullo de mis padres, mi cora-
zón suspiraba el misterioso camino de la vuelta,
y mis labios murmuraban la celebridad de vues-
tro nombre. Cristo, el mismo de la barca en las
aguas del lago de Genezareth, apareció disipando
la tempestad que oscurecía el cielo de mi Patria,
y os señaló el puerto del reposo : el de los cora-
zones que os aman y bendicen.
Venid, pues, á descansar sobre tan simpático
trono.
He dicho.
El siguiente discurso pronunciado por el Dr.
José María Samper en la Guaira, se publica en
este lugar por haber sido remitido de Barranqui-
11a por su autor, después de estar impreso el res-
to de este opúsculo.
— 90 —
DISCURSO
EN HONOR DEL ILLMO- SEÑOR DOCTOR
SILVESTRE GUEVAEA Y LIRA,
ANTIGUO AEZOBISPO DE CARACAS Y VENEZUELA,
POR EL DOCTOR JOSÉ MARÍA SAMPER,
AL LLEGAR EL PRLMERO A LA GUAIRA
y partir el segundo para Colombia.
Ilustrísimo Señor.
Os soi enteramente desconocido hasta el mt)-
mento actual, y mi voz no tiene ni puede tener
importancia para vos, prelado ilustre y venerable,
sino porque es la de un ciudadano colombiano
que os admira, de un venezolano de corazón c[ue
os estima y de un hermano que ha aprendido en
Venezuela vuestro nombre con veneración y á
amaros con dulzura. (Aplausos.)
Vengo á saludaros con vivo entusiasmo, aquí,
en el atrio de la casa de Dios, porque soi uno de
aquellos republicanos amigos del progreso y
defensores de las doctrinas verdaderamente libe-
rales, que no se avergüenzan de inclinarse con
respeto delante de los apóstoles del Evangelio,
y confiesan con gozo su fé en la justicia y mise-
— 91 —
ricordia de Dios, y su culto por la iglesia de
Cristo y todas las consoladoras verdades de su
divina religión. (Ruidosos aplausos.)
Vos, señor, sois grande por la virtud, la ciencia
y la bondad, y yo pequeño por todo, menos por
el corazón, lleno de íé, de amor y de esperanzas.
Pero i á quienes han de honrar los pequeños» si
no es á los grandes, cuando estos lo son moral-
mente y aquellos tienen sinceridad y honradez
de alma*? Y ademas ¿ cómo no he de saludaros
yo con alborozo, si hemos sido hermanos de
proscripción : vos, hasta hace poco proscrito de
vuestra iglesia y vuestra patria por sostener con
incontrastable firmeza los fueros del Evangelio y
la idea de la concordia fraternal ; y yo, proscrito
de mí suelo natal por haber defendido con mi
pluma y mi espada la soberanía popular y la
libertad de la conciencia religiosa'? Recibid,
pues, Ilustrísimo señor, el homenaje que os pre-
sento, y el saludo que, en el momento en que voi
á alejarme de vuestra cara patria, donde he
recibido la más fraternal hospitalidad, dirijo al
abnegado pastor, al apóstol de paz y de perdón á
quien hoi recibe en sus brazos la noble Venezue-
la; merced al espíritu republicano y el senti-
miento justiciero de aquel Gean Demócrata
que ha abierto á todos los proscritos las puertas
de la patria. (Grandes aplausos. J
Algunos, señor, han querido hacer creer^.
-- 92 —
«iquiera ellos mismos no puedan ni deban creer-
lo, que al venir vos á Venezuela habrá un cisma
en la iglesia venezolana. Nó ; sé mui bien que
esto es imposible, porque vos amáis la paz y la
concordia, respetáis la lei y sois un verdadero
apóstol del Evangelio. Monseñor Ponte es hoi
el legítimo arzobispo de Caracas, por vuestra
propia renuncia de la mitra, por voluntad del
Pontífice y por ministerio de la lei venezolana ;
y así como é\ sabrá amaros y estimaros con
veneración, vos sabréis respetar y considerar la
autoridad eclesiástica, de que él está investido,
{Aplausos.) Vosotros viviréis en la santa armo-
nía de la paz en Cristo, porque en tanto que
Monseñor Ponte será el jefe oficial de la iglesia
venezolana, el arzobispo de la lei, símbolo al pro-
pio tiempo de la soberanía nacional y de la
unidad de la iglesia, vos seréis (y este papel es
sobrado grande y noble para que nos os deje
satisfecho) seréis, digo, el arzobispo de la concor-
dia y la conciliación, el consejero de la paz y la
misericordia, el consolador de todos, el mediador
íntimo y afectuoso entre las autoridades y los
partidos antagonistas; y vuestra autoridad, pu-
ramente moral, sin dejar de ser sacerdotal, solo
\&e hará sentir, por medio de la dulzura, en favor
de toda obra que concilio el orden con la libertad
y la conservación con el progreso ! {Aplausos
prolongados.)
— 93 —
Vos, señor, llegáis á tiempo al suelo patrio.
El patriota General Alcántara ha inaugurado
una política de reparación, de restauración de
las libertades públicas é industriales y de verda-
dera regeneración. Y el pueblo venezolano está
correspondiendo á tan hábil política, maneján-
dose con un admirable buen sentido y una cor-
dura que le honra mucho. Pero conviene que
una voz tan autorizada como la vuestra, voz de
hombre sabio y de apóstol lleno de mansedum-
bre y de dulzura,-— modelo de grandes sacerdo-
tes, puesto que los más humildes son los que más
se acercan á Jesucristo,— venga á prestar apoyo
á los buenos gobernantes y los ciudadanos, á fin
de mantener el fuego sagrado del patriotismo
cristiano ; es decir, pacífico, noblemente republi-
cano y generoso. (Mui bien !) De este modo,
sefíor, se asegurarán al propio tiempo en Ve-
nezuela todas las reparaciones reclamadas por la
justicia ; todos los progresos exijidos por una sana
civilización ; todas las libertades que son necesi-
dades de la república democrática, y todos los
actos de conciliación inherentes á la política
de la paz y la legalidad! {Gi'andes aplau-
sos^
Venezuela os conoce bien, os ama y venera j
■, os recibe gozosa, Ella sabe que la república
democrática es inseparable de la práctica del
Evangelio, puesto que los más grandes y fecu»-
— 94 —
dos progresos de la civilización son debidos al
cristianismo, fundado en la justicia. Ella sabe
que vos, en lo íntimo de vuestro generoso cora-
zón de mártir cristiano, desde las playas que
-os ban dado asilo hospitalario durante vuestro
destierro, habéis perdonado á los que os han
perseguido ! {Aplausos.) Por lo mismo, sabe
también que de vuestros labios solo saldrán las
palabras cciwc¿?r¿/m y jyerí?<9W, jamas las áQ perse-
cusion y venganza. {Aplausos.) Verdadero
ministro del Dios de misericordia y caridad,
vuestros acentos llevarán el consuelo á todos los
corazones y la calma á todos los espíritus. De
este modo, señor, así como habéis pasado toda
vuestra vida ejerciendo la caridad y propagando
la luz del Evangelio, haréis un inmenso bien á
Venezuela ; y el dia que Dios sea servido llama-
ros á su seno, vuestra noble alma se alzará tran-
quilamente hacia el divino amor, y vuestro se-
pulcro será, junto eon el de Bolívar, una de las
más puras y santas glorias del pueblo venezo-
lano! {Prolongados aplausos, Monseñor Gue-
vara, mui conmovido^ ahraza estrechamente al
orador, con tiernas muestras de cariño, y este es
calurosamente felicitado por muchas señoras y mu-
chos ciudadanos.)
— . 95 —
EDITORIAL DE "EL PUEBLO"
DE BARINAS.
El dia 7 de los corrientes arribó al Puerto de
La Guaira Monseñor Guevara, y el 8 á las 5
de la tardé pisó la capital de la República con-
ducido por una inmensa multitud : todo lo más
escojido de la sociedad caraqueña, los altos
funcionarios, los empleados públicos, los gremios
sociales, el bello sexo, las pespetables matronas,
en una palabra, toda la población de la capital,
alborozada, loca.de entusiasmo, concurrió á esta
magnífica recepción, única en los anales de la
Gran Ciudad,
Ovación más popular no se había presenciado,
tíi más espléndida, ni más espontánea, en que
se manifestar0^ con más sinceridad el verdadero
amor á que es acreedor el dignísimo personaje
á quien se tributara. Es así como un pueblo
cristiano y agradecido acoje al virtuoso Pastor,
después que largos años de destierro á que fué
condenado por el más insolente despotismo, le
hicieron sentir en playas extranjeras pesares,
escaseces, sinsabores, males sin cuento. Ese
distinguido y humildísimo prelado ha sabido
sufrir la Cruz del martirio con cristiana resig-
nación, y se ha hecho merecedor y mui digno
— 96 —
de recibir las muestras de gratitud y verdadero
aprecio con que le ha distinguido la capital.
Damos gracias á la magnanimidad del Gran
Demócrata por su humanitario decreto de am-
nistía que nos ha restituido á tantos preclaros
varones y útiles ciudadanos que el Autócrata ha-
bía precipitado fuera de la Patria.''
(Hoja suelta de Cumaná)
Frescas aún las impresiones gratísimas que
produjera en la culta Caracas la espléndida re-
cepción del Ilustre Proscrito, cuyo nombre, ya
histórico, encabeza estas líneas, creemos opor-
tuno dar á conocer al mundo, en especial á
nuestros compatriotas, cómo pensó Cumaná en
1872 respecto de Monseñor, cuando, volviendo
del destierro bajo mentidas promesas del tirano
de la Patria, pisó por instantes nuestro suelo,
para ser en breve devuelto á las penalidades del
ostracismo en castigo de su digna y ejemplar
entereza contra las inicuas condiciones de aquél,
humillantes para los fueros y prerogativas de la
Iglesia venezolana y la propia dignidad personal
de su alto Apóstol. En ese pensamiento, copia-
~ 97 —
mos en seguidas la hoja que entonces debió
haber visto la luz pública, y que nos fué forzoso
régervar para ocasión como la presente, propicia
par-a nuestras libertades, solo por librar de dura
^aña los nombres de amigos estimables que
revela nuestpo escrito; y sóbrelos que habria
caido poderosa é inexorable la airada segur del
tirano. Dice así nuestra hoja.
KK§Ei§0 Dil PE0§6EIf 0.
Esperimentamos en la vida sensaciones de tal
magnitud en la escala del placer y los encantos,
que nada es bastante á medirlas y apreciarlas
con esquisiía exactitud fisiológica. Los actos
en que esas sensaciones dominan tienen tal pres-
tigio de absorción, que años y aún siglos se re-
sumen en una hora. De esa naturaleza es la
visita de Monseñor; objeto de una ovación es-
pontánea, sencilla, tierna, edificante, como las
patéticas circunstancias que la dieron origen ;
y para la que no hubo programas, aparatos ni
ceremonias. Apenas hablan tenido tiempo de
darse la palabra las corporaciones religiosas ;
apenas hablan logrado las señoras y señoritas
invitarse mutuamente para salir al encuentro del
Venerable Pastor devuelto á su Patria. Este
suspirado regreso se aguardaba, pero no se tenia
,» vqsii2oiS
— '98 —
de di noticia segura. El dia mismo fijado para
tocar en este puerto el paquete de Oriente, vacila-
ban las ánimos entre inciertas congeturas. Con
todo, algunas familias acudieron á la playa, an-
siosas de ser las primeras en saludar al Ilustre
Proscrito. La población cuenta impaciente las
horas que transcurren sin que el vapor aparezca.
Así pnsan los dias 27 y 28, entre vacilaciones y
dudas exacerbantes del espíritu. Ya se resuel-
ven, en la impaciencia, á no esperar más la
llegada del paquete. Ya se asegura por algunos
que la empresa déla lineaba cesado, cuando,
¡ bondad divina ! el 29 á las 3 p. m. los atalayas
establecidos al intento anuncian que el vapor
está á la vista. Una emoción singular y súbita
se apodera del ánimo de todos. Gumaná se alza
entusiasmada del lecho de pesar en que la tenia
sumida laindesicion del arribo ; — las fisonomías
se tornan gozosas; — las calles se reaniman;
las alturas se coronan de gente que dirige ávida
la mirada hacia el inmenso pliegue que borda
el horizonte entre el cielo y el mar ; sobre el
cual se destaca informe el deseado bajel, envuel-
to en la atmósfera divina que presagia siempre
al justo.
Venia allí, en efecto el virtuoso y mártir Pre-
lado. Tan luego echó anclas el vapor, la goleta
nacional Josefita, surta en el puerto, telegrafió
la venida del Ilustrísimo Señor Arzobispo á
— 99 —
bordo del paquete, engalanando rápidamente sus
topes con gallardetes y grímpolas de vanados
colores. Desde aquel feliz instante todo fué ani-
mación, alegría, entusiasmo, movimiento, elec-
tricidad en este pueblo, que, á pesar de su infor-
tunio casi tenaz y creciente, cuenta siempre, ra-
diantes de luz,, llenas de vida, grandiosas, inten-
sas, las manifestaciones de su levantado espíritu.
En dias de tales pruebas para el corazón, el alma
inspirada de Cumaná parece contaminar dulce^ *
mente á la naturaleza : el esplendoroso sol de los
trópicos se muestra magestuoso : el cielo está
poético, trasparentando innúmeras estrellas en
noches plácidas y serenas : los hermosos cam-
biantes de lúzase ofrecen bellísimos á la risueña
perspectiva: el Océano, dócil y sereno, riza
apaciblemente su argentada superficie: el Man-
zanares no ostenta la cólera de otros dias, ni aún
el rumor ordinario, sino armonías de paz v amor
en sus ondas -de cristal :-todas son em'ociones
gratas :— j hasta las ruinas se desnudan de todo
lo tétrico, de todo lo mustio y sombrío, para no
producir en el ánimo sino impresiones de espe^
cial encanto y verdadero arrobamiontí^:, '
Las iglesias pusieron al instante 4 vuelo sqs '
bronces, publicando alborozadas la presencia del
dignísimo Apóstol: los fbegos artificiales, que-
mados enproíbs.¡on/|IenAroM'éi'aire en todas
direccionés':,,^ja,;es|^aciosa' cííle de 'iier
— 100 —
carrera principal de la ciudad al puerto, si vistió
de improviso con numerosos y vanados pabello-
nes; estableciéndose desde luego una corriente
humana por aquella, ansiosa de conocer al Mártir,
admirarle de cerca, tocar sus sagradas vestidu-
ras, depositar en el santo anillo sendos besos lle-
nos de ternura y amor, y recibir contritos la ben-
dición apostólica. En breves instantes poblaban
el puerto más de mil personas de toda edad, sexo
y condición política y social, que reclamaban
exaltadas la presencia del Ilustre huésped. El
Presidente del Estado, general Manuel Morales,
los Venerables Curas de Santa Inés y Altagra-
cia, el Pro. Castillejo, los Doctores Andrés Eloi
Meaño y Baldomcro Benítez, el señor Pedro
Ezequiel Rojas y otras respetabilidades, por su
propio deseo y como intérpretes del querer po-
pular, se trasladaron al vapor á saludar á Su Se-
ñoría en nombre de Cumaná. y á suphcarle
viniese á tierra, aunque fuese por cortos instan-
4-pe
Pudieron más en el ánimo del dignísimo Pre-
lado lo caracterizado déla diputación y la cre-
ciente exitacion que reinaba en la playa, que su
propósito formado desde Puerto-España de no
desembarcar en punto alguno del tránsito. Vino
á entregarse al pueblo de Cumaná, que le recibió
éon señalados trasportes de júbilo, que se dis-
putaba entre sí la preferencia de acercársele, de
— 101 —
conducirle, de besarle el anillo episcopal; y,
manso como el cordero de Dios, se dejaba tomar
la mano, y pagaba con bendiciones y evangélica
sonrisa la popularidad y el delirio de esta amo-
rosa ovación. Algunos pasos anduvo así en di-
rección de la ciudad. La multitud no estaba
satisfecha. Faltaba algo á su espíritu de adora-
ción que debia cumplir en aquel digno Apóstol
de nuestra Santa Religión. Lo detenia en su
paso, lo aclamaba en manifestaciones de acen-
tuado amor ; lo estrechaba sin fatigarle, le abria
calle, volvia á cerrársela, — y, ¡ poder de intui-
ción ! cuántos llegaban á acercársele doblaban,
inspirados, de súbito la rodilla.
Ño puede menos que ser pálida toda descrip-
ción de esta sublime escena, en que el sentimien-
to de lo grande invadía dulcemente las almas, el
espíritu religioso se elevaba en alas de lo mages-
tuoso y adorable, y la magnificencia y alteza de
Dios se cernia intuitivamente sobre este encuen
tro dichoso— de un pueblo cristiano, dolorido y
casi sacrificado por los sufrimientos y decepcio-
nes de un largo martirio, y el discípulo, el vir-
tuoso Apóstol de Jesucristo, devuelto á su Patria
y á su amada grei tras un penoso destierro. —
Cumaná y el dignísimo Pastor eran dos infortu-
nios, que se miraban y se' confundían. Grandio-
so cuadro, que tuvo por marco el cielo y el mar
y por lienzo— una tierra empapada en lágrimas
— 102 --
de profundo afecto. Sí; lo hemos dicho,- — esa
sublime escena estaba presidida por Dios.
Haciéndose paso por en medio de aquella ma-
sa compacta de ardorosos cristianos, llegó hasta
Su Señoría una comisión del Concejo municipal^
que le felicitó á nombre de la ciudad. El Ilus-
tre Proscrito contestó á la salutación del respe-
table Ayuntamiento con breves y sentidas pala-
bras, llenas de amor y unción evangélicas.
El digno Apóstol hubiera satisfecho la ardien-
te aspiración de Cumaná aceptando entre noso-
tros la hospitalidad de unos dias ; pero le era
forzoso partir.
Tocó su turno á las corporaciones religiosas.
I Cuan grande y admirable se muestra la cordial
entrevista de las almas piadosas ; de esas almas
levantadas hasta Dios por los méritos de la ora-
ción y el sagrado recogimiento ! Los cofrades
del Santísimo de las iglesias de Santa Inés y
Altagracia, decorados con las armas de la Orden
divina, y las virtuosas hermanas del Sagrado
Corazón de Jesús, se acercaron á su vez á Mon-
señor á ofrendarle sus respetos. En presencia
de tanta grandeza para la Iglesia de Venezuela,
el dignísimo Jefe de ella realzó sus bondades
significando su alegría y reconocimiento con pala-
bras de amor, propias de un corazón verdadera-
mente cristiano.
La multitud se reproducía en oleadas por de-
— 103 —
lante del Venerable Proscrito; sobre cuyas
manos depositaba en el frenesí de su admiración,
desesperados y múltiples besos. El paso hasta
Monseñor llegó á hacerse difícil. En ese su-
premo instante de ardorosa excitación popular,
circuló una hoja suelta de " bienvenida," felici-
tación de Oumauá al estimable Prelado; corta,
pero tierna, y llena del sentimiento y el espíritu
de la agradecida ciudad. En breves frases in-
terpretó nuestro amigo José Antonio Meaño
Velásquez la edificante impresión de un pueblo
apegado á la Fé, en cuyo corazón se engrandece
y sublima el amor á su grande bienhechor abru-
mado por el infortunio (*). Su Señoría se
afectó profundamente con la lectura deesa hoja,
y vertió sobre ella lágrimas sencillas, testimonio
de un pesaroso recuerdo. Acababa de cruzar
la mente del Apóstol, inspirada por las
palabras de Meaño Velásquez, fáciles y elocuen-
tes, la memoria de da Cumaná feliz, ataviada
con las galas del encanto y la belleza ; derruida
más luego y abatida, soportando cristianamente
las calamidades'del destino.
La noche empezaba á caer, sombría, sobre la
agitada ciudad. Volaba el tienspo en medio de
aquella fiesta del espíritu exaltado hasta el amor
(*) En la epidemia del cólera en Cumaná en 1854, el Arzobispo
Guevara solicitó y obtuvo del Gobierno General el cuantioso axilio
de víveres y medicinas con que fué consolada la parte menesterosa
d« la población.
^ 104 —
divino; cuya embriagadora espansion reclamaba
largas horas de verdadero deliquio. Estaba fa-
talmente próxima la partida del vapor, ¡Feliz
él, permítasenos la metáfora, que llevaba en su
seño el objeto preciado de nuestra rápida con-
templación !
En medio de aquella ovación regresó Monse-
ñor á la ribera del mar. Cumaná aspiraba á
que visitase sus ruinas y las inspirase santamen-
te. Ella hubiera querido retener al Ilustre
personage, que lleva en sí el simpático y triple
prestigio de la alta dignidad Scoerdotal, la auste-
ra virtud y la desgracia. La emoción- del con-
" curso habia crecido hasta el delirio. Pero, de
súbito, tórnase el contento en manifestaciones de
ternura. Estaba resuelta la separación del Pas-
tor. La falúa atracada ala orilla aguardaba al
Ilustre pasag-ero. Su Señoría se puso de pié
sobre uno de sus bancos, dominando con su
dulce mirada el inmenso gentío. Iba á cum-
plir con Dios y con su afecto bendiciendo á este
pueblo cristiano. El concurso se prosternó en
el mayor recogimiento. La solemnidad de
aquel instante fué conmovedora y sublime. Ape-
nas se destacó sobre el mar la imponente figura
del dignísimo Prelado, todo rumor se perdió en
el espacio, é imperó admirablemente la más pro-
funda abstracción de lo terreno. Podia notarse
la vida de los corazones en sus más íntimos lati-
— 105 —
dos. Las divinas palabras de bendición brota-
ron dulcísimas de los labios del Apóstol; vi-
brantes por la emoción, claras, inteligibles para
todos en medio del silencio. Su mano estendida
hacia la multitud derramaba la Fé sobre nuestras
cabezas con los votos del Cielo. Los tiempos
bíblicos parecían revivir en esta escena de ado-
ración, que produjo no pocas lágrimas.
A las 9 p. m. zarpó el paquete siguiendo su
destino. Tras él fueron nuestras fervorosas pre-
ces al Eterno por la vida de Monseñor.
Cumaná correspondió dignamente á la despe-
dida del Pastor. Las calles estuvieron luego
solitarias. La población se reconcentró en un
profundo y santo temor á Dios por los sufrimien-
tos del Ministro. La naturaleza se mostró
quejosa : todo apareció velado por las sombras
del desencanto y el pesar. Así trascurrió la
noche para todog, en medio de la más intensa
absorción del espíritu ; pidiendo á Dios siempre
para Cumaná sus santísimos bendiciones, co-
mo las que á su Altísimo nombre estendiera
sobre nosotros el Ilustre Pastor, exaltado por
la virtud y santificado por el martirio y la des-
gracia.
Ochodias más tarde, ¡fatalidad de la suerte!
reapareció el paquete en nuestro puerto condu-
— 106 —
ciendo á Su Señoría de regreso, al destierr©.
Puédese juzgar cuánto seria el dolor de OumaBá
al saber la nueva fatal. El duelo fué genera] j
profundo. Las iglesias todas tocaron á rogativas
por la salud del Ilustre Proscrito. Prohibiáeí
como estuvo el acceso al vapor para dar al pri-
sionero nuestro sentido adiós, hasta el cual sokf
pudo llegar, con esfuerzos, un corto obsequióle
viage dirigido por dos matronas respetables «fe
esta ciudad, nos resignamos á pedir al Padre ée
las Misericordias, para el desgraciado Mimstjs)^
los inefables consuelos de su bondad infinita 5—
que el dia de las reparaciones no. ha de tardisj
para la alegría y los perdones del Justo.
Cumaná, Setiembre 15 de 1872.
Los CUMAlffESES.
Como se vé, Cumaná no tuvo en cuenta pars
nada, en tan espléndida ovación al Arzobispo
proscrito, la inicua persecución que contra tas
virtuoso Apóstol que llevó á término el genejssi
Guzman Blanco en medio de la contenida repr«>-
bacion general; llegando á tal grado su adhesies
al digno Prelado, que la Legislatura del Estaáse-
en 1873 despreció, por absurda y tiránica^ 1&
orden semi-oficial de Guzman, pidiendo se
librase voto público de censura contra nuestM>
Dignísimo Antiguo Arzobispo ; y cuyo noble
proceder de aquel alto cuerpo se ii
— ioV —
en el buen sentido del' general Jos^ Ensebio
Acosta.
Cumaná aprovecha esta bella oportunidad pa-
ra saludar cordialmente al digno Prelado en su
vuelta á la Patria; y á quien se prometió admi-
rar de nuevo teniéndole en sus playas siquiera
^cortos instantes á su tránsito.
La iglesia venezolana resucita hoi á la vida de
sus encantos y esplendores de ayer con er re-
torno á la grei amada del Dignísimo y Antiguo
Arzobispo ; tan humilde en medio de su celebri-
dad, como grande por los santos dones que
forman la hermosa aureola de su alma.
Y pues que al ciudadano Gran Demócrata
y sus ilustrados Ministros debemos I^ alta con-
cepción de la vuelta del Ilustre proscrito, que
ha colmado nuestros corazones de gozo indeci-
ble, que el Dios de las Alturas inspire y presida
siempre sus grandes actos, — para bien de la
República y la gloria y eternidad de su fama.
Agosto 29 de 1877.
La ciudad de cümana.
— 108
I^EUFILES.
Hace 23 años que el eminente escritor vene-
zolano señor Licenciado Cecilio Acosta, hoi lum.
brera de las letras españolas y gloria americana,
€scribia los siguientes rasgos sobre el Ilustrísimo
Señor Doctor Silvestre Guevara y Lira, en el
opúsculo de los funerales que se tributaron al
Señor Doctor Manuel José Mosquera, Dignísimo
Arzobispo de Santa Fé de Bogotá.
¡ Han trascurrido tantos años desde que fuq,r
ron trazadas estas líneas, y al cabo de ellos la
noble y santa figura del Pastor se encuentra
seimpre digna de tan delicadas apreciaciones, y
cada vez más grande y excelsa !
Hé aquí esas cortas pero profundas y exactísi-
mas palabras :
"Los lazos de fraternidad que nos unen con la
República vecina, y el nombre de su Hijo, esta-
ban pidiendo un tributo demostrativo á su me-
moria por parte de nosotros. Concibió luego el
pensamiento para llevarlo á ejecución el Ilustrí-
simo y Dignísimo Señor Arzobispo de Caracas
Doctor Silvestre Guevara y Lira, joven Prelado
nacido para hacer cosas grandes en medio de
— 109 —
SU Grei. Donde hai un bien hecho ó por hacer,
donde hai una acción magnánima, allí está su
tnano, su cooperación ó su celo. Es un regalo
de la Providencia hecho en un dia de regocijo y
de triunfo celestial. Si pudiéramos leer en su
corazón, no hallaríamos más que dos palabras :
" Dios y amor." Si la piedad hubiera tenido
que formar un apóstol en los moldes secretos del
Señor, él hubiera sido ese apóstol. Su físico
participa de su índole : ni una estension de
músculos que indique la viveza de pasiones exal-
tadas, ni una demostración jamas de enojo : su
risa simpática, y la suave luz de sus ojos, dan
con frecuencia á su semblante un baño de grave
jovialidad que lo hace franco, dulce y fácil La
virtud en él no es lucha, sino instinto. Su cari-
dad es de siempre : no tiene mañana, medio dia,
noche ni descanso. Seria menester ir hasta
San Ambrosio, para encontrar su mismo don de
gentes, su- mismo espíritu evangélico. Le cono-
cimos y tratamos antes de ser exaltado al Epis-
copado: llevaba ya en su compostura el sello
del ministerio y la conciencia de su misión.
Dios escoge."
— lio
ALBUMOR LA GRATITUD.
Este Álbum contiene (21.870) :üeinte y un
mil ochocientas setenta firmas autógrafas "de per-
sonas de ambos sexos, de todas las condiciones
y gremios de esta sociedad, precedidas déla
manifestación que al pié de estas líneas inserta-
mos, la cual ha caligrafiado con esquisita delica-
deza y gusto artístico el renombrado calígrafo
señor Iradi,
La encuademación del Alburp, ejecutada por
el acreditado señor C, Hening, es de magnífico
terciopelo azul, con cortes dorados,, y en letras
de oro se leen . las siguientes inscripciones : —
Homenaje á la virtud. Venezuela al llustrísimo
señor Doctor S. Guevara y Lira. En el reverso
se lee esta otra: Anagra?na : Yib.tvd eeserve
A LA IGLESIA. Este Album fué presentado á
Monseñor Guevara por una comisión á su llega-
da á La Guaira,
Está precedido de la siguiente manifesta-
ción.
— 111 —
Emtrísimo ^eñor Doctor Silvestre Guevara ij
.lAra, Antiguo Arzobispo de Venezuela.
Illmo. Señor.
Xos abajo firmados, vecinos de esta ciudad,
tetiemos la honra de dirigiros esta comunicación'
osatando con que os dignareis atender á los de-
seos que ella encierra, que son los votos de toda
& República. Toda ella en masa, desde vuestra
íi^encia forzada del país, la ha llorado como el
acoQtecimiento más grave que haya podido
^íjir su corazón, y un dia tras otro no ha
hmho otra cosa que levantar las manos al cielo
y rogarle que os abriese las puertas de la Pa-
■Cscía.
Leyes severas de conciencia os separaron de
ella: os habéis engrandecido más, si cabe, por
muestro carácter y virtudes; habéis derramado
i%rimas de amargura, como el Israelita, con el
a«-pa colgada en los sauces de Babilonia; pero
^ 8on las ordenaciones de.oxl^-,ol>ro videncia;
^éxQ le puede ir á la mano en la tribulaciones^
íi^ nos envía; hoi áespues de siete años de
s^^bar, ya veis que ella misma ¿s abre el seno
é& ^«estra tierra natal, en donde no hai más que
^«ebos que os aman con ternura y labios que no
^san jamás en vuestros loores.
'Esta no es una carta de política sino de invi-
^^on. El día de la historia lleg^ y á ella le
«^responde el juicio; por ahora no nos toca
— 112 —
estar sino de enhorabuena. El decreto fecha
veinte y cuatro de los corrientes, espedido por
elGEAN Demócrata. General Alcántara, para
honra de su Administración, en favor délos
extrañados del territorio, os llamaá él, y os roga-
mos y esperamos que no os dejéis aguardar-
Vosno podéis imaginaros, ni en el candor de
vuestra conciencia íntima, esa conciencia que
tiene uno del efecto délas buenas obras, cuanto
se os quiere en Venezuela, por vuestra ñrmeza
incontrastable, vuestro alto decoro, vuestra sabi>
duría administrativa, vuestro don de gentes y
vuestro pontificado lleno de beneficencias y bon-
dades
La'historía de él se cuenta aquí con una uni«
formidad encantadora, por toda clase de perso-
nas, como una bendición del cielo; y si fuere
menester condensar la frase para expresar «lejor
esto mismo, diriamos que vuestro nombre, Ilus-
trísimo señor, goza en nuestra Patria una espe-
cie de culto. . .
Venid, pues, á nosotros. Aquí hallareis siera
preá vuestros hijos, el solar de vuestros padres,
el cielo que os vio nacer y las comodidades y
vida tranquila á que tenéis derecho por vuestra
alta dignidad. Nada os faltará en una tierra como
esta, en donde todos somos hermanos, todo esta-
rá á disposición del Ilustre compatriota, que ha
, ' sido el más amoroso de los padres, y uno de los
— 113 —
Pontífices más célebres de nuestra Iglesia, asf
como es uno de los varones más esclarecidos de
América.
Con la esperanza de que nuestros clamores
sean oidos, nos suscribimos de US. Ilustrisima,
con obediencia, respeto y amor, sus fieles ami-
gos. "
Caracas, Junio 19 de 1877.
J. Iradi Rívas, Nicanor Bolet Peraza, Diego
Antonio de Alcalá, Emilio de las Casas, Ramón
Iradj, P. G-uisseppi Monágas, Juan Guisseppi
Monágas, Francisco Alcalá, J. M. Rada Lan-
daeta, Andrés Socarras, Eloi Sosa, Manuel Te-
jera, José Amundaray, Ramón Mosquera, Anto-
nio Irady, R. Montano, Víctor Antonio Zerpa,
Daniel Aristeiguieta, J. B. Hernández, J. M.
Reveron, O. González, Celedonio Correa, Luisa
Oriach de Monágas, Vicenta Monágas, José Ta-
deo Monágas, Pro. José León Aguilar, H. Tán-
ger hijo, Juan de Dios Méndez, Bartolomé
Liendo, Concepción Irady, Josefa C. Irady,
Mercedes Irady, I^uisa Teresa Monágas de Iri-
barren, Dolores Irady, L. Guisseppi Monágas,
Tomas Michelena, J. Alcalá de Casas, Gregoriá
C. de Fánger, José I. Cardozo, Dolores A. de
Cardozo, Clara A. Monágas de Guisseppi, Gui-
llermo Iribárren Arana, Clara A. Cipriani, Luis
Gil, Inés Segura de Gil, Encarnación Arévalo,
8
— 1J4 —
Feliciano Gual, Francisco A. Villanueva, Josefa
de Villegas, El cura y Vicario de Aragua de
Barcelona José María Urdaneta, Domingo A. 01a-
varría h., J. M. Maduro, con suma satisfacción,
Francisco Javier Linares, S. Díaz Peña, Miguel
Antonio Latouche, Cecilio Acosta, firma por que
venga Monseñor (huevara ; José Manuel Maucó,
Amelia La Fé, Carlos La Fé, Mercedes G. de
Caraballo, Elvira M. de Pérez, Magdalena Ce-
ballos, Emilia Calcaño Paniza, Ramón Montilla,
José Márquez Salcedo, Rosa Pompa de Landae-
ta, Isabel L, de Palacios, Eloi Gr. Palacios, Car
los V.Landaeta, M. Ustári/., A. Chapellin, Joa-
quín Núñez, Rómulo Terrero, J. M. Larralde,
Luis de Legórburu, Francisco G^armendia, k^
Isturriagá, Amando Barazarte, Leopoldo Ri-
chard, L. Tamayo, Félix I. Oraa, R. Montilla
Troanes, Concepción M. de Méndez, Isidora G.
de Mendoza, Juana Mendoza, Lorenzo Mendo-
za, Gerónimo Martínez, Eugenio Méndez Men-
doza, Juan de D. Méndez hijo.
Siguen las firmas.
APÉNDICE
— 117 —
Caracas, Setiembre 7 de 1877.
llnstrísimo Señor.
Los infrascritos, principales funcionarios de
una grande y respetable sociedad constituida en
esta capital con el fin de expresar al Ilustrísimo
y Keverendísimo señor Doctor Silvestre Grue-
vara y Lira, á nombre de sus antiguos diocesa-
nos, el contento inefable que experimentan,
por el regreso al seno de la patria de este varón
preclaro, objeto de su profunda veneración, amor
y ternura filial, tenemos á honra mui distinguida
dirigirnos á vos, Ilustrísimo señor, y á vuestro
digno coadjutor Monseñor O' Carrol, en cum-
plimiento de especial encargo de la sociedad,
para consagraros un voto de eterna gratitud por
las singulares atenciones y esquisitos cuidados
que tributasteis á Monseñor y á los sacerdotes
que le acompañaron en su prolongado y doloroso
extrañamiento.
Sabemos cuanto os dolisteis con el Pastor
amado, de las tribulaciones y peligros de nuestra
Iglesia, cómo derramasteis sobre su angustiado
corazón el dulcísimo bálsamo de la caridad
evangélica y cuan gratas fueron para él vuestras
— 118 —
palabras fraternales. Asi! confundidas con
nuestras alabanzas por tan alta dispensación del
cielo, se elevan á El nuestras fervientes preces
para que os colme á vosotros y á vuestra amada
grei de todas sus bendiciones.
A vuestro zelo apostólico confió la suma Pro-
videncia el sagrado depósito de esa arca miste-
riosa. Regocijaos, Dignísimos Prelados, por
que, al reclamárosla, habéis podido devolverla
para cumplirse los decretos inescrutables del
Altísimo.
Dignaos aceptar la expresión cordial del pro-
fundo respeto, afecto y gratitud, con que nos
suscribimos,
Vuestros humildes servidores.
El Presidente. —Doctor Bartolomé hiendo . —
El Primer Vicepresidente. — Doctor Juan de
Dios Méndez,-— W Segundo Vicepresidente. —
Doctor Jesús María Gaya, — El Tesorero. — José
Tdavera. — El Primer Secretario.— (?ewer«/ H.
Fánger, hijo. — El Segundo Secretario. — Bachi-
ller Víctor Antonio Zerpa
llustrísimo y Reverendísimo señor Dr. Joaquín
Luis Gonin, Arzobispo de la Isla de Trinidad,
, Puerto España.
119 —
A los señores Reverendo Padre Brocon^ Superior
del Colegio de la Inmaculada Concepción, —
y Reverendo Padre Hilaire, Superior de los
Padres Dominicanos de Puerto España.
Trinidad.
Reverendos Padres :
Sentimos un placer inefable al presentaros
nuestro homenaje de gratitud, en nombre de la
Arquidiócesis de Caracas y Venezuela, por los
singulares beneficios y los eficaces consuelos con
que habéis aliviado los rigores de la proscrpcion
á nuestro venerado y Antiguo Arzobispo, Doctor
Silvestre Guevara y Lira.
A través de tantas y tan incesantes tribulacio-
nes, Dios nos devuelve el modesto y manso Pre-
lado. Nos lo devuelve para contento de su
antigua grei y como edificante ejemplo de lo
que vale siempre la perseverancia en la virtud,
por graves que parezcan las contrariedades á que
nos esponen las mudanzas humanas.
Los que, como vosotros, recibieron en su seno
al atribulado peregrino, y le tuvieron bajo su
cuidado hospitalario, han sido los escogidos por
el cielo, para mostrarnos, con este desenlace feliz
en que se goza hoi Venezuela, los prodigios de la
fé y de la humildad cristiana.
Recibid Reverendos Padres, la expresión del
— 120 —
amor con que los moradores de esta Eepública
recompensan vuestra bella conducta.
Que el cielo os guarde para bien de la gene-
rosa y hospitalaria Trinidad.
El Presidente. — Doctor Bartolomé hiendo, —
El Primer Vice-presidente. — Doctor Juan de
Dios Méndez. — El Segundo Vice-presidente. —
Doctor Jesús María Gaya. — El Tesorero. — José
Talavera. — El Primer Secretario. — General H.
Fanger, hijo.~^\ Segundo Secretario. — Bachi-
ller Víctor Antonio Zerpa.
RENUNCIA
DE MONSEÑOR GUEVARA-
Santísimo Padre.
Humildemente prosternado á los pies de
Vuestra Santidad, Padre y Pastor Supremo de
ovejas y corderos del rebaño de Jesucristo Nues-
tro Señor y Redentor, vengo á deponer la santa
y grave carga del Episcopado, en las mismas
manos que por un exceso de bondad y no
por mérito alguno de mi parte, la impusieran
hace veinte y dos años sobre mis débiles hom-
'bros.
El móvil de esta resolución no es otro que el
deseo de Vuestra Santidad, expresado en notas
del Excelentísimo Señor Cardenal Secretario de
Estado al Excelentísimo Señor Delegado Apos-
— 121 —
tólico para la República de Venezuela, residente
en Santo Domingo. El deseo vuestro, Santísimo
Padre, fundado sin duda en su juicio supremo
de ser así conveniente al bien de la Iglesia, tiene
para mí, hijo sumiso de la Santa Silla, la fuerza
de un mandato.
Vuestra Santidad conoce los esfuerzos que he
hecho por ver de poner término á la persecución
que sufre la Iglesia de Venezuela, esfuer-
zos y sacrificios que han quedado estériles, pero
que testifican mi voluntad de posponer toda
consideración personal al bien de la Iglesia que
me estaba confiada. Ahora que se cree que mi
separación puede servir á obtener aquel fin,
hago en obsequio de él, este supremo sacri-
ficio.
En esta virtud, y para ofrecer á Vuestra San-
tidad un claro testimonio de obediencia, de
acuerdo con mis reiteradas protestas anterio-
res de sumisión y acatamiento á sus simples
deseos, presento aquí formalmente á Vuestra
Santidad la renuncia del Arzobispado de Ca-
racas.
Dígnese Vuestra Santidad proveer lo conve-
niente y bendecir á su amantísimo y obsecuentí-
simo hijo.
Puerto España, Mayo 17 de 1876.
Santísimo Padre.
Silvestre Arzobispo de Caracas.
122 —
CONTilTáCION
DE SU SANTIDAD.
Venerabilis Frater, Salutem et Apostolicaía
Benedictionem. Si finnitas tua in obstitenda
sacrorum inrium usurpationi istisque asserendis,
et quidquid idcirco passus es pro nomine Doml-
ni, Venerabilis Frater, luculenter demonstrarunt,
quanto studio et amore prosequaris Ecclesiam ;
splendidius omnino id nunc confirmasj dura, ad
conciliíindam ipsi tranquillitatem, aut saltera ad
leniendas ejus geruranas in comraisso tibi popu-
lo, nulla vi coactus, a tuo muñere recedis. Ciim
autem profitearis, te ad hujusmodi consilium
inde máxime moveri, quod non ambigas, id
acceptum Nobis futurum, quos in tanta tempo-
rum difficultate multa tolerare deberé non igno-
ras, aut etiam ad avertenda graviura mala utilia
ducere, quas alus in adiunctis inopportuna et
improbanda censenda íorent; prseclarum quo-
que sic exhibes testimonium sinceras illius et
absolutse devotionis huic Petri Cathedrse qua
prsefulsisti semper, et mérito gloriaris. Licet
igitur segro, grato tamen animo excipiraus abdi-
cationem tuam ; eo recreati solatio, quod haec
amplissimura tibi sit comparatura meritum apud
— 123 —
Deum, in cujus obsequium editiir, ubérrima que
propterea tibi conciliatura celestis gratiee in-
crementa. Haec nos tibi plañe cumulata adpre-
camur; dum superni favoris auspicem et prse-
cipuae Nostrse benevolentiae testera tibi, Vene-
rabilis Frater, totique cui prsefuisti, clero et
populo B.enedictionem Apostolicam peramanter
impertimur.
Datum Romas apud S. Petrum 6 Julii 1876.
Pontificatus Nostri Anno Trigessimoprirao. .
Pius P. P. IX.
Traducción.
Venerable Hermano^ Salud y Bendición Apos-
tólica.
Si tu firmeza en resistir á la usurpación délos
sagrados derechos y en defenderlos y asegurar-
los, y todo lo que á causa de esto has sufrido por
el nombre del Señor, Venerable Hermano, ha
demostrado ya claramente cuanto interés y amor
tienes por la Iglesia; de un modo mucho más
espléndido lo confirmas ahora, cuando, para pro-
curar su tranquilidad, ó á lo menos aliviar sus
penas en la grei confiada á tu cuidado, renun-
cias tu encargo, sin que á ello hayas sido obliga-
do por ninguna fuerza.
— 124- —
Declarando que á semejante resolución te ha
movido principalmente el no dudar que tal paso
había de ser grato á Nos, que no ignoras debe-
mos tolerar muchas cosas por la gran dificultad
de los tiempos, ó á las veces, para evitar mayo-
res males, juzgar útil lo que en circunstancias
normales se consideraría inoportuno y repro-
chable ; exhibes también un preclaro testi-
monio de tu sincera y absoluta adhesión á
esta Cátedra de Pedro, en la cual has resplan-
decido siempre, y de la cual te glorías con
razón.
Así pues, aunque con pena, aceptamos tu
dimisión ; consolados sinembargo y animados
por la esperanza de que ella te ha de alcanzar
un mérito grandísimo delante de Dios, en cuyo
obsequio ha sido hecha, y ha de atraer sobre tí
copiosos incrementos de la gracia celestial, la
oual pedimos te sea dada con abundancia ; en
tanto que como gage del favor divino y testimo-
nio de nuestra particular benevolencia, damos
con amor nuestra Apostólica Bendición á Tí,
Venerable Hermano, y á todo el Clero y pueblo
que registe.
Dado en San Pedro de Roma el 6 de Julio de
1876, año trigésimo primero de nuestro Pon-
tificado.
Pío P. P. IX.
— 125 —
TITULO DE ARZOBISPO DE AMASIA.
IN PART. INFID.
PIÜS PAPA IX
Venerabili Fraíri Sihesiro Guevara, Archiepiscopo de
Venezuela.
Venerabilis Frater, salutem et Apostolicam
Benedictionem. Apostolatus oficiara, meritis li-
cet imparibus, Nobis ex Alto commissumí quo
Ecclesiarum omnium regimini, Divina Providen-
tia, praesidemus utiliter exequi, adjuvante Do-
mino, cupientes, solliciti corde reddimur et
solertes, ut, cuín de Ecclesiarum ipsarum regi-
minibus agitur committendis, tales eis in Pasto-
res prseficere studeamus, qui Populum suse curae
creditum sciant, non solum doctrina verbi, sed
etiam exemplo boni operis, informare commis-
sasque sibi Ecclesias in statu pacifico et tran-
quillo velint et valeant, auctore Domino, salu-
briter regere et feliciter gubernare. Dudum
siquidem provisiones Ecclesiarum omnium nunc
vacantium, et in posterum vacaturarum ordina-
tioni et provisioni Nostrse reservaviraus, de-
cernentes ex tune irritum et inane, si secus
super bis a quoquam quavis auctoritate scienter
vel ignoranter contigerit attentari. Postmodum
vero Ecclesia Archiepiscopali Amasiensi in
partibus infidelium, cui Venerabilis Frater
— 126 —
Joannes Pompallier, ultiraus illius Antistes,
praesidebat, per ejusden Venerabilis Fratris
obitum, Pastoris solatio destituta, Nos ad illius
provisionem celerem atque felicem, in qua
nemo prseter Nos se potest, poteritve immisce-
re, Decreto et reservatione obstitentibus hujus-
modi, ne illa exponatur longse vacatioiiis incom-
modis, Paterno ac sollicito studio intendentes,
postquam sedulb, attenteque cogitavimus de
prseficiendo eidem Ecclesise personam utilera
ac fructuosam, demun ad Te, Venerabilis Fra-
ter, qui ab Archipreesulis muñere tuse istius
Ecclesise de Venezuela sponte te abdicasti,
oculos mentis Nostrse converlimus. Quse cum
ita sint, Te, Venerabilis Frat'er, a vínculo, quo
isti Ecclesise de Venezuela' adstrictus detineris,
de Apostolicse potestatis Nostrse plenitudine,
per preesentes, solventes, simul ab quibusvis
excommunicationis et interdicti, alus que eccle-
siasticis sententiis censuris et poenis quovis
modo vel quavis de causa latis, quas si forte
incurreris, hujus tantum rei gratia, absolventes
ac absolutum fore censentes, auctoritate Nostra
Apostólica, tenore prsesentium, ad Archiepisco-
palem Ecclesiam Amasiensem in partibus infi-
delium transferimus, teque illi'in Archiepisco-
pum praeficimus et Pastorem, curam, régimen
et administrationem ipsius EcclesisB Tibi in
Spiritualibus ac temporal! bus plenarie com-
— 127 —
mhtená&f in Illoqui dat gratiam et largitur dona
confísi, quod dirigente Domino actus tuos,
pta. Ecclesia Amasiens per tuse circunspectionis
iudustriam et studium utiliter ac prospere diri
gator, grataque in spiritualibus ac temporalibus
orthodoxa religio suscipiat incrementa. Jugura
igitur Domini prompta devotione animi amplec-
tens, curam et administrationem ptas. ita stu-
lieas fideliter prudenterque . exercere, ut Apa-
siens Ecclesia gaudeat se próvido administratori,
ac fructuoso administratori esse commissam,
Toque praeter seternse retributionis prsemium,
Wostram quoque et Sedis Apostolicse uberius
exinde consequi mersearis benedictionem et gra-
tiam. At enim volumus ut quousque ea, quam
diximus, Amasiens Ecclesia sub infidelium
fuerit potestate, ad illam accederé, et apud
ipsam personaliler residere rainime tenaaris.
Non obstantibus constitutionibus et Sanctionibus
Apostolicis, nec non dictarum Ecclesiarum, tum
de Venezuela, tum Amasiens, etiam juramento
confirmatione Apostólica, vel quavis firmitate alia
yoboratis Statutis et consuetudinibus, cseterisque
contrariis quibuscumque. Datum Romse apud
S. Petrum sub Annulo Piscatoris, die IX Ja-
nuarii MDCCCLXXVII Pontificatus Nostri
Anno Trigesimoprimo.
J. Cardenal Asquirinus.
— 128 —
(traducción.)
f
Al Venerable herjnano Silvestre Guevara, Arzo-
bispo de Venezuela.
Veneraple hermano, salud y bendición apos-
tólica.— Deseando desempeñar de la manera mas
útil, mediante la voluntad de Dios, el cargo del
Apostolado, que, aunque sin mérito alguno se
Nos ha confiado de lo Alto, y en virtud del cual
nos hallamos presidiendo con el favor de la
Divina Providencia, el Gobierno de todas las
Iglesias, procuramos, con toda nuestra alma, al
constituirles Pastores, que estos sepan guiarlas
é instruirlas, no solo por la doctrina de la pala-
bra, pero también por el ejemplo de las buenas
obras, y así puedan conservarlas pacíficas y tran-
quilas, rigiéndolas y gobernándolas, saludable y
felizmente, por la autoridad del Señor. Y como
por otra parte nos hemos reservado la ordena-
ción y provisión de todas las Iglesias vacantes
ó que en lo sucesivo vacaren ; y decretado que
tendeemos por írrito y nulo todo cuanto se hicie-
re-que sea opuesto á esta reservación por cual-
quiera autoridad, ya sea á sabiendas ya por
ignorancia. Y por cuanto la Iglesia arzobispal
de Amasia, in partibus inñdelium, que regia el
— 129 —
Venerable hermano, Juan Pompallier, su último
arzobispo, se halla destituida del consuelo de
Pastor, queriendo, Nos, con paternal y solícito
cuidado, darle pronta y feliz provisión, en la cual
nadie, fuera de Nos, puede ni podrá inmiscuirse
obstando á ello nuestro decreto y reservación
pitada y á fin de no esponerla á los inconvenien-
tes de una larga vacante, y después de haber
pensado atenta y cuidadosamente la manera de
proveer á la misma con persona útil y [Prove-
chosa, hemos vuelto los ojos de nuestra alma é
Tí, Venerable hermano que has presentado
espontánea dimisión del cargo de arzobispo de
tu Iglesia de Venezuela. Y á este fin Venera^
ble hermano, declarando por las presentes letras
y^ según la plenitud de nuestra apostólica potes-i
tad disuelto el vínculo con que te hallas ligado
á la Iglesia de Venezuela, así como absolvién-
dqte y dándote por absuelto, solo para esté
objeto, de cualesquieras sentencias, de excomur^
nion y entredicho, que por acaso se hayan, pro-
nunciado contra tí ú otras censuras y penaa
eclesiástica^, en que de cualquier modo ó por
cualquier causal hayas podido incurrir; en uso
de nuestra autoridad apostólica y por el tenoFj
de las presentes letras te declaramos trasladado
á la Iglesia Arzobispal de Amasia, in paríibus^
infideliuin, y te constituimos, Arzobispo y pastoiv
9
hh
— 130 —
dé ella, confíándote plenamente el gobierno,
régimen y administración de dicha Iglesia, eñ
lo temporal como en lo espiritual, confiados eii
que el Señor que da, la gracia, y colma de dones,
dirigirá tus actos, á fin de que puedas regir útil
y prósperamente la referida Iglesia de Amasi*^
con interés, amor y circunspección, y la religión?
ortodoxa reciba gratos incrementos espirituales
y temporales. Abrazando pues con sumisiori
de espíritu el yugo del Señor procurarás ejercéU
fiel y prudentemente los referidos Gobierno y*
Administración de la Iglesia de Amasia, de tal
modo que esta pueda regocijarse de poseer un*
bueno y útil administrador, y á mas del premie^
de la eterna retribución merezcas también conse-
guir en abundancia nuestra benevolencia f.
bendición, así como la de esta Sede Apostólica;
queremos también que mientras lá reíeridá'
Iglesia de Amasia se encuentra, bajo el podeir
de los infieles por ningún respecto estés obligadci*
á ir ni residir personalmente en ella. No obs-'
tatido, eu contrario, ningunas constituciones Ó'
leyes apostólicas, ni de las dichas Iglesias de"
Venezuela ó Amasia aunque e^as se hallen
robustecidas por juramento, confirmación apos-*'
tólíca ó cualquier otra formalidad; ni tanpócó'
estatutos ó costumbres cualesquiera que sean.
Badó en San Pedro de Roma, bajo el anillo
del pescador el dia nueve de Enero de mil
— 131 —
ochocientos setenta y siete, año trig^S[imo pri-
mero dé nuestro Pontificado, f^rt^ffl nn rtí^^hjrj
PioP.F.IX. )
Ya al cerrar este folleto recibimos las siguioQtes contesta^
Clones á documentos en él insertos.
Puerto España, Setiembre 28 de l^lf!^^
Al señor Presidente y demás dignatarios de la
Junta Directiva de la sociedad organizada para
lá recepción y obsequio de Monseñor Guevara —
Caracas.
Señores:
De gratísima sorpresa me ha llenado la lectura
del precioso voto de gracias que habéis tenido la
bondad ds dirigirme con fecha 1? de los corrien-
tes en nombre de la Arquidiócesis que represen-
tais, tanto para disponer el orden de la recepción
espléndida con que ella ha querido acoger á su
antiguo y benemérito Pastor, cuanto para pre-
parar la ofrenda que ella misma se dispone ha-
cer al Ilustre mártir de la libertad de esa Igle-
sia, á cuyo seno ha vuelto él despojado heroica^
mente dei cayado que empuñara largo tiempo y
con lustre singular, pero llevando no obstante ea
su diestrq, la palma de confesor déla fé, signo
de gloria ese que inspira, si es posiMcí ní^ayor
yenefacion y más acendrado amor, < , , ,
— 132 —
"^■'He apellidado gratísima la impresión produ-
cida en mi alma por la lectura de vuestra %éllá
exposición, porque ella revela los nobles y cris-
tianos sentimientos con que los fieles de esa
Arquiqiócesis saben respetar y estimar á los\
Prelados que los dirigen en los caminos de4
cielo. Ellos os honran y son una esperanza
viva para el porvenir de esa Iglesia y de esa Re-
pública, con las cuales la Trinidad se halla
ligada por tantos vínculos. Y permítanme uste-
des manifestarles en esta circunstancia oportuna
el grande interés que nos inspira la prosperidad
de ese pais, por la cual hacemos votos sinceros;
pues en nuestro empleo de maestros de la juven-
tud hemos tenido ocasión de admirar y apreciar
la bella índole y las favorables disposiciones dé
espíritu con que Dios ha dotado á los habitante*
de Venezuela. Los alumnos venezolanos que
ha contado nuestro colegióle han dado cumplida
honra y han recompensado con opimos frutoá
nuestras pobres tareas. Ojalá pudiéramos con
nuestro magisterio propender al bien de Yene-i
zuela, educando con todo el esmero de que su-
mos capaces los jóvenes que se nos confíen :
íjueasí pagaríamos también la deuda con que
Quedamos cargados' por el voto de gracias y la
ofrenda de afecto que nos habéis dirigido. -'^''^'
En efecto ; habéis excedido en la recdrtí^ién'sa
á lo que podemos merecer por los obsequios que
— 133 ~
tributamos á Monseñor Guevara durante su des-
tWíió; ydé aquí la sorpresa y hasta la confu-^'
sion que rae causara vuestra carta. Cuan poco
hemos podido hacer en alivio del egregio pros-
crito ! Eso sí : nuestra veneración ha sido, es j
será grande, nuestra admiración profunda, nues-
tro afecto sin límites por el noble mártir de la
inás santa de las causas. '"'^ ii;t»i ab
^ Recibid, señores, y trasmitid á todos'vuestros
Bonciudadanos nuestros parabienes por la feliz
vuelta al seno de la Patria del que fué vuestro*
Arzobispo, y que hoi edifica aún, con ^é abnega-
ción y demás virtudes apostólicas, realzadas por
el sufrimiento y por un heroico sacrificio.
Rev. James Brocone.
Superior del Colegio de la Inmaculada Con-
cepcion.'-'*^''^^^" * 1 " '^^ íiJjí- íi*»íj»*daov
Junta Directiva. ' "^^ .Cíotóiiao
Es copia.— ^Et primer secretáí46V^^"í ''"^'' '
**'-"^ H. Fánger^ hijo. •
jrisqaoiq al
**» ■ • TV
'■' 'Jíu'uí. .í> DiíoTciSíí 'iJürl
Trinidad le '2 OetcAir$¡<h%%l mU'^ i
Messieurs. ; ' <> insu.
Nous venons de recevoir par l'entremise á&
vos representants á Trinidad, l'adresse par la-
quelle vous voule^ bien nous exprimer vos re-^
merciments de l'accuéil cordial que nous aVbns
fait au tres Ilustre et tres Reverend Seigneur
—=134 —
Silvestre Guevara y Lira á son iarrivée á Tri-
n^4acl, ainsi qu'aux membres du clergé Vene-
suielien qui l'ont acompagné dans cette colonie.
Nous sommes bien sensibles á la genérenle
appreciation que nous avons iait ponr ce digne
Prélat et pour son clergé. En íaisant ce qm
a dependu de nous pour adoucir les épreuves
de leur position, nous n'avons fait que remplir
un devoir bien simple d'hospitalité fraternelle
et il nous a paru que raccomplissement de pe
devoir etait un hopneur et une consolation poi^f
nous niémes.
C'est avec un vif plaisir que nous avons
appris la reception enthousiaste qui a et^ faite
derniérement a Caracas h Monseigneur Gueva-
ra et toutes les marques d'attachement et de
veneration qui leur ont eté prodigues á cette
ocasión. Nous esperons que des manifesta-
tions populaires de cette nature vont inaugurer
une ere nouvelle á Venezuela pour la paix et
la prosperité de 1' Eglise.
Nous saisirons á notre tour cette occasion de
redre temoignage á l'edification que Monseig-
neur Guevara nous a donnée k Trinidad par
sesvertus privées et surtout par la resignation
avec laquelle il a fait le sacrifíce de sa position
officielle, dSs qu'il h pensé que ce sacrifice
pouvait étre utile &u^,\i^\^ié,^8, 4p l^ ^ligipn
et á ceux de sa patrie,, , ») ati uií -Vjt na i».
— 136 —
Nóus ne devons pás non plus oüblier danis
cette expression de notre reconnaissance les
excellents prétres de Venezuela qui ont bien
voulu pendant leur ezil accepter des paroisses
dans la Diócése de Port Espagne et qui se sont
adquittés de leur charges avec tant de zélé et
de devouement:i " '*^'i I' '^^ *
Veuilléz agr^erj Méssieurs, avec les voeüx
que noüs faisons pour la prosperité spif itueHe
et temporelle de votre patrie V assurance de
nos sentiments empress^s.
/t*^ ; t JoACHiM Loüis.
archeveque. *,'*^^j
ta. P'OCarrollok. '^^'
Cy. Cod, du Port d' Espagne.
,UiiUl<;^ 8^uif>*i, i^.Ofiiq (-Av üw i^'tj
Messiéurs:
Doctor Bartolomé Liando, President.
Doctor Juan de Ds. Méndez, Vioe President.
Doctor Jesús M* Goya, second Vice President.
José Talayera, Tresorier.
General H. Fanger hijo, I" seoretaire.
Bachiller Víctor Antonio Zerpa, 2? secretaire.
(traducción.) "
Trinidad, 2 de Octubre de 1877.
Señores,
Acabamos de recibir por conducto de vuestros
épresentantes en Trinidad, la manifestación en
que queréis significaros vuestras afcciones de
r
— 136 —
gracias por la acogida cordial que hemos hecho
al Ilustrísimo y Reverendísimo señor Silvestre
Guevara y Lira, á su llegada á Trinidad, as\
comoá los miembros del clero venezolano C[U^
le han acompañado en esta colonia.. >,^}rj[ gj g,tf;f)
Somos bien sensibles á la generosa aprecia^-,
cion que nos manifestáis, por lo poco que hemos^
hecho por ese digno Prelado y por su clero.
Haciendo lo que ha dependido de nosotros para
dulcificarlas pruebas de su posición, no hemq^
hecho otra cosa, que llenar un deber biei?,
sencillo de hospitalidad fraternal, y nos ha
parecido, que el cumplimiento de ese deber,
era un honor y un consuelo para nosotros
Con un vivo placer hemos sabido, la recep-
ción entusiasta que ha sido hecha últimamente
en Caracas á Monseñor Guevara y todos los
testimonios de amor y veneración que le ha^
sido prodigados en esa ocasión. Esperamos,í^
qup manifestaciones populares de igual natura^j
leza, van á inaugurar una era nueva en Ve*=
nezuela, para la paz y prosperidad de la
Iglesia. (.íípiooüOAaT)
Aprovechamos á nuestra ye¿ esta ocasión,
para rendir testimonio de la edificación que
Monseñor Guevara nos ha dado en Trinidad,
por sus virtudes piivadas, y sobre todo por la,
resignación, coii la cual ha hecho el sacrificio de
— 137 —
su posición oficial, tan luego como pensara que
ese sacrificio podia ser útil á los intereses de la
Religión y á los de su Patria.
No debemos tampoco olvidar en esta espre-
sion de nuestro reconocimiento, á los excelen-
tes sacerdotes de Venezuela que han querido,
durante su destierro, aceptar parroquias en la
diócesis de Puerto España y que ^ han cum-
plido con sus deberes con tanto celo .y abnega-
ción
Aceptad, señores, con los votos que formamos
por la prosperidad espiritual y temporal de vues-
tra Patria, la seguridad de nuestros sentimientos
de respeto y decisión en N. S.
Fr. Joaquín Luis.
Arzobispo de Puerto España.
G, D' O Carrol O. P.
Obispo Coadjutor de Puerto España.
Señores : Bartolomé hiendo, Dr. Juan de Dios
Méndez, Dr. Jesús María Goya, general H. Fán-
ger, hijo y Bachiller Víctor Antonio Zerpa.
Es copia. — El Secretario.
H, Fánger hijo-
n^^