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Full text of "Lecciones de historia general de Guatemala"

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BpiíAS  DE  LA  CATEDRAL,   ANTIGUA   GUATEMALA 


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LECCIONES 

DE 

Historia  General 

DE 

GUATEMALA 


Colección  Luís  lujan  Muñoz 

Universidad  francisco  Marroquín 

www.tilm.e^  •  Goatemeta 


Del  mismo  autor: 

"Lecciones  de  Historia  General  de  México" 


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LECCIONES 

DE 


Historia  General 

ni-  ' 

GUATEMALA. 

DESDE   LOS   TIEMPOS   PRIMITIVOS   HASTA   NUESTROS   DÍAS. 

ARREGLADAS  PARA  USO  DE  LAS  ESCUELAS  PRIMARIAS 

Y  SECUNDARIAS  DE  ESTA  REPÚBLICA 

POR 

Rafael  Aguirre  Cinta, 

ANTIGUO  ALUMNO  Dh  LA  ESCUtLA  NORMAL  DEL  ESTADO  DF  VERACRUZ— LLAVE,  MÉXICO 


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GUATEMALA 

IMPRESO  KN  LA  TIPOGRAFÍA   NACIONAJL 

1809 


Los  derechos  de  propiedad  de  esta  obra  quedan 
reservados  con  arreglo  á  la  ley 


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Competente  fjtídagagí 


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PROLOGO 


Kl  señor  don  Rafael  Ag^uirre  Cinta  se  ha  ser\  un»  honrarnos  encomendán- 
donos escribir  un  prólogfo  4  la  obra  que  acaba  de  terminar,  sobre  la  historia 
de  Guatemala,  desde  los  tiempos  precolombinos  hasta  nuestros  días. 

Ese  manuscrito  que  pronto  verá  la  luz  pública  en  forma  impresa,  está 
destinado  á  las  escuelas  de  ambos  sexos  de  la  República,  á  donde  llega,  sino 
á  llenar  un  vacío,  pues  ya  tenemos  obritas  de  semejante  jj^énero  escritas  por 
personas  competentes,  sí  á  aumentar  el  número  de  los  textos  nacionales,  entre 
los  que  el  del  señor  Ag-uirre  merece  ocupar  puesto  muy  distinguido  jwr  la  labo- 
riosid.id  de  su  autor,  que  es  un  competente  pedagogo,  y  pK)r  los  conocimientos 
sólidos  sobre  la  Historia  de  América  que  éste  ha  llegado  á  obtener,  ix)r  haber 
consagrado  los  mejores  años  de  su  vida  á  enseñar  esa  asignatura  tan  impor- 
tante para  la  cultura  nacional,  tanto  en  ésta  como  en  nuestra  vecina  Repú- 
blica del  Korte. 


Ramo  importante  es  el  de  la  Historia  patria,  aún  no  escrita  definitiva- 
mente entre  nosotros.  Nada  hay  que  deleite  más  al  hombre  desde  niño  como 
la  lectura  de  las  accionen  que  sus  semejantes  han  llevado  á  cabo  en  el  tiempo 
y  en  la  historia.  Y  ese  interés  sube  de  punto  cuando'  se  trata  de  nuestra 
patria.  ¿Quiénes  fueron  nuestros  mayores,  de  dónde  vinieron,  qué  han  hecho 
ellos  para  ser  grandes  ó  heroicos  ?  ¿  Qué  desgracias,  qué  dolores  han  azotado 
á  nuestros  padres  y  á  nuestros  abuelos?  ¿Con  qué  han  contribuido  ellos  al 
progreso  y  bienestar  de  la  humanidad?  ¿Nuestro  pueblo  habrá  sido  por 
desgracia  de  aquéllos  que  no  merecen  las  simpatías  de  los  demás  de  la  tierra, 
como  Fenicia  ó  Cartago;  ó  habrá  tenido  la  inmensa  fortuna  de  ser  pueblo 
elegido  y  como  Grecia  y  Francia  haber  contribuido  al  bienestar  de  la  huma- 
nidad por  sus  doctrinas  y  por  sus  enseñanzas  ? 

Tales  son,  más  ó  menos,  las  preguntas  que  los  jóvenes  nos  hacemos 
cuando  salimos  de  entre  las  brumas  de  la  infancia  y  comenzamos  á  columbrar 
los  destellos  del  mundo  del  pensamiento. 

Pero  en  América,  y  en  general  en  todos  los  pueblos  que  en  lo  moderno 
han  sido  conquistados  como  el  nuestro,  hay  otras  cuestiones  que  no  son  de 
mera  curiosidad,  sino  de  la  más  alta  importancia. 

Los  que  en  Guatemala,  por  ejemplo,  hemos  tenido  la  fortuna  de  nacer  en 
un  hogar  cristiano,  aprovechándonos  desde  el  momento  en  que  por  vez  primera 
respiramos  el  aire,  de  la  gran  civilización  de  Occidente;  los  que  concurrimos 
á  sus  escuelas,  que  hemos  sido  amamantados  con  sus  teorías,  que  nos  consi- 
deramos unos  en  espíritu  por  la  religión,  por  la  ciencia,  por  el  arte  y  por  todo 
aquello  que  hace  una  alma  de  ese  gran  conjunto  que,  dígase  lo  que  se  quiera, 
tiene  por  gran  maestro  á  Cristo,  no  podemos  menos  al  ver  á  un  ser,  cobrizo  de 
color,  huraño,  triste,  humilde  las  más  veces,  otras  rencoroso  y  vengativo;  que  no 
habla  correctamente  nuestro  idioma  ni  gusta  de  nuestra  sociedad;  que  no  vive 
contento  en  las  ciudades  que  habita  el  blanco;  que  aunque  concurre  á  la 
misma  iglesia  que  nosotros,  no  da  muestras  de  comprender  los  misterios  de 
nuestra  religión,  extremando  la  nota  idolátrica  que  en  sí  tiene  el  culto  católico; 
cuando  vemos  ese  tipo  agobiado  por  un  dolor  de  largos  siglos,  intelectualmente 


decaído,  que  no  viste  nuestro  traje  ni  da  muestras  de  querernos,  no  podemos 
menos  de  preg-untarnos  ¿quién  es  él  ? 

El  indio. 

El  indio  á  quien  por  efecto  de  una  mala  educación  aprenden  los  blancos 
á  despreciarlo  ó  á  hacerlo  objeto  de  sus  burlas. 

¿  Quién  no  tiene  en  su  conciencia  el  remordimiento  de  ese  pecado  cometido 
en  su  infancia? 

Y  sin  embarg-o,  ese  paria  de  la  civilización  occidental  es  nuestro  hermano, 
como  hijo  de  la  misma  tierra  en  que  tanto  él  como  nosotros  nacimos. 

El  indio,  venido  hoy  tan  á  menos  social  é  intelectualmente,  tiene  un 
pasado  de  civilización  respetable;  cuenta  con  sus  libros  sagrados  dignos  de 
estudiarse,  porque  nos  revelan  la  concepción  que  tenía  sobre  la  Divinidad  y 
sus  ideas  sobre  la  creación  del  Universo;  escribió  sus  Sag-as  y  sus  leyendas 
en  piedras  ó  en  cortezas  de  árboles,  perdidas  en  horas  de  intolerancia;  supo 
computar  el  tiempo  como  los  eg-ipcios,  y  contó  maravillosamente;  labró 
bien  el  oro  y  la  plata,  y,  si  no  hizo  uso  del  hierro,  supo  alear  el  cobre  con  el 
estaño  para  sus  intrumentos  de  labranza;  conoció  los  refinamientos  del  lujo, 
cantó  tristemente  sus  pasiones,  tuvo  plegarias  llenas  de  infinita  adoración 
para  el  Gran  Ser  que  rige  el  Universo,  y  por  último,  poseyó  leyes  relativa- 
mente sabias  y  un  gobierno  aristocrático  y  hereditario,  curioso  y  complicado. 

Afuera  de  todo  eso  que  prueba  la  alta  cultura  indígena,  la  historia  nos 
revela  que  ese  pueblo  profesó  una  idolatría  sangrienta,  que  el  culto  que  rendía 
á  sus  dioses  no  consistió  únicamente  en  ñores  y  frutos,  sino  en  los  corazones 
palpitantes  de  sus  enemigos,  sacrificados  sobre  aras  repugnantes. 

Nos  cuenta  asimismo  que  etnológicamente,  desde  los  tiempo  prehistóricos, 
el  gran  istmo  centro-americano  que  se  extiende  desde  Tehuantepec  hasta 
Panamá,  formó  una  gran  nación  que  nosotros  no  hemos  podido  conservar,  ora 
sea  por  las  injusticias  de  la  política  internacional,  ó  por  el  furor  de  las 
pasiones  que  han  conmovido  á  las  cinco  repúblicas  divididas,  restos  de 
aquella  gran  nación  que  los  indios  denominaban  Xibalbay  y  cuya  capital  se 
llamó  Nachán,  hoy  Palenque. 

Todo  eso  nos  relata  en  breves  y  bien  meditados  párrafos  el  autor  de 
este  libro.  No  entra  el  señor  Aguirre  Cinta  en  grandes  disquisiciones 
históricas,  ni  acumula  nombres  indígenas  tan  difíciles  para  los  niños  de 
pronunciar  y  retener.  Su  doctrina  sobre  Votan,  que  figura  entre  las  notas 
del  fin  del  libro,  es  una  de  las  más  sabias  y  concienzudas  que  hemos  visto 
acerca  de  aquel  misterioso  personaje.  Tampoco  trae  á  cuenta  ciertas  leyendas, 
como  la  del  robo  de  las  princesas  de  Ja  casa  de  Balam-Acab,  ni  se  hace  eco 
de  aquellos  augurios  y  profesías  con  qufe  los  magos  de  aquel  tiempo  diz  que 
vaticinaron  la  invasión  de  los  blancos  á  estas  tierras  y  el  hundimiento  fatal 
de  aquella  raza  y  aquella  civilización. 

Nosotros  aprobamos  ese  procedimiento,  porqqe  creemos  que  hay  que 
depurar  la  historia  fabulosa  de  la  raza  indígena  y  juzgarla  á  la  luz  de  una 
filosofía  racional. 

Escrita  esa  historia  con  datos  tuministrados  por  la  tradición,  por 
frailes  preocupados  ó  nobles  indígenas  ya  convertidos  á  la  religión  cristiana, 
como  el  autor  del  "Popol-Vuh"  ó  el  del  "Memorial  de  Tecpán-Atitlán,"  se 
nota  en  esas  obras  desde  luego  la  influencia  de  los  escritos  mosaicos  y  la  de 
la  doctrina  católica  sobre  la  histoiua  de  los  aborígenes  americanos  en  tiempos 
en  que  este  continente  era  desconocido  del  antiguo  mundo:  así  es  que  se 
necesita  una  gran  rectitud  de  juicio  histórico  y  cierta  especie  de  tranquilidad 
de  espíritu,  para  desenmarañar  lo  fabuloso  y  lo  que  se  haya  tomado  de  los 


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XI 


fundamentos  de  la  civilización  de  occidente  de  lo  que  existe  de  verdadero  y  de 
orig-inal  de  la  cultura  indiana. 

Creemos  que  el  secreto  para  hacer  amenos  los  libros  que  se  destinan 
para  textos  en  las  escuelas  primarias  ó  en  los  institutos,  consiste  en  conden- 
sar los  g-randes  hechos,  haciendo  que  resalten  sus  partes  más  atrayentes  y 
trascendentales,  para  despertar  así  la  curiosidad  de  los  jóvenes  y  empujarlos 
á  las  fuentes  de  la  historia  en  que  se  detallan  esos  hechos.  Tal  ha  sido  el 
método  seguido  por  el  señor  Ag-uirre  Cinta,  el  que  debe  dar  á  los  maestros  de 
esta  asignatura  un  buen  resultado  y   redundar,  por  lo  tanto,  en  pro  de  la 

cultura  de  la  juventud. 

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L.i  -segunda  parte  de  la  obra  se  refiere  á  la  Colonia,  desde  la  invai;^ión 
de  la  tierra  centrt>-americana  por  Pedro  de  Alvarado  y  sus  valientes  y  crueles 
compañeros,  hn<*  ■  '  ^'  '^  í-eptiembre  de  1821,  fecha  inmortal  de  nuestra 
independencia. 

Esc  período  c.>.  duloiuso  6  interesante.  Doloroso  por  las  crueles  necesi- 
dades de  la  conquista;  por  la  lucha  heroica  de  los  indígenas,  enfrentándose 
en  compactas  masas,  desnudos  y  armados  únicamente  con  hondas  y  ñechas, 
á  los  castellanos  montados  algunos  en  briosos  trotones  de  guerra,  revestidos 
todos  con  cor;uas  de  acero  toledano,  auxiliados  i>or  perros  carniceros  que 
infundían  el  terror  3'  la  muerte  entre  las  filas  de  los  enemigos  de  sus  amos; 
disponiendo  del  cañón  y  los  arcabuces  y  mosquetes,  que  tantos  estragos  cau- 
saban en  los  indios  con  sus  balas  mortíferas,  como  espanto  infundían  en 
aquellas  almas  infantiles,  por  los  truenos  y  fogoníizos  de  las  armas  de  fuego 
que  semejaban  truenos  y  relámpagos  de  los  cielos. 

La  lucha  era  desigual:  venció  la  temeridad  y  la  ciencia  de  la  famosa 
infantería  española,  que  aúnenla  misma  Europa  no  tenía  igual,  y  Guatema- 
la quedó  subyugada  á  los  Reyes  de  Castilla. 

Entonces  se  desarrollaron  en  América  dos  corrientes  paralelas  que 
representan  la  civilización  occidental.  Los  gobernantes  y  primeros  poblado- 
res se  dieron  á  construir  ciudades,  á  labrar  la  tierra  y  á  explotar  las  minas, 
por  medio  de  los  indios  sujetos  á  su  encomienda.  Representaron  aquellos 
hombres  la  parte  brutal  y  tiránica  de  la  conquista:  la  suave,  la  benévola  y 
verdaderamente  cristiana,  estuvo  encargada  á  las  órdenes  religiosas,  á  los 
dominicanos,  sobre  todo,  que- fueron  los  justos  defensores  de  los  indios  en  una 
obra  apostólica  que  ha  hecho  inmortal  el  nombre  del  venerable  obispo  Barto- 
lomé de  las  Casas. 

Los  frailes,  es  cierto  que  derribaron  los  templos  idolátricos  y  destru- 
yeron los  manuscritos  y  demás  monumentos  literarios,  de  cuya  falta  hoy  nos 
dolemos;  pero  en  cambio  ellos  enseñaron  á  los  aborígenes  el  secreto  de  la 
horticultura  europea;  ellos  introdujeron  á  nuestra  tierra  semillas  ó  vastagos 
de  árboles  frutales  de  las  zonas  templadas  que  prosperan  tan  bien  en  la  alti- 
planicie ó  en  aquel  valle  encantador  en  el  que  estuvo  Almolonga,  y  en  e^  otro 
en  donde  después  se  construyó  la  que  hoy  se  llama  Antigua -Guatemala;  ellos 
se  dieron  con  tesón  al  estudio  de  las  lengua  s  y  dialectos  del  país  para  ponerse 
al  nivel  de  los  indígenas  y  poderles  en  ellos  hablarles  de  la  religión  de  paz  y 
amor,  de  que  eran  propagandistas. 

Un  obispo,  el  señor  Marroquín,  fundó  la  primera  escuela  de  letras 
europeas,  y  á  su  muerte  dejó  un  legado  para  el  establecimiento  de  la  yft^*!0f- 
sidad  de  Guatemala,  cabiéndole  á  él  y  al  Capitán  Crespo  Suárez  la  glbrié-de 
ser  los  creadores  de  aquel  culto  establecimiento  que  durante  la  colonia  y  atíi 
en  muchos  años  de  este  siglo  llevó  el  nombre  de  Pontificia  Universidad  de 


XII 

Carlos;  otro  obispo,  Fray  Payo  Enríquez  de  Rivera,  costeó  el  viaje  de  Joseph 
Pineda  Ibarra  y  el  valor  de  la  primera  imprenta  que  se  conoció  en  este  país* 
El  arzobispo  Larraz  leg-ó  veinte  mil  pesos  para  la  fundación  de  un  colegio,  el 
cual,  si  no  Uegfó  á  establecerse,  no  fué  por  causa  de  él  sino  por  suspicacias  de 
la  Corte  de  Madrid,  ó  más  bien  del  Ministro  Caballero;  y  el  señor  Francos  y 
Monroy  cedió  cuarenta  mil  pesos  de  su  peculio  para  la  institución  y  sosteni- 
miento de  dos  escuelas  de  primeras  letras  bajo  la  advocación  de  los  santos 
Casiano  y  José  Calazans. 

Se  vé,  pues,  que  las  órdenes  religiosas  y  alg-unos  venerables  prelados 
fueron  en  la  América  durante  la  colonia,  como  en  Europa  sus  cong-éneres, 
elementos  de  luz  y  de  civilización;  desgraciadamente  esas  instituciones  bas- 
tardearon sus  fines,  y  por  cierto  los  frailes  que  nosotros  hemos  conocido  en 
nada  se  parecían  á  aquellos  apóstoles  que  se  llamaron  Motolinía,  Ángulo, 
Cáncer,  Vico,  Flores,  Remesal,  Vásquez,  Ximénez,  etc.,  etc. 

La  historia  colonial  no  abunda  en  hechos  de  gran  importancia;  es  una 
historia  árida  y  sin  atractivos,  reducida  á  la  relación  de  festejos  reales  veri- 
ficados de  tarde  en  tarde  con  motivo  de  la  exaltación  al  trono  ó  de  la  muerte 
de  algún  príncipe  de  la  casa  reinante  de  España;  recepción  de  Capitanes 
Generales,  ó  de  Obispos  ó  Arzobispos;  amenazas  ó  invasiones  de  bucaneros: 
horribles  terremotos  ó  desastrosas  pestes;  reyertas  lugareñas,  como  las  de  los 
tequelíes  y  berropistas;  juegos  en  palacio,  en  donde  se  exponían  al  azar  cuan- 
tiosas sumas,  dominados  como  se  hallaban  aquellos  hidalgos  desocupados  por 
ese  terrible  vicio;  plagas,  inundaciones  y  otras  calamidades. 

Poco  incentivo  tiene,  pues,  para  los  niños,  esa  historia.  En  cambio,  el 
que  quiera  tomarse  el  trabajo  de  consultar  nuestros  viejos  cronicones  encon- 
trará veneros  de  riqueza  para  darse  cuenta  del  modo  como  fué  formándose 
nuestra  sociedad  y  desarrollándose  nuestra  civilización,  desde  los  días  embrio- 
narios de  la  conquista  hasta  aquel  en  que  nuestros  padres  declararon  inde- 
pendiente á  Guatemala. 

El  señor  Aguirre  Cinta  ha  hecho  un  trabajo  de  selección  bastante  opor- 
tuno. Narra  los  hechos  acaecidos  y  los  juzga  con  crítica  sana  y  tranquila. 
Al  profesor,  sobre  todo  eft  los  Institutos,  le  toca  ampliar  esos  hechos,  de  tan 
vital  importancia,  porque  creemos  que  hasta  hoy  no  se  ha  sondeado  bien  el 
asunto  por  ninguno  de  los  que  se  han  ocupado  en  escribir  la  historia  del  país. 

Sin  prevenciones  de  ninguna  clase,  nosotros  creemos  que  los  males  que 
aquejan  á  la  sociedad  hispano-americana  son  debidos  á  la  mala  educación 
colonial,  cuyo  atavismo  pesa  aún  sobre  nosotros.  Hacer  palpables  esos  defec- 
tos de  educación,  inculcarlos  á  la  juventud  desde  las  aulas,  mostrarle  que  la 
pereza  intelectual  nos  agcvia,  que  el  escepticismo  político  nos  debilita  y  que 
la  falta  de  ideales  nos  condena  á  ser  un  pueblo  sin  energías,  es  hacer  obra  de 
propaganda  para  alcanzar  mejores  destinos.  La  historia  debe  enseñar  que 
si  estos  pueblos  se  muestran  tan  abatidos  y  vson  tan  fáciles  de  dominarse  por 
los  tiranos,  es  porque  la  tradición  pesa  aún  sobre  ellos  y  no  se  han  podido 
libertar  de  aquella  masa  de  opresión  que  casi  los  aplastó  durante  los  tres- 
cientos años  que  duró  la  dominación  colonial. 


La  tercera  parte  de  la  obra  en  que  venimos  ocupándonos,  se  refiere  al 
período  tempestuoso  corrido  desde  el  15  de  septiembre  de  1821  hasta  el  31  de 
enero  de  1839;  período  de  luchas,  de  caídas  y  de  triunfos;  período  de  eferves- 
cencia y  de  creación,  que  puede  reducirse  á  la  historia  de  un  partido  agoni- 
zante que  representa  la  colonia  y   sus  tradiciones,  que  no  quiere  conformarse 


XIII 


con  »u  derrota,  y  el  partido  liberal,  compuesto  de  hombres  nuevos  que  desean 
introducir  á  su  país  las  reformas  y  los  progresos  que  demanda  el  sig-lo. 

Ha  sido  esa  época  en  Guatemala  como  en  todo  Centro- América  eminen- 
temente revolucionaria.  Los  escritores  que  no  se  han  dado  el  trabajo  de 
estudiar  nuestra  organización  social  nos  acusan  de  que  no  somos  dig-nos  de 
la  libertad,  porque  no  la  practicamos  como  los  pueblos  sajones,  teniendo 
siempre  la  revolución  latente  en  nuestro  seno.  En  eso  hay  ig-norancia  é  injus- 
ticia; ignorancia,  porque  no  se  podía  pedir  alas  repúblicas  latino- americanas 
que  entrasen  desde  luejjo  en  el  self  government^  cuando  salían  del  régimen  abso- 
lutista de  la  colonia;  cuando  nuestros  padres  no  tenían  idea  de  los  parlamen- 
tos, y  cuando  las  mismas  municipalidades  en  vez  de  cuerpos  democráticos 
fueron  en  aquellos  tiemjws  instituciones  privilegiadas,  con  oficios  vendibles  y 
reversibles  y  en  donde  sólo  tenían  entrada  los  descendientes  de  los 
conquistadores. 

No  hay  (jue  pedir,  pues,  que  nuestras  repúblicas  sean  todo  lo  perfectas 
que  fuera  de  desearse:  nos  separan  muy  pocos  años  de  aquella  época  en  que 
nuestros  antepasados,  los  sumisos  subditos  de  Fernando  VII,  vivían  encariña- 
dos con  la  monarquía;  así  es  que  no  nos  hemos  podido  desprender  de  nuestro 
carácter  de  egoísmo,  de  pereza  y  de  vanidad  aristocrática  que  hemos  recibido 
como  herencia. 

Se  ha  dicho  repetidas  veces  que  la  victoria  de  los  alemanes  sobre  los 
franceces  en  su  última  guerra  se  debió  más  á  los  maestros  de  escuela  que  á  la 
táctica  militar:  lo  mismo  está  destinado  á  pasar  entre  nosotros,  pues  si  los 
maestros  comprenden  su  misión  ellos  harán  seguro  el  triunfo  de  la  libertad  y 
déla  democracia.  Hagan  conocer  á  sus  discípulos  las  debilidades  del  cíirác- 
tcr  nacional  y  los  vicios  arraigados  déla  raza;  traten  de  formarles  el  carácter 
y  de  enseñarles  á  dominar  su  voluntad;  despierten  en  ellos  la  admiración  por 
los  grandes  hombres  de  la  antigüedad;  háblenles  de  las  caídas  y  de  los  triun- 
fos de  otros  pueblos,  que  han  pasado  por  el  mismo  calvario  que  nosotros 
atravesamos  hoj-;  incúlquenles  odio  á  los  tiranos  y  veneración  por  los  grandes 
caracteres  que  se  han  sacrificado  en  aras  de  su  país,  y  así  habrán  merecido 
bien  de  la  patria. 

En  cuanto  á  la  acusación  que  se  nos  hace  de  mantenernos  en  continua 
revuelta,  es  injusta  y  desleal. 

¿Qué  pueblo  podría  arrojar  la  primera  piedra  en  este  sentido?  ¿Acaso 
Inglaterra,  Francia,  Italia  y  Alemania,  que  tan  rigorosas  se  muestran  hoy 
con  nosotros,  no  han  sido  en  su  tiempo  el  escándalo  del  mundo? 

Y  cuenta  que  esas  naciones  ya  son  viejas  hasta  ser  consideradas  por 
algunos  como  decrépitas;  mientras  que  nosotros  no  contamos  con  un  siglo  de 
vida  independiente. 

Se  dice  que  nuestro  continuo  afán  es  el  de  cambiar  presidentes,  despo- 
jando á  aquellos  á  quienes  el  puesto  les  correspondía,  por  los  derechos  que  da 
la  ley,  para  poner  en  él  al  primer  matón,  audaz  y  advenedizo.  Eso  podría 
ser  cierto  á  principios  de  la  República;  pero  hoy  por  hoy  no  está  en  la  verdad 
quien  tal  afirme,  pues  toda  la  pléyade  de  naciones  españolas  del  continente 
americano  se  afanan  por  hacer  efectivos  los  grandes  principios  de  la  democra- 
cia, y  respetables  y  respetadas,  por  todos,  la  Constitución  y  demás  leyes  que 
de  ella  se  derivan. 


La  última  parte  de  la  interesante  obra  del  señor  Agnirre  Cinta  se  refie- 
re á  la  historia  contemporánea  del  país,  partiendo  desde  el  día  nefasto  en  que 
se  declaró  roto  el  pacto  federal,  reduciéndonos  por  la  voluntad  de  un  tirano  y 


XIV 

su  inicua  camarilla  al  estado  de  pequenez  en  que  hoy  nos  hayamos,  hasta 
nuestros  días. 

Esa  parte  pareciera  la  más  fácil,  pues  es  de  ayer  si  se  quiere,  abundan 
los  documentos  para  escribirla  y  aún  viven,  como  encarnación  de  aquellas 
tradiciones,  muchas  personas  que  presenciaron  ó  han  representado  papel  acti- 
vo en  los  acontecimientos  de  los  últimos. sesenta  años. 

Y  sin  embarg-o,  el  país  no  cuenta  todavía  como  se  deseara  con  una  histo- 
ria que  se  llame  verdaderamente  imparcial,  pues  en  la  efervescencia  de  las 
pasiones  políticas  todo  se  ha  reducido  á  hacer,  ó  un  aleg-ato  de  bien  probado  á 
favor  del  partido  al  cual  pertenecía  el  autor,  ó  una  acusación  continuada 
contra  el  bando  opuesto  á  las  simpatías  del  escritor. 

Nosotros  necesitamos  para  las  escuelas  un  texto  inspirado  en  la  más 
imparcial  de  las  críticas.  Tan  perjudicial  es  en  esta  materia  la  intolerancia 
como  el  miedo  y  las  contemplaciones.  La  historia,  así  como  no  debe  g-uardar 
consideraciones,  tampoco  debe  ser  objeto  de  comercio;  y  el  que  se  atreva  á 
emprender  un  trabajo  de  tal  trascendencia  debe  tener  la  mirada  fija  en  el  país, 
sirviéndole  de  norma  la  verdad,  sin  tratar  de  alagar  á  partido  alg-uno  ni 
temer  el  desag-radarlo ,  aunque  esto  sea  óbice  para  la  realización  de  la  obra. 

El  autor  de  la  presente  está  en  condiciones  para  realizar  estos  ideales. 

Americano  de  raza,  observador  y  estudioso,  conoce  la  historia  de  los 
pueblos  del  continente;  miembro  de  una  nación  vecina  en  donde  la  lucha  entre 
el  tradicionalismo  y  la  democracia  ha  sido  más  tenaz  y  más  cruenta;  hijo  de 
su  siglo  y  educado  en  sus  doctrinas,  él  hace  tiempo  que  reside  entre  nosotros 
dedicándose  á  la  enseñanza  de  la  juventud  y  al  estudio  de  nuestro  pasado 
histórico  con  un  afán  digno  de  encomio,  cuyo  resultado  es  el  precioso  libro  al 
que  sirven  estas  pocas  líneas  de  liminar. 

Guatemala,  31  de  octubre  de  1898. 

Ramón  A.  Sai.azak. 


PROEMIO 


Al  emprender  la  pesada  tarea,  superior  á  mis  fuerzas,  sin  duda,  de 
escribir  el  presente  libro,  que  hoy  me  honro  en  ofrecer  al  páblico,  no  me 
animó  la  idea  presuntuosa  de  hacer  una  obra  acabada  en  su  forma  y  material, 
pues  ni  mis  facultades  ni  los  elementos  de  que  he  podido  disponer  me  lo  per- 
miten, sino  la  de  prestar  alg^una  ayuda  en  sus  tareas  á  los  profesores  y  á  la 
juventud  estudiosa  de  Guatemala. 

Varios  autores,  con  masó  menos  feliz  éxito  se  han  ocupado  en  la  historia 
de  Centro-Am<?rica,  y  ya  en  grandes  volúmenes  ó  pequeños  compendios  nos 
han  dado  una  idea  cabal  de  los  sucesos  ocurridos  en  ella  en  tal  ó  cual  perfodo 
de  tiempo,  incluyendo  como  parte  integrante  los  relativos  á  Guatemala;  pero 
ninguno  se  ha  ocupado  en  estos  de  una  manera  exclusiva,  consagrándoles  toda 
la  atención  que  merecen  como  manifestaciones  de  la  marcha  evolutiva  que  ha 
seguido  un  pueblo  libre  é  independiente,  con  vitalidad  propia,  cual  lo  es  Gua- 
temala desde  la  publicación  del  decreto  de  21  de  marzo  de  1847.  Pues  bien, 
compilar  en  un  solo  volumen  los  acontecimientos  referentes  á  esta  floreciente 
República,  y  relatados  por  los  más  conspicuos  historiadores  ó  por  la  prensa 
seria,  darles  unidad,  enlazarlos  según  su  orden  cronológico,  y  presentarlos  de 
la  manera  más  clara  y  fácil  de  ser  aprendidos,  á  fin  de  que  la  niñez  se  los 
asimile  y  deje  de  considerar  á  su  Patria  como  una  fría  abstracción,  ha  sido 
mi  propósito  y  íes  el  trabajo  realizado  en  esta  humilde  obra,  en  esta  primera 
Historia  General  de  la  República  de  Guatemala. 

Al  efecto  he  revisado  un  gran  número  de  autores  y  de  ellos  he  sacado, 
con  cuidadoso  esmero,  lo  que  según  mi  criterio  estaba  más  de  acuerdo  con  la 
verdad.  Entre  las  principales  obras  que  he  consultado  están  las  de  Waldeck, 
Charnay,  Stephens,  Squier,  Brasseur  de  Bourbourg  y  Baldwin;  el  magistral- 
mente  escrito  primer  tomo  de  ''México  á  través  de  los  Siglos;"  el  "Popol-Vuh.  " 
por  Ximénez;.la  "Historia  de  la  Provincia  de  San  Vicente  de  Chiapa  y  Gua- 
temala" por  Remesal;  la  "Historia  de  la  ciudad  de  Guatemala"  por  Juarros; 
la  "Recordación  Florida"  por  Fuentes  y  Guzmán";  la  "Verdadera  Historia  de 
la  Conquista"  por  Bernal  Díaz;  la  "Historia  de  la  América  Central"  por 
Milla,  continuada  por  Gómez  Carrillo;  las  "Memorias"  de  García  Peláez;  las 
"Memorias  de  Jalapa"  de  Montúfar  (don  Manuel)  ;  el  "Bosquejo  histórico  de 
las  Revoluciones  de  Centro- América"  por  el  señor  Marure;  la  "Reseña  histó- 
rica de  Centro-América"  por  el  doctor  Moctúfar  (don  Lorenzo);  las  "Memo- 
rias" de  García  Granados,  y  las  del  doctor  Molina;  la  "Gaceta  de  Gua- 
temala," y  otras  varias,  folletos  y  periódicos.  Debo  aquí  decir  que  muchas 
de  las  obras  citadas  pude  lograrlas  gracias  á  la  bondad  de  mi  buen  amigo  el 
señor  doctor  don  Ramón  A.  Salazar,  Director  de  la  Biblioteca  Nacional,  quien, 
con  deferencia  que  sinceramente  le  agradezco,  atendió  siempre  todas  mis 
solicitudes. 

Como  puede  verse,  me  he  ajustado  en  lo  general  á  la  marcha  seguida  en 
la  "Historia  de  la  América  Central"  escrita  por  el  erudito  don  José  Milla  y 
continuada  por  el  Lie.  don  Agustín  Gómez  Carrillo,  porque  en  mi  concepto  es 
la  más  adecuada  en  este  género  de  es^-'-udios,  y  porque  siendo  la  citada  obra 
bastante  clara  y  completa  hasta  la  fecha  que  alcanza,  bien  corta  por  cierto, 
lo  cual  es  de  lamentarse,  podrá  servir  á  los  señores  Profesores  como  de 
consulta  para  preparar  sus  clases  ó  ampliar  algunos  puntos  que  por  la  propia 
naturaleza  de  estas  "Lecciones"  no  están  en  ellas  extensamente  tratados. 


XVI 

El  objeto  que  he  perseg'uido  al  hacer  la  impresión  de  la  obra  en  dos 
tipos  de  letra  distintos  es  separar  el  material  destinado  á  la  escuela  primaria 
del  que  conceptúo  solamente  bueno  para  la  secundaria  y  escuelas  normales, 
donde  los  estudios  son  más  serios  y  el  detalle  se  hace  indispensable.  Así, 
pues,  en  la  primera  deberá  enseñarse  únicamente  lo  que  aparece  con  letra 
g-rande  y  en  las  seg"undas  todo  el  contenido. 

En  cuanto  á  la  manera  de  dar  esta  instrucción  en  la  escuela  primaria 
Toy  á  permitirme  hacer  algunas  observaciones,  aunque  las  juzgo  innecesarias, 
porque  claro  está  que  son  conocidas  de  todos  los  maestros;  sin  embargo, 
prefiero  no  pecar  de  obscuro.  En  mi  concepto  las  clases  deben  ser  en  todo 
caso  orales,  comprendiendo  tres  partes:  1*  la  enunciación  del  tema;  2*  su 
exposición;  y  3*  su  repetición  por  medio  de  la  forma  interrogativa.  En 
seguida,  este  libro  servirá  solamente  como  auxiliar  de  la  memoria  de  los 
educandos,  que  aprenderán  su  material  en  dos  cursos  anuales  y  sucesivos, 
correspondiendo  á  cada  uno  dos  períodos.  Después,  como  complemento  de  su 
aprendizaje,  deberán,  conocida  ya  la  historia  patria,  emprender  el  estudio  de 
la  Centro -Americana,  para  la  cual,  siguiendo  la  misma  marcha  y  método,  me 
parece  aceptable  como  texto  el  escrito  por  el  Lie.  don  Agustín  Gómez  Carrillo, 
pues  tiene  la  ventaja  de  ser  el  usado  en  las  demás  repúblicas  ístmicas. 

Al  fin  de  la  obra  he  puesto  dos  apéndices;  el  primero  comprende  una 
relación  de  todos  los  sucesos  acaecidos  desde  el  triunfo  de  la  gloriosa  Revo- 
lución del  71  hasta  nuestros  días,  sucesos  que  no  he  consignado  en  el  cuerpo 
de  la  obra  por  juzgar  que  aún  no  es  tiempo,  si  se  pretende  ser  imparcial,  de 
hacer  profundas  consideraciones  sobre  ellos,  por  estar  muy  recientes;  y  el 
segundo  contiene  una  serie  de  notas,  aclaratorias  unas  de  ciertos  puntos 
dudosos  ó  errados,  y  ampliativas  otras  de  asuntos  de  importancia  que  para  el 
texto  hubieran  sido  embarazosos,  por  constituir  digresiones  impropias  de  una 
obra  didáctica. 

Estimaré  en  lo  que  vale,  á  mis  amigos  y  á  la  prensa  juiciosa,  si  franca- 
mente me  indican  los  errores  en  que  haya  podido  incurrir,  muchos  probable- 
mente, pero  ninguno  hijo  de  la  deliberada  intención  de  tergiversar  los  hechos, 
sino  originados  por  las  escasas  fuentes,  para  trabajos  como  el  actual,  de 
que  al  presente  se  puede  disponer;  con  gusto  acogeré  tales  indicaciones,  y, 
si  les  asiste  la  razón,  según-ellas  corregiré  mis  yerros. 

Si  tiene  mi  obra  alguna  utilidad  positiva,  si  logro  desarrollar  y  forta- 
lecer con  sus  lecciones  los  sentimientos  patrios  de  la  niñez  y  juventud 
guatemaltecas,  veré  satisfechas  mis  más  gratas  aspiraciones! 

R.  A.  C. 
Guatemala,  octubre  de  1898. 


PRELIMINARES. 


La  Historia — Utilidad  de  su  estudio. — Ciencias  que  la  auxilian. — División 
de  la  Historia  de  Guatemala. 


1. —  La  Historia,  del  griego  ''bistor,"  que  significa 
sabio,  derivado  del  verbo  "historeim,"  saber  ó  conocer, 
es  la  ciencia  que  se  ocupa  en  la  investigación  de  los 
sucesos  pasados,  así  como  de  las  leyes  á  que  ban  obe- 
decido. 

2. —  Su  estudio  es  de  gran  importancia;  de  ella  decía 
el  eminente  orador  romano  Cicerón,  que  era  "la  maestra 
de  la  vida;"  y  á  Martínez  de  la  Rosa  debemos  el  siguiente 
apotegma:  "La  historia  es  espejo  del  pasado,  enseñanza 
del  presente  y  horóscopo  del  porvenir." 

3. — Varias  ciencias  le  prestan  su  apoyo,  siendo  las 
principales  la  Geografía  y  la  Cronología,  de  las  cuales 
dijo  Bacon  que  eran  los  dos  ojos.  La  primera,  señala  el 
lugar  de  los  sucesos,  y  la  segunda  fija  la  fecha  en  que 
ocurrieron.  Vienen  después  la  Arqueología,  que  estudia 
los  monumentos  antiguos;  la  Paleografía,  que  enseña  á 
descifrar  las  escrituras;  la  Numismática,  que  es  la  ciencia 
de  las  monedas  y  medallas;  la  Cerámica,  que  ordena  y 
clasifica  los  objetos  de  barro,  de  loza  ó  de  porcelana;  la 
Indumentaria,  que  estudia  los  trajes;  la  Glíptica,  el  gra- 
bado en  relieve  ó  en  hueco,  sea  en  metal  ó  en  piedras;  y 
por  último  la  Etnografía,  que  se  ocupa  de  las  razas, 
siguiéndolas  en  todas  sus  mezclas  y  emigraciones. 


--  2  — 

4. —  La  Historia  de  Guatemala  se  divide  para  su 
estudio  en  cuatro  períodos. 

I.  Desde  los  tiempos  primitivos  hasta  la  llegada  de 
D.  Pedro  de  Alvarado,  al  país.  (Comprende  dos  épocasr 
la  Prehistórica  y  la  Histórica). 

II.  Desde  la  llegada  de  Alvarado  hasta  la  procla- 
mación de  la  Independencia,  el  15  de  septiembre  de  1821; 

III.  Desde  la  Independencia  hasta  el  31  de  enero 
de  1839,  fecha  en  que  se  considera  rotó  el  pacto  federal 
de  1824;  y 

IV.  Desde  el  31  de  enero  de  1839  hasta  nuestros- 
días. 


PRIMER   PERÍODO 


ÉPOCA   PREHISTÓRICA. 


LECCIÓN   PUniERA. 

Antigüedad   del    hombre   ei   Guatemala. —  Pueblos   que   estudiaremos.  —  Las 

leyendas  y  tradiciones. — Alcance  de  nuestras  investigaciones. 

Quichés  y  Cakchiqueles. 


5. —  El  territorio  de  Guatemala  ha  estado  habitado 
desde  los  tiempos  más  remotos,  pues  diversas  pruebas 
del  hombre  prehistórico  se  encuentran  en  él,  y  hay 
quien  asegure  que  su  antigüedad  alcanza  hasta  la  época 
terciaria. 

6. —  Pero  sea  esto  falso  ó  verdadero,  como  de  ello  no 
tenemos  un  conocimiento  á  ciencia  cierta,  que  desvanezca 
cualquiera  duda  que  al  efecto  pueda  surgir,  tan  sólo  noa 
ocuparemos  en  aquellos  pueblos  cuyo  recuerdo  está  aún 
fresco  y  su  vida  nos  atañe  de  alguna  manera,  ya  sea  por 
razón  etnográfica,  filológica  ó  sociológica. 

7. —  Las  lej^endas  y  las  tradiciones  poco  verídicas 
quedarán  fuera  del  cuadro  de  nuestros  estudios,  que 
serán  de  preferencia  integrados  con  los  hechos  que  la 
crítica  histórica  haya  aclarado  y  definiuo  como  ver- 
daderos. 

8. —  Así,  poco  diremos  de  las  naciones  que  los  espa- 
ñoles encontraron  organizadas  en  estas  regiones,  y  nada 
de  los  pueblos  que  las  precedieron,  porque  de  las  primeras, 
escasas  y  vagas  relaciones  se  conocen,  y  de  las  segundas 
todo  se  ignora;  pues  no  sólo  sus  usos  y  costumbres  nos 
permanecen  ocultos,  sino  á  veces  hasta  sus  nombres. 

9. —  Los  mames,  los  chorotegas,  los  pipiles,  los  zuto- 
hiles  y  otros,  merecen  ser  citados  por  su  contacto  con  los 
quichés    y    cakchiqueles,   pero    no   absorverán    nuestra 


—  4  —  . 

atención  principal,  en  manera  alguna,  pues  pertenece 
exclusivamente  á  los  últimos,  que,  en  nuestras  investiga- 
ciones, ocuparán  el  primer  término,  por  referirse  á  ellos 
los  principales  sucesos  que  vamos  á  relatar. 


LECCIÓN   SEGUNDA. 

Popol-Vuh"  y  los  quichés. —  Extensión  del  reino  Quiche. — Sus  ciudades 
principales. — Montes  de  Paxil  y  Cayalá. 


10. —  El  ''Popol-Vuh"  Ó  libro  del  pueblo,  escrito  por 
un  natural  en  el  siglo  XVI,  á  raíz  de  la  conquista,  nos 
relata,  aunque  de  un  modo  bastante  confuso,  la  historia 
de  los  pueblos  quichés,  cuya  importancia  trascendental 
á  nadie  escapa,  pues  entre  los  primitivos  de  la  América, 
pocos  alcanzaron  su  grado  de  adelanto  ni  han  dejado 
tantas  ni  tan  irrecusables  pruebas  de  él. 

11. — El  primer  reino  quiche  se  extendía  desde  estas  regiones  hasta  los 
Estados  de  Chiapas  y  Tabasco,  de  la  República  Mexicana,  y  tenía  por 
límites  al  N.  el  Golfo  de  México,  al  S.  el  Océano,  al  E.  la  provincia  Maya, 
de  la  qué  le  separaba  el  río  Usumacinta,  y  al  O.  el  istmo  de  Dani-gui-bedji 
ó  Monte  de  los  Tig-res,  que  los  mexica  tradujeron  Tecuantepec,  hoy  Tehuan- 
tepec.  En  esa  dirección  penetraba  en  el  país  de  Didjazá,  que  es  hoy  la  parte 
principal  del  Estado  de  Oaxaca.  Llegaba  por  lo  menos  hasta  el  lugar  que 
ocupan  las  ruinas  de  Mitla,  llamadas  Mictlán  por  los  mexica,  y  Xibalba  por 
los  quichés,  palabras  ambas  que  significan  *' lugar  de  los  muertos."  (I). 
En  el  límite  del  Océano  estaba  el  territorio  de  Zaklohpakab,  del  cual  hicieron 
los  mexica  Xoconochco  y  nosotros  Soconusco:  su  principal  ciudad  era  Mam, 
que  quiere  decir  antepasados. 

12. — Ocupaba  el  centro  de  la  región  quiche  la  ciudad  de  Nachán,  y  en 
él  estaba  la  gran  fortaleza  llamada  Chapa-Nanduimé,  de  .donde  los  mexica 
sacaron  Chiapa  y  los  españoles  Chiapas.  Eran  también  importantes  las 
ciudades  de  Zotzlem  y  Chambo;  la  de  Balum-Canan  ó  las  nueve  estrellas,  hoy 
Comitán;  las  de  Alanchén  y  Zaculeu  ó  Huehuetenango;  y  sobre  todo  Yaxbité 
ó  bosque  verde,  la  principal  después  de  Nachán,  que  hoy  se  conoce  por 
Ocotzinco.  Además,  en  el  actual  territorio  de  Guatemala,  llamado  entonces 
Iximché,  estaba  Gumarcaah,  nombrada  después  Utatlán  por  los  mexica. 

13. — Y  como  inútil  á  nuestro  intento  sería  entrar  en  detalles  geográficos 
de  ríos  y  montañas,  sólo  citaremos  los  montes  Paxil  y  Cayalá  por  referirse 
á  ellos  una  de  las  leyendas  más  importantes  de  los  quichés,  que  así  se  liga, 
á  sus  antiguas  ideas  teogónicas  como  á  los  primeros  tiempos  de  su  raza. 

14. — En  estas  montañas  hay  ruinas  de  gran  número  de  ciudades;  en 
algunas  se  han  hecho  cuidadosas  exploraciones,  como  en  el  Palemke 
(Nachán),  y  otras  permanecen  aún  desconocidas  y  ocultas  en  medio  de 
los  bosques.     Puede  decirse  que  casi  todas  se  extienden  á  lo  largo  del  río 


—  5  — 

Usumacinta,  y  es  de  advertirse  que  en  una  se  han  encontrado  tres  edificios 
que  caracterizan  bien  la  arquitectura  quiche,  que  estudiaremos  más  adelante, 
después  de  considerar  la  orfj-anización  de  este  territorio,  aprovechándonos  de 
los  datos  que  la  leyenda  nos  suministra. 


LECCIÓN  TERCERA. 

Teocracia  de  Votan. — Sistema  religioso. — Zoolatría  y  animismo. — Prosperidad 
de  Nachán.— Cultura  del  reino 

15. — Todos  los  pueblos  primitivos,  obedeciendo  á  un  principio  común, 

lan  tenido  siempre  su  teocracia,  así  entre  la  ra/a  quiche  encontramos  la  de 

[Votan.     (II).     I>os  sumos  sacerdotes  y  supremos  i^obernantes,  según  costum- 

►re,  heredaron  el  nombre  del  dios  y  se  nos  presentan  en  la  época  histórica  en 

^'Zaklohpakab,  refug-io  de  los  antepasados. 

16.— Un  |X>deroso  gobierno  sacerdotal  apoyado  por  Chay-Abah  (III), 
representante  de  la  casta  guerrera,  gobernó  por  varias  centurias  sobre  el 
territorio  que  hemos  descrito,  en  tanto  que  el  pueblo  siervo  trabajaba  los 
campos  para  sostener  el  culto,  y  levantaba  los  grandes  monumentos. 

17. — Su  influencia  descansaba  en  el  sistema  religioso,  sistema  que  nos 
explica  }>erfectamente^el  '*Popol-Vuh"  en  su  parte  alegórica,  donde  encontra- 
mos las  deidades  patrias  con  las  pertenecientes  á  las  inv.isiones  nahoas. 

18. —  Dioses  creadores  todos  ellos,  (hay  por  lo  tanto  padres  y  madres), 
están  en  su  generalidad  representados  iwr  animales  y  por  las  fuerzas  de  la 
naturaleza,  en  sus  diversos  atributos.  Entre  los  primeros  distinguimos  la 
zorra,  el  coyote  y  el  jabalí;  entre  las  segundas,  el  firmamento,  la  tierra,  el 
lago,  el  mar.'  Los  unos  revelan  la  zoolatría  grosera  y  primitiva  de  la  raza; 
las  otras,  la  evolución  religiosa  producida  por  la  cultura,  pasando  del 
estúpido  culto  de  los  animales  á  la  hermosa  contemplación  de  la  naturaleza. 

19. —  Ahora  bien,  de  esa  contemplación  surgieron  nuevas  deidades 
secundarias  y  el  culto  quedó  perfectamente  integrado. 

20. — Y  bajo  un  cúmulo  de  hermosas  ideas,  inspiradas  naturalmente  por 
la  esplendidez  de  la  naturaleza  en  que  vivían,  por  el  purísimo  cielo  tropical, 
el  "cajete  azul"  como  traduce  Ximénez,  se  desarrollaba  y  recibía  gran 
incremento  la  primera  civilización  de  los  quichés,  teniendo  por  centro  la 
ciudad  de  Nachán,  que  se  alzaba  en  un  sitio  que  no  hubiera  podido  encon- 
trarse mejor  para  una  metrópoli  suntuosa. 

21. —  Desde  sus  alturas  coronadas  de  templos  y  palacios  de  asombrosa 
magnificencia,  abrazaba  la  vista  una  extensa  llanura,  perdiéndose  en  una 
serie  no  interrumpida  de  bosques  y  lomeríos,  hasta  Castajá.  Su  interior  erc^ 
un  asombroso  conjunto  de  vida  y  movimiento,  donde  al  par  de  las  manifesta- 
ciones del  progreso  y  la  prosperidad  pública,  veíase  al  guerrero,  de  oro  y 
plumas  adornado,  y  á  la  matrona,  ricamente  ataviada,  contemplar  el  sacrificio 
que  celebraba  en  lo  alto  del  templo,  el  sumo  sacerdote,  entre  el  sonido  de 
caracoles  y  bocinas  y  las  cantigas  de  la  multitud. 

22. — Y  desde  allí,  irradiando  en  todas  direcciones,  se  extendía  la 
civilización,  al  S.  hasta  Iximché,  hasta  Zaklohpakab  á  orillas  del  Océano; 
hasta  el  Golfo  por  innumerables  ciudades,  que  se  levantaban  á  orillas  de  los 
ríos,  en  los  cabos  y  al  borde  de  las  lagunas;  hasta  el  Istmo  por  la  tierra  de 
Potonchán;  y  hasta  la  parte  SE.  de  la  penínsuL'i  maya  en  el  territorio  regado 
por  el  Champotón. 


—  6  — 
LECCIÓN   CUARTA. 

Los  monumentos  quichés. —  La  pirámide,  el  templo,  el  palacio,  el  pilar,  la 
torre,  la  ornamentación  y  la  escultura. — Resumen. 

23. — Mas  como  los  monumentos  son  mudos  relatores  de  la  civilización  de 
los  pueblos  que  los  erigieron,  y  elocuentemente  expresan  su  g-rado  de  cultura, 
sirvámonos  de  las  grandiosas  ruinas  que  de  los  quichés  nos  quedan  para 
juzgar  su  adelantamiento. 

24. — La  pirámide,  el  templo,  el  palacio,  el  pilar  y  la  columna,  la  torre  y 
la  fortaleza,  la  escultura  y  la  ornamentación  y  el  puente,  serán  objeto  de 
nuestra  atención. 

25.— La  pirámide,  construida  sólidamente  con  adobes  cuadrados,  con 
grandes  lozas  de  hermosa  cantería  perfectamente  labradas,  pulidas  y  corta- 
das á  escuadra  y  á  veces  con  aplicaciones  de  mármol  esculpido,  no  cede  en 
magnificencia  á  la  maya,  recuerda  al  Egipto,  y  deja  entrever  un  lejano  origen 
asiático.  Dignas  de  citarse  son:  las  de  Quingola  en  el  Istmo,  por  su  capri- 
chosa forma,  única  en  nuestras  antigüedades;  el  llamado  Templo  de  los  Table- 
ros, de  Nachán,  que  se  eleva  sobre  una  pirámide  de  gradas,  cuya  altura 
mide  IOS  pies,  por  66  de  frente  y  25  de  fondo  que  tiene  el  edificio;  el  Templo 
del  Sol,  de  magnífica  arquitectura;  y  el  Palacio,  morada  del  rey-sacerdote, 
residencia  del  Supremo  Votan,  que  es  sin  duda  el  principal  monumento  de 
Palemke  y  tal  vez  la  más  notable  de  las  antigüedades  americanas.  La 
pirámide  de  gradas,  la  bóveda  triangular  y  el  arco  arábigo  ó  de  hoja  de 
trébol,  dominan  en  él,  formando  el  conjunto  más  digno  de  admirarse. 

26. — La  pilastra  y  el  arco  de  cantera  labrada,  se  ostentan  en  casi  todos 
los  corredores  de  palacios  y  templos,  especialmente  en  los  de  Nachán,  donde 
se  observan  con  formas  y  bellezas  particulares. 

27. — Respecto  á  la  torre  basta  citar  la  magnífica  del  Palacio  de  Nachán, 
y  en  cuanto  al  puente,  en  el  -Istmo  tenemos  un  notable  ejemplar,  con  el  ojo 
formado  por  la  bóveda  triangular,  y  otros  dos  cerca  de  aquella  ciudad,  siendo 
uno  de  56  pies  de  largo,  42  de  ancho  y  11  de  altura,  construido  con  grandes 
piedras  labradas  á  escuadra,  sin  mezcla  ú  otra  materia  análoga. 

28. — Las  obras  de  ornamentación  y  escultura  atestiguan  el  exquisito 
gusto  quiche.  El  trabajo  en  estuco  es  admirable  y  la  belleza  de  proporciones 
y  de  dibujo  nos  obligan  á  confesar  que  son  trabajos  de  verdaderos  artistas. 
No  á  otros  podría  deberse  el  magnífico  "Hermoso  bajo-relieve"  de  Nachán, 
que  es  no  sólo  el  mejor  del  Quiche  sino  de  todo  el  Continente. 

29. — Resumiendo:  la  civilización  quiche  fué  superior,  y  su  organización 
una  teocracia  apoyada  por  los  guerreros,  que  duró  larguísimo  tiempo,  alcan- 
zando una  gran  prosperidad  y  grandeza. 


LECCIÓN  QUINTA, 


Principios  de  decadencia. —  Invasión  nicaragüense. —  Pruebas  de  ella. 
Destrucción  del  reino. 


30. — Pero  la  grandeza  y  prosperidad  del  Reino  Palemkano  no  fué  inde- 
finida, las  prácticas  sanguinarias  se  introdujeron  en  el  culto,  la  división 
surgió  entre  las  regiones  de  la  antigua  teocracia  y  la  decadencia  se  mani- 
festó. 


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31. — A  una  irrupción  del  Sur  tocó  consumarla.  Remesal  en  su  crónica 
nos  habla  de  ella,  aunque  bien  vacamente.  Dice  que  en  lo  antig-uo  vinieron 
de  Nicarag-ua  unas  g-entes  que  se  quedaron  en  el  lug-ar  que  ocupó  Chapa- 
Nanduimé  y  poblaron  en  un  áspero  peñol  á  orillas  de  un  río  g-rande,  sin  duda 
el  Usuinacinta. 

32. — La  ling-üística  comparada  nos  demuestra  la  certidumbre  é  indubita- 
-bilidad    del    hecho.     Los  huabes   del    Istmo  tienen  g-ran  semejanza  con  los 
lagradán  de  Nicarag-ua,  y  lo  mismo  con  el  chapaneco  que  es  hermano  del 
lang^ue  nicarag"üense,  y  éste,  á  su  vez,  del  aymara  del  Perú. 

33. — Por  tal,  es  de  suponerse  con  sobra  de  razón,  que  alguna  violenta  y 

>rmidable  guerra  que  ag-itó  al  Perú  y  alcanzó  hasta  Nicarag-ua,  hizo  á  los 

labitantes  de  esta  reg-ión  abandonarla  para  ir  á  buscar  la  tranquilidad  á 

otra  parte;  y,  así,  se  les  ve  seg-uir  la  costa  oriental,  pasar  por  Quiriguá  y 

Copantl  y  extenderse  en  todo  el  reino  quiche,  cuyos  pobladores,  atemorizados 

disgustados  por  la  presencia  de  aquellos  extranjeros,  dejaron  sus  bellas 

ciudades  de  Nachán  y  Yaxbitó,  yendo  unos  á  Zaklohpakab  y  otros  hacia  el 

S.,  á  Iximché. 

34.  —Esto  ocurría  durante  el  sig-lo  XI.  Los  causantes  de  esta  desmem- 
bración debieron  más  tarde  sufrir  las  invasiones  nahoas,  que  se  extendieron 
por  el  nuevo  reino  quiche  hasta  Nicarag-ua  y  Nicoya:.de  tal  manera  lo  revelan 
la  influencia  del  idioma  y  las  costumbres. 

35. — Tócanos,  pues,  estudiar  el  desarrollo  del  nuevo  reino  quiche. 


ÉPOCA   HISTÓRICA. 


LECCIÓN   SEXTA. 

l-os  quichés  en  Hacavitz. — Su  unión  con  los  toltecas. — Sus  Jefes. — Balam- 

Quitzé. — Los  sacrificios  humanos. — Qocabit. — Su  viaje  á  Copantl. 

Balam-Conaché.  —  Traslación  de  la  Capital. 


36. — Los  quichés  empujados  por  la  invasión  nica- 
ragüense, peregrinaron,  como  ya  dijimos,  hacia  el  S.  y  se 
establecieron  en  el  monte  Hacavitz,  donde  llevaron  por 
algún  tiempo  una  vida  azarosa  y  turbulenta,  en  constante 
lucha  con  los  pueblos  vecinos,  á  los  cuales  arrebataban 
prisioneros  qué  poder  sacrificar  á  su  diosa  Tohil,  deidad 
sanguinaria  que  con  Avilitz  y  Hacavitz,  formaba  la  tri- 
nidad de  su  sistema  religioso. 

37. — Mezclados  con  las  tribus  toltecas  que  proce- 
dentes del  N.  vinieron  guiadas  por  Quetzalcoatl  (IV), 
sometieron  los  pueblos  de  los  alrededores  y  echaron  las 
bases  de  un  nuevo  y  rico  imperio,  que,  más  tarde,  habría 
de  sorprender  con  su  esplendor  á  las  huestes  de  Alvarado. 


—  8  —  . 

38. — Sus  jefes  eran:  Balam-Qüitzé,  Balam-Agab, 
Mahucutah  é  Iq-Balam,  siendo  el  primero  fundador  y 
primer  rey  de  la  monarquía. 

39. — De  su  época  no  se  recuerdan  como  sucesos 
uotables  más  que  los  hechos  vandálicos  de  que  ya 
hicimos  mérito  y  un  número  considerable  de  sacrificos 
humanos.    (V). 

40.— El  segundo  rey  fué  Cocabib,  hijo  del  anterior. 
De  él  se  dice,  que  en  unión  de  los  otros  caudillos  compa- 
neros de  su  padre,  marchó  hacia  el  Oriente,  á  Copantl,  á 
recibir  la  soberana  investidura  de  manos  de  Naxit,  gran 
señor  del  reino  de  Hueytlato,  habitado  por  tribus  tolte- 
cas,  hermanas  de  las  que  en  Hacavitz  se  aliaron  á  las  de 
su  raza. 

41. — Su  principal  obra  es  el  comienzo  del  robuste- 
cimiento del  imperio:  los  pueblos  vecinos  quedaron 
sometidos  bajo  su  yugo  y  la  extensión  territorial  visi- 
blemente aumentada. 

42. — El  tercer  rey  fué  Balam-Conaché.  En  su  tiempo 
se  trasladó  la  residencia  de  las  tribus,  del  monte  Hacavitz 
al  de  Chi-quix-ché.  Allí  fundaron  la  ciudad  de  Izmachí, 
cuyas  ruinas  aun  pueden  contemplarse  al  8.  de  Santa 
Ouz-Quiché;  y  en  su  construcción  emplearon  la  piedra  y 
la  cal,  cual  en  otros  tiempos  lo  habían  acostumbrado. 


LECCIÓN  SÉPTIMA. 

Cotuha. — Guerra  civil. — Gucumatz. — Cualidades  que  le  atribuye  la  leyenda. 
Discordias  civiles. — Cambio  de  la  ciudad  á  Gumarcaah. — El  adelanto. 


43. — Terminado  el  período  de  Conaché  subió  al  poder 
Cotuha,  teniendo  por  adjunto  á  Iztayul.  En  su  época 
estalló  una  guerra  civil  promovida  á  causa  de  los  proyec- 
tos ambiciosos  que  él  y  su  compañero  en  el  mando  deja- 
ron entrever. 

44. — Pero,  prevenido  de  antemano,  no  fué  sorpendido. 
Reunió  sus  numerosas  huestes,  salió  al  encuentro  de  sus 
enemigos  y  los  destrozó,  causándoles  horribles  pérdidas, 
reduciendo  á  unos  á  la  esclavitud  y  sacrificando  á  otros 
en  aras  de  Tohil. 


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45. — Debelada  esta  conspiración  el  progreso  se  mani- 
festó fuertemente,  el  pueblo  siguió  su  marcha,  y  las  cos- 
tumbres se  retinaron  introduciendo  en  ellas  ciertas  formas 
de  carácter  religioso,  en  lo  tocante  á  los  matrimonios. 
El  pueblo  se  dividió  en  siete  calpules  ó  barrios. 

46. -Fué  el  quinto  rey  Gücumatz.  El  autor  del 
'^PopolVuh"  le  atribuye  muchos  hechos  sobrenaturales^ 
que  le  grangearon  el  sobrenombre  de  portentoso.  De  él 
se  dice,  que  se  subía  al  cielo  durante  siete  días,  pasaba 
otros  siete  en  el  infierno;  y,  en  seguida,  durando  en  cada 
estado  igual  lapso  de  tiempo,  se  convertía,  primero  en 
culebra,  después  en  tigre,  á  continuación  en  águila,  y  por 
litimo  en  sangre  coagulada:  leyendas  inverosímiles  hijas 
de  la  carencia  de  cultura  y  del  fanatismo. 

47.— Es  de  notarse  en  este  período  la  división  que 
por  graves  discordias  surgió  entre  las  familias  principales 
del  país,  dando  lugar  á  dos  trascendentales  disposiciones: 
la  traslación  de  la  capital  de  Izmachí  á  una  antigua  y 
derruida  ciudad  abandonada,  á  "G^umarcaah"  ó  cabanas 
viejas  ó  podridas  (Utatlán);  y  la  subdivisión  de  las  tres 
grandes  familias  del  reino  en  veinticuatro  casas  prin- 
cipales. 

48. — Monarca  sabio  y  de  buenas  intenciones,  hizo 
Gücumatz  que  su  pueblo  progresara  notablemente,  y 
logró,  sin  el  abuso  de  la  fuerza,  hacer  respetar  sus  leyes 
y  establecer  la  unidad  y  paz,  matando  las  ambiciones  de 
unos,  robusteciendo  las  legítimas  aspiraciones  é  impo- 
niendo su  voluntad  á  las  tribus  comarcanas. 


LECCIÓN  OCTAVA.  * 

Tepepul. — Quicab. — Sus  campañas. — Formidable  guerra  civil. — Separación  de 

los  cakchiqueles. —  Causas  que  la  originaron. —  Fundación  de   Iximché. 

Lucha  entre  quichés  y  cakchiqueles. — Independencia  de  éstos. 


49. — No  hay  ningún  suceso  digno  de  ser  mencionado 
en  la  época  de  Tepepul,  sexto  rey,  hijo  de  Gücumatz 
y  sucesor  suyo;  así  pues,  consideremos  el  período  de 
QüiCAB,  séptimo  soberano,  que  gobernó  con  Cavisimah, 
y  extendió  sus  dominios  por  medio  de  la  conquista. 


—  lo- 
so.— Sus  armas  triunfadoras  llegaron  hasta  las  mon- 
tañas de  Verapaz,  hasta  Zaculeu  (Huehuetenango),  Chuvi- 
Megena  (cerca  de  Totonicapam),  Xelahú  (Quezaltenango), 
y  otros  puntos  que  vieron  sus  riquezas  arrasadas  por  los 
quichés,  que  robaban  y  mataban  sin  compasión. 

51.  —  Tales  hazañas  han  quedado  perpetuadas  en 
varios  monumentos,  que  recuerdan  al  Gran  Quicab, 
quien  al  regresar  á  su  ciudad  la  hizo  amurallar,  y  teme- 
roso aún  de  sus  enemigos,  dispuso  se  colocaran  vigías 
en  las  fronteras  y  fuesen  coronadas  con  poderosas 
fortificaciones. 

52. — Los  recelos  de  Quicab  no  fueron  infundados. 
A  poco  estalló  una  formidable  guerra  civil  acaudillada 
por  dos  de  sus  hijos,  ambiciosos  de  su  riqueza  y  poder, 
quienes  lograron  saquear"  los  palacios  y  minar  su  autori- 
dad; y  en  seguida,  la  separación  y  completa  independencia 
del  reino  de  los  cakchiqueles,  cuyos  monarcas  hasta 
entonces  habían  reconocido  al  rey  quiche  como  á  su 
señor  suzerano  y  le  rendían  tributo  j^  homenaje. 

53. — Los  sucesos  tuvieron  lugar  del  modo  siguiente: 
el  pueblo  quiche,  orgulloso  de  sus  triunfos,  profesaba  un 
odio  cordial  por  el  cakchiquel,  que  entre  los  vecinos  era 
el  único  que,  en  cierto  modo,  se  había  conservado  autó- 
nomo; y  así,  aprovechando  una  oportunidad,  exigió  á  su 
rey  Quicab  le  declarase  la  guerra  y  lo  destruyese;  pero 
éste,  amigo  de  Huntoh,  señor  de  los  cakchiqueles,  lejos 
de  satisfacer  los  deseos  de  su  pueblo,  le  llamó  y  aconsejó 
que  á  tiempo  abandonase  con  los  suyos  las  ciudades  de 
Chiavar  y  Tzupitayah  y  se  fuese  á  Iximché  sobre  el 
Ratzamut. 

54. — Los  cakchiqueles  oyeron  los  consejos  de  su 
anciano  amigo  y  marcharon  al  lugar  indicado,  donde 
fundaron  la  ciudad  de  Iximché  ó  Tecpán-Quauhtemallán 
que  fué  desde  entonces  su  residencia  y  capital  de  su 
imperio. 

55. —  Su  primer  cuidado  fué  allegarse  elementos  de 
defensa,  levantar  fortificaciones  y  disponerse  de  un  modo 


—  11  — 

<;onveniente  para  la  guerra,  pues  comprendían,  dados 
los  antecedentes,  que  no  tardaría  en  estallar. 

56. —  En  efecto,  pronto  comenzó  la  lucha.  Los 
quichés  fueron  los  primeros  en  atacar  las  plazas  fuertes 
de  los  cakchiqueles,  pero  tuvieron  funestos  resultados: 
perdieron  á  sus  principales  jefes  y  á  muchos  soldados, 
que  quedaron  tendidos  en  el  campo  de  batalla. 

57. — Libres  los  Señores  Cakchiqueles  del  dominio 
quiche,  se  consagraron  á  la  organización  interior  de  su 
pueblo,  engrandecieron  su  capital,  y,  soberanos,  empren- 
dieron una  serie  de  gloriosas  conquistas  que  los  hicieron 
temibles  y   les  dieron   la  supremacía  entre   los  demás 


LECCIÓN  NOVENA. 


Tepepul   II. —  Lahunah. —  Oxlahuhtzi. —  Hambre  entre   los  cakchiqueles. —  Les 

declaran  la  guerra  los  quichés. — Triunfo  de  aquéllos. — Llevan  la  guerra 

á  otros  pueblos. —  Alcanzan  nuevas  victorias. 


58. — Al  cabo  de  algunos  años  después  de  las  citadas 
campañas,  murió  Quicab  y  fué  sustituido  por  Tepepül 
II,  octavo  rey  Quiche;  y  muerto  también  Huntoh,  entre 
los  cakchiqueles,  le  sucedió  en  el  poder  su  hijo  Lahünah, 
reemplazado  á  poco  por  Oxlahuhtzi  que  fué  acompañado 
en  el  gobierno  por  Cablahuh-Tihax. 

59. —  En  este  tiempo  las  historias  de  uno  y  otro 
pueblo  están  íntimamente  enlazadas:  con  Quicab  des- 
apareció el  tradicional  respeto  á  los  Señores  Quichés, 
profesado  por  los  cakchiqueles,  y  las  guerras  iniciadas 
tomaron  todo  su  incremento,  por  la  animadversión 
siempre  creciente  que  ya  hemos  observado. 

60.-— Los  quichés  aprovechándose  del  hambre  que 
afligió  á  los  cakchiqueles,  á  consecuencia  de  unas  fuertes 
heladas  que  destruyeron  las  sementeras,  resolvieron 
llevarles  la  guerra,  y  acaudillados  por  su  rey  Tepepul  II 
y  su  adjunto  Iztayul  III,  conduciendo  en  lujosísimas 
andas  á  su  dios  Tohil,  marcharon  con  dirección  á  Quauh- 
temallán. 


—  12  — 

61. — Los  cakchiqueles,  aunque  lejos  de  suponer  tal 
peligro,  no  fueron  sorprendidos.  Habiendo  recibido  un 
oportuno  aviso  reunieron  todas  sus  fuerzas  y  se  situaron 
en  los  lugares  por  donde  debían  aparecer  sus  encarniza- 
dos enemigos. 

62.— Los  primeros  encuentros  fueron  favorables  4 
los  cakchiqueles,  por  lo  que,  alentados  con  tales  éxitos^ 
resolvieron  esperar  al  ejército  quiche  en  las  inmediacio- 
nes de  su  capital  Quauhtemallán. 

63. — La  batalla  fué  terrible  y  espantosa.  Los  gritos 
de  guerra  y  el  ruido  de  los  instrumentos  bélicos  llenaban 
los  aires  y  aturdían  á  los  combatientes;  los  héroes  de  uno 
y  otro  lado  hacían  titánicos  esfuerzos  y  la  lucha  cada 
vez  era  más  encarnizada;  pero  al  fin,  las  fuerzas  quichés^ 
cediendo  al  formidable  empuje  de  las  cakchiqueles,  fueron 
desbandadas,  y'  huyeron  despavoridas,  dejando  en  el 
campo  un  sinnúmero  de  cadáveres,  entre  los  que  se 
contaban  los  de  los  reyes  Tepepul  é  Iztayul. 

64. — Después  de  este  combate,  como  era  de  esperarse^ 
la  superioridad  de  los  cakchiqueles  se  acentuó,  y  su 
puesto  fué  el  que  antes  ocupaban  sus  vencidos  rivales^ 
los  quichés. 

65. — Pero  no  por  esto  se  afirmó  la  paz.  Orgullosos 
los  cakchiqueles  de  sus  triunfos,  aspiraron  á  la  domina- 
ción de  todo  el  territorio  y  comenzaron  desde  luego  á 
poner  en  práctica  los  ideales  de  conquista  que  desde 
hacía  mucho  acariciaban. 

66. — Varios  fueron  los  pueblos  sometidos  á  su  poder ^ 
siendo  de  citarse  el  de  los  Akahales,  cuya  capital  Holom 
rivalizaba  en  grandeza  con  Quauhtemallán;  y  otros,, 
vecinos,  que  muy  caro  pagaron  la  resistencia  que  hicie- 
ron para  conservar  su  libertad. 

67. — Así,  á  fines  del  siglo  XY,  los  cakchiqueles- 
habían  llegado  á  ser  lo  qué  los  quichés  bajo  el  reinada 
del  Gran  Quicab. 


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LECCIÓN  DÉCIMA. 

Tecum. — Guerras  civiles  entre  los  cakchiqueles. — Formación  del  reino  de  los 

Zacatepéquez.— Hunig  y  Lahuh-Noh.— Embajada  mexicana.— Vahxaki- 

Caam.— Curiosa  leyenda. — Consideraciones  acerca  de  ella. 


68. — Entre  tanto  gobernaba  á  los  quichés  Tecum, 
noveno  rey,  electo  á  la  muerte  de  Tepepul  en  la  batalla 
de  Quauhtemallán.  No  hizo  nada  notable  y  su  misión 
se  redujo  á  conservar  los  dominios  que  le  legó  su  ante- 
cesor, y  los  cuales  comprendían  las  provincias  de  Soco- 
nusco, Quezaltenango,  Solóla  y  Totonicapam  hasta  la 
Verapaz  y  Chiapas. 

69. — Los  cakchiqueles,  por  ^u  parte,  no  tuvieron  un 
momento  de  paz:  terminadas  sus  conquistas  las  guerras 
civiles  los  agitaron  profundamente.  Divididos  en  Zotzi- 
les  y  Tucuchés,  estos,  acaudillados  por  Cay-Hunapú,  se 
rebelaron  y  abandonaron  la  ciudad.  Los  de  Quauhte- 
mallán, considerando  que  el  conflicto  era  inevitable, 
salieron  á  su  encuentro  y  se  libró  una  batalla  en  que  los 
insurrectos  quedaron  vencidos.  Pero  la  guerra  no  ter- 
minó: nuevas  discordias  y  una  serie  de  conspiraciones 
dio  lugar  á  la  desmembración  del  imperio,  y  se  formaron 
nuevos  reinos,  siendo  el  más  importante  el  de  los  Zaca- 
tepéquez, quienes  se  dieron  un  rey  de  su  propia  tribu  y 
establecieron  su  capital  en  Yampuk,  que  hasta  la  llegada 
de  los  españoles  sólo  pudo^  ser  residencia  de  tres  reyes. 

10. — Trece  años  después  (1510)  murió  el  rey  cakchi- 
quel  Oxlahuhtzi,  y  al  año  su  adjunto  Cablahuh-Tixah, 
siendo  sucedidos  en  el  mando  por  sus  hijos  Hunig  y 
Lahuh-Noh. 

71.— Los  anales  cakchiqueles  dicen  que  en  el  primer 
año  del  reinado  de  estos  príncipes,  vino  una  embajada 
enviada  por  Moteczuma,  emperador  de  los  mexicanos; 
pero  nadie  ha  fijado  con  precisión  el  objeto  de  ella;  pues, 
unos  (Fuentes  y  Juarros)  dicen,  que  era  el  de  reconocer 
las  fuerzas  de  estos  Estados,  sus  caminos  y  lugares  por 
donde  pudiera  atacárseles;  y  otros,  (Brasseur  de  Bour 


—  14  — 

bourg  y  Milla)  que  fué  el  de  adquirir  informes  acerca  de 
los  españoles,  que  desde  hacía  algún  tiempo  estaban 
establecidos  en  ciertos  lugares  al  Levante  del  Conti- 
nente, y  celebrar,  contra  ellos,  tratados  de  alianza,  a  fin 
de  conjurar  el  peligro  común  que  los  amenazaba.  Lo 
cierto  es  que,  cualquiera  que  haya  sido  el  objeto,  según 
los  mismos  autores,  fracasó;  pues  no  fue  admitida  ni  por 
los  feroces  zutohiles  de  Atitlán,  ni  por  los  cakchiqueles 
ni  por  los  quichés,  cuyo  rey,  temeroí^o  y  desconfiado,  les 
ordenó  salieran  brevemente  de  sus  dominios.     (VI). 

72. — Reinaba  por  entonces  en  el  Quiche  Vahxaki- 
Caam,  décimo  rey.  Se  conserva  de  su  época  una  curiosa 
leyenda;  dice:  que  un  individuo  de  Tecpán-Quauhtema- 
llán,  que  se  supone  era  hijo  del  rey  cakchiquel,  y  un  ^ran 
hechicero,  se  aproximaba  todas  las  noches  á  los  edificios 
donde  residía  el  rey  quiche  y  dando  grandes  voces  lan- 
zaba denuestos  contra  él,  llamándole  ''mama  caixon'^ 
(viejo  agrio  ó  amargo).  Disgustado  Vahxaki-Caam^ 
ofreció  un  premio  al  que  capturase  á  aquel  atrevido  que 
lo  insultaba.  La  misión  era  difícil;  pero  hubo,  sin 
embargo,  un  encantador  más  diestro  que  se  ofreció  á 
cumplirla.  Trabajo  y  no  poco  le  costó  apresar  al  audaz 
y  conducirlo  hasta  el  rey:  éste  lo  interrogó,  y  confeso  de 
su  culpa  se  dispuso  su  sacrificio;  pero,  en  el  momento  en 
que  iba  á  consumarse,  levantó  la  voz  y  dijo:  "Sabed  que 
ha  de  venir  un  tiempo  en  que  desesperéis  por  las  calami- 
dades que  os  han  de  sobrevenir  y  aqueste  ''mama-caixon" 
también  ha  de  morir.  Y  sabed  que  unos  hombres,  no 
desnudos  como  nosotros,  sino  vestidos  y  armados  da 

pies  á  cabeza hombres  muy  temibles  y  crueles 

vendrán,  quizá  será  mañana  ó  pasado,  y  destruirán  todos 
estos  edificios  y  quedarán  hechos  habitación  de  lechuzas 
y  de  gatos  de  monte,  y  cesará  toda  la  grandeza  de  esta 
corte." 

73. —  Este  hecho  de  que  nos  da  cuenta  Ximénez,. 
quien  dice  que  en  su  época  se  conservaba  su  recuerdo  en 
un  baile  llamado  "quiche- vinak"  (del  Señor  del  Quiche), 
lo  explica  con  mucha  razón  el  señor  Milla,  suponiendo 


—  15  — 

que  el  tal  hechicero  tu  velera,  como  era  natural  pudiera 
haberlas  tenido,  noticias  relativas  á  los  españoles  que  ya 
habían  tocado  en  Yucatán,  las  islas  del  Golfo  de  Hon- 
I         duras  y  otros  lugares  del  Continente. 

'■»  


LECCIÓN  UNDÉCIMA. 

Nuevas  guerras  entre  quichés  y  cakchiqueles. —  Plagas  que  afligieron  á  éstos. 

Muerte  de  los  reyes  Belehé-Qat  y  Cahí-lmox.— Vcub-Noh.— Oxib-Queh 

y  Beleheb-Tzy. —  Últimos  sucesos. 


74. —  Pero  las  proféticas  palabras  del  brujo  cakchi- 
quel,  inhumanamente  sacrificado,  no  ejercieron  ninguna 
influencia  entre  estos  pueblos,  y  en  el  curso  del  año 
1513  volvió  á  encenderse  la  guerra  entre  quichés  y 
cakchiqueles. 

75.  —  Siempre  afortunados  los  últimos,  quedaron 
vencedores;  mas  plagas  de  otro  género  los  azotaron.  En 
el  año  1513  una  invasión  de  langostas  asoló  sus  campos 
y  produjo  el  hambre;  y  el  fuego  destruyó  la  ínayor  parte 
de  su  capital  é  hizo  algunas  víctimas. 

76. — No  obstante  estas  calamidades,  nuevas  guerras 
ocuparon  en  seguida  su  atención,  que  sólo  fué  distraída 
de  ellas,  por  una  peste  desoladora  que  se  desarrolló 
en  Quauhtemallán.  Víctimas  de  ella  fueron  Hunig  y 
Lahuh-Noh,  y  otros  muchos  príncipes  y  señores  que 
sucumbieron  en  pocos  días:  la  mortandad  fué  tan  grande,, 
que,  por  falta  de  tiempo  para  sepultarlos,  los  cadáveres 
sirvieron  de  alimento  á  las  aves  de  rapiña. 

77. — Al  rey  Hunig  le  sucedió  en  el  poder  su  hermano 
Belehé-Qat,  siendo  su  adjunto  Cahí-lmox,  hijo  de 
Lahuh-  Noh. 

78. — Entre  los  quichés  nada  digno  de  ser  citado 
encontramos,  pues  su  undécimo  rey  Vcüb-Noh,  no  hizo 
cosa  alguna  de  mérito.  Fué  sustituido  por  Oxib-Qüeb, 
duodécimo  monarca  quiche,  que  gobernó  en  unión  de 
Beleheb-Tzy,  y  fué  elevado  al  poder  poco  tiempo  ante» 
de  la  venida  de  Alvarado. 


—  16  — 

79. — En  tiempo  de  los  monarcas  Belehé-Qat  y  Oxib- 
Queb,  la  guerra  fué  la  ocupación  primordial  de  sus 
pueblos,  empeñados  en  constante  lucha,  hija  de  sus 
inextinguibles  rencores;  y,  como  los  sucesos  de  otro 
género,  relativos  á  sus  gobiernos,  están  estrechamente 
librados  con  los  de  la  conquista,  los  dejaremos  para  esa 
época,  que  estudiaremos  después  de  considerar  en  las 
próximas  lecciones,  el  grado  de  progreso  y  las  costum- 
bres adquiridas  en  su  grandeza  por  los  quichés  y  cak- 
chiqueles. 

LECCIÓN  DUODÉCIMA. 

Elementos   determinantes    del    carácter   de    una   nación. —  Religión    quiche    y 

cakchiquel. — Los  sacerdotes. — Los  sacrificios. — Diversas  clases  de  ellos- 

Plegaria  que  al  verificarse  pronunciaban. —  El  templo  de  Tohil  en 

Utatlán. —  El  dios. —  Inmortalidad  del  alma. —  La  muerte. 

Los  nacimientos. 


80. — Siendo  la  religión,  la  política  y  la  economía, 
los  tres  elementos  principales  que  forman  el  carácter  de 
una  nación,  de  modo  que,  sin  conocerlos,  es  del  todo 
imposible  formarse  una  idea  cabal  del  genio,  de  las  incli- 
naciones y  de  la  ilustración  que  la  distinguen,  pasemos 
nuestra  mirada  por  cada  uno  de  ellos,  bien  que  somera- 
mente. 

81. — La  religión  de  los  quichés  y  cakchiqueles,  en 
su  conjunto  semejantes,  era  un  tejido  de  errores,  de 
ritos  supersticiosos  y  crueles.  En  su  fondo  se  descubre 
la  idea  de  la  unidad  divina,  que  no  representaban,  pero 
que  tenían  como  á  la  ordenadora  del  mundo,  y  á  la  cual 
quedaban  sujetas  todas  las  deidades  secundarias,  que, 
como  en  Nachán,  siguieron  siendo  representación  de 
animales,  ó  de  las  fuerzas  de  la  Naturaleza.  Su  dios 
principal  era  Tohil,  deidad  sanguinaria  en  cuyo  honor 
se  sacrificaban  muchísimas  víctimas  humanas,  se  hacían 
ofrendas  de  frutas  y  flores  y  se  inmolaban  animales. 

82. — De  la  celebración  de  las  ceremonias  religiosas 
estaban  encargados  los  sacerdotes,  entre  los  cuales,  el 
jefe  de  ellos  era  considerado  como  agorero  ó  sabio  y 


COEREDORES  DEL  TEMPLO  DEL  SoL 


(V.  pág-.  6,  núm.  26) 


—  17  — 

tenía  grandísima  autoridad.     Revestido  con  los  orna- 
mentos pontificales  y  con  una  especie  de  mitra  en  la 
cabeza,  en  los  días  de  gran  solemnidad,  abría  con  un 
cuchillo  de  obsidiana,  el  pecho  de  la  víctima,  tendida 
sobre  la  piedra  de  los  sacrificios,  y  arrancándole  el  cora- 
zón   lo    ofrecía    palpitante   al   ídolo,   en    tanto   que    la 
muchedumbre    oraba.     En    seguida   lo   rociaba   con    la 
sangre,  lanzaba  unas  gotas  en  dirección  al  Sol  y  prose- 
guía repitiendo  la  misma  repugnante  ceremonia.     Las 
íabezas  de   las  víctimas  se   colocaban   sobre  un  altar, 
{lavadas  con  escarpias,  y  sus  cuerpos  se  cocían  para  ser 
comidos  por  los  antropófagos  sacerdotes,  reservándose 
►ara  el  jefe,  como  manjar  delicado,  las  manos  y  los  pies. 

83. — Estas  festividades  eran  de  dos  clases:  públicas 
y  particulares.  En  las  primeras  tomaban  parte  todos 
los  habitantes  de  la  ciudad;  en  las  segundas  un  solo 
individuo  ó  toda  una  familia,  según  el  caso.  Las  públi- 
cas tenían  tiempo  fijo:  una  al  principio  y  otra  al  fin  de 
la  estación  de  las  aguas,  y  después,  cada  ocasión  que 
alguna  necesidad  pública  lo  requería.  Como  los  días 
estaban  divididos  en  buenos  y  malos,  se  echaban  suertes 
para  determinar  el  propicio  para  la  ceremonia;  y  como 
preparación  para  la  fiesta  se  entregaban  por  largo  tiempo, 
el  rey,  los  sacerdotes,  los  nobles  y  los  plebeyos,  á  la  más 
rigurosa  abstinencia  y  al  ayuno. 

84. — Los  escogidos  para  el  sacrificio  eran  casi  siem- 
pre esclavos  ó  prisioneros  de  guerra.  Al  ser  conducidos 
ante  el  ara,  oían  la  siguiente  oración,  en  voz  alta  recitada 
por  los  sacerdotes  y  nobles:  ''Señor:  acuérdate  de  nos- 
otros que  somos  tuyos.  Danos  salud,  danos  hijos  y 
prosperidad  para  que  tu  pueblo  se  acreciente.  Danos 
aguas  y  lluvias  para  mantenernos  y  que  vivamos.  Oye 
nuestras  súplicas,  recibe  nuestras  plegarias,  ayúdanos 
contra  nuestros  enemigos  y  danos  tranquilidad  y  des- 
canso." 

85. — El  templo  de  Tohil  en  Utatlán  era  suntuosísimo 
Estaba  erigido  sobre  una  pirámide  de  gradería,  de  base 
cuadrangular,  construida  de  piedra  y  lodo,  y  consistía  en 


—  18  — 

una  capilla  techada  de  maderas  muy  finas,  y  revestida 
por  dentro  y  fuera  de  una  especie  de  estuco  sólido  y 
brillante.  La  estatua  del  dios,  de  cuya  figura  no  se  tiene 
noticia,  estaba  sentada  en  un  trono  de  oro,  esmaltado  de 
pedrería  y  rodeado  de  otros  riquísimos  adornos.  Servían 
este  templo  muchos  sacerdotes  que  se  alternaban  de 
trece  en  trece,  rendían  sus  preces,  quemaban  inciensos, 
ayunaban  y  hacían  penitencia. 

86. —  Creían  en  la  inmortalidad  del  alma,  pero  le 
añadían  ideas  puramente  materiales;  tanto  que,  cuando 
una  peste  asolaba  las  poblaciones,  decían  que  los  dioses 
tenían  entre  manos  algim  trabajo  y  necesitaban  gente 
para  realizarlo. 

87. — Para  ese  efecto,  al  que  moría  lo  enterraban  con 
todos  los  útiles  de  su  oficio;  y,  si  era  gran  señor,  con  él 
sepultaban  á  sus  esclavos  para  que  fueran  á  servirle  en 
la  otra  vida  como  lo  habían  hecho  en  ésta. 

88. — Pero  si  por  los  muertos  hacían  gran  duelo  y 
llevaban  luto,  representado  por  el  color  amarillo,  motivo 
de  singular  placer  era  el  nacimiento  de  un  niño,  que  se 
celebraba  con  inusitada  pompa  y  regocijo,  pues  el  no 
tenerlo  en  la  familia,  se  veía  como  el  castigo  de  los 
dioses  por  haber  cometido  antes  los  cónyuges  algún 
grave  pecado.  Le  apadrinaban  los  agoreros  y  se  hacían 
á  los  dioses  ofrendas  de  fiores  y  sacrificios  de  animales. 

89. — Tales  eran  los  principios  religiosos  de  los  habi- 
tantes de  estos  países  y  los  ritos  y  ceremonias  que 
acostumbraban  en  ciertos  actos  de  la  vida. 


LECCIÓN  DECIMATERCERA. 

Forma  de  gobierno. — La  tiranía. —  La  Justicia. —  Las  leyes  penales. —  El 

matrinnonio. —  La  propiedad. —  Los  metales. —  La  agricultura.— La 

cerámica. —  Los  tejidos,  el  comercio  y  la  medicina. —  Las 

artes. — Las  ciencias. — Fin  de  la  cultura  y  de  la  raza. 


90. — La  forma  de  gobierno  adoptada  por  los  quichés 
estaba  calcada  en  la  de  los  toltecas,  cuya  infiuencia  fué 
notable  en  todos  los  usos  y  costumbres.   Era  una  monar- 


—  19  — 

qiiía  aristocrática,  fundada  en  el  principio  hereditario 
indirecto  (del  padre  al  hermano  y  de  éste  al  hijo  del 
anterior),  con  lo  cual  se  evitaban  muchos  inconvenientes 
y  se  lograba  que  el  que  ocupara  el  trono  estuviera 
instruido  en  todas  las  necesidades  de  su  pueblo  y  en  Ios- 
remedios  á  ellas  aplicables. 

91. — Las  leyes  hacían  imposible  la  tiranía,  y  cuando 
alguno  de  los  monarcas  se  hacía  intolerable  por  sus  abu- 
sos, los  grandes  señores,  confederados,  lo  derrocaban,  y 
haciendo  esclavos  á  su  mujer  y  á  sus  hijos,  confiscábanle 
sus  bienes  y  á  veces  le  daban  la  muerte.  Mas,  si  la 
intentona  se  frustraba,  los  autores  de  ella  eran  castiga- 
dos severamente,  como  vimos  que  ocurrió  en  tiempo  del 
rey  Cotuha. 

92. — La  justicia  era  administrada  por  jueces  y  tri- 
bunales compuestos  de  personas  de  la  alta  aristocracia, 
que  permanecían  en  sus  puestos  mientras  cumplían  con 
su  deber,  siendo  además  atribución  de  ellos  el  cobro  de 
las  rentas  reales. 

93. — Las  leyes  penales  eran  muy  severas.  Castigaban 
con  pena  de  muerte  al  homicida,  al  ladrón  consuetudi- 
nario, al  adúltero,  al  que  hurtaba  las  cosas  sagradas,  al 
hechicero,  al  esclavo  prófugo  reincidente,  al  extranjero 
que  cazaba  ó  pescaba  en  bosques  ó  ríos  de  la  provincia, 
al  traidor  y  al  incendiario. 

94. — El  matrimonio  era  considerado  como  un  con- 
trato civil,  y  en  consecuencia  nada  tenían  que  ver  en  él 
los  sacerdotes.  Era  prohibido  por  lazos  de  consanguini- 
dad, pero  sólo  en  la  línea  masculina.  El  hombre  podía 
tener  varias  mujeres,  pero  nada  más  una  era  considerada 
como  legítima;  así  se  explican  sus  leyes  contra  la  poli- 
gamia. 

95. — La  propiedad  era  inviolable.  Si  alguno  moría 
y  no  tenía  herederos  legítimos,  se  enterraban  con  él  todas 
sus  riquezas,  consistentes  en  halajas,  plumas,  telas  y 
cacao,  que  servía  como  moneda. 

96. — No  conocían  el  hierro,  pero  para  sustituirlo 
usaban  el  cobre,  que  endurecían  aleándolo  con  el  estaño. 


—  20  — 

Usaban  los  otros  metales  para  adornarse,  y  se  cree  que 
el  oro  lo  recogían  entre  las  arenas  de  los  ríos,  y  la  plata 
la  extraían  de  las  menas  por  beneficios  especiales. 

97. — La  agricultura  alcanzó  entre  los  quichés  un 
notable  adelanto,  y  eran  objeto  de  cuidadoso  cultivo,  el 
cacao,  que  se  sembraba  con  grandes  ceremonias;  el  maíz, 
que  se  miraba  con  sagrado  respeto,  porque  de  él  supo- 
nían que  se  había  hecho  al  hombre,  según  la  leyenda  de 
Paxil  y  Cayalá;  el  algodón,  con  el  cual  fabricaban  visto- 
sas telas  que  teñí^^n  con  cochinilla,  añil  y  caracolillo;  el 
fréjol,  el  tabaco,  la  yuca,  las  papas,  etc. 

98. — En  cerámica  habían  logrado  grandes  progresos: 
fabricaban  utensilios  de  barro  ó  de  loza,  de  diversas  figu- 
ras, y  los  coloreaban  con  aguas  y  sedimentos  minerales. 

99. — Aprovechándose  de  plantas  textiles  fabricaban 
finísimas  esteras  de  colores,  con  que  tapizaban  los  suelos 
de  los  templos  y  palacios,  de  admirable  construcción; 
ejercían  el  comercio  como  oficio  honroso,  y  al  efecto 
celebraban  los  tiangues^  é  iban  de  lugar  en  lugar  ven- 
diendo sus  mercancías;  conocían  las  propiedades  medi- 
cinales de  ciertas  plantas  y  perseguían  con  ardor  la 
mentira  y  la  embriaguez. 

100.— Las  artes  estaban  muy  adelantadas;  la  música 
consistía  en  instrumentos  como  el  pífano,  la  marimba,  la 
chirimía  y  el  tum;  la  pintura,  la  escultura  y  la  arquitec- 
tura eran  notables;  los  tejidos  de  plumas  no  dejaban  que 
desear;  la  escritura,  reveladora  del  saber,  se  hacía  en 
papel  preparado  con  la  corteza  del  amatl;  y  de  la  litera- 
tura, aunque  de  un  idioma  aglutinante  y  sin  variadas 
inflexiones,  puede  decirse  que  era  portentosa:  así  lo 
prueba  el  drama  del  ''Rabinal-Achí,"  que  manifiesta 
elevación  de  estilo. 

101. — Las  ciencias,  tomadas  de  los  toltecas,  progresa- 
ron; y  sobre  todo  la  aritmética,  que  tenía  sorprendentes 
combinaciones,  y  la  astronomía,  que  les  enseñaba  á 
contar  el  tiempo  v  á  formar  su  maravilloso  calendario. 
(VII). 


y--^ 


"A, 


.  rilí- 


RüINAS   DE    QuiRIGüÁ. 


—  22  — 

102.— ¡Lástima  que  tanta  grandeza  haya  sido  des- 
truida, de  un  modo  tan  bárbaro,  por  los  audaces  con- 
quistadores, que,  ciegos  por  el  fanatismo  y  la  ambición, 
no  vacilaron  en  derribar  toda  una  serie  de  espléndidos 
monumentos,  y  en  aniquilar  una  raza  vigorosa  é  inteli- 
gente, digna  de  mejor  suerte! 


ron. 
com 
contíí 
(VII) 


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SEGUNDO  PERÍODO 


LECCIÓN  PRIMERA. 

Descubrimientos   relatados  por   los    "Sagas." — Eríc    Rand. —  Groenlandia. 

Brattalid   y   Heriuifnes. —  Leif. — Thorbald. —  Los   "slcrelÜngs." 

Fundación  de  colonias.— Sus  relaciones  con  Noruega. 

Pruebas  de  estos  descubrimientos. 


103. — Se  dice  que  la  América  fué  descubierta  desde 
ha  mucho  tiempo  por  los  pueblos  del  Antiguo  Conti- 
nente, y  en  apoyo  de  tal  teoría  hacen  los  autores  refe- 
rencia á  varias  expediciones  chinas;  pero,  como  nada  las 
comprueba,  nos  atendremos  á  las  narraciones  contenidas 
en  los  "Sagas"  6  sean  las  "Crónicas  de  Islán dia,"  según 
los  cuales,  los  daneses  (hombres  del  Norte),  la  descubrie- 
ron desde  el  siglo  X. 


Ruinas  de  Brattalid. 

104. — Esas  crónicas  refieren  que  Eric  Rand  (el 
Rojo),  fué  desterrado  de  Islandia  á  causa  de  haber 
matado  á  un  hombre,  y  que,  habiendo  sabido  por  un 
marino  noruego  que  existía  una  gran  costa  al  O.  de  la 
isla,  se  embarcó  para  allá,  llegando  tras  una  corta  nave- 
gación, el  año  982,  con  algunos  compañeros,  á  una  tierra 
que  llamó  Grroenland  ó  Tierra  Verde  (Groenlandia). 


—  24  — 

105.~Los  recién  llegados  fundaron  en  Groenlandia 
dos  centros  de  población,  Brattalid  y  Heriulfnes,  que 
establecieron  relaciones  con  Noruega. 

106.— El  año  1000,  Leif,  hijo  de  Eric,  acompañado 
de  35  hombres,  hizo  un  viaje  al  S.  y  descubrió  la  isla  de 
Terranova  y  otros  lugares  de  la  América  del  Norte, 
explorando  el  río  San  Lorenzo. .  Volvió  á  Groenlandia 
al  año  siguiente. 

107.— Thorbald,  hermano  de  Leif,  tomó  el  barco  de 
éste  y  comenzó  nuevos  descubrimientos  el  año  1002. 
Reconoció  los  lugares  explorados  por  Leif  y  avanzó  más 
al  S.,  hasta  llegar  á  un  promontorio  en  el  que  estaban 
tres  canoas,  ocupadas  cada  una  por  tres  naturales  del 
país,  con  los  cuales  armaron  querella,  siguiéndose  la 
muerte  de  ocho  de  ellos  y  salvándose  el  último  á  duras 
penas.  Thorbald  salió  herido  y  murió  á  los  pocos  días, 
con  lo  cual  sus  acompañantes  regresaron  á  Groenlandia. 
Los  naturales,  vistos  por 'primera  vez,  se  cree  eran  los 
esquimales,  que  los  islandeses  llamaron  shrelUngs. 

108. —  Estos  descubrimientos  dieron  lugar  á  la  fun- 
dación de  colonias,  y  mucho .  tiempo  más  tarde  aun 
subsistían  relaciones  entre  ellas  y  Noruega,  hasta  el 
grado  de  que  los  obispos  venían  á  predicar  la  religión 
cristiana,  para  convertir  á  los  colonos  ó  hacerlos  perse- 
verar en  ella. 

109. — Comprueban  los  descubrimientos  menciona- 
dos, las  huellas  que  de  su  existencia  han  dejado  los 
daneses  en  varios  lugares  de  los  Estados  Unidos. 


LECCIÓN   SEGUNDA. 

Las  relaciónesele  los  "Sagas"  se  ignoraban  en  Europa  durante  el  siglo  XV. 

El   *' Siglo  de  los   Descubrimientos." — Empeños  de  las  principales 

naciones  de  Europa. —  Descubrimientos  de  Portugal. 

Marinos  que  ocurrieron  á  Lisboa. 


110. — Pero  las  relaciones  antedichas  fueron  desco- 
nocidas por  la  mayor  parte  de  Europa,  y  en  el  siglo  XV 
hasta  los  mismo  daneses  las  habían  olvidado;  de  modo 


que  nadie  tenía  una  noción  cierta  de  la  existencia  del 
Nuevo  Mundo,  fuera  de  las  teorías  de  Platón  y  Aristóte- 
les, relativas  á  la  Atlántida  y  á  la  Antilla. 

111. — '^Siglo  de  los  Descubrimieutos"  se  ha  apelli- 
dado al  feiglo  XV,  porque  en  ól  los  portugueses,  tras 
colosales  esfuerzos,  lograron  bojear  el  cabo  de  Buena 
Esperanza,  señalando  una  nueva  ruta  para  las  Indias,  y 
los  españoles,  guiados  por  el  genio  de  Colón,  completar 
la  faz  del  planeta  con  el  hoy  llamado  Continente  Ame- 
ricano. 

112. — Veamos  cómo  se  verificaron  tales  portentos, 
veladores  del  poderoso  esfuerzo  del  talento  humano. 

113. — El  camino  que  de  Europa  conducía  á  las 
Indias,  ricos  centros  productores  de  especias^  sedas  y 
porcelanas,  era  en  aquel  entonces  por  demás  difícil  y 
peligi'oso;  motivo  por  el  cual  las  naciones  principales  se 
preocuparon  hondamente  por  descubrir  otro  más  corto 
y  menos  penoso  que  allá  les  llevase,  siendo  Portugal  la 
más  empeñosa  y  arriesgada. 

114. — Esta  nación  equipó  sus  naves  y  las  lanzó  á  las 
olas,  costeando  al  África,  península  que  suponía  pequeña 
y  fácil,  por  consecuencia,  de  doblarse  en  breve  tiempo. 

115. — Largas  y  penasas  fueron  sus  expediciones  que 
día  á  día  avanzaban,  sorprendiendo  al  mundo  y  atrayendo 
á  Lisboa,  capital  del  reino,  á  los  más  notables  marinos, 
á  los  geógrafos  de  más  nombradía. 

116. —  Entre  los  primeros  se  hallaba  Colón,  que  si 
era  de  oscuro  linaje,  no  lo  era  de  saber,  y  á  poco  asombró 
al  mundo  con  sus  famosas   teorías  y  soberbio  descu 
brimiento. 

LECCIÓN   TERCERA. 

Cristóbal   Colón. —  Su  nacimiento. —  Su  educación. —  Sus  viajes. —  Su  teoría. 
Fundamentos  de  ella, — Grandeza  del  primero. 

117. — Cristóbal  Colón  era  natural  de  Genova,  donde 
nació  el  año  1435.  Fueron  sus  padres  don  Domingo 
Colombo  y  doña  Susana  Pontana  Rosa. 


—  26  — 

118. — Su  padre  ejercía  el  oficio  de  cardador  de  lanas, 
pero,  amante  de  la  instrucción,  procuró  que  su  hijo 
hiciera  carrera,  y  lo  puso  á  estudiar  en  la  Universidad  de 
Pavía,  donde,  con  éxito,  cursó  varias  materias,  abando- 
nando en  seguida  las  letras,  para  consagrarse  á  la  marina, 
cuya  profesión  empezó  á  los  catorce  años. 

119. — Hizo  varios  viajes  por  el  Mediterráneo  y  mares 

del  N.  de  Europa,  y 
después  pasó  á  Lis- 
boa, donde  se  cai^ó 
con  la  hija  de  un   . 
inteligente    nav^:-;.?^^;^^ 
gante,   el    cual,  aí    "^'  *  ' 
morir,   le   legó   sus 
papeles,  que  le  en- 
señaron mucho  y  le 
proporcionaron  da- 
tos importantísi- 
mos. 

120.— El  deseo 
de  los  comerciantes 
de  encontrar  un  ca- 
mino más  corto  para 
ir  á  las  Indias,  le  lla- 
mó la  atención  y  lo 
^        ,         ^     ,  hizo  estudiar  déte- 

Cristóbal  Colon.  nidamente  el  asunto 

que  resolvió  diciendo:  que  la  vía  buscada  no  era  otra  que 
la  que  se  hallaría  navegando  hacia  el  Oeste. 

121. — Esta  teoría  la  basaba  Colón:  1?,  en  la  convic- 
ción que  tenía  de  la  esfericidad  de  la  tierra,  cuya  forma, 
en  aquellos  tiempos  de  atraso  y  de  ignorancia,  se  negaba 
por  la  Iglesia  y  por  la  Ciencia;  29,  en  las  doctrinas  de 
varios  sabios,  que  aseguraban  que  en  pocos  días  se  podía 
ir  de  Cádiz  á  las  Indias;  y  3?,  en  las  observaciones  que  él 
mismo  pudo  hacer  en  una  de  las  islas  Madera,  donde  vio, 
llevados  por  las  corrientes,  tallos  de  cañas  gigantescas, 


—  27  — 

trozos  de  madera  labrada  y  el  cadáver  de  un  hombre  de 
extraña  raza. 

122. — El  primer  fundamento  de  la  teoría  de  Colón, 
sostenido  por  él,  con  noble  energía,  ante  la  creencia 
general  de  la  época,  es  su  timbre  más  preclaro  y  por  sí 
solo  basta  para  inmortalizar  su  nombre. 


LECCIÓN   CUARTA. 

Colón  ofrece  su    proyecto  á  varios   gobiernos. —  Deja  á  Portugal   y  pasa  á 

España. —  Sus  gestiones  en  esta  nación. —  El  Arzobispo  de  Toledo  lo 

presenta  á  los  Reyes  Católicos. —  Disposición  de  éstos  para  con  él. 

Fray  Fernando  de  Talavera. 


123. — Una  vez  desarrollado  su  plan.  Colón  lo  ofreció 
al  Senado  de  Genova,  su  patria;  al  gobierno  de  Venecia 
y  al  rey  D.  Juan  II,  de  Portugal,  quienes  calificaron  de 
quiméricos  delirios  sus  proyectos. 

124. — Acosado  por  la  miseria,  y  más  por  su  ardiente 
deseo  de  ver  realizada  la  .brillante  idea  que  diez  años 
antes  concibiera  su  mente,  pasó  á  España  á  proponer  á 
los  Reyes  Católicos  lo  que,  aquellos  que  no  lo  entendí, 
llamaban  sueños  de  su  fantasía,  no  siendo  otra  cosa  más, 
que  la  persuación  de  la  realidad,  adquirida  con  el  cultivo 
de  las  ciencias  y  con  las  investigaciones  geográficas. 

125. — Llegó  á  España  á  fines  de  1484,  desembarcando 
en  Santa  María  ó  en  Sevilla,  donde  se  hallaba  en  muy 
buena  posición  un  florentino  amigo  suyo,  que  lo  reco- 
mendó á  los  principales  personajes  de  la  corte. 

126.— En  Sevilla  ofreció  la  empresa  primero  al  duque 
de  Medinasidonia,  y  después  al  de  Medinaceli,  quien  lo 
recibió  muy  bien  y  le  dio  una  carta  para  Alonso  de 
Quintanilla,  Contador  Mayor  de  Castilla. 

127. — Quintanilla  presentó  á  Colón  al  Arzobispo  de 
Toledo,  persona  muy  influente,  que  luego  lo  puso  en 
relación  con  sus  majestades  Fernando  é  Isabel,  consi- 
guiéndole una  audiencia  con  fecha  20  de  enero  de  1486. 


—  28  — 

128. — En  ella  manifestó  Colón  sus  proyectos,  que 
Isabel  oyó  con  entusiasmo  y  Fernando  con  frialdad; 
pero,  ocupados  éstos  en  la  conquista  de  Granada,  último 
reducto  de  la  dominación  árabe  en  España,  aplazaron  la 
realización  de  sus  planes  para  después  de  terminada  la 
guerra. 

129. — Entre  tanto,  se  dio  encargo.de  examinar  el 
proyecto  á  Fr.  Fernando  de  Tala  vera. 


LECCIÓN   QUINTA. 

Declaración  de  la  Junta  de  Córdova. —  Las  conferencias  de  Salamanca. — Sus 

resoluciones. — Acuerdo  de  los  Reyes  Católicos. — Proposiciones  de  Colón. 

Fr.  Juan  Pérez  de  Marchena. — Vuelve  Colón  á  la  Corte. 

Tratados  de  Santa  Fe. 


130. — Fray  Fernando  de  Talayera  era  personalmente 
hostil  al  proyecto  de  Colón,  y  sólo  por  hacer  algo  some- 
tió el  asunto  al  estudio  de  una  junta,  que  con  carácter 
oficial  formó  en  Córdova.  Ésta,  después  de  haber  adu- 
cido muchas  necias  razones  eii  contra,  declaró  el  proyecto 
vano  é  imposible. 

131. — Pero   como   Colón   contaba   ya  con   muchos 
poderosos  protectores,  éstos,  para  salvarlo,  organizaron 
en  Salamanca  unas  conferencias  sobre  el  proyecto,  bajo 
la  presidencia  del  ilustre  dominico  Fr.  Diego  de  Deza. 
^  132.— A  ellas  concurrieron  muchos  religiosos  y  sa- 

bios, que  encontraron  la  idea  del  navegante  genovés,  á 
más  de  prodigiosa,  realizable. 

133. — Por  este  motivo  los  Reyes  asignaron  á  Colón 
una  pensión,  y  éste  los  siguió  á  doquiera  ellos  iban, 
hasta  que,  habiendo  hecho  sus  proposiciones,  que  fueron 
consideradas  como  exorbitantes,  abandonó  la  corte  para 
dirigirse  á  Portugal. 

134. — Pero  al  llegar  á  Palos  fué  detenido  por  el 
Prior  del  convento  de  Santa  María  de  la  Rábida,  Fr. 
Juan  Pérez  de  Marchena,  quien,  al  oírlo  hablar,  encontró 
tan  sólidos  sus  razonamientos,  que,  después  de  consultar 


I 


—  29  - 

con  el  físico  García  Hernández,  temeroso  de  que  España 
perdiera  la  gloria  que  se  le  ofrecía,  escribió  á  la  Reina 
para  que  aceptara  sus  propuestas. 

135. — La  Reina  en  contestación  llamó  al  Prior,  y 
éste  marchó  á  la  corte,  donde  fueron  tales  sus  empeños 
y  argumentaciones,  que  Isabel  desde  íSanta  Fe  escribió 
á  Colón,  llamándole  y  enviándole  dinero  para  que  se 
vistiera  bien  y  se  comprara  una  '^bestezuela." 

136. — Tan  luego  como  llegó  de  nuevo  á  la  corte  el 
futuro  descubridor,  se  allanaron  las  dificultades  anterio- 
res; y  en  Santa  Fe,  frente  á  Grranada,  se  firmaron  con 
fecha  17  de  abtil  de  1492,  unos  tratados  celebrados  entre 
Colón  y  los  Reyes  Católicos,  por  los  cuales  se  le  conce- 
dían, tal  como  lo  había  pedido,  los  nombramientos  de 
Almirante  y  Virrey  de  los  mares  y  tierras  que  descu- 
briese, y  el  décimo  de  los  proventos. 


LECCIÓN   SEXTA. 


Nuevos  obstáculos  con  que  tropezó  Colón. — Disposición  de  los  Reyes  Católicos 

para  con  él. — Viernes  3  de  agosto  de  1492. —  La  "Santa  María,"  la 

"Pinta"  y  la  "Niña." — Belleza  del  viaje  de  Colón. —  Su 

importancia  histórica. —  Estado  de  ánimo  de  Colón 

y  sus  compañeros. 


137. — Después  de  firmados  los  tratados  de  Santa  Fe,  *V 
todavía  esperaban  á  Colón  otros  obstáculos,  y  eran  la 
falta  de  naves;  pero  los  Reyes,  dispuestos  en  su  favor, 
ordenaron  que  los  marinos  ricos  se  las  proporcionaran; 
y  Martín  Alonso  Pinzón,  experto  navegante  y  partidario 
del  proyecto,  dio  dos,  comprometiéndose  á  ir  en  compa- 
ñía de  su  hermano  Vicente  como  pilotos;  y  Cristóbal 
Quintero,  otra. 

138. — Vencida  esta  dificultad,  así  como  la  predispo- 
sición de  ánimo  que  había  en  contra  de  tan  arriesgado 
viaje,  y  equipadas  convenientemente  las  naves,  llegó  la 
aurora  del  viernes  3  de  agosto  de  1492. 


—  30  — 

139. — A  la  claridad  de  sus  primeros  destellos  zarpa- 
ron de  la  Barra  de  Saltes  tres  ligeras  embarcaciones, 
que  iban  en  busca  de  ignotas  regiones;  eran:  la  ''Santa 
María,'-  la  ''Pinta"  y  la  "Niña."  La  primera  dirigida  por 
Colón  y  las  dos  últimas  por  los  hermanos  Pinzón. 

140. — Sin  mapas  que  les  señalaran  seguro  derrotero, 
y  en  contra  de  la  opinión  de  los  doctos  de  la  Europa 
entera,  asombra  la  osadía  de  aquellos  hombres  que  em- 
prendieron un  viaje  que  tenía  toda  la  forma  poética  y 
brillante  colorido  de  una  leyenda  fantástica. 

141. — La  empresa  que  estudiamos  es  la  más  atrevida 
que  registra  la  historia  de  los  descubrimientos,  y  justo 
es  la  sigamos  en  todos  sus  detalles. 

142. — Al  alejarse  del  puerto  de  Palos  las  lágrimas 
asomaron  á  los  ojos  de  los  que  partían  y  de  los  que 
quedaban;  los  unos  daban  su  adiós  á  la  patria  y  á  sus 
deudos;  los  otros,  á  los  hombres  que  no  esperaban  volver 
á  ver  jamás.  Sólo  uno  estaba  sereno  ó  impasible:  era 
Colón;  Colón,  que,  lleno  de  fe  en  la  sublime  obra  que 
había  emprendido,  y  confiado  en  su  ciencia,  esperaba 
dar  término  al  grandioso  pensamiento  que  por  espacio 
de  diez  y  ocho  años  había  agitado  su  fecunda  mente. 


LECCIÓN   SÉPTIMA, 


Averías  sufridas  por  la  "Pinta." — Comienzo  de   la  verdadera  empresa  d< 

Colón. —  Tristeza  de  sus  compañeros  de  viaje. —  Notable  fenómeno. 

Indicios  de  tierra. —  Dudas. —  Exigencias. —  Firme  resolución 

de  Colón. —  ¡Tierral 


H3. — Las  naves,  hinchadas  sus  velas  por  viento 
bonancible,  cortaron  los  ondas  rumbo  á  las  Canarias, 
desde  donde  debían  navegar  en  línea  recta  hacia  el 
Occidente. 

144. — Pero  al  tercer  día,  la  "Pinta"  empezó  á  hacer 
agua  por  habérsele  roto  el  timón,  y  gracias  á  la  habilidad 
de  su  piloto  se  contuvo  el  mal  y  llegaron  al  octavo  á  las 
Canarias,  donde  se  repararon  las  averías. 


I* 


—  31  — 

145. — Dos  semanas  después  se  continuó  la  marcha; 
pero  la  verdadera  empresa  y  gloria  de  Colón  comienza 
el  día  9  de  septiembre,  en  que  desaparecieron  á  la  vista 
de  los  tripulantes  las  más  elevadas  cimas  de  la  isla  de 
Hierro,  término  por  aquel  entonces  de  la  tierra  conocida. 

146. — La  vasta  extensión  de  las  aguas,  la  soledad 
que  reinaba  en  derredor,  engendró  profunda  tristeza  en 
el  ánimo  de  aquellos  valientes  navegantes,  y  sólo  Colón, 
mostrándoles  en  lontananza  las  miríficas  regiones  que 
les  había  prometido,  pudo,  por  el  pronto,  apartar  su  ima- 
ginación de  las  lúgubres  ideas  de  que  eran  víctimas. 

147. — Más  de  doscientas  leguas  distantes  del  Antiguo 
Mundo,  un  fenómeno  notable  vino  á  aterrorizarlos:  la 
brújula  no  apuntaba  hacia  el  N.,  se  inclinaba  hacia  el 
NE.:  estaba  loca.  Pero  Colón  explicó  el  fenómeno  y  la 
calma  volvió  á  reinar. 

148. — El  tiempo  siempre  era  favoi-able,  y  los  indicios 
seguros  de  que  pronto  se  llegaría  á  la  tierra  anhelada: 
grandes  yerbas  y  aves  blancas  así  lo  presagiaban;  pero 
al  fin  desaparecieron,  dejando  nuevamente  su  imperio  á 
la  duda,  que  alcanzó  tan  gran  desarrollo,  que,  al  cabo, 
se  resolvió  en  un  motín  contra  el  ilustre  genovés. 

149. — Los  descontentos  le  exigían  el  día  9  de  octubre 
el  regreso  de  las  naves;  pero  él,  impertérrito,  firme  en  su 
idea  y  seguro  de  que  no  atentarían  contra  su  vida, 
persistió  en  su  empeño  y  siguió  adelante. 

150. — Eran  las  once  de  la  noche  del  once  del  mismo 
mes  cuando  á  lo  lejos  se  vio  aparecer  una  luz:  la  nueva 
tierra  estaba  cerca,  el  término  de  la  empresa  realizado: 
así  lo  indicó  un  cañonazo  de  la  *' Pinta,"  disparado  á  las 
dos  de  la  mañana. 


—  32  — 


LECCIÓN  OCTATA. 

Colón  toma  posesión  de  la  isla  de  Guanahaní  y  agasaja  á  sus  habitantes. 

Nuevos  descubrimientos  —  Fuga  de    Pinzón. —  Naufragio  de  la  "Santa 

María." — Vuelta  de  Colón  á  España. —  Recepción  que  le  hicieron 

los  Reyes  Católicos. 


151.— El  día  en  que  la  "Pinta"  anunció  la  tierra  por 
la  voz  de  su  cañón,  el  Descubridor,  en  compañía  de  los 
principales  marinos,  se  acercó  en  botes  á  la  playa  y  tomó 
posesión  de  aquella  comarca  en  nombre  de  los  Soberanos 
Católicos. 

152. — Era  una  isla  del  grupo  de  las  Lucayas,  que  los 
indios  llamaban  Gruanahaní  y  que  Colón  bautizó  con  el 
nombre  de  San  Salvador,  porque  con  su  descubrimiento 
había  salvado  el  éxito  de  su  expedición.  Hoy  se  llama 
Isla  de  los  Gatos  (Cats-Island). 

153.  —  Después  de  haberla  reconocido  y  de  agasajar 
á  sus  sencillos  habitantes,  con  regalos  de  cascabeles  y 
otros  abalorios,  se  dio  á  la  vela  en  busca  de  nuevas 
tierras  donde  abundase  el  oro  que  había  prometido  á  sus 
compañeros  de  aventuras. 

154. — Varias  i^las  fué  descubriendo  sucesivamente, 
y  entre  ellas  citaremos  como  principales:  la  Concepción, 
Fernandina,  Isabela,  la  Juana  (Cuba),  la  más  grande  de 
todas,  y  la  Española  (Haití),  la  más  bella. 

155.—  En  este  lugar  fué  Colón  muy  bien  tratado  por 
el  cacique,  pero  tuvo  que  lamentar  la  fuga  de  Pinzón, 
que  quería  arrebatarle  su  gloria;  y  el  naufragio  de  la 
"Santa  María,"  cosas  que  lo  resolvieron  á  regresar  á 
España. 

156.— El  día  4  de  enero  de  1493  la  carabela  la  "Niña" 
salió  del  puerto  de  Navidad  rumbo  á  la  Península  Ibéri- 
ca, á  donde  llegó,  después  de  sufrir  los  furiosos  embates 
de  las  embravecidas  olas  del  Atlántico,  el  4  de  marzo  del 
mismo  año,  anclando  en  Lisboa. 

157. — De  este  lugar,  pasó  Colón  á  Valparaíso,  ciudad 
donde  estaba  la  corte  de  Portugal,  y  de  aílí  á  Barcelona, 
residencia  de  los  Reyes  Católicos. 


—  33  — 

158. — Magnífica  fué  la  acogida  que  le  dieron  sus 
Majestades,  quienes,  con  las  lágrimas  en  los  ojos,  oyeron 
sus  maravillosas  relaciones  y  dieron  gracias  á  Dios  entre 
las  entonaciones'del  Te  Deum  Laudamus, 


LECCIÓN  NOVENA, 


Segundo  viaje'de  Colón. — Cambia  su  carácter. — Regresa  á  España.— Su  tercer 

viaje. — Vejaciones  que  en  él  sufrió. — Su  cuarto  viaje. — Descubre  la  isla 

Guanaja. — Toca  en  tierra  de  Honduras. —  Primera  misa  que  se 

dijo  en  Centro-América. —  Vuelve  á  España. —  Muerte  de  la 

reina  Isabel. —  Muerte  de  Colón. — Su  destino. 


159. —  Dado  el  éxito  brillante  que  en  su  primer  viaje 
obtuvo  el  Descubridor,  así 'como  la  esperanza  que  á  todos 
animaba  de  que  se  hallasen  nuevas  tierras,  aun  más 
ricas,  se  organizó  una  segunda  expedición,  que  salió  de 
Cádiz  el  25  de  septiembre  de  1493. 

160. — Fecundo  en  descubrimientos  fué  este  viaje; 
pero  en  él  cambió  Colón  su  carácter  de  descubridor  por 
el  de  conquistador,  castigando  á  los  indios  é  imponién- 
doles pesados  tributos. 

161. — Acusado  en  España  por  sus  enemigos,  aban- 
donó las  nuevas  tierras,  que  él  suponía  las  Indias  (China 
y  Japón),  y  llegó  al  puerto  de  Cádiz  el  día  11  de  junio 
de  1496. 

162. — Vindicado  de  los  cargos  que  le  hacían,  hizo 
Colón  otros  dos  viajes  más.  En  el  tercero,  tocó  la  tierra 
firme  en  agosto  de  1498  y  sufrió  mil  vejaciones:  Fran- 
cisco de  Bobadilla,  nombrado  por  los  Reyes  para  ir  á 
juzgar  su  conducta,  lo  encarceló,  lo  cargó  de  grillos  y  lo 
remitió  á  España;  pero  al  llegar  á  Cádiz  el  pueblo  se 
indignó,  y  la  Reina,  disgustada  por  la  conducta  del  juez 
de  residencia,  escribió  á  Colón  una  carta  afectuosa  y 
ordenó  se  le  diera  cuanto  necesitara  para  sus  gastos. 

163. — Para  su  cuarto  viaje  salió  Colón  de  Cádiz,  el 
9  de  mayo  de  1502,  con  cinco  naves  pequeñas.  Tocó  en 
varios  islotes  y  cayos  que  ya  conocía,  y  el  30  de  julio 


—  34  — 

arribó  á  la  isla  Guanaja,  que  llamó  isla  de  Pinos,  y  fué 
la  primera  tierra  centro-americana  que  descubrieron  los 
europeos  en  el  siglo  XVI.  Continuando  la  navegación 
tocó  la  escuadrilla  en  un  sitio  que  llamaron  Punta  Caxi- 
nas  (Trujillo),  el  domingo  14  de  agosto,  fecha  en  que,  en 
este  suelo,  se  dijo  la  primera  misa  inaugural  del  nuevo 
culto  que  habría  de  sustituir  al  bárbaro  de  estas  regio- 
nes. Después,  costeando  siempre  el  Grolfo  de  Honduras 
(VIII),  siguió  Colón  su  viaje  á  la  vista  de  la  tierra,  que  él 
ignoraba  fuera  firme,  y  regresó  á  su  patria  adpotiva,  lle- 
gando el  7  de  noviembre  de  1504,  muy  enfermo  de  gota. 

164. — Se  detuvo  en  Sevilla,  y  allí  recibió  la  infausta 
nueva  de  la  muerte  de  su  protectora,  la  magnánima  reina 
Isabel,  acaecida  en  Medina  del  Campo,  el  26  del  mismo 
mes  y  año  de  su  arribo. 

165. — Con  este  fatal  acontecimiento,  el  insigne  ma- 
rino perdió  toda  esperanza,  y  cansado,  enfermo  y  abatido 
por  las  ingratitudes,  exhaló  el  último  aliento  el  jueves 
de  la  Ascensión,  20  de  mayo  de  1506.  Sus  últimas  pala- 
bras fueron:  In  manus  tuas^  Dómine^  commendo  spíritum 
meum:    ''En  tus  manos.  Señor,  encomiendo  mi  espíritu." 

166. — Colón  fué  el  predestinado  de  la  gloria,  pero 
también  del  infortunio.  Su  nombre  que  debía  ser  el  que 
sirviera  para  designar  la  porción  del  planeta  llamada 
Nuevo  Mundo,  fué  sustituido  por  el  de  un  aventurero 
navegante,  que  no  hizo  más  que  seguir  sus  huellas,  Amé- 
rico  Vespucci,  justamente  apostrofado  con  el  célebre 
hemistiquio  de  Virgilio:  sie  vos^  non  vobis:  ''así  vos,  no 
para  vos." 

LECCIÓN  DÉCIMA. 

Personas   que   vinieron   á   América  con   Colón. —  Hernán   Cortés. 

Descubrimientos   de    Hernández    de   Córdova  y   Grijalva. 

Planes  de  Velásquez. — Expedición  de  Cortés. 

Disgusto  de  Velásquez. 


167. — Ahora  bien,  con  el  Descubridor  vinieron  á 
América  muchas  personas  que,  andando  el  tiempo,  lle- 
garon  á  hacerse  célebres,  y   entre   ellas   figura   Diego 


—  35  — 

Velásquez,  que  de  criado  que  era  de  D.  Diego  Colón,  fué 
elevado  á  la  categoría  de  capitán  cuando  se  emprendió 
la  conquista  de  la  isla  de  Cuba. 

168. — Entre  los  que  fueron  con  él  á  Cuba  estaba  D. 
Hernán  Cortés,  joven,  de  carácter  inquieto  y  amante  de 
aventuras,  que  bien  pronto  se  distinguió  por  su  audacia, 
valor  y  denuedo. 

169. — Durante  la  época  de  su  residencia  en  Cuba  se 
iniciaron  los  descubrimientos  en  las  costas  mexicanas, 
por  Francisco  Hernández  de  Córdova  y  Juan  de  Grijalva. 
Éste  llegó  hasta  las  costas  de  Panuco  y  recogió  regular 
cantidad  de  oro  que  probaba  las  riquezas  del  país  y  des- 
pertó la  codicia  insaciable  de  Velásquez,  quien,  para 
adueñarse  de  ellas,  dispuso  la  conquista  del  imperio  de 
Anáhuac. 

170. —  Mas,  para  lograrla,  tropezaba  con  un  obs- 
táculo: Ij^llar  la  persona  capaz  de  ponerse  al  frente  de 
su  empresa,  pues,  entre  sus  amigos  le  parecía  que  no 
había  ninguno  con  tales  tamaños;  pero  rendido  por  las 
recomendaciones  de  su  secretario  Andrés  del  Duero, 
eligió  á  Cortés. 

171. — Éste  recibió  todas  las  instrucciones  necesarias, 
y  al  frente  de  una  pequeña  flota  se  dio  á  la  vela  el  10  de 
febrero  de  1519.  Le  acompañaban  varios  valientes  jóve- 
nes y  entre  ellos  se  distinguían,  Cristóbal  de  Olid,  Diego 
de  Ordaz,  Francisco  de  Montejo,  Pedro  de  Alvarado  y 
sus  cuatro  hermanos,  y  otros,  entre  los  que  figuraba  el 
verídico  historiador  Bernal  Díaz  del  Castillo,  que  escri- 
bió la  ^'Historia  de  la  Conquista,"  obra  que  se  tiene  en 
mucho  por  ser  de  un  testigo  ocular. 

172. — Pero  las  naves  de  Cortés  no  zarparon  con  la 
anuencia  de  Velásquez;  desconfiando  éste  de  aquél,  libró 
órdenes  de  aprehensión  en  su  contra,  pero  más  listo  el 
capitán  extremeño,  abandonó  el  puerto  cuando  llegaban 
al  muelle  los  enviados  de  su  compadre  el  (iobernador. 


—  36 


LECCIÓN   UNDÉCIMA. 

Cortés  en  Tabasco. — Llega  á  San  Juan  de  Ulúa. — Embajada  mexicana. — Ideas 

de  los  embajadores.— Provecho  que  de  ellas  sacó  Cortés. — Desembarca  y 

funda  la  Villa  Rica  de  la  Vera-Cruz.— Noticias  que  allí  recibió.— Sigue 

á  Cempoallán  y  de  allí  á  Tlaxcallán.—Cholollán.— Secreto  complot. 

Severo  castigo. — Entra  á  México. — Conducta  que  allí  observó. 

Asesinatos  de  Alvarado.— La  "Noche  Triste." — Sitia  Cortés 

á  México. — 13  de  agosto  de  1521. — Cuauhtemoc. 


173. — Desde  ese  momento,  rota  toda  alianza  entre 
Velásquez  y  Cortés,  quedaba  éste,  por  sí  solo,  jefe  y 
dneño  de  la  expedición  que,  sin  tropiezo  llegó  hasta 
Tabasco,  donde,  habiendo  subido  el  río  Gri jaiva,  libró 
una  batalla,  y,  vencedor,  obtuvo  de  los  caciques,  como 
homenaje  de  sumisión,  el  regalo  de  veinte  esclavas,  entre 
las  que  estaba  doña  Marina,  quien  lo  quiso  mucho,  lo 
acompañó  en  todas  sus  arriesgadas  aventuras,  y  fué  el 
ángel  tutelar  de  los  españoles,  librándolos  4e  muchos 
peligros. 

174. — De  Taíiasco  sin  alejarse  mucho  de  la  costa,  sig-uió  Cortés  el- viaje, 
por  mar,  hasta  el  islote  de  San  Juan  de  Ulúa,  á  donde  llegó  el  Jueves  Santo, 
21  de  abril  de  1519. 

175. — Inmediatamente  que  anclaron  las  naves  se  presentaron  delante  de 
•^  la  capitana  varias  canoas  que  conducían  á  cinco  embajadores  de  Moteczuma, 

rey  de  México,  y  que  eran  portadores  de  ricos  presentes  para  los  españoles, 
á  quienes  suponían  dioses. 

176. — Cortés  supo  aprovecharse  de  este  incidente  y  por  diversos  medios 
logró  confirmar  aquellas  falsas  ideas,  que  más  tarde  le  fueron  de  gran 
utilidad  y  favorable  trascendencia. 

177 — El  día  22  desembarcó  en  las  arenosas  playas  de  Chalchiuhcuecán, 
fijó  su  artillería,  rescató  oro  por  cuentas  de  vidrio  y  otros  abalorios,  fundó  la 
ciudad  de  la  Villa  Rica  de  la  Vera-Cruz,  cuyo  Ayuntamiento  lo  emancipó  por 
completo  del  poder  de  Velásquez,  y  adquirió  datos  acerca  del  estado  del  país 
que  se  proponía  conquistar  para  alcanzar  gloria  y  riquezas. 

178.  —  Los  elementos  heterogéneos  de  que  estaba  formado  el  imperio 
mexicano  y  el  odio  que  animaba  á  los  pueblos,  cansados  de  la  ominosa  tiranía 
de  Moteczuma,  serían  poderosos  coadyuvadores  de  su  temerario  intento;  por 
tanto,  dispuso  seguir  hasta  el  interior  del  país. 

179.  —  En  Cempoallán,  fué  recibido  con  magnificencia  por  el  cacique  y 
alojado  en  el  teocalli  (templo),  como  si  hubiera  sido  un  dios;  en  Tlaxcallán, 
la  poderosa  rival  de  México,  se  opusieron  á  su  paso  las  valientes  huestes  de 
Xicoténcatl  el  joven,  pero,  al  fin,  por  su  política,  le  abrieron  las  puertas  de  la 
populosa  ciudad,  los  cuatro  Señores  de  la  República,  que  lo  obsequiaron  y  se 
declararon  sus  aliados;  en  Cholollán,  la  ciudad  teocrática  por  excelencia, 
donde  por  una  reacción  natural  ya  no  se  consideraba  á  los  españoles  como 


—  37  — 

dioses,  sino  como  hombres  de  otra  raza  enemiga  que  llegaba  á  derribar  sus 
divinidades,  á  apoderarse  de  sus  bienes,  de  sus  campos  y  de  su  patria,  se 
le  dio  cabida  con  aparentes  muestras  de  entusiasmo,  en  tanto  que  de  una 
manera  sigilosa  se  preparaba  un  complot  que  tenía  por  objeto  exterminarlo 
con  todos  los  suyos,  pero  que,  descubierto,  fué  de  fatales  consecuencias  para 
los  que  con  razón  lo  tramaban,  pues  en  unión  de  los  tlaxcaltecas  y  demás 
aliados  se  entregó  Cortés  á  una  horrible  matanza,  y  destruyó  la  ciudad  por  el 
fuego;  pasando  en  seguida  á  la  Gran  Tenochtitlán,  objeto  de  sus  ambiciosos 
sueños,  á  donde  llegó  el  martes  8  de  noviembre,  siendo  recibido  en  las  calzadas 
por  el  pusilánime  Moteczuma  que,  seguido  de  toda  su  nobleza,  le  condujo  al 
palacio  de  su  padre  Axayacatl,  el  cual  le  había  dispuesto  para  alojaniento. 

180. — Ya  en  la  metrópoli  mexica,  Cortés  puso  en  juego  todo  su  talento, 
toda  su  audacia,  todo  su  valor,  y  se  aprovechó  hábilmente  del  fanatismo  del 
menguado  Moteczuma,  que,  lejos  de  oponerle  una  heroica  resistencia,  se 
sometió  desde  luego  á  lo  que  llamaba  la  voluntad  de  sus  dioses. 

181.  —  No  obstante,  era  necesario  vencer  muchos  obstáculos  que  habrían 
de  í)oner  en  grave  peligro  el  éxito  de  aquella  atrevida  empresa.  Así,  después 
de  la  matanza  ordenada  por  Pedro  de  Alvarado,  el  20  de  mayo  de  1520,  vemos 
á  Cortés  abandonar  la  capital  la  noche  del  30  de  junio,  en  la  más  completa 
derrota,  dejando  esa  "Noche  Triste,"  como  se  le  llama  en  la  Historia, 
enterrados  en  las  acequias  de  la  ciudad,  sus  tesoros  y  sus  mejores  amigos,  é 
ir  en  seguida  á  refugiarse  á  Tlaxcallán. 

182. —  Repuesto  de  su  derrota,  infatigable,  vencido,  pero  no  domado, 
vuelve  Cortés  acompañado  de  numeroso  ejército  de  indios  auxiliares,  sobre  la 
bella  ciudad  de  Huitzilopochtli,  y  el  20  de  maj'O,  Lunes  de  Pentecostés,  reparte 
su  ejército  y  comienza  el  asedio. 

183. — Y  después  de  75  días  de  riguroso  sitio,  cuando  la  falta  de  víveres 
y  los  muchos  muertos,  habían  producido  el  hambre  y  la  peste,  y  toda  defensa 
era  imposible,  el  martes  13  de  agosto  de  1521,  día  de  San  Hipólito  mártir, 
quedó  consumada  la  conquista:  la  Gran  Tenochtitlán,  la  ciudad  invencible, 
se  rindió. 

184. —  Cuauhtemoc,  su  rey  entonces,  se  portó  dignamente,  y  hecho 
prisionero,  refieren  que  al  presentarse  ante  Cortés,  éste  se  levantó  y  lo 
abrazó  con  el  noble  respeto  del  vencedor  al  héroe  desgraciado;  que  al  monarca 
se  le  llenaron  de  lágrimas  los  ojos  y  que,  poniendo  la  mano  en  el  mango  del 
puñal  del  Conquistador,  le  dijo  las  siguientes  palabras,  con  las  cuales 
sucumbía  un  rey  con  su  raza,  con  su  patria  y  con  sus  dioses:  **Malintzin, 
pues  he  hecho  cuanto  cumplía  en  defensa  de  mi  ciudad  y  de  mi  pueblo  y  vengo 
por  fuerza  y  preso  ante  tu  persona  y  poder,  toma  luego  este  puñal  y  mátame 
con  él." 


LECCIÓN  DUODÉCIMA. 

Cortés  organiza  la  colonia  de  *•  Nueva  España." — Expediciones  de  Olid  y  de 

Alvarado. — Instrucciones  que  ambos  recibieron. — Salida  de  Olid. — Salida 

de  Alvarado. — Importancia  de  estas  expediciones. 


185. — Terminada  la  conquista  del  imperio  de  Aná- 
huac,  así  como  de  los  pueblos  vecinos,  que  sin  resistencia, 
ó  muy  corta,  se  sometieron.  Cortés  organizó  la  colonia 


—  38  — 

que  llamó  "Nueva  España,"  dándole  un  gobierno  militar 
que  más  tarde  ratificó  Carlos  V. 

186. — En  seguida  se  ocupó  de  extender  sus  dominios 
y  fijó  sus  miradas  en  estas  regiones  y  en  Honduras,  cuyas 
riquezas  se  decían  fabulosas. 

187.— Al  efecto  organizó  dos  expediciones:  una  por 
mar  y  otra  por  tierra:  la  primera  á  las  órdenes  de  Cristó- 
bal de  Olid,  que  debería  ir  á  Honduras;  la  segunda  á  las 
de  Pedro  de  Alvarado,  cuya  misión  era  conquistar  los 
reinos  de  Guatemala. 

188. — Uno  y  otro  tenían  instrucciones  semejantes: 
buscar  el  estrecho  que  comunicara  con  el  Pacífico  al 
Atlántico,  poblar  una  villa  en  un  buen  puerto,  atraer  á 
los  naturales  del  país  por  medios  suaves,  con  virtiéndolos 
á  los  principios  de  la  religión  cristiana,  levantar  cruces 
por  todas  partes,  impedir  los  sacrificios  humanos,  resca- 
tar oro  y  plata,  etc. 

189. — Olid  fué  el  primero  en  salir.  En  el  mes  de 
abril  de  1523  zarparon  sus  naves  del  puerto  de  Veracruz, 
con  dirección  á  la  Habana,  donde  debían  proveerse  de 
víveres,  caballos,  armas  y  municiones.  Llevaba  consigo 
cinco  navios  y  un  bergantín,  bien  artillados  y  pertre- 
chados, y  370  soldados,  de  ellos  100  ballesteros  y  esco- 
peteros. 

190. — Alvarado  dejó  la  ciudad  de  México  hasta  el  6 
de  diciembre  del  mismo  año,  y  trajo  300  soldados  de 
infantería,  de  los  cuales  130  eran  ballesteros  y  escopete- 
ros; 120  de  caballería;  4. -cañones  pequeños  y  un  buen 
repuesto  de  municiones.  Además,  le  acompañaban  varias 
personas  principales,  dos  clérigos  é  indios  auxiliares. 

191. — Aunque  de  interés  ambas  expediciones,  nos- 
otros sólo  nos  ocuparemos  de  la  de  Alvarado,  por  ser  la 
que  atañe  directamente  al  país  que  es  objeto  de  nuestro 
estudio,  no  sin  decir:  que  Olid,  desleal,  traicionó  á  Cortés, 
y  que,  traicionado  á  su  vez,  fué  villanamente  asesinado  en 
el  pueblo  de  Naco;  terminando  así  su  vida,  oscuramente 
y  como  un  criminal,  aquel  denodado  capitán. 


—  39  — 
LECCIÓN   DECIMATERCERA. 

Don  Pedro  de  Alvarado.— Su  expedición.— Llega  á  Tehuantepec— Resistencia 

de  Soconusco. — Batalla  de  Tonalá. — Los  príncipes  quichés. — Batalla  á 

orillas  del  río  Tilapa. 

192. — Don  Pedro  de  Alvarado  ei'a  natural  de  Bada- 
joz, en  la  provincia  de  Extremadura  (España);  nació  el 
año  1485,  y  fueron  sus  padres  don  Diego  de  Alvarado, 
Comendador  de  Lobón  en  la  orden  de  Santiago,  y  doña 
Sara  Contreras. 

193. — Dotado  de  vivísimas  pasiones  y  de  las  cualida- 
des más  contradictorias,  pasó  en  unión  de  sus  hermanos 
á  la  isla  de  Cuba,  en  busca  de  la  fortuna  que  ambicionaba 
y  no  tenía.  De  allí,  le  hemos  visto  seguir. á  Cortés  y 
distinguirse  como  gran  capitán,  por  sus  talentos  militares 
y  arrojo,  que  le  conquistaron  admiración  y  respeto,  y  le 
granjearon  multitud  de  anécdotas  enaltecedoras. 

194. —  La  expedición  cuyo  mando  le  confió  Cortés, 
su  jefe  y  amigo,  era  eJ  premio  á  sus  afanes:  llevarla  á 
cabo  con  feliz  éxito  sería  su  triunfo  supremo.  Veamos 
cómo  lo  realizó. 

195. — De  México  pasó  á  la  provincia  de  Tehuantepec, 
en  cuya  capital  fué  honrosamente  recibido,  y  de  allí 
á  la  de  Soconusco,  donde  ya  encontró  resistencia,  resis- 
tencia organizada  por  los  señores  de  esa  provincia, 
confederados  con  los  reyes  del  Quiche,  quienes  tan  luego 
como  supieron  la  aproximación  de  los  españoles  se 
aprestaron  á  la  defensa,  á  diferencia  de  sus  acérrimos 
enemigos  los  cakchiqueles  que,  lejos  de  eso,  ofrecieron 
su  alianza  á  los  extranjeros  y  desde  tiempo  antes  habían 
enviado  una  embajada  á  Cortés  hasta  Panuco. 

196. — La  primera  batalla  se  libró  á  inmediaciones  de 
Tonalá,  y  el  triunfo  fué  favorable  á  las  armas  castellanas. 
Alvarado,  siguiendo  la  política  de  Cortés,  envió,  con  los 
prisioneros,  heraldos  á  sus  señores,  requiriéndolos  de  paz, 
y  amenazándolos  si  no  accedían  á  sometérsele. 

197.— Pero  los  príncipes  gobernantes  del  Quiche, 
que  ya  hemos  visto  eran  Oxib-Queh  y  Beleheb-Tzy,  en 


—  40  — 

vez  de  amedrentarse  resolvieron  resistir  y  nombraron  á 
Tecum-Uman  jefe  del  ejército  defensor. 

198. — La  ciudad  de¿ Chnvi-Megena  (cerca  de  Toto- 
nicapam)  fué  la  designada  como  punto  de  reunión  de  las 
fuerzas  quichés  con  las  auxiliares  que  debían  alistar  los 
príncipes  feudatarios.  Así,  el  número  de  combatientes 
fué  bastante  grande. 

199. — Entre  tanto,  Al  varado  siguió  avanzando,  de 
Tonalá  hacia  la  provincia  de  Suchitepéquez,  y  á  orillas 
del  río  Tilapa  encontró  un  nuevo  cuerpo  de  ejército  que 
le  presentó  batalla,  pero  que  quedó  derrotado. 


LECCIÓN  DECIMÁCÜARTA. 

Batalla  del  río  Sámala. — Toma  de  Zapotitlán. — Marcha  á  Xeiahú. — Batalla  de 

la  cuesta  de  Santa  María. —  Combate  contra  las  fuerzas  del  príncipe 

Azumanché. —  Llegada  á  Xeiahú. —  Batalla  entre  Quezaltenango  y 

Totonlcapam. —  Leyenda  que  á  ella  se  refiere. 


200. — De  las  márgenes  del  Tilapa,  aunque  venciendo 
graves  obstáculos  a  causa  de  que  los  caminos  estaban 
obstruidos  y  era  preciso  ir  abriéndolos,  con  dificultad 
continuó  Alvarado  á  Zapotitlán. 

201. — Antes  de  llegar  á  esta  ciudad  comenzó  á  ser 
hostilizado  por  los  naturales,  quienes  se  situaron  en  un 
mal  paso  del  río  Sámala,  que  era  preciso  atravesar;  pero, 
vencidos,  huyeron  á  la  población.  Alvarado  los  persiguió 
é  hizo  la  desalojaran,  después  de  encarnizados  combates 
en  las  calles.  En  seguida,  puso  su  campamento  en  el 
mercado. 

202. — Después  de  haber  permanecido  allí  dos  días, 
siguió  su  marcha  con  dirección  á  Xeiahú.  Pero  al  ir 
subiendo  la  cuesta  de  Santa  María  de  Jesús,  que  apenas 
daba  paso  á  los  caballos,  fué  bruscamente  atacado  por 
una  división  de  cosa  de  tres  á  cuatro  mil  hombres,  que 
salieron  de  las  barrancas  y  lo  pusieron  en  apuros,  aun- 
que á  poco  los  arrolló,  pudiendo  así  acabar  su  fatigosa 
ascensión. 


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ÜJiorarp  dt¡  las  mitfls  He  eJd, 
Sbklesu  M£trDplikna,y 
AfcalíLe  owKiíavía  á&pnjBSr 
VüLi  ea  el  alu  de  UJUt  defi 
cA/.ojrccey  tciva^iaJ'MN 
y  LeáLA3am'kmÍ6nlo  jen- 
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Cpncruiíladof  deeílBBe,■^u) 

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Iff!finclAccua  ^^vúrai  íxit¡onáa 

xixtaniin¿(Ula.dfl  <hu 


Don  Pedro  de  Alvakado 


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—  41  — 

203.— Ya  en  la  llanura  volvió  á  ser  atacado  por  un 
ejército  que  calculó  sería  de  30,000  hombres.  Una  nueva 
victoria  fué  el  resultado  de  este  encuentro,  que  costó  á 
los  quichés  muchas  pérdidas,  por  los  destrozos  que  entre 
ellos  causaban  los  cañones  y  la  artillería. 

204. — Pero  repuestos  los  valerosos  indios,  cuando  el 
Conquistador  se  disponía  á  descansar,  acaudillados  por  el 
príncipe  Azumanché,  pariente  de  Tecum,  volvieron  á  la 
carga.  El  combate  fué  reñido;  mas,  todo  fué  inútil:  la 
superioridad  de  armas  y  disciplina  dio  otra  vez  el  triunfo 
á  Alvarado,  que  vio  muerto  al  garrido  general  quiche  y 
tintas  las  aguas  del  río  Olintepec,  con  la  sangre  de  aque- 
llos patriotas,  defensores  de  su  suelo. 

205.— Llegó  Alvarado  al  fin  á  Xelahú,  importante 
ciudad  que  encontró  deshabitada,  porque  los  naturales, 
■f  aterrorizados,  la  habían  abandonado.  Allí  permaneció 
tres  días,  al  cabo  de  los  cuales  recibió  aviso  de  que  un 
nuevo  y  más  poderoso  ejército  quiche  se  aproximaba, 
i  Eran  las  huestes  de  Tecum-Umán:  las  últimas  que  su 
valiente  pueblo  podía  oponer  á  los  ambiciosos  y  crueles 
invasores  de  su  patria! 

206. — Alvarado  resolvió  salir  á  su  encuentro,  y  en 
las  llanuras  que  se  extienden  entre  Quezaltenango  y 
Totonicapam  (llanos  de  Urbina),  se  trabó  la  batalla. 
Los  caballos,  como  siempre,  causaron  horribles  destrozos 
á  los  indios,  que  los  veían  como  á  monstruos  invencibles; 
y  así,  el  resultado  no  se  hizo  esperar:  arrollados  perecie- 
ron muchísimos,  y  los  que  huyeron  fueron  tenazmente 
perseguidos  en  un  espacio  de  más  de  dos  leguas. 

207. — La  leyenda  ha  embellecido  este  último  hecho 
de  armas.  Refiere  que  habiendo  ocurrido  un  encuentro 
personal  entre  Alvarado  y  Tecum-LTmán,  apareció  un 
quetzal  que  era  un  náhuatl^  amigo  del  príncipe,  y  ata- 
caba con  ferocidad  al  guerrero  español,  quien,  al  cabo, 
logró  atravesarlo  con  su  lanza,  viendo  caer,  casi  al  mismo 
tiempo,  á  sus  pies,  al  bravo  é  infortunado  Tecum,  que 
ya  le  había  matado  su  caballo.     (IX). 


42 


LECCIÓN   DECIMAQUINTA. 

Pánico  en  Utatlán.  — Acuerdo  tomado   por  los   Reyes  Quichés. —  Traición. 

Conducta  de  los  españoles — Prisión  de  Oxib-Queh  y  Beíeheb-Tzy. 

Horrible  sentencia. — Cruel  ejecución. 


208. — Al  saberse  en  la  capital  del  Quiche  la  derrota 
y  muerte  de  TecuiD,  el  pánico  cundió  entre  los  habitan- 
tes, y  las  mujeres  y  los  niños  huyeron  á  esconderse  á 
las  barrancas,  para  salvarse  de  aquellos  blancos  que 
suponían  dioses,  portadores  del  rayo,  y  llevaban  el  exter- 
minio y  la  muerte  por  doquiera  que  pasaban. 

209. — Los  reyes  Oxib-Queh  y  Beleheb-Tzy  reunie- 
ron su  Corisejo  y  deliberaron  sobre  la  manera  de  salvarse 
en  tan  difíciles  circunstancias.  Sólo  un  medio  encon- 
traron adecuado:  llevar  con  engaño  á  Utatlán  á  Alvarado 
y  á  su  ejército,  y  una  vez  encerrados  en  la  ciudad  darle 
fuego  y  acabar  con  ellos. 

210. — El  plan  era  bueno  y  se  puso  en  práctica. 
Alvarado  y  los  suyos  creyeron  las  promesas  de  sumisión 
que  les  hicieron  los  Señores  quichés,  y  todo  habría  salido 
á  la  medida  del  deseo  de  éstos,  sino  es  que  un  traidor 
descubre  la  terrible  venganza  que  tenían  preparada. 

211. — Entonces  los  españoles  armados  de  gran  di- 
simulo y  profundo  rencor,  dejaron  la  ciudad  sin  mostrar 
desconfianza,  pretextando  necesitar  un  lugar  apropósito 
para  que  libremente  pastasen  los  caballos. 

212. — Así  fué  que,  al  día  siguiente,  los  reyes  Oxib- 
Queh  y  Beleheb  Tzy,  muy  lejos  de  suponer  sus  próximas 
desdichas,  fueron  á  visitar  al  astuto  Conquistador.  Éste, 
los  recibió  con  aparente  amabilidad,  pero  á  poco  cayó 
sobre  ellos  una  partida  de  soldados  que  los  cargó  de  gri- 
llos y  cadenas,  así  como  á  los  príncipes  y  demás  señores 
principales  de  su  séquito. 

213, — Alvarado,  entonces,  quitándose  la  máscara  de 
amigo  y  huésped,  les  echó  en  cara  su  perfidia,  les  requi- 
rió duramente,  llamándolos  desleales  y  traidores,  y  los 
hizo  juzgar  por  un  consejo  de  guerra,  formado  por  sus 
oficiales,  que  los  condenó  á  muerte,  á  ser  quemados  vivos. 


—  43  — 

214. — Al  día  siguiente  se  encendió  la  hoguera  en 
medio  del  campamento,  y  ante  la  espectación,  muda  de 
asombro  y  de  dolor,  de  los  príncipes  y  altos  dignatarios 
de  la  corte,  perecieron  entre  las  llamas  aquellos  dos  últi- 
mos infortunados  soberanos  de  la  más  opulenta  monar 
qaía  de  Centro- América. 


LECCIÓN  DECIMASEXTA. 

Nuevo  Rey  Quiche. — Marcha  de  Aívarado  á  Quauhtemallán. — Recepción  que 

le  hicieron  los  cakchiqueles. —  Rencores  de  éstos. —  Cannpaña  de 

Atitlán.— Sumisión  de  varios    pueblos. — Quéjanse    los 

pipiles  de  los  panatacatlecos.-  Ruina  de  Itzcuintlán. 


215  — Después  de  la  espantosa  tragedia  que  acabamos 
de  relatar,  y  la  cual  debe  haber  tenido  lugar  en  los  pri- 
meros días  del  mes  de  abril  de  1524,  Aívarado  mandó 
arrasar  la  ciudad  de  ütatlán,  sacó  de  la  prisión  á  un  hijo 
de  Beleheb-Tzy  y  á  otro  de  Tecum-Umán,  y  los  invistió 
con  el  poder  real,  á  ñn  de  hacerles  creer  que  no  atentaba 
contra  la  autonomía  de  su  nación,  que  en  realidad  estaba 
ya  bajo  su  autoridad  y  mando. 

216. — En  seguida  marchó  con  todo  su  ejército  hacia 
Tecpán-Quauhtemallán,  capital  de  los  cakchiqueles,  que, 
<iomo  ya  dijimos,  se  le  ofrecieron  como  aliados  y  eficaz- 
mente lo  ayudaron  á  perseguir  á  los  desventurados 
quichés. 

217. — Los  reyes  Belehé-Qat  y  Cahí-Imox  salieron  á 
recibirle  hasta  las  afueras  de  la  ciudad,  y  en  medio  de 
aclamaciones  y  extraordinario  aparato  de  lujo  y  alegría, 
le  condujeron  al  palacio  de  Tzupam,  que  era  su  residen- 
cia. Allí  no  permaneció  más  que  un  día,  porque,  teme- 
roso de  una  traición,  prefirió  transladarse  al  palacio  del 
príncipe  Chicbal. 

218 — Así  las  cosas,  los  cakchiqueles,  siempre  renco- 
rosos contra  sus  antiguos  enemigos,  pidieron  á  Aívarado 
que  los  ayudara  contra  los  zutohiles  de  Atitlán.  Éste, 
accedió  desde  luego,  porque  con  ello  encontraba  un  medio 
fácil  de  extender  y  afirmar  sus  conquistas;  y  cinco  días 


/. 


—  44  - 

después  de  su  llegada,  salió  con  un  buen  ejército,  rumbo 
á  Atitlán. 

219.— Los  feroces  zutohiles  se  defendieron  con  bra- 
vura; pero  vencidos  se  sometieron  al  valiente  Conquista- 
dor, que  logró,  según  dicho  del  rey  Tepepul,  lo  que 
ningún  pueblo  había  podido. 

220— La  fama  de  los  españoles  se  extendió  por  todo  el 
país,  y  los  pueblos,  considerándolos  invencibles,  comen- 
zaron á  rendirles  homenaje  sin  hacer  la  más  ligera  resis- 
tencia. 

221. — Entre  los  primeros  que  prestaron  su  obediencia 
se  cita  á  los  pipiles  que  enviaron  sus  mensajeros  con 
presentes  hasta  Atitlán.  Estos  se  quejaron  al  mismo 
tiempo  de  los  habitantes  del  reino  de  Panatacatl,  cuya 
capital  era  Itzcuintlán,  y  de  quienes  decían  que  saquea- 
ban sus  poblaciones. 

222. — Al  varado  les  prometió  su  auxiño  y  al  efecto 
volvió  á  Iximché,  de  donde  salió,  algunos  días  después, 
al  frente  de  sus  tropas,  reforzadas  con  aliados  numerosos, 
con  dirección  á  Itzcuintlán.  Los  moradores  de  esta 
ciudad,  que  no  esperaban  el  peligro  que  les  amenazaba, 
fueron  sorprendidos  por  los  invasores,  que,  amparados 
por  las  sombras  de  la  noche,  los  pasaron  á  degüello,  en- 
tregando la  población  á  las  llamas. 

223. — Los  itzcuintlecos,  así  como  otros  pueblos 
vecinos,  creyendo  inútil  toda  resistencia,  se  entregaron 
al  jefe  español  bajo  todas  las  condiciones  que  les  puso, 
quedando,  por  tanto,  como  vasallos  de  Carlos  V  de 
Alemania,  I  de  España. 


LECCIÓN   DÉCIMASÉPTIMA. 

Expedición   hacia   el   S.    E. —  Nancíntlán.-r- Traición    de   los   de   Paxaco. 

Continúa  Aivarado  su  marcha. — Combate  de  Acajutla. — ^^Combate  de 

Tacuxcalco. — Atehuán. — La   capital  Cuzcatleca. — Abusos  de 

los  espafioles. — Insurrección  de  los  pueblos. — Planes 

de    Aivarado.— Regresa   á  Iximché. 


224.^— De  Itzcuintlán,  seguido  de  su  pequeño  ejército 
de  españoles  y  de  seis  mil  indios  aliados,  se  dirigió  Aiva- 
rado hacia  el  S.  E.,  atravesó  el  río  Michatoyatl,  sobre  un 


—  45  — 

puente  que  hizo  construir,  y  pasó  por  las  poblaciones  de 
Atiepac,  Taculula,  Taxisco,  Guazacapán,  Chiquimulilla, 
Tzinacantán  y  otras,  aunque  sin  detenerse  en  la  mayor 
parte  de  ellas,  porque  la  actitud  de  los  naturales  no  era 
nada  pacífica,  tanto  que  su  hermano  Jorge  tuvo  que 
resistir  varias  ocasiones  sus  ataques,  para  defender  el 
tren,  y  D.  Pedro  Portocarrero  salió  á  perseguirlos,  aun- 
que sin  resultados. 

225. — Llegó  el  ejército  á  Nancintlán,  pueblo  que 
habían  abandonado  sus  espantados  habitantes,  y  allí 
permaneció  ocho  días.  En  este  lugar  recibió  Alvarado 
una  embajada  enviada  por  los  indios  de  Paxaco,  impor- 
tante población  situada  cerca  del  río  Paxa  (río  Paz), 
quienes  lo  invitaban  á  pasar  á  ella.  Confiando  los 
españoles  en  las  ofertas  de  los  de  Paxaco,  se  encaminaron 
hacia  allá;  pero  no  tardaron  en  apercibirse  de  que  se  les 
tendía  una  celada,  pues  los  senderos  estaban  cerrados  é 
hmcadas  en  el  suelo  multitud  de  agudísimas  púas,  que 
hacían  embarazoso  el  paso,  sobre  todo  á  los  caballos. 
Prevenidos  ya,  llegaron  á  la  ciudad,  donde  las  tropas 
indígenas  esperaban  dispuestas  para  la  pelea,  cayeron 
sobre  ellas,  y  les  dieron  tan  formidable  carga,  que  no 
pudiéndola  resistir,  huyeron  perseguidas  por  la  caballe- 
ría, que,  como  de  costumbre,  hizo  estrago. 

226. — Pernoctó  Alvarado  en  Paxaco  y  al  día  siguiente 
atravesó  tranquilamente  el  río,  penetrando  en  lo  que  hoy 
es  territorio  salvadoreño. 

227. — Prosiguiendo  su  marcha  tocó  en  Nahuizalco  y 
Acatepec,  pueblos  desocupados  por  sus  habitantes  que 
huían  á  las  serranías,  y  de  allí  á  Acaxual  (Acajutla). 

228. — A  media  legua  de  este  lugar,  en  una  extensa 
llanura,  se  presentó  un  grueso  ejército  de  indígenas,  que 
tuvo  que  salir  á  combatir.  La  lucha  fué  reñida  y  hubo 
muchas  pérdidas  de  ambas  partes,  entre  muertos  y 
heridos,  contándose  entre  estos  últimos  el  mismo  Alva- 
rado, á  quien  una  flecha  atravesó  la  pierna  izquierda, 
dejándolo  cojo  para  el  resto  de  los  días  de  su  vida. 


^> 


—  46  — 

229. — De  Acaxual  pasó  Alvarado  á  Tacuxcalco,  que 
también  encontró  desierto,  pero  en  sus  cercanías  apare- 
cieron numerosísimas  fuerzas  enemigas,  armadas  de 
grandes  lanzas  de  30  palmos  de  largo.  El  jefe  español 
dividió  su  ejército  en  tres  cuerpos,  al  mando  de  sus 
hermanos,  y  se  empeñó  la  acción,  que  no  fué  larga  y  sí 
favorable  á  sus  armas.  Las  chusmas  indígenas,  no 
obstante  su  superioridad  numérica,  tuvieron  que  ceder, 
como  otras  veces,  á  la  aventajada  disciplina  y  mortíferas 
armas  de  los  castellanos. 

230. — De  este  lugar  siguieron  los  españoles  a  Mia- 
huaclán  y  de  allí  á  Atehuán,  la  primera  de  las  poblaciones 
sujetas  al  poderoso  señorío  de  Cuzcatlán,  que  se  extendía 
por  la  mayor  parte  de  lo  que  es  hoy  República  del  Sal- 
vador. En  esta  población  se  presentó  á  Alvarado  una 
comisión  de  los  Señores  del  reino,  encargada  de  ofrecer 
su  obediencia  y  la  de  sus  vasallos  al  monarca  de  Castilla. 
.  231. — De  Atehuán  fueron  inmediatamente  á  la 
capital  cuzcatleca,  donde  se  les  recibió  con  todo  género 
de  comodidades  y  agasajos.  Pero,  habiéndose  entregado  * 
los  españoles  a  cometer  abusos  que  por  desgracia  autori- 
zaba con  su  conducta  poco  moral  su  propio  jefe,  los  habi- 
tantes huyeron  á  los  campos  y  se  aprestaron  á  la  defensa. 

232. — Entonces  Alvarado  destacó  fuerzas  para  per- 
seguirlos y  reducirlos  al  orden,  pero  el  resultado  no  fué 
favorable,  pues  regresaron  á  la  ciudad  con  muchos  heridos, 
entre  españoles  é  indios  aliados,^  por  lo  que  dispuso 
intentar  atraerlos  por  medios  pacíficos,  que  también 
fueron  inútiles,  pues  con  razón  desconfiaban  los  naturales 
de  todas  las  promesas  que  les  hacían  los  mensajeros. 

233. — Ante  el  fracaso  de  sus  planes,  y  atendiendo  á 
que  la  estación  de  las  lluvias  estaba  muy  entrada  y  era 
imposible  por  lo  copioso  de  ellas  y  el  mal  estado  de  los 
caminos  abrir  una  campaña  formal  contra  los  cuzcatlecos, 
resolvió  Alvarado  dejar  para  ocasión  más  favorable  la 
conquista  de  su  señorío,  y  emprendió  la  marcha  de  regreso 
á  Iximché,  á  donde  llegó  el  21  de  julio,  después  de 
cuarenta  y  cinco  días  de  ausencia. 


—  47  — 


LECCIÓN  DKCIMAOCTAVA. 

Dispone   Alvarado  fundar   una   ciudad. —  25   de  julio   de    1524. —  Primeros 

vecinos   de   la  ciudad   de    Santiago   de   los  Caballeros  de  Guatemala. 

Rebelión  de  los  cakchiqueles. — Nuevas  conquistas. — Sometimiento 

de   Cuzcatlán. —  Resuelve   Alvarado   ir  á   México. —  Carta  de 

Cortés. —  Expedición  de  éste  á  Honduras— Disgusto  de 

Alvarado. 


23-i. — Considerando  Alvarado  que  ya  era  tiempo  de 
fundar  una  ciudad  que  sirviera  de  capital  á  la  Colonia, 
dispuso  su  establecimiento  en  el  propio  Iximché  ó 
Tecpám-Quauhtemallán,  nombre  del  cual  se  derivó  el 
que  hasta  hoy  conservan  la  capital  y  toda  la  República. 

235. — Así,  el  día  25  de  julio  de  1,524,  día  del  apóstol 
Santiago,  patrón  de  España,  fué  el  escogido  para  el  acto 
de  la  fundación,  y  después  de  haber  dicho  misa  el  padre 
Juan  Godínez,  capellán  del  ejército,  las  tropas  formadas 
aclamaron  á  Santiago  patrón  de  la  villa  que  fundaban  y 
de  la  iglesia  que  edificarían,  y  Alvarado  procedió  á  cons- 
tituir la  municipalidad,  nombrando  alcaldes,  regidores  y 
alguacil  mayor.  Además,  invistió  con  el  cargo  de  cura, 
para  que  administrase  los  sacramentos,  al  supradicho 
Godínez,  quien  con  el  padre  Juan  Díaz,  se  había  ocupado 
hasta  entonces  de  convertir  á  los  naturales  á  la  fe 
católica. 

236. — A  ciento  llegaron  los  primeros  españoles  ins- 
criptos como  vecinos  de  la  nueva  villa,  que  á  los  cuatro 
días  de  fundada  se  llamó  ya  ciudad  de  Santiago  de  los 
Caballeros  de  Guatemala. 

237. — Pero  un  suceso  inesperado  vino  á  poner  en 
grave  peligro  su  existencia.  Las  exacciones  que  los 
conquistadores  ejercieron  sobre  los  naturales  cakchique- 
les, vino  á  cansar  su  ánimo,  sufrido  hasta  entonces,  y  se 
revelaron,  dejando  á  la  ciudad  y  retirándose  á  las 
montañas,  donde  resolvieron  defenderse,  acaudillados 
por  sus  reyes  Belehé-Qat  y  Cahí-Imox,  que  tarde  com- 
prendieron el  error  cometido  al  recibir  de  paz  á  los 
invasores.  Alvarado  les  declaró  una  guerra  de  exterminio, 


—  48  — 

y  los  pobres  cakchiqueles  fueron  perseguidos  con  tesón, 
aún  por  los  mismos  que  debían  haberlos  considerado 
como  hermanos,  por  los  quichés  y  zutohiles,  que  hallaron 
la  manera  de  vengarse  de  antiguos  y  de  recientes  agravios. 

238. — Tal  era  la  situación  a  fines  del  año  1,524.  En 
el  siguiente  Al  varado  continuó  sus  conquistas  en  el  centro 
del  país  y  parece  que  otra  expedición  de  españoles,  más 
afortunada  que  la  suya,  realizó  la  de  Cuzcatlán,  pues  por 
las  actas  municipales  de  Guatemala  se  ve  que  en  el  mes 
de  mayo  ya  existía  una  villa  de  Han  Salvador,  de  la  que 
era  alcalde  Diego  de  Holguín. 

239. — Y  como  ya  estas  regiones  estaban,  si  no  por 
completo  pacificadas  sí  sometidas,  aparentemente,  á  la 
autoridad  española,  resolvió  Alvarado  hacer  un  viaje  á 
México,  donde  se  decía  que  había  muerto  su  jefe  Hernán 
Cortés. 

240. — Sus  hermanos  y  el  cabildo  se  opusieron  á  que 
realizase  tal  viaje  que  juzgaban  imprudente;  pero,  aunque 
él  no  hacía  caso  de  tales  observaciones,  hubo  de  diferirlo, 
por  haber  recibido  una  carta  de  Hernán  Cortés,  quien 
le  escribía  desde  Trujillo,  refiriéndole  su  expedición  á 
Honduras,  y  anunciándole  su  regreso  á  Nueva  España 
por  territorio  de  Gruatemala. 

241. — Cortés  había  venido  á  Honduras  con  el  propó- 
sito de  castigar  á  su  rebelde  teniente  Olid,  cuyo  fin  ya 
conocemos.  Fué  su  viaje  una  jornada  memorable  por 
las  peripecias  de  que  se  halla  revestida:  hecha  por  tierra, 
pasó  por  el  Peten,  hasta  Nito,  y  tuvo  que  sufrir  á  más  de 
las  dificultades  que  oponían  las  escabrosidades  del 
terreno,  las  originadas  por  la  falta  de  víveres.  Muchos 
españoles  é  indios  perecieron  de  hambre  y  cansancio,  y 
temiendo  Cortés  una  conspiración  mandó  ahorcar  á 
Cuauhtemoc,  último  rey  de  México,  y  al  de  Tacuba,  en 
un  lugar  llamado  Izancanac  (Estado  de  Chiapas),  el  25 
de  febrero  de  1525.     (X.) 

242. — Alvarado  al  recibir  tal  anuncio  se  contrarió 
demasiado,  porque  no  era  muy  de  su  gusto"  que  Cortés  le 


--  49  ~ 

visitase,  pues  podía  enterarse  de  su  conducta  anterior, 
nada  bu^^na.  Pero  disimuló  su  disgusto  y  comenzó  á 
dictar  las  di^  posiciones  necesarias  para  recibir,  cual 
correspondía,  á  su  jefe  y  amigo. 


LECCiUN    DECIAIANOVENA. 

Nueva  carta  de  Cortés. —  Disposiciones  de  Alvarado. — Marcha  á    Honduras. 

Encuentra   en   Choluteca   el    capitán    Marín. —  Formidable    insurrección. 

Sangrienta  batalla  de  Iximché. — Viaje  de  Alvarado  á  México. — Sus 

gestionen  en  esa  ciudad. — Jorge  de  Alvarado  — Se  hace  cargo  del 

gobierno. —  Acuerda   la   definitiva  fundación    de   la   ciudad. 

Elección  de  sitio  apropiado.— 22  de  noviennbre  de  1527. 


2+3. — Pero  una  nueva  carta  recibida  de  Trujillo  en 
los  primeros  días  del  año  1526  vino  á  cambiar  la  faz  de 
los  sucesos,  pues  en  ella  Cortés  indicaba  á  Alvarado  que 
regresaría  por  mar  á  México,  y  que,  deseando  conferen- 
ciar con  él,  fuese  inmediatamente  á  verlo. 

244:. — Alvarado  recibió  esa  carta  en  Xepau,  lugar  á 
donde  ya  se  había  transladado  la  capital,  y  dispuso  desde 
luego  su  marcha,  nombrando  para  que  gobernara  el  país, 
en  su  lugar,  á  su  hermano  Gonzalo,  quien  el  año  anterior 
se  había  distinguido  en  la  campaña  contra  los  mens  de 
Zaculeu. 

245. — Emprendió  su  viaje  á  Honduras,  tomando  el 
camino  de  Cuzcatlán;  pero  en  Choluteca  encontró  parte 
del  ejército  de  Cortés,  que  venía  al  mando  del  capitán 
Luis  Marín,  quien  le  enteró  de  que  su  jefe  se  había 
embarcado  rumbo  á  Veracruz,  y  que  él,  con  sus  soldados, 
seguiría  por  tierra  hasta  México. 

246.— Al  regresar  de  Choluteca  encontró  Alvarado 
á  todos  los  pueblos  en  armas,  á  causa  de  la  conducta  que 
<5on  ellos  observó  su  hermano.  Tuvo  que  librar  una 
sangrienta  batalla  en  Iximché,  defendida  por  todas  las 
tribus  coligadas,  y  aunque  venció  no  fué  á  costa  de  poco 
esfuerzo,  pues  la  insurrección  de  ese  año  (1526)  fué 
general  y  formidable. 


—  50  — 

247. — En  seguida  arregló  su  proyectado  viaje  á 
México,  y  á  fines  de  agosto  lo  emprendió,  en  tanto  que  D. 
Pedro  Portocarrero  continuaba  la  pacificación  de  estos 
países,  aún  no  lograda,  y  perseguía  á  los  reyes  cakchi- 
queles,  retraídos  en  las  inaccesibles  alturas  de  Holom- 
Balam. 

248. — Alvarado  tan  luego  como  llegó  á  México  ges 
tionó  para  su  hermano  Jorge  el  nombramiento  de  Te 
niente  de  Gobernador  y  Capitán  General  de  Guatemala, 
y  habiéndolo  obtenido,  se  embarcó  para  España  en  el 
puerto  de  Veracruz,  el  mes  de  febrero  de  1527. 

249. — Jorge  de  Alvarado,  investido  con  su  nuevo 
cargo,  vino  á  Guatemala,  y  el  día  20  de  marzo  de  aquel 
año  presentó  al  Ayuntamiento  sus  credenciales.  Desde 
luego  comenzó  á  ejercer  sus  funciones  y  uno  de  sus 
primeros  actos  fué  establecer  definitivamente  la  capital, 
pues  hasta  entonces  no  había  sido  estable,  y  había 
pasado  de  Iximché  á  Xepau,  de  Xepau  á  Olintepec,  y  de 
Olintepec  al  Valle  de  Almolonga,  en  el  lugar  donde  hoy 
está  el  pueblo  de  San  Miguelito,  sitio  que  ocupaba  por 
el  mes  de  octubre  de  1527. 

250. — Así,  después  de  haber  discutido  acerca  de  la 
bondad  de  los  puntos  escogidos,  que  eran  varios,  la 
mayoría  se  pronunció  por  el  Valle  de  Almolonga,  de 
clima  agradable,  risueño  aspecto  y  fertilidad  asombrosa, 
con  abundancia  de  materiales  de  construcción.  Y  el  día 
22  de  noviembre  de  1527,  en  el  punto  llamado  Bulbuxyá, 
al  pie  del  volcán  Hunahpú,  constituidos  el  Capitán 
General,  el  Ayuntamiento  y  los  vecinos,  se  procedió  al 
establecimiento  formal  de  la  ciudad  de  Santiago  de  Gua- 
temala.    (XI). 


-  51  — 


LECCIÓN   VIGÉSIMA. 

Alvarado  en   España. —  Sus  enemigos. — Triunfa  de  ellos. —  Se  casa  con   doKa 

Francisca  de  la  Cuev-. . — Es  agraciado  con  varios  títulos. —  Se  embarca 

para  Veracruz. —  Suceso  desgraciado — Amplios  poderes  que  da 

Alvarado  á  su   hermano  Jorge  — Proceso  que   le  formó  la 

Audiencia  de  México. — Lo  dejan  sus  acompañantes. — Fr. 

Domingo  de  Betanzos  —Alvarado  en  Guatemala. 

El   Lie.  D.  Francisco  Marroquín. — Sumisión  de 

los  reyes  cekchiqueles. 


251. — Mientras  se  establecía  definitivamente  la  ciu- 
dad de  Guatemala,  su  verdadero  fundador,  Pedro  ^de 
Alvarado,  llegaba  á  España,  donde  le  esperaban  multitud 
de  contrariedades.  Todos  sus  enemigos  se  desataron  en 
graves  acusaciones  en  su  contra,  por  las  demasías  que 
por  acá  cometió,  y  en  gran  peligro  estuvo  su  porvenir, 
que  se  salvó  gracias  á  la  protección  que  le  impartió  el 
comendador  Francisco  de  los  Cobos,  secretario  del  Con- 
sejo de  Indias  y  gran  privado  del  emperador  Carlos  V. 

252. — Disipado  el  nubarrón  que  se  había  cernido 
sobre  Alvarado,  éste  se  casó  con  doña  Francisca  de  la 
Cueva,  dama  de  la  alta  nobleza  española,  y  fué  agraciado 
con  los  títulos  de  "Don,"  raro  en  aquellos  tiempos,  y  de 
Adelantado;  con  la  cruz  de  comendador  de  la  ordeQ  de 
Santiago  y  con  el  nombramiento  de  Gobernador  y  Capi- 
tán General  de  Guatemala. 

153. — Por  tal,  habiendo  logrado  más  de  lo  que  desea- 
ba y  recibido  orden  de  venir  á  encargarse  de  su  empleo, 
dejó  á  España,  embarcándose  para  Veracruz.  Le  acom 
pañaban,  además  de  su  esposa,  varias  personas  que  traían 
algunos  empleos,  y  entre  ellas  el  virtuoso  sacerdote  Lie. 
D.  Francisco  Marroquín. 

254. —  Pero  al  llegar  al  puerto  de  Veracruz  ocurrió 
un  suceso  desgraciado:  bajo  la  influencia  del  clima  mor- 
tífero de  ese  lugar,  enfermó  doña  Francisca,  y  murió, 
dejando  viudo  al  Adelantado,  quien,  tan  luego  como 
llegó  á  México,  comprendiendo  que  tal  suceso  podría 
influir  desfavorablemente  en  el  curso  de  su  vida,  expidió 
amplios  poderes  á  su  hermano  Jorge,  para  que  lo  repre- 


-~-  52  — 

eentara  por  acá,  independientemente  del  gobierno  de 
Nueva  España. 

255. —  En  efecto,  en  México  la  Audiencia  instauró 
desde  luego  un  formidable  proceso  contra  Alvarado,  por 
causa  de  que,  "cuando  estuvo  en  Guatemala  no  hubo 
buen  recabdo  en  la  cobranza  de  los  Quintos  y  Derechos 
Reales,"  cosa  que,  si  era  cierta,  también  era  el  más  leve 
de  los  cargos  que  se  le  podían  hacer. 

256. — La  causa  fué  larga,  y  como  no  llegaba  el  día 
en  que  se  le  sentenciara,  sus  acompañantes  lo  dejaron 
para  venir  á  tomar  posesión  de  sus  cargos  al  lado  de 
Jorge,  su  representante;  habiendo  sido  precedidos  en  su 
viaje  por  el  religioso  dominico  fray  Domingo  de  Betanzos, 
quien  vino  á  fundar  el  primer  convento  que  hubo  en  el 
país,  cuyos  habitantes  serían  más  tarde  defendidos  con 
tanto  celo  por  esa  orden,  que  en  España  levantó  tantas 
hogueras  contra  los  herejes,  y  aquí  fué  ejemplarmente 
humanitaria  con  los  idólatras  naturales. 

257. — Jorge,  gobernando  en  representación  de  su 
hermano,  no  fué  un  modelo  de  gobernantes,  y  dio  lugar 
á  varias  quejas  á  la  Audiencia  de  México,  que  envió  para 
sustituirlo  á  Francisco  de  Orduña,  quien  se  hizo  cargo 
del  mando  el  14  de  agosto  de  1529,  siendo  á  su  vez  susti- 
tuido el  11  de  abril  del  año  siguiente,  por  el  mismo  D. 
Pedro.de  Alvarado,  ya  libre  del  proceso  que  se  le  seguía. 

258. — Sus  primeras  disposiciones  tendieron  á  extir- 
par los  motivos  de  discordia  que  había  entre  los  colonos; 
en  seguida  quitó  el  cargo  de  cura  al  padre  Juan  Godínez, 
y  presentó  para  que  lo  subrogase  al  Lie.  D.  Francisco 
Marroquí n,  quien  después  fué  nombrado,  además,  por  el 
obispo  de  México,  su  provisor  y  vicario  general  en  este 
país. 

259. — En  el  mes  de  mayo,  los  reyes  cakchiqueles 
Belehé-Qat  y  Cahí-Imox,  cansados  de  andar  errantes 
por  las  montañas,  se  sometieron  á  Alvarado,  quien  los 
acogió  con  demostraciones  de  amistad,  porque  esto  afir- 
maba su  gobierno,  dándole  la  tranqudidad  que  antes  no 
había  tenido. 


—  58  — 


LECCIÓN   VIGESIUAPRIMERA. 

Muer-te   del    rey   Belehé-Qat  — Primer   obispo   de    Guatemala.— Aprestos   de 

Alvarado. —  Fr.  Bartolomé  de  las  Casas. —  Disgusto  de  la  Audiencia  de 

México  contra  Alvarado. —  Lie.  Alonso    de    Maldorado. —  Marcha 

Alvarado  á  Honduras — Fundación  de  Gracias  y  San  Pedro 

Sula.— Viaje  de  Alvarado  á  España. 


260.  — Afianzada  la  paz  de  estas  provincias,  se  inició 
una  marcha  de  regular  progreso  en  la  colonia,  que  vio:  la 
muerte  del  rey  Belehé-Qat,  ocurrida  en  Solóla;  el  nom- 
bramiento de  primer  obispo  de  Guatemala,  que  hizo  el 
Emperador  en  la  persona  del  Lie.  Marroquín,  á  fines  del 
año  1533,  aunque  se  consagró  hasta  el  de  1537;  y  los 
aprestos  que  para  su  expedición  á  las  islas  de  la  Espe- 
cería hacía  D.  Pedro  de  Alvarado  desde  que  regresó  de 
México  á  Guatemala. 

261. — Pero  esta  expedición  hubo  de  ser  aplazada, 
porque  cuando  más  entusiasmado  estaba  el  Adelantado 
en  prestigiarla,  recibió  noticias  de  las  riquezas  del  Perú 
y  Quito,  y  resolvió  ir  allá,  cosa  que  verificó,  no  obstante 
la  oposición  de  los  Oficiales  Reales,  de  la  Audiencia  de 
Nueva  España  y  del  Rey  mismo  Así,  á  principios  del 
año  1534  salió  de  la  ciudad  con  500  hombres,  para  em- 
barcarse en  el  Realejo,  en  naves  que  había  mandado 
construir.     Llevaba  como  2,000  indios  auxiliares. 

262. — Desastrosa  fué  esta  empresa  que  terminó  con 
un  contrato  de  compra-venta  poco  digno;  pues,  habién- 
dose encontrado  Alvarado  con  Almagro  y  Pizarro,  con- 
quistadores del  Perú,  éstos  le  hicieron  ver  las  dificultades 
que  entre  tres  asociados  podrían  surgir,  y  le  ofrecieron 
cien  mil  pesos  de  oro  con  tal  que  regresase  á  su  gober- 
nación y  les  dejara  su  escuadra  y  su  ejército.  El 
Adelantado  aceptó;  trató  de  disculparse  con  los  suyos  y 
después  de  recibir  muchos  regalos,  emprendió  la  marcha 
de  retorno,  entrando  á  la  ciudad  de  Guatemala  á  fines 
del  año  1535,  entre  públicas  manifestaciones  de  regocijo. 

263.  — Poco  tiempo  después  llegó  también  á  Gua- 
temala otro  personaje  célebre:  Fkay  Bartolomé  de  las 


—  54 


Casas,  notable  dominico  que  representa  en  la  historia  de 
de  estos  pueblos  an  papel  importantísimo,  por  la  empresa 
que  se  propuso  llevar  á  cabo:  la  conquista  pacífica  de  las 

tribus  aún  no  some- 
tidas, lográndola 
por  medio  de  la  per- 
suación  y  del  ejem- 
plo, y,  asimismo,  la 
ruda  guerra  que  hizo 
a  los  crueles  enco- 
menderos, constitu- 
yéndose en  acérri- 
mo defensor  de  los 
indios.  Nació  en 
Sevilla  el  año  1474, 
hizo  sus  estudios  en 
la  Universidad  de 
Salamanca,  donde 
obtuvo  el  título  de 
Licenciado;  vino  en 
1502  á  la  isla  de  Sto. 
Domingo,  con  O- 
vando;  se  ordenó 
sacerdote  en  1510; 
luchó  por  la  liber- 
tad de  los  esclaviza- 
dos indígenas,  víctimas  de  los  repartimientos;  y,  para 
mejor  cumplir  su  misión,  tomó  el  hábito  de  los  domini- 
canos, profesando  el  año  1523.  Después,"su  vida  es  una 
constante  brega  en  pro  del  bienestar  de  los  naturales  de 
América,  que  en  su  celo  encontraron  un  lenitivo  á  sus 
penas. 

264.  -  Entre  tanto,  la  Audiencia  de  México  justa- 
mente disgustada,  por  la  conducta  de  Al  varado,  al  saber 
su  regreso  del  Perú,  envió  en  secreto  á  -  uno  de  sus 
miembros,  al  Lie.  Maldonado,  sujeto  muy  recomendable 
por  su  ilustración  y  prudencia,  para  que  viniera  á  resi- 
denciarlo.    Pero  el  sigilo  que  se  guardó  no  fué  tal  que 


Fe.  Bartolomé  de  las  Casas 


—  55  - 

Al  varado  no  recibiese  noticias  del  peligro  que  le  ame- 
nazaba, y  pretextando  ir  á  auxiliar  á  los  coJonos  de 
Honduras,  extorsionados  por  su  gobernador  Cereceda,  se 
fué  i)ara  Naco.  Allí  se  hizo  cargo  inmediatamente  de  la 
gobernación,  organizó  la  Colonia,  mandó  á  Juan  de 
Cliávez,  su  capitán,  que  fundase  una  ciudad,  y  erigió  á 
Gracias,  creando  él  mismo  la  de  San  Pedro  Sula;  después, 
dando  parte  de  ello  al  Ayuntamiento  de  Guatemala,  se 
dio  á  la  vela  en  Puerto  Caballos,  con  dirección  á  España, 
donde  esperaba  vindicarse  y  recobrar  su  ascendiente 
perdido,  por  medio  de  la  valiosa  protección  que  le  presta- 
rían sus  amigos. 


LECCIÓN    VIÜKSLHASEÜUNDA. 

Llega  Maldonado  á  Guatemala. — Disposiciones  que  dá. — Don  P«dro  en  Españt 

Su  nuevo  enlace  y  honras  que  recibe. — Desembarca  en  Puerto  Caballos. 

Montejo  le  cede  la  gobernación  de  Honduras. — Su  entrada  á  la  Capital. 

Toma  posesión  del  gobierno. — Alista  una  expf-dición  para  ir  á  la 

China   é    islas  Moiucas. —  Se    da  á  la  vela  y  llega  á  un  puertL^ 

de  Xalifcco. — Contrato  que  hizo  con    el    virrey     Mendoza. 

Mensaje    de    Cristóbal    de    OPÍate.  —  Campaña    contra 

los  indios  de    Nochistién. — Muerte    de    Alvarado. 


265. — A  los  pocos  días  de  haber  salido  el  Adelantado 
para  Honduras,  llegó  á  Guatemala  su  juez  de  residencia, 
Maldonado,  quien  se  hizo  cargo  del  gobierno  el  día  1-  de 
mayó  de  1536.  Como  Alvarado  ya  no  estaba,  no  era 
posible  reducirlo  á  prisión;  pero  sí,  embargó  sus  bienes  y 
comenzó  á  practicar  averiguaciones  acerca  de  su  con- 
ducta. Dio  además  muchas  disposiciones  conducentes  á 
restringir  los  abusos  y  á  mejorar  la  condición  de  los 
naturales,  'facilitando  al  padre  Las  Casas  cuanto  hubo 
menester  para  emprender  la  conquista  pacífica  de  los 
indios.     Así  lo  revela  el  acuerdo  de  2  de  mayo  de  1537. 

266. — Y  mientras  la  colonia,  á  la  sombra  de  una  sabia 
y  moderada  administración,  adquiría  adelanto,  eipí  España, 
don  Pedro,  ayudado  de  su  fortuna,  recobraba  bienes  y 
honores,  y  se  unía  á  doña  Beatriz  de  la  Cueva,  hermana 
de  su  difunta  esposa.     Así,  provisto  de  la  Real  Cédula 


-  56  - 

de  22  de  octubre  de  1538,  expedida  en  Valladolid,  y  por 
la  cual  el  Rey  le  perdonaba  sus  faltas  y  concedía  la  go- 
bernación de  Guatemala  por  otros  siete  años,  se  embarcó 
para  acá  acompañado  de  muchas  personas  de  categoría, 
buen  numero  de  soldados  y  veinte  doncellas  nobles  que 
venían  con  doña  Beatriz. 

267. — Desembarcó  en  Puerto  Caballos  y  emprendió 
el  camino  por  tierra  á  la  capital  de  su  gobernación,  pero 
antes  arregló  con  el  Adelantado  don  Francisco  de  Monte- 
jo,  le  cediese  la  de  Honduras  en  cambio  de  la  de  Chiapas, 
dando,  con  esto,  principio  á  la  unión  de  las  provincias  que 
más  tarde  formarían  el  Reino  de  Guatemala. 

268. — Entró  á  la  capital  eldía  15  de  septiembre  de 
1839,  y  el  16  concurrió  á  la  sesión  del  Ayuntamiento  para 
presentarle  sus  despachos;  lo  cual,  hecho  con  malicia,  dio 
lugar  á  que  se  los  objetaran,  cosa  que  deseaba,  para  des- 
cubrir á  sus  enemigos.  Por  tal,  logrado  su  plan,  exhibió 
la  cédula  que  no  dejaba  lugar  á  dudas,  y,  acatada,  se  hizo 
cargo  del  poder  en  medio  de  fiestas  y  grandes  ceremonias. 

269. — Después,  su  afán  fué  arreglar  la  armada  con 
que  debería  dirigirse  á  la  China  é  islas  de  la  Especería 
(Molucas),  y  á  costa  de  grandes  gastos  mandó  construir 
en  Acajutla  las  naves  necesarias,  que  estuvieron  listas 
para  el  19  de  mayo  de  1540,  fecha  en  que  así  lo  manifestó 
al  Ayuntamiento,  diciéndole  que  nombraba  Teniente  de 
Gobernador  y  Capitán  General,  para  que  lo  reemplazara 
durante  su  ausencia,  al  Lie.  don  Francisco  de  la  Cueva, 
cuñado  suyo. 

270. — Se  dio  á  la  vela  Alvarado  á  principios  del  mes 
de  junio  y  llegó  á  un  puerto  de  Xalisco,  Uapaado  de  la 
Purificación.  De  allí  pasó  al  interior  del  país  y  celebró 
con  el  virrey  de  México,  don  Antonio  de  Mendoza,  (29 
de  noviembre  de  1540),  un  contrato  para  ir  á  conquistar 
el  fabuloso  reino  de  Quivira,  donde  se  hallaban  las  Siete 
ciudades  de  Cíbola^  de  que  tanto  hablaron  el  francis- 
cano fray  Marcos  de  Niza  y  el  negro  Estebanico,  pospo- 
niendo su  viaje  á  las  Molucas.  De  regreso,  en  el  puerto 
de  Navidad,  fué  requerido  por  Juan  Fernández  de  Híjar 


—  57  — 

para  que  le  diera  auxilio  á  Cristóbal  de  Oaate,  que  se 
ocupaba  de  la  pacificación  del  reino  de  la  Nueva  Galicia 
(Xalisco),  y  estaba  muy  comprometido.  Al  varado,  con 
su  natural  fogocidad,  se  prestó  á  ello,  repartió  su  ejército, 
y  con  cien  hombres  se  dirigió  á  Guadalajara.  El  Go- 
bernador salió  á  recibirlo  hasta  la  orilla  del  río  Santiago 
y  en  seguida  celebraron  una  junta,  en  la  que  Alvarado 
dijo:  *' Vergüenza  es  que  cuatro  gatos  encaramados  en 
los  riscos  de  los  montes  hayan  hecho  tanto  ruido  que 
estén  alborotando  á  dos  reinos;  con  menos  gente  de  la  que 
traigo  sobra  paia  sujetarlos,  no  hay  que  esperar  más." 

271. — Pero  la  estrella  de  don  Pedro  se  eclipsaba,  y  la 
suerte,  cansada  de  prodigarle  sus  favores,  muy  pronto  se 
le  mostró  adversa. 

272.— Sin  atender  á  las  prudentes  reflexiones  del 
Gobernador  Oñate,  ni  esperar  el  resto  de  sus  fuerzas, 
marchó  inmediatamente  á  un  cerro  llamado  Toe  ó  peñón 
de  Nochistlán,  donde  se  encontraban  fortificados  los 
indios,  tras  un  recinto  defendido  por  siete  cercas  de  pie- 
dras. Desmontó,  y  seguido  de  sus  soldados,  que  hicieron 
lo  mismo,  subió  valientemente,  espada  en  mano,  y 
diciendo:  "esto  es  así",  comenzó  á  abrir  una  brecha;  pero 
los  naturales,  que  sólo  aguardaban  la  oportunidad,  se 
lanzaron  sobre  él  con  tal  furia  que  tuvo  que  ordenar  la 
retirada.  El  terreno  era  pantanoso  y  la  caballería  no 
podía  maniobrar;  así  es,  que  acometido  Al  varado  por 
todas  partes,  en  medio  de  grandes  dificultades,  anduvo 
omo  tres  leguas,  y  ya  parecía  que  todos  estaban  á  cu- 
ierto  de  peligro  porque  los  indios  comenzaban  á  reti- 
rarse; pero  entonces  fué,  que,  subiendo  una  cuesta,  el 
notario  Baltasar  Montoya,  para  ponerse  más  pronto  en 
salvo,  espoleaba  mucho  su  caballo,  por  lo  que  el  Adelan- 
tado le  dijo:  "Sosegaos  Montoya,  que  los  indios  parece 
nos  han  dejado."  Pero  Montoya,  lejos  de  escucharle,  y 
cada  vez  más  temeroso  de  que  se  le  atrancase  su  ya 
fatigada  cabalgadura,  le  apuraba  con  más  ahinco,  hasta 
el  punto  que,  resbalándose,  rodó  por  la  cuesta  abajo. 
Alvarado  que  iba  á  pié  y  á  la  retaguardia,  por  ser  el  lugar 


—  58  — 

de  mayor  peligro,  no  pudo  evitar  el  encuentro,  por  lo 
pesado  de  su  armadura,  y  fué  arrojado  hasta  el  fondo 
de  la  barranca.  Sus  soldados  ocurrieron  en  su  socorro, 
y  diciéndoles:  ''no  es  bien  que  los  indios  conozcan  mi 
peligro",  hizo  que  uno  de  ellos  se  pusiera  su  traje  y  sus 
insigaias,  no  sin  agregar  que  de  tal  suerte  era  digno  todo 
aquél  que  se  juntaba  con  hombres  como  Montoya.  Y 
como  uno  de  los  capitanes  le  hubiere  preguntado  qué  le 
dolía,  contestó:  "el  alma;  llévenme  á  donde  la  cure  con 
la  reciña  de  la  penitencia." 

273. — Del  sitio  de  tan  desgraciada  catástrofe,  ocurida 
el  24  de  junio  de  1541,  fué  transportado  el  Adelantado 
al  pueblo  de  Atenquilit  (Atenguillo)  y  de  allí  á  Guada- 
lajara,  donde,  después  de  dictar  sus  órdenes  testamen- 
tarias, murió  el  4  de  julio  del  mismo  año.     (XII). 


LECCIÓN  TIüESlMATERCERA. 

Cartas   del   Virrey   de   Nueva    España. — Impresión   que    causó   la  muerte  de 

Alvarado. —  Exigencia     de     doña     Beatriz    de     la    Cueva. —  Es    nombrada 

Gobernadora  y  Capitana    Gsnerala   del    Reino. — Se    da    el  epíteto    de 

La  sin  Ventura— Hombra   su     teniente    á   su    hermano. — Destrucción 

de  la  ciudad. — Muere  doña  Beatriz. — Los  Licdos.    Marroquín  y 

de  la  Cueva  en  el  poder. — Traslación  de  la  ciudad. — El    Lie. 

Maldonado. —  Las  "Ordenanzas  de  Barcelona." 


274.— Tan  luego  como  el  virrey  de  México,  señor 
Mendoza,  supo  el  triste  fin  del  Adelantado,  escribió  al 
Ayuntamiento  de  Guatemala,  al  Obispo  y  al  Teniente  d 
Gobernador,  dándoles  el  pésame  y  confirmando  el  nom- 
bramiento del  último,  aunque  interinamente,  hasta  que 
el  Rey  proveyera  el  cargo  en  propiedad. 

275. —  Profunda  impresión  causó  en  el  vecindario  la 
noticia,  y  amigos  y  enemigos,  olvidando  los  defectos  de 
Alvarado,  todos  vistieron  luto;  pero  quien  se  excedió  en 
demostraciones  de  dolor,  fué  la  viuda,  que  mandó  pintar 
de  negro  su  palacio. 

276. — Pero  su  pena  no  fué  tanta  que  la  embargara 
hasta    el  punto  de  impedirle  pensar  en  satisfacer    su 


59  - 


ambición;  y  así,  pasados  los  primeros  nueve  días,  durante 
los  cuales  se  celebraron  las  honras  fúnebres  en  honor  de 
su  esposo,  llamó  al  Teniente  de  Gobernador,  al  Obispó  y 
al  Ayuntamiento,  y  les  intimó  la  orden  de  que  la  nom- 
braran Q-oberuadora  y  Capitana  Generala  del  Reino. 

277. — Todos  oyeron  asombrados  aquella  pretensión 
y  se  retiraron  á  deliberar  acerca  de  ella,  aquel  mismo  día 
9  de  septiembre.  La  discusión  fué  acalorada,  y  aunque 
hubo  muchos  opositínvís  triunfó  el  partido  de  los  de 
opinión  favorable  al  nombramiento,  por  lo  cual  pasó  el 
Cabildo  en  corporación  á  notificarlo  á  la  Señora,  quien 
al  prestar  el  juramento  y  firmar  el  acta  respectiva, 
puso:  La  sin  Ventura  Doña  Beatriz^  pero  tachando  acto 
continuo  su  nombre  dejó  tan  sólo  el  epíteto  La  sin 
Ventura. 

278. — Pero  doña  Beatriz,  no  queriendo  tener  muchas 
molestias,  nombró  su  teniente  á  su  hermano  don  Fran- 
cisco, reservándose  para  sí  el  proveimiento  de  encomien- 
das de  indios,  que  era  cosa  productiva. 

279. — Entre  tanto,  día  y  noche,  desde  el  8,  llovía 
copiosamente:  una  catástrofe  debía  ser  el  desenlace  de 
aquellos  aguaceros;  y,  el  sábado  10  de  septiembre,  dos 
horas  después  de  haber  anochecido,  bajó  del  volcán 
Hunahpú  (volcán  de  Agua)  tan  formidable  avenida, 
conduciendo  grandes  trozos  y  piedras,  que  no  dejó  en 
buen  estado  ni  una  sola  casa  de  la  ciudad,  causando 
innumerables  víctimas  personales,  entre  las  que  se  con- 
taron la  infortunada  doña  Beatriz  y  sus  doncellas,  de  las 
que  se  salvó  doña  Leonor,  hija  del  Adelantado. 

280. — Los  rayos  del  sol  del  Jl  de  septiembre  de  1541, 
alumbraron  el  más  triste  cuadro  de  desolación,  aumen- 
tado con  las  preocupaciones  de  los  vecinos,  que  llegaron 
á  suponer  que  todas  aquellas  desgracias  eran  originadas 
por  algunas  expresiones  blasfemas  proferidas  por  La 
sin  Ventura  con  motivo  de  la  pérdida  de  su  esposo,  y 
tal  era  su  irritación,  que  pretendían  dejar  insepulto  su 
cadáver,  expuesto  á  ser  devorado  por  los  animales. 


~-  60  - 

281. — Casi  restablecida  la  calma,  aunque  el  pánico 
no  se  extirpaba  del  todo,  se  procedió  á  elegir  nuevo 
Q-bbernador,  y,  df  spués  de  muchaá  discusiones,  el  día  17 
se  nombi^ó  para  tal  puesto  á  los  Licenciados  Man*oquín 
y  de  la  Cueva,  quienes  desde  luego  se  ocuparon  en  buscar 
un  lugar  adecuado  para  transladar  á  él  la  derruida  ciadad: 
al  efecto  se  escogió  el  valle  de  Panchoy. 

282. — En  los  primeros  días  de  mayo  de  1542  se  pre- 
sentó al  Ayuntamiento  el  señor  Lie.  don  Francisco  de 
Maldonado,  á  quien  había  nombrado  Gobernador  de 
Guatemala  el  virrey  de  México.  El  Cabildo,  conociendo 
sus  excelentes  cualidades,  no  opuso  obstáculos  para 
reconocerlo  y  lo  aceptó  como  tal,  cesando  en  sus  funcio- 
nes los  individuos  por  él  electos. 

283.— El  Obispo  se  ocupó  entonces  de  arreglar  el 
testamento  de  Alvarado;  pero  el  suceso  más  notable 
acaecido  en  ese  año  de  1542  es  la  expedición  de  las 
"Ordenanzas  de  Barcelona"  ó  leyes  para  el  gobierno  de 
Indias,  que  causaron  una  verdadera  revolución  en  las 
colonias  americanas  y  engendraron  acerbos  odios  á  su 
principal  promotor,  el  infatigable  patrono  de  los  indios 
fray  Bartolomé  de  las  Casas. 


LECCIÓN   Y1GE8IMACÜARTA. 

Las  "Nuevas   leyes". — La  Audiencia. —  Su  primer  presidente. —  Su   instalación 

en  Gracias. — Extensión  de  su  jurisdicción. — Objeto  de  nuestro  estudio. 

Número  de    presidentes. — Gcbierno  de   Maldonado. — Lie.  Alonso 

López   de   Cerrato. —  Su   carácter  y   conducta   en    el    poder. 

Concepto  que  de  é!  se  tiene. —  Dr.  D.  Antonio  Rodríguez 

de  Quesada.— Acontecimientos  notables  ocurridos  en 

su  tiempo. —  El  oidor  decano  Ramírez  de 

Quiñónez. 


284. — Esas  ''Nuevas  leyes,"  como  se  les  llamó,  orde- 
naban la  creación  de  una  Audiencia  Real,  que  debería 
establecerse  en  los  confines  de  Guatemala  y  Nicaragua, 
suprimían  la  esclavitud,  derogaban  la  facultad  de  dar  á 
los  indios  en  encomiendas,  reglamentaban  la  manera  de 
hacer  nuevos   descubrimientos,   y,  en   suma,  daban   la 


-  61  - 

norma  para  una  administración  moral  en  las  provincias 
de  Centro- América,  ya  todas  sujetas  á  la  corona  de  Cas- 
tilla, y  que,  reunidas,  formarían  el  Reino  de  Guatemala. 

285.— La  Audiencia  debía  componerse  de  cuatro 
oidores  letrados,  siendo  uno  de  ellos  presidente.  Este 
honor  recayó  en  el  licenciado  Alonso  de  Maldonado, 
quien,  con  Herrera,  Ramírez  de  Quiñónez  y  Rogel,  la 
integró,  y  en  la  ciudad  de  Gracias,  el  16  de  mayo  de  1544, 
ibrieron  solemnemente  sus  sesiones. 

286. — Abarcaba  la  jurisdicción  de  la  '^Audiencia  de 
los  Confines,"  desde  Yucatán  hasta  Darién,  y  como  su 
Presidente  fué  después  investido,  además,  con  el  cargo  de 
Gobernador  por  sí  solo  de  todo  el  Reino,  estudiaremos 
el  gobierno  de  aquellos  cuya  administración  encierre 
hechos  de  verdadera  transcendencia. 

287.— Cuarenta  y  dos  fué  el  número  de  estos  presi- 
dentes, exceptuando  á  los  oidores  decanos,  que  en  muchas 
ocasiones,  por  falta  del  propietario,  se  encargaron  interi- 
namente del  mando,  así  como  á  los  visitadores,  que  lo 
ejercían  en  tanto  que  practicaban  su  inspección. 

288. —  El  gobierno  de  Mal  donado  fué  muy  agitado: 
los  encomenderos  no  descansaron  un  solo  instante  en  su 
afán  de  acusar  al  obispo  Las  Casas,  y  éste  en  el  de 
defender  á  los  indios,  cosa  que  le  originó  gravísimos 
disgustos,  pues  no  sólo  se  atrajo  los  odios  de  aquéllos, 
sino  que  hasta  el  mismo  Presidente  lo  increpó  con  dureza, 
llamándole  ''loco''  y  ''bellaco." 

289. — Por  tal  razón,  el  Obispo,  al  pasar  á  España  á 
cumplir  la  sagrada  misión  que  se  había  impuesto,  ges- 
tionó, entre  otras  cosas,  el  nombramiento  del  licenciado 
Alonso  López  Cerrato,  para  sucesor  de  Maldonado,  á 
quien  substituyó  el  28  de  mayo  de  1548,  fecha  en  que 
llegó  á  Gracias. 

290. —  El  Lie.  Cerrato  desde  luego  se  manifestó 
enérgico  defensor  de  los  naturales  y  flagelador  de  los 
abusivos  conquistadores:  puso  en  práctica  las  "Ordenan- 
zas de  Barcelona,"  ordenó  la  despoblación  de  la  colonia 
"La  Nueva  Sevilla,"  cuyos  habitantes  extorsionaban  á 


-  62  -~ 

los  indios  de  la  Verapaz;  transladó  la  Audiencia  á  la 
ciudad  de  Guatemala  (1549),  por  ser  la  más  importante 
del  Reino;  y  dictó  las  medidas  convenientes  para  relevar 
de  la  esclavitud  á  los  aborígenes  de  Chiapas  y  de  otras 
Provincias  donde  aún  imperaba,  aunque  en  seguida  fué 
sustituida  por  las  "encomiendas,"  forma  diversa,  quizá 
de  mayores  fatales  transcendencias,  que  subsistió  entre 
nosotros  con  el  nombre  de  ''mandamientos,"  hasta  no  ha 
mucho  tiempo.  Los  encomenderos  disgustados  por  la 
conducta  honrada  de  Cerrato,  lo  acusaron  ante  el  Rey; 
y  él,  cansado  de  tanto  luchar,  pidió  su  retiro.  Mas,  al 
rendir  sus  cuentas,  muy  cumplidas,  al  juez  de  residencia 
doctor  don  Antonio  Rodríguez  de  Quesada,  murió.  Fue 
sin  duda  el  mejor  presidente  que  tuvo  Guatemala  en 
aquellos  tiempos. 

291. — El  Dr.  D.  Antonio  Rodríguez  de  Quesada  comenzó  á  desempeñar 
la  presidencia  en  propiedad  el  14  de  enero  de  1554.  Tuvo  que  luchar  con  las 
dificultades  que  le  ofrecían  las  constantes  desavenencias  habidas  entre  los 
frailes,  entre  sí,  y  los  encomenderos,  á  quienes;  unido  al  obispo  Marroquín, 
puso  en  orden.  En  su  tiempo  trajo  el  dominico  Domingo  de  Azcona  los  dos 
primeros  relojes  de  torre  que  hubo  en  el  país,  siendo  uno  para  Guatemala  y 
otro  para  Cobán;  se  estableció  una  cátedra  de  Gramática  latina,  que  fué  la 
primera  medida  en  favor  de  la  instrucción  pública,  y  origen  del  coleg-io  y  de 
la  universidad,  que  más  tarde  se  erigieron;  se  dio  impulso  á  la  agricultura, 
en  el  ramo  del  cacao,  y  el  18  de  abril  de  1555  se  estableció  la  "Hermandad," 
que  tenía  por  objeto  perseguir  á  los  delincuentes.  El  26  de  julio  de  1557  se 
hizo  la  jura  solemne  de  Felipe  II,  Rey  de  España  é  Indias,  por  renuncia 
de  la  corona  que  á  su  favor  hizo  su  padre  Carlos  I,  en  enero  del  año  anterior. 
El  21  de  noviembre  de  1558  murió  el  presidente  Rodríguez  de  Quesada  y  fué 
substituido  por  el  oidor  decano  Ramírez  de  Quiñónez,  quien  organizó  una 
expedición  para  ir  á  someter  á  los  naturales  del  Eacandón. 


^^^ 


63 


LECCIÓN    VIGESIMACUARTA. 

El  Lie.  Juan  NúRez  de  Landecho  en  e'  poder.— Muerte  del  obispo  Marroquín. 

Lie.  Francisco  Brjreño. — Traslada  la  Audiencia  á  Panamá— El  segundo  Obispo 

de  Guatemala. — Muere   Fr.   Bartolomé  de   las  Casas.— Dr.  Antonio  González. 

Sus  facultades. — Dr.  don  Pedro  de  Villalobos. — Lie.  Garda  de  Valverde.— Los 

piratas  Parker  y  Drake.— Lie.  Pedro  Mayen  de  Rueda. — Sus  obras. — Dr. 

Francisco   de    Sandé. — Corsarios    franceses   en    Puerto  Caballos. 

Seminario    tridentino. —  El   conde   de    la   Gomera.  —  Cosas 

de  su  tiempo. —  Dr.  don   Diego  de  Acuña. —  Gobierno 

del  conde  de  Calimaya. 


292. —  El  oidor  Ramírez  de  Quiñónez  gobernó  con 
acierto,  y  entre  el  general  sentimiento  de  los  vecinos  dejó 
el  mando  al  licenciado  Juan  Núñez  de  Landecho,  quien 
\Be  hizo  cargo  del 
poder  el  2  de  sep- 
tiembre de  1559,  y 
observó  una  muy 
vituperable  conduc- 
ta, que  empeoró 
cuando  fué  nom- 
brado gobernador 
por  sí  solo,  según 
cédula  de  16  de  sep 
tiembre  de  1560 
(XIII),  que  lo  ele 
vaba,  aunque  sin  el 
nombre,  á  la  cate- 
goría de  virrey.  El 
9  de  abril  de  1563, 
Viernes  Santo,  mu 
rió  el  obispo  Marro- 
quín, que  fué  deci- 
dido protector  de 
los  indios  y  el  que 
promovió  su  ins- 
trucción (XIV);  y  el  2  de  agosto  del  siguiente  año  llegó 
á  Guatemala  el  licenciado  Francisco  Briceño,  quien 
venía  á  substituir  y  á  residenciar  á  Landecho,  cuyos 
pésimos  manejos  llegaron  al  fin  á  conocimiento  del  Rey, 
que  ordenó  su  destitución. 


Fr.  Francisco  Marroquín 


-   64  — 

293.— Briceño  procedió  contra  Landecho  y  los  oido- 
res: el  primero  se  fugó,  y  se  cree  pereció  ahogado,  y  los 
segundos  fueron  destituidos.  La  Audiencia  se  transladó 
á  Panamá  el  19  de  noviembre  (1564),  quedando  á  ella 
sometidas  las  provincias  de  Honduras  y  Nicaragua,  y  á 
la  de  México,  las  de  Guatemala,  Chiapas,  Soconuzco  y 
Verapaz,  siendo  estas  de  la  jurisdicción  del  Gobernador 
hasta  la  línea  que  partiendo  del  río  Ulúa  pasa  por 
Gracias  y  termina  en  la  bahía  de  í'onseca.  Esto  fué  un 
mal  grave  para  estos  pueblos,  qne  no  podían  logrrar  así 
una  justicia  pronta,  como  era  necesaria.  En  1565  tomó 
posesión  del  cargo  de  segundo  obispo  de  Guatemala,  don 
Bernardino  de  Villalpando,  que  hizo  contraste  con  su 
antecesor  por  el  fausto  que  deplegó;  y  á  fines  de  julio  de 
1566  murió  en  Madrid  el  nunca  bien  alabado  virtuoso 
obispo  de  Chiapas,  fray  Bartolomé  de  las  Casas,  cuyo 
último  acto,  en  favor  de  estos  países,  fué  lograr  la  vuelta 
de  la  Audiencia  á  Guatemala.     (XV). 

294. — En  efecto,  en  28  de  junio  de  1568,  se  dictó  la 
resolución,  nombrando  para  presidente  al  doctor  Antonio 
González,  quien  entró  á  Guatemala,  acompañado  de  los 
nuevos  oidores,  el  5  de  enero  de  1570,  trayendo  tan  am- 
plias facultades  como  el  Virrey  de  Nueva  España,  en 
cuanto  á  la  gobernación  del  Reino,  pues  la  Audiencia, 
que  se  abrió  hasta  el  3  de  marzo  siguiente,  sólo  tenía 
que  ver  en  los  asuntos  de  justicia.   Fué  substituido  en  1573  por 

el  doctor  don  Pedro  de  Villalobos,  quien  se  ocupó  empeñosamente  en  la 
construcción  de  puentes,  y  en  la  apertura  y  reparación  de  caminos,  y  fué 
reemplazado  en  1578  por  el  licenciado  García  de  Valverde.  En  los  primeros 
días  de  su  g-obierno,  el  pirata  inglés  Guillermo  Parker  tomó  y  saqueó  la 
ciudad  de  Trujillo,  y  tres  meses  después  amenazó  las  costas  meridionales  del 
reino  el  famoso  corsario  inglés  Francisco  Drake,  á  quien  salió  á  perseguir, 
hasta  Acapulco,  una  pequeña  escuadrilla,  formada  con  grandes  dificultades, 
^  aunque  sin  escarmentarlo,  tanto  que,  en  1586,  volvió  á  aparecer  en  el  Salvador. 
Valverde  fué  un  buen  gobernador,  3'  procuró  que  hasta  los  presos  fuesen  bien 
tratados. 

295.— El  21  de  juHo  de  1589  le  substituyó  el  licenciado  Pedro  Mayen 
DE  Rukda.  En  su  tiempo  se  comenzaron  las  obras  del  puerto  de  Iztapa,  se 
estableció  el  comercio  con  China  y  se  construj^ó  el  famoso  puente  de  "Los 
Esclavos,"  sobre  el  río  del  mismo  nombre.  Le  substituyó  en  1594  el  doctor 
Francisco  dk  Sandé,  en  cuya  época  es  digna  de  citarse  la  invasión  que 
verificaron  unos  corsarios  franceses  en  Puerto  Caballos,  y  la  fundación  del 
Seminario  tridentino  de  Guatemala. 


65 


2s>6.-  Gobernaba  el  Reino  en  1611,  el  duodécimo  presidente,  don  Antonio 
DE  Peraza  y  Avala  Castilla  y  Rojas,  conde  de  la  Gomera,  cuyo  título  lo 
debió  á  la  fundación  de  la  villa  de  ese  nombre.  Se  rebajó  el  tributo  que 
pag-aban  las  indias,  se  prohibió  la  importación  de  vinos  del  Perú,  y  se  hizo 
la  proclamación  de  Felipe  IV.  Por  entonces  escribió  su  "Historia  de  la  Pro- 
vincia de  Chiapas"  el  cronista  Remesal.  Fué  substituido  Peraza  por  el  doctor 
don  DiKGo  DE  Acuña,  en  1627.     De  éste  se  dice  que  fué  un  buen  srobernante. 

297.— Don  Fernando  de  Altamirano  y  Velasco,  conde  de  Santiago 
de  Calimaya,  era  presidente  y  g-obernador  en  1654.  Bajo  su  g-obierno  se 
hicieron  fuertes  remisiones  de  fondos  á  la  Metrópoli,  y  ocurrieron  serias 
desavenencias  entre  los  principales  moradores  de  la  capital.  Murió  al  poco 
tiempo  y  se  encardó  del  mando  la  Audiencia. 


LECCIÓN  VIGKSIMASEXTA. 

General    Martín     Carlos    de     Meneos.  —  Su    administración. —  La    imprenta. 

Sebastián    Alvarez   Alfonso   Kosica   de   Caldas. — Su  juez  de  residencia. — Los 

Ingleses.     General   don   Fernando  Francisco  Escobedo. — Sucesos  principales 

de   su  tiempo. — Don   Enrique  Henríquez  de  Guzmán.— Los  piratas. —  El 

vigésimosextu  presidente. —  Releva  á  los  ir>dios  de  algunos  tributos 

y    hace  cumplir    las    disposiciones    relativas   á    las   instituciones 

monarales.  —  Perjuicios  que  éstas  causftbfm.  —  Importancia  de 

una  de  ellas. — El  señor  Echévers  y  Subiza,  y  su  gobierno. 

Su   sucesor. — Don    Pedro    de    Salazar. — Expulsión 

de  los  jesuítas. 


298. — Al  conde  de  Calimaya,  recibiendo  el  poder  déla 
Audiencia,  siguió  eu 
enero  de  1659,  el  Ge- 
neral Martín  Carlos 
DE  Mengos,  caballero 
de  la  orden  de  Santia- 
go. Se  condujo  con 
mucha  moderación  y 
tino,  y  suplió,  de  su 
propio  peculio,  varias 
cantidades  para  obras 
públicas.  Durante  su 
administración  el  A- 
yuntamiento  gestionó 
la  fundación  de  la 
Universidad,  no  obs- 
tante ia  existencia  de 
dos  colegios  impor- 
tantes, el  de  domini- 


Fr  Payo  Henríquez  de  Rivera 


—  66  ~ 

eos  y  el  de  jeguitas;  y  el  obispo  fray  Payo  Henríquez  de 
Rivera,  trajo  en  1660,  comprada  con  sus  recursos  par- 
ticulares, la  primera  imprenta  que  hubo  en  el  país,  así 
como  al  primer  impresor,  José  de  Pineda  Ibarra.  La 
primera  pieza  que  en  ella  se  imprimió  fué  un  voto  de 
gracias  dado  al  generoso  prelado  que  la  donó.     (XVI). 

299. — Don  Sebastián  Alvawez  Alfonso  Rosiga  de  Caldas,  señor  de 
la  casa  de  Caldas,  fué  el  sucesor  del  General  Meneos,  y  á  su  celo  se  debió  la 
construcción  de  la  seg^unda  ig-lesia  catedral  de  Guatemala,  de  la  cual  existe 
una  parte  restaurada  en  la  Antig-ua.  Le  residenció  el  obispo  de  la  diócesis 
don  Juan  de  Santo  Mathía  Sáenz  Mañoísca,  y  cuando  comenzaba  á  rendir  sus 
cuentas  murió,  quedando  el  prelado  al  frente  del  gobierno.  Por  entonces  los 
ingleses  comenzaron  á  internarse  en  territorio  del  reino,  doade  establecieron 
cortas  de  palo  de  tinte. 

300.-  El  nuevo  presidente,  gobernador  y  capitán  general,  lo  fué  el  general 
de  artillería,  don  Fernando  Francisco  de  Escobedo,  quien  llegó  en  febrero 
de  1672.  En  su  época  se  prohibió  el  comercio  con  la  Habana,  se  estableció  la 
Universidad,  aunque  hasta  dos  años  después  se  comenzaron  las  clases;  y,  con 
gran  pompa,  se  celebró  la  coronación  de  Carlos  II,  El  Hechizado^  hipocon-* 
dríaco  y  pusilánime  monarca,  en  quien  debía  terminar  la  dinastía  de  la  casa 
de  Austria  en  España. 

301.— En  1648  gobernaba  el  reino  don  Enrique  Hen- 
RÍQUEZ  DE  GuzMÁN,  quieu  se  ocupó  de  la  reedificación  y 
reglamentación  del  hospital  de  San  Juan  de  Dios,  obra 
en  la  que  gastó,  de  su  capital,  más  de  cinco  mil  pesos;  de 
la  organización  de  tropas  que  resistieran  á  los  piratas, 
que  llegaron  á  amenazar  hasta  la  capital,  después  de 
haber  cometido  muchas  depredaciones  en  Nicaragua, 
Salvador  y  Costa  Rica,  y  de  fomentar  las  escuelas  pri- 
marias, que  tenían  un  programa  cortísimo,  y  eran 
dirigidas,  casi  siempre,  por  personas  poco  hábiles,  pues 
á  veces  se  encargaba  de  ellas,  en  los  pequeños  poblados, 
á  los  sacristanes. 

302. — El  vigésimosexto  presidente,  don  Francisco 
Rodríguez  de  Rivas,  maestre  de  campo  de  los  reales 
ejércitos,  tomó  posesión  solemne  del  gobierno  el  4  de 
octubre  de  1716.  Se  ocupó  desde  luego  en  relevar  á 
los  pobres  aborígenes  de  ciertas  cargas  que  el  abuso  de 
algunos  magnates  de  la  colonia  sobre  ellos  había  echado; 
y  después,  en  hacer  cumplir  las  disposiciones  del  rey 
Felipe  V,  en  lo  relativo  á  la  prohibición  del  aumento  de 


-  67  - 

las  instituciones  monacales,  perjudiciales  al  país,  por 
robar  brazos  necesarios  á  la  agricultura  y  á  las  indus- 
trias; tanto  más,  cuanto  la  mayoría  de  los  que  se  retiraban 
á  los  claustros  lo  hacían  para  ponerse  á  cubierto  de  la 
miseria  y  vivir  en  la  holganza.  Sin  embargo,  al  lado  de 
las  comunidades  estériles,  figura  una  fecunda  en  bienes 
y  originaria  del  país:  la  de  los  "bethlemitas  hospitala- 
rios", que  nació  en  la  ciudad  de  Guatemala,  en  la  segunda 
mitad  del  siglo  XVII,  gracias  á  los  esfuerzos  del  filán- 
tropo y  virtuoso  fray  Pedro  de  San  José  de  Betancourt. 
Pero  cuando  se  manifestaron  las  energías  y  relevantes 
prendas  del  señor  de  Rivas,  fué  durante  la  época  deso- 
ladora de  los  terremotos  de  1717,  sobre  todo  en  el  del  día 
de  San  Miguel,  que  arruinó  por  completo  la  ciudad. 
Allí  se  mostró  caritativo,  cuidó  del  orden,  veló  por  los 
intereses  generales  de  la  población,  y,  en  seguida,  erogó 
fuertes  sumas  para  reedificarla  en»  parte. 

303. — Le  sucedió  en  el  mando  el  jefe  de  escuadra  don  Pedro  Antonio 
EcHÉVEKS  Y  SuBiZA,  caballero  de  la  orden  de  Calatrava  y  señor  de  la  Llave 
Dorada,  quien  recibió  el  mando  el  2  de  diciembre  de  1724.  Era  de  carácter 
arbitrario  y  despótico,  creía  que  su  poder  era  ilimitado  y  dejó  un  triste 
recuerdo  de  su  jfobiemo,  no  obstante  que  durante  él  se  erig-ió  la  hermosa 
ig-lesia  de  Santa  Clara,  se  comenzó  á  imprimir,  en  noviembre  de  1729,  el  perió- 
dico oficial  la  *'GacetadeGoatemala,"y  en  1733,  se  fundó  la  Casa  de  Moneda. 
Su  sucesor  don  Pedro  de  Rivera  y  Villalón,  mariscal  de  campo  de  loa 
reales  ejércitos,  gobernó  el  reino  en  paz  y  de  un  modo  satisfactorio,  adminis- 
trando perfectamente  la  Real  Hacienda. 

304. — El  3  de  diciembre  de  1765  tomó  posesión  de  sus  cargos  de  g-oberna- 
dor,  capitán  g-eneral  y  presidente  de  la  Audiencia,  don  Pedro  de  Salazar 
Y  Herrera  Natera  Mendoza,  caballero  de  la  orden  de  Montesa  y  mariscal 
de  campo,  en  cuya  época  se  reg^istran:  la  estancación  del  tabaco  y  la  expulsión 
de  los  jesuitas,  de  los  dominios  españoles,  dispuesta  por  el  rey  Carlos  III,  en 
cédula  de  27  de  marzo  de  1767,  que  se  hizo  conocer  aquí  á  los  miembros  de  la 
Compañía  fundada  por  Loyola,  el  26  de  junio  por  la  madrugada.  Loa 
jesuitas  habían  acumulado  grandes  riquezas,  y  por  medio  de  una  táctica 
misteriosa  se  habían  inmiscuido  en  la  política  de  los  países  donde  se  lea 
toleraba,  causando  muchas  veces  graves  males;  así  pues,  su  extrañamiento 
fué  originado  por  su  conducta  absorbente  y  ambiciosa,  que  se  oponía  á  toda 
autoridad.      (XVII). 


68 


LECCIÓN  VIGESIMASEPTJMA. 

Don  Martín  de  Mayorga. — Destrucción  de  la  Capital. — Se  translada  ai  Valie 

de  la  Ermita. — Pasa  Mayorga  como  virrey   á   México. — Don  Matías   de 

Gálvez. — Acontecimientos  más  notables. — Don  José  de    Estachería. 

Don  Bernardo  Troncos©  Martínez  del  Rincón. — Don  José  Domas 

y   Valle. — Don    Antonio    González   Mollinedo  y  Saravia. 


305.-— Don  Martín  de  Mayorga,  caballero  de  la 
orden  de  Alcántara  y  mariscal  de  campo  de  los  reales 
ejércitos,  se  hizo  cargo  del  poder  el  12  de  junio  de  1773.  A 
los  pocos  días  de  estar  en  él,  comenzaron  á  sentirse 
varios  sacudimientos  de  tierra,  que  al  fin  tuvieron  su 
desenlace  en  el  terrible  terremoto  del  29  de  julio  de  aquel 
año,  y  que  arruinó  por  completo  á  la  ciudad.  El  señor 
Mayorga,  con  un  celo  admirable,  se  ocupó  en  atender  y 
ayudar  á  todos  los  infortunados  habitantes  de  la  derruida 
población,  y  convocó  al  Ayutitamiento  y  a  todos  los  veci- 
nos para  una  junta  que  se  verificó  el  día  4  de  agosto.  En 
ella  se  trató  de  la  translación  de  la  ciudad  á  otro  sitio, 
y  se  eligió  para  tal  fin  el  Valle  de  la  Ermita,  en  donde 
se  instalaron  el  Presidente  y  los  Tribunales  Reales,  el 
6  de  septiembre,  quedando  confirmada  tal  resolución  por 
cédula  de  21  de  julio  de  1775.  Al  efecto,  se  publicó 
en  la  antigua  ciudad  un  solemne  bando  el  29  de  julio  de 
1777,  por  el  cual  se  prevenía,  á  todos,  abandonaran  aquel 
sitio,  en  el  término  de  un  año,  y  fueran  á  poblar  á  la 
Nueva  Guatemala-,  la  act.ual  capital,  edificada  en  un  sitio 
pintoresco,  de  clima  agradable  y  muy  bien  trazada.  El 
señor  Mayorga  entregó  el  bastón  el  4  de  abril  de  1779  y 
pasó  a  Nueva  España  como  V^irrey.  Su  administración 
ha  sido  digna  de  grata  memoria  y  su  nombre  se  recuerda 
con  cariño. 

306.— Fué  su  sucesor  don  Matías  de  GXlvez,  teniente  g-eneral  de  los  rea- 
les ejércitos,  quien  tomó  posesión  el  15  de  mayo  (1779) .  En  su  tiempo  hubo  una 
peste  de  viruela,  tan  espantosa,  que  fué  preciso  consag-rar,  fuera  de  la  ciudad, 
tres  cementerios,  para  enterrar  en  ellos  los  cadáveres,  y  no  en  los  templos,  á 
fin  de  evitar  el  contag-io.  Entonces  se  hicieron  las  primeras  vacunaciones 
con  buen  éxito,  y  tanto  el  señor  Gálvez  como  el  Ayuntamiento,  demostraron, 
en  tan  críticas  circunstancias,  sus  sentimientos  caritativos.  Como  los  ing-Ieses 
se  habían  apoderado  del  castillo  de  Omoa,  el  señor  Gálvez  dispuso  recuperarlo^ 


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y  en  persona  marchó  hacia  allá;  pero  cuando  Ueg-ó  ya  lo  habían  desocupado; 
por  tanto,  pasó  hasta  la  isla  de  Roatán,  que  aún  conservaban,  y  los  desalojó. 
A  poco  fué  nombrado  virrey  de  Nueva  España. 

307. — Al  señor  Gálvez  sig-uió  don  José  de  Estachería,  quien  mandó 
construir  la  magnífica  fuente  que  hasta  hace  poco  existía  en  la  plaza  mayor 
de  Guatemala;  y  á  éste,  don  Bernardo  Troncoso  Martínez  del  Rincón, 
quien  dispuso  el  establecimiento  de  un  coliseo,  con  el  objeto  de  morigerar  las 
costumbres  del  pueblo,  pues  creía  que  teniendo  ese  centro  de  honesta  y  edu- 
cativa distracción  se  apartaría  del  vicio  de  la  embriag-uez,  á  que  era  muy 
dado,  así  como  de  los  delitos  de  sang-re. 

308.-— Don  José  Domas  y  Valle,  jefe  de  escuadra, 
gobernó  desde  1794  hasta  1801,  fecha  en  que  murió  a  la 
avanzada  edad  de  ciento  dos  años.  Le  substituyó  el 
mariscal  de  campo  don  Antonio  González  Mollinedo 
Y  Saravia.  En  su  época  Napoleón  el  Grande  invadió  á 
España,  en  1808,  y  algunas  de  las  colonias  en  América 
proclamaron  su  independencia,  cansadas  del  yugo  español. 
Por  r.al  motivo,  como  el  señor  González  era  un  militar 
distinguido,  le  ordenaron  pasase  á  la  Nueva  España,  en 
1811,  á  encargarse  del  mando  de  las  fuerzas  que  obraban 
en  el  Sur  contra  los  insurgentes;  allá,  en  la  ciudad  de 
Oaxaca,  cayó  prisionero  y  fué  mandado  fusilar  por  el 
invicto  cura  Morelos. 


LECCIÓN   DECIMAOCTAVA. 

La   Revolución. —  Trabajo    social   que   se    operó   en    el    Reino    de    Guatemala 

durante  el  coloniaje.— Don  José  de  Bustamante. — Su  carácter. — Medidas 

que    dictó. —  Prinneras    conspiraciones. —  Movimiento    del    Salvador. 

Su  fracaso  —  Insurrecciones  de  León  y  de  Granada. — Importancia 

de    ia   segunda.— Cepiluleción.— Traición  de   los   españoles. 

Vejaciones  á  los  patriotas — Conspiración  de    Bethiem. 

Su  desenlace. 


309. — El  movimiento  revolucionario  que  había  esta- 
llado en  la  Argentina,  en  Nueva  Giauada  y  en  Nueva 
España,  fruto  de  los  principios  de  Washington  y  de  la 
Revolución  Francesa,  que  hizo  sentir  por  todo  el  mundo 
su  influencia  regeneradora,  fué  el  relámpago  precursor 
de  la  independencia.  Con  él  recibió  rudo  golpe  la  auto- 
ridad monárquica  y  quedó  desvanecido  el  prestigio  de 
sus  representantes  en   las  colonias;   fué  derribado  por 


—  71 


tierra  el  respeto  á  seculares  instituciones  y  puesto  de 
manifiesto  lo  que  puede  el  esfuerzo  de  un  partido  y  la 
osadía  de  los  que  tienen  la  voluntad  de  proclamarse 
libres. 

310. — Durante  los  tres  siglos  de  dominación  españo- 
la, se  operó  en  el   Reino  de  Guatemala  un  lento  y 
silencioso  trabajo  social.   A  pesar  de  que  las  leyes,  en  los 
primeros  tiempos,  estatuían  la  división  de  las  castas  y 
de  las  razas,  y  de  que  en  las  iglesias  se  llevaban  libros 
piistintos  para  asentar  las  partidas  de  matrimonio  ó  de 
bautismo,  de  los  naturales,  criollos  ó  españoles,  las  fami- 
ias  fueron  enlnzándose,  los  intereses  identificándose,  la 
tierra  convirtiéndose  en  Patria,  formándose  poco  á  poco 
)\  alma  nacional. 

311. — Así,  cuando  el  14  de  marzo  de  1811  llegó  á  la 
ciudad  de  Guatemala  el  señor  general  don  José  de 
icsTAMANTE,  sorda  tormenta  comenzaba  á  agitar  el 
"Reino:  las  ideas  de  libertad  se  propagaban  secretamente, 
y  los  gérmenes  de  independencia  empezaban  á  desarro- 
llarse. 

312. — Nadie  mejor  que  Bustamante  para  retardar  la  emancipación  de 
Guatemala.  Inflexible  y  suspicaz,  absoluto,  vig-ilante  y  reservado,  dictó 
cuantas  medidas  creyó  acertadas  para  reprimir  los  movimientos  de  insurrec- 
ción; dio  pábulo  á  las  delaciones,  impuso  el  espionaje,  se  abocó  el  conocimiento 
de  las  causas  de  infidencia,  y,  con  cualquier  pretexto,  ordenaba  encarcela- 
mientos ó  destierros. 

313. — Mas,  almas  superiores,  templadas  en  el  infortunio  de  su  patria, 
espíritus  levantados,  que  despreciaban  el  pelig-ro,  forjaron  las  primeras 
conspiraciones,  que  tendían  á  la  absoluta  independencia  del  Reino. 

314. — Los  curas  de  San  Salvador,  doctor  don  Matías 
Delgado  y  don  Nicolás  Aguilar,  con  sus  dos  hermanos, 
don  Juan  Manuel  Rodríguez  y  don  Manuel  José  Arce, 
se  levantaron  en  armas  el  5  de  noviembre  de  1811, 
proclamando  á  Fernando  Vil;  pero,  como  carecían  de 
plan  y  concierto,  pronto  fueron  reducidos  al  orden, 
máxime  que  una  favorable  amaistía  amparaba  a  culpa- 
bles y  culpados. 

315. — Después,  son  dignas  de  citarse  las  insurreccio- 
nes habidas,  en  diciembre  del  mismo  año,  en  León  y 


—  12  — 

Granada,  ciudades  de  Nicaragua.  La  más  importante 
fué  la  de  Granada,  que  estalló  el  día  22.  Los  granadinos 
se  apoderaron  el  8  de  enero,  por  sorpresa,  del  fuerte  de 
San  Carlos:  redujeron  a  prisión  á  los  jefes  europeos  y 
reconocieron  como  gobernador  intendente  al  obispo  fray- 
Nicolás  Q-arcía  Xerez.  El  sargento  mayor  don  Pedro 
Gutiérrez,  con  más  de  1,000  hombres,  resolvió  atacar  la 
plaza  de  Granada,  que  sus  liberales  hijos  estaban  resuel- 
tos á  defender.  Pero  habiendo  entrado  en  pláticas 
parlamentarias,  gracias  á  muchas  bondadosas  ofertas, 
resolvieron  capitular;  las  promesas,  no  obstante  que  se 
hicieron  hn^o palabra  de  honor ^no  se  cumplieron  por  parte 
de  los  españoles:  eso  era  moneda  corriente:  más  de  una  vez, 
en  otros  lugares  de  América,  observaron  tan  vituperable 
conducta.  Así,  los  valientes  patriotas  granadinos,  presas 
del  despotismo,  tuvieron  que  sufrir  multitud  de  vejacio- 
nes, y  acabar  muchos  su  vida  entre  las  húmedas  paredes 
de  un  calabozo  ó  víctimas  del  mortífero  clima  de  los 
lugares  á  donde  se  les  confinó.  Recordamos  al  padre 
don  Benito  Soto,  a  don  Miguel  Lacayo  y  á  otros 

316. — Otro  movimiento,  ahogado  antes  de  que  esta- 
llara, fué  el  que  el  año  de  1813  se  organizaba  en  Gua- 
temala en  el  convento  de  Bethlem.  Presidía  las  juntas 
el  Sub-Prior  fray  Juan  de  la  Concepción,  y  era  dirigido 
por  el  doctor  don  Tomás  Mejía.  En  él  estaban  compli- 
cadas muchas  personas  importantes,  á  saber:  el  alférez 
real  don  José  Francisco  Barrundia,  don  Cayetano  Bedoya, 
el  licenciado  don  Venancio  López,  el  capitán  don  Joaquín 
Yúdice  y  otros.  Descubierto  el  complot,  que  tenía  por 
objeto  reducir  á  prisión  á  Bustamante,  y  proclamar  la 
independencia,  se  hizo  presos  á  todos  sus  miembros  y  se 
les  instruyó  la  más  rigurosa  causa;  fueron  severamente 
Condenados,  y  aunque  no  se  llevaron  a  cabo  las  penas 
impuestas,  se  sustituyeron  por  otras  no  menos  duras. 
El  único  que  pudo  escapar  á  las  iras  del  capitán  general 
fué  el  señor  Barrundia,  que  permaneció  oculto  por 
mucho  tiempo. 


—  73  — 
LECCIÓN   VIOMSIMANÜVENA. 

Consecuencias    de   las   conspiraciones    frustradas. — Gobierno  de    don    Carlos 

Urrutia.— El  "Editor  Constitucional." — Gasistas  y  Cacos. — Urrutia  depone 

el    mando    en    don    Gab'no    Gaínza. — Carácter  de    éste. — Se    presta  á 

secundar  los  planes  de  independencia.  — 15  DE  septiembre  de  i82i. 

Don  José  Cecilio  del  Valle  y  su  opinión. — Anti-independientes 

y    liberales. — Acta    de    independencia. — Consideraciones. 


317. —  Pero  estas  tentativas,  inútiles  por  entonces, 
sirvieron  para  preparar  los  ánimos  y  dar  vigor  á  las  ideas 
liberales,  estrechadas  por  el  circulo  de  hierro  impuesto 
por  el  terrorífico  gobierno  de  Bustamante. 

318. — Éste,  fue  substituido  por  don  Carlos  Ukkutía, 
teniente  general,  de  avanzada  edad,  salud  quebrantada  y 
débil  carácter,  cosas  que  lo  hacían  incompetente  para 
gobeniar  el  reino  en  tan  críticas  circunstancias.  Muchos 
de  los  patriotas  presos  por  Bustamante,  que  con  razón  ó 
sin  ella  los  declaró  infidentes,  fueron  puestos  en  libertad 
en  1819,  y  en  1820  se  restableció  la  Constitución  de  1812, 
que  traía  á  estas  regiones  los  sanos  principios  de  liber- 
tad que  contenía. 

319. —  En  ella  apollados,  valiéndose  de  la  prensa  libre,  los  esforzados 
paladines  de  la  independencia,  propalaron  por  doquiera  su  grandeza,  y  el 
doctor  don  Pedro  Molina,  partidario  incondicional  de  ella,  comenzó  á.  publicar 
el  24  de  julio  de  1820  el  "Editor  Constitucional,"  periódico  en  el  que  sin  dis- 
fraz hablaba  de  la  libertad. 

320.  —  L#a  sociedad  de  Guatemala  se  hallaba  por  entonces  dividida  en 
dos  bandos  ó  partidos :  el  de  los  Gasisías,  formado  por  los  españoles  europeos 
y  la  clase  artesana,  y  el  de  los  Cacos^  compuesto  de  las  familias  nobles  y  de 
la  mayor  parte  de  los  qne  se  llamaban  independientes.  El  primero  contaba 
con  el  apoyo  de  las  autoridades,  y  á  su  sombra  se  engradeció;  por  tal,  el 
seg-undo,  indignado  de  verse  vencido,  trabajó  con  ardor  por  la  emancipación, 
luchó  sin  descanso  y  por  diversos  medios  trató  de  atraerse  á  los  obreros. 

321. — Y  en  tanto  que  los  ánimos  por  diferentes 
móviles  se  agitaban  violentamente,  la  Junta  Provincial 
obligó  al  señor  Urrutia,  á  deponer  el  mando  en  el  brigadier 
don  Gabino  Gaínza,  que  iba  á  ser  el  último  representan^ 
del  gobierno  colonial  en  Guatemala. 

322. —  De  carácter  enteramente  voluble  y  acomodaticio,  egoísta  y  poco 
patriota,  y  sin  opinión  firme,  era  Gaínza  el  más  adecuado  para  g-obernar  en 
aquellos  momentos  en  que  Guatemala  pug-naba  por  realizar  el  más  bello  de 
los  ideales:  la  libertad. 


74 


323. — Sabedor  de  que  Iturbide  había  proclamado  en 
Nueva  España  el  plan  de  Iguala,  que  derribaba  el  carco- 
mido solio  de  los 
virreyes  españoles 
en  aquella  rica  é 
importante  colonia, 
y  constreñido  por 
los  independientes 
que  le  halagaban 
en  sus  intereses 
particulares  y  en  su 
amor  propio,  ofre- 
ciéndole la  primera 
magistratura  de  la 
nación  libre,  se 
prestó  á  secundar 
los  planes  de  inde- 
pendencia, sobre  to- 
do, cuando  supo  que 
Chiapas,  provincia 
del  Reino,  se  había 
declarado  emanci- 
pada de  él  y  adherida  al  plan  de  Iguala,  ya  citado. 

324. — Así,  convocó  á  todas  las  autoridades  y  funcio- 
narios públicos  de  la  capital,  para  que,  reunidos  en  junta, 
deliberasen  sobre  la  línea  de  conducta  que  debería  esco- 
gerse; y  en  la  mañana  del  15  de  septiembre  de  1821,  los 
corifeos  de  los  partidos,  entre  los  que  es  grato  recordar 
á  don  José  Francisco  Barrundia  y  al  doctor  don  Pedro 
Molina,  al  frente  de  inmensa  muchedumbre,  ebria  de 
placer  y  de  esperanzas,  llenaron  los  patios,  corredores  y 
antesalas  de  palacio,  en  tanto  que,  sucesivamente,  fueron 
llegando  los  diputados  de  las  corporaciones,  el  arzobispo, 
los  prelados,  los  jefes  civiles  y  militares,  la  Diputación 
Provincial  y  Graínza. 

325. — El  licenciado  don  José  Cecilio  del  Valle,  con 
elocuente  palabra,  patentizó  la  necesidad  de  la  indepen- 
dencia, los  bienes  que  traería  consigo  y  sus  transcenden- 


D.  GrABIKO    GaÍNZA 


r 


-  75  ~ 

tales  consecuencias  en  pro  de  la  felicidad  del  país;  sin 
embarco,  opinó  porque  se  tomara  una  resolución  defi- 
nitiva hasta  que  se  supiera  el  desenlace  de  los  sucesos  de 
México  y  se  concociera  el  voto  de  las  provincias.  Este 
dictamen  tuvo  sus  partidarios,  principalmente  entre  los 
anti- independientes,  como  el  arzobispo  fray  Ramón 
Casaus,  los  oidores  Moreno  y  Valdés,  y  otros;  pero  en 
menor  número,  fueron  vencidos  por  los  valientes  que, 
con  noble  energía,  sostuvieron  que  en  aquella  fecha  era 
preciso  proclamarla.  Campeones  de  esta  lucha  fueron: 
el  canónigo  doctor  don  José  María  Castilla,  don  Francisco 
Bilches,  los  oidores  don  Miguel  Larreynaga  y  don  Tomás 
O'Horán;  don  Mariano  Gálv^ez,  don  Santiago  Milla,  don 
Antonio  Rivera  Cabezas,  don  Mariano  Beltranena,  el 
doctor  don  Matías  Delgado,  y  otros. 

326.— En  seguida, en  medio  de  los  aplausos  y  del  rego- 
cijo más  legítimo,  se  levantó  el  Acta  de  Independencia, 
que  declaraba  el  Reino  de  Guatemala,  '* Nación  libre  é 
independiente  de  otra  cualquiera."     (  X  VIII ). 

327. — Cuando  en  conjunto  se  considera  el  Gobierno  Colonial,  abstracción 
hecha  de  las  crueldades  de  la  conquista,  se  descubre  el  buen  propósito  que 
siempre  animó  á  los  reyes  de  España,  con  respecto  áeste  país,  ya  se  conside- 
ren las  leyes  y  disposiciones  relativas  á  su  administración,  ya  las  personas 
encargadas  de  cumplirlas.  En  cuanto  á  las  primeras,  dig-nas  de  recuerdo 
son,  ante  todo,  las  "Ordenanzas  de  Barcelona"  y  todas  las  otras  posteriores 
relativas  á  la  esclavitud,  á  las  contribuciones,  á  la  remuneración  de  trabajos, 
etc.;  y  entre  las  seg-und as,  á  Cerrato,  Valverde,  Rivas,  Mayorga  y  Calvez, 
quienes  son  acreedores  á  g-ratitud  eterna,  porque  siempre  probos  y  dig-nos, 
fueron  gntendidos  gobernantes,  que  procuraron  por  cuantos  medios  tuvieron  á 
su  alcance  el  bienestar  y  progreso  del  pueblo. 

Esto  no  quiere  decir  que  no  tuviera  el  país  poderosos  motivos  de  queja. 
Los  naturales  siempre  fueron  considerados  como  seres  muy  inferiores  y  no  se 
les  permitía  dedicarse  aciertos  oficios,  tener  armas  ni  caballos;  su  valer  ante 
los  tribunales  era  casi  nulo,  porque  su  dicho  no  tenía  fuerza,  y  esto  hacía  que 
los  españoles,  crueles,  ambiciosos  y  duros,  los  extorcionaran  sin  compasión. 
Y  como  por  efecto  de  la  distancia  estaban  sin  garantía  las  justas  leyes  que 
los  hubieran  salvado,  eran  víctimas  del  despotismo  y  de  las  absurdas  ideas 
de  la  época.  Estos  hechos  no  podía  contrariarlos  el  gobierno  de  la  Metrópoli, 
porque  las  más  de  las  veces  los  ignoraba;  pero  cuando  de  ellos  tuvo  noticia, 
fué  severa  é  incohó  tremendos  juicios  de  residencia  á  los  culpados,  si  eran 
gobernantes,  como  ocurrió  con  Landecho,  ó  les  aplicó  duras  penas  si  eran 
particulares. 

Lo  que  también  contrariaba  á  la  Colonia  era  la  falta  de  desarrollo  en  la 
industria,  no  obstante  que,    con  el  loable  fin  de  impulsarla  se  fundó  en  1795, 


—  76  — 

bajo  el  gobierno  de  don  José  Domas  y  Valle,  á  iniciativa  del  oidor  don  Ja  cobo 
DE  Villa- Urrutia,  la  "Sociedad  Económica  de  Amig-os  de  Guatemala."  Su 
entorpecimiento  se  debía  á  los  esfuerzos  de  los  comerciantes  de  la  Metrópoli, 
que  no  querían  perder  la  oportunidad  de  ser  siempre  los  proveedores  únicos 
de  estas  reg-iones,  que  eran  fuentes  inagotables  de  riqueza  que  explotaban  con 
usura;  y  así,  sólo  se  permitió  el  establecimiento  de  aquellas  que  no  podían 
prosperar  en  España,  como  el  cultivo  de  la  cochinilla,  traído  por  el  General 
Bustamante.  En  tal  virtud,  cuando  el  país  Ueg-ó  á  cierto  g-rado  de  adelanto, 
y  sus  hombres  comprendieron  que  las  sumas  que  iban  á  la  Metrópoli  podían 
emplearse  en  él  mismo,  y  en  pro  de  sus  necesidades,  que  ya  era  tiempo  de 
que  tuviera  vida  é  instituciones  propias,  que  la  libertad,  que  por  el  derecho 
de  conquista  se  le  había  arrebatado,  debía  tornar  á  su  seno,  comenzaron  á 
extenderse  las  ideas  de  independencia,  que  cada  día  ganaron  terreno  hasta 
el  momento  en  que  se  consumó. 

La  independencia  era  pues  una  necesidad;  y  cumpliéndose  las  leyes 
sociológicas  que  presiden  el  desarrollo  é  integración  de  los  pueblos,  su  reali- 
zación tuvo  lugar  cuando  éste,  viril  y  fuerte,  podía  dirigirse  por  sí  mismo. 

Muchos  apasionados,  en  ditirámbicas  frases,  lamentan  que  España 
haya  sido  la  nación  que  conquistara  á  estos  países  y  la  acusan  fuertemente 
de  haberles  legado  muchos  vicios  que  aun  hoy  les  minan;  pero  en  esto  no 
tienen  razón:  España  dio  lo  que  tenía:  sus  virtudes  y  sus  defectos,  sus  gran- 
dezas y  sus  miserias.  Tiranía,  fanatismo,  autos  de  fe,  vicios  políticos,  que 
aquí  tuvimos,  los  hubo  también  allá  y  culpa  fueron  del  tiempo.  De  tal  mane- 
ra, hay  sin  embargo  que  agradecer  á  ese  pueblo  que  no  destruyó,  como  los 
anglo-sajones,  á  los  aborígenes,  sino  que  mezclándose  con  ellos  dio  origen  á 
una  nueva  raza,  la  actual,  que  en  mucho  se  diferencia  de  la  de  Tecum-Uman 
y  de  la  de  Alvarado,  raza  que,  llevando  en  sí  los  gérmenes  vigorosos  de  aque- 
llas, sus  progenitoras,  tiene  delante  un  espléndido  porvenir  que  le  darán  la 
educación  y  el  trabajo. 


Gobernantes  del  Reino  de  Guatemala 


GOBERNADORES 

1  — Don   i'Ki>Kt>   i>K   Al\  AKADo.  — 1524   á  1541.     Conquistador.     Primer 
ígt)beniador,  aunque  con  separaciones,  más  ó  menos  largas,  en  diversas  épocas. 
29— Doña  Beatriz  de  la  Cueva.— 9  á  10  de  septiembre  de  1541.— Viuda 
del  Adelantado. 

3' — Licenciados:  Ilustrísimo  don  Francisco  Marroquín  y  don  Fran- 
cisco DE  la  Cueva. --17  de  septiembre  de  1541  á  17  de  mayo  de  1542. 

4' — Licenciado  Alonso  de  Maldonado. — 17  de  mayo  de  1542  á  16  de 
layo  de  1544. 


PRESIDENTES  DE  LA  AUDIENCIA,  GOBERNADORES 
Y  CAPITANES  GENERALES 

1' — Licenciado  Alonso  dk  Maldonado,  oidor  de  la  Audiencia  de 
México. — 16  de  mayo  de  1544. — Fué  su  g-obierno  muy  ag-itado,  por  causa  de  las 
rencillas  que  las  ambiciones  de  los  encomenderos  eng-endraron;  pues  no 
contentos  con  las  disp)osiciones  contenidas  en  las  **Ordenanzas  de  Barcelona" 
á  cada  paso  procuraban  dificultades.  El  obispo  Las  Casas,  con  admirable 
celo,  casi  con  fanatismo,  lucha  por  el  bienestar  de  los  indios,  prosig-ue  la 
conquista  pacífica  de  Tezulutlán  (Verapaz),y  log-ra  el  castig-o  de  alg-unos 
españoles,  que  por  sus  desafueros  se  habían  hecho  acreedores  á  el. 

2^- — Licenciado  Alonso  López  Cerrato,  presidente  de  la  audiencia  de 
Santo  Doming-o. — 28  de  mayo  de  1548. — Fué  nombrado  por  recomendaciones  de 
fray  Bartolomé  de  las  Casas. — Declaró  libres  á  la  mayor  parte  de  los  escla- 
vos de  Guatemala  y  procuró  el  bienestar  de  los  indios. -^Los  hermanos  Con- 
treras  asesinaron  en  León,  Nicarag-ua,  al  obispo  Valdivieso. — Transladó  la 
**Audiencia  de  los  Confines"  de  Gracias  á  Guatemala,  por  ser  esta  la  ciudad 
más  poblada  é  importante  del  reino  (1549).— Se  estableciéronlos  dos  primeros 
hospitales  que  tuvo  Guatemala,  uno  por  los  dominicos,  (San  Alejo),  para 
indios;  y  otro  para  españoles,  (Santiago),  por  el  Obispo  Marroquín. — Cansado 
del  gobierno  pidió  su  retiro  y  dando  su  residencia  murió. 

3° — Doctor  don  Antonio  Rodríguez  de  Quesada,  oidor  de  México,  pri- 
mer corregidor  de  Guadalajara,  «&* — 14  de  enero  de  1554. — Por  su  muerte 
ocurrida  el  28  de  noviembre  de  1558,  entró  al  gobierno  el  oidor  decano,  licen- 
ciado Pedro  Ramírez  de  Quiñónez,  quien,  obedeciendo  una  real  cédula,  de  16 
marzo  de  1558,  organizó  una  expedición  para  ir  á  someter   á  los  lacandones. 

4^ — Licenciado  Juan  NtíÑEZ  de  Landecho. — 2  de  septiembre  de  1559.— 
Por  cédula  de  de  16  de  septiembre  de  1560  se  le  encomendó  á  él  solo  la  gober- 
nación del  Reino. — Tuvo  una  conducta  pésima  y  fué  destituido  de  su  puesto, 
siendo  sometido  á  un  severo  juicio  de  residencia. — Muere  el  obispo  Marroquín. 


—  78  - 

5^ — Licenciado  Francisco  Briceño. — 2  de  ag-osto  de  1564. — Vino  de 
juez  de  residencia  del  señor  Landecho.  En  su  tiempo  se  transladó  la  audien- 
cia á  Panamá  (1564)  y  murió  fray  Bartolomé  de  las  Casas  (1566) .  Gobernó 
con  discreción  y  tino. 

6^ — Doctor  Antonio  González,  oidor  de  la  Cancillería  de  Granada,  &' 
5  de  enero  de  1570. — En  esta  fecha  hizo  su  entrada  á  la  capital,  trayendo  la 
Audiencia  de  Panamá,  mandada  restablecer  en  la  ciudad  de  Guatemala,  por 
cédulas  de  28  de  junio  de  1568  y  25  de  enero  de  69;  pero  fué  nombrado  desde 
el  28  de  junio  de  1568. 

7^ — Doctor  don  Pedro  de  Villalobos,  oidor  de  México. — 26  de  enero  de 
1573. — Mejoró  las  vías  de  comunicación;  proteg-ió  el  culto  católico  y  hubo  en 
su  tiempo  escasez  de  trig-o  y  abundancia  de  carne,  lleg-ándose  á  dar,  de  este 
último  artículo,  hasta  28  libras  por  un  real. — Murió  cuando  lo  residenciaban 
el  año  79. 

8° — Licenciado  García  de  Valverde,  presidente  de  la  audiencia  de 
Quito. — Noviembre  de  1578. — Fué  muy  piadoso  y  en  ello  hallaron  pie  sus  ene- 
migos para  atacarlo. — En  su  época  los  corsarios  Parker  y  Drake  invadieron 
el  Reino  y  saquearon  alg-unas  poblaciones. — Se  concedieron  repartimientos  de 
indios  para  los  trabajos  más  urgentes  de  agfricultura;  se  aumentó  el  tributo 
á  los  nativos,  y  se'  procuró  traer  negros  para  los  trabajos  ag-rícolas. — El 
Ayuntamiento  promovióla  creación  de  la  Universidad, 

9^ — Licenciado  Pedro  Mayen  de  Rueda,  oidor  de  la  Chancillería 
de  Granada. — 21  de  julio  de  1588. — Se  comenzaron  las  obras  del  puerto  de 
Iztapa,  y  en  1592  se  condujo  el  puente  de  "Los  Esclavos",  la  mejor  obra  de 
este  g-énero  hecha  en  ,  el  país,  desde  la  conquista  á  la  fecha;  es  de  piedra 
canteada,  y  tiene  128  varas  de  larg-o  por  18  de  ancho. — Tuvo  este  presidente 
fuertes  cheques  con  el  obispo  y  algunos  religiosos. — Fué  residenciado  y  sus- 
penso en  su  cargo. 

10^ — Doctor  Francisco  de  Sandé,  gobernador  de  Filipinas  y  oidor  de 
la  Audiencia  de  México. — 3  de  agosto  de  1594. — Vino  á  residenciar  á  su 
antecesor  desde  1592. — Los  corsarios  franceses  invadieron  á  Puerto  Caballos, 
y  se  fundó  el  Seminario  Tridentino  de  Guatemala. — Fué  promovido  á  la 
Presidencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada  y  recibió  el  batón  el  oidor  decano, 
licenciado  Alvaro  Gómez  de  Abaunza,  hombre  que  no  estaba  bien  visto  y  de 
quien  todos  tenían  que  sentir. 

11^ — Doctor  Alonso  Criado  de  Castilla,  oidor  de  los  Reinos  del 
Penj. — 19  de  septiembre  de  1598.  -Muere  el  obispo  Fernández  de  Córdova, 
fundador  del  Seminario  Tridentino. — Se  comienza  (1601)  á  fabricar  pólvora  en 
Guatemala. — Parker  vuelve  á  invadir  á  Pueito  Caballos,  y  después  de  su 
muerte  su  sucesor  el  corsario  Antonio  Sherly. — Se  establece  el  puerto  de 
Santo  Tomás  y  se  da  principio  á  la  conquista  pacífica  de  Taguzgalpa  y 
Tologalpa. 

12° — Don  Antonio  Peraza  Ayala  Castilla  y  Rojas,  conde  de  la 
Gomera. — 1611, — Se  rebaja  el  tributo  paerado  por  las  indias  y  se  prohibe  la 
introducción  de  vinos  del  Perú. — Fundó  la  villa  de  la  Gomera,  por  lo  que  fué 
agraciado  con  el  título  de  conde. — Vino  de  visitador  Juan  de  Ibarra.  oidor 
de  México,  por  causa  de  algunas  turbaciones  que  había:  las  cosas  se  pudieron 
en  peor  estado,  suspendió  en  sus  funciones  al  conde,  quien  se  retiró  áPatulul; 
el  disgusto  siguió,  pero  repuesto  el  señor  Peraza  en  1617  sobrevino  la  calma  y 
gobernó  hasta  1626. 


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13"' — Doctor  don  Diego  de  Acuña,  comendador  de  Hornos,  en  la  orden 
de  Alcántara. — Junio  de  1627. — Se  suprimió  la  flota  de  Honduras,  con  lo  que  se 
perjudicó  el  comercio,  pues  las  mercancías  tenían  que  enviarse  y  traerse  por 
Veracruz. — Acuña  fué  un  buen  g^obernador. 

14°— Don  Alvaro  de  Quiñónez  y  Osorio,  caballero  de  la  orden  de  San- 
tiagt),  señor  de  la  casa  y  villa  de  Lorenzana,  valle  de  Arriaza  y  Colladera, 
g-entil-hombre  del  Rey  é  individuo  del  Consejo  de  Hacienda. — Enero  de  1634. 
Para  evitar  la  destrucción  de  los  indios,  que  los  españoles  maltrataban  sin 
compasión,  ordenó  que  éstos  no  fuesen  á  vivir  á  los  pueblos  de  aquéllos,  y  que 
los  ya  radicados  saliesen,  con  lo  que  reunidas,  así,  cincuenta  familias  de 
expulsos,  fundó  la  villa  de  San  Vicente  de  Lorenzana,  que  le  valió  el  título 
de  marqués  de  Lorenzana. — Los  corsarios  hicieron  alg-unas  correrías  por  el 
Reino;  se  restableció  el  comercio  con  el  Perú,  que  estaba  prohibido;  y  se 
introdujo  el  uso  del  papel  sellado  (cédula  de  16  de  abril  de  1639) . — El  marqués 
murió  con  toda  su  familia,  víctima  de  un  naufragio  en  el  océano  Pacífico.  (1642.) 

IS*? — Licenciado  don  Dífgo  de  Avendaño,  oidor  de  la  Chancillería  de 
Granada. — Marzo  de  1642.— Las  costas  estaban  plagadas  de  corsarios  que 
[demostraban  gr.in  audacia;  el  comercio  arruinado  y  el  país  todo  en  decaden- 
jia. — Fué  tan  íntegro  y  desinteresado  este  presidente  que  rehusó  los  más 
insignificantes  obsequios  que  llegaron  á  ofrecerle.  —  El  capitán  Pedro  Crespo 
Xuárez,  correo  mayor,  muere  (1646)  y  deja  $20,000  para  la  fundación  de  la 
Universidad. — Muerto  el  señor  Avendaño,  el  2  de  agosto  de  1649,  tomó  el 
mando  el  oidor  decano  don  Antonio  de  Lara  y  Mongrovejo,  que  gobernó  hasta 
el  año  54.  —  En  este  tiempo  (1650)  se  recobró  á  Roatán,  que  estaba  en  poder 
de  los  ingleses. 

16^— Don  Fernando  de  Altamirano  y  Velasco,  conde  de  Santiago 
de  Calimaya. — Mayo  de  1654. — Hubo  escandalosas  desavenencias  entre 
*muchas  de  las  principales  familias. — Llegó  al  país  fray  Pedro  de  Betancourt, 
<|ue  se  distinguió  después  por  su  celo  y  caridad  evangélicos.  —  Murió  el  conde 
el  año  57  y  se  hizo  cargo  del  poder  la  Audiencia,  que  gobernó  hasta  el  año  de 
59,  porque,  don  Jerónimo  Garcés  Carrillo  de  Mendoza,  conde  de  Priego,  nom- 
brado gobernador  el  año  58,  murió  en  Panamá  al  venir  á  tomar  el  mando. 

17^ — General  don  Martí ?í  Carlos  de  Mengos,  caballero  de  la  orden 
de  Santiago,  &*,  &* — 5  de  enero  de  1659.  —  Abren  los  jesuitas  un  colegio  y 
se  vuelve  á  hablar  de  la  fundación  de  la  Universidad.  —  Introduce  la  imprenta 
(1660)  el  obispo  fray  Pajo  Henríquez  de  Rivera. —  Nicaragua  sufrió  invasio- 
nes de  corsarios  y  se  trató  de  construir  fortificaciones — Fué  el  primer  presi- 
dente militar,  y  se  portó  bien. 

18°— Don  Sebastián  Alvarez  Alfonso  Rosiga  de  Caldas,  caballero 
de  la  orden  de  Santiago,  &* — 18  de  enero  de  1667.  —  Muere  fray  Pedro  de 
Betancourt  (25  de  abril  de  1667),  fundador  del  templo  y  hospital  de  Betht^íii^^ 
— Hizo  una  expedición  á  Nicaragua  y  construyó  la  segunda  iglesia  catedral ¿e 
la  ciudad  de  Guatemala,  de  la  que  hay  algo  restaurado  en  la  Antigua. —  Le 
residenció  el  obispo  de  la  diócesis  de  Guatemala,  doctor  don  jlian  de  Santo 
Mathía  Sáenz  Mañosea  y  Murillo,  quien,  como  presidente  de  la  Audiencia, 
ejerció  el  poder  hasta  1672.  —  Los  ingleses  establecieron  cortas  de  palo-cam- 
peche en  Walis  (Bel ice). 

19? — Don  Fernando  Francisgo  de  Esgobedo,  general  de  artillería, 
caballero  gran  cruz  de  la  orden  de  Santiago,  &* — Febrero  de  1672. —  Se  pro- 
hibió el  comercio  con  la  Habana;  el  colegio  de  Santo  Tomás,  de  los  dominicos, 
se  hizo  Universidad;    se  contruyó  en  Nicaragua  el  castillo   de  Concepción, 


—  80  — 

después  de  San  Juan,  sobre  el  río  de  este  nombre,  á  28  leg^uas  del  mar;  y  dio 
el  presidente,  de  su  peculio,  $55,000  para  la  fábrica  del  templo  3'  hospital  de 
convalecientes  de  Betlilem. — Recayó  sobre  él  el  gran  priorato  de  Castilla,  y 
fué  residenciado  (1678)  por  el  licenciado  don  JLope  de  Sierra  Osorio,  oidor  de 
la  Audiencia  de  México  y  presidente  de  la  de  Guadalajara,  quien  ejerció  el 
poder  interinamente  como  visitador. 

20° — Licenciado  don  Juan  Miguel  de  Augurto  y  Alaba,  caballero 
de  la  orden  de  Alcántara,  oidor  de  México.  — 1681. — Vino  como  visitador 
g-eneral  á  continuar  ej,  juicio  del  señor  Escobedo;  pero,  terminado,  sig-uió  con 
el  g-obierno.  —  Se  dispuso  la  fijación  de  edictos  en  la  ciudad  de  México  y  en 
España  para  dotar  de  profesores  á  la  Universidad,  y  se  suscitó  de  nuevo  la 
cuestión  del  comercio  con  el  Perú. 

21^— Don  Enrique  Henríquez  de  Guzmán,  caballero  de  la  orden  de 
Alcántara. — Fines  de  1683.  —  Mejora  notablemente  el  hospital  de  San  Juan  de 
Dios,  y  fusiona  los  de  Santiag-o  y  San  Alejo.  —  Los  padres  Agustín  Cano  y 
Delgado  siguen  la  conquista  pacífica  de  la  Verapaz, — Invaden  los  piratas  á 
Nicaragua. — El  presidente  fomenta  las  escuelas  primarias,  renuncia  el  cargo 
en  1687  y  regresa  á  España. 

22^ —  Don  Jacinto  de  Barrios  Leal,  general  de  artillería  y  caballero 
de  la  orden  de  Calatrava. — Enero  de  1688. — Tuvo  un  choque  con  la  Audiencia, 
y  fué  depuesto  (25  de  enero  de  1691)  por  cuatro  años,  volviendo  al  cabo  de 
ellos  á  su  cargo,  buscando  la  manera  de  vengarse  de  sus  enemigos,  y  aún  de 
aquellos  que,  cumpliendo  con  su  deber,  en  su  contra  dijeron  algo,  ó  fueron 
atentos  con  su  juez  de  residencia,  licenciado  don  Fernando  López  Ursino  y 
Orbaneja,  oidor  de  México.  —  Emprendió  en  1695,  sin  tacto,  y,  por  consecuen- 
cia, sin  resultados,  la  conquista  del  Peten  y  Lacandón;  y  minada  su  salud, 
por  causa  de  las  penalidades  que  pasó  en  esa  expedición,  murió  en  la  ciudad 
de  Guatemala  el  12  de  noviembre  del  mismo  año. — Le  sucedió,  interinamente, 
el  oidor  don  José  de  Scals,  quien  siguió  la  conquista  del  Peten  ó  Itzá,  pero 
también  sin  resultado,  pues  fué  á  don  Martín  de  Urzúa  y  Arismendi,  gober- 
nador de  Yucatán,  á  quien  tocó  la  gloria  de  tomar  posesión  de  él,  el  13  de 
marzo  de  1697,  haciendo  los  gastos  necesarios  de  su  propio  caudal,  y  sin 
maltratar  á  los  naturales,  á  diferencia  de  los  enviados  de  Scals,  que  cometieron 
verdaderas  vejaciones  y  dilapidaron  los  fondos  del  fisco. 

•23^ —  Pon  Gabriel  Sánchez  de  Berrospe,  proveedor  g-eneral  de- 
galeones. — 25  de  marzo  de  1696. — Recibió  de  Scals,  y  ya  en  su  tiempo  tomó 
Urzúa  el  Peten,  que  quedó  bajo  la  jurisdicción  del  g-obierno  de  Guatemala, 
que  tendría  la  obligación  de  atenderlo  y  mejorarlo:  al  efecto,  Sánchez  ordenó 
la  fundación  de  un  presidio. — El  29  de  diciembre  de  1699,  llegó  el  visitador 
don  Francisco  Gómez  de  la  Madriz,  y  en  tres  y  medio  meses,  que  pasó  en  la 
Capital,  la  tuvo,  por  sus  abusos,  en  constante  alarma:  atropello  al  señor  Berros- 
pe  y  á  otras  personas  honorables,  y  robó  sin  decoro.  La  sociedad  se  dividió  en 
dos  partidos,  llamado  de  los  bet rapistas^  el  parcial  al  g-obernador,  y  de  los 
tequelies,  el  que  apoyaba  á  de  la  Madriz,  quien  salió  fugado  para  escapar 
de  la  furia  popular. — Sánchez  volvió  al  poder,  que  renunció,  dejándolo  á 
á  principios  de  1702. 

249 — Don  Alonso  de  Ceballos  y  Villagutierre,  caballero  de  la 
orden  de  Alcántara,  presbítero,  etc. — 14  de  mayo  de  1702. — Dejó  un  g-rato 
recuerdo  por  su  conducta  moderada,  en  el  poco  tiempo  que  gobernó,  pues  le 
sobrevino  la  muerte  el  27  de  octubre  de  1703,  recayendo  el  mando  en  el  oidor 
más  antiguo,  licenciado  don  Juan  Jerónimo  Duardo,  que  lo  tuvo  hasta  el  2 
de  septiembre  de  1706. 


81  — 


25" — l»on  ToKiBio  José  di«:  Cosío  v  Campa,  m;irqués  de  Torre- campo. 
2  de  septiembre  de  1706. — Tiene  lug^ar  la  "Guerra  de  Sucesión"  en  España. 
— La  provincia  de  los  zendi&Ies  (Chiapas)  se  subleva  (1712)  y  el  Presidente 
emprendió  contra  ella  una  campaña  que  duró  alg^o  más  de  tres  meses,  y 
que,  favorable,  le  valió  el  título  de  marqués  de  Torre  campo,  y  dos  años 
más  en  el  mando  (1714),  y  la  gobernación  de  Filipinas,  á  donde  pasó  en  1716. 

26^— Don  Francisco  Rodríguez  de  Rivas,  maestre  de  campo  de  los 
reales  ejércitos,  &*— 4  de  octubre  de  1716. — Por  cédula  de  15  de  mayo  de 
1717,  ordenó  el  Rey  que  no  se  permitiera  la  fundación  de  conventos  ni 
hospicios,  pjor  parte  de  órdenes  religiosas,  y  que  si  alg-una  de  esas  casas 
se  trataba  de  levantar  fuera  destruida. — £1  29  de  agosto  (1717),  comenzó  á 
hacer  erupción  el  "Volcán  de  Fueg^o,"  y  una  serie  de  fuertes  temblores  le 
bíí^-uíó;  pero  el  29  de  septiembre  hubo  tan  espantoso  terremoto,  que  la  ciudad 
quedó  arruinada,  (terremoto  de  San  Mig-uel) .  Kl  señor  de  Rivas  se  portó 
muy  bien  en  tan  difíciles  circunstancias,  y  tuvo  que  so}K)rtar  la  hostilidad 
del  obispo  Alvarez  d¿  la  Vega  y  To'edo,  quien  deseaba  reemplíizarlo  en  el 
mando,  y,  para  tener  de  que  acusarlo,  sugirió  la  idea  de  transladar  la 
ciudad;  idea,  que  sabía  era  reprobada  por  el  Presidente.  Serias  dificul- 
tades vinieron  por  esta  cau.sa,  y  más,  porque  los  temblores  siguieron  hasta 
fines  de  octubre:  pero  el  señor  Rivas  salió  avante:  su  conducta  fué  aprobada 
por  el  Rey.  —  Kjerció  el  gobierno  ocho  años,  y  de  su  re?»idencia  se  desprende, 
que  manchó  la  buena  reputación  que  había  adquirido,  con  el  feo  delito  de 
peculado. 

2??— Don  Pedro  Antonio  Echévers  y  Subiza,  caballero  de  la  orden 
de  Calatrava  y  señor  de  la  Llave  l>orada. — 2  de  diciembre  de  1724.  —  De 
carácter  impetuoso,  comeiió  algunos  atropellos  — En  noviembre  de  1729 
apareció  la  "Gaceta  de  Goatemala, "  órgano  del  Supremo  Gobierno, — -Se 
fundó  la  Casa  de  Moneda  en  1733:  las  primeras  acuñaciones  se  hicieron  en 
marzo  y  llevan  el  nombre  de  Felipe  V  y  el  año  citado. — Esperaba  su  juicio 
de  residencia  cuando  murió,  el  25  de  diciembre  de  1733. 

28" — l>on  Pedro  de  Rivera  y  Villalón,  mariscal  de  campo  de  los 
reales  ejércitos. — 11  de  julio  de  1733. — De  gobernador  de  Veracruz  vino  á 
hacerse  cargo  del  poder,  con  honrosa  reputación. — Tuvo  algunos  choques 
con  el  obispo  Pardo  de  Figueroa. — Administró  la  hacienda  con  sabiduría, 
protegió  la  instrucción,  y  era  tan  querido,  que,  la  Audiencia  y  el  Ayunta- 
miento, procuraron  que  no  fuera  separado,  y  opusieron  difícultndes  á  su 
sucesor,  que  por  ocho  años  había  perseguido  el  puesto;  pero,  terminado  su 
período,  fué  todo  inútil. 

29^ — Don  TomXs  de  Rivera  y  Santa  Cruz,  natural  de  la  ciudad  de 
Lima. — 16  de  octubre  de  1742. — Fué  bien  recibido  por  los  que  deseaban 
lucrar  á  su  sombra. — Kl  14  de  noviembre  de  1745  se  impuso  el  palio  al 
obis-po  de  Guatemala  fray  Pedro  Pardo  de  Figueroa,  por  fray  José  Cubero, 
obispo  de  Ciudad  Real,  quedando  así,  aquél  sujeto,  constituido  en  arzobispo, 
y  en  metropolitana  la  catedral  guatemalteca. — Santa  Cruz  fué  acusado  de 
graves  faltas  y  se  le  hicieren  cargo»;  pero  como  había  hecho  buenas 
remisiones  de  dinero  al  Rev,  no  fué  abandonado,  y  al  quitarlo  de  Guatemala 
le  dieron  el  empleo  de  alcalde  del  crimen  en  la  ciudad  de  México   (1748;. 

30° — Don   José  de  Araujo  y  Río,    ex-presidente  de  la  Audiencia  de 
Quito.— 23  de  septiembre  de  1748. — Trajo  iguales  facultades   á  las  del  virrey 
de  Nueva  España,  en  cuanto  al  gobierno  político. — Suprimió  los  escandalosos 
6 


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jueg-os  de  azar  del  cuartel  del  Real  Palacio. — Rehusó  los  obsequios  que  le 
hacían  y  prohibió  que  los  jueces  y  demás  autoridades  los  recibiesen. — Fué 
enérg-ico  y  honrado,  durando  en  el  poder  hasta  el  28  de  diciembre  de  1751. 

31^— Excmo.  señor  don  José  Vásquez  Prego  Mondaos  y  Sotomayor, 
caballero  de  la  orden  de  Santiago  y  mariscal  de  campo,  comandante  general 
del  campo  de  Gibraltar. — 17  de  enero  de  1752. — Persig-ue  la  fabricación  y 
expendio  del  aguardiente  de  caña,  por  ser  perjudicial  á  la  salud  y  á  los 
elaboradores  de  ese  artículo  en  la  Península,  que  no  podían  enviar  grandes 
cantidades.— Se  estanca  el  aguardiente  y  cunde  la  embriaguez. — Mejoró  el 
Real  Palacio  y  sobre  todo  sus  habitaciolies  particulares;  bien  que  esto  con 
perjuicio  de  la  Casa  de  Moneda,  lo  cual  le  originó  responsabilidades  y  el  pago 
de  los  daños  causados. — Fué  á  Omoa  para  arreglar  la  construcción  del  castillo 
de  ese  puerto,  y  recogió  allá  el  germen  de  una  fiebre  que  lo  llevó  al  sepulcro 
el  24  de  junio  de  1753. — Se  hizo  cargo  del  mando  el  oidor  decano  don  Juan  de 
Velarde. 

32^— Don  Alonso  de  Arcos  y  Moreno,  mariscal  de  campo  y  caballero 
de  la  orden  de  Santiago. — 17  de  octubre  de  1754. — Se  hicieron  á  su  llegada 
suntuosas  fiestas  en  su  honor,  aunque  el  escándalo  dominó  en  ellas,  pues  los 
bailes  se  llevaron  hasta  el  recinto  de  los  conventos. — Muere  Fernando  VI  y 
sube  al  trono  Carlos  III,  que  bajo  el  nombre  de  Carlos  VII  era  rey  de  Ñapó- 
les, é  inició  su  gobierno,  que  tan  benéfico  sería  á  las  colonias,  con  un  indulto 
general. — Se  exceptuó  á  las  indígenas  del  pago  déla  capitación. — El  arzobis- 
po, don  Francisco  José  de  Figueredo  y  Victoria,  2^  de  Guatemala,  perjudicó 
de  diversas  maneras  á  los  naturales,  á  diferencia  del  diocesano  de  Nicarají^ua 
señor  Morel  de  Santa  Cruz,  defensor  y  protector  de  ellos. — Habiendo  enferma- 
do el  señor  de  Arcos  murió  el  27  de  octubre  de  1760,  y  le  substituyó  el  oidor 
decano  licenciado  don  Juan  Velarde  y  Cienfuegos,  quien  por  segunda  vez 
volvía  al  poder. 

33*=* — Don  Alonso  Fernández  de  Heredia,  mariscal  de  campo  de  los 
reales  ejércitos. — 14  de  junio  de  1761. — Era  vanidoso,  altanero,  inmoderado  y 
nada  justo. — En  1764  se  terminó  la  reedificación  del  Real  Palacio,  que  estaba 
muy  mal  hecho  y  amenazaba  ruina. — Desposeyó  á  los  frailes  mercedarios  del 
edificio  del  colegio  de  San  Jerónimo,  por  haberlo  erigido  sin  real  licencia. — 
Heredia  se  hizo  odioso  y  la  Audiencia  y  algunos  particulares  pidieron  al  Rey 
su  destitución.  Este,  nombró  al  capitán  de  navio  don  Joaquín  de  Aguirre  y 
Oquendo;  pero,  al  venir,  murió  en  Zacapa  (9  de  abril  de  1764),  por  lo  que 
gobernó  Heredia  hasta  noviembre  de  65. 

34° — Don  Pedro  DE  S alazar  Y  Herrera  Natera  y  Mendoza,  caballero 
de  la  orden  de  Montesa,  mariscal  de  campo  de  los  reales  ejércitos,  &.  &. — 3 
de  diciembre  de  1765. — Continúa  el  castillo  de  Omoa  y  verifica  el  estanca- 
miento del  tabaco. — Se  suprime  el  estanco  del  aguardiente  de  caña  y  se  pro- 
hibe su  fabricación. — Se  expiden  leyes  favorables  á  la  ilustración  de  los 
indios. — Son  expulsados  los  jesuitas  residentes  en  el  Reino  de  Guatemala. — 
Fué  á  visitar  las  obras  de  Omoa  y  contrajo  una  enfermedad,  de  la  que  murió 
el  20  de  mayo  de  1771.— Le  sucedió  el  oidor  decano  licenciado  don  Juan  Gon- 
zález Bustillo  y  Villaseñor. 

35*? — Don  Martín  de  Mayorga,  caballero  de  la  orden  de  Alcántara, 
capitán  de  reales  guardias  españolas  y  mariscal  de  campo  de  los  reales  ejér- 
citos.— 12  de  junio  de  1773. — Desde  el  día  anterior  á  vsu  entrada  al  poder 
comenzaron  á  sentirse  fuertes  temblores;  pero  el  29  de  julio  (1773),  día  de 
Santa  Marta,  á  las  3.40.  p.  m.   se  sintió  uno  fortísimo,    presagio  del  horrible 


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terremoto  que,  dier  minutos  después,  destruyó  la  ciudad.  El  señor  Mayorg^a 
mostró,  en  aquel  difícil  trance,  hombre  de  levantado  espíritu.  En  seguida,  en 
inta  de  4  de  agosto  siguiente,  se  dispuso  la  translación  de  la  ciudad  al  burgo 
de  la  Ermita,  y  el  6  de  septiembre  (1773)  el  Presidente  y  los  Tribunales 
Reales  la  efectuaron,  siendo  aprobada  esa  medida  por  cédula  de  21  de  julio 
de  1775.— Se  terminó  el  castillo  de  Omoa. — El  4  de  abril  de  1779  entregó  el 
bastón  el  señor  Mayorga,  á  don  Matías  de  Gálvez,  y  ya  se  disponía  á  regre- 
sar á  España  cuando  recibió  noticia  de  haber  sido  nombrado  virrey  de  Nueva 
España,  por  lo  que  pasó  á  México. — Este  nombramiento  no  se  debió  á  un 
acto  de  justicia,  para  premiar  los  buenos  servicios  del  señor  Mayorga,  sino  á 
una  verdadera  casualidad:  el  célebre  don  José  de  Gálver,  ministro  universal 
de  Indias,  deseaba,  para  su  hermano  don  Matías,  el  puesto  de  virrey  de  Nueva 
España;  pero,  no  queriendo  llamar  la  atención,  puso  en  el  pliego  de  inoríaja, 
que  envió  á  la  Audiencia  de  México,  el  nombramiento  á  favor  del  Presidente 
de  Guatemala^  suponiendo  que  cuando  ocurriera  la  muerte  del  anciano  y  en- 
fermizo virrey  Bucareli,  ya  su  hermano,  á  quien  había  extendido  sus  despa- 
chos desde  el  15  de  enero  de  1779.  sería  ese  funcionario.  Pero,  como  estos  no 
legaron  oportunamente,  al  fallecimiento  de  Bucareli  (9  de  abril)  fué  llamado 
íl  señor  Ma3'orga,  quien  tuvo  que  sufrir  el  odio  del  contrariado  Ministro,  que 
lo  puso  á  medio  sueldo  y  lo  hostilizó  de  mil  maneras,  hasta  que  entregó  el 
^jnaudo  al  supradicho  don  Matías. 

36' — Don  Matías  de  GXlvez,  teniente  general  de  los  reales  ejércitos. — 
15  de  maj'o  de  1779.  —  Por  haberse  sabido  que  estaba  nombrado  presidente,  el 
4  de  abril  le  cedió  el  bastón  su  antecesor,  pero  tomó  posesión  hasta  la  fecha 
anotada,  porque  no  llegaron  antes  sus  despachos.  Se  puso  la  primera  piedra 
de  la  Catedral  de  la  nueva  Guatemala,  siendo  arzobispo  el  doctor  don  Cayeta- 
no Francos  y  Monroy,  de  grato  recuerdo,  porque  dio  $40,000  para  sostener 
dos  escuelas  de  primeras  letras. — Hubo  una  gran  peste  de  viruela  y  se  hicie- 
ron, con  éxito,  las  primeras  vacunaciones. — Pasó  personalmente  á  recuperar 
el  castillo  de  Omoa  que  estaba  en  poder  de  los  ingleses,  quienes  ya  lo  habían 
abandonado  á  su  llegada,  pero  los  desalojó  de  Roatán  y  otros  lugares. — En 
marzo  de  1783  pasó  de  virrey  á  Nueva  España. 

37^ — Don  José  dk  Estachería,  brigadier  de  los  reales  ejércitos,  &* — 3 
de  abril  de  1783. — Se  estrenó  una  gran  fuente  que  hasta  hace  poco  existía  en 
la  plaza  mayor  de  la  ciudad  de  Guatemala,  donde  hoy  está  el  kiosko. — Ejer- 
ció el  poder  dignamente  hasta  el  29  de  diciembre  de  1789. 

38^ — Don  B?:rnardo  Troncoso  Martínez  del  Rincón,  teniente  gene- 
ral de  los  reales  ejércitos. — 31  de  diciembre  de  1789. — Estableció  el  coliseo 
con  el  fin  de  suavizar,  con  ese  centro  de  distracciones,  las  costumbres  del 
pueblo  bajo,  muj'  dado  á  la  embriaguez  y  á  los  delitos  de  sangre. —Gobernó 
con  gran  paz  y  tranquilidad  hasta  el  25  de  mayo  de  1794. 

39*? — Don  José  DomXs  y  Valle,  caballero  de  la  orden  de  Santiago, 
jefe  de  escuadra.— 25  de  maj'o  de  1794.— Por  cédula  de  21  de  octubre  de 
1795,  aprobó  el  Rey  el  establecimiento  def  la  * 'Sociedad  Económica  de  Ami- 
gos", fundada  ese  año  á  iniciativa  del  oidor  don  Jacobo  de  Villa-Urrutia. 
Dio  impulso  á  la  conclusión  de  la  catedral,  y  al  mejoramiento  de  la  nueva 
ciudad. — Dejó  el  mando  en  1801, 

40^ — Don  Antonio  González  Mollinedo  y  Sara  vía,  mariscal  de 
campo  de  los  reales  ejércitos. — 28  de  julio  de  1801. — Trabajó  con  empeño 
por  continuar  la  catedral  y  otros  edificios  públicos. — Napoleón  invadió  á 
España   (1808)  ;  varias    colonias    hispano-americanas    proclamaron    su  inde- 


.„  84  - 

pendencia,  y  en  Guatemala  empezaron  á  sentirse  tendencias  en  este  sentido. 
Marchó  á  Nueva  España  á  encargarse  del  mando  de  las  fuerzas  que  en  el 
Sur  operaban  contra  los  independientes,  (nunca  de  virrey,  como  dice  el 
geñor  González  Saravia  en  su  "Comp.  de  la  Hist.  de  Centro- América",  10* 
Ed.,  Lee.  XXII,  pag-.  60,  n^  4)  y  en  Oaxaca  fué  hecho  prisionero  y  fusilado, 
por  el  gran  Morelos,  el  25  de  noviembre  de  1812. 

41^ — Excmo.  don  José  dk  Bustamante  y  Guerra,  teniente  g-eneral 
de  la  real  armada. — 14  de  ma3^o  de  1811. — En  el  Salvador  y  Nicarag-ua 
ocurren  los  primeros  movimientos  en  favor  de  la  independencia  (no- 
viembre y  diciembre  de  1811) ,  y  es  descubierta  la  conspiración  de  Bethlem, 
en  Guatemala  (1813). — Las  Cortes  de  Cádiz  promulgan  la  liberal  Consti- 
tución de  1812,  y  queda  suprimida  la  Inquisición  al  año  siguiente, 
siendo  restablecida  por  el  déspota  Fernando  VII  en  1814,  al  derogar  la 
Constitución  por  decreto  de  4  de  mayo. — Se  inauguró  la  catedral  el  Jueves 
Santo,  16  de  marzo  de  1815,  siendo  ar^ob'ispo  fray  Ramón  Casaus  y  Torres, 
que  fué  quien  la  bendijo.— Bustamante  introdujo  en  el  país  el  cultivo  de  la 
cochinilla. — Fué  un  tenaz  perseguidor  de  todos  los  que  trabajaban  por  la 
independencia. — Gobernó  hasta  1818. 

42*?— Don  Carlos  de  Urrutia  y  Montoya,  teniente  general. — 28  de 
marzo  de  1818. — Se  d^n  indultos  para  algunos  reos  políticos  (1819)  y  se 
restablece  la  prensa  libre,  por  haberse  puesto  de  nuevo  en  vigor  la  Consti- 
tución de  1812,  aclamada  por  Riego  en  1820. — Falto  de  salud  y  apocado  de 
espíritu,  no  podía  el  señor  Urrutia  oponerse  á  los  planes  de  los  revolucionarios 
y  fué  obligado  á  deponer  el  mando,  que  entregó  al  brigadier  don  Gabivo 
Gaínza,  quien,  de  carácter  voluble  y  acomodaticio,  poco  patriota  y  ambi- 
cioso, firmó  el  Acta  de  Independencia,  el  15  de  septiembre  de  1821. 


TERCER  PERÍODO. 


LECCIÓN   PRIMERA. 

Primer  acto   da   los  ciudadanos   guatemaltecos. —  Diversos  fnes   que   los 

animaban. — Consecuencias  fatales.— Cómo  fueron  acogidas  las  ideas  de 

libertad   en   las   provincias. — Don   Agustin  de    Iturbide.— Oficio  que 

dirigió  á  Qainza. — Acuerdo  de  la  Junta  Provisional. 


328. — Uno  de  los  primeros  actos  de  los  ciudadanos 
guatemaltecos,  después  de  declai'ar  su  independencia, 
fué  darse  una  autoridad,  y  al  efecto  dispusieron  que 
Gaínza  siguiera  ejerciendo  el  mando  político  y  militar, 
obrando  de  acuerdo  con  la  Junta  provisional  consultiva, 
hasta  que  el  congreso  que  debería  reunirse  el  1?  de  marzo 
del  siguiente  año,  dictara  las  bases  sobre  las  cuales  se 
habría  de  organizar  la  nación. 

329. —  Pero  si  todas  las  clases  sociales  en  un  momento  dado  se  unieron 
j  pidieron  la  independencia,  no  á  todos  sus  individuos  animaban  los  mismos 
fines:  unos,  patriotas  desinteresados,  soñadores  de  la  libertad,  buscaban  en 
ella  la  manera  propicia  de  emanciparse  del  clero  y  de  un  g-obierno  caduco  y 
lleno  de  errores,  para  sustituirlo  con  otro  de  levantadas  aspiraciones  y  cuya 
norma  fuera  la  ig-ualdad;  otros,  los  que  habían  medrado  á  la  sombra  de  la 
Colonia,  la  veían  como  el  único  medio  de  llegar  á  ser  ab.solutos,  de  constituirse 
en  señores  despóticos  ante  cuyas  órdenes  todos  se  dobleg-aran,  de  ser  los 
arbitros  de  los  destinos  de  su  patria,  que  veían  no  como  á  madre  bendita, 
sino  como  á  hada  que  brinda  riquezas  y  poder. 

330. — Por  eso,  lejos  de  sentirse  después  los  benéficos  efectos  de  la 
unión,  se  vieron  surg-ir  las  primeras  desavenencias,  eng-endradoras  de  futuras 
desgracias,  principio  de  todas  las  g-uerras  civiles  que  han  ensangrentado  el 
bello  territorio  de  Centro-América,  causa  de  su  debilidad  actual  y  lento 
progreso. 

331. — San  Salvador  acogió  con  entusiasmo  las  ideas 
de  libertad  y  proclamó  la  independencia  el  29  de  septiem- 
bre; pero,  á  poco,  tuvo  disturbios  por  querer  establecer 
una  junta  consultiva,  á  lo  que  se  opuso  el  jefe  Barriere, 
que  redujo  á  muchos  patriotas  á  prisión,  por  lo  que  fué 
sustituido  en  el  poder  por  el  padre  Delgado.  Nicaragua, 
dirigida  por  don  Miguel  González  Saravia,  procedió  al 
principio  con  ambigüedad,  y  al  fin  acordó  adherirse  al 


--  86  — 

Plan  de  Iguala.  Honduras,  comandada  por  don  José 
Tinoco,  hizo  lo  mismo;  y  Costa  Rica,  permaneció  neutral; 
cosas  todas  inconvenientes,  que  no  dieron  otro  resultado 
que  avivar  las  ambiciones  del  traidor  que  pomposamente 
se  titulaba  libertador  de  México,  don  Agustín  de  Itur- 
bide,  que  no  contento  con  ser  infidente  y  usurpador, 
quiso  traer  hasta  acá  sus  ilegítimos  poderes. 

332. — Así,  el  28  de  noviembre  de  ese  mismo  año,  dio 
parte  Gaínza  á  la  Junta  Provisional,  de  un  oficio  del 
futuro  Emperador  de  México,  que  con  fecha  19  de 
octubre  (1821),  decía:  '^que  Gruatemala  no  debía  quedar 
independiente  de  México,  sino  formar  con  él  un  grande 
imperio,  bajo  las  bases  del  Plan  de  Iguala;  que  Gua- 
temala estaba  todavía  impotente  para  gobernarse  por  sí 
misma,  etc.":  y  la  Junta,  en  vez  de  dejar  la  resolución 
de  tan  delicado  asunto  al  Congreso  que  se  debería  reunir, 
obrando  maliciosamente,  dispuso  consultar  la  voluntad 
de  los  pueblos  en  cabildos  abiertos,  y  de  tal  modo  lo 
comunicó  á  Iturbide,  que  tenía  en  Centro- América  por 
partidarios,  á  todos  aquellos  serviles  que  creían  que  la 
felicidad  sólo  era  posible  bajo  los  rayos  de  una  corona. 


LECCIOxN   SEGUNDA. 

Anexión  al  Imperio  Mexicano. — El  poder  de  Gaínza. — San  Salvador  proclanna 

su  absoluta   indeperdencia. — Expedición  de  Arzú  — Llegada  de    Filísola  á 

Guatemala. — Proclaman  en  México  Emperador  á  Iturbide. — Carácter 

de    Filísola. —  Sus    medidas. —  Ordenes   que   recibió   de   Iturbide. 


333. — En  el  corto  tiempo  de  un  mes,  las  provincias 
y  pueblos  todos  del  Reino,  dieron  sus  votos  acerca  de  la 
anexión  al  Imperio  Mexicano,  y  el  5  de  enero  de  1822  se 
hizo  el  escrutinio,  que  arrojó  un  triste  resultado:  la 
mayoría  de  los  Ayuntamientos  se  pronunciaba  por  ella. 
La  Junta  Provisional,  hizo  la  declaratoria  correspon- 
diente y  por  espacio  de  tres  días  se  hicieron  fiestas  en 
celebración  de  aquel  suceso. 


~  87  —^ 

331.  — Sin  embargo,  Gaínza  no  era  obedecido  ni  por 
Comayagua,  ni  por  Nicaragua, ni  per  Chiapas, y  el  Salva- 
dor se  separó  de  Guatemala,  sosteniendo  su  absoluta 
independencia,  aunque  los  pueblos  de  San  Miguel  y  Santa 
Ana  eran  anexionistas.  Motivo  fué  este  de  la  primera 
guerra  civil  que  agitó  esta  porción  del  Nuevo  Mundo. 
Guatemala  quería  sostenerlos  y  el  gobierno  del  Salvador 
se  opuso;  se  rompieron  las  hostilidades,  y  el  coronel  don 
Manuel  Arzú  invadió  aquel  territorio,  penetrando  hasta 
la  capital  San  Salvador,  donde  sus  tropas  se  le  desban- 
daron, sufriendo  así  una  derrota  sin  previo  combate. 

335. — En  tal  estado  las  cosas,  llegó  el  día  12  de  julio 
á  la  ciudad  de  Guatemala,  el  señor  general  Filísola,  con 
un  cuerpo  de  tropas  constante  de  600  hombres,  que  el 
gobierno  de  Iturbide  mandaba  como  auxiliares  á  estos 
países;  y  pocos  días  después  se  supo  la  asonada  de  Pío 
Marcha  y  Epitacio  Sánchez,  que  el  18  de  mayo  por  la 
noche,  seguidos  de  crapulosa  soldadesca,  proclamaron 
Emperador,  bajo  el  nombre  de  Agustín  I,  al  verdugo  del 
Bajío. 


336.  —  El  g-eneral  Filísola  era  un  valiente  militar  sujeto  á  la  ordenanza 
y  á  la  voluntad  de  su  jefe,  y,  obedeciéndole,  vino  á  reemplazar  á  Gaínza,  de 
quien  se  abrig-aban  sospechas,  tomando  el  poder  el  día  21  del  mismo  julio. 

337.  —  Filísola,  obrando  con  encoiniable  prudencia  y  con  una  política 
verdaderamente  honrosa,  procuró  desde  lueg-o  consolidar  la  unión  al  Imperio 
Mexicano.  Esto  era  difícil,  pues  si  bien  muchos,  amantes  de  títulos  y  de 
condecoraciones,  se  declararon  sus  adictos,  otros,  y  entre  éstos  están  los 
salvadoreños,  la  rechazaron. 

338.  —  Por  tal  razón,  el  absoluto  Emperador,  desatendiendo  las  disposi- 
ciones del  Cong-reso,  que  le  prevenía:  "que  procurase  atraer  á  la  unión  la 
provincia  de  San  Salvador,  sin  hacer  uso  de  la  fuerza,  y  que  si  ya  se  había 
empleado,  al  momento  se  suspendiese  todo  acto  hostil,"  ordenó  á  su  lug-arte- 
niente  la  atacase  **si  inmediatamente  no  se  unía  á  México  sobre  la  base  de 
una  entera  sumisión  al  Gobierno  Imperial  y  sin  condición  alg-una  que  pudiese 
contrariarlo. " 


~  88 


LECCIÓN    TERCERA. 

Marcha  Filísola  á  San  Salvador.— Fija  su  cuartel  en  Mapilapa. —  Nueva  división 

deí  Reino  de  Guatemala. —  El  Congreso  del  Salvador  decreta  su  unión  á 

México.  — Manifestación    de    Filísola. — Acuerdo    del    Congreso. 

Protesta  Filísola  y  sigue  sobre  la  capital. — Combate  en  el 

pueblo  de  Mexicanos. —  Embajada  del  Ayuntamiento. 

Entrada  de  Filísola  á  la  ciudad. — Su  conducta. 


339. — Cumpliendo  Filísola  con  las  órdenes  de  su 
Señor,  dirigió  el  26  de  octubre  la  primera  intimación  de 
guerra  á  San  Salvador  y  dispuso  la  marcha  de  las  tropas, 
saliendo  él  en  seguida  á  ponerse  á  su  frente,  para  lo  cual 
dejó  en  el  mando  superior  político  al  coronel  mexicano 
señor  Codallos. 

340— Después  de  haber  sometido  á  Texistepeque  y 
Metapán,  donde  el  9  de  diciembre  la  caballería  mexicana 
sorprendió  y  acuchilló  á  una  partida  de  salvadoreños, 
que  á  la  fuerza  quitaban  víveres  á  los  vecinos,  fijó  el  11 
su  cuartel  general  á  cuatro  leguas  de  San  Salvador,  en 
la  hacienda  de  Mapilapa. 

341. — Allí  publicó  una  orden,  por  la  cual  se  disponía,  que  las  intenden- 
cias del  Reino  de  Guatemala  se  dividieran  en  tres  comandancias  g-enerales, 
que,  independientes  entre  sí,  se  entenderían  directamente  con  los  respectivos 
ministerios.  Esta  determinación  se  debió  al  deseo  de  someter  el  Reino  á  un 
rég"imen  extrictamente  militar,  que  le  privase  de  toda  libertad. 

342.  —  Entretanto  el  Congreso  del  Salvador  decre- 
taba la  unión  á  ]\Iéxico  sobre  ciertas  bases  misterioí^as. 
Pero  como  al  comunicar  a  Filísola  este  acuerdo  mani- 
festó: ''que  era  indispensable  la  entrega  de  las  armas 
como  paso  preliminar  á  todo  acomodamiento,"  resolvió 
aquél  no  pasar  por  tal  humillación,  y  declaró:  "que  la 
provincia  se  incorporaba  á  los  Estados  Unidos,  y  que,  en 
su  nombre,  se  opondría  á  las  huestes  que  le  amenazaban." 

313. — Filísola  protestó  que  no  hacía  la  guerra  á 
aquella  nación  y  prosiguió  sus  operaciones.  El  día  14  de 
enero  (1823),  tuvo  un  encuentro  con  las  fuerzas  liberales, 
y  el  7  de  febrero  tomó  el  camino  de  San  Salvador.  La 
maniobra  que  al  efecto  dispuso  fué  magnífica,  y  así  lo 
comprendieron  los  salvadoreños,  que  si  no  supieron  des- 


—  89  ~ 

concertarla  sí  pelear  con  heroísmo.  La  marcha  avanzó, 
y,  eu  el  pueblo  de  Mexicanos,  un  combate  más  reñido  la 
detuv^o:  el  triunfo  fué  para  los  imperialistas  que  sufrie- 
ron pocas  pérdidas,  en  tanto  que  los  vencidos  las  tuvieron 
cuádruples. 

344. — Los  habitantes  de  la  capital,  llenos  de  cons- 
ternación la  abandonaron,  y  el  Ayuntamiento  mandó 
una  diputación  al  general  mexicano,  diciéndole:  ''que 
podía  ocuparla  con  sus  fuerzas,  y  que  esperaba  de  su 
humanidad  no  sería  saqueada,  ni  molestados  los  vecinos 
pacítícos."  Contestó:  ''que  los  pueblos  desarmados  nada 
tenían  que  temer  de  él;"  y  devolvió  á  dos  personas  nota- 
bles que  le  habían  enviado  como  rehenes. 

345. —  En  efecto,  en  medio  del  mayor  orden  entró 
Filísola  el  día  9  á  San  Salvador,  y  al  siguiente  exigió  á  las 
autoridades  jurasen  su  obediencia  al  imperio.  Al  mismo 
tiempo  las  tropas  salvadoreñas,  en  completo  desorden, 
continuaban  su  retirada. 

346.  —  FU  (sol  a  observó  una  conducta  djg-na  de  elog-io:  dio  g^arantías  á 
los  que  capitulaban,  y  hasta  recursos  para  que  se  transladaran  á  sus  hogares; 
no  abusó  de  su  triunfo  y  usó  con  moderación  de  las  ventajas  que  tenía  sobre 
los  vencidos.  At»í  pues,  el  g^eneral  mexicano  se  hizo  acreedor  á  la  nota  de 
humano  y  g-eneroso,  que  con  justicia  le  dieron  hasta  sus  enemig-os. 


LECCIÓN   CUARTA, 


Sucesos  de  México. —  Plan  de  Casa-Mata. —  Regresa  Filísola  á   Guatemala. 

Convoca  á  la  Junta  Provisional. —  Palabras  que  le  dirige. —  Importante 

decreto. —  Declaración  que  hizo  el  Congreso  mexicano. — Como 

se  recibió  el  decreto  de  convocatoria. 


347. — Pero  en  tanto  que  Filísola,  ciego  instrumento 
de  un  vulgar  ambicioso,  arrebataba  su  independencia  á 
los  salvadoreños,  en  México  ocurrían  sucesos  de  trans- 
cendental importancia,  que  habrían  de  influir  favorable- 
mente en  el  destino  de  estos  países. 

-  348. — El  noble  pueblo  mexicano,  cansado  de  la  tiranía 
que  Iturbide  le  impusiera  por  la  fuerza  de  las  armas, 
levantó  su  voz  en  favor  de  la  libertad,  que  ha  sido  siem- 


—  90  ~ 

pre  su  lema,  y  acaudillado  por  Santa  Anna,  proclamó  en 
Casa-Mata,  (Veracruz),  el  2  de  diciembre,  el  "Plan"  de 
ese  nombre,  por  el  cual  se  desconocía  al  usurpador  y  se 
hacía  pedazos  su  menguado  cetro. 

349. — Así,  no  bien  había  acabado  Filísola  de  subyugar 
á  los  pueblos  del  Salvador,  cuando  recibió  una  invitación 
de  los  generales  Echávarri  y  Bravo,  para  que  se  adhiriese 
á  aquel  "Plan"  que  destronaba  á  su  jefe.  Violentamente 
regresó  á  Guatemala:  dictó  medidas  conducentes  a  repri- 
mir todo  pronunciamiento  contra  Iturbide,  y  se  opuso  á 
que  la  Junta  Provisional  se  reuniera  para  tratar  acerca 
del  contenido  de  un  pliego  que  habían  dirigido  á  Barrun- 
dia  los  generales  libertadores. 

350. — Pero  viendo  que  el  triunfo  de  la  libertad  se 
acercaba  y  que  los  pueblos  oprimidos  pronto  entrarían 
en  el  pleno  goce  de  sus  derechos,  vulnerados  hasta  enton- 
ces, el  29  de  marzo  por  la  noche  convocó  á  la  Junta 
Provisional  para  una  sesión  extraordinaria.  En  ella, 
después  de  participar  la  reinstalación  del  Congreso  Gene- 
ral, disuelto  por  el  tirano,  dijo:  "estoy  viendo  con  toda 
claridad  la  horrorosa  anarquía  en  que  se  halla  México,  y 
para  salvar  á  Guatemala  no  encuentro  otro  arbitrio  que 
el  que  se  contiene  en  el  decreto  que  tengo  el  honor  de 
presentar:"  era  el  de  convocatoria  para  la  reunión  del 
Congreso  en  Guatemala,  según  lo  disponía  el  artículo  II 
del  "Acta  de  15  de  septiembre  de  1821."— Filísola  al  dar 
este  paso  obró  con  cordura  y  honradez,  dejando  con  él 
un  grato  recuerdo  en  Centro-América. 

351. — El  Congreso  mexicano  restaurado  declaró  nula  la  unión  del 
Reino  de  Guatemala  á  México,  y  firmó  la  legitimidad  de  su  independencia 
absoluta,  diciendo:  **que  sus  provincias  eran  libres  para  pronunciarse  en 
el  sentido  que  más  les  conviniera".       (17  de  junio  de  1823). 

352. — El  sol  de  los  libres  brilló  en  este  cielo,  y  el  decreto  de  convo- 
catoria fué  recibido,  por  todas  partes,  con  indefinible  júbilo.  Sólo  los 
imperialistas,  los  enemigos  de  la  patria,  permanecieron  indiferentes  á  aquel 
ijusto  regocijo,  y  comenzaron  á  maquinar  en  pro  de  sus  propios  intereses  y 
en  contra  de  la  libertad. 


—  91 


LECCIÓN    QUINTA, 


El    primer    Congreso    centro-americano. — Quienes  lo  formaban. —  Uberalea 

y    moderados. — Quienes   eran.— Sistema    federal. —  Notable    decreto 

del  I*'  de  julio  de  1823. — División  de  los    poderes. 


353. — Las  elecciones  se  hicieron  con  gran  orden  y 
empeño,  y  el  Congreso  se  inauguró  el  día  24  de  junio  de 
1823.  Cuarenta  y  un  representantes,  que  formaban  la  ma- 
yoría absoluta,  acompañados  del  general  Filít^ola  y  de 
las  demás  autoridades  locales,  se  dirigieron  á  la  catedral, 
donde  juraron  fidelidad  á  la  Patria,  y  de  allí  á  la  Uni- 
versidad, que  era  el  sitio  designado  para  sus  sesiones. 

354. — Esta  augusta  Asamblea,  que  se  formó  de  los 
hombres  más  caracterizados  é  instruidos  de  Centro- 
América,  comenzó  sus  tareas  bajo  muy  buenos  auspicios, 
no  obstante  que  en  su  seno  se  confundían  los  republicanos 
con  los  imperialistas.  Pero  la  unión  no  fué  duradera  y 
surgió  una  odiosa  división,  que  ha  sido  causa  de  muchas 
desgracias  posteriores. 

355. — Dos  partidos,  á  cual  más  fuerte  y  apasionado, 
se  desarrollaron  al  calor  de  las  discusiones:  el  de  los 
liberales  y  el  de  los  moderados.  Los  primeros  fue- 
ron llamados  después  fiebres  ó  anarquistas,  por  la 
behemencia  de  sus  ideas  y  el  entusiasmo  inmoderado 
con  que  proponían  toda  clase  de  reformas;  y  los  segundos, 
serviles  ó  aristócratas,  por  el  disimulo  é  hipocrecía 
que  les  caracterizaba. 

256. — Liberales,  eran  los  verdaderos  patriotas  que  se  habían  opuesto, 
con  toda  la  energ-ía  de  sus  levantados  espíritus,  á  la  unión  á  México; 
moderados,  los  adictos  al  imperio,  los  empleados  civiles  y  militares,  los 
españoles  europeos,  los  eclesiásticos  y  alg^unos  capitalistas,  que  deseaban 
conservar  su  influencia. 

357. — El  Congreso  abrió  sus  sesiones  el  29  del  mismo 
mes,  y  desde  luego  los  liberales  manifestaron  adoptar  el 
sistema  federativo,  á  lo  que,  con  marcada  repugnancia, 
vencidos  por  la  opinión  general,  tuvieron  que  sujetarse 
los  moderados,  que  propendían  al  centralismo. 


~  92  - 

358. — En  seguida,  el  1?  de  julio,  declaró:  ^'Que  las 
provincias  que  componían  el  antiguo  Reino  de  GuatemMa^ 
quedaban  libres  é  independientes  de  España^  de  México 
y  de  cualquiera  otra  potencia,  -así  del  Antiguo  como  del 
Nuevo  Mundo;  que  formaban  una  Nación  Soberana, 
con  derechos  y  aptitudes  iguales  á  los  de  los  otros  pueblos 
de  la  tierra^  y  que^  sin  perjuicio  de  lo  que  resolviera  la 
Constitución  que  se  formara,  se  llamarían  Pkovíncias 
Unidas  del  Centro  de  América." 

359. — El  2  de  julio  se  procedió  á  la  división  de  los  poderes,  perma- 
neciendo el  Legfislativo  en  la  Asamblea,  el  Judicial  en  los  tribunales 
establecidos,  y  el  Ejecutivo  en  tres  individuos,  que  lo  ejercerían  conforme  á  un 
reg-lamento  especial,  que  se  dio  el  día  8,  tocando  su  elección  al  Poder 
Leg-islativo,  que  podría  removerlos  á  voluntad.  En  esa  misma  fecha  se 
reconoció  la  deuda  pública  y  se  dispuso,  con  notable  intolerancia,  que  la 
relig-ión  del  Estado  fuera,  con  exclusión  de  otra  cualquiera,  la  Católica, 
Apostólica,  Romana. 

LECCIÓN  SEXTA. 

Primer  Poder  Ejecutivo. — Salida  de    las  fuerzas    mexicanas. — Sublevación 

de  ArÍ2a  Torres.— Consecuencia  de  la  asonada. — El  Ejecutivo  da  á  Ariza 

el  nombramiento  de  Comandante. — Falsa  noticia — Renuncia  de    los 

miembros   del    Ppder    Ejecutivo. — Segundo    Poder    Ejecutivo. 

Bases  de   la  Constitución. 


360. — Después  de  muchas  y  muy  acaloradas  discu- 
siones la  primera  elección  para  individuos  del  Poder 
Ejecutivo,  recayó  en  don  Manuel  José  Arce,  don  Pedro 
Molina  y  don  Juan  Vicente  Villacorta.  Mas  como  el 
primero  de  los  nombrados  se  hallaba  en  Norte  América, 
entró  á  substituirlo  don  Antonio  Rivera  Cabezas.  Estos 
nombramientos  no  fueron  del  agrado  de  los  conservado- 
res, (éste  fué  un  nuevo  nombre  con  que  se  designó 
á  los  moderados),  pues  no  contaban  éntrelos  repre- 
sentantes ningún  partidario  suyo,  y  habían  visto  defrau- 
dadas sus  esperanzas,  pues  pretendían  elevar  al  poder 
al  general  Filísola. 

361. — El  3  de  ag-osto  (1823),  salieron  las  tropas  mexicanas  rumbo  á  su 
país.  El  pueblo  guatemalteco  vio  este  paso  con  inmenso  júbilo,  pues  era 
deseado  con  ardimiento:  la  soldadesca,  no  obstante  los  esfuerzos  de  sus  jefes, 
cometía  á  cada  momento  actos  inconvenientes,  que  exasperaban  á  los  vecinos 
y  tenían  en  alarma  constante  á  la  ciudad. 


-  93  — 

362. — Pero  como  los  conservadores  no  estaban  sa- 
tisfechos, procuraron  crear  algunas  dificultades  al  nuevo 
gobierno,  y  al  efecto  trataron  con  el  capitán  de  grana- 
deros del  fijo,  don  Rafael  Ariza  Torres.  Era  é^te  un 
militar  sin  méritos,  pero  que  tenía  cierto  ascendiente 
sobre  su  tropa;  así,  no  le  fué  difícil,  tomando  como 
pretexto  la  falta  de  pago  de  los  haberes,  provocar  una 
insurrección  que  estalló  el  14  de  septiembre,  que,  con  el 
siguiente  día,  debía  consagrarse  al  regocijo  público  con 
motivo  de  la  conmemoración  de  la  independencia. 

3h3. — La  asonada  que  al  principio  se  debió  á  las 
ambiciones  de  un  faccioso,  instigado  por  unos  cuantos 
malos  patriotas,  tomó  de  pronto  nn  carácter  bastante 
serio,  porque  el  pueblo  trató  de  defender  á  sus  autorida- 
des legítimas  y  de  sostener  sus  derechos  ultrajados. 
Atacó  á  la  fuerza  de  Ariza  y  ésta  rompió  el  fuego:  varios 
patriotas  fueron  heridos,  y  perecieron  heroicamente  los 
ciudadanos  Andrés  Córdova,  Miguel  Prado,  y  Juan 
Escobar,  cuyos  nombres  dispuso  la  Asamblea  se  inscri- 
bieran con  letras  de  oro  en  el  salón  de  sus  sesiones. 

364. — Sin  embargo,  los  sublevados  no  se  atrevieron 
á  penetrar  en  el  santuario  de  las  leyes:  recorrieron  la 
ciudad,  pero  no  cometieron  las  tropelías  que  eran  de 
esperarse.  Entonces  el  Poder  Ejecutivo,  para  restable- 
cer el  orden,  expidió  á  Ariza  el  despa«ího  de  Comandante 
General,  á  reserva  de  obrar  contra  él  cuando  para  ello 
tuviera  los  elementos  necesarios. 

365. — Pero  los  conservadores,  infatigables  en  su 
lucha,  no  contentos,  como  hemos  dicho,  con  el  Poder 
Ejecutivo,  propalaron  la  falsa  noticia  de  que  él  había 
sido  el  promotor  de  la  sublevación  de  Ariza:  esto  era  con 
el  fin  de  desacreditarlo  y  derrocarlo.  No  presentaba  la 
cosa  gran  dificultad  y  las  discusiones  connenzaron  en  la 
Asamblea:  pronto  se  resolvió  el  suceso:  Molina,  Rivera  y 
Villacorta  renunciaron,  y,  admitidas  sus  dimisiones,  el 
segundo  nombramiento  para  personas  del  Poder  Ejecu- 
tivo, recayó  en  los  ciudadanos  Arce,  Valle  y  O'Horán. 
Los  dos  primeros  estaban  ausentes  y  se  nombró  para 


—  94  ~- 

substituírlos  á  don  Santiago  Milla  y  á  don  José  Francisco 
Barrundia,  pero  como  éste  no  quiso  aceptar,  el  Cuerpo 
Legislativo  rogó,  para  que  en  su  lugar  entrara,  á  Villa- 
corta,  quien  reprodujo  su  renuncia  con  loable  dignidad. 
366. — En  diciembre  expidió  la  Asamblea  las  bases 
de  la  Constitución:  en  ellas  se  adoptaba  la  forma  de 
gobierno  "popular,  representativa,  federal";  y  en  cada 
uno  de  los  estados  de  Guatemala,  San  Salvador,  Nicara- 
gua, Honduras  y  Costa  Rica,  independientes  entre  sí, 
sería  establecida  la  misma  división  de  los  poderes,  y  en 
su  administración  interior  serían  soberanos,  teniendo 
en  su  seno  iguales  atribuciones  al  gobierno  general  con 
respecto  á  toda  la  República. 


LECCIÓN  SKPTIMA. 


Comienzan  los  Estados  á  organizarse. — El  coronel  Arzú  nnarcha  á  Nicaragua. 

Abolición    de  la   esclavitud. —  Desacuerdo   entre    los   sujetos    del    Poder 

Ejecutivo. — Separación  de  Chiapas.— Soconusco. — Primer  gobierno 

detestado  de  Guatemala. — La  Constitución.  — Estado   de  cosas 

en  Nicaragua. — Disolución  de   la   Asamblea. 


367. — Los  Estados  comenzaron  inmediatamente  á 
organizarse  y  procedieron  á  la  elección  de  los  diputados 
que  debían  formar  sus  Asambleas,  exceptuando  Nicara- 
gua que  se  hallaba  sumida  en  una  desoladora  guerra 
civil. 

368. — Por  eso,  los  miembros  del  segundo  Poder  Ejecutivo,  enviaron 
para  allá  al  coronel  don  Manuel  Arzú,  quien  llevaba  el  encarg-o  de  restablecer 
el  orden,  poniéndose  á  la  cabeza  del  partido  que  quisiera  obedecerle. 

369. — La  Asamblea,  por  su  parte,  trabajaba  afano- 
samente, y  expidió  un  notable  decreto  que  hará  eterno 
honor  á  sus  miembros:  el  que  trata  de  la  aiolición  de 
la  esclavitud.  El  venerable  anciano  presbítero  don 
Simeón  Cañas,  apoyado  por  los  ciudadanos  representan- 
tes don  José  Francisco  Barrundia  y  doctor  don  Mariano 
Gálvez,  manifestó  la  necesidad  de  poner  en  libertad  á 
"nuestros  hermanos  esclavos,"  y,  tenidas  en  cuenta  sus 
razones,  se  declaró   "que  todo   hombre   es    libre   en   la 


95 


República  y  que  no  puede  ser  esclavo  el  que  llegare  á 
tocar  en  su  territorio".  Gloria  es  para  Guatemala  haber 
sido  uno  de  los  primeros  países  del  mundo  que  arranca- 
ron de  su  seno  la  esclavitud,  y  el  primero  que  Ja  suprimió 
de  vn  solo  golpe,  pues  los  otros  lo  hicieron  de  una 
manera  lenta,  progresiva  y  con  efusión  de  sangre. 

370. — Mas,  los  sujetos  del  Poder  Ejecutivo  no   marchaban    de    acuerdo, 
no  obstante  que  su  desunión 


T^W 


en  aquellos  momentos  causaba 
grandes  males  á  su  Patria. 
Arce,  org-ulloso  por  sus  méri- 
tos, y  Valle,  preponderante 
por  su  talento,  aspiraban  á  la 
Presidencia  de  la  República, 
y  se  hicieroQ  irreconciliables 
rivales:  al  primero  chocó  la 
compañía  del  seg^undo  y  re- 
nunció su  puesto:  lo  reemplazó 
don  José  Manuel  de  la  Cerda, 
notable  granadino  que  supo 
siempre  conservar  ilesa  su  re- 
putación. 

371.  — Así  las  cosas,  se 
acentuó  el  aspecto  desagrada- 
ble que  iba  tomando  la  cues- 
tión de  Chiapas.  Digamos 
sobre  esto  algunas  palabras. 
Chiapas,  antigua  provincia  de 
Guatemala,  al  declararse  todo 
el  Reino  libre  de  la  anexión 
á  México,  discutió  por  medio 
de  sus  representantes,  que  se 
instalaron  en  junta  el  4  de 
junio  de  1823,  á  qué  nación 
debería  unirse,  puesto  que  de 
una  y  otra  recibía  invitaciones 

para  ello.  Se  hizo  la  votación  y  se  empató,  por  lo  cual  fué  preciso  diferir  la 
resolución.  Acertó  á  pasar  entonces  Filísola,  que  regresaba  á  México:  quiso 
hacer  la  unión  por  la  fuerza,  pero  no  lo  logró,  y  se  practicaron  nuevos 
convenios.  Los  países  interesados  hicieron  sus  propuestas,  y,  finalmente, 
la  Junta  gubernativa  declaró  en  las  sesiones  del  12  y  14  de  septiembre  de 
1824,  unida  aquella  provincia  á  la  República  mexicana,  de  la  que  hoy  es 
una  de  las  27  secciones  federativas  que  la  componen. 

372. — Algunos  pueblos,  teniendo  aquella  unión  como  ilegal  y  debida 
solamente  á  la  coacción  y  ala  intriga,  pretendieron  unirse  á  Centro  América; 
pero  pronto  tuvieron  que  ceder  á  la  fuerza,  y  sólo  Soconusco  quedó  como  terri- 
torio neutro,  gobernado  por  autoridades  municipales,  pero  sujeto  á  las  leyes 
de  Guatemala. 


D.  José  Cecilio  del  Valle 


-  96  - 

373. — El  15  de  septiembre  (1824)  se  erigió  en  Esta- 
do Soberano  la  antigua  Provincia  d*^  Gruatemala, 
instalándose  su  primer  Congreso,  que  nombró  para  go- 
bernador provisional  á  don  Alejandro  Díaz  Cabeza  de 
Vaca,  sujeto  recomendable  á  quien  substituyó  el  12  de 
octubre  don  Juan  Barründia,  primer  jefe  constitucio- 
nal, siendo  vice-jefe  don  Cirilo  Flores.— Y,  el  22  de 
noviembre,  después  de  cuatro  meses  de  discusiones,  los 
sesenta  y  cuatro  diputados  que  componían  la  represen- 
tación nacional,  firmaron  la  Constitución  que  debía 
regir  á  la  República.  Desde  el  día  siguiente  se  puso 
en  vigor,  y  podemos  decir  de  este  Código,  que  calleado 
en  el  de  los  Estados  Unidos,  como  hijo  de  las  circuns- 
tancias, estaba  lleno  de  contradicciones  é  incoherencias, 
que  más  tarde  provocaron  serias  dificultades,  y  fueron 
la  causa  de  la  ruptura  de  la  federación  que  proclamaba. 

374. — Nicarag-ua,  víctima  de  las  ambiciones  de  unos  cuantos»  había 
seg"uido  sumida  en  la  anarquía;  y  como  los  esfuerzos  de  Arzú  habían  sido 
inútiles,  el  señor  Arce  se  puso  á  la  cabeza  de  500  salvadoreños,  y  el  9  de  enero 
de  1825,  entró  á  León.  De  allí,  sig-uió  á  Manag-ua,  y  el  22  se  posesionó  de 
ella,  sin  derramar  una  sola  g"ota  de  sangre;  lo  cual  le  llenó  de  prestigio, 
ofuscando  á  su  contrincante  el  señor  Valle,  cuya  conducta  parcial,  inspirada 
por  una  pueril  rivíílidad,  fué  la  causa  de  la  prolongación  de  aquel 
estado  desgraciado  de  cosas. 

375. — Y  como  la  Asamblea  Nacional,  expedida  la  Carta  Magna,  ya  no 
tenía  nada  que  hacer,  acordó  disolverse.  Así  lo  hizo  el  23  de  enero  (1825) 
dejando  como  prueba  incontrovertible  de  sus  afanes  y  desvelos,  durante  diez 
y  nueve  meses  de  sesiones,  una  multitud  de  decretos,  órdenes,  actas,  etc.,  en 
que,  si  no  siempre  resplandece  la  sabiduría,  hay  cuando  menos  la  nota  de  los 
esfuerzos  que  aquellos  ciudadanos  hicieron  para  cumplir  con  su  deber. 


LECCIÓN   OCTAVA. 

Elección    de    Preslrfente. — Elección   de  Vicepresidente. — Descontento  entre 

los    liber;iles. —  Error   que   se   cometió   con    no    establecer   un    Distrito 

Federal. — Diferencias  entre  Arce  y  Barrundia — Prisión  de  Barrundia. 

El  Vicejefe  don  Cirilo  Flores  se  encarga  del  gobierno  del  Estado. 

Tríate   fin   que   tuvo   en    Quezaltenango.  —  Causas   que    lo 

originforon. 


376.— Los  pueblos  obedeciendo  á  una  convocatoria 
de  5  de  mayo  de  1824,  emitieron  sus  votos  para  la  elec 
ción  de  primer  Presidente  de  la  República.     Pero,  divi- 


—  97 


dida  la  opinión,  pues  los  liberales  trabajaban  por  Arce  y 
los  conservadores  por  Valle,  se  declaró  que  ninguno  de 
los  corifeos  había  obtenido  el  número  de  votos  necesario 
para  que  hubiera  elec- 
ción  popular,  y  que, 
por    consecuencia,  el 
Congreso   se    hallaba 
en  el  caso  de  verifi- 
carla  por   sí   mismo: 
acto  continuo  la  hizo, 
y  resultaron  veintidós 
sufragios  en  favor  de 
d(»n  Manuel  José  Ar- 
ce, contra  cinco  que 
recayeron  en  Valle. 

377. —Entonces  se 
eligió  Vicepresidente 
á  Valle,  pero  no  quiso 
admitir,  ni  tampoco 
Barrundia,  que  fué 
elegido  en  su  lugar,  y 
se  dio  tal  puesto  á 
don   Mariano  Beltra- 

nena.     Estos  altos  ^funcionarios  tomaron  posesión  el  29 
de  abril  de  1825. 


D.  Manuel  José  Arce 


378. — Durante  todo  el  curso  del  año  no  hubo  ningnán  suceso  importante 
que  alterase  la  paz  pública,  ni  que  sea  dig-no  de  citarse;  pero  al  comenzar  el 
siguiente,  un  g-eneral  descontento  se  hizo  sentir  en  todo  el  partido  libera,l,  y 
sus  miembros  no  ocultaban  el  deseo  que  tenían  de  derrocar  á  quien  ellos 
mismos  habían  elevado  al  poder,  y  que,  desconociéndolos,  se  echó  en  brazos 
de  los  conservadores,  que  dirigían  la  cosa  pública  y  ocupaban  los  más  altoa 
puestos. 

379. — La  circunstancia  de  que  no  se  hubiera  cuidado 
de  establecer  un  Distrito  Federal,  para  residencia  de  los 
poderes  nacionales,  hizo  que  los  del  Estado  tuvieran  el 
mismo  asiento,  no  obstante  que  su  primera  Asamblea  se 
reunió  en  la  Antigua.  Con  esto  ocurrió,  que  en  un 
mismo   lugar  hubo  dos  autoridades  superiores  que  se 

7 


—  98  — 

creían  con  iguales  atribuciones,  y,  traspasando  los  límites 
de  la  ley,  invadían  sus  facultades  en  sus  diferentes 
esferas. 

380. — Así  fué  cómo  se  suscitaron  enojosas  cuestiones 
entre  el  presidente  Arce  y  el  jefe  Barrundia,  quien,  auto- 
rizado por  la  Asamblea  del  Estado,  desconoció  la  autori- 
dad de  aquél,  que  había  mandado  ejecutar  la  prisión  del 
militar  extranjero  Raoul,  sin  dar  a  las  autoridades  de 
Guatemala  el  aviso  correspondiente,  por  operarse  dentro 
de  su  jurisdicción. 

381. — Como  era  natural.  Arce  se  consideró  ofendido, 
y  acusando  á  Barrundia  de  conspirador,  en  lo  cual  parece 
que  no  obraba  sin  fundamento,  lo  mandó  poner  preso, 
después  de  dictar  varias  órdenes  conducentes  á  la  mejor 
manera  de  sorprender  al  partido  liberal.  Se  procedió 
con  tal  sigilo,  que  nadie  se  dio  cuenta  de  lo  que  pasaba, 
hasta  que  se  pusieron  en  práctica  las  disposiciones  pre- 
sidenciales: las  fuerzas  del  Estado  fueron  desarmadas  en 
la  madrugada  del  6  de  septiembre  de  1826,  y,  el  mismo 
día,  df^tenido  en  su  propia  casa  el  señor  Barrundia. 

382.-— Inmediatamente  después  de  la  prisión  de  Ba- 
rrundia, se  hizo  cargo  del  gobierno  el  vi  ce  jefe  don 
Cirilo  Flores.  La  Legislatura  lo  autorizó  para  que 
levantara  tropas,  decretara  préstamos  forzosos  y  diri- 
giera la  fuerza  armada.  Pero  temiendo  nuevos  ataques 
del  Presidente,  acordó  abandonar  la  capital  y  dirigirse  á 
la  villa  de  San  Martín  y  de  allí  á  Quezaltenango.  Espe- 
raba en  esta  ciudad  un  íin  trágico  á  Flores.  Las  turbas 
fanáticas,  exaltadas  por  los  sermones  sediciosos  de  algu- 
nos imprudentes  frailes,  que  amenazaban  transladarse  á 
Guatemala,  por  causa  de  que  Pierson,  jefe  de  las  tropas 
del  Estado,  les  había  quitado  sus  caballos,  se  entregaron 
á  una  serie  de  atrocidades,  que  no  estando  en  consonan- 
cia con  el  carácter  sensible  de  los  centro-americanos, 
llenaron  de  espauto  y  consternación  á  todos  los  habi- 
tantes de  la  República.  El  populacho  irritado,  en  medio 
de  los  gritos  de  ¡mvera  el  tirano!,  ¡muera  el  hereje!^ 
¡muera  el  ladrón!^  pedía  el  13  de  octubre  la  cabeza  del 


-  99  ~ 

Vicejefe.  El  tumulto  era  inmenso  y  el  peligro  inminente. 
El  padre  Alcayaga  y  el  cura  Carrascal,  haciendo  esfuer- 
zos inauditos,  trataron  de  conjurarlo;  pero  los  frailes 
Carranza  y  Ballesteros  hacían  contrapeso  á  su  buena 
obra  instigando  á  la  multitud.  El  desenlace  no  se  hizo 
esperar:  un  fanático  audaz,  Longino  López,  arrancó  de 
los  brazos  de  los  religiosos  á  Flores  y  lo  entregó  á  aque- 
lla horda  de  desalmados,  compuesta  en  su  mayor  parte 
de  mujeres.  Como  furias  desencadenadas  se  arrojaron 
sobre  él,  y  lo  atacaron  con  palos,  piedras  y  puñales, 
dejándolo  enteramente  desfigurado,  convertido  en  una 
lasa  casi  informe  que  inspiraba  horror  y  lástima. 

383. — Así  terminó  su  existencia  el  primer  Vicejefe 
de  Guatemala,  víctima  de  las  maquinaciones  del  presi- 
dente Arce  y  de  los  conservadores,  y  del  acendrado 
fanatismo  del  pueblo  quezalteco,  que,  ciego  por  la  ira, 
olvidó  que  aquel  hombre  le  había  sido  tan  útil  con  su 
talento,  su  persona  y  sus  intereses. 


LECCIÓN  KOVENA, 


Pretensiones  de  Arce. — Destituye  á  las  autoridades  del  Estado. — H«ce  elegir 

otras  que  se  llamaron   intrusas. —  Disgusto  que  tales  actos  produjeron  al 

gobierno   del   Salvador. —  Decisión    de   Arce. —  Ordenes   d*^l  jefe   del 

Salvador. —  Se    pore   el    Presidiante    al    frente    de    las   fuerzas 

federales. —  Batalla   de  Arrazola. — Triunfo  de  Arce. — Sigue 

sobre  San  Salvador. —  Desastre  de  Milingo. 


384. — Después  de  los  sucesos  referidos.  Arce  se  creyó 
omnímodo;  pensaba  que  el  triunfo  que  acababa  de  obte- 
ner, contra  los  liberales  que  habían  pretendido  arrojarlo 
del  poder, lo  afirmaba  en  él;  mas,  se  equivocaba:  á  merced 
de  los  conservadores,  no  era  más  que  un  iastrumento  de 
sus  ambiciones  y  pronto  quedaría  nulificado. 

385. — Acabó  con  todas  las  autoridades  del  Estado;  hizo  remociones  sin 
facultades  para  ello,  y  convocó  á  los  pueblos  para  nuevas  elecciones.  La 
farza  más  completa  imperó  en  esos  actos,  y  se  llamó  intrusas  á  las  nuevas 
autoridades,  q"e,  en  flagrante  oposición  contra  lo  dispuesto  por  la  Carta 
Magna,  se  instalaban  á  su  antojo.  Así,  la  Asamblea  abrió  sus  sesiones  el  2 
de  enero  de  1827  y  nombró  para  que  ejerciera  provisionalmente  el  Poder  Eje- 


100 


cutivo  á  don  José  Domingo  Estrada,  quien  estuvo  en  él  hasta  el  1°  de  marzo, 
que  tomó  posesión  don  Mariano  de  Aycinena,  jefe  popularmente  electo,  siendo 
vicejefe  don  Mariano  Córdova,  ambos  del  partido  conservador. 

386. — Esto  disg-ustó  al  gobierno  del  Salvador  que  alegaba  la  ilegalidad 
de  todos  los  procederes  del  Ejecutivo  federal,  desde  octubre  anterior,  y  pedía 
se  restableciera  en  sus  puestos   á  las  autoridades  caídas.     Uno  de  los  más 

empeñados  en  que  tal  sucedie- 
ra era  el  doctor  don  Matías 
Delgado,  quien  siempre  había 
acariciado  el  ideal  de  ser  el 
primer  obispo  del  Salvador,  y 
comprendía  que  mientras  el 
gobierno  estuviera  integrado 
por  los  conservadores,  íntima- 
mente ligados  al  Arzobispo, 
no  podrían  realizarse  sus  pro- 
3'^ectos. 

387. — Arce  manifestó  su 
decisión  á  sostener  lo  hecho, 
y  el  Jefe  del  Salvador,  don 
Mariano  Prado,  ordenó  la 
marcha  de  una  columna  de 
tropas,  que  á  las  órdenes  del 
coronel  don  Ruperto  Trigueros 
debía  invadir  el  territorio  de 
Guatemala. 

388.— El  16  de  marzo  tu- 
vo  noticias  el    Presidente  de 
la  aproximación  de  las  tropas 
invasor  as ;    acordó   separarse 
del  poder,  que  entregó  al  señor 
Beltranena,    y   se   puso   al 
frente  de  sus  fuerzas,  yendo  á 
situarse,  al  día  siguiente,   á    la    hacienda  de  Arrazola.     En   tanto,  el   jefe 
Aycinena,    ampliamente   facultado   por    la   Asamblea   del    Estado,    dictaba 
providencias  rigurosísimas. 

389. — Después  de  varias  escaramuzas,  de  pocos  resultados,  el  día  23  se 
dio  la  batalla:  las  fuerzas  salvadoreñas  quedaron  completamente  derrotadas 
y  dejaron  en  el  campo  un  buen  número  de  cadáveres  y  heridos. 

390. — La  victoria  de  Arrazola  hizo  creer  á  Arce  que  nada  lo  resistiría 
en  la  República,  y  mal  aconsejado  resolvió  marchar  hacia  la  ciudad  de  San 
Salvador.  Ya  cerca  de  la  población  comenzó  una  serie  de  pláticas  con  el 
objeto  de  que  sus  defensores  se  rindieran;  pero  no  pudo  lograrlo;  y  después 
de  haber  esperado  varios  días,  durante  los  cuales  demostró,  á  decir  verdad, 
el  poco  deseo  que  tenía  de  que  se  derramara  sangre,  atacó  las  fortificaciones 
de  Milingo,  el  18  de  mayo. 

391. — La  embestida  fué  ruda;  pero  la  resistencia  aun  más  vigorosa.  Las 
fuerzas  invasoras  se  mostraron  temerarias,  pero  su  arrojo  de  nada  les  sirvió; 
y,  después  de  cinco  horas  de  fuego,  hubo  que  tocar  retirada,  con  pérdida  de 
más  de  200  hombres  y  doble  número  de  heridos,  en  tanto  que  los  salvadoreños 
no  tuvieron  más  que  20,  y  3  ó  4  muertos. 


D.  Mariano  de  Aycinena 


—  101 


LECCIÓN  DÉCIMA. 

Primer   presagio  de    la   ruina  de   Arce. —  Se   declara  de  nuevo    la   guerra  al 

Salvador. —  Batalla  de  Chalchuapa. —  Don  Francisco  Morazán. — Triunfa  en  la 

Trinidad. —  Es  elevado  af   puesto  de   Jefe  de   Honduras. —  Deja  el   mando  al 

Vicejefe    y    va    al    encuentro    de   las   fuerzas   federales. —  Victoria    que 

obtuvo  en  Gualcho.— Reacción  que  se  operó  en  el  país. — Constantes 

desastres     que     sufrió     Arce. —  Resuelve     Morazán     tomar    á 

Guatemala.— Entra   á   la  ciudad   el    13   de   abril   de    1829. 

Caida  de  Arce  y  de  Aycinena. 


392. — Milinf;u  íué  el  baluarte  invencible  donde  se  «.■>,itciiciron  las  ambi- 
ciones de  Arce  y  el  primer  nubarrón  que  entoldó  el  cielo  de  sus  pretendidas 
g-lorias:  allí,  donde  él  buscaba  el  afianzamiento  de  su  {wder,  encontró  la 
palanca  poderosa  que  lo  derribó.  El  poder  presidencial  estaba  minado  por 
base:  los  conservadores  eran  su  sostén  y  los  liberales  no  ]X)dían  ver 
►n  indiferencia  que  »e  levantaran  coronando  sus  deseos  de  mando,  después 
de  haber  mancillado  á  su  patria. 

393. — Así,  el  Gobierno  del  Salvador,  inllexible,  impuso  condiciones  al 
Poder  Ejecutivo  de  la  República,  que  éste  rechazó;  y,  al  año  sig-uiente  (1828), 
•e  volvió  á  emprender  la  guerra  contra  aquel  Estado.  Una  fuerza  ¿guatemal- 
teca, al  mando  del  brig-adier  don  Manuel  Arzú,  penetró  hasta  Chalchuapa. 
El  1^  de  man»  tuvo  que  resistir  el  ataque  de  los  salvadoreños  que,  cuando 
menos  se  les  esperaba,  cayeron  de  improviso.  La  batalla  fué  sangrienta  y  el 
triunfo  favoreció  á  Arzú.  Los  conservadores  estaban  veng-ados;  pero  de  poco 
les  serviría  esta  efímera  victoria. 

394. — En  Honduras,  al  frente  del  partido  liberal, 
repeliendo  los  abusos  de  los  conservadores,  había  surgi- 
do don  Francisco  Morazán,  que,  al  frente  de  un  puñado 
de  valientes,  derrotó  el  10  de  noviembre  de  1827,  en  la 
Trinidad,  al  coronel  Milla,  enviado  de  Arce.  Era  Mora- 
zán el  llamado  á  efectuar  un  completo  cambio  en  la 
cuestión  social  que  agitaba  á  toda  la  República,  y  sobre  él 
se  fijaron  todas  las  miradas. 

395. — Elevado  al  puesto  de  jefe  de  aquel  Estado,  se 
ocupó  con  tesón  de  reunir  un  número  competente  de 
fuerzas,  para  ir  á  auxiliar  á  los  salvadoreños;  y,  dejando 
el  mando  al  vicejefe  Vi  gil,  pasó  á  Choluteca.  Allí  reu- 
nió 1,400  hombres,  y  partió  en  junio  de  1828  con  direc- 
ción al  río  Lempa.  Llegó  á  Gualcho,  y  el  6  de  julio  el 
coronel  Domínguez  lo  atacó  con  fuerzas  federales  guate- 
maltecas. Por  un  momento  pareció  indecisa  la  victoria, 
y  ya  se  creía  que  Morazán  estaba  perdido;  pero,   ayu- 


102  — 


dado  de  su  genio  militar,  se  rehizo  y  obtuvo  el  más 
completo  triunfo.  En  seguida,  pasó  á  la  ciudad  de  San 
Miguel  y  de  allí  regresó  á  Honduras. 

396. — El  sostenimiento  de  Arce  en  el  mando  era  cosa  poco  menos  que 
imposible:  una  reacción  general  se  había  operado  en  el  x^aís,  y  palmo  á  palmo 

iban  recobrando  los  liberales 
el  terreno  que  habían  per- 
dido. Las  tropas  g-uatemal- 
tecas  capitulaban,  como  pasó 
en  San  Antonio  y  Mexicanos, 
y  las  revoluciones  eran  sofo- 
cadas sin  trabajo  por  Mora- 
zán,  que  había  llegado  á  ser 
el  ídolo  del  pueblo. 

397.— Este  cau- 
dillo liberal  organizó 
un  magnífico  ejército 
y  resolvió  dar  el  gol- 
pe decisivo:  tomar  la 
ciudad  de  Gruatemala. 
Con  2,000  hombres, 
entre  salvadoreños  y 
hondurenos,  marchó 
sobre  ella,  le  puso  si- 
tio en  febrero  de 
1829,  y,  después  de 
muchos  y  reñidísi- 
mos combates  y  de 
san  grientos  asaltos , 
la  tomó  con  arreglo  á  una  capitulación  que  se  firmó  el 
12  de  abril  de  aquel  año,  haciendo  su  entrada  triunfal  al 
siguiente  día. 

398.— El  gobierno  de  Arce  y  Beltranena  estaba 
muerto,  así  como  el  del  jefe  Aycinena:  los  conservadores 
estaban  vencidos  y  Morazán  expatrió  á  sus  miembros 
más  prominentes. 


Francisco  Morx\zán 


—  103 


LECCIÓN    UNDÉCIMA. 

Dictadura  de  Morazán. —  Don  José  Francisco  Barrundia  en  el  poder. — Nuevas 

autoridades  del  Estado. — Morazán,  electo  presidente,  toma  posesión  del  mando. 

Interinidad    de     Flores. —  El    doctor    Gálvfz    es    electo   jefe    del    Estado. 

Importancia  de  esta  elección. — Primeros  actos  de  Gálvez. — Translación 

de  la   CApital  federal  á  Sonsonate  y  después  á  San  Salvador. 

Muerte  de  Delgado. —  Reformas  importantes  realizadas 

por  Gálvez. —  Fallecimiento  de  Valle  — Reelección 

de  Morazán.  —  Reelección  de  Gálvez. 


399. — El  caudillo  de  Gualcho  ejerció  la  dictadura 
lasta  el  25  de  junio  de  1829,  en  que  se  hizo  cargo  de  la 
residencia  de  la 
República  de  Cen- 
dro-América, el  se- 
nador don  José 
Fkancisco  Barrun- 
dia. 

400. — Las  auto- 
ridades del  Estado, 
vejadas  en  1826, 
volvieron  á  sus 
puestos,  pero  re- 
suelto don  Juan  Ba- 
rrundia á  separarse 
del  poder  lo  renun- 
ció, siendo  substi- 
tuido por  el  doctor 
don  Pedro  Molina, 
quien  fué  declarado 
consti  tucionalmen- 
te  electo  el  21  de 
agosto,  así  como  el 
vicejefe  don  Anto- 
nio Rivera  Cabezas,  quien,  por  haber  encontrado  la 
Asamblea,  el  9  de  marzo  de  1830,  que  había  lugar  á  que 
fuera  encausado  el  jefe  Molina,  tomó  posesión  del  mando, 
que  sólo  tuvo  hasta  principios  del  año  de  1831,  en  que 
lo  reemplazó  don  Gregorio  Márquez. 


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D.  José  Francisco  Barrundia 


104 


401. — Entre  tanto,  Francisco  Morazán,  que  ya  había 
pacificado  el  país,  alterado  por  algunas  facciones  del 
partido  vencido,  y  vuelto  a  Gruatemala,  fué  electo,  por 
mayoría  de  votos,  para  la  Primera  Magistratura  de  la 
Nación,  puesto  que  ocupó  en  septiembre  de  1830.  Su 
afán  principal  fué  consolidar  la  tranquilidad  pública  y 
sostener  el  régimen  legal  en  todas  las  fracciones  de  la  con- 
federación. Al  efecto,  tuvo  que  librar  algunas  batallas, 
en  las  que  la  suerte  le  favoreció. 

402. — Don  Gregorio  Márquez,  jefe  del  Estado,  tuvo 
que  dejar  el  puesto,  por  causa  de  enfermedad,  en  agosto 

de  1831,  á  don  Fean 
CISCO  Javier  Flores, 
cuya  interinidad  fué 
cortísima,  porque,  el 
24  del  mismo  mes,  la 
Legislatura  declaró 
electo  para  tal  cargo 
al  doctor  don  Maria- 
no GrÁLVEz,  liberal 
distinguido  por  su  sa- 
ber y  honradez. 

403. -Con  la  en- 
trada del  doctor  Grál- 
vez,  al  poder  supremo 
del  Estado,  se  inició 
para  Guatemala  una 
era  de  progreso  que 
nadie  puede  negar. 
Verdad  es,  que  no 
marchó  muy  de  acuer- 
do con  Morazán  y  que 
muchos  de  sus  partidarios,  al  principio,  le  abandonaron 
después;  pero  esto  se  explica,  si  se  tienen  en  cuenta 
el  amor  acendrado  que  tenía  por  los  pueblos  que  bajo 
su  sabia  administración  se  habían  puesto  y  que  no  quería 
sacrificar  en  luchas  fratricidas,  así  como  la  exaltación 
de  las  ideas  de  algunos  de  sus  correligionarios. 


Dr.  D.  Mariano  Gálvez 


I 


—  105  — 

404. — El  doctor  Gálvez  procuró,  por  cuantos  medios  le  fué  posible,  hacer 
que  la  residencia  del  gobierno  federal  se  transladase  de  la  ciudad  de  Gua- 
temala á  otro  punto  del  pafs,  y  llegó  á  llamarle  *•  respetable  huésped,"  lo 
cual  dio  lugar  á  muchos  comentarios.  Gálvez  se  fundaba  en  que  los  otros 
Estados  siempre  habían  visto  con  prevención  que  la  capital  de  la  antigua 
colonia  siguiera  siéndolo  de  la  moderna  república;  y  para  evitar  la  acentua- 
ción de  esos  odios  de  provincia  contra  la  metrópoli,  origen  casi  siempre  de 
fatales  consecuencias,  y,  además,  sucesos  semejantes  á  los  ocurridos  en 
tiempo  del  presidente  Arce,  dio  principio  á  sus  gestiones.  El  hecho  es,  que 
se  estableció  un  insoportable  malestar,  y  que  la  permanencia  de  las  autori- 
dades federales  y  del  Estado  en  una  misma  ciudad  se  hizo  imposible.  Por 
eso  el  Congreso,  antes  de  disolverse,  autorizó  al  Ejecutivo  para  que  designara 
un  pueblo  del  Estado  del  Salvador  para  la  reunión  de  la  Legislatura  Federal, 
y  el  senador  presidente  de  la  República,  don  Gregorio  Salazar,  después 
vicepresidente  constitucional,  dio  un  decreto  el  14  de  octubre  de  1833,  desig- 
nando para  tal  efecto,  la  ciud.ul  ilt-  Sonson.iio:  v  el  6  de  febrero  de  1834.  <51 
mismo  lo  puso  en  práctica. 

405. —  Poco  tiempo  estuvo  l.i  caiuiai  en  í^onsotiate,  pues  se  cíunhio  a  ftan 
Salvador,  que  fué,  desde  e.se  momento,  asiento  del  ix)der  federal.  A  esa 
ciudad  se  llevaron  los  archivos,  el  reloj  público  y  otros  muchos  objetos,  cosa 
que  despertó  un  disgusto  general  en  Guatemala,  donde  se  dijo  que  los  salva- 
doreños pretendían  despojar  á  la  ciudad  de  todo  lo  bueno  que  tenía. 

406. — El  12  de  noviembre  de  1833  ocurrió  un  triste 
suceso:  el  padre  doc 
tor  don  Matías  Delga- 
do dejó  de  existir,  en 
la  ciudad  de  San  Sal-    '■ 
vador,  á  la  edad  de  65 
años.     Había  sido  el 

oráculo  de  ese  pueblo  lÉ^^P 

y  el  arbitro  de  todas  ffTW 

sus  cuestiones,  y  si 
bien  es  cierto  que  en 
muchos  casos  obró  por 
miras  puramente  per- 
sonales, también  lo  es 
que  tuvo  excelsas  vir- 
tudes y  que  fué  siem- 
pre un  adalid  de  la 
libertad. 

407. — La  obra  de 
Gálvez  continuaba: 
firme  en  su  propósito  Dr.  D.  Matías  Delgado 


—  106  - 

de  hacer  reformas,  dispuso  la  secularización  de  los 
cementerios,  dio  amplias  libertades  á  la  prensa,  elevó 
la  instrucción  pública  á  grande  altura,  procuró  el  pro- 
greso de  la  industria,  y,  para  ello,  suprimió  muchos  de  los 
días  festivos  que,  autorizados  por  la  iglesia,  la  entorpe- 
cían, favoreciendo  la  holganza;  dispuso  la  apertura  de 
caminos  y  el  arreglo  del  puerto  de  Iztapa;  impulsó  la 
colonización,  y  veló  por  la  higiene  publica  en  los  momen- 
tos en  que  más  se  necesitaba:  cuando  á  la  vecina  repú- 
blica mexicana  asolaba  el  cólera  morhus  y  amenazaba  á 
esta  región.  — Pero  esta  conducta  le  granjeó  los  odios  de 
los  convervadores  y  de  algunos  liberales  que  no  podían 
medrar  á  su  sombra. 

408. — Por  esta  época,  el  licenciado  don  José  Cecilio 
del  Valle,  el  sabio  liberal  que  tan  útil  fué  á  su  patria 
en  los  momentos  más  aciagos,  dio  su  tributo  á  la  natu- 
raleza, cuando  menos  se  esperaba.  El  2  de  marzo  de  1834 
falleció  entre  el  general  sentimiento  de  todos  los  que 
habían  reconocido  sus  méritos.  Estaba  entonces  electo 
presidente  de  Centro- América.  Su  elección  fué  popular, 
pues  su  reputación  era  eminentemente  centro-americana; 
y  aunque  á  su  lado  estaban  Morazán  y  Barrundia,  la 
pública  atención  se  fijó  sólo  en  él.  ¡Lástima  que  la 
muerte  le  haya  sorprendido  en  tales  circunstancias;  quizá 
su  talento  hubiera  salvado  á  Centro- América,  de  tantos 
y  tan  cruentos  sacrificios,  de  tantas  luchas,  de  tanta 
efusión  de  sangre! 

409. — Las  nuevas  elecciones,  verificadas  con  tan 
infausto  motivo,  llevaron  por  segunda  vez  al  poder 
federal  al  general  Morazán,  quien  había  de  ver  terminar, 
con  su  período,  la  federación  que  sostenía. 

410. — Asimismo  el  doctor  GtÁlvez  fué  reelecto.  Re- 
nunció á  tal  honra  por  tres  veces;  pero  al  fin  aceptó,  por  la 
obstinada  resistencia  que  todos  hicieron  á  su  separación, 
y  volvió  al  Poder  Ejecutivo  del  Estado  el  25  de  febrero 
de  1835.     ¡  No  vería  concluido  su  segundo  período  I 


—  107  — 


LECCIÓN  DUODÉCIMA. 

Gálvez   en   su   segundo   período. —  El    Código   de    Livingston. —  Reformas   al 

Código   Civil. —  Leyes   transcendentales. —  Partido  que    de   ellas    sacaron    lot 

conservadores. —  Insurrección    de   Santa    Rosa. —  Rafael   Carrera. —  Situación 

de  Gálvez. —  Pide  auxilio  á   Morazán. —  Pronunciamiento  de  la  Antigua. 

Barrundia,  enemigo    de   Gálvez,  habla  al   padre    Duran. —  Ataque  ¿ 

Guatemala. —  Don    Pedro    Valenzuela    se   encarga   del    mando. 

Desenlace. 


411. — Gálvez  en  SU  segundo  período  fué  tan  entu- 
siasta y  trabajador  como  en  el  primero:  dotado  de  una 
inteligencia  privilegiada  y  de  una  instrucción  poco 
común,  se  adelantaba  á  su  tiempo,  y  entre  la  grita  de  los 
conservadores,  auxiliado  de  unos  cuantos  progresistas, 
siguió  su  obra  benéfica  que  hoy  admiramos. 

412. — El  sistema  de  justicia  en  el  ramo  criminal  adolecía  de  muchos 
defectos  y  Gálvez  comisionó  al  señor  don  José  Francisco  Barrundia,  que 
desde  1831  había  traducido  el  Código  Penal  que  Eduardo  Livingston 
preparó  para  la  Luisiana,  para  que  en  compañía  del  licenciado  don  José 
Antonio  Azmitia  lo  arreglara  á  las  conveniencias  locales.  La  obra  se  llevó  á 
cabo  á  la  medida  del  deseo,  y  desde  el  1"  de  enero  de  1837  los  nuevos  códigos 
se  promulgaron.  Por  ellos  se  establecían  el  régimen  penitenciario  y  el  juicio 
por  jurados,  que,  respectivamente,  hacían  de  las  cárceles  un  taller  donde  el 
trabajo  fuera  el  principal  medio  de  redención,  y  emancipaban  la  justicia  de 
la  tutela  arbitraria  de  los  jueces,  que  animados  fíor  sus  particulares  pasiones 
la  torcían  según  les  conviniera.  Sin  embargo,  este  sistema  no  era  de  lo  más 
adecuado  para  las  condiciones  sociales  del  país,  que  se  resentía  del  atraso 
de  la  época. 

413. — Faltaban  iguales  reformas  á  la  legislación  civil  y  dio  tan  difícil 
encargo  el  sabio  jurisconsulto  don  Miguel  Larreinaga.  El  fruto  de  sus 
trabajos  no  era  dudoso:  la  brillante  carrera  que  había  hecho  garantizaba  su 
éxito;  pero  los  acontecimientos  no  le  permitieron  realizar  la  empresa. 

414. — Sin  embargo,  no  dejaron  de  dictarse  leyes  transcendentales:  el 
decreto  sobre  divorcio,  de  20  de  agosto  de  1836,  imponía  moralidad  á  los 
cónyuges;  el  de  10  de  abril  de  1837,  que  consideraba  el  matrimonio  como  un 
contrato  civil,  respetaba  la  libertad  religiosa  y  daba  fuerza  á  la  creación  de 
la  familia;  y  el  de  la  misma  fecha  sobre  libre  testamentif acción,  aseguraba 
el  derecho  de  disponer,  en  todo  tiempo,  de  la  propiedad  legítimamente 
adquirida,  principio  y  base  de  los  progresos  sociales. 

415. — Pero  todas  sus  disposiciones,  implantadas  en 
los  tristes  días  en  que  el  cólera  morbus  arrasaba  las 
poblaciones,  fueron,  en  manos  de  los  conservadores, 
armas  poderosísimas;  y,  ayudados  por  el  clero,  que  por 
ellas  se  veía  atacado  en  sus  intereses  pecuniarios,  con 


—  108  — 

facilidad  extraordinaria  explotaron  la  credulidad  de  las 
masas  ignorantes,  á  quienes  presentaron  al  doctor  Grálvez 
como  á  un  hereje  y  tirano,  atentador  contra  sus  liberta- 
des y  creencias  religiosas,  y  como  á  un  vulgar  asesino 
que  mandaba  envenenar  las  aguas  para  que  todos  pere- 
cieran. 

416. — Tales  imputaciones,  á  todas  luces  falsas,  dieron 
por  resultado  una  sublevación,  que  estalló  en  el  pueblo 
de  Santa  Rosa,  del  distrito  de  Mita,  el  9  de  junio  de  1837. 
Se  creyó  en  un  principio  que  ese  movimiento  se  ahogaría 
pronto;  pero,  en  vez  de  que  tal  sucediera,  se  hizo  general, 
teniendo  á  la  cabeza  á  Rafael  Carrera,  joven  montañez, 
sin  educación  de  ningún  género.  Propagaba  la  idea  del 
veneno  y  proclamaba  el  sostenimiento  de  la  religión, 
instigado  por  algunos  curas  que  eran  los  directores  de 
su  conducta. 

417. — El  doctor  Gálvez  no  descansaba:  quería  atender  á  las  necesidades 
imperiosas  del  Estado  y  sofocar  aquel  pronunciamiento  que  hundía  su  poder: 
esto  último  lo  hubiera  conseg"uido  revistiéndose  de  energía,  pero  su  respeto  á 
las  leyes  le  imponía  otro  manejo.  Los  conservadores  conspiraban  en  su 
contra  en  el  seno  de  la  ciudad,  y  los  liberales  lo  dejaban  abandonado  á  su 
suerte,  creyendo  que  Carrera,  con  su  desaparecimiento  del  poder,  depondría 
las  armas. 

418. — Los  odios  de  partido  se  acentuaron:  Grálvez  se 
dirigió  á  Morazán,  pidiéndole  auxilio,  y  éste  no  le  hizo 
caso,  so  pretexto  de  que  no  quería  derramar  sangre,  y 
sólo  comisionó  á  Barrundia  para  que  se  entendiera  con 
Carrera:  la  Antigua  se  levantó  en  armas,  algunas  fuer- 
zas encargadas  de  someter  á  los  sublevados  se  rebelaron, 
y  todo  se  conjuró  contra  el  gobierno  establecido. 

419.  -  Barrundia,  de  grande  amigo,  se  había  tornado 
en  el  peor  enemigo  de  Gálvez;  no  habló  con  Carrera, 
pero  sí  con  el  padre  Duran,  quien  era  en  cierto  modo  el 
alma  de  la  revolución.  Éste,  rechazó  todo  arreglo,  é 
impuso,  al  contrario,  condiciones  que  mostraban  á  las 
claras  el  encumbramiento  del  partido  conservador.  Todo 
era  imposible:  ¡el  partido  liberal  se  había  suicidado! 

420. — Los  antigüenos,  dirigidos  por  Barrundia  y 
otros  liberales,  pidieron  auxilios  á  Carrera,  y  juntos 


—  109  — 

atacaron  la  ciudad  de  Guatemala,  (1838).  La  guarnición 
de  la  plaza  la  defendió  valientemente  por  espacio  de 
cuatro  días ;  pero  al  fin  tuvo  que  evacuarla  y  someterse  al 
vicejefe  don  Pedro  Valenzuela,  porque  Gálvez,  desde 
el  día  28  de  enero,  manifestó  al  Consejo,  su  resolución 
irrevocable  de  separarse  del  poder.  Así,  el  2  de  febrero 
los  fuegos  se  suspendieron  y  don  Pedro  Valenzuela  se 
encargó  del  mando. 

421. — Tal  fué  el  desenlace  de  aquella  malhadada 
contienda,  librada  entre  el  partido  llamado  ministerial  y 
el  de  los  opositores,  Gálvez  cayó  del  elevado  puesto  que 
los  pueblos  le  habían  confiado,  gracias  á  la  intriga;  pero 
ésta  nunca  pudo  borrar  la  página  brillante  que  la  histo- 
ria le  debe,  por  la  grandeza  de  sus  actos  y  por  su 
acrisolada  honradez.     ¡Respetemos  su  memoria! 


LECCIÓN   DECIMATERCERA. 

Es   asesinado   don    Gregorio   Salazar. —  Los  Altos — Su   independencia. —  Su 

gobierno  provisional.— Nueva  causa  de  debilidad  para  los  liberales.— Carrera 

es  nombrado  Comandante  del  distrito  de  Mita.— El  gobierno  de  Valenzuela. 

Los  conservadores  se  unen  á  los  partidarios  de  Gálvez  — Valenzuela  llama  á 

Morazán.— Entra   Morazán   á   Guatemala.— Abre   la  campaña. —  Se   retira   al 

Distrito  Federal. — La  facción  de  Carrera.— Nuevo  plan  de  los  conservadores. 

Renuncia  de  Valenzuela. — Don  Mariano  Rivera  Paz  en  el  mando. — Persecución 

á  Carrera. — Triunfos  de  éste.— Batalla  de  Villa  Nueva.— Morazán  otra  vez  en 

Guatemala. — Maquinación  conservadora. — El  Estado  de  Los  Altos  presta 

apoyo  al  de  Guatemala. — Tratados  del  Rinconcito. — Vuelve  Morazán 

á  Guatemala. —  Hace  elegir  Jefe  del  Estado  al  general  Carlos 

Salazar. — Ruptura  del  pacto  federal. 


422, — La  entrada  de  las  huestes  de  Carrera  á  la  ciu- 
dad de  Guatemala  se  señaló  con  atrocidades  espantosas: 
las  calles  y  las  plazas  fueron  teatro  de  sangrientos  críme- 
nes, y  los  hogares  más  respetables  allanados.  No  había 
seguridad  y  los  que  no  perdían  su  hacienda,  perdían  su 
vida,  como  sucedió  al  vicepresidente  don  Gregorio  Sa- 
lazar, que  pereció  á  manos  de  aquellos  salvajes,  que 
robaban  y  mataban  al  tiempo  mismo  que  en  señal  de 
religión  entonaban  la  salve-regina. 


-  lio  - 

423.— Pero,  mientras  el  partido  déla  oposición  derri- 
baba á  Gálvez,  Los  Altos  se  conmovían.  Creyendo  que 
por  su  posición  topográfica,  por  su  extensión  y  riquezas 
estaban  llamados  á  formar  una  entidad  separada  de  la  de 
Guatemala,  el  2  de  febrero  de  1838,  en  la  ciudad  de 
Quezaltenango,  se  declararon  independientes  de  ella,  y 
proclamaron:  "que  se  erigían  en  un  sexto  Estado  de  la 
Unión  Centro-Americana."  Al  efecto,  nombraron  un 
Gobierno  provisional,  compuesto  de  tres  individuos:  don 
Marcelo  Molina,  don  José  M.  Gálvez  y  don  José  Antonio 
Aguilar. 

424. — Esta  era  una  nueva  causa  de  debilidad  para  el  partido  liberal,  y 
una  nueva  arma  para  el  conservador  que,  aunque  no  veía  con  buenos  ojos  la 
creación  del  nuevo  Estado,  se  proponía  sacar  partido  de  ella  y  destruirlo 
cuando  ya  no  le  fuera  útil. 

425. — Carrera  provisto  de  reg-ular  botín  y  del  nombramiento  de  Coman- 
dante del  distrito  de  Mita,  se  retiró  de  la  ciudad  capital,  seguido  de  sus 
salvajes  hordas.  No  había  de  pasar  mucho  tiempo  sin  que  levantara  otra  vez 
la  bandera  de  la  rebelión. 

426. — El  Gobierno  de  Valenzuela,  liberal  honrado 
pero  débil  de  carácter,  se  distinguió  por  las  intrigas  de 
los  conservadores,  por  el  trabajo  de  zapa  que  emprendie- 
ron para  lograr  cuanto  deseaban  y  minar  su  autoridad, 
que  contaba  con  colaboradores  como  Gómez  y  Diéguez, 
jóvenes  de  levantadas  ideas. 

427. — Por  eso  es  que  los  conservadores,  después  de  haber  conseg-uido  la 
derog-ación  de  los  notables  decretos  dados  en  tiempo  de  Gálvez,  y  que  tenían 
como  razones  primordiales  del  levantamiento  de  Carrera,  se  unen  al  partido 
vencido  de  aquél  y  tratan  de  aniquilar  el  Gobierno  de  Valenzuela,  quien 
considerando  que  el  único  medio  de  salvar  al  país  consistía  en  hacer  venir  á 
Guatemala  al  general  Morazán,  le  llamó  con  insistencia. 

428. — Y  como  los  medios  de  conciliación  estaban  ag-otados,  pue&to  que 
Carrera  en  las  conferencias  de  Mataquescuintla  manifestó  á  Barrundia, 
á  Castillo,  á  Quiñónez  y  á  Ceceña,  el  odio  que  profesaba  á  Morazán,  cuyo  solo 
nombre  le  indignaba,  y  la  resolución  que  tenía  de  no  rendirse,  y  como  ya  no 
quedaba  más  recurso  que  la  fuerza,  y  la  única  esperanza  estribaba  en  el 
triunfo  de  la*  armas,  Morazán  accedió  y  entró  á  la  ciudad  de  Guatemala  el 
14  de  abril  de  1838. 

429. — El  General  Presidente  reasumió  el  mando,  se  puso  al  frente  de 
las  fuerzas  y  abrió  la  campaña,  ordenando  que  se  publicara  un  boletín,  para 
hacer  conocer  los  excesos  inauditos  de  Carrera.  Pero,  en  el  mes  de  junio, 
pretextando  algunos  asuntos  pendientes  en  el  Distrito  Federal,  regresó  á  la 
capital  de  la  República,  dejando  encargado  del  mando  del  ejército  de  opera- 
ciones al  coronel  José  Antonio  Carballo. 


—  111  — 

430. — En  aquellos  días  la  facción  de  Carrera  cometía  robos,  asesinato», 
incendios  y  otra  multitud  de  horrorosos  crímenes;  por  consecuencia,  los 
mismos  que  en  un  principio  le  habían  auxiliado,  pensando  que  aquel  hombre 
podía  volverse  contra  ellos,  y  avergonzados  de  su  obra,  resolvieron  acabarle. 
Mas,  para  ello,  necesitaban  un  hombre  de  espada,  y  ese  hombre  era  Morazán. 
Una  nueva  campaña,  de  otro  género,  tenían  que  librar.  Veamos  la  táctica 
que  observaron. 

431. — Yalenzuela  no  convenía  ni  á  los  liberales  que 
querían  un  hombre  enérgico,  ni  á  los  conservadores  que 
deseaban  en  el  poder  Ejecutivo  á  un  miembro  de  su  par- 
tido; así  es,  que  la  prensa  se  deshizo  en  ataques  contra 
él,  y  la  más  refinada  artería  se  puso  en  juego.  El  resul- 
tado fué  que,  cansado  de  luchas  y  ansioso  de  una  vida 
tranquila,  renunció,  y,  admitida  su  dimisión,  el  29  de 
julio  de  1838  le  subrogó  el  presidente  del  Consejo,  don 
Mariano  Rivera  Paz. 

432. — Rivera  Paz  era  el  hombre  de  los  conservadores.  En  su  tiempo  la 
Asamblea  se  convirtió  en  una  máquina  de  hacer  leyes  á  cual  más  propicia  á 
BU  partido,  y  se  siguió  la  persecución  á  Carrera,  que,  á  mediados  de  agosto 
derrotó  en  Jalapa  al  coronel  Manuel  Bonilla,  y  el  6  de  septiembre,  en  Petapa, 
al  coronel  Félix  Fonseca,  siendo  á  su  vez  vencido  en  la  mnñana  del  11  del 
mismo  mes,  en  Villa  Nueva,  por  el  general  don  Carlos  Salazar,  quien  con 
850  hombres  sorprendió  á  sus  desprevenidas  chusmas,  que  ascendían  á  5,000 
individuos  y  tenían  en  alarma  á  toda  la  capital. 

433.— En  octubre,  estaba  el  general  Morazán  en  Gua- 
temala: los  conservadores  le  ofrecieron  la  dictadura, 
pero  él  no  quiso  aceptarla:  comprendía  que  tal  paso  le 
hundiría  para  siempre  en  el  desprestigio,  y  prefirió  que 
se  extinguiera  su  período  presidencial,  que  ya  estaba 
para  terminar.  Naturalmente  los  conservadores,  que 
vieron  destruidas  todas  sus  esperanzas,  con  aquella  nega- 
tiva, volvieron  á  servirse  de  Carrera,  y  lo  impulsaron  á 
que  marchara  sobre  el  Estado  del  Salvador,  lo  cual  hizo, 
obligando  con  ello  al  Presidente  á  ir  á  atacarle.  ¡La 
reacción  se  encumbraba  y  palidecía  la  estrella  del  partido 
liberal! 

434. — El  Estado  de  Los  Altos  no  permaneció  indife- 
rente á  las  desgracias  del  de  Guatemala  y  dispuso  una 
expedición,  á  cuyo  frente  venía  el  General  don  Agustín 
Guzmán.     Hizo  la  campaña  contra   Carrera  con  muy 


—  112  — 

buen  éxito,  y  el  23  de  diciembre  celebró  con  él  unos  tra- 
tados que  se  llamaron  del  ''Rinconcito."  Por  ellos  el 
Gobierno  de  Gruatemala  quedaba  obligado  á  reconocer  al 
montañez  Carrera  como  Comandante  del  distrito  de  Mita, 
y  éste,  á  entregar  las  armas.  La  paz  parecía  restableci- 
da; pero  el  germen  de  la  discordia  persistía  y  pronto 
volvió  á  encenderse  la  fratricida  guerra,  que,  como  para 
robustecerse,  sólo  cesó  por  breves  días. 

435. — Presentóse  de  nuevo  en  Guatemala  el  general 
Morazán.  Creía  indispensable  que  reapareciera  la  Le- 
gislatura del  Estado,  y  á  despeclio  de  los  conservadores 
la  convocó,  y  a  fines  de  enero  (1839)  fué  instalada.  Lo 
primero  que  hizo  este  alto  cuerpo  fué  declarar:  que 
cesaba  en  el  ejercicio  del  Poder  Ejecutivo  Rivera  Paz, 
quien  volvería  al  Consejo,  y  que  quedaba  electo,  para 
ese  puesto,  el  general  don  Carlos  Salazae,  quien  tomó 
posesión  el  día  30  del  propio  mes. 

436. — El  Gobierno  de  este  Jefe  lo  consideraremos  en 
el  próximo  período,  porque  al  siguiente  día  de  su  exalta- 
ción, 31  de  enero  de  1839,  terminó  el  gobierno  presiden- 
cial de  Morazán,  quien  con  su  inñuencia  acababa  de 
elevarlo;  y  con  él,  la  existencia  de  la  Federación,  que, 
sin  Jefe  apto  que  la  guiara,  se  desmembró,  dándose  sus 
Estados  una  organización  del  todo  independiente,  con- 
forme á  lo  prescripto  por  un  decreto  del  30  de  mayo 
de  1838. 


CUARTO  PERIODO. 


LECCIÓN   PRIMERA. 

El    general    don    Carlos    Safazar. —  Morazán   vuelve   al     Distrito    Federal. 

Tratados  entre  Honduras  y  Nicaragua. — Guerra  entre  estos  Estados  y  el 

del    Salvador. —  Nuevo  pronunciamiento  de  Carrera. —  Conducta  de 

Salazar. — 13  de  abril  de  1839.— Rivera  Paz  en  el  poder. 


437.— El  nuevo  jefe  del  Poder  Ejecutivo,  general  don 
arlos  Salazar,  era  un  militar  pundonoroso,  digno  por 
uchos  conceptos, 
ero  carecía  de  ap- 
titudes políticas. 
Dotado  de  un  valor 
bélico  puesto  á  prue- 
ba, no  tenía  el  civil, 
tan  necesario  para 
salvar  la  difícil  si- 
tuación en  que  se 
hallaba  el  Estado 
cuyos  destinos  iba 
á  regir;  así,  rodeado 
de  asechanzas  y  de 
iatrigas,  pronto  fue 
derrocado. 

438.— El  general  Mo- 
razán, que  con  su  energía 
le  comunicaba  ánimo  é  im- 
pulsaba á  que  dictara  dis- 
posiciones tendentes  á  la 
conservación  de  la  unidad 
nacional  y  al  sostenimiento 
de  las  leyes,  se  vio  obligado 

á  abandonarle  para  dirig-irse  al  Distrito  Federal,  donde  el  vice-presidente 
Vig-il  seguía  ejerciendo  el  mando,  para  evitar  la  desmembración  de  la 
República  de  Centro-América,  lo  cual  ya  era  imposible,  dada  la  preponde- 
rancia que  el  partido  conservador,  amante  de  ella,  había  logrado. 

439.— Honduras,    de^de   el    26    de   octubre    de  1838,  se  había  declarado 
Estado  libre,    soberano  é  independiente,   y  el   18  de  enero  del  39  celebró  con 


Gkal.  D.  Caklos  Salazab 


—  114  — 

Nicaragua  un  tratado  de  alianza  ofensiva  y  defensiva,  que  habría  de  ser  el 
origen  de  la  ruina  de  Morazán  y  determinante  de  la  disolución  del  pacto 
federal. 

440. — En  efecto,  el  24  de  marzo,  don  Rafael  Carrera  levantó  la  bandera 
de  la  rebelión.  Alg-unos  patriotas  dieron  noticia  de  lo  ocurrido  al  jefe  Sala- 
zar;  pero  éste,  sugestionado  por  Pavón,  uno  de  los  más  importantes  patronos 
del  partido  conservador,  dijo:  que  convenía  batir  á  Carrera  no  con  la  fuerza 
de  las  armas  sino  con  la  de  la  razón,  con  la  de  medios  políticos  y  morales,  y 
no  permitió  que  se  tocara  generala,  y  hasta  mandó,  para  satisfacer  al  caudillo 
montañés,  que  así  lo  deseaba,  que  se  demolieran  los  restos  de  unas  fortifica- 
ciones que  existían  en  la  plaza  de  Guatemala,  i  Pronto  el  confiado  Salazar 
pagaría  cara  su  credulidad  1 

441. — El  triunfo  que  Morazán  obtuvo  en  la  batalla 
del  Espíritu  Santo,  el  6  de  abril  de  1839,  impuso  un 
pánico  extraordinario  á  los  conservadores,  y  los  aconte- 
cimientos se  precipitaron.  A  la  madrugada  del  13  del 
mismo  mes,  Carrera,  seguido  de  una  multitud  ávida  de 
pillaje,  penetró  á  la  ciudad  de  Guatemala,  cometiendo 
todo  género  de  tropelías,  allanando  moradas,  matando 
sin  compasión.  Gálv^ez,  Barrundia,  Salazar  y  otros, 
tuvieron  que  escapar  apresuradamente,  para  no  ser 
víctimas  de  la  furia  de  aquellos  salvajes,  que  penetraron 
á  sus  casas,  y,  en  venganza  de  no  hallarlos,  las  saquea- 
ron.    (XIX). 

442. — Carrera,  arbitro  de  la  suerte  del  Estado,  en 
aquellos  momentos  de  inaudita  confusión,  se  dirigió  á  la 
casa  de  Riv^era  Paz,  y,  en  virtud  de  su  suprema  voluntad, 
lo  condujo  á  ejercer  el  Poder  Ejecutivo.  Rivera  Paz 
aceptó  y  se  declaró  jefe  del  Estado. 


LECCIÓN   SEGUNDA. 

Decreto  de  17  de  abril  de  1839.— Organización  de  Los  Altos. — Conducta  del 

gobierno  de  Guatemala  para  con  el  del  nuevo  Estado. — Causas  de  su  disgusto. 

Declaración  de   guerra. — Tonna  de  Quezaltenango. —  Vuelta   triunfante  de 

Carrera. —  Agitación   general. —  Morazán    en   escena. —  Marcha   sobre 

Guatemala. — La  sitia  y  la  toma —Contrasitio  de  Carrera.— ¡19  de 

marzo  I  —  Crueldades    inauditas. —  Decreto    de    Rivera    Paz 

premiando  á  Carrera. — Protección  á  Los  Altos. 


443. — Uno  de  los  primeros  actos  de  Rivera  Paz,  fué 
declarar  por  decreto  de  17  de  abril  (1839),  roto  el  pacto 
federal  y  el  Estado  en  pleno  goce  de  su  absoluta  inde- 


—  115  — 

pendeucia  y  soberanía;  decreto  que  la  Asamblea  Consti- 
yente  ratificó  el  14  de  junio  del  mismo  año. 

444. — Entre  tanto,  el  Estado  de  Los  Altos  se  ha- 
bía organizado  legalmente.  Eligió  diputados  para  una 
Asamblea  Constituyente,  que  se  inauguró  en  Totonica- 
pán,  bajo  la  presidencia  del  notable  jurisconsulto  don 
Miguel  Larreinaga,  el  25  de  diciembre  de  1838;  nombró 
popularmente  para  su  jefe  al  licenciado  don  Marcelo 
Molina,  quien  tomó  posesión  el  28  del  propio  diciembre; 
y,  en  suma,  normó  su  adminií^tración  con  arreglo  á  los 
principios  contenidos  en  la  Constitución  General  de  la 
República. 

445. — Y  aunque  procuró  mantener  las  mejores  rela- 
ciones con  todos  los  Estados  de  la  Federación,  el  gobierno 
del  de  Guatemala,  desde  el  13  de  abril  de  1839,  observó 
para  con  él  una  conducta  manifiestamente  hostil,  aunque 
disfrazada  con  las  más  hipócritas  formas. 

446. — A  los  conservadores  era  sumamente  desagradable  la  existencia  de 
esc  Estado,  que  había  sido  el  albergue  de  los  emigrados  liberales,  que  desde 
0,11  á  les  fustig^aban  con  valientes  escritos,  echándoles  en  cara  sus  abusos» 
arrancándoles  la  careta  con  que  se  cubrían,  y  resolvieron  acabar  con  él. 

447.— Comenzaron  las  dificultades  entre  uno  y  otro 
gobierno,  y,  para  zanjarlas,  hablóse  de  la  celebración  de 
tratados  y  se  formularon  sus  bases;  pero  eran  de  tal 
naturaleza  deprimentes  para  el  estado  de  Los  Altos,  que 
éste  se  negó  á  admitirlas:  el  motivo  para  salvar  las 
apariencias  existía,  y  la  guerra  estalló:  Rafael  Carrera 
con  sus  huestes  sería  el  brazo  ejecutor. 

448.— -Con  -unos  1,000  hombres  marchó  sobre  Que- 
zaltenango.  El  26  de  enero  de  1840,  derrotó  al  general 
don  Agustín  Guzmán,  quien  cayó  prisionero  y  fué  bár- 
baramente tratado,  y  el  29  entró  á  la  metrópoli  áltense, 
donde  obligó  á  los  quezaltecos  á  levantar  una  acta  de 
reincorporación  al  Estado  de  Guatemala.  Después,  r^gresóá  la 

Capital,  á  donde  ys.  había  remitido  preso  al  licenciado  Molina,  quien,  en  loa 
últimos  momentos  de  su  g-obierno,  manifestó  grandeza  de  alma.  Entró  el  17  de 
febrero,  seg-uido  de  los  prisioneros  que  había  hecho,  á  semejanza  de  los  anti- 
g-uos  cónsules  romanos,  y  el  partido  conservador  patentizó  su  alegría  por 
cuantos  medios  estaban  á  su  alcance. 


-  116  - 

449. — El  triunfo  no  había  sido  definitivo:  casi  toda  la  América  Central 
se  ag-itaba  á  impulsos  de  la  g-erra  civil.  Morazán  había  sido  electo  jefe  del 
Estado  del  Salvador,  y  los  conservadores,  temerosos  de  su  prestig-io,  trataban 
de  derrocarlo:  pero  aunque  su  poder  se  había  robustecido,  no  era  tanto  que 
nulificase  en  poco  tiempo  el  del  partido  liberal,  que  pug-naba  por  mantener  la 
Federación:  ideal  que  tanta  sangre  ha  costado,  y  que,  cada  día  que  pasa,  se 
hace  más  irrealizable. 

450. — El  héroe  de  la  batalla  de  Jiboa  y  del  Espíritu 
Santo,  comprendiendo  que  debía  hacer  el  último  esfuer- 
zo, alistó  900  hombres;  se  puso  a  su  cabeza,  y  a  marchas 
forzadas  llegó  a  las  inmediaciones  de  Guatemala,  acam- 
pando el  17  de  marzo  entre  la  Villa  de  Guadalupe  y  Los 
Arcos. 

451. — En  la  ciudad  todo  era  alboroto.  En  los 
cuarteles  y  en  los  templos  se  tocaba  generala;  los  llama- 
dos nobles  se  escondían  en  los  conventos  y  se  extremecían 
al  considerar  que  no  faltaban  en  la  población  quienes 
simpatizaran  con  Morazán. 

452.— Carrera  estaba    en    Aceituno.     Al    saber    la 
aproximación   de  las  fuerzas  federalistas   desocupó  la^ 
ciudad,  y  se  situó  en  ese  punto  con  el  objeto  de  contra- 
sitiarlas. 

453. — Sus  planes  se  realizaron.  En  la  mañana  del 
día  18,  después  de  una  corta  resistencia,  Morazán  se 
adueñó  de  la  plaza,  donde  encontró  buena  cantidad  de 
parque  y  de  víveres,  que  de  nada  le  habían  de  servir, 
porque  las  fuerzas  de  Carrera  no  se  hicieron  esperar. 
Atacaron  con  vigor,  y  todo  el  día  y  toda  la  noche  com- 
batieron, encontrando  una  fuerte  oposicióo,  hecha  por 
el  caudillo  liberal,  que,  á  más  no  poder,  venciendo  peligros 
cruentos,  á  las  4  a.  m.  del  19  emprendió  la  retirada  con 
un  grupo  de  499  hombres,  valiéndose  para  realizarla,  con 
menos  peligro,  de  la  estratagema  de  gritar  vivas  á  Carrera. 
Perseguido  de  cerca  por  ébte,  tomó  por  la  Antigua  el 
camino  de  San  Salvador,  y  tan  luego  como  llegó  á  esta 
población  dejó  el  poder  y  salió  del  territorio  de  Centro- 
América,  á  fin  de  no  dejar  pretexto  para  que  aquella 
guerra  continuara. 


—  117  — 

454. — L»a  Tictoria  del  19  fué  un  motivo   para  nuevos  crímenes:  no  hubo 
[compasión  para  nadie,  se  fusiló  con  inconcebible  barbarie,  y  es  de  recordarse 
m  tristeza,  que  á  cada  descarg^a  decía  don  Manuel    Prancisco   Pavón,   lleno 
de  júbilo:  '*¡Bien,  bien,  cosecha  de  picaros!" 

455. — El  19  de  marzo  se  declaró  fiesta  cívica,  iK>r  un  decreto  de  Rivera 
Paz  en  que  además  se  acordaba  ofrecer  á  Carrera  una  medalla  de  oro  con 
las  sig-uientes  inscripciones:  por  el  anverso,  Guatemala  d  su  libertador; 
por  el  reverso.  En  los  días  iS  y  jg  de  marzo  de  1S40.  En  seg-uida  se  elevó 
á  este  jefe,  de  la  catej^oría  de  General  de  brigada,  á  la  de  Teniente  General 
del  Ejército  del  Estado. 

456. — Pero  su  obra  no  estaba  terminada.  Los  altenses  supieron  que 
Morazán  había  tomado  á  Guatemala,  y  creyendo  que  había  llegado  la  hora 
de  recobrar  su  independencia,  celebraron  la  noticia  y  comenzaron  sus  apres- 
tos para  ayudar  al  ex- Presidente.  Pronto  su  alegría  se  tornó  en  pesadumbre, 
al  conocer  los  sucesos  del  día  19  de  marzo,  que  echaban  por  tierra  sus  espe- 
¿ranzas,  y  les  hacían  esperar  tristes  acontecimientos. 

457.— En  efecto,  los  conservadores  hicieron  que  Carrera  fuera  á  castigar 

aquellos  patriotas.     Llegó   á    Quezaltenango   y    entró    á   degüello:    mandó 

iquear  la  ciudad,  y    para   coronar    su   obra   ejecutó   varios   fusilamientos, 

mtándose  entre  sus   víctimas  los   miembros   de    la   coriwración    municipal. 

;só  á  Guatemala  y  fué  recibido  con  arcos  triunfales,  siendo  llamado  por 

admiradores   El  Protector  de   Los   Altos^    epíteto  que   si  no  fuera  la  más 

cump)^^  expresión  del  servilismo  y  de  la  adulación,  sería  el   más   venenoso 

sarcs 


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%^  LECCIÓN    TERCERA. 

Influencia  de  Carrera  y  sus  trabajos. —  Papel  de  Rivera  Paz  en  el   gobierno. 

Suceso  del  7  de  diciembre  de  1841.— Deja  Rivera  Paz  el  poder  y  entra  don 

Venancio  López. — Disposiciones  de  éste— Vuelve  Rivera  Paz  al  poder. 

Alarma  entre  el   partido  conservador. —  Morazán  en  Costa   Rica. 

Su  muerte.-  Regocijo  del  gobierno  y  de  los  conservadores 

guatemaltecos. 


458. — Después  de  los  sucesos  referidos  la  influencia  de  Carrera  se  hizo 
sentir  notablemente  en  la  marcha  del  gobierno,  y  no  había  asunto  en  el  cual 
no  tomara  parte  muy  principal.  Marchó  al  Salvador,  para  ajustar  con  el 
jefe  de  ese  país  un  tratado,  por  el  cual  se  habría  de  negar  la  entrada  á 
Morazán,  si  intentaba  regresar;  influyó  en  Rivera  Paz,  para  que  se  dictaran 
decretos  relativos  al  restablecimiento  de  los  diezmos,  de  los  conventos  y  de  las 
capellanías  y  para  que  se  declarara  nula  la  ley  referente  al  matrimonio 
civil;  3'  se  mezcló  hasta  en  la  administración  de  justicia,  siendo  en  un  momento 
dado,  canonista,  financiero  y  jurista. 

459. — Rivera  Paz  era  un  presidente  de  nombre :  su 
iniciativa,  si  alguna  tenía,  no  valía  nada;  y  como  la  situa- 
ción del  Estado  era  tristísima,  por  la  falta  absoluta  de 
fondos,  para  cubrir  los  sueldos  de  los  empleados  y  la 
lista   militar,    renunció.     La    Asamblea  le    admitió    su 


118  - 


dimisión,  con  tal  de  que  continuara  funcionando  hasta 
que  tuviera  sucesor.  Se  nombró  á  Carrera,  pero  no 
quiso  admitir;   se  eligió   á  don  Venancio  López,  pero 

tampoco  quiso  ser 
presidente;  se  difirió 
tal  distinción  a  don 
Bernardino  Lemus,  y 
también  la  rehusó; 
por  tanto,  se  acordó 
que  Rivera  Paz  con- 
tinuara en  el  mando. 
460. — Así  se  hizo; 
pero  quien  en  realidad 
mandaba  era  Carrera. 
Pruébalo  el  siguiente 
hecho:  el  7  de  diciem- 
bre de  1841,  tuvo  el 
Teniente  UeneijEil  un 
fuerte  altercado  con' 
el  presbítero  don  Jor- 
ge Viteri,  ministro  a 
la  sazón  y  después 
obispo  del  Salvador, 
y  lleno  de  ira  salió  de  la  casa  de  gobierno.  Volvió  á  poco 
con  fuerzas,  ó  hizo  prisionero  á  Rivera  Paz,  quien  se 
escapó  de  un  mayor  atentado,  gracias  a  que  Viteri, 
temeroso,  dio  á  Carrera  muy  cumplidas  satisfacciones, 
con  lo  cual  éste  se  retiró  satisfecho. 

461. — Naturalmente,  Rivera  Paz,  vejado  de  tal  modo, 
ya  no  podía  continuar  en  el  poder.  Se  invitó  á  Carrera, 
quien  era  el  primer  consejero,  para  que  lo  ejerciera;  pero 
se  negó  á  admitirlo;  y,  el  14  de  diciembre,  el  Consejo 
dio  un  decretó,  por  el  cual  nombraba  Presidente  al  licen- 
ciado don  Venancio  López. 

462. — Este,  pensando  salvar  la  crisis  económica  por 
que  atravesaba  el  erario  nació  ual,  dio  algunos  decretos  por 
los  que  se  aumentaban  algunas  contribuciones,  se  creaban 


#    H 


D.  Mariano  Rivera  Paz 


~  119  - 

otras,  y  se  autorizaba  á  Carrera  para  que  gestionara  un 
empréstito,  voluntario  ó  forzoso,  hasta $40,000.00  cuaren- 
ta mi  I  pesos,  empeñando  las  rentas  del  Estado.  Pero, 
cansado,  renunció,  y  en  mayo  de  1842,  por  disposición  de 
la  Asamblea,  volvió  a  la  presidencia  don  Mariano  Rivera 
Paz. 

463. — Por  entonces,  un  acontecimiento  de  transcen- 
dental importancia  tenía  en  alarma  á  Carrera  y  á  todo 
el  partido  conservador.  Morazán,  que  había  estado 
algún  tiempo  en  la  América  del  Sur,  regresó,  y  el  14  de 
febrero  (1842),  desembarcó  en  el  puerto  de  la  Unión;  pero 
labiendo  sabido  que  el  general  Malespín  marchaba  á 
[atacarlo,  volvió  á  darse  á  la  vela,  seguido  de  muchos  de 
ms  amigos,  que  fueron  á  ponerse  á  sus  órdenes;  y  el  7 
le  abril  efectuó  su  desembarque  en  el  puerto  costarri- 
jence  de  Caldera.  El  presidente  de  Costa  Rica,  don 
traulio  Carrillo,  conservador  recalcitrante,  dispuso  que 
un  buen  cuerpo  de  tropas  saliera  á  su  encuentro,  y  las 
confió  al  brigadier  Villaseñor;  pero,  éste,  simpatizando 
con  la  causa  de  Morazán,  y  seducido  por  su  proclama, 
las  invitó  á  recibirlo  de  paz,  y,  habiendo  aceptado,  celebró 
los  tratados  del  Jocote,  por  los  cuales,  "los  dos  ejércitos 
se  fundirían  en  uno  solo,  el  Estado  sería  gobernado  por 
Morazán,  á  quien  entregaría  el  mando  Carrillo,  y  se 
convocaría  una  Asamblea."  Pero  Morazán  aspiraba  á 
la  unión  de  Centro-América,  y  los  separatistas  minaron 
su  prestigio,  hasta  el  grado  de  que  estalló  en  su  contra 
una  conspiración.  Se  batió  heroicamente  contra  los 
insurrectos,  y  cuando  ya  no  pudo  resistir  más  se  retiró 
de  San  José  á  Cartago.  Allí  lo  hicieron  prisionero;  se 
le  remitió  á  la  ciudad  capital,  y  el  15  de  septiembre  de 
1842  fué  fusilado.  ¡Se  conmemoró  el  día  de  la  indepen- 
dencia arrancando  la  vida  al  hombre  que  tanto  amaba  á 
Centro- América,  al  que  podía  considerarse  como  la 
encarnación  de  su  libertad ! 

464, — El  gobierno  de  Guatemala,  que  había  dado  un  decreto  cortando 
sus  relaciones  con  Costa  Rica,  por  hallarse  allá  el  general  Morazán,  recibió 
la  noticia  con  inmenso  júbilo  y  festejó  el  suceso  con  g-ran  entusiasmo.    Rivera 


—  120  — 

Paz  y  Carrera  dieron  unas  proclamas,  atribuyendo  el  hecho  á  un  milag^ro 
de  la  Providencia,  cuando  no  había  sido  más  que  un  atropello  á  las  g-arantías, 
un  vulg-ar  crimen  que  no  tiene  disculpa  y  que  siempre  constituirá  un  borrón 
en  la  historia  de  los  que  lo  perpetraron  y  lo  aplaudieron. 


LECCIÓN   CUARTA. 


Convención    de    China ndega.  —  Distintos   aspectos    bajo    ios  cuales    fué 

considerada. — Pérdida  de  la  provincia  de  Soconusco. — Decreto  permitiendo 

la  vuelta  de  los  jesuítas. — Entrada  del  arzobispo  García  Peláez. — Farsa 

revolucionaria    de   Carrera.  —  Tratados   de   la   Villa  de   Guadalupe. 

Guerra  en  perspectiva  con  el   Salvador. —  Intervención  de  don 

Fruto  Chamorro. 


465. — El  17  de  abril  de  1842,  con  el  deseo  de  restablecer  la  unidad 
nacional,  se  instaló  en  Chinandeg-a,  ciudad  nicaragüense,  una  Convención 
Centro-Americana,  con  representantes  de  Nicaragua,  Honduras  y  el  Salva- 
dor. El  gobierno  de  Guatemala,  cuyo  jefe,  como  ya  vimos,  era  entonces 
don  Venancio  López,  no  simpatizaba  con  tal  idea,  y  aunque  nombró  su 
representante  en  esa  junta  á  don  José  Antonio  Azmitia,  (que  nunca  ocupó 
su  puesto) ,  objetó  el  pacto  celebrado  por  los  delegados  de  los  otros  países 
concurrentes  y  no  lo  aceptó.  Igual  cosa  hizo  Costa-Rica.  Sin  embargo, 
los  esfuerzos  hechos  por  el  Salvador  y  Nicaragua  son  de  alabarse,  porque 
manifiestan  que  aún  persistía  el  deseo  de  que  todos  los  centro- americanos  se 
considerasen  como  hermanos  y  marchasen  unidos  bajo  la  sombra  de  la 
misma  bandera. 

466. — Pero  esto,  que  constituía  un  halago,  una  esperanza  para  los 
liberales,  era  un  motivo  de  alarma  para  los  conservadores,  que  pusieron 
todo  su  empeño  en  destruir  aquellas  aspiraciones,  que,  realizadas  como  era 
debido,  quizá  hubieran  ejercido  influencia  poderosa  para  evitar  la  desmem- 
bración que  sufrió  por  esos  días  esta  República. 

467. — El  coronel  don  Juan  Aguayo,  de  orden  del 
general  Santa  Anna,  quien  en  México  era,  en  cierto 
modo,  el  Carrera  de  Guatemala,  invadió  el  territorio  de 
Soconusco,  en  vista  de  los  deseos  que  por  medio  de  actas 
expusieron  algunos  de  sus  habitantes  de  que  se  anexara 

á  aquella  República.  Los  Preliminares  del  año  1825,  dejaron  sin 
determinar  clara  y  terminantemente  á  que  país  correspondía  la  posesión 
definitiva  de  Soconusco,  y  el  jefe  de  México,  sin  respetarlos,  y  desatendiendo 
las  indicaciones  que  en  una  nota  hacía  el  ministro  don  Juan  José  Aycinena, 
declaró  en  el  mes  de  agosto  de  1842  su  anexión  á  la  República  que  indigna- 
mente gobernaba,  y  cuyo  territorio,  que  trataba  de  aumentar  con  una 
pequeña  faja  de  terreno,  vería  mutilado  entre  sus  manos,  siendo  causa  de 
que  se  llevara  á  cabo,  por  los  norte-americanos,  el  robo  más  vil  que  registra 
la  historia,  y  autor  de  la  más  rastrera  traición,  vendiendo  el  territorio  de 
la  Mesilla. 


I 


-  121  - 

468.  —El  gobierno  de  Rivera  Paz  vio  con  indiferencia 
aquel  suceso  y  siguió  empeñado  en  su  lucha  interior, 
que  tuvo  un  gran  alivio  con  la  muerte  de  Morazán.  Se 
combatía  el  pacto  de  Chinaudega;  se  hablaba  de  las 
provisiones  de  Obispos  y  Arzobispos,  y  se  daba  el  4  de 
julio  de  1843  el  decreto  que  permitía  la  vuelta  de  los  PP. 
de  la  Compañía  de  Jesús,  y  autorizaba  al  gobierno  para 
que  promoviera  su  restablecimiento  en  el  país. 

469.— El  3  de  marzo  de  1844  entró  á  la  Capital,  siendo  solemnemente  reci- 
bido, el  Arzobispo  Coadjutor  don  Francisco  de  Paula  García  Pelaez.  Una 
g-ran  concurrencia  salió  á  encontrarlo  y  le  acompañó  hasta  la  catedral,  donde 
•e  cantó  el  Te  Deum,  En  seguida  se  dirigió  en  coche,  con  algunos  eclesiás- 
ticos, á  la  casa  de  gobierno,  que  era  la  que  se  halla  en  la  esquina  opuesta  á 
la  iglesia  de  Santa  Rosa.  Allí  lo  esperaban  el  Presidente  y  su  Consejo.  Se 
pronunciaron  discursos,  y  la  unión  entre  el  gobierno  civil  y  el  eclesiástico  no 
podía  ser  más  íntima. 

470. — Pero,  entre  los  miembros  del  Consejo,  faltaba  el  primero:  don  Ra- 
fael Carrera.  Asuntos  del  servicio  le  tenían  ausente;  se  ocupaba,  nada 
menos,  de  preparar  el  golpe  de  muerte  á  la  Asamblea  Constituyente  que 
tantos  honores  le  había  discernido.  Al  efecto,  fingió  en  Pinula  un  movimiento 
revolucionario,  y  salió  á  atacar  á  los  supuestos  pronunciados,  que  decía 
trataban  de  invadir  la  ciudad  capital:  se  hicieron  algunas  descargas  de  parte 
y  parte,  y  á  continuación  se  celebraron  unos  tratados  en  la  Villa  de  Guada- 
lupe. Según  ellos,  se  subrogaba  la  Asamblea  por  un  Consejo,  que  tendría 
igual  autoridad;  se  daban  otras  varias  disposiciones  relativas  al  régimen 
gubernativo  y  se  ordenabaque  ningún  clérigo  tuviera  parte  en  las  cuestiones 
políticas.  Con  esa  última  declaración  Carrera  daba  un  rudo  g"olpe  á  los 
mismos  que  lo  habían  elevado.  No  obstante,  la  Asamblea  sancionó  los  tales 
tratados  y  por  decreto  de  14  de  marzo  consignó  su  deshonra. 

471.— A  los  pocos  días  se  presentó  en  perspectiva 
una  nueva  guerra  con  el  Salvador.  El  ex-presidente 
general  don  Manuel  José  Arce,  auxiliado  por  Carrera, 
invadió  esa  República  en  abril  (1844),  fué  derrotado  en 
Coatepeque,  y  el  gobierno  salvadoreño  hizo  reclamacio- 
nes al  guatemalteco.  Este,  dio  toda  clase  de  explicacio- 
nes, manifestando  que  no  había  tenido  conocimiento  de 
los  propósitos  de  Arce;  pero,  Malespín,  Presidente  del 
Salvador,  no  las  atendió,  y,  apoyado  por  Nicaragua, 
dejando  en  el  mando  á  don  Joaquín  Eufracio  Guzmán, 
marchó  sobre  Jutiapa,  que  ocupó  con  un  ejército  de 
4,000  hombres.  Carrera  salió  al  encuentro,  y  Malespín 
se  retiró  á  Chalchuapa.  No  hubo  necesidad,  por  fortuna, 


-  122  — 

de  que  se  derramase  sangre:  el  Delegado  Supremo  de  las 
Repúblicas  confederadas  por  el  pacto  de  Chinandega,  don 
Fruto  Chamorro,  influyó  para  que  todo  se  arreglara  por 
la  vía  diplomática;  y  en  la  hacienda  de  Quezada,  perte- 
neciente al  distrito  de  Mita,  se  celebraron,  el  5  de  agosto 
(1844),  unos  tratados,  por  los  cuales  se  reanudaban  las 
relaciones  de  amistad  entre  el  Salvador  y  Guatemala. 


LECCIÓN    QUINTA. 

Sublevación  de   las  tropas. —  Don    Rafael    Carrera  en    la   presidencia. —  Sus 

disposiciones. — Don  Joaquín  Duran  en  el  poder.— Se  deroga  el  decreto  que 

autorizaba  la  venida  de  los  jesuítas. — Vuelve  Carrera  á  encargarse  del  mando. 

Obtiene  segunda    licencia  y   le   subroga   don  Vicente  Cruz. —  La  situación   á 

principios  del  año  1846.— Decreto  del  21  de  marzo  de  i847.— Hambre 

y  disgusto  general. — Dieta  de  Nacaome. —  Revoluciones. —  Batallas  de 

Agua    Caliente    y    de   la   Gavia. —  Serapio   Cruz   al    frente   de    la 

insurrección. —  Batalla   de    Patzum  . —  Renuncia   de  Carrera. 

Elección  de  don  Juan  Antonio  Martínez. —  El  Mensaje  de 

Carrera. 


472. — Pero  los  preparativos  para  la  guerra  del  Sal- 
vador agotaron  los  pocos  recursos  de  que  el  Grobierno 
podía  disponer,  y  la  tropa  volvió  á  quedar  sin  prest. 
Rivera  Paz  estaba  con  las  angustias  y  dificultades  que 
había  sufrido  López,  y  el  20  de  septiembre  (1844),  estalló 
una  sublevación:  las  tropas  saquearon  las  casas  de 
comercio,  y  el  orden  se  restableció  cuando  Carrera  reco- 
rrió las  calles  y  obligó  á  las  fuerzas  á  reconcentrarse  en 
sus  cuarteles.  Al  día  siguiente  mandó  fusilar  seis  indi- 
viduos que  aparecieron  complicados  como  jefes  de  la 
asonada. 

473. — El  8  de  diciembre  se  reunió  el  Consejo  Consti- 
tuyente, á  que  se  referían  los  tratados  de  la  Villa  de 
Guadalupe,  y  el  11  admitió  la  renuncia  de  Rivera  Paz, 
nombrando,  por  decreto  de  la  misma  fecha.  Presidente 
del  Estado,  al  Teniente  General  don  Rafael  Cabrera, 
quien  desde  luego  prestó  el  correspondiente  juramento, 
ante  el  mismo  Consejo,  y  comenzó  á  ejercer  el  mando. 


—  123  — 

474. — Dio  alg'unas  disposiciones  que  no  fueron  del  agrado  de  los  conser- 
idores,  y  comenzó  á  g-erminar  entre  ellos  la  idea  de  despojarlo  del  poder, 
la  circunstancia  favorable  vino  á  dar  pávulo  á  sus  pensamientos:  Carrera 
ndió  una  licencia  y  se  la  concedieron  con  fecha  25  de  enero    (1845) :  entró  á 
ímplazarlo    interinamente  don  Joaquín   DukXm,   y  en  la  noche  del  1^  de 
íbrero  estalló  una  revolución.     Ya  parecía  que   Carrera  no  volvería  al  codi- 
ciado sillón  presidencial,  pero  tenía  muy  buenos  elementos  para  defenderse  y 
entró  triunfante  á  la  ciudad. 

475. — El  6  de  mayo  de  1845  el  Cong^reso  derogó  el  decreto  que  autorizaba 
la  venida  de  los  jesuitas;  y  el  3  de  junio,  por  haber  terminado  su  licencia, 
Carrera  volvió  al  ejercicio  del  Poder  Ejecutivo;  pero,  á  poco,  en  virtud  de  otra 
licencia,  volvió  á  separarse  de  él,  subrogándole  el  Vicepresidente  electo, 
brig^adier  don  Vicente  Cruz,  que  era  amigo  de  los  liberales. 

476. — A  principios  del  año  1846  la  situación  era 
«verdaderamente  insoportable:  las  garantías,  eran  nulas; 
)1  derecho  de  locomoción,  ilusorio;  y  la  libertad  de  im- 
[prenta,  un  ideal.  Todo  se  componía  con  funciones  reli- 
giosas, y  nada  se  hacía  en  favor  del  bienestar  del  pueblo. 

477. — Pero  lo  que  dio  la  medida  del  despotismo  de 
Carrera,  y  su  afán  por  matar  la  patria  centro-americana, 
fué  el  decreto  que  expidió,  sin  facultades  para  ello,  el  *'21 
DE  MARZO  DE  1847."  Por  él,  declaraba  nación  indepen- 
diente á  Guatemala,  que  se  constituía,  desde  esa  fecha,  en 
una  República  desligada  enteramente  del  resto  de  los 
Estados  de  Centro-América. 

478.— En  los  meses  siguientes  se  hizo  sentir  una  gran 
escasez  de  granos,  que  unos  atribuían  á  lo  excesivo  de 
las  lluvias  y  otros  al  monopolio  que  unos  cuantos  favore- 
cidos ejercían;  y  empezó  á  sentirse  un  general  descon- 
tentamiento, que  se  acentuó,  por  haber  dado  el  gobierno 
á  una  empresa  particular  el  monopolio  en  el  ramo  de 
aguardiente,  con  lo  cual,  estalló  un  movimiento  revolu- 
cionario. 

479. — En  Nacaome,  se  instaló  el  6  de  junio  una  nueva  representación  de 
los  Estados  de  Honduras,  el  Salvador  y  Nicarag-ua,  con  el  objeto  de  verificar 
la  unión  de  Centro- América:  invitó  al  Gobierno  de  Guatemala,  y  éste  respon- 
dió en  una  nota  de  fecha  8  de  julio,  que  le  era  imposible  tomar  parte  en  esa 
Dieta,  porque  Guatemala  tenía  ya,  como  República  independiente,  celebrados 
algunos  tratados  con  varios  pueblos  europeos,  y  que  no  podía  retroceder  de 
esa  marcha  política  sin  menoscabo  de  su  crédito. 

480. — El  Gobierno  se  ocupó  entonces  en  levantar 
cuarteles  como  el  castillo  de  San  José  y  el  de  Matamoros, 


—  124  - 

en  los  cuales  se  gastó  muclio  dinero,  y  carecen  de  verda- 
dera importancia  militar;  en  prorrogar  la  concesión  del 
aguardiente;  en  continuar  la  obra  del  teatro,  que  en 
cimientos  dejó  el  Jefe  del  Estado  doctor  Grálvez,  y  en 
procurar  hermosear  la  ciudad. 

481.— Sin  embargo  las  revoluciones  continuaron  y 
Carrera  salió  á  expedición  por  las  montañas  de  Sansur  y 
de  Falencia,  regresando  el  1-  de  enero  de  1848.  En  mar- 
zo 10  se  libró  una  reñida  acción  en  Agua  Caliente,  siendo 
jefe  de  las  fuerzas  del  gobierno  el  teniente  coronel  Pi va- 
ral, quien  logró  el  triunfo;  en  mayo  se  convocó  á  elec- 
ciones para  diputados,  que  debían  integrar  un  nuevo 
Congreso,  y  el  29  de  junio  venció  Carrera  á  los  subleva- 
dos, en  la  Gavia. 

482. — Pero  estos  desastres  no  amenguaron  la  insu- 
rrección: lejos  de  eso,  creció.  Al  frente  de  ella  se  puso 
Serapio  Cruz,  hermano  del  Vicepresidente,  y  le  dio 
prestigio.  Marcha  á  Quezaltenango,  anunciando  que 
iba  á  hacer  la  independencia  de  Los  Altos,  y  entró  a  la 
ciudad  en  el  mayor  orden.  Carrera,  con  fuerzas  consi- 
derables, salió  á  atacarlo,  y  el  14  de  julio,  en  los  llanos 
de  Patzum,  tuvo  lugar  un  encarnizado  combate.  La 
lucha  fué  indecisa,  y  ya  la  acción  estaba  perdida  por 
parte  del  Gobierno,  cuando  llegó  en  su  auxilio  Pivaral. 
Volvió  Carrera  sobre  la  carga  y  la  victoria  le  sonrió, 
aunque,  no  obstante  eso,  no  pudo  sojuzgar  á  Quezalte- 
nango, cuyos  pueblos  quedaron  por  entonces  libres  de 
su  gobierno. 

483. — Llegó  el  15  de  agosto  y  el  Congreso  Constitu- 
yente se  inauguró.  Carrera  le  envió  inmediatamente 
que  supo  su  instalación,  tres  documentos  importantes: 
un  mensaje,  su  renuncia  y  una  felicitación.  La  renun- 
cia fué  admitida  al  día  siguiente,  y  se  nombró  presidente 
interino  a  don  Juan  Antonio  Maktínez. 

484. — El  Mensaje  de  Carrera  abraza  todos  los  suce- 
sos acaecidos  desde  que  tomó  posesión  del  mando,  y 
relata  la  marcha  seguida  por  su  administración,  durante 
la  cual,  si  es  cierto  que  se  cometieron  muchos  errores, 


-  125  - 

también  se  hcieron  algunas  obras  meritorias;  tales  como: 
Ú  mejoramiento  del  Hospital  de  San  Juan  de  Dios;  la 
^organización  de  la  Universidad,  cerrada  el  año  de  1839; 
construcción  de  un  buen  camino  al  Golfo,  y  de  un 
puente  de  hierro  sobre  el  Río  Grande;  el  establecimiento 
del  alumbrado  y  de  la  policía;  la  continuación  de  las 
aceras,  etc.,  obras  todas  que,  dada  la  situación  porque 
atravesaba  el  país,  no  dejan  de  tener  su  importancia. 


LECCIÓN  SEXTA. 

Consideraciones    acerca    de    la   elección   de    Martínez. —  Su    carácter. —  El 

licenciado  Dardón  en  el   Ministerio. —  Los  montañeses.— Sus  proposiciones. 

Decláranse    independientes    Los   Altos. —  Reconocimiento    de    la   nueva 

entidad  politica. —  Carrera  es  declarado  fuera  de  la  ley. —  Decreto 

DEL   14  DE   SEPTIEMBRE   DE    1848. 


485. — La  elección  de  don  Juan  Antonio  Martínez 
lé  un  golpe  rudo  para  los  Cruces,  que  habían  sido  los 
opositores  que  con  más  energía,  más  constancia  y  más 
éxito  habían  contribuido  á  la  revolución,  y  fuélo  para 
todos  los  liberales  en  general,  porque  producía  una  nue- 
va escisión  que  llenaba  de  júbilo  á  los  conservadores, 
quienes  veían  debilitarse  á  su  enemigo  y  hundirse  en  un 
insondable  abismo,  abierto  por  mezquinas  rivalidades  y 
pueriles  ambiciones! 

486. — Martínez  era  un  honrado  comerciante,  un  venerable  padre  de 
familia,  pero,  de  avanzada  edad  y  enfermizo,  no  podía  soportar  el  g-énero  de 
vida  que  demanda  una  política  de  transición,  exigente  de  actividad  y  perspi- 
cacia: y,  por  consiguiente,  fué  incapaz  de  formar  un  centro  de  unidad  y  de 
encaminar  con  tino  los  acontecimientos  para  llevar  á  feliz  término  la  revolu- 
ción de  agotsto. 

487. — El  Ministerio  de  Carrera  había  renunciado  y  Martínez  nombró  su 
Ministro  de  Gobernación,  Justicia  y  Neg-ocios  Eclesiásticos,  al  licenciado  don 
Manuel  Dardón,  quien  tomó  posesión  el  29  de  agosto.  Mucho  se  esperaba  de 
él:  había  hecho  una  brillante  carrera,  era  hijo  de  uno  de  los  proceres  de  la 
independencia,  y  estaba  casado  con  una  hija  del  excelso  liberal  don  Doroteo 
Vasconcelos,  Presidente  del  Salvador. 

488. — La  elección  de  Martínez  no  satisfizo  á  la  mon- 
taña, y  quedaron  con  las  armas  en  la  mano  Francisco 
Carrillo,  Serapio  Cruz,  Roberto  R<^yes  y  Agustín  Pérez, 
quienes,  con  Ñuño,  presentaron  al  Gobierno,  por  conduc- 


—  126  — 


to  del  general  de  división  don  Nicolás  Ángulo,  un  docu- 
mento fechado  en  27  de  agosto  de  48,  en  el  caal  constaban 
las  bases  para  un  arreglo  de  paz.     En  ellas,  entre  otras 

cosas,  pedían  una 
convocatoria  para 
elección  de  nuevo 
Presidente,  el  reco- 
nocimiento de  la 
independencia  y  so- 
beranía del  Estado 
de  Los  Altos,  y  la 
reaparición  de  la 
República  de  Cen- 
tro-América. 

489. — Pero  esas 
bases  encontraron 
una  grande  oposi- 
ción, y  el  Gobierno 
formuló  otras  que 
expidió  por  decreto 
de  3  de  septiembre, 
que  nunca  contentó 
á  Serapio  Cruz. 
490. — Entre  tanto,  el  sábado  26  de  agosto,  en  sesión 
extraordinaria,  la  Municipalidad  de  Quezaltenango,  des- 
pués de  una  larga  discusión,  (en  la  que  se  recordó  el 
decreto  de  5  de  junio  de  1838,  expedido  por  el  Congreso 
Federal,  que,  con  facultades  para  ello,  por  él  declaraba 
legalmente  constituido  el  Estado  de  los  Altos,)  levantó 
una  acta  en  la  cual  expresaba:  que  el  Estado  recobraba 
su  soberanía  y  entraba  de  lleno  en  el  ejercicio  de  sus 
derechos  y  en  el  pleno  uso  de  sus  libertades,  nulificadas 
por  el  absolutismo  del  despótico  Carrera.  Y  así,  el  5  de 
septiembre  siguiente,  quedó  establecido  su  gobierno 
interino,  siendo  integrado  por  los  señores  presbítero  don 
Fernando  Antonio  Dávila,  don  Rafael  de  la  Torre  y 
licenciado  don  José  Velasco. 


D.  Juan  Antonio  Martínez 


-  127  - 

491.— El  gobierno  del  Salvador  reconoció  desde 
luego  la  nueva  entidad  política;  pero  el  de  Guatemala 
llamó  facciosos  y  traidores  á  los  que  promovieron  y  rea- 
lizaron su  erección,  y,  aunque  no  lo  puso  en  práctica 
inmediatamente  y  revistió  sus  hechos  con  apariencias 
reconciliadoras,  acordó  llevarle  la  guerra  y  reducirla  por 
la  fuerza. 

492. — Antes  era  preciso  consumar  actos  de  pronta  é  inmediata  transcen- 
dencia para  el  partido  conservador,  que,  volvemos  á  repetirlo,  á  medida  que 
el  liberal  se  fraccionaba,  él  estrechaba  rig-orosamente  los  lazos  que  le  unían, 
y  procediendo  con  una  Iónica  maquiavélica,  impulsaba  secretamente  la  revo- 
lución, jwrque  su  existencia  salvaba  la  buena  reputación  de  Carrera,  quien, 
al  abandonar  el  territorio,  desde  Chiapas  lanzó  dos  notas  escritas  en  leng^uaje 
bárbaro,  y  en  las  cuales  ultrajaba  á  los  liberales  y  los  amenazaba  con  la 
muerte;  motivo  por  el  cual  la  Asamblea,  por  decreto  de  13  de  octubre  de  1848, 
le  prohibió,  bajo  pena  de  muerte,  que  volviera  á  Guatemala,  mientras  no 
jÉf        estuviese  restablecido  el  régimen  constitucional.     (XX.) 

I^^p      493. — Pero  el  hecho  ruidoso  de  aquellos  días  fué  el 
m     ^decreto  que  la  misma  Asamblea,  en  cuyo  seno  estaban 
9      liberales  como  BaiTundia,  Molina  y  Escobar,  dio  el  ''14  de 
9      SEPTIEMBRE:"  por  él,  se  declaró  el  Estado  de  Guatemala, 
*      Nación  Soberana,  Repiiblica  libre  é  independiente,  aun- 
que pronta  á  reincorporarse  á  la  nacionalidad  centro- 
americana,  siempre  que  se  propusiera  de  una  manera 
estable,  justa,  popular  y  conveniente. 


LECCIÓN  SÉPTIMA. 


Expedición  contra   Los  Altos. —  Batalla  de  San  Andrés. —  Proposición   de 

Barrundia  á  la  Asamblea — Acuerdo  de  ésta. — Renuncia  del  vicepresidente 

Cruz. —  Nueva  elección. —  Renuncia  Martínez  la   Presidencia. —  Le 

subroga  don  Bernardo  Escobar. 


494.  —El  gobierno  de  don  Juan  Antonio  Martínez, 
seguía,  casi  en  todo,  la  política  de  aislamiento,  lugareña  y 
anticentro-americana  de  Carrera;  así  pues,  organizó  una 
expedición  contra  Los  Altos,  á  cuyo  frente  iba  el  coronel 
don  Mariano  Paredes.  Le  acompañaban,  su  medio  her- 
mano el  licenciado  don  Manuel  Zerón,  diputado  á  la 
Asamblea  Constituyente,  y  el  licenciado  don  Luis  Molina, 


—  128  - 

Ministro  de  Relaciones  Exteriores,  quienes  diz  que  lle- 
vaban la  misión  de  procurar  algún  avenimiento  por  todos 
los  medios  posibles. 

495.— No  se  sabe  lo  que  tales  letrados  liarían  para 
cumplir  su  noble  misión;  pero  parece  que  sus  esfuerzos 
no  fueron  muy  grandes,  y  la  cuestión  se  resolvió  como 
desde  un  principio  se  deseaba:  militarmente.  El  21  de 
octubre  se  encontraron  las  fuerzas  beligerantes,  en  el 
pueblo  de  San  Andrés,  y  se  trabó  la  batalla :  el  éxito  fué 
para  Paredes,  y  los  patriotas  altenses  quedaron  derrota- 
dos con  muchas  pérdidas. 

496. — Pero,  después  de  este  triunfo,  la  situación  se  hizo  muy  aflictiva 
para  el  Ejecutivo.  Barrundia  hizo  proposiciones  á  la  Asamblea  para  que  se 
pusiera  en  libertad  á  los  prisioneros  hechos  en  la  acción  de  San  Andrés, 
para  que  todo  se  olvidara,  y  para  que  fueran  llamados  á  su  seno  los  diputa- 
dos altenses,  sin  que  esto  se  hiciera  extensivo  á  los  rebeldes  montañeses.  Y 
la  Asamblea  pidió  informes  al  Gobierno:  el  ministro  Dardón,  con  fecha  8  de 
noviembre,  los  dio  amplísimos,  pero  en  un  todo  contrarios  á  aquellos  á  quienes 
se  pretendía  indultar.  Así  pues,  Barrundia  no  obtuvo  la  amnistía  para  los 
Quezaltecos,  pero  sí  el  odio  de  los  de  la  montaña,  que  se  señaló  aún  más  fuer- 
temente contra  el  señor  Dardón. 

497. — Un  incidente  que  no  se  esperaba  ocurrió  por 
esos  días.  El  vicepresidente  Cruz  renunció  su  cargo  y 
la  Asamblea  admitió  su  dimisión,  acordando  que  durante 
su  receso,  en  caso  de  muerte  ó  falta  absoluta  del  Presi- 
dente, tomara  el  mando  don  Bernardo  Escobar,  don 
José  Antonio  Azmitia  ó  don  Manuel  Arrivillaga,  hacién- 
dose por  suerte  la  designación.  En  seguida  el  15  de 
noviembre,  cerró  sus  sesiones  para  volverlas  á  inaugurar 
el  1  •  de  enero  de  1849. 

498. — Pero  como  de  momento  en  momento  las  difi- 
cultades para  el  G^obierno  se  acentuaban,  el  22  de  noviem- 
bre se  convocó  a  la  Asamblea,  y,  reunida  el  27,  ante  ella 
remmció  Martínez  su  alto  puesto.  La  renuncia  le  fué 
admitida  por  decreto  del  día  28,  se  le  dieron  las  gracias 
y  se  eligió  para  subrogarlo  á  don  Bernardo  Eescobar. 


—  129  - 


LECCIÓN   OCTAYA. 

Don  Bernardo  Escobar.— La  situación.— Es  nombrado  Ministro  el  presbítero 

don  Narciso    Monterrey.—  Decreto  de  amnistía.—  Disgusto  de   los  molinistas. 

Los  Insurrectos  montañeses. — Escobar  renuncia  su  puesto.— Sesión  de  la 

Asamblea    la   noche    del    30  de   diciembre. —  Solicitud  de  57  jefes   y 

oficiales   del    Ejército. —  Se   admite   la   renuncia   á    Escobar  y   se 

elige  i  don  Mariano  Paredes. 


499.— Don  Bernardo  Escobar  era  un  hombre  de  gran 
reputación  como  orador,  como  liberal  sincero  y  leal,  y 
como  verdadero  demócrata.  El  28  de  noviembre  por  la 
tarde  prestó  juramento  ante  la  Asamblea  y  se  dirigió  al 
¡palacio  acompañado  de  una  comisión  del  cuerpo  legisla- 
tivo: allí  le  entregó  el  mando  don  Juan  Antonio  Martínez. 

500  — No  podía  llegar  al  poder  Escobar  en  peores  circunstancias  que 
aquellas  porque  atravesaba  el  país  en  esos  días.  No  había  un  solo  peso  en 
la  Tesorería  Nacional,  la  tropa  estaba  sin  pag-a,  las  fuerzas  de  los  subleva- 
dos llegaban  hasta  las  garitas  de  la  Capital  y  la  Asamblea  se  encontraba 
dividida  y  subdividida  en  bandos  que  diñcultaban  la  marcha  regular  de  las 
cosas. 

501 — Los  conservadores,  compactos  como  siempre,  trataban  de  desacre- 
litar  á  Escobar,  y  los  molinistas,  (al  rededor  de  don  Luis  Molina,  se  habían 
'agrupado  algunos  liberales,  y  á  todos  se  les  llamó  así,)  querían  aniquilarlo. 
El,  pensó  que  el  clero  tenía  gran  parte  en  el  malestar  que  reinaba,  por  creer 
que  se  le  hostilizaba,  y  procuró  halagarlo:  al  efecto  nombró  su  Ministro  de 
Gobernación  y  Negocios  Eclesiásticos  al  presbítero  don  Narciso  Monterrey. 
Pero  las  causas  eran  otras,  y  el  clero,  en  vez  de  ceder,  fué  más  exigente. 

502.— Escobar  quería  suavizar  la  suerte  de  los  que- 
zaltecos  vejados  por  Paredes,  quien  hacía  gala  de  sus 
facultades  y  los  perseguía  sin  cesar,  y  expidió  un  decreto 
de  amnistía  para  todos  los  complicados  en  el  último 
movimiento  separatista.  Nada  que  indignara  más  á  los 
conservadores  y  á  los  molinistas  que  ese  decreto:  ellos 
habían  preparado  la  guerra  á  Los  Altos,  ellos  la  habían 
realizado  y  no  podían  tolerar  tal  acto  contrario  á  sus 
ideas. 

503. — Entre  tanto  los  insurrectos  se  hacían  más  po- 
derosos, y  Escobar  se  vio  obligado  á  enviar  cerca  de 
Cruz  varias  comisiones,  pero  sin  ningún  resultado.  El 
21  de  diciembre  estaba  Vicente  Cruz  en  Aceituno  é  hizo 


—  130  — 

desde  allí  sus  proposiciones;  pero  el  G-obierno,  conside- 
rándolas inconvenientes,  las  modificó ;  esto  desagradó  á 
los  montañeses,  que  no  admitieron  reforma  alguna.  La 
paz  era  pues  imposible:  querían  alterar  las  bases  del 
derecbo  electoral  y  el  Presidente  era  incapaz  de  seme- 
jante proceder. 

504.— Llegó  por  fin  el  27  de  diciembre  y  el  liberal 
Presidente,  por  segunda  vez,  hizo  dimisión  de  su  cargo. 

La  Asamblea  se  reunió  el  30  por  la  tarde.  Los  conservadores  y  los  molinistas 
estaban  unidos,  y  los  liberales  aparecían  en  escasa  minoría,  figurando  en  su 
primera  línea  el  doctor  don  Lorenzo  Montúfar,  quien  salvó  su  voto,  y,  al 
leerse  el  dictamen  re^lativo  á  la  renuncia  de  Escobar,  lo  atacó  valientemente, 
poniendo  de  manifiesto  las  irregularidades,  los  amaños  que  se  habían  come- 
tido por  los  molinistas  y  por  los  conservadores.  El  pueblo  aplaudió;  habló 
en  seguida  Barrundia,  con  la  elocuencia  maravillosa  que  le  caracterizaba,  y 
arrancó  aplausos  hasta  á  los  conservadores;  pero,  aquella  noche,  ninguna 
lógica,  ningún  razonamiento,  podía  triunfar  de  los  partidos  unidos.  El  dic- 
tamen se  aprobó,  y  don  Luis  Molina,  con  los  conservadores,  obtuvo  la 
▼ictoria  que  anhelaba:  ella  lo  llevaría  al  destierro. 

505.— La  Asamblea  procedió  á  elegir  Presidente:  la 
minoría  liberal  voló  sus  votos;  los  molinistas  y  los  con- 
servadores discreparon  y  los  dieron  á  diversas  personas, 
entre  las  que  figuraban,  Azmitia  (don  José  Antonio), 
Urruela  (don  José  María),  Paredes  (don  Mariano),  y 
Tejada  (don  Manuel).  Éste  fué  el  que  tuvo  la  mayoría; 
pero  no  queriendo  aceptar,  y  siendo  diputado,  desde 
luego  renunció.  La  A  samblea  pasó  entonces  por  el  ri- 
dículo de  suplicar  á  Escobar  que  siguiera  en  el  mando 
hasta  que  se  presentase  la  persona  que  debía  reempla- 
zarlo; y  él,  liberal  desinteresado,  dijo:  que  lo  liaría  para 
no  sumir  á  su  patria  en  la  anarquía. 

506.— Tejada  durmió,  la  noche  del  30  al  31  de  diciem- 
bre, electo  Presidente  de  la  República  de  Guatemala;  pero, 
en  la  sesión  de  ese  último  día,  presentó  su  renuncia  por 
escrito  y  le  fué  admitida. 

507. — El  mismo  día  57  jefes  y  oficiales  del  ejército  elevaron  á  la  Asam- 
blea una  solicitud,  pidiendo  que  se  reviera  el  acuerdo  del  día  anterior;  y 
que  Escobar  sig-uiera  empuñando  las  riendas  del  Gobierno:  la  nota  pasó  á  la 
comisión  respectiva  y  ésta  despachó  de  una  manera  favorable  á  los  postulan- 
tes; pero  los  molinistas  y  los  conservadores,  siempre  contra  Escobar,  recha- 
zaron el  dictamen,  que  fué  desaprobado  por  una  g^ran  mayoría. 


—  131  — 

ó08.  — El  día  Iv  de  enero  la  Asamblea  volvió  á  reu- 
nirse para  elegir  Presidente:  la  votación,  como  era  de 
esperarse,  favoreció  al  héroe  de  los  molinistas,  á  don 
Mariano  Paredes,  que  ya  estaba  de  acuerdo  con  los 
conservadores:  en  tal  virtud,  se  dio  un  decreto  procla- 
mando su  elección  y  admitiendo  la  renuncia  de  Escobar. 


LECCIÓN   NOVENA. 


Paredes  renuncia  y  Barrundia  cae  en  un  lazo. — Condiciones  de  Paredes  para 

^fceptar. —  Resolución    de    Escobar.—  Presta    Paredes  juramento.—  Farsa   de 

^aredes. —  ••Preliminares"    y    "Convenio   de   Zacapa." — La   paz   no  existía. 

»n  asesinados  Rivera  Paz  y  el  licenciado  don  Gregorio  Orantes.— Indignación 

de  don  Vicente  Cruz. —  Su  muerte. —  Nuevas  agitaciones  en    Los  Altos. 

Tema    que    agitaba    al    país. —  El    general    don    Agustín    Guzmán. 

Tratados  que  celebró  con    Paredes. —  Intrigas   y  falsedades  de 

éste. —  Resolución  obtenida  por  Batres. — Se  deroga  la  parte 

relativa  al  decreto  que  ponía  fuera  de  la  ley  á  Carrera. 

Se  nombran  personas  que  traten  con  él. —  Decreto 

del    3    de    agosto    de     1849. —  Los    liberales 

abandonan    el    país. —  Entra   Carrera   á 

Guatemala. 


509. — Paredes,  aleccionado  por  don  Luis  Batres, 
mo  de  los  más  prominentes  corifeos  del  partido  conser- 
vador, hizo  renuncia  del  cargo  que  la  Asamblea  le 
confería,  en  términos  tan  corteses  y  modestos,  que  él 
mismo  Barrundia,  liberal  exaltado  y  de  firmes  conviccio- 
nes, se  alucinó  y  creyó  sus  palabras  de  buena  fe,  tanto, 
que  no  habiendo  votado  por  él  el  1?  de  enero,  el  2  redactó 
la  contestación  que  los  secretarios  de  la  Asamblea  debían 
dirigirle,  para  hacerle  saber  que  no  eran  admisibles  las 
causas  que  daba  para  dejar  de  aceptar  el  cargo  de  Pre- 
sidente. 

510. — Paredes,  entonces  contestó:  que  aceptaría  si  se 
admitía  su  programa:  la  paz  honrosa  á  cualquier  precio^ 
y  se  le  daban  además  tres  días  para  el  arreglo  de  sus 
asuntos  particulares,  antes  de  prestar  juramento.  Pero 
como  Escobar,  dados  los  escandalosos  sucesos  que  se 
habían  verificado,  participó  á  la  Asamblea  que  si  el  3,  á 
las  6  de  la  tarde,  no  se  había  presentado  la  persona  que 


-  132  — 

debiera  recibir  el  mando,  ella  lo  reasumiría,  ésta  aprobó 
el  programa  de  Paredes,  pero  no  le  dio  los  tres  días, 
antes  bien,  lo  llamó  con  urgencia  y  él  se  presentó  en  el 
salón  de  sesiones, 

511. — Barrundia  redactó  un  severo  y  sigaificativo 
juramento,  por  el  cual  el  Presidente  se  comprometía  á 
atacar  la  política  reaccionaria,  y  Paredes,  perfectamente 
aconsejado,  juró  cuanto  se  quiso  que  jurara,  y  tomó 
posesión  del  Grobierno. 

512. — Entonces  su  política  empezó  á  aclararse,  y 
aunque  seguía  engañando  á  los  molinistas,  los  liberales 
pronto  descubrieron  la  farsa;  Paredes  no  era  más  que 
un  instrumento  de  los  conservadores,  que  se  prestaría  al 
desarrollo  de  todos  sus  planes,  que  tendían  á  la  vuelta 
de  Carrera. 

513. — Así  fué.  Pero  era  preciso  antes  pacificar  á  la  montaña.  Se 
comisionó  á  don  Manuel  Tejada  y  á  don  Raymundo  Arroyo,  para  que 
trataran  con  los  insurrectos.  En  Falencia,  el  20  de  enero,  celebraron  con  el 
brigadier  don  Serapio  Cruz  unos  "Preliminares,"  por  los  cuales  se  pactaba 
un  armisticio,  y  el  28,  en  Zacapa,  un  "Convenio"  con  el  g-eneral  don  Vicente 
Cruz,  por  el  que  se  estipulaba,  bajo  varias  condiciones,  la  sumisión  de  los 
revolucionarios.  La  Asamblea  aprobó  todo  esto  por  decreto  de  2  de  febrero; 
el  8  el  Presidente,  obedeciendo  al  contenido  del  artículo  ii  del  Convenio, 
nombró  Comandante  General  de  las  Armas  de  la  República,  al  brigadier  don 
Vicente  Cerna;  y  el  9,  don  Vicente  Cruz,  á  la  cabeza  de  1,000  hombres,  entró  á 
la  ciudad  de  Guatemala,  recibiendo  honores,  del  Gobierno,  del  Consejo,  de  la 
Municipalidad  y  de  todos  los  cuerpos  militares. 

514. —  Sin  embargo,  la  paz  aun  no  estaba  consolidada.  En  la  montaña 
habían  quedado  algunos  insurrectos  que  no  quisieron  deponer  las  armas  y 
que  siguieron  cometiendo  atentados  horribles.  Así,  cuando  don  Mariano 
Rivera  Paz  y  el  licenciado  don  Gregorio  Orantes,  respectivamente  nombrados 
corregidores  de  Jutiapa  y  de  Jalapa,  marchaban  á  sus  destinos,  fueron 
sorprendidos  en  Sampaquisoy,  por  Agustín  Pérez  y  Roberto  Reyes,  quienes 
capitaneaban  una  partida.  La  escolta  que  los  acompañaba,  en  vez  de  defen- 
derlos, hizo  causa  común  con  los  facciosos,  y  fueron  ejecutados,  de  la  manera 
más  vil,  con  el  capitán  Martínez. 

515. — Don  Vicente  Cruz,  indignado  por  aquel  inicuo  proceder,  salió  á 
perseguir  á  Agustín  Pérez,  y  el  20  de  marzo  llegó  á  Pueblo  Viejo  ó  montaña 
de  Alzatate.  Se  trabó  un  combate  y  Pérez  fué  vencido;  pero,  persiguiéndolo 
el  general  Cruz,  solo  y  sin  más  armas  que  su  espada,  recibió  un  balazo  en  el 
pecho  y  cayó  muerto.  Don  Vicente  Cruz  se  formó  en  la  escuela  de  Carrera,  y 
fué  en  un  principio  su  compañero;  pero,  de  levantadas  ideas,  se  puso  en  breve 
á  favor  de  los  liberales. 

516. — Los  Altos  volvieron  a  agitarse  en  favor  de  su 
independencia  y  se  habló  de  tratados^  pero  no  llegaron  á 


—  133  — 

verificarse:  el  Gobierno  quería  que  se  reincorporasen  á 
Guatemala,  y  ellos  pedían  el  reconocimiento  de  su  abso- 
luta libertad. 

517.  —En  la  frontera  había  escaramuzas.  La  vuelta 
de  Carrera  era  el  tema  principal  que  agitaba  al  país.  Los 
liberales  la  rechazaban  con  energía;  los  monilistas  no  la 
querían;  los  conservadores  la  anhelaban,  y,  apoyados  por 
el  Gobierno,  pronto  verían  satisfechas  sus  aspiraciones. 

518. — El  general  don  Agustín  Guzmán,  sin  embargo, 
era  una  sombra  que  debía  desaparecer:  liberal  por  con- 
vicción, enemigo  de  Carrera  y  jefe  de  los  pueblos  altenses 
que  lo  proclamaban  su  Primer  Magistrado,  podía  opo- 
nerse á  la  entrada  del  Teniente  General.  Así  pues, 
engañarlo  era  lo  más  conveniente;  y  Paredes,  por  decreto 
de  5  de  mayo,  dejó  el  Gobierno  á  un  triunvirato  y  salió 
en  su  busca.  En  la  Antigua  se  reunieron,  y  el  día  8 
celebraron  un  tratado  por  el  cual  se  comprometía 
Guzmán  á  que  los  pueblos  que  estaban  bajo  su  mando 
quedaran  reincorporados  á  la  República  de  Guatemala, 
siempre  que  se  procurara  su  mejoramiento  en  todo 
sentido. 

519. — Pero  todo  era  una  farsa;  una  trama,  perfecta- 
mente urdida,  para  divagarlo,  para  hacerle  creer  que  se 
combatía  á  Carrera,  á  fin  de  que  no  procediera  por  sí  con 

las  fuerzas  de  su  mando.  y  aun  se  hizo  más.  E1  20  de  mayo 
Paredes  convocó  una  Junta,  en  la  que  figuraban  liberales,  molinistas  y 
conservadores:  tenía  por  objeto  discutir  la  línea  de  conducta  que  debería 
seguirse  respecto  al  Teniente  General,  quien  solicitaba  se  le  permitiera 
regresar  al  país;  solicitud  que  hacía  cuando  ya  estaba  en  su  seno,  al  frente 
de  una  partida  de  facciosos,  que,  como  siempre,  cometían  todo  género  de 
tropelías.  El  doctor  Molina,  tan  decaído  en  los  últimos  días,  se  expresó  en 
esa  reunión  con  aquel  calor,  con  aquella  energía  que  le  caracterizó  en  la 
época  en  que  se  puso  frente  á  frente  de  los  Capitanes  Generales;  Barrundia, 
autor  del  decreto  de  13  de  octubre,  sostuvo  sus  ideas,  y  Padilla,  casi  se  puso 
á  buena  altura;  pero  don  Luis  Batres,  mentor  de  los  conservadores,  hizo  la 
apología  del  Protector  de  Los  Altos,  y,  haciendo  prevalecer  su  opinión,  logró 
que  se  resolviera  tratar  con  él. 

520. —  Entonces,  conformándose   Paredes  con    tal   resolución    y    con    la 

orden  que  para  el  efecto  le  había  otorgado  la  Asamblea  Constituyente,  desde 

.  el  25  de  abril,  decretó:  que  quedaban  insubsistentes  los  artículos  iv  y  v  del 

decreto   legislativo  de  13  de  octubre  del   año    1848,   en  cuanto  se  refería   á 

Carrera,  diz  que  por  ser  contrarios  á  lo  que  disponía  la  Ley  Constitutiva  de 


—  134  — 

Garantías,  de  5  de  diciembre  de  1839,  y  nombró  á  don  Joaquín  Duran  y  al 
doctor  Zeceña,  para  que  tuvieran  una  entrevivsta  con  él. 

521. — No  podía  Carrera  exigfir  más  de  su  buena  estrella,  ni  los  conser- 
vadores anhelar  un  triunfo  más  completo.  Y  como  Paredes  no  era  más  que 
un  simple  instrumento  de  Batres,  y  sus  acciones  un  efecto  cuya  causa 
radicaba  en  las  ideas  de  éste,  el  día  3  de  agosto  expidió  un  decreto  por  el 
cual  nombraba  Comandante  General  de  las  Armas  de  la  República^  al 
Excmo.  señor  Teniente  General  don  Rafael  Carrera^  quien  quedaba  además 
autorizado  para  atender  á  la  pacificación  de  los  pueblos  conmovidos. 

522. — Todo  estaba  perdido  para  los  liberales,  y  como 
la  espada  de  Damocles,  la  de  Carrera  estaba  suspendida 
sobre  sus  cabezas:  el  revolucionario  del  37  no  perdonaba 
fácilmente  á  sus  enemigos,  y  con  su  furia  amenazaba  á 
los  que  le  habían  prohibido  la  entrada  al  teatro  de  sus 
hazañas.  Así  pues,  los  preclaros  corifeos  del  partido 
vencido,  don  José  Francisco  Barrundia  y  licenciado  don 
Lorenzo  Montúfar,  salieron  en  la  madrugada  del  4  con 
dirección  á  San  Salvador, 

523. — Ya  era  tiempo.  El  7  salió  Su  Excelencia  de  la 
Antigua  y  pernoctó  en  Mixco,  haciendo  su  entrada 
solemne  á  la  capital  al  día  siguiente.  A  las  diez  llegó  al 
Guarda  Viejo,  acompañado  ya  de  muchas  personas,  y  á 
poco  se  presentó  á  recibirlo  el  Presidente,  seguido  de 
todo  su  Ministerio.  Al  llegar  la  comitiva  á  la  puerta  del 
Gruarda,  el  Castillo  saludó  con  una  salva  de  cañonazos  y 
las  campanas  de  los  templos  se  echaron  á  vuelo.  El 
general  Carrera,  de  gran  uniforme,  traía  al  lado  derecho 
al  presidente  Paredes,  y  al  izquierdo  al  mariscal  de 
campo  don  Francisco  Cascaras,  Ministro  de  la  Guerra,  y 
uno  de  los  conservadores  más  recalcitrantes  que  ha 
tenido  Guatemala.  Seguía  el  Estado  Mayor  y  luego  el 
Ejército.  Después,  hubo  revista,  felicitaciones  y  todo 
género  de  festejos  en  su  honor,  tanto  más,  cuanto  venía, 
según  dicho  del  Alcalde  3?,  representante  de  la  Munici- 
palidad de  Guatemala,  en  aquel  acto,  á  servir  de  un  gran 
apoyo  al  Supremo  Gobierno  de  la  República. 


135  — 


LECCIÓN   DÉCIMA. 

Exaltación  de  los  liberales .— Proyecto  de  Guzmán.— Noche  del  13  al  14  de 
octubre  de  1849. —  Único  recurso  que  quedaba  á  los  liberales. —  Relaciones 
entre  Honduras  y  el  Salvador,  unidos,  y  Guatemala. — Movimiento  en  La  Brea. 
Don  Francisco  Dueñas  en  el  gobierno  del  Salvador. — Vasconcelos  nombra  4 
Saget  para  Jefe  del  Ejército  salvadoreño. —  Marcha  del  Presidente  del 
Estado  del  Salvador  á  Santa  Ana. —  Nota  que  desde  este  punto 
dirige  á  Carrera. — Previsión  é  indiferencia  de  éste. — Batalla  de 

La  Arada. 


524. — Pero  la  llegada  de  Carrera  al  país  no  determi- 
uó  el  afianzamiento  de  la  paz;  muy  al  contrario:  los 
liberales,  exaltados  por  tal  motivo,  resolvieron  luchar  en 
su  contra,  y,  apoyados  por  el  Gobierno  del  Salvador,  co- 
menzaron el  desarrollo  de  sus  planes. 

525. —El  general  don  Agustín  Guzmán,  jefe  á  quien 
^a  conocemos,  cuyo  ideal  era  el  restablecimiento  de  la 
República  de  Cen- 
tro-América y  el  del 
Istado  de  Los  Al- 
ítos,   procuró    regu- 
larizar á  los  insu- 
[rrectos  de  la  mon- 
[.taña,  y  de  acuerdo 
con    don   Doroteo 
Vasconcelos,  Presi- 
dente del  Salvador, 
con    Barrundia  y 
otros  liberales,  pro- 
yectó dar  un  ataque 
á  Carrera  en  la  ciu- 
dad de  Guatemala. 

526.  —  Guzmán 
era  hombre  de  ac- 
ción y  pronto  puso 
en  práctica  su  idea, 
contando    con   que  q^^^^  jy  agüstín  Guzmán 

en    Guatemala  le 

prestarían  ayuda  los  miembros  de  su  partido.     La  noche 
del  13  al  14  de  octubre  (1849),  fué  la  escogida,  y  se  lanzo 


~-  136  — 

á  la  lid.  Penetró  á  la  ciudad  por  el  Guarda  del  Golfo  y 
arrolló  á  las  primeras  tropas  que  le  hicieron  resistencia, 
obligándolas  á  que  se  replegaran  á  la  plaza;  mas,  la 
suerte,  que  parecía  sonreírle,  le  fué  adversa,  y  una  bala 
enemiga  le  quitó  la  vida,  con  lo  cual  quedó  desorganizada 
aquella  expedición  en  que  radicaban  tantas  y  tan  caras 
esperanzas. 

527. — Después  de  esa  intentona  frustrada,  no  quedaba  al  partido  liberal 
más  recurso,  que  esperar  lo  que  pudieran  con  el  tiempo  hacer  en  su  favor  los 
gobiernos  del  Salvador  y  Honduras,  que,  amigos  de  la  unión,  buscaban  la 
manera  de  destruir  al  gobierno  conservador  de  Guatemala,  sostenido  por 
Paredes  y  Carrera,  enemigos  de  ella. 

528.—  Entró  el  año  1850  y  durante  su  curso  las  rela- 
ciones entre  Honduras  y  el  Salvador,  unidos,  se  hicieron 
muy  tirantes  con  Guatemala.  Y  no  podía  ser  de  otra 
manera.  Don  Juan  Lindo,  Presidente  del  primero  de 
los  países  citados,  expidió  una  proclama  excitando  á  los 
pueblos  para  que  sostuvieran  la  nacionalidad  centro- 
americana, que  ya  había  proclamado  por  decreto  anterior, 
y  los  conservadores  guatemaltecos  se  conmovieron:  aquel 
hombre  había  sido  antes  un  partidario  suyo  y  se  les 
exhibía  combatiéndolos  cuando  menos  lo  esperaban. 

529. — Así  pues,  comenzaron  á  meditar  sus  planes  de 
ataque  y  de  defensa.  Un  movimiento  iniciado  en  La 
Brea  (Honduras),  por  el  general  don  José  Dolores  Nufio, 
fué  el  pretexto  necesario  para  comenzar  las  hostilidades, 
y  Carrera  publicó  una  proclama  invitando  á  los  salva- 
doreños á  revelarse  contra  Vasconcelos,  quien,  á  su  vez, 
el  4  de  diciembre,  por  otra,  ataca  violentamente  á  Carre- 
ra y  á  sus  partidarios,  y  llama  a  las  armas  á  todo  el 
Estado  para  combatir  al  enemigo. 

530. — En  efecto,  el  ejército  se  reunió  y  Vasconcelos  se  puso  á  su  frente, 
dejando  el  poder  al  licenciado  don  Francisco  Dueñas,  solapado  enemig-o  suyo, 
que  ambicionaba  gobernar  y  en  relaciones  con  los  conservadores  minaba  su 
autoridad. 

531.— Mas,  si  Vasconcelos  era  un  gran  patriota  no  era  militar,  y,  por 
consecuencia,  tenía  que  encomendar  la  dirección  de  la  campaña  á  otro:  nom- 
bró para  ello  al  general  Saget,  en  quien  tenía  plena  confianza. 


—  137  — 

532. — El  12  de  enero  de  1851  salió  de  San  Salvador 
para  Santa  Ana  el  Presidente  del  Estado.  Por  todas  las 
poblaciones  del  tránsito  recibió  felicitaciones  que  le 
atestiguaban  que  la  causa  que  defendía  era  noble  y  no 
servil.  Desde  Santa  Ana  dirigió  una  nota  al  Gobierno 
de  Guatemala;  pero  Paredes  la  vio  con  desprecio  y  no  la 
contestó:  la  guerra  era  pues  necesaria,  y  el  ejército  se 
puso  en  marcha. 

533.— Carrera,  que  tal  desenlace  tenía  ya  previsto, 
había  ocupado  de  antemano  el  trapiche  de  La  Arada, 
en  territorio  guatemalteco,  y  fortificádose  allí,  así  como 
en  la  cuesta  de  San  José,  lugares  que  desde  hacía 
mucho  tiempo  se  consideraban  como  inexpugnables. 
Por  tal  razón,  cuando,  el  31  de  enero,  Vasconcelos  le 
dirigió  una  nota  desde  Ipala,  en  la  que  le  hacía  referen- 
cia á  la  mediación  del  Cónsul  General  de  Francia,  y  le 
participaba  que  si  en  el  término  de  24  horas  no  se  reci- 
bía respuesta  comenzarían  las  hostilidades,  miró  todo 
con  el  más  profundo  desdén  y  esperó  con  impaciencia 
el  ataque,  pues  sabía  sería  desastroso  para  sus  adversa- 
rios, en  tanto  que  á  él  le  daría  un  triunfo  completo. 

534.— -El  general  Saget  jugaba  con  la  vida  de  los 
soldados  y  con  los  destinos  del  partido  liberal ;  era  el 
arbitro  de  su  suerte  y  mucho  bueno  hubiera  podido 
hacer  en  su  favor,  revistiendo  todos  sus  actos  de  sagaci- 
dad y  prudencia.  Al  tender  sus  sombras  la  noche  del  1? 
de  febrero,  ordenó  que  las  fuerzas  unidas  del  Salvador  y 
Honduras  rodearan  las  posiciones  del  teniente  general 
Carrera.  A  la  mañana  siguiente,  el  general  Cabanas, 
obedeciendo  sus  mandatos,  hizo  la  ascención  y  llegó 
hasta  á  tomar  una  trinchera,  pero  fué  desalojado  en  bre- 
ve, con  ^ran  pérdida  de  gente  y  sin  recibir  ningún  auxilio, 
pues  Saget,  en  vez  de  dárselo,  dispuso  la  retirada,  que  se 
convirtió  en  la  más  triste  derrota. 


—  138 


LECCIÓN    UNDÉCIMA. 

Transcendencia  de  la  batalla  de  "La  Arada." — Festejos  de  los  conservadores. 

Decreto  de  Paredes.  —  Situación  de  Vasconcelos.  —  Su  sucesor.  —  Cánnbiase 

ta  bandera  de  Guatemala. —  Don  Manuel    Francisco   Pavón  en  el    Ministerio. 

Concordato. —  Muerte    de    don    Alejandro    Marure. —  Proyectan    los 

conservadores    llevar   de    nuevo   á   Carrera  al    poder.  —  Asamblea 

Constituyente.  —  Acta  constitutiva. —  Carrera  en   la   Presidencia. 

Decreto  del  10  de  noviembre  de  1851. —  La  paz  en  el  país. 


535.— El  triunfo  de  ''La  Arada"  fué  el  golpe  de 
gracia  dado  por  los  conservadores  á  los  liberales;  fué  la 
palanca  poderosa  que  había  de  sostenerlos  en  el  poder 
por  espacio  de  muchos  años,  en  el  statu  quo  que  habían 
anhelado  eternamente;  fué,  en  una  palabra,  la  muerte  de 
la  nacionalidad  centro-americana. 

536. — Los  conservadores,  por  tales  razones,  lo  festejaron  grandemente 
y  contaron  el  2  de  febrero  de  1851  como  fecha  dig-na  de  remembranza.  Asi- 
mismo, el  Presidente  Paredes  dio  un  decreto  el  8  de  febrero,  por  el  cual 
mandaba  extender  el  título  de  Capitán  General  del  Ejército  á  Carrera,  y 
ordenaba,  además,  que  para  premiar  el  valor  de  los  jefes  y  oficiales  que 
habían  concurrido  á  la  acción  de  '*La  Arada"  y  *'San  José,"  se  batiera 
una  medalla  de  oro  con  la  sig-uiente  inscripción:  en  el  anverso:  A  los  vence- 
dores de  ^'La  Arada""  y  ^^San  José^'  el  2  de  febrero  de  i8¿i;  y  en  el  reverso: 
La  Patria  reconocida;  siendo  de  advertirse  que  la  que  debía  darse  á  Carrera 
le  sería  entregfada,  en  acto  solemne,  por  el  Presidente  en  persona. 

537. — Entre  tanto,  Vasconcelos  se  hallaba  abatido,  y  Dueñas,  su  rival 
más  interesado  en  su  caída,  g-estionó  para  que  se  le  acusara  ante  las  Cámaras 
Leg-islativas,  por  haber  hecho  la  güera  sin  su  autorización.  En  efecto,  la 
Cámara  de  Diputados  formuló  la  acusación  y  el  Senado  la  acogfió.  Decla- 
rado que  había  lugar  á  formación  de  causa,  se  encargó  del  poder  el  vice- 
presidente, don  Félix  Quirós,  el  V^  de  marzo,  y  el  4,  por  una  nota,  pidió  al 
Gobierno  de  Guatemala  que  enviara  comisionados  pora  ajustar  la  paz. 

538.-  Un  hecho  de  poca  apariencia,  pero  sí  muy  im- 
portante por  la  idea  que  encierra,  vino  á  hacer  más 
notorio  el  fraccionamiento  de  Centro-América.  Por 
decreto  del  14  de  marzo  se  dispuso  cambiar  la  bandera 
de  Guatemala,  que  hasta  entonces  había  sido  la  que 
enarboló  el  Gobierno  Federal.  Sus  colores,  para  lo 
sucesivo,  serían:  azul,  blanco,  amarillo  y  encarnado,  con 
lo  cual  se  concillaban  los  que  adoptó  la  patria  al  inde- 
pendizarse con  los  que  le  impusiera  el  régimen  colonial. 


—  139  - 

539. — Entró  por  entonces  al  ministerio  de  Relaciones  don  Manuel  Pran- 
ciaco  Pavón,  y  uno  de  sus  primeros  actos  fué  procurar  el  regreso  de  los  PP. 
Jesuítas,  por  cuyo  medio,  fanatizando  las  masas  ignorantes,  pensaba  afirmar 
el  poder  de  su  partido,  en  cuyo  favor  trabajaba  sin  descanso.  Al  efecto,  hizo 
que  Paredes  nombrara  un  Encargado  de  Negocios  cerca  del  Papa,  con  am- 
plias facultades  para  que  gestionara  un  Concordato.      (XXI) . 

540. — El  día  23  del  mes  de  junio  falleció  don  Alejandro  Marure,  autor 
de  la  obra  intitulada:  Dosqurjo  Histórico  de  las  Revoluciones  de  Centro- 
América.  Fué  el  feeñor  Marure  un  hombre  de  notable  ilustración:  orador 
distinguido,  profundo  conocedor  de  la  lengua  é  historiador  fidelísimo. — Su 
nombre  constituye  un  verdadero  blasón  para  Guatemala  y  todo  Centro- Amé- 
rica.     (XXII). 

541. —Ahora  bien,  estando  Paredes  en  el  mando  los 
conserv^adores  no  se  conceptuaban  suficientemente  segu- 
ros, y  anhelantes  del  sostén  de  la  triunfadora  espada  de 
Carrera  proyectaron  llevarlo  de  nuevo  al  poder,  del  cual 
lo  había  arrojado  la  revolución  del  48.  Mas,  para  lo- 
gizarlo, era  preciso  que  fueran  muy  cautelosos  y  obraran 
con  suma  cordura,  pues,  de  otro  modo.  Paredes,  hasta 
entonces  blando,  podría  tomarse  en  duro  enemigo.  Por 
tal,  para  salvar  la  situación,  se  nombró  una  Asamblea 
Constituyente,  que  se  instaló  el  16  de  agosto:  sus  miem- 
bros estaban  perfectamente  instruidos  y  procedieron  de 
acuerdo  con  la  consigna  que  habían  recibido.     • 

542. — Lo  primero  que  hicieron  fué  crear  una  ley  que 
les  sirviera  de  apoyo,  y  la  publicaron  el  19  de  octubre  de 
1851,  bajo  el  nombre  de  Acta  constitutiva.  Este  Códi- 
go encierra  algunos  principios  bastante  buenos,  cuales 
son  los  de  garantías;  pero,  en  lo  general,  adolece  de  las 
torcidas  miras  que  engendraron  el  plan  que  iba  á  soste- 
ner. En  seguida,  como  tenía  que  ser,  se  eligió  Presidente 
al  capitán  general  don  Rafael  Carrera,  quien  el  22 
tomó  posesión,  dejando  á  Paredes  sin  empleo. 

543.— El  10  de  noviembre  del  51  dio  Carrera  un 
acuerdo,  por  el  cual  se  concedía  la  libertad  á  los  prisio- 
neros hechos  en  ''La  Arada,"  que  estaban  encerrados  en 
el  castillo  de  San  José;  lo  cual  hizo  que  se  tranquilizaran 
muchas  familias  y  los  ánimos  se  predispusieran  para 
celebrar  un  tratado  de  paz  con  el  Salvador,  según  ya  lo 
había  pedido  el  Grobierno  de  esa  nación. 


—  140  — 

544. — Al  finalizar  el  año,  la  paz  casi  estaba  restablecida  en  el  país; 
pues  aunque  quedaban  en  la  montaña  alg-unas  facciones,  en  lo  general  había 
tenido  lugar  una  fusión  entre  los  partidos,  porque  los  liberales  que  no  dejaron 
el  territorio  el  año  49,  ó  que  ya  habían  regresado  á  su  seno,  comprendiendo 
que  les  era  imposible  oponerse  al  poder  de  Carrera,  se  sujetaron  á  él  y  aún 
le  prestaron  grandes  servicios  en  su  gobierno,  procurando  por  la  realización 
de  ciertas  obras  de  utilidad  y  mérito  que  de  otro  modo  no  se  hubieran  veri- 
ficado. 


LECCIÓN  DUODÉCIMA. 

Elecciones  para  Diputados. — Condiciones  para  ser  elector. — División  del  país 

para   las   elecciones. —  La   ley  sobre   Instrucción   pública  llamada  Ley  Pavón. 

Dificultades  con   México. —  Notable  tennblor  — Nueva  guerra.  —  Toma 

Cabanas  á  Chiquimula. —  La  recobra  Cerna. —  Carrera  continúa  la 

guerra. —  Realiza  una  gloriosa  jornada. —  Fin  de  la  guerra. 


545.— Corrieron  sin  ningún  acontecimiento  notable 
los  primeros  meses  del  año  52,  hasta  el  de  julio^  en  que, 
según  las  disposiciones  del  Acta  Constitutiva,  se  verifi- 
caron las  elecciones  de  diputados  á  la  Cámara  de  Repre- 
sentantes, que  debería  instalarse  en  noviembre.  En 
virtud  de  la  ley  citada  eran  electores,  solamente,  los 
ciudadanos  de  más  de  25  años  ó  casados  mayores  de  2X, 
que  supiesen  leer  y  escribir  ó  que  tuvieran  en  propiedad, 
por  lo  menos,  mil  pesos;  lo  cual  hacía  que  el  número  de 
personas  capaces  de  ejercer  tan  noble  derecho  se  reduje- 
se á  una  minoría  notable  por  su  escasez,  dada  la  instruc- 
ción tan  poco  extendida  y  la  pequenez  de  los  capitales 
entonces  existentes, 

546. — Para  las  elecciones  el  país  se  dividía  en  estamentos,  que  eran:  la 
ig-lesia,  la  magistratura  y  el  foro,  la  universidad,  el  comercio,  la  agricultura 
y  las  artes;  por  lo  cual  nombraban  dos  diputades  por  cada  corporación:  el 
Cabildo  Eclesiástico,  presidido  por  el  Arzobispo;  el  Colegio  de  Abogados,  la 
Junta  de  Gobierno  del  Consulado  de  Comercio;  el  Claustro  de  los  Doctores, 
unido  á  la  Facultad  de  Medicina,  y  la  Sociedad  Económica.  El  escrutinio, 
estaban  encargados  de  hacerlo  el  cura  de  la  cabecera  departamental  respec- 
tiva, y  cuatro  individuos  designados  por  suerte  entre  8  de  los  principales 
propietarios.  Es  bueno  recordar  que  del  seno  de  las  corporaciones  citadas 
salieron  siempre  los  pocos  diputados  de  la  oposición. 

547. — El  16  de  septiembre  (1852)  se  expidió  un  decreto  referente  á  ins- 
trucción pública,  y  conviene  que  lo  examinemos,  pues  da  una  idea  clara  del 
estado  que  guardaba  en  aquellos  tiempos  tan  importante  ramo.  Esa  ley  se 
debió  á  don  Manuel  Francisco  Pavón,  y  parece  mentira  que  un  hombre  como 
él  haya  engendrado  los  despropósitos  que  contiene  y  que  sólo  se  explican  como 


—  141  — 

el  resultado  de  una  intensa  obcecación  tendente  á  dominarlo  todo  por  medio 
del  obscurantismo.  Dispone  que  en  las  poblaciones  haya  por  lo  menos  dos 
escuelas  de  primeras  letras,  una  para  niños  y  otra  para  niñas,  siendo  su 
programa  el  sig-uiente:  cartilla,  catón  cristiano,  moral  y  urbanidad;  doctrina 
cristiana  por  el  catecismo  del  P.  Ripalda,  escritura  y  las  cuatro  primeras 
operaciones  de  aritmética. — La  inspección  de  los  planteles  estaba  encomenda- 
da á  una  comisión  compuesta  del  cura,  de  un  miembro  de  la  municipalidad  y 
y  de  uno  de  los  principales  vecinos,  quienes  debían  asimismo  designar  á  los 
maestros. — En  cuanto  á  los  premios  que  se  otorgarían  á  los  alumnos  distin- 
guidos, se  dispuso:  que,  "Los  niños  que  manifiesten  capacidad,  aplicación 
y  aprovechamiento,  y  tengan  buen  porte,  podrán  ser  empleados  por  el  párroco 
en  el  servicio  de  la  iglesia,  en  clase  de  acólitos  ó  cantores.  Con  tal  objpto, 
después  de  las  horas  de  escuela,  pasarán  á  la  casa  parroquial  á  recibir  las 
lecciones  convenientes,  estando  en  todo  sujetos  al  padre  cura."     (Sic.) 

548. — Durante  el  mes  de  enero  del  año  siguiente  (1853)  se  suscitaron 
algunas  dificultades  con  la  vecina  República  mexicana,  por  cuestión  de  lími- 
tes, pero  pronto  se  llegó  á  un  avenimiento,  y  las  cosas  no  pasaron  á  mayores. 
— El  día  9  de  febrero  á  las  2  y  50  a.  m.,  un  fenómeno  séismico  provocó  la 
alarma  en  toda  la  capital,  pues  se  sintió  tan  fuerte  temblor,  que  la  esquila  de 
lia  Catedral  dio  varias  vueltas  y  sonaron  solas  las  campanas  de  varios  templos. 

549.— Las  cuestiones  con  las  Repúblicas  vecinas  no 
se  habían  extinguido  por  completo  y  una  nueva  guerra 
con  Honduras  amenazaba.  En  ese  país  había  subido  al 
poder  el  general  don  Trinidad  Cabanas,  unionista  deci- 
dido, y  Carrera  sufrió  con  tal  suceso  un  gran  disgusto; 
pues  no  quería  que  tan  importante  caudillo  se  encontra  • 
ra  en  posición  ventajosa  para  proporcionarse  elementos 
y  realizar  la  idea  que  siempre  había  perseguido. 

550. — Por  tal  razón,  comenzó  á  hostilizarlo,  y  algu- 
nas veces,  con  el  pretexto  de  perseguir  insurrectos,  hizo 
incursiones  en  territorio  de  Honduras,  cometiendo  en 
los  pueblos  por  donde  pasaba  incalificables  abusos.  Co- 
mo era  natural,  Cabanas  reclamó  con  energía,  y  Carrera, 
para  salvar  las  apariencias,  convino  en  que  se  celebraran 
unos  tratados.  En  efecto,  se  reunieron  los  comisionados 
por  ambos  países  y  en  Esquipulas  se  firmaron  unos  el  19 
de  abril  de  1853.  Carrera,  desde  luego  les  dio  su  aproba- 
ción; pero  Cabanas,  ofuscado,  sin  considerar  las  fatales 
consecuencias  que  podrían  sobrevenirle,  dada  la  superio- 
ridad de  su  adversario,  los  rechazó,  juzgándolos  deni- 
grantes para  el  país  que  gobernaba;  se  alistó  para  la 
guerra,  se  puso  al  frente  de  su  ejército  y  á  fines  del  mes 


—  142  — 

de  junio  invadió  el  territorio  guatemalteco,  ocupando  el 
2  de  Julio  la  ciudad  de  Chiquimula  y  una  parte  de  la  villa 
de  Zacapa. 

551. — Pero  el  general  don  Vicente  Cerna,  en  unión 
del  coronel  Navas,  reunió  varias  fuerzas  que  tenía  en 
distintos  lugares  y  atacó  á  los  invasores  el  día  6.  La 
lucha  fué  reñida,  y  después  de  dos  horas  y  media  de 
combate,  quedaron  completamente  derrotadas  las  fuerzas 
de.  Cabanas,  quien,  con  tal  fracaso,  comprendió  la  impo- 
sibilidad de  llevar  á  cabo  sus  propósitos. 

552. — Carrera,  triunfante  ó  indignado  contra  Caba- 
nas, á  quien  estaba  decidido  a  derrocar,  siguió  la  guerra 
y  emprendió,  realizándola  con  buen  éxito,  una  de  las 
jornadas  más  gloriosas  hechas  por  las  tropas  guatemal- 
tecas. Al  frente  de  más  de  1,000  hombres,  llevando 
hábiles  oficiales,  entre  los  cuales  es  digno  de  ser  recorda- 
do el  coronel  don  José  Víctor  Zavala,  notable  por  su 
instrucción  y  su  valor,  se  dirigió  al  puerto  hondureno  de 
Omoa,  con  el  objeto  de  tomar  el  Castillo,  fortificación 
bien  acabada  y  con  muchas  condiciones  para  ser  inex- 
pugnable. Se  embarcó  con  su  gente  en  Izabal,  y  cuando 
ya  estaba  cerca  de  la  fortaleza,  escasamente  defendida 
por  100  hombres,  destacó  sobre  ella  300  al  mando  de 
Zavala,  que  ya  tomaba  posiciones  para  efectuar  el  asalto, 
cuando  se  presentó  Carrera  y  logró  que  sin  efusión  de 
sangre  se  rindiesen.     (24  de  agosto  de  1853). 

553. — Las  tropas  guatemaltecas  permanecieron  en 
Omoa  algunos  días,  con  el  objeto  de  descansar  de  las 
muchas  fatigas  que  habían  pasado,  y  en  seguida,  regre- 
saron trayendo  consigo,  como  trofeos  de  su  victoria,  algu- 
nas de  las  más  grandes  piezas  de  artillería  del  Castillo, 
las  cuales  fueron  transladadas  en  pequeñas  embarcaciones 
por  el  río  Motagua. 

554. — Con  este  suceso  se  puede  considerar  terminada 
esa  malhadada  guerra. 


143 


LECCIÓN    OÉCIMATERCERA. 

Tranquilidad    pública.— El  clero.— Breve  del    papa  Pío    IX.— Ruina  de   San 

Salvador. — Muerte  de  don  Juan  Antonio  Martínez. —  Escasez  de  granos. 

Labor   del    partido   conservador. —  Actas    de    los    Departamentos 

proclamando   á   Carrera    Presidente    perpetuo.— Acuerdo    del 

Consejo. — Sobra  de  trámites. —  Importante  circular. 

555. — Carrera,  había  pues  afianzado  su  poder  y  la  paz 
quedó  establecida  en  todo  el  país,  que  á  principios  del 
año  54  gozaba  de  la  mayor  tranquilidad;  pues,  de  los 
insurrectos  de  la  montaña,  sólo  quedaban  algunos  que, 
sin  plan  político,  se  ocupaban  de  saltear  los  caminos. 

556.      1.  ;u,    naturalmente,    estaba  en    auj^e,    y  g-ozaba  de  todas  las 

^rerrog-ativas  que  le  daba  el  Concordato  celebrado  con  el  Papa  Pío  IX,  cuyas 

[aciones  con  Carrera  eran  tan  íntimas,  que,  por  Breve  de  fecha  20  de  diciem- 

►re  de  1853,  le  condecoró  con    la  Gran   Cruz   de  la   Orden   de   San   Greg-orio 

[aguo,   en   la   clase  militar,    como    premio   á   sus  cuidados  y    empeños    por 

iservar  y  hacer  prosperar  la  religión  católica.     Por  el  mismo  Breve  el  Papa 

mdera   las  cualidades  de  Carrera   y  le   absuelve,  de  una  sola  plumada,  de 

lalquier  {>ena  de  excomunión,  entredicho   ú   otra   censura  á  que,  por  alguna 

circunstancia,  se  hubiere  hecho  acreedor. 

557. — El  día  23  de  abril  se  supo  en  Guatemala  la 
ruina  de  San  Salvador,  ocasionada  por  un  terremoto 
acaecido  la  noche  del  16  al  17  del  propio  mes;  y  el  Pre- 
sidente, inmediatamente,  acordó  que  se  mandasen  á  la 
vecina  Repiiblica  $5,000  cinco  mil  pesos,  de  los  fondos  del 
Estado,  para  alivio  de  las  víctimas,  y  que,  en  todo  el  país, 
se  organizaran  juntas  colectoras,  á  ñn  de  seguir  propor- 
cionando recursos  por  medio  de  donaciones  voluntarias. 
Pronto  se  hicieron  remisiones,  siendo  encargado  de 
conducir  la  primera  el  coronel  Zavala.  En  esta  vez, 
dieron  Carrera  y  el  pueblo  prueba  de  generosidad,  pues, 
olvidando  rencores  y  no  lejanos  agravios,  vieron  en  los 
que  días  antes  habían  combatido  con  fiereza  en  los  cam- 
pos de  batalla,  hermanos  desvalidos,  presas  de  la  desgra- 
cia, y  acudieron  presurosos  en  su  auxilio. 

558.— Don  Juan  Antonio  Martínez,  uno  de  los  más  ricos  capitalistas  del 
país  y  persona  á  quien  ya  conocemos,  por  el  imp)ortante  papel  que  representó 
como  Presidente,  durante  la  ausencia  de  Carrera  el  año  48,  cuando  los  libera- 
les triunfaxites  hicieron  á  éste  retirarse  á  México,  falleció  el  domingo  30  de  abril.' 


—  144  — 

559. — En  el  siguiente  mes  se  hizo  sentir  en  el  país  una  gran  escasez  de 
granos,  á  causa  de  las  malas  cosechas,  hasta  el  grado  de  que  fué  preciso 
introducirlos  del  extranjero  en  crecida  cantidad,  por  cuyo  motivo  el  Gobierno 
los  declaró  libres  de  derechos,  así  como  á  las  harinas,  y  dio  algunas  disposi- 
ciones encaminadas  á  evitar  los  monopolios. 

560.— La  labor  del  partido  conservador,  constante  en 
ell»,  iba  á  tocar  á  su  fin:  el  2  de  junio,  en  sesión  extra- 
ordinaria del  Consejo  de  Estado,  el  Ministro  de  Grober- 
nación  dijo  á  los  concurrentes:  que  había  recibido  de 
todos  los  departamentos  actas  firmadas  por  los  corre- 
gidores, individuos  de  los  Ayuntamientos,  párrocos,  etc., 
aclamando  al  Excmo.  señor  general  Carrera,  Presidente 
perpetuo  y  proponiendo  algunas  reformas  al  Acta  Cons- 
titutiva; y  que,  como  además  en  ellas  se  pedía  que  el 
Consejo  las  tuviera  en  cuenta  y  resolviera  lo  que  creyera 
conveniente,  juzgaba  oportuno  que,  de  acuerdo  con  la 
ley,  antes  se  tomara  la  opinión  de  las  autoridades  princi- 
pales. Al  efecto,  se  dispuso,  que  por  el  Ministerio  se 
dirigiera  un  oficio  relativo  á  todas  las  corporaciones  que 
en  su  representación  podían  nombrar  diputados  á  la 
Cámara. 

561. — Tales  trámites,  en  realidad  sobraban;  pues,  los  resultados  podían 
determinarse  de  antemano:  compuestas  todas  las  autoridades  por  miembros 
del  partido  conservador,  harían  todo  aquello  que  contribuyera  á  la  realiza- 
ción de  sus  planes,  y,  por  consecuencia,  era  seguro  su  asentimiento  á  los 
hechos  realizados  por  los  departamentos,  que,  al  obrar,  no  hicieron  otra  cosa 
que  obedecer  á  órdenes  superiores  y  á  la  voluntad  de  sus  mandatarios.  No  de 
otra  manera  puede  explicarse  que  el  de  Quezaltenango  haya  sido  el  primero 
en  proponer  la  perpetuidad  de  Carrera  en  el  poder,  cuando  era  el  que  de  él 
tenía  más  tristes  recuerdos. 

562. — Por  estos  días  expidió  el  Gobierno  una  circu- 
lar, notable  por  la  idea  que  encierra  de  moralizar,  en 
cierto  modo,  las  masas,  y  matar  en  la  sociedad  algunos 
de  los  inveterados  vicios  de  que  aun  adolece:  por  ella  se 
prevenía  á  los  Corregidores  de  los  Departamentos,  que 
persiguieran  con  empeño  á  todos  los  que,  contraviniendo 
la  ley,  se  entregaran  á  los  juegos  de  azar,  causa  de  la 
ruina  de  muchas  personas  y  de  corrupción  general ;  y  se 
les  advertía,  que  no  hicieran  distinción  de  individuos, 
porque  mientras  más  encumbrada  fuese  su  categoría  más 
perjudicial  era  la  falta. 


hicií 

1 


—  145  — 


LECCIÓN  DECIMACUARTA. 

Manifiesto    de    Carrera.  —  Adulaciones    de    los    conservadores.  —  El    niño 

Francisco  Carrera  es  hecho  Capitán. — Santa  Anna,  presidente  de  México, 

condecora   á    Carrera. —  Convenio    con    Francia. —  Muerte    de    los 

notables   liberales  doctor   Pedro  Molina  y  don   José    Francisco 

Barrundia. —  Declaración    de    la    perpetuidad    de   Carrera. 

Fiestas    hechas   con   tal    motivo. —  La  Cánnara   de 

Representantes. 


1 


563.— Con  motivo  de  la  proclamación  que  en  su  favor 
icieron  los  departamentos,  Carrera  expidió  un  manifies- 
to, por  el  cual,  al  par  de  exprepar  su  conducta,  los  móviles 
que  la  habían  guiado  y  los  resultados  que  había  obtenido, 
llamaba  la  atención  a  las  autoridades  acerca  del  paso  que 
pretendían  dar,  haciéndoles  saber,  que  no  quería,  aunque 
siempre  estaba  dispuesto  á  servir  al  país,  que  por  su  causa 
se  alterase  el  orden,  la  unión  y  la  concordia  establecidos. 

Pero  no  renunció  á  la  distinción  que  sus  secuaces  querían  otorg-arle:  su 
anhelo  era  el  poder,  en  él  estaba  y  no  había  de  dejarlo  hasta  su  muerte; 
pues,  de  los  p)OCos  liberales  que  quedaban  y  hubieran  podido  luchar  en  su 
contra,  unos  estaban  fuera,  y  otros  sufrían  entre  las  paredes  de  las  mazmorras 
del  Castillo;  nadie,  pues,  se  atrevería  á  disputárselo:  el  espíritu  del  pueblo 
estaba  abatido  y  los  conservadores  no  hacían  otra  cosa  que  adularlo,  prodi- 
g^ando  á  é!  y  á  su  familia  todo  g-énero  de  distinciones,  semejantes  á  las  que  se 
hacen  á  los  reyes  de  la  vieja  Europa. 

564. — Prueba  incontestable  de  este  aserto  es  el  acuerdo  del  Gobierno 
(19  de  junio  de  1854) ,  por  el  cual,  á  propuesta  del  Ministro  de  la  Guerra,  se 
nombró  Capitán  de  Infantería  al  niño  Francisco  Carrera,  hijo  mayor  del 
Presidente,  y  que  apenas  contaba  12  años  de  edad. 

565. — Por  este  tiempo,  el  Presidente  de  México,  Santa  Anna,  célebre 
por  sus  indignidades,  y  recalcitrante  conservador,  concedió  á  Carrera  la  con- 
decoración de  Caballero  Comendador  de  la  Nacional  y  Disting-uida  Orden 
Mexicana  de  Guadalupe;  Orden  creada  por  Iturbide  y  que  Santa  Anna  hizo 
renacer,  para  premiar  á  todos  los  menguados  que  consintieron  en  darle  el 
título  de  "Alteza  Serenísima. " 

566. — El  día  25  de  agosto  aprobó  el  Presidente  Carrera  el  convenio  cele- 
brado el  26  de  junio,  entre  el  Enviado  Extraordinario  de  la  República, 
mariscal  Andrés  Santa  Cruz,  y  el  Ministro  de  Negocios  Exteriores  de  Francia, 
Drouj'n  de  Lhuys,  relativo  á  las  reclamaciones  hechas  por  algunos  ciudadanos 
franceses,  que  se  decían  perjudicados  en  sus  intereses  por  causa  de  las 
guerras  civiles  acaecidas  hasta  la  fecha  del  contrato,  por  el  cual  Guatemala 
se  obligaba  á  pagar  $5,000.00  cinco  mil  pesos,  como  indemnizaciones. 

567.— Un  triste  suceso  conmovía  algunos  días  des- 
pués á  la  Capital,  y  aunque  no  se  hicieron  grandes 
manifestaciones  de  duelo,  muchas  almas  fueron  embar- 

10 


146  — 


gadas  por  sincero  pesar:  á  las  10  p.  m.  del  día  21  de 
septiembre  (1854),  falleció  el  doctor  don  Pedro  Molina, 
y  poco  más  ó  menos  á  la  misma  hora,  por  una  notable 

coincidencia,  se  supo 
en  O-uatemala  la 
muerte  de  don  José 
Francisco  Barrun- 
dia,  acaecida  en  New 
York  el  4  del  mes 
anterior.  Pérdidas 
más  sensibles  no  po- 
día lamentar  la  Re- 
pública: eran  Molina 
y  Barrundia  dos  per- 
sonificaciones de  la 
libertad;  ciegos  ado- 
radores de  ella,  lu- 
charon por  la  inde- 
pendencia del  país, 
procuraron  en  segui- 
da su  emancipación 
de  la  tutela  del  lla- 
mado Imperio  de 
Iturbide,  y  después, 
ya  en  el  estadio  de  la 
prensa,  ya  en  la  tribuna,  ya  en  el  poder,  trabajaron  siem- 
pre por  su  progreso  y  perfecjcionamiento.  Si  las  ideas 
políticas  llegaron  á  separarlos,  sus  nombres  los  enlaza  la 
Historia  y  los  muestra  como  ejemplos  de  civismo,  de 
lealtad  y  de  grandeza;  pues,  como  corifeos  del  partido 
libera],  fueron  ínclitos  paladines  de  la  justicia  y  del  de- 
recho, y  no  hay  sombra  que  amengüe  el  esplendoroso 
brillo  de  su  gloria. 

568.— La  cuestión  de  la  decantada  perpetuidad,  que 
estaba  aún  sobre  el  tapete  de  la  discusión,  iba  á  tocar  á 
su  fin.  El  día  21  de  octubre  (1854),  por  iniciativa  del 
Consejo,  se  reunió  una  Junta  General  de  autoridades, 
funcionarios  públicos,  prelados,  jefes  militares  y  diputa- 


Dk.  D.  Pedro  Molina 


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^^^-^^^-^--tl 


1^^^^ 


-  148  — 

dos  de  las  corporaciones,  que  debían  terminarla.  La 
sesión  se  abrió  con  un  discurso  alusivo  al  acto,  y  á  con- 
tinuación el  Ministro  presidente  del  Consejo,  manifestó: 
"que  la  reunión  de  tan  respetables  funcionarios  tenía 
por  objeto  aclamar,  como  se  había  hecho  en  los  depar- 
tamentos. Jefe  Süpeemo  y  perpetuo  de  la  Nación,  al 
Presidente  Excelentísimo  señor  capitán  general  don 
Rafael  Carrera;"  y  la  Junta,  de  conformidad,  hizo  cons- 
tar en  su  acta  respectiva:  Que  la  Junta  General  de 
autoridades  superiores  y  funcionarios  públicos^  reunida  en 
este  dia^  ha  reconocido  que  la  suprema  autoridad  que  reside 
en  la  persona  de  Su  Excelencia  el  General  Carrera^  por 
favor  de  la  Divina  Providencia  y  voluntad  de  la  Nación^ 
no  debe  te^ier  limitación  de  tiempo^  aclamándose  en  conse- 
cuencia su  perpetuidad^  y  que  debe  modificarse  el  Acta 
Constitutiva^  por  este  suceso.  Que  al  expresar  este  unánime 
sentimiento^  todos  los  concurrentes  esperan  que  el  Todopo- 
deroso continuará  su  protección  á  Guatemala^  y  dará  á  Su 
Excelencia  la  fuerza  necesaria  para  llenar  los  deberes  que  le 
están  encomendados^  y  el  acierto  y  prudencia  necesarios 
para  gobernar  la  República  con  bondad  y  justicia. 

569. — Al  firmarse  tal  documento,  en  señal  de  regocijo,  se  echaron  las 
campanas  á  vuelo,  se  hicieron  salvas  de  artillería  y  se  dispararon  cohetes: 
el  conservatismo  había  triunfado.  En  seguida,  todos  los  funcionarios  se  diri- 
gieron á  la  casa  de  Carrera,  para  felicitarlo;  el  Arzobispo  le  hizo  entrega  del 
Acta  continente  de  su  elección,  y  pasaron  después  á  la  Catedral  donde  se 
cantó  un  solemne  Te  Deiim. 

570. — El  25  de  noviembre  se  inauguró  la  Cámara  de  Representantes,  y 
por  acta  del  15  de  diciembre,  adhiriéndose  á  la  opinión  general^  aclamó  á 
Carrera  Presidente  vitalicio. 


149 


LECCIÓN    DECIMAQUINTA. 

Poder  de  Carrera.  —  El  abate   Brasseur  de    Bourbourg.  —  Reformas  al  Acta 

Constitutiva. —  Muerte  de  Pavón. — Sucesos  de  Honduras. — La  invasión  t/an^ee 

en    Nicaragua.  —  Actitud   de   Guatemala.  —  Causas  de   la  crítica  situación   de 

Nicaragua.  —  Lf^gitimistas    y   Demócratas.  —  Indigna   conducta    de    éstos. 

Waiker.  —  Sus  campañas.  —  Don  Patricio  Rivas  en  la    Presidencia. 

Aspiraciones   de   Waiker. —  Intervención   de   las    Repúblicas 

hermanas. 


571.— Después  de  los  sucesos  relatados  el  poder  de 
Carrera  fué  omnímodo,  y  su  voluntad,  reflejo  del  deseo 
de  sus  mentores,  era  la  suprema  ley.— Bajo  tales  circuns- 
Lncias  entró  el  año  1855. 

572. — En  los  primeros  días  de  febrero  llegó  á  Guatemala  el  abate 
Brasseur  de  Bourbourg",  persona  que  ya  se  había  ocupado  entonces  en  la 
hibtoria  de  nuestros  aboríg-enes  y  que  venía  con  el  objeto  de  hacer  alg-unas 
investigaciones  á  ellos  relativas.  En  efecto,  á  poco  se  transladó  al  Rabinal  y 
allí  pasó  algún  tiempo,  publicando  después  sus  trabajos,  que  encierran  da- 
tos de  positiva  importancia,  aunque  el  conjunto,  en  su  generalidad,  adolece 
de  falsedades,  hijas  de  la  imaginación  calenturienta  del  Abate,  muy  dado  á 
fantasearlo  todo  y  á  dejarse  llevar  de  su  primera  impresión  y  de  un  plan 
preconcebido,  sin  hacer  un  minucioso  examen  de  los  sucesos,  con  objeto  de 
evitar  las  confusiones  lamentables  que  le  condujeron  á  grandes  errores. 

573. — El  4  de  abril  se  dio  un  decreto  importante  para 
Carrera  y  su  partido:  era  el  de  reformas  al  Acta  Consti- 
tutiva, pedidas  por  los  Ayuntamientos  y  autoridades 
principales  en  sus  actas  relativas  á  la  perpetuidad.  Mo- 
tivo fué  ese  de  verdaderos  plácemes;  pero  un  suceso,  tan 
esperado  como  temido,  vino  á  turbarlos. 

574. —A  las  4  y  45  a.  m.,  del  día  19  falleció  en  la 
Capital  don  Manuel  Francisco  Pavón,  Consejero  de 
Estado  y  Ministro  de  lo  Interior,  del  Gobierno  de  la 
República.  Al  día  siguiente,  con  pompa  inusitada,  se 
verificaron  sus  funerales  en  la  Catedral,  y  su  cuerpo 
fué  sepultado  en  el  panteón  de  la  iglesia  de  la  Merced. 

Con  su  muerte  sufrieron  una  irreparable  pérdida  el  partido  conservador  y  el 
clero:  director  prominente  del  primero,  era  un  sostenedor  incondicional  del 
segundo.  De  ideas  relig-iosas  muy  arraig-adas,  obraba  casi  siempre  impul- 
sado por  ellas,  creyendo  que  la  salud  y  tranquilidad  de  su  conciencia 
radicaban  en  el  mayor  ó  menor  apoyo  que  diera  al  culto  y  á  los  sacerdotes; 
y  así,  temeroso  de  un  conflicto  provocado  por  los  liberales,  y  capaz  de  enfrentár- 
seles, se  lanzó  á  la  lucha  política  y  les  declaró  una  guerra  sin  cuartel,   en  la 


150  — 


cual,   para  triunfar,  no  siempre  se  sirvió  de  los  medios  más    recomendable». 

Conservador  por  excelencia,  no  procuró  mucho  por  él  adelanto  material  é  in- 
telectual de  su  país,  bien 
que  sí  por  el  moral,  aunque 
conformándose  con  su  crite- 
rio, falseado  por  un  exceso 
de  misticismo.  Por  lo  demás, 
Pavón  fué  un  hombre  de  al- 
gunos conocimientos,  g-enero- 
so,  político  de  talento,  sag-az 
3'  de  fina  educación. 

575. — Honduras,  que 
por  mucho  tiempo  fué  el  blan- 
co á  donde  se  dirig-ían  los 
tiros  de  Carrera,  enemig-o  de 
su  gobierno  liberal,  cayó  en 
poder  de  los  conservadores 
el  6  de  octubre  de  1855,  día 
en  que  el  general  don  Juan 
López,  auxiliado  por  fuerzas 
guatemaltecas ,     derrotó    en 


ñas;  y  celebró  en  febrero  un 
tratado  de  paz  y  amistad  con 
esta  República,  que  se  rati- 
ficó el  5  de  abril  de  1856. 

576.— Esta  últi- 
ma fecha  (5  de  abril 
de  1856)  es  digna  de 


D.  Manuel  Francisco  Pavón 

(  En  el  año  3b  ) 


ser  mencionada,  además,  por  otro  suceso  de  mayor 
importancia,  acaecido  en  ella.  En  vista  de  un  informe 
rendido  por  los  Ministros,  en  el  cual  se  hacía  referencia 
á  los  tristes  acontecimientos  que  con  motivo  de  la  inva- 
sión yanhee  afligían  á  Nicaragua,  se  reunió  el  Consejo 
con  asistencia  de  muchos  de  los  más  respetables  vecinos, 
para  tratar  acerca  de  su  resolución.  La  discusión  se 
entabló,  y,  como  era  de  esperarse,  su  fin  fué  satisfactorio: 
todos,  unánimemente,  atendiendo  á  las  obligaciones  que 
Guatemala  tenía  para  con  las  Kepúblicas  hermanas,  y  el 
peligro  que  corría  su  propia  independencia,  resolvieron, 
que  en  su  sentir  y  en  el  del  vecindario  que  creían  in- 
terpretar, debería  darse  pronto  é  inmediato  auxilio  á 
Nicaragua,  yendo  á  reforzar  las  tropas  de  Costa- Rica, 
que  con  tan  laudable  objeto,  ya  estaban  frente  al  enemigo. 


—  151 


577. — Las  cosas  habían  ocurrido  del  modo  siguiente: 
con  pretexto  de  las  persecuciones,  que  por  cuestión  de 
partido  emprendió  el  conservador  '4)irector  Supremo  de 
Nicaragua,"  don  Frute  Chamorro,  contra  algunos  libera- 
les, entre  los  que  figuraban  Castellón,  Xerez,  Guerrero  y 
otros,  que  con  ellos  fueron  expulsados,  en  Honduras, 
encontraron  apoyo  en  el  Presidente  Cabanas,  y  organi- 
zaron fuerzas  con  el  nombre  de  "Ejército  democrático 
protector  de  las  libertades  de  Nicaragua,''  que  deberían 
invadirla.  Naturalmente  estalló  la  guerra  civil:  demócra- 
tas fué  el  nombre  que  se  dieron  los  enemigos  del  gobierno, 
y  legitimistas  se  llamaron  sus  sostenedores. 

578 — Después  de  algunos  triunfos  los  revoluciona- 
rios sitiaron  á  Gra- 
nada, pero  no  pudie- 
ron tomarla  tras  nue- 
ve meses  de  asedio. 
Murió  el  presidente 
Chamorro  y  la  guerra 
no  se  extinguió:  sus- 
tituido por  don  José 
María  Estrada,  éste 
quiso  seguir  soste- 
niendo al  partido  le- 
gitimista  y  continuó 
las  hostilidades  con- 
tra los  demócratas^ 
quienes,  consideran 
do  que  por  sus  pro- 
pios esfuerzos  les  se- 
ría difícil  lograr  el 
triunfo,  haciendo  á 
un  lado  la  dignidad 
y  amor  patrio,  acu- 
dieron en   favor  de 

auxilio  al  famoso  filibustero  yankee  Guillermo  Walker,  á 
quien  ofrecieron  en  cambio  20,000  hectáreas  de  terreno. 


Gral.  William  Walkek 


~-  152  -- 

579. — La  pasión  política  había  ofuscado  á  Castellón 
y  á  los  suyos  de  tal  manera,  que  no  reflexionaron  en  las 
transcendencias  del  criminal  paso  que  daban.  Walker 
llegó  en  junio  del  55  y  desde  luego,  puesto  á  las  órdenes 
de  los  demócratas^  emprendió  una  serie  de  campañas 
contra  los  hgitimistas^  con  tan  buena  suerte,  que  el  23  de 
octubre,  el  Presidente  de  éstos  se  vio  obligado  a  celebrar 
con  él  un  convenio,  por  el  cual  pactaba  el  desapareci- 
miento de  los  dos  gobiernos  contendientes,  que  serían 
sustituidos  por  otro  encomendado  á  don  Patricio  Rivas, 
y  se  daba  á  Walker  el  nombramiento  de  jefe  de  las 
fuerzas  nicaragüenses. 

580. — Mas  las  aspiraciones  de  Walker  no  eran  tan 
limitadas:  su  anhelo  consistía  en  dominar  el  país,  en 
enseñorearse  por  completo  de  la  situación,  para  así  im- 
plantar la  esclavitud,  trayendo,  al  efecto,  negros  del  Sur 
de  los  EE.  Uü;  quería,  pues,  destruir  la  grande  obra  de 
los  primeros  legisladores,  quienes,  pasando  por  encima 
de  sus  propios  intereses  y  mirando  solamente  al  bien  de 
la  humanidad  y  á  lo  grande  de  los  inalienables  derechos 
con  que  la  naturaleza  nos  ha  dotado,  dieron  el  notable 
decreto  que  la  abolía,  haciendo  de  su  Patria  el  seno  de 
la  libertad. 

581. — Así  pues,  las  naciones  hermanas  de  la  infortu- 
nada Nicaragua,  presa  de  las  ambiciones  de  un  grupo  de 
aventureros,  no  podían  permanecer  indiferentes  á  sus 
desgracias  y  se  alistaron  para  ir  en  sü  socorro:  Costa- 
Rica  fué  la  primera  en  lanzarse  al  combate,  en  marzo  de 
1856,  y  tocó  á  Guatemala  seguir  su  ejemplo. 


153  — 


LECCIÓN   DECIMASEXTA. 

Parte    Paredes    con    tropas    á    Nicaragua.  —  Don    Víctor    Zavala.  —  Penosas 

jornadas.  —  Comienzo    de    las    operaciones.  —  Combates    de    Masaya    y    de 

Granada. —  El  cólera  morbus  y  las  fiebres. —  Muerte  de  los  generales  Paredes 

y  Sotares.  —  Queda  Zavala  con  el  mando. —  Continuación  de  la  guerra. 

Sitio  á  Rivas. — Capitulación  de  Waiker. — Fin  de  tan  triste  episodio. 

Ingratitud  del  gobierno  de  Nicaragua. —  Corta  con  él   toda 

relación  el  de  Guatemala. 


r 


582. — El  5  de  mayo,  con  el  mayor  entusiasmo  y  á 
las  órdenes  del  ex-presidente  Paredes,  salió  la  vanguardia 
de  las  fuerzas  que  debían  ir  á  operar  á  Nicaragua  contra 
los  filibusteros  comandados  por  Waiker.  El  Presidente, 
con  tal  motivo,  expidió  una  proclama  excitando  á  los 
soldados  á  que  cumplieran  con  su  deber,  y  recomendán- 
doles la  más  extricta  unión  con  los  de  Honduras,  Salva- 
dor y  la  propia  Nicaragua,  para  que  de  comútí'  acuerdo 
lograran,  en  breve  tiempo,  el  ideal  que  iban  persiguiendo: 
arrojar  del  patrio  suelo  á  los  audaces  aventureros  que 
atentaban  contra  su  libertad. 

583. — Acompañaba  á  Paredes,  como  segundo  jefe,  el 
coronel  graduado  don  Víctor  Zavala,  militar  inteligente 
á  quien  ya  conocemos,  y  que  en  esta  ocasión  estaba 
llamado  a  desempeñar  el  papel  más  importante. 

584 — El  4  de  julio,  después  de  muchísimas  fatigas, 
y  de  haber  vencido  con  grandes  dificultades  los  muchos 
obstáculos  que  ofrecían  los  escabrosos  caminos  de  Hon- 
duras y  lo  fuerte  de  la  estación  de  lluvias,  llegaron  los 
sufridos  y  valientes  soldados  á  Somotillo,  y  de  allí 
pasaron  á  León,  donde  se  acuartelaron  para  esperar  el 
resto  del  Ejército,  que  no  salió  hasta  el  20  (julio),  y 
á  las  fuerzas  de  Honduras  y  el  Salvador,  que  debían 
reunírseles  según  la  Convención  que  entre  los  países 
citados  y  éste  se  celebró  el  18  del  mismo  mes. 

585. — A  fines  de  septiembre  comenzaron  las  opera- 
ciones y  en  la  primera  quincena  de  octubre  se  libraron 
reñidos  combates  en  Masaya  y  Grranada,  siendo  digno  de 
especial  recuerdo  el  último,  verificado  el  día  13,  porque 


~  154  — 

si  las  fuerzas  guatemaltecas  fueron  vencidas,  fué  debido 
al  hambre,  al  cansancio  y  á  su  inferioridad  numérica, 
mas  no  á  la  falta  de  arrojo,  porque  el  suyo  rayó  en 
temerario,  sobre  todo  por  parte  de  su  jefe,  el  coronel 
Zavala,  quien  siempre  estaba  donde  el  peligro  era  mayor, 
y  supo  con  suprema  valentía  arrebatar  al  enemigo  una 
de  sus  banderas,  que  como  trofeo  envió  á  la  capital  del 
país  que  tan  dignamente  representaba. 

586.— Mas,  el  Destino  se  había  ensañado  contra  los 
patrios  intereses  y  una  plaga,  peor  aún  que  la  guerra, 
diezmaba  á  los  heroicos  soldados:  el  cólera  morbus  y  las 
fiebreí^  plantaron  sus  reales  en  los  cuarteles  y  no  hubo 
día  que  no  hubiera  víctimas,  entre  las  cuales  se  cuentan 
los  distinguidos  generales  guatemaltecos  don  Joaquín 
Solares  y  don  Mariano  Paredes.  El  primero  falleció  en 
Masaya  él  29  de  noviembre,  á  consecuencia  de  una  fiebre; 
y  el  segundo,  el  2  de  diciembre,  en  Granada,  por  causa 
de  un  ataque  de  cólera.  Ambos  jefes  se  habían  portado 
dignamente,  y  Paredes,  que  había  cometido  algunas  faltas 
en  política,  podía  considerarse  por  entonces  reivindicado 
de  ellas,  por  las  pruebas  de  desinterés  que  siempre  dio, 
por  su  honradez  y  por  su  patriotismo. 

587. — Por  tales  sucesos  recayó  el  mando  superior  de 
las  fuerzas  en  Zavala,  quien  era  el  inmediato  designado, 
y  recibió  como  recompensa  á  sus  servicios,  según  acuerdo 
dado  por  Carrera  el  19  de  diciembre,  el  empleo  de  coronel 
efectivo  y  el  grado  de  brigadier. 

588. — La  guerra  no  había  cesado  ni  un  solo  día;  tanto 
que  la  muerte  de  Paredes  ocurrió  precisamente  cuando  las 
fuerzas  guatemaltecas  asediaban  de  nuevo  á  Granada,  de 
donde  arrojaron  á  los  americanos,  que  fueron  á  ocupar  a 
Rivas.  Diversos  combates  siguieron  después,  librados 
en  diferentes  lugares,  siendo  la  victoria  indistintamente 
favorable  á  unos  y  á  otros,  hasta  la  mañana  del  22  de 
marzo  de  1857,  en  que  los  aliados  pusieron  sitio  á  Rivas. 
Los  asaltos  más  reñidos  y  los  más  sangrientos  encuen- 
tros  tuvieron   lugar  en  aquella  ciudad,  que  era  ya  el 


—  155  — 

Único  sitio  de  que  podían  disponer  los  americanos  de  la 
Falange,  quienes  á  poco  se  vieron  reducidos  al  escaso 
número  de  400  hombres,  por  causa  de  las  deserciones 
consumadas  por  aquellos  que,  previendo  un  triste  desen- 
lace, no  querían  exponerse  á  sus  consecuencias,  máxime 
que  el  hambre  comenzaba  ya  á  reinar  en  sus  cuarteles. 

589. — El  día  17  de  abril,  por  orden  del  general  don 
Joaquín  Mora,  costarricense,  nombrado  general  en  jefe 
del  Ejército  aliado,  y  á  quien  mucho  debía  la  causa  de 
Centro- América,  se  renovó  el  bombardeo,  que  se  sostuvo 
los  días  28  y  29  con  grave  perjuicio  de  los  pocos  partida- 
rios de  Walker.  El  30,  la  situación  de  los  sitiados  era 
angustiosísima,  y  el  capitán  don  Carlos  Enrique  Davis, 
comandante  de  la  corbeta  de  guerra  norte-americana 
"Santa  María,"  ofreció  á  los  jefes  de  las  tropas  aliadas 
sus  buenos  oficios  para  conseguir  que  Walker  capitulara, 
siempre  que  se  le  concedieran  garantías,  lo  mismo  que  á 
sus  correligionarios.  Concedida  la  gracia  que  pedía, 
habló  con  Walker  y  el  resultado  de  su  conferencia  fué, 
que  en  la  tarde  del  1?  de  mayo,  después  de  haberse 
firmado  un  tratado,  el  jefe  de  la  Falange  salió  de  Rivas 
con  dirección  á  San  Juan  del  Sur,  acompañado  por  Davis 
y  el  general  Víctor  Zavala. 

590. — Tal  fué  por  entonces  el  desenlace  de  aquel 
triste  episodio  de  la  Historia  de  estos  países,  que  llenó 
de  tanta  sangre  é  infortunio  á  su  suelo.  Las  tropas  de 
todos  los  pueblos  centro-americanos  se  portaron  como 
buenas  y  en  más  de  una  ocasión  merecieron  el  honroso 
título  de  heroicas.  Las  guatemaltecas,  siempre  sufridas, 
siempre  valientes,  lamentaron  muchas  pérdidas,  pero 
supieron  conquistar,  para  honor  de  su  país,  los  lauros  de 
la  victoria;  y  por  eso  el  Gobierno,  agradecido  á  sus 
esfuerzos,  dispuso,  por  decreto  de  6  de  juuio  de  1857,  dar 
al  general,  oficiales  y  soldados  que  tomaron  parte  en  la 
expedición,  una  cruz  de  honor  con  la  siguiente  inscrip- 
ción: ^'Defensa  de  Nicaragua.  —  Guatemala^  al  mérito 
distinguido. — 1856-1857.'" 


—  156  - 

t 

591. — Pero,  la  mala  suerte  quiso  que  un  suceso  desagradable  viniera  á 
turbar  el  justo  reg-ocijo  que  á  todos  por  tan  fausto  suceso  debía  haber  animado. 
Al  reg"resar  las  tropas  guatemaltecas  recibieron  en  León,  por  parte  del 
Gobierno  de  Nicarag-ua,  un  trato  indigno,  pues  llegó  hasta  á  negárseles 
albergue,  lo  cual  fué  el  colmo  de  la  ingratitud.  El  pundonoroso  Z avala 
reclamó  con  energía,  pero  no  obtuvo  un  resultado  satisfactorio,  y  las  cosas 
hubieran  sido  aún  más  desagradables  si  no  es  la  pronta  y  eficaz  intervención 
del  general  salvadoreño  don  Gerardo  Barrios,  pues  los  guatemaltecos,  así  como 
los  soldados  leoneses,  corrían  ya  en  busca  de  sus  armas  para  atacarse. 

592. — Naturalmente,  Zavala  abandonó  el  territorio  de  aquel  pueblo  cuyo 
Gobierno  olvidaba  lo  mucho  que  debía  á  las  tropas  de  que  él  era  jefe;  y  el  de 
Guatemala,  justamente  indignado,  cortó  con  aquel  país  todo  género  de 
relaciones. 


LECCIÓN  DECIMASEPTIMA. 

Asuntos  de  importancia. —  Inauguración  del  hospicio. —  Protección  á  la 

agricultura. —  La  nnoneda. —  El   cólera   morbus    en  el    país. —  Sus 

víctimas. — Sublevación, — El  muelle  de  San  José. — Ingresos 

y  egresos  en  1856. 


593. —  Y  mientras  en  los  campos  de  Nicaragua  las 
valientes  huestes  guatemaltecas  fecundaban  con  su  san- 
gre el  árbol  santo  de  la  libertad,  en  Guatemala  ocurrían 
algunos  hechos  de  positiva  importancia;  pues  manifiestan 
que,  aunque  de  día  en  día  era  mayor  el  poder  del  partido 
conservador,  ya  se  iba  dando  alguna  atención  á  las  obras 
materiales,  y  se  procuraba  impulsar  el  comercio,  la  indus- 
tria y  la  agricultura. 

594. —  El  día  15  de  marzo  de  1857  se  hizo  con  toda 
solemnidad  la  inauguración  del  hospicio,  institución  de 
notoria  importancia  que  la  mano  pródiga  de  la  caridad 
preparó  á  la  indigencia.  De  todos  los  edificios  construí- 
dos  después  de  la  independencia  hasta  la  fecha,  el  que 
nos  ocupa  es  uno  de  los  de  más  mérito,  tanto  por  la  parte 
material,  cuanto  por  el  objeto  á  que  se  destinó:  en  él 
encontraban  albergue  los  hombres  y  mujeres  cuya  pobreza, 
edad  ó  enfermedad,  no  les  permitían  sostenerse.  Así 
pues,  su  fundador  y  director  señor  Áyau,  merece  un 
recuerdo  de  respetuoso  cariño. 

595. —  La  agricultura  se  hallaba  por  aquel  entonces 
en  mantillas,  y,  como  es  de  economía,  al  Gobierno  tocaba 
procurar  su  desarrollo.     Al  efecto  expidió  un  decreto  el 


—  157  - 

13  de  marzo,  por  el  cual,  considerando  que  el  café  sería 
con  el  tiempo  una  fuente  inagotable  de  riqueza  para  el 
país,  como  en  realidad  lo  ha  sido,  concedía  que  por  20 
años  estuviera  exento,  todo  el  que  se  cosechase  en  la 
República,  del  pasro  de  alcabalas  é  impuestos  que  corres- 
pondieran á  municipalidades  y  hospitales. 

5%. — Una  dispo^iición  contenida  en  decreto  de  fecha  6  de  abril  da  una 
idea  de  la  preponderancia  y  del  dominio  absoluto  que  había  log-rado  Carrera, 
y  cuáles  eran  los  honores  que  se  le  dispensaban:  es  la  relativa  á  la  acuñación 
de  moneda  que  se  hiciera  en  el  país:  toda  debería  ostentar  el  busto  del  Presi- 
dente perpetuo  y  la  leyenda  ^^  Guaihnalcr  Respublica  sub  Dei  Optimi  Maximi 
protecíione.** 

597. — El  8  de  julio  de  1857  fué  un  día  nefasto  para  el  país:  se  dio  el 
primer  caV»o  de  ^* cólera  mordus^**  aunque  no  con  caracteres  tan  alarmantes 
como  el  año  39.  Sin  embar^x),  poco  á  poco  fué  tomando  incremento  y  las 
víctimas  ascendían  diariamente  á  un  número  considerable.  El  Gobierno  y  la 
Municipalidad,  en  los  más  críticos  momentos,  dieron  buenas  pruebas  de  filan- 
tropía: reunieron  fondos  para  socorrer  á  los  enfermos,  dictaron  todas  las 
medidas  que  pensaron  convenientes  para  cortar  el  ma>%r  crearon  un  lazareto 
que  situaron  en  Jocotenango. 

598. — Presas  de  la  terrible  enfermedad  murieron  muchas  personas 
iota  bles,  por  su  saber  6  su  posición,  contándose  entre  las  primeras,  el  Proto- 
dico  de  la  Facultad,  doctor  don  Quirino  Flores,  y  entre  las  seg-undas,  la 
señora  doña  Petrona  García  de  Carrera,  esposa  del  Presidente,  la  que, 
atacada  á  las  11.30  p.  m.  del  16  de  agosto,  falleció  á  las  10.30  a.  m.  del  17,  sin 
que  ningún  cuidado  valiera  para  salvarla. 

599. — Y,  como  entre  las  poblaciones  indígenas  la  mortalidad  también 
era  grande,  los  habitantas  recordando  la  farsa  del  37,  acerca  del  envenena- 
miento de  las  aguas,  que  en  su  ignorancia  juzgaban  verídica,  creyendo  que 
tal  atentado  volvía  á  repetirse,  se  levantaron  en  armas  contra  el  Gobierno ; 
pero  la  insurrección  fué  violentamente  sofocada:  al  lado  de  ella  ya  no  estaban 
ni  Carrera,  ni  los  clérigos,  como  ocurrió  en  tiemp>o  de  Gálvez;  el  uno,  tenía  el 
poder  para  toda  su  vida;  los  oti-os,  las  grangerías  que  apetecían.  Nada  más 
podían  desear. 

600. —  En  el  mes  de  octubre  partió  para  Europa  el 
señor  Larraondo,  quien  llevaba  autorización  del  Gobierno 
para  gestionar  en  Inglaterra  la  formación  de  una  compa- 
ñía que  se  encargase  de  construir  un  muelle  en  el  puerto 
de  San  José,  con  el  tin  de  proteger  al  comercio,  que  sufría, 
con  lo  malo  del  desembarcadero,  grandes  perjuicios,  lo 
cual  hacía  que  las  rentas  del  Estado  se  resintiesen  tam- 
bién, cosa  que  era  de  evitarse  por  lo  bajas  que  estaban, 
pues  las  del  año  1856  ascendieron  á  $1.010,141.61  reales, 
y  los  egresos  á  $1.024,348.4  reales. 


-  158 


LECCIÓN  DECIMAOCTATA. 

Estado  del  país. —  Informe  del  corregidor   Navas. —  Origen  de  tal  situación, 

Decreto  de  31    de  mayo  de   1858.  — El   porqué   de   la   resolución  que 

contiene. —  "Convención  entre   la  República  de  Guatemala  y  S.  M. 

Británica." — El  teatro. —  Su  inauguración.— Llegada  de  siete 

religiosas. 


óOl. — La  paz  reinaba  en  todo  el  país  y  con  mucha  razón  era  de  esperarse 
que  el  Gobierno,  con  celo,  procurara  su  mejoramiento;  más,  distraído  con  su 
poder  omnipotente,  que  le  proporcionaba  todo  género  de  placeres,  se  olvidaba 
de  lo  más  importante,  de  la  instrucción  de  las  masas:  nada  que  estuviera  más 
abandonado,  nada  que  inspirara  mayor  tristeza  cil  considerar  la  incuria  con 
que  se  le  veía.  Prueba  de  ello  es  el  informe  del  coronel  don  Leandro  Navas, 
corregidor  de  Jutiapa,  quien  decía:  que  en  la  cabecera  sólo  había  dos  escuelas, 
con  escaso  número  de  concurrentes,  siendo  su  dotación  de  veinte  pesos  por 
cada  una;  y  que,  en  las  demás  poblaciones  de  ladinos  también  las  había,  pero 
que  en  las  de  indígenas  sólo  se  había  podido  establecer  la  clase  de  doctrina 
cristiana.     ¡Lamentable  estado  cuyos  resultados  aún  se  sufren! 

602. — Pero  tal  situación  era  creada,  sin  duda  alguna,  de  intento,  para 
poder,  sobre  la  ignorancia,  sostener  eternamente  el  edificio  del  despotismo, 
que  siempre  ha  vacilado  y  caído  al  poderoso  empuje  de  la  palanca  de  la 
ciencia,  del  saber  y  del  progreso.  El  amor  al  mando  y  á  las  instituciones 
de  antaño  era  el  todo  para  los  hombres  «del  gobierno  dé  entonces,  y  en  su 
afán  de  variar  las  cosas  para  someterlas  al  molde  de  sus  ideas  intransigentes, 
ordenaron  por  decreto  de  mayo  31  de  1858,  cambiar  el  escudo  nacional  y  la 
colocación  de  los  colores  de  la  bandera. 

603. — Para  lo  primero  se  dispuso  que  las  armas  déla  República  fueran: 
un  escudo  dividido  transversalmente  en  dos  cuarteles;  el  superior  en  campo 
razo  azul,  con  varas  verticales  de  plata,  y  el  inferior  con  tres  volcanes  'Sobre 
campo  celeste  claro.  Sobre  el  escudo  un  sol,  y  á  cada  uno  de  los  lados  dos 
pabellones  con  los  colores  nacionales.  A  la  derecha  una  rama  de  encino  y  á 
la  izquierda  otra  de  laurel.  En  una  cinta  blanca,  enlazada  con  los  pabello- 
nes y  ondeante,  iría  la  siguiente  leyenda,  con  letras  de  oro:  '"''Guatinialce  Res- 
publica  suh  D.  O.  M.  protectione.'"  Y  para  lo  segundo,  que  los  siete  colores 
que  tenía  la  bandera  fuesen  distribuidos  en  siete  fajas  horizontales,  como 
sigue:  los  extremos  azul;  las  inmediatas,  blancas;  rojas  las  siguientes,  y 
amarilla  la  del  centro,  sobre  la  cual  iría  el  escudo. 

604. — Esta  resolución  fué  inspirada  por  la  idea  de  imposibilitar  por 
completo  la  unión  centro-americana,  de  que  Nicaragua  había  vuelto  á  tratar 
hacía  pocos  días;  pues,  con  fecha  10  de  abril  (1858),  el  Gobierno  de  ese  país 
dirigió  al  de  acá  una  nota,  por  la  cual,  en  seguida  de  indicarle  las  ventajas 
que  se  obtendrían  con  el  renacimiento  de  la  Federación,  le  proponía  que  los 
cinco  Presidentes  de  las  Repúblicas  en  que  se  había  dividido,  se  reuniesen 
para  tratar  el  asunto.  A  eso  se  contestó,  que  si  bien  era  de  aplaudirse  la 
idea,  convenía  precisar  y  fijar  las  bases  de  la  reunión,  expresando  los  pun- 
tos principales  que  deberían  tratarse,  para  que  sobre  ellos  recayese  un  acuerdo 
previo,  con  el  objeto  de  evitar  después  dificultades  que  podrían  traer  fatales 
consecuencias. 


-  159  - 

605. — El  30  de  abril  de  1859  se  firmó  en  el  Ministerio 
de  Relaciones  Exteriores  una  "Convención  entre  la 
República  de  Guatemala  y  Su  Majestad  Británica,"  re- 
lativa al  arreglo  de  límites  entre  este  territorio  y  el 
establecimiento  de  Honduras  Británico.  Fueron  los 
negociadores,  por  parte  de  la  República,  don  Pedro  de 
Aycinena,  y  por  parte  de  S.  M.  B.  don  Carlos  Lehnox 
Wyke,  quienes  tenían^mplios  poderes.  Al  día  siguiente 
aprobó  y  ratificó  Carrera  aquel  arreglo  definitivo  que, 
aunque  muchos  lo  han  considerado  como  indebido  é  hijo 
de  la  falta  de  patriotismo,  fué  de  gran  importancia  y 
transcendencia,  porque  libró  á  Guatemala  de  ulteriores 
invasiones  tan  injustificables  como  las  realizadas  después 
de  los  tratados  celebrados  entre  Inglaterra  y  España, 
desde  los  años  1783  y  1786,  por  los  cuales  la  segunda 
concedía  á  los  subditos  de  la  primera,  ^1  permiso  para 
establecer  cortas  de  madera  en  determinados  límites,  que 
se  aumentaron  gracias  á  las  guerras  posteriores.  En 
realidad  no  se  hizo  concesión  alguna  de  territorio,  porque 
lo  que  Inglaterra  declaró  suyo  Guatemala  nunca  lo 
poseyó.  El  suceso  es  de  aplaudirse;  pues  de  todo  modos, 
tarde  ó  temprano,  se  hubiera  llegado  á  ese  fin,  sólo  que 
con  pérdidas  reales  y   quizá  de  grandes  proporciones. 

606. —  El  teatro,  comenzado,  como  ya  vimos,  desde 
tiempo  del  inolvidable  doctor  Gálvez,  según  los  planos  de 
Rivera  Maestre,  tocó  á  Carrera  la  gloria  de  terminarlo, 
siendo  en  su  gobierno  el  más  empeñoso  y  lleno  de  cuida- 
dos por  su  conclusión,  el  Consejero  de  Estado  don  Juan 
Matheu,  hombre  de  patrióticos  sentimientos.  Es  un  co- 
liseo de  mérito,  pues  si  apreciado  en  detalle  tiene  muchos 
defectos,  el  conjunto  es  bastante  bueno  y  no  desmerece 
entre  los  más  dignos  de  citarse  en  América.  Su  costo 
fué  de  $115,000.00,  ciento  quince  mil  pesos,  cantidad  que 
al  presente  parece  exigua,  pero  que  entonces  era  de  cre- 
cido monto;  se  inauguró  la  noche  del  23  de  octubre,  como 
número  de  las  fiestas  que  en  honor  del  santo  del  Presi- 
dente se  hacían,  y  para  perpetuar  en  él  la  memoria  de 
tal  personaje,  se  le  dio  el  nombre  de  ''Teatro  Carrera." 


—  160  - 

La  pieza  escogida  para  el  estreno,  y  que  se  representó 
ante  numerosísima  concurreacia,  fué  el  drama  "Turcua- 
to  Tasso." 

607. — El  año  terminó  con  un  acontecimiento  de  importancia  para  el 
partido  de  Carrera:  el  27  de  noviembre,  por  el  vapor  ^'Guatemala, "  lleg-aron 
á  San  José,  procedentes  de  Bélgica,  siete  religiosas  de  la  '^Hermandad  de 
nuestra  Señora. "  quienes  por  gestiones  del  Arzobispo,  y  de  otras  personas 
interesadas,  venían  á  encargarse  de  la  dirección  de  un  colegio  de  señoritas, 
que  iba  á  fundarse.  A  su  entrada  se  les  hizo  muchas  demostraciones  de  afec- 
to y  en  su  honor  se  cantó  un  Te  Deum. 


LECCIÓN    DECIMANOYEISA. 

Júbilo  de  los  conservadores. —  Palabras  de  "La  Gaceta." — La  paz.— Waiker 

en  Honduras. —  Su  muerte. —  Comunidades  religiosas  de  sobra  y  falta 

de  escuelas. —  Hablan  los  hechos  — Fomento  á  la  agricultura. 

Muerte  de  Batres. 


-Q  

608. — A  principios  del  mes  de  febrero  de  1860,  nn 
verdadero  júbilo  animf^ba  á  todos  los  conservadores.  En 
el  Salvador  había  dejado  de  ser  Presidente  interino  el 
general  don  Gerardo  Barrios,  y,  por  elección  popular,  se 
había  hecho  cargo  del  poder  en  propiedad,  el  día  1-  de 
ese  mismo  mes;  suceso  que  fué  tenido  por  Carrera  y  los 
suyos  como  de  gran  importancia,  porque  creían  que  es- 
tando Barrios  en  el  mando  podrían  a  su  antojo  intervenir 
en  los  asuntos  del   país   cuyos  intereses  admiuistraba. 

Y  como  no  sospechaban  siquiera  que  aquel  hombre  aspirara  algún  día  á 
rehacer  la  unión  de  Centro- América  y  se  opusiera  á  algunos  de  sus  planes, 
por  el  órgano  oficial  *'La  Gaceta"  le  prodigaron  muchísimos  elogios,  hasta 
el  grado  de  decir  de  él,  que  era  un  hombre  excepcional,  por  sus  rarísimas 
cualidades  de  energía,  talento  y  honradez,  motivos  por  los  cuales  todos  los 
ciudadanos  ilustrados  debían  prestarle  su  apoyo.  Pronto  tales  alabanzas  se 
tornarían  en  injurias. 

609. — La  más  completa  paz  imperaba  en  todo  el  país, 
y  sólo  sufrió  ligera  alteración  cuando  se  tuvo  noticia 
de  que  Waiker,  el  célebre  aventurero  de  quien  ya  nos 
hemos  ocupado,  intentaba  de  nuevo  volver  á  Centro- 
América,  con  el  objeto  de  adueñarse  de  Nicaragua.  En 
efecto,  el  6  de  agosto  desembarcó  con  9-1  hombres  en  el 
puerto  de  Trujillo  (Honduras),  pero  no  obtuvo  ningún 


—  161  — 

resaltado  favorable,  pues  se  vio  obligado  á  desocuparlo 
inmediatamente,  al  ser  requerido  por  el  Capitán  del 
buque  de  guerra  inglés  "Icarus,"  quien  procedía  en  de- 
fensa de  los  intereses  británicos,  que  se  perjudicaban 
con  la  presencia  de  los  filibusteros.  Mas,  Walker  al 
abandonar  á  Trujillo  no  cumplió  la  palabra  que  dio  á 
dicho  Capitán,  de  salir  del  país;  y  por  tal  razón,  de  acuer- 
do con  el  general  Alvarez,  salieron  á  perseguirlo.  Lo 
encontraron  cerca  de  la  boca  del  Río  Tinto  y  se  rindió, 
quedando  desde  ese  momento  en  poder  de  las  autoridades 
de  Honduras,  que  habiéndole  formado  un  juicio  sumario 
lo  condenaron  á  muerte  y  lo  fusilaron  en  el  propio 
Trujillo  á  las  8  de  la  mañana  del   12   de  septiembre. 

La  calma  volvió  á  reinar  y  nada  alteró  por  mucho  tiempo  la  tranquilidad  de 
este  suelo,  en  cuyo  seno  se  engrosaban  las  comunidades  relig-iosas,  en  tanto 
fjue  Irs  escuelas  eran  cada  vez  más,  escasas  y  peors^h 

()10. — Los  hechos  hablan.  El  23  de  septiembre^e  1861  llegaron  á  San 
José,  por  el  vajwr  '^Guatemala,"  á  aumentar  el  considerable  número  de  PP. 
de  la  Compañía  de  Jesús  que  ya  había  en  el  país,  37  expulsados  de  la  Nueva 
Granada  (Colombia),  cuyo  g-obierno,  persuadido  de  los  males  que  á  las 
sociedades  acarrea  tal  congregación,  dispuso  su  extrañamiento.  Y  "La 
Gaceta,"  al  dar  la  noticia,  junta  con  otras  de  carácter  semejante,  presagia 
el  júbilo  con  que  serían  recibidos,  por  el  aprecio  y  respeto  á  que  todos  eran 
acreedores.  Ahora  bien,  el  mismo  periódico,  con  fecha  2  de  noviembre,  publi- 
có un  "Estado  de  la  instrucción  pública  en  el  país,"  formado  por  el  Ministe- 
rio de  Gobernación ,  en  el  mes  de  octubre.  Por  él  se  ve  que  había  280  escuelas 
públicas  y  privadas  de  ambos  sexos,  con  inclusión  de  los  liceos  y  de  las  de 
música,  repartidas  como  sigue:  públicas,  para  niños  160,  para  niñas,  30; 
privadas  para  niños,  26;  para  niñas,  30;  liceos  privados,  7;  y  escuelas  de  músi- 
ca, 17.  El  número  de  alumnos  concurrentes  era  de  8,179;  y  la  dotación  délos 
maestros  de  S30,524  anuales.  En  cuanto  á  los  ramos  de  enseñanza,  ¡triste  es 
recordarlo, !  eran  los  mismos  que  señalaba  la  ley  Pavón,  (Reg-lamento  de  16 
de  septiembre  de  1852).  ¡Cuadro  desconsolador,  en  verdad,  que  nos  muestra 
el  porqué  de  tan  lento  y  difícil  adelantamiento  y  el  origen  de  los  muchos 
obstáculos  que  hay  que  vencer  para  lograr  el  triunfo  de  levantadas  ideas! 

611. — Sin  embargo  es  de  justicia  consig-nar,  que  si  aquel  g-obierno 
oscurantista  desatendía,  con  vituperable  incuria,  la  enseñanza  de  las  masas, 
no  descuidaba  en  todo  el  fomentar  el  desarrollo  de  la  agricultura;  y  así,  lo 
vemos  primero  asignar  por  seis  años  un  premio  de  cuatro,  tres  y  dos  mil 
pesos,  respectivamente,  á  quienes  exportaran  mil  quintales  de  algodón,  bajo 
un  mismo  conocimiento  de  embarque;  y  un  peso  por  quintal  á  las  exportaciones 
menores;  y  después,  conceder  á  los  señores  J.  A.  de  Brame  y  Albino  Marié, 
privilegio  exclusivo  por  20  años,  para  el  uso  de  dos  máquinas  especiales,  una 
para  limpiar  y  purificar  las  fibras  de  las  plantas  textiles,  y  otra  para 
facilitar  la  cosecha  del  algodón;  cosas  todas  que  en  realidad  tenían  su 
importancia  económica  favorable  al  objeto  que  se  proponían. 
11 


—  162  — 

612.— Luctuoso  para  el  partido  conservador  fué  el 
17  de  junio  de  1862.    A  la  1  p.  m.  falleció  en  el  pueblo 

de  Los  Esclavos  el 
señor  don  Luis  Ba- 
tres,  Consejero  de 
Estado  y  Vicepresi- 
dente de  la  Cámara 
de  Representantes . 
Transladado  su  cuer- 
po á  la  capital,  por 
acuerdo  del  Presi- 
dente, se  le  hicieron 
exequias  regias.     Era 

un  hombre  de  intelig-encia 
elevada,  de  g^ran  experiencia 
y  sagacidad  política  y  de 
carácter  enérg^ico  y  firme. 
Corifeo  del  partido  conserva- 
dor, de  acuerdo  con  Pavón, 
manejó  el  país  á  su  antojo, 
y  Carrera,  en  sus  manos,  no 
fué  más  que  un  maniquí  que 
obraba  á  impulsos  de  sus 
deseos.  Sus  admiradores  le 
atribuyen  g-randes  hechos; 
pero  en  realidad  no  existe 
ninguno  suyo  que  tal  título 
merezca:  trabajó  para  sí,  y 
si  alguna  vez  hizo  algo  bueno,  fué  por  efecto  de  la  fuerza  natural  de  las  cosas, 
mas  no  de  un  propósito  deliberado  que  á  tal  fin  le  condujese.  Nunca  estuvo 
conforme  con  otro  Presidente  que  no  fuera  Carrera,  quien  con  su  muerte,  lo 
mismo  que  todos  los  conservadores,  perdió  el  foco  que  iluminaba  las  tenebro- 
sidades de  su  gobierno. 


D.  Luis  Batees 


LECCIÓN  VIGÉSIMA. 

Vuelve    Nicaragua   á    tratar    la   cuestión    de    la    unión    de    Centro- América. 

Notable  •'Memoramdum  .  "  —  Respuesta   del    Gobierno    guatemelteco. 

Despotismo.  —  «'Noticioso  de  Guatemala."  —  Ruptura  de  relaciones 

con  el  Salvador. — Causas  que  la  originaron. — Ideas  de  Carrera. 


613. — La  cuestión  de  la  Unión  de  Centro- América,  no  dejada  de  la  mano 
por  Nicaragua,  volvió  á  ser  tratada  con  calor,  y  en  los  días  1^  y  3  de  septiem- 
bre (1862)  se  reunieron  para  discutirla  los  señores  generales  Fernando  Chamo- 
rro y  Máximo  Jerez,  comisionados  por  el  Gobierno  de  aquel  país,  y  los 
licenciados  José  Mariano  Rodríguez  y  Raimundo  Arroyo,    representantes  del 


-  163  - 

de  Guatemala.  En  esas  juntas  se  estudiaron  las  bases  que  para  su  realiza- 
ción proponían  los  primeros  en  un  "Memorándum"  que  desde  el  27  de  ag-osto 
habían  presentado  al  Ministerio  de  Relaciones.  En  el  primer  artículo  se 
establecía:  que  el  Gobierno  de  la  "República  de  Centro-América"  sería  ejer- 
cido ix)r  Carrera,  y  que  la  capital  sería  Guatemala,  siendo  Distrito  Federal 
el  Departamento.  Pero  al  gtibierno  de  los  conservadores  no  convenía  tal  unión, 
y  resuelto  siempre  á  sostener  las  ideas  que  desde  el  39  venía  profesando, 
rechazó  por  sus  agientes  todo  arreglo,  admitiendo  únicamente  una  unión  relati- 
va, en  lo  tocante  á  la  representación  extranjera,  á  la  uniformidad  de  leyes 
sobre  aduanas  y  de  sistema  postal,  y  á  los  medios  de  proveer,  lleg-ado  el  caso, 
á  la  defensa  del  país. — Tal  desenlace  era  claro;  Carrera  al  frente  de  la  Fe- 
deración hubiera  fracasado  bien  pronto,  y  sin  la  tutela  y  apoyo  de  los  cleri- 
cales habría  caído  rodeado  del  más  notorio  desprestigio:  perdiendo  lo  que  le 
era  tan  caro:  el  poder,  que  le  proporcionaba  adulaciones,  regocijos  y  tantas 
y  tantas  distinciones  que  nunca  soñó,  y  que  obtuvo  gracias  al  inmoderado  afán 
que  siempre  ha  tenido  el  partido  conservador  en  poner  en  el  gobierno  á  hom- 
bres como  él,  fáciles  de  ser  dirigidos. 

614. — El  despotismo  más  completo  estaba  en  su 
apogeo,  y  nadie  se  atrevía  á  hacer  la  más  pequeña  obser- 
vación acerca  de  él,  pues  la  voz  de  la(  libertad  había 
enmudecido  en  absoluto,  y  ni  por  la  prensa  ni  por  la 
tribuna,  era  posible  expresar,  de  un  modo  franco,  el 
sentir  acerca  del  anormal  estado  de  cosas  que  reinaba  en 
todo  el  país;  así,  cuando  el  periódico  intitulado  "Noti- 
cioso de  Guatemala,"  se  atrevió  á  hacer  algunas  alusiones 
relativas  á  economía  y  política  interior,  se  le  mandó 
suspender  y  encarcelar  á  algunos  de  sus  redactores 
(noviembre  4);  con  lo  cual  quedó  claramente  establecido, 
que  la  libertad  de  imprenta  sólo  existía  en  la  utópica 
imaginación  de  los  que  creían  que  era  fácil  conciliar  los 
intereses  del  retroceso  con  los  del  adelanto. 

615. — Y  de  tal  modo  llegó  á  cegarse  aquel  Gobierno 
absorbente  y  aspirante  á  dominarlo  todo,  que  sin  quila- 
tar  las  fatales  consecuencias  que  trae  consigo  toda  guerra, 
declaró  por  circular  de  diciembre  4,  rotas  sus  relaciones 
oficiales  con  la  República  del  Salvador. 

616. — Investiguemos  las  causas  de  tan  fatal  emergencia.  Como  ya  vimos, 
al  comenzar  Barrios  á  regir  los  destinos  del  pueblo  salvadoreño,  sus  relacio- 
nes con  Carrera  eran  íntimas,  hasta  el  grado  de  que  pronto,  para  estrechar- 
las más,  vino  á  hacerle  una  visita.  Pero  tanto  afecto  se  tornó  al  cabo  en 
odio  acendrado.  Carrera,  exigente  como  siempre,  aprovechándose  de  la  amis- 
tad, quiso  que  destituyese  de  su  cargo  á  su  ministro  don  Manuel  Irungaray, 
tan  sólo  porque  era  un  antiguo  liberal  guatemalteco  y  adversario  suyo. 
Barrios  se  negó  á   atender  tan  presuntuosa  é  inmotivada  petición,   y  luego 


—  164  — 

fué  atacado  por  "La  Gaceta,"  órgano  del  Gobierno  de  Guatemala.  Como 
era  natural,  el  periódico  oficial  del  Salvador  respondió  refiriéndose  en  térmi- 
nos mujT^  duros  para  Carrera,  y  se  estableció  una  difícil  situación  que  fué 
acentuándose  poco  á  poco,  sobre  todo  por  la  influencia  que  sobre  el  mismo 
Carrera  tenían  algunos  conservadores  salvadoreños,  emigrados,  entre  los  que 
estaban  don  Francisco  Dueñas,  y  el  obispo  Saldaña,  quienes  le  hacían  ver 
que  Barrios  era  un  enemigo  peligroso  que  trabajaba  por  laimión  de  las  cinco 
Repúblicas,  cuya  presidencia  ambicionaba. 

617. — Y  como  por  todo  hubiera  pasado  Carrera,  menos  por  tolerar  la 
realización  de  esa  idea,  que  consideraba  como  atentatoria  á  sus  intereses,  pues 
caer  de  la  Presidencia  era  perder  á  Guatemala,  que  él  juzgaba  suya,  como 
Pío  IX  por  suya  tenía  á  la  Corte  de  San  Pedro,  prefirió  sacrificar  á  sus 
hermanos  y  lanzó  su  reto  de  guerra. 


LECCIÓN   YIGESIMAPRIMERA. 

Empréstito .  —  Se    separa    Carrera    del    mando    para    ponerse    al    frente    del 

Ejército.  —  Salida  de   tropas.  —  Aprestos  de    Barrios.  —  Su  proclama. 

Continúa  la  invasión.  —  Batalla    de    Coatepeque.  —  Derrota   de    las 

fuerzas   guatc^maltecas .  —  Níuevos   preparativos   de   Carrera . 

Conatos -^e  sedición  en    la  capital  — Sus  resultados. 

Vuelve  Carrera  al  poder. 


618. — Era  preciso  mantener  la  integridad  nacional, 
y  como  evitar  la  lucha  hubiera  sido  imposible,  ni  se 
deseaba,  el  30  de  enero  de  1863,  la  Cámara  de  Represen- 
tantes dio  un  decreto  por  el  cual  autorizaba  al  Ejecutivo 
para  que  contratara  un  empréstito  de  £500,000,  quinien- 
tas mil  libras  esterlinas,  empeñando  las  rentas  del  país. 

619. — Carrera  se  separó  del  mando  el  3  de  febrero, 
dejándolo  á  los  Ministros,  para  ponerse  al  frente  del 
ejército  que  debía  ir  á  batir  las  huestes  de  Barrios,  y  el 
4  salió  con  un  escogido  cuerpo  de  tropas  con  dirección  á 
Jutiapa,  á  donde  llegó  el  9.  Al  día  siguiente,  salieron 
con  igual  dirección,  con  artillería  y  las  fuerzas  de  Falen- 
cia, los  generales  don  Víctor  Zavala  y  don  Serapio  Cruz. 
Las  tropas  manifestaban  un  entusiasmo  digno  de  mejor 
causa:  ellas  creían  que  iban  á  luchar  por  la  honra  del 
país,  cuando  en  realidad  eran  conducidas  á  la  muerte 
para  satisfacer  odios  personales  despertados  al  calor  de 
aún  no  extintos  rencores  de  partido. 

620. — Entretanto  el  general  Barrios  se  aprestaba 
por  su  parte  para  la  lucha  y  enviaba  sus  fuerzas  á  Santa 


—  165  - 

Ana.  El  día  13  expidió  una  proclama  en  Coatepeque, 
donde  se  fortificó,  pintando  á  Carrera  tal  como  era,  lo 
cual  llenó  de  indignación  á  la  '*  Gaceta  de  Guatemala" 
que,  olvidándose  de  que  tres  años  atiíís  había  ponderado 
á  más  no  poder  sus  cualidades,  en  esta  vez,  al  juzgar  las 
ofensas  hechas  á  su  héroe,  las  vuelve  con  creces,  y, 
llamándole  indigno  y  menguado,  niega  al  jefe  salvadoreño 
la  más  ínfima  virtud  para  ocupar  el  puesto  que  tenía. 

621.  —  La  invasión  marchaba  á  su  fin;  y  el  15  comenzaron  á  moverse  las 
tropas  de  Jutiapa,  saliendo  una  división  de  500  hombres,  al  mando  del  coronel 
Valdés,  á  ocupar  la  villa  de  Ahuachapán.  El  16  el  g-eneral  Zavala,  coman- 
dando l.'i  primera  división  y  con  una  batería  de  cañones  rayados,  pasó  á 
Yupiltepeque,  y  el  17  el  Presidente,  con  las  fuerzas  restantes,  continuó  á 
Chalchuapa,  á  donde  llegó  el  19.  Allí  se  le  incorporaron  Cerna  y  Valdés, 
(el  primero  con  las  tropas  de  Chiquimula),  y  al  día  sig-uiente  continuaron 
para  Santa  Ana,  que  ocuparon  el  21. 

622.— Enfrentados  los  dos  ejércitos  comenzaron  las 
operaciones.  El  22  se  hizo  un  reconmmiento  de  las 
fortificaciones  de  Coatepeque,  y  al  día  siguiente  se  movió 
sobre  ellas  todo  el  ejército.  Ocupó  sus  inmediaciones  á 
las  diez  de  la  mañana  y  desde  luego  se  comenzó  un  vivo 
fuego  de  artillería  de  parte  y  parte,  que  se  sostuvo  durante 
doce  horas.  El  24  la  lucha  se  empeñó  de  nuevo  con 
vigor  inaudito  y  la  muerte  vio  satisfecha  su  hambre  de 
vidas:  muchos  valientes  perecieron  y  mancharon  con 
su  sangre  la  historia  de  sus  verdugos.  Las  fuerzas 
de  Barrios  parecieron  vacilar  por  un  momento,  pero, 
perfectamente  fortificadas,  pronto  se  rehicieron;  no  así 
las  guatemaltecas:  acosadas  por  el  hambre  y  la  sed, 
pues  en  dos  días  no  habían  probado  un  solo  bocado  de 
alimento  ni  bebido  una  gota  de  agua,  se  desbandaron  por 
compañías;  y  como  todo  esfuerzo  para  contenerlas  fué 
imposible,  la  derrota  se  consumó.  Las  tropas  enemigas, 
no  obstante,  no  se  movieron  de  sus  trincheras;  muy 
maltrechas  habían  quedado  y  no  quisieron  exponerse  á 
un  fracaso  ya  que  la  suerte  les  había  deparado  un  triunfo, 
aunque  no  una  victoria;  pues  no  fué  una  fuga  la  de 
Carrera,  sino  una  retirada  honrosa  para  el  ejército  que 
la  consumó.     Así  pues,  el  Presidente  regresó  á  Jutiapa, 


—  166  — 

y  en  los  primeros  días  de  marzo  hizo  su  entrada  á  la 
capital,  siendo  muy  bien  recibido. 

623.  —  Carrera  no  descansaba;  sus  odios  contra 
Barrios,  después  'del  desastre  sufrido,  se  aumentaron 
considerablemente;  y,  mientras  aquél  se  comprometía  en 
otra  guerra  contra  Nicaragua,  su  única  idea  era  alistarse 
mejor  para  emprender  una  nueva  campaña;  así,  el  10 
de  abril  se  dirigió  á  Jutiapa  con  el  fin  de  comenzar  los 
preparativos. 

624.  —  Pero  no  todos  los  ánimos  estaban  ya  bien  dispuestos  hacia  el 
Capitán  General,  y  muchos  ciudadanos,  convencidos  de  que  tanta  efusión  de 
sangre  era  inmotivada,  y  que  sólo  al  tirano  que  les  gobernaba  se  debían  las 
desgracias  últimas,  animados  de  los  mejores  deseos,  intentaron  una  sedición, 
y  el  17  como  á  las  8  de  la  noche,  en  número  considerable,  se  reunieron  en  el 
paseo  del  Teatro,  con  pretexto  de  dar  una  serenata  al  general  don  Víctor 
Zavala,  Mayor  General  del  Ejército  y  Comandante  del  Departamento;  pero, 
á  poco,  comenzaron  á  victorearle,  y  después,  agregando  algunos  gritos  injurio- 
sos contra  Carrera,  le  aclamaron  con  entusiasmo  Presidente  de  la  República. 
Mas,  habiendo  intef^nido  la  policía  y  el  mismo  Zavala,  á  la  media  hora 
quedó  disuelta  la  reunión,  siendo  perseguidos  los  fautores  de  ella. 

625. — Naturalmente,  al  saber  Carrera  que  en  la  Capital  misma  habían 
manifestaciones  de  desagrado  en  su  contra,  abrevió  sus  aprestos  y  dejó  la 
frontera,  para  volver  al  frente  del  Gobierno  que  le  era  tan  grato,  y  que  aquellos 
que  conocían  lo  perjudicial  que  era  su  autoridad,  querían  arrebatárselo  para 
ponerlo  en  manos  del  bizarro  general  Zavala,  quien,  gracias  á  su  lealtad  y 
á  su  respeto  á  las  leyes  militares,  no  se  alzó  con  él.  En  tal  virtud,  el  3  de 
mayo  entró  Carrera  á  la  ciudad  de  Guatemala,  y  el  4  tomó  el  mando. 


LECCIÓN  TIGESIMASEGUNDA. 

Salida  de  Zavala  hacia  el  Salvador.  —  Proclamas. —  Deja  Carrera  el  mando  i 

los   Ministros.  —  Primeras  disposiciones  que  dicta  en    la  frontera.  —  Victoria 

de    las   tropas    guatemaltecas  en    Santa    Rosa. — Sucesos    por   el    Salvador. 

Marcha  del   ejército.  —  Llega  á  Chalchuapa.  —  Zavala  en   Sonsonate.  —  Las 

fuerzas  de  Barrios  en  Santa  Ana. — Estratagema  del  general  González. 

Carrera   dispone   el   ataque   á   la  ciudad.  —  Sangrientos   combates. 

Triunfo  de  Carrera.  —  Personajes  que  se  distinguieron  por  su 

valor.  —  Hace   Carrera   proclamar   Presidente  al    licenciado 

Dueñas. — Sitio  á  San  Salvador. — Fin  de  la  administración 

de  don  Gerardo  Barrios. 


626.  —  Terminados  los  arreglos  concernientes  á  la 
expedición  al  Salvador,  el  31  de  mayo,  al  frente  de  un 
importante  cuerpo  de  tropas,  salió  el  general  Zavala  con 
dirección  a  Jtftiapa,  para  emprender  la  campaña.     Antes, 


—   167  - 

con  fecha  29,  expidió  uuíi  proclama  el  Presidente,  diri- 
gida á  alentar  el  espíritu  nacional;  y  el  30,  otra,  con  igual 
objeto,  el  mismo  Zavala.  Entre  atnbas  excitativas  hay 
una  notable  diferencia:  en  la  primera,  se  descubre  un 
reconcentrado  odio  pert^onal;  en  la  segunda,  un  profundo 
amor  á  la  Patria;  en  la  primera,  hay  frases  llenas  de 
insultos  para  el  General  Barrios;  en  la  segunda,  llenas  de 
dignidad  y  de  grandeza,  llamando  al  sacrificio  á  los  solda- 
dos, no  para  castigar  á  un  individuo  sino  para  mantener 
sin  mancilla  el  lábaro  nacional. 

627. — Y  como  Carrera  debía  encargarse  del  mando 
en  jefe  de  las  fuerzas  invasoras,  el  día  5  de  junio  dejó  el 
poder  á  los  Ministros  y  el  7  se  dirigió  á  la  frontera,  de 
donde  destacó,  con  dirección  á  Honduras,  al  general 
Cerna,  quien  llevaba  el  encargo  de  castigar  á  ese  país 
porque  había  prestado  su  apoyo  á  Barras. 

628. — Las  tropas  hondurenas  acuarteladas  en  Santa 
Rosa,  y  dispuestas  para  un  evento,  salieron  al  encuentro 
de  las  guatemaltecas  el  día  15,  pero  Cerna,  con  hábiles 
maniobras,  las  hizo  retroceder  á  las  pocas  horas  de  com- 
bate. Fortificadas  en  el  recinto  de  la  población  hicieron 
una  gran  resistencia  durante  todo  el  día  y  toda  la  noche, 
h?.sta  el  16  á  las  11  a.  m.  hora  en  que,  en  completa  derrota, 
emprendieron  la  fuga,  dejando  en  poder  de  la  valiente 
división  de  Chiquimula  que  las  atacó,  un  gran  número  ^ 
de  fusiles  y  prisioneros. 

629. —  Por  el  lado  del  Salvador  las  cosas  ocurrían  de 
otra  manera.  Las  tropas  estuvieron  en  Jutiapa  hasta  el  ^ 
19,  en  que  comenzaron  á  moverse  á  las  órdenes  de  los 
generales  Zavala  y  Cruz,  siendo  seguidas  al  otro  día  por 
el  resto  capitaneado  por  el  mismo  Carrera.  El  22  llega- 
ron á  Chalchuapa  y  tomaron  la  población  sin  ninguna 
resistencia.  ^i 

630. — De  Chalchuapa  pasó  el  general  Zavala  á  Son- 
sonate,  á  cuya  población  llegó  el  27  por  la  tarde.  De  allí 
envió  una  partida  de  tropas  sobre  Izalco,4onde  derrotó 
á  otra  salvadoreña,  se  apoderó  del  licenciado  don  Miguel 


—  168  — 

Sáizar,  que  era  el  Grobernador  del  Departamento,  y  reco- 
bró al  licenciado  don  Juan  Delgado,  á  quien  tenían  preso. 
En  seguida,  el  29  de  junio,  hizo  que  el  vecindario  de  Son- 
sonate  levantara  un  acta  desconociendo  al  gobierno  de 
Barrios. 

631, — Las  fuerzas  de  éste  se  hallaban  en  Santa  Ana, 
teniendo  por  jefe  al  general  don  Santiago  González,  quien, 
con  el  objeto  de  engañar  al  ejército  guatemalteco,  fingió 
el  30  por  la  noche  un  pronunciamiento,  desconociendo  a 
Barrios,  y  se  dirigió  á  Carrera,  pidiéndole  suspendiese 
toda  hostilidad.  Éste,  concedió  un  armisticio  de  cuatro 
días.  Pero  como  el  objeto  de  Gronzález  era  burlar  á  su 
enemigo,  retirándose  con  todo  su  ejército  y  equipo  á  la 
ciudad  de  San  Salvador,  donde  podría  defenderse  con 
probabilidades  de  éxito,  al  ser  sorprendida  la  estrata- 
gema Carrera  dispuso  el  ataque  á  la  ciudad  de  Santa 
Ana,  y  el  3  de  julio  á  las  8  a.  m.,  se  avistaron  las  tropas 
combatientes.  Inmediatamente  se  rompieron  los  fuegos 
por  una  y  otra  pai;te  y  la  lucha  se  hizo  general  y  reñidí- 
sima; la  acción  se  continuó  hasta  en  la  noche,  no  obstante 
la  caída  de  una  fuerte  lluvia,  y  los  fuegos  no  se  suspen- 
dieron en  las  casas  y  trincheras  sino  hasta  las  3  a.  m.  del 
siguiente  día,  hora  en  que  el  coronel  don  Grregorio  Solares, 
con  los  batallones  de  Amatitlán  y  de  Jutiapa,  asaltó 
temerariamente  la  fortificación  del  Carmen.  Este  fué 
un  golpe  decisivo:  el  enemigo,  que  no  esperaba  tal  hecho, 
huyó  despavorido,  dejando  muchos  muertos,  más  de  cien 
heridos  y  gran  número  de  prisionero t?:,  así  como  abun- 
dantes pertrechos  de  guerra  y  dos  banderas  con  las 
armas  del  Salvador.  Las  tropas  guatemaltecas  tuvieron 
también  pérdidas  sensibles  y  considerables;  pero  la  victo- 
ria premió  sus  esfuerzos.  Dignos  de  mencionarse,  por  su 
valor  y  arrojo,  fueron  casi  todos  los  que  tomaron  parte 
en  aquella  acción,  ya  soldados,  oficiales  ó  jefes,  pero 
entre  estos  últimos  merecen  especial  recuerdo:  Carrera, 
quien  era  un  valiente  á  toda  prueba;  Cruz  (don  Serapio), 
quien  con  la  reserva  estaba  siempre  en  los  lugares  de 
mayor  peligro;  y  Solares  (don  Gregorio),  héroe  de  la 


—  169  — 

toma  del  Carmen.  Zavala,  uo  concurrió  á  la  acción  por 
estar  en  Sonsonate,  como  ya  sabemos. 

632. — Después  del  triunfo  de  Santa  Ana  ya  no  encon- 
tró Carrera  ninguna  oposición  para  el  logro  de  sus  fiaes, 
y  todos  sus  trabajos  tendieron  á  ello.  Valiéndose  de  la 
fuerza  hizo  que  todos  los  Ayuntamientos  de  los  pueblos 
levantaran  actas  desconociendo  á  Barrios  y  proclamando 
Presidente  al  licenciado  don  Francisco  Dueñas,  conser- 
vador amigo  suyo,  y  á  quien  ya  conocemos,  porque  es  el 
mismo  que  el  5J  hizo  traición  al  liberal  Vasconcelos. 
Dueñas,  como  era  natural,  aceptó  el  poder  que  le  daban, 
y  el  10  del  mismo  julio,  en  la  ciudad  de  Santa  Ana,  se 
hizo  cargo  de  él,  prestando  el  juramento  respectivo  ante 
un  grupo  de  vecinos,  entre  los  que  figuraban  un  buen 
número  de  curas  y  de  desterrados  políticos,  todos  enemi- 
gos de  Barrios. 

633. — A  continuación  de  este  suceso,  que  manifes- 
taba el  entronizamiento  del  conservatismo  en  el  Salvador, 
deseo  que  siempre  había  agitado  al  espíritu  retrógrado  de 
Carrera,  éste,  incansable  en  lo  tocante  al  completo  exter- 
minio de  la  administración  de  Barrios,  marchó  á  la  ciudad 
de  San  Salvador,  donde  tal  mandatario  se  había  atrin- 
cherado con  las  escasas  pero  animosas  fuerzas  que  le 
habían  seguido  fieles.  Les  puso  sitio  y  al  cabo  de  reñidísi- 
mos combates,  librados  sin  cesar,  comprendiendo  Barrios 
que  ya  le  era  imposible  toda  resistencia,  resolvió  hacer 
una  salida,  y  el  26  de  octubre  la  verificó,  embarcándose 
después  ocultamente  en  el  puerto  de  la  Unión. 

634.  — Así  terminó  el  gobierno  de  ese  malogrado 
patriota  y  coronó  sus  aspiraciones  el  despótico  gober- 
nante guatemalteco. 


170 


LECCIÓN    VIGESIMATERCERA. 

Manifestaciones  en  honor  de  Carrera. — Viaje  de  éste  á  Sonsonate. —  Nuevas 

atenciones  que  recibió.  —  Circular  del    12  de  octubre.  —  Enfermedad  y 

muerte  de  Carrera. — Aycinena  en  el  poder. — Sus  primeros  acuerdos. 

Suntuosos  funerales  de  Carrera. —  Un  manifiesto  y  un  decreto. 


635. — Al  regreso  de  Carrera  no  hubo  manifestación  que  no  se  le  hiciera 
por  el  éxito  que  había  alcanyaado,  y  la  Cámara  de  Representantes  expidió  á 
mediados  de  enero  de  1864  un  decreto  dándole  un  voto  de  gracias  á  nombre  de 
ia  Nación,  por  los  importantes  servicios  que,  decía,  había  prestado  á  Gua- 
temala y  á  todo  Centro-América  en  la  g-uerra  del  año  anterior,  y  disponiendo 
además  que  se  levantara  su  estatua  en  la  plaza  de  la  Victoria,  hoy  de  la 
Concordia. 

636. — Igual  regocijo  animaba  á  los  conservadores  del  Salvador,  quienes, 
para  honrar  á  Carrera  y  probarle  su  agradecimiento,  organizaron  una  fiesta 
en  Sonsonate.  Carrera  aceptó  la  invitación,  que  á  nombre  de  los  vecinos  de 
esa  ciudad  se  le  hizo,  y  se  embarcó  para  allá  el  24  de  enero,  regresando  á 
Guatemala  hasta  el  9  del  mes  siguiente.  En  Sonsonate  estuvo  también  Due- 
ñas, y  ambos  gobernantes  recibieron  todo  género  de  obsequios. 

637.  —  En  seguida,  ocuparon  la  atención  de  Carrera  los  jesuítas,  las 
fiestas  religiosas  y  las  condecoraciones,  hasta  el  12  de  octubre  en  que,  por  el 
Ministerio  de  Relaciones,  expidió  una  circular  á  los  Gobiernos  de  Centro- 
América,  Repúblicas  del  Sur  y  Estados  Unidos,  rechazando  por  ella,  como 
calumniosa,  la  imputación  que  atribuía  á  su  gobierno  el  propósito  de  anexar 
la  República  al  Imperio  Mexicano.  Y  si  bien  es  cierto  que  acerca  de  tales 
propósitos  no  existe  ninguna  prueba  incontestable  qne  la  confirme,  sí  hay 
innumerables  que  dan  lugar  á  fundadas  presunciones;  tales  son,  entre  otras: 
el  apoyo  material  que  en  hombres,  armas  y  dinero,  dio  al  militar  mexicano 
Juan  Ortega,  encargado  de  someter  al  Imperio  los  Estados  de  Chiapas  y 
Tabasco;  las  muchas  alabanzas  que  por  la  "Gaceta"  se  prodigaron  á  los 
príncipes  intrusos  y  la  dureza  con  que  el  mismo  órgano  trataba  á  los  libera- 
les que,  cumpliendo  con  su  deber,  procuraban  arrojarlos  del  suelo  que 
injustamente  querían  apropiarse. 

638. — En  los  primeros  días  de  marzo  de  1865  la  salud 
de  Carrera  se  encontraba  en  muy  mal  estado.  En  febrero 
hizo  un  viaje  de  recreo  á  Escuintla,  y  desde  su  regreso 
comenzó  á  sentirse  indispuesto,  lo  cual  dio  lugar  á  mu- 
chos comentarios;  los  progresos  del  mal  se  acentuaron 
cada  vez  más,  y  en  abril  adquirió  todo  su  desarrollo, 
hasta  que  el  14,  Viernes  Santo,  a  las  9  y  30  a.  m.  dejó 
de  existir,  después  de  cuarenta  días  de  penosa  enfermedad. 

639. — Inmediatamente,  conforme  con  lo  dispuesto 
en  el  Acta  Constitutiva  de  la  República,  se  hizo  cargo 
del  Gobierno  el  Ministro  más  antiguo,  que  lo  era  el  de 
Relaciones,  don  Pedro  de  Aycinena.    Uno  de  sus  pri- 


—  171  - 

meros  acuerdos  fué  el  que  fijaba  el  día  en  que  debían 
verificarse  los  funerales  del  difunto  presidente  y  los  ho- 
nores postumos  que  se  le  habían  de  tributar.  Éstos 
fueron  espléndidos.  Después  de  embalsamado  el  cadáver 
y  vestido  con  gran  atavío,  fué  expuesto  en  uno  de  los 
principales  salones  de  la  casa,  erigido  en  capilla  ardiente; 
el  17  fueron  las  exequias  en  la  Catedral,  como  nunca  se 
habían  visto  en  Guatemala:  todas  las  fuerzas  desfilaron 
á  las  órdenes  de  Zavala,  el  luto  más  riguroso  se  manifestó 
por  parte  del  elemento  oficial  y  los  restos  se  depositaron 
en  las  bóvedas  del  templo.  ¡El  partido  conservador  se 
había  quedado  sin  su  brazo  fuerte,  sin  la  valiente  figura 
que  por  tanto  tiempo  le  sostuviera  en  el  poder:  su  estre- 
lla comenzaba  á  declinar. 

640. — En  seguida,  Aycinena  publicó  un  manifiesto  y 
un  decreto:  por  el  primero  excitaba  á  todos  á  la  conserva- 
ción del  orden  y  tranquilidad  de  la  República,  así  como 
al  respeto  de  la  Constitución  y  demás  leyes;  y  por  el 
segundo,  convocaba  á  la  Cámara  de  Representantes,  para 
que,  constituyéndose  en  Asamblea  General,  según  lo 
prevenía  el  Acta  Constitutiva,  procediese  á  la  elección 
de  Presidente. 


LECCIÓN  VIGESIMACÜAETA. 

Se  reúne  la  Cámara  de    Representantes. — Asamblea  Genera*. —  Elección  de 

Cerna. — Toma  posesión  del  mando. — Continúa  el  Ministerio  de  Carrera.       * 

Se  cambia  la  leyenda  de  la  moneda. — Visita  á  los  Departamentos. 

Consecuencias   de   ella. — Algunos    distritos   son    elevados   á   la 

categoría  de  departamentos. —  Dos  acuerdos  importantes. 


641. — La  Cámara  de  Representantes  se  reunió  el  día 
1?  de  mayo  y  abrió  sus  sesiones  dando  lect-ura  al  Mensaje 
que  le  envió  Aycinena  como  encargado  del  Gobierno. 
Después,  le  dio  respuesta  y  dispuso  se  citara  á  los  funcio- 
narios que  debían  ocurrir  á  la  Asamblea  Greneral  que 
haría  la  elección  de  nuevo  Presidente. 

6i2. — Ésta  se  instaló  el  día  3,  con  asistencia  de  los 
diputados,  del  Arzobispo,   los   vocales   del   Consejo  de 


—  172 


Estado,  y  los  individuos  del  Tribunal  Superior  y  de  la 
Corte  de  Apelaciones.     A  continuación  de  los  discursos 

relativos  se  procedió 
á  la  votación  por  me- 
dio de  cédulas  cerra- 
das. El  resultado, 
como  ya  se  esperaba, 
favoreció  al  mariscal 
de  campo  don  Vicen- 
te Cerna,  conserva- 
dor, que  había  sido 
muy  amigo  de  Garre 
ra,  quien  lo  estimaba 
por  su  valor  y  honra- 
dez, únicas  cualida- 
des que  le  adornaban, 
pues  no  tenía  ni  ta- 
lento, ni  instrucción, 
ni  amor  por  el  ade- 
lanto. Su  cargo  du- 
raría cuatro  años. 


Mariscal  D.  Vicente  Cerna 


643. — Pero  Cerna  no 
estaba  en  la  Capital,  sino 
en  Chiquimula,  á  donde  se 
dirig-ió  una  comisión  á  participarle  su  alto  nombramiento,  y  á  rogarle  que 
inmediatamente  se  encaminara  á  Guatemala,  para  hacerse  cargo  del  gobier- 
no. Como  aceptó,  así  lo  hizo;  y  el  domingo  21  de  mayo,  entró  en  medio  de  las 
demostraciones  oficiales  en  su  honor  dispuestas,  prestando  el  juramento 
respectivo  en  manos  del  Arzobispo,  el  día  24,  ante  numeroso  concurso  de  gente, 
entre  las  cuales  se  murmuraba  que  Carrera  antes  de  morir  había  ordenado 
la  elección  de  su  sucesor.  ¡Ultima  prueba,  en  caso  de  ser  cierta,  de  su  om- 
nímodo poder! 

644. — Ninguna  variación  hizo  Cerna  al  tomar  el  mando,  y  resuelto  á 
continuar  en  todo  la  marcha  de  su  antecesor,  dejó  en  sus  puestos  á  los  Mi- 
nistros Aycinena,  Cerezo  3''  Echeverría,  quienes,  aunque  muy  honrados,  carecían 
del  entusiasmo  necesario  para  promover  adelantos. 

645. — El  7  de  febrero  de  1866  dio  Cerna  un  decreto  por  el  cual  disponía 
que  se  cambiase  la  leyenda  de  la  moneda,  substituyendo  la  palabra  "Presi- 
dente" que  se  leía  en  la  frase  que  cubría  el  exergo  del  reverso,  con  la  de 
**fundador, "  quedando  en  todo  lo  demás  vigente  el  decreto  de  6  de  abril  de 
1857,  que  había  creado  su  tipo;  y  el  8,  salió  con  rumbo  á  Occidente  á  practi- 
car una  visita  departamental,  que  por  proclama  de  la  misma  fecha  anunció 
á.  los  pueblos,  pidiéndoles  que  le  indicaran  los  males  que  fuera  necesario 
remediar,  así  como  los  bienes  que  le  fuera  posible  hacer. 


—  17:i  — 

446.  —  En  todos  los  lugares  donde  tocó  fué  perfectamente  recibido  por  los 
elementos  oficiales,  (civil  y  eclesiástico),  que  dictaron  en  su  honor  las  medi- 
das conducentes:  banquetes  y  otras  fiestas  estuvieron  á  la  orden  del  día,  así 
como  solemnes  funciones  relig-iosas.  Ahora  bien,  las  mejoras  iniciadas  según 
las  actas  de  los  Corregidores,  fueron:  la  construcción  de  una  iglesia  en 
Totonicapán;  la  reparación  de  caminos,  y  el  auxilio  á  los  hospitales  de  la 
Antigua  y  Quezalteníingo.  En  lo  tocante  á  las  escuelas  se  dijo:  que  en  lo 
general  estaban  bien,  y  que  por  aquellas  que  andaban  mal  se  haría  lo  con- 
veniente; mas,  nada  se  hizo;  y  eso  que  si  los  demás  ramos  de  la  íidministración 
andaban  mal,  éste  estaba  completamente  abandonado;  pues  en  el  territorio 
de  San  Marcos  sólo  había  22  escuelas  de  ambos  sexos,  y  en  el  departamento 
de  Totonicapán,  el  más  poblado  de  la  República,  apenas  concurrían  á  las 
pocas  existentes  311  alumnos,  que  recibían  como  enseñanza  la  prescripta  p(»r 
los  exiguos  programas  de  la  ya  varias  veces  nombrada  Ley  de  Pavón. 

647. — Después  de  las  visitas,  tomando  en  consideración  la  solicitud  que 
hizo  la  municipalidad  de  San  Marcos  para  que  el  distrito  de  ese  mombre  fuese 
elevado  á  la  categoría  de  departamento,  y  atendiendo  á  que  la  designación 
de  distrito  que  llevaban  algunas  de  las  divisiones  territoriales  de  la  Repú- 
blica, tuvo  su  origen  en  un  sistema  que  ya  no  existía,  y  asimismo  á  que  el 
régimen  político  era  entonces,  así  como  el  militar,  judicial  y  económico, 
uniforme  en  la  República,  el  Presidente  acordó  el  8  de  mayo  (1866)  en  uso 
de  las  facultades  que  le  daba  el  decreto  de  9  de  septiembre  de  1839,  que  á  los 
territorios  de  San  Marcos,  Peten,  Izabal  y  Amatitlán,  que  tenían  esa  deno- 
minación, se  les  diera  en  lo  sucesivo  la  de  departamentos,  con  autoridades 
convenientes  á  tal  rango  político. 

648. —Pero  si  la  disjwsición  anterior  tenía  su  importancia  respecto  á  la 
organización  interior  del  país,  no  redundaba  en  provecho  del  público;  así, 
consideremos  dos  acuerdos,  de  fecha  31  de  mayo  y  1"  de  junio  respectivamente, 
que  á  tal  fin  tendían:  el  uno,  dispone  la  reorganización  del  correo,  que  se 
debía  mejorar  cobrando  la  mitad  de  los  precios  hasta  entonces  corrientes, 
introduciendo  el  servicio  de  sellos,  etc. ;  y  el  otro,  la  rescisión  del  contrato  que 
se  celebró  en  Londres  con  Mr.  Greenhill  el  año  1862,  para  kt  construcción  de 
dos  muelles  en  la  costa  de  Suchitepéquez,  concediendo  privilegio  exclusivo, 
para  la  erección  de  uno  en  San  José,  á  don  Pío  Benito,  quien  sacó  al  efecto 
buen  número  de  ventajas  que  el  Gobierno  se  vio  obligado  á  darle,  teniendo 
en  cuenta  la  transcendencia  de  la  obra.  <Í0 


LECCIÓN  TIGESIMAQÜINTA. 

Muerte  del   arzobispo  García   Peláez.  — ^Rebelión  del   mariscal   don   Serapio 

Cruz.— Sus  resultados.  —  Intentona  de  don   Justo    Rufmo    Barrios.  —  Renta 

del  papel  sellado.— Concesión  para  construir  un  ferrocarril  entre  Escuintla  y 

San  José.— Entrada  del  nuevo  arzobispo  don  Bernardo  Pinol  y  Aycinena. 

Otro  movimiento  revolucionario  acaudillado  por  Barrios. — Terrible 

incendio  en  Izabal.  —  Muerte  de  don  Antonio  José  de   Irizarri. 

Inauguración  del  muelle  de  San  José.  ,^ 


649.— El  25  de  enero  de  1867  falleció  el  limo,  señor 
Arzobispo,  doctor  don  Francisco  de  Paula  García  Peláez 
Fué  un  hombre  humilde  y  de  gran  mérito  por  su  ilustra- 


-  174  - 

ción  y  virtudes.  Escribió  una  obra  sobre  historia  de 
Centro- América,  intitulada:  ''Memorias  para  la  Historia 
del  Antiguo  Reino  de  Guatemala,"  y  en  la  sociedad  era 
generalmente  muy  estimado;  por  consecuencia,  su  muer- 
te causó  gran  pena.  Con  motivo  de  ella,  el  Presidente, 
dando  muestras  de  la  estrecha  unión  que  había  entre  la 
Iglesia  y  el  Estado,  dispuso:  que  durante  los  días  25,  26 
y  27,  todos  los  funcionarios  públicos  llevaran  luto  y  que 
se  hicieran  al  cadáver  los  honores  militares  prevenidos 
por  la  Ordenanza  del  Ejército. 

650. — En  los  primeros  días  de  febrero  la  paz  de  que 
había  gozado  la  nación,  durante  mucho  tiempo,  gracias 
al  terror,  se  alteró.  El  patriota  general  don  Serapio 
Cruz,  alegando  desmanes  de  algunos  Ministros,  la  inep- 
titud del  Presidente  Cerna  y  el  triste  estado  del  país,  al 
frente  de  un  grupo  de  valientes  se  alzó  en  la  jurisdicción 
de  Sanarate,  aunque  sin  un  plan  político  preconcebido, 
desconociendo  al  Gobierno,  el  cual,  temeroso  de  que  la 
insurrección  tomara  incremento,  envió  inmediatamente 
á  atacarla  al  general  don  Gregorio  Solares.  Cruz,  espe- 
ranzado en  Los  Altos,  tomó  el  rumbo  de  Quezaltenango, 
pero  no  halló  apoyo  alguno,  y  perseguido  de  cerca  se 
internó  por  las  montañas  de  la  Verapaz.     Al  fin,  una 

mpartida  de  su  ejército  se  desbandó  y  la  otra  se  acogió  á 
un  indulto,  por  lo  que  el  8  de  marzo  él  mismo  se  presen- 

.  tó,  después  de  haber  obtenido  se  le  concediera  pasar  como 
deportado  al  Salvador,  bajo  el  compromiso  solemne  de 
no  volver  al  país  sin  permiso  del  Gobierno  y  de  no  inten- 
tar turbar  la  paz  pública  directa  ni  indirectamente. 

651. — El  movimiento  iniciado  por  Cruz  fué  el  g-ermen  de  la  gran  revolu- 
ción que  triunfó  el  71.  Después  de  él,  muchos  ciudadanos,  atentos  á  las 
vejaciones  que  sufrían,  sólo  esperaban  un  momento  propicio  para  lanzarse  á 
la  lucha,  y  hacían  íie  vez  en  cuando  intentonas  como  la  de  San  Marcos,  ocu- 
rrida el  3  de  agrosto  del  mismo  año  y  acaudillada  por  don  Francisco  Cruz  y 
don  Justo  Rufino  Barrios,  quienes,  si  bien  es  cierto  que  no  obtuvieron  ning-ún 
resultado  favorable  y  aún  unos  de  sus  compañeros  fueron  ejecutados  y  otros 
reconcentrados  á  petición  del  de  acá  por  el  Gobierno  de  Chiapas,  prepararon 
el  campo  donde  más  tarde  recogerían  opimos  frutos. 


.> 

I 


—  175  — 

652. — El  Gobierno  estaba  pobre  y  para  aumentar 
sus  ingresos  creó  por  decreto  de  30  de  noviembre  la  ren- 
ta del  papel  sellado,  que  sería  desde  medio  real  hasta  tres 
pesos,  para  documentos  que  representaran  valores  desde 
cinco  pesos  hasta  seis  mil.  Después,  sin  otras  disposi- 
ciones de  público  interés,  cerró  la  Cámara  de  Represen- 
tantes sus  sesiones  el  31  de  enero  de  1868, 

653. — El  4  de  febrero  se  concedió  á  don  Manuel  García  Granados  la 
autorización  necesaria  para  construir  un  ferrocarril  entre  la  villa  de  Escuin- 
tla  y  el  puerto  de  San  José,  bajo  el  concepto  que  durante  99  años,  contados 
desde  la  misma  fecha,  dicha  Ifnea  g-ozaría  del  privileg-io  exclusivo  de  servir 
de  comunicación  directa  de  su  clase  entre  la  capital  de  la  República  y  el 
mencionado  puerto,  lo  cual  constituía  una  medida  económica  perjudicial  á  loa 
propietarios  y  transeúntes,  pues  tal  proteccionismo  hacía  imposible  el  estable- 
cimiento de  otras  vías  de  igual  naturaleza,  y  mucho  menos,  dadas  otras  condi- 
ciones favorables  al  concesionario. 

654. — Las  cuestiones  de  iglesia  seguían  en  auge  y  los  clérigos  gozaban 
de  todas  las  preeminencias  que  obtuvieron  en  sus  mejores  tiempos  con  Carrera; 
así  pues,  no  es  de  extrañar  que  el  día  1^  de  marzo  al  hacer  su  entrada  solem- 
ne y  toma  de  p>osesión  el  nuevo  arzobispo  de  Guatemala  doctor  don  Bernardo 
Pinol  y  Aycinena,  se  le  prodigaran  las  más  expresivas  demostraciones  de 
bienvenida,  por  parte  del  Cabildo  eclesiástico  y  de  la  Municipalidad,  que 
cooperó  |X)r  cuantos  medios  tuvo  á  su  alcance  para  el  mayor  lucimiento  de  las 
festividades,  tanto  que  en  masa  ^e  dirigió  hasta  la  garita  de  Buenavista, 
donde  recibió  á  su  Ilustrísima,  dirigiéndole  el  discurso  de  salude  el  regidor 
decano  don  Pedro  Sánchez,  quien  funcionaba  accidentalmente  de  Corregidor. 

655. — Pero,  como  no  todos  se  conformaban  con  misas  solemnes,  rezos  y 
sermones,  sino  que  algunos  soñaban  con  la  libertad,  un  puñado  de  patriotas 
acaudillados  íK)r  don  Justo  Rufino  Barrios,  sorprendió  en  Malacatán,  pueblo 
distante  dos  leguas  de  la  frontera  mexicana,  al  coronel  don  Camilo  de  BatUe, 
quien  al  cabo  logró  el  triunfo,  porque  las  huestes  de  Barrios  se  retiraron  con 
él  á  su  hacienda  de  "El  Malacate."  De  allí,  perseguido  muy  de  cerca,  pasó 
al  pueblo  de  San  Pablo,  á  donde  llegó  el  24  (marzo),  redujo  á  prisión  á  los 
individuos  de  la  Municipalidad  y  se  retiró  tranquilamente  tomando  el  rumbo 
del  pueblo  de  Tajumulco. 

656. — Todo  parecía  conjurarse  contra  el  Gobierno  de  Cerna:  un  terrible 
incendio  asoló  el  16  de  abril  á  la  población  de  Izabal,  quemándose  cincuenta  y 
tres  casas,  entre  las  que  se  contaron  la  Aduana,  la  Iglesia,  la  Casa  Parroquial, 
la  Escuela  y  la  Galera  del  Mercado,  habiendo  habido  algunas  víctimas 
personales  y  quedado  en  la  más  espantosa  miseria  multitud  de  infelices  que 
vieron  todo  cuanto  tenían  destruido  por  el  voraz  elemento;  y  el  10  de  junio 
falleció  en  su  residencia  de  Brooklyn  el  señor  don  Antonio  José  de  Irizarri, 
Enviado  Extraordinario  y  Ministro  Plenipotenciario  de  Guatemala  y  del 
Salvador  en  los  Estados  Unidos.  Este,  sobre  todo,  fué  un  golpe  triste  para  el 
Presidente  y  los  suyos;  pues  el  señor  Irizarri  era  uno  de  los  más  conspicuos 
jefes  del  partido  conservador  é  implacable  enemigo  de  los  liberales.  Figuró 
siempre  en  primera  línea  como  diplomático,  y  como  literato  nada  dejó  que 
desear,  siendo  además  de  prominente  escritor  un  hablista  consumado.  (XXIII) . 


-  176  — 

657. — El  18  de  julio  de  1868  tuvo  lugar  un  aconteci- 
miento digno  de  ser  consignado,  porque  mejoró  en  mucho 
el  estado  del  comercio  nacional:  tal  fué  la  inauguración 
del  muelle  de  San  José.  Se  estrenó  desembarcando 
alguna  carga  del  bergantín  inglés  "  Julie,"  y  una  salva  de 
artillería  saludó  el  atraque  feliz  de  las  lanchas.  Concu- 
rrieron á  tal  acto  el  señor  Benito,  director  de  la  "  Com- 
pañía de  los  muelles,"  y  algunos  accionistas,  y  es  de 
llamar  la  atención  que  el  Presidente  no  fuese  á  ella 
cuando  no  dejaba  de  asistir  á  la  de  la  más  insignificante 
iglesia.  _____________ 

LECCIÓN    VIGÉSIMASEXTA. 

El  año  de  1869. —  Decreto  del  8  de  enero. —  Estado  general  de  los  áninnos. 

El  diputado  don   Miguel  García  Granados.  —  El    candidato   popular,  mariscal 

don  Víctor  Zavala. — Inauguración  de  la  Asamblea  Geneí-al. — Candidato 

del  Ministerio. — La  elección. — Triunfo  de  Cerna. — Vítores  á  Zavala. 

Triste  suceso. —  Manifiesto  de  Cerna. —  Don  Serapio  Cruz  otra 

vez  al  frente  de  la  Revolución. 


658 — Entró  el  año  1869  que  había  de  ser  fecundo  en 
acontecimientos  de  transcendental  importancia,  porque 
durante  él  tuvo  su  origen  la  gran  Revolución  que  8e  ha 
llamado  de  Refobma. 

659. — El  período  de  Cerna  tocaba  á  su  fin  (terminaría 
el  23  de  mayo  de  1869)  y  él,  con  su  carácter  de  Presidente, 
dio  un  decreto  el  8  de  enero,  manifestándolo  así  é  indi- 
cando que,  por  consecuencia,  se  convocara  á  la  Asamblea 
General  para  que  el  17  del  propio  mes  se  reuniera  para 
elegir  á  su  sucesor,  cuya  administración  duraría  hasta  el 
31  de  diciembre  del  72. 

660. — Los  ánimos  se  encontraban  divididos:  el  par- 
tido liberal  que  por  tanto  tiempo  había  permanecido 
indiferente,  casi  muerto,  volvió  a  dar  señales  de  vida  y 
sacudió  con  energía  el  letargo  en  que  se  hallaba.  La 
inveterada  inercia  de  los  Ministros,  los  incalificables 
atropellos  de  algunos  Corregidores,  las  innumerables 
violaciones  á  la  ley,  toleradas  y  muchas  ocasiones  verfi- 
cadas  por  el  mismo  Cerna,  sublevaron  el  espíritu  recto 


—  177  -> 

y  levantado  del  liberal  diputado  don  Miguel  García 
Granados,  y  con  arrojo  inconcebible  denunció  repetidas 
veces  ante  la  Asamblea  tales  arbitrariedades.  El  odio 
de  los  que  estaban  en  el  poder  pesó  sobre  él;  pero  la 
juventud,  ávida  de  libertad,  deseosa  de  un  cambio  que 
mejorase  el  estado  porque  atravesaba  el  país,  se  afilió  á 
su  partido,  aplaudió  sus  ideas,  y  aclamó  para  su  candidato 
al  mariscal  don  Víctor  Zavala,  popular  entre  los  militares 
y  de  reconocidos  méritos,  que  ya  hemos  considerado. 

661. — Bajo  tal  estado  de  cosas  se  inauguró  la  Asam- 
blea General.  El  candidato  del  Ministerio  se  sabía  que 
era  Cerna,  á  quien  se  pretendía  reelegir;  pero,  no  obstante, 
se  abrigaban  esperanzas.  Un  numeroso  concurso  de 
personas  de  todas  clases  ocupó  el  edificio,  y,  entre  vivas 
y  aclamaciones  al  general  Zavala,  se  procedió  á  la  elección 
conforme  al  Reglamento  respectivo,  dado  unos  días  antes. 
El  resultado  fué  el  más  triste  para  el  partido  liberal:  el 
coDservatismo  obtuvo  el  triunfo:  Cerna  sacó  la  mayoría 
absoluta  de  31  votos,  teniendo  21  Zavala,  3  don  Luis 
Molina,  1  don  Pedro  de  Aycinena  y  1  don  Manuel 
Echeverría.  Por  tal  motivo,  el  Presidente  de  la  Asamblea, 
don  Juan  Matheu,  hizo  la  correspondiente  declaración 
en  favor  del  mariscal  de  campo  don  Vicente  Cerna,  que 
se  vio  reelecto  cual  lo  deseaba. 

662.  —  Después  del  acto,  los  grupos  zavalistas ,  no  satisfechos,  sig-uieron 
aclamando  á  su  candidato  y  se  dirigieron  á  su  casa:  él  procuró  calmarlos  y 
disuadirlos;  pero  la  excitación  era  inmensa  y  continuaron  en  su  paseo  por  las 
calles,  gritando  siempre  ¡  viva  Zavala  I  Ya  de  noche,  la  policía  les  tendió  una 
celada  y  en  la  plaza  del  Teatro  hicieron  fuego  sobre  ellos.  Varios  fueron 
heridos  y  muerto  el  inteligente  abogado  don  Luis  Rubio,  quien  era  uno  de  los 
más  valientes  y  entusiastas.  *'  ¡  El  pacto  con  la  libertad  estaba  sellado  con 
sangre  I " 

663. — Al  día  siguiente,  Cerna  lanzó  un  manifiesto 
dando  las  muestras  de  su  aprecio  y  agradecimiento  á  los 
pueblos  por  la  confianza  que  le  dispensaban  reeligiéndolo 
Presidente,  cuando  en  realidad,  sólo  eran  unos  cuantos 
interesados  los  que  lo  habían  hecho,  sin  ser,  en  manera 
alguna,  el  eco  de  la  voluntad  popular,  que,  bien  lejos  de 


—  178  — 

estar  de  sn  lado,  le  era  hostil,  y  no  tardó  en  manifestarse 
así  bajo  la  forma  de  una  revolución. 

664.— Don  Serapio  Cruz,  patriota  de  pura  sangre, 
no  podía  ver  co*q  indiferencia  los  sucesos  que  afligían  al 
país,  y  concibió  en  su  ostracismo  la  idea  de  tornar  á  él 
para  redimirlo,  aunque  fuera  á  costa  de  su  sangre.  Al 
proyecto  siguió  su  realización,  y  pasó  á  radicarse  á 
Chiapas,  después  de  haber  vivido,  indistintamente,  en  el 
Salvador,  Honduras  y  Nicaragua.  Se  estableció  en  Comi- 
tán,  y  se  preparó  para  invadir  el  territorio:  la  reelección 
de  Cerna  era  un  motivo  más  que  justificable  para  ello,  y 
el  16  de  marzo  sorprendió  la  plaza  de  Nentón,  dando 
comienzo  á  un  nuevo  movimiento  revolucionario  que  le 
había  de  conducir  á  un  triste  fin. 


LECCIOX  VIGESIMASEPTIMA. 

Don    Justo    Rufino    Barrios    secunda   el    movimiento  de  Cruz.  —  Refriega  de 

Aguazarca. — Apuraciones   del   Gobierno. — Empréstito   de  la  casa  Thompson, 

Bonar  y   Compañía,    de    Londres. — Decreto   del    8    de   mayo    de    1869, 

Resultados    de    la   amnistía.  —  Es    sorprendido   Cruz   en   Chibul,   y 

derrotado  Se  retira  á  Chiapas. — Toma  por  segunda  vez  posesión 

del  Gobierno  el  mariscal  Cerna.— Vuelve  don  Serapio  Cruz  á 

invadir  el  país. — Vicente  Méndez  Cruz. 


665. —  Pero  Cruz  no  estaba  solo:  el  infatigable  don 
Justo  Rufino  Barrios,  al  saber  su  movimiento,  se  puso 
también  sobre  las  armas  y  por  la  frontera  de  Soconusco 
entró  al  país  el  24:  de  marzo.  Pretendió  unírsele  y  pasó 
al  departamento  de  Huehuetenango;  pero,  sin  elementos 
para  hacer  una  fuerte  resistencia,  se  vio  obligado  á 
internarse  de  nuevo  en  Chiapas,  perseguido  por  el  coro- 
nel Batlle,  Corregidor  de  San  Marcos. 

666.  —  No  tardó  en  aparecer  de  nuevo,  y  en  la  hacienda 
de  Aguazarca  hizo  con  su  acostumbrado  valor  frente  á 
las  tropas  del  gobierno,  que,  muy  superiores  en  armas  y 
en  número,  lo  derrotaron,  mas  no  sin  sufrir  grandes 
pérdidas.  Escapa  por  otra  vez  y  continúa,  como  antes, 
en  su  asedio,  para  distraer  por  dos  partes  la  atención  de 
los  sostenedores  del  Gobierno  efctablecido. 


—  179  — 

667 — Este,  se  encontraba  apurado,  no  por  la  falta  de  recursos  sino  por  la 
de  simpatías,  pues  á  la  mayor  parte  de  los  habitante--  ya  les  era  antipático. 
Y  decimos  que  no  por  falta  de  recursos,  porque,  aunque  en  días  anteriores  la 
penuria  más  grande  le  afligía  y  ya  no  halliba  mant-ra  d¿  arbitrarse  lo  nece- 
sario para  cubrir  sus  más  urgentes  compromisos,  en  marzo  30  (1869)  don  Enrique 
Palacios  firmó  un  contrato  con  la  casa  Thompson,  Bonar  y  Compañía,  de 
LfOndres,  por  el  cual  negociaba  sobre  la  base  de  65^  neto,  el  empréstito  que 
autorizó  la  Asamblea  en  enero  de  1863;  con  lo  que,  después  de  salvar  muchas 
dificultades,  pudo  tener  todavía,  por  algunos  meses,  un  sobrante. 

668.  —  Pero  si  las  ;^^00  000  quinientas  mil  libras  suministradas  por 
Thompson  daban  cierto  desahogo  pecuniario  no  proporcionaban  paz,  pues  día 
á  día  se  hacía  general  la  insurrección,  aliándose  gran  número  de  indios  al 
mariscal  Cruz.  Por  este  motivo,  el  8  de  mayo,  Cerna  expidió  dos  decretos: 
por  el  uno  suspendía  las  g-arantías  constitucionales,  y  por  el  otro-declaraba 
sin  efecto  el  de  5  de  marzo  de  1867  que  permitía  á  Cruz  vivir  fuera  de  la 
República  y  le  perdonaba  la  sedición  de  febrero  de  ese  año,  sujetándolo,  por 
consecuencia,  á  refrponsabilidad  por  ella  y  por  laque  en  e.sos  días  acaudillaba. 
Asimismo  condenaba  tomo  traidores  á  todos  losque  con  él  y  los  suvos  estuviesen 
relacionados  y  no  se  presentasen  á  continuación  de  ser  publicado  el  decreto  que 
nos  ocupa. 

669. — Mas.  la  amnistía  ofrecida  no  produjo  el  resultado  que  el  Gobierno 
deseaba  y  Cruz  vio  robustecerse  su.s  filas.  La  montaña  era  su  abrigo  y  en 
ella  pensaba  fatigar  y  vencer  á  las  fuerzas  gobiernistas  que  sin  cesar  lo 
perseguían,  bien  que  vvin  darle  alcance,  hasta  el  20  de  ma3'o  que,  al  mando  de 
Baille,  lo  sorprendieron  en  las  cumbres  de  Chibul  y  lo  vencieron.  Cruz,  con 
una  parte  de  su  gente  se  dirigió  á  los  montes  de  Nebaj;  pero  falto  de  víveres  y 
municiones  pasó  la  frontera  mexicana  y  se  internó  en  Chiapas. 

670. —  A  los  cuatro  días  de  haber  obtenido  el  Gobierno 
tan  señalado  triunfo  en  Chibul,  en  la  capital  tuvo  lugar 
un  acontecimiento  de  verdadera  importancia  para  los 
conservadores:  se  trataba  de  la  toma  de  posesión  de  su 
candidato.  Era  el  24  de  mayo.  Reunida  la  Asamblea 
General,  formada  por  la  Cámara  de  diputados,  el  Consejo 
de  Estado,  la  Corte  de  Justi'-ia,  el  Ayuntamiento,  el 
Claustro  de  la  Universidad,  el  Consulado  de  Comercio  y 
el  Cabildo  Metropolitano,  el  Arzobispo  ocupó  la  silla 
presidencial  y  entró  Cerna:  se  puso  de  rodillas  ante  él  y 
pres-tó  el  juramento  respectivo  para  oi^upar  por  segrunda 
vez  la  Primera  Magistratura  de  la  Nación.  8e  cruzaron 
los  discursos  de  costumbre  en  semejantes  actos  y  en 
seguida  se  dirigieron  todos  ios  concurrentes  al  Palacio, 
donde  el  Presidente  recibió  el  Gobierno.  Después,  como 
era  de  esperarse,  pasaron  á  Catedral,  donde  se  cantó  un 
solemnísimo  Te  Deiim.  Naturalmente,  abundaron  las 
felicitaciones,  los  banquetes  y  las  fiestas  de  todas  clases. 


-  180  - 

671. — Entretanto,  don  Serapio  Cruz  se  proveía  en 
Chiapas  de  cuanto  le  era  menester  y  se  organizaba  para 
volver  á  invadir  el  país,  no  obstante  las  notas  de  Ayci- 
nena,  Ministro  de  Relaciones,  que  instaba  al  Grobernador 
de  Chiapas  para  que  lo  reconcentrase.  Listo  de  todo, 
apareció  en  Chaculá  el  5  de  julio;  por  Anielco  pasó  á 
Chajul,  de  allí  á  Uspantán  y  por  último  á  Cubulco,  para 
levantar  la  Verapaz.  Los  indios  veían  en  él  á  un  salva- 
dor y  muchos  se  le  unieron,  siguiéndole  á  la  montaña. 

672.-^  Vicente  Méndez  Cruz,  sobrino  del  Mariscal,  secundaba  hábil- 
mente sus  planes  por  la  costa  del  Pacífico,  y  excursionaba  con  arrojo,  procu- 
rándose armas  y  municiones.  El  25  de  septiembre  cayó  sobre  el  puerto  de 
San  José,  saqueó  la  Comandancia,  y  en  seg"uida  pasó  á  Escuintla  de  cuya 
plaza  fué  rechazado. 


LECCIÓN   yiOESIMAOCTATA. 

Buenas    medidas   del    Gobierno.  —  El    nnercado.  —  Muerte    de    don    Juan    de 

Francisco  Martín. — Inauguración  de  la  Cámara  de  Representantes. — Mensaje 

del  Presidente. — Asalto  á  la  plaza  de  Huehuetenango. — Es  rechazado  Cruz 

y  se  retira  perseguido  á  las  montañas. — Intenta  pasar  al   Oriente. — Es 

sorprendido  en   Falencia  el  23  de  enero  de  187o. — Su  muerte. 

Acto  bárbaro. —  Indignación  general.— Premios  al  brigadier 

don  Antonino  Solares. 


673. — Y  en  tanto  que  Cruz  no  dejaba  sosiego  á  las 
fuerzas  del  Gobierno,  éste  dictaba  algunas  medidas  que 
son  dignas  de  alabanza.  El  28  de  agosto  comisionó  al 
doctor  don  Mariano  Ospina  para  que  formara  un  pro- 
yecto de  Código  Penal  y  de  una  Ley  de  Procedimientos 
en  materia  criminal,  pues  basta  esa  fecha  las  leyes  del 
país  eran  las  mismas  que  establecían  los  antiguos  Códi- 
gos españoles;  y,  en  seguida,  ayudó  al  Ayuntamiento  para 
tratar  de  la  erección  de  un  edificio  propio  para  mercado. 

674. — En  efecto,  pronto  quedó  todo  arreglado  y  los 
contratos  se  firmaron  con  la  Compañía  constructora. 
El  nuevo  establecimiento  se  levantaría  en  la  entonces 
plazuela  del  Sagrario,  sitio  donde  boy  se  ostenta,  y  se 
llamaría  ''Mercado  de  Cerna."  La  primera  piedra  se 
puso  el  domingo  24  de  octubre,  y  es  oportuno  decir  que 


i 


—  181  — 

tan  útil  mejora  merece  todo  aplauso,  pues  llena  perfec- 
tamente el  objeto  á  que  se  destinó  y  prueba,  en  cierto 
modo,  que  no  en  todo  estuvo  desacertada  aquella,  admi- 
nistración. 

675. — El  mismt)  <.lí.i,  |>ur  una  fatal  coincidencia,  en  París  ocurría  un 
Huceso  luctuoso  para  el  Gobierno  y  para  Guatemala:  falleció  allá  el  .señor 
don  Juan  de  Francisco  Martín,  Enviado  Extraordinario  y  Ministro  Pleni- 
potenciario de  Guatemala  en  los  países  europeos.  Servía  ese  puesto,  sin 
retribución  alguna,  á  entera  satisfacción  del  Gobierno,  desde  el  año  1856,  y 
era  hombre  de  gran  im^xirtancia,  sobre  todo  en  Colombia,  pues  fué  amig-o  y 
albacea  del  gran  Bolívar,  desempeñó  puestos  de  alta  sig-nificación  y  su 
nombre  se  encuentr.i  lig-ado  á  los  g-randes  acontecimientos  que  hiiñ  conmovido 
á  esa  Nación,  durante  su  ¡ndep>endencia  y  después  de  ella. 

676. — El  25  de  noviembre  se  inaug-uró  la  Cámara  de  Representantes 
con  asistencia  de  35  diputados.  Cerna  le  envió  su  Mensaje,  y  llama  la  aten- 
ción lo  corto  de  aquel  documento,  muy  pobre,  ixjr  otra  parte,  en  detalles  de 
importancia,  pues  se  contrae  únicamente  á  relatar  el  movimiento  de  Cruz  y  á 
manifestar  que  en  el  país  había  "retroceso  en  todos  los  ramos,  desolación  y 
ruina, "  y  que  juzg-aba  conveniente  que  después  de  practicada  la  eleción  de 
los  ocho  Consejeros  de  Estado,  dejando  vig-ente  el  presupuesto,  quedaran 
aplazadas  las  sesiones  para  el  4  de  abril  de  1870.  Se  hizo  todo  cual  lo  desea- 
ba el  Presidente  y  la  Cámara  dio  por  terminados  sus  trabajos  á  los  pocos  días. 

677. — Mientras,  el  mariscal  Cruz  excursionaba  por 
Cobán  y  los  pueblos  de  la  Alta  Verapaz,  donde  se  hizo 
de  armas  y  fondos  que  quitó  á  las  guarniciones,  hasta 
las  seis  de  la  mañana  del  6  de  diciembre,  que  atacó  con 
sus  fuerzas  la  plaza  de  Huehuetenango,  defendida  por 
el  Corregidor  y  Comandante  General  del  departamento, 
Capitán  don  Aquilino  Gómez  Calonge.  El  asalto  fué 
reñidísimo:  el  fuego  duró  25  horas,  pues  hasta  el  día 
siguiente  á  las  7  de  la  mañana  se  retiraron  los  revolucio- 
narios hacia  Patio  de  Bolas,  con  muchas  pérdidas, 
entre  muertos  y  heridos,  contándose  entre  los  primeros 
don  Ramón  Cruz,  hijo  de  don  Serapio,  y  entre  los  segun- 
dos don  Justo  Rufino  Barrios,  que,  aguerrido  luchador, 
no  había  tenido  un  solo  día  de  descanso.  Durante  el 
combate  más  de  90  casas  fueron  incendiadas,  y  la  ruina 
cundió  en  toda  la  población;  motivo  por  el  cual  la  ''Gace- 
ta" y  los  "Boletines  de  la  Guerra"  se  soltaron  en  insultos 
contra  Cruz,  quien,  como  él  mismo  dijo  después  en  una 
circular,  no  los  merecía,  porque  el  verdadero  culpable  de 
los  desastres  de  Huehuetenango  fué  Calonge,  que  en  vez 


—  182 


de  salir  al  encuentro  de  los  insurrectos,  se  fortificó  en 
el  recinto  de  la  ciudad.  Sin  embargo,  tal  hecho  de  armas 
valió  á  Calonge  su  ascenso  á  teniente  coronel  de  inifante- 
ría,  un  grado  á  los  oficiales  y  un  mes  de  sueldo  á  los 
sargentos,  cabos  y  soldados. 

678. — A  continuación  tuvo  que  levantar  Cruz  su 
campo  de  Patio  de  Bolas,  y  tomó  el  rumbo  de  los  depar- 
tamentos de  la  Baja  Verapaz  y  del  Quiche,  hasta  donde 
lo  siguió  persiguiendo  el  coronel  don  José  Domingo 
Morales*  Constante  en  su  propósito  procuró  rehacerse, 
y  con  rápidos  movimientos  se  aproximó  á  la  Capital,  en 
los  primeros  días  de  enero,  evadiendo  hábilmente  el 
encuentro  con  las  fuerzas  superiores  del  Grobieruo. 

679. — Su  objeto  era  pasar  á  las  montañas  de  oriente, 
y  el  día  22  de  enero  (1870)  estaba  en  la  Vega  del  Tercero, 

lugar  distante  una  le- 
gua de  Falencia,  á 
donde  se -dirigió  á  las 
cuatro  de  la  mañana 
del  23.  Pero  Cerna 
recibió  oportuno  avi- 
so de  tan  audaz  ten- 
tativa y  dispuso  que 
el  brigadier  don'An- 
tonino  Solares  salie- 
ra a  impedir^se]  con- 
sumara. En  efecto, 
con  400  hombres  de 
Santa  Rosa  salió' de 
la  capital  á  las  nueve 
y  media  de  la  noche 
del  22,  y  á  marchas 
forzadas  llegó  á  las 
siete  de  la  mañana  á 
Falencia,  donde  las  fuerzas  de  Cruz  estaban  completa- 
mente descuidadas;  pues  no  esperaban  ningún  ataque,  y 
diseminadas  por  la  población  buscaban  víveres  para  sí  y 
forraje  para  los  caballos.     Así,  la  sorpresa  fué  inevitable, 


Mariscal  D.  Serapio  Cruz 


—  183  — 

y  aunque  los  valientes  revolucionarios  pelearon  con 
bravura,  todo  fué  inútil  y  fueron  vencidos.  Cruz,  com- 
prendiendo que  sólo  en  la  fuga  estaba  su  salvación  y 
que  su  deber  era  buscarla,  para  poder  ser  útil  á  su 
Patria,  procuró  escaparse  y  se  dirigió  por  el  cementerio 
hacia  el  campo;  pero  la  desgracia  quiso  que  cayera  en  un 
barranco  y  se  lastimara  gravemente.  Allí  fué  alcanzado 
por  sus  adversarios  y  luchó  defendiéndose  como  un 
I  héroe;  pero,  rendido  por  sus  dolencias,  rodó  al  fin,  acri- 
r  billado  de  heridas,  que  le  infirieron  un  sargento  y  un 
soldado. 

680. — Después,  para  que  la  obra  fuera  completa,  el  general  vencedor 
mandó  cortar  la  cabeza  á  su  víctima  y  como  un  glorioso  trofeo  se  la  envió  á 
Cerna;  quien,  rebajándose  hasta  un  nivel  que  no  tiene  nombre,  toleró  que 
fuera  paseada  por  las  calles  principales  de  la  ciudad,  traj^endo  á  nuevo  uso 
las  olvidadas  costumbres  del  Santo  Oficio.  En  seguida,  se  expuso  al  público 
en  un  departamento  del  hospital,  donde  tomaron  de  ella  una  fotografía,  cuyas 
copias  fueron  vendidas  á  cincuenta  centavos  cada  una. 

681. — Naturalmente,  muchos  individuos  del  partido  conservador,  al 
contemplar  acto  tan  salvaje,  unieron  su  grito  de  indignación  al  prepotente  de 
los  liberales,  y  el  Gobierno,  espantado  de  su  obra,  tembló  de  miedo  y  atribu- 
yó el  hecho  al  brigadier  Solares.  Toda  disculpa  era  inútil,  y  la  más  ruda 
censura  cayó  sobre  los  culpados,  principalmente  cuando  sucesos  posteriores 
comprobaron  lo  que  ya  nadie  dudaba:  el  Gobierno,  en  vez  de  poner  una  pena 
al  que  señaló  como  autor  de  aquel  atentado  de  lesa  cultura,  le  premió  con  el 
grado  de  mariscal,  le  prodigó  todo  género  de  atenciones,  y  el  mismo  Presiden- 
te le  obsequió  con  un  magnífico  uniforme  que,  junto  con  los  despachos  que  le 
acreditaban  en  su  nuevo  empleo,  se  ofreció  á  llevarlo  una  comisión  que  se 
llamaba  del  comercio,  pero  que  no  era  otra  cosa  que  la  representación  del  más 
abyecto  servilismo.  ¡Lamentables  desgracias  que  prueban  tristemente  hasta 
donde  arrastran  al  hombre  los  odios  de  partido! 


LECCIÓN   VIGESIMANOYENA. 

Persecuciones. —  Prisión  de  varias  persones  notables.— Concesión  del  Gobierno. 

Don  Miguel  García  Granados  en  la  Legación    Británica.— Sale  para   México. 

Error  de  Cerna. — Idea  de  los  patriotas  desterrados. — García  Granados  en 

relaciones  con  Juárez  y  Lerdo.  —  Llega  á  Connitán. — Ardides  de  la 

"Gaceta." — Triunfo   moral    de   los    liberales.  —  Muerte   del 

mariscal  don  Antonino  Solares. 


682. — Los  restos  de  las  desbandadas  fuerzas  de  Cruz 
fueron  perseguidos  con  crueldad  por  los  coroneles  Mora- 
les y  Barrientos,  y  una  serie  de  ejecuciones  puso  el 


-  184  — 

espanto  en  todas  partes,  porque  sólo  bastaba  que  de 
alguien  se  sospechase  infidencia  para  que  fuera  conducido 
al  suplicio,  pues  los  papeles  que  en  Falencia  se  tomaron 
al  mariscal  Cruz  revelaron  lo  ramificado  que  estaba  el 
movimiento  que  encabezaba,  y  el  Grobierno  dispuso 
ahogarlo  á  toda  costa. 

683. — En  la  capital  los  complicados  eran  muchos  y 
se  contaban  entre  ellos  personas  de  importancia,  como 
don  Miguel  Grarcía  Granados,  don  José  María  Samayoa, 
don  Manuel  Larra  ve  y  los  generales  don  Grregorio  Solares 
y  Villalobos.  Se  libró  orden  de  arresto  contra  ellos  y  se 
les  encerró  en  el  castillo  de  San  José;  excepto  á  Solares 
que  se  escapó  y  á  García  Granados  que  halló  asilo  en  la 
Legación  Británica. 

684.  —  Los  amig-os  de  los  disting-uidos  presos  y  perseguidos  lograron 
de  la  administración  alguna  benignidad,  y  el  13  de  febrero  expidió  Cerna, 
por  el  Ministerio  de  la  Guerra,  un  acuerdo  por  el  cual  disponía  fueran  expul- 
sados del  país  los  ya  nombrados  patriotas,  quienes  antes  de  salir  tenían  que 
afianzarse,  empeñar  su  palabra  de  no  volver  al  territorio  nacional  sin  permiso, 
y  de  no  intentar,  otra  vez,  turbar  la  paz.  Así  se  hizo:  Samayoa  depositó 
$20,000,  veinte  mil  pesos;  Larrave  $10,000,  diez  mil;  y  Villalobos  $1,000,  mil; 
y  el  16  salieron  de  las  prisiones  para  ir  á  embarcarse  al  puerto. 

685. — Don  Miguel  García  Granados  ya  hemos  dicho  que  estaba  en  la 
Legación  Británica.  Esto  dio  lugar  á  que  se  cruzaran  entre  el  departamento 
de  Relaciones  Exteriores  y  Mr.  Edwin  Corbett,  Encargado  de  aquella,  agrias 
contestaciones.  (Notas  del  14,  15  y  17  de  febrero.)  Entonces  se  convino  que 
también  saliera  del  país  el  notable  liberal,  y,  con  previa  ñanza  de  $10,000, 
diez  mil  pesos,  el  18  salió  con  dirección  á  México,  porque  no  podía  residir  en 
Centro- América. 

686.— Con  tales  actos,  Cerna  se  creyó  seguro  y  con  los 
suyos  se  entregó  á  la  celebración  de  su  triunfo;  sin  consi- 
derar, que  si  los  hombres  desaparecen  las  ideas  quedan  en 
pie  y  más  ó  menos  tarde  fructifican.  En  este  caso  hom- 
bres é  ideas  vivían:  las  unas  preparaban  el  terreno  en  que 
se  debía  cosechar,  los  otros  se  disponían,  comiendo  el 
amargo  pan  del  destierro,  á  recoger  el  fruto  apetecido. 
¡Luchar,  luchar  sin  descanso  para  derrocar  al  tirano  fué 
su  lema  desde  que  abandonaron  las  playas  del  suelo  que 
los  vio  nacer! 

687.  —  García  Grranados,  aunque  anciano,  no  era 
hombre  que  se  dejara  abatir  por  la  desgracia,  y  se  fué  á 


—  185  ~ 

México.  *'Allí  se  puso  en  relación  con  los  señores  Juárez 
y  Lerdo  de  Tejada,  los  hombres  civiles  más  notables 
de  la  Reforma  y  de  la  Revolución  en  aquel  país.  Se 
entendieron  seguramente,  porque  á  mediados  del  año  de 
70  ya  se  encontraba  el  tribuno  en  Comitán,  á  donde  llegó 
á  tiempo  para  alentar  á  los  patriotas  divididos,  desgracia- 
damente, entre  sí,  pobres,  y  no  sobrados  de  esperanzas. 
No  tardó  mucho  tiempo  sin  que  llegasen  unos  cuantos 
Rémingtons  y  fusiles  Henry,  que  por  encargo  del  Jefe 
pasó  don  Francisco  Andreu  á  comprar  al  Norte.  Barrios 
y  la  mayor  parte  de  la  falange  se  unieron  á  García 
Granados  y  le  reconocieron  por  Jefe,  comprendiendo 
patrióticamente  que,  si  ellos  representaban  la  fuerza  y  la 
audacia,  en  el  anciano  estaba  el  prestigio,  la  experiencia 
que  da  la  edad  y  el  renombre  conquistado  en  veinte  años 
de  una  lucha  tenaz  contra  la  tiranía."     (*) 

688.— El  Gobierno  de  Cerna  se  extremeció  de  terror 
al  conocer  los  hechos  relatados  y  acudió  á  todos  los 
medios  posibles  para   desacreditar  á  sus  autores.     La 

'*Gaceta"  dio  la  noticia  con  fecha  4  de  agrosto  (1870)  en  un  artículo  duro, 
insultante,  escrito  con  profundo  despecho,  en  el  cual  llamaba  traidores  á 
García  Granados  y  á  Barrios,  les  acusaba  de  reclutar  elementos  extraños 
para  invadir  el  país,  y  para  presentarlos  aún  más  dignos  del  desprecio 
justificaba  la  conducta  del  mariscal  Cruz,  quien  poco  antes,  todavía  después 
de  su  muerte,  había  sido  el  blanco  de  sus  iras  y  encono.  El  ardid,  pues,  fué 
conocido,  y  nadie,  si  no  eran  unos  cuantos  del  conservatismo,  le  hicieron 
caso,  y  mucho  menos,  cuando  en  "La  Semana,"  periódico  semi-oñcial, 
apareció  un  remitido  de  García  Granados  por  el  que  rebatía  tales  asertos  y 
explicaba  los  móviles  de  su  conducta,  así  como  los  atentados  de  que  había 
sido  víctima. 

689. —  El  partido  liberal  se  encumbraba;  el  g-obierno  teocrático-militar, 
que  desde  hacía  treinta  años  venía  imperando,  estaba  para  derrumbarse: 
todos  los  círculos  sociales  simpatizaban  con  el  movimiento  revolucionario 
próximo  á  estallar,  y  el  oficial  agotaba  el  bocabulario  de  la  difamación  y  la 
calumnia,  para  manchar  la  reputación  de  los  patriotas  que,  en  bien  del  país, 
se  disponían  á  inmolarse.      (XXIV). 

690.— Pero  el  Destino  se  había  ensañado  contra  Cerna,  y  de  tan  duro 
modo,  que  no  sólo  permitía  que  contra  él  se  rebelasen  los  valientes  cansados 
de  su  despotismo,  sino  que  le  arrebataba  á  su  brazo  fuerte,  á  su  héroe  del  23 
de  enero,  al  mariscal  don  Antonino  Solares,  que  purgó  su  horrendo  crimen 


(*)      Ramón  A.   Salazak.— "Recuerdos    de    mi    Juventud.  "—Capítulo 
XXIX.  — Páginas  201  y  siguiente. 


-  186  - 

terminando  su  existencia  de  la  manera  más  aciag-a:  vivía  en  Santa  Rosa,  y 
asoleando  una  cantidad  de  pólvora  pereció'  entre  ella  al  efecto  de  formidable 
explosión,  ocurrida  en  uno  de  los  úlimos  días  del  mes  de  octubre  de  aquel  año 
de  1870. 


LECCIÓN  TRIGÉSIMA. 

Ideales  de    los  revolucionarlos.  —  Reunión  en   la   hacienda  de   "El   Puente." 

Llegada  á  Tacana — Primer  triunfo. — Continúan  la  marcha. —  Manifiesto 

del  8  de  mayo.  —  Las  fuerzas  del  Gobierno.  —  Arribo  á  Retalhuleu. 

Sangriento  combate  en  esta  plaza. — Incendio — Batalla  de  Laguna 

Seca. — Ingreso  de  las  fuerzas  revolucionarias  á  la  Antigua. 


691. — Igualdad,  Libertad  y  Progreso,  era  el  sueño 
dorado  de  los  que  allende  la  frontera  mexicana  se  prepa- 
raban para  invadir  el  suelo  guatemaltoco,  convertido  en 
feudo  de  unos  cuantos,  que  ahogaban  al  pueblo,  sumido 
en  la  más  profunda  abyección,  á  causa  de  tantos  años  de 
carencia  de  escuelas  y  de  prensa  libre  y  de  la  existencia 
de  duro  vasallaje.  Sa  misión  era  heroica,  grande,  cual 
es  siempre  la  que  tiende  á  redimir,  á  destruir  el  mal  y  á 
hacer  que  resplandezca  la  verdad:  la  senda  que  iban  reco- 
rrer estaba  sembrada  de  espinas,  pero  á  su  fin  se  hallaba  el 
pináculo  de  la  gloria;  si  alguno  perecía  en  la  demanda 
no  les  importaba:  los  vapores  de  su  sangre  serían  veneno 
y  sombra  para  el  enemigo;  savia  vivificante  y  luz  que  á 
los  patriotas  guiara  á  la  victoria. 

692. —La  hacienda  de  "El  Puente,"  jurisdicción  de 
Comitán,  fué  el  centro  de  reunión  de  los  valientes  que 
vendrían  á  dar  á  Guatemala  otro  género  de  vida  que  el 
triste  que  hasta  entonces  había  tenido.  El  17  de  marzo 
de  1871  todos  estaban  allí,  teniendo  á  la  cabeza  al  coronel 
graduado  don  Justo  Rufino  Barrios.  Eran  por  todos  29, 
si  se  agregan  el  general  don  Miguel  García  Granados  y 
sus  dos  ayudantes;  pero  cada  uno  de  ellos  valía  por  una 
legión:  cómo  que  no  les  impulsaba  otro  móvil  que  no 
fuera  el  de  conquistar  la  dicha  de  su  patria.     (XXV). 

693.— A  fines  de  marzo  emprendieron  la  marcha;  toca- 
ron en  varios  puntos  insignificantes  y  el  2  de  abril  llegaron 
á  Tacana:   las  heladas  cumbres  de  ese  lugar  tendrían  la 


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—  188  — 

gloria  de  ser  las  testigos  del  bautizo  con  sangre  de  la 
gran  epopeya  de  la  emancipación  social  de  Guatemala. 
Allí  pernoctaron  y  resolvieron  espectar  acerca  de  la 
actitud  del  Gobierno;  pero,  al  día  siguiente,  cosa  de  las 
cuatro  de  la  tarde,  se  divisó  una  columna  que  marchaba 
sobre  ellos:  era  fuerza  enemiga  constante  de  260  hombres, 
comandada  por  el  capitán  don  Antonio  Búrbano,  que 
iba  á  atacarlos.  El  coronel  Barrios,  después  de  una 
pequeña  peroración  para  enardecer  los  ánimos,  dio  las 
disposiciones  convenientes  para  resistir,  y  al  frente  de 
su  ejército,  ya  aumentado  á  45  combatientes,  esperó.  A 
la  media  hora  se  rompieron  los  fuegos  y  la  lucha  fué 
terrible,  teniendo  por  resultado  la  derrota  de  las  fuerzas 
defensoras  de  Cerna.  jLa  Revolución  comenzó  á  recibir 
en  sus  sienes  las  coronas  de  la  victoria! 

69i. — De  Tacana,  después  de  algunas  marchas  y 
contramarchas,  la  falange  libertadora  s^  dirigió  á  San 
Marcos,  á  donde  ingresó  el  10  de  mayo,  llevando  como 
justificante  de  su  honradez  y  levantados  fines,  el  inmor- 
tal Manifiesto  de  su  Jefe,  el  general  García  Granados, 
notable  documento  expedido  el  día  8,  y  por  el  cual  se 
expresan  las  causales  de  la  Revolución  así  como  sus  ten- 
dencias, (XXVI).  Pasó  en  seguida  á  Retalhuleu.  Nada 
estorbaba  su  marcha  triunfal:  las  fuerzas  del  Gobierno 
mandadas  por  Burbano,  que  estaban  en  San  Pedro  Sa- 
catepéquez,  no  se  atrevieron  á  oponérsele,  y  las  que 
tenía  don  Gabriel  Cárdenas  en  Retalhuleu,  le  dejaron 
franca  la  plaza  el  14  del  mismo  mayo,  fecha  de  su 
entrada.  Mas,  esta  última  ciudad  sería  el  escenario  en 
que  tendría  lugar  la  más  sangrienta  tragedia. 

695. — Al  penetrar  los  revolucionarios  á  la  población 
la  Municipalidad  les  aseguró  que  no  había  peligro  que 
temer;  pero  Barrios,  siempre  precabido,  tomó  posiciones 
en  las  bocacalles,  previniendo  cualquier  evento:  pronto 
se  oyeron  detonaciones:  el  enemigo  en  número  de  650 
hombres  volvía  sobre  la  plaza,  ya  reforzado,  con  el  objeto 
de  recuperarla.  Trábase  entonces  el  combate  más  reñido 
que  tuvo  la  Revolución,  representada  ese   día   por  solo 


—  189  - 

200  personas;  se  pelea  cuerpo  á  cuerpo,  y  después  de 
dos  horas  de  titánica  lucha  los  representantes  del  Go- 
bierno se  vieron  vencidos.  Los  libertadores  quedaron 
dueños  de  la  ciudad;  pero  hubieron  de  ver  el  triste  es- 
pectáculo que  ofrecía  devorada  por  las  llamas,  pues 
momentos  después  de  terminada  la  acción  '^se  declaró 
en  los  suburbios  un  incendio  de  propiedades  que  privó 
de  sus  hogares  á  más  de  320  familias  indígenas,  sin  que 
se  pudiera  gveriguar  si  aquello  fué  promovido  por  las 
fuerzas  contendientes  deliberadamente  ó  efecto  de  un 
accidente  fortuito." 

696. — El  mismo  día  14  á  las  seis  de  la  tarde  desocu- 
paron las  fuerzas  revolucionarias  á  Retalhuleu  y  se 
dirigieron  á  San  Sebastián;  allí  pernoctaron,  y  después 
continuaron  su  expedición,  pasando  por  Cuyotenango, 
Mazatenango  y  otros  lugares,  hasta  el  29  de  mayo  que 
acamparon  en^el  lugar  llamado  Laguna  Seca,  para 
esperar  al  enemigo,  que  en  número  de  900  hombres,  con 
Calón  ge  á  su  frente,  les  atacó  á  las  nueve  de  la  mañana 
Los  revolucionarios  no  eran  más  que  300,  pero  animados 
por  los  buenos  resultados  que  hasta  entonces  habían 
tenido,  así  como  por  la  nobleza  de  la  causa  que  defendían, 
pelearon  con  sin  igual  bravura,  y  palmo  á  palmo  con- 
quistaron la  victoria,  obligando  á  los  conservadores  á 
salir  en  precipitada  fuga:  dejando  abandonados,  parque, 
muías,  armas  y  otros  pertrechos. 

697. — Las  triunfantes  huestes  de  García  Granados  y 
Barrios,  después  de  haber  perseguido  al  enemigo,  per- 
noctaron ese  día  en  el  puente  de  *'La  Garrucha"  y  al 
siguiente  tomaron  el  rumbo  de  Comalapa,  donde  fueron 
muy  bien  recibidas,  ingresando  el  1?  de  junio  á  La  Anti- 
gua. Esta  ciudad  había  sido  abandonada  por  las  autori- 
dades política,  judicial  y  militar  y  nadie  opuso  resistencia; 
bien  al  contrario:  cincuenta  ciudadanos  se  agregaron 
voluntariamente  á  las  filas  an  ti  gobiernistas,  siendo  de 
citarse  el  capitán  don  Juan  Viteri  y  el  coronel  don 
Francisco  del  Riego. 


—  190 


LECCIÓN  TBIGESIMAPRIMERA. 

Acta  de  Patzicía. — Pronunciamiento  de  Totonicapam  — El  ejército  liberal  en 

Quezaltenango. — Acertadas  disposiciones   del    Gobierno    Provisional. — Acción 

de  Tierra  Blanca — Retirada  de  Cerna. — Plan  de  campaña  del  Presidente 

Provisional. — Las  circunstancias  lo  obligan  á  cambiarlo. — Orden  dada 

al  general  don  Gregorio  Solares  — Batalla  de  San  Lucas. — Arrojo 

del  general  Barrios.— Triunfo  completo. — Entrada  á  la  capital. 

Consideraciones. 


698. — De  la  Antigua,  y  ya  en  número  de  500,  pasó 
aquella  pléyade  de  patriotas  el  2  a  Zaragos^^  y  el  3  á 
Patzicía,  donde  se  levantó  el  acta  gloriosa  que  tomó  el 
nombre  de  ese  lugar,  y  por  la  cual  se  desconocía  al 
gobierno  de  Cerna,  se  nombraba  Presidente  Provisional 
al  general  don  Miguel  Gtarcía  Granados,  con  amplias 
facultades  para  organizar  al  país  bajo  las  bases  de  su 
Manifiesto  del  8  de  mayo  y  para  reunir  una  A.sam- 
blea  Constituyente  que  decretara  la  Carta  Funda- 
mental.    (XX\^II).  • 

699. —  Al  día  siguiente,  4  de  junio,  uno  después  del 
Acta  de  Patzicía,  salieron  de  ese  lugar  con  dirección  á 
Quezaltenango;  el  5  estaban  en  Totonicapam:  el  pueblo 
simpatizaba  con  la  Revolución  y  se  reunió  inmediata- 
mente, aí^í  como  la  Municipalidad;  se  deliberó  sobre  el 
pronunciamiento,  y  el  ciudadano  don  Gertrudis  Enríquez, 
lanzó,  el  primero  en  el  salón  de  sesiones,  el  grito  de 
¡Viva  la  Libertad!,  a  que  respondió  una  salva  de 
fusilería,  mandada  hacer  por  el  general  Barrios,  en  señal 
de  regocijo.  Nadie  mostró  descontento,  todos  acudieron  á 
afiliarse  y  hasta  el  cura  párroco  firmó  el  acta  de  adhesión. 

700. — Continuó  el  Ejército  Libertador  para  Quezal- 
tenango, á  donde  entró  el  6,  fijó  su  cuartel  general  y  se 
estableció  formalmente  el  Gobierno  Provisional,  que  desde 
luego  comenzó  á  expedir  decretos  de  verdadera  transcen- 
dencia; tales  como  la  habilitación  del  puerto  de  Cham- 
perico  para  el  comercio  de  importación  y  exportación,  la 
supresión  del  estancamiento  del  tabaco  y  otros. 

701. — Las  fuerzas  que  defendían  á  Quezaltenango  lo 
abandonaron  al  saber  la  aproximación  de  los  revolucio- 


-  191  — 

narios,  no  obstante  su  superioridad  numérica;  así,  hasta 
pasados  ocho  días  comenzó  á  tenerse  alguna  intranqui- 
lidad, porque  se  supo  que  Cerna,  que  había  dejado  el 
poder  para  ponerse  al  frente  de  las  tropas  que  le  eran 
fieles,  estaba  en  Totonicapam  é  intentaba  dar  un  golpe 
decisivo.  Entonces  García  Granados  y  Barrios  dispu- 
sieron salir  á  su  encuentro  y  se  posesionaron  del  Cochón; 
pero  como  ya  tenían  cuatro  días  de  estar  en  ese  punto, 
sin  resultado  alguno,  avanzaron  hasta  Tierra  Blanca, 
que  estaba  á  tiro  de  cañón  de  los  campamentos  eaemiojos. 
El  22  de  junio  comenzaron  á  disparar  los  cañones  de 
Cerna,  y  á  la  madrugada  del  siguiente  día  el  combate  se 
hizo  general.  El  ejército  revolucionario  contaba  con  más 
de  800  plazas  y  el  del  Gobierno  componíase  casi  de  6,000 
que  cubrían  desde  las  alturas  del  Calvario  hasta  el  Agua 
Caliente.  Cerna  intentó  cortar  el  camino  real,  pero  los 
liberales  impidieron  la  ejecución  de  ese  movimiento  y 
lograron  con  elfc  derrotarlo. 

702. — Después  de  la  acción,  el  Presidente  Cerna 
emprendió  su  retirada  á  las  tres  de  la  tarde  del  mismo 
día,  por  el  camino  carretero,  y  llegó  hasta  Chimaltenango 
sin  que  se  le  desbandase  su  tropa,  gracias  al  terror  que  le 
inspiraban  los  indígenas  que  esparcidos  por  las  cumbres 
la  hostilizaron  en  todo  el  trayecto.  García  Granados 
hubiera  querido  perseguir  seriamente  á  los  derrotados 
gobiernistas,  pero  su  victorioso  ejercito  tenía  falta  de 
cartuchos  y  sobra  de  cansancio. 

703. — El  Presidente  Provisional  pernoctó  el  21  en 
Totonicapam  y  el  27  estaba  en  Patzicía.  Allí  supo  que 
Cerna  pensaba  fortificarse  en  Chimaltenango  y  resolvió 
pasar  á  la  Antigua,  para  así,  posesionándose  de  la  cumbre 
de  Santa  Lucía,  amenazar  á  la  capital.  De  este  modo 
conseguiría  que  el  Jefe  conservador  fuera  á  buscarle, 
teniendo  él  la  ventaja  de  haber  elegido  el  sitio  con- 
veniente para  resistir  con  éxito,  ó  que  marchara  á 
la  capital  para  defenderla,  con  lo  cual  también  ganaba, 
pues  en  ella  quedaría  encerrado,  porque,  dados  los  pro- 
gresos logrados  por  el  movimiento  que  encabezaba,  no 


~  192  - 

tardaría  mucho  en  estar  todo  el  país  sobre  las  armas, 
en  favor  de  la  Revolución.  Pero,  al  llegar  a  la  villa 
de  Chico j,  recibió  noticias  de  que  Cerna  estaba  en  la 
Antigua,  y  cambió  inmediatamente  la  combinación  y  fué 
á  pernoctar  á  Santiago,  pueblo  distante  seis  leguas  de  la 
ciudad  de  Guatemala. 

704. — Como  el  general  don  Gregorio  Solares  había  ya 
ocupado  el  pueblo  de  Amatitlán,  García  Granados  le 
envió  órdenes  para  que,  sin  pérdida  de  tiempo,  atacara  á 
Cerna  y  lo  molestara  en  su  marcha  si  pretendía,  como  era 
posible,  retirarse  a  Guatemala.  El  proyecto  del  General 
en  Jefe  del  Ejército  Libertador  era  salirle  al  encuentro 
por  el  camino  de  Mixco.  Al  efecto,  en  la  mañana  del  29 
se  dirigió  muy  temprano  al  pueblo  de  San  Lucas,  dejó 
en  ese  lu^ar  á  su  Mayor  General  don  Justo  Rufiao 
Barrios  y  fué  él  á  situarse  a  la  cumbre  de  Mixco,  para 
observar  el  campo.  A  poco  se  oyeron  los  primeros 
disparos:  Cerna  se  disponía  á  atacar.        * 

705. — En  un  momento  las  cumbres  de  los  caminos 
fueron  ocupadas  por  las  fuerzas  del  gobierno  conservador 
y  una  gruesa  columna  se  adueñó  del  cerro  á  cuya  falda 
pasa  el  camino  de  la  Antigua.  Aunque  muy  retirada 
del  sitio  que  ocupaba  el  general  Barrios,  con  su  perspicaz 
mirada  y  notable  talento  militar,  comprendió  desde  luego 
que  en  aquella  eminencia  estaba  la  victoria,  y,  sin  medir 
el  peligro,  libró  órdenes  para  ir  á  alcanzarla.  Su  valor  y 
audacia  no  quedaron  sin  premio:  el  triunfo  más  completo 
coronó  sus  esfuerzos,  y  Cerna,  con  sus  desbandadadas 
huestes,  abandonándolo  todo,  huyó  despavorido  por 
entre  los  cerros  adyacentes. 

706. — Después  de  tan  brillante  victoria,  el  Presidente 
Provisional  pernoctó  en  Barcenas.  Allí,  á  la  madrugada 
siguiente, recibió  auna  comisión  formada  délos  miembros 
del  cuerpo  diplomático,  que  iba  á  pedirle  garantías;  le 
ofreció  todo  género  de  seguridades  y  á  las  10  de  la  mañana 
de  aquel  glorioso  día,  30  de  junio  de  1871,  hizo  su  entrada 
triunfal  á  la  Capital,  con  el  mayor  orden,  en  medio  del 
más  justo  regocijo,  de  la  más  viva  alegría,  de  las  más  entu- 


—  193  — 

ftiastas  aclamaciones.     Era  natural:  el  pueblo  amaba  la 
Revolución,  porque  era  la  portadora  de  sus  derechos,  por- 
que le  traía  la  justicia  que  tanto  ambicionaba,  porque 
venía  á  sacarlo  del  estado  de  ilotismo  en  que  lo  tuvo  pos-- 
terrado  el  Gobierno  de  los  Treinta  años. 

707. —  La  Revolución  que  acababa  de  triunfar  fué 
una  necesidad  para  el  pueblo  de  Guatemala.  El  estacio- 
narismo,  el  retroceso  de  tres  siglos,  se  había  condensado 
en  el  modo  de  ser  de  la  administración  imperante:  era 
aquello  una  verdadera  remora  al  adelanto,  y  un  vacío 
que  asfixiaba  toda  idea  que  no  fuera  retrógrada.  El 
triunfo  militar  no  fué  difícil:  el  descontento  popular  y 
el  desprestigio  gubernativo  cooperaron  á  él;  pero  el 
triunfo  político  ha  tenido  que  luchar  constantemente,  y 
lucha  aún,  contra  los  múltiples  escollos  que  para  su 
debida  realización  le  oponen  las  pasiones  de  todos  aque- 
llos que  buscan  en  la  ignorancia  y  el  fanatismo  un  medio 
de  vivir. 

708. — El  Oobierno  de  los  Treinta  años  estaba  anémico. 
Faltábale  el  soplo  animador  de  las  ideas  modernas,  triun- 
fantes en  el  tiempo  y  en  la  historia,  y  la  época  del 
conservatismo,  obedeciendo  á  la  ineludible  ley  de  la 
evolución,  espiró,  dando  paso  á  otra  brillante,  iniciada 
por  una  generación  viril,  inteligente  y  progresista.  La 
libertad,  como  un  verbo  redentor,  surgió  para  satisfacer 
las  aspiraciones  de  justicia;  substituyó  en  un  todo  al  des- 
potismo y  á  la  opresión,  y  ha  realizado  los  grandiosos 
proyectos  de  los  héroes  García  Granados  y  Barrios, 
cuyos  nombres  inmaculados  vivirán  eternamente  en  el 
corazón  de  los  buenos  guatemaltecos,  que  siempre  recor- 
darán con  gratitud  á  sus  .digniñcadores  que,  con  la 
escuela  laica,  con  la  legislación,  con  los  ferrocarriles  y  la 
agricultura,  engrandecieron  á  su  Patria,  dándole  ciuda- 
danos ilustrados,  defensores  de  sus  sagradas  instituciones, 
y  riqueza. 

709.— ¡Gloria,  pues,  al  30  de  junio  de  1871;  gloria  a 
los  libertadores  Miguel  Gaecía  Granados  y  Justo 
Rufino  Barrios!     ¡Que  tanta  sangre  derramada  no  sea 

13 


194 


inútil;  que  queden  relegadas  al  olvido  las  desgraciadas 
luchas  posteriores,  y  que  de  hoy  más,  al  influjo  poderoso 
de  la  unión,  de  la  comunidad  de  nobles  anhelos  que  ^ 
todos  domina,  el  pueblo  entero,  en  pos  de  su  perfeccio- 
namiento, inscriba  en  su  bandera:  Paz,  Progreso  y 
Libertad! 


APÉNDICE  I. 


LECCIÓN   PRIMERA. 

Garda  Granados  en  el  jKKler.  —  Prlmenis  actos  de  su  jfobienio.  —  Son  extrañados  los  jesuítas  de 
Quezaltenanjro.— So  cambian  los  colores  á  la  bandera  y  se  establece  eJ  Ministerio  de  Fomento. 
Enemijros  del  ('tobiemo.— Expulsi<'»n  definitiva  de  lo«  jesuítas.— Insurrección  en  Oriente. — La 
debela  el  peneral  Barrios.  —  Expulsión  del  arzobispo  de  (>uatemala  y  del  obispo  de  Teya. 
Nuevo  CMCudo  de  ;irmas  nacionales.  —  Kl  Presidente  Provisional  convoca  á  elecciones  para 
una  Asamblea  Constituyente.— Dos  decretos  imixirtante^s.— Instálase  la  Asamblea.— Guerra 
con  Honduras.— El  Presidente  Provisitmal  se  encare.^  del  mando  «le  las  tropas  y  el  peneral 
Jíarrios  queda  en  el  ixxler.— Principales  hechos  de  su  administración.— Facción  de  Vicente 
Méndez  Cruz.  —  Convocatoria  para  elecciones  de  Presidente  Constitucional.  — Triunfo  del 
»reneral  don  Justo  Rufino  Barrios.— Entreg-a  el  mando  (Jarcia  Granados  y  marcha  á  Europa. 
Sil  r.H_rr.->.i,  V   imiprii».  -  t'i)nsiilir;iiiiiiií's. 


1. — Después  del  glorioso  triunfo  que  obtuvo  la  Revolución  acaudillada 
por  García  Granados  y  Barrios,  el   primero,   nombrado,   segfún  hemos  visto, 
Presidente  Provisional  de  la  República,  s-e  ocupó  inmeiíatamente  de  org-ani- 
zar  al  país,  de  la  marera 
más  conveniente  y  conforme 
con  los   ideales  contenidos 
en  su   inmortal    manifiesta 
leí  8  de  mayo. 

2. — Uno  de  sus  pri- 
meros actos  fué  desconocer 
todas  las  disposiciones  dic- 
tadas por  la  última  Asam- 
blea, desde  el  4  de  abril 
hasta  el  2  de  julio  de  1870, 
en  atención  á  que  el  Presi- 
dente Cerna,  violando  la 
Carta  Constitutiva,  persi- 
guió y  expulsó  del  territorio 
nacional  á  varios  de  sus 
miembros;  en  seguida,  el  7 
de  julio,  decretóla  libertad 
de  imprenta  vedada  por  le\' 
de  30  de  abril  de  1852,  y 
después  (2  de  agosto)  dis- 
puso que  en  el  país  no  se 
tuviera  más  fiesta  cívica 
que  la  del  15  de  septiembre, 
por  ser  aniversario  de  la 
independencia,  pues  las 
otras  que  por  tales  se  te- 
nían no  eran  más  que  con- 
memoración de  triunfos  de 
partido  en  luchas  fratrici- 
das. 


«teneral  Miguel  García  Granados 


—  196  — 

3. — Un  suceso  inesperado  ocurrió  á  los  pocos  días  en  Quezal tenan^b, 
donde  se  encontraba  como  Jefe  Político  del  Departamento  y  Comandante 
General  de  Los  Altos,  el  general  don  Justo  Rufino  Barrios.  La  Municipa- 
lidad y  vecinos  principales  reunidos,  levantaron  un  acta  en  que,  después  de 
varios  considerandos,  pedían  á  la  primera  autoridad  política  la  expulsión  de 
los  PP.  Jesuítas  residentes  en  aquella  cabecera  y  su  reconcentración  en  la 
capital.  En  consecuencia,  ante  tal  manifestación  de  la  voluntad  popular,  el 
general  Barrios  cedió,  y  á  la  mañana  siguiente  hizo  salir  á  los  miembros  de 
la  Compañía,  que  no  muy  de  su  grado  abandonaron  aquel  centro  de  su 
acción. 

4. — El  Gobierno,  sin  dar  gran  importancia  á  los  decires  que  produjo  el 
extrañamiento  verificado  por  el  general  Barrios,  siguió  dando  algunos  decre- 
tos encaminados  á  la  Reforma;  y  así,  el  17  de  agosto,  ordenó,  que  se  cambia- 
ran los  colores  de  la  bandera  nacional  por  los  que  hoy  ostenta,  que  son  los 
mismos  que  señaló  la  Asamblea  Constituyente  de  Centro  América,  por  su 
decreto  de  21  de  agosto  de  1823;  y,  el  24  de  agosto,  dispuso  la  creación  del 
Ministerio  de  Fomento,  para  la  protección  y  mejora  del  comercio,  agricultura, 
ganadería,  artes,  industria,  obras  públicas,  telégrafos,  ferrocarriles,  &*, 
quedando  por  consiguiente  resumidas  en  él  todas  las  facultades  y  obligacio- 
nes del  Consulado  de  Comercio,  que,  sin  objeto  ya,  fué  suprimido. 

5. — Pero  la  naciente  administración  tenía  en  su  contra  todo  el  odio  de 
los  partidarios  del  régimen  caído,  y  bien  pronto  comenzó  á  pulsar  serias 
dificultades,  pues  sus  enemigos  no  descanzaban,  y  menos  los  clérigos,  por 
cuya  instigación  se  rebelaron  en  Santa  Rosa  algunos  reaccionarios  y  el  28  del 
propio  agosto  asaltaron  aquel  cuartel. 

6. — García  Granados  pensó  que  aquello  sin  duda  se  debía  á  la  influen- 
cia de  los  jesuítas  y  decretó  su  definitiva  expulsión  de  la  República.  El  4  de 
septiembre  á  las  4  y  30  a.  m.  en  número  de  73,  entre  padres,  maestros,  novi- 
cios, estudiantes,  coadjutores  y  sirvientes,  salieron  de  la  capital  con  rumbo  á 
San  José,  para  ser  embarcados  en  ese  puerto.  Al  efecto,  el  Gobierno  les 
proporcionó  los  medios  de  transporte  necesarios  y  les  pagó  sus  pasajes  hasta 
Panamá. 

7. — El  remedio  buscado  no  tuvo  nada  de  eficaz,  y  el  asunto  fué  bien 
explotado;  de  modo  que,  lo  que  en  un  principio  no  revestía  un  carácter  serio, 
pronto  tomó  grandes  proporciones  y  se  hizo  amenazante.  Preciso  fué  entonces 
que  el  general  Barrios  viniera  de  Los  Altos  y  fuese  á  combatir  á  los  insurrec- 
tos. El  23  de  septiembre  tomó  á  Santa  Rosa,  y  el  24  derrotó  á  la  facción  de 
la  montaña  en  la  llanura  que  se  extiende  entre  el  Calvario  y  el  Rinconcito, 
(batalla  de  Cerro  Gordo) .  Su  conducta  ulterior  contribuyó  eficazmente  á  que 
los  disidentes  depusieran  las  armas,  y  ya  no  presentó  grandes  obstáculos  la 
llegada  á  Chiquimula  del  Presidente  Provisional,  que  desde  el  22  había 
dejado  el  poder  á  sus  Ministros  para  ir  á  ponerse  al  frente  del  Ejército  Paci- 
ficador. La  entrada  á  la  plaza  de  la  ciudad  citada  tuvo  lugar  el  6  de  octubre, 
y  la  triunfal  á  la  capital  el  17,  dando  al  siguiente  día  un  entusiasta  mani- 
fiesto á  las  tropas  vencedoras,  y  el  19  un  indulto  á  los  complicados,  excepto 
al  Arzobispo,  doctor  don  Bernardo  Pinol  y  Aycinena,  y  al  Obispo  de  Teya, 
don  Mariano  Ortiz  Urruela,  altamente  comprometidos  y  cuya  expulsión  del 
territorio  estaba  decretada  desde  el  día  17. 

8. — El  18  de  noviembre  se  decretó  un  nuevo  escudo  nacional,  más  en  con- 
sonancia con  las  ideas  de  la  Revolución,  y  que  hoy  luce  en  el  pabellón  patrio; 
en  el  cual,  además  de  la  memorable  fecha  del  15  de  septiembre  de  1821, 
figura  el  quetzal^  como  símbolo  de  la  independencia  y  autonomía  de  la  Nación. 


—  197  — 

9.— Después,  García  Granados  se  ocuj^  de  organizar  la  hacienda 
pública,  y  á  fin  de  cumplir  con  lo  dispuesto  en  el  artículo  III  del  Acta  de 
Patzicía,  el  11  de  diciembre  (1871)  convocó  á  los  pueblos  todos  de  los  depar- 
tamentos, para  que,  \x)r  elección  directa,  nombraran  representantes  á  una 
Asamblea  Constituyente,  cuyo  objeto  sería  formar  la  Carta  Fundamental  que 
rig^iera  á  la  Nación.  El  número  de  diputados  debía  ser  71,  que  se  reunirían 
el  29  de  febrero  de  1872,  para  dar  principio  á  las  juntas  preparatorias  é 
inaug-urar  solemnemente  sus  sesiones  el  10  de  marzo  próximo  sig^uiente. 

10. — A  los  ytocos  días  (19  de  diciembre),  el  Presidente  Provisional 
decretó:  que  la  mayoría  de  edad  para  los  guatemaltecos  de  uno  y  otro  sexo  es 
la  de  veintiún  años;  y  en  seguida  (22  de  diciembre),  que  desde  el  día  1^  de 
enero  de  1872  quedara  suprimido  el  diezmo. 

11.  — La  Asamblea  Constituyente  se  instaló  en  conformidad  con  los 
deseos  de  la  Nación, — manifestados  por  su  adhesión  al  Acta  de  Patzicía, — el  10 
de  marzo  de  1872.  El  Presidente  Provisional  saludó  á  los  Representantes 
por  medio  de  un  corto  mensaje,  y  les  expresó  su  deseo  de  que  todos  sus  traba- 
jos llevaran  el  sello  de  la  sabiduría  y  del  talento  práctico.  Pero  la  Asam- 
blea no  pudo  funcionar  porque  el  estado  social  no  ofrecía  estabilidad  y  paz. 
Hondura»  había  dado  asilo  al  obispo  de  Teya  y  á  otros  muchos  reaccionarios, 
que  en  el  Presidente  de  aquel  país,  general  don  José  María  Medina,  encon- 
traron un  magnífico  apoyo. 

12. — Naturalmente,  García  Granados  no  vio  con  indiferencia  aquellos 
sucesos  que  amenazaban  de  muerte  el  éxito  ya  logrado  de  su  empresa,  y  desde 
luego  que  se  hizo  cargo  de  las  hostilidades  de  Honduras  y  de  su  falsa  política, 
reclamó  seriamente,  exigiendo  la  entrega  de  las  armas  que  los  facciosos  allá 
habían  llevado.  Medina,  valiéndose  de  pretextos  baladíes,  se  negó  á  ello,  y, 
por  otra  parte,  declaró  la  guerra  al  Salvador  que  desde  el  23  de  enero  era 
aliado  de  Guatemala.  Este  país,  cumpliendo  con  su  deber,  acudió  en  defen- 
sa del  amenazado,  que  reclamó  su  auxilio  en  virtud  de  previos  tratados, 
(Tratados  de  23  de  enero) ,  y  por  decreto  de  8  de  mayo  se  publicó  el  estado  de 
guerra  y  la  resolución  del  Presidente,  de  ponerse  al  frente  de  las  tropas  que 
fueran  á  la  campaña,  dejando  entre  tanto  en  el  poder  al  teniente  general  don 
Justo  Rufino  Barrios. 

13. — En  efecto,  el  11  del  propio  mayo  recibió  el  mando  el  general  Barrios, 
y  el  general  García  Granados,  acompañado  del  mariscal  don  Víctor  Zavala  y 
de  muchos  oficiales,  salió  rumbo  á  Honduras.  La  guerra  fué  corta  y  terminó 
ventajosamente  para  los  aliados  que,  después  de  haber  concluido  un  arreglo 
satisfactorio,  retiraron  sus  tropas.  García  Granados,  regresó  á  Guatemala 
á  principios  de  junio,  y  en  seguida  reasumió  su  encargo  del  Poder  Ejecutivo, 
recibiendo  de  Barrios,  cuya  corta  administración  fué  rica  en  hechos  de  tras- 
cendencia, pues  dio  amplias  libertades  á  la  prensa  y  el  8  de  junio  decretó  la 
extinción  de  las  comunidades  de  religiosos,  y  la  secularización  de  sus  bienes 
y  propiedades,  así  como  la  de  aquellos  de  que  se  habían  hecho  poseedores  en 
el  país  los  individuos  de  la  Compañía  de  Jesús. 

14. — Pero  los  reaccionarios  no  tomaban 'descanso  y  una  nueva  insurrec- 
ción á  cuya  cabeza  estaba  el  coronel  Vicente  Méndez  Cruz,  jefe  político  de 
Amatitlán,  amenazó  al  Gobierno.  Los  facciosos  pretendieron  pasar  á  unirse 
á  los  de  Santa  Rosa  y  Jalapa,  que  se  habían  dado  el  nombre  de  **Ejército  de 
1^  Reacción  dirigido  por  los  Santos  Padres,"  y  tenían  por  objeto  traer  á 
Cema,  cuyos  derechos  y  religión,  decían,  habían  sido  violados  por  intrusos  y 
heréticos  gobernantes.  El  Presidente  Provisional  adoptó  medidas  activas  y 
la  rebelión  fué  sofocada  en  corto  tiempo,    perdiendo  Méndez   Cru2   la  vida  á 


—  198  — 

manos  de  aquellos  á  quienes  buscaba  para  aliarse,  pues  desconfiando  de  su 
lealtad  y  temerosos  deque  los  traicionara,  lo  fusilaron. 

15. — Aunque  la  Asamblea  Constituyente  no  llegó  á  hacer  la  Constitución, 
García  Granados,  por  decreto  del  29  de  marzo  de  1873,  convocó  á  la  Nación 
para  qué  eligiera  un  Presidente  Constitucional.  Las  elecciones  comenzaron  el  20 
de  abril  sig-uiente  y  duraron  siete  días.     La  Asamblea,  llamada  para    hacer 


Monumento  erigido  al  Gtkal.  García  Granados 


el  escrutinio,  declaró,  el  8  de  mayo  del  mismo  año,  popularmente  electo  al 
general  don  Justo  Rufino  Barrios,  quien  tendría  amplias  facultades  y 
duraría  en  el  poder  el  tiempo  que  fijara  la  Carta  Fundamental  que  se  formase. 
16. — El  2  de  junio  fué  declarado  Benemérito  de  la  Patria  el  Generjil 
García  Granados,  y  el  4  hizo  entrega  formal  del  poder  al  general  Barrios.  En 
seguida  emprendió  un  viaje  á  Europa,  de  donde  regresó  en  marzo  del  siguien- 
te año,  siendo  cordialmente  recibido  por  todas  las  clases  sociales.  Apartado, 
casi  del  todo,  de  la  vida  política,  vivió  disfrutando  de  la  tranquilidad   que    le 


—  199  ^ 

daba  su  honrada  conciencia,  hasta  el  8  de  septiembre  de  1878,  fecha  en  que 
murió,  entre  el  general  sentimiento  de  la  Nación,  que  en  él  perdió  á  uno  de 
sus  más  preclaros  ciudadanos. 

17.  —  Entre  muchas  de  las  cosas  buenas  que  el  país  debe  al  Gobierno 
Provisional  del  g-eneral  (iarcía  ÍTranados,  están:  la  Escuela  Politécnica,  de 
positiva  importancia  para  la  educación  del  ejército  nacional,  j  el  impulso  dado 
á  la  instrucción  pública.  Sin  embarg^o,  su  administración  ha  sido  tildada  de 
débil.  Hábil  é  ilustrado,  era  también  García  Granados,  complaciente,  mo- 
desto, indolente  y  de  bondadoso  corazón,  quizá  demasiado  para  el  puesto  que 
ocupaba  en  tan  difíciles  circunstancias,  demandantes  de  g-ran  cnerg-ía  y  dura 
inflexibilidad.  Mas,  Guatemala  le  es  deuddra  de  una  gra.n  parte  de  su 
bienestar  y  venera  y  g-lorifica  su  nombre. 


LECCIÓN   SEGUNDA. 

Kl  gteneral  Barrios.— Sus  padres.— Su  educación.— Sus  talento»,  i'ropreso  del  pais.— Iras  de  sus 
enemUroS. —  Facción  de  Ehiri«jue  Palacios.— Cuestión  Mag-ee.  — Intervención  de  Ing-laterra. 
Reconocimiento  de  la  inde()endencia  de  Cuba.— Reclamaciones  de  España.— El  Salvador  y 
Honduras  amenazan  á  Guatemala.— Tratados  de  Ching-o. —Guerra  con  eJ  Salvador.  —Triunfo 
(florioeo.  —  Efectos  de  él.  — Instalación  d^  una  nueva  Asamblea  Constituyente.  —  Notable 
mensaje,  del  ireneral  Barrios .  — Actos  imiwrtantes  de  su  gobierno .  — Resoluciones  de  la 
Asamblea.- Conspiración  del  l'í  de  noviembre  de  1877.— Ejecuciones.— Convocatoria  para  la 
Asamblea  Constituyente  de  1879,  y  su  instalación.— Carta  fundamental:  sus  ventajas  y 
e-loria  de  Barrios .— Elección  de  Presidente.  -Renuncia  de  Barrios  ante  la  Asamblea. 
Respuesta  de  ésta.  —  Significativas  palabras  del  Presidente  en  su  toma  de  posesión. 
Ferrocarril  de  San  José  á  Kscuintla. — Otras  reformas  de  trascendencia.— Viaje  de  Barrios  a 
los  Estados  Unidos.— Doble  objeto  de  él.— Resultadas.— Su  reg^reso.- Pasos  dados  en  pro  de 
la  unión  de  Centro- América.  — Ferrocarril  de  C4ianipericí>  á  Retalhuleu.  —  Proyecto  de 
ferrocarril  al  Norte.— Estado  de  los  planes  de  unión  á  principios  del  año  1884.— Siniestro 
atentado  del  13  de  abril.— Inauguración  del  ferrocarril  del  Sur.— Decreto  del  28  de  febrero  de 
1885. — Efectos  que  causó. — Actitud  de  los  Estados  Unidos  y  México. — Pacto  celebrado  entre 
Nicaragua.  Salvador  y  Costa  Rica.— La  g-uerra. — Muerte  de  Barrios. 


1. — El  g-eneral  Barrios,  á  quien  el  sufrag-io  popular  elevó  á  la  Primera 
Mag"Í8tratura  de  la  Nación,  había  tenido  por  cuna  á  la  aldea  de  San  Lorenzo, 
del  departamento  de  San  Marcos,  donde  vio  la  luz  primera  el  19  de  julio  de 
1835,  siendo  sus  padres  los  honrados  esposos  don  José  Ignacio  Barrios  y  doña 
Josefa  Auyón  de  Barrios.  Era  de  mediana  estatura  y  recia  complexión,  de 
fría  y  reservada  mirada,  de  duras  maneras  y  de  sencillo  y  modesto  vestir. 
Recibió  su  educación  en  Guatemala  y  alcanzó  el  título  de  Notario  público, 
aunque  no  se  sabe  que  haya  ejercido  su  profesión. 

2. — Al  hacerse  carg-o  del  poder,  naturalmente,  carecía  de  instrucción  y 
conocimiento  práctico  de  los  neg-ocios  públicos,  pero,  dotado  de  un  g-ran  talen- 
to, de  una  rica  intelig-encia  y  de  mejor  disposición  para  trabajar  en  pro  del 
adelanto  de  su  Patria,  procuró  por  cuantos  medios  estuvieron  á  su  alcance, 
despleg-ando  ampliamente  las  energías  de  su  carácter,  la  felicidad  total  del 
país,  que,  pese  á  sus  detractores,  mucho  le  debe;  á  saber:  instituciones  libe- 
rales, mejoramiento  de  la  educación,  industrias,  ferrocarriles,  telég-rafos, 
riqueza.  ^ 

3. — Pero  tales  méritos  despertaron  la  envidia  de  los  olig-arcas,  del 
clero  y  de  sus  fanáticos  amig-os,  que  empezaron  á  difamar  á  Barrios  y  á  hos- 
tilizarlo, imputándole  hechos  de  barbarie,  inconcebibles,    que    le   obligaron  á 


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imponer  e-  temor  de  la  espaaa,  el  espionaje  y  los  más  duros  castigos  para 
aquellos  que,  sin  respetar  su  autoridad,  se  alzaban  contra  ella  ó  trataban  de 
desprestigiarlo.  No  carecen  pues  de  razón  los  que,  de  una  manera  absoluta, 
le  acusan  de  tirano  y  de  déspota;  pero,  para  apreciarlo  en  su  justo  valer,  hay 
que  considerar  su  excepcional  situación,  rodeado  de  intrigas,  de  infamias  y 
de  perfidias,  y  los  muchos  actos  dignos  de  grato  recuerdo  que  eternizan  su 
memoria. 

4. — Apenas  un  mes  había  transcurrido  después  del  comienzo  de  la 
administración  del  general  Barrios,  cuando  por  el  Norte  se  presentó  una 
nueva  facción  acaudillada  por  don  Enrique  Palacios,  quien  pretendía  resta- 
blecer el  antiguo  régimen.  Pero  un  ejército  entusiasta  y  celoso  de  conservar 
su  gobierno  liberal;  la  deshizo  completamente,  á  mediados  de  agosto,  en  los 
campos  de  Chamelecón;  con  lo  cual,  los  reaccionarios  vieron  frustradas  su 
esperanzas,  que  acabaron  de  desvanecerse  cuando  por  decreto  de  4  de  noviem- 
bre (73)  se  daba  la  más  amplia  amnistía  á  los  pocos  rebeldes  que  quedaban 
en  Santa  Rosa  y  otros    lugares. 

5. — Asegurada  la  paz,  el  Presidente  Barrios  se  dedicó  con  ahinco  al 
mejoramiento  de  la  organización  interna  del  país;  pero  un  suceso  desagra- 
dable, debido  á  la  popa  prudencia  de  un  militar,  vino  á  turbar  sus  encomia- 
bles  tareas.  El  coronel  González,  natural  de  España,  quien  estaba  encargado 
de  la  Comandancia  del  puerto  de  San  José,  por  desagrados  personales  con  el 
Vicecónsul  Británico,  don  Juan  Magee,  lo  apresó  y  apaleó  de  la  más  bárbara 
manera,  como  á  un  criminal  común.  El  caso  era  grave  y  así  lo  comprendió 
el  delincuente,  que  trató  de  fugarse  en  un  buque  de  la  '  *Mala  Americana", 
de  donde  fué  rechazado;  y  hecho  prisionero,  se  le  condenó,  en  compañía  de  su 
cómplice  Bulnes,  á  sufrir  duras  penas.  El  Gobierno  Británico,  dando  al 
asunto  mayor  importancia  de  la  que  realmente  tenía,  no  quedó  satisfecho  con 
el  castigo  infligido  á  los  causantes  de  aquel  atentado  y  exigió  inmediata 
reparación  del  insulto,  así  como  una  indemnización  de  $50,000.00  cincuenta 
mil  pesos.  Barrios,  constreñido  por  el  poder  de  la  fuerza,  accedió  á  todo,  y 
Guatemala  saludó  á  la  bandera  inglesa  en  San  José  y  pagó  la  multa  que  se 
le  impuso  para  el  Vicecónsul  flagelado. 

6. — Al  año  siguiente,  una  nueva  complicación  con  otra  potencia  extran- 
jera preocupaba  al  Gobierno.  Con  motivo  de  la  revolución  iniciada  en  Cuba 
por  los  amantes  de  su  libertad,  el  general  Barrios,  decidido  partidario  de 
ella,  prematuramente  declaró,  por  decreto  del  6  de  abril  (1875) ,  el  recono- 
cimiento de  su  independencia  de  España.  Este  país,  tan  luego  como  supo 
tal  acto,  formuló  sus  reclamaciones  por  medio  del  brigadier  español  E. 
Butler,  quien  llegó  á  Guatemala  á  mediados  de  agosto,  trayendo  una  nota 
del  conde  de  Balmaceda,  capitán  general  de  lá.  Isla,  el  cual  pedía  la  más 
completa  satisfacción.  Varias  entrevistas  celebró  el  Enviado  Español  con 
el  Ministro  de  Relaciones,  que  á  todo  trance  se  negó  á  responder  á  sus  deseos, 
resolviéndose  únicamente,  que  Guatemala  acreditaría  un  Ministro  en  Madrid 
para  discutir  el  asunto.  En  efecto,  así  se  hizo,  y  las  dificultades  fueron 
zanjadas  amistosamente. 

7. — Las  cuestiones  políticas  á  principios  del  año  1876  no  eran  de  tal 
naturaleza  que  prometieran  la  continuación  de  la  paz.  Serios  trastornos 
amenazaban  á  Guatemala:  el  Presidente  del  Salvador,  general  don  Santiago 
Gk)nzález,  de  acuerdo  con  don  Ponciano  Leiva,  que  lo  era  de  Honduras,  se 
unió  á  los  emigrados  reaccionarios,  que  capitaneaba  Palacios,  para  hacer  la 
guerra  á  Barrios. 

8. — "Parecía  todo  arreglado  en  la  conferencia  que  tuvo  lugar  en  Chingo 
el  Í5  de  febrero  de  ese  año,  no  ya  con  el  general  Gk)nzález   que   había   dejado 


Gral.  Justo  Rufino  Barrios 


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de  ser  Presidente  el  2  del  mismo  mes,  sino  con  don  Andrés  Valle,  su  sucesor. 
Se  convino  en  ella  que  el  doctor  don  Marco  Aurelio  Soto,  hondureno  y  persona 
ajena  á  los  intereses  de  partido  que  abitaban  su  patria,  tomaría  el  encarg^o 
de  pacificarla,  apoyado  en  fuerzas  ig^uales  del  Salvador  y  Guatemala." 

9.—  * 'Pero  bajo  la  influencia  del  general  González  no  se  cumplió  tal 
convenio;  y,  compelido  á  la  defensa  de  Guatemala,  el  g^eneral  Barrios  levantó 
un  ejército  numeroso  y  marchó  en  persona  sobre  la  frontera  del  Salvador. 
Después  de  las  acciones  del  Platanar  (7  de  abril) ,  Chalchuapa  (18  de  abril) , 
Apaneca  (13  de  abril),  y  Pasaquina  (17  y  18  de  abril) ,  en  el  corto  término 
de  dos  meses  de  campaña,  los  salvadoreños  aceptaron  el  25  de  abril  una  ca- 
pitulación que  el  mismo  g-eneral  Barrios  propuso,  tratando  con  toda  conside- 
ración á  aquel  pueblo  herm.ino  y  amif^o. "      (Saravia.) 

10. — Con  aquell.i  victoria  las  cosas  cambiaron  completamente:  Guatema- 
la lavó  el  ultraje  hecho  á  su  honra:  los  reaccionarios  recibieron  el  mas  triste 
deseng^año,  contemplando  el  vigor  y  decisión  con  que  los  guatemaltecos  se 
«iprestaron  á  la  defensa  de  los  principios  que  ellos  pintaban  en  descrédito  y 
ruina:  se  restableció  y  afirmóla  buena  inteligencia  y  amistad  con  el  Gobierno 
del  Salvador,  por  un  tratado  que  daba  grandes  beneficios  á  ambos  pueblos, 
y  por  último,  desapareció  con  la  administración  de  Leiva  en  Honduras,  la 
amenaza  que  implicaba  jx)r  su  alianza  con  los  enemigos  de  Ja  Revolución  del  71. 

11. — Así,  pues,  la  ocasión  era  propicia  para  la  instalación  de  la  Cons- 
tituyente, que  debía  dotar  al  país  de  una  Constitución,  y  el  11  de  sep- 
tiembre (1876),  :ibrió  sus  sesiones.  Barrios  le  dio  el  más  cordial  saludo 
y  por  medio  de  un  extenso  mensaje  la  hizo  sabedora  de  todos  sus  actos 
desde  el  momento  en  que  se  encargó  de  la  Presidencia. —  Dignos  de  ser 
considerados  son  muchos  de  ellos;  pero  en  la  corta  extensión  que  nos  es 
permitida,  sólo  nos  ocuparemos  de  aquellos  que  determinaron  principalmente 
la  Reforma;  cuales  son:  la  consolidación  de  todos  los  bienes  de  manos  muer- 
tas, procedentes  de  fundaciones  piadosas,  capellanías,  legados  hechos  á  la 
iglesia  y  casas  de  beneficencia,  etc.,  etc.,  sin  excepción  alguna  (1873);  la 
exclaustración  de  las  monjas  y  secularización  de  los  bienes  que  poseían  sus 
conventos,  lo  mismo  que  la  abolición  absoluta,  en  la  República,  de  toda  comu- 
nidad religiosa,  de  hombres  ó  de  mujeres,  bajo  cualquiera  forma  que  se 
presentase  (1874)  (*)  ;  la  libertad  de  cultos  y  el  establecimiento  del  matrimonio 
civil;  la  multiplicación  de  las  escuelas  primarias;  la  fundación  de  la  Escuela 
Normal  para  maestros,  y  de  Institutos  de  enseñanza  secundaria  para  hombres 
y  mujeres,  en  varios  puntos  del  país;  el  mejoramiento  en  todo  sentido  del 
ramo  judicial,  ya  separando  judicaturas  del  gobierno  político  de  algunos 
departamentos  y  creando  otras  por  razón  de  la  existencia  de  otros  nuevos,  ya 
decretando  el  establecimiento  de  una  3^  Sala  de  Apelaciones  en  Quezaltenango, 
ya  edificando  penitenciarías;  la.*  reformas  á  los  establecimientos  de  beneficen- 
cia; la  completa  organización  del  ejército;  la  reglamentación  de  la  hacienda 
pública;  la  construcción  de  buenos  caminos,  puentes  y  telégrafos;  etc.,  etc; 
obras  todas  que  atestiguan  una  gran  laboriosidad  y  un  desmedido  afán  por 
el  adelanto  y  perfeccionamiento  social. 

12. — La  Asamblea  estimó  en  cuanto  valía  conducta  tan  meritoria,  y  el  19 
de  octubre  dio  su  aprobación  á  los  actos  de  Barrios  y  autorizó  el    presupuesto 


(*)— El  gran  capital  así  desamortizado  fué  invertido  en  la  fundación  de  un  Banco  NadonaJ. 
que,  bajo  la  reponsabilidad  de  la  Nación,  abrió  operaciones  en  favor  del  comercio  y  de  la  agricultura, 
facilitando  á  los  empresarios  los  fondos  de  que  tenían  necesidad  para  fomentar  y  activar  sus  especti- 
lacienee. — tx»  ediíicioe  se  destinaron  para  oficinas  públicas  ó  para  planteles  de  enseñanza. 


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que  le  ofreció  para  el  año  fiscal  de  julio  1*^  de  1876  á  junio  30  de  1877,  cerrando 
sus  sesiones  después  de  declarar  (23  de  octubre)  que  el  tiempo  propio  para 
hacer  la  Carta  Fundamental  de  la  Nación  no  había  llegado  todavía,  y  que, 
por  consig-uiente,  el  Presidente  Barrios  continuaría  con  las  amplias  faculta- 
des discrecionales  que  concedía  el  Acta  de  Patzicía,  entendiendo  que  su 
período  serííi,  á  contar  de  la  fecha  del  decreto,   de  cuatro  años. 

13. — Aparentemente,  la  más  completa  paz  imperaba  en  todo  el  país 
durante  el  año  1877,  pero  la  reacción,  con  su  trabajo  de  zapa,  preparaba  un 
g^olpe  de  muerte  al  g-obierno  de  Barrios.  El  1"  de  noviembre  se  descubrió  en 
la  Capital  una  potente  conspiración,  en  la  que  figuraban  muchos  individuos 
principales  del  bando  conservador,  cuyo  objeto  era,  según  después  se  averi- 
g-uó,  asesinar  al  Presidente  y  á  otros  importantes  personajes,  y  efectuar  un 
cambio  en  los  negocios  públicos,  volviendo  la  llamada  nobleza  y  el  clero  al  ejer- 
cicio del  poder,  para  rodear  de  nuevo  al  pueblo  de  esclavitud  y  de  ignorancia. 
Las  personas  complicadas  fueron  juzgadas  por  una  Corte  Marcial,  y,  convictas 
y  confesas,  sentenciadas:  17  de  los  principales  jefes  á  la  última  pena  y  los 
cómplices  de  poca  importancia  á  sufrir  prisiones  más  ó  menos  largas.  Los 
primeros  fueron  ejecutados  en  la  fuente  de  la  Plaza  de  Armas  (donde  hoy 
esta  el  kiosko)  durante  los  días  5  y  7  del  mismo  noviembre,  y,  los  otros,  per- 
donados al  poco  tiempo. 

14. — El  9  de  noviembre  de  1878  el  Presidente  Barrios  emitió  una  convo- 
catoria para  elecciones  de  diputados  á  una  Asamblea  Constituyente,  que 
debería  reunirse  el  15  de  marzo  de  1879,  con  el  propósito  de  forjar  la  Consti- 
tución política.  En  efecto,  la  Asamblea  se  instaló  en  la  fecha  expresada,  y 
Barrios,  cuyo  período  de  mando  señalado  en  1876  aun  no  terminaba,  resignó 
en  ella  los  poderes  dictatoriales  de  que  estaba  investido  y  le  pidió  que  exa- 
minara los  actos  de  su  gobierno,  así  como  varios  asuntos  que  iba  á  someter  á 
su  consideración. 

15. — La  Asamblea,  desde  luego  se  entregó  con  afán  á  sus  tareas  y  tras 
de  muchas  discusiones  expidió  el  11  de  diciembre  la  magnífica  Constitución 
que  hoy  rige  al  país,  y  que,  bien  puede  asegurarse,  hablando  en  general,  es 
una  de  las  más  liberales  de  la  América.  Comenzaría  á  regir  el  1°  de  marzo 
de  1880,  fecha  en  que  se  inauguró  la  Asamblea  Legislativa  que  debía 
fungir  durante  el  primer  período  constitucional.  El  general  Barrios  vio 
coronadas  sus  aspiraciones:  la  eterna  dictadura  que  desde  la  ruptura 
de  la  Federación  había  imperado  en  el  país,  pereció  en  sus  manos  por 
efecto  de  su  voluntad,  y  su  Patria,  gracias  á  su  deseo,  se  halló  dotada 
con  una  Constitución  política  de  sus  derechos  y  con  una  forma  de  gobierno 
netamente  republicana  y  democrática. 

16. — Las  elecciones  para  Presidente  se  hicieron  durante  los  primeros 
meses  del  año,  y  el  sufragio  popular  favoreció  al  general  Barrios,  que  obtuvo 
36,552  votos,  según  declaración  de  la  Asamblea>  que  fijó  el  15  de  marzo  de 
1880  para  la  toma  de  posesión.  Esta  cuasi  unánime  elección  probaba  muy 
á  las  claras  el  cariño  que  todos  profesaban  al  valiente  revolucionario  del  71, 
que  satisfecho  de  su  conducta,  modesto  y  desprendido,  creyó  que  establecida 
la  Reforma  y  asegurada  la  paz,  ya  no  era  necesaria  su  persona  en  el  poder 
y  que  un  hombre  nuevo  podría  sustituirle.  Renunció,  pues,  formalmente,  el 
puesto  que  sus  conciudadanos  le  conferían  y  la  Asamblea  declaró  sin  lugar 
tal  dimisión,  porque  al  aceptarla  comprometía  la  estabilidad  de  las  institu- 
ciones liberales,  amenazadas  siempre  por  la  reacción;  pero  el  general  Barrios 
insistió  en  su  propósito  y  acudió  á  todos  los  medios  de  cot»vencimiento,  invo- 
cando hasta  la  amistad  particular  de  los  Representantes.     La  nación  estaba 


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conmovida:  la  más  grande  alarma  se  dejó  sentir  en  todas  las  clases  sociales, 
y  la  Asamblea,  por  segunda  vez,  se  negó  á  aceptar  la  renuncia.  Entonces 
el  general  Hakkios  tomó  posesión  de  la  Presidencia  y  dijo  las  siguientes 
significativas  palabras:  Me  he  resij^nado  á  aceptar  la  Presidencia  sacrificando 
mí  tranquilidad  privada,  para  satisfacer  los  reiterados  deseos  de  mis  amigos 
y  en  obsequio  de  mi  Patria.  Ojalá  que  en  los  días  de  peligro  los  amig.  s  que 
me  han  obligaJo  á  hacer  este  sacrificio  se  encuentren  tí  mi  lado. 

17. — Su  administración,  que  sería  de  seis  años,  se  señaló  al  poco  tiem- 
po con  un  hecho  notable:  el  19  de  julio  (1880)  se  estrenó  el  trayecto  de 
ferrocarril  comprendido  entre  San  José  y  Escuintla,  primera  línea  ferroviaria 
existente  en  el  país. 

18. — La  pai  continuó  sin  interrupción  y  el  progresista  Presidente  pudo 
consagrarse,  sin  obstáculo  alguno,  á  procurar  el  adelantamiento  de  los  intere- 
ses materiales  é  intelectuales  del  país.  Introdujo  reformas  administrativas 
y  judiciales,  mejoró  el  ejército,  no  omitió  sacrificio  en  pro  de  la  instrucción,  é 
impulsó  todos  los  ramos.  La  agricultura  y  el  comercio  lograron  un  desarrollo 
antes  no  visto,  y  las  finanzas  nacionales  nunca  habían  estado  en  tan  halaga- 
doras condiciones. 

19. — Aprovechándose  de  las  ventajas  que  tal  quietud  y  bienestar  pro- 
porcionaban á  su  Gobierno,  resolvió  el  general  liarrios  hacer  un  viaje  á  los 
Estados  Unidos  de  Norte-América.  Desembarcó  en  Nueva  Orleans  y  de  allí 
se  dirigió  á  Washington,  donde  fué  recibido  con  todo  género  de  consideracio- 
nes. Su  visita  á  la  Gran  República,  más  que  á  un  móvil  de  paseo,  se  debió  á 
cuestiones  de  política  internacional,  pues  llevaba  el  doble  objeto  de  invitar  al 
gobierno  americano  (como  ya  lo  había  hecho  México),  para  que  interviniera 
como  mediador  en  el  arreglo  de  la  larga  cuestión  de  límites  pendientes  entre 
su  República  y  la  Mexicana;  3'  además,  según  Bancrof,  para  que  influyera 
de  alguna  manera  á  fin  de  procurar  la  fusión  de  los  cinco  países  centro 
americanos  en  uno  solo.  .\  la  primera  solicitud  accedió  y  se  terminaron  las 
dificultades,  firmándose  en  Nueva  York,  las  bases  de  un  tratado,  el  12  de 
agosto  de  1882;  pero  se  negó  á  la  segunda,  en  atención  á  que  la  libertad  de 
los  cinco  Estados  estaba  consolidada  desde  hacía  mucho  tiempo. 

20. — El  general  Barrios  prolongó  su  viaje  hasta  Europa,  y  regresó  por 
los  Estados  Unidos;  tocó  en  San  Francisco  de  California,  y  llegó  á  Guatema- 
la en  los  primeros  días  de  noviembre  (18á2)  ;  pero  no  se  hizo  cargo  inmediata- 
mente del  poder,  sino  hasta  el  6  de  enero  de  1883,  fecha  en  que  lo  recibió  de 
manos  del  general  don  José  Makía  Orantes,  quien  durante  su  ausencia  lo 
había  ejercido  con  moderación  y  tino. 

21. — El  proyecto  de  la  unión  de  Centro-  América  no  se  olvidaba.  Barrios, 
á  los  pocos  días  de  haberse  encargado  del  mando,  de  acuerdo  con  el  Presi- 
dente del  Salvador,  nombró  á  don  Delfino  Sánchez  para  que  en  compañía  de 
dbn  Salvador  Gallegos,  designado  por  aqtáél,  pasara  á  proponer  á  las  otras 
Repúblicas  la  reconstrucción  de  la  unidad  nacional. — Honduras  se  manifestó 
resuelta  á  todo  y  renovó  sus  promesas  de  obrar  de  concierto  con  Guatemala. 
Nicaragua  y  Costa-Rica,  recibieron  á  los  comisionados  con  señaladas  mues- 
tras de  consideración  que  hacían  esperar  un  buen  resultado;  pero  todo 
terminó  en  promesas  y  á  nada  efectivo  se  llegó. 

22. — El  4  de  julio  (1883)  se  puso  al  servicio  del  público  la  línea  férrea 
de  Champerico  á  Retalhuleu,  con  lo  cual  recibieron  incalculable  impulso  las 
empresas  agrícolas  de  aquellas  fértiles  zonas,  que  sólo  necesitaban  para 
llegar  á  su  mayor  auge,  los  benéficos  efectos  de  esa  obra,  que  daba  cómoda 
salida  á  sus  abundantes  productos. 


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23. — Pero  la  más  querida  y  hermosa  aspiración  del  general  Barrios  fué 
la  de  construir  el  ferrocarril  del  Norte,  que  juzgaba  como  el  único  medio  de 
desenvolver  la  agricultura  en  las  regiones  que  atravesase;  de  aumentar  su 
población  inteligente  y  emprendedora;  de  desarrollar,  en  una  palabra,  lo» 
negocios  comerciales  y  el  tráfico  general  por  el  territorio  de  la  República. 
Penetrado,  pues,  de  tan  urgente  necesidad,  acordó  privilegios  y  amplias 
concesiones  á  los  que  ofrecían  emprender  la  construcción  de  esa  vía;  pero,  á 
pesar  de  ellos,  nunca  pudo  realizarse.  Barrios  no  desmayó  ante  tales 
dificultades  y  buscó  por  otros  medios  llevar  á  término  lo  que  no  había  podido 
con  los  ya  empleados;  declaró,  que  la  obra  sería  hecha  con  los  elemento» 
propios  de  la  Nación,  y  por  decreto  del  4  de  agosto  hizo  un  solemne  llama- 
miento á  la  República,  imponiendo  una  suscripción  obligatoria  de  $4  cuatro 
pesos  por  año,  durante  diez,  que  debería  ser  satisfecha  por  todos  los  que 
tuvieran  un  sueldo  mensual  no  menor  de  $8  ocho  pesos,  en  la  inteligencia  de 
que  serían  accionistas,  con  derechos  á  las  utilidades  de  la  empresa.  T.odo 
el  país  respondió  unánime  á  aquella  excitativa  hecha  á  su  patriotismo,  y 
todo  se  organizó  y  arreglo  sin  obstáculo  serio,  habiendo  habido  muchos  que 
tomaron  un  considerable  número  de  acciones.  Pronto  salieron  las  comisiones 
respectivas  á  practicar  sus  estudios  y  se  establecieron  los  trabajos 

24. — A  principios  del  año  de  1884  el  pacto  de  unión  estaba  tan  lejos  de 
realizarse  como  nunca.  Barrios,  en  su  mensaje  de  aquel  año  á  la  Asamblea, 
alude  á  él  con  dolorosa  contrariedad.  Refiriéndose  al  ningún  éxito  obtenido 
por  Sánchez  y  Gallegos,  en  la  comisión  que  ya  tratamos,  dice:  "La  favorable 
acogida  que  parecía  haber  recibido  en  todas  partes  la  proposición,  pudo  hacer 
pensar  que  no  estaba  lejano  el  día  en  que  fuera  por  fin  un  hecho  el  entusiasta 
descoque  ha  llenado  el  corazón  de  los  verdaderos  patriotas;  y  sin  embargo, 
las  negativas  más  ó  menos  encubiertas  que  se  sucedieron,  las  restricciones 
que  se  ponían,  las  interpretaciones  que  se  daban  á  mi  desinteresada  invita- 
ción, los  rumores  que  se  hacían  correr  y  los  sucesos  que  luego  se  verificaron, 
no  me  dejaron  duda  de  que  no  había  en  todas  las  Repúblicas  el  acuerdo  que 
se  suponía.  Todo  me  hizo  comprender  que  la  idea  de  nuestra  unión  es  tan 
digna,  generosa  y  elevada,  que  nadie  es  osadc  á  presentarse  francamente 
como  enemigo  de  ella;  pero  que  al  propio  tiempo  luchan  contra  su  realización 
tantas  ambiciones  pequeñas,  tantos  menguados  intereses  de  localidad  y  tantas 
miras  estrechas,  que  para  vencer  la  dura  y  persistente  oposición  que  le  hacen 
sordamente,  y  hacerla  triunfar  de  una  vez,  habría  sido  preciso  acudir  á  la 
fuerza,  y  eso  no  entraba  en  el  programa  enteramente  pacífico  que  entonces  me 
había  propuesto.  Sensible  es  que  ese  nuevo  esfuerzo  en  obsequio  de  la  unión 
haya  sido  infructuoso;  más  no  por  eso  está  menos  dispuesto  mi  gobierno  á 
hacer  en  cualquiera  oportunidad  lo  que  le  corresponda  para  alcanzarla.'' 

25. — La  noche  del  13  de  abril  de  1884  fué  de  gran  sensación.  En  momen- 
tos en  que  paseaban  por  la  Plaza  del  Teatro  el  general  Barrios  y  su  Ministro 
de  Guerra,  don  Martín  Barrundia,  estalló  cerca  de  ellos  una  bomba  metálica* 
que  felizmente  faltó  al  objeto  que  se  dijo  estaba  destinada:  privarlos  de  la  vida. 
El  incidente  dio  mucho  que  decir  y  produjo  grande  alarma  é  indignación;  el 
cuerpo  diplomático  y  todas  las  clases  sociales  felicitaron  á  Barrios  y  á  su 
compañero  por  su  milagrosa  salvación,  y  las  autoridades  practicaron  las 
diligencias  conducentes  á  descubrir  á  los  autores  de  aquel  atentado.  Averi- 
guado quienes  eran  los  perpetradores  fueron  juzgados  y  sentenciados,  algunos 
de  ellos  á  la  última  pena,  que  no  llegó  á  tener  verificativo,  porque  el  4  de 
julio  indultó  Barrios  al  señor  don  Guillermo  Rodríguez,  á  quien  se  acusaba 
con  más  instancia,  y  después  á  los  demás  complicados.  Es  de  sentirse  que 
en  esta  ocasión  el  general  Barrios  se  haya  excedido,  ordenando  y  permitiendo 


Estatua  del  General  J.  Rufino  Barrios 


\ 


—  206  - 

crueles  procedimientos  inquisitoriales,  para  obligar  á  los  que  aparecían 
complicados,  á  formular  sus  declaraciones  y  á  revelar  cuanto  sabían,  pues 
con-  ello  sólo  consig-uió  que  se  murmurara  de  él  y  se  le  supusieran  torcidos 
planes  de  venganza.      {*) . 

26. — El  19  de  julio  (1884)  llegó  á  la  ciudad  de  Guatemala  la  primera 
locomotora,  y  el  15  de  septiembre  se  inauguró  toda  la  línea  que  la  une  con  el 
puerto  de  San  José.  A  acto  tan  solemne  y  de  tan  notoria  transcendencia  para 
el  progreso  del  país,  concurrieron  los  Presidentes  del  Salvador  y  Honduras» 
con  su  séquito,  y  don  Tomás  Ayón,  representante  del  de  Nicaragua  que  no 
pudo  venir. 

27.— El  proyecto  de  la  unión  de  Centro- América  no  había  sido  perdido 
de  vista  por  Barrios,  que  sólo  estaba  acechando  una  oportunidad  propicia 
para  efectuarlo.  A  principios  de  1885,  resuelto  á  toda  emergencia,  inició  la 
cuestión,  y  el  28  de  febrero  lanzó  un  decreto,  por  el  cual,  después  de  explicar 
las  ventajas  que  se  obtendrían,  proclamaba,  de  acuerdo  con  la  Asamblea 
Legislativa,  la  consolidación  forzosa  de  los  cinco  Estados  en  una  República. 
Asimismo  publicó  un  manifiesto  al  pueblo  de  Centro- América,  en  que  le  asegu- 
raba que  no  era  impelido  por  personal  ambición,  ni  deseo  de  aumentar  su 
poder,  porque  ya  había  saboreado  abundantemente  sus  amarguras.  Sin 
embargo,  sus  palabras  no  fueron  estimadas,  y  aunque  Honduras  con  fecha  7 
de  marzo  manifestó  su  adhesión,  el  Salvador,  Costa-Rica  y  Nicaragua 
protestaron. 

28. — El  decreto  del  28  de  febrero  estaba  causando  una  gran  tormenta 
política.  Comunicado  oficialmente,  el  6  de  marzo,  á  los  diplomáticos  extranje- 
ros y  al  cuerpo  consular,  todos  acusaron  recibo  en  más  ó  menos  expresivos 
términos;  pero  el  Ministro  español,  que  estaba  en  el  Salvador,  tomó  cartas  en 
el  asunto  y  quiso  extraoficialmente  disuadir  á  Barrios;  pero  éste  no  le  hizo 
caso  y  aun  fué  duro  en  las  respuestas  que  dio  á  sus  proposiciones.  El  Go- 
bierno americano  acogió  la  idea  con  mucho  desagrado  y  envió  sus  fuerzas 
navales  á  las  costas  de  Centro- América,  para  proteger  los  intereses  de  sus 
ciudadanos;  y  el  de  México  hizo  saber  al  Ministro  don  Francisco  Anguiano, 
que  entonces  ajlá  representaba  al  país,  que  desaprobaba  el  movimiento  y  que 
procedía,  desde  luego,  á  asegurar  la  defensa  de  sus  fronteras. 

29. — La  suerte  estaba  echada:  la  guerra  era  inevitable.  Costa  Rica, 
Nicaragua  y  el  Salvador,  celebraron  el  22  de  marzo,  para  su  mutua  protección, 
una  alianza  ofensiva  y  defensiva,  y  tomaron  activas  medidas  para  resistir. 
Barrios,  tranquilo,  continuó  su  difícil  tarea,  é  impaciente  por  coronarla,  marchó 
en  armas  sobre  el  territorio  salvadoreño.  En  aquel  país  le  esperaba  la  muerte: 
fortificadas  en  Chalchuapa  las  tropas  de  su  ingrato  protegido  Zaldívar,  trató  de 
desalojarlas  y  destruirlas  el  2  de  abril  (1885) ;  pero  en  lo  más  rudo  del  comba- 
te, cuando  heroicamente  peleaba  á  la  cabeza  de  sus  valientes  y  ya  la  victoria 
le  sonreía,  una  bala  enemiga  lo  atravesó  de  parte  á  parte,  derribándolo 
agonizante.  A  los  pocos  momentos,  envuelto  entre  los  pliegues  de  su  bandera, 
espiró,  y  sus  tropas  despavoridas,  llorando  su  trágico  fin,  sin  jefe  que  las 
guiara,  abandonaron  el  campo  á  las  huestes  salvadoreñas  que  sólo  á  tan 
nefasto  suceso  debieron  el  triunfo. 


(*) — En  mayo  de  1886  presentó  á  la  Asamblea  Nacional  clon  Guillermo  Rodríguez,  una 
ExjKJsfción  y  Documentos,  por  medio  de  los  cuales  probaba  su  inocencia  y  que  había  sido  injusta- 
mente acusado  y  sentenciado  por  la  bomba  del  13  de  abrfl  de  1884.  Pero  la  Asamblea,  hasta  la 
fp»?ha,  no  ha  dictado  ning-una  resolución  que  le  favorezca. 


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208  — 


LECCIÓN  TERCERA. 

Don  Alejandro  Sinibaldi  en  la  Presidencia. — Le  sustituye  el  g-eneral  don  Manuel  Lisandro  Barillas. 
Sus  primeros  actos.— Reformas  á  la  Constitución — Elecciones  de  Presidente.— Mensaje  de 
Barillas  á  la  Asamblea  Legislativa  de  1887. — La  dictadura. — Nueva  Constituyente  y  más 
reformas  á  la  Constitución. — Expulsión  del  arzobispo  Casanova. — Cong-reso  unionista  de  San 
José  de  Costa  Rica.— Varios  actos  del  (Gobierno.— Consideraciones  acerca  de  la  administración 
de  Barillas. 


1. — Cuando  en  la  Capital  se  supo  el  triste  fin  del  General  Barrios, 
corrieron  toda  clase  de  rumores  y  un  g-eneral  desconcierto  amenazaba  á  todo 
el  país.  El  Primer  designado  don  Alejandro  M.  Sinibaldi,  por  ministerio 
de  la  ley,   ocupó  la  Presidencia  inmediatamente,  pero  de  carácter  enteramente 

débil  no  pudo  hacer  frente 
á  la  anormal  situación  que 
le  rodeaba,  ni  contener  con 
energ-ía  las  intrigas  de  Ba- 
rrundia  (don  Martín) ,  que 
á  todas  luces  trabajaba  por 
adueñarse  del  poder.  En 
tan  crítico  estado,  Sinibaldi 
renunció  ante  la  Asamblea, 
la  cual  emitió  un  decreto  el 
5  de  abril,  aceptando  su 
dimisión  y  llamando  al  Se- 
gundo Designado,  general 
don  Manuel  Lisandro 
Barillas,  quien,  al  día 
siguiente,  se  encargó  del 
mancho  entre  las  más  peno- 
sas dificultades. 

2. — Los  primeros  pa- 
sos de  su  administración  se 
encaminaron  á  la  adquisi- 
ción de  una  paz  honrosa  y 
duradera,  y  en  breve  logró, 
sirviéndose  de  la  interven- 
ción de  los  diplomáticos 
extranjeros,  que  cesaran 
las  hostilidades  con  los  de- 
más pueblos  de  Centro- 
América. 
3. — La  interinidad  de  Barillas  estaba  para  terminar  y  sus  amigos  y 
correligionarios  querían  elevarlo  á  la  Presidencia  en  propiedad,  pero  para 
ello  se  oponían  algunos  artículos  de  la  Constitución,  que  era  preciso  modificar 
de  acuerdo  con  sus  propósitos.  En  tal  virtud,  se  convocó  para  elecciones  de 
diputados;  se  verificaron,  y  una  Asamblea  Constituyente  abrió  sus  sesiones 
el  24  de  agosto,  dando  por  decreto  de  23  de  octubre  las  reformas  apetecidas. 
Vencidos  así  los  obstáculos,  una  mayoría  de  W,286  individuos  acudió  á  las 
urnas  á  depositar  su  voto  que  daba  al  general  Barillas  la  Primera  Magis-  * 
tratura  de  la  Nación,  por  seis  años,  á  contar  desde  el  15  de  marzo  de  1886. 


General  Manuel  Lisandro  Barillas 


—  209  — 

4.— Al  inaug-urarse  el  1''  de  marzo  de  1887  la  Asamblea  Leg-islativa  de 
ese  año,  el  Pres-idente  Barillas  le  dirigió  un  minucioso  Mensaje,  á  j  jz^ar  por 
el  cual,  el  estado  del  país,  salvo  en  lo  tocante  á  Ja  hacienda  pública,  no 
podía  ser  más  bonancible.  — Pero  no  tardó  en  manifestarse  cierto  malestar 
entre  el  Poder  Ejecutivo  y  el  Liegislativo,  que  le  coartaba  sus  libertades  en 
el  manejo  del  erario  nacional  y  en  los  procedimientos  para  arbitrarse  recursos. 
Barillas,  no  acostumbrado  á  semejantes  oposiciones  se  rebeló  violentamente 
contra  éstas,  retiró  de  sus  puestos  á  los  diputados,  disolviendo  la  Asamblea,  y 
asumió  la  autoridad  suprema  de  la  Nación,  por  decreto  de  26  de  junio  (l-^S?). 

5. — Establecida  la  Dictadura,  Barillas  convocó  una  Asamblea  Cons- 
tituyente, que  se  reunió  el  1'  de  octubre  de  aquel  año,  reformó  la  Constitución 
en  los  términos  contenidos  en  la  Ley  de  5  de  noviembre  (1887),  y  aprobó  todos 
los  actos  del  Presidente,  entre  los  cuales,  además  del  decreto  de  26  de  junio, 
debe  citarse  el  de  3  de  septiembre  (1887),  que  disponía  la  expulsión  del  Arzo- 
bispo, licenciado  don  Ricardo  Casanova  y  Estrada. 

6. — La  Dictadura  produjo  algunos  levantamientos  que  fueron  pronta- 
mente sofocados;  pero  restablecido  el  orden  constitucional  la  paz  volvió  á 
reinar  y  la  Legislatura  ordinaria  inició  sus  sesiones  el  1^  de  marzo  de  1888. 
)n  este  año  es  de  citarse  la  inauguración»  á  iniciativa  de  Barillas,  de  un 
"Congreso  unionista  que,  en  San  José  de  Co-sta-Rica,  á  semejanza  de  otro  de 
il^'ual  naturaleza  que  funcionó  en  la  Capital  de  esta  República  en  febrero  de 
87,  continuara  sentando  las  bases  de  la  consolidación  de  la  República  de 
Centro- América. 

7. — Después,  la  administración  de  Barillas  habilitó  al  puerto  de  Ocós 
para  la  importación  y  exportación;  emitió  dos  millones  de  pesos  en  billetes  del 
tesoro;  celebró  contratos  para  la  construcción  del  ferrocarril  del  Norte;  ajustó 
el  8  de  septiembre  de  1889,  un  empréstito  de  $21.312,500,  veintiún  millón  tres- 
cientos doce  mil  quinientos  pesos  de  oro,  al  80  ochenta  por  ciento  neto,  con 
Mr.  Henry  Louis  Félix  Cottu,  de  París,  que  nunca  llegó  á  efectuarse;  hizo 
representar  á  Guatemala,  dignamente,  en  la  Exposición  Universal  de  París,  el 
año  1889;  llevó  la  guerra  el  90  á  la  República  del  Salvador,  originando  un 
desastre  á  Guatemala;  &.;  &. 

8. — Por  último  terminó  la  administración  del  general  Barillas  en  marzo 
de  1892,  y  en  general  podemos  decir  de  ella  con  el  historiador  guatemalteco 
licenciado  don  Agustín  Gómez  Carrillo,  que  "aunque  no  es  tiempo  aún  de 
juzgar  á  ese  gobernante,  los  hombres  de  los  diferentes  partidos  formulan 
contra  él  varios  cargos,  verbigracia,  el  haber  prodigado  los  indultos,  con 
menoscabo  de  los  intereses  de  la  justicia,  puesto  que  se  dejaba  libres  á  los 
criminales  que  debían  expiar  en  las  cárceles  sus  desafueros;  el  haber  emitido 
en  gran  cantidad  billetes  del  tesoro,  que  trastornaron  profundamente  la 
situación  económica;  el  haber  llevado,  contra  la  opinión  general,  la  guerra  á 
el  Salvador  en  1890,  sosteniendo  así  el  funesto  sistema  de  intervenir  en  la 
política  de  las  otras  secciones  centro- americanas. " 

9. — No  obstante,  el  general  Barillas  dio  un  saludable  ejemplo  de  des- 
prendimiento, de  patriotismo,  de  respeto  á  la  Ley  y  de  falta  de  vanidad, 
permitiendo  la  prensa  libre  en  los  últimos  diez  meses  de  su  administración  y 
dejando  sin  trabas  la  realización  de  los  comicios,  sin  emprender  trabajos  en 
su  favor  y  entregando  el  mando,  al  terminar  su  período,  al  popularmente 
electo. 

10. — Hoy,  el  general  Barillas  vive  retirado  de  la  política  y  dedicado  á  la 
agricultura;  pero  no  se  desdeña,  cosa  que  le  honra  altamente,  de  desempeñar 
puestos  de  menor  importancia,  coa  relación  al  que  tuvo,  en  los    cuales    puede 

14 


—  210  — 

ser  útil  al  país  6  parte  de  él;  y,  cuando  las  circunstancias  lo  exig-en,  con  su 
espada  defiende  lealmente  al  Gobierno  constituido.  Tuvo  buenas  ideas,  y 
muchos  de  sus  yerros  se  debieron  á  la  influencia  nociva  de  unos  cuantos  que 
le  rodeaban. 


LECCIÓN  CUARTA. 


Elección  del  greneral  don  José  María  Reina  Barrios.— Su  toma  de  posesión.— Estado  del  país.— Grado 
de  adelanto  á  que  lo  llevo.— Sus  tres  primeros  años. — Cambia  de  conducta.-  Sus  despilfarros 
y  tiranía.— Lh  dictaduraj— La  Constituyente.— Prórroga  al  período  presidencial.— Revolucio- 
nes de  Occidente  y  oriente. —  Pátales  medidas  económicas. — Decequilibrio  i>ocial,  político  y 
económico  á  principios  del  98.— Noche  del  8  de  febrero  de  1898. — Consideraciones  generales 
acerca  de  la  administración  Reina  Barrios. 


1. — La  elección  de  la  persona  que  había  de  suceder  en  la  Presidencia 
al  g-eneral  Barillas,  fué  verdaderamente  borrascosa:  cuatro  candidatos  juga- 
ban un  papel  importante:  el  doctor  don  José  Lleren a;  el  notario  don  Francisco 
Lain fiesta;  el  doctor  doa  Lorenzo  Montúfar,  y  el  g-eneral  don  José  María 
Kfcina  Barrios.  El  triunfo  fué  del  último,  á  quien  el  sufragio  popular  otorgó 
una  gran  mayoría  de  votos. 

2. — En  medio,  pues,  de  un  gran  regocijo  tomó  posesión  el  general  don 
José  María  Reina  Bakrios,  el  15  de  marzo  de  1892.  Inauguró  su  gobierno 
bajo  los  peores  auspicios,  pues  la  exhaustez  de  las  cajas  nacionales  era  noto- 
ria ;  pero,  dota  do  de  energía 
y  honradtz,  Itvantó  la  si- 
tuación y  dio  al  país  una 
prosperidad  de  que  nunca 
había  gozído:  hizo  pro- 
gresar la  industria,  em- 
belleció á  la  Capital,  esta- 
bleció formalmer  te  los  tra- 
bajos del  Ferrocarril  del 
Norte,  abolió  los  odiosos 
mandamientos  de  indios, 
dio  amplias  libertades  á  la 
prensa,  procuró  e.  adelan- 
to, en  una  palabra,  en  to- 
dos sentidos,  hasta  el  grado 
de  que  puede  decirse:  que 
los  tres  primeros  años  de 
su  administración,  son  los 
más  brillantes  que  registra 
hasia  la  fecha,  la  Historia 
de  Guatemala. 

3. — Pero  el  general 
Reina  Barrios  no  siguió 
tal  hermosa  senda  de  con- 
ducta: rodeado  de  mal  in- 
tencionados consejeros,  de 
gente  que  á  su  sombra  sólo 
pretendía  lucrar,  y  que  há- 
bilmente explotó  sus  debi- 
lidades, se  üejó  envanecer 


General  José  María  Reina  Barrios 


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-  212  — 

por  la  adulación,  se  creyó  el  único  capaz  de  regir  al  país  y  arbitro  de  sus 
destinos,  y  consumó  actos  que  rebelaban  poco  tino  y  cordura,  contrastando 
tristemente  con  los  primeros.  Su  despotismo  le  hizo  odioso;  olvidó  y  despreció 
á  aquellos  á  quienes  debía  haber  estado  más  ag-radecido,  y  el  descontento 
cundió  entre  los  mismos  que  habían  contribuido  á  llevarlo  al  poder,  manifes- 
tándose fuertemente  el  año  1897,  con  motivo  de  sus  despilfarros  en  la  obra  de 
la  Exposición  Centro-Americana,  que  no  dio  ningún  resultado  provechoso;  de 
los  onerosos  empréstitos  que  contrató,  y,  finalmente,  por  haber  asumido  la 
Dictadura  el  1^  de  junio  (1897),  con  el  propósito  de  que  una  Constituyente  le 
prorrogara  el  período  de  su  gobierno,  pues  bien  sabía  que  el  voto  popular  'e 
era  contrario  y  que  en  una  campaña  electoral  sería  vencido.  En  efecto,  la 
Constituyente  se  reunió,  y  cuarenta  y  cuatro  diputados  reformaron  la  Consti- 
tución del  modo  como  lo  pidió  y  extendieron  á  cuatro  años  más  su  duración  en 
el  poder.  El  pueblo  protestó  ante  aquel  acto  inesperado,  y  dos  revoluciones 
estallaron:  una  en  Occidente,  en  la  ciudad  de  San  Marcos,  el  7  de  septiembre, 
y  la  otra  en  Oriente,  por  la  frontera  del  Salvador,  pocos  días  después;  la 
primera,  la  acaudillaban  el  general  don  Daniel  Fuentes  Barrios  y  el  coronel 
don  Próspero  Morales;  y  la  segunda,  el  capitán  de  infantería  don  José  León 
Castillo.  Pero  debeladas  ambas  insurrecciones,  por  falta  de  tacto  y  arrojo 
en  los  jefes,  (y,  más  que  todo,  por  traiciones  que  les  hicieron),  el  Presidente 
Reina  quedó  dueño  de  la  situación,  aunque  pesando  sobre  él  muchos  cargos, 
entre  los  que  figuraban  los  fusilamientos  d&  los  muy  estimables  caballeros 
altenses  don  Juan  Aparicio  y  licenciado  don  Sinforoso  Aguilar,  éste  último 
Alcalde  1^  de  Quezaltenango. 

4. — Los  obstáculos  eran  cada  día  mayores  y  la  penuria  del  erario 
nacional  nunca  había  sido  igual,  de  manera  que  Reina,  obligó  al  comercio  á 
que  le  facilitara  recursos  y  se  dedicó  á  hacer  economías,  muchas  de  ellas  con 
fatal  acierto,  cual  fué,  entre  otras,  la  que  obtuvo  clausurando  por  seis  meses, 
so  pretexto  de  reformas,  los  planteles  de  instrucción  pública,  dejando  así 
sin  pan  intelectual  á  la  niñez  y  juventud,  y  sin  sueldo  á  todos  los^  maestros 
del  país. 

5. — Triste  era  el  estado  de  la  Nación  á  principios  de  1898,  y  ninguna 
esperanza  se  abrigaba  de  que  la  crisis  política  y  económica  porque  atravesaba 
se  mejorase:  la  primera,  era  determinada  por  la  impopularidad  y  ominosa 
tiranía  del  gobernante;  y  la  segunda,  por  su  falta  de  tacto  y  por  poderosísimos 
agentes  exteriores  que  deben  tenerse  como  causas  principales  de  ella;  de  ma- 
nera que  el  descontento  crecía  de  más  en  más  y  amenazaba  un  cataclismo.  El 
desequilibrio  era  general;  la  marcha  evolutiva  se  había  trocado  en  disolutiva 
y  una  reacción  se  esperaba  con  ansia,  cuando  la  noche  del  8  de  febrero  (1898) , 
la  mano  de  un  asesino  llamado  Osear  Zollinger,  impulsada  por  móviles  que 
aún  se  ignoran,  cortó  el  hilo  de  la  existencia  del  general  Reina  Barrios,  dis- 
parándole en  la  boca  un  formidable  balazo  que  lo  dejó  sin  vida  instantánea- 
mente, en  el  sitio  donde  le  sorprendió,  en  la  9^  Calle  Poniente,  entre  la  5^  y 
4^  Avenida  Sur  de  la  Capital. 

6. — Nefanda  para  Guatemala  fué  la  administración  Reina  Barrios,  si 
se  atiende  única  y  exclusivamente  á  su  despotismo  y  á  los  compromisos  pecu- 
niarios que  inconsideradamente  le  creó;  pero  de  grato  recuerdo  si  se  miran 
las  mejoras  materiales  que  hizo,  y  entre  las  cuales  son  de  citarse:  el  "Via- 
ducto del  Cantón  la  Exposición,"  vu]ga.rmenteUa.mado  Puente  de  /os  Suspiros, 
sobre  una  vía  de  100  pies  de  anchura,  obra  difícil,  de  utilidad,  y  construida 
á  todo  costo;  el  *'Boulevard  del  30  de  Junio,"  hermosa  calle  de  13,000  pies 
ingleses,  la  más  larga  del  mundo,  llamada  á  ser  el  centro  de  los   más   bellos 


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-  214  — 

edificios,  y  en  la  que  se  ostentan:  el  Nuevo  Cuartel  de  Artillería;  el  monu- 
mento á  García  Granados;  los  pabellones  de  la  Exposición;  la  estatua  del 
g-eneral  J.  R.  Barrios;  el  admirable  Palacio  de  la  Reforma;  todos  debidos  á 
su  iniciativa,  y  otros  muchos  particulares;  el  ''Parque  de  la  Reforma,"  de 
once  caballerías  de  extensión,  formado  con  todo  el  buen  g-usto  y  los  elementos 
de  moderna  cultura,  el  cual,  no  sólo  satisfizo  una  necesidad  sino  que  consti- 
tuye un  adorno  digno  de  una  g-ran  capital;  el  "Monumento  a  Cristóbal  Co- 
lón," obra  de  verdadero  arte;  el  edificio  de  la  "Propiedad  Inmueble,"  que 
afecta  el  estilo  del  Renacimiento;  la  "Escuela  de  Agricultura";  el  "Palacio 
Presidencial,"  obra  hecha  con  desmedido  lujo,  y  cuyo  importe  fué  de 
$400,000  cuatrocientos  mil  pesos;  y  otras  muchas  mejoras,  como  la  construcción 
de  las  aceras  de  cemento;  la  introducción  de  la  nueva  luz  eléctrica,  cuyos 
focos  son  inmejorables;  el  avance  del  Ferrocarril  del  Norte,  hasta  el  Rancho 
de  San  Agustín;  el  Ferrocarril  de  Patulul,  el  de  Iztapa,  el  de  Verapaz  y  el 
de  Ocós;  &.,  &.  Sin  embargo,  es  lástima  que  en  tales  cosas  de  verdadero 
ornato,  símbolo  de  refinamiento,  pero,  más  que  todo,  de  un  desenfrenado  lujo, 
se  hayan  distraído  sumas  tan  fabulosas,  como  las  que  se  invirtieron,  y  que  han 
originado  la  crecida  deuda  exterior  que  agobia  al  pueblo  y  que  con  muchas 
penas  llegará  á  saldarse. 


LECCIÓN   QUINTA. 


Azarosa  situación.— Mano  salvadora. — El  Primer  desi},'-nado  á  la  Presidencia  señor  licenciado  don 
Manuel  Estrada  Cabrera,  en  el  poder.— Sus  primeros  actos. — Atentado  en  la  noche  del  9  de 
febrero.— Importantes  decretos. —  Expresivo  manifiesto. —  Muerte  del  doctor  don  Lorenzo 
Montúfar. — I>esenfreno  de  las  pasiones  políticas. — Los  dos  candidatos  á  la  Presidencia. 
Temores  de  una  Revolución.— El  coronel  licenciado  don  Prósi)ero  Morales  aparece  en 
Occidente. —  Disposiciones  del  señor  licenciado  Estrada  Cabrera. —  Muerte  del  general 
Mendizábal.— La  campaña.— Triunfo  del  Gobierno, — Consideraciones  acerca  de  la  Revo- 
lución.—  Trágico  fin  del  señor  Morales. —  Otros  importantes  decretos. —  Consideraciones 
acerca  de  la  dictadura  ejercida  por  el  señor  Estrada  Cabrera. — Las  elecciones — Declaratoria 
déla  Asamblea. — Toma  posesión  déla  Presidencia  el  señor  Estrada  Cabrera. — Manifesta- 
ciones del  pueblo. 


1. — Cuando  se  hizo  público  el  criminal  atentado  cometido  en  la  persona 
del  general  Rey  na  Barrios,  imperó  una  gran  agitación  y  el  pánico  se  pintó 
en  todos  los  rostros;  la  situación  era  azarosa;  con  justa  razón  se  temía  una  de 
esas  convulsiones  que  alteran  las  fuerzas  funcionantes  de  la  mecánica  social 
y  trastornan  por  completo  el  orden,  sumiendo  á  los  pueblos  en  la  anarquía, 
hidra  voraz  que  todo  lo  destruye. 

2. — Pero  una  mano  salvadora,  una  voluntad  de  hierro  que  se  desentendía 
de  todo  riesgo  y  amenaza,  que  sólo  miraba  por  el  bien  general,  apareció  en 
escena,  conjurando  todo  peligro,  restableciendo  el  orden,  imprimiendo  á  los 
sucesos  una  marcha  regular:  era  la  mano,  la  voluntad  del  Primer  Designado 
á  la  Presidencia  de  la  República,  señor  licenciado  don  Manuel  Estrada 
Cabrera,  quien  tan  luego  como  supo,  por  algunos  de  sus  amigos,  el  triste  fin 
del  general  Reyna,  marchó  al  Palacio  del  Poder  Ejecutivo  á  hacerse  cargo, 
por  ministerio  de  la  ley,  de  la  Presidencia  de  la  República. 

3.— Con  sólo  su  presencia  logró  el  señor  Estrada  Cabrera  apaciguar  la 
tormenta  que  sobre  él  se  cernía,  y  sus  primeros  actos  fueron:  expedir  una 
proclama  en  que  comunicaba  al  país  que  había  entrado  al  ejercicio  del  poder; 
declarar  la  suspensión  de  garantías,  como  medida  de  precaución  en  aquellas 
gravísimas  circunstancias;  admitir  á  los  Ministros  que  le  eran  hostiles    su 


-  215 


inmediata  renuncia,  y  ordenar,  como  homenaje  de  respeto  y  consideración,  los 
funerales  de  su  antecesor. 

4.— Al  día  siguiente,  9  de  febrero,  todo  era  comentarios  y  suposiciones; 
pero  nadie  temía  una  revolución,  porque  no  había  motivo  que  la  justificara; 
sin  embarg^o,  en  la  noche,  unos  desatentados,  contra  lo  que  establece  la  Ley 
Fundamental,  quisieron  por  la  fuerza  adueñarse  del  poder,  y  atacaron  el 
cuartel  de  la  Guardia  de  Honor  y  el  resg-uardo  del  Palacio  del  Ejecutivo. 
^'Afortunadamente, — decía  el  señor  Estrada  Cabrera  en  su  Mensaje  á  la 
Legislatura,  el  1"^  de  marzo, — esa  intentona  revolución;» ría  fué  debelada  en  el 
acto,  y  la  tranquilidad  pública,  merced  al  decidido  empeño  del  Gobierno,  no 
ha  sufrido  desde  entonces  alteración  alguna:  los  ciudadanos  todos,  amparados 
por  las  leyes,  han  vuelto  ha  entregarse  de  lleno  á  sus  habituales  ocupaciones. " 
5. — Después,  el  señor  Estrada  Cabrera,  dio  una  serie  de  importatites 
decretos,  siendo  de  estimarse,  principalmente:  el  de  convocatoria  á  elecciones 
de  Presidente;  el  de  amnistía  para  los  reos  políticos,  comprometidos  antes  de 
la  muerte  del  general  Reyna,  y  el  que  disponía  la  reorganización  de  todos  los 
establecimientos  de  enseñanza,  que,  como  sabemos,  estaban  clausurados  por 
mal  entendida  economía. 

6  —El  11  de  febrero  expidió  el  señor  Estrada  Cabrera  un  Manifiesto  al 
pueblo,  en  que  le  patentizaba  sus  ideas  liberales,  su  veneración  por  el  culto  de 
la  ley.  "Corta  y  de  carácter  interino, — decía, — será  mi  administración,  pero 
no  por  eso  ha  de  dejar  la  Historia  de  pedirme  cuenta  estricta  de  les  actos 
que  durante  ella  ejecute.  Lo  declaro  de  una  manera  solemne  ante  mis  conciu- 
dadanos, quiero  que  de  mis  manos,  la  hermosa  bandera  de  mi  patria,  baje 
limpia  3"^  sin  mácula.  Quie- 
ro que  la  Constitución,  el 
Libro  sagrado  de  nuestras 
libertades,  no  se  ajeen  mis 
manos.  Quiero  que  todos 
mis  compatriotas  gocen  de 
la  vida  del  derecho  y  de 
todas  las  libertades  públi- 
cas. Quiero  que  todas  las 
garantías  los  amparen  en 
el  momento  de  acercarse  á 
las  urnas  electorales  para 
dar  su  voto  por  la  persona 
que  ha  de  regir  los  destinos 
de  nuestro  país." 

7. — Pasaron  los  pri- 
meros meses  del  gobierno 
del  señor  Estrada  Cabrera 
con  la  maj'or  tranquilidad^ 
y  sólo  perturbó  la  calma 
general,  la  sentida  muerte 
del  meritísimo  liberal,  his- 
toriador, periodista,  tribu- 
no y  jurisconsulto,  doctor 
don  Lorenzo  Montúfar,  que 
pagó  su  tributo  á  la  natu- 
raleza el  21  de  mayo  de 
1898,  dejando  un  inmenseK 
vacío  en  el  partido  de  que  n. 
era  decano.  N        DoCTOR   D.  LoKKNZo   MoNTÚFAK 


—  216  — 

8. — A  medida  que  se  aproximaba  la  hora  en  que  el  pueblo  había  de 
manifestar  en  los  comicios  su  soberana  voluntad,  las  pasiones  de  partido  se 
desenfrenaron;  la  prensa  libre,  bajo  la  forma  de  periódicos  y  hojas  sueltas, — 
verdaderos  libelos, — se  desató  en  injurias  contra  el  Presidente  interino,  quien, 
respetando  la  ley,  se  escudó  únicamente  con  su  honradez.  Dos  eran  los  candi- 
datos: el  propio  Presidente  interino,  señor  licenciado  don  Manuel  Estrada 
Cabrera,  y  el  capitán  de  infantería  don  José  León  Castillo. 

9. — Los  preparativos  anunciaban  una  recia  tormenta,  una  breg-a  potente, 
y  dejaban  sospechar,  con  sólido  fundamento,  la  amenaza  de  una  revolución. 
Y  así  fué.  Antes  de  lo  que  se  esperaba,  apareció  el  25  de  julio  (1898)  por 
Occidente,  el  coronel  licenciado  don  Próspero  Morales,  levantando  la  bandera 
de  Ifi  insurrección. 

10. — El  Presidente,  señor  Estrada  Cabrera,  declaró  entonces  en  estado 
de  sitio  á  todo  el  país,  decretó  la  suspensión  de  garantías  y  reclamó  el  auxilio 
del  ejército  fiel  al  Gobierno.  Acudieron  en  masa  todos  los  milicianos  y 
pronto  los  batallones  de  Canales  y  Jalapa,  lamentando  la  rnuerte  de  su 
antiguo  y  valiente  general  don  Calixto  Mendizábal,  acaecida  la  noche  del  1^ 
de  agosto,  fueron  á  las  órdenes  del  general  García  León  á  reunirse  con  las  de 
Occidente,  que  comandaba  el  general  Barillas.  La  campaña  duró  menos  de 
un  mes,  siendo  la  victoria  favorable  á  las  tropas  gobiernistas,  que  hicieron 
su  entrada  triunfal  en  la  capital  el  4  de  septiembre. 

11.- -La  Revolución,  sin  causa  justa  como  la  que  dio  vida  á  las  dos  del 
año  de  1897,  carecía  de  prestigio  y  no  encontró  eco  entre  las  masas  populares, 
que,  lejos  de  auxiliarla,  prestaron  su  apoyo  más  completo  al  gobierno  consti- 
tuido; de  modo  que,  sin  elementos,  no  fué  difícil  su  extinción.  Perdieron  la 
vida  muchos  de  los  afiliados  en  ella  y  algunos  soldados  del  Gobierno,  siendo 
de  citarse  entre  los  primeros,  al  mismo  jefe,  señor  licenciado  Morales,  quien 
tuvo  un  trágico  fin.  Cuando  eran  perseguidos  los  últimos  restos  de  sus  desván- 
dadas  huestes,  el  señor  Morales  escribió  un  papel  que  literalmente  dice: 
*'A1  Jefe  de  las  fuerzas  expedicionarias.  =  De  una  vez  quiero  acabar;  pero  con 
la  condición  de  que  me  garanticen  á  todos  mis  compañeros.  Por  encontrarme 
sumamente  enfermo,  suplico  mande  por  mí  al  lugar  que  le  indicará  el 
portador.= Morales.  "  El  capitán  á  cuyas  manos  llegó  la  nota  fué  en  su 
busca,  y  le  halló  entre  unas  rocas,  donde,  sin  comer  ni  beber,  abrasado  por 
fuerte  fiebre,  había  pasado  tres  días.  Recogido,  se  le  prestaron  todos  los 
auxilios  para  reparar  sus  fuerzas  y  salvarle  la  vida;  pero  todo  fué  inútil,  y  á 
tres  leguas  de  San  Marcos,  en  el  poblado  de  San  Sebastián,  falleció  de 
muerte  natural,  á  las  11  de  la  noche  del  17  de  agosto  (1898) . 

12. — Restablecida  la  paz,  el  Presidente,  señor  Estrada  Cabrera,  dio 
varios  decretos,  por  los  cuales  levantaba  la  suspensión  de  g-arantías,  fijaba 
la  fecha  en  que  debían  comenzar  las  elecciones  y  convocaba  á  la  Asamblea 
que  habría  de  practicar  el  escrutinio.  La  dictadura  terminó  con  el  último 
día  del  mes  de  agosto,  y  es  debido  consignar:  que  ni  durante  ella,  ni  en  sus 
más  críticos  momentos,  hubo  atropellos,  abusos,  ni  venganzas;  los  encarce- 
lamientos, fueron  sólo  para  los  conspiradores,  pero  los  ciudadanos  pacíficos, 
de  cualquier  credo  político,  y  los  extranjeros,  gozaron  de  todo  género  de 
seguridades. 

13. — Las  elecciones  se  efectuaron  con  todo  orden, — cosa  antes  no  vista 
en  Guatemala, — durante  los  días  1^  y  7  de  septiembre,  no  obstante  las 
múltiples  manifestaciones  que  las  clases  obreras  org-anizaron  en  pro  de  su 
candidato,  el  señor  licenciado  don  Manuel  Estrada  Cabrera,  quien,  hecho  el 
cómputo  de  los  votos  depositados  en  su  favor,  obtuvo  312,797,  que  es  el  número 
mayor  que  registra  la  historia  de  este  país.    , 


—  217  — 

14. —  La  Asamblea  inauguró  las  sesiones  para  que  había  sido  convocada 
(Decreto  del  22  de  agxjsto)  el  22  de  septiembre,  y  el  25,  considerando  que  las 
elecciones  se  habían  verificado  con  los  requisitos  substanciales  y  de  forma,  que 
la  ley  requiere,  que  el  ciudadano  licenciado  don  Manuel  Estrada  Cabrera, 
había  obtenido  la  mayoría  absoluta  de  sufra^^ios,  y  que  reunía  todas  las 
condiciones  á  que  se  refiere  el  artículo  65  de  la  Constitución,  lo  declaró 
popularmente  electo  Pkksidkntk  Constitucional,  para  el  período  que 
comenzando  el  15  de  marzo  de  1899  terminará  en  igual  fecha  de  1905,  y 
dispuso,  al  mismo  tiempo,  que  tomara  posesión  el  2  de  octubre  sig-uiente. 

15.  —  En  efecto,  en  la  fecha  citada,  el  señor  licenciado  don  Manukl 
Estrada  Cabrkra  recibió  de  la  Representación  Nacional  la  investidura 
para  ejercer  la  presidencia,  y  tomó  |X)sesión  de  ella  con  la  mayor  solemnidad, 
haciendo  la  protesta  sig-uiente:  '^ Protesto  desempeñar  con  patriotismo  el  cargo 
de  Presidente  y  observar  y  hacer  que  se  observe  con  fidelidad  la  Constitución 
de  la  República.'"  Acto  continuo,  el  Presidente  de  la  Asamblea  dijo:  '^En 
nombre  de  la  República  de  Guatemala  declaro:  que  el  ciudadano  licenciado 
Manuel  Estrada  Cabrera,  queda  en  ejercicio  legítimo  y  en  posesión  plena 
del  cargo  de  Presidente  de  la  República^  para  el  cual  fué  libre  y  popularmente 
eUcto;  y  que  en  consecuencia,  los  pueblos  le  deben  respeto  y  obediencia,  hasta 
el  quince  de  marzo  de  mil  novecientos  cinco,  vigésimoquinto  de  la  Consti- 
tución.^' 

16.  —  El  pueblo  aplaudió  el  suceso  y  manifestó  su  aleg^ría  por  medio  de 
fiestas  y  demostraciones  de  adhesión  y  simpatía  hacia  el  nuevo  Presidente 
Constitucional,  señor  licenciado  don  Manuel  Estrada  Cabrera,  en  quien 
cifró  todas  sus  esperanzas,  y  de  quien  espera  ser  redimido  por  medio  de  la 
PAZ,  el  trabajo  y  la  instrucción. 


Guatemala,  5  de  octubre  de  1898. 


a> 


APÉNDICE  II. 


Notas  que  amplían  ó  aclaran  algunos  puntos* 


I.  -[Pág-.  4,  n"  11], — Mictlán  en  mezica,  Xibalba  en  quiche,  y  Lyobáa 
en  zapoteca,  tienen  una  si^nifícación  idéntica:  se  refieren  al  centro  de  descan- 
so donde  yacen  los  muertos,  y  no  cabe  duda  son  comunes  á  lo  que  hoy  se 
conoce  en  Oaxaca  con  el  nombre  de  Ruinas  de  Mitla.  Las  leyendas  aellas 
relativas  concuerdan  perfectamente  en  los  diversos  idiomas,  y  dadas  las 
relaciones  de  Mungiifa  y  de  Burgoa,  es  de  presumirse  que  hayan  sido  la 
residencia  de  los  reyes  Hum-Camé  y  Vukub-Camé,  quienes,  seg^ún  el  "Popol- 
Vuh,*'  ordenaron  el  sacrificio  de  Hunhun-Ahpú  y  Vukub-Hunahpú. 

II.  —  [Págr.  5,  n'  15J. — La  leyenda  nos  presenta  á  Votan  como  á  un 
misterioso  personaje,  que  desembarcando  por  Tabasco  somete  á  todos  los 
pueblos  que  halla  á  su  paso,  en  las  regiones  del  Usumacinta,  les  impone  su 
cultura  y  funda  un  imperio  que  llamó  Xibalba.  y  cuya  capital  fué  Nachán. 
Muchas  discusiones  ha  habido  acerca  de  esta  leyenda,  que  tomada  al  pie  de 
la  letra  es  Inverosímil.  En  nuestro  concepto,  su  mejor  interpretación  es  la 
siguiente:  Votan,  caudillo  j'  hierofante  de  un  pueblo  de  raza  asiática,  empuja- 
do por  la  invasión  de  los  arias,  abandonó  el  Asia  central,  y  encaminándose 
hacia  el  Occidente,  dejó  en  las  bocas  del  Nilo,  en  el  África  boreal,  los  mismos 
gérmenes  de  población  que  trajo  consigo  hasta  las  marismas  de  Yucatán, 
donde  se  quedaron  los  mayas  mandados  por  Zamná,  que  decían  era  su  hijo, 
en  tanto  que  él  seguía  su  peregrinación  hasta  la  desembocadura  del  Usuma- 
cinta. Se  internó  por  sus  riberas;  estableció  con  los  suyos  varias  ciudades, 
y  por  su  civilización  superior  se  impuso  á  los  naturales,  que,  sin  duda,  se  le 
sometieron  sin  resistencia.  Entonces  fué  cuando  fundó  Nachán  (ciudad  de  los 
chañes  ó  culebras),  principio  de  un  vasto  imperio,  que  llegó  á  ser  el  emporio 
del  adelanto:  así  lo  proclaman  las  majestuosas  ruinas  que  se  contemplan  en 
Palemke.  Prueba  esta  doctrina,  que  la  le3'enda  de  Votan  dice  después,  que 
habiendo  éste  emprendido  un  viaje  p)or  sus  dominios,  al  regresar  á  su  ciudad 
encontró  que  habían  llegado  á  ella  más  individuos  de  su  raza,  clara  manifes- 
tación de  una  inmigración  constante.  Por  otra  parte,  la  procedencia  asiática 
de  los  votanes  se  comprueba  por  medio  del  estudio  comparativo  de  sus  deida- 
des con  las  germánicas,  que  es  bien  sabido  tienen  su  origen  en  el  Asia 
central.  L?s  principales  entre  éstas  eran:  Odin,  Wile  y  We,  siendo  consi- 
derada la  primera  como  la  mayor  y  principio  de  las  demás:  así  puede  verse 
en  la  obra  "Germanische  Góttersage"  von  Ernst  Bratuscheck. — Ahora  bien, 
Odin  era  designado  igualmente  con  el  nombre  de  Wuotan  ó  de  Wuodan ,  pues 
en  "^- obra  "  Die  Geschichte  der  Welt"  von  Dr.  Heinrich  Dittmar,  Tom.  II, 
Pág.  464,  Ed.  de  1866,  se  lee:  ^11,  lín.  IV:  Odin,— althochdeutsch,— Wuotan  ó 
Wuodan,  (Odin,  en  alemán  antiguo,  Wuotan  ó  Wuodan),  lo  cual,  seguido  de 
otras  consideraciones,  hace  presentir  un  contacto  antiquísimo  entre  las  dos 
razas,  pues  de  otro  modo  no  son  explicables  ciertos  puntos  de  semejanza  que 
se  descubren  en  el  fondo  d^  su  religión,  donde,  á  más  del  nombre  de  las 
divinidades,  se  encuentran  aC^jiones  y  relaciones  comunes. 


1 


—  220  — 

III. — [Pág-.  5,  n°  16]. — Chay-Abah,  era  el  jefe  de  los  guerreros  de  arma? 
de  obsidiana.      (Chay,  significa  obsidiana) . 

IV. — [Pág-.  7,  n^  37].— Quetzal  coatí,  conocido  también  con  el  nombre  de 
Gucumatz,  personaje  blanco  y  barbado,  representante  del  sacerdocio  nahoa, 
fué  en  un  principio  el  simbolismo  de  una  leyenda  astronómica  que  llegó  á 
hacerse  histórica.  Deidad  adorada  por  los  toltecas  dio  lugar  á  la  creación 
de  un  nuevo  culto  cuyo  principal  sacerdote  llevaba  su  nombre,  y  tuvo  la 
misión  de  reformar  la  bárbara  religión  de  Tezcatlipoca,  introduciendo  en  el 
culto  formas  menos  crueles  y  dándole  cierta  majestuosa  solemnidad  de  que 
antes  carecía.  Al  Quetzalcoatl  de  la  segunda  teocracia  de  ese  nombre,  terce- 
ra del  Reino  de  ToUán,  es  al  que  nos  referimos.  Por  causa  de  la  rivalidad  que 
surgió  entre  los  adeptos  de  uno  y  otro  sistema  religioso,  á  la  muerte  del  rey 
Tlilcoatzin,  7  tochtli^  1,047,  se  entabló  una  formidable  guerra  teocrática,  y 
vencido  en  ella,  perseguido,  abandona  á  su  patria,  se  refugia  primero  en 
Teotihuacán,  con  todos  los  suyos,  y  después  en  Xaltocán;  y  de  allí,  molestado 
de  nuevo,  siguió  al  Sur:  funda  el  Xicalanco,  hermosa  región  que  se  extendía 
entre  Tabasco  y  Xaltipán,  y  con  el  resto  de  sus  adictos,  pasa  á  la  península 
Maya  y  á  estos  países  finalmente. 

V.— [Pág.  8,  n^  39].— Algunos  autores,  entre  ellos  el  del  "Popol-Vuh," 
según  Ximénez,  dicen  que  este  rey  fué  el  introductor  de  los  sacrificios  huma- 
nos. En  nuestro  concepto,  aunque  no  conocemos  el  original,  el  hecho  no  debe 
interpretarse  de  tal  manera.  Los  sacrificios  humanos  eran  muy  usadlos 
entre  los  quichés  desde  lejanos  tiempos  atrás;  por  tal  razón,  la  referencia  del 
cronista,  sin  duda,  no  alude  á  ellos  como  á  nueva  costumbre  religiosa  puesta 
por  primera  vez  en  práctica,  sino  por  las  reformas  que  en  esa  época  sufrieron, 
debidas  á  la  intromisión  en  el  culto  quiche  de  muchos  de  los  usos  del  nahoa,  á 
esa  ceremonia  relativos. 

VI. — [Pág.  13,  n^  71]. — Hechos  de  tal  magnitud  como  la  Embajada 
Mexicana  á  que  aluden  Fuentes,  Juarros  y  el  Isagoge  Histórico,  es  inconcuso 
que  no  deben  jamás  pasar  desapercibidos  á  la  investigadora  mirada  del 
historiador,  máxime  cuando  sucesos  de  una  importancia  meramente  secunda- 
ria con  frecuencia  se  la  absorben.  Así,  pues,  sorpresa  y  no  poca  me  ha 
causado  la  relación  citada,  porque  no  conozco  entre  los  muchos  autores  que  se 
ocupan  de  la  historia  de  la  monarquía  azteca  ó  mexica,  uno  solo  que  la 
consigne;  por  tal,  examinémosla  y  tratemos  de  averiguar  si  hay  en  ella  algo 
de  cierto. 

Fuentes,  y  los  que  le  siguen,  admitiendo  la  venida  de  la  Embajada  el 
año  de  1512,  la  atribuyen  á  Ahutzol  ó  Ahuizotl,  en  lo  que  desde  luego  se  descu- 
bre un  craso  error  cronológico:  Ahuizotl  murió  el  año  1502;  esto  es,  diez 
años  antes  de  la  supuesta  venida  de  los  Embajadores;  nada  queda,  después  de 
ésto,  que  sea  creíble. 

El  ilustrado  señor  Milla,  obrando  con  el  juicio  y  cordura  que  le  carac- 
terizaban, vio  la  cuestión  bajo  otro  aspecto.  Siguiendo  lo  dicho  por  el  MS. 
Cakchiquel  y    las  opiniones  del  abate  Brasseur  de  Bourbourg,   atr:  a 

embajada  á  Moteczuma  II,  y  supone  que  este  monarca,  por  medio  de  ella, 
buscaba  la  alianza  de  estos  reinos  para  defenderse  del  invasor  español.  Muy 
admisible  sería  en  nuestro  concepto  la  teoría  del  malogrr  .do  señor  Milla,  sino 
fuera  que  no  hay  constancia  alguna  que  la  apoye.  Cierto  es  lo  que  el  señor 
Milla  creyó  probable:  esto  es,  que  el  emperador  Moteczuma  II  tuvo  conocimiento 
por  aquel  entonces  de  la  llegada  de  los  españoles,  pues  desde  1506,  Juan  Díaz 
de  Solís  y  Vicente  Yáñez,  descubrieron  la  península  de  Yucatán,  y  en   1511 


—  221  — 

lleg'aron  á  ella  los  náufragos  del  banco  de  las  Víboras,  de  los  que  sobrevivie- 
ron Gonzalo  Guerrero  y  Gerónimo  de  Ag^uilar,  de  cuyos  acontecimientos 
llevaron  la  noticia  á  Texcoco  unos  mercaderes  pochteca,  encarg-ándose  de 
transmitirla  á  Motecruma  el  sabio  Nezahualpilli,  quien,  participando  del  fata- 
lismo de  su  época,  aug^uró  la  realización  próxima  de  la  leyenda  astronómica 
de  (Juetzalcoatl,  que  ya  se  había  convertido  en  histórica.  Entonces,  segfún 
Tezocomoc,  Ixtlilxochitl,  Sahag-ün.  Duran,  Clavig-ero,  etc.,  el  supersticioso 
Moteczuma,  para  satisfacer  á  Ips  dioses,  ordenó  la  g-uerra  sagrada,  que  se 
declaró  contra  los  huexotzincos,  cuyos  prisioneros  se  sacrificaron  en  aras  de 
la  diosa  Tocí,  con  motivo  de  la  lleg^ada  de  sus  fiestas.  En  seg-uida,  la  ora- 
ción, los  sortileg'ios  y  el  miedo  más  acerbo  ocupan  su  atención,  hasta  el 
aparecimiento  del  cometa  de  1516,  (que  segün  los  astrólogos  europeos  anunció 
la  muerte  de  Femando  el  Católico,  en  Rspaña,  y  según  los  mexica  la  de  Neza- 
hualpilli en  Texcoco,)  tiempo  en  el  que  sus  temores  no  conocieron  límite,  por 
lo  cual,  después  de  mand<ir  matar  despiadadamente  á  todos  sus  agoreros, 
astrólogos  y  adivinos,  por  anunciíirle  siempre  ruinas  y  futuras  desg^racias, 
huyó  despavorido  á  ocultarse  á  Tlachtonco,  con  sus  enanos  y  corcovados, 
saliendo  de  allí  secretamente  para  volver  á  la  ciudad,  g-racias  á  la  dura 
reprimenda  que  le  hizo  el  tcpixtia  del  teocalli^  muy  disgustado  por  su  vergon- 
tosa  cobardía.  A  continuación  relata  la  leyenda  muchos  prodigios  tenidos 
como  nefastos  anuncios,  y  que,  cuentos  ó  historia,  revelan  el  sobresalto  del 
pusilánime  monarca,  pero  nada  referente  á  la  Embajada  origen  de  estas 
disquisiciones.     ¡Cosa  extraña! 

Ahora  bien,  digamos  aquí  algunas  palabras  sobre  el  asunto  relativo  á 
si  los  Reinos  de  Guatemala  estuvieron  alguna  vez  sujetos  ó  nó  al  Imperio 
Azteca. — Cuestión  es  esta  bien  fácil  de  resolverse;  basta  para  ello  pasar  la 
mirada  por  el  "Códice  Mendocino"  quede  un  modo  claro  y  detallado  con^¡gna 
las  conquistas  de  Ahuizotl  y  Moteczuma  II;  y  por  él  se  verá,  que  sólo  llega- 
ron hasta  Xoconochco  ( Soconusco) ,  tanto  en  una  como  en  otra  éjXKía,  siendo  de 
notarse  que  el  afianzamiento  de  ellas  tuvo  lugar  en  tiempK)  del  segundo,  ayu- 
dado por  su  aliado  Cosijoeza,  rey  de  los  zapotecas,  y  cuyas  fuerzas  acompaña- 
ban á  los  mexica  hasta  Huehuetán  y  el  citado  Xoconochco.  No  estamos  por 
lo  tanto  conformes  con  la  aseveración  del  respetable  señor  Milla,  quien  cree 
que  Ahuizotl  llegó  hasta  Nicaragua,  pues  no  es  de  suponerse  que  tan  valiente, 
hábil  y  poderoso  guerrero,  hubiese  visto  con  indiferencia  estos  hermosos  y 
ricos  reinos,  y  se  hubiera  expuesto  á  avanzar  á  un  territorio  de  poco  interés, 
donde  quedaría  rodeado  de  enemigos  que  podrían  á  su  antojo  cortarle  toda 
retirada,  en  un  momento  dado. 

Clavigero,  célebre  historiador  mexicano,  confirma  nuestro  aserto,  pues 
en  el  tomo  II  de  su  obra  ** Historia  Antigua  de  México  y  de  su  Conquista," 
en  la  Disertación  VII,  "Confines  y  población  de  los  reinos  de  Anáhuac," 
página  289  (Ed.  de  Dublán  yComp. ,  México,  1883),  dice:  "Sabemos  pues,  que 
los  dominios  mexicanos  no  se  extendían  hacia  Levante  más  allá  de  Xoconochco, 
y  que  no  entraba  en  ellos  ninguna  de  las  provincias  comprendidas  actual- 
mente por  la  diócesis  de  Guatemala,  Nicaragua  y  Honduras.  En  el  libro  IV 
de  la  HistoriPí  he  dicho  que  Tlitototl,  célebre  general  mexicano,  en  los  últimos 
años  del  rey  A.  lizotl,  llegó  con  su  ejército  victorioso  hasta  Quauhtemallán;  y 
ahora  añado  que  ii'»  se  sabe  quedase  entonces  sujeto  aquel  país  á  la  corona  de 
México,  antes  bien,  todo  lo  contrario  se  debe  inferir  de  la  relación  de  aquellos 
sucesos.  Torquemada  (fuente  donde  sin  duda  se  inspiró  el  señor  Milla)  habla 
de  la  conquista  de  Nicaragua  hecha  por  los  mexicanos;  pero  lo  mismo  que  en 
el  Libro  II,  capítulo  81,  atribu3'e  á  un  ejército  mexicano  en  tiempo  de  Motec- 
zuma II,  en  el  libro  III,  capítulo  10,  refiere  de  una  colonia  que  salió  muchos 


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—  222  — 

años  antes,  por  orden  de  los  dioses,  de  las  inmediaciones  de  Xoconochco:  así 
que,  no  debemos  fiarnos  en  su  noticia." 

Bernal  Díaz,  por  su  parte,  aseg-ura  que  los  mexicanos  nunca  conquista- 
ron á  los  chiapanecos;  pero,  ésto  es  sólo  aplicable  á  todo  el  territorio;  pues, 
Remesa!  nos  dice,  que  tenían  g-uarnición  en  Tzinacantla;  y,  por  la  "Matrícula 
de  Tributos"  puede  verse  que  Tochtlán  y  otras  ciudades  de  aquel  país  eran 
tributarias  de  los  mexica. 

VII.— [Pág-.  20,  n°  101]. — Mientras  más  se  estudia  el  calendario  quiche 
más  se  admira,  pues  revela  que  el  pueblo  que  lo  formó  tenía  unag-ran  cultura. 
En  muchos  puntos  ^e  le  encuentra  parecido  con  el  de  los  mayas  y  mucha 
semejanza  con  el  de  los  nahoas,  de  quienes  sin  .duda  lo  tomaron. 

Un  ilustrado  historiador  contemporáneo  refiriéndose  á  él,  dice: 

"Su  calendario  reg^ularmente  arreg^lado,  correspondía  también  al  euro- 
peo en  cuanto  estaba  fundado  en  el  movimiento  anual  de  la  Tierra  al  rededor 
del  Sol,  difiriendo  únicamente  en  las  subdivisiones,  porque  los  indios  dividían 
y  dividen  aún  los  365  días  del  año  en  18  meses  de  20  días,  y  los  días  sobrantes 
los  intercalaban  al  fin  de  cada  sig-lo  como  en  el  de  los  mexicanos,  dividido  en 
cuatro  períodos  de  13  años  cada  uno. 

"Estos  períodos,  lo  mismo  que  los  diez  y  ocho  meses  y  cada  día  de  éstos, 
tenían  sus  nombres  particulares,  representados  por  sig^nos  acompañados  del 
número  del  período;  y  de  esta  manera  podía  fácilmente  calcularse  á  que  año 
correspondía  de  nuestro  cómputo.  Este  calendario  de  los  indios,  refieren  las 
antig-uas  historias  que  fué  introducido  por  los  toltecas  emigrantes  cuando  fue- 
ron á  fundar  el  reino  de  Tula  ó  ToUán. 

*  'L«os  siguientes  nombres  eran  los  que  correspondían  á  cada  uno  de  los 

1.  —  Nabé  tzih Primera  palabra. 

2.— Veab  tzih   [*] Segunda  palabra. 

3.  —  Rox  tzih Tercera  palabra. 

4.  — Chee ._  Árbol. 

5.  —  Tekoxepual... Siembra. 

6.  —  Tzibé  pop Pintura  de  estera. 

7.  —  Zak Blanco. 

8.  —  Chab Arco  de  flecha. 

9. — Hun  bix£ih Un  canto  del  sol. 

10.  —  Nabé  mam Primer  abuelo. 

11.  —  Vgab  m^n Segundo  abuelo. 

12. — Nabé  likinfab Primera  mano  dulce. 

13.  —  V£;ab  likin^ab Segunda  mano  dulce. 

14.  — Nabé  pach Primera  trenza. 

15. — Vj^ab  pach. Segunda  trenza. 

ló.  —  Tzikin  gich Tiempo  d^  pájaros. 

17. — Tzitzi  la^an Estandarte  cosido. 

18.  —  Kan  kan Muy  colorado. 

Los  nombres  de  cada  uno  dé  los  veinte  días  eran  así: 

1. — Noh. Genio,  arbitrio. 

2. — Tihax Comestible,  peáernal. 

3. — Kabek Símbolo. 

4. — Ahpú Tirador  de  cerbatana. 


( * )     El  sonido  representado  por  el  tresillo  equivale  al  de  doble  K  pronunciado  con  fuerza. 


-  223  — 

5. — Imox Marmita. 

6. — 1£ - Luna. 

7. — Akbal Caos ,  cosa  confusa. 

8.— ITat Red. 

9. — Kan Serpiente  [palabra  maya] . 

10.— Kamé Muerto. 

11. — Keh Ciervo,  venado. 

1?- — Kanil Madurez. 

13.— Toh  Lluvia. 

14.— Tzii -.  Perro. 

15 — Batz .  Mono,  hilo. 

16.— Ee Diente. 

17.— Ah Helóte. 

18. — Ix Vosotros. 

19.— Tzikin I'ájaro. 

20. — Ahmak  .  Pecador,  culpable. 

**Hay  opiniones  diversas  re-^pecto  de  la  época  en  que  comenzaba  el  año 
en  el  calendario  quiche.  Unos  opinan  que  comenzaba  por  el  mes  de  octubre, 
y  otros  por  el  de  diciembre.  Diciembre,  á  partir  del  24,  es  la  opinión  que 
prevalece  má»;  y  la  de  octubre  acostumbran  los  astrólogos  de  Momostenango, 
dcnde  aún  están  en  vigor  las  prácticas  nigrománticas;  siendo  de  advertir  que 
estos  indios,  lo  mismo  que  los  de  Santa  Catarina  Ixtlavakán,  son  todavía 
zoólatras  y  politeistas:  adoran  al  Sol  y  la  Naturaleza.  [Licenciado  Jesús  E. 
Carranza.  **Un  Pueblo  de  Los  Altos.*'  Apuntes  para  su  Historia,  Cap. 
VIII,  Páífs.  41  y  siguiente]. 

Según  el  autor  citado,  la  mayor  ñesta  religiosa  que  se  registra  en  el 
calendario  quiche  es  la  del  Vakxakib  Batz,  los  ocho  hilos  ú  ocho  monos. 

VIII.  —  [Pág.  33,  n'  163].  —  La  tierra  recibió  entonces  tres  nombres 
distintos:  Guaymura,Hibueras  y  Honduras,  que  es  el  que  hasta  hoy  conserva. 
**La  llamaron  Guaymura,  por  ser  ese  el  nombre  de  un  pueblo  de  la  costa. 
Hibueras,  por  haber  encontrado  en  el  mar  gran  número  de  calabazas,  que 
llaman  hibueras  en  Santo  Domingo;  y  Honduras,  porque  después  de  haber 
navegado  un  gran  trecho  sin  hallar  fondeadero,  cuando  lo  encontraron  al  fin, 
exclamaron:  **Bendito  Dios  que  hemos  salido  de  estas  honduras. "  Herrera, 
Dec.  IV,  Lib.  VIII,  Cap.  III. 

IX.  —  [Pág.  41,  n^  207]. — La  superstición  fué  uno  de  los  caracteres 
distintivos  de  los  primitivos  habitantes  y  larga  es  la  lista  de  las  diferentes 
creencias  que  embargaban  el  espíritu  de  aquellas  gentes,  que  en  su  ignoran- 
cia daban  crédito  á  lo  maravilloso  y  fantástico  y  vivían  convencidos  de  lo  que 
no  eran  más  que  patrañas  ó  fábulas. 

Una  de  las  supersticiones  más  arraigadas  fué  la  creencia  en  hechiceros 
y  brujos,  que  no  pocas  víctimas  proporcionó  al  célebre  tribunal  del  Santo 
Oficio.  El  vulgo  estaba  persuadido  de  su  existencia  y  les  designó  con  el 
vocablo  náhuatl,  derivado  de  la  voz  náhualli,  secreto,  misterioso,  oculto. 
Eran  éstos,  hombres  misteriosos  á  quienes  la  tradición  y  cronistas  venerables 
han  pintado  con  los  má^  negros  colores.  Sahagún,  Lib.  X,  Cap.  IX,  dice  de 
ellos:  "El  Naoalli  propiamente  se  llama  brujo  que  de  noche  espanta  á  los 
hombres  é  chupa  á  los  niños.  Al  que  es  curioso  de  este  oficio,  bien  se  le 
entiende  cualquiera  cosa  déxhechizos.  y  para  usar  de  ellos  es  agudo  y  astuto, 
aprovecha  y  no  daña.  El  qufc  es  maléfico  y  pestífero  de  este  oficio,  hace  daño 
á  los  cuerpos  con  los  dichos  hechizos,  y  saca  de  juicio  y  ahoga,  es  envaydor  ó 
encantador. " 


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-  224  — 

Otro  escritor,  refiriéndoseles,  afirma:  '*Los  unos  se  transformaban  en 
enormes  serpientes,  los  otros  en  lobos  ó  coyotes.  Detrás  de  los  matorrales  6 
en  la  espesura  de  los  bosques  espiaban  la  ocasión  de  acometer  á  su  víctima. 
De  súbito  al  bordear  un  precipicio,  al  cruzar  una  vereda  solitaria,  y  cuando 
el  viajero  estaba  menos  preparado,  se  veía  asaltado  por  una  fiera  que  lo  hería 
y  lo  despedazaba  sin  piedad.  El  tal  viajero  había  tenido  sin  duda  un  alter- 
cado con  el  náhuatl  6  brujo,  y  éste  con  las  apariencias  de  la  fiera,  tomaba 
veng-anza  de  su  contrincante.  Nada  más  temido  ni  más  aborrecible  que  estos 
náhuales,  por  sus  maleficios  continuos.  Nunca  de  sus  manos  salía  bien 
librado  un  enemig"o,  siendo  bastante  una  desaveniencia  ó  lig^ero  desacuerdo 
para  que  el  náhuatl,  con  sus  malas  artes,  y  sin  que  nadie  se  apercibiese 
de  ello,  depositase  un  tiesto  ó  una  angulosa  y  cortante  guija  debajo  de  la 
piel  del  rostro  de  su  adversario,  formándose  luego  en  el  lugar  alguna  dolorosa 
llaga,  incurable  y  eterna." — José  Antonio  Gay. — "Historia  de  Oaxaca," 
Tomo  I,  Cap.   VI.     Ed.  de  Dublán  y  Comp. — México. 

De  tal  manera  los  presentaba  la  gente  sencilla,  que  llena  de  pavor  veía 
en  ellos  genios  fatales  merodeando  por  todas  partes;  y  aún  en  nuestros  días, 
aunque  ya  casi  extintas,  viven  tales  ideas  ertre  la  raza  indígena.  Así,  el 
abate  Brasseur  de  Bourbourg,  se  expresa  en  los  siguientes  términos:  ''El 
vocablo  náhuatl  es  todavía  en  el  día  sinónimo  de  genio  ó  demonio  familiar,  y 
el  Nahualismo  es  la  magia  más  común  de  la  mayor  parte  de  las  provincias 
mexicanas,  hasta  la  República  de  Guatemala.  Añadiré,  que  la  potencia  que 
el  Nahualista  ó  brujo  se  imagina  tener  de  transformarse  en  la  figura  de  su 
animal  ó  demonio  predilecto,  así  como  toda  la  serie  de  ritos  de  esta  secta,  le 
da  una  semejanza  muy  notable  con  la  hechicería  de  la  media  edad  en 
Europa." — "Cartas  para  servir  de  introducción  á  la  Historia  primitiva  de  las 
Naciones  civilizadas  de  la  América  Septentrional."  Ed.  de  M.  Munguía. — 
México.— 1851. 

X.  —  [Pág.  48,  n°  241]. —  "Las  circunstancias  de  passo  tan  lastimosso 
refiere  Bernal  Díaz  en  su  original  MS.  por  estas  palabras:  "Antes  que  los 
ahorcassen,  los  frayles  Franciscos  los  fueron  esforzando  y  encomendando  á 
Dios,  con  la  lengua  D.  Marina.  I  cuando  le  ahorcaron  dijo  el  Guatemuz: 
ó  Malintzin,  días  avía,  que  yo  tenía  entendido  que  esta  muerte  me  habías  de 
dar,  é  avía  conocido  tus  falssas  palabras.  Por  que  me  matas  sin  Justicia? 
Dios  te  lo  demande,  pues  yo  no  me  la  di  quando  me  entregaste  tu  perssona  en 
mi  Ciudad  de  México.  El  Señor  de  Tacuba  dixo,  que  el  daba  por  bien  empleada 
su  muerte  por  morir  con  su  Señor  Guatemuz.  I  antes  que  los  ahorcassen,  les 
fueron  confessando  los  frayles  franciscos  con  la  lengua  D.  Marina.  E 
verdaderamente  yo  tuve  gran  lástima  del  Guatemuz,  y  de  su  primo,  por 
avellos  conocido  tan  grandes  Señores:  y  aún  ellos  me  hacían  honra  en  el 
camino  en  cossas  que  se  me  ofrecían,  especial  en  darme  algunos  Indios  para 
traer  yerba  para  mi  cavallo.  Y  fué  esta  muerte  que  les  dieron,  muy  injusta- 
mente dada  é  pareció  mal  á  todos  los  que  veníamos  en  aquella  jornada." 
Hasta  aquí  Bernal  Díaz:  en  el  sucesso,  con  razón  se  debe  dudar  para  cual 
sería  más  fatal,  si  para  Guatemuz  ó  para  Cortés?  ^jquel  violentamente 
perdió  la  vida:  este  abandonó  su  mayor  gloria,  dejando  pendiente  de  aquellos 
árboles  á  Guatemuz,  y  con  él  toda  su  fama,  pudiendo  componer  la  seguridad 
del  exercito  y  suya  con  menos  costa  de  su  crédito,  y  menos  ignominia  de  tan 
Real  persona.  Del  madero  en  que  por  una  fatal  ora  estuvo  pendiente 
Guatemuz,  penderá  por  todos  los  futuros  siglos  ej:-,  el  juicio  de  los  hombres,  la 
opinión  de  Cortés." — Isagoge  Histórico  Apologético  general  de  todas  las 
Indias.  Lib.  III,  Cap.  IX,  Pág.  389.  — [ObrPt  inédita  hasta  1892,  en  que  la 
hizo  publicar  el  Gobierno  de  Guatemala) . 


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—  225  - 

XI.-[Pág-.  50,  n°  250]. — Jorg^e  de  Alvarado  en  representación  de  l;i 
autoridad  Real,  dirig"iéndose  al  escribano  de  cabildo  le  dijo:  **Asentíi 
escribano,  que  yo,  por  virtud  de  los  poderes  que  teng-o  de  los  g-obernadores  de 
Su  Majestad,  con  acuerdo  y  parecer  de  los  alcaldes  y  regidores  que  están 
presentes,  asiento  y  pueblo  ;iquf  en  este  sitio  la  ciudad  de  Santi;ig-o,  el  cual 
dicho  sitio  es  término  de  la  provincia  de  Guatemala." 

XlI.—íPág-.  58,  n"  273].— El  cadáver  de  don  Pedro  fué  sepultado 
provisionalmente  en  la  iglesia  parrtíquial  del  pueblo  de  Ateng-uillo;  después, 
se  le  transladó  á  Tiripitío;  más  tarde,  conforme  lo  había  dispuesto  en  su 
testamento,  al  templo  de  Santo  Doming»)  en  México,  donde  permaneció  algún 
tiemí»,  h.'ista  que  su  hija  doña  Leonor  hizo  traer  los  restos  á  Guatemala  y 
depositarlos  en  la  catedral,  de  donde  »*c  perdieron  en  1680,  al  demolerse  el 
edificio  para  reedificarlo. 

Un  historiador,  dice:  **Ivan  DÍíu  de  la  Calle,  Oficial  Mayor  de  la 
Secretaría  de  Nueua-España,  le  dedicó  el  Epitafio  si^fuiente,  mientras  no  se 
le  pone  el  que  merece  la  recordación  de  sus  hazañas,  y  hechos: 

*'Yazk  kn  kste  angosto  Monumento,  el  que  le  merecía  más  Augusto, 
que  ñié  para  la  Nobilissima  Ciudad  de  Guatimala,  lo  que  para  Roma 
Romulo,  El  famoso  por  la  virtud  de  su  valor,  y  Vitorias,  Don  Pkdko  dk 
Alvakado,  del  Abito  de  Santiagt>,  Adelantado,  Gouemador,  Capitán  Gene- 
ral, Conquistador,  Fundador,  y  Poblador  desta  Ilustrísima  Ciudad  de 
Guatimala.  Que  la  dio  Templos,  Leves,  Costumbres  y  Ritos.  Después  de 
aver  deshecho  en  muchas  batallas  el  engaño  de  l;i  Idolatría,  poniendo  para 
siempre  cessación  en  sus  Altares  y  Ara». 

Passó  á  la  inmortalidad  de  que  ya  g-oza  en  el  año  1541." 

Gil  González  Dávila.— Teatro  eclesiástico.— Tomo  I,  Pág-.  140.  Ed. 
de   1649. 

XIII. — (Pá^.  w^,  ..  -,.-,.  i'.ircial  el  Ayuntamiento,  de  Landecho, 
pidió  al  Rey  con  instancia  le  concediese  la  g"obernación,  porque  de  tal  provi- 
dencia vendría  el  mejor  g-obierno  de  estas  provincias.  La  Cédula  de  16  de 
septiembre  de  1560  satisfizo  los  dese<js  del  ambicioso  presidente,  pues  en  ella 
el  Re\'  le  decía:  "A vemos  acordado  que  vos  tengáis  l;i  gobernación  y  proveáis 
los  repartimientos  que  se  ovieren  de  encomendar  y  los  otros  oficios  que  se 
ovieren  de  proveer,  ansi  como  lo  ha  hecho  hasta  aquí  toda  esa  audiencia;  por 
ende,  jxjr  la  presente  vos  damos  facultad  y  poder  para  que  vos  solo  teng-ais  la 
g-obernación,  ansi  como  la  tiene  nuestro  visorrey  de  la  Nueva  España." — Cita 
de  García  Peláez,  Mem.  Cap.  XIX,  hecha  por  Milla.  Historia  de  la  América 
Central.     Tomo  II.     Pág:.  133. 

XIV.  — [Pág-.  63.  n*^  292].— Fué  el  Licenciado  Marroquín  uno  de  esos 
Obispos,  cuyo  nombre,  como  el  de  Zumárrag-a  en  México,  se  recuerda  con 
g^ratitud.  Su  amor,  caridad  y  celo  por  el  bienestar  de  los  naturales  se  señaló 
notablemente.  Promovió  su  instrucción  y  para  fomentarla  fundó  una  escuela 
de  primeras  letras  y  una  cátedra  de  gramática,  [el  señor  Milla  consignó  en 
su  Historia  estos  hechos  con  alguna  reserva,  porque, — decía, — que  sólo  en 
Juarros,  Historia  de  Guatemala,  Cap.  II,  Trat.  III,  había  encontrado  noti- 
cias de  ellos.  Pudo  halarlas  hallado  también  en  el  Tomo  I  de  la  obra 
*' Teatro  Eclesiástico  de  lá.  Primitva  Iglesia  de  las  Indias  Occidentales  "  del 
M.  Gil  González  Üávila,  y  eV>  la  obra  histórica  de  Remesal],  y  después  dejó 
en  su  testamento  veinte  mil  pt>^s  para  la  erección  de  una  Universidad. 

El  citado  cronista  Gil  Goc^zález  Dávila,  después  de  estudiar  su  vida,  al 
referirse  á  su  muerte  dice:     "Ll^^ó  la  hora  de  coger  el  fruto  dichoso,  acabado 

15 


1 


—  226  - 

co  este  valle  de  lagrimas,  entrando  en  el  Paraíso,  donde  viue  la  aleg-ria,  auiedo 
g-ouernado  su  Sede  30  años,  [el  señor  Milla  dice  que  33,  pero  es  clara  la 
equivocación  de  este  apreciabilísimo  autor,  pues  como  él  mismo  asienta  en  su 
Historia  de  la  América  Central,  Tom.  I,  Pág.  238:  el  Emperador,  informado 
del  mérito  del  señor  Marroquín,  le  nombró  primer  Obispo  de  Guatemala  en 
fin  del  año  1533,  y  el  papa  Paulo  III  le  expidió  las  bulas  hasta  el  siguiente, 
siendo  consagrado  hasta  el  de  1537],  Enseñado,  Bautizado,  Cofirmado, 
Defendiendo  su  oueja,  y  ayudadola  co  crecidas  limosnas,  sin  lo  mucho  que 
gastó  en  su  Iglesia  v  Templos  de  su  Obispado,  y  en  conducir  Religiosos  para 
predicar,  y  estos  fueron  los  mayorazgos  q  dexó  fundados.  Otorgó  su  testa- 
mento en  lo  perteneciente  al  Colegio  en  5  de  abril  de  1562,  ante  luán  Palomino, 
y  fue  su  tránsito  en  18  de  563,  y  está  sepultado  en  su  Iglesia  debaxo  de  las 
gradas  del  Altar  Mayor,  etc."— Teatro  Eclesiástico.     Tom.  I,  Pág.  150. 

El  Obispo  Marroquín,  que  desde  que  llegó  al  país  se  dedicó  á  aprender 
las  lenguas  indígenas,  escribió,  el  primero,  un  Arte  ó  Gramática  quiche, 
conforme  á  la  lengua  latina,  que  nunca  se  imprimió,  y,  siendo  también  el 
primero,  una  Doctrina  en  la  misma  lengua,  que,  por  no  haber  imprenta  en 
Guatemala,  la  mandó  imprimir  á  su  costa  en  México.  La  primera  edición  es 
desconocida  y  la  segunda  está  en  cakchiquel,  de  modo  que  de  aquella  no 
puede  darse  el  verdadero  título  ni  fijarse  con  precisión  si  estaba  en  quiche 
como  dijimos  y  afirma  Remesal.  Lo  que  sí  puede  asegurarse  es  que,  con 
todo  y  vser  la  primera  escrita,  no  fué  la  primera  impresa,  porque  antes  de 
1553  los  PP.  Franciscanos  habían  hecho  imprimir  en  el  propio  México  un 
''Catecismo  ó  Doctrina  Cristiana  en  la  lengua  de  Guatemala,"  ordenado 
probablemente  por  Fr.  Pedro  de  Betanzos. 

Podrá  observarse  que  la  fecha  que  asiento  en  el  texto  como  la  en  que 
ocurrió  la  muerte  del  obispo  Marroquín  no  coincide  con  la  que  da  el  M.  Gil 
González  Dávila  en  la  cita  que  de  él  hago,  ni  tampoco  con  la  que  apunta  el 
señor  Milla  en  su  Historia  de  la  América  Central,  Tomo  II,  Pág.  145.  La 
razón  es  la  siguiente:  Remesal  dijo  primero,  que  el  fallecimiento  del  Obispo 
tuvo  lugar  el  Viernes  Santo  de  1563,  y  despviés  Gil  González  Dávila  escribió, 
que  el  18  de  abril  de  1563,  con  lo  que  Juarros,  [de  quien  el  señor  Milla  toma 
su  noticia],  juntando  ambos  datos,  expresó:  que  el  Viernes  Santo,  18  de  abril 
de  1563,  sin  tener  en  consideración  que  tal  fiesta  movible  cayó  ese  año  á  9  de 
abril.  De  modo  que,  admitiendo  el  día  señalado  por  Remesal,  seguramente 
bien  informado,  no  hay  más  que  adaptarle  la  fecha  que  le  corresponde. 

XV. —  [Pág.  64,  n"  293].  — El  Obispo  Las  Casas,  fué,  como  ya  hemos 
dicho,  un  infatigable  defensor  de  los  indios,  y  no  hubo  ocasión  en  que  no 
mostrara  el  interés  que  por  ellos  tenía,  ya  salvándolos  de  los  iitropellos  de  los 
españoles,  ya  hablando  en  su  favor  á  los  Soberanos,  para  que  expidiesen 
leyes  suaves  que  mitigasen  sus  penas. 

Conquistó  por  medios  pacíficos,  valiéndose  de  la  conversión  de  los 
naturales  á  Jos  principios  católicos,  la  provincia  de  Tezulutlán,  inquieta  y 
guerrera  comarca,  á  la  cual,  para  hacer  alusión  á  la  manera  como  fué 
reducida,  se  le  cambió  el  nombre  el  año  1547  por  el  de  Verapaz  que  aún  lleva. 

Vino  al  país  cuando  contaba  57  años,  fué  nombrado  Obispo  á  los  70  y 
murió  á  los  92,  siempre  en  servicio  de  Guatemala. 

Llórente,  en  la  biografía  que  pone  de  él,  íví  frente  de  sus  obras,  dice: 
"Siete  viajes  á  las  Indias,  siete  regresos  á  España;  innumerables  travesías  de 
norte  á  sur  y  del  oriente  al  poniente  de  un  Nuevo-Mundo  vastísimo;  otras 
muchas  en  nuestra  Península;  la  predicación  continua  en  las  Indias;  la  com- 
posición literaria  de  tantas  obras,  los  peligtos  gravísimos  en  que  se  halló,  las 


—  227  — 

j^ersecuciones  que  se  promovieron  contra  él  |>or  parte  de  interesados  muy  podé- 
roste; las  calumnias  y  maledicencias  á  que  debió  satisfacer,  son  otros  tantos 
testimonios  de  la  solidez  de  su  virtud,  como  de  la  fortaleza  de  su  carácter,  al 
mismo  tiempo  que  su  larjfa  vid.i  (en  medio  de  continuas  y  larg^as  ag-itaciones 
y  fatig^as  de  alm;i  y  cuerpo)  testifica  también  lo  mucho  qae  le  había  favorecido 
la  naturaleza  en  su  complexión  y  física  organización.  "  Cita  hecha  jwr  Milla. 
Historia  de  la  América  Central.     Tomo  II,  Pá^'.  1S8. 

XVI.— jPág^.  65,  n"  298]. —  Al  tratar  de  la  introducción  de  la  imprenta 
á  Guatemala  dice  el  señor  Milla:  — Historia  de  la  América  Central  Tomo  II, 
Cap.  XVII,  Pág.  325. —  '*  México  tenía  imprenta  desde  antes  del  año  1()22;  »&.  " 
Sorprende  verdaderamente  que  el  erudito  historiador  citado  haya  incurrido 
en  tal  anacronismo,  pues  bien  sabido  es  que  México  fué  el  primer  país  del 
Nuevo  Mundo  que  tuvo  la  jfloria  de  ver  ejercer  en  su  suelo  el  maravilloso  arte 
de  la  imprenta,  traída  á  él  iwr  su  primer  virrey  don  Antonio  de  Mendoza  y 
iu  primer  obisjK)  Fr.  Juan  de  Zumárraj^a.  — En  tal  virtud,  es  en  la  primera 
litad  del  siplo  XVI  y  no  en  la  del  XV^II  en  la  que  debe  fijarse  su  intro- 
lucción.  —  Sobre  tan  imjwrtante  asunto  publicó  el  año  de  1855  en  el  * '  Diccio- 
iario  Universal  de  Historia  y  de  Geog-raf ía "  un  breve  pero  concienzudo 
estudio,  el  sabio  y  eminente  bibliógrafo  mexicano  D.  Joaquín  García  Icazbal- 
ceta  {tí*  26  de  noviembre  de  1894),  quien  lo  aumentó  más  tarde  con  valiosas 
notas  bibliof^ráficas  que  le  sirven  de  comprobantes.  —  Las  conclusiones  á  que 
el  autor  nombrado  lleg^ó  no  dejan  lug-ar  á  la  duda,  y  por  tal  son  de  tenerse 
muy  en  cuenta  las  sig-uientes  palabras  contenidas  en  el  Tomo  I,  Pág-.  22  de 
sus  "Obras":  * '  En  resumen,  5'  con  la  desconfianza  propia  del  que  camina 
en  tinieblas^  dig"©  que  á  mi  parecer  la  imprenta  lleg^ó  á  México  en  1536,  acaso 
j-a  entrado  el  año:  que  desde  lueg-o  se  ocuparía  en  la  impresión  de  cartillas  ú 
otros  trabajos  |>equeños  muy  urg-entes,  y  que  á  principios  de  1537  ya  saldría 
de  sus  prensas  la  "Escala"  que  fué  el  primer  Hdro  impreso  en  México." — 
Mas  si  la  fecha  dicha  estuviese  de  alg-ún  modo  errada,  cosa  de  todo  punto 
impasible,  si  se  atiende  á  lo  cuidadoso  de  la  investig-ación  relativa,  no 
quedaría  lugar  á  duda  de  que  entre  ella  y  el  año  1542  la  imprenta  llegó  á 
México;  pues  así  lo  justifica  el  siguiente  documento:  *'E1  Rey.  —  Por  cuanto 
por  parte  de  vos  la  muger  é  hijos  de  Joan  conbergel,  ynpresor,  vezino  que  fué 
de  la  ciudad  de  Seuilla,  defunto,  me  ha  sido  hecha  relación  que  el  dicho  Joan 
conbergel  ayynnestancia  (síc)  del  nro  vissorrey  de  la  nueua  españa  e  del 
obispo  de  mexico  enbio  aquella  tierra  officiales  de  ynprenta  e  todo  el  aparejo 
necessario  para  ynprimir   libros   de  doctrina  xpiana  de  todas    maneras  de 

ciencia & & Fecha  en  la  villa  de  Talavera  á  seis  dias  del  mes  de 

Junio  de  mil  y  quinientos  y  quarenta  y  dos  años.  —  Fr.  Gr.  Carlis  Hispalen. — 
Por  mandado  de  su  magt.  el  gouernador  en  su  nombre,  Joan  de  Samano. " — 
Arch.  Gen.  de  Méx.,  Lib.  II  de  Mercedes,  fs  48  vta  y  49  fte.— Cita  hecha  por 
Icazbalceta. 

Autores  hay  que  adelantan  más  la  fecha;  y  así,  el  M.  Gil  González 
Dávila  en  su  * 'Teatro  Eclesiástico  de  la  Santa  Iglesia  de  México,"  pág.  23, 
dice:  "En  el  año  de  mil  y  quinientos  y  treinta  y  dos  el  Virrey  Do  Antonio  de 
Mendoza,  lleuo  la  Imprenta  á  México.  El  primer  Impressor  fué  Joan  Pablos; 
I  el  primer  libro  que  se  imprimió  en  el  Nuevo  Mundo,  fué  el  que  escriuió  San 
Joan  Climaco,  con  título  de  Escala  Espiritual  para  llegar  al  Cielo,  Tradocido 
de  latín  en  Castellano  por  el  Venerable  Padre  Fr.  Joan  de  la  Madalena, 
Religioso  Dominico."  Sin  embaifgo  tal  aserción  no  es  de  aceptarse;  pues, 
aún  cuando  el  señor  Mendoza  fué  nohibrado  virrey  desde  1530  no  vino  á  México 
sino  hasta  1535,  y  aunque  pudiera  decirse  que  la  envió   antes,  no  hay   docu- 


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mentó  que  así  lo  justifique;  y  es  más  de  creerse  que  cuando  el  obispo 
Zumárraga  anduvo  por  España  en  los  años  de  1533  y  34  se  hayan  puesto  de 
acuerdo  para  traer  tal  mejora  al  suelo  cuyo  g-obierno  se  les  había  confiado. 

XVII. —  [Pág-  67,  n"  304]. — Los  jesuítas  en  ese  tiempo  se  habían  hecho 
verdaderamente  insoportables  á  toda  Europa.  Portug-al  y  Francia  ya  los 
habían  expulsado  de  sus  dominios  por  motivos  análogos  á  los  que  decidieron 
á  Carlos  III.  En  el  primero  de  los  países  citados  el  Ministro  Pombal,  que 
tantos  bienes  hizo  á  su  patria,  fué  quien  promovió  y  realizó  su  extrañamiento: 
en  1757  lo  inició  expulsando  á  los  confesores  de  la  familia  Soberana,  que 
pertenecían  todos  á  la  Orden,  y  en  1759,  con  motivo  de  la  tentativa  de 
asesinato  cometida  contra  el  rey  José  I,  en  la  noche  del  3  de  septiembre 
del  año  anterior,  les  confiscó  sus  bienes  y  los  arrojó  del  reino  y  de 
las  colonias,  embarcándolos  en  buques  qvie  los  llevaron  á  Civita  Vechia  en 
los  Estados  del  Papa.  En  Francia  los  parlamentos  los  atacaron  con  dureza 
en  vista  de  los  muchos  abusos  que  cometían,  y  el  de  París  determinó  su 
ruina  aprovechándose  del  juicio  formado  al  P.  Lavalette  que  habiendo 
establecido  una  casa  de  comercio  en  la  Martinica  se  presentó  en  quiebra 
fraudulenta.  En  atención  á  ésto  y  á  las  denuncias  que  día  á  día  llegaban  de 
todas  partes  del  reino,  Luis  XV  les  exigió  la  reforma  de  algunos  artículos  de 
sus  Constituciones,  pero  habiéndole  respondido  Ricci,  general  de  la  Orden: 
''  Sint  ut  sunt,  aut  non  sinty''^  (que  sean  como  son  ó  que  no  sean),  los  dejó 
abandonados  á  su  suerte.  La  resolución  no  se  hizo  esperar:  los  políticos 
franceses  veían  en  la  orden  un  verdadero  imperio  extendido  por  sobre  toda  la 
superficie  de  la  tierra,  tendiendo  á  absorberlo  todo,  y  no  podían  ver  con 
indiferencia  sus  avances,  protegidos  por  el  duque  de  Choissel ,  menos  cuando 
el  Procurador  General  al  Departamento  de  Provenza  decía:  "Los  jesuítas 
gobiernan  con  el  mismo  imperio  una  multitud  innumerable  de  personas  de 
toda  edad,  de  todo  sexo  y  de  todo  estado,  cuyos  ojos  cierran  á  la  luz." 
(Ripert  de  Mondar. — Compte  rendu  des  institutions  des  jésuites.  1762. 
Tom.  I,  Pág.  89).  Así,  los  parlamentos  pronunciaron  la  abolición  de  la 
Compañía  de  Jesús,  en  Francia,  en  1762,  y  el  Rey  la  ratificó  por  edicto  de 
26  de  noviembre  de  1764. 

En  España,  cuna  de  la  Orden,  creada  en  1540  por  el  caballero  D.  Iñigo 
de  Loyola,  (San  Ignacio  de  Loyola),  los  jesuítas  habían  adquirido  grandes 
riquezas,  lo  mismo  que  en  las  colonias,  é  influencia  decisiva  en  las  cosas  de 
la  política;  pero  salvando  los  límites  que  la  prudencia  debió  haberles 
aconsejado,  se  lanzaron  á  la  ejecución  de  intrigas  miserables  causantes  de 
disturvios  y  motines  de  fatales  consecuencias,  como  el  llamado  de  las  Capas  y 
Sombreros ,  ocurrido  en  Madrid,  so  pretexto  de  la  ley  que,  sugerida  por  el 
ministro  Esquiladle,  disponía  se  variase  el  traje  nacional  introduciendo 
reformas  en  esas  dos  prendas.  El  conde  de  Aranda,  sabio  y  suspicaz 
ministro,  averiguó  sus  manejos  é  instó  al  Rey  para  que  dictara  su  extinción. 
Carlos  III,  que  no  era  muy  adicto  á  la  Compañía,  presló  oídos  al  dictamen 
que  acerca  de  las  acusaciones  que  sobre  ellos  pesaban  formularon  el  ministro 
citado  y  otros  sujetos,  y  dio  el  decreto  de  expulsión  á  que  nos  referimos  en 
el  texto. 

Razón  habían  tenido  Portugal,  PYanci a  y  España.  La  Orden  de  Jesús 
con  su  formidable  organización,  bajo  el  pretexto  de  servir  al  Papa,  pretendía 
regentear  al  mundo  valiéndose  de  la  religiór  que  en  sus  manos  era  una  arma 
poderosísima;  gobernaba  á  los  reyes  por  medio  de  sus  confesores,  cuando  no 
los  suprimía  por  medio  de  algún  fanático;  substituía  la  idea  de  patria  con  una 
especie  de  cosmopolitismo  religioso,  y  se'  mezclaba  en  todo  género  de  asuntos 


—  229  — 

para  adueñarse    de    los    intereses    del    Estado,    de    la    libertad    civil    y    ser 
absoluta  y  despótica  en  los  pueblos  cristianos. 

XVIII. —  [Pág".  75,  n''326]. —  El  im]K)rtante  ilocumoiito  ijuo  i^aranti/.i  la 
independencia  de  Guatemala,  dice  así: 

••Palacio  Nacional.— Guatemala,  quince  de  septiembre  de  mil  ochocientos 
veinte  y  uno. 

"Siendo  públicos  é  indudables  los  deseos  de  independencia  del  Gobierno 
español,  que  ixir  escrito  y  de  palabra  ha  manifestado  el  i)ueblo  de  esta 
Capital:  recibidos  por  el  liltimo  correo  diversos  oficios  de  los  Ayuntamientos 
constitucionales  de  Ciudad  Real,  Comitán  y  Tuxtla,  en  que  comunican  haber 
proclamado  y  jurado  dicha  independencia,  y  excitan  á  que  se  hag-a  lo  mismo 
en  esta  ciudad:  siendo  ix>sitivoque  han  circulado  ig-ualesohcios  á  otros  Ayunta- 
mientos: determinado  de  acuerdo  con  la  Excma.  Diputación  Provincial,  que 
para  tratar  de  asunto  tan  grave  se  reunie.se  en  uno  de  los  salones  de  este 
palacio  la  misma  Diputación  Provincial,  el  limo.  Arzobisix),  los  señores 
individuos  que  diputasen  la  Excma.  Audiencia  territorial,  el  venerable  señor 
Dean  y  Cabildo  Eclesiástico,  el  Excelentísimo  Ayuntamiento,  el  M.  I.  Claus- 
tro, el  Consulado,  y  M.  I.  Colegio  de  Abogados,  los  Prelados  regulares, 
Jefes  y  funcionarios  públicos:  cong-reg^ados  todos  en  el  mismo  salón:  leídos  los 
oficios  expresados;  discutido  y  meditado  detenidamente  el  asunto;  y  oído  el 
clamor  de  Viva  l.i  Indei>endencia,  que  rei>etía  de  continuo  el  pueblo  que  se 
había  reunido  en  las  calles,  pl;izas,.i>atio  y  corredores  y  antesala  de  este 
palacio,  se  acordó  |X)r  esta  diputación  é  individuos  del  Excmo.  Ayuntamiento: 

"I.  (Jue  siendo  la  indei>endencia  del  Gobierno  español  la  voluntad 
general  del  pueblo  de  Guatemala,  y  sin  perjuicio  de  lo  que  determine  sobre 
ella  el  Cong-reso  que  debe  formarse,  el  .señor  Jefe  Político  la  mande  publicar 
para  prevenir  las  consecuencias  que  .serían  temibles  en  el  caso  de  que  la 
proclamase  de  hecho  el  mi.smo  pueblo. 

**II.  Oue  desde  luego  se  circulen  oficios  á  las  provincias,  por  correos 
extraordinarios,  para  que  sin  demora  alguna,  se  sirvan  proceder  á  elegir 
diputados  ó  representantes  suyos,  y  estos  concurran  á  esta  capital  á  formar 
el  Congreso  que  debe  decidir  el  punto  de  independencia  g-eneral  absoluta,  y 
fijar,  en  caso  de  acordarla,  la  forma  de  (robierno  y  ley  fundamental  que 
deba  reg-ir. 

"III.  Que  para  facilitar  el  nombramiento  de  Diputados,  se  sirvan 
hacerlo  las  mismas  juntas  electorales  de  provincia  que  hicieron  ó  debieron 
hacer  las  elecciones  de  los  últimos  Diputados  á  Cortes. 

"IV.  Que  el  número  de  estos  diputados  sea  en  proporción  de  uno  por 
cada  quince  mil  individuos;  sin  excluir  de  la  ciudadanía  á  los  originarios  de 
África. 

•*  V.  Que  las  mismas  juntas  electorales  de  provincia,  teniendo  presentes 
los  últimos  censos,  se  sirvan  determinar,  seg-ún  esta  base,  el  número  de 
Diputados  ó  Representantes  que  deban  elegir. 

"VI.  Que  en  atención  á  la  gravedad  y  urgencia  del  asunto,  se  sirvan 
hacer  las  elecciones  de  .modo  que  el  día  1"  de  marzo  del  año  próximo  de  1822 
estén  reunidos  en  esta  Capital  todos  los  Diputados. 

•*VII.  Que  entretg.nto,  no  haciéndose  novedad  entre  las  autoridades 
establecidas,  sig-an  estas  ejerciendo  sus  atribuciones  respectivas  con  arreglo 
á  la  Constitución,  decretos  y  leyes,  hasta  que  el  Congreso  indicado  determine 
lo  que  sea  más  justo  y  benéfico^ 

"  VIII.  Que  el  señor  Jefe  í*olítico,  Brig-adier  D.  Gavino  Gainza,  continúe 
con  el  Gobierno  superior  iX)lítico  ^  militar;  y  para  que  este  teng-a  el  carácter 


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-  230  — 

que  parece  propio  de  las  circunstancias,  se  forme  una  Junta  provisional 
consultiva,  compuesta  de  los  señores  individuos  actuales  de  esta  Diputación 
provincial  y  de  los  señores  don  Miguel  Larreynag-a,  ministro  de  esta  Audien- 
cia; don  José  del  Valle,  Auditor  de  g-uerra;  Marqués  de  Aycinena;  Dr.  don 
José  Valdés,  Tesorero  de  esta  Santa  Iglesia;  Dr.  don  Ang-el  María  Candina 
y  Licenciado  don  Antonio  Robles,  Alcalde  3°  constitucional:  el  primero  por  la 
provincia  de  León,  el  seg-undo  por  la  de  Comayagua,  el  tercero  por  Que- 
zaltenango,  el  cuarto  por  Solóla  y  Cb imalten ango,  el  quinto  por  Sonsonate  y  el 
sexto  por  Ciudad  Real  de  Cbiapas. 

"IX.  Que  esta  junta  provisional  consulte  al  señor  Jefe  Político  en 
todos  los  asuntos  económicos  y  gubernativos  dignos  de  su  atención. 

**X.  Que  la  religión  católica,  que  hemos  profesado  en  los  siglos  ante- 
riores y  profesaremos  en  los  siglos  sucesivos,  se  conserve  pura  é  inalterable, 
manteniendo  vivo  el  espíritu  de  religiosidad  que  ha  distinguido  siempre  á 
Guatemala,  respetando  á  los  ministros  eclesiásticos  seculares  y  regulares,  y 
protegiéndoles  en  sus  personas  y  propiedades. 

"XI.  Que  se  pase  oficio  á  los  dignos  Prelados  de  las  Comunidades 
religiosas  para  que  cooperando  á  la  paz  y  sosiego,  que  es  la  primera  necesi- 
dad de  los  pueblos  cuando  pasan  de  un  gobierno  á  otro,  dispongan  que  sus 
individuos  exhorten  á  la  fraternidad  y  concordia  á  los  que  estando  unidos  en 
el  sentimiento  general  de  la  independencia,  deben  estarlo  también  en  todo  lo 
demás,  sofocando  pasiones  individuales  que  dividen  los  ánimos  y  producen 
funestas  consecuencias. 

**XII.  Que  el  Excelentísimo  Ayuntamiento  á  quien  corresponde  la 
conservación  del  orden  y  tranquilidad,  tome  las  medidas  más  activas  para 
mantenerla  imperturbable  en  toda  esta  capital  y  pueblos  inmediatos. 

"XIII.  Que  el  señor  Jefe  Político  publique  un  manifiesto  haciendo 
notorio  á  la  faz  de  todos,  los  sentimientos  generales  del  pueblo,  la  opinión  de 
las  autoridades  y  corporaciones,  las  medidas  de  este  Gobierno,  las  causas  y 
circunstancias  que  lo  decidieron  á  prestar  en  manos  del  señor  Alcalde  I,  á 
pedimento  del  pueblo,  el  juramento  de  independencia  y  fidelidad  al  Gobierno 
americano  que  se  establezca. 

"XIV.  Que  igual  juramento  preste  la  Junta  provisional,  el  Excelentí- 
simo Ayuntamiento,  el  Ilustrísimo  señor  Arzobispo,  los  Tribunales,  Jefes 
políticos  y  militares,  los  Prelados  regulares,  sus  comunidades  religiosas, 
Jefes  y  empleados  de  las  rentas,  autoridades,  corporaciones  y  tropas  de  las 
respectivas  guarniciones. 

"XV.  Que  el  señor  Jefe  Político  de  acuerdo  con  el  Excelentísimoo 
Ayuntamiento,  disponga  la  solemnidad  y  señale  el  día  en  que  el  pueblo  deba 
hacer  la  proclamación  y  juramento  expresado  de  independencia. 

"XVI.  Que  el  Excelentísimo  Ayuntamiento  acuerde  la  acuñación  de 
una  medalla  que  perpetúe  en  los  siglos  la  memoria  del  día  Quince  de  sep- 
tiembre de  mil  ochocientos  veinte  y  uno,  en  que  se  proclamó  su  feliz  indepen- 
dencia. 

"XVII.  Que  imprimiéndose  esta  Acta  y  el  manifiesto  expresado,  se 
circulen  á  las  Excmas.  Diputaciones  provinciales,  Ayuntamientos  constitu- 
cionales y  demás  autoridades  eclesiásticas  regulares,  seculares  y  militares, 
para  que  siendo  acordes  en  los  mismos  sentimientoi^i  que  ha  manifestado  este 
pueblo,  se  sirvan  obrar  con  arreglo  á  todo  lo  expuesto. 

"XVIII.  Que  se  cante  el  día  que  designe  el  señor  Jefe  Político  una 
misa  solemne  de  gracias  con  asistencia  de  la  Junta  provisional,  de  todas  las 
autoridades,  corporaciones  y  Jefes,  haciéndo.^e  salvas  de  artillería  y  tres  días 
de  iluminación. 


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<• 


-  231  — 

Palacio  Nacional  de  Guatemala,  septiembre  15  de  1821. — GavinoGainza. 
-Mariano  de  Beltraneiia.-  J.  Mariano  Calderón. — Jos<5  Matías  Delg-ado. — Ma- 
nuel Antt>niu  Molina. — Mariano  de  Larrave.  -Antonio  de  Rivera. — J.  Antonio 
de  Larrave.— Isidro  de  Valle  y  Castriciones.-  Mariano  de  Aycinena. -Pedro  de 
Arroyave.— Lorenzí»  de  Koniaña,  Secretario.     Poininp)  Oiejí-iioz,   Secretario." 

XIX.— [Pá^^.  114,  n"  441J.  El  doctor  Gálvez  y  Harrundia  abandonaron 
el  país  con  el  triunfo  de  Carrera.  Este,  era  una  ameniiza  para  ambos  patrio- 
tas, y  no  ixxlían  permanecer  á  su  alcince.  Gálvet,  en  la  mayor  ix)bre/.a,  se 
dirigió  á  México,  y  allí,  con  su  g-rjin  talento  y  saber,  se  hizo  admirar  y  rCvS- 
petar;  ejerció  su  profesión  de  .'ilxíf^-ado  y  se  creó,  á  fuerza  tle  honrado  y  labo- 
rioso trabajo,  una  rej^'^ular  f<>rtuna.  No  volvió  más  á  su  patria,  pues  aunque 
el  año  48  el  doctor  Montúfar  trató  con  Gálve/  Irunji^aray  la  manera  tle  procu- 
rar su  venida,  se  estrelló  el  proyecto  amtra  invencibles  obstáculos. 

Kei^etimos:  el  Gobierno  de  Gálvez  fué  honra  para  Guatemala;  hombre 
que  se  adelantó  á  su  tiempo  dejó  en  las  páK'inas  de  su  historia  un  nombre 
lleno  de  refuli^entejfloria. 

XX. — (Pá|f.  127,  n' 492].— El  respetable  historiador  y  liberal  doctor 
don  Loren»)  Montúfar  [tí*  21  de  mayo  de  1898],  después  de  haber  querido 
probar  que  Carrera  no  quedó  fuera  de  la  ley,  p<jr  el  decreto  de  13  de  octubre 
de  1848,  como  alf^unos  lo  han  afirmado,  para  justificar  la  conducta  de  los 
liberales  g-uatem.iltecxis,  dice:  **Compárese  la  conducta  de  los  liberales  de 
Guatemala,  con  la  que  observaron  los  mexicanos  con  Iturbide.  Iturbide  se 
hallaba  en  Europa.  El  creyó  que  la  independencia  de  su  [Satria  se  hallaba 
amen.izada,  por  nuevas  intentonas  de  España,  auxiliada  por  la  Santa  Alian- 
za. El  ex-Emperíidor  ofrecía  no  sólo  su  |Hírs<ma,  sino  auxilio  de  armas, 
municiones  y  dinero.  La  contestación  del  Cong-resí),  fué  el  decreto  de  28  de 
abril  de  1824,  que  declara  traidor  y  fuera  de  la  ley  á  don  A^'-ustín  de  Iturbide, 
siempre  que  bajo  cualquier  título  se  presentase  en  alífún  punto  del  territorio 
mexicano,  en  cuyo  caso  y  por  sólo  este  hecho,  quedaba  declarado  enemig-o 
público  del  Estado.  Iturbide  en  im  leng-uaje  culto  y  dig-no,  ofrecía  á  México 
su  persona  y  sus  bienes  para  tiefender  la  independencia  nacional,  y  se  le 
amtestó  con  un  decreto  que  le  jxjnía  fuera  de  la  ley.  Carrera,  con  un  leng-uaje 
bárbaro,  amenazaba  á  la  Asamblea  y  al  Gobierno,  y  se  le  contestó  con  un 
decreto,  en  que  si  bien  se  le  prohibía  la  vuelta  al  territorio  antes  de  que  el 
rég-imen  constitucional  se  restableciera  no  se  ponía  su  cabeza  á  precio,  no  se 
autorizaba  á  cualquiera  para  atentar  contra  él,  no  se  le  ponía  fuera  de  la 
ley.  El  Cong-reso  mejicano  no  tuvo  la  precaución  de  disponer  que  vse  notifica- 
ra al  ex-Emperador  Iturbide  el  decreto  de  proscripción.  Podía  suceder  muy 
bien  que  él  lo  ignorara,  y  que  ig-norándolo  desembarcara  en  territorio  meji- 
cano, como  en  efecto  sucedió." — Reseña  Histórica.  Tom.  II.,  Lib.  IV. 
Cap.  VIII.,  Ap.— Pág^s.  254  y  255. 

Siento  sobremanera  no  marchar  de  acuerdo  en  este  punto  con  el  distin- 
guido señor  Montúfar.  £1,  en  su  pasión  natural  por  la  falang-e  de  que  era 
uno  de  los  corifeos,  defiende  su  proceder,  máxime  que  fué  uno  de  los  sig-nata- 
rios  del  decreto;  pero,  para  hacerlo,  establece  un  parang-ón  con  el  partido 
liberal  inexicano  y  le  eclía  encima  una  mancha,  atacándole  con  la  misma 
arma  que  en  su  contra  han  esg-rimado  siempre  sus  enemig-oslos  conservadores. 
De  las  palabras  del  doctor  Montúfar  se  desprende  una  triste  conclusión:  el 
partido  liberal  mexicano  fué  6l  asesino  de  Iturbide,  patriota  desinteresado, 
culto,  digiio,  que  ofrecía  con  su  p^ersona  y  bienes,  medios  de  defensa  contra  la 
Santa  Alianza. — Y  nada  que  sea'^tan  incierto:  la  vida  de  Iturbide  está  cons- 


-  232  - 

tituída  por  una  no  interrumpida  serie  de  actos  llenos  de  profunda  maldad, 
aunque  muchos  de  ellos  en  apariencia  buenos:  á  nombre  de  la  ley  mató  y  robó 
sin  compasión  en  el  Bajío;  á  nombre  del  derecho,  conspiró  en  la  Profesa;  á 
nombre  de  noble  y  necesaria  protección  invadió  á  Centro- América ;  á  nombre 
del  pueblo  se  proclamó  Emperador,  y  defraudó  las  más  legítimas  y  levanta- 
das aspiraciones  de  la  nación,  que  en  él  creía  tener  un  sostén;  y  por  último, 
á  nombre  de  la  independencia,  causa  santa,  quería  tornar  al  solio  imperial  y 
empuñar  de  nuevo  el  cetro  que  un  grupo  de  bravos  le  arrebató. — Suponer  des- 
interés en  los  actos  de  Tturbide  hubiera  sido  una  quimera  del  Congreso  Cons- 
tituyente que  lo  puso  fuera  de  la  ley.  Todos  en  México  sabían  en  aquel 
entonces  lo  que  estaba  para  ocurrir;  nadie  ignoraba  las  combinaciones  del 
ex-Emperador  con  sus  antiguos  correligionarios;  así,  la  medida  era  indis- 
pensable, siquiera  para  prevenir  de  algún  modo  el  ataque  á  las  instituciones 
establecidas. — Pero  se  agrega  que  Iturbide  no  pudo  saber  tal  disposición  y 
que,  naturalmente,  al  ignorarla,  le  era  imposible  eludirla. — Falsos  conceptos 
también,  pues  bien  probado  está,  que  sí  la  conocía;  y  CvSta  verdad  quedó 
demostrada  desde  el  año  1826  en  el  manifiesto  del  general  Garza  que  nadie 
contradijo,  cuando  aún  estaban  muy  frescos  los  sucesos  y  exaltados  los  ánimos. 

Mas,  para  dar  mayor  fuerza  á  las  razones  precedentes,  veamos  lo  que 
don  Carlos  María  Bustamante,  sabio  historiador  y  diputado  que  fué  al  Con- 
greso que  dio  el  decreto  de  proscripción,  decía  el  año  1838: 

"Excitado  á  venir  el  señor  Iturbide  por  sus  amigos,  y  por  los  que 
deseaban  medrar  á  la  sombra  del  imperio,  llegó  á  la  Barra  de  Santander, 
donde  hizo  desembarcar  al  coronel  Carlos  Beneschi  para  que  examinase  cual 
era  el  verdadero  estado  de  la  opinión  acerca  de  la  cosa  pública,  y  del  modo 
con  que  sería  recibido.  Efectivamente,  desembarca,  habla  con  el  general 
Garza,  y  éste  le  dice  que  el  señor  Iturbide  estaba  proscripto,  y  no  podía 
desembarcar:  con  tan  triste  noticia  pasa  á  informar  al  que  lo  manda  de  explo- 
rador, y  convencido  del  peligro  que  corría  su  vida  si  saltaba  á  tierra,  escribe 
de  su  puño  á  su  corresponsal  en  Londres  la  siguiente  carta  que  obra  el  expe- 
diente, y  remitió  original  Garza  al  supremo  poder  ejecutivo. 

''A  bordo  del  bergantín  <LSpring^'»  frente  á  la  barra  de  Santander,  15 
de  julio  de  1824. 

Mi  apreciable  amigo:  hoy  voy  á  tierra  acompañado  sólo  de  Beneschi, 
á  tener  una  conferencia  con  el  general  que  manda  esta  provincia,  esperando 
que  sus  disposiciones  sean  favorables  á  mí,  en  virtud  de  que  las  tiene  muy 
buenas  en  beneficio  de  mi  patria Sin  embargo,  indican  no  estar  la  opi- 
nión en  el  punto  en  que  m,e  figuraba,  y  no  sería  difícil  que  se  presente  grande 
oposición,  y  aun  ocurran  desgracias.  Si  entre  estas  ocurriere  f ni  falle cim,iento^ 
mi  mujer  entrará  con  Ud.  en  contestación  sobre  nuestras  cuentas  y  negocios 
pendientes;  inas  yo,  entretanto,  no  puedo  p}  escindir  de  renovar-  para  este  caso 
los  encargos  á  usted  con  respecto  á  mis  hijos,  á  quienes  ruego  preste  los  ^nismos 
auxilios  por  nuestra  amistad  á  su  beneficio,  cuidando  cspeciabnente  de  que 
se  conserven  siempre  en  la  religión  de  su  padre.  No  puedo  decir  más,  sino 
que  es  de  Ud.  su  afectísim,o  afnigo  Q.  S.  M.  B. — Agustín  de  Iturbide. — Sr. 
don  Mateo  Flétcher. — Londres. 

"Con  semejante  constancia  podrá  decirse  que  el  señor  Iturbide  fué 
condenado  en  virtud  de  una  ley  que  ignoraba?  No  estaba  en  su  mano  [como 
que  tenía  á  su  disposición  el  bergantín]  hacerse  luego  á  la  vela  para  Norte 
América  ú  otro  punto,  y  evitar  el  peligro  que  le  amenazaba?  Yo  quiero 
suponer  que  Garza  le  invitó  á  desembarcFír,  y  lo  engañó;  pero  cabía  en  su 
prudencia  confiarse  de  un  hombre  que  fué/ el  primero  en  levantarse  contra  él 


—  238  - 

cuando  arrestó  á  los  diputados,  y  sólo  desistió  de  su  empresa  ¡wr  las  insinua- 
ciones amistosas  del  señor  Ramos  Arizpe,  y  no  porque  hubiera  sido  derrotado 
y  soju/^-ado?  ¿El  amar  Garza  á  su  patria  era  un  justo  motivo  de  confianza 
en  él,  cuando  había  sido  [repito]  el  primero  en  contradecir  el  imperio?  Dfg-a- 
se  de  buena  fe  á  vista  de  este  documenta)  [que  nos  dejó  el  mismo  señor  Iturbide 
autój^-rafo] ,  que  sujk)  la  ley,  y  que  aventuró  su  vida  como  Naix)loón  cuaitdo  se 
presentó  en  Francia  del  Elva,  pero  que,  jwr  su  desf>fracia  ct)rrió  la  suerte  de 
Murat,  y  no  se  inculpe  al  Con/^'-reso,  de  que  murió  p<»r  una  ley  que  ij^^noraba. 
Est.a  corix)ración  se  veía  entonces  rmleada  tle  indecibles  con^^ojas;  el  j:fobierno 
diariamente  le  anunci.'iba  nuevas  y  j^eligrosas  revoluciones,  y  le  pedía  le^'es 
ptira  contenerla».'* — Los  Tres  Sifflos de  México  durante  ol  Gobierno  ?^sp:m(^l. 
-Páífs.  1.112  y  1,113.— Ed.  de  A.  Ruiz.— Xalapa.— 1870. 

XXI.— [PáfT.  139,  nV5391.— El  Coocordato  se  llevó  á  cabo,  y  se  ajustó, 
TSicluyó  y  firmó  en  Roma  el  día  7  de  octubre  de  1852,  iwr  Su  Eminencia  el 
señor  don  Jacobo  Antonelli,  Cardenal  Secretario  de  Su  Santidad  Pn)  IX,  y  el 
Marqué»  de  Rebnonte,  don  Fernando  de  Lorenzana,  Kei>resentante  Plenipo- 
tenciario de  la  República  de  (íuatemala.  Te  có,  pues,  ratificarlo  al  Presidente 
Carrera,  quien  lo  hizo  solemnemente  el  24  de  diciembre  del  mismo  año. — Por 
el  tal  Concordato,  la  República  reconocía  como  única  y  exclusiva  la  religión 
católica,  apostólica,  romana:  daba  á  los  clériffos  toda  clase  de  fueros,  les 
permitía  su  ing-erencia  en  las  cuestiones  de  enseñanza  y  los  autorizaba  para 
practicar  una  censura  sobre  to<los  los  libros  y  escritos  que  tuvieran  relación 
con  el  dogma;  se  comprometía  á  conservar  el  p;igo  del  iliezmo,  y  á  pagar 
además  á  la  Iglesia,  una  renta  de  S4,000.00  cuatro  mil  pesos,  de  los  fondos 
del  erario.  En  cambio,  por  estas  y  otras  muchas  concesiones,  el  Presidente 
recibía  del  Papa  la  facultad  del  patronato. 

XXII.— [Pág.  139.  n"?  540 J.— Don  Alejandro  Marure  nació  el  27  de 
febrero  de  1805  y  murió  á  la  edad  de  46  años,  el  23  de  junio  de  1851.  Su  pri- 
mer ensayo  literario  fué  el  "Elogio  del  [)r.  Goyena, "  que  corregido  y  aumen- 
tado publicó  después  al  frente  de  la  tercera  edición,  hecha  en  Guatemala,  de 
las  poesías  de  aquel  ingenioso  escritor.  Después  tradujo  del  francés  en  1830 
un  cuadro  de  la  literatura  de  los  griegos  que  anotó  con  citas  importantes  y 
dedicó  á  don  José  C  del  Valle.  Durante  la  administración  del  L)r.  Gálvez, 
por  encargo  de  éste,  escribió  la  obra  intitulada  "Bosquejo  Histórico  de  las 
Revoluciones  de  Centro- América, "  cuyo  primer  tomo  vio  la  luz  el  año  de  1837. 
Es  una  obra  notable  (el  segundo  tomo  ha  sido  conocido  últimamente,  gracias 
á  los  esfuerzos  del  Dr.  Montúfar,  que  pudo  salvar  un  ejemplar  de  la  destruc- 
ción procurada  por  los  conservadores  de  aquel  entonces)  digna  de  ser  estu- 
diada con  detenimiento,  pues  encierra  el  relato  fiel  de  los  sucesos  que  origi- 
naron los  subsiguientes  determinantes  de  la  destrucción  de  la  República  de 
Centro- América.  Después,  caído  el  gobierno  de  Gálvez,  se  vio  obligado  á 
servir  al  instalado  por  Carrera,  y  publicó  en  los  primeros  años  varios 
opúsculos,  entre  li\  que  se  hallaba  la  "Historia  de  la  Revolución  de  la  Mon- 
taña, y  sus  "Efemérides"  en  1844,  obras  que  no  parecen  escritas  por  el  mismo 
autor  del  "Bosquejo, '\  fenómeno  que  sólo  se  explica  uno  atendiendo  á  la  gran 
necesidad  que  tenía  de  los  que  estaban  en  el  Poder,  pues  Marure,  cuyo  lema 
había  sido  siempre  la  honradez,  era  pobre,  muy  pobre,  y  apenas  ganaba  lo 
indispensable  para  vivir.  De  todos  modos  Marure  es  una  figura  respeta- 
bilísima. 

\ 

XXIII. — [Pág.  175,  n°  6§6]. — Don  Antonio  José  de  Irizarri,  nació  en  la 
ciudad  de  la  Antig-ua  Guatemaiva  el  7  de  febrero  de  1786,  y  era  hijo  de  una  de 


—  234  - 

las  más  encumbradas  familias  de  la  Colonia,  por  su  alcurnia  y  capital.  En 
temprana  edad  perdió  á  su  padre,  y  se  puso  aunque  muy  joven,  al  frente  de 
los  ping-ües  negocios  que  su  casa  representaba,  los  cuales  le  llevaron  primero 
á  México  y  después  á  Chile.  En  este  país  es  donde  debe  buscarse  á  Irizarri, 
para  juzg-ar  sus  aptitudes  y  apreciar  sus  cualidades,  no  en  Guatemala,  su 
patria,  donde  en  verdad,  no  dejó  durante  su  permanencia  de  1825  á  1830,  nin- 
gún grato  recuerdo;  pues,  afiliado  al  gobierno  conservador  de  Arce,  atacó  vio- 
lentamente al  partido  liberal,  y  como  miembro  del  gabinete  de  Aycinena, 
firmó  un  decreto  que  ordenaba  fueran  quemados  los  libros  que  no  merecieran 
la  aprobación  del  señor  Arzobispo  Fr.  Ramón  Casaus.  Pero  en  Chile  su 
nombre  está  rodeado  de  gloria.  Llegado  allá  el  año  de  1809  se  casó  con  doña 
Mercedes  Turcio,  bella  y  rica  parienta  suya,  y  pronto  tomó  parte  en  la  Revo- 
lución de  la  Independencia,  que  no  tardó  en  estallar.  Su  objeto  era  noble,  y 
con  entusiasmo,  actividad,  inteligencia  y  tacto,  desempeñó  todos  los  cargos 
civiles  y  militares  que  le  confiaron,  y  fueron  tantos  sus  merecimientos,  que  en 
los  momentos  más  críticos  ocupó  el  puesto  importantísimo  y  difícil  de  Jefe  del 
Estado.  Su  período  de  mando  fué  muy  corto,  pues  sólo  duró  ocho  días,  (del 
7  al  14  de  marzo  de  1814;)  pero  con  solo  ellos  tubo  bavstante  oportunidad  para 
revelarse  estadista  de  dotes  profundas,  dejar  un  recuerdo  grato  de  su  admi- 
nistración y  una  página  brillante  á  la  historia  de  aquel  país.  Mu.s,  caído  de 
nuevo  Chile  bajo  el  yugo  del  Gobierno  colonial,  emigró  y  se  fué  á  Londres, 
donde  se  dedicó  al  estudio  de  los  clásicos  españoles,  regresando,  de  nuevo, 
cuando  San  Martín  y  O'Higgins  ya  habían  realizado  la  libertad  de  Su  patria 
adoptiva.  "Sirve  seis  meses  el  Ministerio  de  Relaciones  Exteriores,  parte  en 
seguida  á  Buenos  Aires,  y  negocia  en  1819  el  Pacto  por  el  cual  la  expedición 
Chileno-argentina,  marcha  al  Perú  á  luchar  por  su  emancipación.  Representa 
después  á  Chile  en  Inglaterra  y  Francia,  hasta  el  año  de  1825,  y  logra  levan- 
tar el  primer  empréstito  anglo-chileno,  por  valor  de  cinco  millones  de  pesos, 
empréstito  en  que  «la  antigua  y  pobre  Colonia  de  Pedro  Valdivia,  no  admi- 
tida aún  en  la  familia  de  las  naciones  independientes,  vio  elevarse  su  crédito 
más  arriba  que  el  crédito  de  las  monarquías  más  opulentas  de  Europa.»"  Des- 
pués, su  vida  sigue  igualmente  agitada  hasta  que  se  hizo  cargo  oel  puesto  en 
que  le  hemos  conocido  y  en  el  que  le  sorprendió  la  muerte. — Pero  si  la  vida  de 
Irizarri  como  político  es  hermosa,  salvo  uno  que  otro  error  que  le  afea,  como 
de  literato  es  admirable.  Fundador  con  el  ilustre  Camilo  Enríquez  del  perio- 
dismo chileno,  escribió  en  1813  en  "El  Semanario  Republicano"  de  Chile,  y 
después  en  otras  publicaciones,  en  distintas  épocas  y  lugares,  dejando,  en 
todas,  joyas  preciosas,  honra  de  las  letras  hispano-americanas.  Entre 
sus  obras  debe  citarse  especialmente  su  novela  de  costumbres  "El 
perínclito  E^aminondas  del  Cauca"  que  bajo  el  mote  de  "El  Cristiano 
Errante"  publicó  en  1847  y  que  no  es  más  que  su  autobiografía.  Sus  versos 
no  valen  lo  que  su  prosa,  pero  tienen  mucho  de  picante  y  un  fondo  de  severa 
crítica.  Gran  polemista,  tenía  el  señor  Irizarri  como  principal  recurso  la 
sátira,  y  en  todos  sus  escritos,  castizos,  correctos  y  claros,  se  siente  movi- 
miento y  vida.  Como  erudito,  pocos  como  él  han  existido  en  la  América:  su 
ocupación  predilecta  en  sus  últimos  años  era  el  estudio,  y  se  asegura  que  su 
biblioteca  de  autores  clásicos  superaba  en  mucho  á  otras  de  célebres  norte- 
americanos. Tales  son  los  hechos  que  caracterizan  la  vida  de  don  José  Anto- 
nio de  Irizarri,  cuya  inmortal  figura  pertenece  no  sólo  á  Guatemala,  sino  á 
toda  la  América  latina. 

XXIV.— [Pág.  185,  n"689].— A  este  respecto  decía  "La  Revista  Uni- 
versal" de  México,  número  correspondiente   ál   1"  de  oct  jbre  de  1870:     "Al 


i 


-  2;}')  — 

Gobierno  de  Guatemala,  basado  en  la  imix)pularidad,  sostenido  \M^r  el  fana- 
tismo, el  terror  y  el  mono|K)lio.  sus  hijos  le  hacen  la  guerra  ¡wr  todos  los 
áng^ulos  de  aquella  Nación:  sus  hijos  quieren  la  libertad  y  el  progreso  al 
estilo  de  México;  así  lo  proclaman  desde  la  última  choza  del  labrador  hasta 
los  grandes  salones  de  los  potentados;  y  este  eco  sostenido  con  las  armas  por 
un  miembro  de  sus  Cámaras,  el  señor  García  Granados,  así  como  por  Barrios, 
trata  de  apíigarlo  aquel  Gobierno,  y  una  de  las  medidas  que  ha  entrado  en  su 
descabellado  programa  es  el  sarcasmo,  lo»  insultos  y  las  vejaciones,  etc.'* 

XXV. —  [Pág.  18(),  n'-'  692). — Los  individuos  que  componían  la  falange 
revolucionaria  reunida  en  la  hacienda  de  **E1  Puente,"  jurisdicción  de  Comi- 
tán,  eran:  Ciudadanos  Coronel  graduado  Justo  Rufino  Barrios,  Teniente 
Coronel  graduado  Julio  García  Granados,  Comandante  primero  Francisco 
Ponce,  Capitanes  graduados  Ricardo  Méndez,  Cándido  Idígoras,  Miguel 
Enríquez  y  Toribio  Mazariegos:  Teniente  Bíisilio  Arroyave,  Teniente  gra- 
duado Andrés  Téllez;  Subteniente  Ciregorio  Contreras,  los  dos  úllimos  ayu- 
dantes del  Coronel  Barrios;  Subtenientes  Julio  Iturrios,  Rafael  Ordóñez, 
Abraham  Rivera  y  Julio  Ruiz:  clases  y  tropa,  Juan  Méndez,  Lázaro  Melén- 
dez,  José  Sánchez,  Manuel  Hernández,  Vicente  Sandoval,  Raymundt)  Escobar, 
Balbino  Menéndez,  Daniel  Morales,  Blas  Rodrigue/.  M.iniu'l  Rui?.  Ansolim» 
Pinto  y  Onocífero  Blanco. 

XXVI.  — (Pag.  188,  n^  694].— He  aquí  el  documento  en  referencia: 

MANIFIESTO   DE  8   DE   MAYO   DE   1871. 

Miguel  García  Granados, 

X    LOS  GUATEMALTECOS. 

Compatriotas:  Perseguido  injusta  é  ilegalmente  por  el  tirano  que 
gobierna  la  República,  me  presento  hoy  ante  vosotros  con  el  objeto  de  reivin- 
dicar mis  derechos  y  combatir  una  administración,  que  oprime  á  los  pueblos 
y  viola  diariamente  las  ','arantías  más  síigradas  del  hombre. 

Veinte  años  hace  que  combato  esa  Administración  arbitraria  y  despó- 
tica, y  si  mis  esfuerzos  no  han  Ic^p-ado  derrocarla,  al  menos  han  contribuido 
eficazmente  á  dar  á  conocer  los  abusos,  demasías  y  crueldades  del  sistema 
dictatorial  que  nos  rige,  alentando  así  á  los  guatemaltecos  á  agruparse  en 
derredor  de  la  bandera  de  la  libertad,  seguirla  si  necesario  fuere,  defendién- 
dola: de  aquí  el  odio  de  los  tiranos  hacia  mi  persona. 

Bien  sabéis,  compatriotas,  que  yo  vivía  tranquilo  en  la  capital 
de  la  República.  En  mi  calidad  de  Representante  del  pueblo,  hacía 
una  oposición  enérgica,  pero  legal,  á  los  actos  de  arbitrariedad  é  injusticia 
del  Gobierno.  Por  mucho  tiempo  éste  no  se  atrevió  ó  no  creyó  prudente 
intentar  nada  contra  mi  persona,  pero  el  día  en  que  triunfó  del  General  Cruz, 
creyendo  asegurada  su  dictadura,  ese  día  digo,  se  quitó  la  máscara,  y,  á 
pesar  de  mi  caráctí^r  de  Representante,  me  mandó  aprehender  [en  unión  de  otros 
señores  representamos]  para  sumirme  en  una  de  las  bartolinas  del  fuerte  de 
San  José,  tal  vez  coií  el  perverso  intento  de  que  perdiese  allí  la  vida.  La 
casualidad,  ó  quizá  la  Providencia,  me  salvó  en  ese  día. 

Compatriotas :  Bie^i  conocéis  mis  antecedentes  y  opiniones.  Persuadido 
de  que  la  dictadura  no  puede  nunca  hacer  la  felicidad  de  los  pueblos,  y  en 
especial,  una  dictadura  toirpe  é  ignorante,  que  por  el  contrario  tiene  que 
causarles  siempre  niales  infinitos,  vengo  decidido  á  luchar  hasta  derrocarla 
y  plantar  en  su  lugar  la  liberti^.d,  y  un  gobieruo  de  leyes  que  es  el  únic<3  que 


\ 


—  236  — 

puede  establecer  el  verdadero  orden.  Os  diré,  pues,  qué  es  lo  que  queremos, 
3'0  y  los  patriotas  que  me  acompañan. 

Queremos  que,  en  vez  de  Gobierno  dictatorial  y  tiránico  como  el  pre- 
sente, se  establezca  otro  que  no  tenga  más  norma  que  la  justicia:  que  en  vez 
de  atropellar  las  garantías  las  acate  y  respete,  y  en  una  palabra,  que  en  vez 
de  gobernar  según  su  capricho  ó  su  interés  privado,  sea  simplemente  un  fiel 
ejecutor  de  las  leyes,  sumiso  y  jamás  superior  á  ellas;  queremos  que  desapa- 
rezca la  llamada  Acta  Constitutiva,  que  no  es  sino  un  documento  informe  y 
absurdo,  fraguado  con  la  mira  de  establecer  una  dictadura,  de  la  cual  sacan 
partido,  algunas  pocas  personas  que  le  sirven  de  agentes  y  satélites;  quere- 
mos que  haya  una  verdadera  Representación  Nacional,  libremente  elegida  y 
compuesta  de  hombres  independientes  que  tengan  celo  por  el  decoro  nacional 
y  el  cumplimiento  de  la  ley;  una  Asamblea  en  fln,  que  no  sea  como  la  pre- 
sente, un  conjunto,  con  pocas  excepciones,  de  empleados  subalternos  del 
(xobierno,  y  de  seres  débiles  y  egoístas,  que  no  miran  por  el  bien  del  país,  y 
sí  sólo  por  sus  intereses  pecuniarios  ó  privados.  Queremos  una  prensa  libre, 
})orque  estamos  persuadidos  de  que  sin  esta  institución  no  hay  gobierno  bueno 
posible.  Queremos  que  el  Ejército  se  mejore  y  se  reforme,  y  no  esté  basado 
como  el  presente,  en  las  arbitrariedades  y  en  la  injusticia.  Queremos  que  la 
Hacienda  Pública  se  arregle  y  el  sistema  de  impuestos  se  modifique.  Existen 
contribuciones  onerosas  que  pesan  de  preferencia  sobre  los  pobres  y  desgra- 
ciados. Estas  deben  desaparecer  y  sustituirse  con  otras  más  económicas  y 
mejor  repartidas.  Queremos  que  la  instrucción  pública  se  generalice  y  se 
ponga  en  relación  con  las  necesidades  de  la  nación  y  á  la  altura  de  las  insti- 
tuciones democráticas.  Por  último,  queremos  que  desaj)arezca  toda  especie 
de  monopolios  y  muy  especialmente  el  del  aguardiente,  como  inicuos  y  ruino- 
í?os  que  son  á  la  agricultura  y  al  comercio. 

Esto  es  en  compendio,  compatriotas,  lo  que  nos  proponemos,  y  que  con 
ti  da  lealtad  proclamamos  llevar  á  buen  fin.  Cualquiera  otra  intención  ó 
mira  que  se  nos  atribuya  es  falsa  y  calumniosa.  Repito  que  mis  ideas  son 
bien  conocidas  y  que  soy  enemigo  de  utopías  y  de  ensayos  peligrosos. 

Guatefnaltecos :  .  Todos  los  que  amáis  vuestro'  patria,  todos  los  que 
detestáis  la  tiranía,  y  deseáis  vivir  tranquilos,  gozando  de  libertad  y  regidos 
por  un  sistema  legal,  venid  á  mí,  ayudadme  á  derrocar  una  adminivstración 
tránica  y  odiosa  que  labra  nuestra  desgracia  y  es  un  oprobio  para  el  país. 
Venid  á  mí  y  seréis  felices.  No  temáis  que  los  que  obraii  bajo  mi  dirección 
cometan  desórdenes  ni  demasías  de  ninguna  clase.  Los  habitantes  pacíficos 
nada  tienen  que  temer,  porque  la  más  estricta  disciplina  reinará  en  mis  filas. 
También  sabré  respetar  á  los  enemigos  leales  á  quienes  tal  v^ez  un  exceso  de 
delicadeza  obliga  á  permanecer  al  servicio  de  un  Gobierno  que  en  el  fondo  del 
corazón  detestan. 

Pero,  ¡ay  de  los  hijos  desnaturalizados  que,  sin  respetar  la  santidad 
de  la  causa  que  defiendo,  la  combaten  con  armas  infames  ó  de  mala  ley! 

Compatriotas:  Si  escollo  en  la  empresa  y  pierdo  en  ella  la  vida,  la 
libertad  habrá  perdido  uno  de  sus  más  ardientes  defeuiíores  y  contará  en  su 
historia  un  mártir  más,  esto  es  todo;  pero  si  la  llevo  á  buen  fin,  si  triunfo,  á 
vosotros  la  felicidad  de  vivir  bajo  un  gobierno  de  leyes  que  respete  vuestra 
dignidad  y  garantías;  y  á  mí  el  honor  de  haber  capitaneado  á  los  valientes 
que  hayan  dado  cima  á  tan  noble  empresa. 

Cuartel  General  en  marcha;  mayo  8  de  1871.        ^ 

'Miguel  Gakcía  Granados. 


\ 


-  237 


XXVII.  — [Pá^r.  190,  n'?  698].— El  acta  en  cuestión  dice  así: 

ACTA  DE  PATZICÍA. 
En  la  Villa  de  Patzicía  X  tres  dk  jünío  dk  mil  ochocikntos  sictenta 

Y   UNO,    LOS    JKKES    Y    OFICIALES    DEL     Ejí^.KCITO    LlBKKTADOK    REUNIDOS 

EN  Consejo,  de  mutuo  propio  y 

CONSIDERANDO: 

1*^— Oue  el  (iobierno  olig^árquico  }-  tiránico  del  Presidente  Cerna  se  ha 
hecho  intolerable  á  la  Nación  i>or  sus  repetidos  actos  arbitrarios  y  de  cruel- 
dad y  iH)r  la  violación  diaria  de  las  leyes  fundamentales  de  la  República,  y 
especial  déla  de  g^arantfas  individuales; 

29--(jue  el  Presidente  Cerna  es  también  usurpador,  por  cuanto  se  ha 
arrog-ado  facultades  que  la  ley  de  ninguna  manera  le  concede,  atacando  la 
Representación  Nacional  y  persiguiendo  á  sus  mieutbros: 

3^— Que  ha  arruinado  la  Hacienda  pública  y  comprometido  en  lo  futuro 
la  indei>endencia  del  país,  contrayendo  un  empréstito  extranjero  bajo  bases 
ruinosas  y  sin  facultades  para  ello;  y 

4' — Que  en  taks  casos  los  ciudadanos  tienen,  no  solamente  el  derecho, 
sino  también  el  deber  de  resistir  la  tiranía.  Considerando  además,  que 
desde  el  mes  de  abril  hemo4  empuñado  las  armas  con  el  loable  objeto  de 
libertar  á  la  Nación  de  la  tiranía  que  la  oprime*  todo  bien  considerado  hemos 
convenido  en  lo  sig-uiente: 

Artículo  I.  Desconocemos  el  Gobierno  del  tirano  y  usurpador  don 
Vicente  Cerna. 

Artículo  II.  Nombramos  Presidente  Provisorio  de  la  República  al 
General  don  Mifjuel  García  Granados,  ampliamente  facultado  para  org^anizar 
el  país  bajo  las  bases  que  el  mismo  (ieneral  ha  proclamado  en  su  manifiesto 
del  ocho  de  mayo  próximo  pasado. 

Artículo  III.  Queda  ig^ualmente  facultado  para  cuando  las  circunstan- 
cias lo  permitan,  reunir  una  Asamblea  Constituyente  que  decrete  la  Carta 
fundamental  que  deba  reg-ir  definitivamente  á  la  Nación. 

Artículo  IV.  Todos  los  Jefes  y  Oficiales  nos  comprometemos,  bajo 
juramento,  á  no  dejar  las  armas  de  la  mano  hasta  no  haber  llevado  á  debido 
efecto  todos  los  puntos  contenidos  en  esta  Acta. 

General  de  Brigada,  Rufino  Barrios. — Coronel  efectivo,  Francisco  del 
Riego. — Coronel  efectivo,  Luis  Beteta. — T.  Coronel  efectivo,  Juan  Viteri. — T. 
Coronel  efectivo,  Julio  G.  Granados. — T.  Coronel  graduado,  Carlos  Campose- 
co. — T.  Coronel  graduado,  F.  Ponce. — Sargento  Mavcr  graduado,  Fernando 
Carrillo.  —  Cax^itán,  Toribio  MazariegQs.  —  Capitán,  F.  Andreu. — Capitán, 
Santos  Maldonado.— Capitán,  Francisco  Palacios. — Cap  tan,  Nicolás  Rodrí- 
guez.— Capitán,  Gregorio  Contreras. — Capitán,  Mariano  Aguilar. — Capitán, 
Ricardo  Méndez. — Capitán^  Juan  Eugar.— Diego  Mota.— Teniente,  Faustino 
G.  Cabieces. — José  Nájera.— Manuel  C.  Ortigosa. — Filógeno  Fernández  Pérez. 
Agustín  Chinchilla.— José  Víctor  Palacios.— Julián  de  León. — José  Antonio 
Chinchilla. — Carlos  Bretón, — Joaquín  D.  Duran. — Mariano  Carrera. — Juan 
Ortega. — J.  Tomás  Valenzuela. — Tomás  Mollinedc. — Vicente  Sandoval. — Ma- 
nuel Toledo. — José  Menéndez. — Timoteo  Molina. — R.  Almorza. — P.  J.  Montiel. 
— Leonardo  Orelláfta. — Cayetano  Mejía. — Rafael  Anleu.— Manuel  Contreras. 
— Ignacio  García  Salas. — Sabino  Samajoa. — Julio  RuJz. — Mariano  A.  Mora- 
les.— José  M.   España. — Manuel  Nájera. — Joaquín  Reyes.— Abelardo  Mendo 


—  238  — 

za. — J.  Gálvez. — Carlos  Morales. — Marg-arito  Castellanos. — Antonio  Hernán- 
dez.— Manuel  Ruano. — Trinidad  Cóbar. — Javier  Estrada— J.  Francisco 
Berdugo.  —  Carlos  Cóbar. — Lorenzo  Orantes. — Cirilo  Orantes. — Mariano 
Ordóñez. — José  M.  Godoj'. — Félix. Soto. — A  ruego  de  Balbino  Cabrera,  Tomás 
MoUinedo. 

Los  mismos  ciudadanos,  Jefes  y  Oficiales  arriba  firmados,  hemos 
convenido  en  mandar  copia  de  esta  acta  á  todas  las  Municipalidades  de  los 
pueblos  y  cabeceras  de  departamentos. — F.  Andreu,  Secretario. 


FE  DE  ERRATAS  NOTABLES 


Páirina 

Numero 

Udm 

Dice 

Debe  decir 

3 

9 

3 

absor  verán 

absorberán 

6 

25 

•• 

lozas . 

8 

39 

3 

sacri fíeos  . 

sacrificios 

9 

45 

5 

El  pueblo 

La  ciudad 

41 

203 

5 

artillería                     

caballería 

47 

237 

5 

1 

revelaron _ . 

rebelaron 

63 

Lección  vig-ésimacuarta.. 

Lección  vig^ésimaquinta 

70 

Lección  déciinaoctava 

Lección  vig-ésimaoctava 

75 

325 

4 

concociera 

conociera 

112 

434 

4 

montañe?. 

montañés 

116 

453 

10 

499  hombres 

400  hombres 

136 

529 

6 

revelarse 

rebelarse 

/ 


ÍNDICE 


Pdglnaa 
PxÓLoeo  -  IX 

PHOBMIO.  XIV 


PRELIMINARES 

La  Historia.— Utilidad  de  su  estudio.— Ciencias  que  la  auxilian.— División  de  la 
Historia  de  Guatemala 


[  PRIMER   PERIODO 

f  ÉPOCA   PREHISTÓRICA 

^ -^^^^^^tacciÓH  PKiicmA:  Antigüedad  del  hombre  en  Guatemala.— Pueblos  que  estudia- 
HUÉS^ia»  leyendas  y  tradiciones.— Alcance  de  nuestras  investisradones.  — Quichés  y 
Cakchiqtteles • 3 

Lección  segunda:  El  **Popol-Vuh**  y  los  quiciiés.— Extensión  del  reino  Quiche. 
Susdudades  principales.— Montes  de  Paxil  y  Cayalá 4 

Lección  terceka:  Teocrada  de  Votan.— Sistema  religioso.— Zoolatría  y  animismo. 
Prosperidad  de  Nachán.— Cultura  del  reino 5 

Lección  cuarta:  Los  monumentos  quichés.— La  pirámide,  el  templo,  el  palado,  el 
pilar,  la  torre,  la  ornamentación  y  la  escultura.— Resumen 6 

Lección  quinta:  Principios  de  decadencia.— Invasión  nicarairüense. — Pruebas  de 
ella.— Destrucdón  del  reino.  6 

ÉPOCA    HISTÓRICA 

Lección  sexta:  Los  quichés  en  Hacavitz.— Su  unión  con  los  toltecas.— Sus  jefes. 
Balam-Quitzé.— Los  sacrifídos  humanos.— Qocabit.— Su  viaje  á  Copantl.— Balara-Conaché. 
Traslación  de  la  capital 7 

Lección  séptima:  Cotuha.— Guerra  dvil.—Gucumatz.— Cualidades  que  le  atri- 
buye la  leyenda.— Discordias  civiles.— Cambio  de  la  dudad  á  Gumarcaah.— El  adelanto 8 

Lección  cxttava:  Tepepul.— Quicab.— Sus  campañas.— Formidable  g-uerra  civil. 
Separación  de  los  cakchiqueles.— Causas  que  la  originaron.— Fundadón  de  Iximché.— Lucha 
entre  quichés  y  cakchiqueles.— Independenda  de  éstos 9 

Lección  novena:  Tepepul  II.— Lahunah.—Oxlahuhtzi.— Hambre  entre  los  cak- 
chiqueles.—Les  declaran  la  g-uerra  los  quichés.- Triunfo  de  aquéllos.— Llevan  la  guerra  á 
otros  pueblos. — Alcanzan  nuevas  victorias 11 

Lección  décima:  Tecum. — Guerras  dviles  entre  los  cakchiqueles. — Formación  del 
reino  de  los  zacatepéquez. — Hunig  y  Lahuh-Noh. — Embajada  mexicana. — Vahxaki-Caam. 
Curiosa  le3'enda. — Consideradones  acerca  de  ella 13 

Lección  undécima:  Nuevas  guerras  entre  quichés  y  cakchiqueles. — Plag-as  que 
afligieron  á  éstos.— Muerte  dW.  los  rej'es  Belehé-Qat  y  Cahí-Imox. — Vcuh-Noh. — Oxib-Queh 
y  Beleheb-Tzy.— Últimos  su^wos 15 

Lección  duodécim^^  Elementos  determinantes  del  carácter  de  una  nación. — Reli- 
gión quiche  y  cakchiquel.  —  Los  «tacerdotes.  —  Los  sacrifidos.  —  Diversas  clases  de  ellos. 
Plegaria  que  al  verificarse  pronuudaban.  — El  templo  de  Tohil  en  Utatlán. — El  Dios. 
Inmortalidad  del  alma. — La  muertey-— Los  nacimientos 16 

Lección  décimatercera:  Éorma  de  gobierno. — La  tiranía. — La  justicia. — Las 
leyes  penales. — El  matrimonio. — La  profiJedad.- Los  metales.— La  agricultura.— La  cerámi- 
ca.—Los  tejidos,  el  comerdo  y  la  medidni^- Las  artes. — Las  deudas. — Fin  de  la  cultura  y 
de  la  raza .X, , - 18 

16' 


fi'edac 

Á 


—  242  — 
SEGUNDO  PERÍODO 


Páginas 


Lección  primera:  Descubrimientos  relatados  jwr  los  "Sagas.  "  —  Eric  Rand. 
Groenlandia.— Brattalid  y  Heriulfnes.— Leif.— Thorbald.— Los  "slírelling-s."  -Fundación  de 
colonias.— Sus  relaciones  con  Norueg-a. — Pruebas  de  estos  descubrimientos 33 

Lección  segunda:  Las  relaciones  de  los  "Sagas"  se  ignoraban  en  Europa  durante 
el  siglo  XV.— El  "Siglo  de  los  Descubrimientos."— Empeño  de  las  principales  naciones  de 
Europa.— Descubrimientos  de  Portugal.— Marinos  que  ocurrieron  á  Lisboa 24 

Lección  tercera:  Cristóbal  Colón.— Su  nacimiento.— Su  educación.— Sus  viajes. 
Su  teoría.— Fundamentos  de  ella.— Grandeza  del  primero 25 

Lección  cuarta:  Colón  ofrece  su  proyecto  á  varios  gobiernos.— Deja  á  Portugal  y 
pasa  á  España.— Sus  gestiones  en  esta  nación.— El  arzobispo  de  Toledo  lo  presenta  á  los 
Reyes  Católicos.— Disposición  de  éstos  para  con  él.— Fray  Fernando  de  Tala  vera 27 

Lección  quinta:  Declaración  de  la  Junta  de  Córdova.— Las  conferencias  de  Sala- 
manca.— Su^  resoluciones. — Acuerdo  de  los  Reyes  Católicos. — Proposiciones  de  Colón. — Fray 
Juan  Pérez  de  Marchena.— Vuelve  Colón  á  la  Corte.— Tratados  de  Santa  Fe 28 

Lección  sexta:  Nuevos  obstáculos  con  que  tropezó  Colón. — Disposiciones  de  los 
Reyes  Católicos  para  con  él.— Viernes  3  de  agosto  de  1492.— La  "Santa  María,"  la  "Pinta" 
y  la  "Niña."— Belleza  del  viaje  de  Colón.— Su  importancia  histórica.— Estado  de  ánimo  de 
Colón  3'  sus  compañeros 29 

Lección  séptima:  Averías  sufridas  por  la  "Pinta."— Comienzo  de  la  verdadera 
empresa  de  Colón. — Tristeza  de  sus  compañeros  de  viaje. — Notable  fenómeno. — Indicios  de 
tierra. — Dudas. — Exigencias. — Firme  resolución  de  Colón. — ¡  Tierra ! 30 

Lección  octava:  Colón  toma  posesión  de  la  isla  de  Guanáhaní  y  agasaja  á  sus 
habitantes.— Nuevos  descubrimientos.— Fiiga  de  Pinzón.— Naufragio  de  la  "Santa  María." 
Vuelta  de  Colón  á  España.— Recepción  que  le  hicieron  los  Reyes  CatiSlicos 32 

Lección  novena:  Segando  viaje  de  Colón.  —  Cambia  su  carácter.  —  Regresa  á 
España.— Su  tercer  viaje. — Vejaciones  que  en  él  sufrió. — Su  cuarto  viaje. — Descubre  la  isla 
Guanaja. — Toca  en  tierra  de  Honduras. — Primera  misa  que  se  dijo  en  Centro- América. 
Vuelve  á  España. — Muerte  de  la  reina  Isabel. — Muerte  de  Colón. — Su  destino 33 

Lección  décima:  Personas  que  vinieron  á  América  con  Colón. — Hernán  Cortés. 
Descubrimientos  de  Hernández  de  Córdova  y  Grijalva.— Planes  de  Velásquez.— Expedición 
de  Cortés. — Disgusto  de  Velásquez... 34 

Lección  undécima:  Cortés  en  Tabasco.— Llega  á  San  Juan  de  Ulúa.— Embajada 
mexicana. — Ideas  de  los  embajadores. — Provecho  que  de  ellas  sacó  ('ortés. — Desembarca  y 
funda  la  Villa  Rica  de  la  Vera-Cruz. — Noticias  que  allí  recibió. — Sigue  á  Cempoallán  y  de 
allí  á  Tlaxcallán. — Cholollán. — Secreto  complot. — Severo  castigo. — Entra  á  México. — Con- 
ducta que  observó. — Asesinatos  de  Alvarado. — La  "Noche  Triste." — Sitia  Cortés  á  México. 
13  de  agosto  de  1521. — Cuauhtemoc 36 

Lección  duodécima:  Cortés  organiza  la  colonia  de  "Nueva  España."— Expedi- 
ciones de  Olid  y  de  Alvarado. — Instrucciones  que  ambos  recibieron. — Salida  de  Olid.— Salida 
de  Alvarado. — Importancia  de  estas  expediciones .        37 

Lección  décimatercera:  Don  Pedro  de  Alvarado.— Su  expedición.  —  Llega  á 
Tehuantepec.— Resistencia  de  Soconusco.— Batalla  de  Tonalá.  — Los  príncipes  quichés. 
Batalla  á  orillas  del  río  Tilapa 39 

Lección  décimacuarta:  Batalla  del  río  Sámala.— Toma  de  Zapotitlán.— Marcha 
á  Xelahú. — Batalla  de  la  cuesta  de  Santa  María. — Combate  contra  las  fuerzas  del  príncipe 
Azumanché. — Llegada  á  Xelahú. — Batalla  entre  Quezaltenango  y  Totonicai»am. — Leyenda 
que  á  ella  se  refiere /. 40 

Lección  décimaquinta:  Pánico  en  Utatlán.— Acuerdo  tomado  por  los  Reyes 
Quichés.— Conducta  de  los  españoles.— Prisión  de  Oxib-Queh  y  Beleheb-Tzy.— Horrible 
sentencia.— Cruel  ejecución /i._^.-. 42 

Lección  décimasexta:  Nuevo  rey  quiche.— Marcha  de  An|Pado  á  Quauhtema- 
llán. — Recepción  que  le  hicieron  los  cakchiqueles.— Rencores  de  ést;os. — Campaña  de  Atitlán. 
Sumisión  de  varios  pueblos. — Quéjanse  los  pipiles  de  los  panata</atlecos. — Ruina  de  Itzcuin- 
tlán 1 43 

Lección  décimaséptima:  Expedición  hacia  el  SE/— Nancintlán.— Traición  de  los 
de  Paxaco.— Continúa  Alvarado  su  marcha.— Combate  de,' Acajutla.— Combate  de  Tacux- 
calco. — Atehuán. — La  capital  Cuzcatleca. — Abusos  de  Ic^  españoles. — Insurrección  de  los 
pueblos.— Planes  de  Alvarado.- Regresa  á  Iximché /. 44 


I 


> 


—  243  — 

Página» 

Lección  décimaoctava:  Dispcwie  Alvarado  (undar  una  ciudad.— El  25  de  julio  de 
IS24.— Primeros  veciaos  de  la  ciudad  de  Saatiatro  de  los  Caballeros  de  Guatemala.— Rebelión 
de  los  cakchiqueles.— Nuevas  conquistas.— Sometimiento  de  Cuzcatláu.— Resuelve  Alvarado 
ir  á  México.— Carta  de  Cortés.— Expedición  de  éste  á  Honduras.— Disíjustü  de  Alvarado 47 

Lección  déc  i  mano  vena:  Nueva  carta  de  Cortés.— Disix)8Íciones  de  Alvarado. 
Marcba  á  Honduras.- Encuejitra  en  Choluteca  al  capitán  Marín.— Formidable  insurrección. 
Sangrienta  batalla  de  Lximché.— Viaje  de  Alvarado  á  Méxia>.  -Sus  jfestiones  en  esa  ciudad. 
Jorge  de  Alvarado.  -Se  hace  car^u  del  ifobierno.— Acuerda  la  definitiva  fundación  de  la 
dudad.— Eleockki  de  sitio  apropiado.  -22  de  noviembre  de  1527 49 

Lección  viuiísima:  Alvarado  en  Espafla.— Sus  enemlifos.— Triunfa  de  ellos. — Se 
casa  con  dcfia  Francisca  de  la  Cueva.— Es  agraciado  con  varios  títulos.— Se  embarca  para 
Veracniz.— Suceso  desgraciado.— Amplios  poderes  que  da  Alvarado  á  su  hermano  Jorge. 
Proceso  que  le  formó  la  Audiencia  de  México.- Lo  dejan  sus  acompañantes.— Fray  Domingo 
de  Betanxoe. — Alvarado  en  Guatemala.— El  licenciado  don  Francisco  Marrotiuíit.— Sumisión 
de  los  reyes  cakchiqueles 51 

Lección  vicásiMAPNiMbRA:  Muerte  del  rey  BelebéQat.— Primer  obisi»o  de  Gua- 
temala. —Aprestos  de  Alvarado.— Fray  Bartolomé  de  las  Casas.— Disgusto  de  la  Audiencia 
de  México  contra  Alvarado. —  Licenciado  Alonso  de  Maldonado. —Marcha  Alvarado  á 
Honduras.— Fundación  de  Gracias  y  San  Pedro  Sula.— Viaje  de  Alvarado  á  Espafia 53 

Lbcción  vio^imassgunda:  Llega  Maldonado  á  Guatemala.— Disposiciones  que 
da. — Don  Pedro  en  Espalla. — Su  nuevo  enlace  y  honras  que  recibe.— Desembarca  en  Puerto 
CaUallos.— Mootejo  le  cede  la  gobemaci<te  de  Honduras.— Su  entrada  á  la  capital.— Toma 
poseskSn  del  gobierno.— Alista  una  expedición  para  ir  á  la  China  é  islas  Molucas.— Se  da  4  la^ 
vela  y  llega  á  un  puerto  de  Xalisoo.— Contrato  que  hizo  con  el  virrey  Mendoza.— Mensaje  de 
Cristóbal  de  Olíate.— Campalla  contra  los  indios  de  Nochistlán.— Muerte  de  Alvarado '      55 

Lección  vigésimatekcera:  Cartas  del  virrey  de  Nueva  España.— Impresión  que 
causó  la  muerte  de  Alvarado.— Exigencia  de  dofta  Beatriz  de  la  Cueva.— Es  nombrada 
Gobernadora  y  Capitana  Generala  del  Reino.— Se  da  el  epíteto  de  La  sin  Veníura.—iíomhra. 
su  Teniente  á  su  hermano.- Destnicdón  de  la  ciudad.— Muere  doRa  Beatriz.— Loh  Licen- 
ciados Marro(|uín  y  de  la  Cueva  en  el  poder. — Traslación  de  la  dudad. — El  licenciado 
Maldonado.— Las  "Ordenanzas  de  Baroekma" 58 

Lección  vigésimacuarta:  Las  "Nuevas  leyes."- La  Audiencia.— Su  primer  pre- 
sidente.—Su  instaladón  en  Gradas.  —  Extensión  de  su  jurisdicción.  —  Objeto  de  nuestro 
estudio.— Númen>  de  presidentes.— Gobierno  de  Maldonado.— Licenciado  Alonso  I^pez  de 
Cerrato.— Su  carácter  y  conducta  en  el  poder.— Concepto  que  de  él  se  tiene.— Doctor  don 
Antonio  Rodríguez  de  Quesada. — Acontedmieutos  notables  ocurridos  en  su  tiempo. — El  oidor 
decano  Ramírez  de  Quiñónez 60 

Lección  vigésimaquinta:  El  licendado  Juan  Núfiez  de  Landecho  en  el  poder. 
Muerte  del  obispo  Marroquín.— Licenciado  Francisco  Briceflo.— Traslada  la  Audiencia  á 
Panamá.— El  segundo  obispo  de  Guatemala.— Muere  fray  Bartolomé  de  las  Casas.— Doctor 
Antonio  González. — Sus  facultades. — Doctor  don  Pedro  Villalobos. — Licenciado  García  de 
Valverde.— Los  piratas  Parker  }•  Drake.— Licendado  Pedro  Mayen  de  Rueda. — Sus  obras. 
Doctor  Francisco  de  San  dé.— Corsarios  franceses  en  Puerto  Caballos.— Seminario  tridentino. 
El  conde  de  la  Gomera.— Cosas  de  su  tiempo.— Doctor  don  Diego  de  Acuña. — (iobiemo  del 
conde  de  Calimaya , - 63 

Lección  vigésimasexta:  General  Martín  Carlos  de  Meneos. — Su  administradon. 
La  imprenta.- Sebastián  Alvarez  Alfonso  Rosica  de  Caldas.— Su  juez  de  residencia.— Los 
ingleses.— General  don  Femando  Frandsco  Escobedo.— Sucesos  principales  de  su  tiempo. 
Don  Enrí'x"''  "  '•i'-w;  <je  Guzmán.— Los  piratas.— El  vigésimosexto  presidente.— Releva  á 
los  indios  de  a  S^^^  '^'butos  y  hace  cumplir  las  disposiciones  relativas  á  las  instituciones 
monacales.— Perjuicios  q\,^  ^^^  causaban.— Importancia  de  una  de  ellas.— El  señor  Eché- 
vers  y  Subiza,  y  su  gobierl.^_g^  sucesor.— Don  Pedro  de  Salazar.— Expulsión  de  los  jesuítas.        65 

Lección  viGÉsiMASh^^^^^,  ^^^  Martín  de  Mayorga.- Destrucción  de  la  capital. 
Se  trjslada  al  Valle  de  ^^Bí^ita.— Pasa  Mayorga  como  virrey  á  México.— Don  Matías  de 
Gálvez.-Aconteamientos  nms  nc^^j^  _jj^^  j^  ^^  Estachería.-Don  Bernardo  Troncoso 
Martínez  del  Rincón.- Don  ^^j^^^^^  y  Valle. -Don  Antonio  González  Mollinedo  y 
Saravia ,  ^ 

Lección  vigésimaoctavaÑ 


^  .T^  Revoludón. —  Trabajo  social  que  se  operó  en  el 
Reino  de  Guatemala  durante  el  coloni^^^^  ^^  ^^  Bustamante.-Su  carácter.-Medidas 
que  dictó.-Primeras  conspiraciones  --\k  vimiento  del  Salvador.-Su  fracaso.-Insurrecdones 
de  León  y  Granada.-Importancia  de  la  *  _^^  ^^^^.^^  _^^^_^^  ^^  ^^  españoles. 
Vejadones  á  los  patnotas.-Conspxraaon  ¿^       ^^  J^^  ^^^^^^^ ^ 


-  244  ~ 

Páginas 

Lección  vigésimanovena:  Consecuencias  de  las  conspiraciones  frustradas. 
Gobierno  de  don  Carlos  Urrutia. — El  "Editor  Constitucional." — Gasistas  y  Cacos. — Urrutia 
depone  el  mando  en  don  Gabino  Gaínza.  —Carácter  de  éste.— Se  presta  á  secundar  los  planes 
de  independencia. — 15  de  septiembre  de  1821. — Don  José  Cecilio  del  Valle  y  su  opinión. 
Anti-independientes  y  liberales. — Acta  de  Independencia. — Consideraciones 73 


GOBERNANTES   DEL   REINO   DE   GUATEMALA 

Gobernadores. — Presidentes  de  la  Audiencia,  Gobernadores  y  Capitanes  (ienerales..        77 


TERCER   PERIODO 

'Lección  primera:  Primer  acto  de  los  ciudadanos  guatemaltecos.— Diversos  fines 
que  los  animaban.— Consecuencias  fatales.— Cómo  fueron  acogidas  las  ¡deas  de  libertad  en  las 
provincias.- Don  Agustín  de  Iturbi de.. —Oficio  que  dirigió  á  Gaínza.— Acuerdo  de  la  Junta 
Provisional .-.        85 

Lección  segunda:  Anexión  al  Imperio  Mexicano.— El  poder  de  Gaínza.— San  í?al- 
vador  proclama  su  absoluta  independencia.— Expedición  de  Arzú.— Llegada  de  Filísola  á 
Guatemala.— Proclaman  en  México  Emperador  á  Iturbi  de.— Carácter  de  Filísola.— Sus 
medidas.— Ordenes  que  recibió  de  Iturbide 86 

Lección  tercera:  Marcha  Filísola  á  San  Salvador.— Fija  su  cuartel  en  Mapilapa. 
Nueva  división  del  Reino  de  Guatemala. — El  Congreso  del  Salvador  decreta  su  unión  á 
México. — Manifestación  de  Filísola. — Acuerdo  del  Congreso.— Protesta  Filísola  y  sigue  sobre 
la  capital.— Combate  en  el  pueblo  de  Mexicanos.— Embajada  del  Ayuntamiento.— Entrada 
de  Filísola  á  la  ciudad. — Su  conduta J 88 

Lección  cuarta:  Sucesos  de  México. — Plan  de  Casa-Mata.— Regresa  Filísola  á 
Guatemala. — Convoca  á  la  Junta  Provisional. — Palabras  que  le  dirige. — Importante  decreto. 
Declaración  que  hizo  el  Congreso  mexicano. — Como  se  recibió  el  decreto  de  convocatoria 89 

Lección  quinta:  El  primer  Congreso  centro-americano.  —  Quienes  lo  formaban. 
Liberales  y  moderados. — Quienes  eran. — Sistema  federal. — Notable  decreto  del  19  de  julio  de 
1823.— División  de  los  poderes '. 91 

Lección  sexta:  Primer  Poder  Ejecutivo.  —  Salida  de  las  fuerzas  mexicanas. 
Sublevación  de  Ariza  Torres.— Consecuencias  de  la  asonada. —  El  Ejecutivo  da  á  Ariza  el 
nombramiento  de  Comandante. — Falsa  noticia.—  Renuncia  de  los-  miembros  del  Poder  Ejecu- 
tivo.— Segundo  Poder  Ejecutivo. —  Bases  de  la  Constitución 92 

Lección  séptima:  Comienzan  los  Estados  á  organizarse. — El  coronel  Arzú  marcha 
á  Nicaragua.— yl¿¿'//<:/íí«  de  la  esclauitud. — Desacuerdo  entre  los  miembros  del  Poder  Ejecu- 
tivo.— Separación  de  Chiapas. —  Soconusco.  —  Primer  gobierno  del  Estado  de  Guatemala. 
La  Constitución. — Estado  de  cosas  en  Nicaragua. — Disolución  de  la  Asamblea 94 

Lección  octava:  Elección  de  Presidente. —  Elección  de  Vice-presidente. — Descon- 
tento entre  los  liberales.  —  Error  que  se  cometió  con  no  establecer  un  Distrito  Federal. 
Diferencias  entre  Arce  y  Barrundia. —  Prisión  de  Barrundia. —  El  V  ice  jefe  don  Cirilo  Flores 
se  encarga  del  gobierno  del  Estado. — Triste  fin  que  tuvo  en  Quezaltenango. —  Causas  que  lo 
originaron % 

Lección  novena:    Pretensiones  de  Arce.— Destituye  á  las  autorid^-''"^'*"*  ^^  4-oHr. 
Hace  elegir  otras  que  se  llamaron  /«/r«.<?a5.— Disgusto  que  tales  actos  prod   J®'"*^^  al  gobierno 
del  Salvador.— Decisión  de  Arce.— Ordenes  del  jefe  del  Salvador.— Se  W^^_^^.  ^''^^^^"te  al  ^ 
frente  de  las  fuerzas  federales.— Batalla  de  Arrazola.— Triunfo  de  / '"^'^^^"^  ^"^'"^  ^^" 
Salvador. — Desastre  deMilingo ^ 

Lección  décima:  Primer  presagio  de  la  ruina  de  ^  rcr_r?ÉP^^^^  ^^  ""^^^  ^^ 
guerra  al  Salvador.- Don  Francisco  Morazán.— Triunfa  en  la  -^""^^d.  Es  elevado  al 
puesto  de  Jefe  de  Honduras.-Deja  el  mando  al  Vicejefe  y  va/^  encuentro  délas  fuerzas 
federales.— Victoria  que  obtuvo  en  Gualcho.— Reacción  quo  se/J^™  ^"  ®^  país.— Constantes 
desastres  que  sufrió  Arce.-Resuelve  Morazán  tomar  á  Guat,  ^'^^^'  ^"^^""^  ^  ^^  <^^'^^ad  el  13 
de  abril  de  1829.— Caída  de  Arce  v  de  Aycinena 

Lección  undécima:  Dictadura  de  Morazán, /^"  Í*^^^''^"^^^"^  Barrundia  en 
elpoder.-Nuevas  autoridades  del  Estado.-Morazáf  Zl  ,  ,  IT^TT  ^«f  ^  P««e«^'<^°  ^«1 
mando.-Interinidad  de  Flores.-El  doctor  Gálvez  es .  ñ''  ^^^^  "^^^  Estado.-Importancia  de 


—  245  — 

Pdglna$ 

aata  elección.— Primeros  actos  de  Gálvcz.— Translación  de  la  capital  federal  a  isonsonate  y 
después  á  San  Salvador.— Muerte  de  Delgado.  —  Reformas  im^xirtantes  realizadas  por 
Gálvez.— Fallecimiento  de  Valle.— Reelección  de  Morazán.- Reelección  de  Gúlvez 103 

Lbcción  duodécima:  Gálvez  en  su  setrundo  período. — El  Códitfo  de  Livingston. 
Rtformas  al  Ccídigx)  Civil.— Leyes  transcendentales.— Partido  que  de  ellas  sacaron  los 
conservadores.  -Insurrección  de  Santa  Rosa.  -Rafael  Carrera.— Situación  de  Gálvez.— Pide 
auxilio  á  Morazán.— Pronunciamiento  de  la  Antig-ua.— Barrundia,  enemitro  de  Gálvez, 
habla  al  padre  Duran.— Ataque  á  Guatemala.— Don  Pedro  Valenzuela  se  encartra  del 
mando.— Desenlace 107 

Lección  décimatekcera:  Es  asesinado  don  Gre^rio  Salazar.— Los  Altos.— Su 
independencia.— Su  irobiemo  provisional. —  Nueva  cau^a  de  debilidad  para  los  liberales. 
Carrera  es  nombrado  Comandante  del  distrito  de  Mita.— El  gx>biemo  de  Valen/.uela.— Los 
OQoaervadfMVR  se  unen  á  loe»  partidarioeü  de  Gálvez.— Valenzuela  llama  á  Morazán.— Entra 
Morazán  á  Guatemala.— Abre  la  campafla.— Se  retira  al  Distrito  Federal.— La  facción  de 
Carrera.— Nuevo  plan  de  lob  conservadores.  —  Renuncia  de  Valenzuela.— Don  Mariano 
Rivera  Paz  en  el  mando.— Persecución  á  Carrera. -Triunfos  de  éste.- Batalla  de  Villa 
Nueva.— Morazán  otra  vez  en  Guatemala.— Maquinación  conservadora.  -  El  Estado  de  Los 
Altos  presta  apoyo  al  de  íiuatemala.— Tratados  del  Rinoondto.— Vuelve  Morazán  á  Gua- 
temala.—Hace  elegir  Jeíe  del  Estado  al  general  Carlos  SaUuar.— Ruptura  del  pacto  federal.      109 


CUARTO   PERIODO 

Lección  primera:  El  ireneral  don  Cari.»**  Salazar.  -Morazán  vuelve  al  Distrito 
Federal.— Tratados  entre  Honduras  y  Nicaraifua.— Guerra  entre  estos  Estados  y  el  del 
Salvador.— Nuevo  pronunciamiento  de  Carrera.—  Conducta  de  Salazar.— 13  de  abril  de  1839. 
Ri  vera  Paz  en  el  poder 113 

Lección  segunda:  Decreto  de  17  de  abril  de  1839.— Org^anización  de  Los  Altos. 
Conducta  del  gobierno  de  Guatemala  para  con  el  nuevo  Estado.— Causas  de  su  disgusto. 
Declaración  de  guerra. —Toma  de  Quezaltenangt).— Vuelta  triunfante  de  Carrera.— Agita- 
ción general.  —  Morazán  en  escena.  —  Marcha  sobre  Guatemala.  —  La  sitia  y  la  toma. 
Contrasitio  de  Carrera.— ¡19  de  marzo-I  — Crueldades  inauditas.  —  Decreto  de  Rivera  Paz 
premiando  á  Carrcrz.— Protección  á  Loe  Altos 114 

Lección  tercera:  Influencia  de  Carrera  y  sus  trabajos.- Papel  de  Rivera  Paz  en 
el  gobierno. — Suceso  del  7  de  diciembre  de  1841*— Deja  Rivera  Paz  el  poder  y  entra  don 
Venancio  López.— Disposiciones  de  éste.— Vuelve  Rivera  Paz  al  poder.— Alarma  entre  el 
partido  conservador.- Morazán  en  Costa  Rica. — Su  muerte.— Regocijo  del  gobierno  y  de  los 
conservadores  giiatemaltec(« 117 

Lección  cuarta:  Convección  de  Chinandega.— Distintos  aspectos  bajo  los  cuales 
fué  considerada.— Pérdida  déla  provincia  de  Soconusco.— Decreto  permitiendo  la  vuelta  de 
los  jesuítas.— Entrada  del  arzobispo  García  Peláez.  —  Fa  rsa  revolucionaria  de  Carrera. 
Tratados  de  la  Villa  de  Guadalupe.— Guerra  en  perspectiva  con  el  Salvador.— Intervención 
de  don  Fruto  Chamorro 120 

Lección  quinta:  Sublevación  de  las  tropas.— Don  Rafael  Carrera  en  la  presiden- 
cia.— Sus  disposiciones.  —  Don  Joaquín  Duran  en  el  poder. —  Se  deroga  el  decreto  que 
autorizaba  la  venida  de  los  jesuítas.— Vuelve  Carrera  á  encargarse  del  mando. — Obtiene 
segTinda  licencia  y  le  subroga  don  Vicente  Cruz. —  La  situación  á  principios  de  1846. 
Decreto  del  21  de  marzo  de  1847. —  Hambre  y  disgusto  general.  —  Dieta  de  Nacaome. 
Revoluciones.— Batallas  de  Agua  Caliente  y  de  la  Gavia. —  Serapio  Cruz  al  frente  de  la 
insurrección. — Batalla  de  Pa'.íf'im. —Renuncia  de  Carrera. — Elección  de  don  Juan  Antonio 
Martínez.— El  mensaje  de  Cari'iu-a 122 

Lección  sexta:  Consideraciones  acerca  de  la  elección  de  Martínez.— Su  carácter. 
En  licenciado  Dardón  en  el  Ministerio.— Los  montañeses. — Sus  proF>os¡dones.— Decláranse 
independientes  Los  Altos- — ReconVimiento  de  la  nueva  entidad  política.— Carrera  es  decía-' 
rado  fuera  de  la  ley.— Decreto  diÍíl  14  de  septiembre  de  1848 125 

Lección  séptima:  Expc-Vión  contra  Los  Altos.— Batalla  de  San  Andrés.— Pro- 
posición de  Barrundia  á  la  Asan^~  ^.—Acuerdo  de  ésta. —  Renuncia  del  Vicepresidente 
Cruz.- Nueva  elección. —  Renuncia  .-.Vrtínez  la  Presidencia. —  Le  subroga  don  Bernardo 
Escobar \ 127 

Lección  octava:  Don  Bemardo'Escobar. —  La  situación.— Es  nombrado  Ministro 
el  presbítero  don  Nardso  Monterrey.— Decreto  de  amnistía.— Disgusto  de  los  molinistas. 


—  246  — 

Páginas 

Los  insurrectos  montañeses. — Escobar  renuncia  su  puesto. — Sesión  de  la  Asamblea  la  noche 
del  30  de  diciembre. — Solicitud  de  57  jefes  y  oficiales  del  Ejército. — Se  admite  la  renunpia  á 
Escobar  y  se  elig-e  á  don  Mariano  Paredes 129 

Lección  novena:  Paredes  renuncia  y  Barrundia  cae  en  un  lazo. —  Condiciones  de 
Paredes  para  aceptar. —  Resolución  de  Escobar. —  Presta  Paredes  juramento. —  Farsa  de 
Paredes. — "Preliminares"  y  "Convenio  de  Zacapa." — La  paz  no  existía. —  Son  asesinados 
Rivera  Paz  y  el  licenciado  don  Greg-orio  Orantes.—  Indig-nación  de  don  Vicente  Cruz. — Su 
muerte. —  Nuevas  agitaciones  en  Los  Altos. — Tema  que  agitaba  al  país.— El  g-eneral  don 
Ag-ustín  Guzmán.— Tratados  que  celebró  con  Paredes.— Intrigas  y  falsedades  de  éste. 
Resolución  obtenida  por  Batres.— Se  derog-a  la  parte  relativa  al  decreto  que  ponía  fuera  de 
la  ley  á  Carrera. — Se  nombran  personas  que  traten  con  él. — Decreto  de  3  de  ag-osto  de  1849. 
Los  liberales  abandonan  el  país. — Entra  Carrera  á  Guatemala.- 131 

Lección  décima:  Exaltación  de  los  liberales. — Proyecto  de  Guzmán. —  Noche  del 
13  al  14  de  octubre  de  1849. — Único  recurso  que  quedaba  á  los  liberales. — Relaciones  entre 
Honduras  y  el  Salvador,  unidos,  y  Guatemala. — Movimiento  de  La  Brea. —  Don  Francisco 
Dueñas  en  el  Gobierno  del  Salvador. — Vasconcelos  nombra  á  Saget  para  Jefe  del  Ejército 
salvadoreño. —  Marcha  del  Presidente  del  Salvador  á  Santa  Ana. —  Nota  que  desde  este 
punto  dirig-e  á  Carrera. — Previsión  é  indiferencia  de  éste. — Batalla  de  La  Arada 135 

Lección  undécima:  Transcendencia  de  la  batalla  de  "La  Arada."— Festejos  de 
l0s  conservadores.— Decreto  de  Paredes. — Situación  de  Vasconcelos. — Su  sucesor.— Cambiase 
la  bandera  de  Guatemala.— Don  Manuel  Francisco  Pavón  en  el  Ministerio.— Concordato. 
Muerte  de  don  Alejandro  Marure. — Proyectan  los  conservadores  llevar  de  nuevo  á  Carrera 
al  poder.  —  Asamblea  Constituyente.  —  vlc/o  cousíiiuiiva.—  Ca.rTera.  en  la  Presidencia. 
Decreto  de  10  de  noviembre  de  1851.— La  paz  en  el  país -.      138 

Lección  duodécima:  Elecciones  para  diputados. — Condiciones  para  ser  elector. 
División  del  país  para  las  elecciones.— La  ley  sobre  instrucción  pública  llamada  Ley  Pavón. 
Dificultades  con  México. —  Notable  temblor. —  Nueva  guerra. — Toma  Cabanas  á  Chiqui- 
mula. — La  recobra  Cerna. —  Carrera  continúa  la  g"uerra. —  Realiza  una  g-loriosa  jornada. 
Fin  de  la  gTierra 140 

Lección  décimatercera:  Tranquilidad  pública. — El  clero. — Breve  del  papa  Pío 
IX. — Ruina  de  San  Salvador. — Muerte  de  don  Juan  Antonio  Martínez. — Escasez  de  g-ranos. 
Labor  del  partido  conservador. —  Actas  de  los  Departamentos  proclamando  á  Carrera 
Prasidente  perpetuo. — Acuerdo  del  Consejo. — Sobra  de  trámites.  -  Importante  circular 143 

Lección  décimacuarta:  Manifiesto  de  Carrera. — Adulaciones  de  los  conservado- 
res.—El  niño  Francisco  Carrera  es  hecho  capitán. —  Santa  Anna,  presidente  de  México, 
condecora  á  Carrera. — Convenio  con  Francia. — Muerte  de  los  notables  liberales  doctor  Pedro 
Molina  y  don  José  Francisco  Barrundia.  —  Declaración  de  la  perpetuidad  de  Carrera. 
Fiestas  hechas  con  tal  motivo.— La  Cámara  de  Representantes —      145 

Lección  décimaquinta:  Poder  de  Carrera. — El  abate  Brasseur  de  Bourbourg". 
Reformas  al  Acta  Constitutiva. —  Muerte  de  Pavón. —  Sucesos  de  Honduras. —  La  invasión 
yankee  en  Nicarag-ua. — Actitud  de  Guatemala. — Causas  de  la  crítica  situación  de  Nicara- 
gua.—  Legithnistas  y  Demócratas. —  Indigna  conducta  de  éstos.— Walker.— Sus  campañas. 
Don  Patricio  Rivas  en  la  Presidencia. —  Aspiraciones  de  Walker. — Intervención  de  las 
Repúblicas  hermanas 149 

Lección  décimasexta:  Parte  Paredes  con  tropas  á  Nicarag-ua.- Don  Víctor 
Zavala. —  Penosas  jornadas. —  Comienzo  de  las  operaciones. —  Combates  de  Masaya  y  de 
Granada. — El  cólera  morbus  y  las  fiebres. — Muerte  de  los  g-enerales  Paredes  y  Solares. — Queda 
Zavala  con  el  mando. — Continuación  de  la  g-uerra. — Sitio  á  Rivas. —  Capitulación  de  Walker. 
Fin  de  tan  triste  episodio.— Ing"ratitud  del  g-obierno  de  Nicaragua. —  Corta  con  él  toda 
relación  el  de  Guatemala -.1...-- . 153 

Lección  décimaséptima:  Asuntos  de  importancia. — Inav^uración  del  Hospicio. 
Protección  á  la  agricultura. —  La  moneda. —  El  cólera  morbus  erjí^el  país. —  Sus  víctimas. 
Sublevación . — El  muelle  de  San  José. — Ingresos  y  egresos  en  1856 .  J - 156 

Lección  décimaoctava:  Estado  del  país.— Informe  del  Corregidor  Navas.— Origen 
de  tal  situación.—  Decreto  de  31  de  maj^o  de  1858.— El  porqué  de /la  resolución  que  contiene. 
"  Convención  entre  la  República  de  Guatemala  y  S.  M.  Británií^:a."— El  Teatro.— Su  inau- 
guración.— Llegada  de  siete  religiasas ^ 158 

Lección  décimanovena:  Júbilo  de  los  conservador  .^/v  Palabras  de"La  Gaceta." 
La  paz.— Walker  en  Honduras.— Su  muerte.— Comunidadeyíeligiosas  de  sobra  y  falta.de 
escuelas.— Hablan  los  hechos.— Fomento  á  la  agricultura.-  -Muerte  de  Batres -      160 

Lección  vigésima:  Vuelve  Nicaragua  á  tratp^ír  la  cuestión  de  la  unión  de  Centro- 
América.— Notable  "  Memorándum."— Respuesta  del  Ciobiemo  guatemalteco.— Despotismo. 


—  247  — 

Páginas 

"Noticioso  de  Guatemala."— Ruptura  de  relaciones  con  el  Salvador.— Causas  que  la  origina- 
ron.— Ideas  de  Carrera 162 

Lección  vigésimaprimera:    Empréstito.— Se  separa  Carrera  del  mando  para 
ponerse  al  frente  del  Ejército.— Salida  de  tropas.—Aprestos  de  Barri(»s.     Su   proclama. 
Continúa  la  invasúin.— Batalla  de  Coatepe»iue.— Derrota  de  las  fuerzas  jruatfmaltecas.— 
Nuevos  preparativ<«  de  Carrera.— Conatos  de  aedicidn  en  la  cai^tal.— Sus    resultados 
Vuelve  Carrera  al  poder i'-t 

Lkcción  viGÉsiMASET.rsDA:  Salida  de  Zavala  hacia  el  Salvador.  -Proclamus. 
Deja  Carrera  el  mando  A  los  Ministros.  Primeras  disposiciones  que  dicta  en  la  frontera. 
Victoria  de  las  tn>pas  (ruatemalU'cas  en  Santa  Rosa.— Sucesos  i>or  el  Salvador.— Marcha 
del  ejército.  -Lleira  á  Chalchuapa.— Zavala  en  Sonsonate.— Las  fuerzas  de  Barrios  en  Santa 
Ana.— Estratagema  del  jreneral  (k»nzálejt.  Carrera  dispone  el  ataque  á  la  ciudad.— San- 
írrientos  combates.  -Triunfo  de  Carrera.-  Perstmajes  que  se  distinguieron  ix»r  su  valor. 
Hace  Carrera  proclamar  Presidente  al  licenciado  Duellas.- Sitio  á  San  Salvador.  -Fin  de 
la  administración  de  don  (;€rardo  Barrios 166 

Lección  vioteiMATKRCERA:  Manifestaciones  en  honor  de  Carrera.— Viaje  de  éste 
á  Sons»»nate.  -Circular  de  12  de  octubre.  Enfermedad  y  muerte  de  Carrera.  Aycinena  en 
el  poder.  -Sus  primen»  acuerdí».  — Suntuosíis  funerales  de  Carrera.  Un  manifiesto  y  un 
decreto 170 

Lección  tigésimacuarta:  Se  reúne  la  Cámara  de  Representantes.— Asamblea 
pTeneral.  —  ElecckSn  de  Cema.  — Toma  ixMtesión  del  mando.  -  Continua  el  Ministerio  de 
Carrera.— Se  camUa  U  leyenda  de  la  moneda.— Visita  á  los  departamentos.  Consecuencias 
<le  ella.— Alirunos  distritos  son  elevados  á  la  categtMria  de  departamentos.— Dos  acuerdos 
importante* 171 

Lección  viGésiMAQCiNTA:  Mnerte  átí  arzobispo  García  Peláez.— Rebelión  del 
mariscal  don  Serapio  Cruz.— Sus  reraltadoB.  —  Intentona  de  don  Justo  Ruñno  Barrios. 
Renta  del  pai>el  sellado.—  Concesión  para  construir  un  ferrocarril  entre  Esculnla  y  San  José. 
Entrada  del  nuevo  ar/^bisi»  don  Bernardo  PIHol  y  Aycinena.— Otro  movimiento  revolucio- 
nario acaudillado  por  Barrios.— Terrible  incendio  en  Iza  bal.— Muerte  de  don  Antonio  José  de 
Irizarri.— InauKtiración  del  muelle  de  San  José 173 

Lección  vigési  m  askxta:  El  aflo  de  1869.— Decreto  del  8  de  enero.— Estado  fireneral 
de  k»  ánimos.— El  diputado  d<»n  Mitruel  (tarcía  Granados.— El  candidato  ]X)pular,  mariscal 
don  Víctor  Zavala.— Inaufruracli'm  de  la  Asamblea  General.- Candidato  del  Miniterlo.— La 
elección.- Triunfo  de  Cerna.— Vítores  á  Zavala.— Triste  suceso.— Manifiesto  de  Cema.— Don 
Serai^  Cruz  otra  vez  al  frente  de  la  Revoluci<»n 176 

Lección  vigiísimaséptima:  Don  Justo  Rufino  Barrios  secunda  el  movimiento  de 
Cruz.— Refrleira  de  A truazarca.- Apuraciones  del  Gobierno.— Empréstito  de  la  casa  Thomp- 
som,  Bonar  y  Compañía,  de  Londres.— Decreto  del  8  de  mayo  de  1869.  -  Resultados  de  la 
amnistía.— EXs  sorprendido  Cruz  en  Chibul,  y  derrotado  se  retira  á  Chiapas.— Toma  por 
seffunda  vez  po»«sión  del  Gobierno  el  mariscal  Cema.— Vuelve  don  Serapio  Cruz  á  invadir  el 
país.— Vicente  Méndez  Cruz 178 

Lección  vigi^simaoctav^a:  Buenas  medidas  del  Gobierno.  —  El  mercado. — Muerte 
de  don  Juan  de  FVancisco  Martín. —  Inauguración  de  la  Cámara  de  Representantes.  -Men- 
saje del  Presidente.— Asalto  á  la  plaza  de  Huehufetenango.  -Es  rechazado  Cruz  y  se  retira  á 
las  montañas.— Intenta  pasar  al  Oriente.- Es  sorprendido  en  Palencia  el  23  de  enero  de  1870. 
Su  muerte.— Acto  bárbaro.— Indignación  general. —  Premios  al  brig-adier  don  Antonino 
Solares 180 

Lección  vigésimanovena:  Persecudones. — ^"Prisión  de  varias  personas  notables. 
Concesión  del  Gobierno.— Don  Miguel  García  Granados  en  la  Legación  Británica. — Sale  para 
México.— Error  de  Cerna.— Idea  de  los  patriotas  desterrados. —  García  Granad«js  en  relacio- 
nes ct»n  Juárez  j'  Lerdo. —  Lle^fa  á  Comitán. — Ardides  de  la  "Gaceta." — Triunfo  moral  de  los 
liberales.- Muerte  del  mariscal.don  Antonino  Solares 183 

Lección  trigésima:  leales  de  los  revolucionarios. —  Reunión  en  la  hacienda  de 
"El  Puente."— Llegada  á  Tacanas— Primer  triunfo.— Continúan  la  marcha.  -Manifiesto  de 
8  de  mayo.— Las  fuerzas  del  Gobierno. — Arribo  á  Retalhuleu.— Sang-riento  combate  en  esta 
plaza. —  Incendio.  —  Batalla  de  Lacuna  Seca.  —  Ingreso  de  las  fuerzas  revolucionarias  á  a 
AntigTia 186 

Lección  trigésimaprime'\a:  Acta  de  Patzicí a.— Pronunciamiento  de  Toto- 
nicapam.  —  El  ejército  liberal  en  (  \zaltenango.  —  Acertadas  disposiciones  del  Gobierno 
Provisional.- -  Acción  de  Tierra  BlancV- Retirada  de  Gema.- Plan  de  campaña  del  Presi- 
dente Provisional.— Las  circunstancias  lo  obligan  á  cambiarlo. — Orden  dada  al  general  don 
Gregorio  Solares. —  Batalla  de  San  Lucas.-^Arrojo  del  general  Barrios. —  Triunfo  completo. 
Entrada  á  la  capital.— Consideraciones. 


-  248  - 
APÉNDICE   I. 


Páginas 


Lección  primera:  García  Granados  en  el  poder.— Primeros  actos  de  su  g-obiemo. 
Son  extrañados  los  jesuítas  de  Quezaltenang-o. — Se  cambian  los  colores  á  la  bandera  y  se 
establece  el  Ministerio  de  Fomento.— En emig-os  del  Gobierno.- Expulsión  definitiva  de  los 
jesuítas.— Insurrección  en  Oriente.— La  debela  el  g-eneral  Barrios.— Expulsión  del  arzobispo 
de  Guatemala  y  del  obispo  de  Teya.— Nuevo  escudo  de  armas  nacionales.— El  Presidente 
Provisional  convoca  á  elecciones  para  una  Asamblea  Constituyente.—  Dos  decretos  impor- 
tantes.—Instálase  la  Asamblea.— Guerra  con  Honduras.— El  Presidente  Provisional  se 
encarg-a  del  mando  de  las  tropas  y  el  general  Barrios  queda  en  el  poder.— Principales  hechos  ^ 
de  su  administración. —  Facción  de  Vicente  Méndez  Cruz.  —  Convocatoria  para  elecciones 
de  Presidente  Constitucional.— Triunfo  del  general  don  Justo  Rufino  Barrios.— Entreg-a  el 
mando  García  Granados  y  marcha  á  Europa.— Su  reg-reso  y  muerte.— Consideraciones 195 

Lección  segunda:  El  general  Barrios.— Sus  padres.- Su  educación. — Sus  talentos. 
Progreso  del  país.— Iras  de  sus  enemigos.— Facción  de  Enrique  Palacios.— Cuestión  Magee. 
Intervención  de  Inglaterra.— Reconocimiento  de  la  independencia  de  Cuba.  —  Reclamacio- 
nes de  España.— El  Salvador  y  Honduras  amenazan  á  Guatemala.— Tr£í%dos  de  Chingo. 
Guerra  con  el  Salvador.  —  Triunfo  g-lorioso.— Efectos  de  él.  —  Instalación  de  una  nueva 
Asamblea  Constituyente.— Notable  mensaje  del  g-eneral  Barrios.— Actos  importantes  de 
su  gobierno.  —  Resoluciones  de  la  Asamblea.— Conspiración  del  19  de  noviembre  de  1877. 
Ejecuciones.  — Convocatoria  para  la  Asamblea  Constituyente  de  1879,  y  su  instalación. 
Carta  fundamental:  sus  ventajas  y  g-loria  de  Barrios.— Elección  de  Presidente.- Renun- 
cia de  Barrios  ante  la  Asamblea.  —  Respuesta  de  ésta.  — Significativas  palabras  del 
Presidente  en  su  toma  de  posesión.— Ferrocarril  de  San  José  á  Escuin tía.— Otras  reformas 
de  trascendencia.— Viaje  de  Barrios  á  los  Estados  Unidos.— Doble  objeto  de  él.— Resultados. 
Su  regreso.- Pasos  dados  en  pro  de  la  unión  de  Centro- América.  — Ferrocarril  de  Cham- 
perico  á  Retalhuleu.  — Proyecto  de  ferrocarril  al  Norte.— Estado  de  los  planes  de  unión 
á  principios  del  año  1884. — Siniestro  atentado  del  13  de  abril. —  Inauguración  del  ferrocarril 
del  Sur. —  Decreto  del  28  de  febrero  da  1885. — Efectos  que  causó. —  Actitud  de  los  Estados 
Unidos  y  México. — Pacto  celebrado  entre  Nicarag-ua,  Salvador  y  Costa  Rica. —  La  guerra. 
Muerte  de  Barrios 199 

Lección  tercera:  Don  Alejandro  Sinibaldi  en  la  Presidencia.— Le  sustituye  el 
g-eneral  don  Manuel  LisandroBarillas.— Sus  primeros  actos.— Reformas  á  la  Constitución. 
Elecciones  de  Presidente.— Mensaje  de  Barillas  á  la  Asamblea  Legislativa  de  1887.— La 
dictadura.— Nueva  Constituyente  y  más  reformas  á  la  Constitución.— Expulsión  del  arzo- 
bispo Casanova.—  Cong-reso  unionista  de  San  José  de  Costa  Rica.— Varios  actos  del  Gobierno. 
Consideraciones  acerca  de  la  administración  de  Barillas 208 

Lección  cuarta:  Elección  del  general  don  José  María  Reina  Barrios.— Su  toma 
de  posesión.— Estado  del  país.— Grado  de  adelanto  á  que  lo  llevó.— Sus  tres  primeros  años. 
Cambia  de  conducta.  —  Sus  despilfarres  y  tiranía.  — La  dictadura.  — La  Constituyente. 
Prórroga  al  período  presidencial.— Revoluciones  de  Occidente  y  Oriente.— Fatales  medidas 
económicas.— Desequilibrio  social,  político  y  económico  á  principios  del  98.— Noche  del  8  de 
febrero  de  1898.— Consideraciones  g-enerales  acerca  de  la  administración  Reina  Barrios 210 

Lección  quinta:  Azarosa  situación.— Mano  salvadora.— El  Primer  designado  á 
la  Presidencia,  señor  licenciado  don  Manuel  Estrada  Cabrera,  en  el  poder.— Sus  primeros 
actos.— Atentado  en  la  noche  del  9  de  febrero.— Importantes  decretos.— Expresivo  mani- 
fiesto.—Muerte  del  doctor  don  Lorenzo  Montúfar.— Desenfreno  de  las  pasiones  políticas. 
Los  dos  candidatos  á  la  Presidencia.— Temores  de  una  Revolución.— El  coronel  licenciado 
don  Próspero  Morales  aparece  en  Occidente.—  Disposiciones  del  señor  licenciado  Estrada 
Cabrera.— Muerte  del  general  Mendizábal.— La  campaña.— Triunfo  del  Gobierno.— Consi- 
deraciones acerca  de  la  Revolución. —  Trágico  fin  del  señor  Morales^—  Otros  importantes 
decretos.— Consideraciones  acerca  de  la  dictadura  ejercida  por  el  s^or  Estrada  Cabrera. 
Las  elecciones- — Declaratoria  de  la  Asamblea. —  Toma  posesión  f^é  la  Presidencia  el  señor 
Estrada  Cabrera.- Manifestaciones  del  pueblo / 214 


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APÉNDICE    II.j^ 

Notas  que  amplían  ó  aclaran  algunos  puntos ..-Kíl. --      219 

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Fe  de  erratas  notables J, 239 


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