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BpiíAS DE LA CATEDRAL, ANTIGUA GUATEMALA
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LECCIONES
DE
Historia General
DE
GUATEMALA
Colección Luís lujan Muñoz
Universidad francisco Marroquín
www.tilm.e^ • Goatemeta
Del mismo autor:
"Lecciones de Historia General de México"
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LECCIONES
DE
Historia General
ni- '
GUATEMALA.
DESDE LOS TIEMPOS PRIMITIVOS HASTA NUESTROS DÍAS.
ARREGLADAS PARA USO DE LAS ESCUELAS PRIMARIAS
Y SECUNDARIAS DE ESTA REPÚBLICA
POR
Rafael Aguirre Cinta,
ANTIGUO ALUMNO Dh LA ESCUtLA NORMAL DEL ESTADO DF VERACRUZ— LLAVE, MÉXICO
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GUATEMALA
IMPRESO KN LA TIPOGRAFÍA NACIONAJL
1809
Los derechos de propiedad de esta obra quedan
reservados con arreglo á la ley
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PROLOGO
Kl señor don Rafael Ag^uirre Cinta se ha ser\ un» honrarnos encomendán-
donos escribir un prólogfo 4 la obra que acaba de terminar, sobre la historia
de Guatemala, desde los tiempos precolombinos hasta nuestros días.
Ese manuscrito que pronto verá la luz pública en forma impresa, está
destinado á las escuelas de ambos sexos de la República, á donde llega, sino
á llenar un vacío, pues ya tenemos obritas de semejante jj^énero escritas por
personas competentes, sí á aumentar el número de los textos nacionales, entre
los que el del señor Ag-uirre merece ocupar puesto muy distinguido jwr la labo-
riosid.id de su autor, que es un competente pedagogo, y pK)r los conocimientos
sólidos sobre la Historia de América que éste ha llegado á obtener, ix)r haber
consagrado los mejores años de su vida á enseñar esa asignatura tan impor-
tante para la cultura nacional, tanto en ésta como en nuestra vecina Repú-
blica del Korte.
Ramo importante es el de la Historia patria, aún no escrita definitiva-
mente entre nosotros. Nada hay que deleite más al hombre desde niño como
la lectura de las accionen que sus semejantes han llevado á cabo en el tiempo
y en la historia. Y ese interés sube de punto cuando' se trata de nuestra
patria. ¿Quiénes fueron nuestros mayores, de dónde vinieron, qué han hecho
ellos para ser grandes ó heroicos ? ¿ Qué desgracias, qué dolores han azotado
á nuestros padres y á nuestros abuelos? ¿Con qué han contribuido ellos al
progreso y bienestar de la humanidad? ¿Nuestro pueblo habrá sido por
desgracia de aquéllos que no merecen las simpatías de los demás de la tierra,
como Fenicia ó Cartago; ó habrá tenido la inmensa fortuna de ser pueblo
elegido y como Grecia y Francia haber contribuido al bienestar de la huma-
nidad por sus doctrinas y por sus enseñanzas ?
Tales son, más ó menos, las preguntas que los jóvenes nos hacemos
cuando salimos de entre las brumas de la infancia y comenzamos á columbrar
los destellos del mundo del pensamiento.
Pero en América, y en general en todos los pueblos que en lo moderno
han sido conquistados como el nuestro, hay otras cuestiones que no son de
mera curiosidad, sino de la más alta importancia.
Los que en Guatemala, por ejemplo, hemos tenido la fortuna de nacer en
un hogar cristiano, aprovechándonos desde el momento en que por vez primera
respiramos el aire, de la gran civilización de Occidente; los que concurrimos
á sus escuelas, que hemos sido amamantados con sus teorías, que nos consi-
deramos unos en espíritu por la religión, por la ciencia, por el arte y por todo
aquello que hace una alma de ese gran conjunto que, dígase lo que se quiera,
tiene por gran maestro á Cristo, no podemos menos al ver á un ser, cobrizo de
color, huraño, triste, humilde las más veces, otras rencoroso y vengativo; que no
habla correctamente nuestro idioma ni gusta de nuestra sociedad; que no vive
contento en las ciudades que habita el blanco; que aunque concurre á la
misma iglesia que nosotros, no da muestras de comprender los misterios de
nuestra religión, extremando la nota idolátrica que en sí tiene el culto católico;
cuando vemos ese tipo agobiado por un dolor de largos siglos, intelectualmente
decaído, que no viste nuestro traje ni da muestras de querernos, no podemos
menos de preg-untarnos ¿quién es él ?
El indio.
El indio á quien por efecto de una mala educación aprenden los blancos
á despreciarlo ó á hacerlo objeto de sus burlas.
¿ Quién no tiene en su conciencia el remordimiento de ese pecado cometido
en su infancia?
Y sin embarg-o, ese paria de la civilización occidental es nuestro hermano,
como hijo de la misma tierra en que tanto él como nosotros nacimos.
El indio, venido hoy tan á menos social é intelectualmente, tiene un
pasado de civilización respetable; cuenta con sus libros sagrados dignos de
estudiarse, porque nos revelan la concepción que tenía sobre la Divinidad y
sus ideas sobre la creación del Universo; escribió sus Sag-as y sus leyendas
en piedras ó en cortezas de árboles, perdidas en horas de intolerancia; supo
computar el tiempo como los eg-ipcios, y contó maravillosamente; labró
bien el oro y la plata, y, si no hizo uso del hierro, supo alear el cobre con el
estaño para sus intrumentos de labranza; conoció los refinamientos del lujo,
cantó tristemente sus pasiones, tuvo plegarias llenas de infinita adoración
para el Gran Ser que rige el Universo, y por último, poseyó leyes relativa-
mente sabias y un gobierno aristocrático y hereditario, curioso y complicado.
Afuera de todo eso que prueba la alta cultura indígena, la historia nos
revela que ese pueblo profesó una idolatría sangrienta, que el culto que rendía
á sus dioses no consistió únicamente en ñores y frutos, sino en los corazones
palpitantes de sus enemigos, sacrificados sobre aras repugnantes.
Nos cuenta asimismo que etnológicamente, desde los tiempo prehistóricos,
el gran istmo centro-americano que se extiende desde Tehuantepec hasta
Panamá, formó una gran nación que nosotros no hemos podido conservar, ora
sea por las injusticias de la política internacional, ó por el furor de las
pasiones que han conmovido á las cinco repúblicas divididas, restos de
aquella gran nación que los indios denominaban Xibalbay y cuya capital se
llamó Nachán, hoy Palenque.
Todo eso nos relata en breves y bien meditados párrafos el autor de
este libro. No entra el señor Aguirre Cinta en grandes disquisiciones
históricas, ni acumula nombres indígenas tan difíciles para los niños de
pronunciar y retener. Su doctrina sobre Votan, que figura entre las notas
del fin del libro, es una de las más sabias y concienzudas que hemos visto
acerca de aquel misterioso personaje. Tampoco trae á cuenta ciertas leyendas,
como la del robo de las princesas de Ja casa de Balam-Acab, ni se hace eco
de aquellos augurios y profesías con qufe los magos de aquel tiempo diz que
vaticinaron la invasión de los blancos á estas tierras y el hundimiento fatal
de aquella raza y aquella civilización.
Nosotros aprobamos ese procedimiento, porqqe creemos que hay que
depurar la historia fabulosa de la raza indígena y juzgarla á la luz de una
filosofía racional.
Escrita esa historia con datos tuministrados por la tradición, por
frailes preocupados ó nobles indígenas ya convertidos á la religión cristiana,
como el autor del "Popol-Vuh" ó el del "Memorial de Tecpán-Atitlán," se
nota en esas obras desde luego la influencia de los escritos mosaicos y la de
la doctrina católica sobre la histoiua de los aborígenes americanos en tiempos
en que este continente era desconocido del antiguo mundo: así es que se
necesita una gran rectitud de juicio histórico y cierta especie de tranquilidad
de espíritu, para desenmarañar lo fabuloso y lo que se haya tomado de los
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y-- oril
XI
fundamentos de la civilización de occidente de lo que existe de verdadero y de
orig-inal de la cultura indiana.
Creemos que el secreto para hacer amenos los libros que se destinan
para textos en las escuelas primarias ó en los institutos, consiste en conden-
sar los g-randes hechos, haciendo que resalten sus partes más atrayentes y
trascendentales, para despertar así la curiosidad de los jóvenes y empujarlos
á las fuentes de la historia en que se detallan esos hechos. Tal ha sido el
método seguido por el señor Ag-uirre Cinta, el que debe dar á los maestros de
esta asignatura un buen resultado y redundar, por lo tanto, en pro de la
cultura de la juventud.
»
* «
L.i -segunda parte de la obra se refiere á la Colonia, desde la invai;^ión
de la tierra centrt>-americana por Pedro de Alvarado y sus valientes y crueles
compañeros, hn<* ■ ' ^' '^ í-eptiembre de 1821, fecha inmortal de nuestra
independencia.
Esc período c.>. duloiuso 6 interesante. Doloroso por las crueles necesi-
dades de la conquista; por la lucha heroica de los indígenas, enfrentándose
en compactas masas, desnudos y armados únicamente con hondas y ñechas,
á los castellanos montados algunos en briosos trotones de guerra, revestidos
todos con cor;uas de acero toledano, auxiliados i>or perros carniceros que
infundían el terror 3' la muerte entre las filas de los enemigos de sus amos;
disponiendo del cañón y los arcabuces y mosquetes, que tantos estragos cau-
saban en los indios con sus balas mortíferas, como espanto infundían en
aquellas almas infantiles, por los truenos y fogoníizos de las armas de fuego
que semejaban truenos y relámpagos de los cielos.
La lucha era desigual: venció la temeridad y la ciencia de la famosa
infantería española, que aúnenla misma Europa no tenía igual, y Guatema-
la quedó subyugada á los Reyes de Castilla.
Entonces se desarrollaron en América dos corrientes paralelas que
representan la civilización occidental. Los gobernantes y primeros poblado-
res se dieron á construir ciudades, á labrar la tierra y á explotar las minas,
por medio de los indios sujetos á su encomienda. Representaron aquellos
hombres la parte brutal y tiránica de la conquista: la suave, la benévola y
verdaderamente cristiana, estuvo encargada á las órdenes religiosas, á los
dominicanos, sobre todo, que- fueron los justos defensores de los indios en una
obra apostólica que ha hecho inmortal el nombre del venerable obispo Barto-
lomé de las Casas.
Los frailes, es cierto que derribaron los templos idolátricos y destru-
yeron los manuscritos y demás monumentos literarios, de cuya falta hoy nos
dolemos; pero en cambio ellos enseñaron á los aborígenes el secreto de la
horticultura europea; ellos introdujeron á nuestra tierra semillas ó vastagos
de árboles frutales de las zonas templadas que prosperan tan bien en la alti-
planicie ó en aquel valle encantador en el que estuvo Almolonga, y en e^ otro
en donde después se construyó la que hoy se llama Antigua -Guatemala; ellos
se dieron con tesón al estudio de las lengua s y dialectos del país para ponerse
al nivel de los indígenas y poderles en ellos hablarles de la religión de paz y
amor, de que eran propagandistas.
Un obispo, el señor Marroquín, fundó la primera escuela de letras
europeas, y á su muerte dejó un legado para el establecimiento de la yft^*!0f-
sidad de Guatemala, cabiéndole á él y al Capitán Crespo Suárez la glbrié-de
ser los creadores de aquel culto establecimiento que durante la colonia y atíi
en muchos años de este siglo llevó el nombre de Pontificia Universidad de
XII
Carlos; otro obispo, Fray Payo Enríquez de Rivera, costeó el viaje de Joseph
Pineda Ibarra y el valor de la primera imprenta que se conoció en este país*
El arzobispo Larraz leg-ó veinte mil pesos para la fundación de un colegio, el
cual, si no Uegfó á establecerse, no fué por causa de él sino por suspicacias de
la Corte de Madrid, ó más bien del Ministro Caballero; y el señor Francos y
Monroy cedió cuarenta mil pesos de su peculio para la institución y sosteni-
miento de dos escuelas de primeras letras bajo la advocación de los santos
Casiano y José Calazans.
Se vé, pues, que las órdenes religiosas y alg-unos venerables prelados
fueron en la América durante la colonia, como en Europa sus cong-éneres,
elementos de luz y de civilización; desgraciadamente esas instituciones bas-
tardearon sus fines, y por cierto los frailes que nosotros hemos conocido en
nada se parecían á aquellos apóstoles que se llamaron Motolinía, Ángulo,
Cáncer, Vico, Flores, Remesal, Vásquez, Ximénez, etc., etc.
La historia colonial no abunda en hechos de gran importancia; es una
historia árida y sin atractivos, reducida á la relación de festejos reales veri-
ficados de tarde en tarde con motivo de la exaltación al trono ó de la muerte
de algún príncipe de la casa reinante de España; recepción de Capitanes
Generales, ó de Obispos ó Arzobispos; amenazas ó invasiones de bucaneros:
horribles terremotos ó desastrosas pestes; reyertas lugareñas, como las de los
tequelíes y berropistas; juegos en palacio, en donde se exponían al azar cuan-
tiosas sumas, dominados como se hallaban aquellos hidalgos desocupados por
ese terrible vicio; plagas, inundaciones y otras calamidades.
Poco incentivo tiene, pues, para los niños, esa historia. En cambio, el
que quiera tomarse el trabajo de consultar nuestros viejos cronicones encon-
trará veneros de riqueza para darse cuenta del modo como fué formándose
nuestra sociedad y desarrollándose nuestra civilización, desde los días embrio-
narios de la conquista hasta aquel en que nuestros padres declararon inde-
pendiente á Guatemala.
El señor Aguirre Cinta ha hecho un trabajo de selección bastante opor-
tuno. Narra los hechos acaecidos y los juzga con crítica sana y tranquila.
Al profesor, sobre todo eft los Institutos, le toca ampliar esos hechos, de tan
vital importancia, porque creemos que hasta hoy no se ha sondeado bien el
asunto por ninguno de los que se han ocupado en escribir la historia del país.
Sin prevenciones de ninguna clase, nosotros creemos que los males que
aquejan á la sociedad hispano-americana son debidos á la mala educación
colonial, cuyo atavismo pesa aún sobre nosotros. Hacer palpables esos defec-
tos de educación, inculcarlos á la juventud desde las aulas, mostrarle que la
pereza intelectual nos agcvia, que el escepticismo político nos debilita y que
la falta de ideales nos condena á ser un pueblo sin energías, es hacer obra de
propaganda para alcanzar mejores destinos. La historia debe enseñar que
si estos pueblos se muestran tan abatidos y vson tan fáciles de dominarse por
los tiranos, es porque la tradición pesa aún sobre ellos y no se han podido
libertar de aquella masa de opresión que casi los aplastó durante los tres-
cientos años que duró la dominación colonial.
La tercera parte de la obra en que venimos ocupándonos, se refiere al
período tempestuoso corrido desde el 15 de septiembre de 1821 hasta el 31 de
enero de 1839; período de luchas, de caídas y de triunfos; período de eferves-
cencia y de creación, que puede reducirse á la historia de un partido agoni-
zante que representa la colonia y sus tradiciones, que no quiere conformarse
XIII
con »u derrota, y el partido liberal, compuesto de hombres nuevos que desean
introducir á su país las reformas y los progresos que demanda el sig-lo.
Ha sido esa época en Guatemala como en todo Centro- América eminen-
temente revolucionaria. Los escritores que no se han dado el trabajo de
estudiar nuestra organización social nos acusan de que no somos dig-nos de
la libertad, porque no la practicamos como los pueblos sajones, teniendo
siempre la revolución latente en nuestro seno. En eso hay ig-norancia é injus-
ticia; ignorancia, porque no se podía pedir alas repúblicas latino- americanas
que entrasen desde luejjo en el self government^ cuando salían del régimen abso-
lutista de la colonia; cuando nuestros padres no tenían idea de los parlamen-
tos, y cuando las mismas municipalidades en vez de cuerpos democráticos
fueron en aquellos tiemjws instituciones privilegiadas, con oficios vendibles y
reversibles y en donde sólo tenían entrada los descendientes de los
conquistadores.
No hay (jue pedir, pues, que nuestras repúblicas sean todo lo perfectas
que fuera de desearse: nos separan muy pocos años de aquella época en que
nuestros antepasados, los sumisos subditos de Fernando VII, vivían encariña-
dos con la monarquía; así es que no nos hemos podido desprender de nuestro
carácter de egoísmo, de pereza y de vanidad aristocrática que hemos recibido
como herencia.
Se ha dicho repetidas veces que la victoria de los alemanes sobre los
franceces en su última guerra se debió más á los maestros de escuela que á la
táctica militar: lo mismo está destinado á pasar entre nosotros, pues si los
maestros comprenden su misión ellos harán seguro el triunfo de la libertad y
déla democracia. Hagan conocer á sus discípulos las debilidades del cíirác-
tcr nacional y los vicios arraigados déla raza; traten de formarles el carácter
y de enseñarles á dominar su voluntad; despierten en ellos la admiración por
los grandes hombres de la antigüedad; háblenles de las caídas y de los triun-
fos de otros pueblos, que han pasado por el mismo calvario que nosotros
atravesamos hoj-; incúlquenles odio á los tiranos y veneración por los grandes
caracteres que se han sacrificado en aras de su país, y así habrán merecido
bien de la patria.
En cuanto á la acusación que se nos hace de mantenernos en continua
revuelta, es injusta y desleal.
¿Qué pueblo podría arrojar la primera piedra en este sentido? ¿Acaso
Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, que tan rigorosas se muestran hoy
con nosotros, no han sido en su tiempo el escándalo del mundo?
Y cuenta que esas naciones ya son viejas hasta ser consideradas por
algunos como decrépitas; mientras que nosotros no contamos con un siglo de
vida independiente.
Se dice que nuestro continuo afán es el de cambiar presidentes, despo-
jando á aquellos á quienes el puesto les correspondía, por los derechos que da
la ley, para poner en él al primer matón, audaz y advenedizo. Eso podría
ser cierto á principios de la República; pero hoy por hoy no está en la verdad
quien tal afirme, pues toda la pléyade de naciones españolas del continente
americano se afanan por hacer efectivos los grandes principios de la democra-
cia, y respetables y respetadas, por todos, la Constitución y demás leyes que
de ella se derivan.
La última parte de la interesante obra del señor Agnirre Cinta se refie-
re á la historia contemporánea del país, partiendo desde el día nefasto en que
se declaró roto el pacto federal, reduciéndonos por la voluntad de un tirano y
XIV
su inicua camarilla al estado de pequenez en que hoy nos hayamos, hasta
nuestros días.
Esa parte pareciera la más fácil, pues es de ayer si se quiere, abundan
los documentos para escribirla y aún viven, como encarnación de aquellas
tradiciones, muchas personas que presenciaron ó han representado papel acti-
vo en los acontecimientos de los últimos. sesenta años.
Y sin embarg-o, el país no cuenta todavía como se deseara con una histo-
ria que se llame verdaderamente imparcial, pues en la efervescencia de las
pasiones políticas todo se ha reducido á hacer, ó un aleg-ato de bien probado á
favor del partido al cual pertenecía el autor, ó una acusación continuada
contra el bando opuesto á las simpatías del escritor.
Nosotros necesitamos para las escuelas un texto inspirado en la más
imparcial de las críticas. Tan perjudicial es en esta materia la intolerancia
como el miedo y las contemplaciones. La historia, así como no debe g-uardar
consideraciones, tampoco debe ser objeto de comercio; y el que se atreva á
emprender un trabajo de tal trascendencia debe tener la mirada fija en el país,
sirviéndole de norma la verdad, sin tratar de alagar á partido alg-uno ni
temer el desag-radarlo , aunque esto sea óbice para la realización de la obra.
El autor de la presente está en condiciones para realizar estos ideales.
Americano de raza, observador y estudioso, conoce la historia de los
pueblos del continente; miembro de una nación vecina en donde la lucha entre
el tradicionalismo y la democracia ha sido más tenaz y más cruenta; hijo de
su siglo y educado en sus doctrinas, él hace tiempo que reside entre nosotros
dedicándose á la enseñanza de la juventud y al estudio de nuestro pasado
histórico con un afán digno de encomio, cuyo resultado es el precioso libro al
que sirven estas pocas líneas de liminar.
Guatemala, 31 de octubre de 1898.
Ramón A. Sai.azak.
PROEMIO
Al emprender la pesada tarea, superior á mis fuerzas, sin duda, de
escribir el presente libro, que hoy me honro en ofrecer al páblico, no me
animó la idea presuntuosa de hacer una obra acabada en su forma y material,
pues ni mis facultades ni los elementos de que he podido disponer me lo per-
miten, sino la de prestar alg^una ayuda en sus tareas á los profesores y á la
juventud estudiosa de Guatemala.
Varios autores, con masó menos feliz éxito se han ocupado en la historia
de Centro-Am<?rica, y ya en grandes volúmenes ó pequeños compendios nos
han dado una idea cabal de los sucesos ocurridos en ella en tal ó cual perfodo
de tiempo, incluyendo como parte integrante los relativos á Guatemala; pero
ninguno se ha ocupado en estos de una manera exclusiva, consagrándoles toda
la atención que merecen como manifestaciones de la marcha evolutiva que ha
seguido un pueblo libre é independiente, con vitalidad propia, cual lo es Gua-
temala desde la publicación del decreto de 21 de marzo de 1847. Pues bien,
compilar en un solo volumen los acontecimientos referentes á esta floreciente
República, y relatados por los más conspicuos historiadores ó por la prensa
seria, darles unidad, enlazarlos según su orden cronológico, y presentarlos de
la manera más clara y fácil de ser aprendidos, á fin de que la niñez se los
asimile y deje de considerar á su Patria como una fría abstracción, ha sido
mi propósito y íes el trabajo realizado en esta humilde obra, en esta primera
Historia General de la República de Guatemala.
Al efecto he revisado un gran número de autores y de ellos he sacado,
con cuidadoso esmero, lo que según mi criterio estaba más de acuerdo con la
verdad. Entre las principales obras que he consultado están las de Waldeck,
Charnay, Stephens, Squier, Brasseur de Bourbourg y Baldwin; el magistral-
mente escrito primer tomo de ''México á través de los Siglos;" el "Popol-Vuh. "
por Ximénez;.la "Historia de la Provincia de San Vicente de Chiapa y Gua-
temala" por Remesal; la "Historia de la ciudad de Guatemala" por Juarros;
la "Recordación Florida" por Fuentes y Guzmán"; la "Verdadera Historia de
la Conquista" por Bernal Díaz; la "Historia de la América Central" por
Milla, continuada por Gómez Carrillo; las "Memorias" de García Peláez; las
"Memorias de Jalapa" de Montúfar (don Manuel) ; el "Bosquejo histórico de
las Revoluciones de Centro- América" por el señor Marure; la "Reseña histó-
rica de Centro-América" por el doctor Moctúfar (don Lorenzo); las "Memo-
rias" de García Granados, y las del doctor Molina; la "Gaceta de Gua-
temala," y otras varias, folletos y periódicos. Debo aquí decir que muchas
de las obras citadas pude lograrlas gracias á la bondad de mi buen amigo el
señor doctor don Ramón A. Salazar, Director de la Biblioteca Nacional, quien,
con deferencia que sinceramente le agradezco, atendió siempre todas mis
solicitudes.
Como puede verse, me he ajustado en lo general á la marcha seguida en
la "Historia de la América Central" escrita por el erudito don José Milla y
continuada por el Lie. don Agustín Gómez Carrillo, porque en mi concepto es
la más adecuada en este género de es^-'-udios, y porque siendo la citada obra
bastante clara y completa hasta la fecha que alcanza, bien corta por cierto,
lo cual es de lamentarse, podrá servir á los señores Profesores como de
consulta para preparar sus clases ó ampliar algunos puntos que por la propia
naturaleza de estas "Lecciones" no están en ellas extensamente tratados.
XVI
El objeto que he perseg'uido al hacer la impresión de la obra en dos
tipos de letra distintos es separar el material destinado á la escuela primaria
del que conceptúo solamente bueno para la secundaria y escuelas normales,
donde los estudios son más serios y el detalle se hace indispensable. Así,
pues, en la primera deberá enseñarse únicamente lo que aparece con letra
g-rande y en las seg"undas todo el contenido.
En cuanto á la manera de dar esta instrucción en la escuela primaria
Toy á permitirme hacer algunas observaciones, aunque las juzgo innecesarias,
porque claro está que son conocidas de todos los maestros; sin embargo,
prefiero no pecar de obscuro. En mi concepto las clases deben ser en todo
caso orales, comprendiendo tres partes: 1* la enunciación del tema; 2* su
exposición; y 3* su repetición por medio de la forma interrogativa. En
seguida, este libro servirá solamente como auxiliar de la memoria de los
educandos, que aprenderán su material en dos cursos anuales y sucesivos,
correspondiendo á cada uno dos períodos. Después, como complemento de su
aprendizaje, deberán, conocida ya la historia patria, emprender el estudio de
la Centro -Americana, para la cual, siguiendo la misma marcha y método, me
parece aceptable como texto el escrito por el Lie. don Agustín Gómez Carrillo,
pues tiene la ventaja de ser el usado en las demás repúblicas ístmicas.
Al fin de la obra he puesto dos apéndices; el primero comprende una
relación de todos los sucesos acaecidos desde el triunfo de la gloriosa Revo-
lución del 71 hasta nuestros días, sucesos que no he consignado en el cuerpo
de la obra por juzgar que aún no es tiempo, si se pretende ser imparcial, de
hacer profundas consideraciones sobre ellos, por estar muy recientes; y el
segundo contiene una serie de notas, aclaratorias unas de ciertos puntos
dudosos ó errados, y ampliativas otras de asuntos de importancia que para el
texto hubieran sido embarazosos, por constituir digresiones impropias de una
obra didáctica.
Estimaré en lo que vale, á mis amigos y á la prensa juiciosa, si franca-
mente me indican los errores en que haya podido incurrir, muchos probable-
mente, pero ninguno hijo de la deliberada intención de tergiversar los hechos,
sino originados por las escasas fuentes, para trabajos como el actual, de
que al presente se puede disponer; con gusto acogeré tales indicaciones, y,
si les asiste la razón, según-ellas corregiré mis yerros.
Si tiene mi obra alguna utilidad positiva, si logro desarrollar y forta-
lecer con sus lecciones los sentimientos patrios de la niñez y juventud
guatemaltecas, veré satisfechas mis más gratas aspiraciones!
R. A. C.
Guatemala, octubre de 1898.
PRELIMINARES.
La Historia — Utilidad de su estudio. — Ciencias que la auxilian. — División
de la Historia de Guatemala.
1. — La Historia, del griego ''bistor," que significa
sabio, derivado del verbo "historeim," saber ó conocer,
es la ciencia que se ocupa en la investigación de los
sucesos pasados, así como de las leyes á que ban obe-
decido.
2. — Su estudio es de gran importancia; de ella decía
el eminente orador romano Cicerón, que era "la maestra
de la vida;" y á Martínez de la Rosa debemos el siguiente
apotegma: "La historia es espejo del pasado, enseñanza
del presente y horóscopo del porvenir."
3. — Varias ciencias le prestan su apoyo, siendo las
principales la Geografía y la Cronología, de las cuales
dijo Bacon que eran los dos ojos. La primera, señala el
lugar de los sucesos, y la segunda fija la fecha en que
ocurrieron. Vienen después la Arqueología, que estudia
los monumentos antiguos; la Paleografía, que enseña á
descifrar las escrituras; la Numismática, que es la ciencia
de las monedas y medallas; la Cerámica, que ordena y
clasifica los objetos de barro, de loza ó de porcelana; la
Indumentaria, que estudia los trajes; la Glíptica, el gra-
bado en relieve ó en hueco, sea en metal ó en piedras; y
por último la Etnografía, que se ocupa de las razas,
siguiéndolas en todas sus mezclas y emigraciones.
-- 2 —
4. — La Historia de Guatemala se divide para su
estudio en cuatro períodos.
I. Desde los tiempos primitivos hasta la llegada de
D. Pedro de Alvarado, al país. (Comprende dos épocasr
la Prehistórica y la Histórica).
II. Desde la llegada de Alvarado hasta la procla-
mación de la Independencia, el 15 de septiembre de 1821;
III. Desde la Independencia hasta el 31 de enero
de 1839, fecha en que se considera rotó el pacto federal
de 1824; y
IV. Desde el 31 de enero de 1839 hasta nuestros-
días.
PRIMER PERÍODO
ÉPOCA PREHISTÓRICA.
LECCIÓN PUniERA.
Antigüedad del hombre ei Guatemala. — Pueblos que estudiaremos. — Las
leyendas y tradiciones. — Alcance de nuestras investigaciones.
Quichés y Cakchiqueles.
5. — El territorio de Guatemala ha estado habitado
desde los tiempos más remotos, pues diversas pruebas
del hombre prehistórico se encuentran en él, y hay
quien asegure que su antigüedad alcanza hasta la época
terciaria.
6. — Pero sea esto falso ó verdadero, como de ello no
tenemos un conocimiento á ciencia cierta, que desvanezca
cualquiera duda que al efecto pueda surgir, tan sólo noa
ocuparemos en aquellos pueblos cuyo recuerdo está aún
fresco y su vida nos atañe de alguna manera, ya sea por
razón etnográfica, filológica ó sociológica.
7. — Las lej^endas y las tradiciones poco verídicas
quedarán fuera del cuadro de nuestros estudios, que
serán de preferencia integrados con los hechos que la
crítica histórica haya aclarado y definiuo como ver-
daderos.
8. — Así, poco diremos de las naciones que los espa-
ñoles encontraron organizadas en estas regiones, y nada
de los pueblos que las precedieron, porque de las primeras,
escasas y vagas relaciones se conocen, y de las segundas
todo se ignora; pues no sólo sus usos y costumbres nos
permanecen ocultos, sino á veces hasta sus nombres.
9. — Los mames, los chorotegas, los pipiles, los zuto-
hiles y otros, merecen ser citados por su contacto con los
quichés y cakchiqueles, pero no absorverán nuestra
— 4 — .
atención principal, en manera alguna, pues pertenece
exclusivamente á los últimos, que, en nuestras investiga-
ciones, ocuparán el primer término, por referirse á ellos
los principales sucesos que vamos á relatar.
LECCIÓN SEGUNDA.
Popol-Vuh" y los quichés. — Extensión del reino Quiche. — Sus ciudades
principales. — Montes de Paxil y Cayalá.
10. — El ''Popol-Vuh" Ó libro del pueblo, escrito por
un natural en el siglo XVI, á raíz de la conquista, nos
relata, aunque de un modo bastante confuso, la historia
de los pueblos quichés, cuya importancia trascendental
á nadie escapa, pues entre los primitivos de la América,
pocos alcanzaron su grado de adelanto ni han dejado
tantas ni tan irrecusables pruebas de él.
11. — El primer reino quiche se extendía desde estas regiones hasta los
Estados de Chiapas y Tabasco, de la República Mexicana, y tenía por
límites al N. el Golfo de México, al S. el Océano, al E. la provincia Maya,
de la qué le separaba el río Usumacinta, y al O. el istmo de Dani-gui-bedji
ó Monte de los Tig-res, que los mexica tradujeron Tecuantepec, hoy Tehuan-
tepec. En esa dirección penetraba en el país de Didjazá, que es hoy la parte
principal del Estado de Oaxaca. Llegaba por lo menos hasta el lugar que
ocupan las ruinas de Mitla, llamadas Mictlán por los mexica, y Xibalba por
los quichés, palabras ambas que significan *' lugar de los muertos." (I).
En el límite del Océano estaba el territorio de Zaklohpakab, del cual hicieron
los mexica Xoconochco y nosotros Soconusco: su principal ciudad era Mam,
que quiere decir antepasados.
12. — Ocupaba el centro de la región quiche la ciudad de Nachán, y en
él estaba la gran fortaleza llamada Chapa-Nanduimé, de .donde los mexica
sacaron Chiapa y los españoles Chiapas. Eran también importantes las
ciudades de Zotzlem y Chambo; la de Balum-Canan ó las nueve estrellas, hoy
Comitán; las de Alanchén y Zaculeu ó Huehuetenango; y sobre todo Yaxbité
ó bosque verde, la principal después de Nachán, que hoy se conoce por
Ocotzinco. Además, en el actual territorio de Guatemala, llamado entonces
Iximché, estaba Gumarcaah, nombrada después Utatlán por los mexica.
13. — Y como inútil á nuestro intento sería entrar en detalles geográficos
de ríos y montañas, sólo citaremos los montes Paxil y Cayalá por referirse
á ellos una de las leyendas más importantes de los quichés, que así se liga,
á sus antiguas ideas teogónicas como á los primeros tiempos de su raza.
14. — En estas montañas hay ruinas de gran número de ciudades; en
algunas se han hecho cuidadosas exploraciones, como en el Palemke
(Nachán), y otras permanecen aún desconocidas y ocultas en medio de
los bosques. Puede decirse que casi todas se extienden á lo largo del río
— 5 —
Usumacinta, y es de advertirse que en una se han encontrado tres edificios
que caracterizan bien la arquitectura quiche, que estudiaremos más adelante,
después de considerar la orfj-anización de este territorio, aprovechándonos de
los datos que la leyenda nos suministra.
LECCIÓN TERCERA.
Teocracia de Votan. — Sistema religioso. — Zoolatría y animismo. — Prosperidad
de Nachán.— Cultura del reino
15. — Todos los pueblos primitivos, obedeciendo á un principio común,
lan tenido siempre su teocracia, así entre la ra/a quiche encontramos la de
[Votan. (II). I>os sumos sacerdotes y supremos i^obernantes, según costum-
►re, heredaron el nombre del dios y se nos presentan en la época histórica en
^'Zaklohpakab, refug-io de los antepasados.
16.— Un |X>deroso gobierno sacerdotal apoyado por Chay-Abah (III),
representante de la casta guerrera, gobernó por varias centurias sobre el
territorio que hemos descrito, en tanto que el pueblo siervo trabajaba los
campos para sostener el culto, y levantaba los grandes monumentos.
17. — Su influencia descansaba en el sistema religioso, sistema que nos
explica }>erfectamente^el '*Popol-Vuh" en su parte alegórica, donde encontra-
mos las deidades patrias con las pertenecientes á las inv.isiones nahoas.
18. — Dioses creadores todos ellos, (hay por lo tanto padres y madres),
están en su generalidad representados iwr animales y por las fuerzas de la
naturaleza, en sus diversos atributos. Entre los primeros distinguimos la
zorra, el coyote y el jabalí; entre las segundas, el firmamento, la tierra, el
lago, el mar.' Los unos revelan la zoolatría grosera y primitiva de la raza;
las otras, la evolución religiosa producida por la cultura, pasando del
estúpido culto de los animales á la hermosa contemplación de la naturaleza.
19. — Ahora bien, de esa contemplación surgieron nuevas deidades
secundarias y el culto quedó perfectamente integrado.
20. — Y bajo un cúmulo de hermosas ideas, inspiradas naturalmente por
la esplendidez de la naturaleza en que vivían, por el purísimo cielo tropical,
el "cajete azul" como traduce Ximénez, se desarrollaba y recibía gran
incremento la primera civilización de los quichés, teniendo por centro la
ciudad de Nachán, que se alzaba en un sitio que no hubiera podido encon-
trarse mejor para una metrópoli suntuosa.
21. — Desde sus alturas coronadas de templos y palacios de asombrosa
magnificencia, abrazaba la vista una extensa llanura, perdiéndose en una
serie no interrumpida de bosques y lomeríos, hasta Castajá. Su interior erc^
un asombroso conjunto de vida y movimiento, donde al par de las manifesta-
ciones del progreso y la prosperidad pública, veíase al guerrero, de oro y
plumas adornado, y á la matrona, ricamente ataviada, contemplar el sacrificio
que celebraba en lo alto del templo, el sumo sacerdote, entre el sonido de
caracoles y bocinas y las cantigas de la multitud.
22. — Y desde allí, irradiando en todas direcciones, se extendía la
civilización, al S. hasta Iximché, hasta Zaklohpakab á orillas del Océano;
hasta el Golfo por innumerables ciudades, que se levantaban á orillas de los
ríos, en los cabos y al borde de las lagunas; hasta el Istmo por la tierra de
Potonchán; y hasta la parte SE. de la penínsuL'i maya en el territorio regado
por el Champotón.
— 6 —
LECCIÓN CUARTA.
Los monumentos quichés. — La pirámide, el templo, el palacio, el pilar, la
torre, la ornamentación y la escultura. — Resumen.
23. — Mas como los monumentos son mudos relatores de la civilización de
los pueblos que los erigieron, y elocuentemente expresan su g-rado de cultura,
sirvámonos de las grandiosas ruinas que de los quichés nos quedan para
juzgar su adelantamiento.
24. — La pirámide, el templo, el palacio, el pilar y la columna, la torre y
la fortaleza, la escultura y la ornamentación y el puente, serán objeto de
nuestra atención.
25.— La pirámide, construida sólidamente con adobes cuadrados, con
grandes lozas de hermosa cantería perfectamente labradas, pulidas y corta-
das á escuadra y á veces con aplicaciones de mármol esculpido, no cede en
magnificencia á la maya, recuerda al Egipto, y deja entrever un lejano origen
asiático. Dignas de citarse son: las de Quingola en el Istmo, por su capri-
chosa forma, única en nuestras antigüedades; el llamado Templo de los Table-
ros, de Nachán, que se eleva sobre una pirámide de gradas, cuya altura
mide IOS pies, por 66 de frente y 25 de fondo que tiene el edificio; el Templo
del Sol, de magnífica arquitectura; y el Palacio, morada del rey-sacerdote,
residencia del Supremo Votan, que es sin duda el principal monumento de
Palemke y tal vez la más notable de las antigüedades americanas. La
pirámide de gradas, la bóveda triangular y el arco arábigo ó de hoja de
trébol, dominan en él, formando el conjunto más digno de admirarse.
26. — La pilastra y el arco de cantera labrada, se ostentan en casi todos
los corredores de palacios y templos, especialmente en los de Nachán, donde
se observan con formas y bellezas particulares.
27. — Respecto á la torre basta citar la magnífica del Palacio de Nachán,
y en cuanto al puente, en el -Istmo tenemos un notable ejemplar, con el ojo
formado por la bóveda triangular, y otros dos cerca de aquella ciudad, siendo
uno de 56 pies de largo, 42 de ancho y 11 de altura, construido con grandes
piedras labradas á escuadra, sin mezcla ú otra materia análoga.
28. — Las obras de ornamentación y escultura atestiguan el exquisito
gusto quiche. El trabajo en estuco es admirable y la belleza de proporciones
y de dibujo nos obligan á confesar que son trabajos de verdaderos artistas.
No á otros podría deberse el magnífico "Hermoso bajo-relieve" de Nachán,
que es no sólo el mejor del Quiche sino de todo el Continente.
29. — Resumiendo: la civilización quiche fué superior, y su organización
una teocracia apoyada por los guerreros, que duró larguísimo tiempo, alcan-
zando una gran prosperidad y grandeza.
LECCIÓN QUINTA,
Principios de decadencia. — Invasión nicaragüense. — Pruebas de ella.
Destrucción del reino.
30. — Pero la grandeza y prosperidad del Reino Palemkano no fué inde-
finida, las prácticas sanguinarias se introdujeron en el culto, la división
surgió entre las regiones de la antigua teocracia y la decadencia se mani-
festó.
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31. — A una irrupción del Sur tocó consumarla. Remesal en su crónica
nos habla de ella, aunque bien vacamente. Dice que en lo antig-uo vinieron
de Nicarag-ua unas g-entes que se quedaron en el lug-ar que ocupó Chapa-
Nanduimé y poblaron en un áspero peñol á orillas de un río g-rande, sin duda
el Usuinacinta.
32. — La ling-üística comparada nos demuestra la certidumbre é indubita-
-bilidad del hecho. Los huabes del Istmo tienen g-ran semejanza con los
lagradán de Nicarag-ua, y lo mismo con el chapaneco que es hermano del
lang^ue nicarag"üense, y éste, á su vez, del aymara del Perú.
33. — Por tal, es de suponerse con sobra de razón, que alguna violenta y
>rmidable guerra que ag-itó al Perú y alcanzó hasta Nicarag-ua, hizo á los
labitantes de esta reg-ión abandonarla para ir á buscar la tranquilidad á
otra parte; y, así, se les ve seg-uir la costa oriental, pasar por Quiriguá y
Copantl y extenderse en todo el reino quiche, cuyos pobladores, atemorizados
disgustados por la presencia de aquellos extranjeros, dejaron sus bellas
ciudades de Nachán y Yaxbitó, yendo unos á Zaklohpakab y otros hacia el
S., á Iximché.
34. —Esto ocurría durante el sig-lo XI. Los causantes de esta desmem-
bración debieron más tarde sufrir las invasiones nahoas, que se extendieron
por el nuevo reino quiche hasta Nicarag-ua y Nicoya:.de tal manera lo revelan
la influencia del idioma y las costumbres.
35. — Tócanos, pues, estudiar el desarrollo del nuevo reino quiche.
ÉPOCA HISTÓRICA.
LECCIÓN SEXTA.
l-os quichés en Hacavitz. — Su unión con los toltecas. — Sus Jefes. — Balam-
Quitzé. — Los sacrificios humanos. — Qocabit. — Su viaje á Copantl.
Balam-Conaché. — Traslación de la Capital.
36. — Los quichés empujados por la invasión nica-
ragüense, peregrinaron, como ya dijimos, hacia el S. y se
establecieron en el monte Hacavitz, donde llevaron por
algún tiempo una vida azarosa y turbulenta, en constante
lucha con los pueblos vecinos, á los cuales arrebataban
prisioneros qué poder sacrificar á su diosa Tohil, deidad
sanguinaria que con Avilitz y Hacavitz, formaba la tri-
nidad de su sistema religioso.
37. — Mezclados con las tribus toltecas que proce-
dentes del N. vinieron guiadas por Quetzalcoatl (IV),
sometieron los pueblos de los alrededores y echaron las
bases de un nuevo y rico imperio, que, más tarde, habría
de sorprender con su esplendor á las huestes de Alvarado.
— 8 — .
38. — Sus jefes eran: Balam-Qüitzé, Balam-Agab,
Mahucutah é Iq-Balam, siendo el primero fundador y
primer rey de la monarquía.
39. — De su época no se recuerdan como sucesos
uotables más que los hechos vandálicos de que ya
hicimos mérito y un número considerable de sacrificos
humanos. (V).
40.— El segundo rey fué Cocabib, hijo del anterior.
De él se dice, que en unión de los otros caudillos compa-
neros de su padre, marchó hacia el Oriente, á Copantl, á
recibir la soberana investidura de manos de Naxit, gran
señor del reino de Hueytlato, habitado por tribus tolte-
cas, hermanas de las que en Hacavitz se aliaron á las de
su raza.
41. — Su principal obra es el comienzo del robuste-
cimiento del imperio: los pueblos vecinos quedaron
sometidos bajo su yugo y la extensión territorial visi-
blemente aumentada.
42. — El tercer rey fué Balam-Conaché. En su tiempo
se trasladó la residencia de las tribus, del monte Hacavitz
al de Chi-quix-ché. Allí fundaron la ciudad de Izmachí,
cuyas ruinas aun pueden contemplarse al 8. de Santa
Ouz-Quiché; y en su construcción emplearon la piedra y
la cal, cual en otros tiempos lo habían acostumbrado.
LECCIÓN SÉPTIMA.
Cotuha. — Guerra civil. — Gucumatz. — Cualidades que le atribuye la leyenda.
Discordias civiles. — Cambio de la ciudad á Gumarcaah. — El adelanto.
43. — Terminado el período de Conaché subió al poder
Cotuha, teniendo por adjunto á Iztayul. En su época
estalló una guerra civil promovida á causa de los proyec-
tos ambiciosos que él y su compañero en el mando deja-
ron entrever.
44. — Pero, prevenido de antemano, no fué sorpendido.
Reunió sus numerosas huestes, salió al encuentro de sus
enemigos y los destrozó, causándoles horribles pérdidas,
reduciendo á unos á la esclavitud y sacrificando á otros
en aras de Tohil.
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45. — Debelada esta conspiración el progreso se mani-
festó fuertemente, el pueblo siguió su marcha, y las cos-
tumbres se retinaron introduciendo en ellas ciertas formas
de carácter religioso, en lo tocante á los matrimonios.
El pueblo se dividió en siete calpules ó barrios.
46. -Fué el quinto rey Gücumatz. El autor del
'^PopolVuh" le atribuye muchos hechos sobrenaturales^
que le grangearon el sobrenombre de portentoso. De él
se dice, que se subía al cielo durante siete días, pasaba
otros siete en el infierno; y, en seguida, durando en cada
estado igual lapso de tiempo, se convertía, primero en
culebra, después en tigre, á continuación en águila, y por
litimo en sangre coagulada: leyendas inverosímiles hijas
de la carencia de cultura y del fanatismo.
47.— Es de notarse en este período la división que
por graves discordias surgió entre las familias principales
del país, dando lugar á dos trascendentales disposiciones:
la traslación de la capital de Izmachí á una antigua y
derruida ciudad abandonada, á "G^umarcaah" ó cabanas
viejas ó podridas (Utatlán); y la subdivisión de las tres
grandes familias del reino en veinticuatro casas prin-
cipales.
48. — Monarca sabio y de buenas intenciones, hizo
Gücumatz que su pueblo progresara notablemente, y
logró, sin el abuso de la fuerza, hacer respetar sus leyes
y establecer la unidad y paz, matando las ambiciones de
unos, robusteciendo las legítimas aspiraciones é impo-
niendo su voluntad á las tribus comarcanas.
LECCIÓN OCTAVA. *
Tepepul. — Quicab. — Sus campañas. — Formidable guerra civil. — Separación de
los cakchiqueles. — Causas que la originaron. — Fundación de Iximché.
Lucha entre quichés y cakchiqueles. — Independencia de éstos.
49. — No hay ningún suceso digno de ser mencionado
en la época de Tepepul, sexto rey, hijo de Gücumatz
y sucesor suyo; así pues, consideremos el período de
QüiCAB, séptimo soberano, que gobernó con Cavisimah,
y extendió sus dominios por medio de la conquista.
— lo-
so.— Sus armas triunfadoras llegaron hasta las mon-
tañas de Verapaz, hasta Zaculeu (Huehuetenango), Chuvi-
Megena (cerca de Totonicapam), Xelahú (Quezaltenango),
y otros puntos que vieron sus riquezas arrasadas por los
quichés, que robaban y mataban sin compasión.
51. — Tales hazañas han quedado perpetuadas en
varios monumentos, que recuerdan al Gran Quicab,
quien al regresar á su ciudad la hizo amurallar, y teme-
roso aún de sus enemigos, dispuso se colocaran vigías
en las fronteras y fuesen coronadas con poderosas
fortificaciones.
52. — Los recelos de Quicab no fueron infundados.
A poco estalló una formidable guerra civil acaudillada
por dos de sus hijos, ambiciosos de su riqueza y poder,
quienes lograron saquear" los palacios y minar su autori-
dad; y en seguida, la separación y completa independencia
del reino de los cakchiqueles, cuyos monarcas hasta
entonces habían reconocido al rey quiche como á su
señor suzerano y le rendían tributo j^ homenaje.
53. — Los sucesos tuvieron lugar del modo siguiente:
el pueblo quiche, orgulloso de sus triunfos, profesaba un
odio cordial por el cakchiquel, que entre los vecinos era
el único que, en cierto modo, se había conservado autó-
nomo; y así, aprovechando una oportunidad, exigió á su
rey Quicab le declarase la guerra y lo destruyese; pero
éste, amigo de Huntoh, señor de los cakchiqueles, lejos
de satisfacer los deseos de su pueblo, le llamó y aconsejó
que á tiempo abandonase con los suyos las ciudades de
Chiavar y Tzupitayah y se fuese á Iximché sobre el
Ratzamut.
54. — Los cakchiqueles oyeron los consejos de su
anciano amigo y marcharon al lugar indicado, donde
fundaron la ciudad de Iximché ó Tecpán-Quauhtemallán
que fué desde entonces su residencia y capital de su
imperio.
55. — Su primer cuidado fué allegarse elementos de
defensa, levantar fortificaciones y disponerse de un modo
— 11 —
<;onveniente para la guerra, pues comprendían, dados
los antecedentes, que no tardaría en estallar.
56. — En efecto, pronto comenzó la lucha. Los
quichés fueron los primeros en atacar las plazas fuertes
de los cakchiqueles, pero tuvieron funestos resultados:
perdieron á sus principales jefes y á muchos soldados,
que quedaron tendidos en el campo de batalla.
57. — Libres los Señores Cakchiqueles del dominio
quiche, se consagraron á la organización interior de su
pueblo, engrandecieron su capital, y, soberanos, empren-
dieron una serie de gloriosas conquistas que los hicieron
temibles y les dieron la supremacía entre los demás
LECCIÓN NOVENA.
Tepepul II. — Lahunah. — Oxlahuhtzi. — Hambre entre los cakchiqueles. — Les
declaran la guerra los quichés. — Triunfo de aquéllos. — Llevan la guerra
á otros pueblos. — Alcanzan nuevas victorias.
58. — Al cabo de algunos años después de las citadas
campañas, murió Quicab y fué sustituido por Tepepül
II, octavo rey Quiche; y muerto también Huntoh, entre
los cakchiqueles, le sucedió en el poder su hijo Lahünah,
reemplazado á poco por Oxlahuhtzi que fué acompañado
en el gobierno por Cablahuh-Tihax.
59. — En este tiempo las historias de uno y otro
pueblo están íntimamente enlazadas: con Quicab des-
apareció el tradicional respeto á los Señores Quichés,
profesado por los cakchiqueles, y las guerras iniciadas
tomaron todo su incremento, por la animadversión
siempre creciente que ya hemos observado.
60.-— Los quichés aprovechándose del hambre que
afligió á los cakchiqueles, á consecuencia de unas fuertes
heladas que destruyeron las sementeras, resolvieron
llevarles la guerra, y acaudillados por su rey Tepepul II
y su adjunto Iztayul III, conduciendo en lujosísimas
andas á su dios Tohil, marcharon con dirección á Quauh-
temallán.
— 12 —
61. — Los cakchiqueles, aunque lejos de suponer tal
peligro, no fueron sorprendidos. Habiendo recibido un
oportuno aviso reunieron todas sus fuerzas y se situaron
en los lugares por donde debían aparecer sus encarniza-
dos enemigos.
62.— Los primeros encuentros fueron favorables 4
los cakchiqueles, por lo que, alentados con tales éxitos^
resolvieron esperar al ejército quiche en las inmediacio-
nes de su capital Quauhtemallán.
63. — La batalla fué terrible y espantosa. Los gritos
de guerra y el ruido de los instrumentos bélicos llenaban
los aires y aturdían á los combatientes; los héroes de uno
y otro lado hacían titánicos esfuerzos y la lucha cada
vez era más encarnizada; pero al fin, las fuerzas quichés^
cediendo al formidable empuje de las cakchiqueles, fueron
desbandadas, y' huyeron despavoridas, dejando en el
campo un sinnúmero de cadáveres, entre los que se
contaban los de los reyes Tepepul é Iztayul.
64. — Después de este combate, como era de esperarse^
la superioridad de los cakchiqueles se acentuó, y su
puesto fué el que antes ocupaban sus vencidos rivales^
los quichés.
65. — Pero no por esto se afirmó la paz. Orgullosos
los cakchiqueles de sus triunfos, aspiraron á la domina-
ción de todo el territorio y comenzaron desde luego á
poner en práctica los ideales de conquista que desde
hacía mucho acariciaban.
66. — Varios fueron los pueblos sometidos á su poder ^
siendo de citarse el de los Akahales, cuya capital Holom
rivalizaba en grandeza con Quauhtemallán; y otros,,
vecinos, que muy caro pagaron la resistencia que hicie-
ron para conservar su libertad.
67. — Así, á fines del siglo XY, los cakchiqueles-
habían llegado á ser lo qué los quichés bajo el reinada
del Gran Quicab.
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— 13
LECCIÓN DÉCIMA.
Tecum. — Guerras civiles entre los cakchiqueles. — Formación del reino de los
Zacatepéquez.— Hunig y Lahuh-Noh.— Embajada mexicana.— Vahxaki-
Caam.— Curiosa leyenda. — Consideraciones acerca de ella.
68. — Entre tanto gobernaba á los quichés Tecum,
noveno rey, electo á la muerte de Tepepul en la batalla
de Quauhtemallán. No hizo nada notable y su misión
se redujo á conservar los dominios que le legó su ante-
cesor, y los cuales comprendían las provincias de Soco-
nusco, Quezaltenango, Solóla y Totonicapam hasta la
Verapaz y Chiapas.
69. — Los cakchiqueles, por ^u parte, no tuvieron un
momento de paz: terminadas sus conquistas las guerras
civiles los agitaron profundamente. Divididos en Zotzi-
les y Tucuchés, estos, acaudillados por Cay-Hunapú, se
rebelaron y abandonaron la ciudad. Los de Quauhte-
mallán, considerando que el conflicto era inevitable,
salieron á su encuentro y se libró una batalla en que los
insurrectos quedaron vencidos. Pero la guerra no ter-
minó: nuevas discordias y una serie de conspiraciones
dio lugar á la desmembración del imperio, y se formaron
nuevos reinos, siendo el más importante el de los Zaca-
tepéquez, quienes se dieron un rey de su propia tribu y
establecieron su capital en Yampuk, que hasta la llegada
de los españoles sólo pudo^ ser residencia de tres reyes.
10. — Trece años después (1510) murió el rey cakchi-
quel Oxlahuhtzi, y al año su adjunto Cablahuh-Tixah,
siendo sucedidos en el mando por sus hijos Hunig y
Lahuh-Noh.
71.— Los anales cakchiqueles dicen que en el primer
año del reinado de estos príncipes, vino una embajada
enviada por Moteczuma, emperador de los mexicanos;
pero nadie ha fijado con precisión el objeto de ella; pues,
unos (Fuentes y Juarros) dicen, que era el de reconocer
las fuerzas de estos Estados, sus caminos y lugares por
donde pudiera atacárseles; y otros, (Brasseur de Bour
— 14 —
bourg y Milla) que fué el de adquirir informes acerca de
los españoles, que desde hacía algún tiempo estaban
establecidos en ciertos lugares al Levante del Conti-
nente, y celebrar, contra ellos, tratados de alianza, a fin
de conjurar el peligro común que los amenazaba. Lo
cierto es que, cualquiera que haya sido el objeto, según
los mismos autores, fracasó; pues no fue admitida ni por
los feroces zutohiles de Atitlán, ni por los cakchiqueles
ni por los quichés, cuyo rey, temeroí^o y desconfiado, les
ordenó salieran brevemente de sus dominios. (VI).
72. — Reinaba por entonces en el Quiche Vahxaki-
Caam, décimo rey. Se conserva de su época una curiosa
leyenda; dice: que un individuo de Tecpán-Quauhtema-
llán, que se supone era hijo del rey cakchiquel, y un ^ran
hechicero, se aproximaba todas las noches á los edificios
donde residía el rey quiche y dando grandes voces lan-
zaba denuestos contra él, llamándole ''mama caixon'^
(viejo agrio ó amargo). Disgustado Vahxaki-Caam^
ofreció un premio al que capturase á aquel atrevido que
lo insultaba. La misión era difícil; pero hubo, sin
embargo, un encantador más diestro que se ofreció á
cumplirla. Trabajo y no poco le costó apresar al audaz
y conducirlo hasta el rey: éste lo interrogó, y confeso de
su culpa se dispuso su sacrificio; pero, en el momento en
que iba á consumarse, levantó la voz y dijo: "Sabed que
ha de venir un tiempo en que desesperéis por las calami-
dades que os han de sobrevenir y aqueste ''mama-caixon"
también ha de morir. Y sabed que unos hombres, no
desnudos como nosotros, sino vestidos y armados da
pies á cabeza hombres muy temibles y crueles
vendrán, quizá será mañana ó pasado, y destruirán todos
estos edificios y quedarán hechos habitación de lechuzas
y de gatos de monte, y cesará toda la grandeza de esta
corte."
73. — Este hecho de que nos da cuenta Ximénez,.
quien dice que en su época se conservaba su recuerdo en
un baile llamado "quiche- vinak" (del Señor del Quiche),
lo explica con mucha razón el señor Milla, suponiendo
— 15 —
que el tal hechicero tu velera, como era natural pudiera
haberlas tenido, noticias relativas á los españoles que ya
habían tocado en Yucatán, las islas del Golfo de Hon-
I duras y otros lugares del Continente.
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LECCIÓN UNDÉCIMA.
Nuevas guerras entre quichés y cakchiqueles. — Plagas que afligieron á éstos.
Muerte de los reyes Belehé-Qat y Cahí-lmox.— Vcub-Noh.— Oxib-Queh
y Beleheb-Tzy. — Últimos sucesos.
74. — Pero las proféticas palabras del brujo cakchi-
quel, inhumanamente sacrificado, no ejercieron ninguna
influencia entre estos pueblos, y en el curso del año
1513 volvió á encenderse la guerra entre quichés y
cakchiqueles.
75. — Siempre afortunados los últimos, quedaron
vencedores; mas plagas de otro género los azotaron. En
el año 1513 una invasión de langostas asoló sus campos
y produjo el hambre; y el fuego destruyó la ínayor parte
de su capital é hizo algunas víctimas.
76. — No obstante estas calamidades, nuevas guerras
ocuparon en seguida su atención, que sólo fué distraída
de ellas, por una peste desoladora que se desarrolló
en Quauhtemallán. Víctimas de ella fueron Hunig y
Lahuh-Noh, y otros muchos príncipes y señores que
sucumbieron en pocos días: la mortandad fué tan grande,,
que, por falta de tiempo para sepultarlos, los cadáveres
sirvieron de alimento á las aves de rapiña.
77. — Al rey Hunig le sucedió en el poder su hermano
Belehé-Qat, siendo su adjunto Cahí-lmox, hijo de
Lahuh- Noh.
78. — Entre los quichés nada digno de ser citado
encontramos, pues su undécimo rey Vcüb-Noh, no hizo
cosa alguna de mérito. Fué sustituido por Oxib-Qüeb,
duodécimo monarca quiche, que gobernó en unión de
Beleheb-Tzy, y fué elevado al poder poco tiempo ante»
de la venida de Alvarado.
— 16 —
79. — En tiempo de los monarcas Belehé-Qat y Oxib-
Queb, la guerra fué la ocupación primordial de sus
pueblos, empeñados en constante lucha, hija de sus
inextinguibles rencores; y, como los sucesos de otro
género, relativos á sus gobiernos, están estrechamente
librados con los de la conquista, los dejaremos para esa
época, que estudiaremos después de considerar en las
próximas lecciones, el grado de progreso y las costum-
bres adquiridas en su grandeza por los quichés y cak-
chiqueles.
LECCIÓN DUODÉCIMA.
Elementos determinantes del carácter de una nación. — Religión quiche y
cakchiquel. — Los sacerdotes. — Los sacrificios. — Diversas clases de ellos-
Plegaria que al verificarse pronunciaban. — El templo de Tohil en
Utatlán. — El dios. — Inmortalidad del alma. — La muerte.
Los nacimientos.
80. — Siendo la religión, la política y la economía,
los tres elementos principales que forman el carácter de
una nación, de modo que, sin conocerlos, es del todo
imposible formarse una idea cabal del genio, de las incli-
naciones y de la ilustración que la distinguen, pasemos
nuestra mirada por cada uno de ellos, bien que somera-
mente.
81. — La religión de los quichés y cakchiqueles, en
su conjunto semejantes, era un tejido de errores, de
ritos supersticiosos y crueles. En su fondo se descubre
la idea de la unidad divina, que no representaban, pero
que tenían como á la ordenadora del mundo, y á la cual
quedaban sujetas todas las deidades secundarias, que,
como en Nachán, siguieron siendo representación de
animales, ó de las fuerzas de la Naturaleza. Su dios
principal era Tohil, deidad sanguinaria en cuyo honor
se sacrificaban muchísimas víctimas humanas, se hacían
ofrendas de frutas y flores y se inmolaban animales.
82. — De la celebración de las ceremonias religiosas
estaban encargados los sacerdotes, entre los cuales, el
jefe de ellos era considerado como agorero ó sabio y
COEREDORES DEL TEMPLO DEL SoL
(V. pág-. 6, núm. 26)
— 17 —
tenía grandísima autoridad. Revestido con los orna-
mentos pontificales y con una especie de mitra en la
cabeza, en los días de gran solemnidad, abría con un
cuchillo de obsidiana, el pecho de la víctima, tendida
sobre la piedra de los sacrificios, y arrancándole el cora-
zón lo ofrecía palpitante al ídolo, en tanto que la
muchedumbre oraba. En seguida lo rociaba con la
sangre, lanzaba unas gotas en dirección al Sol y prose-
guía repitiendo la misma repugnante ceremonia. Las
íabezas de las víctimas se colocaban sobre un altar,
{lavadas con escarpias, y sus cuerpos se cocían para ser
comidos por los antropófagos sacerdotes, reservándose
►ara el jefe, como manjar delicado, las manos y los pies.
83. — Estas festividades eran de dos clases: públicas
y particulares. En las primeras tomaban parte todos
los habitantes de la ciudad; en las segundas un solo
individuo ó toda una familia, según el caso. Las públi-
cas tenían tiempo fijo: una al principio y otra al fin de
la estación de las aguas, y después, cada ocasión que
alguna necesidad pública lo requería. Como los días
estaban divididos en buenos y malos, se echaban suertes
para determinar el propicio para la ceremonia; y como
preparación para la fiesta se entregaban por largo tiempo,
el rey, los sacerdotes, los nobles y los plebeyos, á la más
rigurosa abstinencia y al ayuno.
84. — Los escogidos para el sacrificio eran casi siem-
pre esclavos ó prisioneros de guerra. Al ser conducidos
ante el ara, oían la siguiente oración, en voz alta recitada
por los sacerdotes y nobles: ''Señor: acuérdate de nos-
otros que somos tuyos. Danos salud, danos hijos y
prosperidad para que tu pueblo se acreciente. Danos
aguas y lluvias para mantenernos y que vivamos. Oye
nuestras súplicas, recibe nuestras plegarias, ayúdanos
contra nuestros enemigos y danos tranquilidad y des-
canso."
85. — El templo de Tohil en Utatlán era suntuosísimo
Estaba erigido sobre una pirámide de gradería, de base
cuadrangular, construida de piedra y lodo, y consistía en
— 18 —
una capilla techada de maderas muy finas, y revestida
por dentro y fuera de una especie de estuco sólido y
brillante. La estatua del dios, de cuya figura no se tiene
noticia, estaba sentada en un trono de oro, esmaltado de
pedrería y rodeado de otros riquísimos adornos. Servían
este templo muchos sacerdotes que se alternaban de
trece en trece, rendían sus preces, quemaban inciensos,
ayunaban y hacían penitencia.
86. — Creían en la inmortalidad del alma, pero le
añadían ideas puramente materiales; tanto que, cuando
una peste asolaba las poblaciones, decían que los dioses
tenían entre manos algim trabajo y necesitaban gente
para realizarlo.
87. — Para ese efecto, al que moría lo enterraban con
todos los útiles de su oficio; y, si era gran señor, con él
sepultaban á sus esclavos para que fueran á servirle en
la otra vida como lo habían hecho en ésta.
88. — Pero si por los muertos hacían gran duelo y
llevaban luto, representado por el color amarillo, motivo
de singular placer era el nacimiento de un niño, que se
celebraba con inusitada pompa y regocijo, pues el no
tenerlo en la familia, se veía como el castigo de los
dioses por haber cometido antes los cónyuges algún
grave pecado. Le apadrinaban los agoreros y se hacían
á los dioses ofrendas de fiores y sacrificios de animales.
89. — Tales eran los principios religiosos de los habi-
tantes de estos países y los ritos y ceremonias que
acostumbraban en ciertos actos de la vida.
LECCIÓN DECIMATERCERA.
Forma de gobierno. — La tiranía. — La Justicia. — Las leyes penales. — El
matrinnonio. — La propiedad. — Los metales. — La agricultura.— La
cerámica. — Los tejidos, el comercio y la medicina. — Las
artes. — Las ciencias. — Fin de la cultura y de la raza.
90. — La forma de gobierno adoptada por los quichés
estaba calcada en la de los toltecas, cuya infiuencia fué
notable en todos los usos y costumbres. Era una monar-
— 19 —
qiiía aristocrática, fundada en el principio hereditario
indirecto (del padre al hermano y de éste al hijo del
anterior), con lo cual se evitaban muchos inconvenientes
y se lograba que el que ocupara el trono estuviera
instruido en todas las necesidades de su pueblo y en Ios-
remedios á ellas aplicables.
91. — Las leyes hacían imposible la tiranía, y cuando
alguno de los monarcas se hacía intolerable por sus abu-
sos, los grandes señores, confederados, lo derrocaban, y
haciendo esclavos á su mujer y á sus hijos, confiscábanle
sus bienes y á veces le daban la muerte. Mas, si la
intentona se frustraba, los autores de ella eran castiga-
dos severamente, como vimos que ocurrió en tiempo del
rey Cotuha.
92. — La justicia era administrada por jueces y tri-
bunales compuestos de personas de la alta aristocracia,
que permanecían en sus puestos mientras cumplían con
su deber, siendo además atribución de ellos el cobro de
las rentas reales.
93. — Las leyes penales eran muy severas. Castigaban
con pena de muerte al homicida, al ladrón consuetudi-
nario, al adúltero, al que hurtaba las cosas sagradas, al
hechicero, al esclavo prófugo reincidente, al extranjero
que cazaba ó pescaba en bosques ó ríos de la provincia,
al traidor y al incendiario.
94. — El matrimonio era considerado como un con-
trato civil, y en consecuencia nada tenían que ver en él
los sacerdotes. Era prohibido por lazos de consanguini-
dad, pero sólo en la línea masculina. El hombre podía
tener varias mujeres, pero nada más una era considerada
como legítima; así se explican sus leyes contra la poli-
gamia.
95. — La propiedad era inviolable. Si alguno moría
y no tenía herederos legítimos, se enterraban con él todas
sus riquezas, consistentes en halajas, plumas, telas y
cacao, que servía como moneda.
96. — No conocían el hierro, pero para sustituirlo
usaban el cobre, que endurecían aleándolo con el estaño.
— 20 —
Usaban los otros metales para adornarse, y se cree que
el oro lo recogían entre las arenas de los ríos, y la plata
la extraían de las menas por beneficios especiales.
97. — La agricultura alcanzó entre los quichés un
notable adelanto, y eran objeto de cuidadoso cultivo, el
cacao, que se sembraba con grandes ceremonias; el maíz,
que se miraba con sagrado respeto, porque de él supo-
nían que se había hecho al hombre, según la leyenda de
Paxil y Cayalá; el algodón, con el cual fabricaban visto-
sas telas que teñí^^n con cochinilla, añil y caracolillo; el
fréjol, el tabaco, la yuca, las papas, etc.
98. — En cerámica habían logrado grandes progresos:
fabricaban utensilios de barro ó de loza, de diversas figu-
ras, y los coloreaban con aguas y sedimentos minerales.
99. — Aprovechándose de plantas textiles fabricaban
finísimas esteras de colores, con que tapizaban los suelos
de los templos y palacios, de admirable construcción;
ejercían el comercio como oficio honroso, y al efecto
celebraban los tiangues^ é iban de lugar en lugar ven-
diendo sus mercancías; conocían las propiedades medi-
cinales de ciertas plantas y perseguían con ardor la
mentira y la embriaguez.
100.— Las artes estaban muy adelantadas; la música
consistía en instrumentos como el pífano, la marimba, la
chirimía y el tum; la pintura, la escultura y la arquitec-
tura eran notables; los tejidos de plumas no dejaban que
desear; la escritura, reveladora del saber, se hacía en
papel preparado con la corteza del amatl; y de la litera-
tura, aunque de un idioma aglutinante y sin variadas
inflexiones, puede decirse que era portentosa: así lo
prueba el drama del ''Rabinal-Achí," que manifiesta
elevación de estilo.
101. — Las ciencias, tomadas de los toltecas, progresa-
ron; y sobre todo la aritmética, que tenía sorprendentes
combinaciones, y la astronomía, que les enseñaba á
contar el tiempo v á formar su maravilloso calendario.
(VII).
y--^
"A,
. rilí-
RüINAS DE QuiRIGüÁ.
— 22 —
102.— ¡Lástima que tanta grandeza haya sido des-
truida, de un modo tan bárbaro, por los audaces con-
quistadores, que, ciegos por el fanatismo y la ambición,
no vacilaron en derribar toda una serie de espléndidos
monumentos, y en aniquilar una raza vigorosa é inteli-
gente, digna de mejor suerte!
ron.
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(VII)
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SEGUNDO PERÍODO
LECCIÓN PRIMERA.
Descubrimientos relatados por los "Sagas." — Eríc Rand. — Groenlandia.
Brattalid y Heriuifnes. — Leif. — Thorbald. — Los "slcrelÜngs."
Fundación de colonias.— Sus relaciones con Noruega.
Pruebas de estos descubrimientos.
103. — Se dice que la América fué descubierta desde
ha mucho tiempo por los pueblos del Antiguo Conti-
nente, y en apoyo de tal teoría hacen los autores refe-
rencia á varias expediciones chinas; pero, como nada las
comprueba, nos atendremos á las narraciones contenidas
en los "Sagas" 6 sean las "Crónicas de Islán dia," según
los cuales, los daneses (hombres del Norte), la descubrie-
ron desde el siglo X.
Ruinas de Brattalid.
104. — Esas crónicas refieren que Eric Rand (el
Rojo), fué desterrado de Islandia á causa de haber
matado á un hombre, y que, habiendo sabido por un
marino noruego que existía una gran costa al O. de la
isla, se embarcó para allá, llegando tras una corta nave-
gación, el año 982, con algunos compañeros, á una tierra
que llamó Grroenland ó Tierra Verde (Groenlandia).
— 24 —
105.~Los recién llegados fundaron en Groenlandia
dos centros de población, Brattalid y Heriulfnes, que
establecieron relaciones con Noruega.
106.— El año 1000, Leif, hijo de Eric, acompañado
de 35 hombres, hizo un viaje al S. y descubrió la isla de
Terranova y otros lugares de la América del Norte,
explorando el río San Lorenzo. . Volvió á Groenlandia
al año siguiente.
107.— Thorbald, hermano de Leif, tomó el barco de
éste y comenzó nuevos descubrimientos el año 1002.
Reconoció los lugares explorados por Leif y avanzó más
al S., hasta llegar á un promontorio en el que estaban
tres canoas, ocupadas cada una por tres naturales del
país, con los cuales armaron querella, siguiéndose la
muerte de ocho de ellos y salvándose el último á duras
penas. Thorbald salió herido y murió á los pocos días,
con lo cual sus acompañantes regresaron á Groenlandia.
Los naturales, vistos por 'primera vez, se cree eran los
esquimales, que los islandeses llamaron shrelUngs.
108. — Estos descubrimientos dieron lugar á la fun-
dación de colonias, y mucho . tiempo más tarde aun
subsistían relaciones entre ellas y Noruega, hasta el
grado de que los obispos venían á predicar la religión
cristiana, para convertir á los colonos ó hacerlos perse-
verar en ella.
109. — Comprueban los descubrimientos menciona-
dos, las huellas que de su existencia han dejado los
daneses en varios lugares de los Estados Unidos.
LECCIÓN SEGUNDA.
Las relaciónesele los "Sagas" se ignoraban en Europa durante el siglo XV.
El *' Siglo de los Descubrimientos." — Empeños de las principales
naciones de Europa. — Descubrimientos de Portugal.
Marinos que ocurrieron á Lisboa.
110. — Pero las relaciones antedichas fueron desco-
nocidas por la mayor parte de Europa, y en el siglo XV
hasta los mismo daneses las habían olvidado; de modo
que nadie tenía una noción cierta de la existencia del
Nuevo Mundo, fuera de las teorías de Platón y Aristóte-
les, relativas á la Atlántida y á la Antilla.
111. — '^Siglo de los Descubrimieutos" se ha apelli-
dado al feiglo XV, porque en ól los portugueses, tras
colosales esfuerzos, lograron bojear el cabo de Buena
Esperanza, señalando una nueva ruta para las Indias, y
los españoles, guiados por el genio de Colón, completar
la faz del planeta con el hoy llamado Continente Ame-
ricano.
112. — Veamos cómo se verificaron tales portentos,
veladores del poderoso esfuerzo del talento humano.
113. — El camino que de Europa conducía á las
Indias, ricos centros productores de especias^ sedas y
porcelanas, era en aquel entonces por demás difícil y
peligi'oso; motivo por el cual las naciones principales se
preocuparon hondamente por descubrir otro más corto
y menos penoso que allá les llevase, siendo Portugal la
más empeñosa y arriesgada.
114. — Esta nación equipó sus naves y las lanzó á las
olas, costeando al África, península que suponía pequeña
y fácil, por consecuencia, de doblarse en breve tiempo.
115. — Largas y penasas fueron sus expediciones que
día á día avanzaban, sorprendiendo al mundo y atrayendo
á Lisboa, capital del reino, á los más notables marinos,
á los geógrafos de más nombradía.
116. — Entre los primeros se hallaba Colón, que si
era de oscuro linaje, no lo era de saber, y á poco asombró
al mundo con sus famosas teorías y soberbio descu
brimiento.
LECCIÓN TERCERA.
Cristóbal Colón. — Su nacimiento. — Su educación. — Sus viajes. — Su teoría.
Fundamentos de ella, — Grandeza del primero.
117. — Cristóbal Colón era natural de Genova, donde
nació el año 1435. Fueron sus padres don Domingo
Colombo y doña Susana Pontana Rosa.
— 26 —
118. — Su padre ejercía el oficio de cardador de lanas,
pero, amante de la instrucción, procuró que su hijo
hiciera carrera, y lo puso á estudiar en la Universidad de
Pavía, donde, con éxito, cursó varias materias, abando-
nando en seguida las letras, para consagrarse á la marina,
cuya profesión empezó á los catorce años.
119. — Hizo varios viajes por el Mediterráneo y mares
del N. de Europa, y
después pasó á Lis-
boa, donde se cai^ó
con la hija de un .
inteligente nav^:-;.?^^;^^
gante, el cual, aí "^' * '
morir, le legó sus
papeles, que le en-
señaron mucho y le
proporcionaron da-
tos importantísi-
mos.
120.— El deseo
de los comerciantes
de encontrar un ca-
mino más corto para
ir á las Indias, le lla-
mó la atención y lo
^ , ^ , hizo estudiar déte-
Cristóbal Colon. nidamente el asunto
que resolvió diciendo: que la vía buscada no era otra que
la que se hallaría navegando hacia el Oeste.
121. — Esta teoría la basaba Colón: 1?, en la convic-
ción que tenía de la esfericidad de la tierra, cuya forma,
en aquellos tiempos de atraso y de ignorancia, se negaba
por la Iglesia y por la Ciencia; 29, en las doctrinas de
varios sabios, que aseguraban que en pocos días se podía
ir de Cádiz á las Indias; y 3?, en las observaciones que él
mismo pudo hacer en una de las islas Madera, donde vio,
llevados por las corrientes, tallos de cañas gigantescas,
— 27 —
trozos de madera labrada y el cadáver de un hombre de
extraña raza.
122. — El primer fundamento de la teoría de Colón,
sostenido por él, con noble energía, ante la creencia
general de la época, es su timbre más preclaro y por sí
solo basta para inmortalizar su nombre.
LECCIÓN CUARTA.
Colón ofrece su proyecto á varios gobiernos. — Deja á Portugal y pasa á
España. — Sus gestiones en esta nación. — El Arzobispo de Toledo lo
presenta á los Reyes Católicos. — Disposición de éstos para con él.
Fray Fernando de Talavera.
123. — Una vez desarrollado su plan. Colón lo ofreció
al Senado de Genova, su patria; al gobierno de Venecia
y al rey D. Juan II, de Portugal, quienes calificaron de
quiméricos delirios sus proyectos.
124. — Acosado por la miseria, y más por su ardiente
deseo de ver realizada la .brillante idea que diez años
antes concibiera su mente, pasó á España á proponer á
los Reyes Católicos lo que, aquellos que no lo entendí,
llamaban sueños de su fantasía, no siendo otra cosa más,
que la persuación de la realidad, adquirida con el cultivo
de las ciencias y con las investigaciones geográficas.
125. — Llegó á España á fines de 1484, desembarcando
en Santa María ó en Sevilla, donde se hallaba en muy
buena posición un florentino amigo suyo, que lo reco-
mendó á los principales personajes de la corte.
126.— En Sevilla ofreció la empresa primero al duque
de Medinasidonia, y después al de Medinaceli, quien lo
recibió muy bien y le dio una carta para Alonso de
Quintanilla, Contador Mayor de Castilla.
127. — Quintanilla presentó á Colón al Arzobispo de
Toledo, persona muy influente, que luego lo puso en
relación con sus majestades Fernando é Isabel, consi-
guiéndole una audiencia con fecha 20 de enero de 1486.
— 28 —
128. — En ella manifestó Colón sus proyectos, que
Isabel oyó con entusiasmo y Fernando con frialdad;
pero, ocupados éstos en la conquista de Granada, último
reducto de la dominación árabe en España, aplazaron la
realización de sus planes para después de terminada la
guerra.
129. — Entre tanto, se dio encargo.de examinar el
proyecto á Fr. Fernando de Tala vera.
LECCIÓN QUINTA.
Declaración de la Junta de Córdova. — Las conferencias de Salamanca. — Sus
resoluciones. — Acuerdo de los Reyes Católicos. — Proposiciones de Colón.
Fr. Juan Pérez de Marchena. — Vuelve Colón á la Corte.
Tratados de Santa Fe.
130. — Fray Fernando de Talayera era personalmente
hostil al proyecto de Colón, y sólo por hacer algo some-
tió el asunto al estudio de una junta, que con carácter
oficial formó en Córdova. Ésta, después de haber adu-
cido muchas necias razones eii contra, declaró el proyecto
vano é imposible.
131. — Pero como Colón contaba ya con muchos
poderosos protectores, éstos, para salvarlo, organizaron
en Salamanca unas conferencias sobre el proyecto, bajo
la presidencia del ilustre dominico Fr. Diego de Deza.
^ 132.— A ellas concurrieron muchos religiosos y sa-
bios, que encontraron la idea del navegante genovés, á
más de prodigiosa, realizable.
133. — Por este motivo los Reyes asignaron á Colón
una pensión, y éste los siguió á doquiera ellos iban,
hasta que, habiendo hecho sus proposiciones, que fueron
consideradas como exorbitantes, abandonó la corte para
dirigirse á Portugal.
134. — Pero al llegar á Palos fué detenido por el
Prior del convento de Santa María de la Rábida, Fr.
Juan Pérez de Marchena, quien, al oírlo hablar, encontró
tan sólidos sus razonamientos, que, después de consultar
I
— 29 -
con el físico García Hernández, temeroso de que España
perdiera la gloria que se le ofrecía, escribió á la Reina
para que aceptara sus propuestas.
135. — La Reina en contestación llamó al Prior, y
éste marchó á la corte, donde fueron tales sus empeños
y argumentaciones, que Isabel desde íSanta Fe escribió
á Colón, llamándole y enviándole dinero para que se
vistiera bien y se comprara una '^bestezuela."
136. — Tan luego como llegó de nuevo á la corte el
futuro descubridor, se allanaron las dificultades anterio-
res; y en Santa Fe, frente á Grranada, se firmaron con
fecha 17 de abtil de 1492, unos tratados celebrados entre
Colón y los Reyes Católicos, por los cuales se le conce-
dían, tal como lo había pedido, los nombramientos de
Almirante y Virrey de los mares y tierras que descu-
briese, y el décimo de los proventos.
LECCIÓN SEXTA.
Nuevos obstáculos con que tropezó Colón. — Disposición de los Reyes Católicos
para con él. — Viernes 3 de agosto de 1492. — La "Santa María," la
"Pinta" y la "Niña." — Belleza del viaje de Colón. — Su
importancia histórica. — Estado de ánimo de Colón
y sus compañeros.
137. — Después de firmados los tratados de Santa Fe, *V
todavía esperaban á Colón otros obstáculos, y eran la
falta de naves; pero los Reyes, dispuestos en su favor,
ordenaron que los marinos ricos se las proporcionaran;
y Martín Alonso Pinzón, experto navegante y partidario
del proyecto, dio dos, comprometiéndose á ir en compa-
ñía de su hermano Vicente como pilotos; y Cristóbal
Quintero, otra.
138. — Vencida esta dificultad, así como la predispo-
sición de ánimo que había en contra de tan arriesgado
viaje, y equipadas convenientemente las naves, llegó la
aurora del viernes 3 de agosto de 1492.
— 30 —
139. — A la claridad de sus primeros destellos zarpa-
ron de la Barra de Saltes tres ligeras embarcaciones,
que iban en busca de ignotas regiones; eran: la ''Santa
María,'- la ''Pinta" y la "Niña." La primera dirigida por
Colón y las dos últimas por los hermanos Pinzón.
140. — Sin mapas que les señalaran seguro derrotero,
y en contra de la opinión de los doctos de la Europa
entera, asombra la osadía de aquellos hombres que em-
prendieron un viaje que tenía toda la forma poética y
brillante colorido de una leyenda fantástica.
141. — La empresa que estudiamos es la más atrevida
que registra la historia de los descubrimientos, y justo
es la sigamos en todos sus detalles.
142. — Al alejarse del puerto de Palos las lágrimas
asomaron á los ojos de los que partían y de los que
quedaban; los unos daban su adiós á la patria y á sus
deudos; los otros, á los hombres que no esperaban volver
á ver jamás. Sólo uno estaba sereno ó impasible: era
Colón; Colón, que, lleno de fe en la sublime obra que
había emprendido, y confiado en su ciencia, esperaba
dar término al grandioso pensamiento que por espacio
de diez y ocho años había agitado su fecunda mente.
LECCIÓN SÉPTIMA,
Averías sufridas por la "Pinta." — Comienzo de la verdadera empresa d<
Colón. — Tristeza de sus compañeros de viaje. — Notable fenómeno.
Indicios de tierra. — Dudas. — Exigencias. — Firme resolución
de Colón. — ¡Tierral
H3. — Las naves, hinchadas sus velas por viento
bonancible, cortaron los ondas rumbo á las Canarias,
desde donde debían navegar en línea recta hacia el
Occidente.
144. — Pero al tercer día, la "Pinta" empezó á hacer
agua por habérsele roto el timón, y gracias á la habilidad
de su piloto se contuvo el mal y llegaron al octavo á las
Canarias, donde se repararon las averías.
I*
— 31 —
145. — Dos semanas después se continuó la marcha;
pero la verdadera empresa y gloria de Colón comienza
el día 9 de septiembre, en que desaparecieron á la vista
de los tripulantes las más elevadas cimas de la isla de
Hierro, término por aquel entonces de la tierra conocida.
146. — La vasta extensión de las aguas, la soledad
que reinaba en derredor, engendró profunda tristeza en
el ánimo de aquellos valientes navegantes, y sólo Colón,
mostrándoles en lontananza las miríficas regiones que
les había prometido, pudo, por el pronto, apartar su ima-
ginación de las lúgubres ideas de que eran víctimas.
147. — Más de doscientas leguas distantes del Antiguo
Mundo, un fenómeno notable vino á aterrorizarlos: la
brújula no apuntaba hacia el N., se inclinaba hacia el
NE.: estaba loca. Pero Colón explicó el fenómeno y la
calma volvió á reinar.
148. — El tiempo siempre era favoi-able, y los indicios
seguros de que pronto se llegaría á la tierra anhelada:
grandes yerbas y aves blancas así lo presagiaban; pero
al fin desaparecieron, dejando nuevamente su imperio á
la duda, que alcanzó tan gran desarrollo, que, al cabo,
se resolvió en un motín contra el ilustre genovés.
149. — Los descontentos le exigían el día 9 de octubre
el regreso de las naves; pero él, impertérrito, firme en su
idea y seguro de que no atentarían contra su vida,
persistió en su empeño y siguió adelante.
150. — Eran las once de la noche del once del mismo
mes cuando á lo lejos se vio aparecer una luz: la nueva
tierra estaba cerca, el término de la empresa realizado:
así lo indicó un cañonazo de la *' Pinta," disparado á las
dos de la mañana.
— 32 —
LECCIÓN OCTATA.
Colón toma posesión de la isla de Guanahaní y agasaja á sus habitantes.
Nuevos descubrimientos — Fuga de Pinzón. — Naufragio de la "Santa
María." — Vuelta de Colón á España. — Recepción que le hicieron
los Reyes Católicos.
151.— El día en que la "Pinta" anunció la tierra por
la voz de su cañón, el Descubridor, en compañía de los
principales marinos, se acercó en botes á la playa y tomó
posesión de aquella comarca en nombre de los Soberanos
Católicos.
152. — Era una isla del grupo de las Lucayas, que los
indios llamaban Gruanahaní y que Colón bautizó con el
nombre de San Salvador, porque con su descubrimiento
había salvado el éxito de su expedición. Hoy se llama
Isla de los Gatos (Cats-Island).
153. — Después de haberla reconocido y de agasajar
á sus sencillos habitantes, con regalos de cascabeles y
otros abalorios, se dio á la vela en busca de nuevas
tierras donde abundase el oro que había prometido á sus
compañeros de aventuras.
154. — Varias i^las fué descubriendo sucesivamente,
y entre ellas citaremos como principales: la Concepción,
Fernandina, Isabela, la Juana (Cuba), la más grande de
todas, y la Española (Haití), la más bella.
155.— En este lugar fué Colón muy bien tratado por
el cacique, pero tuvo que lamentar la fuga de Pinzón,
que quería arrebatarle su gloria; y el naufragio de la
"Santa María," cosas que lo resolvieron á regresar á
España.
156.— El día 4 de enero de 1493 la carabela la "Niña"
salió del puerto de Navidad rumbo á la Península Ibéri-
ca, á donde llegó, después de sufrir los furiosos embates
de las embravecidas olas del Atlántico, el 4 de marzo del
mismo año, anclando en Lisboa.
157. — De este lugar, pasó Colón á Valparaíso, ciudad
donde estaba la corte de Portugal, y de aílí á Barcelona,
residencia de los Reyes Católicos.
— 33 —
158. — Magnífica fué la acogida que le dieron sus
Majestades, quienes, con las lágrimas en los ojos, oyeron
sus maravillosas relaciones y dieron gracias á Dios entre
las entonaciones'del Te Deum Laudamus,
LECCIÓN NOVENA,
Segundo viaje'de Colón. — Cambia su carácter. — Regresa á España.— Su tercer
viaje. — Vejaciones que en él sufrió. — Su cuarto viaje. — Descubre la isla
Guanaja. — Toca en tierra de Honduras. — Primera misa que se
dijo en Centro-América. — Vuelve á España. — Muerte de la
reina Isabel. — Muerte de Colón. — Su destino.
159. — Dado el éxito brillante que en su primer viaje
obtuvo el Descubridor, así 'como la esperanza que á todos
animaba de que se hallasen nuevas tierras, aun más
ricas, se organizó una segunda expedición, que salió de
Cádiz el 25 de septiembre de 1493.
160. — Fecundo en descubrimientos fué este viaje;
pero en él cambió Colón su carácter de descubridor por
el de conquistador, castigando á los indios é imponién-
doles pesados tributos.
161. — Acusado en España por sus enemigos, aban-
donó las nuevas tierras, que él suponía las Indias (China
y Japón), y llegó al puerto de Cádiz el día 11 de junio
de 1496.
162. — Vindicado de los cargos que le hacían, hizo
Colón otros dos viajes más. En el tercero, tocó la tierra
firme en agosto de 1498 y sufrió mil vejaciones: Fran-
cisco de Bobadilla, nombrado por los Reyes para ir á
juzgar su conducta, lo encarceló, lo cargó de grillos y lo
remitió á España; pero al llegar á Cádiz el pueblo se
indignó, y la Reina, disgustada por la conducta del juez
de residencia, escribió á Colón una carta afectuosa y
ordenó se le diera cuanto necesitara para sus gastos.
163. — Para su cuarto viaje salió Colón de Cádiz, el
9 de mayo de 1502, con cinco naves pequeñas. Tocó en
varios islotes y cayos que ya conocía, y el 30 de julio
— 34 —
arribó á la isla Guanaja, que llamó isla de Pinos, y fué
la primera tierra centro-americana que descubrieron los
europeos en el siglo XVI. Continuando la navegación
tocó la escuadrilla en un sitio que llamaron Punta Caxi-
nas (Trujillo), el domingo 14 de agosto, fecha en que, en
este suelo, se dijo la primera misa inaugural del nuevo
culto que habría de sustituir al bárbaro de estas regio-
nes. Después, costeando siempre el Grolfo de Honduras
(VIII), siguió Colón su viaje á la vista de la tierra, que él
ignoraba fuera firme, y regresó á su patria adpotiva, lle-
gando el 7 de noviembre de 1504, muy enfermo de gota.
164. — Se detuvo en Sevilla, y allí recibió la infausta
nueva de la muerte de su protectora, la magnánima reina
Isabel, acaecida en Medina del Campo, el 26 del mismo
mes y año de su arribo.
165. — Con este fatal acontecimiento, el insigne ma-
rino perdió toda esperanza, y cansado, enfermo y abatido
por las ingratitudes, exhaló el último aliento el jueves
de la Ascensión, 20 de mayo de 1506. Sus últimas pala-
bras fueron: In manus tuas^ Dómine^ commendo spíritum
meum: ''En tus manos. Señor, encomiendo mi espíritu."
166. — Colón fué el predestinado de la gloria, pero
también del infortunio. Su nombre que debía ser el que
sirviera para designar la porción del planeta llamada
Nuevo Mundo, fué sustituido por el de un aventurero
navegante, que no hizo más que seguir sus huellas, Amé-
rico Vespucci, justamente apostrofado con el célebre
hemistiquio de Virgilio: sie vos^ non vobis: ''así vos, no
para vos."
LECCIÓN DÉCIMA.
Personas que vinieron á América con Colón. — Hernán Cortés.
Descubrimientos de Hernández de Córdova y Grijalva.
Planes de Velásquez. — Expedición de Cortés.
Disgusto de Velásquez.
167. — Ahora bien, con el Descubridor vinieron á
América muchas personas que, andando el tiempo, lle-
garon á hacerse célebres, y entre ellas figura Diego
— 35 —
Velásquez, que de criado que era de D. Diego Colón, fué
elevado á la categoría de capitán cuando se emprendió
la conquista de la isla de Cuba.
168. — Entre los que fueron con él á Cuba estaba D.
Hernán Cortés, joven, de carácter inquieto y amante de
aventuras, que bien pronto se distinguió por su audacia,
valor y denuedo.
169. — Durante la época de su residencia en Cuba se
iniciaron los descubrimientos en las costas mexicanas,
por Francisco Hernández de Córdova y Juan de Grijalva.
Éste llegó hasta las costas de Panuco y recogió regular
cantidad de oro que probaba las riquezas del país y des-
pertó la codicia insaciable de Velásquez, quien, para
adueñarse de ellas, dispuso la conquista del imperio de
Anáhuac.
170. — Mas, para lograrla, tropezaba con un obs-
táculo: Ij^llar la persona capaz de ponerse al frente de
su empresa, pues, entre sus amigos le parecía que no
había ninguno con tales tamaños; pero rendido por las
recomendaciones de su secretario Andrés del Duero,
eligió á Cortés.
171. — Éste recibió todas las instrucciones necesarias,
y al frente de una pequeña flota se dio á la vela el 10 de
febrero de 1519. Le acompañaban varios valientes jóve-
nes y entre ellos se distinguían, Cristóbal de Olid, Diego
de Ordaz, Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado y
sus cuatro hermanos, y otros, entre los que figuraba el
verídico historiador Bernal Díaz del Castillo, que escri-
bió la ^'Historia de la Conquista," obra que se tiene en
mucho por ser de un testigo ocular.
172. — Pero las naves de Cortés no zarparon con la
anuencia de Velásquez; desconfiando éste de aquél, libró
órdenes de aprehensión en su contra, pero más listo el
capitán extremeño, abandonó el puerto cuando llegaban
al muelle los enviados de su compadre el (iobernador.
— 36
LECCIÓN UNDÉCIMA.
Cortés en Tabasco. — Llega á San Juan de Ulúa. — Embajada mexicana. — Ideas
de los embajadores.— Provecho que de ellas sacó Cortés. — Desembarca y
funda la Villa Rica de la Vera-Cruz.— Noticias que allí recibió.— Sigue
á Cempoallán y de allí á Tlaxcallán.—Cholollán.— Secreto complot.
Severo castigo. — Entra á México. — Conducta que allí observó.
Asesinatos de Alvarado.— La "Noche Triste." — Sitia Cortés
á México. — 13 de agosto de 1521. — Cuauhtemoc.
173. — Desde ese momento, rota toda alianza entre
Velásquez y Cortés, quedaba éste, por sí solo, jefe y
dneño de la expedición que, sin tropiezo llegó hasta
Tabasco, donde, habiendo subido el río Gri jaiva, libró
una batalla, y, vencedor, obtuvo de los caciques, como
homenaje de sumisión, el regalo de veinte esclavas, entre
las que estaba doña Marina, quien lo quiso mucho, lo
acompañó en todas sus arriesgadas aventuras, y fué el
ángel tutelar de los españoles, librándolos 4e muchos
peligros.
174. — De Taíiasco sin alejarse mucho de la costa, sig-uió Cortés el- viaje,
por mar, hasta el islote de San Juan de Ulúa, á donde llegó el Jueves Santo,
21 de abril de 1519.
175. — Inmediatamente que anclaron las naves se presentaron delante de
•^ la capitana varias canoas que conducían á cinco embajadores de Moteczuma,
rey de México, y que eran portadores de ricos presentes para los españoles,
á quienes suponían dioses.
176. — Cortés supo aprovecharse de este incidente y por diversos medios
logró confirmar aquellas falsas ideas, que más tarde le fueron de gran
utilidad y favorable trascendencia.
177 — El día 22 desembarcó en las arenosas playas de Chalchiuhcuecán,
fijó su artillería, rescató oro por cuentas de vidrio y otros abalorios, fundó la
ciudad de la Villa Rica de la Vera-Cruz, cuyo Ayuntamiento lo emancipó por
completo del poder de Velásquez, y adquirió datos acerca del estado del país
que se proponía conquistar para alcanzar gloria y riquezas.
178. — Los elementos heterogéneos de que estaba formado el imperio
mexicano y el odio que animaba á los pueblos, cansados de la ominosa tiranía
de Moteczuma, serían poderosos coadyuvadores de su temerario intento; por
tanto, dispuso seguir hasta el interior del país.
179. — En Cempoallán, fué recibido con magnificencia por el cacique y
alojado en el teocalli (templo), como si hubiera sido un dios; en Tlaxcallán,
la poderosa rival de México, se opusieron á su paso las valientes huestes de
Xicoténcatl el joven, pero, al fin, por su política, le abrieron las puertas de la
populosa ciudad, los cuatro Señores de la República, que lo obsequiaron y se
declararon sus aliados; en Cholollán, la ciudad teocrática por excelencia,
donde por una reacción natural ya no se consideraba á los españoles como
— 37 —
dioses, sino como hombres de otra raza enemiga que llegaba á derribar sus
divinidades, á apoderarse de sus bienes, de sus campos y de su patria, se
le dio cabida con aparentes muestras de entusiasmo, en tanto que de una
manera sigilosa se preparaba un complot que tenía por objeto exterminarlo
con todos los suyos, pero que, descubierto, fué de fatales consecuencias para
los que con razón lo tramaban, pues en unión de los tlaxcaltecas y demás
aliados se entregó Cortés á una horrible matanza, y destruyó la ciudad por el
fuego; pasando en seguida á la Gran Tenochtitlán, objeto de sus ambiciosos
sueños, á donde llegó el martes 8 de noviembre, siendo recibido en las calzadas
por el pusilánime Moteczuma que, seguido de toda su nobleza, le condujo al
palacio de su padre Axayacatl, el cual le había dispuesto para alojaniento.
180. — Ya en la metrópoli mexica, Cortés puso en juego todo su talento,
toda su audacia, todo su valor, y se aprovechó hábilmente del fanatismo del
menguado Moteczuma, que, lejos de oponerle una heroica resistencia, se
sometió desde luego á lo que llamaba la voluntad de sus dioses.
181. — No obstante, era necesario vencer muchos obstáculos que habrían
de í)oner en grave peligro el éxito de aquella atrevida empresa. Así, después
de la matanza ordenada por Pedro de Alvarado, el 20 de mayo de 1520, vemos
á Cortés abandonar la capital la noche del 30 de junio, en la más completa
derrota, dejando esa "Noche Triste," como se le llama en la Historia,
enterrados en las acequias de la ciudad, sus tesoros y sus mejores amigos, é
ir en seguida á refugiarse á Tlaxcallán.
182. — Repuesto de su derrota, infatigable, vencido, pero no domado,
vuelve Cortés acompañado de numeroso ejército de indios auxiliares, sobre la
bella ciudad de Huitzilopochtli, y el 20 de maj'O, Lunes de Pentecostés, reparte
su ejército y comienza el asedio.
183. — Y después de 75 días de riguroso sitio, cuando la falta de víveres
y los muchos muertos, habían producido el hambre y la peste, y toda defensa
era imposible, el martes 13 de agosto de 1521, día de San Hipólito mártir,
quedó consumada la conquista: la Gran Tenochtitlán, la ciudad invencible,
se rindió.
184. — Cuauhtemoc, su rey entonces, se portó dignamente, y hecho
prisionero, refieren que al presentarse ante Cortés, éste se levantó y lo
abrazó con el noble respeto del vencedor al héroe desgraciado; que al monarca
se le llenaron de lágrimas los ojos y que, poniendo la mano en el mango del
puñal del Conquistador, le dijo las siguientes palabras, con las cuales
sucumbía un rey con su raza, con su patria y con sus dioses: **Malintzin,
pues he hecho cuanto cumplía en defensa de mi ciudad y de mi pueblo y vengo
por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma luego este puñal y mátame
con él."
LECCIÓN DUODÉCIMA.
Cortés organiza la colonia de *• Nueva España." — Expediciones de Olid y de
Alvarado. — Instrucciones que ambos recibieron. — Salida de Olid. — Salida
de Alvarado. — Importancia de estas expediciones.
185. — Terminada la conquista del imperio de Aná-
huac, así como de los pueblos vecinos, que sin resistencia,
ó muy corta, se sometieron. Cortés organizó la colonia
— 38 —
que llamó "Nueva España," dándole un gobierno militar
que más tarde ratificó Carlos V.
186. — En seguida se ocupó de extender sus dominios
y fijó sus miradas en estas regiones y en Honduras, cuyas
riquezas se decían fabulosas.
187.— Al efecto organizó dos expediciones: una por
mar y otra por tierra: la primera á las órdenes de Cristó-
bal de Olid, que debería ir á Honduras; la segunda á las
de Pedro de Alvarado, cuya misión era conquistar los
reinos de Guatemala.
188. — Uno y otro tenían instrucciones semejantes:
buscar el estrecho que comunicara con el Pacífico al
Atlántico, poblar una villa en un buen puerto, atraer á
los naturales del país por medios suaves, con virtiéndolos
á los principios de la religión cristiana, levantar cruces
por todas partes, impedir los sacrificios humanos, resca-
tar oro y plata, etc.
189. — Olid fué el primero en salir. En el mes de
abril de 1523 zarparon sus naves del puerto de Veracruz,
con dirección á la Habana, donde debían proveerse de
víveres, caballos, armas y municiones. Llevaba consigo
cinco navios y un bergantín, bien artillados y pertre-
chados, y 370 soldados, de ellos 100 ballesteros y esco-
peteros.
190. — Alvarado dejó la ciudad de México hasta el 6
de diciembre del mismo año, y trajo 300 soldados de
infantería, de los cuales 130 eran ballesteros y escopete-
ros; 120 de caballería; 4. -cañones pequeños y un buen
repuesto de municiones. Además, le acompañaban varias
personas principales, dos clérigos é indios auxiliares.
191. — Aunque de interés ambas expediciones, nos-
otros sólo nos ocuparemos de la de Alvarado, por ser la
que atañe directamente al país que es objeto de nuestro
estudio, no sin decir: que Olid, desleal, traicionó á Cortés,
y que, traicionado á su vez, fué villanamente asesinado en
el pueblo de Naco; terminando así su vida, oscuramente
y como un criminal, aquel denodado capitán.
— 39 —
LECCIÓN DECIMATERCERA.
Don Pedro de Alvarado.— Su expedición.— Llega á Tehuantepec— Resistencia
de Soconusco. — Batalla de Tonalá. — Los príncipes quichés. — Batalla á
orillas del río Tilapa.
192. — Don Pedro de Alvarado ei'a natural de Bada-
joz, en la provincia de Extremadura (España); nació el
año 1485, y fueron sus padres don Diego de Alvarado,
Comendador de Lobón en la orden de Santiago, y doña
Sara Contreras.
193. — Dotado de vivísimas pasiones y de las cualida-
des más contradictorias, pasó en unión de sus hermanos
á la isla de Cuba, en busca de la fortuna que ambicionaba
y no tenía. De allí, le hemos visto seguir. á Cortés y
distinguirse como gran capitán, por sus talentos militares
y arrojo, que le conquistaron admiración y respeto, y le
granjearon multitud de anécdotas enaltecedoras.
194. — La expedición cuyo mando le confió Cortés,
su jefe y amigo, era eJ premio á sus afanes: llevarla á
cabo con feliz éxito sería su triunfo supremo. Veamos
cómo lo realizó.
195. — De México pasó á la provincia de Tehuantepec,
en cuya capital fué honrosamente recibido, y de allí
á la de Soconusco, donde ya encontró resistencia, resis-
tencia organizada por los señores de esa provincia,
confederados con los reyes del Quiche, quienes tan luego
como supieron la aproximación de los españoles se
aprestaron á la defensa, á diferencia de sus acérrimos
enemigos los cakchiqueles que, lejos de eso, ofrecieron
su alianza á los extranjeros y desde tiempo antes habían
enviado una embajada á Cortés hasta Panuco.
196. — La primera batalla se libró á inmediaciones de
Tonalá, y el triunfo fué favorable á las armas castellanas.
Alvarado, siguiendo la política de Cortés, envió, con los
prisioneros, heraldos á sus señores, requiriéndolos de paz,
y amenazándolos si no accedían á sometérsele.
197.— Pero los príncipes gobernantes del Quiche,
que ya hemos visto eran Oxib-Queh y Beleheb-Tzy, en
— 40 —
vez de amedrentarse resolvieron resistir y nombraron á
Tecum-Uman jefe del ejército defensor.
198. — La ciudad de¿ Chnvi-Megena (cerca de Toto-
nicapam) fué la designada como punto de reunión de las
fuerzas quichés con las auxiliares que debían alistar los
príncipes feudatarios. Así, el número de combatientes
fué bastante grande.
199. — Entre tanto, Al varado siguió avanzando, de
Tonalá hacia la provincia de Suchitepéquez, y á orillas
del río Tilapa encontró un nuevo cuerpo de ejército que
le presentó batalla, pero que quedó derrotado.
LECCIÓN DECIMÁCÜARTA.
Batalla del río Sámala. — Toma de Zapotitlán. — Marcha á Xeiahú. — Batalla de
la cuesta de Santa María. — Combate contra las fuerzas del príncipe
Azumanché. — Llegada á Xeiahú. — Batalla entre Quezaltenango y
Totonlcapam. — Leyenda que á ella se refiere.
200. — De las márgenes del Tilapa, aunque venciendo
graves obstáculos a causa de que los caminos estaban
obstruidos y era preciso ir abriéndolos, con dificultad
continuó Alvarado á Zapotitlán.
201. — Antes de llegar á esta ciudad comenzó á ser
hostilizado por los naturales, quienes se situaron en un
mal paso del río Sámala, que era preciso atravesar; pero,
vencidos, huyeron á la población. Alvarado los persiguió
é hizo la desalojaran, después de encarnizados combates
en las calles. En seguida, puso su campamento en el
mercado.
202. — Después de haber permanecido allí dos días,
siguió su marcha con dirección á Xeiahú. Pero al ir
subiendo la cuesta de Santa María de Jesús, que apenas
daba paso á los caballos, fué bruscamente atacado por
una división de cosa de tres á cuatro mil hombres, que
salieron de las barrancas y lo pusieron en apuros, aun-
que á poco los arrolló, pudiendo así acabar su fatigosa
ascensión.
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Don Pedro de Alvakado
^'
— 41 —
203.— Ya en la llanura volvió á ser atacado por un
ejército que calculó sería de 30,000 hombres. Una nueva
victoria fué el resultado de este encuentro, que costó á
los quichés muchas pérdidas, por los destrozos que entre
ellos causaban los cañones y la artillería.
204. — Pero repuestos los valerosos indios, cuando el
Conquistador se disponía á descansar, acaudillados por el
príncipe Azumanché, pariente de Tecum, volvieron á la
carga. El combate fué reñido; mas, todo fué inútil: la
superioridad de armas y disciplina dio otra vez el triunfo
á Alvarado, que vio muerto al garrido general quiche y
tintas las aguas del río Olintepec, con la sangre de aque-
llos patriotas, defensores de su suelo.
205.— Llegó Alvarado al fin á Xelahú, importante
ciudad que encontró deshabitada, porque los naturales,
■f aterrorizados, la habían abandonado. Allí permaneció
tres días, al cabo de los cuales recibió aviso de que un
nuevo y más poderoso ejército quiche se aproximaba,
i Eran las huestes de Tecum-Umán: las últimas que su
valiente pueblo podía oponer á los ambiciosos y crueles
invasores de su patria!
206. — Alvarado resolvió salir á su encuentro, y en
las llanuras que se extienden entre Quezaltenango y
Totonicapam (llanos de Urbina), se trabó la batalla.
Los caballos, como siempre, causaron horribles destrozos
á los indios, que los veían como á monstruos invencibles;
y así, el resultado no se hizo esperar: arrollados perecie-
ron muchísimos, y los que huyeron fueron tenazmente
perseguidos en un espacio de más de dos leguas.
207. — La leyenda ha embellecido este último hecho
de armas. Refiere que habiendo ocurrido un encuentro
personal entre Alvarado y Tecum-LTmán, apareció un
quetzal que era un náhuatl^ amigo del príncipe, y ata-
caba con ferocidad al guerrero español, quien, al cabo,
logró atravesarlo con su lanza, viendo caer, casi al mismo
tiempo, á sus pies, al bravo é infortunado Tecum, que
ya le había matado su caballo. (IX).
42
LECCIÓN DECIMAQUINTA.
Pánico en Utatlán. — Acuerdo tomado por los Reyes Quichés. — Traición.
Conducta de los españoles — Prisión de Oxib-Queh y Beíeheb-Tzy.
Horrible sentencia. — Cruel ejecución.
208. — Al saberse en la capital del Quiche la derrota
y muerte de TecuiD, el pánico cundió entre los habitan-
tes, y las mujeres y los niños huyeron á esconderse á
las barrancas, para salvarse de aquellos blancos que
suponían dioses, portadores del rayo, y llevaban el exter-
minio y la muerte por doquiera que pasaban.
209. — Los reyes Oxib-Queh y Beleheb-Tzy reunie-
ron su Corisejo y deliberaron sobre la manera de salvarse
en tan difíciles circunstancias. Sólo un medio encon-
traron adecuado: llevar con engaño á Utatlán á Alvarado
y á su ejército, y una vez encerrados en la ciudad darle
fuego y acabar con ellos.
210. — El plan era bueno y se puso en práctica.
Alvarado y los suyos creyeron las promesas de sumisión
que les hicieron los Señores quichés, y todo habría salido
á la medida del deseo de éstos, sino es que un traidor
descubre la terrible venganza que tenían preparada.
211. — Entonces los españoles armados de gran di-
simulo y profundo rencor, dejaron la ciudad sin mostrar
desconfianza, pretextando necesitar un lugar apropósito
para que libremente pastasen los caballos.
212. — Así fué que, al día siguiente, los reyes Oxib-
Queh y Beleheb Tzy, muy lejos de suponer sus próximas
desdichas, fueron á visitar al astuto Conquistador. Éste,
los recibió con aparente amabilidad, pero á poco cayó
sobre ellos una partida de soldados que los cargó de gri-
llos y cadenas, así como á los príncipes y demás señores
principales de su séquito.
213, — Alvarado, entonces, quitándose la máscara de
amigo y huésped, les echó en cara su perfidia, les requi-
rió duramente, llamándolos desleales y traidores, y los
hizo juzgar por un consejo de guerra, formado por sus
oficiales, que los condenó á muerte, á ser quemados vivos.
— 43 —
214. — Al día siguiente se encendió la hoguera en
medio del campamento, y ante la espectación, muda de
asombro y de dolor, de los príncipes y altos dignatarios
de la corte, perecieron entre las llamas aquellos dos últi-
mos infortunados soberanos de la más opulenta monar
qaía de Centro- América.
LECCIÓN DECIMASEXTA.
Nuevo Rey Quiche. — Marcha de Aívarado á Quauhtemallán. — Recepción que
le hicieron los cakchiqueles. — Rencores de éstos. — Cannpaña de
Atitlán.— Sumisión de varios pueblos. — Quéjanse los
pipiles de los panatacatlecos.- Ruina de Itzcuintlán.
215 — Después de la espantosa tragedia que acabamos
de relatar, y la cual debe haber tenido lugar en los pri-
meros días del mes de abril de 1524, Aívarado mandó
arrasar la ciudad de ütatlán, sacó de la prisión á un hijo
de Beleheb-Tzy y á otro de Tecum-Umán, y los invistió
con el poder real, á ñn de hacerles creer que no atentaba
contra la autonomía de su nación, que en realidad estaba
ya bajo su autoridad y mando.
216. — En seguida marchó con todo su ejército hacia
Tecpán-Quauhtemallán, capital de los cakchiqueles, que,
<iomo ya dijimos, se le ofrecieron como aliados y eficaz-
mente lo ayudaron á perseguir á los desventurados
quichés.
217. — Los reyes Belehé-Qat y Cahí-Imox salieron á
recibirle hasta las afueras de la ciudad, y en medio de
aclamaciones y extraordinario aparato de lujo y alegría,
le condujeron al palacio de Tzupam, que era su residen-
cia. Allí no permaneció más que un día, porque, teme-
roso de una traición, prefirió transladarse al palacio del
príncipe Chicbal.
218 — Así las cosas, los cakchiqueles, siempre renco-
rosos contra sus antiguos enemigos, pidieron á Aívarado
que los ayudara contra los zutohiles de Atitlán. Éste,
accedió desde luego, porque con ello encontraba un medio
fácil de extender y afirmar sus conquistas; y cinco días
/.
— 44 -
después de su llegada, salió con un buen ejército, rumbo
á Atitlán.
219.— Los feroces zutohiles se defendieron con bra-
vura; pero vencidos se sometieron al valiente Conquista-
dor, que logró, según dicho del rey Tepepul, lo que
ningún pueblo había podido.
220— La fama de los españoles se extendió por todo el
país, y los pueblos, considerándolos invencibles, comen-
zaron á rendirles homenaje sin hacer la más ligera resis-
tencia.
221. — Entre los primeros que prestaron su obediencia
se cita á los pipiles que enviaron sus mensajeros con
presentes hasta Atitlán. Estos se quejaron al mismo
tiempo de los habitantes del reino de Panatacatl, cuya
capital era Itzcuintlán, y de quienes decían que saquea-
ban sus poblaciones.
222. — Al varado les prometió su auxiño y al efecto
volvió á Iximché, de donde salió, algunos días después,
al frente de sus tropas, reforzadas con aliados numerosos,
con dirección á Itzcuintlán. Los moradores de esta
ciudad, que no esperaban el peligro que les amenazaba,
fueron sorprendidos por los invasores, que, amparados
por las sombras de la noche, los pasaron á degüello, en-
tregando la población á las llamas.
223. — Los itzcuintlecos, así como otros pueblos
vecinos, creyendo inútil toda resistencia, se entregaron
al jefe español bajo todas las condiciones que les puso,
quedando, por tanto, como vasallos de Carlos V de
Alemania, I de España.
LECCIÓN DÉCIMASÉPTIMA.
Expedición hacia el S. E. — Nancíntlán.-r- Traición de los de Paxaco.
Continúa Aivarado su marcha. — Combate de Acajutla. — ^^Combate de
Tacuxcalco. — Atehuán. — La capital Cuzcatleca. — Abusos de
los espafioles. — Insurrección de los pueblos. — Planes
de Aivarado.— Regresa á Iximché.
224.^— De Itzcuintlán, seguido de su pequeño ejército
de españoles y de seis mil indios aliados, se dirigió Aiva-
rado hacia el S. E., atravesó el río Michatoyatl, sobre un
— 45 —
puente que hizo construir, y pasó por las poblaciones de
Atiepac, Taculula, Taxisco, Guazacapán, Chiquimulilla,
Tzinacantán y otras, aunque sin detenerse en la mayor
parte de ellas, porque la actitud de los naturales no era
nada pacífica, tanto que su hermano Jorge tuvo que
resistir varias ocasiones sus ataques, para defender el
tren, y D. Pedro Portocarrero salió á perseguirlos, aun-
que sin resultados.
225. — Llegó el ejército á Nancintlán, pueblo que
habían abandonado sus espantados habitantes, y allí
permaneció ocho días. En este lugar recibió Alvarado
una embajada enviada por los indios de Paxaco, impor-
tante población situada cerca del río Paxa (río Paz),
quienes lo invitaban á pasar á ella. Confiando los
españoles en las ofertas de los de Paxaco, se encaminaron
hacia allá; pero no tardaron en apercibirse de que se les
tendía una celada, pues los senderos estaban cerrados é
hmcadas en el suelo multitud de agudísimas púas, que
hacían embarazoso el paso, sobre todo á los caballos.
Prevenidos ya, llegaron á la ciudad, donde las tropas
indígenas esperaban dispuestas para la pelea, cayeron
sobre ellas, y les dieron tan formidable carga, que no
pudiéndola resistir, huyeron perseguidas por la caballe-
ría, que, como de costumbre, hizo estrago.
226. — Pernoctó Alvarado en Paxaco y al día siguiente
atravesó tranquilamente el río, penetrando en lo que hoy
es territorio salvadoreño.
227. — Prosiguiendo su marcha tocó en Nahuizalco y
Acatepec, pueblos desocupados por sus habitantes que
huían á las serranías, y de allí á Acaxual (Acajutla).
228. — A media legua de este lugar, en una extensa
llanura, se presentó un grueso ejército de indígenas, que
tuvo que salir á combatir. La lucha fué reñida y hubo
muchas pérdidas de ambas partes, entre muertos y
heridos, contándose entre estos últimos el mismo Alva-
rado, á quien una flecha atravesó la pierna izquierda,
dejándolo cojo para el resto de los días de su vida.
^>
— 46 —
229. — De Acaxual pasó Alvarado á Tacuxcalco, que
también encontró desierto, pero en sus cercanías apare-
cieron numerosísimas fuerzas enemigas, armadas de
grandes lanzas de 30 palmos de largo. El jefe español
dividió su ejército en tres cuerpos, al mando de sus
hermanos, y se empeñó la acción, que no fué larga y sí
favorable á sus armas. Las chusmas indígenas, no
obstante su superioridad numérica, tuvieron que ceder,
como otras veces, á la aventajada disciplina y mortíferas
armas de los castellanos.
230. — De este lugar siguieron los españoles a Mia-
huaclán y de allí á Atehuán, la primera de las poblaciones
sujetas al poderoso señorío de Cuzcatlán, que se extendía
por la mayor parte de lo que es hoy República del Sal-
vador. En esta población se presentó á Alvarado una
comisión de los Señores del reino, encargada de ofrecer
su obediencia y la de sus vasallos al monarca de Castilla.
. 231. — De Atehuán fueron inmediatamente á la
capital cuzcatleca, donde se les recibió con todo género
de comodidades y agasajos. Pero, habiéndose entregado *
los españoles a cometer abusos que por desgracia autori-
zaba con su conducta poco moral su propio jefe, los habi-
tantes huyeron á los campos y se aprestaron á la defensa.
232. — Entonces Alvarado destacó fuerzas para per-
seguirlos y reducirlos al orden, pero el resultado no fué
favorable, pues regresaron á la ciudad con muchos heridos,
entre españoles é indios aliados,^ por lo que dispuso
intentar atraerlos por medios pacíficos, que también
fueron inútiles, pues con razón desconfiaban los naturales
de todas las promesas que les hacían los mensajeros.
233. — Ante el fracaso de sus planes, y atendiendo á
que la estación de las lluvias estaba muy entrada y era
imposible por lo copioso de ellas y el mal estado de los
caminos abrir una campaña formal contra los cuzcatlecos,
resolvió Alvarado dejar para ocasión más favorable la
conquista de su señorío, y emprendió la marcha de regreso
á Iximché, á donde llegó el 21 de julio, después de
cuarenta y cinco días de ausencia.
— 47 —
LECCIÓN DKCIMAOCTAVA.
Dispone Alvarado fundar una ciudad. — 25 de julio de 1524. — Primeros
vecinos de la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.
Rebelión de los cakchiqueles. — Nuevas conquistas. — Sometimiento
de Cuzcatlán. — Resuelve Alvarado ir á México. — Carta de
Cortés. — Expedición de éste á Honduras— Disgusto de
Alvarado.
23-i. — Considerando Alvarado que ya era tiempo de
fundar una ciudad que sirviera de capital á la Colonia,
dispuso su establecimiento en el propio Iximché ó
Tecpám-Quauhtemallán, nombre del cual se derivó el
que hasta hoy conservan la capital y toda la República.
235. — Así, el día 25 de julio de 1,524, día del apóstol
Santiago, patrón de España, fué el escogido para el acto
de la fundación, y después de haber dicho misa el padre
Juan Godínez, capellán del ejército, las tropas formadas
aclamaron á Santiago patrón de la villa que fundaban y
de la iglesia que edificarían, y Alvarado procedió á cons-
tituir la municipalidad, nombrando alcaldes, regidores y
alguacil mayor. Además, invistió con el cargo de cura,
para que administrase los sacramentos, al supradicho
Godínez, quien con el padre Juan Díaz, se había ocupado
hasta entonces de convertir á los naturales á la fe
católica.
236. — A ciento llegaron los primeros españoles ins-
criptos como vecinos de la nueva villa, que á los cuatro
días de fundada se llamó ya ciudad de Santiago de los
Caballeros de Guatemala.
237. — Pero un suceso inesperado vino á poner en
grave peligro su existencia. Las exacciones que los
conquistadores ejercieron sobre los naturales cakchique-
les, vino á cansar su ánimo, sufrido hasta entonces, y se
revelaron, dejando á la ciudad y retirándose á las
montañas, donde resolvieron defenderse, acaudillados
por sus reyes Belehé-Qat y Cahí-Imox, que tarde com-
prendieron el error cometido al recibir de paz á los
invasores. Alvarado les declaró una guerra de exterminio,
— 48 —
y los pobres cakchiqueles fueron perseguidos con tesón,
aún por los mismos que debían haberlos considerado
como hermanos, por los quichés y zutohiles, que hallaron
la manera de vengarse de antiguos y de recientes agravios.
238. — Tal era la situación a fines del año 1,524. En
el siguiente Al varado continuó sus conquistas en el centro
del país y parece que otra expedición de españoles, más
afortunada que la suya, realizó la de Cuzcatlán, pues por
las actas municipales de Guatemala se ve que en el mes
de mayo ya existía una villa de Han Salvador, de la que
era alcalde Diego de Holguín.
239. — Y como ya estas regiones estaban, si no por
completo pacificadas sí sometidas, aparentemente, á la
autoridad española, resolvió Alvarado hacer un viaje á
México, donde se decía que había muerto su jefe Hernán
Cortés.
240. — Sus hermanos y el cabildo se opusieron á que
realizase tal viaje que juzgaban imprudente; pero, aunque
él no hacía caso de tales observaciones, hubo de diferirlo,
por haber recibido una carta de Hernán Cortés, quien
le escribía desde Trujillo, refiriéndole su expedición á
Honduras, y anunciándole su regreso á Nueva España
por territorio de Gruatemala.
241. — Cortés había venido á Honduras con el propó-
sito de castigar á su rebelde teniente Olid, cuyo fin ya
conocemos. Fué su viaje una jornada memorable por
las peripecias de que se halla revestida: hecha por tierra,
pasó por el Peten, hasta Nito, y tuvo que sufrir á más de
las dificultades que oponían las escabrosidades del
terreno, las originadas por la falta de víveres. Muchos
españoles é indios perecieron de hambre y cansancio, y
temiendo Cortés una conspiración mandó ahorcar á
Cuauhtemoc, último rey de México, y al de Tacuba, en
un lugar llamado Izancanac (Estado de Chiapas), el 25
de febrero de 1525. (X.)
242. — Alvarado al recibir tal anuncio se contrarió
demasiado, porque no era muy de su gusto" que Cortés le
-- 49 ~
visitase, pues podía enterarse de su conducta anterior,
nada bu^^na. Pero disimuló su disgusto y comenzó á
dictar las di^ posiciones necesarias para recibir, cual
correspondía, á su jefe y amigo.
LECCiUN DECIAIANOVENA.
Nueva carta de Cortés. — Disposiciones de Alvarado. — Marcha á Honduras.
Encuentra en Choluteca el capitán Marín. — Formidable insurrección.
Sangrienta batalla de Iximché. — Viaje de Alvarado á México. — Sus
gestionen en esa ciudad. — Jorge de Alvarado — Se hace cargo del
gobierno. — Acuerda la definitiva fundación de la ciudad.
Elección de sitio apropiado.— 22 de noviennbre de 1527.
2+3. — Pero una nueva carta recibida de Trujillo en
los primeros días del año 1526 vino á cambiar la faz de
los sucesos, pues en ella Cortés indicaba á Alvarado que
regresaría por mar á México, y que, deseando conferen-
ciar con él, fuese inmediatamente á verlo.
244:. — Alvarado recibió esa carta en Xepau, lugar á
donde ya se había transladado la capital, y dispuso desde
luego su marcha, nombrando para que gobernara el país,
en su lugar, á su hermano Gonzalo, quien el año anterior
se había distinguido en la campaña contra los mens de
Zaculeu.
245. — Emprendió su viaje á Honduras, tomando el
camino de Cuzcatlán; pero en Choluteca encontró parte
del ejército de Cortés, que venía al mando del capitán
Luis Marín, quien le enteró de que su jefe se había
embarcado rumbo á Veracruz, y que él, con sus soldados,
seguiría por tierra hasta México.
246.— Al regresar de Choluteca encontró Alvarado
á todos los pueblos en armas, á causa de la conducta que
<5on ellos observó su hermano. Tuvo que librar una
sangrienta batalla en Iximché, defendida por todas las
tribus coligadas, y aunque venció no fué á costa de poco
esfuerzo, pues la insurrección de ese año (1526) fué
general y formidable.
— 50 —
247. — En seguida arregló su proyectado viaje á
México, y á fines de agosto lo emprendió, en tanto que D.
Pedro Portocarrero continuaba la pacificación de estos
países, aún no lograda, y perseguía á los reyes cakchi-
queles, retraídos en las inaccesibles alturas de Holom-
Balam.
248. — Alvarado tan luego como llegó á México ges
tionó para su hermano Jorge el nombramiento de Te
niente de Gobernador y Capitán General de Guatemala,
y habiéndolo obtenido, se embarcó para España en el
puerto de Veracruz, el mes de febrero de 1527.
249. — Jorge de Alvarado, investido con su nuevo
cargo, vino á Guatemala, y el día 20 de marzo de aquel
año presentó al Ayuntamiento sus credenciales. Desde
luego comenzó á ejercer sus funciones y uno de sus
primeros actos fué establecer definitivamente la capital,
pues hasta entonces no había sido estable, y había
pasado de Iximché á Xepau, de Xepau á Olintepec, y de
Olintepec al Valle de Almolonga, en el lugar donde hoy
está el pueblo de San Miguelito, sitio que ocupaba por
el mes de octubre de 1527.
250. — Así, después de haber discutido acerca de la
bondad de los puntos escogidos, que eran varios, la
mayoría se pronunció por el Valle de Almolonga, de
clima agradable, risueño aspecto y fertilidad asombrosa,
con abundancia de materiales de construcción. Y el día
22 de noviembre de 1527, en el punto llamado Bulbuxyá,
al pie del volcán Hunahpú, constituidos el Capitán
General, el Ayuntamiento y los vecinos, se procedió al
establecimiento formal de la ciudad de Santiago de Gua-
temala. (XI).
- 51 —
LECCIÓN VIGÉSIMA.
Alvarado en España. — Sus enemigos. — Triunfa de ellos. — Se casa con doKa
Francisca de la Cuev-. . — Es agraciado con varios títulos. — Se embarca
para Veracruz. — Suceso desgraciado — Amplios poderes que da
Alvarado á su hermano Jorge — Proceso que le formó la
Audiencia de México. — Lo dejan sus acompañantes. — Fr.
Domingo de Betanzos —Alvarado en Guatemala.
El Lie. D. Francisco Marroquín. — Sumisión de
los reyes cekchiqueles.
251. — Mientras se establecía definitivamente la ciu-
dad de Guatemala, su verdadero fundador, Pedro ^de
Alvarado, llegaba á España, donde le esperaban multitud
de contrariedades. Todos sus enemigos se desataron en
graves acusaciones en su contra, por las demasías que
por acá cometió, y en gran peligro estuvo su porvenir,
que se salvó gracias á la protección que le impartió el
comendador Francisco de los Cobos, secretario del Con-
sejo de Indias y gran privado del emperador Carlos V.
252. — Disipado el nubarrón que se había cernido
sobre Alvarado, éste se casó con doña Francisca de la
Cueva, dama de la alta nobleza española, y fué agraciado
con los títulos de "Don," raro en aquellos tiempos, y de
Adelantado; con la cruz de comendador de la ordeQ de
Santiago y con el nombramiento de Gobernador y Capi-
tán General de Guatemala.
153. — Por tal, habiendo logrado más de lo que desea-
ba y recibido orden de venir á encargarse de su empleo,
dejó á España, embarcándose para Veracruz. Le acom
pañaban, además de su esposa, varias personas que traían
algunos empleos, y entre ellas el virtuoso sacerdote Lie.
D. Francisco Marroquín.
254. — Pero al llegar al puerto de Veracruz ocurrió
un suceso desgraciado: bajo la influencia del clima mor-
tífero de ese lugar, enfermó doña Francisca, y murió,
dejando viudo al Adelantado, quien, tan luego como
llegó á México, comprendiendo que tal suceso podría
influir desfavorablemente en el curso de su vida, expidió
amplios poderes á su hermano Jorge, para que lo repre-
-~- 52 —
eentara por acá, independientemente del gobierno de
Nueva España.
255. — En efecto, en México la Audiencia instauró
desde luego un formidable proceso contra Alvarado, por
causa de que, "cuando estuvo en Guatemala no hubo
buen recabdo en la cobranza de los Quintos y Derechos
Reales," cosa que, si era cierta, también era el más leve
de los cargos que se le podían hacer.
256. — La causa fué larga, y como no llegaba el día
en que se le sentenciara, sus acompañantes lo dejaron
para venir á tomar posesión de sus cargos al lado de
Jorge, su representante; habiendo sido precedidos en su
viaje por el religioso dominico fray Domingo de Betanzos,
quien vino á fundar el primer convento que hubo en el
país, cuyos habitantes serían más tarde defendidos con
tanto celo por esa orden, que en España levantó tantas
hogueras contra los herejes, y aquí fué ejemplarmente
humanitaria con los idólatras naturales.
257. — Jorge, gobernando en representación de su
hermano, no fué un modelo de gobernantes, y dio lugar
á varias quejas á la Audiencia de México, que envió para
sustituirlo á Francisco de Orduña, quien se hizo cargo
del mando el 14 de agosto de 1529, siendo á su vez susti-
tuido el 11 de abril del año siguiente, por el mismo D.
Pedro.de Alvarado, ya libre del proceso que se le seguía.
258. — Sus primeras disposiciones tendieron á extir-
par los motivos de discordia que había entre los colonos;
en seguida quitó el cargo de cura al padre Juan Godínez,
y presentó para que lo subrogase al Lie. D. Francisco
Marroquí n, quien después fué nombrado, además, por el
obispo de México, su provisor y vicario general en este
país.
259. — En el mes de mayo, los reyes cakchiqueles
Belehé-Qat y Cahí-Imox, cansados de andar errantes
por las montañas, se sometieron á Alvarado, quien los
acogió con demostraciones de amistad, porque esto afir-
maba su gobierno, dándole la tranqudidad que antes no
había tenido.
— 58 —
LECCIÓN VIGESIUAPRIMERA.
Muer-te del rey Belehé-Qat — Primer obispo de Guatemala.— Aprestos de
Alvarado. — Fr. Bartolomé de las Casas. — Disgusto de la Audiencia de
México contra Alvarado. — Lie. Alonso de Maldorado. — Marcha
Alvarado á Honduras — Fundación de Gracias y San Pedro
Sula.— Viaje de Alvarado á España.
260. — Afianzada la paz de estas provincias, se inició
una marcha de regular progreso en la colonia, que vio: la
muerte del rey Belehé-Qat, ocurrida en Solóla; el nom-
bramiento de primer obispo de Guatemala, que hizo el
Emperador en la persona del Lie. Marroquín, á fines del
año 1533, aunque se consagró hasta el de 1537; y los
aprestos que para su expedición á las islas de la Espe-
cería hacía D. Pedro de Alvarado desde que regresó de
México á Guatemala.
261. — Pero esta expedición hubo de ser aplazada,
porque cuando más entusiasmado estaba el Adelantado
en prestigiarla, recibió noticias de las riquezas del Perú
y Quito, y resolvió ir allá, cosa que verificó, no obstante
la oposición de los Oficiales Reales, de la Audiencia de
Nueva España y del Rey mismo Así, á principios del
año 1534 salió de la ciudad con 500 hombres, para em-
barcarse en el Realejo, en naves que había mandado
construir. Llevaba como 2,000 indios auxiliares.
262. — Desastrosa fué esta empresa que terminó con
un contrato de compra-venta poco digno; pues, habién-
dose encontrado Alvarado con Almagro y Pizarro, con-
quistadores del Perú, éstos le hicieron ver las dificultades
que entre tres asociados podrían surgir, y le ofrecieron
cien mil pesos de oro con tal que regresase á su gober-
nación y les dejara su escuadra y su ejército. El
Adelantado aceptó; trató de disculparse con los suyos y
después de recibir muchos regalos, emprendió la marcha
de retorno, entrando á la ciudad de Guatemala á fines
del año 1535, entre públicas manifestaciones de regocijo.
263. — Poco tiempo después llegó también á Gua-
temala otro personaje célebre: Fkay Bartolomé de las
— 54
Casas, notable dominico que representa en la historia de
de estos pueblos an papel importantísimo, por la empresa
que se propuso llevar á cabo: la conquista pacífica de las
tribus aún no some-
tidas, lográndola
por medio de la per-
suación y del ejem-
plo, y, asimismo, la
ruda guerra que hizo
a los crueles enco-
menderos, constitu-
yéndose en acérri-
mo defensor de los
indios. Nació en
Sevilla el año 1474,
hizo sus estudios en
la Universidad de
Salamanca, donde
obtuvo el título de
Licenciado; vino en
1502 á la isla de Sto.
Domingo, con O-
vando; se ordenó
sacerdote en 1510;
luchó por la liber-
tad de los esclaviza-
dos indígenas, víctimas de los repartimientos; y, para
mejor cumplir su misión, tomó el hábito de los domini-
canos, profesando el año 1523. Después,"su vida es una
constante brega en pro del bienestar de los naturales de
América, que en su celo encontraron un lenitivo á sus
penas.
264. - Entre tanto, la Audiencia de México justa-
mente disgustada, por la conducta de Al varado, al saber
su regreso del Perú, envió en secreto á - uno de sus
miembros, al Lie. Maldonado, sujeto muy recomendable
por su ilustración y prudencia, para que viniera á resi-
denciarlo. Pero el sigilo que se guardó no fué tal que
Fe. Bartolomé de las Casas
— 55 -
Al varado no recibiese noticias del peligro que le ame-
nazaba, y pretextando ir á auxiliar á los coJonos de
Honduras, extorsionados por su gobernador Cereceda, se
fué i)ara Naco. Allí se hizo cargo inmediatamente de la
gobernación, organizó la Colonia, mandó á Juan de
Cliávez, su capitán, que fundase una ciudad, y erigió á
Gracias, creando él mismo la de San Pedro Sula; después,
dando parte de ello al Ayuntamiento de Guatemala, se
dio á la vela en Puerto Caballos, con dirección á España,
donde esperaba vindicarse y recobrar su ascendiente
perdido, por medio de la valiosa protección que le presta-
rían sus amigos.
LECCIÓN VIÜKSLHASEÜUNDA.
Llega Maldonado á Guatemala. — Disposiciones que dá. — Don P«dro en Españt
Su nuevo enlace y honras que recibe. — Desembarca en Puerto Caballos.
Montejo le cede la gobernación de Honduras. — Su entrada á la Capital.
Toma posesión del gobierno. — Alista una expf-dición para ir á la
China é islas Moiucas. — Se da á la vela y llega á un puertL^
de Xalifcco. — Contrato que hizo con el virrey Mendoza.
Mensaje de Cristóbal de OPÍate. — Campaña contra
los indios de Nochistién. — Muerte de Alvarado.
265. — A los pocos días de haber salido el Adelantado
para Honduras, llegó á Guatemala su juez de residencia,
Maldonado, quien se hizo cargo del gobierno el día 1- de
mayó de 1536. Como Alvarado ya no estaba, no era
posible reducirlo á prisión; pero sí, embargó sus bienes y
comenzó á practicar averiguaciones acerca de su con-
ducta. Dio además muchas disposiciones conducentes á
restringir los abusos y á mejorar la condición de los
naturales, 'facilitando al padre Las Casas cuanto hubo
menester para emprender la conquista pacífica de los
indios. Así lo revela el acuerdo de 2 de mayo de 1537.
266. — Y mientras la colonia, á la sombra de una sabia
y moderada administración, adquiría adelanto, eipí España,
don Pedro, ayudado de su fortuna, recobraba bienes y
honores, y se unía á doña Beatriz de la Cueva, hermana
de su difunta esposa. Así, provisto de la Real Cédula
- 56 -
de 22 de octubre de 1538, expedida en Valladolid, y por
la cual el Rey le perdonaba sus faltas y concedía la go-
bernación de Guatemala por otros siete años, se embarcó
para acá acompañado de muchas personas de categoría,
buen numero de soldados y veinte doncellas nobles que
venían con doña Beatriz.
267. — Desembarcó en Puerto Caballos y emprendió
el camino por tierra á la capital de su gobernación, pero
antes arregló con el Adelantado don Francisco de Monte-
jo, le cediese la de Honduras en cambio de la de Chiapas,
dando, con esto, principio á la unión de las provincias que
más tarde formarían el Reino de Guatemala.
268. — Entró á la capital eldía 15 de septiembre de
1839, y el 16 concurrió á la sesión del Ayuntamiento para
presentarle sus despachos; lo cual, hecho con malicia, dio
lugar á que se los objetaran, cosa que deseaba, para des-
cubrir á sus enemigos. Por tal, logrado su plan, exhibió
la cédula que no dejaba lugar á dudas, y, acatada, se hizo
cargo del poder en medio de fiestas y grandes ceremonias.
269. — Después, su afán fué arreglar la armada con
que debería dirigirse á la China é islas de la Especería
(Molucas), y á costa de grandes gastos mandó construir
en Acajutla las naves necesarias, que estuvieron listas
para el 19 de mayo de 1540, fecha en que así lo manifestó
al Ayuntamiento, diciéndole que nombraba Teniente de
Gobernador y Capitán General, para que lo reemplazara
durante su ausencia, al Lie. don Francisco de la Cueva,
cuñado suyo.
270. — Se dio á la vela Alvarado á principios del mes
de junio y llegó á un puerto de Xalisco, Uapaado de la
Purificación. De allí pasó al interior del país y celebró
con el virrey de México, don Antonio de Mendoza, (29
de noviembre de 1540), un contrato para ir á conquistar
el fabuloso reino de Quivira, donde se hallaban las Siete
ciudades de Cíbola^ de que tanto hablaron el francis-
cano fray Marcos de Niza y el negro Estebanico, pospo-
niendo su viaje á las Molucas. De regreso, en el puerto
de Navidad, fué requerido por Juan Fernández de Híjar
— 57 —
para que le diera auxilio á Cristóbal de Oaate, que se
ocupaba de la pacificación del reino de la Nueva Galicia
(Xalisco), y estaba muy comprometido. Al varado, con
su natural fogocidad, se prestó á ello, repartió su ejército,
y con cien hombres se dirigió á Guadalajara. El Go-
bernador salió á recibirlo hasta la orilla del río Santiago
y en seguida celebraron una junta, en la que Alvarado
dijo: *' Vergüenza es que cuatro gatos encaramados en
los riscos de los montes hayan hecho tanto ruido que
estén alborotando á dos reinos; con menos gente de la que
traigo sobra paia sujetarlos, no hay que esperar más."
271. — Pero la estrella de don Pedro se eclipsaba, y la
suerte, cansada de prodigarle sus favores, muy pronto se
le mostró adversa.
272.— Sin atender á las prudentes reflexiones del
Gobernador Oñate, ni esperar el resto de sus fuerzas,
marchó inmediatamente á un cerro llamado Toe ó peñón
de Nochistlán, donde se encontraban fortificados los
indios, tras un recinto defendido por siete cercas de pie-
dras. Desmontó, y seguido de sus soldados, que hicieron
lo mismo, subió valientemente, espada en mano, y
diciendo: "esto es así", comenzó á abrir una brecha; pero
los naturales, que sólo aguardaban la oportunidad, se
lanzaron sobre él con tal furia que tuvo que ordenar la
retirada. El terreno era pantanoso y la caballería no
podía maniobrar; así es, que acometido Al varado por
todas partes, en medio de grandes dificultades, anduvo
omo tres leguas, y ya parecía que todos estaban á cu-
ierto de peligro porque los indios comenzaban á reti-
rarse; pero entonces fué, que, subiendo una cuesta, el
notario Baltasar Montoya, para ponerse más pronto en
salvo, espoleaba mucho su caballo, por lo que el Adelan-
tado le dijo: "Sosegaos Montoya, que los indios parece
nos han dejado." Pero Montoya, lejos de escucharle, y
cada vez más temeroso de que se le atrancase su ya
fatigada cabalgadura, le apuraba con más ahinco, hasta
el punto que, resbalándose, rodó por la cuesta abajo.
Alvarado que iba á pié y á la retaguardia, por ser el lugar
— 58 —
de mayor peligro, no pudo evitar el encuentro, por lo
pesado de su armadura, y fué arrojado hasta el fondo
de la barranca. Sus soldados ocurrieron en su socorro,
y diciéndoles: ''no es bien que los indios conozcan mi
peligro", hizo que uno de ellos se pusiera su traje y sus
insigaias, no sin agregar que de tal suerte era digno todo
aquél que se juntaba con hombres como Montoya. Y
como uno de los capitanes le hubiere preguntado qué le
dolía, contestó: "el alma; llévenme á donde la cure con
la reciña de la penitencia."
273. — Del sitio de tan desgraciada catástrofe, ocurida
el 24 de junio de 1541, fué transportado el Adelantado
al pueblo de Atenquilit (Atenguillo) y de allí á Guada-
lajara, donde, después de dictar sus órdenes testamen-
tarias, murió el 4 de julio del mismo año. (XII).
LECCIÓN TIüESlMATERCERA.
Cartas del Virrey de Nueva España. — Impresión que causó la muerte de
Alvarado. — Exigencia de doña Beatriz de la Cueva. — Es nombrada
Gobernadora y Capitana Gsnerala del Reino. — Se da el epíteto de
La sin Ventura— Hombra su teniente á su hermano. — Destrucción
de la ciudad. — Muere doña Beatriz. — Los Licdos. Marroquín y
de la Cueva en el poder. — Traslación de la ciudad. — El Lie.
Maldonado. — Las "Ordenanzas de Barcelona."
274.— Tan luego como el virrey de México, señor
Mendoza, supo el triste fin del Adelantado, escribió al
Ayuntamiento de Guatemala, al Obispo y al Teniente d
Gobernador, dándoles el pésame y confirmando el nom-
bramiento del último, aunque interinamente, hasta que
el Rey proveyera el cargo en propiedad.
275. — Profunda impresión causó en el vecindario la
noticia, y amigos y enemigos, olvidando los defectos de
Alvarado, todos vistieron luto; pero quien se excedió en
demostraciones de dolor, fué la viuda, que mandó pintar
de negro su palacio.
276. — Pero su pena no fué tanta que la embargara
hasta el punto de impedirle pensar en satisfacer su
59 -
ambición; y así, pasados los primeros nueve días, durante
los cuales se celebraron las honras fúnebres en honor de
su esposo, llamó al Teniente de Gobernador, al Obispó y
al Ayuntamiento, y les intimó la orden de que la nom-
braran Q-oberuadora y Capitana Generala del Reino.
277. — Todos oyeron asombrados aquella pretensión
y se retiraron á deliberar acerca de ella, aquel mismo día
9 de septiembre. La discusión fué acalorada, y aunque
hubo muchos opositínvís triunfó el partido de los de
opinión favorable al nombramiento, por lo cual pasó el
Cabildo en corporación á notificarlo á la Señora, quien
al prestar el juramento y firmar el acta respectiva,
puso: La sin Ventura Doña Beatriz^ pero tachando acto
continuo su nombre dejó tan sólo el epíteto La sin
Ventura.
278. — Pero doña Beatriz, no queriendo tener muchas
molestias, nombró su teniente á su hermano don Fran-
cisco, reservándose para sí el proveimiento de encomien-
das de indios, que era cosa productiva.
279. — Entre tanto, día y noche, desde el 8, llovía
copiosamente: una catástrofe debía ser el desenlace de
aquellos aguaceros; y, el sábado 10 de septiembre, dos
horas después de haber anochecido, bajó del volcán
Hunahpú (volcán de Agua) tan formidable avenida,
conduciendo grandes trozos y piedras, que no dejó en
buen estado ni una sola casa de la ciudad, causando
innumerables víctimas personales, entre las que se con-
taron la infortunada doña Beatriz y sus doncellas, de las
que se salvó doña Leonor, hija del Adelantado.
280. — Los rayos del sol del Jl de septiembre de 1541,
alumbraron el más triste cuadro de desolación, aumen-
tado con las preocupaciones de los vecinos, que llegaron
á suponer que todas aquellas desgracias eran originadas
por algunas expresiones blasfemas proferidas por La
sin Ventura con motivo de la pérdida de su esposo, y
tal era su irritación, que pretendían dejar insepulto su
cadáver, expuesto á ser devorado por los animales.
~- 60 -
281. — Casi restablecida la calma, aunque el pánico
no se extirpaba del todo, se procedió á elegir nuevo
Q-bbernador, y, df spués de muchaá discusiones, el día 17
se nombi^ó para tal puesto á los Licenciados Man*oquín
y de la Cueva, quienes desde luego se ocuparon en buscar
un lugar adecuado para transladar á él la derruida ciadad:
al efecto se escogió el valle de Panchoy.
282. — En los primeros días de mayo de 1542 se pre-
sentó al Ayuntamiento el señor Lie. don Francisco de
Maldonado, á quien había nombrado Gobernador de
Guatemala el virrey de México. El Cabildo, conociendo
sus excelentes cualidades, no opuso obstáculos para
reconocerlo y lo aceptó como tal, cesando en sus funcio-
nes los individuos por él electos.
283.— El Obispo se ocupó entonces de arreglar el
testamento de Alvarado; pero el suceso más notable
acaecido en ese año de 1542 es la expedición de las
"Ordenanzas de Barcelona" ó leyes para el gobierno de
Indias, que causaron una verdadera revolución en las
colonias americanas y engendraron acerbos odios á su
principal promotor, el infatigable patrono de los indios
fray Bartolomé de las Casas.
LECCIÓN Y1GE8IMACÜARTA.
Las "Nuevas leyes". — La Audiencia. — Su primer presidente. — Su instalación
en Gracias. — Extensión de su jurisdicción. — Objeto de nuestro estudio.
Número de presidentes. — Gcbierno de Maldonado. — Lie. Alonso
López de Cerrato. — Su carácter y conducta en el poder.
Concepto que de é! se tiene. — Dr. D. Antonio Rodríguez
de Quesada.— Acontecimientos notables ocurridos en
su tiempo. — El oidor decano Ramírez de
Quiñónez.
284. — Esas ''Nuevas leyes," como se les llamó, orde-
naban la creación de una Audiencia Real, que debería
establecerse en los confines de Guatemala y Nicaragua,
suprimían la esclavitud, derogaban la facultad de dar á
los indios en encomiendas, reglamentaban la manera de
hacer nuevos descubrimientos, y, en suma, daban la
- 61 -
norma para una administración moral en las provincias
de Centro- América, ya todas sujetas á la corona de Cas-
tilla, y que, reunidas, formarían el Reino de Guatemala.
285.— La Audiencia debía componerse de cuatro
oidores letrados, siendo uno de ellos presidente. Este
honor recayó en el licenciado Alonso de Maldonado,
quien, con Herrera, Ramírez de Quiñónez y Rogel, la
integró, y en la ciudad de Gracias, el 16 de mayo de 1544,
ibrieron solemnemente sus sesiones.
286. — Abarcaba la jurisdicción de la '^Audiencia de
los Confines," desde Yucatán hasta Darién, y como su
Presidente fué después investido, además, con el cargo de
Gobernador por sí solo de todo el Reino, estudiaremos
el gobierno de aquellos cuya administración encierre
hechos de verdadera transcendencia.
287.— Cuarenta y dos fué el número de estos presi-
dentes, exceptuando á los oidores decanos, que en muchas
ocasiones, por falta del propietario, se encargaron interi-
namente del mando, así como á los visitadores, que lo
ejercían en tanto que practicaban su inspección.
288. — El gobierno de Mal donado fué muy agitado:
los encomenderos no descansaron un solo instante en su
afán de acusar al obispo Las Casas, y éste en el de
defender á los indios, cosa que le originó gravísimos
disgustos, pues no sólo se atrajo los odios de aquéllos,
sino que hasta el mismo Presidente lo increpó con dureza,
llamándole ''loco'' y ''bellaco."
289. — Por tal razón, el Obispo, al pasar á España á
cumplir la sagrada misión que se había impuesto, ges-
tionó, entre otras cosas, el nombramiento del licenciado
Alonso López Cerrato, para sucesor de Maldonado, á
quien substituyó el 28 de mayo de 1548, fecha en que
llegó á Gracias.
290. — El Lie. Cerrato desde luego se manifestó
enérgico defensor de los naturales y flagelador de los
abusivos conquistadores: puso en práctica las "Ordenan-
zas de Barcelona," ordenó la despoblación de la colonia
"La Nueva Sevilla," cuyos habitantes extorsionaban á
- 62 -~
los indios de la Verapaz; transladó la Audiencia á la
ciudad de Guatemala (1549), por ser la más importante
del Reino; y dictó las medidas convenientes para relevar
de la esclavitud á los aborígenes de Chiapas y de otras
Provincias donde aún imperaba, aunque en seguida fué
sustituida por las "encomiendas," forma diversa, quizá
de mayores fatales transcendencias, que subsistió entre
nosotros con el nombre de ''mandamientos," hasta no ha
mucho tiempo. Los encomenderos disgustados por la
conducta honrada de Cerrato, lo acusaron ante el Rey;
y él, cansado de tanto luchar, pidió su retiro. Mas, al
rendir sus cuentas, muy cumplidas, al juez de residencia
doctor don Antonio Rodríguez de Quesada, murió. Fue
sin duda el mejor presidente que tuvo Guatemala en
aquellos tiempos.
291. — El Dr. D. Antonio Rodríguez de Quesada comenzó á desempeñar
la presidencia en propiedad el 14 de enero de 1554. Tuvo que luchar con las
dificultades que le ofrecían las constantes desavenencias habidas entre los
frailes, entre sí, y los encomenderos, á quienes; unido al obispo Marroquín,
puso en orden. En su tiempo trajo el dominico Domingo de Azcona los dos
primeros relojes de torre que hubo en el país, siendo uno para Guatemala y
otro para Cobán; se estableció una cátedra de Gramática latina, que fué la
primera medida en favor de la instrucción pública, y origen del coleg-io y de
la universidad, que más tarde se erigieron; se dio impulso á la agricultura,
en el ramo del cacao, y el 18 de abril de 1555 se estableció la "Hermandad,"
que tenía por objeto perseguir á los delincuentes. El 26 de julio de 1557 se
hizo la jura solemne de Felipe II, Rey de España é Indias, por renuncia
de la corona que á su favor hizo su padre Carlos I, en enero del año anterior.
El 21 de noviembre de 1558 murió el presidente Rodríguez de Quesada y fué
substituido por el oidor decano Ramírez de Quiñónez, quien organizó una
expedición para ir á someter á los naturales del Eacandón.
^^^
63
LECCIÓN VIGESIMACUARTA.
El Lie. Juan NúRez de Landecho en e' poder.— Muerte del obispo Marroquín.
Lie. Francisco Brjreño. — Traslada la Audiencia á Panamá— El segundo Obispo
de Guatemala. — Muere Fr. Bartolomé de las Casas.— Dr. Antonio González.
Sus facultades. — Dr. don Pedro de Villalobos. — Lie. Garda de Valverde.— Los
piratas Parker y Drake.— Lie. Pedro Mayen de Rueda. — Sus obras. — Dr.
Francisco de Sandé. — Corsarios franceses en Puerto Caballos.
Seminario tridentino. — El conde de la Gomera. — Cosas
de su tiempo. — Dr. don Diego de Acuña. — Gobierno
del conde de Calimaya.
292. — El oidor Ramírez de Quiñónez gobernó con
acierto, y entre el general sentimiento de los vecinos dejó
el mando al licenciado Juan Núñez de Landecho, quien
\Be hizo cargo del
poder el 2 de sep-
tiembre de 1559, y
observó una muy
vituperable conduc-
ta, que empeoró
cuando fué nom-
brado gobernador
por sí solo, según
cédula de 16 de sep
tiembre de 1560
(XIII), que lo ele
vaba, aunque sin el
nombre, á la cate-
goría de virrey. El
9 de abril de 1563,
Viernes Santo, mu
rió el obispo Marro-
quín, que fué deci-
dido protector de
los indios y el que
promovió su ins-
trucción (XIV); y el 2 de agosto del siguiente año llegó
á Guatemala el licenciado Francisco Briceño, quien
venía á substituir y á residenciar á Landecho, cuyos
pésimos manejos llegaron al fin á conocimiento del Rey,
que ordenó su destitución.
Fr. Francisco Marroquín
- 64 —
293.— Briceño procedió contra Landecho y los oido-
res: el primero se fugó, y se cree pereció ahogado, y los
segundos fueron destituidos. La Audiencia se transladó
á Panamá el 19 de noviembre (1564), quedando á ella
sometidas las provincias de Honduras y Nicaragua, y á
la de México, las de Guatemala, Chiapas, Soconuzco y
Verapaz, siendo estas de la jurisdicción del Gobernador
hasta la línea que partiendo del río Ulúa pasa por
Gracias y termina en la bahía de í'onseca. Esto fué un
mal grave para estos pueblos, qne no podían logrrar así
una justicia pronta, como era necesaria. En 1565 tomó
posesión del cargo de segundo obispo de Guatemala, don
Bernardino de Villalpando, que hizo contraste con su
antecesor por el fausto que deplegó; y á fines de julio de
1566 murió en Madrid el nunca bien alabado virtuoso
obispo de Chiapas, fray Bartolomé de las Casas, cuyo
último acto, en favor de estos países, fué lograr la vuelta
de la Audiencia á Guatemala. (XV).
294. — En efecto, en 28 de junio de 1568, se dictó la
resolución, nombrando para presidente al doctor Antonio
González, quien entró á Guatemala, acompañado de los
nuevos oidores, el 5 de enero de 1570, trayendo tan am-
plias facultades como el Virrey de Nueva España, en
cuanto á la gobernación del Reino, pues la Audiencia,
que se abrió hasta el 3 de marzo siguiente, sólo tenía
que ver en los asuntos de justicia. Fué substituido en 1573 por
el doctor don Pedro de Villalobos, quien se ocupó empeñosamente en la
construcción de puentes, y en la apertura y reparación de caminos, y fué
reemplazado en 1578 por el licenciado García de Valverde. En los primeros
días de su g-obierno, el pirata inglés Guillermo Parker tomó y saqueó la
ciudad de Trujillo, y tres meses después amenazó las costas meridionales del
reino el famoso corsario inglés Francisco Drake, á quien salió á perseguir,
hasta Acapulco, una pequeña escuadrilla, formada con grandes dificultades,
^ aunque sin escarmentarlo, tanto que, en 1586, volvió á aparecer en el Salvador.
Valverde fué un buen gobernador, 3' procuró que hasta los presos fuesen bien
tratados.
295.— El 21 de juHo de 1589 le substituyó el licenciado Pedro Mayen
DE Rukda. En su tiempo se comenzaron las obras del puerto de Iztapa, se
estableció el comercio con China y se construj^ó el famoso puente de "Los
Esclavos," sobre el río del mismo nombre. Le substituyó en 1594 el doctor
Francisco dk Sandé, en cuya época es digna de citarse la invasión que
verificaron unos corsarios franceses en Puerto Caballos, y la fundación del
Seminario tridentino de Guatemala.
65
2s>6.- Gobernaba el Reino en 1611, el duodécimo presidente, don Antonio
DE Peraza y Avala Castilla y Rojas, conde de la Gomera, cuyo título lo
debió á la fundación de la villa de ese nombre. Se rebajó el tributo que
pag-aban las indias, se prohibió la importación de vinos del Perú, y se hizo
la proclamación de Felipe IV. Por entonces escribió su "Historia de la Pro-
vincia de Chiapas" el cronista Remesal. Fué substituido Peraza por el doctor
don DiKGo DE Acuña, en 1627. De éste se dice que fué un buen srobernante.
297.— Don Fernando de Altamirano y Velasco, conde de Santiago
de Calimaya, era presidente y g-obernador en 1654. Bajo su g-obierno se
hicieron fuertes remisiones de fondos á la Metrópoli, y ocurrieron serias
desavenencias entre los principales moradores de la capital. Murió al poco
tiempo y se encardó del mando la Audiencia.
LECCIÓN VIGKSIMASEXTA.
General Martín Carlos de Meneos. — Su administración. — La imprenta.
Sebastián Alvarez Alfonso Kosica de Caldas. — Su juez de residencia. — Los
Ingleses. General don Fernando Francisco Escobedo. — Sucesos principales
de su tiempo. — Don Enrique Henríquez de Guzmán.— Los piratas. — El
vigésimosextu presidente. — Releva á los ir>dios de algunos tributos
y hace cumplir las disposiciones relativas á las instituciones
monarales. — Perjuicios que éstas causftbfm. — Importancia de
una de ellas. — El señor Echévers y Subiza, y su gobierno.
Su sucesor. — Don Pedro de Salazar. — Expulsión
de los jesuítas.
298. — Al conde de Calimaya, recibiendo el poder déla
Audiencia, siguió eu
enero de 1659, el Ge-
neral Martín Carlos
DE Mengos, caballero
de la orden de Santia-
go. Se condujo con
mucha moderación y
tino, y suplió, de su
propio peculio, varias
cantidades para obras
públicas. Durante su
administración el A-
yuntamiento gestionó
la fundación de la
Universidad, no obs-
tante ia existencia de
dos colegios impor-
tantes, el de domini-
Fr Payo Henríquez de Rivera
— 66 ~
eos y el de jeguitas; y el obispo fray Payo Henríquez de
Rivera, trajo en 1660, comprada con sus recursos par-
ticulares, la primera imprenta que hubo en el país, así
como al primer impresor, José de Pineda Ibarra. La
primera pieza que en ella se imprimió fué un voto de
gracias dado al generoso prelado que la donó. (XVI).
299. — Don Sebastián Alvawez Alfonso Rosiga de Caldas, señor de
la casa de Caldas, fué el sucesor del General Meneos, y á su celo se debió la
construcción de la seg^unda ig-lesia catedral de Guatemala, de la cual existe
una parte restaurada en la Antig-ua. Le residenció el obispo de la diócesis
don Juan de Santo Mathía Sáenz Mañoísca, y cuando comenzaba á rendir sus
cuentas murió, quedando el prelado al frente del gobierno. Por entonces los
ingleses comenzaron á internarse en territorio del reino, doade establecieron
cortas de palo de tinte.
300.- El nuevo presidente, gobernador y capitán general, lo fué el general
de artillería, don Fernando Francisco de Escobedo, quien llegó en febrero
de 1672. En su época se prohibió el comercio con la Habana, se estableció la
Universidad, aunque hasta dos años después se comenzaron las clases; y, con
gran pompa, se celebró la coronación de Carlos II, El Hechizado^ hipocon-*
dríaco y pusilánime monarca, en quien debía terminar la dinastía de la casa
de Austria en España.
301.— En 1648 gobernaba el reino don Enrique Hen-
RÍQUEZ DE GuzMÁN, quieu se ocupó de la reedificación y
reglamentación del hospital de San Juan de Dios, obra
en la que gastó, de su capital, más de cinco mil pesos; de
la organización de tropas que resistieran á los piratas,
que llegaron á amenazar hasta la capital, después de
haber cometido muchas depredaciones en Nicaragua,
Salvador y Costa Rica, y de fomentar las escuelas pri-
marias, que tenían un programa cortísimo, y eran
dirigidas, casi siempre, por personas poco hábiles, pues
á veces se encargaba de ellas, en los pequeños poblados,
á los sacristanes.
302. — El vigésimosexto presidente, don Francisco
Rodríguez de Rivas, maestre de campo de los reales
ejércitos, tomó posesión solemne del gobierno el 4 de
octubre de 1716. Se ocupó desde luego en relevar á
los pobres aborígenes de ciertas cargas que el abuso de
algunos magnates de la colonia sobre ellos había echado;
y después, en hacer cumplir las disposiciones del rey
Felipe V, en lo relativo á la prohibición del aumento de
- 67 -
las instituciones monacales, perjudiciales al país, por
robar brazos necesarios á la agricultura y á las indus-
trias; tanto más, cuanto la mayoría de los que se retiraban
á los claustros lo hacían para ponerse á cubierto de la
miseria y vivir en la holganza. Sin embargo, al lado de
las comunidades estériles, figura una fecunda en bienes
y originaria del país: la de los "bethlemitas hospitala-
rios", que nació en la ciudad de Guatemala, en la segunda
mitad del siglo XVII, gracias á los esfuerzos del filán-
tropo y virtuoso fray Pedro de San José de Betancourt.
Pero cuando se manifestaron las energías y relevantes
prendas del señor de Rivas, fué durante la época deso-
ladora de los terremotos de 1717, sobre todo en el del día
de San Miguel, que arruinó por completo la ciudad.
Allí se mostró caritativo, cuidó del orden, veló por los
intereses generales de la población, y, en seguida, erogó
fuertes sumas para reedificarla en» parte.
303. — Le sucedió en el mando el jefe de escuadra don Pedro Antonio
EcHÉVEKS Y SuBiZA, caballero de la orden de Calatrava y señor de la Llave
Dorada, quien recibió el mando el 2 de diciembre de 1724. Era de carácter
arbitrario y despótico, creía que su poder era ilimitado y dejó un triste
recuerdo de su jfobiemo, no obstante que durante él se erig-ió la hermosa
ig-lesia de Santa Clara, se comenzó á imprimir, en noviembre de 1729, el perió-
dico oficial la *'GacetadeGoatemala,"y en 1733, se fundó la Casa de Moneda.
Su sucesor don Pedro de Rivera y Villalón, mariscal de campo de loa
reales ejércitos, gobernó el reino en paz y de un modo satisfactorio, adminis-
trando perfectamente la Real Hacienda.
304. — El 3 de diciembre de 1765 tomó posesión de sus cargos de g-oberna-
dor, capitán g-eneral y presidente de la Audiencia, don Pedro de Salazar
Y Herrera Natera Mendoza, caballero de la orden de Montesa y mariscal
de campo, en cuya época se reg^istran: la estancación del tabaco y la expulsión
de los jesuitas, de los dominios españoles, dispuesta por el rey Carlos III, en
cédula de 27 de marzo de 1767, que se hizo conocer aquí á los miembros de la
Compañía fundada por Loyola, el 26 de junio por la madrugada. Loa
jesuitas habían acumulado grandes riquezas, y por medio de una táctica
misteriosa se habían inmiscuido en la política de los países donde se lea
toleraba, causando muchas veces graves males; así pues, su extrañamiento
fué originado por su conducta absorbente y ambiciosa, que se oponía á toda
autoridad. (XVII).
68
LECCIÓN VIGESIMASEPTJMA.
Don Martín de Mayorga. — Destrucción de la Capital. — Se translada ai Valie
de la Ermita. — Pasa Mayorga como virrey á México. — Don Matías de
Gálvez. — Acontecimientos más notables. — Don José de Estachería.
Don Bernardo Troncos© Martínez del Rincón. — Don José Domas
y Valle. — Don Antonio González Mollinedo y Saravia.
305.-— Don Martín de Mayorga, caballero de la
orden de Alcántara y mariscal de campo de los reales
ejércitos, se hizo cargo del poder el 12 de junio de 1773. A
los pocos días de estar en él, comenzaron á sentirse
varios sacudimientos de tierra, que al fin tuvieron su
desenlace en el terrible terremoto del 29 de julio de aquel
año, y que arruinó por completo á la ciudad. El señor
Mayorga, con un celo admirable, se ocupó en atender y
ayudar á todos los infortunados habitantes de la derruida
población, y convocó al Ayutitamiento y a todos los veci-
nos para una junta que se verificó el día 4 de agosto. En
ella se trató de la translación de la ciudad á otro sitio,
y se eligió para tal fin el Valle de la Ermita, en donde
se instalaron el Presidente y los Tribunales Reales, el
6 de septiembre, quedando confirmada tal resolución por
cédula de 21 de julio de 1775. Al efecto, se publicó
en la antigua ciudad un solemne bando el 29 de julio de
1777, por el cual se prevenía, á todos, abandonaran aquel
sitio, en el término de un año, y fueran á poblar á la
Nueva Guatemala-, la act.ual capital, edificada en un sitio
pintoresco, de clima agradable y muy bien trazada. El
señor Mayorga entregó el bastón el 4 de abril de 1779 y
pasó a Nueva España como V^irrey. Su administración
ha sido digna de grata memoria y su nombre se recuerda
con cariño.
306.— Fué su sucesor don Matías de GXlvez, teniente g-eneral de los rea-
les ejércitos, quien tomó posesión el 15 de mayo (1779) . En su tiempo hubo una
peste de viruela, tan espantosa, que fué preciso consag-rar, fuera de la ciudad,
tres cementerios, para enterrar en ellos los cadáveres, y no en los templos, á
fin de evitar el contag-io. Entonces se hicieron las primeras vacunaciones
con buen éxito, y tanto el señor Gálvez como el Ayuntamiento, demostraron,
en tan críticas circunstancias, sus sentimientos caritativos. Como los ing-Ieses
se habían apoderado del castillo de Omoa, el señor Gálvez dispuso recuperarlo^
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02
— 70 —
y en persona marchó hacia allá; pero cuando Ueg-ó ya lo habían desocupado;
por tanto, pasó hasta la isla de Roatán, que aún conservaban, y los desalojó.
A poco fué nombrado virrey de Nueva España.
307. — Al señor Gálvez sig-uió don José de Estachería, quien mandó
construir la magnífica fuente que hasta hace poco existía en la plaza mayor
de Guatemala; y á éste, don Bernardo Troncoso Martínez del Rincón,
quien dispuso el establecimiento de un coliseo, con el objeto de morigerar las
costumbres del pueblo, pues creía que teniendo ese centro de honesta y edu-
cativa distracción se apartaría del vicio de la embriag-uez, á que era muy
dado, así como de los delitos de sang-re.
308.-— Don José Domas y Valle, jefe de escuadra,
gobernó desde 1794 hasta 1801, fecha en que murió a la
avanzada edad de ciento dos años. Le substituyó el
mariscal de campo don Antonio González Mollinedo
Y Saravia. En su época Napoleón el Grande invadió á
España, en 1808, y algunas de las colonias en América
proclamaron su independencia, cansadas del yugo español.
Por r.al motivo, como el señor González era un militar
distinguido, le ordenaron pasase á la Nueva España, en
1811, á encargarse del mando de las fuerzas que obraban
en el Sur contra los insurgentes; allá, en la ciudad de
Oaxaca, cayó prisionero y fué mandado fusilar por el
invicto cura Morelos.
LECCIÓN DECIMAOCTAVA.
La Revolución. — Trabajo social que se operó en el Reino de Guatemala
durante el coloniaje.— Don José de Bustamante. — Su carácter. — Medidas
que dictó. — Prinneras conspiraciones. — Movimiento del Salvador.
Su fracaso — Insurrecciones de León y de Granada. — Importancia
de ia segunda.— Cepiluleción.— Traición de los españoles.
Vejaciones á los patriotas — Conspiración de Bethiem.
Su desenlace.
309. — El movimiento revolucionario que había esta-
llado en la Argentina, en Nueva Giauada y en Nueva
España, fruto de los principios de Washington y de la
Revolución Francesa, que hizo sentir por todo el mundo
su influencia regeneradora, fué el relámpago precursor
de la independencia. Con él recibió rudo golpe la auto-
ridad monárquica y quedó desvanecido el prestigio de
sus representantes en las colonias; fué derribado por
— 71
tierra el respeto á seculares instituciones y puesto de
manifiesto lo que puede el esfuerzo de un partido y la
osadía de los que tienen la voluntad de proclamarse
libres.
310. — Durante los tres siglos de dominación españo-
la, se operó en el Reino de Guatemala un lento y
silencioso trabajo social. A pesar de que las leyes, en los
primeros tiempos, estatuían la división de las castas y
de las razas, y de que en las iglesias se llevaban libros
piistintos para asentar las partidas de matrimonio ó de
bautismo, de los naturales, criollos ó españoles, las fami-
ias fueron enlnzándose, los intereses identificándose, la
tierra convirtiéndose en Patria, formándose poco á poco
)\ alma nacional.
311. — Así, cuando el 14 de marzo de 1811 llegó á la
ciudad de Guatemala el señor general don José de
icsTAMANTE, sorda tormenta comenzaba á agitar el
"Reino: las ideas de libertad se propagaban secretamente,
y los gérmenes de independencia empezaban á desarro-
llarse.
312. — Nadie mejor que Bustamante para retardar la emancipación de
Guatemala. Inflexible y suspicaz, absoluto, vig-ilante y reservado, dictó
cuantas medidas creyó acertadas para reprimir los movimientos de insurrec-
ción; dio pábulo á las delaciones, impuso el espionaje, se abocó el conocimiento
de las causas de infidencia, y, con cualquier pretexto, ordenaba encarcela-
mientos ó destierros.
313. — Mas, almas superiores, templadas en el infortunio de su patria,
espíritus levantados, que despreciaban el pelig-ro, forjaron las primeras
conspiraciones, que tendían á la absoluta independencia del Reino.
314. — Los curas de San Salvador, doctor don Matías
Delgado y don Nicolás Aguilar, con sus dos hermanos,
don Juan Manuel Rodríguez y don Manuel José Arce,
se levantaron en armas el 5 de noviembre de 1811,
proclamando á Fernando Vil; pero, como carecían de
plan y concierto, pronto fueron reducidos al orden,
máxime que una favorable amaistía amparaba a culpa-
bles y culpados.
315. — Después, son dignas de citarse las insurreccio-
nes habidas, en diciembre del mismo año, en León y
— 12 —
Granada, ciudades de Nicaragua. La más importante
fué la de Granada, que estalló el día 22. Los granadinos
se apoderaron el 8 de enero, por sorpresa, del fuerte de
San Carlos: redujeron a prisión á los jefes europeos y
reconocieron como gobernador intendente al obispo fray-
Nicolás Q-arcía Xerez. El sargento mayor don Pedro
Gutiérrez, con más de 1,000 hombres, resolvió atacar la
plaza de Granada, que sus liberales hijos estaban resuel-
tos á defender. Pero habiendo entrado en pláticas
parlamentarias, gracias á muchas bondadosas ofertas,
resolvieron capitular; las promesas, no obstante que se
hicieron hn^o palabra de honor ^no se cumplieron por parte
de los españoles: eso era moneda corriente: más de una vez,
en otros lugares de América, observaron tan vituperable
conducta. Así, los valientes patriotas granadinos, presas
del despotismo, tuvieron que sufrir multitud de vejacio-
nes, y acabar muchos su vida entre las húmedas paredes
de un calabozo ó víctimas del mortífero clima de los
lugares á donde se les confinó. Recordamos al padre
don Benito Soto, a don Miguel Lacayo y á otros
316. — Otro movimiento, ahogado antes de que esta-
llara, fué el que el año de 1813 se organizaba en Gua-
temala en el convento de Bethlem. Presidía las juntas
el Sub-Prior fray Juan de la Concepción, y era dirigido
por el doctor don Tomás Mejía. En él estaban compli-
cadas muchas personas importantes, á saber: el alférez
real don José Francisco Barrundia, don Cayetano Bedoya,
el licenciado don Venancio López, el capitán don Joaquín
Yúdice y otros. Descubierto el complot, que tenía por
objeto reducir á prisión á Bustamante, y proclamar la
independencia, se hizo presos á todos sus miembros y se
les instruyó la más rigurosa causa; fueron severamente
Condenados, y aunque no se llevaron a cabo las penas
impuestas, se sustituyeron por otras no menos duras.
El único que pudo escapar á las iras del capitán general
fué el señor Barrundia, que permaneció oculto por
mucho tiempo.
— 73 —
LECCIÓN VIOMSIMANÜVENA.
Consecuencias de las conspiraciones frustradas. — Gobierno de don Carlos
Urrutia.— El "Editor Constitucional." — Gasistas y Cacos. — Urrutia depone
el mando en don Gab'no Gaínza. — Carácter de éste. — Se presta á
secundar los planes de independencia. — 15 DE septiembre de i82i.
Don José Cecilio del Valle y su opinión. — Anti-independientes
y liberales. — Acta de independencia. — Consideraciones.
317. — Pero estas tentativas, inútiles por entonces,
sirvieron para preparar los ánimos y dar vigor á las ideas
liberales, estrechadas por el circulo de hierro impuesto
por el terrorífico gobierno de Bustamante.
318. — Éste, fue substituido por don Carlos Ukkutía,
teniente general, de avanzada edad, salud quebrantada y
débil carácter, cosas que lo hacían incompetente para
gobeniar el reino en tan críticas circunstancias. Muchos
de los patriotas presos por Bustamante, que con razón ó
sin ella los declaró infidentes, fueron puestos en libertad
en 1819, y en 1820 se restableció la Constitución de 1812,
que traía á estas regiones los sanos principios de liber-
tad que contenía.
319. — En ella apollados, valiéndose de la prensa libre, los esforzados
paladines de la independencia, propalaron por doquiera su grandeza, y el
doctor don Pedro Molina, partidario incondicional de ella, comenzó á. publicar
el 24 de julio de 1820 el "Editor Constitucional," periódico en el que sin dis-
fraz hablaba de la libertad.
320. — L#a sociedad de Guatemala se hallaba por entonces dividida en
dos bandos ó partidos : el de los Gasisías, formado por los españoles europeos
y la clase artesana, y el de los Cacos^ compuesto de las familias nobles y de
la mayor parte de los qne se llamaban independientes. El primero contaba
con el apoyo de las autoridades, y á su sombra se engradeció; por tal, el
seg-undo, indignado de verse vencido, trabajó con ardor por la emancipación,
luchó sin descanso y por diversos medios trató de atraerse á los obreros.
321. — Y en tanto que los ánimos por diferentes
móviles se agitaban violentamente, la Junta Provincial
obligó al señor Urrutia, á deponer el mando en el brigadier
don Gabino Gaínza, que iba á ser el último representan^
del gobierno colonial en Guatemala.
322. — De carácter enteramente voluble y acomodaticio, egoísta y poco
patriota, y sin opinión firme, era Gaínza el más adecuado para g-obernar en
aquellos momentos en que Guatemala pug-naba por realizar el más bello de
los ideales: la libertad.
74
323. — Sabedor de que Iturbide había proclamado en
Nueva España el plan de Iguala, que derribaba el carco-
mido solio de los
virreyes españoles
en aquella rica é
importante colonia,
y constreñido por
los independientes
que le halagaban
en sus intereses
particulares y en su
amor propio, ofre-
ciéndole la primera
magistratura de la
nación libre, se
prestó á secundar
los planes de inde-
pendencia, sobre to-
do, cuando supo que
Chiapas, provincia
del Reino, se había
declarado emanci-
pada de él y adherida al plan de Iguala, ya citado.
324. — Así, convocó á todas las autoridades y funcio-
narios públicos de la capital, para que, reunidos en junta,
deliberasen sobre la línea de conducta que debería esco-
gerse; y en la mañana del 15 de septiembre de 1821, los
corifeos de los partidos, entre los que es grato recordar
á don José Francisco Barrundia y al doctor don Pedro
Molina, al frente de inmensa muchedumbre, ebria de
placer y de esperanzas, llenaron los patios, corredores y
antesalas de palacio, en tanto que, sucesivamente, fueron
llegando los diputados de las corporaciones, el arzobispo,
los prelados, los jefes civiles y militares, la Diputación
Provincial y Graínza.
325. — El licenciado don José Cecilio del Valle, con
elocuente palabra, patentizó la necesidad de la indepen-
dencia, los bienes que traería consigo y sus transcenden-
D. GrABIKO GaÍNZA
r
- 75 ~
tales consecuencias en pro de la felicidad del país; sin
embarco, opinó porque se tomara una resolución defi-
nitiva hasta que se supiera el desenlace de los sucesos de
México y se concociera el voto de las provincias. Este
dictamen tuvo sus partidarios, principalmente entre los
anti- independientes, como el arzobispo fray Ramón
Casaus, los oidores Moreno y Valdés, y otros; pero en
menor número, fueron vencidos por los valientes que,
con noble energía, sostuvieron que en aquella fecha era
preciso proclamarla. Campeones de esta lucha fueron:
el canónigo doctor don José María Castilla, don Francisco
Bilches, los oidores don Miguel Larreynaga y don Tomás
O'Horán; don Mariano Gálv^ez, don Santiago Milla, don
Antonio Rivera Cabezas, don Mariano Beltranena, el
doctor don Matías Delgado, y otros.
326.— En seguida, en medio de los aplausos y del rego-
cijo más legítimo, se levantó el Acta de Independencia,
que declaraba el Reino de Guatemala, '* Nación libre é
independiente de otra cualquiera." ( X VIII ).
327. — Cuando en conjunto se considera el Gobierno Colonial, abstracción
hecha de las crueldades de la conquista, se descubre el buen propósito que
siempre animó á los reyes de España, con respecto áeste país, ya se conside-
ren las leyes y disposiciones relativas á su administración, ya las personas
encargadas de cumplirlas. En cuanto á las primeras, dig-nas de recuerdo
son, ante todo, las "Ordenanzas de Barcelona" y todas las otras posteriores
relativas á la esclavitud, á las contribuciones, á la remuneración de trabajos,
etc.; y entre las seg-und as, á Cerrato, Valverde, Rivas, Mayorga y Calvez,
quienes son acreedores á g-ratitud eterna, porque siempre probos y dig-nos,
fueron gntendidos gobernantes, que procuraron por cuantos medios tuvieron á
su alcance el bienestar y progreso del pueblo.
Esto no quiere decir que no tuviera el país poderosos motivos de queja.
Los naturales siempre fueron considerados como seres muy inferiores y no se
les permitía dedicarse aciertos oficios, tener armas ni caballos; su valer ante
los tribunales era casi nulo, porque su dicho no tenía fuerza, y esto hacía que
los españoles, crueles, ambiciosos y duros, los extorcionaran sin compasión.
Y como por efecto de la distancia estaban sin garantía las justas leyes que
los hubieran salvado, eran víctimas del despotismo y de las absurdas ideas
de la época. Estos hechos no podía contrariarlos el gobierno de la Metrópoli,
porque las más de las veces los ignoraba; pero cuando de ellos tuvo noticia,
fué severa é incohó tremendos juicios de residencia á los culpados, si eran
gobernantes, como ocurrió con Landecho, ó les aplicó duras penas si eran
particulares.
Lo que también contrariaba á la Colonia era la falta de desarrollo en la
industria, no obstante que, con el loable fin de impulsarla se fundó en 1795,
— 76 —
bajo el gobierno de don José Domas y Valle, á iniciativa del oidor don Ja cobo
DE Villa- Urrutia, la "Sociedad Económica de Amig-os de Guatemala." Su
entorpecimiento se debía á los esfuerzos de los comerciantes de la Metrópoli,
que no querían perder la oportunidad de ser siempre los proveedores únicos
de estas reg-iones, que eran fuentes inagotables de riqueza que explotaban con
usura; y así, sólo se permitió el establecimiento de aquellas que no podían
prosperar en España, como el cultivo de la cochinilla, traído por el General
Bustamante. En tal virtud, cuando el país Ueg-ó á cierto g-rado de adelanto,
y sus hombres comprendieron que las sumas que iban á la Metrópoli podían
emplearse en él mismo, y en pro de sus necesidades, que ya era tiempo de
que tuviera vida é instituciones propias, que la libertad, que por el derecho
de conquista se le había arrebatado, debía tornar á su seno, comenzaron á
extenderse las ideas de independencia, que cada día ganaron terreno hasta
el momento en que se consumó.
La independencia era pues una necesidad; y cumpliéndose las leyes
sociológicas que presiden el desarrollo é integración de los pueblos, su reali-
zación tuvo lugar cuando éste, viril y fuerte, podía dirigirse por sí mismo.
Muchos apasionados, en ditirámbicas frases, lamentan que España
haya sido la nación que conquistara á estos países y la acusan fuertemente
de haberles legado muchos vicios que aun hoy les minan; pero en esto no
tienen razón: España dio lo que tenía: sus virtudes y sus defectos, sus gran-
dezas y sus miserias. Tiranía, fanatismo, autos de fe, vicios políticos, que
aquí tuvimos, los hubo también allá y culpa fueron del tiempo. De tal mane-
ra, hay sin embargo que agradecer á ese pueblo que no destruyó, como los
anglo-sajones, á los aborígenes, sino que mezclándose con ellos dio origen á
una nueva raza, la actual, que en mucho se diferencia de la de Tecum-Uman
y de la de Alvarado, raza que, llevando en sí los gérmenes vigorosos de aque-
llas, sus progenitoras, tiene delante un espléndido porvenir que le darán la
educación y el trabajo.
Gobernantes del Reino de Guatemala
GOBERNADORES
1 — Don i'Ki>Kt> i>K Al\ AKADo. — 1524 á 1541. Conquistador. Primer
ígt)beniador, aunque con separaciones, más ó menos largas, en diversas épocas.
29— Doña Beatriz de la Cueva.— 9 á 10 de septiembre de 1541.— Viuda
del Adelantado.
3' — Licenciados: Ilustrísimo don Francisco Marroquín y don Fran-
cisco DE la Cueva. --17 de septiembre de 1541 á 17 de mayo de 1542.
4' — Licenciado Alonso de Maldonado. — 17 de mayo de 1542 á 16 de
layo de 1544.
PRESIDENTES DE LA AUDIENCIA, GOBERNADORES
Y CAPITANES GENERALES
1' — Licenciado Alonso dk Maldonado, oidor de la Audiencia de
México. — 16 de mayo de 1544. — Fué su g-obierno muy ag-itado, por causa de las
rencillas que las ambiciones de los encomenderos eng-endraron; pues no
contentos con las disp)osiciones contenidas en las **Ordenanzas de Barcelona"
á cada paso procuraban dificultades. El obispo Las Casas, con admirable
celo, casi con fanatismo, lucha por el bienestar de los indios, prosig-ue la
conquista pacífica de Tezulutlán (Verapaz),y log-ra el castig-o de alg-unos
españoles, que por sus desafueros se habían hecho acreedores á el.
2^- — Licenciado Alonso López Cerrato, presidente de la audiencia de
Santo Doming-o. — 28 de mayo de 1548. — Fué nombrado por recomendaciones de
fray Bartolomé de las Casas. — Declaró libres á la mayor parte de los escla-
vos de Guatemala y procuró el bienestar de los indios. -^Los hermanos Con-
treras asesinaron en León, Nicarag-ua, al obispo Valdivieso. — Transladó la
**Audiencia de los Confines" de Gracias á Guatemala, por ser esta la ciudad
más poblada é importante del reino (1549).— Se estableciéronlos dos primeros
hospitales que tuvo Guatemala, uno por los dominicos, (San Alejo), para
indios; y otro para españoles, (Santiago), por el Obispo Marroquín. — Cansado
del gobierno pidió su retiro y dando su residencia murió.
3° — Doctor don Antonio Rodríguez de Quesada, oidor de México, pri-
mer corregidor de Guadalajara, «&* — 14 de enero de 1554. — Por su muerte
ocurrida el 28 de noviembre de 1558, entró al gobierno el oidor decano, licen-
ciado Pedro Ramírez de Quiñónez, quien, obedeciendo una real cédula, de 16
marzo de 1558, organizó una expedición para ir á someter á los lacandones.
4^ — Licenciado Juan NtíÑEZ de Landecho. — 2 de septiembre de 1559.—
Por cédula de de 16 de septiembre de 1560 se le encomendó á él solo la gober-
nación del Reino. — Tuvo una conducta pésima y fué destituido de su puesto,
siendo sometido á un severo juicio de residencia. — Muere el obispo Marroquín.
— 78 -
5^ — Licenciado Francisco Briceño. — 2 de ag-osto de 1564. — Vino de
juez de residencia del señor Landecho. En su tiempo se transladó la audien-
cia á Panamá (1564) y murió fray Bartolomé de las Casas (1566) . Gobernó
con discreción y tino.
6^ — Doctor Antonio González, oidor de la Cancillería de Granada, &'
5 de enero de 1570. — En esta fecha hizo su entrada á la capital, trayendo la
Audiencia de Panamá, mandada restablecer en la ciudad de Guatemala, por
cédulas de 28 de junio de 1568 y 25 de enero de 69; pero fué nombrado desde
el 28 de junio de 1568.
7^ — Doctor don Pedro de Villalobos, oidor de México. — 26 de enero de
1573. — Mejoró las vías de comunicación; proteg-ió el culto católico y hubo en
su tiempo escasez de trig-o y abundancia de carne, lleg-ándose á dar, de este
último artículo, hasta 28 libras por un real. — Murió cuando lo residenciaban
el año 79.
8° — Licenciado García de Valverde, presidente de la audiencia de
Quito. — Noviembre de 1578. — Fué muy piadoso y en ello hallaron pie sus ene-
migos para atacarlo. — En su época los corsarios Parker y Drake invadieron
el Reino y saquearon alg-unas poblaciones. — Se concedieron repartimientos de
indios para los trabajos más urgentes de agfricultura; se aumentó el tributo
á los nativos, y se' procuró traer negros para los trabajos ag-rícolas. — El
Ayuntamiento promovióla creación de la Universidad,
9^ — Licenciado Pedro Mayen de Rueda, oidor de la Chancillería
de Granada. — 21 de julio de 1588. — Se comenzaron las obras del puerto de
Iztapa, y en 1592 se condujo el puente de "Los Esclavos", la mejor obra de
este g-énero hecha en , el país, desde la conquista á la fecha; es de piedra
canteada, y tiene 128 varas de larg-o por 18 de ancho. — Tuvo este presidente
fuertes cheques con el obispo y algunos religiosos. — Fué residenciado y sus-
penso en su cargo.
10^ — Doctor Francisco de Sandé, gobernador de Filipinas y oidor de
la Audiencia de México. — 3 de agosto de 1594. — Vino á residenciar á su
antecesor desde 1592. — Los corsarios franceses invadieron á Puerto Caballos,
y se fundó el Seminario Tridentino de Guatemala. — Fué promovido á la
Presidencia del Nuevo Reino de Granada y recibió el batón el oidor decano,
licenciado Alvaro Gómez de Abaunza, hombre que no estaba bien visto y de
quien todos tenían que sentir.
11^ — Doctor Alonso Criado de Castilla, oidor de los Reinos del
Penj. — 19 de septiembre de 1598. -Muere el obispo Fernández de Córdova,
fundador del Seminario Tridentino. — Se comienza (1601) á fabricar pólvora en
Guatemala. — Parker vuelve á invadir á Pueito Caballos, y después de su
muerte su sucesor el corsario Antonio Sherly. — Se establece el puerto de
Santo Tomás y se da principio á la conquista pacífica de Taguzgalpa y
Tologalpa.
12° — Don Antonio Peraza Ayala Castilla y Rojas, conde de la
Gomera. — 1611, — Se rebaja el tributo paerado por las indias y se prohibe la
introducción de vinos del Perú. — Fundó la villa de la Gomera, por lo que fué
agraciado con el título de conde. — Vino de visitador Juan de Ibarra. oidor
de México, por causa de algunas turbaciones que había: las cosas se pudieron
en peor estado, suspendió en sus funciones al conde, quien se retiró áPatulul;
el disgusto siguió, pero repuesto el señor Peraza en 1617 sobrevino la calma y
gobernó hasta 1626.
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13"' — Doctor don Diego de Acuña, comendador de Hornos, en la orden
de Alcántara. — Junio de 1627. — Se suprimió la flota de Honduras, con lo que se
perjudicó el comercio, pues las mercancías tenían que enviarse y traerse por
Veracruz. — Acuña fué un buen g^obernador.
14°— Don Alvaro de Quiñónez y Osorio, caballero de la orden de San-
tiagt), señor de la casa y villa de Lorenzana, valle de Arriaza y Colladera,
g-entil-hombre del Rey é individuo del Consejo de Hacienda. — Enero de 1634.
Para evitar la destrucción de los indios, que los españoles maltrataban sin
compasión, ordenó que éstos no fuesen á vivir á los pueblos de aquéllos, y que
los ya radicados saliesen, con lo que reunidas, así, cincuenta familias de
expulsos, fundó la villa de San Vicente de Lorenzana, que le valió el título
de marqués de Lorenzana. — Los corsarios hicieron alg-unas correrías por el
Reino; se restableció el comercio con el Perú, que estaba prohibido; y se
introdujo el uso del papel sellado (cédula de 16 de abril de 1639) . — El marqués
murió con toda su familia, víctima de un naufragio en el océano Pacífico. (1642.)
IS*? — Licenciado don Dífgo de Avendaño, oidor de la Chancillería de
Granada. — Marzo de 1642.— Las costas estaban plagadas de corsarios que
[demostraban gr.in audacia; el comercio arruinado y el país todo en decaden-
jia. — Fué tan íntegro y desinteresado este presidente que rehusó los más
insignificantes obsequios que llegaron á ofrecerle. — El capitán Pedro Crespo
Xuárez, correo mayor, muere (1646) y deja $20,000 para la fundación de la
Universidad. — Muerto el señor Avendaño, el 2 de agosto de 1649, tomó el
mando el oidor decano don Antonio de Lara y Mongrovejo, que gobernó hasta
el año 54. — En este tiempo (1650) se recobró á Roatán, que estaba en poder
de los ingleses.
16^— Don Fernando de Altamirano y Velasco, conde de Santiago
de Calimaya. — Mayo de 1654. — Hubo escandalosas desavenencias entre
*muchas de las principales familias. — Llegó al país fray Pedro de Betancourt,
<|ue se distinguió después por su celo y caridad evangélicos. — Murió el conde
el año 57 y se hizo cargo del poder la Audiencia, que gobernó hasta el año de
59, porque, don Jerónimo Garcés Carrillo de Mendoza, conde de Priego, nom-
brado gobernador el año 58, murió en Panamá al venir á tomar el mando.
17^ — General don Martí ?í Carlos de Mengos, caballero de la orden
de Santiago, &*, &* — 5 de enero de 1659. — Abren los jesuitas un colegio y
se vuelve á hablar de la fundación de la Universidad. — Introduce la imprenta
(1660) el obispo fray Pajo Henríquez de Rivera. — Nicaragua sufrió invasio-
nes de corsarios y se trató de construir fortificaciones — Fué el primer presi-
dente militar, y se portó bien.
18°— Don Sebastián Alvarez Alfonso Rosiga de Caldas, caballero
de la orden de Santiago, &* — 18 de enero de 1667. — Muere fray Pedro de
Betancourt (25 de abril de 1667), fundador del templo y hospital de Betht^íii^^
— Hizo una expedición á Nicaragua y construyó la segunda iglesia catedral ¿e
la ciudad de Guatemala, de la que hay algo restaurado en la Antigua. — Le
residenció el obispo de la diócesis de Guatemala, doctor don jlian de Santo
Mathía Sáenz Mañosea y Murillo, quien, como presidente de la Audiencia,
ejerció el poder hasta 1672. — Los ingleses establecieron cortas de palo-cam-
peche en Walis (Bel ice).
19? — Don Fernando Francisgo de Esgobedo, general de artillería,
caballero gran cruz de la orden de Santiago, &* — Febrero de 1672. — Se pro-
hibió el comercio con la Habana; el colegio de Santo Tomás, de los dominicos,
se hizo Universidad; se contruyó en Nicaragua el castillo de Concepción,
— 80 —
después de San Juan, sobre el río de este nombre, á 28 leg^uas del mar; y dio
el presidente, de su peculio, $55,000 para la fábrica del templo 3' hospital de
convalecientes de Betlilem. — Recayó sobre él el gran priorato de Castilla, y
fué residenciado (1678) por el licenciado don JLope de Sierra Osorio, oidor de
la Audiencia de México y presidente de la de Guadalajara, quien ejerció el
poder interinamente como visitador.
20° — Licenciado don Juan Miguel de Augurto y Alaba, caballero
de la orden de Alcántara, oidor de México. — 1681. — Vino como visitador
g-eneral á continuar ej, juicio del señor Escobedo; pero, terminado, sig-uió con
el g-obierno. — Se dispuso la fijación de edictos en la ciudad de México y en
España para dotar de profesores á la Universidad, y se suscitó de nuevo la
cuestión del comercio con el Perú.
21^— Don Enrique Henríquez de Guzmán, caballero de la orden de
Alcántara. — Fines de 1683. — Mejora notablemente el hospital de San Juan de
Dios, y fusiona los de Santiag-o y San Alejo. — Los padres Agustín Cano y
Delgado siguen la conquista pacífica de la Verapaz, — Invaden los piratas á
Nicaragua. — El presidente fomenta las escuelas primarias, renuncia el cargo
en 1687 y regresa á España.
22^ — Don Jacinto de Barrios Leal, general de artillería y caballero
de la orden de Calatrava. — Enero de 1688. — Tuvo un choque con la Audiencia,
y fué depuesto (25 de enero de 1691) por cuatro años, volviendo al cabo de
ellos á su cargo, buscando la manera de vengarse de sus enemigos, y aún de
aquellos que, cumpliendo con su deber, en su contra dijeron algo, ó fueron
atentos con su juez de residencia, licenciado don Fernando López Ursino y
Orbaneja, oidor de México. — Emprendió en 1695, sin tacto, y, por consecuen-
cia, sin resultados, la conquista del Peten y Lacandón; y minada su salud,
por causa de las penalidades que pasó en esa expedición, murió en la ciudad
de Guatemala el 12 de noviembre del mismo año. — Le sucedió, interinamente,
el oidor don José de Scals, quien siguió la conquista del Peten ó Itzá, pero
también sin resultado, pues fué á don Martín de Urzúa y Arismendi, gober-
nador de Yucatán, á quien tocó la gloria de tomar posesión de él, el 13 de
marzo de 1697, haciendo los gastos necesarios de su propio caudal, y sin
maltratar á los naturales, á diferencia de los enviados de Scals, que cometieron
verdaderas vejaciones y dilapidaron los fondos del fisco.
•23^ — Pon Gabriel Sánchez de Berrospe, proveedor g-eneral de-
galeones. — 25 de marzo de 1696. — Recibió de Scals, y ya en su tiempo tomó
Urzúa el Peten, que quedó bajo la jurisdicción del g-obierno de Guatemala,
que tendría la obligación de atenderlo y mejorarlo: al efecto, Sánchez ordenó
la fundación de un presidio. — El 29 de diciembre de 1699, llegó el visitador
don Francisco Gómez de la Madriz, y en tres y medio meses, que pasó en la
Capital, la tuvo, por sus abusos, en constante alarma: atropello al señor Berros-
pe y á otras personas honorables, y robó sin decoro. La sociedad se dividió en
dos partidos, llamado de los bet rapistas^ el parcial al g-obernador, y de los
tequelies, el que apoyaba á de la Madriz, quien salió fugado para escapar
de la furia popular. — Sánchez volvió al poder, que renunció, dejándolo á
á principios de 1702.
249 — Don Alonso de Ceballos y Villagutierre, caballero de la
orden de Alcántara, presbítero, etc. — 14 de mayo de 1702. — Dejó un g-rato
recuerdo por su conducta moderada, en el poco tiempo que gobernó, pues le
sobrevino la muerte el 27 de octubre de 1703, recayendo el mando en el oidor
más antiguo, licenciado don Juan Jerónimo Duardo, que lo tuvo hasta el 2
de septiembre de 1706.
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25" — l»on ToKiBio José di«: Cosío v Campa, m;irqués de Torre- campo.
2 de septiembre de 1706. — Tiene lug^ar la "Guerra de Sucesión" en España.
— La provincia de los zendi&Ies (Chiapas) se subleva (1712) y el Presidente
emprendió contra ella una campaña que duró alg^o más de tres meses, y
que, favorable, le valió el título de marqués de Torre campo, y dos años
más en el mando (1714), y la gobernación de Filipinas, á donde pasó en 1716.
26^— Don Francisco Rodríguez de Rivas, maestre de campo de los
reales ejércitos, &*— 4 de octubre de 1716. — Por cédula de 15 de mayo de
1717, ordenó el Rey que no se permitiera la fundación de conventos ni
hospicios, pjor parte de órdenes religiosas, y que si alg-una de esas casas
se trataba de levantar fuera destruida. — £1 29 de agosto (1717), comenzó á
hacer erupción el "Volcán de Fueg^o," y una serie de fuertes temblores le
bíí^-uíó; pero el 29 de septiembre hubo tan espantoso terremoto, que la ciudad
quedó arruinada, (terremoto de San Mig-uel) . Kl señor de Rivas se portó
muy bien en tan difíciles circunstancias, y tuvo que so}K)rtar la hostilidad
del obispo Alvarez d¿ la Vega y To'edo, quien deseaba reemplíizarlo en el
mando, y, para tener de que acusarlo, sugirió la idea de transladar la
ciudad; idea, que sabía era reprobada por el Presidente. Serias dificul-
tades vinieron por esta cau.sa, y más, porque los temblores siguieron hasta
fines de octubre: pero el señor Rivas salió avante: su conducta fué aprobada
por el Rey. — Kjerció el gobierno ocho años, y de su re?»idencia se desprende,
que manchó la buena reputación que había adquirido, con el feo delito de
peculado.
2??— Don Pedro Antonio Echévers y Subiza, caballero de la orden
de Calatrava y señor de la Llave l>orada. — 2 de diciembre de 1724. — De
carácter impetuoso, comeiió algunos atropellos — En noviembre de 1729
apareció la "Gaceta de Goatemala, " órgano del Supremo Gobierno, — -Se
fundó la Casa de Moneda en 1733: las primeras acuñaciones se hicieron en
marzo y llevan el nombre de Felipe V y el año citado. — Esperaba su juicio
de residencia cuando murió, el 25 de diciembre de 1733.
28" — l>on Pedro de Rivera y Villalón, mariscal de campo de los
reales ejércitos. — 11 de julio de 1733. — De gobernador de Veracruz vino á
hacerse cargo del poder, con honrosa reputación. — Tuvo algunos choques
con el obispo Pardo de Figueroa. — Administró la hacienda con sabiduría,
protegió la instrucción, y era tan querido, que, la Audiencia y el Ayunta-
miento, procuraron que no fuera separado, y opusieron difícultndes á su
sucesor, que por ocho años había perseguido el puesto; pero, terminado su
período, fué todo inútil.
29^ — Don TomXs de Rivera y Santa Cruz, natural de la ciudad de
Lima. — 16 de octubre de 1742. — Fué bien recibido por los que deseaban
lucrar á su sombra. — Kl 14 de noviembre de 1745 se impuso el palio al
obis-po de Guatemala fray Pedro Pardo de Figueroa, por fray José Cubero,
obispo de Ciudad Real, quedando así, aquél sujeto, constituido en arzobispo,
y en metropolitana la catedral guatemalteca. — Santa Cruz fué acusado de
graves faltas y se le hicieren cargo»; pero como había hecho buenas
remisiones de dinero al Rev, no fué abandonado, y al quitarlo de Guatemala
le dieron el empleo de alcalde del crimen en la ciudad de México (1748;.
30° — Don José de Araujo y Río, ex-presidente de la Audiencia de
Quito.— 23 de septiembre de 1748. — Trajo iguales facultades á las del virrey
de Nueva España, en cuanto al gobierno político. — Suprimió los escandalosos
6
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jueg-os de azar del cuartel del Real Palacio. — Rehusó los obsequios que le
hacían y prohibió que los jueces y demás autoridades los recibiesen. — Fué
enérg-ico y honrado, durando en el poder hasta el 28 de diciembre de 1751.
31^— Excmo. señor don José Vásquez Prego Mondaos y Sotomayor,
caballero de la orden de Santiago y mariscal de campo, comandante general
del campo de Gibraltar. — 17 de enero de 1752. — Persig-ue la fabricación y
expendio del aguardiente de caña, por ser perjudicial á la salud y á los
elaboradores de ese artículo en la Península, que no podían enviar grandes
cantidades.— Se estanca el aguardiente y cunde la embriaguez. — Mejoró el
Real Palacio y sobre todo sus habitaciolies particulares; bien que esto con
perjuicio de la Casa de Moneda, lo cual le originó responsabilidades y el pago
de los daños causados. — Fué á Omoa para arreglar la construcción del castillo
de ese puerto, y recogió allá el germen de una fiebre que lo llevó al sepulcro
el 24 de junio de 1753. — Se hizo cargo del mando el oidor decano don Juan de
Velarde.
32^— Don Alonso de Arcos y Moreno, mariscal de campo y caballero
de la orden de Santiago. — 17 de octubre de 1754. — Se hicieron á su llegada
suntuosas fiestas en su honor, aunque el escándalo dominó en ellas, pues los
bailes se llevaron hasta el recinto de los conventos. — Muere Fernando VI y
sube al trono Carlos III, que bajo el nombre de Carlos VII era rey de Ñapó-
les, é inició su gobierno, que tan benéfico sería á las colonias, con un indulto
general. — Se exceptuó á las indígenas del pago déla capitación. — El arzobis-
po, don Francisco José de Figueredo y Victoria, 2^ de Guatemala, perjudicó
de diversas maneras á los naturales, á diferencia del diocesano de Nicarají^ua
señor Morel de Santa Cruz, defensor y protector de ellos. — Habiendo enferma-
do el señor de Arcos murió el 27 de octubre de 1760, y le substituyó el oidor
decano licenciado don Juan Velarde y Cienfuegos, quien por segunda vez
volvía al poder.
33*=* — Don Alonso Fernández de Heredia, mariscal de campo de los
reales ejércitos. — 14 de junio de 1761. — Era vanidoso, altanero, inmoderado y
nada justo. — En 1764 se terminó la reedificación del Real Palacio, que estaba
muy mal hecho y amenazaba ruina. — Desposeyó á los frailes mercedarios del
edificio del colegio de San Jerónimo, por haberlo erigido sin real licencia. —
Heredia se hizo odioso y la Audiencia y algunos particulares pidieron al Rey
su destitución. Este, nombró al capitán de navio don Joaquín de Aguirre y
Oquendo; pero, al venir, murió en Zacapa (9 de abril de 1764), por lo que
gobernó Heredia hasta noviembre de 65.
34° — Don Pedro DE S alazar Y Herrera Natera y Mendoza, caballero
de la orden de Montesa, mariscal de campo de los reales ejércitos, &. &. — 3
de diciembre de 1765. — Continúa el castillo de Omoa y verifica el estanca-
miento del tabaco. — Se suprime el estanco del aguardiente de caña y se pro-
hibe su fabricación. — Se expiden leyes favorables á la ilustración de los
indios. — Son expulsados los jesuitas residentes en el Reino de Guatemala. —
Fué á visitar las obras de Omoa y contrajo una enfermedad, de la que murió
el 20 de mayo de 1771.— Le sucedió el oidor decano licenciado don Juan Gon-
zález Bustillo y Villaseñor.
35*? — Don Martín de Mayorga, caballero de la orden de Alcántara,
capitán de reales guardias españolas y mariscal de campo de los reales ejér-
citos.— 12 de junio de 1773. — Desde el día anterior á vsu entrada al poder
comenzaron á sentirse fuertes temblores; pero el 29 de julio (1773), día de
Santa Marta, á las 3.40. p. m. se sintió uno fortísimo, presagio del horrible
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terremoto que, dier minutos después, destruyó la ciudad. El señor Mayorg^a
mostró, en aquel difícil trance, hombre de levantado espíritu. En seguida, en
inta de 4 de agosto siguiente, se dispuso la translación de la ciudad al burgo
de la Ermita, y el 6 de septiembre (1773) el Presidente y los Tribunales
Reales la efectuaron, siendo aprobada esa medida por cédula de 21 de julio
de 1775.— Se terminó el castillo de Omoa. — El 4 de abril de 1779 entregó el
bastón el señor Mayorga, á don Matías de Gálvez, y ya se disponía á regre-
sar á España cuando recibió noticia de haber sido nombrado virrey de Nueva
España, por lo que pasó á México. — Este nombramiento no se debió á un
acto de justicia, para premiar los buenos servicios del señor Mayorga, sino á
una verdadera casualidad: el célebre don José de Gálver, ministro universal
de Indias, deseaba, para su hermano don Matías, el puesto de virrey de Nueva
España; pero, no queriendo llamar la atención, puso en el pliego de inoríaja,
que envió á la Audiencia de México, el nombramiento á favor del Presidente
de Guatemala^ suponiendo que cuando ocurriera la muerte del anciano y en-
fermizo virrey Bucareli, ya su hermano, á quien había extendido sus despa-
chos desde el 15 de enero de 1779. sería ese funcionario. Pero, como estos no
legaron oportunamente, al fallecimiento de Bucareli (9 de abril) fué llamado
íl señor Ma3'orga, quien tuvo que sufrir el odio del contrariado Ministro, que
lo puso á medio sueldo y lo hostilizó de mil maneras, hasta que entregó el
^jnaudo al supradicho don Matías.
36' — Don Matías de GXlvez, teniente general de los reales ejércitos. —
15 de maj'o de 1779. — Por haberse sabido que estaba nombrado presidente, el
4 de abril le cedió el bastón su antecesor, pero tomó posesión hasta la fecha
anotada, porque no llegaron antes sus despachos. Se puso la primera piedra
de la Catedral de la nueva Guatemala, siendo arzobispo el doctor don Cayeta-
no Francos y Monroy, de grato recuerdo, porque dio $40,000 para sostener
dos escuelas de primeras letras. — Hubo una gran peste de viruela y se hicie-
ron, con éxito, las primeras vacunaciones. — Pasó personalmente á recuperar
el castillo de Omoa que estaba en poder de los ingleses, quienes ya lo habían
abandonado á su llegada, pero los desalojó de Roatán y otros lugares. — En
marzo de 1783 pasó de virrey á Nueva España.
37^ — Don José dk Estachería, brigadier de los reales ejércitos, &* — 3
de abril de 1783. — Se estrenó una gran fuente que hasta hace poco existía en
la plaza mayor de la ciudad de Guatemala, donde hoy está el kiosko. — Ejer-
ció el poder dignamente hasta el 29 de diciembre de 1789.
38^ — Don B?:rnardo Troncoso Martínez del Rincón, teniente gene-
ral de los reales ejércitos. — 31 de diciembre de 1789. — Estableció el coliseo
con el fin de suavizar, con ese centro de distracciones, las costumbres del
pueblo bajo, muj' dado á la embriaguez y á los delitos de sangre. —Gobernó
con gran paz y tranquilidad hasta el 25 de mayo de 1794.
39*? — Don José DomXs y Valle, caballero de la orden de Santiago,
jefe de escuadra.— 25 de maj'o de 1794.— Por cédula de 21 de octubre de
1795, aprobó el Rey el establecimiento def la * 'Sociedad Económica de Ami-
gos", fundada ese año á iniciativa del oidor don Jacobo de Villa-Urrutia.
Dio impulso á la conclusión de la catedral, y al mejoramiento de la nueva
ciudad. — Dejó el mando en 1801,
40^ — Don Antonio González Mollinedo y Sara vía, mariscal de
campo de los reales ejércitos. — 28 de julio de 1801. — Trabajó con empeño
por continuar la catedral y otros edificios públicos. — Napoleón invadió á
España (1808) ; varias colonias hispano-americanas proclamaron su inde-
.„ 84 -
pendencia, y en Guatemala empezaron á sentirse tendencias en este sentido.
Marchó á Nueva España á encargarse del mando de las fuerzas que en el
Sur operaban contra los independientes, (nunca de virrey, como dice el
geñor González Saravia en su "Comp. de la Hist. de Centro- América", 10*
Ed., Lee. XXII, pag-. 60, n^ 4) y en Oaxaca fué hecho prisionero y fusilado,
por el gran Morelos, el 25 de noviembre de 1812.
41^ — Excmo. don José dk Bustamante y Guerra, teniente g-eneral
de la real armada. — 14 de ma3^o de 1811. — En el Salvador y Nicarag-ua
ocurren los primeros movimientos en favor de la independencia (no-
viembre y diciembre de 1811) , y es descubierta la conspiración de Bethlem,
en Guatemala (1813). — Las Cortes de Cádiz promulgan la liberal Consti-
tución de 1812, y queda suprimida la Inquisición al año siguiente,
siendo restablecida por el déspota Fernando VII en 1814, al derogar la
Constitución por decreto de 4 de mayo. — Se inauguró la catedral el Jueves
Santo, 16 de marzo de 1815, siendo ar^ob'ispo fray Ramón Casaus y Torres,
que fué quien la bendijo.— Bustamante introdujo en el país el cultivo de la
cochinilla. — Fué un tenaz perseguidor de todos los que trabajaban por la
independencia. — Gobernó hasta 1818.
42*?— Don Carlos de Urrutia y Montoya, teniente general. — 28 de
marzo de 1818. — Se d^n indultos para algunos reos políticos (1819) y se
restablece la prensa libre, por haberse puesto de nuevo en vigor la Consti-
tución de 1812, aclamada por Riego en 1820. — Falto de salud y apocado de
espíritu, no podía el señor Urrutia oponerse á los planes de los revolucionarios
y fué obligado á deponer el mando, que entregó al brigadier don Gabivo
Gaínza, quien, de carácter voluble y acomodaticio, poco patriota y ambi-
cioso, firmó el Acta de Independencia, el 15 de septiembre de 1821.
TERCER PERÍODO.
LECCIÓN PRIMERA.
Primer acto da los ciudadanos guatemaltecos. — Diversos fnes que los
animaban. — Consecuencias fatales.— Cómo fueron acogidas las ideas de
libertad en las provincias. — Don Agustin de Iturbide.— Oficio que
dirigió á Qainza. — Acuerdo de la Junta Provisional.
328. — Uno de los primeros actos de los ciudadanos
guatemaltecos, después de declai'ar su independencia,
fué darse una autoridad, y al efecto dispusieron que
Gaínza siguiera ejerciendo el mando político y militar,
obrando de acuerdo con la Junta provisional consultiva,
hasta que el congreso que debería reunirse el 1? de marzo
del siguiente año, dictara las bases sobre las cuales se
habría de organizar la nación.
329. — Pero si todas las clases sociales en un momento dado se unieron
j pidieron la independencia, no á todos sus individuos animaban los mismos
fines: unos, patriotas desinteresados, soñadores de la libertad, buscaban en
ella la manera propicia de emanciparse del clero y de un g-obierno caduco y
lleno de errores, para sustituirlo con otro de levantadas aspiraciones y cuya
norma fuera la ig-ualdad; otros, los que habían medrado á la sombra de la
Colonia, la veían como el único medio de llegar á ser ab.solutos, de constituirse
en señores despóticos ante cuyas órdenes todos se dobleg-aran, de ser los
arbitros de los destinos de su patria, que veían no como á madre bendita,
sino como á hada que brinda riquezas y poder.
330. — Por eso, lejos de sentirse después los benéficos efectos de la
unión, se vieron surg-ir las primeras desavenencias, eng-endradoras de futuras
desgracias, principio de todas las g-uerras civiles que han ensangrentado el
bello territorio de Centro-América, causa de su debilidad actual y lento
progreso.
331. — San Salvador acogió con entusiasmo las ideas
de libertad y proclamó la independencia el 29 de septiem-
bre; pero, á poco, tuvo disturbios por querer establecer
una junta consultiva, á lo que se opuso el jefe Barriere,
que redujo á muchos patriotas á prisión, por lo que fué
sustituido en el poder por el padre Delgado. Nicaragua,
dirigida por don Miguel González Saravia, procedió al
principio con ambigüedad, y al fin acordó adherirse al
-- 86 —
Plan de Iguala. Honduras, comandada por don José
Tinoco, hizo lo mismo; y Costa Rica, permaneció neutral;
cosas todas inconvenientes, que no dieron otro resultado
que avivar las ambiciones del traidor que pomposamente
se titulaba libertador de México, don Agustín de Itur-
bide, que no contento con ser infidente y usurpador,
quiso traer hasta acá sus ilegítimos poderes.
332. — Así, el 28 de noviembre de ese mismo año, dio
parte Gaínza á la Junta Provisional, de un oficio del
futuro Emperador de México, que con fecha 19 de
octubre (1821), decía: '^que Gruatemala no debía quedar
independiente de México, sino formar con él un grande
imperio, bajo las bases del Plan de Iguala; que Gua-
temala estaba todavía impotente para gobernarse por sí
misma, etc.": y la Junta, en vez de dejar la resolución
de tan delicado asunto al Congreso que se debería reunir,
obrando maliciosamente, dispuso consultar la voluntad
de los pueblos en cabildos abiertos, y de tal modo lo
comunicó á Iturbide, que tenía en Centro- América por
partidarios, á todos aquellos serviles que creían que la
felicidad sólo era posible bajo los rayos de una corona.
LECCIOxN SEGUNDA.
Anexión al Imperio Mexicano. — El poder de Gaínza. — San Salvador proclanna
su absoluta indeperdencia. — Expedición de Arzú — Llegada de Filísola á
Guatemala. — Proclaman en México Emperador á Iturbide. — Carácter
de Filísola. — Sus medidas. — Ordenes que recibió de Iturbide.
333. — En el corto tiempo de un mes, las provincias
y pueblos todos del Reino, dieron sus votos acerca de la
anexión al Imperio Mexicano, y el 5 de enero de 1822 se
hizo el escrutinio, que arrojó un triste resultado: la
mayoría de los Ayuntamientos se pronunciaba por ella.
La Junta Provisional, hizo la declaratoria correspon-
diente y por espacio de tres días se hicieron fiestas en
celebración de aquel suceso.
~ 87 —^
331. — Sin embargo, Gaínza no era obedecido ni por
Comayagua, ni por Nicaragua, ni per Chiapas, y el Salva-
dor se separó de Guatemala, sosteniendo su absoluta
independencia, aunque los pueblos de San Miguel y Santa
Ana eran anexionistas. Motivo fué este de la primera
guerra civil que agitó esta porción del Nuevo Mundo.
Guatemala quería sostenerlos y el gobierno del Salvador
se opuso; se rompieron las hostilidades, y el coronel don
Manuel Arzú invadió aquel territorio, penetrando hasta
la capital San Salvador, donde sus tropas se le desban-
daron, sufriendo así una derrota sin previo combate.
335. — En tal estado las cosas, llegó el día 12 de julio
á la ciudad de Guatemala, el señor general Filísola, con
un cuerpo de tropas constante de 600 hombres, que el
gobierno de Iturbide mandaba como auxiliares á estos
países; y pocos días después se supo la asonada de Pío
Marcha y Epitacio Sánchez, que el 18 de mayo por la
noche, seguidos de crapulosa soldadesca, proclamaron
Emperador, bajo el nombre de Agustín I, al verdugo del
Bajío.
336. — El g-eneral Filísola era un valiente militar sujeto á la ordenanza
y á la voluntad de su jefe, y, obedeciéndole, vino á reemplazar á Gaínza, de
quien se abrig-aban sospechas, tomando el poder el día 21 del mismo julio.
337. — Filísola, obrando con encoiniable prudencia y con una política
verdaderamente honrosa, procuró desde lueg-o consolidar la unión al Imperio
Mexicano. Esto era difícil, pues si bien muchos, amantes de títulos y de
condecoraciones, se declararon sus adictos, otros, y entre éstos están los
salvadoreños, la rechazaron.
338. — Por tal razón, el absoluto Emperador, desatendiendo las disposi-
ciones del Cong-reso, que le prevenía: "que procurase atraer á la unión la
provincia de San Salvador, sin hacer uso de la fuerza, y que si ya se había
empleado, al momento se suspendiese todo acto hostil," ordenó á su lug-arte-
niente la atacase **si inmediatamente no se unía á México sobre la base de
una entera sumisión al Gobierno Imperial y sin condición alg-una que pudiese
contrariarlo. "
~ 88
LECCIÓN TERCERA.
Marcha Filísola á San Salvador.— Fija su cuartel en Mapilapa. — Nueva división
deí Reino de Guatemala. — El Congreso del Salvador decreta su unión á
México. — Manifestación de Filísola. — Acuerdo del Congreso.
Protesta Filísola y sigue sobre la capital. — Combate en el
pueblo de Mexicanos. — Embajada del Ayuntamiento.
Entrada de Filísola á la ciudad. — Su conducta.
339. — Cumpliendo Filísola con las órdenes de su
Señor, dirigió el 26 de octubre la primera intimación de
guerra á San Salvador y dispuso la marcha de las tropas,
saliendo él en seguida á ponerse á su frente, para lo cual
dejó en el mando superior político al coronel mexicano
señor Codallos.
340— Después de haber sometido á Texistepeque y
Metapán, donde el 9 de diciembre la caballería mexicana
sorprendió y acuchilló á una partida de salvadoreños,
que á la fuerza quitaban víveres á los vecinos, fijó el 11
su cuartel general á cuatro leguas de San Salvador, en
la hacienda de Mapilapa.
341. — Allí publicó una orden, por la cual se disponía, que las intenden-
cias del Reino de Guatemala se dividieran en tres comandancias g-enerales,
que, independientes entre sí, se entenderían directamente con los respectivos
ministerios. Esta determinación se debió al deseo de someter el Reino á un
rég"imen extrictamente militar, que le privase de toda libertad.
342. — Entretanto el Congreso del Salvador decre-
taba la unión á ]\Iéxico sobre ciertas bases misterioí^as.
Pero como al comunicar a Filísola este acuerdo mani-
festó: ''que era indispensable la entrega de las armas
como paso preliminar á todo acomodamiento," resolvió
aquél no pasar por tal humillación, y declaró: "que la
provincia se incorporaba á los Estados Unidos, y que, en
su nombre, se opondría á las huestes que le amenazaban."
313. — Filísola protestó que no hacía la guerra á
aquella nación y prosiguió sus operaciones. El día 14 de
enero (1823), tuvo un encuentro con las fuerzas liberales,
y el 7 de febrero tomó el camino de San Salvador. La
maniobra que al efecto dispuso fué magnífica, y así lo
comprendieron los salvadoreños, que si no supieron des-
— 89 ~
concertarla sí pelear con heroísmo. La marcha avanzó,
y, eu el pueblo de Mexicanos, un combate más reñido la
detuv^o: el triunfo fué para los imperialistas que sufrie-
ron pocas pérdidas, en tanto que los vencidos las tuvieron
cuádruples.
344. — Los habitantes de la capital, llenos de cons-
ternación la abandonaron, y el Ayuntamiento mandó
una diputación al general mexicano, diciéndole: ''que
podía ocuparla con sus fuerzas, y que esperaba de su
humanidad no sería saqueada, ni molestados los vecinos
pacítícos." Contestó: ''que los pueblos desarmados nada
tenían que temer de él;" y devolvió á dos personas nota-
bles que le habían enviado como rehenes.
345. — En efecto, en medio del mayor orden entró
Filísola el día 9 á San Salvador, y al siguiente exigió á las
autoridades jurasen su obediencia al imperio. Al mismo
tiempo las tropas salvadoreñas, en completo desorden,
continuaban su retirada.
346. — FU (sol a observó una conducta djg-na de elog-io: dio g^arantías á
los que capitulaban, y hasta recursos para que se transladaran á sus hogares;
no abusó de su triunfo y usó con moderación de las ventajas que tenía sobre
los vencidos. At»í pues, el g^eneral mexicano se hizo acreedor á la nota de
humano y g-eneroso, que con justicia le dieron hasta sus enemig-os.
LECCIÓN CUARTA,
Sucesos de México. — Plan de Casa-Mata. — Regresa Filísola á Guatemala.
Convoca á la Junta Provisional. — Palabras que le dirige. — Importante
decreto. — Declaración que hizo el Congreso mexicano. — Como
se recibió el decreto de convocatoria.
347. — Pero en tanto que Filísola, ciego instrumento
de un vulgar ambicioso, arrebataba su independencia á
los salvadoreños, en México ocurrían sucesos de trans-
cendental importancia, que habrían de influir favorable-
mente en el destino de estos países.
- 348. — El noble pueblo mexicano, cansado de la tiranía
que Iturbide le impusiera por la fuerza de las armas,
levantó su voz en favor de la libertad, que ha sido siem-
— 90 ~
pre su lema, y acaudillado por Santa Anna, proclamó en
Casa-Mata, (Veracruz), el 2 de diciembre, el "Plan" de
ese nombre, por el cual se desconocía al usurpador y se
hacía pedazos su menguado cetro.
349. — Así, no bien había acabado Filísola de subyugar
á los pueblos del Salvador, cuando recibió una invitación
de los generales Echávarri y Bravo, para que se adhiriese
á aquel "Plan" que destronaba á su jefe. Violentamente
regresó á Guatemala: dictó medidas conducentes a repri-
mir todo pronunciamiento contra Iturbide, y se opuso á
que la Junta Provisional se reuniera para tratar acerca
del contenido de un pliego que habían dirigido á Barrun-
dia los generales libertadores.
350. — Pero viendo que el triunfo de la libertad se
acercaba y que los pueblos oprimidos pronto entrarían
en el pleno goce de sus derechos, vulnerados hasta enton-
ces, el 29 de marzo por la noche convocó á la Junta
Provisional para una sesión extraordinaria. En ella,
después de participar la reinstalación del Congreso Gene-
ral, disuelto por el tirano, dijo: "estoy viendo con toda
claridad la horrorosa anarquía en que se halla México, y
para salvar á Guatemala no encuentro otro arbitrio que
el que se contiene en el decreto que tengo el honor de
presentar:" era el de convocatoria para la reunión del
Congreso en Guatemala, según lo disponía el artículo II
del "Acta de 15 de septiembre de 1821."— Filísola al dar
este paso obró con cordura y honradez, dejando con él
un grato recuerdo en Centro-América.
351. — El Congreso mexicano restaurado declaró nula la unión del
Reino de Guatemala á México, y firmó la legitimidad de su independencia
absoluta, diciendo: **que sus provincias eran libres para pronunciarse en
el sentido que más les conviniera". (17 de junio de 1823).
352. — El sol de los libres brilló en este cielo, y el decreto de convo-
catoria fué recibido, por todas partes, con indefinible júbilo. Sólo los
imperialistas, los enemigos de la patria, permanecieron indiferentes á aquel
ijusto regocijo, y comenzaron á maquinar en pro de sus propios intereses y
en contra de la libertad.
— 91
LECCIÓN QUINTA,
El primer Congreso centro-americano. — Quienes lo formaban. — Uberalea
y moderados. — Quienes eran.— Sistema federal. — Notable decreto
del I*' de julio de 1823. — División de los poderes.
353. — Las elecciones se hicieron con gran orden y
empeño, y el Congreso se inauguró el día 24 de junio de
1823. Cuarenta y un representantes, que formaban la ma-
yoría absoluta, acompañados del general Filít^ola y de
las demás autoridades locales, se dirigieron á la catedral,
donde juraron fidelidad á la Patria, y de allí á la Uni-
versidad, que era el sitio designado para sus sesiones.
354. — Esta augusta Asamblea, que se formó de los
hombres más caracterizados é instruidos de Centro-
América, comenzó sus tareas bajo muy buenos auspicios,
no obstante que en su seno se confundían los republicanos
con los imperialistas. Pero la unión no fué duradera y
surgió una odiosa división, que ha sido causa de muchas
desgracias posteriores.
355. — Dos partidos, á cual más fuerte y apasionado,
se desarrollaron al calor de las discusiones: el de los
liberales y el de los moderados. Los primeros fue-
ron llamados después fiebres ó anarquistas, por la
behemencia de sus ideas y el entusiasmo inmoderado
con que proponían toda clase de reformas; y los segundos,
serviles ó aristócratas, por el disimulo é hipocrecía
que les caracterizaba.
256. — Liberales, eran los verdaderos patriotas que se habían opuesto,
con toda la energ-ía de sus levantados espíritus, á la unión á México;
moderados, los adictos al imperio, los empleados civiles y militares, los
españoles europeos, los eclesiásticos y alg^unos capitalistas, que deseaban
conservar su influencia.
357. — El Congreso abrió sus sesiones el 29 del mismo
mes, y desde luego los liberales manifestaron adoptar el
sistema federativo, á lo que, con marcada repugnancia,
vencidos por la opinión general, tuvieron que sujetarse
los moderados, que propendían al centralismo.
~ 92 -
358. — En seguida, el 1? de julio, declaró: ^'Que las
provincias que componían el antiguo Reino de GuatemMa^
quedaban libres é independientes de España^ de México
y de cualquiera otra potencia, -así del Antiguo como del
Nuevo Mundo; que formaban una Nación Soberana,
con derechos y aptitudes iguales á los de los otros pueblos
de la tierra^ y que^ sin perjuicio de lo que resolviera la
Constitución que se formara, se llamarían Pkovíncias
Unidas del Centro de América."
359. — El 2 de julio se procedió á la división de los poderes, perma-
neciendo el Legfislativo en la Asamblea, el Judicial en los tribunales
establecidos, y el Ejecutivo en tres individuos, que lo ejercerían conforme á un
reg-lamento especial, que se dio el día 8, tocando su elección al Poder
Leg-islativo, que podría removerlos á voluntad. En esa misma fecha se
reconoció la deuda pública y se dispuso, con notable intolerancia, que la
relig-ión del Estado fuera, con exclusión de otra cualquiera, la Católica,
Apostólica, Romana.
LECCIÓN SEXTA.
Primer Poder Ejecutivo. — Salida de las fuerzas mexicanas. — Sublevación
de ArÍ2a Torres.— Consecuencia de la asonada. — El Ejecutivo da á Ariza
el nombramiento de Comandante. — Falsa noticia — Renuncia de los
miembros del Ppder Ejecutivo. — Segundo Poder Ejecutivo.
Bases de la Constitución.
360. — Después de muchas y muy acaloradas discu-
siones la primera elección para individuos del Poder
Ejecutivo, recayó en don Manuel José Arce, don Pedro
Molina y don Juan Vicente Villacorta. Mas como el
primero de los nombrados se hallaba en Norte América,
entró á substituirlo don Antonio Rivera Cabezas. Estos
nombramientos no fueron del agrado de los conservado-
res, (éste fué un nuevo nombre con que se designó
á los moderados), pues no contaban éntrelos repre-
sentantes ningún partidario suyo, y habían visto defrau-
dadas sus esperanzas, pues pretendían elevar al poder
al general Filísola.
361. — El 3 de ag-osto (1823), salieron las tropas mexicanas rumbo á su
país. El pueblo guatemalteco vio este paso con inmenso júbilo, pues era
deseado con ardimiento: la soldadesca, no obstante los esfuerzos de sus jefes,
cometía á cada momento actos inconvenientes, que exasperaban á los vecinos
y tenían en alarma constante á la ciudad.
- 93 —
362. — Pero como los conservadores no estaban sa-
tisfechos, procuraron crear algunas dificultades al nuevo
gobierno, y al efecto trataron con el capitán de grana-
deros del fijo, don Rafael Ariza Torres. Era é^te un
militar sin méritos, pero que tenía cierto ascendiente
sobre su tropa; así, no le fué difícil, tomando como
pretexto la falta de pago de los haberes, provocar una
insurrección que estalló el 14 de septiembre, que, con el
siguiente día, debía consagrarse al regocijo público con
motivo de la conmemoración de la independencia.
3h3. — La asonada que al principio se debió á las
ambiciones de un faccioso, instigado por unos cuantos
malos patriotas, tomó de pronto nn carácter bastante
serio, porque el pueblo trató de defender á sus autorida-
des legítimas y de sostener sus derechos ultrajados.
Atacó á la fuerza de Ariza y ésta rompió el fuego: varios
patriotas fueron heridos, y perecieron heroicamente los
ciudadanos Andrés Córdova, Miguel Prado, y Juan
Escobar, cuyos nombres dispuso la Asamblea se inscri-
bieran con letras de oro en el salón de sus sesiones.
364. — Sin embargo, los sublevados no se atrevieron
á penetrar en el santuario de las leyes: recorrieron la
ciudad, pero no cometieron las tropelías que eran de
esperarse. Entonces el Poder Ejecutivo, para restable-
cer el orden, expidió á Ariza el despa«ího de Comandante
General, á reserva de obrar contra él cuando para ello
tuviera los elementos necesarios.
365. — Pero los conservadores, infatigables en su
lucha, no contentos, como hemos dicho, con el Poder
Ejecutivo, propalaron la falsa noticia de que él había
sido el promotor de la sublevación de Ariza: esto era con
el fin de desacreditarlo y derrocarlo. No presentaba la
cosa gran dificultad y las discusiones connenzaron en la
Asamblea: pronto se resolvió el suceso: Molina, Rivera y
Villacorta renunciaron, y, admitidas sus dimisiones, el
segundo nombramiento para personas del Poder Ejecu-
tivo, recayó en los ciudadanos Arce, Valle y O'Horán.
Los dos primeros estaban ausentes y se nombró para
— 94 ~-
substituírlos á don Santiago Milla y á don José Francisco
Barrundia, pero como éste no quiso aceptar, el Cuerpo
Legislativo rogó, para que en su lugar entrara, á Villa-
corta, quien reprodujo su renuncia con loable dignidad.
366. — En diciembre expidió la Asamblea las bases
de la Constitución: en ellas se adoptaba la forma de
gobierno "popular, representativa, federal"; y en cada
uno de los estados de Guatemala, San Salvador, Nicara-
gua, Honduras y Costa Rica, independientes entre sí,
sería establecida la misma división de los poderes, y en
su administración interior serían soberanos, teniendo
en su seno iguales atribuciones al gobierno general con
respecto á toda la República.
LECCIÓN SKPTIMA.
Comienzan los Estados á organizarse. — El coronel Arzú nnarcha á Nicaragua.
Abolición de la esclavitud. — Desacuerdo entre los sujetos del Poder
Ejecutivo. — Separación de Chiapas.— Soconusco. — Primer gobierno
detestado de Guatemala. — La Constitución. — Estado de cosas
en Nicaragua. — Disolución de la Asamblea.
367. — Los Estados comenzaron inmediatamente á
organizarse y procedieron á la elección de los diputados
que debían formar sus Asambleas, exceptuando Nicara-
gua que se hallaba sumida en una desoladora guerra
civil.
368. — Por eso, los miembros del segundo Poder Ejecutivo, enviaron
para allá al coronel don Manuel Arzú, quien llevaba el encarg-o de restablecer
el orden, poniéndose á la cabeza del partido que quisiera obedecerle.
369. — La Asamblea, por su parte, trabajaba afano-
samente, y expidió un notable decreto que hará eterno
honor á sus miembros: el que trata de la aiolición de
la esclavitud. El venerable anciano presbítero don
Simeón Cañas, apoyado por los ciudadanos representan-
tes don José Francisco Barrundia y doctor don Mariano
Gálvez, manifestó la necesidad de poner en libertad á
"nuestros hermanos esclavos," y, tenidas en cuenta sus
razones, se declaró "que todo hombre es libre en la
95
República y que no puede ser esclavo el que llegare á
tocar en su territorio". Gloria es para Guatemala haber
sido uno de los primeros países del mundo que arranca-
ron de su seno la esclavitud, y el primero que Ja suprimió
de vn solo golpe, pues los otros lo hicieron de una
manera lenta, progresiva y con efusión de sangre.
370. — Mas, los sujetos del Poder Ejecutivo no marchaban de acuerdo,
no obstante que su desunión
T^W
en aquellos momentos causaba
grandes males á su Patria.
Arce, org-ulloso por sus méri-
tos, y Valle, preponderante
por su talento, aspiraban á la
Presidencia de la República,
y se hicieroQ irreconciliables
rivales: al primero chocó la
compañía del seg^undo y re-
nunció su puesto: lo reemplazó
don José Manuel de la Cerda,
notable granadino que supo
siempre conservar ilesa su re-
putación.
371. — Así las cosas, se
acentuó el aspecto desagrada-
ble que iba tomando la cues-
tión de Chiapas. Digamos
sobre esto algunas palabras.
Chiapas, antigua provincia de
Guatemala, al declararse todo
el Reino libre de la anexión
á México, discutió por medio
de sus representantes, que se
instalaron en junta el 4 de
junio de 1823, á qué nación
debería unirse, puesto que de
una y otra recibía invitaciones
para ello. Se hizo la votación y se empató, por lo cual fué preciso diferir la
resolución. Acertó á pasar entonces Filísola, que regresaba á México: quiso
hacer la unión por la fuerza, pero no lo logró, y se practicaron nuevos
convenios. Los países interesados hicieron sus propuestas, y, finalmente,
la Junta gubernativa declaró en las sesiones del 12 y 14 de septiembre de
1824, unida aquella provincia á la República mexicana, de la que hoy es
una de las 27 secciones federativas que la componen.
372. — Algunos pueblos, teniendo aquella unión como ilegal y debida
solamente á la coacción y ala intriga, pretendieron unirse á Centro América;
pero pronto tuvieron que ceder á la fuerza, y sólo Soconusco quedó como terri-
torio neutro, gobernado por autoridades municipales, pero sujeto á las leyes
de Guatemala.
D. José Cecilio del Valle
- 96 -
373. — El 15 de septiembre (1824) se erigió en Esta-
do Soberano la antigua Provincia d*^ Gruatemala,
instalándose su primer Congreso, que nombró para go-
bernador provisional á don Alejandro Díaz Cabeza de
Vaca, sujeto recomendable á quien substituyó el 12 de
octubre don Juan Barründia, primer jefe constitucio-
nal, siendo vice-jefe don Cirilo Flores.— Y, el 22 de
noviembre, después de cuatro meses de discusiones, los
sesenta y cuatro diputados que componían la represen-
tación nacional, firmaron la Constitución que debía
regir á la República. Desde el día siguiente se puso
en vigor, y podemos decir de este Código, que calleado
en el de los Estados Unidos, como hijo de las circuns-
tancias, estaba lleno de contradicciones é incoherencias,
que más tarde provocaron serias dificultades, y fueron
la causa de la ruptura de la federación que proclamaba.
374. — Nicarag-ua, víctima de las ambiciones de unos cuantos» había
seg"uido sumida en la anarquía; y como los esfuerzos de Arzú habían sido
inútiles, el señor Arce se puso á la cabeza de 500 salvadoreños, y el 9 de enero
de 1825, entró á León. De allí, sig-uió á Manag-ua, y el 22 se posesionó de
ella, sin derramar una sola g"ota de sangre; lo cual le llenó de prestigio,
ofuscando á su contrincante el señor Valle, cuya conducta parcial, inspirada
por una pueril rivíílidad, fué la causa de la prolongación de aquel
estado desgraciado de cosas.
375. — Y como la Asamblea Nacional, expedida la Carta Magna, ya no
tenía nada que hacer, acordó disolverse. Así lo hizo el 23 de enero (1825)
dejando como prueba incontrovertible de sus afanes y desvelos, durante diez
y nueve meses de sesiones, una multitud de decretos, órdenes, actas, etc., en
que, si no siempre resplandece la sabiduría, hay cuando menos la nota de los
esfuerzos que aquellos ciudadanos hicieron para cumplir con su deber.
LECCIÓN OCTAVA.
Elección de Preslrfente. — Elección de Vicepresidente. — Descontento entre
los liber;iles. — Error que se cometió con no establecer un Distrito
Federal. — Diferencias entre Arce y Barrundia — Prisión de Barrundia.
El Vicejefe don Cirilo Flores se encarga del gobierno del Estado.
Tríate fin que tuvo en Quezaltenango. — Causas que lo
originforon.
376.— Los pueblos obedeciendo á una convocatoria
de 5 de mayo de 1824, emitieron sus votos para la elec
ción de primer Presidente de la República. Pero, divi-
— 97
dida la opinión, pues los liberales trabajaban por Arce y
los conservadores por Valle, se declaró que ninguno de
los corifeos había obtenido el número de votos necesario
para que hubiera elec-
ción popular, y que,
por consecuencia, el
Congreso se hallaba
en el caso de verifi-
carla por sí mismo:
acto continuo la hizo,
y resultaron veintidós
sufragios en favor de
d(»n Manuel José Ar-
ce, contra cinco que
recayeron en Valle.
377. —Entonces se
eligió Vicepresidente
á Valle, pero no quiso
admitir, ni tampoco
Barrundia, que fué
elegido en su lugar, y
se dio tal puesto á
don Mariano Beltra-
nena. Estos altos ^funcionarios tomaron posesión el 29
de abril de 1825.
D. Manuel José Arce
378. — Durante todo el curso del año no hubo ningnán suceso importante
que alterase la paz pública, ni que sea dig-no de citarse; pero al comenzar el
siguiente, un g-eneral descontento se hizo sentir en todo el partido libera,l, y
sus miembros no ocultaban el deseo que tenían de derrocar á quien ellos
mismos habían elevado al poder, y que, desconociéndolos, se echó en brazos
de los conservadores, que dirigían la cosa pública y ocupaban los más altoa
puestos.
379. — La circunstancia de que no se hubiera cuidado
de establecer un Distrito Federal, para residencia de los
poderes nacionales, hizo que los del Estado tuvieran el
mismo asiento, no obstante que su primera Asamblea se
reunió en la Antigua. Con esto ocurrió, que en un
mismo lugar hubo dos autoridades superiores que se
7
— 98 —
creían con iguales atribuciones, y, traspasando los límites
de la ley, invadían sus facultades en sus diferentes
esferas.
380. — Así fué cómo se suscitaron enojosas cuestiones
entre el presidente Arce y el jefe Barrundia, quien, auto-
rizado por la Asamblea del Estado, desconoció la autori-
dad de aquél, que había mandado ejecutar la prisión del
militar extranjero Raoul, sin dar a las autoridades de
Guatemala el aviso correspondiente, por operarse dentro
de su jurisdicción.
381. — Como era natural. Arce se consideró ofendido,
y acusando á Barrundia de conspirador, en lo cual parece
que no obraba sin fundamento, lo mandó poner preso,
después de dictar varias órdenes conducentes á la mejor
manera de sorprender al partido liberal. Se procedió
con tal sigilo, que nadie se dio cuenta de lo que pasaba,
hasta que se pusieron en práctica las disposiciones pre-
sidenciales: las fuerzas del Estado fueron desarmadas en
la madrugada del 6 de septiembre de 1826, y, el mismo
día, df^tenido en su propia casa el señor Barrundia.
382.-— Inmediatamente después de la prisión de Ba-
rrundia, se hizo cargo del gobierno el vi ce jefe don
Cirilo Flores. La Legislatura lo autorizó para que
levantara tropas, decretara préstamos forzosos y diri-
giera la fuerza armada. Pero temiendo nuevos ataques
del Presidente, acordó abandonar la capital y dirigirse á
la villa de San Martín y de allí á Quezaltenango. Espe-
raba en esta ciudad un íin trágico á Flores. Las turbas
fanáticas, exaltadas por los sermones sediciosos de algu-
nos imprudentes frailes, que amenazaban transladarse á
Guatemala, por causa de que Pierson, jefe de las tropas
del Estado, les había quitado sus caballos, se entregaron
á una serie de atrocidades, que no estando en consonan-
cia con el carácter sensible de los centro-americanos,
llenaron de espauto y consternación á todos los habi-
tantes de la República. El populacho irritado, en medio
de los gritos de ¡mvera el tirano!, ¡muera el hereje!^
¡muera el ladrón!^ pedía el 13 de octubre la cabeza del
- 99 ~
Vicejefe. El tumulto era inmenso y el peligro inminente.
El padre Alcayaga y el cura Carrascal, haciendo esfuer-
zos inauditos, trataron de conjurarlo; pero los frailes
Carranza y Ballesteros hacían contrapeso á su buena
obra instigando á la multitud. El desenlace no se hizo
esperar: un fanático audaz, Longino López, arrancó de
los brazos de los religiosos á Flores y lo entregó á aque-
lla horda de desalmados, compuesta en su mayor parte
de mujeres. Como furias desencadenadas se arrojaron
sobre él, y lo atacaron con palos, piedras y puñales,
dejándolo enteramente desfigurado, convertido en una
lasa casi informe que inspiraba horror y lástima.
383. — Así terminó su existencia el primer Vicejefe
de Guatemala, víctima de las maquinaciones del presi-
dente Arce y de los conservadores, y del acendrado
fanatismo del pueblo quezalteco, que, ciego por la ira,
olvidó que aquel hombre le había sido tan útil con su
talento, su persona y sus intereses.
LECCIÓN KOVENA,
Pretensiones de Arce. — Destituye á las autoridades del Estado. — H«ce elegir
otras que se llamaron intrusas. — Disgusto que tales actos produjeron al
gobierno del Salvador. — Decisión de Arce. — Ordenes d*^l jefe del
Salvador. — Se pore el Presidiante al frente de las fuerzas
federales. — Batalla de Arrazola. — Triunfo de Arce. — Sigue
sobre San Salvador. — Desastre de Milingo.
384. — Después de los sucesos referidos. Arce se creyó
omnímodo; pensaba que el triunfo que acababa de obte-
ner, contra los liberales que habían pretendido arrojarlo
del poder, lo afirmaba en él; mas, se equivocaba: á merced
de los conservadores, no era más que un iastrumento de
sus ambiciones y pronto quedaría nulificado.
385. — Acabó con todas las autoridades del Estado; hizo remociones sin
facultades para ello, y convocó á los pueblos para nuevas elecciones. La
farza más completa imperó en esos actos, y se llamó intrusas á las nuevas
autoridades, q"e, en flagrante oposición contra lo dispuesto por la Carta
Magna, se instalaban á su antojo. Así, la Asamblea abrió sus sesiones el 2
de enero de 1827 y nombró para que ejerciera provisionalmente el Poder Eje-
100
cutivo á don José Domingo Estrada, quien estuvo en él hasta el 1° de marzo,
que tomó posesión don Mariano de Aycinena, jefe popularmente electo, siendo
vicejefe don Mariano Córdova, ambos del partido conservador.
386. — Esto disg-ustó al gobierno del Salvador que alegaba la ilegalidad
de todos los procederes del Ejecutivo federal, desde octubre anterior, y pedía
se restableciera en sus puestos á las autoridades caídas. Uno de los más
empeñados en que tal sucedie-
ra era el doctor don Matías
Delgado, quien siempre había
acariciado el ideal de ser el
primer obispo del Salvador, y
comprendía que mientras el
gobierno estuviera integrado
por los conservadores, íntima-
mente ligados al Arzobispo,
no podrían realizarse sus pro-
3'^ectos.
387. — Arce manifestó su
decisión á sostener lo hecho,
y el Jefe del Salvador, don
Mariano Prado, ordenó la
marcha de una columna de
tropas, que á las órdenes del
coronel don Ruperto Trigueros
debía invadir el territorio de
Guatemala.
388.— El 16 de marzo tu-
vo noticias el Presidente de
la aproximación de las tropas
invasor as ; acordó separarse
del poder, que entregó al señor
Beltranena, y se puso al
frente de sus fuerzas, yendo á
situarse, al día siguiente, á la hacienda de Arrazola. En tanto, el jefe
Aycinena, ampliamente facultado por la Asamblea del Estado, dictaba
providencias rigurosísimas.
389. — Después de varias escaramuzas, de pocos resultados, el día 23 se
dio la batalla: las fuerzas salvadoreñas quedaron completamente derrotadas
y dejaron en el campo un buen número de cadáveres y heridos.
390. — La victoria de Arrazola hizo creer á Arce que nada lo resistiría
en la República, y mal aconsejado resolvió marchar hacia la ciudad de San
Salvador. Ya cerca de la población comenzó una serie de pláticas con el
objeto de que sus defensores se rindieran; pero no pudo lograrlo; y después
de haber esperado varios días, durante los cuales demostró, á decir verdad,
el poco deseo que tenía de que se derramara sangre, atacó las fortificaciones
de Milingo, el 18 de mayo.
391. — La embestida fué ruda; pero la resistencia aun más vigorosa. Las
fuerzas invasoras se mostraron temerarias, pero su arrojo de nada les sirvió;
y, después de cinco horas de fuego, hubo que tocar retirada, con pérdida de
más de 200 hombres y doble número de heridos, en tanto que los salvadoreños
no tuvieron más que 20, y 3 ó 4 muertos.
D. Mariano de Aycinena
— 101
LECCIÓN DÉCIMA.
Primer presagio de la ruina de Arce. — Se declara de nuevo la guerra al
Salvador. — Batalla de Chalchuapa. — Don Francisco Morazán. — Triunfa en la
Trinidad. — Es elevado af puesto de Jefe de Honduras. — Deja el mando al
Vicejefe y va al encuentro de las fuerzas federales. — Victoria que
obtuvo en Gualcho.— Reacción que se operó en el país. — Constantes
desastres que sufrió Arce. — Resuelve Morazán tomar á
Guatemala.— Entra á la ciudad el 13 de abril de 1829.
Caida de Arce y de Aycinena.
392. — Milinf;u íué el baluarte invencible donde se «.■>,itciiciron las ambi-
ciones de Arce y el primer nubarrón que entoldó el cielo de sus pretendidas
g-lorias: allí, donde él buscaba el afianzamiento de su {wder, encontró la
palanca poderosa que lo derribó. El poder presidencial estaba minado por
base: los conservadores eran su sostén y los liberales no ]X)dían ver
►n indiferencia que »e levantaran coronando sus deseos de mando, después
de haber mancillado á su patria.
393. — Así, el Gobierno del Salvador, inllexible, impuso condiciones al
Poder Ejecutivo de la República, que éste rechazó; y, al año sig-uiente (1828),
•e volvió á emprender la guerra contra aquel Estado. Una fuerza ¿guatemal-
teca, al mando del brig-adier don Manuel Arzú, penetró hasta Chalchuapa.
El 1^ de man» tuvo que resistir el ataque de los salvadoreños que, cuando
menos se les esperaba, cayeron de improviso. La batalla fué sangrienta y el
triunfo favoreció á Arzú. Los conservadores estaban veng-ados; pero de poco
les serviría esta efímera victoria.
394. — En Honduras, al frente del partido liberal,
repeliendo los abusos de los conservadores, había surgi-
do don Francisco Morazán, que, al frente de un puñado
de valientes, derrotó el 10 de noviembre de 1827, en la
Trinidad, al coronel Milla, enviado de Arce. Era Mora-
zán el llamado á efectuar un completo cambio en la
cuestión social que agitaba á toda la República, y sobre él
se fijaron todas las miradas.
395. — Elevado al puesto de jefe de aquel Estado, se
ocupó con tesón de reunir un número competente de
fuerzas, para ir á auxiliar á los salvadoreños; y, dejando
el mando al vicejefe Vi gil, pasó á Choluteca. Allí reu-
nió 1,400 hombres, y partió en junio de 1828 con direc-
ción al río Lempa. Llegó á Gualcho, y el 6 de julio el
coronel Domínguez lo atacó con fuerzas federales guate-
maltecas. Por un momento pareció indecisa la victoria,
y ya se creía que Morazán estaba perdido; pero, ayu-
102 —
dado de su genio militar, se rehizo y obtuvo el más
completo triunfo. En seguida, pasó á la ciudad de San
Miguel y de allí regresó á Honduras.
396. — El sostenimiento de Arce en el mando era cosa poco menos que
imposible: una reacción general se había operado en el x^aís, y palmo á palmo
iban recobrando los liberales
el terreno que habían per-
dido. Las tropas g-uatemal-
tecas capitulaban, como pasó
en San Antonio y Mexicanos,
y las revoluciones eran sofo-
cadas sin trabajo por Mora-
zán, que había llegado á ser
el ídolo del pueblo.
397.— Este cau-
dillo liberal organizó
un magnífico ejército
y resolvió dar el gol-
pe decisivo: tomar la
ciudad de Gruatemala.
Con 2,000 hombres,
entre salvadoreños y
hondurenos, marchó
sobre ella, le puso si-
tio en febrero de
1829, y, después de
muchos y reñidísi-
mos combates y de
san grientos asaltos ,
la tomó con arreglo á una capitulación que se firmó el
12 de abril de aquel año, haciendo su entrada triunfal al
siguiente día.
398.— El gobierno de Arce y Beltranena estaba
muerto, así como el del jefe Aycinena: los conservadores
estaban vencidos y Morazán expatrió á sus miembros
más prominentes.
Francisco Morx\zán
— 103
LECCIÓN UNDÉCIMA.
Dictadura de Morazán. — Don José Francisco Barrundia en el poder. — Nuevas
autoridades del Estado. — Morazán, electo presidente, toma posesión del mando.
Interinidad de Flores. — El doctor Gálvfz es electo jefe del Estado.
Importancia de esta elección. — Primeros actos de Gálvez. — Translación
de la CApital federal á Sonsonate y después á San Salvador.
Muerte de Delgado. — Reformas importantes realizadas
por Gálvez. — Fallecimiento de Valle — Reelección
de Morazán. — Reelección de Gálvez.
399. — El caudillo de Gualcho ejerció la dictadura
lasta el 25 de junio de 1829, en que se hizo cargo de la
residencia de la
República de Cen-
dro-América, el se-
nador don José
Fkancisco Barrun-
dia.
400. — Las auto-
ridades del Estado,
vejadas en 1826,
volvieron á sus
puestos, pero re-
suelto don Juan Ba-
rrundia á separarse
del poder lo renun-
ció, siendo substi-
tuido por el doctor
don Pedro Molina,
quien fué declarado
consti tucionalmen-
te electo el 21 de
agosto, así como el
vicejefe don Anto-
nio Rivera Cabezas, quien, por haber encontrado la
Asamblea, el 9 de marzo de 1830, que había lugar á que
fuera encausado el jefe Molina, tomó posesión del mando,
que sólo tuvo hasta principios del año de 1831, en que
lo reemplazó don Gregorio Márquez.
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D. José Francisco Barrundia
104
401. — Entre tanto, Francisco Morazán, que ya había
pacificado el país, alterado por algunas facciones del
partido vencido, y vuelto a Gruatemala, fué electo, por
mayoría de votos, para la Primera Magistratura de la
Nación, puesto que ocupó en septiembre de 1830. Su
afán principal fué consolidar la tranquilidad pública y
sostener el régimen legal en todas las fracciones de la con-
federación. Al efecto, tuvo que librar algunas batallas,
en las que la suerte le favoreció.
402. — Don Gregorio Márquez, jefe del Estado, tuvo
que dejar el puesto, por causa de enfermedad, en agosto
de 1831, á don Fean
CISCO Javier Flores,
cuya interinidad fué
cortísima, porque, el
24 del mismo mes, la
Legislatura declaró
electo para tal cargo
al doctor don Maria-
no GrÁLVEz, liberal
distinguido por su sa-
ber y honradez.
403. -Con la en-
trada del doctor Grál-
vez, al poder supremo
del Estado, se inició
para Guatemala una
era de progreso que
nadie puede negar.
Verdad es, que no
marchó muy de acuer-
do con Morazán y que
muchos de sus partidarios, al principio, le abandonaron
después; pero esto se explica, si se tienen en cuenta
el amor acendrado que tenía por los pueblos que bajo
su sabia administración se habían puesto y que no quería
sacrificar en luchas fratricidas, así como la exaltación
de las ideas de algunos de sus correligionarios.
Dr. D. Mariano Gálvez
I
— 105 —
404. — El doctor Gálvez procuró, por cuantos medios le fué posible, hacer
que la residencia del gobierno federal se transladase de la ciudad de Gua-
temala á otro punto del pafs, y llegó á llamarle *• respetable huésped," lo
cual dio lugar á muchos comentarios. Gálvez se fundaba en que los otros
Estados siempre habían visto con prevención que la capital de la antigua
colonia siguiera siéndolo de la moderna república; y para evitar la acentua-
ción de esos odios de provincia contra la metrópoli, origen casi siempre de
fatales consecuencias, y, además, sucesos semejantes á los ocurridos en
tiempo del presidente Arce, dio principio á sus gestiones. El hecho es, que
se estableció un insoportable malestar, y que la permanencia de las autori-
dades federales y del Estado en una misma ciudad se hizo imposible. Por
eso el Congreso, antes de disolverse, autorizó al Ejecutivo para que designara
un pueblo del Estado del Salvador para la reunión de la Legislatura Federal,
y el senador presidente de la República, don Gregorio Salazar, después
vicepresidente constitucional, dio un decreto el 14 de octubre de 1833, desig-
nando para tal efecto, la ciud.ul ilt- Sonson.iio: v el 6 de febrero de 1834. <51
mismo lo puso en práctica.
405. — Poco tiempo estuvo l.i caiuiai en í^onsotiate, pues se cíunhio a ftan
Salvador, que fué, desde e.se momento, asiento del ix)der federal. A esa
ciudad se llevaron los archivos, el reloj público y otros muchos objetos, cosa
que despertó un disgusto general en Guatemala, donde se dijo que los salva-
doreños pretendían despojar á la ciudad de todo lo bueno que tenía.
406. — El 12 de noviembre de 1833 ocurrió un triste
suceso: el padre doc
tor don Matías Delga-
do dejó de existir, en
la ciudad de San Sal- '■
vador, á la edad de 65
años. Había sido el
oráculo de ese pueblo lÉ^^P
y el arbitro de todas ffTW
sus cuestiones, y si
bien es cierto que en
muchos casos obró por
miras puramente per-
sonales, también lo es
que tuvo excelsas vir-
tudes y que fué siem-
pre un adalid de la
libertad.
407. — La obra de
Gálvez continuaba:
firme en su propósito Dr. D. Matías Delgado
— 106 -
de hacer reformas, dispuso la secularización de los
cementerios, dio amplias libertades á la prensa, elevó
la instrucción pública á grande altura, procuró el pro-
greso de la industria, y, para ello, suprimió muchos de los
días festivos que, autorizados por la iglesia, la entorpe-
cían, favoreciendo la holganza; dispuso la apertura de
caminos y el arreglo del puerto de Iztapa; impulsó la
colonización, y veló por la higiene publica en los momen-
tos en que más se necesitaba: cuando á la vecina repú-
blica mexicana asolaba el cólera morhus y amenazaba á
esta región. — Pero esta conducta le granjeó los odios de
los convervadores y de algunos liberales que no podían
medrar á su sombra.
408. — Por esta época, el licenciado don José Cecilio
del Valle, el sabio liberal que tan útil fué á su patria
en los momentos más aciagos, dio su tributo á la natu-
raleza, cuando menos se esperaba. El 2 de marzo de 1834
falleció entre el general sentimiento de todos los que
habían reconocido sus méritos. Estaba entonces electo
presidente de Centro- América. Su elección fué popular,
pues su reputación era eminentemente centro-americana;
y aunque á su lado estaban Morazán y Barrundia, la
pública atención se fijó sólo en él. ¡Lástima que la
muerte le haya sorprendido en tales circunstancias; quizá
su talento hubiera salvado á Centro- América, de tantos
y tan cruentos sacrificios, de tantas luchas, de tanta
efusión de sangre!
409. — Las nuevas elecciones, verificadas con tan
infausto motivo, llevaron por segunda vez al poder
federal al general Morazán, quien había de ver terminar,
con su período, la federación que sostenía.
410. — Asimismo el doctor GtÁlvez fué reelecto. Re-
nunció á tal honra por tres veces; pero al fin aceptó, por la
obstinada resistencia que todos hicieron á su separación,
y volvió al Poder Ejecutivo del Estado el 25 de febrero
de 1835. ¡ No vería concluido su segundo período I
— 107 —
LECCIÓN DUODÉCIMA.
Gálvez en su segundo período. — El Código de Livingston. — Reformas al
Código Civil. — Leyes transcendentales. — Partido que de ellas sacaron lot
conservadores. — Insurrección de Santa Rosa. — Rafael Carrera. — Situación
de Gálvez. — Pide auxilio á Morazán. — Pronunciamiento de la Antigua.
Barrundia, enemigo de Gálvez, habla al padre Duran. — Ataque ¿
Guatemala. — Don Pedro Valenzuela se encarga del mando.
Desenlace.
411. — Gálvez en SU segundo período fué tan entu-
siasta y trabajador como en el primero: dotado de una
inteligencia privilegiada y de una instrucción poco
común, se adelantaba á su tiempo, y entre la grita de los
conservadores, auxiliado de unos cuantos progresistas,
siguió su obra benéfica que hoy admiramos.
412. — El sistema de justicia en el ramo criminal adolecía de muchos
defectos y Gálvez comisionó al señor don José Francisco Barrundia, que
desde 1831 había traducido el Código Penal que Eduardo Livingston
preparó para la Luisiana, para que en compañía del licenciado don José
Antonio Azmitia lo arreglara á las conveniencias locales. La obra se llevó á
cabo á la medida del deseo, y desde el 1" de enero de 1837 los nuevos códigos
se promulgaron. Por ellos se establecían el régimen penitenciario y el juicio
por jurados, que, respectivamente, hacían de las cárceles un taller donde el
trabajo fuera el principal medio de redención, y emancipaban la justicia de
la tutela arbitraria de los jueces, que animados fíor sus particulares pasiones
la torcían según les conviniera. Sin embargo, este sistema no era de lo más
adecuado para las condiciones sociales del país, que se resentía del atraso
de la época.
413. — Faltaban iguales reformas á la legislación civil y dio tan difícil
encargo el sabio jurisconsulto don Miguel Larreinaga. El fruto de sus
trabajos no era dudoso: la brillante carrera que había hecho garantizaba su
éxito; pero los acontecimientos no le permitieron realizar la empresa.
414. — Sin embargo, no dejaron de dictarse leyes transcendentales: el
decreto sobre divorcio, de 20 de agosto de 1836, imponía moralidad á los
cónyuges; el de 10 de abril de 1837, que consideraba el matrimonio como un
contrato civil, respetaba la libertad religiosa y daba fuerza á la creación de
la familia; y el de la misma fecha sobre libre testamentif acción, aseguraba
el derecho de disponer, en todo tiempo, de la propiedad legítimamente
adquirida, principio y base de los progresos sociales.
415. — Pero todas sus disposiciones, implantadas en
los tristes días en que el cólera morbus arrasaba las
poblaciones, fueron, en manos de los conservadores,
armas poderosísimas; y, ayudados por el clero, que por
ellas se veía atacado en sus intereses pecuniarios, con
— 108 —
facilidad extraordinaria explotaron la credulidad de las
masas ignorantes, á quienes presentaron al doctor Grálvez
como á un hereje y tirano, atentador contra sus liberta-
des y creencias religiosas, y como á un vulgar asesino
que mandaba envenenar las aguas para que todos pere-
cieran.
416. — Tales imputaciones, á todas luces falsas, dieron
por resultado una sublevación, que estalló en el pueblo
de Santa Rosa, del distrito de Mita, el 9 de junio de 1837.
Se creyó en un principio que ese movimiento se ahogaría
pronto; pero, en vez de que tal sucediera, se hizo general,
teniendo á la cabeza á Rafael Carrera, joven montañez,
sin educación de ningún género. Propagaba la idea del
veneno y proclamaba el sostenimiento de la religión,
instigado por algunos curas que eran los directores de
su conducta.
417. — El doctor Gálvez no descansaba: quería atender á las necesidades
imperiosas del Estado y sofocar aquel pronunciamiento que hundía su poder:
esto último lo hubiera conseg"uido revistiéndose de energía, pero su respeto á
las leyes le imponía otro manejo. Los conservadores conspiraban en su
contra en el seno de la ciudad, y los liberales lo dejaban abandonado á su
suerte, creyendo que Carrera, con su desaparecimiento del poder, depondría
las armas.
418. — Los odios de partido se acentuaron: Grálvez se
dirigió á Morazán, pidiéndole auxilio, y éste no le hizo
caso, so pretexto de que no quería derramar sangre, y
sólo comisionó á Barrundia para que se entendiera con
Carrera: la Antigua se levantó en armas, algunas fuer-
zas encargadas de someter á los sublevados se rebelaron,
y todo se conjuró contra el gobierno establecido.
419. - Barrundia, de grande amigo, se había tornado
en el peor enemigo de Gálvez; no habló con Carrera,
pero sí con el padre Duran, quien era en cierto modo el
alma de la revolución. Éste, rechazó todo arreglo, é
impuso, al contrario, condiciones que mostraban á las
claras el encumbramiento del partido conservador. Todo
era imposible: ¡el partido liberal se había suicidado!
420. — Los antigüenos, dirigidos por Barrundia y
otros liberales, pidieron auxilios á Carrera, y juntos
— 109 —
atacaron la ciudad de Guatemala, (1838). La guarnición
de la plaza la defendió valientemente por espacio de
cuatro días ; pero al fin tuvo que evacuarla y someterse al
vicejefe don Pedro Valenzuela, porque Gálvez, desde
el día 28 de enero, manifestó al Consejo, su resolución
irrevocable de separarse del poder. Así, el 2 de febrero
los fuegos se suspendieron y don Pedro Valenzuela se
encargó del mando.
421. — Tal fué el desenlace de aquella malhadada
contienda, librada entre el partido llamado ministerial y
el de los opositores, Gálvez cayó del elevado puesto que
los pueblos le habían confiado, gracias á la intriga; pero
ésta nunca pudo borrar la página brillante que la histo-
ria le debe, por la grandeza de sus actos y por su
acrisolada honradez. ¡Respetemos su memoria!
LECCIÓN DECIMATERCERA.
Es asesinado don Gregorio Salazar. — Los Altos — Su independencia. — Su
gobierno provisional.— Nueva causa de debilidad para los liberales.— Carrera
es nombrado Comandante del distrito de Mita.— El gobierno de Valenzuela.
Los conservadores se unen á los partidarios de Gálvez — Valenzuela llama á
Morazán.— Entra Morazán á Guatemala.— Abre la campaña. — Se retira al
Distrito Federal. — La facción de Carrera.— Nuevo plan de los conservadores.
Renuncia de Valenzuela. — Don Mariano Rivera Paz en el mando. — Persecución
á Carrera. — Triunfos de éste.— Batalla de Villa Nueva.— Morazán otra vez en
Guatemala. — Maquinación conservadora. — El Estado de Los Altos presta
apoyo al de Guatemala. — Tratados del Rinconcito. — Vuelve Morazán
á Guatemala. — Hace elegir Jefe del Estado al general Carlos
Salazar. — Ruptura del pacto federal.
422, — La entrada de las huestes de Carrera á la ciu-
dad de Guatemala se señaló con atrocidades espantosas:
las calles y las plazas fueron teatro de sangrientos críme-
nes, y los hogares más respetables allanados. No había
seguridad y los que no perdían su hacienda, perdían su
vida, como sucedió al vicepresidente don Gregorio Sa-
lazar, que pereció á manos de aquellos salvajes, que
robaban y mataban al tiempo mismo que en señal de
religión entonaban la salve-regina.
- lio -
423.— Pero, mientras el partido déla oposición derri-
baba á Gálvez, Los Altos se conmovían. Creyendo que
por su posición topográfica, por su extensión y riquezas
estaban llamados á formar una entidad separada de la de
Guatemala, el 2 de febrero de 1838, en la ciudad de
Quezaltenango, se declararon independientes de ella, y
proclamaron: "que se erigían en un sexto Estado de la
Unión Centro-Americana." Al efecto, nombraron un
Gobierno provisional, compuesto de tres individuos: don
Marcelo Molina, don José M. Gálvez y don José Antonio
Aguilar.
424. — Esta era una nueva causa de debilidad para el partido liberal, y
una nueva arma para el conservador que, aunque no veía con buenos ojos la
creación del nuevo Estado, se proponía sacar partido de ella y destruirlo
cuando ya no le fuera útil.
425. — Carrera provisto de reg-ular botín y del nombramiento de Coman-
dante del distrito de Mita, se retiró de la ciudad capital, seguido de sus
salvajes hordas. No había de pasar mucho tiempo sin que levantara otra vez
la bandera de la rebelión.
426. — El Gobierno de Valenzuela, liberal honrado
pero débil de carácter, se distinguió por las intrigas de
los conservadores, por el trabajo de zapa que emprendie-
ron para lograr cuanto deseaban y minar su autoridad,
que contaba con colaboradores como Gómez y Diéguez,
jóvenes de levantadas ideas.
427. — Por eso es que los conservadores, después de haber conseg-uido la
derog-ación de los notables decretos dados en tiempo de Gálvez, y que tenían
como razones primordiales del levantamiento de Carrera, se unen al partido
vencido de aquél y tratan de aniquilar el Gobierno de Valenzuela, quien
considerando que el único medio de salvar al país consistía en hacer venir á
Guatemala al general Morazán, le llamó con insistencia.
428. — Y como los medios de conciliación estaban ag-otados, pue&to que
Carrera en las conferencias de Mataquescuintla manifestó á Barrundia,
á Castillo, á Quiñónez y á Ceceña, el odio que profesaba á Morazán, cuyo solo
nombre le indignaba, y la resolución que tenía de no rendirse, y como ya no
quedaba más recurso que la fuerza, y la única esperanza estribaba en el
triunfo de la* armas, Morazán accedió y entró á la ciudad de Guatemala el
14 de abril de 1838.
429. — El General Presidente reasumió el mando, se puso al frente de
las fuerzas y abrió la campaña, ordenando que se publicara un boletín, para
hacer conocer los excesos inauditos de Carrera. Pero, en el mes de junio,
pretextando algunos asuntos pendientes en el Distrito Federal, regresó á la
capital de la República, dejando encargado del mando del ejército de opera-
ciones al coronel José Antonio Carballo.
— 111 —
430. — En aquellos días la facción de Carrera cometía robos, asesinato»,
incendios y otra multitud de horrorosos crímenes; por consecuencia, los
mismos que en un principio le habían auxiliado, pensando que aquel hombre
podía volverse contra ellos, y avergonzados de su obra, resolvieron acabarle.
Mas, para ello, necesitaban un hombre de espada, y ese hombre era Morazán.
Una nueva campaña, de otro género, tenían que librar. Veamos la táctica
que observaron.
431. — Yalenzuela no convenía ni á los liberales que
querían un hombre enérgico, ni á los conservadores que
deseaban en el poder Ejecutivo á un miembro de su par-
tido; así es, que la prensa se deshizo en ataques contra
él, y la más refinada artería se puso en juego. El resul-
tado fué que, cansado de luchas y ansioso de una vida
tranquila, renunció, y, admitida su dimisión, el 29 de
julio de 1838 le subrogó el presidente del Consejo, don
Mariano Rivera Paz.
432. — Rivera Paz era el hombre de los conservadores. En su tiempo la
Asamblea se convirtió en una máquina de hacer leyes á cual más propicia á
BU partido, y se siguió la persecución á Carrera, que, á mediados de agosto
derrotó en Jalapa al coronel Manuel Bonilla, y el 6 de septiembre, en Petapa,
al coronel Félix Fonseca, siendo á su vez vencido en la mnñana del 11 del
mismo mes, en Villa Nueva, por el general don Carlos Salazar, quien con
850 hombres sorprendió á sus desprevenidas chusmas, que ascendían á 5,000
individuos y tenían en alarma á toda la capital.
433.— En octubre, estaba el general Morazán en Gua-
temala: los conservadores le ofrecieron la dictadura,
pero él no quiso aceptarla: comprendía que tal paso le
hundiría para siempre en el desprestigio, y prefirió que
se extinguiera su período presidencial, que ya estaba
para terminar. Naturalmente los conservadores, que
vieron destruidas todas sus esperanzas, con aquella nega-
tiva, volvieron á servirse de Carrera, y lo impulsaron á
que marchara sobre el Estado del Salvador, lo cual hizo,
obligando con ello al Presidente á ir á atacarle. ¡La
reacción se encumbraba y palidecía la estrella del partido
liberal!
434. — El Estado de Los Altos no permaneció indife-
rente á las desgracias del de Guatemala y dispuso una
expedición, á cuyo frente venía el General don Agustín
Guzmán. Hizo la campaña contra Carrera con muy
— 112 —
buen éxito, y el 23 de diciembre celebró con él unos tra-
tados que se llamaron del ''Rinconcito." Por ellos el
Gobierno de Gruatemala quedaba obligado á reconocer al
montañez Carrera como Comandante del distrito de Mita,
y éste, á entregar las armas. La paz parecía restableci-
da; pero el germen de la discordia persistía y pronto
volvió á encenderse la fratricida guerra, que, como para
robustecerse, sólo cesó por breves días.
435. — Presentóse de nuevo en Guatemala el general
Morazán. Creía indispensable que reapareciera la Le-
gislatura del Estado, y á despeclio de los conservadores
la convocó, y a fines de enero (1839) fué instalada. Lo
primero que hizo este alto cuerpo fué declarar: que
cesaba en el ejercicio del Poder Ejecutivo Rivera Paz,
quien volvería al Consejo, y que quedaba electo, para
ese puesto, el general don Carlos Salazae, quien tomó
posesión el día 30 del propio mes.
436. — El Gobierno de este Jefe lo consideraremos en
el próximo período, porque al siguiente día de su exalta-
ción, 31 de enero de 1839, terminó el gobierno presiden-
cial de Morazán, quien con su inñuencia acababa de
elevarlo; y con él, la existencia de la Federación, que,
sin Jefe apto que la guiara, se desmembró, dándose sus
Estados una organización del todo independiente, con-
forme á lo prescripto por un decreto del 30 de mayo
de 1838.
CUARTO PERIODO.
LECCIÓN PRIMERA.
El general don Carlos Safazar. — Morazán vuelve al Distrito Federal.
Tratados entre Honduras y Nicaragua. — Guerra entre estos Estados y el
del Salvador. — Nuevo pronunciamiento de Carrera. — Conducta de
Salazar. — 13 de abril de 1839.— Rivera Paz en el poder.
437.— El nuevo jefe del Poder Ejecutivo, general don
arlos Salazar, era un militar pundonoroso, digno por
uchos conceptos,
ero carecía de ap-
titudes políticas.
Dotado de un valor
bélico puesto á prue-
ba, no tenía el civil,
tan necesario para
salvar la difícil si-
tuación en que se
hallaba el Estado
cuyos destinos iba
á regir; así, rodeado
de asechanzas y de
iatrigas, pronto fue
derrocado.
438.— El general Mo-
razán, que con su energía
le comunicaba ánimo é im-
pulsaba á que dictara dis-
posiciones tendentes á la
conservación de la unidad
nacional y al sostenimiento
de las leyes, se vio obligado
á abandonarle para dirig-irse al Distrito Federal, donde el vice-presidente
Vig-il seguía ejerciendo el mando, para evitar la desmembración de la
República de Centro-América, lo cual ya era imposible, dada la preponde-
rancia que el partido conservador, amante de ella, había logrado.
439.— Honduras, de^de el 26 de octubre de 1838, se había declarado
Estado libre, soberano é independiente, y el 18 de enero del 39 celebró con
Gkal. D. Caklos Salazab
— 114 —
Nicaragua un tratado de alianza ofensiva y defensiva, que habría de ser el
origen de la ruina de Morazán y determinante de la disolución del pacto
federal.
440. — En efecto, el 24 de marzo, don Rafael Carrera levantó la bandera
de la rebelión. Alg-unos patriotas dieron noticia de lo ocurrido al jefe Sala-
zar; pero éste, sugestionado por Pavón, uno de los más importantes patronos
del partido conservador, dijo: que convenía batir á Carrera no con la fuerza
de las armas sino con la de la razón, con la de medios políticos y morales, y
no permitió que se tocara generala, y hasta mandó, para satisfacer al caudillo
montañés, que así lo deseaba, que se demolieran los restos de unas fortifica-
ciones que existían en la plaza de Guatemala, i Pronto el confiado Salazar
pagaría cara su credulidad 1
441. — El triunfo que Morazán obtuvo en la batalla
del Espíritu Santo, el 6 de abril de 1839, impuso un
pánico extraordinario á los conservadores, y los aconte-
cimientos se precipitaron. A la madrugada del 13 del
mismo mes, Carrera, seguido de una multitud ávida de
pillaje, penetró á la ciudad de Guatemala, cometiendo
todo género de tropelías, allanando moradas, matando
sin compasión. Gálv^ez, Barrundia, Salazar y otros,
tuvieron que escapar apresuradamente, para no ser
víctimas de la furia de aquellos salvajes, que penetraron
á sus casas, y, en venganza de no hallarlos, las saquea-
ron. (XIX).
442. — Carrera, arbitro de la suerte del Estado, en
aquellos momentos de inaudita confusión, se dirigió á la
casa de Riv^era Paz, y, en virtud de su suprema voluntad,
lo condujo á ejercer el Poder Ejecutivo. Rivera Paz
aceptó y se declaró jefe del Estado.
LECCIÓN SEGUNDA.
Decreto de 17 de abril de 1839.— Organización de Los Altos. — Conducta del
gobierno de Guatemala para con el del nuevo Estado. — Causas de su disgusto.
Declaración de guerra. — Tonna de Quezaltenango. — Vuelta triunfante de
Carrera. — Agitación general. — Morazán en escena. — Marcha sobre
Guatemala. — La sitia y la toma —Contrasitio de Carrera.— ¡19 de
marzo I — Crueldades inauditas. — Decreto de Rivera Paz
premiando á Carrera. — Protección á Los Altos.
443. — Uno de los primeros actos de Rivera Paz, fué
declarar por decreto de 17 de abril (1839), roto el pacto
federal y el Estado en pleno goce de su absoluta inde-
— 115 —
pendeucia y soberanía; decreto que la Asamblea Consti-
yente ratificó el 14 de junio del mismo año.
444. — Entre tanto, el Estado de Los Altos se ha-
bía organizado legalmente. Eligió diputados para una
Asamblea Constituyente, que se inauguró en Totonica-
pán, bajo la presidencia del notable jurisconsulto don
Miguel Larreinaga, el 25 de diciembre de 1838; nombró
popularmente para su jefe al licenciado don Marcelo
Molina, quien tomó posesión el 28 del propio diciembre;
y, en suma, normó su adminií^tración con arreglo á los
principios contenidos en la Constitución General de la
República.
445. — Y aunque procuró mantener las mejores rela-
ciones con todos los Estados de la Federación, el gobierno
del de Guatemala, desde el 13 de abril de 1839, observó
para con él una conducta manifiestamente hostil, aunque
disfrazada con las más hipócritas formas.
446. — A los conservadores era sumamente desagradable la existencia de
esc Estado, que había sido el albergue de los emigrados liberales, que desde
0,11 á les fustig^aban con valientes escritos, echándoles en cara sus abusos»
arrancándoles la careta con que se cubrían, y resolvieron acabar con él.
447.— Comenzaron las dificultades entre uno y otro
gobierno, y, para zanjarlas, hablóse de la celebración de
tratados y se formularon sus bases; pero eran de tal
naturaleza deprimentes para el estado de Los Altos, que
éste se negó á admitirlas: el motivo para salvar las
apariencias existía, y la guerra estalló: Rafael Carrera
con sus huestes sería el brazo ejecutor.
448.— -Con -unos 1,000 hombres marchó sobre Que-
zaltenango. El 26 de enero de 1840, derrotó al general
don Agustín Guzmán, quien cayó prisionero y fué bár-
baramente tratado, y el 29 entró á la metrópoli áltense,
donde obligó á los quezaltecos á levantar una acta de
reincorporación al Estado de Guatemala. Después, r^gresóá la
Capital, á donde ys. había remitido preso al licenciado Molina, quien, en loa
últimos momentos de su g-obierno, manifestó grandeza de alma. Entró el 17 de
febrero, seg-uido de los prisioneros que había hecho, á semejanza de los anti-
g-uos cónsules romanos, y el partido conservador patentizó su alegría por
cuantos medios estaban á su alcance.
- 116 -
449. — El triunfo no había sido definitivo: casi toda la América Central
se ag-itaba á impulsos de la g-erra civil. Morazán había sido electo jefe del
Estado del Salvador, y los conservadores, temerosos de su prestig-io, trataban
de derrocarlo: pero aunque su poder se había robustecido, no era tanto que
nulificase en poco tiempo el del partido liberal, que pug-naba por mantener la
Federación: ideal que tanta sangre ha costado, y que, cada día que pasa, se
hace más irrealizable.
450. — El héroe de la batalla de Jiboa y del Espíritu
Santo, comprendiendo que debía hacer el último esfuer-
zo, alistó 900 hombres; se puso a su cabeza, y a marchas
forzadas llegó a las inmediaciones de Guatemala, acam-
pando el 17 de marzo entre la Villa de Guadalupe y Los
Arcos.
451. — En la ciudad todo era alboroto. En los
cuarteles y en los templos se tocaba generala; los llama-
dos nobles se escondían en los conventos y se extremecían
al considerar que no faltaban en la población quienes
simpatizaran con Morazán.
452.— Carrera estaba en Aceituno. Al saber la
aproximación de las fuerzas federalistas desocupó la^
ciudad, y se situó en ese punto con el objeto de contra-
sitiarlas.
453. — Sus planes se realizaron. En la mañana del
día 18, después de una corta resistencia, Morazán se
adueñó de la plaza, donde encontró buena cantidad de
parque y de víveres, que de nada le habían de servir,
porque las fuerzas de Carrera no se hicieron esperar.
Atacaron con vigor, y todo el día y toda la noche com-
batieron, encontrando una fuerte oposicióo, hecha por
el caudillo liberal, que, á más no poder, venciendo peligros
cruentos, á las 4 a. m. del 19 emprendió la retirada con
un grupo de 499 hombres, valiéndose para realizarla, con
menos peligro, de la estratagema de gritar vivas á Carrera.
Perseguido de cerca por ébte, tomó por la Antigua el
camino de San Salvador, y tan luego como llegó á esta
población dejó el poder y salió del territorio de Centro-
América, á fin de no dejar pretexto para que aquella
guerra continuara.
— 117 —
454. — L»a Tictoria del 19 fué un motivo para nuevos crímenes: no hubo
[compasión para nadie, se fusiló con inconcebible barbarie, y es de recordarse
m tristeza, que á cada descarg^a decía don Manuel Prancisco Pavón, lleno
de júbilo: '*¡Bien, bien, cosecha de picaros!"
455. — El 19 de marzo se declaró fiesta cívica, iK>r un decreto de Rivera
Paz en que además se acordaba ofrecer á Carrera una medalla de oro con
las sig-uientes inscripciones: por el anverso, Guatemala d su libertador;
por el reverso. En los días iS y jg de marzo de 1S40. En seg-uida se elevó
á este jefe, de la catej^oría de General de brigada, á la de Teniente General
del Ejército del Estado.
456. — Pero su obra no estaba terminada. Los altenses supieron que
Morazán había tomado á Guatemala, y creyendo que había llegado la hora
de recobrar su independencia, celebraron la noticia y comenzaron sus apres-
tos para ayudar al ex- Presidente. Pronto su alegría se tornó en pesadumbre,
al conocer los sucesos del día 19 de marzo, que echaban por tierra sus espe-
¿ranzas, y les hacían esperar tristes acontecimientos.
457.— En efecto, los conservadores hicieron que Carrera fuera á castigar
aquellos patriotas. Llegó á Quezaltenango y entró á degüello: mandó
iquear la ciudad, y para coronar su obra ejecutó varios fusilamientos,
mtándose entre sus víctimas los miembros de la coriwración municipal.
;só á Guatemala y fué recibido con arcos triunfales, siendo llamado por
admiradores El Protector de Los Altos^ epíteto que si no fuera la más
cump)^^ expresión del servilismo y de la adulación, sería el más venenoso
sarcs
f
pUdae^
:4k. '
%^ LECCIÓN TERCERA.
Influencia de Carrera y sus trabajos. — Papel de Rivera Paz en el gobierno.
Suceso del 7 de diciembre de 1841.— Deja Rivera Paz el poder y entra don
Venancio López. — Disposiciones de éste— Vuelve Rivera Paz al poder.
Alarma entre el partido conservador. — Morazán en Costa Rica.
Su muerte.- Regocijo del gobierno y de los conservadores
guatemaltecos.
458. — Después de los sucesos referidos la influencia de Carrera se hizo
sentir notablemente en la marcha del gobierno, y no había asunto en el cual
no tomara parte muy principal. Marchó al Salvador, para ajustar con el
jefe de ese país un tratado, por el cual se habría de negar la entrada á
Morazán, si intentaba regresar; influyó en Rivera Paz, para que se dictaran
decretos relativos al restablecimiento de los diezmos, de los conventos y de las
capellanías y para que se declarara nula la ley referente al matrimonio
civil; 3' se mezcló hasta en la administración de justicia, siendo en un momento
dado, canonista, financiero y jurista.
459. — Rivera Paz era un presidente de nombre : su
iniciativa, si alguna tenía, no valía nada; y como la situa-
ción del Estado era tristísima, por la falta absoluta de
fondos, para cubrir los sueldos de los empleados y la
lista militar, renunció. La Asamblea le admitió su
118 -
dimisión, con tal de que continuara funcionando hasta
que tuviera sucesor. Se nombró á Carrera, pero no
quiso admitir; se eligió á don Venancio López, pero
tampoco quiso ser
presidente; se difirió
tal distinción a don
Bernardino Lemus, y
también la rehusó;
por tanto, se acordó
que Rivera Paz con-
tinuara en el mando.
460. — Así se hizo;
pero quien en realidad
mandaba era Carrera.
Pruébalo el siguiente
hecho: el 7 de diciem-
bre de 1841, tuvo el
Teniente UeneijEil un
fuerte altercado con'
el presbítero don Jor-
ge Viteri, ministro a
la sazón y después
obispo del Salvador,
y lleno de ira salió de la casa de gobierno. Volvió á poco
con fuerzas, ó hizo prisionero á Rivera Paz, quien se
escapó de un mayor atentado, gracias a que Viteri,
temeroso, dio á Carrera muy cumplidas satisfacciones,
con lo cual éste se retiró satisfecho.
461. — Naturalmente, Rivera Paz, vejado de tal modo,
ya no podía continuar en el poder. Se invitó á Carrera,
quien era el primer consejero, para que lo ejerciera; pero
se negó á admitirlo; y, el 14 de diciembre, el Consejo
dio un decretó, por el cual nombraba Presidente al licen-
ciado don Venancio López.
462. — Este, pensando salvar la crisis económica por
que atravesaba el erario nació ual, dio algunos decretos por
los que se aumentaban algunas contribuciones, se creaban
# H
D. Mariano Rivera Paz
~ 119 -
otras, y se autorizaba á Carrera para que gestionara un
empréstito, voluntario ó forzoso, hasta $40,000.00 cuaren-
ta mi I pesos, empeñando las rentas del Estado. Pero,
cansado, renunció, y en mayo de 1842, por disposición de
la Asamblea, volvió a la presidencia don Mariano Rivera
Paz.
463. — Por entonces, un acontecimiento de transcen-
dental importancia tenía en alarma á Carrera y á todo
el partido conservador. Morazán, que había estado
algún tiempo en la América del Sur, regresó, y el 14 de
febrero (1842), desembarcó en el puerto de la Unión; pero
labiendo sabido que el general Malespín marchaba á
[atacarlo, volvió á darse á la vela, seguido de muchos de
ms amigos, que fueron á ponerse á sus órdenes; y el 7
le abril efectuó su desembarque en el puerto costarri-
jence de Caldera. El presidente de Costa Rica, don
traulio Carrillo, conservador recalcitrante, dispuso que
un buen cuerpo de tropas saliera á su encuentro, y las
confió al brigadier Villaseñor; pero, éste, simpatizando
con la causa de Morazán, y seducido por su proclama,
las invitó á recibirlo de paz, y, habiendo aceptado, celebró
los tratados del Jocote, por los cuales, "los dos ejércitos
se fundirían en uno solo, el Estado sería gobernado por
Morazán, á quien entregaría el mando Carrillo, y se
convocaría una Asamblea." Pero Morazán aspiraba á
la unión de Centro-América, y los separatistas minaron
su prestigio, hasta el grado de que estalló en su contra
una conspiración. Se batió heroicamente contra los
insurrectos, y cuando ya no pudo resistir más se retiró
de San José á Cartago. Allí lo hicieron prisionero; se
le remitió á la ciudad capital, y el 15 de septiembre de
1842 fué fusilado. ¡Se conmemoró el día de la indepen-
dencia arrancando la vida al hombre que tanto amaba á
Centro- América, al que podía considerarse como la
encarnación de su libertad !
464, — El gobierno de Guatemala, que había dado un decreto cortando
sus relaciones con Costa Rica, por hallarse allá el general Morazán, recibió
la noticia con inmenso júbilo y festejó el suceso con g-ran entusiasmo. Rivera
— 120 —
Paz y Carrera dieron unas proclamas, atribuyendo el hecho á un milag^ro
de la Providencia, cuando no había sido más que un atropello á las g-arantías,
un vulg-ar crimen que no tiene disculpa y que siempre constituirá un borrón
en la historia de los que lo perpetraron y lo aplaudieron.
LECCIÓN CUARTA.
Convención de China ndega. — Distintos aspectos bajo ios cuales fué
considerada. — Pérdida de la provincia de Soconusco. — Decreto permitiendo
la vuelta de los jesuítas. — Entrada del arzobispo García Peláez. — Farsa
revolucionaria de Carrera. — Tratados de la Villa de Guadalupe.
Guerra en perspectiva con el Salvador. — Intervención de don
Fruto Chamorro.
465. — El 17 de abril de 1842, con el deseo de restablecer la unidad
nacional, se instaló en Chinandeg-a, ciudad nicaragüense, una Convención
Centro-Americana, con representantes de Nicaragua, Honduras y el Salva-
dor. El gobierno de Guatemala, cuyo jefe, como ya vimos, era entonces
don Venancio López, no simpatizaba con tal idea, y aunque nombró su
representante en esa junta á don José Antonio Azmitia, (que nunca ocupó
su puesto) , objetó el pacto celebrado por los delegados de los otros países
concurrentes y no lo aceptó. Igual cosa hizo Costa-Rica. Sin embargo,
los esfuerzos hechos por el Salvador y Nicaragua son de alabarse, porque
manifiestan que aún persistía el deseo de que todos los centro- americanos se
considerasen como hermanos y marchasen unidos bajo la sombra de la
misma bandera.
466. — Pero esto, que constituía un halago, una esperanza para los
liberales, era un motivo de alarma para los conservadores, que pusieron
todo su empeño en destruir aquellas aspiraciones, que, realizadas como era
debido, quizá hubieran ejercido influencia poderosa para evitar la desmem-
bración que sufrió por esos días esta República.
467. — El coronel don Juan Aguayo, de orden del
general Santa Anna, quien en México era, en cierto
modo, el Carrera de Guatemala, invadió el territorio de
Soconusco, en vista de los deseos que por medio de actas
expusieron algunos de sus habitantes de que se anexara
á aquella República. Los Preliminares del año 1825, dejaron sin
determinar clara y terminantemente á que país correspondía la posesión
definitiva de Soconusco, y el jefe de México, sin respetarlos, y desatendiendo
las indicaciones que en una nota hacía el ministro don Juan José Aycinena,
declaró en el mes de agosto de 1842 su anexión á la República que indigna-
mente gobernaba, y cuyo territorio, que trataba de aumentar con una
pequeña faja de terreno, vería mutilado entre sus manos, siendo causa de
que se llevara á cabo, por los norte-americanos, el robo más vil que registra
la historia, y autor de la más rastrera traición, vendiendo el territorio de
la Mesilla.
I
- 121 -
468. —El gobierno de Rivera Paz vio con indiferencia
aquel suceso y siguió empeñado en su lucha interior,
que tuvo un gran alivio con la muerte de Morazán. Se
combatía el pacto de Chinaudega; se hablaba de las
provisiones de Obispos y Arzobispos, y se daba el 4 de
julio de 1843 el decreto que permitía la vuelta de los PP.
de la Compañía de Jesús, y autorizaba al gobierno para
que promoviera su restablecimiento en el país.
469.— El 3 de marzo de 1844 entró á la Capital, siendo solemnemente reci-
bido, el Arzobispo Coadjutor don Francisco de Paula García Pelaez. Una
g-ran concurrencia salió á encontrarlo y le acompañó hasta la catedral, donde
•e cantó el Te Deum, En seguida se dirigió en coche, con algunos eclesiás-
ticos, á la casa de gobierno, que era la que se halla en la esquina opuesta á
la iglesia de Santa Rosa. Allí lo esperaban el Presidente y su Consejo. Se
pronunciaron discursos, y la unión entre el gobierno civil y el eclesiástico no
podía ser más íntima.
470. — Pero, entre los miembros del Consejo, faltaba el primero: don Ra-
fael Carrera. Asuntos del servicio le tenían ausente; se ocupaba, nada
menos, de preparar el golpe de muerte á la Asamblea Constituyente que
tantos honores le había discernido. Al efecto, fingió en Pinula un movimiento
revolucionario, y salió á atacar á los supuestos pronunciados, que decía
trataban de invadir la ciudad capital: se hicieron algunas descargas de parte
y parte, y á continuación se celebraron unos tratados en la Villa de Guada-
lupe. Según ellos, se subrogaba la Asamblea por un Consejo, que tendría
igual autoridad; se daban otras varias disposiciones relativas al régimen
gubernativo y se ordenabaque ningún clérigo tuviera parte en las cuestiones
políticas. Con esa última declaración Carrera daba un rudo g"olpe á los
mismos que lo habían elevado. No obstante, la Asamblea sancionó los tales
tratados y por decreto de 14 de marzo consignó su deshonra.
471.— A los pocos días se presentó en perspectiva
una nueva guerra con el Salvador. El ex-presidente
general don Manuel José Arce, auxiliado por Carrera,
invadió esa República en abril (1844), fué derrotado en
Coatepeque, y el gobierno salvadoreño hizo reclamacio-
nes al guatemalteco. Este, dio toda clase de explicacio-
nes, manifestando que no había tenido conocimiento de
los propósitos de Arce; pero, Malespín, Presidente del
Salvador, no las atendió, y, apoyado por Nicaragua,
dejando en el mando á don Joaquín Eufracio Guzmán,
marchó sobre Jutiapa, que ocupó con un ejército de
4,000 hombres. Carrera salió al encuentro, y Malespín
se retiró á Chalchuapa. No hubo necesidad, por fortuna,
- 122 —
de que se derramase sangre: el Delegado Supremo de las
Repúblicas confederadas por el pacto de Chinandega, don
Fruto Chamorro, influyó para que todo se arreglara por
la vía diplomática; y en la hacienda de Quezada, perte-
neciente al distrito de Mita, se celebraron, el 5 de agosto
(1844), unos tratados, por los cuales se reanudaban las
relaciones de amistad entre el Salvador y Guatemala.
LECCIÓN QUINTA.
Sublevación de las tropas. — Don Rafael Carrera en la presidencia. — Sus
disposiciones. — Don Joaquín Duran en el poder.— Se deroga el decreto que
autorizaba la venida de los jesuítas. — Vuelve Carrera á encargarse del mando.
Obtiene segunda licencia y le subroga don Vicente Cruz. — La situación á
principios del año 1846.— Decreto del 21 de marzo de i847.— Hambre
y disgusto general. — Dieta de Nacaome. — Revoluciones. — Batallas de
Agua Caliente y de la Gavia. — Serapio Cruz al frente de la
insurrección. — Batalla de Patzum . — Renuncia de Carrera.
Elección de don Juan Antonio Martínez. — El Mensaje de
Carrera.
472. — Pero los preparativos para la guerra del Sal-
vador agotaron los pocos recursos de que el Grobierno
podía disponer, y la tropa volvió á quedar sin prest.
Rivera Paz estaba con las angustias y dificultades que
había sufrido López, y el 20 de septiembre (1844), estalló
una sublevación: las tropas saquearon las casas de
comercio, y el orden se restableció cuando Carrera reco-
rrió las calles y obligó á las fuerzas á reconcentrarse en
sus cuarteles. Al día siguiente mandó fusilar seis indi-
viduos que aparecieron complicados como jefes de la
asonada.
473. — El 8 de diciembre se reunió el Consejo Consti-
tuyente, á que se referían los tratados de la Villa de
Guadalupe, y el 11 admitió la renuncia de Rivera Paz,
nombrando, por decreto de la misma fecha. Presidente
del Estado, al Teniente General don Rafael Cabrera,
quien desde luego prestó el correspondiente juramento,
ante el mismo Consejo, y comenzó á ejercer el mando.
— 123 —
474. — Dio alg'unas disposiciones que no fueron del agrado de los conser-
idores, y comenzó á g-erminar entre ellos la idea de despojarlo del poder,
la circunstancia favorable vino á dar pávulo á sus pensamientos: Carrera
ndió una licencia y se la concedieron con fecha 25 de enero (1845) : entró á
ímplazarlo interinamente don Joaquín DukXm, y en la noche del 1^ de
íbrero estalló una revolución. Ya parecía que Carrera no volvería al codi-
ciado sillón presidencial, pero tenía muy buenos elementos para defenderse y
entró triunfante á la ciudad.
475. — El 6 de mayo de 1845 el Cong^reso derogó el decreto que autorizaba
la venida de los jesuitas; y el 3 de junio, por haber terminado su licencia,
Carrera volvió al ejercicio del Poder Ejecutivo; pero, á poco, en virtud de otra
licencia, volvió á separarse de él, subrogándole el Vicepresidente electo,
brig^adier don Vicente Cruz, que era amigo de los liberales.
476. — A principios del año 1846 la situación era
«verdaderamente insoportable: las garantías, eran nulas;
)1 derecho de locomoción, ilusorio; y la libertad de im-
[prenta, un ideal. Todo se componía con funciones reli-
giosas, y nada se hacía en favor del bienestar del pueblo.
477. — Pero lo que dio la medida del despotismo de
Carrera, y su afán por matar la patria centro-americana,
fué el decreto que expidió, sin facultades para ello, el *'21
DE MARZO DE 1847." Por él, declaraba nación indepen-
diente á Guatemala, que se constituía, desde esa fecha, en
una República desligada enteramente del resto de los
Estados de Centro-América.
478.— En los meses siguientes se hizo sentir una gran
escasez de granos, que unos atribuían á lo excesivo de
las lluvias y otros al monopolio que unos cuantos favore-
cidos ejercían; y empezó á sentirse un general descon-
tentamiento, que se acentuó, por haber dado el gobierno
á una empresa particular el monopolio en el ramo de
aguardiente, con lo cual, estalló un movimiento revolu-
cionario.
479. — En Nacaome, se instaló el 6 de junio una nueva representación de
los Estados de Honduras, el Salvador y Nicarag-ua, con el objeto de verificar
la unión de Centro- América: invitó al Gobierno de Guatemala, y éste respon-
dió en una nota de fecha 8 de julio, que le era imposible tomar parte en esa
Dieta, porque Guatemala tenía ya, como República independiente, celebrados
algunos tratados con varios pueblos europeos, y que no podía retroceder de
esa marcha política sin menoscabo de su crédito.
480. — El Gobierno se ocupó entonces en levantar
cuarteles como el castillo de San José y el de Matamoros,
— 124 -
en los cuales se gastó muclio dinero, y carecen de verda-
dera importancia militar; en prorrogar la concesión del
aguardiente; en continuar la obra del teatro, que en
cimientos dejó el Jefe del Estado doctor Grálvez, y en
procurar hermosear la ciudad.
481.— Sin embargo las revoluciones continuaron y
Carrera salió á expedición por las montañas de Sansur y
de Falencia, regresando el 1- de enero de 1848. En mar-
zo 10 se libró una reñida acción en Agua Caliente, siendo
jefe de las fuerzas del gobierno el teniente coronel Pi va-
ral, quien logró el triunfo; en mayo se convocó á elec-
ciones para diputados, que debían integrar un nuevo
Congreso, y el 29 de junio venció Carrera á los subleva-
dos, en la Gavia.
482. — Pero estos desastres no amenguaron la insu-
rrección: lejos de eso, creció. Al frente de ella se puso
Serapio Cruz, hermano del Vicepresidente, y le dio
prestigio. Marcha á Quezaltenango, anunciando que
iba á hacer la independencia de Los Altos, y entró a la
ciudad en el mayor orden. Carrera, con fuerzas consi-
derables, salió á atacarlo, y el 14 de julio, en los llanos
de Patzum, tuvo lugar un encarnizado combate. La
lucha fué indecisa, y ya la acción estaba perdida por
parte del Gobierno, cuando llegó en su auxilio Pivaral.
Volvió Carrera sobre la carga y la victoria le sonrió,
aunque, no obstante eso, no pudo sojuzgar á Quezalte-
nango, cuyos pueblos quedaron por entonces libres de
su gobierno.
483. — Llegó el 15 de agosto y el Congreso Constitu-
yente se inauguró. Carrera le envió inmediatamente
que supo su instalación, tres documentos importantes:
un mensaje, su renuncia y una felicitación. La renun-
cia fué admitida al día siguiente, y se nombró presidente
interino a don Juan Antonio Maktínez.
484. — El Mensaje de Carrera abraza todos los suce-
sos acaecidos desde que tomó posesión del mando, y
relata la marcha seguida por su administración, durante
la cual, si es cierto que se cometieron muchos errores,
- 125 -
también se hcieron algunas obras meritorias; tales como:
Ú mejoramiento del Hospital de San Juan de Dios; la
^organización de la Universidad, cerrada el año de 1839;
construcción de un buen camino al Golfo, y de un
puente de hierro sobre el Río Grande; el establecimiento
del alumbrado y de la policía; la continuación de las
aceras, etc., obras todas que, dada la situación porque
atravesaba el país, no dejan de tener su importancia.
LECCIÓN SEXTA.
Consideraciones acerca de la elección de Martínez. — Su carácter. — El
licenciado Dardón en el Ministerio. — Los montañeses.— Sus proposiciones.
Decláranse independientes Los Altos. — Reconocimiento de la nueva
entidad politica. — Carrera es declarado fuera de la ley. — Decreto
DEL 14 DE SEPTIEMBRE DE 1848.
485. — La elección de don Juan Antonio Martínez
lé un golpe rudo para los Cruces, que habían sido los
opositores que con más energía, más constancia y más
éxito habían contribuido á la revolución, y fuélo para
todos los liberales en general, porque producía una nue-
va escisión que llenaba de júbilo á los conservadores,
quienes veían debilitarse á su enemigo y hundirse en un
insondable abismo, abierto por mezquinas rivalidades y
pueriles ambiciones!
486. — Martínez era un honrado comerciante, un venerable padre de
familia, pero, de avanzada edad y enfermizo, no podía soportar el g-énero de
vida que demanda una política de transición, exigente de actividad y perspi-
cacia: y, por consiguiente, fué incapaz de formar un centro de unidad y de
encaminar con tino los acontecimientos para llevar á feliz término la revolu-
ción de agotsto.
487. — El Ministerio de Carrera había renunciado y Martínez nombró su
Ministro de Gobernación, Justicia y Neg-ocios Eclesiásticos, al licenciado don
Manuel Dardón, quien tomó posesión el 29 de agosto. Mucho se esperaba de
él: había hecho una brillante carrera, era hijo de uno de los proceres de la
independencia, y estaba casado con una hija del excelso liberal don Doroteo
Vasconcelos, Presidente del Salvador.
488. — La elección de Martínez no satisfizo á la mon-
taña, y quedaron con las armas en la mano Francisco
Carrillo, Serapio Cruz, Roberto R<^yes y Agustín Pérez,
quienes, con Ñuño, presentaron al Gobierno, por conduc-
— 126 —
to del general de división don Nicolás Ángulo, un docu-
mento fechado en 27 de agosto de 48, en el caal constaban
las bases para un arreglo de paz. En ellas, entre otras
cosas, pedían una
convocatoria para
elección de nuevo
Presidente, el reco-
nocimiento de la
independencia y so-
beranía del Estado
de Los Altos, y la
reaparición de la
República de Cen-
tro-América.
489. — Pero esas
bases encontraron
una grande oposi-
ción, y el Gobierno
formuló otras que
expidió por decreto
de 3 de septiembre,
que nunca contentó
á Serapio Cruz.
490. — Entre tanto, el sábado 26 de agosto, en sesión
extraordinaria, la Municipalidad de Quezaltenango, des-
pués de una larga discusión, (en la que se recordó el
decreto de 5 de junio de 1838, expedido por el Congreso
Federal, que, con facultades para ello, por él declaraba
legalmente constituido el Estado de los Altos,) levantó
una acta en la cual expresaba: que el Estado recobraba
su soberanía y entraba de lleno en el ejercicio de sus
derechos y en el pleno uso de sus libertades, nulificadas
por el absolutismo del despótico Carrera. Y así, el 5 de
septiembre siguiente, quedó establecido su gobierno
interino, siendo integrado por los señores presbítero don
Fernando Antonio Dávila, don Rafael de la Torre y
licenciado don José Velasco.
D. Juan Antonio Martínez
- 127 -
491.— El gobierno del Salvador reconoció desde
luego la nueva entidad política; pero el de Guatemala
llamó facciosos y traidores á los que promovieron y rea-
lizaron su erección, y, aunque no lo puso en práctica
inmediatamente y revistió sus hechos con apariencias
reconciliadoras, acordó llevarle la guerra y reducirla por
la fuerza.
492. — Antes era preciso consumar actos de pronta é inmediata transcen-
dencia para el partido conservador, que, volvemos á repetirlo, á medida que
el liberal se fraccionaba, él estrechaba rig-orosamente los lazos que le unían,
y procediendo con una Iónica maquiavélica, impulsaba secretamente la revo-
lución, jwrque su existencia salvaba la buena reputación de Carrera, quien,
al abandonar el territorio, desde Chiapas lanzó dos notas escritas en leng^uaje
bárbaro, y en las cuales ultrajaba á los liberales y los amenazaba con la
muerte; motivo por el cual la Asamblea, por decreto de 13 de octubre de 1848,
le prohibió, bajo pena de muerte, que volviera á Guatemala, mientras no
jÉf estuviese restablecido el régimen constitucional. (XX.)
I^^p 493. — Pero el hecho ruidoso de aquellos días fué el
m ^decreto que la misma Asamblea, en cuyo seno estaban
9 liberales como BaiTundia, Molina y Escobar, dio el ''14 de
9 SEPTIEMBRE:" por él, se declaró el Estado de Guatemala,
* Nación Soberana, Repiiblica libre é independiente, aun-
que pronta á reincorporarse á la nacionalidad centro-
americana, siempre que se propusiera de una manera
estable, justa, popular y conveniente.
LECCIÓN SÉPTIMA.
Expedición contra Los Altos. — Batalla de San Andrés. — Proposición de
Barrundia á la Asamblea — Acuerdo de ésta. — Renuncia del vicepresidente
Cruz. — Nueva elección. — Renuncia Martínez la Presidencia. — Le
subroga don Bernardo Escobar.
494. —El gobierno de don Juan Antonio Martínez,
seguía, casi en todo, la política de aislamiento, lugareña y
anticentro-americana de Carrera; así pues, organizó una
expedición contra Los Altos, á cuyo frente iba el coronel
don Mariano Paredes. Le acompañaban, su medio her-
mano el licenciado don Manuel Zerón, diputado á la
Asamblea Constituyente, y el licenciado don Luis Molina,
— 128 -
Ministro de Relaciones Exteriores, quienes diz que lle-
vaban la misión de procurar algún avenimiento por todos
los medios posibles.
495.— No se sabe lo que tales letrados liarían para
cumplir su noble misión; pero parece que sus esfuerzos
no fueron muy grandes, y la cuestión se resolvió como
desde un principio se deseaba: militarmente. El 21 de
octubre se encontraron las fuerzas beligerantes, en el
pueblo de San Andrés, y se trabó la batalla : el éxito fué
para Paredes, y los patriotas altenses quedaron derrota-
dos con muchas pérdidas.
496. — Pero, después de este triunfo, la situación se hizo muy aflictiva
para el Ejecutivo. Barrundia hizo proposiciones á la Asamblea para que se
pusiera en libertad á los prisioneros hechos en la acción de San Andrés,
para que todo se olvidara, y para que fueran llamados á su seno los diputa-
dos altenses, sin que esto se hiciera extensivo á los rebeldes montañeses. Y
la Asamblea pidió informes al Gobierno: el ministro Dardón, con fecha 8 de
noviembre, los dio amplísimos, pero en un todo contrarios á aquellos á quienes
se pretendía indultar. Así pues, Barrundia no obtuvo la amnistía para los
Quezaltecos, pero sí el odio de los de la montaña, que se señaló aún más fuer-
temente contra el señor Dardón.
497. — Un incidente que no se esperaba ocurrió por
esos días. El vicepresidente Cruz renunció su cargo y
la Asamblea admitió su dimisión, acordando que durante
su receso, en caso de muerte ó falta absoluta del Presi-
dente, tomara el mando don Bernardo Escobar, don
José Antonio Azmitia ó don Manuel Arrivillaga, hacién-
dose por suerte la designación. En seguida el 15 de
noviembre, cerró sus sesiones para volverlas á inaugurar
el 1 • de enero de 1849.
498. — Pero como de momento en momento las difi-
cultades para el G^obierno se acentuaban, el 22 de noviem-
bre se convocó a la Asamblea, y, reunida el 27, ante ella
remmció Martínez su alto puesto. La renuncia le fué
admitida por decreto del día 28, se le dieron las gracias
y se eligió para subrogarlo á don Bernardo Eescobar.
— 129 -
LECCIÓN OCTAYA.
Don Bernardo Escobar.— La situación.— Es nombrado Ministro el presbítero
don Narciso Monterrey.— Decreto de amnistía.— Disgusto de los molinistas.
Los Insurrectos montañeses. — Escobar renuncia su puesto.— Sesión de la
Asamblea la noche del 30 de diciembre. — Solicitud de 57 jefes y
oficiales del Ejército. — Se admite la renuncia á Escobar y se
elige i don Mariano Paredes.
499.— Don Bernardo Escobar era un hombre de gran
reputación como orador, como liberal sincero y leal, y
como verdadero demócrata. El 28 de noviembre por la
tarde prestó juramento ante la Asamblea y se dirigió al
¡palacio acompañado de una comisión del cuerpo legisla-
tivo: allí le entregó el mando don Juan Antonio Martínez.
500 — No podía llegar al poder Escobar en peores circunstancias que
aquellas porque atravesaba el país en esos días. No había un solo peso en
la Tesorería Nacional, la tropa estaba sin pag-a, las fuerzas de los subleva-
dos llegaban hasta las garitas de la Capital y la Asamblea se encontraba
dividida y subdividida en bandos que diñcultaban la marcha regular de las
cosas.
501 — Los conservadores, compactos como siempre, trataban de desacre-
litar á Escobar, y los molinistas, (al rededor de don Luis Molina, se habían
'agrupado algunos liberales, y á todos se les llamó así,) querían aniquilarlo.
El, pensó que el clero tenía gran parte en el malestar que reinaba, por creer
que se le hostilizaba, y procuró halagarlo: al efecto nombró su Ministro de
Gobernación y Negocios Eclesiásticos al presbítero don Narciso Monterrey.
Pero las causas eran otras, y el clero, en vez de ceder, fué más exigente.
502.— Escobar quería suavizar la suerte de los que-
zaltecos vejados por Paredes, quien hacía gala de sus
facultades y los perseguía sin cesar, y expidió un decreto
de amnistía para todos los complicados en el último
movimiento separatista. Nada que indignara más á los
conservadores y á los molinistas que ese decreto: ellos
habían preparado la guerra á Los Altos, ellos la habían
realizado y no podían tolerar tal acto contrario á sus
ideas.
503. — Entre tanto los insurrectos se hacían más po-
derosos, y Escobar se vio obligado á enviar cerca de
Cruz varias comisiones, pero sin ningún resultado. El
21 de diciembre estaba Vicente Cruz en Aceituno é hizo
— 130 —
desde allí sus proposiciones; pero el G-obierno, conside-
rándolas inconvenientes, las modificó ; esto desagradó á
los montañeses, que no admitieron reforma alguna. La
paz era pues imposible: querían alterar las bases del
derecbo electoral y el Presidente era incapaz de seme-
jante proceder.
504.— Llegó por fin el 27 de diciembre y el liberal
Presidente, por segunda vez, hizo dimisión de su cargo.
La Asamblea se reunió el 30 por la tarde. Los conservadores y los molinistas
estaban unidos, y los liberales aparecían en escasa minoría, figurando en su
primera línea el doctor don Lorenzo Montúfar, quien salvó su voto, y, al
leerse el dictamen re^lativo á la renuncia de Escobar, lo atacó valientemente,
poniendo de manifiesto las irregularidades, los amaños que se habían come-
tido por los molinistas y por los conservadores. El pueblo aplaudió; habló
en seguida Barrundia, con la elocuencia maravillosa que le caracterizaba, y
arrancó aplausos hasta á los conservadores; pero, aquella noche, ninguna
lógica, ningún razonamiento, podía triunfar de los partidos unidos. El dic-
tamen se aprobó, y don Luis Molina, con los conservadores, obtuvo la
▼ictoria que anhelaba: ella lo llevaría al destierro.
505.— La Asamblea procedió á elegir Presidente: la
minoría liberal voló sus votos; los molinistas y los con-
servadores discreparon y los dieron á diversas personas,
entre las que figuraban, Azmitia (don José Antonio),
Urruela (don José María), Paredes (don Mariano), y
Tejada (don Manuel). Éste fué el que tuvo la mayoría;
pero no queriendo aceptar, y siendo diputado, desde
luego renunció. La A samblea pasó entonces por el ri-
dículo de suplicar á Escobar que siguiera en el mando
hasta que se presentase la persona que debía reempla-
zarlo; y él, liberal desinteresado, dijo: que lo liaría para
no sumir á su patria en la anarquía.
506.— Tejada durmió, la noche del 30 al 31 de diciem-
bre, electo Presidente de la República de Guatemala; pero,
en la sesión de ese último día, presentó su renuncia por
escrito y le fué admitida.
507. — El mismo día 57 jefes y oficiales del ejército elevaron á la Asam-
blea una solicitud, pidiendo que se reviera el acuerdo del día anterior; y
que Escobar sig-uiera empuñando las riendas del Gobierno: la nota pasó á la
comisión respectiva y ésta despachó de una manera favorable á los postulan-
tes; pero los molinistas y los conservadores, siempre contra Escobar, recha-
zaron el dictamen, que fué desaprobado por una g^ran mayoría.
— 131 —
ó08. — El día Iv de enero la Asamblea volvió á reu-
nirse para elegir Presidente: la votación, como era de
esperarse, favoreció al héroe de los molinistas, á don
Mariano Paredes, que ya estaba de acuerdo con los
conservadores: en tal virtud, se dio un decreto procla-
mando su elección y admitiendo la renuncia de Escobar.
LECCIÓN NOVENA.
Paredes renuncia y Barrundia cae en un lazo. — Condiciones de Paredes para
^fceptar. — Resolución de Escobar.— Presta Paredes juramento.— Farsa de
^aredes. — ••Preliminares" y "Convenio de Zacapa." — La paz no existía.
»n asesinados Rivera Paz y el licenciado don Gregorio Orantes.— Indignación
de don Vicente Cruz. — Su muerte. — Nuevas agitaciones en Los Altos.
Tema que agitaba al país. — El general don Agustín Guzmán.
Tratados que celebró con Paredes. — Intrigas y falsedades de
éste. — Resolución obtenida por Batres. — Se deroga la parte
relativa al decreto que ponía fuera de la ley á Carrera.
Se nombran personas que traten con él. — Decreto
del 3 de agosto de 1849. — Los liberales
abandonan el país. — Entra Carrera á
Guatemala.
509. — Paredes, aleccionado por don Luis Batres,
mo de los más prominentes corifeos del partido conser-
vador, hizo renuncia del cargo que la Asamblea le
confería, en términos tan corteses y modestos, que él
mismo Barrundia, liberal exaltado y de firmes conviccio-
nes, se alucinó y creyó sus palabras de buena fe, tanto,
que no habiendo votado por él el 1? de enero, el 2 redactó
la contestación que los secretarios de la Asamblea debían
dirigirle, para hacerle saber que no eran admisibles las
causas que daba para dejar de aceptar el cargo de Pre-
sidente.
510. — Paredes, entonces contestó: que aceptaría si se
admitía su programa: la paz honrosa á cualquier precio^
y se le daban además tres días para el arreglo de sus
asuntos particulares, antes de prestar juramento. Pero
como Escobar, dados los escandalosos sucesos que se
habían verificado, participó á la Asamblea que si el 3, á
las 6 de la tarde, no se había presentado la persona que
- 132 —
debiera recibir el mando, ella lo reasumiría, ésta aprobó
el programa de Paredes, pero no le dio los tres días,
antes bien, lo llamó con urgencia y él se presentó en el
salón de sesiones,
511. — Barrundia redactó un severo y sigaificativo
juramento, por el cual el Presidente se comprometía á
atacar la política reaccionaria, y Paredes, perfectamente
aconsejado, juró cuanto se quiso que jurara, y tomó
posesión del Grobierno.
512. — Entonces su política empezó á aclararse, y
aunque seguía engañando á los molinistas, los liberales
pronto descubrieron la farsa; Paredes no era más que
un instrumento de los conservadores, que se prestaría al
desarrollo de todos sus planes, que tendían á la vuelta
de Carrera.
513. — Así fué. Pero era preciso antes pacificar á la montaña. Se
comisionó á don Manuel Tejada y á don Raymundo Arroyo, para que
trataran con los insurrectos. En Falencia, el 20 de enero, celebraron con el
brigadier don Serapio Cruz unos "Preliminares," por los cuales se pactaba
un armisticio, y el 28, en Zacapa, un "Convenio" con el g-eneral don Vicente
Cruz, por el que se estipulaba, bajo varias condiciones, la sumisión de los
revolucionarios. La Asamblea aprobó todo esto por decreto de 2 de febrero;
el 8 el Presidente, obedeciendo al contenido del artículo ii del Convenio,
nombró Comandante General de las Armas de la República, al brigadier don
Vicente Cerna; y el 9, don Vicente Cruz, á la cabeza de 1,000 hombres, entró á
la ciudad de Guatemala, recibiendo honores, del Gobierno, del Consejo, de la
Municipalidad y de todos los cuerpos militares.
514. — Sin embargo, la paz aun no estaba consolidada. En la montaña
habían quedado algunos insurrectos que no quisieron deponer las armas y
que siguieron cometiendo atentados horribles. Así, cuando don Mariano
Rivera Paz y el licenciado don Gregorio Orantes, respectivamente nombrados
corregidores de Jutiapa y de Jalapa, marchaban á sus destinos, fueron
sorprendidos en Sampaquisoy, por Agustín Pérez y Roberto Reyes, quienes
capitaneaban una partida. La escolta que los acompañaba, en vez de defen-
derlos, hizo causa común con los facciosos, y fueron ejecutados, de la manera
más vil, con el capitán Martínez.
515. — Don Vicente Cruz, indignado por aquel inicuo proceder, salió á
perseguir á Agustín Pérez, y el 20 de marzo llegó á Pueblo Viejo ó montaña
de Alzatate. Se trabó un combate y Pérez fué vencido; pero, persiguiéndolo
el general Cruz, solo y sin más armas que su espada, recibió un balazo en el
pecho y cayó muerto. Don Vicente Cruz se formó en la escuela de Carrera, y
fué en un principio su compañero; pero, de levantadas ideas, se puso en breve
á favor de los liberales.
516. — Los Altos volvieron a agitarse en favor de su
independencia y se habló de tratados^ pero no llegaron á
— 133 —
verificarse: el Gobierno quería que se reincorporasen á
Guatemala, y ellos pedían el reconocimiento de su abso-
luta libertad.
517. —En la frontera había escaramuzas. La vuelta
de Carrera era el tema principal que agitaba al país. Los
liberales la rechazaban con energía; los monilistas no la
querían; los conservadores la anhelaban, y, apoyados por
el Gobierno, pronto verían satisfechas sus aspiraciones.
518. — El general don Agustín Guzmán, sin embargo,
era una sombra que debía desaparecer: liberal por con-
vicción, enemigo de Carrera y jefe de los pueblos altenses
que lo proclamaban su Primer Magistrado, podía opo-
nerse á la entrada del Teniente General. Así pues,
engañarlo era lo más conveniente; y Paredes, por decreto
de 5 de mayo, dejó el Gobierno á un triunvirato y salió
en su busca. En la Antigua se reunieron, y el día 8
celebraron un tratado por el cual se comprometía
Guzmán á que los pueblos que estaban bajo su mando
quedaran reincorporados á la República de Guatemala,
siempre que se procurara su mejoramiento en todo
sentido.
519. — Pero todo era una farsa; una trama, perfecta-
mente urdida, para divagarlo, para hacerle creer que se
combatía á Carrera, á fin de que no procediera por sí con
las fuerzas de su mando. y aun se hizo más. E1 20 de mayo
Paredes convocó una Junta, en la que figuraban liberales, molinistas y
conservadores: tenía por objeto discutir la línea de conducta que debería
seguirse respecto al Teniente General, quien solicitaba se le permitiera
regresar al país; solicitud que hacía cuando ya estaba en su seno, al frente
de una partida de facciosos, que, como siempre, cometían todo género de
tropelías. El doctor Molina, tan decaído en los últimos días, se expresó en
esa reunión con aquel calor, con aquella energía que le caracterizó en la
época en que se puso frente á frente de los Capitanes Generales; Barrundia,
autor del decreto de 13 de octubre, sostuvo sus ideas, y Padilla, casi se puso
á buena altura; pero don Luis Batres, mentor de los conservadores, hizo la
apología del Protector de Los Altos, y, haciendo prevalecer su opinión, logró
que se resolviera tratar con él.
520. — Entonces, conformándose Paredes con tal resolución y con la
orden que para el efecto le había otorgado la Asamblea Constituyente, desde
. el 25 de abril, decretó: que quedaban insubsistentes los artículos iv y v del
decreto legislativo de 13 de octubre del año 1848, en cuanto se refería á
Carrera, diz que por ser contrarios á lo que disponía la Ley Constitutiva de
— 134 —
Garantías, de 5 de diciembre de 1839, y nombró á don Joaquín Duran y al
doctor Zeceña, para que tuvieran una entrevivsta con él.
521. — No podía Carrera exigfir más de su buena estrella, ni los conser-
vadores anhelar un triunfo más completo. Y como Paredes no era más que
un simple instrumento de Batres, y sus acciones un efecto cuya causa
radicaba en las ideas de éste, el día 3 de agosto expidió un decreto por el
cual nombraba Comandante General de las Armas de la República^ al
Excmo. señor Teniente General don Rafael Carrera^ quien quedaba además
autorizado para atender á la pacificación de los pueblos conmovidos.
522. — Todo estaba perdido para los liberales, y como
la espada de Damocles, la de Carrera estaba suspendida
sobre sus cabezas: el revolucionario del 37 no perdonaba
fácilmente á sus enemigos, y con su furia amenazaba á
los que le habían prohibido la entrada al teatro de sus
hazañas. Así pues, los preclaros corifeos del partido
vencido, don José Francisco Barrundia y licenciado don
Lorenzo Montúfar, salieron en la madrugada del 4 con
dirección á San Salvador,
523. — Ya era tiempo. El 7 salió Su Excelencia de la
Antigua y pernoctó en Mixco, haciendo su entrada
solemne á la capital al día siguiente. A las diez llegó al
Guarda Viejo, acompañado ya de muchas personas, y á
poco se presentó á recibirlo el Presidente, seguido de
todo su Ministerio. Al llegar la comitiva á la puerta del
Gruarda, el Castillo saludó con una salva de cañonazos y
las campanas de los templos se echaron á vuelo. El
general Carrera, de gran uniforme, traía al lado derecho
al presidente Paredes, y al izquierdo al mariscal de
campo don Francisco Cascaras, Ministro de la Guerra, y
uno de los conservadores más recalcitrantes que ha
tenido Guatemala. Seguía el Estado Mayor y luego el
Ejército. Después, hubo revista, felicitaciones y todo
género de festejos en su honor, tanto más, cuanto venía,
según dicho del Alcalde 3?, representante de la Munici-
palidad de Guatemala, en aquel acto, á servir de un gran
apoyo al Supremo Gobierno de la República.
135 —
LECCIÓN DÉCIMA.
Exaltación de los liberales .— Proyecto de Guzmán.— Noche del 13 al 14 de
octubre de 1849. — Único recurso que quedaba á los liberales. — Relaciones
entre Honduras y el Salvador, unidos, y Guatemala. — Movimiento en La Brea.
Don Francisco Dueñas en el gobierno del Salvador. — Vasconcelos nombra 4
Saget para Jefe del Ejército salvadoreño. — Marcha del Presidente del
Estado del Salvador á Santa Ana. — Nota que desde este punto
dirige á Carrera. — Previsión é indiferencia de éste. — Batalla de
La Arada.
524. — Pero la llegada de Carrera al país no determi-
uó el afianzamiento de la paz; muy al contrario: los
liberales, exaltados por tal motivo, resolvieron luchar en
su contra, y, apoyados por el Gobierno del Salvador, co-
menzaron el desarrollo de sus planes.
525. —El general don Agustín Guzmán, jefe á quien
^a conocemos, cuyo ideal era el restablecimiento de la
República de Cen-
tro-América y el del
Istado de Los Al-
ítos, procuró regu-
larizar á los insu-
[rrectos de la mon-
[.taña, y de acuerdo
con don Doroteo
Vasconcelos, Presi-
dente del Salvador,
con Barrundia y
otros liberales, pro-
yectó dar un ataque
á Carrera en la ciu-
dad de Guatemala.
526. — Guzmán
era hombre de ac-
ción y pronto puso
en práctica su idea,
contando con que q^^^^ jy agüstín Guzmán
en Guatemala le
prestarían ayuda los miembros de su partido. La noche
del 13 al 14 de octubre (1849), fué la escogida, y se lanzo
~- 136 —
á la lid. Penetró á la ciudad por el Guarda del Golfo y
arrolló á las primeras tropas que le hicieron resistencia,
obligándolas á que se replegaran á la plaza; mas, la
suerte, que parecía sonreírle, le fué adversa, y una bala
enemiga le quitó la vida, con lo cual quedó desorganizada
aquella expedición en que radicaban tantas y tan caras
esperanzas.
527. — Después de esa intentona frustrada, no quedaba al partido liberal
más recurso, que esperar lo que pudieran con el tiempo hacer en su favor los
gobiernos del Salvador y Honduras, que, amigos de la unión, buscaban la
manera de destruir al gobierno conservador de Guatemala, sostenido por
Paredes y Carrera, enemigos de ella.
528.— Entró el año 1850 y durante su curso las rela-
ciones entre Honduras y el Salvador, unidos, se hicieron
muy tirantes con Guatemala. Y no podía ser de otra
manera. Don Juan Lindo, Presidente del primero de
los países citados, expidió una proclama excitando á los
pueblos para que sostuvieran la nacionalidad centro-
americana, que ya había proclamado por decreto anterior,
y los conservadores guatemaltecos se conmovieron: aquel
hombre había sido antes un partidario suyo y se les
exhibía combatiéndolos cuando menos lo esperaban.
529. — Así pues, comenzaron á meditar sus planes de
ataque y de defensa. Un movimiento iniciado en La
Brea (Honduras), por el general don José Dolores Nufio,
fué el pretexto necesario para comenzar las hostilidades,
y Carrera publicó una proclama invitando á los salva-
doreños á revelarse contra Vasconcelos, quien, á su vez,
el 4 de diciembre, por otra, ataca violentamente á Carre-
ra y á sus partidarios, y llama a las armas á todo el
Estado para combatir al enemigo.
530. — En efecto, el ejército se reunió y Vasconcelos se puso á su frente,
dejando el poder al licenciado don Francisco Dueñas, solapado enemig-o suyo,
que ambicionaba gobernar y en relaciones con los conservadores minaba su
autoridad.
531.— Mas, si Vasconcelos era un gran patriota no era militar, y, por
consecuencia, tenía que encomendar la dirección de la campaña á otro: nom-
bró para ello al general Saget, en quien tenía plena confianza.
— 137 —
532. — El 12 de enero de 1851 salió de San Salvador
para Santa Ana el Presidente del Estado. Por todas las
poblaciones del tránsito recibió felicitaciones que le
atestiguaban que la causa que defendía era noble y no
servil. Desde Santa Ana dirigió una nota al Gobierno
de Guatemala; pero Paredes la vio con desprecio y no la
contestó: la guerra era pues necesaria, y el ejército se
puso en marcha.
533.— Carrera, que tal desenlace tenía ya previsto,
había ocupado de antemano el trapiche de La Arada,
en territorio guatemalteco, y fortificádose allí, así como
en la cuesta de San José, lugares que desde hacía
mucho tiempo se consideraban como inexpugnables.
Por tal razón, cuando, el 31 de enero, Vasconcelos le
dirigió una nota desde Ipala, en la que le hacía referen-
cia á la mediación del Cónsul General de Francia, y le
participaba que si en el término de 24 horas no se reci-
bía respuesta comenzarían las hostilidades, miró todo
con el más profundo desdén y esperó con impaciencia
el ataque, pues sabía sería desastroso para sus adversa-
rios, en tanto que á él le daría un triunfo completo.
534.— -El general Saget jugaba con la vida de los
soldados y con los destinos del partido liberal ; era el
arbitro de su suerte y mucho bueno hubiera podido
hacer en su favor, revistiendo todos sus actos de sagaci-
dad y prudencia. Al tender sus sombras la noche del 1?
de febrero, ordenó que las fuerzas unidas del Salvador y
Honduras rodearan las posiciones del teniente general
Carrera. A la mañana siguiente, el general Cabanas,
obedeciendo sus mandatos, hizo la ascención y llegó
hasta á tomar una trinchera, pero fué desalojado en bre-
ve, con ^ran pérdida de gente y sin recibir ningún auxilio,
pues Saget, en vez de dárselo, dispuso la retirada, que se
convirtió en la más triste derrota.
— 138
LECCIÓN UNDÉCIMA.
Transcendencia de la batalla de "La Arada." — Festejos de los conservadores.
Decreto de Paredes. — Situación de Vasconcelos. — Su sucesor. — Cánnbiase
ta bandera de Guatemala. — Don Manuel Francisco Pavón en el Ministerio.
Concordato. — Muerte de don Alejandro Marure. — Proyectan los
conservadores llevar de nuevo á Carrera al poder. — Asamblea
Constituyente. — Acta constitutiva. — Carrera en la Presidencia.
Decreto del 10 de noviembre de 1851. — La paz en el país.
535.— El triunfo de ''La Arada" fué el golpe de
gracia dado por los conservadores á los liberales; fué la
palanca poderosa que había de sostenerlos en el poder
por espacio de muchos años, en el statu quo que habían
anhelado eternamente; fué, en una palabra, la muerte de
la nacionalidad centro-americana.
536. — Los conservadores, por tales razones, lo festejaron grandemente
y contaron el 2 de febrero de 1851 como fecha dig-na de remembranza. Asi-
mismo, el Presidente Paredes dio un decreto el 8 de febrero, por el cual
mandaba extender el título de Capitán General del Ejército á Carrera, y
ordenaba, además, que para premiar el valor de los jefes y oficiales que
habían concurrido á la acción de '*La Arada" y *'San José," se batiera
una medalla de oro con la sig-uiente inscripción: en el anverso: A los vence-
dores de ^'La Arada"" y ^^San José^' el 2 de febrero de i8¿i; y en el reverso:
La Patria reconocida; siendo de advertirse que la que debía darse á Carrera
le sería entregfada, en acto solemne, por el Presidente en persona.
537. — Entre tanto, Vasconcelos se hallaba abatido, y Dueñas, su rival
más interesado en su caída, g-estionó para que se le acusara ante las Cámaras
Leg-islativas, por haber hecho la güera sin su autorización. En efecto, la
Cámara de Diputados formuló la acusación y el Senado la acogfió. Decla-
rado que había lugar á formación de causa, se encargó del poder el vice-
presidente, don Félix Quirós, el V^ de marzo, y el 4, por una nota, pidió al
Gobierno de Guatemala que enviara comisionados pora ajustar la paz.
538.- Un hecho de poca apariencia, pero sí muy im-
portante por la idea que encierra, vino á hacer más
notorio el fraccionamiento de Centro-América. Por
decreto del 14 de marzo se dispuso cambiar la bandera
de Guatemala, que hasta entonces había sido la que
enarboló el Gobierno Federal. Sus colores, para lo
sucesivo, serían: azul, blanco, amarillo y encarnado, con
lo cual se concillaban los que adoptó la patria al inde-
pendizarse con los que le impusiera el régimen colonial.
— 139 -
539. — Entró por entonces al ministerio de Relaciones don Manuel Pran-
ciaco Pavón, y uno de sus primeros actos fué procurar el regreso de los PP.
Jesuítas, por cuyo medio, fanatizando las masas ignorantes, pensaba afirmar
el poder de su partido, en cuyo favor trabajaba sin descanso. Al efecto, hizo
que Paredes nombrara un Encargado de Negocios cerca del Papa, con am-
plias facultades para que gestionara un Concordato. (XXI) .
540. — El día 23 del mes de junio falleció don Alejandro Marure, autor
de la obra intitulada: Dosqurjo Histórico de las Revoluciones de Centro-
América. Fué el feeñor Marure un hombre de notable ilustración: orador
distinguido, profundo conocedor de la lengua é historiador fidelísimo. — Su
nombre constituye un verdadero blasón para Guatemala y todo Centro- Amé-
rica. (XXII).
541. —Ahora bien, estando Paredes en el mando los
conserv^adores no se conceptuaban suficientemente segu-
ros, y anhelantes del sostén de la triunfadora espada de
Carrera proyectaron llevarlo de nuevo al poder, del cual
lo había arrojado la revolución del 48. Mas, para lo-
gizarlo, era preciso que fueran muy cautelosos y obraran
con suma cordura, pues, de otro modo. Paredes, hasta
entonces blando, podría tomarse en duro enemigo. Por
tal, para salvar la situación, se nombró una Asamblea
Constituyente, que se instaló el 16 de agosto: sus miem-
bros estaban perfectamente instruidos y procedieron de
acuerdo con la consigna que habían recibido. •
542. — Lo primero que hicieron fué crear una ley que
les sirviera de apoyo, y la publicaron el 19 de octubre de
1851, bajo el nombre de Acta constitutiva. Este Códi-
go encierra algunos principios bastante buenos, cuales
son los de garantías; pero, en lo general, adolece de las
torcidas miras que engendraron el plan que iba á soste-
ner. En seguida, como tenía que ser, se eligió Presidente
al capitán general don Rafael Carrera, quien el 22
tomó posesión, dejando á Paredes sin empleo.
543.— El 10 de noviembre del 51 dio Carrera un
acuerdo, por el cual se concedía la libertad á los prisio-
neros hechos en ''La Arada," que estaban encerrados en
el castillo de San José; lo cual hizo que se tranquilizaran
muchas familias y los ánimos se predispusieran para
celebrar un tratado de paz con el Salvador, según ya lo
había pedido el Grobierno de esa nación.
— 140 —
544. — Al finalizar el año, la paz casi estaba restablecida en el país;
pues aunque quedaban en la montaña alg-unas facciones, en lo general había
tenido lugar una fusión entre los partidos, porque los liberales que no dejaron
el territorio el año 49, ó que ya habían regresado á su seno, comprendiendo
que les era imposible oponerse al poder de Carrera, se sujetaron á él y aún
le prestaron grandes servicios en su gobierno, procurando por la realización
de ciertas obras de utilidad y mérito que de otro modo no se hubieran veri-
ficado.
LECCIÓN DUODÉCIMA.
Elecciones para Diputados. — Condiciones para ser elector. — División del país
para las elecciones. — La ley sobre Instrucción pública llamada Ley Pavón.
Dificultades con México. — Notable tennblor — Nueva guerra. — Toma
Cabanas á Chiquimula. — La recobra Cerna. — Carrera continúa la
guerra. — Realiza una gloriosa jornada. — Fin de la guerra.
545.— Corrieron sin ningún acontecimiento notable
los primeros meses del año 52, hasta el de julio^ en que,
según las disposiciones del Acta Constitutiva, se verifi-
caron las elecciones de diputados á la Cámara de Repre-
sentantes, que debería instalarse en noviembre. En
virtud de la ley citada eran electores, solamente, los
ciudadanos de más de 25 años ó casados mayores de 2X,
que supiesen leer y escribir ó que tuvieran en propiedad,
por lo menos, mil pesos; lo cual hacía que el número de
personas capaces de ejercer tan noble derecho se reduje-
se á una minoría notable por su escasez, dada la instruc-
ción tan poco extendida y la pequenez de los capitales
entonces existentes,
546. — Para las elecciones el país se dividía en estamentos, que eran: la
ig-lesia, la magistratura y el foro, la universidad, el comercio, la agricultura
y las artes; por lo cual nombraban dos diputades por cada corporación: el
Cabildo Eclesiástico, presidido por el Arzobispo; el Colegio de Abogados, la
Junta de Gobierno del Consulado de Comercio; el Claustro de los Doctores,
unido á la Facultad de Medicina, y la Sociedad Económica. El escrutinio,
estaban encargados de hacerlo el cura de la cabecera departamental respec-
tiva, y cuatro individuos designados por suerte entre 8 de los principales
propietarios. Es bueno recordar que del seno de las corporaciones citadas
salieron siempre los pocos diputados de la oposición.
547. — El 16 de septiembre (1852) se expidió un decreto referente á ins-
trucción pública, y conviene que lo examinemos, pues da una idea clara del
estado que guardaba en aquellos tiempos tan importante ramo. Esa ley se
debió á don Manuel Francisco Pavón, y parece mentira que un hombre como
él haya engendrado los despropósitos que contiene y que sólo se explican como
— 141 —
el resultado de una intensa obcecación tendente á dominarlo todo por medio
del obscurantismo. Dispone que en las poblaciones haya por lo menos dos
escuelas de primeras letras, una para niños y otra para niñas, siendo su
programa el sig-uiente: cartilla, catón cristiano, moral y urbanidad; doctrina
cristiana por el catecismo del P. Ripalda, escritura y las cuatro primeras
operaciones de aritmética. — La inspección de los planteles estaba encomenda-
da á una comisión compuesta del cura, de un miembro de la municipalidad y
y de uno de los principales vecinos, quienes debían asimismo designar á los
maestros. — En cuanto á los premios que se otorgarían á los alumnos distin-
guidos, se dispuso: que, "Los niños que manifiesten capacidad, aplicación
y aprovechamiento, y tengan buen porte, podrán ser empleados por el párroco
en el servicio de la iglesia, en clase de acólitos ó cantores. Con tal objpto,
después de las horas de escuela, pasarán á la casa parroquial á recibir las
lecciones convenientes, estando en todo sujetos al padre cura." (Sic.)
548. — Durante el mes de enero del año siguiente (1853) se suscitaron
algunas dificultades con la vecina República mexicana, por cuestión de lími-
tes, pero pronto se llegó á un avenimiento, y las cosas no pasaron á mayores.
— El día 9 de febrero á las 2 y 50 a. m., un fenómeno séismico provocó la
alarma en toda la capital, pues se sintió tan fuerte temblor, que la esquila de
lia Catedral dio varias vueltas y sonaron solas las campanas de varios templos.
549.— Las cuestiones con las Repúblicas vecinas no
se habían extinguido por completo y una nueva guerra
con Honduras amenazaba. En ese país había subido al
poder el general don Trinidad Cabanas, unionista deci-
dido, y Carrera sufrió con tal suceso un gran disgusto;
pues no quería que tan importante caudillo se encontra •
ra en posición ventajosa para proporcionarse elementos
y realizar la idea que siempre había perseguido.
550. — Por tal razón, comenzó á hostilizarlo, y algu-
nas veces, con el pretexto de perseguir insurrectos, hizo
incursiones en territorio de Honduras, cometiendo en
los pueblos por donde pasaba incalificables abusos. Co-
mo era natural, Cabanas reclamó con energía, y Carrera,
para salvar las apariencias, convino en que se celebraran
unos tratados. En efecto, se reunieron los comisionados
por ambos países y en Esquipulas se firmaron unos el 19
de abril de 1853. Carrera, desde luego les dio su aproba-
ción; pero Cabanas, ofuscado, sin considerar las fatales
consecuencias que podrían sobrevenirle, dada la superio-
ridad de su adversario, los rechazó, juzgándolos deni-
grantes para el país que gobernaba; se alistó para la
guerra, se puso al frente de su ejército y á fines del mes
— 142 —
de junio invadió el territorio guatemalteco, ocupando el
2 de Julio la ciudad de Chiquimula y una parte de la villa
de Zacapa.
551. — Pero el general don Vicente Cerna, en unión
del coronel Navas, reunió varias fuerzas que tenía en
distintos lugares y atacó á los invasores el día 6. La
lucha fué reñida, y después de dos horas y media de
combate, quedaron completamente derrotadas las fuerzas
de. Cabanas, quien, con tal fracaso, comprendió la impo-
sibilidad de llevar á cabo sus propósitos.
552. — Carrera, triunfante ó indignado contra Caba-
nas, á quien estaba decidido a derrocar, siguió la guerra
y emprendió, realizándola con buen éxito, una de las
jornadas más gloriosas hechas por las tropas guatemal-
tecas. Al frente de más de 1,000 hombres, llevando
hábiles oficiales, entre los cuales es digno de ser recorda-
do el coronel don José Víctor Zavala, notable por su
instrucción y su valor, se dirigió al puerto hondureno de
Omoa, con el objeto de tomar el Castillo, fortificación
bien acabada y con muchas condiciones para ser inex-
pugnable. Se embarcó con su gente en Izabal, y cuando
ya estaba cerca de la fortaleza, escasamente defendida
por 100 hombres, destacó sobre ella 300 al mando de
Zavala, que ya tomaba posiciones para efectuar el asalto,
cuando se presentó Carrera y logró que sin efusión de
sangre se rindiesen. (24 de agosto de 1853).
553. — Las tropas guatemaltecas permanecieron en
Omoa algunos días, con el objeto de descansar de las
muchas fatigas que habían pasado, y en seguida, regre-
saron trayendo consigo, como trofeos de su victoria, algu-
nas de las más grandes piezas de artillería del Castillo,
las cuales fueron transladadas en pequeñas embarcaciones
por el río Motagua.
554. — Con este suceso se puede considerar terminada
esa malhadada guerra.
143
LECCIÓN OÉCIMATERCERA.
Tranquilidad pública.— El clero.— Breve del papa Pío IX.— Ruina de San
Salvador. — Muerte de don Juan Antonio Martínez. — Escasez de granos.
Labor del partido conservador. — Actas de los Departamentos
proclamando á Carrera Presidente perpetuo.— Acuerdo del
Consejo. — Sobra de trámites. — Importante circular.
555. — Carrera, había pues afianzado su poder y la paz
quedó establecida en todo el país, que á principios del
año 54 gozaba de la mayor tranquilidad; pues, de los
insurrectos de la montaña, sólo quedaban algunos que,
sin plan político, se ocupaban de saltear los caminos.
556. 1. ;u, naturalmente, estaba en auj^e, y g-ozaba de todas las
^rerrog-ativas que le daba el Concordato celebrado con el Papa Pío IX, cuyas
[aciones con Carrera eran tan íntimas, que, por Breve de fecha 20 de diciem-
►re de 1853, le condecoró con la Gran Cruz de la Orden de San Greg-orio
[aguo, en la clase militar, como premio á sus cuidados y empeños por
iservar y hacer prosperar la religión católica. Por el mismo Breve el Papa
mdera las cualidades de Carrera y le absuelve, de una sola plumada, de
lalquier {>ena de excomunión, entredicho ú otra censura á que, por alguna
circunstancia, se hubiere hecho acreedor.
557. — El día 23 de abril se supo en Guatemala la
ruina de San Salvador, ocasionada por un terremoto
acaecido la noche del 16 al 17 del propio mes; y el Pre-
sidente, inmediatamente, acordó que se mandasen á la
vecina Repiiblica $5,000 cinco mil pesos, de los fondos del
Estado, para alivio de las víctimas, y que, en todo el país,
se organizaran juntas colectoras, á ñn de seguir propor-
cionando recursos por medio de donaciones voluntarias.
Pronto se hicieron remisiones, siendo encargado de
conducir la primera el coronel Zavala. En esta vez,
dieron Carrera y el pueblo prueba de generosidad, pues,
olvidando rencores y no lejanos agravios, vieron en los
que días antes habían combatido con fiereza en los cam-
pos de batalla, hermanos desvalidos, presas de la desgra-
cia, y acudieron presurosos en su auxilio.
558.— Don Juan Antonio Martínez, uno de los más ricos capitalistas del
país y persona á quien ya conocemos, por el imp)ortante papel que representó
como Presidente, durante la ausencia de Carrera el año 48, cuando los libera-
les triunfaxites hicieron á éste retirarse á México, falleció el domingo 30 de abril.'
— 144 —
559. — En el siguiente mes se hizo sentir en el país una gran escasez de
granos, á causa de las malas cosechas, hasta el grado de que fué preciso
introducirlos del extranjero en crecida cantidad, por cuyo motivo el Gobierno
los declaró libres de derechos, así como á las harinas, y dio algunas disposi-
ciones encaminadas á evitar los monopolios.
560.— La labor del partido conservador, constante en
ell», iba á tocar á su fin: el 2 de junio, en sesión extra-
ordinaria del Consejo de Estado, el Ministro de Grober-
nación dijo á los concurrentes: que había recibido de
todos los departamentos actas firmadas por los corre-
gidores, individuos de los Ayuntamientos, párrocos, etc.,
aclamando al Excmo. señor general Carrera, Presidente
perpetuo y proponiendo algunas reformas al Acta Cons-
titutiva; y que, como además en ellas se pedía que el
Consejo las tuviera en cuenta y resolviera lo que creyera
conveniente, juzgaba oportuno que, de acuerdo con la
ley, antes se tomara la opinión de las autoridades princi-
pales. Al efecto, se dispuso, que por el Ministerio se
dirigiera un oficio relativo á todas las corporaciones que
en su representación podían nombrar diputados á la
Cámara.
561. — Tales trámites, en realidad sobraban; pues, los resultados podían
determinarse de antemano: compuestas todas las autoridades por miembros
del partido conservador, harían todo aquello que contribuyera á la realiza-
ción de sus planes, y, por consecuencia, era seguro su asentimiento á los
hechos realizados por los departamentos, que, al obrar, no hicieron otra cosa
que obedecer á órdenes superiores y á la voluntad de sus mandatarios. No de
otra manera puede explicarse que el de Quezaltenango haya sido el primero
en proponer la perpetuidad de Carrera en el poder, cuando era el que de él
tenía más tristes recuerdos.
562. — Por estos días expidió el Gobierno una circu-
lar, notable por la idea que encierra de moralizar, en
cierto modo, las masas, y matar en la sociedad algunos
de los inveterados vicios de que aun adolece: por ella se
prevenía á los Corregidores de los Departamentos, que
persiguieran con empeño á todos los que, contraviniendo
la ley, se entregaran á los juegos de azar, causa de la
ruina de muchas personas y de corrupción general ; y se
les advertía, que no hicieran distinción de individuos,
porque mientras más encumbrada fuese su categoría más
perjudicial era la falta.
hicií
1
— 145 —
LECCIÓN DECIMACUARTA.
Manifiesto de Carrera. — Adulaciones de los conservadores. — El niño
Francisco Carrera es hecho Capitán. — Santa Anna, presidente de México,
condecora á Carrera. — Convenio con Francia. — Muerte de los
notables liberales doctor Pedro Molina y don José Francisco
Barrundia. — Declaración de la perpetuidad de Carrera.
Fiestas hechas con tal motivo. — La Cánnara de
Representantes.
1
563.— Con motivo de la proclamación que en su favor
icieron los departamentos, Carrera expidió un manifies-
to, por el cual, al par de exprepar su conducta, los móviles
que la habían guiado y los resultados que había obtenido,
llamaba la atención a las autoridades acerca del paso que
pretendían dar, haciéndoles saber, que no quería, aunque
siempre estaba dispuesto á servir al país, que por su causa
se alterase el orden, la unión y la concordia establecidos.
Pero no renunció á la distinción que sus secuaces querían otorg-arle: su
anhelo era el poder, en él estaba y no había de dejarlo hasta su muerte;
pues, de los p)OCos liberales que quedaban y hubieran podido luchar en su
contra, unos estaban fuera, y otros sufrían entre las paredes de las mazmorras
del Castillo; nadie, pues, se atrevería á disputárselo: el espíritu del pueblo
estaba abatido y los conservadores no hacían otra cosa que adularlo, prodi-
g^ando á é! y á su familia todo g-énero de distinciones, semejantes á las que se
hacen á los reyes de la vieja Europa.
564. — Prueba incontestable de este aserto es el acuerdo del Gobierno
(19 de junio de 1854) , por el cual, á propuesta del Ministro de la Guerra, se
nombró Capitán de Infantería al niño Francisco Carrera, hijo mayor del
Presidente, y que apenas contaba 12 años de edad.
565. — Por este tiempo, el Presidente de México, Santa Anna, célebre
por sus indignidades, y recalcitrante conservador, concedió á Carrera la con-
decoración de Caballero Comendador de la Nacional y Disting-uida Orden
Mexicana de Guadalupe; Orden creada por Iturbide y que Santa Anna hizo
renacer, para premiar á todos los menguados que consintieron en darle el
título de "Alteza Serenísima. "
566. — El día 25 de agosto aprobó el Presidente Carrera el convenio cele-
brado el 26 de junio, entre el Enviado Extraordinario de la República,
mariscal Andrés Santa Cruz, y el Ministro de Negocios Exteriores de Francia,
Drouj'n de Lhuys, relativo á las reclamaciones hechas por algunos ciudadanos
franceses, que se decían perjudicados en sus intereses por causa de las
guerras civiles acaecidas hasta la fecha del contrato, por el cual Guatemala
se obligaba á pagar $5,000.00 cinco mil pesos, como indemnizaciones.
567.— Un triste suceso conmovía algunos días des-
pués á la Capital, y aunque no se hicieron grandes
manifestaciones de duelo, muchas almas fueron embar-
10
146 —
gadas por sincero pesar: á las 10 p. m. del día 21 de
septiembre (1854), falleció el doctor don Pedro Molina,
y poco más ó menos á la misma hora, por una notable
coincidencia, se supo
en O-uatemala la
muerte de don José
Francisco Barrun-
dia, acaecida en New
York el 4 del mes
anterior. Pérdidas
más sensibles no po-
día lamentar la Re-
pública: eran Molina
y Barrundia dos per-
sonificaciones de la
libertad; ciegos ado-
radores de ella, lu-
charon por la inde-
pendencia del país,
procuraron en segui-
da su emancipación
de la tutela del lla-
mado Imperio de
Iturbide, y después,
ya en el estadio de la
prensa, ya en la tribuna, ya en el poder, trabajaron siem-
pre por su progreso y perfecjcionamiento. Si las ideas
políticas llegaron á separarlos, sus nombres los enlaza la
Historia y los muestra como ejemplos de civismo, de
lealtad y de grandeza; pues, como corifeos del partido
libera], fueron ínclitos paladines de la justicia y del de-
recho, y no hay sombra que amengüe el esplendoroso
brillo de su gloria.
568.— La cuestión de la decantada perpetuidad, que
estaba aún sobre el tapete de la discusión, iba á tocar á
su fin. El día 21 de octubre (1854), por iniciativa del
Consejo, se reunió una Junta General de autoridades,
funcionarios públicos, prelados, jefes militares y diputa-
Dk. D. Pedro Molina
¿^^^^¿^
^^^-^^^-^--tl
1^^^^
- 148 —
dos de las corporaciones, que debían terminarla. La
sesión se abrió con un discurso alusivo al acto, y á con-
tinuación el Ministro presidente del Consejo, manifestó:
"que la reunión de tan respetables funcionarios tenía
por objeto aclamar, como se había hecho en los depar-
tamentos. Jefe Süpeemo y perpetuo de la Nación, al
Presidente Excelentísimo señor capitán general don
Rafael Carrera;" y la Junta, de conformidad, hizo cons-
tar en su acta respectiva: Que la Junta General de
autoridades superiores y funcionarios públicos^ reunida en
este dia^ ha reconocido que la suprema autoridad que reside
en la persona de Su Excelencia el General Carrera^ por
favor de la Divina Providencia y voluntad de la Nación^
no debe te^ier limitación de tiempo^ aclamándose en conse-
cuencia su perpetuidad^ y que debe modificarse el Acta
Constitutiva^ por este suceso. Que al expresar este unánime
sentimiento^ todos los concurrentes esperan que el Todopo-
deroso continuará su protección á Guatemala^ y dará á Su
Excelencia la fuerza necesaria para llenar los deberes que le
están encomendados^ y el acierto y prudencia necesarios
para gobernar la República con bondad y justicia.
569. — Al firmarse tal documento, en señal de regocijo, se echaron las
campanas á vuelo, se hicieron salvas de artillería y se dispararon cohetes:
el conservatismo había triunfado. En seguida, todos los funcionarios se diri-
gieron á la casa de Carrera, para felicitarlo; el Arzobispo le hizo entrega del
Acta continente de su elección, y pasaron después á la Catedral donde se
cantó un solemne Te Deiim.
570. — El 25 de noviembre se inauguró la Cámara de Representantes, y
por acta del 15 de diciembre, adhiriéndose á la opinión general^ aclamó á
Carrera Presidente vitalicio.
149
LECCIÓN DECIMAQUINTA.
Poder de Carrera. — El abate Brasseur de Bourbourg. — Reformas al Acta
Constitutiva. — Muerte de Pavón. — Sucesos de Honduras. — La invasión t/an^ee
en Nicaragua. — Actitud de Guatemala. — Causas de la crítica situación de
Nicaragua. — Lf^gitimistas y Demócratas. — Indigna conducta de éstos.
Waiker. — Sus campañas. — Don Patricio Rivas en la Presidencia.
Aspiraciones de Waiker. — Intervención de las Repúblicas
hermanas.
571.— Después de los sucesos relatados el poder de
Carrera fué omnímodo, y su voluntad, reflejo del deseo
de sus mentores, era la suprema ley.— Bajo tales circuns-
Lncias entró el año 1855.
572. — En los primeros días de febrero llegó á Guatemala el abate
Brasseur de Bourbourg", persona que ya se había ocupado entonces en la
hibtoria de nuestros aboríg-enes y que venía con el objeto de hacer alg-unas
investigaciones á ellos relativas. En efecto, á poco se transladó al Rabinal y
allí pasó algún tiempo, publicando después sus trabajos, que encierran da-
tos de positiva importancia, aunque el conjunto, en su generalidad, adolece
de falsedades, hijas de la imaginación calenturienta del Abate, muy dado á
fantasearlo todo y á dejarse llevar de su primera impresión y de un plan
preconcebido, sin hacer un minucioso examen de los sucesos, con objeto de
evitar las confusiones lamentables que le condujeron á grandes errores.
573. — El 4 de abril se dio un decreto importante para
Carrera y su partido: era el de reformas al Acta Consti-
tutiva, pedidas por los Ayuntamientos y autoridades
principales en sus actas relativas á la perpetuidad. Mo-
tivo fué ese de verdaderos plácemes; pero un suceso, tan
esperado como temido, vino á turbarlos.
574. —A las 4 y 45 a. m., del día 19 falleció en la
Capital don Manuel Francisco Pavón, Consejero de
Estado y Ministro de lo Interior, del Gobierno de la
República. Al día siguiente, con pompa inusitada, se
verificaron sus funerales en la Catedral, y su cuerpo
fué sepultado en el panteón de la iglesia de la Merced.
Con su muerte sufrieron una irreparable pérdida el partido conservador y el
clero: director prominente del primero, era un sostenedor incondicional del
segundo. De ideas relig-iosas muy arraig-adas, obraba casi siempre impul-
sado por ellas, creyendo que la salud y tranquilidad de su conciencia
radicaban en el mayor ó menor apoyo que diera al culto y á los sacerdotes;
y así, temeroso de un conflicto provocado por los liberales, y capaz de enfrentár-
seles, se lanzó á la lucha política y les declaró una guerra sin cuartel, en la
150 —
cual, para triunfar, no siempre se sirvió de los medios más recomendable».
Conservador por excelencia, no procuró mucho por él adelanto material é in-
telectual de su país, bien
que sí por el moral, aunque
conformándose con su crite-
rio, falseado por un exceso
de misticismo. Por lo demás,
Pavón fué un hombre de al-
gunos conocimientos, g-enero-
so, político de talento, sag-az
3' de fina educación.
575. — Honduras, que
por mucho tiempo fué el blan-
co á donde se dirig-ían los
tiros de Carrera, enemig-o de
su gobierno liberal, cayó en
poder de los conservadores
el 6 de octubre de 1855, día
en que el general don Juan
López, auxiliado por fuerzas
guatemaltecas , derrotó en
ñas; y celebró en febrero un
tratado de paz y amistad con
esta República, que se rati-
ficó el 5 de abril de 1856.
576.— Esta últi-
ma fecha (5 de abril
de 1856) es digna de
D. Manuel Francisco Pavón
( En el año 3b )
ser mencionada, además, por otro suceso de mayor
importancia, acaecido en ella. En vista de un informe
rendido por los Ministros, en el cual se hacía referencia
á los tristes acontecimientos que con motivo de la inva-
sión yanhee afligían á Nicaragua, se reunió el Consejo
con asistencia de muchos de los más respetables vecinos,
para tratar acerca de su resolución. La discusión se
entabló, y, como era de esperarse, su fin fué satisfactorio:
todos, unánimemente, atendiendo á las obligaciones que
Guatemala tenía para con las Kepúblicas hermanas, y el
peligro que corría su propia independencia, resolvieron,
que en su sentir y en el del vecindario que creían in-
terpretar, debería darse pronto é inmediato auxilio á
Nicaragua, yendo á reforzar las tropas de Costa- Rica,
que con tan laudable objeto, ya estaban frente al enemigo.
— 151
577. — Las cosas habían ocurrido del modo siguiente:
con pretexto de las persecuciones, que por cuestión de
partido emprendió el conservador '4)irector Supremo de
Nicaragua," don Frute Chamorro, contra algunos libera-
les, entre los que figuraban Castellón, Xerez, Guerrero y
otros, que con ellos fueron expulsados, en Honduras,
encontraron apoyo en el Presidente Cabanas, y organi-
zaron fuerzas con el nombre de "Ejército democrático
protector de las libertades de Nicaragua,'' que deberían
invadirla. Naturalmente estalló la guerra civil: demócra-
tas fué el nombre que se dieron los enemigos del gobierno,
y legitimistas se llamaron sus sostenedores.
578 — Después de algunos triunfos los revoluciona-
rios sitiaron á Gra-
nada, pero no pudie-
ron tomarla tras nue-
ve meses de asedio.
Murió el presidente
Chamorro y la guerra
no se extinguió: sus-
tituido por don José
María Estrada, éste
quiso seguir soste-
niendo al partido le-
gitimista y continuó
las hostilidades con-
tra los demócratas^
quienes, consideran
do que por sus pro-
pios esfuerzos les se-
ría difícil lograr el
triunfo, haciendo á
un lado la dignidad
y amor patrio, acu-
dieron en favor de
auxilio al famoso filibustero yankee Guillermo Walker, á
quien ofrecieron en cambio 20,000 hectáreas de terreno.
Gral. William Walkek
~- 152 --
579. — La pasión política había ofuscado á Castellón
y á los suyos de tal manera, que no reflexionaron en las
transcendencias del criminal paso que daban. Walker
llegó en junio del 55 y desde luego, puesto á las órdenes
de los demócratas^ emprendió una serie de campañas
contra los hgitimistas^ con tan buena suerte, que el 23 de
octubre, el Presidente de éstos se vio obligado a celebrar
con él un convenio, por el cual pactaba el desapareci-
miento de los dos gobiernos contendientes, que serían
sustituidos por otro encomendado á don Patricio Rivas,
y se daba á Walker el nombramiento de jefe de las
fuerzas nicaragüenses.
580. — Mas las aspiraciones de Walker no eran tan
limitadas: su anhelo consistía en dominar el país, en
enseñorearse por completo de la situación, para así im-
plantar la esclavitud, trayendo, al efecto, negros del Sur
de los EE. Uü; quería, pues, destruir la grande obra de
los primeros legisladores, quienes, pasando por encima
de sus propios intereses y mirando solamente al bien de
la humanidad y á lo grande de los inalienables derechos
con que la naturaleza nos ha dotado, dieron el notable
decreto que la abolía, haciendo de su Patria el seno de
la libertad.
581. — Así pues, las naciones hermanas de la infortu-
nada Nicaragua, presa de las ambiciones de un grupo de
aventureros, no podían permanecer indiferentes á sus
desgracias y se alistaron para ir en sü socorro: Costa-
Rica fué la primera en lanzarse al combate, en marzo de
1856, y tocó á Guatemala seguir su ejemplo.
153 —
LECCIÓN DECIMASEXTA.
Parte Paredes con tropas á Nicaragua. — Don Víctor Zavala. — Penosas
jornadas. — Comienzo de las operaciones. — Combates de Masaya y de
Granada. — El cólera morbus y las fiebres. — Muerte de los generales Paredes
y Sotares. — Queda Zavala con el mando. — Continuación de la guerra.
Sitio á Rivas. — Capitulación de Waiker. — Fin de tan triste episodio.
Ingratitud del gobierno de Nicaragua. — Corta con él toda
relación el de Guatemala.
r
582. — El 5 de mayo, con el mayor entusiasmo y á
las órdenes del ex-presidente Paredes, salió la vanguardia
de las fuerzas que debían ir á operar á Nicaragua contra
los filibusteros comandados por Waiker. El Presidente,
con tal motivo, expidió una proclama excitando á los
soldados á que cumplieran con su deber, y recomendán-
doles la más extricta unión con los de Honduras, Salva-
dor y la propia Nicaragua, para que de comútí' acuerdo
lograran, en breve tiempo, el ideal que iban persiguiendo:
arrojar del patrio suelo á los audaces aventureros que
atentaban contra su libertad.
583. — Acompañaba á Paredes, como segundo jefe, el
coronel graduado don Víctor Zavala, militar inteligente
á quien ya conocemos, y que en esta ocasión estaba
llamado a desempeñar el papel más importante.
584 — El 4 de julio, después de muchísimas fatigas,
y de haber vencido con grandes dificultades los muchos
obstáculos que ofrecían los escabrosos caminos de Hon-
duras y lo fuerte de la estación de lluvias, llegaron los
sufridos y valientes soldados á Somotillo, y de allí
pasaron á León, donde se acuartelaron para esperar el
resto del Ejército, que no salió hasta el 20 (julio), y
á las fuerzas de Honduras y el Salvador, que debían
reunírseles según la Convención que entre los países
citados y éste se celebró el 18 del mismo mes.
585. — A fines de septiembre comenzaron las opera-
ciones y en la primera quincena de octubre se libraron
reñidos combates en Masaya y Grranada, siendo digno de
especial recuerdo el último, verificado el día 13, porque
~ 154 —
si las fuerzas guatemaltecas fueron vencidas, fué debido
al hambre, al cansancio y á su inferioridad numérica,
mas no á la falta de arrojo, porque el suyo rayó en
temerario, sobre todo por parte de su jefe, el coronel
Zavala, quien siempre estaba donde el peligro era mayor,
y supo con suprema valentía arrebatar al enemigo una
de sus banderas, que como trofeo envió á la capital del
país que tan dignamente representaba.
586.— Mas, el Destino se había ensañado contra los
patrios intereses y una plaga, peor aún que la guerra,
diezmaba á los heroicos soldados: el cólera morbus y las
fiebreí^ plantaron sus reales en los cuarteles y no hubo
día que no hubiera víctimas, entre las cuales se cuentan
los distinguidos generales guatemaltecos don Joaquín
Solares y don Mariano Paredes. El primero falleció en
Masaya él 29 de noviembre, á consecuencia de una fiebre;
y el segundo, el 2 de diciembre, en Granada, por causa
de un ataque de cólera. Ambos jefes se habían portado
dignamente, y Paredes, que había cometido algunas faltas
en política, podía considerarse por entonces reivindicado
de ellas, por las pruebas de desinterés que siempre dio,
por su honradez y por su patriotismo.
587. — Por tales sucesos recayó el mando superior de
las fuerzas en Zavala, quien era el inmediato designado,
y recibió como recompensa á sus servicios, según acuerdo
dado por Carrera el 19 de diciembre, el empleo de coronel
efectivo y el grado de brigadier.
588. — La guerra no había cesado ni un solo día; tanto
que la muerte de Paredes ocurrió precisamente cuando las
fuerzas guatemaltecas asediaban de nuevo á Granada, de
donde arrojaron á los americanos, que fueron á ocupar a
Rivas. Diversos combates siguieron después, librados
en diferentes lugares, siendo la victoria indistintamente
favorable á unos y á otros, hasta la mañana del 22 de
marzo de 1857, en que los aliados pusieron sitio á Rivas.
Los asaltos más reñidos y los más sangrientos encuen-
tros tuvieron lugar en aquella ciudad, que era ya el
— 155 —
Único sitio de que podían disponer los americanos de la
Falange, quienes á poco se vieron reducidos al escaso
número de 400 hombres, por causa de las deserciones
consumadas por aquellos que, previendo un triste desen-
lace, no querían exponerse á sus consecuencias, máxime
que el hambre comenzaba ya á reinar en sus cuarteles.
589. — El día 17 de abril, por orden del general don
Joaquín Mora, costarricense, nombrado general en jefe
del Ejército aliado, y á quien mucho debía la causa de
Centro- América, se renovó el bombardeo, que se sostuvo
los días 28 y 29 con grave perjuicio de los pocos partida-
rios de Walker. El 30, la situación de los sitiados era
angustiosísima, y el capitán don Carlos Enrique Davis,
comandante de la corbeta de guerra norte-americana
"Santa María," ofreció á los jefes de las tropas aliadas
sus buenos oficios para conseguir que Walker capitulara,
siempre que se le concedieran garantías, lo mismo que á
sus correligionarios. Concedida la gracia que pedía,
habló con Walker y el resultado de su conferencia fué,
que en la tarde del 1? de mayo, después de haberse
firmado un tratado, el jefe de la Falange salió de Rivas
con dirección á San Juan del Sur, acompañado por Davis
y el general Víctor Zavala.
590. — Tal fué por entonces el desenlace de aquel
triste episodio de la Historia de estos países, que llenó
de tanta sangre é infortunio á su suelo. Las tropas de
todos los pueblos centro-americanos se portaron como
buenas y en más de una ocasión merecieron el honroso
título de heroicas. Las guatemaltecas, siempre sufridas,
siempre valientes, lamentaron muchas pérdidas, pero
supieron conquistar, para honor de su país, los lauros de
la victoria; y por eso el Gobierno, agradecido á sus
esfuerzos, dispuso, por decreto de 6 de juuio de 1857, dar
al general, oficiales y soldados que tomaron parte en la
expedición, una cruz de honor con la siguiente inscrip-
ción: ^'Defensa de Nicaragua. — Guatemala^ al mérito
distinguido. — 1856-1857.'"
— 156 -
t
591. — Pero, la mala suerte quiso que un suceso desagradable viniera á
turbar el justo reg-ocijo que á todos por tan fausto suceso debía haber animado.
Al reg"resar las tropas guatemaltecas recibieron en León, por parte del
Gobierno de Nicarag-ua, un trato indigno, pues llegó hasta á negárseles
albergue, lo cual fué el colmo de la ingratitud. El pundonoroso Z avala
reclamó con energía, pero no obtuvo un resultado satisfactorio, y las cosas
hubieran sido aún más desagradables si no es la pronta y eficaz intervención
del general salvadoreño don Gerardo Barrios, pues los guatemaltecos, así como
los soldados leoneses, corrían ya en busca de sus armas para atacarse.
592. — Naturalmente, Zavala abandonó el territorio de aquel pueblo cuyo
Gobierno olvidaba lo mucho que debía á las tropas de que él era jefe; y el de
Guatemala, justamente indignado, cortó con aquel país todo género de
relaciones.
LECCIÓN DECIMASEPTIMA.
Asuntos de importancia. — Inauguración del hospicio. — Protección á la
agricultura. — La nnoneda. — El cólera morbus en el país. — Sus
víctimas. — Sublevación, — El muelle de San José. — Ingresos
y egresos en 1856.
593. — Y mientras en los campos de Nicaragua las
valientes huestes guatemaltecas fecundaban con su san-
gre el árbol santo de la libertad, en Guatemala ocurrían
algunos hechos de positiva importancia; pues manifiestan
que, aunque de día en día era mayor el poder del partido
conservador, ya se iba dando alguna atención á las obras
materiales, y se procuraba impulsar el comercio, la indus-
tria y la agricultura.
594. — El día 15 de marzo de 1857 se hizo con toda
solemnidad la inauguración del hospicio, institución de
notoria importancia que la mano pródiga de la caridad
preparó á la indigencia. De todos los edificios construí-
dos después de la independencia hasta la fecha, el que
nos ocupa es uno de los de más mérito, tanto por la parte
material, cuanto por el objeto á que se destinó: en él
encontraban albergue los hombres y mujeres cuya pobreza,
edad ó enfermedad, no les permitían sostenerse. Así
pues, su fundador y director señor Áyau, merece un
recuerdo de respetuoso cariño.
595. — La agricultura se hallaba por aquel entonces
en mantillas, y, como es de economía, al Gobierno tocaba
procurar su desarrollo. Al efecto expidió un decreto el
— 157 -
13 de marzo, por el cual, considerando que el café sería
con el tiempo una fuente inagotable de riqueza para el
país, como en realidad lo ha sido, concedía que por 20
años estuviera exento, todo el que se cosechase en la
República, del pasro de alcabalas é impuestos que corres-
pondieran á municipalidades y hospitales.
5%. — Una dispo^iición contenida en decreto de fecha 6 de abril da una
idea de la preponderancia y del dominio absoluto que había log-rado Carrera,
y cuáles eran los honores que se le dispensaban: es la relativa á la acuñación
de moneda que se hiciera en el país: toda debería ostentar el busto del Presi-
dente perpetuo y la leyenda ^^ Guaihnalcr Respublica sub Dei Optimi Maximi
protecíione.**
597. — El 8 de julio de 1857 fué un día nefasto para el país: se dio el
primer caV»o de ^* cólera mordus^** aunque no con caracteres tan alarmantes
como el año 39. Sin embar^x), poco á poco fué tomando incremento y las
víctimas ascendían diariamente á un número considerable. El Gobierno y la
Municipalidad, en los más críticos momentos, dieron buenas pruebas de filan-
tropía: reunieron fondos para socorrer á los enfermos, dictaron todas las
medidas que pensaron convenientes para cortar el ma>%r crearon un lazareto
que situaron en Jocotenango.
598. — Presas de la terrible enfermedad murieron muchas personas
iota bles, por su saber 6 su posición, contándose entre las primeras, el Proto-
dico de la Facultad, doctor don Quirino Flores, y entre las seg-undas, la
señora doña Petrona García de Carrera, esposa del Presidente, la que,
atacada á las 11.30 p. m. del 16 de agosto, falleció á las 10.30 a. m. del 17, sin
que ningún cuidado valiera para salvarla.
599. — Y, como entre las poblaciones indígenas la mortalidad también
era grande, los habitantas recordando la farsa del 37, acerca del envenena-
miento de las aguas, que en su ignorancia juzgaban verídica, creyendo que
tal atentado volvía á repetirse, se levantaron en armas contra el Gobierno ;
pero la insurrección fué violentamente sofocada: al lado de ella ya no estaban
ni Carrera, ni los clérigos, como ocurrió en tiemp>o de Gálvez; el uno, tenía el
poder para toda su vida; los oti-os, las grangerías que apetecían. Nada más
podían desear.
600. — En el mes de octubre partió para Europa el
señor Larraondo, quien llevaba autorización del Gobierno
para gestionar en Inglaterra la formación de una compa-
ñía que se encargase de construir un muelle en el puerto
de San José, con el tin de proteger al comercio, que sufría,
con lo malo del desembarcadero, grandes perjuicios, lo
cual hacía que las rentas del Estado se resintiesen tam-
bién, cosa que era de evitarse por lo bajas que estaban,
pues las del año 1856 ascendieron á $1.010,141.61 reales,
y los egresos á $1.024,348.4 reales.
- 158
LECCIÓN DECIMAOCTATA.
Estado del país. — Informe del corregidor Navas. — Origen de tal situación,
Decreto de 31 de mayo de 1858. — El porqué de la resolución que
contiene. — "Convención entre la República de Guatemala y S. M.
Británica." — El teatro. — Su inauguración.— Llegada de siete
religiosas.
óOl. — La paz reinaba en todo el país y con mucha razón era de esperarse
que el Gobierno, con celo, procurara su mejoramiento; más, distraído con su
poder omnipotente, que le proporcionaba todo género de placeres, se olvidaba
de lo más importante, de la instrucción de las masas: nada que estuviera más
abandonado, nada que inspirara mayor tristeza cil considerar la incuria con
que se le veía. Prueba de ello es el informe del coronel don Leandro Navas,
corregidor de Jutiapa, quien decía: que en la cabecera sólo había dos escuelas,
con escaso número de concurrentes, siendo su dotación de veinte pesos por
cada una; y que, en las demás poblaciones de ladinos también las había, pero
que en las de indígenas sólo se había podido establecer la clase de doctrina
cristiana. ¡Lamentable estado cuyos resultados aún se sufren!
602. — Pero tal situación era creada, sin duda alguna, de intento, para
poder, sobre la ignorancia, sostener eternamente el edificio del despotismo,
que siempre ha vacilado y caído al poderoso empuje de la palanca de la
ciencia, del saber y del progreso. El amor al mando y á las instituciones
de antaño era el todo para los hombres «del gobierno dé entonces, y en su
afán de variar las cosas para someterlas al molde de sus ideas intransigentes,
ordenaron por decreto de mayo 31 de 1858, cambiar el escudo nacional y la
colocación de los colores de la bandera.
603. — Para lo primero se dispuso que las armas déla República fueran:
un escudo dividido transversalmente en dos cuarteles; el superior en campo
razo azul, con varas verticales de plata, y el inferior con tres volcanes 'Sobre
campo celeste claro. Sobre el escudo un sol, y á cada uno de los lados dos
pabellones con los colores nacionales. A la derecha una rama de encino y á
la izquierda otra de laurel. En una cinta blanca, enlazada con los pabello-
nes y ondeante, iría la siguiente leyenda, con letras de oro: '"''Guatinialce Res-
publica suh D. O. M. protectione.'" Y para lo segundo, que los siete colores
que tenía la bandera fuesen distribuidos en siete fajas horizontales, como
sigue: los extremos azul; las inmediatas, blancas; rojas las siguientes, y
amarilla la del centro, sobre la cual iría el escudo.
604. — Esta resolución fué inspirada por la idea de imposibilitar por
completo la unión centro-americana, de que Nicaragua había vuelto á tratar
hacía pocos días; pues, con fecha 10 de abril (1858), el Gobierno de ese país
dirigió al de acá una nota, por la cual, en seguida de indicarle las ventajas
que se obtendrían con el renacimiento de la Federación, le proponía que los
cinco Presidentes de las Repúblicas en que se había dividido, se reuniesen
para tratar el asunto. A eso se contestó, que si bien era de aplaudirse la
idea, convenía precisar y fijar las bases de la reunión, expresando los pun-
tos principales que deberían tratarse, para que sobre ellos recayese un acuerdo
previo, con el objeto de evitar después dificultades que podrían traer fatales
consecuencias.
- 159 -
605. — El 30 de abril de 1859 se firmó en el Ministerio
de Relaciones Exteriores una "Convención entre la
República de Guatemala y Su Majestad Británica," re-
lativa al arreglo de límites entre este territorio y el
establecimiento de Honduras Británico. Fueron los
negociadores, por parte de la República, don Pedro de
Aycinena, y por parte de S. M. B. don Carlos Lehnox
Wyke, quienes tenían^mplios poderes. Al día siguiente
aprobó y ratificó Carrera aquel arreglo definitivo que,
aunque muchos lo han considerado como indebido é hijo
de la falta de patriotismo, fué de gran importancia y
transcendencia, porque libró á Guatemala de ulteriores
invasiones tan injustificables como las realizadas después
de los tratados celebrados entre Inglaterra y España,
desde los años 1783 y 1786, por los cuales la segunda
concedía á los subditos de la primera, ^1 permiso para
establecer cortas de madera en determinados límites, que
se aumentaron gracias á las guerras posteriores. En
realidad no se hizo concesión alguna de territorio, porque
lo que Inglaterra declaró suyo Guatemala nunca lo
poseyó. El suceso es de aplaudirse; pues de todo modos,
tarde ó temprano, se hubiera llegado á ese fin, sólo que
con pérdidas reales y quizá de grandes proporciones.
606. — El teatro, comenzado, como ya vimos, desde
tiempo del inolvidable doctor Gálvez, según los planos de
Rivera Maestre, tocó á Carrera la gloria de terminarlo,
siendo en su gobierno el más empeñoso y lleno de cuida-
dos por su conclusión, el Consejero de Estado don Juan
Matheu, hombre de patrióticos sentimientos. Es un co-
liseo de mérito, pues si apreciado en detalle tiene muchos
defectos, el conjunto es bastante bueno y no desmerece
entre los más dignos de citarse en América. Su costo
fué de $115,000.00, ciento quince mil pesos, cantidad que
al presente parece exigua, pero que entonces era de cre-
cido monto; se inauguró la noche del 23 de octubre, como
número de las fiestas que en honor del santo del Presi-
dente se hacían, y para perpetuar en él la memoria de
tal personaje, se le dio el nombre de ''Teatro Carrera."
— 160 -
La pieza escogida para el estreno, y que se representó
ante numerosísima concurreacia, fué el drama "Turcua-
to Tasso."
607. — El año terminó con un acontecimiento de importancia para el
partido de Carrera: el 27 de noviembre, por el vapor ^'Guatemala, " lleg-aron
á San José, procedentes de Bélgica, siete religiosas de la '^Hermandad de
nuestra Señora. " quienes por gestiones del Arzobispo, y de otras personas
interesadas, venían á encargarse de la dirección de un colegio de señoritas,
que iba á fundarse. A su entrada se les hizo muchas demostraciones de afec-
to y en su honor se cantó un Te Deum.
LECCIÓN DECIMANOYEISA.
Júbilo de los conservadores. — Palabras de "La Gaceta." — La paz.— Waiker
en Honduras. — Su muerte. — Comunidades religiosas de sobra y falta
de escuelas. — Hablan los hechos — Fomento á la agricultura.
Muerte de Batres.
-Q
608. — A principios del mes de febrero de 1860, nn
verdadero júbilo animf^ba á todos los conservadores. En
el Salvador había dejado de ser Presidente interino el
general don Gerardo Barrios, y, por elección popular, se
había hecho cargo del poder en propiedad, el día 1- de
ese mismo mes; suceso que fué tenido por Carrera y los
suyos como de gran importancia, porque creían que es-
tando Barrios en el mando podrían a su antojo intervenir
en los asuntos del país cuyos intereses admiuistraba.
Y como no sospechaban siquiera que aquel hombre aspirara algún día á
rehacer la unión de Centro- América y se opusiera á algunos de sus planes,
por el órgano oficial *'La Gaceta" le prodigaron muchísimos elogios, hasta
el grado de decir de él, que era un hombre excepcional, por sus rarísimas
cualidades de energía, talento y honradez, motivos por los cuales todos los
ciudadanos ilustrados debían prestarle su apoyo. Pronto tales alabanzas se
tornarían en injurias.
609. — La más completa paz imperaba en todo el país,
y sólo sufrió ligera alteración cuando se tuvo noticia
de que Waiker, el célebre aventurero de quien ya nos
hemos ocupado, intentaba de nuevo volver á Centro-
América, con el objeto de adueñarse de Nicaragua. En
efecto, el 6 de agosto desembarcó con 9-1 hombres en el
puerto de Trujillo (Honduras), pero no obtuvo ningún
— 161 —
resaltado favorable, pues se vio obligado á desocuparlo
inmediatamente, al ser requerido por el Capitán del
buque de guerra inglés "Icarus," quien procedía en de-
fensa de los intereses británicos, que se perjudicaban
con la presencia de los filibusteros. Mas, Walker al
abandonar á Trujillo no cumplió la palabra que dio á
dicho Capitán, de salir del país; y por tal razón, de acuer-
do con el general Alvarez, salieron á perseguirlo. Lo
encontraron cerca de la boca del Río Tinto y se rindió,
quedando desde ese momento en poder de las autoridades
de Honduras, que habiéndole formado un juicio sumario
lo condenaron á muerte y lo fusilaron en el propio
Trujillo á las 8 de la mañana del 12 de septiembre.
La calma volvió á reinar y nada alteró por mucho tiempo la tranquilidad de
este suelo, en cuyo seno se engrosaban las comunidades relig-iosas, en tanto
fjue Irs escuelas eran cada vez más, escasas y peors^h
()10. — Los hechos hablan. El 23 de septiembre^e 1861 llegaron á San
José, por el vajwr '^Guatemala," á aumentar el considerable número de PP.
de la Compañía de Jesús que ya había en el país, 37 expulsados de la Nueva
Granada (Colombia), cuyo g-obierno, persuadido de los males que á las
sociedades acarrea tal congregación, dispuso su extrañamiento. Y "La
Gaceta," al dar la noticia, junta con otras de carácter semejante, presagia
el júbilo con que serían recibidos, por el aprecio y respeto á que todos eran
acreedores. Ahora bien, el mismo periódico, con fecha 2 de noviembre, publi-
có un "Estado de la instrucción pública en el país," formado por el Ministe-
rio de Gobernación , en el mes de octubre. Por él se ve que había 280 escuelas
públicas y privadas de ambos sexos, con inclusión de los liceos y de las de
música, repartidas como sigue: públicas, para niños 160, para niñas, 30;
privadas para niños, 26; para niñas, 30; liceos privados, 7; y escuelas de músi-
ca, 17. El número de alumnos concurrentes era de 8,179; y la dotación délos
maestros de S30,524 anuales. En cuanto á los ramos de enseñanza, ¡triste es
recordarlo, ! eran los mismos que señalaba la ley Pavón, (Reg-lamento de 16
de septiembre de 1852). ¡Cuadro desconsolador, en verdad, que nos muestra
el porqué de tan lento y difícil adelantamiento y el origen de los muchos
obstáculos que hay que vencer para lograr el triunfo de levantadas ideas!
611. — Sin embargo es de justicia consig-nar, que si aquel g-obierno
oscurantista desatendía, con vituperable incuria, la enseñanza de las masas,
no descuidaba en todo el fomentar el desarrollo de la agricultura; y así, lo
vemos primero asignar por seis años un premio de cuatro, tres y dos mil
pesos, respectivamente, á quienes exportaran mil quintales de algodón, bajo
un mismo conocimiento de embarque; y un peso por quintal á las exportaciones
menores; y después, conceder á los señores J. A. de Brame y Albino Marié,
privilegio exclusivo por 20 años, para el uso de dos máquinas especiales, una
para limpiar y purificar las fibras de las plantas textiles, y otra para
facilitar la cosecha del algodón; cosas todas que en realidad tenían su
importancia económica favorable al objeto que se proponían.
11
— 162 —
612.— Luctuoso para el partido conservador fué el
17 de junio de 1862. A la 1 p. m. falleció en el pueblo
de Los Esclavos el
señor don Luis Ba-
tres, Consejero de
Estado y Vicepresi-
dente de la Cámara
de Representantes .
Transladado su cuer-
po á la capital, por
acuerdo del Presi-
dente, se le hicieron
exequias regias. Era
un hombre de intelig-encia
elevada, de g^ran experiencia
y sagacidad política y de
carácter enérg^ico y firme.
Corifeo del partido conserva-
dor, de acuerdo con Pavón,
manejó el país á su antojo,
y Carrera, en sus manos, no
fué más que un maniquí que
obraba á impulsos de sus
deseos. Sus admiradores le
atribuyen g-randes hechos;
pero en realidad no existe
ninguno suyo que tal título
merezca: trabajó para sí, y
si alguna vez hizo algo bueno, fué por efecto de la fuerza natural de las cosas,
mas no de un propósito deliberado que á tal fin le condujese. Nunca estuvo
conforme con otro Presidente que no fuera Carrera, quien con su muerte, lo
mismo que todos los conservadores, perdió el foco que iluminaba las tenebro-
sidades de su gobierno.
D. Luis Batees
LECCIÓN VIGÉSIMA.
Vuelve Nicaragua á tratar la cuestión de la unión de Centro- América.
Notable •'Memoramdum . " — Respuesta del Gobierno guatemelteco.
Despotismo. — «'Noticioso de Guatemala." — Ruptura de relaciones
con el Salvador. — Causas que la originaron. — Ideas de Carrera.
613. — La cuestión de la Unión de Centro- América, no dejada de la mano
por Nicaragua, volvió á ser tratada con calor, y en los días 1^ y 3 de septiem-
bre (1862) se reunieron para discutirla los señores generales Fernando Chamo-
rro y Máximo Jerez, comisionados por el Gobierno de aquel país, y los
licenciados José Mariano Rodríguez y Raimundo Arroyo, representantes del
- 163 -
de Guatemala. En esas juntas se estudiaron las bases que para su realiza-
ción proponían los primeros en un "Memorándum" que desde el 27 de ag-osto
habían presentado al Ministerio de Relaciones. En el primer artículo se
establecía: que el Gobierno de la "República de Centro-América" sería ejer-
cido ix)r Carrera, y que la capital sería Guatemala, siendo Distrito Federal
el Departamento. Pero al gtibierno de los conservadores no convenía tal unión,
y resuelto siempre á sostener las ideas que desde el 39 venía profesando,
rechazó por sus agientes todo arreglo, admitiendo únicamente una unión relati-
va, en lo tocante á la representación extranjera, á la uniformidad de leyes
sobre aduanas y de sistema postal, y á los medios de proveer, lleg-ado el caso,
á la defensa del país. — Tal desenlace era claro; Carrera al frente de la Fe-
deración hubiera fracasado bien pronto, y sin la tutela y apoyo de los cleri-
cales habría caído rodeado del más notorio desprestigio: perdiendo lo que le
era tan caro: el poder, que le proporcionaba adulaciones, regocijos y tantas
y tantas distinciones que nunca soñó, y que obtuvo gracias al inmoderado afán
que siempre ha tenido el partido conservador en poner en el gobierno á hom-
bres como él, fáciles de ser dirigidos.
614. — El despotismo más completo estaba en su
apogeo, y nadie se atrevía á hacer la más pequeña obser-
vación acerca de él, pues la voz de la( libertad había
enmudecido en absoluto, y ni por la prensa ni por la
tribuna, era posible expresar, de un modo franco, el
sentir acerca del anormal estado de cosas que reinaba en
todo el país; así, cuando el periódico intitulado "Noti-
cioso de Guatemala," se atrevió á hacer algunas alusiones
relativas á economía y política interior, se le mandó
suspender y encarcelar á algunos de sus redactores
(noviembre 4); con lo cual quedó claramente establecido,
que la libertad de imprenta sólo existía en la utópica
imaginación de los que creían que era fácil conciliar los
intereses del retroceso con los del adelanto.
615. — Y de tal modo llegó á cegarse aquel Gobierno
absorbente y aspirante á dominarlo todo, que sin quila-
tar las fatales consecuencias que trae consigo toda guerra,
declaró por circular de diciembre 4, rotas sus relaciones
oficiales con la República del Salvador.
616. — Investiguemos las causas de tan fatal emergencia. Como ya vimos,
al comenzar Barrios á regir los destinos del pueblo salvadoreño, sus relacio-
nes con Carrera eran íntimas, hasta el grado de que pronto, para estrechar-
las más, vino á hacerle una visita. Pero tanto afecto se tornó al cabo en
odio acendrado. Carrera, exigente como siempre, aprovechándose de la amis-
tad, quiso que destituyese de su cargo á su ministro don Manuel Irungaray,
tan sólo porque era un antiguo liberal guatemalteco y adversario suyo.
Barrios se negó á atender tan presuntuosa é inmotivada petición, y luego
— 164 —
fué atacado por "La Gaceta," órgano del Gobierno de Guatemala. Como
era natural, el periódico oficial del Salvador respondió refiriéndose en térmi-
nos mujT^ duros para Carrera, y se estableció una difícil situación que fué
acentuándose poco á poco, sobre todo por la influencia que sobre el mismo
Carrera tenían algunos conservadores salvadoreños, emigrados, entre los que
estaban don Francisco Dueñas, y el obispo Saldaña, quienes le hacían ver
que Barrios era un enemigo peligroso que trabajaba por laimión de las cinco
Repúblicas, cuya presidencia ambicionaba.
617. — Y como por todo hubiera pasado Carrera, menos por tolerar la
realización de esa idea, que consideraba como atentatoria á sus intereses, pues
caer de la Presidencia era perder á Guatemala, que él juzgaba suya, como
Pío IX por suya tenía á la Corte de San Pedro, prefirió sacrificar á sus
hermanos y lanzó su reto de guerra.
LECCIÓN YIGESIMAPRIMERA.
Empréstito . — Se separa Carrera del mando para ponerse al frente del
Ejército. — Salida de tropas. — Aprestos de Barrios. — Su proclama.
Continúa la invasión. — Batalla de Coatepeque. — Derrota de las
fuerzas guatc^maltecas . — Níuevos preparativos de Carrera .
Conatos -^e sedición en la capital — Sus resultados.
Vuelve Carrera al poder.
618. — Era preciso mantener la integridad nacional,
y como evitar la lucha hubiera sido imposible, ni se
deseaba, el 30 de enero de 1863, la Cámara de Represen-
tantes dio un decreto por el cual autorizaba al Ejecutivo
para que contratara un empréstito de £500,000, quinien-
tas mil libras esterlinas, empeñando las rentas del país.
619. — Carrera se separó del mando el 3 de febrero,
dejándolo á los Ministros, para ponerse al frente del
ejército que debía ir á batir las huestes de Barrios, y el
4 salió con un escogido cuerpo de tropas con dirección á
Jutiapa, á donde llegó el 9. Al día siguiente, salieron
con igual dirección, con artillería y las fuerzas de Falen-
cia, los generales don Víctor Zavala y don Serapio Cruz.
Las tropas manifestaban un entusiasmo digno de mejor
causa: ellas creían que iban á luchar por la honra del
país, cuando en realidad eran conducidas á la muerte
para satisfacer odios personales despertados al calor de
aún no extintos rencores de partido.
620. — Entretanto el general Barrios se aprestaba
por su parte para la lucha y enviaba sus fuerzas á Santa
— 165 -
Ana. El día 13 expidió una proclama en Coatepeque,
donde se fortificó, pintando á Carrera tal como era, lo
cual llenó de indignación á la '* Gaceta de Guatemala"
que, olvidándose de que tres años atiíís había ponderado
á más no poder sus cualidades, en esta vez, al juzgar las
ofensas hechas á su héroe, las vuelve con creces, y,
llamándole indigno y menguado, niega al jefe salvadoreño
la más ínfima virtud para ocupar el puesto que tenía.
621. — La invasión marchaba á su fin; y el 15 comenzaron á moverse las
tropas de Jutiapa, saliendo una división de 500 hombres, al mando del coronel
Valdés, á ocupar la villa de Ahuachapán. El 16 el g-eneral Zavala, coman-
dando l.'i primera división y con una batería de cañones rayados, pasó á
Yupiltepeque, y el 17 el Presidente, con las fuerzas restantes, continuó á
Chalchuapa, á donde llegó el 19. Allí se le incorporaron Cerna y Valdés,
(el primero con las tropas de Chiquimula), y al día sig-uiente continuaron
para Santa Ana, que ocuparon el 21.
622.— Enfrentados los dos ejércitos comenzaron las
operaciones. El 22 se hizo un reconmmiento de las
fortificaciones de Coatepeque, y al día siguiente se movió
sobre ellas todo el ejército. Ocupó sus inmediaciones á
las diez de la mañana y desde luego se comenzó un vivo
fuego de artillería de parte y parte, que se sostuvo durante
doce horas. El 24 la lucha se empeñó de nuevo con
vigor inaudito y la muerte vio satisfecha su hambre de
vidas: muchos valientes perecieron y mancharon con
su sangre la historia de sus verdugos. Las fuerzas
de Barrios parecieron vacilar por un momento, pero,
perfectamente fortificadas, pronto se rehicieron; no así
las guatemaltecas: acosadas por el hambre y la sed,
pues en dos días no habían probado un solo bocado de
alimento ni bebido una gota de agua, se desbandaron por
compañías; y como todo esfuerzo para contenerlas fué
imposible, la derrota se consumó. Las tropas enemigas,
no obstante, no se movieron de sus trincheras; muy
maltrechas habían quedado y no quisieron exponerse á
un fracaso ya que la suerte les había deparado un triunfo,
aunque no una victoria; pues no fué una fuga la de
Carrera, sino una retirada honrosa para el ejército que
la consumó. Así pues, el Presidente regresó á Jutiapa,
— 166 —
y en los primeros días de marzo hizo su entrada á la
capital, siendo muy bien recibido.
623. — Carrera no descansaba; sus odios contra
Barrios, después 'del desastre sufrido, se aumentaron
considerablemente; y, mientras aquél se comprometía en
otra guerra contra Nicaragua, su única idea era alistarse
mejor para emprender una nueva campaña; así, el 10
de abril se dirigió á Jutiapa con el fin de comenzar los
preparativos.
624. — Pero no todos los ánimos estaban ya bien dispuestos hacia el
Capitán General, y muchos ciudadanos, convencidos de que tanta efusión de
sangre era inmotivada, y que sólo al tirano que les gobernaba se debían las
desgracias últimas, animados de los mejores deseos, intentaron una sedición,
y el 17 como á las 8 de la noche, en número considerable, se reunieron en el
paseo del Teatro, con pretexto de dar una serenata al general don Víctor
Zavala, Mayor General del Ejército y Comandante del Departamento; pero,
á poco, comenzaron á victorearle, y después, agregando algunos gritos injurio-
sos contra Carrera, le aclamaron con entusiasmo Presidente de la República.
Mas, habiendo intef^nido la policía y el mismo Zavala, á la media hora
quedó disuelta la reunión, siendo perseguidos los fautores de ella.
625. — Naturalmente, al saber Carrera que en la Capital misma habían
manifestaciones de desagrado en su contra, abrevió sus aprestos y dejó la
frontera, para volver al frente del Gobierno que le era tan grato, y que aquellos
que conocían lo perjudicial que era su autoridad, querían arrebatárselo para
ponerlo en manos del bizarro general Zavala, quien, gracias á su lealtad y
á su respeto á las leyes militares, no se alzó con él. En tal virtud, el 3 de
mayo entró Carrera á la ciudad de Guatemala, y el 4 tomó el mando.
LECCIÓN TIGESIMASEGUNDA.
Salida de Zavala hacia el Salvador. — Proclamas. — Deja Carrera el mando i
los Ministros. — Primeras disposiciones que dicta en la frontera. — Victoria
de las tropas guatemaltecas en Santa Rosa. — Sucesos por el Salvador.
Marcha del ejército. — Llega á Chalchuapa. — Zavala en Sonsonate. — Las
fuerzas de Barrios en Santa Ana. — Estratagema del general González.
Carrera dispone el ataque á la ciudad. — Sangrientos combates.
Triunfo de Carrera. — Personajes que se distinguieron por su
valor. — Hace Carrera proclamar Presidente al licenciado
Dueñas. — Sitio á San Salvador. — Fin de la administración
de don Gerardo Barrios.
626. — Terminados los arreglos concernientes á la
expedición al Salvador, el 31 de mayo, al frente de un
importante cuerpo de tropas, salió el general Zavala con
dirección a Jtftiapa, para emprender la campaña. Antes,
— 167 -
con fecha 29, expidió uuíi proclama el Presidente, diri-
gida á alentar el espíritu nacional; y el 30, otra, con igual
objeto, el mismo Zavala. Entre atnbas excitativas hay
una notable diferencia: en la primera, se descubre un
reconcentrado odio pert^onal; en la segunda, un profundo
amor á la Patria; en la primera, hay frases llenas de
insultos para el General Barrios; en la segunda, llenas de
dignidad y de grandeza, llamando al sacrificio á los solda-
dos, no para castigar á un individuo sino para mantener
sin mancilla el lábaro nacional.
627. — Y como Carrera debía encargarse del mando
en jefe de las fuerzas invasoras, el día 5 de junio dejó el
poder á los Ministros y el 7 se dirigió á la frontera, de
donde destacó, con dirección á Honduras, al general
Cerna, quien llevaba el encargo de castigar á ese país
porque había prestado su apoyo á Barras.
628. — Las tropas hondurenas acuarteladas en Santa
Rosa, y dispuestas para un evento, salieron al encuentro
de las guatemaltecas el día 15, pero Cerna, con hábiles
maniobras, las hizo retroceder á las pocas horas de com-
bate. Fortificadas en el recinto de la población hicieron
una gran resistencia durante todo el día y toda la noche,
h?.sta el 16 á las 11 a. m. hora en que, en completa derrota,
emprendieron la fuga, dejando en poder de la valiente
división de Chiquimula que las atacó, un gran número ^
de fusiles y prisioneros.
629. — Por el lado del Salvador las cosas ocurrían de
otra manera. Las tropas estuvieron en Jutiapa hasta el ^
19, en que comenzaron á moverse á las órdenes de los
generales Zavala y Cruz, siendo seguidas al otro día por
el resto capitaneado por el mismo Carrera. El 22 llega-
ron á Chalchuapa y tomaron la población sin ninguna
resistencia. ^i
630. — De Chalchuapa pasó el general Zavala á Son-
sonate, á cuya población llegó el 27 por la tarde. De allí
envió una partida de tropas sobre Izalco,4onde derrotó
á otra salvadoreña, se apoderó del licenciado don Miguel
— 168 —
Sáizar, que era el Grobernador del Departamento, y reco-
bró al licenciado don Juan Delgado, á quien tenían preso.
En seguida, el 29 de junio, hizo que el vecindario de Son-
sonate levantara un acta desconociendo al gobierno de
Barrios.
631, — Las fuerzas de éste se hallaban en Santa Ana,
teniendo por jefe al general don Santiago González, quien,
con el objeto de engañar al ejército guatemalteco, fingió
el 30 por la noche un pronunciamiento, desconociendo a
Barrios, y se dirigió á Carrera, pidiéndole suspendiese
toda hostilidad. Éste, concedió un armisticio de cuatro
días. Pero como el objeto de Gronzález era burlar á su
enemigo, retirándose con todo su ejército y equipo á la
ciudad de San Salvador, donde podría defenderse con
probabilidades de éxito, al ser sorprendida la estrata-
gema Carrera dispuso el ataque á la ciudad de Santa
Ana, y el 3 de julio á las 8 a. m., se avistaron las tropas
combatientes. Inmediatamente se rompieron los fuegos
por una y otra pai;te y la lucha se hizo general y reñidí-
sima; la acción se continuó hasta en la noche, no obstante
la caída de una fuerte lluvia, y los fuegos no se suspen-
dieron en las casas y trincheras sino hasta las 3 a. m. del
siguiente día, hora en que el coronel don Grregorio Solares,
con los batallones de Amatitlán y de Jutiapa, asaltó
temerariamente la fortificación del Carmen. Este fué
un golpe decisivo: el enemigo, que no esperaba tal hecho,
huyó despavorido, dejando muchos muertos, más de cien
heridos y gran número de prisionero t?:, así como abun-
dantes pertrechos de guerra y dos banderas con las
armas del Salvador. Las tropas guatemaltecas tuvieron
también pérdidas sensibles y considerables; pero la victo-
ria premió sus esfuerzos. Dignos de mencionarse, por su
valor y arrojo, fueron casi todos los que tomaron parte
en aquella acción, ya soldados, oficiales ó jefes, pero
entre estos últimos merecen especial recuerdo: Carrera,
quien era un valiente á toda prueba; Cruz (don Serapio),
quien con la reserva estaba siempre en los lugares de
mayor peligro; y Solares (don Gregorio), héroe de la
— 169 —
toma del Carmen. Zavala, uo concurrió á la acción por
estar en Sonsonate, como ya sabemos.
632. — Después del triunfo de Santa Ana ya no encon-
tró Carrera ninguna oposición para el logro de sus fiaes,
y todos sus trabajos tendieron á ello. Valiéndose de la
fuerza hizo que todos los Ayuntamientos de los pueblos
levantaran actas desconociendo á Barrios y proclamando
Presidente al licenciado don Francisco Dueñas, conser-
vador amigo suyo, y á quien ya conocemos, porque es el
mismo que el 5J hizo traición al liberal Vasconcelos.
Dueñas, como era natural, aceptó el poder que le daban,
y el 10 del mismo julio, en la ciudad de Santa Ana, se
hizo cargo de él, prestando el juramento respectivo ante
un grupo de vecinos, entre los que figuraban un buen
número de curas y de desterrados políticos, todos enemi-
gos de Barrios.
633. — A continuación de este suceso, que manifes-
taba el entronizamiento del conservatismo en el Salvador,
deseo que siempre había agitado al espíritu retrógrado de
Carrera, éste, incansable en lo tocante al completo exter-
minio de la administración de Barrios, marchó á la ciudad
de San Salvador, donde tal mandatario se había atrin-
cherado con las escasas pero animosas fuerzas que le
habían seguido fieles. Les puso sitio y al cabo de reñidísi-
mos combates, librados sin cesar, comprendiendo Barrios
que ya le era imposible toda resistencia, resolvió hacer
una salida, y el 26 de octubre la verificó, embarcándose
después ocultamente en el puerto de la Unión.
634. — Así terminó el gobierno de ese malogrado
patriota y coronó sus aspiraciones el despótico gober-
nante guatemalteco.
170
LECCIÓN VIGESIMATERCERA.
Manifestaciones en honor de Carrera. — Viaje de éste á Sonsonate. — Nuevas
atenciones que recibió. — Circular del 12 de octubre. — Enfermedad y
muerte de Carrera. — Aycinena en el poder. — Sus primeros acuerdos.
Suntuosos funerales de Carrera. — Un manifiesto y un decreto.
635. — Al regreso de Carrera no hubo manifestación que no se le hiciera
por el éxito que había alcanyaado, y la Cámara de Representantes expidió á
mediados de enero de 1864 un decreto dándole un voto de gracias á nombre de
ia Nación, por los importantes servicios que, decía, había prestado á Gua-
temala y á todo Centro-América en la g-uerra del año anterior, y disponiendo
además que se levantara su estatua en la plaza de la Victoria, hoy de la
Concordia.
636. — Igual regocijo animaba á los conservadores del Salvador, quienes,
para honrar á Carrera y probarle su agradecimiento, organizaron una fiesta
en Sonsonate. Carrera aceptó la invitación, que á nombre de los vecinos de
esa ciudad se le hizo, y se embarcó para allá el 24 de enero, regresando á
Guatemala hasta el 9 del mes siguiente. En Sonsonate estuvo también Due-
ñas, y ambos gobernantes recibieron todo género de obsequios.
637. — En seguida, ocuparon la atención de Carrera los jesuítas, las
fiestas religiosas y las condecoraciones, hasta el 12 de octubre en que, por el
Ministerio de Relaciones, expidió una circular á los Gobiernos de Centro-
América, Repúblicas del Sur y Estados Unidos, rechazando por ella, como
calumniosa, la imputación que atribuía á su gobierno el propósito de anexar
la República al Imperio Mexicano. Y si bien es cierto que acerca de tales
propósitos no existe ninguna prueba incontestable qne la confirme, sí hay
innumerables que dan lugar á fundadas presunciones; tales son, entre otras:
el apoyo material que en hombres, armas y dinero, dio al militar mexicano
Juan Ortega, encargado de someter al Imperio los Estados de Chiapas y
Tabasco; las muchas alabanzas que por la "Gaceta" se prodigaron á los
príncipes intrusos y la dureza con que el mismo órgano trataba á los libera-
les que, cumpliendo con su deber, procuraban arrojarlos del suelo que
injustamente querían apropiarse.
638. — En los primeros días de marzo de 1865 la salud
de Carrera se encontraba en muy mal estado. En febrero
hizo un viaje de recreo á Escuintla, y desde su regreso
comenzó á sentirse indispuesto, lo cual dio lugar á mu-
chos comentarios; los progresos del mal se acentuaron
cada vez más, y en abril adquirió todo su desarrollo,
hasta que el 14, Viernes Santo, a las 9 y 30 a. m. dejó
de existir, después de cuarenta días de penosa enfermedad.
639. — Inmediatamente, conforme con lo dispuesto
en el Acta Constitutiva de la República, se hizo cargo
del Gobierno el Ministro más antiguo, que lo era el de
Relaciones, don Pedro de Aycinena. Uno de sus pri-
— 171 -
meros acuerdos fué el que fijaba el día en que debían
verificarse los funerales del difunto presidente y los ho-
nores postumos que se le habían de tributar. Éstos
fueron espléndidos. Después de embalsamado el cadáver
y vestido con gran atavío, fué expuesto en uno de los
principales salones de la casa, erigido en capilla ardiente;
el 17 fueron las exequias en la Catedral, como nunca se
habían visto en Guatemala: todas las fuerzas desfilaron
á las órdenes de Zavala, el luto más riguroso se manifestó
por parte del elemento oficial y los restos se depositaron
en las bóvedas del templo. ¡El partido conservador se
había quedado sin su brazo fuerte, sin la valiente figura
que por tanto tiempo le sostuviera en el poder: su estre-
lla comenzaba á declinar.
640. — En seguida, Aycinena publicó un manifiesto y
un decreto: por el primero excitaba á todos á la conserva-
ción del orden y tranquilidad de la República, así como
al respeto de la Constitución y demás leyes; y por el
segundo, convocaba á la Cámara de Representantes, para
que, constituyéndose en Asamblea General, según lo
prevenía el Acta Constitutiva, procediese á la elección
de Presidente.
LECCIÓN VIGESIMACÜAETA.
Se reúne la Cámara de Representantes. — Asamblea Genera*. — Elección de
Cerna. — Toma posesión del mando. — Continúa el Ministerio de Carrera. *
Se cambia la leyenda de la moneda. — Visita á los Departamentos.
Consecuencias de ella. — Algunos distritos son elevados á la
categoría de departamentos. — Dos acuerdos importantes.
641. — La Cámara de Representantes se reunió el día
1? de mayo y abrió sus sesiones dando lect-ura al Mensaje
que le envió Aycinena como encargado del Gobierno.
Después, le dio respuesta y dispuso se citara á los funcio-
narios que debían ocurrir á la Asamblea Greneral que
haría la elección de nuevo Presidente.
6i2. — Ésta se instaló el día 3, con asistencia de los
diputados, del Arzobispo, los vocales del Consejo de
— 172
Estado, y los individuos del Tribunal Superior y de la
Corte de Apelaciones. A continuación de los discursos
relativos se procedió
á la votación por me-
dio de cédulas cerra-
das. El resultado,
como ya se esperaba,
favoreció al mariscal
de campo don Vicen-
te Cerna, conserva-
dor, que había sido
muy amigo de Garre
ra, quien lo estimaba
por su valor y honra-
dez, únicas cualida-
des que le adornaban,
pues no tenía ni ta-
lento, ni instrucción,
ni amor por el ade-
lanto. Su cargo du-
raría cuatro años.
Mariscal D. Vicente Cerna
643. — Pero Cerna no
estaba en la Capital, sino
en Chiquimula, á donde se
dirig-ió una comisión á participarle su alto nombramiento, y á rogarle que
inmediatamente se encaminara á Guatemala, para hacerse cargo del gobier-
no. Como aceptó, así lo hizo; y el domingo 21 de mayo, entró en medio de las
demostraciones oficiales en su honor dispuestas, prestando el juramento
respectivo en manos del Arzobispo, el día 24, ante numeroso concurso de gente,
entre las cuales se murmuraba que Carrera antes de morir había ordenado
la elección de su sucesor. ¡Ultima prueba, en caso de ser cierta, de su om-
nímodo poder!
644. — Ninguna variación hizo Cerna al tomar el mando, y resuelto á
continuar en todo la marcha de su antecesor, dejó en sus puestos á los Mi-
nistros Aycinena, Cerezo 3'' Echeverría, quienes, aunque muy honrados, carecían
del entusiasmo necesario para promover adelantos.
645. — El 7 de febrero de 1866 dio Cerna un decreto por el cual disponía
que se cambiase la leyenda de la moneda, substituyendo la palabra "Presi-
dente" que se leía en la frase que cubría el exergo del reverso, con la de
**fundador, " quedando en todo lo demás vigente el decreto de 6 de abril de
1857, que había creado su tipo; y el 8, salió con rumbo á Occidente á practi-
car una visita departamental, que por proclama de la misma fecha anunció
á. los pueblos, pidiéndoles que le indicaran los males que fuera necesario
remediar, así como los bienes que le fuera posible hacer.
— 17:i —
446. — En todos los lugares donde tocó fué perfectamente recibido por los
elementos oficiales, (civil y eclesiástico), que dictaron en su honor las medi-
das conducentes: banquetes y otras fiestas estuvieron á la orden del día, así
como solemnes funciones relig-iosas. Ahora bien, las mejoras iniciadas según
las actas de los Corregidores, fueron: la construcción de una iglesia en
Totonicapán; la reparación de caminos, y el auxilio á los hospitales de la
Antigua y Quezalteníingo. En lo tocante á las escuelas se dijo: que en lo
general estaban bien, y que por aquellas que andaban mal se haría lo con-
veniente; mas, nada se hizo; y eso que si los demás ramos de la íidministración
andaban mal, éste estaba completamente abandonado; pues en el territorio
de San Marcos sólo había 22 escuelas de ambos sexos, y en el departamento
de Totonicapán, el más poblado de la República, apenas concurrían á las
pocas existentes 311 alumnos, que recibían como enseñanza la prescripta p(»r
los exiguos programas de la ya varias veces nombrada Ley de Pavón.
647. — Después de las visitas, tomando en consideración la solicitud que
hizo la municipalidad de San Marcos para que el distrito de ese mombre fuese
elevado á la categoría de departamento, y atendiendo á que la designación
de distrito que llevaban algunas de las divisiones territoriales de la Repú-
blica, tuvo su origen en un sistema que ya no existía, y asimismo á que el
régimen político era entonces, así como el militar, judicial y económico,
uniforme en la República, el Presidente acordó el 8 de mayo (1866) en uso
de las facultades que le daba el decreto de 9 de septiembre de 1839, que á los
territorios de San Marcos, Peten, Izabal y Amatitlán, que tenían esa deno-
minación, se les diera en lo sucesivo la de departamentos, con autoridades
convenientes á tal rango político.
648. —Pero si la disjwsición anterior tenía su importancia respecto á la
organización interior del país, no redundaba en provecho del público; así,
consideremos dos acuerdos, de fecha 31 de mayo y 1" de junio respectivamente,
que á tal fin tendían: el uno, dispone la reorganización del correo, que se
debía mejorar cobrando la mitad de los precios hasta entonces corrientes,
introduciendo el servicio de sellos, etc. ; y el otro, la rescisión del contrato que
se celebró en Londres con Mr. Greenhill el año 1862, para kt construcción de
dos muelles en la costa de Suchitepéquez, concediendo privilegio exclusivo,
para la erección de uno en San José, á don Pío Benito, quien sacó al efecto
buen número de ventajas que el Gobierno se vio obligado á darle, teniendo
en cuenta la transcendencia de la obra. <Í0
LECCIÓN TIGESIMAQÜINTA.
Muerte del arzobispo García Peláez. — ^Rebelión del mariscal don Serapio
Cruz.— Sus resultados. — Intentona de don Justo Rufmo Barrios. — Renta
del papel sellado.— Concesión para construir un ferrocarril entre Escuintla y
San José.— Entrada del nuevo arzobispo don Bernardo Pinol y Aycinena.
Otro movimiento revolucionario acaudillado por Barrios. — Terrible
incendio en Izabal. — Muerte de don Antonio José de Irizarri.
Inauguración del muelle de San José. ,^
649.— El 25 de enero de 1867 falleció el limo, señor
Arzobispo, doctor don Francisco de Paula García Peláez
Fué un hombre humilde y de gran mérito por su ilustra-
- 174 -
ción y virtudes. Escribió una obra sobre historia de
Centro- América, intitulada: ''Memorias para la Historia
del Antiguo Reino de Guatemala," y en la sociedad era
generalmente muy estimado; por consecuencia, su muer-
te causó gran pena. Con motivo de ella, el Presidente,
dando muestras de la estrecha unión que había entre la
Iglesia y el Estado, dispuso: que durante los días 25, 26
y 27, todos los funcionarios públicos llevaran luto y que
se hicieran al cadáver los honores militares prevenidos
por la Ordenanza del Ejército.
650. — En los primeros días de febrero la paz de que
había gozado la nación, durante mucho tiempo, gracias
al terror, se alteró. El patriota general don Serapio
Cruz, alegando desmanes de algunos Ministros, la inep-
titud del Presidente Cerna y el triste estado del país, al
frente de un grupo de valientes se alzó en la jurisdicción
de Sanarate, aunque sin un plan político preconcebido,
desconociendo al Gobierno, el cual, temeroso de que la
insurrección tomara incremento, envió inmediatamente
á atacarla al general don Gregorio Solares. Cruz, espe-
ranzado en Los Altos, tomó el rumbo de Quezaltenango,
pero no halló apoyo alguno, y perseguido de cerca se
internó por las montañas de la Verapaz. Al fin, una
mpartida de su ejército se desbandó y la otra se acogió á
un indulto, por lo que el 8 de marzo él mismo se presen-
. tó, después de haber obtenido se le concediera pasar como
deportado al Salvador, bajo el compromiso solemne de
no volver al país sin permiso del Gobierno y de no inten-
tar turbar la paz pública directa ni indirectamente.
651. — El movimiento iniciado por Cruz fué el g-ermen de la gran revolu-
ción que triunfó el 71. Después de él, muchos ciudadanos, atentos á las
vejaciones que sufrían, sólo esperaban un momento propicio para lanzarse á
la lucha, y hacían íie vez en cuando intentonas como la de San Marcos, ocu-
rrida el 3 de agrosto del mismo año y acaudillada por don Francisco Cruz y
don Justo Rufino Barrios, quienes, si bien es cierto que no obtuvieron ning-ún
resultado favorable y aún unos de sus compañeros fueron ejecutados y otros
reconcentrados á petición del de acá por el Gobierno de Chiapas, prepararon
el campo donde más tarde recogerían opimos frutos.
.>
I
— 175 —
652. — El Gobierno estaba pobre y para aumentar
sus ingresos creó por decreto de 30 de noviembre la ren-
ta del papel sellado, que sería desde medio real hasta tres
pesos, para documentos que representaran valores desde
cinco pesos hasta seis mil. Después, sin otras disposi-
ciones de público interés, cerró la Cámara de Represen-
tantes sus sesiones el 31 de enero de 1868,
653. — El 4 de febrero se concedió á don Manuel García Granados la
autorización necesaria para construir un ferrocarril entre la villa de Escuin-
tla y el puerto de San José, bajo el concepto que durante 99 años, contados
desde la misma fecha, dicha Ifnea g-ozaría del privileg-io exclusivo de servir
de comunicación directa de su clase entre la capital de la República y el
mencionado puerto, lo cual constituía una medida económica perjudicial á loa
propietarios y transeúntes, pues tal proteccionismo hacía imposible el estable-
cimiento de otras vías de igual naturaleza, y mucho menos, dadas otras condi-
ciones favorables al concesionario.
654. — Las cuestiones de iglesia seguían en auge y los clérigos gozaban
de todas las preeminencias que obtuvieron en sus mejores tiempos con Carrera;
así pues, no es de extrañar que el día 1^ de marzo al hacer su entrada solem-
ne y toma de p>osesión el nuevo arzobispo de Guatemala doctor don Bernardo
Pinol y Aycinena, se le prodigaran las más expresivas demostraciones de
bienvenida, por parte del Cabildo eclesiástico y de la Municipalidad, que
cooperó |X)r cuantos medios tuvo á su alcance para el mayor lucimiento de las
festividades, tanto que en masa ^e dirigió hasta la garita de Buenavista,
donde recibió á su Ilustrísima, dirigiéndole el discurso de salude el regidor
decano don Pedro Sánchez, quien funcionaba accidentalmente de Corregidor.
655. — Pero, como no todos se conformaban con misas solemnes, rezos y
sermones, sino que algunos soñaban con la libertad, un puñado de patriotas
acaudillados íK)r don Justo Rufino Barrios, sorprendió en Malacatán, pueblo
distante dos leguas de la frontera mexicana, al coronel don Camilo de BatUe,
quien al cabo logró el triunfo, porque las huestes de Barrios se retiraron con
él á su hacienda de "El Malacate." De allí, perseguido muy de cerca, pasó
al pueblo de San Pablo, á donde llegó el 24 (marzo), redujo á prisión á los
individuos de la Municipalidad y se retiró tranquilamente tomando el rumbo
del pueblo de Tajumulco.
656. — Todo parecía conjurarse contra el Gobierno de Cerna: un terrible
incendio asoló el 16 de abril á la población de Izabal, quemándose cincuenta y
tres casas, entre las que se contaron la Aduana, la Iglesia, la Casa Parroquial,
la Escuela y la Galera del Mercado, habiendo habido algunas víctimas
personales y quedado en la más espantosa miseria multitud de infelices que
vieron todo cuanto tenían destruido por el voraz elemento; y el 10 de junio
falleció en su residencia de Brooklyn el señor don Antonio José de Irizarri,
Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Guatemala y del
Salvador en los Estados Unidos. Este, sobre todo, fué un golpe triste para el
Presidente y los suyos; pues el señor Irizarri era uno de los más conspicuos
jefes del partido conservador é implacable enemigo de los liberales. Figuró
siempre en primera línea como diplomático, y como literato nada dejó que
desear, siendo además de prominente escritor un hablista consumado. (XXIII) .
- 176 —
657. — El 18 de julio de 1868 tuvo lugar un aconteci-
miento digno de ser consignado, porque mejoró en mucho
el estado del comercio nacional: tal fué la inauguración
del muelle de San José. Se estrenó desembarcando
alguna carga del bergantín inglés " Julie," y una salva de
artillería saludó el atraque feliz de las lanchas. Concu-
rrieron á tal acto el señor Benito, director de la " Com-
pañía de los muelles," y algunos accionistas, y es de
llamar la atención que el Presidente no fuese á ella
cuando no dejaba de asistir á la de la más insignificante
iglesia. _____________
LECCIÓN VIGÉSIMASEXTA.
El año de 1869. — Decreto del 8 de enero. — Estado general de los áninnos.
El diputado don Miguel García Granados. — El candidato popular, mariscal
don Víctor Zavala. — Inauguración de la Asamblea Geneí-al. — Candidato
del Ministerio. — La elección. — Triunfo de Cerna. — Vítores á Zavala.
Triste suceso. — Manifiesto de Cerna. — Don Serapio Cruz otra
vez al frente de la Revolución.
658 — Entró el año 1869 que había de ser fecundo en
acontecimientos de transcendental importancia, porque
durante él tuvo su origen la gran Revolución que 8e ha
llamado de Refobma.
659. — El período de Cerna tocaba á su fin (terminaría
el 23 de mayo de 1869) y él, con su carácter de Presidente,
dio un decreto el 8 de enero, manifestándolo así é indi-
cando que, por consecuencia, se convocara á la Asamblea
General para que el 17 del propio mes se reuniera para
elegir á su sucesor, cuya administración duraría hasta el
31 de diciembre del 72.
660. — Los ánimos se encontraban divididos: el par-
tido liberal que por tanto tiempo había permanecido
indiferente, casi muerto, volvió a dar señales de vida y
sacudió con energía el letargo en que se hallaba. La
inveterada inercia de los Ministros, los incalificables
atropellos de algunos Corregidores, las innumerables
violaciones á la ley, toleradas y muchas ocasiones verfi-
cadas por el mismo Cerna, sublevaron el espíritu recto
— 177 ->
y levantado del liberal diputado don Miguel García
Granados, y con arrojo inconcebible denunció repetidas
veces ante la Asamblea tales arbitrariedades. El odio
de los que estaban en el poder pesó sobre él; pero la
juventud, ávida de libertad, deseosa de un cambio que
mejorase el estado porque atravesaba el país, se afilió á
su partido, aplaudió sus ideas, y aclamó para su candidato
al mariscal don Víctor Zavala, popular entre los militares
y de reconocidos méritos, que ya hemos considerado.
661. — Bajo tal estado de cosas se inauguró la Asam-
blea General. El candidato del Ministerio se sabía que
era Cerna, á quien se pretendía reelegir; pero, no obstante,
se abrigaban esperanzas. Un numeroso concurso de
personas de todas clases ocupó el edificio, y, entre vivas
y aclamaciones al general Zavala, se procedió á la elección
conforme al Reglamento respectivo, dado unos días antes.
El resultado fué el más triste para el partido liberal: el
coDservatismo obtuvo el triunfo: Cerna sacó la mayoría
absoluta de 31 votos, teniendo 21 Zavala, 3 don Luis
Molina, 1 don Pedro de Aycinena y 1 don Manuel
Echeverría. Por tal motivo, el Presidente de la Asamblea,
don Juan Matheu, hizo la correspondiente declaración
en favor del mariscal de campo don Vicente Cerna, que
se vio reelecto cual lo deseaba.
662. — Después del acto, los grupos zavalistas , no satisfechos, sig-uieron
aclamando á su candidato y se dirigieron á su casa: él procuró calmarlos y
disuadirlos; pero la excitación era inmensa y continuaron en su paseo por las
calles, gritando siempre ¡ viva Zavala I Ya de noche, la policía les tendió una
celada y en la plaza del Teatro hicieron fuego sobre ellos. Varios fueron
heridos y muerto el inteligente abogado don Luis Rubio, quien era uno de los
más valientes y entusiastas. *' ¡ El pacto con la libertad estaba sellado con
sangre I "
663. — Al día siguiente, Cerna lanzó un manifiesto
dando las muestras de su aprecio y agradecimiento á los
pueblos por la confianza que le dispensaban reeligiéndolo
Presidente, cuando en realidad, sólo eran unos cuantos
interesados los que lo habían hecho, sin ser, en manera
alguna, el eco de la voluntad popular, que, bien lejos de
— 178 —
estar de sn lado, le era hostil, y no tardó en manifestarse
así bajo la forma de una revolución.
664.— Don Serapio Cruz, patriota de pura sangre,
no podía ver co*q indiferencia los sucesos que afligían al
país, y concibió en su ostracismo la idea de tornar á él
para redimirlo, aunque fuera á costa de su sangre. Al
proyecto siguió su realización, y pasó á radicarse á
Chiapas, después de haber vivido, indistintamente, en el
Salvador, Honduras y Nicaragua. Se estableció en Comi-
tán, y se preparó para invadir el territorio: la reelección
de Cerna era un motivo más que justificable para ello, y
el 16 de marzo sorprendió la plaza de Nentón, dando
comienzo á un nuevo movimiento revolucionario que le
había de conducir á un triste fin.
LECCIOX VIGESIMASEPTIMA.
Don Justo Rufino Barrios secunda el movimiento de Cruz. — Refriega de
Aguazarca. — Apuraciones del Gobierno. — Empréstito de la casa Thompson,
Bonar y Compañía, de Londres. — Decreto del 8 de mayo de 1869,
Resultados de la amnistía. — Es sorprendido Cruz en Chibul, y
derrotado Se retira á Chiapas. — Toma por segunda vez posesión
del Gobierno el mariscal Cerna.— Vuelve don Serapio Cruz á
invadir el país. — Vicente Méndez Cruz.
665. — Pero Cruz no estaba solo: el infatigable don
Justo Rufino Barrios, al saber su movimiento, se puso
también sobre las armas y por la frontera de Soconusco
entró al país el 24: de marzo. Pretendió unírsele y pasó
al departamento de Huehuetenango; pero, sin elementos
para hacer una fuerte resistencia, se vio obligado á
internarse de nuevo en Chiapas, perseguido por el coro-
nel Batlle, Corregidor de San Marcos.
666. — No tardó en aparecer de nuevo, y en la hacienda
de Aguazarca hizo con su acostumbrado valor frente á
las tropas del gobierno, que, muy superiores en armas y
en número, lo derrotaron, mas no sin sufrir grandes
pérdidas. Escapa por otra vez y continúa, como antes,
en su asedio, para distraer por dos partes la atención de
los sostenedores del Gobierno efctablecido.
— 179 —
667 — Este, se encontraba apurado, no por la falta de recursos sino por la
de simpatías, pues á la mayor parte de los habitante-- ya les era antipático.
Y decimos que no por falta de recursos, porque, aunque en días anteriores la
penuria más grande le afligía y ya no halliba mant-ra d¿ arbitrarse lo nece-
sario para cubrir sus más urgentes compromisos, en marzo 30 (1869) don Enrique
Palacios firmó un contrato con la casa Thompson, Bonar y Compañía, de
LfOndres, por el cual negociaba sobre la base de 65^ neto, el empréstito que
autorizó la Asamblea en enero de 1863; con lo que, después de salvar muchas
dificultades, pudo tener todavía, por algunos meses, un sobrante.
668. — Pero si las ;^^00 000 quinientas mil libras suministradas por
Thompson daban cierto desahogo pecuniario no proporcionaban paz, pues día
á día se hacía general la insurrección, aliándose gran número de indios al
mariscal Cruz. Por este motivo, el 8 de mayo, Cerna expidió dos decretos:
por el uno suspendía las g-arantías constitucionales, y por el otro-declaraba
sin efecto el de 5 de marzo de 1867 que permitía á Cruz vivir fuera de la
República y le perdonaba la sedición de febrero de ese año, sujetándolo, por
consecuencia, á refrponsabilidad por ella y por laque en e.sos días acaudillaba.
Asimismo condenaba tomo traidores á todos losque con él y los suvos estuviesen
relacionados y no se presentasen á continuación de ser publicado el decreto que
nos ocupa.
669. — Mas. la amnistía ofrecida no produjo el resultado que el Gobierno
deseaba y Cruz vio robustecerse su.s filas. La montaña era su abrigo y en
ella pensaba fatigar y vencer á las fuerzas gobiernistas que sin cesar lo
perseguían, bien que vvin darle alcance, hasta el 20 de ma3'o que, al mando de
Baille, lo sorprendieron en las cumbres de Chibul y lo vencieron. Cruz, con
una parte de su gente se dirigió á los montes de Nebaj; pero falto de víveres y
municiones pasó la frontera mexicana y se internó en Chiapas.
670. — A los cuatro días de haber obtenido el Gobierno
tan señalado triunfo en Chibul, en la capital tuvo lugar
un acontecimiento de verdadera importancia para los
conservadores: se trataba de la toma de posesión de su
candidato. Era el 24 de mayo. Reunida la Asamblea
General, formada por la Cámara de diputados, el Consejo
de Estado, la Corte de Justi'-ia, el Ayuntamiento, el
Claustro de la Universidad, el Consulado de Comercio y
el Cabildo Metropolitano, el Arzobispo ocupó la silla
presidencial y entró Cerna: se puso de rodillas ante él y
pres-tó el juramento respectivo para oi^upar por segrunda
vez la Primera Magistratura de la Nación. 8e cruzaron
los discursos de costumbre en semejantes actos y en
seguida se dirigieron todos ios concurrentes al Palacio,
donde el Presidente recibió el Gobierno. Después, como
era de esperarse, pasaron á Catedral, donde se cantó un
solemnísimo Te Deiim. Naturalmente, abundaron las
felicitaciones, los banquetes y las fiestas de todas clases.
- 180 -
671. — Entretanto, don Serapio Cruz se proveía en
Chiapas de cuanto le era menester y se organizaba para
volver á invadir el país, no obstante las notas de Ayci-
nena, Ministro de Relaciones, que instaba al Grobernador
de Chiapas para que lo reconcentrase. Listo de todo,
apareció en Chaculá el 5 de julio; por Anielco pasó á
Chajul, de allí á Uspantán y por último á Cubulco, para
levantar la Verapaz. Los indios veían en él á un salva-
dor y muchos se le unieron, siguiéndole á la montaña.
672.-^ Vicente Méndez Cruz, sobrino del Mariscal, secundaba hábil-
mente sus planes por la costa del Pacífico, y excursionaba con arrojo, procu-
rándose armas y municiones. El 25 de septiembre cayó sobre el puerto de
San José, saqueó la Comandancia, y en seg"uida pasó á Escuintla de cuya
plaza fué rechazado.
LECCIÓN yiOESIMAOCTATA.
Buenas medidas del Gobierno. — El nnercado. — Muerte de don Juan de
Francisco Martín. — Inauguración de la Cámara de Representantes. — Mensaje
del Presidente. — Asalto á la plaza de Huehuetenango. — Es rechazado Cruz
y se retira perseguido á las montañas. — Intenta pasar al Oriente. — Es
sorprendido en Falencia el 23 de enero de 187o. — Su muerte.
Acto bárbaro. — Indignación general.— Premios al brigadier
don Antonino Solares.
673. — Y en tanto que Cruz no dejaba sosiego á las
fuerzas del Gobierno, éste dictaba algunas medidas que
son dignas de alabanza. El 28 de agosto comisionó al
doctor don Mariano Ospina para que formara un pro-
yecto de Código Penal y de una Ley de Procedimientos
en materia criminal, pues basta esa fecha las leyes del
país eran las mismas que establecían los antiguos Códi-
gos españoles; y, en seguida, ayudó al Ayuntamiento para
tratar de la erección de un edificio propio para mercado.
674. — En efecto, pronto quedó todo arreglado y los
contratos se firmaron con la Compañía constructora.
El nuevo establecimiento se levantaría en la entonces
plazuela del Sagrario, sitio donde boy se ostenta, y se
llamaría ''Mercado de Cerna." La primera piedra se
puso el domingo 24 de octubre, y es oportuno decir que
i
— 181 —
tan útil mejora merece todo aplauso, pues llena perfec-
tamente el objeto á que se destinó y prueba, en cierto
modo, que no en todo estuvo desacertada aquella, admi-
nistración.
675. — El mismt) <.lí.i, |>ur una fatal coincidencia, en París ocurría un
Huceso luctuoso para el Gobierno y para Guatemala: falleció allá el .señor
don Juan de Francisco Martín, Enviado Extraordinario y Ministro Pleni-
potenciario de Guatemala en los países europeos. Servía ese puesto, sin
retribución alguna, á entera satisfacción del Gobierno, desde el año 1856, y
era hombre de gran im^xirtancia, sobre todo en Colombia, pues fué amig-o y
albacea del gran Bolívar, desempeñó puestos de alta sig-nificación y su
nombre se encuentr.i lig-ado á los g-randes acontecimientos que hiiñ conmovido
á esa Nación, durante su ¡ndep>endencia y después de ella.
676. — El 25 de noviembre se inaug-uró la Cámara de Representantes
con asistencia de 35 diputados. Cerna le envió su Mensaje, y llama la aten-
ción lo corto de aquel documento, muy pobre, ixjr otra parte, en detalles de
importancia, pues se contrae únicamente á relatar el movimiento de Cruz y á
manifestar que en el país había "retroceso en todos los ramos, desolación y
ruina, " y que juzg-aba conveniente que después de practicada la eleción de
los ocho Consejeros de Estado, dejando vig-ente el presupuesto, quedaran
aplazadas las sesiones para el 4 de abril de 1870. Se hizo todo cual lo desea-
ba el Presidente y la Cámara dio por terminados sus trabajos á los pocos días.
677. — Mientras, el mariscal Cruz excursionaba por
Cobán y los pueblos de la Alta Verapaz, donde se hizo
de armas y fondos que quitó á las guarniciones, hasta
las seis de la mañana del 6 de diciembre, que atacó con
sus fuerzas la plaza de Huehuetenango, defendida por
el Corregidor y Comandante General del departamento,
Capitán don Aquilino Gómez Calonge. El asalto fué
reñidísimo: el fuego duró 25 horas, pues hasta el día
siguiente á las 7 de la mañana se retiraron los revolucio-
narios hacia Patio de Bolas, con muchas pérdidas,
entre muertos y heridos, contándose entre los primeros
don Ramón Cruz, hijo de don Serapio, y entre los segun-
dos don Justo Rufino Barrios, que, aguerrido luchador,
no había tenido un solo día de descanso. Durante el
combate más de 90 casas fueron incendiadas, y la ruina
cundió en toda la población; motivo por el cual la ''Gace-
ta" y los "Boletines de la Guerra" se soltaron en insultos
contra Cruz, quien, como él mismo dijo después en una
circular, no los merecía, porque el verdadero culpable de
los desastres de Huehuetenango fué Calonge, que en vez
— 182
de salir al encuentro de los insurrectos, se fortificó en
el recinto de la ciudad. Sin embargo, tal hecho de armas
valió á Calonge su ascenso á teniente coronel de inifante-
ría, un grado á los oficiales y un mes de sueldo á los
sargentos, cabos y soldados.
678. — A continuación tuvo que levantar Cruz su
campo de Patio de Bolas, y tomó el rumbo de los depar-
tamentos de la Baja Verapaz y del Quiche, hasta donde
lo siguió persiguiendo el coronel don José Domingo
Morales* Constante en su propósito procuró rehacerse,
y con rápidos movimientos se aproximó á la Capital, en
los primeros días de enero, evadiendo hábilmente el
encuentro con las fuerzas superiores del Grobieruo.
679. — Su objeto era pasar á las montañas de oriente,
y el día 22 de enero (1870) estaba en la Vega del Tercero,
lugar distante una le-
gua de Falencia, á
donde se -dirigió á las
cuatro de la mañana
del 23. Pero Cerna
recibió oportuno avi-
so de tan audaz ten-
tativa y dispuso que
el brigadier don'An-
tonino Solares salie-
ra a impedir^se] con-
sumara. En efecto,
con 400 hombres de
Santa Rosa salió' de
la capital á las nueve
y media de la noche
del 22, y á marchas
forzadas llegó á las
siete de la mañana á
Falencia, donde las fuerzas de Cruz estaban completa-
mente descuidadas; pues no esperaban ningún ataque, y
diseminadas por la población buscaban víveres para sí y
forraje para los caballos. Así, la sorpresa fué inevitable,
Mariscal D. Serapio Cruz
— 183 —
y aunque los valientes revolucionarios pelearon con
bravura, todo fué inútil y fueron vencidos. Cruz, com-
prendiendo que sólo en la fuga estaba su salvación y
que su deber era buscarla, para poder ser útil á su
Patria, procuró escaparse y se dirigió por el cementerio
hacia el campo; pero la desgracia quiso que cayera en un
barranco y se lastimara gravemente. Allí fué alcanzado
por sus adversarios y luchó defendiéndose como un
I héroe; pero, rendido por sus dolencias, rodó al fin, acri-
r billado de heridas, que le infirieron un sargento y un
soldado.
680. — Después, para que la obra fuera completa, el general vencedor
mandó cortar la cabeza á su víctima y como un glorioso trofeo se la envió á
Cerna; quien, rebajándose hasta un nivel que no tiene nombre, toleró que
fuera paseada por las calles principales de la ciudad, traj^endo á nuevo uso
las olvidadas costumbres del Santo Oficio. En seguida, se expuso al público
en un departamento del hospital, donde tomaron de ella una fotografía, cuyas
copias fueron vendidas á cincuenta centavos cada una.
681. — Naturalmente, muchos individuos del partido conservador, al
contemplar acto tan salvaje, unieron su grito de indignación al prepotente de
los liberales, y el Gobierno, espantado de su obra, tembló de miedo y atribu-
yó el hecho al brigadier Solares. Toda disculpa era inútil, y la más ruda
censura cayó sobre los culpados, principalmente cuando sucesos posteriores
comprobaron lo que ya nadie dudaba: el Gobierno, en vez de poner una pena
al que señaló como autor de aquel atentado de lesa cultura, le premió con el
grado de mariscal, le prodigó todo género de atenciones, y el mismo Presiden-
te le obsequió con un magnífico uniforme que, junto con los despachos que le
acreditaban en su nuevo empleo, se ofreció á llevarlo una comisión que se
llamaba del comercio, pero que no era otra cosa que la representación del más
abyecto servilismo. ¡Lamentables desgracias que prueban tristemente hasta
donde arrastran al hombre los odios de partido!
LECCIÓN VIGESIMANOYENA.
Persecuciones. — Prisión de varias persones notables.— Concesión del Gobierno.
Don Miguel García Granados en la Legación Británica.— Sale para México.
Error de Cerna. — Idea de los patriotas desterrados. — García Granados en
relaciones con Juárez y Lerdo. — Llega á Connitán. — Ardides de la
"Gaceta." — Triunfo moral de los liberales. — Muerte del
mariscal don Antonino Solares.
682. — Los restos de las desbandadas fuerzas de Cruz
fueron perseguidos con crueldad por los coroneles Mora-
les y Barrientos, y una serie de ejecuciones puso el
- 184 —
espanto en todas partes, porque sólo bastaba que de
alguien se sospechase infidencia para que fuera conducido
al suplicio, pues los papeles que en Falencia se tomaron
al mariscal Cruz revelaron lo ramificado que estaba el
movimiento que encabezaba, y el Grobierno dispuso
ahogarlo á toda costa.
683. — En la capital los complicados eran muchos y
se contaban entre ellos personas de importancia, como
don Miguel Grarcía Granados, don José María Samayoa,
don Manuel Larra ve y los generales don Grregorio Solares
y Villalobos. Se libró orden de arresto contra ellos y se
les encerró en el castillo de San José; excepto á Solares
que se escapó y á García Granados que halló asilo en la
Legación Británica.
684. — Los amig-os de los disting-uidos presos y perseguidos lograron
de la administración alguna benignidad, y el 13 de febrero expidió Cerna,
por el Ministerio de la Guerra, un acuerdo por el cual disponía fueran expul-
sados del país los ya nombrados patriotas, quienes antes de salir tenían que
afianzarse, empeñar su palabra de no volver al territorio nacional sin permiso,
y de no intentar, otra vez, turbar la paz. Así se hizo: Samayoa depositó
$20,000, veinte mil pesos; Larrave $10,000, diez mil; y Villalobos $1,000, mil;
y el 16 salieron de las prisiones para ir á embarcarse al puerto.
685. — Don Miguel García Granados ya hemos dicho que estaba en la
Legación Británica. Esto dio lugar á que se cruzaran entre el departamento
de Relaciones Exteriores y Mr. Edwin Corbett, Encargado de aquella, agrias
contestaciones. (Notas del 14, 15 y 17 de febrero.) Entonces se convino que
también saliera del país el notable liberal, y, con previa ñanza de $10,000,
diez mil pesos, el 18 salió con dirección á México, porque no podía residir en
Centro- América.
686.— Con tales actos, Cerna se creyó seguro y con los
suyos se entregó á la celebración de su triunfo; sin consi-
derar, que si los hombres desaparecen las ideas quedan en
pie y más ó menos tarde fructifican. En este caso hom-
bres é ideas vivían: las unas preparaban el terreno en que
se debía cosechar, los otros se disponían, comiendo el
amargo pan del destierro, á recoger el fruto apetecido.
¡Luchar, luchar sin descanso para derrocar al tirano fué
su lema desde que abandonaron las playas del suelo que
los vio nacer!
687. — García Grranados, aunque anciano, no era
hombre que se dejara abatir por la desgracia, y se fué á
— 185 ~
México. *'Allí se puso en relación con los señores Juárez
y Lerdo de Tejada, los hombres civiles más notables
de la Reforma y de la Revolución en aquel país. Se
entendieron seguramente, porque á mediados del año de
70 ya se encontraba el tribuno en Comitán, á donde llegó
á tiempo para alentar á los patriotas divididos, desgracia-
damente, entre sí, pobres, y no sobrados de esperanzas.
No tardó mucho tiempo sin que llegasen unos cuantos
Rémingtons y fusiles Henry, que por encargo del Jefe
pasó don Francisco Andreu á comprar al Norte. Barrios
y la mayor parte de la falange se unieron á García
Granados y le reconocieron por Jefe, comprendiendo
patrióticamente que, si ellos representaban la fuerza y la
audacia, en el anciano estaba el prestigio, la experiencia
que da la edad y el renombre conquistado en veinte años
de una lucha tenaz contra la tiranía." (*)
688.— El Gobierno de Cerna se extremeció de terror
al conocer los hechos relatados y acudió á todos los
medios posibles para desacreditar á sus autores. La
'*Gaceta" dio la noticia con fecha 4 de agrosto (1870) en un artículo duro,
insultante, escrito con profundo despecho, en el cual llamaba traidores á
García Granados y á Barrios, les acusaba de reclutar elementos extraños
para invadir el país, y para presentarlos aún más dignos del desprecio
justificaba la conducta del mariscal Cruz, quien poco antes, todavía después
de su muerte, había sido el blanco de sus iras y encono. El ardid, pues, fué
conocido, y nadie, si no eran unos cuantos del conservatismo, le hicieron
caso, y mucho menos, cuando en "La Semana," periódico semi-oñcial,
apareció un remitido de García Granados por el que rebatía tales asertos y
explicaba los móviles de su conducta, así como los atentados de que había
sido víctima.
689. — El partido liberal se encumbraba; el g-obierno teocrático-militar,
que desde hacía treinta años venía imperando, estaba para derrumbarse:
todos los círculos sociales simpatizaban con el movimiento revolucionario
próximo á estallar, y el oficial agotaba el bocabulario de la difamación y la
calumnia, para manchar la reputación de los patriotas que, en bien del país,
se disponían á inmolarse. (XXIV).
690.— Pero el Destino se había ensañado contra Cerna, y de tan duro
modo, que no sólo permitía que contra él se rebelasen los valientes cansados
de su despotismo, sino que le arrebataba á su brazo fuerte, á su héroe del 23
de enero, al mariscal don Antonino Solares, que purgó su horrendo crimen
(*) Ramón A. Salazak.— "Recuerdos de mi Juventud. "—Capítulo
XXIX. — Páginas 201 y siguiente.
- 186 -
terminando su existencia de la manera más aciag-a: vivía en Santa Rosa, y
asoleando una cantidad de pólvora pereció' entre ella al efecto de formidable
explosión, ocurrida en uno de los úlimos días del mes de octubre de aquel año
de 1870.
LECCIÓN TRIGÉSIMA.
Ideales de los revolucionarlos. — Reunión en la hacienda de "El Puente."
Llegada á Tacana — Primer triunfo. — Continúan la marcha. — Manifiesto
del 8 de mayo. — Las fuerzas del Gobierno. — Arribo á Retalhuleu.
Sangriento combate en esta plaza. — Incendio — Batalla de Laguna
Seca. — Ingreso de las fuerzas revolucionarias á la Antigua.
691. — Igualdad, Libertad y Progreso, era el sueño
dorado de los que allende la frontera mexicana se prepa-
raban para invadir el suelo guatemaltoco, convertido en
feudo de unos cuantos, que ahogaban al pueblo, sumido
en la más profunda abyección, á causa de tantos años de
carencia de escuelas y de prensa libre y de la existencia
de duro vasallaje. Sa misión era heroica, grande, cual
es siempre la que tiende á redimir, á destruir el mal y á
hacer que resplandezca la verdad: la senda que iban reco-
rrer estaba sembrada de espinas, pero á su fin se hallaba el
pináculo de la gloria; si alguno perecía en la demanda
no les importaba: los vapores de su sangre serían veneno
y sombra para el enemigo; savia vivificante y luz que á
los patriotas guiara á la victoria.
692. —La hacienda de "El Puente," jurisdicción de
Comitán, fué el centro de reunión de los valientes que
vendrían á dar á Guatemala otro género de vida que el
triste que hasta entonces había tenido. El 17 de marzo
de 1871 todos estaban allí, teniendo á la cabeza al coronel
graduado don Justo Rufino Barrios. Eran por todos 29,
si se agregan el general don Miguel García Granados y
sus dos ayudantes; pero cada uno de ellos valía por una
legión: cómo que no les impulsaba otro móvil que no
fuera el de conquistar la dicha de su patria. (XXV).
693.— A fines de marzo emprendieron la marcha; toca-
ron en varios puntos insignificantes y el 2 de abril llegaron
á Tacana: las heladas cumbres de ese lugar tendrían la
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— 188 —
gloria de ser las testigos del bautizo con sangre de la
gran epopeya de la emancipación social de Guatemala.
Allí pernoctaron y resolvieron espectar acerca de la
actitud del Gobierno; pero, al día siguiente, cosa de las
cuatro de la tarde, se divisó una columna que marchaba
sobre ellos: era fuerza enemiga constante de 260 hombres,
comandada por el capitán don Antonio Búrbano, que
iba á atacarlos. El coronel Barrios, después de una
pequeña peroración para enardecer los ánimos, dio las
disposiciones convenientes para resistir, y al frente de
su ejército, ya aumentado á 45 combatientes, esperó. A
la media hora se rompieron los fuegos y la lucha fué
terrible, teniendo por resultado la derrota de las fuerzas
defensoras de Cerna. jLa Revolución comenzó á recibir
en sus sienes las coronas de la victoria!
69i. — De Tacana, después de algunas marchas y
contramarchas, la falange libertadora s^ dirigió á San
Marcos, á donde ingresó el 10 de mayo, llevando como
justificante de su honradez y levantados fines, el inmor-
tal Manifiesto de su Jefe, el general García Granados,
notable documento expedido el día 8, y por el cual se
expresan las causales de la Revolución así como sus ten-
dencias, (XXVI). Pasó en seguida á Retalhuleu. Nada
estorbaba su marcha triunfal: las fuerzas del Gobierno
mandadas por Burbano, que estaban en San Pedro Sa-
catepéquez, no se atrevieron á oponérsele, y las que
tenía don Gabriel Cárdenas en Retalhuleu, le dejaron
franca la plaza el 14 del mismo mayo, fecha de su
entrada. Mas, esta última ciudad sería el escenario en
que tendría lugar la más sangrienta tragedia.
695. — Al penetrar los revolucionarios á la población
la Municipalidad les aseguró que no había peligro que
temer; pero Barrios, siempre precabido, tomó posiciones
en las bocacalles, previniendo cualquier evento: pronto
se oyeron detonaciones: el enemigo en número de 650
hombres volvía sobre la plaza, ya reforzado, con el objeto
de recuperarla. Trábase entonces el combate más reñido
que tuvo la Revolución, representada ese día por solo
— 189 -
200 personas; se pelea cuerpo á cuerpo, y después de
dos horas de titánica lucha los representantes del Go-
bierno se vieron vencidos. Los libertadores quedaron
dueños de la ciudad; pero hubieron de ver el triste es-
pectáculo que ofrecía devorada por las llamas, pues
momentos después de terminada la acción '^se declaró
en los suburbios un incendio de propiedades que privó
de sus hogares á más de 320 familias indígenas, sin que
se pudiera gveriguar si aquello fué promovido por las
fuerzas contendientes deliberadamente ó efecto de un
accidente fortuito."
696. — El mismo día 14 á las seis de la tarde desocu-
paron las fuerzas revolucionarias á Retalhuleu y se
dirigieron á San Sebastián; allí pernoctaron, y después
continuaron su expedición, pasando por Cuyotenango,
Mazatenango y otros lugares, hasta el 29 de mayo que
acamparon en^el lugar llamado Laguna Seca, para
esperar al enemigo, que en número de 900 hombres, con
Calón ge á su frente, les atacó á las nueve de la mañana
Los revolucionarios no eran más que 300, pero animados
por los buenos resultados que hasta entonces habían
tenido, así como por la nobleza de la causa que defendían,
pelearon con sin igual bravura, y palmo á palmo con-
quistaron la victoria, obligando á los conservadores á
salir en precipitada fuga: dejando abandonados, parque,
muías, armas y otros pertrechos.
697. — Las triunfantes huestes de García Granados y
Barrios, después de haber perseguido al enemigo, per-
noctaron ese día en el puente de *'La Garrucha" y al
siguiente tomaron el rumbo de Comalapa, donde fueron
muy bien recibidas, ingresando el 1? de junio á La Anti-
gua. Esta ciudad había sido abandonada por las autori-
dades política, judicial y militar y nadie opuso resistencia;
bien al contrario: cincuenta ciudadanos se agregaron
voluntariamente á las filas an ti gobiernistas, siendo de
citarse el capitán don Juan Viteri y el coronel don
Francisco del Riego.
— 190
LECCIÓN TBIGESIMAPRIMERA.
Acta de Patzicía. — Pronunciamiento de Totonicapam — El ejército liberal en
Quezaltenango. — Acertadas disposiciones del Gobierno Provisional. — Acción
de Tierra Blanca — Retirada de Cerna. — Plan de campaña del Presidente
Provisional. — Las circunstancias lo obligan á cambiarlo. — Orden dada
al general don Gregorio Solares — Batalla de San Lucas. — Arrojo
del general Barrios.— Triunfo completo. — Entrada á la capital.
Consideraciones.
698. — De la Antigua, y ya en número de 500, pasó
aquella pléyade de patriotas el 2 a Zaragos^^ y el 3 á
Patzicía, donde se levantó el acta gloriosa que tomó el
nombre de ese lugar, y por la cual se desconocía al
gobierno de Cerna, se nombraba Presidente Provisional
al general don Miguel Gtarcía Granados, con amplias
facultades para organizar al país bajo las bases de su
Manifiesto del 8 de mayo y para reunir una A.sam-
blea Constituyente que decretara la Carta Funda-
mental. (XX\^II). •
699. — Al día siguiente, 4 de junio, uno después del
Acta de Patzicía, salieron de ese lugar con dirección á
Quezaltenango; el 5 estaban en Totonicapam: el pueblo
simpatizaba con la Revolución y se reunió inmediata-
mente, aí^í como la Municipalidad; se deliberó sobre el
pronunciamiento, y el ciudadano don Gertrudis Enríquez,
lanzó, el primero en el salón de sesiones, el grito de
¡Viva la Libertad!, a que respondió una salva de
fusilería, mandada hacer por el general Barrios, en señal
de regocijo. Nadie mostró descontento, todos acudieron á
afiliarse y hasta el cura párroco firmó el acta de adhesión.
700. — Continuó el Ejército Libertador para Quezal-
tenango, á donde entró el 6, fijó su cuartel general y se
estableció formalmente el Gobierno Provisional, que desde
luego comenzó á expedir decretos de verdadera transcen-
dencia; tales como la habilitación del puerto de Cham-
perico para el comercio de importación y exportación, la
supresión del estancamiento del tabaco y otros.
701. — Las fuerzas que defendían á Quezaltenango lo
abandonaron al saber la aproximación de los revolucio-
- 191 —
narios, no obstante su superioridad numérica; así, hasta
pasados ocho días comenzó á tenerse alguna intranqui-
lidad, porque se supo que Cerna, que había dejado el
poder para ponerse al frente de las tropas que le eran
fieles, estaba en Totonicapam é intentaba dar un golpe
decisivo. Entonces García Granados y Barrios dispu-
sieron salir á su encuentro y se posesionaron del Cochón;
pero como ya tenían cuatro días de estar en ese punto,
sin resultado alguno, avanzaron hasta Tierra Blanca,
que estaba á tiro de cañón de los campamentos eaemiojos.
El 22 de junio comenzaron á disparar los cañones de
Cerna, y á la madrugada del siguiente día el combate se
hizo general. El ejército revolucionario contaba con más
de 800 plazas y el del Gobierno componíase casi de 6,000
que cubrían desde las alturas del Calvario hasta el Agua
Caliente. Cerna intentó cortar el camino real, pero los
liberales impidieron la ejecución de ese movimiento y
lograron con elfc derrotarlo.
702. — Después de la acción, el Presidente Cerna
emprendió su retirada á las tres de la tarde del mismo
día, por el camino carretero, y llegó hasta Chimaltenango
sin que se le desbandase su tropa, gracias al terror que le
inspiraban los indígenas que esparcidos por las cumbres
la hostilizaron en todo el trayecto. García Granados
hubiera querido perseguir seriamente á los derrotados
gobiernistas, pero su victorioso ejercito tenía falta de
cartuchos y sobra de cansancio.
703. — El Presidente Provisional pernoctó el 21 en
Totonicapam y el 27 estaba en Patzicía. Allí supo que
Cerna pensaba fortificarse en Chimaltenango y resolvió
pasar á la Antigua, para así, posesionándose de la cumbre
de Santa Lucía, amenazar á la capital. De este modo
conseguiría que el Jefe conservador fuera á buscarle,
teniendo él la ventaja de haber elegido el sitio con-
veniente para resistir con éxito, ó que marchara á
la capital para defenderla, con lo cual también ganaba,
pues en ella quedaría encerrado, porque, dados los pro-
gresos logrados por el movimiento que encabezaba, no
~ 192 -
tardaría mucho en estar todo el país sobre las armas,
en favor de la Revolución. Pero, al llegar a la villa
de Chico j, recibió noticias de que Cerna estaba en la
Antigua, y cambió inmediatamente la combinación y fué
á pernoctar á Santiago, pueblo distante seis leguas de la
ciudad de Guatemala.
704. — Como el general don Gregorio Solares había ya
ocupado el pueblo de Amatitlán, García Granados le
envió órdenes para que, sin pérdida de tiempo, atacara á
Cerna y lo molestara en su marcha si pretendía, como era
posible, retirarse a Guatemala. El proyecto del General
en Jefe del Ejército Libertador era salirle al encuentro
por el camino de Mixco. Al efecto, en la mañana del 29
se dirigió muy temprano al pueblo de San Lucas, dejó
en ese lu^ar á su Mayor General don Justo Rufiao
Barrios y fué él á situarse a la cumbre de Mixco, para
observar el campo. A poco se oyeron los primeros
disparos: Cerna se disponía á atacar. *
705. — En un momento las cumbres de los caminos
fueron ocupadas por las fuerzas del gobierno conservador
y una gruesa columna se adueñó del cerro á cuya falda
pasa el camino de la Antigua. Aunque muy retirada
del sitio que ocupaba el general Barrios, con su perspicaz
mirada y notable talento militar, comprendió desde luego
que en aquella eminencia estaba la victoria, y, sin medir
el peligro, libró órdenes para ir á alcanzarla. Su valor y
audacia no quedaron sin premio: el triunfo más completo
coronó sus esfuerzos, y Cerna, con sus desbandadadas
huestes, abandonándolo todo, huyó despavorido por
entre los cerros adyacentes.
706. — Después de tan brillante victoria, el Presidente
Provisional pernoctó en Barcenas. Allí, á la madrugada
siguiente, recibió auna comisión formada délos miembros
del cuerpo diplomático, que iba á pedirle garantías; le
ofreció todo género de seguridades y á las 10 de la mañana
de aquel glorioso día, 30 de junio de 1871, hizo su entrada
triunfal á la Capital, con el mayor orden, en medio del
más justo regocijo, de la más viva alegría, de las más entu-
— 193 —
ftiastas aclamaciones. Era natural: el pueblo amaba la
Revolución, porque era la portadora de sus derechos, por-
que le traía la justicia que tanto ambicionaba, porque
venía á sacarlo del estado de ilotismo en que lo tuvo pos--
terrado el Gobierno de los Treinta años.
707. — La Revolución que acababa de triunfar fué
una necesidad para el pueblo de Guatemala. El estacio-
narismo, el retroceso de tres siglos, se había condensado
en el modo de ser de la administración imperante: era
aquello una verdadera remora al adelanto, y un vacío
que asfixiaba toda idea que no fuera retrógrada. El
triunfo militar no fué difícil: el descontento popular y
el desprestigio gubernativo cooperaron á él; pero el
triunfo político ha tenido que luchar constantemente, y
lucha aún, contra los múltiples escollos que para su
debida realización le oponen las pasiones de todos aque-
llos que buscan en la ignorancia y el fanatismo un medio
de vivir.
708. — El Oobierno de los Treinta años estaba anémico.
Faltábale el soplo animador de las ideas modernas, triun-
fantes en el tiempo y en la historia, y la época del
conservatismo, obedeciendo á la ineludible ley de la
evolución, espiró, dando paso á otra brillante, iniciada
por una generación viril, inteligente y progresista. La
libertad, como un verbo redentor, surgió para satisfacer
las aspiraciones de justicia; substituyó en un todo al des-
potismo y á la opresión, y ha realizado los grandiosos
proyectos de los héroes García Granados y Barrios,
cuyos nombres inmaculados vivirán eternamente en el
corazón de los buenos guatemaltecos, que siempre recor-
darán con gratitud á sus .digniñcadores que, con la
escuela laica, con la legislación, con los ferrocarriles y la
agricultura, engrandecieron á su Patria, dándole ciuda-
danos ilustrados, defensores de sus sagradas instituciones,
y riqueza.
709.— ¡Gloria, pues, al 30 de junio de 1871; gloria a
los libertadores Miguel Gaecía Granados y Justo
Rufino Barrios! ¡Que tanta sangre derramada no sea
13
194
inútil; que queden relegadas al olvido las desgraciadas
luchas posteriores, y que de hoy más, al influjo poderoso
de la unión, de la comunidad de nobles anhelos que ^
todos domina, el pueblo entero, en pos de su perfeccio-
namiento, inscriba en su bandera: Paz, Progreso y
Libertad!
APÉNDICE I.
LECCIÓN PRIMERA.
Garda Granados en el jKKler. — Prlmenis actos de su jfobienio. — Son extrañados los jesuítas de
Quezaltenanjro.— So cambian los colores á la bandera y se establece eJ Ministerio de Fomento.
Enemijros del ('tobiemo.— Expulsi<'»n definitiva de lo« jesuítas.— Insurrección en Oriente. — La
debela el peneral Barrios. — Expulsión del arzobispo de (>uatemala y del obispo de Teya.
Nuevo CMCudo de ;irmas nacionales. — Kl Presidente Provisional convoca á elecciones para
una Asamblea Constituyente.— Dos decretos imixirtante^s.— Instálase la Asamblea.— Guerra
con Honduras.— El Presidente Provisitmal se encare.^ del mando «le las tropas y el peneral
Jíarrios queda en el ixxler.— Principales hechos de su administración.— Facción de Vicente
Méndez Cruz. — Convocatoria para elecciones de Presidente Constitucional. — Triunfo del
»reneral don Justo Rufino Barrios.— Entreg-a el mando (Jarcia Granados y marcha á Europa.
Sil r.H_rr.->.i, V imiprii». - t'i)nsiilir;iiiiiiií's.
1. — Después del glorioso triunfo que obtuvo la Revolución acaudillada
por García Granados y Barrios, el primero, nombrado, segfún hemos visto,
Presidente Provisional de la República, s-e ocupó inmeiíatamente de org-ani-
zar al país, de la marera
más conveniente y conforme
con los ideales contenidos
en su inmortal manifiesta
leí 8 de mayo.
2. — Uno de sus pri-
meros actos fué desconocer
todas las disposiciones dic-
tadas por la última Asam-
blea, desde el 4 de abril
hasta el 2 de julio de 1870,
en atención á que el Presi-
dente Cerna, violando la
Carta Constitutiva, persi-
guió y expulsó del territorio
nacional á varios de sus
miembros; en seguida, el 7
de julio, decretóla libertad
de imprenta vedada por le\'
de 30 de abril de 1852, y
después (2 de agosto) dis-
puso que en el país no se
tuviera más fiesta cívica
que la del 15 de septiembre,
por ser aniversario de la
independencia, pues las
otras que por tales se te-
nían no eran más que con-
memoración de triunfos de
partido en luchas fratrici-
das.
«teneral Miguel García Granados
— 196 —
3. — Un suceso inesperado ocurrió á los pocos días en Quezal tenan^b,
donde se encontraba como Jefe Político del Departamento y Comandante
General de Los Altos, el general don Justo Rufino Barrios. La Municipa-
lidad y vecinos principales reunidos, levantaron un acta en que, después de
varios considerandos, pedían á la primera autoridad política la expulsión de
los PP. Jesuítas residentes en aquella cabecera y su reconcentración en la
capital. En consecuencia, ante tal manifestación de la voluntad popular, el
general Barrios cedió, y á la mañana siguiente hizo salir á los miembros de
la Compañía, que no muy de su grado abandonaron aquel centro de su
acción.
4. — El Gobierno, sin dar gran importancia á los decires que produjo el
extrañamiento verificado por el general Barrios, siguió dando algunos decre-
tos encaminados á la Reforma; y así, el 17 de agosto, ordenó, que se cambia-
ran los colores de la bandera nacional por los que hoy ostenta, que son los
mismos que señaló la Asamblea Constituyente de Centro América, por su
decreto de 21 de agosto de 1823; y, el 24 de agosto, dispuso la creación del
Ministerio de Fomento, para la protección y mejora del comercio, agricultura,
ganadería, artes, industria, obras públicas, telégrafos, ferrocarriles, &*,
quedando por consiguiente resumidas en él todas las facultades y obligacio-
nes del Consulado de Comercio, que, sin objeto ya, fué suprimido.
5. — Pero la naciente administración tenía en su contra todo el odio de
los partidarios del régimen caído, y bien pronto comenzó á pulsar serias
dificultades, pues sus enemigos no descanzaban, y menos los clérigos, por
cuya instigación se rebelaron en Santa Rosa algunos reaccionarios y el 28 del
propio agosto asaltaron aquel cuartel.
6. — García Granados pensó que aquello sin duda se debía á la influen-
cia de los jesuítas y decretó su definitiva expulsión de la República. El 4 de
septiembre á las 4 y 30 a. m. en número de 73, entre padres, maestros, novi-
cios, estudiantes, coadjutores y sirvientes, salieron de la capital con rumbo á
San José, para ser embarcados en ese puerto. Al efecto, el Gobierno les
proporcionó los medios de transporte necesarios y les pagó sus pasajes hasta
Panamá.
7. — El remedio buscado no tuvo nada de eficaz, y el asunto fué bien
explotado; de modo que, lo que en un principio no revestía un carácter serio,
pronto tomó grandes proporciones y se hizo amenazante. Preciso fué entonces
que el general Barrios viniera de Los Altos y fuese á combatir á los insurrec-
tos. El 23 de septiembre tomó á Santa Rosa, y el 24 derrotó á la facción de
la montaña en la llanura que se extiende entre el Calvario y el Rinconcito,
(batalla de Cerro Gordo) . Su conducta ulterior contribuyó eficazmente á que
los disidentes depusieran las armas, y ya no presentó grandes obstáculos la
llegada á Chiquimula del Presidente Provisional, que desde el 22 había
dejado el poder á sus Ministros para ir á ponerse al frente del Ejército Paci-
ficador. La entrada á la plaza de la ciudad citada tuvo lugar el 6 de octubre,
y la triunfal á la capital el 17, dando al siguiente día un entusiasta mani-
fiesto á las tropas vencedoras, y el 19 un indulto á los complicados, excepto
al Arzobispo, doctor don Bernardo Pinol y Aycinena, y al Obispo de Teya,
don Mariano Ortiz Urruela, altamente comprometidos y cuya expulsión del
territorio estaba decretada desde el día 17.
8. — El 18 de noviembre se decretó un nuevo escudo nacional, más en con-
sonancia con las ideas de la Revolución, y que hoy luce en el pabellón patrio;
en el cual, además de la memorable fecha del 15 de septiembre de 1821,
figura el quetzal^ como símbolo de la independencia y autonomía de la Nación.
— 197 —
9.— Después, García Granados se ocuj^ de organizar la hacienda
pública, y á fin de cumplir con lo dispuesto en el artículo III del Acta de
Patzicía, el 11 de diciembre (1871) convocó á los pueblos todos de los depar-
tamentos, para que, \x)r elección directa, nombraran representantes á una
Asamblea Constituyente, cuyo objeto sería formar la Carta Fundamental que
rig^iera á la Nación. El número de diputados debía ser 71, que se reunirían
el 29 de febrero de 1872, para dar principio á las juntas preparatorias é
inaug-urar solemnemente sus sesiones el 10 de marzo próximo sig^uiente.
10. — A los ytocos días (19 de diciembre), el Presidente Provisional
decretó: que la mayoría de edad para los guatemaltecos de uno y otro sexo es
la de veintiún años; y en seguida (22 de diciembre), que desde el día 1^ de
enero de 1872 quedara suprimido el diezmo.
11. — La Asamblea Constituyente se instaló en conformidad con los
deseos de la Nación, — manifestados por su adhesión al Acta de Patzicía, — el 10
de marzo de 1872. El Presidente Provisional saludó á los Representantes
por medio de un corto mensaje, y les expresó su deseo de que todos sus traba-
jos llevaran el sello de la sabiduría y del talento práctico. Pero la Asam-
blea no pudo funcionar porque el estado social no ofrecía estabilidad y paz.
Hondura» había dado asilo al obispo de Teya y á otros muchos reaccionarios,
que en el Presidente de aquel país, general don José María Medina, encon-
traron un magnífico apoyo.
12. — Naturalmente, García Granados no vio con indiferencia aquellos
sucesos que amenazaban de muerte el éxito ya logrado de su empresa, y desde
luego que se hizo cargo de las hostilidades de Honduras y de su falsa política,
reclamó seriamente, exigiendo la entrega de las armas que los facciosos allá
habían llevado. Medina, valiéndose de pretextos baladíes, se negó á ello, y,
por otra parte, declaró la guerra al Salvador que desde el 23 de enero era
aliado de Guatemala. Este país, cumpliendo con su deber, acudió en defen-
sa del amenazado, que reclamó su auxilio en virtud de previos tratados,
(Tratados de 23 de enero) , y por decreto de 8 de mayo se publicó el estado de
guerra y la resolución del Presidente, de ponerse al frente de las tropas que
fueran á la campaña, dejando entre tanto en el poder al teniente general don
Justo Rufino Barrios.
13. — En efecto, el 11 del propio mayo recibió el mando el general Barrios,
y el general García Granados, acompañado del mariscal don Víctor Zavala y
de muchos oficiales, salió rumbo á Honduras. La guerra fué corta y terminó
ventajosamente para los aliados que, después de haber concluido un arreglo
satisfactorio, retiraron sus tropas. García Granados, regresó á Guatemala
á principios de junio, y en seguida reasumió su encargo del Poder Ejecutivo,
recibiendo de Barrios, cuya corta administración fué rica en hechos de tras-
cendencia, pues dio amplias libertades á la prensa y el 8 de junio decretó la
extinción de las comunidades de religiosos, y la secularización de sus bienes
y propiedades, así como la de aquellos de que se habían hecho poseedores en
el país los individuos de la Compañía de Jesús.
14. — Pero los reaccionarios no tomaban 'descanso y una nueva insurrec-
ción á cuya cabeza estaba el coronel Vicente Méndez Cruz, jefe político de
Amatitlán, amenazó al Gobierno. Los facciosos pretendieron pasar á unirse
á los de Santa Rosa y Jalapa, que se habían dado el nombre de **Ejército de
1^ Reacción dirigido por los Santos Padres," y tenían por objeto traer á
Cema, cuyos derechos y religión, decían, habían sido violados por intrusos y
heréticos gobernantes. El Presidente Provisional adoptó medidas activas y
la rebelión fué sofocada en corto tiempo, perdiendo Méndez Cru2 la vida á
— 198 —
manos de aquellos á quienes buscaba para aliarse, pues desconfiando de su
lealtad y temerosos deque los traicionara, lo fusilaron.
15. — Aunque la Asamblea Constituyente no llegó á hacer la Constitución,
García Granados, por decreto del 29 de marzo de 1873, convocó á la Nación
para qué eligiera un Presidente Constitucional. Las elecciones comenzaron el 20
de abril sig-uiente y duraron siete días. La Asamblea, llamada para hacer
Monumento erigido al Gtkal. García Granados
el escrutinio, declaró, el 8 de mayo del mismo año, popularmente electo al
general don Justo Rufino Barrios, quien tendría amplias facultades y
duraría en el poder el tiempo que fijara la Carta Fundamental que se formase.
16. — El 2 de junio fué declarado Benemérito de la Patria el Generjil
García Granados, y el 4 hizo entrega formal del poder al general Barrios. En
seguida emprendió un viaje á Europa, de donde regresó en marzo del siguien-
te año, siendo cordialmente recibido por todas las clases sociales. Apartado,
casi del todo, de la vida política, vivió disfrutando de la tranquilidad que le
— 199 ^
daba su honrada conciencia, hasta el 8 de septiembre de 1878, fecha en que
murió, entre el general sentimiento de la Nación, que en él perdió á uno de
sus más preclaros ciudadanos.
17. — Entre muchas de las cosas buenas que el país debe al Gobierno
Provisional del g-eneral (iarcía ÍTranados, están: la Escuela Politécnica, de
positiva importancia para la educación del ejército nacional, j el impulso dado
á la instrucción pública. Sin embarg^o, su administración ha sido tildada de
débil. Hábil é ilustrado, era también García Granados, complaciente, mo-
desto, indolente y de bondadoso corazón, quizá demasiado para el puesto que
ocupaba en tan difíciles circunstancias, demandantes de g-ran cnerg-ía y dura
inflexibilidad. Mas, Guatemala le es deuddra de una gra.n parte de su
bienestar y venera y g-lorifica su nombre.
LECCIÓN SEGUNDA.
Kl gteneral Barrios.— Sus padres.— Su educación.— Sus talento», i'ropreso del pais.— Iras de sus
enemUroS. — Facción de Ehiri«jue Palacios.— Cuestión Mag-ee. — Intervención de Ing-laterra.
Reconocimiento de la inde()endencia de Cuba.— Reclamaciones de España.— El Salvador y
Honduras amenazan á Guatemala.— Tratados de Ching-o. —Guerra con eJ Salvador. —Triunfo
(florioeo. — Efectos de él. — Instalación d^ una nueva Asamblea Constituyente. — Notable
mensaje, del ireneral Barrios . — Actos imiwrtantes de su gobierno . — Resoluciones de la
Asamblea.- Conspiración del l'í de noviembre de 1877.— Ejecuciones.— Convocatoria para la
Asamblea Constituyente de 1879, y su instalación.— Carta fundamental: sus ventajas y
e-loria de Barrios .— Elección de Presidente. -Renuncia de Barrios ante la Asamblea.
Respuesta de ésta. — Significativas palabras del Presidente en su toma de posesión.
Ferrocarril de San José á Kscuintla. — Otras reformas de trascendencia.— Viaje de Barrios a
los Estados Unidos.— Doble objeto de él.— Resultadas.— Su reg^reso.- Pasos dados en pro de
la unión de Centro- América. — Ferrocarril de C4ianipericí> á Retalhuleu. — Proyecto de
ferrocarril al Norte.— Estado de los planes de unión á principios del año 1884.— Siniestro
atentado del 13 de abril.— Inauguración del ferrocarril del Sur.— Decreto del 28 de febrero de
1885. — Efectos que causó. — Actitud de los Estados Unidos y México. — Pacto celebrado entre
Nicaragua. Salvador y Costa Rica.— La g-uerra. — Muerte de Barrios.
1. — El g-eneral Barrios, á quien el sufrag-io popular elevó á la Primera
Mag"Í8tratura de la Nación, había tenido por cuna á la aldea de San Lorenzo,
del departamento de San Marcos, donde vio la luz primera el 19 de julio de
1835, siendo sus padres los honrados esposos don José Ignacio Barrios y doña
Josefa Auyón de Barrios. Era de mediana estatura y recia complexión, de
fría y reservada mirada, de duras maneras y de sencillo y modesto vestir.
Recibió su educación en Guatemala y alcanzó el título de Notario público,
aunque no se sabe que haya ejercido su profesión.
2. — Al hacerse carg-o del poder, naturalmente, carecía de instrucción y
conocimiento práctico de los neg-ocios públicos, pero, dotado de un g-ran talen-
to, de una rica intelig-encia y de mejor disposición para trabajar en pro del
adelanto de su Patria, procuró por cuantos medios estuvieron á su alcance,
despleg-ando ampliamente las energías de su carácter, la felicidad total del
país, que, pese á sus detractores, mucho le debe; á saber: instituciones libe-
rales, mejoramiento de la educación, industrias, ferrocarriles, telég-rafos,
riqueza. ^
3. — Pero tales méritos despertaron la envidia de los olig-arcas, del
clero y de sus fanáticos amig-os, que empezaron á difamar á Barrios y á hos-
tilizarlo, imputándole hechos de barbarie, inconcebibles, que le obligaron á
— 200 —
imponer e- temor de la espaaa, el espionaje y los más duros castigos para
aquellos que, sin respetar su autoridad, se alzaban contra ella ó trataban de
desprestigiarlo. No carecen pues de razón los que, de una manera absoluta,
le acusan de tirano y de déspota; pero, para apreciarlo en su justo valer, hay
que considerar su excepcional situación, rodeado de intrigas, de infamias y
de perfidias, y los muchos actos dignos de grato recuerdo que eternizan su
memoria.
4. — Apenas un mes había transcurrido después del comienzo de la
administración del general Barrios, cuando por el Norte se presentó una
nueva facción acaudillada por don Enrique Palacios, quien pretendía resta-
blecer el antiguo régimen. Pero un ejército entusiasta y celoso de conservar
su gobierno liberal; la deshizo completamente, á mediados de agosto, en los
campos de Chamelecón; con lo cual, los reaccionarios vieron frustradas su
esperanzas, que acabaron de desvanecerse cuando por decreto de 4 de noviem-
bre (73) se daba la más amplia amnistía á los pocos rebeldes que quedaban
en Santa Rosa y otros lugares.
5. — Asegurada la paz, el Presidente Barrios se dedicó con ahinco al
mejoramiento de la organización interna del país; pero un suceso desagra-
dable, debido á la popa prudencia de un militar, vino á turbar sus encomia-
bles tareas. El coronel González, natural de España, quien estaba encargado
de la Comandancia del puerto de San José, por desagrados personales con el
Vicecónsul Británico, don Juan Magee, lo apresó y apaleó de la más bárbara
manera, como á un criminal común. El caso era grave y así lo comprendió
el delincuente, que trató de fugarse en un buque de la ' *Mala Americana",
de donde fué rechazado; y hecho prisionero, se le condenó, en compañía de su
cómplice Bulnes, á sufrir duras penas. El Gobierno Británico, dando al
asunto mayor importancia de la que realmente tenía, no quedó satisfecho con
el castigo infligido á los causantes de aquel atentado y exigió inmediata
reparación del insulto, así como una indemnización de $50,000.00 cincuenta
mil pesos. Barrios, constreñido por el poder de la fuerza, accedió á todo, y
Guatemala saludó á la bandera inglesa en San José y pagó la multa que se
le impuso para el Vicecónsul flagelado.
6. — Al año siguiente, una nueva complicación con otra potencia extran-
jera preocupaba al Gobierno. Con motivo de la revolución iniciada en Cuba
por los amantes de su libertad, el general Barrios, decidido partidario de
ella, prematuramente declaró, por decreto del 6 de abril (1875) , el recono-
cimiento de su independencia de España. Este país, tan luego como supo
tal acto, formuló sus reclamaciones por medio del brigadier español E.
Butler, quien llegó á Guatemala á mediados de agosto, trayendo una nota
del conde de Balmaceda, capitán general de lá. Isla, el cual pedía la más
completa satisfacción. Varias entrevistas celebró el Enviado Español con
el Ministro de Relaciones, que á todo trance se negó á responder á sus deseos,
resolviéndose únicamente, que Guatemala acreditaría un Ministro en Madrid
para discutir el asunto. En efecto, así se hizo, y las dificultades fueron
zanjadas amistosamente.
7. — Las cuestiones políticas á principios del año 1876 no eran de tal
naturaleza que prometieran la continuación de la paz. Serios trastornos
amenazaban á Guatemala: el Presidente del Salvador, general don Santiago
Gk)nzález, de acuerdo con don Ponciano Leiva, que lo era de Honduras, se
unió á los emigrados reaccionarios, que capitaneaba Palacios, para hacer la
guerra á Barrios.
8. — "Parecía todo arreglado en la conferencia que tuvo lugar en Chingo
el Í5 de febrero de ese año, no ya con el general Gk)nzález que había dejado
Gral. Justo Rufino Barrios
— 201 —
de ser Presidente el 2 del mismo mes, sino con don Andrés Valle, su sucesor.
Se convino en ella que el doctor don Marco Aurelio Soto, hondureno y persona
ajena á los intereses de partido que abitaban su patria, tomaría el encarg^o
de pacificarla, apoyado en fuerzas ig^uales del Salvador y Guatemala."
9.— * 'Pero bajo la influencia del general González no se cumplió tal
convenio; y, compelido á la defensa de Guatemala, el g^eneral Barrios levantó
un ejército numeroso y marchó en persona sobre la frontera del Salvador.
Después de las acciones del Platanar (7 de abril) , Chalchuapa (18 de abril) ,
Apaneca (13 de abril), y Pasaquina (17 y 18 de abril) , en el corto término
de dos meses de campaña, los salvadoreños aceptaron el 25 de abril una ca-
pitulación que el mismo g-eneral Barrios propuso, tratando con toda conside-
ración á aquel pueblo herm.ino y amif^o. " (Saravia.)
10. — Con aquell.i victoria las cosas cambiaron completamente: Guatema-
la lavó el ultraje hecho á su honra: los reaccionarios recibieron el mas triste
deseng^año, contemplando el vigor y decisión con que los guatemaltecos se
«iprestaron á la defensa de los principios que ellos pintaban en descrédito y
ruina: se restableció y afirmóla buena inteligencia y amistad con el Gobierno
del Salvador, por un tratado que daba grandes beneficios á ambos pueblos,
y por último, desapareció con la administración de Leiva en Honduras, la
amenaza que implicaba jx)r su alianza con los enemigos de Ja Revolución del 71.
11. — Así, pues, la ocasión era propicia para la instalación de la Cons-
tituyente, que debía dotar al país de una Constitución, y el 11 de sep-
tiembre (1876), :ibrió sus sesiones. Barrios le dio el más cordial saludo
y por medio de un extenso mensaje la hizo sabedora de todos sus actos
desde el momento en que se encargó de la Presidencia. — Dignos de ser
considerados son muchos de ellos; pero en la corta extensión que nos es
permitida, sólo nos ocuparemos de aquellos que determinaron principalmente
la Reforma; cuales son: la consolidación de todos los bienes de manos muer-
tas, procedentes de fundaciones piadosas, capellanías, legados hechos á la
iglesia y casas de beneficencia, etc., etc., sin excepción alguna (1873); la
exclaustración de las monjas y secularización de los bienes que poseían sus
conventos, lo mismo que la abolición absoluta, en la República, de toda comu-
nidad religiosa, de hombres ó de mujeres, bajo cualquiera forma que se
presentase (1874) (*) ; la libertad de cultos y el establecimiento del matrimonio
civil; la multiplicación de las escuelas primarias; la fundación de la Escuela
Normal para maestros, y de Institutos de enseñanza secundaria para hombres
y mujeres, en varios puntos del país; el mejoramiento en todo sentido del
ramo judicial, ya separando judicaturas del gobierno político de algunos
departamentos y creando otras por razón de la existencia de otros nuevos, ya
decretando el establecimiento de una 3^ Sala de Apelaciones en Quezaltenango,
ya edificando penitenciarías; la.* reformas á los establecimientos de beneficen-
cia; la completa organización del ejército; la reglamentación de la hacienda
pública; la construcción de buenos caminos, puentes y telégrafos; etc., etc;
obras todas que atestiguan una gran laboriosidad y un desmedido afán por
el adelanto y perfeccionamiento social.
12. — La Asamblea estimó en cuanto valía conducta tan meritoria, y el 19
de octubre dio su aprobación á los actos de Barrios y autorizó el presupuesto
(*)— El gran capital así desamortizado fué invertido en la fundación de un Banco NadonaJ.
que, bajo la reponsabilidad de la Nación, abrió operaciones en favor del comercio y de la agricultura,
facilitando á los empresarios los fondos de que tenían necesidad para fomentar y activar sus especti-
lacienee. — tx» ediíicioe se destinaron para oficinas públicas ó para planteles de enseñanza.
- 202 -
que le ofreció para el año fiscal de julio 1*^ de 1876 á junio 30 de 1877, cerrando
sus sesiones después de declarar (23 de octubre) que el tiempo propio para
hacer la Carta Fundamental de la Nación no había llegado todavía, y que,
por consig-uiente, el Presidente Barrios continuaría con las amplias faculta-
des discrecionales que concedía el Acta de Patzicía, entendiendo que su
período serííi, á contar de la fecha del decreto, de cuatro años.
13. — Aparentemente, la más completa paz imperaba en todo el país
durante el año 1877, pero la reacción, con su trabajo de zapa, preparaba un
g^olpe de muerte al g-obierno de Barrios. El 1" de noviembre se descubrió en
la Capital una potente conspiración, en la que figuraban muchos individuos
principales del bando conservador, cuyo objeto era, según después se averi-
g-uó, asesinar al Presidente y á otros importantes personajes, y efectuar un
cambio en los negocios públicos, volviendo la llamada nobleza y el clero al ejer-
cicio del poder, para rodear de nuevo al pueblo de esclavitud y de ignorancia.
Las personas complicadas fueron juzgadas por una Corte Marcial, y, convictas
y confesas, sentenciadas: 17 de los principales jefes á la última pena y los
cómplices de poca importancia á sufrir prisiones más ó menos largas. Los
primeros fueron ejecutados en la fuente de la Plaza de Armas (donde hoy
esta el kiosko) durante los días 5 y 7 del mismo noviembre, y, los otros, per-
donados al poco tiempo.
14. — El 9 de noviembre de 1878 el Presidente Barrios emitió una convo-
catoria para elecciones de diputados á una Asamblea Constituyente, que
debería reunirse el 15 de marzo de 1879, con el propósito de forjar la Consti-
tución política. En efecto, la Asamblea se instaló en la fecha expresada, y
Barrios, cuyo período de mando señalado en 1876 aun no terminaba, resignó
en ella los poderes dictatoriales de que estaba investido y le pidió que exa-
minara los actos de su gobierno, así como varios asuntos que iba á someter á
su consideración.
15. — La Asamblea, desde luego se entregó con afán á sus tareas y tras
de muchas discusiones expidió el 11 de diciembre la magnífica Constitución
que hoy rige al país, y que, bien puede asegurarse, hablando en general, es
una de las más liberales de la América. Comenzaría á regir el 1° de marzo
de 1880, fecha en que se inauguró la Asamblea Legislativa que debía
fungir durante el primer período constitucional. El general Barrios vio
coronadas sus aspiraciones: la eterna dictadura que desde la ruptura
de la Federación había imperado en el país, pereció en sus manos por
efecto de su voluntad, y su Patria, gracias á su deseo, se halló dotada
con una Constitución política de sus derechos y con una forma de gobierno
netamente republicana y democrática.
16. — Las elecciones para Presidente se hicieron durante los primeros
meses del año, y el sufragio popular favoreció al general Barrios, que obtuvo
36,552 votos, según declaración de la Asamblea> que fijó el 15 de marzo de
1880 para la toma de posesión. Esta cuasi unánime elección probaba muy
á las claras el cariño que todos profesaban al valiente revolucionario del 71,
que satisfecho de su conducta, modesto y desprendido, creyó que establecida
la Reforma y asegurada la paz, ya no era necesaria su persona en el poder
y que un hombre nuevo podría sustituirle. Renunció, pues, formalmente, el
puesto que sus conciudadanos le conferían y la Asamblea declaró sin lugar
tal dimisión, porque al aceptarla comprometía la estabilidad de las institu-
ciones liberales, amenazadas siempre por la reacción; pero el general Barrios
insistió en su propósito y acudió á todos los medios de cot»vencimiento, invo-
cando hasta la amistad particular de los Representantes. La nación estaba
— 203 —
conmovida: la más grande alarma se dejó sentir en todas las clases sociales,
y la Asamblea, por segunda vez, se negó á aceptar la renuncia. Entonces
el general Hakkios tomó posesión de la Presidencia y dijo las siguientes
significativas palabras: Me he resij^nado á aceptar la Presidencia sacrificando
mí tranquilidad privada, para satisfacer los reiterados deseos de mis amigos
y en obsequio de mi Patria. Ojalá que en los días de peligro los amig. s que
me han obligaJo á hacer este sacrificio se encuentren tí mi lado.
17. — Su administración, que sería de seis años, se señaló al poco tiem-
po con un hecho notable: el 19 de julio (1880) se estrenó el trayecto de
ferrocarril comprendido entre San José y Escuintla, primera línea ferroviaria
existente en el país.
18. — La pai continuó sin interrupción y el progresista Presidente pudo
consagrarse, sin obstáculo alguno, á procurar el adelantamiento de los intere-
ses materiales é intelectuales del país. Introdujo reformas administrativas
y judiciales, mejoró el ejército, no omitió sacrificio en pro de la instrucción, é
impulsó todos los ramos. La agricultura y el comercio lograron un desarrollo
antes no visto, y las finanzas nacionales nunca habían estado en tan halaga-
doras condiciones.
19. — Aprovechándose de las ventajas que tal quietud y bienestar pro-
porcionaban á su Gobierno, resolvió el general liarrios hacer un viaje á los
Estados Unidos de Norte-América. Desembarcó en Nueva Orleans y de allí
se dirigió á Washington, donde fué recibido con todo género de consideracio-
nes. Su visita á la Gran República, más que á un móvil de paseo, se debió á
cuestiones de política internacional, pues llevaba el doble objeto de invitar al
gobierno americano (como ya lo había hecho México), para que interviniera
como mediador en el arreglo de la larga cuestión de límites pendientes entre
su República y la Mexicana; 3' además, según Bancrof, para que influyera
de alguna manera á fin de procurar la fusión de los cinco países centro
americanos en uno solo. .\ la primera solicitud accedió y se terminaron las
dificultades, firmándose en Nueva York, las bases de un tratado, el 12 de
agosto de 1882; pero se negó á la segunda, en atención á que la libertad de
los cinco Estados estaba consolidada desde hacía mucho tiempo.
20. — El general Barrios prolongó su viaje hasta Europa, y regresó por
los Estados Unidos; tocó en San Francisco de California, y llegó á Guatema-
la en los primeros días de noviembre (18á2) ; pero no se hizo cargo inmediata-
mente del poder, sino hasta el 6 de enero de 1883, fecha en que lo recibió de
manos del general don José Makía Orantes, quien durante su ausencia lo
había ejercido con moderación y tino.
21. — El proyecto de la unión de Centro- América no se olvidaba. Barrios,
á los pocos días de haberse encargado del mando, de acuerdo con el Presi-
dente del Salvador, nombró á don Delfino Sánchez para que en compañía de
dbn Salvador Gallegos, designado por aqtáél, pasara á proponer á las otras
Repúblicas la reconstrucción de la unidad nacional. — Honduras se manifestó
resuelta á todo y renovó sus promesas de obrar de concierto con Guatemala.
Nicaragua y Costa-Rica, recibieron á los comisionados con señaladas mues-
tras de consideración que hacían esperar un buen resultado; pero todo
terminó en promesas y á nada efectivo se llegó.
22. — El 4 de julio (1883) se puso al servicio del público la línea férrea
de Champerico á Retalhuleu, con lo cual recibieron incalculable impulso las
empresas agrícolas de aquellas fértiles zonas, que sólo necesitaban para
llegar á su mayor auge, los benéficos efectos de esa obra, que daba cómoda
salida á sus abundantes productos.
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23. — Pero la más querida y hermosa aspiración del general Barrios fué
la de construir el ferrocarril del Norte, que juzgaba como el único medio de
desenvolver la agricultura en las regiones que atravesase; de aumentar su
población inteligente y emprendedora; de desarrollar, en una palabra, lo»
negocios comerciales y el tráfico general por el territorio de la República.
Penetrado, pues, de tan urgente necesidad, acordó privilegios y amplias
concesiones á los que ofrecían emprender la construcción de esa vía; pero, á
pesar de ellos, nunca pudo realizarse. Barrios no desmayó ante tales
dificultades y buscó por otros medios llevar á término lo que no había podido
con los ya empleados; declaró, que la obra sería hecha con los elemento»
propios de la Nación, y por decreto del 4 de agosto hizo un solemne llama-
miento á la República, imponiendo una suscripción obligatoria de $4 cuatro
pesos por año, durante diez, que debería ser satisfecha por todos los que
tuvieran un sueldo mensual no menor de $8 ocho pesos, en la inteligencia de
que serían accionistas, con derechos á las utilidades de la empresa. T.odo
el país respondió unánime á aquella excitativa hecha á su patriotismo, y
todo se organizó y arreglo sin obstáculo serio, habiendo habido muchos que
tomaron un considerable número de acciones. Pronto salieron las comisiones
respectivas á practicar sus estudios y se establecieron los trabajos
24. — A principios del año de 1884 el pacto de unión estaba tan lejos de
realizarse como nunca. Barrios, en su mensaje de aquel año á la Asamblea,
alude á él con dolorosa contrariedad. Refiriéndose al ningún éxito obtenido
por Sánchez y Gallegos, en la comisión que ya tratamos, dice: "La favorable
acogida que parecía haber recibido en todas partes la proposición, pudo hacer
pensar que no estaba lejano el día en que fuera por fin un hecho el entusiasta
descoque ha llenado el corazón de los verdaderos patriotas; y sin embargo,
las negativas más ó menos encubiertas que se sucedieron, las restricciones
que se ponían, las interpretaciones que se daban á mi desinteresada invita-
ción, los rumores que se hacían correr y los sucesos que luego se verificaron,
no me dejaron duda de que no había en todas las Repúblicas el acuerdo que
se suponía. Todo me hizo comprender que la idea de nuestra unión es tan
digna, generosa y elevada, que nadie es osadc á presentarse francamente
como enemigo de ella; pero que al propio tiempo luchan contra su realización
tantas ambiciones pequeñas, tantos menguados intereses de localidad y tantas
miras estrechas, que para vencer la dura y persistente oposición que le hacen
sordamente, y hacerla triunfar de una vez, habría sido preciso acudir á la
fuerza, y eso no entraba en el programa enteramente pacífico que entonces me
había propuesto. Sensible es que ese nuevo esfuerzo en obsequio de la unión
haya sido infructuoso; más no por eso está menos dispuesto mi gobierno á
hacer en cualquiera oportunidad lo que le corresponda para alcanzarla.''
25. — La noche del 13 de abril de 1884 fué de gran sensación. En momen-
tos en que paseaban por la Plaza del Teatro el general Barrios y su Ministro
de Guerra, don Martín Barrundia, estalló cerca de ellos una bomba metálica*
que felizmente faltó al objeto que se dijo estaba destinada: privarlos de la vida.
El incidente dio mucho que decir y produjo grande alarma é indignación; el
cuerpo diplomático y todas las clases sociales felicitaron á Barrios y á su
compañero por su milagrosa salvación, y las autoridades practicaron las
diligencias conducentes á descubrir á los autores de aquel atentado. Averi-
guado quienes eran los perpetradores fueron juzgados y sentenciados, algunos
de ellos á la última pena, que no llegó á tener verificativo, porque el 4 de
julio indultó Barrios al señor don Guillermo Rodríguez, á quien se acusaba
con más instancia, y después á los demás complicados. Es de sentirse que
en esta ocasión el general Barrios se haya excedido, ordenando y permitiendo
Estatua del General J. Rufino Barrios
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crueles procedimientos inquisitoriales, para obligar á los que aparecían
complicados, á formular sus declaraciones y á revelar cuanto sabían, pues
con- ello sólo consig-uió que se murmurara de él y se le supusieran torcidos
planes de venganza. {*) .
26. — El 19 de julio (1884) llegó á la ciudad de Guatemala la primera
locomotora, y el 15 de septiembre se inauguró toda la línea que la une con el
puerto de San José. A acto tan solemne y de tan notoria transcendencia para
el progreso del país, concurrieron los Presidentes del Salvador y Honduras»
con su séquito, y don Tomás Ayón, representante del de Nicaragua que no
pudo venir.
27.— El proyecto de la unión de Centro- América no había sido perdido
de vista por Barrios, que sólo estaba acechando una oportunidad propicia
para efectuarlo. A principios de 1885, resuelto á toda emergencia, inició la
cuestión, y el 28 de febrero lanzó un decreto, por el cual, después de explicar
las ventajas que se obtendrían, proclamaba, de acuerdo con la Asamblea
Legislativa, la consolidación forzosa de los cinco Estados en una República.
Asimismo publicó un manifiesto al pueblo de Centro- América, en que le asegu-
raba que no era impelido por personal ambición, ni deseo de aumentar su
poder, porque ya había saboreado abundantemente sus amarguras. Sin
embargo, sus palabras no fueron estimadas, y aunque Honduras con fecha 7
de marzo manifestó su adhesión, el Salvador, Costa-Rica y Nicaragua
protestaron.
28. — El decreto del 28 de febrero estaba causando una gran tormenta
política. Comunicado oficialmente, el 6 de marzo, á los diplomáticos extranje-
ros y al cuerpo consular, todos acusaron recibo en más ó menos expresivos
términos; pero el Ministro español, que estaba en el Salvador, tomó cartas en
el asunto y quiso extraoficialmente disuadir á Barrios; pero éste no le hizo
caso y aun fué duro en las respuestas que dio á sus proposiciones. El Go-
bierno americano acogió la idea con mucho desagrado y envió sus fuerzas
navales á las costas de Centro- América, para proteger los intereses de sus
ciudadanos; y el de México hizo saber al Ministro don Francisco Anguiano,
que entonces ajlá representaba al país, que desaprobaba el movimiento y que
procedía, desde luego, á asegurar la defensa de sus fronteras.
29. — La suerte estaba echada: la guerra era inevitable. Costa Rica,
Nicaragua y el Salvador, celebraron el 22 de marzo, para su mutua protección,
una alianza ofensiva y defensiva, y tomaron activas medidas para resistir.
Barrios, tranquilo, continuó su difícil tarea, é impaciente por coronarla, marchó
en armas sobre el territorio salvadoreño. En aquel país le esperaba la muerte:
fortificadas en Chalchuapa las tropas de su ingrato protegido Zaldívar, trató de
desalojarlas y destruirlas el 2 de abril (1885) ; pero en lo más rudo del comba-
te, cuando heroicamente peleaba á la cabeza de sus valientes y ya la victoria
le sonreía, una bala enemiga lo atravesó de parte á parte, derribándolo
agonizante. A los pocos momentos, envuelto entre los pliegues de su bandera,
espiró, y sus tropas despavoridas, llorando su trágico fin, sin jefe que las
guiara, abandonaron el campo á las huestes salvadoreñas que sólo á tan
nefasto suceso debieron el triunfo.
(*) — En mayo de 1886 presentó á la Asamblea Nacional clon Guillermo Rodríguez, una
ExjKJsfción y Documentos, por medio de los cuales probaba su inocencia y que había sido injusta-
mente acusado y sentenciado por la bomba del 13 de abrfl de 1884. Pero la Asamblea, hasta la
fp»?ha, no ha dictado ning-una resolución que le favorezca.
c
&3 tx
' ísS
208 —
LECCIÓN TERCERA.
Don Alejandro Sinibaldi en la Presidencia. — Le sustituye el g-eneral don Manuel Lisandro Barillas.
Sus primeros actos.— Reformas á la Constitución — Elecciones de Presidente.— Mensaje de
Barillas á la Asamblea Legislativa de 1887. — La dictadura. — Nueva Constituyente y más
reformas á la Constitución. — Expulsión del arzobispo Casanova. — Cong-reso unionista de San
José de Costa Rica.— Varios actos del (Gobierno.— Consideraciones acerca de la administración
de Barillas.
1. — Cuando en la Capital se supo el triste fin del General Barrios,
corrieron toda clase de rumores y un g-eneral desconcierto amenazaba á todo
el país. El Primer designado don Alejandro M. Sinibaldi, por ministerio
de la ley, ocupó la Presidencia inmediatamente, pero de carácter enteramente
débil no pudo hacer frente
á la anormal situación que
le rodeaba, ni contener con
energ-ía las intrigas de Ba-
rrundia (don Martín) , que
á todas luces trabajaba por
adueñarse del poder. En
tan crítico estado, Sinibaldi
renunció ante la Asamblea,
la cual emitió un decreto el
5 de abril, aceptando su
dimisión y llamando al Se-
gundo Designado, general
don Manuel Lisandro
Barillas, quien, al día
siguiente, se encargó del
mancho entre las más peno-
sas dificultades.
2. — Los primeros pa-
sos de su administración se
encaminaron á la adquisi-
ción de una paz honrosa y
duradera, y en breve logró,
sirviéndose de la interven-
ción de los diplomáticos
extranjeros, que cesaran
las hostilidades con los de-
más pueblos de Centro-
América.
3. — La interinidad de Barillas estaba para terminar y sus amigos y
correligionarios querían elevarlo á la Presidencia en propiedad, pero para
ello se oponían algunos artículos de la Constitución, que era preciso modificar
de acuerdo con sus propósitos. En tal virtud, se convocó para elecciones de
diputados; se verificaron, y una Asamblea Constituyente abrió sus sesiones
el 24 de agosto, dando por decreto de 23 de octubre las reformas apetecidas.
Vencidos así los obstáculos, una mayoría de W,286 individuos acudió á las
urnas á depositar su voto que daba al general Barillas la Primera Magis- *
tratura de la Nación, por seis años, á contar desde el 15 de marzo de 1886.
General Manuel Lisandro Barillas
— 209 —
4.— Al inaug-urarse el 1'' de marzo de 1887 la Asamblea Leg-islativa de
ese año, el Pres-idente Barillas le dirigió un minucioso Mensaje, á j jz^ar por
el cual, el estado del país, salvo en lo tocante á Ja hacienda pública, no
podía ser más bonancible. — Pero no tardó en manifestarse cierto malestar
entre el Poder Ejecutivo y el Liegislativo, que le coartaba sus libertades en
el manejo del erario nacional y en los procedimientos para arbitrarse recursos.
Barillas, no acostumbrado á semejantes oposiciones se rebeló violentamente
contra éstas, retiró de sus puestos á los diputados, disolviendo la Asamblea, y
asumió la autoridad suprema de la Nación, por decreto de 26 de junio (l-^S?).
5. — Establecida la Dictadura, Barillas convocó una Asamblea Cons-
tituyente, que se reunió el 1' de octubre de aquel año, reformó la Constitución
en los términos contenidos en la Ley de 5 de noviembre (1887), y aprobó todos
los actos del Presidente, entre los cuales, además del decreto de 26 de junio,
debe citarse el de 3 de septiembre (1887), que disponía la expulsión del Arzo-
bispo, licenciado don Ricardo Casanova y Estrada.
6. — La Dictadura produjo algunos levantamientos que fueron pronta-
mente sofocados; pero restablecido el orden constitucional la paz volvió á
reinar y la Legislatura ordinaria inició sus sesiones el 1^ de marzo de 1888.
)n este año es de citarse la inauguración» á iniciativa de Barillas, de un
"Congreso unionista que, en San José de Co-sta-Rica, á semejanza de otro de
il^'ual naturaleza que funcionó en la Capital de esta República en febrero de
87, continuara sentando las bases de la consolidación de la República de
Centro- América.
7. — Después, la administración de Barillas habilitó al puerto de Ocós
para la importación y exportación; emitió dos millones de pesos en billetes del
tesoro; celebró contratos para la construcción del ferrocarril del Norte; ajustó
el 8 de septiembre de 1889, un empréstito de $21.312,500, veintiún millón tres-
cientos doce mil quinientos pesos de oro, al 80 ochenta por ciento neto, con
Mr. Henry Louis Félix Cottu, de París, que nunca llegó á efectuarse; hizo
representar á Guatemala, dignamente, en la Exposición Universal de París, el
año 1889; llevó la guerra el 90 á la República del Salvador, originando un
desastre á Guatemala; &.; &.
8. — Por último terminó la administración del general Barillas en marzo
de 1892, y en general podemos decir de ella con el historiador guatemalteco
licenciado don Agustín Gómez Carrillo, que "aunque no es tiempo aún de
juzgar á ese gobernante, los hombres de los diferentes partidos formulan
contra él varios cargos, verbigracia, el haber prodigado los indultos, con
menoscabo de los intereses de la justicia, puesto que se dejaba libres á los
criminales que debían expiar en las cárceles sus desafueros; el haber emitido
en gran cantidad billetes del tesoro, que trastornaron profundamente la
situación económica; el haber llevado, contra la opinión general, la guerra á
el Salvador en 1890, sosteniendo así el funesto sistema de intervenir en la
política de las otras secciones centro- americanas. "
9. — No obstante, el general Barillas dio un saludable ejemplo de des-
prendimiento, de patriotismo, de respeto á la Ley y de falta de vanidad,
permitiendo la prensa libre en los últimos diez meses de su administración y
dejando sin trabas la realización de los comicios, sin emprender trabajos en
su favor y entregando el mando, al terminar su período, al popularmente
electo.
10. — Hoy, el general Barillas vive retirado de la política y dedicado á la
agricultura; pero no se desdeña, cosa que le honra altamente, de desempeñar
puestos de menor importancia, coa relación al que tuvo, en los cuales puede
14
— 210 —
ser útil al país 6 parte de él; y, cuando las circunstancias lo exig-en, con su
espada defiende lealmente al Gobierno constituido. Tuvo buenas ideas, y
muchos de sus yerros se debieron á la influencia nociva de unos cuantos que
le rodeaban.
LECCIÓN CUARTA.
Elección del greneral don José María Reina Barrios.— Su toma de posesión.— Estado del país.— Grado
de adelanto á que lo llevo.— Sus tres primeros años. — Cambia de conducta.- Sus despilfarros
y tiranía.— Lh dictaduraj— La Constituyente.— Prórroga al período presidencial.— Revolucio-
nes de Occidente y oriente. — Pátales medidas económicas. — Decequilibrio i>ocial, político y
económico á principios del 98.— Noche del 8 de febrero de 1898. — Consideraciones generales
acerca de la administración Reina Barrios.
1. — La elección de la persona que había de suceder en la Presidencia
al g-eneral Barillas, fué verdaderamente borrascosa: cuatro candidatos juga-
ban un papel importante: el doctor don José Lleren a; el notario don Francisco
Lain fiesta; el doctor doa Lorenzo Montúfar, y el g-eneral don José María
Kfcina Barrios. El triunfo fué del último, á quien el sufragio popular otorgó
una gran mayoría de votos.
2. — En medio, pues, de un gran regocijo tomó posesión el general don
José María Reina Bakrios, el 15 de marzo de 1892. Inauguró su gobierno
bajo los peores auspicios, pues la exhaustez de las cajas nacionales era noto-
ria ; pero, dota do de energía
y honradtz, Itvantó la si-
tuación y dio al país una
prosperidad de que nunca
había gozído: hizo pro-
gresar la industria, em-
belleció á la Capital, esta-
bleció formalmer te los tra-
bajos del Ferrocarril del
Norte, abolió los odiosos
mandamientos de indios,
dio amplias libertades á la
prensa, procuró e. adelan-
to, en una palabra, en to-
dos sentidos, hasta el grado
de que puede decirse: que
los tres primeros años de
su administración, son los
más brillantes que registra
hasia la fecha, la Historia
de Guatemala.
3. — Pero el general
Reina Barrios no siguió
tal hermosa senda de con-
ducta: rodeado de mal in-
tencionados consejeros, de
gente que á su sombra sólo
pretendía lucrar, y que há-
bilmente explotó sus debi-
lidades, se üejó envanecer
General José María Reina Barrios
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- 212 —
por la adulación, se creyó el único capaz de regir al país y arbitro de sus
destinos, y consumó actos que rebelaban poco tino y cordura, contrastando
tristemente con los primeros. Su despotismo le hizo odioso; olvidó y despreció
á aquellos á quienes debía haber estado más ag-radecido, y el descontento
cundió entre los mismos que habían contribuido á llevarlo al poder, manifes-
tándose fuertemente el año 1897, con motivo de sus despilfarros en la obra de
la Exposición Centro-Americana, que no dio ningún resultado provechoso; de
los onerosos empréstitos que contrató, y, finalmente, por haber asumido la
Dictadura el 1^ de junio (1897), con el propósito de que una Constituyente le
prorrogara el período de su gobierno, pues bien sabía que el voto popular 'e
era contrario y que en una campaña electoral sería vencido. En efecto, la
Constituyente se reunió, y cuarenta y cuatro diputados reformaron la Consti-
tución del modo como lo pidió y extendieron á cuatro años más su duración en
el poder. El pueblo protestó ante aquel acto inesperado, y dos revoluciones
estallaron: una en Occidente, en la ciudad de San Marcos, el 7 de septiembre,
y la otra en Oriente, por la frontera del Salvador, pocos días después; la
primera, la acaudillaban el general don Daniel Fuentes Barrios y el coronel
don Próspero Morales; y la segunda, el capitán de infantería don José León
Castillo. Pero debeladas ambas insurrecciones, por falta de tacto y arrojo
en los jefes, (y, más que todo, por traiciones que les hicieron), el Presidente
Reina quedó dueño de la situación, aunque pesando sobre él muchos cargos,
entre los que figuraban los fusilamientos d& los muy estimables caballeros
altenses don Juan Aparicio y licenciado don Sinforoso Aguilar, éste último
Alcalde 1^ de Quezaltenango.
4. — Los obstáculos eran cada día mayores y la penuria del erario
nacional nunca había sido igual, de manera que Reina, obligó al comercio á
que le facilitara recursos y se dedicó á hacer economías, muchas de ellas con
fatal acierto, cual fué, entre otras, la que obtuvo clausurando por seis meses,
so pretexto de reformas, los planteles de instrucción pública, dejando así
sin pan intelectual á la niñez y juventud, y sin sueldo á todos los^ maestros
del país.
5. — Triste era el estado de la Nación á principios de 1898, y ninguna
esperanza se abrigaba de que la crisis política y económica porque atravesaba
se mejorase: la primera, era determinada por la impopularidad y ominosa
tiranía del gobernante; y la segunda, por su falta de tacto y por poderosísimos
agentes exteriores que deben tenerse como causas principales de ella; de ma-
nera que el descontento crecía de más en más y amenazaba un cataclismo. El
desequilibrio era general; la marcha evolutiva se había trocado en disolutiva
y una reacción se esperaba con ansia, cuando la noche del 8 de febrero (1898) ,
la mano de un asesino llamado Osear Zollinger, impulsada por móviles que
aún se ignoran, cortó el hilo de la existencia del general Reina Barrios, dis-
parándole en la boca un formidable balazo que lo dejó sin vida instantánea-
mente, en el sitio donde le sorprendió, en la 9^ Calle Poniente, entre la 5^ y
4^ Avenida Sur de la Capital.
6. — Nefanda para Guatemala fué la administración Reina Barrios, si
se atiende única y exclusivamente á su despotismo y á los compromisos pecu-
niarios que inconsideradamente le creó; pero de grato recuerdo si se miran
las mejoras materiales que hizo, y entre las cuales son de citarse: el "Via-
ducto del Cantón la Exposición," vu]ga.rmenteUa.mado Puente de /os Suspiros,
sobre una vía de 100 pies de anchura, obra difícil, de utilidad, y construida
á todo costo; el *'Boulevard del 30 de Junio," hermosa calle de 13,000 pies
ingleses, la más larga del mundo, llamada á ser el centro de los más bellos
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- 214 —
edificios, y en la que se ostentan: el Nuevo Cuartel de Artillería; el monu-
mento á García Granados; los pabellones de la Exposición; la estatua del
g-eneral J. R. Barrios; el admirable Palacio de la Reforma; todos debidos á
su iniciativa, y otros muchos particulares; el ''Parque de la Reforma," de
once caballerías de extensión, formado con todo el buen g-usto y los elementos
de moderna cultura, el cual, no sólo satisfizo una necesidad sino que consti-
tuye un adorno digno de una g-ran capital; el "Monumento a Cristóbal Co-
lón," obra de verdadero arte; el edificio de la "Propiedad Inmueble," que
afecta el estilo del Renacimiento; la "Escuela de Agricultura"; el "Palacio
Presidencial," obra hecha con desmedido lujo, y cuyo importe fué de
$400,000 cuatrocientos mil pesos; y otras muchas mejoras, como la construcción
de las aceras de cemento; la introducción de la nueva luz eléctrica, cuyos
focos son inmejorables; el avance del Ferrocarril del Norte, hasta el Rancho
de San Agustín; el Ferrocarril de Patulul, el de Iztapa, el de Verapaz y el
de Ocós; &., &. Sin embargo, es lástima que en tales cosas de verdadero
ornato, símbolo de refinamiento, pero, más que todo, de un desenfrenado lujo,
se hayan distraído sumas tan fabulosas, como las que se invirtieron, y que han
originado la crecida deuda exterior que agobia al pueblo y que con muchas
penas llegará á saldarse.
LECCIÓN QUINTA.
Azarosa situación.— Mano salvadora. — El Primer desi},'-nado á la Presidencia señor licenciado don
Manuel Estrada Cabrera, en el poder.— Sus primeros actos. — Atentado en la noche del 9 de
febrero.— Importantes decretos. — Expresivo manifiesto. — Muerte del doctor don Lorenzo
Montúfar. — I>esenfreno de las pasiones políticas. — Los dos candidatos á la Presidencia.
Temores de una Revolución.— El coronel licenciado don Prósi)ero Morales aparece en
Occidente. — Disposiciones del señor licenciado Estrada Cabrera. — Muerte del general
Mendizábal.— La campaña.— Triunfo del Gobierno, — Consideraciones acerca de la Revo-
lución.— Trágico fin del señor Morales. — Otros importantes decretos. — Consideraciones
acerca de la dictadura ejercida por el señor Estrada Cabrera. — Las elecciones — Declaratoria
déla Asamblea. — Toma posesión déla Presidencia el señor Estrada Cabrera. — Manifesta-
ciones del pueblo.
1. — Cuando se hizo público el criminal atentado cometido en la persona
del general Rey na Barrios, imperó una gran agitación y el pánico se pintó
en todos los rostros; la situación era azarosa; con justa razón se temía una de
esas convulsiones que alteran las fuerzas funcionantes de la mecánica social
y trastornan por completo el orden, sumiendo á los pueblos en la anarquía,
hidra voraz que todo lo destruye.
2. — Pero una mano salvadora, una voluntad de hierro que se desentendía
de todo riesgo y amenaza, que sólo miraba por el bien general, apareció en
escena, conjurando todo peligro, restableciendo el orden, imprimiendo á los
sucesos una marcha regular: era la mano, la voluntad del Primer Designado
á la Presidencia de la República, señor licenciado don Manuel Estrada
Cabrera, quien tan luego como supo, por algunos de sus amigos, el triste fin
del general Reyna, marchó al Palacio del Poder Ejecutivo á hacerse cargo,
por ministerio de la ley, de la Presidencia de la República.
3.— Con sólo su presencia logró el señor Estrada Cabrera apaciguar la
tormenta que sobre él se cernía, y sus primeros actos fueron: expedir una
proclama en que comunicaba al país que había entrado al ejercicio del poder;
declarar la suspensión de garantías, como medida de precaución en aquellas
gravísimas circunstancias; admitir á los Ministros que le eran hostiles su
- 215
inmediata renuncia, y ordenar, como homenaje de respeto y consideración, los
funerales de su antecesor.
4.— Al día siguiente, 9 de febrero, todo era comentarios y suposiciones;
pero nadie temía una revolución, porque no había motivo que la justificara;
sin embarg^o, en la noche, unos desatentados, contra lo que establece la Ley
Fundamental, quisieron por la fuerza adueñarse del poder, y atacaron el
cuartel de la Guardia de Honor y el resg-uardo del Palacio del Ejecutivo.
^'Afortunadamente, — decía el señor Estrada Cabrera en su Mensaje á la
Legislatura, el 1"^ de marzo, — esa intentona revolución;» ría fué debelada en el
acto, y la tranquilidad pública, merced al decidido empeño del Gobierno, no
ha sufrido desde entonces alteración alguna: los ciudadanos todos, amparados
por las leyes, han vuelto ha entregarse de lleno á sus habituales ocupaciones. "
5. — Después, el señor Estrada Cabrera, dio una serie de importatites
decretos, siendo de estimarse, principalmente: el de convocatoria á elecciones
de Presidente; el de amnistía para los reos políticos, comprometidos antes de
la muerte del general Reyna, y el que disponía la reorganización de todos los
establecimientos de enseñanza, que, como sabemos, estaban clausurados por
mal entendida economía.
6 —El 11 de febrero expidió el señor Estrada Cabrera un Manifiesto al
pueblo, en que le patentizaba sus ideas liberales, su veneración por el culto de
la ley. "Corta y de carácter interino, — decía, — será mi administración, pero
no por eso ha de dejar la Historia de pedirme cuenta estricta de les actos
que durante ella ejecute. Lo declaro de una manera solemne ante mis conciu-
dadanos, quiero que de mis manos, la hermosa bandera de mi patria, baje
limpia 3"^ sin mácula. Quie-
ro que la Constitución, el
Libro sagrado de nuestras
libertades, no se ajeen mis
manos. Quiero que todos
mis compatriotas gocen de
la vida del derecho y de
todas las libertades públi-
cas. Quiero que todas las
garantías los amparen en
el momento de acercarse á
las urnas electorales para
dar su voto por la persona
que ha de regir los destinos
de nuestro país."
7. — Pasaron los pri-
meros meses del gobierno
del señor Estrada Cabrera
con la maj'or tranquilidad^
y sólo perturbó la calma
general, la sentida muerte
del meritísimo liberal, his-
toriador, periodista, tribu-
no y jurisconsulto, doctor
don Lorenzo Montúfar, que
pagó su tributo á la natu-
raleza el 21 de mayo de
1898, dejando un inmenseK
vacío en el partido de que n.
era decano. N DoCTOR D. LoKKNZo MoNTÚFAK
— 216 —
8. — A medida que se aproximaba la hora en que el pueblo había de
manifestar en los comicios su soberana voluntad, las pasiones de partido se
desenfrenaron; la prensa libre, bajo la forma de periódicos y hojas sueltas, —
verdaderos libelos, — se desató en injurias contra el Presidente interino, quien,
respetando la ley, se escudó únicamente con su honradez. Dos eran los candi-
datos: el propio Presidente interino, señor licenciado don Manuel Estrada
Cabrera, y el capitán de infantería don José León Castillo.
9. — Los preparativos anunciaban una recia tormenta, una breg-a potente,
y dejaban sospechar, con sólido fundamento, la amenaza de una revolución.
Y así fué. Antes de lo que se esperaba, apareció el 25 de julio (1898) por
Occidente, el coronel licenciado don Próspero Morales, levantando la bandera
de Ifi insurrección.
10. — El Presidente, señor Estrada Cabrera, declaró entonces en estado
de sitio á todo el país, decretó la suspensión de garantías y reclamó el auxilio
del ejército fiel al Gobierno. Acudieron en masa todos los milicianos y
pronto los batallones de Canales y Jalapa, lamentando la rnuerte de su
antiguo y valiente general don Calixto Mendizábal, acaecida la noche del 1^
de agosto, fueron á las órdenes del general García León á reunirse con las de
Occidente, que comandaba el general Barillas. La campaña duró menos de
un mes, siendo la victoria favorable á las tropas gobiernistas, que hicieron
su entrada triunfal en la capital el 4 de septiembre.
11.- -La Revolución, sin causa justa como la que dio vida á las dos del
año de 1897, carecía de prestigio y no encontró eco entre las masas populares,
que, lejos de auxiliarla, prestaron su apoyo más completo al gobierno consti-
tuido; de modo que, sin elementos, no fué difícil su extinción. Perdieron la
vida muchos de los afiliados en ella y algunos soldados del Gobierno, siendo
de citarse entre los primeros, al mismo jefe, señor licenciado Morales, quien
tuvo un trágico fin. Cuando eran perseguidos los últimos restos de sus desván-
dadas huestes, el señor Morales escribió un papel que literalmente dice:
*'A1 Jefe de las fuerzas expedicionarias. = De una vez quiero acabar; pero con
la condición de que me garanticen á todos mis compañeros. Por encontrarme
sumamente enfermo, suplico mande por mí al lugar que le indicará el
portador.= Morales. " El capitán á cuyas manos llegó la nota fué en su
busca, y le halló entre unas rocas, donde, sin comer ni beber, abrasado por
fuerte fiebre, había pasado tres días. Recogido, se le prestaron todos los
auxilios para reparar sus fuerzas y salvarle la vida; pero todo fué inútil, y á
tres leguas de San Marcos, en el poblado de San Sebastián, falleció de
muerte natural, á las 11 de la noche del 17 de agosto (1898) .
12. — Restablecida la paz, el Presidente, señor Estrada Cabrera, dio
varios decretos, por los cuales levantaba la suspensión de g-arantías, fijaba
la fecha en que debían comenzar las elecciones y convocaba á la Asamblea
que habría de practicar el escrutinio. La dictadura terminó con el último
día del mes de agosto, y es debido consignar: que ni durante ella, ni en sus
más críticos momentos, hubo atropellos, abusos, ni venganzas; los encarce-
lamientos, fueron sólo para los conspiradores, pero los ciudadanos pacíficos,
de cualquier credo político, y los extranjeros, gozaron de todo género de
seguridades.
13. — Las elecciones se efectuaron con todo orden, — cosa antes no vista
en Guatemala, — durante los días 1^ y 7 de septiembre, no obstante las
múltiples manifestaciones que las clases obreras org-anizaron en pro de su
candidato, el señor licenciado don Manuel Estrada Cabrera, quien, hecho el
cómputo de los votos depositados en su favor, obtuvo 312,797, que es el número
mayor que registra la historia de este país. ,
— 217 —
14. — La Asamblea inauguró las sesiones para que había sido convocada
(Decreto del 22 de agxjsto) el 22 de septiembre, y el 25, considerando que las
elecciones se habían verificado con los requisitos substanciales y de forma, que
la ley requiere, que el ciudadano licenciado don Manuel Estrada Cabrera,
había obtenido la mayoría absoluta de sufra^^ios, y que reunía todas las
condiciones á que se refiere el artículo 65 de la Constitución, lo declaró
popularmente electo Pkksidkntk Constitucional, para el período que
comenzando el 15 de marzo de 1899 terminará en igual fecha de 1905, y
dispuso, al mismo tiempo, que tomara posesión el 2 de octubre sig-uiente.
15. — En efecto, en la fecha citada, el señor licenciado don Manukl
Estrada Cabrkra recibió de la Representación Nacional la investidura
para ejercer la presidencia, y tomó |X)sesión de ella con la mayor solemnidad,
haciendo la protesta sig-uiente: '^ Protesto desempeñar con patriotismo el cargo
de Presidente y observar y hacer que se observe con fidelidad la Constitución
de la República.'" Acto continuo, el Presidente de la Asamblea dijo: '^En
nombre de la República de Guatemala declaro: que el ciudadano licenciado
Manuel Estrada Cabrera, queda en ejercicio legítimo y en posesión plena
del cargo de Presidente de la República^ para el cual fué libre y popularmente
eUcto; y que en consecuencia, los pueblos le deben respeto y obediencia, hasta
el quince de marzo de mil novecientos cinco, vigésimoquinto de la Consti-
tución.^'
16. — El pueblo aplaudió el suceso y manifestó su aleg^ría por medio de
fiestas y demostraciones de adhesión y simpatía hacia el nuevo Presidente
Constitucional, señor licenciado don Manuel Estrada Cabrera, en quien
cifró todas sus esperanzas, y de quien espera ser redimido por medio de la
PAZ, el trabajo y la instrucción.
Guatemala, 5 de octubre de 1898.
a>
APÉNDICE II.
Notas que amplían ó aclaran algunos puntos*
I. -[Pág-. 4, n" 11], — Mictlán en mezica, Xibalba en quiche, y Lyobáa
en zapoteca, tienen una si^nifícación idéntica: se refieren al centro de descan-
so donde yacen los muertos, y no cabe duda son comunes á lo que hoy se
conoce en Oaxaca con el nombre de Ruinas de Mitla. Las leyendas aellas
relativas concuerdan perfectamente en los diversos idiomas, y dadas las
relaciones de Mungiifa y de Burgoa, es de presumirse que hayan sido la
residencia de los reyes Hum-Camé y Vukub-Camé, quienes, seg^ún el "Popol-
Vuh,*' ordenaron el sacrificio de Hunhun-Ahpú y Vukub-Hunahpú.
II. — [Págr. 5, n' 15J. — La leyenda nos presenta á Votan como á un
misterioso personaje, que desembarcando por Tabasco somete á todos los
pueblos que halla á su paso, en las regiones del Usumacinta, les impone su
cultura y funda un imperio que llamó Xibalba. y cuya capital fué Nachán.
Muchas discusiones ha habido acerca de esta leyenda, que tomada al pie de
la letra es Inverosímil. En nuestro concepto, su mejor interpretación es la
siguiente: Votan, caudillo j' hierofante de un pueblo de raza asiática, empuja-
do por la invasión de los arias, abandonó el Asia central, y encaminándose
hacia el Occidente, dejó en las bocas del Nilo, en el África boreal, los mismos
gérmenes de población que trajo consigo hasta las marismas de Yucatán,
donde se quedaron los mayas mandados por Zamná, que decían era su hijo,
en tanto que él seguía su peregrinación hasta la desembocadura del Usuma-
cinta. Se internó por sus riberas; estableció con los suyos varias ciudades,
y por su civilización superior se impuso á los naturales, que, sin duda, se le
sometieron sin resistencia. Entonces fué cuando fundó Nachán (ciudad de los
chañes ó culebras), principio de un vasto imperio, que llegó á ser el emporio
del adelanto: así lo proclaman las majestuosas ruinas que se contemplan en
Palemke. Prueba esta doctrina, que la le3'enda de Votan dice después, que
habiendo éste emprendido un viaje p)or sus dominios, al regresar á su ciudad
encontró que habían llegado á ella más individuos de su raza, clara manifes-
tación de una inmigración constante. Por otra parte, la procedencia asiática
de los votanes se comprueba por medio del estudio comparativo de sus deida-
des con las germánicas, que es bien sabido tienen su origen en el Asia
central. L?s principales entre éstas eran: Odin, Wile y We, siendo consi-
derada la primera como la mayor y principio de las demás: así puede verse
en la obra "Germanische Góttersage" von Ernst Bratuscheck. — Ahora bien,
Odin era designado igualmente con el nombre de Wuotan ó de Wuodan , pues
en "^- obra " Die Geschichte der Welt" von Dr. Heinrich Dittmar, Tom. II,
Pág. 464, Ed. de 1866, se lee: ^11, lín. IV: Odin,— althochdeutsch,— Wuotan ó
Wuodan, (Odin, en alemán antiguo, Wuotan ó Wuodan), lo cual, seguido de
otras consideraciones, hace presentir un contacto antiquísimo entre las dos
razas, pues de otro modo no son explicables ciertos puntos de semejanza que
se descubren en el fondo d^ su religión, donde, á más del nombre de las
divinidades, se encuentran aC^jiones y relaciones comunes.
1
— 220 —
III. — [Pág-. 5, n° 16]. — Chay-Abah, era el jefe de los guerreros de arma?
de obsidiana. (Chay, significa obsidiana) .
IV. — [Pág-. 7, n^ 37].— Quetzal coatí, conocido también con el nombre de
Gucumatz, personaje blanco y barbado, representante del sacerdocio nahoa,
fué en un principio el simbolismo de una leyenda astronómica que llegó á
hacerse histórica. Deidad adorada por los toltecas dio lugar á la creación
de un nuevo culto cuyo principal sacerdote llevaba su nombre, y tuvo la
misión de reformar la bárbara religión de Tezcatlipoca, introduciendo en el
culto formas menos crueles y dándole cierta majestuosa solemnidad de que
antes carecía. Al Quetzalcoatl de la segunda teocracia de ese nombre, terce-
ra del Reino de ToUán, es al que nos referimos. Por causa de la rivalidad que
surgió entre los adeptos de uno y otro sistema religioso, á la muerte del rey
Tlilcoatzin, 7 tochtli^ 1,047, se entabló una formidable guerra teocrática, y
vencido en ella, perseguido, abandona á su patria, se refugia primero en
Teotihuacán, con todos los suyos, y después en Xaltocán; y de allí, molestado
de nuevo, siguió al Sur: funda el Xicalanco, hermosa región que se extendía
entre Tabasco y Xaltipán, y con el resto de sus adictos, pasa á la península
Maya y á estos países finalmente.
V.— [Pág. 8, n^ 39].— Algunos autores, entre ellos el del "Popol-Vuh,"
según Ximénez, dicen que este rey fué el introductor de los sacrificios huma-
nos. En nuestro concepto, aunque no conocemos el original, el hecho no debe
interpretarse de tal manera. Los sacrificios humanos eran muy usadlos
entre los quichés desde lejanos tiempos atrás; por tal razón, la referencia del
cronista, sin duda, no alude á ellos como á nueva costumbre religiosa puesta
por primera vez en práctica, sino por las reformas que en esa época sufrieron,
debidas á la intromisión en el culto quiche de muchos de los usos del nahoa, á
esa ceremonia relativos.
VI. — [Pág. 13, n^ 71]. — Hechos de tal magnitud como la Embajada
Mexicana á que aluden Fuentes, Juarros y el Isagoge Histórico, es inconcuso
que no deben jamás pasar desapercibidos á la investigadora mirada del
historiador, máxime cuando sucesos de una importancia meramente secunda-
ria con frecuencia se la absorben. Así, pues, sorpresa y no poca me ha
causado la relación citada, porque no conozco entre los muchos autores que se
ocupan de la historia de la monarquía azteca ó mexica, uno solo que la
consigne; por tal, examinémosla y tratemos de averiguar si hay en ella algo
de cierto.
Fuentes, y los que le siguen, admitiendo la venida de la Embajada el
año de 1512, la atribuyen á Ahutzol ó Ahuizotl, en lo que desde luego se descu-
bre un craso error cronológico: Ahuizotl murió el año 1502; esto es, diez
años antes de la supuesta venida de los Embajadores; nada queda, después de
ésto, que sea creíble.
El ilustrado señor Milla, obrando con el juicio y cordura que le carac-
terizaban, vio la cuestión bajo otro aspecto. Siguiendo lo dicho por el MS.
Cakchiquel y las opiniones del abate Brasseur de Bourbourg, atr: a
embajada á Moteczuma II, y supone que este monarca, por medio de ella,
buscaba la alianza de estos reinos para defenderse del invasor español. Muy
admisible sería en nuestro concepto la teoría del malogrr .do señor Milla, sino
fuera que no hay constancia alguna que la apoye. Cierto es lo que el señor
Milla creyó probable: esto es, que el emperador Moteczuma II tuvo conocimiento
por aquel entonces de la llegada de los españoles, pues desde 1506, Juan Díaz
de Solís y Vicente Yáñez, descubrieron la península de Yucatán, y en 1511
— 221 —
lleg'aron á ella los náufragos del banco de las Víboras, de los que sobrevivie-
ron Gonzalo Guerrero y Gerónimo de Ag^uilar, de cuyos acontecimientos
llevaron la noticia á Texcoco unos mercaderes pochteca, encarg-ándose de
transmitirla á Motecruma el sabio Nezahualpilli, quien, participando del fata-
lismo de su época, aug^uró la realización próxima de la leyenda astronómica
de (Juetzalcoatl, que ya se había convertido en histórica. Entonces, segfún
Tezocomoc, Ixtlilxochitl, Sahag-ün. Duran, Clavig-ero, etc., el supersticioso
Moteczuma, para satisfacer á Ips dioses, ordenó la g-uerra sagrada, que se
declaró contra los huexotzincos, cuyos prisioneros se sacrificaron en aras de
la diosa Tocí, con motivo de la lleg^ada de sus fiestas. En seg-uida, la ora-
ción, los sortileg'ios y el miedo más acerbo ocupan su atención, hasta el
aparecimiento del cometa de 1516, (que segün los astrólogos europeos anunció
la muerte de Femando el Católico, en Rspaña, y según los mexica la de Neza-
hualpilli en Texcoco,) tiempo en el que sus temores no conocieron límite, por
lo cual, después de mand<ir matar despiadadamente á todos sus agoreros,
astrólogos y adivinos, por anunciíirle siempre ruinas y futuras desg^racias,
huyó despavorido á ocultarse á Tlachtonco, con sus enanos y corcovados,
saliendo de allí secretamente para volver á la ciudad, g-racias á la dura
reprimenda que le hizo el tcpixtia del teocalli^ muy disgustado por su vergon-
tosa cobardía. A continuación relata la leyenda muchos prodigios tenidos
como nefastos anuncios, y que, cuentos ó historia, revelan el sobresalto del
pusilánime monarca, pero nada referente á la Embajada origen de estas
disquisiciones. ¡Cosa extraña!
Ahora bien, digamos aquí algunas palabras sobre el asunto relativo á
si los Reinos de Guatemala estuvieron alguna vez sujetos ó nó al Imperio
Azteca. — Cuestión es esta bien fácil de resolverse; basta para ello pasar la
mirada por el "Códice Mendocino" quede un modo claro y detallado con^¡gna
las conquistas de Ahuizotl y Moteczuma II; y por él se verá, que sólo llega-
ron hasta Xoconochco ( Soconusco) , tanto en una como en otra éjXKía, siendo de
notarse que el afianzamiento de ellas tuvo lugar en tiempK) del segundo, ayu-
dado por su aliado Cosijoeza, rey de los zapotecas, y cuyas fuerzas acompaña-
ban á los mexica hasta Huehuetán y el citado Xoconochco. No estamos por
lo tanto conformes con la aseveración del respetable señor Milla, quien cree
que Ahuizotl llegó hasta Nicaragua, pues no es de suponerse que tan valiente,
hábil y poderoso guerrero, hubiese visto con indiferencia estos hermosos y
ricos reinos, y se hubiera expuesto á avanzar á un territorio de poco interés,
donde quedaría rodeado de enemigos que podrían á su antojo cortarle toda
retirada, en un momento dado.
Clavigero, célebre historiador mexicano, confirma nuestro aserto, pues
en el tomo II de su obra ** Historia Antigua de México y de su Conquista,"
en la Disertación VII, "Confines y población de los reinos de Anáhuac,"
página 289 (Ed. de Dublán yComp. , México, 1883), dice: "Sabemos pues, que
los dominios mexicanos no se extendían hacia Levante más allá de Xoconochco,
y que no entraba en ellos ninguna de las provincias comprendidas actual-
mente por la diócesis de Guatemala, Nicaragua y Honduras. En el libro IV
de la HistoriPí he dicho que Tlitototl, célebre general mexicano, en los últimos
años del rey A. lizotl, llegó con su ejército victorioso hasta Quauhtemallán; y
ahora añado que ii'» se sabe quedase entonces sujeto aquel país á la corona de
México, antes bien, todo lo contrario se debe inferir de la relación de aquellos
sucesos. Torquemada (fuente donde sin duda se inspiró el señor Milla) habla
de la conquista de Nicaragua hecha por los mexicanos; pero lo mismo que en
el Libro II, capítulo 81, atribu3'e á un ejército mexicano en tiempo de Motec-
zuma II, en el libro III, capítulo 10, refiere de una colonia que salió muchos
\
\
— 222 —
años antes, por orden de los dioses, de las inmediaciones de Xoconochco: así
que, no debemos fiarnos en su noticia."
Bernal Díaz, por su parte, aseg-ura que los mexicanos nunca conquista-
ron á los chiapanecos; pero, ésto es sólo aplicable á todo el territorio; pues,
Remesa! nos dice, que tenían g-uarnición en Tzinacantla; y, por la "Matrícula
de Tributos" puede verse que Tochtlán y otras ciudades de aquel país eran
tributarias de los mexica.
VII.— [Pág-. 20, n° 101]. — Mientras más se estudia el calendario quiche
más se admira, pues revela que el pueblo que lo formó tenía unag-ran cultura.
En muchos puntos ^e le encuentra parecido con el de los mayas y mucha
semejanza con el de los nahoas, de quienes sin .duda lo tomaron.
Un ilustrado historiador contemporáneo refiriéndose á él, dice:
"Su calendario reg^ularmente arreg^lado, correspondía también al euro-
peo en cuanto estaba fundado en el movimiento anual de la Tierra al rededor
del Sol, difiriendo únicamente en las subdivisiones, porque los indios dividían
y dividen aún los 365 días del año en 18 meses de 20 días, y los días sobrantes
los intercalaban al fin de cada sig-lo como en el de los mexicanos, dividido en
cuatro períodos de 13 años cada uno.
"Estos períodos, lo mismo que los diez y ocho meses y cada día de éstos,
tenían sus nombres particulares, representados por sig^nos acompañados del
número del período; y de esta manera podía fácilmente calcularse á que año
correspondía de nuestro cómputo. Este calendario de los indios, refieren las
antig-uas historias que fué introducido por los toltecas emigrantes cuando fue-
ron á fundar el reino de Tula ó ToUán.
* 'L«os siguientes nombres eran los que correspondían á cada uno de los
1. — Nabé tzih Primera palabra.
2.— Veab tzih [*] Segunda palabra.
3. — Rox tzih Tercera palabra.
4. — Chee ._ Árbol.
5. — Tekoxepual... Siembra.
6. — Tzibé pop Pintura de estera.
7. — Zak Blanco.
8. — Chab Arco de flecha.
9. — Hun bix£ih Un canto del sol.
10. — Nabé mam Primer abuelo.
11. — Vgab m^n Segundo abuelo.
12. — Nabé likinfab Primera mano dulce.
13. — V£;ab likin^ab Segunda mano dulce.
14. — Nabé pach Primera trenza.
15. — Vj^ab pach. Segunda trenza.
ló. — Tzikin gich Tiempo d^ pájaros.
17. — Tzitzi la^an Estandarte cosido.
18. — Kan kan Muy colorado.
Los nombres de cada uno dé los veinte días eran así:
1. — Noh. Genio, arbitrio.
2. — Tihax Comestible, peáernal.
3. — Kabek Símbolo.
4. — Ahpú Tirador de cerbatana.
( * ) El sonido representado por el tresillo equivale al de doble K pronunciado con fuerza.
- 223 —
5. — Imox Marmita.
6. — 1£ - Luna.
7. — Akbal Caos , cosa confusa.
8.— ITat Red.
9. — Kan Serpiente [palabra maya] .
10.— Kamé Muerto.
11. — Keh Ciervo, venado.
1?- — Kanil Madurez.
13.— Toh Lluvia.
14.— Tzii -. Perro.
15 — Batz . Mono, hilo.
16.— Ee Diente.
17.— Ah Helóte.
18. — Ix Vosotros.
19.— Tzikin I'ájaro.
20. — Ahmak . Pecador, culpable.
**Hay opiniones diversas re-^pecto de la época en que comenzaba el año
en el calendario quiche. Unos opinan que comenzaba por el mes de octubre,
y otros por el de diciembre. Diciembre, á partir del 24, es la opinión que
prevalece má»; y la de octubre acostumbran los astrólogos de Momostenango,
dcnde aún están en vigor las prácticas nigrománticas; siendo de advertir que
estos indios, lo mismo que los de Santa Catarina Ixtlavakán, son todavía
zoólatras y politeistas: adoran al Sol y la Naturaleza. [Licenciado Jesús E.
Carranza. **Un Pueblo de Los Altos.*' Apuntes para su Historia, Cap.
VIII, Páífs. 41 y siguiente].
Según el autor citado, la mayor ñesta religiosa que se registra en el
calendario quiche es la del Vakxakib Batz, los ocho hilos ú ocho monos.
VIII. — [Pág. 33, n' 163]. — La tierra recibió entonces tres nombres
distintos: Guaymura,Hibueras y Honduras, que es el que hasta hoy conserva.
**La llamaron Guaymura, por ser ese el nombre de un pueblo de la costa.
Hibueras, por haber encontrado en el mar gran número de calabazas, que
llaman hibueras en Santo Domingo; y Honduras, porque después de haber
navegado un gran trecho sin hallar fondeadero, cuando lo encontraron al fin,
exclamaron: **Bendito Dios que hemos salido de estas honduras. " Herrera,
Dec. IV, Lib. VIII, Cap. III.
IX. — [Pág. 41, n^ 207]. — La superstición fué uno de los caracteres
distintivos de los primitivos habitantes y larga es la lista de las diferentes
creencias que embargaban el espíritu de aquellas gentes, que en su ignoran-
cia daban crédito á lo maravilloso y fantástico y vivían convencidos de lo que
no eran más que patrañas ó fábulas.
Una de las supersticiones más arraigadas fué la creencia en hechiceros
y brujos, que no pocas víctimas proporcionó al célebre tribunal del Santo
Oficio. El vulgo estaba persuadido de su existencia y les designó con el
vocablo náhuatl, derivado de la voz náhualli, secreto, misterioso, oculto.
Eran éstos, hombres misteriosos á quienes la tradición y cronistas venerables
han pintado con los má^ negros colores. Sahagún, Lib. X, Cap. IX, dice de
ellos: "El Naoalli propiamente se llama brujo que de noche espanta á los
hombres é chupa á los niños. Al que es curioso de este oficio, bien se le
entiende cualquiera cosa déxhechizos. y para usar de ellos es agudo y astuto,
aprovecha y no daña. El qufc es maléfico y pestífero de este oficio, hace daño
á los cuerpos con los dichos hechizos, y saca de juicio y ahoga, es envaydor ó
encantador. "
\
- 224 —
Otro escritor, refiriéndoseles, afirma: '*Los unos se transformaban en
enormes serpientes, los otros en lobos ó coyotes. Detrás de los matorrales 6
en la espesura de los bosques espiaban la ocasión de acometer á su víctima.
De súbito al bordear un precipicio, al cruzar una vereda solitaria, y cuando
el viajero estaba menos preparado, se veía asaltado por una fiera que lo hería
y lo despedazaba sin piedad. El tal viajero había tenido sin duda un alter-
cado con el náhuatl 6 brujo, y éste con las apariencias de la fiera, tomaba
veng-anza de su contrincante. Nada más temido ni más aborrecible que estos
náhuales, por sus maleficios continuos. Nunca de sus manos salía bien
librado un enemig"o, siendo bastante una desaveniencia ó lig^ero desacuerdo
para que el náhuatl, con sus malas artes, y sin que nadie se apercibiese
de ello, depositase un tiesto ó una angulosa y cortante guija debajo de la
piel del rostro de su adversario, formándose luego en el lugar alguna dolorosa
llaga, incurable y eterna." — José Antonio Gay. — "Historia de Oaxaca,"
Tomo I, Cap. VI. Ed. de Dublán y Comp. — México.
De tal manera los presentaba la gente sencilla, que llena de pavor veía
en ellos genios fatales merodeando por todas partes; y aún en nuestros días,
aunque ya casi extintas, viven tales ideas ertre la raza indígena. Así, el
abate Brasseur de Bourbourg, se expresa en los siguientes términos: ''El
vocablo náhuatl es todavía en el día sinónimo de genio ó demonio familiar, y
el Nahualismo es la magia más común de la mayor parte de las provincias
mexicanas, hasta la República de Guatemala. Añadiré, que la potencia que
el Nahualista ó brujo se imagina tener de transformarse en la figura de su
animal ó demonio predilecto, así como toda la serie de ritos de esta secta, le
da una semejanza muy notable con la hechicería de la media edad en
Europa." — "Cartas para servir de introducción á la Historia primitiva de las
Naciones civilizadas de la América Septentrional." Ed. de M. Munguía. —
México.— 1851.
X. — [Pág. 48, n° 241]. — "Las circunstancias de passo tan lastimosso
refiere Bernal Díaz en su original MS. por estas palabras: "Antes que los
ahorcassen, los frayles Franciscos los fueron esforzando y encomendando á
Dios, con la lengua D. Marina. I cuando le ahorcaron dijo el Guatemuz:
ó Malintzin, días avía, que yo tenía entendido que esta muerte me habías de
dar, é avía conocido tus falssas palabras. Por que me matas sin Justicia?
Dios te lo demande, pues yo no me la di quando me entregaste tu perssona en
mi Ciudad de México. El Señor de Tacuba dixo, que el daba por bien empleada
su muerte por morir con su Señor Guatemuz. I antes que los ahorcassen, les
fueron confessando los frayles franciscos con la lengua D. Marina. E
verdaderamente yo tuve gran lástima del Guatemuz, y de su primo, por
avellos conocido tan grandes Señores: y aún ellos me hacían honra en el
camino en cossas que se me ofrecían, especial en darme algunos Indios para
traer yerba para mi cavallo. Y fué esta muerte que les dieron, muy injusta-
mente dada é pareció mal á todos los que veníamos en aquella jornada."
Hasta aquí Bernal Díaz: en el sucesso, con razón se debe dudar para cual
sería más fatal, si para Guatemuz ó para Cortés? ^jquel violentamente
perdió la vida: este abandonó su mayor gloria, dejando pendiente de aquellos
árboles á Guatemuz, y con él toda su fama, pudiendo componer la seguridad
del exercito y suya con menos costa de su crédito, y menos ignominia de tan
Real persona. Del madero en que por una fatal ora estuvo pendiente
Guatemuz, penderá por todos los futuros siglos ej:-, el juicio de los hombres, la
opinión de Cortés." — Isagoge Histórico Apologético general de todas las
Indias. Lib. III, Cap. IX, Pág. 389. — [ObrPt inédita hasta 1892, en que la
hizo publicar el Gobierno de Guatemala) .
/
— 225 -
XI.-[Pág-. 50, n° 250]. — Jorg^e de Alvarado en representación de l;i
autoridad Real, dirig"iéndose al escribano de cabildo le dijo: **Asentíi
escribano, que yo, por virtud de los poderes que teng-o de los g-obernadores de
Su Majestad, con acuerdo y parecer de los alcaldes y regidores que están
presentes, asiento y pueblo ;iquf en este sitio la ciudad de Santi;ig-o, el cual
dicho sitio es término de la provincia de Guatemala."
XlI.—íPág-. 58, n" 273].— El cadáver de don Pedro fué sepultado
provisionalmente en la iglesia parrtíquial del pueblo de Ateng-uillo; después,
se le transladó á Tiripitío; más tarde, conforme lo había dispuesto en su
testamento, al templo de Santo Doming») en México, donde permaneció algún
tiemí», h.'ista que su hija doña Leonor hizo traer los restos á Guatemala y
depositarlos en la catedral, de donde »*c perdieron en 1680, al demolerse el
edificio para reedificarlo.
Un historiador, dice: **Ivan DÍíu de la Calle, Oficial Mayor de la
Secretaría de Nueua-España, le dedicó el Epitafio si^fuiente, mientras no se
le pone el que merece la recordación de sus hazañas, y hechos:
*'Yazk kn kste angosto Monumento, el que le merecía más Augusto,
que ñié para la Nobilissima Ciudad de Guatimala, lo que para Roma
Romulo, El famoso por la virtud de su valor, y Vitorias, Don Pkdko dk
Alvakado, del Abito de Santiagt>, Adelantado, Gouemador, Capitán Gene-
ral, Conquistador, Fundador, y Poblador desta Ilustrísima Ciudad de
Guatimala. Que la dio Templos, Leves, Costumbres y Ritos. Después de
aver deshecho en muchas batallas el engaño de l;i Idolatría, poniendo para
siempre cessación en sus Altares y Ara».
Passó á la inmortalidad de que ya g-oza en el año 1541."
Gil González Dávila.— Teatro eclesiástico.— Tomo I, Pág-. 140. Ed.
de 1649.
XIII. — (Pá^. w^, .. -,.-,. i'.ircial el Ayuntamiento, de Landecho,
pidió al Rey con instancia le concediese la g"obernación, porque de tal provi-
dencia vendría el mejor g-obierno de estas provincias. La Cédula de 16 de
septiembre de 1560 satisfizo los dese<js del ambicioso presidente, pues en ella
el Re\' le decía: "A vemos acordado que vos tengáis l;i gobernación y proveáis
los repartimientos que se ovieren de encomendar y los otros oficios que se
ovieren de proveer, ansi como lo ha hecho hasta aquí toda esa audiencia; por
ende, jxjr la presente vos damos facultad y poder para que vos solo teng-ais la
g-obernación, ansi como la tiene nuestro visorrey de la Nueva España." — Cita
de García Peláez, Mem. Cap. XIX, hecha por Milla. Historia de la América
Central. Tomo II. Pág:. 133.
XIV. — [Pág-. 63. n*^ 292].— Fué el Licenciado Marroquín uno de esos
Obispos, cuyo nombre, como el de Zumárrag-a en México, se recuerda con
g^ratitud. Su amor, caridad y celo por el bienestar de los naturales se señaló
notablemente. Promovió su instrucción y para fomentarla fundó una escuela
de primeras letras y una cátedra de gramática, [el señor Milla consignó en
su Historia estos hechos con alguna reserva, porque, — decía, — que sólo en
Juarros, Historia de Guatemala, Cap. II, Trat. III, había encontrado noti-
cias de ellos. Pudo halarlas hallado también en el Tomo I de la obra
*' Teatro Eclesiástico de lá. Primitva Iglesia de las Indias Occidentales " del
M. Gil González Üávila, y eV> la obra histórica de Remesal], y después dejó
en su testamento veinte mil pt>^s para la erección de una Universidad.
El citado cronista Gil Goc^zález Dávila, después de estudiar su vida, al
referirse á su muerte dice: "Ll^^ó la hora de coger el fruto dichoso, acabado
15
1
— 226 -
co este valle de lagrimas, entrando en el Paraíso, donde viue la aleg-ria, auiedo
g-ouernado su Sede 30 años, [el señor Milla dice que 33, pero es clara la
equivocación de este apreciabilísimo autor, pues como él mismo asienta en su
Historia de la América Central, Tom. I, Pág. 238: el Emperador, informado
del mérito del señor Marroquín, le nombró primer Obispo de Guatemala en
fin del año 1533, y el papa Paulo III le expidió las bulas hasta el siguiente,
siendo consagrado hasta el de 1537], Enseñado, Bautizado, Cofirmado,
Defendiendo su oueja, y ayudadola co crecidas limosnas, sin lo mucho que
gastó en su Iglesia v Templos de su Obispado, y en conducir Religiosos para
predicar, y estos fueron los mayorazgos q dexó fundados. Otorgó su testa-
mento en lo perteneciente al Colegio en 5 de abril de 1562, ante luán Palomino,
y fue su tránsito en 18 de 563, y está sepultado en su Iglesia debaxo de las
gradas del Altar Mayor, etc."— Teatro Eclesiástico. Tom. I, Pág. 150.
El Obispo Marroquín, que desde que llegó al país se dedicó á aprender
las lenguas indígenas, escribió, el primero, un Arte ó Gramática quiche,
conforme á la lengua latina, que nunca se imprimió, y, siendo también el
primero, una Doctrina en la misma lengua, que, por no haber imprenta en
Guatemala, la mandó imprimir á su costa en México. La primera edición es
desconocida y la segunda está en cakchiquel, de modo que de aquella no
puede darse el verdadero título ni fijarse con precisión si estaba en quiche
como dijimos y afirma Remesal. Lo que sí puede asegurarse es que, con
todo y vser la primera escrita, no fué la primera impresa, porque antes de
1553 los PP. Franciscanos habían hecho imprimir en el propio México un
''Catecismo ó Doctrina Cristiana en la lengua de Guatemala," ordenado
probablemente por Fr. Pedro de Betanzos.
Podrá observarse que la fecha que asiento en el texto como la en que
ocurrió la muerte del obispo Marroquín no coincide con la que da el M. Gil
González Dávila en la cita que de él hago, ni tampoco con la que apunta el
señor Milla en su Historia de la América Central, Tomo II, Pág. 145. La
razón es la siguiente: Remesal dijo primero, que el fallecimiento del Obispo
tuvo lugar el Viernes Santo de 1563, y despviés Gil González Dávila escribió,
que el 18 de abril de 1563, con lo que Juarros, [de quien el señor Milla toma
su noticia], juntando ambos datos, expresó: que el Viernes Santo, 18 de abril
de 1563, sin tener en consideración que tal fiesta movible cayó ese año á 9 de
abril. De modo que, admitiendo el día señalado por Remesal, seguramente
bien informado, no hay más que adaptarle la fecha que le corresponde.
XV. — [Pág. 64, n" 293]. — El Obispo Las Casas, fué, como ya hemos
dicho, un infatigable defensor de los indios, y no hubo ocasión en que no
mostrara el interés que por ellos tenía, ya salvándolos de los iitropellos de los
españoles, ya hablando en su favor á los Soberanos, para que expidiesen
leyes suaves que mitigasen sus penas.
Conquistó por medios pacíficos, valiéndose de la conversión de los
naturales á Jos principios católicos, la provincia de Tezulutlán, inquieta y
guerrera comarca, á la cual, para hacer alusión á la manera como fué
reducida, se le cambió el nombre el año 1547 por el de Verapaz que aún lleva.
Vino al país cuando contaba 57 años, fué nombrado Obispo á los 70 y
murió á los 92, siempre en servicio de Guatemala.
Llórente, en la biografía que pone de él, íví frente de sus obras, dice:
"Siete viajes á las Indias, siete regresos á España; innumerables travesías de
norte á sur y del oriente al poniente de un Nuevo-Mundo vastísimo; otras
muchas en nuestra Península; la predicación continua en las Indias; la com-
posición literaria de tantas obras, los peligtos gravísimos en que se halló, las
— 227 —
j^ersecuciones que se promovieron contra él |>or parte de interesados muy podé-
roste; las calumnias y maledicencias á que debió satisfacer, son otros tantos
testimonios de la solidez de su virtud, como de la fortaleza de su carácter, al
mismo tiempo que su larjfa vid.i (en medio de continuas y larg^as ag-itaciones
y fatig^as de alm;i y cuerpo) testifica también lo mucho qae le había favorecido
la naturaleza en su complexión y física organización. " Cita hecha jwr Milla.
Historia de la América Central. Tomo II, Pá^'. 1S8.
XVI.— jPág^. 65, n" 298]. — Al tratar de la introducción de la imprenta
á Guatemala dice el señor Milla: — Historia de la América Central Tomo II,
Cap. XVII, Pág. 325. — '* México tenía imprenta desde antes del año 1()22; »&. "
Sorprende verdaderamente que el erudito historiador citado haya incurrido
en tal anacronismo, pues bien sabido es que México fué el primer país del
Nuevo Mundo que tuvo la jfloria de ver ejercer en su suelo el maravilloso arte
de la imprenta, traída á él iwr su primer virrey don Antonio de Mendoza y
iu primer obisjK) Fr. Juan de Zumárraj^a. — En tal virtud, es en la primera
litad del siplo XVI y no en la del XV^II en la que debe fijarse su intro-
lucción. — Sobre tan imjwrtante asunto publicó el año de 1855 en el * ' Diccio-
iario Universal de Historia y de Geog-raf ía " un breve pero concienzudo
estudio, el sabio y eminente bibliógrafo mexicano D. Joaquín García Icazbal-
ceta {tí* 26 de noviembre de 1894), quien lo aumentó más tarde con valiosas
notas bibliof^ráficas que le sirven de comprobantes. — Las conclusiones á que
el autor nombrado lleg^ó no dejan lug-ar á la duda, y por tal son de tenerse
muy en cuenta las sig-uientes palabras contenidas en el Tomo I, Pág-. 22 de
sus "Obras": * ' En resumen, 5' con la desconfianza propia del que camina
en tinieblas^ dig"© que á mi parecer la imprenta lleg^ó á México en 1536, acaso
j-a entrado el año: que desde lueg-o se ocuparía en la impresión de cartillas ú
otros trabajos |>equeños muy urg-entes, y que á principios de 1537 ya saldría
de sus prensas la "Escala" que fué el primer Hdro impreso en México." —
Mas si la fecha dicha estuviese de alg-ún modo errada, cosa de todo punto
impasible, si se atiende á lo cuidadoso de la investig-ación relativa, no
quedaría lugar á duda de que entre ella y el año 1542 la imprenta llegó á
México; pues así lo justifica el siguiente documento: *'E1 Rey. — Por cuanto
por parte de vos la muger é hijos de Joan conbergel, ynpresor, vezino que fué
de la ciudad de Seuilla, defunto, me ha sido hecha relación que el dicho Joan
conbergel ayynnestancia (síc) del nro vissorrey de la nueua españa e del
obispo de mexico enbio aquella tierra officiales de ynprenta e todo el aparejo
necessario para ynprimir libros de doctrina xpiana de todas maneras de
ciencia & & Fecha en la villa de Talavera á seis dias del mes de
Junio de mil y quinientos y quarenta y dos años. — Fr. Gr. Carlis Hispalen. —
Por mandado de su magt. el gouernador en su nombre, Joan de Samano. " —
Arch. Gen. de Méx., Lib. II de Mercedes, fs 48 vta y 49 fte.— Cita hecha por
Icazbalceta.
Autores hay que adelantan más la fecha; y así, el M. Gil González
Dávila en su * 'Teatro Eclesiástico de la Santa Iglesia de México," pág. 23,
dice: "En el año de mil y quinientos y treinta y dos el Virrey Do Antonio de
Mendoza, lleuo la Imprenta á México. El primer Impressor fué Joan Pablos;
I el primer libro que se imprimió en el Nuevo Mundo, fué el que escriuió San
Joan Climaco, con título de Escala Espiritual para llegar al Cielo, Tradocido
de latín en Castellano por el Venerable Padre Fr. Joan de la Madalena,
Religioso Dominico." Sin embaifgo tal aserción no es de aceptarse; pues,
aún cuando el señor Mendoza fué nohibrado virrey desde 1530 no vino á México
sino hasta 1535, y aunque pudiera decirse que la envió antes, no hay docu-
\
- 228 -
mentó que así lo justifique; y es más de creerse que cuando el obispo
Zumárraga anduvo por España en los años de 1533 y 34 se hayan puesto de
acuerdo para traer tal mejora al suelo cuyo g-obierno se les había confiado.
XVII. — [Pág- 67, n" 304]. — Los jesuítas en ese tiempo se habían hecho
verdaderamente insoportables á toda Europa. Portug-al y Francia ya los
habían expulsado de sus dominios por motivos análogos á los que decidieron
á Carlos III. En el primero de los países citados el Ministro Pombal, que
tantos bienes hizo á su patria, fué quien promovió y realizó su extrañamiento:
en 1757 lo inició expulsando á los confesores de la familia Soberana, que
pertenecían todos á la Orden, y en 1759, con motivo de la tentativa de
asesinato cometida contra el rey José I, en la noche del 3 de septiembre
del año anterior, les confiscó sus bienes y los arrojó del reino y de
las colonias, embarcándolos en buques qvie los llevaron á Civita Vechia en
los Estados del Papa. En Francia los parlamentos los atacaron con dureza
en vista de los muchos abusos que cometían, y el de París determinó su
ruina aprovechándose del juicio formado al P. Lavalette que habiendo
establecido una casa de comercio en la Martinica se presentó en quiebra
fraudulenta. En atención á ésto y á las denuncias que día á día llegaban de
todas partes del reino, Luis XV les exigió la reforma de algunos artículos de
sus Constituciones, pero habiéndole respondido Ricci, general de la Orden:
'' Sint ut sunt, aut non sinty''^ (que sean como son ó que no sean), los dejó
abandonados á su suerte. La resolución no se hizo esperar: los políticos
franceses veían en la orden un verdadero imperio extendido por sobre toda la
superficie de la tierra, tendiendo á absorberlo todo, y no podían ver con
indiferencia sus avances, protegidos por el duque de Choissel , menos cuando
el Procurador General al Departamento de Provenza decía: "Los jesuítas
gobiernan con el mismo imperio una multitud innumerable de personas de
toda edad, de todo sexo y de todo estado, cuyos ojos cierran á la luz."
(Ripert de Mondar. — Compte rendu des institutions des jésuites. 1762.
Tom. I, Pág. 89). Así, los parlamentos pronunciaron la abolición de la
Compañía de Jesús, en Francia, en 1762, y el Rey la ratificó por edicto de
26 de noviembre de 1764.
En España, cuna de la Orden, creada en 1540 por el caballero D. Iñigo
de Loyola, (San Ignacio de Loyola), los jesuítas habían adquirido grandes
riquezas, lo mismo que en las colonias, é influencia decisiva en las cosas de
la política; pero salvando los límites que la prudencia debió haberles
aconsejado, se lanzaron á la ejecución de intrigas miserables causantes de
disturvios y motines de fatales consecuencias, como el llamado de las Capas y
Sombreros , ocurrido en Madrid, so pretexto de la ley que, sugerida por el
ministro Esquiladle, disponía se variase el traje nacional introduciendo
reformas en esas dos prendas. El conde de Aranda, sabio y suspicaz
ministro, averiguó sus manejos é instó al Rey para que dictara su extinción.
Carlos III, que no era muy adicto á la Compañía, presló oídos al dictamen
que acerca de las acusaciones que sobre ellos pesaban formularon el ministro
citado y otros sujetos, y dio el decreto de expulsión á que nos referimos en
el texto.
Razón habían tenido Portugal, PYanci a y España. La Orden de Jesús
con su formidable organización, bajo el pretexto de servir al Papa, pretendía
regentear al mundo valiéndose de la religiór que en sus manos era una arma
poderosísima; gobernaba á los reyes por medio de sus confesores, cuando no
los suprimía por medio de algún fanático; substituía la idea de patria con una
especie de cosmopolitismo religioso, y se' mezclaba en todo género de asuntos
— 229 —
para adueñarse de los intereses del Estado, de la libertad civil y ser
absoluta y despótica en los pueblos cristianos.
XVIII. — [Pág". 75, n''326]. — El im]K)rtante ilocumoiito ijuo i^aranti/.i la
independencia de Guatemala, dice así:
••Palacio Nacional.— Guatemala, quince de septiembre de mil ochocientos
veinte y uno.
"Siendo públicos é indudables los deseos de independencia del Gobierno
español, que ixir escrito y de palabra ha manifestado el i)ueblo de esta
Capital: recibidos por el liltimo correo diversos oficios de los Ayuntamientos
constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, en que comunican haber
proclamado y jurado dicha independencia, y excitan á que se hag-a lo mismo
en esta ciudad: siendo ix>sitivoque han circulado ig-ualesohcios á otros Ayunta-
mientos: determinado de acuerdo con la Excma. Diputación Provincial, que
para tratar de asunto tan grave se reunie.se en uno de los salones de este
palacio la misma Diputación Provincial, el limo. Arzobisix), los señores
individuos que diputasen la Excma. Audiencia territorial, el venerable señor
Dean y Cabildo Eclesiástico, el Excelentísimo Ayuntamiento, el M. I. Claus-
tro, el Consulado, y M. I. Colegio de Abogados, los Prelados regulares,
Jefes y funcionarios públicos: cong-reg^ados todos en el mismo salón: leídos los
oficios expresados; discutido y meditado detenidamente el asunto; y oído el
clamor de Viva l.i Indei>endencia, que rei>etía de continuo el pueblo que se
había reunido en las calles, pl;izas,.i>atio y corredores y antesala de este
palacio, se acordó |X)r esta diputación é individuos del Excmo. Ayuntamiento:
"I. (Jue siendo la indei>endencia del Gobierno español la voluntad
general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre
ella el Cong-reso que debe formarse, el .señor Jefe Político la mande publicar
para prevenir las consecuencias que .serían temibles en el caso de que la
proclamase de hecho el mi.smo pueblo.
**II. Oue desde luego se circulen oficios á las provincias, por correos
extraordinarios, para que sin demora alguna, se sirvan proceder á elegir
diputados ó representantes suyos, y estos concurran á esta capital á formar
el Congreso que debe decidir el punto de independencia g-eneral absoluta, y
fijar, en caso de acordarla, la forma de (robierno y ley fundamental que
deba reg-ir.
"III. Que para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan
hacerlo las mismas juntas electorales de provincia que hicieron ó debieron
hacer las elecciones de los últimos Diputados á Cortes.
"IV. Que el número de estos diputados sea en proporción de uno por
cada quince mil individuos; sin excluir de la ciudadanía á los originarios de
África.
•* V. Que las mismas juntas electorales de provincia, teniendo presentes
los últimos censos, se sirvan determinar, seg-ún esta base, el número de
Diputados ó Representantes que deban elegir.
"VI. Que en atención á la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan
hacer las elecciones de .modo que el día 1" de marzo del año próximo de 1822
estén reunidos en esta Capital todos los Diputados.
•*VII. Que entretg.nto, no haciéndose novedad entre las autoridades
establecidas, sig-an estas ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo
á la Constitución, decretos y leyes, hasta que el Congreso indicado determine
lo que sea más justo y benéfico^
" VIII. Que el señor Jefe í*olítico, Brig-adier D. Gavino Gainza, continúe
con el Gobierno superior iX)lítico ^ militar; y para que este teng-a el carácter
\
- 230 —
que parece propio de las circunstancias, se forme una Junta provisional
consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta Diputación
provincial y de los señores don Miguel Larreynag-a, ministro de esta Audien-
cia; don José del Valle, Auditor de g-uerra; Marqués de Aycinena; Dr. don
José Valdés, Tesorero de esta Santa Iglesia; Dr. don Ang-el María Candina
y Licenciado don Antonio Robles, Alcalde 3° constitucional: el primero por la
provincia de León, el seg-undo por la de Comayagua, el tercero por Que-
zaltenango, el cuarto por Solóla y Cb imalten ango, el quinto por Sonsonate y el
sexto por Ciudad Real de Cbiapas.
"IX. Que esta junta provisional consulte al señor Jefe Político en
todos los asuntos económicos y gubernativos dignos de su atención.
**X. Que la religión católica, que hemos profesado en los siglos ante-
riores y profesaremos en los siglos sucesivos, se conserve pura é inalterable,
manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre á
Guatemala, respetando á los ministros eclesiásticos seculares y regulares, y
protegiéndoles en sus personas y propiedades.
"XI. Que se pase oficio á los dignos Prelados de las Comunidades
religiosas para que cooperando á la paz y sosiego, que es la primera necesi-
dad de los pueblos cuando pasan de un gobierno á otro, dispongan que sus
individuos exhorten á la fraternidad y concordia á los que estando unidos en
el sentimiento general de la independencia, deben estarlo también en todo lo
demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen
funestas consecuencias.
**XII. Que el Excelentísimo Ayuntamiento á quien corresponde la
conservación del orden y tranquilidad, tome las medidas más activas para
mantenerla imperturbable en toda esta capital y pueblos inmediatos.
"XIII. Que el señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo
notorio á la faz de todos, los sentimientos generales del pueblo, la opinión de
las autoridades y corporaciones, las medidas de este Gobierno, las causas y
circunstancias que lo decidieron á prestar en manos del señor Alcalde I, á
pedimento del pueblo, el juramento de independencia y fidelidad al Gobierno
americano que se establezca.
"XIV. Que igual juramento preste la Junta provisional, el Excelentí-
simo Ayuntamiento, el Ilustrísimo señor Arzobispo, los Tribunales, Jefes
políticos y militares, los Prelados regulares, sus comunidades religiosas,
Jefes y empleados de las rentas, autoridades, corporaciones y tropas de las
respectivas guarniciones.
"XV. Que el señor Jefe Político de acuerdo con el Excelentísimoo
Ayuntamiento, disponga la solemnidad y señale el día en que el pueblo deba
hacer la proclamación y juramento expresado de independencia.
"XVI. Que el Excelentísimo Ayuntamiento acuerde la acuñación de
una medalla que perpetúe en los siglos la memoria del día Quince de sep-
tiembre de mil ochocientos veinte y uno, en que se proclamó su feliz indepen-
dencia.
"XVII. Que imprimiéndose esta Acta y el manifiesto expresado, se
circulen á las Excmas. Diputaciones provinciales, Ayuntamientos constitu-
cionales y demás autoridades eclesiásticas regulares, seculares y militares,
para que siendo acordes en los mismos sentimientoi^i que ha manifestado este
pueblo, se sirvan obrar con arreglo á todo lo expuesto.
"XVIII. Que se cante el día que designe el señor Jefe Político una
misa solemne de gracias con asistencia de la Junta provisional, de todas las
autoridades, corporaciones y Jefes, haciéndo.^e salvas de artillería y tres días
de iluminación.
/
<•
- 231 —
Palacio Nacional de Guatemala, septiembre 15 de 1821. — GavinoGainza.
-Mariano de Beltraneiia.- J. Mariano Calderón. — Jos<5 Matías Delg-ado. — Ma-
nuel Antt>niu Molina. — Mariano de Larrave. -Antonio de Rivera. — J. Antonio
de Larrave.— Isidro de Valle y Castriciones.- Mariano de Aycinena. -Pedro de
Arroyave.— Lorenzí» de Koniaña, Secretario. Poininp) Oiejí-iioz, Secretario."
XIX.— [Pá^^. 114, n" 441J. El doctor Gálvez y Harrundia abandonaron
el país con el triunfo de Carrera. Este, era una ameniiza para ambos patrio-
tas, y no ixxlían permanecer á su alcince. Gálvet, en la mayor ix)bre/.a, se
dirigió á México, y allí, con su g-rjin talento y saber, se hizo admirar y rCvS-
petar; ejerció su profesión de .'ilxíf^-ado y se creó, á fuerza tle honrado y labo-
rioso trabajo, una rej^'^ular f<>rtuna. No volvió más á su patria, pues aunque
el año 48 el doctor Montúfar trató con Gálve/ Irunji^aray la manera tle procu-
rar su venida, se estrelló el proyecto amtra invencibles obstáculos.
Kei^etimos: el Gobierno de Gálvez fué honra para Guatemala; hombre
que se adelantó á su tiempo dejó en las páK'inas de su historia un nombre
lleno de refuli^entejfloria.
XX. — (Pá|f. 127, n' 492].— El respetable historiador y liberal doctor
don Loren») Montúfar [tí* 21 de mayo de 1898], después de haber querido
probar que Carrera no quedó fuera de la ley, p<jr el decreto de 13 de octubre
de 1848, como alf^unos lo han afirmado, para justificar la conducta de los
liberales g-uatem.iltecxis, dice: **Compárese la conducta de los liberales de
Guatemala, con la que observaron los mexicanos con Iturbide. Iturbide se
hallaba en Europa. El creyó que la independencia de su [Satria se hallaba
amen.izada, por nuevas intentonas de España, auxiliada por la Santa Alian-
za. El ex-Emperíidor ofrecía no sólo su |Hírs<ma, sino auxilio de armas,
municiones y dinero. La contestación del Cong-resí), fué el decreto de 28 de
abril de 1824, que declara traidor y fuera de la ley á don A^'-ustín de Iturbide,
siempre que bajo cualquier título se presentase en alífún punto del territorio
mexicano, en cuyo caso y por sólo este hecho, quedaba declarado enemig-o
público del Estado. Iturbide en im leng-uaje culto y dig-no, ofrecía á México
su persona y sus bienes para tiefender la independencia nacional, y se le
amtestó con un decreto que le jxjnía fuera de la ley. Carrera, con un leng-uaje
bárbaro, amenazaba á la Asamblea y al Gobierno, y se le contestó con un
decreto, en que si bien se le prohibía la vuelta al territorio antes de que el
rég-imen constitucional se restableciera no se ponía su cabeza á precio, no se
autorizaba á cualquiera para atentar contra él, no se le ponía fuera de la
ley. El Cong-reso mejicano no tuvo la precaución de disponer que vse notifica-
ra al ex-Emperador Iturbide el decreto de proscripción. Podía suceder muy
bien que él lo ignorara, y que ig-norándolo desembarcara en territorio meji-
cano, como en efecto sucedió." — Reseña Histórica. Tom. II., Lib. IV.
Cap. VIII., Ap.— Pág^s. 254 y 255.
Siento sobremanera no marchar de acuerdo en este punto con el distin-
guido señor Montúfar. £1, en su pasión natural por la falang-e de que era
uno de los corifeos, defiende su proceder, máxime que fué uno de los sig-nata-
rios del decreto; pero, para hacerlo, establece un parang-ón con el partido
liberal inexicano y le eclía encima una mancha, atacándole con la misma
arma que en su contra han esg-rimado siempre sus enemig-oslos conservadores.
De las palabras del doctor Montúfar se desprende una triste conclusión: el
partido liberal mexicano fué 6l asesino de Iturbide, patriota desinteresado,
culto, digiio, que ofrecía con su p^ersona y bienes, medios de defensa contra la
Santa Alianza. — Y nada que sea'^tan incierto: la vida de Iturbide está cons-
- 232 -
tituída por una no interrumpida serie de actos llenos de profunda maldad,
aunque muchos de ellos en apariencia buenos: á nombre de la ley mató y robó
sin compasión en el Bajío; á nombre del derecho, conspiró en la Profesa; á
nombre de noble y necesaria protección invadió á Centro- América ; á nombre
del pueblo se proclamó Emperador, y defraudó las más legítimas y levanta-
das aspiraciones de la nación, que en él creía tener un sostén; y por último,
á nombre de la independencia, causa santa, quería tornar al solio imperial y
empuñar de nuevo el cetro que un grupo de bravos le arrebató. — Suponer des-
interés en los actos de Tturbide hubiera sido una quimera del Congreso Cons-
tituyente que lo puso fuera de la ley. Todos en México sabían en aquel
entonces lo que estaba para ocurrir; nadie ignoraba las combinaciones del
ex-Emperador con sus antiguos correligionarios; así, la medida era indis-
pensable, siquiera para prevenir de algún modo el ataque á las instituciones
establecidas. — Pero se agrega que Iturbide no pudo saber tal disposición y
que, naturalmente, al ignorarla, le era imposible eludirla. — Falsos conceptos
también, pues bien probado está, que sí la conocía; y CvSta verdad quedó
demostrada desde el año 1826 en el manifiesto del general Garza que nadie
contradijo, cuando aún estaban muy frescos los sucesos y exaltados los ánimos.
Mas, para dar mayor fuerza á las razones precedentes, veamos lo que
don Carlos María Bustamante, sabio historiador y diputado que fué al Con-
greso que dio el decreto de proscripción, decía el año 1838:
"Excitado á venir el señor Iturbide por sus amigos, y por los que
deseaban medrar á la sombra del imperio, llegó á la Barra de Santander,
donde hizo desembarcar al coronel Carlos Beneschi para que examinase cual
era el verdadero estado de la opinión acerca de la cosa pública, y del modo
con que sería recibido. Efectivamente, desembarca, habla con el general
Garza, y éste le dice que el señor Iturbide estaba proscripto, y no podía
desembarcar: con tan triste noticia pasa á informar al que lo manda de explo-
rador, y convencido del peligro que corría su vida si saltaba á tierra, escribe
de su puño á su corresponsal en Londres la siguiente carta que obra el expe-
diente, y remitió original Garza al supremo poder ejecutivo.
''A bordo del bergantín <LSpring^'» frente á la barra de Santander, 15
de julio de 1824.
Mi apreciable amigo: hoy voy á tierra acompañado sólo de Beneschi,
á tener una conferencia con el general que manda esta provincia, esperando
que sus disposiciones sean favorables á mí, en virtud de que las tiene muy
buenas en beneficio de mi patria Sin embargo, indican no estar la opi-
nión en el punto en que m,e figuraba, y no sería difícil que se presente grande
oposición, y aun ocurran desgracias. Si entre estas ocurriere f ni falle cim,iento^
mi mujer entrará con Ud. en contestación sobre nuestras cuentas y negocios
pendientes; inas yo, entretanto, no puedo p} escindir de renovar- para este caso
los encargos á usted con respecto á mis hijos, á quienes ruego preste los ^nismos
auxilios por nuestra amistad á su beneficio, cuidando cspeciabnente de que
se conserven siempre en la religión de su padre. No puedo decir más, sino
que es de Ud. su afectísim,o afnigo Q. S. M. B. — Agustín de Iturbide. — Sr.
don Mateo Flétcher. — Londres.
"Con semejante constancia podrá decirse que el señor Iturbide fué
condenado en virtud de una ley que ignoraba? No estaba en su mano [como
que tenía á su disposición el bergantín] hacerse luego á la vela para Norte
América ú otro punto, y evitar el peligro que le amenazaba? Yo quiero
suponer que Garza le invitó á desembarcFír, y lo engañó; pero cabía en su
prudencia confiarse de un hombre que fué/ el primero en levantarse contra él
— 238 -
cuando arrestó á los diputados, y sólo desistió de su empresa ¡wr las insinua-
ciones amistosas del señor Ramos Arizpe, y no porque hubiera sido derrotado
y soju/^-ado? ¿El amar Garza á su patria era un justo motivo de confianza
en él, cuando había sido [repito] el primero en contradecir el imperio? Dfg-a-
se de buena fe á vista de este documenta) [que nos dejó el mismo señor Iturbide
autój^-rafo] , que sujk) la ley, y que aventuró su vida como Naix)loón cuaitdo se
presentó en Francia del Elva, pero que, jwr su desf>fracia ct)rrió la suerte de
Murat, y no se inculpe al Con/^'-reso, de que murió p<»r una ley que ij^^noraba.
Est.a corix)ración se veía entonces rmleada tle indecibles con^^ojas; el j:fobierno
diariamente le anunci.'iba nuevas y j^eligrosas revoluciones, y le pedía le^'es
ptira contenerla».'* — Los Tres Sifflos de México durante ol Gobierno ?^sp:m(^l.
-Páífs. 1.112 y 1,113.— Ed. de A. Ruiz.— Xalapa.— 1870.
XXI.— [PáfT. 139, nV5391.— El Coocordato se llevó á cabo, y se ajustó,
TSicluyó y firmó en Roma el día 7 de octubre de 1852, iwr Su Eminencia el
señor don Jacobo Antonelli, Cardenal Secretario de Su Santidad Pn) IX, y el
Marqué» de Rebnonte, don Fernando de Lorenzana, Kei>resentante Plenipo-
tenciario de la República de (íuatemala. Te có, pues, ratificarlo al Presidente
Carrera, quien lo hizo solemnemente el 24 de diciembre del mismo año. — Por
el tal Concordato, la República reconocía como única y exclusiva la religión
católica, apostólica, romana: daba á los clériffos toda clase de fueros, les
permitía su ing-erencia en las cuestiones de enseñanza y los autorizaba para
practicar una censura sobre to<los los libros y escritos que tuvieran relación
con el dogma; se comprometía á conservar el p;igo del iliezmo, y á pagar
además á la Iglesia, una renta de S4,000.00 cuatro mil pesos, de los fondos
del erario. En cambio, por estas y otras muchas concesiones, el Presidente
recibía del Papa la facultad del patronato.
XXII.— [Pág. 139. n"? 540 J.— Don Alejandro Marure nació el 27 de
febrero de 1805 y murió á la edad de 46 años, el 23 de junio de 1851. Su pri-
mer ensayo literario fué el "Elogio del [)r. Goyena, " que corregido y aumen-
tado publicó después al frente de la tercera edición, hecha en Guatemala, de
las poesías de aquel ingenioso escritor. Después tradujo del francés en 1830
un cuadro de la literatura de los griegos que anotó con citas importantes y
dedicó á don José C del Valle. Durante la administración del L)r. Gálvez,
por encargo de éste, escribió la obra intitulada "Bosquejo Histórico de las
Revoluciones de Centro- América, " cuyo primer tomo vio la luz el año de 1837.
Es una obra notable (el segundo tomo ha sido conocido últimamente, gracias
á los esfuerzos del Dr. Montúfar, que pudo salvar un ejemplar de la destruc-
ción procurada por los conservadores de aquel entonces) digna de ser estu-
diada con detenimiento, pues encierra el relato fiel de los sucesos que origi-
naron los subsiguientes determinantes de la destrucción de la República de
Centro- América. Después, caído el gobierno de Gálvez, se vio obligado á
servir al instalado por Carrera, y publicó en los primeros años varios
opúsculos, entre li\ que se hallaba la "Historia de la Revolución de la Mon-
taña, y sus "Efemérides" en 1844, obras que no parecen escritas por el mismo
autor del "Bosquejo, '\ fenómeno que sólo se explica uno atendiendo á la gran
necesidad que tenía de los que estaban en el Poder, pues Marure, cuyo lema
había sido siempre la honradez, era pobre, muy pobre, y apenas ganaba lo
indispensable para vivir. De todos modos Marure es una figura respeta-
bilísima.
\
XXIII. — [Pág. 175, n° 6§6]. — Don Antonio José de Irizarri, nació en la
ciudad de la Antig-ua Guatemaiva el 7 de febrero de 1786, y era hijo de una de
— 234 -
las más encumbradas familias de la Colonia, por su alcurnia y capital. En
temprana edad perdió á su padre, y se puso aunque muy joven, al frente de
los ping-ües negocios que su casa representaba, los cuales le llevaron primero
á México y después á Chile. En este país es donde debe buscarse á Irizarri,
para juzg-ar sus aptitudes y apreciar sus cualidades, no en Guatemala, su
patria, donde en verdad, no dejó durante su permanencia de 1825 á 1830, nin-
gún grato recuerdo; pues, afiliado al gobierno conservador de Arce, atacó vio-
lentamente al partido liberal, y como miembro del gabinete de Aycinena,
firmó un decreto que ordenaba fueran quemados los libros que no merecieran
la aprobación del señor Arzobispo Fr. Ramón Casaus. Pero en Chile su
nombre está rodeado de gloria. Llegado allá el año de 1809 se casó con doña
Mercedes Turcio, bella y rica parienta suya, y pronto tomó parte en la Revo-
lución de la Independencia, que no tardó en estallar. Su objeto era noble, y
con entusiasmo, actividad, inteligencia y tacto, desempeñó todos los cargos
civiles y militares que le confiaron, y fueron tantos sus merecimientos, que en
los momentos más críticos ocupó el puesto importantísimo y difícil de Jefe del
Estado. Su período de mando fué muy corto, pues sólo duró ocho días, (del
7 al 14 de marzo de 1814;) pero con solo ellos tubo bavstante oportunidad para
revelarse estadista de dotes profundas, dejar un recuerdo grato de su admi-
nistración y una página brillante á la historia de aquel país. Mu.s, caído de
nuevo Chile bajo el yugo del Gobierno colonial, emigró y se fué á Londres,
donde se dedicó al estudio de los clásicos españoles, regresando, de nuevo,
cuando San Martín y O'Higgins ya habían realizado la libertad de Su patria
adoptiva. "Sirve seis meses el Ministerio de Relaciones Exteriores, parte en
seguida á Buenos Aires, y negocia en 1819 el Pacto por el cual la expedición
Chileno-argentina, marcha al Perú á luchar por su emancipación. Representa
después á Chile en Inglaterra y Francia, hasta el año de 1825, y logra levan-
tar el primer empréstito anglo-chileno, por valor de cinco millones de pesos,
empréstito en que «la antigua y pobre Colonia de Pedro Valdivia, no admi-
tida aún en la familia de las naciones independientes, vio elevarse su crédito
más arriba que el crédito de las monarquías más opulentas de Europa.»" Des-
pués, su vida sigue igualmente agitada hasta que se hizo cargo oel puesto en
que le hemos conocido y en el que le sorprendió la muerte. — Pero si la vida de
Irizarri como político es hermosa, salvo uno que otro error que le afea, como
de literato es admirable. Fundador con el ilustre Camilo Enríquez del perio-
dismo chileno, escribió en 1813 en "El Semanario Republicano" de Chile, y
después en otras publicaciones, en distintas épocas y lugares, dejando, en
todas, joyas preciosas, honra de las letras hispano-americanas. Entre
sus obras debe citarse especialmente su novela de costumbres "El
perínclito E^aminondas del Cauca" que bajo el mote de "El Cristiano
Errante" publicó en 1847 y que no es más que su autobiografía. Sus versos
no valen lo que su prosa, pero tienen mucho de picante y un fondo de severa
crítica. Gran polemista, tenía el señor Irizarri como principal recurso la
sátira, y en todos sus escritos, castizos, correctos y claros, se siente movi-
miento y vida. Como erudito, pocos como él han existido en la América: su
ocupación predilecta en sus últimos años era el estudio, y se asegura que su
biblioteca de autores clásicos superaba en mucho á otras de célebres norte-
americanos. Tales son los hechos que caracterizan la vida de don José Anto-
nio de Irizarri, cuya inmortal figura pertenece no sólo á Guatemala, sino á
toda la América latina.
XXIV.— [Pág. 185, n"689].— A este respecto decía "La Revista Uni-
versal" de México, número correspondiente ál 1" de oct jbre de 1870: "Al
i
- 2;}') —
Gobierno de Guatemala, basado en la imix)pularidad, sostenido \M^r el fana-
tismo, el terror y el mono|K)lio. sus hijos le hacen la guerra ¡wr todos los
áng^ulos de aquella Nación: sus hijos quieren la libertad y el progreso al
estilo de México; así lo proclaman desde la última choza del labrador hasta
los grandes salones de los potentados; y este eco sostenido con las armas por
un miembro de sus Cámaras, el señor García Granados, así como por Barrios,
trata de apíigarlo aquel Gobierno, y una de las medidas que ha entrado en su
descabellado programa es el sarcasmo, lo» insultos y las vejaciones, etc.'*
XXV. — [Pág. 18(), n'-' 692). — Los individuos que componían la falange
revolucionaria reunida en la hacienda de **E1 Puente," jurisdicción de Comi-
tán, eran: Ciudadanos Coronel graduado Justo Rufino Barrios, Teniente
Coronel graduado Julio García Granados, Comandante primero Francisco
Ponce, Capitanes graduados Ricardo Méndez, Cándido Idígoras, Miguel
Enríquez y Toribio Mazariegos: Teniente Bíisilio Arroyave, Teniente gra-
duado Andrés Téllez; Subteniente Ciregorio Contreras, los dos úllimos ayu-
dantes del Coronel Barrios; Subtenientes Julio Iturrios, Rafael Ordóñez,
Abraham Rivera y Julio Ruiz: clases y tropa, Juan Méndez, Lázaro Melén-
dez, José Sánchez, Manuel Hernández, Vicente Sandoval, Raymundt) Escobar,
Balbino Menéndez, Daniel Morales, Blas Rodrigue/. M.iniu'l Rui?. Ansolim»
Pinto y Onocífero Blanco.
XXVI. — (Pag. 188, n^ 694].— He aquí el documento en referencia:
MANIFIESTO DE 8 DE MAYO DE 1871.
Miguel García Granados,
X LOS GUATEMALTECOS.
Compatriotas: Perseguido injusta é ilegalmente por el tirano que
gobierna la República, me presento hoy ante vosotros con el objeto de reivin-
dicar mis derechos y combatir una administración, que oprime á los pueblos
y viola diariamente las ','arantías más síigradas del hombre.
Veinte años hace que combato esa Administración arbitraria y despó-
tica, y si mis esfuerzos no han Ic^p-ado derrocarla, al menos han contribuido
eficazmente á dar á conocer los abusos, demasías y crueldades del sistema
dictatorial que nos rige, alentando así á los guatemaltecos á agruparse en
derredor de la bandera de la libertad, seguirla si necesario fuere, defendién-
dola: de aquí el odio de los tiranos hacia mi persona.
Bien sabéis, compatriotas, que yo vivía tranquilo en la capital
de la República. En mi calidad de Representante del pueblo, hacía
una oposición enérgica, pero legal, á los actos de arbitrariedad é injusticia
del Gobierno. Por mucho tiempo éste no se atrevió ó no creyó prudente
intentar nada contra mi persona, pero el día en que triunfó del General Cruz,
creyendo asegurada su dictadura, ese día digo, se quitó la máscara, y, á
pesar de mi caráctí^r de Representante, me mandó aprehender [en unión de otros
señores representamos] para sumirme en una de las bartolinas del fuerte de
San José, tal vez coií el perverso intento de que perdiese allí la vida. La
casualidad, ó quizá la Providencia, me salvó en ese día.
Compatriotas : Bie^i conocéis mis antecedentes y opiniones. Persuadido
de que la dictadura no puede nunca hacer la felicidad de los pueblos, y en
especial, una dictadura toirpe é ignorante, que por el contrario tiene que
causarles siempre niales infinitos, vengo decidido á luchar hasta derrocarla
y plantar en su lugar la liberti^.d, y un gobieruo de leyes que es el únic<3 que
\
— 236 —
puede establecer el verdadero orden. Os diré, pues, qué es lo que queremos,
3'0 y los patriotas que me acompañan.
Queremos que, en vez de Gobierno dictatorial y tiránico como el pre-
sente, se establezca otro que no tenga más norma que la justicia: que en vez
de atropellar las garantías las acate y respete, y en una palabra, que en vez
de gobernar según su capricho ó su interés privado, sea simplemente un fiel
ejecutor de las leyes, sumiso y jamás superior á ellas; queremos que desapa-
rezca la llamada Acta Constitutiva, que no es sino un documento informe y
absurdo, fraguado con la mira de establecer una dictadura, de la cual sacan
partido, algunas pocas personas que le sirven de agentes y satélites; quere-
mos que haya una verdadera Representación Nacional, libremente elegida y
compuesta de hombres independientes que tengan celo por el decoro nacional
y el cumplimiento de la ley; una Asamblea en fln, que no sea como la pre-
sente, un conjunto, con pocas excepciones, de empleados subalternos del
(xobierno, y de seres débiles y egoístas, que no miran por el bien del país, y
sí sólo por sus intereses pecuniarios ó privados. Queremos una prensa libre,
})orque estamos persuadidos de que sin esta institución no hay gobierno bueno
posible. Queremos que el Ejército se mejore y se reforme, y no esté basado
como el presente, en las arbitrariedades y en la injusticia. Queremos que la
Hacienda Pública se arregle y el sistema de impuestos se modifique. Existen
contribuciones onerosas que pesan de preferencia sobre los pobres y desgra-
ciados. Estas deben desaparecer y sustituirse con otras más económicas y
mejor repartidas. Queremos que la instrucción pública se generalice y se
ponga en relación con las necesidades de la nación y á la altura de las insti-
tuciones democráticas. Por último, queremos que desaj)arezca toda especie
de monopolios y muy especialmente el del aguardiente, como inicuos y ruino-
í?os que son á la agricultura y al comercio.
Esto es en compendio, compatriotas, lo que nos proponemos, y que con
ti da lealtad proclamamos llevar á buen fin. Cualquiera otra intención ó
mira que se nos atribuya es falsa y calumniosa. Repito que mis ideas son
bien conocidas y que soy enemigo de utopías y de ensayos peligrosos.
Guatefnaltecos : . Todos los que amáis vuestro' patria, todos los que
detestáis la tiranía, y deseáis vivir tranquilos, gozando de libertad y regidos
por un sistema legal, venid á mí, ayudadme á derrocar una adminivstración
tránica y odiosa que labra nuestra desgracia y es un oprobio para el país.
Venid á mí y seréis felices. No temáis que los que obraii bajo mi dirección
cometan desórdenes ni demasías de ninguna clase. Los habitantes pacíficos
nada tienen que temer, porque la más estricta disciplina reinará en mis filas.
También sabré respetar á los enemigos leales á quienes tal v^ez un exceso de
delicadeza obliga á permanecer al servicio de un Gobierno que en el fondo del
corazón detestan.
Pero, ¡ay de los hijos desnaturalizados que, sin respetar la santidad
de la causa que defiendo, la combaten con armas infames ó de mala ley!
Compatriotas: Si escollo en la empresa y pierdo en ella la vida, la
libertad habrá perdido uno de sus más ardientes defeuiíores y contará en su
historia un mártir más, esto es todo; pero si la llevo á buen fin, si triunfo, á
vosotros la felicidad de vivir bajo un gobierno de leyes que respete vuestra
dignidad y garantías; y á mí el honor de haber capitaneado á los valientes
que hayan dado cima á tan noble empresa.
Cuartel General en marcha; mayo 8 de 1871. ^
'Miguel Gakcía Granados.
\
- 237
XXVII. — [Pá^r. 190, n'? 698].— El acta en cuestión dice así:
ACTA DE PATZICÍA.
En la Villa de Patzicía X tres dk jünío dk mil ochocikntos sictenta
Y UNO, LOS JKKES Y OFICIALES DEL Ejí^.KCITO LlBKKTADOK REUNIDOS
EN Consejo, de mutuo propio y
CONSIDERANDO:
1*^— Oue el (iobierno olig^árquico }- tiránico del Presidente Cerna se ha
hecho intolerable á la Nación i>or sus repetidos actos arbitrarios y de cruel-
dad y iH)r la violación diaria de las leyes fundamentales de la República, y
especial déla de g^arantfas individuales;
29--(jue el Presidente Cerna es también usurpador, por cuanto se ha
arrog-ado facultades que la ley de ninguna manera le concede, atacando la
Representación Nacional y persiguiendo á sus mieutbros:
3^— Que ha arruinado la Hacienda pública y comprometido en lo futuro
la indei>endencia del país, contrayendo un empréstito extranjero bajo bases
ruinosas y sin facultades para ello; y
4' — Que en taks casos los ciudadanos tienen, no solamente el derecho,
sino también el deber de resistir la tiranía. Considerando además, que
desde el mes de abril hemo4 empuñado las armas con el loable objeto de
libertar á la Nación de la tiranía que la oprime* todo bien considerado hemos
convenido en lo sig-uiente:
Artículo I. Desconocemos el Gobierno del tirano y usurpador don
Vicente Cerna.
Artículo II. Nombramos Presidente Provisorio de la República al
General don Mifjuel García Granados, ampliamente facultado para org^anizar
el país bajo las bases que el mismo (ieneral ha proclamado en su manifiesto
del ocho de mayo próximo pasado.
Artículo III. Queda ig^ualmente facultado para cuando las circunstan-
cias lo permitan, reunir una Asamblea Constituyente que decrete la Carta
fundamental que deba reg-ir definitivamente á la Nación.
Artículo IV. Todos los Jefes y Oficiales nos comprometemos, bajo
juramento, á no dejar las armas de la mano hasta no haber llevado á debido
efecto todos los puntos contenidos en esta Acta.
General de Brigada, Rufino Barrios. — Coronel efectivo, Francisco del
Riego. — Coronel efectivo, Luis Beteta. — T. Coronel efectivo, Juan Viteri. — T.
Coronel efectivo, Julio G. Granados. — T. Coronel graduado, Carlos Campose-
co. — T. Coronel graduado, F. Ponce. — Sargento Mavcr graduado, Fernando
Carrillo. — Cax^itán, Toribio MazariegQs. — Capitán, F. Andreu. — Capitán,
Santos Maldonado.— Capitán, Francisco Palacios. — Cap tan, Nicolás Rodrí-
guez.— Capitán, Gregorio Contreras. — Capitán, Mariano Aguilar. — Capitán,
Ricardo Méndez. — Capitán^ Juan Eugar.— Diego Mota.— Teniente, Faustino
G. Cabieces. — José Nájera.— Manuel C. Ortigosa. — Filógeno Fernández Pérez.
Agustín Chinchilla.— José Víctor Palacios.— Julián de León. — José Antonio
Chinchilla. — Carlos Bretón, — Joaquín D. Duran. — Mariano Carrera. — Juan
Ortega. — J. Tomás Valenzuela. — Tomás Mollinedc. — Vicente Sandoval. — Ma-
nuel Toledo. — José Menéndez. — Timoteo Molina. — R. Almorza. — P. J. Montiel.
— Leonardo Orelláfta. — Cayetano Mejía. — Rafael Anleu.— Manuel Contreras.
— Ignacio García Salas. — Sabino Samajoa. — Julio RuJz. — Mariano A. Mora-
les.— José M. España. — Manuel Nájera. — Joaquín Reyes.— Abelardo Mendo
— 238 —
za. — J. Gálvez. — Carlos Morales. — Marg-arito Castellanos. — Antonio Hernán-
dez.— Manuel Ruano. — Trinidad Cóbar. — Javier Estrada— J. Francisco
Berdugo. — Carlos Cóbar. — Lorenzo Orantes. — Cirilo Orantes. — Mariano
Ordóñez. — José M. Godoj'. — Félix. Soto. — A ruego de Balbino Cabrera, Tomás
MoUinedo.
Los mismos ciudadanos, Jefes y Oficiales arriba firmados, hemos
convenido en mandar copia de esta acta á todas las Municipalidades de los
pueblos y cabeceras de departamentos. — F. Andreu, Secretario.
FE DE ERRATAS NOTABLES
Páirina
Numero
Udm
Dice
Debe decir
3
9
3
absor verán
absorberán
6
25
••
lozas .
8
39
3
sacri fíeos .
sacrificios
9
45
5
El pueblo
La ciudad
41
203
5
artillería
caballería
47
237
5
1
revelaron _ .
rebelaron
63
Lección vig-ésimacuarta..
Lección vig^ésimaquinta
70
Lección déciinaoctava
Lección vig-ésimaoctava
75
325
4
concociera
conociera
112
434
4
montañe?.
montañés
116
453
10
499 hombres
400 hombres
136
529
6
revelarse
rebelarse
/
ÍNDICE
Pdglnaa
PxÓLoeo - IX
PHOBMIO. XIV
PRELIMINARES
La Historia.— Utilidad de su estudio.— Ciencias que la auxilian.— División de la
Historia de Guatemala
[ PRIMER PERIODO
f ÉPOCA PREHISTÓRICA
^ -^^^^^^tacciÓH PKiicmA: Antigüedad del hombre en Guatemala.— Pueblos que estudia-
HUÉS^ia» leyendas y tradiciones.— Alcance de nuestras investisradones. — Quichés y
Cakchiqtteles • 3
Lección segunda: El **Popol-Vuh** y los quiciiés.— Extensión del reino Quiche.
Susdudades principales.— Montes de Paxil y Cayalá 4
Lección terceka: Teocrada de Votan.— Sistema religioso.— Zoolatría y animismo.
Prosperidad de Nachán.— Cultura del reino 5
Lección cuarta: Los monumentos quichés.— La pirámide, el templo, el palado, el
pilar, la torre, la ornamentación y la escultura.— Resumen 6
Lección quinta: Principios de decadencia.— Invasión nicarairüense. — Pruebas de
ella.— Destrucdón del reino. 6
ÉPOCA HISTÓRICA
Lección sexta: Los quichés en Hacavitz.— Su unión con los toltecas.— Sus jefes.
Balam-Quitzé.— Los sacrifídos humanos.— Qocabit.— Su viaje á Copantl.— Balara-Conaché.
Traslación de la capital 7
Lección séptima: Cotuha.— Guerra dvil.—Gucumatz.— Cualidades que le atri-
buye la leyenda.— Discordias civiles.— Cambio de la dudad á Gumarcaah.— El adelanto 8
Lección cxttava: Tepepul.— Quicab.— Sus campañas.— Formidable g-uerra civil.
Separación de los cakchiqueles.— Causas que la originaron.— Fundadón de Iximché.— Lucha
entre quichés y cakchiqueles.— Independenda de éstos 9
Lección novena: Tepepul II.— Lahunah.—Oxlahuhtzi.— Hambre entre los cak-
chiqueles.—Les declaran la g-uerra los quichés.- Triunfo de aquéllos.— Llevan la guerra á
otros pueblos. — Alcanzan nuevas victorias 11
Lección décima: Tecum. — Guerras dviles entre los cakchiqueles. — Formación del
reino de los zacatepéquez. — Hunig y Lahuh-Noh. — Embajada mexicana. — Vahxaki-Caam.
Curiosa le3'enda. — Consideradones acerca de ella 13
Lección undécima: Nuevas guerras entre quichés y cakchiqueles. — Plag-as que
afligieron á éstos.— Muerte dW. los rej'es Belehé-Qat y Cahí-Imox. — Vcuh-Noh. — Oxib-Queh
y Beleheb-Tzy.— Últimos su^wos 15
Lección duodécim^^ Elementos determinantes del carácter de una nación. — Reli-
gión quiche y cakchiquel. — Los «tacerdotes. — Los sacrifidos. — Diversas clases de ellos.
Plegaria que al verificarse pronuudaban. — El templo de Tohil en Utatlán. — El Dios.
Inmortalidad del alma. — La muertey-— Los nacimientos 16
Lección décimatercera: Éorma de gobierno. — La tiranía. — La justicia. — Las
leyes penales. — El matrimonio. — La profiJedad.- Los metales.— La agricultura.— La cerámi-
ca.—Los tejidos, el comerdo y la medidni^- Las artes. — Las deudas. — Fin de la cultura y
de la raza .X, , - 18
16'
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— 242 —
SEGUNDO PERÍODO
Páginas
Lección primera: Descubrimientos relatados jwr los "Sagas. " — Eric Rand.
Groenlandia.— Brattalid y Heriulfnes.— Leif.— Thorbald.— Los "slírelling-s." -Fundación de
colonias.— Sus relaciones con Norueg-a. — Pruebas de estos descubrimientos 33
Lección segunda: Las relaciones de los "Sagas" se ignoraban en Europa durante
el siglo XV.— El "Siglo de los Descubrimientos."— Empeño de las principales naciones de
Europa.— Descubrimientos de Portugal.— Marinos que ocurrieron á Lisboa 24
Lección tercera: Cristóbal Colón.— Su nacimiento.— Su educación.— Sus viajes.
Su teoría.— Fundamentos de ella.— Grandeza del primero 25
Lección cuarta: Colón ofrece su proyecto á varios gobiernos.— Deja á Portugal y
pasa á España.— Sus gestiones en esta nación.— El arzobispo de Toledo lo presenta á los
Reyes Católicos.— Disposición de éstos para con él.— Fray Fernando de Tala vera 27
Lección quinta: Declaración de la Junta de Córdova.— Las conferencias de Sala-
manca.— Su^ resoluciones. — Acuerdo de los Reyes Católicos. — Proposiciones de Colón. — Fray
Juan Pérez de Marchena.— Vuelve Colón á la Corte.— Tratados de Santa Fe 28
Lección sexta: Nuevos obstáculos con que tropezó Colón. — Disposiciones de los
Reyes Católicos para con él.— Viernes 3 de agosto de 1492.— La "Santa María," la "Pinta"
y la "Niña."— Belleza del viaje de Colón.— Su importancia histórica.— Estado de ánimo de
Colón 3' sus compañeros 29
Lección séptima: Averías sufridas por la "Pinta."— Comienzo de la verdadera
empresa de Colón. — Tristeza de sus compañeros de viaje. — Notable fenómeno. — Indicios de
tierra. — Dudas. — Exigencias. — Firme resolución de Colón. — ¡ Tierra ! 30
Lección octava: Colón toma posesión de la isla de Guanáhaní y agasaja á sus
habitantes.— Nuevos descubrimientos.— Fiiga de Pinzón.— Naufragio de la "Santa María."
Vuelta de Colón á España.— Recepción que le hicieron los Reyes CatiSlicos 32
Lección novena: Segando viaje de Colón. — Cambia su carácter. — Regresa á
España.— Su tercer viaje. — Vejaciones que en él sufrió. — Su cuarto viaje. — Descubre la isla
Guanaja. — Toca en tierra de Honduras. — Primera misa que se dijo en Centro- América.
Vuelve á España. — Muerte de la reina Isabel. — Muerte de Colón. — Su destino 33
Lección décima: Personas que vinieron á América con Colón. — Hernán Cortés.
Descubrimientos de Hernández de Córdova y Grijalva.— Planes de Velásquez.— Expedición
de Cortés. — Disgusto de Velásquez... 34
Lección undécima: Cortés en Tabasco.— Llega á San Juan de Ulúa.— Embajada
mexicana. — Ideas de los embajadores. — Provecho que de ellas sacó ('ortés. — Desembarca y
funda la Villa Rica de la Vera-Cruz. — Noticias que allí recibió. — Sigue á Cempoallán y de
allí á Tlaxcallán. — Cholollán. — Secreto complot. — Severo castigo. — Entra á México. — Con-
ducta que observó. — Asesinatos de Alvarado. — La "Noche Triste." — Sitia Cortés á México.
13 de agosto de 1521. — Cuauhtemoc 36
Lección duodécima: Cortés organiza la colonia de "Nueva España."— Expedi-
ciones de Olid y de Alvarado. — Instrucciones que ambos recibieron. — Salida de Olid.— Salida
de Alvarado. — Importancia de estas expediciones . 37
Lección décimatercera: Don Pedro de Alvarado.— Su expedición. — Llega á
Tehuantepec.— Resistencia de Soconusco.— Batalla de Tonalá. — Los príncipes quichés.
Batalla á orillas del río Tilapa 39
Lección décimacuarta: Batalla del río Sámala.— Toma de Zapotitlán.— Marcha
á Xelahú. — Batalla de la cuesta de Santa María. — Combate contra las fuerzas del príncipe
Azumanché. — Llegada á Xelahú. — Batalla entre Quezaltenango y Totonicai»am. — Leyenda
que á ella se refiere /. 40
Lección décimaquinta: Pánico en Utatlán.— Acuerdo tomado por los Reyes
Quichés.— Conducta de los españoles.— Prisión de Oxib-Queh y Beleheb-Tzy.— Horrible
sentencia.— Cruel ejecución /i._^.-. 42
Lección décimasexta: Nuevo rey quiche.— Marcha de An|Pado á Quauhtema-
llán. — Recepción que le hicieron los cakchiqueles.— Rencores de ést;os. — Campaña de Atitlán.
Sumisión de varios pueblos. — Quéjanse los pipiles de los panata</atlecos. — Ruina de Itzcuin-
tlán 1 43
Lección décimaséptima: Expedición hacia el SE/— Nancintlán.— Traición de los
de Paxaco.— Continúa Alvarado su marcha.— Combate de,' Acajutla.— Combate de Tacux-
calco. — Atehuán. — La capital Cuzcatleca. — Abusos de Ic^ españoles. — Insurrección de los
pueblos.— Planes de Alvarado.- Regresa á Iximché /. 44
I
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— 243 —
Página»
Lección décimaoctava: Dispcwie Alvarado (undar una ciudad.— El 25 de julio de
IS24.— Primeros veciaos de la ciudad de Saatiatro de los Caballeros de Guatemala.— Rebelión
de los cakchiqueles.— Nuevas conquistas.— Sometimiento de Cuzcatláu.— Resuelve Alvarado
ir á México.— Carta de Cortés.— Expedición de éste á Honduras.— Disíjustü de Alvarado 47
Lección déc i mano vena: Nueva carta de Cortés.— Disix)8Íciones de Alvarado.
Marcba á Honduras.- Encuejitra en Choluteca al capitán Marín.— Formidable insurrección.
Sangrienta batalla de Lximché.— Viaje de Alvarado á Méxia>. -Sus jfestiones en esa ciudad.
Jorge de Alvarado. -Se hace car^u del ifobierno.— Acuerda la definitiva fundación de la
dudad.— Eleockki de sitio apropiado. -22 de noviembre de 1527 49
Lección viuiísima: Alvarado en Espafla.— Sus enemlifos.— Triunfa de ellos. — Se
casa con dcfia Francisca de la Cueva.— Es agraciado con varios títulos.— Se embarca para
Veracniz.— Suceso desgraciado.— Amplios poderes que da Alvarado á su hermano Jorge.
Proceso que le formó la Audiencia de México.- Lo dejan sus acompañantes.— Fray Domingo
de Betanxoe. — Alvarado en Guatemala.— El licenciado don Francisco Marrotiuíit.— Sumisión
de los reyes cakchiqueles 51
Lección vicásiMAPNiMbRA: Muerte del rey BelebéQat.— Primer obisi»o de Gua-
temala. —Aprestos de Alvarado.— Fray Bartolomé de las Casas.— Disgusto de la Audiencia
de México contra Alvarado. — Licenciado Alonso de Maldonado. —Marcha Alvarado á
Honduras.— Fundación de Gracias y San Pedro Sula.— Viaje de Alvarado á Espafia 53
Lbcción vio^imassgunda: Llega Maldonado á Guatemala.— Disposiciones que
da. — Don Pedro en Espalla. — Su nuevo enlace y honras que recibe.— Desembarca en Puerto
CaUallos.— Mootejo le cede la gobemaci<te de Honduras.— Su entrada á la capital.— Toma
poseskSn del gobierno.— Alista una expedición para ir á la China é islas Molucas.— Se da 4 la^
vela y llega á un puerto de Xalisoo.— Contrato que hizo con el virrey Mendoza.— Mensaje de
Cristóbal de Olíate.— Campalla contra los indios de Nochistlán.— Muerte de Alvarado ' 55
Lección vigésimatekcera: Cartas del virrey de Nueva España.— Impresión que
causó la muerte de Alvarado.— Exigencia de dofta Beatriz de la Cueva.— Es nombrada
Gobernadora y Capitana Generala del Reino.— Se da el epíteto de La sin Veníura.—iíomhra.
su Teniente á su hermano.- Destnicdón de la ciudad.— Muere doRa Beatriz.— Loh Licen-
ciados Marro(|uín y de la Cueva en el poder. — Traslación de la dudad. — El licenciado
Maldonado.— Las "Ordenanzas de Baroekma" 58
Lección vigésimacuarta: Las "Nuevas leyes."- La Audiencia.— Su primer pre-
sidente.—Su instaladón en Gradas. — Extensión de su jurisdicción. — Objeto de nuestro
estudio.— Númen> de presidentes.— Gobierno de Maldonado.— Licenciado Alonso I^pez de
Cerrato.— Su carácter y conducta en el poder.— Concepto que de él se tiene.— Doctor don
Antonio Rodríguez de Quesada. — Acontedmieutos notables ocurridos en su tiempo. — El oidor
decano Ramírez de Quiñónez 60
Lección vigésimaquinta: El licendado Juan Núfiez de Landecho en el poder.
Muerte del obispo Marroquín.— Licenciado Francisco Briceflo.— Traslada la Audiencia á
Panamá.— El segundo obispo de Guatemala.— Muere fray Bartolomé de las Casas.— Doctor
Antonio González. — Sus facultades. — Doctor don Pedro Villalobos. — Licenciado García de
Valverde.— Los piratas Parker }• Drake.— Licendado Pedro Mayen de Rueda. — Sus obras.
Doctor Francisco de San dé.— Corsarios franceses en Puerto Caballos.— Seminario tridentino.
El conde de la Gomera.— Cosas de su tiempo.— Doctor don Diego de Acuña. — (iobiemo del
conde de Calimaya , - 63
Lección vigésimasexta: General Martín Carlos de Meneos. — Su administradon.
La imprenta.- Sebastián Alvarez Alfonso Rosica de Caldas.— Su juez de residencia.— Los
ingleses.— General don Femando Frandsco Escobedo.— Sucesos principales de su tiempo.
Don Enrí'x"'' " '•i'-w; <je Guzmán.— Los piratas.— El vigésimosexto presidente.— Releva á
los indios de a S^^^ '^'butos y hace cumplir las disposiciones relativas á las instituciones
monacales.— Perjuicios q\,^ ^^^ causaban.— Importancia de una de ellas.— El señor Eché-
vers y Subiza, y su gobierl.^_g^ sucesor.— Don Pedro de Salazar.— Expulsión de los jesuítas. 65
Lección viGÉsiMASh^^^^^, ^^^ Martín de Mayorga.- Destrucción de la capital.
Se trjslada al Valle de ^^Bí^ita.— Pasa Mayorga como virrey á México.— Don Matías de
Gálvez.-Aconteamientos nms nc^^j^ _jj^^ j^ ^^ Estachería.-Don Bernardo Troncoso
Martínez del Rincón.- Don ^^j^^^^^ y Valle. -Don Antonio González Mollinedo y
Saravia , ^
Lección vigésimaoctavaÑ
^ .T^ Revoludón. — Trabajo social que se operó en el
Reino de Guatemala durante el coloni^^^^ ^^ ^^ Bustamante.-Su carácter.-Medidas
que dictó.-Primeras conspiraciones --\k vimiento del Salvador.-Su fracaso.-Insurrecdones
de León y Granada.-Importancia de la * _^^ ^^^^.^^ _^^^_^^ ^^ ^^ españoles.
Vejadones á los patnotas.-Conspxraaon ¿^ ^^ J^^ ^^^^^^^ ^
- 244 ~
Páginas
Lección vigésimanovena: Consecuencias de las conspiraciones frustradas.
Gobierno de don Carlos Urrutia. — El "Editor Constitucional." — Gasistas y Cacos. — Urrutia
depone el mando en don Gabino Gaínza. —Carácter de éste.— Se presta á secundar los planes
de independencia. — 15 de septiembre de 1821. — Don José Cecilio del Valle y su opinión.
Anti-independientes y liberales. — Acta de Independencia. — Consideraciones 73
GOBERNANTES DEL REINO DE GUATEMALA
Gobernadores. — Presidentes de la Audiencia, Gobernadores y Capitanes (ienerales.. 77
TERCER PERIODO
'Lección primera: Primer acto de los ciudadanos guatemaltecos.— Diversos fines
que los animaban.— Consecuencias fatales.— Cómo fueron acogidas las ¡deas de libertad en las
provincias.- Don Agustín de Iturbi de.. —Oficio que dirigió á Gaínza.— Acuerdo de la Junta
Provisional .-. 85
Lección segunda: Anexión al Imperio Mexicano.— El poder de Gaínza.— San í?al-
vador proclama su absoluta independencia.— Expedición de Arzú.— Llegada de Filísola á
Guatemala.— Proclaman en México Emperador á Iturbi de.— Carácter de Filísola.— Sus
medidas.— Ordenes que recibió de Iturbide 86
Lección tercera: Marcha Filísola á San Salvador.— Fija su cuartel en Mapilapa.
Nueva división del Reino de Guatemala. — El Congreso del Salvador decreta su unión á
México. — Manifestación de Filísola. — Acuerdo del Congreso.— Protesta Filísola y sigue sobre
la capital.— Combate en el pueblo de Mexicanos.— Embajada del Ayuntamiento.— Entrada
de Filísola á la ciudad. — Su conduta J 88
Lección cuarta: Sucesos de México. — Plan de Casa-Mata.— Regresa Filísola á
Guatemala. — Convoca á la Junta Provisional. — Palabras que le dirige. — Importante decreto.
Declaración que hizo el Congreso mexicano. — Como se recibió el decreto de convocatoria 89
Lección quinta: El primer Congreso centro-americano. — Quienes lo formaban.
Liberales y moderados. — Quienes eran. — Sistema federal. — Notable decreto del 19 de julio de
1823.— División de los poderes '. 91
Lección sexta: Primer Poder Ejecutivo. — Salida de las fuerzas mexicanas.
Sublevación de Ariza Torres.— Consecuencias de la asonada. — El Ejecutivo da á Ariza el
nombramiento de Comandante. — Falsa noticia.— Renuncia de los- miembros del Poder Ejecu-
tivo.— Segundo Poder Ejecutivo. — Bases de la Constitución 92
Lección séptima: Comienzan los Estados á organizarse. — El coronel Arzú marcha
á Nicaragua.— yl¿¿'//<:/íí« de la esclauitud. — Desacuerdo entre los miembros del Poder Ejecu-
tivo.— Separación de Chiapas. — Soconusco. — Primer gobierno del Estado de Guatemala.
La Constitución. — Estado de cosas en Nicaragua. — Disolución de la Asamblea 94
Lección octava: Elección de Presidente. — Elección de Vice-presidente. — Descon-
tento entre los liberales. — Error que se cometió con no establecer un Distrito Federal.
Diferencias entre Arce y Barrundia. — Prisión de Barrundia. — El V ice jefe don Cirilo Flores
se encarga del gobierno del Estado. — Triste fin que tuvo en Quezaltenango. — Causas que lo
originaron %
Lección novena: Pretensiones de Arce.— Destituye á las autorid^-''"^'*"* ^^ 4-oHr.
Hace elegir otras que se llamaron /«/r«.<?a5.— Disgusto que tales actos prod J®'"*^^ al gobierno
del Salvador.— Decisión de Arce.— Ordenes del jefe del Salvador.— Se W^^_^^. ^''^^^^"te al ^
frente de las fuerzas federales.— Batalla de Arrazola.— Triunfo de / '"^'^^^"^ ^"^'"^ ^^"
Salvador. — Desastre deMilingo ^
Lección décima: Primer presagio de la ruina de ^ rcr_r?ÉP^^^^ ^^ ""^^^ ^^
guerra al Salvador.- Don Francisco Morazán.— Triunfa en la -^""^^d. Es elevado al
puesto de Jefe de Honduras.-Deja el mando al Vicejefe y va/^ encuentro délas fuerzas
federales.— Victoria que obtuvo en Gualcho.— Reacción quo se/J^™ ^" ®^ país.— Constantes
desastres que sufrió Arce.-Resuelve Morazán tomar á Guat, ^'^^^' ^"^^""^ ^ ^^ <^^'^^ad el 13
de abril de 1829.— Caída de Arce v de Aycinena
Lección undécima: Dictadura de Morazán, /^" Í*^^^''^"^^^"^ Barrundia en
elpoder.-Nuevas autoridades del Estado.-Morazáf Zl , , IT^TT ^«f ^ P««e«^'<^° ^«1
mando.-Interinidad de Flores.-El doctor Gálvez es . ñ'' ^^^^ "^^^ Estado.-Importancia de
— 245 —
Pdglna$
aata elección.— Primeros actos de Gálvcz.— Translación de la capital federal a isonsonate y
después á San Salvador.— Muerte de Delgado. — Reformas im^xirtantes realizadas por
Gálvez.— Fallecimiento de Valle.— Reelección de Morazán.- Reelección de Gúlvez 103
Lbcción duodécima: Gálvez en su setrundo período. — El Códitfo de Livingston.
Rtformas al Ccídigx) Civil.— Leyes transcendentales.— Partido que de ellas sacaron los
conservadores. -Insurrección de Santa Rosa. -Rafael Carrera.— Situación de Gálvez.— Pide
auxilio á Morazán.— Pronunciamiento de la Antig-ua.— Barrundia, enemitro de Gálvez,
habla al padre Duran.— Ataque á Guatemala.— Don Pedro Valenzuela se encartra del
mando.— Desenlace 107
Lección décimatekcera: Es asesinado don Gre^rio Salazar.— Los Altos.— Su
independencia.— Su irobiemo provisional. — Nueva cau^a de debilidad para los liberales.
Carrera es nombrado Comandante del distrito de Mita.— El gx>biemo de Valen/.uela.— Los
OQoaervadfMVR se unen á loe» partidarioeü de Gálvez.— Valenzuela llama á Morazán.— Entra
Morazán á Guatemala.— Abre la campafla.— Se retira al Distrito Federal.— La facción de
Carrera.— Nuevo plan de lob conservadores. — Renuncia de Valenzuela.— Don Mariano
Rivera Paz en el mando.— Persecución á Carrera. -Triunfos de éste.- Batalla de Villa
Nueva.— Morazán otra vez en Guatemala.— Maquinación conservadora. - El Estado de Los
Altos presta apoyo al de íiuatemala.— Tratados del Rinoondto.— Vuelve Morazán á Gua-
temala.—Hace elegir Jeíe del Estado al general Carlos SaUuar.— Ruptura del pacto federal. 109
CUARTO PERIODO
Lección primera: El ireneral don Cari.»** Salazar. -Morazán vuelve al Distrito
Federal.— Tratados entre Honduras y Nicaraifua.— Guerra entre estos Estados y el del
Salvador.— Nuevo pronunciamiento de Carrera.— Conducta de Salazar.— 13 de abril de 1839.
Ri vera Paz en el poder 113
Lección segunda: Decreto de 17 de abril de 1839.— Org^anización de Los Altos.
Conducta del gobierno de Guatemala para con el nuevo Estado.— Causas de su disgusto.
Declaración de guerra. —Toma de Quezaltenangt).— Vuelta triunfante de Carrera.— Agita-
ción general. — Morazán en escena. — Marcha sobre Guatemala. — La sitia y la toma.
Contrasitio de Carrera.— ¡19 de marzo-I — Crueldades inauditas. — Decreto de Rivera Paz
premiando á Carrcrz.— Protección á Loe Altos 114
Lección tercera: Influencia de Carrera y sus trabajos.- Papel de Rivera Paz en
el gobierno. — Suceso del 7 de diciembre de 1841*— Deja Rivera Paz el poder y entra don
Venancio López.— Disposiciones de éste.— Vuelve Rivera Paz al poder.— Alarma entre el
partido conservador.- Morazán en Costa Rica. — Su muerte.— Regocijo del gobierno y de los
conservadores giiatemaltec(« 117
Lección cuarta: Convección de Chinandega.— Distintos aspectos bajo los cuales
fué considerada.— Pérdida déla provincia de Soconusco.— Decreto permitiendo la vuelta de
los jesuítas.— Entrada del arzobispo García Peláez. — Fa rsa revolucionaria de Carrera.
Tratados de la Villa de Guadalupe.— Guerra en perspectiva con el Salvador.— Intervención
de don Fruto Chamorro 120
Lección quinta: Sublevación de las tropas.— Don Rafael Carrera en la presiden-
cia.— Sus disposiciones. — Don Joaquín Duran en el poder. — Se deroga el decreto que
autorizaba la venida de los jesuítas.— Vuelve Carrera á encargarse del mando. — Obtiene
segTinda licencia y le subroga don Vicente Cruz. — La situación á principios de 1846.
Decreto del 21 de marzo de 1847. — Hambre y disgusto general. — Dieta de Nacaome.
Revoluciones.— Batallas de Agua Caliente y de la Gavia. — Serapio Cruz al frente de la
insurrección. — Batalla de Pa'.íf'im. —Renuncia de Carrera. — Elección de don Juan Antonio
Martínez.— El mensaje de Cari'iu-a 122
Lección sexta: Consideraciones acerca de la elección de Martínez.— Su carácter.
En licenciado Dardón en el Ministerio.— Los montañeses. — Sus proF>os¡dones.— Decláranse
independientes Los Altos- — ReconVimiento de la nueva entidad política.— Carrera es decía-'
rado fuera de la ley.— Decreto diÍíl 14 de septiembre de 1848 125
Lección séptima: Expc-Vión contra Los Altos.— Batalla de San Andrés.— Pro-
posición de Barrundia á la Asan^~ ^.—Acuerdo de ésta. — Renuncia del Vicepresidente
Cruz.- Nueva elección. — Renuncia .-.Vrtínez la Presidencia. — Le subroga don Bernardo
Escobar \ 127
Lección octava: Don Bemardo'Escobar. — La situación.— Es nombrado Ministro
el presbítero don Nardso Monterrey.— Decreto de amnistía.— Disgusto de los molinistas.
— 246 —
Páginas
Los insurrectos montañeses. — Escobar renuncia su puesto. — Sesión de la Asamblea la noche
del 30 de diciembre. — Solicitud de 57 jefes y oficiales del Ejército. — Se admite la renunpia á
Escobar y se elig-e á don Mariano Paredes 129
Lección novena: Paredes renuncia y Barrundia cae en un lazo. — Condiciones de
Paredes para aceptar. — Resolución de Escobar. — Presta Paredes juramento. — Farsa de
Paredes. — "Preliminares" y "Convenio de Zacapa." — La paz no existía. — Son asesinados
Rivera Paz y el licenciado don Greg-orio Orantes.— Indig-nación de don Vicente Cruz. — Su
muerte. — Nuevas agitaciones en Los Altos. — Tema que agitaba al país.— El g-eneral don
Ag-ustín Guzmán.— Tratados que celebró con Paredes.— Intrigas y falsedades de éste.
Resolución obtenida por Batres.— Se derog-a la parte relativa al decreto que ponía fuera de
la ley á Carrera. — Se nombran personas que traten con él. — Decreto de 3 de ag-osto de 1849.
Los liberales abandonan el país. — Entra Carrera á Guatemala.- 131
Lección décima: Exaltación de los liberales. — Proyecto de Guzmán. — Noche del
13 al 14 de octubre de 1849. — Único recurso que quedaba á los liberales. — Relaciones entre
Honduras y el Salvador, unidos, y Guatemala. — Movimiento de La Brea. — Don Francisco
Dueñas en el Gobierno del Salvador. — Vasconcelos nombra á Saget para Jefe del Ejército
salvadoreño. — Marcha del Presidente del Salvador á Santa Ana. — Nota que desde este
punto dirig-e á Carrera. — Previsión é indiferencia de éste. — Batalla de La Arada 135
Lección undécima: Transcendencia de la batalla de "La Arada."— Festejos de
l0s conservadores.— Decreto de Paredes. — Situación de Vasconcelos. — Su sucesor.— Cambiase
la bandera de Guatemala.— Don Manuel Francisco Pavón en el Ministerio.— Concordato.
Muerte de don Alejandro Marure. — Proyectan los conservadores llevar de nuevo á Carrera
al poder. — Asamblea Constituyente. — vlc/o cousíiiuiiva.— Ca.rTera. en la Presidencia.
Decreto de 10 de noviembre de 1851.— La paz en el país -. 138
Lección duodécima: Elecciones para diputados. — Condiciones para ser elector.
División del país para las elecciones.— La ley sobre instrucción pública llamada Ley Pavón.
Dificultades con México. — Notable temblor. — Nueva guerra. — Toma Cabanas á Chiqui-
mula. — La recobra Cerna. — Carrera continúa la g"uerra. — Realiza una g-loriosa jornada.
Fin de la gTierra 140
Lección décimatercera: Tranquilidad pública. — El clero. — Breve del papa Pío
IX. — Ruina de San Salvador. — Muerte de don Juan Antonio Martínez. — Escasez de g-ranos.
Labor del partido conservador. — Actas de los Departamentos proclamando á Carrera
Prasidente perpetuo. — Acuerdo del Consejo. — Sobra de trámites. - Importante circular 143
Lección décimacuarta: Manifiesto de Carrera. — Adulaciones de los conservado-
res.—El niño Francisco Carrera es hecho capitán. — Santa Anna, presidente de México,
condecora á Carrera. — Convenio con Francia. — Muerte de los notables liberales doctor Pedro
Molina y don José Francisco Barrundia. — Declaración de la perpetuidad de Carrera.
Fiestas hechas con tal motivo.— La Cámara de Representantes — 145
Lección décimaquinta: Poder de Carrera. — El abate Brasseur de Bourbourg".
Reformas al Acta Constitutiva. — Muerte de Pavón. — Sucesos de Honduras. — La invasión
yankee en Nicarag-ua. — Actitud de Guatemala. — Causas de la crítica situación de Nicara-
gua.— Legithnistas y Demócratas. — Indigna conducta de éstos.— Walker.— Sus campañas.
Don Patricio Rivas en la Presidencia. — Aspiraciones de Walker. — Intervención de las
Repúblicas hermanas 149
Lección décimasexta: Parte Paredes con tropas á Nicarag-ua.- Don Víctor
Zavala. — Penosas jornadas. — Comienzo de las operaciones. — Combates de Masaya y de
Granada. — El cólera morbus y las fiebres. — Muerte de los g-enerales Paredes y Solares. — Queda
Zavala con el mando. — Continuación de la g-uerra. — Sitio á Rivas. — Capitulación de Walker.
Fin de tan triste episodio.— Ing"ratitud del g-obierno de Nicaragua. — Corta con él toda
relación el de Guatemala -.1...-- . 153
Lección décimaséptima: Asuntos de importancia. — Inav^uración del Hospicio.
Protección á la agricultura. — La moneda. — El cólera morbus erjí^el país. — Sus víctimas.
Sublevación . — El muelle de San José. — Ingresos y egresos en 1856 . J - 156
Lección décimaoctava: Estado del país.— Informe del Corregidor Navas.— Origen
de tal situación.— Decreto de 31 de maj^o de 1858.— El porqué de /la resolución que contiene.
" Convención entre la República de Guatemala y S. M. Británií^:a."— El Teatro.— Su inau-
guración.— Llegada de siete religiasas ^ 158
Lección décimanovena: Júbilo de los conservador .^/v Palabras de"La Gaceta."
La paz.— Walker en Honduras.— Su muerte.— Comunidadeyíeligiosas de sobra y falta.de
escuelas.— Hablan los hechos.— Fomento á la agricultura.- -Muerte de Batres - 160
Lección vigésima: Vuelve Nicaragua á tratp^ír la cuestión de la unión de Centro-
América.— Notable " Memorándum."— Respuesta del Ciobiemo guatemalteco.— Despotismo.
— 247 —
Páginas
"Noticioso de Guatemala."— Ruptura de relaciones con el Salvador.— Causas que la origina-
ron.— Ideas de Carrera 162
Lección vigésimaprimera: Empréstito.— Se separa Carrera del mando para
ponerse al frente del Ejército.— Salida de tropas.—Aprestos de Barri(»s. Su proclama.
Continúa la invasúin.— Batalla de Coatepe»iue.— Derrota de las fuerzas jruatfmaltecas.—
Nuevos preparativ<« de Carrera.— Conatos de aedicidn en la cai^tal.— Sus resultados
Vuelve Carrera al poder i'-t
Lkcción viGÉsiMASET.rsDA: Salida de Zavala hacia el Salvador. -Proclamus.
Deja Carrera el mando A los Ministros. Primeras disposiciones que dicta en la frontera.
Victoria de las tn>pas (ruatemalU'cas en Santa Rosa.— Sucesos i>or el Salvador.— Marcha
del ejército. -Lleira á Chalchuapa.— Zavala en Sonsonate.— Las fuerzas de Barrios en Santa
Ana.— Estratagema del jreneral (k»nzálejt. Carrera dispone el ataque á la ciudad.— San-
írrientos combates. -Triunfo de Carrera.- Perstmajes que se distinguieron ix»r su valor.
Hace Carrera proclamar Presidente al licenciado Duellas.- Sitio á San Salvador. -Fin de
la administración de don (;€rardo Barrios 166
Lección vioteiMATKRCERA: Manifestaciones en honor de Carrera.— Viaje de éste
á Sons»»nate. -Circular de 12 de octubre. Enfermedad y muerte de Carrera. Aycinena en
el poder. -Sus primen» acuerdí». — Suntuosíis funerales de Carrera. Un manifiesto y un
decreto 170
Lección tigésimacuarta: Se reúne la Cámara de Representantes.— Asamblea
pTeneral. — ElecckSn de Cema. — Toma ixMtesión del mando. - Continua el Ministerio de
Carrera.— Se camUa U leyenda de la moneda.— Visita á los departamentos. Consecuencias
<le ella.— Alirunos distritos son elevados á la categtMria de departamentos.— Dos acuerdos
importante* 171
Lección viGésiMAQCiNTA: Mnerte átí arzobispo García Peláez.— Rebelión del
mariscal don Serapio Cruz.— Sus reraltadoB. — Intentona de don Justo Ruñno Barrios.
Renta del pai>el sellado.— Concesión para construir un ferrocarril entre Esculnla y San José.
Entrada del nuevo ar/^bisi» don Bernardo PIHol y Aycinena.— Otro movimiento revolucio-
nario acaudillado por Barrios.— Terrible incendio en Iza bal.— Muerte de don Antonio José de
Irizarri.— InauKtiración del muelle de San José 173
Lección vigési m askxta: El aflo de 1869.— Decreto del 8 de enero.— Estado fireneral
de k» ánimos.— El diputado d<»n Mitruel (tarcía Granados.— El candidato ]X)pular, mariscal
don Víctor Zavala.— Inaufruracli'm de la Asamblea General.- Candidato del Miniterlo.— La
elección.- Triunfo de Cerna.— Vítores á Zavala.— Triste suceso.— Manifiesto de Cema.— Don
Serai^ Cruz otra vez al frente de la Revoluci<»n 176
Lección vigiísimaséptima: Don Justo Rufino Barrios secunda el movimiento de
Cruz.— Refrleira de A truazarca.- Apuraciones del Gobierno.— Empréstito de la casa Thomp-
som, Bonar y Compañía, de Londres.— Decreto del 8 de mayo de 1869. - Resultados de la
amnistía.— EXs sorprendido Cruz en Chibul, y derrotado se retira á Chiapas.— Toma por
seffunda vez po»«sión del Gobierno el mariscal Cema.— Vuelve don Serapio Cruz á invadir el
país.— Vicente Méndez Cruz 178
Lección vigi^simaoctav^a: Buenas medidas del Gobierno. — El mercado. — Muerte
de don Juan de FVancisco Martín. — Inauguración de la Cámara de Representantes. -Men-
saje del Presidente.— Asalto á la plaza de Huehufetenango. -Es rechazado Cruz y se retira á
las montañas.— Intenta pasar al Oriente.- Es sorprendido en Palencia el 23 de enero de 1870.
Su muerte.— Acto bárbaro.— Indignación general. — Premios al brig-adier don Antonino
Solares 180
Lección vigésimanovena: Persecudones. — ^"Prisión de varias personas notables.
Concesión del Gobierno.— Don Miguel García Granados en la Legación Británica. — Sale para
México.— Error de Cerna.— Idea de los patriotas desterrados. — García Granad«js en relacio-
nes ct»n Juárez j' Lerdo. — Lle^fa á Comitán. — Ardides de la "Gaceta." — Triunfo moral de los
liberales.- Muerte del mariscal.don Antonino Solares 183
Lección trigésima: leales de los revolucionarios. — Reunión en la hacienda de
"El Puente."— Llegada á Tacanas— Primer triunfo.— Continúan la marcha. -Manifiesto de
8 de mayo.— Las fuerzas del Gobierno. — Arribo á Retalhuleu.— Sang-riento combate en esta
plaza. — Incendio. — Batalla de Lacuna Seca. — Ingreso de las fuerzas revolucionarias á a
AntigTia 186
Lección trigésimaprime'\a: Acta de Patzicí a.— Pronunciamiento de Toto-
nicapam. — El ejército liberal en ( \zaltenango. — Acertadas disposiciones del Gobierno
Provisional.- - Acción de Tierra BlancV- Retirada de Gema.- Plan de campaña del Presi-
dente Provisional.— Las circunstancias lo obligan á cambiarlo. — Orden dada al general don
Gregorio Solares. — Batalla de San Lucas.-^Arrojo del general Barrios. — Triunfo completo.
Entrada á la capital.— Consideraciones.
- 248 -
APÉNDICE I.
Páginas
Lección primera: García Granados en el poder.— Primeros actos de su g-obiemo.
Son extrañados los jesuítas de Quezaltenang-o. — Se cambian los colores á la bandera y se
establece el Ministerio de Fomento.— En emig-os del Gobierno.- Expulsión definitiva de los
jesuítas.— Insurrección en Oriente.— La debela el g-eneral Barrios.— Expulsión del arzobispo
de Guatemala y del obispo de Teya.— Nuevo escudo de armas nacionales.— El Presidente
Provisional convoca á elecciones para una Asamblea Constituyente.— Dos decretos impor-
tantes.—Instálase la Asamblea.— Guerra con Honduras.— El Presidente Provisional se
encarg-a del mando de las tropas y el general Barrios queda en el poder.— Principales hechos ^
de su administración. — Facción de Vicente Méndez Cruz. — Convocatoria para elecciones
de Presidente Constitucional.— Triunfo del general don Justo Rufino Barrios.— Entreg-a el
mando García Granados y marcha á Europa.— Su reg-reso y muerte.— Consideraciones 195
Lección segunda: El general Barrios.— Sus padres.- Su educación. — Sus talentos.
Progreso del país.— Iras de sus enemigos.— Facción de Enrique Palacios.— Cuestión Magee.
Intervención de Inglaterra.— Reconocimiento de la independencia de Cuba. — Reclamacio-
nes de España.— El Salvador y Honduras amenazan á Guatemala.— Tr£í%dos de Chingo.
Guerra con el Salvador. — Triunfo g-lorioso.— Efectos de él. — Instalación de una nueva
Asamblea Constituyente.— Notable mensaje del g-eneral Barrios.— Actos importantes de
su gobierno. — Resoluciones de la Asamblea.— Conspiración del 19 de noviembre de 1877.
Ejecuciones. — Convocatoria para la Asamblea Constituyente de 1879, y su instalación.
Carta fundamental: sus ventajas y g-loria de Barrios.— Elección de Presidente.- Renun-
cia de Barrios ante la Asamblea. — Respuesta de ésta. — Significativas palabras del
Presidente en su toma de posesión.— Ferrocarril de San José á Escuin tía.— Otras reformas
de trascendencia.— Viaje de Barrios á los Estados Unidos.— Doble objeto de él.— Resultados.
Su regreso.- Pasos dados en pro de la unión de Centro- América. — Ferrocarril de Cham-
perico á Retalhuleu. — Proyecto de ferrocarril al Norte.— Estado de los planes de unión
á principios del año 1884. — Siniestro atentado del 13 de abril. — Inauguración del ferrocarril
del Sur. — Decreto del 28 de febrero da 1885. — Efectos que causó. — Actitud de los Estados
Unidos y México. — Pacto celebrado entre Nicarag-ua, Salvador y Costa Rica. — La guerra.
Muerte de Barrios 199
Lección tercera: Don Alejandro Sinibaldi en la Presidencia.— Le sustituye el
g-eneral don Manuel LisandroBarillas.— Sus primeros actos.— Reformas á la Constitución.
Elecciones de Presidente.— Mensaje de Barillas á la Asamblea Legislativa de 1887.— La
dictadura.— Nueva Constituyente y más reformas á la Constitución.— Expulsión del arzo-
bispo Casanova.— Cong-reso unionista de San José de Costa Rica.— Varios actos del Gobierno.
Consideraciones acerca de la administración de Barillas 208
Lección cuarta: Elección del general don José María Reina Barrios.— Su toma
de posesión.— Estado del país.— Grado de adelanto á que lo llevó.— Sus tres primeros años.
Cambia de conducta. — Sus despilfarres y tiranía. — La dictadura. — La Constituyente.
Prórroga al período presidencial.— Revoluciones de Occidente y Oriente.— Fatales medidas
económicas.— Desequilibrio social, político y económico á principios del 98.— Noche del 8 de
febrero de 1898.— Consideraciones g-enerales acerca de la administración Reina Barrios 210
Lección quinta: Azarosa situación.— Mano salvadora.— El Primer designado á
la Presidencia, señor licenciado don Manuel Estrada Cabrera, en el poder.— Sus primeros
actos.— Atentado en la noche del 9 de febrero.— Importantes decretos.— Expresivo mani-
fiesto.—Muerte del doctor don Lorenzo Montúfar.— Desenfreno de las pasiones políticas.
Los dos candidatos á la Presidencia.— Temores de una Revolución.— El coronel licenciado
don Próspero Morales aparece en Occidente.— Disposiciones del señor licenciado Estrada
Cabrera.— Muerte del general Mendizábal.— La campaña.— Triunfo del Gobierno.— Consi-
deraciones acerca de la Revolución. — Trágico fin del señor Morales^— Otros importantes
decretos.— Consideraciones acerca de la dictadura ejercida por el s^or Estrada Cabrera.
Las elecciones- — Declaratoria de la Asamblea. — Toma posesión f^é la Presidencia el señor
Estrada Cabrera.- Manifestaciones del pueblo / 214
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APÉNDICE II.j^
Notas que amplían ó aclaran algunos puntos ..-Kíl. -- 219
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Fe de erratas notables J, 239
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