THE LIBRARY OF THE
UNIVERSITY OF
NORTH CAROLINA
ENDOWED BY THE
DIALECTIC AND PHILANTHROPIC
SOCIETIES
F 1799
•H3
T62
1913
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COLECCIÓN CUBANA
LO QUE FUIMOS Y LO QUE SOMOS
— ó —
LA HABANA ANTIGUA Y MODERNA
COLECCIÓN CUBANA de Libros y Documentos Inéditos
6 Raros, dirigida por FERNANDO ORTIZ. ~ ~ ~ Vol. 1.
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miz
JOSÉ H. DE LA TORRE
LO QUE FUIMOS Y LO
QUE SOMOS ó
LA HABANA ANTIGUA
Y MODERNA
1857
HABANA
Librería
"Cervantes",
1913
Galiano 62.
ÍNDICE
Prs.
Índice V
Nuestra. Colección VII
Biografía de José María de la Torre, por Vidal Morales y
Morales XIX
Lo que fuimos y lo que somos o la Sabana antigua y moderna,
por José María de la Torre XXXII
Prólogo 1
Capitulo I Fundación de la Habana 3
Capitulo II Puerto de la Habana , 8
Capitulo III Progresos de la población. Intramuros 16
Capitulo IV Progresos de Estramuros 23
Capitulo V Divisiones de la Ciudad 48
Capitulo VI Razón de los nombres de las calles y de algunos
otros lugares de la Habana 50
Capitulo VII Plazas, Mercados, Medidas y Distancias 83
Capitulo VIII Iglesias, Hospitales, Casas de Beneficencia, etc.. 87
Capitulo IX Fortificaciones 99
Capitulo X Arsenal 109
Capitulo XI Variedades 113
Capitulo XII Imprentas, Periódicos, Librerías, Bibliotecas 121
Capitulo XIII Aguas, Ingenios de azúcar en la jurisdicción de
la Habana , 139
Capitulo XIV Cronología de los sucesos no mencionados en
otros capítulos 143
Capitulo XV Hijos de la Habana que se ban distinguido por
talentos 173
Apéndice. Un día en la Habana 174
NUESTRA COLECCIÓN
Nuestro amor por los libros, especialmente por los libros vie-
jos, en cuyas páginas podemos atisbar las siluetas del pasado es-
fundadas por el olvido, nos llevan a iniciar un esfuerzo que des-
de hace tiempo nos atraía, como atrajo a otros cubanos de épo-
cas que fueron.
En Cuba hay mucho libro cubano olvidado. Las ediciones,
generalmente cortas y caras, se han agotado, a veces, con pronti-
tud y rara vez, aun siendo solicitadas, han merecido la reproduc-
ción librera. Han faltado los editores mercantiles conocedores
de los buenos libros de esta tierra, y muertos los respectivos au-
tores, ningún espíritu, ni el del interés^ni el de la gloria, ha da-
do nueva vida a los libros agotados.
Los bibliófilos sabemos cuanto cuesta adquirir una edición
cubana de hace sólo veinte años. Hay que esperar que alguna
vieja librería particular caiga en poder de los libreros de uso,
para echarnos entonces, como aves de presa, sobre aquellos des-
pojos de la muerte o de la ruina.
Nuestra mejor literatura está agotada totalmente: Arango,
Várela, Saco, Zequeira, Villaverde, ninguno de nuestros anti-
guos pensadores figura en los anaqueles de nuestras librerías, y el
extranjero que llega a Cuba y pide en las librerías cubanas li-
bros cubanos, no obtendrá más que las últimas ediciones de los
libros que publican los autores por su propia cuenta; los libros
cubanos de texto de consumo forzoso en los centros escolares, o al-
guno que otro volumen de firma contemporánea que ha logrado
crédito en Europa y que nos mandan de España o de Francia, y
los muy contados tomos de ediciones populacheras de poesías
criollas.
Esta incuria librera en Cuba es inverosímil. La librería
VIH
cubana no existe. Los libreros son importadores. Con los libros
pasa aquí como con los huevos, las papas o el maíz (¡perdonen
las musas!); la producción de la tierra se esconde, tanto más
cuanto mejor y más deseada, y la importación del extranjero lle-
na los mercados. Y como en el comercio de materias alimenticias,
las adulteraciones abundan y las intoxicaciones consiguientes no
son escasas.
Y no se diga que el público no compra los libros cubanos ; si
son buenos, los busca y los pide. . . y los paga. Por un ejemplar
usado de la Cecilia Valdés, de Villaverde, he visto pagar ocho
pesos ; por un Manual, apolillado, de Arboleya, he pagado cinco.
El público que paga estos precios no es, naturalmente, numero-
so; pero es lo suficientemente bibliófilo para que aun a esos pre-
cios, no duren mucho en las librerías de viejo esos libros raros. Y
sin embargo, la Cecilia Valdés salió a luz apenas hace más de
treinta años.
La edición, pues, de libros cubanos, no habría de ser un
campo tan estéril como parece por el abandono en que se le tie-
ne. Bastaría seguramente un ligero espíritu de empresa acicatea-
do por un poco de amor a Cuba, para que ese campo se roturara
y produjera.
Claro está que una edición cubana no puede dar grandes
lucros al editor, como una edición de un libro pornográfico, de
esos que inundan nuestro mercado librero; ni tampoco la li-
teratura cubana puede lanzar libros al mercado de Cuba en la
proporción que un centro editorial enciclopédico de Madrid o Pa-
rís. Pero en Cuba hay, por lo menos, cien volúmenes agotados
que todos buscamos y que nadie encuentra sino por casualidad
feliz. Ni siquiera nuestra Biblioteca Nacional, a cuyo frente es-
tá un apasionado investigador de nuestra bibliografía, y cuya
base consistió en las bibliotecas particulares de bibliófilos ilus-
tres, como Vidal Morales, Ponce de León y otros, puede vanaglo-
riarse de tener prácticamente completa la biblioteca cubana del
siglo último.
Por otra parte, existen hoy día muchos libros que tratan de
Cuba y que los cubanos no conocemos. ¿Qué librería de Cuba
tiene en sus estantes y al alcance del comprador la notabilísima
Historia de la esclavitud en Cuba, por Hubert H. S. Aimes, por
ejemplo? ¿No habrían de venderse en Cuba, siquiera mil ejem-
plares de ese libro, si se publicara traducido ?
IX
Además, hay en nuestras bibliotecas y archivos muchos tra-
bajos inéditos, que corren peligro de perderse para la patria.
La dificultad económica unas veces, y la imposibilidad política
otras, impidieron a muchos cubanos publicar sus escritos, y de
muchos de nuestros escritores se han perdido valiosos inéditos.
Solamente con los escritos no publicados de nuestros pensadores,
pero que se sabe han existido ultimados y cuyo destino se ignora,
aunque se presume con dolor patriótico, se podría formar una nu-
trida e importantísima biblioteca. Entristece el ánimo pensar el
tesoro perdido para el pensamiento cubano, en libros agotados en
absoluto, de los cuales no tenemos un sólo ejemplar, como las cró-
nicas del Obispo Morell de Santa Cruz, o en obras manuscritas,
como varias de Tranquilino S. de Noda.
Pero no todo ha de perderse, como se perderá sin duda si
continúa nuestra apatía por esa clase de riquezas que una vez
perdidas no pueden ser reemplazadas ni readquiridas. Aun que-
da bastante por conservar, si registramos con fe y buen deseo
nuestras bibliotecas y archivos públicos y privados.
La Historia de Santiago de Cuba, por José M. Callejas, que
hallamos apolillada en la Biblioteca de la Sociedad Económica y
que después de adaptada a las necesidades de la publicidad, in-
sertamos en la Revista Bimestre Cubana, y que más tarde pu-
blicamos aparte, es un buen ejemplo de lo que decimos. Así resca-
tamos para nuestra literatura histórica una obra desconoció r% y
un autor olvidado.
Y así — ¿por qué no decirlo de una vez? — hemos logrado la
posibilidad de hacer entrar en la circulación literaria de Cuba
dos libros completamente inéditos. Uno, que a veces hemos vis-
to citado, con insistencia bochornosa para Cuba, con el título de
Crónicas inéditas de Cervantes, obra que es un tesoro de noticias,
minucias y curiosidades de antaño, de hace más de un siglo y que
ha venido a parar a manos de un cubano culto y lleno de amor
por los libros de nuestros antepasados 0) el cual con generosidad,
aquí no muy frecuente que digamos, permite a quien esto escri-
be, la reproducción pública de su parte publicable. El otro li-
bro, confundido con papeles casi inútiles, incompleto aun, pero
ya sustancioso, redactado con la letra clara y enérgica del autor,
(1) El señor Enrique Castañeda y Castañeda, al cual vayan desde aho-
ra las primeras manifestaciones públicas de nuestra gratitud.
reveladora de su labor de luengos años, lo hubimos de descubrir
también en la Biblioteca de la Sociedad Económica. Libro éste
inédito, que es la última obra del gran Saco, la cual verá la luz,
apenas esta pluma torpe pueda reordenar las cuartillas manus-
critas del gran cubano, componer algunos párrafos y capítulos
solamente hilvanados y tratar de llenar — aun cuando con auda-
cia hija de la devoción, que no de la irreverencia — algunos de los
vacíos que Saco no pudo colmar, sin duda, por sorprenderle la
muerte en su labor.
A esta tarea de desempolvar viejos papeles se consagran, des-
de hace años, con celo y competencia notable, revistas tan serias
como El Curioso Americano, del Dr. M. Pérez Beato; el Boletín
de la Biblioteca Nacional, dirigido por D. Figarola-Caneda, y el
Boletín del Archivo Nacional, dirigido hoy por el Sr. J. Llave-
rías, todos ellos autorizados bibliófilos, amén de la Revista Bi-
mestre Cubana, que edita la Sociedad Económica de Amigos del
País. Pero las publicaciones periódicas, que forzosamente han
de truncar los trabajos de cierta índole, precisamente los de fon-
do, no son las más propicias para la difusión popular de libros y
textos viejos, y la biblioteca es para ellos indispensable.
Ahora bien, si la idea de una Colección cubana de libros y
documentos inéditos o raros, podemos creerla muy nuestra, la
idea análoga de una Biblioteca de escritos cubanos, ya es antigua
en Cuba. Hoy por la rareza de los autores cubanos en circula-
ción— rareza que siempre ha habido en Cuba — los dos proyectos
casi se confunden. Casi y no totalmente decimos, porque noso-
tros ampliamos la idea de José Gutiérrez de la Vega, Goberna-
dor de la Habana en 1868, y de Anselmo Suárez y Romero, cre-
yendo que en la colección o biblioteca pueden entrar para mayor
provecho de todos, no solamente las obras de nuestros compatrio-
tas, sino también no pocas de extranjeros sobre Cuba, y muchos
documentos sin autor conocido o de carácter no literario que,
sin embargo, son útiles para el estudioso de nuestra vida actual
y pasada.
No queremos vestir ajenas galas y nos complacemos en ha-
cerlo constar así, sumando a nuestra voz débil la de aquel literato
ilustre que hace ya medio siglo quiso que cristalizara el proyecto
bibliófilo, inspirado por su culto a la memoria de los grandes pa-
tricios muertos, presintiendo quizás que sus propios escritos, en
los que tanto se reflejan los anhelos de la sociedad cubana de su
SI
época, habrían de desaparecer, como ya hoy día ha sucedido, de
las librerías de Cuba y de las manos de los cubanos lectores.
Por eso insertamos a continuación el valioso trabajo que fué
publicado por su autor diez años después de redactado, en la Re-
vista de Cuba. (Tomo III, pág. 289 y siguientes). Dice como
sigue, el proyecto de Suárez y Romero :
Para una biblioteca de escritores cubanos. (')
Descubierta la Isla de Cuba a fines del siglo XV, no hubo en ella,
sin embargo, establecimiento alguno tipográfico basta principios del si-
glo XVIII, y cuantos fijen la vista sobre el catálogo de las obras aquí
impresas, habrán de reconocer que, aún en las épocas de mayor movi-
miento intelectual, el número de producciones dadas a la estampa ha si-
do sumamente escaso en comparación de la multitud de libros que apa-
recen sin cesar en otros países. Quedaron, por consiguiente, inéditos
no pocos trabajos de importancia, y respecto a los mismos que lograron
ver la luz a pesar de no ofrecer la menor esperanza de lucro a sus auto-
res, es sabido que las ediciones, limitadas por lo común a una exigua
cantidad de ejemplares, rara vez llegaron a repetirse, y que las circuns-
tancias hicieron introducir supresiones en virtud de las cuales los pen-
samientos no se presentaban con la fuerza que se habían concebido.
Apenas ha resonado tampoco entre nosotros la prepotente voz del perio-
dismo, y largo tiempo transcurrió sin que hubiese más papel diario que
el publicado en esta ciudad, formando singular contraste con el lúgu-
bre silencio que guardaba el resto de las poblaciones.
Las cosas han principiado a variar, porque la verdad es que las im-
prentas no están reducidas a una sola, que con más frecuencia se publi-
can libros, que los acentos del periodismo intentan levantar del mortal
desmayo a los pueblos, que va surgiendo el deseo de discutirlo todo, y
que en esta tarea, hacia la cual con pujante energía arrastra el espíritu
(1) El señor don José Gutiérrez de la Vega, Gobernador de la Habana,
concibió el proyecto de publicar en una serie de volúmenes, con el título de
Biblioteca de escritores cubanos, las obras más notables que éstos hubiesen
dado a luz o permaneciesen inéditas, y con el fin de que lo ayudasen en su
propósito, convocó para varias juntas en su morada a todos aquellos que se
habían señalado por su amor a las ciencias o las letras.
A la última de las sesiones celebradas concurrí yo, y en ella se me de-
signó unánimemente para que redactase el Proyecto. Puse desde lu^go ma-
nos a la obra, y por conducto de Antonio González de Mendoza se lo remití
a Gutiérrez de la Vega, a quien no agradó ; por lo cual y porque además pre-
tendía introducir algunas variaciones desacordes con mis ideas, escribí otro
prospecto, que se halla copiado después del presente, y que le complació mu-
cho ; pero como siempre quisiese añadir algo de su cosecha y yo me prestase
a ello, nada más volvió a hablarse de la Biblioteca de escritores cubanos. —
Nota de A. S. y R..
XII
de la época, tropezamos con menos obstáculos que los que antes impe-
dían señalar hasta los extravíos de la administración municipal. La
afición a leer se propaga, las ediciones no hallan tan difícil salida, el
ejercicio de la imprenta es ya una industria entre nosotros, y los escri-
tores suelen recoger, sobre el galardón de los aplausos, la pecuniaria re-
compensa debida a los trabajos del entendimiento. Erígense escuelas,
ábrense institutos, hablase de fundar otra universidad; colecciónanse
obras por medio de piadosos donativos para formar bibliotecas locales;
tiéndese la vista por las sociedades de recreo a las clases sumidas en la
ignorancia con el fin de enseñarlas; comiénzase a combatir la funesta
inclinación a buscar placer en el servil pasatiempo del juego, en lugar
de correr a saborearlo, puros y enaltecedores, en el desarrollo de la in-
teligencia y en la depuración de los afectos; pronúncianse discursos, con
los cuales nos ensayamos en el uso de la palabra; sostiénense en liceos
públicas controversias; pensiónase a jóvenes que afuera se instruyan
en los principios de cuanto se enlaza con la agricultura, y hácense tales
desembolsos con el designio de que a las prácticas hijas del acaso reem-
place el racional movimiento de la ciencia; reconócese el derecho de los
vecinos para intervenir en el empleo de las contribuciones destinadas a
satisfacer necesidades municipales; dase un paso para borrar el taracea-
do cuadro de nuestros gravosos impuestos, sustituyéndolo con el siste-
ma de gabelas que directamente fijadas en proporción a las rentas de los
ciudadanos, lejos de adormecerlos por la ignorancia del tamaño del de-
sembolso, los excitan a pensar en la relación que hay entre los tributos
y los gastos; colúmbrase alboreando en el horizonte la supresión de las
aduanas y la fraternizadora libertad de los cambios; y presiéntese, en
medio de la efervescencia de las ideas que al fin se condenará, por esté-
ril y peligroso, el método que en el momento aciago adoptamos, hace
más de tres siglos, para explotar los bellos y feraces terrenos en donde
al lado de las palmas y las seibas crecen la caña y el cafeto. Con gas
nos alumbramos, usamos caminos de hierro, y alambres telegráficos, ya
elevados en pilares, ya posados en el fondo del mar, nos permiten comu
nicarnos instantáneamente hasta con los demás pueblos.
Evidente inexactitud sería negar que la Isla de Cuba de hoy no es
ni la inculta región que en las aguas caribes encontraron los descubri-
dores, ni la casi desierta colonia que, antes de abrirse muchos años des-
pués una brecha al monopolio mercantil, arrastraba una existencia lán-
guida y obscura entre la pobreza y la ignorancia, ni tampoco, por últi-
mo, la tierra en que, cerca de la actual generación, el saber era patrimo-
nio de contados hombres excelsos que luchando con todo linaje de in-
convenientes, sobrepujaron empero a sus contemporáneos hundidos en
caliginosa noche. Si estaría aquí fuera de lugar la enumeración de las
diferentes causas que han contribuido a esta especie de nueva vida, me-
nester será que impulsados por la justicia nos acordemos de los varones
eminentes cuyos escritos cooperaron a traer las cosas a la situación en
que se hallan. Sobre la tierra que los cubre no se levantan suntuosos
mausoleos; pero sus palabras las deben escuchar siempre con religioso
respeto cuantos sienten palpitar en su pecho un corazón cubano; fue-
XIII
ron hombres que, nacidos aquí o allende los mares, derramaron, a des-
pecho de los valladares de la época, los tesoros de su saber y de su ins-
piración; y ya que durante su vida recogieron algunos la cosecha de los
dolores, nos proponemos ahora demostrar nuestra gratitud de la única
manera que creemos dignas de sus preclaras intenciones.
¿Más qué hombres son esos de cuyos trabajos intelectuales de
general influencia vamos a reproducir en la Biblioteca de escritores cu-
banos? Son los que habiendo colocado las primeras piedras del edificio
de nuestra regeneración social, dejaron obras impresas o manuscritas
que hoy pueden leer solamente las personas que a costa de inmensas fati-
gas han logrado reunirías en sus bibliotecas particulares; son los que la
tradición, esta especie de jurado cuyos veredictos sirven de base a los
fallos de la historia, nos ha enseñado a venerar; y son por fin, los que
un necio desdén nada más se atrevería a despreciar.
No hay labios que no pronuncien en Cuba el nombre de Félix Vá-
rela, por haber sido incuestionablemente quien, con sus obras filosóficas
arrimadas como arietes a los muros de rancias doctrinas, las desmoronó,
abrió el anchuroso campo de la investigación y de la controversia, nos
enseñó a pensar por nosotros mismos, y cuando, a la edad de treinta y
dos años, partió para ocuparse en los debates parlamentarios, había de-
jado tras sí líYi reguero de luz imperecedera.
Tomás Romay, que alcanzó una vida octogenaria consumida fer-
vientemente en el asiduo estudio y el inmaculado ejercicio de las virtu-
des privadas y públicas, es también uno de nuestros ilustres mayores.
Su perspicuo talento, sin poderse encerrar en el espacio de la medicina,
se cernió sobre las otras ciencias, y sus obras serán siempre notables,
así por la profundidad de los pensamientos, como por la elegancia, con-
cisión y energía del estilo. Este varón extraordinario no había salido
nunca de las playas cubanas.
Francisco Arango sí tuvo ocasión de aumentar sus conocimientos
visitando tierras extranjeras. De ellas nos trajo el hielo, la caña blan-
ca, y una multitud de mejoras en nuestra agricultura. Obra suya fué
el desestanco del tabaco, la libre introducción de brazos, las nuevas fran-
quicias comerciales, y el preclaro*' ejemplo de la donación de una espa-
ciosa casa destinada a la enseñanza de las primeras letras en un pue-
blo del campo. Por la importancia y variedad de sus escritos, se ase-
meja al insigne Jovellanos.
José de la Luz y José Zacarías González del Valle descollaron en la
filosofía. El primero estudió profundamente todo lo que en los tiempos
antiguos y modernos se ha escrito sobre esta ciencia, para lo cual le sir-
vió el conocimiento de siete idiomas que escribía y hablaba con pasmosa
facilidad y corrección; pero si en filosofía fué el más espléndido astro
americano, señalóse también entre los otros ramos del saber, y como
educador puede afirmarse que en ningún país ha habido quien le aven-
taje por el método, por la paciencia y por el amor.
Joven falleció el segundo a consecuencia de perennes trabajos in-
telectuales, y sin embargo, en las aulas se recordará por mucho tiempo
aquella portentosa memoria, aquella honda percepción para la cual lo
XIV
más abstruso era sencillo, y aquel raudal de elocuencia con que seducía
al auditorio.
Antes que Várela, antes que Luz y antes que González del Valle
brillasen en la ciencia de Platón, se veía discurrir, grave y modesto, por
los claustros de un edificio que nosotros nunca debemos olvidar, al pres-
bítero José Agustín Caballero. Sabio para aquellos tiempos y para
nuestro suelo, sabio lo habrían proclamado también a cualquiera otra
edad, y todos los países civilizados. Su discurso pronunciado ante las
reliquias de Cristóbal Colón, palpita con los férvidos arrebatos oratorios
en que hubieran prorrumpido Demóstenes y Cicerón, si hubieran tenido
la dicha de saber, atónitos, que en los confines del dilatado mar occiden-
tal se extendía el continente y las islas de la América.
Remigio Cernadas fué un religioso dominico, que entró en el con-
vento de su orden para aprender muy pronto todas las ciencias eclesiás-
ticas, lanzar miradas de águila a través de las paredes del monasterio
sintiendo el sacudimiento de las ideas del siglo, como se conmueven las
peñas al embate de las» olas, y derramar en elocuentes arengas el fondo
de doctrinas y el primor en la frase que lo elevaron a la altura de un
distinguido orador sagrado.
En el centro de. nuestra isla hay una región en que se dilatan las
llanuras y se alzan los troncos de árboles seculares. La mayor parte
de aquel territorio está dedicado a la crianza de ganados, cuyas carnes y
pieles constituyen su principal riqueza. En un río de allí entraron, al
anochecer del 27 de Octubre de 1492, las tres famosas carabelas. Pero
después de tres siglos de casi completo aislamiento ocasionado por la di-
ficultad de las comunicaciones, la comarca de Camagüey apenas produ-
cía sino lo estrictamente necesario para el consumo propio, las costum-
bres eran añejas, las preocupaciones hormigueaban, y en medio del co-
mún atraso solamente surgían capacidades privilegiadas por la natura-
leza. Se necesitaba un hombre que rompiese aquel letargo, y este hom-
bre fué Gaspar Betancourt. Sus escritos se parecen a los retumbantes
golpes del martillo que cae sobre el hierro colocado en el yunque. Mer-
ced a sus ciclópeos esfuerzos, las locomotoras rujen día y noche desde la
ciudad de Puerto Príncipe hasta la bahía de Nuevitas.
Jovellanos decía que los juicios de la opinión jamás se niegan al
mérito. Prisionero cayó en Bailen el famoso Pedro Alejandro Auber,
y luego, conducido en frágil balandra por un marinero griego, atravesó
las líneas de los sitiadores de la Coruña, enderezando el rumbo hacia
Santa Cruz de Tenerife. De allí vino a Cuba. Naturalista y matemáti-
co, en Cuba se dedicó al magisterio; en los periódicos de Cuba escribió
infinidad de artículos; en Cuba habló desde las cátedras de botánica y
de física y en Cuba resplandecieron dentro del hogar doméstico todas
las virtudes del jefe de una familia. Así es que Auber no fué francés,
sino cubano.
En Venezuela nació Domingo Del Monte; pero hasta los idsgos de
su fisonomía eran los nuestros. Su predilección por la lengua castella-
na hizo que la manajase con singular atildamiento. Dióse a la más asi-
dua averiguación de los hechos de la historia americana. Con ática sal
XV
trazó en algunos artículos nuestras costumbres. Sacó del laúd armo-
niosos versos, en los cuales campeaban los aliños de una dicción afili-
granada. Agrupábanse en torno suyo los hombres aficionados a las le-
tras, y cuando el buen gusto que contribuyó a formar con su crítica jus-
ta y amable no lo colocase entre nuestros compatriotas acreedores a
honrosa recordación, sabido es que él fué un incansable propagador de
las doctrinas que aconsejan la caridad para con una raza infortunada.
Ley providencial parece ser que haya en todos los países criaturas
por extremo sensibles a la belleza para endulzar las penalidades de la
vida con los arrobadores acentos de la lira. Por eso desde las regiones
orientales de Cuba brotaron las malencólicas melodías de Manuel Justo
Rubalcaba; y Manuel Zequeira, emprendiendo remontado vuelo desde
las márgenes del Almendares, describió con heroico pincel gloriosas lu-
chas, aproximándose a menudo al robusto tono de Quintana y de Galle-
go, hasta que, herido de una enfermedad tan triste con la muerte, an-
duvo vagando, cual sombra sepulcral, en los últimos años de su exis-
tencia.
En la ciudad de Méjico está enterrado el cadáver de Don J^éé Ma-
ría Heredia, quien a la edad de ocho años traducía a Horacio, a la de
diez hacía versos, y, después de haber vivido siempre una vida tan agi-
tada como proceloso era su espíritu, murió en Toluca a los treinta y
seis años. El sacrosanto amor a la patria fué la sublime cuerda que
en su laúd resonó grandiosamente, y que nunca palideció, ni aún en
aquel momento en que contemplando las cataratas del Niágara, echa de
menos entre los agrestes pinos el blando susurro de las palmas que aquí
mecen sus penachos al soplo de la brisa bajo un cielo purísimo. Los
tormentos de la proscripción bañaron de amarga melancolía muchos
cantos suyos. Por eso, como montañosa obra que precipitadamente vie-
ne a quebrantarse gemebunda en las rocas de la playa, fué turbulenta y
breve la existencia de Heredia.
Aconteció a José Jacinto Milanés lo que a Zequeira. Coii la razón
perdida vivió muchos años en la misma ciudad que había escuchado los
preludios de su lira, escritos desd£ el despacho de la casa de comercio
donde ganaba un sueldo. Poeta meditabundo y grave, convirtió su aten-
ción a las dolencias sociales. La ternura de su alma angélica, transpira
en cada nota, y por entre formas con frecuencias duras y desapacibles,
se descubre siempre la hidalguía de sus intentos. El entierro de este
artista, a quien todos amábamos porque él nos amaba a todos, fué una
magnífica ovación tributada por el pueblo al genio y a la virtud.
Dos hombres, obscuros por el nacimiento, se dejaron también arre-
batar entre nosotros por el mágico poder con que la poesía expresaba
las ideales creaciones de la fantasía, Gabriel de la Concepción Valdés
fué el uno, y Juan Francisco Manzano se llamaba el otro. Las inspira-
ciones del primero se parecen a los relámpagos que en medio de una
borrasca hienden las lóbregas nubes; y aunque incorrecto por lo co-
mún en sus obras, quizás en la lengua castellana no habrá ningún ro-
mance que supere a uno de los suyos, ni hay corazón tampoco que no
se contriste al repetir las supremas palabras por él murmuradas en mo-
XVI
mentos terribles. El otro poeta había sido esclavo. Esclavo aprendió
a leer y a escribir, esclavo compuso sus primeros versos, y esclavo tra-
bó amistad con los literatos que le redimieron. Su musa severa y le-
vantada, casi no permite oír el ruido de las cadenas del cautiverio; pero
como si el dolor hubiese sido su único numen, Juan Francisco Manzano
enmudeció cuando a las noches de la servidumbre, sucedieron las auro-
ras de la libertad.
Tales son, a grandes rasgos pintados, algunos de los hombres que
habiendo descendido al sepulcro, deben, sin embargo, continuar hablando
por medio de sus obras, con nosotros y las generaciones futuras. Mu-
cha paciencia exige sin duda la tarea que nos hemos impuesto, y los
gastos que ocasionará la Biblioteca de escritores cubanos, no podrían
cubrirse, si dejaran de recurrir presurosos a apuntarse en las listas de
suscripción todos los amantes de las glorias patrias; pero abrigamos
completa fe en la feliz cima de nuestra empresa, no solamente porque
en Cuba abundan los ciudadanos generosos, sino también por otra cir-
cunstancia.
La iniciativa del proyecto se debe al Excmo. e Iltmo. Sr. D. José
Gutiérrez de la Vega, Gobernador Político de esta ciudad; quien reflexio-
nando que uno de los medios más eficaces para promover el adelanta-
miento de los pueblos, es reproducir los selectos trabajos intelectuales
de cuantos se distinguieron por su saber y patriotismo, convocó una
junta, compuesta de individuos dedicados a las ciencias y las letras,
con la mira de que lo ayudasen a realizar en Cuba lo que había hecho
en otros dos puntos de la monarquía respecto de los escritores granadi-
nos y de los dramáticos griegos. Allí expuso que: "si antes de venir
"a ejercer su mando entre nosotros, había tratado con intimidad y que-
"rido mucho a varios cubanos, no le eran desconocidos las mejores pro-
ducciones en prosa y en verso con que no sin bastante fundamento nos
"envanecíamos; que aquel afecto a sus hermanos ultramarinos se había
"acrecentado después hasta lo sumo y con él la favorable idea que
"acerca de nuestros progresos tenía; "que nuestras glorias lo eran tam-
"bién de la Nación de que formamos parte; que se había llenado de sen-
"timiento cada vez que ansiando leer alguna obra de nuestros antepasa-
dos, no lo había logrado por falta de ejemplares; y que creía prestar
"un servicio a la causa de la ilustración ofreciendo su ardiente apoyo co-
"mo particular y funcionario, con el objeto de que se imprimiesen co-
"rrecta y elegantemente en muchos volúmenes las producciones de los
"cubanos que hubiesen contribuido a impulsar esta hermosa provincia
jiacia el grado de cultura en que se encuentran."
Los concurrentes oyeron con profundo placer las palabras del Ex-
celentísimo e Ilustrísimo Sr. D. José Gutiérrez de la Vega, así por los
elogios que entusiasmado tributaba a los hombres que aquí han desa-
rrollado en las ciencias y las letras, como por la esperanza de que sus
esfuerzos verían al cabo realizados los deseos que ya habían abrigado
acerca del mismo particular. Procedióse a nombrar una Comisión Di-
rectiva para que escogitase los medios más a propósito para dar princi-
pio cuanto antes a la impresión de la Biblioteca de impresores cubanos;
XVII
y esta Comisión Directiva, bajo la presidencia del fervoroso iniciador
del proyecto, es la que ahora decidida a trabajar constantemente hasta
realizarlo, tiene el honor de excitar al público a fin de que suscribiéndose
proporcione los recursos necesarios.
Habana, y Abril 2 de 1868.
Últimamente el señor Risquet, un culto representante a la
Cámara, modesto hijo de modesta cuna, hombre de color, dio for-
ma a un proyecto de ley por el cual tamaña empresa de publicar
las obras de los grandes escritores cubanos, se encomendaba a
una comisión de ciudadanos y se fijaba un cuantioso crédito por
el Estado para la realización del empeño. Pero, desgraciadamen-
te, el proyecto no ha llegado a discutirse, según creemos.
Pero no por eso es menos apremiante la necesidad de aco-
meter siquiera la realización del ideal, que ya han realizado todos
los pueblos civilizados, la de mantener siempre viva su propia
literatura.
Y si el ejemplo es necesario, surja el ejemplo, aún cuando
viniese del menos capacitado para ofrecerlo, aunque sí del más
fervoroso para sentirlo.
En espera, pues, de que un editor ilustrado realice la mag-
na obra de revivir esos cien libros muertos, en los cuales palpite
desnuda el alma de la patria, nos proponemos nosotros, modes-
tos y llenos de fe, cooperar con la pequenez de nuestras energías a
esa obra de reconstrucción.
Y eso habrá de ser esta biblioteca que solos iniciamos. Eso
deberá ser la Colección cubana de libros y documentos inéditos o
raros: trabajo de reconstrucción, fuerza de vida para obras en-
terradas por la polilla y por el olvido de los cubanos; resurrec-
ción para nombres de compatriotas, asfixiados bajo el polvo de
los años.
Si en nuestra labor de homenaje a los grandes varones cu-
banos y de cariño por su hija la patria republicana, caemos
desfallecidos, no se nos culpe a nosotros cuyas flaquezas confesa-
mos, sino a los muchos que pudiendo aquí ser Cireneos de los
ideales puros, los desamparan en la angustia de la impotencia y
los crucifican en la cruz del egoísmo.
Comenzamos la serie de esta biblioteca con la reproducción
de un libro agotado desde hace muchos años, de discutible valor
literario, pero repleto de datos interesantísimos para la historia
de Cuba y especialmente de la Habana. Tal es la obra titulada
LO QUE FUIMOS Y LO QUE SOMOS O LA HABANA ANTIGUA Y MODER-
NA, publicada en 1857 por el habanero José María de la Torre y
Cárdenas, que hacemos preceder de la biografía del autor, escri-
ta por Tidal Morales y Morales, para la Revista de Cuba, en la
cual vio la luz. (Tomo II, pág. 385 y siguientes.)
A este tomo seguirán otros inéditos o antiguos, si los com-
plicados factores que pueden favorecer esta labor actúan eficaz-
mente y si las fuerzas de su iniciador no se debilitan más allá de
la ya actual debilidad propia de su modestia. Sea nuestro
lema el que sirvió para la obra nacionalista en sus periodos de
mayor fe y sacrificio: ¡labor emus!
Seamos laborantes, como lo fueron los que con su labor nos
construyeron una patria, que perderemos si no laboramos tam-
bién nosotros con igual tenacidad y con la misma fe.
Habana, 30 de Junio, 1913.
Fernando üktiz.
JOSÉ MARÍA DE LA TORRE (*)
ESTUDIO BIOGRÁFICO
POR
Vidal Morales y Morales
La verdad sólo será quien dé ma-
teria a mi discurso. — Jovellanos.
A fines de Diciembre del año 1873, a bordo del vapor correo
español Guipúzcoa, en su travesía de Cádiz a la Habana, y ya
muy próximo a la ciudad de San Juan de Puerto Rico, falleció
repentinamente a los cincuneta y ocho años de edad, víctima de
una aplopegía serosa, un distinguido cubano, cuyo nombre es ge-
neralmente conocido : el Ledo. D. José María de la Torre y de la
Torre. Apenas existirá un natural de la isla de Cuba, pertene-
ciente a esta generación, que no haya empezado a balbucear las
primeras letras en sus populares textos y que no conserve un gra-
to recuerdo de su memoria. A la circunstancia de haber coinci-
dido su inesperada muerte con la llegada a Puerto Rico del vapor
mencionado, se debe que sus mortales restos no descansen en el
fondo del mar Caribe, pues así fué posible que hallaran reposo
eterno en el cementerio de aquella eiudad.
Don José María de la Torre y de la Torre, sobresalía entre
los hijos de este país, como geógrafo, estadista, anticuario y pro-
pagador de la enseñanza.
Nacido en la Habana el día 1.° de Septiembre de 1815, fue-
ron sus padres D. José María de la Torre y Cárdenas y D.a Mon-
serrate de la Torre, primeros pobladores de la capital. Habien-
do tenido la desgracia de quedar huérfano desde muy joven, brin-
dóle constante tierna protección su tío el coronel D. Antonio Ma-
ría de la Torre y Cárdenas, que ocupó por espacio de algún tiem-
po elevados cargos en el gobierno de la Isla, y consagró a la edu-
cación de su sobrino el mayor cuidado.
(1) Este estudio se publicó en Noviembre 30 de 1877- por la Revista
$e Cuba,
XX
Según el Sr. Calcagno, en la biografía que conserva inédita
de este autor, a los seis años de edad ingresó en la escuela laneas-
teriana, que por la Sociedad Económica dirigía D. Esteban Na-
vea, quien habiendo manifestado al inspector D. Francisco de
Arango y Parreño, su admiración por la facilidad con que el niño
La Torre aprendió desde el primer día las letras que componen
el alfabeto castellano y en pocos a escribir corrientemente, tuvo
la grata satisfacción de que el insigne Arango le felicitara por su
celo y aplaudiera la portentosa precocidad del alumno, haciendo
que este hecho se publicase en los periódicos de la época, para es-
tímulo de los demás y recomendación del sistema que Navea ha-
bía introducido.
Estudió latinidad, retórica, filosofía, física general y juris-
prudencia en el Real Colegio Seminario de San Carlos, ese ra-
diante foco de luz que ha producido tantas ilustraciones en el
país. Apesar de haber asistido a las elecciones de José Agustín
Govantes, en aquellas aulas, de haber practicado el derecho en el
bufete de José Antonio Cintra, y de haber sido un discípulo aven-
tajado de éste, nunca demostró verdadera afición por su carrera,
de la cual le alejaban su mismo carácter y sus propias inclinacio-
nes, siendo ésta probablemente la causa porque no llegó a reci-
bir su grado de licenciado en derecho hasta el 22 de Abril de
1841, en nuestra Real Audiencia Pretorial.
Antes de haberse graduado, demostró José María de la To-
rre, cuál era el rumbo hacia donde se dirigirían en lo sucesivo sus
estudios. Así como en la Península hizo ver su notable afición
por la geografía D. Fermín Caballero, dando a luz aquellos céle-
bres folletos que tituló Corrección fraterna, impugnando con
acierto el Diccionario de Miñano, del propio modo, entre nosotros,
demostró la misma aptitud, tanto para la geografía, como para la
historia, D. José María de la Torre, publicando un curioso y pro-
fundo estudio geográfico, histórico, cronológico de la Isla de Cu-
ba, en la época de su descubrimiento y conquista, que tituló Ma-
pa de la isla de Cuba y tierras circunvecinas, según las divisio-
nes de los naturales y las derrotas que siguió el almirante don
Cristóbal Colón en sus descubrimientos, y los 'primeros estableci-
mientos de los españoles para servir de ilustración a su historia
antigua, y que es su título literario más envidiable, por el interés
y originalidad de la materia que estudiaba y esclarecía por pri-
mera vez, pues hasta entonces nadie se había ocupado de hacer
XXI
un mapa de la Isla con la división y la designación de las provin-
cias, según las denominaban sus primitivos habitantes.
Para levantar este plano, dice el infatigable erudito Sr. Ba-
chiller y Morales, a quien habrá que consultar siempre que de Cu-
ba se trate, tuvo su autor ocasión de disfrutar de los interesantes
manuscritos del sabio naturalista D. Felipe Poey, quien, merced
a su exquisito gusto y afición por los estudios históricos, brillante-
mente demostrados en lo que ha traducido de las "Décadas de
Pedro Mártir de Anglería", y en otros escritos, recogió varias y
copiosas apuntaciones de las obras inéditas conservadas en biblio-
tecas y archivos, mientras permaneció en España, llegando hasta
el extremo de haber trasladado en caracteres tipográficos volúme-
nes completos de varias obras. Muchas de dichas apuntaciones
han visto la luz en las inapreciables Memorias de la Real Socie-
dad Económica de Amigos del País, cuya interesante publica-
ción es de sentir que no haya continuado esta corporación.
La obra del Sr. de la Torre tiene un gran mérito, no sólo en
su parte científica, sino en la literaria, advirtiéndose en el estilo
de la disertación y en el del diccionario que acompañan al ma-
pa, cierto sabor clásico, que recuerda el rancio de los historiado-
res que acababa de consultar, estilo que, según un ilustrado críti-
co, fué perdiendo en sus producciones posteriores.
Apareció el Mapa a fines del año de 1837, cuando su autor
apenas contaba veintidós años de edad. Habiéndolo dedicado a
la Real Sociedad Patriótica, ésta nombró para su examen una co-
misión, y en virtud del informe de los ilustrados miembros que la
formaron, se acordó incorporarle en su seno en calidad de indi-
viduo de mérito, cuando tan honroso distintivo era escasamente
concedido, y cuando el simple título de socio era solicitado con
empeño y otorgado con parsimonia.
Los señores D. Juan Agustín Ferrety, D. Manuel González
del Valle y D. Domingo Delmonte, que fueron los comisionados
por la Real Sociedad Económica, después de admirar la decidida
afición que demostraba la Torre por las cosas de esta provincia
y de aplaudir la perseverancia y el valor con que había empren-
dido el estudio y examen de las infinitas, complicadas y contra-
dictorias relaciones y crónicas de los descubrimientos del Nuevo
Mundo, y de admirar también la sagacidad con que había puesto
en claro la existencia y topografía de unas nuevas provincias,
que hasta entonces habían permanecido ocultas en la mente
XXII
de cuantos de esas materias se ocupaban, concluyendo exponien-
do a la corporación, que para premiar, en cierto modo, la aplica-
ción de D. José María de la Torre, y empeñarlo en la continua-
ción de tan provechosas tareas, debía acordarse, primero : darle
las gracias muy expresivas, por medio de oficio, por la dedicato-
ria que había hecho a la Sociedad de su obra ; segundo : acompa-
ñarle con dicho oficio el título de individuo de mérito de la So-
ciedad, relevándole de la obligación de pagar las cuotas corres-
pondientes, y tercero, mandar que se publicara en sus Memorias
el opúsculo acompañado del Mapa.
En el Noticioso y Lucero del año de 1841, se publicó lo si-
guiente relativo a este mapa : ' ' El mérito de la obra no está al al-
' canee de todos. Es preciso meditar las dificultades que vence
'el hombre de estudio, que revolviendo el polvo de tres siglos,
'restablece las divisiones territoriales de un pueblo que no exis-
'te. Bajando nosotros la consideración a este ímprobo trabajo,
'apenas hemos podido comprender tal constancia de observa-
ción, de examen, de pesquisa en una imaginación juvenil. No,
'no es esta la obra ordinaria de la juventud. Y el mérito del
'señor la Torre es aún mayor, si reflexionamos que, ilustrando la
'historia de esta Isla, rectificando errores y resucitando datos ol-
'vidados, facilita el camino de las investigaciones a los hombres
'de letras que se ocupan de la historia del Nuevo Mundo."
No fué tan sólo nuestro patriótico Instituto quien supo apre-
ciar dignamente obra tan original, pues también mereció el pre-
mio de otras sabias corporaciones. La Real Academia Española
de la Historia, cuyas puertas sólo se abren al verdadero mérito,
en sesión de 22 de Agosto de 1845, siendo su director don Marcial
Antonio López, censor don Vicente Sarvá, y secretario el conoci-
do traductor de la más notable obra del anglo-americano Pres-
cott, don Pedro Sabau y Larroya, lo llevó a su seno nombrándole
individuo correspondiente, otorgándole igual distinción la de
Geografía de París, la de Londres, el Instituto Etnográfico de
Nueva York, y a propuesta del sabio barón de Humboldt, tam-
bién le acogió con entusiasmo la de anticuarios de la capital de
Dinamarca. En 1864 la Sociedad Económica de Santiago de
Cuba, queriendo participar de la justa fama que haoia saoido al-
canzar, le incluyó en su lista de socios corresponsales.
Continuando el examen de la disertación que acompaña al
mapa antiguo de Cuba, dice la misma comisión informante, que
XXIII
además de la novedad de su crítica, es notable porque en ella co-
rrige el autor algunos errores en que incurrieron ciertos historia-
dores del siglo décimo sexto, y porque combate con lógico vigor
las opiniones de los respetables señores Navarrete e Irving, res-
pecto a la ruta que por estos mares siguió el almirante en su se-
gundo y cuarto viaje de descubrimiento. Oigámosle por un ins-
tante.
"Me parece así mismo conveniente, manifestar por separado
los fundamentos que me han servido para trazar los derroteros de
Colón por estos mares. El del primer viaje está arreglado al há-
bil examen que trae el señor Irving. Para trazar la derrota en su
segundo viaje por el Sur de esta Isla, me he dirigido por la narra-
tiva que de él hace Bernáldez (más conocido por el cura de los
Palacios) en su historia de los Reyes Católicos, capítulo 131, la
cual fué extractada y publicada en estas Memorias por el señor
Poey i1) : supliendo de la historia M. S. de Sevilla, de la historia
de Colón por su hijo don Fernando, y de las Décadas de Herrera,
lo que aquella no alcanza. La diferencia más esencial entre el
trazado del señor Navarrete y el mío consiste en que aquel, si-
guiendo parece a Muñoz, supone que Colón, de vuelta de su reco-
nocimiento, surgió al Norte del Banco de Nueva Esperanza para
oir la primera misa en Cuba, cuando Bernáldez dice terminante-
mente que "llegaron a la provincia de Ornofay y surgieron allí
en un gran río y proveyeron el navio de agua y leña para nave-
gar al austro siguiendo otro camino y dejando las islas del Jar-
dín de la Reina a la izquierda.-"
"Si el señor Navarrete, siguiendo como yo a Bernáldez y la
historia M. S. de Sevilla (capítulo 128), hubiera hecho desem-
barcar a Colón en la Isla el 18 de Mayo, cuando navegaba hacia
Occidente, atribuyera su equivocación a decir Fernando Colón,
que después de salir su padre del grupo de islas del Norte de las
de Pinos, se dirigió al oriente hasta que volvió a acercarse a la
Isla de Cuba hacia Oriente a donde había estado en su primer
viaje ; pero ni esta disculpa merece, sin embargo de que don Fer-
nando Colón, con claridad bastante da entender el mismo punto
que Bernáldez, como se comprende fácilmente comparando en-
tre sí las relaciones de ambos historiadores, por las cuales se
(1) La Sociedad de Bibliógrafos andaluces, publicó en 1869, en Sevilla,
esta obra del bachiller Andrés Bernáldez, cura de los Palacios.
XXIV
vendrá así mismo en conocimiento de la situación de Or-
nofay. ¿Y de qué otro punto, si de este modo no fuese, podría
navegando al Sur, dejar dichas islas de los Jardines de la Reina
a la izquierda o sea a estribor ? Y en estos mismos términos con-
tinúa combatiendo el derrotero del cuarto viaje, según lo traza
el señor Navarrete. (Memorias de la Sociedad Patriótica de la
Habana, por una comisión permanente de su seno ; tomo 13, pági-
na 18. — Habana. — Imprenta del Gobierno, 1841. ) ' '
El historiador escocés Robertson, aconseja a los que refieren
sucesos de una época remota, que para tener derecho a la confian-
za pública han de exponer los testimonios en que apoyen sus aseí-
ciones; y don José María de la Torre, no olvidando tan pruden-
te consejo, apoyóse en la autoridad de una carta que escribió Die-
go Velázquez al Emperador Carlos V, en 1.° de Abril de 1513,
tomada de la colección del malogrado Muñoz ; en la de Fray Bar-
tolomé de las Casas, en la del citado cura de los Palacios, cronista
de los épicos tiempos de Fernando e Isabel y en la de otros respe-
tables historiadores de Indias, para levantar el plano de la Isla
de Cuba antigua, y redactar el opúsculo y diccionario que le
acompañaban, obras cuyo irrefutable mérito no nos cansaremos
de ponderar.
Según acabamos de verlo, el estudio de la geografía e histo-
ria de la Isla era su pasión predilecta, y en él es donde brilló en
sus juveniles años y donde después había de continuar brillando,
prestando relevantes servicios que no debemos olvidar, aplau-
diendo, por lo contrario, su incansable laboriosidad y aquella pa-
ciencia y constancia que le impulsaban a pasar días enteros con-
sagrados a la investigación de nuestras antigüedades, sumido en
el polvo de los archivos y de las bibliotecas. (x)
El periódico literario La Siempre Viva, que en 1838 se pu-
blicaba en esta ciudad por los señores Bachiller, Costales, Betan
court, y Suzarte, empezó a insertar otro escrito del señor de la
(1) En 1847 hizo el autor una segunda edición de este Mapa, rodeándole
de una orla formada de pequeños cuadros que representan hechos históricos de
la mayor importancia : "era preciso una aplicación decidida, un estudio conti-
nuado, un genio particular como el de nuestro historiógrafo, por haber logra-
do trazar esta carta tan interesante y tan completa, que ella solo basta para
guiarnos al .conocimiento de parte de nuestra historia antigua."
"El trabajo es interesante y bien acabado, contribuyendo a dar una bue-
na prueba de la acreditada inteligencia y laboriosidad del autor, que con tan-
ta propiedad ha sabido trasladar a la época presente hechos y lugares, nom-
bres y escenas que pertenecen a los primeros tiempos del descubrimiento." —
(M. de la R. S. E.)
XXV
Torre acerca de las primitivas poblaciones de esta Isla y costum-
bres familiares de sus moradores, que aunque incompleto, no de-
ja de tener mérito, pues da una aproximada idea de sus conoci-
mientos históricos y del profundo estudio que había hecho de los
primitivos historiadores de Indias.
II
En virtud de la reforma de los estudios universitarios en
1841, a propuesta del Excmo. Sr. D. Jerónimo Valdés, Goberna-
dor Superior Civil de esta Isla, se creó entre otras asignaturas de
la facultad de filosofía, una cátedra de geografía e historia, y se
nombró para su dsempeño al señor de la Torre.
Tarea ingrata sería juzgarlo como catedrático, y puesto que
no queremos ser su censor, tampoco seremos su apologista.
Era don José María de la Torre de natural bondadoso, suave
de carácter, de excelente corazón, afable y cariñoso con todo el
mundo y modesto hasta el extremo de aparecer como persona vul-
gar, sin que jamás diera importancia a ciertos elogios, muy fre-
cuentes en Cuba. Verdad es que aun que poseía erudición va-
riada, carecía de dotes para lucirla, pues no era de esas privile-
giadas inteligencias sintetizadoras, que asimilándose con maravi-
llosa facilidad cuantas ideas y pensamientos contienen las obras
que han leído y meditado, poseen al mismo tiempo esa brillantez
en la forma de exponerlas, que es propia del hombre nacido para
la difícil misión de enseñar. Luchaba con dificultades naturales
que le impedían usar con facilidad de la palabra.
Si en el desempeño de su cátedra no se remontó el señor de
la Torre a la altura que su enseñanza requiere en la época pre-
sente ; si sus lecciones no fueron elocuentes ; si la ruidosa ebulli-
ción de las ideas y la elevación de los pensamientos apenas se no-
taban en sus explicaciones, hay que atribuirlo a que carecía de
formas oratorias y de otras cualidades indispensables para todo
buen profesor.
No por eso se hallaba alejado del movimiento de las ciencias
morales en Europa. Conocedor de varios idiomas modernos, leía
con entusiasmo y admiración al gran Macaluay y al férvido Mi-
chelet, para quien la historia no era una narración, ni un análi-
sis filosófico, sino una resurrección (x) ; no ignorando el movi-
(1) Jules Michelet par Gabriel Monod. París, Sandoz, 1876.
XXVI
miento que a los estudios históricos dieron en Francia los traba-
jos de Thiers, Guizot, Quinet, el citado Michelet y Thierry. Nun-
ca podremos olvidar el día en que le oímos explicar el desenvolvi-
miento de los estudios sobre filosofía de la historia, y con la ani-
mación y brillantez que jamás le notamos en cátedra, juzgar las
obras de Bossuet, Vico, Voltaire, enalteciendo la de Herder, que
tenía sobre la mesa y cuya lectura era para él un verdadero rego-
cijo. Desde entonces comprendimos que si como catedrático
era poco inspirado y nada persuasivo, debíalo más bien a su ca-
rácter modesto y retraído que a falta de estudios y de aptitud
para el desempeño de su cargo.
Siendo Comandante General del Apostadero de esta ciudad
el Excmo. Sr. D. Francisco Javier de Ulloa y Ramírez de Lare-
do, y deseando resolver las dudas que a algunos célebres historia-
dores de América habían ocurrido acerca de la primera isla a que
recaló Colón, cuando su descubrimiento del Nuevo Mundo, como
punto perteneciente a una de las más gloriosas páginas de la his-
toria nacional, y teniendo noticia de los especiales conocimientos
del señor la Torre, lo escogió para verificar una exploración ma-
rítima con aquel objeto, proporcionándole una goleta de S. M. al
mando del teniente de navio D. Antonio Montoto, cuya comisión,
según palabras textuales del señor Ulloa, ' ' la desempeñó satisfac-
toriamente, trayendo objetos, diseños y descripciones geográficas
de los puntos que reconoció, escribiendo después una notable di-
sertación sobre dicho viaje, que no nos ha sido posible hallar.
El licenciado don José Florencio Turbiano, en su laudable
empeño de ver terminada esta biografía, nos ha facilitado algu-
nos apreciables datos, entre otros, una carta que en Abril de
1874 le dirigió don Esteban Pichardo, el notable geógrafo y
agrimensor a quien todos conocemos. De ella tomamos el si-
guiente paisaje, que dará una ligerísima idea del viaje antes re-
ferido: "La descripción de Colón relativa a Guanahaní no co-
rresponde a lo que hoy presenta esta Isla. Llana y baja, pu-
eblada de árboles y abundante en aguadas la describe, y precisa-
" mente ninguna de estas cualidades tiene. Quebrada, alta y ari-
' ' dísima, todos sus árboles son los de la costa de Cuba, conte-
"niendo solamente una pequeña y pantanosa laguna". Tal es
la brevísima descripción que de aquella expedición científica hi-
zo el señor la Torre a su amigo el señor Pichardo, y que única-
XXVIl
mente en el caso de no encontrar la que dirigió al señor Ulloa,
que es uno de sus trabajos más notables, reproducimos aquí.
El sabio marino español don Martín Fernández de Navarre-
te, cuya ''Colección de viajes y descubrimientos que hicieron por
mar los españoles desde fines del siglo XV", fué calificada por el
eminente barón de Humboldt, el nuevo descubridor de América,
de uno de los monumentos históricos más importantes de los tiem-
pos modernos, ya había tenido ocasión de hacer la misma observa-
ción que después hizo el señor la Torre, y habiendo examinado el
diario del grande almirante, sus derrotas, recaladas, señales de
la tierras, islas, costas y puertos de esta primera isla que descu-
brió y pisó, poniéndole San Salvador, conviene en que debía ser
la misma que está situada más al Norte de las Turcas, llamada
del Oran Turco, pues sus circunstancias son las más conformes a
la descripción que de ella ha dejado hecha el insigne genovés;
fundado en lo cual, puede asegurarse que la primera isla descu-
bierta por Colón fué la llamada del Gran Turco, y no la de Gua-
nahaní, como generalmente se cree.
En las citadas Memorias de la Real Sociedad Económica, se
publicaron también producciones de la Torre referentes a la his-
toria y estadísticas de esta Isla, habiendo manifestado sus redac-
tores que estimaban como una circunstancia feliz para el perió-
dico su ilustrada colaboración, que con suma frecuencia aplau-
dían.
El Excmo. señor don Mariano Carrillo de Albornoz, Subins-
pector del Real Cuerpo de Ingenieros de esta Isla en 1844, te-
niendo presente la inteligencia, celo y aptitud que en varias pu-
blicaciones históricas y estadísticas había ya demostrado el señor
la Torre, le comisionó para la redacción de una memoria acerca
de los servicios que a la Isla había prestado aquel Real Cuerpo,
y que desempeñó a completa satisfacción de su comitente. Di-
cho trabajo, tan rico en hechos y en noticias históricas, vio tam-
bién la luz en la publicación de que hemos hablado varias veces,
y vino a demostrar una vez más, el esmerado estudio que había
hecho su autor de las cosas concernientes a su país, natal, acerca
de cuyo conocimiento pocos le aventajaban.
En 1842 presentó al Excmo. señor Capitán General don Je-
rónimo Valdés, y en 1844 al Excmo. señor don Leopoldo O'Don-
nell, un notable estudio sobre división territorial y administrativa
de Cuba, acompañado de una memoria justificativa, en la cual
XXVIII
se advierte la acertada aplicación de las doctrinas de los publi-
cistas Bentham, Comte, Posada Herrera y otros, exponiendo que
las consideraciones que había tenido presentes para formular esa
división, habían sido la seguridad de la Isla, el deseo de armoni-
zar todos los ramos de administración pública, incluso el eclesiás-
tico, el de facilitar la acción de la justicia en toda su fuerza y el
de fijar los límites naturales, teniendo además en cuenta las cir-
cunstancias físicas del territorio, y ofreciendo la posible igual-
dad en la riqueza, superficie y población de cada uno de los dis-
tritos jurisdiccionales, estudio que mereció los honores de la pu-
blicación en nuestra Revista de Jurisprudencia.
Habilísimo calígrafo, tuvo a su cargo en varios colegios la
enseñanza de este arte, y sus trabajos eran tan delicados y pri-
morosos, que en Octubre de 1848 el instituto de Nueva York le
concedió un honorífico diploma por un plano dibujado en un
pañuelo. (For the best worked pocket handkerchief, dice el cer-
tificado a que aludimos). Sus muestras de letras y sus cuader-
nos para aprender a escribir, son muy apreciados por lo que faci-
litan esta enseñanza y por la gallarda forma de los caracteres.
Infatigable investigador de las antigüedades del país, colec-
cionó multitud de interesantísimos documentos que le obligaron
a aprender el difícil arte de la paleografía, recibiendo en Madrid
lecciones de los que más se habían distinguido en su cultivo. Allí
estudió las obras de don Esteban Paluzié y Cantalozella, don
Luis José Velázquez, don Juan Bautista Ferro, la biblioteca uni-
versal de don Cristóbal Rodríguez, lo más selecto de don Esteban
de Terreros y la escuela Paleógea de don Andrés Merino. El re-
sultado de estos estudios fué su obra inédita Paleografía Cubana,
libro de nuestros manuscritos, destinado a perfeccionar en la lec-
tura de los más antiguos documentos de nuestros archivos. In-
dudablemente debió a sus estimables conocimientos en la mate-
ria, el ser nombrado calígrafo y paleógrafo del Excmo. Ayunta-
miento y así mismo, que en 1864 fuese designado por el regente
de nuestra Real Audiencia, para el cargo de perito en paleogra-
fía y antigüedades de la Junta de archivos de la misma.
Son también dignos de mencionarse el mapa de la Isla de
Cuba, publicado en 1842, acompañado de un cuadro geográfico
administrativo de la misma y el Cuadro Sinóptico de la Monar-
quía Española, obras que obtuvieron los más favorables elogios
del competente geógrafo don Fermín Caballero. Posteriormen-
XXIX
te se han repetido las ediciones del primero, las cuales por su
exactitud y utilidad merecieron siempre los más lisonjeros plá-
cemes de la prensa periódica y la más entusiasta acogida del pú-
blico, que rápidamente las agotó.
III
Hasta ahora hemos visto al laborioso don José María de la
Torre prestando útiles servicios a la ciencia, vamos a verle pres-
tar otros no menos útiles y estimables a la causa de la enseñanza
y examinaremos sus más notables obras didácticas.
Apasionado en extremo de los estudios geográficos, como di-
ce el señor Pichardo, conocía palmo a palmo el territorio de su
patria, y sin negar el mérito del mismo Pichardo, de Poey, Pela-
yo González, Javier de la Cruz, Sagarra y otros que aquí se han
dedicado con lucimiento a los mismos estudios, nos es forzoso de-
cir que pocos han aventajado en este ramo, al señor la Torre,
que sin duda, era una especialidad.
Sin saber la situación de los lugares no es posible recordar
las fastos de un pueblo, siguiéndole en todas sus vicisitudes, y
con razón dijo el malogrado sabio español don Isidoro de Anti-
llon, que la deliciosa ciencia que tiene por objeto describir nues-
tro globo, era universalmente precisa a todas las clases de la so-
ciedad.
Don José María de la Torre escribió unos Elementos de Geo-
grafía nacional, unas Nociones de la universal y otras sobre esta
Isla, que siempre han merecido elogios de la prensa y la acepta-
ción unánime del país, cuya descripción comprende con exacti-
tud, claridad de estilo, abundancia de datos e interesantes noti-
cias.
En 1845 publicó también sus Elementos de cromología uni-
versal y particular de España, Cuta y Puerto Rico, que demos-
tró una vez más cuan incansable era su laboriosidad. La crono-
logía es otro auxiliar indispensable para el estudio de la historia,
y con la geografía, constituye los ojos de ésta. Pero los sucesos
que hayan de exponerse en su tratado, han de ser exacta y jui-
ciosamente elegidos, pues cuando el discernimiento no preside a
la elección, el cultivo de la cronología se convierte en una fatigo-
sa complicación de fechas, que no produce resultado alguno.
Existen acontecimientos que son más importantes que otros en la
XXX
historia de un pueblo, y el tacto del que produce un libro sobre la
materia, consiste en llamar la atención hacia aquellos más culmi-
nantes, cuya influencia ha sido decisiva. Sentadas estas premi-
sas, diremos que la cronología del señor la Torre adolece del de-
fecto de ser demasiado minuciosa y detallada en la parte de la
obra relativa a la Isla de Cuba, y no consideramos que llena el
objeto para que fué escrita, pues sólo debe enseñarse a la ju-
ventud aquello que sea digno de grabarse en su memoria, y no
esa serie de noticias que, si bien curiosas, no tienen verdadera
importancia histórica. Por lo demás, es una compilación de da-
tos de cierto interés local, que prueba la sagacidad y diligencia
de quien realizó la ímproba tarea de investigarlos y coordinarlos
por sus respectivas fechas, (*)
Es innegable que con sus obras dedicadas a la enseñanza de
la niñez, de las cuales se han hecho innumerables ediciones, algu-
nas de ellas con tirada de cuatrocientos mil ejemplares, contribu-
yó mucho a difundir la ilustración por todas las clases sociales.
Sin embargo, en varias de aquellas el mismo afán de que-
rer ponerlo todo al alcance de los tiernos seres a quienes están de-
dicadas, le hizo incurrir en conceptos y frases triviales. En el
Róbinson Cubano, que es el cuarto de sus libros de lectura, y que
viene a ser un conjunto de lecciones obre objetos, inspirándose
en las doctrinas de Pestalozzi, de Campe y de Defoe, intentó, si-
guiendo el plan de otro ensayo publicado en esta capital el año
de 1833, (2) no solamente ofrecer a la juventud un libro más de
lectura útil y agradable, sino también inculcar por medio de
ejemplos prácticos los más sanos principios de religión y moral,
inclinándola también a las ciencias y a las artes, las cuales trata
de mostrárselas por el lado más agradable, como es el de sus apli-
caciones, destruyendo errores que sirven de obstáculo a nuestros
conocimientos, despertando su afición hacia los estudios útiles,
ofreciendo a la insaciable curiosidad que se despierta en los albo-
res de la vida la revelación de multitud de secretos de la indus-
tria humana, y tratando principalmente de que se vuelva en ex-
tremo investigadora, por medio del desarrollo portentoso de su ac-
tividad intelectual. Basta la simple lectura del prólogo para ad-
quirir el convencimiento de lo que desde el principio venimos di-
|1) C. Villaverde. — Flores del siglo.
(?) Texto de lectura graduada. — Imprenta del Qobierno. — 1833.
XXXI
ciendo, que, si bien don José María de la Torre por ciertos ras-
gos de su carácter aparecía estar apartado del movimiento inte-
lectual de su época, en realidad no sucedía así, pues no le eran
desconocidas las obras más notable?! de la física, la química y
otras circunstancias naturales, habiendo estudiado con provecho
la mayor parte de ellas; de otra manera no hubiera podido pre-
sentar esa serie de explicaciones claras sobre la variedad de ma-
terias científicas, artísticas y literarias, que aunque con defec-
tuosa forma y a veces incorrecto estilo, ha satisfecho lo suficiente
la ávida curiosidad de los niños, corrigiendo las equivocadas ideas
que estos se forman aún de los objetos más comunes que les ro-
dean, haciéndoles al propio tiempo adquirir insensiblemente y
sin el aparato de una lección formal, un caudal de conocimientos
y obtenido así el ejercicio nemotécnico y el de todas las de-
más potencias mentales.
La descripción de las diversas clases de embarcaciones, el
viaje por las costas de Cuba, 0) las nociones sobre la fabricación
de los espejos, del vidrio, de la loza y vasijas de barro, del jabón
y de las conservas alimenticias, las teorías metereológicas sobre
el rayo, el capítulo sobre voces corrompidas, el modo de prepa-
rar el fósforo, el origen de los apellidos españoles, son los temas
mejor tratados del libro, que a pesar de adolecer de grandes de-
fectos en la forma y de algunos errores en el fondo, conteniendo
también páginas que nada enseñan, obedece al más ventajoso de
todos los métodos de instrucción, al método explicativo de Wood,
a cuyo benéfico influjo, según ha -dicho un sabio, deberán algún
día los niños ser esencialmente pensadores acostumbrándose des-
de su más tierna edad a no conformarse con la superficie de las
cosas, sino a levantar su espíritu a la contemplación de los obje-
tos más sublimes.
Todas las demás obras del señor de la Torre, los Nuevos Ele-
mentos de Aritmética, la Tabla de cuentas, los Elementos de
(1) Con el objeto de dar una muestra del estilo del autor en este libro,
copiaremos la descripción que hace de estas costas :
"Cojímar es el puerto por donde hicieron su desembarco los ingleses en el
año de 1762, cuando se apoderaron de la Habana, resistiéndoles el corone] Ca-
ro con algunos vecinos de Guanabacoa, entre los cuales se distinguió el alcai-
de provincial de dicha villa, don José Antonio Gómez, más conocido por P pe
Antonio, que murió a poco, en una estancia nombrada Aldama, que se hal'a
más al interior. Aquellas son las sierras de Peña Alta, donde en 1812 fraguó
una célebre conspiración el negro Aponte, que fué ahorcado con ocho más de
sus cómplices. Estas las nombradas Escaleras de Jaruco, y aquellas de más
allá Jos Arcos de Canas! y el alterso y renombrado Pan de Matanzas,"
XXXII
Gramática Castellana, sus Reglas de urbanidad, moral y buenas
maneras, el Libro de las niñas de la Isla de Cuba, el Calígrafo
universal y otras, han merecido que el Gobierno los declarase de
texto para las escuelas públicas y privadas. No nos detendremos
en su examen, porque la mayor parte no pasa de ser compilacio-
nes y extractos más o menos acertados de otras obras clásicas en
la materia, aunque no dejan de servir provechosamente a la ins-
trucción.
Es muy digno de mención un mapa de la Isla de Cuba pu-
blicado en Nueva York en 1861, por J. H. Colton, cuya detalla-
da descripción puede verse en el diccionario histórico-geográfico
de la misma por el señor Pezuela ; lo son también sus curiosos da-
tos sobre la población del departamento oriental en 1761, sus tra-
bajos en la comisión oficial de Estadística para la organización
del censo general, que dieron por resultado el cuadro estadístico
de la Isla de Cuba en 1845, publicado por el Gobierno en 1846, y
su valiosa cooperación en la comisión de División Territorial, ha-
biendo intervenido muy directamente en la formación de un nue-
vo plan de esta división, que desde luego fué aprobado por la au-
toridad superior y puesto en planta.
IV
No son para olvidarse los servicios prestados por el señor la
Torre a la agricultura de la Isla de Cuba. Encarecerlos con hue-
cas declamaciones y elogios exagerados sería inoportuno en este
lugar, cuando tantos son los testimonios existentes que bastan pa-
ra comprobarlos.
En 1849 solicitó el auxilio de la Junta de Fomento para
viajar durante uno o dos años por los países más civilizados, con
el objeto de examinar los adelantos que tuvieran inmediata rela-
ción con el progreso de nuestra agricultura, industria y comer-
cio ; y la mencionada Junta, teniendo en consideración los favo-
rables resultados producidos en otras ocasiones por los viajes de
Arango, Arozarena, Bauduy y Olivan, y la acreditada instruc-
ción y laboriosidad del promovente, acordó asignarle 1,500 pe-
sos anuales, proponiéndole los siguientes puntos como objeto de
estudio en su excursión: el examen práctico y detenido del siste-
ma usado en la Luisiana para el cultivo de la caña; los métodos
allí empleados para dotar y sostener sus ingenios en la reproduc-
XXXIII
ción de los esclavos, con una relación de las leyes que rigen para
esta clase; los trenes para fabricar azúcar de Meper y Rillieux;
el cultivo y preparación del tabaco de Virginia y así sucesiva-
mente una serie de materias que constituían un programa nutri-
do, que si bien revelaba, como decía el Redactor de las Memo-
rias en aquella fecha, la inteligencia de la Junta y sus constantes
y laudables deseos por el fomento de esta Isla, eran muy arduas
y difíciles para un individuo sólo a pesar de que el que debía in-
formar sobre ellas, estaba adornado de vastos conocimientos, ge-
nio investigador y de un espíritu prolijo de curiosidad que tanto
le distinguía.
"Tan interesantes cuestiones, continúa el mismo Redactor
"de las Memorias de la Real Sociedad Patriótica no podían ser
"resueltas sino por una comisión compuesta de personas, versa-
' ' da cada una en los diferentes ramos científicos que abrazan ; sin
"embargo, aunque el señor la Torre ha concluido su comisión, no
w creemos que han sido infructuosas sus excursiones. Su carác-
"ter comunicativo, en el corto tiempo que han durado, ha hecho
"que la Junta reciba frutos no reducidos de un viaje que no pa-
"só de los Estados Unidos."
El mismo señor la Torre nos da cuenta de este viaje en las
comunicaciones que dirigía a la Junta de Fomento, y que se pu-
blicaron en sus Memorias y en el Artista, de don José Q. Suzar-
te. Con arreglo a las instrucciones que tanto a él como a su
compañero don Jacobo de Villa*Urrutia dio la Junta, remitió
una colección de instrumentos y útiles perfeccionados para las
operaciones agrícolas, algunos animales de la clase de ganado va-
cuno y lanar, varias aves, semillas de pastos, de hortalizas y le-
gumbres, habiendo realizado en el corto espacio de menos de cin-
co meses, las miras que la Junta se propuso.
Entre otros muchos frutos preciosos de este rápido viaje, no
fueron los menos valiosos los de dar a conocer las importantes
obras de M. Ewourd Portwine sobre maquinaria, los excelentes
tratados de Evans, Mac-Culloh, Wray y la Revista de Bow, sobre
cultivo de la caña y producción azucarera, de una de las cuales,
(la de Wray), dijo el inteligente agricultor señor Dau, que iba
a causar la felicidad del país.
Pero el resultado más ventajoso que, sin duda, produjo este
viaje de investigación científica, ha sido el haber despertado la
afición a los progresos de la agricultura y de la industria, ensan-
XXXIV
chando consiguientemente el comercio, movimiento que está de-
mostrado en los artículos que con tal motivo se publicaron en los
diarios de la época. El señor don Antonio Bachiller y Mora-
les, entonces director del Faro Industrial, escribió tres bastantes
extensos artículos sobre los benéficos resultados de esta excursión.
Don Eugenio Coloma y Garcés, en su Catecismo de agricul-
tura cubana, dice que a dicha expedición era debida la favorable
revolución que desde 1848 a la fecha se notaba en los estudios
agrícolas.
En las mismas Memorias de la Sociedad Económica se pu-
blicaron las observaciones recogidas por el señor la Torre, sobre
los ingenios de fabricar azúcar en la Luisiana, que dan bastante
luz sobre el particular que tantos nos interesa.
Auxiliado por el profundo agrimensor don Tranquilino San-
dalio de Noda, aquel que muy joven todavía fué premiado por la
Real Sociedad Patriótica con el título de socio de mérito, por ha-
ber escrito la mejor memoria sobre el cultivo del tabaco, empren-
dió la formación de un diccionario histórico geográfico de la Isla
de Cuba, obra que ha quedado inédita entre los extraviados pa-
peles del señor la Torre, y de la cual se insertaron algunos frag-
mentos en las Memorias ya tantas veces citadas. Uno muy lumi-
noso es el referente a la jurisdicción de Mariel o Marien, abun-
dante en noticias históricas, geográficas y estadísticas, que da una
exacta idea de la importancia de esta obra. El aspecto general
del territorio, el origen histórico, la geografía física, la políti-
ca, la división administrativa, la agricultura, el comercio, la to-
pografía, la instrucción pública, la población y la estadística de
las fincas rurales, todo está allí expresado con la mayor exactitud
y no deja nada que desear, formando estos trabajos parciales de
cada jurisdicción de la Isla un cuadro completo, detallado y cu-
rioso de la misma, que posteriormente ha debido consultar el se-
ñor Pezuela con bastante provecho para la publicación de su Dic-
cionario.
En 1853 fué nombrado vocal de la Junta para el estableci-
miento del sistema métrico decimal en la Isla de Cuba, cuyo co-
nocimiento fué el primero en difundir por medio de una Tabla
de cuentas que publicó en 1849 ; y también fué designado para el
cargo de secretario de la Inspección de Estudios.
En 1854 fué nombrado por el Marqués de la Pezuela, secre-
tario de la sección de Artes de la Real Sociedad Económica, poste-
XXXV
riormente vocal de la Junta local de instrucción pública de esta
ciudad, donde fueron relevantes los servicios que prestó.
Por demás, prolijo sería ir enumerando cada uno de los múl-
tiples y variados cargos que desempeñó este hombre que parecía
poseer el don de ublicuidad a quien siempre llamaban nuestros
Capitanes Generales para oirle cuando pretendían establecer al-
guna reforma de importancia en cualquier ramo de la adminis-
tración. Por Real orden comunicada por medio del Presidente
del Consejo, a este Gobierno, en 27 de Marzo de 1863, fué nom-
brado Caballero de la Real orden de Isabel la Católica, gracia
que se le concedió por el mérito contraído en la formación del
mapa de la Isla, de que habla el señor Pezuela. Cuando las con-
decoraciones se conceden al mérito, es únicamente cuando debe
hacerse mención de ellas.
También fué nombrado en 1866 juez del Tribunal de exáme-
nes creado por el reglamento orgánico de las carreras de la ad-
ministración pública de esta provincia, de 3 de Junio del mismo
año, para el ingreso en las mismas. Comisionado también por
el Gobierno Superior para que, en vista del expediente sobre la
proyectada población en el punto de Unión o Reyes y traslación
a ella de la cabecera del distrito, emitiera su opinión, extendió
un detallado informe, que ilustrando el particular sometido a su
examen, fué aprobado por dicho Gobierno. Este trabajo, uno de
los más extensos y meritorios de su autor, se publicó asi mismo
en las Memorias de la Real Sociedad Económica.
A ejemplo de Campmany y Mesonero Romanos que publica-
ron dos importantes obras sobre la historia antigua de Madrid,
don José María de la Torre dio a luz en 1857 su libro "Lo que
fuimos y lo que somos, o la Habana antigua y moderna", que
dedicó al erudito señor Bachiller y Morales, para que el nombre
de una de las personas que con más éxito se había entregado al
estudio de nuestras antigüedades, sirviera de patrocinio a dicha
obra, i1)
"Aunque su autor la llama modestamente opúsculo, dice el
crítico de la misma, en el juicio inserto en las Memorias, bien me-
(1) Memorias de la Real Sociedad. — 1857.
XXXVI
rece otro mayor, constan de 180 páginas en 4.°, y contienen reu-
nidas una multitud de noticias que la hacen amena, instructiva y
apreciable.
"A su capítulo primero, que trata de la fundación de la
Habana, precede un mapa ilustrativo de lo que fué esta ciudad
desde la conquista, con señalamiento de los terrenos que la cir-
cumbalan y el origen de sus mercedes y propiedades".
La fundación de la ciudad, su puerto, el progreso de la po-
blación de intramuros, el de la de extramuros, la división de la
ciudad, la designación de sus calles, plazas y mercados, de sus
iglesias, hospitales y casas de Beneficencia, sus fortificaciones, ar-
senal, y otra multitud de exquisitas noticias, son objeto de esta
obra importante, en cuya autoridad se han fundado algunas ve-
ces nuestros tribunales de justicia para resolver intrincados liti-
gios sobre propiedad de terrenos en esta ciudad.
Antes de concluir este trabajo citaremos la opinión que per-
sonas ilustradas y competentes han emitido sobre el Sr. la Torre.
Don Antonio Bachiller y Morales en su notable obra sobre
Antigüedades Americanas, después de elogiar su laboriosidad
que sabe proporcionarse cuanto puede contribuir al estudio de la
historia, dice que debe algunos datos para su obra al Sr. la Torre.
También el señor don Jacobo de la Pezuela, en su Historia
de la Isla de Cuba y en su Diccionario histórico geográfico de la
misma, hace la expresada confesión.
Don Eamón de la Sagra, en la Relación de su último viaje a
Cuba, publicado en París en 1861, se lamenta de que sólo en mo-
mentos fugaces veía al laboriosísimo don José María de la Torre,
a quien era deudor de multitud de importantes documentos para
sus obras anteriores.
Las Brisas de Cuba, Las Flores del Siglo, la Revista de la
Habana y las Memorias de la Real Sociedad Económica, se ocu-
paron frecuentemente de sus obras y publicaron extensos elogios
de las mismas.
El señor Pichardo dice en carta a nuestro amigo el señor
Turbiano, que le debió noticias y datos para la primera edición
de su mapa, tan magnos y exquisitos, cuanto que sin alguno de
ellos su primera obra (calificada por el señor Pezuela del primer
trabajo geográfico moderno de España), hubiera adolecido de
algunos defectos.
Fué uno de los más asiduos colaboradores de los Anales de
XXXVII
la Isla de Cuba, por don Félix Erenchun, y casi todos los ar-
tículos geográficos y estadísticos publicados en esta obra, son del
señor la Torre.
Don Felipe Poey en su geografía de la Isla de Cuba, publi-
cada en 1839, dice que le debe la correspondencia de los nombres
antiguos y las noticias históricas. Finalmente, para terminar,
insertaremos el siguiente párrafo que tomamos de una interesan-
te obra inédita de Anselmo Suárez y Romero :
' ' Don José María de la Torre es una escepción a nuestra de-
sidia. Pocos tendremos su paciencia para registrar archivos y
bibliotecas. Si al narrar los acontecimientos en la cátedra de
historia, jamás exalta el ánimo a sus alumnos con reflexiones gra-
ves, respecto de nuestra geografía, de nuestra cronología, de nues-
tra estadística y de nuestras antigüedades, ha acumulado noti-
cias importantes, cuya defectuosa exposición no es un obstáculo
para que los mismos le niegan todo mérito, se aprovechan a cada
paso de sus trabajos."
LO QUE FUIMOS Y LO QUE SOMOS
O LA
iiiSt/i'
&
ANTIGUA Y MODERNA
POR
lo li^i ML41I4 II M 11111
üí
"La Habana es la llave del
* Nuevo Mundo, y antemural de
las Indias Occidentales."
Reales Cédulas de 24 de
Mayo de 1634 y 10 de Marzo de
1717.
HABANA
Imprenta de Spencer y compañía. — O-Reilly, 110
1857.
PROLOGO.
"Es breve la vida de cualquie-
ra ciudadano que muere sin ren-
dir algún obsequio a su patria." —
El Conde del Tesoro.
El opúsculo que ahora ofrecemos forma parte de la descrip-
ción de nuestra ciudad natal que ha de llevar la "Guía del via-
jero en la Isla de Cuba y principal en su capital de la Haba-
na", en que nos ocupamos i1) ; y siendo un trabajo sujeto a mil
rectificaciones, nos hemos decidido a darlo a luz anticipadamen-
te y en el estado de imperfección en que se encuentra (pues solo
está preparado); persuadidos de que las personas ilustradas que
saben apreciar sus ventajas se servirán contribuir a su perfeccio-
namiento, indicándonos las enmiendas, aclaraciones, modifica-
ciones y ampliaciones que crean deba sufrir; pues aunque nues-
tras especiales circunstancias (2), y sobre todo nuestras muchas
diligencias y no pocos desembolsos nos han proporcionado un cú-
mulo de noticias, tales que con ellas solamente pudiéramos llenar
volúmenes, no somos presuntuosos para que se nos oculten las
(1) Hace algún tiempo que tenemos preparada esta importante obra,
pero a vista de los ningunos recursos con que contamos para su publicación,
la habíamos relegado al olvido : más habiéndola examinado un especulador,
se ha hecho cargo de publicar las ediciones, que como la presente, no que-
rramos hacer de nuestra cuenta.
(2) Nos contraemos a que siendo nosotros descendientes directos de
Antonio de la Torre y de Diego de Sotolongo, que fueron de los primeros po-
bladores y Regidores de la Habana: acreditando nuestros segundos apelli-
dos de Cárdenas, Urrutia, Díaz Pimienta, Montoya, Sotolongo, Calvo de la
Puerta, Pedroso, etc., etc., nuestras relaciones con las más antiguas familias
de la capital, y habiendo sido criados por nuestro ilustrado tío carnal, el Co-
ronel don Antonio María de la Torre y Cárdenas, secretario que fué por es-
pacio de veinte años del Gobierno Superior Civil de esta Isla y comisionado
en 1,819 para la delincación de la vasta parte no poblada de extramuros, es
fácil comprender la posesión en que estamos de noticias y tradiciones sobre
la Habana, tal vez inasequibles para otros.
2 José Mabía de la Tobbe
mejoras que recibirá el trabajo mediante la colaboración de otras
personas.
Es de advertir que nuestro objeto en lo que ahora publica-
mos se ha limitado a indicar la parte curiosa de la historia de esta
capital, y principalmente el ¿por qué? de sus accidentes y nom-
bres topográfico^, como ¿ cual es la razón v. g. de que tal calle sea
torcida, cerrada, o mas ancha que otra?, ¿de dónde procede su
nombre?, ¿cuándo y por quién fué fundada esta plaza, iglesia,
fuente, etc., etc.? circunstancias que ocurridas la mayor parte
de las veces sin plan ni concierto, escitan naturalmente la curio-
sidad de propios y aun de extraños.
Si mereciere alguna aceptación este traba jito, lo reimpri-
miremos así separadamente, refundiendo las rectificaciones y
ampliaciones que se nos dirijan, y tal vez lo aumentaremos con
otros capítulos interesantes, como artículos de costumbres, (en-
tre ellos interesantes e instructivos que tenemos preparados con
los títulos de "Una reunión de los barrios de la Habana" y
"Una visita a los últimos indígenas de Guanabaeoa"), y ade-
más con láminas (como retratos, comparación de trajes de diver-
sas épocas, etc., etc.), que tenemos ya dibujadas.
Ninguna ocasión tal vez más oportuna para la publicación
del presente trabajito; porque tratándose de llevar a efecto el
derribo de las murallas del recinto, y de dar mayor ensanche a
la población, formándose hermosas barriadas en lo que hoy sou
estancias o terrenos baldíos, conviene que en alguna obra se con-
serve lo existente para que pueda apreciarse el porvenir.
Y pues que está reconeida la utilidad de que se conserven
hasta los acontecimientos mas insignificantes que pasan en los
pueblos, leguemos a la posteridad los datos o elementos con que
puedan también escribir su Lo que fuimos y lo que somos.
CAPITULO I.
Fundación de la Habana.
"La Habana es el más precioso
engaste de esta rica presea de la
corona española, y la más esti-
mable concha de esta occidental
margarita." — Dávila Orejón, Ca-
pitán General que fué de esta Is-
la desde 1,664 hasta 1,670.
San Cristóbal de la Habana fué la última de las siete villas
fundadas en esta Isla por el conquistador de la misma, Adelan-
tado D. Diego Velázquez, natural de Cuéllar, provincia de Se-
govia. Fué asentada primeramente hacia la desembocadura del
río de Güines o Mayabeque, el día de San Cristóbal (25 de Ju-
lio) de 1,515; por cuya razón lleva el indicado nombre de San
Cristóbal. (x) A más del expresado motivo, para dar a la Haba-
na el nombre de San Cristóbal, no dejaría de concurrir, como di-
ce Arrate, el de obsequiar con la memoria y título de este santo
mártir, al Almirante de las Indias D. Diego Colón, por haber te-
nido su glorioso padre este mismo nombre. El de Habana lo de-
be a haberse asentado en la provincia india de este nombre. La
razón de haber fundado en la costa del Sur, fué porque enton-
ces los más de Jos descubrimientos que se hacían, y empresas que
intentaban, eran hacia el Sur de la Tierra Firme, y así se facili-
taba mejor el comercio con todas las partes descubiertas.
Los primeros vecinos de la villa fueron: t Juan de Rojas,
t Pedro Blasco, t Antonio de la Torre (2), t Antonio de Reina,
t Baltasar de Avila, t Francisco Martín, t Antonio López, f Ber-
nardo Nieto, f Juan Lobera (que fué luego Alcaide de la Fuer-
za), f Juan de Inestrosa, f Juan Gutiérrez, f Calixto Cal-
(1) En la Isla, por especial indulto de la Silla Apostólica, se celebra
San Cristóbal el Ü 6 de Noviembre, para no embarazar la festividad con la
de Santiago, patrón de España y dé la Isla.
(2) Primer ascendiente del autor de esta obra que vino a esta Isla.
4 José Masía de la Tobee
derón, t Bemardino de Soto, t Antonio de Rojas, t An-
tón Recio, t Ambrosio Hernández, f Bartolomé Cepero,
t Juan Núñez, t Sebastián Bravo, t Francisco Rojas, t Juan
Díaz, f Bartolomé Bazago, Tomás Daza, Manuel Juan (carpin
tero), Domingo Alonso, Jerónimo Rodríguez, f Juan Genovés,
Francisco de Aguilera, Antón de Alonso, f Martín Ruiz, Cris-
tóbal Galindo, f Francisco Pérez Borroto, Reverendo Martín,
Pedro Andrés, Domingo de Córdoba, Domingo de Talavera (sas-
tre) , Francisco Genovés ; y moradores o sean transeúntes, 13 ; de
suerte que por todos eran 50. (x)
A consecuencia de las plagas de insectos y de reconocerse
malsano dicho sitio, sobre todo para los recién nacidos, se trasla-
dó a poco la villa a desembocadura del río Casaguas (hoy Cho-
rrera o Almendares.) (2)
( 1 ) Según el mismo auténtico y fehaciente documento de donde toma-
mos esta noticia, inserto en los Anales y Memorias de la Real Sociedad Eco-
nómica, año de 1,854 (debido al señor don Jacobo de la Pezuela), en 1,555
contaba la Habana (además de los vecinos precedidos de una -f) a Cristó-
bal Velázquez, Domingo Talavera, Francisco Ginovés, Antonio de Zurita,
Francisco Mejía, como vecinos; y cinco más como transeúntes o moradores ;
haciendo por todos 34. Los que faltan (añade el documento), excepto Ber-
nardo Nieto, que falleció de enfermedad, murieron en el combate de la for-
tificación y el reencuentro del Gobernador con los franceses, en Julio d°
1,555. Da el testimonio de este documento, por mandado del Gobernador
don Gonzalo Pérez de Ángulo, Francisco Pérez de Borroto; escribano púb'i-
co y del Consejo de la Villa, en 20 de Diciembre de 1,555. — Aunque no apa-
recen en este documento, no cabe duda que también fueron primeros veci-
nos de la Habana: Francisco Montejo (después Adelantado de Yucatán y el
cual poseía haciendas en Marien, hoy Mariel) ; Gari Caro, Sebastián Rodrí-
guez, Juan de Nájera, Ángulo, Pacheco ; dos hermanos Martínez y un Santa
Clara, todos los cuales salieron de la Habana con Cortés, el año de 1,51 8 : y
por tanto es muy presumible que estuviesen avecindados en ella desde sn
fundación. Además, Pedro de Barba (primer teniente de Gobernador d •
ella), Juan Sánchez, el mozo, y Alfonso y Diego de Soto (o sea Sotolongo.)
En una representación que elevó este Diego de Soto a S. M. el año de 1,567
(y se inserta en la Real cédula confirmatoria de 20 de Noviembre de 1,569),
expresa que vino a la Isla en 1,528, en que estaba realizada la conquista de
Méjico por Cortés, por lo que no parece cierto el que dicho Soto acompañase
a éste en la expedición, como asienta Arrate. Fué Adelantado y poblador,
y habiendo dejado alguna sucesión, conviene indicar algunas noticias acerca
de su distinguida ascendencia. Fué biznieto de don Juan Rodríguez Soto-
longo, armado caballero en la vega de Granada por el rey don Enrique, el
22 de Junio de 1,1/55. El hijo de éste, Juan Bautista, casó con doña Ana de
la Madrid. El hijo de éstos, don Andrés, que se tituló de la Madrid y So-
tolongo, casó con doña Isabel de Rojas, y tuvo por hijos a don Bartolomé,
don Diego y don Cristóbal, los dos últimos de los cuales vinieron a Indias.
(2) El nombre de Almendares lo debe este río a los provechosos baños
que se dio en él el Obispo, Fr. Enrique de Armendariz, en el sitio que aun
hoy conserva el nombre de baños del Obispo. Los poetas han suavizado aun
más la palabra Armendariz, llamándolo al río Almendares, que es como se
conoce,
Lo que Fuimos y lo que Somos.
En 1519 se hizo la traslación desde la Chorrera (que con-
servó por algún tiempo el nombre de Pueblo viejo), al punto
donde hoy se halla: conociéndose desde entonces por Habana,
pues antes solo se decía villa de San Cristóbal.
El primitivo terreno ocupado por la población fué el que
se halla entre la Fuerza, la casa de Gobierno (donde se situó la
iglesia matriz) y la Aduana; así por encontrarse ya en él algu-
nas chozas de naturales, como porque ofrecía ventajas á las em-
barcaciones para con más seguridad y facilidad desembarcar sus
cargamentos.
Prefirióse para su asiento la banda occidental por ser la que
ofrecía mayor llanura; siendo las opuestas alterosas o cenago-
sas. i1)
En el mismo año de 1519 se celebaron la primera misa y el
primer cabildo debajo de una hermosa seiba que existía en el
punto donde hoy se halla el Templete, conmemorativo de dichos
sucesos. (2)
Sin embargo de no haberse basado en un plan determi-
nado el establecimiento de la población, su planta puede decirse
que es bastante regular, debiéndose el defecto de sus calles es-
trechas a lo prevenido por la ley título siete libro 4, Recopila-
ción de Indias, que dice : ' ' En los lugares fríos sean las calles an-
chas, y en los calientes angostos": aunque añade: "y don-
de hubiere caballos, convendría que para defenderse en las oca-
siones sean anchas, y se dilaten en la forma susodicha, procu-
rando que no lleguen a dar en *algún inconveniente que sea cau-
(1) La altura del suelo en el campo de Marte, esquina del Prado, en-
trada del Paseo de Tacón y casa sanitaria de Garcini, es de 30 varas sobre
el nivel del mar. El punto de la quinta de Pernandina (conocida antes por
la fundición de Raguez, que estuvo en ella) está 14 varas castellanas más
elevado que el campo de Marte. El punto de intersección de las (¡alzadas de
Tacón y de Belascoaín resulta estar a 25 metros (o sean 30 varas castellanas
sobre el nivel del mar, según medida practicada en 11 de Marzo de 1,857,
por el entendido agrimensor de la ciudad, don Mariano Caries.
(2) Conservóse robusta y frondosa la indicada seiba hasta 1,753, en
que el Gobernador don Francisco Cagigal de la Vega, deseando perpetuar la
noticia, dispuso derribarla y levantar en el mismo sitio el padrón o pilar de
piedra que aun existe ; habiéndose sembrado a poco tres seibas a su alrede-
dor, las cuales fueron reemplazadas por las actuales en 1,828, en que se le-
vantó el indicado Templete, trazado por nuestro tío el Coronel don Antonio
de la Torre y Cárdenas.
6 José Mabía de la Toree
sa de afear lo reedificado y perjudique a su defensa y comodi-
dad." H
Está, pues, situada la villa (hoy ciudad) de San Cristóbal
de la Habana en la Península que en su banda occidental ofre-
ce el soberbio y concurrido puerto de su nombre (conocido antes
por de Carenas), hallándose su fanal, o sea farola del Morro, a
los 23° 9 '26 latitud y 76° 4 '40 longitud O. del merdiano de San
Fernando : situación ventajosa, que le hizo recibir desde los pri-
meros tiempos los dictados de Llave del Nuevomundo, antemural
de las Antillas.
La indicada península en que se halla asentada la Habana
(o sea su terreno de intra y estramuros), eran tan fértil que no
solo abundan en ella arbustos como tunas, hicacos, uvas caletas,
y otros frutales, sino aun árboles mayores como j aguas, anones,
mamones, seibas y aun cedros; jobos y caobas. "Los cangrejos,
escribe un viajero en 1598, abundaban tanto, que hacían ruido
como las tropas cuando de noche iban a la población en busca de
desperdicios." Lo que no debe estrañar al que los haya visto
(1) Ignorándose en esta época que un suave ambiente mitigaba los
ardores del clima tropical, se dispuso, según convenía hacerlo en los países
frios conocidos, donde en verano más conviene la sombra que el aire libre.
Así vemos que para preservarse del calor, en Sevilla y demás pueblos de la
Península, se cierran y riegan las piezas habitadas. No es de extrañar en
los tiempos antiguos lo defectuoso de las plantas de las poblaciones, y de
sentir que en los tiempos modernos no se hayan puesto en planta los princi-
pios que rigen para la formación de las poblaciones, imposición de los nom-
bres de sus calles, etc. Triste cosa es en efecto notar aun las direcciones N.
S. y E. O. que se dan a las calles de las nuevas poblaciones, cuando la más
conveniente en este país tropical son la de N. E. a S. O. y de N. O. a S. E. :
tristte es ver los ningunos principios que se siguen para la anchura de las ca-
lles y tamaños de las manzanas, cuando diez metros para lo primero y una
hectárea para lo segundo, sería tan ventajoso hasta para fijar en la mente
estas medidas, que se imponen a las nuevas calles y plazas, cuando el siste-
ma de numeración o localidad para las segundas son tan expeditos ; y toda-
vía más triste es notar lo poco que se atiende a las circunstancias higiénicas
de los puntos elegidos para el vecindario, pues solo las de la Habana han si-
do químicamente reconocidas. Recomendamos la lectura del informe que
por comisión del Gobierno dimos acerca de la proyectada población en el pun-
to de la Unión. Se halla inserto en la entrega segunda del tomo 4.° (1.S51)
de los Anales de la Real Junta de Fomento y Sociedad Económica de la Ha-
bana.
Lo que Fuimos t lo que Somos. 7
por el puente de Chávez y sus cercanías (que tomaron el nombre
de los Cangrejos.
Pronto fueron aprovechados los terrenos baldíos hasta la
loma del castillo del Príncipe para formar jardines o huertas y
estancias. (x)
(1) Como en los documentos anteriores a este siglo se leen siempre
indicados estos terrenos con dichos nombres, conviene saber que se llamaba
huerta la estancia que abundaba en aguas, y jardín, la que servía más bien
de recreo o temporada.
CAPITULO II.
Puerto de la Habana.
Colón no visitó el puerto de la Habana. El capitán Sebas-
tián de Ocampo fué el primero que aportó á él en 1508, en que
por mandato de Nicolás de Ovando, Gobernador de Haití, bajó
o circunnavegó la Isla para resolver si era isla ó continente. Dió-
le el nombre de Puerto Carenas por haber carenado en él las dos
naves que traía, con un betún que encontró en el mismo puer-
to. 0)
Para comprender lo que ha perdido el puerto ó bahía (2) así
en superficie como en fondo, baste saber que por el boquete de la
Pescadería entraba un brazo de mar que llegaba hasta San Juan
( l > Este betún es el asfalto o nafta, que los naturales llaman cha-
papote.
(2) El señor don José María Gómez Colón, en su interesante Memoria
sobre la conservación del puerto de la Habana, publicada en Santiago de
Cuba, en 1,852, capítulo 3, página 45, dice: "En 1,742, 49, 73 y 83, se sondeó
el puerto de la Habana, y como en 1,789 se volviese a ejecutar nueva sonda,
hubo de reconocerse por la comparación de estos trabajos, haber perdido en
el período de 47 años la bahía, 50 varas horizontales y de una y media a do?
brazas en los placeres y veriles ; empero sin sufrir sensible disminución él
fondeo en lo propiamente dicho canal. Por otra operación análoga se sabe
que en 1,723 midió la entrada del puerto entre la Cabana y San Telmo, 350
varas de anchura, que en 1,783 se redujo esta extensión a 335 varas; que en
1,803 a 304; y en 1,812 a 225 ; resultando de todo ello haber en 69 años per-
dido la bahía por esa parte 95 varas, o sea mas de la cuarta parte de su an-
chura. Pérdida que atendidos los efectos de las mareas, solo se explica sa-
biéndose que era una ciénaga esa parte de la costa ahora llamada San Tel-
mo. Esto respecto a sondas lejanas, si bien es verdad que las más próximas
no dan resultado a examinarse con minuciosidad y detenimiento. Véase si
nó la operación verificada a fines del siglo próximo pasado. De ocho a diez
brazas de agua se encontraron en el canal. De cinco a seis en el fondo me-
dio del placer de la bahía ; de una a tres en la ensenada de Guasabacoa ; de
una a dos en la de Atares, y de cuatro a seis en la de Regla. De una a dos
brazas de agua se encontraron sobre el bajo de San Telmo, de una a dos,
igualmente, en el de Regla, y de una a dos, también, en aquella parte obs-
truida a lo largo de la costa en toda su sinuosa extensión. Por último, esa
parte del fondo disminuida o encenagada allí en la continuidad de las ori-
llas, alejábase solo de ellas un tercio cable paralelamente ; mientras el bajo
de Regla se adelantaba cuatro décimos de milla hacia el N. E." No ignora-
mos el origen de estos datos, pero no podemos admitirlos del todo, porque en
Lo que Fuimos y lo que Somos.
de Dios, donde hubo un colgadizo para guardar en él atada la
falúa del Gobierno, quedando más tarde cenagoso todo ese espa-
cio; por lo que la plazuela de la Catedral se llamó Plaza de la
Ciénaga, y por lo que el tramo desde la Catedral hasta San Juan
de Dios fué elegido para el primer ensayo de empedrado (á me-
diados del siglo pasado) dando nombre a la calle de lo Empedra-
do. (Véase el capítulo de la razón de los nombres de las calles.)
La Zanja Real derramaba en dicha plazuela de la Ciénaga por
una avertura como de una vara cuadrada que elevada sobre vara
y media del suelo había en el callejón del Chorro.
Mediante la construcción de la muralla comprendida desde
la Puerta de la Punta hasta el cuartel de la Fuerza (y la cual co-
menzó en 1730) perdió la entrada del puerto por esa parte una
porción de varas, puesto que dicha Muralla se levantó sobre el
mismo mar. (x)
Perdió también mucho el puerto por la parte del muelle que
ha ido avanzando a medida de su extensión y mejoras. Y en
nuestros días hemos visto lo que ha perdido con motivo de la
construcción de los almacenes de Regla y de San José, y con el
primer lugar no comprendemos como no habiéndose ejecutado desde 1,730,
por lo menos, otra obra en la entrada del puerto de la Cabana y San Telmo,
que la de la cortina de Valdés en 1,842, robando unas doce o catorce varas
al mar, y no habiendo sufrido alteración alguna la banda opuesta, haya po-
dido verificarse reducción alguna de dicha entrada por ese punto ; la cual
por otro lado no aparece del excelente plano del puerto levantado y publica-
do en 1,798 por el muy entendido Capitán de fragata don José del Río, ni
del que trae el Portulano, comparado^ con el levantado y publicado en 1,854
por el Depósito Hidrográfico ; salvo la indicada de la cortina de Valdés. En
segundo lugar comparados los datos sobre sondas que presenta con los ofi-
ciales que damos al fin de este capítulo, aparece la bahía en el día con el
mismo y aun con más fondo que a fines del siglo pasado; pues dice, por
ejemplo, que de ocho a diez brazas se hallaron entonces en el canal, y en
1,854 tenía éste dé siete y media a diez y media brazas; de 5 a 6 brazas en
el fondo medio del placer de la bahía, y hoy cuenta hasta siete brazas (jun-
to al punto de salida de los vapores de Regla, de la antigua empresa) ; de
una a dos en la ensenada de Atares, que hoy cuenta hasta tres ; de cuatro a
seis, en Regla, donde hoy se cuentan hasta seis brazas, y de dos a tres en
la ensenada de Guasabacoa, donde hoy existe el mismo fondo. En el piani-
to del puerto que se ve en el adjunto de la ciudad, ofrecemos la sonda (en
pies castellanos) que le dá el Portulano de América en 1,804. La parte in-
terior de la ciudad está tomada de uno de los planos antiguos que publica el
señor La Sagra, y la de extramuros, de varios planos de fines del siglo pasa-
do. Además de la indicada obra del Sr. Gómez Colón, merece leerse una Me-
moria escrita por don José de Arazoza, en 1,816, sobre el mismo asunto.
(1) Lo mismo resultó con la construcción de la muralla del Sur, o sea
del paseo de Roncali, en cuya base se vé ya salir la tierra. Véase el mapa
antiguo, número 4.
. 10 José Mabía de la Toere
Salón de O'Donnell y muelle de cabotaje, que debajo de este se
acaba de construir.
En 1803 llegaba el mar a la casa Quinta del Rey, que tenía
su asiento en la playa, conduciéndose desde la misma hasta 1796,
las maderas para el Arsenal, que se traían desde el baradero del
Cerro (cuyos restos un se ven detrás de la casa del Sr. D. Joa-
quín Peñalver). Las olas murmuraban también sobre el suelo
de algunas de las casas de Jesús María, como v. g. : en el alam-
bique de Guimbal (después de D. José Soler) que aun hoy existe
en la calle del Alambique esquina a la calzada de Vives, donde
se puede ver aun el pilotaje de su muelle, situado en el mismo
establecimiento : siendo el límite de la costa una línea de playa,
que desde Tallapiedra se dirigía primeramente al N. O. y des-
pués bordeando la calzada del Monte, llegaba hasta el puente de
Chávez, y seguía el rumbo de Jesús del Monte, cual si se preten-
diese aislar el promontorio donde se alza el castillo de Atares.
Las últimas cinco cuadras de la hoy calzada de Vives,
igual número de la conocida por de la Gloria: no menor de la
de la Esperanza: la plaza de la Reina Amalia: cuatro postreras
cuadras de la de la Alcantarilla : otras tantas de la de la Puerta
Cerrada y la mitad justamente de la denominada la Diaria, y
también el área formada por el hoy canal de desagüe hasta cer-
o-i de las calzadas de Jesús del Monte y de la Infanta, estaban
bañadas por el mar, y cubiertas de mangles.
En el sitio en que en 1748 se construyó el navio Begoña (a)
Tallapiedra, había en 1812 una casa, con un muelle que aun exis-
te avanzando sobre 30 varas hacia el mar: y el ancho del canal
del puente de Chávez, que hacia 1783 contaba lo menos 80 varas
y era atravesado por buques de bastante calado, que traían efec-
tos del interior de la Isla y cargaban maderas que se conducían
a ese punto, hoy se vé reducido a un estrecho, somero y pantano-
so cauce, i1) "Hace aun muy pocos años, dice un comunicado in-
serto en la Prensa de 8 de marzo del corriente año 1857, que tan-
to por la parte del río de Chávez cuanto por el de Aguadulce, po-
dían entrar embarcaciones de las que usan comunmente nuestros
pescadores, y se veían en dicho ríos y a orillas de las casas
(1) En nuestro mapa aparece como lo hemos visto en un primoroso
mapa oficial levantado después de la invasión inglesa (1,764). Creemos que
hay alguna exageración en las relaciones modernas respecto al fondo perdi-
do por la bahía en las inmediaciones de Atares, como puede comprobarse
consultando el mapa del Río, de 1,798.
Lo que Fuimos y lo que Somos. li
porción de esas embarcaciones, pero hoy, si alguna entra, es pre-
ciso que sea de las llamadas cachuchas, que sea muy práctico el
que la guie y que aguarde la marea. Me refiero primero a un
punto de poco interés, pero que era concurrido por honrados
pescadores que allá se albergaban, buscando por alguna parte
economía en el alquiler de las casas y seguridad para sus peque-
ños buques. Como vecino antiguo del quinto distrito y aficio-
nado a dar mis paseos por la playa cuando alguna vez tengo un
rato desocupado, no he podido menos de notar la marcha veloz
con que van desapareciendo las aguas de esta ensenada hasta el
punto que no creo equivocarme al asegurar que para descar-
gar ei carbón en la fábrica del gas ha tenido que ocurrir esta a
efectuarlo por Tallapiedra, por donde atracan las goletas. Se-
guramente que en menos de un año se ha comido la tierra más
de 18 varas en toda la extensión que media desde el castillo de
Atares a Jesús María, y al respectivo ha ido mermando el fondo
de ella en dirección del Real Arsenal, hasta el extremo que una
parte no pequeña de las embarcaciones costeras que atracan a
Tallapiedra lo efectúan tocando en el fondo. Al paso que esto
marcha, no dudo que esté muy próxima la pérdida de esta ense-
nada, si nuestra draga no ocurre pronto en su auxilio o se quita
la causa que la motiva. Esta, a mi ver, no es otra que las in-
mundicias de las 250 reses, mas bien mas que menos, que diaria-
mente se benefician en los dos rastros. Si se piensa en la inmen-
sidad de basura que en un año entra en nuestra bahía por esta
parte, no habrá nadie que dude de lo que digo. En un día de
verano y horas en que nuestra brisa no nos favorece, miedo se
debe tener a pasar por dicha ensenada, pues por causa del poco
fondo y la clase de materias allí depositadas se sufre un calor es-
tremoso y una fetidez sumamente grande : de lo primero no pue-
den menos de sufrir mucho los cascos de los buques que allí con-
curren en gran número, tanto costeros como de travesías; y de io
segundo, y esto es lo más malo, sus tripulaciones ; y aun, como es
muy lógico, contribuirá a que nuestro Real Hospital no sea lo
que debe ser por la demasiada proximidad a tan gran depósito
de materias pútridas. A parte de estas consideraciones, aun
pueden hacerse otras de suma importancia para que esta parte
de la bahía fuese otra cosa que lo que es, pues obras de mucho
interés se están emprendiendo en ella. Dentro de muy pocos
principiarán las paredes de los nuevos almacenes de depósito, el
12 José MabÍa de la Tobbe
hermoso alambique y máquina de aserrar nuevamente estableci-
do en la antigua fábrica de ladrillos; el Barrio de Concha que
está proyectado, y cuya realización tanto se desea por los pobres
y artesanos y por los dueños de los terrenos ; pero cuyo principio
no dilatará nuestro protector Gobernador : el paradero del ferro-
carril del Oeste, que también se ha pensado establecer aquí, y las
innumerables obras que por precisión se han de llevar a efecto,
no pueden menos de llamar la atención, muy pronto, de nuestro
gobierno ' '.
De fácil paso para embarcaciones menores (goletas, guai-
ros, etc.) era el seno de Atares, solo navegable hoy en pleamar
por barquichuelos de fondo plano.
Barcos de gavia podían atravesar por entre el Cayo Cruz y
la tierra firme, y ahora pueden hacerlo los botes.
En 1816 se construyó en Guasabacoa una máquina de ase-
rrar maderas y llegaban a ella buques de todos portes.
En 1836 bañaba el mar una casa que hoy tiene otra casa y
una calle delante de dicha mar.
En 1816 rodeaba el mar el santuario de Regla hasta el pun-
to de batir las olas en los muros de la lomita. Hoy se ve un fe-
rrocarril, que pasa por dicha loma y por una calle formada de
espaciosos almacenes construidos sobre lo que antes era mar, y
desde el presente año de 1857 se ha formado una calle de alma-
cenes y establecimientos (entre ellos una sierra y alambique de
vapor) sobre el bajo de Regia, que no hace muchos años era
atravesado por goletas, pues su fondo en 1798 era de media bra-
za y en el veril de tres brazas.
En 1761, en la ribera opuesta a la ciudad, se conocían los
embarcaderos de Cojímar, Marimelena, del Ingénito, Regla y
Guasabacoa • y durante la invasión inglesa se echaron a pique en
la boca del puerto, para cerrarlo al enemigo, los navios "Euro-
pa", "Asia" y "Neptuno", cuyos restos aun existen. (1)
En 1532 visitaban ya la Habana tantos buques que produ-
cían sus derechos $200 al año (en el día ascienden los derechos
marítimos a 9 millones de pesos anuales).
En 1574 entraron en la Habana 101 buques de España y
115 de la América española, y salieron 109 para cada uno de di-
( 1 ) Desde la batería de los Doce Apóstoles se colocó para cerrar el
puerto una cadena cuyo otro extremo estaba atado a los tres cañones clava-
dos con este fin, que aun se ven junto al castillo de la Punta.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 13
ehos puntos (en el día el número de buques que entran al año
ascienden a 2,000).
En 1741 se incendió, próximo a la casa de Aróstegui, el na-
vio "Invencible", a consecuencia de haberle caido un rayo en la
Santabárbara; en 1816 se incendió la fragata "Atocha", en el
bajo de Regla, y en 15 de Marzo de 1857 se ha incendiado en Ca-
sa Blanca, la fragata española "Eulalia", cargada de azúcar y
aguardiente, habiendo sido conducida a lo que queda del bajo de
Regla.
Los cinco cascos sumergidos que se ven junto al Arsenal, son
de los navios siguientes, perdidos por falta de carena: "Santa
Ana", de 115 cañones, abandonado en 1815; "San Lorenzo", de
84, en 1815; "San Leandro", de 64, en 1813; "San Fulgencio",
de 64, en 1814, y "Príncipe de Asturias", de 112, en 1814.
Desde principios del siglo pasado hubo ya pontones para la
limpieza del puerto. En tiempo del Marqués de la Torre
(1771-77) se establecieron seis pontones y seis gánguiles; en
1773 se dispuso la construcción de cuatro pontones más, y en
1833 se trajo otro nuevo, de vapor, que ha sido después reempla-
zado por otros.
No podemos menos de decir algo sobre Cayo Cruz, que co-
nocimos más de dos tantos mayor de lo que lo han reducido los
huracanes de 1844 y 46.
Estado actual del Puerto. (x)
Desde la lengüeta de la Punta (donde están los cañones que
se clavaron en 1762, para atar la cadena con que se cerró el puer-
to) hasta la misma farola del Morro, línea N. S., dos décimos de
milla exactamente, habiendo cinco brazas de fondo cerca del Mo-
rro en siete y medio en el medio del Canal y dieciocho pies en el
veril del bajo de la Punta.
(1) Los datos que siguen son tomados de la carta de la bahía o sea
puerto de la Habana, levantada en 1,854 por el Brigadier de la Real Arma-
da don Antonio de Arévalo. y los Tenientes de navio don Eduardo Failde y
don Manuel Cotilla, y publicada por la Dirección de Hidrografía. La milla
de que se hace referencia consta de 2,217 varas castellanas. Según hemos
indicado, el pianito del puerto que ofrecemos y en el que va indicada la son-
da en pies, es copiado (en la parte hidrográfica) del Portulano de las Anti-
llas, publicado en 1,803 ; la parte extramuros de la ciudad es copia de un
mapa antiguo de la Habana del siglo 17, publicado por el Sr. La Sagra, y
la parte extramuros es copia de varios planos de fines del siglo pasado.
14 José Masía de la Tobbe
Desde el mismo punto a los Doce Apóstoles hay uno y medio
décimos de milla y la misma sonda.
Desde el punto de embarque de la Puerta de la Punta hasta
la costa opuesta junto a la batería de la Pastora, dos décimos de
milla exactamente, y su fondo en el medio del canal es de diez y
medias brazas (que es la mayor profundidad de la bahía).
Desde la punta N. O., del muelle de Caballería o sea ex-
tremo del tinglado hasta la ribera opuesta, uno. y medio déci-
mos de milla y nueve brazas de mayor fondo.
Desde el muelle de Caballería hasta el del ingénito (por Co-
jímar) uno y un décimo de milla; al hospital de Belot, una mi-
lla, y al muelle de Triscornia, ocho décimos de milla.
Desde el punto de salida de los vapores de la antigua empre-
sa al de llegada, seis décimos de milla, habiendo hasta siete bra-
zas de fondo, cerca del muelle de la Habana y hasta tres brazas
en el de Regla.
Desde el punto de salida (o del muelle de Luz) hasta el de
llegada de los vapores de la nueva empresa, hay siete y medios
décimos de milla, contándose hasta siete brazas de fondo, junto
al muelle de la Habana y seis varas en el muelle de los almace-
nes.
Desde los almacenes de San José hasta los polvorines de San
Felipe o de la Marina, cuatro décimos de milla, habiendo hasta 6
varas de fondo en el muelle de dichos almacenes, tres y medias
brazas en el medio de esta línea y junto a la costa de dichos pol-
vorines.
Desde el embarcadero de la puerta de la Punta hasta el mue-
lle de Caballería, cuatro y medios décimos de milla. Desde el
muelle de Caballería al de Luz, hay cuatro y medios décimos de
milla. Desde este a los almacenes de San José, otros cuatro y
medios décimos de milla y desde estos a Tallapiedra, igual dis-
tancia.
El mavor larsro del puerto es el siguiente: — Desde la boca
hasta el muelle de Caballería (o sea el canal de entrada), seis dé-
cimos de milla ; teniendo nueve brazas al princio y fin de esta lí-
nea, y hasta diez y media en el medio de ella( entre San Telmo
y la puerta de la Punta y la costa opuesta).
Desde el muelle de Caballería hasta el extremo N. O. del te-
rrajen del bajo de Regla, seis y medios décimos de milla, con
fondo de siete y media brazas.
Lo que Fuimos t lo que Somos. 16
Desde el bajo de Regla al Cayo Cruz, siete y media décimos,
con fondo hasta cinco brazas.
Del Cabo de Cruz hasta la ribera de Atares, siete y medios
décimos, con fondo hasta de tres y medias brazas.
La ensenada de Guasabacoa cuenta desde su boca, entre los
almacenes de Regla y Cayo Blanco, hasta su fondo, ocho déci-
mos de milla, con una profundidad hasta de dos y tres brazas.
El canal entre la baliza de los Apóstoles (frente a la Punta)
y el veril de la Punta, y entre la baliza de San Telmo y el veril
de la Cabana, que son los puntos más estrechos, tiene ocho cen-
tesimos de milla.
CAPITULO III.
Peogresos de la Población.
Intramuros.
Hemos indicado en el capítulo primero que el punto de la
plazo, de Armas fué el centro de donde irradió la población. Ex-
tendióse primero desde allí por las calles de los Oficios y de ios
Mercaderes, como más próximas al punto de desembarque de los
bajeles: por la calle Real (llamada después de la Muralla), que
c ;il.f salida al campo en un principio (no por la calzada del
Monte, sino por el camino de San Antonio, o sea calle de la Rei-
na (1) ; en seguida por la parte N. de la calle de la Habana y
después por las de Aguiar y Cuba, porque conducían al Torreón
de la Caleta, donde de día y noche habían vigilantes para avisar
la llegada de piratas, y además servía entonces de paseo su cal-
zada, orillada de uveros y otros arbustos por la siguiente Real
Cédula:
En 1532 era ya la Habana la población más importante de
la Isla, después de Santiago de Cuba, entonces capital. En
1584 contaba ya cuatro calles, siendo la principal la de los Oí5-
cios, llena de tiendas de menestrales. En 1592 se le concedió el
título de ciudad.
"Don Felipe, por la Gracia de Dios, Rey Castilla, etc. Por
cuanto teniendo consideración a lo que los vecinos y moradores
de !a villa de San Cristóbal de la Habana, me han servido en su
defensa y resistencia contra los enemigos, y a que la dicha villa
es de las principales de la Isla, y donde residen mi gobernador y
oficiales de mi real hacienda, deseo que se ennoblezca y aumente.
Por la presente quiero y es mi voluntad, que ahora y de aquí en
adelante para siempre jamás la dicha villa sea y se intitule la
(1) Véase el mapa y en el capítulo quinto lo relativo a cada una de las
calles que aquí se citan.
Lo que Fuimos t lo que Somos. 17
ciudad de San Cristóbal de la Habana de dicha isla de Cuba; y
asimismo quiero que sus vecinos gocen de todos los privilegios,
franquicias y gracias de que gozan los otros vecinos de semejan-
tes ci. dades, y que esta pueda poner el título y lo ponga en todas
las escrituras, autos y lugares públicos, y así lo llamen los reyes
que después de mí vinieren, a los cuales encargo, que amparen y
favorezcan a esta nueva ciudad y le guarden y hagan guardar
las dichas, gracias y privilegios; y mando a todos mis subditos
y naturales de mis reinos y de las dichas Indias, así eclesiásticos
y seglares, de cualquiera dignidad, preeminencia o calidad que
sean, le llamen e intitulen a la dicha villa, la ciudad de San Cris-
tóbal de la Habana, y que ninguno vaya, ni pase, contra este mi
privilegio, el que hagan guardar todas y cualesquiera justicias de
estos dichos mis reinos, y de los de nuestras Indias, como si en
particular fuera dirigido su cumplimiento : de lo cual mandé dar
la presente firmada de mi mano, y sellada con el sello. En Eras, a
20 de Diciembre de 1592. — Yo el Rey. — Yo Juan Vázquez, secre-
tario, la hice escribir por su mandado. ' '
En 1598 la población constaba de 800 vecinos o sen 4,000
habitantes.
En 1634 llegó a reconocerse la importancia del puerto y ciu-
dad, puesto que en Real cédula de 24 de Mayo de dicho año se le
llamaba "Llave del Nuevo Mundo y antemural de las Indias Oc-
cidentales"; y en 1665 se le confirmó el uso del escudo de que es-
taba en posesión mucho tiempo antes, según aparece de las actas
de Cabildo.
"La Reyna Gobernadora i1) por cuanto la ciudad de San
Cristóbal de la Habana, en carta de 22 de Mayo de este año, ha
representado que con el transcurso del tiempo no se había podi-
do hallar aunque se había buscado, el origen de la merced que le
está hecha de tener por armas tres castillos y una llave en campo
azul, señal de su fortaleza y del valor con que sus naturales y ve-
cinos la defendieron en las ocasiones que se ofrecieron; y para
honor y lustre de la dicha ciudad en los siglos venideros, suplica-
ba que en premio de su lealtad se le confirmase la dicha merced,
pues el descuido que había habido en guardar los papeles de su
origen no había de defraudarla de este honor que había mereci-
do. Y habiéndose visto por los del consejo de Indias, teniendo
(1) Doña Mariana de Austria, viuda de Felipe IV.
18 José Mabía de la Tobbe
consideración a los servicios de la ciudad de la Habana y a la
fuerza conque los ha continuado, he tenido por conveniente ha-
cerle merced, como por la presente se la hago, de que de aquí en
adelante use y pueda usar de las mismas armas de que constare
haber usado hasta aquí, en la misma forma que va referido, que
yo lo tengo así por bien y mando que ninguna persona le ponga
impedimento a ello, que así procede de mi voluntad. Fecha en
Madrid, a 30 de Noviembre de 1665. — Yo la Reyna. — Por man-
dato de S. M.— D. Pedro de Medrano".
"Compónese dicho escudo de tres castillos de plata sobre
campo azul, alusivos a las tres fortalezas que guardan la boca
del puerto, y una llave de oro que manifiesta serlo de las Indias,
como estaba declarado por SS. MM. Tiene por í-emate una co-
rona, y por orla el collar del toisón, blasón tan estimable como
bien merecido del amor y fineza de esta ciudad, como lo expresó
así en su cabildo la discreta circunspención de su gobernador
D. Francisco Dávila Orejón, de quien en otras partes tengo he-
cha memoria. (Arrate).
La parte sur desde la calle de la Muralla, y el espacio com-
prendido entre las calles del Teniente Rey, Habana y O'Reilly
fueron lo último que se cubrió de casas, pues hasta principios
del pasado siglo existía la gran estancia de los Campechanos,
que comprendía desde la Merced hasta la calle de los Desam-
parados; la estancia del canónigo Ferro (por San Felipe y la
calle de la Muralla) y la de Diego de Soto desde la calle de Com-
postela y la de Acosta hasta la Muralla (y un mas en estramuros
según se verá en el capítulo siguiente). Detrás de Belén estaba
i1) lo que llamaban Rancho o estancia de los Isleños a que tam-
bién decían Curazao y aun Campeche y Yucatán y una estancia
cia de D. Sebastián Calvo de la Puerta.
Hasta mediados del siglo pasado existía igualmente la parte
que quedó de la estancia de doña Magdalena Corbera (causan-
te de los Sigleres), comprendida en el espacio entre la Puerta
de Monserrate y el Cristo, habiendo perdido 14,534 varas cua-
dradas para las murallas, glasis, etc., (por lo cual se le hicieron
valiosos reintegros). Incluía esta estancia la hermita del Mon-
(1) Véase en el capítulo de las Iglesias, como la hermita de San Diego
de Alcalá (después convento de Belén), fué fundada en 1,695 en la extre-
midad de la ciudad. Tenemos, además, escrituras de varias casas de las in-
dicadas barriadas del principio del siglo pasado, que comprueban lo indicado.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 19
serrate, que había en la plazuela de este nombre y fué construi-
da por los dueños de ella en 1675. La casa de vivienda de di-
cha finca es la en que hoy está el establo de carruajes titulado el
Lujo Económico; en la cual se conservaban hasta hace muchos
años árboles de la primitiva estancia.
En 1740 en que se concluyó la muralla del recinto, solo que-
daba por poblarse en intramuros la plaza de Bayona y contaba
la ciudad 3,000 casas (intramuros) 0) y una área de 1.931,000
varas cubanas cuadradas o sea diez y tercio caballerías de tierra.
"San Cristóbal, dice una descripción de la Habana de 1598
(2) va progresando no obstante los inconvenientes de piratas y
el poco comercio. Esta población se está construyendo con mu-
cha irregularidad. La calle Real (hoy de la Muralla), la de
las Redes (hoy del Inquisidor), la del Sumidero (hoy de O'Rei-
lly) y la del Basurero (hoy del Teniente Rey), es en donde se
fabrican las habitaciones en línea, las demás están planteadas al
capricho del propietario, cercadas ó defendidas, sus frentes,
fondos y costados, con una muralla doble de tunas bravas. To-
das las casas de esta villa son de paja y tablas de cedro, y en su
corral tienen sembrados árboles frutales, de que resulta una pla-
ga insufrible de mosquitos, más feroces que los de Castilla. Me
han asegurado que un mancebo de la Nao de Antón Ruiz, fué
víctima de estos venenosos insectos. Los muebles consisten en
bancos y asientos de cedro ó caoba sin espaldar, con cuatro pies
que forran en lona o en cuero crudo, que por lo regular es el le-
cho de la gente pobre. Los pobladores acomodados mandan a Cas-
tilla el ébano y el granadillo, maderas preciosas que aquí abun-
dan, y de allí le vienen construidos ricos dormitorios que llaman
camas imperiales. En todas las salas hay un cuadro de devo-
ción á quien le encienden luces por la noche para hacer sus ple-
(1) Arrate, capítulo 15, página 83.
(2) Este curioso documento se halla inserto en el Protocolo de antig*e-
dades (que en 1,846 publica don José Joaquín García), con un encabezamien-
to que dice así : "Ha llegado a nuestras manos por una rara casualidad, un
tomo manuscrito, roido de la polilla y tan apagada la escritura por la hume-
dad, mala tinta y transcurso del tiempo, que en muchas partes no hemos po-
dido entenderlo. Se dice en su frontis que es la quinta copia de las apunta-
ciones que sobre la fundación y progresos de la villa de la Habana, hizo
Hernando de la Parra, criado del Gobernador Juan Maldonado, y continua-
das por Alonso Iñigo de Córdoba, cuyo libro perteneció después a Diego de
Oquendo, quien lo tuvo olvidado bien porque no sabía su importancia, bien
porque nunca quiso darlo a conocer... El lenguaje lo hemos arreglado a la
época en que escribimos."
20 José Mabía de la Toree
garias ordinarias. Las familias se alumbran con velas de sebo
que es abundante en el país ; los ricos usan velones que traen de
Sevilla y alimentan con aceite de olivas. Después de cerrada la
noche, nadie sale a la calle ; y el que tiene que hacerlo por urgen-
cia, va acompañado de muchos, armados y con linternas; así le
exige el crecido número de perros jibaros ó sean monteses que
vagan por ellas, y el atrevimiento de los cimarrones que vienen
á buscar recursos en lo poblado.
"Los utensilios de cocina son generalmente de fierro, aun-
que los indígenas fabrican cacharros de barro que prefieren pa-
ra condimentar sus alimentos particulares. El servicio de las
mesas es de loza de Sevilla y de bateas y de platos que hacen de
sus maderas. Los vasos de una madera bateada que llaman
guayacan son hermosos, y se dice que sus leños tienen grandes
y prodigiosas virtudes medicinales. Las comidas se aliñan aquí
de un modo tan estraño que repugna al principio, pero habitúan -
se luego tanto á ellas los europeos, que olvidan las de su país y
les dan preferencia. Una reunión de carnes frescas y saladas,
divididas en pequeños trozos que hacen cocer con diversas raíces
que estimulan por medio del pequeño pimiento cáustico (aji-ji-
jí) y dan color con una semilla (vija), que vegeta espontánea-
mente hasta en los corrales de las casas; es el plato principal,
por no decir el único, de que se sirven estos primitivos habitan-
tes. El maiz preparado de muchas maneras, es también otro de
los alimentos predilectos del país. El pan de casabe es insípido
y desagradable al sabor, pero la costumbre, ó mejor dicho, la ne-
cesidad, nos familiariza y muy breve lo encontramos excelente y
nutritivo. Esta grangería se hace en los cortijos circunvecinos
de una raiz venenosa que los indígenas llaman yu-cay (yuca),
En unos parajes lo hacen mejor que en otros, ya porque no le es
traen tanto la parte jugosa de la planta, o ya porque saben tam-
bién templar los hornos que el fuego trabaja por igual y quedan
las tortas doradas y quebradizas como los bizcochos de Castilla.
''Esta tierra es hermosa, sus campos conservan el verdor de
la primavera todo el año, hay aguadas buenas y abundantes, los
ganados se multiplican prodigiosamente ; pero hasta ahora yo no
veo en ella los prospectos de ricas minas con que se alucinó
nuestra imaginación. Si los proyectos en que se entiende de ha-
cer azúcar y de cultivar la hoja del tabaco prospera en la Haba-
na, elevada últimamente al rango de ciudad, tal vez se aun.enta-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 21
rá el tráfico, con las ventajas de su posición geográfica, se hará
algún día la más rica e importante de las colonias de 8. M. en el
Nuevo Mundo, i1)
"Aquí carecemos de todo y principalmente de artistas: el
trabajo de manos es carísimo ; por la hechura de una ropilla en-
tera de raso, lleva el maestro Aguilera que vive al lado del huer-
to del convento que se está fabricando (2) veinte escudos de oro.
"Solo hay dos boticas en este pueblo, la de Sebastián Mila-
nés, calle Real, y la de López Alfaro, cerca del Desagüe (¿calle-
jón del Chorro?) No habrá en cada una de ellas cincuenta em-
bases y las drogas tan desvirtuadas, que el otro día presenciamos
su ineficacia en unos cáusticos que dispusieron al escribano de
mi amo. Las moscas operantes estaban pasadas y hechas pol-
vos. Las medicinas que se consumen en el país vienen de Casti-
lla y hasta que no se acaban no se hace nuevo pedido.
"Mucho, muchísimo progresan las siembras de caña de azú-
car y del tabaco, Las cosas deben tomar en esta colonia un as-
pecto favorable con la consignación del situado de Méjico que le
ha señalado la piedad soberana.
"Es preciso que este pueblo sepa apreciar la zanja de agua
potable que ha construido á costa de tantos sacrificios para
traerla á la ciudad y renunciar la gruesa y poca aseada con que
nos proveía el río de la Jagüey (Luyanó). La fábrica de las ca-
sas capitulares y habitaciones para el Gobernador en la calle de
las Redes, frente á la Marina, van adelantándose y más se haría
si hubiera operarios disponibles.
"... que se esperan de Isla Española. Las lluvias y los
huracanas se suceden unos á otros. Desde el día primero hasta
el 24 de Octubre (1598) no han cesado las aguas. Los pastos
crecen con asombrosa admiración, las labranzas se levantan má-
gicamente. Aquí no se conocen ni son necesarios los abonos, la
naturaleza solo trabaja y sin las penalidades y fatigas que cues-
ta allá en Castilla el cultivo de las mieses, se cojen dos cosechas
al año. Los bosques de Cuba son frondosos y sus árboles de una
(1) Parece increíble que este modo de discurrir, de profetizar mejor
dicho, sea de un criado, y del siglo XVI.
(2) Debe ser el convento de San Agustín, concluido en 1,608, pues la
parte principal del de San Francisco, se acabó en 1,591, y esta relación tie-
ne la fecha de 1,698.
22 José MabIa de la Tobre
construcción extraña para el europeo. La seiba es el gigante
de ellos, y aunque la madera es inútil, sus brazos y follaje son
bellos y pintorescos, el refugio más precioso contra los ardientes
rayos de un sol abrasador. La fornida caoba, el elevado cedro,
el ébano, el granadillo, el majestuoso coco, el guayacán, el ácana,
el rompe-hacha, el coposo tamarindo, etc., son leños hermosos, de
valor ó de utilidad que por todos lados abundan y que en todos
terrenos ve jetan con majestad y lozanía. En las costas del mar
y sobre sus mismas arenas nacen unos arbustos que producen
unas cerezas grandes que llaman icacóes; es en muchísima abun-
dancia, las hay rosadas más o menos bajas ; amarillas, blancas y
negras, y como sus hojas son verdes, semejantes a las del laurel,
y la planta de bella y proporcionada figura, ofrecen a la vista del
europeo un paisaje risueño y encantador. En las mismas pla-
yas abundan otros árboles que dan unas cerezas pequeñas (uvas
del mar o caleta) y los parajes cenagosos de ellas están sembra-
dos de manfiles y de un mortífero árbol que dá un fruto que lla-
man manzanillo, que envenena los peces y enferma al hombre
que se alimenta de ellos. Es increíble el número de cangrejos
que se cría en estas cercanías y el ruido que hacen de noche en-
trando en el poblado, buscando las inmundicias y asquerosida-
des. En Cuba todo es bello, nuevo y encantador para el que
viene del otro hemisferio y se acostumbra a la vida pastoril. La
caza es abundante; pero yo no encuentro aquellas aves de picos
de plata y oro con plumajes de esmalta que nos pintaban en Cas-
tilla. El guacamayo, el toeoró (será el tocororo), la locuaz co-
torra, y el flamenco, son los únicos que han llamado mi atención.
"La pesca es abundante, y aquí se crian muchos de los pes-
cados que conocemos en Europa, pero yo no les encuentro aun a
estos mismos aquel gusto y sustancia que a los de allá. . . , "
CAPITULO IV.
Progresos de Extramuros.
Los primeros pueblos de la Isla como Trinidad, Santo Es-
píritu, Puerto Principe, Remedios, etc., tuvieron conforme á las
leyes de Indias (x) sus egidos de una legua á su alrededor; pero
la Habana y Santiago de Cuba puede decirse que nunca los po-
seyeron, porque casi desde su fundación sus ayuntamientos co-
menzaron a hacer mercedes o concesiones de los que a dichos pue-
blos correspondían.
En 1719 el terreno que correspondía al egido de la Habana
estaba casi todo mercedado, pues quedaba únicamente como per-
teneciente a la ciudad una parte del terreno del Husillo y la
Ciénaga entre éste y la loma del Príncipe ; donde era permitido
pastar animales y cortar yerbas á todo el que quería, hasta fines
del siglo último (1777.)
Por escritura el año de 1562, ante D. Diego Díaz Dávila
(hoy de Junco), doña Magdalena Corbera, natural de Jamaica
(2) y D. Gaspar de Arteaga y Ureña compraron en cantidad de
seis mil pesos una estancia de labor y arboledas al cura vicario
D. Cristóbal Benito de Rivera, Previsor que era de este obispa-
do, la cual hubo este por merced del Cabildo, y estaba situada
en la calle de la iglesia parroquial de esta ciudad, barrio de la
ermita del Santo Cristo del Buen Viaje y lindaba con la huerta
de Juan de Sosa y con la del capitán D. Diego de Zayas Bazán,
y por la espalda con el Monte Vedado. (3) Los indicados consor-
tes fabricaron en dicha estancia una ermita bajo el patrocinio de
(1) Véase el libro 4, Título 8. Rec. Ind.
(2) Era hija del maestro de campo don Esteban Corbera, viuda del
sargento mayor don Juan Jiménez, y casada en segundas nupcias con el ci-
tado don Gaspar de Arteaga. La hija única de este matrimonio, doña Pe-
tronila Medrano y Corbera, era casada con don Diego Sigler de Espinosa, cu-
yos descendientes figuran, tanto en las transacciones de los terrenos extra-
muros, por las razones que se expondrán.
(3) Entonces el Monte Vedado comenzaba en la Alameda de Isabel II.
24 José Mabía de la Torbe
la Virgen del Monserrate (la cual se bendijo y celebró culto en
8 de Septiembre de 1675 y fué derribada en 1836). A esta es-
tancia le tocó la suerte de ser dividida por la línea de la Mura-
lla del recinto, comenzada a construir en 1633, tomándosele 14
mil 534 varas cuadradas de terreno ; 2,105 de ellas de muro aden-
tro y 12,429 de muro afuera. La parte interior continuó siendo
estancia hasta fines del siglo pasado y la casa de vivienda era en
la que hoy está el establo del Lujo Económico, en cuyo patio se
conservaban hasta no hace mucho años árboles de la primitiva
estancia.
Por una Real ejecutoria de 1682 se mandó reintegrar a- la
citada doña Magdalena Corbera en tierras realengas, las que se
le cercenaron con la fábrica de la Real muralla situada al po-
niente de la ciudad. Se repitieron varias reales cédulas a este
Gobierno (que como ahora reunía la Superitendencia de Ha-
cienda), y entre otras medidas se previno al Cabildo en 10 de
Febrero de 1719, que se abstuviese de hacer mercedes de tierras
Ínterin se verificase cierto reintegro de esta especie mandado ha-
cer a doña Petronila Medrano y Corbera, hija y única heredera
de la indicada doña Magdalena (x) : y .se entregaron a la indica-
da doña Petronila, varios realengos, y a más sobre el egido de es-
ta ciudad, diversos solares, estancias y huertas, tierras de jardín
y otras de que se le dio posesión real y efectiva en el mismo
año de 1719.
En 1726 instauró el Ayuntamiento demanda formal de de-
salojo de las indicadas tierras del egido de la ciudad a don
Juan y don Alejo Sigler y Espinosa, hijos y herederos de la ex-
presada doña Petronila Medrano y Corbera, pidiendo la restitu-
ción de los egidos dados a varios no por propiedad sino por vo-
luntad del Cabildo, con el fin de que abriendo sus malezas hu-
biera mejores pastos, algunas viandas y frutas para la provisión
de la ciudad; cuya demanda llevada por todos sus trámites fué
sentenciada por el Gobernador D. Dionisio Martínez de la Vega
en 25 de Junio de 1728, fallado a favor de la ciudad; y aunque
los Sigleres apelaron, no se les oyó sino en el efecto devolutivo.
Llevado el recurso a S. M., en Consejo pleno se resolvió en favor
(1) Véase en la Biblioteca del Sr. Zamora, artículo Tierras realengas
(tomo 6, página 43), las reales cédulas de 23 de Septiembre de 1.729 y de 16
de Febrero de 1,730, suspendiendo al Ayuntamiento de la Habana la facultad
de repartir tierras.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 25
de los Sigleres, librándose en consecuencia Real ejecutoria en
San Ildefonso, a 17 de Julio de 1733, que presentada por don
Juan y don Alejo Sigler y Espinosa, se mandó cumplir y se for-
maron unos autos con el título "Autos generales de entrega y
pago de tierras y los intereses de demora y costas", en donde se
procedía a las medidas, tasaciones y demás de las estancias y tie-
rras que antes tenían ; y de que desposeídos en virtud de la sen-
tencia apelada, se les devolvió por la citada real ejecutoria, cu-
yas operaciones tardaron en llevarse a efecto hasta 1736.
Con este motivo se les dio posesión de doce solares extramu-
ros, cinco y medias caballerías de tierras en el Vedado, un solar
cerca de la muralla, otra caballería y un quinto más de otra, do-
ce estancias en el egido de la ciudad, diez solares y tres cuartos
más de otro que poseía Blas Pretelín, por Guadalupe (no se dan
más señas.) Esto además de los realengos entregados de 1721
a 32, a saber: La Pita y un sitio llamado Tapastillo, tasados en
$187 ; los realengos de los Príncipes y Caunabaco, en $559 ; Pal-
mar blanco, en $1,350, y Granadillar y Guanal, en $900 ; ascen-
diendo el valor de lo entregado a los Sigleres por razón de dicho
reintegro e intereses, a la suma de $22,405, entrando en ellas
$15,366 en que se tasaron las indicadas tierras de extramuros.
El alférez don Bartolomé de Flores, en el indicado año de 1,736
hizo por mandato de la Real Hacienda, un plano de los terrenos
de extramuros entregados a los Sigleres, cuyo plano nos da a co-
nocer las estancias en que estaban divididos, y. se puede ver en el
adjunto a esta obra que»por medio de puntos indica la actual
población de extramuros para que se pueda hacer mejor la com
paración. Daremos ahora una ligera noticia de cada una de di-
chas estancias, indicando sus áreas y los precios en que éstas han
sido tasadas en diversos tiempos. (x)
El área número 100 representa el área del Jardín de Casa-
(1) Para el efecto hemos tenido a la vista el magnífico plano levanta-
do y luminoso informe dado en 6 de Octubre de 1,826, por el entendido Agri-
mensor don Vicente Sebastián Pintado, de orden de la Intendencia de Ejérci-
to, en el expediente instruido para demostrar los terrenos que correspondían
a S. M., en los extramuros: el informe instructivo dado en 1,818 por el Con-
tador de Ejército don Juan Miguel Calvo ; del ministrado en Diciembre de
1,855 por el Tribunal de Cuentas sobre propiedad del terreno ocupado por las
murallas y los bairios extramuros; y de la multitud de escrituras públicas,
expedientes, planos etc., que hemos debido principalmente a la amable con-
descendencia de los señores Auditor de Marina, don José Wading y Cárde-
nas, Agrimensores don Ambrosio María Muñoz, don Tranquilino S. de Noda
y ctras muchas personas ilustradas.
26 José Mabía de la Toebe
Bayona o Jardín de la Caleta, compuesto de una y medias caba-
llerías y tres siete octavos cordeles, y tasado en 1736, en $787.
Esta fué una de las estancias mandadas entregar en 1719 y 36
a los causantes de los Sigleres, pero parece que nunca llegó a
efectuarse la entrega, porque desde el capitán D. José Bayona y
Chacón, dueño que aparece en 1,719 de dicha estancia, ha habido
una sucesión de poseedores, ninguno de los cuales ha sido de los
Sigleres, ni sus causantes. El expresado capitán Bayona per-
mutó en 1721 dicha estancia (x) con don Juan Andrés Rodríguez
García y doña Juana de Sotolongo, su legítima consorte, por
otra intramuros que llevó ésta al matrimonio. Al fallecimiento de
la Sotolongo se adjudicaron sus hijos D. Miguel Rodríguez Gar-
cía, la mitad occidental, y el otro, D. Luis, la mitad oriental. Este
vendió la parte oriental de su mitad al moreno Diego* de Peñal-
ver, cuyo terreno pasó después a ser de don Alfonso María de
Cárdenas, (2) don Casimiro de la Madrid, y en fin, de don Fran-
cisco de Cairo, que la poseía en el mismo año de 1826, en que
también se repartió, doña María de los Dolores Quintero, viuda
de don José Morales, hija de don Juan y de doña Ana Santiago
Rodríguez.
La mitad occidental de dicho jardín o sea la parte de don
Miguel Rodríguez García, pertenecía en 1826 a los herederos de
don Gervasio Rodríguez, hijo de D. Miguel (y el mismo que dio
origen al nombre de la calle de Gervasio) ; cuya estancia se con-
servó hasta hace poco, siendo al principio de este siglo frecuen-
tada para comer frutas, y particularmente cocos), de cuyos ár-
boles existían algunas hasta 1850. Una parte del terreno fué
vendida al señor Intendente honorario don Antonio Ildefonso
Betancourt, siendo hoy la única estancia que existe en la parte
poblada de extramuros hasta la calzada de Belascoaín.
(1) Véase la escritura de 18 de Febrero de 1,825, ante don José Loren-
zo Rodríguez, por doña Dolores Quintero, el plano levantado en 1,828 por el
Agrimensor Pintado, que se halla en la Intendencia del Ejército (expediente
número 364, cuaderno noveno de Memoriales) y las escrituras de 19 de Sep-
tiembre de 1,721 ante don Miguel Hernández Asuero, de 2S de Agosto do
1,728, ante don Bartolomé Núñez, y de 29 de Mayo de 1,844 ante Vidal
Rodríguez.
(2) Don Alfonso María Cárdenas, Intendente de Provincia, la obtuvo
por su esposa doña Tomasa Ramos y Maroto y por muerte de ambos se la
adjudicó doña Dolores, su hija, esposa del Capitán de fragata don Casimiro
de la Madrid, quienes en 1,818 la permutaron con don Francisco Cairo, por
cinco casas en la calle de la Picota esquina a la del Matadero.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 27
El número 101 representa el área de la huerta de doña Ma-
ría Alvarez, con 260 cordeles cuadrados. Fué entregada a los
Sigleres y demolida en 1818.
El número 102 representa la de don Miguel de Castro Palo-
mino y Borroto, con otros 260 cordeles cuadrados. Dejó su nom-
bre dicho señor a la calle de San Miguel, que la atraviesa.
El número 103 representa la estancia que poseía Jerónimo
del Rosario Sotomayor, la cual en el deslinde que se hizo en 1749
resultó que contenía : 43 solares fuera de la linea de mosquete de
la Real muralla, tasándose diez de ellos en $200 cada uno ; otros
diez en $100, y los restantes en $50 cada uno; 174 cordeles de
tierra de labor se tasaron en $1,161 un real, o sea a razón de
$300 la caballería; y 41 cordeles de tierra pedregosa e infructí-
fera tasados en $124 o sea a razón de $1,000 la caballería, es de-
cir que todo el terreno consistente en 215 cordeles y 43 solares
fué tasado en 5,585 pesos.
En 1758 se hizo dueño de esta estancia, mediante remate, el
capitán don José Manuel Montero de Espinosa, y habiendo sido
ocupada desde primero de Enero de 1,764, para ejercicios mili-
tares por disposición del conde de Riela, dispuso el Supremo Go-
bierno que se abonara al expresado Capitán Montero (como se
le abonaron en 1,773), 72,643 reales fuertes, los 49,600 por el va-
lor en que había rematado dicha huerta y los 23,043 restantes
por el 50 por 100 que se le mandó considerar por razón de frutos
y perjuicios sobre el indicado valor: quedando desde entonces
ese terreno propiedad de la Real Hacienda.
En 1797 solicitó don Ramón de Hano y Vega arrendar el
terreno marcado entre la Zanja, la alameda y la calzada de Ga-
liano y la calle de San Rafael (es decir, casi toda la estancia de
Jerónimo del Rosario Sotomayor) y le fué concedido por el con-
de de Santa Clara, tomando posesión de él (aunque hasta el 22 de
Octubre de 1802, no se vino a otorgar la escritura de arrenda-
miento ante el Escribano don José Rodríguez). De dicha escri-
tura consta que su extensión era de una caballería de tierra es-
casa; que lindaba con el camino que de los barracones va a San-
to Cristo de la Salud; y la condición de que el arrendador debía
pagar la suma de 150 pesos anuales, y entregar el terreno tan
luego como se lo pidiera el Gobierno para la defensa de la plazi
u otro uso. Don Ramón Hano y Vega hizo desaguar una gran
28 José María de la Toeee
laguna que había en medio de dicho terreno, y lo sembró de pas-
tos para reses que traía del campo. (x)
El área número 104 (que comprende casi el depósito del
Ferrocarril, antes Jardín Botánico) fué mercedado por el cabil-
do a favor de don Blas Pedroso, marido de doña Leonor Calvo
de la Puerta. El citado Pedroso la vendió en 1,664 a don Juan
Rodríguez Narzo, en precio de 1,000 ducados ($1,375). En 1723
dio Narzo dicha huerta en arrendamiento a José del Rosario So-
tomayor, expresándose que estaba situada fuera de la Puerta de
la Muralla, lindando con el camino Real (o sea San Antonio
Chiquito) y con las huertas de don Sebastián Calvo de la Puer-
ta, doña Tomasa Carrillo y Jerónimo del Rosario. Los herede-
ros de Narzo la vendieron en 1,730 ante Bartolomé Núñez, al Ca-
pitán don Pedro José Benedic Horruitinier. El hijo de éste,
Pbro. don Pedro, en su testamento otorgado en 11 de Octubre de
1,755, dejó entre sus bienes dicha estancia, e instituyó por here-
dera a doña María Carrillo, esposa de D. Joaquín de Artega y
abuelos causantes de doña Ramona y de José Isidro Arteaga y
Cervantes, que a consecuencia de la orden publicada en 5 de Ju-
lio de 1,818, sobre que los poseedores de terrenos, exhibiesen los
títulos con que poseían, se presentaron reclamando los terrenos,
de dicha huerta, tomados cuando se mandaron destruir las fábri-
cas de extramuros en 1,764. Siguiendo el expediente sus trámites,
se declaró en 1,845 y en 1,848, que debían entregarse a D.a Ramo-
na Arteaga (entonces única representante) la mitad del valor de
dicho terreno en 1,818, que apareciendo ser de 103,798, se reco-
noció la Hacienda deudora de 51,889 pesos a favor de dicha Ar-
teaga, a quien aun está pagando. En 1,366 pesos dos reales fue -
ron en 1,818 tasados cada uno de los diez y ocho solares de que
se compone; y que en 1,842 han sido vendidos todos ellos en un
millón de pesos a la Empresa de ferrocarriles de la Habana, que
ha establecido en él su principal depósito con el título de Villa-
nueva (en memoria del conde de este título, Superintendente
General de esta Isla, que favoreció mucho la empresa.) En el
citado año 1,818 el ilustrado Intendente don Alejandro Ramírez,
(1) El señor Intendente Vigouri, que era grande amigo de don R. Ha-
no y Vega, acostumbraba ir a esta estancia a cazar becasinas y otras aves
acudian a ella. Nosotros recordamos la época no lejana en que en tiempo
de las aguas hacía una laguna en el campo de Marte, a donde acudían patos
y otras aves, que cazaban los aficionados.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 29
estableció en dicho terreno el Jardín Botánico, que se trasladó
en 1,840 al Sitio de los molinos del Rey o quinta de los señores
Capitanes Generales.
El número 105 representa la estancia de doña Tomasa Ca-
rrillo, a la cual no se ha podido determinar su área por los esca-
sos y confusos antecedentes que sobre ella existen. Consta, sin
embargo, que comprendería parte de la muralla y del glacis y
que fué mandada demoler en 1,740 para construir la explanada
y despejar el tiro de mosquete. Habiendo reclamado la intere-
sada, dispuso S. M. en Real cédula de 3 de Julio de 1756, que se
le abonasen dicho terreno y los daños y perjuicios a ella causa-
dos; y según liquidación de la contaduría se entregaron a doña
Manuela Maroto $855 1 real por las fábricas y arboledas de lo
que se le tomó para el glacis, y $130 por el pedazo de terreno
que se le compró a ella, y $838 de intereses del valor principal ;
y en 11 de Noviembre del mismo año 1757 hizo escritura de ven-
ta a favor del Estado, por ante don Antonio Ponce de León
(hoy oficio de Regueira.)
El número 106 representa el área de la estancia del Algua-
cil Mayor don Sebastián Calvo de la Puerta y Gatica, a quien
hizo el Ayuntamiento en 1,717, merced condicional, es decir,
concedió solamente el uso de dicha estancia hasta que S. M. la
necesitase. Contenía 145 cordeles cuadrados, incluyendo un pe-
dazo de tierra que en 1,709 fué mercedado a su padre el Capi-
tán don Sebastián, en renumeración de otro tomado para la mu-
ralla. En 1,719 fué despojado el citado Alguacil mayor de di-
cha estancia para entregarla a doña Petronila Medrado de Cor-
bera, pero parece que se volvió a entragar a dicho Calvo de la
Puerta, cuando el despojo de la citada Medrano; pues en 1,728
aparece el mismo Alguacil Mayor Calvo, haciendo donación de
una parte de dicha estancia al Capitán don José de Zayas Ba-
zán; cuyo terreno lindaba con el Jagüey, uno de los términos de
la estancia de Calvo ; y sus hijos don Pedro, y don Sebastián Pe-
ñalver, vendiendo en 1,757 a don Francisco Javier Cárrega C1.)
otro pedazo de tierra de dicha estancia en $520. El terreno de
Zayas pasó después a poder de don Martín Macio.
En 1,736 fué tasado el terreno de toda la estancia de Calvo
en $89 o sea a razón de ¡ ¡ ¡ 200 pesos la caballería ! ! ! (Hoy a 12
(1) Abuelo materno de los Silveras, dueños de muchos solares por es-
te punto.
30 José Maeía de la Tobbe
pesos vara, valdría dicha caballería 2.239,488 pesos ! ! ! El solar
solo del café Escauriza se vendió en 1,841, es decir, un siglo des-
pués de aquella tasación, a razón de ¡¡¡25 pesos la vara!!!)
El área o terreno número 107 representa la estancia del cas-
tellano don José de Santa Cruz, esposo de doña Josefa' Calvo de
la Puerta, hermana del Alguacil Mayor don Sebastián Calvo de
la Puerta. Perteneció después a la señora Marquesa de Arcos,
doña Carmen de Peñalver y Cárdenas, que fabricó la casa jar-
dín que aun se ve esquina opuesta a la Iglesia, por lo que esos
terrenos se conocen por de la Marquesa. Después se conoció por
Estancia de la Cantera, por lindar con esta. (x)
El número 108 representa la estancia de don Antonio de la
Luz, con una caballería y 19 cordeles, tasada el año de 1,736 en
1,058 pesos 6 reales. A mediados del siglo pasado pertenecía al
teniente don Pedro Rodríguez (conocido por el Robado, y des-
pués se dividió en varias porciones, hallándose en frente de la
Iglesia de la Salud las casas de la estancia de clon Juan Sigler ; y
a la parte occidental de ésta, la estancia de la señora Condesa de
Jibacoa, doña Micaela Jústiz, cuya casa estaba donde el señor
Oidor don Andrés Alvarez Calderón (que se adjudicó dicha es-
tancia) fabricó en 1,815 la conocida casa de Calderón (hoy de
la heredera del señor don Francisco del Corral) en la calle de la
Salud. (2)
El número 109, la de don Félix Cabello, que poseía el te-
niente don Marcelo Carmona, con 33 solares de superficie. Sien-
do de advertir, que por la medida que así de esta estancia como
de la de don Antonio de la Luz, que se practicó en 1,758, resul-
(1) Véase un plano de esta estancia levantado por el Agrimensor don
Francisco Javier Casado, en 13 de Julio de 1,814 con el objeto de dar a las
calles que corren de N. a S., 12 varas de ancho, según el nuevo arreglo de
población. Una pequeña parte correspondió a la señora doña Luisa Peñal-
ver y Navarrete, esposa del Marqués de Casa Calvo.
(2) En esta estancia se sembró una de las tres primeras semillas de
mango que primero llegaron a la Isla. El árbol allí sembrado produjo el
primer año cinco mangos, dos de los cuales vendió a onza de oro cada uno,
el jardinero de dicha estancia, que lo era don Gervasio Rodríguez (dueño de
otra estancia hacia el N. de ésta.) La semilla del mango la trajo a fines del
siglo VIII, don Felipe Alwoodt ; en 1,790 se habló de su feliz germinación
en el papel periódico; en 1,782 se introdujo en las Antillas. "Prontuario de
agricultura," de don A. Bachiller, página 208.
Lo que Fuimos y lo que Somos.
.11
taron realengos 33 solares y 649 varas cuadradas, que fueron re-
matados en 1,635 pesos, por don Pablo José Castellanos. (x)
El número 110, la de don Tiburcio de la Barrera, con 189
cordeles y tasada en $379 1 real.
El número 111, la de don Martín Oquendo, con 235 corde-
les, tasados en $580, a razón de 800 la caballería.
El número 112, la que tenía arrendada Gabriel José, o sea
José Gabriel Calvo, con 160 solares y 268 varas mas, tasada en
$2,427 1 y medio reales.
El número 113, la de Francisco Flores, compuesta de 1 ca-
ballería 1,162 cordeles, y tasada en $1,322 1 real. La parte del
Poniente de esta estancia, compuesta de 158 cordeles (indicada
en el mapa con el nombre de Sanabria), fué vendida en 1,752
por don Diego Sigler de Espinosa, a doña Felipa Montoya, viu-
da del Oidor don Bernardo de Urrutia, y dueña de la estancia
conocida hoy por la Garcini, en precio de $731, las tierras, y 70
más las fábricas. (2)
El doctor don Ignacio de Urrutia, hijo de la citada Monto-
ya, vendió en 1,762 este terreno a don Agustín de Castro Palo-
mino y Sanabria (por cuyo motivo aun se conoce por estancia
de Sanabria) y el hijo y heredero de éste, doctor don Agustín, lo
vendió en 1797 al Marqués de Arcos y al hijo de éste don José
María Peñalver, en 2,000 pesos, excluyendo dos solares en la cal-
zada de San Antonio (hoy calle de la Reina), donde estaba la ca-
sa de la estancia, que es la del número 155, perteneciente a don
Joaquín Radillo. 4
El número 114, la de don Cristóbal Salas, compuesta de
una caballería y 16 cordeles, tasada en $1,200 2 reales. En
1,767, doña Bárbara Rodríguez de Ortega, vendió en pacto esta
estancia (que hubo en 1,763 por herencia de su tío don Alejo Si-
(1) Véase la escritura de 22 de Noviembre, 1,752, por ante don Juan
Salinas. He tenido a la vista el título original expedido en 1,753 por don
Antonio Gelabert, y también los autos radicados en la escribanía de Guerra
y promovidas en 1,853, por el Capitán don Francisco García Menocal, recla-
mando la propiedad de éste y otros terrenos en los extramuros, denunciados
por su bisabuelo don Pedro Miguel García Menocal.
(2) Véase la escritura de 19 de Octubre de 1,752, ante don Francisco
García Brito (hoy oficio de Pontón), escrituras de 2 de Octubre de 1,762 y
primero de Septiembre de 1,797, en el mismo archivo.
32 José Mabía. de la Tobbe
gler) al Regidor don Blas Pedroso, en precio de $2,000, sin cons-
tar con el manglar de que solo tendría el uso ; y se dice en la es-
critura ( 1 ) que constaba de una caballería y 64 cordeles : que es
taba situada en el paraje de Antón Moco y que lindaba con las
de los herederos del doctor don Bernardo Urrutia, con la de don
Juan Sigler y con las calzadas que van a la Puente Nueva (boy
de Cbávez) y a la de Carmona. En 1,773 (2) vendió el doctor
don Ignacio de Urrutia y Montoya, al Tesorero general don Ig-
nacio y al Pbro. Provisor don Luis Penal ver (que después fué
Arzobispo de Guatemala), una estancia compuesta de dos caba-
llerías de tierra (3) ; parte de ella adquirida de don Alejo Sigler
y parte de doña Bárbara Rodríguez (que es un pedazo del Man-
glar), lindando con la calzada de Antón Moco, con la estancia de
don Agustín Palomino y con tierras del vendedor. En 1,782,
don Mateo Pedroso vendió la parte que poseía de dicha estancia,
con la condición del pacto, a don José María Peñalver, Marqués
de Arcos. En 1,821 midieron dicha estancia de Cristóbal de Sa-
las, los inteligentes agrimensores don Mateo Rodríguez y don
Ambrosio María Muñoz, y hallaron que contenía 1 y tres cuar-
to de caballerías y 67 cordeles más (comprendidos los indicados
solares de la Rodríguez Ortega y de don Bernardo Urrutia, en
la calzada del Monte.)
El número 116, la de don Antonio Zayas, compuesta de una
caballería y doce cordeles, tasada en $825 5 y medio reales. En
1,744, el doctor don Bernardo de Urrutia y Matos, dueño de un
terreno al poniente de esta estancia, adquirió de don Alejo Si-
gler, entonces su poseedor, un jirón de ella (4)
Las huertas y estancias que van nombradas fueron las man
dadas entregar a los causantes de los Sigleres, y las únicas mer-
cedes hechas por S. M. del egido de la Habana, pues las poste-
riores concesiones del egido de la ciudad, han sido por cuenta do
la Real Hacienda, mediante rentas o composición de los jueces:
"pues por el mal uso que hizo el Ayuntamiento del egido, perdió
(1) Otorgada en 23 de Enero de 1,767, ante don Francisco Javier Ro-
dríguez.
(2) Escritura de 16 de Junio de 1,774, ante don Cayetano Pontón.
(3) La caballería de tierra consta de 186,624 varas cubanas o 324 cor-
deles cuadrados o 172 y cuatro quintos de solares de la Habana: 1 cordel
576 varas cuadradas y un solar 1.080 varas cuadradas.
(4) Véase la escritura de transacción otorgada por el doctor don Ber-
nardo de Urrutia y don Alejo Sigler, en 9 de Abril de 1,744, oficio hoy de
Pontón.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 33
en el de la ciudad el derecho y el público el beneficio de su con-
servación." (x)
Necesitando de recursos el erario en 1,713, dispuso la venta
de las tierras baldías y la composición de las pobladas sin título ;
y se nombraron Jueces de tierras donde no los había, como en
esta isla : siendo el primero de ella don Mateo Luis de Florencio,
a quien por Real cédula de 25 de Mayo de 1,720, en que se hicie-
ron encargos sobre su comisión, sucedió el contador mayor de
cuentas, don Manuel García Palacios, y luego don Antonio Gela-
bert, y en 1754 don José Antonio Gálvez, con amplias faculta-
des.
Pero ya desde 1,777, se empezó a prohibir por el Ayunta
miento el corte de yerbas en la ciénega, vendiendo después lo que
se producía en ella; y en 1,790 se enajenó dicha ciénega al Te
niente de Regidor, don N. Zayas, y más tarde a un extranjero
nombrado Bailly, que la desaguó y formó una estancia, pertene-
ciendo hoy a los propios del Ayuntamiento.
En 1,724 se hizo merced de un pedazo de solar en Antón Mo-
co, a don Miguel Luque, por una renta de dos pesos 6 reales
anuales para los propios.
En 178 se concedió a don Rafael Puebla merced de un peda-
zo de tierra en Tallapiedra, para fabricar una casilla provisional
sobre rueda. (2)
De 1,772 a 1,785 se hicieron mercedes para varias casillas
■unto a las Puertas de Tierra y de la Punta, las cuales fueron
demolidas cuando se abrió el foso, y se hizo el terraplén exte-
rior del camino cubierto, empezándose entonces a repoblar la cal-
zada del Monte, por los casuchos que aun existen en su parte Sur,
a contar desde el punto de la Seiba.
Las otras estancias que había en los extramuros y que no
aparecen mandadas entregar a los Sigleres, fueron : la de doña
María Castillo, que perteneció después a don Bartolomé Lazo,
cuya área se representa en el mapa con el número 117.
(1) Informe instructivo dado en 1,818 por el contador don Juan Migue!
Calvo. Zamora, Biblioteca de legislación ultramarina, tomo sexto, pág. 43.
(2) A mediados del siglo pasado poseía don Pedro Miguel García Me-
nocal (falleció en 1,763) varios solares por este punto, algunos de los cuales
fueron tasados en 810 pesos, y sito en el espacio comprendido entre el puen-
te de Chávez, la ensenada de Atares y la calzada del Monte, tasados uno en
450 pesos y los demás en 300 y en 250.
34 José Mabía de la Tobbe
La del licenciado don Nicolás Rivas, representada con el nú-
mero 118.
La gran estancia de Diego de Soto, representada con el nú-
mero 119, y cuya historia es la siguiente: i1)
Don Diego de Sotolongo, el viejo, vino a la Isla por los años
de 1,528 o 29, asentándose en la Habana, donde tenía casa pobla-
da; fué regidor y Alcalde ordinario, y obtuvo por merced del
Ayuntamiento un solar en el barrio de Campeche. Contiguo a
este solar había un pedazo considerable de terreno baldío con
su monte, que bordaba por su lado Sur la bahía, y se prolonga-
ba hacia Occidente; cuyo terreno constituía la estancia que ha-
bía sido de Juan Sánchez, el mozo, y estaba en poder de Soto, eu
virtud de convenios particulares. Para la más segura posesión
de dicho terreno, pidió nuevamente merced de él al Ayuntamien-
to, que se la concedió en cabildo de 3 de Octubre de 1,567. En
1,568, agregó una caballería de tierra que estaba contigua y de-
jó por bienes don Pedro Velázquez, comprándola en mil duca-
dos (o sean $1,275) a Alonso Suárez de Toledo, uno de los he-
rederos de aquel: pidiendo como antes la confirmación o merced
del Ayuntamiento. (2) En dichas tierras y muy próximo al
mar descubrió una cantera que explotó ventajosamente, por lo
que se llamó la estancia de la cantera. Heredóla su hijo don
Luis de Sotolongo, que casó con doña Francisca Figueroa; y a
estos sus hijos el Alférez don Luis (que casó con doña Juan Gon-
zález de la Torre) y doña Lucía (que casó con el Capitán don
Alonso Menéndez de Posada) ; en cuyo tiempo (1,650) tomó
grande valor dicho terreno, por acercarse a él la parte poblada
de la Habana. En 5 de Noviembre de 1,661 se verificó la medi-
da de dicho terreno, por el agrimensor Leonardo de Herrera, y
a poco el don Luis de Sotolongo y su cuñado Menéndez, hicieron
división de él, quedando don Luis con la parte ya poblada y más
llamada a repartirse en solares (o sea la parte de la -ciudad des-
( 1 ) Extractamos esta noticia de la extensa y luminosa historia de esta
estancia, escrita por don José Nepomuceno Cervantes, con vista de expedien-
tes judiciales y documentos auténticos fehacientes e irrecusables que se citan
en ella. Debérnosla a nuestro ilustrado amigo y pariente el señor Auditor
de marina, don José Wading y Cárdenas.
(2) Véase la escritura celebrada en 31 de Agosto de 1,568, ante Gas-
par Pérez de Borroto. A solicitud del mismo Diego de Soto, descendió Real
cédula fecha 20 de Noviembre de 1,569, confirmatoria de lo dispuesto por el
Ayuntamiento.
Lo que Fuimos t lo que Somos.
35
de Belén hasta la calle de San Isidro por la de Compostela y ha-
cia la muralla del poniente por la calle de Acosta) ; y el Menén-
dez con lo restante (que comprendía el terreno hoy ocupado por
el arsenal) y otra gran parte al N. y al O. (véase el mapa) el cual
era de variada calidad; tenía una cantera (en el arsenal) y un
paño bajo y anegadizo (que llamaban Las Lagunas), que se ex-
tendía por el Suroeste hasta la mar y corría hacia las canteras;
y habiéndose desecado algunos años después, se constituyó en él
la barriada de San Isidro y la Sabana de la Tenaza, (que dio
el nombre de calle de la Sabana, conocida hoy por de la Picota).
De la indicada cantera (que aun se vé dentro del Arsenal), se
sacó alguna piedra para la muralla que dividió, la suerte de la
Lucía Sotolongo o sea de Menéndez. Muerto don Luis, sus dos
imicos hijos y herederos, que eran religiosos dominicos, dejaron
a su convento los indicados terrenos de su pertenencia; don
Alonso Menéndez dejó por sucesores a sus hijos Beneficiado Ba-
chiller, don Francisco y Alférez don Pedro (que fué insigne ma-
temático), los cuales conservaron el terreno proindiviso. (a) Don
Francisco vendió algunos solares por San Isidro y la Tenaza; y
también vendió condicionalmente o sea en pacto, a don Juan
Hernández Barroso, un pedazo de terreno hacia el Suroeste de
la estancia de la Cantera, por la cantidad de 200 pesos (2) y
muerto en 1,722 dejó sus bienes a su hermano don Pedro ; en las
cláusulas 12 y 13 del testamento expresa que la parte intramu-
.ros quedaba delineada y amojonada en manzanas y solares; y
la de extramuros se deslindó después, resultando que la parte de
don Francisco comprendía dos y cuarto caballería, dejando li-
bres, dice el agrimensor (que fué don José Noriega Marroquín)
lo que parece podían ocupar las fortificaciones accesorias a la
Real Muralla. Don Pedro vendió entonces realmente a Hernán-
dez Barroso en precio de $1,050, la 1 y cuarto caballería, que re-
sultó de la medida ; y que constituía la tierra que tenía en pacto.
(3) Y trató de arreglar un pedazo del terreno de extramuros
que tenía arrendado don Bartolomé Valdés y otro que cultivaba
el doctor don Francisco González del Álamo Chauchau, inmedia-
(1) Véase la cláusula séptima del testamento del primero y declara-
ción del segundo, en el pleito que siguió en el año de 1,731 contra los here-
deros del doctor don Francisco González del Álamo.
(2) Escritura de Enero de 1,712 ante Bartolomé Núñez.
(3) Escritura de 3 de Agosto de 1,723 ante el mismo Bartolomé Núñez.
36 José Maeía de la Toree
to a la Real Muralla y frente a los baluartes de San Pedro de la
Tenaza y Santiago (a) "El Rosario" (x) con objeto de separar-
los de las Canteras. El indicado doctor González del Álamo ha
bía vendido una estancia que tenía por la Requena, y como care-
ciese de un punto de recreo para su familia, como antes lo acos
tumbraba, suplicó al beneficiado don Francisco Menéndez (2¡
su compadre, le franquease en su estancia un paraje donde hacer
un devertimiento para su comadre y accedió el Menéndez, reco-
mendándole que la casita fuese de guano y embarrado de poco
costo, como cosa que se hacía para puro pasatiempo. El lugar
que le señaló era a la salida de la Puerta de la Tenaza, inmediato
a la Muralla. El González quiso después comprar el terreno, pe •
ro don Pedro siempre rehusó efectuarlo; y a los cuatro años de
estarlo ocupando, valiéndose de la poca atención que Menéndez
prestaba a su estancia, fabricó González una ermita bajo la advo-
cación de Nuestra Señora de la Soledad, cediéndola para sus sos-
tenimiento 200 pesos impuestos sobre dichas tierras (que no eran
de su propiedad), y celebrándose en ella la primera misa el pri-
mero de Febrero de 1,720. Por 1,724, ya muerto don Francisco
Menéndez, y sin facultad de don Pedro (sucesor de éste, que a
súplicas de González le había hecho la misma gracia que el her-
mano, de dejarle gozar de las tierras), quiso González edificar,
como edificó, una gran casa de vivienda de mampostería, alto y
con aljibe, valiéndose de los materiales de las canteras de Me-
néndez. Murió González del Álamo en 1,728 y su herederos qui-
sieron apropiarse también el terreno : y entonces se presentó el
Menéndez (primero de Abril de 1,731) ante el Alcalde ordina-
rio, don Antonio Barreto Tabares, acompañando todos sus títu-
los y confirmaciones de dichos terrenos, triunfando de las injus-
tas pretensiones de los González Álamo. En 1,734 se hizo escri-
tura de venta a los González Álamo, de 2 y medio solares en los
cuales estaba el edificio que habían levantado. A poco de 1,739
en que para abrirse los fosos y estacadas, se demolieron dichas
fábricas por hallarse a tiro de fusil de las Murallas, se presenta-
ron los González Álamo contra el gobierno, reclamándole indem-
nización de perjuicios por el derribo de un edificio y ocupación
(1) Don Pedro Menéndez se ordenó de sacerdote en 1,723 y por eso se
llamó ensenada del Padre cura, la que había en el arsenal.
(2) El ingeniero Huet en los planos que levantó en 1,779, sustituyó
esos nombres por los de San Isidro y Belén, que tienen hoy esos baluartes.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 37^'
del terreno para dar mayor extensión al Arsenal; y después de
varios trámites mediante las Reales cédulas de 31 de Octubre de
1,760 y 30 de Septiembre de 1,787, se dispuso que se les satis-
faciesen los 5,059 pesos 2 reales en que se habían tasado los in-
dicados perjuicios. El indicado terreno se conocía por de
Chau-Chau, nombre del abuelo de Gómez Álamo, y estaba situa-
do donde hoy existe la arboleda y una parte de las casas del co-
mandante del Arsenal y fué agregado a éste en 1,748, en que se
ensanchó.
Respecto a don Pedro Menéndez, en 1,735 en que falleció,
le sucedieron en dichas tierras sus sobrinas doña Josefa Menén-
dez, casada con el Alférez don José Pérez Morera, y doña Clara
Burgullos de Araújo, casada con don Agustín de Castro Palomi-
no y Sanabria. Las dos representaciones convinieron en divi-
dir el terreno y lo verificaron en escritura de 9 de Octubre de
1,743, ante don Francisco García Brito. Muerta doña Clara
Burguillos, la sucedió su hija doña Asunción, que tomó el hábito
de monja clarisa. Sucedieron a ésta, conforme a su renuncia en
1,758, sus medios hermanos Dr. D. Agustín Cesáreo, doña Jo-
sefa, doña Manuela y doña Rosalía, hijos de doña Rita Morales
y Calvo, easada en 1,747 en segundas, con el doctor don Agustín
de Castro Palomino, padre de la citada monja. Los cuatro in-
dicados herederos convinieron en dividir los bienes de la manera
más conforme a la razón y justicia, para cuyo efecto reunidos el
don Agustín Cesáreo por sí, el Administrador general de tempo-
ralidades, don Tomás Mateo Cervantes y Gómez, como legítimo
marido de doña Josefa; el catedrático jubilado, don Sebastián
Noriega, marido de doña Manuela, y los tres hijos de la difunta
doña Rosalía, que lo eran don José Leandro García, de su pri-
mer matrimonio, y doña Dolores y doña Inés Interián, del se-
gundo, representada la primera por el Capitán don Pablo Tuero
y la segunda por don Tomás Agustín Cervantes y Palomino, sus
respectivos consortes, promovieron el juicio divisorio en 25 de
Enero de 1,809, por ante el escribano don José Leal. Levantóse
en el mismo año un plano del terreno por el agrimensor don
Francisco Javier Casado, con vista del levantado en 1,795, cuan-
do se consignaron a la indicada monja, y con asistencia del co-
misionado del cuerpo de Ingenieros, Capitán don Anastasio
Arango, y de esta medida resultó saberse que las fortificaciones
ocupaban 30,814 varas cuadradas pertenecientes a esta estancia,
38 José Maeía de la Toree
con más de 1,286 de la calzada del Arsenal, hasta donde termina
la esplanada. Verificado esto, se hizo la división del terreno en
cuatro lotes, que se adjudicaron los indicados herederos, según
consta de la escritura otorgada en 25 de Octubre de 1,808, ante
don José Leal.
En 1,812, deseando los indicados partícipes distribuir di-
chos terrenos para que fuesen poblados, levantó el mismo Agri-
mensor Casado, en 27 de Agosto de 1,812, el plano que compren-
día el espacio entre las calles de Vives, Ancha, del Arsenal y de
Factoría, demarcando las manzanas y calles, y dando nombre a
éstas, i1) En 1,818, en que el Director de Ingenieros, Bocarro,
por disposición del Supremo Gobierno procedió al arreglo y en-
sanche de la población de extramuros, formó la calle que tituló
Ancha o del Prado. También dio origen a la que se llamó des-
pués de la Economía, pues trazando cinco manzanas más hacia
la ciudad para cuando se derribasen las murallas, y permitien-
do que se fabricasen 50 varas de las que no caían en la magis-
tral, resultó que los que pretendieron esos solares, no siendo co-
mo no eran ricos, construyeron de madera y con mezquindad
las casitas de dichas manzanas, y particularmente don Cándido
Rubio, que las fabricó con los sobrantes de la sierra de maderas
que tenía en el antiguo matadero ; por lo que dicha calle tomó el
nombre de la Economía.
La parte correspondiente a doña Josefa Menéndez, que
comprendía hasta la parte N. de las calles de Suárez y de Fac-
toría, la dejó dicha señora por su testamento otorgado en 7 de
Noviembre de 1,762, ante don José Antonio Quiñones, escribano
teniente de público de don Antonio Ponce de León, a sus legíti-
mos hijos don Francisco, don Juan, don Pedro, Sor Mariana de
Jesús Perdido y doña Petrona Pérez, esposa de don Juan José
Cañete, los cuales la dejaron proindiviso, gozando de sus pro-
ventos bajo la dirección del doctor Castro Palomino, según reco-
mendación de la indicada testadora, hasta 1,793, en que falleció
el indicado Palomino. Por escritura de 18 de Agosto de 1,795,
ante don José María Rodríguez (a) "El rubio", hicieron los in-
teresados participación del terreno heredado, formándose de to-
da la estancia dos ramas, la de los Palominos y la de los Pérez
Moreras, que después se han extendido y subdividido ; los cuales
(1) La hoy de Cienfuegos la llamó de Cervantes.
Lo que Fuimos y lo que Somos. ;; ^39 j
han hecho muchas enajenaciones y aun conservan algunos restos
útiles á más del derecho de los Cañetes a la parte de esa estancia
que ocupa el glacis y el camino cubierto, sobre la cual hay for-
mado expediente desde 1,832, a instancia de doña María de la
Luz Cañete, hija de don Juan José. Entre las indicadas enaje-
naciones se señalan las hechas de 1,800 a 1,812, a don José Tes-
ta, padre de la Excma. señora Marquesa viuda de Villalba; la
hecha a don Mariano Bosques, en 1,793, para una plaza de toros,
y la verificada en don Domingo Anguera, para un molino en el
mismo foso, que existió hasta 1,796, en que se construyó dicho
foso.
El número 120 es el terreno mercedado a la Real Casa de
Beneficencia, después del segundo grande incendio de Jesús Ma-
ría, en 1,828.
El terreno número 121, indicado en el mapa como pertene-
ciente al Oidor doctor don Bernardo de Urrutia, y que compren-
de desde el crucero de la calzada de la Infanta hasta Garcini in-
clusive, fué adquirido en 1,743 por denuncia de que era realen-
go, como no entregado a los Sigleres de Espinosa, en virtud de
considerarse pocos beneficios por ser manglares y tierras anega-
dizas, casi todo él. El dicho doctor compró después un girón de
tierra a don Alejo de Sigler de Espinosa. (x) La viuda de éste,
doña Felipa Montoya, compró en 1,752, a don Diego Sigler de
Espinosa, una estancia situada en el barrio del señor don Luis
Gonzaga, haciendo frente a su hermita, lindando por delante
con la calzada que va a *8an Antonio (hoy Paseo de Tacón), por
el poniente con estancias de dicha señora y sus coherederos, y
por el naciente con otra de don Alejo y don Juan Sigler de Es-
pinosa, que es notoria (2) compuesta de 158 cordeles cuadrados
de tierra, en precio de 731 pesos las tierras y 70 pesos más de las.
fábricas. El Dr. D. Ignacio de Urrutia, hijo de los indicados,
vendió la parte donde se comprende Garcini, al coronel don Vi-
(1) Véase la escritura de transacción de los expresados doctor Urrutia
y don Alejo Sigler, otorgada en 9 de Abril de 1,774, ante Francisco García
Brito, que administra hoy don Eugenio Pontón. Don Bernardo Urrutia agre-
gó varios pedazos de tierras comprados a don Teodoro Guerra en 15 de Sep-
tiembre de 1,743, ante Tomás Nííñez, al Pbro. don Martín Ortega, en 8 de
Octubre de 1,743, ante Francisco García Brito ; a don Pedro Horruitiner en
14 y 23 de Febrero de 1,744, ante Cristóbal Vianes, y a don Alejo Sigler
ante García Brito, en 29 de Mayo de 1,744.
(2) Escritura otorgada en 30 de Octubre de 1,752, ante el mismo es-
cribano Brito.
40 José MaeÍa de la Torbe
cente Garcini, casado con doña Rosalía de Peñalver y el cual fo-
mentó un trapiche o ingenio de mieles (cuya casa de trapiche es
la que sirve hoy de enfermería de los de color), teniendo, además,
otro trapiche en la calle de la Reina, que se proveía de cañas de
esta estancia. Dicho señor Coronel tituló El Retiro a su casa-
jardín, por lo retirado que parecía de la población, mas hoy se
conoce más que por su apellido Garcini. Según el plano de di-
cha quinta, levantado en 1,844, por el entendido Agrimensor
don Ambrosio María Muñoz (encargado de formar el proyecto
de población en dicho terreno), contiene dos y media caballe-
rías y 48 cordeles cuadrados más.
El área número 122 es la huerta de don Buenaventura To-
ledo, de una caballería de tierra (x), habiendo pertenecido des-
pués al Capitán don Ramón Morales, que hizo alguna adquisi-
cíód de más terreno, y hoy pertenece a los herederos de don Ra-
món Pintó.
El número 123 es la estancia hoy conocida por Quinta del
Bey, comprada por la Real Hacienda en 1,775 para depósito de
las maderas que se traían por la zanja hasta el bar adero del
Cerro y desde allí, en carretas, hasta la indicada quinta, para
conducirlas en seguida al Arsenal. En 1,796 la remató don Jo-
sé Miguel Izquierdo, y de las medidas practicadas entonces por
el Agrimensor don Santiago José Aguilar, resultó contener dos
caballerías y una sexma de tierra. (2) Perteneció antes esta es-
tancia, así como gran parte del terreno limítrofe, a don Manuel
González, y habiendo quedado un horcón en la esquina opuesta
a la quinta de Villanueva o sea de Larrinaga, donde se reunía y
citaba mucha gente del campo (cuando las puertas de la ciudad
no se habrían hasta el cañonazo del Ave María), quedó el sitio
con el nombre del Horcón. Hoy existen en dicho sitio una casa
de alto, perteneciente a don Agustín Orihuela. Los terrenos
del indicado don Manuel González comprendían hasta la loma
donde se halla el castillo de Atares, por lo que suele llamarse lo-
ma de Manuel González; y el nombre de loma de Soto, que se le
dá más comunmente, lo debe a que por escritura otorgada en 20
de Octubre de 1,742, ante don Sebastián Fernández de Velasco
(1) Véase el mapa levantado en 1,799, que se halla a fojas 9 de los au-
tos que don Pedro Arévalo sig"ui6 con don Miguel Fernández sobre medidas
de sus estancias : archivo de don José Salinas.
(2) Véase las diligencias de remate en la escribanía de Marina.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 41
(después oficio de Felipe Alvarez), don Francisco Sánchez Or-
bea y don Bernardo González, consortes, vendieron a D. Agustín
de Sotolongo una caballería de tierra lindando con la bahía de
este puerto, y con otra caballería de los vendedores, en la cual se
1-' .illa dicha loma.
El número 124 representa la estancia de doña Rosalía Cór-
diva de Sierra, conteniendo una caballería de tierra y 120 cor-
deles cuadrados, según el plano levantado en 1,825 por el Agri-
mensor don Ambrosio María Muñoz. El terreno de la tenería
de Xifré fué vendido en 1,813.
El número 125, la estancia San Ignacio, de las monjas Te-
resas, que la vendieron a doña Ana Josefa de Urra y Zaldívar,
contiene una caballería y 120 cordeles cuadrados (véanse los au-
tos seguidos por don Juan Estrella contra la citada Urra, en re-
clamación de solares. Escribanía del Gobierno.)
La quinta hoy conocida por del Obispo (por haber perte-
necido al Obispo Espada, que la hermoseó) y por de Peñalver
(por pertenecer hoy al conde de este título) fué primero del fac-
tor Sala.
Terrenos del Campo de Marte, (*)
El área número 126 representa la huerta mercedada por el
Cabildo a don Melchor de la Torre. Habiéndose medido en
1,735 en que pertenecía^ don Ambrosio Menéndez, se halló que
en vez de 12 solares que fueron los mercedados, contenía 28, por
lo que los 16 y medio restantes fueron declarados realengos pa-
ra entregar a doña Petronila Medrado Corbera; tasándolos el
mismo agrimensor don Bartolomé de Flores, que hizo el deslin-
de y medida, los que caían a la calzada del Monte (o sea desde-
el café de Marte y Belona a la esquina del Águila), en $203 5 y
medio reales cada uno; los que caían en la calle del Águila en-
tre la calzada del Monte y la calle de la Reina, al mismo precio,
y los que caían en el camino de San Antonio (que venía desde
(1) En tiempo del señor Riela (1,763) comprendía desde el Arsenal
hasta la Punta; pero en el día está reducido a un espacio o trapecio de 270
varas del lado de la calle de Dragones, 276 por la calle de Amistad, 278 pol-
la calzada del Monte, y 147 por el Paseo, haciendo una superficie de 57,105
varas castellanas, cuadradas, o cerca de la tercera parte de una caballería
de tierra, según un plano oficial levantado en 7,841, en que se pensó repar-
tir dicho terreno.
42 José MabÍa de la Tobre
la Puerta de la Muralla a la esquina de la Plaza del Yapor, en
la calle de la Reina), y en la calle de la Amistad (que enton-
ces tenía otra dirección según se ve en el mapa), se tasaron en
171 pesos siete y medio reales.
El número 127, la huerta conocida por de la Noria, perte-
neciente a doña Ana de Medrano (de la familia de los Sigle-
res). El número 128, la huerta de don Pablo Pedroso, que es-
taba situada en la esquina que forma la calzada con el Paseo ; y
en fin, tres solares y 813 varas cuadradas más, pertenecientes a
don Antonio Bruzón.
El terreno (hacia la calzada de San Lázaro), marcado con
el número 129, representa la estancia de don Martín Macio y
perteneció después a don Esteban Morejón. (x)
En 1,740, en que se mandó construir la esplanada y despe-
jar el glacis hasta tiro de mosquete, se dispuso también la for-
mación del Campo de Marte, y para dar más extensión al espa-
cio de realengo con que en 1,763 se contaba, se tomaron los te-
rrenos comprendidos desde la Puerta de Tierra a la Iglesia de
Guadalupe (que estaba en la esquina del Peñón) (2) recibiendo
los Sigleres 13,805 pesos por 28 tres cuartos solares y 27 varas
más que en dicho paraje poseían, según liquidación de la Conta-
duría, hecha en 1,794.
El 2 de Agosto de 1,777 se pagaron $6,000 al convento de
San Juan de Dios, por dos cuadras de solares que poseía en el
campo de Marte, y 432 varas cuadradas en las canteras donde
estaba el tejar de Salvador de Aroca. También se abonó al
Marqués Jústiz de Santa Ana, un molino que tenía en la Zanja
en el mismo campo de Marte.
El número 129 representa el terreno de la estancia que don
Juan de Dios Menocal vendió realmente al señor Pbro. Provisor
(1) Véanse las escrituras de 15 de Diciembre de 1,790 ante don Gabriel
Ramírez, y de 11 de Junio de 1,786, ante don José Bosques.
(2) "A instancias del ingeniero don Agustín Cramer (que construyó el
castillo de Atares) compró la Real Hacienda, no solamente todo el terreno
que se llama Campo de Marte y suelo de los barracones y Canteras hasta
cierta distancia en contorno de las Murallas, sino cuantos edificios había
construidos en él, inclusos dos molinos de tabaco ; uno del convento de San
Juan de Dios y el otro del señor Marqués de Jústiz de Santa Ana, que esta-
ban sobre la Zanja en el propio campo, llegando hasta el extremo de demoler-
se la iglesia de Guadalupe (en el Peñón) abrazándolo todo para que no im-
pidiese la defensa de la plaza, y habiéndose satisfecho su valor por la Te-
sorería. Informe del señor Fiscal de Real Hacienda, Sedaño. Hay sin em-
bargo pendientes reclamaciones justificadas de estos terrenos.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 4?>
don Luis Peñalver y Cárdenas, (x) en el partido del Cerro y
paraje que llaman la Requena (2) compuesta de una caballería
menos 11 cordeles, y en precio de $750, lindando con otras que
fueron del señor don Bernardo Urrutia, con la de don Alfonso
de Cárdenas y doña María Carrillo, la misma que eu permuta
hubo y compró de don José Belsunce, por escritura de 8 de Oc-
tubre de 1,776. Según un plano levantado en 7 de Marzo del
presente año de 1,857, por el entendido agrimensor don Am-
brosio María Muñoz, contiene esta estancia 1 caballería y 50
cordeles.
La ruptura de nuestro gabinete con el de Inglaterra, en
1,739, con motivo del contrabando que hacían estos en la Amé-
rica española, hizo disponer en 1,740, que se destruyesen las
fábricas de los extramuros, y también la abertura de los fosos,
obras o estacas y formación del Campo de Marte; pero apenas
concluyó la citada guerra volvieron estos a poblarse, aun des-
pués de 1,749, en que se repitieron aquellas órdenes.
En 1,762, durante la invasión de los ingleses el conde de
Albemarle, que dirigía el sitio de esta plaza, mandó incendiar
las fábricas que había en los extramuros, que se componían de
chozas de guano diseminadas en su mayor parte.
Por la ley primera, título 3, de Indias, se prohibe toda fá-
brica hasta la distancia de 300 varas de los castillos, fortalezas
y muros de las plazas de armas, que deben tener desembaraza-
das, aunque sea necesaria su demolición y pago del perjuicio.
En 1,765, el director de ingenieros don Silvestre Albarca, en-
cargado de formar el plan de defensa de la Habana, puso en
planta el artículo 12 dé la Ordenanza de Ingenieros de 1,764, que
dispone que hasta 1,500 varas del camino cubierto, no pueda fa-
bricarse ni haya cercas, cubiertas, o vallados, zanja, ni edificio
alguno ni árboles a la línea perpendicular o recta, sino a la ho-
rizontal o trasversal: en consecuencia de lo cual se demolieron
(1) Escritura de 9 de Abril de 1,778, ante don Marcos Ramírez.
(2) No es cierto, porque ni está en el partido del Cerro ni por el sitio
conocido por la Requena (que queda al N. de la Quinta de Peñalver). Por
indicar otra escritura que estaba por el paraje que llamaban de los Ponto-
nes, se le ha impuesto el nombre del Pontón a dicha estancia ; pero es de ad-
vertir que el punto del Pontón está al Oeste de la calzada de la Infanta, cer-
ca de la estancia del señor Pedroso, habiéndose llamado así por un gran
puente que construyeron sobre el arroyo del Pontón.
44 José Makía de la Toebe
todos los edificios comprendidos desde la Puerta de Tierra has-
ta la iglesia de Guadalupe.
Por el oficio de 4 de Enero de 1,779, del Marqués de la To-
rre al ingeniero don Silvestre Albarca, se propone lo siguiente:
Que señale un lugar donde los dueños de las casas que se ha-
bían de demoler, concluida la fortaleza del Príncipe, pudiesen
fabricar otras de embarrado, cu jes y guano, bajo la condición
de que las habían de demoler a su costa, siempre que convinie-
se al servicio de S. M. y sin pretender compensación alguna;
que se observen las repetidas órdenes con que estaba prohibida
la construcción de edificios en la circunferencia de las fortale-
zas a la distancia de 1,500 varas de ellas, y que aunque hubiese
algún terreno realengo y del público, no se entregase a particu-
lares; que tampoco se vendiesen por motivo alguno las tierras
cercanas a la costa hasta la distancia de media legua del mar,
reservándose providenciar cuando pueda hacerse uso de la leña
de ella por la ciudad, sin que quede desmontada. Y por últi-
mo, que la ciénaga que mediaba entre el fuerte del Príncipe y
Puentes Grandes, y era parte de la defensa de esta plaza, ni se
desaguase ni se vendiese por pretesto alguno.
Por el bando de 12 de Octubre de 1,788, se prohibió fabri-
car dentro de las 1,500 varas del camino cubierto, bajo la pena
de 25 ducados, demolición y arrendamiento ; y de 6 meses a las
obras de fortificación a los alarifes y operarios y a las que lle-
ven los materiales a las obras.
Por cartel puesto en varios parajes públicos, en Septiem-
bre u Octubre de 1,793, se repitió la indicada prohibición.
La real orden de 16 de Marzo de 1,799, insiste en la prohi-
bición de fábricas dentro de las 1,500 varas, y que por tanto se
demolieran los edificios hechos en Barcelona, a 1,300 varas del
baluarte del Taller, condenando a los ingenieros a los perjuicios
que recibieron las partes.
La real orden de 8 de Octubre de 1,803, prohibe la reedi-
ficación en los barrios extramuros de la Habana dentro del tiro
de cañón de la Habana y sus castillos adyacentes; pero no el
que se formen uno o más pueblos fuera de él ; tomándose tierras
para ello y allanándose los obstáculos que se ofrezcan.
Por decreto de 22 de Marzo de 1,804, se prohibió en general
y en particular toda fábrica, y que no se reedificasen las que pa-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 45
decieron en el incendio de 25 de Abril de 1,802, sino que se de-
rribasen las que quedaron.
Pero no obstante la indicada prohibición, pudo más la ne-
cesidad de habitaciones; y así fué que se repoblaron extramu-
ros, mucho antes de recibirse las dichas reales órdenes que los
permitieran (x), llegando a fines del siglo pasado a estar entera-
mente poblados los barrios de Jesús, María y José (desde la ca-
lle del Águila hasta el puente de Chávez, habiéndose quemado
192 casas en el gran incendio de 1,802), San Nicolás y Guadalu-
pe, hasta la orilla de la Zanja, según se manifiesta por manza-
nas delineadas en el adjunto plano, habiendo tomado el dato de
otro plano oficial de 1,790. Según un plano de 1,783, solo esta-
ban pobladas la calle de la Salud, y las calzadas de San Luis
Gonzaga y del Monte, habiendo muy pocas casas en Jesús María
y a la orilla de la Zanja. (2) Las casas más antiguas de que te-
nemos noticia en la parte comprendida desde la calzada del
Monte hasta la de San Lázaro, son las siguientes:
La casa del teniente don Marcelo Carmona, que ya estaba
construida en 1,736, y fué destruida en 1,849 para la prolonga-
ción de la calzada de la Beneficencia desde la Zanja a cerca del
Puente de Chávez. Tenía torre muy semejante a la de Garcini,
y estaba situada junto a la ermita de don Luis Gonzaga (véase
el plano.)
(1) Esta es la causa fle lo defectuoso del trazado de las calles, a ex-
cepción de la parte comprendida entre la calzada de Galiano, la Zanja y el
Paseo de Isabel II. Muchas de las casas de extramuros, a lo menos hasta
1,820 (en que las calles se conservaban informes y mal custodiadas) fueron
construidas a ocultas de noche, y algunas de las de madera se traían ya lis-
tas de los Estados Unidos, levantándose en una o dos noches en el solar que
querían apropiarse los intrusos.
(2) Hemos tenido a la vista cinco planos originales y oficiales hechos
durante el sitio de la Habana en 1,762 ; 16, también generales y oficiales, de
1,793 a 90, y multitud de modernos, inclusos los originales levantados en
1,819 por nuestro tío el Coronel don Antonio María de la Torre, secretario
que fué por espacio de 20 años del Gobierno Superior Político de la Isla y co-
misionado en dicho año de 19, para la alineación de la población de extramu-
ros, debiéndosele principalmente el espacio, hoy todo poblado, entre la Zanja
y el mar. El formado en 1,804, por don José Bosquet, se halla en la Secre-
taría del Obispado; el levantado en 1,829 por el Agrimensor don Alejo H.
Lamier; el formado en 1,832 por De Estraton Bausa (el cual se halla en el
Ayuntamiento) ; el publicado en 1,846 por don Francisco Callejas ; el que se
acompaña a la gran carta de la Isla de 1,835 ; los publicados por los señores
Rodríguez, Caries, Loma y el autor de esta obra, y finalmente, el formado en
el presente año de 1,857 por el señor C. Loira, y que se halla en el Ayunta-
miento. Recomendamos el nuestro, único que contiene la última división
de barrios, los números de las casas y los monumentos de la ciudad, 1857.
46 José María de la Toebe
La casa, hoy de la ciudad de Martínez, en la calle de Gerva-
sio esquina a la.de la Zanja, donde hubo baños.
La casa de don José Matamoros, adonde cuando la invasión
inglesa, pasaron muchas personas para ver el espectáculo de la
gran escuadra. Hoy sirve de residencia a los coroneles de Lan-
ceros.
Las casas de las estancias. Intendente don Antonio Betan-
court y de don Gervasio Rodríguez, la primera esquina opuesta
a la Beneficencia, y la segunda en la calle de Gervasio, junto a
la de las Lagunas.
La casa de Ajuria, que existía desde antes de 1,792, y pasó
después a poder de los señores Granados. Cerraba la calzada
de Galiano en la calle de San Miguel, y destruida en 1,842, dio
su continuación grande impulso a la barriada del Monserrate.
La casa, hoy de la señora Vallín, calle del Campanario Vie-
jo esquina a la de Neptuno, la cual perteneció antes a una Ma-
ría Isabel Tortois, viuda de Merly.
La casa de Sanabria (calle de la Reina núm. 155), hoy de
don Joaquín Radillo, la cual fué casa de vivienda de la estancia
de don Agustín de Castro Palomino y Sanabria, y en ella estuvo
de temporada, el verano de 1,796, el ilustrado General habanero
Conde de Jaruco.
Por Reales órdenes de 13 de Enero de 1,818 y primero de
Noviembre de 1,820, recomendaba S. M. que se activase el expe-
diente de adelantar las fortificaciones a la línea que corre des-
de la caleta de San Lázaro al Puente de Chávez, para que ce-
rrada dentro de su recinto la nueva población, quedase en esta-
do de defensa respetable y con terreno suficiente para aumen-
tarse. i1) He aquí el origen de la prohibición de fabricar sobre
ía línea de la calzada de la Beneficencia, campo de Peñalver,
etc., que se ha llevado a efecto hasta hace pocos años, o mejor
dicho hasta el presente ; y habiendo hasta dicho punto 1,500 va-
ras desde el camino cubierto de la plaza, resultó que en vez de
no fabricarse fuera de la indicada zona de 1,500 varas, solo esta-
ba fabricado dentro de ella.
En 1,818 se recibieron las Reales órdenes de 12 de Septiem-
bre y 30 de Diciembre de 1,817, que mandaban delinear y en-
sanchar la ciudad por sus barrios extramuros: cometiendo el
( 1 ) Zamora : Biblioteca, art. Fortificaciones.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 47
encargo al Real Cuerpo de Ingenieros, que verificó la operación
trazando las calles de la manera mejor posible, anchando y dan-
do rectitud a las que a ello se prestaban, y señalando por medio
de estacas de madera las esquinas de las manzanas.
En los diarios del Gobierno de 7, 8 y 9 de Junio de 1,818
se publicó un decreto de la Intendencia disponiendo que los po-
seedores de terrenos en los extramuros presentasen sus respec-
tivos títulos: pero a instancias de multitud de interesados que
hicieron ver los perjuicios que se causaban de esa medida fué
mandado suspender por real orden de 16 de Febrero de 1,819.
En los Diarios del Gobierno de 15, 16 y 17 de Abril de
1,826, se publicó el bando de la Intendencia, fecha 13 del mis-
mo, en que se dispone nuevamente, que los poseedores de terre-
nos extramuros presentasen sus respectivos títulos; pero quedó
igualmente sin efecto.
Por Real orden de 30 de Octubre de 1,838, se sirvió S. M.
resolver que no se hiciere novedad de la extensión de 1,500 va-
ras que tenía la zona militar, pero que se permitiesen ciertas
fábricas en ella, bajo las condiciones que expresa.
Por Real orden de 27 de Septiembre de 1,839, publicada en
Diciembre siguiente, se resolvió que -la zona militar de la Haba-
na exclusivamente, se redujese a 120 varas.
Gobernando en 1,854 el señor Marqués de la Pezuela, acti-
vó con empeño el proyecto de la demolición de las murallas y
en el presente año de 1,857 ha venido resuelto definitivamente.
Terrenos de la CaÜaña. — Don Miguel de Castro Palomino
vendió en 1,748 (x) a don Agustín de Sotolongo, tesorero de la
Santa Cruzada, en precio de 500 pesos, las tierras de que era
dueño, "en la sierra del Castillo y Real fuerza del Morro, aguas
vertientes para la bahía hasta lindar con las que están concedi-
das a tres sugetos : las mismas que hubo y heredó de doña Mar-
garita Franco, su consorte, quien con el mismo título las adqui-
rió del Capitán don Juan de Prado, su primer marido, y éste
por merced que le hizo el Cabildo de esta ciudad en 28 de Agos-
to de 1,675." Sobre la parte más elevada de esta sierra se cons-
truyó el Castillo de la Cabana.
(1) Véase la escritura otorgada en 28 de Febrero de 1,748, ante don
Juan Salinas.
CAPITULO V.
Divisiones de la Ciudad.
La primera división de la ciudad se hizo por el Conde de
Riela, en su bando de 23 de Septiembre de 1,763 : quedando la
ciudad dividida en cuatro cuarteles, a saber: uno que compren-
día la parte sur hasta la calle de Acosta, bajo la inspección del
Regidor don Félix Acosta y Riaza; otro, que comprendía desde
esta calle hasta la de Amargura, inspeccionado por el Regidor
don Cristóbal de Zayas Bazán : otro desde esta calle hasta la de
O'Reilly. inspeccionado por el Regidor don Pedro Beltrán de
Santa Cruz, y otro, que comprendía el resto de la ciudad, ins-
peccionado por el Regidor don Mateo de Pedroso.
En conformidad de lo dispuesto en Real Cédula de 19 de
Noviembre de 1,769, el Capitán General Bucarely, publicó en
Marzo de 1,770 una modificación de la anterior división hacién-
dola en dos cuarteles, a saber: el de la Punta y el de Campe-
che, subdivididos en los barrios siguientes : El de la Punta, cou
los barrios de primero de Dragones, segundo del Ángel, tercero
de la Estrella, y cuarto del Monserrate. — El de Campeche: con
los barrios de primero de San Francisco, segundo de Santa Te-
resa, tercero de Paula, y cuarto de San Isidro, (*)
(1) La gente de color daba a algunos de estos barrios !os nombres si-
guientes: Del Cangrejo, al del Ángel (por los cangrejos que había en él
cuando era cenagoso) ; de la Pluma, al de San Agustín (por la pluma de es-
te sabio doctor) ; de Campeche, al de la Merced, por que en él se alojaban
los indios que venían de Campeche ; de la Legía (corruptela del Egido); al
del Cristo, porque en esta Iglesia comenzaba el egido de la ciudad ; de loa
doce pares de Francia, al de Monserrate ; de la Estrella, al de Santo Domin-
go ; de la Granada, al de San Juan de Dios, y de Curasao, a la parte Oeste
de Belén. Desde 1,564 se conocía el barrio de Campeche, que comprendía
d»sde la Merced hasta Paula y se componía de chozas con miserables conu-
cos y labranzas, y era habitado por indios que venían de Campeche y fueron
reducidos a policía en 1,575, dándoseles un protector, que lo fué Diego Díaz.
Del nombre cangrejo dado al barrio del Ángel, procedió el que la gente del
pueblo en la procesión que la víspera de San Rafael, salía hasta no hace mu-
chos años, para la loma del Ángel, llevase delante una farola en que se veía
pintado un cangrejo. El origen de las tortillas, no es otro que aprovechán-
dose de la concurrencia, la gente pobre que habitaba en el barrio hacía y
vendía esas tortillas, que quedaron con el nombre de San Rafael, patrono de
la Iglesia.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 49
En 1,807 se hizo la división (intramuros), en 16 barrios,
que existió hasta 1,851, en que se verificó la de distritos y ba-
rrios: modificada en 1,852 y 1,855 al estado en que hoy apa-
rece. i1)
Los extramuros fueron divididos desde muy antiguo en
Capitanías de Partido de Jesús María, de Guadalupe y de San
Lázaro (2)
En 1,841 fueron divididos en barrios o Capitanías de parti-
do de la Nueva Cárcel (que después se denominó de Colon), San
Lázaro, Guadalupe, Peñalver, Jesús María y Chávez. Desde
1,851 se consideran los extramuros parte de la ciudad, dividién-
dose como ella en distritos y barrios y comprendiéndose hasta
Arroyo Apolo, el Cerro, Casa Blanca y Regla.
(1) El plano de la Habana que hemos publicado, y que trae los núme-
ros de las casas, así de intramuros como de extramuros, es el único que
ofrece la actual división de barrios ; véndese a dos reales fuertes y con colo-
res a tres reales fuertes (así como el de la Isla) en la librería calle de la
Obrapía, número 115.
(2) A los encargados de los barrios de la ciudad, se les llamaba comi-
sarios, y a los de los partidos de extramuros, capitanes de partidos (como
los del campo) hasta la división uniforme de 1,851. En algunas escrituras
de flnes del siglo pasado se citan los partidos de San Luis de Gonzaga Hor-
cón, Jesús del Monte y San Salvador o Prenso (Cerro), San Juan, etc., pero
más bien como comarcas que como tales partidos, aunque a excepción del San
Luis Gonzaga, han venido a ser con posterioridad. El nombre de San Salva-
dor lo debe el Cerro al señor Someruelos, en cuyo tiempo empezó su verdade-
ro fomento, y el de la Prensa, al ingenio de este nombre situado en él y el
primero de la Isla.
CAPITULO VI.
Razón de los nombres de las calles y de algunos otros luga-
res de la Habana.
Intramuros.
Calles de Este a Oeste.
Peña Pobre. — Porque cuando se abrió se veía desde ella la
loma del Ángel, que se conoció en un tiempo por la Peña pobre.
La esquina de la calle de Aguiar se conoce aun por esquina del
Mono, por un gracioso mono que hubo en ella.
Callejón de la Leche. — Porque en una de sus casas se ven-
día leche todo el día. Se llamó antes de Peña Pobre, por consi-
derarse continuación de la calle de este nombre; y de la Flori-
dana, por una señora de Florida que habitó en ella.
Cuarteles. — Por los cuarteles de S. Telmo y de la Artillería,
que tenía en sus terrenos. El de Artillería estaba en la esquina
de la calle del Aguacate (casa hoy de don Rafael de Cárdenas),
y ocupaba parte de los fosos, donde en 1,794 estaba la escuela
práctica de Artillería. Esta calle se llamó antes del Ángel. En
la loma de la iglesia de este nombre tenía don Baltasar Pizarro,
al tiempo de la invasión inglesa (1,762), dos colgadizos, que
fueron derribados para construir una batería cuyo terraplén se
formó con los materiales de dichas fábricas, y en 1,780 se le abo-
naron por ello $1,695. El tramo de la iglesia desde el Ángel a
la Muralla fué abierto en 1,851, y como a las dos varas de pro-
fundidad de la escavación que para ello se hizo se encontré una
cama de hierro con un cadáver, la cual se dejó con algunos otros
fragmentos en la pared de la parte Norte. En la casa número
15, que antes pertenecía a don Leandro García, vivió y falleció
el ilustrado habanero Intendente don Tomás Agustín de Cer-
vantes y Castro Palomino.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 51
Chacón. — Por don Laureano Chacón, que figuró dignamen-
te en el sitio de la Habana, y vivia en la calle de Cuba esquina
á la del Tejadillo. (a)
Tejadillo. — Por una casa que se distinguía por su pequeño
techo de teja, siendo el de las demás de guano. La barriada era
cenagosa y habitada por gente pobre, hasta 1,824, en que se
abrió la Puerta del Monserrate.
De la Bomba. — Por una bomba que en el sitio de la Haba-
na cayó en una de sus casas (a la sazón llena de milicianos), y
que habiendo reventado no mató a nadie. Antes se llamaba de
la Pólvora, nombre que aun conserva por tener en uno de sus
extremos uno de los polvorines.
De lo Empedrado. — Por haber sido la primera empedrada
(desde la plaza de la Catedral hasta la de San Juan de Dios),
desde antes de 1,770, con chinas pelonas, que duraron hasta
1,838, en que se levantaron para sustituirlas por el actual siste-
ma. Hoy se dice más conmunmente del Empedrado. En la
casa número 13 (de la señora doña María del Carmen Pedroso),
existen en el zaguán dos vigas partidas por una bomba, en tiem-
pos de la invasión inglesa.
Callejón de Chorro. — Porque en él existía el Chorro o de-
rrame de la Zanja, según se prueba de la lápida que en el mismo
existe. (2)
Callejón de San Juan de Dios. — Por el hospital que tiene
este nombre, cuyo fondo cae a dicho callejón.
(1) En 1,763, gobernando el Conde de Riela, se dividió por primera
vez la ciudad en barrios (véase el capítulo anterior), se numeraron las ca-
sas y se dieron nombres a las calles. Para los nombres de estas prevaleció
el de las personas notables, y singularmente el de las que se distinguieron
en el asedio de la plaza en 1,762. Por el mismo indicado bando de policía se
prohibió la construcción de casas con techos de guano y se recomendó la cons-
trucción de las casas de alto. En 1,808 se pusieron las actuales tarjetas de
números en las de intramuros (costando a 14 reales cada una), y como se
variase algo la numeración anterior, se formó un padrón de esta diferencia
de números, el cual se conservaba en la secretaría del ayuntamiento. Por
los perjuicios que sin duda traería no se ha adoptado el sistema de numera-
ción par en una acera e impar en la otra, que se ha establecido en los extra-
muros, en 1,844, en que se les dio numeración oficial.
(2) Véase el mapa adjunto. La inscripción de esta lápida dice: Esta
agua trajo el Maesé de Campo Ivan (Juan) de Texeda. Año de mil quinien-
tos noventa y siete. La plaza de la Catedral era entonces una ciénaga y por
eso se llamó Plaza de la Ciénaga. En 1,854, en que se reconstruyó la pared
de los Almacenes de depósito de frutos del Chorro, se procuró dejar dicha lá-
pida en el mismo lugar que -antes ocupaba, pero no se dejó indicación alguna
del boquerón como de una vara en cuadro que había antes y por donde se
verificaba el desagüe de la Zanja.
52 José Mabía de la Torre
O'Reilly. — Porque el General don Alejandro O'Reilly, que
vino de subinspector de las tropas cuando la restauración de la
Habana, en 1,763, hizo su entrada por esta calle, saliendo el con-
de de Albemarle por la del Obispo. Se llamó también Calle-
Honda y calle del Sumidero. Los solares de esta calle se esti-
maban en 1,742, en 8 a 19 reales vara, cuando hoy se pagan a
más de una onza de oro la vara. Junto a la destruida ermita
del Monserrate, que se hallaba en la plazuela frente a las puer-
tas de su nombre (y que fué construida en 1,675 y destruida en
1,836), había antes de fabricarse la muralla una huerta perte-
neciente a doña Magdalena Corbera, causante de los Sigleres,
quedando después de fabricada la muralla, parte de dicha huer-
ta y casitas de guano y arboledas. La casa principal de dicha
estancia es en la que hoy existe el establo de carruajes titulado
del Lujo Económico, donde hasta hace poco se conservaban al-
gunos árboles de la indicada estancia.
De Ena. — En memoria del general D. Manuel de Ena,
muerto en la campaña del invasor López, el año de 1,851. Se
llamó antes el Boquete de la Seiba, por estar junto a la Seiba,
debajo de la cual se dijo la primera misa en el puerto de Care-
nas (hoy de la Habana.)
Del Obispo. — Porque el Obispo de la Diócesis, don Pedro
Agustín Morel de Santa Cruz, que vivía en la de los Oficios,
n.° 94, puerta contigua al colegio de las niñas, en la época en que
se impusieron los nombres a las calles, acostumbraba frecuentar-
la en sus salidas : se llamó antes del Obispado. En la casa conoci-
da por de las señoras Bustamante, esquina de la calle de los Ofi-
cios, donde está la confitería, existe en el exterior ele la pared
que hace frente a la Plaza de Armas, una lápida con la siguien-
te inscripción: Hic finem fecit tormento bellico in opínate per-
cusa Domina María Cepero: Anuo 1,667: N. B. A. M." siendo
la historia la siguiente: Era doña María de Cepero señora rica
y principal (como hija del Gobernador don Diego Rivera y Ce-
pero) y hallándose en la Parroquial mayor (que entonces esta-
ba donde hoy el palacio de Gobierno), en una fiesta que ella cos-
teaba, una bala salida de uno de los arcabuces en la descarga
que se hizo, acertó a atravesarla, a la sazón que estaba arrodilla-
da : por lo cual allí mismo la hicieron su sepultura. Derribada
en 1,777 la indicada parroquial, fué recogida dicha lápida ; y
existiendo en poder de don Rafael Cepero (yerno de don Luis
Lo que Fuimos y lo que Somos. 53
Gato) por consejo de don José Cepero hubo de colocarse en el
paraje donde hoy está, haciendo creer a muchos que en él ocu-
rrió el suceso. Hay otras tradiciones erradas sobre la misma lá-
pida: como que el hecho ocurrió de resultas de una bala de ca-
ñón que salió de un buque surto en el puerto, etc., etc. En la
casa número 91 vivió el virtuoso y sabio filósofo habanero don
Félix Várela.
Callejón de Jústiz. — Porque en la esquina de la calle del
Baratillo vivió el Marqués de Casa Jústiz y Santa Ana. Se lla-
mó antes calle de San Ambrosio, porque enfrentaba con el co-
legio de San Ambrosio, que estaba en la calle de Oficios, puerta
inmediata a la casa de los señores Obispos. En esta calle estaba
la casa que servía de teatro (antes de construirse el Coliseo o
Teatro Principal) y a la que se decía casa de Comedias (hoy
del señor Mazorra, en cuyo lugar de escritorio se verificaban las
funciones. )
Obra-Pía. — Por la casa hoy conocida por este nombre (es-
quina a la de Mercaderes), donde don Martín Calvo de Arrieta,
Gobernador de las compañías de caballos, en su testamento,
abierto en 1,679, dejó impuestos $102,000, para de sus réditos do-
tar cinco huérfanas en cada año. Se llamó también calle de la
Artemisa y de S. Felipe; y la cuadra entre las calles de la Haba-
na y Composteia se conocía por de la Tahona, por una que ha-
bía hasta no hace mucho tiempo, y era una casa situada al inte-
rior, teniendo a la calle una cerca de piedra con su talanquera, •
como la de las fincas de campo. Se destruyó hacia el año 1,818,
en que se construyeron las casas números 31 y 32. En la casa
número 103 vivía, dirigiendo una escuela en 1,805, el laborioso
historiador habanero don Antonio Valdés, y en la número 34, el
Obispo Composteia.
Callejuela de Carpineti. — Porque conducía a la puerta de
este nombre, que había en la muralla, debido a un italiano que
allí vivía.
Lamparilla, — Por una lamparilla que un devoto de las Ani-
mas encendía todas las noches en su casa esquina a la calle de
la Habana. La esquina de la calle del Aguacate se llamó de la
Campana, por un campanario pintado de azul que allí había;
la de la calle de Bernaza se llamó de la Perinola, y la cuadra en-
tre Villegas y Bernaza se nombraba de las Cañas bravas, por-
54 José María de La Tobee
que al costado de la parroquial del Cristo había unas cañas bra-
vas que se cortaron hacia el año de 1,808.
De la Amargura. — Porque en la cuaresma salía todas las
tardes de la Tercera orden de S. Francisco, una Pasión que iba
por esa calle hasta la iglesia del Cristo, que era el Humilladero.
Por la misma razón se ven calles del mismo nombre en muchas
poblaciones cristianas, como Guanabacoa, San Juan de los Re-
medios, Veracruz, Méjico, Cádiz, etc., a imitación de la de Vía-
Crucis, de Jerusalén, que se llamó de la Amargura. En la ca-
lle había cruces para cada estación (el hermano tercero don Mi-
guel de Castro Palomino y Borroto tenía particular devoción y
costeaba la duodécima estación por los años de 1,740, y la ador-
naba con una alfombra, dos candeleros de plata y un cuadro de
Jesús Crucificado). Se llamó también de la Cruz Verde, por la
que existía en la esquina de la de Mercaderes ; y las cuadras en-
tre las calles de Villegas y Compostela, se llamaron de las Pia-
dosas Mujeres, porque en la casa de la esquina ele la calle del
Aguacate vivían las beatas doña Josefa y doña Petrona Urrutia,
que alumbraban los viernes a un hermoso Custodio que tenían;
y en dicha esquina había una cruz cuya estación correspondía a
la de las mujeres piadosas que salieron al Señor. La cruz que
hasta 1,848 se "veía en una gran urna en la plazuela de San
Agustín en el punto donde se colocó una fuente, fué construida
para perpetuar la muerte que hizo una ascendiente de la fami-
lia de los Rojas, de una mujer de la cual tenía celos, habiéndo-
la disparado primero con una pistola con tiro de sal, y como
viese que la ofendida se burlase de ello diciendo que la había
hecho unos lunares que mejoraban su hermosura, la disparó
otro día, segunda vez, con bala, al salir de la misa de doce de di-
cha iglesia. Los vecinos de la hacienda Guanamón (partido de
San Nicolás, jurisdicción de Güines), enseñan aun el sitio y ci-
miento de una casa de alto donde estuvo relegada dicha señora
por este hecho. La esquina de la plazuela de San Francisco,
casa hoy de la señora Marquesa viuda de San Felipe y Santia-
go, se llamó esquina de Menéndez, por un señor de este apelli-
do que la fabricó, y en ella vivieron y fallecieron los generales
habaneros Conde de Mopox y Jaruco (6 de Febrero de 1,807) y
Marqués de San Felipe y Santiago (1,851). En la casa núme-
ro 71 vivía en 1;818 el entendido profesor de educación don Es-
teban Vidal. La casa esquina a la calle de Compostela, que
Lo que Fuimos y lo que Somos. 55
hoy pertenece a la señora de Villa-Urrutia, fué construida en
1,769, por don Juan Pascual, boticario, que siendo mallorquín,
dejó a dicha esquina con dicho dictado.
Del Teniente-Bey. — No porque viviese algún teniente-rey
en ella, sino porque en la esquina a la calle de la Habana vivía
el teniente de gobernador habanero llamado don Félix del Bey
i1), y así se dijo calle del teniente-Bey, por el apellido de dicho
señor. Se llamaba antes del Basurero, de Santa Teresa y de
San Salvador de Horta, nombre que ha quedado a la cuadra en-
tre la plaza Vieja y San Francisco, por la capilla que había en
la portería de San Francisco, dedicada al Señor milagroso. La
casa de postales que se halla en la Plaza Vieja, se conoció de Es-
trada por haber sido construida por don Elias Estrada (esposo
de doña Jerónima del Toro), causantes de la distinguida fami-
lia de este apellido, pasando después a poder del señor don Bo-
nifacio Larrinaga, en cuya familia pertenece.
Paso de Churruca. — Nombre dado recientemente al calle-
jón que se halla entre San Francisco y la actual casa de Co-
rreos, en memoria del célebre marino de este apellido.
De la Muralla. — Nombre con que se conocía ya en 1,691,
porque siendo la principal para salida de la ciudad para el cam-
po (como que antes se llamaba calle Beal), se abrió en ella en
1,721 la puerta de la Beal Muralla. En 1,763 se le dio el nom-
bre de Riela por el Gobernador de este nombre que vivía la casa
hoy de los comandantes» de Marina. (2) Los portales que le co-
rresponden a la Plaza Vieja se llamaron de Jaruco, por la casa
del Conde de Jaruco, que hace esquina a la calle de San Igna-
(1) Fué después Oidor de Méjico y de Guatemala, e hijo de Mr. Carlos
del Rey, primero de esta familia francesa que vino a la Isla. Este Mr. Car-
los fué el que trajo la yerba conocida por su nombre, yerba de don Carlos, y
murió en 1,711. Su hijo Carlos (hermano de don Félix), fué tan distingui-
do médico, que fué llamado a la Corte por el rey don Fernando VI, y no ha-
biendo tenido efecto el viaje por fallecimiento de éste, se le mandaron cos-
tear de las reales cajas los preparativos que había hecho, don Tomás, hijo de
éste, fué en clase de Auditor en la expedición de Gálvez contra Panzacola,
habiendo cedido sus sueldos y emolumentos al fisco. Según la Guía de Fo-
rasteros en la Habana, publicada en 1,781, vivía don Félix en la calle de los
Oficios, número 79.
(2) En la tarjeta de la casa-ferretería de esta esquina a la de San Ig-
nacio, se lee lo siguiente : "Calle de Riela, en memoria del Conde de este tí-
tulo, destinado por S. M. para la restauración de esta ciudad, año de 1,763."
La puerta de la Muralla se llama también de Tierra en contraposición a las
de mar, pero también a imitación de otra semejante y del mismo nombre, en
Cádiz. A mediados del siglo pasado se abrió la contigua al Sur.
56 José María de la Torre
cío. La cuadra entre la Plaza Vieja y la calle de los Oficios se
llama calle de la Cuna, por haberse trasladado a ella en 1,710 la
Casa-cuna, según inscripción de la lápida que todavía existe. La
esquina a la calle del Aguacate se llamó de las Jimaguas, por
haber nacido y vivido en ella dos gemelas; la a la de San Igna-
cio, Tienda del Agua de Cebada, por expenderse allí esta bebi-
da, antes muy en uso; y la casa de portal de la Plaza Vieja es-
quina a la del Inquisidor perteneció al elegante historiador ha-
banero don Martín Félix de Arrate. La cindadela de la Guar-
dia, que se halla entre las calles de Compostela y de la Habana,
fué construida a mediados del siglo pasado por don José de la
Guardia, ascendiente de la distinguida familia de los Escobares.
Calle del Sol. — Porque había pintado un sol en una de las
esquinas de la calle del Aguacate ; cuya esquina se conoce aun
por esquina del Sol. La casa de alto situada en la primera cua-
dra, acera izquierda entrando por la muralla, fué de don Juan
Martín Galiano, ministro interventor de fortificaciones, que
construyó el puente que ha dado nombre a la calzada de Galia-
no ; y en dicha casa se elevó hacia el año 1,796 la primera panto-
mima, mongolfier, o sea globo aerostático.
Samaritana. — Por una señora beata a quien llamaban así y
vivía en esta calle. Se llamó antes de la Huerta del Campo,
porque conduce a la puerta de la Huerta del Campo, en el con-
vento de Santa Clara.
Cerrada de Santa Clara. — Porque está cerrada en dicho
convento. Se llamó antes Cerrada de Redes, porque a la mar-
gen de la bahía había siempre redes de pescadores. Véanse las
calles del Inquisidor y de los Oficios.
De Luz. — Por don José Cipriano de la Luz, Regidor y co-
rreo mayor de la Isla, que vivía en la conocida casa de los Lu-
ces, y se señaló en el sitio de la Habana. Se llamó antes del
Correo, porque en dicha casa estuvo la estafeta de correos fun-
dada por don Antonio de la Luz y Do-Cabo (véase la calle de
San Pedro). En la casa número 1 ocurrió el trágico suceso de
haberse suicidado (1,812), el marido de la celebrada actriz do-
ña Mariana Galino, después de haber dejado a esta por muer-
ta, por celos del actor Eosales (fallecido últimamente.)
Acosta. — Por vivir en ella don Félix Acosta y Biaza, Re-
gidor y depositario general, que se distinguió en el sitio de la
Habana.
Lo que Fuimos t lo que Somos. 57
De Jesús María. — Porque daba salida al barrio de Jesús
María y José (que es, como antes se decía, a la calle e indicado
barrio.)
De la Merced y de Paula. — Porque en ellas se hallan las
iglesias de estos nombres. A la de Paula se le decía antes de
San Francisco de Paula, por el hospital de este nombre que tie-
ne en su extremo oriental. En frente de este hospital está la
casa fabricada por el Juez de tierras don Antonio Gelabert y la
cual pasó a ser del señor Conde de Jaruco,, que en 1,815 la ven-
dió al señor Marqués de Campo Florido, su actual poseedor.
Callejón de Bayona. — Véase el otro Callejón de Bayona,
de Norte a Sur.
De San Isidro. — Por la iglesia de este nombre que hay en
ella. Se llamó también de la Tenaza, por salir a la hoy cerrada
puerta de este nombre, que aun se puede ver dentro del Arse-
nal. En la misma calle está el cuartel de San Ambrosio, que
hasta 1,840 sirvió de hospital para la tropa, y en cuyo fondo,
que cae a la calle de Paula, se acaba de construir una hilera de
casitas o pabellones para los oficiales.
Nueva de San Isidro. — Por ser abierta con posterioridad a
la anterior.
Nueva y Sola. — Por lo quue indican estos nombres.
De los Desamparados. — Porque teniendo por uno de sus la-
dos la plataforma o muralla del Sur, y estando a un extremo de
la ciudad, era muy solitaria; hasta 1,848, en que se hizo sobre
dicha plataforma el Paseo de Roncali. Casi todo su lado Norte
lo comprendía la estancia de los Campechanos.
Callejón de la Sigua. — Parece que por su figura torcida co-
mo la de las siguas. En la casa de recogidas estuvo el matade-
ro establecido desde 1,590 hasta 1,798, en que se trasladó al pun-
to donde hoy se halla: destinándose después una parte del local
para baños que se veían aun en 1,818), otra para casa de Reco-
gidas (así que vinieron las Ursulinas y se posesionaron del edi-
ficio en que aquellas estaban), y la otra para mujeres dementes;
y habiendo empezado a deteriorarse el departamento de éstas,
fueron trasladadas en 1,829 a una casa contigua a la de la Be-
neficencia. En 1,810, en la parte que quedó realenga, estable-
ció don Cándido Rubio una sierra movida por bueyes.
58 José Maeía de la Tobre
Calles de Norte a Sur.
Calle del Monserrate. — Comprende la calle del recinto des-
de la Puerta de la Punta hasta el extremo O. de la calle de la
Muralla, y se llama del Monserrate porque en la plazuela de las
puertas de este nombre existía la hermita del Monserrate, funda-
da en 1,695, destruida en 1,836 y reedificada en extramuros en
1,844. El terreno donde se edificó esta iglesia era una estancia
y tejar de la familia de los Sigleres: una parte de ella fué ocu-
pada por la Real Muralla, quedando las casitas de guano y mu-
chas arboledas que duraron hasta el siglo pasado (1)
De Bernaza. — Por don José Bernaza, que tenía en ella una
panadería. Se llamó del Egido desde la calle de la Lamparilla
hasta la de la Muralla, cuando no estaba fabricada la parte del
Oeste hasta el recinto. Y aun se estendía entonces hasta el ex-
tremo Sur de la ciudad con esta denominación, según se advier-
te de la numeración que empieza en la calle del Obispo y sigue
hasta la calle Nueva y Sola. Se decía del Egido, porque allí
solamente había alguna parte del egido de la ciudad. (3) Desde
el Cristo hasta la plaza del Monserrate se conoció por del Caido,
por un hombre que cayó del techo de una de sus casas. En
frente del Monserrate de las Ursulinas estaba el patíbulo u hor-
ca, que hacia 1,810 se trasladó a la plaza de la Punta, donde fué
destruida en 1,830, cuando se prohibió la horca, ordenándose en
su lugar el garrote. (3)
De Curazao. — Porque así llamaba a esta barriada la gente
de Color, y también Yucatán y aun Campeche, que también de-
cían a la barriada de la Merced.
De la Picota. — Porque en ella (esquina a la de Jesús Ma-
ría), estaba la picota o palo donde se azotaba a los reos; y luego
la pasaron a la Plaza Vieja, donde estuvo hasta 1,836. Se co-
noció también por de la Sabana, porque se llamaba Sabana de la
Tenaza la plazuela que había por donde está la casa de Recogi-
das. Detrás de Belén, que era el lugar conocido por el quema-
(1) Véase el capítulo anterior.
(2) Véase el capítulo anterior.
i 3 ) En esta época el viejo Vicario, encargado de pedir limosnas para
los ajusticiados, llevaba dos campanillas ; y las viejas tomaban éstas, las lle-
naban de agua, dándola a beber a los niños que no tenían dientes o que eran
tardíos en hablar, suponiendo que con beber el agua en dichas campanillas
les salían pronto los dientes o rompían en hablar.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 59
dero, estuvo el rancho de los isleños, cuyos terrenos se vendían
en 1,742, en que se demolió, a 4 y 6 reales vara, y las ventas se
hacían con dificultad, recibiendo en parte de pago muebles de
uso y otros efectos rezagados.
Callejón de Bayona. — Porque era una estancia pertene-
ciente a don José Bayona y Chacón, que la donó al convento de
Santo Domingo de la Habana. (*)
Nueva del Cristo. — Por ser abierta después de otras que
conducían al Cristo. Antes se llamó Sola.
De Villegas. — Por D. Mundo (Raimundo) Villegas, que vi-
vió en ella. Se conoció también por de la Condesa de Bayona;
y a la esquina de la calle de la Obra-pía se decía El hoyo de la
Artemisa, por un grande hoyo que había en ella, tal vez con al
guna mata de artemisa.
Del Aguacate. — Por un frondoso aguacate que había en Be-
lén, donde cierra la calle. Fué cortado dicho aguacate en 1,837.
(2) Hasta ahora 40 años se decía casi siempre Calle del Aguaca-
te de Belén.
De Compostela. — Por el Obispo don Diego Evelino de Com-
postela, que construyó y vivió la casa número 155 (hoy de los
herederos del señor don Ignacio Calvo), y además construyó to-
das las iglesias que se hallan en esta calle, hallándose enterrado
en una urna que se ve en el monasterio de Santa Teresa. Te-
nía una especie de quinta en San Isidro y en Belén. El sitio
donde está hoy el cuartfel de Artillería se llamaba el Palenque,
nombre con que aun se conoce el edificio ; porque era la residen-
cia de los negros criollos pertenecientes al rey (que a fines del si-
glo pasado les mandó dar la libertad.) La calle se llamaba an-
tes de San Diego, por la hermita de San Diego (después conven-
to de Belén y hoy colegio de jesuítas), situada en ella. La esqui-
na de la calle de Jesús María se conoce aun por de la Culebra,
por una culebra que hay pintada en ella, y la esquina de la calle
de la Merced se conoce aun por del Zapato. Las casas frente a
Belén, números 71 y 73, fueron de D. José Olano, que vivía hace
(1) Dejóles también el título de Conde de Casa Bayona y de Justicia
mayor de Santa María del Rosario ; pero el convento cedió dichos títulos a
don José María Chacón, pariente del fundador y abuelo del actual. A fines
del siglo pasado dicha estancia, que ya se titulaba Plaza de Bayona, fué fa-
bricada por don Antonio Abad Valdés Navarrete, el cual era también pro-
pietario de la hermosa casa frente a la Catedral.
(2) Hemos visto un atril hecho con la madera de este árbol.
60 José Maeía de la Toere
más de siglo y medio, y la entre ambas, que hoy pertenece al se-
ñor Santovenia, era la huerta del señor Olano. La casa esqui-
na a de la Amargura se llamó del Mallorquín, porque la casa
hoy de la señora de Villaurrutia, fué construida por don Juan
Pascual, conocido por el Mallorquín, que en la esquina tenía una
botica.
Del Ataúd. — Por la figura de las dos medias manzanas que
la componen. Las esquinas a las calles de Chacón y Com-
postela, se conocen por las cinco esquinas del Ángel. En esta
callejuela, casa número 2, ocurrió el lamentable parricidio del
pardo Marcos Escobar, año de 1,840. Antes se llamó calle del
Cayo, porque la manzana del Oeste, que era muy reducida, se
conoció por el Cayo.
De la Habana. — Por el nombre de la ciudad. Una bodega
esquina a la calle de la Merced se llamó esquina del agua de Ba-
yo, porque se vendía allí una bebida sacada del maíz de que se
hacen los bollos de mina, y era bebida muy usada. La esquina
a la calle del Empedrado se llamó del Farolito porque en una
tabaquería que en ella había, se encendía el único farol de todo
el barrio hasta fines del siglo pasado. En la muralla .del Sur,
haciendo frente a esta calle estaba la muy conocida garita de
San José, destruida en 1,848 con motivo de la construcción del
paseo de Roncali. En la casa número 22 se puso de cuerpo pre-
sente, en 1,826, el cadáver del general habanero don Carlos de
Urrutia, capitán general que fué de Santo Domingo y de Gua-
temala, y fallecido en Guanabacoa.
De Aguiar. — Por don Luis José de Aguiar, Regidor fiel eje-
cutor, que se distinguió en el sitio de la Habana, y vivía en di-
cha calle (casa esquina a la del Tejadillo.) La cuadra entre la
de la Muralla y Teniente-Rey, se llamó de la Carnicería, porque
hasta 1,812 estuvo en ella la carnicería del rey (segunda casa a
la derecha entrando por la calle del Teniente-Rey.) La esqui-
na a la de la Amargura se llamó de los Terceros, por la capilla
de la tercera orden de San Agustín, y la esquina a la calle de
O'Reilly se llamó del Ante-Cristo. Ignoramos el origen del
nombre Contias que algunas escrituras dan también a esta calle.
De Cuba. — Por el nombre de la Isla. Antes se llamó de la
Campana y también de la Fundición. En la casa de los seño-
res Acostas (esquina a la de Chacón), puede verse la escalera
de mármol construida al aire en 1,828, por uno de sus actuales
Lo que Fuimos y lo que Somos. tíl
dueños, obra de mucho mérito. La casa hoy palacio de la Au-
diencia fué construida por don Mateo Pedroso, y la conocida
hoy por del señor O'Gavan la fabricó y vivió don Pedro Ber-
trán'de Santa Cruz. (1)
De San Ignacio. — Por la iglesia y colegio de San Ignacio de
Loyola (Jesuitas), hoy seminario y catedral que están en ella.
Antes se llamaba de la Ciénaga, por la ciénaga que había entre
el cuartel de San Telmo y la Catedral; hallándose en la plazue-
la de esta (que se llamaba de la Ciénaga), el callejón del Cho-'
rro, donde se conserva la lápida debajo de la cual había un bo-
querón por el cual desaguaba la Zanja Real (véase el adjunto
plano.) El callejón al costado de Paula se llamó de las calave-
ras de Paula, por haber estado allí el Osario de dicho hospital.
La casa de portales esquina a la del Teniente Rey se llamó de las
beatas Cárdenas, por las piadosas señoras de este apellido, due-
ñas. Fué después local de la Sociedad Filarmónica desde 1,824
hasta 1,847 que terminó dicha Sociedad. Los portales que hay
en la Plaza Vieja se conocen por del Rosario, porque en la casa
número 80, que era de doña Luisa Peñalver, Marquesa de Casa
Calvo ; existía un altar exterior de Nuestra Señora del Rosario,
donde se paraban los Rosarios que salían de San Francisco y
otras iglesias por la noche, y cantaban allí a la Virgen. La pla-
za Vieja tomó este nombre desde que se formó la del Cristo (que
por mucho tiempo llevó el título de Nueva), pues antes se llamó
Nueva, con relación a la de San Francisco, que fué la primera
de mercado. La casa esquina a la calle de Chacón, perteneció a
los condes de Bayona, y en ella vivió algún tiempo el general
Conde de Jaruco. La de la puerta inmediata pertenecía a don
Pedro Bertrán de Santa Cruz.
De los Mercaderes. — Por ser sus habitantes, la mayor parte,
mercaderes. (2) En la esquina de la Plaza Vieja existe aun el
(1) Tuvo una hija nombrada doña María; y se encuentra que habiendo
otra doña María Santa Cruz, se distinguió a aquella con el sobrenombre de
"la Canoa", originado de la siguiente aventura. No hallándose construida la
muralla que en el día se vé frente a dicha casa, los pescadores que atracaban
sus botes por la costa, salían a sus quehaceres en la ciudad, y dicha doña
María, que solo contaba unos nueve años de edad, habiendo soltado y metído-
se en uno de esos botes, cuyo dueño estaba ausente, se fué dicho bote al ga-
rete con ella hasta la boca del Morro, donde notado por el vigía la edad, ade-
manes, etc., de la niña, avisó para que la recogieran por medio de otro bote
que salió al efecto.
(2) En 1,761 escribía Arrate lo siguiente: "Algunas de las calles de la
Habana no tiene nombres ; pero entre todas, las más nombradas es la de
62 José María de la Torre
café fundado por Mr. Tavern y conocido por Café de Tavema.
La cuadra entre Santo Domingo y la Pescadería se llamó de la
Tesorería, porque en la casa de los señores Marqueses de Arcos
(donde hoy está el Liceo), estaba la Tesorería cuando era teso-
rero el Marqués de Arcos, don Ignacio Peñalver y Cárdenas. (x)
los portales de la Plaza Vieja, que corresponden a esta calle, se
llaman de Alfaro por don Francisco Alfaro, que vivía la que ya-
ce esquina a la cuadra de la Cuna. La casa hoy de la señora
Condesa ele Lagunillas, perteneció al conde de Jaruco, don Joa-
quín Santa Cruz.
Be las Damas. — Por llamar la atención las muchas jóvenes
que se veían en ella. Se llamó antes del Dormitorio, por estar
cerrada en el dormitorio del convento de Santa Clara.
Del Inquisidor. — Por don Antón Claudio de la Luz, comi-
sario segundo de la Inquisición, que vivió en la casa conocida
por de doña Concepción García. Se llamó antes de Redes sin
salida, porque principiaba en la plaza y cerraba en Santa Cla-
ra. La casa hoy es de los herederos de la señora doña Francis-
ca Aloy ; era del Oidor don Bernardo Urrutia y Matos, padre del
historiador don Ignacio, del general don Carlos, y Oidor don
Manuel, que nacieron en ella. La cuadra entre Acosta y Jesús
María se conoció por de Eligió, por don Francisco Eligió, que en
1,770 vivía la casa frente a la del señor Marqués de Arcos, y que
corre hasta la de Oficios, en donde tiene la puerta principal con
el número 35.
De Tacón. — Por el Capitán General don Miguel Tacón, que
mandó la Isla de 1,834 a 1,838.
En el extremo Norte tiene el Boquete de las Pimientas que
hoy sirve para introducción del pescado, y en donde se constru-
yó (antes de haber muralla), un buque llamado La Purísima
Concepción. Llamóle este sitio de las Pimientas, por haber vi-
Mercaderes, que sale de una de las esquinas de la Plaza nueva para la parte
del Norte, y termina en la de la Parroquial mayor, siendo su extensión de
cuatro cuadras, y por una y otra acera están repartidas las tiendas de mer-
caderías, en que se halla lo más precioso de los tegidos de lana, lino, seda,
plata y oro y otras brujerías y cosas del común uso ; las que atraen mucho
concurso a este paraje, en que siendo lo que se vende por número, peso y me-
dida, lo que se gasta es sin número de pesos ni medida, porque no hay cuen-
ta ni regla en la delicadeza y esplendor de los vestuarios."
(1) Robado en 1,804 este señor en cantidad de 151,000 pesos por la
misma guardia que custodiaba el Real Tesoro, repuso de su bolsillo dicha
cantidad robada.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 6.'í
vido la casa de enfrente (que hace esquina y que hoy pertenece
al señor Sebastián Peñalver), unas señoras de ese apellido, (x)
De los Oficios. — Porque desde la plaza de San Francisco'
hasta la de Armas, estaba llena de menestrales. En 1,584, en
que la Habana solo contaba cuatro calles, ésta era la principal de
ella. Se llamó antes de la Concepción. La casa de portal plaza
de San Francisco frente a la bahía conocida hoy por de Armona
(y que es la fonda del León de Oro), fué la casa consistorial; y
en ella se vé aun el primer escudo de la ciudad. Compráronse
para labrar dichas casas las que fueron de Juan Bautista de Ro-
jas, el año de 1,588, siendo Gobernador Gabriel de Lujan, y cos-
taron 40,638 reales, como se evidencia de una real cédula en que
S. M. aprobó la compra; pero no se acabaron de fabricar hasta
el de 1,633, que era Gobernador don Juan Bitrán de Viamonte,
como consta de una inscripción que permanece en su puerta in-
terior, y desde aquel tiempo hasta el de 1,718, sirvieron de habi-
tación a sus sucesores, reservando siempre la sala principal para
celebrar los cabildos ordinarios y extraordinarios, como se prac-
tica también ahora, porque asisten en ella los tenientes de rey en
virtud de real orden con que se confirmó la gracia hecha por
acuerdo de este cabildo al Coronel don Gaspar Porcel. Su fá-
brica es de dos altos y aunque no de la capacidad y buena arqui-
tectura que corresponde a una ciudad tan ilustre y populosa, es
cierto que habiéndolas reparado el año de 1,745, por la ruina que
padecieron en el fatal estrago del navio de S. M. nombrado El
Invencible, acaecido el día 30 de junio de 1,741, por el accidente
de una centella que calló en él y calando el incendio hasta la
Santa Bárbara, hizo volar sus aparejos, arboladura y obras
muertas, extremeciendo al reventar el casco toda esta población,
ha quedado lucido y vistoso su frontispicio con los dos órdenes de
( 1 ) El presbítero don José Díaz Pimienta en su testamento otorgado
en 1,736, dejó esta casa a sus hermanas; y doña Rosa, última que quedó de
ellas, la vendió en 3,774 en cantidad 10,742 pesos cuatro reales, a don Martín
Aróstegui y a su esposa doña Tomasa Bassave. Esta última la vendió al se-
ñor Obispo Hechevarría, que la vivió y vendió al señor Obispo Peñalver, cau-
sante de los actuales poseedores. Según la tasación de 1,747, la vara de sue-
lo valía allí 46 reales. Dicha casa lindaba por el lado de la playa del Boquete
(que era entonces su frente) con don Antonio Gelabert, juez de letras; y por
el lado de enfrente de la fuerza, con el Capitán don Lucas Gómez. En 1,770
se llama ese punto Boquete de la Pescadería antigua; lo que hace creer que
de allí se pasó a otra parte la pescadería que se ve en el mismo punto desde
hace muchos años; siendo la actual construida en 1,836. En 1,747 se esta-
bleció en esta calle la Carnicería de los militares.
64 José María de la Torre
arcos de piedra que se le formaron a todo su portal, y sirven de
adorno y seguridad a las casas. Las que se compraron para cár-
cel el año de 1,661, eran del convento de Predicadores, que hizo
venta de ellas a los comisarios de la ciudad, Alférez mayor don
Nicolás Castellón, y tesorero de la Santa Cruzada, don Antonio
de Alarcón y Céspedes, regidor. (x) En la casa número 44 vi-
vió la señora doña Manuela de Arango, fundadora de los vínculos
de Meireles y de Aguiar. En la del número 57 vivió el Conde
de Casa Montalvo y estuvo después el conocido café de Copas.
Según se deduce de algunos documentos, esta calle después se
llamó también de Eedes.
Del Baratillo. — Porque en ella estuvieron los primeros pues-
tos de ventas menudas, a que se dio el nombre de Baratillo. Las
casas de la manzana comprendidas entre esta calle de la Obrapía,
Bahía y Callejón de Carpineti. fueron : la de enfrente de la
Aduana (antes llamada contaduría), de don Melchor de la To-
rre, y la del fondo de ellas, de doña Isabel Pedroso, tía de aquél
y la cual hubo del Regidor don Blas, su padre. Fué vendida la
primera en 1,738, en precio de $15,000 y a razón de 58 reales va-
ra de terreno. La de enfrente, esquina también a la puerta de
la Aduana, fué comenzada a fabricar para Casa Consistorial, o
sea del Ayuntamiento, en 1,596, por el Gobernador Maldonado,
y sin concluir fué vendida al Capitán don Pablo Pedroso. En
1,820, en que se reconstruyó esta casa, la lápida que tenía en la
puerta y declaraba haberse fabricado para Casa de cabildo, fué
dividida en dos partes, que sirvieron de cabezotes para la cons-
trucción de una de sus paredes. Desde la Aduana a la Plaza de
Armas se tituló también esta calle de Villa-alta, por el Marqués
de este título que vivía en la casa donde está el escritorio de los
señores Drake y Compañía.
San Pedro. — Nombre dado por los marinos, por la devoción
que en general han tenido a dicho Santo Apóstol. Se decía an-
tes San Pedro del Molinillo, porque conducía al Molino de taba-
cos que había en la esquina a la calle de Luz. (2) Se llamaba
también esta calle de Villa-alta (en 1,770), porque en ella caía el
(1) Arrate, página 84.
(2) Este molino, el primero sin duda de su clase en la Isla, construido
por un tal Alemán, recibía el agua por impulso de sus ruedas, de 'la Zanja
Real, por medio de cañería formada de tubos de caoba con uniones de cobre,
y cubierta de cantería, de que recientemente se han hallado fragmentos en !a
Lo que Fuimos y lo que Somos. 65
fondo de la casa del señor Marqués de Villa-alta (casa donde hoy
tienen el escritorio los señores Drake y Compañía). En dicha
calle se halla un real carenero, cuya primera Machina, o sea el
palo destinado a levantar hoy buques para su carena, fué esta-
blecido en 1,740, por don Lorenzo Montalvo (la penúltima ma-
china que hubo, fué pasmosamente derribada por el huracán de
1,846, haciéndola caer por el complemento de los 70 grados que
tenía de inclinación, y a pesar de la poquísima resistencia que
oponía al viento, como que su diámetro solo era de uno y medio
pies.) La actual ha sido concluida en 1,854. Al N. de esta ca-
lle se halla el magnífico muelle, al cual se suelen dar aun los nom-
bres que tenía cuando no estaba tan extendido, a saber: Muelle
de Caballería (antes se decía de las caballerías), a su extremo
Norte, porque donde estaba hasta el presente año la Capitanía
del Puerto, se hallaba el cuartel de caballerías, que después se ti-
tuló de Dragones.) Muelle de Carpineti, por el frente del Ca-
llejón y puerta de este nombre, donde estaba el antiguo muelle
de Carpineti, y Muelle de San Francisco, por el frente de la pla-
za de este nombre. De 1,828 al presente se ha derribado la mi-
tad de la muralla que formaba esta calle.
EXTRAMUROS.
Calles de Este a Oeste.
Calle de la Cchorrera. — Porque conduce a la Chorrera. La
Caleta donde empieza esta calle, fué célebre en los primeros tiem-
pos y dio nombre a la fruta impropiamente llamada uva de la
caleta; pues por la abundancia que hasta el año 1,825 hubo de
ellas en este sitio, se le llamó uva caleta. El torreón de vigía
que se ve junto a ella fué construido en 1,546, para poner dicha
caleta al abrigo de piratas, haciendo guardia en él, de noche, los
vecinos. En el monte de la Gata, donde se hallan las canteras,
existió intacta hasta el año 1,816 o 20, la célebre cueva del indio
Taganana, que ya se ha destruido. El monte llamado el Veda-
do, se nombró así por hallarse prohibido utilizarlo. Se conoció
calle de Luz y Campo de Marte. Compró dicho molino en 1,720, don Anto-
nio de la Luz y Do-Cabo, portugués, de origen francés, primero que vino a
esta Isla y el mismo que construyó el muelle de Luz para desembarcar los
productos de un ingenio que tenía por Marimelena, llamado Barrelro, cuyo
tejar. aun se conserva.
66 José María de la Toree
también con el nombre de Barasoain, a semejanza de una quinta
de ese nombre que había en la Península. Perteneció a un ca-
nario llamado Valiente, el cual vendía ornamentas y casullas.
Cinco caballerías y media de dicho productivo monte fueron en-
tregados a la familia de los Sigleres, según se ha indicado en el
capítulo cuarto.
Calzada de San Lázaro. — Porque conducía al hospital de es-
te nombre, establecido en 1,746 donde hoy está. Nadie conoce
aun a esta calzada, hoy calle, por el nombre oficial de Calle An-
cha del Norte, que se vé en un tarjetón a su entrada, por la Pun-
ta. En el solar de la hoy casa del señor Larrazábal, había cons-
truido un tal Michell, unos subterráneos para ocultar en ellos
contrabandos, y en 1,823, un geno vés estableció en esos mismos
subterráneos una máquina con la que quitaba la vida al que ha-
cía entrar en su casa, y hacía de ellos chorizos. Empezóse a po-
blar esta calle hacia el año de 1,815, sufriendo mucho sus casas
en los temporales de 1,844 y 46 ; y al tercer día después del tem-
poral de 7 de Agosto de 1,856, una avenida jamás ocurrida del
mar, llegó hasta la calle del Trocadero, ahogándose una niña de
ocho años, y el 27 de Diciembre, del mismo año, hubo otra aveni-
da, llegando el agua hasta la calle de los Genios.
Calle de la Cárcel. — Por el edificio de la Cárcel, cuyo costa-
do cae a ella.
De los Genios. — Por la antigua fuente así llamada, destrui-
da en 1,837, y cuyos leones se ven en la construida frente a la
Cárcel.
Refugio o de la Merced. — El primer nombre, porque pasan-
do por ella el Capitán General Ricafort, se levantó una tempes-
tad que le obligó a refugiarse en casa de una señora viuda de un
tal Méndez, a la cual hizo varias visitas dicho señor General,
agradecido de la buena acogida que dicha señora le hizo en aque-
lla ocasión, y mandó que a dicha calle se le impusiese el nombre
de Refugio. El segundo nombre fué dado al capricho, siendo
sensible ver repetido este nombre en seis calles de la Habana y
sus extramuros, pues esto causa gran confusión.
Vidrios, Lagunas, Seca o de las Canteras. — El primer nom-
bre, por la abundancia de vidrios que había en los basureros que
hasta hace poco se veían en ella; el segundo, por atravesar una
de las tres lagunas que por allí había y la cual fué la primera en
segarse, desaguándola; el último, porque era el camino de las an-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 67
tiguas canteras, que primero fueron del Estado y después de ser-
vicio particular, habiendo constancia de que se beneficiaban des-
de antes de 1,786. Así es que se formó una gran hondonada co-
nocida por el hoyo de las canteras, y más tarde el del Inglés, por
el americano Mr. Nickel, que vivía en ella, (*) con una laguna
donde hasta 1,836 hemos visto bañarse los muchachos y navegar
una lancha o bote. Esta calle se llamó antes de San Francisco
Javier, y se conoce también por del Baluarte, por verse desde
ella el del Ángel, en la muralla del recinto.
Del T rocadero. —Por haberse recibido la noticia de la toma
del Trocadero de Cádiz (1,823), cuando se trató de dar nombre
a esta calle, a que antes se decía del León de Oro.
De las Lagunas. — Por tres lagunas que había en ella y fue-
ron segadas, la última en 1,838. (Véase el plano adjunto.) Se
llamó antes calle de la Anfitrite, y también de los Combatientes.
De Bemol o de los Perros. — El primer nombre, por un fran-
cés de Santo Domingo, de apellido Bernard (corrompido des-
pués en Bernal), que vivió en ella; el segundo, por la abundan-
cia de perros que en la misma se veían siempre.
De las Animas. — Por lo solitario y desamparado que era ; se
llamó antes de la Reunión y también de las Canteras.
De las Virtudes y de la Concordia. — Por las logias masóni-
cas de estos nombres que había en ellas. Las logias de las Vir-
tudes teologales se celebraba en la casa esquina a la de la Indus-
tria, que entonces era la única por aquel sitio. La calle de las
Virtudes se llamó del Sacramento o del Sentimiento, y también
de la Cuereria, por la tenería de don Francisco Cairo, a que
conducía. La de la Concordia se llamó antes del Dios Momo.
De Neptuno. — Porque salía a la fuente de Neptuno, que se
hallaba en la Alameda de Isabel II. Se llamó antes la Placen-
tera y también de San Antonio.
De San Miguel. — Por don Miguel de Castro Palomino, cuya
estancia atravesaba. Es una de las primeras pobladas de la ba-
(1) Este americano se ejercitaba en hacer atahúdes por sus correligio-
narios protestantes, y su casa, que era de madera, estaba debajo, precisa-
mente, de la demarcada con el número 57 de la calle de Neptuno (pertene-
ciente al señor don Rafael Arango y Zaldívar. ) El resto de la hondonada y
laguna (véase el mapa) ha desaparecido bajo los edificios que sobre él se
han construido, siendo ésta la razón porque algunas casas, como la del señor-
don Antonio Bachiller, en la calle de San Miguel (donde principiaba la hon-
donada), son bajas por exterior y altas en el interior.
68 José María de la Tobbe
rriada, y la principal en la misma hasta 1,834, en que se abrió la
de San Rafael, desde la calle de la Amistad hasta la Alameda. Se
conoce por de Santa Bárbara, el espacio entre la calle de la
Amistad y de la Industria, donde se hallaba la escuela práctica
de Artillería, con una batería que tenía su blanco en la calle lla-
mada del Blanco, casi en la misma calzada de San Lázaro. (Véa-
se el plano número 1.) La escuela se trasladó en 1,824, y antes
estuvo en la Cortina del Ángel. Es muy antigua y conocida la
panadería de la Rosa, que está en la esquina de la calle del Cam-
panario Viejo.
De San Rafael. — Nombre arbitrario dado por uno de los co-
misionados para la delincación. Se llamó antes de los Amigos
y del Monserrate, porque conducía a la puerta de este nombre, y
del Presidio, porque en el sitio donde hoy se halla el Teatro de
Tacón había una corrección a cargo de un tal don Juan Naran-
jo, la cual estaba antes en el punto donde en 1,830 se construyó
el extinguido café de Argel. Esta calle, hasta 1,834, solo estuvo
abierta hasta la de la Industria, por ser la de salida de los ba-
rrios de Guadalupe y Jesús María, tomó mucho ser construyén-
dose entonces las buenas casas que se ven en ella. Pero en dicha
época la acabó de abrir hasta su fin el Teniente de Gobernador
don Joaquín Solís, que vivía en la esquina de la Industria; y
desde entonces se hizo la principal para la entrada y salida a la
ciudad, datando también desde esa misma época la preponde-
rancia de la calle de la Amistad sobre la del Diorama (que es
como antes se decía a la hoy de la Industria.)
San José. — Se dice que por el Intendente don José Valiente.
Se llamó de Dolores y de Santa Rosa. Una de las esquinas a la
calle de la Lealtad se conoce por de las Cañas oravas, por las
plantas de esta especie que había en frente de ella.
Calle de Cristina. — Por la reina doña María Cristina, casa-
da con don Fernando VII, en 1,829.
De la Zanja. — Por correr por ella la Zanja Real. En la es-
quina de la calzada de Galiano, donde hoy existe una taberna,
hubo unos baños muy concurridos. El punto conocido antes por
el Tivoli (esquina a la calzada de la Beneficiencia, hoy alambi-
que), se llamó en un tiempo Ranchitos; y en él estableció Alon-
so de Rojas, hacia 1,596, el tercer ingenio de la Habana. Frente
al Tivoli estaba el jardín social del señor Lima (hoy es un bi-
llar.) Al fondo de la casa de alto que hace esquina a la de Ger-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 69
vasio (que es una de las más antiguas de extramuros), hubo ba-
ños conocidos por baños de Villar. En la casa número 71, fren-
te a dicha casa de baños ocurrió el trágico fin de Mr. Luis Mar-
lianí (hermano de Mde. Vigné) y de doña Vicenta Agramonte
(de Puerto Príncipe), conocida por la Vicenta (que relata la
curiosa crónica inédita) del señor don Tomás Agustín Cervantes,
de la manera siguiente :" 25 de Agosto de 1,807, día de San
Luis. En la tarde, como a las seis, fué hallada doña Vicenta
Agramonte y Mr. Luis Marlianí, encerrados en un cuarto, ya di-
funtos y pasados cada uno con dos balas. El caso, como se dá
por verdadero, es que éste Marlianí, después de haber comido
con la Vicenta y bebido con exceso, mandó salir fuera de la ca-
sa (que lo era la que linda con el fondo de la de Chávez, extra-
muros, y por consiguiente hace frente a la Zanja), a un negro,
una negra, y al hijo de la Vicenta, y encerrándose en el cuarto
con ésta, la comprometió a escribir un papel a su tía doña María
Loreto Velasco, en que le encargaba la educación de su hijo,
mandaba pagar una deuda, y se despedía para siempre. Mar-
lianí escribió otro en que decía que por mutuo acuerdo y por el
amor se iban a quitar la vida. Efectivamente, se oyó la explo-
sión de las pistolas, y rompiendo los indicados negros é hijo los
balaustres de la ventana, que caía a la calle, entraron y encon-
traron a los dos ya difuntos ; Vicenta con un brazo tendido y
acostada sobre él; Marlianí; y éste, con las manos cruzadas ha-
cia arriba y en cada una pistola, una apuntando hacia Vicenta y
la otra haeie a sí propio. Se encontraron dos pomitos con esen-
cia de opio,y se supone que el francés aletargó a Vicenta con es-
te narcótico. Así murió la bella Vicenta. ' '
Del Cuchillo. — Por la casa angular que cae a la calle del Ra-
yo, en la cual había concurrencia para el juego.
De Dragones. — Por el cuartel de Dragones (hoy de Lance-
ros), situado entre las calles de la Lealtad y de Escobar, pues el
cuartelillo del mismo Regimiento situado en la esquina a la cal-
zada de Gutiérrez, fué construido en 1,850. Dicho primer cuar-
tel fué antes un hospital y pertenecía a doña Antonia Espíritu.
i1) La Zanja vieja corría por casi todos los fondos de las casas
(1) Esta señora, que poseyó muchas riquezas, vino por vicisitudes va-
rias, a quedar reducida a la mayor pobreza, cuando se hallaba de cuerpo
presente hubo de sentarse, volviendo más tarde a quedar verdadero cadáver.
(Véase la historia inédita del Regimiento de Lanceros del Rey.)
70 José María de la Torre
del Norte de esta calle desde la del Campanario Viejo hasta la
del Águila (véase el mapa) ; y en frente del Mercado del Vapor
esquina a Galiano estaba en 1,736 el molino de tabaco de los he-
rederos de don Bartolo Jaime, movido por el agua de la Zanja.
En las ca-sas número 51 y número 59, hubo cererías, siendo la
primera de un tal Chávez. La casa jardín frente al cuartel, fué
construida por don N. Arjovín, perteneciendo después al Reve-
rendo Padre Pino y después a la Sra. D.a María de la Asunción.
Goicoechea de Escobar, por lo que es conocida por de Maricusa.
De la Salud. — Por la ermita del Señor de la Salud, hoy pa-
rroquial de Guadalupe (véase el capítulo sobre iglesias.) Una
de las esquinas de la calle de San Nicolás, se conoce por de Tin-
dillo (así como otra en la calle del Indio). Según varias escri-
turas, el frente del Sur de esta Iglesia estuvo poblado a media-
dos del siglo pasado, perteneciendo el terreno a don Juan Sigler
de Espinosa (estancia de don Antonio de la Luz.) Se llama
aun real esta calle, porque era camino real para las estancias de
Carmona, Heras, Barrera, etc., siguiendo el camino desde la calle
de San Nicolás para el puente de Galiano, y Neptuno, por cuya
razón dicho puente (modificado en 1,837, y destruido en 1.839,
en que le sustituyó el actual) no seguía la dirección de la calle
de su nombre, sino que estaba bastante inclinado hacia el Nor-
deste.
De la Reina. — Llamóse primero Camino de San Antonio,
por el ingenio de San Antonio el chiquito, que pertenecía al Re-
gidor don Blas de Pedroso ; existía aun en tiempo de la invasión
inglesa, y tenía, además, una hermosa ermita de mampostería y
portal (hoy caserío de San Antonio chiquito), siendo el camino
principal de salida de la ciudad para el campo, hasta 1,735, en
que en la calzada del Monte se hizo un puente (donde está hoy
el de Chávez). Partía de la calle Real (calle de la Muralla),
atravesaba el Campo de Marte, y en línea tortuosa seguía hasta
el citado ingenio de San Antonio. Recibió el nombre de San
Luis Gonzaga, por la ermita de esa advocación (erigida en 1,751
y destruida en 1,835), que había en ella esquina a la calzada de
la Beneficencia. En 1,735 se le dio rectitud y se le puso aceras
de piedras, parece que a costa de los padres Jesuítas, que tenían
estancias por San Antonio Chiquito (véase el plano), y existía
ya la casa de la estancia de Carmona (destruida en 1,849), y en
la esquina a la calle del Águila estaba el Mentidero, que era un
Lo que Fuimos y lo que Somos. 71
semicírculo de asientos donde se reunían los viejos y politicones
a formar tertulia. En la casa número 73 (entre Campanario
Viejo y Lealtad), tenía don Vicente Garcini un trapiche (diri-
gido por el negro Esteban Estrada), donde vendía miel hecha
con cañas sembradas en su quinta del Retiro (conocida hoy por
de Garcini). La quinta de Ovando o de Santos Burat, seguía a
la de Garcini y de ella se ven aun los cimientos de la casa. A
principios del siglo existían pocas piedras de las primitivas ace-
ras, y por medio de la cuadra entre las calles de Campanario
Viejo y Nuevo (en la cual no había aún casas), corría la cañada
que en el día se ve por la calle de la Maloja, para el Sur. En 1,836
se hizo un malecón a lo largo de esta calle, que nivelaba sus dos
alturas, teniendo un ojo en la calle del Campanario Viejo, por
donde pasaban carruajes, y dos calles a los lados. Dicho male-
cón fué destruido en 1,844, en que se hermoseó la calle, constru-
yéndose las actuales anchas banquetas y sembrándose el arbola-
do, dándosele el nombre de Calle de la Reina. En 1,835 se for-
mó el Camino militar o Paseo de Tacón, a continuación de esta
calle, a cuyo final y donde se principió a formar el nuevo Jardín
botánico, se construyó la casa de Recreo de los Capitanes Gene-
rales. Junto a esta y sobre la zanja real se ven aun los restos
de los Molinos del Rey, destruidos en 1,821, en que los tenía
arrendados don Enrique Disdier. (x)
De la Estrella. — Pqrque la primera casa de esta calle (que
empezaba en la calle del Águila y hacía frente al Campo de Mar-
te), se alumbraba con un gran farol en forma de estrella. An-
tes se llamó Calle del Sol.
De la Maloja. — Ya porque en la esquina del Peñón vendían
los malojeros sus sobrantes, ya porque en la segunda cuadra des-
de el Peñón, acera izquierda, había un cadete de caballería que
vendía en su casa dicho forraje. Además, hasta ella llegaban a
principios de este siglo las siembras de maloja que hoy se ven
más al Sur. La esquina a la calle del Rayo se conoce aun por
del Muerto, por un sujeto que acometido de parálisis, fué tendi-
do por muerto, y vive aun en el día. En la esquina opuesta
ocurrió en 1,832 el caso de un mallorquín que asesinó a su esposa
(1) Teniendo la contrata de proveer al Estado de polvo de tabaco a
verdín, le hicieron la maldad de echar polvos de ladrillo a una gran partida
que remitió a la Península, y que desechada, fué la causa de su ruina.
72 José Maeía de la Toebe
y la echó en la letrina, por lo que se dice la esquina del Mayor-
quín.
Cerrada de los sitios de San José. — Porque guía al punto así
llamado, que estaba al fin de la calle, o sea en el placer de Peñal-
ver. Llamábanse sitios de San José, porque los dueños de este
punto (que se llamaban San José), teniéndolo abandonado, de-
jaron establecer en él, formando sitios o conucos, a varios negros
libres que se decían de Carraguao. Echados después, emigraron
a los terrenos de doña Ana Josefa de Urra, situado entre la cal-
zada del Horcón y la calle de la Horqueta, a que dejaron el nom-
bre de Carraguao. En Regla hay otra barriada con esta deno-
minación.
De Peñalver. — Porque conducía al Placer de Peñalver
(pues no está en las tierras pertenecientes hoy a esta familia.)
La esquina a la calle de las Figuras se llamó de las Cañas Bra-
vas, por las que había en ella.
De los Pinos o de Antón Moco. — El primer nombre, por
unos pinos que se veían en ella (diciéndose del Pino, cuando
quedó uno solo de ellos; y el segundo, porque en ella estaba (es-
quina a la calzada del Monte), la taberna de Antón Moco. (El
apellido era Mozo, escrito con cédula (Moco), y quedó corrompi-
do en Moco.) Primera casa de barriada y única hasta 1,735,
desde la esquina del Peñón. Había en el mismo sitio un puen-
te del mismo nombre por donde desaguaban las cañadas de ese
cenagoso sitio.
San Juan. — Por una urna que había dedicada a este Santo
en una de sus casas.
Calzada del Monte. — Porque conduce al campo o monte, y
cambien por que por ella se iba al ingenio, hoy barrio, de Jesús
del Monte. En 1,736 estaba pavimentada hasta la calle del Car-
men. Se llamó antes Calzada de Guadalupe, por la ermita de esta
advocación situada entonces frente a la esquina del Peñón (véase
el capítulo sobre las iglesias). Es de advertir que en el camino
de Santiago de las Vegas a que también conduce esta calzada ha-
bía un ingenio titulado Nuestra Señora de Guadalupe y otro
nombrado San Juan (que dio nombre a la loma y estancia de
San Juan, situadas a dos leguas Sur de la Habana. Se citan en
1,742 y en 1,762). Hasta 1,826 existía en la misma calzada, ace-
ra del Norte, entre la calle de Someruelos y de Cienfuegos, una
gran cruz con base de mampostería, conmemorativa del sitio
Lo que Fuimos y lo que Somos. 73
donde murió el ingeniero don Agustín Crámer, de resultas de
habérsele desbocado la pareja de muías con que venía del campo,
en el mismo punto donde estaba la iglesia de Guadalupe (que
había mandado destruir y que se pasó a la ermita al Señor de la
Salud.) El tramo de esta calzada desde la puerta de la Real
Muralla hasta el Puente de Antón Moco, se hallaba concluido en
1,735. Hacia el año de 1,760 se sembraron seibas a los lados de
esta calzada, desde la Puerta de Tierra hasta la altura de Gua-
dalupe o sea del Peñón, situándose debajo de ellas las negras
fronteras y baratilleros para vender a los transeúntes, y siendo
la más notable de dichas seibas la que había en la ferretería que
hace esquina a la calle del Águila, quedó dicho sitio con el nom-
bre de La Seiba, i1) Al lado de esta seiba había hacia 1,825, un
baratillo de don Belén López, y las últimas de las indicadas sei-
bas fué la que existió en la esquina a la calle de Someruelos,
donde hay hoy una confitería. Desde la esquina de la calle del
Carmen hasta la de la Orqueta, era una ciénaga poblada de
Mangles, atravesado por un brazo de mar que llegaba hasta me-
dio de la calzada de la Infanta (véase el mapa), por el cual na-
vegaban buques de alto bordo. En 1,735 se construyó un puen-
te de madera que se dijo la Puente nueva, y en 1,796 lo recons-
truyó don Miguel de Chávez, administrador de Rentas Reales de
ese punto, que le dejó el nombre de Puente de Chávez, con que
es conocido, pues más 1,arde fué cuando se construyó el de mani-
postería que se ve al presente. Por escritura otorgada en la es-
cribanía de Real Hacienda, en 8 de Julio de 1,807, compró el ci-
tado don Miguel Chávez, a nombre de S. M., en cantidad de
$1,199, una casa para el servicio de la administración, y por es-
critura de 1.° de Marzo de 1,814, se permutó por otra de don Do-
mingo Ramos (que estaba en frente), en $800. (En la misma
que se reconstruyó en 1,829, cual en el día se vé.) Desde el
Puente de Chávez hasta el depósito del Consulado, se llama esta
Calzada del Horcón (nombre que también tuvo el barrio del Pi-
lar hasta 1,852), por un horcón que servía de hito o señal a una
(1) La indicada ferretería de la esquina al Águila, fué una fonda de
madera, la cual se incendió en 1,826, pereciendo en el incendio, entre otros,
tres toreros, uno de los cuales fué el conocido picador Bartolo. A consecuen-
cia de haberse notado falta de agua para apagar este incendio, se dispuso
que en todas las plazas y otros lugares hubiesen pozos ; y por eso los hay ce-
rrados en la puerta de la botica del Peñón, en medio de la plaza de Santa
Clara, que no tiene hoy aplicación por haber cañería desde 1,835.
74 José Mabía dk la Toree
estancia de don Manuel González, o sea en la esquina opuesta al
Jardín de Villanueva, hoy del señor don Jacinto Larrinaga.
De los Corrales, de Vives o de la Habana. — El primer nom-
bre, por los corrales para las reses que había en ella, entre las
calles del Águila y la de los Angeles, al fondo de la iglesia de
Guadalupe, hasta fines del siglo pasado; el segundo, por el Ge-
neral Vives; el tercero, porque teniendo más sombra que la cal-
zada del Monte, van por ella a la Habana los de la barriada del
Sur, logrando acortar una cuadra que se perdía por la indicada
calzada (pues había que hacer un rodeo) hasta 1,855, en que se
ha dado mayor rectitud a la calzada por la Puerta de Tierra.
De Apodaca. — Por el Capitán General de este nombre, que
gobernó la Isla de 1,812 a 1,815.
De la Gloria. — Nombre arbitrario. La esquina a la del In-
dio se llamó de Tindillo, por un celoso comisario encargado de
aprehender a los vagos; y la esquina a San Nicolás se conoció
por la de Perica; y la del Carmen de las tres Marías, tal vez por
su soledad y desamparo.
De la Misión. — Nombre que le dieron don Juan Antonio
Unzueta y don Gaspar Chaple, por la misión o sea comisión que
tuvieron de arreglar las calles de ese barrio.
Calzada del Arsenal. — Por la que se hizo en el basurero, sa-
liendo de la Puerta de este nombre. Antes se llamaba la calza-
da de Puerta Nueva.
De la Esperanza. — Se llamó antes de San Juan y era un ca-
llejón cerrado con un alto muro por el Este, donde se echaban
basuras ; y los encargados de arreglo de calles de aquella barria-
da, vecinos de Juan Alonso Unzueta y don Gaspar Chaple, le
aplicaron el nombre de la Esperanza; aludiendo a la esperanza
que concibieron de que se accediera, como se accedió, al derrum-
be que propusieron de dicho muro, abriendo así comunicación
más fácil con la ciudad y destruyendo el foco de infección que
había con las basuras. La esquina a la calle de San Nicolás se
llamó del Cangrejo, por una taberna de ella que pintado un can-
grejo y era la reunión de los negros curros del Manglar, que a la
consigna de Mata-cangrejo, mataban al que pasaba. El negro
Tonda o Napoleón, que autorizado por el gobierno los perseguía,
fué muerto por otro negrito zapatero frente a San Nicolás. La
esquina a la del Alambique se llamó de Salta Perico.
Lo que Fuimos y lo que Somos.
De la Alcantarilla. — Por una alcantarilla que había en ella
junto al Arsenal.
Calzada de Vives. — Porque se construyó durante el mando
del general Vives, a consecuencia del segundo incendio de Jesús
María, en 1,828.
De la Puerta Cerrada. — Porque conducía a la puerta de la
Talla piedra (en la pared del Arsenal), la cual, así como la de la
Tenaza, que servía para entrada a la barriada en la ciudad, fué
cerrada en 1,771, a consecuencia de disenciones entre los Gober-
nadores de Mar y de Tierra.
De la Diaria. — Porque en ella se hallaba la casa de Provi-
sión, donde se despachaba la ración diaria de carne para la ar-
mada. Antes se decía de San Juan de la Diaria.
De Tallapiedra. — Por don José Tallapiedra, contratista de
tabacos con la Real Hacienda, que construyó el muelle de su
nombre (hoy de Andreu). Antes se llamó del Pilar.
Calles de Norte a Sur.
Del Morro. — Porque antes de construirse la actual Real
Cárcel se veía desde ella el Morro.
De la Economía. — Porque don Cándido Rubio, que tenía un
taller de maderas en intramuros, fabricó con las tablas de dicho
taller y con la mayor eqonomía, las casitas de que se compone el
lado Este de esta calle.
Del Prado. — Por ser la alameda construida en 1,772 con el
nombre de Nuevo Prado o Paseo. La esquina a la calle de Nep-
tuno se conocía por Neptuno, por haber una fuente con este Dios
mitológico hasta 1,840, en que fué destruida dicha fuente ; y la
de la esquina de San Miguel se decía de Argel, por un café de
este nombre que tenía pintado el combate de Argel, en 1,830. En
donde hoy existe la puerta de Colón (Campo de Marte), junto
a la fuente de la India, había un café y nevería llamado Atenas,
donde se reunía la gente después del paseo ; fué destruido en
1,835, cuando se hizo el emberjado del Campo de Marte. Se
llamó Calle Ancha, desde la calzada del Monte al Arsenal, por-
que forma verdadera calle Ancha. Estuvo cerrado este tramo
hasta 1,832, y se conocía por calle del Basurero, porque había
siempre en él un gran basurero.
Del Consulado. — Porque en 1,779 se fabricaron entre la ca-
?6 José MaeÍa de la Toree
lie del Consulado y la Alameda, cuarenta barracones de madera
redonda y paja, para acuartelar los 12,000 hombres del ejército
de operaciones que vino al mando del Teniente General don Vic-
torio Navia. Por disposición del señor Intendente don José Pa-
blo Valiente, intendente desde los años de 1,792 a 98, se dividie-
ron dichos barracones en varias posesiones numeradas y con
nombres sus calles para que se alquilasen por cuenta de la Real
Hacienda, constando que en 6 de Febrero de 1,794, había 18 ha-
bitaciones frente a la Alameda y en la calle de la Zanja; 11 en
la calle de San José, 9 en la de San Andrés; 6 en la Real, y 8 en
las de las cocinas. Estos barracones pasaron por fin al consula-
do y los habitaban los negros bozales que se introducían. En 25
de Febrero de 1,822, hubo tal incendio en ellos, que volaron los
que había desde la calle de las Virtudes hasta la Laguna. El
último barracón vino a destruirse en 1,836, y estaba en el sitio
donde hoy existe una fábrica de carruajes, calle de las Animas
esquina a la del Prado.
De la Industria del Diorama. — El primer nombre, porque
los agentes o sea encargados en 1,830 del reparto, tomaron en
ella solares, fabricando y haciendo de esto una industria. El se-
gundo nombre, por hallarse en ella el Diorama construido por el
pintor Vermay, en 1,827, y destruido en 1,850.
De Crespo o del Recreo. — El primero, por el E. S. don Ig-
nacio Crespo. El segundo, por los baños del mar titulados El
Recreo o de Romaguera. La esquina a la calle de las Virtudes
se llama del Macaco, por un mono que había en ella y que luego
quedó pintado en la misma.
De la Amistad. — Se trazó en 1,735, con otro rumbo, y hacia
el año de 1,818, en que se poblaron las tres manzanas más próxi-
mas a la calzada del Monte, se le dio la actual dirección.
Del Águila. — Por un Águila que pintaron en una de las ta-
bernas que hay en ella. Se trazó para ir de la iglesia de Guada-
lupe al molino de Jaime (que estaba en la casa del señor Mayoli,
frente al mercado del Vapor esquina a las calles de Dragones y
de Galiano, por donde entonces corría la zanja.)
Del Blanco. — Porque cuando existía la escuela práctica de
Artillería, en la calle de Santa Bárbara, estaba en ella el espal-
dón o blanco de dicha escuela (véase en el mapa el sitio de dicho
espaldón). En 1,837 se convertía aun en laguna esta calle, en
Lo que Fuimos t r,o que Somos. 77
la época de las aguas ; y desde esa época se comenzó a poblar, ele-
vándose el suelo, i1)
De Cienfuegos y de Someruelos. — Por los capitanes genera-
les de estos nombres. La de Someruelos se llamó también de
Bocarro, por el director de ingenieros don Antonio Ventura So-
carro, que fabricó la hermosa casa conocida también por su nom-
bre, la cual hace esquina a la calzada del Monte, falleciendo en el
año de 1,820 ; y la de Cienfuegos se llamó también de Cervantes,
por atravesar las tierras que tocaron en suerte a don Tomás
Agustín Cervantes, en el año 1,809, en que se hizo la última di-
visión de la estancia de Diego de Soto.
De Farruco o de la Factoría. — Por don José María Brito,
conocido por Farruco (2) que vivía en ella (número 20), y daba
frecuentes bailes; el segundo, porque conduce a la antigua fac-
toría de tabacos (hoy Hospital Militar).
Del Palomar o de Suárez. — El primero, porque hace poco
tiempo había en la acera del poniente, cuadra entre las calles de
la Misión y de la Esperanza, un palomar que se hacía notar so-
bre un portal construido por uno que llamaban Tío Juan Do-
mínguez, que vivía en unos cuartos de madera y se ocupaba en
curtir cueros ; el segundo, por habitar en distintas casas de ella,
individuos de la familia de don Miguel Suárez, antiguo cirujano
mayor del Hospital Militar, y entre ellos los doctores don José
.Miguel, don Antonio y el licenciado don José de Jesús.
De Galiano. — Por don Martín Galiano, ministro interventor
de obras de fortificaciones, que construyó el puente que lleva su
nombre ; cuyo puente era oblículo a la calle actual, pero no a la
calzada antigua; que tenía la dirección N. N. E. o sea para e
nrincipio de las canteras, en la calle del Consulado esquina a la
de San Miguel, por el límite de la estancia de Hano y Veg?
(véase el plano), pues fué hecha calzada para que por ella tran-
sitasen las carretas que entraban en la ciudad por la Puerta de la
Punta, estando prohibido que lo hiciesen por la de la Muralla, y
(1) La casa número 29 calle de Galiano (primera cuadra desde San
Lázaro), puede dar idea de lo que se ha levantado el suelo por este punto,
pues siendo construida cuando casi todo su contorno era laguna, se halla hoy
su suelo a mas de una vara y media de profundidad, respecto del de la calle.
(2) El padre de éste, don Eugenio Brito, era carpintero de ribera, em-
pleado en las obras del Arsenal, donde solía ir acompañado de su indicado
hijo José María, que siendo grueso cuando niño, los demás empleados galle-
gos le llamaban Parruquiño o Farruco, nombre con que se le conoció gene-
ralmente, sin embargo de no llamarse Francisco.
78 José Maeía de la Toree
no habiendo ni las del Monserrate ni la de Colón. En 1,836, el
general Tacón le hizo dar a dicho puente la dirección de la ca-
lle; y en 1,839 fué destruido reemplezándose por el actual para
colocar el ferrocarril. Esta calle estuvo cerrada en la calle de
San Miguel hasta 1,842, en que abriéndose dio gran impulso a la
barriada del Monserrate. En la esquina de la Zanja en donde
hay una taberna frente a la estancia de Hano y Vega, había un
baño de don Francisco Gallo, concurrido por toda la Habana.
El terreno donde se halla la iglesia ; y una gran parte inmediata
a ella, se conoció por de la Marquesa, por pertenecer a doña Car-
men Peñalver y Cárdenas, Marquesa viuda de Arcos (casada
con don José Peñalver) y correspondía a la estancia del castella-
no don José de Santa Cruz, y la manzana que cae al S. de la igle-
sia fué el jardín de Francisco Armenteros, destruido en 1,847.
Del Bayo. — Por un rayo que cayó en una de las casas entre
las calles de la Reina y de la Estrella, causando lamentables es-
tragos y trágicos incidentes. La esquina a la de la Zanja se co-
noce por del Cangrejo, por un cangrejo que había pintado en
ella. En esta calle, desde la orilla de la Zanja corría un brazo
de la zanja mamposteado, pero sin cubrir, que atravesaba la calle
de San Rafael, surtía de agua a las casas, atravesaba la de San
Miguel y sirviendo la Sierra de Ajuria, desaguaba en la mar.
De San Nicolás. — Por hallarse en ella la iglesia de este nom-
bre. Es la calle más larga de los extramuros y se llamaba de
San Cayetano.
De Manrique o Campanario Nuevo. — El primero, por el
presbítero don José María Manrique, hijo de Güines, que vivía
en ella, esquina a la Zanja. El segundo lo recibió por el Cam-
panario nuevo de la iglesia de Guadalupe, empezado cuando el
cuerpo principal de la iglesia (1,815) y terminado 1,838. Se
llamó antes de Terranova.
Del Campanario Viejo. — Porque en ella estaba primero el
campanario de la Parroquial de Guadalupe. La esquina a la ca-
lle de San Rafael se llamó del Sol, por tener pintado un Sol,
siendo taberna aislada hasta 1,825.
De la Perseverancia. — Nombre arbitrario, impuesto por los
ingenieros encargados de trazar las calles en 1,818, por la Perse-
verancia que mostraron en llevar a cabo su encargo.
De la Lealtad. — Se llamó de Leal (tal vez por alguno de es-
te apellido), y después de San Francisco; más en 1,831, don Jo-
Lo que Fuimos y lo que Somos.
7!»
sé María Morejón y Rojas, estableció una cigarrería en ella (es-
quina a la calle de la Salud), con la marca de la Lealtad, que pu-
so por título a su establecimiento ; y de allí se dio nombre a la
calle, i1) Se llamó también de Fideos, por la conocida casa de fi-
deos (fábrica de este artículo) que fué devorada por un incen-
dio hacia 1,818.
De Escobar. — Por don José María de Escobar, que vivió en
la casa esquina a la Zanja (comprándola en 1,800 a don Fran-
cisco Arango), haciéndose muy popular así por la distinguida fa-
milia a que pertenecía, como por su trato franco y social. La in-
dicada casa tenía un jardín con pilares, figuras y otros adornos
hechos por el Presbítero don Casimiro Arango. Se llamó antes
calle de Matamoros, por don José Matamoros, que vivió la casa
que hoy sirve a los coroneles de Dragones. La esquina a la ca-
lle de San Miguel, se llamó del Globo por un globo que había
pintado en una taberna de ella.
Cerrada del Paseo. — Porque hasta 1,836, en que se terminó
el paseo de Tacón, el paseo en carruaje por tarde se hacía por
la calle de Dragones y la Salud, doblando por dicha cuadra Ce-
rrada del paseo.
De Gervasio o de las Animas. — Por don Gervasio Rodrí-
guez, empleado que fué en la Hacienda y era dueño de una es-
tancia. Tenía una famosa conejera y quinta, que hasta no ha
mucho existía y cuya casa es la que en dicha calle hace esquina
a la calle de las Lagunas. Se llama de las Animas por que en
ella, esquina a la calle de la Salud, casa de doña Cipriana de
Castro, había una retablo de Animas.
De Chávez. — Por don Macedonio de Chávez, que vivía des-
de principios de este siglo en la esquina a la zanja, frente al Tí-
voli. Se llamó también de los Perros, por la abundancia de es-
(1) La décima que acompañaba la marca de las cajetillas de cigarros
'que era la principal venta), decía:
Si es de la fidelidad
Signo la marca que ves,
No tiene que temer, pues,
Un engaño o falsedad.
Por toda seguridad
De que has de ser complacido.
Ocurre bien entendido
Que al hacerte invitación
De quedar llevo intención
Yo pagado y tu servido.
80 José María de la Torre
tos animales, que se veían antes en ella, y de San Antonio y tam-
bién del Bledo.
De Gutiérrez. — Por don Mateo Gutiérrez, natural de las Is-
las Canarias, que había sido carretero y la construyó, teniendo
hacia la cantera un molino de tabaco. Fué regidor constitucio-
nal en 1,812. Se abrió como calle en 1,782 (x) y se llamó del
Cocal, por el que había en la estancia de Gervasio hasta hace po-
cos años, y también el terreno de enfrente, de que se conservan
muchas matas. Se llama también de la Beneficencia, por estar
en ella la casa de esta institución y de Belascoaín (particular-
mente desde el paseo de Tacón hasta la calzada del Monte),
nombre que le dio el general O'Donnell, que la hizo en memoria
de su malogrado amigo el Conde de Belascoaín. Entre esta cal-
zada de Tacón y Monte, se ve la casa que fué ingenio de Peñal-
ver.
De los Angeles. — Por unos ángeles que había pintados en
una esquina de ella.
De la Florida. — Por haber pasado a vivir a ella algunos emi-
grados de la Florida. La esquina a la de la Misión se llamó de
la Matica, por una familia de este apellido que vivía en ella.
De Peña-blanca o del Indio. — El primero, por la loma de
ese nombre, sobre que se halla, y el segundo por don Tomás Cu-
riel, indio de Puebla de los Angeles, que fué gobernador del
Morro, y puso una taberna en la calzada del Monte, la cual se ti-
tula del Indio. (2)
Del Alambique. — Por un alambique que había en ella y per-
teneció a don Tomás Guimbal, casado con doña Ana Luz. En
el incendio de 1,802 fué quemado dicho alambique, pero se res-
tauró, perteneciendo después a don José Soler. El mar llegaba
en 1,812 hasta dicho alambique, que está situado en la esquina
de la calzada de Vives, donde aun pueden verse el pilotaje del
muelle que tenía. La calle se llamó antes Cerrada de la Diaria.
(1) Véase el plano levantado por el Agrimensor Bartolomé Flores
y añadido en 1,782 por el Agrimensor D. Santiago José Aguilar, del realengo
comprendido entre las estancias de Carmona y don Antonio de la Luz.
(2> Tuvo un hijo llamado Juan Tomás, y cu biznieta María Curiel, fué
abuela de don Nicolás Betancourt, vecino hoy de la Vuelta-Abajo, y que con-
serva los títulos, papeles y cartas auténticas de los reyes.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 81
De las Figuras o de la Cañada. — El primero, por las figuras
que tenía pintada una casa de don Vicente Segundo esquina a la
de San Juan (muy conocida por la casa de las figuras) ; y el se-
gundo, por la cañada que aun corre por la parte del Sur. Se
llamó antes de los Mandingas y de Peñalver, y al puente que te-
nía se le decía de la Española y estaba en la esquina a la calle de
la Gloria. La esquina a la calzada del Monte se llamó del Gua-
rapo.
De la Merced o del Carmen. — Se ignora. La esquina de la
calzada del Monte se llamó de la Popó, por una familia de ese
apellido que allí vivía y dio también antes su nombre a la calle
del Carmen. Siguiendo esta calle por el costado del rastro de
cerdos y hasta la calzada de Belascoaín, se encuentran las casas
del ingénito de Peñalver, que a fines del siglo pasado aun hacía
miel y que don Adrián de Armas lo vendió al padre (después
arzobispo) don Luis Peñalver, en precio de $5,000.
Del Cangrejo. — Por la abundancia de cangrejos que aun
hay en ella.
Pueblo Nuevo.
La parte Norte del Paseo de Tacón fué toda la estancia de
Carmona, y después de don Pedro Interián, por su suegro don
Francisco González del Álamo. La parte del Sur corresponde
a los terrenos que pertenecieron al doctor don Bernardo de
Urrutia y a los Sigleres, y después a los Peñalveres.
De Interián o de Jesús Peregrino. — El primero, por don Pe-
dro Interián, dueño de casi todo el terreno, y el segundo, por un
retablo de Jesús Peregrino que tenía el célebre negro conspira-
dor Aponte, que allí vivió y que fué ahorcado con ocho de sus
cómplices el año de 1,812.
De Cervantes o del Pocito. — Por don Tomás Agustín de
Cervantes, que era casado con doña Inés Interián, hija de don
Pedro, y el segundo por un pozo que había en ella. Antes se
llamó de San Miguel.
De la Merced. — Se ignora, siendo problablemente dado al
capricho. Se cuentan cuatro calles con ese nombre en solo la
ciudad y sus extramuros.
De las Delicias. — Por el fresco y vista pintoresca que ofrece.
82 José María de la Torre
Del Jardín del Obispo. — Porque conducía al jardín que te-
nía el Obispo Espada desde la Zanja hasta el Campo-santo (del
que aun se ven las guardarrayas de palmas y fragmentos de la
casa de viviendas frente al cementerio), y por lo cual cemente-
rio suele llamarse el Cafetal del Obispo.
De la Soledad. — Por lo solitaria que es aun hoy.
CAPITULO VII.
Plazas, Mercados. — Medidas y Distancias.
Plazas y Mercados.
La primera fué la de Armas, llamada así porque en ella se
hacían siempre las revistas y ejercios de tropas. Donde está el
Palacio de Gobierno se hallaba la parroquial.
La segunda fué la de San Francisco, que tenía dos fuentes,
hasta principios del presente siglo. En algún tiempo hubo en
ella mercado, pero los frailes lograron que se trasladara a otra
parte. En el corriente año se ha reducido mediante a haberse
retirado una veinte varas más de lo que estaba la verja que lo
ciñe por el mar.
La tercera fué la plaza nueva, llamada así, dice Arrate, por
que se formó y dispuso el año 1,559, después de las referidas. Co-
nocióse después (y aun se conoce), por Plaza vieja, porque sien-
do la de mercado se fprmó después la del Cristo, que llevó por
mucho tiempo el nombre de Nueva del Cristo.
La Plaza vieja se convirtió en mercado en 1,836, derribán-
dose entonces la fuente que tenía en el centro, que fué la prime-
ra que se construyó en la ciudad, siendo Gobernador el Marqués
de Casa Torres, e imponiéndose el nombre de Mercado de Cris-
Una.
La del Cristo, nombrada Plaza nueva, desde 1,814, en que se
estableció mercado en ella; llamado Mercado del Cristo desde
1,836, en que establecieron sus casillas.
Las de Belén, cuya hermosa fuente, construida a principios
1,857, para reedificarse con más mezquindad, aunque mayor aseo.
En 1,817 se formó el mercado conocido por Plaza del Va-
por, construyéndose de madera sus casillas y formando un oc-
tógono su interior.
84 José María de la Torre
El nombre de vapor lo debe a haber colocado don Francisco
Marty y Torrens, en una fonda que tenía en el lado de la calza-
da de Graliano, un cuadro con la vista de un vapor, aludiendo al
Neptuno, primero que vino a la Isla (1,819), y hacía viajes de la
Habana a Matanzas. En 1,836, reedificado el mercado de can-
tería por el General Tacón.
La de Colón, mercado fundado en 1,843, en la calle de las
Canteras, entre las de Crespo y del Águila.
Hay otras plazuelas generalmente frente a las iglesias, pe-
ro no merecen especial mención.
Medidas y distancias de la Habana.
Vs. cbns. i1)
Perímetro o circunferencia de la ciudad por el ex-
terior de sus murallas (o sean los intramuros) 5,770
Mayor largo 2,370
Ancho 1,172
Superficie (intramuros) . . 1,931.009
Longitud de las murallas por la parte de tierra 2,100
Calle de San Isidro 544
ídem de Acosta 882
ídem de la Merced 775
ídem del Sol 1,075
ídem de la Muralla (y de la Cuna) 1,035
ídem del Obispo 1,102
ídem de O'Eeilly 1,170
ídem de Chacón 460
Del Egido y Monserrate . 2,370
Bernaza 490
Compostela 1,889
Habana 2,078
Cuba 2,029
San Ignacio 1,612
(1) El ámbito o espacio que ocupaba la población (dice Arrate en
1,701), por dentro del recinto antes que se ampliase más éste con la nueva
muralla que se le formó por la parte del Sur y del Este, tenía de circunfe-
rencia 5,541 varas, medidas exactamente, por don Pedro Menéndez, natural
de esta ciudad.
Lo que Fuimos y lo que Somos.
Vs. cbns.
Mercaderes 656
San Pedro 369
Paseo de Roncali 420
Salón de O'Donnell 322
Cortina de Valdés . . . 157
Muelle de Caballería 750
Desde la esquina de la casa de Gobierno (Plaza de
Armas), hasta la salida de la Puerta del Mon-
serrate, por la calle de O'Reilly. (La casa de
Gobierno, 61 varas y 9% su portal. Seten-
ta y una varas de lado) 978
Foso y camino cubierto hasta la esquina de Escau-
riza (con la doblada de calzada, paseo, etc.). 250
Desde Escauriza hasta Galiano 488
Desde Galiano hasta Belascoaín 849
Belaseoaín, desde la calle de San Rafael hasta la
calzada de San Lázaro 367
Belascoaín, desde San Rafael al paseo de Tacón. 544
Paseo de Tacón, desde Belascoaín hasta la calza-
da de la Infanta 910
Calzada de la Infanta, desde el paseo de Tacón has-
ta la esquina de Tejas 1,944
Belascoaín, desde el paseo de Tacón hasta la calza-
da del Monte 1,072
Calzada del Monte, desde la esquina de Belascoaín
hasta la calzada de la Infanta (o sea esquina
de Tejas) 1,121
Calzada de la Infanta, desde el paseo de Tacón
hasta la calzada de San Lázaro (por las Can-
teras) 1,641
Calzada de San Lázaro, desde Belascoaín hasta la
entrada de la calzada de la Infanta. . . . 703
Desde la esquina de Tejas hasta el puente de Agua
Dulce 648
Calzada de San Lázaro, desde la entrada de la cal-
zada de la Infanta hasta el Cementerio de los
ingleses 2,510
86 José María de la Toere
Vs. cbns.
Calzada de Cristina, desde la esquina de la de Be-
lascoaín hasta el puente de Agua Dulce. . 1,526
Calzada del Cerro, desde la esquina de Tejas hasta
la de Buenos Aires 248
La calle del Águila 2,125
La de San Nicolás 2,065
Desde la muralla al castillo de Atares. . . . 1,540
Desde la puerta de la muralla al castilo del Prín-
cipe 2,893.1|3
Desde la Plaza de Armas a la esquina de Tejas. 4,275
CAPITULO VIII.
Iglesias, Hospitales, Casas de Beneficencia, etc.
Catedral. — La parroquial primeramente construida en el
puerto de Carenas, fué de embarrado y guano, siendo su patro-
no y titular San Cristóbal, habiendo sido destruida en 1,538, por
los piratas.
"Ilustran esta ciudad, dice Arrate, dos iglesias parroquia-
les y dos auxiliares, correspondiente a lo numeroso de su vecin-
dad y feligresía. La mayor es dedicada al ínclito mártir San
Cristóbal, patrón de la ciudad y titular suyo. Está situada, co-
mo ya dije, cerca de la ribera de la bahía, de suerte que entre
ella y la playa solo media el espacio de la plaza de Armas y una
corta acera de casas : comenzóse a construir el año de 1,550, por-
que la primitiva había sido incendiada por los enemigos el año
de 1,538, como se apuntó en otro lugar, y habiéndose aplicado
para esta obra la poca renta de fábrica que entonces habría, al-
gunos arbitrios y la contribución del vecindario, duró mucho
tiempo su construcción hasta que vino a darle su principal
complemento y deseado fin, la herencia o legado que destinó
para ello Juan de Rojas, uno de los vecinos más ricos y condeco-
rados de aquella edad, y que había ejercido diversas veces el go-
bierno de esta república. De modo que debió a este subsidio su
final conclusión por los años de 1,581 o poco más adelante, dán-
dole en el candor de aquellos tiempos el honor de patrono, po-
niendo el escudo de sus armas, sobre el lugar más público y emi-
nente de dicho templo, yerro que enmendó la política del cabil-
do, aunque a costa de una ruidosa controversia, haciendo colocar
las de S. M. en aquel paraje, como era debido.
Casi un siglo después la reedificó y amplió el señor Obispo
don Juan de Santo Matías, con auxilios y limosnas de los veci-
nos, por los años de 1,666. Compónese este templo de un cañón
principal y orden de capillas a la parte del norte, anchuroso, y
88 José Maeía de la Tobre
capaz; y aunque no a lo moderno, fué para aquella edad, como
dice el maestro Gil González, noblemente edificado, aunque hoy
por no ser correspondiente a lo ilustre y numeroso de esta pobla-
ción, la desluce y desautoriza mucho un lunar tan notable, por-
que lo que entonces era decente y regular para una pequeña vi-
lla o ciudad, ya desdice de una de tanto esplendor, supongo que
a esta desgracia han dado motivo los obstáculos que sobre la tras-
lación a otro sitio se han ofrecido, malográndose el tiempo más
oportuno para la fábrica y construcción de esta iglesia, a quien
lia enriquecido de alhajas y de ornamentos la magnificencia del
señor don Fr. Juan Lazo, quien le hizo labrar un sagrario her-
moso de plata, que costó más de $10,000 y es correspondiente a
la lámpara mayor, que es muy exquisita y ostentosa. También le
ha adornado con un retablo dorado, primoroso, y si en la erección
de nueva iglesia, no se le hubiesen frustrado sus deseos y diligen-
cias, no nos hubiera dejado en la obra que apetece y admirar."
El historiador Valdés, hablando de la misma parroquial, di-
ce:— "Su situación, era la que en el día tiene el palacio de Go-
bierno, con la puerta principal al occidente, las dos colaterales al
Septentrión y mediodía, y el altar mayor al oriente. Su exte-
rior era tan ordinario que por la parte oriental y meridional
más parecía casa particular que templo de Dios. El interior,
por sí solo mirado, tampoco encerraba objeto en que la curiosi-
dad pudiese detenerse: y en una palabra, en aquella iglesia se
portó tan groseramente la mano de su artífice, que desnuda del
ornato del culto se tomaría por una hermosa bodega; adecuada
más para parroquial del Puerto de Carenas que para la última
parroquia de la Habana. Esta iglesia constaba de dos naves
y la sacristía estaba a espaldas del altar mayor, con el que se co-
municaba por medio de dos puertas. La ante sacristía era re-
ducida; salía a la nave colateral y servía para desahogo de los
clérigos ; a continuación de ella corrían varias oficinas bajas y
altas con sus balcones, para el cura y demás dependientes de la
iglesia, y estas habitaciones correspondían al lado de la Plaza de
Armas. Al Septentrión estaba el cementerio cercado de tapias,
y con su puerta frente al costado, y de la nave colateral. La to-
rre estaba situada a occidente, hacia a la izquierda de la puerta
principal. No guardaba medidas en su arquitectura, porque
era muy ancha y poco elavada. Tenía tres cuerpos, el primero
servía de batisterio ; el segundo, de habitación del campanero pa-
Lo que Fuimos t Lo que Somos. 89
ra el reloj (*) y cinco campanas regulares. El señor Laso pre-
tendió derribar esta iglesia y fabricar otra en el mismo sitio ; pe-
ro no lo hubo de conseguir y continuó sirviendo hasta que expul-
sados los jesuítas, se concluyó la que existe en el día, erigida en
catedral sobre los principios que tenían adelantados aquellos re-
gulares estinguidos. " (2)
En 1,779 se verificó la indicada traslación a la iglesia de los
expulsados jesuítas; y en 1,789 (3), en que se dividió la Isla en
dos Diócesis, fué declarada Catedral de la Habana.
Convento de San Juan de Dios. — Por los años de 1,593
naufragó frente a la playa de Bacuranao una fragata nombrada
"Perla", cuya tripulación y pasajeros perecieron, salvándose
muy pocos. Entre estos se contó un tal Sebastián de la Cruz,
que tomó después el hábito de la orden de San Francisco, y se
ejercitaba en curar enfermos desvalidos. Vivía en un colgadizo
situado junto al colegio de San Felipe y Santiago, donde hoy es-
tá San Juan de Dios, y dicho colgadizo estaba destinado a guar-
dar la lancha del Morro, pues el mar llegaba hasta la plazuela,
en la pleamar, atracando y amarrando sus botes en el mismo si-
tio los pescadores.
En 1,570 parece que se fundó en el barrio de la Ciénaga un
hospital con el nombre de San Felipe y Santiago, por haberse
hecho la erección de dicho día. La parte baja donde estaba el
hospital contenía veinte camas, y en la alta estaban antes los co-
legiales. En 1,603 varió su nombre en Hospital de San Juan de
Dios, por haber venido a servirlo los Juaninos o hermanos de la
congregación de San Juan de Dios. (4) En 1,648 fué declarada
su iglesia, auxiliar.
(1) Este reloj debe ser el mismo que tiene actualmente, pues con moti-
vo de una composición que hubo de sufrir en 1,850, se ha visto que fué cons-
truido en Londres el año de 1,698.
(2) El colegio de Jesuitas proyectado en 1,656, se erigió en 1,724. Cuan-
do en 1,834 se removieron los cimientos de la Plaza de Armas para el nuevo
adorno que se le hizo en ella, se encontraron huesos humanos del cementerio
de dicha parroquial mayor.
(3) Al lado de la puerta que cae a la calle de San Ignacio hay una lá-
pida con la siguiente inscripción : "El Iltmo. señor don Pedro Agustín Morel
Santa Cruz, digno Obispo de Cuba, etc., consagró esta Iglesia de la Santa ca-
sa lauretana de María Santísima, en VIII de Septiembre de 1,755."
(4) Antes de la entrega a los Juaninos solo pertenecía al hospital la
parte exterior, pues la interior era un huerto de un eclesiástico que hizo do-
nación de él al hospital, así que se hizo la entrega a los Juaninos. El hospi-
tal se mantuvo bajo la administración de los Juaninos hasta 1797, en que se
puso bajo de un administrador, como existe en el día.
90 José María de la Tokre
Santo Domingo. — En 1,578 se fundó el ex-convento de San-
to Domingo, que debió mucho a la liberalidad de los Condes de
Casa Bayona, cuyos retratos existen en la sacristía. En 1,728
se estableció en él mismo la Real Universidad. San Luis Bel-
trán fué religioso de este convento; así como San Francisco So-
lano lo fué del de San Francisco.
San Francisco. — En 1,591 se concluyó la fábrica principal
del convento de San Francisco, promovido desde 1,574. Situóse
tan a la orilla del mar, que parte de sus cimientos se hicieron de
pilotaje sobre él mismo. Eeconociéndose en 1,719 indicios de
ruinas en la capilla mayor, se derribó y comenzó a labrar un
crucero de bóveda con grandes dificultades por los pocos recur-
sos con que se contaba. En 1,738, mediante el celo del Obis-
po Fr. Juan Lazo, fué concluido tal como se vé en el día. En su
torre (que es una de las pocas obras maestras de arquitectura
que se puede citar en esta ciudad), había un reloj y en su cúspi-
de una estatua de San Francisco que calló en el huracán de
1,846. En 1,841, en que fueron extinguidos los conventos de la Is-
la, se redujo este a depósito de frutos. En 1,856 se ha traslada-
do también á él el archivo general de todas las Depedencias de
la administración. En 1,608 se erigió en loor del Santo Cristo
Custodio de la Vera-Cruz la capilla de la Tercera de San Fran-
cisco (1) desde la cual salían las estaciones del Vía-Crucis, todos
los viernes de cuaresma, recorriendo la calle de la Amargura y
concluyendo en la iglesia del Humilladero o sea el Cristo. El
año 1,807 se celebró por última vez dicho acto religioso, empe-
zando desde entonces a quitarse las cruces que había en dicha ca-
lle y quedando únicamente la Cruz-Verde, que no se puso por
otra razón que por ser dicha calle la Vía-Crucis, a pesar de las
muchas tradiciones que se han forjado sobre dicha cruz.
San Agustín. — En 1,608 se erigió el conveuto de San Agus-
tín, de quien es patrona Nuestra Señora de la Candelaria. En
el costado que cae a la calle de la Amargura se ve una lápida con
la siguiente inscripción: "Acabóse esta capilla de Nuestra Seño-
ra del Carmen con limosnas que dio esta ciudad, siendo funda-
( 1 ) En uno de los adornos de la portada de esta capilla se lee : "Anno
Domini 1,751", que parece ser en el que se concluyó. "En esta capilla, dice
Arrate, está colocada la milagrosa imagen Santísimo Cristo, conocido por el
renombre de la Santa Cruz, la que sudó maravillosamente el año de 1,700, de
que se hizo atento y formar examen."
Lo que Fuimos y lo que Somos. 91
dor y mayordomo Diego Rodríguez y Juan Santiago. Año de
mil seiscientos cincuenta y nueve."
Santo Cristo. — En 1,640 se edificó una ermita con el nom-
bre del Humilladero (hoy Santo Cristo del Buen Viaje), para
que se terminasen en ella las estaciones que se acostumbraban
los viernes de cuaresma. En 1,693 fué declarada ayuda de pa-
rroquia, y en 1,852 parroquia. La especie de atrio que se vé en
su frontispicio le sirvió en un tiempo de cementerio. En esta
iglesia estuvo la congregación de San Felipe de Neri, hasta que
tuvo iglesia propia separada.
La Merced. — En 1,637 se proyectó el convento de la Mer-
ced, por la importancia que ya tenía el oarrio de Campeche;
pero hasta 1,746 no se realizó el pensamiento. Fundóse prime-
ro en la esquina opuesta a la casa del señor don José Eusebio
Alfonso, y en 1,792 se colocó el Sacramento en el actual templo.
Espíritu Santo. — En 1,638 edificaron unos negros libres
una ermita bajo la advocación del Espíritu Santo. En 1,648, a
causa del aumento de población en la barriada, fué declarada
auxiliar de parroquia, y hacia 1,661 parroquia, siendo la segun-
da de la Isla. Tiene reloj en su torre, pero el actual fué colo-
cado en 1,808 ; y en 1,760 comprendía su feligresía 1,100 almas.
Hasta principios de este siglo salía todas las noches de ella, co-
mo de otras iglesias, una hermandad del Rosario que se ejercita-
ba en esta devoción, por todas las calles de la ciudad.
Colegio de Niñas. — En 1,693 se fundó por el Obispo Com-
postela el colegio de niñas bajo el patrocinio de San Francisco
de Sales.
Santa Clara. — En 1,664 se fundó el convento de Santa Cla-
ra, que a mediados del siglo pasado contaba con 550 pesos de
fondo o capital, i1)
Paula. — En 1,664 el hospital de San Francisco de Paula,
para mujeres pobres; por el cura de la parroquial, don Nicolás
Estévez Borges, que mandó primero construir la ermita. Des-
truido en 1,730, fué levantado de nuevo en 1,745. Había en él,
como en el Espíritu Santo, hermandad del Rosario.
(1) Antes de este monasterio de monjas solo había habido en esta ciu-
dad un devoto beaterío de Teresas Franciscas situado por los contornos de
San Juan de Dios, y que parece subsistió hasta 1,647, en que por falta de au-
xilios temporales, se tuvo a bien demoler la capilla y enajenar las casas, las
cuales fueron compradas por don Pedro Armenteros y Guzmán.
92 José María de la Toebe
El Monserrate. — En 1,675 se construyó la ermita del Mon-
serrate en la plazuela de este nombre (x) donde permaneció
hasta 1,836, en que fué destruida para trasladarla a los extra-
muros. Se declaró parroquia en 1,844, en que se erigió el nue-
vo templo.
Seminario. — Desde 1,656 se trató de la fundación de un co-
legio de Jesuitas, pero hasta 1,721 no se logró la licencia de
S. M. no obstante los cuantiosos donativos que había ofrecido, y
la ermita de San Ignacio que con tal objeto había erigido el
Obispo Compostela hacia el año de 1,690. En 1,724 fué, sin em-
bargo, cuando se erigió dicho colegio : cuya fábrica vino a con-
cluirse a mediados del siglo pasado, construyéndose a la parte
del Sur una iglesia, que después de darle mayor extensión, ha
venido a servir de Catedral.
Santo Ángel. — En 1,679 se fundó por el Obispo Composte-
la la iglesia del Santo Ángel Custodio, sobre el cerro conocido
antes por la Peña Pobre, y hoy por la loma del Ángel, declarán-
dose auxiliar. Estaba circunvalada de un recinto de piedras
engalanado a trechos de almenas que le servía de atrio por to-
das partes. En 1,828 fué derribada su torre por un rayo, y re-
parada, fué nuevamente destruida (así como todo el frente y el
fondo del cuerpo principal de la iglesia) por el huracán de
1,846, habiendo sido reparado dicho frente con notable modifi-
cación.
Casa Cuna. — En 1,687 se estableció la primera casa de ex-
pósitos, por el Obispo Compostela, a su costa, donde hoy está el
convento de Santa Teresa, habiendo hecho fabricar al efecto una
casa que tuvo de costo $30,000; pero por causas que se ignoran,
destruyó él mismo tan piadoso instituto, erigiendo en el mismo
sitio el convento de Santa Teresa. Mandóse establecer por Real
cédula de 16 de Mayo de 1,705, llevándola a cabo el Obispo don
Jerónimo Valdés, que a su costa edificó la casa de los Oficios es-
quina a la de Riela, la cual existió hasta 1,852, en que fué incen-
diada; habiéndose, sin embargo, reedificado y colocado en el
mismo sitio donde estaba la lápida con la inscripción siguiente :
"Año 1,710. Esta casa de niños de expósitos fundó el Iltmo. S.
M. R. O. don Jerónimo Valdés, Obispo de Cuba."
Seguramente que a este impulso que recibió el estableci-
(1) Véase la página 24 de esta obra.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 93
miento del Obispo don Jerónimo Valdés, es el origen de que los
expósitos lleven su propio apellido Valdés. i1)
Regla. — En 1,690 se fundó la ermita de Regla por don Ma-
nuel Antonio, natural de Lima (y primero que tuvo la licencia
para vestir el hábito de ermitaño) en terreno cedido por el Obis-
po Compostela. Era primero de guano, y fué destruida por el
huracán de 1,692. En 1,712, un ermitaño asturiano nombra-
do Juan de Coyedo Martín, construyó una iglesia de tapia y te-
jas, y vivienda para el albergue de los hermanos que recogían
limosnas del vecindario. En 1,712 juró el cabildo de la Haba-
na por patrona de la bahía, a la Virgen de Eegla. (2)
San Ambrosio. — En 1689 se erigió el colegio de San Am-
brosio, para la enseñanza de doce niños, que sirviendo en el altar
y coro de la parroquial, se impusiesen desde su tierna edad en los
ritos y ceremonias de los divinos oficios y tomando el estado cle-
rical fuesen más aptos e idóneos para los misterios de la iglesia.
Estaba situado en la calle de los Oficios, puerta inmediata de la
derecha de la casa de los señores Obispos (que hoy es el hotel de
San Carlos). En 1774, después de expulsados los Jesuítas, fué
trasladado al colegio de éstos.
San Felipe. — En 1693 se erigió el convento de San Felipe
de Neri: habiéndose establecido la congregación entre tanto en
1666 en la parroquial mayor, y en 1627 en el Cristo.
Santa Catalina— -En 1680 se promovió el monasterio de
Santa Catalina, concluyéndose el templo en 1689 y solemnizán-
dose la dedicación en 1700. En 6 de Agosto de 1803 se colocaron
en este monasterio los cuerpos de los mártires Celestino y Luci-
da, conducidos de Eoma por el Sr. Pbro. Hechevarría.
Jesús del Monte. — En 1698 se erigió la parroquial de Jesús
del Monte, en el sitio donde se hallaba el ingenio de este nombre.
(1) Véase la luminosa historia de la Real Casa de Maternidad, por el
señor don Evaristo Zenea, secretario que fué de dicha casa, Habana, 1,838,
pág. 20. La casa de la calle de la Cuna la compró el Obispo Valdés en 16,000
pesos. En 1,823 se trasladó la casa a la calle de la Reina número 109, y en
1,833 convertida en casa de Maternidad estuvo en la calle del Prado esquina
a la del Trocadero, desde donde se trasladó a la calle de Dragones y última-
mente al local de la casa de Beneficencia.
(2) En 1,773 se levantaron las primeras casas de este pueblo en 1,735
se construyó el muelle conocido por del Palacio por el Capitán Blandino, pri-
mero que allí hubo y que desde 1,774 era administrador de Rentas para evi-
tar el contrabando que allí se hacía. Véase la historia de la fundación de
Regla en las Memorias de la Real Sociedad. Ec. año 1,840, pág. 346.
94 José Mabía de la Toree
Santa Teresa. — En 1701 se fundó el monasterio de Santa
Teresa, donde existía antes la casa de expósitos y la ermita de
San Melchor.
Belén. — En 1704 se fundó la hospitalidad de convale se encia
o sea convento de Belén, que era una huerta de San Diego, que
servía de recreo y retiro en determinados tiempos al obispo don
Diego Evelino de Compostela, fundador de dicha convalescencia
i1), y que desde 1695 había construido una ermita dedicada a
San Diego de Alcalá, titular del convento. Muerto este prelado
sin haber podido llevar a cabo, por falta de recursos, lo grandio-
so de su obra, se encargó de darle su complemento el alférez don
Juan Francisco Carballo, mercader de esta capital. La es-
cuela de primeras letras que estaba a cargo de los hermanos be-
lemitas, era la única gratuita hasta fines del siglo pasado, y fué
afamada principalmente por los excelentes plumarios o escri-
bientes que de ella salieron. Existió dicha escuela hasta 1854,
en que se hizo entrega de todo el edificio a los padres Jesuítas,
para el establecimiento del Real Colegio de la Habana.
San Isidro. — El suprimido hospicio de San Isidro era un
cuadro de cien varas de frente y otras tantas de fondo, que el
Dr. D. Francisco Moreno de Alba compró a don Luis y doña Lu-
cía Sotolongo, en 7 de Octubre de 1696 (escribanía de Leal), con
objeto de que se estableciera en él el monasterio de Carmelitas
descalzos, como en efecto se erigió según consta de la Eeal Cédu-
la de 14 de Marzo de 1700. Sirvió también de recreo al obispo
Compostela, que después de hacer trasladar dicho monasterio al
sitio donde hoy se halla, fundó allí una ermita. En 1708 el sín-
dico de dicho monasterio vendió el suelo al Iltmo. Sr. Obispo
Valdés, en cantidad de 500 pesos, que quedaron impuestos a cen-
so a favor del indicado monasterio de Santa Teresa.('?i) El ex-
(1) Era natural de Sevilla y no pudo acabar las obras por haber sido
asesinado alevosamente. Su retrato se ve aun en la sacristía de esta iglesia,
teniendo al pie la siguiente inscripción : Juan Francisco Carballo, vecino bien
hechor de este convento hospital de convalescientes de Nuestra Señora de Be-
lén y San Diego ; falleció en 16 de Noviembre de 1,718.
(2) Movióle a esta fundación el admirable ejemplo que le dio el devoto
hermano Sebastián de la Cruz, tercero hábito exterior del San Francisco, pues
sin más rentas que las limosnas que demandaba diligente, dispuso por los
años de 1,677, en una casa particular una acomodada aunque pequeña en-
fermería. La ermita de San Diego de Alcalá la fundó el mismo Compostela
en 1,695, en lo que era estreno de la ciudad (como que desde allí a la Mura-
lla estaba el ranclw o estancia de los isleños) según se convence de un reta-
Lo que Fuimos y lo que Somos.
95
presado Sr. Valdés, hizo en 20 de Enero de 1720 donación de las
fábricas y sitio huevo a los religiosos de Santo Domingo, y por la
no aceptación de éstos a los de San Francisco, y habiendo acre-
centado las viviendas y demolido la ermita antigua que estaba ca-
si en el centro del citado paraje, construyó la actual iglesia ; mas
cuando dicha comunidad quiso tomar posesión de todo lo cedido,
se encontró no poder efectuarlo, porque dicho señor Obispo lo ha-
bía donado posteriormente a favor de la casa cuna de niños ex-
pósitos, con real aprobación de 19 de Agosto de 1728. Con esta
novedad y la de haber fallecido el indicado señor Obispo, se pre-
sentó la Religión franciscana haciendo la reclamación de lo que
se le había donado, y sustanciada la causa se declaró en 1729 la
posesión por ella (confirmándose en 1730 y 1745), sin que cum-
plieran, sin embargo, la condición de obtener las licencias nece-
sarias para perfeccionar la recolección como se les había preve-
nido. En la invasión inglesa de 1762, después que los enemigos
se apoderaron del Morro, las autoridades se trasladaron a este
hospicio. En 1763, a instancia del Conde de Riela, concedieron
los religiosos parte del terreno del hospicio para hospital de la
tropa, y también parte de la huerta para construir viviendas pa-
ra los negros esclavos del Rey y formar el Palenque (hoy cuartel
de Artillería), que subsistió hasta principios del corriente siglo.
Hacia 1828 instauró el protector de la casa de expósitos deman-
da para la posesión de dicho hospicio con el fin de establecer la
casa de Maternidad, en que se convirtió dicha casa cuna, y sus-
tanciada la causa se falló en 1833 en favor de dicha casa de ex-
pósitos; pero no se ha llevado a efecto la sentencia; permane-
ciendo la iglesia de San Isidro a cargo de la recolección de fran-
ciscanos y habiéndose convertido el convento desde 1855, en es-
cuela preparatoria de artes y oficios. (x)
blo que aun existe en la sacristía de la iglesia de este convento de Belén y
dice así : "Hanc basllican, in civi tate extramitate, et santissimo Didaco com-
putensi dicatam meditatem, et misserian pau perum hic commemoratium
atendens Didacus Ebelino de Compostela Episcopus cubien sus XXV crecit
Año 1,695." En las Memorias de la Real Sociedad Económica, tom. 12, año
1,841, pág. 121, hay una noticia sobre la fundación de esta convalescencia.
(1) Véase la escritura de redención de 23 de Enero de 1,728, ante don
Dionisio Pancorbo.
Todos los templos de la de Compostela fueron erigidos por el memora-
ble Obispo de este apellido, cuyo cuerpo se halla depositado en una hermosa
urna en el monasterio de Santa Teresa. Se cuenta de un loco que cantaba
96 José María de la Tobbe
La Salud y Guadalupe. — A los desvelos y solicitudes de un
devoto pardo nombrado Miguel de Eodas, se debió la edificación
y adorno del santuario titulado del Santísimo Cristo de la Salud.
en la calle de este nombre, colocándose la venerable imagen el
1.° de Marzo de 1742, y creciendo la devoción y las dádivas para
el culto, se dio mayor extensión al templo, declarándolo auxiliar.
En 1716, un tal Francisco Cañete edificó en frente del Pe-
ñón, esquina de la calle del Águila y calzada del Monte y Calle-
jón del Suspiro, una ermita con techo de guano, que dedicó a la
virgen de Guadalupe, de donde tomó el barrio este nombre. En
1718 se trató de fabricar de cantería y teja, pero faltando los re-
cursos y pasado algún tiempo, el Ilustrísimo Obispo Lazo de la
Vega, reconstruyó en 1742, de mampostería dicho templo, consti-
tuyéndolo en auxiliar. A poco se declaró parroquia, y por influ-
jo del ingeniero don Agustín Crámer fué derribado por conside-
rarse perjudicial en aquel sitio para la defensa de la ciudad, y se
trasladó la parroquia a un templo o ermita que se levantó en la
misma manzana donde estaba, la del Señor de la Salud, me-
diando solo una separación de diez o doce varas. En 1814, el se-
ñor Obispo Espada dispuso que la ermita deí Señor de la Salud
y la indicada parroquial de Guadalupe (que hacían mala figura
en la misma manzana), se edificase un templo digno de la po-
blada barriada a que estaba destinado ; y bajo la dirección de
don Pedro Abad Villareal, fué terminado dicho templo en 1815,
habiéndose concluido el frontispicio en 1838, todo por donativo
del vecindario, trasladándose el campanario a la calle de Man-
rique (que por eso se llama también del Campanario Nuevo),
los siguientes disparatados versos, que se enseñaban a los alumnos en las es-
cuelas, hasta no hace muchos años.
La calle de Compostela
cinco templos tiene a la acera :
el Ángel Custodio, Santa. Catalina de Sena,
Santa Teresa de Jesús, San Diego de Alcalá,
San Isidro Labrador.
Toca la mano español
quien te lo dirá mejor.
Se dijo de este benéfico Obispo que Dios convertía las piedras en limos-
nas y Compostela las limosnas en piedras, aludiendo a los muchos templos
que levantó solo a fuerza de limosnas. Vivió algún tiempo en Santiago de
las Vegas, en la casa que fué Administración de Rentas, y en el libro primero
del Archivo de la parroquial existe un auto de su propio puño y letra que en-
seña el modo con que se han de fabricar las iglesias y camposantos.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 97
pues antes estaba en los restos que aun se conocen de la Ermita
del Señor de la Salud esquina a la calle del Campanario
Viejo.
El templo derribado por Crámer se hallaba en un estado me-
dianamente decente. Corría de Norte a Sur y constaba de tres
naves : la principal, de 52 y medias varas de largo y doce y
tres cuarto de ancho y otro tanto de alto. Las colaterales, de 42
varas de largo y cinco y medio de ancho con diez y media varas
de elevación. La fachada principal se componía de pilares y es-
tatuas, y los adornos exteriores eran proporcionados. En esta
iglesia se detuvieron a orar las religiosas y demás personas que
se hicieron salir de la plaza cuando la invasión inglesa. Viniendo
del campo el citado ingeniero Crámer por la Calzada del Monte,
se les desbocaron en las inmediaciones de esta iglesia, los muías
que tiraban del carruaje y murió hecho pedazos entre las calles
de Someruelos y de Cienfuegos, donde (acera del Norte), se pu-
so una cruz con pedestal de mampostería, que existió hasta 1828,
en que el señor Espada hizo quitar casi todas las cruces que se
veían en la ciudad, conmemorativas de sucesos.
San Luis Gonzaga. — En 1751, la ermita de San Luis G-onza-
ga, al extremo occidental de la calle de la Reina, en el mismo si-
tio donde cruza la calzada de la Beneficencia, llevándose la sa-
grada imagen desde la iglesia de Guadalupe, en una lucida y nu-
merosa procesión. Tenía más de 12 varas de largo y como 8 de
ancho y fué destruida en 1835, cuando se formó el Paseo de
Tacón.
Jesús María. — En 1735 se construyó la ermita de Jesús, Ma-
ría y José ; concluida en 1756 y erigida en auxiliar en 1772.
Templete. — En 1828, el templete construido en la Plaza d6
Armas para perpetrar la memoria del sitio donde se dijo la pri-
mera misa en la Habana. La seiba bajo la cual se celebró ésta
en 1519, fué cortada en 1753, reemplazándose por otra, que fué
cortada en 1828, en que se sembraron las dos que existen en el
indicado templete.
Beneficencia. — En 1794 se fundó la Real Casa de Benefi-
cencia.
Ursulinas. — En 1797 se erigió el convento de Ursulinas, en
el edificio en que desde 1776 había servido para las Recogidas
• las cuales pasaron al que se les levantó en el extinguido mata-
98 José Maeía de la Tobbk
dero), aunque las Ursulinas llegaron a la Habana de Nueva Or-
leans, el 23 de Junio de 1803.
Cerro. — En Noviembre de 1816 se erigió la iglesia de San
Salvador de la Prensa (barrio hoy más conocido por el Cerro,
por un cerro de granito de que había aun restos el año pasado de
] 856, en la quinta del ilustrado S. Conde de Cañongo, en el mis-
rao sitio en que ha levantado un lindo kiosko.
Pilar. — Esta parropia del Horcón fué construida en 1814.
CAPITULO IX.
Fortificaciones.
La Fuerza. — La primera fortaleza de la Habana fué la
Fuerza, construida a consecuencia del saqueo e incendio que su-
frió 3a Habana por los piratas en 1538. Promovióla Fernando
de Soto, Gobernador que era entonces de la Isla, y fué construc-
tor ú Capitán-ingeniero Mateo Aceituno, su primer alcaide.
Concluida, aunque no del todo, en 154-1, expidióse Real Orden
para que los buques de guerra que entrasen en el puerto, saluda-
sen a éste como a plaza fuerte, según ya se hacía con la ciudad
de Santo Domingo. El nombre de Fuerza se le dio, a causa de
que en esa época se decía así a los lugares fortificados: y tanto
que después que hubo otras fortalezas se le llamó la Fuerza vie-
ja. Estaba circundado de un buen foso donde a mediados del
siglo pasado se hizo una gran sala de armas, cuyo foso se ha cu-
bierto en estos últimos tiempos. En esta fortaleza vivió el Go-
bernador Capitán General D. Juan de Tejada (1859) ; y desde
1718, en que pasó a habitarla el Gobernador don Gregorio Gua-
so, sirvió de palacio o morada a sus sucesores, hasta que el conde
de Biela (que vivió en la casa hoy de los Comandantes Genera-
les de marina.) El Gobernador don Francisco Cagigal, que man-
dó la Isla desde 1747 a 80, lo hermoseó interiormente y formó el
rastrillo y los cuarteles altos y bajos que corrían a su continua-
ción por el lado del sur, para el alojamiento de la tropa de in-
fantería y caballerías de la montada. Su torreón, destinado a
servir para el toque de horas por medio de una campana (como
en el día), servía también para repetir las señales del Morro por
medio de banderas y astas.
El Morro o los Tres Reyes. — Comenzóse en 1589, por el in-
geniero Juan Bautista Antonelli, bajo la dirección del Goberna-
dor Capitán General D. Juan de Tejada, y concluyóse hacia
100 José María de la Tobre
1597. i1) Antes estaba fortificada provisionalmente dicha altu-
ra. Muchos creen que antes de la invasión inglesa ele 1762, esta
fortaleza era de madera, y que después fué que se construyó de
piedra, pero es una equivocación manifiesta, porque después de
dicho suceso solo se le hicieron las convenientes reparaciones, au-
mentos y mejoras. He aquí la descripción que un año antes de
la indicada invasión hace Arrate de dicha fortaleza y de las ba-
terías de los Doce Apóstoles y la Pastora :
" Sobre un alto peñasco que combate embravecido el mar,
por su elevación dominando el puerto, la ciudad y las playas cir-
cunvecinas de barlovento y sotavento, está situada la gran forta-
leza de los Tres Reyes, célebre en ambos orbes, en una punta que
de la parte del oriente sale a la misma boca o entrada de la ba-
hía y cae al nornoroeste, levantándose 35 o 40 varas de la super-
ficie del mar, que a veces furioso suele saltar tanta altura. Su
fortificación es irregular, por que no permite otra el terreno o
extensión del risco, y se compone de un medio baluarte formado
en lo más angosto de la punta, el cual tiene en el ángulo saliente
un sublime torreón de doce varas de alto, que llaman el Morrillo
y sirve de atalaya para vigilar las embarcaciones que se aviten y
hacer seña con la campana del número de velas que se descubran,
las que se manifiestan por unas banderitas que se fijan sobre la
cortina, que cae encima de la puerta del castillo y mira a la po-
blación, distinguiéndose por el lado en que las colocan, el rumbo
o banda por donde aparecen, como ya expresé en el capítulo an-
tecedente.
"Desde este baluarte continúa una cortina que remata en
otra casi igual y mira a la campaña de barlovento, a la bahía y
ciudad. En él hay un grande aljibe o alberca: ciñe todo este
lienzo de muralla intermedio, y los dos baluartes colaterales un
foso profundísimo abierto en la misma peña, con entrada encu
bierta y estacada a la campaña, que es asperísima, por ser toda
de arrecifes muy agrios.
(1) Véase Arrate, pág. 55, donde hace ver la inscripción que se ve gra-
bada en piedra a la entrada del rastrillo de dicha fortaleza, y que dice : "Go-
bernando la Majestad del Sr. D. Felipe Segundo hicieron este castillo del
Morro el Maestro de Campo Tejada y el ingeniero Antonelli, siendo Alcaide
Alonso Sánchez de Toro. Año de 1589." Debe entenderse el año como fecha
en que comenzó y no en que se concluyó. El Morro se le dio por haberse
asentado sobre una montaña pequeña, redonda, y que se hulla en la costa
sirviendo de demarcación a los navegantes ; y así se llaman también morros
los fuertes de las entradas de Cuba y Puerto Rico.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 101
"Corre desde este baluarte hacia el poniente un lienzo de
muralla de 40 a 45 varas de largo, que cae a la había y remata
en una escala plana que baja hasta el Morrillo, y al lado izquier-
do tiene otro baluarte cuadrado con cuatro cañones que apuntan,
dos a la boca del puerto y dos a su fondo; hay en él otro aljibe
nada inferior al que he referido, y ambos se reputan con provi-
sión bastante de agua para mantener la guarnición en el más
prolijo sitio que pueda efectuarse.
"Del pie del torreón del Morrillo sale y desciende una esca-
la plana hasta la plaza de armas en donde está situada hacia el
norte, la iglesia, casa del comandante, otra para el capellán y
oficiales, y tres cuarteles altos y bajos para el alojamiento de la
tropa, divididos unos de otros con sus regulares calles ; hay otras
oficinas, calabozos y bóvedas en lo interior de su ámbito, siendo
la más principal la del cuerpo de guardia, que es a prueba de
bomba. Tiene este a su entrada un puente levadizo, por donde se
pasa a la puerta del rastrillo desde la cual se baja al llano por
una larga explanada, con su parapeto que la resguarda.
"Habiéndose premeditado sería conveniente demoler de la
obra antigua que tenía esta fortaleza, un baluarte pequeño, for-
mado casi al pie del Morrillo, titulado los Doce Apóstoles, por el
número de los cañones que lo guarnecían y eran dedicados a san-
tos, se construyó bajo del castillo a la parte sur una batería en
figura de media luna, a donde se trasladaron las citadas piezas,
la cual tiene cuarteles y oficinas para la gente que se destacare
a su defensa, y todos los fuegos miran a la boca del puerto: la-
bróla don Juan Francisco de Grüemes.
1 ' A distancia de 500 varas del castillo, se formó después otro
con igual número de cañones, nombrada la Pastora, que por estar
más baja y oculta, es más resguardada, y por consecuencia muy
ofensiva a los bajeles que intentaren forzar la entrada; perfec-
cionó esta última don Francisco Cagigal de la Vega.
En 1763 se empezaron a hacer las indicadas reparaciones,
aumentos y mejoras, que se concluyeron en el mando del señor
Bucareli. (x)
(1) En un periódico de Santiago de Cuba correspondiente á Noviembre
de 1858, leemos el siguiente curioso párrafo: "El Pbro. D. Pedro Zenea pose-
yó una estancia por la Cruz del Padre, habiendo comprado en los Barracones
que existieron frente a la segunda alameda extramuros al Oeste de dicha ciu-
dad (la Habana), a Pedro José, de nación mandinga Fula, el que dejó en su
Í02 José Mabía de la Toebe
San Salvador de la Punta. — En el mismo año que el Morro,
es decir, en 1859, se comenzó a construir el castillo de la Punta.
Consta de una lápida que se vé en una de sus cortinas, que la fá-
brica que en ella hizo el Gobernador Tejada, aumenta alguna en
su tiempo don Lorenzo de Cabrera, su sucesor. En un ángulo
de la sala de recibo existe un perno de los arrojados por*, los in-
gleses en 1762.
En 1646 se construyeron los torreones de la boca de la Cho-
rrera y de Cojímar, asegurándose que su costo fué de 20,000 du-
cados, exhibidos por el vecindario.
Murallas. — El Gobernador Gelder, que mandó en 1650 a
1654 propuso a la corte abrir un foso o canal por el itsmo de la
ciudad, o sea desde el arsenal a la calzada de San Lázaro, para
que uniéndose las aguas del fondo del puerto con las de la mar,
quedase aislada y defendida la población, pero no fué aprobado
el proyecto, prevaleciendo el de su sucesor don Juan Montano
Blasquet, que propuso amurallarla por el recinto de tierra.
En 1633 se comenzó a amurallar la ciudad, para cuya obra
había ofrecido el vecindario concurrir con 9,000 peones y arbi-
trado el cabildo el impuesto de medio real de sisa sobre cada
cuartillo de vino que se vendiese, ordenando, además, la Corte,
que se remitiesen, que asistiesen las cajas de Méjico por espacio
de cuatro años con 20,000 pesos en cada uno para dichas obras.
En el gobierno de don Diego de Córdova de Lazo de la Vega
estaba rematado no solo el recinto desde la Punta, sino también
hasta el hospital de Paula.
En un tiempo la muralla del recinto solo tenía dos puertas :
la de la Punta, concluida en 1759, y que daba salida al castillo
casa dos hijos, cuando ya se afeitaba, siendo prisionero a causa de la guerra
que allá se hace de un pueblo a otro. Llegó, según su relato, en un buque in-
glés, y después fué peón en la muralla que con actividad se trabajaba ; ga-
nando diariamente seis, siete y ocho reales cada uno, cuyos jornales se abo-
naban por quincenas, antes que se verificase el bloqueo de la Habana ; pues
en 1761 gobernó el Mariscal de Campo D. Juan de Prado Portocarrero, vi-
viendo aquel por el muelle de Luz, advirtiéndose en extramuros muchas hor-
talizas por el Ángel (que antiguamente se denominaba Peña Pobre), Monse-
rrate, Belén, etc., sin haber contraído matrimonio el africano en tan dilatado
tiempo, calculando por lo menos que ha arribado a 114 años.
"En el día está que no caduca, monta solo a caballo los domingos, para
visitar los sitios inmediatos, con cierta agilidad, que a veces llama la aten-
ción, habiendo tres que murió su compañero José María, y en estado de viu-
dez, de más edad que el primero, de modo que se extinguió insensiblemente
su naturaleza con la larga duración de la vida la que no tiene cura, teniendo
en consideración el aforismo que dice : "senoctus et ipsa murbus".
Lo que Fuimos y lo que Somos. 103
de la Punta y a la Caleta y Canteras, y la de la Muralla (llama-
da después propiamente Puerta de Tierra), concluida en 1721.
(x) Hacia 1760 se abrió una contigua a la de la Muralla, con el
fin de que se saliese por ésta y se entrase por la primera,, según
todavía se practica. Tenían estas puertas, por la parte interior,
un rastrillo <{ue fué destruido en 1844.
A poco se abrió otra puerta que salía al arsenal, para facili-
tar la introducción de todo lo necesario a la construcción y care-
na de los bajeles. Llamóse de la Tenaza, por la clase de su cons-
trucción (-), y fué cerrada en 1771, a consecuencia de disensio-
nes habidas entre el Capitán General y el General de Marina,
abriéndose en su lugar la Puerta del Arsenal (1773), que por
mucho tiempo se dijo Puerta Nueva. (3)
Desde 1740 quedaron concluidas las murallas del recinto,
pero sin el camino cubierto ni los fosos que se terminaron en 1797.
En 1708 se construyó un baluarte de San Telmo, mediando
la distancia que hay desde el castillo de la Punta al de la Fuerza
vieja, y hacia 1730 fué derribado (aunque dejando el nombre al
sitio), para seguir el recinto de la muralla que desde la puerta de
la Punta empezó a fabricar sobre la bahía y quitándole mucha
parte de su margen antiguo, el Gobernador don Dionisio Martí-
nez de la Vega, obra que prosiguió su inmediato sucesor don Juan
Francisco Güemes. Este mismo hizo derribar por débiles las cor-
tinas que desde la puerta de la Tenaza corrían hasta Paula, y las
construyó de mejor calidad.
La Calaña. — En 1763 (día 4 de Noviembre), se dio princi-
pio al castillo de San Carlos de la Cabana, según consta de una
lápida que existe en su capilla y se concluyó en 1774, habiendo
tenido de costo, según se dice, catorce millones de pesos. El nom-
(1) En la parte exterior hay un escudo de España y otro de la Haba-
na. En la segunda Puerta hay también una lápida con un león rapante, so-
bre un globo de relive y el siguiente lema : "A solis ortu us' ad occassum",
para' indicar que estaban abiertas durante el día. En efecto, hasta principios
de este siglo se cerraban a las 8 de la noche y hasta 1842 a las 10 o las 11
de la noche.
(2) Tenaza llaman los ingenieros a una fortificación exterior con uno
o dos ángulos retirados sin flancos. Su lugar es delante de la cortina.
(3 Desde la Puerta de Tierra al Arsenal había antes de 1740, una línea
de árboles donde está hoy el camino cubierto, y por el centro, entre aquélla y
la muralla, corría el caño o tarjea que hoy sigue por la escarpa del foso. Y
en el centro de la cortina desde el baluarte de San Pedro al de Belén, había
un molino de agua. Frente al baluarte de Santiago a la Alameda había un
edificio para el presidio, que se llamaba Casa de forzados.
104 José Mabía de la Toebé
bre de la Cabana con que se conoce generalmente, es debido a la
loma sobre que está asentado y que se decía Cerro de la cabana,
por haber habido allí unos bohíos o cabanas. El terreno perte-
neció a don Agustín de Sotolongo, que lo cedió gratuitamente.
Proyectóse fortificar este punto desde el año anterior, habiendo
ya en el mismo algunos preparativos para el efecto. Cuéntase
que el célebre ingeniero Artonely, constructor del Morro, subido
sobre dicho cerro, dijo que el que lo dominase sería dueño de la
ciudad, profecía que se realizó en la invasión inglesa de 1762.
En una losa que se halla en la capilla de esta notable fortaleza,
se halla gravada la siguiente inscripción: "Reinando en las Es-
pañas la Católica Majestad del señor don Carlos III, y gober-
nando esta isla el conde Riela, grande de España y teniente ge-
neral de los Reales ejércitos, se dio principio en el año de 1763
a este castillo de San Carlos, al de Atares, en la loma de Soto, y
a la reedificación y aumento del Morro. — Se continuaron las
obras de este castillo y se concluyeron las del Morro y Atares du-
rante el gobierno de don Antonio Bucarely y Ursua, teniente ge-
neral de los Reales ejércitos. — Se acabó este castillo y se trazó el
del Príncipe en la loma de Aróstegui, en el gobierno del marqués
de la Torre, mariscal de campo de los Reales ejércitos, año de
1774, proyectado y dirigido todo por el mariscal de campo e in-
geniero director de los Reales ejércitos don Silvestre Abarca".
Atares. — Edificado por el ingeniero belga brigadier don
Agustín Crámer, de 1763 a 67, sobre una loma que pertenecía y
cedió gratuitamente don Agustín de Sotolongo, y 138 cordeles
cuadrados más, pertenecientes al presbítero don Nicolás Fernán-
dez Trebejo. El nombre de Atares lo debe al conde de Riela,
bajo cuyo nombre y disposición se comenzó. La loma se conoce
por de González, por don Manuel González, del terreno compren-
dido hasta la esquina de Tejas, y por de Soto por el indicado don
Agustín de Sotolongo.
Príncipe. — Construido por el director de ingenieros don
Silvestre Abarca sobre la loma conocida por de Aróstegui, por
haber pertenecido el terreno a don Martín Aróstegui y Loinaz,
que lo compró en 1737 a don Juan Sigler de Espinosa. Princi-
pióse en 1774 y concluyóse en 1794: aunque en 1771 se había
forticado provisionalmente el punto, mientras se concluían las
demás obras del momento, según la da a entender una inserip-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 105
ción que se halla en un escudo de armas reales colgado en el
cuarto del oficial de guardias a la entrada del castillo.
Cuartel de Milicias. — En 1787 se concluyó el nuevo cuartel
de Milicias.
Santa Clara. — Batería concluida en 1797, durante el mando
del conde de Santa Clara, que dejó, además, terminadas en el
mismo año las obras de los fosos, esplanadas, camino cubierto,
etc., del recinto.
Número 4. — En 1870 se concluyó el hornabeque San Diego,
o sea el fuerte Número 4, sobre 48 solares, comprados en cantidad
de 4,581 pesos al capitán don Antonio Barba.
El recinto que correspondía a la bahía tres puertas : una pa-
ra la machina, otra para dar salida al antiguo muelle de Carpi-
nete y otro para el muelle de Luz.
En 1687 se construyó, costeado por el vecindario, el polvo-
rín o almacén de pólvora de la calle de este nombre.
En 1741 se construyó el polvorín de Jigüey (cerca de la bo-
ca del río Luyanó).
Torreón de San Lázaro. — Hacia el año de 1556 se construyó
el torreón de San. Lázaro o sea de la Caleta, destinado a servir
para los vigilantes que allí se situaban de noche (así como otro
en el Morro), para avisar la llegada de vela o buques sospecho-
sos. Antes se había construido un bastión en la playa, sobre la
cual existe un acta de cabildo que dice : — ' ' En el cabildo de 8 de
Marzo de 1553 fué acordado por los señores justicia e regidores,
que por cuanto es notorio la guerra que hay con Francia, e el pe-
ligro que esta villa tiene, e para efecto de la defensa de ella se hi-
zo un butrón en la playa, en el cual hay cuatro piezas de artille-
ría de S. M. que le compraron para mismo efecto, el dicho ba-
luarte no está acabado, ni como conviene, porque es menester al-
zalle el pretil de adelante para que la artillería que en él está
pueda aprovechar, e para el efecto es menester hayga gente de
negros con que se haga, e eche repartimiento entre los vecinos de
esta villa con parecer del procurador e se hizo en la forma si-
guiente : — El señor teniente del gobernador Juan de Eoxas, dos
negros con sus bateas e erramientas hasta que acabe. — El señor
Ledo. Almendariz, otro negro con su azadón e batea. — El señor
Juan Gutiérrez, porque no tiene los negros en el pueblo, que da-
rá dos reales por cada día que durare la obra. — Pedro Velázquez
106 José María de la Tobbe
un negro con su herramienta, e hasta que la obra se acabe. — El
señor Pedro Velázquez, un negro. — El señor Antonio de la To-
rre, un negro hasta que se acabe la obra. — Diego de Soto, un ne-
gro mientras durare la obra, con su herramienta. — Constantin
Martel, un negro con su herramienta hasta que se acabe. — Juan
Inestrosa, otro negro, con su herramienta, hasta que se acabe. —
Isabel Neta, otro negro con su herramienta, e hatea e machete.
— Nicolao, otro negro con herramienta, e hatea e machete. — Leo-
nor Costilla, un negro con herramientas e hatea e azadón. — Los
herederos de Francisco Gutiérrez e su madre, e Ambrosio Hernán-
dez, dos negros con sus herramientas. — Lugones, un negro con su
hatea e azadón e machete. — Los herederos de Castaños, un negro
con su hatea e azadón. — La de Juan Sánchez, otro negro con su he-
rramienta.— La de Pedro Sánchez, otro negro con su herra-
mienta e hatea. — La de Carmona, otro negro con su herra-
mienta e hatea. — Francisco de Yevenes, un negro con su azadón
e hatea e machete. — Francisco López e Diego López, otro negro
con azadón e hatea e machete. — Zamora, otro negro con su hatea
e herramienta. — Diego de Córdoba, un negro con su hatea e aza-
dón.— Oliver, otro negro con su hatea e azadón. — La viuda de
Florencio, otro negro con su hatea e herramienta. — Freile el lom-
bardero, un negro, o sino que dé dinero para ayudar a la obra. —
Juan Núñez, por él o por su suegro, un negro con su herramien-
ta mientras dure la obra. — Rodrigo Martín, un negro con su he-
rramienta e hatea. — Elvira de Bandadas, otro negro con su hatea
e herramienta. — Gonzalo Rodríguez Hobero e Martín de Ordaz,
anden con la gente. — Martín el vizcaíno, un negro mientras du-
re la obra, con su herramienta. — El zapatero viejo, un negro con
su herramienta. — Francisco Martín, sastre, un negro con su he-
rramienta.— Baltasar de Vila, otro negro con herramienta. —
Bernardo Nieto, un negro. — Inés, la horra, un negro con su he-
rramienta o un real mientras dure la obra. — Catalina la horra,
un real mientras dure la obra. — Francisco de Roxas, un real
mientras dure la obra. — Carlos Florentin, un real mientras dure
la obra. — Vasco Rodríguez, que ande con los negros, mandándo-
los.— Juan de Baena, un negro con su herramienta. — Manuel
Ruiz, que dé un real mientras dure la obra. — La de Juan Gui-
llen, un negro mientras durare la obra. — Baltasar de Vila, un
real mientras durare la obra, e su yerno otro. — Reina, un negro
Lo que Fuimos y lo que Somos. 10?
con su herramienta. — Juan Díaz, que dé la forma como se ha de
hacer la dicha obra e ande sobre la dicha obra. — E fecho el dicho
repartimiento, los señores mandaron que todas las personas de
suso declaradas den lo que ansi les está repartido para el lunes
primero que viene, so la pena que por mí (el teniente de gober-
nador Juan de Eojas) les fuera puesta".
CAPITULO X
Arsenal.
En 1724 se dio principio a la construcción de buques en un
astillero establecido en la ribera de la bahía, entre el castillo de
la Fuerza y la Aduana ; pasó luego al sitio donde se halla actual-
mente la machina, y en 1738 al del actual arsenal, donde recibió
aumento de terreno y de obras en 1740, por el intendente de Ma-
rina don Lorenzo de Montalvo, primer conde de Macuriges, que
hizo construir la cañería que conduce el agua al arsenal, y el ase-
rradero a que da movimiento dicha agua. El terreno perteneció a
la estancia de Diego de Soto, y en 1773 fueron pagados 11,000
pesos a los herederos de don Pedro Menéndez de Posada (a vir-
tud de Real despacho del año 1694), por los 80 solares y 432 va-
ras mas que se le tomaron al efecto.
"El Arsenal (dice Valdés), está situado al poniente de la
ciudad en el extremo que mira al sur, a continuación de la mu-
ralla. El espacio que ocupa en circunferencia podrá ser de una
milla. Contiene almacenes de madera y demás materiales para
la construcción de buques, aunque en el día (1813), ni siquiera
se carenan, sino los muy precisos. La sierra del agua tiene nom-
bre fuera de la isla, y es una máquina gobernada por medio de
un eje, que tiene una gran rueda movida por un cauce de agua
de la zanja real, que entra en el Arsenal. Tiene varios hierros
que asierran a un tiempo varias tozas sin más trabajo personal
que el conducirlas y colocarlas en ellos. El mecanismo es muy
sencillo, y su utilidad es bien conocida.
"Los primeros navios que se echaban al agua en este apos-
tadero costaban un trabajo inmenso, por no haberse puesto en
práctica la construcción sobre gradas ; y asi se usaba del auxilio
de muchas yuntas de bueyes, lanchas al remo y vela, y el impul-
so de gato de hierro, por lo que tardaba cada buque en nadar
cinco y seis días. Después se construían en gradas ; y aunque se
Lo que Fuimos y lo que Somos. 109
arrojaban al agua en un instante, se observó que se quebranta-
ban al caer en ella, acaso por la grande inclinación que hacían;
y en su lugar se formaron diques, que son como generalmente se
sabe, unos grandes cóncavos de donde se extrae el agua por me-
dio de compuertas, mientras se fabrica el navio, las que se abren
una vez concluido y sale sin la menor lesión.
"El concurso que se notaba el día que se echaba un navio
al agua, era siempre extraordinario. Cuando se usaba la grada,
se hallaba ésta colacada a la orilla del mar, con un gran descen-
so y los asientos llenos de sebo sobre los cuales estaba el navio
atado por la popa, con fuertes cables que llamaban bozas, y sos-
tenidas por muchos maderos clavados ligeramente en los costa-
dos. El director de ingenieros de marina dirigía ordinariamen-
te la acción. Primeramente se sacaban los contretes, que son
unos pedazos de madera a manera de cuñas ; picábanse los bozas
con unas hachas y el navio iba al agua, soltando luego que entra-
ba en ella, todo cuanto tenía clavado. Es indecible el júbilo que
al concurso ocasionaba este acto, al ver desprendida aquella gran
mole, que se lanzaba de la tierra al mar. La alegría de las gen-
tes, y gritos de la chusma, conmovían el ánimo más insensible".
Los buques que se han construido en el Arsenal según cons-
ta del Diario de Gobierno, de 28 de Febrero de 1813, son los
siguientes :
Nombres de buques
Navio San Juan. .......
Navio San Lorenzo
Navio San Jerónimo (a) El Retiro.
Paquebot San Antonio, el Triunfo.
Navio Ntra. Sra. de Guadalupe, el Fuerte
Fragata Sta. Bárbara (a) la Chata.
Navio San Dionisio, el Constante.
Paquebot El Marte 16
Paquebot El Júpiter 16
Navio Nuestra Señora del Carmen.
Navio San Cristóbal, segundo Constante
Navio San José (a) el África.
Navio Ntra. Sra. del Pilar, la Europa.
Navio Ntra. Sra. de Loreto, el Asia.
Año en que se
Cañones
construyeron
50
1724
50
1725
50
1726
16
1726
60
1727
22
1727
54
1728
16
1730
16
1730
64
1730
60
1731
60
1733
60
1734
62
1735
110
José Mabía de la Toree
Nombres de buques
Fragata la Stma. Trinidad, la Esperanza
Fragata San Cristóbal, el Triunfo.
Navio Ntra. Sra. de Belén, la América
Fragata Santa Bárbara, la Estrella.
Navio Santo Cristo de Burgos, la Castilla
Navio Sta. Rosa de Lima, el Dragón.
Fta. Ntra. Sra. de Guadalupe, la Bizarra
Navio San Ignacio, el Invencible.
Navio Ntra. Sra. de Belén, el Glorioso
Navio Nuestra Señora del Rosario, la
Nueva España
Navio San José, el Nuevo Invencible.
Navio Jesús, María y José, el nuevo Con
quistador.
Navio Santa Teresa de Jesús.
Navio San Francisco de Asis, Nueva África
Navio Santo Tomás, el Vencedor.
Fragata Santa Rosalía, la Flora.
Navio San Lorenzo, el Tigre.
Navio San Alejandro, el Fénix.
Navio San Pedro, el Rayo.
Navio San Luis Gonzaga, el Infante
Navio Santiago el Mayor (a) la Galicia
Navio Santa Bárbara (a) la Princesa.
Bergantín Santa Teresa (a) el Triunfo
Fragata Santa Bárbara, el Fénix.
Bergantín San Carlos (a) el Cazador
Navio San Eustaquio, el Astuto
Paquebot San Blas, el Volante
Fragata Ntra. Sra. de Guadalupe, el Fénix
Goleta San Isidro .
Navio San Jenaro .
Navio San Antonio .
Bergantín San José .
Navio San Carlos .
Goleta San Julián .
Navio San Fernando
Goleta San Joaquín .
Año en que se
Cañones
construyeron
50
1735
24
1735
62
1736
24
1737
60
1738
60
1738
50
1739
70
1740
70
1740
70
1743
70
1743
64
1745
64
1745
70
1746
70
1746
24
1747
70
1747
80
1749
80
1749
70
1750
70
1750
70
1750
16
1757
18
1758
18
1758
60
1759
18
1760
22
1761
14
1761
60
1761
60
1761
14
1761
80
1765
16
1765
80
1765
16
1766
Lo que Fuimos y lo que Somos. 111
Año en que se
Nombres de buques Cañones construyeron
Navio Santiago 60 1766
Goleta San Lorenzo 16 1766
Goleta San Antonio de Padua. ... 16 1767
Goleta Santa Clara 10 1767
Goleta Santa Isabel 10 1767
Navio San Luis 80 1767
Goleta Santa Rosalía 16 1767
Paquebot San Francisco de Paula.. . . 18 1768
Navio San Francisco de Paula. ... 70 1769
Navio la Santísima Trinidad 112 1769
Goleta San José 12 1769
Navio San José 70 1769
Goleta Nuestra Señora de Loreto. . . 12 1770
Fragata Santa Lucía 26 1770
Chavequín el Caimán 30 1770
Navio San Eafael 70 1771
Navio San Pedro Alcántara .... 62 1771
Bergantín San Juan Bautista .... 12 1772
Bergantín San Francisco Javier. . . 12 1772
Goleta Santa Elena 1772
Paquebot San Carlos 18 1772
Navio San Miguel 70 1773
Navio San Eamón 60 1775
Gánguil San Julián . . . .'."'.. . . 1775
Cánguil San Salvador de Orta. . . . 1775
Fragata Santa Águeda 46 1776
Bergantín Santa Catalina Mártir. . . 10 1776
Fragata Santa Cecilia 46 1777
Fragata Santa Matilde 46 1778
Goleta Santa Teresa 12 1778
Fragata Nuestra Señora de la O. . . 40 1778
Fragata Santa Clara 40 1780
Navio San Cristóbal (a) el Bahamas. . 70 1780
Bergantín el Pájaro 16 1780
Goleta el Viento 14 1780
Goleta la B 1781
Paquebot Borja ........ 14 1782
Pontón San Pedro 1782
112
José María de la Tobke
Año en que se
Nombres de buques Cañones construyeron
Pontón San Pablo 1782
Navio San Hipólito (a) el Mejicano. . 114 1786
Navio Conde de Regla 114 1786
Fragata la Guadalupe 40 1786
Real Carlos 114 1787
Fragata la Catalina. ...... 44 1787
Navio San Pedro Alcántara 64 1788
Fragata Ntra. Sra. de la Merced. . . 40 1788
Navio San Hermenegildo 120 1789
Fragata Atocha ........ 40 1789
Navio San Jerónimo, el Asia. ... 64 1789
Bergantín San Carlos, el Volador. . . 18 1790
Navio el Soberano 74 1790
Fragata Minerva 44 1790
Bergantín Saeta 18 1790
Pontón número uno. . . . . . . 1791
Pontón número dos 1791
Cánguil número uno 1791
Cánguil número dos 1791
Cánguil número tres 1791
Cánguil número cuatro 1791
Navio el Infante Don Pelayo. ... 74 1791
Fragata la Ceres 40 1791
Fragata la Gloria 44 1792
Navio los Stos. Reyes, el P. de Asturias 120 1793
Bergantín San Antonio 18 1794
Fragata Santa Úrsula, la Anfitrite. . 44 1796
Navios, 49. — Fragatas, 22. — Paquebots, 7. — Bergantines, 9.
— Goletas, 14. — Cánguiles, 4. — Pontones, 4. — Total: 109.
A estos buques hay que agregar : el bargantin Habanero,
construido en 1844 ; la corbeta Luisa Fernanda, en 1845, y el
vapor Colón, en 1851, habiendo hecho en dicho Arsenal un mag-
nífico varadero en 1850.
Para el fin de la mayor parte de los indicados buques, véase
la obra de Marliani, titulada Vindicación de la batalla de Tra-
falgar. Madrid, 1850.
CAPITUO XI.
Variedades.
Música.— Retretas. — Muy desfavorables son las primeras
noticias que tenemos de la música en la Isla, bastando saber que
en las iglesias cantaban negras, y que entre los instrumentos
aparecía el güiro, usado hoy en los changüis de campo. Se sabe
que la música y el baile provinciales del día son el zapateo y la
contradanza: fuera de algunas canciones de no poco mérito. El
origen de la música del zapateo parece ser las manehegas de Cas-
tilla la Nueva. (x) El origen de la danza es también de la Penín-
sula, pero uno y otro han sufrido tal variación, que puede decir-
se que hoy constituyen una especialidad cubana. La música de
las contradanzas es celebrada aun por los extranjeros (2), y
cuando está compuesta por gente de color, tiene más aceptación
entre los criollos.
La retreta comenzó a principios del siglo, tocándose solo los
miércoles en las puertas de los respectivos cuarteles o en las for-
talezas. En 1834 se empezaron a dar diariamente en la Plaza
de Armas, de la manera que hoy se ve. En 1846 y 47 se daba
un día a la semana en la temporada de verano en el hermoso y
ventilado salón de O'Donnell, atrayendo extraordinaria concu-
rrencia. "Las canciones propiamente dichas en Cuba, dice el
señor Bachiller y Morales (3), casi siempre eran acompañadas
(1) En nuestro viaje a la Península en 1851, hicimos especial estudio
para ver de encontrar el origen de nuestros usos y costumbres, y poniendo
atención a algunas tonadas en la Mancha o sea en Castilla la nueva, confe-
samos que a veces creíamos estar oyendo el lastimero ; Ay ! de nuestros cam-
pesinos, aunque ayudado de guitarra, en vez del provincial tiple.
(2) Hallándonos en Nueva York nos llamó la atención un profesor de
música, italiano, nombrado Valleti, que mostraba un frenético gusto por las
contradanzas cubanas, que nos hacía tocar constantemente, y tocándolas él
mismo con una perfección y gusto admirables, sin haber visitado jamás la Is-
la. Decía que era una música de un acompañamiento singular y de muchísi-
ma vida, animación y gusto.
(3) Apuntes para la historia de las letras en Cuba.
114 José MaeIa de la Toere
del baile. Lo mismo era en Méjico y en otros países hispano-
americanas; pero ellas no tienen otra fisonomía, sino en la últi-
ma de las clases sociales. En Cnba fueron una mezcla de los
aires nacionales y de las reminiscencias indígenas. En los pri-
meros siglos de la colonización se bailaría la zarabanda y otros
bailes que en la madre patria se usaban hasta en los conventos
de monjas y en las procesiones, por las alegres comparsas, a pe-
sar de los lamentos y escándalo del venerable padre Mariana,
que la llamaba invención del infierno y lo reputaba como el bo-
rrón del pueblo que lo había inventado. (1) Además de este bai-
le, que sería de la gente más granada, en donde se le despojaría
de sus adornos más notables, parece que se agregaron a la no
muy inocente tendencia de esas diversiones algo más francamen-
te selvátivo de nuestras indígenas memorias. No conservamos la
letra de esos cantares y solo podemos aludir al nombre de esas
canciones de los últimos tiempos de que vamos hablando. Her-
nando de la Parra, refiriéndose a los años corridos desde 1568 a
1592, dice que los bailes de la Habana y sus diversiones eran
graciosas y extravagantes y conservaban la rudeza y poca cultu-
" ra de los indígenas. Al mismo escritor debemos el recuerdo del
nombre y clase de los individuos de la única orquesta de esta
época.
"Las modificaciones que advertimos en la danza cubana
actual ¿tendrá ese origen que la distingue de todos los bailes
europeos? No es nuestro ánimo ocuparnos de las diversiones si-
no en cuanto a su parte literaria y de las poquísimas danzas que
aun se conservan con su letra o cantar, ni queremos hacer men-
ción, porque no corresponden a esta época de que se trazan los
presentes apuntes.
"En época más reciente se mejoró el estado de la moral pú-
blica, estrechándose aun cada vez más el círculo en que aun cam-
peaba la indecencia de las canciones unidas al baile, unas veces
creación de la gente mestiza del país; otras importada por los
presidiarios de Méjico, como el jarabe y algunos en que solo des-
collaba la lubricidad en la letra o en el equívoco, y eran las más.
Ya en el siglo XVIII la introducción de la ópera francesa e ita-
liana en la capital, dio origen a varias canciones en que se adap-
taba la letra a su música. En lo general se cantaban aires añ-
il) El P. Juan de Mariana. Tratado con jueglos públicos, cap. 1!
Lo que Fuimos y lo que Somos. 115
daluces, principalmente boleros, tiranas y polos, que al acom-
pañamiento de la guitarra tienen de picarezco y gracioso. Si
se quiere tener una idea de su letra y seguramente de sus imi-
taciones, no solo se encuentran impresos sueltos, sino libros, (l)
Hemos reunido también una corta colección de letras de esas
canciones tomándolas al dictado de algunas personas curiosas
aficionadas a la música, que conservaban esos recuerdos de sus
mocedades, pero al encontrar algunas impresiones en la colec-
ción de Don Preciso, no podemos juzgarlas como producciones
del país. Sean importadas o sean imitadas de la madre patria,
ellas y la guitarra y el arpa precedieron a las claves y a los pia-
nos en nuestras casas.
"En cuanto al uso que se hacía de esos medios de expresión
del alma apasionada, es preciso confesar que se abusaba de ellos
de un modo lamentable. Como la historia no se ocupa del hom-
bre en cualquier género, nos parece un cadáver sobre los que ha-
cina el tiempo ; si del tiempo pasado se habla, recordaremos el
juicio de la época. Oigamos a un escritor de los últimos años,
v mejor dicho, del último siglo XVIII. (2) Después de manifes-
tar que por calles y casas se oian cantares que ultrajaban la ino-
cencia hasta en boca de personas que debían suponerse de bue-
na crianza, dice : — ' ' La poesía que se emplea en las canciones de
esta especie, acompañadas de un tono fastidioso, a pesar de ser
la mas soez, insolente, sin gracia alguna, sirve de diversión a mu-
chos y a muchas, aun las más honradas, que la oyen con indeci-
ble gusto y sin el menor escrúpulo de conciencia. Es incalcula-
ble lo que cunden estos cantares que no tienen más mérito ni ali-
ciente que el de las indecencias en que van envueltos, y jamás
podrá esto serlo sino para las almas enteramente corrompidas y
entregadas al vicio y al abandono de todo pudor".
Cuadro es bien triste el que describía el censor de esas ma-
las costumbres; algo exagerado en cuanto a que la indecencia de
ciertas trovas tuviese tan general acogida, es lo cierto que fué
vicio muy común debido a la mala educación de la época, que
era una mezcla de temporal y eterno en que perecían las cos-
(i) Entre otros, el que publicó D. Preciso, en Madrid, con un curioso
prólogo titulado "Colección de tiranas, etc", en el que no deja de haberse al-
go reprensible.
(2) El Regañón de la Habana, núm. XVII, pág. 131. Se refiere este
número a los Nacimientos y reuniones de Diciembre de 1S00.
116 José Mabía de la Toere
tumbres privadas, que vino a enaltecer Jesús en medio de la ci-
vilización pagana, que solo cultivó las públicas.
"Merced no obstante a la severa censura del crítico ha lle-
gado hasta hoy la noticia de las más célebres de esas canciones
populares de funesta influencia. ¿Cómo es posible, agregaba,
que haya quien guste de oir cantar la Morena, que es la canción
menos mala quizás de cuántas corren por ahí en boca del vul-
go ?.. . ¿ qué diré de un desgraciadísimo cachirulo donde se oyen
una canciones del P. Pando, de la Beata y otras llenas de las
mayores obcenidades? ¿Qué diré de la Guavina, que en boca
del que la canta sabe a cuantas cosas puercas, indecentes y ma-
jaderas se puede pensar? ¿Qué diré de la matraca, del ¿Cuán-
do?, de la Cucaracha y últimamente del que toquen la zar aban-
dina, donde en nombre de Fr. Juan de la Gorda Manzana se re-
fieren y pintan las cosas más deshonestas y escandalosas del
mundo ? ' '
Paseos. — En 1761 escribía Arrate: "Para dar fin a este ca-
pítulo, referiré ceñidamente las salidas que tiene esta ciudad,
proporcionadas para el recreo y que sirven a sus moradores pa-
ra espaciar el ánimo y divertir los cuidados, porque aunque no
goza los célebres paseos de otras regiones y ciudades más opulen-
tas y delicadas al ornato y fomento de estos lugares públicos, en
que se forman calles de árboles frondosos, hermoseados con fuen-
tes y otros primores del arte, es cierto que en aquellos hace la
concurrencia del gentío y circunstancias expresadas todo el mo-
tivo para la diversión, pero acá la misma amenidad de los sitios
ministra la parte más principal para el recreo, siendo innegable
que aun sin incluir el paseo de la bahía, que no está en uso, y
fuera de estremado placer si se practicase porque en la ribera
opuesta a la población, brinda la apacibilidad de algunos para-
jes bastante incentivo para un honesto pasatiempo, como ya dejo
referido en otro lugar, tenemos sin numerar éste, otros por la
parte de tierra, que son los acostumbrados ya, tomando por la
Puerta de la Punta el camino de la Caleta, que es una alameda
natural en que se disfruta con el fresco sombrío de los uveros y
limpia llanura de la senda más deleitable, la vista del mar por
una banda, y por la otra la de las huertas que están asentadas
por aquel paraje: ya saliendo por la Puerta de Tierra a la cal-
zada, en que hoy van plantando árboles copados que le den som-
brío, por donde encaminar el paseo a los cocales, y a los dos ba-
Lo QUE ^UIMOS Y LO QUE SOMOS. 1Í7
rrios inmediatos de Nuestra Señora de Guadalupe y Santísimo
Cristo de la Salud, o ya últimamente eligiendo para el recreo el
arsenal en donde sus máquinas y trofogo pueden divertir y ocu-
par el tiempo y la atención con gusto mucho rato, no solo los in-
clinados a la náutica, pero los que no lo son". Algunos iban a
politequear al mentidero, situado en la esquina de las calles de
la Reina y del Águila.
En 1772, en que se abrió el paseo del Nuevo Prado (hoy
de Isabel II), concurrían a él todos los paseantes. Por la noche
se daba la vueltecita por las calles del Empedrado, Habana,
Sol o Jesús María y Oficios; reuniéndose los hombres en el café
de Mr. Tavern (aun conocido por Café de Taberna, en la Plaza
Vieja esquina a la calle de Mercaderes).
Hacia los años ele 1810 y 11, por lo menos, ya la vueltecita
se hacia por la calle de los Oficios, yéndose desde la Plaza de Ar-
mas. Se tomaba luego la calle de Paula y en seguida la de Cu-
ba, para ir a tomar helados en la fonda y nevería de Juan Anto-
nio Monte, que estaba en dicha calle de Cuba entre las de Luz y
Acosta. Trasladada dicha nevería (que fué única en la Haba-
na por muchos años, y que en los primeros tiempos vendía la co-
pa de helados a un peso (x) a la calle de los Oficios esquina a la
de Acosta, continuó el paseo por las mismas calles.
El de la tarde se verificaba en las primeras horas, o sea an-
tes de pasar al Prado, por las calles de Dragones, cerrada del
Paseo, y la Salud ; hasta 1836, en que se abrió el Paseo de Tacón
o Militar, que desde entonces y muy particularmente desde 1844
en que se hermoseó la calle de la Reina, ha atraído la concu-
rrencia.
Bailes. — Una descripción de la Habana en 1598, dice: "Los
bailes y diversiones de la Habana son graciosos y extravagantes,
conservan todavía los primeros la rudeza y poca cultura de los
indígenas, y las segundas la escasez y ningunos recursos de una
población que comienza a levantarse. Hay en esta villa cuatro
músicos que asisten a los actos a que se les llama, mediante un
(1) En 1806 se introdujo el hielo (o nieve como vulgarmente le dice),
sufriendo gran oposición del Protomedicato, que lo consideraba perjudicial a
la salud en este clima y abogando solo en su favor don Francisco Arango,
que logró vencer todas las dificultades de la introducción. Vendíase la libra
a ¡medio peso! y aun ¡a peso!, cuando en el día vale un peso el quintal.
Cuéntase que hubo personas que al probar los helados lo soplaban como si
fuera bebida caliente, y que otras salían corriendo, etc., etc.
ll8 José Maeía de la Toeee
previo convenio. Son estos músicos: Pedro Almanza, natural
de Málaga, violín; Jácome Viceira, de Lisboa, clarinete; Pascual
de Ochoa, de Sevilla, violón; Micaela Ginez, negra horra (es de-
cir libre), de Santiago de los Caballeros, vigüelista, los cuales
llevan generalmente sus acompañados para rascar el calabazo y
tañir las castañuelas. Estos músicos siempre están comprome-
tidos y para obligarlos a la preferencia, es preciso pujarlas la
paga, y además de ella, que es exborbitante, llevarles cabalgadu-
ra, darle ración de vino y hacerles a cada uno, también a sus fa-
miliares (además de lo que comen y beben en la función) un
plato de cuanto se pone en la mesa, el cual se lo llevan a sus ca-
sas; y éste obsequio llaman propina de la función. Estos mis-
mos músicos concurren a las fiestas solemnes de la parroquia,
que son las de San Cristóbal, San Marcial, Corpus, ete". Los
bailes más espléndidos que se han dado en la Habana, han sido
en 1807, el del Almirantazgo (o sea con motivo de haberse nom-
brado Gran Almirante a Godoy), verificado en la Comandancia
de Marina. El dado en 1807 por el Almirante Filiberto Willou-
met a bordo del navio francés el ' ' Froudroy ant ' ' ( que llegó aquí
desmartelado de un temporal que dispersó su escuadra) en co-
rrespondencia de los que á él se le dieron. En 1810, en obsequio
del General Someruelos, y en 1836 en el del General Tacón, en
la Alameda de Paula (hoy salón de O'Donnell). Otro verifica-
do en la Real Factoría; otro dado en 1833 en el palacio de la
Audiencia, para la jura de S. M. Doña Isabel II. El dado en
1838 en obsequio del Príncipe de Joinville, etc., etc., y el que dio
éste después en el buque que mandaba, en correspondencia de
aquel agasajo.
Teatros. — Una descripción de la Habana en 1598, dice: "En
obsequio de nuestro Gobernador los mancebos de esta población
dispusieron una comedia la noche de San Juan, para cuyo efec-
to hicieron construir una barraca en las cercanías de la fortaleza.
Titulábase esta comedia : ' ' Los buenos en el cielo y los malos en
el suelo". Era el primer espectáculo de esta clase que se hacía
en la Habana, y atrajo a todos sus moradores. Hubo mucho al-
boroto durante la representación, porque la gente no acostumbra-
da a comedias, charlaba en voz alta, y no quería callar ; hasta que
el gobernador le dirigió la palabra, amenazando con el cepo al
que no guardase el debido orden. La comedia se acabó después
Lo que Fuimos y j.o que Somos. Ü9
de la una de la mañana y la gente regustada, quedó tan compla-
cida, que insistió en que volviera a principiar".
En 1775 se abrió el Coliseo conocido después por Teatro
principal, construido por el marqués de la Torre con auxilios del
vecindario, y para dotación de la casa de Recogidas, siendo en su
época el más hermoso y bello teatro de la monarquía. Desde
fines del siglo pasado se dieron en él óperas españolas, y en 1834
comenzaron las italianas. Acabado de sufrir una gran repara-
ción que lo dejó elegante y espléndido, fué destruido por el de-
sastroso huracán de 11 de Octubre de 1846.
El primer teatro se estableció en la Casa de comedias (hoy
del señor Mazorra en el callejón de Jústiz) ; pasó después a la
Alameda de Paula, luego a la calle de Jesús María, y últimamen-
te al Campo de Marte (donde abrió su carrera dramática el ce-
lebrado cómico habanero don Francisco Cobarrubias. ) Cons-
truyóse después otro teatro en Jesús María, calle de Cienfue-
gos, y en 1830 se abrió el del Diorama (destruido en 1846), en
1838 el espléndido de Tacón, y en 1846 el del Circo haoanero,
título variado después en Teatro de Villanueva.
Comidas. — Causará hoy admiración saber que las horas or-
dinarias de comer hasta principios del presente siglo, eran las do-
ce del día, merendándose en la tarde y cenándose de 8 a 10 de la
noche, yendo los empleados consiguientemente de mañana y de
tarde a sus respectivos trabajos. Causará mayor admiración
aun el saber que hasta principios del presente siglo no fué susti-
tuido el chocolate por el café, es decir, que esta última bebida no
se generalizó hasta ahora medio siglo, siendo así que hoy consti-
tuye un elemento indispensable, puede decirse, de la manuten-
ción de la gente del campo.
Carruajes y otros medios de comunicación. — Hasta fines del
siglo pasado solo se conocían las volantas, las calesas tiradas re-
gularmente por muías, y algún coche. Las calesas (de donde
ha precedido el nombre de calesero), tenían la forma de un ca-
jón vasto, con pilares y ventanas montadas sobre un pliego igual
al de las volantas. Las volantas se construían generalmente en
Inglaterra.
Introdujéronse a principios del siglo los quitrines, que se
hicieron más comunes desde 1820, aunque hasta 1836 no los hu-
bo de alquiler (por lo que aun se dice tomar una volante y no
120 José María de la Toeee
un quitrín. (x) Los coches se han venido a generalizar desde
1846, pues hasta 1840 apenas se conocían otros que el de los
Capitanes Generales y el que había para la Adsita de enfermos
en la catedral. Los ómnibus (cuyo origen se remonta al siglo
pasado), se establecieron primero desde Regla a Guanabacoa en
1839 y después desde el Cerro a la Habana, en 1840 ; los de Je-
sús del Monte, en 1844 ; los de Príncipe en 1850, y los del Cerro
a Marianao, en 1855.
El alquiler de una volanta de la Habana al Cerro o a Jesús
¿el Monte, era a principios del siglo, de 2 pesos; más tarde, 1
peso; y 6 reales, después del establecimiento de los ómnibus (que
llevan a real por persona). Desde intramuros hasta los extra-
muros era medio peso hasta el año de 1835, en que bajó a peseta
fuerte (hoy sencilla).
Para el pasaje de Regla a Guanabacoa había volantas con
parejas de rocines y llevaban un peso y hasta doce reales por el
pasaje : hasta 1842 en que se abrió el ferrocarril y redujo el pa-
saje a un real. El pasaje de la bahía se hacía en botes, y me-
diante el progresivo aumento de los pasajeros en el siglo pasado,
el Ayuntamiento sacaba a remate el tráfico de dichos botes, que
sólo cobraban medio real por persona. El contrato era bienal y
el contratista se llamaba el Rentero. La última contrata produ-
jo cincuenta mil pesos. Los botes atracaban primero en Mari-
melena y luego en el Santuario, no pasando nunca de siete, mal
servidos e inseguros. Se abolió la renta en 1808, creándose en
su lugar el tercio de matrículas, que aun existe. En 1837 se es-
tableció la primera empresa de vapores de la capital a Regla ; en
1842 hubo otra que solo duró un año ; y en 1854 se estableció la
tercera conocida por segunda empresa. Pronto se abrirá el fe-
rrocarril urbano, con ramificaciones hasta Guanabacoa, orillan-
do la banda del Sur de la bahía, y hasta Marianao o el Cano, por
el Suroeste.
(1) El quitrín es uno de los muebles especiales de Cuba, más cualquie-
ra que haya visto las calesas de Cádiz, no puede dejar de convenir en que de-
ben haber sido las abuelas de los tales quitrines. Los primeros se constru-
yeron en Inglaterra y en los Estados Unidos, pero hace años que los fabri-
cados en la Habana pueden competir con los de las mejores fábricas del ex-
tranjero.
CAPITULO XII.
Imprentas, Periódicos, Librerías", Bibliotecas. (x)
En 4 de Junio de 1735, el Gobernador Güemez Horcasitas
concedió licencia a don Francisco de Paula para establecer una
imprenta en esta capital, con objeto de publicar libros en gene-
ral. Paula vendió después su imprenta a don Manuel Azpetia y
éste a don José Boloña, que en 1785 fué nombrado impresor de
marina, sucediendo a don Matías de Mora. Tradicionalmente
se dice, sin embargo, que se conocía la imprenta en la Habana
desde 1700, aunque hay otros que suponen que no fué conocida
hasta 1747.
Por Real cédula de 20 de Enero de 1774, se negó a don
Blas de los Olivos, una solicitud para establecer una imprenta, a
pesar de ir recomendada por el Conde de Riela, y se prohibió
que hubiese otra imprenta más que la de la Capitanía General,
pero dicha Real cédula no fué cumplida por los Capitanes Ge-
nerales, y a fines del siglo pasado ya había cuatro imprentas en
la Habana, a saber : de Boloña, de Mora, de Palmer, y de Segui.
(1) Para este capítulo nos han servido mucho los luminosos e intere-
santes artículos, inéditos aun, que sobre la misma materia tiene escritos
nuestro muy distinguido e ilustrado amigo el Sr. Bachiller y Morales, como
continuación de los que ya ha publicado con el modesto título de "Apuntes
para la historia de las letras de Cuba", cuya lectura recomendamos. Para
mayor ilustración ponemos a continuación una muestra de varios periódicos
en distintas épocas, escogiendo para el efecto las materias que más llaman la
atención en el día; como anuncios de calesas, claves, (pianos), negros pelu-
queros, (pues usándose grandes, rizadas y empolvadas pelucas y coletas, era,
sin duda gran ahorro, tener peluquero propio, etc.,) y las ventas de varios
efectos para que se vea la diferencia de tiempos. Lo que llama mucho la
atención, además de ver escrito Havana hoy escrito en Habana, es la pro-
pensión a no indicar casas donde se daban razón de los anuncios por su nú-
mero, si no por las personas que vivían en ellas. En 1763 se numeraron las
casas, y ¡30 años no bastaban para acabar con la rutina de dar razón por
los nombres de las personas !, pues ya en esta época no era la población tan
corta, que a esto solamente debía atribuirse.
122 José Maeía de la Toree
La ocupación que tenían dichas imprentas era la de imprimir
algunos bandos o disposiciones del Gobierno, novenas de los San-
tos de más clientela, algunas malas láminas y ninguna cosa de
más trascendencia.
Las obras más notables que hemos visto impresas en la Ha-
bana en el siglo pasado, son: el Reglamento de milicias (1764),
la Guía de forasteros (1781), y la Historia natural de los peces
y crustáceos de la Isla, por don Antonio Parra, con láminas y
grabados (1787).
La Gaceta, comenzada a publicar en 1782 por don Diego de
la Barrera, fué el primer periódico de la Habana y de la Isla, y
se reducía, puede decirse, a publicar noticias políticas y anun-
cios. Bl almanaque impreso en Méjico y arreglado a aquel país,
venía de él y surtía a nuestros abuelos, a pesar de los errores
que de la aplicación de sus efemérides astronómicas habían de
resultar en esta Isla.
La Gaceta, acogida bajo la protección del Capitán General
don Luis de las Casas (que vino a mandar la Isla en 1790), se
convirtió en periódico literario-económieo, variando su título en
el de Papel periódico, con el que empezó a publicarse desde 31
de Octubre de 1790, contando por redactor al mismo ilustre Ca-
pitán General las Casas. Encomendó después este señor su re-
dacción a la Real Sociedad Económica, que la cometió desde lue-
go a una diputación, que se modificó en 1797, y sobre todo en
1799. Lucieron en ésta sus plumas todas las notabilidades de
la época, desde el estadista Arango, el filósofo Caballero, y el
elocuente Romay hasta el estimable y popular poeta Sequeira.
El tamaño del periódico era un medio pliego de papel es-
pañol; se publicaba dos veces a la semana, los domingos y los
jueves, y costaba la suscripción catorce reales fuertes mensual-
mente. i1)
En 1805 cambió su título en Aviso, y en 1810 en Diario de
la Habana. En 1811 se pasó la impresión a la bien surtida im-
prenta de Arazoza y Soler, tomando sucesivamente mayores di-
(1) Véase la muestra que ofrecemos correspondiente a los años de 1795
y 1800. Los actuales diarios titulados Diario de la Marina y Prensa, contie-
nen diez tanto más de materia y solo cuestan un peso al mes, y el Correo de
Ja Tarde, seis reales sencillos mensuales.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 123
mensiones. Cesó de publicarse en 1847, y aunque después rea-
pareció, fué por poco tiempo. (2)
En 1800 aparecieron dos periódicos más con los títulos de
La Aurora o Correo político-económico, y el Regañón, que era
crítico, y cuyas suscripciones eran a peso mensual. También
parece que se publicó en el mismo año La lonja mercantil, se-
gún un anuncio publicado en el Papel Periódico. En 1809 se
publicó El Mensajero, y en 1811 El Lince y El Hablador.
En la época de la primera constitución o sea de 1812 a 1814,
vieron la luz varios periódicos, señalándose el Patriota Ameri-
cano, El Reparón, y en 1813 El Censor Universal, La Cena, El
Diario Cívico y El Esquife, redactado éste por el célebre don
Simón Bergaño y Villegas. Este periódico era crítico-burlesco
y tenía por epígrafe:
"Más corrigen las críticas festivas
Que las serias y amargas invertivas, "
Acompañamos una muestra de él para que se vea lo severo
y arrestado que era hasta llegar a personalidades. Tenía una
lámina representando un esquife y es tal vez el primer periódi-
co que ha escrito Habana en lugar de Havana, como antes se es-
cribía.
En 12 de Septiembre de 1813 comenzó a publicarse el diario
titulado Noticioso de la Tarde, en la imprenta de don Pedro No-
lasco Palmer, siendo del mismo tamaño del papel periódico y
costando la suscripción 15 reales fuertes al mes. Subsistió has-
ta 1835, en que se unió con el Lucero, titulándose Noticioso y
Lucero, con que cesó de publicarse en 1844, dando origen al ac-
tual Diario de la Marina.
En 1819 se dio el Observador de la Isla de Cuba, y de 1820
a 23, época de la segunda constitución, se publicaron multitud
de periódicos, como el Americano libre, el Zurriago, el Tío Bar-
tolo, el Mosquito, etc.
(2) Las fechas en que han empezado a publicarse los actuales periódi-
cos de la Habana, son : Memorias de la Real Sociedad Económica, primera
serie, 1795 ; segunda, 1817, y tercera o sea la actual, 1835 ; Precios Corrientes,
1822; Prensa, 1841; Diario de la Marina, 1844; Gaceta, 1847; Correo de la
Tarde, 1857; Revista de la Habana, 1852; Revista de Jurisprudencia, 1856;
Anales de la isla de Cuba (continuación de la obra de Zamora), 1857; Re-
pertorio de medicina, 1840, y otros varios quincenales o mensuales, como los
cuatro últimos nombrados.
124 José María de la Toreé
En 1822 comenzó a publicarse el periódico Precios Corrien-
tes, por el padre de su actual redactor D. Santiago S. Spencer,
que tantas mejoras ha introducido en el mismo, siendo hoy día
el periódico más antiguo de la Habana.
En 1781 apareció la primera Guía de forasteros de la Isla
i1) dada a luz por don Diego de la Barrera, y que después pa-
trocinada y auxiliada en la redacción por el memorable general
las Casas, se hizo periódico anual desde 1794, habiéndole dado
gran importancia (así como al papel periódico), don Antonio
Robredo con las observaciones astronómicas y meteorológicas
con que lo mejoró. A principios del siglo era su redactor el dis-
tinguido naturalista don Antonio de la Ossa, y de 1814 a 21 lo
fué don Tomás Agustín de Cervantes, que la enriqueció con no-
ticias útilísimas. Desde 1853 ha dejado de salir a luz esta im-
portante obra.
Librerías y biblioteca pública. — En cuanto a librerías, el
indicado impresor Segui tenía algunos libros de venta en su ofi-
cina, desde antes de 1790. La Biblioteca, así como el papel pe-
riódico y la Guía, fué debida al Excmo. Sr. D. Luis de las Ca-
sas, que logró verla abrir en Julio de 1793, en la casa y bajo la
dirección de D. Antonio Robrero. Pasó después al cuidado de
la Real Sociedad Económica.
(1) Hemos visto un ejemplar de esta Gula, cuyo extracto se ha publi-
cado en las Memorias de la Real Sociedad Económica.
(q) Núm. 6
6) 8
PAPEL PERIÓDICO DE LA HAVANA
Del Domingo 18 de Enero de 1795.
Observaciones meteorológicas.
2
V
a
Termómetro.
Barómetro
Vientos
Meteoros
Man.
Tard.
Nocn.
Man.
Tard.
Noch.
W
alas 7
á las 12
á las 10
alas 7
á las 12
á las 10
man.
tard.
Grad.
Grad.
Grad.
Pl. I*.
Pl. I,s.
Pl. I,s.
10
20
20
18
27 10
27 10
28
NO
N
D. n. y 11. p. 1. ni.
11
19
20
20
28
27 11
27 11
NE
NE
D. n. 11. t. el dia.
12
20
20
19
28
27 11
27 11
ENE
E
Ll. P- 1. md. y t.
13
19
20
19
27 11
27 11
27 11
ESE
E
D. el. con n.
14
19
20
19
27 11
27 10
27 10
S
SE
D. el. con n.
15
19
21
20
27 10
27 10
27 10
S
SE
D. el. con n.
16
20
21
20
27 10
27 9
27 10
S
S
D. el. con n.
El mes pasado ha sido uno de los más saludables de todo el
año; solamente algunos dolores de costado y pulmonías, algunas
tercianas y disenterías, y esos morbos en corto número de indi-
viduos, se han manifestado. Las fluxiones catarrales y de mue-
las han estado bastante comunes, pero todas esas enfermedades
de poco momento.
Dos niñas de las treinta y tres que se educan en la casa de
Beneficencia y que están a cargo de la Real Sociedad Patriótica,
se presentaron el día de Corpus al Ilustrísimo Sr. Obispo de la
126 José Masía de la Torre
Luisiana, Dr. D. Luis de Peñalver y Cárdenas, y una de ellas
le dirigió este discurso.
Ilustrísimo Señor.
Las niñas que con nosotros se educan en la casa de Benefi-
cencia nos envían a V. S. con permiso del señor Diputado, para
que puestas a sus pies le manifestemos el grande alborozo que
experimentaron nuestros corazones tiernos cuando supimos que
destilaban los cielos preeminentes gracias, sobre la digna perso-
na de V. S. L, gracias justamente debidas a su rara virtud. Ca-
da una de mis compañeritas saltaba de contento viendo que la
exaltación de V. S. I. era motivo de un gozo extraordinario, no
sólo para estas hijitas suyas, sino para todos los órdenes de este
numeroso pueblo, y deseosas de dar a V. S. I. alguna señal de
amor y respeto que en nosotras han inspirado los grandes bene-
ficios que debemos a su mano liberal y piadosa, venimos a decir-
le con la ingenuidad de la infancia, que celebramos cuanto no lo
pueden referir nuestras lenguas balbucientes, unas satisfaccio-
nes que miramos como propias, y que tanto nos interesan: que
queremos a V. S. I. como a nosotras mismas, y le veneramos co-
mo a nuestro insigne bienhechor: que lloraremos lágrimas amar-
gas, y no habrá consuelo para las educandas si nuestra desgracia
nos priva del amparo de V. S. I. y que de todas suertes rogare-
mos a Dios conserve tan preciosa vida, los muchos años que ne-
cesita el Santuario de la piedad, aquel silo que nos custodia, nos
alimenta, nos enseña a trabajar y nos ha redimido de los peli-
gros a que estaba expuesta nuestra horf andad y miseria. . . pe-
ro ¡ ah ! La sola idea de que esta satisfacción nos presagia la au-
sencia de V. S. I. turba mi gozo, me anuda las fauces y apenas
puedo con voz lánguida entrecortada de suspiros decirle un tris-
te adiós en nombre de la Casa de Beneficencia.
Su ilustrísima contestó en estos términos:
He oido con la impresión más sensible las pruebas de amor
y respeto que me dais por el empleo que me ha confiado la piedad
del Rey : el regocijo que manifestáis ha llenado a mi alma de sa-
tisfacción: exhala, hijas mías, muy amadas, que yo vea el cum-
plimiento y perfección del proyecto que os ampara, alimenta y
educa; Rogad al Supremo Ser por la felicidad de la patria y
prosperidad de vuestros bienhechores; dirigid vuestras súplicas
Lo que Fuimos y lo que Somos. 127
al Pontífice Eterno para que me asista con sus luces en la con-
ducta del rebaño que se dignó confirmarme : no temáis el desam-
paro porque me voy a donde me destina la Providencia: la au-
sencia de mi persona no causará el olvido que teméis, porque mil
manos benéficas se han enlazado para socorreros. Mi espíritu
queda con vosotras, mis inclinaciones no variarán: riada obrará
la distancia ; vosotras tenéis un derecho exclusivo para^disfrutar
alguna parte de lo que puedo erogar en beneficio de mis próji-
mos. Quedaos con Dios, y vivid seguras que os hablo con el co-
razón, que os quiero como a hijas predilectas, que os deseo la gra-
cia del Altísimo, os pido me encomendéis a su Suprema Protec-
ción para que pueda continuar la vuestra, y creedme que nunca
olvidaré a las educandas.
Cual es la pequeña puerta
a veces tan homicida,
que puede quitar la vida
quedando una hora abierta.
Cosa natural y cierta,
que aprovecha su rotura
cuanto poco tiempo dura:
mas en pasando de una hora,
sea señor o sea señora,
ábranle la sepultura.
SONETO
Si Dios Omnipotente me mandara
De sus bienes tomar el que quisiera,
Ni el oro ni la plata le pidiera,
Ni imperios ni coronas deseara.
Si un sublime talento me bastara
Para vivir feliz, yo le eligiera,
¡ Mas cuanto sabio referir pudiera,
A quien su misma ciencia costó cara!
128 José Mabía de la Tobbe
Yo solo pido al Todopoderoso
Me conceda propicio estos tres dones
Con que vivir en paz y ser dichoso :
Un fiel amigo en todas ocasiones,
Un corazón sencillo y generoso,
Y juicio que dirija mis acciones.
NOTICIAS PARTICULARES DE LA HAVANA
Ventas.
Una negra de edad de 17 años, buena lavandera, sin tachas,
en 250 pesos libres. En la calle de la Sabana, núm. 6, darán razón.
Otra, de edad como de 24 años, lavandera, sana y sin tacha,
en 300 pesos. En esta imprenta darán razón.
Un mulato, como de treinta años, buen cocinero, sano y con
todas tachas, menos ladrón ; también se cambia por negro, muías,
caballos o volante. En el almacén que era de don Juan Ricón
darán razón.
Una jaca martesa, de paso muy suave y veloz, acomodada
para cualquiera señora o señorito. En la casa que hace esquina
contigua a esta imprenta darán razón.
Romanas con pilón de bronce o de fierro, contratadas y bien
acondicionadas, a precios equitativos. En la calle de Lampari-
lla, a espaldas de esta imprenta, darán razón.
Un clave inglés de dos teclados, con distintas voces, en 150
pesos. En casa de don Vicente Ponce, calle de Cuba, darán razón.
Libros de varias obras en castellano, inglés y francés. En
la Audiencia de Guerra se manifestará la lista de sus autores, y
sus precios.
Entradas de embarcaciones.
De Bayajá, en 24 con 11 días de nav., ber. angl. amer. El
Gobernador Pigni expresó venir a cobrar cantidad de pesos de
efectos que vendió al rey en aquella plaza. Su cap. Peneni
Babiche.
Lo que Fuimos y lo que Somos.
Aviso al publico.
129
Para el 30 de Noviembre está dispuesta una famosa corrida
de 10 toros de muerte, los que se han escogido de las mejores cas-
tas, llevando cada uno una divisa, con la que se conozca el paraje
de donde es. El objeto de esta función es el de que su ingreso
ayude a la formación de una fuente en el Paseo. La entrada es
a 2 reales, los balcones de la sombra, a 3 pesos ; los de sol, a 2 pe-
sos, y los andamios de éste, a real. Se advierte que habrá pape-
letas en la Imprenta donde está detallada la función.
Con permiso del Superior Gobierno.
(Nüm. 62.)
- ^<^:
PAPEL PEKIODICO DE LA HAVANA
Del Domingo 17 de Agosto de 1800.
San Ensebio, confesor, cuarenta horas en la Merced.
Precios de varios comestibles y demás, necesario para el abasto
público, según el arancel de la fecha.
La libra de jamón del Reino, a tres y medio reales.
La del Norte, a dos.
La de almendras de islas, a ocho.
El millar de cacao, a catorce.
La arroba de arroz limpio, a quince, y 12 onzas por medio rl.
Observaciones meteorológicas.
Termómetro
Barómetro
Vientos
Julio
M.
T.
N.
ál. 10
M.
ál. 6
T.
ál. 3
N.
M.
T.
Atmósfera
1800
ál. 6.
ál. 3.
ál. 10
N.
Miérc. 13....
14
15
24
17 7
27 7
17 7
SE
SE
Lluvia á la tde.
13
14
13
27 7
17 7
27 7
N
E
Ll. álat.y tr.
23
15
24
27 7
17 7
27 7
ESE
ESE
Dia el. con nub.
130 José Mabía i>e la Tobbe
PEEMIOS.
La Real Sociedad Patriótica de esta ciudad ha examinado
con detenida atención las Memorias que se le han presentado as-
pirando al premio ofrecido por la Junta de Gobierno del Real
Consulado sobre cultivo del buen tabaco, y de su juicio ha resul-
tado que ninguna ha llenado completamente el objeto del proble-
ma, por lo que se ha adjudicado el premio.
Tampoco se ha verificado el de doscientos pesos ofrecidos a
la Memoria que manifestase cual era el mejor y más seguro me-
dio de mantener en buen estado el piso de las calles, mientras se
logra su empedrado, porque ninguna de las presentadas ha reu-
nido todos los puntos que se propusieron; pero sus autores han
hecho dignos del aprecio público, por el buen deseo que han ma-
nifestado dedicando sus tareas a un asunto de tanta importancia
en el actual mal estado de las calles. Y como sin embargo hay
algunas Memorias que no dejan de tratar materias útiles, se deja
la libertad a sus autores de hacerlas publicar si gustaren por me-
dio de este Papel.
La misma Sociedad, en cumplimiento de su instituto, ofrece
el premio siguiente :
"De doscientos pesos al maestro de primeras letras, tenga o
nó abierta escuela, que presente mayor número de discípulos, con
tal que no bajen de tres, ni pasen de quince años de edad, bien
instruidos en la Gramática y ortografía de la lengua castellana,
justificando por certificaciones u otros atestados de los padres o
personas a cuyo cargo estuviesen los jóvenes, haberlos enseñado
el Maestro que los presente. Se calificará dicha instrucción por
medio del examen que de ellos hará el propio maestro en presen-
cia y a voluntad de una diputación de la Sociedad, pero sin voto
de ella. A los discípulos que saliesen aprobados, aunque su nú-
mero no llegue al del premio para el maestro, se regalará un
ejemplar de la misma Gramática, Ortografía y Diccionario de la
Academia Española. Un segundo premio, de cien pesos, se ad-
judicará al Maestro que con las mismas circunstancias, diere dos
discípulos instruidos ' \
No habiéndose presentado Memoria alguna que aspire al
premio de dos mil pesos que en unión del Consulado ofreció la So-
ciedad al que dé el mejor tratado sobre el gobierno económico de
los ingenios de azúcar, se repite su publicación por suplemento
Lo que Fuimos y lo que Somos. 131
al periódico, con atención a que los puntos que abraza no permi-
ten extenderse en la cortedad de este papel.
Así estas Memorias, como las del premio publicado en el Pa-
pel periódico, número 99, de 26 de Diciembre último, deben pre*
sentarse al secretario de la Sociedad en la forma que está estable-
cido, para el día último de Octubre del presente año, en el con-
cepto de que pasado este día, no se admitirán las que llegaren.
BENEFICENCIA
La Diputación de la casa de Beneficencia, que trata de mejo-
rar las manufacturas y aumentar su producido, ha puesto la
atención en el ramo del bordado y dibujo, que es peculiar a las
niñas del departamento de educandas, persuadidas de que por
su aplicación y habilidad pueden llegar a cierto grado de perfec-
ción capaz del mejor desempeño en las obras más exquisitas; y
como el fin que se ha propuesto no podrá lograrse hasta que haya
quien las enseñe el primor del arte, se avisa al público, que si al-
guna persona de conocida conducta y habilidad conocida, quisie-
se dedicarse a la enseñanza de dichas niñas, prefiriéndose siem-
pre un sujeto de su sexo, podrá acercarse al señor Coronel don
Joseph Ricardo O'Farrill y hacer las proposiciones que le con-
vengan.
NOTICIAS PARTICULARES DE LA HAVANA
Ventas de varios renglones por mayor, según el Arancel.
Carne de vaca, cebada en la ciudad, a tres pesos la arroba.
Huesos de dicha, diez y seis onzas diez adarmes por medio rl.
Tasajo de dicha, doce onzas catorce adarmes por un real.
La arroba de ternera, a tres pesos.
De esclavos. — Una negra ciolla, de 14 años, con principios de
costurera, en 370 pesos, en el almacén de cristales de la Plaza de
Paula, número 51.
Otra, criolla, regular lavandera y cocinera y algo costurera,
en 375 pesos, en la calle de Riela, ciudadela de Laguardia, doña
Gertrudis Aguiar.
Otra, lavandera y regular cocinera, con su cria de cuatro
132 José María de la Toree
meses, cortada en 350, en la misma calle de la Obrapía, núme-
ro 207.
Otra, bozal, como de 16 años, libre de viruelas, en la taba-
quería del Farolito.
Una casa situada en la calle de Chacón frente al cuartel de
la Artillería, con bastantes eomodidas y desahogo. Doña Nicola-
sa Carasa, su dueña, que vive en dicha casa, dará razón.
Hallazgo. — Una hebilla de plata sin patilla. En la casa del
Capitán de Artillería D. Francisco Peña, se entregará al que
mostrare la compañera.
Pérdida. — Se han extraviado fuera de la Muralla unos cor-
dones de Cadete. Frente a la portería del Monasterio de Santa
Teresa, número 80, gratificarán al que los entregare.
Se solicita una perrita fina, poblana. En la casa de las se-
ñoras Muniones, que viven en la cuadra del Sr. Intendente, da-
rán razón del comprador.
Carne de vaca, del Norte, en barriles, y galletas, todo de su-
perior calidad, a precios cómodos. En el bargantín americano
nombrado la Rosa, darán razón.
Un sitio en el partido de Melena, al lado de San Antonio
Abad, compuesto de dos caballerías de tierra, en conveniencia.
Una negra, media ladina, en 200 pesos; un negro, ladino y
hábil para todo, sano y con la tacha de cimarrón, en 250, y dos
muías, buenas para volanta, en equidad. En la calle de San
Francisco de Paula, número 12, darán razón.
Una negra, lavandera, cocinera y algo costurera, sana y con
todas tachas, en 200 pesos, siendo de contado, y en cambio de otra
u otro chico o por muebles vendibles, en 350 pesos, pagando la
vendedora los derechos. Doña Concepción Caro, que vive en la
calle del Aguacate, a espaldas del Monasterio de Santa Teresa,
dará razón.
Otra, criolla, de 18 años, bien parecida, buena lavandera y
cocinera, sana y sin tacha, en 500. En la calle de San Ignacio
número 36.
Otra, costurera, lavandera y cocinera, sana y sin tachas, en
500; en la plazuela de Santa Clara, número 183.
Otra, bozal, en 375 ; frente al cuartel de Pardos, número 54.
Se alquila o se empeña una negra criandera, robusta y con
buena leche. En la calle del Tejadillo, número 31, darón razón.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 133
Entrada de embarcaciones.
Be Cádiz. En 21 con 64 días de navegación frag. San
Joseph (a) La Aurora; conduce 8 millares de ladrillos, 1,004
arrobas de vino, 32 quintales de orégano, 64 docenas de loza,
6,102 botijos de aceite, 200 de aceitunas, 240 arrobas de jabón,
50 fanegas de garbanzos, 26 docenas de sombreros, 16 anteojos,
1,279 libras tejidos de seda, 26 cajones de mercería, 482 tercios y
medios de lencería extranjera, 195 fanegas de alpiste, 150 milla-
res de tachuelas, una romana de fierro, 14 libras de yesca, 460
arrobas de pasas, 1 churla de canela, 1,026 libras de aceite de al-
mendras, 12 pieles de cabras de Madrid, 21 quintales de almen-
dras, y 3 tere, de cordob. extranjero. Su capitán Jph. Añeses.
Teatro. — Hoy, domingo 17, si el tiempo lo permite, repetirá
la compañía de cómicos del país, la gran comedia titulada al Des-
dén con el desdén.
El martes, 19, representará la compañía de cómicos france-
ses que ha llegado de Nueva Orleans, la famosa ópera titulada
Zemira y Azor.
Con permiso del Superior Gooiemo.
Tomo I. Núm. 1.
EL ESQUIFE.
Habana. — Setiembre 15 — 18 18.
Más corrigen las críticas festivas
Que las serias y amargas invectivas.
La suscrición á este periódico está siempre abierta por 4 reales al mea
y 3 patatos suscritores al CÍVICO, en la Imprenta Liberal, esquina
á la plazuela de S. Agustín.
Habana, 15 de Septiembre de 1813.
Sr. Patrón de El Esquife.
Sírvase V. admitir para completar su cargamento en el pró-
ximo viaje que debe hacer a Cayo-Puto, aunque sea por vía de
cuña, si estuviere la bodega llena, un lío arripilado con servilis-
mo y la marca de cobarde, que contiene al tercer capitán mercan-
te que declaró ante el del puerto, el 10 del corriente, por la ma-
ñana, por haber omitido lo que dijo ante testigos, esto es: "que
había pagado 45 pesos en su propia cámara a un individuo de la
partida de marina por salvar su gente del apresamiento con que
aquella le amenazaba; cuyo omisión, considerablemente perjudi-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 135
cial a la causa pública, debe ser castigada cymo imperdonable en
un hijo de la provincia vascongada.
Habana, 17 de Septiembre de 1813.
NOTICIA.
Habiéndose no ser propio para sostener la venduta pública
en este nuevo establecimiento D. Luis Carbajal (a) "Zapato el
cadetito ' ', que por su edad avanzada y escasez de dientes , tan
precisos para hablar con la gracia y donaire que se requiere en
tales cosas, y estando actualmente el Sr. D. Chilibran sin un coci-
nero que condimente a su gusto los longorones de regalo para un
convite que se ha de dar en Palacio, ha tenido a bien S. S. nom-
brarlo su primer cocinero, por haber sabido ser quien mejor
compone toda clase de mariscos, llegando a tal grado su destreza
y sabiduría, que hace un excelente estofado de aguas malas.
Cayo-Puto, 11 de Enero de 1854.
Sr. D. Pandolfo Malas Pulgas.
Sírvase V. embarcar a bordo de su Esquife Arranchador,
por mi cuenta y riesgo, y poner a la disposición del señor Guata-
cas, un fardo forrado con esparto, y la marca A. S., que contie-
ne la personita de D. Ambrosio de Suero y Miranda, excelente
curandero de glándulas, golondrinos, tumores y mal de orines;
este facultativo, lo ha experimentado un paisano suyo a quien le
mandó poner una cataplasma de ceniza hervida hasta ponerse
como mer cocha, en una glándula que se le había formado bajo de
un brazo, resultándole al cuarto de hora una llaga de una cuarta
en cuadro; este ente demasiado perjudicial a la humanidad, de-
bería el señor D. Chilibran (a quien dará V. parte), destinarlo a
la cura de aquel vecindario que tantas epidemias padece. Tam-
bién es buen corredor, acreditado por su labio, y por no haber
realizado jamás trato que haya propuesto. Queda obligado a sa-
tisfacer en la aduana nacional del Cayo, los derechos.
S. S. S. Q. B. S. M. El adolorido de sus curas, F. G.
136 José María de la Toree
Factura del cargamento con que este Esquife dio la vela para
Cayo-Puto, el martes 12 del corriente.
Tres toneles marcados, el primero J, el segundo L, y el terce-
ro T . . . , que contienen a tres hermanas, embarcadas por cuenta
y riesgo de D. H., con la nota de pleitistas, insufribles a deudos
y extraños, gritonas, alborotadoras, egoistas, doncellonas inútiles
al estado, y gravosas a sus parientes.
Un saco de jeniquén con un maestro de primeras letras, lla-
mado Cicharra (a) Ciruela, por pedante, antilebral y preocupa-
do, con destino a la enseñanza de la juventud cayo-putana.
Un cajón arpillado con un oficial de las compañías rurales
de Fernando VII, marcado M. C, que hace 15 días anda dando
charratelazos por las calles de esta ciudad y las de Regla, osten-
tándose oficial de ejército, por traer una charratera que no le co-
rresponde, respecto a no haberse concedido a los de igual clase de
otras provincias. Va de bandera para reclutar soldados cuando
los haya.
Un fardo de pergamino de 3 varas de largo y una de ancho,
con un hombre muy alto y la marca J. Ornas, remitido por un
padre de familia y destinado a ser corredor de Lonja, por su
acreditada destreza en el tráfico de voluntades.
Una barrica con una negra, marcada F., reclamada por el
Sr. D. Chilibran, para allanar dificultades y disponer y conciliar
los ánimos de los cayo-putanos y cayo-putanas. Va por cuenta
y riesgo del mismo D. Chilibran.
Una canasta vieja y medio desguazada con la nueva vicerec-
tora doña M. P., muy recomendada por el Padre Chicharrón, que
por acto de virtud se va a privar de los platitos regalados, y a
alimentarse con cangrejos y longorones para castigar su cuer-
pecito.
Venduta del Sr. Especialy, calle del Zepillo, casa número 5.
La volanta, muía y calecero de D. N. V. ; el juego de lotería
del café de Comercio ; 12 pipas de vino de las que despacha D. J.
G., a 3 reales botellas ; 30 romances de Mosaura acabados de lle-
gar de Puerto Real, consignados a un amigo ; un bastón de comi-
Lo que Fuimos y Lo que Somos. 137
sario de barrio con borlas de estandarte; una excelente peluca
catalana para tapar calvas; una arroba de albayalde de las que
usa la mamita ; un ejemplar de la comedia titulada Las minas de
Polonia; las dos decoraciones con que fué exexornada dicha come-
dia en el teatro de la Habana, por las que pusieron la entrada a
4 reales ; el vestido de majo que sacó el señor Joaquín González,
en la misma función ; dos arrobas de cera perfectamente elabora-
das, tanto en bujías como en codales, serillos, etc.
PÓLIZA.
Sr. Liberato Antiservilio.
Sírvase V. embarcar a D.a J., D.a L y D.a T. Andrade, inclu-
yéndolas en el registro que su celebérrimo Esquife tiene abierto
para Cayo-Puto, por lo que incomodan a la vecindad con un mi-
llón de gallinas y perros, y por las interminables peleas que tie-
nen con los criados y entre sí mismas, comprometiéndose, como lo
hace, a pagar doble flete por D.a L . . . , en atención a su bastísi-
ma mole.
Su atento servidor,
H.
Al Sr. D. Liberato Antiservilio, patrón del glorioso Esquife
Arranchador, de la flotilla popular Sécula Vincet.
DÉCIMA.
El pueblo habano ya vé
Por tu Esquife la verdad,
Que persigues la maldad,
Obrando de buena fe.
El buen celo admiraré
Que tienes en castigar
Al malvado, y desterrar
Infames a Cayo-Puto,
Siendo cangrejos el fruto
De su modo de Pensar.
138 José Mabía de la Toree
SENTENCIA.
Aquel que no quiera ser
Vecino Cayo-putano,
Obre como ciudadano
Y tenga buen proceder.
PERDIDA.
P. A. E.
Se gratificará competentemente al que diere razón del para-
dero de D. José Alcaraz (cuya filiación daremos en otra vez), el
cual se extravió voluntariamente de la casa que vivía en la calle
de Curazao, número 34, dejando a su pobre amo careciendo de
las mesadas vencidas, en la de Riela al número 38.
R. M.
TEATRO.
Hoy, jueves 13 del corriente, a las 12 de la noche, si el tiem-
po lo permite, se representará la famosa ópera en un acto, titula-
da la Indigesta, a la que seguirá una excelente pieza unipersonal
nombrada Lamentos de los Cay o -y lítanos, concluida, se cantará
un famoso dúo por los señores Zapato y Guatacas, cuya música
está sacada de la ópera del delirio. Entrada libre, por ser día de
San Gumersindo.
Imprenta Liberal, a cargo de Feliciano Romay.
CAPITULO XIII.
Aguas. — Ingenios de azucae en la jurisdicción de la Habana.
La ciudad se proveía de agua del río Jigüey o Luyanó, hasta
1591, en que llegó el cauce de la zanja (principiado en 1566),
hasta el Campo de Marte, y en 1597 hasta el callejón del Chorro
(plazuela de la Catedral), donde aun se conserva la lápida de de-
sagüe con una inscripción comprobatoria. En 1831 se comenzó
el actual acueducto, que se concluyó en 1835, bajo la dirección de
don Manuel Pastor y don Nicolás Campos. Costó $781,672. Tie-
ne el tubo 18 pulgadas de diámetro hasta entrar en la calzada del
Cerro, y 14 desde este punto a la Puerta de Tierra. Su total lon-
gitud desde el Husillo hasta dicha puerta, es de 7,500 metros o
sea 1 y tres cuartos legua cubana, con una diferencia de nivel de
algo más de 22 metros, pero en la Puerta solo sube 14 metros.
Las aguas del río Almendares corren a razón de 0m10, o sean pul-
gadas castellanos por segundo. Las aguas de Vento con que se
trata de abastecer la ciudad, están 13 metros más elevadas que
las de los filtros.
Ingenios. — En 1595 se estableció un ingenio de fabricar azú-
car (el primero de la Habana), en el lugar nombrado los Can-
grejos (cerca del Puente de Chávez), por Vicente Santa María.
(x) A poco después fundó otro Alonso de Rojas (el menor), en
el paraje que decían los Ranchitos (donde está hoy el Tívoli) y
(1) En 1576 se había concedido licencia para un ingenio junto al río
de la Chorrera y de la ciénaga del Cerro. En 1580 ya había abundantes
siembras de cañas y de tabacos por las inmediaciones de la Habana. En
1535 se había pedido la primera licencia para establecer un ingenio en la
Isla. En el Diario de Gobierno de la Habana, de 11 de Octubre de 1818, pu-
blicó el Pbro. D. Manuel J. Barreto, un anuncio inquiriendo cual es hoy la finca
en que 1643 impuso una capellanía impuesta por el capitán don Simón P. de
Laitán, en tierras del ingenio Santacruz, que lindaba con otro ingenio de don
Antonio Rodríguez Tabaros, y otro titulado el Cerro, de la propiedad de don
Juan Pérez de Oporto. Sirvió esta capellanía el Pbro. D. José Casimiro de
Aguiar, que murió en 28 de Marzo de 1801.
140 José Mabía de la TobBe
se hicieron otros en el Cerro, Jesús del Monte y la Rinconada,
(no conocemos bien este punto. ¿Será por San Antonio el Chi-
quito?) El primer ingenio de los mencionados producía, según
asegura el documento de donde tomamos esta noticia, bastante
melado y azúcar terciado (rapadura). Era impulsado por bra-
zos y caballos, como otro que había por el Tívoli, de Alonso de
Rojas; siendo el de Antón Recio fundado en 1598, en Guaicana-
má (hoy Regla), el primero construido en escala mayor e impul-
sado por bueyes. "Tan escasos eran los azucareros y tan pocos
los inteligentes en el arte de cocinar el jugo de la caña, que los
moldes se evacúan espontáneamente y el azúcar ya cuajado se
convierte en líquido". Según un mapa oficial de 1762, había junto
al camino que conduce al Cano, los ingenios de Coca, Duarte, Pa-
checo y León ; junto al río de la Chorrera, los de la Chorrera, el
Rosario, Salazar, Retiro, San Francisco de Barco, otro Retiro,
Barrera, Beatriz, Carrillo, Santa Catalina y Santo Domingo ;
junto a la Zanja, el de San Antonio Chiquito ; por el camino de
Santiago, los de San Juan y de Guadalupe, y por el de Paso-Seco,
los de San Agustín, Aguacate, Ojo de Agua, San Pedro y Carbo-
nero. En 1795 se vendía en la Habana, el azúcar, a 4 pesos la
arroba, y en 1846, a ¡ 8 reales arroba ! En 1836 subió a 12 reales
la arroba; precio que no había vuelto a obtener hasta hace doce
años, vendiéndose en el día hasta a 3 pesos.
En 1760 se exportaban por la Habana 30,000 cajas de azú-
car. En 1761 se contaban por las inmediaciones 80 ingenios, que
consechaban 5,000 quintales de azúcar. En 1775 se contaban en
toda la isla 473 ingenios.
La exportación de azúcar por la Habana (que como se vé
casi asciende a un millón de cajas), viene a ser la mitad de la de
la Isla. El valor de cada caja se gradúa en el día a 40 pesos, por
lo que la exportación de ese artículo, por solo el puerto de la Ha-
bana, equivale a ¡ 36 millones de pesos !
Lo que Fuimos y lo que Somos. 141
Exportación de azúcar efectuada por el puerto de la Habana
desde 1789 a 1856, inclusive, según el periódico titulado
"Precios Corrientes", por el Sr. Spencer:
Cajas Cajas Cajas
1789. ..... 69,126 1799 165,602 1809 238,842
1790. 77,896 1800 142,097 1810 186,672
1791 85,014 1801 159,841 1811 150,269
1792 72,854 1802 204,404 1812 118,312
,1793 87,970 1803 158,073 1813 173,940
1794. . . ' . . . 103,629 1804 193,955 1814 176,352
1795 70,437 1805 174,544 1815 214,111
1796 120,374 1806 156,510 1816 200,487
1797 118,066 1807 181,272 1817 217,009
1798 134,872 1808 125,375 1818 207,378
En 10 años. . . . 940,238 1.661,673 1.883,372
Cajas Cajas Cajas
1819 192,744 1829 260,065 1839 326,428
1820 219,593 1830 305,472 1840 446,959
1821 236,669 1831 276,329 1841 440,144
1822 263,632 1832 301,579 1842 441,578
1823 300,207 1833 284,825 1843 458,463
1824 247,007 1834 294,538 1844 534,921
1825 200,039 1835 310,256 1845 261,340
1826 263,748 1836 312,656 1846 515,278
1827 261,005 1837 315,348 1847 644,853
1828 264,817 1838 368,356 1848 686,989
En 10 años. . . . 2.449,461 3.029,524 4.755,953
142 José Mabía de la Torre
Cajas
1849 612,801
1850 746,405
1851 878,368
1852 708,491
1853 762,112
1854 398,490
1855 965,776
1856. ..... 872,925
En 8 años. . . . 6.444,495
CAPITULO IV.
Cronología de los sucesos no. mencionados en otros capítulos.
En 1538, siendo Teniente de Gobernador Juan de Rojas,
nhos piratas conocidos por filibusteros, entraron en el puerto y
talaron, saquearon e incendiaron la población; por le que tras-
ladándose a ella incontinenti el Gobernador D. Hernando de So-
to, dispuso la construcción del castillo de la Fuerza, que concluí-
do en 1544, dio seguridad y mucha importancia a la villa, hasta
el punto de que al año siguiente se ordenó que las embarcaciones
que entrasen en él saludasen como a plaza militar.
En 1544, la Habana contaba 40 vecinos; indios libres, 120;
negros e indios esclavos, 200 ; dos clérigos y un capellán.
1550. — De esta fecha son las últimas actas de cabildo de que
hay constancia en archivo Capitular, pues los libros en que se ha-
llaban las anteriores sufrieron extravio a consecuencia de las de-
predaciones de los piratas. Era en dicho año Gobernador Juan
de Inestrosa ; Alcaldes ordinarios : Juan de Rojas y Pedro Velas-
co, y Regidores : Pedro Velázquez, Antonio de la Torre, Diego de
Soto y Francisco Gutiérrez.
Cabildo de 1° de Julio de 1850. — Según se deduce de esta
acta, parece que en la anterior de 25 de Julio se dispuso recoger
todos los cuartos existentes en la villa, para que sellados se admi-
tiesen como moneda corriente, pues algunos los repugnaban; y
se ordenó que todos los que tuvieran cuartos los presentaran, ba-
jo las penas de que sin este requisito no serían admitidos. Cum-
pliendo la prevención, acudieron a mostrarlos en el referido ca-
bildo, y la entrega fué en el orden siguiente :
El Sr. Juan de Rojas declaró tener un peso de oro en cuar-
tos.— El Sr. Pedro Velázquez declaró que tiene tres pesos en
cuartos. — Declaró Diego de Soto que tiene del Santísimo Sacra-
mento cinco pesos y suyo un peso. — Declaró el alguacil Antonio
144 José Masía de la Tobbe
Suazo, nueve reales en cuartos. — Pedro Sánchez declaró cuatro
pesos y medio, más otros dos reales. — Flores declaró ocho .... en
cuartos. — Zamora, cuatro pesos y... de limosnas de mi.... el
dicho por Juan Sánchez ochocientas. — Juan Oliver por Juan
Bazán y suyos, y diez y ocho reales, los cuales dichos cuartos de
suso declarados, con los que parecieron tener de limosna la igle-
sia de esta villa, mandaron sus mercedes, y fué acordado por el
bien y pro de esta villa que se aquilaten y eche la marea de fuera
que es buena, y que es como esta X y que estos pasen y se traten
los vecinos y moradores y habitantes y tratantes en esta dicha
villa so pena de tres pesos ele oro para la Cámara de S. M. la ter-
cera parte, y la otra tercera para el juez que lo sentencia, y la otra
tercera parte el denunciador, demás de las otras penas en que
caen e incurren los que desechan la moneda de S. M. Y come-
tieron el cuidar de los dichos cuartos a Juan de Oliver, platero de
esta villa, de que tomado y' recibido. . en forma de derecho.
En cabildo de 12 de Septiembre de 1550 se prohibió que los
negros cortasen los cedros y caobas, como lo verificaban para ha-
cer bateas y lebrillos y otras obras de poca entidad, y destruyen
dichos árboles de manera que falta para los edificios, bajo
pena de diez días de prisión en el cepo de la cárcel, y de 300 azo-
tes, lo cual se entienda cortando dos leguas al rededor de la villa ;
y si los negros cortaren dichos árboles por mandado de sus amos,
incurrirán estos en pena de 20 pesos de oro, mitad para la Cámara
y fisco y la otra mitad para obras públicas.
En cabildo de 27 de Febrero de 1551, se acordó el siguiente
arancel :
La libra de pan, 4 cuartos ; Torta de peopao, medio ; Huevos,
seis por un real; Dos rábanos medio ; Una lechuga "buena, 4 cuar-
tos ; Una col, medio ; Una carga de casabe, 2 pesos de oro.
En cabildo de 18 de abril de 1551 se acordó, que por cuanto
los taberneros tiene mucho desorden en la manera de vender el
vino con perjuicio de la república, mandaban de que de esta fe-
cha en adelante ninguna persona que tuviese por oficio y trato, y
Lo que Fuimos y lo que Somos. 145
fuese tabernero vendiendo por menudo, no pueda tener ni tenga
en su casa ni fuera de ella más que una pipa de vino, la cual pue-
da vender y venda por postura del diputado, y que acabada y
echada fuera de casa la madera, pueda comprar otra, y el que tu-
viese mas, ya sea en pipas, botijas, etc., sea penado en 6 ps. de oro.
En el mismo se mandó que todos los vecinos traigan espada,
de día y de noche, bajo la pena de 1 peso, que dentro de 10 días
se provean de ellas los que no tengan, y las presenten al gober-
nador.
En cabildo de 19 de Junio de 1551 se mandó que por cuanto
hay mucha falta de casabe en este pueblo, a causa de las muchas
flotas y armadas que de un año a esta parte han pasado por él, y
de esta causa algunos vecinos de este pueblo han tomado la de
vender la carga de pan a 3 ps., 3 y medio y aun 4, lo que es mu-
cho perjuicio a la república, por tanto mandaban se pregone que
ninguno de esta villa pueda vender ni venda la carga de casabe a
más de dos pesos de oro, pagados en buena moneda en plata o en
oro, y si el precio fuere en reales que no pueda subir de 25 rs. la
carga, y de allí abajo cada uno puede vender como quisiere, esto
por todo el tiempo que durare la falta y necesidad. Y así mis-
mo se mandó pregonar que ningún vecino pueda vender la arro-
ba de los tasajos a más precio de un peso cada arroba, pena en
ambas faltas de 12 pesos en oro, mitad para obras públicas y de-
nunciador.
En cabildo de 29 de Enero de 1552 se nombró para verdugo
y pregonero de esta villa de la Habana, al negro Antón, esclavo
del señor Juan de Rojas, Teniente del Gobernador, por haber fu-
gado Bartolomé Fernández, que antes servía uno y otro oficio.
En cabildo de 14 de febrero de 1552 se acordó arrendar a fa-
yor de los precios la carga y descarga de buques y se estableció el
arancel que había de llevar el contratista :
jo
146 José Mabía de la Toree
Reales.
Por una pipa de vino, a riesgo del arrendador y darla
arrumada 4
Por una pipa de harina, arrumada 3
Por el barril quintalano de vizcocho, jabón, pasas, higos o
cualquiera mercadería de peso de un quintal. . . 1
Por y± de tonelada de harina, vizcocho o cualquiera otra
mercadería 1%
Por una caja de 7 palmos de cualquiera mercadería. . 5
Y si fuere la tal caja de 8 palmos para arriba. ... 3
Por la caja de 5 palmos hasta 6 . . 1%
Por una petaca de ropa o de vizcocho.
Por una cama de colchón y frasada y almohada de un
hombre 1
Y si fuere de dos colchones 2
Por cualquiera carga que la pueda llevar un negro. . 1
Por 4 botijas de aceite, y entiéndase que lo ha de llevar a
riesgo del arrendador 1
Por una botija perulera, a riesgo del arrendador. . . 1
Por llevar un fardo de paño, de rúan, de angéo o de otro
cualquier lienzo 2
Por cada cuero vacuno, chico o grande *4
En cabildo de 30 de Marzo de 1552, el Gobernador trató y
platicó con los Alcaldes y Regidores sobre prevención y buena
guarda de esta villa, teniéndose por cosa cierta la nueva de la
guerra con Francia, que se ha sabido por la vía de Méjico y San-
to Domingo, y queriendo cumplir la cédula de S. M. con la que
ha requerido el Alcaide de la Fortaleza, Juan de Lobera, se acor-
dó lo siguiente : que en la fortaleza, cada noche, demás de los
hombres que el Alcaide, tiene, velen con ellos tres hombres; que
en el Morro haya dos hombres de guardia que velen de día y de
noche para que no pueda parecer navio, que no se tenga aviso en
la villa y fortaleza; que del pueblo Viejo (lo que es hoy la Cho-
rrera), cada noche velen y atalayen dos hombres de a caballo, los
cuales sean de las personas a quienes está mandado que tengan
caballos, según se ordenó, en acuerdo de un cabildo que está en
este libro. Y que para repartir estas velas que han de estar en
Lo que Fuimos y lo que Somos. 147
la fortaleza y Morro y pueblo Viejo, se hagan con el menos tra-
bajo que fuese posible para los vecinos por su rueda y turno co-
metió su merced el Sr. Gobernador a los señores Juan de Roxas,
Diego de Soto y Pedro Velasco, Alcaldes y Regidores que hagan
el dicho repartimiento y lo traigan para que su merced lo haga
guardar y cumplir.
También se proveyó y mandó, que todas las veces que en la
fortaleza se soltare tiro, que es la señal por donde se conocerá
que viene navio al puerto, ahora sea de día o de noche, doce per-
sonas, las que señalaren los comisionados, acudan a la fortaleza y
se entren en ella con el Alcaide, de la que no salgan hasta saber
que navio o navios son los que vienen, y si fueren enemigos no
puedan salir de ella sin expresa licencia de su merced el señor
Gobernador, y la resta de todos los vecinos de esta villa, salidos
los que mande acudir a la fortaleza, acudan donde su merced es-
tuviere con sus armas pronto para acudir a las partes donde más
viere que convenga la buena defensa de la villa, lo cual guarden
y cumplan so pena que el que no acudiere pierda, cien pesos, la
mitad para la Cámara y la otra mitad para gastos de esta guerra.
— Esto fué publicado por pregonero.
- En el cabildo siguiente se acordó que se pagasen al Regidor
Juan de Rojas cien pesos en que se le habían comprado cuatro
pasamuros con sus cámaras (cañones), que tenía, y se pusieron
en el bastión de la playa de esta villa, obligándose todos a pagar-
los a prorrata, si S. M. no aprobaba el gasto de su hacienda.
En cabildo de 1.° de Julio de 1552 se recibió de barbero y ci-
rujano, Juan Gómez, y se mandó que mientras estuviese aquí, na-
die pudiera ejercer su facultad, so pena de dos pesos de oro, pa-
ra el mismo Gómez.
En cabildo de 15 de Abril de 1553 se acordó que por el ries-
go que hay de los franceses es necesario que en el Morro
haya dos hombres que velen de noche, además de la vela de día.
148 José María de la Toree
y que haya dos pasamuros y cuatro versos, (x) y los hombres que
allí estuvieran, el uno de ellos sea hábil para poder tirar la dicha
artillería, ofreciéndose necesidad ; para efectuarlo se mandó que
se compren de Ambrosio Hernández los dos pasamuros, cuatro
versos y un barril de pólvora, pagándose de obras públicas y gas-
tos de justicias, y que se haga sobre el Morro para resguardo de
los hombres, una casilla de tejas. El señor Teniente Juan de Ro-
jas, encargado de la compra, tomó declaración al maestre Juan
Santos y Lope Hernández, vecino de Sevilla, y de Benito de Ya-
livan, para que declarasen los valores y dijeron que dos pasamu-
ros, uno que se llama francés, y otro que fué del Galeón Santiago,
valen a 45 ducados de Castilla, y el quintal de pólvora 8 ducados
y que esto valen en este puerto y en España, 500 reales.
El Gobernador Diego de Mazariegos trajo 20 soldados con
sus armas y arcabuces, munición y bastimento y seis piezas de ar-
tillería gruesa, en 8 de Marzo de 1556, por haber destruido los
franceses el pueblo y se mandó que todos reedificaran sus casas y
los aposentaran.
En 1553, la Habana solo contaba 30 vecinos (unas 150 per-
sonas), los más de ellos pobres y viejos, y no estaba acabada de
reedificar la fortaleza de la Fuerza.
En 1555 volvieron los piratas a saquear e incendiar a la Ha-
bana y su fortaleza, defendida por el valeroso Juan Lobera, sien-
do ésta la principal causa de que se hayan perdido las actas ca-
pitulares anteriores al año 1550, pues hasta el gobierno tuvo que
trasladarse a Guanabacoa.
En cabildo de 24 de Abril de 1556, presentaron Juan de
Inestrosa y Antonio de la Torre, el arancel que se les eneomen
<ió ; fué aprobado y es como sigue :
(1) Versos: cierta especie de cañones de artillería que se usaban en
aquella época.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 149
Reales.
Por tres libras de pan casabe 2
Por una libra de carne de puerco, que es la cuarta parte
de un arrelde, cocida o asada %
Y si fuere cocida, que den sus coles o calabazas con ello.
Por una libra de carne de vaca %
Que den con ella un plátano u otra fruta de la tierra.
Que puedan ganar en el vino que dieren en cada arroba,
seis reales y que lo midan delante de la persona que
lo comprare.
Por una pina %
Por doce plátanos 1
Que las tales personas que dieren de comer sean obligadas a
dar agua a los que comieren, la que les bastare, mesa y manteles
limpios, de valde, sin llevar para ello interés alguno.
Que si alguna persona quisiese dormir en las tales casas de
tratos, y se le diere una hamaca, lleven por cada noche un real, y
si no diesen hamaca ni otra cosa, medio real.
Que si las tales personas que así mismo dieren de comer, be-
ber y tengan peso de balanza y medida, para pesar y medir lo que
así dieren de comer y beber.
Que los susodichos tengan colgados este arancel en lo públi-
co de sus casas, en la pieza o lugar donde dieren de comer, de ma-
nera que todos le puedan leer y entender, todo bajo pena de tres
ducados por la primera vez, repartidos entre la Cámara, juez y
denunciador, y por la segunda, doblados, y por la tercera, eu diez
dncados y privación del trato de mesón.
En cabildo de 15 de abril de 1558 se acordó poner arancel a
los zapateros, porque pedían caro por la obra, y se acordó en la
forma siguiente, mediante a que no eran subidos los precios de
cordobanes y cueros.
Reales.
Zapatos de trece puntos y de doce, se venden. ... 10
Zapatos de diez y once puntos 9
Zapatos de ocho y nueve puntos 8
150 José Maeía de la Toeee
Reales.
Zapatos de badana o de gamusa, de 12 a 13 puntos. . . 6
Y siendo de nueve o diez puntos 5
Por solar unas botas o unos zapatos 4
Todo bajo pena de dos pesos de oro.
Cabildo de 18 de Enero de 1557. — Otro si : Porque muchas
negras y otras personas andan por las calles vendiendo longani-
zas y bueñuelos y maíz molido y sin postura de diputado y en lo
que venden no se le ha puesto precio, de cuya causa se recibe per-
juicio, y asi mismo venden pasteles y tortillas de maíz y de cati-
bías, y conviene que de aquí en adelante en el vender de lo suso-
dicho haya orden, de manera que no agravie el que lo compre y
quien lo vendiere, mandaban y mandaron que las longanizas se
vendan a vara y media por un real, y todas las demás cosas no
las vendan sin que el Regidor o Diputado que es o fuere, le pon-
ga precio en ello, so la dicha pena aplicada de suso, y porque
venga a noticia de todos y ninguno pretenda ignorancia, manda-
ron se pregone públicamente en esta villa.
Cabildo de 14 de Mayo de 1557. — Se proveyó y mandó que
muchas negras esclavas en esta villa han tomado por trato de te-
ner casa para hospedar y tener taberna y tabaco, lo que es en
mucho perjuicio de esta república, y mandaron pregonar públi-
camente que de hoy en adelante ninguna negra esclava sea osada
de vivir en casa por sí, ni tener taberna ni tabaco, so pena de cin-
cuenta azotes a cada una de las dichas negras que lo contrario hi-
cieran y demás de ésta, que el amo por se lo consentir incurra en
pena de dos pesos para la Cámara y Fisco, y obras públicas, y
mandaron que se pregone públicamente.
Cabildo de 19 de Julio de 1557 . — En la villa de la Habana,
a 19 de Julio de 1557 años, en presencia de mí, Francisco Pérez
de Borroto, escribano de S. M. y público del número y Consejo
de esta dicha villa, este día se juntaron a consulta y Cabildo, con-
viene a saber, el muy magnífico señor Juan de Roxas, Teniente
de Gobernador de esta dicha villa, para entender en los negocios
Lo que Fuimos y lo que Somos. 151
que tocantes a esta dicha villa y al servicio de Dios nuestro señor
y de S. M. convenga. Estando en el dicho cabildo los dichos se-
ñores dijeron que por el muy magnífico Sr. Diego de Mazarredo,
Gobernador de esta isla de Cuba, han sido enviadas dos cartas
cerradas y selladas con el sello Real de S. M. el Rey nuestro Se-
ñor, las cuales mandaron abrir y leer, y la una de ellas parece es
tar firmada del Emperador y Rey Nuestro Señor, y refrendada
de Francisco de Eraso, su secretario, y fecha y librada en Bruse-
las a 16 días del mes de enero de 1556 años,, por la cual S. M.
manda al Consejo, Justicia y Regidores, y Caballeros y Oficiales
y homes buenos de esta villa de San Cristóbal de la Habana de
esta Isla de Cuba, tengan y obedezcan por su Rey y Sr. natural
al Srmo. Príncipe D. Felipe, su hijo nuestro Señor, y cumplan y
obedezcan sus mandamientos como a mandamientos de su Rey y
Señor, y por ella obedezcan y tengan, porque él ha renunciado
en él los Estados de Castilla y de León, y lo demás a ellos anexos,
en que se incluyen estas partes de Indias, según más largo en la
dicha carta se contiene, que aquí va fijada en este libro, y así mis-
mo se presentó otra cédula de S. A. el Príncipe nuestro Señor fe-
cha en Bruselas ... y seis días del mes de enero de . . . 556 años
por ... les manda y hace saberlo por S. M. provehido de que arri-
ba hace mención, y como S. A. fué aceptada la dicha renunciación
de los dichos reinos, según mas larga en la dicha Cédula se con-
tiene, las cuales ansí leídas por los dichos señores Justicia y Re-
gidores de esta villa, y estando presente el Procurador general de
ella, tomaron en sus manos el dicho Sr. Teniente y Regidores y
Procurador, y las besaron y pusieron sobre sus cabezas y dijeron
que la obedecían con todo el debido acatamiento como a Provisión
y mandamiento de su Rey y Señor, natural a quien Dios nuestro
Señor deje vivir y reinar por muchos y largos tiempos con acre-
centamiento de muy mayores reinos y señoríos, y en cumplimien-
to de ella y haciendo lo que S. M. manda, dijeron que obedecían
y obedecieron desde agora por su Rey y Señor natural el Srmo.
Príncipe don Felipe nuestro Señor, y en señal de ello mandaban
y mandaron alzar banderas en su nombre, haciéndole y teniéndo-
le por tal su señor Rey, y hacer todas las solemnidades que se re-
quieren, el jueves próximo que viene, que es el día de la Magda-
lena, para que todos se regocijen y lo sepan y firmáronlo. — Juan
de Rojas. — Antonio de la Torre. — Diego de Soto.
152 José Masía de la Toeee
Cabildo de 24 de Julio de 1557. — En la villa de la Habana,
en 24 días del mes de Julio de 1557 años, se juntaron a consulta
y cabildo los muy magníficos señores Juan de Rojas, Teniente de
Gobernador de esta dicha villa y dijo : que por cuanto para rego-
cijar el reconocimiento de Eey al príncipe don Felipe, nuestro
Señor, es necesario mandar hacer un Pendón Real, y trató con
los señores Regidores de esta villa, conviene a saber, Antonio de
la Torre, y Diego Soto y Diego López Duran, regidores ; y sobre
lo dicho fué tratado por los dichos señores Teniente y Regidores,
que para el dicho efecto se haga el dicho Pendón con las armas
Reales de Castilla y de León, el cual se haga de seda, y en lo que
en ello se gastare mandaban y mandaron se pague de las obras
públicas de esta villa, y así lo mandaron, o de los propios de la
dicha villa mandan se pague.
Cabildo de 20 de Agosto de 1557. — En este cabildo se acordó
que por cuanto al buen recaudo de esta villa es necesario que ha-
ya un tambor que toque cuando hubiere navio, y para ello han co-
gido a Juan de Emberas, flamenco, el cual es hábil y suficiente
para ello, y les ha pedido le señalen salario para ello, y porque el
susodicho lo sirva con voluntad, con acuerdo de todos los señores
Justicia y Regidores, y de Ambrosio Hernández, Procurador, le
señalaron de salario al dicho Juan de Emberas, tambor, 36 duca-
los por un año, el cual comienza a correr y se cuente desde hoy,
y el dicho Juan de Emberas lo aceptó y se obligó a lo servir por
el dicho precio, y los Señores dijeron que se libre y pague así co-
mo fuere servido, de penas aplicadas a gastos de guerra y obras
públicas de esta villa.
Cabildo de 1° de Marzo de 1558. — Acordaron en este Cabil-
do que se escribiese a S. M. dando noticia de como trajeron los
doce mil pesos de oro de mina, para la obra de la fortaleza que S.
M. manda se haga en esta villa, y de otras cosas tocantes al Ser-
vicio de S. M. y bien y pro de esta villa, la cual se escribió, cuyo
original queda en mi poder. — Juan de Rojas. — Antonio de la
Torre. — Diego de Soto. — Antón Recio. — Por mandado de los se-
ñores Justicia y Regimiento. — Francisco Pérez de Borroto, escri-
bano público.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 153
En cabildo de 28 de enero de 1559 se mandó que por cuanto
hay guerra y suelen venir corsarios franceses, y si no hubiese ve-
la en el Morro o en la Caleta y boca del puerto podrían tomar
descuidados a los vecinos de noche, y supuesto que muchas perso-
nas fuera y hay muchas negras horras que pueden enviar velas
las noches que les cupiere, así como van todas las demás personas,
pues las dichas negras gozan de toda libertad, y tienen casas,
mandaron los señores que cuando el alguacil les echare las velas
vayan a velar.
Cabildo de 17 de Mayo de 1559. — En la villa de la Habana,
en miércoles 17 días del mes de Mayo de 1559 años, el muy magní-
fico Sr. Diego Mazarriegos, Gobernador y Justicia mayor de esta
isla de Cuba por S. M. etc., en presencia de mí, Francisco Pérez
üe Borroto, escribano de S. M., y escribano público del número y
Cabildo de esta villa, dijo que por que conviene al servicio de
tíe Dios Nuestro Señor y de S. M. y bien y pro de esta villa tra-
bar y proveer algunas cosas en Cabildo tocantes al bien y pro de
¿sta villa, dijo que mandaba y mandó entrar los Regidores de
illa para comunicar y tratar de lo susodicho, lo que se trató y
proveyó, siendo juntos en el dicho Cabildo Antonio de la Torre
y Diego de Soto, y dijo el dicho señor Gobernador de este dicho
Cabildo, que a su noticia ha venido por cartas y que es muy pú-
blico y notorio que el Rey D. Felipe nuestro Señor está viudo
por muerte de la Serenísima Reina de Inglaterra y que la Majes-
tad del Emperador. . . Carlos es muerto, y que conviene. . . haya
el sentimiento que es justo por sus. . . tes y que hasta que venga
carta de S. M. v de su Real Consejo avisando de su muerte y
mandando lo que sobre ello se haga y que hasta entonces le sobre-
sean hacer las honras de sus Magestades, y que en el entretanto
que mandaba y mandó a las Justicias y Regidores que traigan
luto, so pena de cincuenta pesos de oro para la Cámara de S. M.
— Y los dichos señores Juan de Rojas, Teniente, y Antonio de la
Torre, y Diego de Soto y Diego López Duran, Regidores, dijeron
que están presto de cumplir lo que su merced del Sr. Gobernador
les manda por el auto de suso contenido y que de mañana en ade-
lante lo traerán y firmáronlo de sus nombres. — Diego Mazarrie-
gos.— Juan de Rojas. — Antonio de la Torre. — Diego de Soto. —
154 José Maeía de la Toebe
Diego López Duran. — Pasó ante mí, Francisco Pérez de Borroto,
escribano público y de Cabildo.
En cabildo de 3 de Junio de 1559 se proveyó que de hoy en
adelante haya sobre rondas que visiten las velas y puestos y pla-
yas de esta villa y que anden a caballo siempre de noche, que haya
caballos en el pueblo se reparta en esta forma desde hoy, sábado
3 de Junio, que sea la sobre ronda de media noche abajo, hasta
salir el sol :
Sábado. — Hermán Manrique Avellaneda.
Domingo. — Cepero y su hermano.
Lunes. — Aranda y Pedro el Alguacil.
Martes. — Miranda y su hermano.
Miércoles. — Avalos y Zapata.
Jueves. — Alonso de Rojas y Quiñones.
Viernes. — Juan Gutiérrez y Diego López.
Sábado. — Antón Recio y Diego de Soto.
Domingo. — Juan de Baena y Juan Suárez.
Lunes. — Melchor Rodríguez y Francisco Pérez.
Martes. — Juan García y Astorga.
Miércoles. — Castilla y Juan Guillen.
Alonso Sánchez de Corral, ni más ni menos, y que salga
cuando hubiere rebato.
Y mandaron que se notificase bajo pena, a Juan de Rojas,
que tenga dos caballos; a Juan Gutiérrez, que tenga un caballo;
a Pedro Velasco, que tenga otro caballo ; a Diego de Soto, que
tenga caballo, a Antón Recio, que tenga caballo ; a Inés de Gam-
boa, que tenga caballo.
Cabildo de 6 de Abril de 1560. — Fué acordado en este cabil-
do por el Sr. Gobernador, Regidores y Oficiales de S. M., que son
Juan de Rojas y Jerónimo de Avellaneda, que trató y comunicó
con ellos, como se les hizo saber por Arguijores de la caravela,
que vino de Honduras, que hacia la punta de San Antonio, en la
costa, vieron unos fuegos y se cree que es gente perdida de algún
navio, y demás de esto, esta noche a media noche se huyeron doce
franceses de los que trabajaban en la obra de la Fortaleza, en un
barco que hurtaron, y podría ser hiciesen otros mal recaudo de
Lo que Fuimos y lo que Somos. 155
que Dios y S. M. se desirve mucho, y para enviar tras los dichos
franceses y para traerlos y volverlos a esta villa, y para saber
que gente es la que los fuegos hacía en el dicho cabo, no hay dine-
ros de que se pueda pagar, que los dichos oficiales de S. M. y Re-
gidores juntamente con el Sr. Gobernador den orden de que le
paguen, y acordaron todos juntamente que se vaya en la fragata
del Rey y otra se envié a buscar los dichos franceses y saber de la
dicha gente que está en la punta de San Antonio, que hicieron los
dichos fuegos, porque podrían estar perdidos allí de algún navio
que dio al través, y que pues no hay dinero de gastos de justicias
ni de obras públicas, que se gaste de penas de Cámara, de la Ca-
ja de íá. M., pues es en su servicio, y que se pida parte al señor
del barco, o oficiales o marineros del que hubo culpa de que los
franceses y sea a su costa de ellos, y si se hallare que era navio
perdido donde se hacían los fuegos, que si tuvieron de que pagar
por ser socorrido de ropa y otras cosas que lo paguen, y vuelva a
la caja lo que así se gastare.
En este mismo cabildo se presentó y leyó la Real Cédula que
sigue : — El Rey . . . nuestro Gobernador en la isla de Cuba. —
Juan de Inostrosa, Procurador de esa isla, y en su nombre, me ha
hecho relación que en. . . cuatro o cinco personas de los primeros
conquistadores. . . pobladores de esa isla, que son tan pobres
que ninguna cosa tienen, y tan viejos y enfermos que no lo pue-
den ganar y morirían de hambre si los indios de esa tierra no los
sustentasen por amor de Dios, porque los españoles que en ella
residen no lo tienen para sí los más de ellos, y me suplicó les hi-
ciese merced de mandarles dar alguna ayuda de costa cada año,
con que se pudiesen substentar o como la mi merced fuese, y
porque yo quiero ser informado que personas son las susodichas
y de la necesidad que tienen, y de lo que sería bien que a cada
uno de ellos se diese en cada un año para su sustento, y si lo pue-
den trabajar y ganar ellos, y que calidad tienen, vos mando que
veáis lo susodicho y nos enviéis larga y particular relación de
ello con vuestro parecer, para que yo lo mande ver y proveer lo
que fuere servido. Fecha en Valladolid, a 17 de Marzo de 1559
años. — La Princesa. — Por mando de S. M. su Alteza en su nom-
bre.— Ochoa de Luyando.
Cabildo de 31 de Enero de 1561. — Fué acordado que están
156 José Maeía de la Toree
cinco soldados de los que van a poblar la Punta de Santa Elena,
que tiene necesidad de comida hasta que su capitán .... al man-
do que hasta que de la Nueva España envié al Sr. Viso Rey de
ella recaudo para que se puedan sustentar y pagar lo que se de-
biere de esta comida, dijeron que repartían los dichos cinco solda-
dos en las personas que les den de comer y que tengan cuenta y
razón lo que se les dá para que su capitán les pague lo que con
ellos se hubiere gastado, y las personas que les han de dar de co-
mer son los siguientes: Juan Gutiérrez, Diego López Duran,
Melchor Rodríguez Ortiz, Juan Alonso, Juan Genovés, Margari-
ta Hernández, Pedro de Caños, Francisco de Avalos. Y que los
dichos cinco soldados se les ha de dar no queriéndolos tener en
sus casas, es lo siguiente : dos arreldes y medio de carne para ca-
da día, y para cada semana una carga de pan, y ansí lo ordena-
ban y mandaban porque ansí conviene al servicio de Dios nuestro
Señor y de S. M. y firmáronlo de sus nombres.
En 12 de Febrero de 1561 había en la villa diez y nueve pi-
pas de harina que vendía Melchor Rodríguez a los panaderos, y
en 1.° de julio todo el jabón de diez quintales que tenía Juan Sa-
bido y los vendía como factor de Antón Recio.
Cabildo de 23 de Julio de 1562. — En este cabildo pareció
Diego de Soto, Procurador de esta villa, y dijo que a pedimento
de este pueblo, S. M. hizo merced de mandar su cédula Real para
que se cobre el anclaje de todos los navios que en este puerto en-
tren para efecto de traer a el dicho puerto, el agua del río de la
Chorrera, y que poniéndose en efecto, y cobrándose el anclaje co-
mo hasta aquí se ha hecho, algunos navios y flotas se han pasado
sin querer entrar en este dicho puerto, diciendo ser la causa el
dicho anclaje por no quererle pagar ni facer tributarios sus na-
vios, y que agora de presente han parecido ciertos navios sobre
este puerto, y de personas que de ellos han saltado en tierra se
tiene noticia que la flota que viene de la Nueva España en que
dicen que viene por general Esteban de las Alas, y que el dicho
general y los demás maestres han determinado ponerse sobre la
boca del puerto para efecto de que si no se les lleva el anclaje en-
trarán y surgirán en este puerto, y que si el dicho anclaje se le
Lo que Fuimos y lo que Somos. 157
ha de llevar, como se ha llevado a los demás navios que aquí han
entrado en este dicho puerto que no entrarán en él con sus navios
y se irían a Matanzas y a otros puertos a proveerse de lo necesa-
rio, y que de no haber entrado en este dicho puerto los navios y
flotas que se han pasado, ha venido gran perjuicio y pérdida, de
lo cual S. M. ha sido deservido, porque los vecinos de esta villa no
tiene otros aprovechamientos mas de lo que grangean el tiempo
que están los navios en este puerto, los cuales faltando forzosa-
mente habrán de desplorar esta tierra y puerto, y que si agora de
presente estos navios se pasan sin entrar en este puerto, la tierra
y pueblo y vecinos de él quedarán del todo perdidos por estar co-
mo están, pobres y adeudados a causa de haber cesado la contra-
tación de los dichos navios y forzosamente el pueblo se despobla-
rá del todo, de lo que S. M. será deservido, por tanto que para al-
gún remedio y alivio a los vecinos de esta dicha villa en nombre
de todos los vecinos y moradores de ella pedía y suplicaba al di-
cho Sr. Gobernador y Regidores, mandasen sobreseer el anclaje,
y que no se les lleve a los navios que al presente están sobre esta
costa para que libremente puedan entrar en él como dicho tiene,
en lo que nuestro Señor y Dios y S. M. será servido, y todos los
vecinos recibirán gran bien y merced y firmólo. — Diego de Soto.
— Y visto y platicado por su merced del dicho Sr. Gobernador y
Regidores sobre lo pedido por el dicho Procurador Diego de Soto,
el Sr. Gobernador dijo : que S. M. lo tiene mandado por su Real
Cédula y Carta, que se ejecute la cobranza del dicho anclaje, que
de esto no tiene mandato de S. M. en contrario por donde se de-
je de cobrar el dicho anclaje, empero, que viendo como ha visto
y vé la necesidad de la tierra y la pobreza en que los vecinos y
moradores de ella tienen, y que aunque sabe y entiende que si es-
tos.. . no entran en el puerto, este pueblo quedarrá del todo per-
dido, y porque su merced dará y procurará el bien y remedio de
todos los vecinos de esta Isla y particularmente el de esta villa
dijo: que obligándose los dichos Regidores y Procuradores en
nombre y voz de los vecinos y moradores de esta villa y su térmi-
no, a que S. M. tendrá por bueno el haberse sobreseído la cobran-
za del anclaje de estos dichos navios, y que si S. M. no lo diera
por bueno y mandare que el dicho Sr. Gobernador pague de al-
guno de sus bienes y haciendas por razón de no haberlo ejecuta-
do, que los dichos Regidores y Procuradores pagarán de sus bie-
nes y hacienda y de la de los dichos vecinos y moradores todos
158 José Maeía de la Toeee
Jos mrs. y pesos de oro, en que por razón de lo susodicho condena-
re al dicho Sr. Gobernador y le mandaren pagar, y haciéndose
ansí el estaba presto a sobreseer la cobranza del anclaje de los na-
vios de la flota de la Nueva España tan solamente y firmólo. —
Diego Mazarriegos. — Pasó ante mí, Francisco Pérez de Borroto,
Escribano público y de cabildo.
Y visto que los dichos señores Regidores lo proveído por el
dicho señor Gobernador, y visto cuanto importa al remedio de los
vecinos en esta dicha villa, que estos navios y todos los demás que
vinieren, entren y surjan en este dicho puerto libremente, sin
que se les lleve anclaje, según pedido lo tiene el dicho procurador
Diego de Soto, habiendo acordado y platicado todos de un acuer-
do dijeron: que pedían y suplicaban al Sr. Gobernador sobresea
el dicho anclaje, que ellos como Regidores de esta dicha villa, y el
dicho Diego de Soto como Procurador de ella, tocios juntamente
por sí y en voz y en nombre de los vecinos de esta dicha villa y
sus términos, se obligan por sus personas y bienes, y la de los di-
chos vecinos y moradores que si en algún tiempo S. M. no diere
por bueno el sobreseimiento de la cobranza de dicho anclaje, y si
en razón de ello mandare que el dicho señor Gobernador por no
lo haber ejecutado, pague alguna cantidad de pesos de oro de sus
bienes y hacienda que en tal caso los dichos Regidores y Procura-
dor lo pagarán de llano en llano de sus bienes y haciendas y de los
dichos vecinos y moradores, sin que se haga deseajeción de bienes
en la persona y bienes del Sr. Gobernador y para ello obligaron
sus personas y bienes habidos y por haber, y las de los dichos ve-
cinos, y dieron poder a las Justicias de S. M. para que les com-
pelan a ello por vía ejecutiva, y renunciaron las leyes que en este
caso se podrían aprovechar, y firmánronlo. — Juan de Roxas. —
Antonio de la Torre. — Juan de Inestrosa. — Pedro Velasco. —
Francisco Avalos. — Diego de Soto.
Visto por el Sr. Gobernador la obligación hecha por los di-
chos Regidores y Procurador, dijo: que debajo de ella sobreseía
que no se cobre de estos navios de Nueva España de que viene
por General Esteban de las Alas, y de ninguno de ellos, y man-
do se notifique a Antonio de la Torre, a cuyo cargo es la dicha co-
branza, que no cobre ni pida el dicho anclaje a ninguno de los
dichos navios, y firmólo. — Diego Mazarriegos. — Acordóse en este
dicho cabildo por los señores Justicias y Regidores que se dé no-
ticia a S. M. de lo prevehido en este dicho cabildo, que se le en-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 159
víe un testimonio de todo ello, suplicando a S. M. sea servido ha-
ber por bueno el sobreseimiento de la cobranza de este dicho an
claje, y firmáronlo. — Francisco Pérez de Borroto. — Escribano
público.
En 26 de Abril de 1564 hizo el regidor diputado cata del vi-
no para el abasto, y resultó que había 83 pipas y 400 botijas, que
Juan Alonso tiene 50 pipas y 400 botijas ; Melchor Rodríguez, 25
pipas; Antonio Recio, 7 pipas, y Castillo, una pipa, y así se pro-
hibió la extracción y embarque de vinos a Hernán López, que
quería vender fuera al que trajo en una carabela.
En cabildo de 18 de Abril de 1566 se acordó que por cuanto
en esta villa están "unas casas de tabla y guano'', las cuales son
de S. M. y sirvieron de aposento a Diego de Mazarriegos en tiem-
po de su gobern ación, y que en todas las partes de las Indias hay
casa de S. M. en que se aposentan los gobernadores que S. M. en-
vía a gobernar las dichas gobernaciones, y estas dichas casas es-
tán diputadas para el dicho efecto que se reparen, etc., etc.
En cabildo de 5 de Septiembre de 1566 se acordó que por
haber temores de corsarios, y existir en esta villa algunos foras-
teros que no tienen armas y hacienda que sustentarse, se les den
armas para que salgan a los rebatos, repartiendo a dichos foras-
teros entre algunos vecinos que tienen posibilidad para susten-
tarlos, y no pueden salir por enfermedad o vejez; se asentaron
por memoria los vecinos que estaban en ese caso, y resultaron ser
Juan de Roxas. — Diego de Soto. — Antonio de la Torre. — Alon-
so Sánchez del Corral. — Antón Recio. — La Portuguesa. — Fran-
cisco Hernández. — Cecilia y Susana. — Un soldado. — María Del-
gado.— Catalina Rodríguez. — La de Juan Alonso. — Eufrasia Pé-
rez.— Teresa Luisa Melena. — Isabel Cacanga. — Bartola, Beatriz,
Nicardo y Quiteria, y también se acordó que todas las personas
que salgan de arrebatos salgan con armas y municiones, y así se
ma..da que todas las personas arcabuces salgan proveídas de pe-
lotas y pólvora, so pena de dos ducados al que faltare.
160 José Maeía de la Tobre
En cabildo de 29 de Octubre de 1568 el teniente de Gober-
nador Dr. Zayas, propuso la formación de arancel para lo judi-
cial y acordado que lo hiciese en unión del Ledo. Cabrera, Juan
de Inestrosa, regidores; Francisco Pérez de Borroto, Escribano
de cabildo, y Vega y Saravia, escribanos de S. M., se hizo en la
forma siguiente:
Parte del arancel que se puede leer.
Reales.
De la ejecución de sentencia criminal 4
De la reposición de autos 1
De la licencia y apartamento de querella 1
Del consentimiento de sentencia o apelación. ... 1
Del asiento de cualquier proceso acumulado. ... 1
De asiento de su representación en grado de apelación en
lo criminal 2
De acuerdo de cualquier auto %
Auto de tregua y notificación 1
De la carta ejecutoria y testimonio de sentencia con autos,
1 real, y si estuviesen más de hoja al respecto; y un
real de signo.
De sacar escrituras públicas la foja 1
Derechos del pregonero, de cualquier pregón, así de edic-
tos como de precios de bastimentos y de las expli-
cadas 1
De llamar una persona en el pueblo 1
Y si saliese fuera a tasación del juez.
De cualquiera petición que presentare en cabildo. . . 1
De ejecución de sentencia de azotes o vergüenza. . . 4
En el llevar de las almonedas sus derechos del escribano,
juez y pregonero, no se exceda de la costumbre que sobre
ello hay
El Dr. Zayas.
En cabildo de 1.° de Abril de 1569 se prohibió que las mu-
jeres salgan el Jueves Santo de disciplinantes, penas de echar-
las públicamente y diez días de cárcel.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 161
En cabildo de 26 de Febrero de 1569 pasó lo siguiente : Ha-
biendo tratado el Sr. Gobernador y justicias y regimiento de esta
dicha Villa, la gran necesidad que esta Villa tiene de botica y
médico y cirujano, ansi para los vecinos como para muchas per-
sonas que a ello ocurren en flotas y fuera de ellas, y porque el
Ledo. Gamarra, que al presente está en esta Villa, es graduado
en Alcalá de Henares de todas las tres licencias y concurran en
él todas las calidades que se requieren, sea obligado como se obli-
ga, a hacer su asiento en esta dicha villa, y poner botica y servir
los dichos oficios por sí y por sus oficiales suficientes, atento que
en este dicho Cabildo le dan y ofrecen al dicho licenciado cierta
paga en un año; como consta por la lista que pasó ante mí el
presente escribano, y queda en poder de lo que cada uno da y le
ha de pagar, la cual nos la dicha justicia y regimiento se obliga-
ron hacer cumplir y guardar con más todas las personas que pa-
ra adelante en ella se pusieren, el cual dicho licenciado se obliga-
ba y obligó que a las dichas tales personas, como a sus mujeres e
hijos y a todos los de su casa los curará y hará sangrar, dándoles
en todo el mejor remedio que entendiere para su salud y hánle
de ser pagadas las medicinas que en esto gastare, y como dicho
es, tendrá dentro de un breve tiempo que será dentro de un año,
poco más o menos, pondrá su botica y en el entretanto curará las
enfermedades que se ofrecieren a los sobredichos con las medici-
nas y más remedios que hubiere en la dicha tierra; y los más ve-
cinos que se quisieren curar que no le hubieren señalado ningún
partido y los más yentes y vinientes le pagarán lo que con los ta-
les se concertase, y no se podrán curar con otra persona sino con
él, porque durante el tiempo que él quisiere residir en esta Villa
a servir el dicho oficio, no puede servirlo por dinero, ni sin él,
ninguna otra persona, licenciado, médico, cirujano, boticario,
barbero, si no fuese con su licencia y especial consentimiento, so
pena de pagar con el doble la persona que así se curare, con otro
el hiciere la tal cura lo pague también lo que hubiere recibido
con el cuatro tanto, y durante el tiempo que el dicho Ledo. Ga-
marra sirviere el dicho oficio en esta Villa hubiera de hacer al-
guna ausencia ha de ser con licencia de la justicia y regimiento
y ha de dejar en su lugar persona tal y a contento de la justicia
y regimiento de esta dicha villa, y por que se cumplirá todo lo
firmó dicho Ledo. Gamarra.
162 José María de la Toree
En Cabildo de 10 de Abril de 1573 se acordó que el día de
Corpus Cristin viene presto, y que para aquel día y cosas conve-
nientes al servicio de Dios Nuestro Señor, que en la procesión
y fiesta que se hiciere que haya algunos regocijos y fiesta, man-
daron que para lo susodicho todos los oficiales como son, sastres,
carpinteros, zapateros, herreros y calafates, saquen invenciones
y juegos para aquel día, y que para ello se junten con Pedro
Castilla, el que los dará la orden de como lo han de hacer y re-
partir, y ansí mismo acordaron que los negros horros se junten
a ayudar la dicha fiesta, conforme a como les mandare el dicho
Pedro Castilla con su invención; lo que se mandó pregonar para
que venga a noticia de todos y ninguno pretenda ignorancia.
En Cabildo de 23 de Noviembre de 1576 se mandó rematar
el estipendio de agua de la Chorrera, al que más botijas diese a
instancias de Juan de Rojas, y se pusieron penas. Y por otro
cabildo posterior de 7 de Diciembre, consta, que Ginés Horta
proveía entonces a razón de cuatro botijas por un real — pues an-
sí se dice al tiempo de concederle terreno para un bohío de trein-
ta pies junto a la mar, para depósito de las pipas y botijas (cán-
taros pequeños, redondos, con su boca.)
En Cabildo de 15 de dicho mes y año se trató, para evitar el
daño de regatones, que todo el pescado de chinchorro, como de
naza, cordel y atarralla, se traiga a la pescadería por peso, la sar-
dina a 1 real el arrelde (esta porción era de 4 libras), el pez
grande de chinchorro a real y medio el arrelde, de pez grande o
de la tortuga, dos arreldes por un real; y lo que fuere pescado
con cordel, pez grande, dos reales, y lo mismo de nazas, a real y
medio el arrelde ; y los de cordel, a 2 reales el arrelde ; el pescado
salado que lo ponga el diputado, y que ningún regatón ni otra
persona le atraviese, sino que lo venda al Sr. de él por la postu-
ra, pena de dos ducados aplicados por terceras partes, por la se-
gunda vez pena doblada y por la tercera cien azotes!
También se mandó que ninguna negra ni otra persona de
las que venden pescado frito, lo hagan sino a real la libra, bajo
igual pena.
Se trató así mismo que, habiendo Antonio Delfino, Melchor
LO QUE ^UIMOS Y LO QUE SOMOS. 163
de Casas y Luis Boto, comprado por junto pipas de vino para re-
vender, fué acordado se les notifique no vender ninguna de las
pipas sin que primero den memoria al Cabildo del número, pre-
cio a que han comprado, etc., pena de 20 ducados por la falta;
parecieron al Cabildo siguiente : dijeron y juraron por mandato
del (Gobernador Gabriel de Montalvo), Delfino, que compró a
Domingo Pérez, diez y siete pipas, a 41 pesos; a Sebastián Fer-
nández, diez y siete, a 41 ducados; a Manuel Díaz, doce pipas, a
42 ducados ; a Juan Cabreras, 5 pipas, a 40 ducados ; de Domin-
go Rico, seis pipas, a 41 ducados. Melchor de Casas dijo que
compró de Francisco Moreno, ocho pipas, a 41 ducados; de Pe-
dro Flamenco, tres pipas, a 44 ducados ; de Manuel Díaz, una pi-
pa, en 43 ducados. Luis Boto juró que compró diez pipas de
Melchor García y que quiere dar a real el cuartillo. Y los dichos
señores mandaron que Luis Boto y Melchor de Casas vendan a
real el cuartillo, y Antonio Delfino el vino que compró lo pueda
vender una pipa a real y medio y otra a real.
También mandaron que si Delfino quisiere amasar las pipas
de harina que compró, que dé la libra de pan como se da en las
panaderías, y si quisiere vender por pipas, que dé a 42 ducados
pipas y no más.
Se ordenó que en lo adelante no se venda la carga de casabe
a más de 18 reales.
En el Cabildo de 5 de Julio de 1577 se acordó que no habien-
do en esta Villa padrón, ni medida de arroba, media arroba, ni
cuartillo, ni de vara de medir, ni de anega, ni media anega, ni
medio almund, ni almund, mandó el gobernador que en adelante
se cotejen por las que ha traído de España Juan Recio, con testi-
monio de ser ciertas y que todas las medidas sean con arreglo a
la de Avila, y estén en la casa de Cabildo.
En Cabildo de 23 de Septiembre de 1588 consta que la Villa
había sufrido un fuerte huracán, y se trató lo siguiente. Se
confirió la gran falta de bastimentos, a cuya causa se padece mu-
cha hambre, y se espera mayor por la mucha gente que en ella
hay con las galeras de la guarda de esta isla, y la armada que
está en este puerto a cargo de Gonzalo Monte Bernal, y soldados
164 José María de la Toree
de la fortaleza de esta Villa, y compañías de Nueva España, y
vecinos, porque con el huracán que hubo a los 20 de este mes y
año, se han destruido totalmente todas las labranzas y estancias
de esta Villa y su jurisdicción, y porque de ninguna parte quie-
ren conducir bastimentos a este puerto, por no haber llegado el
situado para pagar lo que toman dichas galeras, etc., se acordó :
1.° Suplicar al Virey de Nueva España, 200 pipas de harina,
por cuenta del Rey, por ser grande la necesidad de los soldados.
2.° Que se trate con Melchor Rodríguez, persona acreditada en
dicha Nueva España, para que por su cuenta y riesgo traiga de
ella bastimentos; compareció y se obligó a traer 50 pipas de ha-
rina, por medio de sus corresponsales Bartolomé González y Juan
de Uribe. 3.° Se ofreció también Rodríguez, movido del servicio
público y de S. M., a traer de su riesgo 600 cargas de casabe de
la villa de Yaguané, en la isla de Santo Domingo, dándole buque.
4.° También se acordó enviar 1,000 ducados a la villa de Baya-
mo, de los cuales ofreció Rodríguez 400 para que se envíen en ca-
sabe, tomándose prestados los 600 del fondo de la sisa, a devol-
verlos con su producto ; comisionándose para esta diligencia al
procurador general Francisco de Rojas, con autorización del Go-
bernador (Gabriel de Lusan), para todo, y bajo concepto de no
subirse el precio sobre el que tenía antes, indemnizando a Rojas
su viaje, con dos reales y medio en cada carga. 5.° Se acordó
también cometer el viaje a Nueva España el capitán Gómez de
Rojas, y 6.° Que se abran y limpien los caminos para hatos y co-
rrales que estaban cegados por el huracán, desde esta Villa hasta
la Hanábana, cometiendo la ejecución y repartimiento a los veci-
nos para peones, al alcalde Hernando de Orellana y Cristóbal
de Soto.
Las tortillas de maíz se vendían, en Octubre, a razón de diez
onzas cada una, y así se mandó en Cabildo de 1.° que se vendiese
a tres por un real, y que cuando se diesen dos, tuvieran quince
onzas, i1)
(1) No debe sorprender mucho ver que en tiempos en que no se cono-
cía la ciencia económica se ponía tasa a las ventas de varios efectos y prin-
cipalmente de comestibles, cuando en el día vemos disputar y sotener de bue-
na fe (a personas, es verdad, exentas de conocimientos económicos), que de-
bería ponerse tasa al pan, pescado y demás comestibles, al precio de entra-
das en las funciones de teatro, etc., etc.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 165
En Abril de 1590 se mandó vender el pan a razón de 18 onzas
el real de pan blanco, cocido, de manera que cada pan vale 9 on-
zas, y el pan asemita, treinta onzas por un real, bajo la pena de
1,000 maravedís.
En Cabildo de 21 de Febrero de 1597, dijo el Gobernador
Juan Mal donado Barnuevo, que habiendo quejas acerca de las
regulaciones de costas que se hacían, los escribanos en los proce-
sos, le parecía conveniente nombrar un tasador, y se acordó su
establecimiento, hallándose presente su asesor Ledo. Ronquillo, y
quedó elegido Gaspar Pérez Borroto, que fué el primero.
En Cabildo de 3 de Septiembre de 1610, se acordó dar 100
ducados por un año al Ledo. Juan de Tejada Pina, porque que-
dase de médico en la ciudad, por no haberlo.
En 10 de Enero de 1620 pidió el procurador general Pedro
del Pozo, el establecimiento de un Corral de Consejo, y así que-
dó acordado y fundado desde entonces.
En Cabildo de 18 de Marzo de 1669 consta que la fanega de
sal llegó a venderse en la Habana, a 20 pesos.
Cabildo de 10 de Diciembre de 1565. — Se acordó que por
cuanto hay noticia y se tiene por cierto que como este puerto y
pueblo de la Habana en diez años pasados ha sido de corsarios
franceses recuestrados y robado, y después acá han venido navios
de los dichos corsarios franceses sobre él, e por que al tiempo que
este pueblo fué saqueado y robado de franceses entraron por el ca-
mino que viene de la Caleta por el monte a esta villa, y para que
de aquí adelante los dichos corsarios no puedan venir por el monte
como lo hicieron, acordaron y mandaron ; que es útil y provecho-
so para la seguridad de esta dicha villa que los dichos caminos
que van a la Chorrera y salen a la playa y mar, se cierren, y que
no se ande sino fuere por la propia playa que va a Pueblo-viejo,
166 José Maeía de la Toebe
que se cierren los dichos caminos a que ninguna persona sea osa-
da de lo abrir ni hacer otros nuevos caminos ni veredas que sal-
gan a la playa, ni vengan a esta Villa, so pena que si fuere es-
pañol se le pone de 50 pesos para gastos de la guerra, y si no tu-
viere de que pagar, pena de cien azotes, y si fuere negro libre o
esclavo o mulato se le pone de pena que sea dejarretado de un
pie, y si fuere indio, que sirva un año en la obra de la fortaleza
y so la misma pena mandaron que ninguno ande por los dichos
caminos que así se cierren, (x) salvo por el camino de la playa co-
mo dicho es, y mandan que porque venga a noticia de todos sea
pregonada en esta villa y niguno pretenda ignorancia.
En ese mismo acordaron, que se pregone que de aquí en
adelante ningún ganado vacuno se pueda apasentar en esta par-
te de la Caleta, lo cual mandaron guarden y cumplan so pena a
su amo de tal ganado, de doce ducados, aplicados para gastos de
guerra, y al esclavo que llevase pastando el dicho ganado, pena
de cien azotes, y así lo mandaron y firmaron de sus nombres.
(Aquí las firmas.)
1759. — Se dio la primera corrida en la Habana en una de
las plazas públicas, con motivo de la coronación de Carlos III.
La primera plaza de toros la construyó en 1796, don Mariano
Bosques, en aserradero y millo del tío Blas (que así decían al si-
tio entre las calzadas del Monte y del Arsenal, por los muchos
aserrados que había en él y que después se conoció por el Basu-
rero. (Véase el mapa). La segunda estuvo al fondo de la posa-
da de Cabrera, esquina de la calle del Águila (1881. La tercera, en
el Campo de Marte frente al café de Marte y Belona (1825-36).
La cuarta, en la plaza principal de Regla (1842-55), y la quinta,
que es la actual, construida en 1853, junto a la casa de Benefi-
cencia.
1761. — Se establece el estanco de la bebida frucanga o sam-
bumbia, lo que prueba lo muy en uso que se hallaba. Duró el
estanco hasta 1803, siendo muy afamados los puestos del Peñón,
Santa Clara y San Lázaro (único que tal vez ya existe con dicha
bebida). Se concluyó el hermoso edificio de la Real Factoría,
(1) Aquí tenemos el origen del nombre que conserva aun la cantera del
Vedado, hoy propiedad particular.
Lo que Fuimos y lo que Somos. 167
llamado así porque servía para la fábrica del entonces monopo-
lizado tabaco. En 1817 se declaró libre la venta del tabaco, ce-
sando dicha fábrica y en 1840 se trasladó a dicho edificio el hos-
pital militar que estaba en San Ambrosio, resultando así que la
Habana posee uno de los mejores y más bien montados hospitales
militares del mundo.
Sitio y toma de la Habana por los ingleses.
1762 (6 de Junio). — Preséntase por barlovento de la Haba-
na una formidable escuadra inglesa compuesta de 23 navios, 21
fragatas, 3 brulotes, 3 bombardas, 40 transportes y otros buques
menores, en todo unas 200 velas, tripuladas con 18,000 marine-
ros, y conduciendo 14,000 hombres de tropa. La escuadra con-
fiada al Almirante Sir George Pockock, y el ejército al conde de
Albemarle. i1)
Día 7. Sir George Pockock finge un desembarco a sotaven-
to de la ciudad, mientras el conde de Albemarle lo verifica entre
los ríos de Bacuranao y Cojímar. El coronel D. Carlos Caro se
presenta con un cuerpo de hombres a impedir el tránsito a este,
pero es derrotado, principalmente, por los fuegos de una corbe-
ta que ataca e inutiliza el fuerte de Cojímar.
Fortifícase el cerro de la Cabana con una trinchera de 9 ca-
ñones, la cual se mandó destruir el día 9, atribuyéndose princi-
palmente a esta medida imprudente, las ventajas que después
alcanzaron los enemigos.
Día 8. — Apodéranse estos de la villa de Guanabacoa, reti-
rándose a la Habana el coronel Caro, que bizarramente la había
defendido desde la loma del indio.
Se manda salir de la plaza las bocas inútiles (religiosos, vie-
jos, mujeres, niños, etc.)
Los enemigos forman un escuadrón de 100 dragones con los
caballos tomados en Guanabacoa.
Se echa a pique uno de los tres navios que desde el día 7 se
había colocado en la boca del puerto para impedir la entrada a
la armada enemiga (2) obstruyéndose, además, aquella con una
(1) I<a guarnición de la Habana se componía de 810 hombres de caballería,
3,500 de infantería, 30o de artillería, 9,000 de marina, y 14,000 de milicias. Total,
27,610.
(2) El día 9 se echó a pique el segundo, y el 11 el tercero, cuyos nombres eran Nep-
tuno, Europa y Asia.
168 José Maeía de la Toree
cadena de cables aboyada sobre doce trozas y otras de hierro so-
bre doble número de trozas.
Día 9. Se retiran los enemigos de Guanabacoa, para reu-
nirse al ejército acampado entre el Morro y Cojímar, después de
hacer correrías por San Miguel de Padrón y Santa María del
Rosario.
Día 10. Baten la Chorrera, que después de una obstinada
defensa hecha por el fiel ejecutor D. Luis de Aguiar y el capi-
tán de milicias D. Rafael de Cárdenas (x) hubieron de apode-
rarse aquellos del fuerte por la expresa orden de abandonarlo
que recibieron los defensores.
Día 11. Se apoderan los enemigos del cerro de la Catana,
que fortifican contra la plaza y bahía.
Tres bombardas enemigas hacen el fuego a la ciudad.
Día 1.° de Julio. La trinchera de la Cabana y tres navios
enemigos baten el Morro, que defendido por el valiente coman-
dante de navio D. Luis Vicente Velasco, hizo una gloriosa resis-
tencia, desmantelando los navios y haciendo cesar los fuegos de
tierra.
Día 3. Incendio en el reducto enemigo que dura 3 días.
Dos navios enemigos apresan dos fragatas españolas en el Mariel.
Día 16. Empiezan los enemigos a minar el Morro, para
volarlo.
Día 18. D. Luis Aguiar, con tropas de gente del país, se
apodera de la altura de Taganana, que tenían fortificada los
enemigos, causándoles muchos muertos, 18 prisioneros y claván-
dole los cañones y morteros.
Día 21. Sale de la plaza un refuerzo de 1,500 hombres pa-
ra socorrer el Morro ; ataca la batería enemiga, pero es rechaza-
do con pérdida de 400 hombres.
Día 26. Los fuegos de la Cabana echan a pique la fragata
española "Perla".
Día 30. Rendición del Morro, tomado de asalto por la bre-
cha de una hornilla que volaron los enemigos entre una y dos de
la tarde, entrando en seguida con 650 hombres. Su comandante
D. Luis Vicente Velasco, herido de una bala en el pecho, es con-
ducido a la ciudad, en donde expira con el valor de los héroes, a
(1) Bisabuelo del autor de esta obra.
Lo que Fuimos y lo que Somos.
169
las 24 horas. Muere también, heroicamente, en la refriega, su
segundo, el Marqués González.
Día 31. El conde de Albemarle pasa desde el Morro al cam-
po de la Punta y le reconoce, para disponer el mejor modo de
atacar la ciudad.
Día 4 de agosto. Se construye en la loma de Soto (hoy de
Atares), una batería de 10 cañones.
Día 5. El enemigo establece su Cuartel General entre la
Punta y San Lázaro, y notando el gobernador de la plaza que re-
conocía dicho sitio, dispuso incendiar el día 9 varias casas que
había inmediatas al campamento, i1)
Día 10. El enemigo, teniendo listas sus baterías para rom-
per el fuego, envía un parlamentario al gobernador de la plaza,
proponiéndole capitulación; pero lejos de admitirla, éste envía
a decir que estaba resuelto a defenderla hasta el último extremo,
mandando romper el fuego a poco rato.
Día 11. Al amanecer rompe el enemigo un fuego vivísimo
que duró hasta las dos de la tarde, en que el gobernador de la
plaza manda enarbolar bandera de paz, recoger las armas y sa-
lir al sargento mayor de la plaza, don Antonio Ramírez de Este-
noz, competentemente autorizado para acordar con el enemigo
los artículos de capitulación que proponían el Gobernador Pra-
do, y el Jefe de Marina, Marqués del Real Trasporte.
Día 12. Queda ajustada la capitulación que se firmó y se-
lló al día siguiente.
Día 14. Toman los ingleses posesión de la plaza, después
de sesenta y siete días de asedio. (2)
(1) Según un mapa de esta fecha, existían en los extramuros la
iglesia auxiliar de Guadalupe (en la Seiba) ; la calle de la Salud, la de San
Luis y calzada del Monte, y algunas casas entre San Lázaro y la Zanja y en
la Factoría.
(2) Los pertrechos que encontraron los enemigos en la plaza, fueron
los siguientes: 104 cañones de bronce, 250 idem de hierro, 9 morteros de
bronce y dos de hierro y un gran número de pertrechos menores. Los efectos
encontrados (con exclusión del tesoro), fueron: 5,S41 cajas de azúcar, 3,384
zurrones y 3 cascos de cacao ; 123 fardos de quina, 8,363 cueros al pelo, 3,900
idem curtidos, 475 tercios de tabaco, 4,876 bultos de tabaco en polvo, 59,213
trozos de palo de Campeche; 203 dichos de fustete; 78 idem de madera dura,
8 tablas de cedro, 7 zurrones de grana, y 2 cascos de concha de carey. Los
ingleses avaluaron en 14 millones lo perdido por España en esta conquista.
El pabellón del Morro lo enviaron a su Rey, así como una caja de dinero que
se encuentra hoy en la Torre de Londres. En todo el sitio tuvieron 290
muertos, 260 heridos, 56 fallecidos por heridas, 694 idem por enfermedades,
120 extraviados. Total, 1,790.
170 José Maeía de la Toeee
Día 15. Entrégansele los nueve navios que había en bahía.
Día 24. Salen de la ciudad las tropas españolas, embarcán-
dose junto a la puerta de la Punta, en transportes ingleses, y el
día 30 se hacen a la vela para España, conduciendo un navio al
Gobernador y su familia. (x)
Doctor D. Pedro Calvo de la Puerta y D. Gonzalo Recio de
Oquendo, Gobernadores políticos por el pueblo español; Regidor
D. Sebastián Peñalver y Ángulo, por nombramiento del conde
de Albemarle.
Diciembre. Organizada la administración, sale el conde de
Albemarle de la Isla, dejando el gobierno en manos de su herma-
no, el Mariscal de Campo, W. Keppel.
Restauración.
1763. — Día 30 de Julio. Llega en comisión a la Habana el
Conde de Riela, grande de España y Teniente General de los
Reales ejércitos con cuatro navios y algunos transportes, que
conducían 2,000 hombres de tropa española al mando del Gene-
ral Conde de O'Reilly, para tomar posesión de la plaza e Isla,
restituidas a España a consecuencia del tratado definitivo de
paz celebrado entre la Inglaterra, la Francia y la España, firma-
do en París el 10 de Febrero de 1763. (2)
Favorable emigración de los vecinos de las Floridas a esta
Isla, a consecuencia de este tratado. Se principian a reedificar
el Morro y a construir los castillos de la Cabana y Atares, con-
cluidos en 1767. Se traen de San Agustín de las Floridas, las
abejas de aguijón. (3)
(1) Durante este memorable sitio, además de los mencionados indivi-
duos, se distinguieron D. Alejandro Arroyo, D. Francisco Corral, D. Manuel
Frias, que atacaron osadamente las trincheras de la Cabana, hasta llegar a
ellas ; Zaldívar, que olvidó todos sus deberes por arrojar balas al enemigo ;
Ruiz (de Guanabacoa), guerrillero valiente, muerto en un asalto que dio al
enemigo; Pepe Antonio (D. José Antonio Gómez), campesino de Guanaba-
coa, guerrillero que después de hazañas inauditas, tuvo una muerte miserable.
(2) Este interesante tratado puede verse en los Tratados de lias y co-
mercio del Sr. Cantillo, (Madrid, 1843), pág. 486, a cuyo final se halla una
ilustración. Los artículos 18, 20, 22 y 24 son los relativos a esta isla y la
Florida, que fueron cedidas por la España a la Inglaterra, en cambio de Cuba.
(3) Además de las historias de Valdés, Pezuela y Guiteras, véanse las
obras siguientes : "An account of the Spanish setlemennts y América. "Edim-
burgo, 1762. (De la página 472 a la 512, se incluyen las relaciones del sitio
y toma de la Habana por los ingleses ; los documentos que contiene, son : "El
Diario del sitio. — Capitulación. — Carta de Poock al ministro de Marina, de
Lo que Fuimos y lo que Somos. 171
En 1772 se prohibieron los techos de guano en los intra-
muros.
En 1777 se sintió un ligero temblor de tierra en la Habana
(aunque se dice, sin embargo, que duró dos minutos), experi-
mentándose otro, también muy ligero, en 1852 (el mismo día 7
de Julio), y se asegura que en los huracanes de 1844 y 46, hubo
también oscilación en el suelo.
En 1783 llegó a la Habana el príncipe de Lancaster, en la
escuadra del Almirante Rodney.
En 1876 se estableció en los intramuros el alumbrado públi-
co (en 1839 se extendió a los extramuros, y en 1846 se introdu-
jo el gas.)
En 1790 empezó a figurar el caserío de Casa Blanca, llama-
do así por el gran depósito construido en 1589, el cual siempre
se ha pintado de blanco.
En 1791 se concluyó la actual casa de Gobierno comenzada
en 1780, trasladándose a ella el Gobernador y las escribanías pú-
blicas. (l)
En 1795 se estableció el Real Consulado, que reorganizado
en 1833, tomó el nombre de Real Junta de Fomento.
En 19 de Enero de 1796 llegaron a la Habana, de Santo Do-
mingo, las cenizas de Colón, las cuales se depositaron solemne-
mente en la Catedral.
En 1797 se construyeron las fuentes que había en el Paseo
del Prado, a saber: la de Neptuno y la de los Genios (en las bo-
ca-calles de estos nombres), y en 104 se colocó la estatua de Car-
llos III (hecha por el célebre Cánovas), en el sitio donde hoy es-
tá la fuente de la India; trasladándose en 1736 al paseo de
Tacón.
En 1798 llegaron dos príncipes franceses, uno de los cuales
fué el ex-rey de los franceses Luis Felipe de Orleans.
1800. — Llegan a la Habana los sabios y célebres viajeros
14 de Julio. — Otra de Albemarle al conde de Egremont, de 12 de Agosto. —
Otra de Pocoock, de 19 de Agosto, al ministro de Marina. — Otra del ministro al
n-ísmo ministro, fecha 16 de Agosto. — "Papers relative to the rupture with
Spain : in frenen and inglish", Published by anthority. Londres, 1762. — Po-
seemos una colección de seis grandes láminas relativas a este sitio, perfecta-
mente grabadas en Londres, en 1763. Tal vez en otra edición acompañemos
copia de algunas de ellas en esta obra.
(1) En 1855 han sido separadas de la casa de Gobierno; en 1857 han
pasado a la casa tomada al efecto frente a la Catedral.
172 José María de la Toree
barón de Humbolt y Bonpland, volviendo a visitarla el primero
en mil ochocientos cuatro.
1802 (25 de Abril). — Primer grande incendio de Jesús Ma-
ría, que redujo a cenizas 194 casas. En 1828 (11 de Febrero),
ocurrió el segundo, no menos desastroso.
1802. — Desagüe de la ciénaga entre el Cerro y las Puentes
Grandes, por el ingeniero francés Bailly.
1804. — Empieza a generalizarse el café, sustituyendo a po-
co al chocolate. En 1748 se fundó en el Ubajay el primer cafe-
tal de la Isla, por don Antonio Gelabert, que hizo traer la semi-
lla con objeto de estraer aguardiente de su cereza, pero de 1780
es cuando daba el verdadero fomento de esta planta con motivo
de la inmigración a los colonos franceses de Santo Domingo. En
1796 apenas había 8 a 10 cafetales en la Isla. La exportación en
1790 fué de 7,411 arrobas, y en 1792, de 5,104.
1806. — Se concluyó el cementerio general. Antes se ente-
rraban los cadáveres en los cementerios que tenían cada una de
las parroquias. En 1845 se comenzaron a construir los nichos.
1819. — Primer vapor nombrado el Neptuno, para viajes en-
tre la Habana y Matanzas, por don Juan O'Farrill. (x)
1827. — Construcción del Diorama, que en 1830 se convirtió
en teatro, siendo destruido en 1846.
1828. — Primera ascensión aerostática por el inglés Ro-
bertson.
1834. — Serenos en intramuros, y en 1843 en los extramuros.
1838. — Cuerpo de bomberos.
1846. — Alumbrado de gas.
1852. — Telégrafos eléctricos.
1856. — Banco español de la Habana y desarrollo de las em-
presas de crédito.
(1) En 1823 había ya en la bahía tres vapores y hacían viajes a Bahía
Honda. En 1834, en que cesó el privilegio de esta primera empresa, se esta-
blecieron otras varias, entre ellas la de Batabanó a Cuba. En 1S36 se pro-
bó de establecer una línea de vapores entre esta capital y New Orleans, ha-
ciendo al efecto algunos viajes el vapor "Nachez", pero parece que no tuvo
buen éxito, y hasta 1848 no se organizó formalmente ninguna línea. En
1850 llegó el primer vapor desde la Península, estableciéndose al año siguien-
te los vapores correos. Desde 1843 recalaba el paquete inglés.
CAPITULO XV
Hijos de la Habana que se han distinguido por sus talentos.
Pueden figurar dignamente en el parnaso español, los poe-
tas Sequeira, Blanchié, y las poetisas Mendoza y Franchi Alfa-
ro. En la Historia se han señalado Arrate, Urrutia y Valdés.
En la Gramática, el Dr. Vidal. En Retórica, el Pbro. Mendoza.
En Filosofía, el profundo y virtuoso Várela, y en Elocuencia,
Caballero, Escovedo, Romay y Bermúdez. En la novela, la
Condesa de Merlín.
En Jurisprudencia, los Urrutia, González, Ayala, Sans,
Ponce de León, Govantes, Escovedo y Bermúdez; en Medicina,
el profundo Romay; en Matemáticas, Menéndez y Sotolongo, y
Trevejo, y en Química, Estévez.
Por su elevada categoría a que han ascendido, se han distin-
guido el Arzobispo Peñalver, y los Obispos Palma y Reciño.
Consejeros de Estado: La Torre (don Jorge María), Aran-
go, Caro y Pinillos. Ministros de la Guerra : O 'Farrill y La To-
rre. Oidores: Aréchaga, Calvo de la Puerta, Urrutias (don
Bernardo, don Ignacio y don Manuel) ; Matamoros, Benítez,
Mendiola, Govantes y O 'Reilly. Auditores : Tagle, Del Rey, y
Ponee de León.
Intendentes: Cervantes, Betancourt, y Ferrer.
En milicia: los Generales Díaz Pimienta, Revillagigedo (Vi-
rey de Méjico), Mopos y Jaruco, O 'Farrill, Zayas, Urrutia, Que-
sada, Moscoso, Aristizábal, Montalvos (don Pedro y don Juan),
Araoz, Marqués de San Felipe y Santiago, y Contraalmirante
Duquesne.
Se han distinguido como artistas: Báez, grabador del siglo
pasado, y Escobar, retratista.
APÉNDICE
UN DÍA en la habana m
No bien resuena el estampido del bronce poco antes de despuntar
el día, cuando entran por las puertas de la ciudad los alegres campesi-
nos, que con sus ayes lastimeros vienen de las inmediaciones, a abaste-
cer los mercados con todo lo que un fértilísimo suelo ayudado del arte,
produce para sustento y regalo del hombre. Otros, circulando por las
calles de intra y extramuros, permanecen durante la mañana, ocupados
en la venta por menor de sus provisiones. A estas alborotadas horas,
los buques despachados levan sus anclas para trasportar nuestros precio-
sos frutos a países lejanos; los vapores de Regla comienzan su incesan-
te crucero de una banda a otra de la bahía, así como las guaguas (ómni-
bus), lo verifican desde Marianao a la plaza de Armas; los vaqueros y
lecheros invaden las plazas; los ligeros repartidores de periódicos ser-
pentean por las calles introduciendo los periódicos por entre las rendi-
jas de las cerraduras, puertas y ventanas; las iglesias van llenándose
de ancianas, beatas y madrugadoras, que corren a la primera misa de
la mañana; los encargados de la limpieza de la ciudad comienzan la hi-
giénica tarea de despejar las calles de cajones y barriles de pestilente
basura; los cocineros salen con sus canastas a proveerse en los merca-
dos, que progresivamente van llenándose de toda clase de gentes ocupa-
das en la venta por menudeo; las bodegas se abren para dar entrada a
la multiud de jornaleros y obreros que concurren a ellas, bien a tomar
la mañana, bien a desayunarse con una taza de café, para marchar en
seguida a sus respectivos trabajos.
Todo va siempre en movimiento. Los mercados, los paseos, el mue-
lle y el depósito del ferrocarril y paraderos de diligencias o berlinas,
van cubriéndose progresivamente de gentes que concurren ora a pasear
la mañana, ora a embarcarse o despedirse de los amigos que se ausen-
tan de la ciudad. Las náyades vestidas a la negligé y tiradas por mue-
lles carruajes, corren a su elemento del Recreo, las Delicias o la Ele-
gancia, y los ensayos de las cornetas y los tambores, el tiroteo de las
(1) Para corresponder en algún modo al título de esta obra, presenta-
mos este ligero artículo de costumbres, que da idea de la Habana actual, ob-
jeto de la obra de que hemos indicado forma parte este opúsculo,
Lo que Fuimos y lo que Somos. 175
tropas en instrucción en los recintos, las parejas y trios que van y vie-
nen del campo, las volantas y quitrines de alquiler, y las filas de carre-
tones que comienzan sus estrepitosas tareas, van preparando el ruido,
que luego sigue en aumento.
Oyénse las siete, y los retumbantes tambores y cornetas de las
guardias que se relevan, se hacen oir en todos los ámbitos de la capital.
Las campanadas de las locomotoras del ferrocarril anuncia al pasajero
la salida del tren para Guanajay, habiéndolo verificado una hora an-
tes el de Güines o Batabanó; los niños se encaminan a sus escuelas y el
empleado se levanta, y apoltronando su humanidad en un muelle sillón,
toma su taza de café, fuma un fuerte tabaco y se ocupa en seguida de
leer los periódicos hasta que almuerza y sale a su destino. Hora es és-
ta también en que los isleños (buhoneros), comienzan a lucir sus eleva-
dos pulmones para anunciar sus aretes, sortijas, tijeras finas, etc.; en
que los fruteros empiezan a formar sus pilas y mesas, en que los mer-
caderes faltos de quehaceres politequean desde las puertas de sus esta-
blecimientos con los periódicos en las manos y en que las nuevas cla-
ses de agentes y negociantes de acciones forman enjambre en el dilatado
tinglado del muelle, anunciando nuevas acciones y primas.
Suenan las nueve, y a esta hora varía el cuadro de aspecto. Los
vaqueros tornan sus numerosas vacas a sus pastos, ya por la calle de
la Reina, ya por 3a calzada del Monte, como para acabar de obstruir el
paso, interrumpido incesantemente por multitud de carruajes y caba-
llos que van y vienen por ellas, a estas horas; hordas de estudiantes
salen de las clases universitarias, e invadiendo las calles se hacen ce-
der el paso por temor de sus juveniles travesuras.
Las bellas dejan a estas horas a Morfeo, para sentarse a la mesa,
dispuesta ya para el almuerzo; a excepción de alguna que otra madru-
gadora, que hace su estudio de canto y piano o bien toman algún pe-
riódico, para dejarlo caer de las manos, si no contiene alguna novela,
poesía o artículo favorable a su sexo; es asimismo la hora en que los
enjaezados carruajes de los funcionarios públicos corren, encontrándose
sus plateadas bocinas por las calles de 0,Reilly, Obispo, Muralla y Mer-
caderes (centros de agitación y ruido general), para llegar a sus desti-
nos, y en que los tribunales y estudios de los letrados quedan abiertos
a los litigantes.
A las diez llega la confusión a su crisis: el aturdidor sonido del
martillo en el taller del artesano, el del canto penetrante de los africa-
nos ocupados en entongar, pesar, cargar y descargar los carretones de
cajas de azúcar o café; el de los monótonos temas del ambulante orga-
nista; el de la multitud de pianos que tocados por principiantes en cada
manzana, atormentan a los no dilletanti; el agudo pregonar de las fru-
teras y vendedores de ropa que pululan por las calles; el continuo tran-
sitar de más de cuatro mil carruajes y de hombres de todas edades que
circulan en distintas direcciones, forman un cuadro difícil de pintar.
Los litigantes, procuradores, oficiales de causas con sus expedientes de-
bajo del brazo, se dirigen a los tribunales o escribanías para dar a las
causas el curso que las leyes recomiendan; las bellas habaneras lucien-
176 José María de la Toree
do sus celebrados breves pies en las conchas de elegantes quitrines, ocu-
pan las puertas de los establecimientos de prendería, modistas y tiendas
de ropa (perfectamente surtidas de cuanto a su capricho o vanidad
pueda antojarse) ya para proveerse de los enseres propios de sus distin-
tas labores, ya para explorar las novedades, poniendo en ejercicio 1»
afectada amabilidad y paciencia de los dependientes. La bahía, las cer-
canías de la Aduana, el muelle, ¡qué Babilonia! Túrbase la vista al
contemplar el continuo y rápido movimiento de millares de buques de
todos tamaños y naciones, que figurando espesos bosques con sus empi-
nadas arboladuras, surcan las aguas de la bahía en todas direcciones,
cruzándose unos a otros, girando sobre sí mismos y describiendo toda
clase de figuras geométricas, ya para atracar a los muelles y sufrir ca-
renas, ya en fin para cargar o descargar.
Velas hasta tres mil y más toneladas procedentes de todos países y
cargadas de preciosas mercancías, que desde muy temprano aparecían
en la boca del puerto, aprovechan esta hora en que se monta un poco la
aligera brisa para introducirse en el puerto con regocijo de sus consig-
natarios, que ansiosamente aguardan el arribo de estos bajeles. Entre
tanto, mil goletas, botes y lanchas destinadas exclusivamente a la na-
vegación de cabotaje y conducción de frutos y embarque de pasajeros,
culebrean por entre los demás buques, avanzan, giran, se ensartan, vi-
ran e introducen por espacios al parecer inadecuados para su admisión.
Tres sonoros toques en la campana mayor de la Catedral, anuncian
la hora del deseado descanso a los jornaleros y demás trabajadores, y a
los portadores de reloj su arreglo. La proximidad al palacio del Go-
bierno, Intendencia, Universidad, Almoneda y aun a la Aduana, centros
de grandes negocios, hacen que las espléndidas confiterías y neverías
de la Dominica y la Marina, el magnífico café y nevería de Arrillaga y
los establecimientos de soda de la Columnata y la Imperial, sean inva-
didos por enjambre de sedientos y golosos, que a estas calorosas horas,
procuran refrigerarse con agradables granizadas, agraces o riquísimos
pastelitos. Los activos agentes de bolsa cubren las cercanías de Santo
Domingo, pregonando las primas y las nuevas Empresas.
La una. Hora solícita (en los días de fiestas), del elegante y fino
para cumplir con las visitas de etiqueta, y de la encantadora beldad pa-
ra recibir la de su apasionado, a quien los minutos antes han parecido
años. Las frutas y refrescos hacen dar treguas a los quehaceres en
horas tan fatigosas.
Las dos. Vuelven ya los obreros a sus trabajos, en tanto van deso-
cupándose las oficinas, cerrándose los bufetes y retirándose éste a los
baños, aquel al hotel del Águila de Oro, y estotro al seno de su familia.
Mil volantes Simonas paradas en el depósito del ferrocarril anuncian la
próxima llegada de los trenes de pasajeros.
Las tres. Las opíparas mesas empiezan a ser honradas, y hasta las
5 permanece la población con alguna menos agitación; mas desde esta
hora vuelve progresivamente a reanimarse aunque de un modo diferen-
te. Los placeres sustituyen generalmente a los trabajos, y quien desde
bien temprano sale a respirar un ambiente más puro, ya en los campes-
Lo que Fuimos y lo que Somos. 177
tres barrios del Cerro y Jesús del Monte, ya en las poéticas Puentes
Grandes, Guanabacoa y Marianao, Chorrera, o bien en el Paseo Militar
o jardín de Peñalver; quien antiguo parroquiano del mentidero ocurre
devoto a su feligresía: éste puro clásico se encamina a ver los adelantos
de las obras públicas, la fábrica del gas, la estación del telégrafo eléc-
trico, el hospital militar, el salón de O'Donell (antes Alameda de Pau-
la), o el Roncali, el despejado muelle, o bien las empinadas fortalezas
de la Cabana, del Príncipe o del Morro, donde en espléndido panorama
se ofrece a la vista una dilatada ciudad rodeada de argentadas aguas y
pintorescos collados*, lujosamente alfombrados por una rica y lozana ve-
jetación, esmaltada por los colorantes rayos del moribundo Febo. El
enjambre de agentes de bolsa, que de mañana se asentaba en el muelle
y al medio día hervía en la plazuela de Santo Domingo, establece sus
reales en Escauriza y Tacón, hasta hora bien tarde de la noche.
Mil elegantes carruajes de todas clases conduciendo las deidades ha-
baneras, ocupan en forma de cordón el dilatado paseo de Tacón y des-
pués el Isabel II, donde les espera una fila de gallardos jóvenes, sólo
para el desconsuelo de verlas pasar fugitivas, cuatro o seis veces, mien-
tras que por uno de los extremos del último paseo se vé atravesar un fú-
nebre carro conduciendo a la última morada al que ha dejado de existir.
¡Tal es el drama de la vida!
Tocan las oraciones y cada cual toma distinta dirección; ésta por
estar ya vestida de punto en Manco, se dispone a pagar una visita de
cumplimiento, o a visitar a alguna que ha dado a luz un niño (más cla-
ro, a criticar el canastillero), o bien a ejercitar su lengua de paloma
en algún velorio o visita de novia; aquella, atraída por un meliflo tema
de la Lucía, se encamina hacia la retreta. Este, movido por túmidos
anuncios, se dirige a alguna función teatral con que suelen distraernos
los saltimbanquis; aquél, invitado, concurre a una tertulia en que una
amable beldad hace el encanto con su brillante voz o prodigiosa ejecu-
ción de irresistibles danzas cubanas en el piano; estotro, más positivista,
se dirige a oir instructivas lecciones en el Liceo Artístico y Literario.
Los espléndidos establecimientos de las calles de la Muralla, Obispo y
O'Reilly, así como el hermoso mercado de Tacón, brillantemente alum-
brado por gaseosa y nítida luz, se cubren de compradores y curiosos que
se extasían admirando las preciosidades que encierran.
Oyense las nueve, y concluidos los melodiosos sones de la retreta,
vuelven los sedientos y golosos a inundar la espaciosa Lonja o sea café
de Arrillaga, para gustar sus afamados helados y chocolate; la Domini-
ca y la Marina, para gozar de sus bien confeccionados dulces, la Impe-
rial y la Columnata, para absorver sus gaseosas aguas de soda o para
refrigerarse con exquisita orchata o nutrirse con un hermoso vaso de
leche helada. Los habitantes de extramuros para satisfacer las mis-
mas exigencias, se dirigen al hermoso y elegante café de Escauriza
(rendez-vouz desde por la tarde que se llena de ociosos), o a las confi-
terías y neverías de Tacón y de las Delicias.
A las diez se ven cruzar por las calzadas del Cerro, de Jesús del
Monte y de Marianao, las guaguas de los enamorados ; hace el amante
178 José Mabía de la Toebe
su saludo a su encanto y la numerosa población se recoge, oyéndose so-
lo desde media hora después, la voz del vigilante sereno y centinelas
de las fortalezas. Solo se vé abierta alguna que otra casa, que espera
la familia asistente a alguna diversión. El crujiente carruaje hace
temblar las solitarias calles y anuncia la llegada. Mientras los jóvenes
reunidos se preparan para entregarse a Morfeo; ¡pobre vestido de las
Damas! Mientras las damas se ocupan de la misma operación ¡pobre
vestido de las otras damas y de los hombres!
Terminaremos esta ligera descripción de la Habana, repro-
duciendo el soneto con que terminó la suya el elegante historia-
dor don Martín Félix de Arrate:
SONETO.
Aquí suelto la pluma ¡ o patria amada,
Noble Habana, ciudad esclarecida!
Pues si harto bien volaba presumida,
Ya es justo se retire avergonzada.
Si a delinearte, patria venerada,
Se alentó de mi pulso mal regida,
Poco hace en retirarse ya corrida,
Cuando es tanto dejarte mal copiada.
Mas ni aun así ha logrado desairarte;
"i Pues si tanto hijo tuyo sabio y fuerte
En las palestras de Minerva y Marte
Te acreditan y exaltan, bien se advierte
Que donde han sido tantos a ilustrarte,
No he de bastar yo solo a oscurecerte. '"
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