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Full text of "Los archivos históricos de Puerto Rico;"

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LOS  ARCHIVOS  HISTORICOS 
DE  PUERTO  RICO 


Digitized  by  the  Internet  Archive 
in  2014 


https://archive.org/details/losarchivoshistoOOcane 


OCT  i  2  198? 

INSTITUTO  DE  CULTURA  PUERTORRIQUEÑA 
ARCHIVO  GENERAL  DE  PUERTO  RICO 


LOS  ARCHIVOS 
HISTORICOS 
DE  PUERTO  RICO 

APUNTES  DE  UNA  VISITA 
(ENERO  -  MAYO  1960) 

/ 

LINO  GOMEZ  CAÑEDO,  O.  F.  M. 

ACADEMY  OF  AMERICAN  FRANCISCAN  HISTORY 


SAN  JUAN  DE  PUERTO  RICO 
1964 


Publicación  del  Archivo  General  de  Puerto  Rico 


Printed  in  Spain  Impreso  en  España 


Imprime:  M.  PAREJA  -  Montaña,  16  -  Barcelona 


INDICE 


Nota  preliminar   VII 

Los  archivos  históricos  de  Puerto  Rico    XI 

I   Archivos  Generales    7 

1.  Archivo  General  de  Puerto  Rico    9 

2.  Archivo  Eclesiástico  de  San  Juan    12 

3.  Archivo  General  de  Protocolos  (San  Juan)    16 

4.  Archivo  de  Protocolos  de  Bayamón   18 

5.  Biblioteca  Carnegie  (San  Juan)    18 

II   Archivos  Locales   25 

A)  Archivos  de  San  Juan  y  sus  contornos    27 

B)  Archivos  del  resto  de  la  Isla    34 

1  Adjuntas    35 

2  Aguada    36 

3  Aguadilla    37 

4  Aguas  buenas    39 

5  Aibonito   40 

6  Añasco   41 

7  Arecibo   43 

8  Barranquitas    46 

9  Cabo  rojo    49 

10  Caguas    50 

11  Camuy    52 

12  Carolina   53 

13  Cayey    55 

14  Cidra    59 

15  Coamo    60 

16  Comerío   63 

17  Corozal   64 

18  Fajardo   66 

19  Guayama    68 

20  Guayanilla    70 

21  Guaynabo    72 

22  Hatillo    74 


V 


23  Hormigueros    75 

24  Humacao    77 

25  Isabela   81 

26  Juana  Díaz   83 

27  Juncos    85 

28  Lajas    88 

29  Lares    89 

30  Loíza    91 

31  Luquillo   93 

32  Manatí    94 

33  Maunabo   95 

34  Mayagüez    96 

35  Moca    99 

36  Naguabo   100 

37  Naranjito    102 

38  Orocovis   103 

39  Patillas   104 

40  Peñuelas   105 

41  Piedra  (Las)   106 

42  Ponce    107 

43  Quebradillas   109 

44  Rincón    110 

45  Sabana  Grande    112 

46  Salinas    113 

47  San  Germán   114 

48  San  Lorenzo   117 

49  San  Sebastián    119 

50  Toa   Alta    120 

51  Toa  Baja    121 

52  Trujillo  Alto   122 

53  Utuado    123 

54  Vega  Alta    125 

55  Vega  Baja    127 

56  Vieques  (Isla  de)    129 

57  Yabucoa   130 

58  Yauco    132 

59  Islas  Vírgenes    135 

Epílogo   138 

Notas    143 

Indice  onomástico    147 


VI 


NOTA  PRELIMINAR 


La  Primera  Reunión  Interamericana  Sobre  Archivos,  cele- 
brada en  la  Ciudad  de  Washington  del  8  al  27  de  octubre  de 
1961,  creó  una  organización  profesional  denominada  Consejo 
Técnico  Interamericano  de  Archivos.  Sus  motivaciones  prin- 
cipales fueron  el  aunar  en  forma  permanente  a  los  archiveros 
del  Hemisferio  y  propender  a  que  sus  esfuerzos  se  acoplen 
a  la  labor  profesional  que  se  realiza  por  entidades  interna- 
cionales similares. 

Uno  de  los  principales  acuerdos  del  Consejo  Interameri- 
cano fue  el  relativo  a  la  recopilación  y  divulgación  de  las 
fuentes  históricas  de  la  América  Latina,  labor  fomentada 
igualmente  por  el  ya  establecido  Consejo  Internacional  de  Ar- 
chivos. Necesariamente  la  consecución  de  esta  idónea  empresa 
ha  de  recaer  principalmente  en  las  instituciones  archivísticas 
del  Nuevo  Mundo.  Conscientes  de  la  creciente  necesidad  de 
que  el  mutuo  conocimiento  sea  la  base  del  intercambio  cultu- 
ral entre  los  pueblos,  el  Archivo  General  de  Puerto  Rico  ha 
querido  que  sus  dos  primeras  publicaciones  se  orienten  a 
ese  fin. 

Por  ello  se  ha  publicado  una  Guía  al  Archivo  General  de 
Puerto  Rico  que  contiene  noticias  específicas  de  cada  fondo 
o  grupo  documental  de  la  institución.  Hoy  gracias  a  la  labor 
del  incansable  investigador  que  es  Fr.  Lino  Gómez  Cañedo,  el 
Archivo  General  de  Puerto  Rico,  brinda  a  los  interesados  este 
panorama  general  de  los  archivos  históricos  puertorriqueños 
y  de  los  fondos  principales  que  custodian.  Esperamos  con 
ello  hacer  una  aportación  a  la  Guía  de  las  fuentes  de  la 
historia  de  América  Latina  y  ofrecemos  esta  publicación  al 
V  Congreso  Internacional  de  Archivos  que  se  reunirá  en  Bru- 
selas en  septiembre  de  1964  como  nuestra  solidaridad  profe- 
sional con  los  colegas  europeos. 


IX 


LOS  ARCHIVOS  HISTORICOS 
DE  PUERTO  RICO 


La  valorización  de  los  archivos  no  es  — conviene  comenzar 
por  advertirlo —  un  descubrimiento  de  los  historiadores  de 
hoy.  En  todos  los  tiempos,  los  investigadores  de  la  Historia 
han  tenido  que  recurrir  a  las  fuentes,  y  éstas  suelen  encon- 
trarse principalmente  en  los  archivos.  Lo  que  sí  podría  consi- 
derarse como  una  conquista  de  la  historiografía  moderna  es 
el  haber  ensanchado  enormemente  su  propio  campo  de  acción, 
dando  categoría  de  hechos  dignos  de  estudio  a  muchos  que 
antes  no  eran  considerados  como  tales.  La  historiografía  ac- 
tual trata  de  explorar  todos  los  ángulos  y  rincones  del  pasado, 
con  el  fin  de  reconstruirlo  en  todos  sus  complejos  aspectos, 
no  sólo  en  los  de  carácter  políticomilitar  y  — a  lo  sumo — 
literario,  que  constituían  el  área  casi  exclusiva  de  interés  para 
el  historiador  de  otros  tiempos.  La  historia  no  la  hicieron 
sólo  los  caudillos,  los  políticos  y  los  poetas;  es  la  obra  de 
todos  los  sectores  de  la  sociedad,  influenciados  en  su  labor 
por  fuerzas  complejas  y  no  siempre  fáciles  de  discernir. 

Este  ensanchamiento  de  los  dominios  historiográficos  ha 
conferido,  por  sí  solo,  importancia  de  fuente  histórica  al  con- 
tenido de  muchos  archivos  que  durante  mucho  tiempo  fueron 


más  o  menos  desdeñados  por  los  investigadores.  Por  otra 
parte,  el  asombroso  progreso  de  las  comunicaciones  ha  dado 
a  estos  últimos  unas  posibilidades  que  hace  sólo  unas  cuantas 
décadas  les  estaban  cerradas.  El  historiador  de  hoy  puede  abar- 
car un  área  prácticamente  ilimitada  en  la  búsqueda  de  las 
fuentes. 

Ambos  factores  están  influyendo  en  la  atención  cada  día 
mayor  que  se  presta  a  los  archivos  notariales,  bancarios, 
comerciales,  parroquiales  y  otros,  donde  es  posible  rastrear 
noticias  sobre  la  vida  social,  económica  y  religiosa,  datos  esta- 
dísticos, etnográficos,  etc.  que  permitan  trazar  una  pintura 
más  completa  y  exacta  de  la  vida  real  en  un  determinado 
período  y  lugar.  Si  queremos  ver  la  historia  bajo  un  aspecto 
menos  «parcial»,  es  necesario  que  ampliemos  nuestro  cono- 
cimiento de  las  fuentes.  Ha  llegado  el  momento  en  que  esto 
resultaría  fácil  mediante  planes  de  cooperación  bien  organi- 
zados. 

De  esta  convicción  — en  lo  que  se  refiere  a  la  necesidad 
de  una  visión  comprensiva  de  las  fuentes  de  la  historia  de 
América  y  la  posibilidad  de  llevarla  a  cabo —  nació  el  estudio 
de  los  archivos  históricos  de  Puerto  Rico  que  realicé  en  1960. 
Pido  disculpa  de  tener  que  referirme  a  trabajos  míos  ante- 
riores, pero  me  parece  necesario  hacerlo  para  que  se  entien- 
dan bien  mis  propósitos.  Mi  obra  Los  archivos  de  la  historia 
de  América  (México,  Comisión  de  Historia,  1961;  2  vols)  quie- 
re ser  una  guía  general  de  los  repositorios  de  fuentes  manus- 
critas — archivos  y  bibliotecas —  que  interesan  al  investigador 
de  la  historia  de  América  durante  un  determinado  período, 
que  significa  al  mismo  tiempo  una  bien  definida  unidad  geo- 
gráfica :  el  período  del  gobierno  español.  Aun  con  estas  limi- 
taciones, la  obra  consta  de  dos  gruesos  volúmenes  y  ha  reque- 
rido casi  diez  años  de  trabajo.  Esto  solo  bastará  para  com- 
prender por  qué  soy  partidario  de  la  cooperación.  Sería  bueno, 
a  mi  parecer,  que  se  preparasen  guías  parecidas  para  otros 


2 


períodos  y  áreas  de  la  historia  de  América  (América  portuguesa, 
América  británica,  etc.),  y  otro  tanto  debería  hacerse  respecto 
al  período  independiente  de  cada  país.  De  estas  guías  gené- 
reles, panorámicas,  habría  que  descender  a  estudios  más  de- 
tallados de  los  archivos  y  repositorios  documentales  exis- 
tentes en  una  región,  país  o  lugar  determinados;  de  los  fon- 
dos de  un  archivo  o  biblioteca  en  particular;  de  las  fuentes 
sobre  un  tema  específico,  y  así  sucesivamente,  pasando  de  lo 
general  a  lo  más  particular  y  concreto.  Por  fortuna,  la  Primera 
Reunión  Interamericana  sobre  Archivos  (Washington,  D.  C, 
octubre  1961)  acaba  de  aprobar  un  plan  de  guías  de  archivos 
y  bibliotecas  de  América,  que  sigue  fundamentalmente  las 
directrices  arriba  expuestas. 

Mientras  estos  planes  no  se  conviertan  en  realidades,  bien 
será  que  cada  uno  de  nosotros  vaya  haciendo  lo  posible,  den- 
tro de  su  propio  campo  de  interés.  Fiel  a  este  criterio,  prepa- 
ré en  1958-1959  un  informe  sobre  los  archivos  históricos  de 
Venezuela,  bajo  los  auspicios  de  la  Academy  of  American 
Franciscan  History,  el  Programa  de  Becas  de  la  O  E  A  y  la 
Fundación  Creóle.  Un  año  después,  en  la  primera  mitad  de 
1960,  con  ocasión  de  un  cursillo  sobre  fuentes  de  la  historia 
de  América  dictado  en  la  Universidad  de  Puerto  Rico,  Río 
Piedras,  tuve  oportunidad  de  realizar  una  labor  semejante  res- 
pecto a  los  archivos  puertorriqueños.  El  mérito  de  esta  opor- 
tunidad, por  su  cordial  apoyo  al  proyecto,  se  debe  al  doctor 
Sebastián  González,  decano  entonces  de  la  Facultad  de  Huma- 
nidades, y  al  doctor  Luis  M.  Díaz-Soler,  jefe  del  Departamento 
de  Historia,  quienes  dispusieron  el  horario  de  mis  clases  en 
forma  que  pudiese  simultanearlas  con  visitas  a  los  archivos  de 
la  Isla.  Otras  personas  y  entidades  de  Puerto  Rico  ayuda- 
ron generosamente  en  mi  labor,  y  a  todas  deseo  hacer  llegar 
mi  profunda  gratitud;  permítaseme,  sin  embargo,  que  men- 
cione en  particular  al  Instituto  de  Cultura  Puertorriqueña  y 
al  Archivo  General  de  Puerto  Rico,  entre  las  instituciones,  y 


3 


a  la  doctora  Isabel  Gutiérrez  del  Arroyo,  a  su  hermana  María 
del  Carmen,  y  al  profesor  Jorge  Iván  Rosa  Silva,  sin  cuya 
ayuda  hubiera  sido  imposible  llevar  a  cabo  un  trabajo  de 
tal  amplitud  en  el  corto  espacio  de  pocos  meses. 

Con  el  fin  de  prevenir  lo  que  pudiera  resultar  una  desilu- 
sión para  el  lector  que  llegue  en  su  lectura  al  final  de  este 
informe,  quisiera  comenzar  por  advertir  que  la  riqueza  archi- 
vística  de  Puerto  Rico  es  relativamente  modesta.  Los  archivos 
de  carácter  general,  tanto  cívico-militares  como  eclesiásticos, 
sufrieron  grandes  pérdidas,  especialmente  con  motivo  del 
cambio  de  soberanía  de  España  a  los  Estados  Unidos,  en  1898. 
Las  principales  fuentes  de  la  historia  de  Puerto  Rico  se  ha- 
llan fuera  de  la  Isla,  la  mayor  parte  en  los  archivos  españo- 
les — Archivo  General  de  Indias,  Archivo  Histórico  Nacional, 
Servicio  Histórico  Militar,  entre  ellos —  que  conservan  la  do- 
cumentación relativa  al  gobierno  de  España  en  la  Isla.  Los 
fondos  archivísticos  llevados  a  los  Estados  Unidos  a  raíz  de 
la  incorporación  de  Puerto  Rico  al  dominio  norteamericano, 
que  llenaban  unas  289  cajas,  fueron  devueltos  a  Puerto  Rico 
en  su  mayoría,  para  ser  destruidos  casi  todos  por  un  incendio 
que  se  produjo  en  el  Archivo  Histórico  de  Puerto  Rico  en  1926. 
Los  restantes  se  conservan  hoy  en  el  Archivo  Nacional  de  los 
Estados  Unidos,  en  Washington,  y  no  parece  que  sean  de  gran 
importancia;  sin  embargo,  dicho  Archivo,  al  igual  que  la 
Biblioteca  del  Congreso,  posee  otros  materiales  de  notable 
interés  para  la  historia  de  Puerto  Rico. 1 

Un  buen  conocedor  de  los  archivos  puertorriqueños,  es- 
cribió hace  años :  «Sólo  en  nuestros  archivos  parroquiales  pue- 
de extraerse  hoy  documentación  anterior  al  siglo  xix,  pero 
apenas  ninguna  de  nuestros  archivos  de  gobierno.  Nuestros 
artesanos  y  jornaleros  ignorantes,  una  vez  escalado  el  alcal- 
dazgo  de  sus  respectivos  municipios  por  sufragio  popular, 
han  destruido  los  legajos  municipales  que  encontraron  ser  es- 
torbo para  sus  fines  de  gobierno  pueblerino.  Tanto  más  que 


4 


los  incendios  y  huracanes,  la  polilla  humana  es  la  mayor 
causante  de  la  desaparición  de  nuestros  archivos».2  Este  amar- 
go juicio  debe  modificarse  hoy  en  sentido  más  favorable,  pues 
tanto  el  Archivo  General  de  Puerto  Rico  como  los  restos  del 
Archivo  Arzobispal,  que  han  podido  ser  recuperados  en  fecha 
reciente,  contienen  fondos  bien  anteriores  al  siglo  xix.  Y  lo 
mismo  sucede  con  el  todavía  rico  Archivo  General  de  Proto- 
colos, de  San  Juan.  Es  cierta,  sin  embargo,  la  desaparición  de 
los  archivos  municipales,  si  bien  parece  exagerado  culpar  del 
hecho  al  sufragio  popular...  Incluso  el  archivo  del  Cabildo  de 
San  Juan  no  posee  documentación  anterior  a  1730,  fecha  en 
que  comienza  su  primer  libro  de  actas  capitulares. 

En  las  páginas  que  siguen  me  propongo  informar  sobre 
la  situación  actual  de  los  archivos  puertorriqueños.  No  se  tra- 
ta de  un  inventario  ni  de  un  catálogo  de  los  mismos,  sino  de 
una  guía  destinada  a  los  investigadores  que,  en  el  futuro,  de- 
seen utilizarlos.  Guía  sumaria,  pero  basada,  sin  embargo,  en 
la  observación  personal  y  directa  del  autor,  fuera  de  casos  muy 
contados.  En  general,  he  tratado  de  indicar  con  mayor  detalle 
la  documentación  más  antigua  de  cada  archivo.  Guiado  por 
este  criterio,  sólo  en  pocos  casos  especifico  los  fondos  corres- 
pondientes a  la  segunda  mitad  del  siglo  xix,  a  pesar  de  que 
tales  fondos  suelen  ser  los  más  numerosos  en  los  archivos  de 
Puerto  Rico.  El  hecho  de  que  los  pase  en  silencio  no  quiere 
decir  que  los  considere  sin  importancia  histórica.  Por  el  con- 
trario, creo  que  la  tienen  grande  para  uno  de  los  períodos  más 
interesantes  de  la  historia  de  la  Isla.  Mi  intento  principal  ha 
sido  poner  de  relieve  la  mucha  documentación  — relativamen- 
te—  que  se  conserva  todavía  sobre  períodos  más  antiguos, 
contra  lo  que  supone  la  generalidad  de  los  que  se  interesan  por 
la  historia  del  pasado  puertorriqueño.  Esta  documentación  se 
encuentra,  por  lo  común,  en  peores  condiciones  de  conserva- 
ción y  seguridad,  siendo,  por  lo  tanto,  más  acreedora  a  nues- 
tro cuidado  y  vigilancia.  Y  abrigo  la  esperanza  de  que  el  pre- 


5 


senté  trabajo  ayude  a  despertar  el  interés  de  los  puertorri- 
queños por  la  conservación  de  las  reliquias  y  testimonios  de 
su  pasado. 

Respecto  al  método,  he  adoptado  la  división  en  1)  Archi- 
vos generales  y  2)  Archivos  locales.  Los  primeros  se  hallan 
todos  en  San  Juan  o  sus  contornos  (es  el  caso  del  Archivo 
de  Protocolos  de  Bayamón,  cuyo  contenido,  sin  referirse  a 
toda  la  Isla,  sobrepasa  el  interés  local).  Respecto  a  los  archivos 
locales,  sigo  orden  geográfico.  Primero  me  ocupo  de  los  archi- 
vos de  la  capital  y  sus  contornos,  y  después  continúo  alfabé- 
ticamente con  los  restantes  de  la  Isla. 


6 


I 

ARCHIVOS  GENERALES 


1 


Archivo  General  de  Puerto  Rico 

Bajo  el  calificativo  de  «archivos  generales»  incluyo  todos 
aquellos  cuyo  contenido  no  se  refiere  únicamente  a  un  lugar 
o  institución  determinados,  sino  que  interesa  de  alguna  ma- 
nera a  toda  la  Isla  o  a  parte  notable  de  la  misma.  Dentro  de 
esta  clasificación,  debe  figurar  en  primer  término  el  Archivo 
General  de  Puerto  Rico.  Fue  creado  en  1955,  a  base  de  los  fon- 
dos documentales  reunidos  en  el  llamado  «Archivo  Histórico» 
que  existía  en  la  Universidad  de  Puerto  Rico,  Río  Piedras, 3  y 
de  los  archivos  de  las  distintas  oficinas  gubernativas,  excluyen- 
do los  de  notarías  y  registros  de  la  propiedad.  Posteriormente 
la  Asamblea  Legislativa  de  Puerto  Rico  aprobó  la  Ley  núm.  4 
de  agosto  de  1961,  mediante  la  cual  se  autoriza  el  traslado  al 
Archivo  General  de  Puerto  Rico  de  todos  los  protocolos  nota- 
riales que  tengan  más  de  sesenta  años  de  existencia.  El  pri- 
mer archivo  notarial  que  se  proyecta  trasladar  al  Archivo 
General  es  el  del  Distrito  de  San  Juan,  del  cual  se  habla  en 
este  trabajo. 

Desde  su  fundación  el  Archivo  ha  ido  acrecentando  paula- 
tinamente sus  fondos,  de  acuerdo  con  la  ley  fundacional.  Los 
documentos  oficiales  reunidos  hasta  el  presente  son  en  su 
mayoría  del  siglo  xix,  y  aún  predominan  los  de  su  segunda 
mitad.  Encierra  también  muchos  del  siglo  xx.  Hay,  sin  embar- 
go, algunas  excepciones,  como  la  de  la  sección  de  Obras  Públi- 
cas, Asuntos  Varios,  cuyo  documento  más  antiguo  — en  la  sub- 
sección  «Censo  y  Tributo» —  se  remonta  a  1649,  aunque  ello 
constituye  un  caso  esporádico.  La  serie  de  Municipios  (Cíales, 
Barranquitas,  Fajardo,  Quebradillas,  Manatí,  Ponce  y  Bayamón) 
se  remonta  a  1795,  pero  la  casi  totalidad  de  los  documentos 
son  de  fecha  muy  posterior.  Del  municipio  de  Barranquitas 


9 


hay  actas  y  registros  del  1884-1906  incluyendo  resoluciones, 
acuerdos  y  ordenanzas  del  Consejo  Municipal,  así  como  libra- 
mientos e  intervenciones  del  municipio  y  sentencias  criminales 
del  Juzgado  de  Paz.  Del  municipio  de  Bayamón  se  guardan  ex- 
pedientes de  1842  a  1941  sobre  reparaciones  efectuadas  en  la 
capilla  y  panteones  municipales  del  cementerio;  caminos  y 
edificios,  adquisición  y  reparación  del  reloj  público,  instan- 
cias de  la  Guardia  Civil,  presupuestos  ordinarios,  concesión  del 
edificio  del  Consistorio  a  la  Sociedad  de  Misioneros  Cristianos 
y  documentos  fiscales.  Del  municipio  de  Fajardo  procede  una 
colección  de  la  Gaceta  de  Puerto  Rico  entre  los  años  1866^ 
1909.  Se  conservan  igualmente  las  actas  del  Consejo  Municipal, 
de  la  Junta  de  Subasta,  la  Escolar,  la  Junta  Codificadora  de  Va- 
gos y  Amancebados  (1811).  Del  mismo  municipio  procede  una 
serie  de  correspondencia  general,  que  comienza  en  1795  y  se 
refiere  a  los  más  variados  asuntos. 

Del  municipio  de  Manatí  se  han  trasladado  documentos 
desde  1797,  incluyendo  actas,  agendas,  ordenanzas,  resolucio- 
nes y  correspondencia  de  la  Asamblea  Municipal,  del  Consejo 
de  Administración,  de  la  Junta  de  Instrucción  Pública,  de  la 
de  Beneficencia,  de  la  de  Subasta  y  la  de  Remate.  De  Ponce 
proceden  también  algunos  documentos,  siendo  el  más  antiguo 
un  índice  del  Archivo  Municipal  (1807-1890)  y  otro  correspon- 
diente a  los  años  1836-1874.  Del  archivo  municipal  de  Quebra- 
dillas  fueron  traídos  los  libros  de  actas  de  los  períodos  1823- 
1834  y  1905-1915. 

Los  fondos  del  Departamento  de  Justicia  arrancan  de  1800, 
los  de  la  Real  Audiencia,  de  1832  y  los  de  la  Diputación  Pro^- 
vincial,  de  1820. 

Hacia  mediados  de  1961,  el  Archivo  poseía  unos  10,121 
pies  cúbicos  de  documentos.  Se  hallaban  instalados  en  un 
edificio  provisional,  pero  se  trabajaba  en  las  obras  de  adapta- 
ción de  otro  más  amplio,  que  será  la  sede  definitiva  del  Ar- 
chivo. Sin  embargo,  cuenta  ya,  en  la  sede  provisional  con  ser- 


10 


vicio  de  consulta  para  las  investigaciones,  taller  de  restaura- 
ción, y  ha  comenzado  a  montar  uno  de  fotografía. 

Detallando  un  poco  más,  hallamos  en  la  sección  Real  Au- 
diencia los  siguientes  grupos :  Regencia  1832-1861 ;  Presiden- 
cia 1848-1898;  Real  Acuerdo  1832-1861;  Tribunal  Pleno  1861- 
1898;  Sala  de  Gobierno  1861-1898;  Consejo  de  Administración 
1861-1869;  Consejo  Contencioso  Administrativo  1875-1898.  Ce- 
dulario  de  Reales  Cédulas  y  Ordenes,  1832-1839  (12  tomos  en 
8  vols.);  «Libro  de  Registro  de  Reales  Provisiones  espedidas 
por  la  Real  Audiencia...»  (San  Juan  1832).  En  la  subsección 
«Sala  de  lo  Criminal»  tenemos  sentencias  de  juicio  oral  desde 
1889;  sentencias  criminales,  desde  1883;  votos  reservados,  des- 
de 1862;  un  «Libro  de  registros  de  sentencias  de  1863»,  perte- 
neciente a  Santo  Domingo,  y  otro  «Libro  de  votos  reservados 
de  la  Sala  de  Guerra»,  que  empieza  en  1856.  Los  documentos 
relativos  al  «Real  Acuerdo»  (1832-1898)  ocupan  unos  veinti- 
cuatro pies  cúbicos,  y  unos  diez  los  procedentes  de  la  «Secre- 
taría de  la  Audiencia»  (1832-1898).  Son  de  interés  también  las 
copias  certificadas  del  Ceremonial  de  la  Audiencia  de  Guate- 
mala 1787,  de  las  Ordenanzas  de  la  Real  Audiencia  de  Santo 
Domingo  de  1683  y  seis  volúmenes  que  comprenden  doce  to- 
mos de  Reales  Cédulas  transcritos  en  Puerto  Príncipe  en  29 
de  febrero  de  1829  para  la  Audiencia  de  Puerto  Rico.  Principia 
la  colección  con  la  copia  de  una  bula  de  S.  S.  Inocencio  XII 
del  14  de  julio  de  1699,  pero  las  Reales  Cédulas  transcritas  abar- 
can de  1751-1831. 

Bajo  Obras  Públicas,  se  conservan  grupos  como  los  si- 
guientes :  Edificios  religiosos,  1782-1899 ;  Conservación  de  ca- 
rreteras, 1850-1931;  Correspondencia  de  caminos,  1818-1898; 
Diputación  Provincial,  1871-1899.  La  sección  de  Tierras  se 
halla  subdividida  por  pueblos  y  sus  documentos  más  antiguos 
se  remontan  por  lo  menos  a  1760. 

En  la  sección  de  la  Diputación  Provincial  hay  documentos 


11 


de  la  segunda  época  1820-1824  y  sobre  todo  del  período  final 
1871-1898,  casi  todos  procedentes  del  Archivo  Histórico. 

También  son  de  gran  interés  los  documentos  de  Gobierno 
y  Capitanía  General  que  abarcan  todo  el  siglo  xix. 

El  catastro  preparado  para  la  isla  en  1894  está  por  pueblos 
en  orden  alfabético  y  se  denomina  Registro  de  Fincas  Rústicas 
y  Urbanas. 

Los  documentos  procedentes  del  mencionado  «Archivo  His- 
tórico» (Universidad  de  Puerto  Rico.  Río  Piedras)  constituían 
hasta  hace  poco  un  grupo  separado,  de  unos  280  pies  cúbicos 
de  volumen. 

Merece  especial  referencia  la  «Colección  Robert  L.  Jun- 
ghanns»,  adquirida  por  el  Instituto  de  Cultura  Puertorriqueña, 
con  destino  al  Archivo.  Contiene  los  documentos  más  hetero- 
géneos, de  considerable  antigüedad  e  importancia,  a  lo  que 
pude  juzgar  por  una  somera  inspección,  que  hacen  difícil  el 
mal  estado  de  los  papeles  y  la  falta  de  orden  en  los  mismos. 

Por  lo  escrito,  puede  entenderse  que  el  Archivo  General  de 
Puerto  Rico  reviste  considerable  interés  para  la  historia  de  la 
Isla  durante  el  siglo  xix.  Este  interés  ha  de  aumentar  segura- 
mente según  vayan  incorporándose  otros  documentos. 


2 

Archivo  Eclesiástico  de  San  Juan 

El  que  llamaremos  Archivo  Eclesiástico  — mejor  que  Arzo- 
bispal o  Catedralicio —  de  San  Juan,  es  una  colección  de  pape- 
les pertenecientes  tanto  al  Obispado  de  Puerto  Rico  como  a  su 
Cabildo  y  a  la  Parroquia  de  la  Catedral.  Los  libros  de  bautis- 
mos, matrimonios  y  entierros  de  esta  parroquia,  con  algunos 
papeles  más,  era  lo  único  que  constituía  el  «Archivo  de  la  Ca- 
tedral», cuando  yo  lo  visité  en  1960.  Las  «Actas  Capitulares», 


12 


de  cuyos  primeros  22  volúmenes  (1652-1870)  publicó  el  Padre 
Cuesta  Mendoza  un  resumen  en  1913/  habían  desaparecido  y 
se  daban  por  perdidas.  Entre  los  interesados  por  los  estudios 
históricos  persistía,  sin  embargo,  la  creencia  de  que  en  el  Pa- 
lacio Episcopal  se  conservaban  aún  restos  del  archivo  dioce- 
sano. Verificado  por  mí  que  así  era  en  efecto,  obtuve  permiso 
del  entonces  señor  obispo  — hoy  arzobispo —  de  San  Juan,  mon- 
señor Jaime  Davis,  para  intentar  la  recuperación  y  reorgani- 
zación de  los  mismos.  La  tarea  fue  emprendida  sin  dilación, 
con  el  concurso  desinteresado  de  algunas  personas  estudiosas 
y  entidades  culturales  de  Puerto  Rico.  El  local  que  pudo  obte- 
nerse, encima  de  la  actual  sacristía  de  la  Catedral,  no  reúne 
las  condiciones  necesarias  para  el  caso,  pero  significa  un  enor- 
me progreso  respecto  a  la  rinconera  donde  antes  se  hallaban 
amontonados  los  papeles.  Por  ello,  no  vacilamos  en  comenzar 
su  traslado  al  nuevo  local.  Antes  de  mi  regreso  a  Washington, 
en  la  segunda  mitad  de  mayo  de  1960,  unas  dos  terceras  partes 
de  los  documentos  que  corrían  mayor  peligro  habían  sido 
transferidos  al  local  de  la  Catedral,  después  de  conveniente- 
mente fumigados.  Allí  se  procedió  inmediatamente  a  darles 
cierto  orden  y  clasificación,  colocándolos  en  estanterías  metáli- 
cas. Por  falta  de  espacio,  no  fue  posible  completar  el  traslado 
de  todos  los  papeles,  aunque  ello  es  de  verdadera  urgencia,  si 
han  de  salvarse  estos  testimonios,  todavía,  importantes,  del 
pasado  de  Puerto  Rico. 

¿Qué  resultados  ha  producido  hasta  el  momento  esta 
labor  de  recuperación?  El  recuento  y  examen  que  yo  pude 
hacer  personalmente  fueron  muy  superficiales.  Los  documen- 
tos llegaron  al  nuevo  local  en  pésimas  condiciones  de  con- 
servación, mezclados  con  toda  clase  de  elementos  extraños.  La 
labor  de  limpiarlos  y  darles  una  primera  ordenación  elemen- 
tal fue  realmente  ímproba,  aun  contando  con  muchas  genero- 
sas colaboraciones.  Muchos  aparecen  comidos  por  la  polilla  y 
los  ratones,  y  corroídos  por  la  tinta  o  desvaída  ésta  por  la 


13 


acción  de  la  luz.  Son  muy  pocos  los  libros  y  documentos  que 
pueden  considerarse  en  buen  estado  de  conservación.  Sin  em- 
bargo, la  mayoría  son  legibles  y  utilizables. 

La  documentación  ha  ido  agrupándose  provisionalmente 
en  secciones  generales :  Obispos,  Cabildo,  Clero  Secular  y  Cíe- 
ro  Regular,  Ordenes  Sagradas,  Parroquias,  Visitas  de  la  Dió- 
cesis, Expedientes  Matrimoniales,  Monjas  Carmelitas,  Hospi- 
tales, Colegios...  Estos  grupos  se  hallan  formados,  en  su  ma- 
yoría, por  papeles  del  siglo  xix,  pero  hay  algunos  que  se  re- 
montan al  siglo  xviii.  Por  ejemplo,  en  la  sección  «Obispos» 
hay  bastantes  documentos  desde  fines  de  dicho  siglo.  Lo  mis- 
mo sucede  con  la  sección  «Cabildo»,  aun  sin  tener  en  cuenta 
la  serie  de  Actas  Capitulares,  de  las  que  han  aparecido  varios 
volúmenes  que  se  daban  por  perdidos.  Entre  ellos  figuran  los 
siguientes:  Libro  [?]  (1652-1700);  Libro  3  (1777-1784);  frag- 
mentos de  otro  libro  que  incluye  actas  desde  el  25  de  octubre 
de  1803  a  27  de  noviembre  de  1807. 

Son  estos  los  libros  más  antiguos  entre  los  recuperados 
y  aunque  en  estado  de  sumo  deterioro  podrían  aún  salvarse 
sometiéndolos  a  procedimientos  modernos  de  restauración. 
Se  halla  en  bastante  buen  estado  el  Libro  9  (6  de  mayo  de 
1808  a  16  de  febrero  de  1813)  que  incluye  el  acta  de  la  reu- 
nión extraordinaria  del  16  de  agosto  de  1809  en  que  el  obis- 
po Arizmendi  hace  la  simbólica  entrega  de  su  anillo  pastoral 
a  don  Ramón  Power,  cuya  transcripción  fue  publicada  en  la 
Revista  del  Instituto  de  Cultura  Puertorriqueña,  núm.  9  (Oct- 
Dic.  de  1960).  La  serie  prosigue  con  el  Libro  12  (1817-1821), 
Libro  13  (1821-1823),  Libro  14  (1823-1825).  Libro  15  (1825- 
1831),  Libro  16  (1831-1845).  Todos  estos  volúmenes  están,  por  lo 
general,  en  bastante  buen  estado  de  conservación.  No  pude 
dar  con  los  libros  17  y  18.  Prosigue  la  serie  con  el  Libro  19 
(1852-1857),  Libro  20  (1857-1859),  Libro  21  (1859-1865),  Libro  22 
(1865-1870),  Libro  23  (1871-1878),  Libro  24  (1878-1882),  Libro  25 
(1882-?,  incompleto).  Termina  la  serie  con  el  Libro  28,  que  in- 


14 


cluye  las  actas  del  22  de  febrero  de  1898  al  15  de  enero  de 
1909,  en  que  se  extingue  la  vida  del  cabildo  eclesiástico.  La 
recuperación  de  esta  importante  serie  de  libros  bastaría  para 
justificar  nuestro  trabajo. 

Entre  las  secciones  más  numerosas  figuran  las  de  «Expe- 
dientes Matrimoniales»  y  «Parroquias».  En  esta  última  sección 
se  conserva  cierto  número  de  libros  parroquiales,  traídos  hace 
años  de  pueblos  de  la  Isla  con  el  propósito  de  proveer  a  su 
mejor  conservación.  Tal  propósito  quedó  lamentablemente 
frustrado.  A  juzgar  por  la  situación  actual  de  los  archi- 
vos parroquiales,  estos  libros  se  hubieran  conservado  mu- 
cho mejor  en  sus  respectivos  lugares  de  origen.  Los  «Expe- 
dientes Matrimoniales»  están  repletos  de  datos  demográficos 
y  de  historia  social ;  sin  embargo,  son  poco  numerosos  hasta  el 
segundo  tercio  del  siglo  xix. 

Incorporada  en  este  Archivo  se  encuentra  la  parte  más 
antigua  del  archivo  parroquial  de  la  Catedral.  Su  conserva- 
ción dista  mucho  de  ser  perfecta,  pero  es,  con  pocas  excepcio- 
nes, mucho  mejor  que  la  del  resto  del  Archivo.  Es  el  archivo 
parroquial  más  antiguo  de  la  Isla,  y  también  — como  es  natu- 
ral—  el  más  importante.  Su  primer  libro  de  bautismos  abar- 
ca de  1672  a  1702.  En  el  Boletín  de  Historia  Puertorriqueña, 
I,  1949,  pp.  273-278,  fueron  publicadas  las  actas  de  matrimo- 
nio correspondientes  al  período  22  de  marzo  de  1653  -  30  de 
agosto  de  1654,  que  el  señor  Morales  Muñoz  halló  en  un  lla- 
mado «Libro  Primero»  de  matrimonios.  No  pude  dar  con  este 
libro  entre  los  actuales  del  archivo  parroquial  de  la  Catedral. 
Todo  el  siglo  xvm  se  halla  muy  bien  representado,  tanto  en 
lo  que  se  refiere  a  libros  de  bautismos  como  a  los  de  matri- 
monios y  entierros.  Se  conservan  también  los  libros  especia- 
les de  la  capellanía  castrense.  Existen  asimismo  varios  libros 
de  confirmaciones,  aunque  éstos  son  más  modernos. 


15 


3 


Archivo  General  de  Protocolos 
(San  Juan) 

El  Archivo  General  de  Protocolos,  de  San  Juan,  merece 
conservar  el  título  de  «general»,  a  pesar  de  las  desmembracio- 
nes sufridas  como  consecuencia  de  la  nueva  ordenación  de 
distritos  notariales,  promulgada  en  1944.  Por  una  parte,  con- 
serva varios  archivos  extracapitalinos  (Cangrejos,  Loiza,  Río 
Piedras,  los  dos  Trujillo)  y  las  escribanías  de  Guerra  y  Mari- 
na ;  por  otro  lado,  entre  las  personas  que  otorgaban  sus  escri- 
turas en  la  capital  solían  contarse  las  más  importantes  de  la 
Isla,  con  intereses  e  influencia  en  distintas  partes  de  la  misma. 
San  Juan  era  el  centro  predominante  de  la  vida  puertorrique- 
ña, más  todavía  de  lo  que  es  hoy.  Realidad  confirmada  por 
los  documentos  de  este  archivo. 

Instalado  en  locales  completamente  inadecuados,  su  con- 
sulta normal  resulta  incómoda,  no  obstante  las  facilidades  que 
a  los  investigadores  ofrece  su  director,  licenciado  Julio  César 
González.  Existe  un  inventario  mecanografiado,  donde  cons- 
tan los  nombres  de  los  distintos  notarios,  con  el  número  de 
volúmenes  y  años  que  abarcan  sus  respectivos  protocolos. 
También  indica  dicho  inventario  los  archivos  locales  y  nota- 
rías especiales  que,  según  queda  dicho,  forman  parte  del  Ar- 
chivo. Debe  tenerse  en  cuenta,  sin  embargo,  que  este  inven- 
tario no  es  completo  ni  siempre  exacto,  cosa  muy  difícil  de 
conseguir  mientras  dure  el  actual  amontonamiento  de  los 
papeles  en  un  local  del  todo  insuficiente  para  ello.  Se  trata 
de  una  situación  grave,  cuyo  remedio  no  debieran  aplazar  las 
autoridades  competentes. 

Apenas  se  conservan  escrituras  del  siglo  xvm,  pero  el  xix 


16 


se  halla  muy  bien  representado  desde  sus  primeros  años.  Y  no 
es  necesario  decir  que  el  contenido  es  de  gran  importancia  his- 
tórica, especialmente  en  sus  aspectos  social  y  económico.5  Nada 
refleja  la  vida  diaria  de  San  Juan  — y  en  cierto  modo  de  toda 
la  Isla —  con  la  objetividad  de  estos  testamentos  y  contratos 
que  no  fueron  redactados  con  vistas  a  la  historia.  Por  ejemplo, 
el  protocolo  de  Gregorio  Sandoval,  que  comienza  en  1801, 
muestra  la  presencia  de  muchos  franceses  en  la  Isla,  algunos 
dedicados  al  corso  contra  la  navegación  inglesa;  sus  víctimas 
eran  a  veces  barcos  de  otras  nacionalidades,  en  especial  nor- 
teamericanos. Los  franceses,  que  llegaron  a  tener  un  delegado 
en  la  Isla,  procedían  principalmente  de  Haití,  ya  en  poder  de 
los  negros.  También  abundaban  los  españoles  huidos  de  Santo 
Domingo,  al  ser  invadido  por  los  ejércitos  de  Toussaint  de 
Louverture.  Un  cuadro  parecido  nos  ofrece  el  protocolo  de 
Juan  Fernández  del  Otero,  cuya  primera  escritura  es  del  2  de 
enero  de  1800.  Curiosas  noticias  sobre  la  vida  en  San  Juan 
durante  los  años  1807,  1808  y  1811  encierran  los  protocolos  del 
citado  Gregorio  de  Sandoval,  correspondientes  a  estos  años. 

Los  ejemplos  podrían  continuarse  indefinidamente;  pero  en 
esta  ocasión  me  contentaré  con  advertir  que,  bajo  el  nombre 
de  un  determinado  notario,  suele  haber  escrituras  otorgadas 
por  otros  que  les  sucedieron  o  precedieron  en  el  cargo.  Algu- 
nos protocolos  encierran  asimismo  documentos  fechados  en 
poblaciones  fuera  de  San  Juan  o  relativos  a  ellas.  Así  en  el  de 
Gervasio  Puente  los  hay  tocantes  a  Mayagüez  (1846-1847);  en 
una  de  mayo  1846  aparece  don  Eugenio  de  Hostos,  «escribano 
público  numerario  de  la  villa  de  Mayagüez».  En  este  mismo 
protocolo  se  conserva  — y  lo  cito  como  otro  ejemplo —  la  tes- 
tamentaría de  doña  Francisca  Martínez,  ejecutada  por  su  viu- 
do don  Fernando  Fernández  y  sus  hijos  Ramón  y  Manuel,  co- 
mo primero  y  segundo  albaceas,  respectivamente.  A  través  de 
esta  testamentaría,  se  patentiza  la  gran  fortuna  que  había 

17 

2.-V.  A. 


acumulado  ya  por  entonces  la  casa  del  futuro  Marqués  de  la 
Esperanza. 


4 

Archivo  de  Protocolos  de  Bayamón 

Al  promulgarse  el  4  de  mayo  de  1944  la  ley  número  40,  que 
fijó  los  nuevos  distritos  notariales  de  la  Isla,  quedó  establecido 
el  Archivo  General  de  Protocolos  de  Bayamón,  siendo  trasla- 
dados al  mismo  varios  protocolos  de  los  conservados  hasta 
dicha  fecha  en  el  archivo  notarial  de  San  Juan.  Según  el  inven- 
tario de  entrega  (mayo,  23,  1944),  estos  protocolos  fueron  los 
siguientes,  ordenados  por  orden  alfabético  de  pueblos  y  de 
notarios:  1)  Bayamón,  11  vols.,  1796-1853;  2)  Corozal,  5  vols., 
1811-1853;  3)  Guaynabo,  9  vols.,  1784-1853;  4)  Lajara,  Jcsé 
Félix,  52  vols.,  1859-1900;  5)  Morales,  José  Pablo,  19  vols., 
1863-1882;  6)  Naranjito,  2  vols.,  1826-1847,  1848-1853;  7) 
Rodríguez,  Ramón,  22  vols.,  1855-1878;  8)  Toa  Alta,  11  vols., 
1795-1853;  9)  Toa  Baja,  5  vols,  1830-1855;  10)  Vega  Alta,  5 
volúmenes,  1836-1857;  11)  Vega  Baja,  6  vols,  1778-1857.  Cons- 
tituye el  segundo  archivo  notarial  de  la  Isla,  que  tiene  impor- 
tancia general. 


5 

Biblioteca  Carnegie 
(San  Juan) 

En  San  Juan  existe  otra  institución  que  posee  fondos  ar- 
chivísticos  dignos  de  ser  tenidos  en  cuenta  por  el  investiga- 
dor de  la  historia  puertorriqueña.  Me  refiero  a  la  Biblioteca 


18 


Carnegie.  Se  guarda  en  ella  un  número  considerable  de  volú- 
menes relativos  en  su  mayoría  a  las  actividades  de  la  Sociedad 
Económica  de  Amigos  del  País.  Los  volúmenes  se  hallan  cla- 
sificados y  rotulados  por  materias :  Política,  Administrativa, 
Ayuntamiento,  Cuentas,  Guerra,  Literatura,  Diputación  Pro- 
vincial, Obras  Públicas,  Eclesiástica...  No  existía,  cuando  mi 
visita,  una  ordenación  e  inventario  satisfactorios  de  estos  fon- 
dos, pero  espero  que  esta  labor  necesaria  haya  sido  ya  reali- 
zada desde  entonces.  Son  documentos  de  importancia  varia,  a 
veces  meras  copias,  incluso  de  impresos.  En  conjunto,  sin  em- 
bargo, constituyen  un  grupo  valioso,  que  merecería  ser  objeto 
de  mejor  estudio  por  parte  de  los  estudiosos  de  la  vida  puer- 
torriqueña en  el  siglo  xix. 6  Los  volúmenes  rotulados  «Políti- 
ca» contienen  muchas  copias  sacadas  del  archivo  del  Ayunta- 
miento. Por  ejemplo,  en  el  volumen  I  de  esta  sección  — núme- 
ro 19  de  la  serie  general —  hay  una  copia  del  fallo  dictado  por 
el  capitán  general  de  Venezuela  don  José  Solano,  sobre  las 
preeminencias  del  teniente  de  gobernador  de  Puerto  Rxo,  don 
Francisco  Cuadrado  (1764),  y  en  el  mismo  volumen  siguen  otros 
documentos  del  año  1810  y  siguientes.  En  el  tomo  IV  de  esta 
sección  se  hallan  copiados,  entre  otros  documentos,  la  Consti- 
tución del  año  1812,  el  «Reglamento  político  de  las  Provincias» 
(1812),  el  nombramiento  de  don  Juan  Vasco  Pascual  como  go- 
bernador de  Puerto  Rico,  etc.  Otros  volúmenes  importantes 
de  esta  sección  {Política)  son  el  9  — volumen  11  general —  que 
contiene  expedientes  sobre  «desorden  público  en  el  pueblo  de 
Camuy»  (1873)  — la  famosa  Estrellada —  organización  y  servi- 
cios de  la  Guardia  Civil  (1872),  supresión  del  Gran  Canciller  de 
las  Indias  por  el  Gobierno  de  la  República  (1873),  política  ju- 
dicial, tratado  entre  España  y  los  Estados  Unidos  sobre  proce- 
dimientos en  «causas  de  infidencia»  (1877),  visita  oficial  del 
gobernador  a  pueblos  de  la  Isla  (1878);  el  número  6  — volu- 
men 14  general —  donde  hay  dos  exposiciones  del  Ayuntamien- 
to de  San  Juan  al  Rey  en  favor  del  sistema  constitucional 


19 


(1822),  expediente  sobre  concesión  del  título  de  Conde  de 
Puerto  Rico  a  don  Miguel  de  la  Torre  (1823),  «Directorio  ge- 
neral de  San  Juan  de  Puerto  Rico,  año  1826»,  varios  documen- 
tos gubernativos  de  don  Miguel  de  la  Torre  (1832-1841);  el 
número  5  — volumen  15  general —  con  copias  de  la  Constitu- 
ción Española  de  1812  y  del  «Reglamento  Económico-político 
de  las  Provincias»,  publicado  en  Puerto  Rico  en  1836.  Aparte 
de  esto,  existe  una  sección  rotulada  «Ayuntamiento»,  con  co- 
pias de  su  archivo  sobre  asuntos  municipales,  a  partir  de  1810. 

La  sección  «Cuentas»  está  formada  por  los  volúmenes  24- 
36,  pero  la  cronología  de  los  documentos  no  está  de  acuerdo 
con  esta  ordenación.  Así  las  cuentas  más  antiguas  (1820-1841) 
se  encuentran  en  el  volumen  36,  el  cual  comienza  con  una 
relación  de  los  socios  que  en  1820  pagaron  sus  cuotas.  En  las 
cuentas  de  1824  figura  la  Academia  de  Dibujo  y  en  las  de  1835 
el  Gabinete  de  Lectura.  En  las  de  1842-1844  (vol.  35)  apare- 
cen partidas  referentes  a  las  clases  de  Dibujo,  Matemáticas, 
Francés  (ésta  dictada  en  el  Seminario  Conciliar),  Gabinete  de 
Física,  etc.  Se  incluyen  las  listas  de  profesores  y  alumnos. 
Los  restantes  volúmenes  contienen  cuentas  de  años  sucesivos, 
hasta  1892,  si  bien  con  algunas  lagunas  que  acaso  puedan  lle- 
narse cuando  se  haga  una  cuidadosa  revisión  de  estos  papeles. 

El  volumen  41  (Sección  Eclesiástica)  se  abre  con  una  re- 
presentación del  Ayuntamiento  al  Capitán  General  (San  Juan, 
6  de  octubre  de  1801),  justificando  la  falta  de  asistencia  de 
aquella  corporación  a  la  Catedral,  con  motivo  del  cumpleaños 
del  Príncipe  de  Asturias,  por  no  disponer  el  templo  de  lugar 
conveniente  para  sentar  a  los  representantes  de  la  ciudad; 
a  propósito  de  esto,  se  hace  una  interesante  descripción  de 
las  condiciones  materiales  de  la  Catedral.  Siguen  en  el  mis- 
mo volumen  el  expediente  relativo  a  la  enajenación  de  bienes 
eclesiásticos,  en  tiempo  del  gobernador  Méndez  Vigo,  confor- 
me a  la  ley  de  2  de  septiembre  de  1841,  y  las  dudas  suscitadas 
en  1858  por  el  franciscano  Fr.  Miguel  García,  con  motivo  de 


20 


la  erección  de  la  parroquia  de  San  Francisco  en  la  iglesia  del 
convento  de  este  nombre,  en  San  Juan.  Apoyado  principalmen- 
te en  los  estatutos  de  la  Cofradía  de  la  Inmaculada,  que  pres- 
cribían fuese  su  capellán  el  superior  local  franciscano,  el  Padre 
García,  que  habitaba  en  San  Francisco  con  otro  hermano  de 
hábito,  se  esforzaba  en  mantener  la  vida  jurídica  de  la  comu- 
nidad franciscana,  y  esto  le  llevó  a  conflictos  con  el  nuevo 
párroco. 

En  el  volumen  I  de  la  sección  Administrativa,  hay  copia  del 
Decreto  de  28  de  noviembre  de  1811,  firmado  en  Cádiz  por 
Canga  Arguelles,  en  virtud  del  cual  fueron  nombrados  el  licen- 
ciado don  José  Ramírez  de  Arellano  como  asesor  del  Inten- 
dente, y  administrador  del  puerto  de  Mayagüez,  don  Pedro 
José  Monclova,  por  su  heroica  conducta  en  las  alteraciones  de 
Venezuela.  Contiene  otros  documentos  relativos  a  la  Inten- 
dencia, guarnición,  impuesto  para  las  obras  de  la  Catedral 
(1812),  etc.  El  vol.  II  — que  hace  el  21  de  la  numeración  gene- 
ral—  contiene  el  Decreto  del  capitán  general,  estableciendo 
una  Junta  para  arbitrar  fondos  con  destino  a  los  emigrados 
de  Tierra  Firme,  no  bastando  para  ello  el  impuesto  sobre  el 
cacao  (1833);  lista  de  los  empleos  civiles  y  eclesiásticos  que 
proveía  el  Ministerio  de  Gracia  y  Justicia  (1844),  y  varias  dis- 
posiciones sobre  funcionarios  de  Ultramar  durante  el  siglo  xix. 

En  la  sección  Gobierno,  volumen  I,  hay  un  interesante  ex- 
pediente sobre  el  canje  del  real  fuerte  (macuquino)  por  el  de 
vellón,  a  mediados  del  siglo  xix;  con  este  motivo,  se  hace  una 
interesante  pintura  de  la  situación  monetaria  de  la  Isla.  El  vo- 
lumen 44  (Obras  Públicas)  comienza  con  un  informe  del  sín- 
dico del  Ayuntamiento  de  San  Juan  sobre  caminos,  canales  y 
puentes  (1813);  el  resto  del  volumen  está  dedicado  a  la  cons- 
trucción y  reparación  del  edificio  de  la  Audiencia  (1854,  1867, 
1877).  Las  referencias  a  obras  públicas  abundan  en  estos  fon- 
dos documentales  de  la  Carnegie. 

El  volumen  45  (Guerra)  recoge  documentación  sobre  ata- 


21 


ques  ingleses,  desde  1771 ;  Hospital  Militar  (1837),  etc.  El  volu- 
men 10  (Justicia)  contiene  documentos  relativos  a  la  instala- 
ción del  Colegio  de  Notarios  en  1866,  y  actividad  del  mismo 
hasta  1879.  Un  volumen  sin  numerar,  rotulado  P,  conserva  el 
expediente  sobre  colocación  de  una  lápida  en  la  casa  del  pintor 
Campeche  (1859-1863). 

La  colocación  de  esta  lápida  fue  acordada  por  la  Socie- 
dad Económica  el  4  de  mayo  de  1858;  al  mismo  tiempo  se 
acordó  colocar  un  retrato  del  «benemérito»  don  Alejandro 
Ramírez  en  la  sala  de  la  Junta  de  Comercio.  Así  consta  en  el 
volumen  más  antiguo  de  Actas  (número  47  de  la  serie  gene- 
ral) que  abarca  desde  enero  de  1858  hasta  diciembre  de  1863). 
Otras  actas  de  este  período  se  refieren  a  la  instalación  (mayo 
de  1858)  de  los  jesuitas  como  directores  del  Seminario  Con- 
ciliar donde  mantenía  algunas  clases  la  Sociedad,  y  a  las  fu- 
turas relaciones  de  la  última  con  dichos  Padres ;  ingreso  como 
socio  de  mérito  del  profesor  J.  B.  Morse,  «inventor  del  telé- 
grafo eléctrico»,  que  se  hallaba  entonces  en  el  pueblo  de  Gua- 
yama  (diciembre  de  1858);  informe  redactado  por  Baldorioty 
de  Castro,  hecho  suyo  por  la  Sociedad,  contra  el  proyecto  de 
varios  individuos  de  La  Habana  para  introducir  en  Puerto  Rico 
(diciembre  1860),  20,000  negros  de  Africa,  por  tiempo  deter- 
minado, en  concepto  de  «libres  negociables»,  contratados  a 
cuatro  pesos  mensuales  ;  descubrimiento  de  los  restos  de  Ponce 
de  León  (enero  de  1863).  Hay  un  volumen  de  «Actas»  de  la 
Real  Junta  de  Farmacia  (1865-1869)  que  se  denomina  también, 
desde  el  principio,  Real  Subdelegación  de  Farmacia.  El  volu- 
men 46  conserva  las  actas  de  la  «Comisión  Curadora  de  Estu- 
dios» (1858-1872)  que  se  ocupaba  de  las  clases  sostenidas  o 
subvencionadas  por  la  Sociedad. 

Mencionaré,  por  último,  un  Registro  de  entrada  del  Nego- 
ciado de  Fomento  de  la  Diputación  Provincial,  que  abarca  del 
13  de  julio  de  1896  a  febrero  de  1898.  En  julio  de  1897,  remi- 
tía el  capitán  general  el  proyecto  del  trozo  Adjuntas-Ponce  de 


22 


la  carretera  Arecibo-Ponce.  Por  la  misma  fecha  se  menciona 
la  supresión  de  la  Estación  Agronómica  de  Mayagüez,  en  cuyo 
lugar  se  proponía  el  establecimiento  de  una  Escuela  de  Agri- 
cultura Práctica.  En  agosto  de  1897  hay  referencias  a  las  ca- 
rreteras Cayey-Arroyo  por  Guayama,  Cidra-Cayey,  San  Sebas- 
tián-Moca, Aibonito-Ad juntas,  Barranquitas-Barros  (Orocovis), 
Ponce-Mayagüez,  lo  mismo  que  a  la  red  telefónica  de  Maya- 
güez, obras  en  las  iglesias  de  Sabana  Grande,  Manatí  y  Río 
Grande,  tranvía  entre  Mayagüez  y  la  playa  de  Guanajibo,  fe- 
rrocarril Anasco-Lares. 


23 


II 

ARCHIVOS  LOCALES 


Los  archivos  locales  existentes  en  Puerto  Rico  son  princi- 
palmente archivos  parroquiales.  Los  archivos  municipales  con- 
servan muy  poca  documentación  anterior  al  siglo  xix,  y  en 
esto  tenía  razón  don  Generoso  Morales  Muñoz,  cuando  escribió 
el  amargo  comentario  citado  al  principio  de  este  trabajo.  No 
debe  olvidarse,  sin  embargo,  que  sólo  unas  cuantas  poblacio- 
nes de  Puerto  Rico  disfrutaron  de  régimen  municipal  antes  del 
siglo  xix ;  es,  por  lo  tanto,  natural  que  abunden  más  los  archi- 
vos parroquiales,  pues  las  parroquias  fueron  más  numerosas. 
El  sistema  de  gobierno  por  simples  tenientes  a  guerra,  que 
prevaleció  en  la  mayoría  de  los  pueblos  puertorriqueños  hasta 
muy  entrado  el  siglo  xix,  no  podía  dar  origen  a  la  formación 
de  importantes  archivos  locales.  Lo  que  se  destruyó,  por  lo 
tanto,  es  probable  que  no  fuese  mucho  ni  de  gran  trascenden- 
cia para  la  historia  de  la  Isla.  Conviene  no  perder  el  sentido 
de  la  proporción. 7 


A)   ARCHIVOS  DE  SAN  JUAN  Y  SUS  CONTORNOS 

Ello  no  quiere  decir,  sin  embargo,  que  no  sean  lamenta- 
bles las  pérdidas  sufridas  por  los  archivos  municipales.  Basta 
citar  el  caso  del  Ayuntamiento  de  San  Juan,  que  constituyó 
— después  de  la  Capitanía  general —  el  organismo  político  de 
mayor  importancia  en  Puerto  Rico.  Su  archivo  carece  de  todo 
documento  anterior  a  1730,  fecha  en  que  da  comienzo  su  her- 
mosa serie  de  «Actas  capitulares».8  Esta  serie  constituye  una 
rica  fuente  para  la  historia  de  San  Juan,  y  aún  podríamos  de- 
cir de  Puerto  Rico,  pero  el  archivo  apenas  encierra  otra  docu- 


27 


mentación  anterior  al  siglo  xix.  Algunas  secciones  de  las  más 
antiguas  son  «Ayunt amiento»  (1802-1822),  «Obras  Municipa- 
les» (1820-1873)  y  «Sanidad»  (1768-1887),  aunque  esta  última 
conserva  muy  pocos  papeles  del  siglo  xviii. 

•k      -k  -k 

Otro  archivo  capitalino  que  merece  ser  citado  es  el  del 
monasterio  de  Carmelitas,  trasladado  modernamente  desde  el 
centro  de  la  ciudad  hasta  el  barrio  de  San  Mateo,  donde  hoy 
subsiste.  Aparte  de  otros  documentos,  todos  muy  bien  conser- 
vados, posee  los  siguientes  libros:  1)  «Libro  en  que  se  contie- 
nen las  Reales  Cédulas  de  S.  M.,  de  permiso  para  la  erección 
y  fundación  del  Convento  de  Religiosas  del  Señor  San  Joseph, 
de  la  Regular  Observancia  de  la  Virgen  Santísima  del  Car- 
men Calzadas,  de  esta  Ciudad  de  San  Juan  de  Puerto  Rico, 
fundado  a  instancia  de  doña  Ana  de  Lanzós,  viuda  que  era  del 
capitán  Pedro  de  Villate  Escovedo...» ;  2)  «Religiosas  Carmeli- 
tas de  San  Juan  Bautista  de  Puerto  Rico.  Profesiones  de  las 
que  han  profesado  desde  el  año  de  mil  setecientos  treinta  y 
cuatro»  (Título  moderno);  3)  «Libro  de  elecciones  y  resultas 
de  visitas  de  los  señores  obispos  en  el  Convento  de  Religiosas 
Carmelitas  de  la  Ciudad  de  Puerto  Rico.  Año  de  1806»;  4)  «Li- 
bro de  defunciones  de  las  RR.  MM.  del  Monasterio  de  Carmeli- 
tas Calzadas  de  San  Juan  Bautista  de  Puerto  Rico.  Año  1751». 
El  futuro  obispo  Arizmendi  figura  como  capellán  de  este  mo- 
nasterio desde  1788  a  1790;  más  adelante,  siendo  ya  obispo  de 
Puerto  Rico,  mandó  durante  su  visita  de  1806  que  se  copiasen 
las  partidas  anteriores  a  dicha  fecha.  Estos  libros  encierran 
muchas  curiosidades  históricas,  especialmente  de  carácter  ge- 
nealógico. 

*    *  * 


28 


En  este  sentido,  no  debiera  olvidarse  lo  poco  que  resta  del 
archivo  de  la  Orden  Tercera  de  San  Francisco,  que  tuvo  gran 
importancia  no  sólo  religiosa,  sino  social  en  la  historia  de  la 
ciudad.  Son  importantes  los  dos  libros  siguientes:  1)  «Libro 
de  Actas  desde  el  año  de  1745  a  1826  y  desde  1831  hasta  1863. 
Este  libro  se  encontraba  completamente  desencuadernado  y 
fue  compuesto  en  1894  por  el  hermano  José  M.  Patiño  y  Oli- 
vera, que  lo  compaginó  y  mandó  encuadernar»;  2)  «Libro  de 
la  Venerable  Orden  Tercera  de  Penitencia  de  N.  S.  P.  San  Fran- 
cisco de  esta  ciudad  de  Puerto  Rico,  hecho  por  el  Mro.  Ho.  Ja- 
cinto de  Andrade,  como  ministro  actual  de  ella,  en  este  año 
de  mil  setecientos  y  sesenta  y  ocho,  para  efecto  de  asentar  en 
él  las  elecciones  y  capítulos  anuales  de  ministro  y  demás  ofi- 
cios de  N.  0„  T.,  según  dispone  y  manda  nuestro  arancel  en 
sus  constituciones  generales».  Consta  de  212  folios.  Las  actas 
originales  comienzan  en  1769;  hay  copia  auténtica  de  las  co- 
rrespondientes a  1766,  1767  y  1768. 

*  *  * 

Dentro  de  la  zona  de  San  Juan,  debemos  parar  un  poco  la 
atención  en  el  archivo  de  la  Parroquia  de  San  Mateo,  que  an- 
tiguamente correspondía  al  pueblo  de  Cangrejos.  Sus  libros 
de  bautismos  y  de  matrimonios  comienza  en  1773,  y  a  partir 
de  dicha  fecha  se  conservan  relativamente  completos  y  en 
buen  estado.  Constan  en  ellos  las  visitas  de  los  obispos  Jimé- 
nez Pérez  (mayo  de  1774  y  12  de  febrero  de  1776),  Trespalacios 
(14  de  febrero  de  1787),  Francisco  de  la  Cuerda  (19  de  junio 
de  1792),  Zengotita  (15  de  junio  de  1795  y  19  de  enero  de  1801), 
Arizmendi  (1  de  julio  de  1806). 

*  *  * 


29 


Al  área  capitalina  pertenece  asimismo,  en  la  actualidad,  el 
antiguo  pueblo  de  Río  Piedras.  Su  archivo  parroquial,  regu- 
larmente conservado,  posee  todavía  una  buena  colección  de  li- 
bros, con  datos  valiosos  para  la  historia  de  aquella  comarca 
y  la  de  Cangrejos,  que  estuvieron  al  cargo  de  un  solo  cura 
hasta  1771-1772.  Desde  noviembre  de  1772,  desaparece  el  cu- 
rato «de  la  Ribera  de  Río  Piedras  y  la  de  Cangrejos»,  y  comien- 
za a  hablarse  del  «Pueblo  de  Nuestra  Señora  del  Pilar  de  Río 
Piedras».  En  febrero  de  1773  existía  ya  el  «Pueblo  del  Apóstol 
San  Mateo  de  Cangrejos».  Estos  y  otros  datos  pueden  verifi- 
carse en  el  «Libro  primero  de  bautismos  de  todas  clases,  1763 
a  1771»,  título  moderno  de  un  cuaderno  muy  estropeado,  en 
cuya  primera  página  se  lee :  Bautismos  de  personas  pardas  y 
morenas.  Marzo  1763.  Al  final,  hay  once  folios  con  partidas  de 
bautismo  de  personas  blancas,  aunque  el  título  que  las  pre- 
cede dice  equivocadamente  «Casamientos  de  personas  blan- 
cas». En  enero  de  1764  fue  visitado  por  el  obispo  Martí.  Al 
principio,  actúa  don  Esteban  González  como  «cura  capellán 
de  esta  Rivera  de  Ríopiedras  y  Cangrejos»;  desde  marzo  1771 
aparece  don  José  Martínez  Zepeda,  quien  firma  la  última  par- 
tida del  libro  en  «esta  Ribera  de  Río  Piedras».  Para  el  mismo 
período  tenemos  también  el  «Libro  primero  de  entierros, 
1764-1770»,  tal  como  aparece  rotulado  por  la  misma  mano  que 
añadió  posteriormente:  «formado  de  residuos  y  fojas  sueltas». 
Esta  serie  de  registros  de  defunciones  continúa  con  los  libros 
segundo  (1771-1800),  tercero  (1801-1815),  cuarto  (1815-1823), 
quinto  (1823-1827),  etc.  Existen  también:  «Libro  primero  de 
matrimonios  de  toda  clase,  1771-1800»  [rótulo  moderno] ;  «Li- 
bro primero  de  bautismos  de  personas  blancas  de  esta  Sta. 
Iglesia  Parroquial  de  Nra.  Sra.  del  Pilar  y  Glorioso  Mártir 
S.  Juan  Nepomuceno  de  Ríopiedras,  en  donde  se  asientan  di- 
chas personas,  según  lo  dispuesto  en  la  última  Sta.  Pastoral 
Visita  del  limo.  Sor.  D.  D.  Juan  Alexo  de  Arismendi;  el  cual 
da  principio  en  veinte  y  dos  de  Septiembre  de  1812. — José 


30 


Domínguez»  [muy  estropeado]  ;  «Libro  en  que  se  assientan 
las  partidas  de  confirmación  de  todas  las  personas  blancas,  par- 
dos, morenos,  libres  y  esclavos.  Comienza  a  correr  por  el  año 
de  1774;  se  hizo  este  libro  siendo  Cura  Rector  Dn.  Joseph 
Martínez  Zepeda»  (Confirman,  desde  1774  a  1829,  los  obispos 
Jiménez  Pérez  — dos  veces — ,  Trespalacios,  Francisco  de  la 
Cuerda  — dos  veces — ,  Zengotita  — dos  veces — ,  Arizmendi  y 
Gutiérrez  de  Cos) ;  un  libro  de  resultas  de  visitas  y  circulares, 
que  comienza  en  1774,  y  un  cuadernito  de  inventarios  que  se 
abre  con  el  auto  de  visita  de  Arizmendi  (14  septiembre  1812) 
y  contiene  un  minucioso  inventario  firmado  en  la  misma  fe- 
cha por  el  secretario  de  visita,  don  Lorenzo  Cestero.  Describe 
la  iglesia  con  sus  altares  y  enumera  el  mobiliario  litúrgico, 
los  libros  parroquiales,  etc. 

*    *  * 

Por  la  misma  razón  geográfica  debemos  incluir  en  este 
capítulo  al  pueblo  de  Bayamón. 

Aparte  de  su  «Archivo  general  de  Protocolos»  a  que 
hicimos  referencia  en  la  primera  parte  de  este  trabajo,  Ba- 
yamón conserva  todavía  un  copioso  archivo  parroquial.  En 
la  serie  de  bautismos  tiene  copia,  hecha  en  1852,  de  los 
«Libros  1  y  2  de  Bautismos  de  Blancos»,  según  reza  el  título, 
aunque  en  realidad,  incluye  las  partidas  de  todos  los  bautiza- 
dos sin  distinción  de  clases,  desde  el  22  de  mayo  de  1752  hasta 
el  4  de  septiembre  de  1765.  La  copia  de  dichos  libros  fue  pre- 
sentada para  su  aprobación  por  el  cura  párroco  de  Bayamón, 
don  Pedro  Alboy  al  obispo  diocesano  Gil  Esteve  cuando  se  ha- 
llaba en  visita  pastoral  en  dicho  pueblo  el  8  de  enero  de  1852. 
A  partir  de  1  de  marzo  de  1759  figuran  en  dichos  libros  las 
partidas  de  los  bautizados  en  la  iglesia  de  San  Pedro  Mártir  de 
Guaynabo,  por  ser  cura  capellán  propietario  de  dicha  iglesia 
don  Carlos  Ruiz  Colorado  que  lo  era  también  de  la  de  Sta.  Cruz 


31 


de  Bayamón.  Los  libros  de  Bautismo  comenzaron  a  llevarse 
con  separación  de  clases  en  1765,  práctica  que  continuó  en  vi- 
gor hasta  1851.  El  libro  más  antiguo  de  esta  serie,  después 
del  antes  mencionado,  es  el  primero  de  bautismos  de  pardos 
(1765-1771)  que  se  halla  en  estado  de  sumo  deterioro;  siguen 
el  Libro  3  (1798-1805),  el  Libro  5  (1811-1820),  el  Libro  6  (1820- 
1824),  el  Libro  8  (1828-1836)  y  el  Libro  9  (1836-1845).  De  los 
bautismos  de  blancos  sólo  se  conservan  el  Libro  3  (1792-1814) 
y  el  Libro  6  (1835-1851).  La  serie  de  libros  de  Bautismos  pro- 
sigue sin  distinción  de  clases  a  partir  de  1851.  Se  observa  cier- 
ta inexactitud  en  la  numeración  de  esta  serie,  pues,  por  ejem- 
plo, el  Libro  8  de  pardos  y  blancos  (1851-1856)  debiera  ser  el 
sexto  ya  que  el  siguiente  es  el  Libro  7  (1856-1860),  luego  el  8 
(1860-1863)  y  así  hasta  el  fin  del  siglo.  Hay  un  libro  de  bautis- 
mos de  esclavos  que  comprende  partidas  desde  el  11  de  enero 
de  1852  hasta  el  25  de  junio  de  1870.  En  la  serie  de  Matrimo- 
nios hay  copia  del  Libro  1  (1750-1787)  de  los  matrimonios 
hechos  en  las  iglesias  de  Santa  Cruz  de  Bayamón  y  San  Pedro 
Mártir  de  Guaynabo  mandado  formar  por  el  obispo  Francisco 
Julián  Antolino.  Al  f.  37v.  se  halla  la  visita  del  obispo  Martí, 
efectuada  el  9  de  febrero  de  1764.  Existe  también  copia  de  los 
fragmentos  de  otro  (¿o  de  otros?)  libro  de  matrimonios  que 
incluye  partidas  desde  el  15  de  junio  de  1797  al  1  de  mayo  de 
1805  y  del  11  de  septiembre  de  1811  al  8  de  mayo  de  1812. 
Esta  copia  está  incluida  en  los  folios  218  a  147  del  Libro  12 
de  esta  serie.  Aparte  de  estas  copias,  el  libro  original  más  an- 
tiguo de  esta  serie  es  el  Libro  5  (1830-1857)  prosiguiendo  la 
serie  con  regularidad  a  partir  de  esta  fecha.  De  los  libros  de 
Entierros  el  más  antiguo  es  el  Libro  5  (1774-1794  )  y  el  siguien- 
te, a  pesar  de  llevar  el  número  6,  comienza  en  1821  y  termina 
en  1826;  desde  esta  última  fecha  prosigue  la  serie  sin  lagunas. 

Hay  dos  libros  de  Confirmaciones ;  el  Libro  1  comienza  con 
las  administradas  por  el  obispo  Rodríguez  de  Olmedo  en  abril 
de  1817  y  termina  con  las  celebradas  en  la  segunda  visita  pas- 


32 


toral  del  obispo  Fr.  Pablo  Benigno  Carrión  en  enero  de  1863. 
El  Libro  2  incluye  desde  las  conferidas  por  el  obispo  Puig  y 
Monserrat  en  julio  de  1875  hasta  las  que  en  este  siglo  confirió 
el  obispo  James  H.  Blenk,  en  marzo  de  1901. 

Se  conserva  el  «Libro  de  la  Piadosa  Cofradía  de  Nuestra 
Señora  de  Monserrate»  para  asentar  los  acuerdos  de  la  cor- 
poración, así  como  la  copia  literal  de  los  capítulos  de  eleccio- 
nes. Las  actas  se  extienden  desde  el  17  de  marzo  de  1867  hasta 
el  24  de  agosto  de  1885. 

No  pude  dar  con  el  importantísimo  «Libro  de  Ordenes  y 
Resultas  de  Visitas  de  Obispos»,  que  fue  ya  utilizado  larga- 
mente por  don  Generoso  Morales  Muñoz  en  su  citado  Boletín 
de  Historia  Puertorriqueña  (1948-1949).  Este  libro  recoge  do- 
cumentos de  fecha  muy  anterior  a  la  fundación  de  Bayamón 
como  «pueblo»  (1770-1772).  Hasta  entonces  la  parroquia  exis- 
tía bajo  el  nombre  de  «Ribera  de  Bayamón». 


3.-V.  A. 


33 


B)    ARCHIVOS  DEL  RESTO  DE  LA  ISLA 


Pasada  esta  breve  revista  a  los  archivos  y  colecciones  do- 
cumentales del  área  de  San  Juan,  voy  a  intentar  otro  tanto 
respecto  al  resto  de  la  Isla.  Lo  haré  por  simple  orden  alfabé- 
tico de  pueblos,  que  es  acaso  la  forma  más  conveniente  para 
que  el  futuro  investigador  pueda  hacer  uso  de  mis  noticias. 


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1 


ADJUNTAS 


El  primer  libro  de  bautismos  comienza  el  28  de  agosto  de 
1815,  con  el  de  Jacinta  Santiago,  hija  de  Manuel  Santiago  y 
Rafaela  Torres ;  el  primer  matrimonio  fue  el  de  Diego  Maldona- 
do  y  María  Juana  Alvarez,  celebrado  el  20  de  diciembre  de 
1815,  y  el  primer  entierro  católico  tuvo  lugar  el  15  de  enero 
de  1816.  De  estas  fechas  arrancan  los  respectivos  libros.  Ofi- 
cia en  todas  estas  ceremonias  el  Padre  José  Policarpo  Pérez. 
El  primer  libro  de  confirmaciones  empieza  el  26  de  agosto  de 
1859. 9 


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2 


AGUADA 


El  archivo  parroquial  no  corresponde,  ni  de  lejos,  a  la 
gran  antigüedad  de  este  pueblo,  que  fue  uno  de  los  primeros 
establecidos  en  Puerto  Rico.  La  parroquia  se  remonta  a  fines 
del  siglo  xvn,  y  en  1778  el  Pueblo  de  San  Francisco  de 
la  Aguada  recibió  el  título  de  villa.  El  libro  más  antiguo  que 
hoy  se  conserva  es  de  bautismos  de  pardos  (30  de  mayo  1804  a 
26  diciembre  1814).  Se  le  dio  el  número  2,  no  sé  cuándo;  en 
cambio,  hay  otro  libro  de  bautismos,  que  va  de  1814  a  1817, 
entre  cuyas  páginas  se  hallaba  un  tejuelo  con  el  número  5. 
Existen  asimismo :  «Libro  de  bautismos  de  las  personas  blan- 
cas, que  da  principio  el  12  de  diciembre  de  1811»,  y  concluye 
el  24  de  abril  de  1814;  «Libro  10.  Personas  blancas,  que  da 
principio  el  1.°  de  enero  de  1834  y  concluye  el  28  de  junio 
de  1838,  conteniendo  1,026  partidas»,  y  el  libro  10  de  entierros 
(1833-1838),  al  que  sigue  el  undécimo  (1838-1842).  Esta  serie 
de  registros  de  entierros  se  hallaba  en  buen  estado.  En  general, 
el  archivo  necesitaba  una  buena  reorganización,  que  vale  la 
pena  llevar  a  cabo,  a  pesar  de  la  relativa  pobreza  de  los  fon- 
dos conservados. 


36 


3 


AGUADILLA 


Buena  colección  de  libros,  muchos  de  ellos  todavía  en 
buen  estado  de  conservación,  a  pesar  del  abandono  en 
que  se  hallaban.  Esto  no  permitió  una  averiguación  segura 
de  los  realmente  existentes.  El  más  antiguo  que  pude  localizar 
es  el  llamado  segundo  de  entierros  (enero  1810  a  septiembre 
de  1819)  en  copia  mandada  hacer  por  el  obispo  Arizmendi  en 
1812;  el  libro  cuarto  de  entierros  abarca  desde  el  28  de  marzo 
de  1825  hasta  el  31  de  agosto  1830.  La  serie  de  libros  de  bautis- 
mos comienza  con  el  cuarto  — a  lápiz  se  hace  la  corrección  de 
que  es  el  quinto  — para  blancos  y  pardos,  1814-1818.  Siguen  li- 
bros distintos  para  blancos  (sept.  1818-agosto  1823)  y  para 
pardos  y  esclavos  (1818-1828).  El  15  de  octubre  de  1818,  el  obis- 
po Rodríguez  de  Olmedo  dejó  asentado,  con  ocasión  de  su 
visita  pastoral,  que  aprobaba  la  «separación  que  en  libros  dis- 
tintos se  ha  hecho  de  las  partidas  de  blancos,  y  mandamos 
— dice —  se  formen  otros  nuevos  para  las  de  los  matrimonios 
de  éstos  y  los  respectivos  para  los  de  los  pardos  y  morenos  li- 
bres y  esclavos»  (Fols.  7v-8).  La  serie  de  registros  de  matrimo- 
nios comienza  con  el  «Libro  en  que  se  asientan  las  partidas  de 
matrimonios  efectuados  en  esta  Parroquia,  siendo  su  cura  don 
José  Gabriel  Montes  de  Oca.  Año  de  1818».  El  libro  llamado 


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tercero  comprende  de  1822  a  1835,  y  el  señalado  con  el  número 
5  registra  los  matrimonios  de  blancos  entre  1846  y  1851. 

En  julio  de  1831  aparece  de  cura  teniente  un  fr.  Serafín 
de  Sevilla,  que  acaso  sea  uno  de  los  capuchinos  exilados  de  la 
Tierra  Firme,  a  consecuencia  de  los  movimientos  libertadores. 


38 


4 


AGUAS  BUENAS 


Tanto  los  libros  de  bautismos  como  los  de  matrimonios 
y  defunciones  comienzan  en  1845.  Se  hallan  muy  bien  conser- 
vados y  cuidados,  aunque  los  más  antiguos  han  sufrido  bas- 
tante a  causa  de  la  mala  calidad  del  papel  y  de  la  tinta. 

Si  bien  el  pueblo  se  dice  fundado  en  1838,  la  bendición  de 
la  iglesia  parroquial  no  debió  tener  lugar  antes  de  1845. 


39 


5 


AIBONITO 


El  libro  primero  de  bautismos  — numerado  1  B —  va 
de  1831  a  1844,  y  comprende  a  pardos  y  esclavos.  Es  una  co- 
pia mandada  hacer  en  1850  por  el  obispo  Gil  Esteve;  por  des- 
gracia fueron  empleados  para  ello  mal  papel  y  mala  tinta,  con 
el  resultado  de  que  las  partidas  son  casi  ilegibles.  En  mejor 
estado  se  encuentran  los  libros  primero  y  segundo  de  matri- 
monios, 1831-1863,  que  comprenden  a  blancos  y  pardos. 

El  único  registro  de  confirmaciones  es  el  de  las  que  hizo 
en  febrero  de  1850  el  citado  obispo  Gil  Esteve,  que  fueron  2,252. 


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6 

AÑASCO 


Archivo  parroquial  copioso  y  bien  cuidado  en  la  ac- 
tualidad, pero  del  que  desapareció  hace  tiempo  la  parte 
más  antigua. 10  La  serie  de  libros  de  matrimonios  comienza 
con  el  libro  tercero  (1778-1781).  No  pude  dar  con  el  libro  cuar- 
to; el  quinto  abarca  desde  1799  a  1807,  y  el  sexto  comprende 
los  años  1807-1810.  Faltan  los  cinco  primeros  libros  de  bautis- 
mos; el  volumen  primero  de  la  serie  actual  corresponde  al 
número  sexto  de  la  serie  antigua  y  abarca  los  años  1779-1784. 
Los  bautizos  se  celebran  ordinariamente  en  la  iglesia  parro- 
quial de  San  Antonio  Abad  de  Añasco,  pero  a  veces  se  hace  no- 
tar que  son  niños  nacidos  en  el  sitio  de  «Las  Marías»  y  otros. 
A  partir  de  entonces,  la  serie  continúa  muy  completa ;  sólo  ob- 
servé la  falta  del  número  10,  que  debía  abarcar  de  1796  a  1801. 
El  libro  número  18  comprende  los  años  1815-1820.  El  libro  más 
antiguo  de  defunciones  que  se  conserva  es  el  número  3  (1815- 
1818),  aunque  es  una  copia  auténtica  de  1874.  Hay  también 
un  «Libro  Parroquial  en  que  se  copian  las  circulares  y  demás 
órdenes  que  se  comunican  por  el  gobierno  eclesiástico  a  esta 
Santa  Iglesia  de  San  Antonio  Abad...,  el  cual  da  principio  el 
día  13  de  M...  1815,  siendo  cura  coadjutor  de  ella,  de  orden 
del  Sor.  Provisor  y  Vicario  General  Capitular  Licdo.  Dn.  Nico- 


41 


lás  Alonso  Andrade  y  San  Juan,  Fr.  Bernardo  de  Cádiz».  Este 
religioso,  que  sospecho  era  un  emigrado  de  las  misiones  capu- 
chinas de  Venezuela,  estuvo  efectivamente  al  frente  de  la  pa- 
rroquia de  Añasco  por  este  tiempo,  según  puede  verificarse  a 
través  de  otros  libros  parroquiales. 


42 


7 


ARECIBO 


Posee  uno  de  los  mejores  archivos  parroquiales  de 
Puerto  Rico,  y  en  muy  buen  estado  de  conservación.  Las  se- 
ries de  libros  de  bautismos  y  de  matrimonios  arrancan  de  1708, 
mientras  el  primer  libro  de  defunciones  comprende  los  años 
1714-1767,  fechas  realmente  tempranas  para  un  archivo  puerto- 
rriqueño. Los  primeros  libros  de  estas  series  fueron  copiados 
a  fines  del  siglo  xvin,  pero  en  algunos  casos  se  conservan  tam- 
bién los  originales.  De  estas  copias  nos  informa  el  título  del  li- 
bro primero  de  matrimonios :  «Jesús,  M.,  José.  Testimonio  legal 
de  las  partidas  de  los  que  han  cassado  en  esta  Sta.  Iglesia  Parro- 
quial de  Sn.  Phelipe  del  Arecivo,  que  se  hallan  originales  en  el 
uno  la  primera  partida  de  catorce  de  Julio  de  mil  setecientos 
y  ocho  años  y  la  última  del  diez  y  seis  de  febrero  de  mil  sete- 
cientos treinta  y  cuatro ;  y  el  segundo  del  año  de  treinta  y  sinco 
hasta  el  de  sesenta  y  uno  del  corriente  siglo...»  Por  hallarse 
completamente  corroídos,  el  párroco  interino  D.  José  del  Olmo 
y  Mato  pidió  al  obispo  D.  Francisco  de  la  Cuerda  que  los 
mandase  copiar,  lo  que  ordenó  dicho  prelado  por  auto  fechado 
en  Puerto  Rico  a  22  de  diciembre  de  1793.  El  segundo  libro 
(1762-1791)  es  ya  original,  y  lo  mismo  sucede  con  los  siguien- 
tes. En  la  serie  de  bautismos,  hay  copias  del  libro  primero 


43 


(1708-1735)  y  segundo  (1735-1759).  Respecto  a  los  registros  de 
confirmaciones,  existe  copia  en  un  solo  volumen  de  los  li- 
bros segundo  y  tercero,  hecha  en  1826  por  mandato  del  vica- 
rio general  de  la  diócesis,  D.  Alonso  de  Andrade.  Comienza  en 
1774,  con  las  administradas  por  el  obispo  Jiménez  Pérez,  y 
termina  con  las  administradas  por  el  obispo  Rodríguez  de 
Olmedo,  el  23  de  junio  de  1818. 

No  logré  localizar  en  este  archivo  el  importantísimo  «Libro 
de  resultas  de  visitas»,  que  fue  consultado  todavía  por  don  Ge- 
neroso Morales  Muñoz,  quien  dio  a  conocer  trozos  de  dicho 
libro  en  Boletín  de  Historia  Puertorriqueña  (1949). 

Tratándose  de  uno  de  los  poquísimos  archivos  de  Puerto 
Rico  que  contienen  documentación  de  la  primera  mitad  del 
siglo  xvin,  el  archivo  parroquial  de  Arecibo  es  una  fuente  im- 
portante para  la  historia  eclesiástica  de  la  Isla  durante  dicho 
período.  Aún  perdido  el  citado  libro  de  visitas  — que  es  de 
esperar  no  se  ha  perdido  para  siempre —  los  autos  de  visita 
de  los  obispos,  intercalados  en  los  libros  respectivos,  ofrecen 
valioso  material  histórico.  Los  episcopados  de  Fr.  Pedro  de 
la  Concepción  Urtiaga,  Fr.  Fernando  de  Valdivia,  don  Sebas- 
tián Lorenzo  Pizarro,  don  Francisco  Julián  Antolino;  la  bio- 
grafía del  famoso  canónigo  don  Juan  de  Rivaf recha ;  la  historia 
religiosa  de  Arecibo,  por  entonces  ya  uno  de  los  pueblos  más 
importantes  de  la  Isla,  éstos  y  otros  aspectos  pueden  ser  ilus- 
trados con  las  noticias  que  encierran  estos  libros  parroquia- 
les. Y  lo  dicho  vale  también  para  la  segunda  mitad  del  si- 
glo xvin  y  principios  del  xix.  Así  en  el  libro  quinto  de  defun- 
ciones, fol.  379,  se  conserva  la  partida  correspondiente  al  fa- 
llecimiento, en  Arecibo,  del  obispo  Arizmendi,  a  13  de  octubre 
de  1814.  En  el  mismo  libro  se  encuentra  la  partida  de  defun- 
ción de  don  Juan  Alvarez  Cintrón  de  la  Escalera,  enterrado  en 
Arecibo,  el  12  de  agosto  de  1810.  Alvarez  Cintrón  había  sido 
párroco  durante  muchos  años  y  parece  haber  sido  el  gran 


44 


impulsor  de  la  nueva  iglesia  parroquial,  que  entonces  estaba 
edificándose. 

Añadiré,  por  último,  que  en  este  archivo  parroquial  existe 
un  libro  de  defunciones  (1891-1899)  perteneciente  a  la  efímera 
parroquia  de  Nuestra  Señora  de  la  Esperanza.  Lleva  el  rótulo 
de  libro  primero. 

*    *  * 

Parece  que  los  restantes  archivos  de  Arecibo  se  han  perdi- 
do definitivamente.  El  del  Ayuntamiento  se  dice  que  fue  des- 
truido en  1927,  y  no  por  causas  naturales,  sino  por  eso  que 
se  ha  llamado  la  «polilla  humana».  El  hecho  es  doblemente 
lamentable,  por  tratarse  de  una  población  de  la  categoría  de 
Arecibo  y  por  haber  sucedido  en  fecha  tan  avanzada  del  civili- 
zado siglo  xx.  Si  al  menos  sirviera  de  lección... 


45 


8 


BARRANQUITAS 


Parece  que  el  archivo  parroquial  quedó  destruido  durante 
el  «ciclón  de  San  Felipe»,  en  1928.  Salvóse,  sin  embargo,  el 
primer  libro  de  bautismos,  que  abarca  de  1809  a  1828.  Este 
libro  conserva,  al  principio,  una  interesantísima  colección  de 
los  documentos  relativos  a  la  fundación  del  pueblo.  A  través 
de  ellos,  podemos  asistir  al  nacimiento  de  Barranquitas,  y 
ello  constituye  sin  duda  un  buen  ejemplo  de  cómo  surgie- 
ron otros  pueblos  de  la  Isla.  Desde  que  el  3  de  abril  de  1803! 
setenta  y  dos  vecinos  del  «nuevo  coto  de  Barranquitas»,  «en 
los  términos  de  Aibonito»,  dieron  poder  al  alférez  de  mili- 
cias don  Antonio  de  Aponte  Ramos  para  solicitar  la  erección 
del  nuevo  pueblo,  separando  dicho  coto  de  la  jurisdicción  de 
la  villa  de  Coamo,  hasta  la  bendición  de  la  nueva  iglesia  parro- 
quial en  marzo  de  1809,  todas  las  etapas  de  la  fundación  S2 
hallan  registradas  en  estos  documentos. 

Ya  el  obispo  D.  Francisco  de  la  Cuerda  (1790-1795)  duran- 
te su  visita  a  Coamo  y  al  coto  de  Aibonito  (noviembre-diciem- 
bre 1792)  había  autorizado  la  erección  de  una  hermita  en  el 
«sitio  de  Barranquitas»,  donde  se  celebrase  misa  en  ciertas  fes- 
tividades y  se  administrasen  los  sacramentos,  pero  bajo  la  con- 
dición de  que  el  lugar  nunca  fuese  separado  de  Coamo.  Los 


46 


vecinos  de  Barranquitas  hallaron  mejor  acogida  en  el  obispo 
Arizmendi,  quien  favoreció  decididamente  la  erección  de  pa- 
rroquia independiente.  Cuando  el  17  de  diciembre  de  1803  le 
presentó  Aponte  Ramos  la  solicitud  correspondiente,  Arizmen- 
di pidió  informe  al  párroco  de  Coamo,  que  lo  era  don  Toribio 
González  Ezcurra.  Este  propuso  (4  enero  1804)  que  se  autori- 
zase sólo  una  «Ayuda  de  Parroquia»,  porque  la  separación  de 
Barranquitas,  después  de  haber  perdido  a  los  territorios  con 
que  se  formaron  las  parroquias  de  Guayama,  Cayey,  Juana 
Díaz  y  «parte  considerable  de  Toa  Alta»,  dejaría  a  Coamo  con- 
vertida en  un  «villorrio»,  siendo  como  era  la  segunda  villa  de 
la  Isla.  A  11  de  febrero  1804  satisfacía  Aponte  Ramos  a  las 
objeciones  del  cura  con  un  interesantísimo  contra-informe.  De 
los  quinientos  y  más  vecinos  que  tenía  la  feligresía  de  Coamo, 
más  de  doscientos  vivían  en  las  alturas  de  Aibonito,  y  estos 
le  quedaban  íntegros  a  Coamo,  junto  con  los  de  Salinas,  Jauca, 
Salitral,  etc. 

Sin  embargo,  el  Fiscal  eclesiástico  (14  mayo  1704)  aconsejó 
sólo  una  ayuda  de  parroquia,  y  Arizmendi  se  apresuró  a  decre- 
tarlo así  (28  mayo  1804)  facultando  a  los  vecinos  de  Barran- 
quitas  para  levantar  iglesia,  en  la  que  residiría  un  teniente 
de  cura,  con  facultad  para  administrar  todos  los  sacramentos, 
«reservando  como  reservamos  — añade —  proveer  sobre  la  des- 
membración e  independencia  que  se  ha  solicitado  luego  que 
verifiquemos  nuestra  pastoral  visita  que  estamos  para  empren- 
der». La  primera  piedra  de  la  nueva  iglesia  fue  bendecida  el 
12  de  julio  1804  por  el  Párroco  de  Coamo;  pero  los  planos  de 
la  misma  no  fueron  mandados  al  Obispo  hasta  el  4  de  agosto 
de  1806.  Arizmendi  los  hizo  estudiar  por  el  maestro  mayor  de 
las  obras  de  fortificación,  don  Luis  Huertas,  quien  presentó 
su  propio  plano  (27  agosto  1806)  que  fue  mandado  observar 
por  Arizmendi. 

El  18  de  julio  de  1808,  don  Antonio  de  Berríos,  «teniente  a 
guerra  de  la  nueva  población  de  Barranquitas»,  solicitaba  de 


47 


Arizmendi  que  destinase  sacerdote  para  la  nueva  iglesia,  que 
estaría  terminada  en  dos  o  tres  meses.  Cumplidos  algunos  re- 
quisitos prescritos  por  el  Obispo,  acerca  de  lo  cual  informó  el 
Cura  de  Coamo  (9  diciembre  1808)  Arizmendi  erigió  a  Ba- 
rranqueas en  parroquia  independiente  el  20  de  diciembre  de 
1808. 


48 


9 


CABO  ROJO 


Sólo  existe  el  archivo  parroquial,  en  regular  estado  de 
conservación.  Se  halla  formado  principalmente  por  la  se- 
rie de  libros  de  bautismos,  el  más  antiguo  de  los  cuales 
parece  ser  el  designado  — modernamente —  con  el  número  2. 
Abarca  de  1779  a  1786.  Hay  otros  libros  para  los  períodos  1790- 
1797,  1798-1802,  1802-1808,  1810-1815,  1815-1819.  Existe,  por 
lo  menos,  un  registro  de  partidas  de  matrimonio  que  compren- 
de los  años  1789-1801.  Asimismo  un  «Libro  2  de  confirmacio- 
nes», que  sólo  contiene  las  3,923  administradas  por  el  obispo 
Arizmendi,  durante  su  visita  pastoral  a  dicho  pueblo  (abril, 
30,  a  mayo,  12,  de  1814). 

En  noviembre  de  1816  hallamos  como  «cura  teniente»  a  Fr. 
Antonio  Alemán,  «predicador  jubilado  del  Orden  de  N.  S.  Pa- 
dre San  Francisco»;  desde  1817  a  1821  estuvo  al  frente  de  la 
parroquia  el  capuchino  Fr.  Bernardo  de  Cádiz. 


4.  — V.  A. 


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10 


CAGUAS 


Archivo  parroquial  todavía  copioso,  aunque  no  era  mo- 
delo de  ordenación  cuando  yo  lo  visité  en  1960.  Su  libro 
más  antiguo  es  uno  mutilado  en  sus  primeros  folios,  que 
contiene  partidas  de  bautismo,  matrimonio  y  defunción.  Las 
primeras  empiezan  a  23  de  febrero  de  1730;  están  numeradas, 
siendo  802  hasta  el  21  de  marzo  de  1766  (faltan  las  cuatro  pri- 
meras y  parte  de  la  quinta).  Vienen  a  continuación  las  parti- 
das de  matrimonio  (1732-1774)  y  por  último  las  de  defunción 
(1730-1770).  Al  principio  aparece  el  «Cura  del  Partido  de  Ca- 
guas  en  la  iglesia  del  Piñal»  o  el  «Cura  capellán  del  Partido  de 
Caguas  en  la  Iglesia  del  Dulce  Nombre  de  Jesús  en  el  Piñal», 
que  también  se  escribe  «Piñar».  En  1738  era  cura  el  monje 
basilio  P.  Mateo,  quizá  venido  con  el  obispo  Lorenzo  Pizarro, 
que  pertenecía  a  la  Orden  de  San  Basilio ;  bautiza  tanto  en  la 
iglesia  de  «S.  Sebastián  del  Barrero»  como  en  la  «iglesia  de 
la  Concepción  de  las  Piedras».  En  1753  hallamos  a  don  Agus- 
tín de  Arroyo,  «cura  capellán  propio  de  la  Santa  Iglesia  del 
Sr.  San  Mateo,  sita  en  la  Ribera  de  Cangrejos  e  intirinario  de 
las  santas  iglesias  sitas  en  este  Partido  de  Caguas»;  otras  veces 
se  titula  «cura  intirinario  de  la  Sta.  Iglesia  del  Dulce  Nombre 
de  Jesús,  sita  en  el  Piñal».  A  10  de  diciembre  de  1759,  el  obispo 


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Martínez  de  Oneca  firma  su  acta  de  visita  en  la  «Parroquia  del 
Dulce  Nombre  de  Jesús  de  Caguas».  Este  es  el  título  que  pre- 
valece desde  entonces.  Así  tenemos  el  «Libro  en  que  se  asientan 
todas  las  partidas  de  todas  las  personas  difuntas  en  esta  Pa- 
rroquia del  Dulce  Nombre  de  Jesús  de  este  Partido  de  Caguas» 
(1771-1801).  La  expresión  «Partido  de  Caguas»  aparece  hasta 
mayo  de  1774;  a  partir  de  entonces  se  emplea  «Pueblo  de  Ca- 
guas». 11 

Otros  libros  de  los  que  pude  tomar  nota  — y  que  distan 
mucho  de  ser  los  únicos  existentes  en  el  archivo —  son  el  ter- 
cero y  noveno  de  bautismos,  que  abarcan,  respectivamente, 
los  períodos  1785-1788  y  1809-1811. 

Por  tratarse  del  único  archivo  de  valor  histórico  que  posee 
Caguas,  valdría  la  pena  que  se  le  hiciese  objeto  de  una  cuida- 
dosa reorganización,  buscando  el  mejor  medio  de  protegerlo 
contra  nuevos  destrozos. 


51 


11 

CAMUY 


La  serie  de  libros  de  bautismo  es  muy  completa  y  se 
hallaba  en  bastante  buen  estado  de  conservación  cuando 
yo  la  visité  en  1960,  fuera  de  algunos  libros  deteriorados  debi- 
do al  mal  papel  y  a  la  acción  corrosiva  de  la  tinta.  Hay  libros 
distintos  para  blancos  y  para  pardos.  Ambos  comienzan  en 
1823;  en  el  primero  de  pardos  se  dice  que  abarca  «desde  el 
día  11  de  noviembre  de  1823,  en  que  se  celebró  su  bendición, 
colocación  [?]  y  la  primera  misa  por  su  primer  párroco  don 
José  Antonio  Vázquez».12  Del  mismo  año  1823  arranca  la  serie 
de  libros  de  entierros,  y  en  1824  da  comienzo  la  de  matrimo- 
nios. Hay  también  dos  libros  de  confirmaciones,  el  primero 
de  los  cuales  comprende  los  años  1830-1875,  registrando  las 
conferidas  por  los  obispos  Gutiérrez  de  Cos,  Gil  Esteve,  Ca- 
rrión,  Puig  y  Monserrat ;  el  segundo  volumen  contiene  las  de 
Puig  y  Monserrat  en  1881  y  1889,  y  prosigue  con  las  del  pri- 
mer obispo  norteamericano,  Mons.  Blenk. 

Gutiérrez  de  Cos  hizo  1.988  confirmaciones  en  1830,  3.379 
Gil  Esteve  en  1852,  Carrión  1.521  en  1859  y  889  en  1863,  Puig 
1.799  en  1875. 


52 


12 


CAROLINA 


Bajo  este  nombre  fue  fundado  a  mediados  del  siglo 
xix,  pero  existía  desde  mucho  antes  con  el  de  «Trujillo 
Bajo».  Su  iglesia  estaba  dedicada  a  Nuestra  Señora  de  la 
Caridad  y  a  San  Miguel.  En  el  actual  archivo  parroquial  de 
Carolina  se  conservaban,  en  1960,  las  series  de  libros  de  bau- 
tismos, matrimonios  y  defunciones  correspondientes  a  este  pe- 
ríodo trujillano.  El  primer  libro  de  bautismos  de  blancos  abar- 
ca los  años  1818-1842,  y  a  la  misma  antigüedad  se  remonta  el 
primero  de  matrimonios.  Los  primeros  bautismos  de  pardos, 
negros  y  esclavos  se  hallan  asentados  en  el  libro  tercero,  que 
comprende  de  1818  a  1829;  siguen  en  el  libro  cuarto  (1829- 
1835).  En  cambio,  el  primer  libro  de  defunciones  existente, 
que  comienza  en  julio  de  1818,  aparece  rotulado  con  el  nú- 
mero 2.  Firma  las  primeras  partidas  (1  agosto  a  27  noviembre 
de  1818)  el  franciscano  Fr.  Florencio  Navarro,  quien  se  titula 
«cura  ecónomo».  Hay  también  un  «Libro  de  confirmaciones  de 
la  Parroquia  de  Nra.  Señora  de  la  Caridad  y  el  Arcángel  San 
Miguel  de  Trujillo  Bajo,  que  da  principio  en  12  de  abril  del 
año  de  1829».  Registra  las  confirmaciones  hechas  por  los  obis- 
pos Gutiérrez  de  Cos  (1829)  y  Gil  Esteve  (1850).  Un  segundo 


53 


libro  abarca  los  años  1859-1878.  Gutiérrez  de  Cos  confirmó 
a  1.239,  Gil  Esteve  a  3.349. 

Según  Morales  Muñoz  (Boletín  de  Historia  Puertorrique- 
ña, I,  1948,  20-22)  la  vieja  iglesia  de  Trujillo  Bajo,  bajo  la 
advocación  de  la  Caridad,  se  conserva  todavía  en  el  lugar  de 
Campeche. 


54 


13 


CAYEY 


Buen  archivo  parroquial;  uno  de  los  más  completos  de  la 
Isla.  Cuando  yo  lo  visité  en  la  primera  mitad  de  1960,  poseía 
los  siguientes  volúmenes : 

1)  «Libro  parroquial  de  la  Iglesia  de  N.  S.  de  la  Asump- 
ción  de  Calley,  en  donde  se  hallarán  asentadas  las  partidas 
de  bautismos  conferidos  a  sujetos  blancos,  incoado  día 
primero  de  enero  de  1776».  La  primera  partida,  está  fe- 
chada en  el  «Pueblo  de  N.  S.  de  la  Asunción  de  Calley», 
por  don  Simón  de  Salas,  «theniente  de  cura  del  Partido 
de  Coamo  y  capellán  de  esta  Ayuda  de  Parroquia».13  El 
libro  abarca  hasta  el  3  de  agosto  de  1794;  desde  el  4  de 
agosto  de  1779,  Salas  se  titula  «Cura  ecónomo»  de  Calley.  2) 
«Libro  en  que  se  asientan  las  partidas  de  niños  de  calidad 
blancos  que  se  baptizan  en  esta  Parroquia  de  Nuestra  Señora 
de  la  Asumpción  de  Calley;  y  comenzó  a  correr  en  diez  de 
agosto  de  mil  setecientos  noventa  y  quatro...»  Figura  como 
«cura  rector»  don  Felipe  González,  quien  al  final  de  libro  an- 
terior, en  nota  fechada  en  «Cayey»,  a  9  de  agosto  de  1794,  ha- 
cía constar  que  dicho  libro  estaba  «comido  de  las  ratas  y  se 
da  por  concluido».  No  se  usa  ya  la  expresión  «Ayuda  de  parro- 
quia», sino  «parroquia»  y  «parroquial».  El  obispo  Zengotita, 


55 


en  su  auto  de  visita  de  16  junio  1798,  llama  también  al  pueblo 
Cayey;  pero  desde  1805  en  las  partidas  aparece  indistinta- 
mente Cayey  o  Calley.  3)  Libro  de  bautismos  de  pardos,  ne- 
gros y  esclavos,  febrero  1776  a  diciembre  1796.  4)  «Libro  en 
que  se  asientan  las  partidas  de  personas  pardos  y  negros  que 
se  baptizan  en  esta  Iglesia  Parroquial  de  Nuestra  Sra.  de  la 
Asumpción;  que  comenzó  a  correr  en  primero  de  enero  de 
mil  setecientos  noventa  y  siete...».  Llega  hasta  diciembre  de 
1805.  5)  «Libro  en  que  se  asientan  las  partidas  de  pardos  y 
morenos  que  se  baptizan  en  la  Parroquia  de  Na.  Sa.  de  Asump- 
ción de  Calley.  Año  de  1805».  Abarca  hasta  diciembre  de  1810. 
6)  «Libro  en  que  se  asientan  las  partidas  de  pardos  y  morenos 
que  se  bautizan  en  esta  Parroquia  de  Na.  Sa.  de  la  Assumpción 
de  Calley.  Año  de  1811».  Termina  en  26  noviembre  de  1815.  La 
continuación  (1816-1820)  se  encuentra  en  el  mismo  volumen 
que  contiene  las  partidas  de  bautismos  de  blancos  para  1817- 
1818.  No  di  con  el  libro  de  bautismos  de  blancos  correspon- 
diente a  1809-1817.  7)  «Dos  libros  parroquiales  de  la  nueva 
Iglesia  de  Nuestra  Señora  de  la  Asumpción  de  Callei,  en  que 
se  hallarán  anotadas  las  partidas  de  casamientos  construidos 
(sic)  en  dicha  iglesia.  En  el  primero  se  hallarán  los  conferidos 
a  personas  blancas,  i  en  el  segundo  los  dados  a  sugetos  pardos 
i  negros  o  morenos,  icoado  (sic)  el  dia  primero  de  henero  de 
1776».  El  registro  de  blancos  ocupa  hasta  el  fol.  113v.,  siendo 
la  última  partida  de  15  noviembre  1810.  Sigue  desde  el  fol.  115 
el  «Libro  de  Pardos  y  Morenos»  (octubre  1776-septiembre 
1809).  8)  «Libro  en  que  se  hacientan  las  partidas  que  suceden 
de  Matrimonios  que  se  contra.hen  en  esta  Santa  Iglesia  Pa- 
rroquial, y  contiene  blancos,  pardos  y  morenos,  el  que  se  pone 
al  intento  a  espensas  de  la  fábrica  material,  y  comenzó  a  correr 
desde  el  seis  de  enero  de  mil  ochocientos  once  años.  Partido 
de  Nuestra  Señora  de  la  Asunción  de  Calley,  año  de  1811». 
Termina  el  23  de  febrero  1818.  9)  «Volumen  tercero  en  que 
se  asientan  las  partidas  de  matrimonios  de  las  personas  de  ca- 


56 


lidad  blancos  que  contrahen  en  esta  Parroquia,  puesto  al  in- 
tento a  expensas  de  la  Fábrica  material,  y  comenzó  a  correr 
en  primero  de  Junio  del  año  del  Sor.  de  mil  ochocientos  trece». 
Concluye  en  13  de  mayo  de  1819.  10)  «Libro  en  que  se  asientan 
las  partidas  de  las  Personas  Pardas  en  esta  Parroquia  de  Cayey, 
que  empieza  a  correr  el  día  30  del  mes  de  Marzo  del  año  del 
Señor  de  1818,  por  haberse  concluido  el  otro  anterior,  acaban- 
do éste  en  7  de  abril  de  1837.  11)  «Libro  I  Parroquial  en  el 
que  se  hallarán  anotadas  las  partidas  de  Entierros,  que  se  han 
practicado  en  la  nueva  Iglesia  de  N.  S.  de  la  Asunción  de  Callei, 
cuyo  principio  fue  día  primero  de  enero  de  1776».  Concluye 
en  26  diciembre  de  1800.  Se  habla  de  «Ayuda  de  Parroquia» 
hasta  la  partida  de  8  de  julio  1794.  12)  «Libro  tercero  en  que  se 
asientan  las  partidas  de  entierros  de  las  personas  que  fallecen 
en  este  Partido,  puesto  al  intento  a  espensas  de  la  fábrica  ma- 
terial de  la  Iglesia  Parroquial  de  N.  S.  de  la  Asumpción  de 
Cayey,  y  comenzó  a  correr  en  14  de  mayo  de  1813».  Llega  hasta 
el  2  de  agosto  de  1817.  No  pude  encontrar  el  libro  segundo  de 
esta  serie,  que  debía  abarcar  de  1801  a  1813.  13)  «Volumen  IV 
en  que  se  asientan  las  partidas  de  las  Personas  que  fallecen  en 
este  pueblo  de  Nra.  Sra.  de  Asumpción  de  Cayey,  empezó  a 
correr  en  3  de  agosto  de  1817».  Termina  en  agosto  de  1826.  14) 
Libro  1  de  confirmaciones,  que  registra  desde  las  hechas 
por  el  obispo  Felipe  José  de  Trespalacios  (marzo  de  1787) 
hasta  las  que  confirió  Arizmendi  en  mayo  de  1813.  Hay  un 
libro  segundo,  que  alcanza  hasta  1890.  15)  «Libro  de  Resultas 
de  Visitas  Pastorales,  puesto  para  el  efecto  de  mandato  ver- 
bal del  limo,  y  Reverendísimo  Señor  don  Fr.  Juan  Bautista  de 
Zengotita  y  Vengoa,  dignísimo  señor  del  Consejo  de  S.  M.  y 
actual  Obispo  de  esta  Diócesis,  y  debe  entenderse  desde  la 
primera  que  resultó  hecha  por  el  limo.  Señor  don  Phelipe 
José  de  Trespalacios  en  el  año  de  mil  setecientos  ochenta  y 
siete.  La  segunda  del  limo.  Señor  don  Francisco  de  la  Cua- 
dra y  García  el  año  de  mil  setecientos  noventa  y  dos;  y  la 


57 


del  dicho  limo.  Señor  actual  fue  en  el  de  mil  setecientos 
noventa  y  ocho,  que  son  las  que  se  han  verificado  en  esta  Pa- 
rroquia hasta  la  fecha,  que  es  en  el  año  de  mil  ochocientos 
uno,  en  este  Pueblo  de  Na.  Sa.  de  la  Asumpción  de  Calley, 
a  quince  de  enero  de  dicho  año».  Alcanza  hasta  el  presente. 
16)  «Libro  de  cuentas  de  cargo  y  data  de  los  intereses  de  la 
Archicofradía  de  Nuestro  Señor  Sacramentado  de  la  Parroquia 
de  Calley,  que  comenzó  a  correr  el  año  de  1798  su  mayordo- 
mo don  Manuel  Collazo».  Llega  hasta  1861.  17)  «Libro  en  que 
se  lleva  la  cuenta  de  cargo  y  data  perteneciente  a  la  cofradía 
de  Animas,  formado  en  Calley  por  el  mayordomo  actual  don 
Joseph  del  Rosario  Basques,  a  2  de  enero  del  año  de  1800». 


58 


14 


CIDRA 


Entre  los  papeles  más  antiguos  de  su  archivo  parro- 
quial, anoté  el  «Libro  1.°  [de  Bautismos]  en  que  se  asien- 
tan las  partidas  de  las  personas  pardas  que  se  bautizan  en 
esta  Sta.  Yglesia  Parroquial  de  Nra.  Sra.  del  Carmen  de  la 
Cidra,  erigida  en  Parroquia  el  23  de  Nobre.  de  1818  con  apro- 
bación del  Tribunal  Eclesiástico  y  Vicepatrono  Real,  nom- 
brando al  efecto  por  su  primer  párroco  interino  al  Presbítero 
don  Juan  Antonio  Mombru  [sic]  el  cual  comenzó  a  ejercer 
las  funciones  de  su  Parroquia  el  11  de  diciembre  de  1818».14 
Mombrún,  que  era  un  franciscano  exclaustrado,  aparece  como 
cura  ecónomo  desde  abril  de  1819  al  13  del  mismo  mes  de 
1821.  El  libro  segundo  de  bautismos  comienza  en  1830.  De  Ma- 
trimonios, existe  el  libro  rotulado  tercero,  que  contiene  parti- 
das de  blancos  desde  febrero  de  1819.  Hay  otro  libro  de  matri- 
monios, de  pardos  y  esclavos,  que  lleva  el  número  2  y  comien- 
za en  julio  de  1820.  Existía  también  un  libro  de  defunciones, 
que  abarca  desde  la  fundación  de  la  parroquia. 

Hay  también  un  libro  de  confirmaciones,  a  partir  de  las  con- 
feridas por  el  obispo  Gutiérrez  de  Cos,  que  fueron  1.506;  en  la 
siguiente  visita  (1850)  Gil  Esteve  confirmó  a  3.384. 


59 


15 


COAMO 


Uno  de  los  pueblos  más  antiguos  de  Puerto  Rico  y  du- 
rante mucho  tiempo  el  más  importante  del  sur  de  la  Isla.15 
Con  excepción  del  de  la  Catedral  de  San  Juan,  su  archivo  pa- 
rroquial es  el  más  antiguo  entre  todos  los  puertorriqueños  de 
su  clase.  Por  desgracia,  no  estuvo  siempre  bien  cuidado,  pero 
lo  estaba  cuando  lo  visité  en  1960.  Los  Padres  encargados  de 
la  Parroquia  proyectaban  nuevas  medidas  para  la  mejor  sal- 
vaguarda del  archivo. 

El  libro  primero  de  bautismos  comienza  el  23  de  enero  1701 
y  concluye  el  23  de  diciembre  de  1773.  Son  muy  interesantes  los 
autos  de  visita,  empezando  por  los  de  Fr.  Pedro  de  Urtiaga,  9 
febrero  1707,  cuando  era  sólo  «Obispo  Electo»;  sus  disposicio- 
nes recuerdan  las  que  dejó  en  Arecibo. — El  libro  segundo  de 
bautismos  (1774-1790)  encierra  también  muchas  noticias  so- 
bre visitas  episcopales,  párrocos  y  encargados  de  la  parroquia ; 
desde  diciembre  1785  hasta  agosto  de  1786  hace  varios  bauti- 
zos — primero  con  licencia  del  párroco  y  después  como  cura 
interino —  el  P.  Juan  Francisco  Cuvillán,  quien  será  más  ade- 
lante ministro  provincial  de  la  Provincia  franciscana  de  Santa 
Cruz  de  Caracas,  a  la  que  pertenecía  Puerto  Rico.  El  libro  ter- 
cero de  la  misma  serie  (1790-1794)  contiene  además  bauti- 


60 


zos  hechos  en  la  «Hermita»  o  «Sitio»  de  Juana  Díaz;  empie- 
zan a  aparecer  en  1790  y  se  hacen  cada  vez  más  frecuentes  en 
los  años  siguientes.  Lo  mismo  sucede  en  el  libro  siguiente  de 
la  serie  (1794-1802),  pero  estas  actividades  en  Juana  Díaz  ya 
no  se  registran  en  los  libros  que  siguen :  uno  para  el  período 
1802-1809,  otro  —que  lleva  el  número  10—  para  1809-1814  y 
otro  para  1814-1818. 

No  alcanzan  parecida  antigüedad  las  series  de  libros  de 
matrimonios  y  entierros.  Entre  los  primeros,  el  más  antiguo 
que  he  podido  encontrar  es  el  «Libro  en  que  se  asientan  los 
que  se  casan  y  velan  en  esta  Santa  Iglesia  Parroquial  de  San 
Blas  de  Illescas  de  Coamo,  fecho  por  mí  el  Ldo.  Don  Miguel 
Rodríguez  Feliciano,  cura  rector,  vicario  foráneo  y  juez  ecle- 
siástico de  éstos  y  demás  pueblos  de  su  jurisdicción  en  pri- 
mero día  del  mes  de  octubre  de  1778».  Concluye  a  26  de  mar- 
zo de  1798.  Otro  libro  comprende  los  matrimonios  de  blancos 
entre  5  de  mayo  1813  y  28  de  junio  1830,  mientras  otro  re- 
gistra los  de  pardos  y  morenos  desde  el  1  de  enero  de  1814 
al  18  de  abril  de  1836. 

Respecto  a  entierros,  hay  un  libro  para  los  años  1773-1810, 
otro  para  1810-1815  y  un  tercero  que  lleva  este  título:  «Li- 
bro quinto  parroquial  para  el  asiento  de  las  partidas  de 
los  individuos  de  todas  clases  que  se  sepultan  en  el  ce- 
menterio de  N.  Sra.  de  Altagracia  de  esta  Parroquia...» 
(1815-1820).  Existen  asimismo  un  libro  de  confirmaciones,  que 
arranca  de  1774,  y  un  libro  de  cuentas  de  Fábrica,  abierto  en 
virtud  de  auto  del  obispo  Zengotita,  en  1798.  Contiene  inven- 
tarios, referencias  a  obras  y  otros  datos  de  notable  interés. 

Los  registros  de  confirmaciones  ofrecen  estas  cifras :  859 
por  Jiménez  Pérez  en  1774,  más  otros  214  en  fecha  que  no  se 
indica;  1.111  por  Trespalacios  en  1787;  733  por  La  Cuerda  en 
1792;  736  por  Zengotita  en  1798,  y  1.893  por  Arizmendi  en  1813. 

El  1  de  julio  de  1759  hizo  un  bautizo  fr.  Domingo  Bravo, 
predicador,  del  Orden  de  S.  Francisco ;  en  mayo  de  1767  bauti- 


61 


za  varias  veces  fr.  Pedro  Quintana,  «lector  de  Sagrada  Theolo- 
gía  duodenario,  maestro  en  filosofía,  doctor  teólogo  y  cura 
interino».  En  agosto  de  1782  ejercía  de  cura  el  franciscano  fr. 
Lorenzo  Merelo,  quien  se  dice  «Maestro  de  estudiantes  de  Sa- 
grada Teología»,  supongo  que  del  convento  de  S.  Juan;  en  1785- 
1786  desempeñaba  las  mismas  funciones  el  P.  Juan  Francisco 
Cuvillán,  «predicador  primero  del  Sagrado  Orden  de  N.  S.  P. 
S.  Francisco».  Este  religioso  fue  después  ministro  provincial 
de  la  Provincia  de  Santa  Cruz  de  Caracas. 


62 


16 


COMERIO 


Archivo  de  poca  importancia,  en  el  que  faltan  los  cua- 
tro primeros  libros  de  bautismos,  que  abarcaban  hasta  me- 
diados del  siglo  xix.  El  primero  de  entierros  comienza  en 
1832  y  llega  hasta  1852.  Es  notable,  sin  embargo,  el  libro  de 
órdenes,  circulares  y  actas  de  visita  (1832-1897).  Entre  otros 
documentos  valiosos,  trae  el  auto  de  erección  de  la  parroquia : 
12  de  noviembre  de  1832. 


63 


17 


COROZAL 


Su  volumen  más  antiguo  es  el  «Libro  primero  donde  se 
asientan  las  partidas  de  los  que  se  bautizan  en  esta  Igle- 
sia Parroquial...  vulgarmente  Corozal...,  dio  principio  el  día 
nueve  de  junio  del  año  del  Señor  de  mil  ochocientos  qua- 
tro.  Y  mandado  copiar...  por  el  limo.  Sor.  Dn.  Mariano  Ro- 
dríguez de  Olmedo...  en  [su]  Santa  Pastoral  Visita».  Abarca 
de  junio  1804  a  enero  1811.  Hay  otro  de  bautismos,  que  com- 
prende desde  octubre  1809  a  octubre  1816.  Al  encuadernarlo 
se  dejaron  fuera  los  folios  48-73  (dic.  1812-abril  1814),  120 
(abril  1816),  125-127  (julio  1816)  y  132-34  (octubre-noviembre 
1816);  estos  folios  se  conservaban  todavía  en  1960  y  pudieran 
ser  restaurados  y  agregados.  El  llamado  libro  3  comprende 
desde  enero  1817  hasta  abril  1822.  En  mayo  de  1818  hizo  la 
visita  el  obispo  Rodríguez  de  Olmedo,  quien  mandó  que  el 
presente  libro  quedase  para  pardos  y  negros,  y  que  se  abriese 
otro  para  blancos.  Así  se  hizo,  en  efecto,  pues  tenemos  un 
libro  para  bautismos  de  blancos  (1818-1825)  y  otro  para  par- 
dos y  morenos  (1822-1858). 

La  serie  de  libros  de  matrimonios  empieza  también  en  1804. 
El  primer  libro  alcanza  hasta  1807;  otro  libro  de  matrimonios, 


64 


rotulado  equivocadamente  como  segundo,  comprende  de  1819 
a  1838. 

La  serie  de  libros  de  entierros  arranca  asimismo  de 
1804;  el  libro  primero  llega  a  1822,  siguiendo  el  segundo  desde 
1823  en  adelante.  Estos  libros  se  encontraban  en  mal  estado 
de  conservación;  es  de  augurar  que  desde  mi  visita  hayan 
sido  restaurados  y  encuadernados,  como  lo  fueron  reciente- 
mente los  más  antiguos  de  las  otras  seríes. 

El  primer  libro  de  confirmaciones  comienza  con  el  regis- 
tro de  las  conferidas  por  el  obispo  Rodríguez  de  Olmedo  en 
mayo  de  1818.  Confirmó  a  2.588  personas;  en  1830,  Gutiérrez 
de  Cos  hizo  1.693  confirmaciones,  y  1.421  en  1852  el  obispo 
Gil  Esteve. 

El  franciscano  Fr.  Lucas  Martínez,  que  había  sido  cura 
ecónomo  en  1806-1807,  reaparece  en  los  años  1821  y  1825. 


5.  — v.  A. 


65 


18 


FAJARDO 


El  archivo  moderno,  a  partir  de  1860,  se  halla  bien 
cuidado  en  el  despacho  parroquial.  Los  libros  más  anti- 
guos se  conservaban  en  un  armario  de  la  sacristía,  en  con- 
diciones que  espero  hayan  sido  mejoradas  desde  entonces.  El 
más  antiguo  de  estos  libros  parece  ser  uno  donde  se  registran 
los  entierros  hechos  entre  1766-1788.  En  la  misma  fecha  comien- 
za el  libro  primero  de  matrimonios,  cuya  más  antigua  partida 
está  firmada  el  20  de  julio  de  1766  «en  la  Rivera  de  Faxardo» 
por  el  franciscano  Fr.  Salvador  Antonio  de  Lara  y  Calderón, 
«que  al  presente  exerso  — escribe —  el  oficio  de  Parrocho  in- 
terino en  esta  Iglesia  de  Nuestra  Sra.  de  la  Concepción».  En 
enero  de  1767  firma  también  partidas  en  la  «Rivera  de  Fa- 
xardo» don  Francisco  Antonio  de  Berrios,  «cura  propio  de  la 
iglesia  de  Nra.  Sra.  de  la  Concepción  del  Partido  de  las  Pie- 
dras y  regente  interino»  [de  la  Ribera  de  Fajardo].  En  febre- 
ro de  1768  ya  se  escribe  «Pueblo  de  Santiago  de  Fajardo».16 
Anoté  otros  dos  libros  de  matrimonios,  que  comprenden,  res- 
pectivamente, los  períodos  1789-1807  y  1808-1832. 

En  la  serie  de  bautismos,  el  más  antiguo  que  pude  localizar 
es  el  segundo,  para  blancos  y  pardos,  que  abarca  desde  octu- 
bre 1783  a  julio  1794;  hay  otro  para  1798-1803.  Hacia  1808 


66 


aparece  la  separación  de  las  partidas  de  blancos  y  pardos,  y 
así  tenemos  un  libro  para  blancos  (1808-1813)  y  otro  para 
pardos  (1809-1814). 

El  viejo  y  mutilado  libro-registro  de  entierros,  mencionado 
arriba,  tiene  su  continuación  en  otro  libro  que  va  de  1788  a 
1800;  se  halla  también  mutilado,  faltándole  las  siete  primeras 
hojas. 

El  segundo  libro  de  confirmaciones  — primero  de  la  serie 
que  conseguí  hallar —  comienza  en  1829. 

En  el  archivo  parroquial  de  Fajardo  se  conserva  el  «Libro 
1.°  y  único  destinado  para  asentar  las  partidas  de  confirmación 
en  esta  Parroquia  de  San  Antonio  de  Padua  de  la  Ceiba;  que 
da  principio  el  13  de  mayo  de  1850,  de  la  Santa  Visita  Pastoral 
del  Sor.  Obispo  Diocesano».  Firmado  en  Fajardo  a  10  de  no- 
viembre de  1871.  En  la  Ceiba  había  administrado  el  sacramen- 
to de  la  confirmación  el  1  de  noviembre  de  1871. 


67 


19 


GUAYAMA 


En  mi  visita  de  1960  no  pude  ver  más  que  restos  de 
su  archivo  parroquial,  que  un  día  fue  copioso,  como  lo 
prueba  la  numeración  de  los  pocos  libros  existentes.  El 
más  antiguo  es  el  «Libro  décimo  en  que  siguen  las  partidas 
de  los  Bautismos  que  se  hacen  en  esta  Parroquia  de  San  Anto- 
nio de  Padua  de  Guayama,  y  principia  el  día  dose  de  Septiem- 
bre del  año  de  1813».  Contiene  bautismos  de  blancos,  pardos 
libres  y  negros ;  está  muy  comido  de  la  polilla,  pero  sería  posi- 
ble restaurarlo  con  éxito.  Los  registros  de  bautismos  de  blan- 
cos continúan  en  otro  libro  que  abarca  de  1819  a  1840,  mien- 
tras los  pardos  tienen  libro  aparte  desde  la  misma  fecha. 

¿Habrá  perecido  toda  la  documentación  anterior  a  1813 
o  se  hallará  todavía  extraviada  en  algún  rincón  ignorado? 

*    *  * 

Relativamente  importante  y  copioso  es  el  Archivo  de  Pro- 
tocolos de  Guayama,  que  estaba  bien  atendido  cuando  yo  lo 
visité.  Contiene  los  protocolos  de  varios  pueblos  del  distrito, 
entre  ellos,  Aibonito,  cuyos  fondos  arrancan  de  1826;  Arroyo 
de  1861 ;  Cayey  de  1826;  Cidra  de  1810;  Guayama  de  1801 ;  Mau- 
nabo  de  1826,  Patillas  de  1812  y  Salinas  de  1832. 


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*     *  * 


Otro  centro  que  merece  ser  visitado  en  Guayama  es  la  Bi- 
blioteca Cautiño,  valiosa  colección  reunida  por  don  Genaro 
Cautiño.  Es  particularmente  rica  en  libros  raros  relacionados 
con  la  historia  de  Puerto  Rico  y  la  general  de  Hispanoamérica. 
Representa  un  ejemplar  esfuerzo  de  la  iniciativa  privada,  el 
más  notable  en  el  campo  de  la  erudición  histórica  que  hemos 
hallado  en  Puerto  Rico. 


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20 


GUAYANILLA 


Un  pueblo  de  este  nombre,  en  la  parte  sur-occidental  de  la 
Isla,  aparece  desde  los  mismos  orígenes  de  la  ocupación  es- 
pañola. El  obispo  fr.  Diego  de  Salamanca  trató  de  empujarlo, 
pero  todavía  en  abril  de  1579  se  quejaba  de  su  atraso,  por  falta 
de  apoyo  en  las  autoridades  civiles.  Hacía  «muchos  años»  que 
se  había  trasladado  a  dicha  Guayanilla  o  Nueva  Salamanca 
el  pueblo  de  San  Germán,  añade  el  prelado  (AGI.  Santo  Domin- 
go, leg.  172). 

La  fundación  del  pueblo  actual  se  fecha  en  1830,  pero  la 
iglesia  parroquial  no  fue  erigida  hasta  el  3  de  julio  de  1841, 
según  hace  constar  el  obispo  Gil  Esteve  en  su  acta  de  visita 
de  10  marzo  1850  (Libro  de  matrimonios  de  blancos,  fol.  32). 
Las  partidas  contenidas  en  este  libro  comienza  a  23  de  agosto 
de  1841. 

Hay  también  el  «Libro  para  los  bautismos  de  blancos  que 
se  hacen  en  esta  Parroquia  de  la  Inmaculada  Concepción  de 
Guayanilla,  y  principia  el  8  de  julio  de  1841.  Abarca  hasta 
1850.  Aparece  como  cura  rector,  durante  todo  este  tiempo,  D. 
Miguel  Arjona. 

En  cambio,  los  libros  de  defunciones  sólo  arrancan  de  4 
julio  1851.  Los  de  confirmaciones  comienzan  con  las  adminis- 


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tradas  (9-13  marzo  1850)  por  el  obispo  Gil  Esteve,  que  fueron 
en  número  de  3.114.  El  obispo  Carrión  hizo  confirmaciones 
en  marzo  de  1860  (1.777)  y  febrero  de  1864  (676);  Puig  hizo 
también  dos  visitas  al  pueblo,  en  1876  (1.590  confirmaciones) 
y  1881  (1.322). 

Contiene,  por  último,  este  archivo  parroquial  un  «Libro  de 
circulares»,  abierto  en  1841  por  el  cura  Arjona,  pero  en  que 
éste  hizo  copiar  muchos  documentos  anteriores,  desde  1803. 
Comienza  con  el  obispo  Arizmendi;  el  contenido  es  impor- 
tante. 


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21 


GUAYNABO 


Es  importante  la  serie  de  libros  de  bautismos,  el  primero 
de  los  cuales  se  remonta  a  1765,  cuando  la  fundación  de  la 
parroquia.  Siguen,  sin  lagunas,  los  libros  segundo  (1792-1803), 
tercero  (1803-1812)  y  cuarto  (1812-1818).  Contienen  indicacio- 
nes interesantes  sobre  la  historia  primitiva  del  pueblo. 

En  cambio,  la  serie  de  registros  de  matrimonios  no  co- 
mienza hasta  1771,  y  no  parece  que  haya  habido  libro  alguno 
anterior,  pues  el  siguiente  (1814-1840)  lleva  el  número  segundo. 
Sucede  lo  mismo  con  los  libros  de  entierros,  de  los  cuales  el 
primero  abarca  desde  diciembre  1771  a  1808.  Deben  faltarle 
hojas,  pues  el  libro  segundo  comprende  de  1812  a  1824.  En  el 
primero  de  estos  libros  de  entierros  hay  muchas  referencias  a 
la  construcción  de  la  nueva  iglesia,  entre  1795  y  1803. 

El  llamado  libro  primero  de  confirmaciones  empieza  en 
1829.  Gutiérrez  de  Cos  confirmó  en  dicho  año  2.614  personas, 
Fr.  Francisco  de  la  Puente  1.740  en  1847,  y  Gil  Esteve  766  en 
1852. 

En  noviembre-diciembre  de  1765  estaba  al  cuidado  de  la  pa- 
rroquia el  franciscano  puertorriqueño  fr.  Cosme  Sánchez.  En 
adelante,  aparece  con  mucha  frecuencia  ejerciendo  las  mis- 


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mas  funciones  o  ayudando  a  los  párrocos  en  la  administración 
de  sacramentos. 

En  Boletín  de  Historia  Puertorriqueña,  I,  1948,  pp.354-359, 
se  publicaron  importantes  documentos  sobre  la  fundación  de 
Guaynabo  o  Buynabo.  Proceden  del  archivo  parroquial  de  Ba- 
yamón  y  se  refieren  al  período  1764-1768. 


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22 


HATILLO 


Los  libros  parroquiales  (bautismos,  matrimonios,  entie- 
rros y  de  Fábrica)  comienzan  todos  en  1830.  Las  series 
están  muy  completas,  en  especial  la  de  bautismos.  A  pesar  de 
que  se  da  como  fecha  de  fundación  de  este  pueblo  el  año  1823, 
en  la  portada  del  primer  libro  de  defunciones  se  dice  que 
contiene  «las  partidas  de  los  que  fallesen  en  dicha  Parroquia, 
desde  el  día  8  de  diciembre  de  mil  ochocientos  treinta  años,  en 
que  se  celebró  la  colocación  de  esta  Iglesia  y  la  posesión  de 
su  primer  Párroco  Don  Pedro  Pasqual  Despiau». 


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23 


HORMIGUEROS 


Sede  de  un  famoso  santuario  de  Nuestra  Señora  de 
Monserrat  desde  el  siglo  xvn,  a  fines  del  xviii  fue  creada 
allí  una  «Ayuda  de  Parroquia»,  dependiente  de  San  Ger- 
mán. El  libro  más  antiguo  que  se  conserva  es  uno  de  matri- 
monios, que  comienza  en  1805.  En  1809  era  todavía  Ayuda  de 
Parroquia,  como  lo  indica  la  portada  del  «Libro  en  que  se 
asientan  las  partidas  [de  los  bautismos]  que  se  hacen  en  esta 
Iglesia  de  Nuestra  Señora  de  Monserrate,  ayuda  de  la  Parro- 
quia de  la  Villa  de  Sn.  Germán,  en  este  sitio  de  Hormigueros, 
y  da  principio  desde  el  mes  de  septiembre  del  año  de  1809 — 
Libro  2.°».  Son  bautismos  de  pardos,  de  los  que  hay  otro  li- 
bro segundo  (1818-1821)  y  un  tercero  (1821-1827).  Para  los 
bautismos  de  blancos,  tenemos  dos  libros  que  abarcan,  res- 
pectivamente, los  años  1814-1837  y  1837-1855.  En  1821  aparece 
encargado  de  la  parroquia  don  Nazario  Vicente  García,  «cléri- 
go de  este  Obispado»;  poco  después  se  titula  «clérigo  regular» 
y  en  1  de  abril  de  1822  «Presbítero  Regular».  El  29  de  sept. 
1824  firma  ya  «fr.  Vicente  Nazario  García,  del  Orden  de  S.  Fran- 
cisco». En  1837  administra  algunas  veces  el  bautismo,  titu- 
lándose sólo  «presbítero».  Desde  sept.  1838  hasta  enero  1840 
fue  cura  teniente  de  Hormigueros,  y  allí  oficia  en  un  entierro 


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en  noviembre  del  mismo  año,  pero  ya  no  era  entonces  cura  te- 
niente. En  este  último  libro  aparece,  desde  16  septiembre 
1827  hasta  febrero  de  1831,  un  Fr.  Manuel  Carballés,  quien  hace 
muchos  bautizos  con  licencia  del  Párroco.  Se  trata  de  un  mi- 
sionero franciscano  de  Guayana  (Venezuela)  probablemente 
emigrado  de  allí  con  motvo  de  la  revolución  emancipadora. 

Existe  asimismo  un  libro  segundo  de  confirmaciones,  que 
abarca  desde  1814  hasta  nuestros  días.  Arizmendi  confirmó 
2.155  en  1814;  Gutiérrez  de  Cos  2.106  en  1829. 

Un  libro  con  bonita  portada,  destinado  a  recoger  la  his- 
toria y  crónica  del  santuario,  sólo  contiene  breves  datos  sobre 
el  origen  del  mismo,  erección  del  cementerio,  Casa  de  Peregri- 
nos, y  poco  más. 


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24 


HUMACAO 


Según  el  inventario  que  se  incluye  en  las  cuentas  de  1815 
(AGI.  Santo  Domingo,  leg.  2526)  el  archivo  parroquial  de 
Humacao  poseía  entonces :  seis  libros  de  bautismos  con- 
cluidos y  uno  corriente,  tres  de  matrimonios  y  otros  tantos 
de  entierros,  dos  de  confirmaciones,  uno  de  «resultas  de  vi- 
sitas» y  otro  de  cuentas  de  la  Fábrica.  Además,  un  libro  de  la 
Cofradía  del  Nombre  de  Jesús,  «extinguida  en  la  anterior  visi- 
ta»; tres  de  la  Archicof radía  del  Santísimo  Sacramento;  dos 
de  la  Cofradía  de  las  Animas,  «establecida  y  aprobada  actual- 
mente por  el  Sor.  Provisor  y  Vicario  General  Capitular,  de 
este  Obispado,  sede  vacante,  Licdo.  Dn.  Nicolás  Alonso  Andra- 
de  y  San  Juan».  Asimismo :  un  legajo  con  12  oficios  de  los 
obispos  Zengotita  y  Arizmendi;  un  legajo  con  documentos  de 
la  testamentaría  de  Francisco  Fernández;  tres  legajos  con  des- 
pachos de  dispensa  de  parentesco  y  proclamas ;  39  expedientes 
varios,  en  siete  legajos ;  dos  legajos  entre  cuyos  documentos 
se  guardaba  testimonio  de  las  escrituras  del  presbítero  don 
José  Segovia;  un  legajo  con  oficios  de  la  Curia  Eclesiástica, 
y  dos  legajos  más  con  cartas  relativas  a  proclamas,  y  la  circu- 
lar del  obispo  don  Francisco  de  la  Cuerda  anunciando  su  visita 
pastoral. 


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Este  inventario  nos  ayuda  a  formarnos  idea  de  lo  que  era 
un  archivo  parroquial,  y  pone  de  manifiesto  al  mismo  tiempo 
cuán  mutilados  han  sido  aún  los  que  parecen  más  completos 
entre  los  conservados  hoy  en  Puerto  Rico.  Uno  de  éstos  puede 
considerarse  el  de  Humacao,  que  conserva  todavía  restos  im- 
portantes de  lo  que  era  en  1815.  No  se  halla  mal  cuidado,  pero 
merecería  una  reorganización  cuidadosa. 

Su  volumen  más  antiguo  parece  ser  el  «Libro  quinto  parro- 
quial de  entierros,  que  se  había  formado  para  la  Parroquia  de 
las  Piedras,  a  la  cual  correspondía  esta  Yglesia  antes  de  su 
erección,  donde  se  asentavan  las  partidas  de  los  cadáveres  que 
se  sepultavan  en  qualquiera  de  estos  dos  Templos  por  su  Cura 
Rector,  hasta  que  quedó  destinado  únicamente  para  éste  por 
disposición  general  de  los  Illmos  SS.  Obispos  Dn.  Felipe  José 
de  Trespalacios  y  Dn.  Francisco  de  la  Cuerda  García,  como 
consta  de  sus  autos  de  visita  y  dio  principio  el  día  veinte  de 
julio,  año  del  Señor  de  1784. — Manuel  Marcelo  Martínez  Cepe- 
da, cura  erector».  En  el  folio  primero  se  lee  como  título :  «Li- 
bro Parroquial  en  que  se  asientan  las  partidas  de  los  que  se 
entierran  en  esta  Sta.  Yglesia  de  N.  S.  de  la  Concepción  de  las 
Piedras  y  Humacao».  La  primera  partida  (20  julio  1784)  está 
fechada  «En  el  Partido  de  N.  S.  de  la  Concepción  de  las  Pie- 
dras y  Humacao;  las  que  siguen,  «En  el  Partido  de  Huma- 
cado».  Sin  embargo,  el  obispo  Trespalacios  firma  «en  el  Pue- 
blo de  la  Inmaculada  Concepción  de  Humacado»  el  auto  de 
visita  a  la  «Hermita  del  Dulce  Nombre  de  Jesús  que  sirve  de 
Parroquia  en  él».  A  3  de  julio  de  1793,  el  obispo  don  Francisco 
de  la  Cuerda  firma  su  auto  de  visita  «en  el  Partido  de  Huma- 
cao...  en  esta  Yglesia  del  Dulce  Nombre  de  Jesús».  Pocos  días 
antes,  el  30  de  junio,  los  vecinos  de  Humacao  le  habían  pre- 
sentado una  petición  reclamando  mayor  asistencia  espiritual. 
Debía  trasladarse  a  dicho  lugar  la  parroquia  de  las  Piedras, 
«según  que  había  sido  trasladada  en  otra  ocasión»,  o  erigir 


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nueva  parroquia  de  Humacao.  Esto  último  fue  lo  que  determi- 
nó el  obispo. 

En  realidad,  lo  que  hizo  el  obispo  fue  erigir  allí  una  «Ayu- 
da de  Parroquia»,  como  consta  de  su  auto  provisto  en  «Huma- 
cado»,  a  30  de  junio  de  1793,  cuyo  texto  se  encuentra  copiado 
al  principio  del  «Libro  1.°  en  que  se  sientan  las  partidas  de  los 
que  se  bautizan  en  esta  Yglesia  del  Dulce  Nombre  de  Jesús  de 
Humacado,  y  comienza  a  correr  desde  el  día  4  de  julio  de) 
1793. — Ignacio  Berrios».  La  erección  de  la  parroquia  quedaba 
aplazada  para  más  adelante,  pero  se  permitía  desde  enton- 
ces la  administración  de  los  sacramentos  del  Bautismo  y  Ma- 
trimonio, «sin  perjudicar  en  nada  el  derecho  parroquial  del 
actual  Cura  D.  Juan  Pimentel»,  de  las  Piedras.  El  primer  en- 
cargado de  la  «Ayuda  de  Parroquia»  fue  don  Ignacio  Berrios, 
en  calidad  de  «cura  teniente»;  en  junio  de  1794  actuaba  ya  don 
Manuel  Marcelo  Martínez  Cepeda,  con  el  título  de  «cura  pá- 
rroco erector».  La  parroquia  había  sido  erigida  el  2  de  diciem- 
bre de  1793.  El  «Libro  segundo  donde  se  asientan  las  partidas 
de  todos  los  que  se  bautizan  en  esta  Parroquia  del  Dulcísimo 
Nombre  de  Jesús  de  Humacao,  hijos  de  padres  blancos,  par- 
dos, y  de  morenos  libres  y  esclavos...»,  abarca  de  1796  a  1807. 
Sigue  de  párroco  el  mismo  «fundador»  don  Manuel  Marcelo 
Martínez  Cepeda,  que  organizó  estos  registros,  escribiendo  las 
partidas  con  bella  caligrafía  y  gran  esmero.  El  25  de  enero  de 
1807  hizo  un  bautizo,  con  licencia  del  párroco,  el  dominico  Fr. 
Juan  Recio  de  León,  quien  en  29  del  mismo  mes  y  año  figura 
ya  como  «cura  ecónomo». — Sigue  el  libro  tercero  de  bautis- 
mos, para  blancos  y  castas  indistintamente  (1807-1809).  Desde 
esta  última  fecha  empieza  la  distinción  de  castas,  y  así  tene- 
mos libros  de  bautismos  de  blancos  para  los  períodos  1810- 
1814  y  1814-1823,  y  libros  de  bautismos  de  pardos  y  more- 
nos, libres  y  esclavos  para  1810-1812,  1815-1818,  1818-1821  y 
1825-1829.  Este  último  lleva  el  número  nueve.  A  21  de  noviem- 
bre de  1810,  el  franciscano  Fr.  Antonio  Alemán,  con  licencia 


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del  párroco,  suplió  las  ceremonas  del  bautismo  con  la  niña 
María  Claudina,  hija  legítima  del  teniente  a  guerra  Fran- 
cisco Bola,  natural  del  Reino  de  Italia,  y  de  Lorenza  Herranz, 
«parda  libre»,  natural  de  la  ciudad  de  Puerto  Rico. 

El  registro  de  entierros  continúa  — los  anteriores  se  hallan 
juntos  con  los  de  las  Piedras  según  queda  dicha  arriba —  en 
el  «Libro  segundo»,  que  comienza  el  26  de  marzo  de  1797. 
Fue  abierto  por  el  mismo  «párroco  erector»  Martínez  Cepeda, 
quien  en  una  curiosa  nota  preliminar  nos  cuenta  cómo,  hallán- 
dose próximos  a  concluirse  los  dos  libros  de  bautismos  y  en- 
tierros que  él  había  recibido  al  encargarse  de  la  Parroquia, 
viajó  a  la  Hacienda  del  Duque  de  Crillon  en  el  departamento  de 
Naguabo,  cuyo  mayordomo  don  Santiago  Plet,  que  era  su 
amigo,  le  vendió  dos  libros  como  el  presente,  en  10  pesos. 
Martínez  Cepeda  los  cedió  a  la  Fábrica  en  la  misma  cantidad, 
como  consta  de  las  cuentas  de  1795,  y  ello  a  pesar  de  que  el 
cura  de  Ponce,  don  José  Gutiérrez  del  Arroyo,  le  había  ofrecido 
doce  pesos  por  uno  sólo  de  los  libros.  Parece  que  falta  el  libro 
tercero  de  entierros,  pero  se  conservan  los  libros  cuarto  (1815- 
1820),  quinto  (1820-1821)  y  sexto  (1821-1824). 

De  matrimonios  hay  dos  libros,  el  primero  abierto  en  1793 
por  el  párroco  fundador  Martínez  Cepeda,16  bis  y  un  segundo  li- 
bro que  alcanza  hasta  1816.  Existen  también  los  libros  se- 
gundo (1829-1850)  y  tercero,  de  confirmaciones,  que  llega 
desde  1860  hasta  el  primer  obispo  norteamericano,  Mons. 
Blenk.  Hay  asimismo  un  «Cuaderno  en  que  se  asientan  las 
circulares»  de  los  obispos;  comprende  los  años  1826-1849. 


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ISABELA 


Este  pueblo  es  el  sucesor  de  «San  Antonio  de  la  Tuna», 
que  hacia  1819  fue  trasladado  a  este  lugar  y  tomó  su  nombre. 
Su  archivo  parroquial  conserva  todavía  algunos  libros  y  pa- 
peles relativos  al  citado  pueblo  de  la  Tuna,  que  había  sido 
fundado  hacia  mediados  del  siglo  xvm.  Estos  libros  se  ha- 
llaban en  muy  mal  estado  de  conservación,  cuando  yo  los  exa- 
miné en  1960,  pero  había  el  proyecto  de  restaurarlos.  El  más 
antiguo  es  el  «Libro  donde  se  asientan  los  que  se  casan  en 
este  Pueblo  de  San  Antonio  de  La  Tuna»,  cuya  primera  par- 
tida es  del  9  septiembre  1750;  concluye  en  1784.  Desde  el  24 
de  mayo  de  1764  figura  por  algún  tiempo  como  «cura  interino» 
el  franciscano  Fr.  Fernando  del  Barrio,  con  quien  alterna  su 
hermano  de  hábito  Fr.  Cosme  Sánchez.  Desde  el  2  de  septiem- 
bre 1782  al  17  de  febrero  1783  aparece  como  cura  interino 
otro  franciscano:  Fr.  Tomás  Benítez. 

También  la  serie  de  registros  de  bautismo  parece  arrancar 
de  la  fecha  fundacional,  pues  si  bien  el  libro  primero  empie- 
za en  marzo  de  1756,  el  volumen  está  mutilado,  faltándole  unos 
17  folios  al  principio.  Hay  fragmentos  de  otro  libro  — o  li- 
bros—  de  bautismos  del  siglo  xvm.  Un  grueso  volumen  medio 
desencuadernado,  señalado  con  el  número  5,  falto  de  hojas 


81 


al  principio  y  al  fin,  contiene  partidas  de  bautismos  del  «Pue- 
blo de  San  Antonio  de  la  Tuna»,  desde  3  de  junio  1802  hasta 
29  de  agosto  de  1816,  por  lo  menos.  Entre  julio  1802  y  diciem- 
bre 1803,  actúa  como  cura  teniente  el  franciscano  Fr.  José 
Ignacio  Gutiérrez,  quien  sigue  apareciendo  hasta  1805,  unas 
veces  como  «cura  ecónomo»  y  otras  ayudando  al  cura  rector. 
Se  diría  que  los  franciscanos  tuvieron  particulares  relaciones 
con  el  pueblo  cuyo  patrono  era  un  famoso  santo  de  su  Orden. 
El  libro  7  de  bautismos  abarca  de  1818  a  1825;  desde  el  3  de 
junio  de  1819  el  pueblo  se  llama  Isabela.  En  el  llamado  libro  1 
de  matrimonios  de  pardos  (20  octubre  1818-27  agosto  1860),  se 
escribe  desde  el  15  de  septiembre  de  1819:  Pueblo  de  San  An- 
tonio de  la  Isabela. 

Otras  piezas  importantes  son  un  libro  de  confirmaciones, 
muy  estropeado,  que  comprende  las  hechas  por  los  obispos 
Martínez  de  Oneca,  Mariano  Martí,  Jiménez  Pérez,  Trespala- 
cios,  etc.,  siendo  de  los  pocos  libros  de  su  índole  en  Puerto 
Rico  que  registran  confirmaciones  de  los  dos  primeros  obispos 
citados ;  varios  cuadernos  con  dispensas  matrimoniales,  casi 
todas  del  obispo  Zengotita,  y  un  interesante  «Censo  del  Pueblo 
de  la  Isabela,  2  de  enero  1830»,  que  arroja  el  número  6,  797  ha- 
bitantes. 

El  ya  mencionado  dominico  Fr.  Juan  Recio  de  León  figura 
como  cura  teniente  en  abril  de  1806,  y  como  ecónomo  en  mayo 
de  1807.  Desde  noviembre  1813  a  febrero  1814  fue  cura  inte- 
rino Fr.  Lorenzo  de  Fraga,  seguramente  capuchino,  quizá  emi- 
grado de  Venezuela. 


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26 


JUANA  DÍAZ 


El  volumen  más  antiguo  de  su  archivo  parroquial  parece 
ser  el  «Libro  primero  donde  se  asientan  las  partidas  de  en- 
tierros que  se  hacen  en  esta  iglesia  por  mí  el  Presbítero  Fran- 
cisco Antonio  de  Berrios,  Cura  Capellán  de  ella  por  el  limo. 
Sor  Dn.  Phelipe  Josef  Trespalacio.  Año  de  1787.  Junio  26». 
Comienza  con  una  partida  fechada  en  «esta  Rivera  de  Juana 
Díaz»  a  24  de  junio  de  1787.  El  26  de  noviembre  de  1792  fue 
visitado  este  libro,  en  Coamo,  por  el  obispo  D.  Francisco 
de  la  Cuerda.  El  segundo  libro  de  entierros  comprende  desde 
junio  1797  hasta  septiembre  de  1806.  Hasta  julio  de  1806, 
primero  como  cura  teniente  y  después  como  ecónomo,  actúa 
don  Nazario  Vicente  García,  quien  ya  venía  administrando  los 
sacramentos  en  esta  parroquia  desde  junio  de  1796;  da  siem- 
pre a  la  ermita  de  Juana  Díaz  el  título  de  la  Candelaria. 

En  la  serie  de  bautismos,  existe  el  libro  segundo,  para  toda 
clase  de  personas  (1796-1810),  el  «Libro  1.°  en  el  qual  se  asien- 
tan las  partidas  de  Bautismos  de  personas  blancas  de  este 
vecindario  de  Sn.  Juan  Bautista  y  Sn.  Ramón  de  Juana  Díaz, 
según  que  assí  está  determinado  por  el  Illmo.  Sor.  Dr.  Dn.  Juan 
Alexo  de  Arizmendi  en  su  auto  de  visita  de  22  de  Julio  de  1813», 
y  un  tercer  libro  que  continúa  el  registro  de  bautismos  de 


83 


blancos  desde  1819  hasta  1835.  El  título  de  San  Juan  Bautista 
y  San  Ramón,  como  patronos,  lo  había  concedido,  en  junio  de 
1798,  el  obispo  Zengotita,  a  petición  de  don  Vicente  Nazario 
García.  Este  pidió  también  que  se  cambiase  el  nombre  del  pue- 
blo, pero  el  obispo  aplazó  la  decisión. 

Los  registros  de  matrimonios  se  remontan,  en  cambio,  a 
1787,  como  los  de  entierros,  según  hemos  ya  visto.  Se  abren 
con  el  «Libro  primero  del  aciento  de  los  casamientos  celebra- 
dos en  esta  ermita  de  Juana  Díaz,  Jurisdicción  del  Pueblo  de 
Coamo,  desde  este  presente  año  de  87  hasta  su  fecha  siguien- 
te». Comprende  de  junio  1787  a  junio  1813.  Contiene  noticias 
muy  interesantes.  Desde  aquí  existen  libros  distintos  para 
blancos  y  pardos,  conservándose  los  libros  número  1  (1813- 
1819)  y  3.°  (1819-1851)  ambos  para  blancos.  Desde  mayo  1845 
hasta  abril  de  1847,  fue  cura  teniente  don  Juan  Antonio  Puig, 
futuro  obispo  de  Puerto  Rico.  Hay  también  un  libro  3.°  de 
pardos,  que  abarca  desde  agosto  1820  a  febrero  1835.  Existen 
asimismo  un  «Libro  de  Fábrica»  (desde  1811  en  adelante),  dos 
de  cartas  circulares  y  disposiciones  de  la  Curia  Diocesana  (1797- 
1806,  1806-1859)  y  el  «Libro  Primero  Parroquial  del  asiento  de 
partidas  de  todas  las  personas  que  se  confirman  en  esta  Sta. 
Yglesia  de  San  Juan  Bautista  y  San  Ramón  Nonnato  de  Juana 
Díaz»  (1798-1829). 


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27 


JUNCOS 


En  el  archivo  parroquial  se  conserva  todavía  el  «Testimonio 
del  Expediente  sobre  traslado  de  la  Yglesia  Parroquial  de  las 
Piedras  al  sitio  de  Juncos»,  testimonio  mandado  librar  por  el 
obispo  Arizmendi,  en  Juncos,  23  de  marzo  de  1808.  Este  inte- 
resantísimo documento  fue  publicado  por  G.  Morales  Muñoz 
en  Boletín  de  Historia  Puertorriqueña,  I,  1948,  194-208.  Con- 
tiene noticias  sobre  la  construcción  de  una  iglesia  en  el  «Coto 
de  Humacado»,  que  se  había  proyectado  ya  en  tiempo  del 
obispo  Martí  (1764)  y  se  estaba  haciendo  en  1769,  por  acuerdo 
de  los  vecinos  con  el  gobernador  Muesas,  ante  la  ruina  de  la 
iglesia  de  las  Piedras.  Más  adelante  se  acordó  reedificar 
la  iglesia  de  las  Piedras  en  el  sitio  de  Juncos,  erigiéndola  en  pa- 
rroquia independiente.  La  empresa  tropezó  con  varios  obs- 
táculos; todavía  en  julio  de  1793  pedía  el  obispo  don  Fran- 
cisco de  la  Cuerda  que  se  le  exhibiesen  los  permisos  con  que 
se  estaba  levantando  iglesia  en  Juncos. 

El  archivo  parroquial  conserva  otros  fondos  que  se  re- 
montan a  estos  años  fundacionales.  En  primer  lugar,  un  cua- 
derno de  circulares  y  autos  de  visita  de  los  obispos,  la  primera 
de  las  cuales  es  la  de  Jiménez  Pérez  el  4  de  febrero  de  1773. 
A  fecha  anterior  se  remontan  aún  los  fragmentos  de  un  libro 


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de  cuentas,  que  el  21  de  febrero  de  1764  aprobó  en  las  Piedras 
el  obispo  Martí.  En  la  serie  de  registros  de  bautismos,  existe  el 
«Libro  donde  se  asientan  las  partidas  de  los  que  se  bautisan 
en  esta  Yglesia  Parroquial  de  N.  Sra.  de  la  Concepción  de  las 
Piedras...»  (3  mayo  1787-septiembre  1799).  Hay  un  libro  se- 
gundo (1799-1816)  con  el  mismo  título,  en  el  cual  después  de 
«Concepción  de  las  Piedras»  añadió  el  párroco  don  Tomás  Ortiz 
de  la  Peña;  «trasladada  a  Juncos».  Este  libro  2.°  quedó  reser- 
vado para  pardos  y  negros  en  1808,  por  disposición  del  obispo 
Arizmendi.  En  consecuencia,  existen  libros  distintos  para  blan- 
cos (1808-1823)  y  para  pardos  y  negros  (1816-1823),  este  último 
mutilado  al  principio. 

El  primer  libro  de  matrimonios  comprende  de  1787  a  1814. 
Hasta  el  27  de  junio  de  1798  las  partidas  aparecen  fechadas  en 
el  «Pueblo  de  Nra.  Sra.  de  la  Concepción  de  las  Piedras»;  a 
partir  del  2  de  julio  1798,  en  la  «Concepción  de  Juncos»,  si 
bien  se  encuentra  una  que  otra  vez  «Nuestra  Sra.  de  las  Pie- 
dras». El  obispo  don  Francisco  de  la  Cuerda  fechó  su  auto 
de  visita,  3  noviembre  1798,  en  el  «Partido  de  Nuestra  Señora 
de  la  Concepción  de  Juncos».  Después  prevalece  la  fórmula 
«Pueblo  de  Nra.  Señora  de  la  Concepción  de  las  Piedras  tras- 
ladada a  Juncos».  Existe  otro  libro  de  matrimonios,  que  co- 
mienza en  1826.  Desde  enero  1827  a  octubre  de  1830,  figura 
como  cura  interino  el  famoso  Fr.  Angel  de  la  Concepción  Váz- 
quez, quien  desde  abril  de  1830  suprime  el  «Fr.»  y  se  titula 
«Presbítero»,  señal  de  que  había  obtenido  la  exclaustración. 
El  12  de  diciembre  de  1830  entregó  el  curato  a  don  Leandro 
Fuertes.  En  este  mismo  libro  de  matrimonios  se  menciona, 
2  julio  1831,  al  «presbítero»  D.  Angel  de  la  Concepción  Váz- 
quez como  cura  teniente  de  Caguas. 

Se  conserva  también  un  «Libro  de  Difuntos»,  que  va  de  ju- 
lio 1787  a  1822.  Asimismo  un  «Libro  segundo  de  confirmacio- 
nes correspondientes  a  la  Iglesia  Parroquial  de  Ntra.  Sa.  de 


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la  Concepción  de  las  Piedras  trasladada  al  sitio  de  Juncos. 
Año  de  1808».  En  la  encuademación  moderna  aparece  rotulado 
como  libro  1.°  El  libro  siguiente  comienza  en  1860,  con  el 
obispo  Carrión.  Arizmendi  confirmó  a  2.221  personas  en  1808 
y  a  2.062  en  1813;  Gutiérrez  de  Cos  2.030  en  1829. 


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LAJAS 


Archivo  pequeño  y  mal  conservado.  El  libro  de  bautis- 
mos marcado  modernamente  con  el  número  2  comprende 
de  1823  a  1825;  se  llama  «Parroquia  Auxiliar  de  San  Ger- 
mán». Sigue  un  libro  tercero  (1825-1830).  Hay  también  un  li- 
bro de  bautismos  de  pardos,  que  comienza  en  1830,  y  otro  de 
defunciones,  desde  1827. 


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29 


LARES 


Archivo  parroquial  bien  conservado.  Aunque  el  pueblo 
se  dice  fundado  en  1829,  los  libros  parroquiales  más  anti- 
guos no  comienzan  hasta  1838.  Así  tenemos  el  «Libro  pri- 
mero en  que  se  asientan  las  partidas  de  las  personas  blancas 
que  se  bautizan  en  esta  iglesia  parroquial  del  glorioso  Patriar- 
ca San  José,  y  dio  principio  el  día  cuatro  de  marzo  de  mil 
ochocientos  treinta  y  ocho...».  Siguen  libros  de  bautismos  para 
blancos,  1843-1846,  1846-1851,  y  otros  para  pardos  y  negros, 
1843-1847,  1846-1851.  Al  final  de  este  último  libro  se  halla  el 
auto  de  visita  del  obispo  Gil  Esteve  (marzo  13,  1851)  quien 
ordenó  que  en  adelante  los  bautismos  de  blancos  y  pardos 
fuesen  registrados  en  un  mismo  libro,  destinándose  un  libro 
especial  para  los  esclavos.  Efectivamente,  el  archivo  posee  el 
«Libro  primero  en  donde  se  asientan  las  partidas  de  los  es- 
clavos que  nazen  en  esta  parroquia  del...  Pueblo  de  Lares,  y 
dio  principio  el  día  veintisiete  de  abril  de  mil  ochocientos 
cincuenta  y  un  año». 

Por  lo  que  toca  a  registros  de  matrimonios,  el  libro  primero 
abarca  los  de  blancos  desde  el  23  de  abril  1838  al  16  de  marzo 
de  1851 ;  hay  otro  paralelo  para  pardos  y  esclavos  (1838-1851). 
Al  final,  se  encuentra  el  mandato  del  obispo  Gil  Esteve  (mar- 


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zo  13,  1851)  sobre  la  separación  de  las  partidas  de  blancos  y 
pardos  en  un  libro  y  las  de  esclavos  en  otro.  Sin  embargo,  esto 
no  se  cumplió,  al  parecer,  en  el  «Libro  segundo  de  matrimonios 
de  blancos,  pardos  libres  y  esclavos,  que  dio  principio  el  día 
catorce  de  marzo  de  mil  ochocientos  cincuenta  y  un  años,  y 
termina  el  día  treinta  de  mayo  de  mil  ochocientos  cincuenta 
y  cuatro».  La  serie  sigue  muy  completa  hasta  los  tiempos 
modernos. 

No  pude  hallar  los  dos  primeros  libros  de  la  serie  de 
entierros,  aunque  es  muy  posible  que  existan.  El  libro  ter- 
cero comprende  de  1852  a  1856. 


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LOIZA 

Loiza. — Sabemos  que  su  archivo  parroquial  constaba,  en 
1815,  de  siete  libros  de  bautismos,  tres  de  casamientos,  tres 
de  entierros,  dos  de  confirmaciones  y  tres  de  visitas  y  edictos 
episcopales.16  bis  Esta  lista  se  encuentra  hoy  muy  reducida. 

El  libro  más  antiguo  de  bautismos  es  el  marcado  con  el 
número  4,  que  abarca  de  1785  a  1792.  Al  principio,  hay  una 
nota  del  párroco  don  Francisco  Jiménez,  donde  dice  que, 
por  no  haber  su  antecesor  anotado  partida  alguna  desde 
1781,  había  pedido  al  obispo  que  ordenase  la  manera  de 
llenar  esta  laguna.  El  obispo  Trespalacios,  por  auto  dictado 
a  9  de  noviembre  de  1785,  mandó  al  párroco  que  desde  el 
púlpito  y  por  el  tiempo  que  fuese  necesario  invitase  a  los 
feligreses  a  suplir  los  datos  relativos  a  nacimientos  y  ma- 
trimonios, y  que  con  estos  datos  procurase  suplir  las  parti- 
das de  tales  años  en  lo  posible.  Siguen  los  libros  de  bautis- 
mos señalados  con  el  número  5  (1792-1797)  y  número  6 
(1797-1805). 

Hay  también  un  libro  de  matrimonios  (1808-1856);  el  pri- 
mero de  defunciones  que  existe  abarca  de  1823  a  1834. 

La  parroquia  de  Loiza  tenía  por  titulares  al  Espíritu  San- 
to y  a  San  Patricio.  Por  muchos  años,  al  menos  desde  1809 


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a  1847  fue  su  cura  párroco  don  Juan  Baldomero  Gautier,  pro- 
bablemente emparentado  con  un  Pedro  Gautier,  emigrado 
francés  — de  Santo  Domingo,  supongo —  a  quien  se  prohibió 
en  1806  que  comprase  las  tierras  del  Duque  de  Crillon  en  Na- 
guabo.  A  propuesta  del  gobernador  Montes,  el  Gobierno  de 
Madrid  dictó  esta  medida,  basado  en  que  el  Duque  no  había 
cumplido  las  condiciones  impuestas  en  la  concesión  de  dichas 
tierras,  como  eran  las  de  contribuir  al  armamento  de  las 
milicias  y  proporcionar  reses  para  el  abastecimiento  de  la  ca- 
pital. Se  le  había  permitido  poblar  con  «católicos  extranjeros» ; 
ahora  quería  hacerlo  con  emigrados  franceses,  pero  el  Gobier- 
no estaba  molesto  por  la  mala  correspondencia  de  éstos.  El 
mismo  Pedro  Gautier  habría  entrado  en  Puerto  Rico  sin  per- 
miso. Véase  minuta  de  comunicación  al  Gobernador,  Madrid, 
30  junio  1806,  en  Arch.  Histórico  Nacional,  Madrid.  Estado, 
leg.  6.3752. 


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LUQUILLO 


Pequeño  archivo.  Conserva  un  «Libro  en  que  se  asientan 
las  partidas  de  los  que  se  casan  en  esta  iglesia  parroquial  de 
San  José  del  Luquillo»  (1799-1848).  Otro  libro  de  matrimo- 
nios (1809-1842)  existía  en  el  archivo  parroquial  de  Fajardo. 
Por  lo  menos  desde  mayo  1812  hasta  septiembre  1813  fue  cura 
ecónomo  de  Luquillo  Fr.  León  de  Caspe,  que  acaso  sea  otro 
de  los  misioneros  capuchinos  emigrados  de  Venezuela.  En 
1818  aparece  de  ecónomo  un  Fr.  Manuel  de  San  Martín. 
Hay  un  «Libro  de  confirmaciones»,  que  comienza  con  las  del 
obispo  Gutiérrez  de  Cos,  en  25  de  abril  de  1829,  pero  registra 
a  continuación  las  hechas  por  Zengotita  en  1794  y  Arizmendi 
en  1808. 


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MANATI 


Tiene  una  buena  serie  de  libros  de  bautismos,  a  partir  de 
1833,  y  lo  mismo  sucede  con  los  restantes  libros  parroquiales 
que  se  hallan  en  el  archivo  corriente.  Quedaban,  sin  embargo, 
restos  de  libros  y  papeles  más  antiguos  que  se  conservaban 
amontonados  en  una  alacena  de  la  pared,  tremendamente 
destrozados  por  el  polvo,  la  polilla,  el  agua  y  toda  clase  de 
elementos  destructivos.  Había  un  volumen  mutilado,  que  co- 
menzaba en  1744; 17  otro,  también  mutilado  y  muy  estro- 
peado, se  remontaba  a  1783.  Existían  asimismo  el  libro  quinto 
de  defunciones  (1808-1818)  y  el  cuarto  de  matrimonios  (1818- 
1852).  El  29  de  enero  de  1824  presenció  una  boda  el  P.  Paulino 
de  Pamplona,  misionero  capuchino,  ex-prefecto  de  las  misiones 
de  Maracaibo;  a  principios  de  1825  aparece  Fr.  Joaquín  de 
Ollería. 

Algo  podría  hacerse  todavía  por  la  restauración  de  estos 
papeles. 


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MAUNABO 


No  conserva  un  archivo  parroquial  de  mucha  importancia, 
pero  vale  la  pena  indicar  algunos  de  sus  más  antiguos  libros 
de  partidas.  Hay  uno  de  matrimonios  que  abarca  de  1802 
a  1848.  Desde  1804,  figura  como  párroco  don  Juan  Baldomero 
Gautier;  a  26  de  de  noviembre  de  1811,  ejerce  de  cura  ecóno- 
mo un  fr.  Bernardo  de  Obón.  El  17  de  marzo  de  1813  firma 
su  auto  de  visita  el  obispo  Arizmendi. 


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MAYAGÜEZ 


Posee  todavía  uno  de  los  buenos  archivos  parroquiales  de 
Puerto  Rico.  Su  primer  libro  de  bautismos,  en  mal  estado  de 
conservación,  pero  legible  aún,  abarca  desde  julio  de  1761  a 
septiembre  de  1763.  Al  principio  actúa  el  agustino,  misionero 
apostólico,  Fr.  Agustín  Ricardo,  quien  se  titula  «theniente  de 
cura  de  la  villa  de  San  Germán  y  capellán  de  Mayagüez».  A  4 
de  julio  de  1762,  ya  se  llama  «cura  interino  de  esta  Ribera», 
y  desde  septiembre  del  mismo  año  omite  toda  referencia  a 
San  Germán. 

El  P.  Ricardo  firma  su  última  partida  el  10  de  marzo  de 
1763  y  pocos  días  después,  el  19  de  marzo,  aparece  don  Mi- 
guel Feliciano  Rodríguez  como  «cura  rector  de  la  Iglesia  Pa- 
rroquial de  esta  dicha  rivera  de  Mayagüez»,  continuando  en 
tales  funciones  hasta  el  final  del  libro.  Este  párroco  sigue  en 
su  puesto  hasta  enero  de  1768,  según  consta  por  el  libro  rotu- 
lado hoy  1.°  B  de  bautismos  (1763-1777)  «que  se  trasuntó, 
por  su  original  estar  picado,  por  orden  de  S.  S.  Yllma.  el 
Obispo  mi  Sor.  Dr.  Dn.  Felipe  Josef  de  Trespalacios.  Desde 
el  29  de  mayo  de  1768  las  partidas  están  fechadas  en  el 
«Pueblo  de  Mayagüez».  La  serie  prosigue  con  el  «Libro  en  que 
se  asientan  las  partidas  de  los  que  se  bautisan  en  esta  Igle- 


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sia  Parroquial  de  Mayagüez,  que  comienza  a  correr  desde  pri- 
mero de  Noviembre  del  año  1777»  y  concluye  el  14  de  diciem- 
bre de  1779.  Hay  volúmenes  sucesivos  para  los  períodos  1780- 
1787,  1788-1794,  1795-1800,  1800-1802,  1802-1803,  1804-1807  — 
muy  deteriorado  por  la  tinta—,  1807-1809,  1809-1810.  En  sep- 
tiembre de  1792  hace  varios  bautizos,  con  licencia  del  Párroco, 
el  franciscano  Fr.  Marcelino  Reygada,  durante  la  visita  del 
obispo  D.  Fr.  Francisco  de  la  Cuerda;  iba  como  secretario  de 
éste  don  José  Gutiérrez  del  Arroyo.  El  P.  Reygada  era  puerto- 
rriqueño. Desde  esta  fecha,  tenemos  libros  distintos  para  blan- 
cos de  una  parte,  y  pardos,  negros,  libres  y  esclavos,  de  otra. 
A  esta  nueva  etapa  corresponden  los  libros  números  9  hasta 
el  16  (1810-1833);  cada  libro  tiene  dos  volúmenes,  según  la 
explicada  distinción.  Y  la  serie  alcanza  hasta  nuestros  días, 
prácticamente  sin  una  laguna. 

En  1814-1815  figura,  como  cura  interino  o  teniente,  el  fran- 
ciscano venezolano  Fr.  Antonio  Alemán,  probablemente  el 
«D.  Antonio  Alemán»  que  desempeñaba  el  mismo  cargo  en 
1830-1841,  y  después,  en  su  vejez,  fue  cura  de  la  villa  de  Ara- 
gua,  en  su  patria.  En  1820  era  presidente  del  convento  francis- 
cano de  Santo  Domingo. 

En  la  serie  de  registros  de  matrimonios,  el  libro  marcado 
externamente  con  el  número  3,  aunque  carente  de  portada 
original  que  justifique  esta  numeración,  comprende  de  1780 
a  1794.  Ello  hace  pensar  que  los  libros  primero  y  segundo  des- 
aparecieron en  época  reciente.  A  partir  de  1794,  la  serie  conti- 
núa bastante  completa. 

De  1780  a  1794  abarca  también  el  libro  primero  de  en- 
tierros, y  la  serie  parece  completa  desde  la  última  fecha  ci- 
tada. 

Es  importante  el  «Libro  de  Resultas  de  Visitas  y  Circula- 
res», que  comienza  con  la  visita  del  obispo  Jiménez  Pérez  (29 
de  marzo  de  1774)  y  alcanza  hasta  1795 ;  además  de  las  cartas 
circulares  y  decretos  de  los  obispos,  contiene  las  de  los  vi- 


97 


carios  generales,  durante  las  sedes  vacantes.  Otro  «Libro  de 
Ordenes  y  Circulares»  (1818-1895)  conserva  valiosos  documen- 
tos no  sólo  de  carácter  eclesiástico,  sino  que  interesan  mucho 
a  la  historia  civil.  Es  perfectamente  legible,  pero  la  tinta  lo 
va  corroyendo  y  así  sería  muy  conveniente  que  fuese  copiado. 
En  una  circular  de  5  mayo  1823,  el  vicario  capitular  don  José 
Lorenzo  Rendón  salía  al  paso  de  quienes  pretendían  que  la 
Constitución  era  de  carácter  antirreligioso.  Rendón  era  natu- 
ral de  Cumaná.  En  1814  residía  en  Santo  Domingo  y  figuraba 
al  frente  de  una  lista  de  eclesiásticos  distinguidos  recomen- 
dados por  el  Arzobispo.  El  libro  más  antiguo  de  confirmacio- 
nes contiene  las  de  Arizmendi  (junio  1814)  y  las  de  Rodríguez 
de  Olmedo  (enero  de  1819).  Está  marcado  con  el  número  2;  el 
que  le  sigue  lleva  el  número  7  (numeración  que  parece  extraña 
y  acaso  se  refiere  a  otra  cosa)  y  abarca  de  1848  a  1863 

Por  honrosa  excepción,  el  Ayuntamiento  de  Mayagüez  se 
ha  preocupado  de  su  archivo,  que  es  todavía  copioso  y  se 
halla  muy  bien  cuidado.  Sus  fondos  están  clasificados  en  dos 
grandes  seríes :  Documentos  Históricos  y  Actas  del  Ayunta- 
miento, ambas  en  volúmenes  encuadernados.  Por  desgracia, 
estos  fondos  sólo  se  remontan  a  1836. 

Hacia  la  misma  fecha  comienza  la  documentación  conser- 
vada en  el  Registro  de  la  Propiedad.  El  registro  número  3 
abarca  de  1848  a  1853.  Vi  un  cuaderno  que  va  de  1838  a  1842. 
En  esta  fecha  comienzan  los  asientos  de  otro  volumen  sin  por- 
tada. Para  este  período  de  hacia  mediados  de  siglo  existe  gran 
cantidad  de  documentos. 

El  archivo  notarial  parece  que  fue  destruido  hace  bastan- 
tes años  por  un  incendio. 


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35 


MOCA 


El  Libro  segundo  de  bautismos  alcanza  de  1782  a  1786 ; 
los  registros  de  bautismos  continúan  en  el  libro  tercero  (1786- 
1795)  y  el  quinto  (1 800-1808).  No  existe  el  libro  primero,  que 
abarcaba  desde  la  fundación  de  la  parroquia  hacia  1772.  Al 
principio  del  libro  segundo,  hay  una  nota  del  párroco  don  Ma- 
nuel Martínez  de  Zepeda  (18  de  noviembre  de  1782)  en  la  que 
se  disculpa  de  que,  una  vez  terminado  el  libro  primero,  le 
fuese  imposible  adquirir  papel  bueno,  «con  motivo  de  la  gue- 
rra», por  lo  cual  formó  el  libro  con  el  papel  disponible.  En 
realidad  no  es  malo  y  las  partidas  se  leen  perfectamente,  aun 
habiéndose  mojado  un  poco.  Existen  también  los  libros  se- 
gundo, tercero  y  cuarto  de  matrimonios  (1786-1824)  con  par- 
tidas indistintamente  de  blancos,  pardos  y  negros.  El  único 
libro  de  confirmaciones  conservado  hoy  comprende  de  1859 
a  1907. 


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36 


NAGUABO 


Conserva  parte  de  un  libro  de  bautismos,  que  abarca  de 
1798  a  1806.  Continúa  esta  serie,  desde  1806  a  1812,  con  otro 
libro  también  incompleto,  cuya  segunda  parte  contiene  par- 
tidas de  matrimonios  desde  1798  a  1806.  Por  esta  fecha  apare- 
cen firmadas  en  el  «Pueblo  de  N.  Sra.  del  Rosario  y  del 
Glorioso  Mártir  San  Juan  Nepomuceno».  Hay  fragmentos  de 
otro  libro  de  bautismos  (1813-1820)  desde  cuya  fecha  prosi- 
guen en  el  «Libro  Parroquial  donde  se  escriben  las  partidas  de 
los  que  se  bautizan  en  esta  Yglesia  Parroquial,  con  distinción 
de  calidad  pardos,  y  comienza  en  1820,  siendo  cura  ecónomo 
Fray  Manuel  de  San  Martín,  que  lo  firma». 

En  la  serie  de  registros  de  matrimonios  existe  una  laguna 
hasta  1817,  desde  cuya  fecha  hasta  1826  comprende  el  libro 
marcado  con  el  número  2,  que  se  encuentra  muy  estropeado. 
Al  final  del  mismo,  se  conserva  un  cuaderno  del  libro  segundo 
de  circulares  y  órdenes,  desde  1836  hasta  el  obispo  Puig. 

En  la  serie  de  entierros,  hay  fragmentos  de  un  libro  que 
comprende  de  1810  a  1821,  y  otro  libro  que  contiene  partidas 
de  1827  a  1847.  Por  otra  parte,  el  libro  de  entierros  rotulado 
con  el  número  5  comienza  en  1837.  Parece  que  las  encuader- 
naciones  de  estos  libros  fueron  rehechas  y  que  durante  tal 


100 


operación  se  traspapelaron  algunos  pliegos.  Varios  de  esos  li- 
bros, aparte  de  hallarse  mutilados,  se  conservan  en  bastante 
mal  estado. 

Desde  octubre  1818  hasta  septiembre  1820  fue  cura  interi- 
no el  franciscano  fr.  Vicente  Nazario  García.  Le  siguió  como 
ecónomo  Fr.  Manuel  de  San  Martín,  quien  figura  hasta  febre- 
ro de  1821.  En  1824  aparece  también  fr.  Ramón  de  Nuévalos, 
quizá  otro  emigrado  de  Venezuela. 


101 


37 

NARANJITO 


No  pude  darle  más  que  una  rápida  ojeada,  aunque  el 
párroco  Mons.  Ruiz  me  ofreció  toda  clase  de  facilidades.  La 
serie  de  libros  de  bautismos  comienza  en  1831.  Me  parece  que 
son  los  más  antiguos. 

Sobre  la  fundación  de  este  pueblo,  que  tuvo  lugar  en  1824, 
véase  la  obra  de  G.  E.  Morales  Muñoz,  Fundación  del  Pueblo  de 
Guadiana,  actual  pueblo  de  Naranjito  (San  Juan  de  Puerto 
Rico,  1948;  316  pp.). 


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38 


OROCOVIS 


El  archivo  parroquial  quedó  completamente  destruido  en 
una  de  las  últimas  inundaciones. 

Este  pueblo  fue  fundado  en  1825  con  el  nombre  de  Barros, 
que  llevó  hasta  tiempos  recientes.  Orocovis  era  uno  de  sus 
barrios. 


103 


39 


PATILLAS 


Conserva  todavía  bastantes  libros,  cuya  serie  más  antigua 
— la  de  Bautismos —  se  remonta  a  los  orígenes  del  pueblo. 
Hay  fragmentos  de  un  libro  primero  de  bautismos,  con  par- 
tidas de  1810-1815  y  1827-1828,  de  toda,  clase  de  personas.  Para 
blancos,  existe  un  libro  especial  (1813-1824),  mientras  para 
pardos  y  negros  tenemos  el  llamado  libro  segundo  (1816- 
1820)  y  otro  libro  que  abarca  desde  el  25  de  septiembre  1825 
hasta  octubre  de  1827.  Este  último  libro  se  halla  muy  estropea- 
do, a  causa  del  mal  papel  y  de  la  tinta  empleada.  Otro  libro  de 
bautismos  comprende  los  años  1834-1838.  En  diciembre  de  1834, 
firma  dos  partidas  el  franciscano  Fr.  José  Portilla,  que  debe  ser 
un  exmisionero  del  Píritu  (Venezuela),  que  en  1811  fue  encar- 
celado por  los  insurgentes.  En  1812  actuaba,  por  enfermedad 
del  párroco,  fr.  Francisco  Espina,  un  franciscano  que  más 
adelante  será  cura  de  Pampatar  y  el  Valle,  en  la  isla  Margarita. 
En  julio-agosto  de  1826  era  cura  interino  el  capuchino  fr.  Joa- 
quín de  Ollería. 

Hay  también  un  libro  de  cargo  y  data,  que  arranca  de  1810 
y  un  titulado  «Libro  3.°  para  la  formación  de  cuentas  de  la 
Archicofradía  del  Santo  Sacramento  de  esta  Parroquia  de  San 
Benito  Abad  y  Santa  Bárbara  de  las  Patillas»,  cuyo  primer 
asiento  es  del  20  de  marzo  1813. 


104 


40 


PEÑUELAS 


Los  libros  más  antiguos  se  remontan  a  1813.  Son  el  «Libro 
quinto  parroquial  para  el  asiento  de  las  partidas  de  Entierros 
que  se  hacen  en  esta  Santa  Iglesia  del  Patriarca  San  José  del 
Pueblo  de  Peñuelas. — Corriente  desde  el  mes  de  Noviembre 
del  año  de  1813»  .Concluye  en  octubre  de  1828.  Hay  otro  libro 
quinto,  en  que  se  copiaron  las  partidas  del  anterior,  pero  sólo 
hasta  1818. — De  1813  a  1823  comprende  el  libro  más  antiguo 
de  bautismos  de  pardos,  de  cuya  serie  hay  otro  libro  que  va 
de  1823  a  1827.  En  noviembre  de  1813  comienza  también  el 
libro  primero  de  bautismos  que  se  conserva.  Para  confirma- 
ciones, existe  el  «Libro  segundo»,  que  abarca  de  1829  a  1850. 

Fr.  Joaquín  de  Ollería  era  «cura  residente»  en  1827. 


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PIEDRAS  (LAS) 


Este  pueblo,  fundado  a  mediados  del  siglo  xviii,  parece 
que  perdió  su  importancia  como  consecuencia  de  la  desmem- 
bración de  su  territorio  para  formar  los  pueblos  y  parroquias 
de  Humacao  y  Juncos  a  fines  de  aquel  siglo.  Su  archivo  parro- 
quial carece  de  importancia.  El  libro  más  antiguo  es  uno  de 
matrimonios  de  pardos  y  esclavos,  que  va  de  1825  a  1847.  La 
serie  de  libros  de  bautismos  comienza  con  el  número  8,  que 
abarca  de  1851  a  1853. 


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PONCE 

Contra  lo  que  podría  esperarse,  el  archivo  parroquial  no 
conserva  nada  anterior  a  1850,  fecha  en  que  comienza  su  pri- 
mer libro  de  bautismos.  Los  de  defunciones  arrancan  de  1854, 
y  por  la  misma  fecha  empiezan  los  de  matrimonios.  ¿Existen 
fondos  más  antiguos  en  alguna  otra  parte,  por  ejemplo  en  el 
Obispado?  No  pude  averiguarlo. 

En  cambio,  es  todavía  valioso  el  Archivo  de  Protocolos,  a 
cargo  del  Lic.  don  Manuel  Toro,  que  lo  tiene  muy  bien  cuida- 
do. Conserva  protocolos  no  sólo  de  Ponce,  sino  de  Coamo  y 
Guayama.  Estos  últimos  son  los  más  antiguos,  remontándose, 
por  lo  menos,  a  1794.  El  protocolo  más  antiguo  de  Ponce  co- 
mienza en  1800,  con  las  escrituras  otorgadas  ante  el  teniente 
a  guerra  don  José  Benítez,  «Subdelegado  de  la  Intendencia  y 
Juez  Cartulario»  de  Ponce.  Conserva  también  el  «Protocolo  de 
la  Marina»,  que  arranca  de  1830.  Son  principalmente  contratos 
para  viajes  marítimos.  En  1  de  mayo  de  1830  varios  indivi- 
duos se  conciertan  para  un  viaje  a  Barcelona  en  la  goleta 
«Ninfa»,  del  capitán  José  Riera. 

En  el  protocolo  más  antiguo,  se  conserva  una  escritura  por 
la  cual  el  cura  rector  de  Ponce,  D.  José  Gutiérrez  del  Arroyo, 
reconoce  que  debe  al  presbítero  D.  Pablo  José  Rodríguez  7.000 


107 


pesos  de  plata,  «procedentes  de  la  hacienda  del  Quemado  y 
otros  terrenos  inclusos»  (7  febrero  1803).  A  fol.  33  del  cua- 
derno 1805,  hay  una  provisión  del  obispo  Arizmendi  (Puerto 
Rico,  18  octubre  1805)  requiriendo  al  teniente  a  guerra  Benítez 
que  deposite  fianza  de  2.000  pesos  para  responder  de  la  acu- 
sación que  había  hecho  contra  el  cura  Gutiérrez  del  Arroyo. 

En  un  protocolo  de  Coamo  y  Guayama  hay  varias  escri- 
turas relativas  a  la  fábrica  material  de  la  iglesia  de  Guayama, 
hacia  1794. 


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43 


QUEBRADILLAS 

Aunque  el  pueblo  se  dice  fundado  en  1823,  la  parroquia  no 
debió  comenzar  formalmente  hasta  1828,  según  parece  dedu- 
cirse de  la  siguiente  portada:  «Libro  primero  donde  se  asien- 
tan las  partidas  de  los  matrimonios  de  personas  blancas,  que 
lo  contraen  en  esta  nueva  parroquia  de  San  Rafael  Arcángel 
de  Quebradillas,  Diócesis  de  Puerto  Rico,  cuya  Iglesia  fue  ben- 
dita y  colocada  el  día  nueve  de  noviembre  del  año  del  Señor 
de  mil  ochocientos  veinte  y  ocho.  Por  el  primer  Cura  Párroco 
Rector  de  ella,  Presbítero  Don  Manuel  Marcelino  Valdés.  Da 
principio  el  día  diez  y  siete  de  los  expresados  mes  y  año. 
1828».  Concluye  en  1848  y  se  encuentra  en  buen  estado  de  con- 
servación. El  registro  de  matrimonios  de  blancos  continúa  en 
los  libros  segundo  (1848-1858)  y  tercero  (1858-1864).  El  libro 
1.°  de  matrimonios  de  pardos,  negros  libres  y  esclavos,  abarca 
desde  el  9  de  enero  1829  al  16  abril  de  1857. 

Para  bautismos,  los  tres  primeros  libros  de  blancos  com- 
prenden los  años  1828-1840,  mientras  los  dos  primeros  de 
pardos  y  negros  abarcan  de  1828  a  1870.  Hay  un  libro  segundo 
de  confirmaciones  (1875-1889);  son  todas  de  Puig  y  Monserrat, 
que  hizo  tres  visitas  al  pueblo. 


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RINCON 


Archivo  modesto,  del  cual  vale  la  pena  anotar  el  «Libro 
primero  de  Matrimonios  de  Blancos,  que  principia  el  día  pri- 
mero de  Enero  de  1830,  en  cumplimiento  del  Decreto  Supe- 
rior que  se  halla  en  el  Lib.  3.°  de  Matrimonios,  que  antes 
servía  para  todas  clases,  siendo  cura  rector  de  esta  Parroquia 
don  Pedro  Manuel  de  Telleria».  Concluye  en  1854.  De  bau- 
tismos, existen  los  dos  siguientes :  «Libro  octavo  indistinta- 
mente de  Bautismos  de  blancos,  pero  ahora  es  el  primero 
sólo  de  blancos,  que  principia  el  día  1.°  de  Enero  de  1830,  se- 
gún Decreto  Superior  que  se  halla  al  fol.  154  buelto,  siendo 
cura-rector  por  S.  M.  Pedro  Manuel  de  Telleria»  (1830-1836), 
y  «Libro  2.°  de  Bautismos  de  pardos,  negros  libres  y  esclavos, 
que  principia  en  el  mes  de  octubre  de  mil  ochocientos  treinta 
y  cuatro,  para  esta  Parroquia  de  Santa  Rosa  del  Rincón,  siendo 
Cura  beneficiado  el  infrascripto  Presbítero  Dor.  Pedro  Manuel 
de  Telleria. — Al  fin  del  Lib.  8.°  de  Bautismos  de  blancos,  etc. 
se  hallará  el  libro  primero  de  pardos,  negros  libres  y  esclavos, 
según  Superior  Decreto  estampado  al  fol.  154  del  mismo».  Hay 
también  un  libro  quinto  de  defunciones,  que  va  de  1834  a  1837. 

Resto  de  la  serie  más  antigua  de  libros  es  el  «Libro  2.°  de  la 
fábrica  material  de  esta  Parroquia  de  Señora  Sta.  Rosa  de 


110 


Lima  de  Rincón,  en  el  que  se  llevan  anualmente  las  cuentas  de 
los  caudales  correspondientes  a  dicha  fábrica  por  sus  actuales 
mayordomos,  elecciones  de  estos  e  inbentarios  de  ornamentos, 
alaxas,  escrituras,  sensos  y  demás  pertenecientes  a  la  citada 
Parroquia,  que  principia  en  1.°  de  Enero  del  año  de  1813». 
Llega  hasta  el  12  de  mayo  de  1848. 

Desde  diciembre  1835  hasta  abril  1836  aparece  como  cura 
ecónomo  fr.  Lucas  Martínez,  uno  de  los  últimos  franciscanos 
del  convento  de  San  Juan  antes  de  su  extinción.  En  1838  se 
hallaba  en  la  Aguada.  Era  natural  de  Puerto  Rico,  de  padre 
canario  y  madre  puertorriqueña;  vistió  el  hábito  franciscano 
en  San  Francisco  de  Caracas  el  año  1791. 


111 


45 


SABANA  GRANDE 


Se  da  como  fecha  de  la  fundación  de  este  pueblo  el  año 
1814,  si  bien  ya  en  1809  había  dado  su  consentimiento  para 
ello  el  Concejo  de  San  Germán,  a  cuya  jurisdicción  pertene- 
cía aquel  distrito.  Sin  embargo,  el  archivo  parroquial  no  con- 
serva documentos  que  se  aproximen  ni  remotamente  a  dichas 
fechas.  Lo  más  antiguo  que  pude  encontrar  es  un  «Tomo  2.° 
del  Libro  1.°  parroquial  de  Bautismos  de  Pardos  de  esta  de 
Sn.  Isidro  Labrador  y  Sta.  María  de  la  Cabeza  del  Pueblo  de 
Sabana  Grande.  Año  de  1827».  Hay  un  libro  segundo  de  par- 
dos (1846-1855)  y  sigue  la  serie  con  el  libro  tercero  y  siguientes. 

La  serie  de  entierros  da  principio  el  1.°  de  septiembre  de 
1833.  Existe  también  un  libro  de  cuentas  de  la  Cofradía  del 
Santísimo,  que  arranca  de  1830.18 

En  un  cuarto  fuera  del  archivo  actual,  había  otros  papeles 
y  documentos  cuyo  examen  minucioso  podría  acaso  rendir  al- 
gún fruto. 


112 


46 


SALINAS 


Archivo  bastante  completo,  cuyas  series  de  libros  parro- 
quiales se  remontan  prácticamente  a  la  fundación  del  pue- 
blo (1851).  El  libro  primero  de  bautismos  de  blancos  y  pardos 
libres  comienza  en  enero  de  1854.  Al  principio  era  una  depen- 
dencia de  Coamo;  fue  hecha  parroquia  independiente  por  de- 
creto del  gobernador  del  Obispado,  a  17  de  enero  de  1854. 
De  esta  fecha  arrancan  las  series  restantes.  Es  muy  importante 
un  libro  de  actas  y  ordenanzas  de  las  visitas  pastorales,  que 
comienza  con  una  circular  del  vicario  general  del  obispo  Gil 
Esteve,  Dr.  José  Oriot  Cost  (1.°  de  marzo  1852).  Contiene  mu- 
chos documentos  importantes  de  los  obispos  Carrión  y  Puig. 


8.  — v.  A. 


113 


47 


SAN  GERMAN 


Fue  la  población  más  importante  de  Puerto  Rico,  después 
de  San  Juan.  Desde  muy  antiguo  gozó  de  régimen  municipal 
propio.  Sin  embargo,  su  archivo  municipal  es  relativamente 
moderno,  aunque  todavía  importante.  Conserva  una  buena  co- 
lección de  libros  de  Actas  del  Ayuntamiento,  cuyo  libro  pri- 
mero abarca  de  1797  a  1808.  La  serie  continúa  hasta  1898, 
y  prosigue  aún  después  de  la  ocupación  norteamericana; 
cuando  visité  el  archivo,  en  la  primera  mitad  de  1960,  no 
pude  dar  con  varios  libros  de  mediados  del  siglo  xix,  pero 
acaso  se  hallaban  traspapelados.  Al  fin  del  libro  correspon- 
diente al  período  1823-1833,  se  encuentra  el  «Libro  primero  de 
Acuerdos  de  la  Junta  Municipal»,  organizada  en  virtud  de  la 
Ordenanza  de  Intendencias;  llega  hasta  1832. 

El  archivo  posee  otros  muchos  papeles,  en  su  mayoría  del 
siglo  xix :  padrones  de  esclavos,  cuentas,  comunicaciones  de 
los  gobernadores,  etc.  Estos  papeles  lo  mismo  que  los  citados 
libros  de  Actas,  que  hasta  no  hace  mucho  tiempo  fueron  objeto 
de  particular  atención,  merecerían  ser  cuidadosamente  revisa- 
dos y  puestos  en  condiciones  que  garanticen  su  conservación 
y  seguridad.  La  historia  de  San  Germán  lo  reclama. 


114 


En  el  Registro  de  la  Propiedad  se  conserva  todavía  el  «Li- 
bro segundo»  de  la  antigua  Anotaduría  de  Hipotecas;  comienza 
el  25  de  mayo  de  1852  y  se  refiere  a  fincas  rústicas  y  urbanas 
de  San  Germán.  No  pudimos  encontrar  el  libro  primero. 

El  archivo  notarial  o  de  protocolos  no  posee  escrituras  an- 
tiguas, y  parece  que  las  del  siglo  xvn  ya  faltaban  a  fines 
del  xviii. 

El  archivo  más  importante  es  el  de  la  Parroquia,  si  bien 
tampoco  corresponde  a  la  antigüedad  de  San  Germán.  Su  libro 
más  antiguo  es  el  primero  de  bautismos,  que  alcanza  de  1756 
a  1761.  La  serie  continúa  con  otros  libros  que  abarcan  los 
años  1770-1772,  1796-1799,  1710-1712,  1814-1819,  1819-1822,  y 
sigue  bastante  completa  en  adelante. 

El  libro  más  antiguo  de  matrimonios  va  de  1759  a  1774; 
hay  otro  de  1814  a  1824,  y  continúa  desde  entonces  la  serie 
con  bastante  regularidad. 

La  serie  de  registros  de  defunciones  comienza  con  el  «Lib. 
1.°»  (1762-1774),  conservado  no  en  su  original,  sino  en  copia 
antigua.  Las  partidas  abundan  en  datos  biográficos,  pues  suele 
indicarse  con  quien  estaba  casada  la  persona  fallecida,  sus 
hijos,  lugar  de  la  muerte  y  cargos  desempeñados.  Hay  una  la- 
guna hasta  1793,  desde  cuya  fecha  la  serie  sigue  prácticamen- 
te sin  lagunas. 

Existen  también  dos  libros  de  confirmaciones,  el  primero 
de  los  cuales  comprende  de  1792  a  1813,  y  el  segundo  prosigue 
la  serie  desde  la  última  fecha. 

A  23  de  diciembre  de  1763  era  párroco  D.  Francisco  Martí- 
nez de  la  Espada,  quien  se  titula,  además,  «electo  canónigo 
de  la  Santa  Iglesia  Cathedral  de  Puerto  Rico».  De  1796-1802 
figura  como  cura  teniente  el  ya  citado  Nazario  Vicente  García, 
posteriormente  franciscano.  D.  Lorenzo  Cestero  fue  párroco, 
vicario  foráneo  y  juez  eclesiástico  desde  1815  a  1824,  por  lo 


115 


menos.  En  el  libro  primero  de  defunciones  se  encuentra  el 
acta  de  visita  del  obispo  Martí  (28  diciembre  1763). 

Un  indicio  de  la  población  puede  hallarse  en  el  número  de 
confirmados :  2.237  en  septiembre  1792 ;  2.559  en  marzo  1798 ; 
1.376  en  18  diciembre  1813;  5.636  entre  23  diciembre  1813  y 
24  abril  1814.  Entre  los  confirmados  por  Arizmendi  el  18  de 
diciembre  de  1813  figura  un  hijo  (Gaspar)  de  Santiago  Palmer 
y  de  su  mujer  María  Segarra. 


116 


48 


SAN  LORENZO 


Pueblo  conocido  también  con  el  nombre  de  Hato  Grande, 
que  llevaba  todavía  en  1844.  Su  libro  más  antiguo  de  bautis- 
mos es  el  marcado  con  el  número  2,  que  abarca  de  1812a  1816. 
Parece  faltarle  una  hoja  al  principio,  aunque  las  partidas  co- 
mienzan en  enero  de  1812.  El  capuchino  Fr.  Atanasio  de  Al- 
balate  — acaso  un  emigrado  de  Venezuela —  figura  como  pri- 
mer «cura  ecónomo  de  este  partido  de  San  Lorenzo,  ayuda  de 
Parroquia  de  Caguas».  Al  fol.  10  y  ss.,  se  encuentra  el  acta 
de  visita  del  obispo  Arizmendi,  muy  extensa.  Reprueba  que 
se  haya  cambiado  al  pueblo  su  título  de  «S.  Miguel»  (que 
tenía  desde  antiguo  la  ermita  de  Hato  Grande)  por  el  de  San 
Lorenzo,  y  manda  que  le  sea  restituido  el  primitivo  titular. 
Notando  la  mezcla  de  partidas  de  blancos  y  negros,  ordena  que 
en  adelante  sigan  asentándose  en  este  libro  los  últimos,  abrién- 
dose uno  nuevo  para  los  blancos.  Firma  en  la  «Población  de 
San  Miguel  de  Hato  Grande,  5  de  octubre  de  1812».  A  conti- 
nuación, se  inserta  el  Arancel  que  hizo  el  obispo  Jiménez  Pérez 
en  1773. 

Efectivamente,  hay  otro  libro  de  bautismos  de  blancos, 
que  abarca  desde  noviembre  de  1812  a  noviembre  de  1827.  En 
los  registros  de  blancos  hay  una  laguna  hasta  1842,  en  que 


117 


comienza  el  «Libro  3.°  de  Bautismos  de  blancos»  — y  «pardos», 
añadió  una  mano  posterior —  que  alcanza  hasta  1852.  A  su  vez, 
existe  el  «Libro  tercero  en  que  se  asientan  las  partidas  de  bau- 
tismo de  las  personas  pardas  y  negras,  con  especificación  de 
las  libres  y  esclavas,  según  disposición  del  obispo  D.  D.  Juan 
Alexo  de  Arizmendi  en  su  santa  visita  pastoral  de  5  de  Octu- 
bre de  1812».  Comprende  de  1823  a  1830.  La  serie  de  matri- 
monios está  representada  por  un  libro  que  abarca  los  años 
1818-1829  y  por  el  libro  4.°,  muy  deteriorado,  que  comprende 
el  período  1845-1864. 

En  una  caja  de  cartón,  y  en  pésimo  estado,  había  fragmen- 
tos de  otros  libros,  que  sería  interesante  revisar,  con  vistas  a 
su  posible  restauración. 

A  tenor  de  lo  ordenado  por  Arizmendi,  el  P.  Albalate  em- 
plea el  título  de  «San  Miguel»  en  adelante;  pero  ya  el  7  de 
noviembre  de  1812  nos  encontramos  con  una  partida  de  bau- 
tismo administrado  por  Fr.  Rafael  de  la  Concepción,  «religioso 
carmelita  descalzo,  cura  ecónomo  de  esta  Parroquia  de  Nues- 
tra Señora  de  las  Mercedes  y  Sn.  Lorenzo  de  Hato  Grande». 
Es  la  primera  vez  que  se  le  llama  parroquia  en  vez  de  «par- 
tido». Con  anterioridad,  aparece  también  el  carmelita  fr.  Juan 
Lázaro  de  Santa  Teresa,  quien  bautiza  con  permiso  del  P.  Al- 
balate.  Téngase  en  cuenta  que  nunca  hubo  carmelitas  estable- 
cidos en  la  Isla. 

En  1813-1814  y  1816  ayudó  mucho  en  la  administración  de 
la  parroquia  el  franciscano  Fr.  Agustín  Benítez,  y  en  1824  era 
cura  ecónomo  su  hermano  de  hábito  el  ya  citado  fr.  Lucas 
Martínez.  De  1824  a  1830  figura  D.  Angel  Merino;  las  partidas 
están  fechadas,  al  principio  en  la  «Parroquia  de  San  Lorenzo», 
y  después  en  el  «Pueblo  de  San  Lorenzo  de  Hato-Grande».  En 
1842-1843,  hallamos  como  ecónomo  al  Lic.  D.  Juan  Francisco 
de  Santa  María,  «caballero  de  la  Orden  de  San  Juan». 


118 


49 

SAN  SEBASTIAN 


La  fundación  de  este  pueblo  se  coloca  hacia  1752,  en  un 
lugar  conocido  como  «El  Pepino»,  donde  existía  ya  una  iglesia 
dedicada  a  San  Sebastián.  Los  libros  actuales  de  su  archivo 
parroquial  distan  mucho  de  remontarse  a  tal  fecha.  El  más 
antiguo  es  el  «Libro  tercero  en  que  se  asientan  las  partidas  de 
las  personas  blancas  que  se  bautizan  en  esta  parroquia  de 
San  Sebastián  del  Pepino,  el  que  principió  en  primero  de 
Enero  del  año  de  1800».  Alcanza  hasta  1805.  Le  siguen  en  anti- 
güedad el  titulado  «Libro  1.°»  de  matrimonios,  que  abarca  de 
1819  a  1834  y  el  «Libro  segundo  de  entierros  de  personas  blan- 
cas» (1826-1832).  El  libro  3.°  de  confirmaciones  empieza  en 
1829.  Hay  también  fragmentos  de  un  libro  de  actas  de  la  Co- 
fradía del  Santísimo,  cuyo  asiento  más  antiguo  es  el  auto  de 
visita  del  obispo  Zengotita,  a  9  de  febrero  de  1799. 

Fr.  Lucas  Martínez  actúa  como  cura,  teniente  o  interino, 
en  1821,  1826  y  1828.  Otro  franciscano,  fr.  Rafael  Martínez, 
era  cura  interino  en  1802,  y  en  1814  ejercía  de  ecónomo  el 
también  franciscano  fr.  Antonio  Gamón. 


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50 


TOA  ALTA 


El  volumen  más  antiguo  es  uno,  muy  estropeado,  de  cir- 
culares y  órdenes,  que  comienza  con  la  visita  del  obispo  Gil 
Esteve  (13  de  enero  de  1852).  Los  de  matrimonios  arrancan 
de  1857  y  los  de  bautismos  de  1861. 

Estos  libros  llevan,  respectivamente,  los  números  5  y  10, 
lo  cual  indica  que  se  han  perdido  muchos  libros  anteriores. 
El  pueblo  se  dice  fundado  en  1751. 


120 


51 


TOA  BAJA 


Comienza  la  serie  de  libros  de  bautismos  con  el  de  pardos 
y  esclavos,  1830-1835,  y  sigue  regular  desde  entonces.  El  libro 
número  9  contiene  bautismos  de  esclavos  (1843-1850).  En  1843 
comienza  también  el  libro  más  antiguo  de  entierros.  En  cam- 
bio, el  primero  de  matrimonios  abarca  de  1815  a  1863.  A  14 
de  junio  de  1824,  el  «cura  teniente»  Fray  Florencio  Navarro 
casó  a  D.  Francisco  Tovar,  «natural  de  la  ciudad  de  Caracas 
en  Costafirme,  vecino  de  dicha  Vega  Baja,  hijo  legítimo  de 
D.  Martín  Melchor  y  de  Da.  Agueda  Fernández  de  la  Coba, 
ya  difuntos,  y  viudo  en  segundas  nupcias  de  doña  María  Ni- 
colasa  Negrón,  y  [a]  doña  Micaela  Salgado,  de  este  vecinda- 
rio, hija  legítima  de  Dn.  Manuel  y  de  Da.  María  Román» 
(fol.  31).  Fr.  Florencio  Navarro  era  un  franciscano  puertorri- 
queño, que  en  1819  fue  elegido  guardián  del  convento  de 
Coro;  a  causa  de  las  perturbaciones  aquella  provincia,  pi- 
dió ser  exonerado  de  su  cargo  y  que  se  le  permitiese  regre- 
sar a  Puerto  Rico. 

El  P.  Navarro  había  vestido  el  hábito  franciscano  en  San 
Francisco  de  Puerto  Rico,  haciendo  el  núm.  87  de  los  no- 
vicios que  ingresaron  en  aquel  noviciado,  según  una  lista 
que  tengo  en  mi  poder. 


121 


52 


TRUJILLO  ALTO 


Aunque  el  pueblo  se  tiene  como  fundado  en  1801,  el  ar- 
chivo parroquial  no  parece  conservar  papel  alguno  de  aque- 
lla fecha.19  El  libro  más  antiguo  de  bautismos  es  el  segundo 
que  alcanza  de  1821  a  1831.  Hay  partidas  sueltas  anteriores, 
que  debieron  pertenecer  al  libro  primero;  pero  esta  numera- 
ción debe  arrancar  de  la  fecha  en  que  se  mandó  asentar  se- 
paradamente las  partidas  de  blancos  y  de  pardos  y  negros, 
hacia  1810  o  después.  Hay,  en  efecto,  partidas  sueltas,  tanto 
de  bautismos  como  de  matrimonios  y  entierros,  que  deben 
pertenecer  a  los  libros  primeros  de  sus  respectivas  series, 
pero  ninguna  se  remonta  más  allá  de  1817. 

A  partir  de  los  libros  segundos,  el  archivo  se  halla  muy 
completo  y  bien  cuidado,  habiendo  sido  encuadernados  re- 
cientemente todos  los  volúmenes.  Algunos,  sin  embargo,  no 
se  hallan  en  buen  estado  de  conservación,  como  sucede  con  el 
tercero  de  bautismos  de  blancos  y  pardos  (1850-1853)  casi  in- 
servible por  efecto  de  la  mala  tinta  y  el  mal  papel. 

Sobre  Trujillo  Bajo,  véase  lo  escrito  al  tratar  de  la  Ca- 
rolina. Ambos  Trujillo  habrían  tomado  el  nombre  de  Alonso 
de  Trujillo,  poblador  del  siglo  xvi  (Morales  Muñoz,  Bol.  de 
Hist.  Puertorriqueña,  I,  1948,  20-22). 


122 


53 


UTUADO 

Archivo  bien  conservado  en  la  actualidad,  pero  falto  de 
muchos  libros  antiguos.  En  la  serie  de  bautismos,  el  primero 
es  el  libro  tercero,  que  abarca  de  1792  a  1804.  Siguen  los  libros 
cuarto  (1804-1812),  quinto  (1813-1817)  y  sexto  (1817  en  adelan- 
te). La  serie  continúa  posteriormente. 

Los  registros  de  matrimonios  comienzan  con  el  «Libro  2.° 
de  Matrimonios  en  que  por  disposición  del  Illmo.  Sr.  Dr.  Don 
Mariano  Rodríguez  de  Olmedo  y  Valle,  Obispo  de  esta  Diócesis, 
se  empezaron  a  asentar  las  partidas  de  las  personas  blancas, 
[que]  casaren  en  esta  Parroquia  del  Arcángel  Sn.  Miguel  de 
Utuado,  desde  septiembre  de  mil  ochocientos  diez  y  ocho».  El 
libro  tercero  de  matrimonios,  para  pardos  y  morenos  libres  y 
esclavos,  comienza  en  enero  de  1821.  Esta  numeración,  como 
se  ve,  arranca  de  la  fecha  en  que  Rodríguez  de  Olmedo  mandó 
separar  las  partidas  de  blancos  y  castas.  Hay  un  libro  de  de- 
funciones (27  de  agosto  1793  a  31  de  marzo  1810).  El  segundo 
de  confirmaciones  abarca  desde  1829  hasta  1859. 

En  diciembre  de  1804  aparece  como  cura  ecónomo  un  fr. 
Sancho  de  Santa  Bárbara  Barreto,  cuya  orden  religiosa  no  se 
indica.  El  16  de  febrero  de  1806  hizo  un  bautizo,  con  licencia 
del  párroco,  el  P.  Juan  Antonio  Mombrun,  franciscano  cara- 


123 


queño,  de  padre  francés  y  madre  española,  quien  pocos  años 
después  figuraría  entre  los  franciscanos  acusados  de  subver- 
sión por  el  gobernador  Menéndez.  Además  del  ya  citado  P.  Flo- 
rencio Navarro,  que  figura  como  cura  ecónomo  en  1821-1822, 
otros  dos  franciscanos  de  significación  aparecen  en  estos  li- 
bros :  el  caraqueño  P.  Juan  Morales,  que  pasó  largos  años  en- 
señando en  S.  Francisco  de  San  Juan,  del  cual  fue  uno  de  los 
últimos  guardianes,  y  el  puertorriqueño  P.  Angel  de  la  Con- 
cepción Vázquez.  Ambos  fueron  miembros  activos  de  la  Socie- 
dad Económica  de  Puerto  Rico. 

El  último,  al  registrar  un  bautismo  en  abril  de  1810,  se  dice 
«Lector  de  Artes  del  Convento  de  Puerto  Rico». 


124 


54 


VEGA  ALTA 


Archivo  notable,  del  cual  se  hallan  en  buen  estado  los  li- 
bros que  fueron  modernamente  encuadernados.  El  más  anti- 
guo de  bautismos  comprende  desde  octubre  1805  a  octubre 
1813.  Faltan  los  seis  primeros  folios  y  está  mutilado  también 
al  final.  Se  trata  de  la  Parroquia  de  la  Inmaculada  Concep- 
ción de  la  «Rivera  de  la  Vega  Alta  de  Espinosa»;  desde  no- 
viembre de  1808,  aparece  asimismo  como  patrono  el  Patriarca 
San  José.  En  1806  se  encuentran  bastantes  partidas  firmadas 
por  el  franciscano  Fr.  Rafael  José  Martínez,  algunas  veces 
como  «cura  ecónomo».  Los  folios  51  al  76  pertenecen  a  otro 
libro  y  contienen  partidas  desde  22  de  septiembre  1798  hasta 
septiembre  de  1800.  Este  debe  ser  el  libro  tercero  de  la  serie 
original,  pues  le  sigue  cronológicamente  el  «Libro  quarto  en 
que  se  asientan  las  Partidas  de  todas  las  Personas  que  reciben 
el  Bautismo  en  la  Santa  Yglesia  Parroquial  de  la  Inmaculada 
Concepción  y  Patriarca  Señor  San  Josef  de  este  Pueblo  de 
la  Vega  Alta  de  Espinosa,  en  la  Isla  de  San  Juan  Bautista  de 
Puerto  Rico.  Y  empieza  a  correr  desde  el  día  primero  de  Junio 
del  año  de  mil  ochocientos  catorce».  Desde  diciembre  1814,  se 
le  llama  «Pueblo»  y  no  «Ribera».  El  libro  alcanza  hasta  1829, 
pero  desde  1818  sólo  contiene  partidas  de  pardos  y  negros, 


125 


pues  las  de  blancos  fueron  asentadas  desde  entonces  en  el 
libro  rotulado  hoy  3.°,  que  lleva  por  título:  «Libro  1.°  en  el 
que  se  deven  asentar  las  partidas  de  bautismos  de  las  personas 
blancas,  según  lo  dispuesto  por  el  Illmo.  Sr.  D.  Dn.  Mariano 
Rodríguez  de  Olmedo...  en  resulta  de  su...  visita  de  esta  Parro- 
quia en  el  que  mandó  se  continuase  asentando  en  el  libro  visi- 
tado las  de  los  pardos  y  morenos  exclusivamente,  en  el  que  se 
acostumbraba  antes  extender  las  de  todas  clases,  aunque  con 
la  respectiva  nota  de  calidad;  el  que  da  principio  en  el  mes 
de  mayo  de  1818».  Los  bautismos  de  blancos  siguen  en  el  libro 
3.°  bis  (1838-1852)  y  los  de  pardos  y  negros  en  los  libros  rotu- 
lados cuarto  (1829-1841)  y  quinto  (1841-1848). 

En  la  serie  de  matrimonios,  hay  un  libro  titulado  2.°,  con 
partidas  de  «todas  personas»  (1815-1852);  pero  desde  1818, 
por  disposición  del  obispo  Rodríguez  de  Olmedo,  se  comenzó 
un  registro  especial  para  blancos,  cuyos  dos  primeros  libros 
alcanzan  hasta  1852.  La  serie  sigue  bastante  completa  en  ade- 
lante. A  23  agosto  de  1823  actúa  el  P.  Florencio  Navarro,  «reli- 
gioso presbítero  de  nuestro  Padre  San  Francisco»,  y  en  enero 
de  1831  el  P.  Vicente  Nazario  García. 

Respecto  a  partidas  de  defunción,  hay  hojas  sueltas  que 
van  de  1808  a  1818;  el  libro  5.°  de  esta  serie  abarca  de  1835 
a  1845. 


126 


55 


VEGA  BAJA 


La  serie  de  registros  de  bautismos  empieza  con  el  «Libro 
en  que  se  asientan  [las  partidas]  de  Bautismos  que  se  [cele- 
bran en  la]  Ayuda  de  Parroquia  de  Nuestra  Señora  del  Rosario 
del  Naranjal,  y  comienzan  a  seguir  desde  el  29  de  abril  del 
año  de  1791. — Libro  1.°  Año  1791».  Las  partidas  están  fecha- 
das en  el  «Pueblo  de  Nuestra  Señora  del  Rosario  de  la  Vega 
Baja»;  a  26  de  junio  de  1792  fue  visitada  por  el  obispo 
D.  Francisco  de  la  Cuerda  esta  «Yglesia  nuevamente  erigida 
en  Ayuda  de  Parroquia  de  la  de  Manatí,  desde  veinte  y  ocho 
de  abril  del  año  próximamente  pasado  de  noventa  y  uno». 
Alcanza  este  libro  hasta  1805;  falto  de  algunas  hojas,  fue  res- 
taurado cuidadosamente  por  la  misma  mano  que  hizo  igual 
trabajo  en  Vega  Alta.  Me  dijeron  que  se  trataba  del  antiguo 
párroco  P.  Cabrera. — Le  sirve  de  continuación  el  «Libro  for- 
mado en  este  partido  de  la  Vega  Vaxa  de  N.  S.  del  Rosario  del 
Naranjal...,  en  que  se  asientan  las  partidas  de  Bautismos,  con 
distinción  de  clazes;  comenzado  en  el  año  de  1805  y  mes  de 
febrero  en  donde  espira  el  que  queda  archivado».  Termina  en 
1825;  está  dividido  en  los  vols.  1,  2  y  3. 

Los  registros  de  casamientos  empiezan  con  el  «Libro  en  que 
se  extienden  las  partidas  de  Matrimonios  que  se  hazen  en  esta 


127 


parroquia  de  Nuestra  Señora  del  Rosario  de  la  Vega  Vaxa  del 
Naranjal...  y  da  principio  en  22  de  abril  de  1805. — Libro  2.° 
y  queda  para  pardos  y  morenos,  por  disposición  del  Illmo.  Sor. 
D.  D.  Mariano  Rodríguez  de  Olmedo...,  año  de  1818...».  Para 
los  blancos  hay  un  libro  especial  (1819-1839)  y  desde  esta  últi- 
ma fecha  sigue  el  libro  tercero. 

Hay  un  libro  de  confirmaciones  (1818-1842)  y  dos  libros  de 
mayordomía  (1883-1879).  Asimismo,  un  libro  de  circulares,  muy 
mutilado,  pero  con  documentos  de  gran  interés  desde  1792. 

Vega  Baja  cuenta  con  una  vasta  iglesia  fabricada  a  media- 
dos del  siglo  xix.  Los  datos  relativos  se  conservan  en  volumen 
titulado  Datos  edificación  Iglesia.  En  1856  se  requería  al  inge- 
niero D.  Ramón  Soler  para  que  presentase  los  planos  que  se  le 
habían  encargado.  De  la  vieja  iglesia,  se  decía  en  1836  que 
era  buena  y  se  hallaba  en  perfecto  estado. 

A  este  archivo  vino  a  parar  también  un  libro  de  Actas  Mu- 
nicipales, de  Vega  Baja,  que  abarca  de  1856  a  1859.  Debido  a  la 
mala  calidad  del  papel  y  de  la  tinta,  la  escritura  se  halla  muy 
desvaída,  aunque  es  legible  todavía. 


128 


56 


VIEQUES  (ISLA  DE) 


Los  libros  parroquiales  arrancan  de  1844,  o  sea  desde  la 
misma  fundación  del  único  pueblo  de  la  Isla:  Isabel  II.  El 
libro  primero  de  bautismos  contiene,  separados,  los  de  libres 
(1844-1858)  y  de  esclavos  (desde  enero  1844  en  adelante);  el 
segundo  de  libres  abarca  de  1858  a  1864. 

El  primero  de  matrimonios  comprende  de  1844  a  1881 ;  al 
principio,  hay  dispensas  matrimoniales  otorgadas  por  los  obis- 
pos Carrión  y  Puig.  Estos  dos  obispos  visitaron  la  Isla,  respecti- 
vamente, en  1860  y  1865,  y  en  1876  y  1882,  según  consta  en  un 
libro  de  confirmaciones. 


9.  — v.  A. 


129 


57 


YABUCOA 


Según  el  inventario  que  se  incluye  en  las  cuentas  de  1815, 
el  archivo  parroquial  poseía  entonces  cinco  libros  de  bautismos, 
dos  de  matrimonios,  uno  de  entierros,  uno  de  confirmaciones 
y  dos  de  circulares.  De  estos  libros,  sólo  existe  hoy  uno  de  ma- 
trimonios de  blancos  (1813-1820)  marcado  externamente  con  el 
número  3.  Siguen  las  partidas  de  blancos  en  un  segundo  libro 
— muy  dañado  por  el  agua —  que  abarca  de  1821  a  1850,  y  hay 
también  un  «Libro  Parroquial  de  Matrimonios  de  pardos,  ne- 
gros libres  y  esclavos,  el  qual  da  principio  el  día  ocho  de 
Febrero  del  año  de  1832,  siendo  Cura  Párroco  de  esta  Santa 
Yglesia  de  los  Santos  Angeles  Custodios  y  S.  Vicente  Ferrer 
del  Pueblo  de  Yabucoa,  el  Presbítero  D.  Andrés  Corcino  de 
Rivera  y  su  teniente  el  Presbítero  firmado,  José  Rafael  Rodrí- 
guez». Alcanza  de  1832  a  1850. 

En  la  serie  de  bautismos,  se  conserva  un  libro  con  par- 
tidas de  1805  a  1814,  otro  — muy  estropeado —  que  comprende 
de  1808  a  1812,  y  fragmentos  de  uno  para  pardos  libres  y  para 
esclavos  (1813-1820).  Para  blancos,  hay  otro  que  va  de  1817 
a  1824;  también  fragmentos  de  otro  libro  de  bautismos  (12 
junio  1827  a  marzo  1836). 

Un  libro  mutilado  de  entierros  contiene  partidas  desde 


130 


diciembre  1797  hasta  1894.  Han  desaparecido  los  dos  libros  de 
circulares  mencionados  en  el  inventario  de  1815,  pero  existe 
un  «Libro  tercero  que  contiene  las  resultas  de  visitas,  Reales 
Ordenes  y  Disposiciones  de  los  limos.  Sres.  Obispos  de  esta 
Diócesis,  que  dio  principio  en  el  mes  de  febrero  de  1825».  Ter- 
mina con  el  obispo  Puig,  conteniendo  disposiciones  del  vica- 
rio general  Lic.  Nicolás  de  Andrade,  obispo  Gutiérrez  de  Cos, 
de  nuevo  Andrade  (1839),  obispo  Fr.  Francisco  de  la  Puente 
y  su  vicario  general  don  Domingo  González  de  Mendoza  (quien 
dispone  en  1849  sobre  el  Seminario  Conciliar  y  becas  dejadas 
por  Gutiérrez  de  Cos).  En  la  visita  pastoral  de  1850,  firma 
como  secretario  del  obispo  Gil  Esteve  el  presbítero  Benigno 
Luis  Carrión. 

En  1814-1815  era  cura  ecónomo  el  P.  Juan  Antonio  Mom- 
brún. 


131 


58 


YAUCO 


Uno  de  los  mejores  archivos  parroquiales  de  Puerto  Rico. 
Su  libro  más  antiguo  es  uno  de  circulares  y  resultas  de  visitas, 
que  comienza  en  1706  con  el  obispo  Urtiaga  y  concluye  en  1816. 
El  pueblo  de  Yauco  no  fue  fundado  hasta  mediados  del  si- 
glo xviii,  así  que  las  circulares  y  resultas  anteriores  son  dis- 
posiciones de  origen  general,  recogidas  por  tal  motivo  en  este 
libro.20 

Tanto  la  serie  de  matrimonios  como  la  de  entierros  arran- 
can de  1751,  cuando  las  partidas  se  fechan  aún  en  la  «Rivera 
de  Nra.  Señora  del  Rosario  de  Yauco».  Los  primeros  libros  de 
estas  series  se  conservan  en  copias  muy  buenas,  mandadas  sa- 
car en  1813  por  el  obispo  Arizmendi,  quien  el  4  de  diciembre 
de  dicho  año  disponía  que  las  partidas  de  matrimonios  del 
«primer  volumen...  que  da  principio  en  dies  y  nueve  de  Marzo 
de  mil  setesientos  cinquenta  y  uno  y  termina  en  veinte  y  qua- 
tro  de  Febrero  de  mil  setesientos  sesenta  y  cinco,  desde  cuyo 
timpo  no  existe  otro  hasta  el  que  corre  de  primero  de  Septiem- 
bre de  setecientos  sesenta  y  siete  a  veinte  de  Marzo  de  mil 
setecientos  y  setenta,  reducido  a  un  quaderno  muy  deteriorado, 
expuestas  a  extraviarse  muchas  partidas,  como  ya  ha  sucedi- 


132 


do»,  debían  ser  pasadas  a  un  nuevo  libro,  «conservando  los 
originales».  Fueron  copiados,  efectivamente,  estos  libros,  que 
forman  uno  solo,  con  partidas  desde  el  29  de  marzo  de  1751 
hasta  el  20  de  marzo  de  1770.  Desde  enero  de  1760,  están  fe- 
chadas en  el  «Pueblo  de  Nuestra  Señora  del  Rosario  de 
Yauco». 

Los  registros  de  entierros  continúan  muy  completos  en 
libros  que  abarcan,  sucesivamente,  los  períodos  1770-1785,  1786- 
1802,  1802-1808,  1808-1818,  1818-1826.  Todos  muy  bien  conser- 
vados y  con  datos  de  gran  interés. — Para  matrimonios,  ade- 
más del  citado  libro  primero  (1751-1770)  hay  otros  para  1770- 
1794,  1794-1810,  1810-1824;  desde  1814,  este  último  libro  queda 
reservado  para  pardos  y  negros,  abriéndose  otro  para  blancos, 
que  va  de  1814  a  1854.  Los  matrimonios  de  pardos  y  negros 
siguen  en  otro  libro  de  1825  a  1840. 

En  cambio,  el  primer  libro  de  bautismos  que  pude  encon- 
trar abarca  de  agosto  1769  a  febrero  de  1777,  siguiendo  desde 
entonces  la  serie  con  libros  para  1777-1789,  1789-1804,  1804- 
1808,  1808-1813,  1813-1821 ;  este  último  queda  reservado  para 
pardos  y  negros,  en  virtud  de  orden  del  obispo  Arizmendi  (di- 
ciembre de  1813),  abriéndose  uno  nuevo  para  blancos  (1814- 
1837).  Desde  1821  a  1824  hay  otro  libro  para  pardos  y  negros. 

Los  registros  de  confirmaciones  comienzan  a  31  de  di- 
ciembre de  1759,  con  las  hechas  por  el  obispo  Martínez  de 
Oneca;  siguen  en  este  primer  libro  las  de  los  obispos  Martí, 
Jiménez  Pérez,  Trespalacios,  Francisco  García  de  la  Cuerda  y 
Zengotita  (abril  1798).  Hay  otro  libro  para  las  restantes  de 
Zengotita  y  Arizmendi,  y  otro  para  las  de  Gutiérrez  de  Cos. 

Este  archivo  conserva  también  una  buena  cantidad  de  dis- 
pensas matrimoniales,  muchas  de  ellas  pertenecientes  a  la  pri- 
mera mitad  del  siglo  xix. 

Entre  diciembre  1767  y  febrero  1768  actúa  un  fr.  José  Fe- 
lipe de  la  Escalera,  que  acaso  era  dominico.  Por  muchos  años, 


133 


a  principios  del  siglo  xix  fue  cura  el  padre  Manuel  Capacete. 
En  su  visita  de  21  abril  1776,  el  obispo  Jiménez  Pérez  llevó 
como  secretario  al  famoso  fr.  Iñigo  Abbad;  a  don  Francisco 
de  la  Cuerda  (octubre  1792)  le  acompañaba,  como  predicador, 
el  P.  Marcelino  Reygada. 


134 


59 


ISLAS  VIRGENES 


Teniendo  en  cuenta  las  seculares  relaciones  de  las 
Islas  Vírgenes  con  Puerto  Rico,  a  cuya  circunscripción  ecle- 
siástica pertenecieron  hasta  fecha  reciente,  quise  complemen- 
tar mi  estudio  de  los  archivos  puertorriqueños  con  una  visita 
a  los  de  las  islas  citadas.  Esta  visita  alcanzó  tan  sólo  a  las 
islas  de  St.  Thomas  y  St.  Croix,  las  únicas  cuyos  archivos 
eclesiásticos  ofrecían  alguna  esperanza  de  fruto  para  el  inves- 
tigador. Los  archivos  civiles  se  encuentran  repartidos  entre  los 
archivos  nacionales  de  Dinamarca  (Copenhaguen)  y  Estados 
Unidos  (Washington,  D.  C). 

Entre  los  archivos  parroquiales,  el  más  importante  es  el 
de  St.  Thomas,  pero  incluso  éste  no  posee  nada  anterior  a 
1778.  En  efecto,  su  libro  parroquial  más  antiguo  es  uno  que 
contiene  extractos  de  actas  de  bautismos,  matrimonios  y  en- 
tierros, desde  1778  a  1805,  más  una  correspondiente  a  1809. 
Estos  extractos  fueron  hechos  en  1842  por  el  cura  J.  Culan, 
cuya  firma  aparece  al  pie  de  cada  página  junto  con  la  fecha. 
Apenas  se  encuentran  apellidos  hispánicos.  El  libro  parece  ha- 
ber sido  dañado  por  el  fuego,  pero  las  partidas  se  leen  sin 
dificultad. 


135 


El  segundo  libro  de  la  serie  1809-1817)  se  conserva  original 
y  continúa  el  registro  de  partidas  en  la  misma  forma  (bautis- 
mos, matrimonios,  defunciones).  Figura  al  principio  la  autori- 
zación del  Gobierno  de  la  Isla,  fechada  en  la  Governmenthouse, 
St.  Thomas,  1  agosto  de  1809,  y  sellada  con  sello  rojo.  La  pri- 
mera partida  es  la  del  matrimonio  de  Henry  Rockliff  (sic) 
con  Magdalena  Rockliff,  previa  licencia  del  comandante  en 
jefe,  subgobernador  de  St.  Thomas,  Fitrroy  of  Grafton  Mac- 
lean.  Estas  licencias  aparecen  muchas  veces  en  bodas  de  mi- 
litares. Como  cura  figura  en  todo  este  libro  segundo  Fran- 
cois  des  Beauchamps,  quien  firma  con  vacilante  ortografía. 
Fuera  de  los  mencionados  casos  de  militares,  las  partidas  se 
refieren  casi  todas  a  negros  y  mulatos.  Las  partidas  están 
generalmente  en  francés. 

El  3  de  septiembre  1810  fue  bautizada  Rosa,  hija  de  Pedro 
Parreño  y  de  Margarita  Paulian.  Hacia  el  mismo  tiempo,  apa- 
recen varios  hijos  naturales  de  David  Valencia  y  María  Da- 
mita  Valencia.  En  1812  empiezan  a  encontrarse  nombres  his- 
pánicos (Quintana,  Rodrigo,  Gómez,  García,  López...)  muchos 
de  ellos  naturales  de  Santo  Domingo;  en  algunos  casos,  se 
hace  constar  que  son  refugiados  de  dicha  Isla.  A  14  de  agosto 
de  1814,  contrajo  matrimonio  en  St.  Thomas  Pierre  Gautier, 
vecino  de  Ponce  (Puerto  Rico)  con  María  Rumeau.  El  era  na- 
tural de  Burdeos,  hijo  legítimo  de  los  difuntos  Juan  Gautier 
y  Ana  Faugerold  (sic) ;  ella  natural  de  Santo  Domingo. 

Durante  los  años  1814  y  1815  es  muy  grande  el  número 
de  refugiados  de  Venezuela  que  aparecen  en  las  partidas. 
Actúan  incluso  varios  sacerdotes  de  apellido  hispánico,  si 
bien  todos  con  licencia  del  cura  Beauchamps.21  Esta  abun- 
dancia de  apellidos  hispánicos  disminuye  un  poco  desde  co- 
mienzos de  1816,  pero  continúa  notándose  la  presencia  de 
una  buena  colonia  latina  durante  los  años  siguientes.  De  1825 
a  1828  figura  al  frente  de  la  parroquia  don  Dionisio  de  Mene- 
ses,  quien  se  titula  «canónigo  y  cura  católico  de  esta  de 


136 


St.  Thomas».  Redacta  todas  las  partidas  en  castellano,  cosa 
que  ya  solía  hacerse  de  vez  en  cuando  durante  los  años  ante- 
riores. En  diciembre  de  1827  le  sucede  en  el  curato  Lamberto 
Pelegrín,  quien  redacta  las  partidas  en  francés. 

El  libro  de  bautismos  más  antiguo  de  la  Parroquia  de  San 
Patricio,  en  Frederiksted  (St.  Croix),  comienza  en  1821.  La 
mayoría  son  partidas  de  esclavos,  firmadas  por  el  cura  John  L. 
Hayes.  Desde  noviembre  de  1823,  le  sustituye  el  Padre  Geor- 
ge  Chambers,  irlandés,  de  34  años,  quien  falleció  el  9  de  sep- 
tiembre de  1823,  cuando  sólo  llevaba  nueve  meses  en  las  An- 
tillas, según  recuerda  Hayes  en  dolorida  nota.  Según  consta 
en  hoja  suelta  al  principio  del  libro,  Hayes  — John  Lacy 
Hayes —  había  llegado  a  la  Isla  el  13  de  diciembre  de  1819, 
no  encontrando  ya  allí  a  su  predecesor,  Mateo  Herard.  Cuan- 
do tres  años  después  — el  10  de  noviembre  de  1822 —  llegó 
a  St.  Croix  el  mencionado  Padre  Chambers,  se  encontró  con 
que  Hayes,  su  condiscípulo  en  el  Real  Colegio  de  Maynooth 
(Irlanda),  había  dejado  la  isla  en  busca  de  un  compañero... 
Hayes  continúa  de  cura  hasta  febrero  de  1827,  en  que  le  sus- 
tituye por  algún  tiempo  Patrick  D.  Leary;  pero  Hayes  reapa- 
rece y  figura  por  lo  menos  hasta  septiembre  de  1828.  Le  si- 
guen P.  B.  Murphy  (1830-1832)  que  se  dice  nombrado  por  el 
vicario  apostólico  de  las  Antillas  inglesas,  holandesas  y  da- 
nesas, Mons.  MacDonnell;  J.  Gabat  (1832-1834);  F.  O.  Kennelly 
(1834-1839);  R.  C.  Walsh  (junio-septiembre  1839)  quien  pare- 
ce ser  sólo  un  sustituto  temporal  del  Padre  Kennelly,  que 
reaparece  en  septiembre  de  1839.  Las  actas  están  redactadas 
en  inglés;  no  aparecen  nombres  hispánicos.  La  situación,  co- 
mo se  ve,  es  completamente  distinta  de  la  que  ofrece  St. 
Thomas. 


137 


EPILOGO 


No  abrigo  la  pretensión  de  haber  dado  a  conocer  en  este 
informe  todos  los  fondos  documentales  que  poseen  los  archi- 
vos y  bibliotecas  de  Puerto  Rico.  En  primer  lugar,  mi  estu- 
dio se  limita  a  los  centros  de  carácter  público.  Es  posible 
que  mucha  documentación  de  importancia  se  encuentre  en  co- 
lecciones particulares,  campo  en  el  cual  ni  siquiera  he  pre- 
tendido entrar,  si  bien  considero  que  sería  muy  importante 
hacerlo.  Dentro  de  esta  limitación  a  los  archivos  y  bibliotecas 
de  índole  más  o  menos  pública,  mi  informe  no  puede  refle- 
jar más  que  la  situación  existente  hacia  mediados  del  año 
1960.  Lo  que  era  exacto  en  dicha  fecha  quizá  no  lo  sea  ya 
en  1963.  Es  más,  espero  que  las  cosas  hayan  mejorado  desde 
entonces.  Me  hago  la  ilusión  de  que  mi  visita  a  tantos  archi- 
vos olvidados  y  abandonados  haya  despertado  algún  interés 
en  quienes  tienen  la  obligación  de  conservarlos. 

Esto  por  lo  que  toca  a  los  archivos  parroquiales  y  a  los 
pocos  municipales  y  notariales  de  la  Isla.  Otros  archivos  se 
hallan  todavía  en  período  de  organización  y  hay  que  esperar 
novedades  continuas  en  los  mismos,  no  sólo  respecto  al  vo- 
lumen de  sus  fondos,  sino  hasta  de  su  organización,  debido 
al  descubrimiento  de  nuevos  documentos,  a  la  posibilidad  de 
obtener  nuevos  locales  y  a  otras  circunstancias.  Tal  sucede, 


138 


por  ejemplo,  con  el  Archivo  General  de  Puerto  Rico,  para  el 
cual  se  halla  en  vías  de  acondicionamiento  un  amplio  edificio 
que  permitirá  instalarlo  en  condiciones  muy  distintas  a  la 
estrechez  actual.  Otro  ejemplo  es  el  Archivo  Eclesiástico  de 
San  Juan,  que  desde  su  reorganización  en  la  primavera 
de  1960  no  ha  cesado  de  mejorar,  aunque  ello  no  sea  en  la 
medida  y  con  la  urgencia  que  el  caso  requiere. 

Bien  sentadas  estas  salvaguardias,  está  claro  que  el  pre- 
sente estudio  representa  un  avance  radical  en  el  conocimiento 
de  los  archivos  históricos  del  Puerto  Rico.  Para  convencerse 
de  ello,  bastaría  hacer  una  ligera  comparación  de  las  noti- 
cias recogidas  aquí  con  las  que  traen  las  dos  obras  más  re- 
cientes que  se  ocupan  del  asunto.  Una  es  Los  archivos  de  la 
Historia  de  América  (México,  Comisión  de  Historia,  1961)  en 
la  cual  sólo  pude  dedicar  a  Puerto  Rico  (vol.  I,  391-393)  un 
par  de  páginas,  a  base  de  informes  que  no  resultaron  del  todo 
exactos.  Aunque  publicada  en  1961,  esta  obra  estuvo  en  curso 
de  impresión  durante  varios  años,  sin  que  el  autor  pudiese 
hacer  correcciones  o  adiciones.  La  segunda  obra  aludida  es 
A  Guide  to  Archives  and  Manuscripts  in  the  United  States 
(New  Haven,  Yale  University  Press,  1961;  XXIII,  775  pp.), 
editada  por  Philip  M.  Hamer  bajo  los  auspicios  de  la  National 
Historical  Publications  Commission.  Si  bien  la  obra  preten- 
de dar  información  hasta  comienzos  de  1960,  y  abarca  en  sus 
propósitos  toda  clase  de  repositorios  de  manuscritos,  sólo 
dedica  breves  notas  (p.  560)  al  Archivo  General  de  Puerto 
Rico  y  a  la  Biblioteca  de  la  Universidad,  Río  Piedras. 

En  cuanto  al  valor  de  los  archivos  que  forman  el  objeto 
de  este  informe,  huelga  poner  de  relieve  la  importancia  del 
Archivo  General  de  Puerto  Rico  para  la  historia  de  la  Isla  en 
el  siglo  xix.  Dígase  lo  mismo  del  Archivo  Eclesiástico  de 
San  Juan,  aún  reducido  a  su  pobre  estado  actual.  La  colección 
de  documentos  conservada  en  la  Biblioteca  Carnegie  — proce- 
dente en  su  mayoría  de  la  Sociedad  Económica —  ilustra  no- 


139 


tablemente  otro  aspecto  de  la  historia  de  Puerto  Rico  du- 
rante el  siglo  xix,  y  el  Archivo  General  de  Protocolos,  de  San 
Juan,  encierra,  por  su  parte,  datos  de  innegable  interés  para 
conocer  la  vida  puertorriqueña  desde  la  segunda  mitad  del 
siglo  xviii,  en  muchas  de  sus  facetas,  especialmente  la  econó- 
mica. Lo  cual  vale,  naturalmente,  para  los  restos  de  archivos 
notariales  y  de  los  Registros  de  la  Propiedad  que  se  conser- 
van en  otras  partes  de  la  Isla. 

Respecto  a  los  archivos  parroquiales,  y  a  los  pocos  de 
los  municipios  que  aún  quedan,  es  fácil  subestimar  su  im- 
portancia como  fuentes  de  conocimiento  histórico.  Un  juicio 
superficial  pudiera  inclinarnos  a  descartarlos  como  simples 
testimonios  de  insignificantes  sucesos  locales  o  de  aconteci- 
mientos familiares.  En  realidad,  es  inmensa  la  riqueza  de 
datos  que  nos  ofrecen  sobre  personas  y  hechos.  Aparte  de 
noticias  merament-e  genealógicas  de  personas  que  jugaron 
después  papel  importante  ya  dentro  ya  fuera  de  Puerto  Rico, 
y  de  las  ocasionales  referencias  a  personajes  oficiales  que 
iban  de  visita  — en  este  sentido,  los  libros  parroquiales  cons- 
tituyen una  preciosa  fuente  para  conocer  la  actividad  pasto- 
ral de  los  obispos —  todo  el  movimiento  demográfico  se  halla 
reflejado  en  los  registros  de  matrimonios,  bautismos  y  de- 
funciones; y  estos  movimientos  de  población  están  íntima- 
mente relacionados  con  la  evolución  económica.  El  predomi- 
nio de  blancos,  mulatos  o  negros  en  un  lugar  determinado 
suele  indicar  la  clase  de  cultivos  que  prevalecían  allí,  y  esto 
puede  darnos  a  su  vez  la  explicación  de  ciertas  fundaciones 
de  pueblos.  Por  otra  parte,  estos  registros  parroquiales  per- 
miten saber  lo  que  hay  de  verdad  y  de  exageración  en  ciertas 
afirmaciones  modernas  sobre  el  abandono  espiritual  de  las 
masas  campesinas  de  Puerto  Rico  en  tiempos  pasados.  La 
pretendida  falta  de  una  vida  familiar  ordenada,  con  su  se- 
cuela de  amancebamientos  e  hijos  ilegítimos,  es  cosa  que 
puede  ser  estudiada  con  seriedad  —no  a  base  de  prejuicios  y 


140 


fantasía —  en  los  viejos  folios  de  los  libros  parroquiales.  En- 
tre estos  libros  suele  figurar  — aunque,  por  desgracia,  falta 
en  muchas  partes —  el  llamado  de  «resultas  de  visita»,  donde 
los  obispos  consignaban  sus  disposiciones  al  final  de  la  visita 
pastoral  que  debían  hacer  periódicamente  a  las  parroquias 
de  la  diócesis.  Estas  disposiciones  son  una  de  las  mejores 
fuentes  para  conocer  los  usos  y  costumbres  de  la  vida  puerto- 
rriqueña de  antaño. 

Si  fuese  posible  extraer  y  clasificar,  según  un  plan  bien  or- 
denado, la  información  que  encierran  estos  libros  sobre  cier- 
to número  de  temas  previamente  determinados,  creo  que  los 
resultados  causarían  sorpresa. 

Washington,  D.  C. 

Academy  of  American  Franciscan  History. 
Octubre,  1963. 


141 


NOTAS 


1.  Aparte  de  los  copiosos  fondos  documentales  sobre  la  guerra  hispano-yanqui 
y  la  subsiguiente  administración  norteamericana  en  Puerto  Rico,  el  Archivo  Nacional 
posee  otros  materiales  que  interesan  a  la  historia  puertorriqueña.  Se  encuentran  disper- 
sos en  las  distintas  secciones,  principalmente  en  las  correspondientes  al  Departamento 
de  Estado,  al  de  la  Marina  y  a  las  «Claims  Commissions»  (RG76).  En  este  último  grupo, 
revisten  particular  importancia  para  la  historia  del  comercio  de  Puerto  Riro  entre  1797 
y  1825  las  reclamaciones  tramitadas  en  virtud  de  los  acuerdos  de  1819  y  1834.  Consúltese, 
para  mayores  detalles  la  reciente  Guide  to  the  Materials  on  Latin  America  in  the  National 
Archives.  Vol.  I  (Washington,  The  National  Archives,  1961;  X,  246  pp.)  preparada  por 
John  P.  Harrison. 

Respecto  a  la  Biblioteca  del  Congreso,  el  informe  más  completo  acerca  de  los  ma- 
nuscritos puertorriqueños  es  el  de  Thomas  Mathews,  «Documentación  sobre  Puerto 
Rico  en  la  Biblioteca  del  Congreso»,  Historia  (Universidad  de  Puerto  Rico)  vol.  VI,  n.  2, 
octubre  1956,  pp.  89-142. 

2.  Generoso  E.  Morales  Muñoz  en  la  presentación  del  primer  número  (diciembre 
de  1948)  de  su  Boletín  de  Historia  Puertorriqueña  (vol.  I,  p.  1). 

3.  Este  Archivo  Histórico  había  sido  creado  en  1919,  con  el  fin  de  reunir  y  conser- 
var lo  que  restaba  aún  de  los  archivos  correspondientes  a  la  época  del  gobierno  español. 
La  suerte  de  estos  archivos  a  raíz  de  la  ocupación  de  la  Isla  por  los  norteamericanos 
no  es  conocida  de  una  manera  clara.  Una  buena  cantidad  de  documentos  — 289  cajas 
en  total —  fue  transferida  a  Washington,  siendo  depositada  en  la  Biblioteca  del  Congreso. 
Años  después,  estos  papeles  fueron  devueltos  en  su  mayoría  — unas  200  cajas —  a 
Puerto  Rico,  mientras  el  resto  pasó  en  su  día  al  Archivo  Nacional  de  los  Estados 
Unidos,  donde  permanecen. 

Los  documentos  devueltos  desde  Washington  formaron  uno  de  los  núcleos  básicos  del 
Archivo  Histórico,  instalado  en  el  edificio  de  la  Comisión  de  Alimentos,  al  principio 
de  la  Avenida  Ponce  de  León,  según  se  sale  del  viejo  San  Juan.  Añadidos  a  este  lote 
otros  fondos  documentales  que  se  habían  conservado  en  Puerto  Rico,  tales  como  los 
de  la  Audiencia  y  algunos  pertenecientes  a  municipios  insulares,  el  nuevo  Archivo  logró 
acumular  pronto  unos  10.000  legajos.  De  éstos  se  habían  examinado,  hacia  1923,  unos 
3.000,  y  clasificado  800.  Fue  organizándose  también  una  biblioteca  aneja,  con  libros, 
folletos  y  periódicos  de  interés;  entre  los  últimos  figuraba  la  valiosa  colección  de  la 
Gaceta  de  Puerto  Rico  (1830-1904).  En  1926,  la  documentación  reunida  ascendía  a  3.000 
legajos  clasificados  y  9.000  sin  clasificar,  más  unos  5.000  impresos  clasificados.  Pero  en 
este  mismo  año  un  voraz  incendio  destruyó  o  causó  gravísimos  daños  en  la  mayor 
parte  de  estos  fondos.  Los  restos  salvados  fueron  depositados  en  una  habitación  del 
Casino  de  Puerto  Rico  y  don  Ferdinand  Cestero,  director  del  malhadado  Archivo  hasta 
su  muerte  en  1945,  trabajó  por  reorganizarlo.  Cuando,  por  fin,  en  1945  fue  aprobado  por 


143 


las  Cámaras  el  plan  de  reorganización  que  había  presentado  el  jefe  de  la  mayoría  parla- 
mentaria, Ramos  Antonini,  el  Gobernador  contestó  eliminando  del  presupuesto  las 
asignaciones  correspondientes.  Por  disposición  gubernativa,  se  hizo  entonces  cargo  del 
Archivo  Histórico  la  Facultad  de  Humanidades  de  la  Universidad  de  Puerto  Rico.  Los 
documentos  fueron  efectivamente  trasladadas  a  Río  Piedras  y  permanecieron  allí  hasta 
el  establecimiento  del  Archivo  General  de  Puerto  Rico. 

(Para  la  redacción  de  esta  nota  me  he  valido  principalmente  de  un  trabajo  — inédito 
aún,  según  creo —  de  la  archivera  señora  Carmen  Hernández  de  Caragol,  que  tuvo 
la  bondad  de  poner  a  mi  disposición  el  actual  director  del  Archivo  General  de  Puerto 
Rico,  don  Luis  Manuel  Rodríguez  Morales.  Para  ambos  mi  agradecimiento). 

4.  El  padre  Antonio  Cuesta  Mendoza  — entonces  religioso  capuchino  de  la  comu- 
nidad de  San  Juan  de  Puerto  Rico  bajo  el  nombre  de  Fr.  Antonio  del  Castillo —  hizo 
esta  publicación  en  la  revista  La  Verdad,  que  él  dirigía,  durante  los  años  1913-1914.  El 
resumen,  que  comprendía  22  volúmenes  de  las  actas  (1652-1870)  fue  reeditado  por 
Morales  Muñoz  en  Boletín  de  Historia  Puertorriqueña,  II,  1950,  números  7,  8,  10  y  11, 
pp.  207-224,  226-256,  290-319  y  323-345.  Es  notable  en  este  extracto  la  laguna  1700-1771,  pero 
ya  existía  en  el  manuscrito  utilizado  por  el  padre  Cuesta  Mendoza,  según  él  advierte  en 
nota  a  su  Historia  de  la  Educación  en  el  Puerto  Rico  Colonial  (vol.  I,  p.  390);  además 
Morales  Muñoz  advierte  que  el  ejemplar  de  La  Verdad  que  tuvo  a  su  disposición  estaba 
falto  de  algunas  páginas,  siendo  ello  causa  de  nuevas  lagunas  en  el  texto  del  Boletín. 

Por  otra  parte,  el  padre  Cuesta  Mendoza,  refiriéndose  en  1948  a  esta  colección  de 
actas  capitulares  {Historia  eclesiástica  del  Puerto  Rico  Colonial,  vol.  I,  p.  338)  repite 
que  eran  22  volúmenes,  pero  añade  que  «daban  comienzo  en  1650  y  terminaban  justamente 
al  plegarse  las  banderas  hispánicas».  Es  posible  que  el  autor  escribiese  en  este  caso  de 
memoria,  pues  su  publicación  sólo  abarca  de  1652  a  1870,  y  él  mismo  había  escrito 
dos  años  antes  que  las  actas  en  cuestión  «comienzan  en  1652  y  terminan  a  fines  del 
siglo  XIX»  (La  Educación,  1.  c). 

5.  El  profesor  Adám  Szászdi,  de  la  Universidad  de  Puerto  Rico,  Río  Piedras,  ha 
utilizado  la  documentación  de  este  Archivo  de  Protocolos  para  su  artículo  «Credit  without 
Bankink  in  Puerto  Rico»,  en  The  Americas,  Washington,  D.  C,  XIX,  1962,  149-171. 

6.  Esta  colección  ha  sido  ya  utilizada,  sin  embargo,  por  varios  historiadores,  entre 
otros  por  Cruz  Monclova  en  su  Historia  de  Puerto  Rico  y  por  el  P.  Cuesta  Mendoza  en 
el  segundo  volumen  de  la  Historia  de  la  Educación  en  el  Puerto  Rico  Colonial. 

7.  Según  la  señorita  Hernández  de  Caragol  en  el  estudio  citado  en  la  nota  n.  3,  los  le- 
gajos que  forman  la  sección  Diputación  Provincial  del  Archivo  General  de  Puerto  Rico 
suelen  contener  inventarios  de  los  archivos  municipales  de  la  Isla.  El  estudio  de  estos 
inventarios  permitiría  conocer  el  contenido  y  estado  de  dichos  archivos  en  determinadas 
fechas  del  siglo  xxx. 

8.  Estas  actas  comenzaron  a  ser  publicadas  en  1949  por  el  Gobierno  de  la  Capital; 
los  volúmenes  segundo  y  tercero  aparecieron  en  1950  y  1954.  La  serie  editada  hasta  el 
presente  abarca  los  años  1730-1767.  Coll  y  Tosté  (Boletín  Histórico  de  Puerto  Rico,  vol.  IX, 
pp.  112;  cit.  por  la  señora  Hernández  de  Caragol)  dice  que  el  archivo  municipal  de 
San  Juan  fue  mandado  quemar  por  el  alcalde  Egozcue. 

9.  Adjuntas  es  uno  de  los  pocos  pueblos  de  Puerto  Rico  que  no  me  fue  posible 
visitar  en  persona.  Los  datos  relativos  a  su  archivo  parroquial  me  fueron  proporciona- 
dos amablemente  por  el  párroco  de  entonces  (mayo  1960),  Revdo.  P.  Luciano,  O.  F.  M. 
Cap.  El  archivo  parece  estar  completo,  puesto  que  la  fundación  de  Adjuntas  tuvo  lugar 
en  agosto  de  1815  (Conf.  José  Torres  Díaz,  en  Sínodo  Diocesano  del  Obispado  de  Puerto 
Rico,  apéndice  I,  p.  111.  Puerto  Rico,  1917).  Este  apéndice  contiene  una  lista  alfabética 
de  los  pueblos  puertorriqueños,  con  breves  noticias  acerca  de  su  fundación,  historia  y 
estado  hacia  la  fecha  de  la  impresión  del  libro.  El  autor  advierte  (p.  112),  que  su  prin- 
cipal fuente  histórica  fue  Coll  y  Tosté. 


144 


10.  Completando  lo  que  dice  Torres  Díaz  (pp.  112-113)  añadiré  que  el  Consejo  de  Indias 
emitió  voto  favorable  (Madrid,  18  marzo  de  1730)  sobre  la  petición  del  sargento  mayor 
don  José  de  Santiago,  en  su  nombre  y  en  el  de  83  vecinos  de  la  villa  de  San  Germán, 
para  que  fuese  erigido  en  pueblo  el  lugar  de  Añasco.  Según  la  exposición,  existía  ya 
allí  una  hermita  dedicada  a  San  Antonio  Abad;  los  peticionarios  se  comprometían  a 
pagar  un  capellán  y  a  levantar  iglesia.  El  Obispo  había  informado  favorablemente  en 
carta  del  20  de  mayo  de  1729.  El  Rey  se  conformó  con  el  parecer  del  Consejo.  (AGI. 
Santo  Domingo,  leg.  535B). 

11.  Estos  datos  añaden  bastante  luz  a  lo  que  suele  escribirse  acerca  del  origen  de 
Caguas. 

12.  En  la  lista  que  trae  Torres  Díaz  (p.  11$)  este  pueblo  de  Camuy  se  dice  fundado 
en  1807. 

13.  El  pueblo  de  Cayey  se  da  como  fundado  en  1774  (Torres  Díaz,  p.  116).  Estos 
datos  de  los  libros  parroquiales  ayudan  a  precisar  más  sus  orígenes. 

14.  Según  Torres  Díaz,  este  pueblo  habría  sido  fundado  en  1809.  Conf.  Sínodo  Dioce- 
sano, 117. 

15.  Sobre  los  primeros  pasos  dados  para  la  fundación  del  pueblo  de  Coamo  hay 
datos  importantes  en  AGI,  Santo  Domingo,  leg.  172.  Empezó  a  promoverla  desde  1573 
el  obispo  Fr.  Manuel  del  Mercado  y  logróla  en  1579  su  sucesor  Fr.  Diego  de  Salamanca; 
pero  los  orígenes  fueron  modestos  y  difíciles.  Compárese  esto  con  lo  que  trae  Torres  Díaz, 
Sínodo  Diocesano,  p.  117. 

16.  Según  la  lista  de  Torres  Díaz,  el  «pueblo»  de  Fajardo  no  habría  sido  fundado 
hasta  1774  (Sínodo  Diocesano,  p.  118). 

16  bis.   Cuentas  de  fábrica  en  AGI.  Santo  Domingo,  leg.  2526. 

17.  La  fundación  de  Manatí  data  de  1738,  tal  como  aparece  en  la  lista  de  Torres 
Díaz  (p.  122).  A  18  de  febrero  de  dicho  año,  informaba  el  obispo  Pérez  Lozano  que  había 
designado  al  Lic.  Juan  Alvarez  de  Oliver,  «preceptor  de  Gramática»  como  párroco  del 
Pueblo  de  la  Ribera  de  Manatí,  nuevamente  fundado  a  tenor  de  la  R.  C.  (San  Lorenzo, 
18  octubre  1733)  que  autorizaba  la  fundación  de  pueblos  en  lugares  convenientes  de 
la  Isla  (AGI.  Santo  Domingo,  leg.  576). 

18.  Se  me  ha  informado,  con  posterioridad  a  la  remisión  de  este  trabajo  a  la  impren- 
ta que  en  el  Archivo  Eclesiástico  de  San  Juan  se  han  hallado  dos  libros  de  Sabana  Gran- 
de. El  «Libro  Quinto  Parroquial  de  la  nueba  Yglesia  de  S.  Ysidro  Labrador  y  Santa  Maria 
de  la  Cabeza  de  Sabana  Grande,  arriba  auxiliar  de  la  Villa  de  San  Germán t  para 
el  asiento  de  las  partidas  de  Entierros  de  los  Fieles  que  en  ella  se  sepultan;  el  qual 
donó  graciosamente  a  beneficio  de  dicha  Yglesia  el  Yllmo.  Sr.  D.  D.  Juan  Alexo  de 
Arizmendi,  Digmo.  Obispo  de  esta  Diócesis.  Año  de  1808».  En  este  libro  están  asentadas 
4.460  partidas  que  corren  desde  mayo  de  1810  a  30  de  agosto  de  1833.  El  otro  es  el  Libro 
Primero  de  bautismos  de  pardos  y  negros  libres  y  esclavos,  donado  también  en  1808  por 
el  Obispo  Arizmendi.  Incluye  1.639  partidas  numeradas  desde  junio  de  1813  a  diciembre 
de  1826. 

Estos  libros  ayudan  a  fijar  la  fecha  de  la  fundación  de  Sabana  Grande,  corrigiendo 
¿a  que  trae  Torres  Díaz  1814  (p.  126). 

19.  La  fundación  se  tramitaba  ya  en  1793,  a  solicitud  de  un  grupo  de  vecinos  de 
la  Ribera  Alta  de  Loiza  y  Baja  de  Caguas,  al  frente  de  los  cuales  figuraban  dos  muje- 
res: doña  Josefa  Ferrer,  viuda  del  capitán  Gaspar  Martínez,  y  doña  Ana  de  Andino, 
viuda  del  capitán  Andrés  de  Vizcarrondo.  Apoyaba  el  proyecto  el  obispo  don  Francisco  de 
la  Cuerda.  Entre  los  informes,  figura  el  del  guardián  del  Convento  de  San  Francisco 
de  San  Juan,  P.  Francisco  de  Barrios,  quien  dice  que  había  estado  una  vez  a  celebrar 


10.  — V.  A. 


145 


misa  y  confesar  en  la  Hacienda  de  la  Campaña,  propiedad  de  doña  Josefa  Ferrer,  y 
otras  varias  veces  había  mandado  con  el  mismo  fin  a  un  religioso  de  su  convento  (AGI. 
Santo  Domingo,  leg.  2.522).  Intervino  Arizmendi  como  vicario  general  y  provisor  del 
Obispo,  y  esto  debe  haber  dado  motivo  a  que  Torres  Díaz  (Sínodo  Diocesano,  p.  130) 
cometa  la  equivocación  de  hacerlo  intervenir  como  Obispo  en  1801,  época  en  que  no 
ocupaba  todavía  la  sede  de  San  Juan. 

20.  La  consulta  del  Consejo  de  Indias  aprobando  la  fundación  del  Pueblo  de  Yauco 
es  del  14  de  octubre  de  1755;  el  Rey  se  conformó  con  dicha  consulta.  Las  gestiones  fueron 
llevadas  ante  el  gobernador  Ramírez  de  Estenos  por  Fernando  Pacheco,  vecino  del  lugar, 
a  quien  se  dio  el  nombramiento  de  teniente  a  guerra  del  nuevo  pueblo.  Antes  de  esta 
fecha  había  allí  una  hermita  dedicada  a  Nuestra  Señora  del  Rosario  (AGI.  Santo  Domin- 
go, leg.  535B). 

21.  Basándome  en  estos  datos,  presenté  a  la  Mesa  Redonda  sobre  los  movimientos 
libertadores  en  Hispanoamérica  (Caracas,  julio  1960)  un  trabajo  sobre  «Emigrados  de 
Venezuela  en  Santo  Thomas.  (A  la  luz  de  su  archivo  parroquial)».  Fue  publicado  en  el 
vol.  I,  pp.  361-369  de  las  Actas  y  Ponencias  de  dicho  Congreso  (Caracas,  1961). 

Mientras  los  libros  parroquiales  de  Santo  Thomas  y  Santa  Croix  apenas  acusan 
la  presencia  de  puertorriqueños,  los  archivos  de  la  administración  danesa  en  las  Islas 
Vírgenes,  que  se  conservan  hoy  en  el  Archivo  Nacional  de  Dinamarca,  en  Copenhaguen, 
revelan  que  hubo  gran  movimiento  de  pasajeros  entre  aquellas  islas  y  Puerto  Rico.  Tuve 
ocasión  recientemente  de  hojear  en  el  mencionado  Archivo  los  registros  de  personas  que 
entraban  y  salían  de  las  Islas,  los  años  1810  y  1817  aproximadamente  (vols.  151-153, 
178-179)  en  los  que  es  continuo  y  numeroso  el  tráfico  de  personas  procedentes  de  —o 
encaminadas  a—  Puerto  Rico. 


146 


INDICE  ALFABETICO 
(Onomástico,  de  lugares  y  materias) 


* 


A 


B 


Abbad  y  Lasierra,  Fr.  Iñigo,  134 

Alboy,  Pedro,  31,  32 

Academia  de  Dibujo,  20 

Actas  Capitulares  (S.  Juan)  14,  144 

Adjuntas,  35,  144 

Aguada,  36 

Aguadilla,  37-38 

Aguas  Buenas,  39 

Agustinos,  96 

Aibonito,  40,  46,  47,  68 

Albalate,  Fr.  Anastasio  de,  117,  118 

Alemán,  Fr.  Antonio,  49,  79,  97 

Alvarez,  María  Juana,  35 

—  Cintrón,  padre  Juan,  44 

—  de  Olivier,  padre  Juan,  145 
Andino,  Ana  de,  145 

Andrade  y  San  Juan,  Nicolás  Alon- 
so, (vicario  general)  42,  44,  77,  131 

Antolín,  Francisco  Julián  (obispo) 
32,  44 

Añasco,  41-42,  144 

Aponte  Ramos,  46,  47.  Véase  Ba- 

rranquitas. 
Archivo  Eclesiástico  (S.  Juan)  12, 

139 

—  General  de  Protocolos  (S. 
Juan)  9,  16-18 

—  General  de  Puerto  Rico,  3,  5, 
9-12 

—  Histórico  de  Puerto  Rico,  4, 
12,  143 

Archivos  municipales,  4,  5,  9-10, 
94,  144 

—  notariales,  6,  17,  18,  68-69,  98, 
139-140 

—  parroquiales,  4,  140 
Arecibo,  43-45 

Arizmendi,  Juan  Alexo  de  (obispo) 
14,  28,  29,  30,  31,  44,  47,  48,  49,  57, 
61,  71,  77,  84,  86,  87,  93,  95,  98,  108, 
116,  117,  118,  131,  133,  144 

Arjona,  padre  Miguel,  70,  71 

Arroyo,  padre  Agustín,  50 

—  pueblo  de,  68 


Barranquitas,  9-10,  46-48 
Barrero  (iglesia  de  S.  Sebastián 
del)  50 

Barreto,  Fr.  Sancho  de  Santa  Te- 
resa, 123 
Barrio,  Fr.  Fernando  del,  81 
Barrios,  Fr.  Francisco  de,  145 
Barros  (pueblo).  Véase  Orocovis. 
Basilios  (monjes)  50 
Bayamón,  6,  18,  31-32,  33 
Beauchamps,  padre  Francois,  136 
Benítez,  Fr.  Agustín,  118 

—  José  (teniente  a  guerra)  107 

—  Fr.  Tomás,  81 
Berríos,  Antonio  de,  47 

—  padre  Francisco  Antonio,  66, 
84 

Biblioteca  Carnegie  (S.  Juan)  18-23 
Biblioteca  Cautiño  (Guayama)  69 
Biblioteca  del  Congreso  Washing- 
ton, 143 

Blenk,  James  H.  (obispo)  33,  80 
Bola,  Francisco  (teniente  a  guerra) 
80 

—  María  Claudina,  80 
Baldorioty  de  Castro,  Román,  22 
Boletín  de  Historia  Puertorriqueña, 

15,  33,  73,  85,  122,  143,  144 
Boletín  Histórico  de  Puerto  Rico, 
144 

Bravo,  Fr.  Domingo,  61 
Buynabo.  Véase  Guynabo 


c 

Cabo  Rojo,  49 

Cabrera  (Padre)  128 

Cádiz,  Fr.  Bernardo  de,  42,  49 

Caguas,  50,  51,  117,  145 

Campaña  (Hacienda  de  la),  145 

Campeche,  José  (pintor),  22 

—  (lugar  de),  54 
Camuy,  19,  52,  145 


Cangrejos,  29,  30,  50.  Véase  San 
Mateo 

Capacete,  padre  Manuel,  134 
Capuchinos,  38,  42,  49,  82,  93,  94, 

100,  101,  117,  144 
Carballés,  Fr.  Manuel,  76 
Carmelitas  (monjas),  28 

—  (frailes),  118 
Carolina,  53,  54 
Carreteras,  22-23 

Carrión,  Fr.  Pablo  Benigno  (obis- 
po), 32,  52,  71,  87,  113,  129,  131 

Caspe,  Fr.  León  de,  92 

Castillo,  Fr.  Antonio.  Véase  Cuesta 
Mendoza,  Antonio 

Cautiño,  Genaro,  69 

Cayey,  47,  55-57,  68,  145 

Ceiba,  67 

Cestero,  Ferdinand,  142 

—  padre  Lorenzo,  31,  115 
Cidra,  59,  68,  145 

Ciclón  de  S.  Felipe  (1928),  46 
Coamo,  46-47,  48,  55,  60,  62,  84,  107, 

113,  145 
Cofradías : 

—  Inmaculada  (S.  Juan),  23 

—  Montserrat  (Bayamón),  33 

—  Sacramento,  104,  113,  119 
Collado,  Manuel,  58 
Comerío,  63 

Concepción,  Fr.  Rafael  de  la,  118 

Corozal,  18,  64-65 

Crillon  (Duque  de),  80,  92 

Cruz  Monclova,  Lidio,  144 

Cuadrado,  Francisco,  19 

Cuerda,  Francisco  de  la,  (obispo), 

29,  31,  43,  46,  61,  77,  78,  84,  85,  86, 

97,  127,  133,  134,  145 
Cuesta  Mendoza,  padre  Antonio, 

144 

Culan,  padre  J.,  135 
Cuvillán,  Fr.  Juan  Francisco,  60, 
62 

CH 

Chambers,  padre  George,  137 


D 

Davis,  Jaime  (arzobispo  de  San 

Juan),  13 
Desamortización  eclesiástica,  20 
Despiau,  padre  Pedro  Pascual,  74 
Díaz  Soler,  Dr.  Luis  M.,  3 
Domínguez,  padre  José,  30-31 
Dominicos,  79,  82,  133 


E 

Emigrados : 

—  de  Sto.  Domingo,  17,  136 

—  De  Tierra  Firme,  21,  38 
Escalera,  Fr.  José  Felipe,  133 
Esteve  y  Tomás,  Gil  (obispo),  31, 

40,  52,  53,  54,  59,  65,  70,  71,  72,  89, 
131 

Esperanza,  Marqués  de  la,  18 

—  parroquia  de  la,  45 
Estrellada,  La  (revuelta),  19 
Espina,  Fr.  Francisco,  104 

F 

Fajardo,  10,  66-67 
Fernández,  Francisco,  77 

—  del  Otero  (notario),  17 
Ferrer,  Josefa,  145 

Fitroy  of  Grafton  Maclean,  136 
Fraga,  Fr.  Lorenzo  de,  82 
Franceses,  17 

Franciscanos,  20-21,  53,  59,  60,  62, 
65,  66,  75,  76,  81,  82,  111,  115,  119, 
123,  124,  125,  126,  131,  145 

Frederiksted  (en  St.  Croix),  137 


G 

Gabat,  padre  J.,  137 
Gabinete  de  Física,  20 
—  de  Lectura,  20 


Gaceta  de  Puerto  Rico,  143 
Gamón,  Fr.  Antonio,  119 
García,  Fr.  Miguel,  20-21 

—  Fr.  Vicente  Nazario,  75,  84, 
101,  115,  126 

Gautier,  padre  Baldomero,  92,  95 

—  Pedro,  92,  136 
González,  padre  Esteban,  30 

—  padre  Felipe,  55 

—  Lic.  Julio  César,  16 

—  Dr.  Sebastián,  3 

—  Ezcurra,  padre  Toribio,  47 
Gramática  (Cátedra  de),  145 
Guayama,  47,  68-69,  107 
Guayana  (misiones  de),  76.  Véase 

Píritu  (misiones  de) 
Guayanilla,  70 
Guaynabo,  18,  31,  72-73 
Gutiérrez,  Fr.  José  Ignacio,  82 

—  del  Arroyo,  Dra.  Isabel,  4 

—  canónigo  José,  80,  82,  107,  108 

—  Carmen,  4 

—  de  Cos,  Pedro,  31,  52,  53,  54,  59, 
65,  72,  76,  87,  93,  131,  134 


H 

Haití,  17 

Harrison,  John  P.,  143 
Hatillo,  74 

Hato  Grande,  S.  Miguel  de.  Véase 

San  Lorenzo 
Hayes,  padre  John  L.,  137 
Hernández   de   Caragol,  Carmen, 

144 

Herranz,  Lorenza,  80 
Hormigueros,  75-76 
Hostos,  Eugenio  de,  17 
Huertas,  Luis,  47 
Humacao,  77-80,  85,  106 


I 

Instituto  de  Cultura  Puertorrique- 
ña, 3 


Isabela,  81.  Véase  Tuna,  S.  Antonio 
de  la 

Islas  Vírgenes,  135-137,  146 
J 

Jauca  (lugar),  47 
Jesuítas,  22 

Jiménez,  padre  Francisco,  91 
—  Pérez,  Fr.  Manuel  (obispo),  29, 
31,  44,  82,  85,  97,  133,  134 
Juana  Díaz,  47,  61,  83-84 
Juncos,  85-87,  106 

Junghanns  (Colección  Robert  L.), 
12 


K 

Kennelly,  padre,  F.  O.,  137 
L 

Lájara,  padre  José  Félix,  18 
Lajas,  88 

Lanzós,  Ana  de,  28 
Lara  y  Calderón,  Fr.  Salvador  An- 
tonio, 66 
Lares,  89-90 

Leary,  padre  Patrick  D.  137 
Loiza,  91-92,  145 
Luquillo,  93 

M 

MacDonnell,  monseñor  (vicario 
apostólico  de  las  Antillas),  137 

Maldonado,  Diego,  35 

Manatí,  10,  94,  127,  145 

Martí,  Mariano  (obispo)  82,  85,  86, 
116 

Martínez,  Fernando,  17.  Véase  Es- 
peranza, Marqués  de  la 

—  Francisca,  17 

—  Gaspar  (capitán),  145 

—  Manuel,  17 


—  Ramón,  17 

—  Fr.  Lucas,  65,  111,  119 

—  Fr.  Rafael,  119,  125 

—  de  Cepeda,  padre  Manuel  Mar- 
celo, 79,  80 

—  de  la  Espada,  Francisco,  115 

—  de  Oneca,  Pedro  (obispo),  51, 
82 

—  de  Zepeda,  José,  30,  31 

—  — ,  Manuel,  99 
Mateo  (Padre),  50 
Mathews,  Dr.  Thomas,  143 
Maunabo,  95 

Mayagüez,  17,  23.  (Estación  Agro- 
nómica), 96-98 

Maynooth  (Real  Colegio  de),  137 

Meléndez  Bruna,  Salvador  (gober- 
nador), 124 

Méndez  Vigo,  Santiaso  (goberna- 
dor), 20 

Meneses,  padre  Dionisio  de,  145 
Mercado,  Fr.  Manuel  de  (obispo), 
145 

Merelo,  Fr.  Lorenzo,  62 
Merino,  padre  Angel,  118 
Moca,  99 

Mombrun,  Fr.  Juan  Antonio,  59, 

123-124,  131 
Monclova,  Pedro  José,  21 
Montserrat  (Nuestra  Sra.  de),  33,  75 
Montes,  Toribio  (gobernador).  92 

—  de  Oca,  padre  José  Gabriel,  37 
Morales,  Fr.  Juan,  124 

—  Pablo  (notario),  18 

—  Muñoz,  Generoso,  15,  27,  33,  44, 
54,  85,  102,  122,  143,  144 

Morse,  J.  B.,  22 

Muesas,  Misruel  de,  (gobernador), 
85 

Murphy,  padre  P.  B.,  137 


N 

Naguabo,  100 
Naranjito,  18,  102 

National  Archives  of  the  United 
States  (The),  143 


Navarro,  Fr.  Florencio,  53,  121,  124, 
126 

Negrón,  María  Nicolasa,  121 
Negros,  22 
«Ninfa»  (goleta),  107 
Nueva  Salamanca,  70 
Nuévalos,  Fr.  Manuel  de,  101 


O 

Obón,  Fr.  Bernardo  de,  95 
Ollería,  Fr.  Joaquín  de,  94,  104,  105 
Olmo  y  Mato,  padre  José  del,  43 
Orden  Tercera  Franciscana,  29 
Oriot  Cost,  José  (vicario  general), 
113 

Orocovis,  103 

Ortiz  de  la  Peña,  padre  Tomás,  86 


P 

Pacheco,  Fernando,  146 
Palmer,  Gaspar,  116 

—  Santiago,  116 
Pampatar  (isla  Margarita),  104 
Pamplona,  Fr.  Paulino  de,  94 
Parreño,  Pedro,  137 

—  Rosa,  137 
Patillas,  68 

Patiño  y  Olvera,  José  M.,  29 
Paulian,  Margarita,  136 
Pelegrín,  padre  Lamberto,  137 
Peñuelas,  105 

Pepino  (El).  Véase  San  Sebastián 
Pérez,  padre  José  Policarpo,  35 

—  Lozano,  Fr.  Francisco  (obis- 
po), 145 

Piedras  (iglesia  de  la  Concepción 
de  las),  50,  66,  78,  85,  86,  87,  106 

Pimentel,  padre  Juan,  79 

Piñal  (iglesia  del),  50 

Píritu  (misiones  de).  Véase  Guaya- 
na  (misiones) 

Pizarro,  Fr.  Sebastián  Lorenzo, 
obispo),  44,  50 


Plet,  Santiago,  80 
Ponce,  80,  107-108 
Ponce  de  León  (restos),  22 
Portilla,  Fr.  José,  104 
Power,  Ramón,  14 
Puente,  Fr.  Francisco  de  la  (obis- 
po), 72,  131 

—  Gervasio  (notario),  17 
Príncipe  de  Asturias  (cumpleaños), 

20 

Puerto  Rico: 

—  Real  Audiencia,  11,  21 

—  Conde  de,  20.  Véase  Torre,  Mi- 
guel de  la 

Puig  y  Montserrat,  Juan  Antonio, 
(obispo),  32-33,  52,  71,  84,  109,  113, 
129 


Q 

Quebradillas,  10,  109 
Quemado  (Hacienda  del),  108 
Quintana,  Fr.  Pedro,  62 


R 

Ramírez,  Alejandro,  22 

—  de  Arellano,  José,  21 

—  de  Estenos,  Felipe,  (goberna- 
dor), 145 

Ramos  Antonini,  (jefe  de  la  mayo- 
ría parlamentaria,  Puerto  Rico), 
143 

Recio  de  León,  Fr.  Juan,  79,  82 
Rendón,  José  Lorenzo  (vicario  ca- 
pitular), 98 
Reygada,  Fr.  Marcelino,  96,  134 
Ricardo,  Fr.  Agustín,  96 
Riera,  José,  107 
Rincón,  110-111 
Río  Piedras,  30-31 
Rivafrecha,  canónigo  Juan  de,  44 
Rivera,  padre  Andrés  Corsino,  130 
Rockliff,  Henry,  136 

—  Magdalena,  136 


Rodríguez,  padre  José  Rafael,  130 

—  Pablo  José,  107 

—  Ramón,  (notario),  18 

—  de  Olmedo,  Mariano,  (obispo), 
32,  37,  44,  64,  65,  98,  123,  126, 
128 

—  Feliciano,  padre  Miguel,  61,  96 

—  Morales,  Luis  Manuel,  144 
Román,  María,  121 

Rosa  Silva,  prof.  Jorge  Iván,  4 
Rosario  (pueblo).  Véase  Naguabo 
Ruiz  Colorado,  Carlos 


s 

Sabana  Grande,  112,  145 
Salamanca,  Fr.  Diego  de,  (obispo), 
70 

Salas,  padre  Simón  de 
Salgado,  Manuel,  121 

—  Micaela,  121 
Salinas,  47,  68,  113 
Salitral,  (lugar),  47 

San  Blas  de  Illescas.  Véase  Coamo. 
San  Germán,  70,  75,  88,  96,  114-116, 
145 

San  Juan  de  Puerto  Rico: 

—  archivo  municipal,  27-28,  144 

—  convento  de  S.  Francisco,  23, 
24,  145 

San  Lorenzo,  117-118 
San  Martín,  Fr.  Manuel  de,  92,  100, 
101 

San  Mateo,  (parroquia  de),  29,  50 
San  Sebastián,  (pueblo),  119 
Sánchez,  Fr.  Cosme,  72,  81 
Sandoval,  Gregorio,  (notario),  17 
Santa  Cruz  de  Caracas,  (Provincia 

franciscana),  60,  62 
Santa  María,  padre  Juan  Francisco 

de,  118 

Santa  Teresa,  Fr.  Lázaro  de,  118 
Santiago,  Jacinta,  35 

—  Manuel,  35 

—  José  de,  (teniente  a  guerra), 
145 


Santo  Domingo,  (convento  francis- 
cano), 97 

Segarra,  María,  116.  Véase  Palmer, 
Santiago 

Segovia,  padre  José,  77 

Seminario  Conciliar,  20,  22 

Sevilla,  Fr.  Serafín  de,  38 

Sociedad  Económica  de  Amigos 
del  País,  19  ss. 

Solano,  José,  (gob.  de  Venezuela), 
19 

Soler,  Ramón,  (ingeniero),  128 
St.  Thomas,  (isla),  135-137 
St.  Croix,  (isla),  137 
Szaszdi,  prof.  Adám,  144 


T 

Tellería,  padre  Pedro  Manuel,  111 
Toa  Alta,  18,  47,  120 
Toa  Baja,  18,  121 
Toro,  Lic.  Manuel,  107 
Torre,  Miguel  de  la,  (gobernador), 
20 

Torres,  Rafaela,  35 

—  Díaz,  José,  144,  145 
Toussaint  de  Louverture,  17 
Tovar,  Francisco,  121 

—  Martín  Melchor,  121 
Trespalacios,  Felipe  José,  (obispo), 

29,  31,  61,  78,  82,  84,  85,  96,  133 

Trujillo  Alto,  121,  145 

Trujillo  Bajo,  53,  54,  122 

Tuna,  San  Antonio  de  la,  81-82.  Véa- 
se Isabela 


u 

Universidad  de  Puerto  Rico,  Río 
Piedras,  3 


Urtiaga,  Fr.  Pedro  de  la  Concep- 
ción, (obispo),  44,  60 
Utuado,  123-124 


V 

Valdés,  padre  Manuel  Marcelino, 
109 

Valdivia,  Fr.  Fernando  de,  (obispo), 
44 

Valencia,  David,  136 

—  María  Damita,  136 

Valle,  (santuario  del,  isla  Margari- 
ta), 104 

Vasco  Pascual,  Juan,  19 

Vázquez,  Fr.  Angel  de  la  Concep- 
ción, 86,  124 

—  padre  José  Antonio,  52 

—  José  del  Rosario,  58 
Vega  Alta,  18,  125-126 
Vega  Baja,  18,  127-128 
Verdad  (La),  144 
Vieques,  (isla),  129 
Villate  Escovedo,  Pedro,  28 
Vizcarrondo,  Andrés  de,  145 


w 

Walsh,  padre  R.  C,  137 


Y 

Yabucoa,  130-131 
Yauco,  132-134,  145 


Z 

Zengotita,  Fr.  Juan  Bautista  (obis- 
po), 31,  55-56,  62,  84,  93,  119,  133 


Este  libro  acabóse  de  imprimir 
el  día  25  de  junio  de  1964, 
en  los  Talleres  Gráficos  de 
MANUEL  PAREJA 
Barcelona 
(España)